
Serie de Trabajos Varios 119
Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental: estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver
2016
, ISBN 978-84-7795-755-3 , 528 p.
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SE RV IC IO D E IN VESTI GACI ÓN PREHI STÓRI CA
D E L MU SE O D E PREHI STORI A DE VALENCI A
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 119
Del neolític a l'edat del bronze
en el Mediterrani occidental
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver
DIP UTAC IÓN DE VAL E NC IA
2016
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S E RV IC IO D E IN VESTI GACI ÓN PREHI STÓRI CA
D E L MU SE O D E PREHI STORI A DE VALENCI A
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 119
Del neolític a l'edat del bronze
en el Mediterrani occidental
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver
DIP UTAC IÓN DE VAL E NC IA
2016
[page-n-3]
DIPUTACIÓN DE VALENCIA
SERVICIO DE INVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA
DEL MUSEO DE PREHISTORIA DE VALENCIA
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 119
La Serie de Trabajos Varios del SIP se intercambia con cualquier publicación dedicada a la Prehistoria, Arqueología en general y ciencias
o disciplinas relacionadas (Etnología, Paleoantropología, Paleolingüística, Numismática, etc.) a fin de incrementar los fondos de la
Biblioteca del Museu de Prehistòria de València.
We exchange Trabajos Varios del SIP with any publication concerning Prehistory, Archaeology in general, and related sciences (Ethnology,
Human Palaeontology, Palaeolinguistics, Numismatics, etc) in order to increase the batch of the Library of the Prehistory Museum of
Valencia.
INTERCAMBIOS
Biblioteca del Museu de Prehistòria de València
Corona, 36 – 46003 València
Tel.: +34 963 883 599; Fax: +34 963 883 536
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Los Trabajos Varios del SIP y el resto de publicaciones del Museu de Prehistòria de València son de libre acceso, en formato PDF,
en la sección Publicaciones de la página web del museo (www.museuprehistoriavalencia.es).
Edita: MUSEU DE PREHISTÒRIA DE VALÈNCIA – DIPUTACIÓ DE VALÈNCIA
Creative Commons. Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España (CC BY-NC-SA 3.0)
Excepto para aquellas imágenes donde se indican reservas de derechos
ISBN: 978-84-7795-755-3
eISSN: 1989-540
Depósito legal: V 960-2016
Coordinación: JJC
Diseño y maquetación: MG
Imprime: Artes Gráficas Impressa | www.impressa.es
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Índex
H. Bonet Rosado
Bernat Martí, el SIP y nosotros
1
J. Juan CaBanilles i M. J. de PedRo MiCHó
L'escola valenciana de prehistòria i Bernat Martí Oliver
5
R. enguix aleMany i y. Fons gRau
Bernat Martí Oliver: el professional, la persona i la seua producció bibliogràfica
17
J. guilaine, g. Metallinou et J.-F. BeRgeR
La néolithisation de la Méditerranée occidentale : sur la piste des pionniers ?
27
P. Biagi e e. staRnini
La Cultura della Ceramica Impressa nella Liguria di Ponente (Italia Settentrionale):
Distribuzione, cronologia e aspetti culturali
35
J. BeRnaBeu auBán
Dispersiones humanas y culturales durante la Transición Neolítica:
Sistemas Complejos y Prehistoria
51
o. gaRCía PuCHol, a. díez Castillo y s. PaRdo goRdó
Radiocarbono y neolitización en la Península Ibérica
61
P. utRilla, a. BeRdeJo, a. oBón, R. laBoRda, R. doMingo y M. alColea
El abrigo de El Esplugón (Billobas-Sabiñánigo, Huesca). Un ejemplo de transición
Mesolítico-Neolítico en el Prepirineo central
75
F. x. oMs, J. MestRes, a. CeBRià, J. i. MoRales, J. nadal, M. PedRo, s. Mendiela,
P. MaRtín i J. M. Fullola
La cova de la Guineu (Font-Rubí, Barcelona) i les relacions plana-muntanya al Penedès
durant el neolític inicial
97
J. BosCH
La cerámica de la Cova del Vidre (Roquetes) y el Neolítico Cardial Franco-Ibérico
109
M. PéRez RiPoll
Los niveles de corral en el yacimiento neolítico de la Cova de l'Or, sectores K34, K35 y K36.
Información aportada por el estudio de la fauna
117
V
[page-n-5]
P. gaRCía BoRJa, d. C. salazaR-gaRCía, e. auRa toRtosa, e. CoRtell PéRez
y a. VelasCo BeRzosa
El registro funerario cardial valenciano: dataciones radiocarbónicas
t. oRozCo KöHleR
Los brazaletes de esquisto: un elemento de la identidad cardial
141
J. l. PasCual Benito
Unas técnicas muy neolíticas: ranurado y abrasión para la elaboración de punzones
a partir de metapodios de ungulados
147
J. CaRRasCo Rus, a. MoRgado y F. MaRtínez-seVilla
Implantación y desarrollo de los grupos neolíticos del sur de la península ibérica.
Reflexiones sobre algunos modelos interpretativos desde los inicios del siglo XXI
159
M. a. RoJo gueRRa, i. gaRCía MaRtínez de lagRán, R. gaRRido Pena, C. teJedoR RodRíguez,
e. suBiRà de galdáCano, J. gaRCía gazólaz, J. sesMa sesMa, J. F. giBaJa Bao,
M. unzu uRMeMeta, a. l. PaloMino lázaRo, i. JiMénez JiMénez, e. aRRoyo PaRdo
y H. aRCusa Magallón
Enterramientos del Neolítico antiguo en el interior peninsular: nuevos datos
para una actualización de la evidencia empírica
181
a. F. CaRValHo
The Pena d'Água rock-shelter (Torres Novas, Portugal): two distinct life ways
within a Neolithic sequence
211
P. RosseR liMiñana y s. soleR oRtiz
Propuesta de fases cronológicas para el asentamiento neolítico del Tossal de les Basses (Alicante,
España)
225
J. taRRús, s. aliaga, J. CHinCHilla y o. MeRCadal
Ca n'Isach (Palau-saverdera), un poblado neolítico (V-IV milenio a.C.) en la zona dolménica
del Alt Empordà
249
C. BlasCo, l. galindo, V. M. sánCHez, P. Ríos y C. liesau
Ampliando el registro del Neolítico en el interior peninsular: ocupaciones inéditas
en tres yacimientos de la región de Madrid
257
e. Badal, y. CaRRión, M. ntinou, M. MosKal-del Hoyo y P. Vidal
Punto de encuentro: los bosques neolíticos en varias regiones de Europa
269
J. PasCual Beneyto, a. RiBeRa, M. BaRBeRà, C. FeRReR, y. CaRRión, J. l. PasCual Benito,
l. lóPez, i. HoRtelano i g. PéRez JoRdà
Un nucli de sitges calcolítiques al Mas de Pepelillo (Agullent)
287
a. BaRRaCHina iBáñez y J. Viñals iRanzo
La Covacha III de la Costera de la Casa de la Viuda de Sanchis Guarner (Sagunt, Valencia).
Estudio previo de la campaña de 1994
311
J. a. soleR díaz, C. RoCa de togoRes Muñoz, M. a. esqueMBRe BeBia, o. góMez PéRez,
J. de d. BoRonat soleR, M. Benito iBoRRa, C. FeRReR gaRCía y J. BoluFeR MaRqués
Progresos en la investigación del fenómeno de inhumación múltiple en La Marina Alta (Alicante).
A propósito de los trabajos desarrollados en la Cova del Randero de Pedreguer
y en la Cova del Barranc del Migdia de Xàbia
323
J. loMBa MauRandi y M. HaBeR uRiaRte
El registro funerario calcolítico en el extremo suroriental de la Península Ibérica:
los valles del Guadalentín y Segura (Murcia)
VI
125
349
[page-n-6]
g. gaRCía atiénzaR
El Peñón de la Zorra (Villena, Alicante) y la caracterización del Campaniforme (2400-2100 cal AC)
en el Alto Vinalopó
365
J. zilHão
Beaker people without Beaker pots: the Chalcolithic funerary context from the Galeria da Cisterna
(Almonda karst system, Torres Novas, Portugal)
379
g. deliBes de CastRo, M. CResPo díez y J. a. RodRíguez MaRCos
Anatomía de un recinto de fosos calcolítico del valle medio del Duero:
el Casetón de la Era (Villalba de los Alcores, Valladolid)
387
M. i. MaRtínez naVaRRete
“Hoyos” y “recintos” en positivo: construcciones y modelo económico
403
J. M. Rodanés, J. i. loRenzo y P. aRanda
Enterramientos en cuevas y abrigos en el Alto Aragón durante el Neolítico y la Edad del Bronce
411
F. J. JoVeR MaestRe y J. a. lóPez Padilla
Nuevas bases para el estudio de las comunidades campesinas de la Edad del Bronce
en el Levante peninsular: el asentamiento de Terlinques (Villena, Alicante)
427
F. Molina gonzález, J. a. CáMaRa seRRano, a. delgado HueRtas, s. a. JiMénez BRoBeil,
t. náJeRa Colino, J. a. RiquelMe Cantal y l. sPanedda
Problemas cronológicos y análisis de dieta en la Edad del Bronce de los Altiplanos granadinos:
el caso del Cerro de la Virgen (Orce, Granada, España)
451
P. Bueno RaMíRez y R. de BalBín BeHRMann
De cazadores a productores. Transiciones y tradiciones
465
M. s. HeRnández PéRez
Arte Macroesquemático vs. Arte Esquemático. Reflexiones en torno a una relación intuida
481
F. x. oMs aRias, M. à. Petit MendizàBal i F. J. lóPez CaCHeRo
Motius figuratius en la ceràmica del neolític antic inicial i art (macro)esquemàtic a Catalunya
491
V. VillaVeRde, t. MaRtínez i RuBio, P. M. guilleM Calatayud, R. MaRtínez Valle
y J. a. MaRtínez álVaRez
Arte rupestre y hábitat en la prehistoria del Riu de les Coves. Aproximación a la cronología
del Arte Levantino a través de la red de caminos óptimos
501
Llista d'autors participants
523
VII
[page-n-7]
[page-n-8]
Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 1-3.
Bernat Martí, el SIP y nosotros
Helena Bonet Rosado
Hacer una semblanza de Bernat Martí resulta difícil, a la
vez que emotivo, al estar hablando de vivencias personales
y profesionales, de más de cuarenta años, que han marcado
la trayectoria profesional de muchos de nosotros, muy especialmente los que hemos tenido la suerte de trabajar con él
en el Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación
de Valencia, compartiendo su maestría y amistad hasta su
reciente jubilación.
Conocí a Bernat Martí, un joven profesor de 26 años de
espesa barba negra y gafas metálicas, en los últimos años de
mi carrera en el año 1975, cuando, junto a Gerardo Pereira,
impartían puntualmente las asignaturas de prehistoria y epigrafía, respectivamente, sustituyendo a las profesoras Milagro Gil-Mascarell y Carmen Aranegui, en el Departamento
de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Valencia,
el antiguo Laboratorio de Arqueología. Con este equipo, de
un incuestionable nivel científico y fuerte compromiso político en los últimos años del franquismo, nos formamos una
primera generación de arqueólogos, como Consuelo Mata,
Pilar Carmona, Albert Ribera, Josep Vicent Lerma, Joan Bernabeu, Pilar Fumanal, Michèlle Dupré, Valentín Villaverde o
Pere Pau Ripollès, por citar sólo los que más coincidimos en
las excavaciones de los años 70. De aquella época, recuerdo
especialmente el II Congreso Internacional de Prehistoria de
Morella, en 1975, unos días entrañables, donde ponentes e
investigadores, toda la plana mayor de la prehistoria peninsular y francesa, compartían con nosotros tapas y rondas de
vino en los mesones de Morella. Descubrimos a los “inaccesibles científicos” como gente amena y, sobre todo, muy
cercana. En aquellos días de convivencia, la mayoría de nosotros nos vinculamos definitivamente a este equipo y nos
agrupamos en torno a Carmen, Milagro, Bernat, Gerardo y
también Rosa Enguix, según nos íbamos decantando hacia la
Prehistoria o la Arqueología clásica.
Aunque Bernat Martí nunca se desvinculó de sus compañeros de Departamento, en el año 1979 entró en el SIP de la
mano de Domingo Fletcher como técnico arqueólogo, permaneciendo toda su vida profesional comprometido con esta institución. En la inolvidable biblioteca del SIP, donde estudiantes, profesores y eruditos locales compartíamos espacio con
el director Domingo Fletcher y el subdirector Enrique Pla,
se sumó Bernat en una mesa frente a “don Domingo”. Todos
ellos atendían cualquier consulta de estudiosos o aficionados,
a la vez que comentaban y discutían las novedades científicas,
mientras la bibliotecaria María Victoria Goberna nos proporcionaba libros y separatas de entre las magníficas estanterías
de madera que cubrían las paredes de la sala. Allí podías
consultar desde joyas bibliográficas, como las obras de los
hermanos Siret, Juan Vilanova y Piera, Le Bon, Cartailhac o
Chabret, hasta la última noticia periodística sobre prehistoria
valenciana pacientemente recortada, pegada y guardada por
Enrique Pla en archivadores de cartón.
En este ambiente, Bernat Martí ya apuntaba el perfil del gran
investigador que es. Desprendía una “seriedad cercana”, siempre dispuesto a escuchar e interesado por nuestros proyectos de
estudio. Pero donde realmente tuvimos la ocasión y el privilegio
de conocerle, tanto a nivel personal como profesional, fue en
las excavaciones. Aunque algunos de nosotros ya nos íbamos
inclinando hacia la protohistoria o el mundo romano, trabajar
con Bernat en yacimientos prehistóricos era una apuesta segura
para iniciarse en el mundo de las excavaciones y la metodología
arqueológica. Pero tal vez lo más importante de su maestría era
el empeño que ponía en que reflexionásemos ante el objeto y
la secuencia estratigráfica y que nos planteásemos proyectos y
líneas de investigación futuros.
Las excavaciones de la Cova de l'Or, en Beniarrés, en
los veranos de 1975-1976, y en la Ereta del Pedregal, en Navarrés, en 1976, eran una verdadera escuela de disciplina y
aprendizaje arqueológico. Como se recuerda en otro texto
del presente libro, fue el primer investigador en la prehistoria
valenciana que utilizó una metodología puntera en cueva, adquirida desde su estancia en Francia, como becario del CSIC,
en las excavaciones en la cueva de Font Juvenal dirigidas
por J. Guilaine, en 1975. Y fue pionero en crear un equipo
interdisciplinar con investigadores especializados en sedimentología, palinología, carpología y fauna, convirtiendo las
campañas de la Cova de l'Or en un referente metodológico
pero, sobre todo, en un referente de los estudios sobre la neolitización en la vertiente mediterránea peninsular.
En sus campañas se trabajaba y se aprendía a conciencia.
Por las mañanas, de la Cova de l'Or, recuerdo las cuadrículas
J y K donde se marcaba con chinchetas y se dibujaba en papel
1
[page-n-9]
H. Bonet Rosado
milimetrado cada hallazgo; la pizarra y el jalón para las fotos
en blanco y negro, en color y diapositivas; la pesada mira y
el primer nivel óptico del SIP; o las sesiones de criba frente
al Benicadell. Memorables también los ascensos a la cueva, y
los descensos, cantando y cargados como mulas, hasta llegar
al “dos caballos” de Bernat aparcado ladera abajo en la carretera de Beniarrés. Después de comer no había siesta pero
sí partida de dominó en el bar del pueblo. Y por las tardes
clases intensivas de lavar, inventariar y dibujar sílex y cerámica cardial hasta la saciedad. Pero lo mejor era el diario que
teníamos que redactar, y exponer delante del equipo, sobre
la jornada de excavación ante la mirada “implacable” de un
Bernat que debía de estar desternillado de nuestros disparates.
Aprendimos a convivir –algunos hasta a comer correctamente– en casas y pensiones hoy imposibles de imaginar, a trabajar en equipo y a asumir responsabilidades. En este ambiente
de trabajo y compañerismo se crearon unos vínculos de amistad entre todos los que participamos en aquellas excavaciones
que han perdurado hasta nuestros días.
Como jóvenes estudiantes que éramos, en aquella época
no fuimos conscientes del enorme privilegio que era trabajar con Bernat Martí, ya una gran promesa investigadora y
toda una autoridad. Autoridad por sus conocimientos pero
también por su personalidad íntegra, donde el afán de protagonismo no tenía cabida, por su capacidad de trabajo y por su
carácter tranquilo y dialogante. Era un gran docente que despertó en todos nosotros un espíritu crítico y supo trasmitirnos
su pasión por la investigación y la arqueología. En realidad,
recogía los valores del denominado “espíritu del SIP” de don
Isidro Ballester, don Domingo Fletcher y don Enrique Pla,
donde la austeridad, el rigor científico y el trabajo en equipo
serían los pilares de la institución.
Bernat Martí siempre estuvo muy unido a Enrique Pla, y
cuando éste fue nombrado director del SIP en 1982, tras la
jubilación de Fletcher, pasó a ser su hombre de total confianza. Vivió junto a él uno de los periodos más difíciles de la
institución, como fue el traslado del museo desde el Palau de
la Batlia hasta su nueva sede en la, aún en funcionamiento,
Casa de Beneficencia. Durante un largo periodo de más de
15 años, entre la nueva ubicación en La Beneficencia hasta
la apertura del actual Museo de Prehistoria en 1995, el papel de Bernat fue clave. Con un museo empaquetado como
buenamente se pudo, pues el traslado hubo que hacerlo en un
mes, y ubicado en un edificio en obras y todavía ocupado con
cuidadores y niños y niñas internos, era realmente un reto sacar adelante el SIP y su museo. Sin embargo, inmediatamente
se abrió al público la biblioteca del Servicio, considerada el
alma de la institución, y se inició un colosal trabajo de inventario, catalogación y restauración de los fondos del museo así
como el inventario del archivo documental, el fotográfico y
el de yacimientos arqueológicos valencianos.
Durante los diez años que dirigió la institución, entre
1987 y 1996, con el museo cerrado y un edificio en obras,
Bernat Martí realizó un trabajo interno extraordinario. En
este periodo de tiempo amplía la plantilla del SIP con cuatro
técnicos arqueólogos –Helena Bonet, Joaquim Juan Cabanilles, María Jesús de Pedro y Rafael Pérez–, un técnico dibujante –Francisco Chiner–, una auxiliar de biblioteca –Consuelo Martín– y un capataz restaurador –Inocencio Sarrión–.
2
Se consolidan las publicaciones del SIP con 5 números de
la revista APL y 8 números de la serie monográfica Trabajos
Varios, y se inician nuevas series, como los catálogos de las
exposiciones temporales o la edición especial de libros dedicados a las colecciones más emblemáticas del SIP, como
las plaquetas de la Cova del Parpalló de Gandia o los vasos
pintados del Tossal de Sant Miquel de Llíria.
En este periodo había una gran actividad de investigadores estudiando las colecciones del museo con el objetivo de
realizar trabajos de investigación, memorias de excavaciones
o tesis doctorales. Es de lamentar que no exista de aquellos
años documentación gráfica de los espacios acondicionados
como almacenes y salas de trabajo. En la inmensidad de corredores, patios porticados y jardines de una Casa de Beneficencia medio abandonada y ruinosa, subías, con un gran
manojo de pesadas llaves, por escaleras de desconchados
alicatados, atravesabas cancelas de hierro, patios con estatuas de cristos y vírgenes rodeadas de magníficos azulejos
–todo ello hoy desaparecido–, seguías por comedores y habitaciones donde todavía se amontonaban desvencijadas cunas
o mesitas y sillitas para escolares; cruzabas terrazas llenas
de trastos abandonados hasta llegar finalmente a una torre
–hoy inexistente–, sin luz y con un frío glacial, donde los
sufridos investigadores, sobre mesas de mármol recicladas
de los antiguos comedores, extendían sus materiales para ser
dibujados e inventariados. En ese ambiente se estudiaron y
clasificaron la colección de plaquetas de la Cova del Parpalló de Gandia, la colección púnica de Ibiza, las campañas de
excavaciones de la Cova Negra de Xàtiva, la Cova de l'Or de
Beniarrés, la Ereta del Pedregal de Navarrés, la Cova de la
Pastora de Alcoi, la Rambla Castellarda de Llíria, el Tossal
de Sant Miquel de Llíria, etc. En este acogedor ambiente, y
ésta es solo una de tantas anécdotas que se podrían contar de
aquellos años 80, tuvo que batallar Bernat Martí para sacar
adelante el museo.
A pesar de la falta de instalaciones adecuadas consiguió que
el SIP viviese una de las épocas más fructíferas a nivel de investigación. Los trabajos de campo se integran, cada vez más,
dentro de proyectos de investigación interdisciplinares en los
que existe una estrecha vinculación, y muy activa, con el Departament de Prehistòria i Arqueologia de la Universitat de València. Continuaron las excavaciones arqueológicas, iniciadas en
la época de Enrique Pla, en la Ereta del Pedregal de Navarrés,
la Cova de l'Or de Beniarrés, la Cova Negra de Xàtiva, la Cova
Foradada de Oliva, la Muntanya Assolada de Alzira, la Lloma
de Betxí de Paterna, en Los Villares de Caudete de las Fuentes,
el Castellar de Meca de Ayora, el Corral de Saus de Moixent,
el Castellet de Bernabé de Llíria, en La Seña de Villar del Arzobispo o en el Pla de Nadal de Riba-roja de Túria, y se inicia
la primera campaña en el yacimiento paleolítico de la Cova del
Bolomor de Tavernes de la Valldigna.
Junto a las labores de investigación, conservación e inventario ya citadas, Bernat Martí era muy consciente de que
había que abrir al público las colecciones del museo y así,
siguiendo la línea expositiva iniciada con la sala permanente
abierta en 1984 sobre “Las sociedades cazadoras de la prehistoria valenciana”, se inaugura en 1987 la sala dedicada al
neolítico “Los primeros agricultores y ganaderos”. Si bien
en 1983 se había hecho la primera exposición temporal sobre
[page-n-10]
Bernat Martí, el SIP y nosotros
“La cultura ibérica”, en la etapa de su dirección se abre un
programa de exposiciones temporales e itinerantes que no ha
cesado hasta nuestros días. En 1991, “Un siglo de Arqueología valenciana” itineró al centro cultural de la CAM de
Alicante, mientras que en 1994 se inauguraba la exposición
sobre “El Apolo de Pinedo”, en el Palau dels Scala, con motivo de la presentación de la escultura completa del Apolo
tras la compra de su pierna en 1992, veinte años después de
su hallazgo en las aguas de Pinedo.
A nivel museográfico, en 1993 la Diputación de Valencia
emprendió la reforma de la antigua Casa de Beneficencia, para
convertirla en un Centro Cultural, y en ese marco se desarrolló
un nuevo proyecto del museo para la exposición permanente de
las colecciones del SIP, que abarcaba desde el Paleolítico inferior hasta época romana y una pequeña muestra numismática de
épocas posteriores. Consciente de este reto, Bernat Martí tenía
que conjugar la tradición y el trabajo de varias generaciones,
que daban el soporte científico al discurso expositivo, con los
nuevos avances tecnológicos del momento. En una profunda
reflexión sobre los nuevos museos, publicada en la revista “Canelobre” del Instituto alicantino de Cultura ‘Juan Gil-Albert',
en el año 2000, y bajo el epígrafe de Cal mirar darrere dels
anuncis lluminosos, remarca “el peligro de caer deslumbrados
ante una apuesta excesivamente espectacular, atractiva o de escaparate, con el único objetivo de conseguir cada vez un mayor
número de visitantes y olvidando, en muchos casos, la verdadera función del museo, que es ofrecer al público autenticidad
y rigor científico”. Con esta filosofía se inaugura, en 1995, el
Museo de Prehistoria en el edificio de La Beneficencia totalmente rehabilitado. Por fin, se exponen ya de forma permanente
los fondos del Museo de Prehistoria en un montaje estructurado
cronológicamente que todavía hoy podemos seguir en las salas
dedicadas a las Sociedades prehistóricas y la Cultura Ibérica.
Abrir las puertas del Museo de Prehistoria planteaba
otras líneas de actuación que no terminaban en la publicación y difusión de los resultados de las excavaciones, o en la
apertura al público de las salas del museo, sino que se dio un
nuevo paso extendiendo el museo a los propios yacimientos
con el objetivo de propiciar el encuentro entre la sociedad y
su patrimonio arqueológico. En esta línea, una faceta importante en la etapa de la dirección de Bernat Martí es su preocupación por la puesta en valor del patrimonio arqueológico
valenciano. A finales de los años 80 y a lo largo de la década
de los 90, impulsa la consolidación de los yacimientos ibéricos del Puntal dels Llops de Olocau, el Castellet de Bernabé,
La Seña o el Tossal de Sant Miquel, y del poblado de la Edad
del Bronce de la Lloma de Betxí. Mientras que en la Bastida
de les Alcusses de Moixent se emprende, en 1990, uno de los
proyectos de investigación y puesta en valor patrimonial más
emblemático del Museo de Prehistoria.
El injusto cese de Bernat Martí como director del Museo
de Prehistoria en 1996 nos sumió a toda la plantilla del SIP
en un estado de impotencia e indignación difícil de explicar.
Y no solo al Museo de Prehistoria, sino a toda la comunidad
científica valenciana y española. Y ahí, de nuevo, vuelve a
destacar la figura de Bernat. De una generosidad sin límites y de un empeño investigador inagotable, en los últimos
veinte años en que hemos seguido compartiendo vivencias
con él en el SIP, sigue sorprendiéndonos por su equilibrio
emocional ante las adversidades y su actitud conciliadora,
su continua maestría, su plena confianza en el personal que
él mismo ha formado y, sobre todo, por su lealtad y cariño
hacia el SIP y su museo.
No es nuestra intención tratar aquí su fructífera trayectoria investigadora realizada en estos últimos años desde el SIP,
que ha compaginado con la actividad docente como profesor
asociado en el Departament de Prehistòria i Arquelogia de la
Universitat de València. Pero sí hemos querido relatar en estas
páginas cómo, a través de todos estos años, hemos ido descubriendo al Bernat profesor, al investigador, al director pero,
sobre todo, al compañero y al gran amigo que sigue siendo
hoy desde su siempre querida biblioteca del SIP.
3
[page-n-11]
[page-n-12]
Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 5-16.
L'escola valenciana de prehistòria i Bernat Martí Oliver
JoaquiM Juan CaBanilles i MaRia Jesús de PedRo MiCHó
Alguns autors actuals, per escrit o oralment, s'han referit en
més d'una ocasió a l'«escola valenciana de prehistòria» com
un corrent autòcton, ferm, de la recerca arqueològica. Això
s'ha fet sovint dins d'un context historiogràfic en relació amb
l'edat del bronze, en tocar el moment i els responsables del destriament del bronze local, el bronze valencià, del gran referent
per a aquesta etapa de la prehistòria que constituïa la «cultura»
d'El Argar.1 Efectivament, i a aquest respecte, hi ha uns autors
«passats» i un treball fins als quals sol recular-se: la memòria
d'excavació del poblat de l'Ereta del Castellar (Vilafranca del
Maestrat), presentada per J. Arnal, H. Prades i D. Fletcher dins
la sèrie de «Trabajos Varios» del SIP (núm. 35, de data 1968).
En la pàg. 31 d'aquesta memòria, a l'hora d'intentar donar nom
a la «cultura» representada a l'Ereta del Castellar, es diu: «[...]
nosotros, de acuerdo con la escuela valenciana de prehistoria
[la remarca és nostra], seguiremos denominando provisionalmente este complejo cultural con el nombre de “Bronce Valenciano”, con el propósito de distinguirlo del “Bronce argárico”
con el que presenta tantas diferencias», distinció, conforme a
la nota al peu oberta al final del paràgraf, que ja venia fent-se
de vell per l'esmentada escola.
Una cosa és el tema de la discussió nominal i arqueològica,
i una altra el del terme o concepte d'«escola valenciana de
prehistòria». La seua encunyació, no hi ha dubte, és obra de
L. Pericot García, dins la semblança biogràfica d'I. Ballester
Tormo, amb motiu de l'òbit d'aquest, apareguda en el volum
III de l'Archivo de Prehistoria Levantina, de 1952, primer tom
dels dedicats en homenatge al que fou el fundador i primer director del Servei d'Investigació Prehistòrica (SIP) de la Diputació de València. En parlar de l'encert d'I. Ballester a l'hora
d'elegir els seus col·laboradors, L. Pericot acaba dient: «Puede hablarse de una escuela valenciana de Prehistoria y es con
orgullo que nos atrevemos a pretender una común paternidad
en ella». És clar que Pericot es referia a l'«escola» formada al
voltant del SIP, la institució creada el 1927 a instàncies de Ba-
1
La referència escrita més recent es deu a M. S. Hernández Pérez,
en un text, «Un recorregut centenari: l'edat del bronze a les terres
valencianes», per al catàleg de l'exposició Viure vora el Túria fa
4.000 anys. La Lloma de Betxí, presentada pel Museu de Prehistòria de València el febrer del 2015 (pàg. 20).
llester i de la qual el mateix Pericot n'havia estat el subdirector
pràcticament des de la seua arribada a València, aquell mateix
any, com a catedràtic de la Universitat.
El 1950, data de la mort d'I. Ballester, el SIP comptava vinti-tres anys d'existència i ja s'havia fet un lloc gran entre les institucions espanyoles dedicades a la prehistòria i l'arqueologia.2
Això era degut a una labor de camp intensa i ben dirigida, i a
una tasca de divulgació no menys important, editorial i de presència en congressos i simposis arqueològics. Entre el 1927 i el
1950, el SIP realitza excavacions tan transcendentals com les dels
jaciments ibèrics de la Bastida de les Alcusses, a Moixent (192831), i el Tossal de Sant Miquel, a Llíria (1933-36); dels jaciments
paleolítics de la Cova del Parpalló, a Gandia (1929-31), i la Cova
Negra, a Xàtiva (1928-33, intermitentment); del jaciment epipaleolític de la Cueva de la Cocina, a Dosaigües (1941-43, 1945);
del jaciment neolític de la Cova de la Sarsa, a Bocairent (1928-39,
intermitentment); o del jaciment eneolític de l'Ereta del Pedregal,
a Navarrés (1942, 1944-48). El maig del 1929, L. Pericot, en representació del SIP, participa en el XII congrés de l'Asociación
Española para el Progreso de las Ciencias, realitzat a Barcelona,
i relata la fundació del Servei, el seu treball en curs i les principals troballes efectuades. La concurrència de membres del SIP és
major uns mesos després (setembre) al IV congrés internacional
d'arqueologia celebrat igualment a Barcelona, on, a banda d'I.
Ballester, L. Pericot i M. Jornet Perales presenten la Cova del
Parpalló i G. Viñes Masip la Cova Negra, jaciments les excavacions dels quals tot just havien acabat de començar. Amb motiu
d'aquest congrés viatgen també a Barcelona peces de Parpalló,
Cova Negra i Bastida de les Alcusses, mostrades al Palau Nacional de l'Exposició. Les comunicacions i els objectes exposats
desperten un gran interès nacional i internacional pel SIP i la seua
tasca, el que comportà felicitacions expresses dels organitzadors
del congrés a la institució i a la Diputació de València.3 El 1930,
2
3
Sobre la creació i les primeres dècades d'existència del SIP, vegeu
Bonet Rosado, H.; PedRo MiCHó, M. J. de; SánCHez Molina, A. i
FeRReR GaRCía, C. (coord.) (2006): Arqueologia en blanc i negre.
La labor del SIP: 1927-1950. Museu de Prehistòria de València,
Diputació de València, València, 333 p.
Veg. La labor del Servicio de Investigación Prehistórica y su museo
en el pasado año 1929. Diputación Provincial, València, 1930, pàg.
8-12.
5
[page-n-13]
J. Juan Cabanilles i M. J. de Pedro Michó
Excavació de la Bastida de les Alcusses de Moixent el 1928. En
primer pla, d'esquerra a dreta, L. Pericot i I. Ballester, subdirector
i director del SIP acabat de crear; en 5a i 6a posició, G. Viñes i M.
Jornet, col·laboradors inicials del SIP. Arxiu MPV.
La Cova del Parpalló de Gandia cap al 1929, al començament de les
excavacions de L. Pericot. Arxiu MPV.
L. Pericot envia una nova comunicació al XV congrés internacional d'antropologia i arqueologia prehistòriques (Coïmbra i Porto)
sobre el solutrià i l'aurinyacià de la Cova del Parpalló, llegida, en
absència d'aquell, per J. Pérez de Barradas, director del Servicio
de Investigaciones Prehistóricas de l'ajuntament de Madrid, un
dels centres de recerca que havien inspirat la creació del servei
homònim valencià. Una última participació del SIP a ressenyar
en aquest període és al I congrés d'arqueologia del «Levante»
(València, 1946), amb una «massiva» representació (a més d'I.
Ballester i L. Pericot, F. Jordà Cerdà, M. Vidal i López, E. Pla
Ballester, D. Fletcher Valls i V. Pascual Pérez), tot delatant la intensa activitat del Servei i el recanvi i l'acreixement dels seus
col·laboradors. Les comunicacions presentades a aquest congrés
seran publicades pel SIP dins la seua sèrie de «Trabajos Varios»
(núm. 10, 1947).
Les publicacions, òbviament, són un gran aparador de la
labor institucional del SIP, tant de camp, com museística, de
recerca, etc. Abans del 1950, el Servei només havia pogut
editar dos números del seu anuari «programàtic», l'«Archivo de
Prehistoria Levantina». Tanmateix, l'acollida del primer volum,
de 1929, va ser gran i plena d'elogis, amb recensions força
favorables.4 A banda dels membres i col·laboradors del SIP,
en APL I hi ha les contribucions del reconegut prehistoriador
francès H. Breuil i del català P. Bosch Gimpera. L'«abat»
Breuil, junt amb R. Lantier, tornarà a escriure en APL II (1946),
i també altres investigadors forans com A. Fernández de Avilés,
S. Vilaseca Anguera, V. Lebzelter o A. Beltrán Martínez. En
aquests dos números es divulgaran en «paper», amb major o
menor detall, excavacions i col·leccions del SIP, entre altres les
de Cova Negra, Cueva de la Cocina, Cova de la Sarsa, Bastida de
les Alcusses o Tossal de Sant Miquel; o les de Cova de la Pastora
(jaciment eneolític a Alcoi), Mas de Menente (poblat del bronze
a Alcoi) o el Xarpolar (poblat ibèric a la Vall d'Alcalà), materials,
els de Menente i Xarpolar, la compra dels quals és a l'origen
de la creació del SIP i el seu museu. Abans també del 1950, la
sèrie monogràfica «Trabajos Varios del SIP», iniciada el 1937
amb el nom de «Treballs Solts»,5 tenia al carrer onze números.
Aquesta sèrie naix com a complement de la revista-anuari APL,
amb la idea primera de donar eixida a notes i xicotets treballs
sobre prehistòria valenciana (en relació amb el SIP o no); amb el
temps, però, es constituirà com una sèrie monogràfica de major
envergadura i abast.6 Els primers números de TVSIP donen
compte, entre altres continguts, d'estudis com ara els de la fauna
de la Cova Negra, o la fauna i la malacofauna de la Cova del
Parpalló (núm. 6, 1942 i 1947), o d'un vas «escrit» del Tossal
de Sant Miquel (núm. 8, 1942); també de l'enterrament eneolític
de la Cova de Rocafort (núm. 9, 1944), o de l'excavació del
jaciment meso-neolític de la Covacha de Llatas a Andilla (núm.
11, 1949). La dèria per divulgar l'activitat del SIP, sobretot els
resultats del treball de camp, farà que s'aprofiten per a aqueixa
comesa les memòries anuals que la Direcció del Servei havia
de lliurar a la Secretaria de la Diputació (memòries conegudes
com La labor del SIP). En forma de tiratges a part d'aquestes
memòries (convenientment ampliades) es van donar a conèixer
4
6
Veg. Labor SIP… 1930 (València, 1931), pàg. 20-26.
5
6
El 1937, i fins al final del 1938, el SIP és integrat en l'Institut d'Estudis
Valencians (IEV), organisme depenent del Consell Provincial de
València, institució que havia substituït aleshores la Diputació (veg.
Juan CaBanilles, J. [2006]: «El SIP i l'Institut d'Estudis Valencians».
Dins Bonet Rosado i altres, op. cit. nota 2, pàg. 177-182. Juan
CaBanilles, J. [2014]: «La Secció Històrico-Arqueològica». Dins
Ciència i Cultura en la Guerra. L'Institut d'Estudis Valencians
1937-1938. Universitat de València, València, pàg. 57-70). Durant
el parèntesi de la Guerra Civil espanyola, aturada pràcticament la
labor de camp, el més destacable del SIP és l'edició dels cinc primers
números del que serà la seua sèrie monogràfica, publicats en valencià
per ser aquesta la llengua oficial de l'IEV.
Sobre les publicacions del SIP, veg. Juan CaBanilles, J. i GozalBes
FeRnández de PalenCia, M. (2006): «Les primeres publicacions del
SIP: Archivo de Prehistoria Levantina, Memorias Anuales i Treballs Solts / Trabajos Varios». Dins Bonet Rosado i altres, op. cit.
nota 2, pàg. 83-94.
[page-n-14]
L'escola valenciana de prehistòria i Bernat Martí Oliver
I. Ballester, en primer pla, de visita al Tossal de Sant Miquel de Llíria
els anys 1940; en segon pla, J. Alcàcer Grau, un dels col·laboradors
del SIP aleshores. Arxiu MPV.
vasos espectaculars i inscripcions del Tossal de Sant Miquel (La
labor... 1934, 1935-39 i 1940-48), o els materials de la Cova
de les Malladetes, a Barx, excavada entre 1946-1948, de la
Cova de la Pastora o de l'Ereta del Pedregal (La labor... 194048). Prova, en suma, del prestigi que anava assolint el SIP és
la creació en el seu si, l'any 1945, de la secció de prehistòria
a València del Consejo Superior de Investigaciones Científicas
(CSIC), a través de l'institut «Diego de Velázquez».7
En parlar d'una escola valenciana de prehistòria i
relacionar-la de primer antuvi amb el SIP, cal preguntar-se
què hi havia o què hi havia hagut fora d'aquesta institució
en el terreny concret de l'arqueologia prehistòrica. B. Martí
Oliver ha fet un succint balanç de l'arqueologia valenciana en
general anterior al SIP,8 del qual n'extractarem allò més tocant
a la prehistòria, amb alguna complementació.9 El punt de
partida és la Societat Arqueològica Valenciana (SAV), entitat
fundada el 1871 dins de la Societat Econòmica d'Amics del
País, de València, per un grup de membres d'aquesta societat
7
8
9
Veg. FletCHeR Valls, D. i Pla BallesteR, E. (1977): Cincuenta años
de actividades del Servicio de Investigación Prehistórica (19271977). Servicio de Investigación Prehistórica, Diputación Provincial
de Valencia (Trabajos Varios del SIP, 57), València, pàg. 36-37.
MaRtí oliVeR, B. (1992): Museo de Prehistoria de la Diputación
de Valencia. Nuestros Museos, t. V, vol. I, Vicente García Editores, València, 165 p. (el balanç en pàg. 21-24). Veg. també: GoBeRna ValenCia, M. V. (1985): «Arqueología y prehistoria en el
País Valenciano: Aportaciones a la historia de la investigación».
Dins Arqueología del País Valenciano: panorama y perspectivas.
Universidad de Alicante (Anejo de la revista Lucentum), Alacant,
pàg. 9-30. HeRnández PéRez, M. i enguix aleMany, R. (2006): «El
Servicio de Investigación Prehistórica y la Arqueología valenciana». Dins Bonet Rosado i altres, op. cit. nota 2, pàg. 17-32.
Hi deixem de banda conscientment l'arqueologia «ibèrica», objecte
d'estudi molt preferent dins dels programes «prehistòrics» del SIP. És
evident que avui un iberista no seria considerat exactament un prehistoriador, però això no era tant així en el temps de l'arrancada del SIP.
La necessitat imperiosa de divulgar treballs i estudis abocarà,
des d'un bon inici, a una intensa labor editorial per part del SIP.
Coberta del primer volum de la revista APL.
amants de les antiguitats i el col·leccionisme.10 El caràcter
«clàssic» de l'arqueologia pretesa per la SAV (recollida i
estudi d'inscripcions lapidàries i de monedes i medalles), no
va impedir que s'hi organitzara una Comissió de prehistòria,
darrere de la qual hi ha principalment «José» Vilanova i Piera,
germà del prestigiós geòleg «Juan» Vilanova i Piera. L'activitat
«prehistòrica» de la SAV no serà gran, però sí important pel fet
que aquesta ciència, la prehistòria, serà objecte d'atenció per
primera vegada en el territori valencià. Un exemple d'aquesta
activitat és el descobriment i l'exploració del poblat eneolític
de l'Ereta del Pedregal (llavors referenciat com una «estació
prehistòrica» a Bolbait),11 jaciment que més tard, com hem
vist, formarà part dels programes d'intervenció del SIP (des
dels anys 1940);12 també en són exemple les excavacions de S.
Moreno Tovillas, enginyer militar i corresponsal de la SAV a
Oriola, en alguns punts de la serra al voltant d'aquesta localitat,
com en la Cueva de Roca, amb enterraments eneolítics, o en el
10 Sobre la SAV, veg. goBeRna ValenCia, M. V. (1981): «La Sociedad Arqueológica Valenciana». Archivo de Prehistoria Levantina,
XVI, València, pàg. 575-608. PaPí Rodes, C. (2002): «La Sociedad
Arqueológica Valenciana. Reglamentos, socios y actividades». Boletín del Museo Arqueológico Nacional, 20 (1-2), Madrid, 2002,
pàg. 265-292.
11 VilanoVa i PieRa, «José» (1879): «Los Estudios Prehistóricos».
Memoria de los trabajos llevados a cabo por la Sociedad Arqueológica Valenciana durante el año 1878. València, pàg. 13-29 (esment
a l'Ereta en pàg. 24). VilanoVa i PieRa, «Juan» (1879): «Estación
prehistórica de Bolbaite». Anales de la Sociedad Española de Historia Natural, VIII, Actas, Madrid, pàg. 73-74.
12 Veg. Juan CaBanilles, J. (2006): «L'Ereta del Pedregal (Navarrés,
València)». Dins Bonet Rosado i altres, op. cit. nota 2, pàg. 189-195.
7
[page-n-15]
J. Juan Cabanilles i M. J. de Pedro Michó
La Societat Arqueològica Valenciana serà la primera entitat a casa
nostra en parar un xic d'atenció, la dècada dels 1870, a la naixent
«ciència prehistòrica». Coberta de la primera memòria d'activitats
de la SAV.
Portada d'una de les obres emblemàtiques de «Juan» Vilanova i
Piera, impulsor destacat dels estudis de prehistòria a Espanya.
poblat de l'edat del bronze de la Ladera de San Antón, treballs
de què es donarà compte en la memòria de la SAV corresponent
a l'any 1872 (València, 1873, pàg. 15-19) i que seran publicats
en complet prou anys després pel SIP en la sèrie de «Trabajos
Varios» (núm. 7, 1942).
El coneixement i primera divulgació de l'Ereta del Pedregal
va lligada als germans Vilanova i Piera: «José», enginyer de
mines i un dels membres més dinàmics de la SAV, i «Juan»,
catedràtic de geologia i paleontologia a la universitat central
de Madrid i un dels impulsors dels estudis de prehistòria a
Espanya;13 aquest darrer no consta com a «soci» –ni numerari ni
corresponsal– de la SAV, però hi ha el convenciment que la seua
figura i la seua influència haurien planejat tothora sobre aquesta
Societat.14 «Juan» Vilanova i Piera publicarà en 1872 la primera
obra de conjunt sobre prehistòria europea i peninsular, Origen,
naturaleza y antigüedad del hombre, on es donen a conèixer
les troballes més rellevants fetes fins aleshores en el territori
valencià: el suposat dolmen del Castellet del Porquet i la Cova
de Sant Nicolau, a l'Olleria, la Cova de les Meravelles, a Gan-
dia, la Cova Avellanera, a Catadau, i les ja anomenades Cova
del Parpalló de Gandia, Cova Negra de Xàtiva i Cueva de Roca
d'Oriola, jaciments molts dels quals, com ja hem vist, seran
objecte d'atenció especial pel SIP.15 «Juan» Vilanova firmarà
també, junt amb E. Vilaplana i Julià, un informe dels treballs en
la Cova de les Llometes, a Alcoi, cavitat amb enterraments excavada per l'enginyer alcoià E. Vilaplana el 1884,16 única intervenció prehistòrica efectuada en l'àmbit valencià en un període,
del 1880 al 1900, en què es posen en marxa i es multipliquen les
excavacions sistemàtiques arreu d'Espanya.
Des que a la primeria de la dècada dels 1880 deixa de
funcionar la SAV, no hi ha una altra entitat fins als anys 1920
que es dedique a promoure conscientment la recerca prehistòrica
valenciana. No pot considerar-se en aqueixos termes l'activitat
arqueològica de la societat cultural Lo Rat Penat, fundada el
1878 i que sembla recollir el testimoni de la SAV,17 per bé que tot
acabarà en el mer excursionisme cultural. Un poc més acostada,
13 Sobre l'il·lustre geòleg i paleontòleg valencià, veg. Pelayo lóPez,
F. i gozalo gutiéRRez, R. (2012): Juan Vilanova y Piera (18211893), la obra de un naturalista y prehistoriador valenciano. La
donación Masiá Vilanova en el Museo de Prehistoria de Valencia.
Servicio de Investigación Prehistórica del MPV, Diputación de Valencia (Trabajos Varios del SIP, 114), València, 323 p.
14 Tanmateix, veg. PaPí Rodes, op. cit. nota 10, pàg. 281.
8
15 Com a anècdota, la reinterpretació del Castellet del Porquet com
un poblat de l'edat del bronze i no com un dolmen, deguda a I.
Ballester, serà el tema «monogràfic» tractat en el primer número de
la sèrie –aleshores, 1937– «Treballs Solts».
16 L'informe, «La gruta de “Les Llometes” en Alcoy», un temps
inèdit, serà recuperat i transcrit per R. Vicedo Sanfelipe dins la seua
obra: Historia de Alcoy y su región. Imprenta «El Serpis», Alcoi,
1920-1922, pàg. 67-80.
17 PaPí Rodes, op. cit. nota 10, pàg. 283-84.
[page-n-16]
L'escola valenciana de prehistòria i Bernat Martí Oliver
en canvi, és la labor de la Secció d'Antropologia i Prehistòria
del Centre de Cultura Valenciana, creat aquest el 1915 i aquella
el 1927, amb una intensa tasca prospectora, ja paral·lela al SIP,
davall la qual hi ha la personalitat de N. P. Gómez Serrano. I és
el cas també de la Societat Castellonenca de Cultura, fundada
el 1919, el butlletí de la qual, editat a partir del 1920, acull
bastants notícies arqueològiques i prehistòriques, referides
sovint als descobriments i estudis de les pintures rupestres de
l'àmbit castellonenc; a ressaltar en les pàgines d'aquest butlletí
és l'informe sobre l'assentament campaniforme de «Villa
Filomena», a Vila-real, descobert el 1917 i excavat el 1922, amb
un gran ressò local.18
En qualsevol cas, en les dues primeres dècades del segle
XX, l'activitat de camp i la recerca prehistòrica estaran en mans
d'afeccionats particulars, de distinta formació i distints interessos. Així per exemple, entre 1902-1908, el jesuïta d'origen
gascó Juli Furgús excava diversos jaciments a Oriola, especialment el poblat argàric de San Antón, explorat ja anteriorment
–com hem vist– per S. Moreno Tovillas; igual com els treballs
d'aquest darrer, els de Furgús seran publicats pel SIP en el núm.
5 dels «Treballs Solts» (1937), una mena de compilació d'articles dispersos i de difícil accés traduïts al valencià. I. Ballester
Tormo, abans de ser director del SIP, i deixant de banda jaciments ibèrics explorats o intervinguts en el període 1906-1920
(p. ex. el poblat de Covalta, a Albaida), excava també entre
1924-1925 els poblats de l'edat del bronze del Tossal Redó i
Tossal del Caldero, a Bellús, estudiats i donats a conèixer ben
posteriorment per M. Tarradell Mateu en APL (vol. VII, 1958);
fins i tot, sent ja director del SIP, I. Ballester excava a títol personal, entre 1928-1929, les coves eneolítiques de Camí Real, a
Albaida, i Barranc del Castellet, a Carrícola,19 divulgades també
en APL, la primera, pel mateix Ballester (vol. I, 1929), i la segona per E. Pla Ballester (vol. V, 1954). Més exemples de treballs
d'iniciativa particular, normalment autoritzats per la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, creada el 1912, són les
excavacions dels poblats alcoians de l'edat del bronze del Mas
de Menente, per F. Ponsell Cortés (1925, abans d'esdevindre
col·laborador del SIP i continuar-hi les intervencions), i de la
Mola Alta de Serelles, per E. Botella Candela (1925-27); els
materials de tots dos acabaran en el SIP, adquirits per compra als
respectius excavadors el 1927 (Menente) i el 1937 (Serelles).20
18 sos Baynat, V. (1922-23-24): «Una estación prehistórica en
Villarreal. Informe resumido». Boletín de la Sociedad Castellonense
de Cultura, III, pàg. 394-398; IV, pàg. 99-103; V, pàg. 49-51. Sobre
la importància i la repercussió d'aquest jaciment, veg. soleR
díaz, J. A. (ed.) (2013): Villa Filomena, Vila-real (Castellón de la
Plana). Memoria de una excavación nonagenaria. Un poblado de
Hoyos con campaniforme. Servei d'Investigacions Arqueològiques
i Prehistòriques, Diputació de Castelló (Monografies de prehistòria
i arqueologia castellonenques, 9), Castelló de la Plana, 344 p.
19 Veg. de PedRo MiCHó, M. J. (2006): «Isidre Ballester Tormo i la
creació del Servei d'Investigació Prehistòrica». Dins Bonet Rosado i altres, op. cit. nota 2, pàg. 47-66 (pàg. 59).
20 De l'aval d'aquests treballs per la Junta Superior de Excavaciones
y Antigüedades són testimoni els informes publicats per aquesta
institució en les seues «Memorias»: Menente: JSEA, mem. gral. 78,
n. 8 de 1924-25, Madrid, 1926; Serelles: mateixa mem. gral., n. 9
dels mateixos anys i mem. gral. 94, n. 2 de 1927, Madrid, 1928. Menente, a més, serà presentat més extensament en APL I (1929).
Saltant de nou a les institucions, el 1921 es crea el Laboratori
d'Arqueologia de la Universitat de València (LAV), una mena de
«seminari» orientat a la realització de pràctiques de paleografia,
numismàtica i arqueologia dins la càtedra d'Arqueologia, Epigrafia i Numismàtica, regentada des del 1905 per L. Gonzalvo
París.21 En el LAV confluiran professors universitaris i estudiants,
però també, i de manera destacada, erudits locals, entre els quals
es troba I. Ballester Tormo, integrat com a «especialista» dins
d'una Secció de prehistòria.22 L'etapa més dinàmica del LAV, en
els primers temps, serà entre 1924-1927, reduïda, però, a pràctiques docents, excursions, xerrades i reunions. El LAV, igual com
el Centre de Cultura Valenciana, no tindrà gaire capacitat institucional per portar a efecte excavacions arqueològiques, contràriament al SIP, per al qual, com hem vist, el treball de camp constituirà des del 1927 una de les principals raons de ser. A més a més,
i tenint en compte la manca de menció expressa a l'arqueologia
prehistòrica en els escassos documents «fundacionals» del LAV,
s'ha especulat que açò hauria fet decantar l'àmbit d'actuació preferent del SIP cap a la prehistòria,23 una partició de competències
entre ambdues institucions que tornarà a veure's unes dècades
després i que reprendrem més avall.
El 1950, després de la mort d'I. Ballester, la direcció del
SIP queda en mans de D. Fletcher Valls i la subdirecció, creada
aleshores, en les d'E. Pla Ballester, tots dos col·laboradors
del Servei des de bastant temps enrere (sobretot el primer).
D. Fletcher, ja com a director, escriu unes paraules de record
a I. Ballester en La labor del SIP... 1950 (València, 1951,
pàg. 35-36), on no s'està de considerar-lo el creador d'una
escola d'excavadors i prehistoriadors valencians, tal com farà
L. Pericot en la necrològica de Ballester citada amunt de tot.
Davall D. Fletcher i E. Pla, el projecte de Ballester tindrà tota la
seua continuïtat durant la dècada dels 1950 i les immediatament
posteriors, cosa que portarà a la consolidació definitiva del SIP i
a acréixer el seu nom. Només apuntar que als 50 anys de la seua
creació (1977), el SIP havia efectuat 35 campanyes d'excavació
en 8 jaciments paleolítics, a més dels ja citats de Cova Negra,
Parpalló i Malladetes, en les coves de la Petxina (Bellús), Barranc
Blanc i Rates Penades (Ròtova), Meravelles (Gandia) i Volcán
del Faro (Cullera); 11 campanyes en 4 jaciments epipaleolítics/
mesolítics, fora de Cocina i Llatas, principalment en Cova
del Barranc Fondo (Xàtiva); 12 campanyes en 3 jaciments
neolítics, llevat de Sarsa, principalment també en Cova de
l'Or (Beniarrés); 34 campanyes en 14 jaciments eneolítics, a
més de Pastora, Ereta del Pedregal i Cova de Rocafort, en les
21 Sobre el LAV, veg. L aniversario de la fundación del Laboratorio
de Arqueología. 1924-1974. Universidad de Valencia, Facultad
de Filosofía y Letras (Papeles del Laboratorio de Arqueología de
Valencia, 11), València, 1975 (articles en concret de L. Pericot
García, D. Fletcher Valls, M. Ballesteros Gaibrois i F. Mateu i
Llopis). MaRtí oliVeR, B. i VillaVeRde Bonilla, V. (1997): «El
Laboratori d'Arqueologia de la Universitat de València a la dècada
del 1940». Saitabi, 47, València, pàg. 153-171. auRa toRtosa,
J. E. (2006): «La creació del Laboratori d'Arqueologia de la
Universitat de València: entre l'Escola Superior de Diplomàtica
i “por la ciencia hacia Dios” (1921-1940)». Dins Bonet Rosado i
altres, op. cit. nota 2, pàg. 33-46.
22 auRa toRtosa, op. cit. nota supra, pàg. 41.
23 Ibíd., pàg. 37-38.
9
[page-n-17]
J. Juan Cabanilles i M. J. de Pedro Michó
Tota la labor del SIP, i especialment el treball de camp, del 1928
al 1977, queda ben reflectida en el volum de la sèrie de «Trabajos
Varios» dedicat a commemorar el 50 aniversari de la institució.
coves sepulcrals de Torre del Mal Paso (Castellnou), Ribera i
Giner (Cullera), Ladera del Castillo (Xiva), Sima de la Pedrera
(Polinyà de Xúquer), Cara-sol de Vernissa (Xàtiva), entre
d'altres; 11 campanyes en 11 jaciments de l'edat del bronze,
fora de Mas de Menente i Ereta del Castellar, en els poblats de
Muntanyeta de Cabrera (Torrent), Peña de la Dueña (Begís), La
Atalayuela (la Llosa del Bisbe), els Germanells (Rafelbunyol),
Castillarejo de los Moros (Andilla), Puntal de Cambra (el
Villar), entre d'altres; 5 campanyes en 3 jaciments de la primera
edat del ferro, principalment en Vinarragell (Borriana); 48
campanyes en 17 jaciments ibèrics, llevat de Tossal de Sant
Miquel i Bastida de les Alcusses, en els poblats de Los Villares
(Caudete de las Fuentes), Cerro Lucena (Énguera), Alt del Fort
(Cullera), la Carència (Torís), la Solivella (Alcalà de Xivert), Alt
de Benimaquia i Pic de l'Àguila (Dénia), o en la necròpolis de
Corral de Saus (Moixent), entre d'altres. Tot açò sense comptar
les excavacions en jaciments d'època romana o posterior,
el munt de prospeccions en altres tants jaciments de totes les
èpoques o els treballs en abrics i estacions d'art rupestre.24
A banda de la labor de camp, el 1977 el SIP havia publicat
14 volums de l'Archivo de Prehistoria Levantina, 52 números
de la sèrie Treballs Solts/Trabajos Varios i 39 memòries de la
Direcció (La labor...), mitjans, tots plegats, on es donava compte de la major part de les excavacions i tasques realitzades. El
balanç editorial encara ha d'incloure, per la seua rellevància,
una altra sèrie de publicacions en col·laboració amb altres institucions, com ara l'estudi monogràfic de la Cova del Parpalló,
degut a L. Pericot, editat el 1942 per l'Instituto de Arte y Ar-
24 Veg. FletCHeR Valls i Pla BallesteR, op. cit. nota 7, pàg. 63-75.
10
queología Diego de Velázquez, del CSIC; o la presentació de
la ceràmica del Tossal de Sant Miquel en el «Corpus Vasorum
Hispanorum», obra pòstuma d'I. Ballester editada el 1954 per
l'Instituto Español de Arqueología Rodrigo Caro, continuador
de l'anterior institut dins del mateix CSIC.25
Tornant un poc arrere en el temps i a la trajectòria del
Laboratori d'Arqueologia de la Universitat de València, els
anys 1930 i part dels 1940 i 1950 seran bastant grisos quant a
l'activitat d'aquest «seminari» universitari. La dècada dels 40,
el LAV es troba a càrrec de M. Ballesteros Gaibrois, catedràtic
d'Història General de la Cultura, si bé el mateix docent
acumula, entre d'altres, la càtedra d'Arqueologia, Epigrafia i
Numismàtica. Certament, Ballesteros exerceix la direcció del
LAV des d'una càtedra distinta i amb una línia d'investigació
poc a veure amb l'enfocament i els objectius del Laboratori,
fet que explicaria en part la baixa intensitat de les actuacions
d'aquest.26 De tota manera, Ballesteros sí que intenta recuperar la
passada «normalitat» del LAV,27 cosa que sembla produir-se un
xic entre el 1946 i el 1948 pel que fa a l'activitat més purament
acadèmica (les pràctiques de laboratori, sobre monedes, làpides i
documents) o a la capacitat de convocatòria dels estudiosos locals
(les reunions setmanals, en les actes de les quals, corresponents
a aquest període, hi ha anotada l'assistència de membres del SIP
com I. Ballester, D. Fletcher, E. Pla o M. Vidal).28 L'afluència
d'alumnes al LAV sembla ser gran –relativament parlant– en
aquests anys concrets, com posaria de manifest la bona presència
del Laboratori en el primer congrés arqueològic del «Levante
Español» (1946) i en els primers congressos arqueològics del
«Sudeste» (1946 a 1948).29 Després d'aquest breu episodi, tot
sembla decaure: el 1950 Ballesteros marxa a Madrid i el pla
de recuperació del LAV hauria d'esperar fins l'arribada de M.
Tarradell Mateu a la Universitat de València.
M. Tarradell s'incorpora a la UV el curs 1957 com a catedràtic d'Arqueologia, Epigrafia i Numismàtica, i, contràriament
als seus antecessors en la càtedra, ell hi accedeix ja amb una
preocupació manifesta per l'estudi de la prehistòria.30 De fet, en
la primera mitat dels anys 1940, sent alumne i acabat de llicenciar per la Universitat de Barcelona, Tarradell havia participat
en les excavacions d'alguns dòlmens de l'Empordà, ajudant
L. Pericot; en 1946-47, en una estada d'un any a Granada intentant organitzar un servei d'arqueologia, participà també en
25 Ibíd., pàg. 30-35.
26 Sobre el LAV en els anys 1940, veg. MaRtí oliVeR i VillaVeRde
Bonilla, op. cit. nota 21.
27 Ell mateix ho relata, amb totes les vicissituds, en la publicació dedicada al cinquanta aniversari de la fundació del Laboratori, op. cit.
nota 21, pàg. 27-40.
28 MaRtí oliVeR i VillaVeRde Bonilla, op. cit. nota 21, pàg. 161.
29 Ibíd., pàg. 166.
30 L. Pericot, quan el 1927 arriba a València, ho fa com a catedràtic
d'Història Moderna i Contemporània. Tanmateix, segons I. Ballester
(APL I, 1929, pàg. 215), Pericot hauria estat al front d'una assignatura de «Prehistoria española». Per aqueixes dates també, sol incidir-se
en el fet que part dels col·laboradors del SIP (D. Fletcher Valls, J. San
Valero Aparisi, E. Jiménez Navarro, M. Vidal i López) són alumnes
de la «Cátedra de Prehistoria de la Facultad de Filosofía y Letras de
la Universidad» (p. ex. en La labor… 1932, València, 1932, pàg. 2),
càtedra que seria a càrrec de Pericot, tenint en compte que aquest és
qui redacta la Labor en qüestió i que aquells eren alumnes seus.
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L'escola valenciana de prehistòria i Bernat Martí Oliver
M. Tarradell en el jaciment tardoromà i visigòtic excavat pel SIP de
la Punta de l'Illa, a Cullera, el 1955, un parell d'anys abans de la
seua incorporació a la Universitat de València. Arxiu MPV.
Un dinar de celebritats a València, el 1962. Asseguts d'esquerra a
dreta: D. Fletcher (primer pla), M. Tarradell, J. Reglà, L. Pericot, S.
Vilarrasa i E. Pla. Arxiu personal de L. Fletcher.
els treballs d'excavació d'alguns poblats argàrics, experiència
i coneixement que plasmarà en la seu tesi doctoral, llegida el
1949, sobre la cultura d'El Argar; o entre 1948-56, sent cap del
servei d'excavacions del protectorat espanyol del Marroc i del
museu de Tetuan, investiga en les coves neolítiques de Gar Cahal i Cahf Taht el-Gar.31 La importància de tot açò és que, amb
Tarradell, el Laboratori d'Arqueologia de la UV superarà dues
assignatures fins aleshores bastant pendents: la recerca prehistòrica i el treball arqueològic de camp. Des del final dels 1950
i, sobretot, la dècada dels 1960, el LAV (és a dir, Tarradell i els
seus col·laboradors i alumnes) realitza sondejos o excavacions
en els poblats ibèrics de Tossal de la Cala (Benidorm), Tossal
de Manises (Alacant), el Puig i la Serreta (Alcoi), o el Xarpolar
(Planes); en els jaciments principalment neolítics de Cova Ampla del Montgó (Xàbia) i Cova d'en Pardo (Planes); en el poblat
de l'edat del bronze de Mas de Miró (Alcoi); en els jaciments
d'època romana de Punta de l'Arenal-Banyets de la Reina (Xàbia) i la mateixa Valentia (intervenció urbana en la plaça de la
Reina, davant la façana principal de la Seu de València), com a
activitat de camp més destacable.32
D'aquesta relació de treballs i l'entitat dels jaciments, ressalten dos fets. El primer és la concentració de les excavacions
en territori «alacantí». E. A. Llobregat Conesa, un dels deixebles de Tarradell, ho explica dient que aquest «sempre fou molt
contrari a excavar dins de l'àrea provincial de València, perquè
era la zona d'actuació del SIP», per això el decantament pel sud
valencià.33 El segon fet és el poc nombre d'excavacions pròpiament «prehistòriques». És fàcil voler veure ací una intenció més
de no interferir en el camp de treball principal del SIP, el que
ens porta a les especulacions sobre els àmbits de competències
conscientment triats pel SIP i el LAV: en el moment de la seua
creació, el SIP s'hauria inclinat cap a la prehistòria perquè això
era la part feble del LAV; en el moment de la seua reactivació,
impulsada per Tarradell, el LAV hauria deixat de banda la prehistòria per ser això el camp primordial del SIP. L'arqueologia
«ibèrica», però, objecte de la major atenció del LAV, també era
un interès del SIP. Aleshores, la voluntat de no interferència institucional no hauria estat tant «temàtica» com «territorial».
Siga el que siga, allò cert és la bona relació mantinguda tothora entre el SIP i el LAV, entre la Universitat i el SIP. En el
temps de Tarradell, el pont d'aquesta relació per part del SIP
era E. Pla Ballester; a ambdós els unia una amistat personal que
venia de l'excavació, el 1955, del santuari visigòtic de Punta de
l'Illa, a Cullera.34 En temps d'I. Ballester, fundador del SIP, el
pont amb la Universitat era L. Pericot, i el punt de trobada de
tots dos tal vegada havia estat el mateix LAV. I un repunt dels
nexes: Tarradell havia tingut de mestre Pericot allà a Barcelona; Pericot, al seu torn, P. Bosch Gimpera; i aquest darrer havia
estat una de les influències i un dels contactes «científics» d'I.
Ballester.35 Sembla clar, a cada arribada a València, què calia
buscar i a qui encomanar-se.
M. Tarradell formarà al LAV un magnífic equip d'arqueòlegs i prehistoriadors, entre els quals, per la seua relació i collaboració més directa amb el mestre, cal esmentar G. Martín
Ávila, E. A. Llobregat Conesa, M. Gil-Mascarell Boscà o C.
Aranegui Gascó. Una formació que, paral·lelament, es completarà al SIP, en la seua biblioteca, amb els seus materials i
amb les seues excavacions, tal com havia ocorregut tres dècades
abans amb els alumnes de L. Pericot. Per al temps que tractem,
la Direcció del SIP ho expressava així el 1965: «Como es norma
en este Servicio, se ha seguido prestando la necesaria ayuda bibliográfica y técnica a los alumnos de la Cátedra de Prehistoria
y Etnología y de la Cátedra de Arqueología, ambas de la Universidad de Valencia, […] que en gran número han venido a la
31 Veg. lloBRegat Conesa, E. A. (1995): «Miquel Tarradell: nacionalista, arqueòleg i historiador». Saguntum-PLAV, 28 (Homenatge al
professor Dr. Miquel Tarradell i Mateu), pàg. 21-27 (pàg. 22). PReVosti, M. (2011): «Miquel Tarradell, arrelat i transgressor». Butlletí
de la Societat Catalana d'Estudis Històrics, XXII, Barcelona, pàg.
349-385.
32 lloBRegat Conesa, op. cit. nota supra, pàg. 26.
33 Ibíd.
34 Veg. MaRtín áVila, G. (1995): «Miquel Tarradell en Valencia».
Saguntum-PLAV, 28 (Homenatge al professor Dr. Miquel Tarradell
i Mateu), pàg. 13-20 (pàg. 15).
35 Sobre aquest últim respecte, veg. de PedRo MiCHó, op. cit. nota 19,
pàg. 49.
11
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J. Juan Cabanilles i M. J. de Pedro Michó
E. A. Llobregat (primer pla a la dreta), exalumne del LAV i deixeble
de M. Tarradell, participant en les excavacions del SIP a l'Ereta del
Pedregal de Navarrés, campanya del 1964. Arxiu MPV.
M. Gil-Mascarell, professora ja del LAV-Departament de Prehistòria
i Arqueologia de la UV, dirigint les primeres excavacions del SIP a
la Carència de Torís, campanya del 1972. Arxiu MPV.
Biblioteca para realizar sus trabajos de curso, habiendo, en ocasiones, hasta acompañado al campo para estudiar directamente las zonas elegidas para sus respectivas tareas» (La labor…
1965, pàg. 87). O així el 1964: «En los mismos términos [que
els anys anteriors] se ha ayudado a los alumnos de la Cátedra
de Arqueología, Epigrafía y Numismática, también de nuestra
Universidad, a cargo del doctor Tarradell Mateu, tanto en lo referente a trabajos de curso como a la preparación de tesinas y
tesis doctorales» (La labor… 1964, p. 17). I Abans, 1962, ja
s'havia remarcat que «La Cátedra de Arqueología de la Facultad
de Filosofía y Letras de nuestra Universidad viene realizando
una labor conjunta con este Servicio, lo que indudablemente ha
de redundar en beneficio de los estudios de Prehistoria en nuestra provincia» (La labor... 1962, pàg. 17). Aquests tipus de notes
es repeteixen quasi com una falca en totes les Labor del SIP des
del començament dels anys 1960.
Els alumnes que inclús s'acompanyaven al camp per veure
els jaciments objecte dels seus treballs de curs, tesines i tesis
doctorals, acabaran acompanyant els membres del SIP, ja com a
especialistes, en un munt de visites als llocs de troballes i en les
exploracions i prospeccions sobre el terreny, i fins i tot acabaran
dirigint les mateixes excavacions del Servei, tal com queda
reflectit en les Labor dels anys 60 i primeria dels 70. G. Martín,
per exemple, serà a càrrec dels treballs de camp en la factoria
pesquera romana de la Punta de l'Arenal (Xàbia), els anys 1963 i
1964, la direcció «titular» dels quals corresponia al SIP (el seu cap,
en aquest cas D. Fletcher) i al «Comisario de Zona del Servicio de
Excavaciones Arqueológicas» (a l'efecte M. Tarradell) (La labor...
1963, pàg. 16); pot dir-se que era una excavació compartida pel
SIP i el LAV, que a més serà publicada pel Servei en la sèrie de
Trabajos Varios (núm. 38, 1970). E. A. Llobregat col·laborarà,
assistint el subdirector del SIP E. Pla, en quasi totes les campanyes
de l'Ereta del Pedregal dels anys 60, quan s'hi reprenen els treballs
aparcats des del final dels anys 40. Llobregat firmarà, juntament
amb E. Pla i D. Fletcher, la memòria de la campanya concreta
de l'any 1963, publicada pel Servicio Nacional de Excavaciones
Arqueológicas del Ministerio de Educación Nacional, en la sèrie
Excavaciones Arqueológicas en España (núm. 42, 1964). M.
Gil-Mascarell s'encarregarà, per absència d'E. Pla, que hi havia
iniciat els treballs en 1966, de l'excavació el 1968 de les restes
del poblat ibèric de l'Alt del Fort (Cullera); el 1971 serà al front
d'una intervenció pràcticament d'urgència al Pla de l'Arc (Llíria),
en el solar de la futura Casa de la Cultura, amb restes de l'Edeta
romana; el 1971 també, i el 1972, es farà càrrec de l'excavació del
poblat iberoromà de la Carència (Torís), planejada des de bastant
temps arrere pel SIP; o, el 1974, dirigirà els treballs en el santuari
ibèric emplaçat en una de les coves del Puntal del Horno Ciego
(Villargordo del Cabriel). Una altra exalumna de M. Tarradell, R.
Enguix Alemany, col·laboradora del LAV i del SIP alhora, portarà
l'excavació, el 1975, del taller d'àmfores romanes localitzat en el
solar del carrer «Ángel del Alcázar», núm. 9, d'Oliva; la memòria
d'aquests treballs, realitzada amb C. Aranegui, la publicarà el SIP
en el núm. 54 de la sèrie Trabajos Varios, de 1977. Anteriorment,
R. Enguix havia confeccionat el VI Repertorio de Bibliografía
Arqueológica Valenciana, recopilatori bibliogràfic iniciat pel SIP
el 1951; aquest sisè repertori constituirà el núm. 48 dels Trabajos
Varios (1974).
El 1970, M. Tarradell deixa València amb destí a la Universitat de Barcelona. En aquest moment, al LAV resten pràcticament en solitari M. Gil-Mascarell i C. Aranegui; E. A. Llobregat se n'havia anat el 1966, en guanyar la plaça de director del
Museu Arqueològic d'Alacant, i G. Martín ho havia fet el 1969,
12
R. Enguix, assídua col·laboradora del LAV des de Tarradell i del
SIP, en el jaciment romà del carrer «Ángel del Alcázar» d'Oliva,
l'any 1977, un taller d'àmfores l'excavació del qual havia dirigit
per compte del SIP. Arxiu MPV.
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L'escola valenciana de prehistòria i Bernat Martí Oliver
B. Martí (al fons) en les excavacions acabades de reprendre de la
Cova de l'Or de Beniarrés, any 1975. Arxiu MPV.
rumb a la universitat federal de Pernambuco, a Recife. Quasi
immediatament a la marxa de Tarradell s'incorpora al Laboratori G. Pereira Menaut, un dels darrers alumnes seus a València,
i un poc després, el 1974, B. Martí Oliver, que a penes hi havia
coincidit amb el professor català.
Bernat Martí Oliver, objecte d'aquest llibre d'homenatge,
és un dels més bons exemples d'arqueòleg/prehistoriador valencià format a cavall del LAV i del SIP. B. Martí comença a
aparèixer en las pàgines de La labor a partir del 1974, acabat
d'entrar al LAV –que a poc a poc va esdevenint Departament de
Prehistòria i Arqueologia– i un any després d'aconseguir-ne la
llicenciatura. El primer esment seu és en relació amb la visita, el
5 d'octubre del 1974, a una sèrie d'abrics amb pintures rupestres
localitzats al Barranco Moreno de Bicorb, acompanyant E. Pla,
junt amb altra gent, en qualitat de «profesor de la Universidad
de Valencia» (La labor... 1974, pàg. 107). En la mateixa memòria d'activitats (pàg. 123-24) consta la lectura de la seua tesina
«Planteamientos en torno al Neolítico inicial de la costa mediterránea peninsular» que, segons s'hi indica, havia estat preparada al SIP. La col·laboració de B. Martí amb el Servei, del
LAV/Departament estant, és certament molt intensa, bé en les
labors de visita, exploració o prospecció d'indrets i jaciments,
bé en les excavacions programades, tal com ja era comú per als
membres del LAV des de Tarradell.
Centrant-nos en les excavacions, l'any 1975 el SIP reprèn
les intervencions en la Cova de l'Or de Beniarrés, iniciades la
dècada dels 1950. En aquesta segona etapa, B. Martí comença
assistint tècnicament V. Pascual Pérez, director del Museu Municipal d'Alcoi i vell col·laborador del Servei, a càrrec del qual es
troba la direcció dels treballs. Martí hi és en condició, a més de
professor de la Universitat, de «becario de la Sección de Prehistoria en Valencia del Patronato “Saavedra Fajardo” del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas» (La labor... 1975, pàg.
41). La «Sección de Prehistoria en Valencia», com s'ha dit més
amunt, era el mateix SIP, centre «tutelar» de les beques del CSIC;
en concepte de becari, Martí assisteix també el 1975 a les excavacions del jaciment neolític francès de Font Juvenal, dirigides
pel «maître de reherches» J. Guilaine (ibíd., pàg. 58), i és clar
que la finalitat del viatge era de recollir la màxima informació i
experiència possibles a aplicar en els treballs de la Cova de l'Or.
El 1976, en faltar V. Pascual, Martí és designat pel SIP director
Les primeres campanyes (1975-76) de la segona etapa
d'excavacions a la Cova de l'Or, dirigides per B. Martí, seran
publicades dins la sèrie monogràfica del SIP en forma d'un pioner
estudi interdisciplinari.
de les excavacions en la reconeguda cova neolítica de Beniarrés,
direcció que ostentarà continuadament fins a la finalització dels
treballs cap a la mitat dels anys 1980. El mateix 1976, i per la raó
dita, substitueix V. Pascual com a assistent tècnic d'E. Pla en la
nova etapa també d'excavacions que s'inicia a l'Ereta del Pedregal de Navarrés. Aquest jaciment havia començat a ser intervingut la dècada dels 1940, posteriorment del 1963 al 1974, i ara, el
1976, s'encetava una tercera fase en què, sens dubte, tot el pes i
la iniciativa dels treballs requeien en B. Martí, i així hi seguirà
fins a la conclusió d'aquests a la primeria dels 1980. En aquest
període encara, el 1978 el SIP mamprèn les excavacions en el
poblat de l'edat del bronze de la Muntanya Assolada d'Alzira, en
la direcció principal de les quals romandrà Martí tot el temps fins
a la mitat dels anys 1990 i més enllà.
L'excavació de la Cova de l'Or, en particular, serà cabdal en
aquests moments (i en els posteriors) per a encarrilar i apuntalar
la carrera professional de B. Martí. L'arreplega de documentació
sobre el jaciment, paral·lela al procés mateix d'excavació, es concretarà en un primer treball monogràfic sobre l'Or publicat en Trabajos Varios (núm. 51, 1977). D'altra banda, els primers resultats
de les intervencions iniciades el 1975 formaran el cos principal de
dades de la seua tesi doctoral sobre el neolític valencià, llegida el
1978 en la Facultat de Geografia i Història de la UV.
En el sentit que anem parlant, B. Martí no deixa de ser una
mostra més de l'acreixement de la interacció LAV-SIP que es produeix durant la segona mitat dels 1970, tot derivat d'un flux cada
vegada major d'alumnes al LAV/Departament com a conseqüència, a banda de les circumstàncies socioeconòmiques generals,
dels canvis en els plans docents universitaris que comportaran la
creació de l'especialitat d'Arqueologia dins la carrera de Geografia i Història. Limitant-nos novament a l'activitat sistemàtica de
camp, els antics membres i col·laboradors del LAV continuaran
participant en moltes de les excavacions patrocinades pel SIP: la
13
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J. Juan Cabanilles i M. J. de Pedro Michó
B. Martí en l'excavació de l'Ereta del Pedregal de Navarrés, cap al
1979. Arxiu MPV.
La Muntanya Assolada d'Alzira en la campanya del 1980,
excavacions començades per B. Martí el 1978. Arxiu MPV.
malaguanyada M. Gil-Mascarell serà a càrrec, el 1978, dels treballs en la partida de La Balsa (Camporrobles), lloc amb troballes
romanes, i, a partir del 1979, de diverses campanyes en el poblat
ibèric de Los Villares (Caudete de las Fuentes); R. Enguix farà el
mateix, el 1977, en la Llometa del Tio Figuetes (Benaguasil), jaciment amb restes de l'edat del bronze i d'època ibèrica, i el 1978
en el poblat del bronze del Pic dels Corbs (Sagunt), una excavació amb direcció compartida pel SIP i el Centro Arqueológico
Saguntino i que, uns anys abans, el 1974, n'havia estat al front,
per delegació del Servei, M. Pérez Ripoll, aleshores becari del
patronat «Saavedra Fajardo» del CSIC, beca que anava gaudint
des del 1972; G. Pereira, al seu torn, dirigirà els treballs, des del
1978, en el jaciment romà tardà i visigòtic de València la Vella
(Riba-roja de Túria). Però les noves generacions d'alumnes del
LAV també començaran a tindre protagonisme en aquest marc de
relacions i col·laboracions interinstitucionals, com ara H. Bonet
Rosado i C. Mata Parreño, que des del 1978 s'encarregaran de
les excavacions al poblat ibèric del Puntal dels Llops (Olocau). A
partir, doncs, del 1975, i sobretot en l'últim terç d'aquesta dècada,
les Labor del SIP es poblen de noms, entre alumnes, llicenciats
recents i joves professors, que els trobem fent les seues tesines i
tesis doctorals amb materials i els mitjans documentals del SIP, o
participant, com hem dit i vist, en les diverses tasques de camp del
Servei; un seguit de noms que poc després entraran a formar part
de l'arqueologia institucional valenciana (a banda de les esmentades H. Bonet i C. Mata, P. P. Ripollès Alegre, A. Ribera Lacomba,
J. Bernabeu Auban, J. V. Lerma Alegria, V. Villaverde Bonilla, J.
L. Peña Sánchez, F. Arasa i Gil, entre altres). I tot açò mateix ha
prosseguit fins l'actualitat.
Tornant a B. Martí Oliver, com a membre del LAV, i junt
amb la resta de col·legues departamentals, el 1974 serà en la
iniciativa de traure avant la revista Papeles del Laboratorio de
Arqueología de Valencia (PLAV), aprofitant el 50 aniversari
del Laboratori.36 La revista PLAV havia estat fundada per M.
Tarradell el 1962, com a mitjà per a la divulgació de l'activitat científica del LAV.37 A banda d'aportar articles als Papeles
(PLAV núm. 11, 1975; núm. 12, 1977, ací en col·laboració amb
R. Enguix; núm. 13, 1978), com ho havia fet també a l'APL
(vol. XV, 1978),38 B. Martí participarà el 1975 en el II col·loqui
internacional de prehistòria de Morella, davall el lema «Métodos y técnicas en Prehistoria», amb una comunicació firmada
per tot l'equip del LAV (publicada el 1980). I el 1978, ja en
solitari, concorrerà a la reunió organitzada per la fundació Juan
March a Madrid «C14 y Prehistoria de la Península Ibérica», on
presentarà les datacions radiomètriques obtingudes arran de les
excavacions en curs a la Cova de l'Or.
El febrer del 1979, B. Martí entra a formar part del cos
tècnic del SIP. La Labor ho anuncia així: «A solicitud de la Dirección del Servicio, la Corporación Provincial, en sesión del
Pleno del día 26 de enero, acordó “crear en plantilla una plaza de Ayudante del Servicio de Investigación Prehistórica con
exigencia de título superior y nivel de proporcionalidad 10, sometiendo el presente acuerdo al visado de la Dirección General de Administración Local, para proceder a la reglamentaria
provisión de dicha plaza; contratando mientras tanto…” al Dr.
don Bernardo Martí Oliver, propuesto por este Servicio y que
venía colaborando con él desde hacía ya varios años. El señor
Martí Oliver tomó posesión de la plaza el día 1 de febrero» (La
labor… 1979, pàg. 122). Pot dir-se que B. Martí és el primer
arqueòleg que dóna el salt professional del LAV al SIP. D.
Fletcher Valls, director aleshores del Servei, provenia també
de la branca d'Històries de la Facultat de Filosofia i Lletres de
la Universitat de València, i havia freqüentat el LAV en tots
els períodes de màxima activitat d'aquest, però no havia tingut
cap vincle «laboral» amb la UV.
36 El 1975 es publicarà el volum de l'aniversari en qüestió (PLAV
núm. 11), amb contribucions de membres passats i presents del Laboratori. En aquell moment, per a la creació del LAV es tenia la
data de 1924 i no la de 1921, que és la que consta en les poques
fonts documentals existents (cf. auRa toRtosa, op. cit. nota 21).
14
37 Veg. «Saguntum-Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia», dins A. Simon i Tarrés (dir.): Diccionari d'Historiografia Catalana. Enciclopèdia Catalana, Barcelona, 2003, s. v. (veu redactada per
J. Juan Cabanilles). MaRtín áVila, G. i aRanegui gasCó, C. (2012):
«Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia 50 años: la historia y la verdad». Saguntum-PLAV, 44, València, pàg. 11-13.
38 Les referències completes d'aquests articles, i de les publicacions
ja citades o que hi puguen ser-ho, es troben en la bibliografia de B.
Martí Oliver presentada en aquest mateix llibre.
[page-n-22]
L'escola valenciana de prehistòria i Bernat Martí Oliver
Dins del SIP, B. Martí ha desenvolupat tota la seua principal
tasca investigadora, canalitzada des del primer contacte amb el
Servei cap a la prehistòria recent valenciana, com a cas particular.
De manera sintètica, els seus temes de recerca preferents els han
constituït el neolític en general (inclòs l'eneolític o calcolític) i
la neolitització, l'edat del bronze i l'art postpaleolític (parietal
i moble). És clar que molta culpa d'aquestes inclinacions
temàtiques l'han tinguda els jaciments començats a excavar i a
estudiar en l'etapa inicial de col·laborador del SIP. Per referirnos d'entrada al cas més eloqüent, per al primer neolític i la
neolitització hi ha la Cova de l'Or, jaciment cabdal no solament
des de la perspectiva arqueològica valenciana, sinó des de la
de l'àmbit ampli del Mediterrani occidental. L'excavació de
l'Or (1975-1984) és important per moltes raons: en primer
lloc, perquè afecta un depòsit ric en material (sobretot per
al neolític antic) i arqueològicament «homogeni» (conté
vestigis d'ocupacions solament neolítiques des de la mateixa
base); en segon lloc, perquè és una excavació feta amb
metodologia «moderna» (sistema tridimensional, sondatge
inicial, prossecució en extensió, etc.) i una de les primeres a
escala peninsular amb caràcter interdisciplinari (intervenció
a peu de tall d'especialistes en sedimentologia, palinologia,
arqueofauna, etc.39); i en tercer lloc, per la qualitat dels resultats
assolits, a resumir en una seqüència arqueològica bastant
completa per al període comprès –grosso modo– entre el 5500
i el 4000 AC (del neolític antic a l'evolucionat) i un bon nivell
d'informació, per a aquest període, quant al paleoambient
(dades sedimentològiques i palinològiques), l'economia
(dades faunístiques i carpològiques) o la tecnologia i l'activitat
industrial (dades sobre les produccions ceràmica, lítica, òssia,
d'ornaments, etc.).
Arran de la publicació dels primers resultats (treballs
del 1975-76), en el que constituirà el segon volum dedicat
al jaciment (Trabajos Varios núm. 65, de 1980),40 la Cova de
l'Or esdevé un referent total per al tema de la neolitització
de la vessant mediterrània peninsular. Les dades de l'Or, a
banda de publicades, seran presentades ben d'hora (ja les de
tots els treballs en conjunt) en importants congressos sobre el
neolític, com ara l'organitzat per la Fédération Archéologique
de l'Hérault a Montpeller el 1981, o pel Centre National de la
Recherche Scientifique també a Montpeller el 1983, congressos
que contribuiran a la projecció internacional del jaciment i del
seu excavador.
El contacte de B. Martí amb les fases finals del neolític i
amb l'eneolític el proporcionarà l'excavació de l'Ereta del Pedregal (1976-1982), on participa pràcticament el mateix equip
interdisciplinari que a la Cova de l'Or. La importància de l'Ereta
39 Cas, en les tres especialitats que anomenem i per ordre, de la malaguanyada M. P. Fumanal García i de M. Dupré Ollivier, del Departament de Geografia de la Universitat de València, i de M. Pérez
Ripoll, antic becari del SIP, com hem vist, i col·laborador aleshores
del Servei i del LAV, i professor més tard del LAV/Departament de
Prehistòria i Arqueologia.
40 El vol. II de l'Or, concebut ja de manera multidisciplinària, compta amb les col·laboracions especialitzades de M. D. Gallart Martí
(tecnologia ceràmica), P. López García (cereals), M. Pérez Ripoll
(fauna de vertebrats) i J. D. Acuña Hernández i F. Robles Cuenca
(malacofauna).
L'art postpaleolític serà un dels temes intensament abordats per B.
Martí dins la seua tasca investigadora. Coberta de l'obra dedicada
a la cerca de paral·lels rupestres per a l'art moble neolític, firmada
junt amb M. S. Hernández Pérez (1988).
com a jaciment és semblant a la de l'Or, donada així mateix per
un bon depòsit sedimentari i arqueològic. A banda del mètode acurat, l'estratègia de treball principal ací serà l'excavació
en extensió, el que permetrà, junt amb les reglamentàries cales
verticals, posar al descobert un seguit d'estructures en pedra
(murs i empedrats) pertanyents almenys a tres fases constructives. L'Ereta es desmarcava així de la majoria d'assentaments
«neo-eneolítics» coneguts fins aquell moment, caracteritzats per
les construccions peribles (a base de fang i fusta) i les fosses i
sitges excavades en el sòl. Contràriament a l'Or, els treballs dels
1970-80 a l'Ereta no han arribat a originar una memòria expressa i completa, però la informació obtinguda sí que ha estat
donada a conèixer, en dosis més o menys grans, dins d'un munt
de publicacions diverses que, al remat, han contribuït a refermar
la singularitat d'aquest jaciment.41
La Muntanya Assolada d'Alzira, de la seua banda,
introduirà B. Martí en el món excitant de l'edat del bronze. En
l'excavació (1978-1996, principalment) d'aquest típic poblat en
41 La història de l'Ereta com a jaciment i tota la bibliografia generada
(informes de campanyes d'excavació, estudis de materials, anàlisis de mostres biòtiques i abiòtiques, etc.) pot veure's dins Juan
CaBanilles, op. cit. nota 12. Per destacar alguns dels estudis més
«interdisciplinaris», els resultats sedimentològics i palinològics
han estat presentats (igual com els de la Cova de l'Or i altres llocs
excavats pel SIP) dins: FuManal gaRCía, M. D. (1986): Sedimentología y clima en el País Valenciano. Las cuevas habitadas en
el Cuaternario reciente. Servicio de Investigación Prehistórica,
Diputación Provincial de Valencia (Trabajos Varios del SIP, 83),
València, 207 p. duPRé olliVieR, M. (1988): Palinología y paleoambiente: Nuevos datos españoles. Referencias. Servicio de Investigación Prehistórica, Diputación Provincial de Valencia (Trabajos
Varios del SIP, 84), València, 160 p.
15
[page-n-23]
J. Juan Cabanilles i M. J. de Pedro Michó
B. Martí en la biblioteca del SIP el 2011.
alt col·laborarà novament l'equip interdisciplinari que ho feia a
l'Or i a l'Ereta, una excavació que diferirà del que fins aleshores
era comú per a aquest tipus de jaciments: l'obertura de grans
espais de terreny, a fi de facilitar el reconeixement d'estructures
i les seues continuïtats i discontinuïtats, enfront dels petits
sondatges practicats un poc pertot de manera inconnexa. La
Muntanya Assolada serà presentada per primera vegada al
XVI Congreso Nacional de Arqueología, celebrat a Múrcia i
Cartagena el 1982, juntament amb els treballs més recents de
l'Ereta del Pedregal, congrés les actes del qual es publicaran
el 1983; d'altra banda, el jaciment i les excavacions han estat
objecte de múltiples notes, articles i avanços que posen en relleu
la significació d'aquest poblat tan representatiu del «bronze
valencià» (cf. bibliografia de B. Martí).
Pel que fa a l'art postpaleolític, la preocupació de B. Martí
per aquest tema s'aferma a partir de la descoberta de l'art rupestre «Macroesquemàtic», el 1980,42 la recerca d'una cronologia
precisa per a aquesta modalitat d'art i la consegüent troballa
de paral·lels mobles en les ceràmiques sobretot de la Cova de
l'Or. Aquests paral·lels advocaven per una cronologia a situar
en el neolític antic, però les ceràmiques de l'Or també aportaven
dades en aqueix sentit per als vells –quant a coneixença– arts
Llevantí i Esquemàtic; això, i les superposicions parietals entre
arts, permetien parlar d'un cicle artístic en conjunt més curt del
que es pensava, al fixar-se el seu començament en els primers
temps neolítics. Els resultats d'aquesta recerca els presentarà B.
Martí, junt amb M. S. Hernández Pérez, de la Universitat d'Alacant, en el treball monogràfic El Neolític valencià. Art rupestre
i cultura material, publicat pel SIP el 1988, una obra que tragirarà totes les visions que es tenien sobre la identitat dels distints
arts postpaleolítics i la seua seqüència temporal.
I ens aturem ací. El present text no pretén ser una exposició
exhaustiva de la trajectòria científica de Bernat Martí Oliver,
molt ben coneguda a hores d'ara; el propòsit ha estat més
42 L'art Macroesquemàtic es dóna a conèixer el 1982 (cf. HeRnández PéRez, M. S. i CentRe d'estudis Contestans [1982]: «Consideraciones sobre un nuevo tipo de arte rupestre prehistórico».
Ars Praehistorica, 1, Sabadell, pàg. 179-187), i el primer corpus
de jaciments el 1988 (HeRnández PéRez, M. s.; FeRReR MaRset,
P. i Catalá FeRReR, E. [1988]: Arte rupestre en Alicante. Fundación Banco Exterior i Banco de Alicante-Grupo Banco Exterior,
Alacant, 312 p.).
16
B. Martí, flanquejat pels autors del text, i per H. Bonet, en el
jaciment de l'edat del bronze de la Lloma de Betxí, a Paterna, el
març del 2016.
d'assenyalar-ne els orígens i les primeres passes, i els impulsos.
De la intensitat d'aquesta trajectòria, en dóna fe la bibliografia
de l'homenatjat que, com ja s'ha advertit, s'ofereix en apartat
a banda; una trajectòria definida pel rigor en el tractament dels
temes i l'exhaustivitat en la documentació, tot fonamentat en un
coneixement ampli dels registres i els contextos arqueològics.
Tanmateix, sí que hi cal remarcar de B. Martí Oliver la seua
condició de representant genuí de l'escola valenciana de
prehistòria, avui molt consolidada i no només pel patronatge
continuat del SIP de la Diputació de València i del LAV de
la Universitat de València, sinó per la resta de departaments
universitaris valencians del mateix ram (en concret de les
universitats d'Alacant i de Castelló) i de centres institucionals
relacionats amb el patrimoni arqueològic (Museu Arqueològic
d'Alacant-MARQ, Museu Arqueològic Municipal d'Alcoi,
Servei d'Investigacions Arqueològiques i Prehistòriques-SIAP
de la Diputació de Castelló, per citar-ne alguns dels principals
amb projectes adreçats a la prehistòria). Amb tots aquests
centres universitaris i institucionals, i això és important també
de subratllar-ho, B. Martí ha estat el «pont» des del SIP pel
qual s'han entreteixit relacions de tot tipus que, al capdavall,
han redundat en benefici del mateix Servei i del conjunt de
l'arqueologia valenciana, prehistòrica i no.
Tornarem a incidir en B. Martí com a ver exponent de
l'escola valenciana de prehistòria, i com a persona que des
de dins del SIP, especialment, ha continuat fent escola alhora.
Del seu magisteri, sense cap dubte, en som deutors els firmants
d'aquest text, i no cal dir en quina mesura ens sentim honrats
d'haver estat els seus col·laboradors des del nostre ingrés en
el SIP. La capacitat intel·lectual de B. Martí és ara mateix ben
sencera i viva, i la seua predisposició investigadora també,
amb moltes coses a fer i a dir. I Estem convençuts que per
molts anys encara.
[page-n-24]
Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 17-26.
Bernat Martí Oliver: el professional, la persona
i la seua producció bibliogràfica
Rosa enguix aleMany i yolanda Fons gRau
Qualsevol consideració sobre la trajectòria professional de
Bernat Martí Oliver ha d'acompanyar-se, necessàriament,
del que ha sigut fins ara la seua producció bibliogràfica,
però ens sembla interessant, per a una millor comprensió
de la magnitud de la seua obra, assenyalar que, a més, unes
altres activitats i actituds han ocupat –i ocupen– el seu
temps de treball. Actituds i activitats que s'han assumit,
al llarg de molts anys, en la institució on en major grau
ha desenvolupat la seua professió: el Servei d'Investigació
Prehistòrica de la Diputació de València.
Hem de subratllar que la llista bibliogràfica que
s'hi ofereix no està gens tancada, que les investigacions
continuen en curs, més si tenim en compte les peticions
constants de col·laboració que segueix rebent Bernat Martí
des de diversos centres d'investigació actuals, alguna de les
quals, sens dubte, la durà a terme. La seua jubilació no ha
representat en absolut una ruptura amb la institució on ha
desenvolupat, quasi per complet, l'activitat investigadora i
docent. Els seus inicis en el Departament de Prehistòria de
la Universitat de València, amb el Laboratori d'Arqueologia
adjunt, i el seu salt al SIP n'han marcat el quefer professional
i han donat continuïtat a aquest caràcter docent, amable i
vital que caracteritza la seua activitat quotidiana, en la qual
atén els joves prehistoriadors que demanden el seu consell i
sapiència. Ho hem vist i hem rebut part d'aquesta generositat
amb què ha compartit el seu temps i els seus coneixements.
Però, més enllà de la relació personal entranyable que ens
puga unir, tractarem d'exposar, encara que siga breument,
alguns trets del seu perfil professional i humà.
Caldria recordar l'anomenat «esperit del SIP», que
va imprimir el seu fundador, Isidro Ballester, i van continuar Domingo Fletcher i Enrique Pla, amb els seus
propis matisos, fins arribar a Bernat Martí. Luis Pericot,
subdirector del SIP des del seu inici, va atribuir a Isidro
Ballester unes qualitats que havia transmés, unes per les
circumstàncies i unes altres per convicció, al funcionament de la institució. Aquestes característiques les va resumir en el panegíric que va escriure després de la mort
de Ballester (APL III, 1952, p. 15), i eren: vocació, honestedat científica, minuciositat i austeritat. Vegem com
s'han manifestat les qualitats que va veure L. Pericot en
el primer director del SIP, en Bernat Martí, també director d'aquesta institució entre 1987 i 1996.
Respecte a la vocació, no està de més recordar que era
un estudiant de Ciències, que va començar a estudiar una
carrera que tenia un prestigi social innegable, i que la va
deixar per a dedicar-se a «això» de la Prehistòria. No crec
que s'haja penedit de la seua elecció, ni davant de les situacions adverses que va viure la institució, ni les seues pròpies com a membre d'aquesta, ni davant de les sol·licituds
d'ocupar càrrecs socialment majors, encara que de gestió,
proposats des de la Conselleria de Cultura de la Generalitat
Valenciana, en la qual va presentar un informe preciós sobre el que hauria de fer-se en l'Arqueologia d'aquest país,
però declinant l'oferiment per a seguir en el SIP.
De la seua honestedat científica molts en podem donar prova, per manifestar-se no sols en les seues investigacions, sinó en posicions en comissions i reunions a
les quals havia d'assistir pel càrrec que ocupava i en les
ponderades opinions expressades a companys i a alumnes. ¿S'han oblidat, potser, les conseqüències d'aquella
situació en la Comissió de l'Institut Valencià d'Estudis i
Investigació, allà per l'any 1996, respecte de la renovació
de membres? La independència i l'honestedat científica
també tenen un cost personal i institucional que en aquest
cas va ser assumit amb serenitat, més o menys continguda.
Quant a la minuciositat, no cal insistir massa, ja que els
qui hagen treballat en les seues excavacions i hagen llegit
un poc de la seua obra, la poden percebre perfectament. I
qui haja col·laborat amb ell en alguna publicació, també.
L'austeritat, hem d'assenyalar, és una de les «normes» del
SIP, en part per les circumstàncies de la seua creació i els
avatars històrics que va viure; i així continua. Potser caldria assenyalar que respecte a la Biblioteca del SIP aquesta
norma d'austeritat és relativa, i així era també amb direccions anteriors. Sempre s'ha tingut, des de la Direcció, un
interés especial a conéixer, catalogar i ubicar tot el contingut d'aquesta magnífica biblioteca, com també acréixer-la
al màxim de les possibilitats econòmiques de la institució,
fins i tot a pesar de les noves tecnologies que permeten
consultes inimaginables per altres mitjans més enllà del
paper. No obstant això, la Biblioteca del SIP continua sent
un lloc de treball i investigació per a estudiants universitaris i per a tots aquells que pretenguen indagar sobre
qüestions prehistòriques i les circumstàncies que rodegen
a aquesta ciència. Bernat Martí també va convertir el crei17
[page-n-25]
R. Enguix Alemany i Y. Fons Grau
xement i el bon funcionament de la Biblioteca del SIP en
un objectiu primordial, i va posar tots els mitjans possibles
perquè romanguera oberta el major temps possible en els
temps difícils de trasllats del Servei i el Museu de Prehistòria. Així mateix, l'ús continuat d'aquesta ha convertit B.
Martí en un referent impagable per a qualsevol altre usuari
de la biblioteca, pel seu coneixement dels distints títols i
continguts que s'hi alberguen, de manera que és capaç de
resoldre qualsevol necessitat d'informació. El mateix podem dir del desenvolupament i l'organització de l'arxiu
gràfic, com a element fonamental per a l'estudi, la consulta
i la investigació. A aquest respecte, és una dada a ressenyar que la primera activitat de B. Martí, abans d'ocupar el
seu lloc de treball diàriament, era saludar els responsables
d'aquestes seccions.
Hi ha un altre aspecte que s'ha de remarcar i que ha format part del funcionament del SIP en major o menor grau:
la cordialitat en el tractament amb els altres col·legues i institucions amb l'objectiu de saber de l'estat en general del
patrimoni arqueològic i per a ajudar millor a preservar-lo.
Els arqueòlegs i els aficionats solen ser atesos amb deferència, la qual cosa ha creat un sòlid entramat de relacions i
contactes que permet la col·laboració i l'intercanvi continu
de notícies, tot tan important per a conéixer la situació ar-
queològica del País Valencià i més enllà dels seus límits.
Aquesta actitud no és nova en el SIP. Recordem les paraules d'Enrique Pla sobre Domingo Fletcher en la jubilació
també d'aquest: «Durante estos primeros años [anys 1950]
de la Dirección de Domingo Fletcher se encauzó casi toda
la actividad del Servicio en la ampliación de las relaciones
científicas y bibliográficas con organismos e instituciones
dedicados a la Arqueología y a la Prehistoria» (APL XVII,
1987, p. 6). Tots recordem aquelles visites d'arqueòlegs i
aficionats demanant informació i consell a Domingo Fletcher, i com aquest obtenia les dades necessàries que pogueren revertir en benefici de l'Arqueologia. Bernat Martí ha
continuat amb aquesta mateixa actitud i ha sol·licitat, rebut,
oferit i compartit tot tipus de demandes i activitats –xarrades, assistència a esdeveniments, col·laboracions, etc.– que
li hagen requerit entitats interessades en aquestes qüestions
amb una verdadera cordialitat.
Arqueòleg de camp precís, científic minuciós, gestor
responsable i notable mestre per a tots els qui el requeriren.
Aquestes serien les qualitats professionals que hem trobat en
la persona de Bernat Martí Oliver. El nostre desig és continuar gaudint de totes elles i d'aquesta gentilesa amb què sol
acompanyar, fins a les portes del SIP, els col·legues que el visiten o treballen amb ell. Potser anecdòtic, però significatiu.
***
La relació bibliogràfica que segueix, ordenada per anys, no conté obres o treballs que no hagen sigut publicats (tesi,
tesina, memòries, informes, textos de preactes de congressos…), però sí que pot dir-se que inclou tota la bibliografia
essencial de Bernat Martí Oliver.
1975
MARTÍ OLIVER, B. (1975): “Sobre el concepto de Neolítico”. En L Aniversario de la fundación del Laboratorio
de Arqueología. 1924-1974. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Valencia (Papeles del Laboratorio de
Arqueología de Valencia, 11), Valencia, p. 109-117.
1976
MARTÍ OLIVER, B. (1976): “El Neolítico en la Región Valenciana”. Información Arqueológica, 20-21, Barcelona, p. 63-64.
GIL SANCHO, J.; MARTÍ OLIVER, B. (1976): “Benivaire Alt”. En Carcaixent. Fira i Festes. 1976. Carcaixent, s/p.
1977
MARTÍ OLIVER, B. (amb la col·laboració de R. Pardo Ballester i J.M. Segura Martí) (1977): Cova de l'Or (Beniarrés,
Alicante). Vol. I. Servicio de Investigación Prehistórica, Diputación Provincial de Valencia (Trabajos Varios del SIP,
51), Valencia, 96 p.
ENGUIX ALEMANY, R.; MARTÍ OLIVER, B. (1977): “El poblamiento prehistórico del Bajo Palancia”. SaguntumPapeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 12, Valencia, p. 11-30.
1978
MARTÍ OLIVER, B. (1978): “Cova de l'Or (Beniarrés, Alicante). Nuevos datos sobre el Neolítico del Este peninsular”.
En C14 y Prehistoria de la península Ibérica. Reunión 1978. Fundación Juan March (Serie Universitaria, 77), Madrid,
p. 57-60.
MARTÍ OLIVER, B.; GIL SANCHO, J. (1978): “Perlas de aletas y glóbulos del Cau Raboser (Carcaixent, Valencia).
Algunas consideraciones sobre el Eneolítico valenciano”. Archivo de Prehistoria Levantina, XV, Valencia, p. 47-68.
GIL-MASCARELL BOSCÁ, M.; ARANEGUI GASCÓ, C.; ENGUIX ALEMANY, R.; PEREIRA MENAUT, G.;
MARTÍ OLIVER, B. (1978): “L'activitat de l'equip del Laboratori d'Arqueologia de València durant els cursos 1973
a 1976”. Fonaments, 1, Barcelona, p. 210-214.
18
[page-n-26]
Bernat Martí Oliver: el professional, la persona i la seua producció bibliogràfica
1979
MARTÍ OLIVER, B. (1979): “El Neolítico de la Península Ibérica. Estado actual de los problemas relativos al proceso de
neolitización y evolución de las culturas neolíticas”. Saguntum-Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia,
13 (1978), Valencia, p. 59-98.
1980
MARTÍ OLIVER, B. (1980): “El Neolítico”. En Nuestra Historia. Tomo 1. Mas Ivars editores, Valencia, p. 101-124.
MARTÍ OLIVER, B. (1980): “El Eneolítico”. En Nuestra Historia. Tomo 1. Mas Ivars editores, Valencia, p. 125-150.
MARTÍ OLIVER, B.; PASCUAL PÉREZ, V.; GALLART MARTÍ, M.D.; LÓPEZ GARCÍA, P.; PÉREZ RIPOLL, M.;
ACUÑA HERNÁNDEZ, J.D.; ROBLES CUENCA, F. (1980): Cova de l'Or (Beniarrés, Alicante). Vol.
II. Servicio de Investigación Prehistórica, Diputación Provincial de Valencia (Trabajos Varios del SIP, 65),
Valencia, 298 p.
VILLAVERDE BONILLA, V.; MARTÍ OLIVER, B. (1980): “El yacimiento de superficie de El Prat (Llíria, Valencia)”.
Saguntum-Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 15, Valencia, p. 9-22.
BARCELÓ, A.; ARANEGUI GASCÓ, C.; ENGUIX ALEMANY, R.; GIL-MASCARELL BOSCÁ, M.; MARTÍ
OLIVER, B.; PEREIRA MENAUT, G.; VALL OJEDA, M.A. (1980): “Aplicación de un modelo reproductivo a una
economía primitiva. Posibilidades de análisis mediante los restos arqueológicos”. En A. Mir (ed.): Comunicaciones
presentadas en el II y III Coloquio Internacional de Prehistoria (Morella, 1975 y 1976). Edición patrocinada por la
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26
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Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 27-34.
La néolithisation de la Méditerranée occidentale :
sur la piste des pionniers ?
Jean guilaine, gaRyFalia Metallinou et Jean-FRançois BeRgeR
réSumé
La grotte des Arene Candide (Finale Ligure, Italie) est caractérisée, dans les niveaux du Néolithique ancien, par une céramique
originale décorée selon la technique du « sillon d'impressions ». Il en résulte un faciès particulier, connu depuis les publications
de L. Bernabò Brea, qui se distingue des autres groupes à poterie imprimée (« impressa ») de la péninsule italique. Or, au
cours de ces dernières années, plusieurs sites relevant de cet horizon culturel ont été reconnus en France méridionale et en
Espagne méditerranéenne. Les datations radiocarbone indiquent clairement qu'il s'agit d'un horizon précoce, contemporain
de la première diffusion du Néolithique en Méditerranée occidentale et antérieur au développement du « Cardial » jusqu'ici
considéré comme la plus ancienne version néolithique de l'Ouest méditerranéen. Mais ce faciès a-t-il émergé en Ligurie
même ? La présente enquête montre qu'en fait ce marqueur est déjà présent plus à l'Est, en Méditerranée sud-adriatique,
et qu'il est notamment attesté à Sidari (Grèce de l'Ouest) ainsi que sur d'autres sites siciliens ou italiques. On dispose donc
aujourd'hui d'un premier aperçu de gisements le plus souvent côtiers qui, de la Grèce occidentale à l'Andalousie, révèlent
l'existence d'une première « vague » néolithique ayant propagé, par voie maritime, l'économie de production.
moTS cléS
: Néolithisation, pionniérisme, céramique « impressa », sillon d'impressions, Méditerranée occidentale.
reSumen
La neolitización del Mediterráneo occidental: ¿sobre la pista de los pioneros? En sus niveles del Neolítico antiguo, el yacimiento
ligur de Arene Candide (Finale Ligure, Italia) viene caracterizado por una cerámica original decorada con la técnica del sillon
d'impressions. Dicha cerámica, conocida desde las publicaciones de L. Bernabò Brea, determina una facies particular que se
distingue de las otras facies o grupos con cerámica impresa de la península itálica (grupos a impressa). Ahora bien, en el curso de
los últimos años, en el sur de Francia y en la España mediterránea, han sido reconocidos diversos yacimientos adscribibles a este
horizonte cultural. Las dataciones de radiocarbono indican claramente que se trata de un horizonte precoz, contemporáneo de la
primera difusión del Neolítico en el Mediterráneo occidental y anterior al desarrollo del “Cardial”, considerado tradicionalmente
este como la manifestación neolítica más antigua del oeste mediterráneo. La pregunta, sin embargo, es si esta facies u horizonte
ha surgido en la propia Liguria. El presente trabajo muestra que, de hecho, sus marcadores distintivos se encuentran ya presentes
más al este, en el Mediterráneo sur-adriático, atestiguados en Sidari (oeste de Grecia) y en otros yacimientos de Sicilia y el sur
de la península italiana. Así pues, se cuenta hoy en día con un conjunto de yacimientos mayormente costeros que, desde Grecia
occidental hasta Andalucía, revelan la existencia de una primera “oleada” neolítica que habría propagado, por vía marítima, la
economía de producción.
PalabraS claVe:
Neolitización, pionerismo, cerámica impresa, sillon d'impressions, Mediterráneo occidental.
Les modalités de la transmission de l'économie néolithique
du Proche-Orient à l'Occident méditerranéen ne sont pas
encore clairement établies dans le détail. En évoquant les
deux grandes artères de la propagation du Néolithique, l'une,
maritime par la Méditerranée, l'autre, terrestre par le bassin
du Danube, V. G. Childe s'en tenait à un scénario global
très schématique (Childe, 1925). Plus tard, L. Bernabò Brea,
adoptant cette thèse diffusionniste mais souhaitant approfondir
les caractères de cette transmission, rapprocha diverses
cultures à céramiques imprimées et considéra qu'elles avaient
été les vecteurs du Néolithique, du Levant jusqu'à la péninsule
Ibérique (Bernabò Brea, 1950). En les regroupant dans un
même horizon, il en minimisait volontairement les différences
alors que la variabilité morphologique et décorative de leurs
productions est souvent bien affirmée (Guilaine, 1976). De
plus les liens génétiques entre les groupes à poterie imprimée
de la Cilicie au Liban et ceux de Méditerranée centrale et
occidentale (Fuggazzola et al., 2002) ne sont pas démontrés à
partir de jalons géographiques continus. Outre les divergences
techniques, morphologiques et ornementales entre les poteries
de la Dark Faced Burnished Ware (Balossi Restelli, 2006) et
celles de l'Impressa italo-adriatique, les oppositions portent
aussi sur les caractères de l'habitat et sur le lithique (armatures
perçantes en Orient / flèches tranchantes en Méditerranée
centrale). On soustraira par ailleurs du Néolithique ancien
libanais les fameux poignards de Byblos (Cauvin, 1994) qui
semblent plutôt relever du PPNB par suite d'un mélange de
couches sur ce site (Garfinkel, 2004).
27
[page-n-35]
J. Guilaine, G. Metallinou et J.-F. Berger
Les difficultés à trouver des jalons insulaires dans cette
éventuelle diffusion méditerranéenne sont évidentes. C'est ainsi
que Chypre dont les relations maritimes avec le Levant-Nord
sont très précoces (Vigne et al., 2012) ne peut être considérée
comme un relais potentiel car la céramique ne s'y développe
que très tardivement lors de la culture de Sotira, au Ve millénaire avant notre ère. La présence sporadique à Khirokitia d'une
céramique grise plus ancienne manque de consistance pour être
valablement prise en compte (Dikaios, 1953).
Autre île importante dans une éventuelle transmission vers
l'Ouest, la Crète n'apporte pas de données convaincantes. Le
néolithique s'implante sur cette île à Cnossos vers 7000 / 6800
BC à un stade acéramique (Evans, 1964 ; Efstratiou et al.,
2004). Par contre le site n'est l'objet que de fréquentations peu
consistantes durant la plage du Néolithique ancien grec (- 6500
/ - 5800 BC). Son occupation reprend aux alentours de 5500
BC comme l'indiquent les datations des récentes interventions
de N. Efstratiou c'est-à-dire au Néolithique moyen. Un hiatus
semble donc exister à Cnossos entre l'horizon acéramique et
les premières strates avec poteries. Par leur style, ces dernières
relèvent globalement du Néolithique moyen, de sorte que les
dénominations de J. Evans les concernant (Early Neolithic I,
Early Neolithic II) peuvent prêter à confusion en regard de la
chronologie égéenne générale (Guilaine, 2003). Chypre et la
Crète ne semblent donc guère, en l'état des données, avoir été
des relais dans l'éventuelle propagation vers l'Ouest de céramiques imprimées orientales.
1. LES GROUPES NÉOLITHIQUES À CÉRAMIQUE
IMPRIMÉE DE MÉDITERRANÉE CENTRALE ET
OCCIDENTALE
Identifiés de longue date, ces premiers horizons néolithiques
ont été regroupés, en macro-analyse, en deux familles : les cultures a ceramica impressa de l'aire italo-adriatique (Bernabò
Brea, 1950 ; Batovic, 1966 ; Muller, 1994 ; Forenbaher et Miracle, 2014), le Cardial de l'arc nord-méditerranéen occidental (Bernabò Brea, 1946, 1956 ; Guilaine, 1976, 2007 ; Martí,
1977, 1980 ; Bernabeu, 1989), ce dernier considéré comme
une dérivation des précédentes. La progression des recherches
a permis d'introduire diverses subdivisions, géographiques et
chronologiques, au sein de ces deux grands ensembles. Ainsi,
dans l'aire adriatique, une phase à céramique impressa « archaïque » est-elle prolongée par des phases à céramique gravée ou peinte (Tiné, 1983 ; Pessina et Tiné, 2008). En Calabre
et Sicile, à un horizon également ancien (Kronio) succède la
culture de Stentinello. Plus au Nord, dans les Marche, se développe un faciès à céramique imprimée singulier plus tardif que
l'Impressa du Sud-Est (Ripabianca di Monterado) (Fugazzola
et al., 2002).
Sur le versant tyrrhénien (Latium, Ombrie, Toscane, Sardaigne, Corse), le Cardial connaît un faciès original à décoration géométrique dominante. En Ligurie s'épanouit un faciès a
ceramica impressa particulier, dit « ligure ».
De la Provence au Portugal, des nuances existent entre les
divers groupes régionaux du « Cardial franco-ibérique » : groupe de Provence-Languedoc, « Montserratien » catalan, Cardial
valencien, groupes d'Andalousie et du Portugal méridional. Par
la suite ces groupes cèderont la place à l'Épicardial, vaste en28
semble étalé du Rhône à l'Andalousie avec une large emprise sur les plateaux centraux de la péninsule Ibérique, lui aussi
empreint d'une certaine variabilité régionale. Au Portugal, un
Néolithique ancien II, très typé, succède au Cardial.
2. LA QUESTION LIGURIENNE
Cette diversité spatiale reconnue au sein des populations étalées de l'Adriatique au Portugal laisse ouverte la question de
leur déroulement chronologique interne et, surtout, de leurs interférences et de leurs enchaînements réciproques : comment
est-on passé d'un horizon à l'autre ? Quel héritage procède
d'un groupe voisin et quelle est la part de créativité de chacun ?
Quels sont les dénominateurs communs à plusieurs groupes et,
en revanche, les marqueurs spécifiques ? Nous aborderons ici
tout particulièrement le cas de la céramique impressa ligure,
longtemps considérée comme un faciès géographiquement limité mais dont l'intérêt semble avoir été sous-estimé dans les
processus de néolithisation ouest-méditerranéens.
L. Bernabò Brea avait remarqué que les styles céramiques
du Néolithique ancien de la grotte des Arene Candide (Finale
Ligure) s'originalisaient notamment par une technique décorative qui les isolait des autres groupes de la sphère italique. Rapprochée par cet auteur de la technique « stab and drag » (Bernabò Brea, 1956 : 59), on lui a donné par la suite l'expression
plus neutre de « sillon d'impressions » (grooved impressions)
dans la mesure où elle produit des sortes de cannelures caractérisées en leur intérieur par une succession d'impressions en file.
Dans le détail, technique et rendu peuvent varier : cannelures
accentuées à impressions successives rapprochées, impressions
plus distantes sur un même axe, sillons profonds régulièrement
sectionnés, etc. C'est ce marqueur techno-décoratif qui a permis
d'isoler un style « Arene Candide » parmi les autres groupes
néolithiques ouest-méditerranéens (fig. 1) (Bernabò Brea, 1946,
1956 ; Maggi, 1997 ; Tiné, 1999). En Ligurie même d'autres
cavités ont livré cette variété de céramique décorée (grotta Pollera, Arma di Nasino) (Odetti, 2002 ; Scotti et Maggi, 2002).
Fig. 1. Grotte des Arene Candide (Finale Ligure, Italie). Vase
néolithique décoré selon la technique du « sillon d'impressions »
(cliché Musée de Finale Ligure).
[page-n-36]
La néolithisation de la Méditerranée occidentale : sur la piste des pionniers ?
Fig. 2. Peiro Signado (Portiragnes, France). Éléments céramiques à
décor de sillons d'impressions.
Fig. 3. Pont de Roque Haute (Portiragnes, France). Éléments
céramiques à décor de sillons d'impressions.
On a par la suite découvert plusieurs sites sur le littoral méditerranéen français ou proches de celui-ci qui ont pu être rattachés à ce même faciès : Caucade (Alpes-Maritimes), (Binder
et al., 1993), Peiro Signado (Hérault) (Roudil, 1990 ; Briois et
Manen, 2009) (fig. 3), Pont de Roque Haute (Hérault) (Guilaine,
Manen et Vigne, 2007) (fig. 2), grotte Gazel (Guilaine, 1970),
Petite grotte de Bize (Aude), grotte des Fées à Leucate (Aude)
(Guilaine, 1993). Plus récemment ont eu lieu les premières reconnaissances de ce faciès en Espagne : site d'El Barranquet
(Valencia) (Bernabeu et al., 2009), Mas d'Is (Valencia) (Bernabeu et Martí, 2014), Cueva de Nerja (García Borja et al., 2011,
Cortés Sánchez et al., 2012). Cette liste est seulement indicative. Il est vraisemblable que la reconnaissance d'autres sites
se poursuivra dans la péninsule Ibérique. Toutefois la technique
du « sillon d'impressions » se retrouvera en Espagne dans des
faciès néolithiques plus récents, voire à l'âge du Bronze (style
« Boquique ») et on évitera de les décompter dans les inventaires liés à l'impressa ligure (sur ce sujet Alday, 2009). Le style
« Arene Candide » se caractérise par des motifs en chevrons
ou perpendiculaires, privilégiant donc des dispositions de sens
contrarié. Au contraire beaucoup de sites ibériques affectionnent
des motifs « en guirlande » distincts de la céramique ligure et
n'entrant donc pas dans le même horizon culturel.
Avec l'identification de cette céramique a impressa ligure, puis la reconnaissance de sa propagation à l'Ouest de
la Ligurie, deux problèmes ont surgi : quelle est sa chrono-
logie ? s'agit-il d'une création ouest-méditerranéenne ou sa
souche est-elle plus orientale ? Une première donnée provient des datations livrées par les niveaux du Néolithique ancien de la grotte des Arene Candide dont plusieurs se situent
dans les tout premiers siècles du VIIe millénaire BP1 ce qui
les place dans un créneau proche, voire contemporain, des
plus anciennes datations obtenues dans le Sud-Est de la péninsule italique (Maggi, 1997). Les datations fournies par les
sites du Sud de la France montrent également qu'il s'agit des
plus anciennes manifestations néolithiques connues.2 Elles se
placent vers 5800-5700 BC. En Espagne le site de El Barranquet serait un peu plus récent (vers 5650 / 5550 BC) (Bernabeu et Martí, 2014).3
1
2
3
Italie : Arene Candide : UB-2423 : 6980±115 BP; LJ-4143 :
6910±110 BP; Beta-66553 : 6880±60 BP (datations sur charbons).
Sud de la France : Pont de Roque Haute : Ly-7607 : 6850±65 BP
(sur charbon). Beta-30895 : 6920±30 BP ; Beta-39895 : 6910±30
BP ; Beta-39895 : 6870±30 BP (sur Triticum dicoccum). Peiro Signado : Ly-8399 : 6770±55 BP ; Beta-330612 : 6670±40 BP ; Ly8400 : 6840±55 BP (sur charbons). De nouvelles dates sur graines,
inédites, confirment ces datations, voire les vieillissent un peu.
Espagne : El Barranquet : Beta-221431 : 6510±50 BP (Ovis aries).
Mas d'Is : Beta-239378 : 6600±40 BP (Monocotyledone). Cueva
de Nerja : Beta-13157 : 6590±40 BP (Ovis aries).
29
[page-n-37]
J. Guilaine, G. Metallinou et J.-F. Berger
Un premier enseignement tiré de ces données montre donc
l'existence de la Ligurie à l'Andalousie de fréquentations pionnières néolithiques antérieures au « Cardial franco-ibérique »
souvent considéré comme la plus ancienne culture néolithique
de l'Occident méditerranéen.
Un autre résultat de cette révision chrono-culturelle réside
dans le statut économique de cette première vague néolithisante.
Sur les habitats de plein air non perturbés par d'éventuels remaniements stratigraphiques, et notamment les deux sites de
Portiragnes (Hérault) (Pont de Roque Haute et Peiro Signado),
l'agriculture et l'élevage constituent la base de l'alimentation,
la chasse étant réduite à un rôle très mineur, quasi insignifiant
(Marinval, 2007 ; Vigne, 2007). Cette observation indique clairement qu'on se trouve face à des sites « pionniers » véhiculant
des techniques économiques exogènes, parfaitement maîtrisées.
Il faut donc envisager des groupes intrusifs dont la souche est à
rechercher plus à l'Est.
C'est pourquoi nous avons mené une enquête pour tâcher
de trouver des jalons de ce faciès Arene Candide dans le bassin
central de la Méditerranée. En dehors des sites ligures, nos recherches nous ont notamment permis de repérer trois sites, deux
insulaires, un continental.
- En Sicile le plus ancien niveau néolithique de la grotta del
Kronio (Antro Fazello), près de Sciacca, comporte un horizon à impressa archaïque dans lequel figure un vase sphérique à anse orné
de sillons d'impressions sub-parallèles selon la technique « Arene
Candide » (Tiné, 2002 : 749, bas, et renseignement E. Natali).
- En Ombrie, le site de La Lucciola près Panicarola, sur les
bords du lac Trasimène, a livré plusieurs éléments céramiques à
décor de sillons d'impressions et autres fragments proches des
séries des sites de Portiragnes (de Angelis et Moroni Lanfredini,
2004). Il convient de souligner la position plus nettement continentale de ce site, ce qui montre également une pénétration intérieure de ces groupes humains, peut-être à partir du versant adriatique. À cet effet il serait intéressant d'analyser en détail les matériaux issus de sites de la côte est, de l'Albanie à l'Istrie. À se fier
à certaines illustrations, on n'excluera pas la présence à vérifier de
possibles sillons d'impressions sur certains gisements de ce secteur : Pokrovnik (Muller, 1994 : pl. I, n° 3), Urbica (Muller, 1994 :
pl. 12, n° 3, pl. 15, n° 2), Jamina Sredi (Muller, 1994 : pl. 46, n° 6).
- Sur l'île del Giglio, dans l'archipel toscan, un ensemble
céramique présente une thématique décorative très proche de
celle des Arene Candide et des sites méridionaux de Portiragnes
(Brandaglia, 1991 ; Manen, 2000).
On insistera sur le fait que, dans l'ensemble des sites évoqués
ci-dessus, le décor de sillons d'impressions n'est pas exclusif. Il
est toujours l'une des composantes du répertoire ornemental d'un
groupe humain mais son originalité permet de le repérer comme
marqueur techno-culturel. Où donc chercher les plus anciennes
productions de ce type ? De récentes observations ont permis de
détecter sa présence parmi les séries céramiques du site de Sidari
dans l'île de Corfou. L'intérêt de cette reconnaissance réside dans
le fait que Sidari est actuellement le site le plus oriental connu
des groupes à poterie imprimée de Méditerranée centrale et occidentale. Les usagers de la technique du décor d'impressions ne
seraient-ils pas finalement parmi les « pionniers », les acteurs de
la colonisation néolithique en Méditerranée centrale et occidentale ? Leur présence potentielle en Grèce de l'Ouest constituerait
ici le point de départ de cette propagation.
30
3. DE LA CÉRAMIQUE IMPRESSA À « SILLONS
D'IMPRESSIONS » EN GRÈCE DE L'OUEST ?
Fouillé en 1965-1966 (Sordinas, 1969) puis en 2004 (Metallinou, dir., 2004 ; Berger et al., 2014), le site de Sidari a récemment donné lieu à une révision de son interprétation stratigraphique. Les recherches d'A. Sordinas avaient permis d'observer
sur une partie aujourd'hui disparue du gisement la succession
suivante :
- Niveau D : « Escargotière » mésolithique – C14 : 7770±340 BP.
- Niveau C base : Néolithique initial (poterie et élevage) –
C14 : GXO-771 : 7670±120 BP.
- Hiatus.
- Niveau C sup : Néolithique ancien a impressa italo-adriatique – C14 : GXO-772 : 7340±180 BP.
Les datations C14 alors disponibles, affectées d'un important écart-type, ne pouvaient donner qu'une note chronologique
indicative.
De nouvelles fouilles de sauvetage ont eu lieu en 2004 sous
la direction de G. Metallinou, dans un secteur du site menacé par
l'avancée du front marin, à environ 50 m de la zone précédemment étudiée. Elles ont mis en évidence plusieurs occupations
datées par toute une série d'analyses C14. Les dépôts observés
peuvent être comparés à ceux reconnus par A. Sordinas avec
toutefois d'importantes précisions géomorphologiques et sédimentologiques révélant une complexité trop schématisée dans
les travaux antérieurs (Berger et al., 2014). De plus 18 datations
AMS affinent considérablement la périodisation observée :
- Mésolithique développé entre 7100 et 6600 BC.
- Néolithique initial (6450-6100 BC) subdivisé en deux phases.
- Niveau de destruction et aggradation fluviale.
- Néolithique ancien a impressa (6050-5960 BC).
Dans un souci de corréler les deux secteurs de la fouille,
nous avons procédé à un réexamen des séries céramiques du
Néolithique initial et du Néolithique ancien a impressa. L'intérêt
de cette approche était de mieux dater l'implantation du plus ancien Néolithique à Corfou dans le cadre de la diffusion néolithique, de caractériser le Néolithique « initial » dans le contexte
égéen, d'essayer de cerner le premier développement des céramiques à décor imprimé dans l'extrême Sud de l'Adriatique.
La comparaison entre les fouilles de 1965-1966 et 2004
montre que les deux secteurs, en dépit de données céramiques
dans les deux cas limitées, présentent de sensibles différences.
1. Dans la fouille Metallinou, le « Néolithique initial » n'est
représenté que par des poteries monochromes, à l'instar de ce
qui se passe dans les diverses régions de Grèce. La chronologie
de cette étape est fixée ici par diverses datations C14 qui montrent un développement de cette phase entre 6450 et 6110 BC,
c'est-à-dire en conformité avec la première moitié de la séquence égéenne du Néolithique ancien (6500/5800 BC). Lui succède
dans le secteur 2004 un Néolithique à décor d'impressions typique de la famille a ceramica impressa du Sud-Est italien et de la
côte dalmate. Cet horizon est ici daté (sur céréales) de 7170±40
BP (6050-5960 cal. BC).
2. Dans la fouille Sordinas, le Néolithique initial est caractérisé selon cet auteur par une céramique mal cuite ou cuite à
basse température, se désagrégeant dans l'eau, éventuellement
[page-n-38]
La néolithisation de la Méditerranée occidentale : sur la piste des pionniers ?
Fig. 4. Sidari (Corfou, Grèce). Reconstitution d'un récipient à décor
de sillons d'impressions.
Fig. 5. Sidari (Corfou, Grèce). Vue du détail du même récipient.
décorée par incisions (Sordinas, 1969 ; Perlès, 2001). De fait
le réexamen de cette série montre que cet horizon comporte au
moins deux composantes :
(7170±40 BP), obtenue sur grain de céréale, donne une plus
sûre précision à cet horizon (6062-5960 av. J.-C.). Il évite surtout l'écueil de l'effet « vieux bois » qui, dans un contexte local
de forêt mature « atlantique ancien » dominé par le chêne caducifolié (S. Thiébault com. pers.), peut parfaitement expliquer
le vieillissement de près de deux siècles observé entre la date
sur charbons de bois (non identifié spécifiquement) de la fouille
Sordinas et celle sur céréale récemment obtenue. Notons que
cette date est l'une des plus anciennes de toute l'aire adriatique
(McClure et al., 2014).
- de la céramique monochrome d'excellente qualité, bien
cuite, bien lissée, telle qu'on pourrait la trouver dans les plus
anciens horizons thessaliens. Ici toutefois s'arrête la comparaison car l'industrie lithique de Sidari est fondée sur un débitage
in situ d'éclats en silex locaux, ainsi que de rares pièces sur lames qui pourraient indiquer des contacts externes (Koczanowka
et Kozlowski, 2014). Cette industrie se démarque fortement de
celle de Grèce du nord où l'industrie laminaire sur silex blond
moucheté de source inconnue ou sur importations d'obsidienne
de Mélos tient une large place (Perlès, 2001).
- de la poterie mal cuite, grossière, à éléments dégraissants
apparents, à ornementation dans un cas de bandes en guirlandes
ornées de traits incisés ou impressions désordonnées.
Le Néolithique ancien italo-adriatique du site comporte,
pour sa part, divers tessons à décoration imprimée variée correspondant à des récipients sub-cylindriques ou sphériques à
léger pied, courtes incisions désordonnées ou en rangées subparallèles, sillons parallèles ou sécants, impressions en arceaux,
etc. C'est parmi cet ensemble que figurent les restes d'un récipient sub-sphérique, à pied circulaire, orné d'un motif traité en
« sillons d'impressions » (fig. 4 et 5). Ces sillons, qui semblent
couvrir la totalité de la surface externe du vase, sont disposés
en panneaux de rangées parallèles obliques combinées avec
d'autres panneaux de sens contrarié. Ce niveau avait fourni une
datation C14 de 7340±180 BP mais son écart-type et son ancienneté en regard du développement de la céramique imprimée
en Méditerranée centrale la rendaient peu utilisable. Une datation de l'horizon à poterie imprimée de la fouille Metallinou
4. CONCLUSIONS ET PERSPECTIVES
- La reconnaissance au sein du plus ancien Néolithique à poterie imprimée de Méditerranée centrale et occidentale, d'une
technique décorative particulière – le sillon d'impressions –
permet de suivre sur quelques sites généralement côtiers la propagation de ce marqueur original depuis la Grèce occidentale
(Corfou) jusqu'en Valencia et en Andalousie (Nerja). Ceci semble confirmer un processus de néolithisation par déplacements
maritimes (fig. 6)
- Au sein des sites dans lesquels cette technique orientale
a été reconnue, elle n'est jamais exclusive. D'autres motifs
l'accompagnent, indice qu'à l'intérieur d'un même groupe
humain plusieurs traditions décoratives sont à l'œuvre,
indiquant des traditions ornementales diverses sans doute
par le jeu des mariages et des filiations. Parmi les autres
marqueurs on citera les rangées d'impressions verticales à
la coquille sub-équidistantes, les faisceaux d'impressions
en arceaux, les impressions en pincement symétriques, etc.
L'originalité du sillon d'impressions pourrait indiquer une
filiation potière spécifique.
31
[page-n-39]
J. Guilaine, G. Metallinou et J.-F. Berger
Fig. 6. Répartition des sites du Néolithique ancien à céramique impressa à décor de sillons d'impressions en Méditerranée centrale et
occidentale cités dans le texte. La carte évoque clairement une propagation de type maritime. 1. Sidari (Grèce). 2. Kronio (Sicile, Italie).
3. Isola del Giglio (Italie). 4. La Lucciola (Panicarola, Italie). 5. Arene Candide (Finale, Italie). 6. Grotte Pollera (Italie). 7. Arma di Nasino
(Italie). 8. Caucade (France). 9. Pont de Roque-Haute (France). 10. Peiro Signado (France). 11. Petite grotte de Bize (France). 12. Grotte
Gazel (France). 13. Grotte des Fées (Leucate, France). 14. El Barranquet (Espagne). 15. Mas d'Is (Espagne). 16. Cueva de Nerja (Espagne).
- Les poteries à décor de « sillons d'impressions » sont notamment associées aux dépôts primaires du Néolithique ancien
à Sidari (Grèce), Kronio (Sicile), Arene Candide (Ligurie), Pont
de Roque Haute et Peiro Signado (Languedoc), El Barranquet et
Mas d'Is (Valencia). Il s'agit donc d'un marqueur de premier intérêt pour suivre le déplacement des « pionniers » néolithiques.
La répartition de ces sites indique une colonisation maritime par
implantations isolées, parfois distantes les unes des autres et
sans intégration à un réseau régional densifié.
- Il serait intéressant de jumeler cette expansion avec certaines
productions lithiques. Or l'industrie de cette première diffusion
est encore peu connue. La série la plus représentative provient du
site de Peiro Signado à Portiragnes (Hérault). Elle pourrait comporter une composante de style castelnovien (nombreux trapèzes
à retouches abruptes) (Briois, 2005). Tout particulièrement intéressante est l'association, avec les céramiques à sillons d'impressions,
d'éléments de faucilles composites disposés en insertion oblique
(Ibáñez-Estévez et al., sous presse). Cette façon d'armer les faucilles est connue dans les niveaux néolithiques inférieurs des Arene
Candide, à Peiro Signado, à Mas d'Is, à El Barranquet, à Nerja. Ce
marqueur technique correspond donc à une première vague néolithique que l'on pourrait relier avec les « pionniers » ici évoqués
sous l'angle céramique. Cette technique est déjà attestée à Chypre en contexte PPNB dès la première moitié du VIIIe millénaire
(Briois, 2011). En Méditerranée occidentale elle sera ensuite marginalisée au cours du Cardial au profit d'un modèle avec insertion
parallèle à l'axe du manche (Ibáñez-Estévez et al., sous presse).
- Ces documents céramiques peuvent servir à mesurer la vitesse de propagation du plus ancien Néolithique en Méditerranée de l'Ouest : présents en Grèce occidentale vers 6000 BC, ils
sont attestés en Espagne méditerranéenne vers 5650/5600 BC
(Bernabeu et Martí, 2014). La distance côtière approximative
parcourue (soit plus de 2500 km) en quatre siècles pourrait sug32
gérer, à titre d'hypothèse purement indicative, une progression
moyenne de plus de 6 km/an. Une transmission plus rapide encore, compte tenu des datations récemment obtenues pour les
sites de Portiragnes, n'est pas à exclure.
NOTE
Article réalisé dans le cadre des programmes de recherche ArcheoMed-Paléomex (L. Carozza et L. Lespez dirs.) et du programme
PROCOME « Prolongements de la néolithisation méditerranéenne »
de l'Agence Nationale de la Recherche – ANR-13-CULT-0001-01http://www.anrprocome.com/ (C. Manen dir.).
L'ensemble des datations AMS du site de Sidari (Grèce) a été
réalisé dans le cadre de l'appel d'offre Artémis-INSHS au Centre de
datations par le radiocarbone, UMR 5138 Archéométrie et Archéologie, Lyon (C. Oberlin) et les mesures des teneurs en 14C à l'accélérateur ARTÉMIS, UMS 2572, Laboratoire de mesure du carbone
14 (LMC 14), Saclay (C. Moreau).
Les nouvelles datations sur céréales de Pont de Roque-Haute
(France) ont été réalisées dans le cadre du projet PROCOME de
l'Agence Nationale de la Recherche mentionné ci-dessus.
REMERCIEMENTS
Les auteurs adressent leurs vifs remerciements à François Briois
qui les a autorisés à illustrer ce texte par des vestiges céramiques
issus de sa fouille de Peiro Signado (Portiragnes, Hérault), à Claire
Manen qui a aimablement contribué à l'illustration de cet article et
qui leur a transmis les nouvelles datations de Pont de Roque-Haute
(Portiragnes, Hérault), à Isabelle Carrère et Christiane Guilaine qui
ont géré le manuscrit et les figures correspondantes, à Elena Natali
qui les a fait bénéficier d'informations sur le site de Kronio (Sicile).
Angeliki Koursari, architecte à l'Ephorie des Antiquités de Corfou,
a dessiné la céramique de Sidari illustrant le présent mémoire.
[page-n-40]
La néolithisation de la Méditerranée occidentale : sur la piste des pionniers ?
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La Cultura della Ceramica Impressa
nella Liguria di Ponente (Italia Settentrionale):
Distribuzione, cronologia e aspetti culturali
Paolo Biagi e elisaBetta staRnini
rIaSSunTo
Il presente lavoro prende in esame il problema della Cultura della Ceramica Impressa nella Liguria di Ponente. In questa
regione dell'Italia nordoccidentale sono note alcune concentrazioni di siti di questo aspetto, principalmente costituiti da livelli
di occupazione entro cavità naturali. La maggior parte delle stazioni ha restituito pochissimi reperti fittili caratteristici. Le
industrie litiche di questo periodo sono mal note e le datazioni radiometriche sono state ottenute solamente da 8 siti, nella
maggior parte dei casi senza seguire dei progetti di datazione sistematici. Il quadro di conoscenze che ne risulta è molto
frammentario, basato principalmente sulle sequenze di quelle stazioni in cui sono stati eseguiti scavi di recente, e su quelle i
cui complessi sono stati riesaminati negli ultimi anni. In base alle nostre conoscenze attuali è difficile impostare una seriazione
dei complessi Liguri che presentano comunque una cronologia variabile e, in alcuni casi, caratteristiche ceramiche eguali a
quelle dei siti della Francia meridionale (Provenza e Linguadoca) e della Toscana nord-occidentale.
Parole chIaVe:
Ceramica Impressa, Neolitico Antico, Liguria di Ponente, Alto Tirreno, Distribuzione e Cronologia.
abSTracT
The Impressed Ware Culture in Western Liguria (Northern Italy): Distribution, chronology and cultural aspects. This paper
describes and discusses the Early Neolithic Impressed Ware settlement of Western Liguria. In this region the Impressed Ware
Culture sites are known mainly from caves and rock-shelters, 8 of which have been radiocarbon-dated. Most sites have yielded
just a few characteristic sherds decorated with instrumental or shell impressed patterns. The chipped stone assemblages of
this aspect are badly known. Our knowledge of the Early Neolithic of the study region is very fragmentary. It is based mainly
on the results obtained from a few recently excavated sequences, and the re-analysis of old assemblages stored in museum
collections. At present it is difficult to suggest a seriation of the Ligurian complexes. Their chronology is variable and, in some
cases, their ceramic assemblages show affinities with those from sites from Provence, Languedoc and north-western Tuscany.
keywordS:
Impressed Ware Culture, Early Neolithic, Western Liguria, North Tyrrhenian Sea, Distribution and Chronology.
1. INTRODUZIONE
Il presente lavoro riguarda alcuni aspetti della Neolitizzazione
della Liguria di Ponente, una regione dell'Italia settentrionale
con caratteristiche morfologiche peculiari dove, almeno dalla
metà del'Ottocento, sono noti insediamenti attribuiti genericamente alla Cultura della Ceramica Impressa (Laviosa Zambotti,
1943: 97; Bernabò Brea, 1946; Barnett, 2000), un complesso
tuttora di non facile definizione (Vigne, 2000; Guilaine, 2007),
di cronologia variabile (Gasco, 1987; Binder, 2000; Bernabeu
Aubán e Molina Balaguer, 2009; Binder e Sénépart, 2010), e di
discussa origine (Lewthwaite, 1981; Guilaine, 2000; Mazurié
de Keroulin, 2003: 100-104; Zilhão, in stampa), che ha comunque giocato un ruolo fondamentale nella diffusione delle prime
civiltà di allevatori-agricoltori in molte regioni del Mediterraneo (Guilaine, 2003, 2013; Berger, 2009).
Stretta fra il mare e le propaggini alpine più occidentali
dell'Italia settentrionale, la Liguria di Ponente presenta pochissimi territori pianeggianti, per di più di estensione limitata, in
particolare la Piana di Albenga, dell'antropizzazione della quale tuttora conosciamo poco o nulla. Ne consegue che la nostra
attuale conoscenza della distribuzione delle stazioni neolitiche
della Liguria di Ponente è limitata quasi esclusivamente ad insediamenti posti all'interno di cavità o ripari sottoroccia (Bernabò
Brea, 1947). Questa situazione, del tutto anomala, probabilmente deriva non solo dalla geografia particolarmente corrugata del
territorio, ma anche dalla scarsità di prospezioni sistematiche e
dall'eccessiva edificazione recente, poco controllata, della fascia costiera.
Da quanto sappiamo sinora gli insediamenti della Cultura
della Ceramica Impressa della Liguria di Ponente sono dislocati in quattro sole aree (fig. 1). Queste sono, da occidente a
35
[page-n-43]
P. Biagi e E. Starnini
Fig. 1. Liguria di Ponente: distribuzione dei siti della Cultura della Ceramica Impressa menzionati nel testo: 1) Arma di Nasino, 2) Arma
dello Stefanin, 3) Grotta del Pertusello, 4) Grotta di S. Lucia Superiore, 5) Caverna del Ponte di Vara (Varé), 6) Grotta dell'Edera, 7)
Caverna delle Arene Candide, 8) Caverna della Mandurea, 9) Caverna dei Parmorari (Armorari), 10) Grotta Pollera, 11) Caverna di S.
Eusebio, 12) Caverna della Matta o del Sanguineto, 13) Caverna dell'Acqua o del Morto, 14) Caverna della Fontana o dell'Acqua, 15)
Arma dell'Aquila, 16) Caverna dei Pipistrelli (Borzini), 17) Riparo di Pian del Ciliegio, 18) Caverna delle Fate, 19) S. Sebastiano di Perti,
20) Caverna Bergeggi (disegno di P. Biagi).
oriente 1) la Val Pennavaira, 2) il Toiranese, 3) la Val Maremola e 4) il Finalese: verso quest'ultima è stata diretta principalmente la ricerca.
2. I SITI ARCHEOLOGICI
2.1. la Val PennaVaIra
Prende il nome dal Rio Pennavaira che origina a circa 1380 m di
altezza sotto il Colle di Caprauna superato il quale si entra nella
Valle del Tanaro, in Piemonte, e di qui si scende nella Valle del
Po. Lungo la Val Pennavaira, a tratti molto incassata, con conformazione a V, si aprono numerose cavità e ripari sottoroccia
(Leale Anfossi, 1958-1961a), alcuni dei quali sono stati oggetto
di ricerche e di scavi condotti da M. Leale Anfossi a partire dagli anni Cinquanta, per conto dell'Istituto Internazionale di Studi Liguri (Bordighera) e dell'Istituto Italiano di Paleontologia
Umana (Roma) (Barker et al., 1990).
Durante le sue perlustrazioni, M. Leale Anfossi rinvenne
tre ripari sottoroccia in cui condusse scavi che hanno restituito orizzonti riconducibili alla Cultura della Ceramica Impressa:
l'Arma di Nasino (Leale Anfossi, 1967, 1974), l'Arma dello
Stefanin (Leale Anfossi, 1972) e la Grotta del Pertusello (fig. 2)
(Leale Anfossi, 1958-1961b).
36
Fig. 2. Grotta del Pertusello: fotografia originale degli scavi del 1959
di M. Leale Anfossi, a destra nell'immagine, ripresa nell'agosto del
1960 (Archivi della Soprintendenza Archeologia della Liguria).
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La Cultura della Ceramica Impressa nella Liguria di Ponente: Distribuzione, cronologia e aspetti culturali
L'Arma di Nasino si apre a circa 12 km dalla linea di costa
attuale, lungo il lato settentrionale del Rio Pennavaria a circa
150 m di altezza, 18 m al di sopra del corso del fiume (fig. 1,
n. 1). Si presenta come un grande riparo sottoroccia, profondo
circa 6 m (Leale Anfossi, 1967: fig. 2), nel quale sono stati riconosciuti 15 periodi principali di occupazione compresi fra l'età
Romana e l'Epigravettiano Finale (Paleolitico Superiore). Gli
strati X, IX e anche VIII della complessa sequenza rinvenuta
all'interno del riparo hanno restituito industrie neolitiche riferibili alla Cultura della Ceramica Impressa, con ceramiche decorate anche con motivi cardiali (fig. 3, nn. 4-6) (Leale Anfossi,
1974: fig. 4). Dallo strato IX provengono la sepoltura incompleta di un giovane, deposto in posizione rannicchiata, e i crani
di due bambini rinvenuti nella parte più interna del riempimen-
to. Da carboni raccolti in diversi riquadri dello stesso strato IX
sono state ottenute 5 date radiocarboniche, che hanno fornito risultati compresi fra 6470±120 (R-267) e 5955±65 BP (R-316α)
(Alessio et al., 1968). Altre datazioni radiometriche inquadrabili
nella seconda metà del VII millennio BP sono state ottenute da
carboni raccolti nello strato VIII (vedi Tabella 1).
L'Arma dello Stefanin è un riparo che si apre a 400 m
di altezza lungo parete meridionale del corso del Rio Pennavaria, a circa 22 km dalla linea di costa attuale (fig. 1, n.
2). Venne individuata come località archeologica nel 1952, e
poi indagata a partire dallo stesso anno, fino al 1962, da M.
Leale Anfossi (1972). Gli scavi furono poi ripresi nel 1982
dalla Soprintendenza Archeologica della Liguria (Biagi et al.,
1987). Durante entrambe le ricerche, venne portato alla luce
un orizzonte di pochi centimetri di spessore contenente pochi
materiali fittili e litici attribuiti alla Cultura della Ceramica
Impressa, fra cui rari frammenti ceramici decorati con motivi
e cordoni impressi e impressioni cardiali, datato a 6610±60
BP (Bln-3276) su frammenti di carbone vegetale (Bagolini e
Biagi, 1990: 111).
La Grotta del Pertusello si trova poco a nord dell'arma
dello Stefanin, a circa 550 m di altezza, lungo la parete meridionale della Val Pennavaira (Leale Anfossi, 1958-1961b)
(fig. 1, n. 3). Gli scavi, già intrapresi da G. Chiappella (1962)
a partire dal 1952, vennero poi riaperti e portati avanti da
M. Leale Anfossi nel 1963. Lo strato IV della sequenza ha
restituito materiali attribuiti alla Cultura della Ceramica Impressa, fra cui frammenti di un grande recipiente ricostruito
decorato con cordoni verticali ed orizzontali e motivi cardiali
impressi (Bagolini e Biagi, 1990: Fig. 7, n. 8) (fig. 3, nn.
1-3). L'unica datazione radiocarbonica ottenuta su frammenti
di carbone raccolti in questo strato ha fornito un risultato
inquadrabile nella metà del VI millennio BP (R-157: Alessio
et al., 1967: 348).
2.2. Il ToIraneSe
Fig. 3. 1) disegno e fotografia del recipiente frammentario con
decorazione impressa strumentale dallo strato IV della Grotta del
Pertusello (scavi M. Leale Anfossi); 2) ricostruzione grafica del
recipiente cordonato con decorazione ad impressioni a conchiglia
dalla Grotta del Pertusello (scavi M. Leale Anfossi); 3) recipiente
pluriansato della Cultura della Ceramica Impressa dagli strati
III e IV della Grotta del Pertusello (scavi M. Leale Anfossi); 4)
ricostruzione grafica di frammento di recipiente con decorazione ad
impressioni dall'Arma di Nasino, strati VIII e IX (scavi M. Leale
Anfossi); 5) ricostruzione grafica di recipiente con decorazione
impressa strumentale dall'Arma di Nasino (scavi M. Leale Anfossi);
6) fotografia di due frammenti pertinenti e ricostruzione grafica
di recipiente con decorazione impressa strumentale dall'Arma di
Nasino, strato IX (scavi M. Leale Anfossi) (disegni di B. Bagolini e
P. Biagi, fotografie di E. Starnini).
L'unica località da cui provengono materiali attribuibili alla
Cultura della Ceramica Impressa è la Grotta di S. Lucia Superiore, ubicata lungo la fiancata occidentale della Val Varatella, a
241 m sul livello del mare (fig. 1, n. 4). Le ricerche, condotte nel
1963 a 50 m dall'ingresso, hanno messo in luce una sequenza
archeologica in cui l'orizzonte di superficie A ha restituito reperti neolitici attribuiti a diversi aspetti culturali, fra cui alcuni
decorati con impressioni cardiali (Tozzi, 1962; Maggi e Starnini, 1984: fig. 4).
2.3. la Val maremola
All'interno di Pietra Ligure, nei pressi della confluenza del corso del Torrente Giustenice nel Maremola, ad un'altezza di m
11, si apre la Caverna del Ponte di Vara, altrimenti detta Varé
(fig. 1, n. 5). Gli scavi, condotti nel 1981-1985, hanno permesso
di constatare il rimaneggiamento dei depositi della cavità, dai
quali sono stati per altro raccolti alcuni frammenti ceramici neolitici fra cui alcuni decorati con motivi cardiali impressi (Odetti,
1982-1986a; 1996: fig. 12).
Sempre in Val Maremola, lungo il versante orientale
del Bric Tampa, a circa 480 m di altezza, si trova la Grotta
dell'Edera (fig. 1, n. 6). Gli scavi aperti nella sala principale
37
[page-n-45]
P. Biagi e E. Starnini
Tabella 1. Datazioni radiocarboniche ottenuti da orizzonti della Cultura della Ceramica Impressa dei siti della Liguria di Ponente
menzionati nel testo.
Strato
Scavo
Materiale
N° Laboratorio
Data BP
Cal. BC 1σ* Bibliografia
Carboni
Carboni
Carboni
MC-756
MC-1148
MC-757
6950±100 5848±99
6880±100 5788±95
6580±100 5526±83
Tiné, 1974: 52
Odetti, 1990: 143
Tiné, 1974: 52
Grotta Pollera (Finalese)
XXIV
XXI
XXIII
S. Tiné 1971-73
S. Tiné 1971-73
S. Tiné 1971-73
S. Sebastiano di Perti (Finalese)
Sezione
Sezione
E. Starnini 1992
E. Starnini 1992
Trit. dicoccum OxA-21359
GrA-25715
Hordeum sp.
6767±39
6760±45
5677±29
5674±32
Colledge, com. pers. 2010
Capelli et al., 2006: 90
Sezione
E. Starnini 1992
Trit. vulgare
OxA-19734
6675±33
5599±29
Colledge, com. pers. 2010
Arma dell'Aquila (Finalese)
Sepoltura fanciullo C. Richard 1942
7° “focolare”
C. Richard 1942
Cranio umano OxA-V-2365-31
Cranio umano OxA-V-2365-50
6678±33
6669±34
5600±29
5596±29
Mannino et al., 2015
Mannino et al., 2015
Sepoltura Richard 1 C. Richard 1938
Sepoltura Richard 4 C. Richard 1938
3° strato sotto 5°
C. Richard 1942
“focolare”
Costa umana
Ossa umane
Carboni
OxA-V-2365-36
GrA-38257
Bln-3450
6318±33
6315±35
6240±90
5288±42
5286±42
5189±111
Mannino et al., 2015
Unpublished
Bagolini e Biagi, 1990: 11
Carboni
Bln-3276
6610±60
5559±48
Barker et al., 1990: 111
Carboni
Carboni
MC-2332
MC-2333
6510±110 5466±97
6490±110 5449±97
Odetti, 1986: 107
Odetti, 1986: 107
Carboni
Carboni
Carboni
Carboni
Carboni
R-267
R-313
R-313α
R-315
R-265
6470±120
6420±65
6400±105
6280±70
6280±120
5431±103
5400±58
5365±99
5232±93
5227±144
Alessio et al., 1968: 354
Alessio et al., 1968: 355
Alessio et al., 1968: 355
Alessio et al., 1968: 355
Alessio et al., 1968: 354
R-263
6140±110 5077±130
Alessio et al., 1968: 354
Arma dello Stefanin (Val Pennavaira)
2
P. Biagi, R. Maggi
1982-84
Grotta dell'Edera (Val Maremola)
Focolare
Focolare
G. Odetti 1976-77
G. Odetti 1976-77
Arma di Nasino (Val Pennavaira)
IXi, 2,8-3,0 m
VIII, A-B-W
VIII, A-B-W
IXs, A-B-W
IXs, B-C-L-O;
B-C-G-M
M. Leale Anfossi 1963
M. Leale Anfossi 1966
M. Leale Anfossi 1966
M. Leale Anfossi 1966
M. Leale Anfossi 1963
VIIIa, B-C-G
M. Leale Anfossi 1963 Carboni
* Date calibrate col programma CalPal online, quickcal2007 ver.1.5, utilizzando la curva di calibrazione CalPal2007_HULU.
hanno restituito reperti attribuibili a diversi periodi del Neolitico (Odetti, 1982-1986b). Alla base del deposito è stato rinvenuto un focolare con due momenti di utilizzo sovrapposti
datati a 6510±110 BP (MC-2332) e 6490±110 BP (MC-2333)
(Odetti, 1986: 107) dai quali si desume che il suo insediamento avvenne in un periodo ben definito della Cultura della Ceramica Impressa in Liguria.
2.4. Il FInaleSe
È il territorio più ricco di cavità e di insediamenti neolitici in
grotta di tutta la Liguria di Ponente. Ad oggi sono note 12 caverne che hanno restituito complessi o materiali della Cultura
della Ceramica Impressa, oltre che un insediamento all'aperto
a S. Sebastiano di Perti (Starnini e Vicino, 1993; Capelli et al.,
2006). La descrizione dei siti segue quella degli itinerari riportati da L. Bernabò Brea nel suo lavoro sulle caverne del Finale
(Bernabò Brea, 1947).
38
La Caverna delle Arene Candide si apre, con imbocco
verso il mare, a 89 m di altezza, lungo le pendici del Monte
Caprazzoppa (fig. 1, n. 7). Dopo le prime ricerche condotte
nel'Ottocento gli scavi furono ripresi prima da L. Bernabò Brea
e L. Cardini nel 1940-1950 (Bernabò Brea, 1946, 1956; Cardini, 1980), poi da S. Tiné nel 1972-1977 (Tiné, 1986, 1999). I
risultati degli scavi di L. Bernabò Brea e L. Cardini furono poi
ripubblicati da R. Maggi et al. (1997), mentre quelli di S. Tiné,
a cura dello stesso autore (Tiné, 1999).
In particolare, durante le ricerche condotte da quest'ultimo, è
stata portata alla luce la sepoltura di un individuo adulto di sesso
maschile, deposto apparentemente nello strato 14, attribuito alla
Cultura della Ceramica Impressa (Traverso, 1999). L'inumato
giaceva con le gambe flesse all'interno di una semplice fossa,
cosparso di ocra rossa (ACT2: Canci et al., 1999). La datazione
AMS eseguita su di una costa ha restituito il risultato di 5178±25
BP (MAMS-11443) (Mannino e Talamo, com. pers. 2009) che
attribuisce, in realtà, la sepoltura alla Cultura di Chassey (fig. 4).
[page-n-46]
La Cultura della Ceramica Impressa nella Liguria di Ponente: Distribuzione, cronologia e aspetti culturali
I depositi delle Arene Candide hanno restituito una delle sequenze neolitiche più importanti del Mediterraneo, alla base della quale L. Bernabò Brea rinvenne per la prima volta, in posto,
un orizzonte della Cultura della Ceramica Impressa (figg. 5-7)
che egli ritenne la più antica espressione neolitica del Mediterraneo nord-occidentale (Bernabò Brea, 1955: 66), diffusasi
per via marittima attraverso “isole talvolta anche piccolissime”
(Bernabò Brea, 1950a: 31). A questa cultura egli attribuì “una
lunghissima durata, il che spiega le notevoli differenziazioni stilistiche, le diverse specializzazioni che essa ha raggiunto nelle
varie regioni” (Bernabò Brea, 1950a: 35).
In particolare l'analisi delle ceramiche raccolte durante le
ricerche di cui sopra (Maggi e Starnini, 1997; Traverso, 1999;
Del Lucchese e Starnini, 2006-2007) e le datazioni radiocarboniche (Tabella 2) (Maggi, 1997; Pearce, 2013: 82) hanno in
parte contribuito al miglioramento delle nostre conoscenze di
questo importante aspetto del Neolitico Antico della Liguria di
Ponente, i cui problemi, tuttora aperti (Biagi, 1987: 208), vengono discussi in dettaglio nel capitolo che segue.
Nel territorio di Borgio e di Verezzi due grotte hanno
restituito reperti della Cultura della Ceramica Impressa: La
Caverna della Mandurea (Tozzi, 1965) e la Caverna dei Parmorari o Armorari.
Fig. 4. Caverna delle Arene Candide: sepoltura rinvenuta nello
strato 14 degli scavi S. Tiné (Traverso, 1999: Tav. XV), ritenuta
della Cultura della Ceramica Impressa, in realtà da attribuire alla
Cultura di Chassey in base alla datazione AMS eseguita su una
costa dell'inumato (MAMS-11443: 5178±25 BP) (Mannino e
Talamo, com. pers. 2009).
La Caverna della Mandurea si apre a circa 40 m sul livello
del mare, subito a est del paese di Borgio Verezzi (fig. 1, n. 8). In
un piccolo saggio condotto nel 1964 è stata esposta una sequenza neolitica alla base della quale, la parte superiore dello strato
4, ha restituito frammenti ceramici della Cultura della Ceramica
Impressa (fig. 8, n. 4). Alcuni di questi presentano una decorazione cardiale, altri motivi a zig-zag di punzonature ricorrenti, o
“sillons d'impressions” (Tozzi, 1965: fig. 3).
La Caverna dei Parmorari (o Armorari) fu indagata principalmente da C. Richard (1932) che portò alla luce un'importante
sequenza del Pleistocene (fig. 1, n. 9). Al di sopra di questa la
serie Olocenica conteneva materiali neolitici attribuibili a diversi aspetti culturali, fra cui un frammento di orlo di recipiente
profondo con decorazioni incise a zig-zag forse (?) attribuibile
alla Cultura della Ceramica Impressa.
Fig. 5. Forme e decorazioni della Cultura della Ceramica Impressa
dalla Caverna delle Arene Candide: 1) tazza ansata ricomposta da
frammenti dagli strati 14 e 15 degli scavi S. Tiné e delle collezioni
ottocentesche; 2) tazza ansata ricomposta da frammenti dallo strato
14 degli scavi S. Tiné; 3) scodella ricomposta da frammenti dagli
strati 14 e 15 degli scavi S. Tiné e delle collezioni ottocentesche;
4) recipiente profondo con ansa o presa ricomposto da frammenti
dallo strato 12, 14 e 15 degli scavi S. Tiné e delle collezioni
ottocentesche; 5 e 6) frammenti di tazza troncoconica ricomposta
da frammenti raccolti negli scavi di L. Bernabò Brea e negli strati
14 e 15 degli scavi S. Tiné; 7) recipiente globulare con prese a
bugna ricomposto da frammenti degli strati 13-15 degli scavi S.
Tiné; 8) scodella ricomposta da frammenti dallo strato 14 e 15 degli
scavi S. Tiné (da Del Lucchese e Starnini, 2006-2007: fig. 1, con
modificazioni).
39
[page-n-47]
P. Biagi e E. Starnini
Fig. 6. Forme e decorazioni della Cultura della Ceramica Impressa
dalla Caverna delle Arene Candide: 1) recipiente profondo ansato
ricomposto da frammenti raccolti negli scavi di L. Bernabò Brea e
negli strati 14 e 15 degli scavi S. Tiné; 2) frammento di orlo dallo
strato 15 degli scavi S. Tiné; 3) frammento di orlo di scodella con
decorazione cardiale dallo strato 13 degli scavi S. Tiné; 4) scodella
ricomposta da frammenti dagli strati 14 e 15 degli scavi S. Tiné; 5)
olla cordonata con prese a lingua ricomposta da frammenti dagli
strati 18, 17, 15, 14 e 12 degli scavi S. Tiné; 6) olla con prese a
lingua ricomposta da frammenti dagli strati 14 e 15 degli scavi S.
Tiné; 7) olla con prese a lingua ricomposta da frammenti dagli strati
14 e 15 degli scavi S. Tiné (da Del Lucchese e Starnini, 2006-2007:
fig. 2 e 4, con modificazioni).
Fig. 7. Forme e decorazioni della Cultura della Ceramica Impressa
dalla Caverna delle Arene Candide: 1) scodella ricomposta da
frammenti dagli strati 14 e 13 degli scavi S. Tiné; 2) recipiente
profondo ovoidale ricomposto con frammenti dagli strati 14 e 15
degli scavi S. Tiné; 3) frammenti di fiasco dallo strato 14 degli scavi
S. Tiné; 4) spalla di fiasco ricomposta da frammenti dallo strato 15
degli scavi S. Tiné; 5) collo di fiasco ricomposto con frammenti
dallo strato 15, 14 e 13 degli scavi S. Tiné; 6) porzione di ventre di
fiasco ricomposta da frammenti dagli strati 25 e 27 degli scavi di
L. Bernabò Brea e degli scavi S. Tiné; 7) collo di fiasco ricomposto
da frammenti dallo strato 15 degli scavi S. Tiné (da Del Lucchese e
Starnini, 2006-2007: fig. 3-5, con modificazioni).
La Grotta Pollera si trova lungo il pendio occidentale della
rocca che domina la Valle di Pian Marino, a circa 280 m di altezza (fig. 1, n. 10). Nota sin dalla seconda metà dell'Ottocento
come località di interesse archeologico, è stata oggetto di numerose campagne di scavo a partire dal 1870 (Odetti, 1972).
Negli anni Settanta gli scavi furono ripresi a cura di S. Tiné,
durante i quali è stata rilevata un'importante sequenza neolitica, alla base della quale, nello strato III, si rinveniva per la
prima volta un deposito attribuibile alla Cultura della Ceramica Impressa, poi suddiviso in sei livelli artificiali (XXIV-XIX)
(Odetti, 1990: fig. 9).
Dal deposito rimaneggiato e dallo strato III, dello spessore
di circa 50 cm, provengono frammenti di recipienti decorati con
svariati motivi impressi strumentali e cardiali (fig. 8, nn. 6 e 7)
ed alcuni frammenti cordonati. Sfortunatamente le datazioni radiocarboniche, che si distribuiscono in un periodo lungo più di
300 anni (da MC-756 a MC-757), non concordano con la seriazione pubblicata dello scavo, e di conseguenza non è possibile
stabilire eventuali variazioni stilistiche all'interno del complesso ceramico (vedi Tabella 1).
La Caverna di S. Eusebio si trova nei pressi di Pian Marino,
lungo le pendici meridionali della Rocca Carsanca, a circa 310 m
di altezza, al di sopra del Rio La Valle (Odetti, 1983) (fig. 1, n.
11). Secondo le descrizioni fornite da N. Morelli (1893) il deposito
Neolitico si trovava in posto a circa 3 m di profondità. Fra i reperti del Neolitico Antico figura anche un vaso integro decorato con
complessi motivi impressi (fig. 8, n. 8), e un frammento di recipiente con motivi cardiali orizzontali sotto l'orlo (fig. 8, n. 9).
40
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La Cultura della Ceramica Impressa nella Liguria di Ponente: Distribuzione, cronologia e aspetti culturali
Tabella 2. Caverna delle Arene Candide: datazioni radiocarboniche ottenute dagli strati della Cultura della Ceramica Impressa o da strati
che hanno restituito frammenti di Ceramica Impressa (strato 13, scavi S. Tiné).
Strato
Scavo
Materiale
N° Lab.
Data. BP Cal. BC 1σ* Bibliografia
14
14
27G
S. Tiné 1972-1977
S. Tiné 1972-1977
L. Bernabò Brea 1940-1950
6980±115 5867±106
6870±100 5780±95
6880±60 5778±60
Biagi et al., 1989: 539.
Linick, 1980: 1038-39
Maggi, 1997: 36, Tab. 2
10
10
14
R. Maggi 1996-2004-2005
R. Maggi 1996-2004-2005
S. Tiné 1972-1977
Carboni
UB-2423
Carboni
LJ-4143
Pistacia terebinthus Beta-66553
CAMS-9421
Beta-110542
Hordeum sp.
Triticum dicoccum OxA-23072
Carboni
UB-2424
6830±40 5711±32
6778±39 5682±28
6700±145 5630±117
Pearce, 2013: Table 3.47
Colledge, pers. comm. 2010
Bagolini e Biagi, 1990: 11
S. Tiné 1972-1977
L. Bernabò Brea 1940-1950
Carboni
Carboni
6490±100 5451±88
6487±175 5423±163
Linick, 1980: 1038-39
Maggi, 1997: 36, Tab. 2
9b
26ABD
R. Maggi 1996-2004-2005
L. Bernabò Brea 1940-1950
6370±50
6350±60
5377±60
5344±78
Pearce, 2013: Table 3.47
Maggi, 1997: 36, Tab. 2
13C
Tomba VII
13B
25-26
13C
13A
27C
S. Tiné 1972-1977
L. Bernabò Brea 1940-1950
S. Tiné 1972-1977
L. Bernabò Brea 1940-1950
S. Tiné 1972-1977
S. Tiné 1972-1977
L. Bernabò Brea 1940-1950
Rhamnus alaternus Beta-109619
Quercus sez. Robur Beta-66551
CAMS-9419
Carboni
UB-2422
Osso umano
GX-16963-G
Carboni
LJ-4139
Carboni
R-101
Carboni
LJ-4141
Carboni
UB-2420
Beta-66552
Phillyrea sp.
CAMS-9420
6345±180
6255±55
6230±90
6220±55
6220±100
6205±105
6150±70
5268±193
5209±85
5180±112
5180±89
5168±122
5152±129
5102±95
Bagolini e Biagi, 1990: 11
Maggi, 1997: 36, Tab. 2
Linick, 1980: 1038-39
Maggi, 1997: 36, Tab. 2
Linick, 1980: 1038-39
Bagolini e Biagi, 1990: 10
Maggi, 1997: 36, Tab. 2
Cluster 1
Cluster 2
14
25
LJ-4144
Pi-27 bis
Cluster 3
* Date calibrate col programma CalPal online, quickcal2007 ver.1.5, utilizzando la curva di calibrazione CalPal2007_HULU.
Sempre seguendo gli itinerari di cui sopra, numerose sono
le cavità lungo la parete occidentale della Valle dell'Aquila. Fra
queste la Caverna della Matta, o del Sanguineto (fig. 1, n. 12), alla
quota di 105 m, lungo il costone che divide la Valle dell'Aquila da
quella del Rio della Valle (Odetti, 2002a). Dal riempimento della
caverna provengono importanti complessi dal Neolitico Medio
all'età del Ferro, oltre che pochi frammenti fittili attribuiti alla
Cultura della Ceramica Impressa (Del Lucchese, 2002; Odetti,
2002b: Tav. I), alcuni dei quali decorati con motivi cardiali.
Alcune centinaia di metri più a nord si aprono le due Caverne dell'Acqua o del Morto (o di Zerbi) (fig. 1, n. 13) e della
Fontana o dell'Acqua (fig. 1, n. 14), poco sopra i 250 m di quota
del Bric Scimarco. Entrambe hanno restituito pochi reperti ceramici attribuibili alla Cultura della Ceramica Impressa (fig. 8,
n. 5). Gli scavi condotti nel 1982-1983 dalla Soprintendenza Archeologica della Liguria nella Caverna dell'Acqua o del Morto
hanno confermato ancora una volta la presenza del Neolitico
Antico nella cavità (Del Lucchese e Vignolo, 1989).
Lungo la parte orientale della Valle dell'Aquila si colloca la
caverna omonima (fig. 1, n. 15). Qui gli scavi di F.H. Zambelli
(1937), G. Silla (1937) e C. Richard (1941-1942) hanno portato alla luce un'importante sequenza stratigrafica con numerosi
momenti di abitazione distribuiti a partire dall'inizio del Paleolitico Superiore (Aurignaziano) all'età del Bronzo. L'Arma
dell'Aquila, che si articola in realtà in due grotte principali, un
riparo sotto roccia e il suo talus esterno, si apre a quota m 230
lungo il fianco orientale del Bric Spaventaggi, a circa 5 km dalla
linea di costa (Arobba et al., 1987).
Durante le ricerche, C. Richard rinvenne diversi orizzonti
antropici che egli chiamò “focolari” perché ricchi di carbone
vegetale, alcuni dei quali attribuibili al Neolitico, ed una serie
di sepolture per lo più distribuite fra il 7° e il 6° “focolare”.
Numerosi materiali ceramici attribuibili alla Cultura della Ceramica Impressa furono raccolti principalmente nel 7° e 6° “focolare”. Fra questi anche un esemplare reintegrato di recipiente
profondo (fig. 8, n. 1) decorato con impressioni cardiali (Bernabò Brea, 1950b). Le datazioni disponibili indicherebbero che
la cavità fu insediata in due momenti ben distinti del Neolitico
Antico da parte di popolazioni in possesso della Cultura della
Ceramica Impressa (Tabella 1) che vi deposero almeno due individui le cui datazioni AMS ci riportano ai momenti più antichi di abitazione del Neolitico a Ceramica Impressa della cavità
(OxA-V-2365-31 e 50: Mannino et al., 2015).
Nella regione di Orco, lungo la parete occidentale del corso
de La Fiumara, non distante dal punto in cui il Rio dei Cornei vi
confluisce, si apre, come una fenditura del complesso miocenico del Nava, a circa 320 m di quota, la Caverna dei Pipistrelli o
Borzini (fig. 1, n. 16).
41
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P. Biagi e E. Starnini
Fig. 8. 1) disegno e fotografia del recipiente reintegrato con motivi
impressi strumentali dall'Arma dell'Aquila; 2) frammento di
scodella con decorazione impressa dalla Caverna delle Fate (scavi
Amerano, Museo di Genova-Pegli); 3) frammento con decorazione
impressa e incisa dalla Grotta di Bergeggi (scavi Modigliani o Rossi,
Museo di Genova-Pegli); 4) frammento di orlo con decorazione
impressa a sequenza dalla Caverna della Mandurea (scavi C. Tozzi
1964); 5) frammento di scodella con motivi impressi lineari dalla
caverna dell'Acqua o Fontana (Museo di Genova-Pegli); 6) due
frammenti di orlo di recipiente decorato con impressioni a sequenza
dalla Grotta Pollera (scavi S. Tiné); 7) frammento di parete di
recipiente profondo con impressioni a conchiglia dalla Grotta
Pollera (rimaneggiato scavi S. Tiné); 8 e 9) ricostruzione grafica
di due recipienti profondi con decorazioni impresse di vario tipo
dalla Caverna di S. Eusebio (Museo di Genova-Pegli) (disegni di P.
Biagi, fotografie di E. Starnini).
Gli scavi condotti dalla missione Spagnola e Italiana negli
anni 1953-1956 hanno confermato l'importanza della cavità
abitata, ed anche impiegata come area sepolcrale, durante diversi periodi del Neolitico (Delfino, 1981: 88). Dallo strato I e
II degli scavi degli anni Cinquanta provengono numerosi reperti
attribuibili alla Cultura della Ceramica Impressa fra cui reperti
ceramici con impressioni cardiali ed un frammento di anellone
in marmo bianco (Almagro et al., 1957).
Sull'Altipiano delle Mànie, lungo la parete occidentale di
una vallecola tributaria della Valle dei Ponci, si apre, a 220 m
di altezza, il Riparo di Pian del Ciliegio (Del Lucchese, 2009)
42
(fig. 1, n. 17). Le ricerche condotte nel 1992-1997 dalla Soprintendenza Archeologica della Liguria hanno dimostrato che
la cavità venne insediata principalmente in diversi periodi del
Neolitico Medio. I pochi frammenti ceramici caratteristici della Cultura della Ceramica Impressa rinvenuti sparsi all'interno
del deposito, in posizione secondaria, indicano che il riparo era
stato abitato anche nel Neolitico Antico (Del Lucchese e Scotti,
2009). Interessante da sottolineare che l'analisi archeometrica
di questi frammenti ha rivelato la presenza di un esemplare di
importazione dal territorio tosco-laziale (Capelli et al., 2009a,
2009b).
La Caverna delle Fate, lungo la parete orientale della Valle dei Ponci, a circa 100 m di altezza (fig. 1, n. 18), è nota
principalmente per le ricerche condotte nella seconda metà
dell'Ottocento nei depositi pleistocenici (Issel, 1908: 164-181),
durante le quali furono rinvenuti i resti di centinaia di individui
di Ursus spelaeus. Dal riempimento di superficie provengono
anche frammenti di ceramica neolitica alcuni dei quali attribuibili alla Cultura della Ceramica Impressa (fig. 8, n. 2) (Bernabò
Brea, 1947: 70).
L'unico insediamento all'aperto di questo aspetto sinora
rinvenuto nella Liguria di Ponente è quello di S. Sebastiano di
Perti, lungo il versante orientale della Val di Pora (Starnini e
Vicino, 1993; Capelli et al., 2006) (fig. 1, n. 19). I materiali
raccolti lungo una sezione esposta hanno rivelato la presenza di
un abitato con materiali ceramici attribuibili a svariati recipienti
della Cultura della Ceramica Impressa, fra i quali ne figurano
alcuni decorati con impressioni cardiali (fig. 9, nn. 6, 8-11). Le
tre datazioni AMS ottenute su cariossidi di frumento ed orzo
hanno fornito risultati omogenei e ricadono tutte in un arco di
tempo notevolmente limitato (da OxA-21359 a OxA-19734:
Tabella 1).
La sola stazione in grotta che non rientra nelle quattro regioni precedentemente descritte è quella del Capo di Bergeggi che
si apre al livello del mare alla base del promontorio stesso (fig.
1, n. 20). Da questa cavità provengono reperti neolitici ed anche
di epoche preistoriche più recenti. Fra quelli neolitici figura un
frammento d'orlo sotto il quale si trovano numerosi segmenti
lineari incisi, proveniente dalle ricerche condotte nell'Ottocento
(fig. 8, n. 3).
3. CONSIDERAZIONI
La Liguria è una regione dell'Italia settentrionale con caratteristiche territoriali peculiari e notevoli differenze geografiche e
morfologiche che distinguono nettamente la regione del Levante da quella del Ponente. Non è un caso che i due territori siano
separati dal Colle di Cadibona, che segna il punto in cui l'arco
alpino ha inizio e si chiude la catena appenninica. La sottile linea di costa Ligure funge come da cerniera tra la Provenza, ad
ovest, e la Toscana ad est, di fronte alla quale si trova la Corsica,
separata dal Mar Ligure (fig. 1).
Come accennato nell'introduzione, il territorio è pressoché
privo di aree pianeggianti che, nel Ponente, si limitano alla sola
Piana di Albenga. Nonostante molto sia stato scritto, pochissimo è noto della neolitizzazione della Liguria di Ponente mentre,
inaspettatamente, non sappiamo quasi nulla delle modalità di
questo processo nel Levante ligure che, in teoria, dovrebbe essere meglio documentato.
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La Cultura della Ceramica Impressa nella Liguria di Ponente: Distribuzione, cronologia e aspetti culturali
Fig. 9. S. Sebastiano di Perti: frammenti vascolari con decorazione impressa con motivi decorativi caratteristici strumentali (nn. 1, 2, 4, 5,
7), a sequenza (n. 3) e a conchiglia (nn. 6, 8-11) (fotografie di E. Starnini).
Di fatto le nostre conoscenze del Ponente sono limitate principalmente alle informazioni fornite da poche stazioni in grotta,
che si aprono in territori ben definiti e limitati da un punto di
vista geografico (Biagi e Nisbet, 1986), dalle quali gli scavi hanno posto in luce delle sequenze neolitiche che sono state solo
in alcuni casi radiodatate (Caverna delle Arene Candide, Arma
dell'Aquila, Grotta Pollera, Arma di Nasino). Le altre località
sono nel complesso poco utili per lo studio della neolitizzazione
della regione in quanto si tratta o di sequenze molto limitate in
grotta, sulle quali solo in alcuni casi sono state eseguite datazioni radiocarboniche (Grotta dell'Edera, Grotta di S. Eusebio,
Grotta Mandurea, Varé, Grotta del Pertusello, Arma dello Stefanin), oppure di rinvenimenti di frammenti ceramici isolati (si
vedano le altre località).
Di conseguenza le poche informazioni che conosciamo derivano da situazioni anomale da un punto di vista archeologico, oltre che poco facilmente controllabili da un punto di vista
stratigrafico e sedimentario, quali appunto sono le sequenze in
grotta (Schmid, 1969; Brush et al., 2010). Se a questo aggiungiamo che le uniche stazioni utilizzabili per uno studio dettagliato sono solamente le quattro sopraccitate, tre delle quali per
altro note da decenni (De Pascale, 2008), non è difficile concludere che le nostre conoscenze sull'argomento sono notevolmente carenti e non sono certo progredite di molto negli ultimi
trent'anni (Biagi, 1987).
Alle considerazioni di cui sopra va aggiunto che 1) solamente sette stazioni della Liguria di Ponente sono state sinora
radiodatate (Pearce, 2013: fig. 3.27), 2) molte delle datazioni
assolute sinora disponibili non sono state ottenute con il metodo dell'acceleratore spettrometro di massa (AMS), 3) che la
loro deviazione standard è in molti casi troppo alta per poter
costruire una sequenza dettagliata, 4) che spesso non sono stati
impiegati laboratori di ricerca, bensì commerciali, e 5) che quasi
tutti i risultati non derivano da progetti di ricerca sistematici
(Tabelle 1 e 2). Le uniche seriazioni attendibili, costruite grazie
a datazioni AMS in seguito a progetti di ricerca definiti, sono di
fatto quella dell'Arma dell'Aquila (Mannino et al., 2015) e del
sito all'aperto di S. Sebastiano di Perti (Starnini e Vicino, 1993;
Capelli et al., 2006), come è chiaramente visibile nella struttura
della curva di calibrazione presentata nella fig. 10.
Fig. 10. Plot di tutte le datazioni radiocarboniche, calibrate secondo
OxCal 4.2.4, disponibili per i siti della Cultura della Ceramica
Impressa della Liguria di Ponente, con l'indicazione dei possibili
periodi di occupazione delle diverse stazioni Arene Candide escluse
(disegno di P. Biagi).
43
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P. Biagi e E. Starnini
4. DISCUSSIONE
Il problema della neolitizzazione della Liguria di Ponente rientra nel quadro più generale della neolitizzazione del Mediterraneo centro-occidentale, e della Penisola Italiana in particolare
(Guilaine, 2003), che sappiamo aver avuto luogo in un periodo
di forti cambiamenti climatici (Weninger et al., 2006; Berger,
2009; Bernabeu et al., 2014), secondo modelli e velocità diseguali a seconda dei diversi territori, seguendo delle modalità
definite “aritmiche” (Berger e Guilaine, 2009; Guilaine, 2013).
Per quanto riguarda l'Italia, queste differenze sono documentate dalle informazioni raccolte principalmente negli insediamenti distribuiti lungo la costa Dalmata (Berger et al., 2014;
Forenbaher e Miracle, 2014; McClure et al., 2014) e la costa
Italiana dell'Adriatico (Biagi e Starnini, 1999; Biagi e Spataro,
2002; Spataro, 2002); mentre i dati a disposizione sono molto
più carenti per quella Tirrenica, principalmente a causa delle
nostre limitate conoscenze della distribuzione e della cronologia
delle stazioni del Neolitico Antico in buona parte del territorio
(Fugazzola Delpino, 2002). Le poche datazioni radiometriche
a disposizione per la Calabria (Ammerman, 1985: 59; Ammerman e Bonardi, 1985-1986; Tiné, 2009), sembrerebbero comunque indicare che il processo di neolitizzazione si realizzò in
tempi rapidi anche lungo la costa Tirrenica (Pearce, 2013: 84),
in contrasto con quanto noto per quella Adriatica occidentale.
Come si può notare nella descrizione delle località della Cultura della Ceramica Impressa della Liguria di Ponente, queste
sono rappresentate principalmente da stazioni all'interno di cavità, distribuite in territorio ristretto con caratteristiche morfologiche non comuni (fig. 1). In base alle datazioni radiometriche
disponibili, ottenute dalla sequenza della Caverna delle Arene
Candide (UB-2423) e della Grotta Pollera (MC-756) (Tabella 1
e 2), la neolitizzazione del territorio ebbe luogo intorno alla fine
dell'VIII, inizio del VII millennio BP. I risultati disponibili per
la Caverna delle Arene Candide mostrano chiaramente periodi
di interruzione di abitato durante il Neolitico Antico, in particolare fra il cluster 1 e 2 di date (Tabella 2); mentre quelle ottenute
dalle altre cavità sembrerebbero indicare che gli insediamenti
ebbero luogo in diversi periodi, forse anche con caratteristiche
di episodicità e complementarietà, talvolta anche dopo lunghi
intervalli all'interno dello stesso sito (fig. 10).
Per quanto riguarda l'inizio del periodo climatico Atlantico, i
reperti litici di superficie, raccolti principalmente lungo le pendici
e gli spartiacque dell'Appennino di Levante, fra i 750 e i 1600 m
di altezza (Franco, 2011: 274, 275), sono attribuibili al Mesolitico Castelnoviano esclusivamente in base alle loro caratteristiche tipologiche. Di conseguenza questi reperti non consentono
di formulare nessuna ipotesi circa la cronologia delle eventuali
stazioni degli ultimi cacciatori-raccoglitori nel territorio. Nulla è
noto della loro periodizzazione e la mancanza di ricerche degli
ultimi trent'anni non ha contribuito al rinvenimento di nuovi siti
rispetto agli 11 già noti negli anni Ottanta (Baffico et al., 1983;
Biagi e Maggi, 1983; Biagi, 1991: figg. 2 e 3).
L'ipotesi formulata a suo tempo circa la presenza di insediamenti castelnoviani neoliticizzati nella Liguria di Levante
(Binder e Maggi, 2001: fig. 1) da una parte non trova riscontri
nei ritrovamenti degli ultimi anni, e dall'altra non contribuisce
all'interpretazione degli eventi in seguito ai quali il processo di
neolitizzazione si sarebbe affermato (Rowley-Conwy, 2001). In
effetti le poche strutture sinora note, attribuite alle più antiche po44
polazioni neolitiche pedeappenniniche della Toscana nord-occidentale, sono radiodatate fra 6680±80 BP (Rome-548) e 6160±65
BP (Rome-427) (Tozzi e Zamagni, 2000: 65).
Inoltre, nel quadro descritto, tuttora incerto e povero di ritrovamenti, la definizione di una “facies della Pianaccia di Suvero” (dal sito eponimo nello Spezzino: Ferrari e Steffè, 2006: 88),
nella quale sono stati fatti convergere materiali litici e ceramici
eterogenei di difficile interpretazione, non è ad oggi supportata
da ritrovamenti in contesti convincenti. Da sottolineare che dal
sito eponimo scavi recenti hanno solo restituito aspetti dell'età
del Rame (Maggi, 1984a; Maggi et al., 1987), mentre i reperti
ceramici e litici sui quali è stata definita la suddetta “facies” sono
esclusivamente frutto di una raccolta di superficie, in parte tuttora
inedita, condotta da appassionati locali nel corso di un decennio
(Maggi, 1979-1980: 172-173, fig. 4; Maggi, 1984b: 47).
Ancora più recenti sono le datazioni AMS ottenute
dall'insediamento con ceramiche anche impresse scavato recentemente a Cala Giovanna Piano, nell'Isola di Pianosa, comprese
fra 6222±60 BP (LTL-1468a) e 5680±40 BP (GrA-13474) (Colombo e Tozzi, 2007: 77). Questi ultimi dati non contribuiscono
certo all'interpretazione del problema della neolitizzazione della
Liguria, anche di Ponente, della provenienza dei primi abitanti
del Finalese e della loro origine, nel quadro delle nostre conoscenze del Neolitico più antico del Mediterraneo nordoccidentale.
5. CONCLUSIONI
Come accennato precedentemente, durante il Neolitico Antico
la Liguria si trova al centro di un territorio interessato da un
aspetto culturale recentemente definito dagli studiosi francesi
Impresso-Cardiale (Binder e Sénépart 2010: 149), in base alle
caratteristiche degli stili ornamentali che decorano alcune dei
prodotti vascolari. Una proposta di periodizzazione di questa
fase era stata avanzata da Binder e Maggi (2001) che avevano
distinto un “Neolitico antico 1”, con motivi decorativi prevalentemente eseguiti con punzoni o impressioni “a sequenza” o
a “sillons d'impressions”, definito anche “Ligurien” (Roudil,
1990), riconosciuto, nella Francia sudorientale, fino all'Herault
e la Linguadoca (Roudil e Soulier, 1983; Manen, 2000; Manen
e Guilaine, 2007), e un “Neolitico antico 2”. Quest'ultimo complesso coinciderebbe con il Cardiale propriamente detto, caratterizzato da ceramiche decorate con impressioni eseguite col
margine di conchiglie marine (Nonza, 2000), che è attestato,
oltre che nell'arco liguro-provenzale, in un areale molto vasto
del Mediterraneo centro-occidentale.
La proposta di cui sopra è stata avanzata sulla base di recenti
scavi eseguiti in due siti con serie stratigrafiche che presenterebbero questi aspetti in successione: il Riparo di Pendimoun nelle
Alpi Marittime (Binder et al., 1993) e la Caverna delle Arene
Candide in Liguria (Binder e Maggi, 2001).
In quest'ultima grotta, gli scavi recenti condotti su lembi residui di deposito, lasciati intatti da precedenti ricerche, sembrano
aver dimostrato l'anteriorità dell'aspetto ceramico con decorazione ad impressioni strumentali organizzate in riquadri alternati
sulle superfici dei recipienti (fig. 5). A questo stile decorativo seguirebbe un aspetto con ceramiche impresse decorate con motivi
a fasce oblique ottenuti con il bordo della conchiglia (fig. 6, nn.
