Reconstrucción preliminar de la secuencia del Paleolítico medio y superior inicial de la Cova Foradada (Oliva, Valencia) a partir del estudio de los materiales líticos
Aleix Eixea Vilanova
Alfred Sanchis Serra
2022
Museu de Prehistòria de València
[page-n-1]
Archivo de Prehistoria Levantina
Vol. XXXIV, Valencia, 2022, p. 29-59
Permanent IRI: http://mupreva.org/pub/1586
Creative Commons BY-NC-SA 3.0 ES
ISSN: 0210-3230 / eISSN: 1989-0508
Aleix EIXEA a y Alfred SANCHIS b
Reconstrucción preliminar de la secuencia del
Paleolítico medio y superior inicial de la Cova
Foradada (Oliva, Valencia) a partir del estudio
de los materiales líticos
RESUMEN: En este trabajo se estudia la colección lítica del yacimiento de la Cova Foradada (Oliva,
Valencia), depositada en el Museu de Prehistòria de València, desde una aproximación tecno-tipológica.
El principal objetivo es la reconstrucción de la secuencia del yacimiento y la valoración de su interés
en el contexto regional. El estudio ha permitido establecer y caracterizar la existencia de, al menos, tres
periodos industriales: Paleolítico medio, Auriñaciense y Gravetiense. La parte superior de la secuencia,
con materiales adscritos al Solutrense y Magdaleniense, queda fuera de este trabajo. Hasta la fecha el
yacimiento tan solo contaba con algunas apreciaciones de índole general en las que no se analizaba
el material de manera detallada. El estudio de los conjuntos líticos nos ha permitido reconstruir de
manera parcial la secuencia estratigráfica del yacimiento. Los datos obtenidos muestran una importante
diversidad en los sistemas de talla empleados y la constatación de unos fósiles directores que son
característicos de los distintos periodos de ocupación de la cavidad.
PALABRAS CLAVE: Paleolítico medio, Auriñaciense, Gravetiense, industria lítica, País Valenciano.
Preliminary reconstruction of the Middle and Early Upper Palaeolithic sequence
from Cova Foradada (Oliva, Valencia) based on the study of lithic materials
ABSTRACT: This paper analyses the lithic collection from Cova Foradada site (Oliva, Valencia),
hosted at the Museu de Prehistòria de València, from a techno-typological approach. The main objective
is to reconstruct the sequence of the deposit and assess its interest in the regional context. The study
has made it possible to establish and characterize the existence of at least three industrial periods:
Middle Paleolithic, Aurignacian and Gravettian. The upper part of the sequence, with materials ascribed
to the Solutrean and Magdalenian, is left out of this study. To date, the site only had some general
assessments in which the material was not analyzed in detail. The study of the lithic assemblages allows
us to partially reconstruct the stratigraphic sequence of the site. The data obtained show an important
diversity in the knapping methods as well as director fossils that indicate us the different periods of
cavity occupation.
KEYWORDS: Middle Palaeolithic, Aurignacian, Gravettian, lithic industry, Valencian Country.
a Departament de Prehistòria, Arqueologia i Història Antiga, Universitat de València.
alejo.eixea@uv.es
b Servei d’Investigació Prehistòrica, Museu de Prehistòria de València, Diputació de València.
alfred.sanchis@dival.es
Recibido: 14/10/2021. Aceptado: 01/08/2022.
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30
A. Eixea y A. Sanchis
1. INTRODUCCIÓN
La Cova Foradada de Oliva probablemente sea uno de los yacimientos paleolíticos más importantes del
ámbito peninsular ibérico. Prueba de ello es el descubrimiento en el año 2000 de un maxilar y de varios
fragmentos craneales neandertales (Campillo et al., 2002; Lozano et al., 2013), y más recientemente en
el año 2010, de los restos parciales de un esqueleto neandertal que incluyen el cráneo, tórax y los huesos
de uno de los brazos, hallado en posición anatómica y depositado en una pequeña oquedad de la pared
de la cueva y que podría corresponder a un posible enterramiento (Aparicio et al., 2014). Los restos
se hallaban dentro de una matriz carbonatada, por lo que fueron trasladados al IPHES de Tarragona
(Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social) para su extracción y restauración y, desde
octubre de 2021, se encuentran depositados en el Museu de Prehistòria de València (MPV). El interés
paleoantropológico y arqueológico de estos es excepcional.
Además de la importancia de estos fósiles humanos, el yacimiento posee una amplia secuencia
estratigráfica con niveles asignados al Mesolítico, Paleolítico superior y medio y donde aparecen
multitud de evidencias arqueológicas, en forma de restos líticos, fauna y estructuras de combustión
(Aparicio, 2014).
Sin embargo, se observa de antemano una clara discrepancia entre la investigación desarrollada
en el yacimiento y los resultados obtenidos. En este sentido, son varios los factores problemáticos
con los que nos encontramos al intentar estudiar este yacimiento. En primer lugar, las memorias
de excavación existentes aportan escasa información a partir de la cual poder seguir y conocer el
transcurso de las 30 campañas de excavación (de 1975 a 2013) que allí se desarrollaron (se indican las
capas y cuadros excavados cada año pero sin una caracterización sedimentaria precisa de los distintos
niveles, asociación de los diversos materiales a los niveles determinados, situación tridimensional de
los mismos, etc., es decir, la metodología general de trabajo). En segundo lugar, tampoco se dispone de
un cuadro estratigráfico detallado con un análisis de los distintos niveles arqueológicos documentados
en la cavidad. En la decena de publicaciones que existen (dejando de lado multitud de recortes de
periódicos, entrevistas personales al equipo de excavación, etc.) siempre se utiliza el mismo corte
de excavación y la planimetría de la cueva en la que se detallan únicamente una parte de las capas
artificiales del yacimiento (1 a 27), sin atender a profundidades ni aspectos relacionados con las cotas
de cada uno de los niveles y los materiales encontrados en cada uno de ellos. Y, en tercer lugar,
no se ha podido averiguar el cómputo total de restos líticos, óseos o de estructuras de combustión
documentadas, y tampoco de carbones o semillas, entre otros aspectos. En ningún trabajo aparecen
cuantificaciones totales de los restos determinados indicándose tan solo el uso del término “abundantes
restos”. En cambio, lo que se observa cada vez que se recurre a la bibliografía existente de este
yacimiento (Aparicio et al., 1983, 2014; Campillo et al., 2002; Lozano et al., 2013; Aparicio, 2014),
es la reiteración de datos generalistas y cualitativos que tratan de demostrar su importancia (y con
seguridad están en lo cierto) dentro del ámbito peninsular, pero con una absoluta falta de argumentos
y análisis que permitan demostrarlo.
Del mismo modo, a partir de los datos publicados se afirma la existencia de una potente e
interesante secuencia estratigráfica que abarca desde el Mesolítico, pasando por un Magdaleniense
con abundante industria ósea (no sabemos si superior, medio o inferior, si bien existe constancia de un
arpón que apunta a una fase superior de esta industria), Solutrense con puntas escotadas, Solutrense
medio, Protosolutrense y un Graveto-Auriñaciense (denominación que no entendemos a qué se refiere;
¿aparece mezclado o hay coexistencia de ambas culturas?), hasta el Paleolítico medio, sin haber
llegado a la base de la secuencia.
El capítulo de las dataciones realizadas merece un comentario aparte. Tal y como se puede ver en
los distintos trabajos (Aparicio, 2008, 2014 y 2015), se ofrece siempre la misma tabla en la que se
observa la sigla de cada una de las muestras y una capa de donde fue tomada, si es de carbón o hueso
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Reconstrucción de la secuencia del Paleolítico medio y superior inicial de la Cova Foradada (Oliva, Valencia)
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(sin determinar el taxón) y el resultado. El problema radica en que no se determina en ningún caso
el cuadro, sector o nivel del que proviene dicha datación, el tratamiento seguido en las muestras o la
referencia del laboratorio, entre otras cuestiones. Así pues, resulta imposible establecer una asociación
entre las dataciones y el material arqueológico recuperado. En definitiva, no aportan información
cronocultural ni estratigráfica de la procedencia de las muestras.
En este sentido y a la vista de la información ofrecida, nuestro objetivo principal en este trabajo
ha sido el de sacar a la luz la recopilación de los datos procedentes de la industria lítica depositada
en el MPV dentro del nuevo proyecto de investigación que se está desarrollando en el yacimiento.
Se han estudiado desde un punto de vista tecno-tipológico sus industrias líticas a nivel diacrónico,
tanto del Paleolítico medio como del Paleolítico superior inicial, con el objetivo de caracterizarlas
y encuadrarlas dentro del panorama regional valenciano. Esto se debe a una doble intención: por
un lado, nuestro interés por las poblaciones del Paleolítico medio, que constituye una de nuestras
principales líneas de investigación, y por otro, la importancia que en los últimos años se ha prestado
al poblamiento de los primeros Homo sapiens en la región del Mediterráneo peninsular (Zilhão et al.,
2017; Cortés et al., 2019; Morales et al., 2019; Villaverde et al., 2019, 2021), con yacimientos a los
que la amplia secuencia de Cova Foradada puede aportar información adicional.
2. EL YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO DE COVA FORADADA1
La Cova Foradada se ubica en la localidad valenciana de Oliva a unos 75 km al sur de Valencia. La
cavidad se localiza en las últimas estribaciones de la Serra de Mustalla a unos 35 m de altitud dentro
de la partida llamada Racó de Gisbert, junto a surgencias de agua, cerca del marjal de Oliva-Pego y
de la costa actual. Geológicamente, la cueva se asienta sobre unas dolomías masivas del Cretácico
superior, las cuales representan una potente formación, de unos 250-300 m, de coloración oscura y
muy fragmentada y con algunos niveles de mayor contenido arcilloso. Dicha formación ocupa una
gran extensión en el flanco septentrional del sinclinal de Pego, con suaves inflexiones que aumentan
la extensión de afloramiento. En esta masa dolomítica se encuentra el Cenomaniense y el Turoniense
por encima del nivel margoso, con orbitolinas y bajo un paquete de margas y calizas con fauna del
Senoniense (IGME, 1975).
Los trabajos arqueológicos llevados a cabo en la cavidad se remontan a 1975 cuando un lote
de piezas líticas recogidas por unos aficionados fue entregado a José Aparicio Pérez quien después
de analizarlas las adscribió al Musteriense (Aparicio, 2014). Posteriormente y desde 1981 de forma
continuada, este mismo decidió iniciar las excavaciones arqueológicas las cuales acabaron en 2013 sin
llegar a la base del relleno estratigráfico. Durante los primeros años los trabajos se ubicaron en la zona
externa u Oeste de la cavidad (cuadros D a K-7, 8 y 9, posteriormente ampliando a I-11 a 13) donde
la remoción de materiales del Paleolítico medio y superior junto con restos modernos y las dataciones
obtenidas (no se concreta en que cuadros fueron estas tomadas) hizo que se determinaran estos niveles
como revueltos fruto de actividades clandestinas pasadas (fig. 1).
En los años siguientes y ante esta coyuntura, se decidió trasladar la superficie de excavación a una
zona más interna de la cavidad (zona Este) en la que la presencia de unos grandes bloques desprendidos
de la zona cenital habría sellado los niveles contiguos, lo cual hizo pensar a sus excavadores en la
posibilidad de encontrarlos in situ. De hecho, así fue, al documentarse entre estos un enterramiento
de la Edad del Bronce al cual se le realizó una datación, pero con la incógnita de que no se precisa en
la documentación presentada cuál es la referencia exacta de esta datación de todo el listado aportado
1 En las escasas publicaciones realizadas hasta la fecha se emplea el término “Foradà” en valenciano coloquial. En nuestro caso,
preferimos la utilización en el lenguaje escrito del normativo “Foradada”.
