Los niveles de corral en el yacimiento neolítico de la Cova de l'Or sectores k34, k35 y k36. Información aportada por el estudio de la fauna.
Manuel Pérez Ripoll
2016
[page-n-1]
Del neolític a l’edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 117-124.
Los niveles de corral en el yacimiento neolítico
de la Cova de l’Or, sectores K34, K35 y K36.
Información aportada por el estudio de la fauna
Manuel Pérez Ripoll
resumen
En este trabajo presentamos la información tafonómica sobre los restos óseos depositados a los largo de la secuencia
sedimentaria de la Cova de l’Or. El cotejo de una serie de variables indica claramente que esta cavidad ha funcionada como
un redil desde el neolítico antiguo, especialmente a partir de los niveles epicardiales. Los ritmos ocupacionales por ganados y
por humanos han sido muy variables; en los niveles inferiores han primado más las estancias humanas y en los intermedios y
superiores el lugar ha servido para estabular ganado ovino y caprino.
p a l a b r a s c l a v e : Redil,
Neolítico, rebaño, huesos alterados, dientes deciduos.
abstract
Poultry levels in the Neolithic site of Cova de l’Or, sectors K34, K35 and K36. Information provided by the study of the fauna.
In this paper we present taphonomic information on the skeletal remains deposited along the sedimentary sequence of the Cova
de l’Or. The comparison of a number of variables clearly indicates that this cavity has operated as a fold from the old Neolithic,
particularly from the epicardial levels. Cooking activities have been determined at lower levels, while in the middle and upper
levels the place has served to enclose sheep and goats.
keywords:
Sheepfold, Neolithic, flock, altered bones, deciduous teeth.
La realización de este trabajo me ha traído a la memoria viejos y buenos recuerdos de cuando la cueva fue objeto de varias
campañas de excavación bajo la dirección de Bernat Martí, en
las que participé y en las que se fraguaron los comienzos de
estudios especializados que dieron lugar a trabajos en equipo,
que cuajaron y continúan vigentes hoy en día. Este estudio es
una clara muestra de ello.
1. INTRODUCCIÓN
Determinadas cuevas y abrigos han funcionado como cuevasredil a partir del Neolítico. Sus depósitos sedimentarios se denominan de una manera genérica fumiers, que son el testimonio
de la utilización de estos lugares como zonas de cerramiento
de ganado. La presencia de tales yacimientos es de gran importancia para aproximarnos al conocimiento de la organización
territorial de las sociedades productoras desde al Neolítico a la
Edad del Bronce. Se trata de obtener información a cerca de la
ocupación de estas cuevas y abrigos en conexión con la explotación de un territorio, de las interrelaciones con asentamientos al
aire libre ubicados en el llano y del carácter de especialización
ganadera, unido a una serie de movimientos estacionales de los
pastores con sus rebaños, en los que no se contemplan desplazamientos a larga distancia.
La analítica para el conocimiento de los depósitos de estercoleros es diversa. La más corriente utiliza la microsedimentología, iniciada con los trabajos de Brochier, basada en los componentes minerales de los fumiers (Brochier, 1983, 1991, 1996);
hay que añadir los estudios de antracología (Badal, 1999), los
de macro y micro restos vegetales (Delhon et al., 2008 y 2009;
Badal y Atienza, 2007; Allué, 2005), estudios de coprolitos (Badal y Atienza, 2007 y 2009) y los trabajos de arqueozoología
(Helmer, 1884; Pérez-Ripoll, 1999, 2006; Bréhard et al., 2010).
Los comienzos tuvieron que ver con las propuestas de microsedimentología emprendidas por Brochier, pero también con
la interpretación de retos de fauna. En el año 1984, Helmer sugirió que los dientes de caída estudiados en los niveles del Neolítico antiguo de Fontbrégoua formaban parte de los depósitos
del fumier de este yacimiento, que hasta entonces eran interpretados como restos de cenizas de hogares neolíticos y no como
117
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M. Pérez Ripoll
la acumulación de materia orgánica procedente del ganado allí
encerrado. El reemplazo de la dentición infantil por la dentición
permanente tenía lugar en el exterior del redil pero también en
su interior cuando el ganado permanecía recluido en la cavidad.
Posteriormente, los trabajos de Brochier confirmaron la teoría
de Helmer. Los estudios realizados en la Grotta de l’Uzzo (Brochier et al., 1992) corroboraron las teorías de Helmer, afirmando
que las cavidades fueron utilizadas por los pastores para encerrar animales desde el Neolítico antiguo. Las investigaciones
emprendidas en Arene Candide reafirmaron el uso de este lugar
como un redil desde el Neolítico antiguo (Courty et al., 1992;
Nisbet, 1997). En este mismo sentido se interpretan los niveles
del Neolítico antiguo de la Balma Margineda, Andorra (Brochier, 1995).
Aunque los inicios de estas prácticas se remontan al Neolítico antiguo, la formación de potentes secuencias sedimentarias
de fumiers tuvieron lugar a partir del Neolítico medio en estos
y en otros yacimientos del sur de Francia (Delhon et al., 2009),
Alpes franceses (Delhon et al., 2008), Liguria y los Abruzzos
(Boschian, 2000; Iaconis y Boschian, 2007).
En el ámbito mediterráneo peninsular, hay bastante información sobre cuevas-redil. Son numerosos los yacimientos que
funcionaron como tales desde el Neolítico epicardial, como
Cova Colomeras (Oms et al., 2008), Cova de la Guineu (Bergadá, 1997; Allué y Bergadá, 2005), Cova del Vidre y Cova del
Parco (Bergadá, 1997). En otros yacimientos, las formaciones
sedimentarias de fumiers comenzaron con el Neolítico final y
continuaron a lo largo del Calcolítico y Edad del Bronce, como
Cova Gran (Polo et al., 2014).
En el ámbito valenciano, la información sobre las cuevasredil también es abundante. Cova de les Cendres contiene una
larga secuencia de niveles de corral que va desde el epicardial
a la Edad del Bronce (Bergadá, 2001; Badal y Atienza, 2007).