1-3). Gli scavi in oggetto, i cui risultati non sono stati ancora pubblicati in maniera esaustiva, sembrerebbero aver intercettato una
[page-n-52]
La Cultura della Ceramica Impressa nella Liguria di Ponente: Distribuzione, cronologia e aspetti culturali
parte di stratigrafia che, seppur limitata in estensione, conserverebbe due strati (9b e 10: Binder e Maggi, 2001: 417, fig. 4) con
materiali ceramici distinguibili stilisticamente, contrariamente a
quanto invece era emerso dallo studio della dispersione dei materiali degli scavi precedenti. In questo secondo caso, infatti, la
ricomposizione dei recipienti, eseguita su frammenti provenienti
da tutti i livelli della Cultura della Ceramica Impressa, e anche dai
diversi scavi del secolo scorso, ha dimostrato una dispersione sia
in orizzontale, sia in verticale dei reperti ceramici nella stratigrafia, con conseguente difficoltà di provare in modo inequivocabile la presenza di (due) frequentazioni distinte (Maggi e Starnini,
1997; Del Lucchese e Starnini, 2006-2007). È importante sottolineare, a questo proposito, che l'ultima data AMS (OxA-23072)
ottenuta da questa serie su di una cariosside di Triticum dicoccum raccolta nello strato 10, il più basso, ha restituito un risultato
coevo all'occupazione di S. Sebastiano di Perti (vedi Tabella 1).
Tuttavia, in attesa della pubblicazione completa dei dati raccolti negli ultimi scavi, la situazione del Neolitico Antico osservata delle Arene Candide sembra meglio riflettere un palinsesto di
frequentazioni difficilmente riconoscibili stratigraficamente, con
materiali fittili che rispecchiano una pluralità di stili decorativi
che, in generale, spaziano in un arco geografico molto ampio cha
va, da est, dalla Toscana nordoccidentale, ad ovest, all'Herault
(Manen, 2007: fig. 89).
Come è già stato sottolineato in un precedente lavoro (Capelli et al., 2011), la presenza di ceramiche impresse importate
in alcuni siti liguri (fig. 11), e le similitudini stringenti con la
Cultura della Ceramica Impressa di facies centro e nord tirrenica, riscontrate sia a livello stilistico (forme, decorazioni) nella
produzione fittile (fig. 12), sia negli altri aspetti della cultura
materiale, possono essere giustificate dai contatti diretti intercorsi tra le popolazioni dei siti costieri di questa parte del Mediterraneo (Negrino e Starnini, 2003; Manen et al., 2006; Manen, 2007: 163) che, come documentato, oltre a rocce silicee,
ossidiana sarda e di Palmarola e oggetti in “rocce verdi” liguri,
scambiavano forse anche beni deperibili contenuti in recipienti
ceramici (Tozzi, 2007).
Fig. 11. Arma di Nasino: frammento di recipiente profondo di
grandi dimensioni, ansato e cordonato (scavi M. Leale Anfossi, Inv.
n. 1836) con impasto contenente elementi ofiolitici, di produzione
non locale, importato da settori produttivi della Liguria orientale,
o della Toscana, o della Corsica (vedi Capelli et al., 2011: 21, 22).
Osservando il movimento delle correnti marine, si può peraltro notare come la rotta da sud-est verso nord-ovest, proposta
dalla provenienza delle ceramiche di importazione individuate
in Liguria, possa essere stata favorita dalla prevalente circolazione in senso antiorario delle correnti superficiali nel settore
alto tirrenico (Stocchino e Testoni, 1976: fig. 2; Pennacchioni,
1998: fig. 1; Pinardi e Masetti, 2000; Brandaglia, 2002: 423;
Capotondi, 2004: fig. 1).
Fig. 12. Frammenti con decorazione impressa a conchiglia associata
a impressioni puntiformi, organizzate in bande alternate: 1) dal sito
La Scola sull'Isola di Pianosa nell'arcipelago Toscano (da Ducci
et. al., 2000: fig. 4, n.1); 2) dalla Caverna delle Arene Candide,
collezioni ottocentesche (da Bernabò Brea, 1946: Tav. XXXIII, n.
17); 3) dalla Caverna delle Arene Candide, scavi S. Tiné, strato 15
(da Del Lucchese e Starnini, 2006-2007: fig. 4, n. 7).
45
[page-n-53]
P. Biagi e E. Starnini
D'altra parte è stato fatto osservare come il mantenimento
di contatti attraverso la navigazione fosse importante per la costruzione di legami sociali e identità culturali tra le popolazioni
del Neolitico Mediterraneo, e come scarsa attenzione sia stata
posta finora allo studio della circolazione via mare durante la
preistoria (Farr, 2006), principalmente nel Mediterraneo Occidentale (Zilhão, 2014). La complessità generale dei problemi
trattati in questo lavoro è già stata discussa alcuni anni fa in
molti dei suoi suoi aspetti più rilevanti (Guilaine, 2002: 47-49).
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49
[page-n-57]
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Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 51-60.
Dispersiones humanas y culturales durante
la Transición Neolítica: Sistemas Complejos y Prehistoria
Joan BeRnaBeu auBán
reSumen
En este texto se explora la complementariedad y la utilidad de la Teoría Evolutiva y de los Sistemas Complejos Adaptativos
en su aplicación a la Arqueología. Si bien la primera de las aproximaciones goza de una más extensa tradición en nuestra
disciplina, la aplicación de los conceptos y métodos basados en la(s) Teoría(s) de la Complejidad son mucho más recientes.
En este contexto el desarrollo del modelado computacional, generalmente, aunque no sólo, de modelos de agentes, constituye
una herramienta eficaz para evaluar hipótesis sobre cambios a largo plazo que afectan a las sociedades humanas. A partir de
dos ejemplos relacionados con el Neolítico, se exploran las características de estos nuevos conceptos y métodos incidiendo
de forma especial en la problemática que para su correcta utilización entraña la comprensión de qué es y cómo se forma el
registro arqueológico.
PalabraS claVe:
Neolítico, Sistemas Complejos Adaptativos, Teoría Evolutiva, Modelado Computacional.
abSTracT
Human and cultural dispersions during the Neolithic Transition: Complex Systems and Prehistory. This text explores how the
complementarity and usefulness of Evolutionary Theory and Complex Adaptive Systems in its application to the archeology.
While the first of these approaches has a longer tradition in our discipline, the application of the concepts and methods based
on (s) Theory (s) of complexity are much more recent. In this context the development of computational modeling, generally,
but not exclusively, Agent Based Models, is an effective way to test hypotheses about long-term changes affecting human
societies tool. From two examples related to the Neolithic, the characteristics of these new concepts and methods are explored,
focusing specially on the problem that for its use entails understanding what is and how the archaeological record is formed.
keywordS:
Neolithic, Complex Adaptive Systems, Evolutionary Theory, Computational Modeling.
Corría el año 1976. Me encontraba a mitad de mis estudios
de licenciatura, con intención de profundizar en algún campo
relacionado con la Arqueología, pero aún no tenía claramente
decidido hacia donde dirigiría mis pasos, más allá de una vaga
preferencia por el mundo antiguo. Al final la decisión no fue
sólo mía. Vino de la mano de mi participación, por vez primera,
en una excavación arqueológica. A través de mis compañeros,
acudí a Bernat Martí, que por aquel entonces había retomado
las excavaciones en la Cova de l'Or, para preguntar por la posibilidad de asistir a la campaña de excavación de ese verano. La
experiencia que a la postre resultó de su respuesta afirmativa,
terminó por transformar mis inquietudes.
Mi interés por la Prehistoria Reciente y, más en concreto
por el Neolítico, es claramente deudora de aquellas ya lejanas
experiencias. Por eso, cuando desde el Museo de Prehistoria de
Valencia me propusieron participar en un volumen de homenaje
a Bernat Martí, con ocasión de su jubilación, no lo dudé un sólo
instante. La decisión sobre el tema a tratar fue algo más costosa.
Me parecía claro que este debería versar sobre el Neolítico; lo
que no resultaba tan evidente era sobre qué aspectos del Neolítico debería centrar mi atención.
Vistas en perspectiva, las casi cuatro décadas transcurridas
desde que de la mano de Bernat Martí entré en contacto con la
arqueología del Neolítico, han supuesto gran cantidad de cambios tanto empíricos como teóricos. No es mi intención relatar
ahora, siquiera sea brevemente, la historia de tales cambios.
Creo más interesante centrar esta aportación en algunos aspectos recientes que, al menos desde mi punto de vista, implican
una mayor capacidad de entender la forma en cómo podemos
analizar y comprender mejor el registro arqueológico. Para ello
utilizaré algunos de los viejos problemas y, otros nuevos, referidos al Neolítico.
Generalmente se admite que los datos arqueológicos sugieren dos vías geográficas primarias utilizadas para la expansión
de la agricultura en Europa: a través del corredor del río Danubio y alrededor del litoral mediterráneo. Aunque hasta la fecha
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J. Bernabeu Aubán
la mayoría de los esfuerzos en la modelización se ha centrado en
el corredor danubiano, recientes avances parecen mostrar paralelismos interesantes entre ambas regiones, incluyendo:
a) Una expansión rápida pero discontinua dejando grandes
áreas desocupadas por los agricultores, al menos en los momentos iniciales.
b) Una distribución posterior amplia de los complejos neolíticos –el LBK en la Europa Central y el Impreso-Cardial en el
Mediterráneo– y pocas centurias después una marcada fragmentación de estos patrones culturales.
¿Pueden estos procesos aparentemente paralelos en ambas
áreas relacionarse con las fluctuaciones demográficas (incluyendo migraciones), cambios climáticos globales, problemas de
transmisión cultural o fragmentaciones de las redes sociales? Y
lo que es más importante, ¿cómo podemos identificar de manera
fiable estos fenómenos en el registro arqueológico de manera
que pueda evaluarse entre modelos alternativos de dinámicas
sociales relevantes?
La respuesta pasa no sólo por disponer de más información, sino también por comprender qué representa y cómo esta
constituido el registro arqueológico, y, paralelamente, desarrollar otras formas de enfocar las dinámicas del cambio social.
Los nuevos enfoques relacionados con los Sistemas Complejos y la teoría Evolutiva pueden, en mi opinión, ayudarnos en
este propósito.
1. SISTEMAS COMPLEJOS, EVOLUCIÓN
Y ARQUEOLOGIA
Antes que nada debe subrayarse que no existe equivalencia entre el concepto “sociedad compleja”, utilizado generalmente en
las ciencias sociales y más específicamente en Arqueología, y
el más general de “sistema complejo”; de hecho la más simple
de las sociedades humanas se considera un sistema complejo.
Los Sistemas Complejos Adaptativos (CAS, de sus siglas
en inglés), representan sistemas dinámicos caracterizados por
la transmisión y procesamiento de información que les permite
adaptarse a los cambios motivados por circunstancias externas
e internas. Aunque las aproximaciones basadas en los Sistemas Complejos aún no se contemplan conjuntamente bajo un
marco teórico sólido, se han identificado importantes propiedades de organización y comportamiento a través de diferentes
fenómenos. Algunas de éstas son particularmente interesantes
cuando se aplican a las ciencias sociales y, por tanto, también
a la Arqueología.
Los CAS son sistemas abiertos. Necesitan capturar energía
para mantener su estructura y orden, es decir, para reproducirse
como tales. Por ejemplo, el ser humano necesita capturar energía para subsistir, y lo hace a través del agua, la comida y el
aire. En la sociedad, por ejemplo, este papel puede ser interpretado por la información, la forma cómo se genera y distribuye,
afectando a las formas como esta se organiza. Por esta razón
el procesamiento de la información es un requisito importante
para que cualquier grupo social pueda reproducirse.
Los CAS están formados por multitud de componentes (células en un organismo, neuronas en el cerebro, individuos en
una sociedad) que se organizan en una jerarquía de grupos superpuestos de profundidad variable. Cuanto más complejo es un
sistema, mayor cantidad de niveles organizativos superpuestos.
52
En términos sociales, por ejemplo, puede tratarse de familias
dentro de bandas de forrajeadores, dentro de metapoblaciones
regionales; o artesanos, dentro de gremios, dentro de ciudades
organizadas en estados. Esta clase de organización resulta de la
forma en que estos sistemas crecen: los componentes de más
bajo nivel se reúnen en subgrupos y estos, a su vez, en grupos
de alcance cada vez mayor. Esta característica permite explicar
la trayectoria evolutiva, de lo simple a lo complejo, repetidamente observada en diversos trabajos arqueológicos (y de otras
disciplinas) y que podríamos denominar como progresivismo
evolutivo (p.e. Rosenwig, 2000: 4).
Una implicación de este proceso es que los subsistemas
que lo componen están conectados entre sí a su mismo nivel,
más que al de sus componentes. Por ejemplo, en un estado
tributario forma parte de un imperio territorial, alianza que se
expresa a través de la relación entre los jefes de tal estado y
del imperio del que forma parte y no a través de las relaciones
personales de cada miembro del estado tributario con el “emperador”. Un corolario interesante que deriva de esta característica es que los subsistemas pueden seguir desarrollando sus
funciones aunque el sistema (imperio en el caso anterior) se
fragmente o colapse, dando lugar a distintas entidades territoriales independientes. Por ejemplo, las córneas o los corazones humanos, pueden trasplantarse y seguir desarrollando
sus funciones. Esta propiedad, denominada Descomposición
Cercana, significa que los sistemas complejos tienden a fragmentarse en sentido inverso a como se han formado. Como
sistemas complejos, podemos esperar que las sociedades humanas se comporten de modo similar.
En los CAS, las relaciones entre sus componentes son tan o
más importantes que sus características de manera que podría
decirse que son aquellas las que determinan el comportamiento del sistema en su conjunto. Las interacciones entre individuos y grupos en las sociedades humanas pueden representarse como redes, en las que los agentes sociales serían los nodos,
y las conexiones entre nodos (aristas en la terminología propia
del análisis de redes) representarían las interacciones (Wasserman y Faust, 1994). Esto permite la aplicación de un buen
número de herramientas y modelos matemáticos desarrollados
en este campo (Newman, 2010) para comprender la dinámica
evolutiva de las redes sociales, cuyo impacto no ha pasado
desapercibido en nuestra disciplina (Knaped, 2010; Mills et
al., 2013; Brughmans, 2012).
Una de las características clave de los CAS es que la relación entre sus componentes es dinámica, y resulta capaz de
transmitir información sobre el estado del sistema a partir de
interacciones mayoritariamente locales. Suele decirse que el
carácter de la relaciones entre sus componentes es tan o más
importante que la naturaleza de los mismos para comprender el
comportamiento general de CAS. Es decir, que las Dinámicas
propias de estos sistemas son no Lineales. Como consecuencia, la dirección y la escala de los cambios del sistema no son
directamente proporcionales a las propias del fenómeno (o fenómenos) que las causan. O sea, las mismas causas no provocan los mismos efectos, y su corolario: idénticos efectos pueden
obedecer a causas distintas. Este aspecto es consecuencia de la
conocida como “sensibilidad” a las condiciones iniciales que,
desde una perspectiva de la Historia, significa reconocer la incidencia de la coyuntura histórica en la trayectoria posterior de las
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Dispersiones humanas y culturales durante la Transición Neolítica: Sistemas Complejos y Prehistoria
sociedades humanas. En términos de CAS, pequeñas diferencias en las condiciones iniciales pueden derivar en trayectorias
divergentes con el paso del tiempo.
Esta causalidad no lineal hace difícil predecir los cambios
del sistema en base de las propiedades de sus componentes. Lo
que nos lleva a otra de las características de estos sistemas: la
Emergencia, esto es, la propiedad que tienen estos sistema de
exhibir comportamientos que no están contenidos en ninguna
de sus partes componentes. Por ejemplo, los atascos de tráfico pueden verse como una propiedad emergente de un sistema
formado por coches, conductores y vías de comunicación, así
como sus interacciones.
¿Cómo pueden estos conceptos ayudarnos en la resolución
de los problemas de la arqueología? La respuesta, en mi opinión, depende de si somos también capaces de comprender la
naturaleza del registro arqueológico y desarrollar metodologías
adecuadas para utilizarlo en la verificación de hipótesis. A pesar
de su potencial como marco adecuado para la explicación de
los procesos de cambio a largo plazo, como los propios de la
Arqueología, la aplicación de una perspectiva CAS a la arqueología entraña ciertas dificultades y, desde luego, supone un reto
evidente. Un enfoque tipo CAS supone centrar nuestra atención
en dinámicas como el flujo de información, la toma de decisiones, las interacciones que se realizan a diferentes escalas organizativas, así como las dinámicas mediante las cuales los agentes
interactúan entre sí dando lugar a la formación de comportamientos sistémicos emergentes, que son los que generalmente
nos interesa explicar.
Sin embargo, no tenemos modo de observar estas dinámicas
en el registro arqueológico. Debemos reconocer que éste, a la
postre, constituye un conjunto, a veces desorganizado, de elementos materiales, estático, fragmentario y acumulativo (p.e.,
consecuencia de la acción continuada de diversos agentes durante períodos más o menos largos de tiempo). Los patrones
significativos que podemos observar en él constituyen las consecuencias materiales indirectas de tales dinámicas, pero no las
dinámicas (agencia, emergencia) en sí mismas (Barton, 2012).
La pregunta entonces es: ¿cómo podemos reconocer y explicar cadenas causales no-lineales que derivan de la actuación de
individuos y los grupos entre sí y con el medio biofísico? Necesitamos algún modo de hacer operativos los conceptos CAS en
su aplicación a la Arqueología, de manera que podamos reconocer sus efectos en el registro aunque no podamos observarlos
directamente, esto es, ¿qué elementos del registro arqueológico
constituyen indicadores adecuados de las dinámicas evolutivas
humanas que se quieren analizar?
Aunque existen algunas propuestas preliminares y tentativas en este sentido (Bernabeu et al., 2012), debemos reconocer
que todo ello requiere de una teoría robusta sobre los motores
de estas dinámicas y desde luego de nuevas formas de praxis
arqueológica.
Respecto a la praxis arqueológica, sería conveniente desplazar nuestro enfoque desde la reconstrucción inductiva en la que
ahora nos movemos, hacia formas de evaluar sistemáticamente
hipótesis. Ciertamente, no podemos realizar experimentos a la
manera en que lo hacen otras disciplinas; sin embargo, el modelado computacional puede ofrecer una vía para representar
la forma en que los CAS funcionan y se modifican (Mitchell,
2009). Básicamente se trata de desarrollar (poner a punto) “la-
boratorios virtuales” en los cuales generar resultados, a partir
de hipótesis previas, que después habrán de evaluarse frente al
registro arqueológico.
El modelado computacional envuelve la generación de
múltiples entidades discretas (o agentes), imbuidas de un conjunto de reglas algorítmicas mediante las cuales percibe y filtra
su medio, procesa la información y realiza acciones en base
a tal información. Estas entidades operan e interactúan en un
mundo virtual, aunque en ocasiones representa al mundo real,
y pueden tomar formas diversas: las celdas de un tablero en un
modelo de Autómatas Celulares; nodos y aristas en una Red
Dinámica o agentes en un Modelo Basado en Agentes (Gilbert
y Troitzsch, 2005).
En el contexto de los sistemas complejos adaptativos la simulación computacional posibilita realizar inferencias sobre los
aspectos ausentes del registro arqueológico. La Teoría de la evolución tiene un papel principal ya que permite dotar a los agentes de reglas de comportamiento generando escenarios (p.e.,
registros arqueológicos) alternativos (Miller y Page, 2007: 180).
Debe quedar claro que el objetivo no es reconstruir sociedades del pasado, sino más bien construir entornos virtuales en
los cuales el investigador puede modificar sistemáticamente las
condiciones y variables que se supone influyen en ciertas dinámicas; de este modo se genera un abanico de resultados posibles
y controlados que son los que, finalmente, se comprarán con el
registro arqueológico.
Un par de ejemplos pueden ayudarnos a comprender cómo
se desarrolla este proceso. El primero presenta el problema de
los ciclos de auge y caída, de expansión y fragmentación cultural que han generado un reciente interés en la bibliografía. En
el mismo me limito a presentar cómo un enfoque basado en los
anteriores presupuestos se enfrenta a este problema. El segundo
sí presenta un modelo, elaborado a partir de los autómatas celulares, para tratar de explicar el clásico problema de cómo se
produjo la expansión del Neolítico.
2. AUGE Y CAÍDA DEL MUNDO CARDIAL
Desde que Bocquet-Appel (2002) desarrollara el concepto de
Transición Demográfica Neolítica (TDN), diferentes aproximaciones han tratado de describir y explicar la dinámica evolutiva
del primer Neolítico como un ciclo de auge y caída, que no es
tan sólo demográfico. Diversos autores, utilizando las fechas C14
como una especie de indicador demográfico, identifican un patrón consistente en un rápido auge demográfico coincidente con
la aparición del primer Neolítico, seguido, unas centurias después, por un igualmente rápido descenso en diferentes regiones
europeas (Shennan et al., 2013), incluyendo la península Ibérica
(Bernabeu et al., 2014; Balsera et al., 2015).
Curiosamente este fenómeno parece correlacionarse con el
desarrollo inicial de entidades arqueológicas –culturas– extensas (LBK, impreso-cardial), seguido de una posterior fragmentación que coincidiría con el final del Neolítico antiguo y con el
descenso demográfico antes citado. Todo ello sugiere la existencia de redes extensas de interacción dentro de las cuales la
información y los objetos fluyen afectando a grandes áreas con
diferentes escalas e intensidad y, coincidiendo con el declive,
alguna clase de fragmentación de estas redes de interacción social, afectando al flujo de información previamente establecido.
53
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J. Bernabeu Aubán
Se han aducido tanto causas internas –un crecimiento rápido
que llevó a la población cerca del umbral económicamente sostenible (Shennan et al., 2013)–, como externas –específicamente cambios climáticos globales cuyo efecto sería similar (Groneborn, 2010)– para explicar este patrón. Sin embargo, tal y como
se ha señalado en otras ocasiones (Bernabeu et al., 2014), las
consecuencias de estos factores para las sociedades humanas
son variables local y regionalmente. Esta variación se debe, por
ejemplo, a la diversa importancia de los factores bióticos y del
comportamiento humano; y como ambos aspectos son históricamente contingentes, resultaría sorprendente encontrar los mismos efectos en todas partes como consecuencia de eventos climáticos globales; o el aumento de la densidad demográfica y sus
efectos sobre los recursos. Asumiendo esto, parece claro que lo
que necesitaríamos es no sólo un mayor y mejor registro (como
es común advertir en la mayoría de los trabajos arqueológicos),
sino también una forma de comprender cómo dinámicas locales
distintas pueden resultar en patrones globales de cambio, justamente los que queremos explicar. Y es justamente este aspecto
el que nos puede permitir profundizar en la comprensión de los
fenómenos causales que se encuentran detrás de estos “ciclos”,
a través de la dinámica de redes.
En dos trabajos recientes, uno de ellos aún inédito, varios
autores nos preguntábamos acerca de la existencia de estos
ciclos y las razones (causas) que podrían explicarlo. Tras comprobar que si bien a escala peninsular, existía cierta coincidencia entre el evento climático 7.1 ka cal BP (relacionable con el
IRD 5b), y una caída en las curvas de datación radiocarbónica,
enfocando este mismo aspecto región a región se evidenciaba
cierta diversidad de situaciones reflejo de que, como suponíamos, las consecuencias de tal evento climático global eran regionalmente diversas.
Como alternativa, se decidió examinar los efectos de la interacción entre los sistemas agrícolas y el territorio circundante durante generaciones. Utilizando los resultados del proyecto
MEDLAND (Barton et al., 2012), diseñado para reproducir
estos efectos sobre simulaciones computacionales en ambientes mediterráneos. Sus resultados sugerían que cierta clase de
prácticas agrícolas tuvieron un efecto expansivo sobre pequeñas comunidades, pero a medida que estas crecían traspasando
ciertos límites localmente determinados, las consecuencias de
estas mismas prácticas cambiaban, creando un desequilibrio
que finalmente afectaba negativamente a su territorio de producción agrícola.
La pregunta es: ¿cómo pudieron estos procesos ser responsables de los cambios descritos a nivel del sistema?, y, en caso
afirmativo, ¿cómo podemos evaluarlos? La repuesta a la primera cuestión descansa en las estrategias implementadas por
las comunidades locales, descubiertas por el modelo: reducción del tamaño de los grupos, vía fisión y migración o, lo que
no resulta tan evidente a primera vista, aumentando el área dedicada al pastoreo en relación con la agricultura. Nada impide,
por otra parte, que se intentaran ambas estrategias a un tiempo.
En cualquier caso, estas estrategias implicaron cambios locales que afectaron a la ubicación y/o desaparición de sitios. En
términos de Redes: las respuestas implicaron la modificación/
desaparición de ciertos nodos, afectando al flujo de información a través del sistema y, en consecuencia, modificando el
sistema a escala global.
54
Para evaluar esta hipótesis se necesita actuar en un doble
sentido. Primero, comprobando si existen indicadores arqueológicos que sugieran la presencia de nuevas estrategias económicas que impliquen un mayor peso de las actividades ganaderas;
o la desaparición de sitios ocupados, junto a la ocupación de
nuevas zonas; y, en segundo lugar, la reconstrucción de las redes
de interacción social de manera que puedan generarse diversos
escenarios de distribución de patrones de cultura material comparables con los observables en el registro. El primer aspecto
parece que encuentra cierto soporte en el registro (Bernabeu et
al., en prensa); el segundo necesita de la implementación de un
modelo y la recogida de información clave (otra vez indicadores
arqueológicos) sobre diversos aspectos de cultura material en
los que se esta trabajando en estos momentos.
3. LA EXPASIÓN DEL NEOLÍTICO. ESPACIO,
TIEMPO Y CULTURA
Probablemente, el problema de la expansión del Neolítico en
Europa ha sido y es uno de los asuntos que mas literatura arqueológica ha generado. En la actualidad, suele admitirse que
la agricultura y la ganadería se introducen en el continente a
partir del próximo oriente. Consecuentemente, su expansión
implicó la distribución espacial y temporal de las nuevas especies, de nuevas tecnologías y prácticas sociales. Sin embargo,
todavía existe debate en torno a los mecanismos concretos que
motivaron dicho proceso. ¿Fue consecuencia de los movimientos migratorios correspondientes a los grupos de agricultores,
mezclándose o no con los grupos mesolíticos allí donde existieron?, ¿o más bien fue la transmisión de la información, de los
materiales y de las tecnologías apropiadas para su utilización las
que se desplazaron y propiciaron la formación de las primeras
culturas neolíticas? (difusión démica vs. difusión cultural).
La aproximación más conocida a este problema fue la propuesta por Ammerman y Cavalli-Sforza (1984). Esta trataba
de explicar el gradiente cronológico observado en sentido
SE-NW utilizando una versión de las ecuaciones de reaccióndifusión propuesta originariamente por Fisher. Con posterioridad, utilizando bases de datos de radiocarbono cada vez
más amplias, este gradiente ha sido comprobado en repetidas
ocasiones. Sin embargo, la relación lineal entre cronología y
distancia al centro originario que se encuentra detrás de este
gradiente, dejaba cierta parte de la variación sin explicar, lo
que sugería que el proceso de dispersión pudo ser regionalmente heterogéneo, dejando abierta la posibilidad de que el
patrón global observado fuera el resultado de una expansión
démica, cultural o, más probablemente, una mezcla regionalmente variable de ambas.
Paralelamente, se han propuesto diversos modelos narrativos (no formales) que tratan, justamente, de dar cuenta de la
variabilidad inexplicada por el modelo de “Ola de Avance”. Estos modelos necesitaban movilizar otras variables, además del
espacio y el tiempo, para poder ser evaluados. Por ejemplo:
- La interacción entre diferentes grupos (mesolíticos/
neolíticos), dando lugar a hibridaciones o transferencias que se
proponen en algunos modelos (Arrítmico, Dual, Disponibilidad),
necesita movilizar variables de cultura material para evaluar el
efecto de tal interacción en los patrones de variabilidad cultural
resultantes.
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Dispersiones humanas y culturales durante la Transición Neolítica: Sistemas Complejos y Prehistoria
- Por otra parte, si, como se asume generalmente, la expansión se debió fundamentalmente a un proceso démico, deberíamos asumir que tal proceso necesariamente tuvo algún efecto
en la variabilidad cultural en el espacio y en el tiempo, como resultado, por ejemplo, de la hipótesis del Autoestopista: “Demic
flow raises the possibility that cultural, genetic and linguistic
traits with no intrinsic advantage may ‘hitchhike', i.e., spread
with the advancing farmers” (Ackland et al., 2007: 8714). Es
decir, cualquier rasgo preexistente junto con el ventajoso puede
ser transportado junto con la difusión de éste con independencia
de su valor intrínseco.
La hipótesis del “autoestopista” es un préstamo tomado de
la genética donde se trata de explicar la difusión de un carácter
neutro en una población como consecuencia de su “asociación”
con otro ventajoso. En la sugerencia expresada por Ackland y
colaboradores, ambos caracteres son culturales aunque de naturaleza distinta: el papel del gen ventajoso estaría representado
por la agricultura y ganadería; mientras que el carácter neutro
podría ser la lengua o, lo que puede ser más interesante para
nosotros, el sistema decorativo de la cerámica.
Ambos procesos (autoestop cultural, interacción e hibridaciones Mesolítico-Neolítico) afectan, evidentemente, a los patrones de variabilidad espacio-temporal de los ítems culturales.
Y, por tanto, necesitan movilizar variables relativas a la cultura
material para ser evaluados. Desde una perspectiva evolucionista, los patrones espaciales de la “cultura” pueden explicarse
como consecuencia de procesos de trasmisión vertical u horizontal o, quizás, como una mezcla de ambos procesos. Esto no
es sorprendente, dado que ambos procesos están influenciados
por distintos factores, cada uno de los cuales puede generar resultados diferentes en el registro. Por ejemplo, la tasa de mutación o las preferencias de interacción entre individuos y grupos.
Pero además, como se ha puesto de manifiesto recientemente (p.e. Crema et al., 2014) no resulta fácil decidir, en base
al análisis empírico solamente, qué factores determinaron la
variabilidad real observada. Nos encontramos, por tanto, ante
problemas similares: ¿de qué procesos son resultado los patrones espacio-temporales observables en el registro arqueológico del primer Neolítico? Si el simple análisis empírico no
proporciona respuesta fiable, ¿cómo podemos aproximarnos a
estos problemas?
En los dos ejemplos citados más arriba, ¿qué factores intervienen en la conformación del patrón espacio-temporal relativo
a la aparición del Neolítico y a su variabilidad cultural?; por
ejemplo, ¿puede producir un movimiento tipo “ola de avance”
una distribución de la ocupación neolítica similar a la observable?; o ¿reproduce mejor el resultado un movimiento a saltos?;
y sobre todo, ¿cómo podemos saberlo? Una forma de proceder
a contrastar estos supuestos es simplemente obtener registros
arqueológicos “virtuales” a partir de parámetros conocidos. Es
decir, simular resultados controlando las variables que intervienen en los mismos.
Algunos trabajos ya han explorado el potencial de estas
nuevas herramientas. Parisi y colaboradores (2009), utilizando
un modelo basado en los Autómatas celulares, han intentado
reconstruir la variabilidad cultural resultante de una expansión
démica, de acuerdo a ciertas reglas de transmisión. Su comparación con la variabilidad lingüística no parece ser una opción
adecuada, dado que ésta nos es desconocida, excepto en tiempos
demasiado recientes. Este último aspecto ejemplifica la clase de
problemas a los que se enfrenta la nueva metodología: encontrar
indicadores arqueológicos adecuados y, además, controlar el
tiempo, de manera que los resultados virtuales sean comprables
con los reales en tiempo similar.
Más recientemente se han tratado estos problemas en dos
trabajos distintos. En uno (Bernabeu et al., 2015) el objetivo
era abordar los patrones espacio-temporales de la aparición del
Neolítico, utilizando para ello la información de la península
Ibérica. El otro, aunque partía de los parámetros utilizados en
el primero, pretende algo diferente: comprobar si la hipótesis
del autoestop, propuesta por Ackland, puede ser corroborada.
Este último está aún inédito, y forma parte del trabajo de tesis
doctoral de S. Pardo Gordó (2015), por lo que haré referencia al
mismo de forma limitada y contando con su permiso.
En el primero de los ejemplos se trataba de comprobar la
existencia del gradiente cronológico en la aparición del Neolítico, medido como fecha de aparición de la agricultura y ganadería en cierto lugar. La cuestión, por tanto, consistía en aplicar
la nueva metodología al clásico problema del frente de avance,
generalmente tratado mediante modelos matemáticos. La información utilizada fue la misma que en aquellos: la variabilidad
espacial (sitios neolíticos) y temporal (fechas C14) de la aparición del Neolítico, si bien en este caso nos limitamos a la península Ibérica a fin de controlar mejor ambas variables.
De acuerdo con la hipótesis démica, el Neolítico debería
aparecer primero en el mediterráneo. Con todo, resulta necesario señalar que los patrones resultantes no serían los mismos si
el proceso obedecía a un movimiento tipo ola de la avance u a
otro tipo leap-frog, con distancias de salto variables. Tampoco
debieron ser idénticos los resultados si el proceso de expansión
siguió una única vía (tradicionalmente, la costa noroccidental
del mediterráneo) o si también se utilizó la vía norteafricana.
Este último aspecto ha cobrado vigencia recientemente, si bien
existen posiciones diferentes sobre su incidencia en el proceso
de expansión neolítica (Manen, 2007; Bernabeu et al., 2009;
Zilhão, 2014).
Como forma de enfocar el problema se diseñó un modelo,
utilizando la plataforma NetLogo (Wilensky, 1999), basado tan
sólo en la expansión démica, es decir, ignorando a propósito la
existencia y posible incidencia de grupos mesolíticos. Es aquí
donde mejor se observa una de las características de la modelización actual: lo que se pretende no es reconstruir el pasado,
sino generar escenarios derivados de reglas controladas que
puedan compararse con el registro arqueológico. A partir de
aquí se consideraron los siguientes factores:
- Ecología. En este caso, se diseña un mundo real, en este
caso la península Ibérica, dividido en parcelas de 5x5 km. Cada
parcela posee un valor de productividad agrícola basado en la
combinación de ciertas variables que afectan al rendimiento del
trigo en la actualidad. El investigador puede elegir un límite (índice) por debajo del cual la ocupación de determinada celda no
se producirá.
- Movimiento. Variación entre el Ola de Avance –cada
agente en cada turno se mueve tan sólo a aquellas celdas
vecinas, económicamente aptas para la agricultura y que
no estén ocupadas–; y a saltos –variando aleatoriamente la
distancia de salto entre 20 y 120 km, y manteniendo el resto de
limitaciones similar.
55
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J. Bernabeu Aubán
- Coste de ocupación. Este indicador trata de medir la disminución en la capacidad de carga agrícola de cada celda que
se produce tras su ocupación por los grupos de agricultores. De
este modo se permite que una celda esté ocupada por más de un
grupo. Su implementación trataba de valorar la incidencia de un
modelo de acceso a los recursos basado en la Distribución Ideal
Despótica.
- Puntos de origen. Se exploraron diversas posibilidades de
inicio, ubicadas alrededor de la península Ibérica y en el centro,
a fin de comprobar si una o varias de ellas explicaban igualmente bien los datos disponibles. Queda claro que, por ejemplo, si
la hipótesis de un origen mediterráneo fuera correcta, las correlaciones obtenidas entre escenarios ubicados al Oeste, Norte o
el Centro peninsular deberían obtener claramente peores ajustes
con respecto al registro arqueológico.
La información arqueológica utilizada para contrastar los
resultados está formada por los sitios y niveles con fechas correspondientes al primer Neolítico en cada celda de 5x5. Los
datos no se interpolaron. La base de datos resultante se sometió
a un proceso de evaluación que dio como resultado tres muestras arqueológicas distintas, elaboradas según diversas combinaciones a partir de las muestras utilizadas en la datación. De
este modo se pretendía, también, valorar el efecto que sobre los
resultados de cualquier modelo podría tener la utilización de
muestras de vida larga, vida corta o directas. Así, se confeccionaron 4 muestras distintas:
- Directas. Sólo sitios con fechas obtenidas a partir de muestras de especies domésticas.
- Cortas. Además de las anteriores, se incluyen aquellos sitios con muestras de vida corta datadas (incluyendo conchas).
Si un sitio se encuentra datado con muestras Directas y de Vida
corta, se prefieren las primeras.
- Mejores: La fecha más antigua de cada sitio obtenida sobre
muestras domésticas, vida corta o vida larga, por ese orden de
preferencia.
- Más Viejas: La fechas más antigua de cada lugar, con independencia de la muestra datada.
Antes de proceder a realizar los experimentos, debíamos resolver una cuestión importante: ¿cómo comparar los resultados
virtuales con los arqueológicos? Generalmente, esta cuestión
implica resolver primero la equivalencia temporal entre el modelo y la realidad. En nuestro caso, sin embargo, este aspecto no
fue necesario. En lugar de proceder a escalar el tiempo virtual
en relación con el tiempo real (años radiocarbono calibrados),
procedimos a calcular el coeficiente de correlación de Pearson
entre el número de tics (tiempo virtual) que el programa tardaba
en alcanzar cada lugar con información arqueológica disponible, y la media de las fechas radiocarbono de esos mismos lugares (celdas). A mayor correlación negativa mejor ajuste entre el
escenario virtual y la realidad arqueológica.
A partir de estos postulados se realizaron diversos experimentos. El primero consistió en valorar qué muestras arqueológicas se comportaban mejor y qué lugares de expansión inicial
proporcionaban mejores resultados. Utilizando los valores de
movimiento, distancia y coste de ocupación señalados en la tabla 1 se obtuvieron 340 escenarios, cada uno de los cuales se
ejecutó 50 veces a fin de obtener valores estadísticos confiables.
Sobre los valores medios de cada escenario se calculó el coeficiente de correlación simple (r) de Pearson, cuyos resultados
permitieron observar:
- Que, efectivamente, las muestras utilizadas influyen en
los resultados; de manera que en nuestro caso, las correlaciones
más elevadas se obtuvieron siempre al comparar los escenarios
con las muestras procedentes de dataciones directas (fig. 1).
- Y que, como era de esperar, los mejores puntos iniciales se
ubican sistemáticamente en el Este y Sureste de España, lo que
permitía confirmar el origen mediterráneo del Neolítico.
Aún con estos resultados, las correlaciones obtenidas en este
experimento no eran demasiado elevadas, lo que sugería que las
estrategias de movimiento, la demografía y/o el atractivo agrícola de las regiones (medido como capacidad para el cultivo del
trigo), podían resultar determinantes. Asimismo, la posibilidad
de que la ruta norteafricana fuera igualmente importante en la
explicación del proceso no podía descartarse tampoco.
Por estas razones, se diseñó una segunda serie de experimentos. El primero de ellos iba destinado a conocer si la correlación entre escenarios virtuales y la realidad arqueológica mejoraba si, en lugar de un único punto de origen, se consideraban
dos o más. Se trataba, en realidad, de simular una situación en
la que el Neolítico llegara a la península Ibérica a la vez por el
Norte (vía S de Francia) y por el Sur (vía N de África).
Tabla 1. Parámetros utilizados en el experimento 1.
Estrategias de movimiento
Vecino a vecino
Leap-frog (saltos)
Distancia
Celdas adjacentes sin ocupación
y con valor agrícola adecuado.
Cualquier celda no ocupada La mejor de las celdas adyacentes.
en un radio de 5 (25 km).
Límite agrícola
0. Sin importancia.
3. Imposibilidad de expandirse
a celdas con valor inferior al
indicado.
0. Sin importancia.
3. Imposibilidad de
expandirse a celdas con
valor inferior al indicado.
3. Imposibilidad de expandir
a celdas con valor inferior al
indicado. El valor decrece a medida
que la población aumenta vía la
instalación de nuevos grupos.
Demografía
Sin importancia.
Sin importancia.
El valor agrícola de un celda
decrece un 5% cuando un nuevo
grupo se instala en ella.
56
IDD (Distribución Ideal Despótica)
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Dispersiones humanas y culturales durante la Transición Neolítica: Sistemas Complejos y Prehistoria
Fig. 1. Mejor ajuste (r de Pearson)
entre los escenarios virtuales (con
un solo punto de origen para la
expansión del Neolítico) y los 4 tipos
de muestras arqueológicas (fechas
C14) utilizadas para su contraste (ver
texto). Puede observarse claramente
cómo las mejores correlaciones se
obtienen cuando se utiliza la muestra
formada por fechas obtenidas sobre
elementos domésticos. En todos los
casos, los mejores puntos de inicio se
ubican al este de la península Ibérica.
Utilizando las mismas estrategias de movimiento que en el
experimento anterior (tabla 1), se exploró sistemáticamente la
adecuación de los distintos escenarios basados en diversas combinaciones del siguiente modo:
- Primero se originó un escenario utilizando todos los puntos
de origen a un tiempo.
- A continuación se eliminaron, uno a uno, los distintos puntos de origen, evaluando su correlación con los datos arqueológicos. Si al sustraer un punto de origen, la correlación del
escenario mejoraba, el punto de origen se descartaba; en caso
contrario, se mantenía.
Los resultados obtenidos permitieron, en primer lugar, descartar la idea de que la correlación mejoraba a medida que aumentaban los puntos de origen.
Descendiendo al detalle, del conjunto de las combinaciones
utilizadas diez escenarios mejoraban notablemente la correlación obtenida utilizando tan sólo un punto de origen. En cinco
ellos, se encontraba presente el rio Júcar; y los que obtenían
una correlación mayor incluían puntos de origen en el Norte y
Sur (fig. 2). Uno de ellos, además, incluía tres puntos de origen,
ubicados al Norte (río Llobregat), en el Este (río Júcar) y en el
Sur (Málaga).
¿Qué sugiere esta situación respecto al problema de la doble
vía en la expansión del Neolítico? Ciertamente, la mejor correlación entre escenarios con dos y tres puntos de origen, respecto
a cualquier otra posibilidad es compatible con una doble vía de
entrada del Neolítico a la península Ibérica; aunque, por otra
parte, tampoco cabe descartar que este patrón se originase como
consecuencia de un movimiento tipo leap-frog extraordinariamente rápido, al menos en sus inicios, soportando así la sugerencia de Zilhão (2001).
Aunque parece claro que la combinación de varios puntos
(2 ó 3) de origen, mejora la correlación, ahora situada en torno a
-0.49 en el mejor escenario, quedaba por investigar la influencia
de las decisiones locales. Para ello se diseño un experimento en
el que utilizando el mejor escenario logrado en el experimento
anterior, se variaron sistemáticamente el resto de las variables
(coste de ocupación, un símil de IDD; distancia de salto, productividad agrícola de la parcela). De los más de 10.000 escenarios generados, sólo 28 mejoraban la correlación obtenida en
el experimento anterior. Y de estos, sólo cuatro utilizaban un
algoritmo de dispersión vecino-a-vecino (wave of advance) en
su dispersión.
Asumiendo un inicio simultáneo en tres puntos (norte, centro y sur de la costa mediterránea), las mejores combinaciones
eran aquellas basadas en un movimiento tipo leap-frog, con distancias de salto moderadas en cualquier dirección (entre 25-50
km); un coste demográfico entre moderado y alto (20-100%) y
una preferencia por ocupar parcelas con índices de productividad medios (5 ó 6 sobre 10 como mínimo). Se trata, en buena
medida, de un comportamiento pionero que facilita la colonización de regiones extensas sobre la base de ignorar aquellas con
escaso atractivo agrícola y una tendencia a ocupar celdas desocupadas o con escasa población. Los tres de los mejores escenarios ilustran perfectamente esta situación. Su valor de ajuste
con el registro arqueológico se situaba ahora entre -0.55 y -0.56.
Más allá de las conclusiones sustantivas que puedan derivarse del modelo (v. Bernabeu et al., 2015), lo que me interesa
subrayar a partir de este ejemplo son algunos aspectos clave
de esta metodología. En el discurso que sigue haré mención a
algunos aspectos relativos al modelo implementado por S. Pardo (2015) en su tesis doctoral para investigar la incidencia de
la demografía y la transmisión de la información en el patrón
de variabilidad cultural del primer Neolítico en el Mediterráneo
Occidental.
A estas alturas debe parecer evidente a través de las descripciones anteriores que la modelización no se utiliza para “reconstruir” el pasado, sino para explorarlo, manipulando siste57
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J. Bernabeu Aubán
Fig. 2. Escenarios virtuales basados en dos o más puntos de origen que mejoran la correlación obtenida
en el experimento anterior (ver fig. 1). De nuevo todos los puntos de origen se encuentran en la fachada
mediterránea ibérica. Los mejores de entre ellos incluyen un movimiento a saltos (leap-frog) sobre parcelas
con valores medios y/o altos de productividad agrícola (ecolog, IDD). Ver texto para más detalle.
máticamente los parámetros considerados “clave” para explicar
el proceso de que se trate de manera que se obtienen diversos
resultados (escenarios) posibles. En consecuencia, la cuestión
importante es cómo comparar los escenarios virtuales con el registro arqueológico. Pero antes de enfrentar esta cuestión deberán resolverse algunos aspectos.
1. El primero es la elección de los indicadores arqueológicos adecuados al problema analizado. En el caso anterior,
parece bastante evidente que la utilización de las coordenadas
geográficas y fechas C14 constituyen indicadores adecuados si
lo que se pretende es medir la dispersión del Neolítico: cuándo
y dónde debería aparecer el primer Neolítico, de acuerdo a
ciertas reglas.
Sin embargo, este aspecto resulta menos evidente si lo que
se pretende es medir la variabilidad de la cultura material. Por
ejemplo, si la hipótesis del Autoestopista expresada por Ackland
es correcta, ¿qué efectos deberíamos esperar sobre el registro
material de las primeras sociedades neolíticas en el Mediterráneo Occidental?, ¿qué indicadores arqueológicos podríamos
utilizar?, y ¿cómo deberíamos medirlos?
La tesis doctoral de S. Pardo trata, justamente, de resolver
estas preguntas. Para ello, partiendo de la base de un modelo
de expansión similar al descrito anteriormente, se diseñó un
modelo basado en agentes que incorporaba varias formas relativas a la transmisión de la información con diferentes tasas
de mutación. De este modo, sobre la base de los postulados de
la teoría evolutiva, pudieron generarse diversos escenarios que
permitían evaluar si la variabilidad observada en los primeros
conjuntos cerámicos en el MW podría o no explicarse mediante tres conjuntos de reglas que gobiernan la transmisión de
58
información, cada uno de ellos combinado con diversas tasas
de mutación y tres clases de movimiento: vecino a vecino; y a
saltos de 120 ó 150 km.
Siguiendo la estela de trabajos recientes (Bernabeu et al.,
en prensa) el autor propone utilizar la decoración cerámica, en
concreto la técnica utilizada para confeccionarla, como posible
indicador. Sobre los cómputos (recuentos) de cada región, se
procedió a calcular un índice de similitud específicamente diseñado para tratar con esta clase de muestras.
Nótese que la unidad de recuento es diferente con respecto a
la utilizada en el primer ejemplo. Ahora la información se agrupa
por regiones con el fin de minimizar algunos de los problemas inherentes al registro arqueológico (vide supra). No se trata sólo de
los problemas relacionados con el tamaño de la muestra, sino que
aspectos como las practicas arqueológicas (prospección, sondeos,
excavaciones en área), o la funcionalidad de los sitios pueden introducir sesgos en la muestra presente en cada sitio.
Además, como se ha señalado en otra parte (Bernabeu et al.,
en prensa), el registro arqueológico suele ser acumulativo. Cada
unidad arqueológica (un nivel, o el relleno de un pequeño silo) es
el resultado de un proceso más o menos prolongado en el tiempo.
Aunque los arqueólogos clasificamos varios de ellos dentro del
mismo período (p.e., Neolítico Antiguo), esto no cambia que cada
uno por separado tenga una duración diferente. Como consecuencia, se producirán variaciones en la cultura material de modo que
resulta difícil esperar que se comporten del mismo modo en lo
que atañe a la representatividad de su cultura material.
Una forma de minimizar el impacto de esta variación consiste en desarrollar estrategias adecuadas si queremos comparar unidades de muestreo distintas. A partir de experiencias
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Dispersiones humanas y culturales durante la Transición Neolítica: Sistemas Complejos y Prehistoria
previas (Bernabeu et al., en prensa) el autor desarrolla una
estrategia basada en ventanas temporales como forma de reunir las unidades observadas (niveles, silos, etc.) en conjuntos
temporalmente definidos que agrupan períodos de 150 y 300
años, desde el inicio de la secuencia cerámica en cada región.
La estrategia utilizada es acumulativa, de manera que un conjunto que ocupara la primera ventana temporal estaba también
incluido en la segunda.
Lógicamente esta estrategia es mejorable. Una mayor finura sería posible si se dispusiera de mayor precisión en las dataciones y pudieran aplicarse métodos estadísticos apropiados
para decidir la pertenencia de cualquier unidad a una de estas
ventanas temporales. Los métodos basados en aproximaciones
bayesianas pueden ser una forma adecuada de enfocar este problema. Su utilización, además, puede proporcionar una forma
de incluir en el registro (ampliando la muestra disponible) aquellos conjuntos no datados, al estilo de las propuestas realizadas
en otros ámbitos cronológicos (Fernández López de Pablo y
Barton, 2014) y geográficos (Mills et al., 2013).
2. Tiempo Virtual vs. Tiempo Real. Necesitamos también
transformar el tiempo del “ordenador” en tiempo real. En algunos casos, como pone de relieve el ejemplo de la expansión del
Neolítico, este aspecto no tiene que ser explícito, de manera que
no resulta necesario establecer la equivalencia entre pasos de la
simulación (o ciclos) y años reales.
Ahora bien, en el segundo de los ejemplo citados, este aspecto sí debe acometerse con antelación: necesitaremos conocer cuántos años reales representa cada paso del modelo puesto
que la información de salida deberá organizarse en las ventanas
temporales (150 y 300 años) previamente establecidas; es decir,
¿cuántos pasos del modelo representan 150 años? En el modelo
diseñado por S. Pardo (2015), este variaba entre aproximadamente 1 y 3 años por paso dependiendo del tipo de movimiento.
Para llegar a esta conclusión simplemente se dividió el número
medio de pasos que el modelo necesita para llegar a ciertos puntos (yacimientos con dataciones sobre elementos domésticos),
por la media calibrada de la datación obtenida en ese mismo
punto geográfico.
3. Resultados virtuales. También necesitamos una estrategia adecuada para recoger los resultados del modelo. Este aspecto depende, básicamente, de los objetivos que se pretenda
evaluar y de la información disponible, lo que a su vez remite a
la cuestión de qué indicadores arqueológicos son adecuados al
proceso que se desea analizar.
Volviendo al primer ejemplo, el modelo disponía de un
“mundo realista” dividido en parcelas de 5x5 km. La información arqueológica consistía en sitios datados y georreferenciados. En caso de coincidencia de dos sitios en la misma celda,
sólo se conservó la información correspondiente al más antiguo
de ellos. Con esta estructura de información, bastaba con recoger la información virtual correspondiente a cada celda con
valores arqueológicos, ignorando el resto. Esto facilitaba los
cálculos y ahorraba tiempo de computación al limitar la recogida de la información a aquellas parcelas donde disponíamos
información arqueológica.
En otras ocasiones esta estrategia no resulta útil. Así en el
segundo de los casos comentados, se procedió a agrupar los
sitios disponibles por regiones, de manera que la información
recogida consistió en el cómputo medio acumulado de cada
técnica decorativa en cada región de la que se disponía de documentación arqueológica, ignorando el resto, y para cada ventana temporal definida de acuerdo con el número de pasos/años
establecidos.
4. Virtual vs. Real (Arqueológico). Resuelto lo anterior, el
último paso consiste en seleccionar métodos estadísticos que
permitan evaluar el ajuste de los diversos escenarios obtenidos
con la información empírica. En el primer caso expuesto, el
coeficiente de correlación simple de Pearson entre los pasos del
modelo para llegar a cada celda y la media de la datación C14
disponible para esa misma celda era un criterio suficiente. De
este modo, una adecuación perfecta entre cualquier escenario
y la realidad, debería arrojar una correlación negativa perfecta
(r = -1). Cualquier resultado ≥ 0 debería desecharse por
insatisfactorio.
En el segundo caso, la cuestión resultaba más compleja. Más
allá de los detalles (que no corresponde explicar en el presente
texto), el autor disponía de una muestra arqueológica formada
por ciertas regiones caracterizadas cada una de ellas por un índice que medía su distancia cultural (diferencia en la proporción
de técnicas decorativas presentes) a cualquiera de las demás.
Asumiendo que la expansión se produjo desde el S de Italia, tan
sólo había que comparar la distancia “cultural” respecto al S de
Italia entre cada escenario virtual y el arqueológico. De nuevo
se recurrió el coeficiente de correlación simple de Pearson para
proceder a las comparaciones, asumiendo que a mayor correlación positiva mejor ajuste entre el modelo y la realidad. Sus
resultados sugieren algunas cosas interesantes:
- Que la variabilidad de las cerámicas correspondientes al
primer Neolítico puede perfectamente comprenderse, utilizando
criterios de arqueología evolutiva, como consecuencia de una
expansión desde el sur de Italia.
- Que implicaría un proceso de autoestop cultural (copia sin
cambios durante la primera colonización) seguida por procesos
de transmisión de la información basados tanto en la copia aleatoria (Drift) como sesgada (copiando el más común o el más
antiguo, dentro de cierto radio), si bien con ratios de mutación
diferentes en cada caso.
En coincidencia con el modelo de dispersión, los mejores
resultados se obtenían si la dispersión se producía mediante un
movimiento tipo leap-frog, lo que en mi opinión refuerza la coherencia de los resultados de ambos.
En resumen, los nuevos métodos basados en la simulación
(sean estos modelos de agentes, autómatas celulares o redes)
pueden proporcionar herramientas muy útiles a una disciplina
que, como la nuestra, intenta comprender las dinámicas de cambio a largo plazo, aunque no puede observarlas directamente.
Junto con la teoría de complejidad, y la teoría evolutiva, y la
simulación computacional como método, pueden resultar en
una combinación teórico-metodológica valiosa. Sin embargo,
son diversos los retos que deben acometerse para poner a punto
estas herramientas. En las páginas anteriores me he centrado básicamente en uno de ellos: las limitaciones inherentes al registro
arqueológico. Necesariamente debemos comprenderlas y actuar
en consecuencia a fin de evitarlas, minimizarlas y, lo que resulta
más interesante, utilizarlas de forma adecuada a los requisitos
derivados de la simulación computacional.
59
[page-n-67]
J. Bernabeu Aubán
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[page-n-68]
Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 61-73.
Radiocarbono y neolitización en la Península Ibérica
oReto gaRCía PuCHol, agustín díez Castillo y salVadoR PaRdo goRdó
reSumen
En este trabajo hemos llevado a cabo una recopilación de las dataciones radiocarbónicas disponibles para el conjunto de la
Península Ibérica con el objetivo de construir mapas temporales del desarrollo del proceso de neolitización. Hemos representado
de este modo la densidad de las dataciones radiocarbónicas calibradas espacialmente, lo cual permite realizar una lectura
diacrónica sobre las dinámicas poblacionales de los últimos caza-recolectores y los primeros agricultores y ganaderos. La
asunción de partida consiste en considerar el conjunto de las dataciones como una muestra casi aleatoria para indagar sobre la
evolución del poblamiento peninsular. En la bibliografía reciente se han señalado diversos problemas relativos a la variabilidad
de la muestras consideradas, como aquellos que conciernen a la visibilidad diferencial de los distintos sitios arqueológicos
(especialmente aquellos al aire libre), el grado de intensidad de las investigaciones llevadas a cabo según las diferentes áreas,
el tipo de muestra datada, o su contexto arqueológico. En cualquier caso, el creciente número de muestras disponible y también
el incremento de la precisión en la selección de las mismas y en los resultados, permiten albergar expectativas razonables
sobre el interés de explorar este tipo de análisis a escala peninsular, en este caso enfocado a la investigación del proceso de
neolitización.
PalabraS claVe:
Proceso de neolitización, península ibérica, Carbono 14, mapas de densidades de dataciones calibradas.
abSTracT
Radiocarbon and Neolithisation in the Iberian Peninsula. In this work we have carried out a compilation of radiocarbon
dates availables for the entire Iberian Peninsula with the goal to built temporal maps about the neolitisation process. We have
calculated the calibrated radiocarbon dating densities and we have represented them spacially in order to show the population
dynamics of last hunter-gatherers and first farmers. We assume that the ensemble of radiocarbon dates constitutes a random
sample to investigate population dynamics. Some authors point out several problems linked with the variability of samples as
the visibility of the sites, the degree of regional research, the type of material dated, or the archaeological context. Nevertheless
the increasing number of available samples and the improvement in the results allow to consider the interest of this kind of
analysis, in this case focused on to investigate the neolithisation process.
keywordS:
Neolithisation process, Iberian Peninsula, 14C, calibrated radiocarbon dating density maps.
1. INTRODUCCIÓN
Abordamos en este texto un tema recurrente en la bibliografía reciente sobre el Neolítico en la Península Ibérica, la cronología de
su aparición a la luz de las dataciones radiocarbónicas, siguiendo
para ello la estela de las reflexiones planteadas por Bernat Martí
a partir de sus trabajos de excavación en el emblemático yacimiento de Cova de l'Or de Beniarrés (Martí, 1977; Martí et al.,
1980). Su visión general y particular del proceso de neolitización
mantiene toda su vigencia de modo que el denominado “modelo dual” descrito para el territorio valenciano confluye en gran
medida con los modelos de neolitización mixtos comúnmente
aceptados a escala europea. La elaboración del mismo se ha visto enriquecida a través de los nuevos datos arqueológicos y de
forma muy particular gracias a la creciente concreción del marco
cronométrico, a medida que el método avanzaba en precisión paralelamente a la exigencia en la selección de las muestras susceptibles de ser datadas (Bernabeu, 1999; Bernabeu, Barton y Pérez,
2001; Zilhão, 2001; Bernabeu, 2006). En los últimos 15 años se
ha producido a escala de la Península Ibérica un incremento notable en el número de yacimientos conocidos a través de trabajos
de prospección o excavación, tanto en áreas con escasa o nula
información previa (el interior peninsular), como en otras bien
conocidas en la bibliografía (Cataluña, Valle del Ebro, País Valenciano y Portugal). La publicación de fechas radiocarbónicas
ha experimentado también un importante auge, abriendo nuevas
expectativas para explorar la expansión del Neolítico a escala
peninsular. Partiendo de estas premisas nos proponemos actualizar la información disponible sobre las dataciones del Mesolítico
final y el primer Neolítico en la Península Ibérica recientemente
recopiladas (Bernabeu et al., en prensa) haciendo hincapié en
el análisis de la naturaleza de las muestras y su distribución espacial. Centraremos a partir de este momento la discusión en el
significado de esta información para atender a la cuestión sobre
la aparición del Neolítico y su expansión.
61
[page-n-69]
O. García Puchol, A. Díez Castillo y S. Pardo Gordó
2. MATERIAL Y MÉTODOS
La recopilación de dataciones radiocarbónicas llevada a cabo se
nutre de recientes trabajos dirigidos a investigar las dinámicas
socioecológicas en el marco del proceso de neolitización a escala peninsular y del Mediterráneo occidental (Bernabeu et al.,
2014; Bernabeu et al., en prensa; García Puchol et al., en prensa). Varias síntesis publicadas en los últimos años (Juan Cabanilles y Martí, 2002; García Puchol, 2005; Bernabeu, 2006; Rojo
et al., 2012; Fano, Cubas y Wood, 2014), bases de datos regionales (Catalunya C14: http://www.telearchaeology.com/c14/index.htm), además de publicaciones recientes (Aura et al., 2013;
Gibaja et al., 2015; Oms et al., 2014; Cebrià et al., 2014; García
Borja et al., 2012; Martí, 2011; Medved, 2013; Peña Chocarro
et al., 2013; Rojo et al., 2015; Salazar et al., 2013; Vergés et al.,
2008) conforman la base de la misma. En este trabajo analizamos las dataciones radiocarbónicas entre el 8000 y el 5000 BP
(circa 7400 a 4500 cal BC) referidas al conjunto del territorio
peninsular. Un total de 1.276 fechas quedan recogidas en la tabla 1, donde podemos apreciar su repartición territorial según
las principales cuencas hidrográficas y ambientes costeros. Se
refiere también su clasificación atendiendo al material datado de
forma que son visibles las diferencias relativas al peso específico de determinados materiales según regiones. En este punto
advertimos del creciente interés en datar elementos singulares
directamente relacionados con el evento datado, que para el primer neolítico serían los elementos domésticos (Zilhão, 2001;
Bernabeu, 2006). Los problemas planteados por determinados
materiales tales como los moluscos marinos y su inclusión en la
dieta humana debido al denominado efecto reservoir han sido
señalados en diferentes trabajos (Ascough, Cook y Dugmore,
2005). Del mismo modo el denominado efecto de la madera
vieja ha propiciado crecientes críticas al uso del carbón no identificado tal y como ha quedado demostrado en varios ejemplos
publicados (Bernabeu, Barton y Pérez, 2001; Bernabeu et al.,
2006; Rojo et al., 2006). También conviene referir los problemas relativos a las muestras óseas y la utilización o no de métodos específicos de ultrafiltración para el control de la calidad del
colágeno (Bonsall et al., 2015; Wood, 2015). Y todo ello unido a
la información contextual sobre la procedencia de las muestras,
no siempre bien especificada, lo cual añade incertidumbre sobre
su relación con el evento que se quiere datar (Wood, 2015).
Un uso habitual del conjunto de dataciones disponibles en
una determinada área, con la aplicación de filtros más o menos
restrictivos, es el de la representación de la suma de las probabilidades de las dataciones calibradas y su lectura diacrónica más
o menos extensa desde la perspectiva de un indicador demográfico relativo (Gamble et al., 2005; Shennan, 2013; Shennan
et al., 2013; Bernabeu et al., 2014; Bernabeu et al., en prensa;
Timpson et al., 2014). La validez del método estaría basada en
la asunción de que la utilización de un gran número de muestras
equilibraría los efectos de los errores en las mismas. Resulta
habitual la aplicación de diversos filtros para evitar algunos de
estos posibles efectos perversos como la eliminación de muestras con desviaciones estándar elevadas (Williams, 2012), o el
cálculo de la media de las dataciones procedentes de un mismo
yacimiento y nivel para evitar sobre-representaciones de una
misma procedencia (Shennan et al., 2013). No vamos a discutir
ahora los resultados del uso de este método como una herramienta más para explorar determinadas cuestiones, y su validez,
siempre y cuando se apliquen determinados criterios restrictivos
en la selección de las muestras tal y como hemos mostrado en
otros trabajos (Bernabeu et al., 2014; Bernabeu et al., en prensa).
Nuestro interés reside en cartografiar el poblamiento de los últi-
71
15
37
0
32
3
4
4
1
0
0
0
134
33
44
2
53
16
25
23
15
6
7
1
71
11
27
1
18
15
2
8
8
0
4
8
77
10
24
0
13
7
3
36
31
4
0
0
22
10
5
0
2
0
1
0
0
5
0
10
246
67
66
4
95
8
54
1
0
79
1
0
Dataciones seleccionadas
Yacimientos
SD
834
239
59,9
101
38
62
168
30
52,6
27
9
59,4
74
35
66,4
10
9
60,7
32
14
48,8
66
15
58,8
98
25
60,1
57
10
58,4
62
4
62,7
4
2
117,5
135
46
64,4
62
Portugal
Bajo Guadiana /
Guadalquivir
38
18
21
2
14
3
7
1
1
0
0
1
Sur mediterráneo
30
22
21
0
0
0
0
0
0
0
8
3
Este/sureste
149
56
87
0
39
1
17
3
1
18
0
1
Este
60
17
42
0
8
1
3
10
8
0
1
0
Alto/medio Tajo
195
34
79
3
95
10
20
15
14
0
0
3
Galicia
173
61
92
6
46
14
18
23
16
0
1
5
Cantabrico
Alto/medio Guadiana /
Guadalquivir
Dataciones
Yacimientos
Carbón
Carbon vida corta
Hueso total
Domésticos
Humanos
Semilla/fruto total
Cereal
Malacofauna
Otros
Indeterminado
Alto/medio Duero
Alto/medio Ebro
1275
347
545
18
414
79
154
131
95
112
22
33
Iberia
Noreste
Tabla 1. Relación de dataciones radiocarbónicas de la Península Ibérica (entre 8000 y 5000 bp) según la naturaleza de la muestra y su
localización atendiendo a las regiones consideradas. Queda reflejado también el número de dataciones utilizadas para la construcción
de los mapas, el número de yacimientos con dataciones en las diferentes regiones y la media de la desviación estándar de las mismas.
[page-n-70]
Radiocarbono y neolitización en la Península Ibérica
mos caza-recolectores y los primeros agricultores y ganaderos.
Para ello vamos a utilizar igualmente las dataciones radiocarbónicas con el objetivo de ilustrar espacialmente la densidad de
las probabilidades calibradas de las mismas a modo también de
un indicador demográfico relativo. Admitiendo la incertidumbre introducida por estos métodos para evaluar el poblamiento
humano (Combré and Robinson, 2014) coincidimos con otros
autores en que se trata de una herramienta útil para al menos
observar determinadas tendencias generales, que en cualquier
caso requerirán del contraste con otros datos arqueológicos de
carácter general y regional. Partiendo de estas premisas hemos
aplicado filtros similares con el fin de incrementar la fiabilidad
de la muestra y siempre teniendo en cuenta que su tamaño, al
considerar el conjunto de Iberia, disminuye los efectos negativos derivados de su naturaleza y procedencia. Un primer filtro
ha consistido en no considerar las muestras sobre malacofauna
y huesos humanos afectados por el efecto reservoir. El segundo
filtro practicado ha sido descartar las muestras con una desviación estándar (SD) superior a 150.
A partir de este conjunto de fechas se ha realizado una serie de cálculos con el programa R (R Core Team, 2014) que
comienzan con la calibración de cada una de las fechas con la
librería Bchron (Parnell, 2014) y la curva de calibración Intcal
2013 (Reimer et al., 2013), lo que nos proporciona las probabilidades por año calendárico. A continuación sumamos las probabilidades de cada fecha en rangos de 200 años (comenzando por
el rango 7800-7601 cal BC) añadiendo los resultados a la tabla
original como una nueva variable. Esta nueva variable se agrupa
por yacimientos y se suman las probabilidades para cada uno
de ellos. Con el fin de obtener datos similares por intervalos, la
suma obtenida en cada uno de los yacimientos en un rango de
fechas determinado se normaliza a la unidad (Wickman, 2014).
Los datos así obtenidos se interpolan mediante un kernel isotrópico gausiano suavizado (Badeley y Turner, 2005) con una distancia aproximada de 50 km. Finalmente para la realización de
cada mapa se rasteriza el resultado de la interpolación (Hijmans,
2015) y para su presentación se representa el resultado con el
paquete rasterVis (Perpinan y Hijmans, 2014).
El resultado permite representar la densidad de las dataciones radiocarbónicas espacialmente, lo que nos ha servido de
base para realizar una lectura diacrónica sobre las dinámicas
espaciales de los últimos caza-recolectores y los primeros agricultores y ganaderos. Asumiremos pues que el conjunto de las
dataciones puede ser considerado como una muestra casi aleatoria para indagar sobre la evolución del poblamiento peninsular. Esta asunción no está exenta de problemas, ya señalados
por distintos autores, como aquellos relativos a la visibilidad
diferencial de los diferentes sitios arqueológicos (especialmente
aquellos al aire libre), el grado de intensidad de las investigaciones llevadas a cabo según las distintas áreas, el tipo de muestra
datado, o su contexto arqueológico (Combré y Robinson, 2014;
Wood, 2015). No obstante, el creciente número de muestras, su
dispersión espacial al amparo de numerosas síntesis publicadas
en los últimos años, y también el incremento de la precisión en
la selección de las mismas y en los resultados, permiten albergar
expectativas razonables sobre el interés de explorar este tipo de
análisis a escala peninsular, en este caso enfocado a la investigación del proceso de neolitización.
Con el fin de abordar de forma directa la discusión sobre
la llegada de los domésticos a Iberia hemos implementado una
serie de mapas donde únicamente representamos las dataciones
sobre domésticos (tabla 2), en un caso teniendo en cuenta todas
las identificaciones referidas a animales y cereales, en otro considerando solo las fechas sobre cereales. El método seguido ha
sido el mismo, sumar las densidades de las dataciones calibradas por yacimiento normalizándolas a 1 y aplicando un kernel
de distancia de 50 km. Estos últimos mapas aportan datos de
particular interés sobre el objeto de este trabajo, dado que sobre
este tipo de muestras podemos centrar con mayores garantías el
foco del debate sobre el tiempo de la neolitización.
Tabla 2. Dataciones radiocarbónicas sobre domésticos (cereales, ovicápridos y bóvidos) en el marco de la Península Ibérica consideradas
en el presente trabajo.
Yacimiento
Ref. lab.
Caldeirão
Caldeirão
Carigüela
Costamar
Cova d'en Pardo
Los Cascajos
Los Cascajos
Arenaza
Carrascal
Cova de la Sarsa
Cova de la Sarsa
Mas d'Is
Mas d'Is
Carrascal
Cova d'en Pardo
Cova d'en Pardo
Cueva de Nerja
Cueva de Nerja
Cueva de Nerja
Cueva de Nerja
Cueva de Nerja
Cueva de Nerja
Cueva de Nerja
Cueva de Nerja
OxA1036
OxA1037
Col1565
OxA23578
Beta231876
Ua17793
Ua17995
OxA7157
Beta276401
OxA236022
OxA236025
Beta331018
Beta331019
Beta296582
Beta231877
Beta231879
OxA26079
OxA26080
OxA26081
OxA26082
OxA26083
OxA26084
OxA26085
OxA26086
Data BP
5870
5970
6749
5995
5790
5720
6125
6040
6280
6389
6399
6030
6140
6200
6240
6610
6207
6196
6219
6214
6252
6254
6342
6466
SD Material
Especie
Referencia
80
120
39
38
40
90
80
75
40
33
35
30
30
40
40
40
32
31
33
35
33
33
37
33
Bos
Bos
Bos
Bos
Bos
Bos
Bos
Bos Taurus
Bos Taurus
Bos Taurus
Bos Taurus
Bos Taurus
Bos Taurus
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Medved 2013
Flors et al. 2012
Rojo et al. 2012
García Martínez de Lagrán 2012
García Gazólaz et al. 2011
Fano et al. 2014
Cardoso 2011
García Borja et al. 2012a
García Borja et al. 2012a
Bernabeu et al. 2014
Bernabeu et al. 2014
Cardoso 2011
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Aura et al. 2013
Aura et al. 2013
Aura et al. 2013
Aura et al. 2013
Aura et al. 2013
Aura et al. 2013
Aura et al. 2013
Aura et al. 2013
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
63
[page-n-71]
O. García Puchol, A. Díez Castillo y S. Pardo Gordó
Tabla 2 (cont.).
Yacimiento
Ref. lab.
Hostal Guadalupe
La Draga
La Draga
La Revilla del Campo
La Revilla del Campo
La Revilla del Campo
Roca Chica
Vale Boi
Vale Boi
Reina Amàlia
Abric de la Falguera
Caldeirão
Caldeirão
Carigüela
Carigüela
Carigüela
Casa Montero
Chaves
Chaves
Cova de l'Or
Cova de la Sarsa
Cova de la Sarsa
Cova de les Cendres
Cova de les Cendres
Cova Fosca Vall d'Ebo
El Barranquet
La Paleta
Les Guixeres
Les Guixeres
Peña Larga
Roca Chica
Ventana
Vinya d'en Pau
Carigüela
Carigüela
Carigüela
Can Fiulà
Can Roqueta
Codella
Cova Bonica
Cova de l'Or
Cova del Frare
Cova del Toll
Cova del Toll
Cova del Vidre
Cova del Vidre
Cueva de Nerja
Cueva Font Major
El Tonto
Cueva de Nerja
Cueva de Nerja
Cueva de Nerja
Peña Larga
Can Sadurní
Costamar
Cova de l'Or
Cova de l'Or
Cova de l'Or
Cova de l'Or
Cova de l'Or
Cova de l'Or
Cova de les Cendres
Cova de les Cendres
Cova de les Cendres
Cova dels Trocs
Cova dels Trocs
Cueva de los Murciélagos
Cueva de los Murciélagos
Cueva de los Murciélagos
Cueva de los Murciélagos
Cueva de los Murciélagos
Wk25167
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Beta278256
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KIA21354
KIA21356
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64
Data BP
6249
6270
6170
6156
6177
6355
6234
6042
6036
5750
5655
6230
6330
6350
6316
6225
6200
6580
6470
6475
6420
6506
6280
6510
6413
6510
5850
6655
6458
6720
6234
6350
6410
5611
6950
6482
6260
6400
5720
6158
5630
6170
6425
6390
6181
6248
6590
6310
6230
6300
5998
6149
5720
6405
5965
6290
6340
6200
6265
6275
6310
6340
5980
6490
6070
6080
6150
6025
6184
6192
6199
SD Material
Especie
Referencia
30
40
40
33
31
30
30
34
39
40
54
80
80
32
39
39
40
35
25
25
32
32
80
40
33
50
40
45
38
40
30
40
40
31
40
39
40
50
60
32
30
40
35
34
35
33
40
40
30
40
31
31
40
50
25
40
40
40
75
70
70
70
100
90
40
40
45
45
35
35
36
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovis aries
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis/Capra
Ovis/Capra
Ovis/Capra
Ovis aries
Ovis aries
Ovis aries
Ovis aries
Ovis aries
Ovis aries
Ovis aries
Ovis aries
Ovis aries
Ovis aries
Ovis aries
Ovis aries
Ovis aries
Ovis/Capra
Ovis/Capra
Ovis/Capra
Ovis/Capra
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cortés et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Cortés et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
González 2009
García Puchol et al. 2009
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Medved 2013
Medved 2013
Medved 2013
Díaz del Río y Consuegra 2011
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Martí 2011
García Borja et al. 2012a
García Borja et al. 2012a
Bernabeu y Molina 2009
Bernabeu y Molina 2009
García Borja et al. 2012b
Rojo et al. 2012
Jiménez Guijarro 2008
Oms et al. 2014
Oms et al. 2014
Rojo et al. 2012
Cortés et al. 2012
Jiménez Guijarro 2008
Oms et al. 2014
Mednev 2013
Mednev 2013
Mednev 2013
Oms et al. 2014
Cebrià et al. 2014
Catalunya C14
Oms et al. 2014
Pérez Jordà 2013
Oms et al. 2014
Oms et al. 2014
Oms et al. 2014
Oms et al. 2014
Oms et al. 2014
Aura et al. 2013
Oms et al. 2014
Pardo Gordó 2015
García Borja et al. 2014
García Borja et al. 2014
García Borja et al. 2014
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Martí 2011
Martí 2011
Martí 2011
Martí 2011
Martí 2011
Martí 2011
Bernabeu y Molina 2009
Bernabeu y Molina 2009
Bernabeu y Molina 2009
Rojo et al. 2015
Rojo et al. 2015
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Peña Chocarro et al. 2013
Peña Chocarro et al. 2013
Peña Chocarro et al. 2013
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
[page-n-72]
Radiocarbono y neolitización en la Península Ibérica
Tabla 2 (cont.).
Yacimiento
Ref. lab.
Cueva de los Murciélagos
El Mirón
Hostal Guadalupe
Hostal Guadalupe
La Draga
La Draga
La Draga
La Draga
La Draga
La Draga
La Revilla del Campo
La Revilla del Campo
La Revilla del Campo
La Revilla del Campo
La Revilla del Campo
La Revilla del Campo
Los Cascajos
Los Castillejos
Los Castillejos
Los Castillejos
Los Castillejos
Los Castillejos
Los Castillejos
Los Castillejos
Los Castillejos
Los Castillejos
Los Castillejos
Los Castillejos
Los Castillejos
Los Castillejos
Los Castillejos
Mas d'Is
Mas d'Is
Mas d'Is
Roca Chica
Roca Chica
El Cavet
El Cavet
La Paleta
Cueva de los Mármoles
Cueva de Nerja
Mas d'Is
Cueva de los Murciélagos
Cueva de los Murciélagos
Cueva del Toro
Cova dels Trocs
Cova dels Trocs
Cova dels Trocs
Cova dels Trocs
Can Sadurní
Can Sadurní
Can Sadurní
El Mirador
Abric de la Falguera
La Lámpara
Cova Colomera
Cova Colomera
Cueva de los Mármoles
Cueva de los Mármoles
Cueva de los Mármoles
Cueva de los Mármoles
Cueva de los Murciélagos
Cueva de los Murciélagos
Cueva de los Murciélagos
Cueva del Toro
El Mirador
El Mirador
El Mirador
El Mirador
Cova de Sant Llorenç
OxA15649
GX309010
Ua34136
Wk25168
OxA20231
Oxa20232
OxA20233
Oxa20234
OxA20235
UBAR313
UtC13269
UtC13294
UtC13295
UtC13347
UtC13348
UtC13350
Ua24427
Ua36203
Ua36208
Ua36209
Ua36210
Ua36212
Ua36213
Ua36214
Ua36215
Ua37834
Ua37835
Ua37837
Ua37838
Ua37839
Ua37844
Beta166727
Beta171907
Beta171908
Ua34135
Wk25172
OxA25802
OxA26061
Beta223092
Wk25171
Beta284147
Beta162092
Beta316509
OxA15650
Beta341131
Beta316511
Beta316513
Beta316514
Beta316515
OxA15488
OxA15489
OxA15491
Beta208134
Beta142289
UtC13346
Beta240551
OxA23634
Beta313470
Beta313471
Beta313472
Beta313473
Beta313475
Beta313476
Beta313477
Beta341132
Beta208133
Beta197384
Beta208132
Beta220914
Beta299597
Data BP
6056
5550
6190
6197
6163
6121
6179
6127
6143
6010
6250
6240
6250
6313
6120
6210
6250
6115
6120
6085
6100
6240
6120
6260
6310
6090
6155
6065
6095
6130
6140
6600
5550
5590
6265
6185
6449
6536
6660
6198
6050
6600
6200
6170
6110
5590
5580
6050
5590
6421
6391
6375
6300
6510
6280
6150
6170
6100
6250
6180
6180
5920
6110
6140
6150
6110
6070
6090
6080
6160
SD Material
Especie
Referencia
35
40
50
35
31
33
33
33
33
70
50
50
50
48
60
60
50
40
40
45
45
45
40
45
45
40
45
50
45
50
45
50
40
40
60
30
40
36
60
31
40
50
40
37
30
40
40
40
40
34
34
34
50
80
50
40
30
40
40
40
30
40
40
40
30
40
50
40
40
40
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal (Tritic.)
Cereal (Tritic.)
Cerealia sp.
Hordeum
Hordeum
Hordeum
Hord. vulgare
Hord. vulgare
Hord. vulgare
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
T. dicoccum
T. dicoccum
T. dicoccum
T. dicoccum
T. monococcum
T. monococcum
T. aest./durum
T. aest./durum
T. aest./durum
T. aest./durum
T. aest./durum
T. aest./durum
T. aest./durum
T. aest./durum
T. aest./durum
T. aest./durum
T. aest./durum
Triticum
Triticum
Triticum
Tritucum
Peña Chocarro et al. 2013
Rojo et al. 2012
Cortés et al. 2012
Cortés et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
García Gazólaz et al. 2011
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Bernabeu et al. 2014
Bernabeu et al. 2014
Bernabeu et al. 2014
Cortés et al. 2012
Cortés et al. 2012
Oms et al. 2014
Oms et al. 2014
Jiménez Guijarro 2008
Rojo et al. 2012
Aura et al. 2013
Bernabeu et al. 2014
Peña Chocarro et al. 2013
Peña Chocarro et al. 2013
Peña Chocarro et al. 2013
Rojo et al. 2015
Rojo et al. 2015
Rojo et al. 2015
Rojo et al. 2015
Cebrià et al. 2014
Cebrià et al. 2014
Cebrià et al. 2014
Vergés et al. 2008
García Puchol et al. 2009
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Oms et al. 2014
Peña Chocarro et al. 2013
Peña Chocarro et al. 2013
Peña Chocarro et al. 2013
Peña Chocarro et al. 2013
Peña Chocarro et al. 2013
Peña Chocarro et al. 2013
Peña Chocarro et al. 2013
Peña Chocarro et al. 2013
Vergés et al. 2008
Vergés et al. 2008
Vergés et al. 2008
Vergés et al. 2008
Oms et al. 2014
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/Fruto
Semilla/Fruto
Semilla/Fruto
Semilla/Fruto
Semilla/Fruto
Semilla/Fruto
Semilla/Fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/Fruto
Semilla/Fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
65
[page-n-73]
O. García Puchol, A. Díez Castillo y S. Pardo Gordó
3. RESULTADOS
La tabla 1 ofrece la información general sobre la compilación
radiocarbónica realizada atendiendo al conjunto de la muestra y
a su clasificación según las regiones aquí consideradas. Podemos observar la composición de la misma y su variabilidad en
los diferentes territorios. El carbón no identificado constituye el
material más datado seguido de cerca por el material óseo. Los
elementos domésticos suponen una cifra discreta, principalmente referidos a cereales, pero también a animales domésticos. A
este respecto conviene advertir de diferencias significativas entre regiones de modo que determinados territorios cuentan con
una muestra muy reducida o nula para el período considerado.
En el extremo encontramos a Galicia y el Bajo Guadiana/Guadalquivir, donde ningún elemento doméstico queda recogido en
la tabla. El área cantábrica (Asturias, Cantabria y el País Vasco occidental) apenas cuenta con 2 muestras (una sobre cereal
y otra sobre bovino), 4 muestras domésticas corresponden al
área comprendida entre el Alto/Medio Tajo, 4 también referidas
al este peninsular (área entre el sur del Ebro y el norte del río
Júcar), y apenas 9 al amplio territorio de Portugal (todas ellas
sobre animales). La concentración de dataciones sobre domésticos se sitúa en el área mediterránea, desde el norte al sureste,
y el corredor del Ebro. Las dataciones sobre malacofauna son
poco comunes con la excepción de Portugal donde su número
es significativo. Una vez aplicados los filtros referidos (eliminar
todas aquellas dataciones superiores a 150 de desviación estándar además de todas las efectuadas sobre conchas marinas) el
total de muestras contemplado en el análisis asciende a 834 procedentes de 239 yacimientos. La distribución por yacimientos
a
7200−7000 BC
b
7000−6800 BC
1.0
42
es totalmente irregular y varía desde yacimientos con más de
30 dataciones (La Revilla o Cueva de Nerja) hasta los 119 que
poseen una única datación. Se podrían haber empleado otras estrategias como agrupar los yacimientos por cuadrículas de una
dimensión determinada pero nosotros hemos preferido utilizar
el yacimiento como unidad de análisis. El número de dataciones ahora se reduce sensiblemente en algunas áreas (Galicia,
Bajo Guadiana/Guadalquivir), y en algún caso se concentran en
muy pocos yacimientos (Alto/Medio Guadiana/Guadalquivir:
4). Hemos anotado también en la tabla la media de la desviación estándar (SD) del conjunto de la muestra utilizada para la
construcción de los mapas, y también por regiones, de modo
que observamos cómo en general ofrecen una desviación media
aceptable para este tipo de análisis (Williams, 2012).
Tal como explicábamos en el apartado anterior, hemos utilizado el conjunto de dataciones seleccionadas para construir mapas
sobre el poblamiento de la Península Ibérica en el marco temporal
considerado. A través de estos mapas trataremos de explorar las
dinámicas de ocupación del territorio desde una amplia perspectiva diacrónica que engloba los prolegómenos de la neolitización y
la introducción y expansión de la economía de producción.
La figura 1 refleja los mapas resultado de la interpolación de
la densidad de dataciones en intervalos de 200 años de duración
desde el 7400 al 4200 cal BC. En esta primera representación
se han incluido dataciones de vida larga y corta, agregados o
singulares, entendiendo que ciertos “outliers” pueden detectarse
precisamente en base a las variables temporal y espacial representadas. Advertiremos también cómo la lectura de los mapas
inicial y final debe hacerse con cautela dados los límites establecidos en la selección de las dataciones (entre 8000 y 5500 bp).
5600−5400 BC
5400−5200 BC
1.0
42
40
40
38
38
36
0.8
6800−6600 BC
36
6600−6400 BC
0.8
5200−5000 BC
5000−4800 BC
0.6
6400−6200 BC
0.6
6200−6000 BC
42
4800−4600 BC
0.4
4600−4400 BC
42
40
38
0.4
40
38
36
36
6000−5800 BC
5800−5600 BC
0.2
4400−4200 BC
4200−4000 BC
0.0
−8 −6 −4 −2
0
2
0.2
0.0
−8 −6 −4 −2
0
2
Fig. 1. Mapas resultado de la interpolación de la densidad de dataciones en intervalos de 200 años de duración desde el 7400 al 4200 cal
BC en la Península Ibérica.
66
[page-n-74]
Radiocarbono y neolitización en la Península Ibérica
Una primera inspección de la figura advierte del crecimiento general en el número de yacimientos datados a medida que avanzamos en el tiempo con alguna matización (un ligero descenso
en torno al 4800-4600 cal BC). Un segundo aspecto a remarcar
sería la imagen de una repartición más amplia de los yacimientos a partir del intervalo 5800-5600 cal BC.
Si nos centramos en los mapas iniciales (fig. 1a), que se corresponden con yacimientos mesolíticos (desde el final del Mesolítico con muescas y denticulados al desarrollo del Mesolítico
geométrico, incluyendo el desarrollo del Asturiense), debemos
señalar la concentración de los sitios datados en el área articulada
por la fachada mediterránea, el corredor del Ebro y la región cantábrica. Portugal cuenta también con una concentración de sitios
datados en torno a la desembocadura del Tajo. Del mismo modo,
tal como se ha señalado de forma reiterada en la bibliografía,
grandes espacios como el interior peninsular no disponen de esta
clase de información (Juan Cabanilles y Martí, 2002). No podemos despreciar el sesgo de la misma determinado por la escasez
de proyectos de investigación dirigidos a estudiar estas dinámicas
poblacionales en determinados territorios, si bien es cierto que
el incremento de intervenciones de urgencia de los últimos años
(prospecciones y excavaciones) no parece haber aportado en general grandes novedades al respecto. Un ligero cambio se aprecia
a partir del intervalo 5800-5600 cal BC cuando las dataciones
empiezan a avanzar hacia el interior peninsular y de forma más
marcada en el intervalo 5600-5400 cal BC, momento en que es
evidente el incremento en la densidad de dataciones especialmente en la costa mediterránea. A partir de este punto la densidad
de las mismas aumenta igualmente hacia el interior y el sur peninsular (particularmente en el núcleo malagueño). Este interva6000−5800 BC
lo ya concentra un gran número de yacimientos neolíticos en la
fachada mediterránea. Una dinámica similar se mantiene hasta el
intervalo 5200-5000 cal BC. La tendencia se invierte ligeramente
en el intervalo 4800-4600 cal BC, cuando el número de sitios
arqueológicos con fechas disminuye en general, apreciándose la
recuperación ya en el intervalo 4600-4400 cal BC.
Tal como apuntábamos en el apartado anterior, con el fin
de añadir datos directos a la discusión sobre la neolitización
en Iberia hemos procedido a construir mapas de densidades
de dataciones teniendo en cuenta exclusivamente la representación de las muestras sobre domésticos (fig. 2). En esta figura
se representa la densidad de todos los domésticos incluidos cereales y animales. En el primer mapa (6000-5800 cal BC) aparece representado de forma aislada el yacimiento de Carigüela
en el sur peninsular. El segundo mapa (5800-5600 cal BC)
ofrece una serie de puntos aislados hacia el interior y el centro
peninsular y la concentración de dataciones en tres áreas (Catalunya, comarcas centro-meridionales valencianas y costa de
Málaga). El tercer mapa (5600-5400 cal BC) advierte de un
ligero aumento en la densidad de dataciones sobre domésticos
en algunas de las áreas anteriores así como la inclusión del
territorio portugués. El siguiente mapa (5400-5200 cal BC) ve
incrementarse de forma significativa el número de yacimientos
con dataciones de domésticos en buena parte del territorio, con
vacíos destacados en el noroeste peninsular y gran parte de
la cornisa cantábrica. Este vacío se mantiene en los siguientes mapas aquí representados, y también resulta visible en los
mapas que reflejan todos los yacimientos datados (fig. 1b). En
cambio, obtenemos una imagen distinta si tenemos en cuenta en exclusiva las dataciones sobre cereales (fig. 3). La dis-
5800−5600 BC
6000−5800 BC
5
42°N
5800−5600 BC
42°N
3.0
40°N
40°N
38°N
38°N
2.5
4
36°N
36°N
5600−5400 BC
5600−5400 BC
5400−5200 BC
5400−5200 BC
2.0
Latitude
Latitude
3
1.5
2
1.0
5200−5000 BC
5200−5000 BC
5000−4800 BC
1
42°N
5000−4800 BC
42°N
0.5
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40°N
38°N
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7
1
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0
8°W 6°W 4°W 2°W 0° 2°E
Fig. 2. Mapas resultado deLongitude
la interpolación de la densidad de
dataciones calibradas en intervalos de 200 años de duración
teniendo en cuenta las dataciones sobre el conjunto de domésticos.
14
7
1
36°N
0.0
8°W 6°W 4°W 2°W 0° 2°E
Longitude
Fig. 3. Mapas resultado de la interpolación de la densidad de
dataciones calibradas en intervalos de 200 años de duración
atendiendo a las dataciones sobre cereales.
67
[page-n-75]
O. García Puchol, A. Díez Castillo y S. Pardo Gordó
tribución de cereales observa una concentración inicial en la
zona mediterránea centrada en el área catalana y las comarcas
centro-meridionales valencianas a partir del intervalo 58005600 cal BC y sobre todo a partir del siguiente (5600-5400
cal BC). En ambos mapas aparece un punto aislado referido
al yacimiento interior de La Paleta (provincia de Toledo) cuya
datación se ha realizado sobre restos de cereales (Jiménez
Guijarro, 2008). En el siguiente intervalo (5400-5200 cal BC)
observamos un crecimiento en la densidad de estas áreas y la
incorporación de nuevas tanto en el interior peninsular como
en el sur de la península. Sin embargo, y a diferencia de lo observado en los mapas que incluyen a los animales clasificados
como domésticos, la progresión hacia el Cantábrico y la costa
atlántica resulta ahora menos pronunciada.
En definitiva podemos observar a través de los mapas construidos que el mapa radiocarbónico actual ha incrementado su
resolución gracias a la apuesta creciente por la exigencia en la
calidad de las muestras seleccionadas, aspecto que permite la
lectura de ciertas tendencias desde una perspectiva diacrónica.
En cualquier caso conviene insistir en la necesidad de avanzar
en este aspecto dada la desigualdad detectada cuando descendemos al detalle temporal y espacial.
4. DISCUSIÓN
Nuestro objetivo en este trabajo ha consistido en abordar el
proceso de neolitización teniendo en cuenta la información
proporcionada por el marco radiométrico actual. El punto de
partida lo ha proporcionado un trabajo clave publicado por Juan
Cabanilles y el homenajeado Bernat Martí (2002) en el cual se
elaboró una cartografía de la neolitización en base a los contextos arqueológicos disponibles y también las fechas publicadas
hasta ese momento.
En los mapas aquí recreados hemos considerado igualmente
los prolegómenos del proceso que incluyen un amplio abanico
temporal desde el final del Complejo de Muescas y Denticulados y el Mesolítico Geométrico. Centrándonos en el análisis
de los mismos nos detendremos en aquellos aspectos más relevantes. De un lado advertimos un incremento paulatino en el
número de yacimientos datados a partir del 7000 cal BC hasta
el intervalo 6000-5800 cal BC. La repartición de los yacimientos sigue unas pautas similares alrededor de las regiones costeras mediterráneas, particularmente desde el sur del Ebro hasta
la costa malagueña, la costa cantábrica, desde Asturias al País
Vasco, la costa atlántica portuguesa alrededor de los estuarios
de los principales ríos, y el corredor del río Ebro. Esta distribución general se mantiene hasta el intervalo 5800-5600 cal BC,
momento que muestra un cambio en la tendencia que implica
una ligera disminución en el número de yacimientos datados
seguido de un aumento notable en la densidad de sitios datados
en el siguiente intervalo (5600-5400 cal BC). La inflexión descrita resulta particularmente llamativa puesto que coincide con
el momento en el que aparecen las primeras especies domésticas
en el registro arqueológico peninsular. En cualquier caso el análisis exhaustivo de este punto requiere de zooms microrregionales que aporten el detalle de los desarrollos regionales. Este
aspecto ha sido desarrollado en trabajos recientes (Bernabeu et
al., 2014; Bernabeu et al., en prensa) haciendo hincapié en el
este peninsular.
68
Si nos centramos en los prolegómenos de la neolitización,
diversos trabajos han explorado las dinámicas poblacionales de
los últimos caza-recolectores poniendo el énfasis en su relación
con las fluctuaciones climáticas (Cortés et al, 2012; González
et al., 2009; Fernández y Gómez, 2009). En particular los efectos del evento 8.2 ka cal BP, reconocido a escala global como
una fluctuación corta que supone una disminución brusca de la
temperatura y humedad (Frigola et al., 2007), se ha relacionado
con ciertos reajustes del poblamiento mesolítico en el valle del
Ebro, Bajo Aragón y Maestrat (González et al., 2009; Fernández y Gómez, 2009). En cambio, la información que dibujan los
mapas no parece reflejar diferencias significativas en cuanto a
la repartición de los yacimientos en el intervalo afectado (62006000 cal BC). Ahondando en este punto, hemos insistido en
otros trabajos (Bernabeu et al., 2014) sobre la necesidad de contar con una información regional y microrregional más precisa
a la hora de valorar adecuadamente todos los parámetros afectados (arqueológicos y medioambientales) dado que los datos
actuales no parecen concluyentes. Otros autores (Cortés et al.,
2012) refieren una relación causa/efecto climática en relación
con la reconfiguración del poblamiento del mesolítico final en
el área andaluza justo unos siglos después, momento en que se
detectan ciertos patrones de cambio en diferentes indicadores
climáticos (sondeo Alborán) que podrían afectar a la disponibilidad de determinados recursos, principalmente marinos. El
mismo problema en cuanto a la valoración del registro arqueológico disponible puede aducirse, dada la precaria definición
actual del poblamiento del mesolítico final en Andalucía. No
obstante, resulta obvio que estas fluctuaciones climáticas pudieron tener su trascendencia y en cualquier caso abogamos por
una mayor definición a la hora de concretar sus efectos directos.
En el detalle de los mapas sí podemos advertir ciertas inflexiones que resultan de interés y que han sido señaladas en
otros trabajos que abordan el registro regional. Algunos aspectos deben además ser explorados con mayor nitidez atendiendo
a estos datos, y teniendo en cuenta que los mapas incorporan
cierto ruido principalmente relacionado con la naturaleza de las
muestras datadas. A este respecto dos áreas han sido señaladas
de forma repetida en relación con el poblamiento del Mesolítico final. De un lado Cataluña y la ausencia de un registro que
pueda vincularse claramente con el Mesolítico Geométrico en
alguna de sus dos fases reconocidas. En los mapas vemos una
débil densidad en los intervalos entre 6600 y el 5800 cal BC que
corroboraría la ausencia de poblamiento a partir de la información actual. De otro lado el área de los valles del Serpis, en las
comarcas centro-meridionales valencianas, donde vemos que se
confirmaría la inflexión aducida sobre la práctica ausencia de
fase B (Cocina II) visible en el intervalo 6000-5800 cal BC.
A partir del 5800 y sobre todo del 5600 cal BC, los mapas
reflejan un cambio de tendencia que marca la llegada del Neolítico y que sobre todo implicaría el aumento de la densidad
de sitios datados en el área litoral mediterránea y la expansión
hacia el interior peninsular. Este aspecto resulta especialmente
relevante por cuanto es indicativa de la aparición y rápida expansión del neolítico.
La combinación de la lectura diacrónica de estos mapas con
los confeccionados a partir de todas las fechas sobre domésticos (fig. 2), y exclusivamente con los cereales (fig. 3), permite ahondar en la lectura del proceso entrando de lleno en el
[page-n-76]
Radiocarbono y neolitización en la Península Ibérica
debate actual (Alday, 2009; Bernabeu et al., 2009; Bernabeu y
Martí, 2014; Cruz Berrocal, 2012; Díaz del Río, 2011; García
Borja et al., 2010; García Puchol et al., 2009; Rojo, Garrido y
García-Martínez de Lagrán, 2012; Zilhão, 2001 y 2011). De este
modo, la evolución de las dinámicas socioecológicas muestra
unas pautas indicativas de un poblamiento continuado, y con
variaciones locales, durante el Mesolítico final, principalmente
focalizado en las áreas litorales (costa cantábrica, mediterránea,
el núcleo de la desembocadura del Tajo y el corredor del Ebro).
En el intervalo 6000-5800 cal BC se advierte cierto repliegue
(que habría que analizar a partir de una mayor resolución de
los datos) en algunas áreas costeras mediterráneas. Coincide
este repliegue con la primera datación sobre doméstico, en este
caso en la costa sur de la Península Ibérica. Corresponde a la
datación de Carigüela en Granada (Medved, 2013) sobre Ovis/
Capra, la cual genera un punto aislado cuya significación habrá
que discutir con más datos y sobre todo atendiendo a ciertos problemas señalados para las dataciones sobre hueso, tanto cuestiones técnicas (empleo de técnicas de medición de la calidad del
colágeno y depuración del mismo [Wood, 2014]), taxonómicas
(problemas derivados de la identificación de las especies animales domésticas), e incluso arqueológicas (clarificación de la
secuencia y contexto arqueológico de Carigüela). El siguiente
mapa observa en cambio más puntos (algunos litorales, desde
Cataluña al País Valenciano) junto a otros aislados en territorios
interiores siguiendo el valle del Ebro (Chaves, Huesca; Peña
Larga, Álava) o el Tajo (La Paleta, Toledo). El mapa resultante
abogaría por una muy rápida extensión de los domésticos en la
Península Ibérica, siguiendo tanto el litoral como el curso de los
principales ríos. En cambio, la confección del mapa relativo a
los cereales datados ofrece un panorama, tal como hemos visto, algo distinto. En este caso las densidades de dataciones más
altas se sitúan con un ligero retraso respecto al mapa anterior,
concentradas en la costa mediterránea y con un punto inicial en
el núcleo neolítico centro-meridional valenciano. La datación
de La Paleta ofrece un punto aislado en el interior peninsular
que debería clarificarse con datos precisos. La inmediata expansión sigue por la costa y hacia el interior con ritmos distintos,
no tan pronunciados.
En cualquiera de los mapas dibujados se intuye la importancia de los ríos como vías de comunicación entre las redes sociales
ya en el Mesolítico Geométrico. Además de la vía mediterránea,
la vía del Tajo podría explicar los nexos de la cultura material
entre el mediterráneo central y el estuario de este río. Es posteriormente, a partir de la aparición de los primeros domésticos,
cuando parece perfilarse a través de las dataciones disponibles la
vía de comunicación en relación a este último río.
Si nos fijamos en las figuras 2 y 3 observaremos cómo
los domésticos dibujan un avance rápido sobre determinados
territorios, si bien con los matices asociados a la introducción de la agricultura, claramente más tardía en el occidente
y norte peninsular.
Dos puntos parecen clave a la hora de abordar los modelos
de expansión neolítica a lo largo del territorio peninsular: el modelo de expansión (démico versus cultural) y las posibles vías de
penetración en el territorio. Sobre el primer aspecto, y a través
de los mapas dibujados, incidiremos en cómo la expansión neolítica en la Península Ibérica tiene lugar sobre un espacio donde
existía un poblamiento mesolítico previo, si bien desigualmente
repartido. De hecho, en el área mediterránea los primeros domésticos aparecen en áreas donde el poblamiento mesolítico
muestra importantes vacíos en estos momentos (5800-5600 cal
BC) –las ausencias documentales señaladas en Cataluña, comarcas centro-meridionales valencianas y costa de Málaga–. En
el Ebro los primeros domésticos muestran un patrón similar, al
tiempo que en los siglos posteriores hacen su aparición en otras
áreas, coincidiendo también con una información escasa o nula
sobre el poblamiento mesolítico (meseta, territorio portugués
en torno al macizo extremeño). De otro lado, el gradiente este/
oeste resulta obvio, aun cuando se han generado algunos puntos discrepantes que merecerán una confirmación futura (Carigüela, La Paleta). Los vínculos de estos primeros yacimientos
con domésticos (recordemos que no existen aquí los agriotipos
silvestres de las principales especies domesticas), con el primer
neolítico en el mediterráneo occidental favorecen la hipótesis
de una expansión démica en la base del primer poblamiento
neolítico. Parece por tanto plausible plantear que el impulso
démico inicial debió tener su incidencia en la explicación de
la expansión neolítica a escala peninsular (Bernabeu, 1989). Al
mismo tiempo observamos que el avance de los domésticos en
la segunda mitad del VI milenio cal BC parece estar restringido
a un patrón territorial limitado. Ciertamente los condicionantes
ecológicos pueden haber sido determinantes en su expansión,
aunque la observación de los mapas denota la persistencia de
dataciones en determinadas áreas donde el impacto de los domésticos apenas ha tenido lugar en el intervalo de tiempo referido (buena parte del área cantábrica y los estuarios del Tajo
y Sado). Por lo tanto, un modelo mixto que asume el impulso
démico inicial, así como la incorporación desigual en el espacio
y el tiempo de la población mesolítica, no puede ser descartado.
En cualquier caso requerirá de datos directos para su validación
(ADN antiguo sobre humanos, la comprensión de los procesos
tafonómicos de determinados yacimientos, o la concreción de la
base de datos radiocarbónica, entre otros aspectos relevantes).
El otro punto actual de discusión versa sobre las vías de expansión del Neolítico. En los últimos años se ha reabierto la
posibilidad de una doble vía mediterránea de progresión hacia
la Península Ibérica: desde el sur de Francia y el norte de África.
Sobre la primera vía, recientemente ha sido aislado un horizonte
inicial (Impreso) en unos pocos yacimientos valencianos (localizados en el núcleo neolítico centro-meridional valenciano) que
parecen ampliar la variabilidad del registro inicial (con vínculos
también con el horizonte impreso inicial del mediterráneo occidental [Bernabeu et al., 2009]). Aun cuando el marco radiocarbónico actual no permite detallar el proceso a esta escala temporal, sí es indicativo de la relevancia de esta vía de expansión del
Neolítico desde el sur de Francia. Solo la datación de Carigüela
mostraría su discordancia. Considerando que se trata de un dato
aislado, y además asociado a un registro material que muestra
sus vínculos con el neolítico del este peninsular, podemos mantener la cautela con respecto a la misma (Medved, 2013).
Por otro lado, la hipótesis africana ha sido referida para explicar ciertas características del registro material observadas en
el primer Neolítico portugués (Carvalho, 2009) y en la costa
de Málaga, particularmente el yacimiento de Cueva de Nerja
(García Borja et al., 2010; Aura et al., 2013). Recientemente
se ha argumentado que ciertos paralelismos tecnológicos referidos al uso de las hoces neolíticas también indicarían un mapa
69
[page-n-77]
O. García Puchol, A. Díez Castillo y S. Pardo Gordó
distintivo del primer Neolítico entre los territorios meridionales
y septentrionales (Gibaja y Carvalho, 2010). A este respecto,
los mapas construidos no parecen resultar lo suficientemente
indicativos. En cualquier caso, el panorama radiocarbónico al
otro lado del estrecho adolece todavía de una mayor precisión
aun cuando se están llevando a cabo importantes avances (Linstädter et al., 2011). Se observa además una diferencia con los
restantes territorios peninsulares en el avance del Neolítico: los
primeros cereales datados aparecen unos siglos después que en
otras áreas peninsulares. Todos estos indicios podrían apuntar
hacia una mayor diversidad en la composición del primer Neolítico peninsular si bien será necesario ampliar la definición del
contexto arqueológico en general además de avanzar en la precisión del marco cronométrico.
además de incidir en la necesidad de avanzar en el proceso de
selección de los materiales susceptibles de ser datados (contexto arqueológico y muestras directas identificadas) tal como ha
sido reiterado en la bibliografía reciente (Zilhão, 2001 y 2011;
Bernabeu, 2006). Se trata de un proceso complejo que requiere el análisis de información diversa y precisa, y atendiendo a
diferentes escalas espaciales y temporales. La obra de Bernat
Martí nos ofrece múltiples reflexiones al respecto cuya lectura
siempre aporta nuevas ideas construidas sobre la base de un profundo conocimiento del registro arqueológico.
5. CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
El análisis del proceso de neolitización en la Península Ibérica
constituye uno de los temas principales abordados en las investigaciones llevadas a cabo por Bernat Martí. El trabajo de este
autor ha sentado sus bases en el registro arqueológico del primer neolítico valenciano, pero también se nutre de un extenso
repertorio de lecturas que ha alimentado a todos aquellos investigadores que hemos podido disfrutar de sus enriquecedoras
reflexiones y sugerencias. Nuestra aportación con este texto ha
tratado de seguir sus pasos incidiendo en la lectura del marco
radiométrico del proceso a través de técnicas SIG de interpolación de datos en el marco de la Península Ibérica a partir de
una base de datos de dataciones actualizada y haciendo uso de
diferentes tipos de filtros. Con todo ello tratamos de alimentar
un debate abierto, con múltiples matices, en ocasiones debido al
sesgo de la investigación, en otras a los paradigmas explicativos
aplicados. En cualquier caso, el objetivo perseguido ha consistido en poner al día la cartografía de la neolitización atendiendo
a la actualización de la base de datos radiocarbónica. Los mapas
confeccionados permiten explorar patrones generales sobre las
dinámicas espaciales de los últimos caza-recolectores y el primer Neolítico. De los patrones dibujados en los intervalos temporales considerados, y su variabilidad en el tiempo, cabe deducir ciertas tendencias que pueden ser referidas a la problemática
relativa al proceso de neolitización a escala peninsular. De estas tendencias retendremos los dos aspectos que consideramos
esenciales: la presencia variable y desigualmente distribuida de
poblamiento mesolítico en los prolegómenos de la neolitzación
y el rápido impacto y expansión de los domésticos especialmente por la costa mediterránea y los corredores de los principales
ríos (Ebro y Tajo). Ambos puntos nos remiten una vez más a la
interpretación del registro valenciano en relación a la hipótesis
de un modelo mixto (dual) de neolitización y a las aportaciones
de Bernat Martí al respecto (Martí, 1978 y 2011; Martí y Fortea, 1984-1985; Martí y Juan Cabanilles, 1997, 2000, 2003 y
2014; Juan Cabanilles y Martí, 2002; Bernabeu y Martí, 2014).
Sin embargo, la contrastación empírica del modelo no resulta
sencilla, y queda desdibujada en un registro arqueológico no
siempre esclarecedor (Juan Cabanilles y Martí, 2007-2008). La
creciente concreción del marco radiométrico va a resultar sin
duda determinante, junto a otros análisis, para discernir algunos de los aspectos esbozados. En este trabajo hemos querido
reflejar las características de la muestra radiocarbónica actual,
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70
Gràcies Bernat per la teua especial contribució en el nostre
procés d'aprenentatge sobre el neolític, i sobretot per la teua
generositat i amistat.
[page-n-78]
Radiocarbono y neolitización en la Península Ibérica
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73
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Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 75-96.
El abrigo de El Esplugón (Billobas-Sabiñánigo, Huesca).
Un ejemplo de transición Mesolítico-Neolítico
en el Prepirineo central
PilaR utRilla, aBel BeRdeJo, alBeRto oBón,
RaFael laBoRda, RaFael doMingo y MaRta alColea
Para Bernat, nuestro entrañable amigo.
reSumen
Presentamos a continuación un avance de los resultados más importantes obtenidos tras las últimas campañas de excavación
y estudio del abrigo de El Esplugón (Billobas-Sabiñánigo, Huesca). Este yacimiento destaca por su posición geoestratégica,
su buen estado de conservación y su riqueza arqueológica, con varios niveles mesolíticos geométricos y neolíticos. A pesar de
que solo hemos intervenido en algunos cuadros podemos decir que estamos ante uno de los referentes de este periodo cronocultural para comprender el proceso de neolitización en el Valle del Ebro.
PalabraS claVe:
Mesolítico geométrico, Neolítico, Prepirineo central, Valle del Ebro, arte Levantino, análisis funcional,
antracología, cerámica.
réSumé
L'abri de l'Esplugón (Billobas-Sabiñánigo, Huesca). Un exemple de transition Mésolithique-Néolithique dans les Prépyrénées
centrales. Nous présentons ensuite les principaux résultats obtenus sur les fouilles récentes et l'étude de l'abri l'Esplugón
(Billobas-Sabiñánigo, Huesca). Ce site se distingue par sa position géostratégique, son bon état de conservation et la richesse
archéologique composée de différents niveaux mésolithiques géométriques et néolithiques. Malgré des opérations de fouille
qui concernent seulement quelques mètres carrés, nous pouvons affirmer que l'Esplugón est déjà un des référents de cette
période chrono-culturelle pour comprendre le processus de néolithisation dans le Bassin de l'Èbre.
m o T S c l é S : Mésolithique géométrique, Néolithique, Prépyrénées centrales, Bassin de l'Èbre, Art Levantin, analyse
fonctionnelle, anthracologie, céramique.
1. INTRODUCCIÓN
El gran abrigo de El Esplugón, también conocido como la
Esplunga, está situado en la margen derecha del río Guarga
a tan solo 500 m del Molino de Billobas, en término municipal de Sabiñánigo (Huesca). Se trata de un abrigo profundo
abierto en un farallón rocoso de areniscas y conglomerados, a
una altitud de 800 msnm. El valle del río Guarga, afluente de
la margen izquierda del río Gállego, actúa como un corredor
natural de Este a Oeste. Conecta la Depresión Intrapirenaica
(Canal de Berdún) con el Sobrarbe destacando la facilidad
con la que se forman abrigos al presentar todo el valle una
litología blanda característica de la Formación Campodarbe
(Puigdefábregas, 1975), proclive a una erosión rápida por la
acción hídrica en continuo cambio. Estos dos hechos, su disposición de eje natural Este-Oeste y la facilidad de formación
de abrigos en los conglomerados, unidos al intenso despoblamiento de la segunda mitad del S. XX, hacen de la Guarguera
un territorio con un amplio potencial para detectar ocupaciones prehistóricas no alteradas.
El abrigo reúne unas excelentes condiciones de habitabilidad: una orientación S-SE que le protege del viento y permite
una excelente insolación, una gran superficie potencialmente
utilizable y un curso de agua contiguo. Además se ha tallado
en época imprecisa un largo surco a lo largo del borde de la
gran visera horizontal, lo que permite canalizar el agua y verterla en un lugar destinado para su almacenamiento. La riqueza
de sus niveles, la extensión del yacimiento, las características
de habitabilidad y su posición geoestratégica lo convierten en
un excelente lugar para establecer en él un hábitat permanente
o semipermanente. Existen restos de una antigua construcción
que ha podido servir para guardar ganado alterando su nivel superficial (fig. 1).
Su descubrimiento fue llevado a cabo dentro del proyecto dirigido por dos de nosotros (A. Berdejo y A. Obón) titulado “Prospecciones en la Guarguera y Valles de Nozito y Bara” (180/2008)
comenzado en el año 2008, proyecto que continúa activo por
parte del grupo de investigación De la Roca al Metal. Las dos
primeras campañas de excavación (2009 y 2010) se realizaron sin
soporte económico alguno. La incorporación de P. Utrilla al equi75
[page-n-83]
P. Utrilla, A. Berdejo, A. Obón, R. Laborda, R. Domingo y M. Alcolea
Fig. 1. Vista del abrigo y localización en el Prepirineo oscense.
po directivo en el año 2011 permitió obtener algunos fondos dentro de dos Proyectos MICINN (HAR 2008-05451 y HAR 201127197). Con ellos, sumados a otras colaboraciones,1 se efectuaron
las campañas de 2011, 2012 y 2013.
Se han abierto 8 m2 de superficie aunque solo en cinco de
los cuadros (3A, 1A, 1W, 2A y 4A) se han alcanzado niveles
estériles. En el resto tan sólo se han excavado algunos niveles
superiores. Uno de ellos fue un sondeo exterior al muro de
cierre, estéril en elementos arqueológicos. Aunque las principales pautas sedimentarias han sido reconocidas y descritas, existe una división de los niveles atendiendo a criterios
tecno-tipológicos y no exclusivamente sedimentológicos dadas las características de homogeneidad de la estratigrafía. A
grandes rasgos, todos los estratos, salvo el 4 con su horizonte
de plaquetas, son similares en cuanto a su composición granulométrica, algo frecuente en las secuencias holocénicas como
Mendandia (Alday, 2005), Kanpanoste Goikoa (Alday, 1998)
o Forcas II (Utrilla y Mazo, 2014).
1
76
A falta del soporte económico de la Comunidad Autónoma, inexistente por los recortes de la crisis, han sido muchas las personas e
instituciones que nos han ayudado a llevar a cabo la excavación
del yacimiento: los vecinos de Aineto que colaboraron en el alojamiento y el sustento; los propietarios del Molino de Billobas que
nos facilitaron la infraestructura en la criba; Santiago Berdejo quien
realizó el entibado de los cortes; o el CSO Kike Mur que prestó
apoyo financiero para los desplazamientos.
La importancia del yacimiento radica en tres datos interesantes:
1) La riqueza de sus niveles del Mesolítico geométrico (3
inf. y 4) y Neolítico (2 y 3 sup.) que entregan 195 geométricos:
49 trapecios, 52 triángulos, 6 segmentos (3 abruptos y 3 de doble bisel), 22 truncaduras (la mayoría geométricos fracturados)
y 55 microburiles. A ellos se añaden 11 puntas de dorso que
podrían considerarse segmentos alargados de retoque abrupto
y 2 D+T. Una cifra nada despreciable entre los yacimientos de
transición Mesolítico-Neolítico.
2) La existencia de una completa secuencia que arranca en un
posible Mesolítico microlaminar (léase Sauveterriense o Aziliense) (niveles 5 y 6), apenas detectado en el Alto Aragón en Forcas
II (niveles 7, 9 y 10), Peña 14 (nivel d) y Legunova (nivel m)
(Montes, 2001-2002; Montes, 2005; Utrilla y Mazo, 2014), que
continúa con dos niveles del Mesolítico geométrico (niveles 4 y 3
inferior pertenecientes a las dos etapas de trapecios y triángulos)
para terminar en dos niveles neolíticos (niveles 3 superior y 2) y
uno calcolítico, muy revuelto con materiales modernos (nivel 1).
3) Rellena el espacio vacío existente entre los dos núcleos
de yacimientos mesolíticos conocidos del Alto Aragón: Forcas
II en la parte oriental y el núcleo de Biel (Peña 14, Valcervera,
Rambla de Legunova) en la parte occidental, acompañado en
el centro por el yacimiento de Espantalobos en Quicena (junto
a Huesca) recientemente excavado por L. Montes y R. Domingo. El abrigo con arte rupestre levantino de la Raja (Baldellou
et al., 1997) en Nueno, pudiera estar vinculado con los habitantes de ambos yacimientos.
[page-n-84]
El abrigo de El Esplugón. Un ejemplo de transición Mesolítico-Neolítico en el Prepirineo central
Un avance al estudio de este yacimiento en sus tres primeras
campañas (2009, 2010 y 2011) puede verse en el Homenaje a
Juan Fernández Tresguerres donde se detalla la composición de
los niveles (Utrilla, Berdejo y Obón, 2012). En el presente artículo nos centraremos en la transición de los niveles del Mesolítico
geométrico (4 y 3inf.) al Neolítico (2 y 3 sup.) incorporando los
materiales de las dos últimas campañas (2012 y 2013) y realizando estudios específicos de sus cerámicas (R. Laborda), la industria lítica (P. Utrilla), las láminas con pátina de cereal (R. Domingo) y el análisis antracológico (M. Alcolea). Otros aspectos como
los geoarqueológicos y sedimentológicos, la tecnología lítica (A.
Berdejo y A. Obón), la dispersión espacial de los restos (M. Castro) o la fauna se presentarán en próximas publicaciones. Los tres
directores de la excavación se responsabilizan de su estratigrafía
y de la dinámica cultural del yacimiento. Todos los dibujos de
materiales han sido realizados por M.C. Sopena.
2. ESTRATIGRAFÍA
Se han diferenciado hasta 6 niveles arqueológicos que se agrupan en cuatro momentos culturales (fig. 2):
Esplugón I.- comprende el nivel superficial y el nivel 1, SlmcR en la nomenclatura de la estratigrafía analítica de la escuela
de Laplace (Aguirre et al., 1999), de arenas y limos con algunas
gravas procedentes del conglomerado, todo ello muy revuelto
con el nivel superficial. Se trata de un depósito calcolítico con
cerámicas a mano bruñidas y de aplicaciones plásticas además
de dos puntas de flecha foliáceas, una foliforme y otra cruciforme, más una lámina con pátina de cereal. Contiene además algunas cerámicas vidriadas posteriores y microlitos geométricos
procedentes de niveles inferiores.
Esplugón II.- depósito neolítico que agrupa los niveles 2
(Asmk) y 3 sup (Slm-1). El nivel 2 está formado por arcillas
y arenas de color marrón claro con algunos cantos, de textura
compacta. Su espesor llega en algunos tramos a 30 cm. En contacto con la superficie existe una diferencia en su composición
granulométrica, con menor proporción de cantos y mayor de
carbonatos. El nivel denominado 3 sup., de textura más suelta,
presenta un contenido mayor en carbones y ocres.
Esplugón III.- depósito mesolítico geométrico que comprende los niveles 3 inf (Slm-2) y 4 (Slmc). El nivel 3 inf. está
formado por arenas y limos de color marrón claro. Su espesor
oscila entre 25 y 30 cm. Su génesis es similar a la del nivel 2 y
3 superior, formado por el aporte lateral de sedimento y el desmantelamiento de la pared del abrigo.
El nivel 4 está formado por arenas y limos de color marrón
oscuro pero destaca fundamentalmente por la alta proporción de
clastos que lo cubren. Éstos se presentan en forma de plaquetas
caídas del techo en dos hileras, derivados quizá de fenómenos
de gelifracción propios de la tan llevada y traída pulsación del
8.2 event. Su espesor varía entre 12 y 20 cm, aumentando significativamente la proporción de carbones de pequeño tamaño y
la fracción arenosa.
Esplugón IV.- depósito mesolítico genérico, de color negro,
tierra arenosa, muy suelta, sin clastos y de tacto untoso. Comprende los niveles 5 (Sln) y 6 (Slnc), muy similares entre sí distinguidos por la mayor o menor intensidad del color negro de
su sedimento.
Se recogieron dos triángulos rectángulos pigmeos (más un
tercero fracturado), dos triángulos escalenos alargados (o D+T),
ambos tipos similares a otros de Socuevas, Peña 14 d y Atxoste
VIb procedentes de niveles microlaminares (Soto et al., 2014).
Se registran también 6 microburiles, 5 laminitas truncadas (2
de ellas geométricos fracturados), 3 raspadores, una punta de
dorso, 3 núcleos, 3 denticulados espesos, 2 láminas con escotaduras a ambos lados, 1 buril (y 2 más muy dudosos) y varios
fragmentos de asta. No hay que descartar que apareciera algún
nivel magdaleniense al profundizar en la excavación.
Fig. 2. Distribución de los niveles en el corte N (banda A y W).
77
[page-n-85]
P. Utrilla, A. Berdejo, A. Obón, R. Laborda, R. Domingo y M. Alcolea
Fig. 3. Industria lítica característica de los niveles neolíticos 2 y 3 sup. Geométricos de doble bisel (1 a 12); taladros (13 y 14); hojas de
hoz con lustre vegetal (18 a 22); raspadores (16 y 17) y láminas retocadas (23 a 25).
78
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El abrigo de El Esplugón. Un ejemplo de transición Mesolítico-Neolítico en el Prepirineo central
3. LA INDUSTRIA LÍTICA: ESTUDIO TIPOLÓGICO
3.1. loS nIVeleS neolíTIcoS (2 y 3 SuP.)
Estudiamos en conjunto los dos niveles neolíticos (2 y 3 sup.) por
ser difícil su diferenciación en algunas zonas y por no poseer suficiente número de efectivos para realizar una estadística válida.
En total se computan 42 objetos agrupados del siguiente modo: 32
geométricos, entre los que dominan los triángulos, 9 de ellos de
doble bisel (fig. 3, nº 5 a 8, 10 y 11), destacando en 3 ejemplares
un retoque plano invasor (fig. 3, nº 1 a 3), un tipo desconocido
hasta el momento en Aragón. En efecto, no los encontramos ni en
Forcas, ni en el núcleo de Biel ni en el Bajo Aragón, aunque en
Costalena algún triángulo de doble bisel del nivel c2 parece tender
al retoque plano (Barandiarán y Cava, 1989: fig. 22, nº 10 y 13,
por ejemplo). Sí se halla presente sin duda en dos ejemplares del
yacimiento navarro de Aizpea en la parte alta del nivel b, datado
en 6370±70 BP (Cava, 2001: fig. 13, nº 2 y, no tan claro, en fig.
8, nº 25). Les acompañaban 3 segmentos de doble bisel (fig. 3, nº
4, 9 y 12), 5 trapecios de retoque abrupto (fig. 4, nº 1 a 4 y 6), 4
triángulos de retoque abrupto (fig. 4, nº 5, 7, 10 y 11), entre ellos
uno ocluso (nº 5) presente en Aizpea y en yacimientos alaveses y
aquitanos, 2 microburiles (fig. 4, nº 17 y 18) más un posible microburil de Krukovski computable como puntita de dorso (fig. 4, nº
16), 4 truncaduras (dos de ellas claros microlitos fracturados) (fig.
4, nº 8, 9, 14, 22), 5 puntas o laminitas de dorso (fig. 4, nº 12, 13,
15, 20 y 23), 3 raspadores (fig. 3, nº16 y 17 y, menos claro, fig. 4,
nº 19), 2 puntas de posibles taladros neolíticos (fig. 3, nº 13 y 14),
5 láminas de retoque simple (fig. 3, nº 15, 23, 24 y 25 y fig. 4, nº
21) y 5 láminas con pátina de cereal (fig. 3, nº 18 a 22). Dominio
por tanto de triángulos (40,6%) sobre trapecios (15,6%). Las puntas de dorso curvo alargado (5 ejemplares) registran un porcentaje
apreciable (15,6%) siguiendo la tendencia observada a fines del
Mesolítico geométrico, momento en el que conviven con los tipos
Cocina. Los microburiles (6,2%) son residuales, algo esperable en
una industria basada en los geométricos de doble bisel.
Fig. 4. Piezas de retoque abrupto (geométricos y truncaduras) y microburiles de los niveles neolíticos (2 y 3 sup).
79
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P. Utrilla, A. Berdejo, A. Obón, R. Laborda, R. Domingo y M. Alcolea
Fig. 5. Trapecios del nivel 3 inf.
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El abrigo de El Esplugón. Un ejemplo de transición Mesolítico-Neolítico en el Prepirineo central
Fig. 6. Triángulos del nivel 3 inf. Nótese el retoque inverso en los tipos 1, 23 y 25.
81
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P. Utrilla, A. Berdejo, A. Obón, R. Laborda, R. Domingo y M. Alcolea
Fig. 7. Piezas varias del nivel 3 inf.
82
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El abrigo de El Esplugón. Un ejemplo de transición Mesolítico-Neolítico en el Prepirineo central
Fig. 8. Microburiles del nivel 3 inf.
A destacar la presencia en los niveles neolíticos de 3 pequeños
raspadores, casi ausentes en los dos ricos niveles del Mesolítico
geométrico (solo l ejemplar) pero presentes de nuevo (3 ejemplares) en los niveles de base (5 y 6), de momento muy pobres
y pertenecientes a un mesolítico indefinido con elementos macrolíticos (algún écaillé y denticulado) y microlaminares (D+T).
Esta presencia de raspadores en los niveles neolíticos junto a los
dos posibles taladros de larga punta central, tipo Chaves (Cava,
2000), los 3 segmentos de doble bisel y las 5 láminas con pátina
de cereal dan la clave para aventurar una función del abrigo como
hábitat más o menos estable con variedad de actividades (raspado, perforado, siega), no reducidas únicamente a la caza.
3.2. loS nIVeleS del meSolíTIco geoméTrIco (3 InF. y 4)
Se caracterizan ambos por el dominio casi exclusivo de los microlitos geométricos, (muy abundantes con 98 ejemplares en el
3 inferior y 59 en el nivel 4) lo que sugeriría una especialización
en actividades de caza. Destaca también la masiva presencia de
microburiles, en especial en el nivel 4, lo que demostraría una
talla in situ de los geométricos.
En el nivel 3 inferior tras la campaña de 2013 se computan
103 geométricos: 27 trapecios (fig. 5), la mayoría alargados, siendo 17 de ellos de lado cóncavo (fig. 5, nº 6, 9, 10, 12, 16, 17,
19, 21, 22 a 30) y uno rectángulo (fig. 5, nº 2). Entre ellos, 16
ejemplares presentan algún tipo de fractura, lo que representa un
59,2% de los trapecios. Algo más numerosos son los triángulos,
con 33 ejemplares (fig. 6) de los que 11 presentan algún tipo de
rotura, un 33,3%. Llama la atención la presencia de un diminuto
tranchet (fig. 6, nº 31) y de 5 ejemplares con retoque inverso en
la base (fig. 6, nº 1, 2, 23, 25 y 26) lo que sugeriría una supuesta
procedencia ultrapirenaica, tal como ocurría en otros yacimientos
prepirenaicos contemporáneos de finales del VIII milenio (nivel
IV de Forcas y II de Aizpea) (Utrilla y Mazo, 2014; Cava, 2001).
Un triángulo escaleno con retoque inverso forma casi una punta
de dorso alargada (fig. 6, nº 32) muy similar a otros de Costalena,
83
[page-n-91]
P. Utrilla, A. Berdejo, A. Obón, R. Laborda, R. Domingo y M. Alcolea
Fig. 9. Geométricos procedentes del nivel 4.
tanto del nivel c3, como del c2 (Barandiarán y Cava, 1989: fig.
12, nº 43 y 44 y fig. 22, nº 37, respectivamente). Los microburiles
entregan 23 ejemplares (un 22,3%) (fig. 8). Completan el utillaje 2 segmentos abruptos (fig. 7, nº 1 y 2), 5 puntas de retoque
abrupto (fig. 7, nº 3 a 7), 13 truncaduras, la mayoría posibles fragmentos de geométricos fracturados (fig. 6, nº 19, 24 y 26 a 28),
un raspador sobre lámina (fig. 7, nº 19) y 15 láminas con retoque
simple (fig. 7, nº 8 a 23 y 25), algunas quizá asociadas a la cadena
operativa del microburil (fig. 7, nº 12, 15, 16 y 25) .
Respecto al nivel 4 su contenido arqueológico no es tan rico
como el del nivel anterior (60 microlitos geométricos, cantidad
nada despreciable por otra parte), pero registra un cambio significativo encaminado hacia una mayor presencia de trapecios
en detrimento de los triángulos (28,3% frente a 10%) (fig. 9).
Destaca la alta proporción de microburiles (30 ejemplares) (fig.
10), junto con 17 trapecios (5 de ellos de lado cóncavo), 6 trián84
gulos, 6 truncaduras (fragmentos de geométricos), dos hojitas
de dorso truncadas (D+T), un segmento de dorso alargado y l
hojita de dorso. Acompañan a los geométricos 3 piezas écaillées
(fig. 11, nº 4, 8 y 11), 4 láminas con escotaduras (fig. 11, nº 2, 3,
5 y 6); algunos denticulados (fig. 11, nº 12), 2 truncaduras (fig.
11, nº 1 y 9) y 2 núcleos piramidales de laminillas (fig. 11, nº 7 y
10). A destacar la alta proporción de microburiles que constituyen el 50% del total de elementos geométricos frente al 22,3%
que registraba el nivel 3. Pudiera ser también significativa la
existencia de piezas écaillées y denticulados que registran ecos
de la fase macrolítica de muescas y denticulados, presente todavía a comienzos de las secuencias del mesolítico geométrico en
Botiquería 2; los Baños 3 inf., o abrigo de Ángel (Barandiarán,
1978; Utrilla y Rodanés, 2004; Utrilla, Domingo y Bea, 2003).
En la tabla 1 pueden verse los geométricos en números absolutos y sus porcentajes dentro del mismo nivel.
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El abrigo de El Esplugón. Un ejemplo de transición Mesolítico-Neolítico en el Prepirineo central
Fig. 10. Nivel 4: microburiles (1 a 29) y truncaduras (30 a 34).
3.3. análISIS FuncIonal de lámInaS neolíTIcaS
En el contexto de un estudio más amplio (Domingo, 2014) que
afectaba a casi una cuarentena de piezas procedentes del Neolítico antiguo de la cueva de Chaves, estudiamos un pequeño
conjunto de 10 láminas de distintos sitios del Valle Medio del
Ebro: cueva del Moro de Olvena, abrigo de Forcas II (nivel
VIII), abrigo de El Esplugón (niveles 2 y 3 sup) y Plano del Pulido. Todos los enclaves, excepto el último, localizados junto al
propio río Ebro en el entorno de Caspe, se hallan en las Sierras
Exteriores oscenses.
Cinco de los ejemplares estudiados pertenecen al abrigo de
El Esplugón: una lámina apareció en el nivel 2 (Es.3W.110.99);
otra en la transición 3 inf/3 sup (Es.3A.141.419) y las otras
tres en el nivel 3sup. (Es.1A.146.16; Es.2A.151.38; y
Es.6A.159.106). Excepto dos, prácticamente enteras y de
unos 3 cm de longitud, el resto son fragmentos (curiosamente
distal, medial y proximal). Sus dimensiones varían: el fragmento distal apenas alcanza los 2 cm de longitud, mientras
que los trozos medial y proximal llegan respectivamente a 2,5
y 3,25 cm. La anchura varía entre 1,2 y 1,9 cm, siendo muy
85
[page-n-93]
P. Utrilla, A. Berdejo, A. Obón, R. Laborda, R. Domingo y M. Alcolea
Fig. 11. Nivel 4. Láminas retocadas (1, 2, 3, 5 y 6), piezas écaillées (4, 8 y 11), denticulados (12) y nucleítos de laminillas (7 y 10).
homogéneo el espesor, que ronda los 0,4 cm, lo que indicaría
una talla cuidada, dentro de una cadena operativa bien establecida (fig. 3, nº 18 a 22).
La conservación de las piezas es aceptable, aunque presentan lustres que asociamos a la humedad que afecta de manera
notable al sedimento en que han estado conservadas. En dos de
los ejemplares los lustres son la única característica microscópica apreciable. Las otras dos láminas sí muestran huellas funcionales. En una de ellas, el fragmento distal siglado Es.1A.146.16,
se observan micropulidos muy poco desarrollados no identifi86
cables en el filo izquierdo. Únicamente se puede confirmar que
fue utilizada aunque sin precisar ni la materia trabajada ni la
cinemática desarrollada. La pieza Es.2A.151.38, del nivel 3 sup,
sí ofrece elementos para un diagnóstico claro, mostrando unas
bien desarrolladas huellas microscópicas típicas del corte de vegetal no leñoso (lo que da lugar a nivel macroscópico al denominado “lustre de cereal”) en estado verde: la mayor humedad
de los vegetales aún no madurados genera morfologías más desarrolladas, especialmente en brillo y volumen. Todo el filo izquierdo presenta el característico micropulido denso, brillante,
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El abrigo de El Esplugón. Un ejemplo de transición Mesolítico-Neolítico en el Prepirineo central
Tabla 1. Geométricos de los niveles neolíticos y mesolíticos.
Tipos
Niv. 2 + 3 sup
%
Niv. 3 inf.
%
Niv. 4
%
Total
Trapecios
5
15,6
27
26,2
17
28,3
49
Triángulos
13 (9db)
40,6
33
32
6
10
52
Segmentos
3 db
9,3
2
1,9
1
1,6
6
Microburiles
2
6,2
23
22,3
30
50
55
Puntas dorso alargado (ab)
5
15,6
5
4,8
1
1,6
11
Truncaduras (o frag. geom.)
4
12,5
13
12,6
5
8,3
22
Total
32
coalescente y voluminoso, aunque muy limitado a una estrecha
franja: quizás la pieza estuvo profundamente enmangada y la
zona expuesta al contacto con el vegetal verde era muy limitada,
porque este tipo de estigmas microscópicos suelen extenderse
mucho hacia el interior de la pieza.
La pieza Es.3W.110.99 presenta en su filo izquierdo, especialmente por la cara dorsal, un micropulido denso, coalescente y voluminoso, de brillo apagado, que indicaría un
empleo relativamente prolongado sobre vegetal no leñoso
seco (fig. 12 y fig. 3, nº 22). A simple vista parece apreciarse
cierto “lustre de cereal”, aunque mucho menos acusado que
en la pieza anterior.
Como contextualización podemos exponer los resultados
obtenidos en los enclaves citados: en Chaves, de 38 láminas
analizadas presentaban marcas funcionales 25 (65%), 15 de las
cuales habían sido usadas con seguridad en tareas de corte de
vegetales no leñosos (“siega”), un 60% de las utilizadas. En 13
se pudo determinar el grado de humedad de los vegetales cortados: en 6 casos era vegetal verde (2 de forma breve, 4 con un
uso prolongado) y en 7 vegetal seco (4 brevemente, 3 con un
tiempo de uso largo). No pudimos discernir la altura desde el
suelo a la que se cortaron los tallos vegetales, por la casi ausencia de estrías, lo que también dificultó la identificación del tipo
de enmangue, no pudiendo establecerse si era oblicuo o paralelo. El contexto del yacimiento nos hace pensar que los vegetales
segados eran cereales cultivados. Otras láminas fueron empleadas en tareas distintas, aunque con ciertas dudas: cuatro para
103
60
195
cortar carne y una para trabajar piel. De otros yacimientos, dos
láminas de Olvena y una de Forcas II habían “segado” vegetales
no leñosos en estado verde (Domingo, 2014).
En regiones vecinas encontramos lugares como Mendandia
(Domingo, 2005), donde sólo 3 de las 21 láminas del Neolítico antiguo analizadas mostraban huellas de uso, en un contexto general
de mala conservación por lustres térmicos y sedimentarios. Dos
de ellas habían cortado vegetales no leñosos y la tercera materiales
blandos no identificables. Podemos citar, por último, el trabajo de
Gibaja (2002), quien analizó un amplio conjunto de láminas procedentes de diferentes yacimientos de la región catalana. Señalaremos aquí los materiales de La Draga y de Cova del Frare, niveles
C5 y C6. El número de piezas estudiadas en La Draga y Frare C5
es muy notable (555 y 101 respectivamente), por lo que los índices
de uso resultan difícilmente comparables. En el primero alrededor de 1/4 de las piezas estudiadas habían sido empleadas como
elemento de hoz; en Frare C5 este porcentaje descendía hasta el
10%. En Frare C6, con un número de elementos estudiados más
equiparable a las cifras de Chaves o Mendandia (35 láminas), el
índice de uso registrado por Gibaja fue del 44%.
En conclusión, el estudio de las cinco piezas de El Esplugón
es una primera aproximación que esperamos complementar en un
futuro próximo con la incorporación de nuevos materiales procedentes del yacimiento oscense. Los resultados, anecdóticos por el
momento debido a la escasa cantidad de elementos estudiados,
están perfectamente en consonancia con lo que se conoce por el
momento en el Valle del Ebro y zonas aledañas.
Fig. 12. Imagen microscópica, a 100
aumentos, de las huellas microscópicas
de corte de vegetales no leñosos secos
en la lámina Es.3W.110.99.
87
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P. Utrilla, A. Berdejo, A. Obón, R. Laborda, R. Domingo y M. Alcolea
4. HUESO, CONCHAS Y CANTOS PINTADOS
4.1. hueSo Trabajado
El yacimiento de El Esplugón ha entregado una industria ósea
interesante por la presencia de varillas de asta preparadas en los
niveles inferiores (5 y 6) junto a algunas piezas de sección planoconvexa trabajadas. En la etapa que nos ocupa, transición del
Mesolítico al Neolítico, hemos seleccionado seis piezas, cuatro
de los dos niveles neolíticos (fig. 13, nº 1 a 4) y dos del nivel
3 inf., del Mesolítico geométrico tardío (fig. 13, nº 5 y 6). Son
habituales los punzones o puntas finas (nº 2, 3 y 5) pero destacamos un fragmento de pieza muy plana (nº 4) que podría formar
parte de una espátula (nivel 3 sup.) y una diáfisis recortada por
los dos extremos que pudo servir bien como un mango de hueso,
bien como elemento colgante a modo de cuenta (nº 6, nivel 3
inf.). Completa el conjunto un candil de ciervo con abundantes
marcas en su extremo de las que cuatro, ubicadas en la derecha
de la imagen, son sin duda antrópicas, dado que son rigurosamente paralelas y situadas a la misma distancia.
4.2. conchaS
Se han encontrado 4 ejemplares perforados de la especie mediterránea Columbella rustica: 2 de ellas, procedentes del nivel 4,
Mesolítico geométrico, aparecieron juntas a 191 cm de profundidad, estando ennegrecidas y algo craqueladas por el fuego. Los
otros dos ejemplares aparecieron uno en el cuadro 3A, en contacto entre 3 inferior y 3 superior en la misma zona y profundidad de
donde procede la datación de un hueso de 6730±40 BP. El otro, en
el cuadro 1A, se halló en el interior de la cubeta c1 (Slat-1) pro-
cedente de alguno de los niveles neolíticos. Se trata de conchas
en muy buen estado de conservación. Según informa E. Álvarez,
las perforaciones, situadas en la zona del labro (parte opuesta a
la columela), presentan huellas de uso en todo su contorno (en el
caso de los dos ejemplares completos) pero también en la zona de
la boca, lo que indica que se han utilizado como objetos de adorno
durante un periodo indeterminado.
El yacimiento de El Esplugón se inserta así en la larga lista
de yacimientos del Mesolítico geométrico y del Neolítico antiguo del Valle del Ebro que presentan inexorablemente este tipo
de adornos. Y no sólo ocurre en los yacimientos del Bajo Aragón próximos a la costa (Botiquería, Costalena, Pontet, Plano
del Pulido, Baños de Ariño, Ángel 1 y 2) sino también en yacimientos navarros y alaveses como Peña, Atxoste o Socuevas,
distantes unos 300 km del Mediterráneo; o en el centro de la
Depresión del Ebro (Cabezo de la Cruz). En el Alto Aragón se
registra también en Forcas, Chaves, Valcervera y Espantalobos,
por lo que no podían faltar en el yacimiento de El Esplugón. Su
presencia supone sin duda un símbolo identificativo, además de
certificar los contactos directos o indirectos con la costa mediterránea refrendando la movilidad de las poblaciones, tal como
se ha señalado en repetidas publicaciones (Utrilla, 2002; Cava,
2004, Alday et al., 2009; Utrilla y Domingo, 2014).
4.3. loS canToS PInTadoS
Los cantos pintados de El Esplugón merecen sin duda un estudio monográfico, no sólo por su paralelismo con los cantos pintados del Neolítico de Chaves (Utrilla y Baldellou, 2002) sino
también por su implicación cronológica en el estudio del arte
postpaleolítico. En efecto, entre la decena de cantos pintados o
Fig. 13. Huesos trabajados. 1 a 3:
nivel 2; 4: 3 sup.; 5 y 6: 3 inf.
88
[page-n-96]
El abrigo de El Esplugón. Un ejemplo de transición Mesolítico-Neolítico en el Prepirineo central
Fig. 14. Cantos pintados.
Imágenes. 5 y 6 tratadas mediante
D-Strech lre.
con restos de ocre que se han recogido en el yacimiento de El
Esplugón encontramos algunos esperados paralelos con el arte
esquemático o macroesquemático, algo que quedó ya patente en
los cantos de Chaves poseedores de orantes, y que ahora se repite por ejemplo en un motivo serpentiforme que recuerda modelos del Pla de Petracos (Martí y Hernández, 1988; Hernández y
Martí, 1999) (fig. 14, nº 3 y 6).
Sin embargo, ahora nos encontramos ante una gran novedad: en uno de ellos parece apreciarse una figura de cabra, claramente levantina, que se reconoce mejor utilizando el consabido
programa D-Strech para Image J, una herramienta bien útil pero
extremadamente peligrosa ya que en ocasiones fuerza imágenes
que no es posible reconocer a simple vista (fig. 14, nº 2 y 5). Su
posición estratigráfica, justo en la transición entre el nivel 3 inf.
(Mesolítico geométrico tardío) y 3 sup. (ya Neolítico antiguo)
merece un estudio pormenorizado, con dataciones directas de
huesos del mismo sector y profundidad. Sin embargo, no nos
hemos resistido en lanzar la primicia en el homenaje a nuestro
amigo Bernat Martí porque el estudio de los paralelos entre el
arte parietal postpaleolítico y los motivos reproducidos en arte
mueble es, sin duda, un tema que le apasiona (Martí, 2006).
Resaltamos como muy importante el hecho de que estemos
ante el primer ejemplo de arte mueble que repite ejemplos parietales de cabras levantinas. Recordamos entre los muchos paralelos la cabra a la carrera de la figura 55 del abrigo del Garroso
que publicamos en el Coloquio de Caspe (Utrilla et al., 19861987); o la figura 16 de Valdelcharco del Agua Amarga, super-
puesta a barras verticales que Beltrán identifica con el estilo
lineal-geométrico de Fortea o macroesquemático de Hernández
(Beltrán, 2002: 86); o el abrigo VIII de Cueva Remigia (Ripoll,
1968: pl. XIX) y tantas otras… En el Alto Aragón, donde debemos buscar los paralelos más próximos, el ejemplo más claro es
la cabra de Regacens, en el Vero, situada a 35 km de Esplugón
y en este caso la longitud de sus cuernos curvos llevan a identificarla como la Capra ibex, especie que parece reproducir el
canto de Esplugón (Baldellou et al., 1993: fig. 6).
5. LAS CERÁMICAS MANUFACTURADAS
El Esplugón ha ofrecido hasta ahora un total de 355 fragmentos de cerámica, que proceden de los niveles 1, 2 y 3 superior.
La información que suministra esta muestra ha de ser interpretada con precaución y considerarla provisional, debido a que
la excavación no ha concluido y a la extrema fragmentación de
los restos, que dificulta el reconocimiento de recipientes individualizados. Pese a ello, a partir de los fragmentos decorados
(34) se estima la presencia mínima de 5 vasos diferentes en el
nivel 1 (fig. 16), 5 vasos en el nivel 2 (fig. 17) y al menos 6 en
el nivel 3 sup (fig. 18).
En cuanto a su reparto por la zona del recipiente, los 355
fragmentos son la suma de 319 fragmentos de panza, 4 trozos
pertenecientes al fondo de un mismo vaso, y 32 a bordes, pertenecientes a 26 vasos diferentes. De éstos, los 7 decorados se
han asociado a algunos de los recipientes concretados en las
89
[page-n-97]
P. Utrilla, A. Berdejo, A. Obón, R. Laborda, R. Domingo y M. Alcolea
figuras 16 a 18. Los 19 bordes no decorados podrían pertenecer
a algunos de los vasos identificados, o a otros vasos que no han
podido ser todavía individualizados (lisos o decorados), por lo
que no se han estimado en el prudente cómputo de recipientes
que se ofrece: es muy posible que la colección de fragmentos
cerámicos pertenezca a varios vasos más, pero no hay forma de
certificar ese número.
Por otra parte, aunque en los 3 niveles estudiados se han
hallado cerámicas de indudable adscripción neolítica, en el
nivel 1 (y en algún caso también en el 2), éstas están mezcladas con elementos más modernos (hierros, cerámicas vidriadas, o fragmentos de otras cerámicas que apuntan a la Edad
del Bronce), por lo que únicamente tendríamos totalmente
intacto el nivel 3 superior.
5.1. morFología de loS recIPIenTeS
Para el estudio de la morfología de los 26 bordes y labios diferenciados, se ha optado por simplificar al máximo las variables,
dada la naturaleza y la escasez del registro. Se han clasificado
entre bordes rectos, entrantes o exvasados; y labios redondeados, planos, apuntados, biselados y engrosados.
En todos los niveles los bordes rectos son los más numerosos, si bien en el 1 y 2 están sobre todo asociados a labios
redondeados, mientras que en el 3 superior está más equilibrada su combinación con labios redondeados (2), apuntados (1) y
planos (3). Los bordes exvasados están ausentes en el nivel 3 superior, combinan con labios redondeados en el nivel 2, mientras
que el nivel 1 únicamente ofreció con labio apuntado y otro con
labio plano. Por último los bordes reentrantes son los menos numerosos. Tenemos uno con labio redondeado en el nivel 1, otro
con labio engrosado en el nivel 2 y dos con labio redondeado en
el 3 superior (tabla 2).
Por otra parte, el pequeño tamaño de la mayoría de los fragmentos y su inconexión entre sí hace que no podamos proceder
a la identificación de formas, a excepción del vaso ya publicado
(Utrilla, Berdejo y Obón, 2012: 241), y del que han sido recuperados más fragmentos en las últimas campañas (vaso 6, figura 17). Se trata de un recipiente mediano, tipo olla, cuyo perfil
tiende a ovoide. Es previsible que este recipiente se complete en
próximas intervenciones, al haber sido hallados sus fragmentos
en un extremo de la cata.
5.2. SISTemaS de PrenSIón
El nivel 1 únicamente ofreció un fragmento de pared con pezón, asociado al vaso 2. En el nivel 2 los elementos de prensión
se limitan a varios fragmentos con perforaciones realizadas en
puntos cercanos al borde y las correspondientes al vaso 6, rea-
lizadas en la panza del recipiente. En este nivel encontramos
también dos pequeños fragmentos con varias perforaciones que
excluimos de este apartado por considerarlos pertenecientes a
un mismo recipiente de tipo quesera, remisible al Calcolítico/
Bronce. En el nivel 3 superior hay un fragmento de borde que
conserva una lengüeta en disposición horizontal bajo éste y varios fragmentos con perforaciones. La única asa hasta el momento proviene del revuelto y es de morfología anular y pequeñas dimensiones. Además no hay que olvidar que el conjunto
de los cordones, decorados o no, también actúan como sistema
de prensión por parada de mano si su desarrollo es horizontal.
5.3. coccIoneS
En las cocciones hemos diferenciado tres tipos: oxidantes, reductoras e irregulares. Se ha optado por el término de cocción
“irregular” en vez de “mixta” por considerarlo más cercano a la
realidad de la tecnología de cocción en hoguera, donde es más
difícil controlar el tiro de aire.
En los niveles 1 y 2 dominan con escasa diferencia las cocciones oxidantes sobre las irregulares (un 50% frente a un 40%).
En el nivel 3 sup. se invierte esta tendencia y es la cocción irregular la más representativa con un 60% frente a un 35% de oxidantes. Los fragmentos con cocción reductora son minoritarios
en todos los niveles, y en ningún caso llegan al 10%.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que dadas las características de las cocciones en hoguera, fragmentos de un mismo
recipiente pueden tener aparentemente diferente cocción, determinada por la exposición de las distintas partes del recipiente al
oxigeno durante el proceso.
5.4. deSgraSanTeS
Lo más llamativo es la alta presencia de mica (en torno a un
70%) en todos los niveles. Esto es común a otros yacimientos
del Neolítico en el Alto Aragón como la cueva del Moro en Olvena, donde las 6 muestras estudiadas petrológicamente (Gallart y Mata, 1995) dieron presencia de micas.
Por otra parte, es importante la asociación de micas y cuarzos en todos los niveles, lo que puede ser además el resultado
de machacar bloques de granitos para conseguir desgrasantes
añadidos como pudo suceder en Forcas II (Bea, 2014: 231-232)
si bien en el caso de El Esplugón, la observación macroscópica
de los desgrasantes no permite determinar si las micas son desgrasantes añadidos o formaban parte de las arcillas recogidas
para la manufactura de los vasos.
La calcita es bastante minoritaria (nunca supera el 30%)
y no se han advertido ni chamota ni desgrasantes orgánicos
en ninguno de los fragmentos, si bien y como curiosidad en
Tabla 2. Síntesis de los fragmentos de borde en El Esplugón.
Para los labios: R = Redondeado; A = Apuntado; P = Plano; E = Engrosado.
Bordes
Rectos
Exvasados
Reentrantes
Total
Labios
Nivel 1
Nivel 2
Nivel 3
A
0
1
1
P
0
0
3
E
0
0
0
Total
5
5
6
R
0
3
0
A
1
1
0
P
1
0
0
E
0
0
0
Total
2
4
0
R
1
0
2
A
0
0
0
P
0
0
0
E
0
1
0
Total
1
1
2
8
10
8
Total
90
R
5
4
2
11
2
3
0
16
3
2
1
0
6
3
0
0
1
4
26
[page-n-98]
El abrigo de El Esplugón. Un ejemplo de transición Mesolítico-Neolítico en el Prepirineo central
un pequeño fragmento se ha hallado una impronta de hoja en
la pasta cerámica, que creemos fruto del azar. Ésta pertenece
a una hoja simple o un foliolo de nervadura pinnada y forma
oval y podría proceder de alguno de los pequeños árboles o arbustos pertenecientes a la familia de las rosáceas que tal como
ha revelado el estudio antracológico estarían presentes en el
entorno del yacimiento.
5.5. acabadoS
Por cuestiones prácticas se han establecido cinco grandes categorías: alisados, bruñidos/espatulados toscos, rugosos y erosionada/indeterminada para aquellas en las que no ha sido posible
definirlo por su mala conservación).
Hemos decidido unificar los grupos de bruñidos y espatulados, dado que el resultado de usar uno u otro instrumento (piedra o trapo para bruñido, y espátula para espatulado) suele ser
similar, y en ningún caso se han hallado marcas inequívocas que
denunciara uno frente al otro.
Hay que tener en cuenta además que en muchas ocasiones
los propios procesos postdeposicionales afectan a los bruñidos
de las cerámicas, y que es posible que algunos fragmentos que
llegan a nosotros con aspecto de “alisados” fueran en su origen
bruñidos o espatulados, tal y como se han podido documentar en
fragmentos de una misma vasija de este yacimiento.
En todos los niveles dominan los alisados seguidos muy de
cerca por los bruñidos/espatulados. La principal diferencia entre
los niveles radica en la ligera presencia de cerámicas rugosas en
los niveles superficiales (nivel 1 y 2) que pueden corresponder a
cerámicas rugosas de la Edad del Bronce (fig. 15).
5.6. decoracIoneS
Las decoraciones del nivel 1 de El Esplugón se reparten entre
impresiones simples (recipientes 1 y 2) y complejas (recipientes 3 y 5) y un caso de combinación de apliques e impresiones
en un fragmento con cordón impreso (recipiente 4). En el re-
cipiente 3 se desarrollan franjas verticales paralelas de impresiones con instrumento complejo, quizás una espátula dentada
similar a la que apareció en La Draga (Legrand-Pineau, 2011:
118). Los motivos son simples, y consisten en franjas de impresiones de diferente grosor. Dado el escaso tamaño de los
fragmentos no podemos aventurar su orientación respecto al
recipiente (fig. 16).
El nivel 2 ofrece el vaso decorado más interesante de todo
el conjunto (recipiente 6). En él se desarrollan dos franjas paralelas compuestas a su vez por dos líneas anexas de impresiones
continuas realizadas mediante un instrumento biapuntado, que
nacen de dos pezones contiguos. El recipiente 7 está formado
únicamente por un minúsculo fragmento. En él se da la asociación de incisión e impresión. Dado su tamaño y su recurrente
decoración, ésta podría encontrar paralelos tanto en multitud de
ejemplos de cerámica del Epicardial aragonés o catalán (Manen,
2002: 161) como en vasos más recientes campaniformes. En
este sentido hay que recordar que en el nivel 2 encontramos elementos de etapas posteriores al neolítico, como los fragmentos
de quesera. El vaso 8 estaría decorado con un instrumento de
las mismas características al del recipiente 3, pero éste sería de
diferente tamaño, y la orientación de estas bandas horizontales.
Por último el nivel 2 ofreció un borde impreso (recipiente 9) y
un fragmento de pared con un somero cordón impreso mediante
instrumento (recipiente 10) (fig. 17).
El nivel 3 superior es el que más vasos decorados ha ofrecido (6). En él dominan los cordones impresos ya sea mediante
digitaciones (recipiente 11) o instrumento simple (vaso 12) o
complejo (vaso 16), y se da la única decoración incisa (vaso 14)
y cardial (vaso 15) de todo el yacimiento.
La decoración incisa consiste en dos bandas paralelas de
orientación indeterminada dadas las dimensiones del fragmento. La decoración cardial se desarrolla en una amplia franja que
ocupa el fragmento por completo y que cubre un pequeño pezón
cercano al borde del recipiente. Las impresiones se han realizado con la concha en posición ligeramente oblicua y de manera
perpendicular al borde (fig. 18).
Fig. 15. Acabados por
niveles de las cerámicas.
91
[page-n-99]
P. Utrilla, A. Berdejo, A. Obón, R. Laborda, R. Domingo y M. Alcolea
Fig. 16. Cerámicas decoradas del nivel 1.
En conclusión, aunque las cerámicas de El Esplugón proceden de niveles diferentes, el grueso de los fragmentos presenta una similitud de base en cuanto a su elaboración (acabados,
desgrasantes y cocciones) y a las decoraciones. Éstas se limitan
con alguna excepción a motivos impresos no muy complejos y
a aplicaciones plásticas que en ocasiones combinan impresiones
digitadas o de otros instrumentos sobre el cordón aplicado. El yacimiento también ha ofrecido en su nivel cerámico más antiguo
un fragmento de cerámica cardial (vaso 15) y otro con decoración
incisa (vaso 14) lo que se encuentra dentro de la normalidad dentro de los conjuntos de la Península Ibérica, y concuerda con la
fecha obtenida (5970±30 BP / 4940-4790 cal a.C.) que nos sitúa
en un momento avanzado del Neolítico Antiguo. Una síntesis de
las técnicas decorativas puede verse en la figura 19.
6. PALEOAMBIENTE Y GESTIÓN DEL COMBUSTIBLE
Desde el punto de vista biogeográfico, el yacimiento de El Esplugón se encuentra en la Región Mediterránea, Provincia Aragonesa, sector Montano aragonés (Rivas Martínez, 1982). Dentro de esta región y en función del relieve podemos encontrar
diversos pisos bioclimáticos reflejo de la adaptación de la vegetación a la gradación altitudinal de los factores climáticos; la
situación del yacimiento, a 800 m.s.n.m., lo ubica en la zona de
transición entre los pisos mesomediterráneo y supramediterráneo, que se caracteriza de forma general, por las formaciones de
quercíneas. En este contexto, podemos observar que en la actualidad, la vegetación del entorno del yacimiento está constituida
por bosques de coníferas y frondosas marcescentes, entre las
que destacan por su abundancia Pino albar (Pinus sylvestris L.),
Pino laricio (Pinus nigra Arnold), Caxico (Quercus cerrioides
Wilk & Costa) y Quejigo (Quercus faginea Lam. subsp. fagui92
Fig. 17. Cerámicas decoradas del nivel 2.
nea), acompañadas de especies arbustivas y subarbustivas como
Boj (Buxus sempervirens L.), Endrino (Prunus spinosa), Majuelo (Crataegus monogyna Jacq.), Cornejo (Cornus sanguinea
Jacq.) y de matorral rastrero como Erizón (Echinospartum horridum (Vahl) Rothm). También, a pocos metros del yacimiento,
se encuentra la ribera del rio Guarga, que aparece flanqueada
por una formación de bosque galería muy alterada por la acción
antrópica, en la que destacan Álamo negro (Populus nigra L.) y
sauces o bergueras (Salix eleagnos Scop.).
Durante las campañas de excavación 2012 y 2013 se han planteado estrategias de muestreo sistemáticas y exhaustivas, centradas en la recuperación de macrorrestos vegetales, en las que se han
combinado diferentes estrategias de procesado del sedimento. Por
un lado, se ha llevado a cabo la recogida manual de aquellos fragmentos visibles durante el transcurso de la excavación y, por otro
lado, se ha tamizado la totalidad del sedimento, ya sea en seco o
con agua, adaptándose en cada caso a la naturaleza del sedimento
a procesar. El estudio antracológico del yacimiento se encuentra
en proceso, no obstante, apuntaremos aquí algunos de los datos de
los que disponemos a modo de resultados preliminares.
Hasta el momento se ha estudiado una muestra de 100 fragmentos de carbón por cada uno de los niveles arqueológicos descritos, lo que supone un total de 600 fragmentos analizados. Entre
los restos de madera carbonizados se han identificado un total de
7 taxones (tabla 3). El taxón mejor representado en el registro
[page-n-100]
El abrigo de El Esplugón. Un ejemplo de transición Mesolítico-Neolítico en el Prepirineo central
Fig. 18. Cerámicas decoradas del nivel 3 sup.
antracológico de Esplugón es el pino de tipo laricio-albar (Pinus
tipo sylvestris/nigra) que alcanza unos porcentajes muy altos en
todos los niveles estudiados. La utilización de la madera de estos
pinos como combustible es ubicua en los yacimientos arqueológicos peninsulares en etapas pleniglaciares y tardiglaciares en las
que esta especie jugó un importante papel en los paisajes vegetales (Allué, 2002; Zapata y Peña-Chocarro, 2005; Alcolea, 2014).
Las coníferas aparecen también representadas por los enebrossabinas (Juniperus sp.). La madera de estos arbustos es aromática y fácil de trabajar, así como un buen combustible. Entre las
frondosas, destaca el género Quercus, que aparece representado
por especies tanto de tipo caducifolio (Quercus sp. tipo caducifolio) como perennifolio (Quercus ilex/coccifera). La madera de las
quercíneas es muy apreciada por su gran poder calorífico y sus
frutos para su consumo animal o humano. Las rosáceas sólo han
podido ser determinadas a nivel de familia aunque si documentamos que aparecen tanto especies de tipo maloideas (Rosaceae/
Maloideae) como el género Prunus (Rosaceae/Prunoideae). Estas plantas, que crecen en orlas y claros de bosque, se caracterizan
por tener frutos comestibles. Por último, la vegetación de ribera
aparece únicamente documentada por un taxón, el fresno (Fraxinus sp.), cuya madera, flexible y resistente, es muy apreciada
para la fabricación de herramientas. Sus hojas son consumidas
por el ganado y tienen algunas propiedades medicinales, aunque
son ligeramente tóxicas para el ser humano.
La antracologia como disciplina arqueobotánica, nos permitirá tener una imagen diacrónica de la vegetación del entorno del
yacimiento en los diferentes momentos de ocupación del abrigo.
La dinámica general de la vegetación holocena está marcada por
la codominancia Pinus/Quercus y, tal como reflejan las secuencias
polínicas pirenaicas (González-Sampériz, 2005; Pérez-Sanz, 2014)
se resolverá a favor de los bosques mixtos o mayoritariamente caducifolios con una especial presencia de las quercíneas. Hasta el
momento, los diferentes niveles arqueológicos estudiados en Esplugón presentan diferencias entre sí en cuanto a la diversidad y
composición de la flora, aunque estas diferencias no son significativas ni nos permiten todavía aventurar ninguna hipótesis acerca de
la tendencia en la evolución de la vegetación a nivel local.
Fig. 19. Técnicas decorativas
por niveles.
93
[page-n-101]
P. Utrilla, A. Berdejo, A. Obón, R. Laborda, R. Domingo y M. Alcolea
Tabla 3. Taxones determinados, por niveles, en el carbón analizado (n=600).
2
3 sup.
1
Fraxinus sp.
-
3 inf.
4
-
-
5
6
-
-
1
-
-
-
-
3
79
Juniperus sp.
Pinus tipo sylvestris/nigra
89
76
92
85
80
Rosaceae / Prunoideae
-
-
-
-
-
1
Quercus sp. caducifolio
9
6
4
-
11
3
Quercus ilex / coccifera
2
-
-
-
2
-
Rosaceae / Maloideae
1
-
-
-
-
1
No determinables
7
5
20
8
2
12
100
100
100
100
100
100
Total
7. DATACIONES ABSOLUTAS Y CLASIFICACIÓN
CULTURAL
Se han enviado a datar 11 muestras, siendo 8 de ellas de un
solo hueso, enviadas a Beta Analytic y 3 de carbón, enviadas
al Laboratorio de la Universidad de Groningen. Entre las de
hueso dos muestras no dieron suficiente colágeno por lo que
sólo 9 han dado resultados, siendo 2 de ellos no válidos en
cuanto al nivel del que supuestamente proceden pero sí reflejan bien el momento de la ocupación prehistórica ya que
se trata de un solo hueso o un solo carbón (en cursiva en la
tabla). Es el caso de la datación de 7715±45 BP, asignable
al nivel 4, mesolítico geométrico, pero que se recogió en el
nivel 6 por alteraciones postdeposicionales, o la hallada a la
altura del nivel 4 de 6120±40 BP pero que procedía de una
cubeta abierta desde alguno de los niveles neolíticos. El resto de las siete fechas adolece de un cierto rejuvenecimiento
en los resultados esperables pero son compatibles con la secuencia prevista por lo que las consideramos aceptablemente
válidas (tabla 4).
7.1. loS nIVeleS neolíTIcoS
Dos son las fechas que permiten datar los niveles neolíticos de la
fase II de Esplugón. El nivel 2, el más reciente, entregó una fecha de 5970±30, a caballo entre el séptimo y sexto milenio acorde con otras del Prepirineo procedentes de Chaves Ia (6380±40
BP), Puyascada (5930±60 BP), Trocs I (6285±25 BP), Paco Pons
(6045±45 BP), Parco E1 (6120±90 BP), Huerto Raso (6310±60
BP) o Aizpea III (6370±70 BP). Las cerámicas irían acordes con
esta etapa del Neolítico Antiguo Evolucionado (NAE). La segunda muestra (1A.172.1) de 6120±40 BP, procedente del sondeo de
la primera campaña y realizada sobre un solo hueso, se recogió a
mayor profundidad (172 cm) de la que cabría asignar al nivel 2 o
3 superior de los que supuestamente procedería en origen. Debió
pertenecer a una de las dos cubetas registradas en el cuadro 1A,
con cerámicas documentadas hasta 167 cm de profundidad.
Para el nivel 3 superior no tenemos todavía una datación
inapelable. La muestra de 3A.128.534 (6730±40 BP) procedía
de un hueso hallado en el límite entre el nivel 3 superior y 3
inferior. A esa profundidad apareció en el mismo cuadro un solo
Tabla 4. Dataciones absolutas calibradas.
Sigla
Nivel
Fecha BP
Fecha Cal BC
Laboratorio
Material
Cultura
2W.127.2
2
5970±30
4940-4790
Beta-338509
Hueso
Neolítico Antiguo
1A.172.1
Cubeta con
6120±40
cerámica a 167 cm
5210-4940
Beta-283899
Hueso
Neolítico Antiguo
3A.128.534
3 sup / 3
6730±40
5590-5570
Beta-313517
Hueso
¿Mesolítico Geométrico o
Neolítico Antiguo?
2A.165.218
3 bajo
6950±50
5920-5730
Beta-306723
Hueso
Mesolítico Geométrico
2A.182.25
4
7620±40
6474±26
GrA-59632
Carbón Pinus
sil. nigra
Mesolítico Geométrico
4A.229.101
6
7715±45
6549±48
GrA-59634
Carbón Pinus
sil. nigra
1W.189.361
5
7860±40
6620-6610
Beta-306725
Hueso
Sauveterriense / Macrolítico
2A.199.1
5
8015±45
6939±93
GrA-59633
Carbón Pinus
sil. nigra
Sauveterriense / Macrolítico
1A.218.11
6
8380±40
7870-7680
Beta-306722
Hueso
Microlaminar / Magdaleniense
94
[page-n-102]
El abrigo de El Esplugón. Un ejemplo de transición Mesolítico-Neolítico en el Prepirineo central
fragmento de pared cerámica, además de una Columbella perforada. Sin embargo, los geométricos, todos de retoque abrupto,
alguno con retoques inversos en la base, concuerdan con ese
momento de transición de fines del Mesolítico geométrico que
aparece en el nivel IV de Forcas. Su cronología coincide en
cambio con la del nivel V de Forcas, ésta ya con un 50% de
piezas en doble bisel y cerámicas cardiales.
Sin embargo, desde el punto de vista de la cultura material no
dudamos en adscribir la fase Esplugón II en el grupo del auténtico
Neolítico de Chaves y Olvena, acorde con la existencia de dos
posibles taladros neolíticos, tres segmentos de doble bisel y de
varias láminas con pátina lustral, ausentes en el Neolítico aculturado de Forcas V y VI y en todo el mesolítico geométrico del Bajo
Aragón. Sólo el Plano del Pulido de Caspe y Alonso Norte en Alcañiz entregan una industria lítica similar, a falta de que se publiquen los resultados del abrigo de Valmayor IX, en Mequinenza,
yacimiento que probablemente deba ingresar en este grupo.
De este modo, desde el punto de la tipología lítica, son estas
piezas (taladros, segmentos y láminas con pátina de cereal) junto
a la presencia de cantos pintados y una industria ósea elaborada,
lo que marcaría la diferencia entre un neolítico tipo Chaves y uno
aculturado. De hecho, los triángulos en doble bisel, presentes en
ambos niveles de Esplugón, ya aparecían en Forcas V y VI y otros
yacimientos aculturados del Bajo Aragón (Botiquería, Costalena,
Pontet). Por ello, a falta de obtener más datos en las próximas
campañas, reseñamos únicamente que, en principio, los niveles
neolíticos de Esplugón, ubicados en torno al 6000 BP, parecen
aproximarse más a Chaves y Olvena que a Forcas, lo cual concuerda con las magníficas condiciones de habitabilidad del abrigo, idóneo para un hábitat más o menos permanente. Y dentro de
Chaves más a la etapa del nivel Ia, Neolítico Antiguo avanzado,
que a la del nivel Ib, dada la presencia de una sola cerámica cardial. Por otra parte los tres triángulos de retoque plano presentan
sus únicos paralelos en el Valle del Ebro en la parte alta del nivel
b de Aizpea (fase III) datado en 6370±70 BP, y en otros yacimientos del Sur de Francia (punta de Gazel) (Thévenin, 1998), por lo
que de nuevo nos hallamos en un ámbito ultrapirenaico que ya se
registra en los niveles mesolíticos.
7.2. loS nIVeleS meSolíTIcoS
Los niveles 3 inf y 4 que forman el horizonte de Esplugón III
se enmarcan en el mismo grupo del Mesolítico Geométrico clásico presente en Forcas, Bajo Aragón y Alto Ebro. Ahora bien,
dentro de la fase Esplugón III existen, al menos, dos momentos
del mesolítico geométrico tal como indican las fechas de C14
y su cultura material: uno de fase A, con la fecha de 7620±40
BP que aporta el nivel 4 (más la ya comentada del 7715±45
BP procedente del nivel 6) y uno de fase B, confirmado por
el 6950±50 BP que entrega el nivel 3 inferior y, quizá, el ya
citado de 6730±40 BP en la transición de 3 inferior a 3 superior,
transición que presenta sólo leves variaciones estratigráficas por
color, textura, o composición granulométrica, algo habitual en
los depósitos del Valle del Ebro.
En efecto, la industria lítica parece estar señalando estos
dos momentos: en el nivel 4 dominan los trapecios (con algunos tipos écaillés procedentes del momento anterior de muescas y denticulados) lo que marcaría la etapa antigua de fase
A, mientras que en el nivel 3 inferior encontramos un ligero
dominio de los triángulos, con algunos tipos ultrapirenaicos
evolucionados, como los triángulos de retoque inverso en la
base presentes en Forcas IV y Aizpea en momentos recientes
del Mesolítico. En cambio, no se documentan en Esplugón los
típicos triángulos de tipo Cocina presentes a partir del 6800 BP
en Secans, Botiquería 4 o Costalena c3.
El horizonte de plaquetas a techo del nivel 4 y el retroceso de
especies mesófilas en este nivel (el pino de tipo albar es el único
taxón documentado según el estudio antracológico) señalarían un
clima frío y seco. Sin embargo, este momento no acaba de concordar con las dataciones asignadas al nivel 4 (8424±26 calBP)
para pensar en el evento climático del 8.2 como responsable.
En conjunto, se observa en Esplugón una evolución desde
un Mesolítico de tipo microlaminar/sauveterriense hasta un
Neolítico, pasando por dos momentos del Mesolítico geométrico que casan bien con los útiles que ha entregado el yacimiento. Recientemente hemos revisado para el Coloquio de
Toulouse todo el mesolítico geométrico y la transición al Neolítico en el Valle del Ebro (Utrilla y Domingo, 2014: figs. 6, 7
y 8), al igual que en la monografía de Forcas en los capítulos
2.4 y 7.2 (Utrilla y Mazo, 2014). A estas dos publicaciones
remitimos para conocer el marco del Valle del Ebro en el que
se desarrolla nuestro yacimiento.
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[page-n-104]
Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 97-107.
La cova de la Guineu (Font-Rubí, Barcelona) i les relacions
plana-muntanya al Penedès durant el neolític inicial
F. xaVieR oMs, JoseP MestRes, aRtuR CeBRià, Juan i. MoRales, JoRdi nadal,
MiReia PedRo, susana Mendiela, PatRiCia MaRtín i JoseP M. Fullola
reSum
En aquest treball presentem les dades inèdites sobre les primeres ocupacions neolítiques a la cova de la Guineu (Font-rubí,
Alt Penedès, Barcelona). Un cop contextualitzat el jaciment, es presenten les restes ceràmiques, zooarqueològiques i de la
indústria lítica i òssia, així com una datació radiocarbònica AMS, també inèdita, que emmarca l'ocupació al jaciment durant el
darrer terç del VIè mil·lenni cal BC. Per últim, s'analitza el jaciment en el seu territori i les relacions que podrien existir amb
d'altres jaciments penedesencs durant l'establiment de les primeres societats productores al NE de la Península. S'observa en
aquest punt un complicat entramat de relacions entre la plana i la muntanya, sobretot la serralada prelitoral.
PalabraS claVe:
cova de la Guineu, neolític cardial, Penedès, NE Península Ibèrica.
réSumé
La grotte de La Guineu (Font-Rubí, Barcelone) et les relations plaine-montagne au Néolithique ancien. Cet article vise à
fournir des informations inédites sur les premières occupations néolithiques de la grotte de La Guineu (Font-rubí, Alt Penedès,
Barcelone). Après une présentation du gisement et celle des résultats de l'analyse archéozoologique, ce sont les données sur
les industries lithique, osseuse et céramique qui sont exposées. Une nouvelle datation 14C par AMS permet de préciser que
l'occupation néolithique de la grotte a eu lieu au cours du dernier tiers du VIème millénaire cal BC. En considérant La Guineu
au sein de son territoire, nous avons alors cherché à établir les liens que ce site a pu avoir avec d'autres sites contemporains
du nord-est de la péninsule ibérique à ce moment de l'expansion des premières sociétés paysannes dans cette région. De fait,
il semble qu'un tissu complexe de relations se soit établi entre les zones de plaine et de montagne, notamment dans le secteur
de la chaîne pré-littorale.
moTS cléS
: grotte de La Guineu, Néolithique cardial, Penedès, Nord-Est péninsule ibérique.
1. INTRODUCCIÓ
Al territori conegut com a Penedès històric (les comarques de
l'Alt i Baix Penedès i el sud del Garraf) es coneixen fins a 26
jaciments que presenten restes ceràmiques de les primeres fases
del neolític antic, 17 en cova i abric i la resta, a l'aire lliure.
Malauradament només disposem de dades arqueoestratigràfiques d'una petita quantitat d'aquests assentaments: Guixeres de
Vilobí, Mas d'en Boixos, La Serreta, Vinya d'en Pau, la cova
del Bolet, la cova de la Guineu, la cova de la Plana Pineda, la
cova de Sant Llorenç i la cova Foradada (Baldellou i Mestres,
1981; Mestres, 1981-82; Equip Guineu, 1995; Oms et al., 2014;
Oms, 2014; Borrell et al., 2014). D'altres jaciments emblemàtics, com la cova de Can Pasqual i l'Esquerda de les Roques
del Pany, van ser excavats durant la dècada dels 20' i 30' del
segle passat i les seves dades són utilitzables d'una manera molt
parcial (Grivé, 1936; Mestres, 1989). La major concentració de
jaciments es troba tant a la plana prelitoral com a la serralada
prelitoral (a la comarca de l'Alt Penedès), mentre que les zones
costaneres només coneixem dues ocupacions (Foradada a Calafell, Baix Penedès, i Sant Llorenç a Sitges, Garraf). En aquest
treball analitzarem el registre arqueològic associat a la primera
fase neolítica de la cova de la Guineu i les relacions existents
durant aquesta fase al territori penedesenc.
2. EL JACIMENT
La cova de la Guineu es troba al municipi de Font-rubí (Alt
Penedès, Barcelona), a 725 msnm al cim del puig de la Plana Pineda (Serralada Prelitoral). Es troba molt propera a l'estratègica
carrerada del coll de la Barraca i per sobre de la Font de Llinars,
únic punt d'aigua natural proper a la cavitat (fig. 1.A).
L'entorn geològic de la zona del coll de la Barraca és el clàssic de la formació juràssic-triàsic: gresos vermells del Keuper a
la base, calcàries del Muschelkalk al tram mitjà i dolomies de
97
[page-n-105]
F. X. Oms, J. Mestres, A. Cebrià, J. I. Morales, J. Nadal, M. Pedro, S. Mendiela, P. Martín i J. M. Fullola
Fig. 1. A) Localització del jaciment a Catalunya (punt blanc). B) Tall estratigràfic diacrònic del jaciment, amb indicació de la procedència
dels nivells cardials. C) Planta de la cavitat.
gra fi a la part superior. En aquest context, la cova de la Guineu
(de fet, un avenc amb conca de recepció pròpia, que compleix la
funció de dolina), és una obertura per dissolució de les esquerdes de la capa de calcàries del Muschelkalk. L'aspecte actual
del jaciment és una cavitat d'uns 35 m2 (Sector Cova), un espai
amb morfologia d'abric de fins a 40 m2 (Sector Exterior) i tota la
dolina externa d'uns prop de 110 m2 (Sector Ampliació).
El jaciment fou excavat sense cap control a les darreries de
la dècada dels anys 70 del proppassat segle per part de la AECC
de Mediona. Aquest grup d'afeccionats va actuar de manera
molt important en els dipòsits del Sector Cova, donant a conèixer un lot de materials molt significatius, que van poder ser estudiats per membres de l'Equip Guineu durant la dècada de 1980.
Aquests materials oferien una idea bàsica sobre les ocupacions
a la cavitat, des del neolític antic cardial fins el bronze final.
Sortosament, el Sector Exterior, on es troba la visera despresa,
quedà intacte i és on s'han concentrat els esforços en els darrers
anys d'excavació.
La seqüència del jaciment comprèn grosso modo dues fases.
Una primera i més antiga, d'ocupació en sentit estricte que ocupa tant el nivell III (epipaleolític microlaminar), els nivells postcardials (II interior, II fumier i Id exterior) i el que aquí ens ocupa, el nivell Ie exterior (fig. 1.B i 1.C). En aquest moment, la cavitat presentava unes característiques àmplies, amb prop d'uns
70-80 m2 habitables. Després, ja durant el IV mil·lenni, la visera
col·lapsà i s'inicien una sèrie d'ocupacions que s'adapten a un
nou aspecte de la cova, pràcticament un avenc. En aquesta se-
98
gona fase s'hi succeïren primer un llarg període d'inhumacions
col·lectives paradolmèniques durant el III mil·lenni cal BC (nivell Ic) i ocupacions esporàdiques durant l'edat del bronze ple
(nivell Ia base), el bronze tardà-primera edat del ferro (nivell Ia)
i freqüentacions ibèriques fins a tardorromanes. La cova acaba
sent emprada com a carbonera i cabana de pastors des d'època
post-medieval fins quasi l'actualitat.
El registre material que associem a la primera ocupació neolítica de la cova es troba en diferents àmbits de la mateixa. El
nivell II interior (al Sector Cova) (fig. 1.B), presenta força material tot i que aquest fou arrasat per les ocupacions del neolític
postcardial. D'aquesta manera, tot i un ric registre, aquest es troba barrejat amb ceràmiques de tipus Molinot. També es troben,
fruit de les remocions modernes, algunes restes disperses per
diversos estrats remenats de la cavitat. No obstant, fora de la cavitat (Sector Exterior) es va poder identificar un nivell d'aquesta
fase, el Ie. Aquest és l'únic tram intacte on s'ha excavat una
capa del neolític inicial del jaciment. És per ara una zona molt
reduïda, només se n'han excavat 4-5 m2. De fracció fina compost per argiles vermelloses i algunes graves, s'assenta i percola
sobre un nivell de grans blocs, amb una potència que no supera
ara per ara els 20 cm. El fet que es trobi just a l'única zona no
protegida per cap tram de cova o d'abric ha provocat l'alteració
de certs materials, sobretot la fauna, que apareix lixiviada. En
el futur, amb l'avançament de l'excavació del Sector Exterior,
es podrà assolir una extensió de prop de 40m2 per aquest nivell.
[page-n-106]
La cova de la Guineu i les relacions plana-muntanya al Penedès durant el neolític inicial
3. L'OCUPACIÓ I ELS MATERIALS DEL NEOLÍTIC
INICIAL
En aquest article es presenten una part dels materials que pertanyen a les ocupacions cardials de la cova. Per una banda, a
l'estudi de la ceràmica i la indústria òssia s'inclouen els materials amb procedència diversa (nivell Ie, barrejat amb postcardial al nivell II interior i descontextualitzat). Per l'altra, les
dades referents a la zooarqueologia i de la indústria lítica només
fan referència al nivell Ie. Tot i que no se'n donaran més detalls
aquí, és molt habitual la presència en aquest nivell de plaques de
gres fragmentades (prop d'una vintena) i sobretot, petits fragments d'argila cuita.
D'aquest nivell s'ha obtingut una datació radiocarbònica
AMS sobre un carbó de branqueta de Laurus nobilis (taula 1).
Considerem aquest taxó més recomanable que no altres com
Quercus o Pinus per exemple, per tenir una vida potencialment
més curta.
Taula 2. Trets tècnics i morfològics de la cova de la Guineu.
Reductora
13 (37,1%)
5 (14,3%)
Allisat
Polit
Espatulat
18 (51,4%)
0
Gran
Mitjà
Petit
9 (25,7%)
Mida
Oxidant
17 (48,5%)
Acabats
Irregular
17 (48,5%)
Coccions
22 (62,8%)
4 (11,4%)
Ovoide/esfèric Hemisfèric
Cilíndric
7 (21,87%)
Formes
8 (21,87%) 2 (6,25%)
3 (9,37%)
Compost
Taula 1. Datació radiocarbònica AMS de la cova de la Guineu,
calibrada mitjançant el programari OxCal v.4.2. corba IntCal13.
Taula 3. Decoracions documentades per vasos, senzilles i desglossades, de la cova de la Guineu.
Nivell
Mostra
Ie
Laurus Beta-406998 26.5
nobilis
(carbó)
Referència
Ratio
Data BP
Cal BC 2σ
Tècniques decoratives
6140±30
5209-5002
Tècniques simplificades
La datació obtinguda és la més recent de les conegudes fins
el moment a l'Alt Penedès. Tot i així s'integra perfectament dins
l'escenari general català, amb els exemples de la cova del Frare
c6 (Martins et al., 2015), la cova Bonica IV o la Draga (Bosch et
al., 2011) entre molts d'altres. En una segona fase de la neolitització, entre 5300-4900 cal BC, les tradicions cardials més pures
es mantenen als focus antics (Garraf-Pla de Barcelona, Penedès
i Vallès) i a Girona. Mentre que en d'altres territoris es donen
fenòmens de transició i contacte amb conjunts epicardials antics
(cova del Vidre i cova de la Font Major), o per contra, una autèntica substitució als jaciments de l'àrea Segre-Pirineus (Oms,
2014), on la ceràmica cardial és testimonial.
3.1. la ceràmIca cardIal
Amb la metodologia emprada en un treball recent, s'han analitzat un total de 47 fragments ceràmics decorats, entre els quals
destaquen vuit vores i dos colls. Aquests fragments han estat
reduïts a 35 vasos ceràmics decorats.
Pel que fa als trets tècnics, les coccions irregulars i les oxidants tenen una gran importància (17 i 13 vasos respectivament), mentre que la reductora està poc present (taula 2).
Pel que fa als acabats de les superfícies, la cova de la Guineu
destaca per la àmplia presència de vasos amb un acabat polit (18
vasos), que supera per poc la representació d'allisats (17). No
s'han documentat vasos amb acabats espatulats o brunyits.
Els trets morfològics analitzats mostren una clara preferència
pels vasos mitjans (22), tot i que els grans també estan prou presents (9), mentre que els petits tenen una presència quasi testimonial. Pel que fa a les formes dels vasos, molts no han pogut ser definits (15 indeterminats). De la resta, s'ha establert un clar equilibri
Cardial
NR
%
16
45,7%
Cardial sobre cordó
6
17,1%
Cordó llis
7
20%
Cresta
2
5,7%
Impressió simple (no petxina)
2
5,7%
Pinta
1
2,8%
1
2,8%
Incisió
Total
35
Tècniques desglossades
Cardial oblic
9
25,7%
Cardial perpendicular
2
5,7%
Cardial arrossegat
2
5,7%
Impressió simple
2
5,7%
Pinta
1
2,8%
Incisió
1
2,8%
Cordó llis
7
20%
Cresta
2
5,7%
26
74,2%
Cardial oblic + perpendicular
2
5,7%
Cardial oblic + arrossegat
1
2,8%
Cardial oblic + perpendicular + cordó
1
2,8%
Cardial oblic + arrossegat + cordó
1
2,8%
Cardial perpendicular + arrossegat + cordó
1
2,8%
Cardial oblic + cresta
1
2,8%
Cardial perpendicular + cresta
1
2,8%
Cardial indet + cordó
1
2,8%
Total
9
25,7%
Total
Tècniques combinades
99
[page-n-107]
F. X. Oms, J. Mestres, A. Cebrià, J. I. Morales, J. Nadal, M. Pedro, S. Mendiela, P. Martín i J. M. Fullola
Fig. 2. Selecció de vasos
ceràmics decorats de la cova
de la Guineu (els números 4 i 9
s'associen al nivell Ie).
entre els vasos ovoides/esfèrics i cilíndrics amb set i vuit exemples
respectivament, tres hemisfèrics i dos compostos amb coll destacat. Si es combinen les dades sobre la morfologia dels vasos (les
mides més freqüents i les formes), s'observa que els grans només
es documenten en perfils cilíndrics (set vasos). En canvi, en els
vasos mitjans no se'n documenten de cilíndrics mentre que tenen
una representació sostinguda de la resta de morfologies, destacant
sobretot els ovoides/esfèrics (en sis vasos) (taula 2).
Les decoracions documentades estan clarament dominades
per la impressió cardial, que de manera solitària es troba en 16
vasos (taula 3 i fig. 2); quan es combina amb cordó se'n documenten sis més. En ordre d'importància, només els cordons llisos tenen una representació important amb nou vasos (dos d'ells
crestes). La resta, les impressions no cardials, es troben en tres
casos, dos vasos amb impressió simple successiva i un vas amb
impressió composta (pinta). Per últim, un únic vas presenta una
decoració incisa (taula 3).
100
A la mostra analitzada, en la majoria dels casos (26/35)
les decoracions es troben com a únic element present en el
vas. No obstant, hi ha nou vasos que presenten major complexitat en la formació dels esquemes decoratius. En tres vasos es dona una triple combinació (dos tipus de decoració
cardial i cordó), en la resta de casos es tracta de diferents
combinacions entre dos impressions cardials en tres vasos
i la combinació d'una impressió cardial i una cresta en dos
vasos (taula 3). Aquesta circumstància implicaria una certa
simplicitat en els models decoratius, factor que s'haurà de
corroborar amb els motius documentats.
S'han documentat un total de nou motius diferents (segons
Oms, 2014), no obstant en 10 casos no s'ha pogut establir a
causa de les dimensions del/s fragment/s analitzat/s. La diversitat de motius és molt elevada en comparació amb el baix
nombre de vasos documentats, no obstant existeix un clar
predomini del cordó llis horitzontal simple (I1) amb 7 casos,
[page-n-108]
La cova de la Guineu i les relacions plana-muntanya al Penedès durant el neolític inicial
seguit de la franja horitzontal simple (A1) i la franja horitzontal múltiple limitada (B2) amb 3 vasos en cada cas. La franja
horitzontal limitada amb meandres limitats (D4) es troba en
2 casos, igual que la franja horitzontal àmplia simple (E1).
La resta de motius estan presents únicament en un vas, com
la franja horitzontal limitada (A2), la franja horitzontal ampla
amb cordó inferior (E3), la franja horitzontal simple que integra cordó enmig (F1) o la franja horitzontal amb franja obliqua
descendent (H3). Per últim, en un sol cas s'ha documentat un
vas amb doble motiu o motiu complex, basat en una composició B1 + F1, que consta de franges horitzontals múltiples
combinades amb un cordó al tram inferior.