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A. Eixea y A. Sanchis
Fig. 1. A) Planta general de la cavidad en la que se señalan los cuadros de excavación con la ampliación de los cuadros
nuevos en el sector este (modificado a partir de Aparicio, 2014). B) Corte longitudinal (d-c) del relleno en el que se
indican las capas excavadas (Aparicio, 2014).
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Reconstrucción de la secuencia del Paleolítico medio y superior inicial de la Cova Foradada (Oliva, Valencia)
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(Aparicio et al., 2014: 13-14). Los cuadros excavados fueron A-12 y 13, a12, a16, b-12 a 16 y c-12 a
15 en los que tras un nivel revuelto de 50 cm de potencia aparecieron los niveles in situ. El problema
de estos niveles radica en que no hay documentación al respecto y no se aporta ninguna información
en ningún trabajo sobre aspectos estratigráficos, sedimentológicos, micromorfológicos, etc. En este
sentido, solo cabe creer que estos niveles no presentan mezclas ni alteraciones postdeposicionales que
hayan podido afectar el registro. Tan solo se puede observar en las distintas publicaciones un corte
estratigráfico en el que se detallan hasta un total de 27 capas (que suponemos son artificiales), no
determinándose el cómputo total de tallas levantadas ni la profundidad individualizada de las mismas
(fig. 2). Del mismo modo, en la bibliografía pertinente se habla de la existencia de un sondeo, el cual
se hallaba en 2013 en niveles musterienses, aportando abundantes restos líticos y óseos, pero no se da
la ubicación precisa ni el cuadro correspondiente en ningún momento.
Fig. 2. Detalle del
corte longitudinal
del relleno en el que
se indican las capas
excavadas (Aparicio,
2014).
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A. Eixea y A. Sanchis
3. MATERIALES Y MÉTODOS
En relación con los materiales analizados en este trabajo, nos hemos centrado con mayor profundidad en el
conjunto lítico adscrito al Paleolítico medio y, en menor medida, en tratar de determinar los fósiles guía y
atestiguar elementos que nos permitan afirmar la presencia de un Paleolítico superior inicial en la cavidad.
A pesar de todo, debemos ser cautos y destacar que, aun siendo una excavación relativamente moderna,
tal y como se ha comentado anteriormente, la falta de un protocolo de trabajo claro y el desconocimiento
de la metodología de excavación, nos impide por el momento establecer afirmaciones taxativas y obliga a
plantear dudas por problemas estratigráficos no documentados. Por ello, se ha partido de la base del relleno
ubicada en la capa 42 (según los materiales existentes en el MPV) y hasta la 25, a partir de la cual existen
tres capas (22 a 24) que contienen materiales mezclados tanto del Paleolítico medio como del superior
inicial (Auriñaciense). Después siguen dos capas (20 y 21) cuyos materiales no hemos localizado en el
MPV. De la 19 a la 18, los restos determinados no presentan alteraciones y se adscriben claramente, en base
a criterios tecno-tipológicos, al Gravetiense. Finalmente, de la capa 17 a la 15, se entremezclan materiales
gravetienses y solutrenses por lo que estas capas han quedado fuera del estudio.
Metodológicamente, el análisis industrial se ha realizado a partir de la aproximación tecno-tipológica
centrada en la escuela francesa de la chaîne opératoire (Cresswell, 1982; Lemonnier, 1986; Karlin et al.,
1991) y que tiene por objetivos fundamentales el reconocimiento de los distintos estadios en la manufactura
lítica y los conceptos y procesos mentales básicos que subyacen en esta producción. Siguiendo dichos
criterios, esta corriente considera que la gestión lítica es un proceso dinámico que parte de la captación de
las distintas materias primas en el medio hasta el abandono de los artefactos utilizados. En definitiva, intenta
establecer todo el proceso de vida útil de los elementos líticos, que se divide en cuatro partes fundamentales:
adquisición, producción, utilización y abandono (Tixier et al., 1980; Boëda et al., 1990; Julien, 1992;
Texier, 1996). El utillaje retocado, junto con aquellos elementos que presentan macrohuellas de uso, son
clasificados utilizando la lista-tipo bordesiana (Bordes, 1988). El estudio se complementa con el análisis
de las materias primas a nivel macroscópico. Tras una primera clasificación macroscópica, que ha atendido
a los parámetros habituales en este tipo de trabajos (color, textura, impurezas y características del córtex)
se ha utilizado una lupa binocular de 40 aumentos que ha permitido precisar algunas de las características
morfológicas de los minerales que componen la roca. Nuestro objetivo es aplicar próximamente técnicas de
análisis geológico, como láminas delgadas, difracción de rayos X (DRX), fluorescencia de rayos X (FRX)
o análisis de activación neutrónica (ICP-MS), de la misma manera que hemos realizado en otros conjuntos
de la zona (Eixea et al., 2014; Roldán et al., 2015; Prudêncio et al., 2016), y que nos permitirán profundizar
en la identificación de los ambientes de formación de las distintas rocas y en sus tipos genéticos.
4. EL CONJUNTO DE LOS MATERIALES LÍTICOS
El conjunto de materiales líticos del yacimiento tampoco está exento de problemas. En la tabla 1 se detalla
toda la información obtenida de la industria lítica depositada en el MPV y que pasamos a analizar. Sirva
esto también de aclaración de qué restos se estudian, por qué y de qué manera.
Vistos los datos y tal y como se ha comentado anteriormente, se observa como en la excavación no se
llega a la base del relleno, no poseyendo datos directos sobre cuál es la última capa excavada. Lo que se
aprecia es que la última capa depositada en el MPV es la 48 de los cuadros a14 y b14, la cual fue excavada
en 2013 (en principio parece ser que es el último año de excavación) pero con la problemática que solo
encontramos una decena de esquirlas líticas y en la que faltan las piezas retocadas y otros soportes, tal y
como se documenta en el Inventario provisional de material recuperado de La Labor del SEAP (Sección
de Estudios de Arqueología y Prehistoria) y de la SEI (Sección de Estudios Ibéricos) durante el año 2013
(RACV, 2014: 15). En este inventario se dice que en a14 hay “lasquitas” y en b14 “una raedera, dos lascas
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Tabla 1. Cova Foradada (Oliva, Valencia). Materiales estudiados y su contextualización en la secuencia. NR (número
de restos), SOL (Solutrense), GR (Gravetiense), AU (Auriñaciense), PM (Paleolítico medio).
Año
Capa Cuadros (*estudiados)
NR
Fósil director
Adscripción
Observaciones
1993
15
a14, a15, a16, b14 y
b15/16
-
Dorsos, astilladas
y retoque plano
GR-¿SOL?
mezcla
Cuadros revisados
1994
16
a12, a13, a14, a15, a16,
b13, b14, b15 y b16
-
Dorsos, astilladas
y retoque plano
GR-¿SOL?
mezcla
Cuadros revisados
1994
17
a14, a15, a16, b13, b14,
b15 y b16
-
Dorsos, astilladas
y retoque plano
GR-¿SOL?
mezcla
Cuadros revisados
1994
18
a14, a15, a16, b13, b14,
b15 y b16
-
Dorsos y astilladas GR
Cuadros revisados.
Azagaya
1994
19
a15, a16, b14, b15 y b16
-
Dorsos y astilladas GR
Cuadros revisados.
Azagaya
1995
20
-
-
-
-
Campaña dedicada a la
regularización de taludes
1996
21
a14, a15, a16, b13, b14,
b15, b16, c14, c15 y c16
-
-
PM y PS
(indet.) mezcla
1997
22
a13, a14, a15, a16, b13,
b14, b15, b16, c14 y c15
-
Levallois, raederas PM y PS (AU) Cuadros revisados
y hojitas Dufour
mezcla
1997
23
a13, a14, a15, a16, b13,
b14, b15, b16, c14 y c15
-
Levallois, raederas PM y PS (AU) Cuadros revisados
y hojitas Dufour
mezcla
1997
24
a13 y a16
-
Levallois, raederas PM y PS
Cuadros revisados
y hojitas
(indet.) mezcla
1998
25
b13, b15, b16, c14* y
c15*
3213
Talla Levallois y
raederas
PM
-
1998
26
a14*, a15, b13, b14, b15, 2394
b16 y c15*
Talla Levallois y
raederas
PM
-
2000
27
a14*, a15, a16, b14, b15,
b16, c14* y c15*
3592
Talla Levallois y
raederas
PM
-
2000
28
a14, a15, a15-b16,
a16-b16, b14, b16,
b15-b16, a(nº1), b (nº2)
c14 y c15
1745
Talla Levallois y
raederas
PM
Frag. craneales (2000) y
esqueleto parcial (2010).
En algunos trabajos se citan
7 frags. craneales humanos
en la capa 27 y 29
2002 y
2003
29
a14*, a15, a16, b14, b15,
b16 y c14*
2019
Talla Levallois y
raederas
PM
Peroné. Un resto humano
aparece citado en los cortes
de los trabajos de J. Aparicio
(2008, 2014 y 2015)
2003
30
a14*, a15 y a16
712
Talla Levallois y
raederas
PM
-
2006
31
a14*, a15, b14 y b15
103
Talla Levallois y
raederas
PM
-
¿?
32
¿?
-
-
PM
-
2007
33
a14*, a15, b14 y b15
51
Talla Levallois y
raederas
PM
-
APL XXXIV, 2022
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36
A. Eixea y A. Sanchis
Tabla 1 (cont.).
Año
Capa Cuadros (*estudiados)
NR
Fósil director
Adscripción
Observaciones
2007
34
a14*, a15, b14 y b15
18
Talla Levallois y
raederas
PM
-
¿?
35
¿?
-
-
PM
Material no depositado en
el MPV
2008
36
a14*, a15, b14 y b15
51
Talla Levallois y
raederas
PM
-
2009
37
a14*, a15, b14 y b15
290
Talla Levallois y
raederas
PM
-
2009
38
a14*, a15, b14 y b15
106
Talla Levallois y
raederas
PM
-
2009
39
a14* y a15
207
Talla Levallois y
raederas
PM
-
2009
40
a14* y a15
141
Talla Levallois y
raederas
PM
-
¿?
41
¿?
-
-
PM
Material no depositado en
el MPV
2010
42
b14* y b15*
55
Talla Levallois y
raederas
PM
-
¿?
43 a
47
¿?
-
-
PM
Material no depositado en
el MPV
2013
48
a14* y b14
22
Esquirlas indet.
PM
Material (parcialmente)
depositado en el MPV
y cuatro lasquitas”. Lo mismo ocurre con las siguientes capas, 47 y 46, donde se indica también que existen
materiales líticos, pero no se han encontrado en los depósitos del MPV. Desde la capa 45 hasta la 43 no
tenemos ningún tipo de información y es a partir de la capa 42 cuando empezamos a ver cierta continuidad
en el registro de los materiales. Esta misma, excavada en 2010 en los cuadros b14 y b15, presenta caracteres
típicos de una industria lítica del Paleolítico medio. Así que, debido a la falta de información anterior,
constituirá para nosotros la primera y más antigua en este trabajo. De la capa 41, tampoco encontramos
ningún registro en los fondos del museo. Por su parte, de la 40 a la 30, a excepción de la 35 y 32 que tampoco
se documentan y la 34 que tan solo posee elementos configurados y en la que faltan los otros soportes y
se decide dejar de lado para no alterar la visión global de la muestra, el resto aparecen al completo. En
este sentido, de los cuatro cuadros excavados (a14, a15, b14 y b15), decidimos estudiar de base a techo y
a modo de testigo, uno de ellos (a14). Todo este conjunto se adscribe también sin problemas al Paleolítico
medio. El siguiente bloque se compone de las capas 29 a la 25 en las cuales la superficie de excavación
se amplía (hasta los 7 u 8 m2) y en las que pasamos a seguir estudiando el testigo (a14) y al que añadimos
los cuadros en los que aparece el esqueleto parcial de Neandertal (c14 y c15). En estos, la industria se
relaciona también con un Paleolítico medio clásico. Respecto al siguiente bloque de capas, se observa la
presencia de materiales mezclados determinados a partir de criterios tecno-tipológicos. En las siguientes,
el estudio realizado ya no es cuantitativo, sino que se enfoca desde una perspectiva cualitativa en la que se
revisan todas las bolsas de materiales tratando de identificar y contabilizar los elementos diagnósticos que
nos guíen en la caracterización cultural de la capa. En este sentido, la 24 posee tanto restos del Paleolítico
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Reconstrucción de la secuencia del Paleolítico medio y superior inicial de la Cova Foradada (Oliva, Valencia)
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medio clásico visto en las capas anteriores como elementos de tipo Paleolítico superior (soportes laminares
y microlaminares), pero con la ausencia de fósiles guía que permitan adscribirla a uno u otro complejo. En
cambio, en las capas 22 y 23 observamos junto con los materiales musterienses, elementos de tipo laminar
a modo de hojitas Dufour, típicas del Auriñaciense. En las siguientes capas, 21 y 20, volvemos a tener un
hiato en el registro, dado también por la ausencia de los materiales adscritos a estas capas. A partir de la
capa 19 y 18, la abundante presencia de dorsos, piezas astilladas y puntas de la Gravette, nos indican el
cambio hacia un nuevo complejo como es el Gravetiense. Finalmente, de la capa 17 a la 15 se combinan
materiales gravetienses junto con elementos de tipo solutrense como es la aparición del retoque plano y
algún fragmento foliáceo.