La Falguera, especialmente los niveles del Neolítico medio y
final (Verdasco, 2006; Pérez-Ripoll, 2006; Molina et al., 2006;
Carrión et al., 2006). Santa Maira, en los niveles del Neolítico
medio y final (Verdasco, 2001). Cova de les Bruixes, desde los
niveles epicardiales a los eneolíticos (Mesado et al., 1997). El
abrigo de El Cinto Mariano, que contiene un potente registro de
fumiers que corresponden al Neolítico final y Eneolítico (JuanCabanilles et al., 2005).
En el interior de la Península ibérica, los estudios de la cueva del Mirador han aportado abundante documentación sobre
las cuevas-redil desde el Neolítico antiguo a la Edad del Bronce
(Angelucci et al., 2008) y los de los Husos con potentes niveles de estabulación a partir del Neolítico avanzado (Fernández
Eraso, 2008).
En este trabajo damos a conocer la información que la fauna
puede suministrar para la caracterización de los niveles de corral del yacimiento neolítico de la Cova de l’Or.
2. METODOLOGÍA DE ESTUDIO
En este apartado presentamos los métodos de trabajo que hemos
utilizado para conocer la existencia de prácticas de estabulación
en la secuencia de la Cova de l’Or. La agrupación de las capas
por sectores y fases culturales de los sectores K34, K35 y K36
(v. tabla 1) procede de las publicaciones de Martí (1983) y Badal, Martí y Pérez-Ripoll (2012).
118
Los depósitos sedimentarios de este yacimiento contienen
una gran variedad de restos materiales que corresponden a
procesos diferenciados; unos podemos calificarlos de cotidianos, como preparación de la comida, confección de cerámica,
útiles líticos, etc., y otros tienen que ver con el uso de la cueva
como un redil. A lo largo de la secuencia, los ritmos de ambas
actividades han ido variando, de forma que en unos momentos
la actividad cotidiana prima sobre la ganadera, en otros sucede lo contrario. Estos ritmos dan lugar a unas configuraciones
sedimentarias intercaladas, en las que la formación de fumiers
es muy destacable e indicativa del uso ganadero en la cueva
(Badal et al., 2012).
El material óseo estudiado puede perfilar el uso diferenciado
del lugar. Los dos procesos quedan registrados a lo largo de la
secuencia: la actividad ganadera, que genera una serie de vestigios (coprolitos, macro y micro restos vegetales y determinados
vestigios óseos directamente relacionados con esta práctica), y la
actividad culinaria, que es responsable de otros materiales, como
restos vegetales relacionados con la alimentación humana (cereales, legumbres), restos óseos (huesos con marcas de carnicería),
carbones que provienen de fuegos culinarios, etc. Consecuentemente, en lo referente a los estudios de fauna, la simple presentación de un listado de taxones no es suficiente para hablar de actividades ganaderas diversificadas en el entorno de la cueva (ganado
bovino, porcino, caprino, ovino); muchos de estos taxones pueden
ser restos de comida traídos de fuera, del mismo modo que los
cereales y las legumbres proceden de asentamientos situados en
zonas idóneos para el cultivo de alimentos de origen vegetal. Por
ello, procedemos a diferenciar los dos grandes procesos.
A. Material que tiene que ver con la alimentación
humana
1. La composición taxonómica de Cova de l’Or se caracteriza
por la abundancia de ovejas y cabras (predominando siempre
la oveja sobre la cabra), la relativa participación de los cerdos y escasa presencia de los bovinos (Pérez-Ripoll, 1980;
en preparación los Sectores K34, K35 y K36), panorama
que se repite en la Cova de la Sarsa (Boessneck y Driesch,
1980), Cova de les Cendres (Iborra y Martínez-Valle, 2009)
y Abric de la Falguera (Pérez-Ripoll, 2006). La mayor parte
de los restos óseos de dichos taxones forman parte de la alimentación humana, según el estudio de las marcas antrópicas
(percusiones, cortes líticos, alteraciones térmicas, etc.). Esto
plantea una disyuntiva, o bien la cueva era frecuentada por
ganados diferenciados, o una parte son restos de comida que
proviene de un asentamiento al aire libre situado en una zona
de labranza. Desde este punto de vista, los bovinos y cerdos
no parece guardar conexión con la actividad pastoril que se
desarrollaría en los entornos de Cova de l’Or; el biotopo de
ladera no es adecuado para estos dos taxones; por el contrario los caprinos y ovinos están mejor adaptados a los recursos de este medio (Pérez-Ripoll, 1999). Los estudios de sedimentología han puesto de manifiesto que tanto los coprolitos
como los componentes minerales microscópicos (esferolitos,
fitolitos y oxalatos) corresponden a explotaciones de ganados
caprinos y ovinos (Brochier, 1983; Verdasco, 2001; Badal y
Atienza, 2007 y 2008; Bergadá, 2001; Bergadá et al., 2005).
Consecuentemente, todo parece indicar que este tipo de ganado frecuentaba la cavidad. Por el contrario, la composición de
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Los niveles de corral en el yacimiento neolítico de la Cova de l’Or, sectores K34, K35 y K36
Tabla 1. Numero de restos (NR) determinados, NR con marcas de corral, NR de fetos y recién nacidos, NR de dientes deciduos y
NR de quirópteros en relación con los estratos y capas de los sectores K34, K35 y K36. Determinaciones estratigráficas y atribución
cronocultural según Martí (1983) y Badal, Martí y Pérez (2012).
C2
H4
IB
D1
IA
H5
D2
1
1
2
4
9
8
24
10
14
12
6
1
1
1
1
12
6
IC
1
3
5
H4
IB
1
D1
1
IA
3
2
B
H2
C1
H3
C2
H5
D2
la fauna de los asentamientos situados en llanura señala que
la cabaña bovina tenía una gran importancia (Saña, 1998 y
2011; Bosch et al., 2008). Desafortunadamente, en los poblados del Neolítico antiguo cercanos a Cova de l’Or, como el
Mas d’Is, el material óseo no se conserva y no se ha podido
estudiar la composición taxonómica de este yacimiento; esto
mismo ocurre en el poblado de Benàmer (Tormo, 2011). Los
poblados del Neolítico final y Calcolítico conservan mejor la
fauna y sus patrones muestran diferencias con los de las cuevas, especialmente en lo referente a la representatividad de los
bovinos (Martínez-Valle, 1993; Pérez-Ripoll, 1990 y 1999;
Juan-Cabanilles y Martínez-Valle, 1988).