Si ens centrem en la sintaxi decorativa basada en la combinació de les tècniques decoratives emprades i els motius més
habituals, s'ha de tenir en compte que els motius no han pogut
ser tots definits. Per això i a partir d'un anàlisi combinat de només 22 vasos (els que sí han estat definits), les dades són poc
representatives. Tan sols es pot destacar:
- que el motiu senzill l'A1 només es realitza amb una sola
matriu (impressió d'instrument o impressió cardial de qualsevol
tipus);
- en el mateix sentit, el motiu I1 també es realitza amb una
sola tècnica;
- en la resta de casos, tot i que hi hagi motius més complexes
es pot emprar una sola tècnica, i al contrari, en els casos amb
tres tècniques associades es pot observar un motiu senzill.
de 55 mm, les seccions són triangulars i els talons unifacetats
amb bulbs difusos i sense presència de llavi, el que sembla
apuntar a la percussió directa tova com a tècnica de talla.
Per últim, el conjunt només compta amb tres elements retocats, sent un d'ells una peça estellada. Els altres dos són una
ascla amb retoc continu en un dels fils i sobretot, un trapezi
(30,6 x 9,8 x 2,7) amb la base petita còncava.
3.3. alTreS elemenTS: IndúSTrIa òSSIa I malacologIa
Diversos elements han estat recuperats a la cova de la Guineu
que s'associen amb l'ocupació cardial de la cavitat. La major
part dels ítems procedeixen del nivell II interior, on s'hi barreja
l'ocupació cardial amb la posterior postcardial. Al nivell Ie no
s'ha documentat cap resta fins el moment.
S'han recomptat fins a 8 elements ossis i un de malacològic. Aquest darrer es correspon amb una Columbella rustica
amb perforació antròpica a la volta columel·lar. L'àpex està
trencat, sense que es pugui precisar si la fractura és antròpica
o natural. Entre els primers, trobem una cullera o pala/paleta
(fig. 3.1), sobre suport ossi no determinat (entenent que les
culleres presenten perfil còncau a la part ampla i les pales no,
en tipologia de Rodanés, 1987 i Pascual Benito, 1998). En
Pel que fa a les temàtiques representades dins els motius, el
component horitzontal és netament superior a la resta, amb 21
vasos on es tracta de l'únic tema documentat. Els temes en disposició obliqua es compten únicament en tres vasos. En quatre
vasos no s'ha pogut establir amb seguretat el tema i s'han classificat com indeterminats. Els que comprenen més d'un tipus són
una minoria, però tenen en comú la presència de la variable horitzontal, combinada amb temes ondulants (dos vasos) i oblics
(tres). Cal ressenyar que no es documenta cap espiga, element
poc freqüent al Penedès.
3.2. IndúSTrIa líTIca
El conjunt lític recuperat al nivell Ie és escàs, fragmentari i mostra un grau d'alteració postdeposicional notable. S'han recuperat únicament 65 restes, de les quals, 16 són plaques de sorrenca. La resta, 49 elements, no permeten aportar excessives dades
a nivell tecnològic ni tipològic sobre les dinàmiques tècniques
dels grups cardials.
Les matèries primeres documentades són el sílex i en menor
mesura, el quars. El primer mostra en general un desenvolupament
important de pàtines d'alteració tèrmica que no permeten per ara
el seu estudi petrològic. Tot i l'escassa mostra, sembla detectar-se
una gestió diferencial entre els dos materials. El sílex (NR=42) està
representat per fragments de làmina, configurats i restes de talla, és
a dir una cadena operativa fragmentada que suggereix que els processos de talla no es van desenvolupar majoritàriament a la cova,
sent el jaciment el lloc d'abandonament dels útils finals o de talla
ocasional. Per altra banda, el quars (NR=7) té representades totes
les categories estructurals, incloent un nucli esgotat.
A nivell tecnològic només es pot destacar la relativa importància del component laminar en el sílex ja que es documenten
set fragments de làmina. La longitud màxima documentada és
Fig. 3. Elements d'indústria òssia de la cova de la Guineu.
101
[page-n-109]
F. X. Oms, J. Mestres, A. Cebrià, J. I. Morales, J. Nadal, M. Pedro, S. Mendiela, P. Martín i J. M. Fullola
aquest cas, tota la peça presenta una deformació còncava, segurament pel suport fet servir (possiblement una costella). Un
altre element destacat és un fragment d'anell llis no decorat
(segons Pascual Benito, 1998) o bague (en terminologia de
Barge-Mahieu i altres, 1991), sobre os no determinat anatòmicament ni taxonòmicament, amb coloració negra per termoalteració (fig. 3.5). S'observen marques de poliment transversal
que semblen fetes amb posterioritat a l'alteració tèrmica. Un
punxó, possiblement sobre metàpode de cérvol. S'aprecien estries de fabricació per abrasió i dos intents de perforació a la
part proximal (fig. 3.2). Si aquestes perforacions s'haguessin
dut a terme, caldria descriure-les tipològicament com una agulla (independentment de la mida). Sobre dent (fig. 3.3), hi ha
un penjoll fet per perforació a l'arrel d'un ullal superior de
Felis silvetris (l'atribuïm a aquesta espècie i es descarta, per
la mida, el linx). Un tub d'ós, realitzat mitjançant una dena
cilíndrica sobre os buidat i termoalterat. Podria ser, per algunes característiques internes, banya de cèrvid, retallada, polida
i brunyida. És similar a alguns dels elements proposats per
Martí i altres (2001) com a possibles instruments musicals.
Una cullera-espàtula realitzada sobre un fragment d'ullal inferior de Sus mascle (fig. 3.8). Polit i potser brunyit, presenta
una sèrie incisions reticulades en un tram medial de la cara
interior, massa intenses i ordenades per a relacionar-les amb
traces tècniques de fabricació de la peça. Un altre element és
un fragment de lamineta d'os termoalterada que conserva part
d'una perforació (fig. 3.7). Per morfologia i mides, es podria
relacionar amb els penjolls recto-rectangulars de Pascual Benito i entraria dins de l'amplitud de variació de les peces més
petites del País Valencià. Un altre element (fig. 3.6), és similar
a l'anterior però més esvelt. Per últim un fragment d'os pla,
polit i trencat per la base, podria tractar-se d'un fragment de
paleta o un penjoll recto-rectangular (fig. 3.4).
Totes les peces descrites poden entrar dintre de les tipologies i les mètriques dels elements sobre os del Sud de França,
Vall de l'Ebre i País Valencià durant el neolític inicial. Algunes
peces són similars a les recuperades en jaciments com Or, Sarsa,
Balma de l'Espluga, pel que fa al neolític antic (Rodanés, 1987;
Barge-Mahieu et al.,1991; Pascual, 1998). Per la seva banda, els
objectes ornamentals sobre Columbella rustica són molt generalitzats a tota la prehistòria, però també és cert que predominen a l'epipaleolític i al neolític antic, i poden considerar-se un
element diagnòstic a la zona catalana, valenciana i de la Vall de
l'Ebre (Álvarez, 2008).
el material es troba en un alt grau de fragmentació, cosa que
ha suposat que en la majoria dels casos les identificacions solament s'hagin pogut fer a través de la dentició, únics elements
que de vegades han aparegut complets. A més i tal com s'ha
dit abans (punt 2), les restes òssies també es veuen afectades
en les corticals amb alteracions similars a la meteorització,
àcids radiculars i trampling, cosa que ha impedit l'observació
de marques d'origen antròpic. Solament es poden detectar termoalteracions, en diferents graus, que afecten una mica més
del 16% del total. La distribució taxonòmica de les restes determinades és: ovicaprins: 10 restes (dentició i dos fragments de
metacarpians), que podrien estar representant un únic individu
adult. No podem saber si es tracta d'una ovella o una cabra. Bos
taurus: 4 restes (dentició) que podrien representar 2 individus
per l'estat de desgast de la dentició, però que és molt difícil de
discernir. Sus sp.: 2 restes (que representarien dos individus, un
de molt jove, per un fragment de parietal molt petit i un animal
amb dentició adulta, una incisiva superior). Cervus elaphus: 2
(un molar superior i un fragment de banya) que representa un
únic individu adult mascle. Equus caballus: 1 resta (un fragment d'escàpula que presenta la cavitat glenoïdal amb endentació) que representaria un individu. Oryctolagus cuniculus: 8
restes (fonamentalment dents, un metatarsià i una 3a falange).
A banda, entre el material modificat antròpicament, hem de recordar que s'havia identificat una dent de Felis silvestris.
Es tracta d'una relació estadísticament no significativa i, per
tant, no podem treure conclusions contrastables més enllà de la
simple presència dels taxons, d'altra banda, prou diversificats
atesa la reduïda mostra. A nivell de nombre de restes determinades, solament podem mencionar que, com és tradicional per
aquestes cronologies en entorns de cova, hi ha un predomini
dels ovicaprins (si tenim en compte només els grans mamífers
–tot excloent de la mostra els conills–) que seria del 52,3%, però
que estaria superat per gairebé totes les altres espècies si fem
una valoració de la biomassa aportada, si la calculem dels nombre mínim d'individus representats. Altra valoració que cal fer
és la importància de la fauna salvatge, representada per un mínim de tres espècies, conill, cérvol i cavall. Si bé el cavall ja no
és cap novetat en els contextos neolítics catalans, continua sent
un taxó poc representat, i de difícil atribució (salvatge/domèstic) a finals del neolític, el calcolític i el bronze inicial. En el cas
que ara ens afecta, sembla clar que es tractaria, per cronologia,
d'un animal salvatge.
3.4. leS dadeS arqueozoològIqueS
4. RELACIONS PLANA-MUNTANYA DURANT EL
NEOLÍTIC INICIAL AL PENEDÈS
S'han analitzat 110 restes òssies que es corresponen amb el
nivell Ie de la cova de la Guineu. No incloem les restes-suport
d'indústria òssia esmentades anteriorment (tot i que puguem
fer alguna referència posterior), ja que podrien correspondre's
amb elements transportats. De les restes analitzades, 27 han estat determinades anatòmicament i taxonòmicament (24,54%),
mentre que les 83 restants han quedat no identificades taxonòmicament (75,46%). Entre les restes no identificades,
s'observen dues mides diferenciades: grans mamífers de mida
mitjana (que podrien correspondre, entre els taxons identificats
que després relacionarem, a ovicaprins, suids i potser cérvols
juvenils o femelles), i grans mamífers de mida gran (bovins,
èquids o cérvols adults, preferentment mascles). D'altra banda,
102
Com s'ha dit a la introducció, al Penedès hi ha 26 jaciments que
compten amb restes cardials (fig. 4). Les Guixeres de Vilobí,
a Sant Martí Sarroca, i Sant Pau, a Vilafranca del Penedès (no
excavat, però amb característiques molt similars al primer), serien els veritables assentaments amb estructures habitacionals
de la zona. Es localitzen al vessant meridional dels dos únics
relleus aturonats que despunten sobre la plana en aquest tram
central de la depressió penedesenca. Ambdós estan situats en
un emplaçament estratègic rodejat de planes endorreiques que
durant el neolític antic serien zones humides amb petites llacunes i aiguamolls i en una posició central respecte les terres que
ofereixen millor potencialitat agrícola.
[page-n-110]
La cova de la Guineu i les relacions plana-muntanya al Penedès durant el neolític inicial
Fig. 4. Mapa amb els jaciments amb vestigis cardials al Penedès. 1.
cova de la Guineu; 2. cova de la Plana Pineda; 3. cova del Bolet; 4.
Fondal de Vandellòs (cova de la Boira; cova de la Jeta; balma del
Sílex; cova de la Rasa; balma del Pèndol); 5. abrics de Cal Marquet;
6. cova de la Masia; 7. Esquerda de les Roques del Pany; 8. Masia
de la cova del Garrofet; 9. cova de Can Pasqual; 10. Guixeres de
Vilobí; 11. Guixeres de Baix; 12. Mas d'en Boixos; 13. Pedrera
de Sant Jordi; 14. Sant Pau; Vinya Torrelletes; 15. La Serreta; 16.
Vinya d'en Pau; 17. Torrent de Sant Marçal; 18. cova del Pi d'en
Barba; 19. cova del Pèlag; 20. cova de Sant Llorenç; 21. cova
Foradada.
Les Guixeres de Vilobí (Sant Martí Sarroca) és l'únic jaciment que ens permet entreveure la configuració d'aquests assentaments (Mestres, 1981-82; Mestres, 1987; Oms et al., 2014).
Excavat el 1974 i de 1981 a 1984, s'hi documenten estructures
negatives i altres evidències arqueològiques que permeten teoritzar l'existència de cabanes extenses sostingudes per pilons de
fusta i fosses de diversa funcionalitat, en una extensió aproximada de 1500 m2. La seqüència estratigràfica indica una continuïtat d'ocupació, en termes culturals (que no cronològics),
que s'estén a les tres fases del neolític antic: cardial, epicardial i
postcardial tipus Molinot.
Tal com es va proposar al Col·loqui de Puigcerdà (Mestres,
1992), les característiques documentades a les Guixeres de Vilobí, així com la densitat (1,8 kilòmetres quadrats per assentament) i la proximitat espacial (menys de 4 kilòmetres) amb els
altres assentaments dels que els hi suposem una mateixa funcionalitat, posen de manifest un model semi sedentari amb petites
aldees ocupades de manera discontínua, seguint el ritme imposat per unes pràctiques agrícoles itinerants que comportaven el
desplaçament periòdic dels cultius i potser també de l'hàbitat.
Aquestes mateixes pràctiques agrícoles haurien generat
un altre tipus d'establiments a l'aire lliure amb una funcionalitat primordialment econòmica relacionada amb les activitats
productives i caracteritzats arqueològicament per la presència,
en nombre variable, de sitges excavades en el subsòl. Aquests
enclavaments constituirien unitats d'explotació agrícola vinculades als camps de conreu i dedicades essencialment a la conservació i emmagatzematge d'una part de la collita de cereals,
ja sigui com a reserva pel consum o per llavor per la propera
sembra. Dispersos i propers als anteriors assentaments residencials, aquests establiments els trobem ubicats en posicions
topogràfiques reiteratives: els vessants meridionals o orientals
dels suaus relleus que configuren la característica fisonomia
ondulada d'aquest sector central de la plana penedesenca, vinculats a sòls lleugers ben drenats. Els casos millor coneguts
són La Serreta (Vilafranca del Penedès), el Mas d'en Boixos
(Pacs) i la Vinya d'en Pau (Vilafranca del Penedès). Tenen unes
capacitats projectades d'uns 600 litres i s'hi han documentat
restes de Triticum sp., Hordeum sp., Triticum aestivum/durum
i Hordeum vulgare (López, Antolín i Alonso, en premsa; López, 2013). Els rebliments d'aquestes estructures demostren
que foren amortitzades amb deixalles: fragments de blocs termoalterats o no, ceràmica altament fragmentada i molt pocs
elements lítics (sílex, jaspi i cristall de roca) i malacològics.
És important ressenyar que no es documenten restes faunístiques, ítems sí presents de manera reiterada durant el neolític
epicardial a la regió (Pou Nou i Pujolet de Moja, a Nadal et
al., 1999). Tots aquests fets ens indueixen a proposar que ens
trobem davant d'abocaments fruit d'estades de curta durada en
zones destinades a tasques agràries, potser petites granges itinerants. Altres exemples a l'aire lliure com el Torrent de Sant
Marçal (Sant Cugat Sesgarrigues) o Vinya Torrelletes (Vilafranca del Penedès) podrien ser també ocupacions d'un tipus
similar. L'erosió dels trams superiors ens impedeix conèixer
l'existència d'estructures negatives menys profundes (forats
de pal, estacades, cabanes, fogars, etc.). És important ressenyar que la construcció de sitges és una estratègia econòmica
típica del cardial a Catalunya. En trobem també a la comarca veïna del Vallès i al litoral barceloní i tarragoní. En canvi,
les sitges no estan documentades a d'altres territoris cardials,
com ara les planes del Roine, la zona del sud de València-nord
d'Alacant o a l'Estremadura portuguesa. En aquests indrets
doncs, s'emprarien mètodes d'emmagatzematge diferent.
Malgrat que aquest patró d'assentament estigui indicant
que l'agricultura ocupava un lloc preeminent en el sistema
econòmic d'aquestes primeres comunitats neolítiques, no es
pot oblidar el paper també destacat i complementari que hi
jugava la ramaderia, així com altres activitats de menor importància com la recol·lecció de recursos vegetals silvestres i
la cacera. Moltes d'aquestes activitats requeriran la freqüentació d'uns entorns ecològics muntanyencs que generarà un
patró d'implantació territorial, complementari i subsidiari al
desenvolupat a la plana, dominat per ocupacions de diversa
funcionalitat en coves i abrics.
Presumiblement, la necessària disponibilitat de pastures
fresques al llarg de l'any va requerir la progressiva mobilitat
estacional cap a entorns més muntanyencs (Riera, Nadal i Esteve, 2007). En el transcurs d'aquests desplaçaments per les
muntanyes i altiplans de les serralades que envolten la plana,
els pastors cardials haurien fixat recorreguts, llocs d'abeurada,
pastures i aixoplucs, però també noves fonts d'aprovisionament
de matèries primeres i nous entorns de recol·lecció. És a dir,
ampliaven el territori rural de la comunitat neolítica cap a uns
103
[page-n-111]
F. X. Oms, J. Mestres, A. Cebrià, J. I. Morales, J. Nadal, M. Pedro, S. Mendiela, P. Martín i J. M. Fullola
àmbits territorials més abruptes i accidentats que, a banda i banda del sector central de la plana, abracen les serres d'Ancosa,
Puigfred, Font-rubí i Mediona pel costat nord-occidental i, pel
llevant, els relleus més meridionals del Massís del Garraf, entre
Olèrdola i Subirats. Per aquest costat sud-oriental, el territori s'estendria fins la costa en la zona compresa entre Cubelles
i Sitges. Amb tot, la feble documentació disponible (cova de
Sant Llorenç i cova Foradada), no tan sols pel cardial sinó pel
conjunt del neolític antic, fa pensar en una baixa intensitat de
l'ocupació del litoral.
En aquest nou paisatge, coves i abrics monopolitzen el patró d'assentament, assumint sense excessives dificultats la diversitat d'usos requerits per les múltiples i variades activitats
relacionades amb l'explotació econòmica i les funcions socials
i culturals d'aquests entorns muntanyencs. Així, en l'àmbit
econòmic, coves més o menys espaioses com la cova de la
Guineu, la cova del Bolet (Mediona) o la cova de Can Pasqual
(Castellví de la Marca) són cavitats d'importància cabdal per
entendre la mobilitat de les poblacions neolítiques. En el cas de
la cova de la Guineu, la presència prou abundant de vasos de
mida gran incideixen en la idea que es tracti d'un indret lligat
a l'emmagatzematge. No obstant, la presència de petites planes
fèrtils al seu redós i punts d'aigua (paratge de la Font de Llinars,
on a més hi ha un taller de sílex i sobretot la vall de les Llombardes, al nord) també li conferiria la propietat de lloc adient per un
establiment regular durant els mesos de bonança, on poder fer
conreus complementaris als de la plana, durant els mesos de mobilitat. Com s'ha pogut observar, tot i l'escassa extensió encara
excavada dels nivells cardials intactes, la cova de la Guineu presenta ja les traces d'una ocupació prou consolidada i variada, on
els ovicaprins no són exclusius enfront d'altres domesticats i la
cacera té uns índexs remarcables. Els estudis paleocarpològics,
ara en curs, proporcionaran noves dades al respecte. Malgrat
tot, teoritzar sobre el tipus d'ocupació que representa la Guineu
és complex. La presència de nombrosos elements d'abillament
i funcionals i d'altres quasi constructius/estructurals (argila cuita i plaques de sorrenca) denota una complexitat que, a hores
d'ara, ens és difícil de copsar. Aquesta complexitat es veu corroborada pel registre ceràmic, lític i també per la datació. Al nivell
Ie, el datat aquí en una fase cardial avançada c.5200-5000 cal
BC, s'hi han documentat decoracions impreses amb la tècnica
del cardial arrossegat (en dos casos) equiparades a les de cardial oblic, a més d'un únic efectiu amb una decoració incisa. La
presència important de la tècnica arrossegada (dins d'un conjunt
molt reduït) i d'un amb incisió, denoten que aquest conjunt seria
tardà respecte a altres conjunts penedesencs. En canvi, aquesta
proporció es capgira del tot en el conjunt de l'interior de la cavitat i predominen altres tècniques. Aquest fet indicaria, a priori,
l'existència de com a mínim, dos nivells cardials a la cavitat.
Malauradament, el del Sector Cova es troba barrejat. La indústria lítica, ja sense jaspi i cristall de roca (habituals durant una
fase més antiga, a Guixeres de Vilobí i La Serreta per exemple,
Mestres, 1987; Sànchez de la Torre, 2013), es caracteritza només per la presència d'algunes làmines i també pel triangle amb
un costat còncau. Si bé aquest ítem podria recordar a contextos
mesolítics recents, hi ha d'altres elements similars en conjunts
cardials com Chaves (Cava, 2000) i Cendres (García-Puchol,
2009), així com també a Nerja (Aura et al., 2013).
Altres cavitats d'exigües dimensions s'ocuparien de manera
ocasional com simples aixoplucs en funció de la mateixa activitat pastoral o d'altres activitats econòmiques complementàries,
com la cacera o l'explotació de recursos forestals. Aquest podria
ser el cas de la cova de la Masia (Torrelles de Foix), la cova de la
Plana Pineda (Font-rubí) i la cova del Pi d'en Barba (Avinyonet)
entre d'altres (fig. 4).
D'altra banda, pel que fa a aspectes socioculturals, algunes
cavitats haurien acollit pràctiques sepulcrals i/o amb accions
de caràcter simbòlic. Una funcionalitat sepulcral es podria atri-
Taula 4. Datacions radiocarbòniques del neolític antic del territori penedesenc.
Jaciment
Nivell
Mostra
Referència
BP
Var.
Cal BC 2s
Bibliografia
Guineu
Ie
Laurus nobilis
Beta-406998
6140
30
5209-5002
Inèdita
Guixeres
A
Ovis/Capra*
OxA-26068
6655
45
5644-5491
Oms et al., 2014
Guixeres
A
Ovis aries
OxA-26069
6458
38
5485-5342
Oms et al., 2014
La Serreta
E61
Arbutus unedo
Beta-280862
6490
40
5527-5367
Oms et al., 2014
La Serreta
E79
Arbutus unedo
Beta-280866
6420
40
5473-5326
Oms et al., 2014
La Serreta
E59
Angiosperma
Beta-280860
6410
40
5472-5322
Oms et al., 2014
Foradada
Ib base
Os humà
Beta-248524
6200
40
5295-5045
Oms et al., en premsa
Sant Llorenç
n.2
Triticum sp.
Beta-299597
6200
40
5295-5045
Borrell et al., 2014
Pou Nou
E-3
Ovis/Capra
OxA-26066
6033
36
5029-4836
Martins et al., 2015
Pou Nou
E-13
Ovis/Capra
OxA-26067
6009
32
4994-4803
Martins et al., 2015
La Serreta
E-75
Quercus sp.
Beta-280865
6160
40
5217-5000
Inèdita
Sant Llorenç
n.3
Ovis/Capra
OxA-26072
6004
32
4989-4802
Borrell et al., 2014
Sant Llorenç
n.3
Ovis/Capra
Beta-311605
5910
40
4897-4705
Borrell et al., 2014
Sant Llorenç
n.3
Triticum a/d
Beta-299598
5860
40
4831-4612
Borrell et al., 2014
* Recentment, un estudi no ha pogut demostrar que aquesta mostra pertanyi a Ovis aries (Martins et al., 2015), tot i que havia estat inicialment
publicada com a tal (Oms et al., 2014).
104
[page-n-112]
La cova de la Guineu i les relacions plana-muntanya al Penedès durant el neolític inicial
buir a l'Esquerda de les Roques del Pany (Torrelles de Foix).
Tot i el poc que coneixem de les antigues i deficientment documentades intervencions dels anys trenta, la descripció de les
troballes que ens reporta el seu excavador (Grivé, 1936) pot
fer-nos pressuposar l'existència de varies inhumacions individuals (fins a 12) de caràcter primari successiu relacionades
amb materials ceràmics cardials i objectes més o menys sumptuaris. Un estudi recent (Oms, 2014) indica la presència de
fins a 29 vasos decorats en aquesta cavitat. Alguns d'ells junt
a restes que podrien acomplir la funció d'aixovar (ullals, tres
culleres d'os, diferents punxons ossis i nombroses denes en
diferents taxons malacològics: Tirvia sp., Cardium sp., Glycimeris sp., Columbella rustica) podrien formar part d'un conjunt funerari. La cova Foradada també fou emprada per la inhumació durant el neolític cardial, tot i que les característiques
d'aquest registre són molt limitades (Oms et al., en premsa).
Per últim, la cova del Pèlag (Avinyonet del Penedès), a partir
de certs trets del seu registre i característiques del jaciment,
també podria complir aquesta funció.
Un cas molt particular representa el Fondal de Vandellós
(Mediona). En aquest paratge de petites dimensions, format per
un caos de blocs despresos de la cinglera, s'hi compta amb un
total de 14 jaciments arqueològics. D'entre aquests caus sense
cap condició d'habitabilitat o ús (espais d'entre 4-8 m2), cinc
comptaven amb ceràmica cardial: cova de la Boira, cova de
la Jeta, balma del Sílex, balma del Pèndol i cova de la Rasa.
Per la naturalesa dels propis jaciments, només un caràcter vo-
tiu/simbòlic pot ser proposat (Boira a més compta amb restes
humanes). Interpretació que ve recolzada per la continuïtat
d'ocupacions amb objectes de característiques específiques similars fins a finals de l'època romana (Ribé, 1995).
En el futur, la publicació de les dades inèdites procedents
de les excavacions de la cova del Bolet i de la cova de la Plana
Pineda (Equip Guineu, 1993, 1996) i la obtenció de datacions
radiocarbòniques del Pany i Boira permetrà sistematitzar millor
a nivell temporal la sincronia de les ocupacions penedesenques.
Per ara, les datacions disponibles del neolític inicial del Penedès mostren un escenari ben complex (taula 4 i fig. 5). Per
una banda, la datació OxA-26068 de les Guixeres de Vilobí s'ha
de situar en una fase precardial, que junt amb alguns materials
mostren certes afinitats a horitzons no estrictament cardials
(Oms, 2014; Martins et al., 2015). Cal aclarir però, que fins el
moment aquest nivell no ha estat detectat en el jaciment, només
comptem amb la datació i uns pocs materials ceràmics. Després
de cert decalatge, quasi imperceptible a nivell radiocarbònic,
l'ocupació cardial stricto sensu es manifesta notablement al territori penedesenc, amb les datacions OxA-26069 de Guixeres
i les de la Serreta (Oms et al., 2014). La datació inèdita de la
Vinya d'en Pau es situa també en aquesta forquilla antiga (com.
pers. Francesc Florensa).
A partir d'aquest moment, les dades perden tota la intensitat a la plana i només comptem amb dades de jaciments
litorals (Foradada i Sant Llorenç) i a la cova de la Guineu.
Considerem anòmal aquest fet i creiem que un major nom-
Fig. 5. Gràfic gaussià amb les datacions calibrades (2σ) mitjançant el software OxCal v.4.2 amb la corba IntCal13.
105
[page-n-113]
F. X. Oms, J. Mestres, A. Cebrià, J. I. Morales, J. Nadal, M. Pedro, S. Mendiela, P. Martín i J. M. Fullola
bre de datacions radiocarbòniques modificarà aquest escenari. En aquest punt, si incloem les dates conegudes de
l'epicardial penedesenc, observem que es torna a detectar
cert decalatge cronològic entre el darrer cardial i el primer
epicardial, ben observable a partir de les dates de Pou Nou
i la cova de Sant Llorenç. Només la datació de la E-75 de la
Serreta trenca aquesta dinàmica. Coneixent la cronologia de
l'epicardial a Catalunya, considerem que aquesta datació és
massa antiga (fruit potser del taxó emprat) i ha de ser presa
amb precaucions.
El model territorial mostrat en aquest treball proposa un
fort component de mobilitat a nivell micro. Això, no obstant,
no significa la inexistència de relacions amb d'altres grups
de territoris similars en extensió i característiques, que ben
segur existien (obtenció de jaspi o de malacologia marina,
per exemple). Models com el del Penedès es reprodueixen
a d'altres territoris del NE peninsular durant el neolític cardial, tant en una fase antiga (c.5500-5300 cal BC) com en
una de recent (c.5300-5000 cal BC) (Oms, 2014). Altres
autors proposen models similars, ja sigui des d'un punt de
vista teòric pel que fa a l'existència de diversos grups (Garcia Borja et al., 2011; Garcia Borja et al., 2012), a la seva
composició i funcionament (García Atiénzar, 2011) i inclús
basats en paràmetres tècnics de les produccions ceràmiques
(Manen et al., 2010).
5. CONCLUSIONS
La cova de la Guineu comença tot just ara a proporcionar dades
sobre les seves ocupacions durant el neolític inicial. Amb unes
característiques ben peculiars (tipus de cavitat, localització,
alçada, registre material), esdevé un assentament clau per entendre els models d'establiment de les primeres comunitats agroramaderes a Catalunya. Integrada dins el territori penedesenc, a
priori, com un assentament secundari a la serralada prelitoral,
proper a d'altres de similars (Bolet), més especialitzats (Pany
i Plana Pineda) i un de principal (Guixeres), proporcionarà en
el futur una quantitat major d'informació amb l'extensió dels
treballs arqueològics. El material ceràmic presentat s'entronca
perfectament amb les produccions cardials franco-ibèriques del
cardial del NE peninsular, i més particularment amb les altres
col·leccions penedesenques (Oms, 2014). La datació radiocarbònica disponible situa el nivell Ie entre els més recents del
Penedès, similar a moltes d'altres coves catalanes del litoral i
prelitoral central.
NOTA
Dediquem aquest treball a Bernat Martí Oliver, un dels pioners i
referents dels estudis moderns sobre el neolític a la Península Ibèrica, a més de mestre i amic. Agraïm als organitzadors que ens hagin
convidat a participar en aquest homenatge.
La recerca a la cova de la Guineu es porta a terme dins el projecte “Substitucions humanes i transformacions econòmiques entre
el Plistocè superior final i l'Holocè al Penedès” (2014/100482),
integrat dins el projecte 2014SGR-108 i el HAR2011-26193 del
SERP de la Universitat de Barcelona. Agraïm a Ethel Allué la determinació taxonòmica del carbó datat i a Xavier Esteve la realització
del mapa de la figura 5.
106
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107
[page-n-115]
[page-n-116]
Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 109-115.
La cerámica de la Cova del Vidre (Roquetes)
y el Neolítico Cardial Franco -Ibérico
JoseP BosCH
reSumen
En este trabajo se estudia la colección cerámica del yacimiento de la Cova del Vidre (Roquetes, Bajo Ebro). Dicha colección se
adscribe en su práctica totalidad, según criterios relativos sobretodo a sus decoraciones, a un Neolítico Cardial Franco-Ibérico
Reciente, adscripción confirmada por las tres fechas radiocarbónicas obtenidas para el único nivel neolítico localizado en
este yacimiento (6180, 6181 y 6248 BP). El estudio nos ha conducido a observar que el Neolítico Cardial Franco-Ibérico y el
Precardial Itálico que lo precedió pudieron tener, además de orígenes distintos, como sus nombres indican, siendo el primero
enteramente occidental dentro del contexto del Mediterráneo, modelos de expansión por las costas del sector occidental de este
mar también distintos. De dirección única, de este a oeste, en el caso del Precardial, y de distintas direcciones en el del Cardial.
PalabraS claVe:
Cerámica, Bajo Ebro, Neolítico Cardial.
réSumé
La céramique de la Grotte du Vidre (Roquetes) et le Néolithique Cardial Franc-Ibérique. Dans ce travail on étudie la collection
céramique du site de la Grotte du Vidre (Roquetes, Bas Èbre). Selon des critériums relatifs surtout à leurs décorations, on
l'inscrit, pratiquement toute, dans un Néolithique Cardial Franc-Ibérique Récent, laquelle chose a été confirmé par les trois
dates radiocharboniques obtenues pour l'unique niveau néolithique localisé dans ce site (6180, 6181 et 6248 BP). L'étude nous
a conduit à observer que le Néolithique Cardial Franc-Ibérique et le Precardial Italique qui l'avait précédé purent avoir, en
outre des origines différents, comme leurs noms l'indiquent, ayant été le premier entièrement occidental dans le contexte de
la Méditerranée, des modèles d'expansion par les côtes du secteur occidental de cette mer aussi différents. Avec une direction
unique, d'est à ouest, le Precardial, et avec différents directions le Cardial.
moTS cléS
: Céramique, Bas Èbre, Néolithique Cardial.
1. EL POR QUÉ DE ESTE ARTÍCULO
Las excavaciones efectuadas en la Cova del Vidre, en parte por
nosotros, han proporcionado un conjunto notable de cerámicas
atribuibles a aquello que se ha convenido en llamar horizonte
Neolítico Cardial Franco-Ibérico. Dicho horizonte, en particular
su cerámica, ha centrado la atención del Doctor Bernat Martí
Oliver a lo largo de toda su carrera. Prueba de ello son numerosos trabajos, de los que aquí sólo citaremos, entre los más antiguos, los efectuados sobre la Cova de l'Or (Beniarrés) (Martí,
1977 y Martí et al., 1980), mientras que entre los más recientes, su participación en un trabajo colectivo sobre la cerámica
impresa del Neolítico Antiguo (Italia y Mediterráneo) (Martí,
2002), el publicado en las actas del Congreso de Arte Rupestre
Esquemático en la Península Ibérica – Comarca de Los Vélez
(Martí, 2006) y el publicado en las actas del IV Congreso del
Neolítico en la Península Ibérica de Alicante (Martí, 2008). El
mismo Bernat Martí nos ha expresado, en distintas ocasiones, su
interés por la Cova del Vidre y sus cerámicas neolíticas, dadas a
conocer de forma sólo parcial. Por todo ello y por el afecto que
le tenemos, nos ha parecido oportuno publicar un trabajo en este
homenaje y hacerlo sobre dichas cerámicas.
2. LA COVA DEL VIDRE Y SUS EXCAVACIONES
La Cova del Vidre (Roquetes, Bajo Ebro) se encuentra en la
sierra del Caro, la cual se extiende de nordeste a sudoeste,
constituye el lado marítimo del macizo del Port y, con su cima
el Caro o Montcaro (1447 m snm), la mayor elevación entre
el Turó de l'Home al norte y el Peñagolosa al sur, se levanta
imponente sobre el valle bajo del Ebro. La Cova del Vidre se
encuentra a unos 1100 m snm, abierta al pie de un escarpado
rocoso, en la conocida como Mola del Boix. Desde su boca, que
está orientada al este-nordeste, se divisa un amplio panorama,
109
[page-n-117]
J. Bosch
que incluye el valle inferior del Ebro, el delta de este río y su
desembocadura en el Mediterráneo. Está formada por dos cavidades contiguas. La mayor de ellas, abierta al exterior con una
amplia boca, tiene la forma de una pirámide tres lados caída,
con el vértice en el fondo de la cueva y la base en dicha boca.
Mide 43 m de profundidad, 30 de ancho y 14 de alto. En su pared norte se abre la segunda cavidad, de menores dimensiones
y techo más bajo. La Cova del Vidre se encuentra debajo de un
anticlinal, formado por un potente estrato de roca calcárea, con
el plegamiento cortado por un encabalgamiento. En el techo de
la cavidad principal se observan diversas fisuras longitudinales,
entre las que destaca una profunda diaclasa cenital, por la que el
agua se precipita al interior de la cueva, sin llegar a inundarla,
lo cual es posible que contribuyera a hacerla interesante como
lugar de habitación.
Las primeras noticias sobre la existencia de restos arqueológicos prehistóricos en la Cova del Vidre corresponden a los últimos años del siglo XIX. Así, el 1890, Lucas Mallada los citó en
su “Geografía de España”. Las primeras excavaciones arqueológicas en el yacimiento de las que tenemos constancia fueron
practicadas por Francesc Esteve Gálvez, arqueólogo que, el año
1943, llegó a Tortosa como profesor de instituto de enseñanza
media y que, en el 1954, fue nombrado Comisario Local de Excavaciones Arqueológicas en la demarcación de dicha ciudad.
Primero excavó el mes de marzo del año 1945 y, posteriormente,
volvió a hacerlo el otoño del 1954 (Esteve, 2000). El segundo en
excavar en esta cueva fue Ignasi Cantarell Fontcuberta, médico
y aficionado a la arqueología, anteriormente descubridor de otro
importante yacimiento prehistórico del Bajo Ebro, el de la Cova
de la Mallada (El Perelló), que publicó de forma conjunta con
Salvador Vilaseca en el 1956. Cantarell llevó a cabo tres campañas de excavación en la Cova del Vidre, la primera el año 1957,
la segunda el 1958 y la tercera el 1960. Cantarell, que aún vive
cuando escribimos este artículo y a quien no queremos dejar de
agradecer aquí la generosidad y amabilidad que siempre nos ha
mostrado, no ha publicado nunca los resultados de sus excavaciones en la Cova del Vidre.
Transcurridos treinta y dos años de la última de las campañas de Cantarell, en el verano de 1992, se llevó a cabo bajo
nuestra dirección una nueva campaña de excavaciones en la
Cova del Vidre. Su objetivo era contrastar y completar los resultados de las anteriores y obtener nuevos datos que pudiesen
ser de ayuda para comprender mejor los ya disponibles. Previamente habíamos revisado y estudiado los resultados de los
diferentes trabajos efectuados hasta entonces, que incluían la
documentación inédita de las excavaciones de Cantarell, guardada en su archivo particular, y los materiales arqueológicos
extraídos tanto por Esteve como por Cantarell, los primeros
conservados en el actual Museu de les Terres de l'Ebre, en Am-
posta, y los segundos repartidos entre la colección particular
de Cantarell (posteriormente donada al Museu de Tortosa), la
Universitat de Barcelona y el Museu Nacional d'Arqueologia
de Catalunya, en Barcelona. Este trabajo de revisión y estudio
puso de manifiesto la conveniencia de una nueva intervención
que, como hemos dicho, efectuamos el verano del año 1992.
Entonces, reabrimos las catas de Cantarell y efectuamos una
serie de sondeos en diferentes puntos de la cueva. De esta forma, reconocimos dos secuencias estratigráficas de interés arqueológico, una en el sector interior de la cavidad más grande
y la otra en el sector central de la misma cavidad. La secuencia
cronológica se inicia en el sector interior, primero, con un nivel que hemos atribuido al Epipaleolítico Microlaminar y, a
continuación, con otro nivel que corresponde, según hemos
podido determinar, al Epipaleolítico Geométricio de tipo Filador. La secuencia sigue en el sector central, primero con un
nivel del Epipaleolítico Geométrico de tipo Cocina y, después,
con un nivel del Neolítico Antiguo Cardial, período del que
nos ocuparemos en este artículo, más concretamente de las cerámicas a él atribuidas.
3. LAS FECHAS RADIOCARBÓNICAS OBTENIDAS
Hemos obtenido tres dataciones radiocarbónicas para el Neolítico Cardial de la Cova del Vidre. Las tres sobre muestras recogidas, con nuestras excavaciones del verano del 1992, en el nivel
2 central (tabla 1).
La primera de estas tres dataciones es convencional y las
otras dos aceleradas. El carbón utilizado para la primera procede de un hogar en cubeta excavada en el suelo, mientras que
los huesos de oveja, determinados por la arqueozoóloga Maria Saña, de la Universitat Autònoma de Barcelona, que fueron
utilizados para la segunda y la tercera proceden de las proximidades de dicho hogar. La primera de las tres dataciones fue
realizada gracias a fondos de un proyecto de investigación dirigido por el profesor Miquel Molist, también de la Universitat Autònoma de Barcelona, mientras que las dos aceleradas se
efectuaron con motivo de la tesis de doctorado de Haidé Margarita da Costa Martins, The Early Neolithic in the mediterranean
context, realizada en la University of Bristol (Beca FCT-SFRH/
BD/44089/2008).
Las tres fechas obtenidas coinciden en un periodo que ocupa
el último tercio del VI milenio antes de nuestra era, en cronología calibrada a 2 sigma, extendiéndose la primera (no acelerada)
una centuria dentro del siguiente milenio. Las tres fechas son
acordes con la cronología establecida para el Neolítico Cardial
en Cataluña, no para sus momentos más antiguos, que se remontan hasta mediados del VI milenio cal. a.C., pero sí para su etapa
reciente (5300-5000 cal. a.C.) (Morales et al., 2010).
Tabla 1. Dataciones para el Neolítico Cardial de la Cova del Vidre.
Laboratorio y referencia
Tipo de muestra
Fecha BP
Fecha cal BC (2σ)
Beta-58934
6180±90
5380-4900
Hueso de oveja
6181±35
5224-5011
OxA-26065
110
Carbón
OxA-26064
Hueso de oveja
6248±33
5311-5076
[page-n-118]
La cerámica de la Cova del Vidre y el Neolítico Cardial Franco-Ibérico
4. LA CERÁMICA DE LA COVA DEL VIDRE
4.1. la coleccIón eSTudIada
Para este artículo hemos estudiado unos 800 fragmentos de
cerámica que corresponden a las excavaciones de Esteve, a
las de Cantarell y a las nuestras, fragmentos de cerámica que
hemos atribuido al Neolítico Cardial por su procedencia estratigráfica, por su parecido con materiales hallados en contexto
estratigráfico o por criterios técnicos y estilísticos. Únicamente hemos considerado de un periodo posterior un fragmento
de cerámica, decorada con líneas horizontales incisas y trazos
oblicuos a ellas también incisos, formando una especie de fleco. A cerca de esta cerámica, el profesor Joan Maluquer de
Motes, en un informe inédito del año 1961 sobre los materiales cerámicos obtenidos por Cantarell en la Cova del Vidre,
escribió que sin duda pertenece a las cerámicas acanaladas de
los Campos de Urnas. Por nuestra parte, hemos de decir que
efectivamente la decoración descrita recuerda mucho la de
cerámicas localizadas en la cercana Cova del Janet (Tivissa),
atribuidas al Bronce Final (Vilaseca, 1973). Cantarell localizó
este fragmento de cerámica, junto con algunos restos de sílex,
en el fondo de la cavidad grande de la cueva, en un nivel superior que, al parecer, había desaparecido cuando efectuamos
nuestras excavaciones en el año 1992. Es difícil saber si estos
materiales corresponden a una ocupación continuada durante el Bronce Final, cuyos restos habrían sido extraídos de la
cueva por motivos que desconocemos, o si únicamente son
testigos de frecuentaciones esporádicas en dicha época.
Las colecciones de cerámica del Neolítico Cardial del nordeste de la Península Ibérica presentan, a menudo, una fragmentación alta y un número de remontajes bajo, lo cual hace
que sea difícil reconocer las formas de los recipientes, calcular
sus medidas completas y, así mismo, que raramente puedan ser
estudiadas las composiciones de sus decoraciones, debiéndose
limitar su análisis a los elementos y los motivos decorativos,
una limitación con la que nos encontramos en el caso de las
cerámicas de Vidre.
rectos y los verticales también rectos. Si tenemos además en
cuenta la morfología de los labios, podemos establecer un gran
número de tipos de bordes distintos, la mayoría con porcentajes muy bajos, siendo los más bien representados los verticales
rectos con labio redondeado, los exvasados rectos con labio
plano y los exvasados convexos con labio redondeado.
En cuanto a los elementos de prensión y suspensión, aparecen sobre un total de 41 fragmentos, entre los cuales hemos
distinguido asas de cinta, lengüetas, botones y perforaciones.
Las asas de cinta pueden ser de sección plana interiormente y
abombada o cóncava por fuera, elíptica o informe. Dos de ellas
tienen una morfología singular: una, con una especie de orejetas y una lengüeta más baja, y otra, con una chepa pronunciada
(figs. 1.1 y 1.2). Más reducido es el número de lengüetas, que
tienen tamaños distintos, y el de botones. Uno de los botones se encuentra debajo mismo de una elevación del borde,
combinación que parece dirigida a facilitar la sujeción con los
dedos pulgar e índice (fig. 1.3). Otros botones, en cambio, especialmente los más pequeños, pudieron ser más elementos
decorativos que de prensión. Finalmente, también debieron
servir para prender o suspender, pasando un cordel a través de
ellos, los agujeros de algunos de los fragmentos de cerámica
estudiados, aunque, a veces, perforaciones parecidas podían
haber sido hechas para coser fragmentos de recipientes rotos.
4.2. FormaS y TamañoS
Los grosores de los fragmentos de cerámica analizados se reparten entre los 4 y los 13 milímetros, si bien la mayoría se
encuentran entre los 6 y los 8, estando poco representados los
grosores inferiores a 5 y los superiores a 10. A partir de los
fragmentos de borde, hemos podido calcular los diámetros de
la boca de algunos de los vasos representados, diámetros que
se sitúan entre los 10 y los 42 centímetros, principalmente entre 14 y 19. De estos datos podemos deducir que, probablemente, entre la vajilla cerámica de Vidre abundaban más los
vasos medianos que los pequeños y grandes. En cuanto a las
formas de estos vasos, debido como hemos dicho a la elevada
fragmentación y al número reducido de remontajes, tan sólo
podemos decir que entre los fragmentos conservados los hay
que parecen corresponder a recipientes con forma de cuenco
(semiesférico y abierto) y de botella (cuerpo globular cerrado
con cuello vertical y recto), siendo esta última menos frecuente. Los bordes estudiados se reparten entre distintos grupos,
según su orientación y curvatura, abundando más los exvasados y los verticales que los entrantes, sobretodo los exvasados
Fig 1. Fragmentos de cerámica con elementos de prensión (1, 2 y
3), cuchara de cerámica (5), fragmentos de cerámica con decoración
impresa cardial (8), decoración incisa e impresa cardial (4 y 7) y
decoración impresa con relleno de almagra (6). .
111
[page-n-119]
J. Bosch
Entre los restos cerámicos de Vidre no sólo hay recipientes,
también existe una cuchara que pertenece a la colección Cantarell. Fue hallada rota, aunque conservaba buena parte tanto
del mango, de sección circular, como de la cazoleta, cóncava y
semioval (fig. 1.5). Durante el Neolítico, las cucharas, fueran de
cerámica o de hueso, permitirían ingerir alimentos semisólidos,
como purés o papillas, cocinadas con los nuevos instrumentos
de molienda y con los también nuevos recipientes cerámicos,
siendo de esta forma útiles para alimentar a los niños, que todavía no pudiesen comer alimentos sólidos, y a los viejos, con
dificultades para seguir comiéndolos.
La mayoría de los más de 800 fragmentos de cerámica
analizados de la Cova del Vidre presentan un acabado de la
superficie liso, siendo muy pocos los que lo presentan pulido. En cuanto al color de dicha superficie, abundan más las
tonalidades grises que las rojizas. Una tercera parte de dichos
fragmentos (264) están decorados. Las técnicas decorativas
utilizadas son variadas, también lo son los motivos y, probablemente, las composiciones.
4.3. TécnIcaS decoraTIVaS
Las técnicas decorativas más numerosas entre las cerámicas
neolíticas de la Cova del Vidre son la impresión no cardial,
que aparece sobre un 35% de los fragmentos decorados, y la
incisión, que lo hace en un 31%. Menos representados están
los relieves, con un 17%, y la decoración impresa cardial, con
un 16%. Para obtener esta última se utilizó, principalmente, el
borde dentado de una concha (Cardium edule, Acanthocardia
tuberculata o Cerastoderma glaucum), en posición vertical o
inclinada oblicua externa, en este segundo caso seguida a veces
de un arrastrado de menor profundidad (fig. 1.4), tan sólo sobre
una pieza, de la que se conservan distintos fragmentos, la impresión cardial pudo haberse realizado con la parte exterior de
la concha en posición horizontal (fig. 1.8) y sobre ninguna con
el gancho o charnela. A menudo, dos o más de estas técnicas
aparecen combinadas sobre una misma cerámica, como la incisión y la impresión, el relieve y la impresión, o la impresión con
relleno de almagra (fig. 1.6).
4.4. elemenToS decoraTIVoS, moTIVoS y comPoSIcIoneS
Los elementos básicos de las decoraciones de las cerámicas de
Cova del Vidre y del Neolítico en general, son el punto y la
línea, los cuales, según el pintor y teórico del arte ruso Vasilij
Kandinskij (1866-1944), iniciador del arte abstracto a principios del siglo XX, son los dos elementos gráficos esenciales.
El punto, forma elemental y elemento decorativo primario, y la
línea, su antítesis, traza recta, curva, sinuosa o quebrada dejada
por el punto al moverse. En las cerámicas que hemos estudiado,
puntos y líneas forman diversos motivos, a menudo repetitivos,
y éstos composiciones, que pueden alcanzar una complejidad
considerable, aunque, como ya se ha dicho, en el caso de Vidre,
la ausencia de formas enteras hace que gran parte de ellas no
puedan ser reconocidas o que sólo podamos conocerlas de forma parcial. Se trata, básicamente, de composiciones no figurativas, es decir, que no representan nada que podamos identificar
de forma directa con la realidad externa. Sólo parece figurativa,
sin dejar de tener un fuerte aire esquemático, una composición
aparentemente antropomorfa, presente sobre diversos fragmen112
tos de un mismo recipiente. Se trata de una decoración impresa
cardial e incisa, formando bandas rectilíneas horizontales y verticales con apéndices en zigzag horizontales (fig. 1.7). La decoración de este vaso presenta un parecido estrecho con la de otros
vasos del Neolítico Cardial, hallados en algunos yacimientos
del sector oriental de la Península Ibérica. El paralelo geográfico más próximo procede del abrigo de Costalena (Maella), en
el vecino Bajo Aragón (Barandiarán y Cava, 1989). Un número
mayor de paralelos son conocidos al sur de Valencia, sobretodo en el yacimiento de Cova de l'Or (Beniarrés) y también en
el de Cova de la Sarsa (Bocairent) (Martí y Hernández, 1988;
Martí, 2006). De acuerdo con la interpretación antropomorfa de
esta composición, los apéndices en zigzag pueden representar,
de forma repetitiva, la posición de las piernas de una madre en
el acto de dar a luz, separadas y con las rodillas levantadas formando una M. Es por ello que en esta composición puede verse
una evocación de la fertilidad y la imagen de una divinidad maternal, integrante quizás de un panteón neolítico.
5. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES: DE KOINÉ
PRECARDIAL A DIALECTOS CARDIALES
La cerámica de la Cova del Vidre muestra, como hemos dicho,
una estrecha analogía con la de aquello que se ha convenido en
denominar Cardial Franco-Ibérico, extendido por la zona litoral mediterránea, aproximadamente entre los Alpes y Gibraltar,
desde el 5500 hasta el 5000 cal. a.C.; una denominación que expresa su ruptura respecto al territorio itálico próximo. Concretamente, la analogía se observa con una fase avanzada del grupo
Cardial Franco-Ibérico citado, iniciada en el 5300 cal. a.C., que
se ha visto confirmada por las tres dataciones C14 obtenidas
(6180, 6181 y 6248 BP).
Los rasgos decorativos de las cerámicas de Vidre que podemos adscribir a un Neolítico Cardial Reciente Franco-Ibérico
son varios (Martín et al., 2010). Por un lado, la abundancia de
las impresiones no cardiales y de las incisiones, aisladas o combinadas entre ellas, formando líneas de puntos, impresiones de
uña desordenadas, líneas incisas horizontales y paralelas, que
pueden ir acompañadas de líneas de puntos intercaladas o subrayándolas (figs. 2.2 a 2.7), triángulos incisos rellenos de líneas
paralelas también incisas (fig. 2.8), punteado en forma de T (fig.
2.1) y franjas horizontales de puntos impresos o de incisiones
oblicuas que pueden estar o no delimitadas. Otras decoraciones
que pueden ser adscritas al Neolítico Cardial Reciente FrancoIbérico son los labios almenados y los cordones, éstos pueden
ser lisos o impresos, curvilíneos o rectilíneos, y agrupados en
disposición paralela u ortogonal (fig. 3). Finalmente, resulta
característica del Neolítico Cardial Reciente Franco-Ibérico, la
presencia no dominante de la decoración impresa cardial. Es
enteramente cardial la decoración de un fragmento de cerámica que forma una franja horizontal, con triángulos o palmetas
adheridos formando una especie de dientes de sierra (fig. 4.1).
También lo son las impresiones observadas sobre algunas asas
(fig. 4.2) y el motivo compuesto por una cornisa de líneas horizontales y por una especie de glifos que cuelgan de ella dejando
metopas no decoradas (fig. 4.5). Aunque lo más frecuente es
que las impresiones cardiales aparezcan combinadas con otras
técnicas decorativas, sobre todo incisiones, como en el caso de
la decoración de líneas incisas, paralelas y sinuosas, con flecos
[page-n-120]
La cerámica de la Cova del Vidre y el Neolítico Cardial Franco-Ibérico
Fig 2. Fragmentos de cerámica con decoración impresa (1),
decoración incisa (6 y 8) y decoración incisa e impresa (2, 3, 4,
5 y 7).
Fig. 3. Fragmentos de cerámica con decoración en relieve (1, 2,
3, 4 y 6), en relieve e impresa (9) y decoración en relieve impreso
(5, 7, 8 y 10).
de impresiones cardiales por los dos lados (fig. 4.3), de la serie
de triángulos rellenos de impresiones cardiales y delimitados
por finas incisiones (fig. 4.4), o de la decoración ya citada con
bandas de impresiones cardiales e incisiones y grupos de tres
líneas paralelas en zigzag también de impresiones cardiales
(fig. 1.7). Esta decoración se asemeja, como se ha dicho, a la
de varios fragmentos de cerámicas y vasos enteros de la Cova
de l'Or (Beniarrés) y de la Cova de Sarsa (Bocairent), al sur de
Valencia, donde, dado su mayor número y su mayor antigüedad
pueda quizás situarse el lugar de creación de esta composición
decorativa y desde donde habría sido introducida en la región
del curso inferior del Ebro.
La posibilidad de que la decoración en zigzag citada hubiera sido introducida en el curso inferior del Ebro desde un foco
originario situado al sur de Valencia, nos permite pensar que el
modelo de expansión del Cardial Franco-Ibérico fue distinto del
seguido por el Neolítico Precardial, al que pertenecen las primeras implantaciones agropastorales del levante de la Península
Ibérica y del Mediodía francés y al que, dados sus estrechos lazos con la Liguria, la Toscana, el archipiélago toscano e incluso
el Lacio, también nos podremos referir como Itálico (Roudil,
1990; Courtin, 2000). La expansión de este Neolítico Precardial
Itálico se produjo a través de desplazamientos largos (400-600
km), siguiendo el litoral del Mediterráneo occidental de este a
oeste y estableciéndose en las proximidades de lugares habitados por cazadores-recolectores del Epipaleolítico final con
los que poder relacionarse. Sólo de esta forma, los grupos del
Neolítico Precardial que se desplazaron, dadas las dimensiones
reducidas que debían tener y las grandes distancias respecto a
sus sociedades de origen a las que llegaron, pudieron asegurar
su reproducción. Así, los lugares del Mediterráneo Occidental
con un Neolítico Precardial Itálico, como los de Arene Candide,
Pendimoun y Caucade, en la Liguria y los Alpes-Marítimos, entre Génova y Niza (Binder, 1990), los de Peiro-Signado y Pont
de Roque-Haute, en las costas del Languedoc, en la zona de
Agde y Bèziers (Roudil, 1990; Guilaine y Manen, 2002) y los
de Mas d'Is y el Barranquet, al sur de Valencia, entre Oliva y
Alcoi (Bernabeu et al., 2009), cuentan en sus proximidades con
yacimientos del Epipaleolítico final, los primeros del Castelnoviense, los segundos del grupo Gazel-Cuzoul y los terceros
del grupo Cocina (Ghesquière y Marchand, 2010; Martí et al.,
2009). No es éste el caso de Cataluña, cosa que quizás explique
la ausencia en ella de asentamientos del Neolítico Precardial Itálico. La expansión del Neolítico Cardial Franco-Ibérico, como
se ha dicho sin la conexión con el Neolítico Itálico mostrada por
el Precardial, se habría producido en cambio a través de movi113
[page-n-121]
J. Bosch
cada uno de los cuales habría experimentado desarrollos particulares, pudiendo ser ésta una de las causas de la diversidad
observada en el seno del Neolítico Cardial citado. Utilizando
un símil lingüístico, podemos decir que una koiné precardial, es
decir una lengua común, general y uniforme en todo el Mediterráneo franco-ibérico, acabó dando paso a distintos dialectos
cardiales, es decir distintas modalidades de una misma lengua
habladas en las distintas regiones de dicho territorio.
Recapitulando, en este trabajo hemos podido reafirmar el
interés de la colección cerámica del yacimiento de la Cova del
Vidre; hemos visto cómo esta colección se adscribe estilísticamente al Neolítico Cardial Reciente Franco-Ibérico, adscripción
confirmada por las tres fechas radiocarbónicas obtenidas para el
nivel neolítico del yacimiento; y, por último, hemos observado,
a partir del estudio de las cerámicas de Vidre, que el Cardial
Franco-Ibérico y el Precardial Itálico pudieron tener orígenes
y modelos de expansión distintos, habiendo sido dicho Cardial
un grupo neolítico enteramente occidental dentro del contexto
mediterráneo.
AGRADECIMIENTOS
Queremos agradecer a María José Bel su colaboración en la
realización de los dibujos y a Benet Solina la digitalización de
los mismos.
BIBLIOGRAFÍA
Fig 4. Fragmentos de cerámica con decoración impresa cardial (1,
2 y 5) y decoración impresa cardial e incisa (3 y 4).
mientos más cortos, estableciéndose de forma más generalizada
a lo largo del litoral del Mediterráneo occidental, con desplazamientos de este a oeste, pero también en dirección inversa.
En esta segunda dirección llegaría al curso inferior del Ebro la
decoración antropomorfa en zigzag citada (fig. 1.7) y, quizás
también, una decoración de tipo precardial itálico que hemos
documentado entre la cerámica de Vidre, constituida por series
de impresiones lineales cortas que forman diseños pectiniformes (fig. 1.8). Se trata de la única decoración que, en el caso de
Vidre, hemos considerado que pudo haberse realizado mediante
impresión de la parte externa de una concha estriada. Una decoración parecida a ésta se encuentra entre las cerámicas del
llamado horizonte de Pendimoun (Castellar), yacimiento de los
Alpes-Marítimos (Binder, 1990). Sin embargo, también se ha
documentado en el Precardial Itálico de la zona de Oliva-Alcoi,
concretamente en el yacimiento del Barranquet (Oliva) (Esquembre et al., 2008). Por lo tanto, la decoración impresa tipo
Pendimoun, podría haber viajado, durante el Neolítico Precardial desde los Alpes-Marítimos hasta la zona al sur de Valencia,
en dirección este-oeste, y después, durante el Neolítico Cardial,
en una especie de reflujo en sentido contrario, desde el sur de
Valencia hasta el curso inferior del Ebro, junto a la decoración
antropomorfa en zigzag citada. En este caso, podríamos pensar
que el Cardial Franco-Ibérico, a diferencia del Precardial Itálico
anterior, se formó a partir de los distintos enclaves de dicho Precardial existentes en el Mediterráneo igualmente franco-ibérico,
114
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Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 117-124.
Los niveles de corral en el yacimiento neolítico
de la Cova de l'Or, sectores K34, K35 y K36.
Información aportada por el estudio de la fauna
Manuel PéRez RiPoll
reSumen
En este trabajo presentamos la información tafonómica sobre los restos óseos depositados a los largo de la secuencia
sedimentaria de la Cova de l'Or. El cotejo de una serie de variables indica claramente que esta cavidad ha funcionada como
un redil desde el neolítico antiguo, especialmente a partir de los niveles epicardiales. Los ritmos ocupacionales por ganados y
por humanos han sido muy variables; en los niveles inferiores han primado más las estancias humanas y en los intermedios y
superiores el lugar ha servido para estabular ganado ovino y caprino.
PalabraS claVe:
Redil, Neolítico, rebaño, huesos alterados, dientes deciduos.
abSTracT
Poultry levels in the Neolithic site of Cova de l'Or, sectors K34, K35 and K36. Information provided by the study of the fauna.
In this paper we present taphonomic information on the skeletal remains deposited along the sedimentary sequence of the Cova
de l'Or. The comparison of a number of variables clearly indicates that this cavity has operated as a fold from the old Neolithic,
particularly from the epicardial levels. Cooking activities have been determined at lower levels, while in the middle and upper
levels the place has served to enclose sheep and goats.
keywordS:
Sheepfold, Neolithic, flock, altered bones, deciduous teeth.
La realización de este trabajo me ha traído a la memoria viejos y buenos recuerdos de cuando la cueva fue objeto de varias
campañas de excavación bajo la dirección de Bernat Martí, en
las que participé y en las que se fraguaron los comienzos de
estudios especializados que dieron lugar a trabajos en equipo,
que cuajaron y continúan vigentes hoy en día. Este estudio es
una clara muestra de ello.
1. INTRODUCCIÓN
Determinadas cuevas y abrigos han funcionado como cuevasredil a partir del Neolítico. Sus depósitos sedimentarios se denominan de una manera genérica fumiers, que son el testimonio
de la utilización de estos lugares como zonas de cerramiento
de ganado. La presencia de tales yacimientos es de gran importancia para aproximarnos al conocimiento de la organización
territorial de las sociedades productoras desde al Neolítico a la
Edad del Bronce. Se trata de obtener información a cerca de la
ocupación de estas cuevas y abrigos en conexión con la explotación de un territorio, de las interrelaciones con asentamientos al
aire libre ubicados en el llano y del carácter de especialización
ganadera, unido a una serie de movimientos estacionales de los
pastores con sus rebaños, en los que no se contemplan desplazamientos a larga distancia.
La analítica para el conocimiento de los depósitos de estercoleros es diversa. La más corriente utiliza la microsedimentología, iniciada con los trabajos de Brochier, basada en los componentes minerales de los fumiers (Brochier, 1983, 1991, 1996);
hay que añadir los estudios de antracología (Badal, 1999), los
de macro y micro restos vegetales (Delhon et al., 2008 y 2009;
Badal y Atienza, 2007; Allué, 2005), estudios de coprolitos (Badal y Atienza, 2007 y 2009) y los trabajos de arqueozoología
(Helmer, 1884; Pérez-Ripoll, 1999, 2006; Bréhard et al., 2010).
Los comienzos tuvieron que ver con las propuestas de microsedimentología emprendidas por Brochier, pero también con
la interpretación de retos de fauna. En el año 1984, Helmer sugirió que los dientes de caída estudiados en los niveles del Neolítico antiguo de Fontbrégoua formaban parte de los depósitos
del fumier de este yacimiento, que hasta entonces eran interpretados como restos de cenizas de hogares neolíticos y no como
117
[page-n-125]
M. Pérez Ripoll
la acumulación de materia orgánica procedente del ganado allí
encerrado. El reemplazo de la dentición infantil por la dentición
permanente tenía lugar en el exterior del redil pero también en
su interior cuando el ganado permanecía recluido en la cavidad.
Posteriormente, los trabajos de Brochier confirmaron la teoría
de Helmer. Los estudios realizados en la Grotta de l'Uzzo (Brochier et al., 1992) corroboraron las teorías de Helmer, afirmando
que las cavidades fueron utilizadas por los pastores para encerrar animales desde el Neolítico antiguo. Las investigaciones
emprendidas en Arene Candide reafirmaron el uso de este lugar
como un redil desde el Neolítico antiguo (Courty et al., 1992;
Nisbet, 1997). En este mismo sentido se interpretan los niveles
del Neolítico antiguo de la Balma Margineda, Andorra (Brochier, 1995).
Aunque los inicios de estas prácticas se remontan al Neolítico antiguo, la formación de potentes secuencias sedimentarias
de fumiers tuvieron lugar a partir del Neolítico medio en estos
y en otros yacimientos del sur de Francia (Delhon et al., 2009),
Alpes franceses (Delhon et al., 2008), Liguria y los Abruzzos
(Boschian, 2000; Iaconis y Boschian, 2007).
En el ámbito mediterráneo peninsular, hay bastante información sobre cuevas-redil. Son numerosos los yacimientos que
funcionaron como tales desde el Neolítico epicardial, como
Cova Colomeras (Oms et al., 2008), Cova de la Guineu (Bergadá, 1997; Allué y Bergadá, 2005), Cova del Vidre y Cova del
Parco (Bergadá, 1997). En otros yacimientos, las formaciones
sedimentarias de fumiers comenzaron con el Neolítico final y
continuaron a lo largo del Calcolítico y Edad del Bronce, como
Cova Gran (Polo et al., 2014).
En el ámbito valenciano, la información sobre las cuevasredil también es abundante. Cova de les Cendres contiene una
larga secuencia de niveles de corral que va desde el epicardial
a la Edad del Bronce (Bergadá, 2001; Badal y Atienza, 2007).
La Falguera, especialmente los niveles del Neolítico medio y
final (Verdasco, 2006; Pérez-Ripoll, 2006; Molina et al., 2006;
Carrión et al., 2006). Santa Maira, en los niveles del Neolítico
medio y final (Verdasco, 2001). Cova de les Bruixes, desde los
niveles epicardiales a los eneolíticos (Mesado et al., 1997). El
abrigo de El Cinto Mariano, que contiene un potente registro de
fumiers que corresponden al Neolítico final y Eneolítico (JuanCabanilles et al., 2005).
En el interior de la Península ibérica, los estudios de la cueva del Mirador han aportado abundante documentación sobre
las cuevas-redil desde el Neolítico antiguo a la Edad del Bronce
(Angelucci et al., 2008) y los de los Husos con potentes niveles de estabulación a partir del Neolítico avanzado (Fernández
Eraso, 2008).
En este trabajo damos a conocer la información que la fauna
puede suministrar para la caracterización de los niveles de corral del yacimiento neolítico de la Cova de l'Or.
2. METODOLOGÍA DE ESTUDIO
En este apartado presentamos los métodos de trabajo que hemos
utilizado para conocer la existencia de prácticas de estabulación
en la secuencia de la Cova de l'Or. La agrupación de las capas
por sectores y fases culturales de los sectores K34, K35 y K36
(v. tabla 1) procede de las publicaciones de Martí (1983) y Badal, Martí y Pérez-Ripoll (2012).
118
Los depósitos sedimentarios de este yacimiento contienen
una gran variedad de restos materiales que corresponden a
procesos diferenciados; unos podemos calificarlos de cotidianos, como preparación de la comida, confección de cerámica,
útiles líticos, etc., y otros tienen que ver con el uso de la cueva
como un redil. A lo largo de la secuencia, los ritmos de ambas
actividades han ido variando, de forma que en unos momentos
la actividad cotidiana prima sobre la ganadera, en otros sucede lo contrario. Estos ritmos dan lugar a unas configuraciones
sedimentarias intercaladas, en las que la formación de fumiers
es muy destacable e indicativa del uso ganadero en la cueva
(Badal et al., 2012).
El material óseo estudiado puede perfilar el uso diferenciado
del lugar. Los dos procesos quedan registrados a lo largo de la
secuencia: la actividad ganadera, que genera una serie de vestigios (coprolitos, macro y micro restos vegetales y determinados
vestigios óseos directamente relacionados con esta práctica), y la
actividad culinaria, que es responsable de otros materiales, como
restos vegetales relacionados con la alimentación humana (cereales, legumbres), restos óseos (huesos con marcas de carnicería),
carbones que provienen de fuegos culinarios, etc. Consecuentemente, en lo referente a los estudios de fauna, la simple presentación de un listado de taxones no es suficiente para hablar de actividades ganaderas diversificadas en el entorno de la cueva (ganado
bovino, porcino, caprino, ovino); muchos de estos taxones pueden
ser restos de comida traídos de fuera, del mismo modo que los
cereales y las legumbres proceden de asentamientos situados en
zonas idóneos para el cultivo de alimentos de origen vegetal. Por
ello, procedemos a diferenciar los dos grandes procesos.
a. maTerIal que TIene que Ver con la alImenTacIón
humana
1. La composición taxonómica de Cova de l'Or se caracteriza
por la abundancia de ovejas y cabras (predominando siempre
la oveja sobre la cabra), la relativa participación de los cerdos y escasa presencia de los bovinos (Pérez-Ripoll, 1980;
en preparación los Sectores K34, K35 y K36), panorama
que se repite en la Cova de la Sarsa (Boessneck y Driesch,
1980), Cova de les Cendres (Iborra y Martínez-Valle, 2009)
y Abric de la Falguera (Pérez-Ripoll, 2006). La mayor parte
de los restos óseos de dichos taxones forman parte de la alimentación humana, según el estudio de las marcas antrópicas
(percusiones, cortes líticos, alteraciones térmicas, etc.). Esto
plantea una disyuntiva, o bien la cueva era frecuentada por
ganados diferenciados, o una parte son restos de comida que
proviene de un asentamiento al aire libre situado en una zona
de labranza. Desde este punto de vista, los bovinos y cerdos
no parece guardar conexión con la actividad pastoril que se
desarrollaría en los entornos de Cova de l'Or; el biotopo de
ladera no es adecuado para estos dos taxones; por el contrario los caprinos y ovinos están mejor adaptados a los recursos de este medio (Pérez-Ripoll, 1999). Los estudios de sedimentología han puesto de manifiesto que tanto los coprolitos
como los componentes minerales microscópicos (esferolitos,
fitolitos y oxalatos) corresponden a explotaciones de ganados
caprinos y ovinos (Brochier, 1983; Verdasco, 2001; Badal y
Atienza, 2007 y 2008; Bergadá, 2001; Bergadá et al., 2005).
Consecuentemente, todo parece indicar que este tipo de ganado frecuentaba la cavidad. Por el contrario, la composición de
[page-n-126]
Los niveles de corral en el yacimiento neolítico de la Cova de l'Or, sectores K34, K35 y K36
Tabla 1. Numero de restos (NR) determinados, NR con marcas de corral, NR de fetos y recién nacidos, NR de dientes deciduos y
NR de quirópteros en relación con los estratos y capas de los sectores K34, K35 y K36. Determinaciones estratigráficas y atribución
cronocultural según Martí (1983) y Badal, Martí y Pérez (2012).
C2
H4
IB
D1
IA
H5
D2
1
1
2
4
9
8
24
10
14
12
6
1
1
1
1
12
6
IC
1
3
5
H4
IB
1
D1
1
IA
3
2
B
H2
C1
H3
C2
H5
D2
la fauna de los asentamientos situados en llanura señala que
la cabaña bovina tenía una gran importancia (Saña, 1998 y
2011; Bosch et al., 2008). Desafortunadamente, en los poblados del Neolítico antiguo cercanos a Cova de l'Or, como el
Mas d'Is, el material óseo no se conserva y no se ha podido
estudiar la composición taxonómica de este yacimiento; esto
mismo ocurre en el poblado de Benàmer (Tormo, 2011). Los
poblados del Neolítico final y Calcolítico conservan mejor la
fauna y sus patrones muestran diferencias con los de las cuevas, especialmente en lo referente a la representatividad de los
bovinos (Martínez-Valle, 1993; Pérez-Ripoll, 1990 y 1999;
Juan-Cabanilles y Martínez-Valle, 1988).
2. Los huesos que tienen que ver con la alimentación humana,
una vez que sus nutrientes son consumidos, se arrojan al fumier
(fig. 1).
3. Estos restos se incorporan al sedimento y se ven sometidos a
la acción de los agentes tafonómicos que actúan en el lugar: el
ganado allí encerrado y la descomposición de la materia orgá-
3
6
12
6
6
11
14
9
10
1
4
6
1
2
3
IB
3
1
Quirópteros
A
H1
B
H2
C1
H3
C2
14
4
15
10
16
11
D1
17
0
18
6
19
10
20
20
21-22 19
23
15
24-25 26
H5
26
0
D2 27-28
7
29
0
1
H4
IA
3
1
Fetos y recién nacidos
3
1
1
IC
NR con marcas de
corral
3
1
14
6
65
229
46
12
7
3
1
6
NR determinados
1
2
1
Capa
1
2
1
IIA
Estrato
1
1
Fase neolítica
4
5
Quirópteros
Dentición decídua
1
1-2
3
12
4-5
23
6
46
7
48
8
29
9
31
10
14
11
50
12
85
13
13
14
11
15
8
16
32
17
46
18
47
19
33
20
20
21-22 249
23
58
24-25 109
26
68
27-28 98
29
34
NR con marcas de corral
1
NR determinados
2
2
IIA A
H1
Capa
3
Estrato
3
Fase neolítica
Quirópteros
Fetos y recién nacidos
3
4
K36
Fetos y recién nacidos
IIC
H2
C1
H3
47
14
8
8
27
43
16
49
17
18
12
11
25
1
12
30
46
88
31
28
41
56
44
19
Dentición decídua
H1
B
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
Con marcas de corral
A
NR determinados
IIA
Capa
Estrato
K35
Fase neolítica
K34
1
4
2
1
1
1
1
1
nica. En el primer caso, el pisoteo es el responsable de la fragmentación acusada de los restos óseos. En el segundo caso, los
ácidos húmicos alteran la estructura ósea del material depositado (fig. 2).
b. maTerIal cuya ProcedencIa Se relacIona con el ganado
encerrado en la cueVa
1. Cuando el ganado permanece encerrado en época de los partos, algunas crías mueren en el nacimiento y sus restos se incorporan al fumier. Normalmente, los huesos están enteros. No
hay marcas de carnicería. Sólo los perros dejan sus improntas
cuando proceden a comerlos; en ese caso, se observan marcas
de mordeduras en algunos restos.
2. Los animales juveniles que acompañan al ganado pueden
cambiar la dentición decidua por la permanente en el momento de su retiro y encierro. Estos dientes se caracterizan por un
fuerte desgaste erosivo y por la inexistencia de raíces. Al caer se
incorporan al suelo para formar parte del fumier.
119
[page-n-127]
M. Pérez Ripoll
3. LOS RITMOS OCUPACIONALES DE LA CUEVA
a. loS daToS ProPorcIonadoS Por la Fauna
El uso de la cueva puede ser evaluado a partir del manejo de
una serie de variables, que a continuación detallamos (tabla 1).
1. La evolución del número de restos determinados
Fig. 1. Sector K34, capa 18. NRD con concreciones minerales
negras y grisáceas procedentes de la descomposición del estiércol.
Algunos de estos restos contienen marcas de carnicería.
El número de restos determinados varía a lo largo de tres momento diferenciados: en las capas inferiores, el NRD es superior con respecto a las capas centrales y superiores debido a una
menor fragmentación, que hace posible que la mayor parte de
los huesos puedan ser clasificados. Sin embargo en las capas
intermedias, la cantidad de huesos determinados desciende por
la escasez de restos y por la dificultad de su asignación taxonómica. En las capas superiores aumenta relativamente el NR
determinados (fig. 3).
2. Número de restos con marcas de corral
En el Sector K34, la concentración de restos con marcas de corral se sitúa entre las capas 10 a la 18; sólo hay unos pocos en las
capas inferiores, correspondientes al inicio de la secuencia. En
el K35, la concentración se sitúa entre las capas 10 a la 18. Pero
en las capas inferiores son escasos. En el Sector K36 no hay
restos con estas marcas, a excepción de la capa 14 (fig. 1 y 2)
3. Fetos y recién nacidos
El número de restos de fetos y recién nacidos en el Sector K34
se encuentra entre las capas superiores y las intermedias. En el
Sector K35, también aparecen en el mismo tramo. En el K36
sólo hay dos restos (capa 16 y capa 23).
4. Dentición decidua
En el K34 sólo aparece en el tramo superior (capas 1 a la 9). En
el K35 en el superior y parte del medio, coincidiendo con los
fetos y recién nacidos. En el K36 no hay.
5. Los quirópteros
Fig. 2. Restos óseos muy afectados químicamente por la acción
de los ácidos húmicos. La fragmentación es muy acusada por el
pisoteo del ganado. La gran mayoría no se pudieron determinar
taxonómicamente.
3. Los niveles de estabulación se caracterizan por la formación
de potentes sedimentos de materia orgánica que entra en descomposición, liberando ácidos que modifican la superficie de
los huesos depositados en el propio sedimento, provocando alteraciones químicas y/o depósitos oscuros adheridos a los huesos
(fig. 2).
4. Los episodios de mayor intensidad en el uso de la cavidad
como un redil se traducen en una escasez de material óseo y una
fragmentación acusada del mismo debida al pisoteo. La cueva
no es ocupada por los pastores, y si lo hacen sus vestigios son
muy pocos
120
La fauna de quirópteros aporta una información muy valiosa
con el fin de valorar los ritmos de ocupación de la cueva. Las
especies estudiadas son, Myotis myotis, Miniopterus schreibersii y Rhinolophus ferrumequinum, todas ellos son cavernícolas.
En la actualidad pueden convivir en la misma cueva. El desarrollo biológico de estas comunidades es incompatible con la
acción humana. Sus momentos más críticos son la hibernación
y la época de cría; las colonias no deben de ser alteradas porque
de lo contrario se impediría la reproducción o se provocaría la
muerte en el caso de ruptura del periodo de hibernación. La intervención humana ya sea por el ejercicio de las actividades cotidianas, o por actividades ganaderas, especialmente si conlleva
la práctica de fuegos higiénicos del estiércol o del vaciado del
mismo, rompería el ritmo biológico natural.
El dato claro que evidencia que el desarrollo biológico de
los quirópteros es incompatible con la actividad humana y ganadera se basa en el estado de conservación de los huesos. Casi
[page-n-128]
Los niveles de corral en el yacimiento neolítico de la Cova de l'Or, sectores K34, K35 y K36
Fig. 3. Número de restos determinados (NRD). Evolución numérica a lo largo de la secuencia.
todos ellos están enteros, a pesar de su fragilidad, y no contienen
marca alguna que nos haga pensar en ocupaciones simultáneas o
separadas por intervalos cortos de tiempo, lo que indica que estos depósitos óseos corresponden a muertes naturales, que permanecieron inalterados por largos periodos de tiempo en los que
la cueva no fue frecuentada por humanos y sus ganados (fig. 4).
b. la ValoracIón de loS daToS
Las capas inferiores que corresponden al Neolítico IA tienen en
común una escasa fragmentación ósea, la presencia de fracturas antrópicas y marcas líticas. No hay restos de fetos y recién
nacidos. Tampoco hay quirópteros en los sectores K34, K35 y
K36. Todos estos indicios nos llevan a pensar que la cueva funcionaba como un lugar de habitación, las actividades cotidianas
están bien representadas (huesos con marcas de manipulación
humana) y los aspectos relacionados con un redil son inexistentes o escasos (los restos con marcas de corral son pocos o
inexistentes).
A partir del Neolítico IB, los indicios sobre el funcionamiento del lugar como un redil aumentan progresivamente
hasta llegar a la capa 18, momento en el que los restos con
marcas de corral son abundantes (tramo superior del estrato
D1). Con el Neolítico IC, sigue la trayectoria apuntada anteriormente, a lo que hay que añadir la presencia de fetos, ani-
Fig. 4. K35, capa 12. Acumulación de restos de quirópteros. A pesar de la fragilidad de estos restos, la mayoría se conservan enteros
y no contienen adherencias procedentes de la descomposición del estiércol. Todo ello nos indica que no han estado sometidos a la
acción del pisoteo de animales ni de los grupos humanos. Consecuentemente, los ritmos de ocupación de los quirópteros son totalmente
independientes de los del ganado y de las personas.
121
[page-n-129]
M. Pérez Ripoll
males recién nacidos y dientes deciduos. A excepción de las
capas del H4, siempre hay huesos que contienen marcas de
carnicería, lo que nos hace pensar que en la cueva vivían los
pastores junto a sus rebaños.
Existe una fuerte interrelación entre el descenso del número
de restos determinados taxonómicamente y las mayores concentraciones de huesos de corral, especialmente en el H4. Todo
ello parece indicar que aquí se encuentran las mayores potencias
del fumier, al tiempo que la actividad culinaria es inexistente o
mínima. A esto hay que añadir que no hay medidas higiénicas
que impliquen un vaciado del estiércol, ni tampoco la práctica
de fuegos ya que no hay ningún hueso quemado total o parcialmente. Además, de haber existido un fuego, los murciélagos no
hubieran podido vivir. Por tanto, estas capas corresponden a una
descomposición de potentes acumulaciones de estiércol.
Con el Neolítico IIA, desaparecen las marcas de corral, pero
sigue la presencia de fetos, recién nacidos y dientes deciduos.
La cueva funcionando como un redil, pero el encierro de animales no es obstáculo para que los pastores viven en la cueva,
según las marcas de carnicería que aparecen en los huesos. La
ausencia de marcas de corral puede deberse a la práctica de medidas higiénicas, como el vaciado del estiércol que impediría
que éste se acumulara y entrara en descomposición. Es posible
la práctica de la quema del estiércol, pero los huesos con marcas
de fuego son muy pocos.
Por último, la presencia de los quirópteros es muy interesante para comprender los ritmos de ocupación y desocupación por
pastores y ganados. La mayor concentración se encuentra en los
estratos H3 y C2 del K34, que coincide con la presencia de huesos de corral, fetos, animales recién nacidos y denticiones deciduas. Estos datos parecen indicar que el lugar estuvo desocupado en determinados momentos, con periodos superiores a un
año, tiempo que como mínimo las comunidades de murciélagos
necesitan para reproducirse. De manera temporal, los pastores
y sus ganados ocupaban la cavidad. Estas desocupaciones son
largas y no tienen un carácter estacional. La ausencia de quirópteros o su escasez en las capas inferiores puede indicarnos
unas ocupaciones humanas más estables, momentos en los que,
como ya hemos comentado, la cavidad funciona como lugar de
habitación.
4. CONCLUSIONES
Abrigos y cavidades han funcionado como cuevas-redil desde
el Neolítico epicardial, como un fenómeno general en el Mediterráneo (Angelucci et al., 2009). Las perspectivas se centran
en la observación de funciones diferenciadas en la ocupación
del territorio, de modo que poblados situados en el valle y cuevas-redil situadas en las laderas responden a la estructuración
del territorio que apunta hacia una especialización productiva,
en la que la agricultura se desarrolla en el llano y la ganadería
en la ladera, utilizando las cuevas como rediles para encerrar
el ganado (Martí y Juan-Cabanilles, 1997; Badal et al., 2012).
Los estudios de la fauna de la Cova de l'Or han proporcionado
una información muy valiosa para caracterizar el uso de la cavidad a lo largo de la secuencia. Los resultados han mostrado
que en las capas inferiores del Neolítico cardial el uso principalmente corresponde a una ocupación de habitación, sin descartar actividades ganaderas de carácter puntual. A partir de
122
las capas que corresponden al Neolítico epicardial, los huesos
con marcas de corral van progresivamente aumentado, especialmente a partir de la capa 18 de los sectores K34 y K35; son
los momentos más importantes del desarrollo del fumier. Estas
características se mantienen hasta la capa 11. Paralelamente,
entran en consideración otros materiales, los dientes recién
caídos y los restos de fetos y neonatos, que coinciden con los
depósitos óseos de quirópteros.
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[page-n-132]
Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 125-139.
El registro funerario cardial valenciano:
dataciones radiocarbónicas
PaBlo gaRCía BoRJa, doMingo C. salazaR-gaRCía,
eMili auRa toRtosa, eMilio CoRtell PéRez y ángel VelasCo BeRzosa
reSumen
Se analiza el conjunto de dataciones sobre hueso humano disponible para el País Valenciano entre el final del Paleolítico y el
Neolítico medio, y más concretamente las correspondientes a individuos del Neolítico antiguo con el fin de caracterizar de
forma más precisa el ritual de enterramiento de esta etapa entre los ríos Xúquer y Vinalopó. La distribución geográfica de los
yacimientos que contienen restos humanos y cerámica cardial señala la presencia de diferentes comunidades neolíticas que, ya
desde un inicio, ocupan de forma ordenada el territorio. Por el momento, vista la información global en secuencia cronológica,
se detectan tanto coincidencias como divergencias en la elección de los lugares de enterramiento en las etapas anteriores y
posteriores a la aparición y el colapso del modelo de comunidades neolíticas cardiales.
PalabraS claVe:
Neolítico antiguo, dataciones radiocarbónicas, ritual funerario, comunidades cardiales.
abSTracT
Cardial funerary record: Radiocarbon dates. This paper reviews the available direct radiocarbon dates on human bone for the
Valencian region between the Late Palaeolithic and the Middle Neolithic. Its aim is to use these dates to better understand the
early Neolithic inhumation ritual between the rivers Xúquer and Vinalopó. The geographical situation of the archaeological
sites with human remains and cardial pottery suggests the presence of different cardial communities that occupy the territory
in an organized manner. When looking at it all together, the Valencian archaeological sequence shows coincidences between
changes in burial location types and the apparition/collapse of cardial communities.
keywordS:
Early Neolithic, radiocarbon dates, funerary ritual, cardial communities.
1. INTRODUCCIÓN
Los textos que Bernat Martí Oliver ha generado a lo largo de su
trayectoria profesional son una lectura obligada para cualquier
investigador que desee aproximarse a la Prehistoria reciente en
el Mediterráneo occidental. Son especialmente significativos
sus estudios sobre el Neolítico antiguo en el País Valenciano,
incorporando en sus excavaciones de la década de los años 1970
los últimos avances metodológicos y teóricos que se venían
aplicando en la arqueología prehistórica europea, impulso definitivo en la formación de un nuevo grupo de especialistas en diferentes disciplinas, que no sólo transformó el modo de estudiar
el Neolítico valenciano, también la propia “escuela valenciana”.
Queremos aprovechar la invitación a participar en este homenaje para compartir los resultados y reflexiones generados
de nuestra aproximación a las prácticas funerarias en el espacio
y tiempo que ha ocupado buena parte de la investigación de B.
Martí y, de este modo, mostrar nuestra gratitud por los magisterios que brindó a cada investigador que solicitaba su consejo en
el Servei d'Investigació Prehistòrica de la Diputació de València.
El punto de partida queda establecido en la síntesis realizada
por J. Bernabeu, L. Molina y O. García (2001) tras la revisión de
la información disponible a finales del siglo XX. La recuperación
de restos humanos y elementos diagnósticos del Neolítico antiguo, principalmente cerámica impresa cardial, en grandes cuevas
intensamente ocupadas y en pequeñas oquedades no aptas para tal
fin, les llevó a plantear dos posibles escenarios.
Por una parte, cuevas de tamaño medio y grande que también pueden ser utilizadas como espacio de hábitat como la
Coveta Emparetà (Asquerino, 1975), Sa Cova de Dalt (Sarrión,
1976; López y Molina, 1995), Forat de l'Aire Calent (Aparicio,
San Valero y Sancho, 1979; Aparicio, Gurrea y Climent, 1983),
Cova dels Pilars (Segura, 1985), Cova del Somo (García Atienzar y Roca, 2004), Cova Negra de Gaianes (Rubio y Cortell,
1982-83), Cova Fosca de la Vall d'Ebo (García Borja, 2005),
Cova de les Cendres (Rodes et al., 2001), Cova de l'Or (Martí et
al., 1980) o Cova de la Sarsa (De Miguel, 2008).
Por otra, una serie de pequeñas cuevas no aptas para ocupaciones estables, utilizadas como necrópolis en el Neolítico final
y Calcolítico, con presencia de escasos materiales del Neolítico
125
[page-n-133]
P. García Borja, D. C. Salazar-García, E. Aura Tortosa, E. Cortell Pérez y A. Velasco Berzosa
antiguo, que posibilita proponer que fueron espacios en los que
se depositó alguna inhumación durante ese horizonte. Los mejores ejemplos de yacimientos que presentan estas características
son: Cara-sol de Vernissa (Bernabeu, Molina y García, 2001),
Coveta del Barranc del Castellet (Pla, 1954), Coveta del Moro
(Asquerino, 1979), Cova de l'Almud (Juan-Cabanilles y Cardona, 1986) y Cova del Frontó (Pastor y Torres, 1969). En el caso
de que estas cuevas albergasen enterramientos del Neolítico antiguo, cabría esperar inhumaciones individuales, recurrentes o
no, con ajuares simples.
La revisión de las colecciones de materiales arqueológicos
y de los contextos de aparición de los restos humanos no nos ha
permitido avanzar en la definición del ritual funerario cardial.
Por este motivo se ha realizado una serie de dataciones radiocarbónicas sobre huesos humanos procedentes de yacimientos
con restos muebles del Neolítico antiguo localizados entre los
ríos Xúquer y Vinalopó, espacio geográfico ocupado por grupos
humanos agrícolas y ganaderos pertenecientes a lo que denominamos Cultura Cardial valenciana.
2. LAS DATACIONES RADIOCARBÓNICAS
La selección de las muestras a datar ha estado condicionada por
las propias características de las colecciones y las directrices
marcadas por las instituciones que custodian los restos. El objetivo inicial era conseguir un muestreo representativo de los
diferentes tipos de cuevas en las que se han localizado restos
humanos. Se han tomado muestras de Cova de la Sarsa, Cova de
l'Or, Cova Negra de Gaianes, Cova del Forat de l'Aire Calent,
Coveta Emparetà, Cova Fosca de la Vall d'Ebo y Cara-sol de
Vernissa.
Las muestras se prepararon directamente en el Department
of Human Evolution del Max-Planck Institute for Evolutionary Anthropology (MPI-EVA) (Leipzig, Alemania). Para la
extracción del colágeno se utilizó el protocolo descrito por Talamo y Richards (2011). Entre 3 y 5 mg de colágeno se enviaron o bien a la Radiocarbon Accelerator Unit de la University
of Oxford (Reino Unido) o al Klaus-TSchira-AMS Facility del
Curt-Engelhorn-Zentrum (Mannheim, Alemania), donde fueron grafitados y datados por AMS (Kromer et al., 2013). El
control de los indicadores de calidad del colágeno se realizó
a través del análisis de isótopos estables y del rendimiento de
colágeno, utilizando criterios descritos por Ambrose (1990) y
Van Klinken (1999). Los análisis de isótopos estables se realizaron en el MPI-EVA utilizando un Thermo Finnigan Flash
EA acoplado a un espectrómetro de ratio isotópico de masas
Delta V. En dos casos (OxA-31629 y OxA-26073) el colágeno
fue extraído directamente en el mismo laboratorio donde se
realizó la datación.
Los resultados se presentan en tablas en las que aparece el
resultado de cada una de las muestras, su ratio, rendimiento de
colágeno, sus rangos de calibración a uno y dos sigmas a partir
del programa OxCal 4.2.3. (Bronk Ramsey y Lee, 2013) utilizando la curva IntCal 13 (Reimer et al., 2013) y la máxima
probabilidad obtenida por el programa CalPal online (Danzeglocke, Jöris y Weninger, 2012). En cada caso, se señala el tipo
de hueso muestreado y, en los casos en los que ha podido determinarse, la edad y el sexo.
126
Cova de la Sarsa
La Cova da la Sarsa está ubicada en la vertiente norte de la Serra Mariola (Bocairent, València), a unos 860 msnm. Su boca de
entrada actual es de forma trapezoidal, con unas dimensiones de
4,50 m de ancho y 2 m de alto. Está orientada al noreste y proporciona el acceso a un vestíbulo alargado, de 12 m de longitud, 7 m
de anchura y 3 m de altura, que comunica con el resto de la cueva
por medio de un brusco escalón. Al SE del vestíbulo se abre una
estrecha gatera que comunica con otra sala interior previa a las intrincadas galerías y pasadizos que conforman el laberíntico conjunto cárstico de hasta 47 m de desnivel, con un recorrido total de
unos 200 m. En su vestíbulo se recuperó una de las colecciones de
cerámicas impresas cardiales más importantes del Mediterráneo
(San Valero, 1950; Asquerino, 1978; Pérez Botí, 1999).
La cavidad fue considerada como cueva sepulcral desde
los primeros trabajos (Ballester, 1928; Ponsell, 1929). Tras el
estudio de los restos humanos recuperados en su interior, De
Miguel (2008) concluyó que el número mínimo de individuos
inhumados era de diez. Hemos aumentado esta cifra a once tras
comprobar que el conocido cráneo trepanado (García Sánchez,
1983) no puede asimilarse con los restos craneales del individuo
perinatal que fue depositado en el Museu Arqueològic Municipal “Camil Visedo Moltó” d'Alcoi tras el fallecimiento de Asquerino y que no pudo ser examinado por De Miguel.
Se han realizado 11 dataciones radiocarbónicas sobre 11
huesos humanos de la Cova de la Sarsa (tabla 1). Los resultados
permiten plantear que la cueva ha sido utilizada como lugar de
enterramiento en diferentes momentos de la secuencia arqueológica valenciana. La más reciente pertenece a una inhumación
de época andalusí, en el momento de tránsito de la época emiral
a la califal. La otra fecha de época histórica se sitúa en período
visigodo. El primer resultado asociado a momentos prehistóricos se relaciona con un uso funerario de la cavidad en el Bronce
antiguo. Ya en el Calcolítico pre-campaniforme se depositarían
en la cueva los restos de, al menos, dos nuevas inhumaciones, la
más antigua con una fecha que podría ubicarse en el Neolítico
final, periodo al que quedan asociadas otras dos fechas.
Finalmente, cuatro dataciones sitúan a otras tantas inhumaciones en el Neolítico antiguo. Dos pertenecen a los dos individuos recuperados en una brecha al interior de la cavidad. Aunque los restos se extrajeron de la forma más cuidadosa posible
(Casanova, 1978), no fueron recuperados en el transcurso de
una campaña de excavación. Las muestras se han tomado de la
mandíbula del individuo masculino y de un fragmento correspondiente a la segunda vértebra cervical, que conserva parte de
la apófisis odontoides y del arco vertebral derecho. Las diferentes paleoantropólogas que han observado la pieza de forma
directa coinciden en proponer que se trataría de un fragmento de
vértebra del individuo de sexo femenino.
Las otras dos fechas del Neolítico antiguo se relacionan con
dos posibles inhumaciones en la sala del Vestíbulo, única en
la que F. Ponsell (1929) documentó restos arqueológicos y que
excavó casi en su totalidad en la primera mitad del siglo XX.
Una de las fechas se ha obtenido de un fragmento de neurocráneo perteneciente a un individuo masculino de avanzada edad,
constituyendo a día de hoy la fecha sobre hueso humano más
antigua del cardial franco-ibérico. La otra datación del Neolítico
antiguo se realizó sobre un fragmento de cráneo de perinatal
(Salazar-García, 2012).
[page-n-134]
El registro funerario cardial valenciano: dataciones radiocarbónicas
Tabla 1. Dataciones radiocarbónicas sobre hueso humano de la Cova de la Sarsa.
N
Ref. laboratorio
Descripción
Edad
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
MAMS-19066
MAMS-19068
OxA-V-2392-26
OxA-31629
MAMS-19070
MAMS-19069
MAMS-19065
OxA-V-2360-23
MAMS-19067
MAMS-19071
OxA-V-2360-24
Neurocrá.
Parietal
Vértebra
Maxila
Neurocrá.
Neurocrá.
Occipital
Occipital
Parietal
Neurocrá.
Occipital
Adulto-senil
Perinatal
Adulto-senil
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
Sexo C:N
♀
-
♀
♂
-
♂?
♀?
♀
-
♀
3,3
3,2
3,4
3,2
3,2
3,2
3,3
3,3
3,2
3,2
3,2
Cova de l'Or
Se ubica en la vertiente meridional de la Serra del Benicadell,
dentro del término municipal de Beniarrés (Alacant), presenta
una gran sala alargada de 24 m de longitud por 8 m de anchura, a
la que se accede por una amplia boca. Prospectada inicialmente
en los años treinta del pasado siglo por R. Pardo Ballester, es
objeto posteriormente de dos grandes intervenciones arqueológicas. La primera entre 1955 y 1958 bajo la dirección de V. Pascual Pérez (el primer año junto con J. San Valero), la segunda
entre 1975 y 1985 bajo la dirección de B. Martí (el primer año
junto con V. Pascual). Estas excavaciones han proporcionado
una de las secuencias estratigráficas de referencia para el Neolítico peninsular y mediterráneo (Martí et al., 1980; Martí, 1983).
Al igual que ocurre con la Cova de la Sarsa, destaca el gran
número de restos del Neolítico antiguo sobre diferente soporte
localizados en su interior, interpretados también como el resultado de intensas ocupaciones. Ha proporcionado el conjunto de
cerámica impresa cardial más numeroso conocido hasta la fecha
(fig. 1). La datación radiocarbónica más antigua obtenida me-
% Col. Años BP
1,9
5,4
1,6
1,4
1,2
1,4
3,1
3,6
1,9
4,5
2,5
6532±24
6459±33
6341±30
6309±36
4573±22
4534±22
4241±27
4062±28
3552±21
1457±18
927±24
Cal BC 1σ
Cal BC 2σ
Media Cal BC
5512-5477
5476-5380
5363-5302
5321-5227
3369-3196
3354-3125
2904-2873
2831-2497
1936-1882
569-610 AD
1044-1154 AD
5536-5472
5484-5363
5461-5224
5357-5218
3488-3126
3361-3105
2910-2713
2839-2488
1955-1777
556-636 AD
1033-1160 AD
5500±15
5429±39
5331±25
5282±39
3287±79
3244±99
2848±48
2589±64
1909±22
604±19 AD
1095±44 AD
diante AMS sobre un resto doméstico con un margen de error
inferior a 100 años es UCI-AMS66316: 6475±25 BP, momento
en torno al cual situamos el inicio de sus ocupaciones (Martí,
2011). También se han identificado ocupaciones epicardiales,
del Neolítico medio y del Neolítico final.
Los restos humanos localizados en la cavidad están siendo objeto de estudio por parte de M. Paz de Miguel y todavía
no se cuenta con el número mínimo de individuos recuperados. Se han seleccionado cuatro muestras para su datación
(tabla 2), dos del Sector F, una del Sector G y otra del Sector
H (Salazar-García, 2012). Dos de estas muestras fueron recuperadas en estratos fechados en el Neolítico antiguo cardial,
una en la capa 6 del cuadro H-3 (MAMS-19065) y otra en
la capa 7 del cuadro F-4 (OxA-V-2360-19). Las otras dos
lo fueron en contextos menos definidos, con materiales de
diferente cronología, una en la capa 2 del Sector G (MAMS19064) y otra en la capa 1 del cuadro F-2 (OxA-V-2360-21).
A excepción de la mandíbula recuperada en la capa 6 del
cuadro H-3, todas han proporcionado un marco cronológico
del Neolítico final-Calcolítico.
Fig. 1. Cerámicas de la Cova de l'Or decoradas con la técnica de la impresión cardial.
127
[page-n-135]
P. García Borja, D. C. Salazar-García, E. Aura Tortosa, E. Cortell Pérez y A. Velasco Berzosa
Tabla 2. Dataciones radiocarbónicas sobre huesos humanos aparecidos en cuevas con cerámica cardial.
Yacimiento
Ref. laboratorio Descripción Edad
C. Fosca Ebo
C. de l'Or
C. de l'Or
C. de l'Or
C. de l'Or
C. Negra Gaianes
C. Emparetà
C. Emparetà
Cara-sol Vernissa
Cara-sol Vernissa
Forat Aire Calent
OxA-26073
MAMS-19065
MAMS-19064
OxA-V-2360-19
OxA-V-2360-21
MAMS-18662
MAMS-18663
MAMS-18664
MAMS-18259
MAMS-20435
MAMS-18661
Fémur
Mandíbula
Mandíbula
Mandíbula
Mandíbula
Parietal
Cráneo
Cráneo
Cráneo
Mandíbula
Fémur
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto?
Adulto
Sexo C:N % Col.
♂
-
♂
♂
♀
-
-
Los resultados permiten plantear que en la Cova de l'Or
se realizó, al menos, una inhumación del Neolítico antiguo.
Sin embargo la utilización de la cueva como espacio sepulcral continuado no parece constatarse hasta el Neolítico final
y el Calcolítico precampaniforme. Al igual que la Cova de la
Sarsa, la Cova de l'Or no debió ser utilizada como necrópolis estable durante el Neolítico antiguo. La utilidad principal
de la cavidad sería la de un espacio para el hábitat en el que
también se realizan inhumaciones.
Cova Negra de Gaianes
Se encuentra a unos 6 km de la Cova de l'Or, en la misma Serra
del Benicadell (Gaianes, Alacant). De planta irregular, mide 20
m de longitud y 10 m de anchura máxima en su zona central, con
la boca orientada al sur, de 7,5 m de anchura por 3 m de altura
(Rubio y Cortell, 1982-1983). En su interior se han localizado
escasos fragmentos cerámicos impresos cardiales, que impiden
proponer que la cavidad fue ocupada de forma intensa durante
el Neolítico antiguo. Entre los restos humanos recuperados destaca un parietal izquierdo, fragmentos del parietal derecho y
el occipital de un cráneo humano perteneciente a un individuo
adulto, de sexo indeterminado. Su datación ha proporcionado
un resultado que vincula estos restos con la deposición en la
cavidad de, al menos, una inhumación durante el Epicardial
(MAMS-18662: 6048±21 BP).
Cova del Forat de l'Aire Calent
Se ubica en la cresta de una alargada loma del término municipal de Ròtova (Valencia), de donde parte el Barranc de les
Galeries, que comunica con el río Vernissa. La cueva se relaciona con el conjunto de cuevas con ocupaciones del Neolítico antiguo que envuelven la pedanía de Marxuquera. Su
morfología actual parece muy distinta de la que presentaría
durante el Neolítico, debido al derrumbe de la techumbre y
de su visera, apareciendo los restos arqueológicos bajo los
grandes bloques desprendidos en el interior. Entre los mismos, cerámicas impresas cardiales y restos humanos (Aparicio, Gurrea y Climent, 1983). Esto ha permitido proponer la
posible existencia de inhumaciones del Neolítico antiguo en
la cavidad (Soler, 2002).
128
3,3
3,2
3,2
3,2
3,2
3,3
3,3
3,2
3,3
3,3
3,2
7,9
2,3
4,7
5,4
5
7,8
6,4
11,9
2
1,9
9,1
Años BP
Cal BC 1σ
Cal BC 2σ Media Cal BC
10060±45
6356±23
3899±20
4418±29
4381±28
6048±21
3204±17
3366±18
4727±20
4657±19
4230±19
9798-9458
5359-5315
2461-2348
3100-2940
3030-2920
4994-4896
1494-1452
1685-1635
3627-3384
3498-3372
2894-2875
9866-9391
5470-5320
2467-2301
3320-2920
3090-2910
5016-4851
1504-1433
1734-1615
3631-3380
3514-3368
2900-2761
9648±165
5340±19
2401±45
3036±60
2996±54
4959±29
1474±20
1663±24
3512±104
3450±46
2884±9
Por esta razón, se decidió realizar una datación radiocarbónica sobre una muestra extraída del fémur de un individuo
adulto (sigla 859318) cuyo resultado (MAMS-18661: 4230±19
BP) no permite vincularlo con una inhumación del Neolítico antiguo, confirmándose la utilización de la cavidad en el Neolítico
final para la deposición de, al menos, una inhumación.
Coveta Emparetà
Se encuentra situada en la vertiente norte de la Serra Mariola, a
media ladera del Salt d'Alcoi, a unos 500 m de la Cova de la Sarsa y a 3.000 m del municipio de Bocairent (València). Se trata de
una pequeña cueva de planta irregular, de casi 10 m de longitud
por 2,5 m de anchura, cuya techumbre declina hacia el fondo de
la misma. Presenta una amplia boca de entrada orientada al oeste,
de más de siete metros de anchura y tres de altura, desde la que
se domina buena parte del valle. Conocida en primera instancia
como Caseta Molina, la Coveta Emparetà constituye la primera
referencia de cerámicas con decoración impresa cardial del País
Valenciano (Visedo, 1925; Ballester, 1928). Explorada por Camil
Visedo y por Fernando Ponsell, no será objeto de una excavación sistemática hasta 1970 (Asquerino, 1975), evidenciándose
diferentes ocupaciones a lo largo de la Prehistoria reciente, una
de ellas del Neolítico antiguo. Además de cerámica y sílex, se
recuperaron varios fragmentos de molino, un machacador con
evidencias de haberse utilizado para el molturado de colorante
rojo, escasa fauna y restos humanos.
Los restos de inhumaciones se localizan en la parte más profunda de la cavidad, planteándose la posibilidad de que pertenecieran al Neolítico antiguo o al medio. La revisión de las colecciones depositadas en Alcoi y Bocairent, procedentes de las excavaciones de Asquerino y de las visitas de Visedo, han proporcionado un número mínimo de ocho individuos inhumados, cuatro
adultos y cuatro infantiles o subadultos. Se han seleccionado dos
muestras de dos individuos adultos para su datación por AMS,
que han proporcionado un marco cronológico de los momentos
plenos de la Edad del Bronce: MAMS-18663: 3204±17 BP y
MAMS-18664: 3366±18 BP. Las dataciones radiocarbónicas no
permiten asociar las actividades realizadas en el Neolítico antiguo
con su uso como necrópolis cardial, interpretándose los objetos
de esta cronología como los restos de ocupaciones ocasionales
en las que la talla de sílex queda constatada (Asquerino, 1975).
[page-n-136]
El registro funerario cardial valenciano: dataciones radiocarbónicas
Cova Fosca de la Vall d'Ebo
Valoración crítica
La Cova Fosca de la Vall d'Ebo (Alicante) se encuentra en el
margen izquierdo del Barranc de Benissit, que desemboca en
el fértil valle conocido con el mismo nombre que el municipio en el que se ubica la cueva. Es un yacimiento conocido
principalmente gracias al descubrimiento en sus paredes de
grabados atribuidos al Solutrense antiguo (Hernández, Ferrer
y Catalá, 1988). En relación con la ejecución de los trabajos
de documentación de dichos grabados, se proyectó la realización de un sondeo arqueológico en el extremo sur del vestíbulo de la cueva, que puso de manifiesto la existencia de
un potente nivel arqueológico del Neolítico antiguo (García
Borja, 2005). Éste se asentaba sobre un estrato que contenía
materiales arqueológicos del Paleolítico final, sin llegar a
identificar materiales pertenecientes al Mesolítico geométrico
(Doménech, 1990).
Entre este nivel fechado en el Neolítico antiguo se recuperaron diferentes fragmentos de hueso humano (García Borja et
al., 2012a). Se tomó una muestra de un fragmento de fémur.
Se trata del resto humano de mayores dimensiones localizado
en el sondeo, concretamente en la capa h del Nivel II, acompañado por diez fragmentos cerámicos realizados a mano, uno
de ellos decorado con impresiones cardiales sobre un cordón.
Tanto en la capa posterior (capa IIg) como la anterior (capa
IIi), la técnica de la impresión cardial está documentada. El resultado que ha proporcionado es 10060±45 BP (OxA-26073).
Este resultado indica la presencia de huesos humanos de cronología paleolítica en la cueva. Es evidente que no puede interpretarse en relación con un contexto arqueológico del Neolítico antiguo. Su rango temporal podría relacionarse con los
materiales descritos en el Nivel III (Doménech, 1990), dentro
de la dinámica de transformación de las industrias epimagdalenienses que se han descrito desde el final del Younger Dryas
(Aura, 2001; Aura et al., 2011).
El resultado de las dataciones confirma la existencia de inhumaciones en cuevas utilizadas como espacios de hábitat continuado. En la Cova de l'Or se ha constatado la presencia de una
mandíbula del Neolítico antiguo que puede ser relacionada
con la práctica del ritual de la inhumación. En el interior de la
Cova de la Sarsa se depositaron, al menos, cuatro inhumaciones del Neolítico antiguo, dos en el vestíbulo y otras dos en
la grieta ubicada en la zona de paso a las galerías interiores.
Lo ocurrido entre su depósito y su recuperación arqueológica
puede ser explicado desde alternativas diversas. La datación
directa de los inhumados permite conocer su edad, pero no la
historia de lo ocurrido ni durante ni después de su incorporación al depósito. En todo caso, se dispone de referencias de
enterramientos individuales en fosa, como el proporcionado
por la Cueva de Chaves (Bastarás, Huesca), que ilustra un tipo
de enterramiento que podría haberse realizado en las zonas de
hábitat de Or y de Sarsa, y que se habrían visto afectados por
procesos post-deposicionales. Cerca de la boca de entrada de
Chaves se descubrió un enterramiento individual fechado en
6230±45 BP (5308-5057 Cal BC), sobre el que se colocaron
cantos rodados y se identificó un nivel de cenizas (Utrilla et
al., 2008). Se trata de una inhumación individual en fosa, localizada en una zona de hábitat y con escaso ajuar: un anillo y
una lámina de cristal de roca, que incluso ofrece dudas sobre
su relación con la inhumación.
Las dataciones por AMS sobre cereales o animales domésticos de la Cova de l'Or (Martí, 2011), la Cova de la Sarsa
(García Borja et al., 2012b) o la propia Cueva de Chaves (Baldellou, 2011), proporcionan resultados estadísticamente indistinguibles de los obtenidos sobre los restos humanos asociados
a contextos cardiales, hecho que unido a las propias características de los hallazgos, permite proponer que las prácticas
funerarias se realizaron en espacios de uso doméstico. La datación que genera más dudas al respecto es la obtenida sobre
el individuo adulto-senil (unos 50-60 años de edad) de la Cova
de la Sarsa, la más antigua de la cavidad, pudiendo asociarse a
las primeras poblaciones neolíticas aquí establecidas, dejando
abierta cualquier posibilidad.
Sobre el segundo escenario identificado para las prácticas
funerarias, las pequeñas cuevas en las que se deposita un número limitado de cuerpos (Bernabeu, Molina y García, 2001),
las dataciones sobre las muestras de Cara-sol de Vernissa no
han servido para demostrar estas prácticas. Sin embargo, el
propio tamaño de estas cavidades y el limitado número de
piezas que se viene documentando para las inhumaciones cardiales, posibilita mantener que durante el Neolítico antiguo se
realizaban inhumaciones simples o dobles en pequeñas cavidades no aptas para el hábitat.
Como novedad destacable, se constata la presencia de inhumaciones del Neolítico antiguo en cuevas de tamaño medio
cercanas a yacimientos intensamente ocupados. El resultado de
la Cova Negra de Gaianes indica que en este tipo de cavidades
utilizadas de forma esporádica se depositaría alguna inhumación
durante el Neolítico antiguo epicardial. En realidad, era la Coveta Emparetà el yacimiento que mayores expectativas generaba.
Al igual que la Cova Negra, se encuentra en las inmediaciones de
otra intensamente ocupada como es Sarsa, recuperándose en su
interior restos humanos e industrias del Neolítico antiguo. No es
Cara-sol de Vernissa
El Cara-sol de Vernissa se ubica en la parte de la solana de la
Serra Vernissa, en término municipal de Xàtiva (València). Se
trata de una pequeña cueva a la que se accede por una estrecha
boca de entrada de menos de un metro de diámetro en la que
fueron depositadas unas 15 inhumaciones, la mayoría pertenecientes al Neolítico final, pero entre las que podría encontrarse
algún individuo del Neolítico antiguo. Un conocido aficionado
local entregó un fragmento cerámico decorado con impresiones cardiales al Museu de Prehistòria de València (Fletcher,
1975), indicando que lo recuperó en el interior de la cueva.
Por tanto, aunque la mayoría de los materiales pertenecen al
Neolítico final, existe la posibilidad de que también albergara
alguna inhumación del Neolítico antiguo (Bernabeu, Molina y
García, 2001).
Se han fechado dos restos óseos, uno brechificado (MAMS20435) y otro que no lo estaba (MAMS-18259), atendiendo a
un criterio basado en la tafonomía de los restos depositados en
el Museu de Prehistòria de València, con el fin de establecer si
los escasos restos brechificados correspondían a inhumaciones
más antiguas. Los resultados no han permitido individualizar
inhumaciones del Neolítico antiguo en la cavidad, situándose
ambos restos en el Neolítico final.
129
[page-n-137]
P. García Borja, D. C. Salazar-García, E. Aura Tortosa, E. Cortell Pérez y A. Velasco Berzosa
posible descartar que en Coveta Emparetà exista alguna inhumación del Neolítico antiguo, pero desprovista de su dependencia
como necrópolis de Sarsa durante este horizonte.
De hecho los resultados no permiten proponer la utilización
de cuevas como necrópolis estables a lo largo de varias generaciones. La forma de enterrar a los difuntos en el horizonte cardial
valenciano no incluye, por el momento, la acumulación de cadáveres en un mismo lugar a lo largo de varias generaciones.
Del mismo modo, los resultados obtenidos vuelven a mostrar
que los restos aparecidos en contextos arqueológicos a priori
definidos, están sujetos a procesos de alteración estratigráfica
(Fortea y Martí, 1985; Bernabeu, Pérez y Martínez, 1999;
Zilhão, 2011; Aura et al., 2010) que obligan a la prudencia a la
hora de proporcionar un marco cronológico preciso a los restos
humanos aparecidos en estratos aparentemente definidos. Los
resultados de la muestra fechada en la Cova Fosca de la Vall
d'Ebo y de una de las de la Cova de l'Or, se unen a la larga lista
de restos datados cuyo resultado es claramente discordante con
su contexto arqueológico de aparición. Son un nuevo ejemplo
de las alteraciones a las que están sujetos los yacimientos en
general, y los que son ocupados durante el Neolítico antiguo
en particular.
3. EL RITUAL FUNERARIO EN EL NEOLÍTICO
ANTIGUO VALENCIANO
La inhumación doble recuperada en la brecha de la Cova de la
Sarsa sigue siendo el mejor documento arqueológico del que
disponemos para aproximarnos al ritual funerario cardial en el
País Valenciano y afirmar que durante el Neolítico antiguo se
realizan prácticas rituales para el tránsito de la vida a la muerte.
Es una cuestión que se relaciona con la expresión formal de una
identidad religiosa que remite a lo sobrenatural y de la que ya se
tenía constancia a través de la cerámica (Martí, 2006) y del arte
rupestre (Martí y Hernández, 1988).
Los restos aparecieron depositados en una grieta de 2,80 m
de largo y entre 0,21 y 0,52 m de ancho. Durante el proceso de
recuperación de los mismos se identificó la existencia de un pe-
queño muro de piedra de unos 60 cm de altura que separaba este
espacio del resto de la cueva (Casanova, 1978). Junto a ellos, se
recogieron los restos de un posible ajuar formado por diferentes
fragmentos cerámicos con decoración impresa cardial pertenecientes a un mismo vaso (fig. 2), tres punzones y una cuchara
o espátula ancha de hueso, dos fragmentos de anillo de hueso,
tres Columbella, una valva de Cardium, tres Pectunculus perforados, un objeto de hueso de forma fusiforme, cinco láminas y
una lasca de sílex (Casanova, 1978), si bien en la publicación de
Asquerino (1976) se hace referencia a una pieza más de sílex.
Las edades calculadas para ambos individuos permiten proponer que primero es depositado un individuo masculino y años
después el de sexo femenino. Las dataciones obtenidas apoyan el
uso de un mismo espacio para la inhumación de dos individuos,
que podrían haber pertenecido a una misma unidad familiar. Del
mismo modo, los rangos de calibración permiten plantear otras
posibilidades: que fueran inhumados a la vez o que el tiempo
transcurrido entre una inhumación y otra superara los 150 años.
La grieta se ubica en la zona de paso a las galerías interiores,
donde se encuentran los pequeños lagos de agua, confirmando
que los habitantes de Sarsa desarrollaban actividades en espacios
alejados de las zonas iluminadas de forma natural, no vinculados
a la realización de tareas domésticas. Junto a la grieta se han documentado pinturas rupestres de estilo Esquemático en las que
aparece un motivo antropomorfo, en un panel cuya morfología
recuerda a una silueta de felino (Miret et al., 2008). La existencia
de este panel en las inmediaciones de la grieta donde se realizaron
las inhumaciones (fig. 3), podría relacionarse con lo propuesto
para algunas cuevas de la península itálica que también presentan
un pequeño lago en su interior y restos humanos (Grifoni, 2007).
La conjunción de los elementos descritos podría indicar la existencia de un espacio sacralizado anexo a la zona doméstica.
Estas evidencias indican, al menos por ahora, que los contextos funerarios del cardial valenciano se componen de un
número limitado de individuos, estando ausentes también las
inhumaciones al aire libre. Los restos documentados hasta la
fecha se han recuperado en cuevas de diferente morfología. En
los huesos no se han identificado marcas antrópicas de proce-
Fig. 2. Vaso cerámico decorado con la técnica de la impresión cardial encontrado junto a la inhumación doble de la Cova de la Sarsa.
130
[page-n-138]
El registro funerario cardial valenciano: dataciones radiocarbónicas
Fig. 3. Ubicación de la
inhumación doble y de las
pinturas rupestres de la Cova de
la Sarsa. Modificado a partir de
plano realizado por J.M. Segura
y J.L. Martínez en 1971.
sado de los cadáveres o de prácticas de canibalismo. Por lo que
respecta a los rangos de edad y al sexo de los individuos, cabe
destacar la heterogeneidad de la muestra existente, documentándose individuos masculinos y femeninos, ancianos, adultos
y jóvenes, incluso un perinatal si aceptamos que la muestra de
Sarsa pertenece a una inhumación.
La representación cartográfica de los yacimientos con evidencias de actividades funerarias entre el Xúquer y el Vinalopó, en relación con el resto de enclaves en los que se ha recuperado cerámica cardial (fig. 4), muestra que aldeas, cuevas intensamente ocupadas, abrigos, cuevas de ocupación esporádica
y covachas en las que podrían existir inhumaciones antiguas,
se organizan a lo largo de espacios definidos (comunidades)
dentro de un marco territorial más amplio (Cultura Cardial valenciana). La utilización sincrónica de varios tipos de enclaves
por un mismo grupo humano explica cómo las diferentes comunidades, formadas por familias en número limitado, ocupan
el territorio de manera ordenada a lo largo del Neolítico antiguo
cardial. Es un modelo de ocupación y explotación del territorio
en el que el registro funerario cardial conocido se inserta de
forma coherente (García Borja et al., 2011).
Una visión mediterránea del ritual de inhumación cardial
(Zemour, 2011) ofrece la misma problemática documentada a
nivel peninsular: escasez tanto de datos como de dataciones
radiocarbónicas sobre huesos humanos, y muchas dificultades
a la hora de identificar verdaderas necrópolis, ninguna corroborada. En términos generales el ritual funerario cardial queda
definido por: el depósito de inhumaciones individuales en decúbito lateral o en posición fetal en cuevas de diferente morfología, la escasez de ajuares acompañando a las inhumaciones
y la ausencia de necrópolis.
Esta visión general se ve matizada por la detección de algunos
casos particulares. En la Plaça de la Vila de Madrid (Barcelona)
(Pou et al., 2010), se ha documentado una inhumación en fosa sin
ajuar cuya datación directa remite al Neolítico antiguo, ejemplo al
que podrían sumarse los casos de Le Moulin y Col Sainte-Anne,
131
[page-n-139]
P. García Borja, D. C. Salazar-García, E. Aura Tortosa, E. Cortell Pérez y A. Velasco Berzosa
Fig. 4. Yacimientos con cerámica impresa cardial. 1: Cova de la Sarsa. 2: Coveta Emparetà. 3: Cova de la Gerra. 4: Les Dotze. 5: Solana de
Carbonell. 6: Cova del Moro. 7: Cova dels Pilars. 8: Cova de l'Olivaret. 9: Cova del Barranc del Castellet. 10: Cova Negra de Gaianes. 11:
Cova de l'Or. 12: Benàmer. 13: Cova de l'Almud. 14: Cova del Frontó. 15: Penya del Comptador. 16: Les Florències. 17: Regadiuet. 18:
Mas Blanc. 19: Mas del Pla. 20: Mas d'Is. 21: Mas del Cantó. 22: El Regall. 23: Abric del Salt. 24: Abric de la Falguera. 25: El Fontanal.
26: AC-147. 27: AC-157. 28: Abric de les Calderes. 29: Penya Roja de Catamarruc. 30: Cova de l'Agüela. 31: Tossal de la Roca. 32: Cova
d'en Pardo. 33: Cova de l'Àliga. 34: Abric del Barranc del Moro. 35: Cova Fosca de la Vall d'Ebo. 36: Coves de Santa Maira. 37: Cova del
Somo. 38: Sa Cova de Dalt. 39: Cova de les Meravelles de Xaló. 40: Cova Bolumini. 41: Cova Fosca d'Ondara. 42: Cova del Montgó; 43:
Cova del Randero. 44: Cova de les Cendres. 45: Cova de la Solana de l'Almuixic. 46: El Barranquet. 47: Cova de les Rates Penades. 48:
Forat de l'Aire Calent. 49: Cova Negra de Marxuquera. 50: Cova de les Meravelles. 51: Cova de la Recambra. 52: Cova del Llop. 53: Cova
del Parpalló. 54: Cova de les Malladetes. 55: Cova del Barranc Fondo. 56: Cara-sol de Vernissa. 57: Covacha de la Bellota. 58: Cueva de
la Araña. 59: Cova de les Dones. 60: Ceñajo de la Peñeta. 61: Cova de Pertecates. 62: Cueva de la Cocina. 63: Cova Santa de Font de la
Figuera. 64: Cova de Sant Martí. 65: Casa de Lara. 66: Arenal de la Virgen. 67: Cueva Santa de Caudete. 68: Cueva de los Secos. Los dos
últimos yacimientos se encuentran fuera del territorio estudiado.
Propuesta de comunidades diferenciadas: (A) Comunidad de la Valleta d'Agres. (B) Comunidad del Benicadell. (C) Comunidad de la
cabecera del Serpis-Penàguila. (D) Comunidad de Planes-Serpis medio. (E) Comunidad del bajo Serpis-Marxuquera. (F) Comunidad de la
cabecera del Gorgos. (G) Comunidad del bajo Gorgos-Girona. (H) Comunidad del Cànyoles medio-Costera de Ranes. (I) Comunidad del
Xúquer medio. (J) Comunidad de la cubeta de Villena.
132
[page-n-140]
El registro funerario cardial valenciano: dataciones radiocarbónicas
ya en la costa mediterránea francesa; en la Cova de la Sarsa, un
enterramiento doble; y en cuevas como Fontbrégoua (Le BrasGoude et al., 2010) o Can Sadurní (Blasco, Edo y Villalba, 2011),
un número mayor de inhumaciones en un mismo espacio, que en
el caso de la primera ofrece variaciones por la manipulación post
mortem de los restos óseos. Del mismo modo que encontramos
dificultades en la definición del rito funerario cardial a escala mediterránea, cabe admitir que en todos los casos es posible enumerar varios de los rasgos comunes definitorios descritos, por lo que
esta diversidad puede tener su explicación en el particular devenir
histórico que cada comunidad experimenta en su territorio, difuminándose alguna de las características originarias con el paso
de los años e incorporándose otras nuevas en cada territorio. Los
datos refuerzan la definición de una entidad cultural mayor, de carácter mediterráneo, con la que se identifican los grupos humanos
que forman las culturas regionales, cuyo símbolo más perceptible
es la utilización de conchas dentadas en la decoración de sus vajillas mediante la técnica de la impresión (Martí, 2008).
Sin embargo, a escala peninsular el conjunto de datos disponibles proyecta una imagen de mayor heterogeneidad durante
el Neolítico antiguo, en función de la zona que se analice. A
diferencia del ámbito cultural cardial, en la vertiente norte de
la península Ibérica, buena parte de las inhumaciones localizadas hasta la fecha anteriores al 5000 cal BC se documentan en
espacios al aire libre, cuyos habitantes decoraban sus vajillas
con otros tipos de impresión, entre los que destaca el boquique
(Alday, 2009; Alday y Ruiz, 2011). El yacimiento que mayor
información ha aportado al respecto es el de los Cascajos (Los
Arcos, Navarra) donde, hasta la fecha, se han documentado 37
individuos inhumados en fosas excavadas en el suelo (García
Gazólaz y Sesma, 2007). Las sepulturas se sitúan dentro del poblado, si bien las tres cuartas partes de las mismas se agrupan
en una superficie de 550 m², lugar en el que no existe ningún
otro tipo de estructura, por lo que puede considerarse un espacio
de necrópolis. Los ajuares que acompañan a los enterramientos
tampoco son abundantes ni especialmente llamativos (García
Gazólaz y Sesma, 2007). Otro yacimiento con características
similares es el de Paternanbidea (Ibero, Navarra), donde se han
documentado tres fosas con enterramientos dobles y una con
enterramiento múltiple (Hervella et al., 2009). Estas fosas están
separadas de las estructuras de hábitat más próximas, fechadas
en el Calcolítico, y se interpretan como parte de una necrópolis
de la que no se conocen estructuras de habitación contemporáneas (García Gazólaz, 2007). Es llamativo el elevado número
de adornos personales recuperados en las tumbas, considerando
que en el anterior yacimiento los ajuares resultan escasos. Finalmente, en la Lámpara (Ambrona, Soria) también se localizó una
inhumación al aire libre en fosa con ajuar fechada en 6144±46
BP (Rojo y Kunst, 1999).
Son evidentes las diferencias de este tipo de prácticas con
las documentadas para el cardial valenciano o el catalán. La utilización mayoritaria de la técnica decorativa del boquique en
una vajilla definida (Rojo et al., 2008; García Gazólaz et al.,
2011; García Martínez de Lagrán et al., 2011), el modelo de
aldea documentado (García Gazólaz y Sesma, 2007), el propio
ritual de inhumación (García Gazólaz, 2007; García Gazólaz y
Sesma, 2007; Rojo y Kunst, 1999) o las especies de cereales que
se cultivan (Stika, 2005), son poco afines al horizonte cardial,
encontrando mejores paralelos en otros ámbitos centroeuropeos.
Es una cuestión similar a la que se propone para el Neolítico
Andaluz (García Borja et al., 2014), donde las diferencias entre
la cultura material que lo caracteriza en su parte oriental y central
(Pellicer y Acosta, 1982 y 1997) y la definida para el horizonte
cardial valenciano son evidentes, planteándose la existencia de
una cultura arqueológica diferenciada desde fechas tempranas,
que desde la costa de Málaga se va expandiendo hacia buena
parte de Andalucía. Las dataciones radiocarbónicas sobre restos
humanos en el ámbito andaluz son todavía escasas, pero la información es suficiente para establecer que las inhumaciones se
depositaron en cuevas de hábitat, en otras de menor tamaño que
podrían albergar un importante número de cuerpos, en simas sin
posibilidades de ser habitadas y en espacios alejados de las bocas de entrada. El ajuar de las inhumaciones anteriores al 5200
cal BC de la provincia de Málaga (Cortés et al., 2012) y buena
parte de Granada y Córdoba (Carrasco y Martínez, 2014) no se
caracterizan por incorporar cerámicas impresas cardiales, por lo
que será necesaria una revisión de estos comportamientos para
valorar las relaciones culturales entre el ámbito cardial mediterráneo y el Neolítico andaluz.
El caso de la cueva de Carigüela (Piñar, Granada) merece
un tratamiento diferenciado, pues recuerda a los casos de Or,
Sarsa o Chaves. Vinculada al horizonte cardial, las dataciones
disponibles sobre muestras recuperadas en la cavidad demuestran que albergó alguna inhumación en el Neolítico antiguo
(Fernández et al., 2007).
4. DISCUSIÓN: CONTINUIDAD O RUPTURA EN
LAS PRÁCTICAS FUNERARIAS
Los datos descritos para las prácticas funerarias del Neolítico
antiguo pueden ser comparados con los conocidos para los momentos anteriores y posteriores (García Puchol et al., 2012). El
contraste con lo ocurrido antes y lo que sucederá después es posiblemente lo que permite su mejor definición, al menos por ahora.
El número de restos humanos y enterramientos formalizados
conocidos en la región mediterránea ibérica para el Paleolítico-Epipaleolítico y Mesolítico es reducido. Su distribución cronológica indica un cierto incremento a lo largo del Paleolítico
superior y una clara eclosión desde las fases antiguas del Mesolítico, coincidiendo con lo que se ha descrito como el Mesolítico de Muescas-Denticulados (= MMD). Hace algunos años se
indicó que el incremento de evidencias estaba acompañado de
una mayor variedad de contextos, anotando también que algunos de los restos “sueltos”, con claras marcas de manipulación
antrópica, pudieran ser considerados como una variante más de
prácticas funerarias (Aura, Morales y De Miguel, 2010).
Centrándonos en los yacimientos mesolíticos del territorio
valenciano, se han identificado, al menos, 34 individuos para los
que se han obtenido 26 dataciones directas (tabla 3). Una breve
relación de las situaciones conocidas permite identificar necrópolis con sucesivos enterramientos en El Collao (Aparicio,
2008; Gibaja et al., 2015), Cingle del Mas Nou (Olària, 2003 y
2010), Casa Corona (Fernández-López de Pablo et al., 2013) y
posiblemente también en Penya Comptador (Aura et al., 2006).
Por su parte, restos “sueltos” de uno o varios individuos se han
recuperado en Tossal de la Roca (Cacho et al., 1995), Cova del
Mas Gelat, Coves de Santa Maira, boca W (Aura et al., 2006 y
2010) y Cova Foradada de Xàbia (Casabó, 2014).
133
[page-n-141]
P. García Borja, D. C. Salazar-García, E. Aura Tortosa, E. Cortell Pérez y A. Velasco Berzosa
Tabla 3. Dataciones radiocarbónicas sobre huesos humanos del Mesolítico en el País Valenciano.
Yacimiento
Ref. laboratorio Edad
Cingle Mas Nou
Cingle Mas Nou
Cingle Mas Nou
Cingle Mas Nou
Casa Corona
Casa Corona
El Collao 11
Foradada Xàbia
El Collao 9
El Collao 12
El Collao 13
El Collao 5
El Collao 1
El Collao 6
Coves Sta. Maira
El Collao 7
El Collao 3
El Collao 4
Penya Comptador
Coves Sta. Maira
Coves Sta. Maira
Penya Comptador
El Collao XIII
El Collao XIII
El Collao IV
El Collao VI
Beta170715
OxA-V-2360-28
Beta170714
OxA-V-2360-29
Beta272856
OxAV239292
CNA-16261.1
Beta-167654
CNA-1625.1.1
CNA-1627.1.1
CNA-1628.1.1
CNA-1622.1.1
CNA-1619.1.1
CNA-1623.1.1
OxA236026
CNA-1624.1.1
CNA-1620..1.1
CNA-1621.1.1
Beta156025
Beta-244010
Beta-244011
OxA236030
UBAR280
UBAR281
UBAR-927
UBAR-928
Sexo Años BP Cal BC 1σ
Cal BC 2σ
6820±40 5731-5668
5770-5636
5872-5716
5886-5721
5886-5731
6023-5849
6058-5916
6642-6486
6682-6480
6696-6506
7022-6648
7047-6713
7051-6774
7141-6830
7304-7064
7466-7188
7505-7201
7538-7356
7590-7512
7651-7534
7936-7591
8206-7722
8202-7754
6804-6066
6766-6232
8188-7551
7298-6780
Adulto
♂ 6897±34 5807-5731
Infantil
Adulto
Infantil
Joven
-
Joven
Adulto
Joven
Adulto
Adulto
Adulto
Infantil
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
♀
-
♂
-
♂
♂
♀
♀
♂
-
♀
♂
♂
-
♂?
♀?
-
6910±40
6925±35
7070±40
7116±32
7742±35
7770±50
7801±38
7900±32
7976±33
7992±34
8067±34
8166±35
8283±37
8319±35
8388±36
8491±37
8570±40
8690±50
8810±50
8829±38
7570±160
7640±120
8690±100
8080±60
5836-5739
5839-5751
6002-5910
6026-5930
6611-6507
6648-6514
6659-6594
6813-6682
7030-6827
7042-6830
7081-6864
7183-7075
7452-7200
7460-7346
7525-7382
7577-7536
7604-7568
7736-7606
8164-7754
8170-7816
6590-6251
6628-6398
7936-7591
7174-6844
La inhumación mayoritaria parece ser la individual, sobre
el suelo, en fosa o entre piedras. También la hay múltiple
(Cingle del Mas Nou) y se han descrito posibles agrupaciones
de restos y afecciones de antiguas tumbas por la práctica de
nuevos enterramientos, caso de algunas agrupaciones de pocos
restos en El Collao, o por la reapertura de la tumba como se
ha argumentado para explicar el caso del Cingle del Mas Nou
(Olària, 2003). En los dos sitios mencionados se documentan
enterramientos perinatales-infantiles asociados a adultos. En
cuanto a los restos sueltos, existen datos tafonómicos para los
restos de Santa Maira-W que indican una clara manipulación
antrópica, con un procesado similar al del resto de la fauna
consumida en el yacimiento.
Los datos conocidos sobre el ritual y ajuares vinculados a
los enterramientos formalizados son limitados. En El Collao se
menciona la disposición de pequeños caracoles de agua dulce
junto al cráneo y los pies de los inhumados, así como la existencia de un lecho de astas de ciervo a medio metro por encima
de uno de ellos (Aparicio, 2008). Para la tumba del Cingle del
Mas Nou se ha indicado el hallazgo de dos cuernas de cabra
montés, con presumible carácter votivo. El individuo articulado
presentaba la pérdida del ojo derecho, ocupando el espacio de
esta órbita una bola de ocre rojo en cuyo centro habían sido
realizadas unas incisiones radiales simulando el iris, mientras
que otras bolas del mismo material, en gran cantidad, aparecían
en el espacio de la tumba, bastantes de ellas acumuladas en el
interior de la boca del mismo individuo (Olària, 2003).
134
Med. Cal BC Bibliografía
5703±30
5785±39
5797±44
5806±43
5956±38
5991±33
6569±47
6588±55
6633±31
6763±63
6916±88
6929±84
7019±53
7169±71
7344±88
7406±52
7406±53
7458±57
7588±14
7704±71
7954±150
7992±145
6428±161
6504±109
6690±100
7019±121
Olaria et al., 2005
Salazar-García et al., 2014
Olaria et al., 2005
Salazar-García et al., 2014
Fdez.-López de Pablo et al., 2013
Fdez.-López de Pablo et al., 2013
Gibaja et al., 2015
Casabó, 2014
Gibaja et al., 2015
Gibaja et al., 2015
Gibaja et al., 2015
Gibaja et al., 2015
Gibaja et al., 2015
Gibaja et al., 2015
Salazar-García et al., 2014
Gibaja et al., 2015
Gibaja et al., 2015
Gibaja et al., 2015
Aura et al., 2006
Aura et al., 2009
Aura et al., 2009
Salazar-García et al., 2014
Aparicio, 2008
Aparicio, 2008
Aparicio, 2008
Aparicio, 2008
La comparación de estos datos con los descritos para el
Neolítico antiguo establece algunas diferencias. Así, el número
y variedad de evidencias es claramente favorable a las prácticas
funerarias mesolíticas. Se cuenta con un número de individuos
más numeroso y en bastantes casos con una articulación esquelética reconocible, lo cual es prácticamente desconocido para
el Neolítico antiguo valenciano. De hecho, es posible hablar
de necrópolis para describir los contextos mesolíticos, tanto en
cueva como al aire libre, lo que es más complejo en el caso del
Neolítico antiguo. Sólo en la Cova de la Sarsa se identifica una
doble inhumación: un caso y en cueva, sin ejemplos al aire libre.
Una comparación más sencilla permiten los llamados “restos sueltos”, desarticulados, parciales y a menudo pertenecientes a varios individuos. Su identificación tanto en cuevas con
ocupaciones del Mesolítico y del Neolítico remite a la historia
de la formación y conservación de estos depósitos, más que a
posibles prácticas o rituales compartidos. Además, el estudio
tafonómico de los restos mesolíticos de Santa Maira-W indica
manipulación y consumo de varios individuos, lo que por ahora
no está constado en contextos del Neolítico antiguo valenciano.
En el momento actual, existen más diferencias que coincidencias en la documentación correspondiente a las prácticas
funerarias mesolíticas y neolíticas. Además, las dataciones radiocarbónicas sobre restos humanos establecen un vacío de al
menos 400 años entre los dos extremos de las series entre el
Xúquer y el Vinalopó, zona en la que se asientan los primeros
grupos neolíticos en el País Valenciano.
[page-n-142]
El registro funerario cardial valenciano: dataciones radiocarbónicas
Tabla 4. Dataciones radiocarbónicas sobre huesos humanos del Neolítico medio entre los ríos Xúquer y Vinalopó.
Yacimiento
Ref. laboratorio Años BP
Cal BC 1σ
Cal BC 2σ Med. Cal BC Contexto
Bibliografía
Camí de Missena
Cova de Sant Martí
Cova d'en Pardo
Tossal de les Basses
Tossal de les Basses
Tossal de les Basses
Tossal de les Basses
Tossal de les Basses
Tossal de les Basses
Tossal de les Basses
Beta-244535
Beta-166467
Beta-208464
Beta-225216
Beta-225223
Beta-225227
Beta-225222
Beta-225218
Beta-225224
Beta-225217
4780-4620
4677-4535
4677-4535
4538-4460
4538-4460
4447-4356
4444-4334
4038-3960
3966-3810
3626-3378
4798-4584
4696-4491
4696-4491
4611-4373
4611-4373
4462-4338
4455-4271
4218-3813
3981-3797
3633-3372
Soler, 2013
Torregrosa y López, 2004
Soler, 2012
Rosser y Fuentes, 2007
Rosser y Fuentes, 2007
Rosser y Fuentes, 2007
Rosser y Fuentes, 2007
Rosser y Fuentes, 2007
Rosser y Fuentes, 2007
Rosser y Fuentes, 2008
5840±40
5740±40
5740±40
5670±40
5670±40
5560±40
5520±40
5180±40
5110±40
4710±40
En este sentido, los recientes estudios de ADN mitocondrial sobre individuos del Neolítico antiguo peninsular (Lacan et al., 2011; Gamba et al., 2012) inciden en esta ruptura
entre el Paleolítico superior final y el Neolítico antiguo. En
nuestro ámbito se dispone del ADN mitocondrial del individuo masculino de la inhumación doble de la Cova de la Sarsa
y del individuo al que perteneció la mandíbula fechada de la
Cova de l'Or (Olalde et al., 2015). Presentan haplogrupos K1a
y H4, también presentes en individuos del Neolítico antiguo
del LBK (Gamba et al., 2014; Bandt et al., 2013; Haak et al.,
2015), poco afines a los disponibles para individuos del Paleolítico superior final. Son datos que unidos a la obtención del
primer genoma completo sobre un resto humano procedente
de la Cova Bonica de Vallirana (Barcelona), sugieren que la
llegada de la agricultura y la ganadería fue gracias a la llegada
de grupos de colonos portadores de este nuevo modo de vida,
cuyo foco originario se sitúa en el Próximo Oriente, aunque
los planos genéticos y fenotípicos indican una antigua metapoblación alrededor de la península de los Balcanes, que se
separa en dos nuevas rutas migratorias, una siguiendo el Danubio y otra la costa mediterránea (Olalde et al., 2015).
Con respecto a la comparación con lo ocurrido con posterioridad al Neolítico antiguo, los cambios también son apreciables.
La evidencia arqueológica más reconocible que marca el final
de la Cultura Cardial valenciana es, precisamente, la desaparición de la cerámica decorada con esta técnica en favor de otras
técnicas como el peinado o la combinación de impresiones e
incisiones. Durante el tránsito entre el Neolítico antiguo y medio, también se documentan variaciones en la funcionalidad
de cuevas de hábitat que pasan a ser utilizadas como corrales
(Badal, Martí y Pérez, 2012); un posible cambio en el modelo
agrario, que pasa a ser extensivo (Pérez Jordà y Peña, 2013);
mayor deforestación (Badal, 2009) provocadas por estos cambios económicos y el aumento demográfico; o el mayor arraigo
a los hábitats al aire libre, para los que se propone la presencia
de silos ya en el V milenio cal BC (Torregrosa, Jover y López,
2011). En su conjunto, permiten establecer el momento en que
el modelo de comunidades propuesto deja de definirse como lo
hacía en el Neolítico antiguo.
En el registro funerario, estos cambios podrían vincularse
con la aparición de nuevas prácticas, generalizándose la utilización de fosas al aire libre en las que se deposita un cuerpo
sin vida. El ejemplo más conocido lo proporciona el yacimiento
4702±60
4602±59
4602±59
4508±38
4508±38
4406±37
4389±38
4002±32
3893±33
3504±99
Individual-fosa
Múltiple?-cueva
Individual-cueva
Individual-fosa
Individual-fosa
Individual-fosa
Individual-fosa
Individual-fosa
Individual-fosa
Individual-fosa
del Tossal de les Basses (Alicante), en el que se han documentado inhumaciones en fosas junto a las cabañas, siguiendo un
ritual bastante homogéneo a lo largo de todo el Neolítico medio
(Rossser y Fuentes, 2007; Rosser, 2010).
En el Camí de Missena (la Pobla del Duc) se ha documentado una inhumación en fosa al aire libre cuyo resultado (Beta244535, 5840±40 BP) (Soler, 2013) es sincrónico con el final
del modelo de comunidades cardiales. Las dataciones disponibles para el Neolítico medio (tabla 4), demuestran que se siguen
practicando inhumaciones en cuevas de tamaño medio y grande,
esta vez utilizadas como rediles para los rebaños de cabras y
ovejas (Soler, 2012). Cabe también mencionar los hallazgos en
la Cova de Sant Martí (Agost, Alacant), interpretada como un
refugio para ocupaciones estacionales durante la primera mitad
del V milenio cal BC (Torregrosa y López, 2004), en la que también se documentan inhumaciones, principalmente infantiles.
El número de individuos calculados tampoco parece suficiente
como para proponer que estamos frente a una cueva utilizada
como necrópolis, hecho que no se constata hasta los inicios del
IV milenio cal BC.
5. CONCLUSIONES
La cronología radiocarbónica aplicada a restos humanos incluidos en ocupaciones del Neolítico antiguo cardial ha permitido
reconocer la sincronicidad entre prácticas funerarias y habitacionales, aunque está pendiente una mejor caracterización de
los rituales de enterramiento cardiales, cuyo documento más
definitorio sigue siendo la grieta de Cova de la Sarsa.
La hipótesis establecida para el registro funerario cardial valenciano, tanto referente a grandes cuevas habitadas, como a pequeñas covachas no aptas para este fin, puede seguir siendo una
explicación adecuada de la información disponible. El registro
peninsular y regional matiza la existencia de necrópolis cardiales, lo que contrasta con los momentos mesolíticos anteriores y
con el Neolítico medio posterior, donde a la generalización de
necrópolis se añade su identificación en diferentes contextos: al
aire libre (en fosas individuales) y en cueva.
Los resultados de las dataciones también han permitido constatar la compleja formación y conservación de los registros en
cueva, al incluirse en los contextos neolíticos restos humanos con
una cronología amplia: desde el Epipaleolítico a la Edad Media.
135
[page-n-143]
P. García Borja, D. C. Salazar-García, E. Aura Tortosa, E. Cortell Pérez y A. Velasco Berzosa
AGRADECIMIENTOS
A Mari Paz de Miguel, Ángela Pérez e Isabel Collado por su
ayuda en la selección y descripción de las muestras datadas. A
Juan Vicente Morales por compartir sus datos. A Lysanne Raedisch, Sahra Talamo, Michael P. Richards y Jean-Jacques Hublin
por su apoyo.
La Sociedad Max-Planck, el Ministerio Español de Ciencia y
Tecnología (Contrato FPU AP2005-1509), la Generalitat Valenciana (VALi+d APOSTD/2014/123 y Proyecto para grupos emergentes GV/2015/060), el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert y la Fundación BBVA (I Ayudas a Investigadores, Innovadores
y Creadores Culturales) han financiado parte de los trabajos.
El estudio de las prácticas funerarias mesolíticas forma parte
del proyecto LongTransMed (HAR2013-46861-R), financiado
por el Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno
de España.
Agradecemos también a la Direcció General de Cultura de la
Generalitat Valenciana, al Museu de Prehistòria de València, al
Museu Arqueològic Municipal “Camil Visedo Moltó” de Alcoi,
al Ajuntament de Bocairent, al Museu Arqueològic Etnològic del
Comtat y al Museu Arqueològic de Gandia las facilidades prestadas
a la hora del estudio de los materiales y la selección de las muestras
a fechar.
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139
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Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 141-146.
Los brazaletes de esquisto:
un elemento de la identidad cardial
teResa oRozCo KöHleR
reSumen
Los brazaletes de esquisto son uno de los elementos de cultura material asociados al registro arqueológico de las primeras
comunidades agrícolas y ganaderas en la zona valenciana. Su concentración en yacimientos del neolítico inicial con un registro
excepcional, como son Cova de l'Or y Cova de la Sarsa inciden en el carácter excepcional de estas piezas. Su elevada
fragmentación y transformación que posibilita su reutilización nos hablan del elevado valor social de estos objetos.
PalabraS claVe:
brazaletes de esquisto, Neolítico inicial, fragmentación, reutilización.
abSTracT
Schist bracelets: an element of the Cardial identity. Schist bracelets are one of the elements of material culture associated with
the archaeological record of the first agricultural and farmers communities in the Valencian area. Their concentration in some
Early Neolithic sites with an exceptional record such as Cova de l'Or and Cova de la Sarsa are affecting the exceptional nature
of these ornaments. Their high fragmentation and transformation that allows their reuse speak to us of the high social value
of these objects.
k e y w o r d S : schist bracelets, Early Neolithic, fragmentation, reuse.
1. LOS BRAZALETES DE ESQUISTO
EN EL NEOLÍTICO VALENCIANO
En el territorio valenciano, los brazaletes líticos son un elemento de adorno frecuente en los contextos neolíticos. En este
trabajo nos centramos en los conocidos como brazaletes estrechos de pizarra también llamados brazaletes finos, piezas
asociadas habitualmente a las etapas iniciales del neolítico, y
que se han venido considerando como uno de los elementos
de adorno ‘clásicos' de las primeras comunidades agrícolas y
ganaderas en esta zona.
Tipológicamente se trata de objetos de morfología anular,
con una amplia perforación interior con una dimensión media
cercana a 74 mm para los brazaletes recuperados en tierras valencianas (Pascual Benito, 1998: 160). Suelen presentar sección
subrectangular, con el borde exterior convexo, aunque también
encontramos secciones cuadrangulares, lo que conforma un tipo
de pulsera muy estrecho y ligero (fig. 1). Las superficies externas suelen presentar un pulido fino, que confiere un acabado
cuidado a estas piezas. Buena parte de los brazaletes finos están
realizados sobre esquisto, y presentan como rasgo común un
color oscuro que suele oscilar entre gris y negro, en contraste
con los brazaletes elaborados con otros soportes (mármol, caliza, concha) de tonalidades claras.
Destaca por su volumen el registro recuperado en Cova de
l'Or (25) y Cova de la Sarsa (21), donde la alta cantidad de
piezas incide en la singularidad de estas cavidades, señalada en
anteriores trabajos (Bernabeu et al., 2006). Otros yacimientos
valencianos muestran una presencia puntual, como se refleja en
Cova de les Cendres (2) (Orozco, 2000; Pascual Benito, 2009),
Cova Fosca (1) (Aparicio y San Valero, 1977), Cova del Montgó (1) (Soler, 2007) y Benàmer (1) (Torregrosa et al., 2011).
Más allá del territorio valenciano están presentes tanto en cuevas como en poblados de Andalucía Oriental y Murcia (fig. 2).
2. LOS BRAZALETES DE ESQUISTO:
ORNAMENTOS PARA LOS VIVOS
Los conjuntos con mayor cantidad de efectivos en el País Valenciano son los procedentes de Cova de l'Or (Beniarrés) y Cova
de la Sarsa (Bocairent), yacimientos excavados en fechas tempranas e incorporados al debate historiográfico sobre el proceso
141
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T. Orozco Köhler
Fig. 1. Fragmentos de brazaletes neolíticos recuperados en Cova de
l'Or (Beniarrés, Alicante).
En su mayor parte estos elementos de adorno fueron recuperados en antiguas campañas de excavación, por lo que
su posición estratigráfica precisa no puede ser atribuida con
garantías. La secuencia estratigráfica de Cova de les Cendres
(Moraira) sí que muestra mayor precisión; los brazaletes de
esquisto están presentes durante las fases IA y IB del Neolítico, y su encuadre temporal corresponde a la segunda mitad del VI milenio a.C. en los momentos que se desarrollan
los horizontes de cerámicas impresas en el yacimiento. Los
tres fragmentos recuperados en Benàmer (Muro d'Alcoi) pertenecen a una misma pieza recuperada en la fase III de este
yacimiento (horizonte de las cerámicas peinadas o neolítico
IC), para la que se obtuvo una datación (sobre una muestra de
agregados de polen) que fecha este contexto en torno al 4500
cal BC (Torregrosa et al., 2011: 91). Los rasgos deposicionales
nos parecen interesantes, pues los fragmentos de brazalete se
asocian a diversos fragmentos cerámicos erosionados y materiales líticos de adscripción neolítica, en un contexto que se
interpreta como un desecho. Pocas indicaciones encontramos
sobre el contexto en el que se recuperaron los fragmentos en
Cova del Montgó (Xàbia) y en Cova Fosca (Ares).
Del mismo modo, no es posible establecer la relación de
estas piezas con otros ítems del registro, como tampoco entre
los diversos brazaletes en los conjuntos más numerosos. Con independencia de la utilización sepulcral puntual de Sarsa (o parte
de la cueva) señalada anteriormente, en el resto de yacimientos
la presencia de brazaletes de esquisto no puede relacionarse con
prácticas funerarias, por lo que cabe considerar que se trata de
elementos que forman parte del mundo de los vivos.
3. LOS BRAZALETES FINOS ¿UNA PRODUCCIÓN
PARA EL INTERCAMBIO?
Fig. 2. Algunos yacimientos peninsulares donde se han recuperado
brazaletes finos de esquisto: 1) Cueva de Nerja (Nerja, Málaga),
2) Cueva del Toro (Antequera, Málaga), 3) Cueva de la Carigüela
(Píñar, Granada), 4) Cueva de las Ventanas (Píñar, Granada),
5) Cueva del Agua (Prado Negro, Granada), 6) Cabecicos Negros
(Vera, Almería), 7) Cerro Virtud (Cuevas del Almanzora, Almería),
8) Sima de la Serreta (Cieza, Murcia), 9) Benàmer (Muro del Comtat,
Alicante), 10) Cova de la Sarsa (Bocairent, Valencia), 11) Cova
de l'Or (Beniarrés, Alicante), 12) Cova de les Cendres (MorairaTeulada, Alicante), 13) Cova del Montgó (Xàbia, Alicante), 14) Cova
Fosca (Ares, Castellón).
de neolitización peninsular. Atendiendo a la excepcionalidad de
su registro arqueológico, ambas cavidades se consideran lugares
de agregación en el conjunto de los Valles del Serpis. En ellas se
ha recuperado gran cantidad de ítems simbólicos y de prestigio
que van desde recipientes cerámicos con decoración simbólica,
instrumentos musicales, materiales colorantes y brazaletes de
esquisto. La presencia y exhibición de estos elementos de prestigio indica una funcionalidad de estos yacimientos que va más
allá de su uso como lugar de hábitat. El uso funerario puntual
de Cova de la Sarsa en los inicios del neolítico (García Borja et
al., 2011) no impide su utilización como espacio habitacional,
es más, incide en su especial significación social.
142
Estos objetos expresan un valor cultural compartido en un amplio territorio, como refleja el mapa anterior (fig. 2). Su peculiaridad viene dada por su propia naturaleza, por la materia prima
lítica utilizada para su fabricación que, en este caso, corresponde a rocas metamórficas (esquistos), cuyo ámbito litogénico se
localiza en otros dominios geológicos de los que afloran en el
área valenciana (Orozco, 2000), y pueden ponerse en relación
con algunos mantos y unidades de los dominios internos de las
Cordilleras Béticas (Alpujárride). Aunque estamos pendientes del análisis y comparación de las piezas arqueológicas con
muestras de campo, con certeza estas litologías de naturaleza
metamórfica no afloran en zonas cercanas a los yacimientos
valencianos considerados, y su obtención –bien de la materia
prima sin transformar o de piezas acabadas o fragmentos– se
realiza a través de un sistema de explotación indirecta, esto es,
a través de contactos e intercambios. Ello se confirma a partir
de los datos sobre explotación y transformación de este material
lítico documentados en algunos yacimientos neolíticos del SE
peninsular. El proceso de producción completo de los brazaletes finos de esquisto, identificando todos los pasos, está perfectamente documentado en el yacimiento de Cabecicos Negros
(Vera, Almería) (Goñi et al., 1999). La proximidad a la materia
prima, con numerosos afloramientos de esquisto en el entorno
cercano, es una variable que puede haber tenido importancia en
cuanto al desarrollo de estas artesanías en el yacimiento. Sin
embargo la cercanía a las fuentes de materia prima no es el úni-
[page-n-150]
Los brazaletes de esquisto: un elemento de la identidad cardial
Fig. 3. Brazaletes de esquisto fragmentados a lo largo del proceso
de fabricación, recuperados en Cabecicos Negros (Vera, Almería).
Depósito: Museo de Almería.
co factor que pudo actuar como estímulo para desarrollar una
producción especializada; en otros yacimientos próximos, como
Cerro Virtud (Cuevas del Almanzora, Almería), estos adornos
aparecen en menor número o son testimoniales.
El proceso de fabricación está perfectamente diseñado
y las piezas resultantes son altamente estandarizadas (Goñi
et al., 1999). Comienza con la selección del material, y las
primeras modificaciones consisten en el trabajo y rebaje del
contorno exterior y del grosor de la plancha de pizarra, para ir
conformando la morfología general del brazalete. El siguiente paso en la producción es, con seguridad, uno de los más
delicados: la configuración y realización de la perforación.
Es uno de los momentos que requiere mayor atención a lo
largo del proceso por las posibilidades de fractura, que implicaría el desecho del esbozo (fig. 3). Posteriormente se realiza
un trabajo de modelado y regularización de las superficies,
que se lleva a cabo aplicando un proceso de raspado, que
deja profundas estrías, apreciables a simple vista; a medida
que se va realizando este adelgazamiento se va ampliando
la perforación. Finalmente, obtenidas las dimensiones deseadas, el último paso consiste en el pulimento de las superficies
y borde exterior, lo que confiere al objeto un aspecto pulido
y un tacto suave.
También se ha podido constatar en los niveles neolíticos
de Cabecicos Negros la elaboración in situ de brazaletes de
mármol y cuentas discoidales (Goñi et al., 2001). Quizás nos
encontremos ante un taller dedicado a la confección, no solo
de brazaletes, sino de diversos elementos de adorno personal.
Tomando en consideración el volumen de los restos que se
han recuperado en este yacimiento se aprecia que su fabricación va más allá de las necesidades de un grupo doméstico y
que esta producción se destinó, al menos en parte, al intercambio con otros grupos.
4. USO Y TRANSFORMACIÓN DE UN REGISTRO
FRAGMENTADO
Estos brazaletes, como ornamentos, fueron incorporados en la
vestimenta personal. El uso de estas piezas como pulsera, que son
portadas en el antebrazo o en el brazo se reconoce claramente a
partir de su morfología y dimensiones. Aunque no puede excluirse
su utilización en las extremidades inferiores, la rigidez del material
Fig. 4. Fragmentos de brazaletes procedentes de Cova de la Sarsa
(Bocairent, Valencia), presentan perforaciones en ambos extremos
que atraviesan la pieza.
lítico frente a la movilidad de la articulación permite considerar
que su utilización como tobillera no parece adecuada, aunque esta
opción que no puede descartarse por completo.
La fragilidad de estos brazaletes es una característica que
explica –en parte– su elevada fragmentación. Ante un registro
altamente fragmentado llama la atención el elevado número de
piezas recuperadas en Or y Sarsa que presentan una o dos perforaciones. Dominan las perforaciones de sección troncocónica
sobre las de sección cónica, lo que indica la direccionalidad de
este gesto técnico.
Aunque se ha señalado que el objeto de las perforaciones
es la reparación de los brazaletes, facilitando el atado de los
segmentos por medio de algún elemento (Pascual, 1988: 160),
consideramos que existen otras posibilidades. Por un lado, puede tratarse de un intento de agrandar o ampliar el diámetro de
las piezas, en lo que podría considerarse un ‘aumento de talla';
pero también en muchos casos las perforaciones tienen como
finalidad transformar el fragmento de brazalete en colgante, realizando agujeros de suspensión (fig. 4).
Esto se aprecia de forma clara en el acondicionamiento
de uno o ambos extremos del fragmento (fig. 5), suavizando
la zona de fractura mediante un rebajado y pulido del remate
(fig. 6). Esta manipulación –posterior a la fractura– nos indica
la voluntad de conservar el objeto o una parte de él, si bien con
un cambio en el uso ornamental que ahora debe ser exhibido en
otra parte del cuerpo o de los ropajes (fig. 7). Los ornamentos
son formas culturales emotivas (provocan emociones) y memorables (provocan recuerdos), cuyo significado social y simbólico puede variar con el paso del tiempo.
Contextualmente, los adornos están estrechamente asociados con las personas y sus cuerpos, y así, inevitablemente, llegan a estar enlazados con sus prácticas sociales y relaciones, e
imbuidos de sus identidades (Skeates, 2010). Estos ornamentos,
a través del tiempo y del espacio también acumulan asociacio143
[page-n-151]
T. Orozco Köhler
Fig. 7. Posible reutilización de los brazaletes de esquisto como
colgantes, atendiendo a las perforaciones que presentan los
fragmentos.
Fig. 5. En ocasiones la transformación del fragmento en colgante
comprende el acondicionamiento de ambos extremos. Pieza
procedente de Cova de l'Or (ref. 105.357 SIP).
nes y valores diversos, en un proceso dinámico, en particular
en el curso de su circulación a través de redes de intercambio.
Estos objetos pueden evocar emociones por sus cualidades visuales y materiales.
Algunos elementos de adorno parecen más valiosos o importantes tanto por estar confeccionados con materiales restringidos o exóticos como por ser distintivos visualmente. También
el grado de modificación física de un ornamento puede incrementar ese valor; ello se puede conseguir utilizando técnicas
como perforación y pulido, alterando en diversos grados la morfología original.
Esta transformación de brazaletes en un objeto menor como
son los colgantes, encaja con la definición propuesta por K.T.
Lillios (2010) sobre la fabricación de reliquias a través de la modificación y/o miniaturización de un objeto de valor, teniendo en
cuenta que no todas las reliquias son objetos sagrados. Aunque
la autora no considera justificado separar las reliquias en una
categoría de análisis (Lillios, 1999) sí que apunta algunas consideraciones interesantes, remarcando que sirven para propiciar
el recuerdo, para invocar un pasado distante, ancestral. Estos
objetos no son accesibles de la misma manera a los miembros de
una comunidad, su posesión puede ser el reflejo de diferencias
sociales, y se mantienen en uso o circulación durante un número
de generaciones.
5. FRAGMENTACIÓN INTENCIONAL
Fig. 6. Las modificaciones que presentan algunos fragmentos de
brazalete comprenden, además de la perforación, el rebaje y pulido
del extremo. Pieza procedente de Cova de l'Or (ref. 105.387 SIP).
144
La idea de que los objetos fragmentados son resultado de la
rotura accidental o de procesos tafonómicos, es decir procesos no relacionados con intencionalidad humana, está profundamente enraizada. No obstante, algunos autores (Chapman,
2000) han cuestionado esta premisa y exploran la posibilidad
de una fragmentación deliberada y uso de los fragmentos para
el establecimiento y mantenimiento de lazos entre personas
y grupos. Sus trabajos sobre materiales del neolítico balcánico aportan ideas sugerentes: en contextos arqueológicos, la
ausencia de remontajes puede indicar que los fragmentos de
objetos “incompletos” se transportaron fuera del sitio para su
uso o su deposición en otro lugar. Sus estudios han mostrado,
a través del remontaje de cerámicas y figurillas, el grado de
movilidad de un objeto tras su desperfecto o rotura, argumentando que diversos fragmentos de materiales seleccionados
fueron utilizados en intercambios, enlazando gentes y luga-
[page-n-152]
Los brazaletes de esquisto: un elemento de la identidad cardial
res (Chapman y Gaydarska, 2007). El término que define está
práctica social es el de ‘encadenamiento'; los remontajes de
fragmentos encontrados en varios yacimientos, en ocasiones
alejados a gran distancia, se consideran ilustrativos de estas
transacciones o actividades sociales.
En el caso de los brazaletes finos en yacimientos valencianos no hemos localizado ningún remontaje entre yacimientos.
Los escasos fragmentos que remontan pertenecen a un mismo
yacimiento. Este hecho hace pensar en la posibilidad de que
no se trate únicamente de brazaletes rotos, sino de objetos incompletos. No podemos descartar la posibilidad de que estos
ornamentos llegaran a estos yacimientos y se depositaran incompletos. Podemos suponer que en ocasiones, a lo largo de la
prehistoria, los elementos intercambiados son fragmentos que
pueden –del mismo modo que un objeto completo– crear lazos
o relaciones entre personas o grupos, y transmitir el significado
simbólico de la pieza completa.
Tampoco podemos descartar la idea de que nos encontremos ante la destrucción deliberada de objetos de valor. Algunos
autores (Chapman, 2000) han señalado que la fragmentación
intencional de elementos de la cultura material puede constituir
un proceso asociado al duelo o luto. Los ornamentos sirven para
encarnar o reflejar roles y estatus, y tal vez la pérdida o desaparición de estas cualidades se plasme en la fragmentación y
amortización de brazaletes.
Un mismo objeto puede sufrir cambios en su valoración y
significado dependiendo de múltiples factores. La reutilización
y reincorporación de los brazaletes fragmentados al ornamento
personal es una forma de interactuar con el pasado.
6. ALGUNAS REFLEXIONES: LOS BRAZALETES
COMO ELEMENTOS DE MEMORIA
No podemos asumir con certeza que al romperse un brazalete acaba su utilidad y los fragmentos son amortizados. Las
partes de un objeto pueden desplazarse en el espacio y en
el tiempo desde la rotura, incluso pueden ser objeto de otra
fragmentación. Los fragmentos también traen a la memoria
el brazalete completo, pueden evocar recuerdos tanto colectivos como personales.
En el caso de los brazaletes finos de esquisto, la manipulación y acondicionamientos realizados para su transformación en
colgantes tras su fractura nos hablan del interés y la voluntad de
preservar estos ornamentos.
Las cualidades formales de la materia prima, sus caracteres visuales, textura y otros efectos juegan un papel importante
en el efecto de recordar. En este caso, el escaso grosor de los
brazaletes, el color oscuro de la roca empleada como soporte,
y el acabado pulido pueden motivar la rememoración de eventos, lugares geográficos o creencias con las que estos objetos se
asociaron. Esos recuerdos pueden jugar un papel crucial en la
formación de identidades y valores sociales compartidos.
La distribución geográfica de estas piezas es sugerente.
Un vistazo al mapa de yacimientos (fig. 2) nos muestra que
la presencia de estas piezas está ligada a buena parte de los
yacimientos en los que se ha definido el proceso de neolitización peninsular, con presencia de cerámicas impresas. Son
unas piezas que se relacionan claramente con las comunidades del ámbito mediterráneo.
También resulta interesante constatar donde no aparecen
estos objetos. En la zona catalana no encontramos brazaletes
finos de esquisto, lo que podría significar la posible existencia
de diferentes tradicionales culturales dentro del mundo cardial.
El hecho de que los conjuntos numerosos de estas piezas estén presentes en algunas cavidades peninsulares como Nerja,
Carigüela, Or o Sarsa incide en la idea del papel singular que
debieron tener estos espacios.
Aun con ciertas lagunas sobre el contexto deposicional preciso en muchos de los yacimientos, se puede afirmar que los
brazaletes de esquisto son elementos para los vivos, y no están
ligados a prácticas funerarias.
Estos ornamentos presentan cierta fragilidad y fácilmente
pueden fracturarse, perderse o ser destruidos. Se mantienen
en uso y se reutilizan durante algunas generaciones
porque tienen cierto valor para sus poseedores. En este
caso, los brazaletes finos de esquisto tienen una presencia
temporal acotada a las primeras fases del neolítico inicial,
y desaparecen del registro arqueológico valenciano en el V
milenio a.C., considerando los datos que ofrece Cova de les
Cendres (Pascual Benito, 2009). Si nos fijamos en la reciente
excavación de Benàmer (Torregrosa et al., 2011), los autores
indican que atendiendo a las características de las evidencias
que aparecen en el depósito donde se recuperó un brazalete
de esquisto y un fragmento de cerámica cardial, se trata de
objetos desechados. Este hallazgo, y la datación del contexto,
indica que en el V milenio a.C. la importancia y el aprecio
hacia estos objetos había decaído por completo. Ello puede
interpretarse como una reordenación de los valores sociales
y culturales de los grupos neolíticos, que pueden virar hacia
otros adornos, otra ideología y otros rituales.
Los adornos de materiales duraderos tienen un ciclo de producción, uso, circulación, durante el cual están asociados de
forma dinámica a lugares, grupos, personas y desplazamientos
dentro de las redes sociales. Los recuerdos asociados a estas piezas son olvidados cuando dejan de estar en uso. Los brazaletes
de esquisto no volverán a formar parte de la cultura material de
los grupos neolíticos. Su abandono o desuso indica el final de
un ciclo y una reordenación de los lazos sociales así como de
las redes y circuitos de intercambio que estuvieron en funcionamiento durante el mundo cardial. Tras este momento se configura un nuevo orden donde será necesaria una nueva identidad
social que se expresará por cauces diversos pero incorporando
otros elementos de adorno y de prestigio.
Todavía estamos lejos de conocer toda la información que
pueden aportar estos ornamentos, y son más los interrogantes
que se abren tras una breve revisión de los materiales recuperados en unos yacimientos paradigmáticos como Cova de l'Or
y Cova de la Sarsa. Este breve ensayo es un punto de partida,
a partir del cual se hace necesario profundizar en el estudio de
las colecciones, en las caracterizaciones petrológicas a fin de
confirmar o descartar procedencias, y en la cronología y temporalidad de los brazaletes, y su relación con otros apartados
del registro. Añadir el carácter nmemotécnico de unos objetos
tan singulares a la interpretación arqueológica puede ayudar a
entender su valor cultural y social.
145
[page-n-153]
T. Orozco Köhler
AGRADECIMIENTOS
No quiero dejar de agradecer las facilidades que nos ofrecieron en
el Museo Arqueológico de Granada y en el Museo de Almería para
la consulta de sus fondos. El punto de partida de este trabajo en curso ha sido el Servei d'Investigació Prehistòrica de la Diputación de
Valencia, sus colecciones, y su personal, que conoce sobradamente
mi gratitud.
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Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 147-158.
Unas técnicas muy neolíticas:
ranurado y abrasión para la elaboración de punzones
a partir de metapodios de ungulados
JoseP lluís PasCual Benito
reSumen
Los punzones elaborados a partir de la mitad longitudinal de metapodios de cápridos y cérvidos que conservan parte de la
epífisis como base son un tipo que posee una vigencia cronológica amplia y una gran distribución geográfica, documentándose
en casi todos los yacimientos peninsulares desde el inicio de la economía de producción hasta la Edad del Bronce, en
ocasiones en gran cantidad. En este trabajo se analizan los diversos procedimientos técnicos utilizados para la bipartición de
los metapodios y los posteriores pasos seguidos para la fabricación de este tipo de punzones, tomando como base las piezas
técnicas documentadas en los yacimientos neolíticos y calcolíticos del País Valenciano y Andalucía, y los datos obtenidos a
partir de los punzones acabados procedentes de yacimientos valencianos.
PalabraS claVe:
Neolítico, Calcolítico, País Valenciano, Andalucía, punzones, metapodios.
abSTracT
Really Neolithic techniques: grooving and abrasion for the production of awls from metapodial bones of ungulates. Awls made
from longitudinal halves of caprine and cervids metapodial bones that preserve part of their epiphysis constitute a type of tool
having a broad chronology and wide geographical distribution. In fact, they are recorded in a number of settlements of the
Iberian Peninsula from the Neolithic period up to the Bronze Age. In this work we analyse the technological sequence for the
partition of metapodial bones and the subsequent steps carried out in the production of this type of awls. We take into account
objects recovered from Neolithic and Chalcolithic sites from the Valencian country and Andalusia.
keywordS:
Neolithic, Chalcolithic, Valencian country, Andalusia, awls, metapodial bones.
En el registro arqueológico es un hecho bien documentado que a
la introducción de la economía de producción se asocia una cultura material nueva entre la que la industria ósea tiene un papel
destacado. Las primeras comunidades neolíticas fabricaron toda
una serie de implementos en materia dura animal que carecía de
precedentes entre los últimos grupos de cazadores-recolectores.
El listado de novedades resulta amplio y variado, destacando
nuevos útiles como las cucharas o las gradinas, o elementos de
adorno como los anillos.
Como suele ocurrir en las industrias óseas prehistóricas,
también durante el Neolítico el grupo de utensilios más numeroso pertenece a la familia de los apuntados. Dentro de ellos
existe un tipo que se documenta en casi todos los yacimientos,
en ocasiones en gran cantidad, el de los punzones elaborados a
partir de la mitad longitudinal de metapodios de ungulados, generalmente de talla pequeña. Sin embargo, a pesar de su importancia numérica, las evidencias sobre su fabricación son escasas
en el registro arqueológico.
En este artículo trataremos de los diversos procedimientos
técnicos utilizados para la fabricación de este tipo de punzones
en base a las piezas técnicas documentadas en los yacimien-
tos de la península Ibérica y a los datos obtenidos a partir de
los punzones acabados procedentes de yacimientos valencianos
analizados con anterioridad (Pascual Benito, 1988).
Con este trabajo queremos homenajear a Bernat Martí, maestro de los que nos dedicamos a la investigación de la Prehistoria
reciente y un autor referente para el Neolítico del Mediterráneo
occidental. Respecto al tema que nos ocupa, señalar que B. Martí, en el análisis del hueso trabajado de los sectores J de la Cova
de l'Or (Martí et al., 1980), nos ofrece interesantes observaciones sobre este tipo de punzones que van más allá de la muestra
analizada. Ya en el inventario de materiales las descripciones que
utiliza son rigurosas, señalando las partes del hueso utilizadas y,
en ocasiones, la especie, además de acompañarlas con ilustraciones que muestran dos o tres caras de los punzones, aspectos poco
habituales en el momento del estudio. En el análisis posterior,
entre otros aspectos, señala que “durante el Neolítico antiguo la
mayor parte de los punzones se fabrican sobre metapodios de
ovicápridos cortados longitudinalmente y presentan una fina
punta de sección circular” (ibíd.: 139), indica su perduración
a lo largo de todo el Neolítico –aunque son menos abundantes
conforme este avanza– y durante el Eneolítico, cuando son más
147
[page-n-155]
J. L. Pascual Benito
numerosos los punzones de tibia de conejo y los de metapodio
de ovicáprido con la caña entera y la punta biselada, poniendo
como ejemplo la Ereta del Pedregal. También hace observaciones sobre la funcionalidad de estos elementos considerando que
los “finos punzones sobre la mitad de metapodio de ovicáprido
debieron ser agujas para el cabello” (ibíd.).
1. LAS MATRICES SOBRE METAPODIO EN LA
PENÍNSULA IBÉRICA
Los metapodios con evidencias de ser matrices para la confección de punzones son escasos en el registro arqueológico
holoceno. En la península Ibérica, hasta la fecha, solo se han
documentado en dos zonas. Por una parte en el País Valenciano, donde contamos con once ejemplares procedentes de cinco
yacimientos (fig. 1), la mayor parte de los cuales ya fueron
estudiados en un trabajo anterior (Pascual Benito, 1998: 106107) y que, junto con los nuevos hallazgos, han podido ser
analizados directamente con mayor detalle, correspondiendo
seis al Neolítico antiguo y cinco al Neolítico final. Por otra
parte en Andalucía, donde el rastreo bibliográfico ha permitido
encontrar diez piezas documentadas en ocho yacimientos, cuyos datos hemos extraído de las, a veces, escuetas descripciones y de las ilustraciones de las publicaciones donde se presentan (fig. 2), dos de ellas corresponden al Neolítico antiguo, una
al Neolítico medio, una al Neolítico tardío, una al Neolítico
final, una al Calcolítico precampaniforme y cuatro a contexto
indeterminado.
Dado lo exiguo de la muestra, a continuación se describen
cada una de las matrices de punzones indicando su procedencia,
la clasificación taxonómica en los casos analizados directamente1 o en los que se indica cuando fueron publicados, las señales
antrópicas que presentan, su adscripción cronocultural y sus dimensiones en milímetros (longitud, anchura máxima y espesor
máximo).
Cova de l'Or (Beniarrés, Alicante)
- Metacarpo derecho de Ovis aries con restos de ocre en la
epífisis distal. K-35 capa 28. Inicio del Neolítico antiguo.
151x26x18 mm (fig. 1: 1).
- Metatarso derecho de Ovis aries con profundos surcos por
incisión longitudinal que recorren la totalidad de las caras dorsal y plantar. H-4 capa 6. Neolítico antiguo (Vento, 1985: fig.
13: 1). 156x23x11mm (fig. 1: 2).
- Metapodio con fina incisión longitudinal en la cara dorsal,
fragmentado en la epífisis distal. K-35 capa 23. Neolítico antiguo. 118x22x15 mm (fig. 1: 3).
- Metacarpo derecho de Ovis aries con dos facetas de abrasión
en la cara dorsal y una en la palmar. En ambas la dirección
de la abrasión es oblicua con respeto al eje longitudinal de la
pieza. Neolítico antiguo. 131x23x11,5 mm (Pascual Benito,
1998: fig. III.98: 2) (fig. 1: 5).
- Metacarpo derecho de Capra sp. con amplias facetas de abrasión en las caras dorsal y palmar. La dirección de la abrasión
es oblicua y transversal al eje longitudinal de la pieza. Fragmentado en la diáfisis a la altura del inicio de la epífisis distal.
Neolítico antiguo. 116x26x10,5 mm (Pascual Benito, 1998:
fig. III.98: 1) (fig. 1: 6).
Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia)
- Metacarpo izquierdo de Ovis aries que en la cara palmar
de la diáfisis presenta un surco longitudinal que es doble
en el tercio proximal por desvío de útil lítico con el que se
realizó la incisión. Fragmentado en dos trozos a la altura del
tercio distal. Sector B capa 3. Neolítico final. 140x23x15
mm (fig. 1: 7).
Niuet (l'Alqueria d'Asnar, Alicante)
- Metacarpo derecho de Ovis aries que en su cara palmar presenta un surco longitudinal irregular formado por dos incisiones más profundas y abundantes incisiones oblicuas que parten del mismo, producto del desvío de útil lítico con el que se
realizó la incisión. Foso A, estrato II, D capa 4. Neolítico final.
125x23x16 mm (Pascual Benito, 1994: fig. 5-1: 13; 1998: fig.
III.98: 3) (fig. 1: 8).
- Metacarpo izquierdo de Ovis aries con la epífisis distal
desprendida en cuyas caras dorsal y palmar presenta surcos
longitudinales. En la cara dorsal el surco está formado por
una única incisión recta, mientras que en la palmar se observan múltiples incisiones longitudinales aplicadas en ambos
sentidos a las que se suman abundantes incisiones oblicuas
menos profundas que parten del surco central producidas
por el desvío del útil lítico con el que se efectuó la incisión.
Foso A, estrato II, H-5 capa 21. Neolítico final. 120x25x16
mm (Pascual Benito, 1994: fig. 5-1: 14; 1998: fig. III.98: 4)
(fig. 1: 9).
- Mitad longitudinal de metapodio de caprino fragmentado
en ambos extremos con restos de una incisión longitudinal
profunda y otras oblicuas de menor profundidad producto del
desvío del útil de corte en el borde mejor conservado. Foso A,
estrato IV. Neolítico final. 199x10,5x6 mm (Pascual Benito,
1994: fig. 5-1: 15; 1998: fig. III.98: 5).
Fuente Flores (Requena, Valencia)
Cova de la Sarsa (Bocairent, Valencia)
- Mitad longitudinal de metacarpo derecho de Ovis aries hendido por sendas incisiones longitudinales en las caras dorsal y
palmar. Ambos bordes presentan largas estrías longitudinales,
finas y paralelas. Neolítico antiguo. 116x26x10,5 mm (fig. 1: 4).
1
Agradecemos a Alfred Sanchis la ayuda facilitada en esta tarea.
148
- “Fragmento proximal de metacarpo derecho de Cervus
elaphus con profunda incisión central” (Juan-Cabanilles y
Martínez Valle, 1989: 201). Conserva parte de la epífisis
proximal. La incisión longitudinal se realiza aprovechando el canal del surcus medularis de la cara dorsal que tras
la operación presenta sección en V, observándose en ambas
partes abundantes incisiones longitudinales, finas y paralelas. Neolítico final. M-52432. 58x30x14,5 mm (fig. 1: 10).
[page-n-156]
Unas técnicas muy neolíticas: ranurado y abrasión para la elaboración de punzones a partir de metapodios de ungulados
Fig. 1. 1-3: Cova de l'Or (Beniarrés, Alicante). 4-6: Cova de la Sarsa (Bocairent, Valencia). 7: Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia). 8-9:
Niuet (l'Alqueria d'Asnar, Alicante). 10: Fuente Flores (Requena, Valencia).
149
[page-n-157]
J. L. Pascual Benito
Cueva del Toro (Antequera, Málaga)
- Metatarso de Ovis aries con dos profundas acanaladuras longitudinales en la caras dorsal y palmar producidas por incisión
que han eliminado la totalidad del espesor del hueso diafisario
en gran parte de su recorrido. Procede de la Fase IV atribuida
al Neolítico antiguo. 114,6x23x10,4 (Martín, Cámalich y González, 2004: fig. 98: 5; Cámalich y Martín, 2013: Lám. 1:1;
foto: don Hilario) (fig. 2: 1).
El Malagón (Cúllar-Baza, Granada)
- “Metatarso de Ovis aries, virtualmente completo a excepción
de una pequeña fractura reciente en uno de sus lados junto a la
epífisis proximal. El hueso presenta una profunda incisión en
cada una de sus caras lo que sugiere que estaba siendo utilizado para la fabricación de objetos, muy probablemente punzones. Tales incisiones recorren la pieza en toda su longitud, y
probablemente fueron realizados con una pieza de sílex, bien
una sierra, un perforador, etc. Los bordes de dichas cisuras son
simétricos y regulares”. Procede de la cabaña F atribuida al
Calcolítico precampaniforme (Salvatierra, 1982: 129, fig. 7:
2a) (fig. 2: 2).
Cueva de los Inocentes (Priego, Córdoba)
- Mitad longitudinal de metapodio de caprino hendido. Sin
referencia estratigráfica. Pieza depositada en el Museo de
Córdoba en 1967 por el Grupo de Espeleología de Córdoba.
Atribuido al Neolítico medio, ca. 3800-3500 a.C. 130x12x6
mm (CER.es) (fig. 2: 3).
- Metapodio de caprino “seccionado parcialmente en sentido
longitudinal en ambas caras, además de haberse adelgazado
por frotación, como indican las señales que muestra en su superficie”. Procede de rebuscas clandestinas. 127x22,9x14,6
mm (Gavilán, 1987: 444, fig. 204: 31) (fig. 2: 4).
Cueva de la Murcielaguina (Priego, Córdoba)
- Metapodio de caprino con la epífisis distal desprendida que
“muestra en una de sus caras evidentes señales de abrasión”,
acción que, según el dibujo publicado, ha producido una faceta
plana y eliminado el hueso diafisario en su mitad proximal.
Procede de rebuscas superficiales. 127x21,9x11,4 mm (Gavilán, 1989: 243, fig. 130: 188) (fig. 2: 5).
Cueva de la Carigüela (Píñar, Granada)
- Metapodio de caprino con una cara totalmente plana repleta de trazos oblicuos producto de una abrasión intensa que
ha hecho desaparecer la pared ósea del extremo proximal,
mientras en el distal “se habían empezado a alisar las dos
partes de la articulación; el resto de la pieza no presenta señales de trabajo” (Salvatierra, 1980: 67; 1982: 62). Procede
del estrato VIII del corte G, atribuido por su excavador al
Bronce I inicial (Pellicer, 1964: 36, fig. 13: 5) y, posteriormente, al Neolítico tardío (Salvatierra, 1980: 67, fig. 2: 5).
132x20x17 mm (fig. 2: 6).
- Mitad longitudinal de metapodio de caprino que “conserva
ambas epífisis y con huellas indudables de haber sido cortado
en ambos laterales”. Procede de estratos del Neolítico antiguo
150
(Salvatierra, 1980: 44, fig. 1: 2). Por la morfología de la epífisis proximal que se observa en la publicación debe tratarse de
un metatarso. 139,8x18x9 mm (fig. 2: 7).
Cueva de la Ventana (Píñar, Granada)
- Metapodio de caprino “trabajado por abrasión en sus dos
caras laterales hasta obtener una lámina muy fina. Conserva
toda la anchura de la epífisis distal, habiendo sido empezada
a eliminar la proximal. Pudo obtenerse un punzón de longitud
extraordinaria o incluso dos. El medio de fabricación viene a
significar una variación y un perfeccionamiento del sistema
de abrasión frontal, con posibilidades de unirlo al de abrasión
doble” (Salvatierra, 1980: 53, fig. 6: 9). “El trabajo fue realizado mediante abrasión intensa, habiéndose eliminado prácticamente el canal medular, presentando una cara plana, mientras
la otra, exterior, presenta los bordes redondeados”. 148x8,4
mm (Salvatierra, 1982: 75, fig. 3: 1) (fig. 2: 8).
Polideportivo de Martos (Jaén)
- “Mitad longitudinal de metapodio, posiblemente de cérvido”, clasificado como “resto de manufactura”, que conserva
parte de la epífisis proximal. Se encuentra “seccionado longitudinalmente por cortes practicados en ambas caras facilitándose la escisión por el surco natural del soporte. Una de
las caras conserva las estrías de los deslizamientos laterales, e
involuntarios, del útil al iniciarse la operación”. El yacimiento
se data entre fines del IV e inicios del III milenio a.C. (Mérida,
1991-92: 127, fig. 3: 10) (fig. 2: 9).
Los Castillejos (Montefrío, Granada)
- Mitad longitudinal de metapodio de Cervus elaphus. Según
el dibujo publicado la cara interior se encuentra totalmente alisada, solo marcando ligeramente el canal medular cerca de las
epífisis. En la publicación no se indica ninguna referencia estratigráfica de la pieza (Salvatierra, 1982: 231, fig. 6.1) (fig. 2: 10).
Como se observa en la tabla 1, en la península Ibérica, aunque
existe un buen número de casos que carecen de una determinación anatómica precisa, se constata en las matrices una preferencia por los metacarpos de Ovis aries. Si bien en los punzones
acabados de algunos yacimientos como la Cova Fosca (Ares)
son los metatarsos los que dominan (Gutiérrez et al., 2014), al
igual que sucede en otras regiones extrapeninsulares como el
mediodía francés, hecho que se ha explicado por la naturaleza
del metatarso respecto al metacarpo: más largo, redondo y fino,
y con el surco anatómico más profundo, por lo que se dejaría
serrar con mayor facilidad (Choi, 1999: 70).
Tabla 1. Materia prima de las matrices de punzones de la península
Ibérica.
Metapodio
Metatarso
Metacarpo
3
6
1
Total
1
Ovis aries
Capra sp.
Caprino
Cervus elaphus
7
2
9
4
8
21
1
Total
9
1
8
3
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Unas técnicas muy neolíticas: ranurado y abrasión para la elaboración de punzones a partir de metapodios de ungulados
Fig. 2. 1: Cueva del Toro (Antequera, Málaga) (dibujo: Martín, Cámalich y González, 2004: fig. 98: 5; Cámalich y Martín, 2013: lám. 1:1.
Fotografía: don Hilario). 2: El Malagón (Cúllar-Baza, Granada) (Salvatierra, 1982: fig. 7: 2). 3-4: Cueva de los Inocentes (Priego, Córdoba)
(CER.es. Fotografía: Valme Rodríguez Escudero; Gavilán, 1987: fig. 204: 31). 5: Cueva de la Murcielaguina (Priego, Córdoba) (Gavilán,
1987: fig. 130: 188). 6-7: Cueva de la Carigüela (Píñar, Granada) (Salvatierra, 1980: fig. 1: 2 y 2: 5). 8: Cueva de la Ventana (Píñar,
Granada) (Salvarierra, 1980: 53, fig. 6: 9). 9: Polideportivo de Martos (Jaén) (Mérida, 1991-92: fig. 3: 10). 10: Los Castillejos (Montefrío,
Granada) (Salvatierra, 1982: fig. 6.1).
Respecto a la especie mayoritaria, Ovis aries, encuentra su
explicación en su mayor presencia entre los restos de fauna, por
tanto en su mayor disponibilidad. Así ocurre por ejemplo en la
fauna de la Cova de l'Or, donde los restos de ovicaprinos suponen el 56,2% del total y, entre los que se ha podido discriminar
la especie, el 87,6% corresponden a ovejas (Pérez Ripoll, 1980).
Si atendemos a los punzones acabados, encontramos resultados similares. El estudio de un conjunto de 188 piezas de
hueso trabajado de las excavaciones antiguas de la Cova de
l'Or concluía que, del total, el 22% correspondía a huesos de
Capra/Ovis y el 23,7% de Ovis aries, y que los metapodios
eran los huesos del esqueleto más empleados para la confec151
[page-n-159]
J. L. Pascual Benito
ción de punzones, ya que comprendían el 70% del total de
utensilios de cabra/oveja y el 42% del total de las especies
(Pérez Ripoll, 1980: 250-51).
Posteriormente, el análisis de 411 punzones sobre metapodio hendido procedentes de yacimientos neolíticos valencianos reveló un amplio predominio de los metapodios de
rumiantes de pequeña talla sobre los de gran talla, el 92,2 %
pertenecían a ovicaprinos, entre los que se identificaron Ovis
aries, Capra hircus y, en algún caso, Capreolus capreolus, y
el 6,2% a ungulados de gran talla, de los que el 3,4% eran de
Cervus elaphus, el 0,5% de Equus sp. y el 2,4% de gran mamífero indeterminado, mientras que el 1,5% correspondía a
indeterminados. Los metapodios de ovicaprinos eran seleccionados mayoritariamente entre individuos de más de tres años
de edad con el fin de que la polea articular de la epífisis distal
del hueso se encontrara ya soldada, cosa que sucedía en el
86,5% de los casos (Pascual Benito, 1998).