A modo de conclusión, sabemos que el estudio industrial de la secuencia de Foradada presenta problemas
que deben tenerse en cuenta a la hora de interpretar los datos. La ausencia de un registro estratigráfico
de dichos materiales hace que no podamos encuadrar las distintas capas dentro de un mismo o diferente
nivel, pero al poseer datos, aunque sea de capas con número corrido de mayor a menor, nos permite ver
qué está por encima y qué por debajo. Así, a lo largo de esta amplia secuencia que engloba por lo menos
tres momentos industriales bien diferenciados (Paleolítico medio, Auriñaciense y Gravetiense), podemos
abordar de forma general aspectos diacrónicos y de cambio en la producción lítica, centrándonos en la
gestión de las materias primas, las cadenas operativas empleadas y la configuración del utillaje.
4.1. Materias primas
Respecto a las materias primas empleadas en la secuencia (tabla 2), observamos como existe un absoluto
dominio de las rocas locales, fundamentalmente el sílex (fig. 3). Su estado de conservación no es
excesivamente bueno debido a que buena parte del conjunto está alterado por concreciones, deshidrataciones
y afecciones térmicas. Además, se aprecia en una parte sustancial de los restos la acción de ácidos para el
lavado de material lo que dificulta también su descripción macroscópica.
Dentro del grupo del sílex local, el mayoritario se caracteriza por presentar unas coloraciones verdosas,
un grano fino y aspecto mate. La textura es lisa y suave, presentando algunas inclusiones menores de
tipo biogénico y mineral, como los óxidos de hierro. Los córtex poseen unas tonalidades marrones claras
(probablemente vinculado a una roca caja calcárea) y con una morfología semi y, sobre todo, rodada lo
que indica que se puedan encontrar a unos pocos metros, tanto en los barrancos contiguos como en la
misma playa de Gandia, ambos en posición secundaria producto de la acción de transporte a través de los
ríos contiguos, como el Serpis. Aunque el afloramiento en posición primaria lo desconocemos, pensamos
que no debe estar muy lejos ya que coincide con uno de los tipos locales encontrados en el cercano
yacimiento de la Cova de les Malladetes (Eixea et al., 2021). A nivel técnico, este sílex presenta unos
buenos planos de fractura de morfología concoide lo que hacen que su calidad para la talla sea buena. Los
otros tipos que conforman este grupo local son los ya conocidos Serreta y Mariola, los cuales, tal y como
ya se ha apuntado en otras ocasiones, aparecen documentados a lo largo del río Serpis procedentes de la
zona de Alcoi y en la misma playa de Gandia donde se depositan a lo largo de toda la franja litoral y a
unos pocos kilómetros del yacimiento (Eixea et al., 2014; Molina, 2015). En relación con los alóctonos,
a excepción de los que no se han podido determinar y que se encuentran en proceso de estudio, tan solo
podemos destacar el sílex cenomaniense-turoniense determinado en los afloramientos primarios del Puig
de la Llorença. Este se caracteriza por presentar bastantes variaciones dentro del mismo afloramiento,
predominando los que poseen tonalidades marrones meladas. A nivel interno, es translúcido con motas
blancas y, generalmente, su estructura aparece muy fisurada (aunque también aparecen otros nódulos sin
fisuras y en mejor estado). Aunque no sabemos si este tipo podría estar documentado en zonas inmediatas
al propio afloramiento primario más hacia el norte, la realidad es que entre este y el yacimiento la
distancia asciende a unos 40 km.
APL XXXIV, 2022
[page-n-10]
38
A. Eixea y A. Sanchis
Tabla 2. Cova Foradada (Oliva, Valencia). Número de restos contabilizados en las figuras 3, 4, 6a, 6b, 6c, 7, 10a y 10b
según las diferentes capas.
Fig. 3
Sílex local
Sílex alóctono
Fig. 4
29
30
31
33
36
37
38
39
40
42
218
180
392
166
139
78
82
87
33
58
33
61
30
12
17
5
61
40
10
10
9
3
-
2
5
7
9
2
2
3
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
188
453
206
149
88
91
90
33
60
38
68
39
14
LL y FL
212
161
404
178
139
83
71
76
32
56
35
66
36
12
LL y FLL
6
-
7
4
-
-
2
2
-
-
1
-
-
-
Hyh
3
5
1
2
-
-
6
1
1
3
2
1
3
-
16
22
40
22
10
5
12
11
-
1
-
1
-
2
2544 1903 2463 1235 1325
534
6
142
9
160
51
117
83
34
90
6
44
9
67
17
22
19
7
IF
TOTAL
404
283
603
291
522
28
20
74
13
23
-
-
13
-
3
-
-
-
-
3213 2394 3592 1745 2019
712
103
289
51
290
106
207
141
55
Primero
3
1
13
1
3
4
-
-
-
-
-
-
-
-
Segundo
59
56
114
47
39
24
36
18
10
24
7
24
12
5
Tercero
563
392
889
427
619
145
49
106
32
102
48
65
46
14
TOTAL
625
449 1016
475
661
173
85
124
42
126
55
89
58
19
Inicio
16
5
29
6
6
7
3
4
1
2
2
6
-
-
Plena
165
128
348
173
121
66
71
66
25
44
28
56
31
8
8
1
17
2
5
5
1
4
-
2
2
1
1
-
Dudosa
436
315
622
294
529
95
10
50
16
78
23
26
26
11
TOTAL
625
449 1016
475
661
173
85
124
42
126
55
89
58
19
Cortical
9
11
26
5
6
5
8
5
-
3
-
7
-
-
Mantenimiento
Liso
Fig. 7
28
237
FLT
Fig. 6c
27
TOTAL
E
Fig. 6b
26
Cuarcita
N
Fig. 6a
25
126
87
236
89
78
44
30
41
16
29
17
37
21
6
Diedro
15
16
24
15
11
8
5
6
1
3
2
2
1
3
Facetado
13
14
33
17
14
5
3
13
6
10
15
9
7
-
Lineal
2
2
9
2
4
1
-
1
-
-
-
-
-
-
Machacado
-
-
2
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
Roto
8
5
6
8
6
4
3
5
1
6
1
3
5
-
Suprimido
6
4
17
7
2
3
8
2
2
-
-
-
1
-
Puntiforme
-
-
1
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
Sin talón por
fractura
446
310
662
332
540
103
28
51
16
75
20
31
23
10
TOTAL
625
449 1016
Lev. preferencial
Lev. recurrente
Discoide
475
661
173
85
124
42
126
55
89
58
19
1
1
1
-
-
1
1
2
1
2
4
-
10
46
20
20
5
5
8
7
10
8
15
8
1
44
125
53
47
21
39
23
5
10
6
17
14
6
-
1
3
9
68
Laminar
-
-
1
-
-
-
-
-
2
-
-
1
-
Kombewa
1
1
6
4
5
-
-
1
-
1
1
2
-
-
546
391
837
397
588
147
41
91
27
103
39
52
32
12
Indet.
APL XXXIV, 2022
[page-n-11]
39
Reconstrucción de la secuencia del Paleolítico medio y superior inicial de la Cova Foradada (Oliva, Valencia)
Tabla 2. (cont.).
25
TOTAL
Fig. 10a
Puntas
27
28
29
30
31
33
36
37
38
39
40
42
449 1016
475
661
173
85
124
42
126
55
89
58
19
7
6
10
3
-
2
4
3
-
-
1
-
-
-
Raederas simples
56
30
99
53
22
27
37
16
6
2
2
7
7
3
Raederas
compuestas
14
8
23
18
4
6
11
1
1
-
1
-
1
-
Muescas y
denticulados
11
21
24
12
8
-
6
5
-
2
3
10
2
-
Grupo Paleo. sup.
5
5
6
4
-
2
4
-
-
2
1
1
-
-
Macrohuellas uso
12
12
13
10
6
4
6
5
2
6
8
8
5
-
1
-
3
1
-
-
-
-
2
-
-
-
1
-
TOTAL
106
82
178
101
40
41
68
30
11
12
16
26
16
3
Retocado
106
82
178
101
40
41
68
30
11
12
16
26
16
3
Otros
Fig. 10b
625
26
No retocado
115
84
235
83
99
42
11
50
22
47
22
41
23
9
TOTAL
221
166
413
184
139
83
79
80
33
59
38
67
39
12
A nivel diacrónico, lo que observamos es como existe un absoluto dominio de estos tipos locales los
cuales se sitúan en todo momento por encima del 80 %, a excepción de una pequeña pulsación en la parte
basal (capa 40). En líneas generales, tan solo se aprecia como hay una pequeña variación porcentual en
la base (capa 40 y 42) y en la parte media-final (capas 27 y 28), capas en las que alcanza los valores más
bajos, pero sin suponer grandes cambios en la visión de conjunto. Lo mismo ocurre a nivel cualitativo en la
secuencia perteneciente al Paleolítico superior. No se detectan cambios importantes en las materias primas
ya que los tipos locales continúan dominando con gran diferencia sobre los alóctonos.
Fig. 3. Evolución diacrónica de las distintas materias primas utilizadas en la secuencia.
APL XXXIV, 2022
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40
A. Eixea y A. Sanchis
4.2. Tecnología
A nivel tecnológico, los soportes mejor representados a lo largo de toda la secuencia del yacimiento son
las esquirlas que suponen entre el 50 y el 70 %, dejando de lado capas como la 31 y la 36 en la que la
baja representatividad de elementos hace que queden descartadas de la cuantificación (fig. 4). Aspecto que
resulta interesante y que nos indica la intensa actividad de manufactura lítica documentada en el yacimiento.
Por su parte, los fragmentos de lasca térmica también alcanzan cotas elevadas ya que como se aprecia en los
materiales, la aparición de cúpulas, craquelados y rugosidades fruto del calor, evidencia una presencia del
fuego continuada a lo largo de toda la secuencia.