2. Los huesos que tienen que ver con la alimentación humana,
una vez que sus nutrientes son consumidos, se arrojan al fumier
(fig. 1).
3. Estos restos se incorporan al sedimento y se ven sometidos a
la acción de los agentes tafonómicos que actúan en el lugar: el
ganado allí encerrado y la descomposición de la materia orgá-
3
6
12
6
6
11
14
9
10
1
4
6
1
2
3
IB
3
1
Quirópteros
A
H1
B
H2
C1
H3
C2
14
4
15
10
16
11
D1
17
0
18
6
19
10
20
20
21-22 19
23
15
24-25 26
H5
26
0
D2 27-28
7
29
0
1
H4
IA
3
1
Fetos y recién nacidos
3
1
1
IC
NR con marcas de
corral
3
1
14
6
65
229
46
12
7
3
1
6
NR determinados
1
2
1
Capa
1
2
1
IIA
Estrato
1
1
Fase neolítica
4
5
Quirópteros
Dentición decídua
1
1-2
3
12
4-5
23
6
46
7
48
8
29
9
31
10
14
11
50
12
85
13
13
14
11
15
8
16
32
17
46
18
47
19
33
20
20
21-22 249
23
58
24-25 109
26
68
27-28 98
29
34
NR con marcas de corral
1
NR determinados
2
2
IIA A
H1
Capa
3
Estrato
3
Fase neolítica
Quirópteros
Fetos y recién nacidos
3
4
K36
Fetos y recién nacidos
IIC
H2
C1
H3
47
14
8
8
27
43
16
49
17
18
12
11
25
1
12
30
46
88
31
28
41
56
44
19
Dentición decídua
H1
B
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
Con marcas de corral
A
NR determinados
IIA
Capa
Estrato
K35
Fase neolítica
K34
1
4
2
1
1
1
1
1
nica. En el primer caso, el pisoteo es el responsable de la fragmentación acusada de los restos óseos. En el segundo caso, los
ácidos húmicos alteran la estructura ósea del material depositado (fig. 2).
B. Material cuya procedencia se relaciona con el ganado
encerrado en la cueva
1. Cuando el ganado permanece encerrado en época de los partos, algunas crías mueren en el nacimiento y sus restos se incorporan al fumier. Normalmente, los huesos están enteros. No
hay marcas de carnicería. Sólo los perros dejan sus improntas
cuando proceden a comerlos; en ese caso, se observan marcas
de mordeduras en algunos restos.
2. Los animales juveniles que acompañan al ganado pueden
cambiar la dentición decidua por la permanente en el momento de su retiro y encierro. Estos dientes se caracterizan por un
fuerte desgaste erosivo y por la inexistencia de raíces. Al caer se
incorporan al suelo para formar parte del fumier.
119
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M. Pérez Ripoll
3. LOS RITMOS OCUPACIONALES DE LA CUEVA
A. Los datos proporcionados por la fauna
El uso de la cueva puede ser evaluado a partir del manejo de
una serie de variables, que a continuación detallamos (tabla 1).
1. La evolución del número de restos determinados
Fig. 1. Sector K34, capa 18. NRD con concreciones minerales
negras y grisáceas procedentes de la descomposición del estiércol.
Algunos de estos restos contienen marcas de carnicería.
El número de restos determinados varía a lo largo de tres momento diferenciados: en las capas inferiores, el NRD es superior con respecto a las capas centrales y superiores debido a una
menor fragmentación, que hace posible que la mayor parte de
los huesos puedan ser clasificados. Sin embargo en las capas
intermedias, la cantidad de huesos determinados desciende por
la escasez de restos y por la dificultad de su asignación taxonómica. En las capas superiores aumenta relativamente el NR
determinados (fig. 3).
2. Número de restos con marcas de corral
En el Sector K34, la concentración de restos con marcas de corral se sitúa entre las capas 10 a la 18; sólo hay unos pocos en las
capas inferiores, correspondientes al inicio de la secuencia. En
el K35, la concentración se sitúa entre las capas 10 a la 18. Pero
en las capas inferiores son escasos. En el Sector K36 no hay
restos con estas marcas, a excepción de la capa 14 (fig. 1 y 2)
3. Fetos y recién nacidos
El número de restos de fetos y recién nacidos en el Sector K34
se encuentra entre las capas superiores y las intermedias. En el
Sector K35, también aparecen en el mismo tramo. En el K36
sólo hay dos restos (capa 16 y capa 23).
4. Dentición decidua
En el K34 sólo aparece en el tramo superior (capas 1 a la 9). En
el K35 en el superior y parte del medio, coincidiendo con los
fetos y recién nacidos. En el K36 no hay.
5. Los quirópteros
Fig. 2. Restos óseos muy afectados químicamente por la acción
de los ácidos húmicos. La fragmentación es muy acusada por el
pisoteo del ganado. La gran mayoría no se pudieron determinar
taxonómicamente.
3. Los niveles de estabulación se caracterizan por la formación
de potentes sedimentos de materia orgánica que entra en descomposición, liberando ácidos que modifican la superficie de
los huesos depositados en el propio sedimento, provocando alteraciones químicas y/o depósitos oscuros adheridos a los huesos
(fig. 2).
4. Los episodios de mayor intensidad en el uso de la cavidad
como un redil se traducen en una escasez de material óseo y una
fragmentación acusada del mismo debida al pisoteo. La cueva
no es ocupada por los pastores, y si lo hacen sus vestigios son
muy pocos
120
La fauna de quirópteros aporta una información muy valiosa
con el fin de valorar los ritmos de ocupación de la cueva. Las
especies estudiadas son, Myotis myotis, Miniopterus schreibersii y Rhinolophus ferrumequinum, todas ellos son cavernícolas.