En cuanto a las dimensiones de estas matrices (tabla 2) se
corresponden a las medidas anatómicas de los metapodios. Únicamente en un par de ejemplares el espesor varía a lo largo de
todo el hueso, siendo menor que en estado natural al haber sido
adelgazados por abrasión.
Tabla 2. Dimensiones en milímetros de las matrices de punzones de
yacimientos valencianos.
Máxima
Mínima
Media
156
120
134,4
Ancho distal
26
8,5
20,3
Espesor distal
16
4,5
12,4
Ancho medial
16
11
12,5
Espesor medial
11
5,5
9,8
Ancho proximal
25
10,5
20,9
Espesor proximal
15
6
12,1
Longitud total
2. LA FABRICACIÓN DE PUNZONES A PARTIR DE
METAPODIOS
2.1. el SeccIonado longITudInal de loS meTaPodIoS
La abrasión, el ranurado longitudinal, la mezcla de ambas técnicas o la percusión se aplican sobre huesos largos, generalmente metapodios, con el objeto de dividirlos en dos mitades
simétricas que permiten la obtención de dos o cuatro útiles.
La efectividad de estas técnicas ha sido constatada mediante las diversas reconstrucciones experimentales realizadas
por varios investigadores, sobre todo a partir de metapodios
de pequeños rumiantes, caprinos sobre todo (Poplin, 1974;
Camps-Fabrer y d'Anna, 1977; Murray, 1979) y también sobre metapodios de grandes rumiantes, ciervo (Mihail y Provenzano, 2014) o caballo (Choyke y Tóth, 2013).
La observación de las huellas que presentan los metapodios
anteriormente descritos muestran que se emplearon diversos
procedimientos técnicos para el seccionado longitudinal de los
mismos, los cuales en ocasiones coexistieron en el mismo yacimiento, y que pasamos a describir a continuación.
152
2.1.1. Ranurado longitudinal
Consiste en practicar una incisión longitudinal sobre una o las
dos caras de los metapodios –dorsal y palmar– con un instrumento de piedra tallada mediante repetidas incisiones que producen un amplio surco, aprovechando el canal medular anatómico (surcus medularis) de estos huesos.
Resultado de esta operación es una profunda ranura longitudinal o surco de sección en V que recorre todo el hueso hasta
ambas epífisis, la cual muestra en sus caras múltiples estrías paralelas, finas y poco profundas orientadas longitudinalmente. En
algunas ocasiones se pueden observar a los lados del surco, incisiones paralelas o ligeramente inclinadas con respecto al canal
medular, y otras más desviadas o líneas de fuga que se producen
al salir el instrumento lítico del surco principal (Pascual Benito,
1998: fig. III.98: 3-5).
El procedimiento de ranurado longitudinal se constata en
once de los casos analizados, pudiéndose localizar sobre una
o sobre las dos facetas del metapodio: siete en las caras dorsal
y palmar (Or, Sarsa, Niuet, Carigüela, Toro, Inocentes y Malagón), tres sólo en la cara dorsal (Or, Niuet, Fuente Flores) o uno
sólo en la cara palmar (Ereta).
Cuatro de los ejemplares analizados son mitades longitudinales del metapodio que, en ambos bordes, muestran restos de
una de las facetas de la ranura longitudinal (Sarsa, Niuet, Carigüela e Inocentes).
La separación definitiva de las dos mitades longitudinales
de los metapodios se consigue cuando el surco del ranurado ha
alcanzado la profundidad adecuada. Dos técnicas pueden ser
empleadas: la flexión y la percusión indirecta con la ayuda de
un instrumento biselado (¿cinceles de hueso?) colocado en el
caso de ranurado longitudinal a la altura del canal interóseo distal, práctica que, en algunos casos ha quedado reflejada en una
muesca presente en los bordes del fuste cerca de la epífisis, visible aún en algunos punzones acabados, como se puede observar
en piezas de Or y Sarsa (fig. 4: 1, 11 y 12). Una vez separadas
las dos mitades, cada uno de los bordes que se situaban por debajo del surco muestran una superficie irregular que contrasta
con la de la faceta del corte mucho más suave y repleta finas
trazas longitudinales y paralelas (fig. 4: 2 y 3).
2.1.2. Abrasión
Consiste en el adelgazamiento de la superficie dorsal y/o palmar
del metapodio mediante abrasión. Se efectúa frotando el metapodio sobre una superficie lisa de piedra abrasiva, acción que produce en el hueso una faceta plana repleta de abundantes estrías paralelas, cuyo espesor varía en función del grano abrasivo empleado.
En las piezas estudiadas la abrasión afecta a las dos caras,
dorsal y palmar, en tres ocasiones (2 en Sarsa, Ventana) o a una
sola cara en dos casos (Carigüela y Murcielaguina).
Se constatan al menos dos métodos de abrasión en función
del tamaño de la superficie en que se aplica: sobre la totalidad
de la superficie o sobre parte de la misma. En el primer caso
se encuentran dos piezas de Sarsa con las facetas abrasionadas
planas, una presenta una amplia faceta alisada en cada cara mediante abrasión transversal, las cuales son paralelas entre sí (fig.
1: 6), y la otra tiene dos estrechas facetas alisadas en la cara dorsal que dejan una arista central y otra en la cara palmar, separada
por el canal medular (fig. 1: 5).
[page-n-160]
Unas técnicas muy neolíticas: ranurado y abrasión para la elaboración de punzones a partir de metapodios de ungulados
sidad en el tercio proximal. El resultado es el adelgazamiento
de la epífisis proximal hasta el punto que ha provocado sendas
perforaciones, mientras que la epífisis distal se ha conservado
completa (fig. 2: 4).
La otra pieza donde se combinan la abrasión y el ranurado
es un punzón del silo 6 de Niuet, el cual presenta abrasión total
sobre una faceta, dejando la superficie plana, y dos profundas
incisiones longitudinales en el centro de la diáfisis de la faceta
opuesta, por lo que posiblemente estaba preparado para proceder a la bipartición del metapodio antes de decidir dejarlo entero
(Pascual Benito, 1994: Fig 5.1: 6).
2.1.4. Percusión indirecta
Fig. 3. Punzón sobre metapodio de Cervus elaphus. Cova de l'Or.
Una variante de este procedimiento la encontramos en un
metapodio de Ventana, el cual presenta un tipo de abrasión peculiar. Se efectuó abrasión por ambas caras con diferente intensidad. En una de ellas afectó a la zona medio proximal del
hueso, mientras que en la otra afectó a la totalidad, habiendo
eliminado en un extremo la mitad transversal de los cóndilos
de la epífisis distal mientras que en el otro se conserva una
pequeña porción de la epífisis proximal, quedando la diáfisis
de sección plana en gran parte de su recorrido (fig. 2: 8). “La
ausencia de productos acabados que hayan podido ser obtenidos con esta peculiar técnica impide conocer el resultado de la
operación, si bien podría haberse destinado para confeccionar
un alfiler o varilla con una cabeza formada por la epífisis distal seccionada” (Salvatierra, 1980: 53). En Or existe un punzón sobre metapodio de ciervo que conserva la epífisis distal y
que fue fabricado mediante la abrasión de un solo lateral pero
afectando suavemente los cóndilos articulares (Pascual Benito,
1998: fig. III.17: 1) (fig. 3) y que, a diferencia del caso andaluz, resulta una pieza de gran robustez. En este caso, como en
otros constatados sobre metapodio de ovicaprino, la abrasión
se efectúa con una orientación oblicua respecto al hueso y no se
busca la bipartición del mismo, sino la fabricación de un único
punzón que tiene como base la epífisis distal completa aunque
afectada por abrasión en una cara.
2.1.3. Ranurado longitudinal más abrasión
En un par de ocasiones se constata el empleo de un procedimiento que combina dos técnicas, con ranurado longitudinal y
abrasión en la misma pieza. Un metapodio de Inocentes presenta sendas ranuras longitudinales en las caras dorsal y palmar de
la diáfisis que han afectado en su totalidad al espesor del hueso
diafisario en su parte central. Con posterioridad se efectuó una
abrasión en ambas caras. En una cara la abrasión es regular en
toda la diáfisis, mientras que la cara opuesta muestra más inten-
Existe además otro procedimiento más sencillo que no requiere
la preparación previa del metapodio para conseguir la preforma
de un punzón que conserve en su base la media diáfisis distal,
de la que no hemos encontrado matrices y que resulta difícil
observarlo en los punzones acabados toda vez que los posteriores pasos han borrado las trazas de esta operación. Se trata
de la obtención de un fragmento longitudinal de la parte distal
de metapodio por medio de percusión indirecta con la ayuda de
un cincel o cuña. En las reconstrucciones experimentales se ha
efectuado de dos maneras. Por una parte con el hueso en posición vertical, golpeando sobre la hendidura natural que presenta
la epífisis distal entre los dos cóndilos. Por otra, con el hueso en
posición horizontal, percutiendo sobre la parte distal de la diáfisis (Camps-Fabrer y d'Anna, 1977: figs. 2 y 3; Stordeur-Yedit,
1999). En ambos casos se obtiene una preforma más corta que
con los procedimientos de ranurado o abrasión.
2.2. el FaceTado de loS PunzoneS
Resulta difícil averiguar, en la mayor parte de los casos, el
procedimiento técnico utilizado para la obtención de un metapodio hendido, toda vez que por lo general las posteriores operaciones de regularización de la pieza han borrado las señales
que permiten reconocerlos. Solo en contadas ocasiones se han
conservado señales que evidencian el modo de obtención. Así,
en algunos punzones realizados mediante ranurado aún visibles los restos de las incisiones longitudinales (fig. 4: 4-6, 8
y 9) o las incisiones de fuga (fig. 4: 12), mientras que en los
obtenidos mediante abrasión, los bordes de algunos punzones
presentan una o las dos caras laterales de los cóndilos regularizados por abrasión (fig. 5).
Sea cual fuere la técnica utilizada, una vez obtenida la
mitad longitudinal del metapodio se observan diversos pasos
para la elaboración de las piezas acabadas, según se deduce
del análisis de cuatro centenares de punzones procedentes de
yacimientos valencianos desde el Neolítico antiguo a la Edad
del Bronce (Pascual Benito, 1998) y de las reconstrucciones
experimentales citadas.
Paso 1. Tras la bipartición longitudinal del metapodio, cada
una de las dos mitades pudo fragmentarse transversalmente a una
altura determinada, en función de la longitud buscada para los
punzones. Si se buscaba un punzón largo de cada mitad, una de
las epífisis era eliminada por percusión o flexión, consiguiendo de
ella un único punzón (fig. 4: 1), mientras que si se querían punzones más cortos, se fracturaba por la zona medial de la diáfisis,
con lo que se podían confeccionar dos punzones de cada mitad.
153
[page-n-161]
J. L. Pascual Benito
Fig. 4. Punzones sobre mitades longitudinales de metapodio de caprino obtenidos por ranurado longitudinal. Cova de la Sarsa: 1, 6-8, 11,
14 y 18. Cova de l'Or: 2-5, 9, 10, 12, 13, 15-17.
154
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Unas técnicas muy neolíticas: ranurado y abrasión para la elaboración de punzones a partir de metapodios de ungulados
Fig. 5. Punzones sobre mitades longitudinales de metapodio de
caprino obtenidos por abrasión. Cova de la Sarsa: 1 y 4. Cova de
l'Or: 2, 3, 5 y 6.
En los punzones localizados en yacimientos valencianos, se
constata la preferencia de conservar la media epífisis distal, un
86,8% del total de los mismos, de los cuales un 86,5% poseen
la media polea articular entera y un 13,5% presentan la polea
articular desprendida (fig. 4: 16 y 17), mientras en el 13,2% de
los casos es la epífisis proximal la conservada (fig. 4: 18).
Paso 2. Regularización de los bordes de la fractura y confección de la punta mediante raspado con útil de sílex y con
abrasión. Generalmente esta operación se realiza sobre toda la
superficie interior del hueso, excepto en algunos ejemplares en
los que quedan restos del inicio de la otra polea articular. Se produce mediante abrasión unifacial que, en muchos casos, elimina
los restos del canal medular. La punta se obtiene de la misma
forma pero modificando la inclinación de plano de abrasión en
todo el perímetro distal. En un par punzones (uno de Or y otro
de Cendres) se observan incisiones transversales en los bordes
producidas por el filo de un útil de piedra tallada, para ayudar a
su adelgazamiento (fig. 4: 7).
El extremo distal apuntado, generalmente se presenta con
los bordes rectilíneos que convergen progresivamente hasta
formar una punta afilada (93,4%), si bien existen además algunas puntas con forma destacada (3,6%), ojival (1,5%), biselada
(1%) y roma (0,5%).
Por su parte, la zona medial o fuste presenta los bordes paralelos (66,6%), convergentes (27,7%) y bicóncavos (5,7%). Según el grado de elaboración del fuste, el 54,6% de los punzones
tienen el canal medular presente, de sección cóncavo-convexa
marcada, mientras en el 45,4% el canal medular fue alisado, presentando diversas secciones: cóncavo-convexa suave (24,8%),
plano-convexa (6,8%), oval (7%), plana (3,9%), rectangular
(1,9%), plano-cóncava (0,5%) o circular (0,5%).
Paso 3. En algunos punzones se observa la regularización
de la media epífisis conservada. Si bien en la mayor parte de
los casos (76,2%) se conserva en su estado natural, algunos
de ellos (el 4,4%) presentan además un abultamiento parte de
la otra polea articular (fig. 4: 1, 11-13), en el 23,8% de punzones la epífisis se encuentra alisada. De los punzones con la
epífisis modificada, en el 69,6% el alisado se efectúa generalmente sobre los bordes laterales de la polea articular por
medio de dos facetas planas, testigo de la técnica empleada
para el tratamiento del metapodio fue la abrasión (fig. 5). En
el resto se produce una importante transformación y la abrasión afecta también a las otras partes del cóndilo, dando lugar a diferentes secciones: rectangular (16,5%), oval (6,3%),
trapezoidal (3,8%) o plana (3,8%), y a diversas morfologías
de la base: recta (71,4%), convexa (20%), ojival (2,9%) y
hendida (5,7%).
Paso 4. En tres punzones se observan algunas particularidades, consistentes en acanaladuras en la zona distal o proximal.
Un ejemplar de Or presenta una acanaladura transversal perimetral a escasa distancia de la punta (fig. 4: 9), un fragmento
distal de Sarsa conserva cuatro profundas incisiones transversales cortas en un borde del extremo distal y un ejemplar de Ereta
presenta una marcada acanaladura perimetral entre la epífisis y
el inicio de la diáfisis.
Paso 5. La última operación es el pulido total en la mayor
parte de los ejemplares, para lo cual se emplearía una muela
durmiente de arenisca de grano fino. Este tipo de abrasión produce una superficie alisada muy uniforme que, observada a gran
aumento, se encuentra cubierta de multitud grupos de microestrías muy juntas y paralelas, de profundidad y anchura semejante que se entrecruzan entre sí.
3. PECULIARIDADES REGIONALES Y CRONOLOGÍA
Los punzones fabricados a partir de metapodios hendidos tienen amplia vigencia cronológica y gran distribución geográfica.
Constituyen un tipo que, realizado sobre metapodios de mamíferos salvajes, aparece de forma esporádica desde el Paleolítico
superior y que, sobre metapodios de ovicaprinos, es un objeto
corriente en prácticamente todas las regiones europeas a partir
155
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J. L. Pascual Benito
de la domesticación de estos animales, desarrollándose durante
el Neolítico y perdurando en algunos lugares hasta época romana (Camps-Fabrer et al., 1990a).
En el País Valenciano este tipo de punzones se documentan tanto en contextos de habitación como funerarios desde el
inicio del Neolítico hasta el inicio de la Edad del Bronce (Pascual Benito, 1998). Son cuantitativamente importantes en las
industrias óseas del Neolítico antiguo, momento en el que se
encuentran presentes en prácticamente todos los yacimientos,
alcanzando por lo general los porcentajes más altos del utillaje
óseo, un 39,30% como media, aunque en algunos yacimientos
como Cova de la Sarsa alcanzan el 50,8%, descendiendo al
32,4% en el Neolítico medio. Constituye un tipo muy variado
en cuanto a dimensiones, grado de elaboración y señales de
uso, por lo que engloba elementos de pueden haber tenido una
funcionalidad muy diversa. Más de las dos terceras partes de
estos punzones coinciden en su morfometría y cuidado acabado final, por lo que pueden haberse utilizado también para funciones ajenas a las de un útil apuntado, como la de servir como
alfileres para el cabello o como elemento de sujeción, teniendo
en cuenta el lustre que aún conservan algunos ejemplares en
su parte medial.
Durante el Neolítico final, si bien los punzones realizados
sobre metapodio hendido siguen teniendo una presencia generalizada en algunos yacimientos y se encuentran bien representados, 5,6% en contexto de hábitat y 16,5% en enterramientos
del total de la industria ósea, serán los punzones sobre tibia de
lepórido los que dominen el conjunto, representando la tercera
parte del utillaje óseo. Los punzones sobre metapodio alisado de
ovicaprino de mayor longitud corresponden a contextos funerarios de este horizonte, así como el empleo de metapodio hendido de cérvido en sendos ejemplares de las cuevas de Pastora y
Llometes (Pascual Benito, 1998: fig. III.21).
A partir del Calcolítico campaniforme el descenso de los
punzones sobre metapodio hendido de ovicaprino se hace más
patente, suponiendo tan solo el 5% del total de la industria ósea
y desapareciendo en contextos funerarios. Pasan a ocupar el tercer lugar entre los punzones, dominando ahora los realizados
sobre diáfisis indeterminadas hendidas, seguidos de los totalmente facetados.
Durante la Edad del Bronce desaparecen estos punzones
y solo se documentan de forma anecdótica en escasos yacimientos y siempre en un número muy reducido de ejemplares
(López Padilla, 2011: 367).
Un comportamiento similar al del territorio valenciano se
observa en Andalucía oriental. Así, en la provincia de Granada,
los punzones sobre metapodio hendido son totalmente mayoritarios durante el Neolítico, descendiendo su producción en
época precampaniforme para desaparecer durante las fases del
Campaniforme y Bronce pleno (Salvatierra, 1982: 233). Igual
ocurre con los punzones sobre metapodio de ovicaprino obtenidos mediante la abrasión de una de sus caras que afecta a la epífisis distal, la cual se conserva completa pero abrasionada. Este
tipo de punzones son menos frecuentes que los anteriores como
se observa en la cuenca de Vera (Maicas, 2007: 139), salvo en
algunos conjuntos como el de la cueva de Carigüela de Píñar,
donde se encuentran estratificados en los niveles pertenecientes
al Neolítico medio, tardío y final (Salvatierra, 1980), o en el
Polideportivo de Martos, donde se seleccionan para ello los me156
tacarpos y representan casi la mitad del total de los metapodios
trabajados, siendo el soporte de industria ósea más abundante
(Mérida, 1991-92).
En Catalunya, durante el Neolítico antiguo existe gran variedad de punzones realizados a partir de metapodios de grandes y
pequeños rumiantes que conservan la epífisis distal o proximal,
con empleo de las técnicas de ranurado y de abrasión para su bipartición y ejemplares muy estandarizados de fuste fino y sección
rectangular, como se observa en el poblado de La Draga (Banyoles) (Rueda, 2000; Legrand-Pineau, 2011). Durante el Neolítico
medio, en contextos funerarios de la Cultura de los Sepulcros de
Fosa, son extraordinariamente abundantes los punzones de gran
tamaño obtenidos a partir de mitades longitudinales de metapodios de ovicaprinos y cérvidos mediante ranurado y que generalmente conservan la epífisis distal, existiendo algunas zonas como
la comarca de Solsona donde más abundan, en especial los que
superan una longitud de 190 mm fabricados a partir de metapodios de ciervo, clasificados como “puñales” y considerados como
característicos de esta cultura (Muñoz, 1965: 283). Así mismo son
los punzones más numerosos localizados en contextos no funerarios, como sucede en la minas de Gavà (Estrada, Borrell y Nadal,
2009). En el Valle del Ebro este tipo de punzones, denominados
allí de base articular, se constatan a partir del Neolítico antiguo en
el Prepirineo aragonés, pero es durante el Neolítico medio y final
cuando son más frecuentes, realizados generalmente en metapodios de ovicaprinos (Rodanés, 1987: 189).
En contextos extrapeninsulares los punzones realizados mediante la técnica de ranurado longitudinal son los que mayor
extensión geográfica y cronológica poseen, siendo comunes
en prácticamente todas las regiones europeas (Camps-Fabrer,
1990a), mientras que los confeccionados mediante abrasión son
más esporádicos y se documentan básicamente durante el Neolítico (Camps-Fabrer, 1990b). Para estos últimos se ha distinguido el uso de tres métodos de fabricación distintivos en los que
se emplea la abrasión. El más extendido es el de solo abrasión,
ampliamente difundido durante el Neolítico antiguo en Bulgaria,
Grecia, Europa continental y Cerdeña, estando presente también
en periodos neolíticos posteriores (culturas de Cortaillod en Suiza, Lagozza en Italia, Chassey en Francia y Calcolítico en Bulgaria). De menor extensión geográfica y cronológica son los otros
dos procedimientos técnicos, considerados como adaptaciones
locales, una con aserrado primero y posterior abrasión, utilizada
sobre todo en el Neolítico final de Bulgaria y sur de Europa occidental (Chassey), y otra en la que el orden se invierte con abrasión
primero y posterior aserrado, un método específico de la esfera
Cortaillod (Sidéra, 2005: 85, fig. 7).
En el Rubané de la Cuenca de París y en la Alta Alsacia la
presencia de punzones sobre metapodio “a flancs plats” –terminologia empleada por I. Sidéra (2008) para los punzones fabricados por abrasión–, de brazaletes de Glycymeris y de conchas
Columbella rustica perforadas se ha interpretado como producto de relaciones con el Cardial mediterráneo a partir del 5100
A.C. (Sidéra, 2010).
Como ocurre en algunos yacimientos valencianos, existen
lugares donde los metapodios de pequeños rumiantes alcanzan
notables proporciones dentro de la industria ósea, como por
ejemplo en los niveles del Neolítico antiguo del yacimiento búlgaro de Kovacevo, donde suponen el 25% de los útiles apuntados (Sidéra, 1998: 222).
[page-n-164]
Unas técnicas muy neolíticas: ranurado y abrasión para la elaboración de punzones a partir de metapodios de ungulados
En definitiva, los punzones fabricados a partir de la bipartición de metapodios de pequeños rumiantes se encuentran presentes en todas las regiones mediterráneas, desde el Próximo
Oriente hasta la península Ibérica desde los inicios de la economía de producción, perdurando hasta la Edad del Bronce, momento en que se constatan en escasos lugares. Podemos concluir
por tanto que este tipo de punzones constituyen un elemento
material característico de la industria ósea neolítica que, al contrario de otros productos óseos como las cucharas y los anillos,
se confeccionan en todos los lugares de forma similar, perdurando más de tres milenios sin que se produzcan cambios notables
en los procedimientos técnicos de fábrica.
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Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 159-180.
Implantación y desarrollo de los grupos neolíticos del sur
de la península ibérica. Reflexiones sobre algunos modelos
interpretativos desde los inicios del siglo XXI
JaVieR CaRRasCo Rus, antonio MoRgado
y FRanCisCo MaRtínez-seVilla
reSumen
Las recientes investigaciones del Neolítico andaluz en los inicios del siglo XXI están incidiendo sobre sus orígenes y
posteriores desarrollos. Consideramos necesaria una reflexión al respecto, valorando las líneas interpretativas generadas desde
el siglo precedente y cómo están afectando a los nuevos planteamientos. Varios son los modelos que con mayor o menor
éxito han sido formulados. Desde esta perspectiva, intentaremos reflexionar sobre algunos de ellos, con especial atención al
recientemente propuesto de la reactualización de la llamada “Cultura de las Cuevas” y “Cultura de la cerámicas impresasalmagras” a partir de la secuencia de Cueva de Nerja, con su posible incidencia en otros ámbitos geográficos, especialmente de
Andalucía Oriental. Asimismo, puntualizamos sobre la actual dispersión de “lo cardial” en el ámbito andaluz y sus apariciones
en cuevas sepulcrales y asentamientos. De igual forma, abundaremos sobre la problemática de estos enclaves y sus conjuntos
arqueológicos, generalmente vinculados a tradiciones diferenciadas y ámbitos geográficos concretos. En definitiva, breves
reflexiones sobre el Neolítico andaluz que nos han permitido sumarnos al muy merecido homenaje de nuestro querido amigo
y colega Bernardo Martí.
PalabraS claVe:
Neolítico Antiguo, Andalucía, cerámica cardial, Cultura de las Cuevas.
abSTracT
Settlement and development of neolithic groups in the south of the Iberian Peninsula. Reflections on some interpretive models
since the beginning of the 21st century. The 21st century research on the Neolithic in Andalusia has focused on its origin and
development. In this paper we consider several theoretical approaches by assessing the different interpretative lines of the
previous century and how these inform current thinking. Several models have been formulated with varying degrees of success
and here we reflect on some of these approaches, with special attention to the reactualized model of the “Culture of the Caves”
and the “Culture of the imprinted and almagras ceramics”, which emerged from the sequence of the “Cueva de Nerja”, and
evaluate their possible impact on other geographical areas such as eastern Andalucia. Furthermore, we will look at the current
dispersion of the cardial pottery in the Andalucia area and its appearances on burial caves and settlements. We also analyse the
problematic of archaeological sites and their archaeological remains linked to different traditions and specific geographical
areas. We conclude with some brief reflections on the Andalucia Neolithic which allow us to pay tribute to our dear friend and
colleague Bernardo Martí.
keywordS:
Early Neolithic, Andalucía, cardial pottery, Culture of the Caves.
1. LA INVESTIGACIÓN DEL NEOLÍTICO EN
ANDALUCÍA EN EL SIGLO XX. UNA PRIMERA
VALORACIÓN
Alguno de nosotros hemos explicitado que la investigación
sobre el Neolítico andaluz ha estado, en los últimos años, condicionada por un modelo interpretativo discutible (Carrasco
y Pachón, 2009; Carrasco et al., 2009, 2010a, 2010b, 2011a,
2011c, 2012, 2014). Este modelo tiene dos pilares básicos. Por
un lado, su estructura evolutiva de sucesión sociocultural sustentada desde la aparente coherencia sedimentaria de las “ocupaciones” de cuevas equiparada a rango cultural. Los restos
arqueológicos existentes en estos particulares lugares se han
elevado a la categoría de “cultura” sin pasar por un adecuado
planteamiento sobre qué representan estos contextos. En segundo lugar, la caracterización cultural y los cambios de este
Neolítico han sido realizados desde el análisis tipológico (formal y descriptivo) de las cerámicas procedentes de estos contextos geoarqueológicos. Todo ello al margen de una falta de
cuestionamiento y autocrítica, por parte de los investigadores,
entre los cuales en un primer momento nos incluimos, sobre
la naturaleza conductual del uso de los sistemas cavernarios
en el Neolítico y los procesos postdeposicionales, naturales
o antrópicos, que permitieron la formación de estos registros.
159
[page-n-167]
J. Carrasco Rus, A. Morgado y F. Martínez-Sevilla
Por tanto, las reflexiones mantenidas en este artículo abordan el debate sobre la dimensión de la caracterización cultural
de los primeros agricultores y ganaderos del sur de Iberia. Para
ello debemos partir de la crítica a los planteamientos mantenidos hasta la fecha, excesivamente normativistas, aunque extrañamente siguen funcionando. No obstante, consideramos que
son necesarias unas primeras líneas historiográficas para la mejor comprensión del problema aquí planteado.
En principio, tendríamos que incidir sobre la hipótesis de
trabajo emitida a partir de los años veinte del siglo pasado por P.
Bosch Gimpera, de gran trascendencia y reiteración en el tiempo, en su momento inimaginable para este investigador. Así,
en su “Arqueología Prerromana Hispánica” (Bosch Gimpera,
1920), expuesta como apéndice a la “Hispania” de Schulten,
sistematizaba el Neolítico peninsular. Trabajo en el que distinguía durante este largo periodo de la Prehistoria Reciente,
cuatro grandes círculos culturales en la península, entre los
cuales destacaba la “Cultura Central o de las Cuevas”, donde
incluía Andalucía, caracterizada por el asentamiento en cueva y
la cerámica decorada. En consecutivas investigaciones (Bosch
Gimpera, 1945, 1954, etc.) siguió manteniendo su hipótesis, con
alguna nueva caracterización, como la relación de estos asentamientos en cueva y los abrigos con arte esquemático. Posteriores investigadores como L. Pericot, M. Martínez Santa-Olalla,
J. San Valero, entre otros, aceptaron este modelo, aunque con
algunas matizaciones sobre sus orígenes, sin que variara sustancialmente el trasfondo cultural.
Los trabajos más recientes del citado investigador (Bosch,
1956) introdujeron algunos cambios terminológicos. Así, sustituyó la denominación de “Cultura de las Cuevas”, que daba
nombre al círculo que nos interesa, por el de “Cultura de las
Cuevas con Cerámica Decorada”. Terminología que se ha seguido utilizando hasta el momento presente, en su tiempo considerada por M. Tarradell (1960) como “la mejor y la más apropiada de todas las dadas hasta el momento”, matizando que la
vida en cuevas y la cerámica decorada son las dos características más importantes de este Neolítico. Este autor establecía cuatro grupos culturales: Cataluña, Levante, Andalucía y Portugal,
precisando que no todos tenían una similar caracterización, pues
existían ciertos atributos formales que los singularizaba, como
por ejemplo la cerámica cardial, aparentemente ausente en el
grupo andaluz y el asentamiento en poblados, solo reconocido
en el área levantina. Sin entrar en el debate sobre este modelo,
por el tiempo en que se realizó, consideramos la escasa validez
de su aplicación para la comprensión del poblamiento de las
comunidades del Neolítico, al menos en Andalucía. Al respecto,
podemos apuntar que no sólo se puede constatar la formalidad
de las cerámicas decoradas en contextos cavernarios, aunque
nunca se llegó a establecer el verdadero alcance de la funcionalidad conductual de su aparición en estos lugares, obviando
la asociación de estos conjuntos con las inhumaciones en ellas
realizadas. Ello plantea una nueva problemática vinculada al reconocimiento de los asentamientos al aire libre y sus modos de
vida, más de tipo agrícola que la tradicionalmente considerada
de comunidades pastoriles, deducidas de estos supuestos “hábitats cavernarios”.
En esta dinámica historiográfica, a finales de los años cuarenta tuvieron lugar las excavaciones de Bernabò Brea en Arene Candide de la Liguria italiana (1946 y 1956), que marcarán
160
un hito en el estudio del Neolítico mediterráneo, especialmente
para la estructuración de los conjuntos arqueológicos conocidos
procedentes de cuevas. Se establecía sobre su secuencia estratigrafíca una nueva periodización en Antiguo, Medio y Superior,
con contenidos específicos que anteriormente habían sido considerados en bloque. Ahora se definió un horizonte Neolítico
antiguo, caracterizado en todo el Mediterráneo occidental por la
“ineludible” presencia de la cerámica impresa cardial. La estratigrafía obtenida de esta cueva italiana influyó de forma decisiva
en los trabajos de excavación realizados en la Cueva de Carigüela de Píñar (Granada) y en su posterior sistematización (Pellicer, 1964), que constituiría el segundo parámetro que enunciábamos. Aquí se describe una gran secuencia de asentamiento,
a pesar de la homogeneidad de sus estratos sedimentarios, gran
cantidad de restos óseos humanos exhumados (no bien documentados en toda la sucesión estratigráfica) y la irregular evolución de sus registros arqueográficos basados en la cerámica y
las concepciones tipológicas de la época. Esto último permitió
subdividir toda la secuencia en diferentes fases evolutivas, siguiendo modelos alóctonos.
En resumen, sin entrar en descripciones tipológicas o de
otro tipo que no vienen al caso en este lugar, consideramos globalmente que ni la configuración interna de la cueva en donde se
documentó la estratigrafía, unido a la no distinción del contexto
arqueológico, la gran potencia de sus deposiciones sedimentarias, geológicamente indiferenciada en un pasillo angosto como
es la zona D donde el nivel de ocupación subiría varios metros
por encima de su uso inicial, serían propios de un asentamiento
estable o temporal. Por lo que, en la actualidad, nos inclinamos
por otorgar a Carigüela una funcionalidad más de tipo ritualizado, de carácter funerario (Carrasco et al., 2010b). Ajustándose
esto último a los mismos parámetros observados para la gran
mayoría de las cuevas andaluzas conocidas, aunque con ciertas
matizaciones en este caso, más relacionadas con su continuada utilización temporal y colmatación, que con otros aspectos.
Todo lo cual, no fue óbice para seguir siendo considerada la
secuencia de ocupación neolítica paradigmática del Neolítico
andaluz, por no extendernos al resto de la península ibérica. Podemos decir que aún hizo más factible el modelo de asentamientos en cuevas de P. Bosch Gimpera, siendo totalmente asumido
y nunca cuestionado.
Por otra parte, este modelo y la secuencia de Carigüela
tuvieron el respaldo definitivo con la tesis de M.S. Navarrete
Enciso (1976) sobre el Neolítico de Cuevas con Cerámica Decorada en Andalucía Oriental. Trabajo que ha marcado un antes
y un después, pues ha constituido un continuo referente para las
investigaciones más recientes, especialmente las desarrolladas
en Andalucía. La autora siguió las interpretaciones expuestas
por P. Bosch, que junto a la secuencia de Arene Candide, fueron aplicadas a los conjuntos de Cueva de Carigüela. En dicha
tesis, se realizó un estudio preciso de las tipologías cerámicas,
en las que se corregían y adecuaban muchas de las alteraciones
observadas en el registro arqueológico obtenido por M. Pellicer.
Objeto de especial atención constituyeron los tipos cerámicos
de la secuencia neolítica. Estudio que, posteriormente, serviría
a la autora como parámetro de referencia y fiabilidad para sus
análisis del resto de los conjuntos cerámicos neolíticos procedentes de cuevas de Andalucía Oriental (Navarrete et al., 1991).
De esta forma, la formulación de la secuencia tipológica de Ca-
[page-n-168]
Implantación y desarrollo de los grupos neolíticos del sur de la península ibérica
rigüela, construida ad hoc, se hizo cada vez más determinante,
marcando las pautas secuenciales del Neolítico en Andalucía,
constituyendo el modelo evolutivo. Todo ello sin cuestionarse el
uso social de la cavidad y, por ende, de las del resto del ámbito
andaluz, siguiendo las pautas marcadas por M. Tarradell (1964).
Admitiendo la cueva como tipo de asentamiento habitual durante el Neolítico, M.S. Navarrete planteará en su trabajo toda una
serie de problemas relacionados con esta única funcionalidad.
En este sentido, fue admitido, después de múltiples supuestos
y paralelos, un modelo que asumía para el Neolítico una doble
funcionalidad de la cueva como “habitación y enterramiento”
(Navarrete et al., 1991: 31), lo cual creó en su momento a esta
autora un problema de difícil solución, al comprobar la existencia de asentamientos al aire libre que habían proporcionado
similares conjuntos a los estudiados en cuevas, lo que en cierta
manera le era poco comprensible y, más aún, cuando estos dos
tipos de asentamientos estaban próximos entre sí ¿cómo explicar entonces esta diferencia? La respuesta a este interrogante no
consideramos actualmente que plantee excesivas dudas.
Las últimas dos décadas del siglo XX configuraron definitivamente la visión tradicional. Se consolidó la interpretación
“colonizadora” del Neolítico en Andalucía mediante un nuevo
modo de producción de alimentos pero manteniendo un sistema
de ocupación del territorio itinerante, cuya explicación estaba
sustentada en la asunción de la trashumancia del ganado, complementándose con una agricultura residual (Molina González,
1983: 43-44). Ello se deducía de unos aparentes asentamientos
esporádicos en cuevas o abrigos rocosos. Este patrón estaba sintéticamente basado en los ejemplos de las provincias de Granada –Carigüela (Navarrete Enciso, 1976: 85-258), el conjunto de
Alhama de Granada (McPherson, 1870; Mengíbar et al., 1981;
Botella et al., 1981; Navarrete et al., 1985)–, Málaga –Nerja
(Pellicer y Acosta, 1986 y 1997)–, la Subbética cordobesa (Gavilán Ceballos, 1989) e incluso Almería –Ambrosio (Jiménez
Navarro, 1962)–, entre otros. Este modelo sólo se vería alterado en el Neolítico Reciente, por la ruptura de esta homogeneidad en la segunda mitad del IV milenio BC (Navarrete Enciso,
1976; Molina González, 1983) con la aparición de frecuentes
asentamientos campesinos (Gossé, 1941; Lizcano Pretel et al.,
1991-92; Fernández-Miranda et al., 1993, Pérez Bareas et al.,
1999). En el mundo montañoso de la Subbética, la aparición
de los primeros asentamientos al aire libre se vinculaba a las
influencias de las regiones cercanas (Arribas y Molina, 1979;
Sáez y Martínez, 1981: 32).
El modelo tradicional se asimilaba a una especie de metáfora en la cual las comunidades del Neolítico “salen de las cavernas”, para asentarse en la llanura, expresado con la frase de “los
primeros hábitats al aire libre”. Pero ¿qué ocurre en los lugares
donde no había este tipo de hábitat cavernícola? Aparecía aquí
un tipo de explicación muy difundida en el Sureste: las zonas
más aluviales son ocupadas mediante una “colonización agrícola”, llevada a cabo por grupos procedentes de esta Cultura de
las Cuevas (p. ej. Mathers, 1984) que, con el paso del tiempo,
acabaron influyendo sobre las comunidades de procedencia. En
este sentido, las carencias de investigación sobre asentamientos al aire libre eran enormes, debido a la propia naturaleza de
las evidencias, pero conforme avanzaba la investigación (Sáez
y Martínez Fernández, 1981; Aguayo de Hoyos et al., 1987;
Carrasco et al., 1987; Ramos Muñoz y Martín Córdoba, 1987;
Aguayo et al., 1989-90; Ramos Muñoz et al., 1992) se descubría
y completaba en las zonas montañosas de la Cordillera Bética
un panorama que venía siendo simplificado en grupos de pastores con asentamientos estacionales en cavernas que, gradualmente y por la influencia de grupos vecinos del Sureste y valle
del Guadalquivir, iban adoptado la sedentarización, cuya causa
se sustentaba en el auge de una agricultura que pasaba de marginal a preponderante. Con este panorama la investigación se
introdujo en las primeras décadas del siglo XXI.
Podríamos avanzar algunas conclusiones generales, resumen de las influencias poco favorables que han tenido estas
interpretaciones para la investigación posterior sobre el poblamiento neolítico andaluz. En principio hemos de indicar
que todas las investigaciones realizadas sobre los registros
arqueológicos de las supuestas estratigrafías de asentamientos
en cuevas, especialmente los dedicados a tipologías cerámicas, tienen que enfrentarse a una realidad no valorada: proceder de contextos funerarios (Jiménez Brobeil, 1990) donde la
remoción reiterada del subsuelo debe ser tenida en cuenta. De
igual forma, podríamos asumir que el concepto de economía
pastoril y asentamientos poco estables que, tradicionalmente,
se han asociado sin solución de continuidad a las poblaciones
del Neolítico Antiguo/Medio, ha sido justificado, más que nada,
por la localización de estas cuevas ubicadas en altura y nichos
poco favorables a cualquier tipo de agricultura. Sin embargo, la
frecuentación, envergadura y consistencia de las inhumaciones
de ciertas cuevas indican estabilidad en los asentamientos, por
lo que parecen más vinculados a modos de vida aldeanos donde
la agricultura debió jugar un papel destacado. Por último, sólo
indicar que un horizonte antiguo con cerámica cardial o sin ella,
quizás más antiguo de lo que en la actualidad se admita, es factible en este Neolítico andaluz, pero no tenemos seguridad del
resto de cerámicas y tipos de decoraciones que lo configuraban
y completaban o precedían en origen y sus posteriores desarrollos hasta etapas más tardías. Desechándose, de igual forma, que
existiese una dualidad de poblamiento en cuevas/asentamientos
al aire libre en similares nichos ecológicos, como frecuentemente se ha admitido. Asimismo, no se puede admitir que las cuevas
tuviesen una generalizada utilización de asentamiento estable,
en ningún período neolítico y, menos aún, durante la Edad del
Cobre. En definitiva, hemos de partir de cero para la comprensión del poblamiento neolítico andaluz, centrándonos sólo, en el
caso que nos ocupa, en el posible conocimiento de algunos de
los yacimientos al aire libre que existan en la región y, en relación con ellos, la mayoría de cuevas como lugares ritualizados.
Desde de estas sucintas reflexiones introductorias, intentaremos adentrarnos particularmente en algunos factores relacionados con ellas, a partir de algunos innovadores datos y de otros
no tan novedosos, que en la actualidad siguen incidiendo sobre
modelos que poco o nada han ayudado a la comprensión de los
orígenes del Neolítico en Andalucía.
En nuestra opinión tres factores son los que han condicionado el desconocimiento que en la actualidad se tiene sobre esta
cuestión. En primer lugar, se centraría en el mal conocimiento
que se tiene de las últimas poblaciones de cazadores y recolectores y su distribución en Andalucía. En segundo lugar, el
desconocimiento de los modos de vida de las poblaciones epipaleolíticas y mesolíticas, lo que implica conocer el impacto y
asimilación de los nuevos modos de vida neolíticos. Asimismo,
161
[page-n-169]
J. Carrasco Rus, A. Morgado y F. Martínez-Sevilla
en tercer lugar, por desconocerse el momento concreto, a nivel
cronológico, en que se produjeron. Al margen de ello, sucintamente incidiremos en algunos aspectos tecnotipológicos de
ciertos registros arqueológicos y la consideración de algunos
yacimientos, como puede ser Cueva de Nerja o incluso la misma costa malagueña, últimamente reconsiderada dentro de un
nuevo modelo bifronte de los orígenes del Neolítico andaluz.
2. EL SUSTRATO MESOLÍTICO. ENTRE LA
CONTINUIDAD Y LA RUPTURA
La irrupción del Neolítico en el sur de Iberia hizo considerar
la pregunta sobre qué ocurrió con las últimas poblaciones de
cazadores y recolectores. Durante la segunda mitad del siglo se
consideró, a falta de mejores argumentos, un vacío poblacional
entre el Pleistoceno Superior/Holoceno Antiguo en Andalucía.
Este vacío es requerido para la argumentación del modelo dual:
la llegada del Neolítico viene de la mano de poblaciones exógenas a la península ibérica que ocuparían estos espacios. Una
traslación de la propuesta dualista argumentada para toda la fachada mediterránea del levante peninsular, que últimamente se
ha actualizado (García Atiénzar, 2013) incluyendo una perspectiva de confrontación, exclusión o autoexclusión de los grupos
depredadores frente a los agricultores y ganaderos (Jover Maestre, 2013; Jover Maestre y García Atiénzar 2014).
En el sur de Iberia la falta de evidencias de las últimas poblaciones de cazadores y recolectores ha hecho factible, en este
aspecto, todo tipo de formulaciones hipotéticas con mejores o
peores argumentos. Esta ausencia de documentación continua
siendo evidente. Algunos investigadores han intentado reforzar
sus propuestas argumentando que la realidad arqueológica de
las comunidades mesolíticas, si bien no está del todo configurada, sí esta perfilada (Aura et al., 2013). En nuestra opinión
todavía carecemos de un panorama esclarecedor de la ocupación y modos de vida de las poblaciones cazadores y recolectoras del VII milenio cal BC. Esto es debido a múltiples causas
que podríamos resumir en las siguientes. En primer lugar por la
manifiesta ausencia de proyectos de investigación e investigadores implicados en el estudio de estos momentos. En algunas
intervenciones arqueológicas no sistemáticas, a veces se llega
al extremo de la no distinción o confusión con los rasgos arqueográficos del Neolítico Antiguo o incluso Paleolítico, como
pudiera ser la Dehesilla (Acosta y Pellicer, 1990), en la cual una
revisión sobre los objetos líticos indica una diversidad tipológica impropia del Neolítico. En segundo lugar, porque las escasas
investigaciones realizadas se han centrado en el análisis desde
los registros de los supuestos “asentamientos en cuevas”, cuando en realidad, estas poblaciones, de igual forma que las precedentes del Paleolítico Superior, tendrían en los asentamientos al
aire libre uno de sus puntos fuertes. Efectivamente, a veces es
problemática la localización de los asentamientos mesolíticos
al aire libre, debido a sus posibles ubicaciones en lugares muy
antropizados, con débiles estructuras de imposible o difícil localización. En último lugar, los escasos asentamientos neolíticos
excavados no han proporcionado secuencias prolongadas, con
ausencia de datos sobre las pervivencias e imbricaciones de sus
registros. Sí podríamos indicar que, aunque escasos y anticuados, los elementos de referencia que poseemos son indicadores,
especialmente por su distribución y una ocupación territorial di162
versificada a fines del Pleistoceno e inicios del Holoceno en la
geografía andaluza (Fortea Pérez, 1986; Cortés Sánchez et al.,
1996). Cuestión nada novedosa, pues sería el resultado de una
ocupación y aprovechamiento territorial de los diferentes ecosistemas regionales en este amplio ámbito geográfico. A nivel
tecnotipológico, se sigue estableciendo la convergencia de estos
grupos mesolíticos de Europa Occidental con el tecnocomplejo
Capsiense superior a partir de la aparición de la técnica de talla por presión y ciertos elementos geométricos (Binder et al.,
2012), aunque la escasez de datos sobre estos momentos previos
a la aparición del “paquete neolítico” impide establecer la naturaleza de esta convergencia.
Sucintamente podemos referirnos al grado de ocupación
del territorio por parte de los últimos cazadores/recolectores.
Desde los mejor conocidos asentamientos de la costa mediterránea, cuyo mejor representante es la Cueva de Nerja (Aura
Tortosa et al., 2009), o del entorno del Estrecho de Gibraltar
(Ramos Muñoz y Lazarich González, 2002a, 2002b), a los
peor conocidos en el interior de la región, donde sólo se destacan algunas antiguas secuencias, como las de los abrigos
del Nacimiento (Asquerino y Lopez, 1981) y Valdecuevas
(Sarrión, 1980) en Jaén y Ambrosio en Almería (Jiménez
Navarro, 1962), pasando por algunos conjuntos superficiales
de la Subbética cordobesa (Asquerino, 1992). Investigaciones futuras deberán avanzar la verdadera dimensión de este
aprovechamiento diversificado y su gestión por los grupos
epipaleolíticos/mesolíticos. Ello nos permitirá calibrar la implantación de los nuevos sistemas productivos del Neolítico y
su reflejo a nivel poblacional.
A ello debemos indicar otra cuestión. Los lugares frecuentados entre el VIII y VI milenio, donde se puede mostrar la
transición entre los últimos cazadores y recolectores y los primeros grupos neolíticos, expresan la problemática de la atribución de los materiales arqueológicos a uno y otro contexto
cultural (Ramos Muñoz, 2000). Así se aprecia en la determinación antropológica de ciertos enterramientos en la Cueva de
Nerja adscritos a momentos del Paleolítico Superior o del Epipaleolítico (García Sánchez, 1982; Simón Vallejo, 2003), que
en recientes análisis contextuales con dataciones absolutas no
han podido resistir dichas atribuciones cronoculturales (Simón
et al., 2005). Este problema también está presente en otras secuencias, como los sobrevalorados estratos de estos momentos
de Bajondillo (Torremolinos, Málaga) (Cortés Sánchez, 2007),
con una escasa materialidad cultural cuyo aporte es la datación
radiométrica obtenida a la que se asocia un único objeto lítico.
Así, se presenta para caracterizar este horizonte mesolítico un
trapecio de lados cóncavos (Cortés Sánchez, 2007: 454), mientras que otro elemento geométrico con técnica de microburil
se asocia ya al nivel neolítico, análisis traceológicos posteriores revelaron lo apuntado, su funcionalidad como elemento de
hoz (Gibaja et al., 2009). Esto último, aunque anecdótico, es
sintomático del problema que estamos tratando o, dicho de un
modo más novelesco, la “levedad del ser” entre mesolítico y
neolítico de los artefactos.
Por último, en relación con lo expuesto, al margen de otras
consideraciones, tendríamos que hacer mención de los restos
humanos y las dataciones absolutas procedentes de Cueva del
[page-n-170]
Implantación y desarrollo de los grupos neolíticos del sur de la península ibérica
Esqueleto (Cortes de la Frontera, Málaga).1 Esta inédita cavidad, cuyos materiales antropológicos fueron descubiertos a
principios de los setenta del siglo pasado, presentaba un cráneo
bien conservado y algunos otros escasos restos antropológicos
que han sido objeto de análisis por nosotros. En espera de la
publicación definitiva, podemos avanzar que los restos antropológicos han sido datados entre el VII y VI milenio cal BC.
¿Continuidad o cambio? Está claro que ello sugiere un pequeño
lugar que sirvió para la inhumación de un escaso número de
individuos. Una misma cavidad que continuó usándose como
lugar de enterramiento para las comunidades cronológicamente
situadas en el periodo de transición, sin diferencias sustanciales
a nivel de dieta o antropología.
3. LOS INICIOS DEL NEOLÍTICO
El origen del neolítico andaluz, en los últimos cincuenta años, ha
transitado como un desarrollo secundario del acaecido en otras
zonas peninsulares, especialmente la levantina. Esta última,
por su parte, considerada subsidiaria o receptora de lo ocurrido
previamente en las regiones más orientales del Mediterráneo.
Recientemente, para la comprensión del neolítico andaluz, se ha
insistido en la importancia que debió tener el sur de Italia en ese
trasiego de poblaciones, especies animales, nuevas tecnologías,
etc., entre ambas márgenes el Mediterráneo (García Borja et al.,
2010, 2014; Aura Tortosa et al., 2014). De igual forma, se ha
vuelto a retomar la vía africana como modelo explicativo para la
comprensión y justificación de las primeras comunidades neolíticas en el sur de Iberia (Cortés Sánchez et al., 2012). Desde esta
perspectiva, por su mayor proximidad al continente africano,
tomaría importancia en orden a su teórica mayor antigüedad,
todo lo acaecido a partir de finales del VII e inicios del VI milenio BC en las costas de Cádiz y Málaga, esta última cuestión
por comprobar. Más problemático resulta lo relacionado con las
reelaboraciones de secuenciación tipológica que últimamente
se están realizando sobre algunos de los antiguos registros de
ciertas cuevas. De forma sucinta, trataremos en mayor o menor
extensión algunos de estos puntos en los que se comprobara la
complejidad y problemática del origen del Neolítico andaluz.
3.1. el Sol neolíTIco Sale Por orIenTe
Frecuentemente se ha insistido sobre su dependencia en
relación con el Neolítico levantino. Es decir neolíticos “puros”
llegados directamente desde Oriente, estableciéndose a modo
de “colonias” en esta área del mediterráneo peninsular (ver Juan
Cabanilles y García Puchol, 2013). Desde esta plataforma, se
irían especialmente extendiendo al área andaluza neolitizando
sus poblaciones indígenas en mayor o menos grado de evolución
cultural. Modelo justificado por la mayor presencia del elemento
cardial en la costa levantina, considerado en origen como
propio del Mediterráneo Oriental. Es lo que tradicionalmente ha
constituido la base del “modelo dual” ampliamente sustanciado
para explicar el boom del Neolítico inicial levantino y su
expansión. Modelo que se impuso por el desarrollo e insistencia
de las investigaciones realizadas sobre yacimientos de la región
1
En proceso de estudio por parte de los firmantes.
valenciana, bien por la pretendida escasez de “lo cardial” fuera
de esta región, no bien ajustada a la realidad o, por último,
por lo condicionado del desarrollo de la investigación sobre el
Neolítico en Andalucía.
En la actualidad, se vuelve a relanzar la consideración
del horizonte cardial andaluz como una “difusión” o importación levantina (García Borja et al., 2010, 2011, 2014). Esto
último puede ser cuestionado, considerar “lo cardial” como
prioritario para la comprensión de un horizonte definitorio del
Neolítico Antiguo en esta región, al igual que la cronología de
éstos como posteriores a las ofrecidas por la región levantina.
En realidad las dataciones absolutas en una u otra región son
paralelas, con la particularidad que la región valenciana tiene
una mayor perduración y representatividad hacia el 5300-5100
cal BC. Sin embargo, en el sur peninsular, algunos de nosotros
comprobamos la posibilidad de que pueda sobrepasar la barrera del 5500 cal BC (Carrasco y Martínez-Sevilla, 2014). En
este sentido, se comprobaría la mayor variedad y distribución
de yacimientos, aunque mal conocidos, ocupando un territorio
casi cuatro veces más extenso que la región valenciana y un
poblamiento ininterrumpido desde el Epipaleolítico. Por tanto, el horizonte de Neolítico Antiguo cardial no constituye un
fenómeno unitario, sino que forma parte de un espectro más
amplio, como es en general el mundo de las cerámicas antiguas impresas o de otros tipos no bien especificados. Por ello,
en el registro de los yacimientos neolíticos de Andalucía no
puede afirmarse con rotundidad que el horizonte de cerámicas
impresas cardiales sea anterior a las incisas, pintadas u otras,
o, incluso simplemente lisas.
De igual forma todo apunta a que existe una dicotomía entre
cerámicas de contextos funerarios (frecuentemente localizados
en cuevas) y los contextos domésticos. Desafortunadamente las
valoraciones cuantitativas sobre el repertorio cerámico siempre
se han realizado sobre las procedentes de los contextos cavernarios. El análisis de la cultura material cerámica de los escasos
asentamientos al aire libre excavados nos indica que no alcanza
una gran relevancia. Este fenómeno es más claramente identificable en la región valenciana, si comparamos el registro cerámico de las cuevas de L'Or o La Sarsa (por ejemplo) con asentamientos como Mas d'Is y Barranquet. Redundando en esta
cuestión, es evidente que existen algunos tipos cerámicos que
podrían apuntar en este sentido, como pueden ser los cuencos
pitorros y los vasos geminados con o sin decoración, impresa o
incisa, característicos de los yacimientos en cuevas. Formas con
escasa representación en el área levantina, por el contrario bien
reflejada en el Neolítico Antiguo andaluz. No obstante, la cerámica es sólo un elemento, debemos enriquecer el panorama de
la cultura material con otros que podrían ser más esclarecedores
del debate planteado, como sería la tecnología lítica o algunos
ítems singulares, como los brazaletes líticos, elementos de exorno individual con connotaciones identitarias.
Así, por ejemplo, la tecnología lítica parece quedar claro
que, al menos en los yacimientos del Neolítico Antiguo de la
región andaluza la técnica de talla por presión asociada al tratamiento térmico del sílex está bien atestiguada en la secuencia de
Los Castillejos de Montefrío desde sus inicios (Morgado y Pelegrin, 2012; Martínez et al., 2010), con preparación previa de
preformas de núcleos carenados o carenoides y el abandono de
los mismos durante el proceso de producción después del trata163
[page-n-171]
J. Carrasco Rus, A. Morgado y F. Martínez-Sevilla
miento térmico. Debemos recordar que este tipo de tratamiento
ha sido datado en la costa francesa sólo a principios del V milenio cal BC (Binder y Gassin, 1988; Binder y Perlès, 1990; Léa,
2004; Léa et al., 2004). Las fechas más antiguas establecidas
en el sureste peninsular podrían indicar una difusión de dicho
procedimiento desde el sur. Junto a ello hay que citar el caso de
los brazaletes líticos.
Con estas simples reflexiones, y otras en las que abundaremos, intentamos cuestionar que en el registro arqueológico
actual no es muy viable reactualizar la tradicional hipótesis de
la supuesta antigüedad del Neolítico valenciano y su difusión
hacia la región sureña peninsular. La conclusión de la misma es
evidente: la neolitización del sur es subsidiaria de la levantina,
dentro de una ola de avance de este a oeste. Nada nuevo, el
sol (de ese nuevo mundo) siempre sale por oriente (ex oriente
lux). Desde un punto de vista cronológico y arqueográfico, no
consideramos totalmente demostrada la vía oriental, o de sus
intermediarios del área levantina, como decisiva ni prioritaria
para la comprensión de los orígenes del Neolítico andaluz. En
último caso, sí consideraríamos formular la hipótesis de unos
inicios precoces en Andalucía y un desarrollo en la zona levantina con el boom de lo cardial, como hecho más característico
del desarrollo del Neolítico en esa zona.
3.2. llegan laS PaTeraS. la Vía norTeaFrIcana
Una aproximación coherente en la búsqueda de posibles vías
de neolitización del sur de la península últimamente ha vuelto insistir en el modelo africano como una alternativa a la vía
oriental (Manen et al., 2007; Bernabeu Aubán et al., 2009: 91;
Gibaja y Carvalho, 2009; Carvalho, 2010). Modelo que no es
novedoso, ni en la actualidad esta contrastado, o por el momento no ofrece reales alternativas en relación con la vía oriental
para una comprensión de los orígenes neolíticos en Andalucía.
Sin embargo esta vía norteafricana en un futuro inmediato debe
ser tenida en cuenta.
En la actualidad las investigaciones que se realizan en áreas
del norte de África no son muy concluyentes en la búsqueda de
similitudes y analogías, ni por tipología de los registros ni por
sus cronologías con los ya contrastados en Andalucía. Por el
contrario sí es muy sugerente la antigüedad de algunos de los
asentamientos y registros localizados en el área del Estrecho de
Gibraltar, en las proximidades del continente africano, pero en
territorio andaluz. Dataciones absolutas muy próximas o superando el VI milenio cal BC (Carrasco y Martínez-Sevilla, 2014),
que por su antigüedad para los momentos de su obtención no
fueron muy tenidas en cuenta por ciertos sectores y, más modernamente, por haber sido extraídas de carbones y no de semillas,
huesos de animales domésticos o de huesos humanos. Pero que
sí sirvieron para que M. Pellicer y P. Acosta diesen a esta zona
occidental andaluza una primacía, en nuestra opinión no bien
justificada pero con posibilidades, en el proceso general de neolitización en relación con su sector oriental, tradicionalmente
considerado en este aspecto, como hemos indicado, subsidiario
del neolítico levantino.
Pero insistiendo en las investigaciones africanas, muy de
moda en los últimos tiempos, comprobamos una revaluación
en lo concerniente a las actividades desarrolladas por algunos
investigadores españoles en Marruecos (Bernal et al., 2008; Ramos et al., 2008). Estas investigaciones vienen focalizándose en
164
los registros arqueológicos obtenidos en ciertas cuevas o abrigos en los que se evidenciaban similitudes, especialmente en relación con las decoraciones cerámicas, reflejadas en las impresas cardiales, con las procedentes de algunas cuevas peninsulares. Estos paralelismos tipológicos han motivado que el factor
africano sea actualmente considerado como dinamizador en la
búsqueda de las motivaciones que debieron facilitar la neolitización del sur peninsular. Estas misiones arqueológicas arrojan
resultados no excesivamente halagüeños en relación o prelación
con lo conocido en Andalucía (Carrasco y Martínez-Sevilla,
2014; García Borja et al., 2010; Aura et al., 2013). Posiblemente porque sus registros proceden de ámbitos domésticos y sus
comparaciones con los andaluces mayoritariamente extraídos
de cuevas no admiten excesivas similitudes, cronológicamente
son más antiguos. De igual forma tienen pocas similitudes con
los igualmente conocidos de las cuevas clásicas de los mismos
entornos geográficos norteafricanos.
La alternativa del norte de África como dinamizador del
neolítico andaluz fue considerada desde el siglo pasado por diferentes investigadores. La presencia de cerámicas con decoraciones impresas cardiales y de otros tipos impresos e incisos en
diversos ámbitos africanos, similares a otras documentadas en
las cuevas andaluzas, sustentó este modelo explicativo hasta el
momento no bien justificado. Posteriormente nuevas investigaciones han vuelto a incidir en aspectos tipológicos concretos,
especialmente cerámicos que en poco o nada han ayudado a
una mejor comprensión de este neolítico norteafricano y aún
menos, en lo relacionado con las posibles y desconocidas facies arcaicas del andaluz. Además, se han considerado diversos estilos decorativos cerámicos y posibles y mal descritas
“tradiciones culturales” secuenciadas en diversos ámbitos mediterráneos, que en poco o nada ayudan por el momento a la
dialéctica que tratamos.
Nuevamente, en los inicios de este siglo XXI se ha intensificado la investigación en diversos yacimientos marroquíes,
valorándose sus posibles relaciones con los registros de cuevas
documentados en áreas costeras gaditanas y, principalmente,
malagueñas. Con anterioridad, algunos trabajos realizados por
investigadores marroquíes las centraban en las tradiciones alfareras desarrolladas en el norte de Marruecos, ligadas unas al
mundo de las impresas cardiales y otras al de las incisas-impresas. Lo cual no dejaba de ser una obviedad sin ningún tipo de
trasfondo cronocultural, menos aún cuando se conocen multitud
de casos en los que se combinan conjuntamente diversas técnicas de impresión, incisión, almagra…, en un mismo vaso cerámico. Asimismo, esta hipótesis de las dos tradiciones alfareras
ha sido retomada más recientemente por ciertos investigadores
(Manen et al., 2007; Marchand y Manen, 2010), para explicar
también la existencia en Portugal de dos tradiciones alfareras
A y B que acogerían en primer lugar el elemento cardial y en
segundo una variada muestra de impresas con instrumento, incisas, etc., en algún caso relacionado con tradiciones norteafricanas. A su vez, hipótesis sustentada por algunos aspectos técnicos novedosos en el trabajo del sílex como son el tratamiento
térmico y la presión. No insistiremos en este aspecto, pues ni
por cronologías absolutas ni por la existencia de secuencias estratigráficas no sólo en el área portuguesa, marroquí e incluso
peninsular, existen datos fehacientes como para aislar este tipo
de tradiciones con un matiz cultural diferenciado.
[page-n-172]
Implantación y desarrollo de los grupos neolíticos del sur de la península ibérica
Como conclusión general sobre la vía africana, alguno de nosotros indicábamos recientemente (Carrasco y Martínez-Sevilla,
2014) con relación a las últimas investigaciones que vienen realizándose por un equipo alemán/marroquí en zonas del Norte de
Marruecos, entre el Río Muluya al Este y las montañas del Rif al
Oeste, sobre una serie de pequeños asentamientos al aire libre y
abrigos (Linstädter, 2010a, 2010b; Morales et al., 2013) con secuencias del Epipaleolítico/Neolítico, que por el momento, no
aportan excesivos datos para la comprensión de los orígenes del
Neolítico andaluz. Las cronologías absolutas procedentes de Ifri
Oudadane, Hassi Ouenzga entre otros, sobre especies vegetales autóctonas, de igual forma que las secuencias estratigráficas obtenidas en estos pequeños enclaves, no guardan una especial relevancia
en relación con lo similar conocido en el sur de Iberia. No sólo por
sus cronologías absolutas, sino por el uso de terminologías no muy
adecuadas como es por ejemplo “Epipaleolítico con cerámicas”.
De igual forma que el concepto de Neolítico Antiguo A, B y C, que
por sus dataciones absolutas ocuparía toda la secuencia neolítica de
Oudadane, poco contrastable con los desarrollos andaluces. En resumen, una investigación con posibilidades de futuro en orden a la
comprensión del Neolítico andaluz, pero no en el momento actual,
dado su estadio embrionario. También considerábamos sugerente
y de gran interés para el futuro, los registros cerámicos obtenidos
en los lejanos poblados de Nabta-Playa en el Sahara Oriental (Jórdeczka et al., 2010), considerados epipaleolíticos con cerámicas
impresas y cronologías absolutas muy altas del IX milenio BC.
Cerámicas realizadas con ruedecillas dentadas y otras con peines
arrastrados, tradiciones decorativas muy en sintonía con similares,
aunque más tardías, detectadas en algunas cuevas andaluzas adscritas al Neolítico Antiguo (Carrasco y Martínez-Sevilla, 2014).
Enlazando con lo anterior, recientemente se ha intentado relacionar la neolitización del sur de Iberia, en especial de la costa
malagueña, dentro de un proceso general con los movimientos
de poblaciones neolíticas antiguas pre-cardiales, de base ganadera, que se expandirían desde otros ambientes africanos más
meridionales a través del Atlas hasta el norte de Marruecos. El
fundamento de esta apreciación se ha justificado por un posible cambio climático entre el 6000-5300 BC en estos ecosistemas africanos que posibilitaría la emigración de algunas de
sus poblaciones al sur de Iberia (Cortés Sánchez et al., 2012).
Insistiéndose en que la llegada de “colonos” desde el norte de
África sería el modelo más viable para comprender los inicios
del Neolítico en esta área peninsular. Esta hipótesis sigue valorando el factor demográfico foráneo como determinante del
Neolítico andaluz. Cuestión que en un futuro puede constituir
una opción, como ya ha sido expuesto, pero que en la actualidad no está contrastada como así ha sido recientemente indicado
(García Borja et al., 2010 y 2014; Aura et al., 2013). Dentro de
esta hipótesis de determinismo climático que influye en el movimiento de poblaciones, es evidente establecer bien, en primer
lugar, las consecuencias reales de dichos cambios en los modos
de vida y su reflejo en la cultura material, para después valorar
las cronologías absolutas en los ámbitos geográficos propuestos
del Norte de Marruecos y la costa malagueña. Pues las cronologías absolutas que recientemente se han obtenido en la última
región, al margen de su importancia, no son antiguas en este
sentido ni fechan ningún tipo de registro material, por lo que
en la actualidad no pueden asociarse a los inicios del desarrollo
formal del Neolítico Antiguo andaluz.
Sin embargo, en este contexto de la formulación de la neolitización de la región costera andaluza existe un “factor novedoso”, que en cierta forma se ha considerado al margen de este
proceso por vía africana. Se trata de un nuevo modelo para la
comprensión del Neolítico Antiguo en gran parte de Andalucía.
Elaborado a partir de las últimas aportaciones (García Borja et
al., 2010 y 2014; Aura et al., 2013) obtenidas de las reelaboradas secuencias de las excavaciones antiguas realizadas principalmente por Jordá y Pellicer en Cueva de Nerja.
3.3. nerja, regreSo al PaSado. ¿oTro modelo PoSIble?
Los análisis tipológicos de las cerámicas de los niveles neolíticos de la Cueva de Nerja han sido la base de la formulación
de nuevas hipótesis neolitizadoras. No insistiremos sobre los
rituales funerarios realizados en esta cueva, fehacientemente
constatados para la Prehistoria Reciente (Pellicer, 1962; Pellicer y Acosta, 1986; Jordá et al., 1983; Pellicer, 1987; GonzálezTablas, 1990; Simón Vallejo, 2003). La formación de estructuras en negativo para las fosas de enterramiento realizadas
sobre sedimentos más antiguos están en la base de desfasadas
afirmaciones sobre las especies domesticas en el VIII milenio
B.C., como la presencia de cánidos considerados del Neolítico
Antiguo que cuando han sido datados son históricos (Carrasco
y Pachón, 2009), ni de sus inhumaciones solutrenses y mesolíticas cuando a lo sumo eran de un Neolítico Medio (Simón et
al., 2005), ni de su “tensador textil” bien fechado en los ¿inicios
del Cobre? (González Tablas, 1982 ) cuya revisión no deja duda
sobre su contexto del Neolítico Antiguo (Carrasco et al., 2009).
Tampoco entraremos en otro tipo de cuestiones que afectan a la
metodología arqueológica que se utilizó en las excavaciones,
propias de la época. Aunque sí comentaremos otros aspectos,
de elaboración más tardía, relacionados con ella, ya que pueden
en un futuro afectar a una mejor comprensión de los procesos
de neolitización acaecidos en algunas áreas concretas del sur
de Iberia.
En principio hemos de indicar que estos trabajos de reelaboración sobre la Cueva de Nerja (García Borja et al., 2010
y 2014; Aura et al., 2013, etc.) tienen aspectos muy positivos
pues cuantifican y documentan gran parte de sus registros cerámicos, hasta la fecha no bien conocidos. Otra cuestión es la
forzada adscripción de aquéllos a horizontes cronosecuenciales bien definidos. Asimismo las dataciones absolutas puntuales, con valor en sí mismas, que recientemente se vienen obteniendo de sus registros son de sumo interés, especialmente
como más relevante la antigua obtenida sobre hueso de Ovis
aries (Aura et al., 1998). Pero otras dataciones absolutas que
ha proporcionado este enclave no de vida corta o con un margen de error amplio, también fueron en su momento utilizadas
por algunos de nosotros para sustentar una visión global de las
ocupaciones funerarias que pudieron haber sucedido en esta
cueva. De igual forma que otras muchas dataciones, en la actualidad no muy tenidas en cuenta, procedentes de actuaciones
arqueológicas realizadas en diversos asentamientos y cuevas
funerarias andaluzas, como pueden ser entre otras Murciélagos de Albuñol, Carigüela, La Dehesilla, Parralejo, Cueva del
Nacimiento… (Carrasco y Martínez-Sevilla, 2014), que con
anterioridad fueron obviadas por su excesiva antigüedad y hoy
día lo son por no ajustarse a los parámetros imperantes. Es
decir, presentan una horquilla estadística muy alta, por haber165
[page-n-173]
J. Carrasco Rus, A. Morgado y F. Martínez-Sevilla
se obtenido de muestras de carbón o de especies animales no
domésticas, pero que en la actualidad pueden ser coherentes
para la comprensión de los primeros momentos del Neolítico,
no sólo en Andalucía sino en el resto de la Península.
Por tanto, hay que valorar todas estas aportaciones de la
Cueva de Nerja. Sin embargo, hay que sopesarlas teniendo en
cuenta cómo se ha ido generando el registro arqueológico de
esta cueva y sus cronologías absolutas. Podríamos preguntar si
se puede establecer una conexión segura entre la materialidad
artefactual generada y la nueva realidad de las dataciones radiométricas. Máxime si introducimos los sesgos de cómo afectan
las fosas funerarias y otras alteraciones estratigráficas al registro
generado y, a posteriori, hacerlo todo ello extensible a otros ámbitos del sur peninsular.
De este modo, reflexionaremos sobre algunos aspectos generales coincidentes en las últimas publicaciones generadas, todas ellas tienen puntos en común y de partida muy esclarecedores. En dichos aspectos subsisten viejos tópicos que nos remiten
al pasado más o menos lejano. Uno de ellos, por ejemplo, es
dar nuevo contenido a la “vieja” Cultura de las Cuevas, hacer
subsidiaria Andalucía del Neolítico valenciano, amén de hacer
de Nerja y la costa de Málaga el centro de un modelo irradiado
de neolitización hacia gran parte del interior andaluz (García et
al., 2010). Cuestiones todas ellas que, en nuestra opinión, no
dejan de ser en la actualidad meras formulaciones normativistas basadas en la tipología cerámica, procedentes de contextos
mal conocidos y peor estructurados. Su fiabilidad es discutible
para establecer una evolución sociocultural con fases concretas,
como se ha intentado para revalorizar una secuencia de “uso
doméstico” como asentamiento de la cueva de Nerja.
De manera simple, no abundaremos en lo expresado por
algunos de nosotros sobre el tema de la más que discutible
“Cultura de las Cuevas con Cerámica Decorada”, en especial
con cierta insistencia sobre las cuevas que constituyeron el
paradigma clásico, como Carigüela y Nerja, con importante
incidencia funeraria en ellas. Curiosamente ambas excavadas
en su momento por el mismo investigador (Pellicer, 1964; Pellicer y Acosta 1986), aplicando, por tanto, un mismo sistema
de excavación y documentación arqueológica. En ambas intervenciones, con sus secuelas posteriores, se ha obviado el
problema que plantea la remoción de sedimentos mediante la
reiterada creación de rituales de inhumación. Esta cuestión
relacionada con el contexto arqueológico y la formación del
registro ha sido obviada. Por otro lado, en Andalucía se conocen centenares de cavidades (cuevas, simas, diaclasas y demás
complejos cavernarios) con evidencias arqueológicas que jalonan buena parte de los sistemas kársticos de la Cordillera
Bética andaluza. Gran parte de ellas reconocidas en la bibliografía arqueológica, si bien muchas de ellas sólo conocidas
por publicaciones no especializadas, permaneciendo todavía
inéditas o sin una detallada publicación. Podemos indicar que
cuando aludimos a sus usos funerarios, es porque poseemos
suficientes argumentos para ello. Por ejemplo de “Carigüela”,
recientemente hemos visionado una fotografía antigua que
realizó C. Spahni sobre los registros óseos humanos exhumados en sus intervenciones arqueológicas, solamente de huesos
largos y cráneos podemos decir que ocupan intensamente la
superficie de una gran sala. De igual forma, sería difícil imaginar los que se debieron exhumar en las posteriores interven166
ciones realizadas en la citada cueva. En la Cueva de Nerja, con
las mismas técnicas de excavación utilizadas en Carigüela, no
nos atreveríamos a cuantificar el número de inhumaciones que
se debieron realizar en su Prehistoria Reciente. Aunque en
otro trabajo sí indicábamos que su número sobrepasaría ampliamente el centenar (Carrasco y Pachón, 2009). No abundaremos más, por obvio, sobre el carácter ritual y funerario de
esta cueva durante la Prehistoria Reciente, de igual forma que
ocurre en la mayor parte de cavidades conocidas en la costa malagueña, así como del resto de Andalucía. Aunque, qué
duda cabe, han podido, las que tuviesen condiciones físicas
para ello, tener ocupaciones estacionales en algún caso de tipo
doméstico o como refugios temporales, etc., pero no sólo durante la Prehistoria sino hasta tiempos históricos. Últimamente
se ha puesto de moda el status de cuadras, establos, apriscos o
asimilables para justificar algunas de estas ocupaciones, cuando en realidad, en la mayoría de los casos habría de establecer
qué condiciones físicas reunieron para darle tal uso, antes de
generalizar esta propuesta de forma sistemática. Da la impresión que es más aceptable reconocer para ellas este tipo de uso
social que aceptar la realidad sepulcral. Diríamos que si no tienen condiciones físicas para asentamientos humanos, tampoco
la debieron tener para estabular o refugiar una cierta cabaña
ganadera. Cuestión sobre la que no insistiremos, pero sobre la
que tenemos dudas más que justificadas, que no es necesario
exponer en esta ocasión.
La dialéctica presente en la auténtica naturaleza del uso de
las cuevas, asentamiento versus necrópolis, ha residido en los
apriorismos que tradicionalmente se han vertido sobre un más
que hipotético “modo de vida cavernario” para las comunidades neolíticas. De tal manera que el Neolítico Reciente marcaba la “salida de la cueva”, como indicábamos al principio de
este artículo. El posterior intento de secuenciar de una u otra
forma sus ricos materiales arqueológicos, profusamente decorados, no resiste una comparación con los proporcionados por
los asentamientos al aire libre, con conjuntos cerámicos cuantitativamente menos numerosos y con una decoración más somera. En su momento tomó cuerpo el concepto de “Cultura
de las Cuevas” como un complejo cultural (Navarrete Enciso,
1976) que posteriormente indicó una etapa cronológica en el
desarrollo del Neolítico del sur de Iberia (Navarrete Enciso et
al., 1991). A nivel teórico es sintomático cómo se conceptuaba el contexto sistémico o cultural desde la particularidad del
contexto arqueológico y su localización en cuevas, equiparando ambos sin distinguirlos (Schiffer, 1972, 1987). Las recientes aportaciones de los investigadores de la Cueva de Nerja insisten y abundan en dar contenido cultural a esta terminología
que no se sostiene, ni a nivel formal ni teórico. Aceptaríamos
esta nomenclatura por el peso de la tradición, sólo para aludir
a los registros del Neolítico de la mayor parte de cuevas de
uso ritual, con el fin de ser diferenciados de los domésticos
de los asentamientos al aire libre. Pero siendo conscientes que
unos y otros son expresiones arqueográficas, formales, de un
mismo complejo cultural, especialmente durante el sexto milenio BC. Aunque los ritos funerarios en cavidades se prolongó
en el tiempo. Tampoco fueron los únicos que se pueden asociar al Neolítico, pues conviven a partir del V milenio BC con
otras formas y ritos funerarios, relacionados con los inicios
del mundo megalítico. Asimismo, tampoco podemos pensar
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Implantación y desarrollo de los grupos neolíticos del sur de la península ibérica
que la única forma de tratar los cadáveres en el VI milenio
BC es exclusivamente su deposición en cuevas kársticas. En
otros casos, la inexistencia de este enclave natural nos indica
la inhumación en fosas realizadas ex profeso en el interior de
los mismos poblados, como por ejemplo pudo ocurrir, entre
otros, en el asentamiento de las Catorce Fanegas (Carrasco et
al., 1987, 2011b) e incluso en Cerro Virtud (Ruiz y Montero,
1999) y otros enclaves neolíticos documentados en tierras almerienses y de la Baja Andalucía. El problema es que este tipo
primario de inhumación al aire libre no se ha conservado en
el paisaje como ocurre con las cuevas, otras veces no han sido
detectados por localizarse en zonas colmatadas bajo amplios
horizontes de sedimentos. En definitiva, no consideramos que
la “Cultura de las Cuevas” sensu stricto conforme ninguna facies concreta, ni cronológica ni culturalmente, dentro del Neolítico. Cueva de Nerja fue utilizada al menos desde el Neolítico como lugar de enterramiento de las comunidades que
debieron asentarse en sus entornos cercanos. El problema de la
no aceptación del carácter funerario de estas cuevas se refleja
en los problemas estratigráficos de los mismos, sin entrar en la
metodología aplicada para su documentación por parte de sus
primeros investigadores. Ello plantea, en el estado actual de
la investigación, qué validez otorgar a dicha documentación
para estructurar una secuencia evolutiva sociocultural sobre
el Neolítico en pleno siglo XXI. No queremos decir que en su
momento fueran oportunas y tuvieran éxito, dentro del panorama de la época. Prueba de esta situación son las continuas
reelaboraciones que en la actualidad se realizan de sus registros funerarios, con el fin de adecuarlos, mejor justificarlos y
darles contenido secuencial con carácter habitacional. Estas
fosas de enterramiento son obviadas de las secuencias. Es posible que en los próximos años sigan proponiéndose nuevas
aportaciones bibliográficas, pero se debe realizar una auténtica
crítica del material exhumado, la metodología aplicada y su
contrastación con la investigación de los asentamientos inmediatos. Sólo así podremos valorar en sus justos términos toda
esta problemática.
El problema planteado es que Cueva de Nerja, desde sus
primeras excavaciones no ha cesado de ofrecer datos contradictorios relacionados con sus secuencias estratigráficas de la
Prehistoria Reciente. Ha aportado multitud de datos geológicos,
medioambientales, etc., de todo tipo y el mayor volumen conocido de dataciones radiométricas, no sólo extensible al sur peninsular. En recientes estudios, de nuevo se ha intentado situar
sus registros cerámicos a partir de las secuencias estratigráficas
y dataciones radiocarbonicas, pero según los autores “intentando discriminar aquellos aspectos de la cultura material que podrían no encontrarse en su posición originaria” (García Borja et
al., 2010). Una primera pregunta a resolver es qué metodología
de registro se siguió y, en consecuencia, en qué lugar de la secuencia estratigrafía se sitúan (¿todos, algunos?) para valorar el
cómputo de estos conjuntos, no concordantes con la secuencia
preestablecida, además de qué parámetros tecnotipológicos se
han seguido para secuenciar.
Pero al margen de esta pequeña cuestión, recientemente
sugeríamos sobre los registros arqueológicos de la Sima LJ11
(Carrasco et al., 2014) y, en general de todos los extraídos de
cuevas y simas de las Sierras de Loja/Alhama, de igual forma
que de otras oquedades andaluzas y geografías próximas, que
no se podían aislar motivos y técnicas para obtener secuencias
cronológicas precisas. La elaboración de tablas sintéticas puede ser útil para definir zonas/estilo, pero no para establecer una
secuencia cronológica de validez sociocultural en intervalos de
tiempo cortos. Y esto es así porque la mayoría de los esquemas
de motivos se han realizado a partir de registros obtenidos en
cuevas que no tienen un mínimo de garantía estratigráfica, por
lo que en nuestra opinión su secuenciación a nivel cronológico
no tiene validez desde estos parámetros. Sin embargo, a nivel
de técnicas empleadas para la plasmación de las decoraciones
cerámicas sí pueden ofrecer datos, aunque muy generales y sólo
para horizontes cronológicos sensu lato. En síntesis, la existencia o no de ciertas técnicas decorativas en estas cerámicas, pueden responder no sólo al momento cronológico de su realización
sino al sesgado conocimiento de la funcionalidad propia del yacimiento en cuestión: el carácter funerario o conductual específico dentro de un uso social diacrónico, tradiciones decorativas
relativas al concepto de estilo o con elementos identitarios.
En el caso de Cueva de Nerja, recientemente se ha intentado establecer una secuencia cronotipológica “ajustada” que no
parece responder a ningún tipo de argumento contrastado. No
tendría trascendencia y se podría considerar una particularidad,
como muchas otras, que a lo largo de los tiempos se ha ofertado por parte de los excavadores y posteriores investigadores
para este enclave arqueológico. Sin embargo, en esta ocasión,
el modelo de secuenciación para sus registros cerámicos, trasciende lo propiamente local, intentándose extrapolar al resto o
gran parte de Andalucía. Sustentándose para ello en hipotéticas
filiaciones con el recurso a los paralelos de yacimientos no bien
definidos e igualmente descontextualizados, presentes en otros
enclaves próximos o lejanos que igualmente serían objeto de
similares críticas, al menos desde nuestras actuales perspectivas. Por otra parte, sorprenden las ocupaciones “intensas” del
Neolítico antiguo entre el 5600 y 4800 cal BC subdivida en 4
fases, referenciándose períodos de entre 150 años para las más
antiguas y 200/300 para las más recientes. El Neolítico Medio
de igual forma se ha subdividido en dos fases: I (4800-4300 cal
BC) y II (4300-3700 cal BC) y el Neolítico final entre 37002900 cal BC. Grosso modo todo, salvo ciertas puntualizaciones,
nos parecería, como cualquier otro, correcto. Pero ¿sobre qué
base argumental y qué registros arqueológicos se ha elaborado esta cronosecuencia? Evidentemente sobre registros cerámicos y dataciones absolutas con valor solo en sí mismas. De
igual forma, llama la atención, entre otras cuestiones, que entre
5600/4800 BC (Neolítico Antiguo) se establezcan cuatro subfases a partir de tipologías cerámicas, cuando recientemente argumentábamos que ya constituiría un éxito si se pudiese definir
materialmente y de forma precisa todo este periodo. Igualmente
los autores aluden a fuertes ocupaciones epimagdalenienses y
neolíticas, cambios en las producciones líticas y dataciones para
la presencia de ocupaciones mesolíticas, pero que no han podido aislarse estratigráficamente. ¿Qué significa esto?
Asimismo se indica que el horizonte del Neolítico arcaico
impreso de Nerja, verdadera piedra de toque del modelo propuesto, se documenta por la posibilidad de su existencia en diferentes enclaves de la península italiana, sudeste de Francia y
País Valenciano especialmente en los yacimientos del Barranquet o de Mas d'Is, pero ausente en las cuevas valencianas. Indicándose como una de las características principales de este
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J. Carrasco Rus, A. Morgado y F. Martínez-Sevilla
horizonte arcaico “la heterogeneidad de técnicas decorativas
empleadas y la escasez de impresiones cardiales, siempre presentes aunque sea en escaso porcentaje”. La verdad, es que no
existe gran precisión en esta caracterización y más aún cuando
se afirma que “no es posible definir la vajilla de este horizonte
en la cueva de Nerja”. En cierta forma justificada por los autores, cuando indican que es difícil rastrear los materiales de los
poblados al aire libre con los de estos horizontes en las cuevas,
cuestión obvia sobre la que no insistiremos.
En estas especulaciones se comprueba la insistencia sublimada de intentar adecuar registros cerámicos a la existencia en
esta cueva de una fechación de posible Ovis aries por encima
del 5500 BC., en nuestra opinión sin viabilidad alguna. Lo cual
se significa cuando por parte de los autores se indica “que entre el 5600 y el 5300 cal BC la cerámica ya se caracteriza por:
una notable presencia porcentual de la técnica de la incisión,
utilización de colorante rojo en tratamientos a la almagra y en
el relleno de las decoraciones, de técnicas aplicadas (cordones),
asas pitorro, decoraciones pivotantes con concha no dentada,
ausencia de impresiones de punto y raya con arrastre y escasa
presencia testimonial de impresiones cardiales. Variables que
ofrecen escasa afinidad con los conjuntos impresos del Neolítico antiguo arcaico o cardial inicial del sur de Francia y Península Ibérica” (García Borja et al., 2010).
Al respecto nos preguntaríamos ¿en qué se diferencian o
se asemejan las ambiguas caracterizaciones expuestas para lo
arcaico europeo, el Barranquet y Mas d'Is y los registros de
Nerja, entre el 5600/5300 BC? Cuando todas las decoraciones
cerámicas de este horizonte considerado como “arcaico” grosso
modo serían similares a las estudiadas en la gran mayoría de los
conjuntos cerámicos de gran parte de los yacimientos andaluces
que consideramos Neolítico Epicardial. Aunque, efectivamente,
quizás es posible que esta denominación no se adecue estrictamente a la realidad, pues presupondría en Andalucía un fuerte
horizonte cardial anterior, cuestión que cada vez consideramos
más dudosa. Terminología que hemos paliado, cuando en trabajos anteriores siempre hemos considerado un Neolítico Antiguo
sensu stricto, que igualmente podría denominarse Arcaico, anterior al 5500 BC. Aunque el problema no reside en el tipo de
terminología empleada, sino en definir de forma concreta los
registros que lo configuran y esto en la actualidad es difícil de
precisar, por la inexistencia de verdaderas secuencias al aire libre. De igual forma que ponerse un tope del 5600 BC para las
primeras manifestaciones neolíticas en Andalucía, pues dados
sus amplios y variados registros cerámicos, ya posiblemente en
esta fecha, podría esperarse para ellos unos orígenes que consideramos más antiguos. Especialmente por su dispersión, complejidad y ocupación de los muy diferenciados nichos ecológicos que comprende el territorio andaluz.
4. ¿ÁREAS CULTURALES EN EL NEOLÍTICO
ANTIGUO? CULTURA DE LAS CERÁMICAS
IMPRESAS VS. CULTURA DE LAS CUEVAS
Tradicionalmente el problema de las cronologías neolíticas se
ha paliado con comparaciones y paralelos entre los conjuntos
cerámicos procedentes de las cuevas ubicadas en diferentes
ámbitos próximos o lejanos, lo que en cierta forma posibilitaba
algún tipo de cronología relativa. Ello establecía una “red cro168
nológica” entre los diferentes conjuntos materiales procedentes
de las variadas y diversificadas cavidades kársticas de Andalucía. De igual forma, las dataciones absolutas obtenidas procedentes de estas cuevas, como hemos indicado en múltiples
ocasiones (Carrasco y Martínez-Sevilla, 2014; Carrasco et al.,
2014), sólo afectan a la temporalidad de la muestra obtenida. A
no ser que se obtuviesen de conjuntos óseos perfectamente aislados en relación con los materiales artefactuales, o que éstos, a
su vez, formasen parte de un horizonte cultural medianamente
definido en el tiempo. En este último aspecto, obtendríamos
sólo ciertas temporalidades globales y no específicas de los
conjuntos funerarios estudiados, lo que en nuestra opinión ya
constituiría un éxito. Más aún, cuando comprobamos que desde
sus primeros momentos las investigaciones efectuadas sobre el
poblamiento neolítico en todo el sur peninsular, mayoritariamente se han realizado sobre la peculiaridad de estos contextos,
confundidos por comparaciones estilísticas o similares, de difícil cuantificación temporal. En este aspecto, somos conscientes
de la gran dificultad que ofrecen para su datación los registros
procedentes de cavidades funerarias, especialmente de aquellas
que intensamente fueron utilizadas en el tiempo. Por lo que es
compleja su secuenciación o atribuirles cronologías específicas
exclusivamente por tipologías, ya que de éstas no se conocen
orígenes ni pervivencias en el tiempo. Problema que se comprueba, especialmente, cuando se investigan y catalogan los
registros funerarios de cuevas del VI y V milenio BC.
Asimismo, las dataciones que recientemente se están aportando para fechar de forma novedosa algún tipo de cereal doméstico
o similar por debajo del 5500 BC no son relevantes en la actualidad para situar orígenes, pues se asume que a partir de esta cronología la mayor parte del territorio andaluz debió estar ocupado
por comunidades estables, ampliamente neolítizadas que implicaron también rituales de inhumación. La consolidación de estas
comunidades en el paisaje, asociadas a núcleos diversificados de
población con similares registros funerarios en tiempo y espacio,
muestran estabilidad y profundidad de poblamiento a la par que
una amplia antropización relacionada con los recursos a explotar
en áreas y nichos ecológicos diversificados.
A continuación vamos a puntualizar los conjuntos cerámicos
recientemente sistematizados de la Cueva de Nerja, dada la importancia que se le atribuye como centro o “foco neolitizador”
hacia otras áreas andaluzas. Está fuera de duda la importancia
de ciertas cuevas en orden a la búsqueda de una posible secuencia del Epipaleolítico/Neolítico. Especialmente en aquella en las
que de una u otra forma se han detectado registros arqueológicos
pleistocenos y holocenos, siendo el caso, entre otras, de Nerja
y Hoyo de la Mina en la costa oriental malagueña, Carigüela y
Malalmuerzo en el sector granadino de las Sierras Subbéticas,
de igual forma que Dehesilla en las Serranías de Cádiz. Sin embargo, es difícil a partir de ellas comprender la neolitización de
áreas andaluzas menos conocidas. En este aspecto, solamente
podríamos indicar que la relevancia de Nerja, en relación con
otras mencionadas o no, es el gran número de dataciones absolutas obtenidas de ella. No sólo las de vida corta sino las obtenidas de carbones o con un margen superior a los cien años, que
siempre hemos valorado. Es el caso de las dataciones de vida
corta que en la actualidad se obtienen de otros yacimientos en
cuevas como Murciélagos de Zuheros, donde se puede asumir
que son similares a las “incorrectas” de vida larga conocidas con
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Implantación y desarrollo de los grupos neolíticos del sur de la península ibérica
anterioridad. Valoraciones que no han podido realizarse o no ha
interesado también en otras cuevas como pueden ser, al margen
de las descritas, Cueva de las Majolicas, Ventanas, Prado Negro,
Parralejo, Cueva Chica, entre otras. Así, podemos indicar que
las dataciones de Carigüela se desestiman porque se han realizado sobre caballo salvaje y pólenes. De La Dehesilla y Parralejo, ya que se obtuvieron sobre carbones, algunas con márgenes
superiores a cien años y, básicamente, porque presentaban altas
cronologías, inaceptables para la investigación imperante. Del
resto de enclaves mencionados con registros si no más antiguos,
al menos similares a los que se han denominado “arcaicos” en
Nerja no tienen ningún tipo de datación absoluta.
Todo ello ha llevado a concluir que las dataciones consideradas “correctas” de vida corta sobre restos de especies domésticas, situadas por debajo del 5500 BC, son las únicas estimadas
en orden a los inicios neolíticos en Andalucía. En realidad sólo
fechan algún grano de cereal o de huesos de animales domésticos, no asociados a registros materiales, con valor en sí mismas
y cronologías asumibles para muchos de los conjuntos materiales conocidos de la mayoría de los enclaves neolíticos andaluces, considerados por su tipología no de los más antiguos, con
un sólo apoyo secuencial en la estratigrafía de las Peñas de los
Gitanos de Montefrío.
Considerándose algunos de los registros originales del horizonte arcaico de Nerja y las conclusiones que se han obtenido de
ellos, comprobamos la escasa aplicación que en la actualidad o en
un futuro próximo pudiesen tener en territorio andaluz. Conclusiones, en todo caso, obtenidas de supuestos no contrastados, a
veces haciéndose alusión a la tesis de M.S. Navarrete para sopesar la incidencia del cardial en Andalucía, sin considerar el año de
su publicación. Otras ofrece la impresión que se ha computado y
comparado con otros enclaves andaluces, que en nuestra opinión,
no se deben conocer pues algunos son inéditos, en otros son confundidos con otras formas de impresión y, en último caso, otros
proceden de asentamientos al aire libre, bien de superficie o de los
eximios sondeos de difícil cuantificación. A partir de estos datos
se llega a la conclusión que en territorio granadino se concentra el
90% de los vasos con impresión cardial en Andalucía. Cuestión
de difícil y dudosa contrastación en la actualidad, diríamos más
relacionada con fortuitas coyunturas que con la propia realidad
arqueológica. Supuesto aún más irreal, cuando se vuelve a insistir, consideramos en base a bibliografía antigua, que la muestra
cardial en Carigüela constituye una simple extensión del levantino y a partir de ella, una posterior dispersión al resto de Andalucía, sobre lo que hablaremos más adelante.
Se ha indicado que entre el 5400 y el 5100 cal BC coexisten
en Andalucía diferentes tradiciones alfareras: una que presenta
un elevado porcentaje de cerámicas impresas cardiales, otra que
incorpora entre sus técnicas decorativas las impresiones en boquique y finalmente las que presentan cerámicas con decoraciones
impresas utilizando multitud de instrumentos, con escasa muestra
cardial y uso frecuente de la almagra considerada como tradición
cerámica impresa-almagra que los autores (García Borja et al.,
2010) hacen “equiparable a la Cultura de las Cuevas”, lo que requiere algún tipo de comentario adicional. Es evidente que entre
la cronología comentada, no solamente existen este tipo de decoraciones cerámicas, sino otras muchas más, como por ejemplo
las esgrafiadas, peinadas, reticuladas, plásticas, excisas, acanaladas… De igual forma, las impresas cardiales no presentan en
ningún caso porcentajes altos ni componen una tradición unitaria,
pues siempre están asociadas a otros tipos de impresiones consideradas antiguas. Todas ellas situadas entre el 5500/4900 BC,
apenas sobrepasan un 10% del cómputo general. Una revisión
más técnica de las decoraciones cardiales en Carigüela, Ventanas, Montefrío, entre otras estaciones, es posible que no alcance
este porcentaje, que no es elevado en relación con otros tipos de
impresas. Seguramente, si se conociesen en profundidad los registros de La Esperilla y Morrón de Lebrija en la Baja Andalucía,
incluso los ofrecerían mayores que en los yacimientos granadinos. Asimismo, no existen dataciones absolutas para los cardiales
de estos asentamientos. ¿Por qué debemos considerar las cerámicas cardiales de Dehesilla, El Retamar, Nerja, etc., incluso las de
Carigüela, como posteriores a las procedentes del área levantina?
Más aún, es posible pensar que la abundancia cuantitativa de lo
cardial en aquella región representaría su flourit, más que considerarlo como los inicios de él en la Península. De todas formas,
con el registro actual, el cardial andaluz debe mejor relacionarse con el mundo de las impresas antiguas que con un horizonte “puro” aportado de no sabemos dónde, si europeo o africano,
como modelo de colonización pionera marítima (Zilhão, 1997,
2001; Bernabeu Aubán, 1996, 2002) o incluso autóctono. No
obstante, podemos indicar que es propio del sexto milenio BC,
posiblemente con orígenes y desarrollos en su primera mitad y
pervivencias más o menos destacadas a partir del 5500 BC.
La segunda separación cultural distinguida a partir de la tradición alfarera ha sido relacionada con la aparición de la impresión por boquique o “punto y raya”. Este tratamiento decorativo
ha sido revalorizado en los últimos años para definir cronológicamente horizontes neolíticos antiguos, incluso más antiguos
que los así considerados tradicionalmente para otros tipos de
impresas antiguas, incluso cardiales (Alday, 2009). Al respecto,
no consideramos de especial importancia este tipo de impresión
en relación con el gran grupo de las impresas, ni que tenga un
contenido cronológico preciso. De hecho aparecen en los conjuntos de las cuevas andaluzas como procedentes de múltiples
hallazgos. Solamente existen datos fiables de ellas, por estratigrafía y cronologías absolutas, en el poblado de Los Castillejos
de Montefrio. Comprobándose que se fechan por debajo del
5400 BC, pero es aproximadamente a partir del 5000 BC cuando tienen mejor representatividad y se consolidan como técnica
relevante de impresión de las decoraciones cerámicas.
Sobre la ambigüedad expresada para definir la tercera tradición no se podría precisar nada. Pues señalarse impresas desarrolladas con multitud de instrumentos, con pequeños porcentajes
de cardial, uso frecuente de almagras, etc., consideradas como
tradición cerámica impresa-almagra “equiparable a la Cultura
de las Cuevas” no deja de ser un galimatías, propio de lo que
representan los contextos funerarios de cuevas, propiciado por
la inexistencia de secuencias de asentamientos estables en ellas
y la tradicional y condicionada lectura sesgada de la que han
sido objeto. De aquí muchos de los equívocos y contradicciones
de sus registros arqueológicos dando lugar, sorprendentemente
en algunos casos, a revaloraciones como el propio concepto de
“Cultura de las Cuevas”, sobre el que de nuevo no insistiremos,
pues como ya en múltiples ocasiones se ha expuesto, en la actualidad no le comprobamos contenido alguno. A no ser que se
sobreentienda como un status ritualizado propio de las primeras
sociedades neolíticas.
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J. Carrasco Rus, A. Morgado y F. Martínez-Sevilla
Pero el problema expuesto de estas tradiciones cerámicas,
agrupadas de manera normativa como grupos culturales, es que
todas responden a un mismo supuesto y, en general, con mayor
o menor cronología aparecen en los diferentes yacimientos. La
cuestión de base está en aislarlos contextualmente, a ser posible
con un buen sustento estratigráfico y asociarlos a dataciones absolutas y no al contrario, como en la actualidad se realiza para
estos registros, construyendo un armazón cronológico y a continuación sustentarlo con conjuntos arqueológicos. De aquí, las
controversias tipológicas/cronológicas y la escasa o mala definición, que no pormenorizaremos, de las supuestas tradiciones
cerámicas en el Neolítico Andaluz.
Insistiendo sobre lo cardial, parece ser que ya no constituye
o no forma parte del horizonte cerámico más antiguo constatado
en Andalucía, cuestión no bien argumentada en base al registro
arqueológico actual de la Cueva de Nerja, pero sí utilizada para
incidir en la importancia de esta cueva como inicial foco neolitizador de una extensa zona de la geografía andaluza. Este modelo propuesto, insistimos, no tiene en la actualidad bases reales
en que sustentarse. Simplificando y de forma global, se centra
en la aparición en la “secuencia” de Nerja de unos registros cerámicos antiguos, llegados de no sabemos dónde. Supuestamente más antiguos que los propios cardiales, aunque una pequeña
muestra de ellos también se incluyen en este horizonte antiguo
“pre cardial”. Sin embargo, este momento antiguo también se
comprueba, no sabemos cómo, en los niveles más antiguos de
Carigüela asociados a cerámicas cardiales, considerándose este
horizonte posterior al inicial de Cueva de Nerja. El componente
cardial de esta cueva, a su vez propuesto como llegado desde la
región levantina, se expandiría más tarde a Nerja y costa malagueña superponiéndose a un supuesto horizonte cerámico más
antiguo. Todo este modelo tiene las siguientes debilidades. En
primer lugar ni están bien caracterizadas estas supuestas cerámicas antiguas de Nerja, ni están bien contextualizadas, ni en
último lugar incluso los investigadores dudan de su existencia
(García Borja et al., 2010; Aura et al., 2013). En otro sentido,
extraerse conclusiones sobre su existencia o no en los estratos
XV y XVI de Carigüela y de su posible asociación a lo cardial,
no deja de ser un hecho presunto.
Asimismo, volviendo sobre la llegada del cardial desde el
Levante a Carigüela y desde aquí hasta Nerja no se justifica en
el registro actual de sus apariciones. En la actualidad siguen
sin constatarse en el territorio que puede separar Sierra Harana, en donde se ubica Carigüela, Ventanas, posiblemente Prado
Negro, y el área levantina. En ese amplio espacio geográfico
se han detectado numerosos enclaves neolíticos, tanto en territorios giennenses como granadinos, que pudiésemos catalogar
como antiguos. Algunos con cronologías muy altas como las
proporcionadas por los antiguos niveles neolíticos del abrigo,
no cueva, del Nacimiento de Pontones (Rodríguez, 1979; Asquerino y López, 1881), otros con registros de la segunda mitad
del sexto milenio como son los de Cueva de la Pastora (Carrasco y Martínez-Sevilla, 2014) en las Sierras de Caniles, de igual
forma que Cueva Morenes (Sánchez et al., 1996), etc., en estos
mismos ámbitos serranos, no han proporcionado decoraciones
cardiales. Es decir el posible itinerario Levante/Sierra Harana
para justificar la llegada del cardial a Carigüela no se comprueba. Igualmente, no consideramos que ni por tipología de los
vasos, tecnología cerámica sensu stricto, incluso cronología,
170
exista una estrecha vinculación, incluso relación nítida entre el
cardial levantino y el granadino de Carigüela. En este modelo,
el siguiente paso sería una expansión del cardial hacia la costa
malagueña en donde ya estarían asentadas poblaciones neolíticas más arcaicas. Ejemplificándose o justificándose por este
motivo, según estos investigadores (García Borja et al., 2010;
Aura et al., 2013), su presencia en cuevas como Nerja, Cueva
de las Goteras de Mollina y Complejo del Humo 6 en Cala del
Moral (Málaga). Cuestión no comprobada y consideramos, alejada de la realidad, pues el posible itinerario desde Carigüela
hasta Nerja, precisamente tampoco lo atestigua. En teoría la
multitud de enclaves neolíticos que pudiésemos considerar antiguos, conocidos o inéditos, que jalonan esta posible vía hacia
la costa malagueña, no presentan precisamente una excesiva
muestra cardial. Diríamos que escasa o nula, en la actualidad
bien contabilizada como es un fragmento con motivos simbólicos procedente de una de las múltiples simas u oquedades que
jalonan las Sierras de Alhama/Loja como es Sima del Conejo
(Carrasco et al., 2010a, 2014), sin parangón entre los registros
conocidos de las cuevas de Sierra Harana, ni ninguna otra en
Andalucía. Este itinerario hacia la costa malagueña tampoco ha
proporcionado por este sector muestra cardial. Por el granadino, antes de llegar a Nerja, se han localizado otras cuevas, en
los escarpes interiores de las sierras locales que conforman la
Cordillera Bética volcada hacia el mar. Muy referenciadas en
bibliografía, que tampoco han proporcionado muestra cardial,
como son de oeste a este, Sima de los Intentos (Navarrete et al.,
1986) en Gualchos, Campanas (Mengíbar et al., 1983; Carrasco
et al., 2011a) en Lobres, Murciélagos (Góngora, 1868; Carrasco y Pachón, 2009) en Albuñol, exceptuándose de este clásico grupo de la costa granadina Cueva del Capitán (Navarrete,
1976), que en pequeña escala sí ha proporcionado cardiales,
pero muy diferenciadas de las constatadas en Carigüela. Cueva de Nerja, a unos treinta o cuarenta kilómetros en dirección
oeste, siguiendo la línea costera, aparece como un enclave aislado, no sólo respecto a las cuevas granadinas, sino con respecto a las otras cavidades malagueñas en donde se ha señalado
cardial, localizadas a similar distancia de las granadinas pero
por su sector oeste, como son Cueva del Higuerón en Rincón
de la Victoria y por contrastar Complejo del Humo 6 en Cala
el Moral. Respecto a los indicios de cardial en estas cuevas y
su relación con Carigüela, no lo consideramos muy apropiado
pues la impresión por natis de posible cardium no está presente
en ella, sí en Malalmuerzo en Moclín y el grueso del material
cerámico que lo acompaña, claramente funerario, tendría una
mejor relación con los registros documentados en el grupo de
Alhama/Loja, especialmente con los procedentes de la Sima
LJ11 (Carrasco et al., 2014). En relación con el registro cerámico considerado cardial del Complejo del Humo 6, debería
ser objeto de una revisión para caracterizarlo correctamente,
de igual manera que el resto de sus conjuntos de sumo interés
y claro matiz funerario, sin secuenciación estratigráfica y gran
cantidad de inhumaciones. En resumen Cueva de Nerja y las
dos oquedades señaladas del grupo Cala del Moral/Rincón de
la Victoria, serían los únicos enclaves que han proporcionado
cerámicas cardiales en todos los sectores costeros malagueños,
desde Nerja hasta la provincia de Cádiz. Con características tipológicas poco homogéneas entre ellas de igual forma que las
procedentes de Carigüela.
[page-n-178]
Implantación y desarrollo de los grupos neolíticos del sur de la península ibérica
Más extraño aún, es que se relacione Cueva de las Goteras
de Mollina con el grupo costero malagueño, supuestamente influenciado por el cardial de Carigüela. Enclave muy alejado no
sólo de la cueva granadina sino de las propias malagueñas, que
junto con Cueva del Toro de Antequera (Martin et al., 2004), el
fragmento localizado en Acinipo (Ronda) (inédito) y el de Cueva del Charcón de Alozaina (Jiménez y Conejo, 2006), constituyen los únicos datos conocidos sobre cardial en todo el extenso
interior de la Provincia de Málaga.
El panorama se ha incrementado en los últimos tiempos con
la aparición de muestras cardiales en la Baja Andalucía, cuya
“afiliación” o distancia con Carigüela es más lejana. Estas nuevas evidencias, no conocidas o interpretadas ofrecen nuevas
perspectivas para el estudio de su dispersión en el sur Peninsular. Recordemos que la cuestión del cardial en Andalucía se
creía resuelto a partir de un modelo explicativo escasamente
contrastado, en el que se admitían dos tradiciones cerámicas
que se corresponderían con dos ámbitos geográficos, diríamos
que ficticios, a ambos lados de una línea imaginaria que iría
desde Cueva de Nerja hasta Cueva de los Murciélagos de Zuheros (fig. 1) (ver Carrasco et al., 2011c: 6-7). Una centrada en
su parte Oriental o Alta Andalucía influenciada por el cardial de
Carigüela de procedencia levantina y otra centrada en lo que se
denominó parte occidental o Baja Andalucía, caracterizada por
la presencia en sus conjuntos cerámicos de abundantes decoraciones a la almagra junto a impresas no cardiales y otras muestras no bien especificadas. Adecuándose convenientemente ad
usum privatum a estos dos ámbitos geográficos los registros
cerámicos conocidos o manipulados de la época. Por ejemplo,
obviándose o catalogándose como “cardialoides” las escasas
muestras cardiales registradas en la supuesta Baja Andalucía
frente a la sobrevaloración de las mal descritas o peor computadas en Carigüela. En la actualidad, al margen de estas forzadas
divisiones territoriales, se comprueba lo artificial de este modelo y su escasa contrastación, que en cierta forma ha rarificado la
comprensión del cardial en Andalucía. Sobre ello efectuaremos
alguna observación y cómputo actualizado de su distribución.
Por su parte norte, Andalucía está limitada por Sierra Morena,
que se iniciaría por el este en el sector giennense prolongándose
hacia el oeste por tierras de Córdoba y zona norte de Sevilla, sierras también participadas por ámbitos meseteños y extremeños.
En este amplio territorio, salvo excepciones en el sector cordobés
y sevillano, no se ha documentado una mediana ocupación neolítica que justifique los numerosos abrigos con arte esquemático
localizado en sus entornos, principalmente giennense, cordobés
y manchego. Por supuesto, en ellas no se han descrito muestras
cerámicas con decoración cardial, aunque sí se han señalado
“cardialoides” en Cueva Chica de Cazalla de la Sierra (Amores,
2009), lo cual nos hace dudar de su no existencia.
Más hacia el sur, estarían las campiñas que delimitan la
cuenca del Guadalquivir. En el sector giennense, sin excesiva
contrastación se han señalado posibles cardiales en Llano de los
Horneros (Baeza), Cueva Prieta (Porcuna), Marroquíes Bajos
(Jaén) y Los Álamos (Fuentes de Andalucía) (Acosta, 1995) en
el sector sevillano.
En su parte meridional estas campiñas están delimitadas por
las escarpadas Cordilleras Subbéticas, que prácticamente se desarrollan en dirección Este/Oeste, desde el Cabo de la Nao en
Alicante hasta tierras gaditanas. Tradicionalmente, las amplias
áreas montañosas, sus pasillos intermedios y las vegas interiores
con abundantes surgencias de agua y pequeños ríos afluentes del
Guadalquivir que configuran estas sierras han sido consideradas
como un eje de progresión del poblamiento neolítico desde el
Levante hacia Andalucía, cuestión en ningún caso contrastada,
con iguales o más posibilidades incluso de reinvertirse esta dirección. Evidentemente, estas cordilleras han proporcionado
gran parte de los abundantísimos conjuntos neolíticos funerarios
de cuevas conocidas o no en la región andaluza. En este aspecto
su potencial arqueológico lo consideramos incuantificable, todo
relacionado con un rico patrimonio de manifestaciones esquemáticas plasmadas en sus oquedades y abrigos, propios de un
relieve calizo. Distinguiéndose núcleos importantes de cuevas
funerarias con ricos ajuares, propios del Neolítico Antiguo en
muchos casos asociados o próximos a manifestaciones esquemáticas, destacando entre ellos los núcleos de la transversal Alcaudete/Jaén y la denominada Subbética cordobesa, no habiéndose documentado en todos ellos ni una sola muestra cardial.
Sin embargo en el Subbético granadino, próximo a los citados
sectores giennenses y cordobeses, sus dos enclaves más importantes, por haber sido objeto de excavación, son el asentamiento
de las Peñas de los Gitanos (Arribas y Molina,1979) en Montefrío y la cueva funeraria de Malalmuerzo en Moclín (Carrasco et
al., 2011c), que en diferente grado, sí los han proporcionado. En
la parte final del sector Subbético granadino, en sus contactos
con los inicios de las Zonas Internas de la denominada Cordilleras Bética que bordean la costa de Granada y la parte oriental
de Málaga, emerge una imponente masa caliza configurada entre las Sierras de Alhama/Loja. Estas montañas están horadadas
por multitud de simas y diaclasas y grietas profundas, algunas
de las cuales han proporcionado ricos conjuntos funerarios del
Neolítico Antiguo, que junto con las cuevas clásicas de Alhama
han configurado uno de los más consistentes núcleos neolíticos
conocidos en territorio granadino. Una de sus simas, la denominada de El Conejo (Carrasco et al., 2010a, 2014), ha proporcionado un único fragmento cardial con motivos simbólicos. Pero,
especialmente tendríamos que mencionar Sierra Harana, en el
interior de la Provincia, en las estribaciones septentrionales de
la prominente Sierra Nevada, rodeada por amplios valles conformados por los afluentes del río Genil y por las altiplanicies
de la depresión de Guadix. Multitud de cuevas con conjuntos
antiguos neolíticos han sido documentadas en estas sierras discontinuas, que por su parte occidental desembocan en la gran
Vega de Granada. En concreto Sierra Harana ha proporcionado registros cerámicos con cardial, especialmente en Carigüela
(Pellicer, 1964; Navarrete, 1976) y posiblemente, a falta de análisis más precisos, Cueva de las Ventanas (Riquelme, 2002) en
Píñar y Cueva del Agua de Prado Negro (Iznalloz) (inédito). En
las estribaciones de la Sierra de la Yedra, paralela y próxima a la
anterior, en el término de Alfacar, Las Majolicas asentamiento
al aire libre y cueva funeraria, también ha proporcionado una
variada muestra cardial (Molina, 1970; Navarrete, 1976). En las
Zonas Internas de la cordillera que bordean la costa granadina,
las excavaciones de la Cueva del Capitán en Lobres, también
proporcionaron algunas cerámicas con este tipo de decoración.
Más hacia el oeste de los territorios granadinos y cordobeses, entraríamos en ámbitos interiores de la provincia de Málaga, documentándose cerámica cardial en Cueva de las Goteras
(Mollina) y Cueva del Toro (Antequera). Todavía más hacia el
171
[page-n-179]
J. Carrasco Rus, A. Morgado y F. Martínez-Sevilla
oeste Cueva del Charcón (Alozaina) por el este y Acinipo al sur
de las anteriores ya en las proximidades al ámbito gaditano y
sevillano, dentro de la vertiente de la cabecera de los ríos que
desembocan en la costa atlántica. A partir de aquí se encuentran
las áreas más meridionales de Andalucía, en donde en los últimos tiempos se han señalado nuevos asentamientos y antiguas
cuevas funerarias con registros cardiales, de gran interés por antigüedad y proximidad a territorios africanos del otro lado del
Estrecho Gibraltar.
En el término de Arcos de la Frontera (Cádiz), en las últimas estribaciones del Penibético, y la Unidad del Campo de
Gibraltar se señalaron cerámicas “cardialoides” procedentes de
Cueva de la Dehesilla y Cueva del Parralejo, en nuestra opinión
cardiales, formando parte de los conjuntos funerarios excavados
en estas oquedades. Junto a ellos aparecen en el asentamiento al aire libre de Cabezo de Hortales (Prado del Rey, Cádiz).
Hacia el Sur de estos enclaves, se detectan yacimientos al aire
libre junto a la costa o en la conformada en la antigüedad por el
Lago Ligustinus de la desembocadura del Guadalquivir que los
han proporcionado, como son: en Cádiz, La Esperilla (Espera)
(Gutiérrez et al., 1996), El Retamar (Puerto Real) (Ramos et al.,
2002a y 2002b) y Bustos (Trebujena) (Lavado, 1990); en Sevilla, Cabezo de Lebrija (Caro et al., 1987 y 1999), ¿Los Pozos?
(Lebrija) (Acosta, 1995); y en Huelva, La Dehesa (Lucena del
Puerto) (Cámalich y Martín, 2013) (fig. 1).
En relación con la distribución de estos enclaves, cuevas
funerarias y asentamientos al aire libre que han proporcionado
muestras cardiales puede efectuarse una serie de observaciones
preliminares, relacionadas con los contextos en que aparecen
este tipo de cerámicas y la supuesta importancia de Carigüela, especialmente para sustentar el tradicional y “nuevo modelo
dual” de las dos tradiciones culturales (áreas culturales) basadas
en las cerámicas. Simplificando, una, básicamente singularizada
por la presencia de cerámica con cardial en la preconfigurada
Alta Andalucía y otra grosso modo caracterizada especialmente
por las cerámicas a la almagra, con impresiones no cardiales y
por otros tipos no bien delimitados.
Anteriormente indicábamos que, por cuestiones muy simples, las observaciones que pudiésemos realizar sobre la aparición del elemento cardial en Andalucía no pueden de ningún
modo ser consideradas definitivas. En primer lugar se trata de
una distribución sesgada e incompleta. Somos conscientes que
Fig. 1. 1.Cueva de la Murcielaguina (Castillo de Locubin); 2. Cueva de la Carigüela (Píñar); 3. Cueva de las Ventanas (Píñar); 4. Cueva
del Agua (Prado Negro); 5. Las Majolicas (Alfacar); 6. Cueva de Malalmuerzo (Moclín); 7. Peña de los Gitanos (Montefrio); 8. Sima del
Conejo (Alhama de Granada); 9. Cueva del Capitán (Lobres); 10. Cerro de las Animas (Vélez Rubio); 1. Cabecicos Negros (Cuevas de
Almanzora); 12. Llano Manzano (Mojacar); 13. Cabezo de las Eras (Cuevas de Almanzora); 14. Mojacar el Viejo (Mojacar); 15. Cueva
de las Goteras (Mollina); 16. Cueva del Toro (Antequera); 17. Acinipo (Ronda); 18. Cueva del Charcón (Alozaina); 19. Cueva de Nerja
(Nerja); 20. Cueva del Higuerón (Rincón de la Victoria); 21. Complejo del Humo 6 (Cala del Moral); 22. Cueva Chica de Santiago
(Cazalla de la Sierra); 23. Los Alamos (Fuentes de Andalucía); 24. Los Pozos (Lebrija); 25. El Cabezo (Lebrija); 26. Cueva de la Dehesilla
(Algar. Arcos de la Frontera); 27. Cueva del Parralejo (San José del Valle. Arcos de la Frontera); 28. Esperilla (Espera); 29. Cabezo de
Hortales (Prado del Rey); 30. Bustos (Trebujena); 31. EL Retamar (Puerto Real) y 32. La Dehesa (Lucena del Puerto).
172
[page-n-180]
Implantación y desarrollo de los grupos neolíticos del sur de la península ibérica
salvo en áreas muy concretas, no existe un verdadero catálogo documental de su presencia. Hecho propiciado por la gran
dificultad que supone localizar este tipo de yacimientos, como
ocurre en las vegas, depresiones y márgenes de los ríos que
básicamente configuran los sistemas montañosos, verdadero
armazón vertebrador de gran parte de Andalucía, en donde se
ha documentado el mayor número de cuevas, conocidas o no
en bibliografía, con registros funerarios que en teoría estarían
asociados a sus correspondientes asentamientos al aire libre.
En segundo lugar, porque consideramos que muchas cerámicas que se han descrito con decoración de cardium, de igual
forma que otras que no lo han sido, deberían ser mejor contrastadas, a ser posible con métodos y medios más determinantes
recurriendo a los referentes experimentales y la documentación mediante microscopía binocular de dichos estigmas de
impresión. Esto, también se debería hacer extensible no sólo
a los registros obtenidos en prospecciones superficiales sino a
los procedentes de las escasas secuencias obtenidas en excavaciones. Pues son demasiadas dudas las que se observan en sus
diagnósticos finales que pueden alterar las actuales visiones
que se tienen sobre ellas, especialmente para una mejor comprensión de su real distribución por el territorio andaluz. En
tercer lugar, hemos de destacar que en la actualidad no se puede cuantificar el potencial real de lo cardial en el sur peninsular, pues la mayoría de sus hallazgos se debe a prospecciones
superficiales y excavaciones de urgencia o limpieza. De poblados al aire libre con excavaciones arqueológicas, las únicas
secuencias neolíticas con cardial sólo se han obtenido en Las
Peña de los Gitanos (Montefrío, Granada), Cabezo de Lebrija
(Lebrija, Sevilla), y con menor secuencia Cabecicos Negros
(Cuevas de Almanzora, Almería), posiblemente La Dehesa
(Lucena del Puerto, Huelva), El Retamar (Puerto Real, Cádiz),
pudiéndose añadir los procedentes de las antiguas excavaciones de los hermanos Siret en la cuenca del Almanzora como
Llano Manzano, Cabezo del Eral, Mojacar el Viejo y Cerro de
las Ánimas (Vélez Rubio) ya en el norte de la provincia almeriense procedente de las excavaciones de Federico de Motos.
Algunos de estos enclaves con investigaciones actualizadas.
En cuevas con actuaciones de excavación Carigüela (Píñar,
Granada), Las Majolicas (Alfacar, Granada), ¿Cueva de las
Ventanas? (Píñar, Granada), Cueva de Malalmuerzo (Moclín,
Granada), Cueva de Nerja (Nerja, Málaga), ¿Complejo del
Humo 6? (Cala del Moral, Málaga), Cueva del Toro (Antequera, Málaga), Dehesilla y Parralejo (Arcos de la Frontera,
Cádiz) y Cueva Chica (Cazalla de la Sierra, Sevilla), y otros
producto de prospecciones como Cueva de la Murcielaguina
(Castillo de Locubin, Jaén), El Charcón (Alozaina, Málaga).
El resto de los hallazgos, considerados de superficie, de
igual forma que los secuenciados de cuevas, pueden, en nuestra
opinión, tener un similar tratamiento estadístico, cronológico
y posiblemente de contextualización, como se ha realizado en
cueva de Nerja y otras igualmente significativas. En resumen,
escasos datos en este aspecto, para extraerse conclusiones de
validez sociocultural y menos aún sopesar un mayor impacto
del cardial en la Alta Andalucía en detrimento de la Baja Andalucía. Solamente una vista rápida sobre el boceto de distribución de esta muestra cerámica para comprobarse dicha afirmación (fig. 1). La línea imaginaria trazada entre Cueva de Nerja
y Cueva de los Murciélagos en Zuheros en los años ochenta
por parte de M. Pellicer y P. Acosta para separar durante el
Neolítico andaluz estos dos ámbitos territoriales y culturales,
en la actualidad no tiene sentido alguno. Aunque, consideramos de igual forma que este modelo desde un primer momento
tuvo poca contrastación, pues se obviaban o resaltaban ciertos
tipos cerámicos, según conveniencias o desconocimiento, para
su posterior y mejor justificación. ¿Sobre qué registros cerámicos contrastados se basaba el modelo propuesto? En aquellos
momentos, en la teórica Alta Andalucía sólo se conocían los
sobrevalorados de Carigüela y posteriormente de Majolicas,
el mal definido vaso de Cacín, algún vaso aislado en el Cerro
de las Ánimas de Vélez Rubio (Almería) y los fragmentos de
Cueva del Capitán (Lobres, Granada), no considerados estrictamente cardiales por parte de M. Pellicer. Estos escasos datos
fueron suficientes para considerar esta área geográfica como
subsidiaria, para este tipo de cerámicas, del área levantina y,
por consiguiente, caracterizada y diferenciada de la Baja Andalucía, por su mayor y casi exclusiva presencia cardial. Lo
cual contrastaba, pues ya en los mismos momentos en que se
emitió el modelo propuesto, esta área baja andaluza presentaba iguales o mejores argumentos para la comprensión del
cardial en Andalucía como podían ser La Dehesilla, Parralejo,
Cueva Chica, Cueva de Nerja, Cueva del Higuerón, Cueva de
las Goteras. Sin embargo las tradiciones cerámicas aquí se caracterizaron, incomprensiblemente, por impresas no cardiales,
almagras, lisas y otras, a su vez obviándose las cardiales bajo
el seudónimo de “cardialoides”, es decir sí pero no. Lo cual ha
tenido una cierta trascendencia en trabajos posteriores.
En la actualidad, si revisamos el mapa de dispersión de lo
cardial en Andalucía (fig. 1), comprobamos su distribución zonal de yacimientos. La Alta Andalucía ofrece un cómputo de
hallazgos menor que la Baja Andalucía. En esta última con localizaciones y agrupaciones de gran interés, con escasas o nulas
conexiones con Carigüela y sí con otros ámbitos geográficos
cercanos, en la actualidad no bien conocidos.
En el estado actual de las interpretaciones sobre los inicios
del Neolítico andaluz, cualquier modelo que se acerque a este
tema es siempre válido, pero expresaríamos que al menos se
sustentase en argumentos mínimamente contrastados y este no
es el caso que nos ocupa. Sobre la presencia de una fase previa
a lo cardial en Nerja, que formaría parte del horizonte neolítico
más arcaico de esta cueva, al margen de nuestras dudas sobre su
definición, no existen otro tipo de argumentos en esta ocasión
para sustentarla en Andalucía ni, fuera de ella, en otros ámbitos peninsulares. Hemos señalado en Andalucía de forma más o
menos precisada el cardial al menos en una treintena de enclaves, entre cuevas y asentamientos. No es que taxativamente no
aceptemos una fase precardial para los inicios del neolítico andaluz, pues en múltiples trabajos ya citados, alguno de nosotros
hemos expresado la posible presencia de una fase antigua con
o sin cardial, en nuestra opinión, muy posiblemente por encima
del 5500 BC. Apreciación siempre determinada por la secuencia estratigráfica, al margen de otras cuestiones, obtenida en el
poblado de Los Castillejos de Montefrío por proporcionar la
más completa y mejor documentada secuencia cronocultural de
un asentamiento neolítico. Se podrían señalar otras, como por
ejemplo el Cabezo de Lebrija, con secuencia más corta, de igual
forma que el Abrigo del Nacimiento, ocupación al aire libre,
bajo una gran cornisa, pero sin cardial, o Cerro Virtud de más
173
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J. Carrasco Rus, A. Morgado y F. Martínez-Sevilla
escasa estratigrafía, iniciada a principios de un Neolítico Medio.
Los Castillejos prueba la dificultad de desligar el elemento cardial de otros tipos de decoraciones antiguas, llámense impresas,
incisas, almagras antiguas o de otro tipo.
De igual forma presentar tipos decorativos, porcentajes de
sus apariciones, entre otros, sin tenerse en cuenta, ya desde un
principio de donde se extrajeron, no deja de ser un ejercicio
descriptivo. Sin embargo elevarlos a la categoría de interpretación social e identitaria plantea problemas. Hay que recordar
cómo las definiciones estratigráficas elaboradas sobre las intervenciones arqueológicas en cuevas, para los momentos de la
Prehistoria Reciente, han sufrido continuadas rectificaciones
y reelaboraciones con el avance de la investigación sobre los
asentamientos al aire libre, donde se expresaba con mayor exactitud, en vida corta, la realidad sociocultural de la formación
de sus fases. En este aspecto, consideramos que la no asunción
de la existencia real de una dicotomía entre “cuevas funerarias/
asentamientos al aire libre”, por parte de investigadores muy
apegados a ciertas tradiciones, como ha sido la existencia en
Andalucía de un “Neolítico de Cuevas con Cerámica Decorada”, no ayuda a la comprensión de muchos de los problemas
que, en general, afectan a los inicios de su Neolítico. Especialmente si se sigue insistiendo en secuenciarlo a partir de los
conjuntos extraídos de sus cuevas, pues de ellos solo se pueden
extraer conclusiones generales sobre tipos, decoraciones, modas
regionales, posibles “áreas-estilo”, porcentajes de apariciones,
etc., y obtenerse dataciones absolutas de ciertas muestras de tipo
orgánico, pero con valor en sí mismas, no para fechar conjuntos
cerrados o posibles niveles domésticos sin contrastar. Aún menos para obtenerse “cronologías concretas” de cincuenta, cien
años o incluso doscientos años entre ellos, como se ha intentado
efectuar con el modelo propuesto para Cueva de Nerja. En un
cómputo general, comprobamos que prácticamente todos los
tipos cerámicos y decoraciones que pudiésemos asociar o relacionar con las primeras fases del Neolítico en Andalucía, como
pueden entre otras ser: cardiales, impresas antiguas a peine, almagras, incisas, pivotantes, etc., se distribuyen y repiten con
mayor o menor insistencia en todos sus ámbitos geográficos.
Exceptuándose de esta globalidad algunas muestras cerámicas
con decoraciones no muy frecuentes como son las denominadas
“esgrafiadas”, “reticuladas” y “excisas”, en la actualidad sólo
documentadas en ámbitos granadinos.
Al hilo de estas breves reflexiones, se comprueba cómo en
la investigación andaluza aún en la actualidad se sigue intentado
diferenciar dos ámbitos durante el Neolítico Antiguo, en sí no
tanto por los registros cerámicos documentados en ellos, sino
especialmente por sus dos tipos de ocupaciones diferenciadas:
al “aire libre” y en “cuevas”, también relacionadas, con ámbitos concretos de la Baja y Alta Andalucía. En una investigación
reciente (Ceballos y Escacena, 2009) se han avanzado una serie
de consideraciones al respecto. A partir de la distribución del
elemento cardial (fig. 1) no se puede en la actualidad seguir considerando dos ficticios ámbitos territoriales. Aunque los datos
que aportamos no dejan de ser simples, justificados por una manifiesta falta de investigación, es evidente que la Baja Andalucía
presenta un mayor número de enclaves con cardial. También
es obvio, más en la Alta que en la Baja, que sus apariciones
o mayores porcentajes están más relacionados con trabajos de
excavación que con hallazgos aislados superficiales. Aunque en
174
la Baja, donde éstas se han efectuado, también las han proporcionado con más intensidad. Por lo que se puede concluir, que
la aparición o no del cardial y su conocimiento en Andalucía,
en buena medida ha estado condicionado por el mayor o menor
grado de intervenciones arqueológicas realizadas.
En segundo lugar, sus apariciones en cuevas y al aire libre,
está marcado exclusivamente por el diversificado biotopo del amplio territorio andaluz en que se distribuye, aunque existen zonas,
como es la costa occidental de Málaga, desde Torremolinos a Estepona, con poblamiento antiguo que no lo han proporcionado,
cuando al Este y al Oeste, sí se ha documentado, generalmente en
cuevas. En este aspecto, la presencia o no de afloramientos calcáreos, con sus correspondientes y variadas oquedades, marcan el
tipo de sepulturas o necrópolis utilizadas, si en “cueva” o al “aire
libre”, por las primeras poblaciones neolíticas.
Recientemente se ha sugerido algún tipo de modelo, no muy
concretado, para justificar el uso de las cuevas, no así de los segundos (Ceballos y Escacena, 2009). Se indica para ellas un uso
como asentamiento en el interior de las tierras altas andaluzas
con fuerte incidencia del cardial y el asentamiento al aire libre
en las zonas bajas, indicándose en un primer momento también
diferencias por sus registros arqueológicos. Aunque posteriormente, se argumenta que en cualquier caso el repertorio material
obtenido en los enclaves de la banda atlántica son similares a
los del interior, sugiriéndose la existencia, solo para todos estos
ámbitos, de un único horizonte cultural con influencias, no concretadas, llegadas por mar o por caminos costeros. Fundamentalmente materializadas por la alfarería de tradición cardial que
no llegó arraigar de forma importante en la Banda Atlántica. Por
otra parte, se hace hincapié en la mayor carga decorativa, mejor
conservación y mayor cantidad y documentación de los registros procedentes de las cuevas localizadas en Sierra Morena y
Sierras Subbéticas que en los enclaves al aire libre. Justificado
o bien por la mayor incidencia que tradicionalmente ha tenido
la investigación sobre las cuevas y por tanto un mayor conocimiento de sus registros o bien, porque en ellas estos se han
preservado mejor, haciéndose en este aspecto, una comparativa
entre los procedentes de El Retamar y La Dehesilla. Modelos
y opiniones que por nuestra parte, admiten algún sucinto comentario. En relación con la presencia o no del cardial como
definidor de ámbitos regionales, no tiene sentido, pues aparece
con mayor o menor insistencia en todos sus ámbitos. Aunque es
evidente una mayor orografía caliza en la Alta que en la Baja
Andalucía, determinante en la mayor o menor presencia de cuevas. Podemos estar de acuerdo, a tenor de los registros materiales actualmente conocidos, que puede existir para los inicios del
Neolítico andaluz, un horizonte más o menos homogéneo, globalmente bien representado en todos sus ámbitos. En algún caso
con ciertos matices diferenciadores que en nuestra opinión, no
dejarían de ser coyunturales, como podrían ser la mayor o menor presencia de ciertos tipos decorativos, especial tratamiento
de alguna superficie o pasta cerámica, etc.
Pero, aceptada grosso modo esta posible homogeneidad entre los registros procedentes de cuevas y asentamientos en la
Baja y Alta Andalucía, sin embargo, comprobamos cómo esta
cuestión se rarifica cuando por parte de los autores (Gavilán y
Escacena, 2009) se intenta establecer diferencias internas entre
ellos, especialmente por sus registros cerámicos. Y no por estrictas consideraciones tipológicas o de otro tipo, sino especial-
[page-n-182]
Implantación y desarrollo de los grupos neolíticos del sur de la península ibérica
mente diríamos que de visualización. Es decir, por el grado de
conservación y carga decorativa que presentan, según procedencia de uno u otro ámbito, o por el mayor grado de conocimiento
que se tiene de los documentados en cuevas. Cuestión, con la
que no podemos estar de acuerdo, pues existe un trasfondo más
lógico y profundo que lo justifica. Concretando, las cuevas y los
asentamientos al aire libre pueden documentar producciones cerámicas con ciertas similitudes tipológicas, pero también existen
diferencias concretas, con tipos específicos para cada ámbito,
cuestión ya comentada. De igual forma que entre las producciones de unas y otros, a simple vista, se observan diferentes grados
de amortización y conservación. Desde las opciones explicativas de los autores para justificarlas, se da la impresión que la
buena conservación de los registros cerámicos de cuevas ha dependido exclusivamente del especial y homogéneo microclima
existente en ellas. Tipo de consideración que tradicionalmente,
no solamente en este caso, ha supuesto consecuencias negativas
en las investigaciones realizadas sobre el Neolítico andaluz. La
bondad y espectacularidad de los registros cerámicos de cuevas, así como sus excelentes conservaciones sólo se justifica
por su uso no doméstico y sí de representación o para contener las ofrendas, posiblemente alimenticias o de ritualizaciones
post mortem de los inhumados en ellas. Es decir con un uso no
amortizado y rodado como sucede con los procedentes de los
auténticos poblados al aire libre. De igual forma las cerámicas
sepulcrales ofrecen decoraciones más exuberantes y una fácil
reconstrucción posterior, lo que no sucede con las de poblados.
En resumen, en este apartado, ¿se puede seguir aún insistiendo sobre el carácter habitacional de cuevas de difícil acceso,
angostas, sin luz natural, húmedas, a veces grietas, simas, con
inhumaciones y registros cerámicos no utilizados?
De igual forma nos preguntaríamos: ¿dónde se localizan las
inhumaciones de los asentamientos del Neolítico Antiguo señalados en áreas sin afloramientos calcáreos? Sin excesivas dudas,
en el interior de los propios asentamientos, en fosas excavadas
en su subsuelo. Difíciles de detectar en zonas con gran sedimentación y fuertemente antropizadas del interior andaluz, no así en
otras áreas como pueden ser las costeras del Bajo Guadalquivir
o en ambientes áridos almerienses, en donde a veces han quedado al descubierto por la erosión, conteniendo todo tipo de restos
óseos y materiales.
5. SÍNTESIS
En páginas anteriores hemos intentado reflexionar sobre algunas cuestiones relacionadas con ciertos aspectos relativos a la
caracterización del Neolítico Antiguo en Andalucía. Especialmente, esta definición formal, fundamentalmente basada en los
conjuntos cerámicos y el significado de la decoración cardial,
sustenta viejos y nuevos modelos interpretativos. Lo cardial,
dentro de una visión normativa, ha servido para diferenciar en
Andalucía dos grupos o áreas culturales. En este trabajo hemos
reflexionado sobre lo irreal de este “nuevo modelo dual” de lo
cardial. De igual forma, la comprensión del cardial en el sur
de Iberia no debe justificarse como una simple extensión o influencia del área levantina, constituyendo en la actualidad una
cuestión más compleja de difícil solución. Particularmente, y
sin excesiva contrastación, las redes de irradiación de los nuevos modos de vida neolíticos por la vía norteafricana deben ser
analizadas como proceso factible o con mayores posibilidades
para el desarrollo del Neolítico del sur peninsular. Asimismo,
en el estado actual de los conocimientos se comprueba que en
el registro arqueológico es más que hipotético intentar aislar un
horizonte cerámico arcaico con ausencia de cardial. Pues éste
siempre ha aparecido asociado a otras cerámicas impresas o de
otros tipos. De momento no existe una sola cueva sepulcral o
asentamiento en el sur peninsular en donde se pueda constatar
un inicial horizonte de cerámicas antiguas sin estar asociadas a
fragmentos con decoración cardial. No es que no se considere
factible su existencia pero con el registro arqueológico actual
y menos aún en base a los procedentes de cuevas como Nerja,
Carigüela, Dehesilla es imposible su contrastación. Son precisamente estas cavidades en Andalucía, al margen de sus ricos
registros arqueológicos, los que en este aspecto han tenido posibilidades de facilitarlo, aunque en la actualidad las lecturas de
sus posibles “secuencias estratigráficas”, no lo hubiese propiciado. Solamente secuencias estratigráficas extensas próximas a
la primera mitad del VI mileno cal BC, son las que nos pueden
ofrecer datos significativos para aislar horizontes cerámicos antiguos bien contrastados o especies domesticadas antiguas. La
secuencia de Los Castillejos de Montefrío puede ser en la actualidad un ejemplo de esta situación, pues tiene posibilidades
de una mayor profundidad en su estratigrafía y aproximarse a
la cronología propuesta. Pero siempre teniéndose en cuenta que
los registros de cuevas presentan tipos característicos propios de
ambientes con una funcionalidad especial, como fue la funeraria
o ritual, muy diferenciados de los procedentes de asentamientos
domésticos. La escasez de cerámicas impresas con o sin cardial
es comprensible en estos últimos, no así en cuevas, en donde
son algo más frecuentes y mejor conservadas, por su status más
de tipo representativo que utilitario. Intentar justificar estos registros por la presencia de diferentes tipos de comunidades que
coexisten de manera paralela sólo conduciría en la actualidad
a una problemática de difícil solución, además de constituir un
normativismo que equipararía la formalidad de un único elemento material (un tipo de tratamiento decorativo) con el conjunto de la identidad comunitaria. Además, la tecnología lítica
de productos laminares nos está indicando el procedimiento de
talla por presión y calentamiento térmico desde fechas más tempranas a las de otros grupos neolíticos como los de las costas
mediterráneas francesas. Se podría tratar de una difusión tecnológica de sur a norte por la región mediterránea.
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Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 181-210.
Enterramientos del Neolítico antiguo en el interior peninsular:
nuevos datos para una actualización de la evidencia empírica
Manuel a. RoJo gueRRa, íñigo gaRCía MaRtínez de lagRán, RaFael gaRRido Pena,
CRistina teJedoR RodRíguez, eulàlia suBiRà de galdáCano, Jesús gaRCía gazólaz,
Jesús sesMa sesMa, Juan FRanCisCo giBaJa Bao, MeRCedes unzu uRMeMeta,
ángel luis PaloMino lázaRo, iRene JiMénez JiMénez,
eduaRdo aRRoyo PaRdo y HéCtoR aRCusa Magallón
reSumen
A la vez que dar a conocer tumbas y cronologías inéditas de los inicios del Neolítico en el interior peninsular, se pretende
analizar con el detalle que nos permite en cada contexto la bibliografía existente, todos los casos de tumbas de esta fase en
el interior peninsular y en el Valle del Ebro. Serán analizados con detalle el tipo de estructura utilizada y la naturaleza del
depósito funerario, la edad y el sexo de los enterrados, el tipo de ajuar, su presencia o ausencia en cada caso, así como la
posición y la orientación de los difuntos en la tumba. Todo ello con la intención de ofrecer una visión integral de las evidencias
funerarias en los inicios de la economía con rendimientos diferidos.
PalabraS claVe:
Inhumación, Neolítico antiguo, interior peninsular, Valle del Ebro, cronología absoluta.
abSTracT
Early Neolithic tombs from the interior of Iberia: new data for an updating of the empirical evidences.Together with the
publication of new tombs and radiocarbon dates from the Early Neolithic, an analysis is made about the complete catalogue of
graves known of this chronology in the interior of the Iberian Peninsula and the Ebro Valley: the structure of the tomb used,
the nature of the burial deposition, the sex and age of the individuals, the grave offerings (presence or absence) as well as the
position and orientation of the deceased inside the grave. The aim is to show a general overview of the burial evidences of the
first farmers in this region.
keywordS:
Early Neolithic, Interior of Iberia, Ebro Valley, 14C.
1. INTRODUCCIÓN
Los años de bonanza económica en nuestro país llevaron consigo una enorme proliferación de obras públicas, proyectos de urbanización, planes parciales de industrialización etc., cuya ejecución debía contar con la correspondiente intervención arqueológica de urgencia. De esta ingente actividad excavadora, no
siempre investigadora, han surgido hallazgos interesantes que
vienen a informarnos sobre un aspecto bastante desconocido,
hasta ahora, en el registro del Neolítico Antiguo Peninsular: las
tumbas. Prácticamente sólo Chaves y la Lámpara son tumbas
descubiertas en el seno de sendos proyectos de investigación,
el resto de las que presentaremos a continuación lo han sido a
través de intervenciones arqueológicas de urgencia o gestión.
El objetivo que nos mueve al publicar este trabajo es triple;
por una parte dar a conocer algunas tumbas inéditas en el interior peninsular y/o Valle del Ebro reflejadas en la figura 1. En
segundo lugar, presentar algunas dataciones inéditas que hemos
obtenido de los individuos enterrados en el Montico, Molino
de Arriba o Villamayor y, en tercer lugar, reunir y analizar en
conjunto todas las evidencias conocidas hasta el presente correspondientes a los primeros momentos de la neolitización,
hasta ahora valoradas y contextualizadas en trabajos generales,
junto con otros casos del Neolítico medio/final y del megalitismo (Rubio de Miguel, 2002; Garrido et al., 2012).
2. MUESTRA ANALIZADA
2.1. el llano del monTIco (monreal-Izco)
El yacimiento de El Llano del Montico estaba incluido en el
IAN (Inventario Arqueológico de Navarra) con la referencia
09311240001, catalogado como un asentamiento al aire libre
de amplia extensión y cronología imprecisa por la presencia,
en superficie, de abundante sílex, cerámica poco definitoria y
pulimentados diversos.
181
[page-n-189]
M. A. Rojo, I. García, R. Garrido, C. Tejedor, E. Subirà, J. García, J. Sesma, J. F. Gibaja, M. Unzu, A. L. Palomino, I. Jiménez, E. Arroyo y H. Arcusa
Fig. 1. Mapa de dispersión de las tumbas analizadas en el texto: 1) Paternanbidea, 2) El Llano del Montico, 3) Los Cascajos,
4) Alto de Rodilla, 5) Fuente Celada, 6) Molino de Arriba, 7) El Prado, 8) Chaves, 9) La Lámpara, 10) El Congosto, 11) Valdivia,
12) Villamayor de Calatrava.
El trazado de la Autovía Subpirenaica, Pamplona-JacaHuesca, en concreto, la construcción del tramo Monreal-Izco,
en los puntos kilométricos 9+500 y 9+930 afectaba a algunos
sectores de la delimitación del yacimiento por lo que, bajo los
auspicios del Servicio de Arqueología de la Comunidad Foral
de Navarra, se planteó una intervención arqueológica que fue
encargada al Gabinete TRAMA S.L.
El Llano del Montico se ubica en el extremo sureste de la
Falla de Ibargoiti; un pasillo natural de margas eocénicas dentro de la cuenca de Lumbier-Aoiz, surcada por el río Elorz de
sureste a noroeste y flanqueada por la serreta que le separa del
Valle de Unciti y por la sierra calcárea de La Higa. Pues bien, el
yacimiento se sitúa en el extremo sureste de este pasillo, en la
falda de la Peña de Izaga, a 600 m sobre el nivel del mar.
La flora autóctona, que se conserva en algunos rodales residuales, estaba compuesta por robles y encinas en las solanas y
pinos silvestres y hayas en las umbrías. Sin embargo, en la actualidad, la mayor parte del paisaje, al margen del fondo de los
valles ocupados por cultivos cerealistas, se compone de pinares
de repoblación.
Desde Abril a Septiembre de 2007 se llevaron a cabo varias
fases de intervención en los 20.000 m2 en que el yacimiento
era afectado por el trazado de la autovía y que consistieron en
la retirada mecánica de la primera capa superficial, limpieza y
topografía de todas las evidencias negativas observadas y, por
último, excavación de las más importantes. El resultado fue la
constatación de un enorme hábitat al aire libre, arqueológica182
mente compuesto por una ingente cantidad de estructuras negativas que conferían al enclave el aspecto característico de los
llamados “campos de hoyos”, tan habituales en la prehistoria
peninsular desde el Neolítico a la Edad del Bronce (Bellido
Blanco, 1996). Frecuentemente los “Campos de hoyos” son
asentamientos de enormes dimensiones, con ocupaciones recurrentes a lo largo del tiempo que se van yuxtaponiendo en el
espacio. Ello hace que no se forme una estratigrafía vertical y
la segregación cronológico-cultural de cada fase debe realizarse
mediante el estudio tecnotipológico de los materiales o la aplicación de técnicas de datación absoluta.
El Llano del Montico responde perfectamente a esta tipología de yacimiento; la superficie excavada supera las 2 hectáreas,
siendo considerablemente mayor aún el área de dispersión de
materiales, tipológicamente las cerámicas recuperadas corresponden a diferentes momentos (Neolítico, Calcolítico, Campaniforme, Edad del Bronce), y las estructuras, con diferentes
adscripciones culturales se disponen anárquicamente, por todo
el área intervenida.
Según el informe elaborado por el Gabinete TRAMA S.L.,
los resultados totales de la intervención arqueológica (en sus
diferentes fases de delimitación, limpieza y excavación) fue la
constatación de las siguientes estructuras:
a) Depósitos en hoyo: En diferentes puntos del yacimiento se localizaron, a lo largo de las tres fases de la intervención
arqueológica, un total de 190 depósitos en hoyo de cronología
prehistórica. En general se trataba de cubetas no muy profundas
[page-n-190]
Enterramientos del Neolítico antiguo en el interior peninsular: nuevos datos
con diámetros de entre 1 y 2 m. En estas estructuras negativas se recuperaron diversos materiales arqueológicos entre los
que destacan abundantes restos cerámicos y óseos –con y sin
evidencias de la acción del fuego–, varias puntas de flecha y
microlitos realizados en sílex, varias hachas pulimentadas así
como algunos molinos de mano.
Muchos de estos depósitos fueron colmatados, una vez
abandonados, por piedras y cantos, definiendo pequeñas concentraciones líticas de planta de tendencia circular con diámetros que oscilan entre el metro y el metro y medio. En la mayoría
de los casos, las concentraciones contenían material arqueológico prácticamente igual al del resto de los depósitos, aunque en
menor cantidad.
b) Hoyos de poste: De los 19 pequeños hoyos verticales localizados, tan sólo 11 parecen corresponder a los restos de auténticas
estructuras de postes ya que en su interior no se ha hallado ningún
tipo de material arqueológico excepto carbones. A pesar de que no
ha sido posible definir con claridad la planta de una unidad de habitación, parece innegable que debió de existir en esa zona algún
tipo de estructura ya que 10 de ellos se encuentran relativamente
agrupados en el extremo noroccidental del yacimiento.
c) Enterramientos: Seis de las estructuras negativas contenían restos humanos y, por tanto, fueron consideradas como
tumbas. En todos los casos podemos afirmar que, aunque correspondan a diferentes períodos culturales, comparten las mis-
mas características: depósitos poco profundos (circunstancia
impuesta por la presencia de bloques de piedra de gran tamaño
que dificultaban la excavación del terreno natural) en forma de
cubeta; presencia de más de un individuo en el interior de cada
uno de los depósitos (enterramientos dobles); en los casos en
que se han conservado suficientes partes del esqueleto postcraneal, fueron depositados en posición fetal en decúbito lateral
izquierdo. Igualmente, en todos los casos era patente su lamentable estado de conservación.
Enterramiento nº 6.- La estructura catalogada en el informe
de TRAMA S.L. como enterramiento nº 6 es la única que, tanto
por su ajuar funerario como por su cronología (como veremos)
corresponde al Neolítico antiguo y es objeto de un estudio especial en este trabajo. Se trataba de una cubeta hemisférica excavada en las gravas de la terraza, de 1,15 m de diámetro y una
profundidad conservada de 10 cm. En su interior se hallaron los
restos parciales de dos individuos que estaban depositados en
la mitad este del fondo del hoyo. Sobre los restos humanos se
había depositado lo que pudiera ser una cornamenta completa
de ciervo de la que sólo se conservaban identificables el pivote,
las dos rosetas y un cuerpo principal con la corona machacada y
una punta rota. En el proceso de excavación se recuperaron una
luchadora, dos puntas medias con candiles, otras dos sin ellos y
tres candiles más. Igualmente se recuperó un punzón de hueso
fragmentado y muy desgastado (fig. 2).
Fig. 2. Planta del enterramiento 6 de El Llano del Montico con fotografía ampliada de hueso largo sobre el que se observan 2
microlitos geométricos. Luchaderas y candiles de ciervo como ajuar de la tumba.
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M. A. Rojo, I. García, R. Garrido, C. Tejedor, E. Subirà, J. García, J. Sesma, J. F. Gibaja, M. Unzu, A. L. Palomino, I. Jiménez, E. Arroyo y H. Arcusa
El individuo nº 1, adulto masculino (entre 30/40 años) tiene
un índice de preservación (Walker et al., 1988 y Safont et al.,
1999) próximo al 72%, conservando la mayoría de los huesos
largos, 16 piezas dentales y prácticamente todos los huesos de
las manos y pies (fig. 3). En relación con posibles patologías se
aprecian caries en dos dientes, cálculo dental en todas las piezas
y ausencia de hipoplasia del esmalte lo que, con toda probabilidad, es la causa del fuerte desgaste dental, especialmente de las
piezas anteriores. Se aprecian, asimismo, inserciones musculares palmares de las falanges proximales que implicarían un gran
desarrollo muscular relacionado con la prensión de las manos.
El individuo nº 2, adulto joven masculino (entre 20/25 años),
tiene un índice de preservación claramente inferior, en torno al
48% (fig. 3). No conserva los huesos propios de manos y pies,
sólo algunos de cara y cabeza, partes de mandíbula y maxilar y
algunas diáfisis de huesos largos (húmeros, fémures y un peroné).
Conserva únicamente 7 piezas dentales y en ningún caso, posiblemente debido a su juventud, se aprecia en ellos cálculo dental,
caries o hipoplasia del esmalte. No se ha podido observar ninguna
lesión ni patología en la escasa muestra ósea conservada.
En general, en ambos individuos, se observa una buena conservación por lo que a la superficie y textura de las diáfisis se
refiere, pero no ocurre lo mismo con los extremos o epífisis y,
en general con todo el tejido esponjoso (ausencia absoluta de
raquis vertebral y de casi todas las costillas). Esta ausencia epifisaria y de sustancia esponjosa debe ponerse en relación con
procesos tafonómicos de descomposición natural ya que no se
han apreciado evidencias de alteraciones por roedores u otros
animales. Esta circunstancia ha impedido obtener datos válidos
sobre el cálculo de estatura y robustez de los individuos. Tan
sólo, y para la extremidad inferior, se ha podido calcular el índice platimérico del fémur en ambos individuos y el platicnémico
en la tibia derecha del individuo 1. En ambos casos los fémures
son platiméricos y la tibia del individuo 1 es platicnémica (tabla
1), lo que podría ponerse en relación con la práctica habitual de
marchas largas por terrenos pedregosos.
En relación con la naturaleza del depósito, esto es, si se trata
de una deposición primaria o secundaria, simultánea o sucesiva,
existe un cierto grado de incertidumbre, motivado por la roturación secular de los campos y la retirada mecánica de la montera
del terreno. Sin embargo hay suficientes indicios en el proceso
de excavación y registro para intentar aproximarnos a la realidad y plantear una posible interpretación. En primer lugar, el hecho de que la cuerna de ciervo estuviera prácticamente completa
sobre los restos óseos nos hace pensar que su colocación supuso
la última intervención humana en la tumba. Bajo ella y, según
un análisis detallado de las fotografías de la excavación y la
planimetría, se pueden adivinar algunas conexiones articulares
a nivel de extremidades así como de algunas partes del esqueleto que corresponden al individuo 1. Este aparece orientado
S-E, probablemente fue depositado en decúbito supino con las
extremidades inferiores flexionadas de forma alzada, de modo
que las piernas se apoyarían en la pared de la estructura. Sobre
estas extremidades inferiores, a nivel de las rodillas y apoyándose también en la pared de la estructura se depositó el asta de
ciervo. La tumba no se colmató de tierra de forma inmediata por
Fig. 3. Comparación del estado de preservación de los individuos de El Llano del Montico.
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Enterramientos del Neolítico antiguo en el interior peninsular: nuevos datos
Tabla 1. Índices calculados en la extremidad inferior de los individuos 1 y 2.
Individuo 1
Derecho Izquierdo
Índ. platimería
Índ. platicnémico
Individuo 2
Derecho Izquierdo
-
82,9
77,4
74,2
58
-
-
-
lo que, al descomponerse el cadáver y, bajo el peso de las astas,
las extremidades cedieron sobre el suelo de la tumba hallándose
en la posición actual. En otra imagen del proceso de excavación,
aparece la pierna derecha con el fémur, la tibia y parte del peroné en paralelo por la cara anterior de los huesos. En este caso
la posición es fruto meramente del desplazamiento producido
al perder la sustancia blanda. El fémur izquierdo aparece por
la norma posterior articulado con el coxal del mismo lado que
se presenta en norma lateral. El peso del asta desplazó a los
mismos hacia el norte haciendo que rotara el fémur en el coxal
dejándolo en la disposición en la que han sido hallados.
En el extremo más al sur de la fosa, se observa un fragmento
de mandíbula asociado a restos craneales que muestran un cierto desplazamiento gravitacional propio de la descomposición a
nivel craneal con la desarticulación mandibular y la caída de la
misma. La distancia (espacio) entre el cráneo y los coxales correspondería perfectamente al necesario para albergar el tórax. No
está clara la distribución de las extremidades superiores de este
individuo si bien en las fotografías parecen reconocerse fragmentos humerales en lo que correspondería a la región torácica.
Vistas así las cosas, parece fuera de toda duda que el individuo nº 1 se encontraba en posición primaria, depositado en
decúbito supino con las extremidades inferiores arqueadas y las
superiores posiblemente recogidas en el tórax. La descripción
realizada se corresponde perfectamente con la que García y
Sesma (2007a: 62 y fig.4) hacen para el individuo A del enterramiento nº 2 de Paternanbidea.
Ahora bien, ¿qué podemos decir del individuo nº 2? Tanto
en las fotos de excavación como en planimetría ha sido imposible reconocer ningún hueso que correspondiera al mismo, por
lo que debemos deducir que sus restos, sin conexión anatómica
alguna, se encontraban bajo el individuo nº 1 que a su vez estaba bajo la cuerna de ciervo. Ante ello sólo podemos evaluar
la naturaleza de su depósito atendiendo a criterios estrictamente antropológicos. En primer lugar debemos prestar atención
a la representación anatómica, encontrándonos con un índice
de preservación inferior al 50%. Es ésta, la subrepresentación
anatómica, un primer e importante indicador de los depósitos
secundarios, también llamados en dos o más tiempos (Velasco
Vázquez, 2014: 194). Otro detalle a considerar es la ausencia
de conexiones anatómicas, especialmente las lábiles (manos, raquis cervical, pies). Teniendo en cuenta que el individuo 1 si poseía todos los huesos de manos y pies, no podemos achacar esta
ausencia a procesos tafonómicos naturales de preservación diferencial, lo que contribuye, aún más, a pensar en que el individuo
nº 2 había sufrido algún tipo de tratamiento post mortem. Pero
¿qué tipo concreto de tratamiento? Ante la ausencia de otros importantes indicadores para determinar el carácter secundario del
depósito (presencia de huellas evidentes de descarnado activo,
marcas y huellas producidas por la acción de animales cuando
los huesos se hallaban expuestos al aire) y habiendo considerado el carácter primario para el individuo nº 1 (descomposición
en un espacio abierto, colocación de un asta de ciervo sobre
el conjunto de los restos, recuperada en su posición original),
podemos concluir que más que un enterramiento secundario del
individuo nº 2 se haya producido una reducción del mismo, es
decir, un reagrupamiento de una buena parte de los huesos del
primer individuo depositado en el mismo espacio en el que se
produjo su depósito inicial (Duday et al., 1990: 44).
Con todo, creemos que la definición más acertada y precisa que podemos realizar sobre la naturaleza del depósito
hallado en el enterramiento nº 6 de El Llano del Montico, es
la de una deposición doble sucesiva con reducción del primer
individuo inhumado.
Por más que la norma habitual conocida hasta ahora para
los enterramientos del Neolítico Antiguo en las Tierras del Interior Peninsular sea la de la inhumación individual en fosa como
lo atestiguan la mayoría de los ejemplos que citaremos en este
trabajo, no faltan en el Valle de Ebro casos en los que podemos
interpretar que la norma de enterramiento haya sido, como en
El Llano del Montico, la inhumación doble sucesiva con reducción de los primeros restos inhumados. Nos estamos refiriendo
al yacimiento de Paternanbidea en Ibero, Navarra, que dista escasos 30 kilómetros en línea recta de El Llano del Montico. En
concreto podemos hacer esta misma interpretación del enterramiento nº 3 y, en menor medida, del nº 1 donde se dan varias deposiciones sucesivas con reducciones (García Gazólaz y Sesma,
2007a: 60 y 62), como veremos más adelante.
2.1.1. Ajuar del enterramiento de El Llano del Montico
Al margen del asta de ciervo descrito más arriba, resulta ciertamente interesante, por novedoso, constatar la existencia de un
riquísimo ajuar lítico compuesto por 41 objetos de los que 36
son microlitos geométricos, 4 fragmentos de ápices de geométricos y un extremo distal de laminita de forma perfectamente
triangular (fig. 4). Dada su abundancia y peculiaridad a continuación presentamos el análisis tecnotipológico y traceológico
de estas piezas.
2.1.1.1. Análisis tecno-tipológico de los geométricos
del yacimiento de El Llano del Montico
Mediante una lupa binocular convencional con un rango de
20X a 40X aumentos hemos podido establecer los parámetros
tipométricos y morfológicos de la colección así como la secuencia de retoque de cada pieza y, con ello, el proceso tecnológico de fabricación.
Como se ha dicho, la colección está compuesta por 41 ítems,
en todos los casos realizados sobre sílex de variadas procedencias. Un primer vistazo, realizado por A. Tarriño, permite intuir
que quizá el grueso de las piezas haya sido fabricado sobre sílex
de la Sierra de Urbasa (Navarra), pero se constata la presencia
de sílex de Treviño (Burgos) e incluso del tipo Chalosse (Francia). De todos ellos, 39 encajan perfectamente en la categoría de
microlitos geométricos. Los otros dos casos son un fragmento
probablemente perteneciente a un geométrico (fig. 4.19), pero
demasiado pequeño para confirmarlo, y otro fragmento distal de
lámina apuntada, exenta de retoque, pero de curiosa morfología
trapecial y con una fractura buriloide en el extremo (fig. 4.8).
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M. A. Rojo, I. García, R. Garrido, C. Tejedor, E. Subirà, J. García, J. Sesma, J. F. Gibaja, M. Unzu, A. L. Palomino, I. Jiménez, E. Arroyo y H. Arcusa
Fig. 4. Ajuar lítico tallado de El Llano del Montico.
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Enterramientos del Neolítico antiguo en el interior peninsular: nuevos datos
Los tipos y sus dimensiones
El troceado de las láminas
Las tres morfologías básicas están presentes en la tumba, contabilizándose 28 segmentos de círculo (fig. 4.1-4.3, 4.6, 4.9, 4.11,
4.12, 4.14-4.16, 4.20, 4.21, 4.23-4.32, 4.34, 4.35, 4.38-4.40),
10 trapecios (fig. 4.4, 4.5, 4.7, 4.10, 4.13, 4.18, 4.22, 4.33, 4.36,
4.37) y 1 triángulo (4.17). Como suele ser habitual, estas formas geométricas neolíticas no suelen ser tan netas como en el
precedente Mesolítico, por ello no siempre es fácil diferenciar
entre algunos trapecios y segmentos, o incluso dentro de estos
últimos hay diferencias en función del índice de alargamiento.
Por lo que se refiere a la tipometría, si tenemos en cuenta los
extremos de los tres parámetros mensurables, no parecen existir diferencias notables. En los segmentos la longitud oscila entre los 14
y 23 mm, la anchura entre los 6 y 12 mm, y el espesor entre 1,8 a
3 mm. En los trapecios, por su parte, la longitud oscila entre 15-23
mm, la anchura entre 7 y 11 y el espesor entre 1,5 y 3 mm. Con todo,
contrastando los prismas promediados en los que se inscriben estos,
sí ofrecen algunas diferencias: segmentos 19,1 x 9,1 x 2,2 mm y trapecios 18,8 x 9,3 x 2 mm, con lo que deducimos que los segmentos
son un poco más largos y están fabricados sobre láminas algo más
espesas. Por último, si analizamos estos mismos prismas en función del tipo de retoque utilizado en la conformación del geométrico, observamos cómo la diferencia entre ellos es algo más acusada:
geométricos en doble bisel 19 x 9,1 x 2,3 mientras que en los de
retoque abrupto los parámetros son ligeramente inferiores (18,4 x
8,9 x 2 mm), lo que nos indica que se busca intencionadamente un
módulo más alargado y espeso para fabricar los primeros.
Es un hecho constatado, al menos en el Valle del Ebro, que con
el advenimiento del Neolítico la técnica del microburil, masivamente empleada durante el Mesolítico, parece dejar de utilizarse. Ello se ha asociado tanto al desarrollo del retoque en
doble bisel (que elimina los estigmas que las técnicas de troceado hubieran podido dejar), como al aumento en el espesor
de las láminas soporte con las que fabrican sus geométricos los
primeros agricultores.
Entre los geométricos de El Llano del Montico existen 5
casos, todos ellos segmentos de círculo, 4 en doble bisel (fig.
4.16, 4.20, 4.34, 4.38) y 1 de retoque abrupto (fig. 4.9), en donde identificamos estigmas que interpretamos como originados
durante el proceso de fragmentación de la lámina soporte. Se
trata de ápices triédricos similares a los reconocidos en la técnica de microburil, sin embargo no comparten una característica
fundamental, y es que se trata de fracturas totalmente rectas y
no oblicuas. Esta singular circunstancia creemos que está totalmente relacionada con la técnica empleada, y a su vez condicionada por el espesor de las láminas fragmentadas. Pensamos que
probablemente se continúen utilizando muescas para reducir la
anchura de la fractura, pero que ésta ya no se hace golpeando la
lámina apoyada de forma oblicua sobre un yunque, sino que es
de forma perpendicular a un borde del mismo o, incluso y más
probablemente, mediante flexión manual, ya sea apoyando o no.
En conclusión, podemos afirmar que la técnica del microburil tal y como se ha reconocido para el geometrismo mesolítico,
no se practica en el primer Neolítico, no al menos en El Llano
del Montico, ello a pesar de que la masiva existencia de fracturas en los extremos de los geométricos han podido enmascarar
opciones de lectura sobre las técnicas de fabricación. Estas fracturas, como luego veremos, se deben a un uso preciso y generalizado de los mismos.
Las láminas soporte
Todos los geométricos, excepto un caso (fig. 4.6), están fabricados sobre lámina. Este caso excepcional se trata de un segmento
de círculo conformado mediante retoque abrupto para cuya fabricación se ha utilizado como soporte una lasca.
No son demasiadas las características que se pueden glosar
sobre estas láminas escogidas probablemente ex profeso, ya que
el propio proceso de fabricación (troceado y retocado final) elimina la mayor parte de las mismas. No obstante nos fijaremos al
menos en dos aspectos, la sección y el espesor, que normalmente no sufren alteraciones significativas que impidan su mensura.
Se reconocen dos tipos de sección, en función del número de
nervios que guíen la extracción de la lámina: triangular (un nervio
normalmente centrado) y trapezoidal (dos nervios de tendencia
paralela). En la colección 19 geométricos están fabricados sobre
láminas de sección triangular y 17 sobre sección trapezoidal, lo
que parece indicar que no es un factor determinante a la hora de la
selección de un tipo u otro de la lámina soporte para la extracción.
Respecto al espesor los rangos extremos se sitúan entre 1,5 mm
y 3 mm, rango en el que se incluyen todos los geométricos tanto
Neolíticos como Mesolíticos (Montes y Domingo, 2013).
Es necesario cruzar estos datos con la morfología que establecen los tipos para obtener algún patrón que pueda ser indicativo. Así, parece existir una preferencia por las secciones
triangulares para la fabricación de segmentos, que por otra parte
coinciden con las láminas de un mayor espesor, por encima de
los 2,2 mm y el uso del retoque en doble bisel. Por contra en la
fabricación de los trapecios, se prefieren las láminas de sección
trapezoidal, coincidiendo con unos espesores inferiores o en torno a los 2 mm, asociados al retoque abrupto.
El proceso de retoque: la secuencia
Los geométricos de la muestra que se estudia presentan tanto
retoques abruptos como en doble bisel. Siendo su distribución
de la siguiente forma: 27 en doble bisel (22 segmentos –fig.
4.1-4.3, 4.11, 4.12, 4.14, 4.16, 4.20, 4.21, 4.23-4.26, 4.28, 4.30,
4.32, 4.34, 4.35, 4.38-4.40–, 4 trapecios –fig. 4.4., 4.10, 4.22,
4.37–, 1 triángulo –fig. 4.17–) y 12 con abrupto (6 segmentos
–fig. 4.6, 4.9, 4.15, 4.27, 4.29, 4.31– y 6 trapecios –fig. 4.5, 4.7,
4.13, 4.18, 4.33, 4.36–).
Cuándo se realiza un examen más detenido de las piezas se
comprueba que tal y como es habitual en estos geométricos neolíticos, sobre todo en los contextos de hábitat al aire libre como
el que nos ocupa, muchos de los retoques cuyo ángulo interpretamos como abrupto están, más bien, a camino entre los 45º y
los 90º. Quiere ello decir que encontramos una diferencia entre
los retoques que conforman estos geométricos y los típicamente
mesolíticos. Esta circunstancia no es extraña teniendo en cuenta
que, en realidad, el retoque que realmente va a caracterizar estas
series geométricas neolíticas es el retoque simple, sobre todo en
su modalidad bifacial o de doble bisel. Incluso en ocasiones, y
dado que parece realizarse por presión, alcanza casi la condición
de retoque plano.
Con objeto de comprobar si existen procesos recurrentes
o modos de retocado en la última fase de fabricación de los
geométricos, se ha realizado una lectura, mediante lupa binocu187
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M. A. Rojo, I. García, R. Garrido, C. Tejedor, E. Subirà, J. García, J. Sesma, J. F. Gibaja, M. Unzu, A. L. Palomino, I. Jiménez, E. Arroyo y H. Arcusa
lar, tratando de secuenciar el retocado de cada pieza. Para ello
es preciso reconocer cada uno de los retoques y comprobar la
presencia de los estigmas habituales en un proceso de retocado,
seguramente por presión; punto de apoyo del punzón, contrabulbo, escamas parásitas, etc. Igualmente es interesante advertir
la inexistencia de los mismos por haber sido eliminados parcialmente por otro retoque posterior, ya sea desde la misma cara de
la pieza (doble delineación) o la contraria (bifacial). Partiendo
de la base de que el tallador tiene en sus manos el fragmento de
lámina, que previamente ha troceado y que va a servir de soporte, con la lectura de la secuencia de retoque podemos establecer
algunas conclusiones (fig. 5):
- Que algunos geométricos se han fabricado con solo una tanda de retoque. Es el caso de 5 segmentos (fig. 4.6, 4.9, 4.15,
4.29, 4.31) y 2 trapecios con retoque abrupto (fig. 4.7, 4.13).
Los trapecios con retoque directo y en los segmentos 2 directo
y 3 inverso. Diríamos que esta es la forma más rápida de conformación de un geométrico y que se asocia a la aplicación del
retoque abrupto.
- Que la mayor parte de los geométricos, 24 casos, se retocan
exigiendo tan sólo un volteo de la pieza. Es el caso de 21 segmentos y 3 trapecios. En el caso de los segmentos todos presentan retoque en doble bisel. La mayor parte de ellos (14) presentan una primera tanda de retoque simple (en 9 casos primero
directo –fig. 4.11, 4.14, 4.16, 4.25, 4.26, 4.32, 4.34, 4.40– y en
5 casos primero inverso –fig. 4.23, 4.24, 4.38, 4.39–) en todo el
arco para, a continuación, voltear la pieza y aplicar una segunda
tanda otorgándole el carácter bifacial. En 7 casos (fig. 4.1-4.3,
4.12, 4.20, 4.21, 4.28) los segmentos presentan una primera tanda que afecta a toda la cuerda y tras el volteo de la pieza se apli-
ca una segunda tanda pero que no afecta a toda la cuerda sino
sólo a zonas puntuales del geométrico, normalmente los extremos. Por lo que respecta a los trapecios (fig. 4.5, 4.18, 4.36) se
trata de combinaciones de dos lados mediante retoque abrupto
directo y volteo de la pieza para aplicar retoque inverso simple
y crear el lado corto.
- Que los trapecios de retoque en doble bisel (fig. 4.4, 4.10,
4.22, 4.37) son piezas de fabricación más laboriosa. Los cuatro
ejemplares de la colección han exigido al menos dos volteos de
la pieza, ya que presentan un lado retocado con alternancia de
retoques simples directo/inverso y el opuesto con alternancia de
retoques simples inverso/directo.
- Que tan sólo se han detectado dos casos (1 trapecio –fig.
4.33– y 1 segmento –fig. 4.30–) de retoque bifacial alternante. Este tipo de delineación requiere tantos volteos de la pieza
como retoques se realicen, por lo que en los casos analizados
son al menos 6 las veces en que el tallador tuvo que voltear el
geométrico en su mano. Por otra parte se constata que este tipo
de proceso ofrece unas aristas más sinuosas e irregulares que los
modos descritos anteriormente.
- Que en muchos de los geométricos estudiados, antes de dar
por finalizada su fabricación, se produce una revisión de la delineación de sus lados o cuerda en el caso de los segmentos, pues
presentan algún retoque esporádico por encima y al margen de
los esquemas mencionados.
A modo de conclusión podemos destacar que los microlitos geométricos del yacimiento de El Llano del Montico
participan de las mismas características que los relacionados
en otros contextos del neolítico antiguo del Valle del Ebro
(Cava, 2000), al menos en lo referente a tipología y tipome-
Fig. 5. Esquema secuencial del proceso de retoque en doble bisel de un segmento de círculo de El Llano del Montico.
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Enterramientos del Neolítico antiguo en el interior peninsular: nuevos datos
tría. Cuestión aparte es la de la tecnología, donde al margen
de la estandarización que la propia técnica de fabricación
de geométricos requiere, sin embargo, no encontramos un
único patrón en los procesos de conformación y diseños del
retoque, sino que estos parecen bastante aleatorios sin que
hayamos podido concretar qué variables los determinan. En
todo caso, sería interesante realizar análisis de las secuencias
de retoque como la aquí presentada en otras colecciones del
Valle del Ebro con objeto de conocer si se repiten o son similares en yacimientos diversos.
2.1.1.2. Análisis funcional de los geométricos del yacimiento
de El Llano del Montico
El análisis se ha llevado a cabo conjugando una lupa binocular
Leica MZ16A, que abarca entre 10-90 aumentos, y un microscopio metalográfico Olympus BH2, cuyos aumentos van desde
50X a 400X aumentos, dotado con una cámara Canon 450D.
Además, para el caso de Llano del Montico, hemos podido emplear un software fotográfico (Helicon Focus v. 4.62) para adquirir y procesar imágenes totalmente enfocadas.
La primera cuestión que debemos apuntar en relación al
análisis de las piezas documentadas en esta sepultura, es que
su estado de conservación es pésimo. El hecho de que todo el
utillaje presente fuertes lustres de suelo y que el 25% muestren
pátinas desarrolladas, nos impiden hacer un análisis microscópico con el objetivo de detectar modificaciones generadas por su
uso (en concreto estrías y micropulidos).
No obstante, había un aspecto positivo ante la grave conservación del material, y es que sabemos que en los contextos
neolíticos los microlitos geométricos suelen ser proyectiles. Tal
determinación se basa en gran parte en la presencia de fracturas de impacto macroscópicas como resultado del contacto del
geométrico con alguna parte del esqueleto del animal. En base
a este criterio, hemos analizado los numerosos microlitos de El
Llano del Montico con el fin de documentar si tenían o no fracturas de impacto.
A este respecto, hemos podido determinar que de las 42
piezas analizadas, 25 (59,5%) muestran fracturas diagnósticas
producto de su uso como proyectiles, 8 (19,1%) tienen algunas
roturas que quizás fueron igualmente generadas por impacto,
pero sobre las que tenemos ciertas dudas por sus características
morfológicas, y sobre 9 (21,4%) no tenemos criterios suficientes para afirmar o negar que fueron utilizadas.
En aquellos microlitos geométricos donde determinamos
con seguridad que fueron empleados como elementos de proyectil, no sólo suelen presentar fracturas absolutamente diagnósticas (caso de las que presentan una morfología en forma
aburilada o con terminaciones abruptas o reflejadas), sino que
a menudo no aparecen de manera individualizada sino conjunta
(fig. 6). Así, por ejemplo, de esas 25 con fracturas de impacto,
hay 6 que tienen dos o más fracturas aburiladas, a menudo en
los dos extremos producto del impacto con el esqueleto y del
contragolpe de la pieza con el astil, y 11 tienen distintos tipos de
fracturas asociadas con abundantes melladuras apreciables en el
filo largo no retocado.
Además, otro aspecto relevante relacionado con el uso de
los microlitos geométricos, es que hasta 9 muestran fracturas
tan importantes que es imposible su reutilización. Por nuestra
experiencia, las pequeñas roturas generadas por impacto no
siempre suponen un impedimento para seguir usándolas. En
ocasiones son fácilmente reparadas con una ligera modificación
por retoque. Cuando las fracturas son tan importantes como las
observadas en las citadas piezas de El Llano del Montico, los
que las emplearon estuvieron obligados a abandonarlas porque
no pudieron ni siquiera repararlos. De hecho algunas de esas
piezas son pequeños fragmentos mediales o de uno de los extremos del geométrico.
Para conocer la posición en la que los microlitos geométricos estaban insertados en los astiles, se suele tener en cuenta,
por un lado, la dirección de las estrías que se producen en la
superficie, como resultado del roce de una partícula del propio
geométrico que se ha desprendido o del contacto con la materia
con la que ha percutido, y por otro, la dirección y localización
de las fracturas y melladuras de impacto.
En el caso que nos ocupa, la alteración de la superficie nos
ha imposibilitado analizar las piezas a nivel microscópico con
el fin de detectar estrías. Por ello, en relación a esta cuestión
sólo hemos valorado las fracturas de impacto y las melladuras de los filos. A este respecto, la morfología alargada de los
propios segmentos y el hecho de que la totalidad de las fracturas las encontremos en los extremos, en paralelo o diagonal
al filo largo, y que haya numerosas melladuras en tales filos
con una morfología y dirección tendente a estar igualmente en
diagonal, nos hacen proponer que la mayor parte debieron enmangarse como puntas o en forma de barbelures. En cuatro de
los microlitos geométricos además hemos reconocido posibles
residuos negruzcos que podrían ser restos de enmangue (fig.
7a). No obstante, deberían hacerse los análisis pertinentes para
confirmar dicha propuesta.
En definitiva estamos ante un conjunto muy amplio de microlitos geométricos que la mayor parte presentan fracturas de
impacto por su uso como proyectiles, e incluso algunos muestran roturas tan importantes que no pueden repararse y seguir
siendo utilizadas.
Si comparamos estos resultados con los que hemos obtenidos por nosotros en otros muchos contextos funerarios, especialmente del noreste peninsular, donde se suelen depositar
como ajuar microlitos geométricos, las diferencias son absolutas. En necrópolis como la Bòbila Madurell-Can Gambús, Camí
de Can Grau, Pla del Riu de les Marcetes, etc. (Gibaja, 2003;
Gibaja y Palomo, 2004), lo que solemos encontrar son:
- Microlitos geométricos sin usar o con pequeñas fracturas microscópicas que nos demuestran que si bien se utilizaron están
aún en perfecto estado.
- Nunca se depositan piezas totalmente fracturadas e inoperantes para una futura reutilización.
- La cantidad de microlitos nunca es tan elevada. Lo normal
es encontrar entre 1-3, siendo excepcional los enterramientos
que sobrepasan este número no llegando nunca a haber más
de 6-7 microlitos como es el caso de la estructura nº 4 de
Paternanbidea.
- Estos microlitos pueden hallarse en ocasiones junto a otros
elementos de proyectil como son las puntas pedunculadas. No
obstante, tales puntas tienen un comportamiento similar, es decir sin usar o con pequeñas roturas que no los han inutilizado.
Por lo tanto, estamos ante un comportamiento absolutamente distinto. Frente a los contextos funerarios del noreste peninsular donde evidentemente hay una selección para
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M. A. Rojo, I. García, R. Garrido, C. Tejedor, E. Subirà, J. García, J. Sesma, J. F. Gibaja, M. Unzu, A. L. Palomino, I. Jiménez, E. Arroyo y H. Arcusa
Fig. 6. Microlitos geométricos de El Llano del Montico con fracturas de impacto en las zonas apicales. La mayor parte pertenecen a
intensas fracturas de morfología aburilada.
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Enterramientos del Neolítico antiguo en el interior peninsular: nuevos datos
Fig. 7. A. Posibles residuos de enmangue en los laterales retocados de dos microlitos geométricos de El Llano del Montico; B. Lámina
de sílex de la sepultura de La Lámpara. Huellas macroscópicos de los laterales retocados y rastros microscopios relacionados con el
corte de madera.
el ajuar de aquellos microlitos geométricos que son nuevos
o están en buen estado, en El Llano del Montico documentamos proyectiles fracturados e incluso totalmente rotos e
inutilizables. Frente a este hecho nos preguntamos por qué
se dejaron en una sepultura tantos proyectiles con roturas
e incluso inefectivos: ¿se dejó cualquier proyectil independientemente de su estado?, ¿no importaba su estado, sólo era
relevante el que fueran microlitos geométricos?, ¿acaso algunos estaban fracturados porque llegaron clavados en los
individuos inhumados?
Verdaderamente son preguntas a responder a medida que
podamos conocer otras sepulturas similares y observar si en
ellas existe un comportamiento similar. Mientras para el noreste peninsular tenemos un rico registro funerario en el que
podemos hacer valoraciones comparativas, para el caso de El
Llano del Montico solo podemos compararlo remotamente
con el enterramiento 3 de Paternanbidea (vid. supra) que no
hemos podido analizar por hallarse en proceso de estudio por
otros investigadores.
2.2. la lámPara: hoyo 1 (ambrona, SorIa)
Es una de las pocas, si no la única, de las evidencias funerarias
del Neolítico Antiguo descubiertas en el Interior Peninsular a
raíz de un proyecto de investigación integral y no como fruto de las labores de documentación de yacimientos antes de su
destrucción por algún tipo de obra pública. No la incluimos en
este trabajo por su novedad, ya que es de sobra conocida (Rojo
Guerra y Kunst, 1999b: 26 y ss.; Rojo Guerra et al., 2008: 81 y
ss.), sino por ser una de las mejor documentadas y contener el
ajuar más espectacular y rico de todas las halladas hasta ahora
en la Península, como veremos en este apartado. Esto nos permite describir con sumo detalle aspectos poco frecuentes relacionados con la ceremonia o ritual que se debió de desarrollar
antes y durante el sepelio (fig. 8).
La tumba, una fosa profunda (1,5 x 1 m y 1,23 m3 de capacidad), de perfil sinuoso, posiblemente fuera en origen un silo que
se amortizó y se reutilizó con fines funerarios. En la misma, podríamos identificar una boca ancha, un estrangulamiento medial
191
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M. A. Rojo, I. García, R. Garrido, C. Tejedor, E. Subirà, J. García, J. Sesma, J. F. Gibaja, M. Unzu, A. L. Palomino, I. Jiménez, E. Arroyo y H. Arcusa
Fig. 8. Ajuar de la tumba de La Lámpara. Parte superior: ajuar cerámico: los puntos negros de menor tamaño hacen referencia a otros fragmentos
cerámicos. Parte inferior: otros materiales del ajuar: izquierda: fragmento de neurocráneo de oveja; derecha: lámina de sílex retocada de 4,7 cm
de longitud; abajo: industria ósea (de izquierda a derecha): 1) posible bruñidor sobre metápodo de ovicáprido de 14,5 cm de longitud; 2) punzón
sobre metápodo de ovicáprido de 12,5 cm de longitud; 3) puñal sobre candil de ciervo de 14,5 cm de longitud. Los triángulos negros de menor
tamaño hacen referencia a restos de fauna, y los cuadrados grises a restos líticos tallados y dispersión de los mismos.
192
[page-n-200]
Enterramientos del Neolítico antiguo en el interior peninsular: nuevos datos
(sellado con piedras calizas planas) y un fondo abombado donde se depositó el cuerpo de una mujer adulta en posición fetal.
Desde el propio depósito funerario, hasta el relleno de la fosa,
parecía responder a un planificado y estandarizado proceder que
se habría realizado en las siguientes etapas:
1) Colocación del cuerpo: El cadáver se dispuso en decúbito lateral derecho, con las extremidades inferiores replegadas y
las superiores recogidas a la altura del cuello, en una posición
bastante excéntrica dentro de la fosa, con la cabeza demasiado
próxima al borde de la misma, lo que hizo que quedase en un
plano más elevado que el resto del cuerpo. Los resultados del
estudio antropológico (Lohrke y Wiedmann, 2000) indican que
se trata de una mujer de edad avanzada, puede que incluso senil
(unos 50 años) pues no tenía evidencia alguna de las suturas
craneales. Su estado de conservación era deficiente, en especial
las partes esponjosas (costillas y epífisis) debido al terreno extremadamente básico y a las filtraciones de aguas fuertes con
mucho componente calcáreo que precipita carbonato cálcico sobre los restos esqueléticos. A pesar de la general ausencia de las
epífisis, el fémur izquierdo se conservaba en plenitud por lo que,
unido a los datos extraídos de los húmeros, fue determinante
para fijar la altura de la anciana en 152,46 cm ± 3,5.
2) Disposición de ofrendas junto al cuerpo: En reiteradas
ocasiones hemos defendido la existencia de un “ajuar personal
o directo” como ofrenda de todo el grupo (Rojo Guerra y Kunst,
1999b: 506) con la clara intención de segregar los objetos recuperados junto al cuerpo de la difunta (a los pies de la misma),
de los recogidos en el relleno de la fosa. Este “ajuar personal”
estaba compuesto por el único recipiente no fragmentado del
interior de la tumba (fig. 8a, signo de más) y por una lámina de
sílex retocada y con evidentes huellas de uso. Además de ellos,
se encontraron otros elementos cerámicos, líticos y óseos en
cotas coincidentes con las del enterramiento, pero resulta muy
difícil establecer hasta qué punto son ofrendas colocadas donde
aparecieron o si son más bien elementos que formaban parte
del relleno de sedimento que, como veremos a continuación, se
arrojaron para rellenar la fosa. Entre ellos podemos destacar un
puñal sobre candil de ciervo, que se halló en posición horizontal y a la misma cota que la difunta, aunque, eso sí, en el otro
extremo de la fosa (fig. 8b, triángulo negro con punto blanco).
En relación con la vasija completa que formaba el “ajuar
personal” hay que precisar que se trata de un pequeño jarro,
al que, no obstante, le faltaban el cuello y el borde, que habían sido intencionadamente eliminados con el propósito, muy
probablemente, de que esta supresión, junto con una parte del
conjunto decorativo, recordarse un rostro humano barbado. El
resto de la decoración muestra varias composiciones y temas
muy típicos en los conjuntos cerámicos del Neolítico Antiguo
del Interior Peninsular. En primer lugar, se aprecian los restos de
un conjunto decorativo definido por García-Martínez de Lagrán
et al. (2011: 99) como un Tema 7, esto es, una composición de
líneas horizontales paralelas bajo la cual se desarrollan una serie
de triángulos, en este caso rematados con “flecos”. Asimismo,
en el punto de inflexión de la panza aparece una composición
muy frecuente en el Grupo temático 5 (ibídem: 98), formado por
distintas relaciones entre un conjunto de líneas horizontales paralelas y series de puntos o trazos cortos dispuestos sobre, bajo o
enmarcando el conjunto de líneas horizontales, como en el caso
que nos ocupa. Como ya han constatado diversos autores (Gui-
laine, van Willigen y Convertini, 2008: 760; García-Martínez de
Lagrán, 2012), la extensión geográfica de este grupo temático
en distintas composiciones es realmente amplia, y abarca desde
el sur de Francia, e incluso podría remontar el Ródano, hasta
Andalucía. Por último, la combinación de la incisión y de la impresión simple en un mismo recipiente es otra constante en las
colecciones cerámicas de todo el Interior, siendo, junto con los
cordones, las dos técnicas mayoritarias en todos los conjuntos.
Como se ha dicho, en varios trabajos ya publicados (Rojo y
Kunst, 1999a: 505-506) todo apunta a que la supresión del asa y
las características de su decoración quizás tenía como objeto convertirla en la figura aproximada de un rostro humano barbado (fig.
9a). Este tipo de representaciones antropomorfas realizadas sobre
cerámicas, aprovechando determinadas características de su forma (por ejemplo el asa como nariz) o decoración, es una práctica
ampliamente documentada en distintos contextos y lugares del
mundo. El paralelo más próximo lo encontramos en el yacimiento
de La Paleta donde se ha definido una decoración figurada en un
recipiente de almacenaje (Jiménez Guijarro, 2007: 579, fig. 350)
o en una cerámica singular profusamente decorada con técnica
cardial de la Cova de l'Or que organiza su diseño ornamental a
partir, precisamente, del asa. A un lado y otro del mismo y bajo
el borde del recipiente se desarrolla un conjunto decorativo de
tres líneas horizontales de las que penden triángulos rematados
con flecos que no son otra cosa que la impresión del natis del
cardium. Alrededor y bajo el asa la decoración semeja un rostro
barbado siendo los ojos el primero y último de los triángulos que
penden de las líneas horizontales bajo el borde (fig. 9b). Se conocen algunos otros excepcionales e interesantes ejemplos en varios
yacimientos neolíticos de Europa septentrional (Tilley, 1996),
central y oriental, como en los húngaros de Öcsöd-Kováshalom y
Füzesabony-Kettõshalom (Raczky, 1999-2000). Algunos autores
consideran, a partir de diversos testimonios etnográficos, que para
muchos grupos las cerámicas representan y “son” personas, en
ocasiones se decoran de la misma forma, y a veces representan
tanto a los dioses como a miembros vivos y muertos de la familia
(Nicholas et al., 1988).