Pero dejando de lado ambos grupos, el soporte mayoritario sobre el cual se confecciona la mayor
parte de la industria son las lascas. Su representación oscila entre el 10 y el 30 % del registro y muestra
como la producción va encaminada hacia la obtención de este tipo de soportes los cuales son el grupo
dominante en cuanto al grado de transformación mediante el retoque. Resulta interesante destacar como
el componente alargado es reducido, a excepción de la parte media en la que por ejemplo capas como la
31, 33 o 38 aparecen mejor representadas. Además, se observa como especialmente en la 31, que es la
que mayor porcentaje de efectivos alargados dispone, se combina también con el punto más elevado de
presencia de hojas y hojitas. Este último grupo, a pesar de ser esporádico, cabe mencionar que tiene un
mayor protagonismo en la secuencia inferior del yacimiento (capas 36 a 40). A pesar de ello, debemos ser
cautos y mencionar que ninguno de estos soportes aparece retocado ni existe ningún núcleo laminar o de
morfología Levallois destinado a la obtención de este tipo de soportes, sino que más bien la mayor parte
de ellas podrían ser de fortuna procedentes de explotaciones de superficies ligeramente alargadas. Cuestión
aparte es su documentación a partir de las capas en contacto con los materiales del Paleolítico superior
(capa 24 en adelante) en las que pasarán a ser el grupo dominante, a excepción también de las esquirlas,
junto con el de las lascas. Respecto a los otros soportes, no existe ningún tipo de diferencia entre el conjunto
del Paleolítico medio y el del superior.
Fig. 4. Evolución diacrónica de los distintos soportes documentados en la secuencia: L y FL (lasca y fragmento de
lasca), LL y FLL (Lasca laminar y fragmento de lasca laminar), H y h (hoja y hojita), N (núcleo), E (esquirla), FLT
(fragmento de lasca térmica) e IF (informe).
APL XXXIV, 2022
[page-n-13]
Reconstrucción de la secuencia del Paleolítico medio y superior inicial de la Cova Foradada (Oliva, Valencia)
41
Desde el punto de vista tipométrico, obtenidos a partir de todos aquellos soportes completos, las dimensiones
oscilan entre los 2 y 4 cm de longitud en la mayor parte del conjunto, al igual que ha sido atestiguado en la
mayoría de los conjuntos del Paleolítico medio regional (Villaverde, 1984; Iturbe et al., 1993; Fernández Peris,
2007; Galván et al., 2009; Villaverde et al., 2012; Eixea, 2015). Además, los elementos más pequeños (<2 cm)
aparecen bien representados a lo largo de todas las capas, con algunos ejemplos que llegan a situarse por debajo
de 1 cm. Contrariamente, los restos más grandes apenas superan los 4 cm siendo estos muy marginales en
relación con el resto de soportes. Existe una tendencia en la que se constata una mayor presencia de elementos
de mayor tamaño en la mitad inferior de la secuencia (capas 36 a 42), alcanzando unos valores que oscilan entre
los 3 y 4 cm, con repuntes mayores en soportes que se encuentran por encima de los 4 cm (fig. 5). En cambio,
en la parte superior (capas 25 a 29), la tendencia es a la baja donde se aprecia como las medias de los soportes
giran en torno a los 2,4 cm de longitud. En las anchuras, se da esta misma situación, aunque la variación es tan
minúscula que hace imposible encontrar diferencias en las distintas capas. La mayor parte del registro se ubica
en torno a los 1,8-2,6 cm, con cierto aumento de tamaño en la parte basal. Respecto al espesor, resulta interesante
destacar como, mientras veíamos soportes más grandes en la parte inferior y más pequeños en la superior, ahora
denotamos como el espesor es similar en la parte alta y baja, mientras que en la parte media (capas 30 a 33)
aparece un pico de mayor espesor que en el resto.
Por tanto, nos encontramos con una industria que morfológicamente no tiene grandes cambios ni a nivel
diacrónico ni dentro del panorama regional, donde buena parte de los conjuntos presentan características
similares centradas en soportes de tamaños pequeños y medios, de formato cuadrangular y poco espesor.
Si bien es cierto que sí existirán diferencias tipométricas en cuanto a los métodos de talla empleados donde
los formatos Levallois presentarán tamaños mayores, de tendencia más alargada y de menor espesor que los
discoide que serán más cortos, anchos y espesos, aspecto inherente al desarrollo de la propia gestión lítica.
Por otro lado, si nos centramos en la reconstrucción de las cadenas operativas y en la evaluación del
grado de fragmentación documentado a lo largo de la secuencia, observamos como existe un absoluto
predominio de las piezas de tercer orden y de plena explotación, es decir, aquellas que se ubican en las
últimas fases de la producción lítica. Por su parte, aquellos elementos que presentan superficies corticales
menores (<20 %) suponen unas cuantificaciones mucho más bajas (alrededor del 20 % del registro) (fig.
6). En ambos casos, el marcado dominio de la segunda y tercera fase nos indica unos estadios avanzados
de la manufactura lítica, llevados a cabo en el interior del yacimiento a lo largo del tiempo. En cambio, los
elementos con superficies corticales mayores (>50 %) que formarían parte de los primeros órdenes y de las
fases iniciales de la producción lítica son prácticamente inexistentes, a excepción de la capa 27 y 30 pero
con menos del 3 % del registro, lo que indica cómo buena parte del material lítico entra ya preconfigurado
en el yacimiento. Mención especial suponen los restos englobados en el mantenimiento de la gestión, caso
de los típicos elementos Levallois desbordantes, los cuales están presentes en todas las capas menos en
las dos últimas de la parte baja (capa 40 y 42). Resulta interesante destacar como la presencia de este tipo
de restos, muestra la existencia de unas cadenas operativas que, a pesar de carecer probablemente de las
primeras fases de pelado y preconfiguración de los nódulos, son continuas en el interior del yacimiento
donde se preparan los núcleos para su explotación y se van reajustando para satisfacer las necesidades
demandadas en cada momento por los grupos humanos. En este mismo sentido y en estrecha relación,
destaca la determinación en toda la secuencia de las lascas de reavivado (reaffûtage) de los filos de las
raederas lo que muestra también la reparación de los filos embotados y, en definitiva, el mantenimiento del
utillaje empleado para las distintas actividades, como las vinculadas a la carnicería, trabajo de las pieles,
etc., que se dan en el interior del yacimiento.
Respecto a las plataformas de percusión de los soportes documentados, vemos como, dejando de lado aquellos
sin talón por fractura, dominan los ejemplares no preparados. Dentro de este grupo, son los lisos junto con los
corticales los que tienen una mayor relevancia suponiendo casi la mitad del registro, lo que indica que los puntos
de impacto buscados en las superficies de golpeo no necesitan de un mayor acondicionamiento. Por su parte,
facetados y diedros, vinculados fundamentalmente a sistemas de talla más elaborados como es el caso de la talla
APL XXXIV, 2022
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42
A. Eixea y A. Sanchis
Fig. 5. Distribución de la longitud (a), anchura (b) y espesor (c) de los soportes documentados en la secuencia. Los
gráficos de cajas y arbotantes representan la media (barra central), el 75 % de los casos (caja) y el 95 % de los casos
(arbotantes).
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Reconstrucción de la secuencia del Paleolítico medio y superior inicial de la Cova Foradada (Oliva, Valencia)
43
a)
b)
c)
Fig. 6. Evolución diacrónica de los distintos órdenes (a), fases de producción (b) y tipos de talón documentados en la
secuencia (c).
APL XXXIV, 2022
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44
A. Eixea y A. Sanchis
Levallois, son minoritarios. Cabe destacar que estos tienen una mayor relevancia en la mitad baja de la secuencia
(capas 33 a 40) donde alcanzan valores de entre el 10 y 20 % de los elementos. El resto, como lineales, rotos,
machacados o puntiformes son esporádicos y, especialmente interesantes, los suprimidos, los cuales aparecen
asociados mayoritariamente a las raederas, algunas de ellas de tipo semiquina, en las que el intenso retoque del
filo llega a abarcar la parte proximal de las piezas suprimiendo los mismos.
Mención aparte merecen los núcleos y los distintos sistemas de talla empleados los cuales, como hemos
visto anteriormente en la cuantificación de los soportes, alcanzan unos valores muy interesantes. Además,
desde un punto de vista técnico, esta buena representación nos da suficientes garantías para llevar a cabo el
estudio tecnológico y la reconstrucción de los distintos procesos de la manufactura lítica. Los tipos determinados
fundamentalmente son los discoide, Levallois, tanto de lasca preferencial como los recurrentes centrípetos y, en
menor cuantificación, los explotados a partir de las caras ventrales de soportes más espesos y que se englobarían
dentro de producciones de tipo ramificado. Debemos destacar que, a pesar de haber encontrado elementos de tipo
laminar, no se atestigua en estas capas del Paleolítico medio ningún núcleo con una típica estructura de este tipo.
Pensamos que pueden deberse más bien a elementos englobados en las otras producciones pero que de forma
fortuita se materializan en este tipo de morfologías. Además, sus cuantificaciones no dejan de ser testimoniales.
Respecto al primer grupo, los núcleos discoides y los soportes obtenidos, cuantitativamente son los mayoritarios,
situándose entre unos valores del 60-70 % a lo largo de la secuencia, a excepción de las capas basales (36 a 40),
en las que observamos como este tipo de gestión y la Levallois recurrente son similares (fig. 7).
Respecto a sus modalidades, existe un cierto equilibrio entre las gestiones de tipo uni y bifacial, con
direcciones centrípetas y cordales, las cuales se configuran mayoritariamente a partir de soportes nodulares
de características rodadas y semirodadas en los que se generan unos formatos de morfología cuadrangular
y triangular y con cierto espesor. En algunos casos, se producen tanto elementos de tipo pseudolevallois
en los que el flanco de núcleo o meplat se opone al filo activo y constituye una buena zona para el agarre y
uso de estas lascas, como soportes desbordantes en sentido amplio, que van en relación con unas gestiones
discoides de configuración cordal (fig. 8).
Fig. 7. Evolución diacrónica de los distintos sistemas de talla documentados a partir de las lascas en la secuencia.
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Reconstrucción de la secuencia del Paleolítico medio y superior inicial de la Cova Foradada (Oliva, Valencia)
45
Resulta interesante destacar que la mayor parte de los núcleos son abandonados debido a su agotamiento,
especialmente aquellos relacionados con defectos en la misma materia prima, ya que la mediana calidad de
los sílex (presencia de impurezas, diaclasas internas, granos medios, etc.) hace que las ondas de choque al
propio golpeo sean incontrolables y se plasmen en numerosos reflejados múltiples, sobrepasados y fracturas
por la talla (fig. 9).
Por otro lado, las producciones de tipo Levallois se documentan en las variantes recurrentes centrípetas,
que son las más numerosas en toda la secuencia, y las preferenciales, que son minoritarias. Aquellas
recurrentes uni y bipolares, están completamente ausentes. Siguiendo la definición propuesta por Boëda
(1994), la mayor parte son núcleos sobre lasca o nódulo, en la que se explota de forma jerarquizada una
superficie y de la que, a la vista de los negativos determinados en la superficie, se obtienen series largas hasta
acabar con las posibilidades que ofrece el mismo. La característica fundamental de estas producciones es el
pequeño tamaño de los núcleos los cuales forman parte de los sistemas de talla microlevallois, reconocidos
en buena parte de los yacimientos peninsulares y del ámbito regional (Villaverde et al., 2012; Rios-Garaizar
et al., 2015; Eixea, 2015). En los soportes obtenidos, se observa el mismo patrón, con lascas preferenciales
típicas y de buen formato minoritarias y dominio de las recurrentes, que se encuadrarían morfológicamente
dentro de las lascas Levallois atípicas (Eixea, 2015). A excepción de estos grandes grupos, quedan relegados
a un tercer plano aquellos elementos de tipo ramificado, entre los que las lascas de tipo Kombewa aparecen
Fig. 8. Soportes líticos
adscritos al Paleolítico
medio.