En la actualidad pueden convivir en la misma cueva. El desarrollo biológico de estas comunidades es incompatible con la
acción humana. Sus momentos más críticos son la hibernación
y la época de cría; las colonias no deben de ser alteradas porque
de lo contrario se impediría la reproducción o se provocaría la
muerte en el caso de ruptura del periodo de hibernación. La intervención humana ya sea por el ejercicio de las actividades cotidianas, o por actividades ganaderas, especialmente si conlleva
la práctica de fuegos higiénicos del estiércol o del vaciado del
mismo, rompería el ritmo biológico natural.
El dato claro que evidencia que el desarrollo biológico de
los quirópteros es incompatible con la actividad humana y ganadera se basa en el estado de conservación de los huesos. Casi
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Los niveles de corral en el yacimiento neolítico de la Cova de l’Or, sectores K34, K35 y K36
Fig. 3. Número de restos determinados (NRD). Evolución numérica a lo largo de la secuencia.
todos ellos están enteros, a pesar de su fragilidad, y no contienen
marca alguna que nos haga pensar en ocupaciones simultáneas o
separadas por intervalos cortos de tiempo, lo que indica que estos depósitos óseos corresponden a muertes naturales, que permanecieron inalterados por largos periodos de tiempo en los que
la cueva no fue frecuentada por humanos y sus ganados (fig. 4).
B. La valoración de los datos
Las capas inferiores que corresponden al Neolítico IA tienen en
común una escasa fragmentación ósea, la presencia de fracturas antrópicas y marcas líticas. No hay restos de fetos y recién
nacidos. Tampoco hay quirópteros en los sectores K34, K35 y
K36. Todos estos indicios nos llevan a pensar que la cueva funcionaba como un lugar de habitación, las actividades cotidianas
están bien representadas (huesos con marcas de manipulación
humana) y los aspectos relacionados con un redil son inexistentes o escasos (los restos con marcas de corral son pocos o
inexistentes).
A partir del Neolítico IB, los indicios sobre el funcionamiento del lugar como un redil aumentan progresivamente
hasta llegar a la capa 18, momento en el que los restos con
marcas de corral son abundantes (tramo superior del estrato
D1). Con el Neolítico IC, sigue la trayectoria apuntada anteriormente, a lo que hay que añadir la presencia de fetos, ani-
Fig. 4. K35, capa 12. Acumulación de restos de quirópteros. A pesar de la fragilidad de estos restos, la mayoría se conservan enteros
y no contienen adherencias procedentes de la descomposición del estiércol. Todo ello nos indica que no han estado sometidos a la
acción del pisoteo de animales ni de los grupos humanos. Consecuentemente, los ritmos de ocupación de los quirópteros son totalmente
independientes de los del ganado y de las personas.
121
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M. Pérez Ripoll
males recién nacidos y dientes deciduos. A excepción de las
capas del H4, siempre hay huesos que contienen marcas de
carnicería, lo que nos hace pensar que en la cueva vivían los
pastores junto a sus rebaños.
Existe una fuerte interrelación entre el descenso del número
de restos determinados taxonómicamente y las mayores concentraciones de huesos de corral, especialmente en el H4. Todo
ello parece indicar que aquí se encuentran las mayores potencias
del fumier, al tiempo que la actividad culinaria es inexistente o
mínima. A esto hay que añadir que no hay medidas higiénicas
que impliquen un vaciado del estiércol, ni tampoco la práctica
de fuegos ya que no hay ningún hueso quemado total o parcialmente. Además, de haber existido un fuego, los murciélagos no
hubieran podido vivir. Por tanto, estas capas corresponden a una
descomposición de potentes acumulaciones de estiércol.
Con el Neolítico IIA, desaparecen las marcas de corral, pero
sigue la presencia de fetos, recién nacidos y dientes deciduos.
La cueva funcionando como un redil, pero el encierro de animales no es obstáculo para que los pastores viven en la cueva,
según las marcas de carnicería que aparecen en los huesos. La
ausencia de marcas de corral puede deberse a la práctica de medidas higiénicas, como el vaciado del estiércol que impediría
que éste se acumulara y entrara en descomposición. Es posible
la práctica de la quema del estiércol, pero los huesos con marcas
de fuego son muy pocos.
Por último, la presencia de los quirópteros es muy interesante para comprender los ritmos de ocupación y desocupación por
pastores y ganados. La mayor concentración se encuentra en los
estratos H3 y C2 del K34, que coincide con la presencia de huesos de corral, fetos, animales recién nacidos y denticiones deciduas. Estos datos parecen indicar que el lugar estuvo desocupado en determinados momentos, con periodos superiores a un
año, tiempo que como mínimo las comunidades de murciélagos
necesitan para reproducirse. De manera temporal, los pastores
y sus ganados ocupaban la cavidad. Estas desocupaciones son
largas y no tienen un carácter estacional. La ausencia de quirópteros o su escasez en las capas inferiores puede indicarnos
unas ocupaciones humanas más estables, momentos en los que,
como ya hemos comentado, la cavidad funciona como lugar de
habitación.
4. CONCLUSIONES
Abrigos y cavidades han funcionado como cuevas-redil desde
el Neolítico epicardial, como un fenómeno general en el Mediterráneo (Angelucci et al., 2009). Las perspectivas se centran
en la observación de funciones diferenciadas en la ocupación
del territorio, de modo que poblados situados en el valle y cuevas-redil situadas en las laderas responden a la estructuración
del territorio que apunta hacia una especialización productiva,
en la que la agricultura se desarrolla en el llano y la ganadería
en la ladera, utilizando las cuevas como rediles para encerrar
el ganado (Martí y Juan-Cabanilles, 1997; Badal et al., 2012).
Los estudios de la fauna de la Cova de l’Or han proporcionado
una información muy valiosa para caracterizar el uso de la cavidad a lo largo de la secuencia. Los resultados han mostrado
que en las capas inferiores del Neolítico cardial el uso principalmente corresponde a una ocupación de habitación, sin descartar actividades ganaderas de carácter puntual. A partir de
122
las capas que corresponden al Neolítico epicardial, los huesos
con marcas de corral van progresivamente aumentado, especialmente a partir de la capa 18 de los sectores K34 y K35; son
los momentos más importantes del desarrollo del fumier. Estas
características se mantienen hasta la capa 11. Paralelamente,
entran en consideración otros materiales, los dientes recién
caídos y los restos de fetos y neonatos, que coinciden con los
depósitos óseos de quirópteros.