En relación con la lámina de sílex profusamente retocada
y recuperada a los pies de la difunta es necesario señalar que
se trata de una lámina fragmentada por su parte proximal en la
que ambos filos muestran un retoque semiabrupto y ligeramente
denticulado relacionado, como veremos, con su utilización. En
efecto, el estudio traceológico nos ha demostrado que fue un
instrumento reutilizado en dos materias diferentes. Primero los
dos laterales fueron empleados para cortar plantas no leñosas y
cuando dejaron de ser efectivos, fueron reavivados para poder
obtener así, y mediante el retoque, filos denticulados más obtusos y resistentes para realizar la segunda de las tareas: el corte
de madera (fig. 7b). Se trata, por lo tanto, de un útil con una
larga vida activa que por sus características morfológicas no se
desechó después de usarla en la primera actividad, sino que se
modificó para ser reutilizada y, finalmente, fue amortizada como
ajuar singular en el sepelio, posiblemente, de su dueña.
3) Relleno de la fosa: Una vez depositado el cuerpo en el
fondo de la fosa y junto a él los objetos antes referidos, ésta se
fue cubriendo arrojando sedimento que estaba repleto de materiales (fragmentos de cerámica, muchos de ellos decorados,
piezas de industria lítica, restos de fauna, un neurocráneo de
oveja con uno de los cuernos aún en su lugar, etc. (fig. 8). En
193
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M. A. Rojo, I. García, R. Garrido, C. Tejedor, E. Subirà, J. García, J. Sesma, J. F. Gibaja, M. Unzu, A. L. Palomino, I. Jiménez, E. Arroyo y H. Arcusa
Fig. 9. Representaciones de rostros barbados en dos recipientes cerámicos: a) La Lámpara; b) Cova de l'Or. El recipiente de L'Or está
modificado de Baldellou, Mestres, Martí y Juan-Cabanilles (1989).
particular destaca la clara concentración de hallazgos de restos de fauna, que parecen haberse colocado justo encima del
cuerpo de la mujer allí enterrada. Asimismo, es posible que la
tierra fuese intencionadamente traída de alguna acumulación
de “desechos”, muy probablemente generada por los asistentes al funeral y en el curso del desarrollo del mismo. Sólo así
se podría explicar el elevadísimo porcentaje de materiales que
presenta esta estructura. En la zona del estrangulamiento del
hoyo, donde los silos suelen presentar el cierre, se documentó un auténtico sellado con piedras planas de caliza mezcladas
con una importante concentración de fragmentos cerámicos,
restos de industria lítica y fauna.
De este sector nos gustaría destacar algunos recipientes. En
primer lugar un cuenco/olla, prácticamente entero, con decoración inciso/impresa, ligeramente cerrado y con un diámetro de
boca de 26-27 cm (fig.8a, círculo negro con borde blanco). Su
decoración pertenece al Grupo temático 5, antes mencionado,
aunque con una variante distinta al disponerse dos líneas de impresiones simples bajo las líneas horizontales paralelas. Como
en la inmensa mayoría de los recipientes del Neolítico Antiguo
del Interior, su decoración se restringe al tercio superior. Se re194
cogieron más de una treintena de fragmentos con los que pudimos reconstruir todo el recipiente completo. Este hecho nos
autoriza a plantear la posibilidad de que hubiera sido intencionadamente roto fuera del hoyo (¿tras ser utilizado en la ceremonia funeraria?), arrojándose después casi todos sus fragmentos,
entre las piedras que cierran el estrangulamiento de la fosa.
También nos gustaría detenernos brevemente en una pequeña botella decorada mediante impresiones de peine formando
un conjunto decorativo singular en su parte superior y a lo largo
de su cuello mediante la disposición de diferentes líneas/bandas
entrelazadas y otras colgantes (fig. 8a, cuadro negro con punto
blanco). Podemos encontrar paralelos de este recipiente en zonas
geográficas distintas como en el valle del Ebro (concretamente
en Chaves, Huesca) o en varios yacimientos de Andalucía (como
las cuevas de Los Botijos y Tapada, en Málaga) (Rojo, Kunst et
al., 2008: 133, 170 y 381). El resto de recipientes del relleno de la
fosa reproducen algunos tipos (cuencos, ollas), temas decorativos
y técnicas (diferentes tipos de cordones, variaciones del tema 7,
y presencia del 4 y 1) muy frecuentes en el Interior peninsular
(Rojo, Kunst et al., 2008: 379-386; García et al., 2011). Para concluir nos gustaría comentar la presencia del Grupo temático 1 en
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Enterramientos del Neolítico antiguo en el interior peninsular: nuevos datos
otro recipiente de esta tumba (fig. 8a, hexágono negro). Se trata
de una olla con decoración en el labio y en el tercio superior mediante la combinación de impresión, cordón impreso y acanaladura ancha y poco profunda, todo ello estructurado a partir de los
elementos de prensión. La combinación de este tema con la impresión y la acanaladura, especialmente cuando es ancha y poco
profunda, parece ser un elemento distintivo propio de la Meseta
norte donde su representación, hasta el momento, es más frecuente (García-Martínez de Lagrán, 2012: 601, fig. 3.304).
También se documentaron en este mismo sector del relleno
dos útiles de industria ósea, un punzón (fig. 8b, cuadro negro
con punto blanco) y un bruñidor (fig. 8b, círculo negro con punto blanco). Por otro lado, la flotación del sedimento de este nivel
proporcionó restos de cereales domésticos (Triticum monococum L., Triticum monococcum L./dicoccum y Cerealia indet.),
aunque dada su escasa presencia no queda claro si formaban
parte de las ofrendas fúnebres o quedaron incluidos por casualidad en el relleno. No obstante y a partir de la datación absoluta
de uno de estos granos de cereal que deparó la fecha calibrada
a 2 sigma del 5370-5200 a.C. nos inclinamos por la segunda
interpretación dada la evidente mayor antigüedad en relación
con
SE RV IC IO D E IN VESTI GACI ÓN PREHI STÓRI CA
D E L MU SE O D E PREHI STORI A DE VALENCI A
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 119
Del neolític a l'edat del bronze
en el Mediterrani occidental
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver
DIP UTAC IÓN DE VAL E NC IA
2016
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S E RV IC IO D E IN VESTI GACI ÓN PREHI STÓRI CA
D E L MU SE O D E PREHI STORI A DE VALENCI A
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 119
Del neolític a l'edat del bronze
en el Mediterrani occidental
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver
DIP UTAC IÓN DE VAL E NC IA
2016
[page-n-3]
DIPUTACIÓN DE VALENCIA
SERVICIO DE INVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA
DEL MUSEO DE PREHISTORIA DE VALENCIA
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 119
La Serie de Trabajos Varios del SIP se intercambia con cualquier publicación dedicada a la Prehistoria, Arqueología en general y ciencias
o disciplinas relacionadas (Etnología, Paleoantropología, Paleolingüística, Numismática, etc.) a fin de incrementar los fondos de la
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Human Palaeontology, Palaeolinguistics, Numismatics, etc) in order to increase the batch of the Library of the Prehistory Museum of
Valencia.
INTERCAMBIOS
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Índex
H. Bonet Rosado
Bernat Martí, el SIP y nosotros
1
J. Juan CaBanilles i M. J. de PedRo MiCHó
L'escola valenciana de prehistòria i Bernat Martí Oliver
5
R. enguix aleMany i y. Fons gRau
Bernat Martí Oliver: el professional, la persona i la seua producció bibliogràfica
17
J. guilaine, g. Metallinou et J.-F. BeRgeR
La néolithisation de la Méditerranée occidentale : sur la piste des pionniers ?
27
P. Biagi e e. staRnini
La Cultura della Ceramica Impressa nella Liguria di Ponente (Italia Settentrionale):
Distribuzione, cronologia e aspetti culturali
35
J. BeRnaBeu auBán
Dispersiones humanas y culturales durante la Transición Neolítica:
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51
o. gaRCía PuCHol, a. díez Castillo y s. PaRdo goRdó
Radiocarbono y neolitización en la Península Ibérica
61
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El abrigo de El Esplugón (Billobas-Sabiñánigo, Huesca). Un ejemplo de transición
Mesolítico-Neolítico en el Prepirineo central
75
F. x. oMs, J. MestRes, a. CeBRià, J. i. MoRales, J. nadal, M. PedRo, s. Mendiela,
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La cova de la Guineu (Font-Rubí, Barcelona) i les relacions plana-muntanya al Penedès
durant el neolític inicial
97
J. BosCH
La cerámica de la Cova del Vidre (Roquetes) y el Neolítico Cardial Franco-Ibérico
109
M. PéRez RiPoll
Los niveles de corral en el yacimiento neolítico de la Cova de l'Or, sectores K34, K35 y K36.
Información aportada por el estudio de la fauna
117
V
[page-n-5]
P. gaRCía BoRJa, d. C. salazaR-gaRCía, e. auRa toRtosa, e. CoRtell PéRez
y a. VelasCo BeRzosa
El registro funerario cardial valenciano: dataciones radiocarbónicas
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159
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M. unzu uRMeMeta, a. l. PaloMino lázaRo, i. JiMénez JiMénez, e. aRRoyo PaRdo
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los valles del Guadalentín y Segura (Murcia)
VI
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El Peñón de la Zorra (Villena, Alicante) y la caracterización del Campaniforme (2400-2100 cal AC)
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en el Levante peninsular: el asentamiento de Terlinques (Villena, Alicante)
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Arte rupestre y hábitat en la prehistoria del Riu de les Coves. Aproximación a la cronología
del Arte Levantino a través de la red de caminos óptimos
501
Llista d'autors participants
523
VII
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Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 1-3.
Bernat Martí, el SIP y nosotros
Helena Bonet Rosado
Hacer una semblanza de Bernat Martí resulta difícil, a la
vez que emotivo, al estar hablando de vivencias personales
y profesionales, de más de cuarenta años, que han marcado
la trayectoria profesional de muchos de nosotros, muy especialmente los que hemos tenido la suerte de trabajar con él
en el Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación
de Valencia, compartiendo su maestría y amistad hasta su
reciente jubilación.
Conocí a Bernat Martí, un joven profesor de 26 años de
espesa barba negra y gafas metálicas, en los últimos años de
mi carrera en el año 1975, cuando, junto a Gerardo Pereira,
impartían puntualmente las asignaturas de prehistoria y epigrafía, respectivamente, sustituyendo a las profesoras Milagro Gil-Mascarell y Carmen Aranegui, en el Departamento
de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Valencia,
el antiguo Laboratorio de Arqueología. Con este equipo, de
un incuestionable nivel científico y fuerte compromiso político en los últimos años del franquismo, nos formamos una
primera generación de arqueólogos, como Consuelo Mata,
Pilar Carmona, Albert Ribera, Josep Vicent Lerma, Joan Bernabeu, Pilar Fumanal, Michèlle Dupré, Valentín Villaverde o
Pere Pau Ripollès, por citar sólo los que más coincidimos en
las excavaciones de los años 70. De aquella época, recuerdo
especialmente el II Congreso Internacional de Prehistoria de
Morella, en 1975, unos días entrañables, donde ponentes e
investigadores, toda la plana mayor de la prehistoria peninsular y francesa, compartían con nosotros tapas y rondas de
vino en los mesones de Morella. Descubrimos a los “inaccesibles científicos” como gente amena y, sobre todo, muy
cercana. En aquellos días de convivencia, la mayoría de nosotros nos vinculamos definitivamente a este equipo y nos
agrupamos en torno a Carmen, Milagro, Bernat, Gerardo y
también Rosa Enguix, según nos íbamos decantando hacia la
Prehistoria o la Arqueología clásica.
Aunque Bernat Martí nunca se desvinculó de sus compañeros de Departamento, en el año 1979 entró en el SIP de la
mano de Domingo Fletcher como técnico arqueólogo, permaneciendo toda su vida profesional comprometido con esta institución. En la inolvidable biblioteca del SIP, donde estudiantes, profesores y eruditos locales compartíamos espacio con
el director Domingo Fletcher y el subdirector Enrique Pla,
se sumó Bernat en una mesa frente a “don Domingo”. Todos
ellos atendían cualquier consulta de estudiosos o aficionados,
a la vez que comentaban y discutían las novedades científicas,
mientras la bibliotecaria María Victoria Goberna nos proporcionaba libros y separatas de entre las magníficas estanterías
de madera que cubrían las paredes de la sala. Allí podías
consultar desde joyas bibliográficas, como las obras de los
hermanos Siret, Juan Vilanova y Piera, Le Bon, Cartailhac o
Chabret, hasta la última noticia periodística sobre prehistoria
valenciana pacientemente recortada, pegada y guardada por
Enrique Pla en archivadores de cartón.
En este ambiente, Bernat Martí ya apuntaba el perfil del gran
investigador que es. Desprendía una “seriedad cercana”, siempre dispuesto a escuchar e interesado por nuestros proyectos de
estudio. Pero donde realmente tuvimos la ocasión y el privilegio
de conocerle, tanto a nivel personal como profesional, fue en
las excavaciones. Aunque algunos de nosotros ya nos íbamos
inclinando hacia la protohistoria o el mundo romano, trabajar
con Bernat en yacimientos prehistóricos era una apuesta segura
para iniciarse en el mundo de las excavaciones y la metodología
arqueológica. Pero tal vez lo más importante de su maestría era
el empeño que ponía en que reflexionásemos ante el objeto y
la secuencia estratigráfica y que nos planteásemos proyectos y
líneas de investigación futuros.
Las excavaciones de la Cova de l'Or, en Beniarrés, en
los veranos de 1975-1976, y en la Ereta del Pedregal, en Navarrés, en 1976, eran una verdadera escuela de disciplina y
aprendizaje arqueológico. Como se recuerda en otro texto
del presente libro, fue el primer investigador en la prehistoria
valenciana que utilizó una metodología puntera en cueva, adquirida desde su estancia en Francia, como becario del CSIC,
en las excavaciones en la cueva de Font Juvenal dirigidas
por J. Guilaine, en 1975. Y fue pionero en crear un equipo
interdisciplinar con investigadores especializados en sedimentología, palinología, carpología y fauna, convirtiendo las
campañas de la Cova de l'Or en un referente metodológico
pero, sobre todo, en un referente de los estudios sobre la neolitización en la vertiente mediterránea peninsular.
En sus campañas se trabajaba y se aprendía a conciencia.
Por las mañanas, de la Cova de l'Or, recuerdo las cuadrículas
J y K donde se marcaba con chinchetas y se dibujaba en papel
1
[page-n-9]
H. Bonet Rosado
milimetrado cada hallazgo; la pizarra y el jalón para las fotos
en blanco y negro, en color y diapositivas; la pesada mira y
el primer nivel óptico del SIP; o las sesiones de criba frente
al Benicadell. Memorables también los ascensos a la cueva, y
los descensos, cantando y cargados como mulas, hasta llegar
al “dos caballos” de Bernat aparcado ladera abajo en la carretera de Beniarrés. Después de comer no había siesta pero
sí partida de dominó en el bar del pueblo. Y por las tardes
clases intensivas de lavar, inventariar y dibujar sílex y cerámica cardial hasta la saciedad. Pero lo mejor era el diario que
teníamos que redactar, y exponer delante del equipo, sobre
la jornada de excavación ante la mirada “implacable” de un
Bernat que debía de estar desternillado de nuestros disparates.
Aprendimos a convivir –algunos hasta a comer correctamente– en casas y pensiones hoy imposibles de imaginar, a trabajar en equipo y a asumir responsabilidades. En este ambiente
de trabajo y compañerismo se crearon unos vínculos de amistad entre todos los que participamos en aquellas excavaciones
que han perdurado hasta nuestros días.
Como jóvenes estudiantes que éramos, en aquella época
no fuimos conscientes del enorme privilegio que era trabajar con Bernat Martí, ya una gran promesa investigadora y
toda una autoridad. Autoridad por sus conocimientos pero
también por su personalidad íntegra, donde el afán de protagonismo no tenía cabida, por su capacidad de trabajo y por su
carácter tranquilo y dialogante. Era un gran docente que despertó en todos nosotros un espíritu crítico y supo trasmitirnos
su pasión por la investigación y la arqueología. En realidad,
recogía los valores del denominado “espíritu del SIP” de don
Isidro Ballester, don Domingo Fletcher y don Enrique Pla,
donde la austeridad, el rigor científico y el trabajo en equipo
serían los pilares de la institución.
Bernat Martí siempre estuvo muy unido a Enrique Pla, y
cuando éste fue nombrado director del SIP en 1982, tras la
jubilación de Fletcher, pasó a ser su hombre de total confianza. Vivió junto a él uno de los periodos más difíciles de la
institución, como fue el traslado del museo desde el Palau de
la Batlia hasta su nueva sede en la, aún en funcionamiento,
Casa de Beneficencia. Durante un largo periodo de más de
15 años, entre la nueva ubicación en La Beneficencia hasta
la apertura del actual Museo de Prehistoria en 1995, el papel de Bernat fue clave. Con un museo empaquetado como
buenamente se pudo, pues el traslado hubo que hacerlo en un
mes, y ubicado en un edificio en obras y todavía ocupado con
cuidadores y niños y niñas internos, era realmente un reto sacar adelante el SIP y su museo. Sin embargo, inmediatamente
se abrió al público la biblioteca del Servicio, considerada el
alma de la institución, y se inició un colosal trabajo de inventario, catalogación y restauración de los fondos del museo así
como el inventario del archivo documental, el fotográfico y
el de yacimientos arqueológicos valencianos.
Durante los diez años que dirigió la institución, entre
1987 y 1996, con el museo cerrado y un edificio en obras,
Bernat Martí realizó un trabajo interno extraordinario. En
este periodo de tiempo amplía la plantilla del SIP con cuatro
técnicos arqueólogos –Helena Bonet, Joaquim Juan Cabanilles, María Jesús de Pedro y Rafael Pérez–, un técnico dibujante –Francisco Chiner–, una auxiliar de biblioteca –Consuelo Martín– y un capataz restaurador –Inocencio Sarrión–.
2
Se consolidan las publicaciones del SIP con 5 números de
la revista APL y 8 números de la serie monográfica Trabajos
Varios, y se inician nuevas series, como los catálogos de las
exposiciones temporales o la edición especial de libros dedicados a las colecciones más emblemáticas del SIP, como
las plaquetas de la Cova del Parpalló de Gandia o los vasos
pintados del Tossal de Sant Miquel de Llíria.
En este periodo había una gran actividad de investigadores estudiando las colecciones del museo con el objetivo de
realizar trabajos de investigación, memorias de excavaciones
o tesis doctorales. Es de lamentar que no exista de aquellos
años documentación gráfica de los espacios acondicionados
como almacenes y salas de trabajo. En la inmensidad de corredores, patios porticados y jardines de una Casa de Beneficencia medio abandonada y ruinosa, subías, con un gran
manojo de pesadas llaves, por escaleras de desconchados
alicatados, atravesabas cancelas de hierro, patios con estatuas de cristos y vírgenes rodeadas de magníficos azulejos
–todo ello hoy desaparecido–, seguías por comedores y habitaciones donde todavía se amontonaban desvencijadas cunas
o mesitas y sillitas para escolares; cruzabas terrazas llenas
de trastos abandonados hasta llegar finalmente a una torre
–hoy inexistente–, sin luz y con un frío glacial, donde los
sufridos investigadores, sobre mesas de mármol recicladas
de los antiguos comedores, extendían sus materiales para ser
dibujados e inventariados. En ese ambiente se estudiaron y
clasificaron la colección de plaquetas de la Cova del Parpalló de Gandia, la colección púnica de Ibiza, las campañas de
excavaciones de la Cova Negra de Xàtiva, la Cova de l'Or de
Beniarrés, la Ereta del Pedregal de Navarrés, la Cova de la
Pastora de Alcoi, la Rambla Castellarda de Llíria, el Tossal
de Sant Miquel de Llíria, etc. En este acogedor ambiente, y
ésta es solo una de tantas anécdotas que se podrían contar de
aquellos años 80, tuvo que batallar Bernat Martí para sacar
adelante el museo.
A pesar de la falta de instalaciones adecuadas consiguió que
el SIP viviese una de las épocas más fructíferas a nivel de investigación. Los trabajos de campo se integran, cada vez más,
dentro de proyectos de investigación interdisciplinares en los
que existe una estrecha vinculación, y muy activa, con el Departament de Prehistòria i Arqueologia de la Universitat de València. Continuaron las excavaciones arqueológicas, iniciadas en
la época de Enrique Pla, en la Ereta del Pedregal de Navarrés,
la Cova de l'Or de Beniarrés, la Cova Negra de Xàtiva, la Cova
Foradada de Oliva, la Muntanya Assolada de Alzira, la Lloma
de Betxí de Paterna, en Los Villares de Caudete de las Fuentes,
el Castellar de Meca de Ayora, el Corral de Saus de Moixent,
el Castellet de Bernabé de Llíria, en La Seña de Villar del Arzobispo o en el Pla de Nadal de Riba-roja de Túria, y se inicia
la primera campaña en el yacimiento paleolítico de la Cova del
Bolomor de Tavernes de la Valldigna.
Junto a las labores de investigación, conservación e inventario ya citadas, Bernat Martí era muy consciente de que
había que abrir al público las colecciones del museo y así,
siguiendo la línea expositiva iniciada con la sala permanente
abierta en 1984 sobre “Las sociedades cazadoras de la prehistoria valenciana”, se inaugura en 1987 la sala dedicada al
neolítico “Los primeros agricultores y ganaderos”. Si bien
en 1983 se había hecho la primera exposición temporal sobre
[page-n-10]
Bernat Martí, el SIP y nosotros
“La cultura ibérica”, en la etapa de su dirección se abre un
programa de exposiciones temporales e itinerantes que no ha
cesado hasta nuestros días. En 1991, “Un siglo de Arqueología valenciana” itineró al centro cultural de la CAM de
Alicante, mientras que en 1994 se inauguraba la exposición
sobre “El Apolo de Pinedo”, en el Palau dels Scala, con motivo de la presentación de la escultura completa del Apolo
tras la compra de su pierna en 1992, veinte años después de
su hallazgo en las aguas de Pinedo.
A nivel museográfico, en 1993 la Diputación de Valencia
emprendió la reforma de la antigua Casa de Beneficencia, para
convertirla en un Centro Cultural, y en ese marco se desarrolló
un nuevo proyecto del museo para la exposición permanente de
las colecciones del SIP, que abarcaba desde el Paleolítico inferior hasta época romana y una pequeña muestra numismática de
épocas posteriores. Consciente de este reto, Bernat Martí tenía
que conjugar la tradición y el trabajo de varias generaciones,
que daban el soporte científico al discurso expositivo, con los
nuevos avances tecnológicos del momento. En una profunda
reflexión sobre los nuevos museos, publicada en la revista “Canelobre” del Instituto alicantino de Cultura ‘Juan Gil-Albert',
en el año 2000, y bajo el epígrafe de Cal mirar darrere dels
anuncis lluminosos, remarca “el peligro de caer deslumbrados
ante una apuesta excesivamente espectacular, atractiva o de escaparate, con el único objetivo de conseguir cada vez un mayor
número de visitantes y olvidando, en muchos casos, la verdadera función del museo, que es ofrecer al público autenticidad
y rigor científico”. Con esta filosofía se inaugura, en 1995, el
Museo de Prehistoria en el edificio de La Beneficencia totalmente rehabilitado. Por fin, se exponen ya de forma permanente
los fondos del Museo de Prehistoria en un montaje estructurado
cronológicamente que todavía hoy podemos seguir en las salas
dedicadas a las Sociedades prehistóricas y la Cultura Ibérica.
Abrir las puertas del Museo de Prehistoria planteaba
otras líneas de actuación que no terminaban en la publicación y difusión de los resultados de las excavaciones, o en la
apertura al público de las salas del museo, sino que se dio un
nuevo paso extendiendo el museo a los propios yacimientos
con el objetivo de propiciar el encuentro entre la sociedad y
su patrimonio arqueológico. En esta línea, una faceta importante en la etapa de la dirección de Bernat Martí es su preocupación por la puesta en valor del patrimonio arqueológico
valenciano. A finales de los años 80 y a lo largo de la década
de los 90, impulsa la consolidación de los yacimientos ibéricos del Puntal dels Llops de Olocau, el Castellet de Bernabé,
La Seña o el Tossal de Sant Miquel, y del poblado de la Edad
del Bronce de la Lloma de Betxí. Mientras que en la Bastida
de les Alcusses de Moixent se emprende, en 1990, uno de los
proyectos de investigación y puesta en valor patrimonial más
emblemático del Museo de Prehistoria.
El injusto cese de Bernat Martí como director del Museo
de Prehistoria en 1996 nos sumió a toda la plantilla del SIP
en un estado de impotencia e indignación difícil de explicar.
Y no solo al Museo de Prehistoria, sino a toda la comunidad
científica valenciana y española. Y ahí, de nuevo, vuelve a
destacar la figura de Bernat. De una generosidad sin límites y de un empeño investigador inagotable, en los últimos
veinte años en que hemos seguido compartiendo vivencias
con él en el SIP, sigue sorprendiéndonos por su equilibrio
emocional ante las adversidades y su actitud conciliadora,
su continua maestría, su plena confianza en el personal que
él mismo ha formado y, sobre todo, por su lealtad y cariño
hacia el SIP y su museo.
No es nuestra intención tratar aquí su fructífera trayectoria investigadora realizada en estos últimos años desde el SIP,
que ha compaginado con la actividad docente como profesor
asociado en el Departament de Prehistòria i Arquelogia de la
Universitat de València. Pero sí hemos querido relatar en estas
páginas cómo, a través de todos estos años, hemos ido descubriendo al Bernat profesor, al investigador, al director pero,
sobre todo, al compañero y al gran amigo que sigue siendo
hoy desde su siempre querida biblioteca del SIP.
3
[page-n-11]
[page-n-12]
Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 5-16.
L'escola valenciana de prehistòria i Bernat Martí Oliver
JoaquiM Juan CaBanilles i MaRia Jesús de PedRo MiCHó
Alguns autors actuals, per escrit o oralment, s'han referit en
més d'una ocasió a l'«escola valenciana de prehistòria» com
un corrent autòcton, ferm, de la recerca arqueològica. Això
s'ha fet sovint dins d'un context historiogràfic en relació amb
l'edat del bronze, en tocar el moment i els responsables del destriament del bronze local, el bronze valencià, del gran referent
per a aquesta etapa de la prehistòria que constituïa la «cultura»
d'El Argar.1 Efectivament, i a aquest respecte, hi ha uns autors
«passats» i un treball fins als quals sol recular-se: la memòria
d'excavació del poblat de l'Ereta del Castellar (Vilafranca del
Maestrat), presentada per J. Arnal, H. Prades i D. Fletcher dins
la sèrie de «Trabajos Varios» del SIP (núm. 35, de data 1968).
En la pàg. 31 d'aquesta memòria, a l'hora d'intentar donar nom
a la «cultura» representada a l'Ereta del Castellar, es diu: «[...]
nosotros, de acuerdo con la escuela valenciana de prehistoria
[la remarca és nostra], seguiremos denominando provisionalmente este complejo cultural con el nombre de “Bronce Valenciano”, con el propósito de distinguirlo del “Bronce argárico”
con el que presenta tantas diferencias», distinció, conforme a
la nota al peu oberta al final del paràgraf, que ja venia fent-se
de vell per l'esmentada escola.
Una cosa és el tema de la discussió nominal i arqueològica,
i una altra el del terme o concepte d'«escola valenciana de
prehistòria». La seua encunyació, no hi ha dubte, és obra de
L. Pericot García, dins la semblança biogràfica d'I. Ballester
Tormo, amb motiu de l'òbit d'aquest, apareguda en el volum
III de l'Archivo de Prehistoria Levantina, de 1952, primer tom
dels dedicats en homenatge al que fou el fundador i primer director del Servei d'Investigació Prehistòrica (SIP) de la Diputació de València. En parlar de l'encert d'I. Ballester a l'hora
d'elegir els seus col·laboradors, L. Pericot acaba dient: «Puede hablarse de una escuela valenciana de Prehistoria y es con
orgullo que nos atrevemos a pretender una común paternidad
en ella». És clar que Pericot es referia a l'«escola» formada al
voltant del SIP, la institució creada el 1927 a instàncies de Ba-
1
La referència escrita més recent es deu a M. S. Hernández Pérez,
en un text, «Un recorregut centenari: l'edat del bronze a les terres
valencianes», per al catàleg de l'exposició Viure vora el Túria fa
4.000 anys. La Lloma de Betxí, presentada pel Museu de Prehistòria de València el febrer del 2015 (pàg. 20).
llester i de la qual el mateix Pericot n'havia estat el subdirector
pràcticament des de la seua arribada a València, aquell mateix
any, com a catedràtic de la Universitat.
El 1950, data de la mort d'I. Ballester, el SIP comptava vinti-tres anys d'existència i ja s'havia fet un lloc gran entre les institucions espanyoles dedicades a la prehistòria i l'arqueologia.2
Això era degut a una labor de camp intensa i ben dirigida, i a
una tasca de divulgació no menys important, editorial i de presència en congressos i simposis arqueològics. Entre el 1927 i el
1950, el SIP realitza excavacions tan transcendentals com les dels
jaciments ibèrics de la Bastida de les Alcusses, a Moixent (192831), i el Tossal de Sant Miquel, a Llíria (1933-36); dels jaciments
paleolítics de la Cova del Parpalló, a Gandia (1929-31), i la Cova
Negra, a Xàtiva (1928-33, intermitentment); del jaciment epipaleolític de la Cueva de la Cocina, a Dosaigües (1941-43, 1945);
del jaciment neolític de la Cova de la Sarsa, a Bocairent (1928-39,
intermitentment); o del jaciment eneolític de l'Ereta del Pedregal,
a Navarrés (1942, 1944-48). El maig del 1929, L. Pericot, en representació del SIP, participa en el XII congrés de l'Asociación
Española para el Progreso de las Ciencias, realitzat a Barcelona,
i relata la fundació del Servei, el seu treball en curs i les principals troballes efectuades. La concurrència de membres del SIP és
major uns mesos després (setembre) al IV congrés internacional
d'arqueologia celebrat igualment a Barcelona, on, a banda d'I.
Ballester, L. Pericot i M. Jornet Perales presenten la Cova del
Parpalló i G. Viñes Masip la Cova Negra, jaciments les excavacions dels quals tot just havien acabat de començar. Amb motiu
d'aquest congrés viatgen també a Barcelona peces de Parpalló,
Cova Negra i Bastida de les Alcusses, mostrades al Palau Nacional de l'Exposició. Les comunicacions i els objectes exposats
desperten un gran interès nacional i internacional pel SIP i la seua
tasca, el que comportà felicitacions expresses dels organitzadors
del congrés a la institució i a la Diputació de València.3 El 1930,
2
3
Sobre la creació i les primeres dècades d'existència del SIP, vegeu
Bonet Rosado, H.; PedRo MiCHó, M. J. de; SánCHez Molina, A. i
FeRReR GaRCía, C. (coord.) (2006): Arqueologia en blanc i negre.
La labor del SIP: 1927-1950. Museu de Prehistòria de València,
Diputació de València, València, 333 p.
Veg. La labor del Servicio de Investigación Prehistórica y su museo
en el pasado año 1929. Diputación Provincial, València, 1930, pàg.
8-12.
5
[page-n-13]
J. Juan Cabanilles i M. J. de Pedro Michó
Excavació de la Bastida de les Alcusses de Moixent el 1928. En
primer pla, d'esquerra a dreta, L. Pericot i I. Ballester, subdirector
i director del SIP acabat de crear; en 5a i 6a posició, G. Viñes i M.
Jornet, col·laboradors inicials del SIP. Arxiu MPV.
La Cova del Parpalló de Gandia cap al 1929, al començament de les
excavacions de L. Pericot. Arxiu MPV.
L. Pericot envia una nova comunicació al XV congrés internacional d'antropologia i arqueologia prehistòriques (Coïmbra i Porto)
sobre el solutrià i l'aurinyacià de la Cova del Parpalló, llegida, en
absència d'aquell, per J. Pérez de Barradas, director del Servicio
de Investigaciones Prehistóricas de l'ajuntament de Madrid, un
dels centres de recerca que havien inspirat la creació del servei
homònim valencià. Una última participació del SIP a ressenyar
en aquest període és al I congrés d'arqueologia del «Levante»
(València, 1946), amb una «massiva» representació (a més d'I.
Ballester i L. Pericot, F. Jordà Cerdà, M. Vidal i López, E. Pla
Ballester, D. Fletcher Valls i V. Pascual Pérez), tot delatant la intensa activitat del Servei i el recanvi i l'acreixement dels seus
col·laboradors. Les comunicacions presentades a aquest congrés
seran publicades pel SIP dins la seua sèrie de «Trabajos Varios»
(núm. 10, 1947).
Les publicacions, òbviament, són un gran aparador de la
labor institucional del SIP, tant de camp, com museística, de
recerca, etc. Abans del 1950, el Servei només havia pogut
editar dos números del seu anuari «programàtic», l'«Archivo de
Prehistoria Levantina». Tanmateix, l'acollida del primer volum,
de 1929, va ser gran i plena d'elogis, amb recensions força
favorables.4 A banda dels membres i col·laboradors del SIP,
en APL I hi ha les contribucions del reconegut prehistoriador
francès H. Breuil i del català P. Bosch Gimpera. L'«abat»
Breuil, junt amb R. Lantier, tornarà a escriure en APL II (1946),
i també altres investigadors forans com A. Fernández de Avilés,
S. Vilaseca Anguera, V. Lebzelter o A. Beltrán Martínez. En
aquests dos números es divulgaran en «paper», amb major o
menor detall, excavacions i col·leccions del SIP, entre altres les
de Cova Negra, Cueva de la Cocina, Cova de la Sarsa, Bastida de
les Alcusses o Tossal de Sant Miquel; o les de Cova de la Pastora
(jaciment eneolític a Alcoi), Mas de Menente (poblat del bronze
a Alcoi) o el Xarpolar (poblat ibèric a la Vall d'Alcalà), materials,
els de Menente i Xarpolar, la compra dels quals és a l'origen
de la creació del SIP i el seu museu. Abans també del 1950, la
sèrie monogràfica «Trabajos Varios del SIP», iniciada el 1937
amb el nom de «Treballs Solts»,5 tenia al carrer onze números.
Aquesta sèrie naix com a complement de la revista-anuari APL,
amb la idea primera de donar eixida a notes i xicotets treballs
sobre prehistòria valenciana (en relació amb el SIP o no); amb el
temps, però, es constituirà com una sèrie monogràfica de major
envergadura i abast.6 Els primers números de TVSIP donen
compte, entre altres continguts, d'estudis com ara els de la fauna
de la Cova Negra, o la fauna i la malacofauna de la Cova del
Parpalló (núm. 6, 1942 i 1947), o d'un vas «escrit» del Tossal
de Sant Miquel (núm. 8, 1942); també de l'enterrament eneolític
de la Cova de Rocafort (núm. 9, 1944), o de l'excavació del
jaciment meso-neolític de la Covacha de Llatas a Andilla (núm.
11, 1949). La dèria per divulgar l'activitat del SIP, sobretot els
resultats del treball de camp, farà que s'aprofiten per a aqueixa
comesa les memòries anuals que la Direcció del Servei havia
de lliurar a la Secretaria de la Diputació (memòries conegudes
com La labor del SIP). En forma de tiratges a part d'aquestes
memòries (convenientment ampliades) es van donar a conèixer
4
6
Veg. Labor SIP… 1930 (València, 1931), pàg. 20-26.
5
6
El 1937, i fins al final del 1938, el SIP és integrat en l'Institut d'Estudis
Valencians (IEV), organisme depenent del Consell Provincial de
València, institució que havia substituït aleshores la Diputació (veg.
Juan CaBanilles, J. [2006]: «El SIP i l'Institut d'Estudis Valencians».
Dins Bonet Rosado i altres, op. cit. nota 2, pàg. 177-182. Juan
CaBanilles, J. [2014]: «La Secció Històrico-Arqueològica». Dins
Ciència i Cultura en la Guerra. L'Institut d'Estudis Valencians
1937-1938. Universitat de València, València, pàg. 57-70). Durant
el parèntesi de la Guerra Civil espanyola, aturada pràcticament la
labor de camp, el més destacable del SIP és l'edició dels cinc primers
números del que serà la seua sèrie monogràfica, publicats en valencià
per ser aquesta la llengua oficial de l'IEV.
Sobre les publicacions del SIP, veg. Juan CaBanilles, J. i GozalBes
FeRnández de PalenCia, M. (2006): «Les primeres publicacions del
SIP: Archivo de Prehistoria Levantina, Memorias Anuales i Treballs Solts / Trabajos Varios». Dins Bonet Rosado i altres, op. cit.
nota 2, pàg. 83-94.
[page-n-14]
L'escola valenciana de prehistòria i Bernat Martí Oliver
I. Ballester, en primer pla, de visita al Tossal de Sant Miquel de Llíria
els anys 1940; en segon pla, J. Alcàcer Grau, un dels col·laboradors
del SIP aleshores. Arxiu MPV.
vasos espectaculars i inscripcions del Tossal de Sant Miquel (La
labor... 1934, 1935-39 i 1940-48), o els materials de la Cova
de les Malladetes, a Barx, excavada entre 1946-1948, de la
Cova de la Pastora o de l'Ereta del Pedregal (La labor... 194048). Prova, en suma, del prestigi que anava assolint el SIP és
la creació en el seu si, l'any 1945, de la secció de prehistòria
a València del Consejo Superior de Investigaciones Científicas
(CSIC), a través de l'institut «Diego de Velázquez».7
En parlar d'una escola valenciana de prehistòria i
relacionar-la de primer antuvi amb el SIP, cal preguntar-se
què hi havia o què hi havia hagut fora d'aquesta institució
en el terreny concret de l'arqueologia prehistòrica. B. Martí
Oliver ha fet un succint balanç de l'arqueologia valenciana en
general anterior al SIP,8 del qual n'extractarem allò més tocant
a la prehistòria, amb alguna complementació.9 El punt de
partida és la Societat Arqueològica Valenciana (SAV), entitat
fundada el 1871 dins de la Societat Econòmica d'Amics del
País, de València, per un grup de membres d'aquesta societat
7
8
9
Veg. FletCHeR Valls, D. i Pla BallesteR, E. (1977): Cincuenta años
de actividades del Servicio de Investigación Prehistórica (19271977). Servicio de Investigación Prehistórica, Diputación Provincial
de Valencia (Trabajos Varios del SIP, 57), València, pàg. 36-37.
MaRtí oliVeR, B. (1992): Museo de Prehistoria de la Diputación
de Valencia. Nuestros Museos, t. V, vol. I, Vicente García Editores, València, 165 p. (el balanç en pàg. 21-24). Veg. també: GoBeRna ValenCia, M. V. (1985): «Arqueología y prehistoria en el
País Valenciano: Aportaciones a la historia de la investigación».
Dins Arqueología del País Valenciano: panorama y perspectivas.
Universidad de Alicante (Anejo de la revista Lucentum), Alacant,
pàg. 9-30. HeRnández PéRez, M. i enguix aleMany, R. (2006): «El
Servicio de Investigación Prehistórica y la Arqueología valenciana». Dins Bonet Rosado i altres, op. cit. nota 2, pàg. 17-32.
Hi deixem de banda conscientment l'arqueologia «ibèrica», objecte
d'estudi molt preferent dins dels programes «prehistòrics» del SIP. És
evident que avui un iberista no seria considerat exactament un prehistoriador, però això no era tant així en el temps de l'arrancada del SIP.
La necessitat imperiosa de divulgar treballs i estudis abocarà,
des d'un bon inici, a una intensa labor editorial per part del SIP.
Coberta del primer volum de la revista APL.
amants de les antiguitats i el col·leccionisme.10 El caràcter
«clàssic» de l'arqueologia pretesa per la SAV (recollida i
estudi d'inscripcions lapidàries i de monedes i medalles), no
va impedir que s'hi organitzara una Comissió de prehistòria,
darrere de la qual hi ha principalment «José» Vilanova i Piera,
germà del prestigiós geòleg «Juan» Vilanova i Piera. L'activitat
«prehistòrica» de la SAV no serà gran, però sí important pel fet
que aquesta ciència, la prehistòria, serà objecte d'atenció per
primera vegada en el territori valencià. Un exemple d'aquesta
activitat és el descobriment i l'exploració del poblat eneolític
de l'Ereta del Pedregal (llavors referenciat com una «estació
prehistòrica» a Bolbait),11 jaciment que més tard, com hem
vist, formarà part dels programes d'intervenció del SIP (des
dels anys 1940);12 també en són exemple les excavacions de S.
Moreno Tovillas, enginyer militar i corresponsal de la SAV a
Oriola, en alguns punts de la serra al voltant d'aquesta localitat,
com en la Cueva de Roca, amb enterraments eneolítics, o en el
10 Sobre la SAV, veg. goBeRna ValenCia, M. V. (1981): «La Sociedad Arqueológica Valenciana». Archivo de Prehistoria Levantina,
XVI, València, pàg. 575-608. PaPí Rodes, C. (2002): «La Sociedad
Arqueológica Valenciana. Reglamentos, socios y actividades». Boletín del Museo Arqueológico Nacional, 20 (1-2), Madrid, 2002,
pàg. 265-292.
11 VilanoVa i PieRa, «José» (1879): «Los Estudios Prehistóricos».
Memoria de los trabajos llevados a cabo por la Sociedad Arqueológica Valenciana durante el año 1878. València, pàg. 13-29 (esment
a l'Ereta en pàg. 24). VilanoVa i PieRa, «Juan» (1879): «Estación
prehistórica de Bolbaite». Anales de la Sociedad Española de Historia Natural, VIII, Actas, Madrid, pàg. 73-74.
12 Veg. Juan CaBanilles, J. (2006): «L'Ereta del Pedregal (Navarrés,
València)». Dins Bonet Rosado i altres, op. cit. nota 2, pàg. 189-195.
7
[page-n-15]
J. Juan Cabanilles i M. J. de Pedro Michó
La Societat Arqueològica Valenciana serà la primera entitat a casa
nostra en parar un xic d'atenció, la dècada dels 1870, a la naixent
«ciència prehistòrica». Coberta de la primera memòria d'activitats
de la SAV.
Portada d'una de les obres emblemàtiques de «Juan» Vilanova i
Piera, impulsor destacat dels estudis de prehistòria a Espanya.
poblat de l'edat del bronze de la Ladera de San Antón, treballs
de què es donarà compte en la memòria de la SAV corresponent
a l'any 1872 (València, 1873, pàg. 15-19) i que seran publicats
en complet prou anys després pel SIP en la sèrie de «Trabajos
Varios» (núm. 7, 1942).
El coneixement i primera divulgació de l'Ereta del Pedregal
va lligada als germans Vilanova i Piera: «José», enginyer de
mines i un dels membres més dinàmics de la SAV, i «Juan»,
catedràtic de geologia i paleontologia a la universitat central
de Madrid i un dels impulsors dels estudis de prehistòria a
Espanya;13 aquest darrer no consta com a «soci» –ni numerari ni
corresponsal– de la SAV, però hi ha el convenciment que la seua
figura i la seua influència haurien planejat tothora sobre aquesta
Societat.14 «Juan» Vilanova i Piera publicarà en 1872 la primera
obra de conjunt sobre prehistòria europea i peninsular, Origen,
naturaleza y antigüedad del hombre, on es donen a conèixer
les troballes més rellevants fetes fins aleshores en el territori
valencià: el suposat dolmen del Castellet del Porquet i la Cova
de Sant Nicolau, a l'Olleria, la Cova de les Meravelles, a Gan-
dia, la Cova Avellanera, a Catadau, i les ja anomenades Cova
del Parpalló de Gandia, Cova Negra de Xàtiva i Cueva de Roca
d'Oriola, jaciments molts dels quals, com ja hem vist, seran
objecte d'atenció especial pel SIP.15 «Juan» Vilanova firmarà
també, junt amb E. Vilaplana i Julià, un informe dels treballs en
la Cova de les Llometes, a Alcoi, cavitat amb enterraments excavada per l'enginyer alcoià E. Vilaplana el 1884,16 única intervenció prehistòrica efectuada en l'àmbit valencià en un període,
del 1880 al 1900, en què es posen en marxa i es multipliquen les
excavacions sistemàtiques arreu d'Espanya.
Des que a la primeria de la dècada dels 1880 deixa de
funcionar la SAV, no hi ha una altra entitat fins als anys 1920
que es dedique a promoure conscientment la recerca prehistòrica
valenciana. No pot considerar-se en aqueixos termes l'activitat
arqueològica de la societat cultural Lo Rat Penat, fundada el
1878 i que sembla recollir el testimoni de la SAV,17 per bé que tot
acabarà en el mer excursionisme cultural. Un poc més acostada,
13 Sobre l'il·lustre geòleg i paleontòleg valencià, veg. Pelayo lóPez,
F. i gozalo gutiéRRez, R. (2012): Juan Vilanova y Piera (18211893), la obra de un naturalista y prehistoriador valenciano. La
donación Masiá Vilanova en el Museo de Prehistoria de Valencia.
Servicio de Investigación Prehistórica del MPV, Diputación de Valencia (Trabajos Varios del SIP, 114), València, 323 p.
14 Tanmateix, veg. PaPí Rodes, op. cit. nota 10, pàg. 281.
8
15 Com a anècdota, la reinterpretació del Castellet del Porquet com
un poblat de l'edat del bronze i no com un dolmen, deguda a I.
Ballester, serà el tema «monogràfic» tractat en el primer número de
la sèrie –aleshores, 1937– «Treballs Solts».
16 L'informe, «La gruta de “Les Llometes” en Alcoy», un temps
inèdit, serà recuperat i transcrit per R. Vicedo Sanfelipe dins la seua
obra: Historia de Alcoy y su región. Imprenta «El Serpis», Alcoi,
1920-1922, pàg. 67-80.
17 PaPí Rodes, op. cit. nota 10, pàg. 283-84.
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L'escola valenciana de prehistòria i Bernat Martí Oliver
en canvi, és la labor de la Secció d'Antropologia i Prehistòria
del Centre de Cultura Valenciana, creat aquest el 1915 i aquella
el 1927, amb una intensa tasca prospectora, ja paral·lela al SIP,
davall la qual hi ha la personalitat de N. P. Gómez Serrano. I és
el cas també de la Societat Castellonenca de Cultura, fundada
el 1919, el butlletí de la qual, editat a partir del 1920, acull
bastants notícies arqueològiques i prehistòriques, referides
sovint als descobriments i estudis de les pintures rupestres de
l'àmbit castellonenc; a ressaltar en les pàgines d'aquest butlletí
és l'informe sobre l'assentament campaniforme de «Villa
Filomena», a Vila-real, descobert el 1917 i excavat el 1922, amb
un gran ressò local.18
En qualsevol cas, en les dues primeres dècades del segle
XX, l'activitat de camp i la recerca prehistòrica estaran en mans
d'afeccionats particulars, de distinta formació i distints interessos. Així per exemple, entre 1902-1908, el jesuïta d'origen
gascó Juli Furgús excava diversos jaciments a Oriola, especialment el poblat argàric de San Antón, explorat ja anteriorment
–com hem vist– per S. Moreno Tovillas; igual com els treballs
d'aquest darrer, els de Furgús seran publicats pel SIP en el núm.
5 dels «Treballs Solts» (1937), una mena de compilació d'articles dispersos i de difícil accés traduïts al valencià. I. Ballester
Tormo, abans de ser director del SIP, i deixant de banda jaciments ibèrics explorats o intervinguts en el període 1906-1920
(p. ex. el poblat de Covalta, a Albaida), excava també entre
1924-1925 els poblats de l'edat del bronze del Tossal Redó i
Tossal del Caldero, a Bellús, estudiats i donats a conèixer ben
posteriorment per M. Tarradell Mateu en APL (vol. VII, 1958);
fins i tot, sent ja director del SIP, I. Ballester excava a títol personal, entre 1928-1929, les coves eneolítiques de Camí Real, a
Albaida, i Barranc del Castellet, a Carrícola,19 divulgades també
en APL, la primera, pel mateix Ballester (vol. I, 1929), i la segona per E. Pla Ballester (vol. V, 1954). Més exemples de treballs
d'iniciativa particular, normalment autoritzats per la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, creada el 1912, són les
excavacions dels poblats alcoians de l'edat del bronze del Mas
de Menente, per F. Ponsell Cortés (1925, abans d'esdevindre
col·laborador del SIP i continuar-hi les intervencions), i de la
Mola Alta de Serelles, per E. Botella Candela (1925-27); els
materials de tots dos acabaran en el SIP, adquirits per compra als
respectius excavadors el 1927 (Menente) i el 1937 (Serelles).20
18 sos Baynat, V. (1922-23-24): «Una estación prehistórica en
Villarreal. Informe resumido». Boletín de la Sociedad Castellonense
de Cultura, III, pàg. 394-398; IV, pàg. 99-103; V, pàg. 49-51. Sobre
la importància i la repercussió d'aquest jaciment, veg. soleR
díaz, J. A. (ed.) (2013): Villa Filomena, Vila-real (Castellón de la
Plana). Memoria de una excavación nonagenaria. Un poblado de
Hoyos con campaniforme. Servei d'Investigacions Arqueològiques
i Prehistòriques, Diputació de Castelló (Monografies de prehistòria
i arqueologia castellonenques, 9), Castelló de la Plana, 344 p.
19 Veg. de PedRo MiCHó, M. J. (2006): «Isidre Ballester Tormo i la
creació del Servei d'Investigació Prehistòrica». Dins Bonet Rosado i altres, op. cit. nota 2, pàg. 47-66 (pàg. 59).
20 De l'aval d'aquests treballs per la Junta Superior de Excavaciones
y Antigüedades són testimoni els informes publicats per aquesta
institució en les seues «Memorias»: Menente: JSEA, mem. gral. 78,
n. 8 de 1924-25, Madrid, 1926; Serelles: mateixa mem. gral., n. 9
dels mateixos anys i mem. gral. 94, n. 2 de 1927, Madrid, 1928. Menente, a més, serà presentat més extensament en APL I (1929).
Saltant de nou a les institucions, el 1921 es crea el Laboratori
d'Arqueologia de la Universitat de València (LAV), una mena de
«seminari» orientat a la realització de pràctiques de paleografia,
numismàtica i arqueologia dins la càtedra d'Arqueologia, Epigrafia i Numismàtica, regentada des del 1905 per L. Gonzalvo
París.21 En el LAV confluiran professors universitaris i estudiants,
però també, i de manera destacada, erudits locals, entre els quals
es troba I. Ballester Tormo, integrat com a «especialista» dins
d'una Secció de prehistòria.22 L'etapa més dinàmica del LAV, en
els primers temps, serà entre 1924-1927, reduïda, però, a pràctiques docents, excursions, xerrades i reunions. El LAV, igual com
el Centre de Cultura Valenciana, no tindrà gaire capacitat institucional per portar a efecte excavacions arqueològiques, contràriament al SIP, per al qual, com hem vist, el treball de camp constituirà des del 1927 una de les principals raons de ser. A més a més,
i tenint en compte la manca de menció expressa a l'arqueologia
prehistòrica en els escassos documents «fundacionals» del LAV,
s'ha especulat que açò hauria fet decantar l'àmbit d'actuació preferent del SIP cap a la prehistòria,23 una partició de competències
entre ambdues institucions que tornarà a veure's unes dècades
després i que reprendrem més avall.
El 1950, després de la mort d'I. Ballester, la direcció del
SIP queda en mans de D. Fletcher Valls i la subdirecció, creada
aleshores, en les d'E. Pla Ballester, tots dos col·laboradors
del Servei des de bastant temps enrere (sobretot el primer).
D. Fletcher, ja com a director, escriu unes paraules de record
a I. Ballester en La labor del SIP... 1950 (València, 1951,
pàg. 35-36), on no s'està de considerar-lo el creador d'una
escola d'excavadors i prehistoriadors valencians, tal com farà
L. Pericot en la necrològica de Ballester citada amunt de tot.
Davall D. Fletcher i E. Pla, el projecte de Ballester tindrà tota la
seua continuïtat durant la dècada dels 1950 i les immediatament
posteriors, cosa que portarà a la consolidació definitiva del SIP i
a acréixer el seu nom. Només apuntar que als 50 anys de la seua
creació (1977), el SIP havia efectuat 35 campanyes d'excavació
en 8 jaciments paleolítics, a més dels ja citats de Cova Negra,
Parpalló i Malladetes, en les coves de la Petxina (Bellús), Barranc
Blanc i Rates Penades (Ròtova), Meravelles (Gandia) i Volcán
del Faro (Cullera); 11 campanyes en 4 jaciments epipaleolítics/
mesolítics, fora de Cocina i Llatas, principalment en Cova
del Barranc Fondo (Xàtiva); 12 campanyes en 3 jaciments
neolítics, llevat de Sarsa, principalment també en Cova de
l'Or (Beniarrés); 34 campanyes en 14 jaciments eneolítics, a
més de Pastora, Ereta del Pedregal i Cova de Rocafort, en les
21 Sobre el LAV, veg. L aniversario de la fundación del Laboratorio
de Arqueología. 1924-1974. Universidad de Valencia, Facultad
de Filosofía y Letras (Papeles del Laboratorio de Arqueología de
Valencia, 11), València, 1975 (articles en concret de L. Pericot
García, D. Fletcher Valls, M. Ballesteros Gaibrois i F. Mateu i
Llopis). MaRtí oliVeR, B. i VillaVeRde Bonilla, V. (1997): «El
Laboratori d'Arqueologia de la Universitat de València a la dècada
del 1940». Saitabi, 47, València, pàg. 153-171. auRa toRtosa,
J. E. (2006): «La creació del Laboratori d'Arqueologia de la
Universitat de València: entre l'Escola Superior de Diplomàtica
i “por la ciencia hacia Dios” (1921-1940)». Dins Bonet Rosado i
altres, op. cit. nota 2, pàg. 33-46.
22 auRa toRtosa, op. cit. nota supra, pàg. 41.
23 Ibíd., pàg. 37-38.
9
[page-n-17]
J. Juan Cabanilles i M. J. de Pedro Michó
Tota la labor del SIP, i especialment el treball de camp, del 1928
al 1977, queda ben reflectida en el volum de la sèrie de «Trabajos
Varios» dedicat a commemorar el 50 aniversari de la institució.
coves sepulcrals de Torre del Mal Paso (Castellnou), Ribera i
Giner (Cullera), Ladera del Castillo (Xiva), Sima de la Pedrera
(Polinyà de Xúquer), Cara-sol de Vernissa (Xàtiva), entre
d'altres; 11 campanyes en 11 jaciments de l'edat del bronze,
fora de Mas de Menente i Ereta del Castellar, en els poblats de
Muntanyeta de Cabrera (Torrent), Peña de la Dueña (Begís), La
Atalayuela (la Llosa del Bisbe), els Germanells (Rafelbunyol),
Castillarejo de los Moros (Andilla), Puntal de Cambra (el
Villar), entre d'altres; 5 campanyes en 3 jaciments de la primera
edat del ferro, principalment en Vinarragell (Borriana); 48
campanyes en 17 jaciments ibèrics, llevat de Tossal de Sant
Miquel i Bastida de les Alcusses, en els poblats de Los Villares
(Caudete de las Fuentes), Cerro Lucena (Énguera), Alt del Fort
(Cullera), la Carència (Torís), la Solivella (Alcalà de Xivert), Alt
de Benimaquia i Pic de l'Àguila (Dénia), o en la necròpolis de
Corral de Saus (Moixent), entre d'altres. Tot açò sense comptar
les excavacions en jaciments d'època romana o posterior,
el munt de prospeccions en altres tants jaciments de totes les
èpoques o els treballs en abrics i estacions d'art rupestre.24
A banda de la labor de camp, el 1977 el SIP havia publicat
14 volums de l'Archivo de Prehistoria Levantina, 52 números
de la sèrie Treballs Solts/Trabajos Varios i 39 memòries de la
Direcció (La labor...), mitjans, tots plegats, on es donava compte de la major part de les excavacions i tasques realitzades. El
balanç editorial encara ha d'incloure, per la seua rellevància,
una altra sèrie de publicacions en col·laboració amb altres institucions, com ara l'estudi monogràfic de la Cova del Parpalló,
degut a L. Pericot, editat el 1942 per l'Instituto de Arte y Ar-
24 Veg. FletCHeR Valls i Pla BallesteR, op. cit. nota 7, pàg. 63-75.
10
queología Diego de Velázquez, del CSIC; o la presentació de
la ceràmica del Tossal de Sant Miquel en el «Corpus Vasorum
Hispanorum», obra pòstuma d'I. Ballester editada el 1954 per
l'Instituto Español de Arqueología Rodrigo Caro, continuador
de l'anterior institut dins del mateix CSIC.25
Tornant un poc arrere en el temps i a la trajectòria del
Laboratori d'Arqueologia de la Universitat de València, els
anys 1930 i part dels 1940 i 1950 seran bastant grisos quant a
l'activitat d'aquest «seminari» universitari. La dècada dels 40,
el LAV es troba a càrrec de M. Ballesteros Gaibrois, catedràtic
d'Història General de la Cultura, si bé el mateix docent
acumula, entre d'altres, la càtedra d'Arqueologia, Epigrafia i
Numismàtica. Certament, Ballesteros exerceix la direcció del
LAV des d'una càtedra distinta i amb una línia d'investigació
poc a veure amb l'enfocament i els objectius del Laboratori,
fet que explicaria en part la baixa intensitat de les actuacions
d'aquest.26 De tota manera, Ballesteros sí que intenta recuperar la
passada «normalitat» del LAV,27 cosa que sembla produir-se un
xic entre el 1946 i el 1948 pel que fa a l'activitat més purament
acadèmica (les pràctiques de laboratori, sobre monedes, làpides i
documents) o a la capacitat de convocatòria dels estudiosos locals
(les reunions setmanals, en les actes de les quals, corresponents
a aquest període, hi ha anotada l'assistència de membres del SIP
com I. Ballester, D. Fletcher, E. Pla o M. Vidal).28 L'afluència
d'alumnes al LAV sembla ser gran –relativament parlant– en
aquests anys concrets, com posaria de manifest la bona presència
del Laboratori en el primer congrés arqueològic del «Levante
Español» (1946) i en els primers congressos arqueològics del
«Sudeste» (1946 a 1948).29 Després d'aquest breu episodi, tot
sembla decaure: el 1950 Ballesteros marxa a Madrid i el pla
de recuperació del LAV hauria d'esperar fins l'arribada de M.
Tarradell Mateu a la Universitat de València.
M. Tarradell s'incorpora a la UV el curs 1957 com a catedràtic d'Arqueologia, Epigrafia i Numismàtica, i, contràriament
als seus antecessors en la càtedra, ell hi accedeix ja amb una
preocupació manifesta per l'estudi de la prehistòria.30 De fet, en
la primera mitat dels anys 1940, sent alumne i acabat de llicenciar per la Universitat de Barcelona, Tarradell havia participat
en les excavacions d'alguns dòlmens de l'Empordà, ajudant
L. Pericot; en 1946-47, en una estada d'un any a Granada intentant organitzar un servei d'arqueologia, participà també en
25 Ibíd., pàg. 30-35.
26 Sobre el LAV en els anys 1940, veg. MaRtí oliVeR i VillaVeRde
Bonilla, op. cit. nota 21.
27 Ell mateix ho relata, amb totes les vicissituds, en la publicació dedicada al cinquanta aniversari de la fundació del Laboratori, op. cit.
nota 21, pàg. 27-40.
28 MaRtí oliVeR i VillaVeRde Bonilla, op. cit. nota 21, pàg. 161.
29 Ibíd., pàg. 166.
30 L. Pericot, quan el 1927 arriba a València, ho fa com a catedràtic
d'Història Moderna i Contemporània. Tanmateix, segons I. Ballester
(APL I, 1929, pàg. 215), Pericot hauria estat al front d'una assignatura de «Prehistoria española». Per aqueixes dates també, sol incidir-se
en el fet que part dels col·laboradors del SIP (D. Fletcher Valls, J. San
Valero Aparisi, E. Jiménez Navarro, M. Vidal i López) són alumnes
de la «Cátedra de Prehistoria de la Facultad de Filosofía y Letras de
la Universidad» (p. ex. en La labor… 1932, València, 1932, pàg. 2),
càtedra que seria a càrrec de Pericot, tenint en compte que aquest és
qui redacta la Labor en qüestió i que aquells eren alumnes seus.
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L'escola valenciana de prehistòria i Bernat Martí Oliver
M. Tarradell en el jaciment tardoromà i visigòtic excavat pel SIP de
la Punta de l'Illa, a Cullera, el 1955, un parell d'anys abans de la
seua incorporació a la Universitat de València. Arxiu MPV.
Un dinar de celebritats a València, el 1962. Asseguts d'esquerra a
dreta: D. Fletcher (primer pla), M. Tarradell, J. Reglà, L. Pericot, S.
Vilarrasa i E. Pla. Arxiu personal de L. Fletcher.
els treballs d'excavació d'alguns poblats argàrics, experiència
i coneixement que plasmarà en la seu tesi doctoral, llegida el
1949, sobre la cultura d'El Argar; o entre 1948-56, sent cap del
servei d'excavacions del protectorat espanyol del Marroc i del
museu de Tetuan, investiga en les coves neolítiques de Gar Cahal i Cahf Taht el-Gar.31 La importància de tot açò és que, amb
Tarradell, el Laboratori d'Arqueologia de la UV superarà dues
assignatures fins aleshores bastant pendents: la recerca prehistòrica i el treball arqueològic de camp. Des del final dels 1950
i, sobretot, la dècada dels 1960, el LAV (és a dir, Tarradell i els
seus col·laboradors i alumnes) realitza sondejos o excavacions
en els poblats ibèrics de Tossal de la Cala (Benidorm), Tossal
de Manises (Alacant), el Puig i la Serreta (Alcoi), o el Xarpolar
(Planes); en els jaciments principalment neolítics de Cova Ampla del Montgó (Xàbia) i Cova d'en Pardo (Planes); en el poblat
de l'edat del bronze de Mas de Miró (Alcoi); en els jaciments
d'època romana de Punta de l'Arenal-Banyets de la Reina (Xàbia) i la mateixa Valentia (intervenció urbana en la plaça de la
Reina, davant la façana principal de la Seu de València), com a
activitat de camp més destacable.32
D'aquesta relació de treballs i l'entitat dels jaciments, ressalten dos fets. El primer és la concentració de les excavacions
en territori «alacantí». E. A. Llobregat Conesa, un dels deixebles de Tarradell, ho explica dient que aquest «sempre fou molt
contrari a excavar dins de l'àrea provincial de València, perquè
era la zona d'actuació del SIP», per això el decantament pel sud
valencià.33 El segon fet és el poc nombre d'excavacions pròpiament «prehistòriques». És fàcil voler veure ací una intenció més
de no interferir en el camp de treball principal del SIP, el que
ens porta a les especulacions sobre els àmbits de competències
conscientment triats pel SIP i el LAV: en el moment de la seua
creació, el SIP s'hauria inclinat cap a la prehistòria perquè això
era la part feble del LAV; en el moment de la seua reactivació,
impulsada per Tarradell, el LAV hauria deixat de banda la prehistòria per ser això el camp primordial del SIP. L'arqueologia
«ibèrica», però, objecte de la major atenció del LAV, també era
un interès del SIP. Aleshores, la voluntat de no interferència institucional no hauria estat tant «temàtica» com «territorial».
Siga el que siga, allò cert és la bona relació mantinguda tothora entre el SIP i el LAV, entre la Universitat i el SIP. En el
temps de Tarradell, el pont d'aquesta relació per part del SIP
era E. Pla Ballester; a ambdós els unia una amistat personal que
venia de l'excavació, el 1955, del santuari visigòtic de Punta de
l'Illa, a Cullera.34 En temps d'I. Ballester, fundador del SIP, el
pont amb la Universitat era L. Pericot, i el punt de trobada de
tots dos tal vegada havia estat el mateix LAV. I un repunt dels
nexes: Tarradell havia tingut de mestre Pericot allà a Barcelona; Pericot, al seu torn, P. Bosch Gimpera; i aquest darrer havia
estat una de les influències i un dels contactes «científics» d'I.
Ballester.35 Sembla clar, a cada arribada a València, què calia
buscar i a qui encomanar-se.
M. Tarradell formarà al LAV un magnífic equip d'arqueòlegs i prehistoriadors, entre els quals, per la seua relació i collaboració més directa amb el mestre, cal esmentar G. Martín
Ávila, E. A. Llobregat Conesa, M. Gil-Mascarell Boscà o C.
Aranegui Gascó. Una formació que, paral·lelament, es completarà al SIP, en la seua biblioteca, amb els seus materials i
amb les seues excavacions, tal com havia ocorregut tres dècades
abans amb els alumnes de L. Pericot. Per al temps que tractem,
la Direcció del SIP ho expressava així el 1965: «Como es norma
en este Servicio, se ha seguido prestando la necesaria ayuda bibliográfica y técnica a los alumnos de la Cátedra de Prehistoria
y Etnología y de la Cátedra de Arqueología, ambas de la Universidad de Valencia, […] que en gran número han venido a la
31 Veg. lloBRegat Conesa, E. A. (1995): «Miquel Tarradell: nacionalista, arqueòleg i historiador». Saguntum-PLAV, 28 (Homenatge al
professor Dr. Miquel Tarradell i Mateu), pàg. 21-27 (pàg. 22). PReVosti, M. (2011): «Miquel Tarradell, arrelat i transgressor». Butlletí
de la Societat Catalana d'Estudis Històrics, XXII, Barcelona, pàg.
349-385.
32 lloBRegat Conesa, op. cit. nota supra, pàg. 26.
33 Ibíd.
34 Veg. MaRtín áVila, G. (1995): «Miquel Tarradell en Valencia».
Saguntum-PLAV, 28 (Homenatge al professor Dr. Miquel Tarradell
i Mateu), pàg. 13-20 (pàg. 15).
35 Sobre aquest últim respecte, veg. de PedRo MiCHó, op. cit. nota 19,
pàg. 49.
11
[page-n-19]
J. Juan Cabanilles i M. J. de Pedro Michó
E. A. Llobregat (primer pla a la dreta), exalumne del LAV i deixeble
de M. Tarradell, participant en les excavacions del SIP a l'Ereta del
Pedregal de Navarrés, campanya del 1964. Arxiu MPV.
M. Gil-Mascarell, professora ja del LAV-Departament de Prehistòria
i Arqueologia de la UV, dirigint les primeres excavacions del SIP a
la Carència de Torís, campanya del 1972. Arxiu MPV.
Biblioteca para realizar sus trabajos de curso, habiendo, en ocasiones, hasta acompañado al campo para estudiar directamente las zonas elegidas para sus respectivas tareas» (La labor…
1965, pàg. 87). O així el 1964: «En los mismos términos [que
els anys anteriors] se ha ayudado a los alumnos de la Cátedra
de Arqueología, Epigrafía y Numismática, también de nuestra
Universidad, a cargo del doctor Tarradell Mateu, tanto en lo referente a trabajos de curso como a la preparación de tesinas y
tesis doctorales» (La labor… 1964, p. 17). I Abans, 1962, ja
s'havia remarcat que «La Cátedra de Arqueología de la Facultad
de Filosofía y Letras de nuestra Universidad viene realizando
una labor conjunta con este Servicio, lo que indudablemente ha
de redundar en beneficio de los estudios de Prehistoria en nuestra provincia» (La labor... 1962, pàg. 17). Aquests tipus de notes
es repeteixen quasi com una falca en totes les Labor del SIP des
del començament dels anys 1960.
Els alumnes que inclús s'acompanyaven al camp per veure
els jaciments objecte dels seus treballs de curs, tesines i tesis
doctorals, acabaran acompanyant els membres del SIP, ja com a
especialistes, en un munt de visites als llocs de troballes i en les
exploracions i prospeccions sobre el terreny, i fins i tot acabaran
dirigint les mateixes excavacions del Servei, tal com queda
reflectit en les Labor dels anys 60 i primeria dels 70. G. Martín,
per exemple, serà a càrrec dels treballs de camp en la factoria
pesquera romana de la Punta de l'Arenal (Xàbia), els anys 1963 i
1964, la direcció «titular» dels quals corresponia al SIP (el seu cap,
en aquest cas D. Fletcher) i al «Comisario de Zona del Servicio de
Excavaciones Arqueológicas» (a l'efecte M. Tarradell) (La labor...
1963, pàg. 16); pot dir-se que era una excavació compartida pel
SIP i el LAV, que a més serà publicada pel Servei en la sèrie de
Trabajos Varios (núm. 38, 1970). E. A. Llobregat col·laborarà,
assistint el subdirector del SIP E. Pla, en quasi totes les campanyes
de l'Ereta del Pedregal dels anys 60, quan s'hi reprenen els treballs
aparcats des del final dels anys 40. Llobregat firmarà, juntament
amb E. Pla i D. Fletcher, la memòria de la campanya concreta
de l'any 1963, publicada pel Servicio Nacional de Excavaciones
Arqueológicas del Ministerio de Educación Nacional, en la sèrie
Excavaciones Arqueológicas en España (núm. 42, 1964). M.
Gil-Mascarell s'encarregarà, per absència d'E. Pla, que hi havia
iniciat els treballs en 1966, de l'excavació el 1968 de les restes
del poblat ibèric de l'Alt del Fort (Cullera); el 1971 serà al front
d'una intervenció pràcticament d'urgència al Pla de l'Arc (Llíria),
en el solar de la futura Casa de la Cultura, amb restes de l'Edeta
romana; el 1971 també, i el 1972, es farà càrrec de l'excavació del
poblat iberoromà de la Carència (Torís), planejada des de bastant
temps arrere pel SIP; o, el 1974, dirigirà els treballs en el santuari
ibèric emplaçat en una de les coves del Puntal del Horno Ciego
(Villargordo del Cabriel). Una altra exalumna de M. Tarradell, R.
Enguix Alemany, col·laboradora del LAV i del SIP alhora, portarà
l'excavació, el 1975, del taller d'àmfores romanes localitzat en el
solar del carrer «Ángel del Alcázar», núm. 9, d'Oliva; la memòria
d'aquests treballs, realitzada amb C. Aranegui, la publicarà el SIP
en el núm. 54 de la sèrie Trabajos Varios, de 1977. Anteriorment,
R. Enguix havia confeccionat el VI Repertorio de Bibliografía
Arqueológica Valenciana, recopilatori bibliogràfic iniciat pel SIP
el 1951; aquest sisè repertori constituirà el núm. 48 dels Trabajos
Varios (1974).
El 1970, M. Tarradell deixa València amb destí a la Universitat de Barcelona. En aquest moment, al LAV resten pràcticament en solitari M. Gil-Mascarell i C. Aranegui; E. A. Llobregat se n'havia anat el 1966, en guanyar la plaça de director del
Museu Arqueològic d'Alacant, i G. Martín ho havia fet el 1969,
12
R. Enguix, assídua col·laboradora del LAV des de Tarradell i del
SIP, en el jaciment romà del carrer «Ángel del Alcázar» d'Oliva,
l'any 1977, un taller d'àmfores l'excavació del qual havia dirigit
per compte del SIP. Arxiu MPV.
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L'escola valenciana de prehistòria i Bernat Martí Oliver
B. Martí (al fons) en les excavacions acabades de reprendre de la
Cova de l'Or de Beniarrés, any 1975. Arxiu MPV.
rumb a la universitat federal de Pernambuco, a Recife. Quasi
immediatament a la marxa de Tarradell s'incorpora al Laboratori G. Pereira Menaut, un dels darrers alumnes seus a València,
i un poc després, el 1974, B. Martí Oliver, que a penes hi havia
coincidit amb el professor català.
Bernat Martí Oliver, objecte d'aquest llibre d'homenatge,
és un dels més bons exemples d'arqueòleg/prehistoriador valencià format a cavall del LAV i del SIP. B. Martí comença a
aparèixer en las pàgines de La labor a partir del 1974, acabat
d'entrar al LAV –que a poc a poc va esdevenint Departament de
Prehistòria i Arqueologia– i un any després d'aconseguir-ne la
llicenciatura. El primer esment seu és en relació amb la visita, el
5 d'octubre del 1974, a una sèrie d'abrics amb pintures rupestres
localitzats al Barranco Moreno de Bicorb, acompanyant E. Pla,
junt amb altra gent, en qualitat de «profesor de la Universidad
de Valencia» (La labor... 1974, pàg. 107). En la mateixa memòria d'activitats (pàg. 123-24) consta la lectura de la seua tesina
«Planteamientos en torno al Neolítico inicial de la costa mediterránea peninsular» que, segons s'hi indica, havia estat preparada al SIP. La col·laboració de B. Martí amb el Servei, del
LAV/Departament estant, és certament molt intensa, bé en les
labors de visita, exploració o prospecció d'indrets i jaciments,
bé en les excavacions programades, tal com ja era comú per als
membres del LAV des de Tarradell.
Centrant-nos en les excavacions, l'any 1975 el SIP reprèn
les intervencions en la Cova de l'Or de Beniarrés, iniciades la
dècada dels 1950. En aquesta segona etapa, B. Martí comença
assistint tècnicament V. Pascual Pérez, director del Museu Municipal d'Alcoi i vell col·laborador del Servei, a càrrec del qual es
troba la direcció dels treballs. Martí hi és en condició, a més de
professor de la Universitat, de «becario de la Sección de Prehistoria en Valencia del Patronato “Saavedra Fajardo” del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas» (La labor... 1975, pàg.
41). La «Sección de Prehistoria en Valencia», com s'ha dit més
amunt, era el mateix SIP, centre «tutelar» de les beques del CSIC;
en concepte de becari, Martí assisteix també el 1975 a les excavacions del jaciment neolític francès de Font Juvenal, dirigides
pel «maître de reherches» J. Guilaine (ibíd., pàg. 58), i és clar
que la finalitat del viatge era de recollir la màxima informació i
experiència possibles a aplicar en els treballs de la Cova de l'Or.
El 1976, en faltar V. Pascual, Martí és designat pel SIP director
Les primeres campanyes (1975-76) de la segona etapa
d'excavacions a la Cova de l'Or, dirigides per B. Martí, seran
publicades dins la sèrie monogràfica del SIP en forma d'un pioner
estudi interdisciplinari.
de les excavacions en la reconeguda cova neolítica de Beniarrés,
direcció que ostentarà continuadament fins a la finalització dels
treballs cap a la mitat dels anys 1980. El mateix 1976, i per la raó
dita, substitueix V. Pascual com a assistent tècnic d'E. Pla en la
nova etapa també d'excavacions que s'inicia a l'Ereta del Pedregal de Navarrés. Aquest jaciment havia començat a ser intervingut la dècada dels 1940, posteriorment del 1963 al 1974, i ara, el
1976, s'encetava una tercera fase en què, sens dubte, tot el pes i
la iniciativa dels treballs requeien en B. Martí, i així hi seguirà
fins a la conclusió d'aquests a la primeria dels 1980. En aquest
període encara, el 1978 el SIP mamprèn les excavacions en el
poblat de l'edat del bronze de la Muntanya Assolada d'Alzira, en
la direcció principal de les quals romandrà Martí tot el temps fins
a la mitat dels anys 1990 i més enllà.
L'excavació de la Cova de l'Or, en particular, serà cabdal en
aquests moments (i en els posteriors) per a encarrilar i apuntalar
la carrera professional de B. Martí. L'arreplega de documentació
sobre el jaciment, paral·lela al procés mateix d'excavació, es concretarà en un primer treball monogràfic sobre l'Or publicat en Trabajos Varios (núm. 51, 1977). D'altra banda, els primers resultats
de les intervencions iniciades el 1975 formaran el cos principal de
dades de la seua tesi doctoral sobre el neolític valencià, llegida el
1978 en la Facultat de Geografia i Història de la UV.
En el sentit que anem parlant, B. Martí no deixa de ser una
mostra més de l'acreixement de la interacció LAV-SIP que es produeix durant la segona mitat dels 1970, tot derivat d'un flux cada
vegada major d'alumnes al LAV/Departament com a conseqüència, a banda de les circumstàncies socioeconòmiques generals,
dels canvis en els plans docents universitaris que comportaran la
creació de l'especialitat d'Arqueologia dins la carrera de Geografia i Història. Limitant-nos novament a l'activitat sistemàtica de
camp, els antics membres i col·laboradors del LAV continuaran
participant en moltes de les excavacions patrocinades pel SIP: la
13
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J. Juan Cabanilles i M. J. de Pedro Michó
B. Martí en l'excavació de l'Ereta del Pedregal de Navarrés, cap al
1979. Arxiu MPV.
La Muntanya Assolada d'Alzira en la campanya del 1980,
excavacions començades per B. Martí el 1978. Arxiu MPV.
malaguanyada M. Gil-Mascarell serà a càrrec, el 1978, dels treballs en la partida de La Balsa (Camporrobles), lloc amb troballes
romanes, i, a partir del 1979, de diverses campanyes en el poblat
ibèric de Los Villares (Caudete de las Fuentes); R. Enguix farà el
mateix, el 1977, en la Llometa del Tio Figuetes (Benaguasil), jaciment amb restes de l'edat del bronze i d'època ibèrica, i el 1978
en el poblat del bronze del Pic dels Corbs (Sagunt), una excavació amb direcció compartida pel SIP i el Centro Arqueológico
Saguntino i que, uns anys abans, el 1974, n'havia estat al front,
per delegació del Servei, M. Pérez Ripoll, aleshores becari del
patronat «Saavedra Fajardo» del CSIC, beca que anava gaudint
des del 1972; G. Pereira, al seu torn, dirigirà els treballs, des del
1978, en el jaciment romà tardà i visigòtic de València la Vella
(Riba-roja de Túria). Però les noves generacions d'alumnes del
LAV també començaran a tindre protagonisme en aquest marc de
relacions i col·laboracions interinstitucionals, com ara H. Bonet
Rosado i C. Mata Parreño, que des del 1978 s'encarregaran de
les excavacions al poblat ibèric del Puntal dels Llops (Olocau). A
partir, doncs, del 1975, i sobretot en l'últim terç d'aquesta dècada,
les Labor del SIP es poblen de noms, entre alumnes, llicenciats
recents i joves professors, que els trobem fent les seues tesines i
tesis doctorals amb materials i els mitjans documentals del SIP, o
participant, com hem dit i vist, en les diverses tasques de camp del
Servei; un seguit de noms que poc després entraran a formar part
de l'arqueologia institucional valenciana (a banda de les esmentades H. Bonet i C. Mata, P. P. Ripollès Alegre, A. Ribera Lacomba,
J. Bernabeu Auban, J. V. Lerma Alegria, V. Villaverde Bonilla, J.
L. Peña Sánchez, F. Arasa i Gil, entre altres). I tot açò mateix ha
prosseguit fins l'actualitat.
Tornant a B. Martí Oliver, com a membre del LAV, i junt
amb la resta de col·legues departamentals, el 1974 serà en la
iniciativa de traure avant la revista Papeles del Laboratorio de
Arqueología de Valencia (PLAV), aprofitant el 50 aniversari
del Laboratori.36 La revista PLAV havia estat fundada per M.
Tarradell el 1962, com a mitjà per a la divulgació de l'activitat científica del LAV.37 A banda d'aportar articles als Papeles
(PLAV núm. 11, 1975; núm. 12, 1977, ací en col·laboració amb
R. Enguix; núm. 13, 1978), com ho havia fet també a l'APL
(vol. XV, 1978),38 B. Martí participarà el 1975 en el II col·loqui
internacional de prehistòria de Morella, davall el lema «Métodos y técnicas en Prehistoria», amb una comunicació firmada
per tot l'equip del LAV (publicada el 1980). I el 1978, ja en
solitari, concorrerà a la reunió organitzada per la fundació Juan
March a Madrid «C14 y Prehistoria de la Península Ibérica», on
presentarà les datacions radiomètriques obtingudes arran de les
excavacions en curs a la Cova de l'Or.
El febrer del 1979, B. Martí entra a formar part del cos
tècnic del SIP. La Labor ho anuncia així: «A solicitud de la Dirección del Servicio, la Corporación Provincial, en sesión del
Pleno del día 26 de enero, acordó “crear en plantilla una plaza de Ayudante del Servicio de Investigación Prehistórica con
exigencia de título superior y nivel de proporcionalidad 10, sometiendo el presente acuerdo al visado de la Dirección General de Administración Local, para proceder a la reglamentaria
provisión de dicha plaza; contratando mientras tanto…” al Dr.
don Bernardo Martí Oliver, propuesto por este Servicio y que
venía colaborando con él desde hacía ya varios años. El señor
Martí Oliver tomó posesión de la plaza el día 1 de febrero» (La
labor… 1979, pàg. 122). Pot dir-se que B. Martí és el primer
arqueòleg que dóna el salt professional del LAV al SIP. D.
Fletcher Valls, director aleshores del Servei, provenia també
de la branca d'Històries de la Facultat de Filosofia i Lletres de
la Universitat de València, i havia freqüentat el LAV en tots
els períodes de màxima activitat d'aquest, però no havia tingut
cap vincle «laboral» amb la UV.
36 El 1975 es publicarà el volum de l'aniversari en qüestió (PLAV
núm. 11), amb contribucions de membres passats i presents del Laboratori. En aquell moment, per a la creació del LAV es tenia la
data de 1924 i no la de 1921, que és la que consta en les poques
fonts documentals existents (cf. auRa toRtosa, op. cit. nota 21).
14
37 Veg. «Saguntum-Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia», dins A. Simon i Tarrés (dir.): Diccionari d'Historiografia Catalana. Enciclopèdia Catalana, Barcelona, 2003, s. v. (veu redactada per
J. Juan Cabanilles). MaRtín áVila, G. i aRanegui gasCó, C. (2012):
«Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia 50 años: la historia y la verdad». Saguntum-PLAV, 44, València, pàg. 11-13.
38 Les referències completes d'aquests articles, i de les publicacions
ja citades o que hi puguen ser-ho, es troben en la bibliografia de B.
Martí Oliver presentada en aquest mateix llibre.
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L'escola valenciana de prehistòria i Bernat Martí Oliver
Dins del SIP, B. Martí ha desenvolupat tota la seua principal
tasca investigadora, canalitzada des del primer contacte amb el
Servei cap a la prehistòria recent valenciana, com a cas particular.
De manera sintètica, els seus temes de recerca preferents els han
constituït el neolític en general (inclòs l'eneolític o calcolític) i
la neolitització, l'edat del bronze i l'art postpaleolític (parietal
i moble). És clar que molta culpa d'aquestes inclinacions
temàtiques l'han tinguda els jaciments començats a excavar i a
estudiar en l'etapa inicial de col·laborador del SIP. Per referirnos d'entrada al cas més eloqüent, per al primer neolític i la
neolitització hi ha la Cova de l'Or, jaciment cabdal no solament
des de la perspectiva arqueològica valenciana, sinó des de la
de l'àmbit ampli del Mediterrani occidental. L'excavació de
l'Or (1975-1984) és important per moltes raons: en primer
lloc, perquè afecta un depòsit ric en material (sobretot per
al neolític antic) i arqueològicament «homogeni» (conté
vestigis d'ocupacions solament neolítiques des de la mateixa
base); en segon lloc, perquè és una excavació feta amb
metodologia «moderna» (sistema tridimensional, sondatge
inicial, prossecució en extensió, etc.) i una de les primeres a
escala peninsular amb caràcter interdisciplinari (intervenció
a peu de tall d'especialistes en sedimentologia, palinologia,
arqueofauna, etc.39); i en tercer lloc, per la qualitat dels resultats
assolits, a resumir en una seqüència arqueològica bastant
completa per al període comprès –grosso modo– entre el 5500
i el 4000 AC (del neolític antic a l'evolucionat) i un bon nivell
d'informació, per a aquest període, quant al paleoambient
(dades sedimentològiques i palinològiques), l'economia
(dades faunístiques i carpològiques) o la tecnologia i l'activitat
industrial (dades sobre les produccions ceràmica, lítica, òssia,
d'ornaments, etc.).
Arran de la publicació dels primers resultats (treballs
del 1975-76), en el que constituirà el segon volum dedicat
al jaciment (Trabajos Varios núm. 65, de 1980),40 la Cova de
l'Or esdevé un referent total per al tema de la neolitització
de la vessant mediterrània peninsular. Les dades de l'Or, a
banda de publicades, seran presentades ben d'hora (ja les de
tots els treballs en conjunt) en importants congressos sobre el
neolític, com ara l'organitzat per la Fédération Archéologique
de l'Hérault a Montpeller el 1981, o pel Centre National de la
Recherche Scientifique també a Montpeller el 1983, congressos
que contribuiran a la projecció internacional del jaciment i del
seu excavador.
El contacte de B. Martí amb les fases finals del neolític i
amb l'eneolític el proporcionarà l'excavació de l'Ereta del Pedregal (1976-1982), on participa pràcticament el mateix equip
interdisciplinari que a la Cova de l'Or. La importància de l'Ereta
39 Cas, en les tres especialitats que anomenem i per ordre, de la malaguanyada M. P. Fumanal García i de M. Dupré Ollivier, del Departament de Geografia de la Universitat de València, i de M. Pérez
Ripoll, antic becari del SIP, com hem vist, i col·laborador aleshores
del Servei i del LAV, i professor més tard del LAV/Departament de
Prehistòria i Arqueologia.
40 El vol. II de l'Or, concebut ja de manera multidisciplinària, compta amb les col·laboracions especialitzades de M. D. Gallart Martí
(tecnologia ceràmica), P. López García (cereals), M. Pérez Ripoll
(fauna de vertebrats) i J. D. Acuña Hernández i F. Robles Cuenca
(malacofauna).
L'art postpaleolític serà un dels temes intensament abordats per B.
Martí dins la seua tasca investigadora. Coberta de l'obra dedicada
a la cerca de paral·lels rupestres per a l'art moble neolític, firmada
junt amb M. S. Hernández Pérez (1988).
com a jaciment és semblant a la de l'Or, donada així mateix per
un bon depòsit sedimentari i arqueològic. A banda del mètode acurat, l'estratègia de treball principal ací serà l'excavació
en extensió, el que permetrà, junt amb les reglamentàries cales
verticals, posar al descobert un seguit d'estructures en pedra
(murs i empedrats) pertanyents almenys a tres fases constructives. L'Ereta es desmarcava així de la majoria d'assentaments
«neo-eneolítics» coneguts fins aquell moment, caracteritzats per
les construccions peribles (a base de fang i fusta) i les fosses i
sitges excavades en el sòl. Contràriament a l'Or, els treballs dels
1970-80 a l'Ereta no han arribat a originar una memòria expressa i completa, però la informació obtinguda sí que ha estat
donada a conèixer, en dosis més o menys grans, dins d'un munt
de publicacions diverses que, al remat, han contribuït a refermar
la singularitat d'aquest jaciment.41
La Muntanya Assolada d'Alzira, de la seua banda,
introduirà B. Martí en el món excitant de l'edat del bronze. En
l'excavació (1978-1996, principalment) d'aquest típic poblat en
41 La història de l'Ereta com a jaciment i tota la bibliografia generada
(informes de campanyes d'excavació, estudis de materials, anàlisis de mostres biòtiques i abiòtiques, etc.) pot veure's dins Juan
CaBanilles, op. cit. nota 12. Per destacar alguns dels estudis més
«interdisciplinaris», els resultats sedimentològics i palinològics
han estat presentats (igual com els de la Cova de l'Or i altres llocs
excavats pel SIP) dins: FuManal gaRCía, M. D. (1986): Sedimentología y clima en el País Valenciano. Las cuevas habitadas en
el Cuaternario reciente. Servicio de Investigación Prehistórica,
Diputación Provincial de Valencia (Trabajos Varios del SIP, 83),
València, 207 p. duPRé olliVieR, M. (1988): Palinología y paleoambiente: Nuevos datos españoles. Referencias. Servicio de Investigación Prehistórica, Diputación Provincial de Valencia (Trabajos
Varios del SIP, 84), València, 160 p.
15
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J. Juan Cabanilles i M. J. de Pedro Michó
B. Martí en la biblioteca del SIP el 2011.
alt col·laborarà novament l'equip interdisciplinari que ho feia a
l'Or i a l'Ereta, una excavació que diferirà del que fins aleshores
era comú per a aquest tipus de jaciments: l'obertura de grans
espais de terreny, a fi de facilitar el reconeixement d'estructures
i les seues continuïtats i discontinuïtats, enfront dels petits
sondatges practicats un poc pertot de manera inconnexa. La
Muntanya Assolada serà presentada per primera vegada al
XVI Congreso Nacional de Arqueología, celebrat a Múrcia i
Cartagena el 1982, juntament amb els treballs més recents de
l'Ereta del Pedregal, congrés les actes del qual es publicaran
el 1983; d'altra banda, el jaciment i les excavacions han estat
objecte de múltiples notes, articles i avanços que posen en relleu
la significació d'aquest poblat tan representatiu del «bronze
valencià» (cf. bibliografia de B. Martí).
Pel que fa a l'art postpaleolític, la preocupació de B. Martí
per aquest tema s'aferma a partir de la descoberta de l'art rupestre «Macroesquemàtic», el 1980,42 la recerca d'una cronologia
precisa per a aquesta modalitat d'art i la consegüent troballa
de paral·lels mobles en les ceràmiques sobretot de la Cova de
l'Or. Aquests paral·lels advocaven per una cronologia a situar
en el neolític antic, però les ceràmiques de l'Or també aportaven
dades en aqueix sentit per als vells –quant a coneixença– arts
Llevantí i Esquemàtic; això, i les superposicions parietals entre
arts, permetien parlar d'un cicle artístic en conjunt més curt del
que es pensava, al fixar-se el seu començament en els primers
temps neolítics. Els resultats d'aquesta recerca els presentarà B.
Martí, junt amb M. S. Hernández Pérez, de la Universitat d'Alacant, en el treball monogràfic El Neolític valencià. Art rupestre
i cultura material, publicat pel SIP el 1988, una obra que tragirarà totes les visions que es tenien sobre la identitat dels distints
arts postpaleolítics i la seua seqüència temporal.
I ens aturem ací. El present text no pretén ser una exposició
exhaustiva de la trajectòria científica de Bernat Martí Oliver,
molt ben coneguda a hores d'ara; el propòsit ha estat més
42 L'art Macroesquemàtic es dóna a conèixer el 1982 (cf. HeRnández PéRez, M. S. i CentRe d'estudis Contestans [1982]: «Consideraciones sobre un nuevo tipo de arte rupestre prehistórico».
Ars Praehistorica, 1, Sabadell, pàg. 179-187), i el primer corpus
de jaciments el 1988 (HeRnández PéRez, M. s.; FeRReR MaRset,
P. i Catalá FeRReR, E. [1988]: Arte rupestre en Alicante. Fundación Banco Exterior i Banco de Alicante-Grupo Banco Exterior,
Alacant, 312 p.).
16
B. Martí, flanquejat pels autors del text, i per H. Bonet, en el
jaciment de l'edat del bronze de la Lloma de Betxí, a Paterna, el
març del 2016.
d'assenyalar-ne els orígens i les primeres passes, i els impulsos.
De la intensitat d'aquesta trajectòria, en dóna fe la bibliografia
de l'homenatjat que, com ja s'ha advertit, s'ofereix en apartat
a banda; una trajectòria definida pel rigor en el tractament dels
temes i l'exhaustivitat en la documentació, tot fonamentat en un
coneixement ampli dels registres i els contextos arqueològics.
Tanmateix, sí que hi cal remarcar de B. Martí Oliver la seua
condició de representant genuí de l'escola valenciana de
prehistòria, avui molt consolidada i no només pel patronatge
continuat del SIP de la Diputació de València i del LAV de
la Universitat de València, sinó per la resta de departaments
universitaris valencians del mateix ram (en concret de les
universitats d'Alacant i de Castelló) i de centres institucionals
relacionats amb el patrimoni arqueològic (Museu Arqueològic
d'Alacant-MARQ, Museu Arqueològic Municipal d'Alcoi,
Servei d'Investigacions Arqueològiques i Prehistòriques-SIAP
de la Diputació de Castelló, per citar-ne alguns dels principals
amb projectes adreçats a la prehistòria). Amb tots aquests
centres universitaris i institucionals, i això és important també
de subratllar-ho, B. Martí ha estat el «pont» des del SIP pel
qual s'han entreteixit relacions de tot tipus que, al capdavall,
han redundat en benefici del mateix Servei i del conjunt de
l'arqueologia valenciana, prehistòrica i no.
Tornarem a incidir en B. Martí com a ver exponent de
l'escola valenciana de prehistòria, i com a persona que des
de dins del SIP, especialment, ha continuat fent escola alhora.
Del seu magisteri, sense cap dubte, en som deutors els firmants
d'aquest text, i no cal dir en quina mesura ens sentim honrats
d'haver estat els seus col·laboradors des del nostre ingrés en
el SIP. La capacitat intel·lectual de B. Martí és ara mateix ben
sencera i viva, i la seua predisposició investigadora també,
amb moltes coses a fer i a dir. I Estem convençuts que per
molts anys encara.
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Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 17-26.
Bernat Martí Oliver: el professional, la persona
i la seua producció bibliogràfica
Rosa enguix aleMany i yolanda Fons gRau
Qualsevol consideració sobre la trajectòria professional de
Bernat Martí Oliver ha d'acompanyar-se, necessàriament,
del que ha sigut fins ara la seua producció bibliogràfica,
però ens sembla interessant, per a una millor comprensió
de la magnitud de la seua obra, assenyalar que, a més, unes
altres activitats i actituds han ocupat –i ocupen– el seu
temps de treball. Actituds i activitats que s'han assumit,
al llarg de molts anys, en la institució on en major grau
ha desenvolupat la seua professió: el Servei d'Investigació
Prehistòrica de la Diputació de València.
Hem de subratllar que la llista bibliogràfica que
s'hi ofereix no està gens tancada, que les investigacions
continuen en curs, més si tenim en compte les peticions
constants de col·laboració que segueix rebent Bernat Martí
des de diversos centres d'investigació actuals, alguna de les
quals, sens dubte, la durà a terme. La seua jubilació no ha
representat en absolut una ruptura amb la institució on ha
desenvolupat, quasi per complet, l'activitat investigadora i
docent. Els seus inicis en el Departament de Prehistòria de
la Universitat de València, amb el Laboratori d'Arqueologia
adjunt, i el seu salt al SIP n'han marcat el quefer professional
i han donat continuïtat a aquest caràcter docent, amable i
vital que caracteritza la seua activitat quotidiana, en la qual
atén els joves prehistoriadors que demanden el seu consell i
sapiència. Ho hem vist i hem rebut part d'aquesta generositat
amb què ha compartit el seu temps i els seus coneixements.
Però, més enllà de la relació personal entranyable que ens
puga unir, tractarem d'exposar, encara que siga breument,
alguns trets del seu perfil professional i humà.
Caldria recordar l'anomenat «esperit del SIP», que
va imprimir el seu fundador, Isidro Ballester, i van continuar Domingo Fletcher i Enrique Pla, amb els seus
propis matisos, fins arribar a Bernat Martí. Luis Pericot,
subdirector del SIP des del seu inici, va atribuir a Isidro
Ballester unes qualitats que havia transmés, unes per les
circumstàncies i unes altres per convicció, al funcionament de la institució. Aquestes característiques les va resumir en el panegíric que va escriure després de la mort
de Ballester (APL III, 1952, p. 15), i eren: vocació, honestedat científica, minuciositat i austeritat. Vegem com
s'han manifestat les qualitats que va veure L. Pericot en
el primer director del SIP, en Bernat Martí, també director d'aquesta institució entre 1987 i 1996.
Respecte a la vocació, no està de més recordar que era
un estudiant de Ciències, que va començar a estudiar una
carrera que tenia un prestigi social innegable, i que la va
deixar per a dedicar-se a «això» de la Prehistòria. No crec
que s'haja penedit de la seua elecció, ni davant de les situacions adverses que va viure la institució, ni les seues pròpies com a membre d'aquesta, ni davant de les sol·licituds
d'ocupar càrrecs socialment majors, encara que de gestió,
proposats des de la Conselleria de Cultura de la Generalitat
Valenciana, en la qual va presentar un informe preciós sobre el que hauria de fer-se en l'Arqueologia d'aquest país,
però declinant l'oferiment per a seguir en el SIP.
De la seua honestedat científica molts en podem donar prova, per manifestar-se no sols en les seues investigacions, sinó en posicions en comissions i reunions a
les quals havia d'assistir pel càrrec que ocupava i en les
ponderades opinions expressades a companys i a alumnes. ¿S'han oblidat, potser, les conseqüències d'aquella
situació en la Comissió de l'Institut Valencià d'Estudis i
Investigació, allà per l'any 1996, respecte de la renovació
de membres? La independència i l'honestedat científica
també tenen un cost personal i institucional que en aquest
cas va ser assumit amb serenitat, més o menys continguda.
Quant a la minuciositat, no cal insistir massa, ja que els
qui hagen treballat en les seues excavacions i hagen llegit
un poc de la seua obra, la poden percebre perfectament. I
qui haja col·laborat amb ell en alguna publicació, també.
L'austeritat, hem d'assenyalar, és una de les «normes» del
SIP, en part per les circumstàncies de la seua creació i els
avatars històrics que va viure; i així continua. Potser caldria assenyalar que respecte a la Biblioteca del SIP aquesta
norma d'austeritat és relativa, i així era també amb direccions anteriors. Sempre s'ha tingut, des de la Direcció, un
interés especial a conéixer, catalogar i ubicar tot el contingut d'aquesta magnífica biblioteca, com també acréixer-la
al màxim de les possibilitats econòmiques de la institució,
fins i tot a pesar de les noves tecnologies que permeten
consultes inimaginables per altres mitjans més enllà del
paper. No obstant això, la Biblioteca del SIP continua sent
un lloc de treball i investigació per a estudiants universitaris i per a tots aquells que pretenguen indagar sobre
qüestions prehistòriques i les circumstàncies que rodegen
a aquesta ciència. Bernat Martí també va convertir el crei17
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R. Enguix Alemany i Y. Fons Grau
xement i el bon funcionament de la Biblioteca del SIP en
un objectiu primordial, i va posar tots els mitjans possibles
perquè romanguera oberta el major temps possible en els
temps difícils de trasllats del Servei i el Museu de Prehistòria. Així mateix, l'ús continuat d'aquesta ha convertit B.
Martí en un referent impagable per a qualsevol altre usuari
de la biblioteca, pel seu coneixement dels distints títols i
continguts que s'hi alberguen, de manera que és capaç de
resoldre qualsevol necessitat d'informació. El mateix podem dir del desenvolupament i l'organització de l'arxiu
gràfic, com a element fonamental per a l'estudi, la consulta
i la investigació. A aquest respecte, és una dada a ressenyar que la primera activitat de B. Martí, abans d'ocupar el
seu lloc de treball diàriament, era saludar els responsables
d'aquestes seccions.
Hi ha un altre aspecte que s'ha de remarcar i que ha format part del funcionament del SIP en major o menor grau:
la cordialitat en el tractament amb els altres col·legues i institucions amb l'objectiu de saber de l'estat en general del
patrimoni arqueològic i per a ajudar millor a preservar-lo.
Els arqueòlegs i els aficionats solen ser atesos amb deferència, la qual cosa ha creat un sòlid entramat de relacions i
contactes que permet la col·laboració i l'intercanvi continu
de notícies, tot tan important per a conéixer la situació ar-
queològica del País Valencià i més enllà dels seus límits.
Aquesta actitud no és nova en el SIP. Recordem les paraules d'Enrique Pla sobre Domingo Fletcher en la jubilació
també d'aquest: «Durante estos primeros años [anys 1950]
de la Dirección de Domingo Fletcher se encauzó casi toda
la actividad del Servicio en la ampliación de las relaciones
científicas y bibliográficas con organismos e instituciones
dedicados a la Arqueología y a la Prehistoria» (APL XVII,
1987, p. 6). Tots recordem aquelles visites d'arqueòlegs i
aficionats demanant informació i consell a Domingo Fletcher, i com aquest obtenia les dades necessàries que pogueren revertir en benefici de l'Arqueologia. Bernat Martí ha
continuat amb aquesta mateixa actitud i ha sol·licitat, rebut,
oferit i compartit tot tipus de demandes i activitats –xarrades, assistència a esdeveniments, col·laboracions, etc.– que
li hagen requerit entitats interessades en aquestes qüestions
amb una verdadera cordialitat.
Arqueòleg de camp precís, científic minuciós, gestor
responsable i notable mestre per a tots els qui el requeriren.
Aquestes serien les qualitats professionals que hem trobat en
la persona de Bernat Martí Oliver. El nostre desig és continuar gaudint de totes elles i d'aquesta gentilesa amb què sol
acompanyar, fins a les portes del SIP, els col·legues que el visiten o treballen amb ell. Potser anecdòtic, però significatiu.
***
La relació bibliogràfica que segueix, ordenada per anys, no conté obres o treballs que no hagen sigut publicats (tesi,
tesina, memòries, informes, textos de preactes de congressos…), però sí que pot dir-se que inclou tota la bibliografia
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La néolithisation de la Méditerranée occidentale :
sur la piste des pionniers ?
Jean guilaine, gaRyFalia Metallinou et Jean-FRançois BeRgeR
réSumé
La grotte des Arene Candide (Finale Ligure, Italie) est caractérisée, dans les niveaux du Néolithique ancien, par une céramique
originale décorée selon la technique du « sillon d'impressions ». Il en résulte un faciès particulier, connu depuis les publications
de L. Bernabò Brea, qui se distingue des autres groupes à poterie imprimée (« impressa ») de la péninsule italique. Or, au
cours de ces dernières années, plusieurs sites relevant de cet horizon culturel ont été reconnus en France méridionale et en
Espagne méditerranéenne. Les datations radiocarbone indiquent clairement qu'il s'agit d'un horizon précoce, contemporain
de la première diffusion du Néolithique en Méditerranée occidentale et antérieur au développement du « Cardial » jusqu'ici
considéré comme la plus ancienne version néolithique de l'Ouest méditerranéen. Mais ce faciès a-t-il émergé en Ligurie
même ? La présente enquête montre qu'en fait ce marqueur est déjà présent plus à l'Est, en Méditerranée sud-adriatique,
et qu'il est notamment attesté à Sidari (Grèce de l'Ouest) ainsi que sur d'autres sites siciliens ou italiques. On dispose donc
aujourd'hui d'un premier aperçu de gisements le plus souvent côtiers qui, de la Grèce occidentale à l'Andalousie, révèlent
l'existence d'une première « vague » néolithique ayant propagé, par voie maritime, l'économie de production.
moTS cléS
: Néolithisation, pionniérisme, céramique « impressa », sillon d'impressions, Méditerranée occidentale.
reSumen
La neolitización del Mediterráneo occidental: ¿sobre la pista de los pioneros? En sus niveles del Neolítico antiguo, el yacimiento
ligur de Arene Candide (Finale Ligure, Italia) viene caracterizado por una cerámica original decorada con la técnica del sillon
d'impressions. Dicha cerámica, conocida desde las publicaciones de L. Bernabò Brea, determina una facies particular que se
distingue de las otras facies o grupos con cerámica impresa de la península itálica (grupos a impressa). Ahora bien, en el curso de
los últimos años, en el sur de Francia y en la España mediterránea, han sido reconocidos diversos yacimientos adscribibles a este
horizonte cultural. Las dataciones de radiocarbono indican claramente que se trata de un horizonte precoz, contemporáneo de la
primera difusión del Neolítico en el Mediterráneo occidental y anterior al desarrollo del “Cardial”, considerado tradicionalmente
este como la manifestación neolítica más antigua del oeste mediterráneo. La pregunta, sin embargo, es si esta facies u horizonte
ha surgido en la propia Liguria. El presente trabajo muestra que, de hecho, sus marcadores distintivos se encuentran ya presentes
más al este, en el Mediterráneo sur-adriático, atestiguados en Sidari (oeste de Grecia) y en otros yacimientos de Sicilia y el sur
de la península italiana. Así pues, se cuenta hoy en día con un conjunto de yacimientos mayormente costeros que, desde Grecia
occidental hasta Andalucía, revelan la existencia de una primera “oleada” neolítica que habría propagado, por vía marítima, la
economía de producción.
PalabraS claVe:
Neolitización, pionerismo, cerámica impresa, sillon d'impressions, Mediterráneo occidental.
Les modalités de la transmission de l'économie néolithique
du Proche-Orient à l'Occident méditerranéen ne sont pas
encore clairement établies dans le détail. En évoquant les
deux grandes artères de la propagation du Néolithique, l'une,
maritime par la Méditerranée, l'autre, terrestre par le bassin
du Danube, V. G. Childe s'en tenait à un scénario global
très schématique (Childe, 1925). Plus tard, L. Bernabò Brea,
adoptant cette thèse diffusionniste mais souhaitant approfondir
les caractères de cette transmission, rapprocha diverses
cultures à céramiques imprimées et considéra qu'elles avaient
été les vecteurs du Néolithique, du Levant jusqu'à la péninsule
Ibérique (Bernabò Brea, 1950). En les regroupant dans un
même horizon, il en minimisait volontairement les différences
alors que la variabilité morphologique et décorative de leurs
productions est souvent bien affirmée (Guilaine, 1976). De
plus les liens génétiques entre les groupes à poterie imprimée
de la Cilicie au Liban et ceux de Méditerranée centrale et
occidentale (Fuggazzola et al., 2002) ne sont pas démontrés à
partir de jalons géographiques continus. Outre les divergences
techniques, morphologiques et ornementales entre les poteries
de la Dark Faced Burnished Ware (Balossi Restelli, 2006) et
celles de l'Impressa italo-adriatique, les oppositions portent
aussi sur les caractères de l'habitat et sur le lithique (armatures
perçantes en Orient / flèches tranchantes en Méditerranée
centrale). On soustraira par ailleurs du Néolithique ancien
libanais les fameux poignards de Byblos (Cauvin, 1994) qui
semblent plutôt relever du PPNB par suite d'un mélange de
couches sur ce site (Garfinkel, 2004).
27
[page-n-35]
J. Guilaine, G. Metallinou et J.-F. Berger
Les difficultés à trouver des jalons insulaires dans cette
éventuelle diffusion méditerranéenne sont évidentes. C'est ainsi
que Chypre dont les relations maritimes avec le Levant-Nord
sont très précoces (Vigne et al., 2012) ne peut être considérée
comme un relais potentiel car la céramique ne s'y développe
que très tardivement lors de la culture de Sotira, au Ve millénaire avant notre ère. La présence sporadique à Khirokitia d'une
céramique grise plus ancienne manque de consistance pour être
valablement prise en compte (Dikaios, 1953).
Autre île importante dans une éventuelle transmission vers
l'Ouest, la Crète n'apporte pas de données convaincantes. Le
néolithique s'implante sur cette île à Cnossos vers 7000 / 6800
BC à un stade acéramique (Evans, 1964 ; Efstratiou et al.,
2004). Par contre le site n'est l'objet que de fréquentations peu
consistantes durant la plage du Néolithique ancien grec (- 6500
/ - 5800 BC). Son occupation reprend aux alentours de 5500
BC comme l'indiquent les datations des récentes interventions
de N. Efstratiou c'est-à-dire au Néolithique moyen. Un hiatus
semble donc exister à Cnossos entre l'horizon acéramique et
les premières strates avec poteries. Par leur style, ces dernières
relèvent globalement du Néolithique moyen, de sorte que les
dénominations de J. Evans les concernant (Early Neolithic I,
Early Neolithic II) peuvent prêter à confusion en regard de la
chronologie égéenne générale (Guilaine, 2003). Chypre et la
Crète ne semblent donc guère, en l'état des données, avoir été
des relais dans l'éventuelle propagation vers l'Ouest de céramiques imprimées orientales.
1. LES GROUPES NÉOLITHIQUES À CÉRAMIQUE
IMPRIMÉE DE MÉDITERRANÉE CENTRALE ET
OCCIDENTALE
Identifiés de longue date, ces premiers horizons néolithiques
ont été regroupés, en macro-analyse, en deux familles : les cultures a ceramica impressa de l'aire italo-adriatique (Bernabò
Brea, 1950 ; Batovic, 1966 ; Muller, 1994 ; Forenbaher et Miracle, 2014), le Cardial de l'arc nord-méditerranéen occidental (Bernabò Brea, 1946, 1956 ; Guilaine, 1976, 2007 ; Martí,
1977, 1980 ; Bernabeu, 1989), ce dernier considéré comme
une dérivation des précédentes. La progression des recherches
a permis d'introduire diverses subdivisions, géographiques et
chronologiques, au sein de ces deux grands ensembles. Ainsi,
dans l'aire adriatique, une phase à céramique impressa « archaïque » est-elle prolongée par des phases à céramique gravée ou peinte (Tiné, 1983 ; Pessina et Tiné, 2008). En Calabre
et Sicile, à un horizon également ancien (Kronio) succède la
culture de Stentinello. Plus au Nord, dans les Marche, se développe un faciès à céramique imprimée singulier plus tardif que
l'Impressa du Sud-Est (Ripabianca di Monterado) (Fugazzola
et al., 2002).
Sur le versant tyrrhénien (Latium, Ombrie, Toscane, Sardaigne, Corse), le Cardial connaît un faciès original à décoration géométrique dominante. En Ligurie s'épanouit un faciès a
ceramica impressa particulier, dit « ligure ».
De la Provence au Portugal, des nuances existent entre les
divers groupes régionaux du « Cardial franco-ibérique » : groupe de Provence-Languedoc, « Montserratien » catalan, Cardial
valencien, groupes d'Andalousie et du Portugal méridional. Par
la suite ces groupes cèderont la place à l'Épicardial, vaste en28
semble étalé du Rhône à l'Andalousie avec une large emprise sur les plateaux centraux de la péninsule Ibérique, lui aussi
empreint d'une certaine variabilité régionale. Au Portugal, un
Néolithique ancien II, très typé, succède au Cardial.
2. LA QUESTION LIGURIENNE
Cette diversité spatiale reconnue au sein des populations étalées de l'Adriatique au Portugal laisse ouverte la question de
leur déroulement chronologique interne et, surtout, de leurs interférences et de leurs enchaînements réciproques : comment
est-on passé d'un horizon à l'autre ? Quel héritage procède
d'un groupe voisin et quelle est la part de créativité de chacun ?
Quels sont les dénominateurs communs à plusieurs groupes et,
en revanche, les marqueurs spécifiques ? Nous aborderons ici
tout particulièrement le cas de la céramique impressa ligure,
longtemps considérée comme un faciès géographiquement limité mais dont l'intérêt semble avoir été sous-estimé dans les
processus de néolithisation ouest-méditerranéens.
L. Bernabò Brea avait remarqué que les styles céramiques
du Néolithique ancien de la grotte des Arene Candide (Finale
Ligure) s'originalisaient notamment par une technique décorative qui les isolait des autres groupes de la sphère italique. Rapprochée par cet auteur de la technique « stab and drag » (Bernabò Brea, 1956 : 59), on lui a donné par la suite l'expression
plus neutre de « sillon d'impressions » (grooved impressions)
dans la mesure où elle produit des sortes de cannelures caractérisées en leur intérieur par une succession d'impressions en file.
Dans le détail, technique et rendu peuvent varier : cannelures
accentuées à impressions successives rapprochées, impressions
plus distantes sur un même axe, sillons profonds régulièrement
sectionnés, etc. C'est ce marqueur techno-décoratif qui a permis
d'isoler un style « Arene Candide » parmi les autres groupes
néolithiques ouest-méditerranéens (fig. 1) (Bernabò Brea, 1946,
1956 ; Maggi, 1997 ; Tiné, 1999). En Ligurie même d'autres
cavités ont livré cette variété de céramique décorée (grotta Pollera, Arma di Nasino) (Odetti, 2002 ; Scotti et Maggi, 2002).
Fig. 1. Grotte des Arene Candide (Finale Ligure, Italie). Vase
néolithique décoré selon la technique du « sillon d'impressions »
(cliché Musée de Finale Ligure).
[page-n-36]
La néolithisation de la Méditerranée occidentale : sur la piste des pionniers ?
Fig. 2. Peiro Signado (Portiragnes, France). Éléments céramiques à
décor de sillons d'impressions.
Fig. 3. Pont de Roque Haute (Portiragnes, France). Éléments
céramiques à décor de sillons d'impressions.
On a par la suite découvert plusieurs sites sur le littoral méditerranéen français ou proches de celui-ci qui ont pu être rattachés à ce même faciès : Caucade (Alpes-Maritimes), (Binder
et al., 1993), Peiro Signado (Hérault) (Roudil, 1990 ; Briois et
Manen, 2009) (fig. 3), Pont de Roque Haute (Hérault) (Guilaine,
Manen et Vigne, 2007) (fig. 2), grotte Gazel (Guilaine, 1970),
Petite grotte de Bize (Aude), grotte des Fées à Leucate (Aude)
(Guilaine, 1993). Plus récemment ont eu lieu les premières reconnaissances de ce faciès en Espagne : site d'El Barranquet
(Valencia) (Bernabeu et al., 2009), Mas d'Is (Valencia) (Bernabeu et Martí, 2014), Cueva de Nerja (García Borja et al., 2011,
Cortés Sánchez et al., 2012). Cette liste est seulement indicative. Il est vraisemblable que la reconnaissance d'autres sites
se poursuivra dans la péninsule Ibérique. Toutefois la technique
du « sillon d'impressions » se retrouvera en Espagne dans des
faciès néolithiques plus récents, voire à l'âge du Bronze (style
« Boquique ») et on évitera de les décompter dans les inventaires liés à l'impressa ligure (sur ce sujet Alday, 2009). Le style
« Arene Candide » se caractérise par des motifs en chevrons
ou perpendiculaires, privilégiant donc des dispositions de sens
contrarié. Au contraire beaucoup de sites ibériques affectionnent
des motifs « en guirlande » distincts de la céramique ligure et
n'entrant donc pas dans le même horizon culturel.
Avec l'identification de cette céramique a impressa ligure, puis la reconnaissance de sa propagation à l'Ouest de
la Ligurie, deux problèmes ont surgi : quelle est sa chrono-
logie ? s'agit-il d'une création ouest-méditerranéenne ou sa
souche est-elle plus orientale ? Une première donnée provient des datations livrées par les niveaux du Néolithique ancien de la grotte des Arene Candide dont plusieurs se situent
dans les tout premiers siècles du VIIe millénaire BP1 ce qui
les place dans un créneau proche, voire contemporain, des
plus anciennes datations obtenues dans le Sud-Est de la péninsule italique (Maggi, 1997). Les datations fournies par les
sites du Sud de la France montrent également qu'il s'agit des
plus anciennes manifestations néolithiques connues.2 Elles se
placent vers 5800-5700 BC. En Espagne le site de El Barranquet serait un peu plus récent (vers 5650 / 5550 BC) (Bernabeu et Martí, 2014).3
1
2
3
Italie : Arene Candide : UB-2423 : 6980±115 BP; LJ-4143 :
6910±110 BP; Beta-66553 : 6880±60 BP (datations sur charbons).
Sud de la France : Pont de Roque Haute : Ly-7607 : 6850±65 BP
(sur charbon). Beta-30895 : 6920±30 BP ; Beta-39895 : 6910±30
BP ; Beta-39895 : 6870±30 BP (sur Triticum dicoccum). Peiro Signado : Ly-8399 : 6770±55 BP ; Beta-330612 : 6670±40 BP ; Ly8400 : 6840±55 BP (sur charbons). De nouvelles dates sur graines,
inédites, confirment ces datations, voire les vieillissent un peu.
Espagne : El Barranquet : Beta-221431 : 6510±50 BP (Ovis aries).
Mas d'Is : Beta-239378 : 6600±40 BP (Monocotyledone). Cueva
de Nerja : Beta-13157 : 6590±40 BP (Ovis aries).
29
[page-n-37]
J. Guilaine, G. Metallinou et J.-F. Berger
Un premier enseignement tiré de ces données montre donc
l'existence de la Ligurie à l'Andalousie de fréquentations pionnières néolithiques antérieures au « Cardial franco-ibérique »
souvent considéré comme la plus ancienne culture néolithique
de l'Occident méditerranéen.
Un autre résultat de cette révision chrono-culturelle réside
dans le statut économique de cette première vague néolithisante.
Sur les habitats de plein air non perturbés par d'éventuels remaniements stratigraphiques, et notamment les deux sites de
Portiragnes (Hérault) (Pont de Roque Haute et Peiro Signado),
l'agriculture et l'élevage constituent la base de l'alimentation,
la chasse étant réduite à un rôle très mineur, quasi insignifiant
(Marinval, 2007 ; Vigne, 2007). Cette observation indique clairement qu'on se trouve face à des sites « pionniers » véhiculant
des techniques économiques exogènes, parfaitement maîtrisées.
Il faut donc envisager des groupes intrusifs dont la souche est à
rechercher plus à l'Est.
C'est pourquoi nous avons mené une enquête pour tâcher
de trouver des jalons de ce faciès Arene Candide dans le bassin
central de la Méditerranée. En dehors des sites ligures, nos recherches nous ont notamment permis de repérer trois sites, deux
insulaires, un continental.
- En Sicile le plus ancien niveau néolithique de la grotta del
Kronio (Antro Fazello), près de Sciacca, comporte un horizon à impressa archaïque dans lequel figure un vase sphérique à anse orné
de sillons d'impressions sub-parallèles selon la technique « Arene
Candide » (Tiné, 2002 : 749, bas, et renseignement E. Natali).
- En Ombrie, le site de La Lucciola près Panicarola, sur les
bords du lac Trasimène, a livré plusieurs éléments céramiques à
décor de sillons d'impressions et autres fragments proches des
séries des sites de Portiragnes (de Angelis et Moroni Lanfredini,
2004). Il convient de souligner la position plus nettement continentale de ce site, ce qui montre également une pénétration intérieure de ces groupes humains, peut-être à partir du versant adriatique. À cet effet il serait intéressant d'analyser en détail les matériaux issus de sites de la côte est, de l'Albanie à l'Istrie. À se fier
à certaines illustrations, on n'excluera pas la présence à vérifier de
possibles sillons d'impressions sur certains gisements de ce secteur : Pokrovnik (Muller, 1994 : pl. I, n° 3), Urbica (Muller, 1994 :
pl. 12, n° 3, pl. 15, n° 2), Jamina Sredi (Muller, 1994 : pl. 46, n° 6).
- Sur l'île del Giglio, dans l'archipel toscan, un ensemble
céramique présente une thématique décorative très proche de
celle des Arene Candide et des sites méridionaux de Portiragnes
(Brandaglia, 1991 ; Manen, 2000).
On insistera sur le fait que, dans l'ensemble des sites évoqués
ci-dessus, le décor de sillons d'impressions n'est pas exclusif. Il
est toujours l'une des composantes du répertoire ornemental d'un
groupe humain mais son originalité permet de le repérer comme
marqueur techno-culturel. Où donc chercher les plus anciennes
productions de ce type ? De récentes observations ont permis de
détecter sa présence parmi les séries céramiques du site de Sidari
dans l'île de Corfou. L'intérêt de cette reconnaissance réside dans
le fait que Sidari est actuellement le site le plus oriental connu
des groupes à poterie imprimée de Méditerranée centrale et occidentale. Les usagers de la technique du décor d'impressions ne
seraient-ils pas finalement parmi les « pionniers », les acteurs de
la colonisation néolithique en Méditerranée centrale et occidentale ? Leur présence potentielle en Grèce de l'Ouest constituerait
ici le point de départ de cette propagation.
30
3. DE LA CÉRAMIQUE IMPRESSA À « SILLONS
D'IMPRESSIONS » EN GRÈCE DE L'OUEST ?
Fouillé en 1965-1966 (Sordinas, 1969) puis en 2004 (Metallinou, dir., 2004 ; Berger et al., 2014), le site de Sidari a récemment donné lieu à une révision de son interprétation stratigraphique. Les recherches d'A. Sordinas avaient permis d'observer
sur une partie aujourd'hui disparue du gisement la succession
suivante :
- Niveau D : « Escargotière » mésolithique – C14 : 7770±340 BP.
- Niveau C base : Néolithique initial (poterie et élevage) –
C14 : GXO-771 : 7670±120 BP.
- Hiatus.
- Niveau C sup : Néolithique ancien a impressa italo-adriatique – C14 : GXO-772 : 7340±180 BP.
Les datations C14 alors disponibles, affectées d'un important écart-type, ne pouvaient donner qu'une note chronologique
indicative.
De nouvelles fouilles de sauvetage ont eu lieu en 2004 sous
la direction de G. Metallinou, dans un secteur du site menacé par
l'avancée du front marin, à environ 50 m de la zone précédemment étudiée. Elles ont mis en évidence plusieurs occupations
datées par toute une série d'analyses C14. Les dépôts observés
peuvent être comparés à ceux reconnus par A. Sordinas avec
toutefois d'importantes précisions géomorphologiques et sédimentologiques révélant une complexité trop schématisée dans
les travaux antérieurs (Berger et al., 2014). De plus 18 datations
AMS affinent considérablement la périodisation observée :
- Mésolithique développé entre 7100 et 6600 BC.
- Néolithique initial (6450-6100 BC) subdivisé en deux phases.
- Niveau de destruction et aggradation fluviale.
- Néolithique ancien a impressa (6050-5960 BC).
Dans un souci de corréler les deux secteurs de la fouille,
nous avons procédé à un réexamen des séries céramiques du
Néolithique initial et du Néolithique ancien a impressa. L'intérêt
de cette approche était de mieux dater l'implantation du plus ancien Néolithique à Corfou dans le cadre de la diffusion néolithique, de caractériser le Néolithique « initial » dans le contexte
égéen, d'essayer de cerner le premier développement des céramiques à décor imprimé dans l'extrême Sud de l'Adriatique.
La comparaison entre les fouilles de 1965-1966 et 2004
montre que les deux secteurs, en dépit de données céramiques
dans les deux cas limitées, présentent de sensibles différences.
1. Dans la fouille Metallinou, le « Néolithique initial » n'est
représenté que par des poteries monochromes, à l'instar de ce
qui se passe dans les diverses régions de Grèce. La chronologie
de cette étape est fixée ici par diverses datations C14 qui montrent un développement de cette phase entre 6450 et 6110 BC,
c'est-à-dire en conformité avec la première moitié de la séquence égéenne du Néolithique ancien (6500/5800 BC). Lui succède
dans le secteur 2004 un Néolithique à décor d'impressions typique de la famille a ceramica impressa du Sud-Est italien et de la
côte dalmate. Cet horizon est ici daté (sur céréales) de 7170±40
BP (6050-5960 cal. BC).
2. Dans la fouille Sordinas, le Néolithique initial est caractérisé selon cet auteur par une céramique mal cuite ou cuite à
basse température, se désagrégeant dans l'eau, éventuellement
[page-n-38]
La néolithisation de la Méditerranée occidentale : sur la piste des pionniers ?
Fig. 4. Sidari (Corfou, Grèce). Reconstitution d'un récipient à décor
de sillons d'impressions.
Fig. 5. Sidari (Corfou, Grèce). Vue du détail du même récipient.
décorée par incisions (Sordinas, 1969 ; Perlès, 2001). De fait
le réexamen de cette série montre que cet horizon comporte au
moins deux composantes :
(7170±40 BP), obtenue sur grain de céréale, donne une plus
sûre précision à cet horizon (6062-5960 av. J.-C.). Il évite surtout l'écueil de l'effet « vieux bois » qui, dans un contexte local
de forêt mature « atlantique ancien » dominé par le chêne caducifolié (S. Thiébault com. pers.), peut parfaitement expliquer
le vieillissement de près de deux siècles observé entre la date
sur charbons de bois (non identifié spécifiquement) de la fouille
Sordinas et celle sur céréale récemment obtenue. Notons que
cette date est l'une des plus anciennes de toute l'aire adriatique
(McClure et al., 2014).
- de la céramique monochrome d'excellente qualité, bien
cuite, bien lissée, telle qu'on pourrait la trouver dans les plus
anciens horizons thessaliens. Ici toutefois s'arrête la comparaison car l'industrie lithique de Sidari est fondée sur un débitage
in situ d'éclats en silex locaux, ainsi que de rares pièces sur lames qui pourraient indiquer des contacts externes (Koczanowka
et Kozlowski, 2014). Cette industrie se démarque fortement de
celle de Grèce du nord où l'industrie laminaire sur silex blond
moucheté de source inconnue ou sur importations d'obsidienne
de Mélos tient une large place (Perlès, 2001).
- de la poterie mal cuite, grossière, à éléments dégraissants
apparents, à ornementation dans un cas de bandes en guirlandes
ornées de traits incisés ou impressions désordonnées.
Le Néolithique ancien italo-adriatique du site comporte,
pour sa part, divers tessons à décoration imprimée variée correspondant à des récipients sub-cylindriques ou sphériques à
léger pied, courtes incisions désordonnées ou en rangées subparallèles, sillons parallèles ou sécants, impressions en arceaux,
etc. C'est parmi cet ensemble que figurent les restes d'un récipient sub-sphérique, à pied circulaire, orné d'un motif traité en
« sillons d'impressions » (fig. 4 et 5). Ces sillons, qui semblent
couvrir la totalité de la surface externe du vase, sont disposés
en panneaux de rangées parallèles obliques combinées avec
d'autres panneaux de sens contrarié. Ce niveau avait fourni une
datation C14 de 7340±180 BP mais son écart-type et son ancienneté en regard du développement de la céramique imprimée
en Méditerranée centrale la rendaient peu utilisable. Une datation de l'horizon à poterie imprimée de la fouille Metallinou
4. CONCLUSIONS ET PERSPECTIVES
- La reconnaissance au sein du plus ancien Néolithique à poterie imprimée de Méditerranée centrale et occidentale, d'une
technique décorative particulière – le sillon d'impressions –
permet de suivre sur quelques sites généralement côtiers la propagation de ce marqueur original depuis la Grèce occidentale
(Corfou) jusqu'en Valencia et en Andalousie (Nerja). Ceci semble confirmer un processus de néolithisation par déplacements
maritimes (fig. 6)
- Au sein des sites dans lesquels cette technique orientale
a été reconnue, elle n'est jamais exclusive. D'autres motifs
l'accompagnent, indice qu'à l'intérieur d'un même groupe
humain plusieurs traditions décoratives sont à l'œuvre,
indiquant des traditions ornementales diverses sans doute
par le jeu des mariages et des filiations. Parmi les autres
marqueurs on citera les rangées d'impressions verticales à
la coquille sub-équidistantes, les faisceaux d'impressions
en arceaux, les impressions en pincement symétriques, etc.
L'originalité du sillon d'impressions pourrait indiquer une
filiation potière spécifique.
31
[page-n-39]
J. Guilaine, G. Metallinou et J.-F. Berger
Fig. 6. Répartition des sites du Néolithique ancien à céramique impressa à décor de sillons d'impressions en Méditerranée centrale et
occidentale cités dans le texte. La carte évoque clairement une propagation de type maritime. 1. Sidari (Grèce). 2. Kronio (Sicile, Italie).
3. Isola del Giglio (Italie). 4. La Lucciola (Panicarola, Italie). 5. Arene Candide (Finale, Italie). 6. Grotte Pollera (Italie). 7. Arma di Nasino
(Italie). 8. Caucade (France). 9. Pont de Roque-Haute (France). 10. Peiro Signado (France). 11. Petite grotte de Bize (France). 12. Grotte
Gazel (France). 13. Grotte des Fées (Leucate, France). 14. El Barranquet (Espagne). 15. Mas d'Is (Espagne). 16. Cueva de Nerja (Espagne).
- Les poteries à décor de « sillons d'impressions » sont notamment associées aux dépôts primaires du Néolithique ancien
à Sidari (Grèce), Kronio (Sicile), Arene Candide (Ligurie), Pont
de Roque Haute et Peiro Signado (Languedoc), El Barranquet et
Mas d'Is (Valencia). Il s'agit donc d'un marqueur de premier intérêt pour suivre le déplacement des « pionniers » néolithiques.
La répartition de ces sites indique une colonisation maritime par
implantations isolées, parfois distantes les unes des autres et
sans intégration à un réseau régional densifié.
- Il serait intéressant de jumeler cette expansion avec certaines
productions lithiques. Or l'industrie de cette première diffusion
est encore peu connue. La série la plus représentative provient du
site de Peiro Signado à Portiragnes (Hérault). Elle pourrait comporter une composante de style castelnovien (nombreux trapèzes
à retouches abruptes) (Briois, 2005). Tout particulièrement intéressante est l'association, avec les céramiques à sillons d'impressions,
d'éléments de faucilles composites disposés en insertion oblique
(Ibáñez-Estévez et al., sous presse). Cette façon d'armer les faucilles est connue dans les niveaux néolithiques inférieurs des Arene
Candide, à Peiro Signado, à Mas d'Is, à El Barranquet, à Nerja. Ce
marqueur technique correspond donc à une première vague néolithique que l'on pourrait relier avec les « pionniers » ici évoqués
sous l'angle céramique. Cette technique est déjà attestée à Chypre en contexte PPNB dès la première moitié du VIIIe millénaire
(Briois, 2011). En Méditerranée occidentale elle sera ensuite marginalisée au cours du Cardial au profit d'un modèle avec insertion
parallèle à l'axe du manche (Ibáñez-Estévez et al., sous presse).
- Ces documents céramiques peuvent servir à mesurer la vitesse de propagation du plus ancien Néolithique en Méditerranée de l'Ouest : présents en Grèce occidentale vers 6000 BC, ils
sont attestés en Espagne méditerranéenne vers 5650/5600 BC
(Bernabeu et Martí, 2014). La distance côtière approximative
parcourue (soit plus de 2500 km) en quatre siècles pourrait sug32
gérer, à titre d'hypothèse purement indicative, une progression
moyenne de plus de 6 km/an. Une transmission plus rapide encore, compte tenu des datations récemment obtenues pour les
sites de Portiragnes, n'est pas à exclure.
NOTE
Article réalisé dans le cadre des programmes de recherche ArcheoMed-Paléomex (L. Carozza et L. Lespez dirs.) et du programme
PROCOME « Prolongements de la néolithisation méditerranéenne »
de l'Agence Nationale de la Recherche – ANR-13-CULT-0001-01http://www.anrprocome.com/ (C. Manen dir.).
L'ensemble des datations AMS du site de Sidari (Grèce) a été
réalisé dans le cadre de l'appel d'offre Artémis-INSHS au Centre de
datations par le radiocarbone, UMR 5138 Archéométrie et Archéologie, Lyon (C. Oberlin) et les mesures des teneurs en 14C à l'accélérateur ARTÉMIS, UMS 2572, Laboratoire de mesure du carbone
14 (LMC 14), Saclay (C. Moreau).
Les nouvelles datations sur céréales de Pont de Roque-Haute
(France) ont été réalisées dans le cadre du projet PROCOME de
l'Agence Nationale de la Recherche mentionné ci-dessus.
REMERCIEMENTS
Les auteurs adressent leurs vifs remerciements à François Briois
qui les a autorisés à illustrer ce texte par des vestiges céramiques
issus de sa fouille de Peiro Signado (Portiragnes, Hérault), à Claire
Manen qui a aimablement contribué à l'illustration de cet article et
qui leur a transmis les nouvelles datations de Pont de Roque-Haute
(Portiragnes, Hérault), à Isabelle Carrère et Christiane Guilaine qui
ont géré le manuscrit et les figures correspondantes, à Elena Natali
qui les a fait bénéficier d'informations sur le site de Kronio (Sicile).
Angeliki Koursari, architecte à l'Ephorie des Antiquités de Corfou,
a dessiné la céramique de Sidari illustrant le présent mémoire.
[page-n-40]
La néolithisation de la Méditerranée occidentale : sur la piste des pionniers ?
BIBLIOGRAPHIE
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[page-n-42]
Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 35-49.
La Cultura della Ceramica Impressa
nella Liguria di Ponente (Italia Settentrionale):
Distribuzione, cronologia e aspetti culturali
Paolo Biagi e elisaBetta staRnini
rIaSSunTo
Il presente lavoro prende in esame il problema della Cultura della Ceramica Impressa nella Liguria di Ponente. In questa
regione dell'Italia nordoccidentale sono note alcune concentrazioni di siti di questo aspetto, principalmente costituiti da livelli
di occupazione entro cavità naturali. La maggior parte delle stazioni ha restituito pochissimi reperti fittili caratteristici. Le
industrie litiche di questo periodo sono mal note e le datazioni radiometriche sono state ottenute solamente da 8 siti, nella
maggior parte dei casi senza seguire dei progetti di datazione sistematici. Il quadro di conoscenze che ne risulta è molto
frammentario, basato principalmente sulle sequenze di quelle stazioni in cui sono stati eseguiti scavi di recente, e su quelle i
cui complessi sono stati riesaminati negli ultimi anni. In base alle nostre conoscenze attuali è difficile impostare una seriazione
dei complessi Liguri che presentano comunque una cronologia variabile e, in alcuni casi, caratteristiche ceramiche eguali a
quelle dei siti della Francia meridionale (Provenza e Linguadoca) e della Toscana nord-occidentale.
Parole chIaVe:
Ceramica Impressa, Neolitico Antico, Liguria di Ponente, Alto Tirreno, Distribuzione e Cronologia.
abSTracT
The Impressed Ware Culture in Western Liguria (Northern Italy): Distribution, chronology and cultural aspects. This paper
describes and discusses the Early Neolithic Impressed Ware settlement of Western Liguria. In this region the Impressed Ware
Culture sites are known mainly from caves and rock-shelters, 8 of which have been radiocarbon-dated. Most sites have yielded
just a few characteristic sherds decorated with instrumental or shell impressed patterns. The chipped stone assemblages of
this aspect are badly known. Our knowledge of the Early Neolithic of the study region is very fragmentary. It is based mainly
on the results obtained from a few recently excavated sequences, and the re-analysis of old assemblages stored in museum
collections. At present it is difficult to suggest a seriation of the Ligurian complexes. Their chronology is variable and, in some
cases, their ceramic assemblages show affinities with those from sites from Provence, Languedoc and north-western Tuscany.
keywordS:
Impressed Ware Culture, Early Neolithic, Western Liguria, North Tyrrhenian Sea, Distribution and Chronology.
1. INTRODUZIONE
Il presente lavoro riguarda alcuni aspetti della Neolitizzazione
della Liguria di Ponente, una regione dell'Italia settentrionale
con caratteristiche morfologiche peculiari dove, almeno dalla
metà del'Ottocento, sono noti insediamenti attribuiti genericamente alla Cultura della Ceramica Impressa (Laviosa Zambotti,
1943: 97; Bernabò Brea, 1946; Barnett, 2000), un complesso
tuttora di non facile definizione (Vigne, 2000; Guilaine, 2007),
di cronologia variabile (Gasco, 1987; Binder, 2000; Bernabeu
Aubán e Molina Balaguer, 2009; Binder e Sénépart, 2010), e di
discussa origine (Lewthwaite, 1981; Guilaine, 2000; Mazurié
de Keroulin, 2003: 100-104; Zilhão, in stampa), che ha comunque giocato un ruolo fondamentale nella diffusione delle prime
civiltà di allevatori-agricoltori in molte regioni del Mediterraneo (Guilaine, 2003, 2013; Berger, 2009).
Stretta fra il mare e le propaggini alpine più occidentali
dell'Italia settentrionale, la Liguria di Ponente presenta pochissimi territori pianeggianti, per di più di estensione limitata, in
particolare la Piana di Albenga, dell'antropizzazione della quale tuttora conosciamo poco o nulla. Ne consegue che la nostra
attuale conoscenza della distribuzione delle stazioni neolitiche
della Liguria di Ponente è limitata quasi esclusivamente ad insediamenti posti all'interno di cavità o ripari sottoroccia (Bernabò
Brea, 1947). Questa situazione, del tutto anomala, probabilmente deriva non solo dalla geografia particolarmente corrugata del
territorio, ma anche dalla scarsità di prospezioni sistematiche e
dall'eccessiva edificazione recente, poco controllata, della fascia costiera.
Da quanto sappiamo sinora gli insediamenti della Cultura
della Ceramica Impressa della Liguria di Ponente sono dislocati in quattro sole aree (fig. 1). Queste sono, da occidente a
35
[page-n-43]
P. Biagi e E. Starnini
Fig. 1. Liguria di Ponente: distribuzione dei siti della Cultura della Ceramica Impressa menzionati nel testo: 1) Arma di Nasino, 2) Arma
dello Stefanin, 3) Grotta del Pertusello, 4) Grotta di S. Lucia Superiore, 5) Caverna del Ponte di Vara (Varé), 6) Grotta dell'Edera, 7)
Caverna delle Arene Candide, 8) Caverna della Mandurea, 9) Caverna dei Parmorari (Armorari), 10) Grotta Pollera, 11) Caverna di S.
Eusebio, 12) Caverna della Matta o del Sanguineto, 13) Caverna dell'Acqua o del Morto, 14) Caverna della Fontana o dell'Acqua, 15)
Arma dell'Aquila, 16) Caverna dei Pipistrelli (Borzini), 17) Riparo di Pian del Ciliegio, 18) Caverna delle Fate, 19) S. Sebastiano di Perti,
20) Caverna Bergeggi (disegno di P. Biagi).
oriente 1) la Val Pennavaira, 2) il Toiranese, 3) la Val Maremola e 4) il Finalese: verso quest'ultima è stata diretta principalmente la ricerca.
2. I SITI ARCHEOLOGICI
2.1. la Val PennaVaIra
Prende il nome dal Rio Pennavaira che origina a circa 1380 m di
altezza sotto il Colle di Caprauna superato il quale si entra nella
Valle del Tanaro, in Piemonte, e di qui si scende nella Valle del
Po. Lungo la Val Pennavaira, a tratti molto incassata, con conformazione a V, si aprono numerose cavità e ripari sottoroccia
(Leale Anfossi, 1958-1961a), alcuni dei quali sono stati oggetto
di ricerche e di scavi condotti da M. Leale Anfossi a partire dagli anni Cinquanta, per conto dell'Istituto Internazionale di Studi Liguri (Bordighera) e dell'Istituto Italiano di Paleontologia
Umana (Roma) (Barker et al., 1990).
Durante le sue perlustrazioni, M. Leale Anfossi rinvenne
tre ripari sottoroccia in cui condusse scavi che hanno restituito orizzonti riconducibili alla Cultura della Ceramica Impressa:
l'Arma di Nasino (Leale Anfossi, 1967, 1974), l'Arma dello
Stefanin (Leale Anfossi, 1972) e la Grotta del Pertusello (fig. 2)
(Leale Anfossi, 1958-1961b).
36
Fig. 2. Grotta del Pertusello: fotografia originale degli scavi del 1959
di M. Leale Anfossi, a destra nell'immagine, ripresa nell'agosto del
1960 (Archivi della Soprintendenza Archeologia della Liguria).
[page-n-44]
La Cultura della Ceramica Impressa nella Liguria di Ponente: Distribuzione, cronologia e aspetti culturali
L'Arma di Nasino si apre a circa 12 km dalla linea di costa
attuale, lungo il lato settentrionale del Rio Pennavaria a circa
150 m di altezza, 18 m al di sopra del corso del fiume (fig. 1,
n. 1). Si presenta come un grande riparo sottoroccia, profondo
circa 6 m (Leale Anfossi, 1967: fig. 2), nel quale sono stati riconosciuti 15 periodi principali di occupazione compresi fra l'età
Romana e l'Epigravettiano Finale (Paleolitico Superiore). Gli
strati X, IX e anche VIII della complessa sequenza rinvenuta
all'interno del riparo hanno restituito industrie neolitiche riferibili alla Cultura della Ceramica Impressa, con ceramiche decorate anche con motivi cardiali (fig. 3, nn. 4-6) (Leale Anfossi,
1974: fig. 4). Dallo strato IX provengono la sepoltura incompleta di un giovane, deposto in posizione rannicchiata, e i crani
di due bambini rinvenuti nella parte più interna del riempimen-
to. Da carboni raccolti in diversi riquadri dello stesso strato IX
sono state ottenute 5 date radiocarboniche, che hanno fornito risultati compresi fra 6470±120 (R-267) e 5955±65 BP (R-316α)
(Alessio et al., 1968). Altre datazioni radiometriche inquadrabili
nella seconda metà del VII millennio BP sono state ottenute da
carboni raccolti nello strato VIII (vedi Tabella 1).
L'Arma dello Stefanin è un riparo che si apre a 400 m
di altezza lungo parete meridionale del corso del Rio Pennavaria, a circa 22 km dalla linea di costa attuale (fig. 1, n.
2). Venne individuata come località archeologica nel 1952, e
poi indagata a partire dallo stesso anno, fino al 1962, da M.
Leale Anfossi (1972). Gli scavi furono poi ripresi nel 1982
dalla Soprintendenza Archeologica della Liguria (Biagi et al.,
1987). Durante entrambe le ricerche, venne portato alla luce
un orizzonte di pochi centimetri di spessore contenente pochi
materiali fittili e litici attribuiti alla Cultura della Ceramica
Impressa, fra cui rari frammenti ceramici decorati con motivi
e cordoni impressi e impressioni cardiali, datato a 6610±60
BP (Bln-3276) su frammenti di carbone vegetale (Bagolini e
Biagi, 1990: 111).
La Grotta del Pertusello si trova poco a nord dell'arma
dello Stefanin, a circa 550 m di altezza, lungo la parete meridionale della Val Pennavaira (Leale Anfossi, 1958-1961b)
(fig. 1, n. 3). Gli scavi, già intrapresi da G. Chiappella (1962)
a partire dal 1952, vennero poi riaperti e portati avanti da
M. Leale Anfossi nel 1963. Lo strato IV della sequenza ha
restituito materiali attribuiti alla Cultura della Ceramica Impressa, fra cui frammenti di un grande recipiente ricostruito
decorato con cordoni verticali ed orizzontali e motivi cardiali
impressi (Bagolini e Biagi, 1990: Fig. 7, n. 8) (fig. 3, nn.
1-3). L'unica datazione radiocarbonica ottenuta su frammenti
di carbone raccolti in questo strato ha fornito un risultato
inquadrabile nella metà del VI millennio BP (R-157: Alessio
et al., 1967: 348).
2.2. Il ToIraneSe
Fig. 3. 1) disegno e fotografia del recipiente frammentario con
decorazione impressa strumentale dallo strato IV della Grotta del
Pertusello (scavi M. Leale Anfossi); 2) ricostruzione grafica del
recipiente cordonato con decorazione ad impressioni a conchiglia
dalla Grotta del Pertusello (scavi M. Leale Anfossi); 3) recipiente
pluriansato della Cultura della Ceramica Impressa dagli strati
III e IV della Grotta del Pertusello (scavi M. Leale Anfossi); 4)
ricostruzione grafica di frammento di recipiente con decorazione ad
impressioni dall'Arma di Nasino, strati VIII e IX (scavi M. Leale
Anfossi); 5) ricostruzione grafica di recipiente con decorazione
impressa strumentale dall'Arma di Nasino (scavi M. Leale Anfossi);
6) fotografia di due frammenti pertinenti e ricostruzione grafica
di recipiente con decorazione impressa strumentale dall'Arma di
Nasino, strato IX (scavi M. Leale Anfossi) (disegni di B. Bagolini e
P. Biagi, fotografie di E. Starnini).
L'unica località da cui provengono materiali attribuibili alla
Cultura della Ceramica Impressa è la Grotta di S. Lucia Superiore, ubicata lungo la fiancata occidentale della Val Varatella, a
241 m sul livello del mare (fig. 1, n. 4). Le ricerche, condotte nel
1963 a 50 m dall'ingresso, hanno messo in luce una sequenza
archeologica in cui l'orizzonte di superficie A ha restituito reperti neolitici attribuiti a diversi aspetti culturali, fra cui alcuni
decorati con impressioni cardiali (Tozzi, 1962; Maggi e Starnini, 1984: fig. 4).
2.3. la Val maremola
All'interno di Pietra Ligure, nei pressi della confluenza del corso del Torrente Giustenice nel Maremola, ad un'altezza di m
11, si apre la Caverna del Ponte di Vara, altrimenti detta Varé
(fig. 1, n. 5). Gli scavi, condotti nel 1981-1985, hanno permesso
di constatare il rimaneggiamento dei depositi della cavità, dai
quali sono stati per altro raccolti alcuni frammenti ceramici neolitici fra cui alcuni decorati con motivi cardiali impressi (Odetti,
1982-1986a; 1996: fig. 12).
Sempre in Val Maremola, lungo il versante orientale
del Bric Tampa, a circa 480 m di altezza, si trova la Grotta
dell'Edera (fig. 1, n. 6). Gli scavi aperti nella sala principale
37
[page-n-45]
P. Biagi e E. Starnini
Tabella 1. Datazioni radiocarboniche ottenuti da orizzonti della Cultura della Ceramica Impressa dei siti della Liguria di Ponente
menzionati nel testo.
Strato
Scavo
Materiale
N° Laboratorio
Data BP
Cal. BC 1σ* Bibliografia
Carboni
Carboni
Carboni
MC-756
MC-1148
MC-757
6950±100 5848±99
6880±100 5788±95
6580±100 5526±83
Tiné, 1974: 52
Odetti, 1990: 143
Tiné, 1974: 52
Grotta Pollera (Finalese)
XXIV
XXI
XXIII
S. Tiné 1971-73
S. Tiné 1971-73
S. Tiné 1971-73
S. Sebastiano di Perti (Finalese)
Sezione
Sezione
E. Starnini 1992
E. Starnini 1992
Trit. dicoccum OxA-21359
GrA-25715
Hordeum sp.
6767±39
6760±45
5677±29
5674±32
Colledge, com. pers. 2010
Capelli et al., 2006: 90
Sezione
E. Starnini 1992
Trit. vulgare
OxA-19734
6675±33
5599±29
Colledge, com. pers. 2010
Arma dell'Aquila (Finalese)
Sepoltura fanciullo C. Richard 1942
7° “focolare”
C. Richard 1942
Cranio umano OxA-V-2365-31
Cranio umano OxA-V-2365-50
6678±33
6669±34
5600±29
5596±29
Mannino et al., 2015
Mannino et al., 2015
Sepoltura Richard 1 C. Richard 1938
Sepoltura Richard 4 C. Richard 1938
3° strato sotto 5°
C. Richard 1942
“focolare”
Costa umana
Ossa umane
Carboni
OxA-V-2365-36
GrA-38257
Bln-3450
6318±33
6315±35
6240±90
5288±42
5286±42
5189±111
Mannino et al., 2015
Unpublished
Bagolini e Biagi, 1990: 11
Carboni
Bln-3276
6610±60
5559±48
Barker et al., 1990: 111
Carboni
Carboni
MC-2332
MC-2333
6510±110 5466±97
6490±110 5449±97
Odetti, 1986: 107
Odetti, 1986: 107
Carboni
Carboni
Carboni
Carboni
Carboni
R-267
R-313
R-313α
R-315
R-265
6470±120
6420±65
6400±105
6280±70
6280±120
5431±103
5400±58
5365±99
5232±93
5227±144
Alessio et al., 1968: 354
Alessio et al., 1968: 355
Alessio et al., 1968: 355
Alessio et al., 1968: 355
Alessio et al., 1968: 354
R-263
6140±110 5077±130
Alessio et al., 1968: 354
Arma dello Stefanin (Val Pennavaira)
2
P. Biagi, R. Maggi
1982-84
Grotta dell'Edera (Val Maremola)
Focolare
Focolare
G. Odetti 1976-77
G. Odetti 1976-77
Arma di Nasino (Val Pennavaira)
IXi, 2,8-3,0 m
VIII, A-B-W
VIII, A-B-W
IXs, A-B-W
IXs, B-C-L-O;
B-C-G-M
M. Leale Anfossi 1963
M. Leale Anfossi 1966
M. Leale Anfossi 1966
M. Leale Anfossi 1966
M. Leale Anfossi 1963
VIIIa, B-C-G
M. Leale Anfossi 1963 Carboni
* Date calibrate col programma CalPal online, quickcal2007 ver.1.5, utilizzando la curva di calibrazione CalPal2007_HULU.
hanno restituito reperti attribuibili a diversi periodi del Neolitico (Odetti, 1982-1986b). Alla base del deposito è stato rinvenuto un focolare con due momenti di utilizzo sovrapposti
datati a 6510±110 BP (MC-2332) e 6490±110 BP (MC-2333)
(Odetti, 1986: 107) dai quali si desume che il suo insediamento avvenne in un periodo ben definito della Cultura della Ceramica Impressa in Liguria.
2.4. Il FInaleSe
È il territorio più ricco di cavità e di insediamenti neolitici in
grotta di tutta la Liguria di Ponente. Ad oggi sono note 12 caverne che hanno restituito complessi o materiali della Cultura
della Ceramica Impressa, oltre che un insediamento all'aperto
a S. Sebastiano di Perti (Starnini e Vicino, 1993; Capelli et al.,
2006). La descrizione dei siti segue quella degli itinerari riportati da L. Bernabò Brea nel suo lavoro sulle caverne del Finale
(Bernabò Brea, 1947).
38
La Caverna delle Arene Candide si apre, con imbocco
verso il mare, a 89 m di altezza, lungo le pendici del Monte
Caprazzoppa (fig. 1, n. 7). Dopo le prime ricerche condotte
nel'Ottocento gli scavi furono ripresi prima da L. Bernabò Brea
e L. Cardini nel 1940-1950 (Bernabò Brea, 1946, 1956; Cardini, 1980), poi da S. Tiné nel 1972-1977 (Tiné, 1986, 1999). I
risultati degli scavi di L. Bernabò Brea e L. Cardini furono poi
ripubblicati da R. Maggi et al. (1997), mentre quelli di S. Tiné,
a cura dello stesso autore (Tiné, 1999).
In particolare, durante le ricerche condotte da quest'ultimo, è
stata portata alla luce la sepoltura di un individuo adulto di sesso
maschile, deposto apparentemente nello strato 14, attribuito alla
Cultura della Ceramica Impressa (Traverso, 1999). L'inumato
giaceva con le gambe flesse all'interno di una semplice fossa,
cosparso di ocra rossa (ACT2: Canci et al., 1999). La datazione
AMS eseguita su di una costa ha restituito il risultato di 5178±25
BP (MAMS-11443) (Mannino e Talamo, com. pers. 2009) che
attribuisce, in realtà, la sepoltura alla Cultura di Chassey (fig. 4).
[page-n-46]
La Cultura della Ceramica Impressa nella Liguria di Ponente: Distribuzione, cronologia e aspetti culturali
I depositi delle Arene Candide hanno restituito una delle sequenze neolitiche più importanti del Mediterraneo, alla base della quale L. Bernabò Brea rinvenne per la prima volta, in posto,
un orizzonte della Cultura della Ceramica Impressa (figg. 5-7)
che egli ritenne la più antica espressione neolitica del Mediterraneo nord-occidentale (Bernabò Brea, 1955: 66), diffusasi
per via marittima attraverso “isole talvolta anche piccolissime”
(Bernabò Brea, 1950a: 31). A questa cultura egli attribuì “una
lunghissima durata, il che spiega le notevoli differenziazioni stilistiche, le diverse specializzazioni che essa ha raggiunto nelle
varie regioni” (Bernabò Brea, 1950a: 35).
In particolare l'analisi delle ceramiche raccolte durante le
ricerche di cui sopra (Maggi e Starnini, 1997; Traverso, 1999;
Del Lucchese e Starnini, 2006-2007) e le datazioni radiocarboniche (Tabella 2) (Maggi, 1997; Pearce, 2013: 82) hanno in
parte contribuito al miglioramento delle nostre conoscenze di
questo importante aspetto del Neolitico Antico della Liguria di
Ponente, i cui problemi, tuttora aperti (Biagi, 1987: 208), vengono discussi in dettaglio nel capitolo che segue.
Nel territorio di Borgio e di Verezzi due grotte hanno
restituito reperti della Cultura della Ceramica Impressa: La
Caverna della Mandurea (Tozzi, 1965) e la Caverna dei Parmorari o Armorari.
Fig. 4. Caverna delle Arene Candide: sepoltura rinvenuta nello
strato 14 degli scavi S. Tiné (Traverso, 1999: Tav. XV), ritenuta
della Cultura della Ceramica Impressa, in realtà da attribuire alla
Cultura di Chassey in base alla datazione AMS eseguita su una
costa dell'inumato (MAMS-11443: 5178±25 BP) (Mannino e
Talamo, com. pers. 2009).
La Caverna della Mandurea si apre a circa 40 m sul livello
del mare, subito a est del paese di Borgio Verezzi (fig. 1, n. 8). In
un piccolo saggio condotto nel 1964 è stata esposta una sequenza neolitica alla base della quale, la parte superiore dello strato
4, ha restituito frammenti ceramici della Cultura della Ceramica
Impressa (fig. 8, n. 4). Alcuni di questi presentano una decorazione cardiale, altri motivi a zig-zag di punzonature ricorrenti, o
“sillons d'impressions” (Tozzi, 1965: fig. 3).
La Caverna dei Parmorari (o Armorari) fu indagata principalmente da C. Richard (1932) che portò alla luce un'importante
sequenza del Pleistocene (fig. 1, n. 9). Al di sopra di questa la
serie Olocenica conteneva materiali neolitici attribuibili a diversi aspetti culturali, fra cui un frammento di orlo di recipiente
profondo con decorazioni incise a zig-zag forse (?) attribuibile
alla Cultura della Ceramica Impressa.
Fig. 5. Forme e decorazioni della Cultura della Ceramica Impressa
dalla Caverna delle Arene Candide: 1) tazza ansata ricomposta da
frammenti dagli strati 14 e 15 degli scavi S. Tiné e delle collezioni
ottocentesche; 2) tazza ansata ricomposta da frammenti dallo strato
14 degli scavi S. Tiné; 3) scodella ricomposta da frammenti dagli
strati 14 e 15 degli scavi S. Tiné e delle collezioni ottocentesche;
4) recipiente profondo con ansa o presa ricomposto da frammenti
dallo strato 12, 14 e 15 degli scavi S. Tiné e delle collezioni
ottocentesche; 5 e 6) frammenti di tazza troncoconica ricomposta
da frammenti raccolti negli scavi di L. Bernabò Brea e negli strati
14 e 15 degli scavi S. Tiné; 7) recipiente globulare con prese a
bugna ricomposto da frammenti degli strati 13-15 degli scavi S.
Tiné; 8) scodella ricomposta da frammenti dallo strato 14 e 15 degli
scavi S. Tiné (da Del Lucchese e Starnini, 2006-2007: fig. 1, con
modificazioni).
39
[page-n-47]
P. Biagi e E. Starnini
Fig. 6. Forme e decorazioni della Cultura della Ceramica Impressa
dalla Caverna delle Arene Candide: 1) recipiente profondo ansato
ricomposto da frammenti raccolti negli scavi di L. Bernabò Brea e
negli strati 14 e 15 degli scavi S. Tiné; 2) frammento di orlo dallo
strato 15 degli scavi S. Tiné; 3) frammento di orlo di scodella con
decorazione cardiale dallo strato 13 degli scavi S. Tiné; 4) scodella
ricomposta da frammenti dagli strati 14 e 15 degli scavi S. Tiné; 5)
olla cordonata con prese a lingua ricomposta da frammenti dagli
strati 18, 17, 15, 14 e 12 degli scavi S. Tiné; 6) olla con prese a
lingua ricomposta da frammenti dagli strati 14 e 15 degli scavi S.
Tiné; 7) olla con prese a lingua ricomposta da frammenti dagli strati
14 e 15 degli scavi S. Tiné (da Del Lucchese e Starnini, 2006-2007:
fig. 2 e 4, con modificazioni).
Fig. 7. Forme e decorazioni della Cultura della Ceramica Impressa
dalla Caverna delle Arene Candide: 1) scodella ricomposta da
frammenti dagli strati 14 e 13 degli scavi S. Tiné; 2) recipiente
profondo ovoidale ricomposto con frammenti dagli strati 14 e 15
degli scavi S. Tiné; 3) frammenti di fiasco dallo strato 14 degli scavi
S. Tiné; 4) spalla di fiasco ricomposta da frammenti dallo strato 15
degli scavi S. Tiné; 5) collo di fiasco ricomposto con frammenti
dallo strato 15, 14 e 13 degli scavi S. Tiné; 6) porzione di ventre di
fiasco ricomposta da frammenti dagli strati 25 e 27 degli scavi di
L. Bernabò Brea e degli scavi S. Tiné; 7) collo di fiasco ricomposto
da frammenti dallo strato 15 degli scavi S. Tiné (da Del Lucchese e
Starnini, 2006-2007: fig. 3-5, con modificazioni).
La Grotta Pollera si trova lungo il pendio occidentale della
rocca che domina la Valle di Pian Marino, a circa 280 m di altezza (fig. 1, n. 10). Nota sin dalla seconda metà dell'Ottocento
come località di interesse archeologico, è stata oggetto di numerose campagne di scavo a partire dal 1870 (Odetti, 1972).
Negli anni Settanta gli scavi furono ripresi a cura di S. Tiné,
durante i quali è stata rilevata un'importante sequenza neolitica, alla base della quale, nello strato III, si rinveniva per la
prima volta un deposito attribuibile alla Cultura della Ceramica Impressa, poi suddiviso in sei livelli artificiali (XXIV-XIX)
(Odetti, 1990: fig. 9).
Dal deposito rimaneggiato e dallo strato III, dello spessore
di circa 50 cm, provengono frammenti di recipienti decorati con
svariati motivi impressi strumentali e cardiali (fig. 8, nn. 6 e 7)
ed alcuni frammenti cordonati. Sfortunatamente le datazioni radiocarboniche, che si distribuiscono in un periodo lungo più di
300 anni (da MC-756 a MC-757), non concordano con la seriazione pubblicata dello scavo, e di conseguenza non è possibile
stabilire eventuali variazioni stilistiche all'interno del complesso ceramico (vedi Tabella 1).
La Caverna di S. Eusebio si trova nei pressi di Pian Marino,
lungo le pendici meridionali della Rocca Carsanca, a circa 310 m
di altezza, al di sopra del Rio La Valle (Odetti, 1983) (fig. 1, n.
11). Secondo le descrizioni fornite da N. Morelli (1893) il deposito
Neolitico si trovava in posto a circa 3 m di profondità. Fra i reperti del Neolitico Antico figura anche un vaso integro decorato con
complessi motivi impressi (fig. 8, n. 8), e un frammento di recipiente con motivi cardiali orizzontali sotto l'orlo (fig. 8, n. 9).
40
[page-n-48]
La Cultura della Ceramica Impressa nella Liguria di Ponente: Distribuzione, cronologia e aspetti culturali
Tabella 2. Caverna delle Arene Candide: datazioni radiocarboniche ottenute dagli strati della Cultura della Ceramica Impressa o da strati
che hanno restituito frammenti di Ceramica Impressa (strato 13, scavi S. Tiné).
Strato
Scavo
Materiale
N° Lab.
Data. BP Cal. BC 1σ* Bibliografia
14
14
27G
S. Tiné 1972-1977
S. Tiné 1972-1977
L. Bernabò Brea 1940-1950
6980±115 5867±106
6870±100 5780±95
6880±60 5778±60
Biagi et al., 1989: 539.
Linick, 1980: 1038-39
Maggi, 1997: 36, Tab. 2
10
10
14
R. Maggi 1996-2004-2005
R. Maggi 1996-2004-2005
S. Tiné 1972-1977
Carboni
UB-2423
Carboni
LJ-4143
Pistacia terebinthus Beta-66553
CAMS-9421
Beta-110542
Hordeum sp.
Triticum dicoccum OxA-23072
Carboni
UB-2424
6830±40 5711±32
6778±39 5682±28
6700±145 5630±117
Pearce, 2013: Table 3.47
Colledge, pers. comm. 2010
Bagolini e Biagi, 1990: 11
S. Tiné 1972-1977
L. Bernabò Brea 1940-1950
Carboni
Carboni
6490±100 5451±88
6487±175 5423±163
Linick, 1980: 1038-39
Maggi, 1997: 36, Tab. 2
9b
26ABD
R. Maggi 1996-2004-2005
L. Bernabò Brea 1940-1950
6370±50
6350±60
5377±60
5344±78
Pearce, 2013: Table 3.47
Maggi, 1997: 36, Tab. 2
13C
Tomba VII
13B
25-26
13C
13A
27C
S. Tiné 1972-1977
L. Bernabò Brea 1940-1950
S. Tiné 1972-1977
L. Bernabò Brea 1940-1950
S. Tiné 1972-1977
S. Tiné 1972-1977
L. Bernabò Brea 1940-1950
Rhamnus alaternus Beta-109619
Quercus sez. Robur Beta-66551
CAMS-9419
Carboni
UB-2422
Osso umano
GX-16963-G
Carboni
LJ-4139
Carboni
R-101
Carboni
LJ-4141
Carboni
UB-2420
Beta-66552
Phillyrea sp.
CAMS-9420
6345±180
6255±55
6230±90
6220±55
6220±100
6205±105
6150±70
5268±193
5209±85
5180±112
5180±89
5168±122
5152±129
5102±95
Bagolini e Biagi, 1990: 11
Maggi, 1997: 36, Tab. 2
Linick, 1980: 1038-39
Maggi, 1997: 36, Tab. 2
Linick, 1980: 1038-39
Bagolini e Biagi, 1990: 10
Maggi, 1997: 36, Tab. 2
Cluster 1
Cluster 2
14
25
LJ-4144
Pi-27 bis
Cluster 3
* Date calibrate col programma CalPal online, quickcal2007 ver.1.5, utilizzando la curva di calibrazione CalPal2007_HULU.
Sempre seguendo gli itinerari di cui sopra, numerose sono
le cavità lungo la parete occidentale della Valle dell'Aquila. Fra
queste la Caverna della Matta, o del Sanguineto (fig. 1, n. 12), alla
quota di 105 m, lungo il costone che divide la Valle dell'Aquila da
quella del Rio della Valle (Odetti, 2002a). Dal riempimento della
caverna provengono importanti complessi dal Neolitico Medio
all'età del Ferro, oltre che pochi frammenti fittili attribuiti alla
Cultura della Ceramica Impressa (Del Lucchese, 2002; Odetti,
2002b: Tav. I), alcuni dei quali decorati con motivi cardiali.
Alcune centinaia di metri più a nord si aprono le due Caverne dell'Acqua o del Morto (o di Zerbi) (fig. 1, n. 13) e della
Fontana o dell'Acqua (fig. 1, n. 14), poco sopra i 250 m di quota
del Bric Scimarco. Entrambe hanno restituito pochi reperti ceramici attribuibili alla Cultura della Ceramica Impressa (fig. 8,
n. 5). Gli scavi condotti nel 1982-1983 dalla Soprintendenza Archeologica della Liguria nella Caverna dell'Acqua o del Morto
hanno confermato ancora una volta la presenza del Neolitico
Antico nella cavità (Del Lucchese e Vignolo, 1989).
Lungo la parte orientale della Valle dell'Aquila si colloca la
caverna omonima (fig. 1, n. 15). Qui gli scavi di F.H. Zambelli
(1937), G. Silla (1937) e C. Richard (1941-1942) hanno portato alla luce un'importante sequenza stratigrafica con numerosi
momenti di abitazione distribuiti a partire dall'inizio del Paleolitico Superiore (Aurignaziano) all'età del Bronzo. L'Arma
dell'Aquila, che si articola in realtà in due grotte principali, un
riparo sotto roccia e il suo talus esterno, si apre a quota m 230
lungo il fianco orientale del Bric Spaventaggi, a circa 5 km dalla
linea di costa (Arobba et al., 1987).
Durante le ricerche, C. Richard rinvenne diversi orizzonti
antropici che egli chiamò “focolari” perché ricchi di carbone
vegetale, alcuni dei quali attribuibili al Neolitico, ed una serie
di sepolture per lo più distribuite fra il 7° e il 6° “focolare”.
Numerosi materiali ceramici attribuibili alla Cultura della Ceramica Impressa furono raccolti principalmente nel 7° e 6° “focolare”. Fra questi anche un esemplare reintegrato di recipiente
profondo (fig. 8, n. 1) decorato con impressioni cardiali (Bernabò Brea, 1950b). Le datazioni disponibili indicherebbero che
la cavità fu insediata in due momenti ben distinti del Neolitico
Antico da parte di popolazioni in possesso della Cultura della
Ceramica Impressa (Tabella 1) che vi deposero almeno due individui le cui datazioni AMS ci riportano ai momenti più antichi di abitazione del Neolitico a Ceramica Impressa della cavità
(OxA-V-2365-31 e 50: Mannino et al., 2015).
Nella regione di Orco, lungo la parete occidentale del corso
de La Fiumara, non distante dal punto in cui il Rio dei Cornei vi
confluisce, si apre, come una fenditura del complesso miocenico del Nava, a circa 320 m di quota, la Caverna dei Pipistrelli o
Borzini (fig. 1, n. 16).
41
[page-n-49]
P. Biagi e E. Starnini
Fig. 8. 1) disegno e fotografia del recipiente reintegrato con motivi
impressi strumentali dall'Arma dell'Aquila; 2) frammento di
scodella con decorazione impressa dalla Caverna delle Fate (scavi
Amerano, Museo di Genova-Pegli); 3) frammento con decorazione
impressa e incisa dalla Grotta di Bergeggi (scavi Modigliani o Rossi,
Museo di Genova-Pegli); 4) frammento di orlo con decorazione
impressa a sequenza dalla Caverna della Mandurea (scavi C. Tozzi
1964); 5) frammento di scodella con motivi impressi lineari dalla
caverna dell'Acqua o Fontana (Museo di Genova-Pegli); 6) due
frammenti di orlo di recipiente decorato con impressioni a sequenza
dalla Grotta Pollera (scavi S. Tiné); 7) frammento di parete di
recipiente profondo con impressioni a conchiglia dalla Grotta
Pollera (rimaneggiato scavi S. Tiné); 8 e 9) ricostruzione grafica
di due recipienti profondi con decorazioni impresse di vario tipo
dalla Caverna di S. Eusebio (Museo di Genova-Pegli) (disegni di P.
Biagi, fotografie di E. Starnini).
Gli scavi condotti dalla missione Spagnola e Italiana negli
anni 1953-1956 hanno confermato l'importanza della cavità
abitata, ed anche impiegata come area sepolcrale, durante diversi periodi del Neolitico (Delfino, 1981: 88). Dallo strato I e
II degli scavi degli anni Cinquanta provengono numerosi reperti
attribuibili alla Cultura della Ceramica Impressa fra cui reperti
ceramici con impressioni cardiali ed un frammento di anellone
in marmo bianco (Almagro et al., 1957).
Sull'Altipiano delle Mànie, lungo la parete occidentale di
una vallecola tributaria della Valle dei Ponci, si apre, a 220 m
di altezza, il Riparo di Pian del Ciliegio (Del Lucchese, 2009)
42
(fig. 1, n. 17). Le ricerche condotte nel 1992-1997 dalla Soprintendenza Archeologica della Liguria hanno dimostrato che
la cavità venne insediata principalmente in diversi periodi del
Neolitico Medio. I pochi frammenti ceramici caratteristici della Cultura della Ceramica Impressa rinvenuti sparsi all'interno
del deposito, in posizione secondaria, indicano che il riparo era
stato abitato anche nel Neolitico Antico (Del Lucchese e Scotti,
2009). Interessante da sottolineare che l'analisi archeometrica
di questi frammenti ha rivelato la presenza di un esemplare di
importazione dal territorio tosco-laziale (Capelli et al., 2009a,
2009b).
La Caverna delle Fate, lungo la parete orientale della Valle dei Ponci, a circa 100 m di altezza (fig. 1, n. 18), è nota
principalmente per le ricerche condotte nella seconda metà
dell'Ottocento nei depositi pleistocenici (Issel, 1908: 164-181),
durante le quali furono rinvenuti i resti di centinaia di individui
di Ursus spelaeus. Dal riempimento di superficie provengono
anche frammenti di ceramica neolitica alcuni dei quali attribuibili alla Cultura della Ceramica Impressa (fig. 8, n. 2) (Bernabò
Brea, 1947: 70).
L'unico insediamento all'aperto di questo aspetto sinora
rinvenuto nella Liguria di Ponente è quello di S. Sebastiano di
Perti, lungo il versante orientale della Val di Pora (Starnini e
Vicino, 1993; Capelli et al., 2006) (fig. 1, n. 19). I materiali
raccolti lungo una sezione esposta hanno rivelato la presenza di
un abitato con materiali ceramici attribuibili a svariati recipienti
della Cultura della Ceramica Impressa, fra i quali ne figurano
alcuni decorati con impressioni cardiali (fig. 9, nn. 6, 8-11). Le
tre datazioni AMS ottenute su cariossidi di frumento ed orzo
hanno fornito risultati omogenei e ricadono tutte in un arco di
tempo notevolmente limitato (da OxA-21359 a OxA-19734:
Tabella 1).
La sola stazione in grotta che non rientra nelle quattro regioni precedentemente descritte è quella del Capo di Bergeggi che
si apre al livello del mare alla base del promontorio stesso (fig.
1, n. 20). Da questa cavità provengono reperti neolitici ed anche
di epoche preistoriche più recenti. Fra quelli neolitici figura un
frammento d'orlo sotto il quale si trovano numerosi segmenti
lineari incisi, proveniente dalle ricerche condotte nell'Ottocento
(fig. 8, n. 3).
3. CONSIDERAZIONI
La Liguria è una regione dell'Italia settentrionale con caratteristiche territoriali peculiari e notevoli differenze geografiche e
morfologiche che distinguono nettamente la regione del Levante da quella del Ponente. Non è un caso che i due territori siano
separati dal Colle di Cadibona, che segna il punto in cui l'arco
alpino ha inizio e si chiude la catena appenninica. La sottile linea di costa Ligure funge come da cerniera tra la Provenza, ad
ovest, e la Toscana ad est, di fronte alla quale si trova la Corsica,
separata dal Mar Ligure (fig. 1).
Come accennato nell'introduzione, il territorio è pressoché
privo di aree pianeggianti che, nel Ponente, si limitano alla sola
Piana di Albenga. Nonostante molto sia stato scritto, pochissimo è noto della neolitizzazione della Liguria di Ponente mentre,
inaspettatamente, non sappiamo quasi nulla delle modalità di
questo processo nel Levante ligure che, in teoria, dovrebbe essere meglio documentato.
[page-n-50]
La Cultura della Ceramica Impressa nella Liguria di Ponente: Distribuzione, cronologia e aspetti culturali
Fig. 9. S. Sebastiano di Perti: frammenti vascolari con decorazione impressa con motivi decorativi caratteristici strumentali (nn. 1, 2, 4, 5,
7), a sequenza (n. 3) e a conchiglia (nn. 6, 8-11) (fotografie di E. Starnini).
Di fatto le nostre conoscenze del Ponente sono limitate principalmente alle informazioni fornite da poche stazioni in grotta,
che si aprono in territori ben definiti e limitati da un punto di
vista geografico (Biagi e Nisbet, 1986), dalle quali gli scavi hanno posto in luce delle sequenze neolitiche che sono state solo
in alcuni casi radiodatate (Caverna delle Arene Candide, Arma
dell'Aquila, Grotta Pollera, Arma di Nasino). Le altre località
sono nel complesso poco utili per lo studio della neolitizzazione
della regione in quanto si tratta o di sequenze molto limitate in
grotta, sulle quali solo in alcuni casi sono state eseguite datazioni radiocarboniche (Grotta dell'Edera, Grotta di S. Eusebio,
Grotta Mandurea, Varé, Grotta del Pertusello, Arma dello Stefanin), oppure di rinvenimenti di frammenti ceramici isolati (si
vedano le altre località).
Di conseguenza le poche informazioni che conosciamo derivano da situazioni anomale da un punto di vista archeologico, oltre che poco facilmente controllabili da un punto di vista
stratigrafico e sedimentario, quali appunto sono le sequenze in
grotta (Schmid, 1969; Brush et al., 2010). Se a questo aggiungiamo che le uniche stazioni utilizzabili per uno studio dettagliato sono solamente le quattro sopraccitate, tre delle quali per
altro note da decenni (De Pascale, 2008), non è difficile concludere che le nostre conoscenze sull'argomento sono notevolmente carenti e non sono certo progredite di molto negli ultimi
trent'anni (Biagi, 1987).
Alle considerazioni di cui sopra va aggiunto che 1) solamente sette stazioni della Liguria di Ponente sono state sinora
radiodatate (Pearce, 2013: fig. 3.27), 2) molte delle datazioni
assolute sinora disponibili non sono state ottenute con il metodo dell'acceleratore spettrometro di massa (AMS), 3) che la
loro deviazione standard è in molti casi troppo alta per poter
costruire una sequenza dettagliata, 4) che spesso non sono stati
impiegati laboratori di ricerca, bensì commerciali, e 5) che quasi
tutti i risultati non derivano da progetti di ricerca sistematici
(Tabelle 1 e 2). Le uniche seriazioni attendibili, costruite grazie
a datazioni AMS in seguito a progetti di ricerca definiti, sono di
fatto quella dell'Arma dell'Aquila (Mannino et al., 2015) e del
sito all'aperto di S. Sebastiano di Perti (Starnini e Vicino, 1993;
Capelli et al., 2006), come è chiaramente visibile nella struttura
della curva di calibrazione presentata nella fig. 10.
Fig. 10. Plot di tutte le datazioni radiocarboniche, calibrate secondo
OxCal 4.2.4, disponibili per i siti della Cultura della Ceramica
Impressa della Liguria di Ponente, con l'indicazione dei possibili
periodi di occupazione delle diverse stazioni Arene Candide escluse
(disegno di P. Biagi).
43
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P. Biagi e E. Starnini
4. DISCUSSIONE
Il problema della neolitizzazione della Liguria di Ponente rientra nel quadro più generale della neolitizzazione del Mediterraneo centro-occidentale, e della Penisola Italiana in particolare
(Guilaine, 2003), che sappiamo aver avuto luogo in un periodo
di forti cambiamenti climatici (Weninger et al., 2006; Berger,
2009; Bernabeu et al., 2014), secondo modelli e velocità diseguali a seconda dei diversi territori, seguendo delle modalità
definite “aritmiche” (Berger e Guilaine, 2009; Guilaine, 2013).
Per quanto riguarda l'Italia, queste differenze sono documentate dalle informazioni raccolte principalmente negli insediamenti distribuiti lungo la costa Dalmata (Berger et al., 2014;
Forenbaher e Miracle, 2014; McClure et al., 2014) e la costa
Italiana dell'Adriatico (Biagi e Starnini, 1999; Biagi e Spataro,
2002; Spataro, 2002); mentre i dati a disposizione sono molto
più carenti per quella Tirrenica, principalmente a causa delle
nostre limitate conoscenze della distribuzione e della cronologia
delle stazioni del Neolitico Antico in buona parte del territorio
(Fugazzola Delpino, 2002). Le poche datazioni radiometriche
a disposizione per la Calabria (Ammerman, 1985: 59; Ammerman e Bonardi, 1985-1986; Tiné, 2009), sembrerebbero comunque indicare che il processo di neolitizzazione si realizzò in
tempi rapidi anche lungo la costa Tirrenica (Pearce, 2013: 84),
in contrasto con quanto noto per quella Adriatica occidentale.
Come si può notare nella descrizione delle località della Cultura della Ceramica Impressa della Liguria di Ponente, queste
sono rappresentate principalmente da stazioni all'interno di cavità, distribuite in territorio ristretto con caratteristiche morfologiche non comuni (fig. 1). In base alle datazioni radiometriche
disponibili, ottenute dalla sequenza della Caverna delle Arene
Candide (UB-2423) e della Grotta Pollera (MC-756) (Tabella 1
e 2), la neolitizzazione del territorio ebbe luogo intorno alla fine
dell'VIII, inizio del VII millennio BP. I risultati disponibili per
la Caverna delle Arene Candide mostrano chiaramente periodi
di interruzione di abitato durante il Neolitico Antico, in particolare fra il cluster 1 e 2 di date (Tabella 2); mentre quelle ottenute
dalle altre cavità sembrerebbero indicare che gli insediamenti
ebbero luogo in diversi periodi, forse anche con caratteristiche
di episodicità e complementarietà, talvolta anche dopo lunghi
intervalli all'interno dello stesso sito (fig. 10).
Per quanto riguarda l'inizio del periodo climatico Atlantico, i
reperti litici di superficie, raccolti principalmente lungo le pendici
e gli spartiacque dell'Appennino di Levante, fra i 750 e i 1600 m
di altezza (Franco, 2011: 274, 275), sono attribuibili al Mesolitico Castelnoviano esclusivamente in base alle loro caratteristiche tipologiche. Di conseguenza questi reperti non consentono
di formulare nessuna ipotesi circa la cronologia delle eventuali
stazioni degli ultimi cacciatori-raccoglitori nel territorio. Nulla è
noto della loro periodizzazione e la mancanza di ricerche degli
ultimi trent'anni non ha contribuito al rinvenimento di nuovi siti
rispetto agli 11 già noti negli anni Ottanta (Baffico et al., 1983;
Biagi e Maggi, 1983; Biagi, 1991: figg. 2 e 3).
L'ipotesi formulata a suo tempo circa la presenza di insediamenti castelnoviani neoliticizzati nella Liguria di Levante
(Binder e Maggi, 2001: fig. 1) da una parte non trova riscontri
nei ritrovamenti degli ultimi anni, e dall'altra non contribuisce
all'interpretazione degli eventi in seguito ai quali il processo di
neolitizzazione si sarebbe affermato (Rowley-Conwy, 2001). In
effetti le poche strutture sinora note, attribuite alle più antiche po44
polazioni neolitiche pedeappenniniche della Toscana nord-occidentale, sono radiodatate fra 6680±80 BP (Rome-548) e 6160±65
BP (Rome-427) (Tozzi e Zamagni, 2000: 65).
Inoltre, nel quadro descritto, tuttora incerto e povero di ritrovamenti, la definizione di una “facies della Pianaccia di Suvero” (dal sito eponimo nello Spezzino: Ferrari e Steffè, 2006: 88),
nella quale sono stati fatti convergere materiali litici e ceramici
eterogenei di difficile interpretazione, non è ad oggi supportata
da ritrovamenti in contesti convincenti. Da sottolineare che dal
sito eponimo scavi recenti hanno solo restituito aspetti dell'età
del Rame (Maggi, 1984a; Maggi et al., 1987), mentre i reperti
ceramici e litici sui quali è stata definita la suddetta “facies” sono
esclusivamente frutto di una raccolta di superficie, in parte tuttora
inedita, condotta da appassionati locali nel corso di un decennio
(Maggi, 1979-1980: 172-173, fig. 4; Maggi, 1984b: 47).
Ancora più recenti sono le datazioni AMS ottenute
dall'insediamento con ceramiche anche impresse scavato recentemente a Cala Giovanna Piano, nell'Isola di Pianosa, comprese
fra 6222±60 BP (LTL-1468a) e 5680±40 BP (GrA-13474) (Colombo e Tozzi, 2007: 77). Questi ultimi dati non contribuiscono
certo all'interpretazione del problema della neolitizzazione della
Liguria, anche di Ponente, della provenienza dei primi abitanti
del Finalese e della loro origine, nel quadro delle nostre conoscenze del Neolitico più antico del Mediterraneo nordoccidentale.
5. CONCLUSIONI
Come accennato precedentemente, durante il Neolitico Antico
la Liguria si trova al centro di un territorio interessato da un
aspetto culturale recentemente definito dagli studiosi francesi
Impresso-Cardiale (Binder e Sénépart 2010: 149), in base alle
caratteristiche degli stili ornamentali che decorano alcune dei
prodotti vascolari. Una proposta di periodizzazione di questa
fase era stata avanzata da Binder e Maggi (2001) che avevano
distinto un “Neolitico antico 1”, con motivi decorativi prevalentemente eseguiti con punzoni o impressioni “a sequenza” o
a “sillons d'impressions”, definito anche “Ligurien” (Roudil,
1990), riconosciuto, nella Francia sudorientale, fino all'Herault
e la Linguadoca (Roudil e Soulier, 1983; Manen, 2000; Manen
e Guilaine, 2007), e un “Neolitico antico 2”. Quest'ultimo complesso coinciderebbe con il Cardiale propriamente detto, caratterizzato da ceramiche decorate con impressioni eseguite col
margine di conchiglie marine (Nonza, 2000), che è attestato,
oltre che nell'arco liguro-provenzale, in un areale molto vasto
del Mediterraneo centro-occidentale.
La proposta di cui sopra è stata avanzata sulla base di recenti
scavi eseguiti in due siti con serie stratigrafiche che presenterebbero questi aspetti in successione: il Riparo di Pendimoun nelle
Alpi Marittime (Binder et al., 1993) e la Caverna delle Arene
Candide in Liguria (Binder e Maggi, 2001).
In quest'ultima grotta, gli scavi recenti condotti su lembi residui di deposito, lasciati intatti da precedenti ricerche, sembrano
aver dimostrato l'anteriorità dell'aspetto ceramico con decorazione ad impressioni strumentali organizzate in riquadri alternati
sulle superfici dei recipienti (fig. 5). A questo stile decorativo seguirebbe un aspetto con ceramiche impresse decorate con motivi
a fasce oblique ottenuti con il bordo della conchiglia (fig. 6, nn.
1-3). Gli scavi in oggetto, i cui risultati non sono stati ancora pubblicati in maniera esaustiva, sembrerebbero aver intercettato una
[page-n-52]
La Cultura della Ceramica Impressa nella Liguria di Ponente: Distribuzione, cronologia e aspetti culturali
parte di stratigrafia che, seppur limitata in estensione, conserverebbe due strati (9b e 10: Binder e Maggi, 2001: 417, fig. 4) con
materiali ceramici distinguibili stilisticamente, contrariamente a
quanto invece era emerso dallo studio della dispersione dei materiali degli scavi precedenti. In questo secondo caso, infatti, la
ricomposizione dei recipienti, eseguita su frammenti provenienti
da tutti i livelli della Cultura della Ceramica Impressa, e anche dai
diversi scavi del secolo scorso, ha dimostrato una dispersione sia
in orizzontale, sia in verticale dei reperti ceramici nella stratigrafia, con conseguente difficoltà di provare in modo inequivocabile la presenza di (due) frequentazioni distinte (Maggi e Starnini,
1997; Del Lucchese e Starnini, 2006-2007). È importante sottolineare, a questo proposito, che l'ultima data AMS (OxA-23072)
ottenuta da questa serie su di una cariosside di Triticum dicoccum raccolta nello strato 10, il più basso, ha restituito un risultato
coevo all'occupazione di S. Sebastiano di Perti (vedi Tabella 1).
Tuttavia, in attesa della pubblicazione completa dei dati raccolti negli ultimi scavi, la situazione del Neolitico Antico osservata delle Arene Candide sembra meglio riflettere un palinsesto di
frequentazioni difficilmente riconoscibili stratigraficamente, con
materiali fittili che rispecchiano una pluralità di stili decorativi
che, in generale, spaziano in un arco geografico molto ampio cha
va, da est, dalla Toscana nordoccidentale, ad ovest, all'Herault
(Manen, 2007: fig. 89).
Come è già stato sottolineato in un precedente lavoro (Capelli et al., 2011), la presenza di ceramiche impresse importate
in alcuni siti liguri (fig. 11), e le similitudini stringenti con la
Cultura della Ceramica Impressa di facies centro e nord tirrenica, riscontrate sia a livello stilistico (forme, decorazioni) nella
produzione fittile (fig. 12), sia negli altri aspetti della cultura
materiale, possono essere giustificate dai contatti diretti intercorsi tra le popolazioni dei siti costieri di questa parte del Mediterraneo (Negrino e Starnini, 2003; Manen et al., 2006; Manen, 2007: 163) che, come documentato, oltre a rocce silicee,
ossidiana sarda e di Palmarola e oggetti in “rocce verdi” liguri,
scambiavano forse anche beni deperibili contenuti in recipienti
ceramici (Tozzi, 2007).
Fig. 11. Arma di Nasino: frammento di recipiente profondo di
grandi dimensioni, ansato e cordonato (scavi M. Leale Anfossi, Inv.
n. 1836) con impasto contenente elementi ofiolitici, di produzione
non locale, importato da settori produttivi della Liguria orientale,
o della Toscana, o della Corsica (vedi Capelli et al., 2011: 21, 22).
Osservando il movimento delle correnti marine, si può peraltro notare come la rotta da sud-est verso nord-ovest, proposta
dalla provenienza delle ceramiche di importazione individuate
in Liguria, possa essere stata favorita dalla prevalente circolazione in senso antiorario delle correnti superficiali nel settore
alto tirrenico (Stocchino e Testoni, 1976: fig. 2; Pennacchioni,
1998: fig. 1; Pinardi e Masetti, 2000; Brandaglia, 2002: 423;
Capotondi, 2004: fig. 1).
Fig. 12. Frammenti con decorazione impressa a conchiglia associata
a impressioni puntiformi, organizzate in bande alternate: 1) dal sito
La Scola sull'Isola di Pianosa nell'arcipelago Toscano (da Ducci
et. al., 2000: fig. 4, n.1); 2) dalla Caverna delle Arene Candide,
collezioni ottocentesche (da Bernabò Brea, 1946: Tav. XXXIII, n.
17); 3) dalla Caverna delle Arene Candide, scavi S. Tiné, strato 15
(da Del Lucchese e Starnini, 2006-2007: fig. 4, n. 7).
45
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P. Biagi e E. Starnini
D'altra parte è stato fatto osservare come il mantenimento
di contatti attraverso la navigazione fosse importante per la costruzione di legami sociali e identità culturali tra le popolazioni
del Neolitico Mediterraneo, e come scarsa attenzione sia stata
posta finora allo studio della circolazione via mare durante la
preistoria (Farr, 2006), principalmente nel Mediterraneo Occidentale (Zilhão, 2014). La complessità generale dei problemi
trattati in questo lavoro è già stata discussa alcuni anni fa in
molti dei suoi suoi aspetti più rilevanti (Guilaine, 2002: 47-49).
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49
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Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 51-60.