1-6) Lascas Levallois: 1 (capa
39), 2 (capa 33), 3 (capa
37), 4 (capa 38), 5 (capa 39)
y 6 (capa 38)
7-8) Lascas microlevallois: 7
(capa 29) y 8 (capa 27)
9) Lasca microlevallois
desbordante (capa 27)
10, 11, 16) Puntas
pseudolevallois: 10 (capa
30), 11 (capa 29) y 16 (capa
28)
12, 13, 17) Lascas
desbordantes: 12 (capa 39),
13 (capa 30) y 17 (capa 28)
14, 15, 18) Lascas centrípetas:
14 (capa 29), 15 (capa 33) y
18 (capa 42)
19) Lasca Kombewa (capa 38)
20, 21) Lascas de reavivado de
filo de raedera (reaffûtage):
20 (capa 27) y 21 (capa 28)
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A. Eixea y A. Sanchis
Fig. 9. Núcleos adscritos al
Paleolítico medio.
1, 2, 6, 8) Núcleos Levallois
recurrentes centrípetos: 1
(capa 42), 2 (capa 33), 6 (capa
28) y 8 (capa 30)
3, 7) Núcleos discoide bifaciales:
3 (capa 33) y 7 (capa 28)
4) Núcleo microlevallois
recurrente centrípeto. Nótense
las últimas extracciones
obtenidas de <1 cm de
longitud y anchura (capa 28)
5) Núcleo discoide unifacial
(capa 31)
incluidas. Esta producción no suele superar el 5 % del registro y aparece representada de forma bastante
homogénea a lo largo de las distintas capas. Tal y como ha sido atestiguado por otros autores (Bourguignon
et al., 2004; Dibble y McPherron, 2006; Rios-Garaizar, 2012; Rios-Garaizar et al., 2015), estas cadenas
operativas tienen como objetivo principal la obtención de nuevos soportes a partir de lascas espesas, en
algunos casos de talla discoide, para realizar nuevas generaciones de útiles. Dentro de estos procesos de
ramificación destaca la fabricación de lascas pequeñas y microlíticas mediante explotaciones Kombewa,
a partir de las caras ventrales de las mismas. Comportamiento que ha sido señalado como reserva de un
utillaje destinado para su utilización en las fases finales de los procesos productivos (Bourguignon et al.,
2004; Rios-Garaizar, 2012). Finalmente, mencionar la inexistencia de otro tipo de gestiones como pueden
ser la talla Quina, trifacial o laminar, entre otras, y que, aunque suelen ser marginales, sí aparecen en otros
conjuntos del ámbito peninsular y valenciano.
Respecto a las capas adscritas al Paleolítico superior (de la 24 a la 15), como veremos en el
siguiente apartado, a partir de los aspectos tipológicos se han podido documentar los diferentes
periodos culturales, siguiendo como guía principal los típicos fósiles directores. Aun así, desde un
punto de vista tecnológico, durante estas capas también se generaliza el componente laminar en las
industrias estudiadas. Este factor es clave y determinante en su análisis ya que en los conjuntos del
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Reconstrucción de la secuencia del Paleolítico medio y superior inicial de la Cova Foradada (Oliva, Valencia)
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Paleolítico medio peninsular y, sobre todo valenciano, es inexistente. En primer lugar, se ha podido
documentar como a lo largo de las capas 22 a 24, empiezan a aparecer algunas laminitas, sobre todo de
perfil curvo y torcido que responden a las características típicas de los conjuntos auriñacienses. Junto
a estas se observan algunos núcleos laminares, sobre todo unipolares, explotados a partir de pequeños
nódulos de sílex de en torno a los 5 cm de diámetro, sobre caras estrechas y en los que predominan los
negativos paralelos. Respecto a la técnica de talla, podemos determinar el empleo tanto de percutores
blandos como duros, con un claro dominio de la percusión blanda. Posteriormente, a partir de las capas
18 y 19 en adelante, este componente se generaliza y aparecen junto a un buen número de laminitas,
las cuales ya no poseen las características anteriores, sino que más bien son simétricas, con perfiles
rectilíneos y de morfología apuntada, otros formatos de tipo laminar de mejor factura y mayores
dimensiones. Respecto a los núcleos, podemos observar una diversificación bastante amplia, con un
equilibrio entre los núcleos unipolares y bipolares y con una morfología prismática y piramidal. Se
configuran a partir de soportes nodulares y, en algunos casos, a partir de lascas espesas las cuales
suelen poseer una superficie cortical opuesta a la cara de lascado. Se empiezan con la apertura de una
plataforma de explotación amplia y a partir de ella se obtienen los soportes laminares desde el inicio
de la secuencia que se produce mediante la guía de meplats laterales, siendo escasos los ejemplos de
crestas y semicrestas debido a la elevada cantidad de materia prima que necesita esta configuración.
Finalmente, junto a estos, aparecen elementos vinculados con la talla como son los productos de
acondicionamiento de núcleo (PAN), tabletas, semitabletas y, en menor medida, algunas crestas, lo
cual nos indica una generalización y mayor desarrollo del componente laminar y de su producción.
En este sentido, todo ello da cuenta de la presencia de una talla laminar bien definida adscrita al
Paleolítico superior, como veremos en el siguiente apartado, dentro de los complejos auriñacienses,
gravetienses y, en menor medida, solutrenses.
4.3. Tipología
Entre el material retocado, se observa como el grupo mayoritario al igual que ocurre en buena parte de los
conjuntos del ámbito regional inmediato, es el formado por las raederas. Si bien es cierto, existen algunas
pulsaciones y tendencias interesantes a lo largo de la secuencia que pasamos a comentar. En primer lugar,
documentamos como en la capa inferior los elementos dominantes son las raederas, en cambio, estas van
decreciendo progresivamente desde la capa 40 a la 37 hasta llegar a unas cuantificaciones muy bajas (<20 %).
Contrariamente, son las piezas con macrohuellas de uso, muescas y denticulados y los útiles del grupo III,
las que van a poseer unos valores realmente importantes. Caso excepcional es la capa 38 en la que las puntas
suponen unas cuantificaciones igualmente importantes que el resto. Entre las piezas con huellas de uso, son las
lascas Levallois las que mejor representación tienen, cuestión que queda ratificada si atendemos a los sistemas
de talla empleados en estas capas ya que la gestión Levallois recurrente tiene valores similares a la discoide.
Es decir, la mayor parte de los soportes Levallois producidos, van a estar usados de forma intensiva por los
grupos neandertales (fig. 10a).
Por su parte, a lo largo de este primer tramo, las raederas confeccionadas son simples (laterales y
transversales), con filos muy poco retrocedidos y retoques fundamentalmente marginales (fig. 11). Desde
la parte media de la secuencia y en adelante, donde la capa 36 nos muestra un marcado punto de inflexión,
el grupo de las raederas va a pasar a ser el mayoritario con diferencia, quedando reducidos los otros
grupos a valores que apenas van a superar el 15 %. Una tendencia que se observa en otros yacimientos
como por ejemplo en el Abrigo de la Quebrada donde las cuantificaciones son similares (Eixea, 2015).
En este contexto, dominan las raederas con un filo retocado, pero aquellas que poseen dos o más, como
es el caso de las desviadas y dobles fundamentalmente, poseen unas cuantificaciones más elevadas. En
esta parte vemos como los retoques son más profundos, las piezas opuestas a dorsos naturales y meplats
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A. Eixea y A. Sanchis
a)
b)
Fig. 10. Evolución diacrónica del utillaje (a) e índices de transformación (b) documentados en la secuencia.
son también más significativas y los elementos de tipo Quina y semiquina están más documentados.
Por su parte, las muescas y denticulados junto con las piezas con huellas de uso descienden, sobre todo
estas últimas. Respecto a las características del primer grupo, se trata de muescas poco marcadas, con
delineaciones más bien sinuosas y en las que no se suelen observar más de tres o cuatro muescas en cada
pieza. Estas suelen afectar al filo lateral frente al distal y, al igual que ocurre con las raederas, en muchos
casos aparecen opuestas a dorsos naturales. Todo ello, probablemente, vinculado a un mejor agarre y
adaptabilidad a la mano y, en definitiva, al uso de las mismas.
Mención especial requieren los grupos de utillaje del Paleolítico superior y de las puntas ya que
sus valores representan en torno al 5-10 % del registro. Unos valores que si los comparamos con
otros conjuntos valencianos como pueden ser Quebrada o Cova Negra, son más elevados. Respecto
al primero, se componen principalmente de perforadores, seguidos de raspadores y truncaduras. En
todos los casos, estos se caracterizan por estar configurados a partir de lascas, normalmente, de cierto
espesor. En los perforadores, que son los dominantes, cabe resaltar como todos ellos se combinan
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Reconstrucción de la secuencia del Paleolítico medio y superior inicial de la Cova Foradada (Oliva, Valencia)
49
Fig. 11. Utillaje lítico adscrito al
Paleolítico medio.
1) Denticulado (capa 40)
2) Punta musteriense alargada
(capa 33)
3) Raedera simple cóncavoconvexa sobre lasca Levallois
desbordante (capa 33)
4) Raedera desviada (capa 27);
5) Punta musteriense. Nótese
el adelgazamiento ventral
del bulbo para el enmangue
(capa 31)
6, 9) Raedera simple convexa
semiquina opuesta a dorso
natural (capa 31)
7) Punta musteriense (capa 27)
8) Pieza con muesca en extremo
(capa 27)
10) Raedera doble con
extracciones en la cara ventral
de lascas Kombewa dentro de
una gestión de tipo ramificada
(capa 27)
11) Punta musteriense. Nótese
la fractura distal por impacto
(capa 27)
12) Raedera simple convexa
(capa 27)
13) Raedera sobre cara plana
(capa 42)
con un frente de raedera en el filo opuesto o con macrohuellas de uso lo que nos indica que se trata
de útiles, probablemente, con más de una función. Y, en relación con el segundo, contamos con un
total de 36 puntas en toda la secuencia. Aunque merecería un estudio aparte, tanto tecnológico como
funcional, aquí tan solo vamos a citar sus principales características. Como hemos comentado, hasta
la capa 36 tan solo se documenta un ejemplar, en cambio, a partir de esta y relacionado con la parte
media y superior de la secuencia, es cuando nos encontramos con la mayor parte de ellos. A excepción
de la capa 29 donde no aparecen representadas, en el resto de capas los valores medios se sitúan en
torno al 5,4 % (n = 36), unas cuantificaciones que en comparación con Quebrada, el yacimiento con
más ejemplares disponibles (n = 96) (Eixea et al., 2015), resultan muy interesantes, más aún, cuando
en este trabajo no se ha estudiado el conjunto completo de los cuadros de cada capa. Además, a falta
de estudios traceológicos y funcionales, algunas de las raederas desviadas y convergentes podrían
estar englobadas también dentro de este grupo. Así, podemos ver como existe un marcado dominio
de las puntas musterienses (n = 33) frente a las Levallois (n = 3). Respecto a las primeras, cuatro
ejemplares se encuadran dentro de las puntas musterienses alargadas, dos de ellas confeccionadas
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A. Eixea y A. Sanchis
sobre lasca y otras dos sobre lascas laminares. En todos los casos, los tamaños oscilan en los 3-4
cm de longitud y 1,5-2 cm de anchura, unas medidas que muestran también como las dimensiones
medias se ajustan a los parámetros generales de la industria que es de tamaño pequeño. En cuanto a
las características generales de todos los efectivos, vemos como se confeccionan mayoritariamente a
partir de lascas de tipo discoide (n = 14), y en menor medida sobre lasca Levallois (n = 5), y el resto,
de talla indeterminable, son minoritarias. Se trata de elementos en los que el retoque de apuntamiento
es muy marcado, profundo y que reduce de forma intensa el filo. También se documentan golpes
ventrales en las zonas proximales que reducen el abombamiento del bulbo y facilitan el enmangue. En
más de la mitad de los ejemplares se detectan posibles fracturas distales de impacto, lo que demuestra
su uso como punta. Y, respecto a las segundas, dos son sobre lasca y una sobre lasca laminar. En todos
los casos, la gestión empleada para la obtención del soporte es a partir de lascas Levallois recurrentes
centrípetas. Resulta interesante ver como las dimensiones, a pesar de ser una muestra reducida, son algo
mayores a las musterienses ya que los tamaños medios son de 4 cm de longitud por 2 cm de anchura.