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Los niveles de corral en el yacimiento neolítico
de la Cova de l’Or, sectores K34, K35 y K36.
Información aportada por el estudio de la fauna
Manuel Pérez Ripoll
resumen
En este trabajo presentamos la información tafonómica sobre los restos óseos depositados a los largo de la secuencia
sedimentaria de la Cova de l’Or. El cotejo de una serie de variables indica claramente que esta cavidad ha funcionada como
un redil desde el neolítico antiguo, especialmente a partir de los niveles epicardiales. Los ritmos ocupacionales por ganados y
por humanos han sido muy variables; en los niveles inferiores han primado más las estancias humanas y en los intermedios y
superiores el lugar ha servido para estabular ganado ovino y caprino.
p a l a b r a s c l a v e : Redil,
Neolítico, rebaño, huesos alterados, dientes deciduos.
abstract
Poultry levels in the Neolithic site of Cova de l’Or, sectors K34, K35 and K36. Information provided by the study of the fauna.
In this paper we present taphonomic information on the skeletal remains deposited along the sedimentary sequence of the Cova
de l’Or. The comparison of a number of variables clearly indicates that this cavity has operated as a fold from the old Neolithic,
particularly from the epicardial levels. Cooking activities have been determined at lower levels, while in the middle and upper
levels the place has served to enclose sheep and goats.
keywords:
Sheepfold, Neolithic, flock, altered bones, deciduous teeth.
La realización de este trabajo me ha traído a la memoria viejos y buenos recuerdos de cuando la cueva fue objeto de varias
campañas de excavación bajo la dirección de Bernat Martí, en
las que participé y en las que se fraguaron los comienzos de
estudios especializados que dieron lugar a trabajos en equipo,
que cuajaron y continúan vigentes hoy en día. Este estudio es
una clara muestra de ello.
1. INTRODUCCIÓN
Determinadas cuevas y abrigos han funcionado como cuevasredil a partir del Neolítico. Sus depósitos sedimentarios se denominan de una manera genérica fumiers, que son el testimonio
de la utilización de estos lugares como zonas de cerramiento
de ganado. La presencia de tales yacimientos es de gran importancia para aproximarnos al conocimiento de la organización
territorial de las sociedades productoras desde al Neolítico a la
Edad del Bronce. Se trata de obtener información a cerca de la
ocupación de estas cuevas y abrigos en conexión con la explotación de un territorio, de las interrelaciones con asentamientos al
aire libre ubicados en el llano y del carácter de especialización
ganadera, unido a una serie de movimientos estacionales de los
pastores con sus rebaños, en los que no se contemplan desplazamientos a larga distancia.
La analítica para el conocimiento de los depósitos de estercoleros es diversa. La más corriente utiliza la microsedimentología, iniciada con los trabajos de Brochier, basada en los componentes minerales de los fumiers (Brochier, 1983, 1991, 1996);
hay que añadir los estudios de antracología (Badal, 1999), los
de macro y micro restos vegetales (Delhon et al., 2008 y 2009;
Badal y Atienza, 2007; Allué, 2005), estudios de coprolitos (Badal y Atienza, 2007 y 2009) y los trabajos de arqueozoología
(Helmer, 1884; Pérez-Ripoll, 1999, 2006; Bréhard et al., 2010).
Los comienzos tuvieron que ver con las propuestas de microsedimentología emprendidas por Brochier, pero también con
la interpretación de retos de fauna. En el año 1984, Helmer sugirió que los dientes de caída estudiados en los niveles del Neolítico antiguo de Fontbrégoua formaban parte de los depósitos
del fumier de este yacimiento, que hasta entonces eran interpretados como restos de cenizas de hogares neolíticos y no como
117
[page-n-2]
M. Pérez Ripoll
la acumulación de materia orgánica procedente del ganado allí
encerrado. El reemplazo de la dentición infantil por la dentición
permanente tenía lugar en el exterior del redil pero también en
su interior cuando el ganado permanecía recluido en la cavidad.
Posteriormente, los trabajos de Brochier confirmaron la teoría
de Helmer. Los estudios realizados en la Grotta de l’Uzzo (Brochier et al., 1992) corroboraron las teorías de Helmer, afirmando
que las cavidades fueron utilizadas por los pastores para encerrar animales desde el Neolítico antiguo. Las investigaciones
emprendidas en Arene Candide reafirmaron el uso de este lugar
como un redil desde el Neolítico antiguo (Courty et al., 1992;
Nisbet, 1997). En este mismo sentido se interpretan los niveles
del Neolítico antiguo de la Balma Margineda, Andorra (Brochier, 1995).
Aunque los inicios de estas prácticas se remontan al Neolítico antiguo, la formación de potentes secuencias sedimentarias
de fumiers tuvieron lugar a partir del Neolítico medio en estos
y en otros yacimientos del sur de Francia (Delhon et al., 2009),
Alpes franceses (Delhon et al., 2008), Liguria y los Abruzzos
(Boschian, 2000; Iaconis y Boschian, 2007).
En el ámbito mediterráneo peninsular, hay bastante información sobre cuevas-redil. Son numerosos los yacimientos que
funcionaron como tales desde el Neolítico epicardial, como
Cova Colomeras (Oms et al., 2008), Cova de la Guineu (Bergadá, 1997; Allué y Bergadá, 2005), Cova del Vidre y Cova del
Parco (Bergadá, 1997). En otros yacimientos, las formaciones
sedimentarias de fumiers comenzaron con el Neolítico final y
continuaron a lo largo del Calcolítico y Edad del Bronce, como
Cova Gran (Polo et al., 2014).
En el ámbito valenciano, la información sobre las cuevasredil también es abundante. Cova de les Cendres contiene una
larga secuencia de niveles de corral que va desde el epicardial
a la Edad del Bronce (Bergadá, 2001; Badal y Atienza, 2007).