Dispersiones humanas y culturales durante
la Transición Neolítica: Sistemas Complejos y Prehistoria
Joan BeRnaBeu auBán
reSumen
En este texto se explora la complementariedad y la utilidad de la Teoría Evolutiva y de los Sistemas Complejos Adaptativos
en su aplicación a la Arqueología. Si bien la primera de las aproximaciones goza de una más extensa tradición en nuestra
disciplina, la aplicación de los conceptos y métodos basados en la(s) Teoría(s) de la Complejidad son mucho más recientes.
En este contexto el desarrollo del modelado computacional, generalmente, aunque no sólo, de modelos de agentes, constituye
una herramienta eficaz para evaluar hipótesis sobre cambios a largo plazo que afectan a las sociedades humanas. A partir de
dos ejemplos relacionados con el Neolítico, se exploran las características de estos nuevos conceptos y métodos incidiendo
de forma especial en la problemática que para su correcta utilización entraña la comprensión de qué es y cómo se forma el
registro arqueológico.
PalabraS claVe:
Neolítico, Sistemas Complejos Adaptativos, Teoría Evolutiva, Modelado Computacional.
abSTracT
Human and cultural dispersions during the Neolithic Transition: Complex Systems and Prehistory. This text explores how the
complementarity and usefulness of Evolutionary Theory and Complex Adaptive Systems in its application to the archeology.
While the first of these approaches has a longer tradition in our discipline, the application of the concepts and methods based
on (s) Theory (s) of complexity are much more recent. In this context the development of computational modeling, generally,
but not exclusively, Agent Based Models, is an effective way to test hypotheses about long-term changes affecting human
societies tool. From two examples related to the Neolithic, the characteristics of these new concepts and methods are explored,
focusing specially on the problem that for its use entails understanding what is and how the archaeological record is formed.
keywordS:
Neolithic, Complex Adaptive Systems, Evolutionary Theory, Computational Modeling.
Corría el año 1976. Me encontraba a mitad de mis estudios
de licenciatura, con intención de profundizar en algún campo
relacionado con la Arqueología, pero aún no tenía claramente
decidido hacia donde dirigiría mis pasos, más allá de una vaga
preferencia por el mundo antiguo. Al final la decisión no fue
sólo mía. Vino de la mano de mi participación, por vez primera,
en una excavación arqueológica. A través de mis compañeros,
acudí a Bernat Martí, que por aquel entonces había retomado
las excavaciones en la Cova de l'Or, para preguntar por la posibilidad de asistir a la campaña de excavación de ese verano. La
experiencia que a la postre resultó de su respuesta afirmativa,
terminó por transformar mis inquietudes.
Mi interés por la Prehistoria Reciente y, más en concreto
por el Neolítico, es claramente deudora de aquellas ya lejanas
experiencias. Por eso, cuando desde el Museo de Prehistoria de
Valencia me propusieron participar en un volumen de homenaje
a Bernat Martí, con ocasión de su jubilación, no lo dudé un sólo
instante. La decisión sobre el tema a tratar fue algo más costosa.
Me parecía claro que este debería versar sobre el Neolítico; lo
que no resultaba tan evidente era sobre qué aspectos del Neolítico debería centrar mi atención.
Vistas en perspectiva, las casi cuatro décadas transcurridas
desde que de la mano de Bernat Martí entré en contacto con la
arqueología del Neolítico, han supuesto gran cantidad de cambios tanto empíricos como teóricos. No es mi intención relatar
ahora, siquiera sea brevemente, la historia de tales cambios.
Creo más interesante centrar esta aportación en algunos aspectos recientes que, al menos desde mi punto de vista, implican
una mayor capacidad de entender la forma en cómo podemos
analizar y comprender mejor el registro arqueológico. Para ello
utilizaré algunos de los viejos problemas y, otros nuevos, referidos al Neolítico.
Generalmente se admite que los datos arqueológicos sugieren dos vías geográficas primarias utilizadas para la expansión
de la agricultura en Europa: a través del corredor del río Danubio y alrededor del litoral mediterráneo. Aunque hasta la fecha
51
[page-n-59]
J. Bernabeu Aubán
la mayoría de los esfuerzos en la modelización se ha centrado en
el corredor danubiano, recientes avances parecen mostrar paralelismos interesantes entre ambas regiones, incluyendo:
a) Una expansión rápida pero discontinua dejando grandes
áreas desocupadas por los agricultores, al menos en los momentos iniciales.
b) Una distribución posterior amplia de los complejos neolíticos –el LBK en la Europa Central y el Impreso-Cardial en el
Mediterráneo– y pocas centurias después una marcada fragmentación de estos patrones culturales.
¿Pueden estos procesos aparentemente paralelos en ambas
áreas relacionarse con las fluctuaciones demográficas (incluyendo migraciones), cambios climáticos globales, problemas de
transmisión cultural o fragmentaciones de las redes sociales? Y
lo que es más importante, ¿cómo podemos identificar de manera
fiable estos fenómenos en el registro arqueológico de manera
que pueda evaluarse entre modelos alternativos de dinámicas
sociales relevantes?
La respuesta pasa no sólo por disponer de más información, sino también por comprender qué representa y cómo esta
constituido el registro arqueológico, y, paralelamente, desarrollar otras formas de enfocar las dinámicas del cambio social.
Los nuevos enfoques relacionados con los Sistemas Complejos y la teoría Evolutiva pueden, en mi opinión, ayudarnos en
este propósito.
1. SISTEMAS COMPLEJOS, EVOLUCIÓN
Y ARQUEOLOGIA
Antes que nada debe subrayarse que no existe equivalencia entre el concepto “sociedad compleja”, utilizado generalmente en
las ciencias sociales y más específicamente en Arqueología, y
el más general de “sistema complejo”; de hecho la más simple
de las sociedades humanas se considera un sistema complejo.
Los Sistemas Complejos Adaptativos (CAS, de sus siglas
en inglés), representan sistemas dinámicos caracterizados por
la transmisión y procesamiento de información que les permite
adaptarse a los cambios motivados por circunstancias externas
e internas. Aunque las aproximaciones basadas en los Sistemas Complejos aún no se contemplan conjuntamente bajo un
marco teórico sólido, se han identificado importantes propiedades de organización y comportamiento a través de diferentes
fenómenos. Algunas de éstas son particularmente interesantes
cuando se aplican a las ciencias sociales y, por tanto, también
a la Arqueología.
Los CAS son sistemas abiertos. Necesitan capturar energía
para mantener su estructura y orden, es decir, para reproducirse
como tales. Por ejemplo, el ser humano necesita capturar energía para subsistir, y lo hace a través del agua, la comida y el
aire. En la sociedad, por ejemplo, este papel puede ser interpretado por la información, la forma cómo se genera y distribuye,
afectando a las formas como esta se organiza. Por esta razón
el procesamiento de la información es un requisito importante
para que cualquier grupo social pueda reproducirse.
Los CAS están formados por multitud de componentes (células en un organismo, neuronas en el cerebro, individuos en
una sociedad) que se organizan en una jerarquía de grupos superpuestos de profundidad variable. Cuanto más complejo es un
sistema, mayor cantidad de niveles organizativos superpuestos.
52
En términos sociales, por ejemplo, puede tratarse de familias
dentro de bandas de forrajeadores, dentro de metapoblaciones
regionales; o artesanos, dentro de gremios, dentro de ciudades
organizadas en estados. Esta clase de organización resulta de la
forma en que estos sistemas crecen: los componentes de más
bajo nivel se reúnen en subgrupos y estos, a su vez, en grupos
de alcance cada vez mayor. Esta característica permite explicar
la trayectoria evolutiva, de lo simple a lo complejo, repetidamente observada en diversos trabajos arqueológicos (y de otras
disciplinas) y que podríamos denominar como progresivismo
evolutivo (p.e. Rosenwig, 2000: 4).
Una implicación de este proceso es que los subsistemas
que lo componen están conectados entre sí a su mismo nivel,
más que al de sus componentes. Por ejemplo, en un estado
tributario forma parte de un imperio territorial, alianza que se
expresa a través de la relación entre los jefes de tal estado y
del imperio del que forma parte y no a través de las relaciones
personales de cada miembro del estado tributario con el “emperador”. Un corolario interesante que deriva de esta característica es que los subsistemas pueden seguir desarrollando sus
funciones aunque el sistema (imperio en el caso anterior) se
fragmente o colapse, dando lugar a distintas entidades territoriales independientes. Por ejemplo, las córneas o los corazones humanos, pueden trasplantarse y seguir desarrollando
sus funciones. Esta propiedad, denominada Descomposición
Cercana, significa que los sistemas complejos tienden a fragmentarse en sentido inverso a como se han formado. Como
sistemas complejos, podemos esperar que las sociedades humanas se comporten de modo similar.
En los CAS, las relaciones entre sus componentes son tan o
más importantes que sus características de manera que podría
decirse que son aquellas las que determinan el comportamiento del sistema en su conjunto. Las interacciones entre individuos y grupos en las sociedades humanas pueden representarse como redes, en las que los agentes sociales serían los nodos,
y las conexiones entre nodos (aristas en la terminología propia
del análisis de redes) representarían las interacciones (Wasserman y Faust, 1994). Esto permite la aplicación de un buen
número de herramientas y modelos matemáticos desarrollados
en este campo (Newman, 2010) para comprender la dinámica
evolutiva de las redes sociales, cuyo impacto no ha pasado
desapercibido en nuestra disciplina (Knaped, 2010; Mills et
al., 2013; Brughmans, 2012).
Una de las características clave de los CAS es que la relación entre sus componentes es dinámica, y resulta capaz de
transmitir información sobre el estado del sistema a partir de
interacciones mayoritariamente locales. Suele decirse que el
carácter de la relaciones entre sus componentes es tan o más
importante que la naturaleza de los mismos para comprender el
comportamiento general de CAS. Es decir, que las Dinámicas
propias de estos sistemas son no Lineales. Como consecuencia, la dirección y la escala de los cambios del sistema no son
directamente proporcionales a las propias del fenómeno (o fenómenos) que las causan. O sea, las mismas causas no provocan los mismos efectos, y su corolario: idénticos efectos pueden
obedecer a causas distintas. Este aspecto es consecuencia de la
conocida como “sensibilidad” a las condiciones iniciales que,
desde una perspectiva de la Historia, significa reconocer la incidencia de la coyuntura histórica en la trayectoria posterior de las
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Dispersiones humanas y culturales durante la Transición Neolítica: Sistemas Complejos y Prehistoria
sociedades humanas. En términos de CAS, pequeñas diferencias en las condiciones iniciales pueden derivar en trayectorias
divergentes con el paso del tiempo.
Esta causalidad no lineal hace difícil predecir los cambios
del sistema en base de las propiedades de sus componentes. Lo
que nos lleva a otra de las características de estos sistemas: la
Emergencia, esto es, la propiedad que tienen estos sistema de
exhibir comportamientos que no están contenidos en ninguna
de sus partes componentes. Por ejemplo, los atascos de tráfico pueden verse como una propiedad emergente de un sistema
formado por coches, conductores y vías de comunicación, así
como sus interacciones.
¿Cómo pueden estos conceptos ayudarnos en la resolución
de los problemas de la arqueología? La respuesta, en mi opinión, depende de si somos también capaces de comprender la
naturaleza del registro arqueológico y desarrollar metodologías
adecuadas para utilizarlo en la verificación de hipótesis. A pesar
de su potencial como marco adecuado para la explicación de
los procesos de cambio a largo plazo, como los propios de la
Arqueología, la aplicación de una perspectiva CAS a la arqueología entraña ciertas dificultades y, desde luego, supone un reto
evidente. Un enfoque tipo CAS supone centrar nuestra atención
en dinámicas como el flujo de información, la toma de decisiones, las interacciones que se realizan a diferentes escalas organizativas, así como las dinámicas mediante las cuales los agentes
interactúan entre sí dando lugar a la formación de comportamientos sistémicos emergentes, que son los que generalmente
nos interesa explicar.
Sin embargo, no tenemos modo de observar estas dinámicas
en el registro arqueológico. Debemos reconocer que éste, a la
postre, constituye un conjunto, a veces desorganizado, de elementos materiales, estático, fragmentario y acumulativo (p.e.,
consecuencia de la acción continuada de diversos agentes durante períodos más o menos largos de tiempo). Los patrones
significativos que podemos observar en él constituyen las consecuencias materiales indirectas de tales dinámicas, pero no las
dinámicas (agencia, emergencia) en sí mismas (Barton, 2012).
La pregunta entonces es: ¿cómo podemos reconocer y explicar cadenas causales no-lineales que derivan de la actuación de
individuos y los grupos entre sí y con el medio biofísico? Necesitamos algún modo de hacer operativos los conceptos CAS en
su aplicación a la Arqueología, de manera que podamos reconocer sus efectos en el registro aunque no podamos observarlos
directamente, esto es, ¿qué elementos del registro arqueológico
constituyen indicadores adecuados de las dinámicas evolutivas
humanas que se quieren analizar?
Aunque existen algunas propuestas preliminares y tentativas en este sentido (Bernabeu et al., 2012), debemos reconocer
que todo ello requiere de una teoría robusta sobre los motores
de estas dinámicas y desde luego de nuevas formas de praxis
arqueológica.
Respecto a la praxis arqueológica, sería conveniente desplazar nuestro enfoque desde la reconstrucción inductiva en la que
ahora nos movemos, hacia formas de evaluar sistemáticamente
hipótesis. Ciertamente, no podemos realizar experimentos a la
manera en que lo hacen otras disciplinas; sin embargo, el modelado computacional puede ofrecer una vía para representar
la forma en que los CAS funcionan y se modifican (Mitchell,
2009). Básicamente se trata de desarrollar (poner a punto) “la-
boratorios virtuales” en los cuales generar resultados, a partir
de hipótesis previas, que después habrán de evaluarse frente al
registro arqueológico.
El modelado computacional envuelve la generación de
múltiples entidades discretas (o agentes), imbuidas de un conjunto de reglas algorítmicas mediante las cuales percibe y filtra
su medio, procesa la información y realiza acciones en base
a tal información. Estas entidades operan e interactúan en un
mundo virtual, aunque en ocasiones representa al mundo real,
y pueden tomar formas diversas: las celdas de un tablero en un
modelo de Autómatas Celulares; nodos y aristas en una Red
Dinámica o agentes en un Modelo Basado en Agentes (Gilbert
y Troitzsch, 2005).
En el contexto de los sistemas complejos adaptativos la simulación computacional posibilita realizar inferencias sobre los
aspectos ausentes del registro arqueológico. La Teoría de la evolución tiene un papel principal ya que permite dotar a los agentes de reglas de comportamiento generando escenarios (p.e.,
registros arqueológicos) alternativos (Miller y Page, 2007: 180).
Debe quedar claro que el objetivo no es reconstruir sociedades del pasado, sino más bien construir entornos virtuales en
los cuales el investigador puede modificar sistemáticamente las
condiciones y variables que se supone influyen en ciertas dinámicas; de este modo se genera un abanico de resultados posibles
y controlados que son los que, finalmente, se comprarán con el
registro arqueológico.
Un par de ejemplos pueden ayudarnos a comprender cómo
se desarrolla este proceso. El primero presenta el problema de
los ciclos de auge y caída, de expansión y fragmentación cultural que han generado un reciente interés en la bibliografía. En
el mismo me limito a presentar cómo un enfoque basado en los
anteriores presupuestos se enfrenta a este problema. El segundo
sí presenta un modelo, elaborado a partir de los autómatas celulares, para tratar de explicar el clásico problema de cómo se
produjo la expansión del Neolítico.
2. AUGE Y CAÍDA DEL MUNDO CARDIAL
Desde que Bocquet-Appel (2002) desarrollara el concepto de
Transición Demográfica Neolítica (TDN), diferentes aproximaciones han tratado de describir y explicar la dinámica evolutiva
del primer Neolítico como un ciclo de auge y caída, que no es
tan sólo demográfico. Diversos autores, utilizando las fechas C14
como una especie de indicador demográfico, identifican un patrón consistente en un rápido auge demográfico coincidente con
la aparición del primer Neolítico, seguido, unas centurias después, por un igualmente rápido descenso en diferentes regiones
europeas (Shennan et al., 2013), incluyendo la península Ibérica
(Bernabeu et al., 2014; Balsera et al., 2015).
Curiosamente este fenómeno parece correlacionarse con el
desarrollo inicial de entidades arqueológicas –culturas– extensas (LBK, impreso-cardial), seguido de una posterior fragmentación que coincidiría con el final del Neolítico antiguo y con el
descenso demográfico antes citado. Todo ello sugiere la existencia de redes extensas de interacción dentro de las cuales la
información y los objetos fluyen afectando a grandes áreas con
diferentes escalas e intensidad y, coincidiendo con el declive,
alguna clase de fragmentación de estas redes de interacción social, afectando al flujo de información previamente establecido.
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J. Bernabeu Aubán
Se han aducido tanto causas internas –un crecimiento rápido
que llevó a la población cerca del umbral económicamente sostenible (Shennan et al., 2013)–, como externas –específicamente cambios climáticos globales cuyo efecto sería similar (Groneborn, 2010)– para explicar este patrón. Sin embargo, tal y como
se ha señalado en otras ocasiones (Bernabeu et al., 2014), las
consecuencias de estos factores para las sociedades humanas
son variables local y regionalmente. Esta variación se debe, por
ejemplo, a la diversa importancia de los factores bióticos y del
comportamiento humano; y como ambos aspectos son históricamente contingentes, resultaría sorprendente encontrar los mismos efectos en todas partes como consecuencia de eventos climáticos globales; o el aumento de la densidad demográfica y sus
efectos sobre los recursos. Asumiendo esto, parece claro que lo
que necesitaríamos es no sólo un mayor y mejor registro (como
es común advertir en la mayoría de los trabajos arqueológicos),
sino también una forma de comprender cómo dinámicas locales
distintas pueden resultar en patrones globales de cambio, justamente los que queremos explicar. Y es justamente este aspecto
el que nos puede permitir profundizar en la comprensión de los
fenómenos causales que se encuentran detrás de estos “ciclos”,
a través de la dinámica de redes.
En dos trabajos recientes, uno de ellos aún inédito, varios
autores nos preguntábamos acerca de la existencia de estos
ciclos y las razones (causas) que podrían explicarlo. Tras comprobar que si bien a escala peninsular, existía cierta coincidencia entre el evento climático 7.1 ka cal BP (relacionable con el
IRD 5b), y una caída en las curvas de datación radiocarbónica,
enfocando este mismo aspecto región a región se evidenciaba
cierta diversidad de situaciones reflejo de que, como suponíamos, las consecuencias de tal evento climático global eran regionalmente diversas.
Como alternativa, se decidió examinar los efectos de la interacción entre los sistemas agrícolas y el territorio circundante durante generaciones. Utilizando los resultados del proyecto
MEDLAND (Barton et al., 2012), diseñado para reproducir
estos efectos sobre simulaciones computacionales en ambientes mediterráneos. Sus resultados sugerían que cierta clase de
prácticas agrícolas tuvieron un efecto expansivo sobre pequeñas comunidades, pero a medida que estas crecían traspasando
ciertos límites localmente determinados, las consecuencias de
estas mismas prácticas cambiaban, creando un desequilibrio
que finalmente afectaba negativamente a su territorio de producción agrícola.
La pregunta es: ¿cómo pudieron estos procesos ser responsables de los cambios descritos a nivel del sistema?, y, en caso
afirmativo, ¿cómo podemos evaluarlos? La repuesta a la primera cuestión descansa en las estrategias implementadas por
las comunidades locales, descubiertas por el modelo: reducción del tamaño de los grupos, vía fisión y migración o, lo que
no resulta tan evidente a primera vista, aumentando el área dedicada al pastoreo en relación con la agricultura. Nada impide,
por otra parte, que se intentaran ambas estrategias a un tiempo.
En cualquier caso, estas estrategias implicaron cambios locales que afectaron a la ubicación y/o desaparición de sitios. En
términos de Redes: las respuestas implicaron la modificación/
desaparición de ciertos nodos, afectando al flujo de información a través del sistema y, en consecuencia, modificando el
sistema a escala global.
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Para evaluar esta hipótesis se necesita actuar en un doble
sentido. Primero, comprobando si existen indicadores arqueológicos que sugieran la presencia de nuevas estrategias económicas que impliquen un mayor peso de las actividades ganaderas;
o la desaparición de sitios ocupados, junto a la ocupación de
nuevas zonas; y, en segundo lugar, la reconstrucción de las redes
de interacción social de manera que puedan generarse diversos
escenarios de distribución de patrones de cultura material comparables con los observables en el registro. El primer aspecto
parece que encuentra cierto soporte en el registro (Bernabeu et
al., en prensa); el segundo necesita de la implementación de un
modelo y la recogida de información clave (otra vez indicadores
arqueológicos) sobre diversos aspectos de cultura material en
los que se esta trabajando en estos momentos.
3. LA EXPASIÓN DEL NEOLÍTICO. ESPACIO,
TIEMPO Y CULTURA
Probablemente, el problema de la expansión del Neolítico en
Europa ha sido y es uno de los asuntos que mas literatura arqueológica ha generado. En la actualidad, suele admitirse que
la agricultura y la ganadería se introducen en el continente a
partir del próximo oriente. Consecuentemente, su expansión
implicó la distribución espacial y temporal de las nuevas especies, de nuevas tecnologías y prácticas sociales. Sin embargo,
todavía existe debate en torno a los mecanismos concretos que
motivaron dicho proceso. ¿Fue consecuencia de los movimientos migratorios correspondientes a los grupos de agricultores,
mezclándose o no con los grupos mesolíticos allí donde existieron?, ¿o más bien fue la transmisión de la información, de los
materiales y de las tecnologías apropiadas para su utilización las
que se desplazaron y propiciaron la formación de las primeras
culturas neolíticas? (difusión démica vs. difusión cultural).
La aproximación más conocida a este problema fue la propuesta por Ammerman y Cavalli-Sforza (1984). Esta trataba
de explicar el gradiente cronológico observado en sentido
SE-NW utilizando una versión de las ecuaciones de reaccióndifusión propuesta originariamente por Fisher. Con posterioridad, utilizando bases de datos de radiocarbono cada vez
más amplias, este gradiente ha sido comprobado en repetidas
ocasiones. Sin embargo, la relación lineal entre cronología y
distancia al centro originario que se encuentra detrás de este
gradiente, dejaba cierta parte de la variación sin explicar, lo
que sugería que el proceso de dispersión pudo ser regionalmente heterogéneo, dejando abierta la posibilidad de que el
patrón global observado fuera el resultado de una expansión
démica, cultural o, más probablemente, una mezcla regionalmente variable de ambas.
Paralelamente, se han propuesto diversos modelos narrativos (no formales) que tratan, justamente, de dar cuenta de la
variabilidad inexplicada por el modelo de “Ola de Avance”. Estos modelos necesitaban movilizar otras variables, además del
espacio y el tiempo, para poder ser evaluados. Por ejemplo:
- La interacción entre diferentes grupos (mesolíticos/
neolíticos), dando lugar a hibridaciones o transferencias que se
proponen en algunos modelos (Arrítmico, Dual, Disponibilidad),
necesita movilizar variables de cultura material para evaluar el
efecto de tal interacción en los patrones de variabilidad cultural
resultantes.
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Dispersiones humanas y culturales durante la Transición Neolítica: Sistemas Complejos y Prehistoria
- Por otra parte, si, como se asume generalmente, la expansión se debió fundamentalmente a un proceso démico, deberíamos asumir que tal proceso necesariamente tuvo algún efecto
en la variabilidad cultural en el espacio y en el tiempo, como resultado, por ejemplo, de la hipótesis del Autoestopista: “Demic
flow raises the possibility that cultural, genetic and linguistic
traits with no intrinsic advantage may ‘hitchhike', i.e., spread
with the advancing farmers” (Ackland et al., 2007: 8714). Es
decir, cualquier rasgo preexistente junto con el ventajoso puede
ser transportado junto con la difusión de éste con independencia
de su valor intrínseco.
La hipótesis del “autoestopista” es un préstamo tomado de
la genética donde se trata de explicar la difusión de un carácter
neutro en una población como consecuencia de su “asociación”
con otro ventajoso. En la sugerencia expresada por Ackland y
colaboradores, ambos caracteres son culturales aunque de naturaleza distinta: el papel del gen ventajoso estaría representado
por la agricultura y ganadería; mientras que el carácter neutro
podría ser la lengua o, lo que puede ser más interesante para
nosotros, el sistema decorativo de la cerámica.
Ambos procesos (autoestop cultural, interacción e hibridaciones Mesolítico-Neolítico) afectan, evidentemente, a los patrones de variabilidad espacio-temporal de los ítems culturales.
Y, por tanto, necesitan movilizar variables relativas a la cultura
material para ser evaluados. Desde una perspectiva evolucionista, los patrones espaciales de la “cultura” pueden explicarse
como consecuencia de procesos de trasmisión vertical u horizontal o, quizás, como una mezcla de ambos procesos. Esto no
es sorprendente, dado que ambos procesos están influenciados
por distintos factores, cada uno de los cuales puede generar resultados diferentes en el registro. Por ejemplo, la tasa de mutación o las preferencias de interacción entre individuos y grupos.
Pero además, como se ha puesto de manifiesto recientemente (p.e. Crema et al., 2014) no resulta fácil decidir, en base
al análisis empírico solamente, qué factores determinaron la
variabilidad real observada. Nos encontramos, por tanto, ante
problemas similares: ¿de qué procesos son resultado los patrones espacio-temporales observables en el registro arqueológico del primer Neolítico? Si el simple análisis empírico no
proporciona respuesta fiable, ¿cómo podemos aproximarnos a
estos problemas?
En los dos ejemplos citados más arriba, ¿qué factores intervienen en la conformación del patrón espacio-temporal relativo
a la aparición del Neolítico y a su variabilidad cultural?; por
ejemplo, ¿puede producir un movimiento tipo “ola de avance”
una distribución de la ocupación neolítica similar a la observable?; o ¿reproduce mejor el resultado un movimiento a saltos?;
y sobre todo, ¿cómo podemos saberlo? Una forma de proceder
a contrastar estos supuestos es simplemente obtener registros
arqueológicos “virtuales” a partir de parámetros conocidos. Es
decir, simular resultados controlando las variables que intervienen en los mismos.
Algunos trabajos ya han explorado el potencial de estas
nuevas herramientas. Parisi y colaboradores (2009), utilizando
un modelo basado en los Autómatas celulares, han intentado
reconstruir la variabilidad cultural resultante de una expansión
démica, de acuerdo a ciertas reglas de transmisión. Su comparación con la variabilidad lingüística no parece ser una opción
adecuada, dado que ésta nos es desconocida, excepto en tiempos
demasiado recientes. Este último aspecto ejemplifica la clase de
problemas a los que se enfrenta la nueva metodología: encontrar
indicadores arqueológicos adecuados y, además, controlar el
tiempo, de manera que los resultados virtuales sean comprables
con los reales en tiempo similar.
Más recientemente se han tratado estos problemas en dos
trabajos distintos. En uno (Bernabeu et al., 2015) el objetivo
era abordar los patrones espacio-temporales de la aparición del
Neolítico, utilizando para ello la información de la península
Ibérica. El otro, aunque partía de los parámetros utilizados en
el primero, pretende algo diferente: comprobar si la hipótesis
del autoestop, propuesta por Ackland, puede ser corroborada.
Este último está aún inédito, y forma parte del trabajo de tesis
doctoral de S. Pardo Gordó (2015), por lo que haré referencia al
mismo de forma limitada y contando con su permiso.
En el primero de los ejemplos se trataba de comprobar la
existencia del gradiente cronológico en la aparición del Neolítico, medido como fecha de aparición de la agricultura y ganadería en cierto lugar. La cuestión, por tanto, consistía en aplicar
la nueva metodología al clásico problema del frente de avance,
generalmente tratado mediante modelos matemáticos. La información utilizada fue la misma que en aquellos: la variabilidad
espacial (sitios neolíticos) y temporal (fechas C14) de la aparición del Neolítico, si bien en este caso nos limitamos a la península Ibérica a fin de controlar mejor ambas variables.
De acuerdo con la hipótesis démica, el Neolítico debería
aparecer primero en el mediterráneo. Con todo, resulta necesario señalar que los patrones resultantes no serían los mismos si
el proceso obedecía a un movimiento tipo ola de la avance u a
otro tipo leap-frog, con distancias de salto variables. Tampoco
debieron ser idénticos los resultados si el proceso de expansión
siguió una única vía (tradicionalmente, la costa noroccidental
del mediterráneo) o si también se utilizó la vía norteafricana.
Este último aspecto ha cobrado vigencia recientemente, si bien
existen posiciones diferentes sobre su incidencia en el proceso
de expansión neolítica (Manen, 2007; Bernabeu et al., 2009;
Zilhão, 2014).
Como forma de enfocar el problema se diseñó un modelo,
utilizando la plataforma NetLogo (Wilensky, 1999), basado tan
sólo en la expansión démica, es decir, ignorando a propósito la
existencia y posible incidencia de grupos mesolíticos. Es aquí
donde mejor se observa una de las características de la modelización actual: lo que se pretende no es reconstruir el pasado,
sino generar escenarios derivados de reglas controladas que
puedan compararse con el registro arqueológico. A partir de
aquí se consideraron los siguientes factores:
- Ecología. En este caso, se diseña un mundo real, en este
caso la península Ibérica, dividido en parcelas de 5x5 km. Cada
parcela posee un valor de productividad agrícola basado en la
combinación de ciertas variables que afectan al rendimiento del
trigo en la actualidad. El investigador puede elegir un límite (índice) por debajo del cual la ocupación de determinada celda no
se producirá.
- Movimiento. Variación entre el Ola de Avance –cada
agente en cada turno se mueve tan sólo a aquellas celdas
vecinas, económicamente aptas para la agricultura y que
no estén ocupadas–; y a saltos –variando aleatoriamente la
distancia de salto entre 20 y 120 km, y manteniendo el resto de
limitaciones similar.
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J. Bernabeu Aubán
- Coste de ocupación. Este indicador trata de medir la disminución en la capacidad de carga agrícola de cada celda que
se produce tras su ocupación por los grupos de agricultores. De
este modo se permite que una celda esté ocupada por más de un
grupo. Su implementación trataba de valorar la incidencia de un
modelo de acceso a los recursos basado en la Distribución Ideal
Despótica.
- Puntos de origen. Se exploraron diversas posibilidades de
inicio, ubicadas alrededor de la península Ibérica y en el centro,
a fin de comprobar si una o varias de ellas explicaban igualmente bien los datos disponibles. Queda claro que, por ejemplo, si
la hipótesis de un origen mediterráneo fuera correcta, las correlaciones obtenidas entre escenarios ubicados al Oeste, Norte o
el Centro peninsular deberían obtener claramente peores ajustes
con respecto al registro arqueológico.
La información arqueológica utilizada para contrastar los
resultados está formada por los sitios y niveles con fechas correspondientes al primer Neolítico en cada celda de 5x5. Los
datos no se interpolaron. La base de datos resultante se sometió
a un proceso de evaluación que dio como resultado tres muestras arqueológicas distintas, elaboradas según diversas combinaciones a partir de las muestras utilizadas en la datación. De
este modo se pretendía, también, valorar el efecto que sobre los
resultados de cualquier modelo podría tener la utilización de
muestras de vida larga, vida corta o directas. Así, se confeccionaron 4 muestras distintas:
- Directas. Sólo sitios con fechas obtenidas a partir de muestras de especies domésticas.
- Cortas. Además de las anteriores, se incluyen aquellos sitios con muestras de vida corta datadas (incluyendo conchas).
Si un sitio se encuentra datado con muestras Directas y de Vida
corta, se prefieren las primeras.
- Mejores: La fecha más antigua de cada sitio obtenida sobre
muestras domésticas, vida corta o vida larga, por ese orden de
preferencia.
- Más Viejas: La fechas más antigua de cada lugar, con independencia de la muestra datada.
Antes de proceder a realizar los experimentos, debíamos resolver una cuestión importante: ¿cómo comparar los resultados
virtuales con los arqueológicos? Generalmente, esta cuestión
implica resolver primero la equivalencia temporal entre el modelo y la realidad. En nuestro caso, sin embargo, este aspecto no
fue necesario. En lugar de proceder a escalar el tiempo virtual
en relación con el tiempo real (años radiocarbono calibrados),
procedimos a calcular el coeficiente de correlación de Pearson
entre el número de tics (tiempo virtual) que el programa tardaba
en alcanzar cada lugar con información arqueológica disponible, y la media de las fechas radiocarbono de esos mismos lugares (celdas). A mayor correlación negativa mejor ajuste entre el
escenario virtual y la realidad arqueológica.
A partir de estos postulados se realizaron diversos experimentos. El primero consistió en valorar qué muestras arqueológicas se comportaban mejor y qué lugares de expansión inicial
proporcionaban mejores resultados. Utilizando los valores de
movimiento, distancia y coste de ocupación señalados en la tabla 1 se obtuvieron 340 escenarios, cada uno de los cuales se
ejecutó 50 veces a fin de obtener valores estadísticos confiables.
Sobre los valores medios de cada escenario se calculó el coeficiente de correlación simple (r) de Pearson, cuyos resultados
permitieron observar:
- Que, efectivamente, las muestras utilizadas influyen en
los resultados; de manera que en nuestro caso, las correlaciones
más elevadas se obtuvieron siempre al comparar los escenarios
con las muestras procedentes de dataciones directas (fig. 1).
- Y que, como era de esperar, los mejores puntos iniciales se
ubican sistemáticamente en el Este y Sureste de España, lo que
permitía confirmar el origen mediterráneo del Neolítico.
Aún con estos resultados, las correlaciones obtenidas en este
experimento no eran demasiado elevadas, lo que sugería que las
estrategias de movimiento, la demografía y/o el atractivo agrícola de las regiones (medido como capacidad para el cultivo del
trigo), podían resultar determinantes. Asimismo, la posibilidad
de que la ruta norteafricana fuera igualmente importante en la
explicación del proceso no podía descartarse tampoco.
Por estas razones, se diseñó una segunda serie de experimentos. El primero de ellos iba destinado a conocer si la correlación entre escenarios virtuales y la realidad arqueológica mejoraba si, en lugar de un único punto de origen, se consideraban
dos o más. Se trataba, en realidad, de simular una situación en
la que el Neolítico llegara a la península Ibérica a la vez por el
Norte (vía S de Francia) y por el Sur (vía N de África).
Tabla 1. Parámetros utilizados en el experimento 1.
Estrategias de movimiento
Vecino a vecino
Leap-frog (saltos)
Distancia
Celdas adjacentes sin ocupación
y con valor agrícola adecuado.
Cualquier celda no ocupada La mejor de las celdas adyacentes.
en un radio de 5 (25 km).
Límite agrícola
0. Sin importancia.
3. Imposibilidad de expandirse
a celdas con valor inferior al
indicado.
0. Sin importancia.
3. Imposibilidad de
expandirse a celdas con
valor inferior al indicado.
3. Imposibilidad de expandir
a celdas con valor inferior al
indicado. El valor decrece a medida
que la población aumenta vía la
instalación de nuevos grupos.
Demografía
Sin importancia.
Sin importancia.
El valor agrícola de un celda
decrece un 5% cuando un nuevo
grupo se instala en ella.
56
IDD (Distribución Ideal Despótica)
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Dispersiones humanas y culturales durante la Transición Neolítica: Sistemas Complejos y Prehistoria
Fig. 1. Mejor ajuste (r de Pearson)
entre los escenarios virtuales (con
un solo punto de origen para la
expansión del Neolítico) y los 4 tipos
de muestras arqueológicas (fechas
C14) utilizadas para su contraste (ver
texto). Puede observarse claramente
cómo las mejores correlaciones se
obtienen cuando se utiliza la muestra
formada por fechas obtenidas sobre
elementos domésticos. En todos los
casos, los mejores puntos de inicio se
ubican al este de la península Ibérica.
Utilizando las mismas estrategias de movimiento que en el
experimento anterior (tabla 1), se exploró sistemáticamente la
adecuación de los distintos escenarios basados en diversas combinaciones del siguiente modo:
- Primero se originó un escenario utilizando todos los puntos
de origen a un tiempo.
- A continuación se eliminaron, uno a uno, los distintos puntos de origen, evaluando su correlación con los datos arqueológicos. Si al sustraer un punto de origen, la correlación del
escenario mejoraba, el punto de origen se descartaba; en caso
contrario, se mantenía.
Los resultados obtenidos permitieron, en primer lugar, descartar la idea de que la correlación mejoraba a medida que aumentaban los puntos de origen.
Descendiendo al detalle, del conjunto de las combinaciones
utilizadas diez escenarios mejoraban notablemente la correlación obtenida utilizando tan sólo un punto de origen. En cinco
ellos, se encontraba presente el rio Júcar; y los que obtenían
una correlación mayor incluían puntos de origen en el Norte y
Sur (fig. 2). Uno de ellos, además, incluía tres puntos de origen,
ubicados al Norte (río Llobregat), en el Este (río Júcar) y en el
Sur (Málaga).
¿Qué sugiere esta situación respecto al problema de la doble
vía en la expansión del Neolítico? Ciertamente, la mejor correlación entre escenarios con dos y tres puntos de origen, respecto
a cualquier otra posibilidad es compatible con una doble vía de
entrada del Neolítico a la península Ibérica; aunque, por otra
parte, tampoco cabe descartar que este patrón se originase como
consecuencia de un movimiento tipo leap-frog extraordinariamente rápido, al menos en sus inicios, soportando así la sugerencia de Zilhão (2001).
Aunque parece claro que la combinación de varios puntos
(2 ó 3) de origen, mejora la correlación, ahora situada en torno a
-0.49 en el mejor escenario, quedaba por investigar la influencia
de las decisiones locales. Para ello se diseño un experimento en
el que utilizando el mejor escenario logrado en el experimento
anterior, se variaron sistemáticamente el resto de las variables
(coste de ocupación, un símil de IDD; distancia de salto, productividad agrícola de la parcela). De los más de 10.000 escenarios generados, sólo 28 mejoraban la correlación obtenida en
el experimento anterior. Y de estos, sólo cuatro utilizaban un
algoritmo de dispersión vecino-a-vecino (wave of advance) en
su dispersión.
Asumiendo un inicio simultáneo en tres puntos (norte, centro y sur de la costa mediterránea), las mejores combinaciones
eran aquellas basadas en un movimiento tipo leap-frog, con distancias de salto moderadas en cualquier dirección (entre 25-50
km); un coste demográfico entre moderado y alto (20-100%) y
una preferencia por ocupar parcelas con índices de productividad medios (5 ó 6 sobre 10 como mínimo). Se trata, en buena
medida, de un comportamiento pionero que facilita la colonización de regiones extensas sobre la base de ignorar aquellas con
escaso atractivo agrícola y una tendencia a ocupar celdas desocupadas o con escasa población. Los tres de los mejores escenarios ilustran perfectamente esta situación. Su valor de ajuste
con el registro arqueológico se situaba ahora entre -0.55 y -0.56.
Más allá de las conclusiones sustantivas que puedan derivarse del modelo (v. Bernabeu et al., 2015), lo que me interesa
subrayar a partir de este ejemplo son algunos aspectos clave
de esta metodología. En el discurso que sigue haré mención a
algunos aspectos relativos al modelo implementado por S. Pardo (2015) en su tesis doctoral para investigar la incidencia de
la demografía y la transmisión de la información en el patrón
de variabilidad cultural del primer Neolítico en el Mediterráneo
Occidental.
A estas alturas debe parecer evidente a través de las descripciones anteriores que la modelización no se utiliza para “reconstruir” el pasado, sino para explorarlo, manipulando siste57
[page-n-65]
J. Bernabeu Aubán
Fig. 2. Escenarios virtuales basados en dos o más puntos de origen que mejoran la correlación obtenida
en el experimento anterior (ver fig. 1). De nuevo todos los puntos de origen se encuentran en la fachada
mediterránea ibérica. Los mejores de entre ellos incluyen un movimiento a saltos (leap-frog) sobre parcelas
con valores medios y/o altos de productividad agrícola (ecolog, IDD). Ver texto para más detalle.
máticamente los parámetros considerados “clave” para explicar
el proceso de que se trate de manera que se obtienen diversos
resultados (escenarios) posibles. En consecuencia, la cuestión
importante es cómo comparar los escenarios virtuales con el registro arqueológico. Pero antes de enfrentar esta cuestión deberán resolverse algunos aspectos.
1. El primero es la elección de los indicadores arqueológicos adecuados al problema analizado. En el caso anterior,
parece bastante evidente que la utilización de las coordenadas
geográficas y fechas C14 constituyen indicadores adecuados si
lo que se pretende es medir la dispersión del Neolítico: cuándo
y dónde debería aparecer el primer Neolítico, de acuerdo a
ciertas reglas.
Sin embargo, este aspecto resulta menos evidente si lo que
se pretende es medir la variabilidad de la cultura material. Por
ejemplo, si la hipótesis del Autoestopista expresada por Ackland
es correcta, ¿qué efectos deberíamos esperar sobre el registro
material de las primeras sociedades neolíticas en el Mediterráneo Occidental?, ¿qué indicadores arqueológicos podríamos
utilizar?, y ¿cómo deberíamos medirlos?
La tesis doctoral de S. Pardo trata, justamente, de resolver
estas preguntas. Para ello, partiendo de la base de un modelo
de expansión similar al descrito anteriormente, se diseñó un
modelo basado en agentes que incorporaba varias formas relativas a la transmisión de la información con diferentes tasas
de mutación. De este modo, sobre la base de los postulados de
la teoría evolutiva, pudieron generarse diversos escenarios que
permitían evaluar si la variabilidad observada en los primeros
conjuntos cerámicos en el MW podría o no explicarse mediante tres conjuntos de reglas que gobiernan la transmisión de
58
información, cada uno de ellos combinado con diversas tasas
de mutación y tres clases de movimiento: vecino a vecino; y a
saltos de 120 ó 150 km.
Siguiendo la estela de trabajos recientes (Bernabeu et al.,
en prensa) el autor propone utilizar la decoración cerámica, en
concreto la técnica utilizada para confeccionarla, como posible
indicador. Sobre los cómputos (recuentos) de cada región, se
procedió a calcular un índice de similitud específicamente diseñado para tratar con esta clase de muestras.
Nótese que la unidad de recuento es diferente con respecto a
la utilizada en el primer ejemplo. Ahora la información se agrupa
por regiones con el fin de minimizar algunos de los problemas inherentes al registro arqueológico (vide supra). No se trata sólo de
los problemas relacionados con el tamaño de la muestra, sino que
aspectos como las practicas arqueológicas (prospección, sondeos,
excavaciones en área), o la funcionalidad de los sitios pueden introducir sesgos en la muestra presente en cada sitio.
Además, como se ha señalado en otra parte (Bernabeu et al.,
en prensa), el registro arqueológico suele ser acumulativo. Cada
unidad arqueológica (un nivel, o el relleno de un pequeño silo) es
el resultado de un proceso más o menos prolongado en el tiempo.
Aunque los arqueólogos clasificamos varios de ellos dentro del
mismo período (p.e., Neolítico Antiguo), esto no cambia que cada
uno por separado tenga una duración diferente. Como consecuencia, se producirán variaciones en la cultura material de modo que
resulta difícil esperar que se comporten del mismo modo en lo
que atañe a la representatividad de su cultura material.
Una forma de minimizar el impacto de esta variación consiste en desarrollar estrategias adecuadas si queremos comparar unidades de muestreo distintas. A partir de experiencias
[page-n-66]
Dispersiones humanas y culturales durante la Transición Neolítica: Sistemas Complejos y Prehistoria
previas (Bernabeu et al., en prensa) el autor desarrolla una
estrategia basada en ventanas temporales como forma de reunir las unidades observadas (niveles, silos, etc.) en conjuntos
temporalmente definidos que agrupan períodos de 150 y 300
años, desde el inicio de la secuencia cerámica en cada región.
La estrategia utilizada es acumulativa, de manera que un conjunto que ocupara la primera ventana temporal estaba también
incluido en la segunda.
Lógicamente esta estrategia es mejorable. Una mayor finura sería posible si se dispusiera de mayor precisión en las dataciones y pudieran aplicarse métodos estadísticos apropiados
para decidir la pertenencia de cualquier unidad a una de estas
ventanas temporales. Los métodos basados en aproximaciones
bayesianas pueden ser una forma adecuada de enfocar este problema. Su utilización, además, puede proporcionar una forma
de incluir en el registro (ampliando la muestra disponible) aquellos conjuntos no datados, al estilo de las propuestas realizadas
en otros ámbitos cronológicos (Fernández López de Pablo y
Barton, 2014) y geográficos (Mills et al., 2013).
2. Tiempo Virtual vs. Tiempo Real. Necesitamos también
transformar el tiempo del “ordenador” en tiempo real. En algunos casos, como pone de relieve el ejemplo de la expansión del
Neolítico, este aspecto no tiene que ser explícito, de manera que
no resulta necesario establecer la equivalencia entre pasos de la
simulación (o ciclos) y años reales.
Ahora bien, en el segundo de los ejemplo citados, este aspecto sí debe acometerse con antelación: necesitaremos conocer cuántos años reales representa cada paso del modelo puesto
que la información de salida deberá organizarse en las ventanas
temporales (150 y 300 años) previamente establecidas; es decir,
¿cuántos pasos del modelo representan 150 años? En el modelo
diseñado por S. Pardo (2015), este variaba entre aproximadamente 1 y 3 años por paso dependiendo del tipo de movimiento.
Para llegar a esta conclusión simplemente se dividió el número
medio de pasos que el modelo necesita para llegar a ciertos puntos (yacimientos con dataciones sobre elementos domésticos),
por la media calibrada de la datación obtenida en ese mismo
punto geográfico.
3. Resultados virtuales. También necesitamos una estrategia adecuada para recoger los resultados del modelo. Este aspecto depende, básicamente, de los objetivos que se pretenda
evaluar y de la información disponible, lo que a su vez remite a
la cuestión de qué indicadores arqueológicos son adecuados al
proceso que se desea analizar.
Volviendo al primer ejemplo, el modelo disponía de un
“mundo realista” dividido en parcelas de 5x5 km. La información arqueológica consistía en sitios datados y georreferenciados. En caso de coincidencia de dos sitios en la misma celda,
sólo se conservó la información correspondiente al más antiguo
de ellos. Con esta estructura de información, bastaba con recoger la información virtual correspondiente a cada celda con
valores arqueológicos, ignorando el resto. Esto facilitaba los
cálculos y ahorraba tiempo de computación al limitar la recogida de la información a aquellas parcelas donde disponíamos
información arqueológica.
En otras ocasiones esta estrategia no resulta útil. Así en el
segundo de los casos comentados, se procedió a agrupar los
sitios disponibles por regiones, de manera que la información
recogida consistió en el cómputo medio acumulado de cada
técnica decorativa en cada región de la que se disponía de documentación arqueológica, ignorando el resto, y para cada ventana temporal definida de acuerdo con el número de pasos/años
establecidos.
4. Virtual vs. Real (Arqueológico). Resuelto lo anterior, el
último paso consiste en seleccionar métodos estadísticos que
permitan evaluar el ajuste de los diversos escenarios obtenidos
con la información empírica. En el primer caso expuesto, el
coeficiente de correlación simple de Pearson entre los pasos del
modelo para llegar a cada celda y la media de la datación C14
disponible para esa misma celda era un criterio suficiente. De
este modo, una adecuación perfecta entre cualquier escenario
y la realidad, debería arrojar una correlación negativa perfecta
(r = -1). Cualquier resultado ≥ 0 debería desecharse por
insatisfactorio.
En el segundo caso, la cuestión resultaba más compleja. Más
allá de los detalles (que no corresponde explicar en el presente
texto), el autor disponía de una muestra arqueológica formada
por ciertas regiones caracterizadas cada una de ellas por un índice que medía su distancia cultural (diferencia en la proporción
de técnicas decorativas presentes) a cualquiera de las demás.
Asumiendo que la expansión se produjo desde el S de Italia, tan
sólo había que comparar la distancia “cultural” respecto al S de
Italia entre cada escenario virtual y el arqueológico. De nuevo
se recurrió el coeficiente de correlación simple de Pearson para
proceder a las comparaciones, asumiendo que a mayor correlación positiva mejor ajuste entre el modelo y la realidad. Sus
resultados sugieren algunas cosas interesantes:
- Que la variabilidad de las cerámicas correspondientes al
primer Neolítico puede perfectamente comprenderse, utilizando
criterios de arqueología evolutiva, como consecuencia de una
expansión desde el sur de Italia.
- Que implicaría un proceso de autoestop cultural (copia sin
cambios durante la primera colonización) seguida por procesos
de transmisión de la información basados tanto en la copia aleatoria (Drift) como sesgada (copiando el más común o el más
antiguo, dentro de cierto radio), si bien con ratios de mutación
diferentes en cada caso.
En coincidencia con el modelo de dispersión, los mejores
resultados se obtenían si la dispersión se producía mediante un
movimiento tipo leap-frog, lo que en mi opinión refuerza la coherencia de los resultados de ambos.
En resumen, los nuevos métodos basados en la simulación
(sean estos modelos de agentes, autómatas celulares o redes)
pueden proporcionar herramientas muy útiles a una disciplina
que, como la nuestra, intenta comprender las dinámicas de cambio a largo plazo, aunque no puede observarlas directamente.
Junto con la teoría de complejidad, y la teoría evolutiva, y la
simulación computacional como método, pueden resultar en
una combinación teórico-metodológica valiosa. Sin embargo,
son diversos los retos que deben acometerse para poner a punto
estas herramientas. En las páginas anteriores me he centrado básicamente en uno de ellos: las limitaciones inherentes al registro
arqueológico. Necesariamente debemos comprenderlas y actuar
en consecuencia a fin de evitarlas, minimizarlas y, lo que resulta
más interesante, utilizarlas de forma adecuada a los requisitos
derivados de la simulación computacional.
59
[page-n-67]
J. Bernabeu Aubán
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[page-n-68]
Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 61-73.
Radiocarbono y neolitización en la Península Ibérica
oReto gaRCía PuCHol, agustín díez Castillo y salVadoR PaRdo goRdó
reSumen
En este trabajo hemos llevado a cabo una recopilación de las dataciones radiocarbónicas disponibles para el conjunto de la
Península Ibérica con el objetivo de construir mapas temporales del desarrollo del proceso de neolitización. Hemos representado
de este modo la densidad de las dataciones radiocarbónicas calibradas espacialmente, lo cual permite realizar una lectura
diacrónica sobre las dinámicas poblacionales de los últimos caza-recolectores y los primeros agricultores y ganaderos. La
asunción de partida consiste en considerar el conjunto de las dataciones como una muestra casi aleatoria para indagar sobre la
evolución del poblamiento peninsular. En la bibliografía reciente se han señalado diversos problemas relativos a la variabilidad
de la muestras consideradas, como aquellos que conciernen a la visibilidad diferencial de los distintos sitios arqueológicos
(especialmente aquellos al aire libre), el grado de intensidad de las investigaciones llevadas a cabo según las diferentes áreas,
el tipo de muestra datada, o su contexto arqueológico. En cualquier caso, el creciente número de muestras disponible y también
el incremento de la precisión en la selección de las mismas y en los resultados, permiten albergar expectativas razonables
sobre el interés de explorar este tipo de análisis a escala peninsular, en este caso enfocado a la investigación del proceso de
neolitización.
PalabraS claVe:
Proceso de neolitización, península ibérica, Carbono 14, mapas de densidades de dataciones calibradas.
abSTracT
Radiocarbon and Neolithisation in the Iberian Peninsula. In this work we have carried out a compilation of radiocarbon
dates availables for the entire Iberian Peninsula with the goal to built temporal maps about the neolitisation process. We have
calculated the calibrated radiocarbon dating densities and we have represented them spacially in order to show the population
dynamics of last hunter-gatherers and first farmers. We assume that the ensemble of radiocarbon dates constitutes a random
sample to investigate population dynamics. Some authors point out several problems linked with the variability of samples as
the visibility of the sites, the degree of regional research, the type of material dated, or the archaeological context. Nevertheless
the increasing number of available samples and the improvement in the results allow to consider the interest of this kind of
analysis, in this case focused on to investigate the neolithisation process.
keywordS:
Neolithisation process, Iberian Peninsula, 14C, calibrated radiocarbon dating density maps.
1. INTRODUCCIÓN
Abordamos en este texto un tema recurrente en la bibliografía reciente sobre el Neolítico en la Península Ibérica, la cronología de
su aparición a la luz de las dataciones radiocarbónicas, siguiendo
para ello la estela de las reflexiones planteadas por Bernat Martí
a partir de sus trabajos de excavación en el emblemático yacimiento de Cova de l'Or de Beniarrés (Martí, 1977; Martí et al.,
1980). Su visión general y particular del proceso de neolitización
mantiene toda su vigencia de modo que el denominado “modelo dual” descrito para el territorio valenciano confluye en gran
medida con los modelos de neolitización mixtos comúnmente
aceptados a escala europea. La elaboración del mismo se ha visto enriquecida a través de los nuevos datos arqueológicos y de
forma muy particular gracias a la creciente concreción del marco
cronométrico, a medida que el método avanzaba en precisión paralelamente a la exigencia en la selección de las muestras susceptibles de ser datadas (Bernabeu, 1999; Bernabeu, Barton y Pérez,
2001; Zilhão, 2001; Bernabeu, 2006). En los últimos 15 años se
ha producido a escala de la Península Ibérica un incremento notable en el número de yacimientos conocidos a través de trabajos
de prospección o excavación, tanto en áreas con escasa o nula
información previa (el interior peninsular), como en otras bien
conocidas en la bibliografía (Cataluña, Valle del Ebro, País Valenciano y Portugal). La publicación de fechas radiocarbónicas
ha experimentado también un importante auge, abriendo nuevas
expectativas para explorar la expansión del Neolítico a escala
peninsular. Partiendo de estas premisas nos proponemos actualizar la información disponible sobre las dataciones del Mesolítico
final y el primer Neolítico en la Península Ibérica recientemente
recopiladas (Bernabeu et al., en prensa) haciendo hincapié en
el análisis de la naturaleza de las muestras y su distribución espacial. Centraremos a partir de este momento la discusión en el
significado de esta información para atender a la cuestión sobre
la aparición del Neolítico y su expansión.
61
[page-n-69]
O. García Puchol, A. Díez Castillo y S. Pardo Gordó
2. MATERIAL Y MÉTODOS
La recopilación de dataciones radiocarbónicas llevada a cabo se
nutre de recientes trabajos dirigidos a investigar las dinámicas
socioecológicas en el marco del proceso de neolitización a escala peninsular y del Mediterráneo occidental (Bernabeu et al.,
2014; Bernabeu et al., en prensa; García Puchol et al., en prensa). Varias síntesis publicadas en los últimos años (Juan Cabanilles y Martí, 2002; García Puchol, 2005; Bernabeu, 2006; Rojo
et al., 2012; Fano, Cubas y Wood, 2014), bases de datos regionales (Catalunya C14: http://www.telearchaeology.com/c14/index.htm), además de publicaciones recientes (Aura et al., 2013;
Gibaja et al., 2015; Oms et al., 2014; Cebrià et al., 2014; García
Borja et al., 2012; Martí, 2011; Medved, 2013; Peña Chocarro
et al., 2013; Rojo et al., 2015; Salazar et al., 2013; Vergés et al.,
2008) conforman la base de la misma. En este trabajo analizamos las dataciones radiocarbónicas entre el 8000 y el 5000 BP
(circa 7400 a 4500 cal BC) referidas al conjunto del territorio
peninsular. Un total de 1.276 fechas quedan recogidas en la tabla 1, donde podemos apreciar su repartición territorial según
las principales cuencas hidrográficas y ambientes costeros. Se
refiere también su clasificación atendiendo al material datado de
forma que son visibles las diferencias relativas al peso específico de determinados materiales según regiones. En este punto
advertimos del creciente interés en datar elementos singulares
directamente relacionados con el evento datado, que para el primer neolítico serían los elementos domésticos (Zilhão, 2001;
Bernabeu, 2006). Los problemas planteados por determinados
materiales tales como los moluscos marinos y su inclusión en la
dieta humana debido al denominado efecto reservoir han sido
señalados en diferentes trabajos (Ascough, Cook y Dugmore,
2005). Del mismo modo el denominado efecto de la madera
vieja ha propiciado crecientes críticas al uso del carbón no identificado tal y como ha quedado demostrado en varios ejemplos
publicados (Bernabeu, Barton y Pérez, 2001; Bernabeu et al.,
2006; Rojo et al., 2006). También conviene referir los problemas relativos a las muestras óseas y la utilización o no de métodos específicos de ultrafiltración para el control de la calidad del
colágeno (Bonsall et al., 2015; Wood, 2015). Y todo ello unido a
la información contextual sobre la procedencia de las muestras,
no siempre bien especificada, lo cual añade incertidumbre sobre
su relación con el evento que se quiere datar (Wood, 2015).
Un uso habitual del conjunto de dataciones disponibles en
una determinada área, con la aplicación de filtros más o menos
restrictivos, es el de la representación de la suma de las probabilidades de las dataciones calibradas y su lectura diacrónica más
o menos extensa desde la perspectiva de un indicador demográfico relativo (Gamble et al., 2005; Shennan, 2013; Shennan
et al., 2013; Bernabeu et al., 2014; Bernabeu et al., en prensa;
Timpson et al., 2014). La validez del método estaría basada en
la asunción de que la utilización de un gran número de muestras
equilibraría los efectos de los errores en las mismas. Resulta
habitual la aplicación de diversos filtros para evitar algunos de
estos posibles efectos perversos como la eliminación de muestras con desviaciones estándar elevadas (Williams, 2012), o el
cálculo de la media de las dataciones procedentes de un mismo
yacimiento y nivel para evitar sobre-representaciones de una
misma procedencia (Shennan et al., 2013). No vamos a discutir
ahora los resultados del uso de este método como una herramienta más para explorar determinadas cuestiones, y su validez,
siempre y cuando se apliquen determinados criterios restrictivos
en la selección de las muestras tal y como hemos mostrado en
otros trabajos (Bernabeu et al., 2014; Bernabeu et al., en prensa).
Nuestro interés reside en cartografiar el poblamiento de los últi-
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Dataciones seleccionadas
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4
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117,5
135
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62
Portugal
Bajo Guadiana /
Guadalquivir
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Sur mediterráneo
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Este/sureste
149
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Este
60
17
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0
8
1
3
10
8
0
1
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Alto/medio Tajo
195
34
79
3
95
10
20
15
14
0
0
3
Galicia
173
61
92
6
46
14
18
23
16
0
1
5
Cantabrico
Alto/medio Guadiana /
Guadalquivir
Dataciones
Yacimientos
Carbón
Carbon vida corta
Hueso total
Domésticos
Humanos
Semilla/fruto total
Cereal
Malacofauna
Otros
Indeterminado
Alto/medio Duero
Alto/medio Ebro
1275
347
545
18
414
79
154
131
95
112
22
33
Iberia
Noreste
Tabla 1. Relación de dataciones radiocarbónicas de la Península Ibérica (entre 8000 y 5000 bp) según la naturaleza de la muestra y su
localización atendiendo a las regiones consideradas. Queda reflejado también el número de dataciones utilizadas para la construcción
de los mapas, el número de yacimientos con dataciones en las diferentes regiones y la media de la desviación estándar de las mismas.
[page-n-70]
Radiocarbono y neolitización en la Península Ibérica
mos caza-recolectores y los primeros agricultores y ganaderos.
Para ello vamos a utilizar igualmente las dataciones radiocarbónicas con el objetivo de ilustrar espacialmente la densidad de
las probabilidades calibradas de las mismas a modo también de
un indicador demográfico relativo. Admitiendo la incertidumbre introducida por estos métodos para evaluar el poblamiento
humano (Combré and Robinson, 2014) coincidimos con otros
autores en que se trata de una herramienta útil para al menos
observar determinadas tendencias generales, que en cualquier
caso requerirán del contraste con otros datos arqueológicos de
carácter general y regional. Partiendo de estas premisas hemos
aplicado filtros similares con el fin de incrementar la fiabilidad
de la muestra y siempre teniendo en cuenta que su tamaño, al
considerar el conjunto de Iberia, disminuye los efectos negativos derivados de su naturaleza y procedencia. Un primer filtro
ha consistido en no considerar las muestras sobre malacofauna
y huesos humanos afectados por el efecto reservoir. El segundo
filtro practicado ha sido descartar las muestras con una desviación estándar (SD) superior a 150.
A partir de este conjunto de fechas se ha realizado una serie de cálculos con el programa R (R Core Team, 2014) que
comienzan con la calibración de cada una de las fechas con la
librería Bchron (Parnell, 2014) y la curva de calibración Intcal
2013 (Reimer et al., 2013), lo que nos proporciona las probabilidades por año calendárico. A continuación sumamos las probabilidades de cada fecha en rangos de 200 años (comenzando por
el rango 7800-7601 cal BC) añadiendo los resultados a la tabla
original como una nueva variable. Esta nueva variable se agrupa
por yacimientos y se suman las probabilidades para cada uno
de ellos. Con el fin de obtener datos similares por intervalos, la
suma obtenida en cada uno de los yacimientos en un rango de
fechas determinado se normaliza a la unidad (Wickman, 2014).
Los datos así obtenidos se interpolan mediante un kernel isotrópico gausiano suavizado (Badeley y Turner, 2005) con una distancia aproximada de 50 km. Finalmente para la realización de
cada mapa se rasteriza el resultado de la interpolación (Hijmans,
2015) y para su presentación se representa el resultado con el
paquete rasterVis (Perpinan y Hijmans, 2014).
El resultado permite representar la densidad de las dataciones radiocarbónicas espacialmente, lo que nos ha servido de
base para realizar una lectura diacrónica sobre las dinámicas
espaciales de los últimos caza-recolectores y los primeros agricultores y ganaderos. Asumiremos pues que el conjunto de las
dataciones puede ser considerado como una muestra casi aleatoria para indagar sobre la evolución del poblamiento peninsular. Esta asunción no está exenta de problemas, ya señalados
por distintos autores, como aquellos relativos a la visibilidad
diferencial de los diferentes sitios arqueológicos (especialmente
aquellos al aire libre), el grado de intensidad de las investigaciones llevadas a cabo según las distintas áreas, el tipo de muestra
datado, o su contexto arqueológico (Combré y Robinson, 2014;
Wood, 2015). No obstante, el creciente número de muestras, su
dispersión espacial al amparo de numerosas síntesis publicadas
en los últimos años, y también el incremento de la precisión en
la selección de las mismas y en los resultados, permiten albergar
expectativas razonables sobre el interés de explorar este tipo de
análisis a escala peninsular, en este caso enfocado a la investigación del proceso de neolitización.
Con el fin de abordar de forma directa la discusión sobre
la llegada de los domésticos a Iberia hemos implementado una
serie de mapas donde únicamente representamos las dataciones
sobre domésticos (tabla 2), en un caso teniendo en cuenta todas
las identificaciones referidas a animales y cereales, en otro considerando solo las fechas sobre cereales. El método seguido ha
sido el mismo, sumar las densidades de las dataciones calibradas por yacimiento normalizándolas a 1 y aplicando un kernel
de distancia de 50 km. Estos últimos mapas aportan datos de
particular interés sobre el objeto de este trabajo, dado que sobre
este tipo de muestras podemos centrar con mayores garantías el
foco del debate sobre el tiempo de la neolitización.
Tabla 2. Dataciones radiocarbónicas sobre domésticos (cereales, ovicápridos y bóvidos) en el marco de la Península Ibérica consideradas
en el presente trabajo.
Yacimiento
Ref. lab.
Caldeirão
Caldeirão
Carigüela
Costamar
Cova d'en Pardo
Los Cascajos
Los Cascajos
Arenaza
Carrascal
Cova de la Sarsa
Cova de la Sarsa
Mas d'Is
Mas d'Is
Carrascal
Cova d'en Pardo
Cova d'en Pardo
Cueva de Nerja
Cueva de Nerja
Cueva de Nerja
Cueva de Nerja
Cueva de Nerja
Cueva de Nerja
Cueva de Nerja
Cueva de Nerja
OxA1036
OxA1037
Col1565
OxA23578
Beta231876
Ua17793
Ua17995
OxA7157
Beta276401
OxA236022
OxA236025
Beta331018
Beta331019
Beta296582
Beta231877
Beta231879
OxA26079
OxA26080
OxA26081
OxA26082
OxA26083
OxA26084
OxA26085
OxA26086
Data BP
5870
5970
6749
5995
5790
5720
6125
6040
6280
6389
6399
6030
6140
6200
6240
6610
6207
6196
6219
6214
6252
6254
6342
6466
SD Material
Especie
Referencia
80
120
39
38
40
90
80
75
40
33
35
30
30
40
40
40
32
31
33
35
33
33
37
33
Bos
Bos
Bos
Bos
Bos
Bos
Bos
Bos Taurus
Bos Taurus
Bos Taurus
Bos Taurus
Bos Taurus
Bos Taurus
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Medved 2013
Flors et al. 2012
Rojo et al. 2012
García Martínez de Lagrán 2012
García Gazólaz et al. 2011
Fano et al. 2014
Cardoso 2011
García Borja et al. 2012a
García Borja et al. 2012a
Bernabeu et al. 2014
Bernabeu et al. 2014
Cardoso 2011
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Aura et al. 2013
Aura et al. 2013
Aura et al. 2013
Aura et al. 2013
Aura et al. 2013
Aura et al. 2013
Aura et al. 2013
Aura et al. 2013
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
63
[page-n-71]
O. García Puchol, A. Díez Castillo y S. Pardo Gordó
Tabla 2 (cont.).
Yacimiento
Ref. lab.
Hostal Guadalupe
La Draga
La Draga
La Revilla del Campo
La Revilla del Campo
La Revilla del Campo
Roca Chica
Vale Boi
Vale Boi
Reina Amàlia
Abric de la Falguera
Caldeirão
Caldeirão
Carigüela
Carigüela
Carigüela
Casa Montero
Chaves
Chaves
Cova de l'Or
Cova de la Sarsa
Cova de la Sarsa
Cova de les Cendres
Cova de les Cendres
Cova Fosca Vall d'Ebo
El Barranquet
La Paleta
Les Guixeres
Les Guixeres
Peña Larga
Roca Chica
Ventana
Vinya d'en Pau
Carigüela
Carigüela
Carigüela
Can Fiulà
Can Roqueta
Codella
Cova Bonica
Cova de l'Or
Cova del Frare
Cova del Toll
Cova del Toll
Cova del Vidre
Cova del Vidre
Cueva de Nerja
Cueva Font Major
El Tonto
Cueva de Nerja
Cueva de Nerja
Cueva de Nerja
Peña Larga
Can Sadurní
Costamar
Cova de l'Or
Cova de l'Or
Cova de l'Or
Cova de l'Or
Cova de l'Or
Cova de l'Or
Cova de les Cendres
Cova de les Cendres
Cova de les Cendres
Cova dels Trocs
Cova dels Trocs
Cueva de los Murciélagos
Cueva de los Murciélagos
Cueva de los Murciélagos
Cueva de los Murciélagos
Cueva de los Murciélagos
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CR1
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GrN6639
OxA15646
OxA15647
OxA15648
64
Data BP
6249
6270
6170
6156
6177
6355
6234
6042
6036
5750
5655
6230
6330
6350
6316
6225
6200
6580
6470
6475
6420
6506
6280
6510
6413
6510
5850
6655
6458
6720
6234
6350
6410
5611
6950
6482
6260
6400
5720
6158
5630
6170
6425
6390
6181
6248
6590
6310
6230
6300
5998
6149
5720
6405
5965
6290
6340
6200
6265
6275
6310
6340
5980
6490
6070
6080
6150
6025
6184
6192
6199
SD Material
Especie
Referencia
30
40
40
33
31
30
30
34
39
40
54
80
80
32
39
39
40
35
25
25
32
32
80
40
33
50
40
45
38
40
30
40
40
31
40
39
40
50
60
32
30
40
35
34
35
33
40
40
30
40
31
31
40
50
25
40
40
40
75
70
70
70
100
90
40
40
45
45
35
35
36
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovicaprino
Ovis aries
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis
Ovis/Capra
Ovis/Capra
Ovis/Capra
Ovis aries
Ovis aries
Ovis aries
Ovis aries
Ovis aries
Ovis aries
Ovis aries
Ovis aries
Ovis aries
Ovis aries
Ovis aries
Ovis aries
Ovis aries
Ovis/Capra
Ovis/Capra
Ovis/Capra
Ovis/Capra
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cortés et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Cortés et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
González 2009
García Puchol et al. 2009
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Medved 2013
Medved 2013
Medved 2013
Díaz del Río y Consuegra 2011
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Martí 2011
García Borja et al. 2012a
García Borja et al. 2012a
Bernabeu y Molina 2009
Bernabeu y Molina 2009
García Borja et al. 2012b
Rojo et al. 2012
Jiménez Guijarro 2008
Oms et al. 2014
Oms et al. 2014
Rojo et al. 2012
Cortés et al. 2012
Jiménez Guijarro 2008
Oms et al. 2014
Mednev 2013
Mednev 2013
Mednev 2013
Oms et al. 2014
Cebrià et al. 2014
Catalunya C14
Oms et al. 2014
Pérez Jordà 2013
Oms et al. 2014
Oms et al. 2014
Oms et al. 2014
Oms et al. 2014
Oms et al. 2014
Aura et al. 2013
Oms et al. 2014
Pardo Gordó 2015
García Borja et al. 2014
García Borja et al. 2014
García Borja et al. 2014
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Martí 2011
Martí 2011
Martí 2011
Martí 2011
Martí 2011
Martí 2011
Bernabeu y Molina 2009
Bernabeu y Molina 2009
Bernabeu y Molina 2009
Rojo et al. 2015
Rojo et al. 2015
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Peña Chocarro et al. 2013
Peña Chocarro et al. 2013
Peña Chocarro et al. 2013
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
[page-n-72]
Radiocarbono y neolitización en la Península Ibérica
Tabla 2 (cont.).
Yacimiento
Ref. lab.
Cueva de los Murciélagos
El Mirón
Hostal Guadalupe
Hostal Guadalupe
La Draga
La Draga
La Draga
La Draga
La Draga
La Draga
La Revilla del Campo
La Revilla del Campo
La Revilla del Campo
La Revilla del Campo
La Revilla del Campo
La Revilla del Campo
Los Cascajos
Los Castillejos
Los Castillejos
Los Castillejos
Los Castillejos
Los Castillejos
Los Castillejos
Los Castillejos
Los Castillejos
Los Castillejos
Los Castillejos
Los Castillejos
Los Castillejos
Los Castillejos
Los Castillejos
Mas d'Is
Mas d'Is
Mas d'Is
Roca Chica
Roca Chica
El Cavet
El Cavet
La Paleta
Cueva de los Mármoles
Cueva de Nerja
Mas d'Is
Cueva de los Murciélagos
Cueva de los Murciélagos
Cueva del Toro
Cova dels Trocs
Cova dels Trocs
Cova dels Trocs
Cova dels Trocs
Can Sadurní
Can Sadurní
Can Sadurní
El Mirador
Abric de la Falguera
La Lámpara
Cova Colomera
Cova Colomera
Cueva de los Mármoles
Cueva de los Mármoles
Cueva de los Mármoles
Cueva de los Mármoles
Cueva de los Murciélagos
Cueva de los Murciélagos
Cueva de los Murciélagos
Cueva del Toro
El Mirador
El Mirador
El Mirador
El Mirador
Cova de Sant Llorenç
OxA15649
GX309010
Ua34136
Wk25168
OxA20231
Oxa20232
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Ua36203
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Ua36209
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Ua36213
Ua36214
Ua36215
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Beta171908
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Wk25172
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Beta223092
Wk25171
Beta284147
Beta162092
Beta316509
OxA15650
Beta341131
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Beta316513
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Beta316515
OxA15488
OxA15489
OxA15491
Beta208134
Beta142289
UtC13346
Beta240551
OxA23634
Beta313470
Beta313471
Beta313472
Beta313473
Beta313475
Beta313476
Beta313477
Beta341132
Beta208133
Beta197384
Beta208132
Beta220914
Beta299597
Data BP
6056
5550
6190
6197
6163
6121
6179
6127
6143
6010
6250
6240
6250
6313
6120
6210
6250
6115
6120
6085
6100
6240
6120
6260
6310
6090
6155
6065
6095
6130
6140
6600
5550
5590
6265
6185
6449
6536
6660
6198
6050
6600
6200
6170
6110
5590
5580
6050
5590
6421
6391
6375
6300
6510
6280
6150
6170
6100
6250
6180
6180
5920
6110
6140
6150
6110
6070
6090
6080
6160
SD Material
Especie
Referencia
35
40
50
35
31
33
33
33
33
70
50
50
50
48
60
60
50
40
40
45
45
45
40
45
45
40
45
50
45
50
45
50
40
40
60
30
40
36
60
31
40
50
40
37
30
40
40
40
40
34
34
34
50
80
50
40
30
40
40
40
30
40
40
40
30
40
50
40
40
40
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal (Tritic.)
Cereal (Tritic.)
Cerealia sp.
Hordeum
Hordeum
Hordeum
Hord. vulgare
Hord. vulgare
Hord. vulgare
Cereal
Cereal
Cereal
Cereal
T. dicoccum
T. dicoccum
T. dicoccum
T. dicoccum
T. monococcum
T. monococcum
T. aest./durum
T. aest./durum
T. aest./durum
T. aest./durum
T. aest./durum
T. aest./durum
T. aest./durum
T. aest./durum
T. aest./durum
T. aest./durum
T. aest./durum
Triticum
Triticum
Triticum
Tritucum
Peña Chocarro et al. 2013
Rojo et al. 2012
Cortés et al. 2012
Cortés et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
García Gazólaz et al. 2011
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Bernabeu et al. 2014
Bernabeu et al. 2014
Bernabeu et al. 2014
Cortés et al. 2012
Cortés et al. 2012
Oms et al. 2014
Oms et al. 2014
Jiménez Guijarro 2008
Rojo et al. 2012
Aura et al. 2013
Bernabeu et al. 2014
Peña Chocarro et al. 2013
Peña Chocarro et al. 2013
Peña Chocarro et al. 2013
Rojo et al. 2015
Rojo et al. 2015
Rojo et al. 2015
Rojo et al. 2015
Cebrià et al. 2014
Cebrià et al. 2014
Cebrià et al. 2014
Vergés et al. 2008
García Puchol et al. 2009
Rojo et al. 2012
Rojo et al. 2012
Oms et al. 2014
Peña Chocarro et al. 2013
Peña Chocarro et al. 2013
Peña Chocarro et al. 2013
Peña Chocarro et al. 2013
Peña Chocarro et al. 2013
Peña Chocarro et al. 2013
Peña Chocarro et al. 2013
Peña Chocarro et al. 2013
Vergés et al. 2008
Vergés et al. 2008
Vergés et al. 2008
Vergés et al. 2008
Oms et al. 2014
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/Fruto
Semilla/Fruto
Semilla/Fruto
Semilla/Fruto
Semilla/Fruto
Semilla/Fruto
Semilla/Fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
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Semilla/fruto
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Semilla/Fruto
Semilla/Fruto
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Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
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Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
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Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
Semilla/fruto
65
[page-n-73]
O. García Puchol, A. Díez Castillo y S. Pardo Gordó
3. RESULTADOS
La tabla 1 ofrece la información general sobre la compilación
radiocarbónica realizada atendiendo al conjunto de la muestra y
a su clasificación según las regiones aquí consideradas. Podemos observar la composición de la misma y su variabilidad en
los diferentes territorios. El carbón no identificado constituye el
material más datado seguido de cerca por el material óseo. Los
elementos domésticos suponen una cifra discreta, principalmente referidos a cereales, pero también a animales domésticos. A
este respecto conviene advertir de diferencias significativas entre regiones de modo que determinados territorios cuentan con
una muestra muy reducida o nula para el período considerado.
En el extremo encontramos a Galicia y el Bajo Guadiana/Guadalquivir, donde ningún elemento doméstico queda recogido en
la tabla. El área cantábrica (Asturias, Cantabria y el País Vasco occidental) apenas cuenta con 2 muestras (una sobre cereal
y otra sobre bovino), 4 muestras domésticas corresponden al
área comprendida entre el Alto/Medio Tajo, 4 también referidas
al este peninsular (área entre el sur del Ebro y el norte del río
Júcar), y apenas 9 al amplio territorio de Portugal (todas ellas
sobre animales). La concentración de dataciones sobre domésticos se sitúa en el área mediterránea, desde el norte al sureste,
y el corredor del Ebro. Las dataciones sobre malacofauna son
poco comunes con la excepción de Portugal donde su número
es significativo. Una vez aplicados los filtros referidos (eliminar
todas aquellas dataciones superiores a 150 de desviación estándar además de todas las efectuadas sobre conchas marinas) el
total de muestras contemplado en el análisis asciende a 834 procedentes de 239 yacimientos. La distribución por yacimientos
a
7200−7000 BC
b
7000−6800 BC
1.0
42
es totalmente irregular y varía desde yacimientos con más de
30 dataciones (La Revilla o Cueva de Nerja) hasta los 119 que
poseen una única datación. Se podrían haber empleado otras estrategias como agrupar los yacimientos por cuadrículas de una
dimensión determinada pero nosotros hemos preferido utilizar
el yacimiento como unidad de análisis. El número de dataciones ahora se reduce sensiblemente en algunas áreas (Galicia,
Bajo Guadiana/Guadalquivir), y en algún caso se concentran en
muy pocos yacimientos (Alto/Medio Guadiana/Guadalquivir:
4). Hemos anotado también en la tabla la media de la desviación estándar (SD) del conjunto de la muestra utilizada para la
construcción de los mapas, y también por regiones, de modo
que observamos cómo en general ofrecen una desviación media
aceptable para este tipo de análisis (Williams, 2012).
Tal como explicábamos en el apartado anterior, hemos utilizado el conjunto de dataciones seleccionadas para construir mapas
sobre el poblamiento de la Península Ibérica en el marco temporal
considerado. A través de estos mapas trataremos de explorar las
dinámicas de ocupación del territorio desde una amplia perspectiva diacrónica que engloba los prolegómenos de la neolitización y
la introducción y expansión de la economía de producción.
La figura 1 refleja los mapas resultado de la interpolación de
la densidad de dataciones en intervalos de 200 años de duración
desde el 7400 al 4200 cal BC. En esta primera representación
se han incluido dataciones de vida larga y corta, agregados o
singulares, entendiendo que ciertos “outliers” pueden detectarse
precisamente en base a las variables temporal y espacial representadas. Advertiremos también cómo la lectura de los mapas
inicial y final debe hacerse con cautela dados los límites establecidos en la selección de las dataciones (entre 8000 y 5500 bp).
5600−5400 BC
5400−5200 BC
1.0
42
40
40
38
38
36
0.8
6800−6600 BC
36
6600−6400 BC
0.8
5200−5000 BC
5000−4800 BC
0.6
6400−6200 BC
0.6
6200−6000 BC
42
4800−4600 BC
0.4
4600−4400 BC
42
40
38
0.4
40
38
36
36
6000−5800 BC
5800−5600 BC
0.2
4400−4200 BC
4200−4000 BC
0.0
−8 −6 −4 −2
0
2
0.2
0.0
−8 −6 −4 −2
0
2
Fig. 1. Mapas resultado de la interpolación de la densidad de dataciones en intervalos de 200 años de duración desde el 7400 al 4200 cal
BC en la Península Ibérica.
66
[page-n-74]
Radiocarbono y neolitización en la Península Ibérica
Una primera inspección de la figura advierte del crecimiento general en el número de yacimientos datados a medida que avanzamos en el tiempo con alguna matización (un ligero descenso
en torno al 4800-4600 cal BC). Un segundo aspecto a remarcar
sería la imagen de una repartición más amplia de los yacimientos a partir del intervalo 5800-5600 cal BC.
Si nos centramos en los mapas iniciales (fig. 1a), que se corresponden con yacimientos mesolíticos (desde el final del Mesolítico con muescas y denticulados al desarrollo del Mesolítico
geométrico, incluyendo el desarrollo del Asturiense), debemos
señalar la concentración de los sitios datados en el área articulada
por la fachada mediterránea, el corredor del Ebro y la región cantábrica. Portugal cuenta también con una concentración de sitios
datados en torno a la desembocadura del Tajo. Del mismo modo,
tal como se ha señalado de forma reiterada en la bibliografía,
grandes espacios como el interior peninsular no disponen de esta
clase de información (Juan Cabanilles y Martí, 2002). No podemos despreciar el sesgo de la misma determinado por la escasez
de proyectos de investigación dirigidos a estudiar estas dinámicas
poblacionales en determinados territorios, si bien es cierto que
el incremento de intervenciones de urgencia de los últimos años
(prospecciones y excavaciones) no parece haber aportado en general grandes novedades al respecto. Un ligero cambio se aprecia
a partir del intervalo 5800-5600 cal BC cuando las dataciones
empiezan a avanzar hacia el interior peninsular y de forma más
marcada en el intervalo 5600-5400 cal BC, momento en que es
evidente el incremento en la densidad de dataciones especialmente en la costa mediterránea. A partir de este punto la densidad
de las mismas aumenta igualmente hacia el interior y el sur peninsular (particularmente en el núcleo malagueño). Este interva6000−5800 BC
lo ya concentra un gran número de yacimientos neolíticos en la
fachada mediterránea. Una dinámica similar se mantiene hasta el
intervalo 5200-5000 cal BC. La tendencia se invierte ligeramente
en el intervalo 4800-4600 cal BC, cuando el número de sitios
arqueológicos con fechas disminuye en general, apreciándose la
recuperación ya en el intervalo 4600-4400 cal BC.
Tal como apuntábamos en el apartado anterior, con el fin
de añadir datos directos a la discusión sobre la neolitización
en Iberia hemos procedido a construir mapas de densidades
de dataciones teniendo en cuenta exclusivamente la representación de las muestras sobre domésticos (fig. 2). En esta figura
se representa la densidad de todos los domésticos incluidos cereales y animales. En el primer mapa (6000-5800 cal BC) aparece representado de forma aislada el yacimiento de Carigüela
en el sur peninsular. El segundo mapa (5800-5600 cal BC)
ofrece una serie de puntos aislados hacia el interior y el centro
peninsular y la concentración de dataciones en tres áreas (Catalunya, comarcas centro-meridionales valencianas y costa de
Málaga). El tercer mapa (5600-5400 cal BC) advierte de un
ligero aumento en la densidad de dataciones sobre domésticos
en algunas de las áreas anteriores así como la inclusión del
territorio portugués. El siguiente mapa (5400-5200 cal BC) ve
incrementarse de forma significativa el número de yacimientos
con dataciones de domésticos en buena parte del territorio, con
vacíos destacados en el noroeste peninsular y gran parte de
la cornisa cantábrica. Este vacío se mantiene en los siguientes mapas aquí representados, y también resulta visible en los
mapas que reflejan todos los yacimientos datados (fig. 1b). En
cambio, obtenemos una imagen distinta si tenemos en cuenta en exclusiva las dataciones sobre cereales (fig. 3). La dis-
5800−5600 BC
6000−5800 BC
5
42°N
5800−5600 BC
42°N
3.0
40°N
40°N
38°N
38°N
2.5
4
36°N
36°N
5600−5400 BC
5600−5400 BC
5400−5200 BC
5400−5200 BC
2.0
Latitude
Latitude
3
1.5
2
1.0
5200−5000 BC
5200−5000 BC
5000−4800 BC
1
42°N
5000−4800 BC
42°N
0.5
40°N
40°N
38°N
38°N
14
7
1
36°N
0
8°W 6°W 4°W 2°W 0° 2°E
Fig. 2. Mapas resultado deLongitude
la interpolación de la densidad de
dataciones calibradas en intervalos de 200 años de duración
teniendo en cuenta las dataciones sobre el conjunto de domésticos.
14
7
1
36°N
0.0
8°W 6°W 4°W 2°W 0° 2°E
Longitude
Fig. 3. Mapas resultado de la interpolación de la densidad de
dataciones calibradas en intervalos de 200 años de duración
atendiendo a las dataciones sobre cereales.
67
[page-n-75]
O. García Puchol, A. Díez Castillo y S. Pardo Gordó
tribución de cereales observa una concentración inicial en la
zona mediterránea centrada en el área catalana y las comarcas
centro-meridionales valencianas a partir del intervalo 58005600 cal BC y sobre todo a partir del siguiente (5600-5400
cal BC). En ambos mapas aparece un punto aislado referido
al yacimiento interior de La Paleta (provincia de Toledo) cuya
datación se ha realizado sobre restos de cereales (Jiménez
Guijarro, 2008). En el siguiente intervalo (5400-5200 cal BC)
observamos un crecimiento en la densidad de estas áreas y la
incorporación de nuevas tanto en el interior peninsular como
en el sur de la península. Sin embargo, y a diferencia de lo observado en los mapas que incluyen a los animales clasificados
como domésticos, la progresión hacia el Cantábrico y la costa
atlántica resulta ahora menos pronunciada.
En definitiva podemos observar a través de los mapas construidos que el mapa radiocarbónico actual ha incrementado su
resolución gracias a la apuesta creciente por la exigencia en la
calidad de las muestras seleccionadas, aspecto que permite la
lectura de ciertas tendencias desde una perspectiva diacrónica.
En cualquier caso conviene insistir en la necesidad de avanzar
en este aspecto dada la desigualdad detectada cuando descendemos al detalle temporal y espacial.
4. DISCUSIÓN
Nuestro objetivo en este trabajo ha consistido en abordar el
proceso de neolitización teniendo en cuenta la información
proporcionada por el marco radiométrico actual. El punto de
partida lo ha proporcionado un trabajo clave publicado por Juan
Cabanilles y el homenajeado Bernat Martí (2002) en el cual se
elaboró una cartografía de la neolitización en base a los contextos arqueológicos disponibles y también las fechas publicadas
hasta ese momento.
En los mapas aquí recreados hemos considerado igualmente
los prolegómenos del proceso que incluyen un amplio abanico
temporal desde el final del Complejo de Muescas y Denticulados y el Mesolítico Geométrico. Centrándonos en el análisis
de los mismos nos detendremos en aquellos aspectos más relevantes. De un lado advertimos un incremento paulatino en el
número de yacimientos datados a partir del 7000 cal BC hasta
el intervalo 6000-5800 cal BC. La repartición de los yacimientos sigue unas pautas similares alrededor de las regiones costeras mediterráneas, particularmente desde el sur del Ebro hasta
la costa malagueña, la costa cantábrica, desde Asturias al País
Vasco, la costa atlántica portuguesa alrededor de los estuarios
de los principales ríos, y el corredor del río Ebro. Esta distribución general se mantiene hasta el intervalo 5800-5600 cal BC,
momento que muestra un cambio en la tendencia que implica
una ligera disminución en el número de yacimientos datados
seguido de un aumento notable en la densidad de sitios datados
en el siguiente intervalo (5600-5400 cal BC). La inflexión descrita resulta particularmente llamativa puesto que coincide con
el momento en el que aparecen las primeras especies domésticas
en el registro arqueológico peninsular. En cualquier caso el análisis exhaustivo de este punto requiere de zooms microrregionales que aporten el detalle de los desarrollos regionales. Este
aspecto ha sido desarrollado en trabajos recientes (Bernabeu et
al., 2014; Bernabeu et al., en prensa) haciendo hincapié en el
este peninsular.
68
Si nos centramos en los prolegómenos de la neolitización,
diversos trabajos han explorado las dinámicas poblacionales de
los últimos caza-recolectores poniendo el énfasis en su relación
con las fluctuaciones climáticas (Cortés et al, 2012; González
et al., 2009; Fernández y Gómez, 2009). En particular los efectos del evento 8.2 ka cal BP, reconocido a escala global como
una fluctuación corta que supone una disminución brusca de la
temperatura y humedad (Frigola et al., 2007), se ha relacionado
con ciertos reajustes del poblamiento mesolítico en el valle del
Ebro, Bajo Aragón y Maestrat (González et al., 2009; Fernández y Gómez, 2009). En cambio, la información que dibujan los
mapas no parece reflejar diferencias significativas en cuanto a
la repartición de los yacimientos en el intervalo afectado (62006000 cal BC). Ahondando en este punto, hemos insistido en
otros trabajos (Bernabeu et al., 2014) sobre la necesidad de contar con una información regional y microrregional más precisa
a la hora de valorar adecuadamente todos los parámetros afectados (arqueológicos y medioambientales) dado que los datos
actuales no parecen concluyentes. Otros autores (Cortés et al.,
2012) refieren una relación causa/efecto climática en relación
con la reconfiguración del poblamiento del mesolítico final en
el área andaluza justo unos siglos después, momento en que se
detectan ciertos patrones de cambio en diferentes indicadores
climáticos (sondeo Alborán) que podrían afectar a la disponibilidad de determinados recursos, principalmente marinos. El
mismo problema en cuanto a la valoración del registro arqueológico disponible puede aducirse, dada la precaria definición
actual del poblamiento del mesolítico final en Andalucía. No
obstante, resulta obvio que estas fluctuaciones climáticas pudieron tener su trascendencia y en cualquier caso abogamos por
una mayor definición a la hora de concretar sus efectos directos.
En el detalle de los mapas sí podemos advertir ciertas inflexiones que resultan de interés y que han sido señaladas en
otros trabajos que abordan el registro regional. Algunos aspectos deben además ser explorados con mayor nitidez atendiendo
a estos datos, y teniendo en cuenta que los mapas incorporan
cierto ruido principalmente relacionado con la naturaleza de las
muestras datadas. A este respecto dos áreas han sido señaladas
de forma repetida en relación con el poblamiento del Mesolítico final. De un lado Cataluña y la ausencia de un registro que
pueda vincularse claramente con el Mesolítico Geométrico en
alguna de sus dos fases reconocidas. En los mapas vemos una
débil densidad en los intervalos entre 6600 y el 5800 cal BC que
corroboraría la ausencia de poblamiento a partir de la información actual. De otro lado el área de los valles del Serpis, en las
comarcas centro-meridionales valencianas, donde vemos que se
confirmaría la inflexión aducida sobre la práctica ausencia de
fase B (Cocina II) visible en el intervalo 6000-5800 cal BC.
A partir del 5800 y sobre todo del 5600 cal BC, los mapas
reflejan un cambio de tendencia que marca la llegada del Neolítico y que sobre todo implicaría el aumento de la densidad
de sitios datados en el área litoral mediterránea y la expansión
hacia el interior peninsular. Este aspecto resulta especialmente
relevante por cuanto es indicativa de la aparición y rápida expansión del neolítico.
La combinación de la lectura diacrónica de estos mapas con
los confeccionados a partir de todas las fechas sobre domésticos (fig. 2), y exclusivamente con los cereales (fig. 3), permite ahondar en la lectura del proceso entrando de lleno en el
[page-n-76]
Radiocarbono y neolitización en la Península Ibérica
debate actual (Alday, 2009; Bernabeu et al., 2009; Bernabeu y
Martí, 2014; Cruz Berrocal, 2012; Díaz del Río, 2011; García
Borja et al., 2010; García Puchol et al., 2009; Rojo, Garrido y
García-Martínez de Lagrán, 2012; Zilhão, 2001 y 2011). De este
modo, la evolución de las dinámicas socioecológicas muestra
unas pautas indicativas de un poblamiento continuado, y con
variaciones locales, durante el Mesolítico final, principalmente
focalizado en las áreas litorales (costa cantábrica, mediterránea,
el núcleo de la desembocadura del Tajo y el corredor del Ebro).
En el intervalo 6000-5800 cal BC se advierte cierto repliegue
(que habría que analizar a partir de una mayor resolución de
los datos) en algunas áreas costeras mediterráneas. Coincide
este repliegue con la primera datación sobre doméstico, en este
caso en la costa sur de la Península Ibérica. Corresponde a la
datación de Carigüela en Granada (Medved, 2013) sobre Ovis/
Capra, la cual genera un punto aislado cuya significación habrá
que discutir con más datos y sobre todo atendiendo a ciertos problemas señalados para las dataciones sobre hueso, tanto cuestiones técnicas (empleo de técnicas de medición de la calidad del
colágeno y depuración del mismo [Wood, 2014]), taxonómicas
(problemas derivados de la identificación de las especies animales domésticas), e incluso arqueológicas (clarificación de la
secuencia y contexto arqueológico de Carigüela). El siguiente
mapa observa en cambio más puntos (algunos litorales, desde
Cataluña al País Valenciano) junto a otros aislados en territorios
interiores siguiendo el valle del Ebro (Chaves, Huesca; Peña
Larga, Álava) o el Tajo (La Paleta, Toledo). El mapa resultante
abogaría por una muy rápida extensión de los domésticos en la
Península Ibérica, siguiendo tanto el litoral como el curso de los
principales ríos. En cambio, la confección del mapa relativo a
los cereales datados ofrece un panorama, tal como hemos visto, algo distinto. En este caso las densidades de dataciones más
altas se sitúan con un ligero retraso respecto al mapa anterior,
concentradas en la costa mediterránea y con un punto inicial en
el núcleo neolítico centro-meridional valenciano. La datación
de La Paleta ofrece un punto aislado en el interior peninsular
que debería clarificarse con datos precisos. La inmediata expansión sigue por la costa y hacia el interior con ritmos distintos,
no tan pronunciados.
En cualquiera de los mapas dibujados se intuye la importancia de los ríos como vías de comunicación entre las redes sociales
ya en el Mesolítico Geométrico. Además de la vía mediterránea,
la vía del Tajo podría explicar los nexos de la cultura material
entre el mediterráneo central y el estuario de este río. Es posteriormente, a partir de la aparición de los primeros domésticos,
cuando parece perfilarse a través de las dataciones disponibles la
vía de comunicación en relación a este último río.
Si nos fijamos en las figuras 2 y 3 observaremos cómo
los domésticos dibujan un avance rápido sobre determinados
territorios, si bien con los matices asociados a la introducción de la agricultura, claramente más tardía en el occidente
y norte peninsular.
Dos puntos parecen clave a la hora de abordar los modelos
de expansión neolítica a lo largo del territorio peninsular: el modelo de expansión (démico versus cultural) y las posibles vías de
penetración en el territorio. Sobre el primer aspecto, y a través
de los mapas dibujados, incidiremos en cómo la expansión neolítica en la Península Ibérica tiene lugar sobre un espacio donde
existía un poblamiento mesolítico previo, si bien desigualmente
repartido. De hecho, en el área mediterránea los primeros domésticos aparecen en áreas donde el poblamiento mesolítico
muestra importantes vacíos en estos momentos (5800-5600 cal
BC) –las ausencias documentales señaladas en Cataluña, comarcas centro-meridionales valencianas y costa de Málaga–. En
el Ebro los primeros domésticos muestran un patrón similar, al
tiempo que en los siglos posteriores hacen su aparición en otras
áreas, coincidiendo también con una información escasa o nula
sobre el poblamiento mesolítico (meseta, territorio portugués
en torno al macizo extremeño). De otro lado, el gradiente este/
oeste resulta obvio, aun cuando se han generado algunos puntos discrepantes que merecerán una confirmación futura (Carigüela, La Paleta). Los vínculos de estos primeros yacimientos
con domésticos (recordemos que no existen aquí los agriotipos
silvestres de las principales especies domesticas), con el primer
neolítico en el mediterráneo occidental favorecen la hipótesis
de una expansión démica en la base del primer poblamiento
neolítico. Parece por tanto plausible plantear que el impulso
démico inicial debió tener su incidencia en la explicación de
la expansión neolítica a escala peninsular (Bernabeu, 1989). Al
mismo tiempo observamos que el avance de los domésticos en
la segunda mitad del VI milenio cal BC parece estar restringido
a un patrón territorial limitado. Ciertamente los condicionantes
ecológicos pueden haber sido determinantes en su expansión,
aunque la observación de los mapas denota la persistencia de
dataciones en determinadas áreas donde el impacto de los domésticos apenas ha tenido lugar en el intervalo de tiempo referido (buena parte del área cantábrica y los estuarios del Tajo
y Sado). Por lo tanto, un modelo mixto que asume el impulso
démico inicial, así como la incorporación desigual en el espacio
y el tiempo de la población mesolítica, no puede ser descartado.
En cualquier caso requerirá de datos directos para su validación
(ADN antiguo sobre humanos, la comprensión de los procesos
tafonómicos de determinados yacimientos, o la concreción de la
base de datos radiocarbónica, entre otros aspectos relevantes).
El otro punto actual de discusión versa sobre las vías de expansión del Neolítico. En los últimos años se ha reabierto la
posibilidad de una doble vía mediterránea de progresión hacia
la Península Ibérica: desde el sur de Francia y el norte de África.
Sobre la primera vía, recientemente ha sido aislado un horizonte
inicial (Impreso) en unos pocos yacimientos valencianos (localizados en el núcleo neolítico centro-meridional valenciano) que
parecen ampliar la variabilidad del registro inicial (con vínculos
también con el horizonte impreso inicial del mediterráneo occidental [Bernabeu et al., 2009]). Aun cuando el marco radiocarbónico actual no permite detallar el proceso a esta escala temporal, sí es indicativo de la relevancia de esta vía de expansión del
Neolítico desde el sur de Francia. Solo la datación de Carigüela
mostraría su discordancia. Considerando que se trata de un dato
aislado, y además asociado a un registro material que muestra
sus vínculos con el neolítico del este peninsular, podemos mantener la cautela con respecto a la misma (Medved, 2013).
Por otro lado, la hipótesis africana ha sido referida para explicar ciertas características del registro material observadas en
el primer Neolítico portugués (Carvalho, 2009) y en la costa
de Málaga, particularmente el yacimiento de Cueva de Nerja
(García Borja et al., 2010; Aura et al., 2013). Recientemente
se ha argumentado que ciertos paralelismos tecnológicos referidos al uso de las hoces neolíticas también indicarían un mapa
69
[page-n-77]
O. García Puchol, A. Díez Castillo y S. Pardo Gordó
distintivo del primer Neolítico entre los territorios meridionales
y septentrionales (Gibaja y Carvalho, 2010). A este respecto,
los mapas construidos no parecen resultar lo suficientemente
indicativos. En cualquier caso, el panorama radiocarbónico al
otro lado del estrecho adolece todavía de una mayor precisión
aun cuando se están llevando a cabo importantes avances (Linstädter et al., 2011). Se observa además una diferencia con los
restantes territorios peninsulares en el avance del Neolítico: los
primeros cereales datados aparecen unos siglos después que en
otras áreas peninsulares. Todos estos indicios podrían apuntar
hacia una mayor diversidad en la composición del primer Neolítico peninsular si bien será necesario ampliar la definición del
contexto arqueológico en general además de avanzar en la precisión del marco cronométrico.
además de incidir en la necesidad de avanzar en el proceso de
selección de los materiales susceptibles de ser datados (contexto arqueológico y muestras directas identificadas) tal como ha
sido reiterado en la bibliografía reciente (Zilhão, 2001 y 2011;
Bernabeu, 2006). Se trata de un proceso complejo que requiere el análisis de información diversa y precisa, y atendiendo a
diferentes escalas espaciales y temporales. La obra de Bernat
Martí nos ofrece múltiples reflexiones al respecto cuya lectura
siempre aporta nuevas ideas construidas sobre la base de un profundo conocimiento del registro arqueológico.
5. CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
El análisis del proceso de neolitización en la Península Ibérica
constituye uno de los temas principales abordados en las investigaciones llevadas a cabo por Bernat Martí. El trabajo de este
autor ha sentado sus bases en el registro arqueológico del primer neolítico valenciano, pero también se nutre de un extenso
repertorio de lecturas que ha alimentado a todos aquellos investigadores que hemos podido disfrutar de sus enriquecedoras
reflexiones y sugerencias. Nuestra aportación con este texto ha
tratado de seguir sus pasos incidiendo en la lectura del marco
radiométrico del proceso a través de técnicas SIG de interpolación de datos en el marco de la Península Ibérica a partir de
una base de datos de dataciones actualizada y haciendo uso de
diferentes tipos de filtros. Con todo ello tratamos de alimentar
un debate abierto, con múltiples matices, en ocasiones debido al
sesgo de la investigación, en otras a los paradigmas explicativos
aplicados. En cualquier caso, el objetivo perseguido ha consistido en poner al día la cartografía de la neolitización atendiendo
a la actualización de la base de datos radiocarbónica. Los mapas
confeccionados permiten explorar patrones generales sobre las
dinámicas espaciales de los últimos caza-recolectores y el primer Neolítico. De los patrones dibujados en los intervalos temporales considerados, y su variabilidad en el tiempo, cabe deducir ciertas tendencias que pueden ser referidas a la problemática
relativa al proceso de neolitización a escala peninsular. De estas tendencias retendremos los dos aspectos que consideramos
esenciales: la presencia variable y desigualmente distribuida de
poblamiento mesolítico en los prolegómenos de la neolitzación
y el rápido impacto y expansión de los domésticos especialmente por la costa mediterránea y los corredores de los principales
ríos (Ebro y Tajo). Ambos puntos nos remiten una vez más a la
interpretación del registro valenciano en relación a la hipótesis
de un modelo mixto (dual) de neolitización y a las aportaciones
de Bernat Martí al respecto (Martí, 1978 y 2011; Martí y Fortea, 1984-1985; Martí y Juan Cabanilles, 1997, 2000, 2003 y
2014; Juan Cabanilles y Martí, 2002; Bernabeu y Martí, 2014).
Sin embargo, la contrastación empírica del modelo no resulta
sencilla, y queda desdibujada en un registro arqueológico no
siempre esclarecedor (Juan Cabanilles y Martí, 2007-2008). La
creciente concreción del marco radiométrico va a resultar sin
duda determinante, junto a otros análisis, para discernir algunos de los aspectos esbozados. En este trabajo hemos querido
reflejar las características de la muestra radiocarbónica actual,
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Gràcies Bernat per la teua especial contribució en el nostre
procés d'aprenentatge sobre el neolític, i sobretot per la teua
generositat i amistat.
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73
[page-n-81]
[page-n-82]
Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 75-96.
El abrigo de El Esplugón (Billobas-Sabiñánigo, Huesca).
Un ejemplo de transición Mesolítico-Neolítico
en el Prepirineo central
PilaR utRilla, aBel BeRdeJo, alBeRto oBón,
RaFael laBoRda, RaFael doMingo y MaRta alColea
Para Bernat, nuestro entrañable amigo.
reSumen
Presentamos a continuación un avance de los resultados más importantes obtenidos tras las últimas campañas de excavación
y estudio del abrigo de El Esplugón (Billobas-Sabiñánigo, Huesca). Este yacimiento destaca por su posición geoestratégica,
su buen estado de conservación y su riqueza arqueológica, con varios niveles mesolíticos geométricos y neolíticos. A pesar de
que solo hemos intervenido en algunos cuadros podemos decir que estamos ante uno de los referentes de este periodo cronocultural para comprender el proceso de neolitización en el Valle del Ebro.
PalabraS claVe:
Mesolítico geométrico, Neolítico, Prepirineo central, Valle del Ebro, arte Levantino, análisis funcional,
antracología, cerámica.
réSumé
L'abri de l'Esplugón (Billobas-Sabiñánigo, Huesca). Un exemple de transition Mésolithique-Néolithique dans les Prépyrénées
centrales. Nous présentons ensuite les principaux résultats obtenus sur les fouilles récentes et l'étude de l'abri l'Esplugón
(Billobas-Sabiñánigo, Huesca). Ce site se distingue par sa position géostratégique, son bon état de conservation et la richesse
archéologique composée de différents niveaux mésolithiques géométriques et néolithiques. Malgré des opérations de fouille
qui concernent seulement quelques mètres carrés, nous pouvons affirmer que l'Esplugón est déjà un des référents de cette
période chrono-culturelle pour comprendre le processus de néolithisation dans le Bassin de l'Èbre.
m o T S c l é S : Mésolithique géométrique, Néolithique, Prépyrénées centrales, Bassin de l'Èbre, Art Levantin, analyse
fonctionnelle, anthracologie, céramique.
1. INTRODUCCIÓN
El gran abrigo de El Esplugón, también conocido como la
Esplunga, está situado en la margen derecha del río Guarga
a tan solo 500 m del Molino de Billobas, en término municipal de Sabiñánigo (Huesca). Se trata de un abrigo profundo
abierto en un farallón rocoso de areniscas y conglomerados, a
una altitud de 800 msnm. El valle del río Guarga, afluente de
la margen izquierda del río Gállego, actúa como un corredor
natural de Este a Oeste. Conecta la Depresión Intrapirenaica
(Canal de Berdún) con el Sobrarbe destacando la facilidad
con la que se forman abrigos al presentar todo el valle una
litología blanda característica de la Formación Campodarbe
(Puigdefábregas, 1975), proclive a una erosión rápida por la
acción hídrica en continuo cambio. Estos dos hechos, su disposición de eje natural Este-Oeste y la facilidad de formación
de abrigos en los conglomerados, unidos al intenso despoblamiento de la segunda mitad del S. XX, hacen de la Guarguera
un territorio con un amplio potencial para detectar ocupaciones prehistóricas no alteradas.
El abrigo reúne unas excelentes condiciones de habitabilidad: una orientación S-SE que le protege del viento y permite
una excelente insolación, una gran superficie potencialmente
utilizable y un curso de agua contiguo. Además se ha tallado
en época imprecisa un largo surco a lo largo del borde de la
gran visera horizontal, lo que permite canalizar el agua y verterla en un lugar destinado para su almacenamiento. La riqueza
de sus niveles, la extensión del yacimiento, las características
de habitabilidad y su posición geoestratégica lo convierten en
un excelente lugar para establecer en él un hábitat permanente
o semipermanente. Existen restos de una antigua construcción
que ha podido servir para guardar ganado alterando su nivel superficial (fig. 1).
Su descubrimiento fue llevado a cabo dentro del proyecto dirigido por dos de nosotros (A. Berdejo y A. Obón) titulado “Prospecciones en la Guarguera y Valles de Nozito y Bara” (180/2008)
comenzado en el año 2008, proyecto que continúa activo por
parte del grupo de investigación De la Roca al Metal. Las dos
primeras campañas de excavación (2009 y 2010) se realizaron sin
soporte económico alguno. La incorporación de P. Utrilla al equi75
[page-n-83]
P. Utrilla, A. Berdejo, A. Obón, R. Laborda, R. Domingo y M. Alcolea
Fig. 1. Vista del abrigo y localización en el Prepirineo oscense.
po directivo en el año 2011 permitió obtener algunos fondos dentro de dos Proyectos MICINN (HAR 2008-05451 y HAR 201127197). Con ellos, sumados a otras colaboraciones,1 se efectuaron
las campañas de 2011, 2012 y 2013.
Se han abierto 8 m2 de superficie aunque solo en cinco de
los cuadros (3A, 1A, 1W, 2A y 4A) se han alcanzado niveles
estériles. En el resto tan sólo se han excavado algunos niveles
superiores. Uno de ellos fue un sondeo exterior al muro de
cierre, estéril en elementos arqueológicos. Aunque las principales pautas sedimentarias han sido reconocidas y descritas, existe una división de los niveles atendiendo a criterios
tecno-tipológicos y no exclusivamente sedimentológicos dadas las características de homogeneidad de la estratigrafía. A
grandes rasgos, todos los estratos, salvo el 4 con su horizonte
de plaquetas, son similares en cuanto a su composición granulométrica, algo frecuente en las secuencias holocénicas como
Mendandia (Alday, 2005), Kanpanoste Goikoa (Alday, 1998)
o Forcas II (Utrilla y Mazo, 2014).
1
76
A falta del soporte económico de la Comunidad Autónoma, inexistente por los recortes de la crisis, han sido muchas las personas e
instituciones que nos han ayudado a llevar a cabo la excavación
del yacimiento: los vecinos de Aineto que colaboraron en el alojamiento y el sustento; los propietarios del Molino de Billobas que
nos facilitaron la infraestructura en la criba; Santiago Berdejo quien
realizó el entibado de los cortes; o el CSO Kike Mur que prestó
apoyo financiero para los desplazamientos.
La importancia del yacimiento radica en tres datos interesantes:
1) La riqueza de sus niveles del Mesolítico geométrico (3
inf. y 4) y Neolítico (2 y 3 sup.) que entregan 195 geométricos:
49 trapecios, 52 triángulos, 6 segmentos (3 abruptos y 3 de doble bisel), 22 truncaduras (la mayoría geométricos fracturados)
y 55 microburiles. A ellos se añaden 11 puntas de dorso que
podrían considerarse segmentos alargados de retoque abrupto
y 2 D+T. Una cifra nada despreciable entre los yacimientos de
transición Mesolítico-Neolítico.
2) La existencia de una completa secuencia que arranca en un
posible Mesolítico microlaminar (léase Sauveterriense o Aziliense) (niveles 5 y 6), apenas detectado en el Alto Aragón en Forcas
II (niveles 7, 9 y 10), Peña 14 (nivel d) y Legunova (nivel m)
(Montes, 2001-2002; Montes, 2005; Utrilla y Mazo, 2014), que
continúa con dos niveles del Mesolítico geométrico (niveles 4 y 3
inferior pertenecientes a las dos etapas de trapecios y triángulos)
para terminar en dos niveles neolíticos (niveles 3 superior y 2) y
uno calcolítico, muy revuelto con materiales modernos (nivel 1).
3) Rellena el espacio vacío existente entre los dos núcleos
de yacimientos mesolíticos conocidos del Alto Aragón: Forcas
II en la parte oriental y el núcleo de Biel (Peña 14, Valcervera,
Rambla de Legunova) en la parte occidental, acompañado en
el centro por el yacimiento de Espantalobos en Quicena (junto
a Huesca) recientemente excavado por L. Montes y R. Domingo. El abrigo con arte rupestre levantino de la Raja (Baldellou
et al., 1997) en Nueno, pudiera estar vinculado con los habitantes de ambos yacimientos.
[page-n-84]
El abrigo de El Esplugón. Un ejemplo de transición Mesolítico-Neolítico en el Prepirineo central
Un avance al estudio de este yacimiento en sus tres primeras
campañas (2009, 2010 y 2011) puede verse en el Homenaje a
Juan Fernández Tresguerres donde se detalla la composición de
los niveles (Utrilla, Berdejo y Obón, 2012). En el presente artículo nos centraremos en la transición de los niveles del Mesolítico
geométrico (4 y 3inf.) al Neolítico (2 y 3 sup.) incorporando los
materiales de las dos últimas campañas (2012 y 2013) y realizando estudios específicos de sus cerámicas (R. Laborda), la industria lítica (P. Utrilla), las láminas con pátina de cereal (R. Domingo) y el análisis antracológico (M. Alcolea). Otros aspectos como
los geoarqueológicos y sedimentológicos, la tecnología lítica (A.
Berdejo y A. Obón), la dispersión espacial de los restos (M. Castro) o la fauna se presentarán en próximas publicaciones. Los tres
directores de la excavación se responsabilizan de su estratigrafía
y de la dinámica cultural del yacimiento. Todos los dibujos de
materiales han sido realizados por M.C. Sopena.
2. ESTRATIGRAFÍA
Se han diferenciado hasta 6 niveles arqueológicos que se agrupan en cuatro momentos culturales (fig. 2):
Esplugón I.- comprende el nivel superficial y el nivel 1, SlmcR en la nomenclatura de la estratigrafía analítica de la escuela
de Laplace (Aguirre et al., 1999), de arenas y limos con algunas
gravas procedentes del conglomerado, todo ello muy revuelto
con el nivel superficial. Se trata de un depósito calcolítico con
cerámicas a mano bruñidas y de aplicaciones plásticas además
de dos puntas de flecha foliáceas, una foliforme y otra cruciforme, más una lámina con pátina de cereal. Contiene además algunas cerámicas vidriadas posteriores y microlitos geométricos
procedentes de niveles inferiores.
Esplugón II.- depósito neolítico que agrupa los niveles 2
(Asmk) y 3 sup (Slm-1). El nivel 2 está formado por arcillas
y arenas de color marrón claro con algunos cantos, de textura
compacta. Su espesor llega en algunos tramos a 30 cm. En contacto con la superficie existe una diferencia en su composición
granulométrica, con menor proporción de cantos y mayor de
carbonatos. El nivel denominado 3 sup., de textura más suelta,
presenta un contenido mayor en carbones y ocres.
Esplugón III.- depósito mesolítico geométrico que comprende los niveles 3 inf (Slm-2) y 4 (Slmc). El nivel 3 inf. está
formado por arenas y limos de color marrón claro. Su espesor
oscila entre 25 y 30 cm. Su génesis es similar a la del nivel 2 y
3 superior, formado por el aporte lateral de sedimento y el desmantelamiento de la pared del abrigo.
El nivel 4 está formado por arenas y limos de color marrón
oscuro pero destaca fundamentalmente por la alta proporción de
clastos que lo cubren. Éstos se presentan en forma de plaquetas
caídas del techo en dos hileras, derivados quizá de fenómenos
de gelifracción propios de la tan llevada y traída pulsación del
8.2 event. Su espesor varía entre 12 y 20 cm, aumentando significativamente la proporción de carbones de pequeño tamaño y
la fracción arenosa.
Esplugón IV.- depósito mesolítico genérico, de color negro,
tierra arenosa, muy suelta, sin clastos y de tacto untoso. Comprende los niveles 5 (Sln) y 6 (Slnc), muy similares entre sí distinguidos por la mayor o menor intensidad del color negro de
su sedimento.
Se recogieron dos triángulos rectángulos pigmeos (más un
tercero fracturado), dos triángulos escalenos alargados (o D+T),
ambos tipos similares a otros de Socuevas, Peña 14 d y Atxoste
VIb procedentes de niveles microlaminares (Soto et al., 2014).
Se registran también 6 microburiles, 5 laminitas truncadas (2
de ellas geométricos fracturados), 3 raspadores, una punta de
dorso, 3 núcleos, 3 denticulados espesos, 2 láminas con escotaduras a ambos lados, 1 buril (y 2 más muy dudosos) y varios
fragmentos de asta. No hay que descartar que apareciera algún
nivel magdaleniense al profundizar en la excavación.
Fig. 2. Distribución de los niveles en el corte N (banda A y W).
77
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P. Utrilla, A. Berdejo, A. Obón, R. Laborda, R. Domingo y M. Alcolea
Fig. 3. Industria lítica característica de los niveles neolíticos 2 y 3 sup. Geométricos de doble bisel (1 a 12); taladros (13 y 14); hojas de
hoz con lustre vegetal (18 a 22); raspadores (16 y 17) y láminas retocadas (23 a 25).
78
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El abrigo de El Esplugón. Un ejemplo de transición Mesolítico-Neolítico en el Prepirineo central
3. LA INDUSTRIA LÍTICA: ESTUDIO TIPOLÓGICO
3.1. loS nIVeleS neolíTIcoS (2 y 3 SuP.)
Estudiamos en conjunto los dos niveles neolíticos (2 y 3 sup.) por
ser difícil su diferenciación en algunas zonas y por no poseer suficiente número de efectivos para realizar una estadística válida.
En total se computan 42 objetos agrupados del siguiente modo: 32
geométricos, entre los que dominan los triángulos, 9 de ellos de
doble bisel (fig. 3, nº 5 a 8, 10 y 11), destacando en 3 ejemplares
un retoque plano invasor (fig. 3, nº 1 a 3), un tipo desconocido
hasta el momento en Aragón. En efecto, no los encontramos ni en
Forcas, ni en el núcleo de Biel ni en el Bajo Aragón, aunque en
Costalena algún triángulo de doble bisel del nivel c2 parece tender
al retoque plano (Barandiarán y Cava, 1989: fig. 22, nº 10 y 13,
por ejemplo). Sí se halla presente sin duda en dos ejemplares del
yacimiento navarro de Aizpea en la parte alta del nivel b, datado
en 6370±70 BP (Cava, 2001: fig. 13, nº 2 y, no tan claro, en fig.
8, nº 25). Les acompañaban 3 segmentos de doble bisel (fig. 3, nº
4, 9 y 12), 5 trapecios de retoque abrupto (fig. 4, nº 1 a 4 y 6), 4
triángulos de retoque abrupto (fig. 4, nº 5, 7, 10 y 11), entre ellos
uno ocluso (nº 5) presente en Aizpea y en yacimientos alaveses y
aquitanos, 2 microburiles (fig. 4, nº 17 y 18) más un posible microburil de Krukovski computable como puntita de dorso (fig. 4, nº
16), 4 truncaduras (dos de ellas claros microlitos fracturados) (fig.
4, nº 8, 9, 14, 22), 5 puntas o laminitas de dorso (fig. 4, nº 12, 13,
15, 20 y 23), 3 raspadores (fig. 3, nº16 y 17 y, menos claro, fig. 4,
nº 19), 2 puntas de posibles taladros neolíticos (fig. 3, nº 13 y 14),
5 láminas de retoque simple (fig. 3, nº 15, 23, 24 y 25 y fig. 4, nº
21) y 5 láminas con pátina de cereal (fig. 3, nº 18 a 22). Dominio
por tanto de triángulos (40,6%) sobre trapecios (15,6%). Las puntas de dorso curvo alargado (5 ejemplares) registran un porcentaje
apreciable (15,6%) siguiendo la tendencia observada a fines del
Mesolítico geométrico, momento en el que conviven con los tipos
Cocina. Los microburiles (6,2%) son residuales, algo esperable en
una industria basada en los geométricos de doble bisel.
Fig. 4. Piezas de retoque abrupto (geométricos y truncaduras) y microburiles de los niveles neolíticos (2 y 3 sup).
79
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P. Utrilla, A. Berdejo, A. Obón, R. Laborda, R. Domingo y M. Alcolea
Fig. 5. Trapecios del nivel 3 inf.
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El abrigo de El Esplugón. Un ejemplo de transición Mesolítico-Neolítico en el Prepirineo central
Fig. 6. Triángulos del nivel 3 inf. Nótese el retoque inverso en los tipos 1, 23 y 25.
81
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P. Utrilla, A. Berdejo, A. Obón, R. Laborda, R. Domingo y M. Alcolea
Fig. 7. Piezas varias del nivel 3 inf.
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El abrigo de El Esplugón. Un ejemplo de transición Mesolítico-Neolítico en el Prepirineo central
Fig. 8. Microburiles del nivel 3 inf.
A destacar la presencia en los niveles neolíticos de 3 pequeños
raspadores, casi ausentes en los dos ricos niveles del Mesolítico
geométrico (solo l ejemplar) pero presentes de nuevo (3 ejemplares) en los niveles de base (5 y 6), de momento muy pobres
y pertenecientes a un mesolítico indefinido con elementos macrolíticos (algún écaillé y denticulado) y microlaminares (D+T).
Esta presencia de raspadores en los niveles neolíticos junto a los
dos posibles taladros de larga punta central, tipo Chaves (Cava,
2000), los 3 segmentos de doble bisel y las 5 láminas con pátina
de cereal dan la clave para aventurar una función del abrigo como
hábitat más o menos estable con variedad de actividades (raspado, perforado, siega), no reducidas únicamente a la caza.
3.2. loS nIVeleS del meSolíTIco geoméTrIco (3 InF. y 4)
Se caracterizan ambos por el dominio casi exclusivo de los microlitos geométricos, (muy abundantes con 98 ejemplares en el
3 inferior y 59 en el nivel 4) lo que sugeriría una especialización
en actividades de caza. Destaca también la masiva presencia de
microburiles, en especial en el nivel 4, lo que demostraría una
talla in situ de los geométricos.
En el nivel 3 inferior tras la campaña de 2013 se computan
103 geométricos: 27 trapecios (fig. 5), la mayoría alargados, siendo 17 de ellos de lado cóncavo (fig. 5, nº 6, 9, 10, 12, 16, 17,
19, 21, 22 a 30) y uno rectángulo (fig. 5, nº 2). Entre ellos, 16
ejemplares presentan algún tipo de fractura, lo que representa un
59,2% de los trapecios. Algo más numerosos son los triángulos,
con 33 ejemplares (fig. 6) de los que 11 presentan algún tipo de
rotura, un 33,3%. Llama la atención la presencia de un diminuto
tranchet (fig. 6, nº 31) y de 5 ejemplares con retoque inverso en
la base (fig. 6, nº 1, 2, 23, 25 y 26) lo que sugeriría una supuesta
procedencia ultrapirenaica, tal como ocurría en otros yacimientos
prepirenaicos contemporáneos de finales del VIII milenio (nivel
IV de Forcas y II de Aizpea) (Utrilla y Mazo, 2014; Cava, 2001).
Un triángulo escaleno con retoque inverso forma casi una punta
de dorso alargada (fig. 6, nº 32) muy similar a otros de Costalena,
83
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P. Utrilla, A. Berdejo, A. Obón, R. Laborda, R. Domingo y M. Alcolea
Fig. 9. Geométricos procedentes del nivel 4.
tanto del nivel c3, como del c2 (Barandiarán y Cava, 1989: fig.
12, nº 43 y 44 y fig. 22, nº 37, respectivamente). Los microburiles
entregan 23 ejemplares (un 22,3%) (fig. 8). Completan el utillaje 2 segmentos abruptos (fig. 7, nº 1 y 2), 5 puntas de retoque
abrupto (fig. 7, nº 3 a 7), 13 truncaduras, la mayoría posibles fragmentos de geométricos fracturados (fig. 6, nº 19, 24 y 26 a 28),
un raspador sobre lámina (fig. 7, nº 19) y 15 láminas con retoque
simple (fig. 7, nº 8 a 23 y 25), algunas quizá asociadas a la cadena
operativa del microburil (fig. 7, nº 12, 15, 16 y 25) .
Respecto al nivel 4 su contenido arqueológico no es tan rico
como el del nivel anterior (60 microlitos geométricos, cantidad
nada despreciable por otra parte), pero registra un cambio significativo encaminado hacia una mayor presencia de trapecios
en detrimento de los triángulos (28,3% frente a 10%) (fig. 9).
Destaca la alta proporción de microburiles (30 ejemplares) (fig.
10), junto con 17 trapecios (5 de ellos de lado cóncavo), 6 trián84
gulos, 6 truncaduras (fragmentos de geométricos), dos hojitas
de dorso truncadas (D+T), un segmento de dorso alargado y l
hojita de dorso. Acompañan a los geométricos 3 piezas écaillées
(fig. 11, nº 4, 8 y 11), 4 láminas con escotaduras (fig. 11, nº 2, 3,
5 y 6); algunos denticulados (fig. 11, nº 12), 2 truncaduras (fig.
11, nº 1 y 9) y 2 núcleos piramidales de laminillas (fig. 11, nº 7 y
10). A destacar la alta proporción de microburiles que constituyen el 50% del total de elementos geométricos frente al 22,3%
que registraba el nivel 3. Pudiera ser también significativa la
existencia de piezas écaillées y denticulados que registran ecos
de la fase macrolítica de muescas y denticulados, presente todavía a comienzos de las secuencias del mesolítico geométrico en
Botiquería 2; los Baños 3 inf., o abrigo de Ángel (Barandiarán,
1978; Utrilla y Rodanés, 2004; Utrilla, Domingo y Bea, 2003).
En la tabla 1 pueden verse los geométricos en números absolutos y sus porcentajes dentro del mismo nivel.
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El abrigo de El Esplugón. Un ejemplo de transición Mesolítico-Neolítico en el Prepirineo central
Fig. 10. Nivel 4: microburiles (1 a 29) y truncaduras (30 a 34).
3.3. análISIS FuncIonal de lámInaS neolíTIcaS
En el contexto de un estudio más amplio (Domingo, 2014) que
afectaba a casi una cuarentena de piezas procedentes del Neolítico antiguo de la cueva de Chaves, estudiamos un pequeño
conjunto de 10 láminas de distintos sitios del Valle Medio del
Ebro: cueva del Moro de Olvena, abrigo de Forcas II (nivel
VIII), abrigo de El Esplugón (niveles 2 y 3 sup) y Plano del Pulido. Todos los enclaves, excepto el último, localizados junto al
propio río Ebro en el entorno de Caspe, se hallan en las Sierras
Exteriores oscenses.
Cinco de los ejemplares estudiados pertenecen al abrigo de
El Esplugón: una lámina apareció en el nivel 2 (Es.3W.110.99);
otra en la transición 3 inf/3 sup (Es.3A.141.419) y las otras
tres en el nivel 3sup. (Es.1A.146.16; Es.2A.151.38; y
Es.6A.159.106). Excepto dos, prácticamente enteras y de
unos 3 cm de longitud, el resto son fragmentos (curiosamente
distal, medial y proximal). Sus dimensiones varían: el fragmento distal apenas alcanza los 2 cm de longitud, mientras
que los trozos medial y proximal llegan respectivamente a 2,5
y 3,25 cm. La anchura varía entre 1,2 y 1,9 cm, siendo muy
85
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P. Utrilla, A. Berdejo, A. Obón, R. Laborda, R. Domingo y M. Alcolea
Fig. 11. Nivel 4. Láminas retocadas (1, 2, 3, 5 y 6), piezas écaillées (4, 8 y 11), denticulados (12) y nucleítos de laminillas (7 y 10).
homogéneo el espesor, que ronda los 0,4 cm, lo que indicaría
una talla cuidada, dentro de una cadena operativa bien establecida (fig. 3, nº 18 a 22).
La conservación de las piezas es aceptable, aunque presentan lustres que asociamos a la humedad que afecta de manera
notable al sedimento en que han estado conservadas. En dos de
los ejemplares los lustres son la única característica microscópica apreciable. Las otras dos láminas sí muestran huellas funcionales. En una de ellas, el fragmento distal siglado Es.1A.146.16,
se observan micropulidos muy poco desarrollados no identifi86
cables en el filo izquierdo. Únicamente se puede confirmar que
fue utilizada aunque sin precisar ni la materia trabajada ni la
cinemática desarrollada. La pieza Es.2A.151.38, del nivel 3 sup,
sí ofrece elementos para un diagnóstico claro, mostrando unas
bien desarrolladas huellas microscópicas típicas del corte de vegetal no leñoso (lo que da lugar a nivel macroscópico al denominado “lustre de cereal”) en estado verde: la mayor humedad
de los vegetales aún no madurados genera morfologías más desarrolladas, especialmente en brillo y volumen. Todo el filo izquierdo presenta el característico micropulido denso, brillante,
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El abrigo de El Esplugón. Un ejemplo de transición Mesolítico-Neolítico en el Prepirineo central
Tabla 1. Geométricos de los niveles neolíticos y mesolíticos.
Tipos
Niv. 2 + 3 sup
%
Niv. 3 inf.
%
Niv. 4
%
Total
Trapecios
5
15,6
27
26,2
17
28,3
49
Triángulos
13 (9db)
40,6
33
32
6
10
52
Segmentos
3 db
9,3
2
1,9
1
1,6
6
Microburiles
2
6,2
23
22,3
30
50
55
Puntas dorso alargado (ab)
5
15,6
5
4,8
1
1,6
11
Truncaduras (o frag. geom.)
4
12,5
13
12,6
5
8,3
22
Total
32
coalescente y voluminoso, aunque muy limitado a una estrecha
franja: quizás la pieza estuvo profundamente enmangada y la
zona expuesta al contacto con el vegetal verde era muy limitada,
porque este tipo de estigmas microscópicos suelen extenderse
mucho hacia el interior de la pieza.
La pieza Es.3W.110.99 presenta en su filo izquierdo, especialmente por la cara dorsal, un micropulido denso, coalescente y voluminoso, de brillo apagado, que indicaría un
empleo relativamente prolongado sobre vegetal no leñoso
seco (fig. 12 y fig. 3, nº 22). A simple vista parece apreciarse
cierto “lustre de cereal”, aunque mucho menos acusado que
en la pieza anterior.
Como contextualización podemos exponer los resultados
obtenidos en los enclaves citados: en Chaves, de 38 láminas
analizadas presentaban marcas funcionales 25 (65%), 15 de las
cuales habían sido usadas con seguridad en tareas de corte de
vegetales no leñosos (“siega”), un 60% de las utilizadas. En 13
se pudo determinar el grado de humedad de los vegetales cortados: en 6 casos era vegetal verde (2 de forma breve, 4 con un
uso prolongado) y en 7 vegetal seco (4 brevemente, 3 con un
tiempo de uso largo). No pudimos discernir la altura desde el
suelo a la que se cortaron los tallos vegetales, por la casi ausencia de estrías, lo que también dificultó la identificación del tipo
de enmangue, no pudiendo establecerse si era oblicuo o paralelo. El contexto del yacimiento nos hace pensar que los vegetales
segados eran cereales cultivados. Otras láminas fueron empleadas en tareas distintas, aunque con ciertas dudas: cuatro para
103
60
195
cortar carne y una para trabajar piel. De otros yacimientos, dos
láminas de Olvena y una de Forcas II habían “segado” vegetales
no leñosos en estado verde (Domingo, 2014).
En regiones vecinas encontramos lugares como Mendandia
(Domingo, 2005), donde sólo 3 de las 21 láminas del Neolítico antiguo analizadas mostraban huellas de uso, en un contexto general
de mala conservación por lustres térmicos y sedimentarios. Dos
de ellas habían cortado vegetales no leñosos y la tercera materiales
blandos no identificables. Podemos citar, por último, el trabajo de
Gibaja (2002), quien analizó un amplio conjunto de láminas procedentes de diferentes yacimientos de la región catalana. Señalaremos aquí los materiales de La Draga y de Cova del Frare, niveles
C5 y C6. El número de piezas estudiadas en La Draga y Frare C5
es muy notable (555 y 101 respectivamente), por lo que los índices
de uso resultan difícilmente comparables. En el primero alrededor de 1/4 de las piezas estudiadas habían sido empleadas como
elemento de hoz; en Frare C5 este porcentaje descendía hasta el
10%. En Frare C6, con un número de elementos estudiados más
equiparable a las cifras de Chaves o Mendandia (35 láminas), el
índice de uso registrado por Gibaja fue del 44%.
En conclusión, el estudio de las cinco piezas de El Esplugón
es una primera aproximación que esperamos complementar en un
futuro próximo con la incorporación de nuevos materiales procedentes del yacimiento oscense. Los resultados, anecdóticos por el
momento debido a la escasa cantidad de elementos estudiados,
están perfectamente en consonancia con lo que se conoce por el
momento en el Valle del Ebro y zonas aledañas.
Fig. 12. Imagen microscópica, a 100
aumentos, de las huellas microscópicas
de corte de vegetales no leñosos secos
en la lámina Es.3W.110.99.
87
[page-n-95]
P. Utrilla, A. Berdejo, A. Obón, R. Laborda, R. Domingo y M. Alcolea
4. HUESO, CONCHAS Y CANTOS PINTADOS
4.1. hueSo Trabajado
El yacimiento de El Esplugón ha entregado una industria ósea
interesante por la presencia de varillas de asta preparadas en los
niveles inferiores (5 y 6) junto a algunas piezas de sección planoconvexa trabajadas. En la etapa que nos ocupa, transición del
Mesolítico al Neolítico, hemos seleccionado seis piezas, cuatro
de los dos niveles neolíticos (fig. 13, nº 1 a 4) y dos del nivel
3 inf., del Mesolítico geométrico tardío (fig. 13, nº 5 y 6). Son
habituales los punzones o puntas finas (nº 2, 3 y 5) pero destacamos un fragmento de pieza muy plana (nº 4) que podría formar
parte de una espátula (nivel 3 sup.) y una diáfisis recortada por
los dos extremos que pudo servir bien como un mango de hueso,
bien como elemento colgante a modo de cuenta (nº 6, nivel 3
inf.). Completa el conjunto un candil de ciervo con abundantes
marcas en su extremo de las que cuatro, ubicadas en la derecha
de la imagen, son sin duda antrópicas, dado que son rigurosamente paralelas y situadas a la misma distancia.
4.2. conchaS
Se han encontrado 4 ejemplares perforados de la especie mediterránea Columbella rustica: 2 de ellas, procedentes del nivel 4,
Mesolítico geométrico, aparecieron juntas a 191 cm de profundidad, estando ennegrecidas y algo craqueladas por el fuego. Los
otros dos ejemplares aparecieron uno en el cuadro 3A, en contacto entre 3 inferior y 3 superior en la misma zona y profundidad de
donde procede la datación de un hueso de 6730±40 BP. El otro, en
el cuadro 1A, se halló en el interior de la cubeta c1 (Slat-1) pro-
cedente de alguno de los niveles neolíticos. Se trata de conchas
en muy buen estado de conservación. Según informa E. Álvarez,
las perforaciones, situadas en la zona del labro (parte opuesta a
la columela), presentan huellas de uso en todo su contorno (en el
caso de los dos ejemplares completos) pero también en la zona de
la boca, lo que indica que se han utilizado como objetos de adorno
durante un periodo indeterminado.
El yacimiento de El Esplugón se inserta así en la larga lista
de yacimientos del Mesolítico geométrico y del Neolítico antiguo del Valle del Ebro que presentan inexorablemente este tipo
de adornos. Y no sólo ocurre en los yacimientos del Bajo Aragón próximos a la costa (Botiquería, Costalena, Pontet, Plano
del Pulido, Baños de Ariño, Ángel 1 y 2) sino también en yacimientos navarros y alaveses como Peña, Atxoste o Socuevas,
distantes unos 300 km del Mediterráneo; o en el centro de la
Depresión del Ebro (Cabezo de la Cruz). En el Alto Aragón se
registra también en Forcas, Chaves, Valcervera y Espantalobos,
por lo que no podían faltar en el yacimiento de El Esplugón. Su
presencia supone sin duda un símbolo identificativo, además de
certificar los contactos directos o indirectos con la costa mediterránea refrendando la movilidad de las poblaciones, tal como
se ha señalado en repetidas publicaciones (Utrilla, 2002; Cava,
2004, Alday et al., 2009; Utrilla y Domingo, 2014).
4.3. loS canToS PInTadoS
Los cantos pintados de El Esplugón merecen sin duda un estudio monográfico, no sólo por su paralelismo con los cantos pintados del Neolítico de Chaves (Utrilla y Baldellou, 2002) sino
también por su implicación cronológica en el estudio del arte
postpaleolítico. En efecto, entre la decena de cantos pintados o
Fig. 13. Huesos trabajados. 1 a 3:
nivel 2; 4: 3 sup.; 5 y 6: 3 inf.
88
[page-n-96]
El abrigo de El Esplugón. Un ejemplo de transición Mesolítico-Neolítico en el Prepirineo central
Fig. 14. Cantos pintados.
Imágenes. 5 y 6 tratadas mediante
D-Strech lre.
con restos de ocre que se han recogido en el yacimiento de El
Esplugón encontramos algunos esperados paralelos con el arte
esquemático o macroesquemático, algo que quedó ya patente en
los cantos de Chaves poseedores de orantes, y que ahora se repite por ejemplo en un motivo serpentiforme que recuerda modelos del Pla de Petracos (Martí y Hernández, 1988; Hernández y
Martí, 1999) (fig. 14, nº 3 y 6).
Sin embargo, ahora nos encontramos ante una gran novedad: en uno de ellos parece apreciarse una figura de cabra, claramente levantina, que se reconoce mejor utilizando el consabido
programa D-Strech para Image J, una herramienta bien útil pero
extremadamente peligrosa ya que en ocasiones fuerza imágenes
que no es posible reconocer a simple vista (fig. 14, nº 2 y 5). Su
posición estratigráfica, justo en la transición entre el nivel 3 inf.
(Mesolítico geométrico tardío) y 3 sup. (ya Neolítico antiguo)
merece un estudio pormenorizado, con dataciones directas de
huesos del mismo sector y profundidad. Sin embargo, no nos
hemos resistido en lanzar la primicia en el homenaje a nuestro
amigo Bernat Martí porque el estudio de los paralelos entre el
arte parietal postpaleolítico y los motivos reproducidos en arte
mueble es, sin duda, un tema que le apasiona (Martí, 2006).
Resaltamos como muy importante el hecho de que estemos
ante el primer ejemplo de arte mueble que repite ejemplos parietales de cabras levantinas. Recordamos entre los muchos paralelos la cabra a la carrera de la figura 55 del abrigo del Garroso
que publicamos en el Coloquio de Caspe (Utrilla et al., 19861987); o la figura 16 de Valdelcharco del Agua Amarga, super-
puesta a barras verticales que Beltrán identifica con el estilo
lineal-geométrico de Fortea o macroesquemático de Hernández
(Beltrán, 2002: 86); o el abrigo VIII de Cueva Remigia (Ripoll,
1968: pl. XIX) y tantas otras… En el Alto Aragón, donde debemos buscar los paralelos más próximos, el ejemplo más claro es
la cabra de Regacens, en el Vero, situada a 35 km de Esplugón
y en este caso la longitud de sus cuernos curvos llevan a identificarla como la Capra ibex, especie que parece reproducir el
canto de Esplugón (Baldellou et al., 1993: fig. 6).
5. LAS CERÁMICAS MANUFACTURADAS
El Esplugón ha ofrecido hasta ahora un total de 355 fragmentos de cerámica, que proceden de los niveles 1, 2 y 3 superior.
La información que suministra esta muestra ha de ser interpretada con precaución y considerarla provisional, debido a que
la excavación no ha concluido y a la extrema fragmentación de
los restos, que dificulta el reconocimiento de recipientes individualizados. Pese a ello, a partir de los fragmentos decorados
(34) se estima la presencia mínima de 5 vasos diferentes en el
nivel 1 (fig. 16), 5 vasos en el nivel 2 (fig. 17) y al menos 6 en
el nivel 3 sup (fig. 18).
En cuanto a su reparto por la zona del recipiente, los 355
fragmentos son la suma de 319 fragmentos de panza, 4 trozos
pertenecientes al fondo de un mismo vaso, y 32 a bordes, pertenecientes a 26 vasos diferentes. De éstos, los 7 decorados se
han asociado a algunos de los recipientes concretados en las
89
[page-n-97]
P. Utrilla, A. Berdejo, A. Obón, R. Laborda, R. Domingo y M. Alcolea
figuras 16 a 18. Los 19 bordes no decorados podrían pertenecer
a algunos de los vasos identificados, o a otros vasos que no han
podido ser todavía individualizados (lisos o decorados), por lo
que no se han estimado en el prudente cómputo de recipientes
que se ofrece: es muy posible que la colección de fragmentos
cerámicos pertenezca a varios vasos más, pero no hay forma de
certificar ese número.
Por otra parte, aunque en los 3 niveles estudiados se han
hallado cerámicas de indudable adscripción neolítica, en el
nivel 1 (y en algún caso también en el 2), éstas están mezcladas con elementos más modernos (hierros, cerámicas vidriadas, o fragmentos de otras cerámicas que apuntan a la Edad
del Bronce), por lo que únicamente tendríamos totalmente
intacto el nivel 3 superior.
5.1. morFología de loS recIPIenTeS
Para el estudio de la morfología de los 26 bordes y labios diferenciados, se ha optado por simplificar al máximo las variables,
dada la naturaleza y la escasez del registro. Se han clasificado
entre bordes rectos, entrantes o exvasados; y labios redondeados, planos, apuntados, biselados y engrosados.
En todos los niveles los bordes rectos son los más numerosos, si bien en el 1 y 2 están sobre todo asociados a labios
redondeados, mientras que en el 3 superior está más equilibrada su combinación con labios redondeados (2), apuntados (1) y
planos (3). Los bordes exvasados están ausentes en el nivel 3 superior, combinan con labios redondeados en el nivel 2, mientras
que el nivel 1 únicamente ofreció con labio apuntado y otro con
labio plano. Por último los bordes reentrantes son los menos numerosos. Tenemos uno con labio redondeado en el nivel 1, otro
con labio engrosado en el nivel 2 y dos con labio redondeado en
el 3 superior (tabla 2).
Por otra parte, el pequeño tamaño de la mayoría de los fragmentos y su inconexión entre sí hace que no podamos proceder
a la identificación de formas, a excepción del vaso ya publicado
(Utrilla, Berdejo y Obón, 2012: 241), y del que han sido recuperados más fragmentos en las últimas campañas (vaso 6, figura 17). Se trata de un recipiente mediano, tipo olla, cuyo perfil
tiende a ovoide. Es previsible que este recipiente se complete en
próximas intervenciones, al haber sido hallados sus fragmentos
en un extremo de la cata.
5.2. SISTemaS de PrenSIón
El nivel 1 únicamente ofreció un fragmento de pared con pezón, asociado al vaso 2. En el nivel 2 los elementos de prensión
se limitan a varios fragmentos con perforaciones realizadas en
puntos cercanos al borde y las correspondientes al vaso 6, rea-
lizadas en la panza del recipiente. En este nivel encontramos
también dos pequeños fragmentos con varias perforaciones que
excluimos de este apartado por considerarlos pertenecientes a
un mismo recipiente de tipo quesera, remisible al Calcolítico/
Bronce. En el nivel 3 superior hay un fragmento de borde que
conserva una lengüeta en disposición horizontal bajo éste y varios fragmentos con perforaciones. La única asa hasta el momento proviene del revuelto y es de morfología anular y pequeñas dimensiones. Además no hay que olvidar que el conjunto
de los cordones, decorados o no, también actúan como sistema
de prensión por parada de mano si su desarrollo es horizontal.
5.3. coccIoneS
En las cocciones hemos diferenciado tres tipos: oxidantes, reductoras e irregulares. Se ha optado por el término de cocción
“irregular” en vez de “mixta” por considerarlo más cercano a la
realidad de la tecnología de cocción en hoguera, donde es más
difícil controlar el tiro de aire.
En los niveles 1 y 2 dominan con escasa diferencia las cocciones oxidantes sobre las irregulares (un 50% frente a un 40%).
En el nivel 3 sup. se invierte esta tendencia y es la cocción irregular la más representativa con un 60% frente a un 35% de oxidantes. Los fragmentos con cocción reductora son minoritarios
en todos los niveles, y en ningún caso llegan al 10%.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que dadas las características de las cocciones en hoguera, fragmentos de un mismo
recipiente pueden tener aparentemente diferente cocción, determinada por la exposición de las distintas partes del recipiente al
oxigeno durante el proceso.
5.4. deSgraSanTeS
Lo más llamativo es la alta presencia de mica (en torno a un
70%) en todos los niveles. Esto es común a otros yacimientos
del Neolítico en el Alto Aragón como la cueva del Moro en Olvena, donde las 6 muestras estudiadas petrológicamente (Gallart y Mata, 1995) dieron presencia de micas.
Por otra parte, es importante la asociación de micas y cuarzos en todos los niveles, lo que puede ser además el resultado
de machacar bloques de granitos para conseguir desgrasantes
añadidos como pudo suceder en Forcas II (Bea, 2014: 231-232)
si bien en el caso de El Esplugón, la observación macroscópica
de los desgrasantes no permite determinar si las micas son desgrasantes añadidos o formaban parte de las arcillas recogidas
para la manufactura de los vasos.
La calcita es bastante minoritaria (nunca supera el 30%)
y no se han advertido ni chamota ni desgrasantes orgánicos
en ninguno de los fragmentos, si bien y como curiosidad en
Tabla 2. Síntesis de los fragmentos de borde en El Esplugón.
Para los labios: R = Redondeado; A = Apuntado; P = Plano; E = Engrosado.
Bordes
Rectos
Exvasados
Reentrantes
Total
Labios
Nivel 1
Nivel 2
Nivel 3
A
0
1
1
P
0
0
3
E
0
0
0
Total
5
5
6
R
0
3
0
A
1
1
0
P
1
0
0
E
0
0
0
Total
2
4
0
R
1
0
2
A
0
0
0
P
0
0
0
E
0
1
0
Total
1
1
2
8
10
8
Total
90
R
5
4
2
11
2
3
0
16
3
2
1
0
6
3
0
0
1
4
26
[page-n-98]
El abrigo de El Esplugón. Un ejemplo de transición Mesolítico-Neolítico en el Prepirineo central
un pequeño fragmento se ha hallado una impronta de hoja en
la pasta cerámica, que creemos fruto del azar. Ésta pertenece
a una hoja simple o un foliolo de nervadura pinnada y forma
oval y podría proceder de alguno de los pequeños árboles o arbustos pertenecientes a la familia de las rosáceas que tal como
ha revelado el estudio antracológico estarían presentes en el
entorno del yacimiento.
5.5. acabadoS
Por cuestiones prácticas se han establecido cinco grandes categorías: alisados, bruñidos/espatulados toscos, rugosos y erosionada/indeterminada para aquellas en las que no ha sido posible
definirlo por su mala conservación).
Hemos decidido unificar los grupos de bruñidos y espatulados, dado que el resultado de usar uno u otro instrumento (piedra o trapo para bruñido, y espátula para espatulado) suele ser
similar, y en ningún caso se han hallado marcas inequívocas que
denunciara uno frente al otro.
Hay que tener en cuenta además que en muchas ocasiones
los propios procesos postdeposicionales afectan a los bruñidos
de las cerámicas, y que es posible que algunos fragmentos que
llegan a nosotros con aspecto de “alisados” fueran en su origen
bruñidos o espatulados, tal y como se han podido documentar en
fragmentos de una misma vasija de este yacimiento.
En todos los niveles dominan los alisados seguidos muy de
cerca por los bruñidos/espatulados. La principal diferencia entre
los niveles radica en la ligera presencia de cerámicas rugosas en
los niveles superficiales (nivel 1 y 2) que pueden corresponder a
cerámicas rugosas de la Edad del Bronce (fig. 15).
5.6. decoracIoneS
Las decoraciones del nivel 1 de El Esplugón se reparten entre
impresiones simples (recipientes 1 y 2) y complejas (recipientes 3 y 5) y un caso de combinación de apliques e impresiones
en un fragmento con cordón impreso (recipiente 4). En el re-
cipiente 3 se desarrollan franjas verticales paralelas de impresiones con instrumento complejo, quizás una espátula dentada
similar a la que apareció en La Draga (Legrand-Pineau, 2011:
118). Los motivos son simples, y consisten en franjas de impresiones de diferente grosor. Dado el escaso tamaño de los
fragmentos no podemos aventurar su orientación respecto al
recipiente (fig. 16).
El nivel 2 ofrece el vaso decorado más interesante de todo
el conjunto (recipiente 6). En él se desarrollan dos franjas paralelas compuestas a su vez por dos líneas anexas de impresiones
continuas realizadas mediante un instrumento biapuntado, que
nacen de dos pezones contiguos. El recipiente 7 está formado
únicamente por un minúsculo fragmento. En él se da la asociación de incisión e impresión. Dado su tamaño y su recurrente
decoración, ésta podría encontrar paralelos tanto en multitud de
ejemplos de cerámica del Epicardial aragonés o catalán (Manen,
2002: 161) como en vasos más recientes campaniformes. En
este sentido hay que recordar que en el nivel 2 encontramos elementos de etapas posteriores al neolítico, como los fragmentos
de quesera. El vaso 8 estaría decorado con un instrumento de
las mismas características al del recipiente 3, pero éste sería de
diferente tamaño, y la orientación de estas bandas horizontales.
Por último el nivel 2 ofreció un borde impreso (recipiente 9) y
un fragmento de pared con un somero cordón impreso mediante
instrumento (recipiente 10) (fig. 17).
El nivel 3 superior es el que más vasos decorados ha ofrecido (6). En él dominan los cordones impresos ya sea mediante
digitaciones (recipiente 11) o instrumento simple (vaso 12) o
complejo (vaso 16), y se da la única decoración incisa (vaso 14)
y cardial (vaso 15) de todo el yacimiento.
La decoración incisa consiste en dos bandas paralelas de
orientación indeterminada dadas las dimensiones del fragmento. La decoración cardial se desarrolla en una amplia franja que
ocupa el fragmento por completo y que cubre un pequeño pezón
cercano al borde del recipiente. Las impresiones se han realizado con la concha en posición ligeramente oblicua y de manera
perpendicular al borde (fig. 18).
Fig. 15. Acabados por
niveles de las cerámicas.
91
[page-n-99]
P. Utrilla, A. Berdejo, A. Obón, R. Laborda, R. Domingo y M. Alcolea
Fig. 16. Cerámicas decoradas del nivel 1.
En conclusión, aunque las cerámicas de El Esplugón proceden de niveles diferentes, el grueso de los fragmentos presenta una similitud de base en cuanto a su elaboración (acabados,
desgrasantes y cocciones) y a las decoraciones. Éstas se limitan
con alguna excepción a motivos impresos no muy complejos y
a aplicaciones plásticas que en ocasiones combinan impresiones
digitadas o de otros instrumentos sobre el cordón aplicado. El yacimiento también ha ofrecido en su nivel cerámico más antiguo
un fragmento de cerámica cardial (vaso 15) y otro con decoración
incisa (vaso 14) lo que se encuentra dentro de la normalidad dentro de los conjuntos de la Península Ibérica, y concuerda con la
fecha obtenida (5970±30 BP / 4940-4790 cal a.C.) que nos sitúa
en un momento avanzado del Neolítico Antiguo. Una síntesis de
las técnicas decorativas puede verse en la figura 19.
6. PALEOAMBIENTE Y GESTIÓN DEL COMBUSTIBLE
Desde el punto de vista biogeográfico, el yacimiento de El Esplugón se encuentra en la Región Mediterránea, Provincia Aragonesa, sector Montano aragonés (Rivas Martínez, 1982). Dentro de esta región y en función del relieve podemos encontrar
diversos pisos bioclimáticos reflejo de la adaptación de la vegetación a la gradación altitudinal de los factores climáticos; la
situación del yacimiento, a 800 m.s.n.m., lo ubica en la zona de
transición entre los pisos mesomediterráneo y supramediterráneo, que se caracteriza de forma general, por las formaciones de
quercíneas. En este contexto, podemos observar que en la actualidad, la vegetación del entorno del yacimiento está constituida
por bosques de coníferas y frondosas marcescentes, entre las
que destacan por su abundancia Pino albar (Pinus sylvestris L.),
Pino laricio (Pinus nigra Arnold), Caxico (Quercus cerrioides
Wilk & Costa) y Quejigo (Quercus faginea Lam. subsp. fagui92
Fig. 17. Cerámicas decoradas del nivel 2.
nea), acompañadas de especies arbustivas y subarbustivas como
Boj (Buxus sempervirens L.), Endrino (Prunus spinosa), Majuelo (Crataegus monogyna Jacq.), Cornejo (Cornus sanguinea
Jacq.) y de matorral rastrero como Erizón (Echinospartum horridum (Vahl) Rothm). También, a pocos metros del yacimiento,
se encuentra la ribera del rio Guarga, que aparece flanqueada
por una formación de bosque galería muy alterada por la acción
antrópica, en la que destacan Álamo negro (Populus nigra L.) y
sauces o bergueras (Salix eleagnos Scop.).
Durante las campañas de excavación 2012 y 2013 se han planteado estrategias de muestreo sistemáticas y exhaustivas, centradas en la recuperación de macrorrestos vegetales, en las que se han
combinado diferentes estrategias de procesado del sedimento. Por
un lado, se ha llevado a cabo la recogida manual de aquellos fragmentos visibles durante el transcurso de la excavación y, por otro
lado, se ha tamizado la totalidad del sedimento, ya sea en seco o
con agua, adaptándose en cada caso a la naturaleza del sedimento
a procesar. El estudio antracológico del yacimiento se encuentra
en proceso, no obstante, apuntaremos aquí algunos de los datos de
los que disponemos a modo de resultados preliminares.
Hasta el momento se ha estudiado una muestra de 100 fragmentos de carbón por cada uno de los niveles arqueológicos descritos, lo que supone un total de 600 fragmentos analizados. Entre
los restos de madera carbonizados se han identificado un total de
7 taxones (tabla 3). El taxón mejor representado en el registro
[page-n-100]
El abrigo de El Esplugón. Un ejemplo de transición Mesolítico-Neolítico en el Prepirineo central
Fig. 18. Cerámicas decoradas del nivel 3 sup.
antracológico de Esplugón es el pino de tipo laricio-albar (Pinus
tipo sylvestris/nigra) que alcanza unos porcentajes muy altos en
todos los niveles estudiados. La utilización de la madera de estos
pinos como combustible es ubicua en los yacimientos arqueológicos peninsulares en etapas pleniglaciares y tardiglaciares en las
que esta especie jugó un importante papel en los paisajes vegetales (Allué, 2002; Zapata y Peña-Chocarro, 2005; Alcolea, 2014).
Las coníferas aparecen también representadas por los enebrossabinas (Juniperus sp.). La madera de estos arbustos es aromática y fácil de trabajar, así como un buen combustible. Entre las
frondosas, destaca el género Quercus, que aparece representado
por especies tanto de tipo caducifolio (Quercus sp. tipo caducifolio) como perennifolio (Quercus ilex/coccifera). La madera de las
quercíneas es muy apreciada por su gran poder calorífico y sus
frutos para su consumo animal o humano. Las rosáceas sólo han
podido ser determinadas a nivel de familia aunque si documentamos que aparecen tanto especies de tipo maloideas (Rosaceae/
Maloideae) como el género Prunus (Rosaceae/Prunoideae). Estas plantas, que crecen en orlas y claros de bosque, se caracterizan
por tener frutos comestibles. Por último, la vegetación de ribera
aparece únicamente documentada por un taxón, el fresno (Fraxinus sp.), cuya madera, flexible y resistente, es muy apreciada
para la fabricación de herramientas. Sus hojas son consumidas
por el ganado y tienen algunas propiedades medicinales, aunque
son ligeramente tóxicas para el ser humano.
La antracologia como disciplina arqueobotánica, nos permitirá tener una imagen diacrónica de la vegetación del entorno del
yacimiento en los diferentes momentos de ocupación del abrigo.
La dinámica general de la vegetación holocena está marcada por
la codominancia Pinus/Quercus y, tal como reflejan las secuencias
polínicas pirenaicas (González-Sampériz, 2005; Pérez-Sanz, 2014)
se resolverá a favor de los bosques mixtos o mayoritariamente caducifolios con una especial presencia de las quercíneas. Hasta el
momento, los diferentes niveles arqueológicos estudiados en Esplugón presentan diferencias entre sí en cuanto a la diversidad y
composición de la flora, aunque estas diferencias no son significativas ni nos permiten todavía aventurar ninguna hipótesis acerca de
la tendencia en la evolución de la vegetación a nivel local.
Fig. 19. Técnicas decorativas
por niveles.
93
[page-n-101]
P. Utrilla, A. Berdejo, A. Obón, R. Laborda, R. Domingo y M. Alcolea
Tabla 3. Taxones determinados, por niveles, en el carbón analizado (n=600).
2
3 sup.
1
Fraxinus sp.
-
3 inf.
4
-
-
5
6
-
-
1
-
-
-
-
3
79
Juniperus sp.
Pinus tipo sylvestris/nigra
89
76
92
85
80
Rosaceae / Prunoideae
-
-
-
-
-
1
Quercus sp. caducifolio
9
6
4
-
11
3
Quercus ilex / coccifera
2
-
-
-
2
-
Rosaceae / Maloideae
1
-
-
-
-
1
No determinables
7
5
20
8
2
12
100
100
100
100
100
100
Total
7. DATACIONES ABSOLUTAS Y CLASIFICACIÓN
CULTURAL
Se han enviado a datar 11 muestras, siendo 8 de ellas de un
solo hueso, enviadas a Beta Analytic y 3 de carbón, enviadas
al Laboratorio de la Universidad de Groningen. Entre las de
hueso dos muestras no dieron suficiente colágeno por lo que
sólo 9 han dado resultados, siendo 2 de ellos no válidos en
cuanto al nivel del que supuestamente proceden pero sí reflejan bien el momento de la ocupación prehistórica ya que
se trata de un solo hueso o un solo carbón (en cursiva en la
tabla). Es el caso de la datación de 7715±45 BP, asignable
al nivel 4, mesolítico geométrico, pero que se recogió en el
nivel 6 por alteraciones postdeposicionales, o la hallada a la
altura del nivel 4 de 6120±40 BP pero que procedía de una
cubeta abierta desde alguno de los niveles neolíticos. El resto de las siete fechas adolece de un cierto rejuvenecimiento
en los resultados esperables pero son compatibles con la secuencia prevista por lo que las consideramos aceptablemente
válidas (tabla 4).
7.1. loS nIVeleS neolíTIcoS
Dos son las fechas que permiten datar los niveles neolíticos de la
fase II de Esplugón. El nivel 2, el más reciente, entregó una fecha de 5970±30, a caballo entre el séptimo y sexto milenio acorde con otras del Prepirineo procedentes de Chaves Ia (6380±40
BP), Puyascada (5930±60 BP), Trocs I (6285±25 BP), Paco Pons
(6045±45 BP), Parco E1 (6120±90 BP), Huerto Raso (6310±60
BP) o Aizpea III (6370±70 BP). Las cerámicas irían acordes con
esta etapa del Neolítico Antiguo Evolucionado (NAE). La segunda muestra (1A.172.1) de 6120±40 BP, procedente del sondeo de
la primera campaña y realizada sobre un solo hueso, se recogió a
mayor profundidad (172 cm) de la que cabría asignar al nivel 2 o
3 superior de los que supuestamente procedería en origen. Debió
pertenecer a una de las dos cubetas registradas en el cuadro 1A,
con cerámicas documentadas hasta 167 cm de profundidad.
Para el nivel 3 superior no tenemos todavía una datación
inapelable. La muestra de 3A.128.534 (6730±40 BP) procedía
de un hueso hallado en el límite entre el nivel 3 superior y 3
inferior. A esa profundidad apareció en el mismo cuadro un solo
Tabla 4. Dataciones absolutas calibradas.
Sigla
Nivel
Fecha BP
Fecha Cal BC
Laboratorio
Material
Cultura
2W.127.2
2
5970±30
4940-4790
Beta-338509
Hueso
Neolítico Antiguo
1A.172.1
Cubeta con
6120±40
cerámica a 167 cm
5210-4940
Beta-283899
Hueso
Neolítico Antiguo
3A.128.534
3 sup / 3
6730±40
5590-5570
Beta-313517
Hueso
¿Mesolítico Geométrico o
Neolítico Antiguo?
2A.165.218
3 bajo
6950±50
5920-5730
Beta-306723
Hueso
Mesolítico Geométrico
2A.182.25
4
7620±40
6474±26
GrA-59632
Carbón Pinus
sil. nigra
Mesolítico Geométrico
4A.229.101
6
7715±45
6549±48
GrA-59634
Carbón Pinus
sil. nigra
1W.189.361
5
7860±40
6620-6610
Beta-306725
Hueso
Sauveterriense / Macrolítico
2A.199.1
5
8015±45
6939±93
GrA-59633
Carbón Pinus
sil. nigra
Sauveterriense / Macrolítico
1A.218.11
6
8380±40
7870-7680
Beta-306722
Hueso
Microlaminar / Magdaleniense
94
[page-n-102]
El abrigo de El Esplugón. Un ejemplo de transición Mesolítico-Neolítico en el Prepirineo central
fragmento de pared cerámica, además de una Columbella perforada. Sin embargo, los geométricos, todos de retoque abrupto,
alguno con retoques inversos en la base, concuerdan con ese
momento de transición de fines del Mesolítico geométrico que
aparece en el nivel IV de Forcas. Su cronología coincide en
cambio con la del nivel V de Forcas, ésta ya con un 50% de
piezas en doble bisel y cerámicas cardiales.
Sin embargo, desde el punto de vista de la cultura material no
dudamos en adscribir la fase Esplugón II en el grupo del auténtico
Neolítico de Chaves y Olvena, acorde con la existencia de dos
posibles taladros neolíticos, tres segmentos de doble bisel y de
varias láminas con pátina lustral, ausentes en el Neolítico aculturado de Forcas V y VI y en todo el mesolítico geométrico del Bajo
Aragón. Sólo el Plano del Pulido de Caspe y Alonso Norte en Alcañiz entregan una industria lítica similar, a falta de que se publiquen los resultados del abrigo de Valmayor IX, en Mequinenza,
yacimiento que probablemente deba ingresar en este grupo.
De este modo, desde el punto de la tipología lítica, son estas
piezas (taladros, segmentos y láminas con pátina de cereal) junto
a la presencia de cantos pintados y una industria ósea elaborada,
lo que marcaría la diferencia entre un neolítico tipo Chaves y uno
aculturado. De hecho, los triángulos en doble bisel, presentes en
ambos niveles de Esplugón, ya aparecían en Forcas V y VI y otros
yacimientos aculturados del Bajo Aragón (Botiquería, Costalena,
Pontet). Por ello, a falta de obtener más datos en las próximas
campañas, reseñamos únicamente que, en principio, los niveles
neolíticos de Esplugón, ubicados en torno al 6000 BP, parecen
aproximarse más a Chaves y Olvena que a Forcas, lo cual concuerda con las magníficas condiciones de habitabilidad del abrigo, idóneo para un hábitat más o menos permanente. Y dentro de
Chaves más a la etapa del nivel Ia, Neolítico Antiguo avanzado,
que a la del nivel Ib, dada la presencia de una sola cerámica cardial. Por otra parte los tres triángulos de retoque plano presentan
sus únicos paralelos en el Valle del Ebro en la parte alta del nivel
b de Aizpea (fase III) datado en 6370±70 BP, y en otros yacimientos del Sur de Francia (punta de Gazel) (Thévenin, 1998), por lo
que de nuevo nos hallamos en un ámbito ultrapirenaico que ya se
registra en los niveles mesolíticos.
7.2. loS nIVeleS meSolíTIcoS
Los niveles 3 inf y 4 que forman el horizonte de Esplugón III
se enmarcan en el mismo grupo del Mesolítico Geométrico clásico presente en Forcas, Bajo Aragón y Alto Ebro. Ahora bien,
dentro de la fase Esplugón III existen, al menos, dos momentos
del mesolítico geométrico tal como indican las fechas de C14
y su cultura material: uno de fase A, con la fecha de 7620±40
BP que aporta el nivel 4 (más la ya comentada del 7715±45
BP procedente del nivel 6) y uno de fase B, confirmado por
el 6950±50 BP que entrega el nivel 3 inferior y, quizá, el ya
citado de 6730±40 BP en la transición de 3 inferior a 3 superior,
transición que presenta sólo leves variaciones estratigráficas por
color, textura, o composición granulométrica, algo habitual en
los depósitos del Valle del Ebro.
En efecto, la industria lítica parece estar señalando estos
dos momentos: en el nivel 4 dominan los trapecios (con algunos tipos écaillés procedentes del momento anterior de muescas y denticulados) lo que marcaría la etapa antigua de fase
A, mientras que en el nivel 3 inferior encontramos un ligero
dominio de los triángulos, con algunos tipos ultrapirenaicos
evolucionados, como los triángulos de retoque inverso en la
base presentes en Forcas IV y Aizpea en momentos recientes
del Mesolítico. En cambio, no se documentan en Esplugón los
típicos triángulos de tipo Cocina presentes a partir del 6800 BP
en Secans, Botiquería 4 o Costalena c3.
El horizonte de plaquetas a techo del nivel 4 y el retroceso de
especies mesófilas en este nivel (el pino de tipo albar es el único
taxón documentado según el estudio antracológico) señalarían un
clima frío y seco. Sin embargo, este momento no acaba de concordar con las dataciones asignadas al nivel 4 (8424±26 calBP)
para pensar en el evento climático del 8.2 como responsable.
En conjunto, se observa en Esplugón una evolución desde
un Mesolítico de tipo microlaminar/sauveterriense hasta un
Neolítico, pasando por dos momentos del Mesolítico geométrico que casan bien con los útiles que ha entregado el yacimiento. Recientemente hemos revisado para el Coloquio de
Toulouse todo el mesolítico geométrico y la transición al Neolítico en el Valle del Ebro (Utrilla y Domingo, 2014: figs. 6, 7
y 8), al igual que en la monografía de Forcas en los capítulos
2.4 y 7.2 (Utrilla y Mazo, 2014). A estas dos publicaciones
remitimos para conocer el marco del Valle del Ebro en el que
se desarrolla nuestro yacimiento.
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[page-n-104]
Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 97-107.
La cova de la Guineu (Font-Rubí, Barcelona) i les relacions
plana-muntanya al Penedès durant el neolític inicial
F. xaVieR oMs, JoseP MestRes, aRtuR CeBRià, Juan i. MoRales, JoRdi nadal,
MiReia PedRo, susana Mendiela, PatRiCia MaRtín i JoseP M. Fullola
reSum
En aquest treball presentem les dades inèdites sobre les primeres ocupacions neolítiques a la cova de la Guineu (Font-rubí,
Alt Penedès, Barcelona). Un cop contextualitzat el jaciment, es presenten les restes ceràmiques, zooarqueològiques i de la
indústria lítica i òssia, així com una datació radiocarbònica AMS, també inèdita, que emmarca l'ocupació al jaciment durant el
darrer terç del VIè mil·lenni cal BC. Per últim, s'analitza el jaciment en el seu territori i les relacions que podrien existir amb
d'altres jaciments penedesencs durant l'establiment de les primeres societats productores al NE de la Península. S'observa en
aquest punt un complicat entramat de relacions entre la plana i la muntanya, sobretot la serralada prelitoral.
PalabraS claVe:
cova de la Guineu, neolític cardial, Penedès, NE Península Ibèrica.
réSumé
La grotte de La Guineu (Font-Rubí, Barcelone) et les relations plaine-montagne au Néolithique ancien. Cet article vise à
fournir des informations inédites sur les premières occupations néolithiques de la grotte de La Guineu (Font-rubí, Alt Penedès,
Barcelone). Après une présentation du gisement et celle des résultats de l'analyse archéozoologique, ce sont les données sur
les industries lithique, osseuse et céramique qui sont exposées. Une nouvelle datation 14C par AMS permet de préciser que
l'occupation néolithique de la grotte a eu lieu au cours du dernier tiers du VIème millénaire cal BC. En considérant La Guineu
au sein de son territoire, nous avons alors cherché à établir les liens que ce site a pu avoir avec d'autres sites contemporains
du nord-est de la péninsule ibérique à ce moment de l'expansion des premières sociétés paysannes dans cette région. De fait,
il semble qu'un tissu complexe de relations se soit établi entre les zones de plaine et de montagne, notamment dans le secteur
de la chaîne pré-littorale.
moTS cléS
: grotte de La Guineu, Néolithique cardial, Penedès, Nord-Est péninsule ibérique.
1. INTRODUCCIÓ
Al territori conegut com a Penedès històric (les comarques de
l'Alt i Baix Penedès i el sud del Garraf) es coneixen fins a 26
jaciments que presenten restes ceràmiques de les primeres fases
del neolític antic, 17 en cova i abric i la resta, a l'aire lliure.
Malauradament només disposem de dades arqueoestratigràfiques d'una petita quantitat d'aquests assentaments: Guixeres de
Vilobí, Mas d'en Boixos, La Serreta, Vinya d'en Pau, la cova
del Bolet, la cova de la Guineu, la cova de la Plana Pineda, la
cova de Sant Llorenç i la cova Foradada (Baldellou i Mestres,
1981; Mestres, 1981-82; Equip Guineu, 1995; Oms et al., 2014;
Oms, 2014; Borrell et al., 2014). D'altres jaciments emblemàtics, com la cova de Can Pasqual i l'Esquerda de les Roques
del Pany, van ser excavats durant la dècada dels 20' i 30' del
segle passat i les seves dades són utilitzables d'una manera molt
parcial (Grivé, 1936; Mestres, 1989). La major concentració de
jaciments es troba tant a la plana prelitoral com a la serralada
prelitoral (a la comarca de l'Alt Penedès), mentre que les zones
costaneres només coneixem dues ocupacions (Foradada a Calafell, Baix Penedès, i Sant Llorenç a Sitges, Garraf). En aquest
treball analitzarem el registre arqueològic associat a la primera
fase neolítica de la cova de la Guineu i les relacions existents
durant aquesta fase al territori penedesenc.
2. EL JACIMENT
La cova de la Guineu es troba al municipi de Font-rubí (Alt
Penedès, Barcelona), a 725 msnm al cim del puig de la Plana Pineda (Serralada Prelitoral). Es troba molt propera a l'estratègica
carrerada del coll de la Barraca i per sobre de la Font de Llinars,
únic punt d'aigua natural proper a la cavitat (fig. 1.A).
L'entorn geològic de la zona del coll de la Barraca és el clàssic de la formació juràssic-triàsic: gresos vermells del Keuper a
la base, calcàries del Muschelkalk al tram mitjà i dolomies de
97
[page-n-105]
F. X. Oms, J. Mestres, A. Cebrià, J. I. Morales, J. Nadal, M. Pedro, S. Mendiela, P. Martín i J. M. Fullola
Fig. 1. A) Localització del jaciment a Catalunya (punt blanc). B) Tall estratigràfic diacrònic del jaciment, amb indicació de la procedència
dels nivells cardials. C) Planta de la cavitat.
gra fi a la part superior. En aquest context, la cova de la Guineu
(de fet, un avenc amb conca de recepció pròpia, que compleix la
funció de dolina), és una obertura per dissolució de les esquerdes de la capa de calcàries del Muschelkalk. L'aspecte actual
del jaciment és una cavitat d'uns 35 m2 (Sector Cova), un espai
amb morfologia d'abric de fins a 40 m2 (Sector Exterior) i tota la
dolina externa d'uns prop de 110 m2 (Sector Ampliació).
El jaciment fou excavat sense cap control a les darreries de
la dècada dels anys 70 del proppassat segle per part de la AECC
de Mediona. Aquest grup d'afeccionats va actuar de manera
molt important en els dipòsits del Sector Cova, donant a conèixer un lot de materials molt significatius, que van poder ser estudiats per membres de l'Equip Guineu durant la dècada de 1980.
Aquests materials oferien una idea bàsica sobre les ocupacions
a la cavitat, des del neolític antic cardial fins el bronze final.
Sortosament, el Sector Exterior, on es troba la visera despresa,
quedà intacte i és on s'han concentrat els esforços en els darrers
anys d'excavació.
La seqüència del jaciment comprèn grosso modo dues fases.
Una primera i més antiga, d'ocupació en sentit estricte que ocupa tant el nivell III (epipaleolític microlaminar), els nivells postcardials (II interior, II fumier i Id exterior) i el que aquí ens ocupa, el nivell Ie exterior (fig. 1.B i 1.C). En aquest moment, la cavitat presentava unes característiques àmplies, amb prop d'uns
70-80 m2 habitables. Després, ja durant el IV mil·lenni, la visera
col·lapsà i s'inicien una sèrie d'ocupacions que s'adapten a un
nou aspecte de la cova, pràcticament un avenc. En aquesta se-
98
gona fase s'hi succeïren primer un llarg període d'inhumacions
col·lectives paradolmèniques durant el III mil·lenni cal BC (nivell Ic) i ocupacions esporàdiques durant l'edat del bronze ple
(nivell Ia base), el bronze tardà-primera edat del ferro (nivell Ia)
i freqüentacions ibèriques fins a tardorromanes. La cova acaba
sent emprada com a carbonera i cabana de pastors des d'època
post-medieval fins quasi l'actualitat.
El registre material que associem a la primera ocupació neolítica de la cova es troba en diferents àmbits de la mateixa. El
nivell II interior (al Sector Cova) (fig. 1.B), presenta força material tot i que aquest fou arrasat per les ocupacions del neolític
postcardial. D'aquesta manera, tot i un ric registre, aquest es troba barrejat amb ceràmiques de tipus Molinot. També es troben,
fruit de les remocions modernes, algunes restes disperses per
diversos estrats remenats de la cavitat. No obstant, fora de la cavitat (Sector Exterior) es va poder identificar un nivell d'aquesta
fase, el Ie. Aquest és l'únic tram intacte on s'ha excavat una
capa del neolític inicial del jaciment. És per ara una zona molt
reduïda, només se n'han excavat 4-5 m2. De fracció fina compost per argiles vermelloses i algunes graves, s'assenta i percola
sobre un nivell de grans blocs, amb una potència que no supera
ara per ara els 20 cm. El fet que es trobi just a l'única zona no
protegida per cap tram de cova o d'abric ha provocat l'alteració
de certs materials, sobretot la fauna, que apareix lixiviada. En
el futur, amb l'avançament de l'excavació del Sector Exterior,
es podrà assolir una extensió de prop de 40m2 per aquest nivell.
[page-n-106]
La cova de la Guineu i les relacions plana-muntanya al Penedès durant el neolític inicial
3. L'OCUPACIÓ I ELS MATERIALS DEL NEOLÍTIC
INICIAL
En aquest article es presenten una part dels materials que pertanyen a les ocupacions cardials de la cova. Per una banda, a
l'estudi de la ceràmica i la indústria òssia s'inclouen els materials amb procedència diversa (nivell Ie, barrejat amb postcardial al nivell II interior i descontextualitzat). Per l'altra, les
dades referents a la zooarqueologia i de la indústria lítica només
fan referència al nivell Ie. Tot i que no se'n donaran més detalls
aquí, és molt habitual la presència en aquest nivell de plaques de
gres fragmentades (prop d'una vintena) i sobretot, petits fragments d'argila cuita.
D'aquest nivell s'ha obtingut una datació radiocarbònica
AMS sobre un carbó de branqueta de Laurus nobilis (taula 1).
Considerem aquest taxó més recomanable que no altres com
Quercus o Pinus per exemple, per tenir una vida potencialment
més curta.
Taula 2. Trets tècnics i morfològics de la cova de la Guineu.
Reductora
13 (37,1%)
5 (14,3%)
Allisat
Polit
Espatulat
18 (51,4%)
0
Gran
Mitjà
Petit
9 (25,7%)
Mida
Oxidant
17 (48,5%)
Acabats
Irregular
17 (48,5%)
Coccions
22 (62,8%)
4 (11,4%)
Ovoide/esfèric Hemisfèric
Cilíndric
7 (21,87%)
Formes
8 (21,87%) 2 (6,25%)
3 (9,37%)
Compost
Taula 1. Datació radiocarbònica AMS de la cova de la Guineu,
calibrada mitjançant el programari OxCal v.4.2. corba IntCal13.
Taula 3. Decoracions documentades per vasos, senzilles i desglossades, de la cova de la Guineu.
Nivell
Mostra
Ie
Laurus Beta-406998 26.5
nobilis
(carbó)
Referència
Ratio
Data BP
Cal BC 2σ
Tècniques decoratives
6140±30
5209-5002
Tècniques simplificades
La datació obtinguda és la més recent de les conegudes fins
el moment a l'Alt Penedès. Tot i així s'integra perfectament dins
l'escenari general català, amb els exemples de la cova del Frare
c6 (Martins et al., 2015), la cova Bonica IV o la Draga (Bosch et
al., 2011) entre molts d'altres. En una segona fase de la neolitització, entre 5300-4900 cal BC, les tradicions cardials més pures
es mantenen als focus antics (Garraf-Pla de Barcelona, Penedès
i Vallès) i a Girona. Mentre que en d'altres territoris es donen
fenòmens de transició i contacte amb conjunts epicardials antics
(cova del Vidre i cova de la Font Major), o per contra, una autèntica substitució als jaciments de l'àrea Segre-Pirineus (Oms,
2014), on la ceràmica cardial és testimonial.
3.1. la ceràmIca cardIal
Amb la metodologia emprada en un treball recent, s'han analitzat un total de 47 fragments ceràmics decorats, entre els quals
destaquen vuit vores i dos colls. Aquests fragments han estat
reduïts a 35 vasos ceràmics decorats.
Pel que fa als trets tècnics, les coccions irregulars i les oxidants tenen una gran importància (17 i 13 vasos respectivament), mentre que la reductora està poc present (taula 2).
Pel que fa als acabats de les superfícies, la cova de la Guineu
destaca per la àmplia presència de vasos amb un acabat polit (18
vasos), que supera per poc la representació d'allisats (17). No
s'han documentat vasos amb acabats espatulats o brunyits.
Els trets morfològics analitzats mostren una clara preferència
pels vasos mitjans (22), tot i que els grans també estan prou presents (9), mentre que els petits tenen una presència quasi testimonial. Pel que fa a les formes dels vasos, molts no han pogut ser definits (15 indeterminats). De la resta, s'ha establert un clar equilibri
Cardial
NR
%
16
45,7%
Cardial sobre cordó
6
17,1%
Cordó llis
7
20%
Cresta
2
5,7%
Impressió simple (no petxina)
2
5,7%
Pinta
1
2,8%
1
2,8%
Incisió
Total
35
Tècniques desglossades
Cardial oblic
9
25,7%
Cardial perpendicular
2
5,7%
Cardial arrossegat
2
5,7%
Impressió simple
2
5,7%
Pinta
1
2,8%
Incisió
1
2,8%
Cordó llis
7
20%
Cresta
2
5,7%
26
74,2%
Cardial oblic + perpendicular
2
5,7%
Cardial oblic + arrossegat
1
2,8%
Cardial oblic + perpendicular + cordó
1
2,8%
Cardial oblic + arrossegat + cordó
1
2,8%
Cardial perpendicular + arrossegat + cordó
1
2,8%
Cardial oblic + cresta
1
2,8%
Cardial perpendicular + cresta
1
2,8%
Cardial indet + cordó
1
2,8%
Total
9
25,7%
Total
Tècniques combinades
99
[page-n-107]
F. X. Oms, J. Mestres, A. Cebrià, J. I. Morales, J. Nadal, M. Pedro, S. Mendiela, P. Martín i J. M. Fullola
Fig. 2. Selecció de vasos
ceràmics decorats de la cova
de la Guineu (els números 4 i 9
s'associen al nivell Ie).
entre els vasos ovoides/esfèrics i cilíndrics amb set i vuit exemples
respectivament, tres hemisfèrics i dos compostos amb coll destacat. Si es combinen les dades sobre la morfologia dels vasos (les
mides més freqüents i les formes), s'observa que els grans només
es documenten en perfils cilíndrics (set vasos). En canvi, en els
vasos mitjans no se'n documenten de cilíndrics mentre que tenen
una representació sostinguda de la resta de morfologies, destacant
sobretot els ovoides/esfèrics (en sis vasos) (taula 2).
Les decoracions documentades estan clarament dominades
per la impressió cardial, que de manera solitària es troba en 16
vasos (taula 3 i fig. 2); quan es combina amb cordó se'n documenten sis més. En ordre d'importància, només els cordons llisos tenen una representació important amb nou vasos (dos d'ells
crestes). La resta, les impressions no cardials, es troben en tres
casos, dos vasos amb impressió simple successiva i un vas amb
impressió composta (pinta). Per últim, un únic vas presenta una
decoració incisa (taula 3).
100
A la mostra analitzada, en la majoria dels casos (26/35)
les decoracions es troben com a únic element present en el
vas. No obstant, hi ha nou vasos que presenten major complexitat en la formació dels esquemes decoratius. En tres vasos es dona una triple combinació (dos tipus de decoració
cardial i cordó), en la resta de casos es tracta de diferents
combinacions entre dos impressions cardials en tres vasos
i la combinació d'una impressió cardial i una cresta en dos
vasos (taula 3). Aquesta circumstància implicaria una certa
simplicitat en els models decoratius, factor que s'haurà de
corroborar amb els motius documentats.
S'han documentat un total de nou motius diferents (segons
Oms, 2014), no obstant en 10 casos no s'ha pogut establir a
causa de les dimensions del/s fragment/s analitzat/s. La diversitat de motius és molt elevada en comparació amb el baix
nombre de vasos documentats, no obstant existeix un clar
predomini del cordó llis horitzontal simple (I1) amb 7 casos,
[page-n-108]
La cova de la Guineu i les relacions plana-muntanya al Penedès durant el neolític inicial
seguit de la franja horitzontal simple (A1) i la franja horitzontal múltiple limitada (B2) amb 3 vasos en cada cas. La franja
horitzontal limitada amb meandres limitats (D4) es troba en
2 casos, igual que la franja horitzontal àmplia simple (E1).
La resta de motius estan presents únicament en un vas, com
la franja horitzontal limitada (A2), la franja horitzontal ampla
amb cordó inferior (E3), la franja horitzontal simple que integra cordó enmig (F1) o la franja horitzontal amb franja obliqua
descendent (H3). Per últim, en un sol cas s'ha documentat un
vas amb doble motiu o motiu complex, basat en una composició B1 + F1, que consta de franges horitzontals múltiples
combinades amb un cordó al tram inferior.
Si ens centrem en la sintaxi decorativa basada en la combinació de les tècniques decoratives emprades i els motius més
habituals, s'ha de tenir en compte que els motius no han pogut
ser tots definits. Per això i a partir d'un anàlisi combinat de només 22 vasos (els que sí han estat definits), les dades són poc
representatives. Tan sols es pot destacar:
- que el motiu senzill l'A1 només es realitza amb una sola
matriu (impressió d'instrument o impressió cardial de qualsevol
tipus);
- en el mateix sentit, el motiu I1 també es realitza amb una
sola tècnica;
- en la resta de casos, tot i que hi hagi motius més complexes
es pot emprar una sola tècnica, i al contrari, en els casos amb
tres tècniques associades es pot observar un motiu senzill.
de 55 mm, les seccions són triangulars i els talons unifacetats
amb bulbs difusos i sense presència de llavi, el que sembla
apuntar a la percussió directa tova com a tècnica de talla.
Per últim, el conjunt només compta amb tres elements retocats, sent un d'ells una peça estellada. Els altres dos són una
ascla amb retoc continu en un dels fils i sobretot, un trapezi
(30,6 x 9,8 x 2,7) amb la base petita còncava.
3.3. alTreS elemenTS: IndúSTrIa òSSIa I malacologIa
Diversos elements han estat recuperats a la cova de la Guineu
que s'associen amb l'ocupació cardial de la cavitat. La major
part dels ítems procedeixen del nivell II interior, on s'hi barreja
l'ocupació cardial amb la posterior postcardial. Al nivell Ie no
s'ha documentat cap resta fins el moment.
S'han recomptat fins a 8 elements ossis i un de malacològic. Aquest darrer es correspon amb una Columbella rustica
amb perforació antròpica a la volta columel·lar. L'àpex està
trencat, sense que es pugui precisar si la fractura és antròpica
o natural. Entre els primers, trobem una cullera o pala/paleta
(fig. 3.1), sobre suport ossi no determinat (entenent que les
culleres presenten perfil còncau a la part ampla i les pales no,
en tipologia de Rodanés, 1987 i Pascual Benito, 1998). En
Pel que fa a les temàtiques representades dins els motius, el
component horitzontal és netament superior a la resta, amb 21
vasos on es tracta de l'únic tema documentat. Els temes en disposició obliqua es compten únicament en tres vasos. En quatre
vasos no s'ha pogut establir amb seguretat el tema i s'han classificat com indeterminats. Els que comprenen més d'un tipus són
una minoria, però tenen en comú la presència de la variable horitzontal, combinada amb temes ondulants (dos vasos) i oblics
(tres). Cal ressenyar que no es documenta cap espiga, element
poc freqüent al Penedès.
3.2. IndúSTrIa líTIca
El conjunt lític recuperat al nivell Ie és escàs, fragmentari i mostra un grau d'alteració postdeposicional notable. S'han recuperat únicament 65 restes, de les quals, 16 són plaques de sorrenca. La resta, 49 elements, no permeten aportar excessives dades
a nivell tecnològic ni tipològic sobre les dinàmiques tècniques
dels grups cardials.
Les matèries primeres documentades són el sílex i en menor
mesura, el quars. El primer mostra en general un desenvolupament
important de pàtines d'alteració tèrmica que no permeten per ara
el seu estudi petrològic. Tot i l'escassa mostra, sembla detectar-se
una gestió diferencial entre els dos materials. El sílex (NR=42) està
representat per fragments de làmina, configurats i restes de talla, és
a dir una cadena operativa fragmentada que suggereix que els processos de talla no es van desenvolupar majoritàriament a la cova,
sent el jaciment el lloc d'abandonament dels útils finals o de talla
ocasional. Per altra banda, el quars (NR=7) té representades totes
les categories estructurals, incloent un nucli esgotat.
A nivell tecnològic només es pot destacar la relativa importància del component laminar en el sílex ja que es documenten
set fragments de làmina. La longitud màxima documentada és
Fig. 3. Elements d'indústria òssia de la cova de la Guineu.
101
[page-n-109]
F. X. Oms, J. Mestres, A. Cebrià, J. I. Morales, J. Nadal, M. Pedro, S. Mendiela, P. Martín i J. M. Fullola
aquest cas, tota la peça presenta una deformació còncava, segurament pel suport fet servir (possiblement una costella). Un
altre element destacat és un fragment d'anell llis no decorat
(segons Pascual Benito, 1998) o bague (en terminologia de
Barge-Mahieu i altres, 1991), sobre os no determinat anatòmicament ni taxonòmicament, amb coloració negra per termoalteració (fig. 3.5). S'observen marques de poliment transversal
que semblen fetes amb posterioritat a l'alteració tèrmica. Un
punxó, possiblement sobre metàpode de cérvol. S'aprecien estries de fabricació per abrasió i dos intents de perforació a la
part proximal (fig. 3.2). Si aquestes perforacions s'haguessin
dut a terme, caldria descriure-les tipològicament com una agulla (independentment de la mida). Sobre dent (fig. 3.3), hi ha
un penjoll fet per perforació a l'arrel d'un ullal superior de
Felis silvetris (l'atribuïm a aquesta espècie i es descarta, per
la mida, el linx). Un tub d'ós, realitzat mitjançant una dena
cilíndrica sobre os buidat i termoalterat. Podria ser, per algunes característiques internes, banya de cèrvid, retallada, polida
i brunyida. És similar a alguns dels elements proposats per
Martí i altres (2001) com a possibles instruments musicals.
Una cullera-espàtula realitzada sobre un fragment d'ullal inferior de Sus mascle (fig. 3.8). Polit i potser brunyit, presenta
una sèrie incisions reticulades en un tram medial de la cara
interior, massa intenses i ordenades per a relacionar-les amb
traces tècniques de fabricació de la peça. Un altre element és
un fragment de lamineta d'os termoalterada que conserva part
d'una perforació (fig. 3.7). Per morfologia i mides, es podria
relacionar amb els penjolls recto-rectangulars de Pascual Benito i entraria dins de l'amplitud de variació de les peces més
petites del País Valencià. Un altre element (fig. 3.6), és similar
a l'anterior però més esvelt. Per últim un fragment d'os pla,
polit i trencat per la base, podria tractar-se d'un fragment de
paleta o un penjoll recto-rectangular (fig. 3.4).