Respecto al retoque, a diferencia de las anteriores, son mucho más someros, simples y marginales,
no afectando sustancialmente ni al filo ni al retroceso del mismo. Así pues, nos encontramos ante una
buena representación de este tipo de elementos, que alcanzan valores significativos. En este sentido,
sería necesario realizar en los próximos años un estudio tecnológico específico y, sobre todo, funcional
que nos aporte más información en relación con las actividades cinegéticas de estas poblaciones.
Si nos centramos ahora en los índices de transformación determinados, se observa como los valores
relacionados con los elementos retocados son bastante altos, más aún si los comparamos con otros
yacimientos de la región central del Mediterráneo peninsular. Aunque los valores medios oscilan
alrededor del 40 % del registro, existen puntos de más del 50 % y en un caso de hasta el 85 % lo que
nos indica como el grado de transformación de la industria mediante el retoque es bastante elevado. A
nivel diacrónico, se observa como en la parte basal y media (capas 33 a 42), los índices están alrededor
del 30 %, marcando un punto de inflexión la capa 31 en la que los valores ascienden marcadamente.
Posteriormente, a partir de la capa 30, las cuantificaciones descienden, pero van a estar ligeramente
por encima de lo visto en la parte basal, situándose alrededor de casi el 50 %. Con esto se desprende
que, dejando de lado los puntos discordantes como la capa 37 o la 31, los datos indican unos valores
estables y ciertamente homogéneos a lo largo de toda la secuencia y, a nivel comparativo, más elevados
que los restantes yacimientos del ámbito regional.
Nos centramos ahora en el material de las capas adscritas al Paleolítico superior (de la 24 a la
15). Quizás este apartado tenga cierto interés debido a la presencia de unos fósiles directores que nos
indican la clara presencia de los tecnocomplejos adscritos al Auriñaciense y Gravetiense ya que, como
hemos comentado, el Solutrense queda al límite de este trabajo. Respecto al primero, en las capas
22 y 23, dentro de un conjunto en el cual dominan los fragmentos indeterminados y el bajo número
de utillaje, se han recuperado diversas laminitas (n = 37) entre las que destacan las de tipo Dufour
(n = 5), concretamente subtipo Roc-de-Combe (Demars y Laurent, 1989), obtenidas a partir de
raspadores carenados o pequeños núcleos unipolares, con la típica morfología de perfil curvo-torcido
en la parte distal y retoque fino y marginal (fig. 12). La percusión blanda es la única documentada
en los elementos laminares, especialmente mediante el uso del percutor mineral blando. Resulta
interesante destacar como no se atestiguan dorsos, lo cual parece indicar que no hay mezcla con los
paquetes superiores gravetienses. Se trata por tanto de un lote reducido pero diagnóstico en cuanto a su
tipología. No se han recuperado ni restos de industria ósea ni adorno lo cual nos hubiera podido ayudar
en la concreción y mejor definición de dicho periodo en el yacimiento.
Respecto al conjunto correspondiente a las capas 18 y 19, los elementos más llamativos y
característicos son las piezas de dorso laminares y microlaminares y una elevada proporción
de microgravettes, en la línea de lo documentado en otros conjuntos de la vertiente mediterránea
(Fullola et al., 2007; Villaverde et al., 2007-2008). Al igual que ocurre en yacimientos como Cendres
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Reconstrucción de la secuencia del Paleolítico medio y superior inicial de la Cova Foradada (Oliva, Valencia)
51
Fig. 12. Material adscrito al
Paleolítico superior (1-4 dibujos
ampliados con posición del
retoque en línea más gruesa):
1) Laminita Dufour (capa 23)
2-4) Laminitas Dufour subtipo
Roc-de-Combe (capa 23)
5) Núcleo unipolar (capa 23)
6) Pieza astillada (capa 17)
7) Golpe de buril (capa 17)
8) Punta tipo Cendres (capa 17)
9) Raspador (capa 17)
10) Núcleo de astillas (capa 18)
11) Raspador (capa 17)
12) Gravette (capa 18)
13) Gravette (capa 19)
14) Gravette (capa 18)
15-17) Microgravettes: 15 y 16
(capa 17) y 17 (capa 19)
18-19) Laminitas de dorso
apuntado: 18 (capa 19) y 19
(capa 18)
20) Azagaya (capa 18)
o Malladetes, las laminitas de dorso son el tipo mayoritario debido a que el conjunto presenta un
alto grado de fragmentación y, por tanto, los extremos no suelen conservarse. En lo que se refiere a
los elementos apuntados, las gravettes y microgravettes poseen cuantificaciones similares. Ambos
casos presentan retoques bipolares y profundos, reduciendo marcadamente el perfil del soporte de
partida. Al hilo de otros trabajos, para distinguir entre las distintas variantes hemos recurrido a un
criterio tipométrico, centrado en la anchura de las piezas, de manera que las superiores a los 8 mm
de anchura se han considerado gravettes, las comprendidas entre 5 y 8 mm se han clasificado como
microgravettes, y las menores de 5 mm, que combinan el dorso con el apuntamiento se han clasificado
como laminitas de dorso apuntadas (Villaverde et al., 2019). También se han determinado varias puntas
de tipo Cendres las cuales se definen por ser unas láminas relativamente anchas (la longitud se mueve
entre tres y cuatro veces la anchura de la pieza) y algo disimétricas, apuntadas con retoques simples
someros, muchas veces parciales, que aprovechan la morfología apuntada de los soportes para reforzar
el apuntamiento de unas piezas que bien podrían clasificarse como láminas apuntadas (Villaverde y
Roman, 2004). La ausencia de adelgazamiento dorsal en la base las diferencia de las puntas de tipo Vale
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A. Eixea y A. Sanchis
Comprido (Zilhão y Aubry, 1996), mientras que la falta de simetría permite diferenciarlas de las puntas
tipo Casal do Felipe (Zilhão, 1997), ambas del Gravetiense portugués. Un rasgo de individualización
de este Gravetiense regional que se documenta a lo largo de estos niveles en el yacimiento. Por su
parte, las piezas astilladas y las mismas astillas también aparecen bien representadas, y proceden del
reciclado de raspadores o núcleos, produciéndose un aprovechamiento intensivo de la materia prima.
Debemos resaltar que, como ha sido tratado en otros estudios, algunas de las piezas pueden presentar
dudas en cuanto a su consideración como instrumentos destinados a la percusión o el hendido, tal y
como ha sido propuesto a partir de una pieza inserta en un hueso de Vale Boi (Bicho y Bao, 2007)
o como soportes destinados a la extracción de astillas. En Foradada, las piezas astilladas dominan
claramente frente a los núcleos de astillas, aprovechando en muchos casos flancos y aristas de núcleos
y, en otros, incluso raspadores y piezas de bordes retocados lo que concuerda con la idea de un intenso
reciclado de los soportes. Por su parte, los buriles son minoritarios del mismo modo que las hojitas de
finos retoques. A lo largo de estas capas, el número de raspadores es superior siempre al de los buriles
tal y como sucede en un número importante de yacimientos de la vertiente mediterránea peninsular,
como Beneito (Iturbe et al., 1993) o Barranc Blanc (Fullola, 1978).
A todo este conjunto lítico, cabe añadir la presencia en la capa 18 de una azagaya prácticamente completa
en hueso la cual presenta unas dimensiones de 9,3 cm de longitud, 0,8 cm de anchura y 0,7 cm de espesor.
Está elaborada a partir de un hueso largo de un animal de talla media, presenta una sección circular y el
procedimiento de acabado es exhaustivo y se realiza mediante la técnica del raspado en la que se observan
estrías continúas, largas y paralelas entre sí, organizadas en bandas de densidad media que se extienden de
manera periférica en la pieza.
No se han documentado elementos de adorno, los cuales suelen aparecer representados en niveles
contemporáneos a Foradada.
Finalmente, a partir de la capa 17 y hasta la 15, nos encontramos una mezcla de elementos gravetienses
y solutrenses (puntas de cara plana, foliáceos, generalización del retoque plano, etc.). Por esta razón se han
decidido dejar de lado estos materiales y centrar este trabajo únicamente en el Paleolítico superior inicial.
5. VALORACIÓN PRELIMINAR DE LA FAUNA
De cara a completar la visión ofrecida por los materiales líticos, se ha llevado a cabo también la revisión
de los restos de fauna correspondientes a tres capas del cuadro b-15. Teniendo en cuenta la industria lítica
aparecida en estas capas y su situación estratigráfica pertenecerían, a priori, al Paleolítico medio (capa 26),
Paleolítico medio-Auriñaciense (capa 23) y Gravetiense (capa 19). Aportamos exclusivamente y de forma
preliminar la información sobre la representación taxonómica y el estado de conservación de los materiales
faunísticos de las capas seleccionadas.
El conjunto de la fauna de la capa 26, presenta un espectro taxonómico bastante diversificado con
presencia de varias especies de ungulados de talla grande y mediana (Equidae, Bovinae, Cervidae
y Suidae), de pequeñas presas donde destacan restos de Leporidae, aves y Testudinidae, a los que hay
que añadir algún fragmento de Carnivora de talla pequeña-mediana. Este conjunto muestra una elevada
fragmentación, con restos afectados en general por la concreción y algunos incluso brechificados; se
observan manganesos y también termoalteraciones. Estos materiales muestran una pátina de coloración
marrón-gris y en general están bien conservados. La presencia de restos de Testudinidae en la capa, muy
posiblemente correspondientes a la tortuga mediterránea (cf. Testudo hermanni), confirma su pertenencia al
Paleolítico medio, ya que se trata de un taxón con citas en diversos yacimientos valencianos del Pleistoceno
medio y superior, como la Cova del Bolomor, Cova Negra, Abric del Pastor o la Cova del Puntal del Gat,
taxón que se rarifica en la zona a lo largo del MIS 3 y que ya no aparece entre los conjuntos de fauna del
Paleolítico superior (Morales y Sanchis, 2009).
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Reconstrucción de la secuencia del Paleolítico medio y superior inicial de la Cova Foradada (Oliva, Valencia)
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La fauna de la capa 23 muestra un número de taxones más reducido, con presencia de Leporidae,
Equidae, Cervidae y de aves. Los restos están muy fragmentados, afectados por la concreción, con alguna
brechificación y también algunos están quemados. Los restos muestran una pátina de color marrón claro.
Finalmente, entre la fauna de la capa 19 se documenta la presencia de restos de Leporidae, Bovinae,
Cervidae y de aves. Se identifica una elevada fragmentación en los mismos, con restos muy afectados por la
concreción, con alguna brechificación y algunos están quemados. El conjunto muestra una pátina de color
marrón oscuro.
6. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
A la luz de los datos expuestos, se confirma que el yacimiento de Cova Foradada constituye un conjunto de
enorme interés para el estudio de las poblaciones del Paleolítico medio y superior de la vertiente mediterránea
ibérica. Prueba de ello, es la amplia secuencia documentada, que empieza con el Paleolítico medio y se
compone de un total de 29 capas (24 a 48) que han aportado un total de 14.719 restos líticos analizados y en
los que no se han estudiado todos los cuadros excavados. Esta secuencia continúa con los materiales adscritos
al Paleolítico superior, en los que, a pesar de no haber sido objetivo de estudio en detalle en este trabajo,
se han podido diferenciar claramente dos complejos industriales como son el Auriñaciense y Gravetiense
determinados a partir de nueve capas (15 a 23). Su escasa representación en el ámbito regional le otorga un
mayor interés a esta parte de la secuencia.