La Falguera, especialmente los niveles del Neolítico medio y
final (Verdasco, 2006; Pérez-Ripoll, 2006; Molina et al., 2006;
Carrión et al., 2006). Santa Maira, en los niveles del Neolítico
medio y final (Verdasco, 2001). Cova de les Bruixes, desde los
niveles epicardiales a los eneolíticos (Mesado et al., 1997). El
abrigo de El Cinto Mariano, que contiene un potente registro de
fumiers que corresponden al Neolítico final y Eneolítico (JuanCabanilles et al., 2005).
En el interior de la Península ibérica, los estudios de la cueva del Mirador han aportado abundante documentación sobre
las cuevas-redil desde el Neolítico antiguo a la Edad del Bronce
(Angelucci et al., 2008) y los de los Husos con potentes niveles de estabulación a partir del Neolítico avanzado (Fernández
Eraso, 2008).
En este trabajo damos a conocer la información que la fauna
puede suministrar para la caracterización de los niveles de corral del yacimiento neolítico de la Cova de l’Or.
2. METODOLOGÍA DE ESTUDIO
En este apartado presentamos los métodos de trabajo que hemos
utilizado para conocer la existencia de prácticas de estabulación
en la secuencia de la Cova de l’Or. La agrupación de las capas
por sectores y fases culturales de los sectores K34, K35 y K36
(v. tabla 1) procede de las publicaciones de Martí (1983) y Badal, Martí y Pérez-Ripoll (2012).
118
Los depósitos sedimentarios de este yacimiento contienen
una gran variedad de restos materiales que corresponden a
procesos diferenciados; unos podemos calificarlos de cotidianos, como preparación de la comida, confección de cerámica,
útiles líticos, etc., y otros tienen que ver con el uso de la cueva
como un redil. A lo largo de la secuencia, los ritmos de ambas
actividades han ido variando, de forma que en unos momentos
la actividad cotidiana prima sobre la ganadera, en otros sucede lo contrario. Estos ritmos dan lugar a unas configuraciones
sedimentarias intercaladas, en las que la formación de fumiers
es muy destacable e indicativa del uso ganadero en la cueva
(Badal et al., 2012).
El material óseo estudiado puede perfilar el uso diferenciado
del lugar. Los dos procesos quedan registrados a lo largo de la
secuencia: la actividad ganadera, que genera una serie de vestigios (coprolitos, macro y micro restos vegetales y determinados
vestigios óseos directamente relacionados con esta práctica), y la
actividad culinaria, que es responsable de otros materiales, como
restos vegetales relacionados con la alimentación humana (cereales, legumbres), restos óseos (huesos con marcas de carnicería),
carbones que provienen de fuegos culinarios, etc. Consecuentemente, en lo referente a los estudios de fauna, la simple presentación de un listado de taxones no es suficiente para hablar de actividades ganaderas diversificadas en el entorno de la cueva (ganado
bovino, porcino, caprino, ovino); muchos de estos taxones pueden
ser restos de comida traídos de fuera, del mismo modo que los
cereales y las legumbres proceden de asentamientos situados en
zonas idóneos para el cultivo de alimentos de origen vegetal. Por
ello, procedemos a diferenciar los dos grandes procesos.
A. Material que tiene que ver con la alimentación
humana
1. La composición taxonómica de Cova de l’Or se caracteriza
por la abundancia de ovejas y cabras (predominando siempre
la oveja sobre la cabra), la relativa participación de los cerdos y escasa presencia de los bovinos (Pérez-Ripoll, 1980;
en preparación los Sectores K34, K35 y K36), panorama
que se repite en la Cova de la Sarsa (Boessneck y Driesch,
1980), Cova de les Cendres (Iborra y Martínez-Valle, 2009)
y Abric de la Falguera (Pérez-Ripoll, 2006). La mayor parte
de los restos óseos de dichos taxones forman parte de la alimentación humana, según el estudio de las marcas antrópicas
(percusiones, cortes líticos, alteraciones térmicas, etc.). Esto
plantea una disyuntiva, o bien la cueva era frecuentada por
ganados diferenciados, o una parte son restos de comida que
proviene de un asentamiento al aire libre situado en una zona
de labranza. Desde este punto de vista, los bovinos y cerdos
no parece guardar conexión con la actividad pastoril que se
desarrollaría en los entornos de Cova de l’Or; el biotopo de
ladera no es adecuado para estos dos taxones; por el contrario los caprinos y ovinos están mejor adaptados a los recursos de este medio (Pérez-Ripoll, 1999). Los estudios de sedimentología han puesto de manifiesto que tanto los coprolitos
como los componentes minerales microscópicos (esferolitos,
fitolitos y oxalatos) corresponden a explotaciones de ganados
caprinos y ovinos (Brochier, 1983; Verdasco, 2001; Badal y
Atienza, 2007 y 2008; Bergadá, 2001; Bergadá et al., 2005).
Consecuentemente, todo parece indicar que este tipo de ganado frecuentaba la cavidad. Por el contrario, la composición de
[page-n-3]
Los niveles de corral en el yacimiento neolítico de la Cova de l’Or, sectores K34, K35 y K36
Tabla 1. Numero de restos (NR) determinados, NR con marcas de corral, NR de fetos y recién nacidos, NR de dientes deciduos y
NR de quirópteros en relación con los estratos y capas de los sectores K34, K35 y K36. Determinaciones estratigráficas y atribución
cronocultural según Martí (1983) y Badal, Martí y Pérez (2012).
C2
H4
IB
D1
IA
H5
D2
1
1
2
4
9
8
24
10
14
12
6
1
1
1
1
12
6
IC
1
3
5
H4
IB
1
D1
1
IA
3
2
B
H2
C1
H3
C2
H5
D2
la fauna de los asentamientos situados en llanura señala que
la cabaña bovina tenía una gran importancia (Saña, 1998 y
2011; Bosch et al., 2008). Desafortunadamente, en los poblados del Neolítico antiguo cercanos a Cova de l’Or, como el
Mas d’Is, el material óseo no se conserva y no se ha podido
estudiar la composición taxonómica de este yacimiento; esto
mismo ocurre en el poblado de Benàmer (Tormo, 2011). Los
poblados del Neolítico final y Calcolítico conservan mejor la
fauna y sus patrones muestran diferencias con los de las cuevas, especialmente en lo referente a la representatividad de los
bovinos (Martínez-Valle, 1993; Pérez-Ripoll, 1990 y 1999;
Juan-Cabanilles y Martínez-Valle, 1988).