Totes les peces descrites poden entrar dintre de les tipologies i les mètriques dels elements sobre os del Sud de França,
Vall de l'Ebre i País Valencià durant el neolític inicial. Algunes
peces són similars a les recuperades en jaciments com Or, Sarsa,
Balma de l'Espluga, pel que fa al neolític antic (Rodanés, 1987;
Barge-Mahieu et al.,1991; Pascual, 1998). Per la seva banda, els
objectes ornamentals sobre Columbella rustica són molt generalitzats a tota la prehistòria, però també és cert que predominen a l'epipaleolític i al neolític antic, i poden considerar-se un
element diagnòstic a la zona catalana, valenciana i de la Vall de
l'Ebre (Álvarez, 2008).
el material es troba en un alt grau de fragmentació, cosa que
ha suposat que en la majoria dels casos les identificacions solament s'hagin pogut fer a través de la dentició, únics elements
que de vegades han aparegut complets. A més i tal com s'ha
dit abans (punt 2), les restes òssies també es veuen afectades
en les corticals amb alteracions similars a la meteorització,
àcids radiculars i trampling, cosa que ha impedit l'observació
de marques d'origen antròpic. Solament es poden detectar termoalteracions, en diferents graus, que afecten una mica més
del 16% del total. La distribució taxonòmica de les restes determinades és: ovicaprins: 10 restes (dentició i dos fragments de
metacarpians), que podrien estar representant un únic individu
adult. No podem saber si es tracta d'una ovella o una cabra. Bos
taurus: 4 restes (dentició) que podrien representar 2 individus
per l'estat de desgast de la dentició, però que és molt difícil de
discernir. Sus sp.: 2 restes (que representarien dos individus, un
de molt jove, per un fragment de parietal molt petit i un animal
amb dentició adulta, una incisiva superior). Cervus elaphus: 2
(un molar superior i un fragment de banya) que representa un
únic individu adult mascle. Equus caballus: 1 resta (un fragment d'escàpula que presenta la cavitat glenoïdal amb endentació) que representaria un individu. Oryctolagus cuniculus: 8
restes (fonamentalment dents, un metatarsià i una 3a falange).
A banda, entre el material modificat antròpicament, hem de recordar que s'havia identificat una dent de Felis silvestris.
Es tracta d'una relació estadísticament no significativa i, per
tant, no podem treure conclusions contrastables més enllà de la
simple presència dels taxons, d'altra banda, prou diversificats
atesa la reduïda mostra. A nivell de nombre de restes determinades, solament podem mencionar que, com és tradicional per
aquestes cronologies en entorns de cova, hi ha un predomini
dels ovicaprins (si tenim en compte només els grans mamífers
–tot excloent de la mostra els conills–) que seria del 52,3%, però
que estaria superat per gairebé totes les altres espècies si fem
una valoració de la biomassa aportada, si la calculem dels nombre mínim d'individus representats. Altra valoració que cal fer
és la importància de la fauna salvatge, representada per un mínim de tres espècies, conill, cérvol i cavall. Si bé el cavall ja no
és cap novetat en els contextos neolítics catalans, continua sent
un taxó poc representat, i de difícil atribució (salvatge/domèstic) a finals del neolític, el calcolític i el bronze inicial. En el cas
que ara ens afecta, sembla clar que es tractaria, per cronologia,
d'un animal salvatge.
3.4. leS dadeS arqueozoològIqueS
4. RELACIONS PLANA-MUNTANYA DURANT EL
NEOLÍTIC INICIAL AL PENEDÈS
S'han analitzat 110 restes òssies que es corresponen amb el
nivell Ie de la cova de la Guineu. No incloem les restes-suport
d'indústria òssia esmentades anteriorment (tot i que puguem
fer alguna referència posterior), ja que podrien correspondre's
amb elements transportats. De les restes analitzades, 27 han estat determinades anatòmicament i taxonòmicament (24,54%),
mentre que les 83 restants han quedat no identificades taxonòmicament (75,46%). Entre les restes no identificades,
s'observen dues mides diferenciades: grans mamífers de mida
mitjana (que podrien correspondre, entre els taxons identificats
que després relacionarem, a ovicaprins, suids i potser cérvols
juvenils o femelles), i grans mamífers de mida gran (bovins,
èquids o cérvols adults, preferentment mascles). D'altra banda,
102
Com s'ha dit a la introducció, al Penedès hi ha 26 jaciments que
compten amb restes cardials (fig. 4). Les Guixeres de Vilobí,
a Sant Martí Sarroca, i Sant Pau, a Vilafranca del Penedès (no
excavat, però amb característiques molt similars al primer), serien els veritables assentaments amb estructures habitacionals
de la zona. Es localitzen al vessant meridional dels dos únics
relleus aturonats que despunten sobre la plana en aquest tram
central de la depressió penedesenca. Ambdós estan situats en
un emplaçament estratègic rodejat de planes endorreiques que
durant el neolític antic serien zones humides amb petites llacunes i aiguamolls i en una posició central respecte les terres que
ofereixen millor potencialitat agrícola.
[page-n-110]
La cova de la Guineu i les relacions plana-muntanya al Penedès durant el neolític inicial
Fig. 4. Mapa amb els jaciments amb vestigis cardials al Penedès. 1.
cova de la Guineu; 2. cova de la Plana Pineda; 3. cova del Bolet; 4.
Fondal de Vandellòs (cova de la Boira; cova de la Jeta; balma del
Sílex; cova de la Rasa; balma del Pèndol); 5. abrics de Cal Marquet;
6. cova de la Masia; 7. Esquerda de les Roques del Pany; 8. Masia
de la cova del Garrofet; 9. cova de Can Pasqual; 10. Guixeres de
Vilobí; 11. Guixeres de Baix; 12. Mas d'en Boixos; 13. Pedrera
de Sant Jordi; 14. Sant Pau; Vinya Torrelletes; 15. La Serreta; 16.
Vinya d'en Pau; 17. Torrent de Sant Marçal; 18. cova del Pi d'en
Barba; 19. cova del Pèlag; 20. cova de Sant Llorenç; 21. cova
Foradada.
Les Guixeres de Vilobí (Sant Martí Sarroca) és l'únic jaciment que ens permet entreveure la configuració d'aquests assentaments (Mestres, 1981-82; Mestres, 1987; Oms et al., 2014).
Excavat el 1974 i de 1981 a 1984, s'hi documenten estructures
negatives i altres evidències arqueològiques que permeten teoritzar l'existència de cabanes extenses sostingudes per pilons de
fusta i fosses de diversa funcionalitat, en una extensió aproximada de 1500 m2. La seqüència estratigràfica indica una continuïtat d'ocupació, en termes culturals (que no cronològics),
que s'estén a les tres fases del neolític antic: cardial, epicardial i
postcardial tipus Molinot.
Tal com es va proposar al Col·loqui de Puigcerdà (Mestres,
1992), les característiques documentades a les Guixeres de Vilobí, així com la densitat (1,8 kilòmetres quadrats per assentament) i la proximitat espacial (menys de 4 kilòmetres) amb els
altres assentaments dels que els hi suposem una mateixa funcionalitat, posen de manifest un model semi sedentari amb petites
aldees ocupades de manera discontínua, seguint el ritme imposat per unes pràctiques agrícoles itinerants que comportaven el
desplaçament periòdic dels cultius i potser també de l'hàbitat.
Aquestes mateixes pràctiques agrícoles haurien generat
un altre tipus d'establiments a l'aire lliure amb una funcionalitat primordialment econòmica relacionada amb les activitats
productives i caracteritzats arqueològicament per la presència,
en nombre variable, de sitges excavades en el subsòl. Aquests
enclavaments constituirien unitats d'explotació agrícola vinculades als camps de conreu i dedicades essencialment a la conservació i emmagatzematge d'una part de la collita de cereals,
ja sigui com a reserva pel consum o per llavor per la propera
sembra. Dispersos i propers als anteriors assentaments residencials, aquests establiments els trobem ubicats en posicions
topogràfiques reiteratives: els vessants meridionals o orientals
dels suaus relleus que configuren la característica fisonomia
ondulada d'aquest sector central de la plana penedesenca, vinculats a sòls lleugers ben drenats. Els casos millor coneguts
són La Serreta (Vilafranca del Penedès), el Mas d'en Boixos
(Pacs) i la Vinya d'en Pau (Vilafranca del Penedès). Tenen unes
capacitats projectades d'uns 600 litres i s'hi han documentat
restes de Triticum sp., Hordeum sp., Triticum aestivum/durum
i Hordeum vulgare (López, Antolín i Alonso, en premsa; López, 2013). Els rebliments d'aquestes estructures demostren
que foren amortitzades amb deixalles: fragments de blocs termoalterats o no, ceràmica altament fragmentada i molt pocs
elements lítics (sílex, jaspi i cristall de roca) i malacològics.
És important ressenyar que no es documenten restes faunístiques, ítems sí presents de manera reiterada durant el neolític
epicardial a la regió (Pou Nou i Pujolet de Moja, a Nadal et
al., 1999). Tots aquests fets ens indueixen a proposar que ens
trobem davant d'abocaments fruit d'estades de curta durada en
zones destinades a tasques agràries, potser petites granges itinerants. Altres exemples a l'aire lliure com el Torrent de Sant
Marçal (Sant Cugat Sesgarrigues) o Vinya Torrelletes (Vilafranca del Penedès) podrien ser també ocupacions d'un tipus
similar. L'erosió dels trams superiors ens impedeix conèixer
l'existència d'estructures negatives menys profundes (forats
de pal, estacades, cabanes, fogars, etc.). És important ressenyar que la construcció de sitges és una estratègia econòmica
típica del cardial a Catalunya. En trobem també a la comarca veïna del Vallès i al litoral barceloní i tarragoní. En canvi,
les sitges no estan documentades a d'altres territoris cardials,
com ara les planes del Roine, la zona del sud de València-nord
d'Alacant o a l'Estremadura portuguesa. En aquests indrets
doncs, s'emprarien mètodes d'emmagatzematge diferent.
Malgrat que aquest patró d'assentament estigui indicant
que l'agricultura ocupava un lloc preeminent en el sistema
econòmic d'aquestes primeres comunitats neolítiques, no es
pot oblidar el paper també destacat i complementari que hi
jugava la ramaderia, així com altres activitats de menor importància com la recol·lecció de recursos vegetals silvestres i
la cacera. Moltes d'aquestes activitats requeriran la freqüentació d'uns entorns ecològics muntanyencs que generarà un
patró d'implantació territorial, complementari i subsidiari al
desenvolupat a la plana, dominat per ocupacions de diversa
funcionalitat en coves i abrics.
Presumiblement, la necessària disponibilitat de pastures
fresques al llarg de l'any va requerir la progressiva mobilitat
estacional cap a entorns més muntanyencs (Riera, Nadal i Esteve, 2007). En el transcurs d'aquests desplaçaments per les
muntanyes i altiplans de les serralades que envolten la plana,
els pastors cardials haurien fixat recorreguts, llocs d'abeurada,
pastures i aixoplucs, però també noves fonts d'aprovisionament
de matèries primeres i nous entorns de recol·lecció. És a dir,
ampliaven el territori rural de la comunitat neolítica cap a uns
103
[page-n-111]
F. X. Oms, J. Mestres, A. Cebrià, J. I. Morales, J. Nadal, M. Pedro, S. Mendiela, P. Martín i J. M. Fullola
àmbits territorials més abruptes i accidentats que, a banda i banda del sector central de la plana, abracen les serres d'Ancosa,
Puigfred, Font-rubí i Mediona pel costat nord-occidental i, pel
llevant, els relleus més meridionals del Massís del Garraf, entre
Olèrdola i Subirats. Per aquest costat sud-oriental, el territori s'estendria fins la costa en la zona compresa entre Cubelles
i Sitges. Amb tot, la feble documentació disponible (cova de
Sant Llorenç i cova Foradada), no tan sols pel cardial sinó pel
conjunt del neolític antic, fa pensar en una baixa intensitat de
l'ocupació del litoral.
En aquest nou paisatge, coves i abrics monopolitzen el patró d'assentament, assumint sense excessives dificultats la diversitat d'usos requerits per les múltiples i variades activitats
relacionades amb l'explotació econòmica i les funcions socials
i culturals d'aquests entorns muntanyencs. Així, en l'àmbit
econòmic, coves més o menys espaioses com la cova de la
Guineu, la cova del Bolet (Mediona) o la cova de Can Pasqual
(Castellví de la Marca) són cavitats d'importància cabdal per
entendre la mobilitat de les poblacions neolítiques. En el cas de
la cova de la Guineu, la presència prou abundant de vasos de
mida gran incideixen en la idea que es tracti d'un indret lligat
a l'emmagatzematge. No obstant, la presència de petites planes
fèrtils al seu redós i punts d'aigua (paratge de la Font de Llinars,
on a més hi ha un taller de sílex i sobretot la vall de les Llombardes, al nord) també li conferiria la propietat de lloc adient per un
establiment regular durant els mesos de bonança, on poder fer
conreus complementaris als de la plana, durant els mesos de mobilitat. Com s'ha pogut observar, tot i l'escassa extensió encara
excavada dels nivells cardials intactes, la cova de la Guineu presenta ja les traces d'una ocupació prou consolidada i variada, on
els ovicaprins no són exclusius enfront d'altres domesticats i la
cacera té uns índexs remarcables. Els estudis paleocarpològics,
ara en curs, proporcionaran noves dades al respecte. Malgrat
tot, teoritzar sobre el tipus d'ocupació que representa la Guineu
és complex. La presència de nombrosos elements d'abillament
i funcionals i d'altres quasi constructius/estructurals (argila cuita i plaques de sorrenca) denota una complexitat que, a hores
d'ara, ens és difícil de copsar. Aquesta complexitat es veu corroborada pel registre ceràmic, lític i també per la datació. Al nivell
Ie, el datat aquí en una fase cardial avançada c.5200-5000 cal
BC, s'hi han documentat decoracions impreses amb la tècnica
del cardial arrossegat (en dos casos) equiparades a les de cardial oblic, a més d'un únic efectiu amb una decoració incisa. La
presència important de la tècnica arrossegada (dins d'un conjunt
molt reduït) i d'un amb incisió, denoten que aquest conjunt seria
tardà respecte a altres conjunts penedesencs. En canvi, aquesta
proporció es capgira del tot en el conjunt de l'interior de la cavitat i predominen altres tècniques. Aquest fet indicaria, a priori,
l'existència de com a mínim, dos nivells cardials a la cavitat.
Malauradament, el del Sector Cova es troba barrejat. La indústria lítica, ja sense jaspi i cristall de roca (habituals durant una
fase més antiga, a Guixeres de Vilobí i La Serreta per exemple,
Mestres, 1987; Sànchez de la Torre, 2013), es caracteritza només per la presència d'algunes làmines i també pel triangle amb
un costat còncau. Si bé aquest ítem podria recordar a contextos
mesolítics recents, hi ha d'altres elements similars en conjunts
cardials com Chaves (Cava, 2000) i Cendres (García-Puchol,
2009), així com també a Nerja (Aura et al., 2013).
Altres cavitats d'exigües dimensions s'ocuparien de manera
ocasional com simples aixoplucs en funció de la mateixa activitat pastoral o d'altres activitats econòmiques complementàries,
com la cacera o l'explotació de recursos forestals. Aquest podria
ser el cas de la cova de la Masia (Torrelles de Foix), la cova de la
Plana Pineda (Font-rubí) i la cova del Pi d'en Barba (Avinyonet)
entre d'altres (fig. 4).
D'altra banda, pel que fa a aspectes socioculturals, algunes
cavitats haurien acollit pràctiques sepulcrals i/o amb accions
de caràcter simbòlic. Una funcionalitat sepulcral es podria atri-
Taula 4. Datacions radiocarbòniques del neolític antic del territori penedesenc.
Jaciment
Nivell
Mostra
Referència
BP
Var.
Cal BC 2s
Bibliografia
Guineu
Ie
Laurus nobilis
Beta-406998
6140
30
5209-5002
Inèdita
Guixeres
A
Ovis/Capra*
OxA-26068
6655
45
5644-5491
Oms et al., 2014
Guixeres
A
Ovis aries
OxA-26069
6458
38
5485-5342
Oms et al., 2014
La Serreta
E61
Arbutus unedo
Beta-280862
6490
40
5527-5367
Oms et al., 2014
La Serreta
E79
Arbutus unedo
Beta-280866
6420
40
5473-5326
Oms et al., 2014
La Serreta
E59
Angiosperma
Beta-280860
6410
40
5472-5322
Oms et al., 2014
Foradada
Ib base
Os humà
Beta-248524
6200
40
5295-5045
Oms et al., en premsa
Sant Llorenç
n.2
Triticum sp.
Beta-299597
6200
40
5295-5045
Borrell et al., 2014
Pou Nou
E-3
Ovis/Capra
OxA-26066
6033
36
5029-4836
Martins et al., 2015
Pou Nou
E-13
Ovis/Capra
OxA-26067
6009
32
4994-4803
Martins et al., 2015
La Serreta
E-75
Quercus sp.
Beta-280865
6160
40
5217-5000
Inèdita
Sant Llorenç
n.3
Ovis/Capra
OxA-26072
6004
32
4989-4802
Borrell et al., 2014
Sant Llorenç
n.3
Ovis/Capra
Beta-311605
5910
40
4897-4705
Borrell et al., 2014
Sant Llorenç
n.3
Triticum a/d
Beta-299598
5860
40
4831-4612
Borrell et al., 2014
* Recentment, un estudi no ha pogut demostrar que aquesta mostra pertanyi a Ovis aries (Martins et al., 2015), tot i que havia estat inicialment
publicada com a tal (Oms et al., 2014).
104
[page-n-112]
La cova de la Guineu i les relacions plana-muntanya al Penedès durant el neolític inicial
buir a l'Esquerda de les Roques del Pany (Torrelles de Foix).
Tot i el poc que coneixem de les antigues i deficientment documentades intervencions dels anys trenta, la descripció de les
troballes que ens reporta el seu excavador (Grivé, 1936) pot
fer-nos pressuposar l'existència de varies inhumacions individuals (fins a 12) de caràcter primari successiu relacionades
amb materials ceràmics cardials i objectes més o menys sumptuaris. Un estudi recent (Oms, 2014) indica la presència de
fins a 29 vasos decorats en aquesta cavitat. Alguns d'ells junt
a restes que podrien acomplir la funció d'aixovar (ullals, tres
culleres d'os, diferents punxons ossis i nombroses denes en
diferents taxons malacològics: Tirvia sp., Cardium sp., Glycimeris sp., Columbella rustica) podrien formar part d'un conjunt funerari. La cova Foradada també fou emprada per la inhumació durant el neolític cardial, tot i que les característiques
d'aquest registre són molt limitades (Oms et al., en premsa).
Per últim, la cova del Pèlag (Avinyonet del Penedès), a partir
de certs trets del seu registre i característiques del jaciment,
també podria complir aquesta funció.
Un cas molt particular representa el Fondal de Vandellós
(Mediona). En aquest paratge de petites dimensions, format per
un caos de blocs despresos de la cinglera, s'hi compta amb un
total de 14 jaciments arqueològics. D'entre aquests caus sense
cap condició d'habitabilitat o ús (espais d'entre 4-8 m2), cinc
comptaven amb ceràmica cardial: cova de la Boira, cova de
la Jeta, balma del Sílex, balma del Pèndol i cova de la Rasa.
Per la naturalesa dels propis jaciments, només un caràcter vo-
tiu/simbòlic pot ser proposat (Boira a més compta amb restes
humanes). Interpretació que ve recolzada per la continuïtat
d'ocupacions amb objectes de característiques específiques similars fins a finals de l'època romana (Ribé, 1995).
En el futur, la publicació de les dades inèdites procedents
de les excavacions de la cova del Bolet i de la cova de la Plana
Pineda (Equip Guineu, 1993, 1996) i la obtenció de datacions
radiocarbòniques del Pany i Boira permetrà sistematitzar millor
a nivell temporal la sincronia de les ocupacions penedesenques.
Per ara, les datacions disponibles del neolític inicial del Penedès mostren un escenari ben complex (taula 4 i fig. 5). Per
una banda, la datació OxA-26068 de les Guixeres de Vilobí s'ha
de situar en una fase precardial, que junt amb alguns materials
mostren certes afinitats a horitzons no estrictament cardials
(Oms, 2014; Martins et al., 2015). Cal aclarir però, que fins el
moment aquest nivell no ha estat detectat en el jaciment, només
comptem amb la datació i uns pocs materials ceràmics. Després
de cert decalatge, quasi imperceptible a nivell radiocarbònic,
l'ocupació cardial stricto sensu es manifesta notablement al territori penedesenc, amb les datacions OxA-26069 de Guixeres
i les de la Serreta (Oms et al., 2014). La datació inèdita de la
Vinya d'en Pau es situa també en aquesta forquilla antiga (com.
pers. Francesc Florensa).
A partir d'aquest moment, les dades perden tota la intensitat a la plana i només comptem amb dades de jaciments
litorals (Foradada i Sant Llorenç) i a la cova de la Guineu.
Considerem anòmal aquest fet i creiem que un major nom-
Fig. 5. Gràfic gaussià amb les datacions calibrades (2σ) mitjançant el software OxCal v.4.2 amb la corba IntCal13.
105
[page-n-113]
F. X. Oms, J. Mestres, A. Cebrià, J. I. Morales, J. Nadal, M. Pedro, S. Mendiela, P. Martín i J. M. Fullola
bre de datacions radiocarbòniques modificarà aquest escenari. En aquest punt, si incloem les dates conegudes de
l'epicardial penedesenc, observem que es torna a detectar
cert decalatge cronològic entre el darrer cardial i el primer
epicardial, ben observable a partir de les dates de Pou Nou
i la cova de Sant Llorenç. Només la datació de la E-75 de la
Serreta trenca aquesta dinàmica. Coneixent la cronologia de
l'epicardial a Catalunya, considerem que aquesta datació és
massa antiga (fruit potser del taxó emprat) i ha de ser presa
amb precaucions.
El model territorial mostrat en aquest treball proposa un
fort component de mobilitat a nivell micro. Això, no obstant,
no significa la inexistència de relacions amb d'altres grups
de territoris similars en extensió i característiques, que ben
segur existien (obtenció de jaspi o de malacologia marina,
per exemple). Models com el del Penedès es reprodueixen
a d'altres territoris del NE peninsular durant el neolític cardial, tant en una fase antiga (c.5500-5300 cal BC) com en
una de recent (c.5300-5000 cal BC) (Oms, 2014). Altres
autors proposen models similars, ja sigui des d'un punt de
vista teòric pel que fa a l'existència de diversos grups (Garcia Borja et al., 2011; Garcia Borja et al., 2012), a la seva
composició i funcionament (García Atiénzar, 2011) i inclús
basats en paràmetres tècnics de les produccions ceràmiques
(Manen et al., 2010).
5. CONCLUSIONS
La cova de la Guineu comença tot just ara a proporcionar dades
sobre les seves ocupacions durant el neolític inicial. Amb unes
característiques ben peculiars (tipus de cavitat, localització,
alçada, registre material), esdevé un assentament clau per entendre els models d'establiment de les primeres comunitats agroramaderes a Catalunya. Integrada dins el territori penedesenc, a
priori, com un assentament secundari a la serralada prelitoral,
proper a d'altres de similars (Bolet), més especialitzats (Pany
i Plana Pineda) i un de principal (Guixeres), proporcionarà en
el futur una quantitat major d'informació amb l'extensió dels
treballs arqueològics. El material ceràmic presentat s'entronca
perfectament amb les produccions cardials franco-ibèriques del
cardial del NE peninsular, i més particularment amb les altres
col·leccions penedesenques (Oms, 2014). La datació radiocarbònica disponible situa el nivell Ie entre els més recents del
Penedès, similar a moltes d'altres coves catalanes del litoral i
prelitoral central.
NOTA
Dediquem aquest treball a Bernat Martí Oliver, un dels pioners i
referents dels estudis moderns sobre el neolític a la Península Ibèrica, a més de mestre i amic. Agraïm als organitzadors que ens hagin
convidat a participar en aquest homenatge.
La recerca a la cova de la Guineu es porta a terme dins el projecte “Substitucions humanes i transformacions econòmiques entre
el Plistocè superior final i l'Holocè al Penedès” (2014/100482),
integrat dins el projecte 2014SGR-108 i el HAR2011-26193 del
SERP de la Universitat de Barcelona. Agraïm a Ethel Allué la determinació taxonòmica del carbó datat i a Xavier Esteve la realització
del mapa de la figura 5.
106
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107
[page-n-115]
[page-n-116]
Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 109-115.
La cerámica de la Cova del Vidre (Roquetes)
y el Neolítico Cardial Franco -Ibérico
JoseP BosCH
reSumen
En este trabajo se estudia la colección cerámica del yacimiento de la Cova del Vidre (Roquetes, Bajo Ebro). Dicha colección se
adscribe en su práctica totalidad, según criterios relativos sobretodo a sus decoraciones, a un Neolítico Cardial Franco-Ibérico
Reciente, adscripción confirmada por las tres fechas radiocarbónicas obtenidas para el único nivel neolítico localizado en
este yacimiento (6180, 6181 y 6248 BP). El estudio nos ha conducido a observar que el Neolítico Cardial Franco-Ibérico y el
Precardial Itálico que lo precedió pudieron tener, además de orígenes distintos, como sus nombres indican, siendo el primero
enteramente occidental dentro del contexto del Mediterráneo, modelos de expansión por las costas del sector occidental de este
mar también distintos. De dirección única, de este a oeste, en el caso del Precardial, y de distintas direcciones en el del Cardial.
PalabraS claVe:
Cerámica, Bajo Ebro, Neolítico Cardial.
réSumé
La céramique de la Grotte du Vidre (Roquetes) et le Néolithique Cardial Franc-Ibérique. Dans ce travail on étudie la collection
céramique du site de la Grotte du Vidre (Roquetes, Bas Èbre). Selon des critériums relatifs surtout à leurs décorations, on
l'inscrit, pratiquement toute, dans un Néolithique Cardial Franc-Ibérique Récent, laquelle chose a été confirmé par les trois
dates radiocharboniques obtenues pour l'unique niveau néolithique localisé dans ce site (6180, 6181 et 6248 BP). L'étude nous
a conduit à observer que le Néolithique Cardial Franc-Ibérique et le Precardial Italique qui l'avait précédé purent avoir, en
outre des origines différents, comme leurs noms l'indiquent, ayant été le premier entièrement occidental dans le contexte de
la Méditerranée, des modèles d'expansion par les côtes du secteur occidental de cette mer aussi différents. Avec une direction
unique, d'est à ouest, le Precardial, et avec différents directions le Cardial.
moTS cléS
: Céramique, Bas Èbre, Néolithique Cardial.
1. EL POR QUÉ DE ESTE ARTÍCULO
Las excavaciones efectuadas en la Cova del Vidre, en parte por
nosotros, han proporcionado un conjunto notable de cerámicas
atribuibles a aquello que se ha convenido en llamar horizonte
Neolítico Cardial Franco-Ibérico. Dicho horizonte, en particular
su cerámica, ha centrado la atención del Doctor Bernat Martí
Oliver a lo largo de toda su carrera. Prueba de ello son numerosos trabajos, de los que aquí sólo citaremos, entre los más antiguos, los efectuados sobre la Cova de l'Or (Beniarrés) (Martí,
1977 y Martí et al., 1980), mientras que entre los más recientes, su participación en un trabajo colectivo sobre la cerámica
impresa del Neolítico Antiguo (Italia y Mediterráneo) (Martí,
2002), el publicado en las actas del Congreso de Arte Rupestre
Esquemático en la Península Ibérica – Comarca de Los Vélez
(Martí, 2006) y el publicado en las actas del IV Congreso del
Neolítico en la Península Ibérica de Alicante (Martí, 2008). El
mismo Bernat Martí nos ha expresado, en distintas ocasiones, su
interés por la Cova del Vidre y sus cerámicas neolíticas, dadas a
conocer de forma sólo parcial. Por todo ello y por el afecto que
le tenemos, nos ha parecido oportuno publicar un trabajo en este
homenaje y hacerlo sobre dichas cerámicas.
2. LA COVA DEL VIDRE Y SUS EXCAVACIONES
La Cova del Vidre (Roquetes, Bajo Ebro) se encuentra en la
sierra del Caro, la cual se extiende de nordeste a sudoeste,
constituye el lado marítimo del macizo del Port y, con su cima
el Caro o Montcaro (1447 m snm), la mayor elevación entre
el Turó de l'Home al norte y el Peñagolosa al sur, se levanta
imponente sobre el valle bajo del Ebro. La Cova del Vidre se
encuentra a unos 1100 m snm, abierta al pie de un escarpado
rocoso, en la conocida como Mola del Boix. Desde su boca, que
está orientada al este-nordeste, se divisa un amplio panorama,
109
[page-n-117]
J. Bosch
que incluye el valle inferior del Ebro, el delta de este río y su
desembocadura en el Mediterráneo. Está formada por dos cavidades contiguas. La mayor de ellas, abierta al exterior con una
amplia boca, tiene la forma de una pirámide tres lados caída,
con el vértice en el fondo de la cueva y la base en dicha boca.
Mide 43 m de profundidad, 30 de ancho y 14 de alto. En su pared norte se abre la segunda cavidad, de menores dimensiones
y techo más bajo. La Cova del Vidre se encuentra debajo de un
anticlinal, formado por un potente estrato de roca calcárea, con
el plegamiento cortado por un encabalgamiento. En el techo de
la cavidad principal se observan diversas fisuras longitudinales,
entre las que destaca una profunda diaclasa cenital, por la que el
agua se precipita al interior de la cueva, sin llegar a inundarla,
lo cual es posible que contribuyera a hacerla interesante como
lugar de habitación.
Las primeras noticias sobre la existencia de restos arqueológicos prehistóricos en la Cova del Vidre corresponden a los últimos años del siglo XIX. Así, el 1890, Lucas Mallada los citó en
su “Geografía de España”. Las primeras excavaciones arqueológicas en el yacimiento de las que tenemos constancia fueron
practicadas por Francesc Esteve Gálvez, arqueólogo que, el año
1943, llegó a Tortosa como profesor de instituto de enseñanza
media y que, en el 1954, fue nombrado Comisario Local de Excavaciones Arqueológicas en la demarcación de dicha ciudad.
Primero excavó el mes de marzo del año 1945 y, posteriormente,
volvió a hacerlo el otoño del 1954 (Esteve, 2000). El segundo en
excavar en esta cueva fue Ignasi Cantarell Fontcuberta, médico
y aficionado a la arqueología, anteriormente descubridor de otro
importante yacimiento prehistórico del Bajo Ebro, el de la Cova
de la Mallada (El Perelló), que publicó de forma conjunta con
Salvador Vilaseca en el 1956. Cantarell llevó a cabo tres campañas de excavación en la Cova del Vidre, la primera el año 1957,
la segunda el 1958 y la tercera el 1960. Cantarell, que aún vive
cuando escribimos este artículo y a quien no queremos dejar de
agradecer aquí la generosidad y amabilidad que siempre nos ha
mostrado, no ha publicado nunca los resultados de sus excavaciones en la Cova del Vidre.
Transcurridos treinta y dos años de la última de las campañas de Cantarell, en el verano de 1992, se llevó a cabo bajo
nuestra dirección una nueva campaña de excavaciones en la
Cova del Vidre. Su objetivo era contrastar y completar los resultados de las anteriores y obtener nuevos datos que pudiesen
ser de ayuda para comprender mejor los ya disponibles. Previamente habíamos revisado y estudiado los resultados de los
diferentes trabajos efectuados hasta entonces, que incluían la
documentación inédita de las excavaciones de Cantarell, guardada en su archivo particular, y los materiales arqueológicos
extraídos tanto por Esteve como por Cantarell, los primeros
conservados en el actual Museu de les Terres de l'Ebre, en Am-
posta, y los segundos repartidos entre la colección particular
de Cantarell (posteriormente donada al Museu de Tortosa), la
Universitat de Barcelona y el Museu Nacional d'Arqueologia
de Catalunya, en Barcelona. Este trabajo de revisión y estudio
puso de manifiesto la conveniencia de una nueva intervención
que, como hemos dicho, efectuamos el verano del año 1992.
Entonces, reabrimos las catas de Cantarell y efectuamos una
serie de sondeos en diferentes puntos de la cueva. De esta forma, reconocimos dos secuencias estratigráficas de interés arqueológico, una en el sector interior de la cavidad más grande
y la otra en el sector central de la misma cavidad. La secuencia
cronológica se inicia en el sector interior, primero, con un nivel que hemos atribuido al Epipaleolítico Microlaminar y, a
continuación, con otro nivel que corresponde, según hemos
podido determinar, al Epipaleolítico Geométricio de tipo Filador. La secuencia sigue en el sector central, primero con un
nivel del Epipaleolítico Geométrico de tipo Cocina y, después,
con un nivel del Neolítico Antiguo Cardial, período del que
nos ocuparemos en este artículo, más concretamente de las cerámicas a él atribuidas.
3. LAS FECHAS RADIOCARBÓNICAS OBTENIDAS
Hemos obtenido tres dataciones radiocarbónicas para el Neolítico Cardial de la Cova del Vidre. Las tres sobre muestras recogidas, con nuestras excavaciones del verano del 1992, en el nivel
2 central (tabla 1).
La primera de estas tres dataciones es convencional y las
otras dos aceleradas. El carbón utilizado para la primera procede de un hogar en cubeta excavada en el suelo, mientras que
los huesos de oveja, determinados por la arqueozoóloga Maria Saña, de la Universitat Autònoma de Barcelona, que fueron
utilizados para la segunda y la tercera proceden de las proximidades de dicho hogar. La primera de las tres dataciones fue
realizada gracias a fondos de un proyecto de investigación dirigido por el profesor Miquel Molist, también de la Universitat Autònoma de Barcelona, mientras que las dos aceleradas se
efectuaron con motivo de la tesis de doctorado de Haidé Margarita da Costa Martins, The Early Neolithic in the mediterranean
context, realizada en la University of Bristol (Beca FCT-SFRH/
BD/44089/2008).
Las tres fechas obtenidas coinciden en un periodo que ocupa
el último tercio del VI milenio antes de nuestra era, en cronología calibrada a 2 sigma, extendiéndose la primera (no acelerada)
una centuria dentro del siguiente milenio. Las tres fechas son
acordes con la cronología establecida para el Neolítico Cardial
en Cataluña, no para sus momentos más antiguos, que se remontan hasta mediados del VI milenio cal. a.C., pero sí para su etapa
reciente (5300-5000 cal. a.C.) (Morales et al., 2010).
Tabla 1. Dataciones para el Neolítico Cardial de la Cova del Vidre.
Laboratorio y referencia
Tipo de muestra
Fecha BP
Fecha cal BC (2σ)
Beta-58934
6180±90
5380-4900
Hueso de oveja
6181±35
5224-5011
OxA-26065
110
Carbón
OxA-26064
Hueso de oveja
6248±33
5311-5076
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La cerámica de la Cova del Vidre y el Neolítico Cardial Franco-Ibérico
4. LA CERÁMICA DE LA COVA DEL VIDRE
4.1. la coleccIón eSTudIada
Para este artículo hemos estudiado unos 800 fragmentos de
cerámica que corresponden a las excavaciones de Esteve, a
las de Cantarell y a las nuestras, fragmentos de cerámica que
hemos atribuido al Neolítico Cardial por su procedencia estratigráfica, por su parecido con materiales hallados en contexto
estratigráfico o por criterios técnicos y estilísticos. Únicamente hemos considerado de un periodo posterior un fragmento
de cerámica, decorada con líneas horizontales incisas y trazos
oblicuos a ellas también incisos, formando una especie de fleco. A cerca de esta cerámica, el profesor Joan Maluquer de
Motes, en un informe inédito del año 1961 sobre los materiales cerámicos obtenidos por Cantarell en la Cova del Vidre,
escribió que sin duda pertenece a las cerámicas acanaladas de
los Campos de Urnas. Por nuestra parte, hemos de decir que
efectivamente la decoración descrita recuerda mucho la de
cerámicas localizadas en la cercana Cova del Janet (Tivissa),
atribuidas al Bronce Final (Vilaseca, 1973). Cantarell localizó
este fragmento de cerámica, junto con algunos restos de sílex,
en el fondo de la cavidad grande de la cueva, en un nivel superior que, al parecer, había desaparecido cuando efectuamos
nuestras excavaciones en el año 1992. Es difícil saber si estos
materiales corresponden a una ocupación continuada durante el Bronce Final, cuyos restos habrían sido extraídos de la
cueva por motivos que desconocemos, o si únicamente son
testigos de frecuentaciones esporádicas en dicha época.
Las colecciones de cerámica del Neolítico Cardial del nordeste de la Península Ibérica presentan, a menudo, una fragmentación alta y un número de remontajes bajo, lo cual hace
que sea difícil reconocer las formas de los recipientes, calcular
sus medidas completas y, así mismo, que raramente puedan ser
estudiadas las composiciones de sus decoraciones, debiéndose
limitar su análisis a los elementos y los motivos decorativos,
una limitación con la que nos encontramos en el caso de las
cerámicas de Vidre.
rectos y los verticales también rectos. Si tenemos además en
cuenta la morfología de los labios, podemos establecer un gran
número de tipos de bordes distintos, la mayoría con porcentajes muy bajos, siendo los más bien representados los verticales
rectos con labio redondeado, los exvasados rectos con labio
plano y los exvasados convexos con labio redondeado.
En cuanto a los elementos de prensión y suspensión, aparecen sobre un total de 41 fragmentos, entre los cuales hemos
distinguido asas de cinta, lengüetas, botones y perforaciones.
Las asas de cinta pueden ser de sección plana interiormente y
abombada o cóncava por fuera, elíptica o informe. Dos de ellas
tienen una morfología singular: una, con una especie de orejetas y una lengüeta más baja, y otra, con una chepa pronunciada
(figs. 1.1 y 1.2). Más reducido es el número de lengüetas, que
tienen tamaños distintos, y el de botones. Uno de los botones se encuentra debajo mismo de una elevación del borde,
combinación que parece dirigida a facilitar la sujeción con los
dedos pulgar e índice (fig. 1.3). Otros botones, en cambio, especialmente los más pequeños, pudieron ser más elementos
decorativos que de prensión. Finalmente, también debieron
servir para prender o suspender, pasando un cordel a través de
ellos, los agujeros de algunos de los fragmentos de cerámica
estudiados, aunque, a veces, perforaciones parecidas podían
haber sido hechas para coser fragmentos de recipientes rotos.
4.2. FormaS y TamañoS
Los grosores de los fragmentos de cerámica analizados se reparten entre los 4 y los 13 milímetros, si bien la mayoría se
encuentran entre los 6 y los 8, estando poco representados los
grosores inferiores a 5 y los superiores a 10. A partir de los
fragmentos de borde, hemos podido calcular los diámetros de
la boca de algunos de los vasos representados, diámetros que
se sitúan entre los 10 y los 42 centímetros, principalmente entre 14 y 19. De estos datos podemos deducir que, probablemente, entre la vajilla cerámica de Vidre abundaban más los
vasos medianos que los pequeños y grandes. En cuanto a las
formas de estos vasos, debido como hemos dicho a la elevada
fragmentación y al número reducido de remontajes, tan sólo
podemos decir que entre los fragmentos conservados los hay
que parecen corresponder a recipientes con forma de cuenco
(semiesférico y abierto) y de botella (cuerpo globular cerrado
con cuello vertical y recto), siendo esta última menos frecuente. Los bordes estudiados se reparten entre distintos grupos,
según su orientación y curvatura, abundando más los exvasados y los verticales que los entrantes, sobretodo los exvasados
Fig 1. Fragmentos de cerámica con elementos de prensión (1, 2 y
3), cuchara de cerámica (5), fragmentos de cerámica con decoración
impresa cardial (8), decoración incisa e impresa cardial (4 y 7) y
decoración impresa con relleno de almagra (6). .
111
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J. Bosch
Entre los restos cerámicos de Vidre no sólo hay recipientes,
también existe una cuchara que pertenece a la colección Cantarell. Fue hallada rota, aunque conservaba buena parte tanto
del mango, de sección circular, como de la cazoleta, cóncava y
semioval (fig. 1.5). Durante el Neolítico, las cucharas, fueran de
cerámica o de hueso, permitirían ingerir alimentos semisólidos,
como purés o papillas, cocinadas con los nuevos instrumentos
de molienda y con los también nuevos recipientes cerámicos,
siendo de esta forma útiles para alimentar a los niños, que todavía no pudiesen comer alimentos sólidos, y a los viejos, con
dificultades para seguir comiéndolos.
La mayoría de los más de 800 fragmentos de cerámica
analizados de la Cova del Vidre presentan un acabado de la
superficie liso, siendo muy pocos los que lo presentan pulido. En cuanto al color de dicha superficie, abundan más las
tonalidades grises que las rojizas. Una tercera parte de dichos
fragmentos (264) están decorados. Las técnicas decorativas
utilizadas son variadas, también lo son los motivos y, probablemente, las composiciones.
4.3. TécnIcaS decoraTIVaS
Las técnicas decorativas más numerosas entre las cerámicas
neolíticas de la Cova del Vidre son la impresión no cardial,
que aparece sobre un 35% de los fragmentos decorados, y la
incisión, que lo hace en un 31%. Menos representados están
los relieves, con un 17%, y la decoración impresa cardial, con
un 16%. Para obtener esta última se utilizó, principalmente, el
borde dentado de una concha (Cardium edule, Acanthocardia
tuberculata o Cerastoderma glaucum), en posición vertical o
inclinada oblicua externa, en este segundo caso seguida a veces
de un arrastrado de menor profundidad (fig. 1.4), tan sólo sobre
una pieza, de la que se conservan distintos fragmentos, la impresión cardial pudo haberse realizado con la parte exterior de
la concha en posición horizontal (fig. 1.8) y sobre ninguna con
el gancho o charnela. A menudo, dos o más de estas técnicas
aparecen combinadas sobre una misma cerámica, como la incisión y la impresión, el relieve y la impresión, o la impresión con
relleno de almagra (fig. 1.6).
4.4. elemenToS decoraTIVoS, moTIVoS y comPoSIcIoneS
Los elementos básicos de las decoraciones de las cerámicas de
Cova del Vidre y del Neolítico en general, son el punto y la
línea, los cuales, según el pintor y teórico del arte ruso Vasilij
Kandinskij (1866-1944), iniciador del arte abstracto a principios del siglo XX, son los dos elementos gráficos esenciales.
El punto, forma elemental y elemento decorativo primario, y la
línea, su antítesis, traza recta, curva, sinuosa o quebrada dejada
por el punto al moverse. En las cerámicas que hemos estudiado,
puntos y líneas forman diversos motivos, a menudo repetitivos,
y éstos composiciones, que pueden alcanzar una complejidad
considerable, aunque, como ya se ha dicho, en el caso de Vidre,
la ausencia de formas enteras hace que gran parte de ellas no
puedan ser reconocidas o que sólo podamos conocerlas de forma parcial. Se trata, básicamente, de composiciones no figurativas, es decir, que no representan nada que podamos identificar
de forma directa con la realidad externa. Sólo parece figurativa,
sin dejar de tener un fuerte aire esquemático, una composición
aparentemente antropomorfa, presente sobre diversos fragmen112
tos de un mismo recipiente. Se trata de una decoración impresa
cardial e incisa, formando bandas rectilíneas horizontales y verticales con apéndices en zigzag horizontales (fig. 1.7). La decoración de este vaso presenta un parecido estrecho con la de otros
vasos del Neolítico Cardial, hallados en algunos yacimientos
del sector oriental de la Península Ibérica. El paralelo geográfico más próximo procede del abrigo de Costalena (Maella), en
el vecino Bajo Aragón (Barandiarán y Cava, 1989). Un número
mayor de paralelos son conocidos al sur de Valencia, sobretodo en el yacimiento de Cova de l'Or (Beniarrés) y también en
el de Cova de la Sarsa (Bocairent) (Martí y Hernández, 1988;
Martí, 2006). De acuerdo con la interpretación antropomorfa de
esta composición, los apéndices en zigzag pueden representar,
de forma repetitiva, la posición de las piernas de una madre en
el acto de dar a luz, separadas y con las rodillas levantadas formando una M. Es por ello que en esta composición puede verse
una evocación de la fertilidad y la imagen de una divinidad maternal, integrante quizás de un panteón neolítico.
5. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES: DE KOINÉ
PRECARDIAL A DIALECTOS CARDIALES
La cerámica de la Cova del Vidre muestra, como hemos dicho,
una estrecha analogía con la de aquello que se ha convenido en
denominar Cardial Franco-Ibérico, extendido por la zona litoral mediterránea, aproximadamente entre los Alpes y Gibraltar,
desde el 5500 hasta el 5000 cal. a.C.; una denominación que expresa su ruptura respecto al territorio itálico próximo. Concretamente, la analogía se observa con una fase avanzada del grupo
Cardial Franco-Ibérico citado, iniciada en el 5300 cal. a.C., que
se ha visto confirmada por las tres dataciones C14 obtenidas
(6180, 6181 y 6248 BP).
Los rasgos decorativos de las cerámicas de Vidre que podemos adscribir a un Neolítico Cardial Reciente Franco-Ibérico
son varios (Martín et al., 2010). Por un lado, la abundancia de
las impresiones no cardiales y de las incisiones, aisladas o combinadas entre ellas, formando líneas de puntos, impresiones de
uña desordenadas, líneas incisas horizontales y paralelas, que
pueden ir acompañadas de líneas de puntos intercaladas o subrayándolas (figs. 2.2 a 2.7), triángulos incisos rellenos de líneas
paralelas también incisas (fig. 2.8), punteado en forma de T (fig.
2.1) y franjas horizontales de puntos impresos o de incisiones
oblicuas que pueden estar o no delimitadas. Otras decoraciones
que pueden ser adscritas al Neolítico Cardial Reciente FrancoIbérico son los labios almenados y los cordones, éstos pueden
ser lisos o impresos, curvilíneos o rectilíneos, y agrupados en
disposición paralela u ortogonal (fig. 3). Finalmente, resulta
característica del Neolítico Cardial Reciente Franco-Ibérico, la
presencia no dominante de la decoración impresa cardial. Es
enteramente cardial la decoración de un fragmento de cerámica que forma una franja horizontal, con triángulos o palmetas
adheridos formando una especie de dientes de sierra (fig. 4.1).
También lo son las impresiones observadas sobre algunas asas
(fig. 4.2) y el motivo compuesto por una cornisa de líneas horizontales y por una especie de glifos que cuelgan de ella dejando
metopas no decoradas (fig. 4.5). Aunque lo más frecuente es
que las impresiones cardiales aparezcan combinadas con otras
técnicas decorativas, sobre todo incisiones, como en el caso de
la decoración de líneas incisas, paralelas y sinuosas, con flecos
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La cerámica de la Cova del Vidre y el Neolítico Cardial Franco-Ibérico
Fig 2. Fragmentos de cerámica con decoración impresa (1),
decoración incisa (6 y 8) y decoración incisa e impresa (2, 3, 4,
5 y 7).
Fig. 3. Fragmentos de cerámica con decoración en relieve (1, 2,
3, 4 y 6), en relieve e impresa (9) y decoración en relieve impreso
(5, 7, 8 y 10).
de impresiones cardiales por los dos lados (fig. 4.3), de la serie
de triángulos rellenos de impresiones cardiales y delimitados
por finas incisiones (fig. 4.4), o de la decoración ya citada con
bandas de impresiones cardiales e incisiones y grupos de tres
líneas paralelas en zigzag también de impresiones cardiales
(fig. 1.7). Esta decoración se asemeja, como se ha dicho, a la
de varios fragmentos de cerámicas y vasos enteros de la Cova
de l'Or (Beniarrés) y de la Cova de Sarsa (Bocairent), al sur de
Valencia, donde, dado su mayor número y su mayor antigüedad
pueda quizás situarse el lugar de creación de esta composición
decorativa y desde donde habría sido introducida en la región
del curso inferior del Ebro.
La posibilidad de que la decoración en zigzag citada hubiera sido introducida en el curso inferior del Ebro desde un foco
originario situado al sur de Valencia, nos permite pensar que el
modelo de expansión del Cardial Franco-Ibérico fue distinto del
seguido por el Neolítico Precardial, al que pertenecen las primeras implantaciones agropastorales del levante de la Península
Ibérica y del Mediodía francés y al que, dados sus estrechos lazos con la Liguria, la Toscana, el archipiélago toscano e incluso
el Lacio, también nos podremos referir como Itálico (Roudil,
1990; Courtin, 2000). La expansión de este Neolítico Precardial
Itálico se produjo a través de desplazamientos largos (400-600
km), siguiendo el litoral del Mediterráneo occidental de este a
oeste y estableciéndose en las proximidades de lugares habitados por cazadores-recolectores del Epipaleolítico final con
los que poder relacionarse. Sólo de esta forma, los grupos del
Neolítico Precardial que se desplazaron, dadas las dimensiones
reducidas que debían tener y las grandes distancias respecto a
sus sociedades de origen a las que llegaron, pudieron asegurar
su reproducción. Así, los lugares del Mediterráneo Occidental
con un Neolítico Precardial Itálico, como los de Arene Candide,
Pendimoun y Caucade, en la Liguria y los Alpes-Marítimos, entre Génova y Niza (Binder, 1990), los de Peiro-Signado y Pont
de Roque-Haute, en las costas del Languedoc, en la zona de
Agde y Bèziers (Roudil, 1990; Guilaine y Manen, 2002) y los
de Mas d'Is y el Barranquet, al sur de Valencia, entre Oliva y
Alcoi (Bernabeu et al., 2009), cuentan en sus proximidades con
yacimientos del Epipaleolítico final, los primeros del Castelnoviense, los segundos del grupo Gazel-Cuzoul y los terceros
del grupo Cocina (Ghesquière y Marchand, 2010; Martí et al.,
2009). No es éste el caso de Cataluña, cosa que quizás explique
la ausencia en ella de asentamientos del Neolítico Precardial Itálico. La expansión del Neolítico Cardial Franco-Ibérico, como
se ha dicho sin la conexión con el Neolítico Itálico mostrada por
el Precardial, se habría producido en cambio a través de movi113
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J. Bosch
cada uno de los cuales habría experimentado desarrollos particulares, pudiendo ser ésta una de las causas de la diversidad
observada en el seno del Neolítico Cardial citado. Utilizando
un símil lingüístico, podemos decir que una koiné precardial, es
decir una lengua común, general y uniforme en todo el Mediterráneo franco-ibérico, acabó dando paso a distintos dialectos
cardiales, es decir distintas modalidades de una misma lengua
habladas en las distintas regiones de dicho territorio.
Recapitulando, en este trabajo hemos podido reafirmar el
interés de la colección cerámica del yacimiento de la Cova del
Vidre; hemos visto cómo esta colección se adscribe estilísticamente al Neolítico Cardial Reciente Franco-Ibérico, adscripción
confirmada por las tres fechas radiocarbónicas obtenidas para el
nivel neolítico del yacimiento; y, por último, hemos observado,
a partir del estudio de las cerámicas de Vidre, que el Cardial
Franco-Ibérico y el Precardial Itálico pudieron tener orígenes
y modelos de expansión distintos, habiendo sido dicho Cardial
un grupo neolítico enteramente occidental dentro del contexto
mediterráneo.
AGRADECIMIENTOS
Queremos agradecer a María José Bel su colaboración en la
realización de los dibujos y a Benet Solina la digitalización de
los mismos.
BIBLIOGRAFÍA
Fig 4. Fragmentos de cerámica con decoración impresa cardial (1,
2 y 5) y decoración impresa cardial e incisa (3 y 4).
mientos más cortos, estableciéndose de forma más generalizada
a lo largo del litoral del Mediterráneo occidental, con desplazamientos de este a oeste, pero también en dirección inversa.
En esta segunda dirección llegaría al curso inferior del Ebro la
decoración antropomorfa en zigzag citada (fig. 1.7) y, quizás
también, una decoración de tipo precardial itálico que hemos
documentado entre la cerámica de Vidre, constituida por series
de impresiones lineales cortas que forman diseños pectiniformes (fig. 1.8). Se trata de la única decoración que, en el caso de
Vidre, hemos considerado que pudo haberse realizado mediante
impresión de la parte externa de una concha estriada. Una decoración parecida a ésta se encuentra entre las cerámicas del
llamado horizonte de Pendimoun (Castellar), yacimiento de los
Alpes-Marítimos (Binder, 1990). Sin embargo, también se ha
documentado en el Precardial Itálico de la zona de Oliva-Alcoi,
concretamente en el yacimiento del Barranquet (Oliva) (Esquembre et al., 2008). Por lo tanto, la decoración impresa tipo
Pendimoun, podría haber viajado, durante el Neolítico Precardial desde los Alpes-Marítimos hasta la zona al sur de Valencia,
en dirección este-oeste, y después, durante el Neolítico Cardial,
en una especie de reflujo en sentido contrario, desde el sur de
Valencia hasta el curso inferior del Ebro, junto a la decoración
antropomorfa en zigzag citada. En este caso, podríamos pensar
que el Cardial Franco-Ibérico, a diferencia del Precardial Itálico
anterior, se formó a partir de los distintos enclaves de dicho Precardial existentes en el Mediterráneo igualmente franco-ibérico,
114
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Los niveles de corral en el yacimiento neolítico
de la Cova de l'Or, sectores K34, K35 y K36.
Información aportada por el estudio de la fauna
Manuel PéRez RiPoll
reSumen
En este trabajo presentamos la información tafonómica sobre los restos óseos depositados a los largo de la secuencia
sedimentaria de la Cova de l'Or. El cotejo de una serie de variables indica claramente que esta cavidad ha funcionada como
un redil desde el neolítico antiguo, especialmente a partir de los niveles epicardiales. Los ritmos ocupacionales por ganados y
por humanos han sido muy variables; en los niveles inferiores han primado más las estancias humanas y en los intermedios y
superiores el lugar ha servido para estabular ganado ovino y caprino.
PalabraS claVe:
Redil, Neolítico, rebaño, huesos alterados, dientes deciduos.
abSTracT
Poultry levels in the Neolithic site of Cova de l'Or, sectors K34, K35 and K36. Information provided by the study of the fauna.
In this paper we present taphonomic information on the skeletal remains deposited along the sedimentary sequence of the Cova
de l'Or. The comparison of a number of variables clearly indicates that this cavity has operated as a fold from the old Neolithic,
particularly from the epicardial levels. Cooking activities have been determined at lower levels, while in the middle and upper
levels the place has served to enclose sheep and goats.
keywordS:
Sheepfold, Neolithic, flock, altered bones, deciduous teeth.
La realización de este trabajo me ha traído a la memoria viejos y buenos recuerdos de cuando la cueva fue objeto de varias
campañas de excavación bajo la dirección de Bernat Martí, en
las que participé y en las que se fraguaron los comienzos de
estudios especializados que dieron lugar a trabajos en equipo,
que cuajaron y continúan vigentes hoy en día. Este estudio es
una clara muestra de ello.
1. INTRODUCCIÓN
Determinadas cuevas y abrigos han funcionado como cuevasredil a partir del Neolítico. Sus depósitos sedimentarios se denominan de una manera genérica fumiers, que son el testimonio
de la utilización de estos lugares como zonas de cerramiento
de ganado. La presencia de tales yacimientos es de gran importancia para aproximarnos al conocimiento de la organización
territorial de las sociedades productoras desde al Neolítico a la
Edad del Bronce. Se trata de obtener información a cerca de la
ocupación de estas cuevas y abrigos en conexión con la explotación de un territorio, de las interrelaciones con asentamientos al
aire libre ubicados en el llano y del carácter de especialización
ganadera, unido a una serie de movimientos estacionales de los
pastores con sus rebaños, en los que no se contemplan desplazamientos a larga distancia.
La analítica para el conocimiento de los depósitos de estercoleros es diversa. La más corriente utiliza la microsedimentología, iniciada con los trabajos de Brochier, basada en los componentes minerales de los fumiers (Brochier, 1983, 1991, 1996);
hay que añadir los estudios de antracología (Badal, 1999), los
de macro y micro restos vegetales (Delhon et al., 2008 y 2009;
Badal y Atienza, 2007; Allué, 2005), estudios de coprolitos (Badal y Atienza, 2007 y 2009) y los trabajos de arqueozoología
(Helmer, 1884; Pérez-Ripoll, 1999, 2006; Bréhard et al., 2010).
Los comienzos tuvieron que ver con las propuestas de microsedimentología emprendidas por Brochier, pero también con
la interpretación de retos de fauna. En el año 1984, Helmer sugirió que los dientes de caída estudiados en los niveles del Neolítico antiguo de Fontbrégoua formaban parte de los depósitos
del fumier de este yacimiento, que hasta entonces eran interpretados como restos de cenizas de hogares neolíticos y no como
117
[page-n-125]
M. Pérez Ripoll
la acumulación de materia orgánica procedente del ganado allí
encerrado. El reemplazo de la dentición infantil por la dentición
permanente tenía lugar en el exterior del redil pero también en
su interior cuando el ganado permanecía recluido en la cavidad.
Posteriormente, los trabajos de Brochier confirmaron la teoría
de Helmer. Los estudios realizados en la Grotta de l'Uzzo (Brochier et al., 1992) corroboraron las teorías de Helmer, afirmando
que las cavidades fueron utilizadas por los pastores para encerrar animales desde el Neolítico antiguo. Las investigaciones
emprendidas en Arene Candide reafirmaron el uso de este lugar
como un redil desde el Neolítico antiguo (Courty et al., 1992;
Nisbet, 1997). En este mismo sentido se interpretan los niveles
del Neolítico antiguo de la Balma Margineda, Andorra (Brochier, 1995).
Aunque los inicios de estas prácticas se remontan al Neolítico antiguo, la formación de potentes secuencias sedimentarias
de fumiers tuvieron lugar a partir del Neolítico medio en estos
y en otros yacimientos del sur de Francia (Delhon et al., 2009),
Alpes franceses (Delhon et al., 2008), Liguria y los Abruzzos
(Boschian, 2000; Iaconis y Boschian, 2007).
En el ámbito mediterráneo peninsular, hay bastante información sobre cuevas-redil. Son numerosos los yacimientos que
funcionaron como tales desde el Neolítico epicardial, como
Cova Colomeras (Oms et al., 2008), Cova de la Guineu (Bergadá, 1997; Allué y Bergadá, 2005), Cova del Vidre y Cova del
Parco (Bergadá, 1997). En otros yacimientos, las formaciones
sedimentarias de fumiers comenzaron con el Neolítico final y
continuaron a lo largo del Calcolítico y Edad del Bronce, como
Cova Gran (Polo et al., 2014).
En el ámbito valenciano, la información sobre las cuevasredil también es abundante. Cova de les Cendres contiene una
larga secuencia de niveles de corral que va desde el epicardial
a la Edad del Bronce (Bergadá, 2001; Badal y Atienza, 2007).
La Falguera, especialmente los niveles del Neolítico medio y
final (Verdasco, 2006; Pérez-Ripoll, 2006; Molina et al., 2006;
Carrión et al., 2006). Santa Maira, en los niveles del Neolítico
medio y final (Verdasco, 2001). Cova de les Bruixes, desde los
niveles epicardiales a los eneolíticos (Mesado et al., 1997). El
abrigo de El Cinto Mariano, que contiene un potente registro de
fumiers que corresponden al Neolítico final y Eneolítico (JuanCabanilles et al., 2005).
En el interior de la Península ibérica, los estudios de la cueva del Mirador han aportado abundante documentación sobre
las cuevas-redil desde el Neolítico antiguo a la Edad del Bronce
(Angelucci et al., 2008) y los de los Husos con potentes niveles de estabulación a partir del Neolítico avanzado (Fernández
Eraso, 2008).
En este trabajo damos a conocer la información que la fauna
puede suministrar para la caracterización de los niveles de corral del yacimiento neolítico de la Cova de l'Or.
2. METODOLOGÍA DE ESTUDIO
En este apartado presentamos los métodos de trabajo que hemos
utilizado para conocer la existencia de prácticas de estabulación
en la secuencia de la Cova de l'Or. La agrupación de las capas
por sectores y fases culturales de los sectores K34, K35 y K36
(v. tabla 1) procede de las publicaciones de Martí (1983) y Badal, Martí y Pérez-Ripoll (2012).
118
Los depósitos sedimentarios de este yacimiento contienen
una gran variedad de restos materiales que corresponden a
procesos diferenciados; unos podemos calificarlos de cotidianos, como preparación de la comida, confección de cerámica,
útiles líticos, etc., y otros tienen que ver con el uso de la cueva
como un redil. A lo largo de la secuencia, los ritmos de ambas
actividades han ido variando, de forma que en unos momentos
la actividad cotidiana prima sobre la ganadera, en otros sucede lo contrario. Estos ritmos dan lugar a unas configuraciones
sedimentarias intercaladas, en las que la formación de fumiers
es muy destacable e indicativa del uso ganadero en la cueva
(Badal et al., 2012).
El material óseo estudiado puede perfilar el uso diferenciado
del lugar. Los dos procesos quedan registrados a lo largo de la
secuencia: la actividad ganadera, que genera una serie de vestigios (coprolitos, macro y micro restos vegetales y determinados
vestigios óseos directamente relacionados con esta práctica), y la
actividad culinaria, que es responsable de otros materiales, como
restos vegetales relacionados con la alimentación humana (cereales, legumbres), restos óseos (huesos con marcas de carnicería),
carbones que provienen de fuegos culinarios, etc. Consecuentemente, en lo referente a los estudios de fauna, la simple presentación de un listado de taxones no es suficiente para hablar de actividades ganaderas diversificadas en el entorno de la cueva (ganado
bovino, porcino, caprino, ovino); muchos de estos taxones pueden
ser restos de comida traídos de fuera, del mismo modo que los
cereales y las legumbres proceden de asentamientos situados en
zonas idóneos para el cultivo de alimentos de origen vegetal. Por
ello, procedemos a diferenciar los dos grandes procesos.
a. maTerIal que TIene que Ver con la alImenTacIón
humana
1. La composición taxonómica de Cova de l'Or se caracteriza
por la abundancia de ovejas y cabras (predominando siempre
la oveja sobre la cabra), la relativa participación de los cerdos y escasa presencia de los bovinos (Pérez-Ripoll, 1980;
en preparación los Sectores K34, K35 y K36), panorama
que se repite en la Cova de la Sarsa (Boessneck y Driesch,
1980), Cova de les Cendres (Iborra y Martínez-Valle, 2009)
y Abric de la Falguera (Pérez-Ripoll, 2006). La mayor parte
de los restos óseos de dichos taxones forman parte de la alimentación humana, según el estudio de las marcas antrópicas
(percusiones, cortes líticos, alteraciones térmicas, etc.). Esto
plantea una disyuntiva, o bien la cueva era frecuentada por
ganados diferenciados, o una parte son restos de comida que
proviene de un asentamiento al aire libre situado en una zona
de labranza. Desde este punto de vista, los bovinos y cerdos
no parece guardar conexión con la actividad pastoril que se
desarrollaría en los entornos de Cova de l'Or; el biotopo de
ladera no es adecuado para estos dos taxones; por el contrario los caprinos y ovinos están mejor adaptados a los recursos de este medio (Pérez-Ripoll, 1999). Los estudios de sedimentología han puesto de manifiesto que tanto los coprolitos
como los componentes minerales microscópicos (esferolitos,
fitolitos y oxalatos) corresponden a explotaciones de ganados
caprinos y ovinos (Brochier, 1983; Verdasco, 2001; Badal y
Atienza, 2007 y 2008; Bergadá, 2001; Bergadá et al., 2005).
Consecuentemente, todo parece indicar que este tipo de ganado frecuentaba la cavidad. Por el contrario, la composición de
[page-n-126]
Los niveles de corral en el yacimiento neolítico de la Cova de l'Or, sectores K34, K35 y K36
Tabla 1. Numero de restos (NR) determinados, NR con marcas de corral, NR de fetos y recién nacidos, NR de dientes deciduos y
NR de quirópteros en relación con los estratos y capas de los sectores K34, K35 y K36. Determinaciones estratigráficas y atribución
cronocultural según Martí (1983) y Badal, Martí y Pérez (2012).
C2
H4
IB
D1
IA
H5
D2
1
1
2
4
9
8
24
10
14
12
6
1
1
1
1
12
6
IC
1
3
5
H4
IB
1
D1
1
IA
3
2
B
H2
C1
H3
C2
H5
D2
la fauna de los asentamientos situados en llanura señala que
la cabaña bovina tenía una gran importancia (Saña, 1998 y
2011; Bosch et al., 2008). Desafortunadamente, en los poblados del Neolítico antiguo cercanos a Cova de l'Or, como el
Mas d'Is, el material óseo no se conserva y no se ha podido
estudiar la composición taxonómica de este yacimiento; esto
mismo ocurre en el poblado de Benàmer (Tormo, 2011). Los
poblados del Neolítico final y Calcolítico conservan mejor la
fauna y sus patrones muestran diferencias con los de las cuevas, especialmente en lo referente a la representatividad de los
bovinos (Martínez-Valle, 1993; Pérez-Ripoll, 1990 y 1999;
Juan-Cabanilles y Martínez-Valle, 1988).
2. Los huesos que tienen que ver con la alimentación humana,
una vez que sus nutrientes son consumidos, se arrojan al fumier
(fig. 1).
3. Estos restos se incorporan al sedimento y se ven sometidos a
la acción de los agentes tafonómicos que actúan en el lugar: el
ganado allí encerrado y la descomposición de la materia orgá-
3
6
12
6
6
11
14
9
10
1
4
6
1
2
3
IB
3
1
Quirópteros
A
H1
B
H2
C1
H3
C2
14
4
15
10
16
11
D1
17
0
18
6
19
10
20
20
21-22 19
23
15
24-25 26
H5
26
0
D2 27-28
7
29
0
1
H4
IA
3
1
Fetos y recién nacidos
3
1
1
IC
NR con marcas de
corral
3
1
14
6
65
229
46
12
7
3
1
6
NR determinados
1
2
1
Capa
1
2
1
IIA
Estrato
1
1
Fase neolítica
4
5
Quirópteros
Dentición decídua
1
1-2
3
12
4-5
23
6
46
7
48
8
29
9
31
10
14
11
50
12
85
13
13
14
11
15
8
16
32
17
46
18
47
19
33
20
20
21-22 249
23
58
24-25 109
26
68
27-28 98
29
34
NR con marcas de corral
1
NR determinados
2
2
IIA A
H1
Capa
3
Estrato
3
Fase neolítica
Quirópteros
Fetos y recién nacidos
3
4
K36
Fetos y recién nacidos
IIC
H2
C1
H3
47
14
8
8
27
43
16
49
17
18
12
11
25
1
12
30
46
88
31
28
41
56
44
19
Dentición decídua
H1
B
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
Con marcas de corral
A
NR determinados
IIA
Capa
Estrato
K35
Fase neolítica
K34
1
4
2
1
1
1
1
1
nica. En el primer caso, el pisoteo es el responsable de la fragmentación acusada de los restos óseos. En el segundo caso, los
ácidos húmicos alteran la estructura ósea del material depositado (fig. 2).
b. maTerIal cuya ProcedencIa Se relacIona con el ganado
encerrado en la cueVa
1. Cuando el ganado permanece encerrado en época de los partos, algunas crías mueren en el nacimiento y sus restos se incorporan al fumier. Normalmente, los huesos están enteros. No
hay marcas de carnicería. Sólo los perros dejan sus improntas
cuando proceden a comerlos; en ese caso, se observan marcas
de mordeduras en algunos restos.
2. Los animales juveniles que acompañan al ganado pueden
cambiar la dentición decidua por la permanente en el momento de su retiro y encierro. Estos dientes se caracterizan por un
fuerte desgaste erosivo y por la inexistencia de raíces. Al caer se
incorporan al suelo para formar parte del fumier.
119
[page-n-127]
M. Pérez Ripoll
3. LOS RITMOS OCUPACIONALES DE LA CUEVA
a. loS daToS ProPorcIonadoS Por la Fauna
El uso de la cueva puede ser evaluado a partir del manejo de
una serie de variables, que a continuación detallamos (tabla 1).
1. La evolución del número de restos determinados
Fig. 1. Sector K34, capa 18. NRD con concreciones minerales
negras y grisáceas procedentes de la descomposición del estiércol.
Algunos de estos restos contienen marcas de carnicería.
El número de restos determinados varía a lo largo de tres momento diferenciados: en las capas inferiores, el NRD es superior con respecto a las capas centrales y superiores debido a una
menor fragmentación, que hace posible que la mayor parte de
los huesos puedan ser clasificados. Sin embargo en las capas
intermedias, la cantidad de huesos determinados desciende por
la escasez de restos y por la dificultad de su asignación taxonómica. En las capas superiores aumenta relativamente el NR
determinados (fig. 3).
2. Número de restos con marcas de corral
En el Sector K34, la concentración de restos con marcas de corral se sitúa entre las capas 10 a la 18; sólo hay unos pocos en las
capas inferiores, correspondientes al inicio de la secuencia. En
el K35, la concentración se sitúa entre las capas 10 a la 18. Pero
en las capas inferiores son escasos. En el Sector K36 no hay
restos con estas marcas, a excepción de la capa 14 (fig. 1 y 2)
3. Fetos y recién nacidos
El número de restos de fetos y recién nacidos en el Sector K34
se encuentra entre las capas superiores y las intermedias. En el
Sector K35, también aparecen en el mismo tramo. En el K36
sólo hay dos restos (capa 16 y capa 23).
4. Dentición decidua
En el K34 sólo aparece en el tramo superior (capas 1 a la 9). En
el K35 en el superior y parte del medio, coincidiendo con los
fetos y recién nacidos. En el K36 no hay.
5. Los quirópteros
Fig. 2. Restos óseos muy afectados químicamente por la acción
de los ácidos húmicos. La fragmentación es muy acusada por el
pisoteo del ganado. La gran mayoría no se pudieron determinar
taxonómicamente.
3. Los niveles de estabulación se caracterizan por la formación
de potentes sedimentos de materia orgánica que entra en descomposición, liberando ácidos que modifican la superficie de
los huesos depositados en el propio sedimento, provocando alteraciones químicas y/o depósitos oscuros adheridos a los huesos
(fig. 2).
4. Los episodios de mayor intensidad en el uso de la cavidad
como un redil se traducen en una escasez de material óseo y una
fragmentación acusada del mismo debida al pisoteo. La cueva
no es ocupada por los pastores, y si lo hacen sus vestigios son
muy pocos
120
La fauna de quirópteros aporta una información muy valiosa
con el fin de valorar los ritmos de ocupación de la cueva. Las
especies estudiadas son, Myotis myotis, Miniopterus schreibersii y Rhinolophus ferrumequinum, todas ellos son cavernícolas.
En la actualidad pueden convivir en la misma cueva. El desarrollo biológico de estas comunidades es incompatible con la
acción humana. Sus momentos más críticos son la hibernación
y la época de cría; las colonias no deben de ser alteradas porque
de lo contrario se impediría la reproducción o se provocaría la
muerte en el caso de ruptura del periodo de hibernación. La intervención humana ya sea por el ejercicio de las actividades cotidianas, o por actividades ganaderas, especialmente si conlleva
la práctica de fuegos higiénicos del estiércol o del vaciado del
mismo, rompería el ritmo biológico natural.
El dato claro que evidencia que el desarrollo biológico de
los quirópteros es incompatible con la actividad humana y ganadera se basa en el estado de conservación de los huesos. Casi
[page-n-128]
Los niveles de corral en el yacimiento neolítico de la Cova de l'Or, sectores K34, K35 y K36
Fig. 3. Número de restos determinados (NRD). Evolución numérica a lo largo de la secuencia.
todos ellos están enteros, a pesar de su fragilidad, y no contienen
marca alguna que nos haga pensar en ocupaciones simultáneas o
separadas por intervalos cortos de tiempo, lo que indica que estos depósitos óseos corresponden a muertes naturales, que permanecieron inalterados por largos periodos de tiempo en los que
la cueva no fue frecuentada por humanos y sus ganados (fig. 4).
b. la ValoracIón de loS daToS
Las capas inferiores que corresponden al Neolítico IA tienen en
común una escasa fragmentación ósea, la presencia de fracturas antrópicas y marcas líticas. No hay restos de fetos y recién
nacidos. Tampoco hay quirópteros en los sectores K34, K35 y
K36. Todos estos indicios nos llevan a pensar que la cueva funcionaba como un lugar de habitación, las actividades cotidianas
están bien representadas (huesos con marcas de manipulación
humana) y los aspectos relacionados con un redil son inexistentes o escasos (los restos con marcas de corral son pocos o
inexistentes).
A partir del Neolítico IB, los indicios sobre el funcionamiento del lugar como un redil aumentan progresivamente
hasta llegar a la capa 18, momento en el que los restos con
marcas de corral son abundantes (tramo superior del estrato
D1). Con el Neolítico IC, sigue la trayectoria apuntada anteriormente, a lo que hay que añadir la presencia de fetos, ani-
Fig. 4. K35, capa 12. Acumulación de restos de quirópteros. A pesar de la fragilidad de estos restos, la mayoría se conservan enteros
y no contienen adherencias procedentes de la descomposición del estiércol. Todo ello nos indica que no han estado sometidos a la
acción del pisoteo de animales ni de los grupos humanos. Consecuentemente, los ritmos de ocupación de los quirópteros son totalmente
independientes de los del ganado y de las personas.
121
[page-n-129]
M. Pérez Ripoll
males recién nacidos y dientes deciduos. A excepción de las
capas del H4, siempre hay huesos que contienen marcas de
carnicería, lo que nos hace pensar que en la cueva vivían los
pastores junto a sus rebaños.
Existe una fuerte interrelación entre el descenso del número
de restos determinados taxonómicamente y las mayores concentraciones de huesos de corral, especialmente en el H4. Todo
ello parece indicar que aquí se encuentran las mayores potencias
del fumier, al tiempo que la actividad culinaria es inexistente o
mínima. A esto hay que añadir que no hay medidas higiénicas
que impliquen un vaciado del estiércol, ni tampoco la práctica
de fuegos ya que no hay ningún hueso quemado total o parcialmente. Además, de haber existido un fuego, los murciélagos no
hubieran podido vivir. Por tanto, estas capas corresponden a una
descomposición de potentes acumulaciones de estiércol.
Con el Neolítico IIA, desaparecen las marcas de corral, pero
sigue la presencia de fetos, recién nacidos y dientes deciduos.
La cueva funcionando como un redil, pero el encierro de animales no es obstáculo para que los pastores viven en la cueva,
según las marcas de carnicería que aparecen en los huesos. La
ausencia de marcas de corral puede deberse a la práctica de medidas higiénicas, como el vaciado del estiércol que impediría
que éste se acumulara y entrara en descomposición. Es posible
la práctica de la quema del estiércol, pero los huesos con marcas
de fuego son muy pocos.
Por último, la presencia de los quirópteros es muy interesante para comprender los ritmos de ocupación y desocupación por
pastores y ganados. La mayor concentración se encuentra en los
estratos H3 y C2 del K34, que coincide con la presencia de huesos de corral, fetos, animales recién nacidos y denticiones deciduas. Estos datos parecen indicar que el lugar estuvo desocupado en determinados momentos, con periodos superiores a un
año, tiempo que como mínimo las comunidades de murciélagos
necesitan para reproducirse. De manera temporal, los pastores
y sus ganados ocupaban la cavidad. Estas desocupaciones son
largas y no tienen un carácter estacional. La ausencia de quirópteros o su escasez en las capas inferiores puede indicarnos
unas ocupaciones humanas más estables, momentos en los que,
como ya hemos comentado, la cavidad funciona como lugar de
habitación.
4. CONCLUSIONES
Abrigos y cavidades han funcionado como cuevas-redil desde
el Neolítico epicardial, como un fenómeno general en el Mediterráneo (Angelucci et al., 2009). Las perspectivas se centran
en la observación de funciones diferenciadas en la ocupación
del territorio, de modo que poblados situados en el valle y cuevas-redil situadas en las laderas responden a la estructuración
del territorio que apunta hacia una especialización productiva,
en la que la agricultura se desarrolla en el llano y la ganadería
en la ladera, utilizando las cuevas como rediles para encerrar
el ganado (Martí y Juan-Cabanilles, 1997; Badal et al., 2012).
Los estudios de la fauna de la Cova de l'Or han proporcionado
una información muy valiosa para caracterizar el uso de la cavidad a lo largo de la secuencia. Los resultados han mostrado
que en las capas inferiores del Neolítico cardial el uso principalmente corresponde a una ocupación de habitación, sin descartar actividades ganaderas de carácter puntual. A partir de
122
las capas que corresponden al Neolítico epicardial, los huesos
con marcas de corral van progresivamente aumentado, especialmente a partir de la capa 18 de los sectores K34 y K35; son
los momentos más importantes del desarrollo del fumier. Estas
características se mantienen hasta la capa 11. Paralelamente,
entran en consideración otros materiales, los dientes recién
caídos y los restos de fetos y neonatos, que coinciden con los
depósitos óseos de quirópteros.
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[page-n-132]
Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 125-139.
El registro funerario cardial valenciano:
dataciones radiocarbónicas
PaBlo gaRCía BoRJa, doMingo C. salazaR-gaRCía,
eMili auRa toRtosa, eMilio CoRtell PéRez y ángel VelasCo BeRzosa
reSumen
Se analiza el conjunto de dataciones sobre hueso humano disponible para el País Valenciano entre el final del Paleolítico y el
Neolítico medio, y más concretamente las correspondientes a individuos del Neolítico antiguo con el fin de caracterizar de
forma más precisa el ritual de enterramiento de esta etapa entre los ríos Xúquer y Vinalopó. La distribución geográfica de los
yacimientos que contienen restos humanos y cerámica cardial señala la presencia de diferentes comunidades neolíticas que, ya
desde un inicio, ocupan de forma ordenada el territorio. Por el momento, vista la información global en secuencia cronológica,
se detectan tanto coincidencias como divergencias en la elección de los lugares de enterramiento en las etapas anteriores y
posteriores a la aparición y el colapso del modelo de comunidades neolíticas cardiales.
PalabraS claVe:
Neolítico antiguo, dataciones radiocarbónicas, ritual funerario, comunidades cardiales.
abSTracT
Cardial funerary record: Radiocarbon dates. This paper reviews the available direct radiocarbon dates on human bone for the
Valencian region between the Late Palaeolithic and the Middle Neolithic. Its aim is to use these dates to better understand the
early Neolithic inhumation ritual between the rivers Xúquer and Vinalopó. The geographical situation of the archaeological
sites with human remains and cardial pottery suggests the presence of different cardial communities that occupy the territory
in an organized manner. When looking at it all together, the Valencian archaeological sequence shows coincidences between
changes in burial location types and the apparition/collapse of cardial communities.
keywordS:
Early Neolithic, radiocarbon dates, funerary ritual, cardial communities.
1. INTRODUCCIÓN
Los textos que Bernat Martí Oliver ha generado a lo largo de su
trayectoria profesional son una lectura obligada para cualquier
investigador que desee aproximarse a la Prehistoria reciente en
el Mediterráneo occidental. Son especialmente significativos
sus estudios sobre el Neolítico antiguo en el País Valenciano,
incorporando en sus excavaciones de la década de los años 1970
los últimos avances metodológicos y teóricos que se venían
aplicando en la arqueología prehistórica europea, impulso definitivo en la formación de un nuevo grupo de especialistas en diferentes disciplinas, que no sólo transformó el modo de estudiar
el Neolítico valenciano, también la propia “escuela valenciana”.
Queremos aprovechar la invitación a participar en este homenaje para compartir los resultados y reflexiones generados
de nuestra aproximación a las prácticas funerarias en el espacio
y tiempo que ha ocupado buena parte de la investigación de B.
Martí y, de este modo, mostrar nuestra gratitud por los magisterios que brindó a cada investigador que solicitaba su consejo en
el Servei d'Investigació Prehistòrica de la Diputació de València.
El punto de partida queda establecido en la síntesis realizada
por J. Bernabeu, L. Molina y O. García (2001) tras la revisión de
la información disponible a finales del siglo XX. La recuperación
de restos humanos y elementos diagnósticos del Neolítico antiguo, principalmente cerámica impresa cardial, en grandes cuevas
intensamente ocupadas y en pequeñas oquedades no aptas para tal
fin, les llevó a plantear dos posibles escenarios.
Por una parte, cuevas de tamaño medio y grande que también pueden ser utilizadas como espacio de hábitat como la
Coveta Emparetà (Asquerino, 1975), Sa Cova de Dalt (Sarrión,
1976; López y Molina, 1995), Forat de l'Aire Calent (Aparicio,
San Valero y Sancho, 1979; Aparicio, Gurrea y Climent, 1983),
Cova dels Pilars (Segura, 1985), Cova del Somo (García Atienzar y Roca, 2004), Cova Negra de Gaianes (Rubio y Cortell,
1982-83), Cova Fosca de la Vall d'Ebo (García Borja, 2005),
Cova de les Cendres (Rodes et al., 2001), Cova de l'Or (Martí et
al., 1980) o Cova de la Sarsa (De Miguel, 2008).
Por otra, una serie de pequeñas cuevas no aptas para ocupaciones estables, utilizadas como necrópolis en el Neolítico final
y Calcolítico, con presencia de escasos materiales del Neolítico
125
[page-n-133]
P. García Borja, D. C. Salazar-García, E. Aura Tortosa, E. Cortell Pérez y A. Velasco Berzosa
antiguo, que posibilita proponer que fueron espacios en los que
se depositó alguna inhumación durante ese horizonte. Los mejores ejemplos de yacimientos que presentan estas características
son: Cara-sol de Vernissa (Bernabeu, Molina y García, 2001),
Coveta del Barranc del Castellet (Pla, 1954), Coveta del Moro
(Asquerino, 1979), Cova de l'Almud (Juan-Cabanilles y Cardona, 1986) y Cova del Frontó (Pastor y Torres, 1969). En el caso
de que estas cuevas albergasen enterramientos del Neolítico antiguo, cabría esperar inhumaciones individuales, recurrentes o
no, con ajuares simples.
La revisión de las colecciones de materiales arqueológicos
y de los contextos de aparición de los restos humanos no nos ha
permitido avanzar en la definición del ritual funerario cardial.
Por este motivo se ha realizado una serie de dataciones radiocarbónicas sobre huesos humanos procedentes de yacimientos
con restos muebles del Neolítico antiguo localizados entre los
ríos Xúquer y Vinalopó, espacio geográfico ocupado por grupos
humanos agrícolas y ganaderos pertenecientes a lo que denominamos Cultura Cardial valenciana.
2. LAS DATACIONES RADIOCARBÓNICAS
La selección de las muestras a datar ha estado condicionada por
las propias características de las colecciones y las directrices
marcadas por las instituciones que custodian los restos. El objetivo inicial era conseguir un muestreo representativo de los
diferentes tipos de cuevas en las que se han localizado restos
humanos. Se han tomado muestras de Cova de la Sarsa, Cova de
l'Or, Cova Negra de Gaianes, Cova del Forat de l'Aire Calent,
Coveta Emparetà, Cova Fosca de la Vall d'Ebo y Cara-sol de
Vernissa.
Las muestras se prepararon directamente en el Department
of Human Evolution del Max-Planck Institute for Evolutionary Anthropology (MPI-EVA) (Leipzig, Alemania). Para la
extracción del colágeno se utilizó el protocolo descrito por Talamo y Richards (2011). Entre 3 y 5 mg de colágeno se enviaron o bien a la Radiocarbon Accelerator Unit de la University
of Oxford (Reino Unido) o al Klaus-TSchira-AMS Facility del
Curt-Engelhorn-Zentrum (Mannheim, Alemania), donde fueron grafitados y datados por AMS (Kromer et al., 2013). El
control de los indicadores de calidad del colágeno se realizó
a través del análisis de isótopos estables y del rendimiento de
colágeno, utilizando criterios descritos por Ambrose (1990) y
Van Klinken (1999). Los análisis de isótopos estables se realizaron en el MPI-EVA utilizando un Thermo Finnigan Flash
EA acoplado a un espectrómetro de ratio isotópico de masas
Delta V. En dos casos (OxA-31629 y OxA-26073) el colágeno
fue extraído directamente en el mismo laboratorio donde se
realizó la datación.
Los resultados se presentan en tablas en las que aparece el
resultado de cada una de las muestras, su ratio, rendimiento de
colágeno, sus rangos de calibración a uno y dos sigmas a partir
del programa OxCal 4.2.3. (Bronk Ramsey y Lee, 2013) utilizando la curva IntCal 13 (Reimer et al., 2013) y la máxima
probabilidad obtenida por el programa CalPal online (Danzeglocke, Jöris y Weninger, 2012). En cada caso, se señala el tipo
de hueso muestreado y, en los casos en los que ha podido determinarse, la edad y el sexo.
126
Cova de la Sarsa
La Cova da la Sarsa está ubicada en la vertiente norte de la Serra Mariola (Bocairent, València), a unos 860 msnm. Su boca de
entrada actual es de forma trapezoidal, con unas dimensiones de
4,50 m de ancho y 2 m de alto. Está orientada al noreste y proporciona el acceso a un vestíbulo alargado, de 12 m de longitud, 7 m
de anchura y 3 m de altura, que comunica con el resto de la cueva
por medio de un brusco escalón. Al SE del vestíbulo se abre una
estrecha gatera que comunica con otra sala interior previa a las intrincadas galerías y pasadizos que conforman el laberíntico conjunto cárstico de hasta 47 m de desnivel, con un recorrido total de
unos 200 m. En su vestíbulo se recuperó una de las colecciones de
cerámicas impresas cardiales más importantes del Mediterráneo
(San Valero, 1950; Asquerino, 1978; Pérez Botí, 1999).
La cavidad fue considerada como cueva sepulcral desde
los primeros trabajos (Ballester, 1928; Ponsell, 1929). Tras el
estudio de los restos humanos recuperados en su interior, De
Miguel (2008) concluyó que el número mínimo de individuos
inhumados era de diez. Hemos aumentado esta cifra a once tras
comprobar que el conocido cráneo trepanado (García Sánchez,
1983) no puede asimilarse con los restos craneales del individuo
perinatal que fue depositado en el Museu Arqueològic Municipal “Camil Visedo Moltó” d'Alcoi tras el fallecimiento de Asquerino y que no pudo ser examinado por De Miguel.
Se han realizado 11 dataciones radiocarbónicas sobre 11
huesos humanos de la Cova de la Sarsa (tabla 1). Los resultados
permiten plantear que la cueva ha sido utilizada como lugar de
enterramiento en diferentes momentos de la secuencia arqueológica valenciana. La más reciente pertenece a una inhumación
de época andalusí, en el momento de tránsito de la época emiral
a la califal. La otra fecha de época histórica se sitúa en período
visigodo. El primer resultado asociado a momentos prehistóricos se relaciona con un uso funerario de la cavidad en el Bronce
antiguo. Ya en el Calcolítico pre-campaniforme se depositarían
en la cueva los restos de, al menos, dos nuevas inhumaciones, la
más antigua con una fecha que podría ubicarse en el Neolítico
final, periodo al que quedan asociadas otras dos fechas.
Finalmente, cuatro dataciones sitúan a otras tantas inhumaciones en el Neolítico antiguo. Dos pertenecen a los dos individuos recuperados en una brecha al interior de la cavidad. Aunque los restos se extrajeron de la forma más cuidadosa posible
(Casanova, 1978), no fueron recuperados en el transcurso de
una campaña de excavación. Las muestras se han tomado de la
mandíbula del individuo masculino y de un fragmento correspondiente a la segunda vértebra cervical, que conserva parte de
la apófisis odontoides y del arco vertebral derecho. Las diferentes paleoantropólogas que han observado la pieza de forma
directa coinciden en proponer que se trataría de un fragmento de
vértebra del individuo de sexo femenino.
Las otras dos fechas del Neolítico antiguo se relacionan con
dos posibles inhumaciones en la sala del Vestíbulo, única en
la que F. Ponsell (1929) documentó restos arqueológicos y que
excavó casi en su totalidad en la primera mitad del siglo XX.
Una de las fechas se ha obtenido de un fragmento de neurocráneo perteneciente a un individuo masculino de avanzada edad,
constituyendo a día de hoy la fecha sobre hueso humano más
antigua del cardial franco-ibérico. La otra datación del Neolítico
antiguo se realizó sobre un fragmento de cráneo de perinatal
(Salazar-García, 2012).
[page-n-134]
El registro funerario cardial valenciano: dataciones radiocarbónicas
Tabla 1. Dataciones radiocarbónicas sobre hueso humano de la Cova de la Sarsa.
N
Ref. laboratorio
Descripción
Edad
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
MAMS-19066
MAMS-19068
OxA-V-2392-26
OxA-31629
MAMS-19070
MAMS-19069
MAMS-19065
OxA-V-2360-23
MAMS-19067
MAMS-19071
OxA-V-2360-24
Neurocrá.
Parietal
Vértebra
Maxila
Neurocrá.
Neurocrá.
Occipital
Occipital
Parietal
Neurocrá.
Occipital
Adulto-senil
Perinatal
Adulto-senil
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
Sexo C:N
♀
-
♀
♂
-
♂?
♀?
♀
-
♀
3,3
3,2
3,4
3,2
3,2
3,2
3,3
3,3
3,2
3,2
3,2
Cova de l'Or
Se ubica en la vertiente meridional de la Serra del Benicadell,
dentro del término municipal de Beniarrés (Alacant), presenta
una gran sala alargada de 24 m de longitud por 8 m de anchura, a
la que se accede por una amplia boca. Prospectada inicialmente
en los años treinta del pasado siglo por R. Pardo Ballester, es
objeto posteriormente de dos grandes intervenciones arqueológicas. La primera entre 1955 y 1958 bajo la dirección de V. Pascual Pérez (el primer año junto con J. San Valero), la segunda
entre 1975 y 1985 bajo la dirección de B. Martí (el primer año
junto con V. Pascual). Estas excavaciones han proporcionado
una de las secuencias estratigráficas de referencia para el Neolítico peninsular y mediterráneo (Martí et al., 1980; Martí, 1983).
Al igual que ocurre con la Cova de la Sarsa, destaca el gran
número de restos del Neolítico antiguo sobre diferente soporte
localizados en su interior, interpretados también como el resultado de intensas ocupaciones. Ha proporcionado el conjunto de
cerámica impresa cardial más numeroso conocido hasta la fecha
(fig. 1). La datación radiocarbónica más antigua obtenida me-
% Col. Años BP
1,9
5,4
1,6
1,4
1,2
1,4
3,1
3,6
1,9
4,5
2,5
6532±24
6459±33
6341±30
6309±36
4573±22
4534±22
4241±27
4062±28
3552±21
1457±18
927±24
Cal BC 1σ
Cal BC 2σ
Media Cal BC
5512-5477
5476-5380
5363-5302
5321-5227
3369-3196
3354-3125
2904-2873
2831-2497
1936-1882
569-610 AD
1044-1154 AD
5536-5472
5484-5363
5461-5224
5357-5218
3488-3126
3361-3105
2910-2713
2839-2488
1955-1777
556-636 AD
1033-1160 AD
5500±15
5429±39
5331±25
5282±39
3287±79
3244±99
2848±48
2589±64
1909±22
604±19 AD
1095±44 AD
diante AMS sobre un resto doméstico con un margen de error
inferior a 100 años es UCI-AMS66316: 6475±25 BP, momento
en torno al cual situamos el inicio de sus ocupaciones (Martí,
2011). También se han identificado ocupaciones epicardiales,
del Neolítico medio y del Neolítico final.
Los restos humanos localizados en la cavidad están siendo objeto de estudio por parte de M. Paz de Miguel y todavía
no se cuenta con el número mínimo de individuos recuperados. Se han seleccionado cuatro muestras para su datación
(tabla 2), dos del Sector F, una del Sector G y otra del Sector
H (Salazar-García, 2012). Dos de estas muestras fueron recuperadas en estratos fechados en el Neolítico antiguo cardial,
una en la capa 6 del cuadro H-3 (MAMS-19065) y otra en
la capa 7 del cuadro F-4 (OxA-V-2360-19). Las otras dos
lo fueron en contextos menos definidos, con materiales de
diferente cronología, una en la capa 2 del Sector G (MAMS19064) y otra en la capa 1 del cuadro F-2 (OxA-V-2360-21).
A excepción de la mandíbula recuperada en la capa 6 del
cuadro H-3, todas han proporcionado un marco cronológico
del Neolítico final-Calcolítico.
Fig. 1. Cerámicas de la Cova de l'Or decoradas con la técnica de la impresión cardial.
127
[page-n-135]
P. García Borja, D. C. Salazar-García, E. Aura Tortosa, E. Cortell Pérez y A. Velasco Berzosa
Tabla 2. Dataciones radiocarbónicas sobre huesos humanos aparecidos en cuevas con cerámica cardial.
Yacimiento
Ref. laboratorio Descripción Edad
C. Fosca Ebo
C. de l'Or
C. de l'Or
C. de l'Or
C. de l'Or
C. Negra Gaianes
C. Emparetà
C. Emparetà
Cara-sol Vernissa
Cara-sol Vernissa
Forat Aire Calent
OxA-26073
MAMS-19065
MAMS-19064
OxA-V-2360-19
OxA-V-2360-21
MAMS-18662
MAMS-18663
MAMS-18664
MAMS-18259
MAMS-20435
MAMS-18661
Fémur
Mandíbula
Mandíbula
Mandíbula
Mandíbula
Parietal
Cráneo
Cráneo
Cráneo
Mandíbula
Fémur
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto?
Adulto
Sexo C:N % Col.
♂
-
♂
♂
♀
-
-
Los resultados permiten plantear que en la Cova de l'Or
se realizó, al menos, una inhumación del Neolítico antiguo.
Sin embargo la utilización de la cueva como espacio sepulcral continuado no parece constatarse hasta el Neolítico final
y el Calcolítico precampaniforme. Al igual que la Cova de la
Sarsa, la Cova de l'Or no debió ser utilizada como necrópolis estable durante el Neolítico antiguo. La utilidad principal
de la cavidad sería la de un espacio para el hábitat en el que
también se realizan inhumaciones.
Cova Negra de Gaianes
Se encuentra a unos 6 km de la Cova de l'Or, en la misma Serra
del Benicadell (Gaianes, Alacant). De planta irregular, mide 20
m de longitud y 10 m de anchura máxima en su zona central, con
la boca orientada al sur, de 7,5 m de anchura por 3 m de altura
(Rubio y Cortell, 1982-1983). En su interior se han localizado
escasos fragmentos cerámicos impresos cardiales, que impiden
proponer que la cavidad fue ocupada de forma intensa durante
el Neolítico antiguo. Entre los restos humanos recuperados destaca un parietal izquierdo, fragmentos del parietal derecho y
el occipital de un cráneo humano perteneciente a un individuo
adulto, de sexo indeterminado. Su datación ha proporcionado
un resultado que vincula estos restos con la deposición en la
cavidad de, al menos, una inhumación durante el Epicardial
(MAMS-18662: 6048±21 BP).
Cova del Forat de l'Aire Calent
Se ubica en la cresta de una alargada loma del término municipal de Ròtova (Valencia), de donde parte el Barranc de les
Galeries, que comunica con el río Vernissa. La cueva se relaciona con el conjunto de cuevas con ocupaciones del Neolítico antiguo que envuelven la pedanía de Marxuquera. Su
morfología actual parece muy distinta de la que presentaría
durante el Neolítico, debido al derrumbe de la techumbre y
de su visera, apareciendo los restos arqueológicos bajo los
grandes bloques desprendidos en el interior. Entre los mismos, cerámicas impresas cardiales y restos humanos (Aparicio, Gurrea y Climent, 1983). Esto ha permitido proponer la
posible existencia de inhumaciones del Neolítico antiguo en
la cavidad (Soler, 2002).
128
3,3
3,2
3,2
3,2
3,2
3,3
3,3
3,2
3,3
3,3
3,2
7,9
2,3
4,7
5,4
5
7,8
6,4
11,9
2
1,9
9,1
Años BP
Cal BC 1σ
Cal BC 2σ Media Cal BC
10060±45
6356±23
3899±20
4418±29
4381±28
6048±21
3204±17
3366±18
4727±20
4657±19
4230±19
9798-9458
5359-5315
2461-2348
3100-2940
3030-2920
4994-4896
1494-1452
1685-1635
3627-3384
3498-3372
2894-2875
9866-9391
5470-5320
2467-2301
3320-2920
3090-2910
5016-4851
1504-1433
1734-1615
3631-3380
3514-3368
2900-2761
9648±165
5340±19
2401±45
3036±60
2996±54
4959±29
1474±20
1663±24
3512±104
3450±46
2884±9
Por esta razón, se decidió realizar una datación radiocarbónica sobre una muestra extraída del fémur de un individuo
adulto (sigla 859318) cuyo resultado (MAMS-18661: 4230±19
BP) no permite vincularlo con una inhumación del Neolítico antiguo, confirmándose la utilización de la cavidad en el Neolítico
final para la deposición de, al menos, una inhumación.
Coveta Emparetà
Se encuentra situada en la vertiente norte de la Serra Mariola, a
media ladera del Salt d'Alcoi, a unos 500 m de la Cova de la Sarsa y a 3.000 m del municipio de Bocairent (València). Se trata de
una pequeña cueva de planta irregular, de casi 10 m de longitud
por 2,5 m de anchura, cuya techumbre declina hacia el fondo de
la misma. Presenta una amplia boca de entrada orientada al oeste,
de más de siete metros de anchura y tres de altura, desde la que
se domina buena parte del valle. Conocida en primera instancia
como Caseta Molina, la Coveta Emparetà constituye la primera
referencia de cerámicas con decoración impresa cardial del País
Valenciano (Visedo, 1925; Ballester, 1928). Explorada por Camil
Visedo y por Fernando Ponsell, no será objeto de una excavación sistemática hasta 1970 (Asquerino, 1975), evidenciándose
diferentes ocupaciones a lo largo de la Prehistoria reciente, una
de ellas del Neolítico antiguo. Además de cerámica y sílex, se
recuperaron varios fragmentos de molino, un machacador con
evidencias de haberse utilizado para el molturado de colorante
rojo, escasa fauna y restos humanos.
Los restos de inhumaciones se localizan en la parte más profunda de la cavidad, planteándose la posibilidad de que pertenecieran al Neolítico antiguo o al medio. La revisión de las colecciones depositadas en Alcoi y Bocairent, procedentes de las excavaciones de Asquerino y de las visitas de Visedo, han proporcionado un número mínimo de ocho individuos inhumados, cuatro
adultos y cuatro infantiles o subadultos. Se han seleccionado dos
muestras de dos individuos adultos para su datación por AMS,
que han proporcionado un marco cronológico de los momentos
plenos de la Edad del Bronce: MAMS-18663: 3204±17 BP y
MAMS-18664: 3366±18 BP. Las dataciones radiocarbónicas no
permiten asociar las actividades realizadas en el Neolítico antiguo
con su uso como necrópolis cardial, interpretándose los objetos
de esta cronología como los restos de ocupaciones ocasionales
en las que la talla de sílex queda constatada (Asquerino, 1975).
[page-n-136]
El registro funerario cardial valenciano: dataciones radiocarbónicas
Cova Fosca de la Vall d'Ebo
Valoración crítica
La Cova Fosca de la Vall d'Ebo (Alicante) se encuentra en el
margen izquierdo del Barranc de Benissit, que desemboca en
el fértil valle conocido con el mismo nombre que el municipio en el que se ubica la cueva. Es un yacimiento conocido
principalmente gracias al descubrimiento en sus paredes de
grabados atribuidos al Solutrense antiguo (Hernández, Ferrer
y Catalá, 1988). En relación con la ejecución de los trabajos
de documentación de dichos grabados, se proyectó la realización de un sondeo arqueológico en el extremo sur del vestíbulo de la cueva, que puso de manifiesto la existencia de
un potente nivel arqueológico del Neolítico antiguo (García
Borja, 2005). Éste se asentaba sobre un estrato que contenía
materiales arqueológicos del Paleolítico final, sin llegar a
identificar materiales pertenecientes al Mesolítico geométrico
(Doménech, 1990).
Entre este nivel fechado en el Neolítico antiguo se recuperaron diferentes fragmentos de hueso humano (García Borja et
al., 2012a). Se tomó una muestra de un fragmento de fémur.
Se trata del resto humano de mayores dimensiones localizado
en el sondeo, concretamente en la capa h del Nivel II, acompañado por diez fragmentos cerámicos realizados a mano, uno
de ellos decorado con impresiones cardiales sobre un cordón.
Tanto en la capa posterior (capa IIg) como la anterior (capa
IIi), la técnica de la impresión cardial está documentada. El resultado que ha proporcionado es 10060±45 BP (OxA-26073).
Este resultado indica la presencia de huesos humanos de cronología paleolítica en la cueva. Es evidente que no puede interpretarse en relación con un contexto arqueológico del Neolítico antiguo. Su rango temporal podría relacionarse con los
materiales descritos en el Nivel III (Doménech, 1990), dentro
de la dinámica de transformación de las industrias epimagdalenienses que se han descrito desde el final del Younger Dryas
(Aura, 2001; Aura et al., 2011).
El resultado de las dataciones confirma la existencia de inhumaciones en cuevas utilizadas como espacios de hábitat continuado. En la Cova de l'Or se ha constatado la presencia de una
mandíbula del Neolítico antiguo que puede ser relacionada
con la práctica del ritual de la inhumación. En el interior de la
Cova de la Sarsa se depositaron, al menos, cuatro inhumaciones del Neolítico antiguo, dos en el vestíbulo y otras dos en
la grieta ubicada en la zona de paso a las galerías interiores.
Lo ocurrido entre su depósito y su recuperación arqueológica
puede ser explicado desde alternativas diversas. La datación
directa de los inhumados permite conocer su edad, pero no la
historia de lo ocurrido ni durante ni después de su incorporación al depósito. En todo caso, se dispone de referencias de
enterramientos individuales en fosa, como el proporcionado
por la Cueva de Chaves (Bastarás, Huesca), que ilustra un tipo
de enterramiento que podría haberse realizado en las zonas de
hábitat de Or y de Sarsa, y que se habrían visto afectados por
procesos post-deposicionales. Cerca de la boca de entrada de
Chaves se descubrió un enterramiento individual fechado en
6230±45 BP (5308-5057 Cal BC), sobre el que se colocaron
cantos rodados y se identificó un nivel de cenizas (Utrilla et
al., 2008). Se trata de una inhumación individual en fosa, localizada en una zona de hábitat y con escaso ajuar: un anillo y
una lámina de cristal de roca, que incluso ofrece dudas sobre
su relación con la inhumación.
Las dataciones por AMS sobre cereales o animales domésticos de la Cova de l'Or (Martí, 2011), la Cova de la Sarsa
(García Borja et al., 2012b) o la propia Cueva de Chaves (Baldellou, 2011), proporcionan resultados estadísticamente indistinguibles de los obtenidos sobre los restos humanos asociados
a contextos cardiales, hecho que unido a las propias características de los hallazgos, permite proponer que las prácticas
funerarias se realizaron en espacios de uso doméstico. La datación que genera más dudas al respecto es la obtenida sobre
el individuo adulto-senil (unos 50-60 años de edad) de la Cova
de la Sarsa, la más antigua de la cavidad, pudiendo asociarse a
las primeras poblaciones neolíticas aquí establecidas, dejando
abierta cualquier posibilidad.
Sobre el segundo escenario identificado para las prácticas
funerarias, las pequeñas cuevas en las que se deposita un número limitado de cuerpos (Bernabeu, Molina y García, 2001),
las dataciones sobre las muestras de Cara-sol de Vernissa no
han servido para demostrar estas prácticas. Sin embargo, el
propio tamaño de estas cavidades y el limitado número de
piezas que se viene documentando para las inhumaciones cardiales, posibilita mantener que durante el Neolítico antiguo se
realizaban inhumaciones simples o dobles en pequeñas cavidades no aptas para el hábitat.
Como novedad destacable, se constata la presencia de inhumaciones del Neolítico antiguo en cuevas de tamaño medio
cercanas a yacimientos intensamente ocupados. El resultado de
la Cova Negra de Gaianes indica que en este tipo de cavidades
utilizadas de forma esporádica se depositaría alguna inhumación
durante el Neolítico antiguo epicardial. En realidad, era la Coveta Emparetà el yacimiento que mayores expectativas generaba.
Al igual que la Cova Negra, se encuentra en las inmediaciones de
otra intensamente ocupada como es Sarsa, recuperándose en su
interior restos humanos e industrias del Neolítico antiguo. No es
Cara-sol de Vernissa
El Cara-sol de Vernissa se ubica en la parte de la solana de la
Serra Vernissa, en término municipal de Xàtiva (València). Se
trata de una pequeña cueva a la que se accede por una estrecha
boca de entrada de menos de un metro de diámetro en la que
fueron depositadas unas 15 inhumaciones, la mayoría pertenecientes al Neolítico final, pero entre las que podría encontrarse
algún individuo del Neolítico antiguo. Un conocido aficionado
local entregó un fragmento cerámico decorado con impresiones cardiales al Museu de Prehistòria de València (Fletcher,
1975), indicando que lo recuperó en el interior de la cueva.
Por tanto, aunque la mayoría de los materiales pertenecen al
Neolítico final, existe la posibilidad de que también albergara
alguna inhumación del Neolítico antiguo (Bernabeu, Molina y
García, 2001).
Se han fechado dos restos óseos, uno brechificado (MAMS20435) y otro que no lo estaba (MAMS-18259), atendiendo a
un criterio basado en la tafonomía de los restos depositados en
el Museu de Prehistòria de València, con el fin de establecer si
los escasos restos brechificados correspondían a inhumaciones
más antiguas. Los resultados no han permitido individualizar
inhumaciones del Neolítico antiguo en la cavidad, situándose
ambos restos en el Neolítico final.
129
[page-n-137]
P. García Borja, D. C. Salazar-García, E. Aura Tortosa, E. Cortell Pérez y A. Velasco Berzosa
posible descartar que en Coveta Emparetà exista alguna inhumación del Neolítico antiguo, pero desprovista de su dependencia
como necrópolis de Sarsa durante este horizonte.
De hecho los resultados no permiten proponer la utilización
de cuevas como necrópolis estables a lo largo de varias generaciones. La forma de enterrar a los difuntos en el horizonte cardial
valenciano no incluye, por el momento, la acumulación de cadáveres en un mismo lugar a lo largo de varias generaciones.
Del mismo modo, los resultados obtenidos vuelven a mostrar
que los restos aparecidos en contextos arqueológicos a priori
definidos, están sujetos a procesos de alteración estratigráfica
(Fortea y Martí, 1985; Bernabeu, Pérez y Martínez, 1999;
Zilhão, 2011; Aura et al., 2010) que obligan a la prudencia a la
hora de proporcionar un marco cronológico preciso a los restos
humanos aparecidos en estratos aparentemente definidos. Los
resultados de la muestra fechada en la Cova Fosca de la Vall
d'Ebo y de una de las de la Cova de l'Or, se unen a la larga lista
de restos datados cuyo resultado es claramente discordante con
su contexto arqueológico de aparición. Son un nuevo ejemplo
de las alteraciones a las que están sujetos los yacimientos en
general, y los que son ocupados durante el Neolítico antiguo
en particular.
3. EL RITUAL FUNERARIO EN EL NEOLÍTICO
ANTIGUO VALENCIANO
La inhumación doble recuperada en la brecha de la Cova de la
Sarsa sigue siendo el mejor documento arqueológico del que
disponemos para aproximarnos al ritual funerario cardial en el
País Valenciano y afirmar que durante el Neolítico antiguo se
realizan prácticas rituales para el tránsito de la vida a la muerte.
Es una cuestión que se relaciona con la expresión formal de una
identidad religiosa que remite a lo sobrenatural y de la que ya se
tenía constancia a través de la cerámica (Martí, 2006) y del arte
rupestre (Martí y Hernández, 1988).
Los restos aparecieron depositados en una grieta de 2,80 m
de largo y entre 0,21 y 0,52 m de ancho. Durante el proceso de
recuperación de los mismos se identificó la existencia de un pe-
queño muro de piedra de unos 60 cm de altura que separaba este
espacio del resto de la cueva (Casanova, 1978). Junto a ellos, se
recogieron los restos de un posible ajuar formado por diferentes
fragmentos cerámicos con decoración impresa cardial pertenecientes a un mismo vaso (fig. 2), tres punzones y una cuchara
o espátula ancha de hueso, dos fragmentos de anillo de hueso,
tres Columbella, una valva de Cardium, tres Pectunculus perforados, un objeto de hueso de forma fusiforme, cinco láminas y
una lasca de sílex (Casanova, 1978), si bien en la publicación de
Asquerino (1976) se hace referencia a una pieza más de sílex.
Las edades calculadas para ambos individuos permiten proponer que primero es depositado un individuo masculino y años
después el de sexo femenino. Las dataciones obtenidas apoyan el
uso de un mismo espacio para la inhumación de dos individuos,
que podrían haber pertenecido a una misma unidad familiar. Del
mismo modo, los rangos de calibración permiten plantear otras
posibilidades: que fueran inhumados a la vez o que el tiempo
transcurrido entre una inhumación y otra superara los 150 años.
La grieta se ubica en la zona de paso a las galerías interiores,
donde se encuentran los pequeños lagos de agua, confirmando
que los habitantes de Sarsa desarrollaban actividades en espacios
alejados de las zonas iluminadas de forma natural, no vinculados
a la realización de tareas domésticas. Junto a la grieta se han documentado pinturas rupestres de estilo Esquemático en las que
aparece un motivo antropomorfo, en un panel cuya morfología
recuerda a una silueta de felino (Miret et al., 2008). La existencia
de este panel en las inmediaciones de la grieta donde se realizaron
las inhumaciones (fig. 3), podría relacionarse con lo propuesto
para algunas cuevas de la península itálica que también presentan
un pequeño lago en su interior y restos humanos (Grifoni, 2007).
La conjunción de los elementos descritos podría indicar la existencia de un espacio sacralizado anexo a la zona doméstica.
Estas evidencias indican, al menos por ahora, que los contextos funerarios del cardial valenciano se componen de un
número limitado de individuos, estando ausentes también las
inhumaciones al aire libre. Los restos documentados hasta la
fecha se han recuperado en cuevas de diferente morfología. En
los huesos no se han identificado marcas antrópicas de proce-
Fig. 2. Vaso cerámico decorado con la técnica de la impresión cardial encontrado junto a la inhumación doble de la Cova de la Sarsa.
130
[page-n-138]
El registro funerario cardial valenciano: dataciones radiocarbónicas
Fig. 3. Ubicación de la
inhumación doble y de las
pinturas rupestres de la Cova de
la Sarsa. Modificado a partir de
plano realizado por J.M. Segura
y J.L. Martínez en 1971.
sado de los cadáveres o de prácticas de canibalismo. Por lo que
respecta a los rangos de edad y al sexo de los individuos, cabe
destacar la heterogeneidad de la muestra existente, documentándose individuos masculinos y femeninos, ancianos, adultos
y jóvenes, incluso un perinatal si aceptamos que la muestra de
Sarsa pertenece a una inhumación.
La representación cartográfica de los yacimientos con evidencias de actividades funerarias entre el Xúquer y el Vinalopó, en relación con el resto de enclaves en los que se ha recuperado cerámica cardial (fig. 4), muestra que aldeas, cuevas intensamente ocupadas, abrigos, cuevas de ocupación esporádica
y covachas en las que podrían existir inhumaciones antiguas,
se organizan a lo largo de espacios definidos (comunidades)
dentro de un marco territorial más amplio (Cultura Cardial valenciana). La utilización sincrónica de varios tipos de enclaves
por un mismo grupo humano explica cómo las diferentes comunidades, formadas por familias en número limitado, ocupan
el territorio de manera ordenada a lo largo del Neolítico antiguo
cardial. Es un modelo de ocupación y explotación del territorio
en el que el registro funerario cardial conocido se inserta de
forma coherente (García Borja et al., 2011).
Una visión mediterránea del ritual de inhumación cardial
(Zemour, 2011) ofrece la misma problemática documentada a
nivel peninsular: escasez tanto de datos como de dataciones
radiocarbónicas sobre huesos humanos, y muchas dificultades
a la hora de identificar verdaderas necrópolis, ninguna corroborada. En términos generales el ritual funerario cardial queda
definido por: el depósito de inhumaciones individuales en decúbito lateral o en posición fetal en cuevas de diferente morfología, la escasez de ajuares acompañando a las inhumaciones
y la ausencia de necrópolis.
Esta visión general se ve matizada por la detección de algunos
casos particulares. En la Plaça de la Vila de Madrid (Barcelona)
(Pou et al., 2010), se ha documentado una inhumación en fosa sin
ajuar cuya datación directa remite al Neolítico antiguo, ejemplo al
que podrían sumarse los casos de Le Moulin y Col Sainte-Anne,
131
[page-n-139]
P. García Borja, D. C. Salazar-García, E. Aura Tortosa, E. Cortell Pérez y A. Velasco Berzosa
Fig. 4. Yacimientos con cerámica impresa cardial. 1: Cova de la Sarsa. 2: Coveta Emparetà. 3: Cova de la Gerra. 4: Les Dotze. 5: Solana de
Carbonell. 6: Cova del Moro. 7: Cova dels Pilars. 8: Cova de l'Olivaret. 9: Cova del Barranc del Castellet. 10: Cova Negra de Gaianes. 11:
Cova de l'Or. 12: Benàmer. 13: Cova de l'Almud. 14: Cova del Frontó. 15: Penya del Comptador. 16: Les Florències. 17: Regadiuet. 18:
Mas Blanc. 19: Mas del Pla. 20: Mas d'Is. 21: Mas del Cantó. 22: El Regall. 23: Abric del Salt. 24: Abric de la Falguera. 25: El Fontanal.
26: AC-147. 27: AC-157. 28: Abric de les Calderes. 29: Penya Roja de Catamarruc. 30: Cova de l'Agüela. 31: Tossal de la Roca. 32: Cova
d'en Pardo. 33: Cova de l'Àliga. 34: Abric del Barranc del Moro. 35: Cova Fosca de la Vall d'Ebo. 36: Coves de Santa Maira. 37: Cova del
Somo. 38: Sa Cova de Dalt. 39: Cova de les Meravelles de Xaló. 40: Cova Bolumini. 41: Cova Fosca d'Ondara. 42: Cova del Montgó; 43:
Cova del Randero. 44: Cova de les Cendres. 45: Cova de la Solana de l'Almuixic. 46: El Barranquet. 47: Cova de les Rates Penades. 48:
Forat de l'Aire Calent. 49: Cova Negra de Marxuquera. 50: Cova de les Meravelles. 51: Cova de la Recambra. 52: Cova del Llop. 53: Cova
del Parpalló. 54: Cova de les Malladetes. 55: Cova del Barranc Fondo. 56: Cara-sol de Vernissa. 57: Covacha de la Bellota. 58: Cueva de
la Araña. 59: Cova de les Dones. 60: Ceñajo de la Peñeta. 61: Cova de Pertecates. 62: Cueva de la Cocina. 63: Cova Santa de Font de la
Figuera. 64: Cova de Sant Martí. 65: Casa de Lara. 66: Arenal de la Virgen. 67: Cueva Santa de Caudete. 68: Cueva de los Secos. Los dos
últimos yacimientos se encuentran fuera del territorio estudiado.
Propuesta de comunidades diferenciadas: (A) Comunidad de la Valleta d'Agres. (B) Comunidad del Benicadell. (C) Comunidad de la
cabecera del Serpis-Penàguila. (D) Comunidad de Planes-Serpis medio. (E) Comunidad del bajo Serpis-Marxuquera. (F) Comunidad de la
cabecera del Gorgos. (G) Comunidad del bajo Gorgos-Girona. (H) Comunidad del Cànyoles medio-Costera de Ranes. (I) Comunidad del
Xúquer medio. (J) Comunidad de la cubeta de Villena.
132
[page-n-140]
El registro funerario cardial valenciano: dataciones radiocarbónicas
ya en la costa mediterránea francesa; en la Cova de la Sarsa, un
enterramiento doble; y en cuevas como Fontbrégoua (Le BrasGoude et al., 2010) o Can Sadurní (Blasco, Edo y Villalba, 2011),
un número mayor de inhumaciones en un mismo espacio, que en
el caso de la primera ofrece variaciones por la manipulación post
mortem de los restos óseos. Del mismo modo que encontramos
dificultades en la definición del rito funerario cardial a escala mediterránea, cabe admitir que en todos los casos es posible enumerar varios de los rasgos comunes definitorios descritos, por lo que
esta diversidad puede tener su explicación en el particular devenir
histórico que cada comunidad experimenta en su territorio, difuminándose alguna de las características originarias con el paso
de los años e incorporándose otras nuevas en cada territorio. Los
datos refuerzan la definición de una entidad cultural mayor, de carácter mediterráneo, con la que se identifican los grupos humanos
que forman las culturas regionales, cuyo símbolo más perceptible
es la utilización de conchas dentadas en la decoración de sus vajillas mediante la técnica de la impresión (Martí, 2008).
Sin embargo, a escala peninsular el conjunto de datos disponibles proyecta una imagen de mayor heterogeneidad durante
el Neolítico antiguo, en función de la zona que se analice. A
diferencia del ámbito cultural cardial, en la vertiente norte de
la península Ibérica, buena parte de las inhumaciones localizadas hasta la fecha anteriores al 5000 cal BC se documentan en
espacios al aire libre, cuyos habitantes decoraban sus vajillas
con otros tipos de impresión, entre los que destaca el boquique
(Alday, 2009; Alday y Ruiz, 2011). El yacimiento que mayor
información ha aportado al respecto es el de los Cascajos (Los
Arcos, Navarra) donde, hasta la fecha, se han documentado 37
individuos inhumados en fosas excavadas en el suelo (García
Gazólaz y Sesma, 2007). Las sepulturas se sitúan dentro del poblado, si bien las tres cuartas partes de las mismas se agrupan
en una superficie de 550 m², lugar en el que no existe ningún
otro tipo de estructura, por lo que puede considerarse un espacio
de necrópolis. Los ajuares que acompañan a los enterramientos
tampoco son abundantes ni especialmente llamativos (García
Gazólaz y Sesma, 2007). Otro yacimiento con características
similares es el de Paternanbidea (Ibero, Navarra), donde se han
documentado tres fosas con enterramientos dobles y una con
enterramiento múltiple (Hervella et al., 2009). Estas fosas están
separadas de las estructuras de hábitat más próximas, fechadas
en el Calcolítico, y se interpretan como parte de una necrópolis
de la que no se conocen estructuras de habitación contemporáneas (García Gazólaz, 2007). Es llamativo el elevado número
de adornos personales recuperados en las tumbas, considerando
que en el anterior yacimiento los ajuares resultan escasos. Finalmente, en la Lámpara (Ambrona, Soria) también se localizó una
inhumación al aire libre en fosa con ajuar fechada en 6144±46
BP (Rojo y Kunst, 1999).
Son evidentes las diferencias de este tipo de prácticas con
las documentadas para el cardial valenciano o el catalán. La utilización mayoritaria de la técnica decorativa del boquique en
una vajilla definida (Rojo et al., 2008; García Gazólaz et al.,
2011; García Martínez de Lagrán et al., 2011), el modelo de
aldea documentado (García Gazólaz y Sesma, 2007), el propio
ritual de inhumación (García Gazólaz, 2007; García Gazólaz y
Sesma, 2007; Rojo y Kunst, 1999) o las especies de cereales que
se cultivan (Stika, 2005), son poco afines al horizonte cardial,
encontrando mejores paralelos en otros ámbitos centroeuropeos.
Es una cuestión similar a la que se propone para el Neolítico
Andaluz (García Borja et al., 2014), donde las diferencias entre
la cultura material que lo caracteriza en su parte oriental y central
(Pellicer y Acosta, 1982 y 1997) y la definida para el horizonte
cardial valenciano son evidentes, planteándose la existencia de
una cultura arqueológica diferenciada desde fechas tempranas,
que desde la costa de Málaga se va expandiendo hacia buena
parte de Andalucía. Las dataciones radiocarbónicas sobre restos
humanos en el ámbito andaluz son todavía escasas, pero la información es suficiente para establecer que las inhumaciones se
depositaron en cuevas de hábitat, en otras de menor tamaño que
podrían albergar un importante número de cuerpos, en simas sin
posibilidades de ser habitadas y en espacios alejados de las bocas de entrada. El ajuar de las inhumaciones anteriores al 5200
cal BC de la provincia de Málaga (Cortés et al., 2012) y buena
parte de Granada y Córdoba (Carrasco y Martínez, 2014) no se
caracterizan por incorporar cerámicas impresas cardiales, por lo
que será necesaria una revisión de estos comportamientos para
valorar las relaciones culturales entre el ámbito cardial mediterráneo y el Neolítico andaluz.
El caso de la cueva de Carigüela (Piñar, Granada) merece
un tratamiento diferenciado, pues recuerda a los casos de Or,
Sarsa o Chaves. Vinculada al horizonte cardial, las dataciones
disponibles sobre muestras recuperadas en la cavidad demuestran que albergó alguna inhumación en el Neolítico antiguo
(Fernández et al., 2007).
4. DISCUSIÓN: CONTINUIDAD O RUPTURA EN
LAS PRÁCTICAS FUNERARIAS
Los datos descritos para las prácticas funerarias del Neolítico
antiguo pueden ser comparados con los conocidos para los momentos anteriores y posteriores (García Puchol et al., 2012). El
contraste con lo ocurrido antes y lo que sucederá después es posiblemente lo que permite su mejor definición, al menos por ahora.
El número de restos humanos y enterramientos formalizados
conocidos en la región mediterránea ibérica para el Paleolítico-Epipaleolítico y Mesolítico es reducido. Su distribución cronológica indica un cierto incremento a lo largo del Paleolítico
superior y una clara eclosión desde las fases antiguas del Mesolítico, coincidiendo con lo que se ha descrito como el Mesolítico de Muescas-Denticulados (= MMD). Hace algunos años se
indicó que el incremento de evidencias estaba acompañado de
una mayor variedad de contextos, anotando también que algunos de los restos “sueltos”, con claras marcas de manipulación
antrópica, pudieran ser considerados como una variante más de
prácticas funerarias (Aura, Morales y De Miguel, 2010).
Centrándonos en los yacimientos mesolíticos del territorio
valenciano, se han identificado, al menos, 34 individuos para los
que se han obtenido 26 dataciones directas (tabla 3). Una breve
relación de las situaciones conocidas permite identificar necrópolis con sucesivos enterramientos en El Collao (Aparicio,
2008; Gibaja et al., 2015), Cingle del Mas Nou (Olària, 2003 y
2010), Casa Corona (Fernández-López de Pablo et al., 2013) y
posiblemente también en Penya Comptador (Aura et al., 2006).
Por su parte, restos “sueltos” de uno o varios individuos se han
recuperado en Tossal de la Roca (Cacho et al., 1995), Cova del
Mas Gelat, Coves de Santa Maira, boca W (Aura et al., 2006 y
2010) y Cova Foradada de Xàbia (Casabó, 2014).
133
[page-n-141]
P. García Borja, D. C. Salazar-García, E. Aura Tortosa, E. Cortell Pérez y A. Velasco Berzosa
Tabla 3. Dataciones radiocarbónicas sobre huesos humanos del Mesolítico en el País Valenciano.
Yacimiento
Ref. laboratorio Edad
Cingle Mas Nou
Cingle Mas Nou
Cingle Mas Nou
Cingle Mas Nou
Casa Corona
Casa Corona
El Collao 11
Foradada Xàbia
El Collao 9
El Collao 12
El Collao 13
El Collao 5
El Collao 1
El Collao 6
Coves Sta. Maira
El Collao 7
El Collao 3
El Collao 4
Penya Comptador
Coves Sta. Maira
Coves Sta. Maira
Penya Comptador
El Collao XIII
El Collao XIII
El Collao IV
El Collao VI
Beta170715
OxA-V-2360-28
Beta170714
OxA-V-2360-29
Beta272856
OxAV239292
CNA-16261.1
Beta-167654
CNA-1625.1.1
CNA-1627.1.1
CNA-1628.1.1
CNA-1622.1.1
CNA-1619.1.1
CNA-1623.1.1
OxA236026
CNA-1624.1.1
CNA-1620..1.1
CNA-1621.1.1
Beta156025
Beta-244010
Beta-244011
OxA236030
UBAR280
UBAR281
UBAR-927
UBAR-928
Sexo Años BP Cal BC 1σ
Cal BC 2σ
6820±40 5731-5668
5770-5636
5872-5716
5886-5721
5886-5731
6023-5849
6058-5916
6642-6486
6682-6480
6696-6506
7022-6648
7047-6713
7051-6774
7141-6830
7304-7064
7466-7188
7505-7201
7538-7356
7590-7512
7651-7534
7936-7591
8206-7722
8202-7754
6804-6066
6766-6232
8188-7551
7298-6780
Adulto
♂ 6897±34 5807-5731
Infantil
Adulto
Infantil
Joven
-
Joven
Adulto
Joven
Adulto
Adulto
Adulto
Infantil
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
Adulto
♀
-
♂
-
♂
♂
♀
♀
♂
-
♀
♂
♂
-
♂?
♀?
-
6910±40
6925±35
7070±40
7116±32
7742±35
7770±50
7801±38
7900±32
7976±33
7992±34
8067±34
8166±35
8283±37
8319±35
8388±36
8491±37
8570±40
8690±50
8810±50
8829±38
7570±160
7640±120
8690±100
8080±60
5836-5739
5839-5751
6002-5910
6026-5930
6611-6507
6648-6514
6659-6594
6813-6682
7030-6827
7042-6830
7081-6864
7183-7075
7452-7200
7460-7346
7525-7382
7577-7536
7604-7568
7736-7606
8164-7754
8170-7816
6590-6251
6628-6398
7936-7591
7174-6844
La inhumación mayoritaria parece ser la individual, sobre
el suelo, en fosa o entre piedras. También la hay múltiple
(Cingle del Mas Nou) y se han descrito posibles agrupaciones
de restos y afecciones de antiguas tumbas por la práctica de
nuevos enterramientos, caso de algunas agrupaciones de pocos
restos en El Collao, o por la reapertura de la tumba como se
ha argumentado para explicar el caso del Cingle del Mas Nou
(Olària, 2003). En los dos sitios mencionados se documentan
enterramientos perinatales-infantiles asociados a adultos. En
cuanto a los restos sueltos, existen datos tafonómicos para los
restos de Santa Maira-W que indican una clara manipulación
antrópica, con un procesado similar al del resto de la fauna
consumida en el yacimiento.
Los datos conocidos sobre el ritual y ajuares vinculados a
los enterramientos formalizados son limitados. En El Collao se
menciona la disposición de pequeños caracoles de agua dulce
junto al cráneo y los pies de los inhumados, así como la existencia de un lecho de astas de ciervo a medio metro por encima
de uno de ellos (Aparicio, 2008). Para la tumba del Cingle del
Mas Nou se ha indicado el hallazgo de dos cuernas de cabra
montés, con presumible carácter votivo. El individuo articulado
presentaba la pérdida del ojo derecho, ocupando el espacio de
esta órbita una bola de ocre rojo en cuyo centro habían sido
realizadas unas incisiones radiales simulando el iris, mientras
que otras bolas del mismo material, en gran cantidad, aparecían
en el espacio de la tumba, bastantes de ellas acumuladas en el
interior de la boca del mismo individuo (Olària, 2003).
134
Med. Cal BC Bibliografía
5703±30
5785±39
5797±44
5806±43
5956±38
5991±33
6569±47
6588±55
6633±31
6763±63
6916±88
6929±84
7019±53
7169±71
7344±88
7406±52
7406±53
7458±57
7588±14
7704±71
7954±150
7992±145
6428±161
6504±109
6690±100
7019±121
Olaria et al., 2005
Salazar-García et al., 2014
Olaria et al., 2005
Salazar-García et al., 2014
Fdez.-López de Pablo et al., 2013
Fdez.-López de Pablo et al., 2013
Gibaja et al., 2015
Casabó, 2014
Gibaja et al., 2015
Gibaja et al., 2015
Gibaja et al., 2015
Gibaja et al., 2015
Gibaja et al., 2015
Gibaja et al., 2015
Salazar-García et al., 2014
Gibaja et al., 2015
Gibaja et al., 2015
Gibaja et al., 2015
Aura et al., 2006
Aura et al., 2009
Aura et al., 2009
Salazar-García et al., 2014
Aparicio, 2008
Aparicio, 2008
Aparicio, 2008
Aparicio, 2008
La comparación de estos datos con los descritos para el
Neolítico antiguo establece algunas diferencias. Así, el número
y variedad de evidencias es claramente favorable a las prácticas
funerarias mesolíticas. Se cuenta con un número de individuos
más numeroso y en bastantes casos con una articulación esquelética reconocible, lo cual es prácticamente desconocido para
el Neolítico antiguo valenciano. De hecho, es posible hablar
de necrópolis para describir los contextos mesolíticos, tanto en
cueva como al aire libre, lo que es más complejo en el caso del
Neolítico antiguo. Sólo en la Cova de la Sarsa se identifica una
doble inhumación: un caso y en cueva, sin ejemplos al aire libre.
Una comparación más sencilla permiten los llamados “restos sueltos”, desarticulados, parciales y a menudo pertenecientes a varios individuos. Su identificación tanto en cuevas con
ocupaciones del Mesolítico y del Neolítico remite a la historia
de la formación y conservación de estos depósitos, más que a
posibles prácticas o rituales compartidos. Además, el estudio
tafonómico de los restos mesolíticos de Santa Maira-W indica
manipulación y consumo de varios individuos, lo que por ahora
no está constado en contextos del Neolítico antiguo valenciano.
En el momento actual, existen más diferencias que coincidencias en la documentación correspondiente a las prácticas
funerarias mesolíticas y neolíticas. Además, las dataciones radiocarbónicas sobre restos humanos establecen un vacío de al
menos 400 años entre los dos extremos de las series entre el
Xúquer y el Vinalopó, zona en la que se asientan los primeros
grupos neolíticos en el País Valenciano.
[page-n-142]
El registro funerario cardial valenciano: dataciones radiocarbónicas
Tabla 4. Dataciones radiocarbónicas sobre huesos humanos del Neolítico medio entre los ríos Xúquer y Vinalopó.
Yacimiento
Ref. laboratorio Años BP
Cal BC 1σ
Cal BC 2σ Med. Cal BC Contexto
Bibliografía
Camí de Missena
Cova de Sant Martí
Cova d'en Pardo
Tossal de les Basses
Tossal de les Basses
Tossal de les Basses
Tossal de les Basses
Tossal de les Basses
Tossal de les Basses
Tossal de les Basses
Beta-244535
Beta-166467
Beta-208464
Beta-225216
Beta-225223
Beta-225227
Beta-225222
Beta-225218
Beta-225224
Beta-225217
4780-4620
4677-4535
4677-4535
4538-4460
4538-4460
4447-4356
4444-4334
4038-3960
3966-3810
3626-3378
4798-4584
4696-4491
4696-4491
4611-4373
4611-4373
4462-4338
4455-4271
4218-3813
3981-3797
3633-3372
Soler, 2013
Torregrosa y López, 2004
Soler, 2012
Rosser y Fuentes, 2007
Rosser y Fuentes, 2007
Rosser y Fuentes, 2007
Rosser y Fuentes, 2007
Rosser y Fuentes, 2007
Rosser y Fuentes, 2007
Rosser y Fuentes, 2008
5840±40
5740±40
5740±40
5670±40
5670±40
5560±40
5520±40
5180±40
5110±40
4710±40
En este sentido, los recientes estudios de ADN mitocondrial sobre individuos del Neolítico antiguo peninsular (Lacan et al., 2011; Gamba et al., 2012) inciden en esta ruptura
entre el Paleolítico superior final y el Neolítico antiguo. En
nuestro ámbito se dispone del ADN mitocondrial del individuo masculino de la inhumación doble de la Cova de la Sarsa
y del individuo al que perteneció la mandíbula fechada de la
Cova de l'Or (Olalde et al., 2015). Presentan haplogrupos K1a
y H4, también presentes en individuos del Neolítico antiguo
del LBK (Gamba et al., 2014; Bandt et al., 2013; Haak et al.,
2015), poco afines a los disponibles para individuos del Paleolítico superior final. Son datos que unidos a la obtención del
primer genoma completo sobre un resto humano procedente
de la Cova Bonica de Vallirana (Barcelona), sugieren que la
llegada de la agricultura y la ganadería fue gracias a la llegada
de grupos de colonos portadores de este nuevo modo de vida,
cuyo foco originario se sitúa en el Próximo Oriente, aunque
los planos genéticos y fenotípicos indican una antigua metapoblación alrededor de la península de los Balcanes, que se
separa en dos nuevas rutas migratorias, una siguiendo el Danubio y otra la costa mediterránea (Olalde et al., 2015).
Con respecto a la comparación con lo ocurrido con posterioridad al Neolítico antiguo, los cambios también son apreciables.
La evidencia arqueológica más reconocible que marca el final
de la Cultura Cardial valenciana es, precisamente, la desaparición de la cerámica decorada con esta técnica en favor de otras
técnicas como el peinado o la combinación de impresiones e
incisiones. Durante el tránsito entre el Neolítico antiguo y medio, también se documentan variaciones en la funcionalidad
de cuevas de hábitat que pasan a ser utilizadas como corrales
(Badal, Martí y Pérez, 2012); un posible cambio en el modelo
agrario, que pasa a ser extensivo (Pérez Jordà y Peña, 2013);
mayor deforestación (Badal, 2009) provocadas por estos cambios económicos y el aumento demográfico; o el mayor arraigo
a los hábitats al aire libre, para los que se propone la presencia
de silos ya en el V milenio cal BC (Torregrosa, Jover y López,
2011). En su conjunto, permiten establecer el momento en que
el modelo de comunidades propuesto deja de definirse como lo
hacía en el Neolítico antiguo.
En el registro funerario, estos cambios podrían vincularse
con la aparición de nuevas prácticas, generalizándose la utilización de fosas al aire libre en las que se deposita un cuerpo
sin vida. El ejemplo más conocido lo proporciona el yacimiento
4702±60
4602±59
4602±59
4508±38
4508±38
4406±37
4389±38
4002±32
3893±33
3504±99
Individual-fosa
Múltiple?-cueva
Individual-cueva
Individual-fosa
Individual-fosa
Individual-fosa
Individual-fosa
Individual-fosa
Individual-fosa
Individual-fosa
del Tossal de les Basses (Alicante), en el que se han documentado inhumaciones en fosas junto a las cabañas, siguiendo un
ritual bastante homogéneo a lo largo de todo el Neolítico medio
(Rossser y Fuentes, 2007; Rosser, 2010).
En el Camí de Missena (la Pobla del Duc) se ha documentado una inhumación en fosa al aire libre cuyo resultado (Beta244535, 5840±40 BP) (Soler, 2013) es sincrónico con el final
del modelo de comunidades cardiales. Las dataciones disponibles para el Neolítico medio (tabla 4), demuestran que se siguen
practicando inhumaciones en cuevas de tamaño medio y grande,
esta vez utilizadas como rediles para los rebaños de cabras y
ovejas (Soler, 2012). Cabe también mencionar los hallazgos en
la Cova de Sant Martí (Agost, Alacant), interpretada como un
refugio para ocupaciones estacionales durante la primera mitad
del V milenio cal BC (Torregrosa y López, 2004), en la que también se documentan inhumaciones, principalmente infantiles.
El número de individuos calculados tampoco parece suficiente
como para proponer que estamos frente a una cueva utilizada
como necrópolis, hecho que no se constata hasta los inicios del
IV milenio cal BC.
5. CONCLUSIONES
La cronología radiocarbónica aplicada a restos humanos incluidos en ocupaciones del Neolítico antiguo cardial ha permitido
reconocer la sincronicidad entre prácticas funerarias y habitacionales, aunque está pendiente una mejor caracterización de
los rituales de enterramiento cardiales, cuyo documento más
definitorio sigue siendo la grieta de Cova de la Sarsa.
La hipótesis establecida para el registro funerario cardial valenciano, tanto referente a grandes cuevas habitadas, como a pequeñas covachas no aptas para este fin, puede seguir siendo una
explicación adecuada de la información disponible. El registro
peninsular y regional matiza la existencia de necrópolis cardiales, lo que contrasta con los momentos mesolíticos anteriores y
con el Neolítico medio posterior, donde a la generalización de
necrópolis se añade su identificación en diferentes contextos: al
aire libre (en fosas individuales) y en cueva.
Los resultados de las dataciones también han permitido constatar la compleja formación y conservación de los registros en
cueva, al incluirse en los contextos neolíticos restos humanos con
una cronología amplia: desde el Epipaleolítico a la Edad Media.
135
[page-n-143]
P. García Borja, D. C. Salazar-García, E. Aura Tortosa, E. Cortell Pérez y A. Velasco Berzosa
AGRADECIMIENTOS
A Mari Paz de Miguel, Ángela Pérez e Isabel Collado por su
ayuda en la selección y descripción de las muestras datadas. A
Juan Vicente Morales por compartir sus datos. A Lysanne Raedisch, Sahra Talamo, Michael P. Richards y Jean-Jacques Hublin
por su apoyo.
La Sociedad Max-Planck, el Ministerio Español de Ciencia y
Tecnología (Contrato FPU AP2005-1509), la Generalitat Valenciana (VALi+d APOSTD/2014/123 y Proyecto para grupos emergentes GV/2015/060), el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert y la Fundación BBVA (I Ayudas a Investigadores, Innovadores
y Creadores Culturales) han financiado parte de los trabajos.
El estudio de las prácticas funerarias mesolíticas forma parte
del proyecto LongTransMed (HAR2013-46861-R), financiado
por el Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno
de España.
Agradecemos también a la Direcció General de Cultura de la
Generalitat Valenciana, al Museu de Prehistòria de València, al
Museu Arqueològic Municipal “Camil Visedo Moltó” de Alcoi,
al Ajuntament de Bocairent, al Museu Arqueològic Etnològic del
Comtat y al Museu Arqueològic de Gandia las facilidades prestadas
a la hora del estudio de los materiales y la selección de las muestras
a fechar.
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Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 141-146.
Los brazaletes de esquisto:
un elemento de la identidad cardial
teResa oRozCo KöHleR
reSumen
Los brazaletes de esquisto son uno de los elementos de cultura material asociados al registro arqueológico de las primeras
comunidades agrícolas y ganaderas en la zona valenciana. Su concentración en yacimientos del neolítico inicial con un registro
excepcional, como son Cova de l'Or y Cova de la Sarsa inciden en el carácter excepcional de estas piezas. Su elevada
fragmentación y transformación que posibilita su reutilización nos hablan del elevado valor social de estos objetos.
PalabraS claVe:
brazaletes de esquisto, Neolítico inicial, fragmentación, reutilización.
abSTracT
Schist bracelets: an element of the Cardial identity. Schist bracelets are one of the elements of material culture associated with
the archaeological record of the first agricultural and farmers communities in the Valencian area. Their concentration in some
Early Neolithic sites with an exceptional record such as Cova de l'Or and Cova de la Sarsa are affecting the exceptional nature
of these ornaments. Their high fragmentation and transformation that allows their reuse speak to us of the high social value
of these objects.
k e y w o r d S : schist bracelets, Early Neolithic, fragmentation, reuse.
1. LOS BRAZALETES DE ESQUISTO
EN EL NEOLÍTICO VALENCIANO
En el territorio valenciano, los brazaletes líticos son un elemento de adorno frecuente en los contextos neolíticos. En este
trabajo nos centramos en los conocidos como brazaletes estrechos de pizarra también llamados brazaletes finos, piezas
asociadas habitualmente a las etapas iniciales del neolítico, y
que se han venido considerando como uno de los elementos
de adorno ‘clásicos' de las primeras comunidades agrícolas y
ganaderas en esta zona.
Tipológicamente se trata de objetos de morfología anular,
con una amplia perforación interior con una dimensión media
cercana a 74 mm para los brazaletes recuperados en tierras valencianas (Pascual Benito, 1998: 160). Suelen presentar sección
subrectangular, con el borde exterior convexo, aunque también
encontramos secciones cuadrangulares, lo que conforma un tipo
de pulsera muy estrecho y ligero (fig. 1). Las superficies externas suelen presentar un pulido fino, que confiere un acabado
cuidado a estas piezas. Buena parte de los brazaletes finos están
realizados sobre esquisto, y presentan como rasgo común un
color oscuro que suele oscilar entre gris y negro, en contraste
con los brazaletes elaborados con otros soportes (mármol, caliza, concha) de tonalidades claras.
Destaca por su volumen el registro recuperado en Cova de
l'Or (25) y Cova de la Sarsa (21), donde la alta cantidad de
piezas incide en la singularidad de estas cavidades, señalada en
anteriores trabajos (Bernabeu et al., 2006). Otros yacimientos
valencianos muestran una presencia puntual, como se refleja en
Cova de les Cendres (2) (Orozco, 2000; Pascual Benito, 2009),
Cova Fosca (1) (Aparicio y San Valero, 1977), Cova del Montgó (1) (Soler, 2007) y Benàmer (1) (Torregrosa et al., 2011).
Más allá del territorio valenciano están presentes tanto en cuevas como en poblados de Andalucía Oriental y Murcia (fig. 2).
2. LOS BRAZALETES DE ESQUISTO:
ORNAMENTOS PARA LOS VIVOS
Los conjuntos con mayor cantidad de efectivos en el País Valenciano son los procedentes de Cova de l'Or (Beniarrés) y Cova
de la Sarsa (Bocairent), yacimientos excavados en fechas tempranas e incorporados al debate historiográfico sobre el proceso
141
[page-n-149]
T. Orozco Köhler
Fig. 1. Fragmentos de brazaletes neolíticos recuperados en Cova de
l'Or (Beniarrés, Alicante).
En su mayor parte estos elementos de adorno fueron recuperados en antiguas campañas de excavación, por lo que
su posición estratigráfica precisa no puede ser atribuida con
garantías. La secuencia estratigráfica de Cova de les Cendres
(Moraira) sí que muestra mayor precisión; los brazaletes de
esquisto están presentes durante las fases IA y IB del Neolítico, y su encuadre temporal corresponde a la segunda mitad del VI milenio a.C. en los momentos que se desarrollan
los horizontes de cerámicas impresas en el yacimiento. Los
tres fragmentos recuperados en Benàmer (Muro d'Alcoi) pertenecen a una misma pieza recuperada en la fase III de este
yacimiento (horizonte de las cerámicas peinadas o neolítico
IC), para la que se obtuvo una datación (sobre una muestra de
agregados de polen) que fecha este contexto en torno al 4500
cal BC (Torregrosa et al., 2011: 91). Los rasgos deposicionales
nos parecen interesantes, pues los fragmentos de brazalete se
asocian a diversos fragmentos cerámicos erosionados y materiales líticos de adscripción neolítica, en un contexto que se
interpreta como un desecho. Pocas indicaciones encontramos
sobre el contexto en el que se recuperaron los fragmentos en
Cova del Montgó (Xàbia) y en Cova Fosca (Ares).
Del mismo modo, no es posible establecer la relación de
estas piezas con otros ítems del registro, como tampoco entre
los diversos brazaletes en los conjuntos más numerosos. Con independencia de la utilización sepulcral puntual de Sarsa (o parte
de la cueva) señalada anteriormente, en el resto de yacimientos
la presencia de brazaletes de esquisto no puede relacionarse con
prácticas funerarias, por lo que cabe considerar que se trata de
elementos que forman parte del mundo de los vivos.
3. LOS BRAZALETES FINOS ¿UNA PRODUCCIÓN
PARA EL INTERCAMBIO?
Fig. 2. Algunos yacimientos peninsulares donde se han recuperado
brazaletes finos de esquisto: 1) Cueva de Nerja (Nerja, Málaga),
2) Cueva del Toro (Antequera, Málaga), 3) Cueva de la Carigüela
(Píñar, Granada), 4) Cueva de las Ventanas (Píñar, Granada),
5) Cueva del Agua (Prado Negro, Granada), 6) Cabecicos Negros
(Vera, Almería), 7) Cerro Virtud (Cuevas del Almanzora, Almería),
8) Sima de la Serreta (Cieza, Murcia), 9) Benàmer (Muro del Comtat,
Alicante), 10) Cova de la Sarsa (Bocairent, Valencia), 11) Cova
de l'Or (Beniarrés, Alicante), 12) Cova de les Cendres (MorairaTeulada, Alicante), 13) Cova del Montgó (Xàbia, Alicante), 14) Cova
Fosca (Ares, Castellón).
de neolitización peninsular. Atendiendo a la excepcionalidad de
su registro arqueológico, ambas cavidades se consideran lugares
de agregación en el conjunto de los Valles del Serpis. En ellas se
ha recuperado gran cantidad de ítems simbólicos y de prestigio
que van desde recipientes cerámicos con decoración simbólica,
instrumentos musicales, materiales colorantes y brazaletes de
esquisto. La presencia y exhibición de estos elementos de prestigio indica una funcionalidad de estos yacimientos que va más
allá de su uso como lugar de hábitat. El uso funerario puntual
de Cova de la Sarsa en los inicios del neolítico (García Borja et
al., 2011) no impide su utilización como espacio habitacional,
es más, incide en su especial significación social.
142
Estos objetos expresan un valor cultural compartido en un amplio territorio, como refleja el mapa anterior (fig. 2). Su peculiaridad viene dada por su propia naturaleza, por la materia prima
lítica utilizada para su fabricación que, en este caso, corresponde a rocas metamórficas (esquistos), cuyo ámbito litogénico se
localiza en otros dominios geológicos de los que afloran en el
área valenciana (Orozco, 2000), y pueden ponerse en relación
con algunos mantos y unidades de los dominios internos de las
Cordilleras Béticas (Alpujárride). Aunque estamos pendientes del análisis y comparación de las piezas arqueológicas con
muestras de campo, con certeza estas litologías de naturaleza
metamórfica no afloran en zonas cercanas a los yacimientos
valencianos considerados, y su obtención –bien de la materia
prima sin transformar o de piezas acabadas o fragmentos– se
realiza a través de un sistema de explotación indirecta, esto es,
a través de contactos e intercambios. Ello se confirma a partir
de los datos sobre explotación y transformación de este material
lítico documentados en algunos yacimientos neolíticos del SE
peninsular. El proceso de producción completo de los brazaletes finos de esquisto, identificando todos los pasos, está perfectamente documentado en el yacimiento de Cabecicos Negros
(Vera, Almería) (Goñi et al., 1999). La proximidad a la materia
prima, con numerosos afloramientos de esquisto en el entorno
cercano, es una variable que puede haber tenido importancia en
cuanto al desarrollo de estas artesanías en el yacimiento. Sin
embargo la cercanía a las fuentes de materia prima no es el úni-
[page-n-150]
Los brazaletes de esquisto: un elemento de la identidad cardial
Fig. 3. Brazaletes de esquisto fragmentados a lo largo del proceso
de fabricación, recuperados en Cabecicos Negros (Vera, Almería).
Depósito: Museo de Almería.
co factor que pudo actuar como estímulo para desarrollar una
producción especializada; en otros yacimientos próximos, como
Cerro Virtud (Cuevas del Almanzora, Almería), estos adornos
aparecen en menor número o son testimoniales.
El proceso de fabricación está perfectamente diseñado
y las piezas resultantes son altamente estandarizadas (Goñi
et al., 1999). Comienza con la selección del material, y las
primeras modificaciones consisten en el trabajo y rebaje del
contorno exterior y del grosor de la plancha de pizarra, para ir
conformando la morfología general del brazalete. El siguiente paso en la producción es, con seguridad, uno de los más
delicados: la configuración y realización de la perforación.
Es uno de los momentos que requiere mayor atención a lo
largo del proceso por las posibilidades de fractura, que implicaría el desecho del esbozo (fig. 3). Posteriormente se realiza
un trabajo de modelado y regularización de las superficies,
que se lleva a cabo aplicando un proceso de raspado, que
deja profundas estrías, apreciables a simple vista; a medida
que se va realizando este adelgazamiento se va ampliando
la perforación. Finalmente, obtenidas las dimensiones deseadas, el último paso consiste en el pulimento de las superficies
y borde exterior, lo que confiere al objeto un aspecto pulido
y un tacto suave.
También se ha podido constatar en los niveles neolíticos
de Cabecicos Negros la elaboración in situ de brazaletes de
mármol y cuentas discoidales (Goñi et al., 2001). Quizás nos
encontremos ante un taller dedicado a la confección, no solo
de brazaletes, sino de diversos elementos de adorno personal.
Tomando en consideración el volumen de los restos que se
han recuperado en este yacimiento se aprecia que su fabricación va más allá de las necesidades de un grupo doméstico y
que esta producción se destinó, al menos en parte, al intercambio con otros grupos.
4. USO Y TRANSFORMACIÓN DE UN REGISTRO
FRAGMENTADO
Estos brazaletes, como ornamentos, fueron incorporados en la
vestimenta personal. El uso de estas piezas como pulsera, que son
portadas en el antebrazo o en el brazo se reconoce claramente a
partir de su morfología y dimensiones. Aunque no puede excluirse
su utilización en las extremidades inferiores, la rigidez del material
Fig. 4. Fragmentos de brazaletes procedentes de Cova de la Sarsa
(Bocairent, Valencia), presentan perforaciones en ambos extremos
que atraviesan la pieza.
lítico frente a la movilidad de la articulación permite considerar
que su utilización como tobillera no parece adecuada, aunque esta
opción que no puede descartarse por completo.
La fragilidad de estos brazaletes es una característica que
explica –en parte– su elevada fragmentación. Ante un registro
altamente fragmentado llama la atención el elevado número de
piezas recuperadas en Or y Sarsa que presentan una o dos perforaciones. Dominan las perforaciones de sección troncocónica
sobre las de sección cónica, lo que indica la direccionalidad de
este gesto técnico.
Aunque se ha señalado que el objeto de las perforaciones
es la reparación de los brazaletes, facilitando el atado de los
segmentos por medio de algún elemento (Pascual, 1988: 160),
consideramos que existen otras posibilidades. Por un lado, puede tratarse de un intento de agrandar o ampliar el diámetro de
las piezas, en lo que podría considerarse un ‘aumento de talla';
pero también en muchos casos las perforaciones tienen como
finalidad transformar el fragmento de brazalete en colgante, realizando agujeros de suspensión (fig. 4).
Esto se aprecia de forma clara en el acondicionamiento
de uno o ambos extremos del fragmento (fig. 5), suavizando
la zona de fractura mediante un rebajado y pulido del remate
(fig. 6). Esta manipulación –posterior a la fractura– nos indica
la voluntad de conservar el objeto o una parte de él, si bien con
un cambio en el uso ornamental que ahora debe ser exhibido en
otra parte del cuerpo o de los ropajes (fig. 7). Los ornamentos
son formas culturales emotivas (provocan emociones) y memorables (provocan recuerdos), cuyo significado social y simbólico puede variar con el paso del tiempo.
Contextualmente, los adornos están estrechamente asociados con las personas y sus cuerpos, y así, inevitablemente, llegan a estar enlazados con sus prácticas sociales y relaciones, e
imbuidos de sus identidades (Skeates, 2010). Estos ornamentos,
a través del tiempo y del espacio también acumulan asociacio143
[page-n-151]
T. Orozco Köhler
Fig. 7. Posible reutilización de los brazaletes de esquisto como
colgantes, atendiendo a las perforaciones que presentan los
fragmentos.
Fig. 5. En ocasiones la transformación del fragmento en colgante
comprende el acondicionamiento de ambos extremos. Pieza
procedente de Cova de l'Or (ref. 105.357 SIP).
nes y valores diversos, en un proceso dinámico, en particular
en el curso de su circulación a través de redes de intercambio.
Estos objetos pueden evocar emociones por sus cualidades visuales y materiales.
Algunos elementos de adorno parecen más valiosos o importantes tanto por estar confeccionados con materiales restringidos o exóticos como por ser distintivos visualmente. También
el grado de modificación física de un ornamento puede incrementar ese valor; ello se puede conseguir utilizando técnicas
como perforación y pulido, alterando en diversos grados la morfología original.
Esta transformación de brazaletes en un objeto menor como
son los colgantes, encaja con la definición propuesta por K.T.
Lillios (2010) sobre la fabricación de reliquias a través de la modificación y/o miniaturización de un objeto de valor, teniendo en
cuenta que no todas las reliquias son objetos sagrados. Aunque
la autora no considera justificado separar las reliquias en una
categoría de análisis (Lillios, 1999) sí que apunta algunas consideraciones interesantes, remarcando que sirven para propiciar
el recuerdo, para invocar un pasado distante, ancestral. Estos
objetos no son accesibles de la misma manera a los miembros de
una comunidad, su posesión puede ser el reflejo de diferencias
sociales, y se mantienen en uso o circulación durante un número
de generaciones.
5. FRAGMENTACIÓN INTENCIONAL
Fig. 6. Las modificaciones que presentan algunos fragmentos de
brazalete comprenden, además de la perforación, el rebaje y pulido
del extremo. Pieza procedente de Cova de l'Or (ref. 105.387 SIP).
144
La idea de que los objetos fragmentados son resultado de la
rotura accidental o de procesos tafonómicos, es decir procesos no relacionados con intencionalidad humana, está profundamente enraizada. No obstante, algunos autores (Chapman,
2000) han cuestionado esta premisa y exploran la posibilidad
de una fragmentación deliberada y uso de los fragmentos para
el establecimiento y mantenimiento de lazos entre personas
y grupos. Sus trabajos sobre materiales del neolítico balcánico aportan ideas sugerentes: en contextos arqueológicos, la
ausencia de remontajes puede indicar que los fragmentos de
objetos “incompletos” se transportaron fuera del sitio para su
uso o su deposición en otro lugar. Sus estudios han mostrado,
a través del remontaje de cerámicas y figurillas, el grado de
movilidad de un objeto tras su desperfecto o rotura, argumentando que diversos fragmentos de materiales seleccionados
fueron utilizados en intercambios, enlazando gentes y luga-
[page-n-152]
Los brazaletes de esquisto: un elemento de la identidad cardial
res (Chapman y Gaydarska, 2007). El término que define está
práctica social es el de ‘encadenamiento'; los remontajes de
fragmentos encontrados en varios yacimientos, en ocasiones
alejados a gran distancia, se consideran ilustrativos de estas
transacciones o actividades sociales.
En el caso de los brazaletes finos en yacimientos valencianos no hemos localizado ningún remontaje entre yacimientos.
Los escasos fragmentos que remontan pertenecen a un mismo
yacimiento. Este hecho hace pensar en la posibilidad de que
no se trate únicamente de brazaletes rotos, sino de objetos incompletos. No podemos descartar la posibilidad de que estos
ornamentos llegaran a estos yacimientos y se depositaran incompletos. Podemos suponer que en ocasiones, a lo largo de la
prehistoria, los elementos intercambiados son fragmentos que
pueden –del mismo modo que un objeto completo– crear lazos
o relaciones entre personas o grupos, y transmitir el significado
simbólico de la pieza completa.
Tampoco podemos descartar la idea de que nos encontremos ante la destrucción deliberada de objetos de valor. Algunos
autores (Chapman, 2000) han señalado que la fragmentación
intencional de elementos de la cultura material puede constituir
un proceso asociado al duelo o luto. Los ornamentos sirven para
encarnar o reflejar roles y estatus, y tal vez la pérdida o desaparición de estas cualidades se plasme en la fragmentación y
amortización de brazaletes.
Un mismo objeto puede sufrir cambios en su valoración y
significado dependiendo de múltiples factores. La reutilización
y reincorporación de los brazaletes fragmentados al ornamento
personal es una forma de interactuar con el pasado.
6. ALGUNAS REFLEXIONES: LOS BRAZALETES
COMO ELEMENTOS DE MEMORIA
No podemos asumir con certeza que al romperse un brazalete acaba su utilidad y los fragmentos son amortizados. Las
partes de un objeto pueden desplazarse en el espacio y en
el tiempo desde la rotura, incluso pueden ser objeto de otra
fragmentación. Los fragmentos también traen a la memoria
el brazalete completo, pueden evocar recuerdos tanto colectivos como personales.
En el caso de los brazaletes finos de esquisto, la manipulación y acondicionamientos realizados para su transformación en
colgantes tras su fractura nos hablan del interés y la voluntad de
preservar estos ornamentos.
Las cualidades formales de la materia prima, sus caracteres visuales, textura y otros efectos juegan un papel importante
en el efecto de recordar. En este caso, el escaso grosor de los
brazaletes, el color oscuro de la roca empleada como soporte,
y el acabado pulido pueden motivar la rememoración de eventos, lugares geográficos o creencias con las que estos objetos se
asociaron. Esos recuerdos pueden jugar un papel crucial en la
formación de identidades y valores sociales compartidos.
La distribución geográfica de estas piezas es sugerente.
Un vistazo al mapa de yacimientos (fig. 2) nos muestra que
la presencia de estas piezas está ligada a buena parte de los
yacimientos en los que se ha definido el proceso de neolitización peninsular, con presencia de cerámicas impresas. Son
unas piezas que se relacionan claramente con las comunidades del ámbito mediterráneo.
También resulta interesante constatar donde no aparecen
estos objetos. En la zona catalana no encontramos brazaletes
finos de esquisto, lo que podría significar la posible existencia
de diferentes tradicionales culturales dentro del mundo cardial.
El hecho de que los conjuntos numerosos de estas piezas estén presentes en algunas cavidades peninsulares como Nerja,
Carigüela, Or o Sarsa incide en la idea del papel singular que
debieron tener estos espacios.
Aun con ciertas lagunas sobre el contexto deposicional preciso en muchos de los yacimientos, se puede afirmar que los
brazaletes de esquisto son elementos para los vivos, y no están
ligados a prácticas funerarias.
Estos ornamentos presentan cierta fragilidad y fácilmente
pueden fracturarse, perderse o ser destruidos. Se mantienen
en uso y se reutilizan durante algunas generaciones
porque tienen cierto valor para sus poseedores. En este
caso, los brazaletes finos de esquisto tienen una presencia
temporal acotada a las primeras fases del neolítico inicial,
y desaparecen del registro arqueológico valenciano en el V
milenio a.C., considerando los datos que ofrece Cova de les
Cendres (Pascual Benito, 2009). Si nos fijamos en la reciente
excavación de Benàmer (Torregrosa et al., 2011), los autores
indican que atendiendo a las características de las evidencias
que aparecen en el depósito donde se recuperó un brazalete
de esquisto y un fragmento de cerámica cardial, se trata de
objetos desechados. Este hallazgo, y la datación del contexto,
indica que en el V milenio a.C. la importancia y el aprecio
hacia estos objetos había decaído por completo. Ello puede
interpretarse como una reordenación de los valores sociales
y culturales de los grupos neolíticos, que pueden virar hacia
otros adornos, otra ideología y otros rituales.
Los adornos de materiales duraderos tienen un ciclo de producción, uso, circulación, durante el cual están asociados de
forma dinámica a lugares, grupos, personas y desplazamientos
dentro de las redes sociales. Los recuerdos asociados a estas piezas son olvidados cuando dejan de estar en uso. Los brazaletes
de esquisto no volverán a formar parte de la cultura material de
los grupos neolíticos. Su abandono o desuso indica el final de
un ciclo y una reordenación de los lazos sociales así como de
las redes y circuitos de intercambio que estuvieron en funcionamiento durante el mundo cardial. Tras este momento se configura un nuevo orden donde será necesaria una nueva identidad
social que se expresará por cauces diversos pero incorporando
otros elementos de adorno y de prestigio.
Todavía estamos lejos de conocer toda la información que
pueden aportar estos ornamentos, y son más los interrogantes
que se abren tras una breve revisión de los materiales recuperados en unos yacimientos paradigmáticos como Cova de l'Or
y Cova de la Sarsa. Este breve ensayo es un punto de partida,
a partir del cual se hace necesario profundizar en el estudio de
las colecciones, en las caracterizaciones petrológicas a fin de
confirmar o descartar procedencias, y en la cronología y temporalidad de los brazaletes, y su relación con otros apartados
del registro. Añadir el carácter nmemotécnico de unos objetos
tan singulares a la interpretación arqueológica puede ayudar a
entender su valor cultural y social.
145
[page-n-153]
T. Orozco Köhler
AGRADECIMIENTOS
No quiero dejar de agradecer las facilidades que nos ofrecieron en
el Museo Arqueológico de Granada y en el Museo de Almería para
la consulta de sus fondos. El punto de partida de este trabajo en curso ha sido el Servei d'Investigació Prehistòrica de la Diputación de
Valencia, sus colecciones, y su personal, que conoce sobradamente
mi gratitud.
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[page-n-154]
Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 147-158.
Unas técnicas muy neolíticas:
ranurado y abrasión para la elaboración de punzones
a partir de metapodios de ungulados
JoseP lluís PasCual Benito
reSumen
Los punzones elaborados a partir de la mitad longitudinal de metapodios de cápridos y cérvidos que conservan parte de la
epífisis como base son un tipo que posee una vigencia cronológica amplia y una gran distribución geográfica, documentándose
en casi todos los yacimientos peninsulares desde el inicio de la economía de producción hasta la Edad del Bronce, en
ocasiones en gran cantidad. En este trabajo se analizan los diversos procedimientos técnicos utilizados para la bipartición de
los metapodios y los posteriores pasos seguidos para la fabricación de este tipo de punzones, tomando como base las piezas
técnicas documentadas en los yacimientos neolíticos y calcolíticos del País Valenciano y Andalucía, y los datos obtenidos a
partir de los punzones acabados procedentes de yacimientos valencianos.
PalabraS claVe:
Neolítico, Calcolítico, País Valenciano, Andalucía, punzones, metapodios.
abSTracT
Really Neolithic techniques: grooving and abrasion for the production of awls from metapodial bones of ungulates. Awls made
from longitudinal halves of caprine and cervids metapodial bones that preserve part of their epiphysis constitute a type of tool
having a broad chronology and wide geographical distribution. In fact, they are recorded in a number of settlements of the
Iberian Peninsula from the Neolithic period up to the Bronze Age. In this work we analyse the technological sequence for the
partition of metapodial bones and the subsequent steps carried out in the production of this type of awls. We take into account
objects recovered from Neolithic and Chalcolithic sites from the Valencian country and Andalusia.
keywordS:
Neolithic, Chalcolithic, Valencian country, Andalusia, awls, metapodial bones.
En el registro arqueológico es un hecho bien documentado que a
la introducción de la economía de producción se asocia una cultura material nueva entre la que la industria ósea tiene un papel
destacado. Las primeras comunidades neolíticas fabricaron toda
una serie de implementos en materia dura animal que carecía de
precedentes entre los últimos grupos de cazadores-recolectores.
El listado de novedades resulta amplio y variado, destacando
nuevos útiles como las cucharas o las gradinas, o elementos de
adorno como los anillos.
Como suele ocurrir en las industrias óseas prehistóricas,
también durante el Neolítico el grupo de utensilios más numeroso pertenece a la familia de los apuntados. Dentro de ellos
existe un tipo que se documenta en casi todos los yacimientos,
en ocasiones en gran cantidad, el de los punzones elaborados a
partir de la mitad longitudinal de metapodios de ungulados, generalmente de talla pequeña. Sin embargo, a pesar de su importancia numérica, las evidencias sobre su fabricación son escasas
en el registro arqueológico.
En este artículo trataremos de los diversos procedimientos
técnicos utilizados para la fabricación de este tipo de punzones
en base a las piezas técnicas documentadas en los yacimien-
tos de la península Ibérica y a los datos obtenidos a partir de
los punzones acabados procedentes de yacimientos valencianos
analizados con anterioridad (Pascual Benito, 1988).
Con este trabajo queremos homenajear a Bernat Martí, maestro de los que nos dedicamos a la investigación de la Prehistoria
reciente y un autor referente para el Neolítico del Mediterráneo
occidental. Respecto al tema que nos ocupa, señalar que B. Martí, en el análisis del hueso trabajado de los sectores J de la Cova
de l'Or (Martí et al., 1980), nos ofrece interesantes observaciones sobre este tipo de punzones que van más allá de la muestra
analizada. Ya en el inventario de materiales las descripciones que
utiliza son rigurosas, señalando las partes del hueso utilizadas y,
en ocasiones, la especie, además de acompañarlas con ilustraciones que muestran dos o tres caras de los punzones, aspectos poco
habituales en el momento del estudio. En el análisis posterior,
entre otros aspectos, señala que “durante el Neolítico antiguo la
mayor parte de los punzones se fabrican sobre metapodios de
ovicápridos cortados longitudinalmente y presentan una fina
punta de sección circular” (ibíd.: 139), indica su perduración
a lo largo de todo el Neolítico –aunque son menos abundantes
conforme este avanza– y durante el Eneolítico, cuando son más
147
[page-n-155]
J. L. Pascual Benito
numerosos los punzones de tibia de conejo y los de metapodio
de ovicáprido con la caña entera y la punta biselada, poniendo
como ejemplo la Ereta del Pedregal. También hace observaciones sobre la funcionalidad de estos elementos considerando que
los “finos punzones sobre la mitad de metapodio de ovicáprido
debieron ser agujas para el cabello” (ibíd.).
1. LAS MATRICES SOBRE METAPODIO EN LA
PENÍNSULA IBÉRICA
Los metapodios con evidencias de ser matrices para la confección de punzones son escasos en el registro arqueológico
holoceno. En la península Ibérica, hasta la fecha, solo se han
documentado en dos zonas. Por una parte en el País Valenciano, donde contamos con once ejemplares procedentes de cinco
yacimientos (fig. 1), la mayor parte de los cuales ya fueron
estudiados en un trabajo anterior (Pascual Benito, 1998: 106107) y que, junto con los nuevos hallazgos, han podido ser
analizados directamente con mayor detalle, correspondiendo
seis al Neolítico antiguo y cinco al Neolítico final. Por otra
parte en Andalucía, donde el rastreo bibliográfico ha permitido
encontrar diez piezas documentadas en ocho yacimientos, cuyos datos hemos extraído de las, a veces, escuetas descripciones y de las ilustraciones de las publicaciones donde se presentan (fig. 2), dos de ellas corresponden al Neolítico antiguo, una
al Neolítico medio, una al Neolítico tardío, una al Neolítico
final, una al Calcolítico precampaniforme y cuatro a contexto
indeterminado.
Dado lo exiguo de la muestra, a continuación se describen
cada una de las matrices de punzones indicando su procedencia,
la clasificación taxonómica en los casos analizados directamente1 o en los que se indica cuando fueron publicados, las señales
antrópicas que presentan, su adscripción cronocultural y sus dimensiones en milímetros (longitud, anchura máxima y espesor
máximo).
Cova de l'Or (Beniarrés, Alicante)
- Metacarpo derecho de Ovis aries con restos de ocre en la
epífisis distal. K-35 capa 28. Inicio del Neolítico antiguo.
151x26x18 mm (fig. 1: 1).
- Metatarso derecho de Ovis aries con profundos surcos por
incisión longitudinal que recorren la totalidad de las caras dorsal y plantar. H-4 capa 6. Neolítico antiguo (Vento, 1985: fig.
13: 1). 156x23x11mm (fig. 1: 2).
- Metapodio con fina incisión longitudinal en la cara dorsal,
fragmentado en la epífisis distal. K-35 capa 23. Neolítico antiguo. 118x22x15 mm (fig. 1: 3).
- Metacarpo derecho de Ovis aries con dos facetas de abrasión
en la cara dorsal y una en la palmar. En ambas la dirección
de la abrasión es oblicua con respeto al eje longitudinal de la
pieza. Neolítico antiguo. 131x23x11,5 mm (Pascual Benito,
1998: fig. III.98: 2) (fig. 1: 5).
- Metacarpo derecho de Capra sp. con amplias facetas de abrasión en las caras dorsal y palmar. La dirección de la abrasión
es oblicua y transversal al eje longitudinal de la pieza. Fragmentado en la diáfisis a la altura del inicio de la epífisis distal.
Neolítico antiguo. 116x26x10,5 mm (Pascual Benito, 1998:
fig. III.98: 1) (fig. 1: 6).
Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia)
- Metacarpo izquierdo de Ovis aries que en la cara palmar
de la diáfisis presenta un surco longitudinal que es doble
en el tercio proximal por desvío de útil lítico con el que se
realizó la incisión. Fragmentado en dos trozos a la altura del
tercio distal. Sector B capa 3. Neolítico final. 140x23x15
mm (fig. 1: 7).
Niuet (l'Alqueria d'Asnar, Alicante)
- Metacarpo derecho de Ovis aries que en su cara palmar presenta un surco longitudinal irregular formado por dos incisiones más profundas y abundantes incisiones oblicuas que parten del mismo, producto del desvío de útil lítico con el que se
realizó la incisión. Foso A, estrato II, D capa 4. Neolítico final.
125x23x16 mm (Pascual Benito, 1994: fig. 5-1: 13; 1998: fig.
III.98: 3) (fig. 1: 8).
- Metacarpo izquierdo de Ovis aries con la epífisis distal
desprendida en cuyas caras dorsal y palmar presenta surcos
longitudinales. En la cara dorsal el surco está formado por
una única incisión recta, mientras que en la palmar se observan múltiples incisiones longitudinales aplicadas en ambos
sentidos a las que se suman abundantes incisiones oblicuas
menos profundas que parten del surco central producidas
por el desvío del útil lítico con el que se efectuó la incisión.
Foso A, estrato II, H-5 capa 21. Neolítico final. 120x25x16
mm (Pascual Benito, 1994: fig. 5-1: 14; 1998: fig. III.98: 4)
(fig. 1: 9).
- Mitad longitudinal de metapodio de caprino fragmentado
en ambos extremos con restos de una incisión longitudinal
profunda y otras oblicuas de menor profundidad producto del
desvío del útil de corte en el borde mejor conservado. Foso A,
estrato IV. Neolítico final. 199x10,5x6 mm (Pascual Benito,
1994: fig. 5-1: 15; 1998: fig. III.98: 5).
Fuente Flores (Requena, Valencia)
Cova de la Sarsa (Bocairent, Valencia)
- Mitad longitudinal de metacarpo derecho de Ovis aries hendido por sendas incisiones longitudinales en las caras dorsal y
palmar. Ambos bordes presentan largas estrías longitudinales,
finas y paralelas. Neolítico antiguo. 116x26x10,5 mm (fig. 1: 4).
1
Agradecemos a Alfred Sanchis la ayuda facilitada en esta tarea.
148
- “Fragmento proximal de metacarpo derecho de Cervus
elaphus con profunda incisión central” (Juan-Cabanilles y
Martínez Valle, 1989: 201). Conserva parte de la epífisis
proximal. La incisión longitudinal se realiza aprovechando el canal del surcus medularis de la cara dorsal que tras
la operación presenta sección en V, observándose en ambas
partes abundantes incisiones longitudinales, finas y paralelas. Neolítico final. M-52432. 58x30x14,5 mm (fig. 1: 10).
[page-n-156]
Unas técnicas muy neolíticas: ranurado y abrasión para la elaboración de punzones a partir de metapodios de ungulados
Fig. 1. 1-3: Cova de l'Or (Beniarrés, Alicante). 4-6: Cova de la Sarsa (Bocairent, Valencia). 7: Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia). 8-9:
Niuet (l'Alqueria d'Asnar, Alicante). 10: Fuente Flores (Requena, Valencia).
149
[page-n-157]
J. L. Pascual Benito
Cueva del Toro (Antequera, Málaga)
- Metatarso de Ovis aries con dos profundas acanaladuras longitudinales en la caras dorsal y palmar producidas por incisión
que han eliminado la totalidad del espesor del hueso diafisario
en gran parte de su recorrido. Procede de la Fase IV atribuida
al Neolítico antiguo. 114,6x23x10,4 (Martín, Cámalich y González, 2004: fig. 98: 5; Cámalich y Martín, 2013: Lám. 1:1;
foto: don Hilario) (fig. 2: 1).
El Malagón (Cúllar-Baza, Granada)
- “Metatarso de Ovis aries, virtualmente completo a excepción
de una pequeña fractura reciente en uno de sus lados junto a la
epífisis proximal. El hueso presenta una profunda incisión en
cada una de sus caras lo que sugiere que estaba siendo utilizado para la fabricación de objetos, muy probablemente punzones. Tales incisiones recorren la pieza en toda su longitud, y
probablemente fueron realizados con una pieza de sílex, bien
una sierra, un perforador, etc. Los bordes de dichas cisuras son
simétricos y regulares”. Procede de la cabaña F atribuida al
Calcolítico precampaniforme (Salvatierra, 1982: 129, fig. 7:
2a) (fig. 2: 2).
Cueva de los Inocentes (Priego, Córdoba)
- Mitad longitudinal de metapodio de caprino hendido. Sin
referencia estratigráfica. Pieza depositada en el Museo de
Córdoba en 1967 por el Grupo de Espeleología de Córdoba.
Atribuido al Neolítico medio, ca. 3800-3500 a.C. 130x12x6
mm (CER.es) (fig. 2: 3).
- Metapodio de caprino “seccionado parcialmente en sentido
longitudinal en ambas caras, además de haberse adelgazado
por frotación, como indican las señales que muestra en su superficie”. Procede de rebuscas clandestinas. 127x22,9x14,6
mm (Gavilán, 1987: 444, fig. 204: 31) (fig. 2: 4).
Cueva de la Murcielaguina (Priego, Córdoba)
- Metapodio de caprino con la epífisis distal desprendida que
“muestra en una de sus caras evidentes señales de abrasión”,
acción que, según el dibujo publicado, ha producido una faceta
plana y eliminado el hueso diafisario en su mitad proximal.
Procede de rebuscas superficiales. 127x21,9x11,4 mm (Gavilán, 1989: 243, fig. 130: 188) (fig. 2: 5).
Cueva de la Carigüela (Píñar, Granada)
- Metapodio de caprino con una cara totalmente plana repleta de trazos oblicuos producto de una abrasión intensa que
ha hecho desaparecer la pared ósea del extremo proximal,
mientras en el distal “se habían empezado a alisar las dos
partes de la articulación; el resto de la pieza no presenta señales de trabajo” (Salvatierra, 1980: 67; 1982: 62). Procede
del estrato VIII del corte G, atribuido por su excavador al
Bronce I inicial (Pellicer, 1964: 36, fig. 13: 5) y, posteriormente, al Neolítico tardío (Salvatierra, 1980: 67, fig. 2: 5).
132x20x17 mm (fig. 2: 6).
- Mitad longitudinal de metapodio de caprino que “conserva
ambas epífisis y con huellas indudables de haber sido cortado
en ambos laterales”. Procede de estratos del Neolítico antiguo
150
(Salvatierra, 1980: 44, fig. 1: 2). Por la morfología de la epífisis proximal que se observa en la publicación debe tratarse de
un metatarso. 139,8x18x9 mm (fig. 2: 7).
Cueva de la Ventana (Píñar, Granada)
- Metapodio de caprino “trabajado por abrasión en sus dos
caras laterales hasta obtener una lámina muy fina. Conserva
toda la anchura de la epífisis distal, habiendo sido empezada
a eliminar la proximal. Pudo obtenerse un punzón de longitud
extraordinaria o incluso dos. El medio de fabricación viene a
significar una variación y un perfeccionamiento del sistema
de abrasión frontal, con posibilidades de unirlo al de abrasión
doble” (Salvatierra, 1980: 53, fig. 6: 9). “El trabajo fue realizado mediante abrasión intensa, habiéndose eliminado prácticamente el canal medular, presentando una cara plana, mientras
la otra, exterior, presenta los bordes redondeados”. 148x8,4
mm (Salvatierra, 1982: 75, fig. 3: 1) (fig. 2: 8).
Polideportivo de Martos (Jaén)
- “Mitad longitudinal de metapodio, posiblemente de cérvido”, clasificado como “resto de manufactura”, que conserva
parte de la epífisis proximal. Se encuentra “seccionado longitudinalmente por cortes practicados en ambas caras facilitándose la escisión por el surco natural del soporte. Una de
las caras conserva las estrías de los deslizamientos laterales, e
involuntarios, del útil al iniciarse la operación”. El yacimiento
se data entre fines del IV e inicios del III milenio a.C. (Mérida,
1991-92: 127, fig. 3: 10) (fig. 2: 9).
Los Castillejos (Montefrío, Granada)
- Mitad longitudinal de metapodio de Cervus elaphus. Según
el dibujo publicado la cara interior se encuentra totalmente alisada, solo marcando ligeramente el canal medular cerca de las
epífisis. En la publicación no se indica ninguna referencia estratigráfica de la pieza (Salvatierra, 1982: 231, fig. 6.1) (fig. 2: 10).
Como se observa en la tabla 1, en la península Ibérica, aunque
existe un buen número de casos que carecen de una determinación anatómica precisa, se constata en las matrices una preferencia por los metacarpos de Ovis aries. Si bien en los punzones
acabados de algunos yacimientos como la Cova Fosca (Ares)
son los metatarsos los que dominan (Gutiérrez et al., 2014), al
igual que sucede en otras regiones extrapeninsulares como el
mediodía francés, hecho que se ha explicado por la naturaleza
del metatarso respecto al metacarpo: más largo, redondo y fino,
y con el surco anatómico más profundo, por lo que se dejaría
serrar con mayor facilidad (Choi, 1999: 70).
Tabla 1. Materia prima de las matrices de punzones de la península
Ibérica.
Metapodio
Metatarso
Metacarpo
3
6
1
Total
1
Ovis aries
Capra sp.
Caprino
Cervus elaphus
7
2
9
4
8
21
1
Total
9
1
8
3
[page-n-158]
Unas técnicas muy neolíticas: ranurado y abrasión para la elaboración de punzones a partir de metapodios de ungulados
Fig. 2. 1: Cueva del Toro (Antequera, Málaga) (dibujo: Martín, Cámalich y González, 2004: fig. 98: 5; Cámalich y Martín, 2013: lám. 1:1.
Fotografía: don Hilario). 2: El Malagón (Cúllar-Baza, Granada) (Salvatierra, 1982: fig. 7: 2). 3-4: Cueva de los Inocentes (Priego, Córdoba)
(CER.es. Fotografía: Valme Rodríguez Escudero; Gavilán, 1987: fig. 204: 31). 5: Cueva de la Murcielaguina (Priego, Córdoba) (Gavilán,
1987: fig. 130: 188). 6-7: Cueva de la Carigüela (Píñar, Granada) (Salvatierra, 1980: fig. 1: 2 y 2: 5). 8: Cueva de la Ventana (Píñar,
Granada) (Salvarierra, 1980: 53, fig. 6: 9). 9: Polideportivo de Martos (Jaén) (Mérida, 1991-92: fig. 3: 10). 10: Los Castillejos (Montefrío,
Granada) (Salvatierra, 1982: fig. 6.1).
Respecto a la especie mayoritaria, Ovis aries, encuentra su
explicación en su mayor presencia entre los restos de fauna, por
tanto en su mayor disponibilidad. Así ocurre por ejemplo en la
fauna de la Cova de l'Or, donde los restos de ovicaprinos suponen el 56,2% del total y, entre los que se ha podido discriminar
la especie, el 87,6% corresponden a ovejas (Pérez Ripoll, 1980).
Si atendemos a los punzones acabados, encontramos resultados similares. El estudio de un conjunto de 188 piezas de
hueso trabajado de las excavaciones antiguas de la Cova de
l'Or concluía que, del total, el 22% correspondía a huesos de
Capra/Ovis y el 23,7% de Ovis aries, y que los metapodios
eran los huesos del esqueleto más empleados para la confec151
[page-n-159]
J. L. Pascual Benito
ción de punzones, ya que comprendían el 70% del total de
utensilios de cabra/oveja y el 42% del total de las especies
(Pérez Ripoll, 1980: 250-51).
Posteriormente, el análisis de 411 punzones sobre metapodio hendido procedentes de yacimientos neolíticos valencianos reveló un amplio predominio de los metapodios de
rumiantes de pequeña talla sobre los de gran talla, el 92,2 %
pertenecían a ovicaprinos, entre los que se identificaron Ovis
aries, Capra hircus y, en algún caso, Capreolus capreolus, y
el 6,2% a ungulados de gran talla, de los que el 3,4% eran de
Cervus elaphus, el 0,5% de Equus sp. y el 2,4% de gran mamífero indeterminado, mientras que el 1,5% correspondía a
indeterminados. Los metapodios de ovicaprinos eran seleccionados mayoritariamente entre individuos de más de tres años
de edad con el fin de que la polea articular de la epífisis distal
del hueso se encontrara ya soldada, cosa que sucedía en el
86,5% de los casos (Pascual Benito, 1998).
En cuanto a las dimensiones de estas matrices (tabla 2) se
corresponden a las medidas anatómicas de los metapodios. Únicamente en un par de ejemplares el espesor varía a lo largo de
todo el hueso, siendo menor que en estado natural al haber sido
adelgazados por abrasión.
Tabla 2. Dimensiones en milímetros de las matrices de punzones de
yacimientos valencianos.
Máxima
Mínima
Media
156
120
134,4
Ancho distal
26
8,5
20,3
Espesor distal
16
4,5
12,4
Ancho medial
16
11
12,5
Espesor medial
11
5,5
9,8
Ancho proximal
25
10,5
20,9
Espesor proximal
15
6
12,1
Longitud total
2. LA FABRICACIÓN DE PUNZONES A PARTIR DE
METAPODIOS
2.1. el SeccIonado longITudInal de loS meTaPodIoS
La abrasión, el ranurado longitudinal, la mezcla de ambas técnicas o la percusión se aplican sobre huesos largos, generalmente metapodios, con el objeto de dividirlos en dos mitades
simétricas que permiten la obtención de dos o cuatro útiles.
La efectividad de estas técnicas ha sido constatada mediante las diversas reconstrucciones experimentales realizadas
por varios investigadores, sobre todo a partir de metapodios
de pequeños rumiantes, caprinos sobre todo (Poplin, 1974;
Camps-Fabrer y d'Anna, 1977; Murray, 1979) y también sobre metapodios de grandes rumiantes, ciervo (Mihail y Provenzano, 2014) o caballo (Choyke y Tóth, 2013).
La observación de las huellas que presentan los metapodios
anteriormente descritos muestran que se emplearon diversos
procedimientos técnicos para el seccionado longitudinal de los
mismos, los cuales en ocasiones coexistieron en el mismo yacimiento, y que pasamos a describir a continuación.
152
2.1.1. Ranurado longitudinal
Consiste en practicar una incisión longitudinal sobre una o las
dos caras de los metapodios –dorsal y palmar– con un instrumento de piedra tallada mediante repetidas incisiones que producen un amplio surco, aprovechando el canal medular anatómico (surcus medularis) de estos huesos.
Resultado de esta operación es una profunda ranura longitudinal o surco de sección en V que recorre todo el hueso hasta
ambas epífisis, la cual muestra en sus caras múltiples estrías paralelas, finas y poco profundas orientadas longitudinalmente. En
algunas ocasiones se pueden observar a los lados del surco, incisiones paralelas o ligeramente inclinadas con respecto al canal
medular, y otras más desviadas o líneas de fuga que se producen
al salir el instrumento lítico del surco principal (Pascual Benito,
1998: fig. III.98: 3-5).
El procedimiento de ranurado longitudinal se constata en
once de los casos analizados, pudiéndose localizar sobre una
o sobre las dos facetas del metapodio: siete en las caras dorsal
y palmar (Or, Sarsa, Niuet, Carigüela, Toro, Inocentes y Malagón), tres sólo en la cara dorsal (Or, Niuet, Fuente Flores) o uno
sólo en la cara palmar (Ereta).
Cuatro de los ejemplares analizados son mitades longitudinales del metapodio que, en ambos bordes, muestran restos de
una de las facetas de la ranura longitudinal (Sarsa, Niuet, Carigüela e Inocentes).
La separación definitiva de las dos mitades longitudinales
de los metapodios se consigue cuando el surco del ranurado ha
alcanzado la profundidad adecuada. Dos técnicas pueden ser
empleadas: la flexión y la percusión indirecta con la ayuda de
un instrumento biselado (¿cinceles de hueso?) colocado en el
caso de ranurado longitudinal a la altura del canal interóseo distal, práctica que, en algunos casos ha quedado reflejada en una
muesca presente en los bordes del fuste cerca de la epífisis, visible aún en algunos punzones acabados, como se puede observar
en piezas de Or y Sarsa (fig. 4: 1, 11 y 12). Una vez separadas
las dos mitades, cada uno de los bordes que se situaban por debajo del surco muestran una superficie irregular que contrasta
con la de la faceta del corte mucho más suave y repleta finas
trazas longitudinales y paralelas (fig. 4: 2 y 3).
2.1.2. Abrasión
Consiste en el adelgazamiento de la superficie dorsal y/o palmar
del metapodio mediante abrasión. Se efectúa frotando el metapodio sobre una superficie lisa de piedra abrasiva, acción que produce en el hueso una faceta plana repleta de abundantes estrías paralelas, cuyo espesor varía en función del grano abrasivo empleado.
En las piezas estudiadas la abrasión afecta a las dos caras,
dorsal y palmar, en tres ocasiones (2 en Sarsa, Ventana) o a una
sola cara en dos casos (Carigüela y Murcielaguina).
Se constatan al menos dos métodos de abrasión en función
del tamaño de la superficie en que se aplica: sobre la totalidad
de la superficie o sobre parte de la misma. En el primer caso
se encuentran dos piezas de Sarsa con las facetas abrasionadas
planas, una presenta una amplia faceta alisada en cada cara mediante abrasión transversal, las cuales son paralelas entre sí (fig.
1: 6), y la otra tiene dos estrechas facetas alisadas en la cara dorsal que dejan una arista central y otra en la cara palmar, separada
por el canal medular (fig. 1: 5).
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Unas técnicas muy neolíticas: ranurado y abrasión para la elaboración de punzones a partir de metapodios de ungulados
sidad en el tercio proximal. El resultado es el adelgazamiento
de la epífisis proximal hasta el punto que ha provocado sendas
perforaciones, mientras que la epífisis distal se ha conservado
completa (fig. 2: 4).