En relación con la primera parte de la secuencia, tal y como se ha comentado, no poseemos
dataciones directas de los niveles adscritos al Paleolítico medio por lo que intentar fechar estos niveles
(radiocarbono, OSL o ESR) resultaría de gran interés en los próximos años. Más aún, teniendo en
cuenta el espectacular registro paleoantropológico que ha aportado hasta el momento la cavidad y que
puede permitir caracterizar detalladamente estas poblaciones neandertales.
Un detenido repaso al registro lítico visto anteriormente nos permite corroborar y sintetizar
diferentes aspectos industriales, culturales y territoriales que encuadran el yacimiento dentro del
panorama regional:
En primer lugar, el uso del sílex como materia prima principal en toda la secuencia, mientras que
otras rocas como la cuarcita, caliza o cuarzo, documentadas en diversos yacimientos de la zona, no
aparecen representadas. Esto puede deberse a la buena disponibilidad del sílex en las inmediaciones
del yacimiento lo que haría que las poblaciones captaran esta litología y obviaran el resto. Ejemplos
como este podemos ver en El Pinar, Bolomor, Cova Negra, Petxina, El Salt o Pastor, donde los distintos
tipos de sílex de medias y buenas características hacen que las otras litologías estén prácticamente
ausentes (Villaverde, 1984; Casabó y Rovira, 1992; Fernández Peris, 2007; Molina et al., 2010). En
cambio, en otros enclaves como el Abrigo de la Quebrada, existe una buena disponibilidad de sílex en
las inmediaciones y el uso de cuarcitas y calizas alcanza unas cuantificaciones de en torno al 20-30 %
del registro de cada nivel (Eixea et al., 2011). O en los yacimientos al aire libre de Árguinas-Majadal y
Hoya Albaida-Titonares donde la cuarcita supone más del 95 % del total (Casabó y Rovira, 2002). En
este contexto, pensamos que la determinación de una u otra materia prima se vincula, obviamente, a su
disponibilidad, pero también a otro aspecto fundamental como es la forma de ocupación del territorio
de estas poblaciones. Así, la funcionalidad del lugar, la duración de las ocupaciones o la misma
variación de los recursos faunísticos aportados (estudio que deberá llevarse a cabo en los próximos
años), determinan la planificación de la movilidad territorial de estas poblaciones y su gestión del
espacio, en la que la captación de las materias primas será otro de los diversos aspectos cotidianos que
llevan a cabo estas poblaciones en el territorio.
En segundo lugar, la gestión técnica de estos grupos se centra fundamentalmente en la producción
y obtención de lascas con las que confeccionan su utillaje. Tipométricamente, los valores de estas
industrias siguen la tónica general de los conjuntos de la zona, documentándose unos elementos que
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A. Eixea y A. Sanchis
oscilan en torno a los 2-4 cm de longitud y anchura, con poco espesor y que pueden considerarse como
de tamaño medio y pequeño. Las distintas gestiones aplicadas para su obtención son mayoritariamente
de tipo discoide, a partir de las cuales se producen unos elementos de morfología pseudolevallois
o cuadrangular, en muchos casos opuestas a dorsos naturales y a meplats. Esta morfología en los
soportes permite conseguir buenos formatos para la realización de raederas que, a la vista del retroceso
de sus filos y, en algún caso, de reciclados vistos a partir de diferentes pátinas en la misma pieza, van
a tener una intensa y larga utilización. Hay que destacar la presencia también de explotaciones de
lascas de tipo Kombewa en la cara ventral de las mismas lo que indica una gestión de tipo ramificado,
tal y como se ha atestiguado en otros yacimientos del ámbito regional y europeo (Bourguignon et
al., 2004; Villaverde et al., 2012; Rios-Garaizar et al., 2015; Romagnoli et al., 2018). Respecto a la
producción de tipo Levallois, al igual que los conjuntos de la vertiente mediterránea y a diferencia de
otros lugares como puede ser la Dordoña francesa o el norte europeo, domina la variante recurrente.
Resulta obvio pensar que en zonas en las que el sílex no es abundante y con una calidad inferior a
otros ámbitos donde existen tipos de muy buena calidad, la preparación del núcleo para la obtención
de una sola lasca de tipo preferencial y su posterior abandono, no resulta ni razonable ni económico.
Es por ello, que tanto en Foradada como en el ámbito inmediato de estudio, la aplicación de criterios
de recurrencia que permitan maximizar la materia prima disponible parece la opción más sensata. Esto
se ajusta además a la explotación al máximo de los núcleos en una gestión de tipo pequeño englobada
dentro del concepto microlevallois y determinada en buena parte de yacimientos del ámbito peninsular
ibérico (Cortés, 2007; Galván et al., 2009; Giles et al., 2012; Villaverde et al., 2012). Respecto a las
capas del Paleolítico superior, si bien la identificación del material no es muy elevada, sí que existen
criterios básicos que nos han permitido determinar diferentes periodos. En líneas generales y dejando
para el siguiente apartado las cuestiones tipológicas, a nivel técnico se aprecia como la producción de
lascas es sustituida por un buen número de elementos laminares y microlaminares. Prueba de ello es
la presencia de núcleos uni y bipolares, de morfología prismática y piramidal, confeccionados sobre
pequeños cantos de sílex en los que, al igual que durante el Paleolítico medio, la explotación va a ser
muy intensa llegando hasta el máximo de lo que ofrece la materia prima. También la determinación de
una buena proporción de productos de acondicionamiento de núcleo va a mostrar como la talla pasa a
ser más compleja y la búsqueda de unos soportes más específicos para confeccionar el utillaje.
En tercer lugar, el útil predominante es el formado por el grupo de las raederas de entre las cuales
dominan las simples frente a las compuestas o que poseen más de un filo retocado. En este sentido,
poca es la excepcionalidad que presenta Foradada en el contexto regional ya que, dejando de lado
algún nivel de Bolomor o de Beneito en los que los denticulados poseen cuantificaciones mayores, la
tónica general, tal y como se puede ver en Quebrada, Cova Negra o Petxina, es el dominio de dicho
grupo. Dentro de este, es cierto que también siempre dominan las simples frente a las compuestas ya
que dobles, desviadas o convergentes suelen oscilar entre unos valores del 10-15 % de cada registro.
Lo mismo ocurre en el panorama regional a nivel diacrónico ya que los cambios que se observan
son siempre menores porcentualmente y no se concretan en grandes modificaciones secuenciales.
Probablemente, frente a esta homogeneidad del Paleolítico medio, vista en la práctica totalidad de
los conjuntos del ámbito de estudio, quizás resulte más llamativo lo documentado en los paquetes
superiores. La determinación de niveles auriñacienses y gravetienses, tanto a partir de núcleos como
de un utillaje especifico a través de los fósiles directores (laminitas Dufour, gravettes y microgravettes,
puntas de tipo Cendres, etc.), no resulta discordante con la aparición de nueva documentación en
los últimos años de la presencia humana en la zona durante este periodo. En este contexto y a poca
distancia del lugar, nos encontramos con yacimientos de sobra conocidos como Parpalló (Gandia)
o Malladetes (Barx) el cual ha sido reexcavado y publicado recientemente (Villaverde et al., 2021)
y en el que se ha ampliado tanto la secuencia auriñaciense como la gravetiense, y en el que se ha
identificado un nuevo nivel probablemente del Paleolítico medio. La presencia humana en la zona
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Reconstrucción de la secuencia del Paleolítico medio y superior inicial de la Cova Foradada (Oliva, Valencia)
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durante estos momentos del Paleolítico superior queda constatada en las áreas más inmediatas en
otros yacimientos como Meravelles (Gandia), Barranc Blanc (Ròtova) y, más al sur, Tossal de la
Roca (la Vall d’Alcalà), Cova Fosca (la Vall d’Ebo), Cova del Comte (Pedreguer), Cova del Randero
(Pedreguer), Cova de la Barriada (Benidorm) o la Cova de les Cendres (Teulada-Moraira). Al igual que
los recientes estudios publicados de conjuntos superficiales que constatan y amplían el poblamiento
auriñaciense y gravetiense en los alrededores, como es el caso de Els Bancals de Pere Jordi (Eixea y
Villaverde, 2012), Les Majones, La Llacuna o Pla de Palau (Bel y Eixea, 2015).
Y, en último lugar, respecto a la ocupación de la cavidad, con los datos que poseemos las inferencias
que podemos hacer resultan especulativas. Aun así, resulta interesante destacar como la presencia de
elementos de mantenimiento de núcleos, tanto durante el Paleolítico medio como superior, el reavivado
y reciclado de algunos útiles y la presencia de cadenas operativas, en algunos casos, fragmentadas y
determinadas en las últimas fases de la producción, nos incitan a pensar en un patrón de ocupación que,
sin poder determinarlo con detalle a nivel diacrónico, parece similar. En este sentido y con estos datos,
pensamos que se trata de ocupaciones de carácter corto y esporádico en el que los grupos humanos
visitaron la cavidad recurrentemente y, probablemente, ya que los estudios de fauna permitirán acotar
estas apreciaciones, encuadradas dentro de un patrón estacional de movilidad territorial, y dirigidas,
entre otros objetivos, hacia la caza de diversos taxones. El conocimiento de los principales recursos
bióticos y abióticos de la zona fue el que determinó el movimiento de las poblaciones humanas en esta
área. Si comparamos estos datos con otros yacimientos del ámbito inmediato, pensamos que siguen
un patrón diferente a, por ejemplo, el nivel II de Cova Negra o el nivel VIII de Quebrada. En estos, la
densidad de restos es mucho menor, las cadenas operativas aparecen mucho más fragmentadas, buena
parte del material está configurado y se constata una mayor presencia de carnívoros, quirópteros,
etc., respecto a otros niveles, lo que hace pensar en ocupaciones de carácter mucho más corto,
limitadas espacialmente y con amplios espacios de abandono de los yacimientos (Fernández Peris,
2007; Villaverde et al., 2009, 2017). En cambio, otros conjuntos, como el nivel IV de Bolomor, el
IV de Quebrada o el X de El Salt, parecen responder a ocupaciones diferentes en las que la mayor
parte del registro es aportado por los grupos humanos y en el que los carnívoros son minoritarios
(Sañudo y Fernández Peris, 2007; Eixea et al., 2011-2012; Machado et al., 2017). Estos conjuntos
corresponderían a zonas de hábitat y donde las labores domésticas serían las principales actividades
realizadas por los grupos humanos.
Finalmente, para acabar tan solo nos queda comentar que se ha iniciado un nuevo proyecto de
investigación en la Cova Foradada formado por un equipo científico multi e interdisciplinar (materias
primas, tecnología lítica, arqueozoología, tafonomía, carpología, antracología o paleoantropología,
entre otros) que pretende desarrollar una metodología de trabajo actual y rigurosa con el objetivo
de conseguir más información de la que ahora se posee. Tal y como se ha documentado, el registro
lítico, óseo y vegetal tiene un enorme potencial, pero la información estratigráfica es pobre y
contradictoria lo que impide hacer valoraciones de orden cronoestratigráfico y diacrónico. En este
trabajo, hemos aportado unas breves pinceladas al registro lítico, lo que nos ha permitido reconstruir
de manera preliminar una parte de la secuencia adscrita al Paleolítico medio y superior inicial. En
este sentido, teniendo en cuenta la problemática que posee el yacimiento, nos parece una necesidad
científica inexcusable no dejar el conocimiento de la Cova Foradada tal y como se encuentra en la
actualidad. Por lo que será necesario precisar sus características estratigráficas, profundizar en su
estudio y encuadrarlo en el panorama regional. Es significativo ver, si atendemos a las referencias
bibliográficas existentes que casi nunca aparece citado, a pesar de poseer una rica secuencia del
Paleolítico medio y superior a nivel peninsular y, probablemente, del continente europeo y no sólo
por los restos faunísticos y líticos recuperados hasta la fecha, sino también por el importante material
paleoantropológico que ha proporcionado (Campillo et al., 2002; Chimenos et al., 2002; Lozano et
al., 2013; Aparicio et al., 2014).