2. Los huesos que tienen que ver con la alimentación humana,
una vez que sus nutrientes son consumidos, se arrojan al fumier
(fig. 1).
3. Estos restos se incorporan al sedimento y se ven sometidos a
la acción de los agentes tafonómicos que actúan en el lugar: el
ganado allí encerrado y la descomposición de la materia orgá-
3
6
12
6
6
11
14
9
10
1
4
6
1
2
3
IB
3
1
Quirópteros
A
H1
B
H2
C1
H3
C2
14
4
15
10
16
11
D1
17
0
18
6
19
10
20
20
21-22 19
23
15
24-25 26
H5
26
0
D2 27-28
7
29
0
1
H4
IA
3
1
Fetos y recién nacidos
3
1
1
IC
NR con marcas de
corral
3
1
14
6
65
229
46
12
7
3
1
6
NR determinados
1
2
1
Capa
1
2
1
IIA
Estrato
1
1
Fase neolítica
4
5
Quirópteros
Dentición decídua
1
1-2
3
12
4-5
23
6
46
7
48
8
29
9
31
10
14
11
50
12
85
13
13
14
11
15
8
16
32
17
46
18
47
19
33
20
20
21-22 249
23
58
24-25 109
26
68
27-28 98
29
34
NR con marcas de corral
1
NR determinados
2
2
IIA A
H1
Capa
3
Estrato
3
Fase neolítica
Quirópteros
Fetos y recién nacidos
3
4
K36
Fetos y recién nacidos
IIC
H2
C1
H3
47
14
8
8
27
43
16
49
17
18
12
11
25
1
12
30
46
88
31
28
41
56
44
19
Dentición decídua
H1
B
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
Con marcas de corral
A
NR determinados
IIA
Capa
Estrato
K35
Fase neolítica
K34
1
4
2
1
1
1
1
1
nica. En el primer caso, el pisoteo es el responsable de la fragmentación acusada de los restos óseos. En el segundo caso, los
ácidos húmicos alteran la estructura ósea del material depositado (fig. 2).
B. Material cuya procedencia se relaciona con el ganado
encerrado en la cueva
1. Cuando el ganado permanece encerrado en época de los partos, algunas crías mueren en el nacimiento y sus restos se incorporan al fumier. Normalmente, los huesos están enteros. No
hay marcas de carnicería. Sólo los perros dejan sus improntas
cuando proceden a comerlos; en ese caso, se observan marcas
de mordeduras en algunos restos.
2. Los animales juveniles que acompañan al ganado pueden
cambiar la dentición decidua por la permanente en el momento de su retiro y encierro. Estos dientes se caracterizan por un
fuerte desgaste erosivo y por la inexistencia de raíces. Al caer se
incorporan al suelo para formar parte del fumier.
119
[page-n-4]
M. Pérez Ripoll
3. LOS RITMOS OCUPACIONALES DE LA CUEVA
A. Los datos proporcionados por la fauna
El uso de la cueva puede ser evaluado a partir del manejo de
una serie de variables, que a continuación detallamos (tabla 1).
1. La evolución del número de restos determinados
Fig. 1. Sector K34, capa 18. NRD con concreciones minerales
negras y grisáceas procedentes de la descomposición del estiércol.
Algunos de estos restos contienen marcas de carnicería.
El número de restos determinados varía a lo largo de tres momento diferenciados: en las capas inferiores, el NRD es superior con respecto a las capas centrales y superiores debido a una
menor fragmentación, que hace posible que la mayor parte de
los huesos puedan ser clasificados. Sin embargo en las capas
intermedias, la cantidad de huesos determinados desciende por
la escasez de restos y por la dificultad de su asignación taxonómica. En las capas superiores aumenta relativamente el NR
determinados (fig. 3).
2. Número de restos con marcas de corral
En el Sector K34, la concentración de restos con marcas de corral se sitúa entre las capas 10 a la 18; sólo hay unos pocos en las
capas inferiores, correspondientes al inicio de la secuencia. En
el K35, la concentración se sitúa entre las capas 10 a la 18. Pero
en las capas inferiores son escasos. En el Sector K36 no hay
restos con estas marcas, a excepción de la capa 14 (fig. 1 y 2)
3. Fetos y recién nacidos
El número de restos de fetos y recién nacidos en el Sector K34
se encuentra entre las capas superiores y las intermedias. En el
Sector K35, también aparecen en el mismo tramo. En el K36
sólo hay dos restos (capa 16 y capa 23).
4. Dentición decidua
En el K34 sólo aparece en el tramo superior (capas 1 a la 9). En
el K35 en el superior y parte del medio, coincidiendo con los
fetos y recién nacidos. En el K36 no hay.
5. Los quirópteros
Fig. 2. Restos óseos muy afectados químicamente por la acción
de los ácidos húmicos. La fragmentación es muy acusada por el
pisoteo del ganado. La gran mayoría no se pudieron determinar
taxonómicamente.
3. Los niveles de estabulación se caracterizan por la formación
de potentes sedimentos de materia orgánica que entra en descomposición, liberando ácidos que modifican la superficie de
los huesos depositados en el propio sedimento, provocando alteraciones químicas y/o depósitos oscuros adheridos a los huesos
(fig. 2).
4. Los episodios de mayor intensidad en el uso de la cavidad
como un redil se traducen en una escasez de material óseo y una
fragmentación acusada del mismo debida al pisoteo. La cueva
no es ocupada por los pastores, y si lo hacen sus vestigios son
muy pocos
120
La fauna de quirópteros aporta una información muy valiosa
con el fin de valorar los ritmos de ocupación de la cueva. Las
especies estudiadas son, Myotis myotis, Miniopterus schreibersii y Rhinolophus ferrumequinum, todas ellos son cavernícolas.
En la actualidad pueden convivir en la misma cueva. El desarrollo biológico de estas comunidades es incompatible con la
acción humana. Sus momentos más críticos son la hibernación
y la época de cría; las colonias no deben de ser alteradas porque
de lo contrario se impediría la reproducción o se provocaría la
muerte en el caso de ruptura del periodo de hibernación. La intervención humana ya sea por el ejercicio de las actividades cotidianas, o por actividades ganaderas, especialmente si conlleva
la práctica de fuegos higiénicos del estiércol o del vaciado del
mismo, rompería el ritmo biológico natural.