La otra pieza donde se combinan la abrasión y el ranurado
es un punzón del silo 6 de Niuet, el cual presenta abrasión total
sobre una faceta, dejando la superficie plana, y dos profundas
incisiones longitudinales en el centro de la diáfisis de la faceta
opuesta, por lo que posiblemente estaba preparado para proceder a la bipartición del metapodio antes de decidir dejarlo entero
(Pascual Benito, 1994: Fig 5.1: 6).
2.1.4. Percusión indirecta
Fig. 3. Punzón sobre metapodio de Cervus elaphus. Cova de l'Or.
Una variante de este procedimiento la encontramos en un
metapodio de Ventana, el cual presenta un tipo de abrasión peculiar. Se efectuó abrasión por ambas caras con diferente intensidad. En una de ellas afectó a la zona medio proximal del
hueso, mientras que en la otra afectó a la totalidad, habiendo
eliminado en un extremo la mitad transversal de los cóndilos
de la epífisis distal mientras que en el otro se conserva una
pequeña porción de la epífisis proximal, quedando la diáfisis
de sección plana en gran parte de su recorrido (fig. 2: 8). “La
ausencia de productos acabados que hayan podido ser obtenidos con esta peculiar técnica impide conocer el resultado de la
operación, si bien podría haberse destinado para confeccionar
un alfiler o varilla con una cabeza formada por la epífisis distal seccionada” (Salvatierra, 1980: 53). En Or existe un punzón sobre metapodio de ciervo que conserva la epífisis distal y
que fue fabricado mediante la abrasión de un solo lateral pero
afectando suavemente los cóndilos articulares (Pascual Benito,
1998: fig. III.17: 1) (fig. 3) y que, a diferencia del caso andaluz, resulta una pieza de gran robustez. En este caso, como en
otros constatados sobre metapodio de ovicaprino, la abrasión
se efectúa con una orientación oblicua respecto al hueso y no se
busca la bipartición del mismo, sino la fabricación de un único
punzón que tiene como base la epífisis distal completa aunque
afectada por abrasión en una cara.
2.1.3. Ranurado longitudinal más abrasión
En un par de ocasiones se constata el empleo de un procedimiento que combina dos técnicas, con ranurado longitudinal y
abrasión en la misma pieza. Un metapodio de Inocentes presenta sendas ranuras longitudinales en las caras dorsal y palmar de
la diáfisis que han afectado en su totalidad al espesor del hueso
diafisario en su parte central. Con posterioridad se efectuó una
abrasión en ambas caras. En una cara la abrasión es regular en
toda la diáfisis, mientras que la cara opuesta muestra más inten-
Existe además otro procedimiento más sencillo que no requiere
la preparación previa del metapodio para conseguir la preforma
de un punzón que conserve en su base la media diáfisis distal,
de la que no hemos encontrado matrices y que resulta difícil
observarlo en los punzones acabados toda vez que los posteriores pasos han borrado las trazas de esta operación. Se trata
de la obtención de un fragmento longitudinal de la parte distal
de metapodio por medio de percusión indirecta con la ayuda de
un cincel o cuña. En las reconstrucciones experimentales se ha
efectuado de dos maneras. Por una parte con el hueso en posición vertical, golpeando sobre la hendidura natural que presenta
la epífisis distal entre los dos cóndilos. Por otra, con el hueso en
posición horizontal, percutiendo sobre la parte distal de la diáfisis (Camps-Fabrer y d'Anna, 1977: figs. 2 y 3; Stordeur-Yedit,
1999). En ambos casos se obtiene una preforma más corta que
con los procedimientos de ranurado o abrasión.
2.2. el FaceTado de loS PunzoneS
Resulta difícil averiguar, en la mayor parte de los casos, el
procedimiento técnico utilizado para la obtención de un metapodio hendido, toda vez que por lo general las posteriores operaciones de regularización de la pieza han borrado las señales
que permiten reconocerlos. Solo en contadas ocasiones se han
conservado señales que evidencian el modo de obtención. Así,
en algunos punzones realizados mediante ranurado aún visibles los restos de las incisiones longitudinales (fig. 4: 4-6, 8
y 9) o las incisiones de fuga (fig. 4: 12), mientras que en los
obtenidos mediante abrasión, los bordes de algunos punzones
presentan una o las dos caras laterales de los cóndilos regularizados por abrasión (fig. 5).
Sea cual fuere la técnica utilizada, una vez obtenida la
mitad longitudinal del metapodio se observan diversos pasos
para la elaboración de las piezas acabadas, según se deduce
del análisis de cuatro centenares de punzones procedentes de
yacimientos valencianos desde el Neolítico antiguo a la Edad
del Bronce (Pascual Benito, 1998) y de las reconstrucciones
experimentales citadas.
Paso 1. Tras la bipartición longitudinal del metapodio, cada
una de las dos mitades pudo fragmentarse transversalmente a una
altura determinada, en función de la longitud buscada para los
punzones. Si se buscaba un punzón largo de cada mitad, una de
las epífisis era eliminada por percusión o flexión, consiguiendo de
ella un único punzón (fig. 4: 1), mientras que si se querían punzones más cortos, se fracturaba por la zona medial de la diáfisis,
con lo que se podían confeccionar dos punzones de cada mitad.
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J. L. Pascual Benito
Fig. 4. Punzones sobre mitades longitudinales de metapodio de caprino obtenidos por ranurado longitudinal. Cova de la Sarsa: 1, 6-8, 11,
14 y 18. Cova de l'Or: 2-5, 9, 10, 12, 13, 15-17.
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Unas técnicas muy neolíticas: ranurado y abrasión para la elaboración de punzones a partir de metapodios de ungulados
Fig. 5. Punzones sobre mitades longitudinales de metapodio de
caprino obtenidos por abrasión. Cova de la Sarsa: 1 y 4. Cova de
l'Or: 2, 3, 5 y 6.
En los punzones localizados en yacimientos valencianos, se
constata la preferencia de conservar la media epífisis distal, un
86,8% del total de los mismos, de los cuales un 86,5% poseen
la media polea articular entera y un 13,5% presentan la polea
articular desprendida (fig. 4: 16 y 17), mientras en el 13,2% de
los casos es la epífisis proximal la conservada (fig. 4: 18).
Paso 2. Regularización de los bordes de la fractura y confección de la punta mediante raspado con útil de sílex y con
abrasión. Generalmente esta operación se realiza sobre toda la
superficie interior del hueso, excepto en algunos ejemplares en
los que quedan restos del inicio de la otra polea articular. Se produce mediante abrasión unifacial que, en muchos casos, elimina
los restos del canal medular. La punta se obtiene de la misma
forma pero modificando la inclinación de plano de abrasión en
todo el perímetro distal. En un par punzones (uno de Or y otro
de Cendres) se observan incisiones transversales en los bordes
producidas por el filo de un útil de piedra tallada, para ayudar a
su adelgazamiento (fig. 4: 7).
El extremo distal apuntado, generalmente se presenta con
los bordes rectilíneos que convergen progresivamente hasta
formar una punta afilada (93,4%), si bien existen además algunas puntas con forma destacada (3,6%), ojival (1,5%), biselada
(1%) y roma (0,5%).
Por su parte, la zona medial o fuste presenta los bordes paralelos (66,6%), convergentes (27,7%) y bicóncavos (5,7%). Según el grado de elaboración del fuste, el 54,6% de los punzones
tienen el canal medular presente, de sección cóncavo-convexa
marcada, mientras en el 45,4% el canal medular fue alisado, presentando diversas secciones: cóncavo-convexa suave (24,8%),
plano-convexa (6,8%), oval (7%), plana (3,9%), rectangular
(1,9%), plano-cóncava (0,5%) o circular (0,5%).
Paso 3. En algunos punzones se observa la regularización
de la media epífisis conservada. Si bien en la mayor parte de
los casos (76,2%) se conserva en su estado natural, algunos
de ellos (el 4,4%) presentan además un abultamiento parte de
la otra polea articular (fig. 4: 1, 11-13), en el 23,8% de punzones la epífisis se encuentra alisada. De los punzones con la
epífisis modificada, en el 69,6% el alisado se efectúa generalmente sobre los bordes laterales de la polea articular por
medio de dos facetas planas, testigo de la técnica empleada
para el tratamiento del metapodio fue la abrasión (fig. 5). En
el resto se produce una importante transformación y la abrasión afecta también a las otras partes del cóndilo, dando lugar a diferentes secciones: rectangular (16,5%), oval (6,3%),
trapezoidal (3,8%) o plana (3,8%), y a diversas morfologías
de la base: recta (71,4%), convexa (20%), ojival (2,9%) y
hendida (5,7%).
Paso 4. En tres punzones se observan algunas particularidades, consistentes en acanaladuras en la zona distal o proximal.
Un ejemplar de Or presenta una acanaladura transversal perimetral a escasa distancia de la punta (fig. 4: 9), un fragmento
distal de Sarsa conserva cuatro profundas incisiones transversales cortas en un borde del extremo distal y un ejemplar de Ereta
presenta una marcada acanaladura perimetral entre la epífisis y
el inicio de la diáfisis.
Paso 5. La última operación es el pulido total en la mayor
parte de los ejemplares, para lo cual se emplearía una muela
durmiente de arenisca de grano fino. Este tipo de abrasión produce una superficie alisada muy uniforme que, observada a gran
aumento, se encuentra cubierta de multitud grupos de microestrías muy juntas y paralelas, de profundidad y anchura semejante que se entrecruzan entre sí.
3. PECULIARIDADES REGIONALES Y CRONOLOGÍA
Los punzones fabricados a partir de metapodios hendidos tienen amplia vigencia cronológica y gran distribución geográfica.
Constituyen un tipo que, realizado sobre metapodios de mamíferos salvajes, aparece de forma esporádica desde el Paleolítico
superior y que, sobre metapodios de ovicaprinos, es un objeto
corriente en prácticamente todas las regiones europeas a partir
155
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J. L. Pascual Benito
de la domesticación de estos animales, desarrollándose durante
el Neolítico y perdurando en algunos lugares hasta época romana (Camps-Fabrer et al., 1990a).
En el País Valenciano este tipo de punzones se documentan tanto en contextos de habitación como funerarios desde el
inicio del Neolítico hasta el inicio de la Edad del Bronce (Pascual Benito, 1998). Son cuantitativamente importantes en las
industrias óseas del Neolítico antiguo, momento en el que se
encuentran presentes en prácticamente todos los yacimientos,
alcanzando por lo general los porcentajes más altos del utillaje
óseo, un 39,30% como media, aunque en algunos yacimientos
como Cova de la Sarsa alcanzan el 50,8%, descendiendo al
32,4% en el Neolítico medio. Constituye un tipo muy variado
en cuanto a dimensiones, grado de elaboración y señales de
uso, por lo que engloba elementos de pueden haber tenido una
funcionalidad muy diversa. Más de las dos terceras partes de
estos punzones coinciden en su morfometría y cuidado acabado final, por lo que pueden haberse utilizado también para funciones ajenas a las de un útil apuntado, como la de servir como
alfileres para el cabello o como elemento de sujeción, teniendo
en cuenta el lustre que aún conservan algunos ejemplares en
su parte medial.
Durante el Neolítico final, si bien los punzones realizados
sobre metapodio hendido siguen teniendo una presencia generalizada en algunos yacimientos y se encuentran bien representados, 5,6% en contexto de hábitat y 16,5% en enterramientos
del total de la industria ósea, serán los punzones sobre tibia de
lepórido los que dominen el conjunto, representando la tercera
parte del utillaje óseo. Los punzones sobre metapodio alisado de
ovicaprino de mayor longitud corresponden a contextos funerarios de este horizonte, así como el empleo de metapodio hendido de cérvido en sendos ejemplares de las cuevas de Pastora y
Llometes (Pascual Benito, 1998: fig. III.21).
A partir del Calcolítico campaniforme el descenso de los
punzones sobre metapodio hendido de ovicaprino se hace más
patente, suponiendo tan solo el 5% del total de la industria ósea
y desapareciendo en contextos funerarios. Pasan a ocupar el tercer lugar entre los punzones, dominando ahora los realizados
sobre diáfisis indeterminadas hendidas, seguidos de los totalmente facetados.
Durante la Edad del Bronce desaparecen estos punzones
y solo se documentan de forma anecdótica en escasos yacimientos y siempre en un número muy reducido de ejemplares
(López Padilla, 2011: 367).
Un comportamiento similar al del territorio valenciano se
observa en Andalucía oriental. Así, en la provincia de Granada,
los punzones sobre metapodio hendido son totalmente mayoritarios durante el Neolítico, descendiendo su producción en
época precampaniforme para desaparecer durante las fases del
Campaniforme y Bronce pleno (Salvatierra, 1982: 233). Igual
ocurre con los punzones sobre metapodio de ovicaprino obtenidos mediante la abrasión de una de sus caras que afecta a la epífisis distal, la cual se conserva completa pero abrasionada. Este
tipo de punzones son menos frecuentes que los anteriores como
se observa en la cuenca de Vera (Maicas, 2007: 139), salvo en
algunos conjuntos como el de la cueva de Carigüela de Píñar,
donde se encuentran estratificados en los niveles pertenecientes
al Neolítico medio, tardío y final (Salvatierra, 1980), o en el
Polideportivo de Martos, donde se seleccionan para ello los me156
tacarpos y representan casi la mitad del total de los metapodios
trabajados, siendo el soporte de industria ósea más abundante
(Mérida, 1991-92).
En Catalunya, durante el Neolítico antiguo existe gran variedad de punzones realizados a partir de metapodios de grandes y
pequeños rumiantes que conservan la epífisis distal o proximal,
con empleo de las técnicas de ranurado y de abrasión para su bipartición y ejemplares muy estandarizados de fuste fino y sección
rectangular, como se observa en el poblado de La Draga (Banyoles) (Rueda, 2000; Legrand-Pineau, 2011). Durante el Neolítico
medio, en contextos funerarios de la Cultura de los Sepulcros de
Fosa, son extraordinariamente abundantes los punzones de gran
tamaño obtenidos a partir de mitades longitudinales de metapodios de ovicaprinos y cérvidos mediante ranurado y que generalmente conservan la epífisis distal, existiendo algunas zonas como
la comarca de Solsona donde más abundan, en especial los que
superan una longitud de 190 mm fabricados a partir de metapodios de ciervo, clasificados como “puñales” y considerados como
característicos de esta cultura (Muñoz, 1965: 283). Así mismo son
los punzones más numerosos localizados en contextos no funerarios, como sucede en la minas de Gavà (Estrada, Borrell y Nadal,
2009). En el Valle del Ebro este tipo de punzones, denominados
allí de base articular, se constatan a partir del Neolítico antiguo en
el Prepirineo aragonés, pero es durante el Neolítico medio y final
cuando son más frecuentes, realizados generalmente en metapodios de ovicaprinos (Rodanés, 1987: 189).
En contextos extrapeninsulares los punzones realizados mediante la técnica de ranurado longitudinal son los que mayor
extensión geográfica y cronológica poseen, siendo comunes
en prácticamente todas las regiones europeas (Camps-Fabrer,
1990a), mientras que los confeccionados mediante abrasión son
más esporádicos y se documentan básicamente durante el Neolítico (Camps-Fabrer, 1990b). Para estos últimos se ha distinguido el uso de tres métodos de fabricación distintivos en los que
se emplea la abrasión. El más extendido es el de solo abrasión,
ampliamente difundido durante el Neolítico antiguo en Bulgaria,
Grecia, Europa continental y Cerdeña, estando presente también
en periodos neolíticos posteriores (culturas de Cortaillod en Suiza, Lagozza en Italia, Chassey en Francia y Calcolítico en Bulgaria). De menor extensión geográfica y cronológica son los otros
dos procedimientos técnicos, considerados como adaptaciones
locales, una con aserrado primero y posterior abrasión, utilizada
sobre todo en el Neolítico final de Bulgaria y sur de Europa occidental (Chassey), y otra en la que el orden se invierte con abrasión
primero y posterior aserrado, un método específico de la esfera
Cortaillod (Sidéra, 2005: 85, fig. 7).
En el Rubané de la Cuenca de París y en la Alta Alsacia la
presencia de punzones sobre metapodio “a flancs plats” –terminologia empleada por I. Sidéra (2008) para los punzones fabricados por abrasión–, de brazaletes de Glycymeris y de conchas
Columbella rustica perforadas se ha interpretado como producto de relaciones con el Cardial mediterráneo a partir del 5100
A.C. (Sidéra, 2010).
Como ocurre en algunos yacimientos valencianos, existen
lugares donde los metapodios de pequeños rumiantes alcanzan
notables proporciones dentro de la industria ósea, como por
ejemplo en los niveles del Neolítico antiguo del yacimiento búlgaro de Kovacevo, donde suponen el 25% de los útiles apuntados (Sidéra, 1998: 222).
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Unas técnicas muy neolíticas: ranurado y abrasión para la elaboración de punzones a partir de metapodios de ungulados
En definitiva, los punzones fabricados a partir de la bipartición de metapodios de pequeños rumiantes se encuentran presentes en todas las regiones mediterráneas, desde el Próximo
Oriente hasta la península Ibérica desde los inicios de la economía de producción, perdurando hasta la Edad del Bronce, momento en que se constatan en escasos lugares. Podemos concluir
por tanto que este tipo de punzones constituyen un elemento
material característico de la industria ósea neolítica que, al contrario de otros productos óseos como las cucharas y los anillos,
se confeccionan en todos los lugares de forma similar, perdurando más de tres milenios sin que se produzcan cambios notables
en los procedimientos técnicos de fábrica.
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Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 159-180.
Implantación y desarrollo de los grupos neolíticos del sur
de la península ibérica. Reflexiones sobre algunos modelos
interpretativos desde los inicios del siglo XXI
JaVieR CaRRasCo Rus, antonio MoRgado
y FRanCisCo MaRtínez-seVilla
reSumen
Las recientes investigaciones del Neolítico andaluz en los inicios del siglo XXI están incidiendo sobre sus orígenes y
posteriores desarrollos. Consideramos necesaria una reflexión al respecto, valorando las líneas interpretativas generadas desde
el siglo precedente y cómo están afectando a los nuevos planteamientos. Varios son los modelos que con mayor o menor
éxito han sido formulados. Desde esta perspectiva, intentaremos reflexionar sobre algunos de ellos, con especial atención al
recientemente propuesto de la reactualización de la llamada “Cultura de las Cuevas” y “Cultura de la cerámicas impresasalmagras” a partir de la secuencia de Cueva de Nerja, con su posible incidencia en otros ámbitos geográficos, especialmente de
Andalucía Oriental. Asimismo, puntualizamos sobre la actual dispersión de “lo cardial” en el ámbito andaluz y sus apariciones
en cuevas sepulcrales y asentamientos. De igual forma, abundaremos sobre la problemática de estos enclaves y sus conjuntos
arqueológicos, generalmente vinculados a tradiciones diferenciadas y ámbitos geográficos concretos. En definitiva, breves
reflexiones sobre el Neolítico andaluz que nos han permitido sumarnos al muy merecido homenaje de nuestro querido amigo
y colega Bernardo Martí.
PalabraS claVe:
Neolítico Antiguo, Andalucía, cerámica cardial, Cultura de las Cuevas.
abSTracT
Settlement and development of neolithic groups in the south of the Iberian Peninsula. Reflections on some interpretive models
since the beginning of the 21st century. The 21st century research on the Neolithic in Andalusia has focused on its origin and
development. In this paper we consider several theoretical approaches by assessing the different interpretative lines of the
previous century and how these inform current thinking. Several models have been formulated with varying degrees of success
and here we reflect on some of these approaches, with special attention to the reactualized model of the “Culture of the Caves”
and the “Culture of the imprinted and almagras ceramics”, which emerged from the sequence of the “Cueva de Nerja”, and
evaluate their possible impact on other geographical areas such as eastern Andalucia. Furthermore, we will look at the current
dispersion of the cardial pottery in the Andalucia area and its appearances on burial caves and settlements. We also analyse the
problematic of archaeological sites and their archaeological remains linked to different traditions and specific geographical
areas. We conclude with some brief reflections on the Andalucia Neolithic which allow us to pay tribute to our dear friend and
colleague Bernardo Martí.
keywordS:
Early Neolithic, Andalucía, cardial pottery, Culture of the Caves.
1. LA INVESTIGACIÓN DEL NEOLÍTICO EN
ANDALUCÍA EN EL SIGLO XX. UNA PRIMERA
VALORACIÓN
Alguno de nosotros hemos explicitado que la investigación
sobre el Neolítico andaluz ha estado, en los últimos años, condicionada por un modelo interpretativo discutible (Carrasco
y Pachón, 2009; Carrasco et al., 2009, 2010a, 2010b, 2011a,
2011c, 2012, 2014). Este modelo tiene dos pilares básicos. Por
un lado, su estructura evolutiva de sucesión sociocultural sustentada desde la aparente coherencia sedimentaria de las “ocupaciones” de cuevas equiparada a rango cultural. Los restos
arqueológicos existentes en estos particulares lugares se han
elevado a la categoría de “cultura” sin pasar por un adecuado
planteamiento sobre qué representan estos contextos. En segundo lugar, la caracterización cultural y los cambios de este
Neolítico han sido realizados desde el análisis tipológico (formal y descriptivo) de las cerámicas procedentes de estos contextos geoarqueológicos. Todo ello al margen de una falta de
cuestionamiento y autocrítica, por parte de los investigadores,
entre los cuales en un primer momento nos incluimos, sobre
la naturaleza conductual del uso de los sistemas cavernarios
en el Neolítico y los procesos postdeposicionales, naturales
o antrópicos, que permitieron la formación de estos registros.
159
[page-n-167]
J. Carrasco Rus, A. Morgado y F. Martínez-Sevilla
Por tanto, las reflexiones mantenidas en este artículo abordan el debate sobre la dimensión de la caracterización cultural
de los primeros agricultores y ganaderos del sur de Iberia. Para
ello debemos partir de la crítica a los planteamientos mantenidos hasta la fecha, excesivamente normativistas, aunque extrañamente siguen funcionando. No obstante, consideramos que
son necesarias unas primeras líneas historiográficas para la mejor comprensión del problema aquí planteado.
En principio, tendríamos que incidir sobre la hipótesis de
trabajo emitida a partir de los años veinte del siglo pasado por P.
Bosch Gimpera, de gran trascendencia y reiteración en el tiempo, en su momento inimaginable para este investigador. Así,
en su “Arqueología Prerromana Hispánica” (Bosch Gimpera,
1920), expuesta como apéndice a la “Hispania” de Schulten,
sistematizaba el Neolítico peninsular. Trabajo en el que distinguía durante este largo periodo de la Prehistoria Reciente,
cuatro grandes círculos culturales en la península, entre los
cuales destacaba la “Cultura Central o de las Cuevas”, donde
incluía Andalucía, caracterizada por el asentamiento en cueva y
la cerámica decorada. En consecutivas investigaciones (Bosch
Gimpera, 1945, 1954, etc.) siguió manteniendo su hipótesis, con
alguna nueva caracterización, como la relación de estos asentamientos en cueva y los abrigos con arte esquemático. Posteriores investigadores como L. Pericot, M. Martínez Santa-Olalla,
J. San Valero, entre otros, aceptaron este modelo, aunque con
algunas matizaciones sobre sus orígenes, sin que variara sustancialmente el trasfondo cultural.
Los trabajos más recientes del citado investigador (Bosch,
1956) introdujeron algunos cambios terminológicos. Así, sustituyó la denominación de “Cultura de las Cuevas”, que daba
nombre al círculo que nos interesa, por el de “Cultura de las
Cuevas con Cerámica Decorada”. Terminología que se ha seguido utilizando hasta el momento presente, en su tiempo considerada por M. Tarradell (1960) como “la mejor y la más apropiada de todas las dadas hasta el momento”, matizando que la
vida en cuevas y la cerámica decorada son las dos características más importantes de este Neolítico. Este autor establecía cuatro grupos culturales: Cataluña, Levante, Andalucía y Portugal,
precisando que no todos tenían una similar caracterización, pues
existían ciertos atributos formales que los singularizaba, como
por ejemplo la cerámica cardial, aparentemente ausente en el
grupo andaluz y el asentamiento en poblados, solo reconocido
en el área levantina. Sin entrar en el debate sobre este modelo,
por el tiempo en que se realizó, consideramos la escasa validez
de su aplicación para la comprensión del poblamiento de las
comunidades del Neolítico, al menos en Andalucía. Al respecto,
podemos apuntar que no sólo se puede constatar la formalidad
de las cerámicas decoradas en contextos cavernarios, aunque
nunca se llegó a establecer el verdadero alcance de la funcionalidad conductual de su aparición en estos lugares, obviando
la asociación de estos conjuntos con las inhumaciones en ellas
realizadas. Ello plantea una nueva problemática vinculada al reconocimiento de los asentamientos al aire libre y sus modos de
vida, más de tipo agrícola que la tradicionalmente considerada
de comunidades pastoriles, deducidas de estos supuestos “hábitats cavernarios”.
En esta dinámica historiográfica, a finales de los años cuarenta tuvieron lugar las excavaciones de Bernabò Brea en Arene Candide de la Liguria italiana (1946 y 1956), que marcarán
160
un hito en el estudio del Neolítico mediterráneo, especialmente
para la estructuración de los conjuntos arqueológicos conocidos
procedentes de cuevas. Se establecía sobre su secuencia estratigrafíca una nueva periodización en Antiguo, Medio y Superior,
con contenidos específicos que anteriormente habían sido considerados en bloque. Ahora se definió un horizonte Neolítico
antiguo, caracterizado en todo el Mediterráneo occidental por la
“ineludible” presencia de la cerámica impresa cardial. La estratigrafía obtenida de esta cueva italiana influyó de forma decisiva
en los trabajos de excavación realizados en la Cueva de Carigüela de Píñar (Granada) y en su posterior sistematización (Pellicer, 1964), que constituiría el segundo parámetro que enunciábamos. Aquí se describe una gran secuencia de asentamiento,
a pesar de la homogeneidad de sus estratos sedimentarios, gran
cantidad de restos óseos humanos exhumados (no bien documentados en toda la sucesión estratigráfica) y la irregular evolución de sus registros arqueográficos basados en la cerámica y
las concepciones tipológicas de la época. Esto último permitió
subdividir toda la secuencia en diferentes fases evolutivas, siguiendo modelos alóctonos.
En resumen, sin entrar en descripciones tipológicas o de
otro tipo que no vienen al caso en este lugar, consideramos globalmente que ni la configuración interna de la cueva en donde se
documentó la estratigrafía, unido a la no distinción del contexto
arqueológico, la gran potencia de sus deposiciones sedimentarias, geológicamente indiferenciada en un pasillo angosto como
es la zona D donde el nivel de ocupación subiría varios metros
por encima de su uso inicial, serían propios de un asentamiento
estable o temporal. Por lo que, en la actualidad, nos inclinamos
por otorgar a Carigüela una funcionalidad más de tipo ritualizado, de carácter funerario (Carrasco et al., 2010b). Ajustándose
esto último a los mismos parámetros observados para la gran
mayoría de las cuevas andaluzas conocidas, aunque con ciertas
matizaciones en este caso, más relacionadas con su continuada utilización temporal y colmatación, que con otros aspectos.
Todo lo cual, no fue óbice para seguir siendo considerada la
secuencia de ocupación neolítica paradigmática del Neolítico
andaluz, por no extendernos al resto de la península ibérica. Podemos decir que aún hizo más factible el modelo de asentamientos en cuevas de P. Bosch Gimpera, siendo totalmente asumido
y nunca cuestionado.
Por otra parte, este modelo y la secuencia de Carigüela
tuvieron el respaldo definitivo con la tesis de M.S. Navarrete
Enciso (1976) sobre el Neolítico de Cuevas con Cerámica Decorada en Andalucía Oriental. Trabajo que ha marcado un antes
y un después, pues ha constituido un continuo referente para las
investigaciones más recientes, especialmente las desarrolladas
en Andalucía. La autora siguió las interpretaciones expuestas
por P. Bosch, que junto a la secuencia de Arene Candide, fueron aplicadas a los conjuntos de Cueva de Carigüela. En dicha
tesis, se realizó un estudio preciso de las tipologías cerámicas,
en las que se corregían y adecuaban muchas de las alteraciones
observadas en el registro arqueológico obtenido por M. Pellicer.
Objeto de especial atención constituyeron los tipos cerámicos
de la secuencia neolítica. Estudio que, posteriormente, serviría
a la autora como parámetro de referencia y fiabilidad para sus
análisis del resto de los conjuntos cerámicos neolíticos procedentes de cuevas de Andalucía Oriental (Navarrete et al., 1991).
De esta forma, la formulación de la secuencia tipológica de Ca-
[page-n-168]
Implantación y desarrollo de los grupos neolíticos del sur de la península ibérica
rigüela, construida ad hoc, se hizo cada vez más determinante,
marcando las pautas secuenciales del Neolítico en Andalucía,
constituyendo el modelo evolutivo. Todo ello sin cuestionarse el
uso social de la cavidad y, por ende, de las del resto del ámbito
andaluz, siguiendo las pautas marcadas por M. Tarradell (1964).
Admitiendo la cueva como tipo de asentamiento habitual durante el Neolítico, M.S. Navarrete planteará en su trabajo toda una
serie de problemas relacionados con esta única funcionalidad.
En este sentido, fue admitido, después de múltiples supuestos
y paralelos, un modelo que asumía para el Neolítico una doble
funcionalidad de la cueva como “habitación y enterramiento”
(Navarrete et al., 1991: 31), lo cual creó en su momento a esta
autora un problema de difícil solución, al comprobar la existencia de asentamientos al aire libre que habían proporcionado
similares conjuntos a los estudiados en cuevas, lo que en cierta
manera le era poco comprensible y, más aún, cuando estos dos
tipos de asentamientos estaban próximos entre sí ¿cómo explicar entonces esta diferencia? La respuesta a este interrogante no
consideramos actualmente que plantee excesivas dudas.
Las últimas dos décadas del siglo XX configuraron definitivamente la visión tradicional. Se consolidó la interpretación
“colonizadora” del Neolítico en Andalucía mediante un nuevo
modo de producción de alimentos pero manteniendo un sistema
de ocupación del territorio itinerante, cuya explicación estaba
sustentada en la asunción de la trashumancia del ganado, complementándose con una agricultura residual (Molina González,
1983: 43-44). Ello se deducía de unos aparentes asentamientos
esporádicos en cuevas o abrigos rocosos. Este patrón estaba sintéticamente basado en los ejemplos de las provincias de Granada –Carigüela (Navarrete Enciso, 1976: 85-258), el conjunto de
Alhama de Granada (McPherson, 1870; Mengíbar et al., 1981;
Botella et al., 1981; Navarrete et al., 1985)–, Málaga –Nerja
(Pellicer y Acosta, 1986 y 1997)–, la Subbética cordobesa (Gavilán Ceballos, 1989) e incluso Almería –Ambrosio (Jiménez
Navarro, 1962)–, entre otros. Este modelo sólo se vería alterado en el Neolítico Reciente, por la ruptura de esta homogeneidad en la segunda mitad del IV milenio BC (Navarrete Enciso,
1976; Molina González, 1983) con la aparición de frecuentes
asentamientos campesinos (Gossé, 1941; Lizcano Pretel et al.,
1991-92; Fernández-Miranda et al., 1993, Pérez Bareas et al.,
1999). En el mundo montañoso de la Subbética, la aparición
de los primeros asentamientos al aire libre se vinculaba a las
influencias de las regiones cercanas (Arribas y Molina, 1979;
Sáez y Martínez, 1981: 32).
El modelo tradicional se asimilaba a una especie de metáfora en la cual las comunidades del Neolítico “salen de las cavernas”, para asentarse en la llanura, expresado con la frase de “los
primeros hábitats al aire libre”. Pero ¿qué ocurre en los lugares
donde no había este tipo de hábitat cavernícola? Aparecía aquí
un tipo de explicación muy difundida en el Sureste: las zonas
más aluviales son ocupadas mediante una “colonización agrícola”, llevada a cabo por grupos procedentes de esta Cultura de
las Cuevas (p. ej. Mathers, 1984) que, con el paso del tiempo,
acabaron influyendo sobre las comunidades de procedencia. En
este sentido, las carencias de investigación sobre asentamientos al aire libre eran enormes, debido a la propia naturaleza de
las evidencias, pero conforme avanzaba la investigación (Sáez
y Martínez Fernández, 1981; Aguayo de Hoyos et al., 1987;
Carrasco et al., 1987; Ramos Muñoz y Martín Córdoba, 1987;
Aguayo et al., 1989-90; Ramos Muñoz et al., 1992) se descubría
y completaba en las zonas montañosas de la Cordillera Bética
un panorama que venía siendo simplificado en grupos de pastores con asentamientos estacionales en cavernas que, gradualmente y por la influencia de grupos vecinos del Sureste y valle
del Guadalquivir, iban adoptado la sedentarización, cuya causa
se sustentaba en el auge de una agricultura que pasaba de marginal a preponderante. Con este panorama la investigación se
introdujo en las primeras décadas del siglo XXI.
Podríamos avanzar algunas conclusiones generales, resumen de las influencias poco favorables que han tenido estas
interpretaciones para la investigación posterior sobre el poblamiento neolítico andaluz. En principio hemos de indicar
que todas las investigaciones realizadas sobre los registros
arqueológicos de las supuestas estratigrafías de asentamientos
en cuevas, especialmente los dedicados a tipologías cerámicas, tienen que enfrentarse a una realidad no valorada: proceder de contextos funerarios (Jiménez Brobeil, 1990) donde la
remoción reiterada del subsuelo debe ser tenida en cuenta. De
igual forma, podríamos asumir que el concepto de economía
pastoril y asentamientos poco estables que, tradicionalmente,
se han asociado sin solución de continuidad a las poblaciones
del Neolítico Antiguo/Medio, ha sido justificado, más que nada,
por la localización de estas cuevas ubicadas en altura y nichos
poco favorables a cualquier tipo de agricultura. Sin embargo, la
frecuentación, envergadura y consistencia de las inhumaciones
de ciertas cuevas indican estabilidad en los asentamientos, por
lo que parecen más vinculados a modos de vida aldeanos donde
la agricultura debió jugar un papel destacado. Por último, sólo
indicar que un horizonte antiguo con cerámica cardial o sin ella,
quizás más antiguo de lo que en la actualidad se admita, es factible en este Neolítico andaluz, pero no tenemos seguridad del
resto de cerámicas y tipos de decoraciones que lo configuraban
y completaban o precedían en origen y sus posteriores desarrollos hasta etapas más tardías. Desechándose, de igual forma, que
existiese una dualidad de poblamiento en cuevas/asentamientos
al aire libre en similares nichos ecológicos, como frecuentemente se ha admitido. Asimismo, no se puede admitir que las cuevas
tuviesen una generalizada utilización de asentamiento estable,
en ningún período neolítico y, menos aún, durante la Edad del
Cobre. En definitiva, hemos de partir de cero para la comprensión del poblamiento neolítico andaluz, centrándonos sólo, en el
caso que nos ocupa, en el posible conocimiento de algunos de
los yacimientos al aire libre que existan en la región y, en relación con ellos, la mayoría de cuevas como lugares ritualizados.
Desde de estas sucintas reflexiones introductorias, intentaremos adentrarnos particularmente en algunos factores relacionados con ellas, a partir de algunos innovadores datos y de otros
no tan novedosos, que en la actualidad siguen incidiendo sobre
modelos que poco o nada han ayudado a la comprensión de los
orígenes del Neolítico en Andalucía.
En nuestra opinión tres factores son los que han condicionado el desconocimiento que en la actualidad se tiene sobre esta
cuestión. En primer lugar, se centraría en el mal conocimiento
que se tiene de las últimas poblaciones de cazadores y recolectores y su distribución en Andalucía. En segundo lugar, el
desconocimiento de los modos de vida de las poblaciones epipaleolíticas y mesolíticas, lo que implica conocer el impacto y
asimilación de los nuevos modos de vida neolíticos. Asimismo,
161
[page-n-169]
J. Carrasco Rus, A. Morgado y F. Martínez-Sevilla
en tercer lugar, por desconocerse el momento concreto, a nivel
cronológico, en que se produjeron. Al margen de ello, sucintamente incidiremos en algunos aspectos tecnotipológicos de
ciertos registros arqueológicos y la consideración de algunos
yacimientos, como puede ser Cueva de Nerja o incluso la misma costa malagueña, últimamente reconsiderada dentro de un
nuevo modelo bifronte de los orígenes del Neolítico andaluz.
2. EL SUSTRATO MESOLÍTICO. ENTRE LA
CONTINUIDAD Y LA RUPTURA
La irrupción del Neolítico en el sur de Iberia hizo considerar
la pregunta sobre qué ocurrió con las últimas poblaciones de
cazadores y recolectores. Durante la segunda mitad del siglo se
consideró, a falta de mejores argumentos, un vacío poblacional
entre el Pleistoceno Superior/Holoceno Antiguo en Andalucía.
Este vacío es requerido para la argumentación del modelo dual:
la llegada del Neolítico viene de la mano de poblaciones exógenas a la península ibérica que ocuparían estos espacios. Una
traslación de la propuesta dualista argumentada para toda la fachada mediterránea del levante peninsular, que últimamente se
ha actualizado (García Atiénzar, 2013) incluyendo una perspectiva de confrontación, exclusión o autoexclusión de los grupos
depredadores frente a los agricultores y ganaderos (Jover Maestre, 2013; Jover Maestre y García Atiénzar 2014).
En el sur de Iberia la falta de evidencias de las últimas poblaciones de cazadores y recolectores ha hecho factible, en este
aspecto, todo tipo de formulaciones hipotéticas con mejores o
peores argumentos. Esta ausencia de documentación continua
siendo evidente. Algunos investigadores han intentado reforzar
sus propuestas argumentando que la realidad arqueológica de
las comunidades mesolíticas, si bien no está del todo configurada, sí esta perfilada (Aura et al., 2013). En nuestra opinión
todavía carecemos de un panorama esclarecedor de la ocupación y modos de vida de las poblaciones cazadores y recolectoras del VII milenio cal BC. Esto es debido a múltiples causas
que podríamos resumir en las siguientes. En primer lugar por la
manifiesta ausencia de proyectos de investigación e investigadores implicados en el estudio de estos momentos. En algunas
intervenciones arqueológicas no sistemáticas, a veces se llega
al extremo de la no distinción o confusión con los rasgos arqueográficos del Neolítico Antiguo o incluso Paleolítico, como
pudiera ser la Dehesilla (Acosta y Pellicer, 1990), en la cual una
revisión sobre los objetos líticos indica una diversidad tipológica impropia del Neolítico. En segundo lugar, porque las escasas
investigaciones realizadas se han centrado en el análisis desde
los registros de los supuestos “asentamientos en cuevas”, cuando en realidad, estas poblaciones, de igual forma que las precedentes del Paleolítico Superior, tendrían en los asentamientos al
aire libre uno de sus puntos fuertes. Efectivamente, a veces es
problemática la localización de los asentamientos mesolíticos
al aire libre, debido a sus posibles ubicaciones en lugares muy
antropizados, con débiles estructuras de imposible o difícil localización. En último lugar, los escasos asentamientos neolíticos
excavados no han proporcionado secuencias prolongadas, con
ausencia de datos sobre las pervivencias e imbricaciones de sus
registros. Sí podríamos indicar que, aunque escasos y anticuados, los elementos de referencia que poseemos son indicadores,
especialmente por su distribución y una ocupación territorial di162
versificada a fines del Pleistoceno e inicios del Holoceno en la
geografía andaluza (Fortea Pérez, 1986; Cortés Sánchez et al.,
1996). Cuestión nada novedosa, pues sería el resultado de una
ocupación y aprovechamiento territorial de los diferentes ecosistemas regionales en este amplio ámbito geográfico. A nivel
tecnotipológico, se sigue estableciendo la convergencia de estos
grupos mesolíticos de Europa Occidental con el tecnocomplejo
Capsiense superior a partir de la aparición de la técnica de talla por presión y ciertos elementos geométricos (Binder et al.,
2012), aunque la escasez de datos sobre estos momentos previos
a la aparición del “paquete neolítico” impide establecer la naturaleza de esta convergencia.
Sucintamente podemos referirnos al grado de ocupación
del territorio por parte de los últimos cazadores/recolectores.
Desde los mejor conocidos asentamientos de la costa mediterránea, cuyo mejor representante es la Cueva de Nerja (Aura
Tortosa et al., 2009), o del entorno del Estrecho de Gibraltar
(Ramos Muñoz y Lazarich González, 2002a, 2002b), a los
peor conocidos en el interior de la región, donde sólo se destacan algunas antiguas secuencias, como las de los abrigos
del Nacimiento (Asquerino y Lopez, 1981) y Valdecuevas
(Sarrión, 1980) en Jaén y Ambrosio en Almería (Jiménez
Navarro, 1962), pasando por algunos conjuntos superficiales
de la Subbética cordobesa (Asquerino, 1992). Investigaciones futuras deberán avanzar la verdadera dimensión de este
aprovechamiento diversificado y su gestión por los grupos
epipaleolíticos/mesolíticos. Ello nos permitirá calibrar la implantación de los nuevos sistemas productivos del Neolítico y
su reflejo a nivel poblacional.
A ello debemos indicar otra cuestión. Los lugares frecuentados entre el VIII y VI milenio, donde se puede mostrar la
transición entre los últimos cazadores y recolectores y los primeros grupos neolíticos, expresan la problemática de la atribución de los materiales arqueológicos a uno y otro contexto
cultural (Ramos Muñoz, 2000). Así se aprecia en la determinación antropológica de ciertos enterramientos en la Cueva de
Nerja adscritos a momentos del Paleolítico Superior o del Epipaleolítico (García Sánchez, 1982; Simón Vallejo, 2003), que
en recientes análisis contextuales con dataciones absolutas no
han podido resistir dichas atribuciones cronoculturales (Simón
et al., 2005). Este problema también está presente en otras secuencias, como los sobrevalorados estratos de estos momentos
de Bajondillo (Torremolinos, Málaga) (Cortés Sánchez, 2007),
con una escasa materialidad cultural cuyo aporte es la datación
radiométrica obtenida a la que se asocia un único objeto lítico.
Así, se presenta para caracterizar este horizonte mesolítico un
trapecio de lados cóncavos (Cortés Sánchez, 2007: 454), mientras que otro elemento geométrico con técnica de microburil
se asocia ya al nivel neolítico, análisis traceológicos posteriores revelaron lo apuntado, su funcionalidad como elemento de
hoz (Gibaja et al., 2009). Esto último, aunque anecdótico, es
sintomático del problema que estamos tratando o, dicho de un
modo más novelesco, la “levedad del ser” entre mesolítico y
neolítico de los artefactos.
Por último, en relación con lo expuesto, al margen de otras
consideraciones, tendríamos que hacer mención de los restos
humanos y las dataciones absolutas procedentes de Cueva del
[page-n-170]
Implantación y desarrollo de los grupos neolíticos del sur de la península ibérica
Esqueleto (Cortes de la Frontera, Málaga).1 Esta inédita cavidad, cuyos materiales antropológicos fueron descubiertos a
principios de los setenta del siglo pasado, presentaba un cráneo
bien conservado y algunos otros escasos restos antropológicos
que han sido objeto de análisis por nosotros. En espera de la
publicación definitiva, podemos avanzar que los restos antropológicos han sido datados entre el VII y VI milenio cal BC.
¿Continuidad o cambio? Está claro que ello sugiere un pequeño
lugar que sirvió para la inhumación de un escaso número de
individuos. Una misma cavidad que continuó usándose como
lugar de enterramiento para las comunidades cronológicamente
situadas en el periodo de transición, sin diferencias sustanciales
a nivel de dieta o antropología.
3. LOS INICIOS DEL NEOLÍTICO
El origen del neolítico andaluz, en los últimos cincuenta años, ha
transitado como un desarrollo secundario del acaecido en otras
zonas peninsulares, especialmente la levantina. Esta última,
por su parte, considerada subsidiaria o receptora de lo ocurrido
previamente en las regiones más orientales del Mediterráneo.
Recientemente, para la comprensión del neolítico andaluz, se ha
insistido en la importancia que debió tener el sur de Italia en ese
trasiego de poblaciones, especies animales, nuevas tecnologías,
etc., entre ambas márgenes el Mediterráneo (García Borja et al.,
2010, 2014; Aura Tortosa et al., 2014). De igual forma, se ha
vuelto a retomar la vía africana como modelo explicativo para la
comprensión y justificación de las primeras comunidades neolíticas en el sur de Iberia (Cortés Sánchez et al., 2012). Desde esta
perspectiva, por su mayor proximidad al continente africano,
tomaría importancia en orden a su teórica mayor antigüedad,
todo lo acaecido a partir de finales del VII e inicios del VI milenio BC en las costas de Cádiz y Málaga, esta última cuestión
por comprobar. Más problemático resulta lo relacionado con las
reelaboraciones de secuenciación tipológica que últimamente
se están realizando sobre algunos de los antiguos registros de
ciertas cuevas. De forma sucinta, trataremos en mayor o menor
extensión algunos de estos puntos en los que se comprobara la
complejidad y problemática del origen del Neolítico andaluz.
3.1. el Sol neolíTIco Sale Por orIenTe
Frecuentemente se ha insistido sobre su dependencia en
relación con el Neolítico levantino. Es decir neolíticos “puros”
llegados directamente desde Oriente, estableciéndose a modo
de “colonias” en esta área del mediterráneo peninsular (ver Juan
Cabanilles y García Puchol, 2013). Desde esta plataforma, se
irían especialmente extendiendo al área andaluza neolitizando
sus poblaciones indígenas en mayor o menos grado de evolución
cultural. Modelo justificado por la mayor presencia del elemento
cardial en la costa levantina, considerado en origen como
propio del Mediterráneo Oriental. Es lo que tradicionalmente ha
constituido la base del “modelo dual” ampliamente sustanciado
para explicar el boom del Neolítico inicial levantino y su
expansión. Modelo que se impuso por el desarrollo e insistencia
de las investigaciones realizadas sobre yacimientos de la región
1
En proceso de estudio por parte de los firmantes.
valenciana, bien por la pretendida escasez de “lo cardial” fuera
de esta región, no bien ajustada a la realidad o, por último,
por lo condicionado del desarrollo de la investigación sobre el
Neolítico en Andalucía.
En la actualidad, se vuelve a relanzar la consideración
del horizonte cardial andaluz como una “difusión” o importación levantina (García Borja et al., 2010, 2011, 2014). Esto
último puede ser cuestionado, considerar “lo cardial” como
prioritario para la comprensión de un horizonte definitorio del
Neolítico Antiguo en esta región, al igual que la cronología de
éstos como posteriores a las ofrecidas por la región levantina.
En realidad las dataciones absolutas en una u otra región son
paralelas, con la particularidad que la región valenciana tiene
una mayor perduración y representatividad hacia el 5300-5100
cal BC. Sin embargo, en el sur peninsular, algunos de nosotros
comprobamos la posibilidad de que pueda sobrepasar la barrera del 5500 cal BC (Carrasco y Martínez-Sevilla, 2014). En
este sentido, se comprobaría la mayor variedad y distribución
de yacimientos, aunque mal conocidos, ocupando un territorio
casi cuatro veces más extenso que la región valenciana y un
poblamiento ininterrumpido desde el Epipaleolítico. Por tanto, el horizonte de Neolítico Antiguo cardial no constituye un
fenómeno unitario, sino que forma parte de un espectro más
amplio, como es en general el mundo de las cerámicas antiguas impresas o de otros tipos no bien especificados. Por ello,
en el registro de los yacimientos neolíticos de Andalucía no
puede afirmarse con rotundidad que el horizonte de cerámicas
impresas cardiales sea anterior a las incisas, pintadas u otras,
o, incluso simplemente lisas.
De igual forma todo apunta a que existe una dicotomía entre
cerámicas de contextos funerarios (frecuentemente localizados
en cuevas) y los contextos domésticos. Desafortunadamente las
valoraciones cuantitativas sobre el repertorio cerámico siempre
se han realizado sobre las procedentes de los contextos cavernarios. El análisis de la cultura material cerámica de los escasos
asentamientos al aire libre excavados nos indica que no alcanza
una gran relevancia. Este fenómeno es más claramente identificable en la región valenciana, si comparamos el registro cerámico de las cuevas de L'Or o La Sarsa (por ejemplo) con asentamientos como Mas d'Is y Barranquet. Redundando en esta
cuestión, es evidente que existen algunos tipos cerámicos que
podrían apuntar en este sentido, como pueden ser los cuencos
pitorros y los vasos geminados con o sin decoración, impresa o
incisa, característicos de los yacimientos en cuevas. Formas con
escasa representación en el área levantina, por el contrario bien
reflejada en el Neolítico Antiguo andaluz. No obstante, la cerámica es sólo un elemento, debemos enriquecer el panorama de
la cultura material con otros que podrían ser más esclarecedores
del debate planteado, como sería la tecnología lítica o algunos
ítems singulares, como los brazaletes líticos, elementos de exorno individual con connotaciones identitarias.
Así, por ejemplo, la tecnología lítica parece quedar claro
que, al menos en los yacimientos del Neolítico Antiguo de la
región andaluza la técnica de talla por presión asociada al tratamiento térmico del sílex está bien atestiguada en la secuencia de
Los Castillejos de Montefrío desde sus inicios (Morgado y Pelegrin, 2012; Martínez et al., 2010), con preparación previa de
preformas de núcleos carenados o carenoides y el abandono de
los mismos durante el proceso de producción después del trata163
[page-n-171]
J. Carrasco Rus, A. Morgado y F. Martínez-Sevilla
miento térmico. Debemos recordar que este tipo de tratamiento
ha sido datado en la costa francesa sólo a principios del V milenio cal BC (Binder y Gassin, 1988; Binder y Perlès, 1990; Léa,
2004; Léa et al., 2004). Las fechas más antiguas establecidas
en el sureste peninsular podrían indicar una difusión de dicho
procedimiento desde el sur. Junto a ello hay que citar el caso de
los brazaletes líticos.
Con estas simples reflexiones, y otras en las que abundaremos, intentamos cuestionar que en el registro arqueológico
actual no es muy viable reactualizar la tradicional hipótesis de
la supuesta antigüedad del Neolítico valenciano y su difusión
hacia la región sureña peninsular. La conclusión de la misma es
evidente: la neolitización del sur es subsidiaria de la levantina,
dentro de una ola de avance de este a oeste. Nada nuevo, el
sol (de ese nuevo mundo) siempre sale por oriente (ex oriente
lux). Desde un punto de vista cronológico y arqueográfico, no
consideramos totalmente demostrada la vía oriental, o de sus
intermediarios del área levantina, como decisiva ni prioritaria
para la comprensión de los orígenes del Neolítico andaluz. En
último caso, sí consideraríamos formular la hipótesis de unos
inicios precoces en Andalucía y un desarrollo en la zona levantina con el boom de lo cardial, como hecho más característico
del desarrollo del Neolítico en esa zona.
3.2. llegan laS PaTeraS. la Vía norTeaFrIcana
Una aproximación coherente en la búsqueda de posibles vías
de neolitización del sur de la península últimamente ha vuelto insistir en el modelo africano como una alternativa a la vía
oriental (Manen et al., 2007; Bernabeu Aubán et al., 2009: 91;
Gibaja y Carvalho, 2009; Carvalho, 2010). Modelo que no es
novedoso, ni en la actualidad esta contrastado, o por el momento no ofrece reales alternativas en relación con la vía oriental
para una comprensión de los orígenes neolíticos en Andalucía.
Sin embargo esta vía norteafricana en un futuro inmediato debe
ser tenida en cuenta.
En la actualidad las investigaciones que se realizan en áreas
del norte de África no son muy concluyentes en la búsqueda de
similitudes y analogías, ni por tipología de los registros ni por
sus cronologías con los ya contrastados en Andalucía. Por el
contrario sí es muy sugerente la antigüedad de algunos de los
asentamientos y registros localizados en el área del Estrecho de
Gibraltar, en las proximidades del continente africano, pero en
territorio andaluz. Dataciones absolutas muy próximas o superando el VI milenio cal BC (Carrasco y Martínez-Sevilla, 2014),
que por su antigüedad para los momentos de su obtención no
fueron muy tenidas en cuenta por ciertos sectores y, más modernamente, por haber sido extraídas de carbones y no de semillas,
huesos de animales domésticos o de huesos humanos. Pero que
sí sirvieron para que M. Pellicer y P. Acosta diesen a esta zona
occidental andaluza una primacía, en nuestra opinión no bien
justificada pero con posibilidades, en el proceso general de neolitización en relación con su sector oriental, tradicionalmente
considerado en este aspecto, como hemos indicado, subsidiario
del neolítico levantino.
Pero insistiendo en las investigaciones africanas, muy de
moda en los últimos tiempos, comprobamos una revaluación
en lo concerniente a las actividades desarrolladas por algunos
investigadores españoles en Marruecos (Bernal et al., 2008; Ramos et al., 2008). Estas investigaciones vienen focalizándose en
164
los registros arqueológicos obtenidos en ciertas cuevas o abrigos en los que se evidenciaban similitudes, especialmente en relación con las decoraciones cerámicas, reflejadas en las impresas cardiales, con las procedentes de algunas cuevas peninsulares. Estos paralelismos tipológicos han motivado que el factor
africano sea actualmente considerado como dinamizador en la
búsqueda de las motivaciones que debieron facilitar la neolitización del sur peninsular. Estas misiones arqueológicas arrojan
resultados no excesivamente halagüeños en relación o prelación
con lo conocido en Andalucía (Carrasco y Martínez-Sevilla,
2014; García Borja et al., 2010; Aura et al., 2013). Posiblemente porque sus registros proceden de ámbitos domésticos y sus
comparaciones con los andaluces mayoritariamente extraídos
de cuevas no admiten excesivas similitudes, cronológicamente
son más antiguos. De igual forma tienen pocas similitudes con
los igualmente conocidos de las cuevas clásicas de los mismos
entornos geográficos norteafricanos.
La alternativa del norte de África como dinamizador del
neolítico andaluz fue considerada desde el siglo pasado por diferentes investigadores. La presencia de cerámicas con decoraciones impresas cardiales y de otros tipos impresos e incisos en
diversos ámbitos africanos, similares a otras documentadas en
las cuevas andaluzas, sustentó este modelo explicativo hasta el
momento no bien justificado. Posteriormente nuevas investigaciones han vuelto a incidir en aspectos tipológicos concretos,
especialmente cerámicos que en poco o nada han ayudado a
una mejor comprensión de este neolítico norteafricano y aún
menos, en lo relacionado con las posibles y desconocidas facies arcaicas del andaluz. Además, se han considerado diversos estilos decorativos cerámicos y posibles y mal descritas
“tradiciones culturales” secuenciadas en diversos ámbitos mediterráneos, que en poco o nada ayudan por el momento a la
dialéctica que tratamos.
Nuevamente, en los inicios de este siglo XXI se ha intensificado la investigación en diversos yacimientos marroquíes,
valorándose sus posibles relaciones con los registros de cuevas
documentados en áreas costeras gaditanas y, principalmente,
malagueñas. Con anterioridad, algunos trabajos realizados por
investigadores marroquíes las centraban en las tradiciones alfareras desarrolladas en el norte de Marruecos, ligadas unas al
mundo de las impresas cardiales y otras al de las incisas-impresas. Lo cual no dejaba de ser una obviedad sin ningún tipo de
trasfondo cronocultural, menos aún cuando se conocen multitud
de casos en los que se combinan conjuntamente diversas técnicas de impresión, incisión, almagra…, en un mismo vaso cerámico. Asimismo, esta hipótesis de las dos tradiciones alfareras
ha sido retomada más recientemente por ciertos investigadores
(Manen et al., 2007; Marchand y Manen, 2010), para explicar
también la existencia en Portugal de dos tradiciones alfareras
A y B que acogerían en primer lugar el elemento cardial y en
segundo una variada muestra de impresas con instrumento, incisas, etc., en algún caso relacionado con tradiciones norteafricanas. A su vez, hipótesis sustentada por algunos aspectos técnicos novedosos en el trabajo del sílex como son el tratamiento
térmico y la presión. No insistiremos en este aspecto, pues ni
por cronologías absolutas ni por la existencia de secuencias estratigráficas no sólo en el área portuguesa, marroquí e incluso
peninsular, existen datos fehacientes como para aislar este tipo
de tradiciones con un matiz cultural diferenciado.
[page-n-172]
Implantación y desarrollo de los grupos neolíticos del sur de la península ibérica
Como conclusión general sobre la vía africana, alguno de nosotros indicábamos recientemente (Carrasco y Martínez-Sevilla,
2014) con relación a las últimas investigaciones que vienen realizándose por un equipo alemán/marroquí en zonas del Norte de
Marruecos, entre el Río Muluya al Este y las montañas del Rif al
Oeste, sobre una serie de pequeños asentamientos al aire libre y
abrigos (Linstädter, 2010a, 2010b; Morales et al., 2013) con secuencias del Epipaleolítico/Neolítico, que por el momento, no
aportan excesivos datos para la comprensión de los orígenes del
Neolítico andaluz. Las cronologías absolutas procedentes de Ifri
Oudadane, Hassi Ouenzga entre otros, sobre especies vegetales autóctonas, de igual forma que las secuencias estratigráficas obtenidas en estos pequeños enclaves, no guardan una especial relevancia
en relación con lo similar conocido en el sur de Iberia. No sólo por
sus cronologías absolutas, sino por el uso de terminologías no muy
adecuadas como es por ejemplo “Epipaleolítico con cerámicas”.
De igual forma que el concepto de Neolítico Antiguo A, B y C, que
por sus dataciones absolutas ocuparía toda la secuencia neolítica de
Oudadane, poco contrastable con los desarrollos andaluces. En resumen, una investigación con posibilidades de futuro en orden a la
comprensión del Neolítico andaluz, pero no en el momento actual,
dado su estadio embrionario. También considerábamos sugerente
y de gran interés para el futuro, los registros cerámicos obtenidos
en los lejanos poblados de Nabta-Playa en el Sahara Oriental (Jórdeczka et al., 2010), considerados epipaleolíticos con cerámicas
impresas y cronologías absolutas muy altas del IX milenio BC.
Cerámicas realizadas con ruedecillas dentadas y otras con peines
arrastrados, tradiciones decorativas muy en sintonía con similares,
aunque más tardías, detectadas en algunas cuevas andaluzas adscritas al Neolítico Antiguo (Carrasco y Martínez-Sevilla, 2014).
Enlazando con lo anterior, recientemente se ha intentado relacionar la neolitización del sur de Iberia, en especial de la costa
malagueña, dentro de un proceso general con los movimientos
de poblaciones neolíticas antiguas pre-cardiales, de base ganadera, que se expandirían desde otros ambientes africanos más
meridionales a través del Atlas hasta el norte de Marruecos. El
fundamento de esta apreciación se ha justificado por un posible cambio climático entre el 6000-5300 BC en estos ecosistemas africanos que posibilitaría la emigración de algunas de
sus poblaciones al sur de Iberia (Cortés Sánchez et al., 2012).
Insistiéndose en que la llegada de “colonos” desde el norte de
África sería el modelo más viable para comprender los inicios
del Neolítico en esta área peninsular. Esta hipótesis sigue valorando el factor demográfico foráneo como determinante del
Neolítico andaluz. Cuestión que en un futuro puede constituir
una opción, como ya ha sido expuesto, pero que en la actualidad no está contrastada como así ha sido recientemente indicado
(García Borja et al., 2010 y 2014; Aura et al., 2013). Dentro de
esta hipótesis de determinismo climático que influye en el movimiento de poblaciones, es evidente establecer bien, en primer
lugar, las consecuencias reales de dichos cambios en los modos
de vida y su reflejo en la cultura material, para después valorar
las cronologías absolutas en los ámbitos geográficos propuestos
del Norte de Marruecos y la costa malagueña. Pues las cronologías absolutas que recientemente se han obtenido en la última
región, al margen de su importancia, no son antiguas en este
sentido ni fechan ningún tipo de registro material, por lo que
en la actualidad no pueden asociarse a los inicios del desarrollo
formal del Neolítico Antiguo andaluz.
Sin embargo, en este contexto de la formulación de la neolitización de la región costera andaluza existe un “factor novedoso”, que en cierta forma se ha considerado al margen de este
proceso por vía africana. Se trata de un nuevo modelo para la
comprensión del Neolítico Antiguo en gran parte de Andalucía.
Elaborado a partir de las últimas aportaciones (García Borja et
al., 2010 y 2014; Aura et al., 2013) obtenidas de las reelaboradas secuencias de las excavaciones antiguas realizadas principalmente por Jordá y Pellicer en Cueva de Nerja.
3.3. nerja, regreSo al PaSado. ¿oTro modelo PoSIble?
Los análisis tipológicos de las cerámicas de los niveles neolíticos de la Cueva de Nerja han sido la base de la formulación
de nuevas hipótesis neolitizadoras. No insistiremos sobre los
rituales funerarios realizados en esta cueva, fehacientemente
constatados para la Prehistoria Reciente (Pellicer, 1962; Pellicer y Acosta, 1986; Jordá et al., 1983; Pellicer, 1987; GonzálezTablas, 1990; Simón Vallejo, 2003). La formación de estructuras en negativo para las fosas de enterramiento realizadas
sobre sedimentos más antiguos están en la base de desfasadas
afirmaciones sobre las especies domesticas en el VIII milenio
B.C., como la presencia de cánidos considerados del Neolítico
Antiguo que cuando han sido datados son históricos (Carrasco
y Pachón, 2009), ni de sus inhumaciones solutrenses y mesolíticas cuando a lo sumo eran de un Neolítico Medio (Simón et
al., 2005), ni de su “tensador textil” bien fechado en los ¿inicios
del Cobre? (González Tablas, 1982 ) cuya revisión no deja duda
sobre su contexto del Neolítico Antiguo (Carrasco et al., 2009).
Tampoco entraremos en otro tipo de cuestiones que afectan a la
metodología arqueológica que se utilizó en las excavaciones,
propias de la época. Aunque sí comentaremos otros aspectos,
de elaboración más tardía, relacionados con ella, ya que pueden
en un futuro afectar a una mejor comprensión de los procesos
de neolitización acaecidos en algunas áreas concretas del sur
de Iberia.
En principio hemos de indicar que estos trabajos de reelaboración sobre la Cueva de Nerja (García Borja et al., 2010
y 2014; Aura et al., 2013, etc.) tienen aspectos muy positivos
pues cuantifican y documentan gran parte de sus registros cerámicos, hasta la fecha no bien conocidos. Otra cuestión es la
forzada adscripción de aquéllos a horizontes cronosecuenciales bien definidos. Asimismo las dataciones absolutas puntuales, con valor en sí mismas, que recientemente se vienen obteniendo de sus registros son de sumo interés, especialmente
como más relevante la antigua obtenida sobre hueso de Ovis
aries (Aura et al., 1998). Pero otras dataciones absolutas que
ha proporcionado este enclave no de vida corta o con un margen de error amplio, también fueron en su momento utilizadas
por algunos de nosotros para sustentar una visión global de las
ocupaciones funerarias que pudieron haber sucedido en esta
cueva. De igual forma que otras muchas dataciones, en la actualidad no muy tenidas en cuenta, procedentes de actuaciones
arqueológicas realizadas en diversos asentamientos y cuevas
funerarias andaluzas, como pueden ser entre otras Murciélagos de Albuñol, Carigüela, La Dehesilla, Parralejo, Cueva del
Nacimiento… (Carrasco y Martínez-Sevilla, 2014), que con
anterioridad fueron obviadas por su excesiva antigüedad y hoy
día lo son por no ajustarse a los parámetros imperantes. Es
decir, presentan una horquilla estadística muy alta, por haber165
[page-n-173]
J. Carrasco Rus, A. Morgado y F. Martínez-Sevilla
se obtenido de muestras de carbón o de especies animales no
domésticas, pero que en la actualidad pueden ser coherentes
para la comprensión de los primeros momentos del Neolítico,
no sólo en Andalucía sino en el resto de la Península.
Por tanto, hay que valorar todas estas aportaciones de la
Cueva de Nerja. Sin embargo, hay que sopesarlas teniendo en
cuenta cómo se ha ido generando el registro arqueológico de
esta cueva y sus cronologías absolutas. Podríamos preguntar si
se puede establecer una conexión segura entre la materialidad
artefactual generada y la nueva realidad de las dataciones radiométricas. Máxime si introducimos los sesgos de cómo afectan
las fosas funerarias y otras alteraciones estratigráficas al registro
generado y, a posteriori, hacerlo todo ello extensible a otros ámbitos del sur peninsular.
De este modo, reflexionaremos sobre algunos aspectos generales coincidentes en las últimas publicaciones generadas, todas ellas tienen puntos en común y de partida muy esclarecedores. En dichos aspectos subsisten viejos tópicos que nos remiten
al pasado más o menos lejano. Uno de ellos, por ejemplo, es
dar nuevo contenido a la “vieja” Cultura de las Cuevas, hacer
subsidiaria Andalucía del Neolítico valenciano, amén de hacer
de Nerja y la costa de Málaga el centro de un modelo irradiado
de neolitización hacia gran parte del interior andaluz (García et
al., 2010). Cuestiones todas ellas que, en nuestra opinión, no
dejan de ser en la actualidad meras formulaciones normativistas basadas en la tipología cerámica, procedentes de contextos
mal conocidos y peor estructurados. Su fiabilidad es discutible
para establecer una evolución sociocultural con fases concretas,
como se ha intentado para revalorizar una secuencia de “uso
doméstico” como asentamiento de la cueva de Nerja.
De manera simple, no abundaremos en lo expresado por
algunos de nosotros sobre el tema de la más que discutible
“Cultura de las Cuevas con Cerámica Decorada”, en especial
con cierta insistencia sobre las cuevas que constituyeron el
paradigma clásico, como Carigüela y Nerja, con importante
incidencia funeraria en ellas. Curiosamente ambas excavadas
en su momento por el mismo investigador (Pellicer, 1964; Pellicer y Acosta 1986), aplicando, por tanto, un mismo sistema
de excavación y documentación arqueológica. En ambas intervenciones, con sus secuelas posteriores, se ha obviado el
problema que plantea la remoción de sedimentos mediante la
reiterada creación de rituales de inhumación. Esta cuestión
relacionada con el contexto arqueológico y la formación del
registro ha sido obviada. Por otro lado, en Andalucía se conocen centenares de cavidades (cuevas, simas, diaclasas y demás
complejos cavernarios) con evidencias arqueológicas que jalonan buena parte de los sistemas kársticos de la Cordillera
Bética andaluza. Gran parte de ellas reconocidas en la bibliografía arqueológica, si bien muchas de ellas sólo conocidas
por publicaciones no especializadas, permaneciendo todavía
inéditas o sin una detallada publicación. Podemos indicar que
cuando aludimos a sus usos funerarios, es porque poseemos
suficientes argumentos para ello. Por ejemplo de “Carigüela”,
recientemente hemos visionado una fotografía antigua que
realizó C. Spahni sobre los registros óseos humanos exhumados en sus intervenciones arqueológicas, solamente de huesos
largos y cráneos podemos decir que ocupan intensamente la
superficie de una gran sala. De igual forma, sería difícil imaginar los que se debieron exhumar en las posteriores interven166
ciones realizadas en la citada cueva. En la Cueva de Nerja, con
las mismas técnicas de excavación utilizadas en Carigüela, no
nos atreveríamos a cuantificar el número de inhumaciones que
se debieron realizar en su Prehistoria Reciente. Aunque en
otro trabajo sí indicábamos que su número sobrepasaría ampliamente el centenar (Carrasco y Pachón, 2009). No abundaremos más, por obvio, sobre el carácter ritual y funerario de
esta cueva durante la Prehistoria Reciente, de igual forma que
ocurre en la mayor parte de cavidades conocidas en la costa malagueña, así como del resto de Andalucía. Aunque, qué
duda cabe, han podido, las que tuviesen condiciones físicas
para ello, tener ocupaciones estacionales en algún caso de tipo
doméstico o como refugios temporales, etc., pero no sólo durante la Prehistoria sino hasta tiempos históricos. Últimamente
se ha puesto de moda el status de cuadras, establos, apriscos o
asimilables para justificar algunas de estas ocupaciones, cuando en realidad, en la mayoría de los casos habría de establecer
qué condiciones físicas reunieron para darle tal uso, antes de
generalizar esta propuesta de forma sistemática. Da la impresión que es más aceptable reconocer para ellas este tipo de uso
social que aceptar la realidad sepulcral. Diríamos que si no tienen condiciones físicas para asentamientos humanos, tampoco
la debieron tener para estabular o refugiar una cierta cabaña
ganadera. Cuestión sobre la que no insistiremos, pero sobre la
que tenemos dudas más que justificadas, que no es necesario
exponer en esta ocasión.
La dialéctica presente en la auténtica naturaleza del uso de
las cuevas, asentamiento versus necrópolis, ha residido en los
apriorismos que tradicionalmente se han vertido sobre un más
que hipotético “modo de vida cavernario” para las comunidades neolíticas. De tal manera que el Neolítico Reciente marcaba la “salida de la cueva”, como indicábamos al principio de
este artículo. El posterior intento de secuenciar de una u otra
forma sus ricos materiales arqueológicos, profusamente decorados, no resiste una comparación con los proporcionados por
los asentamientos al aire libre, con conjuntos cerámicos cuantitativamente menos numerosos y con una decoración más somera. En su momento tomó cuerpo el concepto de “Cultura
de las Cuevas” como un complejo cultural (Navarrete Enciso,
1976) que posteriormente indicó una etapa cronológica en el
desarrollo del Neolítico del sur de Iberia (Navarrete Enciso et
al., 1991). A nivel teórico es sintomático cómo se conceptuaba el contexto sistémico o cultural desde la particularidad del
contexto arqueológico y su localización en cuevas, equiparando ambos sin distinguirlos (Schiffer, 1972, 1987). Las recientes aportaciones de los investigadores de la Cueva de Nerja insisten y abundan en dar contenido cultural a esta terminología
que no se sostiene, ni a nivel formal ni teórico. Aceptaríamos
esta nomenclatura por el peso de la tradición, sólo para aludir
a los registros del Neolítico de la mayor parte de cuevas de
uso ritual, con el fin de ser diferenciados de los domésticos
de los asentamientos al aire libre. Pero siendo conscientes que
unos y otros son expresiones arqueográficas, formales, de un
mismo complejo cultural, especialmente durante el sexto milenio BC. Aunque los ritos funerarios en cavidades se prolongó
en el tiempo. Tampoco fueron los únicos que se pueden asociar al Neolítico, pues conviven a partir del V milenio BC con
otras formas y ritos funerarios, relacionados con los inicios
del mundo megalítico. Asimismo, tampoco podemos pensar
[page-n-174]
Implantación y desarrollo de los grupos neolíticos del sur de la península ibérica
que la única forma de tratar los cadáveres en el VI milenio
BC es exclusivamente su deposición en cuevas kársticas. En
otros casos, la inexistencia de este enclave natural nos indica
la inhumación en fosas realizadas ex profeso en el interior de
los mismos poblados, como por ejemplo pudo ocurrir, entre
otros, en el asentamiento de las Catorce Fanegas (Carrasco et
al., 1987, 2011b) e incluso en Cerro Virtud (Ruiz y Montero,
1999) y otros enclaves neolíticos documentados en tierras almerienses y de la Baja Andalucía. El problema es que este tipo
primario de inhumación al aire libre no se ha conservado en
el paisaje como ocurre con las cuevas, otras veces no han sido
detectados por localizarse en zonas colmatadas bajo amplios
horizontes de sedimentos. En definitiva, no consideramos que
la “Cultura de las Cuevas” sensu stricto conforme ninguna facies concreta, ni cronológica ni culturalmente, dentro del Neolítico. Cueva de Nerja fue utilizada al menos desde el Neolítico como lugar de enterramiento de las comunidades que
debieron asentarse en sus entornos cercanos. El problema de la
no aceptación del carácter funerario de estas cuevas se refleja
en los problemas estratigráficos de los mismos, sin entrar en la
metodología aplicada para su documentación por parte de sus
primeros investigadores. Ello plantea, en el estado actual de
la investigación, qué validez otorgar a dicha documentación
para estructurar una secuencia evolutiva sociocultural sobre
el Neolítico en pleno siglo XXI. No queremos decir que en su
momento fueran oportunas y tuvieran éxito, dentro del panorama de la época. Prueba de esta situación son las continuas
reelaboraciones que en la actualidad se realizan de sus registros funerarios, con el fin de adecuarlos, mejor justificarlos y
darles contenido secuencial con carácter habitacional. Estas
fosas de enterramiento son obviadas de las secuencias. Es posible que en los próximos años sigan proponiéndose nuevas
aportaciones bibliográficas, pero se debe realizar una auténtica
crítica del material exhumado, la metodología aplicada y su
contrastación con la investigación de los asentamientos inmediatos. Sólo así podremos valorar en sus justos términos toda
esta problemática.
El problema planteado es que Cueva de Nerja, desde sus
primeras excavaciones no ha cesado de ofrecer datos contradictorios relacionados con sus secuencias estratigráficas de la
Prehistoria Reciente. Ha aportado multitud de datos geológicos,
medioambientales, etc., de todo tipo y el mayor volumen conocido de dataciones radiométricas, no sólo extensible al sur peninsular. En recientes estudios, de nuevo se ha intentado situar
sus registros cerámicos a partir de las secuencias estratigráficas
y dataciones radiocarbonicas, pero según los autores “intentando discriminar aquellos aspectos de la cultura material que podrían no encontrarse en su posición originaria” (García Borja et
al., 2010). Una primera pregunta a resolver es qué metodología
de registro se siguió y, en consecuencia, en qué lugar de la secuencia estratigrafía se sitúan (¿todos, algunos?) para valorar el
cómputo de estos conjuntos, no concordantes con la secuencia
preestablecida, además de qué parámetros tecnotipológicos se
han seguido para secuenciar.
Pero al margen de esta pequeña cuestión, recientemente
sugeríamos sobre los registros arqueológicos de la Sima LJ11
(Carrasco et al., 2014) y, en general de todos los extraídos de
cuevas y simas de las Sierras de Loja/Alhama, de igual forma
que de otras oquedades andaluzas y geografías próximas, que
no se podían aislar motivos y técnicas para obtener secuencias
cronológicas precisas. La elaboración de tablas sintéticas puede ser útil para definir zonas/estilo, pero no para establecer una
secuencia cronológica de validez sociocultural en intervalos de
tiempo cortos. Y esto es así porque la mayoría de los esquemas
de motivos se han realizado a partir de registros obtenidos en
cuevas que no tienen un mínimo de garantía estratigráfica, por
lo que en nuestra opinión su secuenciación a nivel cronológico
no tiene validez desde estos parámetros. Sin embargo, a nivel
de técnicas empleadas para la plasmación de las decoraciones
cerámicas sí pueden ofrecer datos, aunque muy generales y sólo
para horizontes cronológicos sensu lato. En síntesis, la existencia o no de ciertas técnicas decorativas en estas cerámicas, pueden responder no sólo al momento cronológico de su realización
sino al sesgado conocimiento de la funcionalidad propia del yacimiento en cuestión: el carácter funerario o conductual específico dentro de un uso social diacrónico, tradiciones decorativas
relativas al concepto de estilo o con elementos identitarios.
En el caso de Cueva de Nerja, recientemente se ha intentado establecer una secuencia cronotipológica “ajustada” que no
parece responder a ningún tipo de argumento contrastado. No
tendría trascendencia y se podría considerar una particularidad,
como muchas otras, que a lo largo de los tiempos se ha ofertado por parte de los excavadores y posteriores investigadores
para este enclave arqueológico. Sin embargo, en esta ocasión,
el modelo de secuenciación para sus registros cerámicos, trasciende lo propiamente local, intentándose extrapolar al resto o
gran parte de Andalucía. Sustentándose para ello en hipotéticas
filiaciones con el recurso a los paralelos de yacimientos no bien
definidos e igualmente descontextualizados, presentes en otros
enclaves próximos o lejanos que igualmente serían objeto de
similares críticas, al menos desde nuestras actuales perspectivas. Por otra parte, sorprenden las ocupaciones “intensas” del
Neolítico antiguo entre el 5600 y 4800 cal BC subdivida en 4
fases, referenciándose períodos de entre 150 años para las más
antiguas y 200/300 para las más recientes. El Neolítico Medio
de igual forma se ha subdividido en dos fases: I (4800-4300 cal
BC) y II (4300-3700 cal BC) y el Neolítico final entre 37002900 cal BC. Grosso modo todo, salvo ciertas puntualizaciones,
nos parecería, como cualquier otro, correcto. Pero ¿sobre qué
base argumental y qué registros arqueológicos se ha elaborado esta cronosecuencia? Evidentemente sobre registros cerámicos y dataciones absolutas con valor solo en sí mismas. De
igual forma, llama la atención, entre otras cuestiones, que entre
5600/4800 BC (Neolítico Antiguo) se establezcan cuatro subfases a partir de tipologías cerámicas, cuando recientemente argumentábamos que ya constituiría un éxito si se pudiese definir
materialmente y de forma precisa todo este periodo. Igualmente
los autores aluden a fuertes ocupaciones epimagdalenienses y
neolíticas, cambios en las producciones líticas y dataciones para
la presencia de ocupaciones mesolíticas, pero que no han podido aislarse estratigráficamente. ¿Qué significa esto?
Asimismo se indica que el horizonte del Neolítico arcaico
impreso de Nerja, verdadera piedra de toque del modelo propuesto, se documenta por la posibilidad de su existencia en diferentes enclaves de la península italiana, sudeste de Francia y
País Valenciano especialmente en los yacimientos del Barranquet o de Mas d'Is, pero ausente en las cuevas valencianas. Indicándose como una de las características principales de este
167
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J. Carrasco Rus, A. Morgado y F. Martínez-Sevilla
horizonte arcaico “la heterogeneidad de técnicas decorativas
empleadas y la escasez de impresiones cardiales, siempre presentes aunque sea en escaso porcentaje”. La verdad, es que no
existe gran precisión en esta caracterización y más aún cuando
se afirma que “no es posible definir la vajilla de este horizonte
en la cueva de Nerja”. En cierta forma justificada por los autores, cuando indican que es difícil rastrear los materiales de los
poblados al aire libre con los de estos horizontes en las cuevas,
cuestión obvia sobre la que no insistiremos.
En estas especulaciones se comprueba la insistencia sublimada de intentar adecuar registros cerámicos a la existencia en
esta cueva de una fechación de posible Ovis aries por encima
del 5500 BC., en nuestra opinión sin viabilidad alguna. Lo cual
se significa cuando por parte de los autores se indica “que entre el 5600 y el 5300 cal BC la cerámica ya se caracteriza por:
una notable presencia porcentual de la técnica de la incisión,
utilización de colorante rojo en tratamientos a la almagra y en
el relleno de las decoraciones, de técnicas aplicadas (cordones),
asas pitorro, decoraciones pivotantes con concha no dentada,
ausencia de impresiones de punto y raya con arrastre y escasa
presencia testimonial de impresiones cardiales. Variables que
ofrecen escasa afinidad con los conjuntos impresos del Neolítico antiguo arcaico o cardial inicial del sur de Francia y Península Ibérica” (García Borja et al., 2010).
Al respecto nos preguntaríamos ¿en qué se diferencian o
se asemejan las ambiguas caracterizaciones expuestas para lo
arcaico europeo, el Barranquet y Mas d'Is y los registros de
Nerja, entre el 5600/5300 BC? Cuando todas las decoraciones
cerámicas de este horizonte considerado como “arcaico” grosso
modo serían similares a las estudiadas en la gran mayoría de los
conjuntos cerámicos de gran parte de los yacimientos andaluces
que consideramos Neolítico Epicardial. Aunque, efectivamente,
quizás es posible que esta denominación no se adecue estrictamente a la realidad, pues presupondría en Andalucía un fuerte
horizonte cardial anterior, cuestión que cada vez consideramos
más dudosa. Terminología que hemos paliado, cuando en trabajos anteriores siempre hemos considerado un Neolítico Antiguo
sensu stricto, que igualmente podría denominarse Arcaico, anterior al 5500 BC. Aunque el problema no reside en el tipo de
terminología empleada, sino en definir de forma concreta los
registros que lo configuran y esto en la actualidad es difícil de
precisar, por la inexistencia de verdaderas secuencias al aire libre. De igual forma que ponerse un tope del 5600 BC para las
primeras manifestaciones neolíticas en Andalucía, pues dados
sus amplios y variados registros cerámicos, ya posiblemente en
esta fecha, podría esperarse para ellos unos orígenes que consideramos más antiguos. Especialmente por su dispersión, complejidad y ocupación de los muy diferenciados nichos ecológicos que comprende el territorio andaluz.
4. ¿ÁREAS CULTURALES EN EL NEOLÍTICO
ANTIGUO? CULTURA DE LAS CERÁMICAS
IMPRESAS VS. CULTURA DE LAS CUEVAS
Tradicionalmente el problema de las cronologías neolíticas se
ha paliado con comparaciones y paralelos entre los conjuntos
cerámicos procedentes de las cuevas ubicadas en diferentes
ámbitos próximos o lejanos, lo que en cierta forma posibilitaba
algún tipo de cronología relativa. Ello establecía una “red cro168
nológica” entre los diferentes conjuntos materiales procedentes
de las variadas y diversificadas cavidades kársticas de Andalucía. De igual forma, las dataciones absolutas obtenidas procedentes de estas cuevas, como hemos indicado en múltiples
ocasiones (Carrasco y Martínez-Sevilla, 2014; Carrasco et al.,
2014), sólo afectan a la temporalidad de la muestra obtenida. A
no ser que se obtuviesen de conjuntos óseos perfectamente aislados en relación con los materiales artefactuales, o que éstos, a
su vez, formasen parte de un horizonte cultural medianamente
definido en el tiempo. En este último aspecto, obtendríamos
sólo ciertas temporalidades globales y no específicas de los
conjuntos funerarios estudiados, lo que en nuestra opinión ya
constituiría un éxito. Más aún, cuando comprobamos que desde
sus primeros momentos las investigaciones efectuadas sobre el
poblamiento neolítico en todo el sur peninsular, mayoritariamente se han realizado sobre la peculiaridad de estos contextos,
confundidos por comparaciones estilísticas o similares, de difícil cuantificación temporal. En este aspecto, somos conscientes
de la gran dificultad que ofrecen para su datación los registros
procedentes de cavidades funerarias, especialmente de aquellas
que intensamente fueron utilizadas en el tiempo. Por lo que es
compleja su secuenciación o atribuirles cronologías específicas
exclusivamente por tipologías, ya que de éstas no se conocen
orígenes ni pervivencias en el tiempo. Problema que se comprueba, especialmente, cuando se investigan y catalogan los
registros funerarios de cuevas del VI y V milenio BC.
Asimismo, las dataciones que recientemente se están aportando para fechar de forma novedosa algún tipo de cereal doméstico
o similar por debajo del 5500 BC no son relevantes en la actualidad para situar orígenes, pues se asume que a partir de esta cronología la mayor parte del territorio andaluz debió estar ocupado
por comunidades estables, ampliamente neolítizadas que implicaron también rituales de inhumación. La consolidación de estas
comunidades en el paisaje, asociadas a núcleos diversificados de
población con similares registros funerarios en tiempo y espacio,
muestran estabilidad y profundidad de poblamiento a la par que
una amplia antropización relacionada con los recursos a explotar
en áreas y nichos ecológicos diversificados.
A continuación vamos a puntualizar los conjuntos cerámicos
recientemente sistematizados de la Cueva de Nerja, dada la importancia que se le atribuye como centro o “foco neolitizador”
hacia otras áreas andaluzas. Está fuera de duda la importancia
de ciertas cuevas en orden a la búsqueda de una posible secuencia del Epipaleolítico/Neolítico. Especialmente en aquella en las
que de una u otra forma se han detectado registros arqueológicos
pleistocenos y holocenos, siendo el caso, entre otras, de Nerja
y Hoyo de la Mina en la costa oriental malagueña, Carigüela y
Malalmuerzo en el sector granadino de las Sierras Subbéticas,
de igual forma que Dehesilla en las Serranías de Cádiz. Sin embargo, es difícil a partir de ellas comprender la neolitización de
áreas andaluzas menos conocidas. En este aspecto, solamente
podríamos indicar que la relevancia de Nerja, en relación con
otras mencionadas o no, es el gran número de dataciones absolutas obtenidas de ella. No sólo las de vida corta sino las obtenidas de carbones o con un margen superior a los cien años, que
siempre hemos valorado. Es el caso de las dataciones de vida
corta que en la actualidad se obtienen de otros yacimientos en
cuevas como Murciélagos de Zuheros, donde se puede asumir
que son similares a las “incorrectas” de vida larga conocidas con
[page-n-176]
Implantación y desarrollo de los grupos neolíticos del sur de la península ibérica
anterioridad. Valoraciones que no han podido realizarse o no ha
interesado también en otras cuevas como pueden ser, al margen
de las descritas, Cueva de las Majolicas, Ventanas, Prado Negro,
Parralejo, Cueva Chica, entre otras. Así, podemos indicar que
las dataciones de Carigüela se desestiman porque se han realizado sobre caballo salvaje y pólenes. De La Dehesilla y Parralejo, ya que se obtuvieron sobre carbones, algunas con márgenes
superiores a cien años y, básicamente, porque presentaban altas
cronologías, inaceptables para la investigación imperante. Del
resto de enclaves mencionados con registros si no más antiguos,
al menos similares a los que se han denominado “arcaicos” en
Nerja no tienen ningún tipo de datación absoluta.
Todo ello ha llevado a concluir que las dataciones consideradas “correctas” de vida corta sobre restos de especies domésticas, situadas por debajo del 5500 BC, son las únicas estimadas
en orden a los inicios neolíticos en Andalucía. En realidad sólo
fechan algún grano de cereal o de huesos de animales domésticos, no asociados a registros materiales, con valor en sí mismas
y cronologías asumibles para muchos de los conjuntos materiales conocidos de la mayoría de los enclaves neolíticos andaluces, considerados por su tipología no de los más antiguos, con
un sólo apoyo secuencial en la estratigrafía de las Peñas de los
Gitanos de Montefrío.
Considerándose algunos de los registros originales del horizonte arcaico de Nerja y las conclusiones que se han obtenido de
ellos, comprobamos la escasa aplicación que en la actualidad o en
un futuro próximo pudiesen tener en territorio andaluz. Conclusiones, en todo caso, obtenidas de supuestos no contrastados, a
veces haciéndose alusión a la tesis de M.S. Navarrete para sopesar la incidencia del cardial en Andalucía, sin considerar el año de
su publicación. Otras ofrece la impresión que se ha computado y
comparado con otros enclaves andaluces, que en nuestra opinión,
no se deben conocer pues algunos son inéditos, en otros son confundidos con otras formas de impresión y, en último caso, otros
proceden de asentamientos al aire libre, bien de superficie o de los
eximios sondeos de difícil cuantificación. A partir de estos datos
se llega a la conclusión que en territorio granadino se concentra el
90% de los vasos con impresión cardial en Andalucía. Cuestión
de difícil y dudosa contrastación en la actualidad, diríamos más
relacionada con fortuitas coyunturas que con la propia realidad
arqueológica. Supuesto aún más irreal, cuando se vuelve a insistir, consideramos en base a bibliografía antigua, que la muestra
cardial en Carigüela constituye una simple extensión del levantino y a partir de ella, una posterior dispersión al resto de Andalucía, sobre lo que hablaremos más adelante.
Se ha indicado que entre el 5400 y el 5100 cal BC coexisten
en Andalucía diferentes tradiciones alfareras: una que presenta
un elevado porcentaje de cerámicas impresas cardiales, otra que
incorpora entre sus técnicas decorativas las impresiones en boquique y finalmente las que presentan cerámicas con decoraciones
impresas utilizando multitud de instrumentos, con escasa muestra
cardial y uso frecuente de la almagra considerada como tradición
cerámica impresa-almagra que los autores (García Borja et al.,
2010) hacen “equiparable a la Cultura de las Cuevas”, lo que requiere algún tipo de comentario adicional. Es evidente que entre
la cronología comentada, no solamente existen este tipo de decoraciones cerámicas, sino otras muchas más, como por ejemplo
las esgrafiadas, peinadas, reticuladas, plásticas, excisas, acanaladas… De igual forma, las impresas cardiales no presentan en
ningún caso porcentajes altos ni componen una tradición unitaria,
pues siempre están asociadas a otros tipos de impresiones consideradas antiguas. Todas ellas situadas entre el 5500/4900 BC,
apenas sobrepasan un 10% del cómputo general. Una revisión
más técnica de las decoraciones cardiales en Carigüela, Ventanas, Montefrío, entre otras estaciones, es posible que no alcance
este porcentaje, que no es elevado en relación con otros tipos de
impresas. Seguramente, si se conociesen en profundidad los registros de La Esperilla y Morrón de Lebrija en la Baja Andalucía,
incluso los ofrecerían mayores que en los yacimientos granadinos. Asimismo, no existen dataciones absolutas para los cardiales
de estos asentamientos. ¿Por qué debemos considerar las cerámicas cardiales de Dehesilla, El Retamar, Nerja, etc., incluso las de
Carigüela, como posteriores a las procedentes del área levantina?
Más aún, es posible pensar que la abundancia cuantitativa de lo
cardial en aquella región representaría su flourit, más que considerarlo como los inicios de él en la Península. De todas formas,
con el registro actual, el cardial andaluz debe mejor relacionarse con el mundo de las impresas antiguas que con un horizonte “puro” aportado de no sabemos dónde, si europeo o africano,
como modelo de colonización pionera marítima (Zilhão, 1997,
2001; Bernabeu Aubán, 1996, 2002) o incluso autóctono. No
obstante, podemos indicar que es propio del sexto milenio BC,
posiblemente con orígenes y desarrollos en su primera mitad y
pervivencias más o menos destacadas a partir del 5500 BC.
La segunda separación cultural distinguida a partir de la tradición alfarera ha sido relacionada con la aparición de la impresión por boquique o “punto y raya”. Este tratamiento decorativo
ha sido revalorizado en los últimos años para definir cronológicamente horizontes neolíticos antiguos, incluso más antiguos
que los así considerados tradicionalmente para otros tipos de
impresas antiguas, incluso cardiales (Alday, 2009). Al respecto,
no consideramos de especial importancia este tipo de impresión
en relación con el gran grupo de las impresas, ni que tenga un
contenido cronológico preciso. De hecho aparecen en los conjuntos de las cuevas andaluzas como procedentes de múltiples
hallazgos. Solamente existen datos fiables de ellas, por estratigrafía y cronologías absolutas, en el poblado de Los Castillejos
de Montefrio. Comprobándose que se fechan por debajo del
5400 BC, pero es aproximadamente a partir del 5000 BC cuando tienen mejor representatividad y se consolidan como técnica
relevante de impresión de las decoraciones cerámicas.
Sobre la ambigüedad expresada para definir la tercera tradición no se podría precisar nada. Pues señalarse impresas desarrolladas con multitud de instrumentos, con pequeños porcentajes
de cardial, uso frecuente de almagras, etc., consideradas como
tradición cerámica impresa-almagra “equiparable a la Cultura
de las Cuevas” no deja de ser un galimatías, propio de lo que
representan los contextos funerarios de cuevas, propiciado por
la inexistencia de secuencias de asentamientos estables en ellas
y la tradicional y condicionada lectura sesgada de la que han
sido objeto. De aquí muchos de los equívocos y contradicciones
de sus registros arqueológicos dando lugar, sorprendentemente
en algunos casos, a revaloraciones como el propio concepto de
“Cultura de las Cuevas”, sobre el que de nuevo no insistiremos,
pues como ya en múltiples ocasiones se ha expuesto, en la actualidad no le comprobamos contenido alguno. A no ser que se
sobreentienda como un status ritualizado propio de las primeras
sociedades neolíticas.
169
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J. Carrasco Rus, A. Morgado y F. Martínez-Sevilla
Pero el problema expuesto de estas tradiciones cerámicas,
agrupadas de manera normativa como grupos culturales, es que
todas responden a un mismo supuesto y, en general, con mayor
o menor cronología aparecen en los diferentes yacimientos. La
cuestión de base está en aislarlos contextualmente, a ser posible
con un buen sustento estratigráfico y asociarlos a dataciones absolutas y no al contrario, como en la actualidad se realiza para
estos registros, construyendo un armazón cronológico y a continuación sustentarlo con conjuntos arqueológicos. De aquí, las
controversias tipológicas/cronológicas y la escasa o mala definición, que no pormenorizaremos, de las supuestas tradiciones
cerámicas en el Neolítico Andaluz.
Insistiendo sobre lo cardial, parece ser que ya no constituye
o no forma parte del horizonte cerámico más antiguo constatado
en Andalucía, cuestión no bien argumentada en base al registro
arqueológico actual de la Cueva de Nerja, pero sí utilizada para
incidir en la importancia de esta cueva como inicial foco neolitizador de una extensa zona de la geografía andaluza. Este modelo propuesto, insistimos, no tiene en la actualidad bases reales
en que sustentarse. Simplificando y de forma global, se centra
en la aparición en la “secuencia” de Nerja de unos registros cerámicos antiguos, llegados de no sabemos dónde. Supuestamente más antiguos que los propios cardiales, aunque una pequeña
muestra de ellos también se incluyen en este horizonte antiguo
“pre cardial”. Sin embargo, este momento antiguo también se
comprueba, no sabemos cómo, en los niveles más antiguos de
Carigüela asociados a cerámicas cardiales, considerándose este
horizonte posterior al inicial de Cueva de Nerja. El componente
cardial de esta cueva, a su vez propuesto como llegado desde la
región levantina, se expandiría más tarde a Nerja y costa malagueña superponiéndose a un supuesto horizonte cerámico más
antiguo. Todo este modelo tiene las siguientes debilidades. En
primer lugar ni están bien caracterizadas estas supuestas cerámicas antiguas de Nerja, ni están bien contextualizadas, ni en
último lugar incluso los investigadores dudan de su existencia
(García Borja et al., 2010; Aura et al., 2013). En otro sentido,
extraerse conclusiones sobre su existencia o no en los estratos
XV y XVI de Carigüela y de su posible asociación a lo cardial,
no deja de ser un hecho presunto.
Asimismo, volviendo sobre la llegada del cardial desde el
Levante a Carigüela y desde aquí hasta Nerja no se justifica en
el registro actual de sus apariciones. En la actualidad siguen
sin constatarse en el territorio que puede separar Sierra Harana, en donde se ubica Carigüela, Ventanas, posiblemente Prado
Negro, y el área levantina. En ese amplio espacio geográfico
se han detectado numerosos enclaves neolíticos, tanto en territorios giennenses como granadinos, que pudiésemos catalogar
como antiguos. Algunos con cronologías muy altas como las
proporcionadas por los antiguos niveles neolíticos del abrigo,
no cueva, del Nacimiento de Pontones (Rodríguez, 1979; Asquerino y López, 1881), otros con registros de la segunda mitad
del sexto milenio como son los de Cueva de la Pastora (Carrasco y Martínez-Sevilla, 2014) en las Sierras de Caniles, de igual
forma que Cueva Morenes (Sánchez et al., 1996), etc., en estos
mismos ámbitos serranos, no han proporcionado decoraciones
cardiales. Es decir el posible itinerario Levante/Sierra Harana
para justificar la llegada del cardial a Carigüela no se comprueba. Igualmente, no consideramos que ni por tipología de los
vasos, tecnología cerámica sensu stricto, incluso cronología,
170
exista una estrecha vinculación, incluso relación nítida entre el
cardial levantino y el granadino de Carigüela. En este modelo,
el siguiente paso sería una expansión del cardial hacia la costa
malagueña en donde ya estarían asentadas poblaciones neolíticas más arcaicas. Ejemplificándose o justificándose por este
motivo, según estos investigadores (García Borja et al., 2010;
Aura et al., 2013), su presencia en cuevas como Nerja, Cueva
de las Goteras de Mollina y Complejo del Humo 6 en Cala del
Moral (Málaga). Cuestión no comprobada y consideramos, alejada de la realidad, pues el posible itinerario desde Carigüela
hasta Nerja, precisamente tampoco lo atestigua. En teoría la
multitud de enclaves neolíticos que pudiésemos considerar antiguos, conocidos o inéditos, que jalonan esta posible vía hacia
la costa malagueña, no presentan precisamente una excesiva
muestra cardial. Diríamos que escasa o nula, en la actualidad
bien contabilizada como es un fragmento con motivos simbólicos procedente de una de las múltiples simas u oquedades que
jalonan las Sierras de Alhama/Loja como es Sima del Conejo
(Carrasco et al., 2010a, 2014), sin parangón entre los registros
conocidos de las cuevas de Sierra Harana, ni ninguna otra en
Andalucía. Este itinerario hacia la costa malagueña tampoco ha
proporcionado por este sector muestra cardial. Por el granadino, antes de llegar a Nerja, se han localizado otras cuevas, en
los escarpes interiores de las sierras locales que conforman la
Cordillera Bética volcada hacia el mar. Muy referenciadas en
bibliografía, que tampoco han proporcionado muestra cardial,
como son de oeste a este, Sima de los Intentos (Navarrete et al.,
1986) en Gualchos, Campanas (Mengíbar et al., 1983; Carrasco
et al., 2011a) en Lobres, Murciélagos (Góngora, 1868; Carrasco y Pachón, 2009) en Albuñol, exceptuándose de este clásico grupo de la costa granadina Cueva del Capitán (Navarrete,
1976), que en pequeña escala sí ha proporcionado cardiales,
pero muy diferenciadas de las constatadas en Carigüela. Cueva de Nerja, a unos treinta o cuarenta kilómetros en dirección
oeste, siguiendo la línea costera, aparece como un enclave aislado, no sólo respecto a las cuevas granadinas, sino con respecto a las otras cavidades malagueñas en donde se ha señalado
cardial, localizadas a similar distancia de las granadinas pero
por su sector oeste, como son Cueva del Higuerón en Rincón
de la Victoria y por contrastar Complejo del Humo 6 en Cala
el Moral. Respecto a los indicios de cardial en estas cuevas y
su relación con Carigüela, no lo consideramos muy apropiado
pues la impresión por natis de posible cardium no está presente
en ella, sí en Malalmuerzo en Moclín y el grueso del material
cerámico que lo acompaña, claramente funerario, tendría una
mejor relación con los registros documentados en el grupo de
Alhama/Loja, especialmente con los procedentes de la Sima
LJ11 (Carrasco et al., 2014). En relación con el registro cerámico considerado cardial del Complejo del Humo 6, debería
ser objeto de una revisión para caracterizarlo correctamente,
de igual manera que el resto de sus conjuntos de sumo interés
y claro matiz funerario, sin secuenciación estratigráfica y gran
cantidad de inhumaciones. En resumen Cueva de Nerja y las
dos oquedades señaladas del grupo Cala del Moral/Rincón de
la Victoria, serían los únicos enclaves que han proporcionado
cerámicas cardiales en todos los sectores costeros malagueños,
desde Nerja hasta la provincia de Cádiz. Con características tipológicas poco homogéneas entre ellas de igual forma que las
procedentes de Carigüela.
[page-n-178]
Implantación y desarrollo de los grupos neolíticos del sur de la península ibérica
Más extraño aún, es que se relacione Cueva de las Goteras
de Mollina con el grupo costero malagueño, supuestamente influenciado por el cardial de Carigüela. Enclave muy alejado no
sólo de la cueva granadina sino de las propias malagueñas, que
junto con Cueva del Toro de Antequera (Martin et al., 2004), el
fragmento localizado en Acinipo (Ronda) (inédito) y el de Cueva del Charcón de Alozaina (Jiménez y Conejo, 2006), constituyen los únicos datos conocidos sobre cardial en todo el extenso
interior de la Provincia de Málaga.
El panorama se ha incrementado en los últimos tiempos con
la aparición de muestras cardiales en la Baja Andalucía, cuya
“afiliación” o distancia con Carigüela es más lejana. Estas nuevas evidencias, no conocidas o interpretadas ofrecen nuevas
perspectivas para el estudio de su dispersión en el sur Peninsular. Recordemos que la cuestión del cardial en Andalucía se
creía resuelto a partir de un modelo explicativo escasamente
contrastado, en el que se admitían dos tradiciones cerámicas
que se corresponderían con dos ámbitos geográficos, diríamos
que ficticios, a ambos lados de una línea imaginaria que iría
desde Cueva de Nerja hasta Cueva de los Murciélagos de Zuheros (fig. 1) (ver Carrasco et al., 2011c: 6-7). Una centrada en
su parte Oriental o Alta Andalucía influenciada por el cardial de
Carigüela de procedencia levantina y otra centrada en lo que se
denominó parte occidental o Baja Andalucía, caracterizada por
la presencia en sus conjuntos cerámicos de abundantes decoraciones a la almagra junto a impresas no cardiales y otras muestras no bien especificadas. Adecuándose convenientemente ad
usum privatum a estos dos ámbitos geográficos los registros
cerámicos conocidos o manipulados de la época. Por ejemplo,
obviándose o catalogándose como “cardialoides” las escasas
muestras cardiales registradas en la supuesta Baja Andalucía
frente a la sobrevaloración de las mal descritas o peor computadas en Carigüela. En la actualidad, al margen de estas forzadas
divisiones territoriales, se comprueba lo artificial de este modelo y su escasa contrastación, que en cierta forma ha rarificado la
comprensión del cardial en Andalucía. Sobre ello efectuaremos
alguna observación y cómputo actualizado de su distribución.
Por su parte norte, Andalucía está limitada por Sierra Morena,
que se iniciaría por el este en el sector giennense prolongándose
hacia el oeste por tierras de Córdoba y zona norte de Sevilla, sierras también participadas por ámbitos meseteños y extremeños.
En este amplio territorio, salvo excepciones en el sector cordobés
y sevillano, no se ha documentado una mediana ocupación neolítica que justifique los numerosos abrigos con arte esquemático
localizado en sus entornos, principalmente giennense, cordobés
y manchego. Por supuesto, en ellas no se han descrito muestras
cerámicas con decoración cardial, aunque sí se han señalado
“cardialoides” en Cueva Chica de Cazalla de la Sierra (Amores,
2009), lo cual nos hace dudar de su no existencia.
Más hacia el sur, estarían las campiñas que delimitan la
cuenca del Guadalquivir. En el sector giennense, sin excesiva
contrastación se han señalado posibles cardiales en Llano de los
Horneros (Baeza), Cueva Prieta (Porcuna), Marroquíes Bajos
(Jaén) y Los Álamos (Fuentes de Andalucía) (Acosta, 1995) en
el sector sevillano.
En su parte meridional estas campiñas están delimitadas por
las escarpadas Cordilleras Subbéticas, que prácticamente se desarrollan en dirección Este/Oeste, desde el Cabo de la Nao en
Alicante hasta tierras gaditanas. Tradicionalmente, las amplias
áreas montañosas, sus pasillos intermedios y las vegas interiores
con abundantes surgencias de agua y pequeños ríos afluentes del
Guadalquivir que configuran estas sierras han sido consideradas
como un eje de progresión del poblamiento neolítico desde el
Levante hacia Andalucía, cuestión en ningún caso contrastada,
con iguales o más posibilidades incluso de reinvertirse esta dirección. Evidentemente, estas cordilleras han proporcionado
gran parte de los abundantísimos conjuntos neolíticos funerarios
de cuevas conocidas o no en la región andaluza. En este aspecto
su potencial arqueológico lo consideramos incuantificable, todo
relacionado con un rico patrimonio de manifestaciones esquemáticas plasmadas en sus oquedades y abrigos, propios de un
relieve calizo. Distinguiéndose núcleos importantes de cuevas
funerarias con ricos ajuares, propios del Neolítico Antiguo en
muchos casos asociados o próximos a manifestaciones esquemáticas, destacando entre ellos los núcleos de la transversal Alcaudete/Jaén y la denominada Subbética cordobesa, no habiéndose documentado en todos ellos ni una sola muestra cardial.
Sin embargo en el Subbético granadino, próximo a los citados
sectores giennenses y cordobeses, sus dos enclaves más importantes, por haber sido objeto de excavación, son el asentamiento
de las Peñas de los Gitanos (Arribas y Molina,1979) en Montefrío y la cueva funeraria de Malalmuerzo en Moclín (Carrasco et
al., 2011c), que en diferente grado, sí los han proporcionado. En
la parte final del sector Subbético granadino, en sus contactos
con los inicios de las Zonas Internas de la denominada Cordilleras Bética que bordean la costa de Granada y la parte oriental
de Málaga, emerge una imponente masa caliza configurada entre las Sierras de Alhama/Loja. Estas montañas están horadadas
por multitud de simas y diaclasas y grietas profundas, algunas
de las cuales han proporcionado ricos conjuntos funerarios del
Neolítico Antiguo, que junto con las cuevas clásicas de Alhama
han configurado uno de los más consistentes núcleos neolíticos
conocidos en territorio granadino. Una de sus simas, la denominada de El Conejo (Carrasco et al., 2010a, 2014), ha proporcionado un único fragmento cardial con motivos simbólicos. Pero,
especialmente tendríamos que mencionar Sierra Harana, en el
interior de la Provincia, en las estribaciones septentrionales de
la prominente Sierra Nevada, rodeada por amplios valles conformados por los afluentes del río Genil y por las altiplanicies
de la depresión de Guadix. Multitud de cuevas con conjuntos
antiguos neolíticos han sido documentadas en estas sierras discontinuas, que por su parte occidental desembocan en la gran
Vega de Granada. En concreto Sierra Harana ha proporcionado registros cerámicos con cardial, especialmente en Carigüela
(Pellicer, 1964; Navarrete, 1976) y posiblemente, a falta de análisis más precisos, Cueva de las Ventanas (Riquelme, 2002) en
Píñar y Cueva del Agua de Prado Negro (Iznalloz) (inédito). En
las estribaciones de la Sierra de la Yedra, paralela y próxima a la
anterior, en el término de Alfacar, Las Majolicas asentamiento
al aire libre y cueva funeraria, también ha proporcionado una
variada muestra cardial (Molina, 1970; Navarrete, 1976). En las
Zonas Internas de la cordillera que bordean la costa granadina,
las excavaciones de la Cueva del Capitán en Lobres, también
proporcionaron algunas cerámicas con este tipo de decoración.
Más hacia el oeste de los territorios granadinos y cordobeses, entraríamos en ámbitos interiores de la provincia de Málaga, documentándose cerámica cardial en Cueva de las Goteras
(Mollina) y Cueva del Toro (Antequera). Todavía más hacia el
171
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J. Carrasco Rus, A. Morgado y F. Martínez-Sevilla
oeste Cueva del Charcón (Alozaina) por el este y Acinipo al sur
de las anteriores ya en las proximidades al ámbito gaditano y
sevillano, dentro de la vertiente de la cabecera de los ríos que
desembocan en la costa atlántica. A partir de aquí se encuentran
las áreas más meridionales de Andalucía, en donde en los últimos tiempos se han señalado nuevos asentamientos y antiguas
cuevas funerarias con registros cardiales, de gran interés por antigüedad y proximidad a territorios africanos del otro lado del
Estrecho Gibraltar.
En el término de Arcos de la Frontera (Cádiz), en las últimas estribaciones del Penibético, y la Unidad del Campo de
Gibraltar se señalaron cerámicas “cardialoides” procedentes de
Cueva de la Dehesilla y Cueva del Parralejo, en nuestra opinión
cardiales, formando parte de los conjuntos funerarios excavados
en estas oquedades. Junto a ellos aparecen en el asentamiento al aire libre de Cabezo de Hortales (Prado del Rey, Cádiz).
Hacia el Sur de estos enclaves, se detectan yacimientos al aire
libre junto a la costa o en la conformada en la antigüedad por el
Lago Ligustinus de la desembocadura del Guadalquivir que los
han proporcionado, como son: en Cádiz, La Esperilla (Espera)
(Gutiérrez et al., 1996), El Retamar (Puerto Real) (Ramos et al.,
2002a y 2002b) y Bustos (Trebujena) (Lavado, 1990); en Sevilla, Cabezo de Lebrija (Caro et al., 1987 y 1999), ¿Los Pozos?
(Lebrija) (Acosta, 1995); y en Huelva, La Dehesa (Lucena del
Puerto) (Cámalich y Martín, 2013) (fig. 1).
En relación con la distribución de estos enclaves, cuevas
funerarias y asentamientos al aire libre que han proporcionado
muestras cardiales puede efectuarse una serie de observaciones
preliminares, relacionadas con los contextos en que aparecen
este tipo de cerámicas y la supuesta importancia de Carigüela, especialmente para sustentar el tradicional y “nuevo modelo
dual” de las dos tradiciones culturales (áreas culturales) basadas
en las cerámicas. Simplificando, una, básicamente singularizada
por la presencia de cerámica con cardial en la preconfigurada
Alta Andalucía y otra grosso modo caracterizada especialmente
por las cerámicas a la almagra, con impresiones no cardiales y
por otros tipos no bien delimitados.
Anteriormente indicábamos que, por cuestiones muy simples, las observaciones que pudiésemos realizar sobre la aparición del elemento cardial en Andalucía no pueden de ningún
modo ser consideradas definitivas. En primer lugar se trata de
una distribución sesgada e incompleta. Somos conscientes que
Fig. 1. 1.Cueva de la Murcielaguina (Castillo de Locubin); 2. Cueva de la Carigüela (Píñar); 3. Cueva de las Ventanas (Píñar); 4. Cueva
del Agua (Prado Negro); 5. Las Majolicas (Alfacar); 6. Cueva de Malalmuerzo (Moclín); 7. Peña de los Gitanos (Montefrio); 8. Sima del
Conejo (Alhama de Granada); 9. Cueva del Capitán (Lobres); 10. Cerro de las Animas (Vélez Rubio); 1. Cabecicos Negros (Cuevas de
Almanzora); 12. Llano Manzano (Mojacar); 13. Cabezo de las Eras (Cuevas de Almanzora); 14. Mojacar el Viejo (Mojacar); 15. Cueva
de las Goteras (Mollina); 16. Cueva del Toro (Antequera); 17. Acinipo (Ronda); 18. Cueva del Charcón (Alozaina); 19. Cueva de Nerja
(Nerja); 20. Cueva del Higuerón (Rincón de la Victoria); 21. Complejo del Humo 6 (Cala del Moral); 22. Cueva Chica de Santiago
(Cazalla de la Sierra); 23. Los Alamos (Fuentes de Andalucía); 24. Los Pozos (Lebrija); 25. El Cabezo (Lebrija); 26. Cueva de la Dehesilla
(Algar. Arcos de la Frontera); 27. Cueva del Parralejo (San José del Valle. Arcos de la Frontera); 28. Esperilla (Espera); 29. Cabezo de
Hortales (Prado del Rey); 30. Bustos (Trebujena); 31. EL Retamar (Puerto Real) y 32. La Dehesa (Lucena del Puerto).
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[page-n-180]
Implantación y desarrollo de los grupos neolíticos del sur de la península ibérica
salvo en áreas muy concretas, no existe un verdadero catálogo documental de su presencia. Hecho propiciado por la gran
dificultad que supone localizar este tipo de yacimientos, como
ocurre en las vegas, depresiones y márgenes de los ríos que
básicamente configuran los sistemas montañosos, verdadero
armazón vertebrador de gran parte de Andalucía, en donde se
ha documentado el mayor número de cuevas, conocidas o no
en bibliografía, con registros funerarios que en teoría estarían
asociados a sus correspondientes asentamientos al aire libre.
En segundo lugar, porque consideramos que muchas cerámicas que se han descrito con decoración de cardium, de igual
forma que otras que no lo han sido, deberían ser mejor contrastadas, a ser posible con métodos y medios más determinantes
recurriendo a los referentes experimentales y la documentación mediante microscopía binocular de dichos estigmas de
impresión. Esto, también se debería hacer extensible no sólo
a los registros obtenidos en prospecciones superficiales sino a
los procedentes de las escasas secuencias obtenidas en excavaciones. Pues son demasiadas dudas las que se observan en sus
diagnósticos finales que pueden alterar las actuales visiones
que se tienen sobre ellas, especialmente para una mejor comprensión de su real distribución por el territorio andaluz. En
tercer lugar, hemos de destacar que en la actualidad no se puede cuantificar el potencial real de lo cardial en el sur peninsular, pues la mayoría de sus hallazgos se debe a prospecciones
superficiales y excavaciones de urgencia o limpieza. De poblados al aire libre con excavaciones arqueológicas, las únicas
secuencias neolíticas con cardial sólo se han obtenido en Las
Peña de los Gitanos (Montefrío, Granada), Cabezo de Lebrija
(Lebrija, Sevilla), y con menor secuencia Cabecicos Negros
(Cuevas de Almanzora, Almería), posiblemente La Dehesa
(Lucena del Puerto, Huelva), El Retamar (Puerto Real, Cádiz),
pudiéndose añadir los procedentes de las antiguas excavaciones de los hermanos Siret en la cuenca del Almanzora como
Llano Manzano, Cabezo del Eral, Mojacar el Viejo y Cerro de
las Ánimas (Vélez Rubio) ya en el norte de la provincia almeriense procedente de las excavaciones de Federico de Motos.
Algunos de estos enclaves con investigaciones actualizadas.
En cuevas con actuaciones de excavación Carigüela (Píñar,
Granada), Las Majolicas (Alfacar, Granada), ¿Cueva de las
Ventanas? (Píñar, Granada), Cueva de Malalmuerzo (Moclín,
Granada), Cueva de Nerja (Nerja, Málaga), ¿Complejo del
Humo 6? (Cala del Moral, Málaga), Cueva del Toro (Antequera, Málaga), Dehesilla y Parralejo (Arcos de la Frontera,
Cádiz) y Cueva Chica (Cazalla de la Sierra, Sevilla), y otros
producto de prospecciones como Cueva de la Murcielaguina
(Castillo de Locubin, Jaén), El Charcón (Alozaina, Málaga).
El resto de los hallazgos, considerados de superficie, de
igual forma que los secuenciados de cuevas, pueden, en nuestra
opinión, tener un similar tratamiento estadístico, cronológico
y posiblemente de contextualización, como se ha realizado en
cueva de Nerja y otras igualmente significativas. En resumen,
escasos datos en este aspecto, para extraerse conclusiones de
validez sociocultural y menos aún sopesar un mayor impacto
del cardial en la Alta Andalucía en detrimento de la Baja Andalucía. Solamente una vista rápida sobre el boceto de distribución de esta muestra cerámica para comprobarse dicha afirmación (fig. 1). La línea imaginaria trazada entre Cueva de Nerja
y Cueva de los Murciélagos en Zuheros en los años ochenta
por parte de M. Pellicer y P. Acosta para separar durante el
Neolítico andaluz estos dos ámbitos territoriales y culturales,
en la actualidad no tiene sentido alguno. Aunque, consideramos de igual forma que este modelo desde un primer momento
tuvo poca contrastación, pues se obviaban o resaltaban ciertos
tipos cerámicos, según conveniencias o desconocimiento, para
su posterior y mejor justificación. ¿Sobre qué registros cerámicos contrastados se basaba el modelo propuesto? En aquellos
momentos, en la teórica Alta Andalucía sólo se conocían los
sobrevalorados de Carigüela y posteriormente de Majolicas,
el mal definido vaso de Cacín, algún vaso aislado en el Cerro
de las Ánimas de Vélez Rubio (Almería) y los fragmentos de
Cueva del Capitán (Lobres, Granada), no considerados estrictamente cardiales por parte de M. Pellicer. Estos escasos datos
fueron suficientes para considerar esta área geográfica como
subsidiaria, para este tipo de cerámicas, del área levantina y,
por consiguiente, caracterizada y diferenciada de la Baja Andalucía, por su mayor y casi exclusiva presencia cardial. Lo
cual contrastaba, pues ya en los mismos momentos en que se
emitió el modelo propuesto, esta área baja andaluza presentaba iguales o mejores argumentos para la comprensión del
cardial en Andalucía como podían ser La Dehesilla, Parralejo,
Cueva Chica, Cueva de Nerja, Cueva del Higuerón, Cueva de
las Goteras. Sin embargo las tradiciones cerámicas aquí se caracterizaron, incomprensiblemente, por impresas no cardiales,
almagras, lisas y otras, a su vez obviándose las cardiales bajo
el seudónimo de “cardialoides”, es decir sí pero no. Lo cual ha
tenido una cierta trascendencia en trabajos posteriores.
En la actualidad, si revisamos el mapa de dispersión de lo
cardial en Andalucía (fig. 1), comprobamos su distribución zonal de yacimientos. La Alta Andalucía ofrece un cómputo de
hallazgos menor que la Baja Andalucía. En esta última con localizaciones y agrupaciones de gran interés, con escasas o nulas
conexiones con Carigüela y sí con otros ámbitos geográficos
cercanos, en la actualidad no bien conocidos.
En el estado actual de las interpretaciones sobre los inicios
del Neolítico andaluz, cualquier modelo que se acerque a este
tema es siempre válido, pero expresaríamos que al menos se
sustentase en argumentos mínimamente contrastados y este no
es el caso que nos ocupa. Sobre la presencia de una fase previa
a lo cardial en Nerja, que formaría parte del horizonte neolítico
más arcaico de esta cueva, al margen de nuestras dudas sobre su
definición, no existen otro tipo de argumentos en esta ocasión
para sustentarla en Andalucía ni, fuera de ella, en otros ámbitos peninsulares. Hemos señalado en Andalucía de forma más o
menos precisada el cardial al menos en una treintena de enclaves, entre cuevas y asentamientos. No es que taxativamente no
aceptemos una fase precardial para los inicios del neolítico andaluz, pues en múltiples trabajos ya citados, alguno de nosotros
hemos expresado la posible presencia de una fase antigua con
o sin cardial, en nuestra opinión, muy posiblemente por encima
del 5500 BC. Apreciación siempre determinada por la secuencia estratigráfica, al margen de otras cuestiones, obtenida en el
poblado de Los Castillejos de Montefrío por proporcionar la
más completa y mejor documentada secuencia cronocultural de
un asentamiento neolítico. Se podrían señalar otras, como por
ejemplo el Cabezo de Lebrija, con secuencia más corta, de igual
forma que el Abrigo del Nacimiento, ocupación al aire libre,
bajo una gran cornisa, pero sin cardial, o Cerro Virtud de más
173
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J. Carrasco Rus, A. Morgado y F. Martínez-Sevilla
escasa estratigrafía, iniciada a principios de un Neolítico Medio.
Los Castillejos prueba la dificultad de desligar el elemento cardial de otros tipos de decoraciones antiguas, llámense impresas,
incisas, almagras antiguas o de otro tipo.
De igual forma presentar tipos decorativos, porcentajes de
sus apariciones, entre otros, sin tenerse en cuenta, ya desde un
principio de donde se extrajeron, no deja de ser un ejercicio
descriptivo. Sin embargo elevarlos a la categoría de interpretación social e identitaria plantea problemas. Hay que recordar
cómo las definiciones estratigráficas elaboradas sobre las intervenciones arqueológicas en cuevas, para los momentos de la
Prehistoria Reciente, han sufrido continuadas rectificaciones
y reelaboraciones con el avance de la investigación sobre los
asentamientos al aire libre, donde se expresaba con mayor exactitud, en vida corta, la realidad sociocultural de la formación
de sus fases. En este aspecto, consideramos que la no asunción
de la existencia real de una dicotomía entre “cuevas funerarias/
asentamientos al aire libre”, por parte de investigadores muy
apegados a ciertas tradiciones, como ha sido la existencia en
Andalucía de un “Neolítico de Cuevas con Cerámica Decorada”, no ayuda a la comprensión de muchos de los problemas
que, en general, afectan a los inicios de su Neolítico. Especialmente si se sigue insistiendo en secuenciarlo a partir de los
conjuntos extraídos de sus cuevas, pues de ellos solo se pueden
extraer conclusiones generales sobre tipos, decoraciones, modas
regionales, posibles “áreas-estilo”, porcentajes de apariciones,
etc., y obtenerse dataciones absolutas de ciertas muestras de tipo
orgánico, pero con valor en sí mismas, no para fechar conjuntos
cerrados o posibles niveles domésticos sin contrastar. Aún menos para obtenerse “cronologías concretas” de cincuenta, cien
años o incluso doscientos años entre ellos, como se ha intentado
efectuar con el modelo propuesto para Cueva de Nerja. En un
cómputo general, comprobamos que prácticamente todos los
tipos cerámicos y decoraciones que pudiésemos asociar o relacionar con las primeras fases del Neolítico en Andalucía, como
pueden entre otras ser: cardiales, impresas antiguas a peine, almagras, incisas, pivotantes, etc., se distribuyen y repiten con
mayor o menor insistencia en todos sus ámbitos geográficos.
Exceptuándose de esta globalidad algunas muestras cerámicas
con decoraciones no muy frecuentes como son las denominadas
“esgrafiadas”, “reticuladas” y “excisas”, en la actualidad sólo
documentadas en ámbitos granadinos.
Al hilo de estas breves reflexiones, se comprueba cómo en
la investigación andaluza aún en la actualidad se sigue intentado
diferenciar dos ámbitos durante el Neolítico Antiguo, en sí no
tanto por los registros cerámicos documentados en ellos, sino
especialmente por sus dos tipos de ocupaciones diferenciadas:
al “aire libre” y en “cuevas”, también relacionadas, con ámbitos concretos de la Baja y Alta Andalucía. En una investigación
reciente (Ceballos y Escacena, 2009) se han avanzado una serie
de consideraciones al respecto. A partir de la distribución del
elemento cardial (fig. 1) no se puede en la actualidad seguir considerando dos ficticios ámbitos territoriales. Aunque los datos
que aportamos no dejan de ser simples, justificados por una manifiesta falta de investigación, es evidente que la Baja Andalucía
presenta un mayor número de enclaves con cardial. También
es obvio, más en la Alta que en la Baja, que sus apariciones
o mayores porcentajes están más relacionados con trabajos de
excavación que con hallazgos aislados superficiales. Aunque en
174
la Baja, donde éstas se han efectuado, también las han proporcionado con más intensidad. Por lo que se puede concluir, que
la aparición o no del cardial y su conocimiento en Andalucía,
en buena medida ha estado condicionado por el mayor o menor
grado de intervenciones arqueológicas realizadas.
En segundo lugar, sus apariciones en cuevas y al aire libre,
está marcado exclusivamente por el diversificado biotopo del amplio territorio andaluz en que se distribuye, aunque existen zonas,
como es la costa occidental de Málaga, desde Torremolinos a Estepona, con poblamiento antiguo que no lo han proporcionado,
cuando al Este y al Oeste, sí se ha documentado, generalmente en
cuevas. En este aspecto, la presencia o no de afloramientos calcáreos, con sus correspondientes y variadas oquedades, marcan el
tipo de sepulturas o necrópolis utilizadas, si en “cueva” o al “aire
libre”, por las primeras poblaciones neolíticas.
Recientemente se ha sugerido algún tipo de modelo, no muy
concretado, para justificar el uso de las cuevas, no así de los segundos (Ceballos y Escacena, 2009). Se indica para ellas un uso
como asentamiento en el interior de las tierras altas andaluzas
con fuerte incidencia del cardial y el asentamiento al aire libre
en las zonas bajas, indicándose en un primer momento también
diferencias por sus registros arqueológicos. Aunque posteriormente, se argumenta que en cualquier caso el repertorio material
obtenido en los enclaves de la banda atlántica son similares a
los del interior, sugiriéndose la existencia, solo para todos estos
ámbitos, de un único horizonte cultural con influencias, no concretadas, llegadas por mar o por caminos costeros. Fundamentalmente materializadas por la alfarería de tradición cardial que
no llegó arraigar de forma importante en la Banda Atlántica. Por
otra parte, se hace hincapié en la mayor carga decorativa, mejor
conservación y mayor cantidad y documentación de los registros procedentes de las cuevas localizadas en Sierra Morena y
Sierras Subbéticas que en los enclaves al aire libre. Justificado
o bien por la mayor incidencia que tradicionalmente ha tenido
la investigación sobre las cuevas y por tanto un mayor conocimiento de sus registros o bien, porque en ellas estos se han
preservado mejor, haciéndose en este aspecto, una comparativa
entre los procedentes de El Retamar y La Dehesilla. Modelos
y opiniones que por nuestra parte, admiten algún sucinto comentario. En relación con la presencia o no del cardial como
definidor de ámbitos regionales, no tiene sentido, pues aparece
con mayor o menor insistencia en todos sus ámbitos. Aunque es
evidente una mayor orografía caliza en la Alta que en la Baja
Andalucía, determinante en la mayor o menor presencia de cuevas. Podemos estar de acuerdo, a tenor de los registros materiales actualmente conocidos, que puede existir para los inicios del
Neolítico andaluz, un horizonte más o menos homogéneo, globalmente bien representado en todos sus ámbitos. En algún caso
con ciertos matices diferenciadores que en nuestra opinión, no
dejarían de ser coyunturales, como podrían ser la mayor o menor presencia de ciertos tipos decorativos, especial tratamiento
de alguna superficie o pasta cerámica, etc.
Pero, aceptada grosso modo esta posible homogeneidad entre los registros procedentes de cuevas y asentamientos en la
Baja y Alta Andalucía, sin embargo, comprobamos cómo esta
cuestión se rarifica cuando por parte de los autores (Gavilán y
Escacena, 2009) se intenta establecer diferencias internas entre
ellos, especialmente por sus registros cerámicos. Y no por estrictas consideraciones tipológicas o de otro tipo, sino especial-
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Implantación y desarrollo de los grupos neolíticos del sur de la península ibérica
mente diríamos que de visualización. Es decir, por el grado de
conservación y carga decorativa que presentan, según procedencia de uno u otro ámbito, o por el mayor grado de conocimiento
que se tiene de los documentados en cuevas. Cuestión, con la
que no podemos estar de acuerdo, pues existe un trasfondo más
lógico y profundo que lo justifica. Concretando, las cuevas y los
asentamientos al aire libre pueden documentar producciones cerámicas con ciertas similitudes tipológicas, pero también existen
diferencias concretas, con tipos específicos para cada ámbito,
cuestión ya comentada. De igual forma que entre las producciones de unas y otros, a simple vista, se observan diferentes grados
de amortización y conservación. Desde las opciones explicativas de los autores para justificarlas, se da la impresión que la
buena conservación de los registros cerámicos de cuevas ha dependido exclusivamente del especial y homogéneo microclima
existente en ellas. Tipo de consideración que tradicionalmente,
no solamente en este caso, ha supuesto consecuencias negativas
en las investigaciones realizadas sobre el Neolítico andaluz. La
bondad y espectacularidad de los registros cerámicos de cuevas, así como sus excelentes conservaciones sólo se justifica
por su uso no doméstico y sí de representación o para contener las ofrendas, posiblemente alimenticias o de ritualizaciones
post mortem de los inhumados en ellas. Es decir con un uso no
amortizado y rodado como sucede con los procedentes de los
auténticos poblados al aire libre. De igual forma las cerámicas
sepulcrales ofrecen decoraciones más exuberantes y una fácil
reconstrucción posterior, lo que no sucede con las de poblados.
En resumen, en este apartado, ¿se puede seguir aún insistiendo sobre el carácter habitacional de cuevas de difícil acceso,
angostas, sin luz natural, húmedas, a veces grietas, simas, con
inhumaciones y registros cerámicos no utilizados?
De igual forma nos preguntaríamos: ¿dónde se localizan las
inhumaciones de los asentamientos del Neolítico Antiguo señalados en áreas sin afloramientos calcáreos? Sin excesivas dudas,
en el interior de los propios asentamientos, en fosas excavadas
en su subsuelo. Difíciles de detectar en zonas con gran sedimentación y fuertemente antropizadas del interior andaluz, no así en
otras áreas como pueden ser las costeras del Bajo Guadalquivir
o en ambientes áridos almerienses, en donde a veces han quedado al descubierto por la erosión, conteniendo todo tipo de restos
óseos y materiales.
5. SÍNTESIS
En páginas anteriores hemos intentado reflexionar sobre algunas cuestiones relacionadas con ciertos aspectos relativos a la
caracterización del Neolítico Antiguo en Andalucía. Especialmente, esta definición formal, fundamentalmente basada en los
conjuntos cerámicos y el significado de la decoración cardial,
sustenta viejos y nuevos modelos interpretativos. Lo cardial,
dentro de una visión normativa, ha servido para diferenciar en
Andalucía dos grupos o áreas culturales. En este trabajo hemos
reflexionado sobre lo irreal de este “nuevo modelo dual” de lo
cardial. De igual forma, la comprensión del cardial en el sur
de Iberia no debe justificarse como una simple extensión o influencia del área levantina, constituyendo en la actualidad una
cuestión más compleja de difícil solución. Particularmente, y
sin excesiva contrastación, las redes de irradiación de los nuevos modos de vida neolíticos por la vía norteafricana deben ser
analizadas como proceso factible o con mayores posibilidades
para el desarrollo del Neolítico del sur peninsular. Asimismo,
en el estado actual de los conocimientos se comprueba que en
el registro arqueológico es más que hipotético intentar aislar un
horizonte cerámico arcaico con ausencia de cardial. Pues éste
siempre ha aparecido asociado a otras cerámicas impresas o de
otros tipos. De momento no existe una sola cueva sepulcral o
asentamiento en el sur peninsular en donde se pueda constatar
un inicial horizonte de cerámicas antiguas sin estar asociadas a
fragmentos con decoración cardial. No es que no se considere
factible su existencia pero con el registro arqueológico actual
y menos aún en base a los procedentes de cuevas como Nerja,
Carigüela, Dehesilla es imposible su contrastación. Son precisamente estas cavidades en Andalucía, al margen de sus ricos
registros arqueológicos, los que en este aspecto han tenido posibilidades de facilitarlo, aunque en la actualidad las lecturas de
sus posibles “secuencias estratigráficas”, no lo hubiese propiciado. Solamente secuencias estratigráficas extensas próximas a
la primera mitad del VI mileno cal BC, son las que nos pueden
ofrecer datos significativos para aislar horizontes cerámicos antiguos bien contrastados o especies domesticadas antiguas. La
secuencia de Los Castillejos de Montefrío puede ser en la actualidad un ejemplo de esta situación, pues tiene posibilidades
de una mayor profundidad en su estratigrafía y aproximarse a
la cronología propuesta. Pero siempre teniéndose en cuenta que
los registros de cuevas presentan tipos característicos propios de
ambientes con una funcionalidad especial, como fue la funeraria
o ritual, muy diferenciados de los procedentes de asentamientos
domésticos. La escasez de cerámicas impresas con o sin cardial
es comprensible en estos últimos, no así en cuevas, en donde
son algo más frecuentes y mejor conservadas, por su status más
de tipo representativo que utilitario. Intentar justificar estos registros por la presencia de diferentes tipos de comunidades que
coexisten de manera paralela sólo conduciría en la actualidad
a una problemática de difícil solución, además de constituir un
normativismo que equipararía la formalidad de un único elemento material (un tipo de tratamiento decorativo) con el conjunto de la identidad comunitaria. Además, la tecnología lítica
de productos laminares nos está indicando el procedimiento de
talla por presión y calentamiento térmico desde fechas más tempranas a las de otros grupos neolíticos como los de las costas
mediterráneas francesas. Se podría tratar de una difusión tecnológica de sur a norte por la región mediterránea.
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Del neolític a l'edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 181-210.
Enterramientos del Neolítico antiguo en el interior peninsular:
nuevos datos para una actualización de la evidencia empírica
Manuel a. RoJo gueRRa, íñigo gaRCía MaRtínez de lagRán, RaFael gaRRido Pena,
CRistina teJedoR RodRíguez, eulàlia suBiRà de galdáCano, Jesús gaRCía gazólaz,
Jesús sesMa sesMa, Juan FRanCisCo giBaJa Bao, MeRCedes unzu uRMeMeta,
ángel luis PaloMino lázaRo, iRene JiMénez JiMénez,
eduaRdo aRRoyo PaRdo y HéCtoR aRCusa Magallón
reSumen
A la vez que dar a conocer tumbas y cronologías inéditas de los inicios del Neolítico en el interior peninsular, se pretende
analizar con el detalle que nos permite en cada contexto la bibliografía existente, todos los casos de tumbas de esta fase en
el interior peninsular y en el Valle del Ebro. Serán analizados con detalle el tipo de estructura utilizada y la naturaleza del
depósito funerario, la edad y el sexo de los enterrados, el tipo de ajuar, su presencia o ausencia en cada caso, así como la
posición y la orientación de los difuntos en la tumba. Todo ello con la intención de ofrecer una visión integral de las evidencias
funerarias en los inicios de la economía con rendimientos diferidos.
PalabraS claVe:
Inhumación, Neolítico antiguo, interior peninsular, Valle del Ebro, cronología absoluta.
abSTracT
Early Neolithic tombs from the interior of Iberia: new data for an updating of the empirical evidences.Together with the
publication of new tombs and radiocarbon dates from the Early Neolithic, an analysis is made about the complete catalogue of
graves known of this chronology in the interior of the Iberian Peninsula and the Ebro Valley: the structure of the tomb used,
the nature of the burial deposition, the sex and age of the individuals, the grave offerings (presence or absence) as well as the
position and orientation of the deceased inside the grave. The aim is to show a general overview of the burial evidences of the
first farmers in this region.
keywordS:
Early Neolithic, Interior of Iberia, Ebro Valley, 14C.
1. INTRODUCCIÓN
Los años de bonanza económica en nuestro país llevaron consigo una enorme proliferación de obras públicas, proyectos de urbanización, planes parciales de industrialización etc., cuya ejecución debía contar con la correspondiente intervención arqueológica de urgencia. De esta ingente actividad excavadora, no
siempre investigadora, han surgido hallazgos interesantes que
vienen a informarnos sobre un aspecto bastante desconocido,
hasta ahora, en el registro del Neolítico Antiguo Peninsular: las
tumbas. Prácticamente sólo Chaves y la Lámpara son tumbas
descubiertas en el seno de sendos proyectos de investigación,
el resto de las que presentaremos a continuación lo han sido a
través de intervenciones arqueológicas de urgencia o gestión.
El objetivo que nos mueve al publicar este trabajo es triple;
por una parte dar a conocer algunas tumbas inéditas en el interior peninsular y/o Valle del Ebro reflejadas en la figura 1. En
segundo lugar, presentar algunas dataciones inéditas que hemos
obtenido de los individuos enterrados en el Montico, Molino
de Arriba o Villamayor y, en tercer lugar, reunir y analizar en
conjunto todas las evidencias conocidas hasta el presente correspondientes a los primeros momentos de la neolitización,
hasta ahora valoradas y contextualizadas en trabajos generales,
junto con otros casos del Neolítico medio/final y del megalitismo (Rubio de Miguel, 2002; Garrido et al., 2012).
2. MUESTRA ANALIZADA
2.1. el llano del monTIco (monreal-Izco)
El yacimiento de El Llano del Montico estaba incluido en el
IAN (Inventario Arqueológico de Navarra) con la referencia
09311240001, catalogado como un asentamiento al aire libre
de amplia extensión y cronología imprecisa por la presencia,
en superficie, de abundante sílex, cerámica poco definitoria y
pulimentados diversos.
181
[page-n-189]
M. A. Rojo, I. García, R. Garrido, C. Tejedor, E. Subirà, J. García, J. Sesma, J. F. Gibaja, M. Unzu, A. L. Palomino, I. Jiménez, E. Arroyo y H. Arcusa
Fig. 1. Mapa de dispersión de las tumbas analizadas en el texto: 1) Paternanbidea, 2) El Llano del Montico, 3) Los Cascajos,
4) Alto de Rodilla, 5) Fuente Celada, 6) Molino de Arriba, 7) El Prado, 8) Chaves, 9) La Lámpara, 10) El Congosto, 11) Valdivia,
12) Villamayor de Calatrava.
El trazado de la Autovía Subpirenaica, Pamplona-JacaHuesca, en concreto, la construcción del tramo Monreal-Izco,
en los puntos kilométricos 9+500 y 9+930 afectaba a algunos
sectores de la delimitación del yacimiento por lo que, bajo los
auspicios del Servicio de Arqueología de la Comunidad Foral
de Navarra, se planteó una intervención arqueológica que fue
encargada al Gabinete TRAMA S.L.
El Llano del Montico se ubica en el extremo sureste de la
Falla de Ibargoiti; un pasillo natural de margas eocénicas dentro de la cuenca de Lumbier-Aoiz, surcada por el río Elorz de
sureste a noroeste y flanqueada por la serreta que le separa del
Valle de Unciti y por la sierra calcárea de La Higa. Pues bien, el
yacimiento se sitúa en el extremo sureste de este pasillo, en la
falda de la Peña de Izaga, a 600 m sobre el nivel del mar.
La flora autóctona, que se conserva en algunos rodales residuales, estaba compuesta por robles y encinas en las solanas y
pinos silvestres y hayas en las umbrías. Sin embargo, en la actualidad, la mayor parte del paisaje, al margen del fondo de los
valles ocupados por cultivos cerealistas, se compone de pinares
de repoblación.
Desde Abril a Septiembre de 2007 se llevaron a cabo varias
fases de intervención en los 20.000 m2 en que el yacimiento
era afectado por el trazado de la autovía y que consistieron en
la retirada mecánica de la primera capa superficial, limpieza y
topografía de todas las evidencias negativas observadas y, por
último, excavación de las más importantes. El resultado fue la
constatación de un enorme hábitat al aire libre, arqueológica182
mente compuesto por una ingente cantidad de estructuras negativas que conferían al enclave el aspecto característico de los
llamados “campos de hoyos”, tan habituales en la prehistoria
peninsular desde el Neolítico a la Edad del Bronce (Bellido
Blanco, 1996). Frecuentemente los “Campos de hoyos” son
asentamientos de enormes dimensiones, con ocupaciones recurrentes a lo largo del tiempo que se van yuxtaponiendo en el
espacio. Ello hace que no se forme una estratigrafía vertical y
la segregación cronológico-cultural de cada fase debe realizarse
mediante el estudio tecnotipológico de los materiales o la aplicación de técnicas de datación absoluta.
El Llano del Montico responde perfectamente a esta tipología de yacimiento; la superficie excavada supera las 2 hectáreas,
siendo considerablemente mayor aún el área de dispersión de
materiales, tipológicamente las cerámicas recuperadas corresponden a diferentes momentos (Neolítico, Calcolítico, Campaniforme, Edad del Bronce), y las estructuras, con diferentes
adscripciones culturales se disponen anárquicamente, por todo
el área intervenida.
Según el informe elaborado por el Gabinete TRAMA S.L.,
los resultados totales de la intervención arqueológica (en sus
diferentes fases de delimitación, limpieza y excavación) fue la
constatación de las siguientes estructuras:
a) Depósitos en hoyo: En diferentes puntos del yacimiento se localizaron, a lo largo de las tres fases de la intervención
arqueológica, un total de 190 depósitos en hoyo de cronología
prehistórica. En general se trataba de cubetas no muy profundas
[page-n-190]
Enterramientos del Neolítico antiguo en el interior peninsular: nuevos datos
con diámetros de entre 1 y 2 m. En estas estructuras negativas se recuperaron diversos materiales arqueológicos entre los
que destacan abundantes restos cerámicos y óseos –con y sin
evidencias de la acción del fuego–, varias puntas de flecha y
microlitos realizados en sílex, varias hachas pulimentadas así
como algunos molinos de mano.
Muchos de estos depósitos fueron colmatados, una vez
abandonados, por piedras y cantos, definiendo pequeñas concentraciones líticas de planta de tendencia circular con diámetros que oscilan entre el metro y el metro y medio. En la mayoría
de los casos, las concentraciones contenían material arqueológico prácticamente igual al del resto de los depósitos, aunque en
menor cantidad.
b) Hoyos de poste: De los 19 pequeños hoyos verticales localizados, tan sólo 11 parecen corresponder a los restos de auténticas
estructuras de postes ya que en su interior no se ha hallado ningún
tipo de material arqueológico excepto carbones. A pesar de que no
ha sido posible definir con claridad la planta de una unidad de habitación, parece innegable que debió de existir en esa zona algún
tipo de estructura ya que 10 de ellos se encuentran relativamente
agrupados en el extremo noroccidental del yacimiento.
c) Enterramientos: Seis de las estructuras negativas contenían restos humanos y, por tanto, fueron consideradas como
tumbas. En todos los casos podemos afirmar que, aunque correspondan a diferentes períodos culturales, comparten las mis-
mas características: depósitos poco profundos (circunstancia
impuesta por la presencia de bloques de piedra de gran tamaño
que dificultaban la excavación del terreno natural) en forma de
cubeta; presencia de más de un individuo en el interior de cada
uno de los depósitos (enterramientos dobles); en los casos en
que se han conservado suficientes partes del esqueleto postcraneal, fueron depositados en posición fetal en decúbito lateral
izquierdo. Igualmente, en todos los casos era patente su lamentable estado de conservación.
Enterramiento nº 6.- La estructura catalogada en el informe
de TRAMA S.L. como enterramiento nº 6 es la única que, tanto
por su ajuar funerario como por su cronología (como veremos)
corresponde al Neolítico antiguo y es objeto de un estudio especial en este trabajo. Se trataba de una cubeta hemisférica excavada en las gravas de la terraza, de 1,15 m de diámetro y una
profundidad conservada de 10 cm. En su interior se hallaron los
restos parciales de dos individuos que estaban depositados en
la mitad este del fondo del hoyo. Sobre los restos humanos se
había depositado lo que pudiera ser una cornamenta completa
de ciervo de la que sólo se conservaban identificables el pivote,
las dos rosetas y un cuerpo principal con la corona machacada y
una punta rota. En el proceso de excavación se recuperaron una
luchadora, dos puntas medias con candiles, otras dos sin ellos y
tres candiles más. Igualmente se recuperó un punzón de hueso
fragmentado y muy desgastado (fig. 2).
Fig. 2. Planta del enterramiento 6 de El Llano del Montico con fotografía ampliada de hueso largo sobre el que se observan 2
microlitos geométricos. Luchaderas y candiles de ciervo como ajuar de la tumba.
183
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M. A. Rojo, I. García, R. Garrido, C. Tejedor, E. Subirà, J. García, J. Sesma, J. F. Gibaja, M. Unzu, A. L. Palomino, I. Jiménez, E. Arroyo y H. Arcusa
El individuo nº 1, adulto masculino (entre 30/40 años) tiene
un índice de preservación (Walker et al., 1988 y Safont et al.,
1999) próximo al 72%, conservando la mayoría de los huesos
largos, 16 piezas dentales y prácticamente todos los huesos de
las manos y pies (fig. 3). En relación con posibles patologías se
aprecian caries en dos dientes, cálculo dental en todas las piezas
y ausencia de hipoplasia del esmalte lo que, con toda probabilidad, es la causa del fuerte desgaste dental, especialmente de las
piezas anteriores. Se aprecian, asimismo, inserciones musculares palmares de las falanges proximales que implicarían un gran
desarrollo muscular relacionado con la prensión de las manos.
El individuo nº 2, adulto joven masculino (entre 20/25 años),
tiene un índice de preservación claramente inferior, en torno al
48% (fig. 3). No conserva los huesos propios de manos y pies,
sólo algunos de cara y cabeza, partes de mandíbula y maxilar y
algunas diáfisis de huesos largos (húmeros, fémures y un peroné).
Conserva únicamente 7 piezas dentales y en ningún caso, posiblemente debido a su juventud, se aprecia en ellos cálculo dental,
caries o hipoplasia del esmalte. No se ha podido observar ninguna
lesión ni patología en la escasa muestra ósea conservada.
En general, en ambos individuos, se observa una buena conservación por lo que a la superficie y textura de las diáfisis se
refiere, pero no ocurre lo mismo con los extremos o epífisis y,
en general con todo el tejido esponjoso (ausencia absoluta de
raquis vertebral y de casi todas las costillas). Esta ausencia epifisaria y de sustancia esponjosa debe ponerse en relación con
procesos tafonómicos de descomposición natural ya que no se
han apreciado evidencias de alteraciones por roedores u otros
animales. Esta circunstancia ha impedido obtener datos válidos
sobre el cálculo de estatura y robustez de los individuos. Tan
sólo, y para la extremidad inferior, se ha podido calcular el índice platimérico del fémur en ambos individuos y el platicnémico
en la tibia derecha del individuo 1. En ambos casos los fémures
son platiméricos y la tibia del individuo 1 es platicnémica (tabla
1), lo que podría ponerse en relación con la práctica habitual de
marchas largas por terrenos pedregosos.
En relación con la naturaleza del depósito, esto es, si se trata
de una deposición primaria o secundaria, simultánea o sucesiva,
existe un cierto grado de incertidumbre, motivado por la roturación secular de los campos y la retirada mecánica de la montera
del terreno. Sin embargo hay suficientes indicios en el proceso
de excavación y registro para intentar aproximarnos a la realidad y plantear una posible interpretación. En primer lugar, el hecho de que la cuerna de ciervo estuviera prácticamente completa
sobre los restos óseos nos hace pensar que su colocación supuso
la última intervención humana en la tumba. Bajo ella y, según
un análisis detallado de las fotografías de la excavación y la
planimetría, se pueden adivinar algunas conexiones articulares
a nivel de extremidades así como de algunas partes del esqueleto que corresponden al individuo 1. Este aparece orientado
S-E, probablemente fue depositado en decúbito supino con las
extremidades inferiores flexionadas de forma alzada, de modo
que las piernas se apoyarían en la pared de la estructura. Sobre
estas extremidades inferiores, a nivel de las rodillas y apoyándose también en la pared de la estructura se depositó el asta de
ciervo. La tumba no se colmató de tierra de forma inmediata por
Fig. 3. Comparación del estado de preservación de los individuos de El Llano del Montico.
184
[page-n-192]
Enterramientos del Neolítico antiguo en el interior peninsular: nuevos datos
Tabla 1. Índices calculados en la extremidad inferior de los individuos 1 y 2.
Individuo 1
Derecho Izquierdo
Índ. platimería
Índ. platicnémico
Individuo 2
Derecho Izquierdo
-
82,9
77,4
74,2
58
-
-
-
lo que, al descomponerse el cadáver y, bajo el peso de las astas,
las extremidades cedieron sobre el suelo de la tumba hallándose
en la posición actual. En otra imagen del proceso de excavación,
aparece la pierna derecha con el fémur, la tibia y parte del peroné en paralelo por la cara anterior de los huesos. En este caso
la posición es fruto meramente del desplazamiento producido
al perder la sustancia blanda. El fémur izquierdo aparece por
la norma posterior articulado con el coxal del mismo lado que
se presenta en norma lateral. El peso del asta desplazó a los
mismos hacia el norte haciendo que rotara el fémur en el coxal
dejándolo en la disposición en la que han sido hallados.
En el extremo más al sur de la fosa, se observa un fragmento
de mandíbula asociado a restos craneales que muestran un cierto desplazamiento gravitacional propio de la descomposición a
nivel craneal con la desarticulación mandibular y la caída de la
misma. La distancia (espacio) entre el cráneo y los coxales correspondería perfectamente al necesario para albergar el tórax. No
está clara la distribución de las extremidades superiores de este
individuo si bien en las fotografías parecen reconocerse fragmentos humerales en lo que correspondería a la región torácica.
Vistas así las cosas, parece fuera de toda duda que el individuo nº 1 se encontraba en posición primaria, depositado en
decúbito supino con las extremidades inferiores arqueadas y las
superiores posiblemente recogidas en el tórax. La descripción
realizada se corresponde perfectamente con la que García y
Sesma (2007a: 62 y fig.4) hacen para el individuo A del enterramiento nº 2 de Paternanbidea.
Ahora bien, ¿qué podemos decir del individuo nº 2? Tanto
en las fotos de excavación como en planimetría ha sido imposible reconocer ningún hueso que correspondiera al mismo, por
lo que debemos deducir que sus restos, sin conexión anatómica
alguna, se encontraban bajo el individuo nº 1 que a su vez estaba bajo la cuerna de ciervo. Ante ello sólo podemos evaluar
la naturaleza de su depósito atendiendo a criterios estrictamente antropológicos. En primer lugar debemos prestar atención
a la representación anatómica, encontrándonos con un índice
de preservación inferior al 50%. Es ésta, la subrepresentación
anatómica, un primer e importante indicador de los depósitos
secundarios, también llamados en dos o más tiempos (Velasco
Vázquez, 2014: 194). Otro detalle a considerar es la ausencia
de conexiones anatómicas, especialmente las lábiles (manos, raquis cervical, pies). Teniendo en cuenta que el individuo 1 si poseía todos los huesos de manos y pies, no podemos achacar esta
ausencia a procesos tafonómicos naturales de preservación diferencial, lo que contribuye, aún más, a pensar en que el individuo
nº 2 había sufrido algún tipo de tratamiento post mortem. Pero
¿qué tipo concreto de tratamiento? Ante la ausencia de otros importantes indicadores para determinar el carácter secundario del
depósito (presencia de huellas evidentes de descarnado activo,
marcas y huellas producidas por la acción de animales cuando
los huesos se hallaban expuestos al aire) y habiendo considerado el carácter primario para el individuo nº 1 (descomposición
en un espacio abierto, colocación de un asta de ciervo sobre
el conjunto de los restos, recuperada en su posición original),
podemos concluir que más que un enterramiento secundario del
individuo nº 2 se haya producido una reducción del mismo, es
decir, un reagrupamiento de una buena parte de los huesos del
primer individuo depositado en el mismo espacio en el que se
produjo su depósito inicial (Duday et al., 1990: 44).
Con todo, creemos que la definición más acertada y precisa que podemos realizar sobre la naturaleza del depósito
hallado en el enterramiento nº 6 de El Llano del Montico, es
la de una deposición doble sucesiva con reducción del primer
individuo inhumado.
Por más que la norma habitual conocida hasta ahora para
los enterramientos del Neolítico Antiguo en las Tierras del Interior Peninsular sea la de la inhumación individual en fosa como
lo atestiguan la mayoría de los ejemplos que citaremos en este
trabajo, no faltan en el Valle de Ebro casos en los que podemos
interpretar que la norma de enterramiento haya sido, como en
El Llano del Montico, la inhumación doble sucesiva con reducción de los primeros restos inhumados. Nos estamos refiriendo
al yacimiento de Paternanbidea en Ibero, Navarra, que dista escasos 30 kilómetros en línea recta de El Llano del Montico. En
concreto podemos hacer esta misma interpretación del enterramiento nº 3 y, en menor medida, del nº 1 donde se dan varias deposiciones sucesivas con reducciones (García Gazólaz y Sesma,
2007a: 60 y 62), como veremos más adelante.
2.1.1. Ajuar del enterramiento de El Llano del Montico
Al margen del asta de ciervo descrito más arriba, resulta ciertamente interesante, por novedoso, constatar la existencia de un
riquísimo ajuar lítico compuesto por 41 objetos de los que 36
son microlitos geométricos, 4 fragmentos de ápices de geométricos y un extremo distal de laminita de forma perfectamente
triangular (fig. 4). Dada su abundancia y peculiaridad a continuación presentamos el análisis tecnotipológico y traceológico
de estas piezas.
2.1.1.1. Análisis tecno-tipológico de los geométricos
del yacimiento de El Llano del Montico
Mediante una lupa binocular convencional con un rango de
20X a 40X aumentos hemos podido establecer los parámetros
tipométricos y morfológicos de la colección así como la secuencia de retoque de cada pieza y, con ello, el proceso tecnológico de fabricación.
Como se ha dicho, la colección está compuesta por 41 ítems,
en todos los casos realizados sobre sílex de variadas procedencias. Un primer vistazo, realizado por A. Tarriño, permite intuir
que quizá el grueso de las piezas haya sido fabricado sobre sílex
de la Sierra de Urbasa (Navarra), pero se constata la presencia
de sílex de Treviño (Burgos) e incluso del tipo Chalosse (Francia). De todos ellos, 39 encajan perfectamente en la categoría de
microlitos geométricos. Los otros dos casos son un fragmento
probablemente perteneciente a un geométrico (fig. 4.19), pero
demasiado pequeño para confirmarlo, y otro fragmento distal de
lámina apuntada, exenta de retoque, pero de curiosa morfología
trapecial y con una fractura buriloide en el extremo (fig. 4.8).
185
[page-n-193]
M. A. Rojo, I. García, R. Garrido, C. Tejedor, E. Subirà, J. García, J. Sesma, J. F. Gibaja, M. Unzu, A. L. Palomino, I. Jiménez, E. Arroyo y H. Arcusa
Fig. 4. Ajuar lítico tallado de El Llano del Montico.
186
[page-n-194]
Enterramientos del Neolítico antiguo en el interior peninsular: nuevos datos
Los tipos y sus dimensiones
El troceado de las láminas
Las tres morfologías básicas están presentes en la tumba, contabilizándose 28 segmentos de círculo (fig. 4.1-4.3, 4.6, 4.9, 4.11,
4.12, 4.14-4.16, 4.20, 4.21, 4.23-4.32, 4.34, 4.35, 4.38-4.40),
10 trapecios (fig. 4.4, 4.5, 4.7, 4.10, 4.13, 4.18, 4.22, 4.33, 4.36,
4.37) y 1 triángulo (4.17). Como suele ser habitual, estas formas geométricas neolíticas no suelen ser tan netas como en el
precedente Mesolítico, por ello no siempre es fácil diferenciar
entre algunos trapecios y segmentos, o incluso dentro de estos
últimos hay diferencias en función del índice de alargamiento.
Por lo que se refiere a la tipometría, si tenemos en cuenta los
extremos de los tres parámetros mensurables, no parecen existir diferencias notables. En los segmentos la longitud oscila entre los 14
y 23 mm, la anchura entre los 6 y 12 mm, y el espesor entre 1,8 a
3 mm. En los trapecios, por su parte, la longitud oscila entre 15-23
mm, la anchura entre 7 y 11 y el espesor entre 1,5 y 3 mm. Con todo,
contrastando los prismas promediados en los que se inscriben estos,
sí ofrecen algunas diferencias: segmentos 19,1 x 9,1 x 2,2 mm y trapecios 18,8 x 9,3 x 2 mm, con lo que deducimos que los segmentos
son un poco más largos y están fabricados sobre láminas algo más
espesas. Por último, si analizamos estos mismos prismas en función del tipo de retoque utilizado en la conformación del geométrico, observamos cómo la diferencia entre ellos es algo más acusada:
geométricos en doble bisel 19 x 9,1 x 2,3 mientras que en los de
retoque abrupto los parámetros son ligeramente inferiores (18,4 x
8,9 x 2 mm), lo que nos indica que se busca intencionadamente un
módulo más alargado y espeso para fabricar los primeros.
Es un hecho constatado, al menos en el Valle del Ebro, que con
el advenimiento del Neolítico la técnica del microburil, masivamente empleada durante el Mesolítico, parece dejar de utilizarse. Ello se ha asociado tanto al desarrollo del retoque en
doble bisel (que elimina los estigmas que las técnicas de troceado hubieran podido dejar), como al aumento en el espesor
de las láminas soporte con las que fabrican sus geométricos los
primeros agricultores.
Entre los geométricos de El Llano del Montico existen 5
casos, todos ellos segmentos de círculo, 4 en doble bisel (fig.
4.16, 4.20, 4.34, 4.38) y 1 de retoque abrupto (fig. 4.9), en donde identificamos estigmas que interpretamos como originados
durante el proceso de fragmentación de la lámina soporte. Se
trata de ápices triédricos similares a los reconocidos en la técnica de microburil, sin embargo no comparten una característica
fundamental, y es que se trata de fracturas totalmente rectas y
no oblicuas. Esta singular circunstancia creemos que está totalmente relacionada con la técnica empleada, y a su vez condicionada por el espesor de las láminas fragmentadas. Pensamos que
probablemente se continúen utilizando muescas para reducir la
anchura de la fractura, pero que ésta ya no se hace golpeando la
lámina apoyada de forma oblicua sobre un yunque, sino que es
de forma perpendicular a un borde del mismo o, incluso y más
probablemente, mediante flexión manual, ya sea apoyando o no.
En conclusión, podemos afirmar que la técnica del microburil tal y como se ha reconocido para el geometrismo mesolítico,
no se practica en el primer Neolítico, no al menos en El Llano
del Montico, ello a pesar de que la masiva existencia de fracturas en los extremos de los geométricos han podido enmascarar
opciones de lectura sobre las técnicas de fabricación. Estas fracturas, como luego veremos, se deben a un uso preciso y generalizado de los mismos.
Las láminas soporte
Todos los geométricos, excepto un caso (fig. 4.6), están fabricados sobre lámina. Este caso excepcional se trata de un segmento
de círculo conformado mediante retoque abrupto para cuya fabricación se ha utilizado como soporte una lasca.
No son demasiadas las características que se pueden glosar
sobre estas láminas escogidas probablemente ex profeso, ya que
el propio proceso de fabricación (troceado y retocado final) elimina la mayor parte de las mismas. No obstante nos fijaremos al
menos en dos aspectos, la sección y el espesor, que normalmente no sufren alteraciones significativas que impidan su mensura.
Se reconocen dos tipos de sección, en función del número de
nervios que guíen la extracción de la lámina: triangular (un nervio
normalmente centrado) y trapezoidal (dos nervios de tendencia
paralela). En la colección 19 geométricos están fabricados sobre
láminas de sección triangular y 17 sobre sección trapezoidal, lo
que parece indicar que no es un factor determinante a la hora de la
selección de un tipo u otro de la lámina soporte para la extracción.
Respecto al espesor los rangos extremos se sitúan entre 1,5 mm
y 3 mm, rango en el que se incluyen todos los geométricos tanto
Neolíticos como Mesolíticos (Montes y Domingo, 2013).
Es necesario cruzar estos datos con la morfología que establecen los tipos para obtener algún patrón que pueda ser indicativo. Así, parece existir una preferencia por las secciones
triangulares para la fabricación de segmentos, que por otra parte
coinciden con las láminas de un mayor espesor, por encima de
los 2,2 mm y el uso del retoque en doble bisel. Por contra en la
fabricación de los trapecios, se prefieren las láminas de sección
trapezoidal, coincidiendo con unos espesores inferiores o en torno a los 2 mm, asociados al retoque abrupto.
El proceso de retoque: la secuencia
Los geométricos de la muestra que se estudia presentan tanto
retoques abruptos como en doble bisel. Siendo su distribución
de la siguiente forma: 27 en doble bisel (22 segmentos –fig.
4.1-4.3, 4.11, 4.12, 4.14, 4.16, 4.20, 4.21, 4.23-4.26, 4.28, 4.30,
4.32, 4.34, 4.35, 4.38-4.40–, 4 trapecios –fig. 4.4., 4.10, 4.22,
4.37–, 1 triángulo –fig. 4.17–) y 12 con abrupto (6 segmentos
–fig. 4.6, 4.9, 4.15, 4.27, 4.29, 4.31– y 6 trapecios –fig. 4.5, 4.7,
4.13, 4.18, 4.33, 4.36–).
Cuándo se realiza un examen más detenido de las piezas se
comprueba que tal y como es habitual en estos geométricos neolíticos, sobre todo en los contextos de hábitat al aire libre como
el que nos ocupa, muchos de los retoques cuyo ángulo interpretamos como abrupto están, más bien, a camino entre los 45º y
los 90º. Quiere ello decir que encontramos una diferencia entre
los retoques que conforman estos geométricos y los típicamente
mesolíticos. Esta circunstancia no es extraña teniendo en cuenta
que, en realidad, el retoque que realmente va a caracterizar estas
series geométricas neolíticas es el retoque simple, sobre todo en
su modalidad bifacial o de doble bisel. Incluso en ocasiones, y
dado que parece realizarse por presión, alcanza casi la condición
de retoque plano.
Con objeto de comprobar si existen procesos recurrentes
o modos de retocado en la última fase de fabricación de los
geométricos, se ha realizado una lectura, mediante lupa binocu187
[page-n-195]
M. A. Rojo, I. García, R. Garrido, C. Tejedor, E. Subirà, J. García, J. Sesma, J. F. Gibaja, M. Unzu, A. L. Palomino, I. Jiménez, E. Arroyo y H. Arcusa
lar, tratando de secuenciar el retocado de cada pieza. Para ello
es preciso reconocer cada uno de los retoques y comprobar la
presencia de los estigmas habituales en un proceso de retocado,
seguramente por presión; punto de apoyo del punzón, contrabulbo, escamas parásitas, etc. Igualmente es interesante advertir
la inexistencia de los mismos por haber sido eliminados parcialmente por otro retoque posterior, ya sea desde la misma cara de
la pieza (doble delineación) o la contraria (bifacial). Partiendo
de la base de que el tallador tiene en sus manos el fragmento de
lámina, que previamente ha troceado y que va a servir de soporte, con la lectura de la secuencia de retoque podemos establecer
algunas conclusiones (fig. 5):
- Que algunos geométricos se han fabricado con solo una tanda de retoque. Es el caso de 5 segmentos (fig. 4.6, 4.9, 4.15,
4.29, 4.31) y 2 trapecios con retoque abrupto (fig. 4.7, 4.13).
Los trapecios con retoque directo y en los segmentos 2 directo
y 3 inverso. Diríamos que esta es la forma más rápida de conformación de un geométrico y que se asocia a la aplicación del
retoque abrupto.
- Que la mayor parte de los geométricos, 24 casos, se retocan
exigiendo tan sólo un volteo de la pieza. Es el caso de 21 segmentos y 3 trapecios. En el caso de los segmentos todos presentan retoque en doble bisel. La mayor parte de ellos (14) presentan una primera tanda de retoque simple (en 9 casos primero
directo –fig. 4.11, 4.14, 4.16, 4.25, 4.26, 4.32, 4.34, 4.40– y en
5 casos primero inverso –fig. 4.23, 4.24, 4.38, 4.39–) en todo el
arco para, a continuación, voltear la pieza y aplicar una segunda
tanda otorgándole el carácter bifacial. En 7 casos (fig. 4.1-4.3,
4.12, 4.20, 4.21, 4.28) los segmentos presentan una primera tanda que afecta a toda la cuerda y tras el volteo de la pieza se apli-
ca una segunda tanda pero que no afecta a toda la cuerda sino
sólo a zonas puntuales del geométrico, normalmente los extremos. Por lo que respecta a los trapecios (fig. 4.5, 4.18, 4.36) se
trata de combinaciones de dos lados mediante retoque abrupto
directo y volteo de la pieza para aplicar retoque inverso simple
y crear el lado corto.
- Que los trapecios de retoque en doble bisel (fig. 4.4, 4.10,
4.22, 4.37) son piezas de fabricación más laboriosa. Los cuatro
ejemplares de la colección han exigido al menos dos volteos de
la pieza, ya que presentan un lado retocado con alternancia de
retoques simples directo/inverso y el opuesto con alternancia de
retoques simples inverso/directo.
- Que tan sólo se han detectado dos casos (1 trapecio –fig.
4.33– y 1 segmento –fig. 4.30–) de retoque bifacial alternante. Este tipo de delineación requiere tantos volteos de la pieza
como retoques se realicen, por lo que en los casos analizados
son al menos 6 las veces en que el tallador tuvo que voltear el
geométrico en su mano. Por otra parte se constata que este tipo
de proceso ofrece unas aristas más sinuosas e irregulares que los
modos descritos anteriormente.
- Que en muchos de los geométricos estudiados, antes de dar
por finalizada su fabricación, se produce una revisión de la delineación de sus lados o cuerda en el caso de los segmentos, pues
presentan algún retoque esporádico por encima y al margen de
los esquemas mencionados.
A modo de conclusión podemos destacar que los microlitos geométricos del yacimiento de El Llano del Montico
participan de las mismas características que los relacionados
en otros contextos del neolítico antiguo del Valle del Ebro
(Cava, 2000), al menos en lo referente a tipología y tipome-
Fig. 5. Esquema secuencial del proceso de retoque en doble bisel de un segmento de círculo de El Llano del Montico.
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Enterramientos del Neolítico antiguo en el interior peninsular: nuevos datos
tría. Cuestión aparte es la de la tecnología, donde al margen
de la estandarización que la propia técnica de fabricación
de geométricos requiere, sin embargo, no encontramos un
único patrón en los procesos de conformación y diseños del
retoque, sino que estos parecen bastante aleatorios sin que
hayamos podido concretar qué variables los determinan. En
todo caso, sería interesante realizar análisis de las secuencias
de retoque como la aquí presentada en otras colecciones del
Valle del Ebro con objeto de conocer si se repiten o son similares en yacimientos diversos.
2.1.1.2. Análisis funcional de los geométricos del yacimiento
de El Llano del Montico
El análisis se ha llevado a cabo conjugando una lupa binocular
Leica MZ16A, que abarca entre 10-90 aumentos, y un microscopio metalográfico Olympus BH2, cuyos aumentos van desde
50X a 400X aumentos, dotado con una cámara Canon 450D.
Además, para el caso de Llano del Montico, hemos podido emplear un software fotográfico (Helicon Focus v. 4.62) para adquirir y procesar imágenes totalmente enfocadas.
La primera cuestión que debemos apuntar en relación al
análisis de las piezas documentadas en esta sepultura, es que
su estado de conservación es pésimo. El hecho de que todo el
utillaje presente fuertes lustres de suelo y que el 25% muestren
pátinas desarrolladas, nos impiden hacer un análisis microscópico con el objetivo de detectar modificaciones generadas por su
uso (en concreto estrías y micropulidos).
No obstante, había un aspecto positivo ante la grave conservación del material, y es que sabemos que en los contextos
neolíticos los microlitos geométricos suelen ser proyectiles. Tal
determinación se basa en gran parte en la presencia de fracturas de impacto macroscópicas como resultado del contacto del
geométrico con alguna parte del esqueleto del animal. En base
a este criterio, hemos analizado los numerosos microlitos de El
Llano del Montico con el fin de documentar si tenían o no fracturas de impacto.
A este respecto, hemos podido determinar que de las 42
piezas analizadas, 25 (59,5%) muestran fracturas diagnósticas
producto de su uso como proyectiles, 8 (19,1%) tienen algunas
roturas que quizás fueron igualmente generadas por impacto,
pero sobre las que tenemos ciertas dudas por sus características
morfológicas, y sobre 9 (21,4%) no tenemos criterios suficientes para afirmar o negar que fueron utilizadas.
En aquellos microlitos geométricos donde determinamos
con seguridad que fueron empleados como elementos de proyectil, no sólo suelen presentar fracturas absolutamente diagnósticas (caso de las que presentan una morfología en forma
aburilada o con terminaciones abruptas o reflejadas), sino que
a menudo no aparecen de manera individualizada sino conjunta
(fig. 6). Así, por ejemplo, de esas 25 con fracturas de impacto,
hay 6 que tienen dos o más fracturas aburiladas, a menudo en
los dos extremos producto del impacto con el esqueleto y del
contragolpe de la pieza con el astil, y 11 tienen distintos tipos de
fracturas asociadas con abundantes melladuras apreciables en el
filo largo no retocado.
Además, otro aspecto relevante relacionado con el uso de
los microlitos geométricos, es que hasta 9 muestran fracturas
tan importantes que es imposible su reutilización. Por nuestra
experiencia, las pequeñas roturas generadas por impacto no
siempre suponen un impedimento para seguir usándolas. En
ocasiones son fácilmente reparadas con una ligera modificación
por retoque. Cuando las fracturas son tan importantes como las
observadas en las citadas piezas de El Llano del Montico, los
que las emplearon estuvieron obligados a abandonarlas porque
no pudieron ni siquiera repararlos. De hecho algunas de esas
piezas son pequeños fragmentos mediales o de uno de los extremos del geométrico.
Para conocer la posición en la que los microlitos geométricos estaban insertados en los astiles, se suele tener en cuenta,
por un lado, la dirección de las estrías que se producen en la
superficie, como resultado del roce de una partícula del propio
geométrico que se ha desprendido o del contacto con la materia
con la que ha percutido, y por otro, la dirección y localización
de las fracturas y melladuras de impacto.
En el caso que nos ocupa, la alteración de la superficie nos
ha imposibilitado analizar las piezas a nivel microscópico con
el fin de detectar estrías. Por ello, en relación a esta cuestión
sólo hemos valorado las fracturas de impacto y las melladuras de los filos. A este respecto, la morfología alargada de los
propios segmentos y el hecho de que la totalidad de las fracturas las encontremos en los extremos, en paralelo o diagonal
al filo largo, y que haya numerosas melladuras en tales filos
con una morfología y dirección tendente a estar igualmente en
diagonal, nos hacen proponer que la mayor parte debieron enmangarse como puntas o en forma de barbelures. En cuatro de
los microlitos geométricos además hemos reconocido posibles
residuos negruzcos que podrían ser restos de enmangue (fig.
7a). No obstante, deberían hacerse los análisis pertinentes para
confirmar dicha propuesta.
En definitiva estamos ante un conjunto muy amplio de microlitos geométricos que la mayor parte presentan fracturas de
impacto por su uso como proyectiles, e incluso algunos muestran roturas tan importantes que no pueden repararse y seguir
siendo utilizadas.
Si comparamos estos resultados con los que hemos obtenidos por nosotros en otros muchos contextos funerarios, especialmente del noreste peninsular, donde se suelen depositar
como ajuar microlitos geométricos, las diferencias son absolutas. En necrópolis como la Bòbila Madurell-Can Gambús, Camí
de Can Grau, Pla del Riu de les Marcetes, etc. (Gibaja, 2003;
Gibaja y Palomo, 2004), lo que solemos encontrar son:
- Microlitos geométricos sin usar o con pequeñas fracturas microscópicas que nos demuestran que si bien se utilizaron están
aún en perfecto estado.
- Nunca se depositan piezas totalmente fracturadas e inoperantes para una futura reutilización.
- La cantidad de microlitos nunca es tan elevada. Lo normal
es encontrar entre 1-3, siendo excepcional los enterramientos
que sobrepasan este número no llegando nunca a haber más
de 6-7 microlitos como es el caso de la estructura nº 4 de
Paternanbidea.
- Estos microlitos pueden hallarse en ocasiones junto a otros
elementos de proyectil como son las puntas pedunculadas. No
obstante, tales puntas tienen un comportamiento similar, es decir sin usar o con pequeñas roturas que no los han inutilizado.
Por lo tanto, estamos ante un comportamiento absolutamente distinto. Frente a los contextos funerarios del noreste peninsular donde evidentemente hay una selección para
189
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M. A. Rojo, I. García, R. Garrido, C. Tejedor, E. Subirà, J. García, J. Sesma, J. F. Gibaja, M. Unzu, A. L. Palomino, I. Jiménez, E. Arroyo y H. Arcusa
Fig. 6. Microlitos geométricos de El Llano del Montico con fracturas de impacto en las zonas apicales. La mayor parte pertenecen a
intensas fracturas de morfología aburilada.
190
[page-n-198]
Enterramientos del Neolítico antiguo en el interior peninsular: nuevos datos
Fig. 7. A. Posibles residuos de enmangue en los laterales retocados de dos microlitos geométricos de El Llano del Montico; B. Lámina
de sílex de la sepultura de La Lámpara. Huellas macroscópicos de los laterales retocados y rastros microscopios relacionados con el
corte de madera.
el ajuar de aquellos microlitos geométricos que son nuevos
o están en buen estado, en El Llano del Montico documentamos proyectiles fracturados e incluso totalmente rotos e
inutilizables. Frente a este hecho nos preguntamos por qué
se dejaron en una sepultura tantos proyectiles con roturas
e incluso inefectivos: ¿se dejó cualquier proyectil independientemente de su estado?, ¿no importaba su estado, sólo era
relevante el que fueran microlitos geométricos?, ¿acaso algunos estaban fracturados porque llegaron clavados en los
individuos inhumados?
Verdaderamente son preguntas a responder a medida que
podamos conocer otras sepulturas similares y observar si en
ellas existe un comportamiento similar. Mientras para el noreste peninsular tenemos un rico registro funerario en el que
podemos hacer valoraciones comparativas, para el caso de El
Llano del Montico solo podemos compararlo remotamente
con el enterramiento 3 de Paternanbidea (vid. supra) que no
hemos podido analizar por hallarse en proceso de estudio por
otros investigadores.
2.2. la lámPara: hoyo 1 (ambrona, SorIa)
Es una de las pocas, si no la única, de las evidencias funerarias
del Neolítico Antiguo descubiertas en el Interior Peninsular a
raíz de un proyecto de investigación integral y no como fruto de las labores de documentación de yacimientos antes de su
destrucción por algún tipo de obra pública. No la incluimos en
este trabajo por su novedad, ya que es de sobra conocida (Rojo
Guerra y Kunst, 1999b: 26 y ss.; Rojo Guerra et al., 2008: 81 y
ss.), sino por ser una de las mejor documentadas y contener el
ajuar más espectacular y rico de todas las halladas hasta ahora
en la Península, como veremos en este apartado. Esto nos permite describir con sumo detalle aspectos poco frecuentes relacionados con la ceremonia o ritual que se debió de desarrollar
antes y durante el sepelio (fig. 8).
La tumba, una fosa profunda (1,5 x 1 m y 1,23 m3 de capacidad), de perfil sinuoso, posiblemente fuera en origen un silo que
se amortizó y se reutilizó con fines funerarios. En la misma, podríamos identificar una boca ancha, un estrangulamiento medial
191
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M. A. Rojo, I. García, R. Garrido, C. Tejedor, E. Subirà, J. García, J. Sesma, J. F. Gibaja, M. Unzu, A. L. Palomino, I. Jiménez, E. Arroyo y H. Arcusa
Fig. 8. Ajuar de la tumba de La Lámpara. Parte superior: ajuar cerámico: los puntos negros de menor tamaño hacen referencia a otros fragmentos
cerámicos. Parte inferior: otros materiales del ajuar: izquierda: fragmento de neurocráneo de oveja; derecha: lámina de sílex retocada de 4,7 cm
de longitud; abajo: industria ósea (de izquierda a derecha): 1) posible bruñidor sobre metápodo de ovicáprido de 14,5 cm de longitud; 2) punzón
sobre metápodo de ovicáprido de 12,5 cm de longitud; 3) puñal sobre candil de ciervo de 14,5 cm de longitud. Los triángulos negros de menor
tamaño hacen referencia a restos de fauna, y los cuadrados grises a restos líticos tallados y dispersión de los mismos.
192
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Enterramientos del Neolítico antiguo en el interior peninsular: nuevos datos
(sellado con piedras calizas planas) y un fondo abombado donde se depositó el cuerpo de una mujer adulta en posición fetal.
Desde el propio depósito funerario, hasta el relleno de la fosa,
parecía responder a un planificado y estandarizado proceder que
se habría realizado en las siguientes etapas:
1) Colocación del cuerpo: El cadáver se dispuso en decúbito lateral derecho, con las extremidades inferiores replegadas y
las superiores recogidas a la altura del cuello, en una posición
bastante excéntrica dentro de la fosa, con la cabeza demasiado
próxima al borde de la misma, lo que hizo que quedase en un
plano más elevado que el resto del cuerpo. Los resultados del
estudio antropológico (Lohrke y Wiedmann, 2000) indican que
se trata de una mujer de edad avanzada, puede que incluso senil
(unos 50 años) pues no tenía evidencia alguna de las suturas
craneales. Su estado de conservación era deficiente, en especial
las partes esponjosas (costillas y epífisis) debido al terreno extremadamente básico y a las filtraciones de aguas fuertes con
mucho componente calcáreo que precipita carbonato cálcico sobre los restos esqueléticos. A pesar de la general ausencia de las
epífisis, el fémur izquierdo se conservaba en plenitud por lo que,
unido a los datos extraídos de los húmeros, fue determinante
para fijar la altura de la anciana en 152,46 cm ± 3,5.
2) Disposición de ofrendas junto al cuerpo: En reiteradas
ocasiones hemos defendido la existencia de un “ajuar personal
o directo” como ofrenda de todo el grupo (Rojo Guerra y Kunst,
1999b: 506) con la clara intención de segregar los objetos recuperados junto al cuerpo de la difunta (a los pies de la misma),
de los recogidos en el relleno de la fosa. Este “ajuar personal”
estaba compuesto por el único recipiente no fragmentado del
interior de la tumba (fig. 8a, signo de más) y por una lámina de
sílex retocada y con evidentes huellas de uso. Además de ellos,
se encontraron otros elementos cerámicos, líticos y óseos en
cotas coincidentes con las del enterramiento, pero resulta muy
difícil establecer hasta qué punto son ofrendas colocadas donde
aparecieron o si son más bien elementos que formaban parte
del relleno de sedimento que, como veremos a continuación, se
arrojaron para rellenar la fosa. Entre ellos podemos destacar un
puñal sobre candil de ciervo, que se halló en posición horizontal y a la misma cota que la difunta, aunque, eso sí, en el otro
extremo de la fosa (fig. 8b, triángulo negro con punto blanco).
En relación con la vasija completa que formaba el “ajuar
personal” hay que precisar que se trata de un pequeño jarro,
al que, no obstante, le faltaban el cuello y el borde, que habían sido intencionadamente eliminados con el propósito, muy
probablemente, de que esta supresión, junto con una parte del
conjunto decorativo, recordarse un rostro humano barbado. El
resto de la decoración muestra varias composiciones y temas
muy típicos en los conjuntos cerámicos del Neolítico Antiguo
del Interior Peninsular. En primer lugar, se aprecian los restos de
un conjunto decorativo definido por García-Martínez de Lagrán
et al. (2011: 99) como un Tema 7, esto es, una composición de
líneas horizontales paralelas bajo la cual se desarrollan una serie
de triángulos, en este caso rematados con “flecos”. Asimismo,
en el punto de inflexión de la panza aparece una composición
muy frecuente en el Grupo temático 5 (ibídem: 98), formado por
distintas relaciones entre un conjunto de líneas horizontales paralelas y series de puntos o trazos cortos dispuestos sobre, bajo o
enmarcando el conjunto de líneas horizontales, como en el caso
que nos ocupa. Como ya han constatado diversos autores (Gui-
laine, van Willigen y Convertini, 2008: 760; García-Martínez de
Lagrán, 2012), la extensión geográfica de este grupo temático
en distintas composiciones es realmente amplia, y abarca desde
el sur de Francia, e incluso podría remontar el Ródano, hasta
Andalucía. Por último, la combinación de la incisión y de la impresión simple en un mismo recipiente es otra constante en las
colecciones cerámicas de todo el Interior, siendo, junto con los
cordones, las dos técnicas mayoritarias en todos los conjuntos.
Como se ha dicho, en varios trabajos ya publicados (Rojo y
Kunst, 1999a: 505-506) todo apunta a que la supresión del asa y
las características de su decoración quizás tenía como objeto convertirla en la figura aproximada de un rostro humano barbado (fig.
9a). Este tipo de representaciones antropomorfas realizadas sobre
cerámicas, aprovechando determinadas características de su forma (por ejemplo el asa como nariz) o decoración, es una práctica
ampliamente documentada en distintos contextos y lugares del
mundo. El paralelo más próximo lo encontramos en el yacimiento
de La Paleta donde se ha definido una decoración figurada en un
recipiente de almacenaje (Jiménez Guijarro, 2007: 579, fig. 350)
o en una cerámica singular profusamente decorada con técnica
cardial de la Cova de l'Or que organiza su diseño ornamental a
partir, precisamente, del asa. A un lado y otro del mismo y bajo
el borde del recipiente se desarrolla un conjunto decorativo de
tres líneas horizontales de las que penden triángulos rematados
con flecos que no son otra cosa que la impresión del natis del
cardium. Alrededor y bajo el asa la decoración semeja un rostro
barbado siendo los ojos el primero y último de los triángulos que
penden de las líneas horizontales bajo el borde (fig. 9b). Se conocen algunos otros excepcionales e interesantes ejemplos en varios
yacimientos neolíticos de Europa septentrional (Tilley, 1996),
central y oriental, como en los húngaros de Öcsöd-Kováshalom y
Füzesabony-Kettõshalom (Raczky, 1999-2000). Algunos autores
consideran, a partir de diversos testimonios etnográficos, que para
muchos grupos las cerámicas representan y “son” personas, en
ocasiones se decoran de la misma forma, y a veces representan
tanto a los dioses como a miembros vivos y muertos de la familia
(Nicholas et al., 1988).
En relación con la lámina de sílex profusamente retocada
y recuperada a los pies de la difunta es necesario señalar que
se trata de una lámina fragmentada por su parte proximal en la
que ambos filos muestran un retoque semiabrupto y ligeramente
denticulado relacionado, como veremos, con su utilización. En
efecto, el estudio traceológico nos ha demostrado que fue un
instrumento reutilizado en dos materias diferentes. Primero los
dos laterales fueron empleados para cortar plantas no leñosas y
cuando dejaron de ser efectivos, fueron reavivados para poder
obtener así, y mediante el retoque, filos denticulados más obtusos y resistentes para realizar la segunda de las tareas: el corte
de madera (fig. 7b). Se trata, por lo tanto, de un útil con una
larga vida activa que por sus características morfológicas no se
desechó después de usarla en la primera actividad, sino que se
modificó para ser reutilizada y, finalmente, fue amortizada como
ajuar singular en el sepelio, posiblemente, de su dueña.
3) Relleno de la fosa: Una vez depositado el cuerpo en el
fondo de la fosa y junto a él los objetos antes referidos, ésta se
fue cubriendo arrojando sedimento que estaba repleto de materiales (fragmentos de cerámica, muchos de ellos decorados,
piezas de industria lítica, restos de fauna, un neurocráneo de
oveja con uno de los cuernos aún en su lugar, etc. (fig. 8). En
193
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M. A. Rojo, I. García, R. Garrido, C. Tejedor, E. Subirà, J. García, J. Sesma, J. F. Gibaja, M. Unzu, A. L. Palomino, I. Jiménez, E. Arroyo y H. Arcusa
Fig. 9. Representaciones de rostros barbados en dos recipientes cerámicos: a) La Lámpara; b) Cova de l'Or. El recipiente de L'Or está
modificado de Baldellou, Mestres, Martí y Juan-Cabanilles (1989).
particular destaca la clara concentración de hallazgos de restos de fauna, que parecen haberse colocado justo encima del
cuerpo de la mujer allí enterrada. Asimismo, es posible que la
tierra fuese intencionadamente traída de alguna acumulación
de “desechos”, muy probablemente generada por los asistentes al funeral y en el curso del desarrollo del mismo. Sólo así
se podría explicar el elevadísimo porcentaje de materiales que
presenta esta estructura. En la zona del estrangulamiento del
hoyo, donde los silos suelen presentar el cierre, se documentó un auténtico sellado con piedras planas de caliza mezcladas
con una importante concentración de fragmentos cerámicos,
restos de industria lítica y fauna.
De este sector nos gustaría destacar algunos recipientes. En
primer lugar un cuenco/olla, prácticamente entero, con decoración inciso/impresa, ligeramente cerrado y con un diámetro de
boca de 26-27 cm (fig.8a, círculo negro con borde blanco). Su
decoración pertenece al Grupo temático 5, antes mencionado,
aunque con una variante distinta al disponerse dos líneas de impresiones simples bajo las líneas horizontales paralelas. Como
en la inmensa mayoría de los recipientes del Neolítico Antiguo
del Interior, su decoración se restringe al tercio superior. Se re194
cogieron más de una treintena de fragmentos con los que pudimos reconstruir todo el recipiente completo. Este hecho nos
autoriza a plantear la posibilidad de que hubiera sido intencionadamente roto fuera del hoyo (¿tras ser utilizado en la ceremonia funeraria?), arrojándose después casi todos sus fragmentos,
entre las piedras que cierran el estrangulamiento de la fosa.
También nos gustaría detenernos brevemente en una pequeña botella decorada mediante impresiones de peine formando
un conjunto decorativo singular en su parte superior y a lo largo
de su cuello mediante la disposición de diferentes líneas/bandas
entrelazadas y otras colgantes (fig. 8a, cuadro negro con punto
blanco). Podemos encontrar paralelos de este recipiente en zonas
geográficas distintas como en el valle del Ebro (concretamente
en Chaves, Huesca) o en varios yacimientos de Andalucía (como
las cuevas de Los Botijos y Tapada, en Málaga) (Rojo, Kunst et
al., 2008: 133, 170 y 381). El resto de recipientes del relleno de la
fosa reproducen algunos tipos (cuencos, ollas), temas decorativos
y técnicas (diferentes tipos de cordones, variaciones del tema 7,
y presencia del 4 y 1) muy frecuentes en el Interior peninsular
(Rojo, Kunst et al., 2008: 379-386; García et al., 2011). Para concluir nos gustaría comentar la presencia del Grupo temático 1 en
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Enterramientos del Neolítico antiguo en el interior peninsular: nuevos datos
otro recipiente de esta tumba (fig. 8a, hexágono negro). Se trata
de una olla con decoración en el labio y en el tercio superior mediante la combinación de impresión, cordón impreso y acanaladura ancha y poco profunda, todo ello estructurado a partir de los
elementos de prensión. La combinación de este tema con la impresión y la acanaladura, especialmente cuando es ancha y poco
profunda, parece ser un elemento distintivo propio de la Meseta
norte donde su representación, hasta el momento, es más frecuente (García-Martínez de Lagrán, 2012: 601, fig. 3.304).
También se documentaron en este mismo sector del relleno
dos útiles de industria ósea, un punzón (fig. 8b, cuadro negro
con punto blanco) y un bruñidor (fig. 8b, círculo negro con punto blanco). Por otro lado, la flotación del sedimento de este nivel
proporcionó restos de cereales domésticos (Triticum monococum L., Triticum monococcum L./dicoccum y Cerealia indet.),
aunque dada su escasa presencia no queda claro si formaban
parte de las ofrendas fúnebres o quedaron incluidos por casualidad en el relleno. No obstante y a partir de la datación absoluta
de uno de estos granos de cereal que deparó la fecha calibrada
a 2 sigma del 5370-5200 a.C. nos inclinamos por la segunda
interpretación dada la evidente mayor antigüedad en relación
con