El dato claro que evidencia que el desarrollo biológico de
los quirópteros es incompatible con la actividad humana y ganadera se basa en el estado de conservación de los huesos. Casi
[page-n-5]
Los niveles de corral en el yacimiento neolítico de la Cova de l’Or, sectores K34, K35 y K36
Fig. 3. Número de restos determinados (NRD). Evolución numérica a lo largo de la secuencia.
todos ellos están enteros, a pesar de su fragilidad, y no contienen
marca alguna que nos haga pensar en ocupaciones simultáneas o
separadas por intervalos cortos de tiempo, lo que indica que estos depósitos óseos corresponden a muertes naturales, que permanecieron inalterados por largos periodos de tiempo en los que
la cueva no fue frecuentada por humanos y sus ganados (fig. 4).
B. La valoración de los datos
Las capas inferiores que corresponden al Neolítico IA tienen en
común una escasa fragmentación ósea, la presencia de fracturas antrópicas y marcas líticas. No hay restos de fetos y recién
nacidos. Tampoco hay quirópteros en los sectores K34, K35 y
K36. Todos estos indicios nos llevan a pensar que la cueva funcionaba como un lugar de habitación, las actividades cotidianas
están bien representadas (huesos con marcas de manipulación
humana) y los aspectos relacionados con un redil son inexistentes o escasos (los restos con marcas de corral son pocos o
inexistentes).
A partir del Neolítico IB, los indicios sobre el funcionamiento del lugar como un redil aumentan progresivamente
hasta llegar a la capa 18, momento en el que los restos con
marcas de corral son abundantes (tramo superior del estrato
D1). Con el Neolítico IC, sigue la trayectoria apuntada anteriormente, a lo que hay que añadir la presencia de fetos, ani-
Fig. 4. K35, capa 12. Acumulación de restos de quirópteros. A pesar de la fragilidad de estos restos, la mayoría se conservan enteros
y no contienen adherencias procedentes de la descomposición del estiércol. Todo ello nos indica que no han estado sometidos a la
acción del pisoteo de animales ni de los grupos humanos. Consecuentemente, los ritmos de ocupación de los quirópteros son totalmente
independientes de los del ganado y de las personas.
121
[page-n-6]
M. Pérez Ripoll
males recién nacidos y dientes deciduos. A excepción de las
capas del H4, siempre hay huesos que contienen marcas de
carnicería, lo que nos hace pensar que en la cueva vivían los
pastores junto a sus rebaños.
Existe una fuerte interrelación entre el descenso del número
de restos determinados taxonómicamente y las mayores concentraciones de huesos de corral, especialmente en el H4. Todo
ello parece indicar que aquí se encuentran las mayores potencias
del fumier, al tiempo que la actividad culinaria es inexistente o
mínima. A esto hay que añadir que no hay medidas higiénicas
que impliquen un vaciado del estiércol, ni tampoco la práctica
de fuegos ya que no hay ningún hueso quemado total o parcialmente. Además, de haber existido un fuego, los murciélagos no
hubieran podido vivir. Por tanto, estas capas corresponden a una
descomposición de potentes acumulaciones de estiércol.
Con el Neolítico IIA, desaparecen las marcas de corral, pero
sigue la presencia de fetos, recién nacidos y dientes deciduos.
La cueva funcionando como un redil, pero el encierro de animales no es obstáculo para que los pastores viven en la cueva,
según las marcas de carnicería que aparecen en los huesos. La
ausencia de marcas de corral puede deberse a la práctica de medidas higiénicas, como el vaciado del estiércol que impediría
que éste se acumulara y entrara en descomposición. Es posible
la práctica de la quema del estiércol, pero los huesos con marcas
de fuego son muy pocos.
Por último, la presencia de los quirópteros es muy interesante para comprender los ritmos de ocupación y desocupación por
pastores y ganados. La mayor concentración se encuentra en los
estratos H3 y C2 del K34, que coincide con la presencia de huesos de corral, fetos, animales recién nacidos y denticiones deciduas. Estos datos parecen indicar que el lugar estuvo desocupado en determinados momentos, con periodos superiores a un
año, tiempo que como mínimo las comunidades de murciélagos
necesitan para reproducirse. De manera temporal, los pastores
y sus ganados ocupaban la cavidad. Estas desocupaciones son
largas y no tienen un carácter estacional. La ausencia de quirópteros o su escasez en las capas inferiores puede indicarnos
unas ocupaciones humanas más estables, momentos en los que,
como ya hemos comentado, la cavidad funciona como lugar de
habitación.
4. CONCLUSIONES
Abrigos y cavidades han funcionado como cuevas-redil desde
el Neolítico epicardial, como un fenómeno general en el Mediterráneo (Angelucci et al., 2009). Las perspectivas se centran
en la observación de funciones diferenciadas en la ocupación
del territorio, de modo que poblados situados en el valle y cuevas-redil situadas en las laderas responden a la estructuración
del territorio que apunta hacia una especialización productiva,
en la que la agricultura se desarrolla en el llano y la ganadería
en la ladera, utilizando las cuevas como rediles para encerrar
el ganado (Martí y Juan-Cabanilles, 1997; Badal et al., 2012).
Los estudios de la fauna de la Cova de l’Or han proporcionado
una información muy valiosa para caracterizar el uso de la cavidad a lo largo de la secuencia. Los resultados han mostrado
que en las capas inferiores del Neolítico cardial el uso principalmente corresponde a una ocupación de habitación, sin descartar actividades ganaderas de carácter puntual. A partir de
122
las capas que corresponden al Neolítico epicardial, los huesos
con marcas de corral van progresivamente aumentado, especialmente a partir de la capa 18 de los sectores K34 y K35; son
los momentos más importantes del desarrollo del fumier. Estas
características se mantienen hasta la capa 11. Paralelamente,
entran en consideración otros materiales, los dientes recién
caídos y los restos de fetos y neonatos, que coinciden con los
depósitos óseos de quirópteros.
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