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A. Eixea y A. Sanchis
AGRADECIMIENTOS
Agradecemos al Museu de Prehistòria de València, a su directora María Jesús de Pedro y conservadores y, especialmente, a Carmen Martínez-Varea y a Margarita Vadillo por la ayuda prestada en todo momento con el manejo de
las cajas de materiales. Damos también las gracias a José Castelló Barber y a Vicent Burguera, director del Museu
Arqueològic d’Oliva, por su ayuda e interés en el proyecto. Finalmente, agradecemos los comentarios del profesor
Valentín Villaverde y de los dos revisores anónimos que han permitido mejorar este trabajo.
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Vol. XXXIV, Valencia, 2022, p. 29-59
Permanent IRI: http://mupreva.org/pub/1586
Creative Commons BY-NC-SA 3.0 ES
ISSN: 0210-3230 / eISSN: 1989-0508
Aleix EIXEA a y Alfred SANCHIS b
Reconstrucción preliminar de la secuencia del
Paleolítico medio y superior inicial de la Cova
Foradada (Oliva, Valencia) a partir del estudio
de los materiales líticos
RESUMEN: En este trabajo se estudia la colección lítica del yacimiento de la Cova Foradada (Oliva,
Valencia), depositada en el Museu de Prehistòria de València, desde una aproximación tecno-tipológica.
El principal objetivo es la reconstrucción de la secuencia del yacimiento y la valoración de su interés
en el contexto regional. El estudio ha permitido establecer y caracterizar la existencia de, al menos, tres
periodos industriales: Paleolítico medio, Auriñaciense y Gravetiense. La parte superior de la secuencia,
con materiales adscritos al Solutrense y Magdaleniense, queda fuera de este trabajo. Hasta la fecha el
yacimiento tan solo contaba con algunas apreciaciones de índole general en las que no se analizaba
el material de manera detallada. El estudio de los conjuntos líticos nos ha permitido reconstruir de
manera parcial la secuencia estratigráfica del yacimiento. Los datos obtenidos muestran una importante
diversidad en los sistemas de talla empleados y la constatación de unos fósiles directores que son
característicos de los distintos periodos de ocupación de la cavidad.
PALABRAS CLAVE: Paleolítico medio, Auriñaciense, Gravetiense, industria lítica, País Valenciano.
Preliminary reconstruction of the Middle and Early Upper Palaeolithic sequence
from Cova Foradada (Oliva, Valencia) based on the study of lithic materials
ABSTRACT: This paper analyses the lithic collection from Cova Foradada site (Oliva, Valencia),
hosted at the Museu de Prehistòria de València, from a techno-typological approach. The main objective
is to reconstruct the sequence of the deposit and assess its interest in the regional context. The study
has made it possible to establish and characterize the existence of at least three industrial periods:
Middle Paleolithic, Aurignacian and Gravettian. The upper part of the sequence, with materials ascribed
to the Solutrean and Magdalenian, is left out of this study. To date, the site only had some general
assessments in which the material was not analyzed in detail. The study of the lithic assemblages allows
us to partially reconstruct the stratigraphic sequence of the site. The data obtained show an important
diversity in the knapping methods as well as director fossils that indicate us the different periods of
cavity occupation.
KEYWORDS: Middle Palaeolithic, Aurignacian, Gravettian, lithic industry, Valencian Country.
a Departament de Prehistòria, Arqueologia i Història Antiga, Universitat de València.
alejo.eixea@uv.es
b Servei d’Investigació Prehistòrica, Museu de Prehistòria de València, Diputació de València.
alfred.sanchis@dival.es
Recibido: 14/10/2021. Aceptado: 01/08/2022.
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A. Eixea y A. Sanchis
1. INTRODUCCIÓN
La Cova Foradada de Oliva probablemente sea uno de los yacimientos paleolíticos más importantes del
ámbito peninsular ibérico. Prueba de ello es el descubrimiento en el año 2000 de un maxilar y de varios
fragmentos craneales neandertales (Campillo et al., 2002; Lozano et al., 2013), y más recientemente en
el año 2010, de los restos parciales de un esqueleto neandertal que incluyen el cráneo, tórax y los huesos
de uno de los brazos, hallado en posición anatómica y depositado en una pequeña oquedad de la pared
de la cueva y que podría corresponder a un posible enterramiento (Aparicio et al., 2014). Los restos
se hallaban dentro de una matriz carbonatada, por lo que fueron trasladados al IPHES de Tarragona
(Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social) para su extracción y restauración y, desde
octubre de 2021, se encuentran depositados en el Museu de Prehistòria de València (MPV). El interés
paleoantropológico y arqueológico de estos es excepcional.
Además de la importancia de estos fósiles humanos, el yacimiento posee una amplia secuencia
estratigráfica con niveles asignados al Mesolítico, Paleolítico superior y medio y donde aparecen
multitud de evidencias arqueológicas, en forma de restos líticos, fauna y estructuras de combustión
(Aparicio, 2014).
Sin embargo, se observa de antemano una clara discrepancia entre la investigación desarrollada
en el yacimiento y los resultados obtenidos. En este sentido, son varios los factores problemáticos
con los que nos encontramos al intentar estudiar este yacimiento. En primer lugar, las memorias
de excavación existentes aportan escasa información a partir de la cual poder seguir y conocer el
transcurso de las 30 campañas de excavación (de 1975 a 2013) que allí se desarrollaron (se indican las
capas y cuadros excavados cada año pero sin una caracterización sedimentaria precisa de los distintos
niveles, asociación de los diversos materiales a los niveles determinados, situación tridimensional de
los mismos, etc., es decir, la metodología general de trabajo). En segundo lugar, tampoco se dispone de
un cuadro estratigráfico detallado con un análisis de los distintos niveles arqueológicos documentados
en la cavidad. En la decena de publicaciones que existen (dejando de lado multitud de recortes de
periódicos, entrevistas personales al equipo de excavación, etc.) siempre se utiliza el mismo corte
de excavación y la planimetría de la cueva en la que se detallan únicamente una parte de las capas
artificiales del yacimiento (1 a 27), sin atender a profundidades ni aspectos relacionados con las cotas
de cada uno de los niveles y los materiales encontrados en cada uno de ellos. Y, en tercer lugar,
no se ha podido averiguar el cómputo total de restos líticos, óseos o de estructuras de combustión
documentadas, y tampoco de carbones o semillas, entre otros aspectos. En ningún trabajo aparecen
cuantificaciones totales de los restos determinados indicándose tan solo el uso del término “abundantes
restos”. En cambio, lo que se observa cada vez que se recurre a la bibliografía existente de este
yacimiento (Aparicio et al., 1983, 2014; Campillo et al., 2002; Lozano et al., 2013; Aparicio, 2014),
es la reiteración de datos generalistas y cualitativos que tratan de demostrar su importancia (y con
seguridad están en lo cierto) dentro del ámbito peninsular, pero con una absoluta falta de argumentos
y análisis que permitan demostrarlo.
Del mismo modo, a partir de los datos publicados se afirma la existencia de una potente e
interesante secuencia estratigráfica que abarca desde el Mesolítico, pasando por un Magdaleniense
con abundante industria ósea (no sabemos si superior, medio o inferior, si bien existe constancia de un
arpón que apunta a una fase superior de esta industria), Solutrense con puntas escotadas, Solutrense
medio, Protosolutrense y un Graveto-Auriñaciense (denominación que no entendemos a qué se refiere;
¿aparece mezclado o hay coexistencia de ambas culturas?), hasta el Paleolítico medio, sin haber
llegado a la base de la secuencia.
El capítulo de las dataciones realizadas merece un comentario aparte. Tal y como se puede ver en
los distintos trabajos (Aparicio, 2008, 2014 y 2015), se ofrece siempre la misma tabla en la que se
observa la sigla de cada una de las muestras y una capa de donde fue tomada, si es de carbón o hueso
APL XXXIV, 2022
[page-n-3]
Reconstrucción de la secuencia del Paleolítico medio y superior inicial de la Cova Foradada (Oliva, Valencia)
31
(sin determinar el taxón) y el resultado. El problema radica en que no se determina en ningún caso
el cuadro, sector o nivel del que proviene dicha datación, el tratamiento seguido en las muestras o la
referencia del laboratorio, entre otras cuestiones. Así pues, resulta imposible establecer una asociación
entre las dataciones y el material arqueológico recuperado. En definitiva, no aportan información
cronocultural ni estratigráfica de la procedencia de las muestras.
En este sentido y a la vista de la información ofrecida, nuestro objetivo principal en este trabajo
ha sido el de sacar a la luz la recopilación de los datos procedentes de la industria lítica depositada
en el MPV dentro del nuevo proyecto de investigación que se está desarrollando en el yacimiento.
Se han estudiado desde un punto de vista tecno-tipológico sus industrias líticas a nivel diacrónico,
tanto del Paleolítico medio como del Paleolítico superior inicial, con el objetivo de caracterizarlas
y encuadrarlas dentro del panorama regional valenciano. Esto se debe a una doble intención: por
un lado, nuestro interés por las poblaciones del Paleolítico medio, que constituye una de nuestras
principales líneas de investigación, y por otro, la importancia que en los últimos años se ha prestado
al poblamiento de los primeros Homo sapiens en la región del Mediterráneo peninsular (Zilhão et al.,
2017; Cortés et al., 2019; Morales et al., 2019; Villaverde et al., 2019, 2021), con yacimientos a los
que la amplia secuencia de Cova Foradada puede aportar información adicional.
2. EL YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO DE COVA FORADADA1
La Cova Foradada se ubica en la localidad valenciana de Oliva a unos 75 km al sur de Valencia. La
cavidad se localiza en las últimas estribaciones de la Serra de Mustalla a unos 35 m de altitud dentro
de la partida llamada Racó de Gisbert, junto a surgencias de agua, cerca del marjal de Oliva-Pego y
de la costa actual. Geológicamente, la cueva se asienta sobre unas dolomías masivas del Cretácico
superior, las cuales representan una potente formación, de unos 250-300 m, de coloración oscura y
muy fragmentada y con algunos niveles de mayor contenido arcilloso. Dicha formación ocupa una
gran extensión en el flanco septentrional del sinclinal de Pego, con suaves inflexiones que aumentan
la extensión de afloramiento. En esta masa dolomítica se encuentra el Cenomaniense y el Turoniense
por encima del nivel margoso, con orbitolinas y bajo un paquete de margas y calizas con fauna del
Senoniense (IGME, 1975).
Los trabajos arqueológicos llevados a cabo en la cavidad se remontan a 1975 cuando un lote
de piezas líticas recogidas por unos aficionados fue entregado a José Aparicio Pérez quien después
de analizarlas las adscribió al Musteriense (Aparicio, 2014). Posteriormente y desde 1981 de forma
continuada, este mismo decidió iniciar las excavaciones arqueológicas las cuales acabaron en 2013 sin
llegar a la base del relleno estratigráfico. Durante los primeros años los trabajos se ubicaron en la zona
externa u Oeste de la cavidad (cuadros D a K-7, 8 y 9, posteriormente ampliando a I-11 a 13) donde
la remoción de materiales del Paleolítico medio y superior junto con restos modernos y las dataciones
obtenidas (no se concreta en que cuadros fueron estas tomadas) hizo que se determinaran estos niveles
como revueltos fruto de actividades clandestinas pasadas (fig. 1).
En los años siguientes y ante esta coyuntura, se decidió trasladar la superficie de excavación a una
zona más interna de la cavidad (zona Este) en la que la presencia de unos grandes bloques desprendidos
de la zona cenital habría sellado los niveles contiguos, lo cual hizo pensar a sus excavadores en la
posibilidad de encontrarlos in situ. De hecho, así fue, al documentarse entre estos un enterramiento
de la Edad del Bronce al cual se le realizó una datación, pero con la incógnita de que no se precisa en
la documentación presentada cuál es la referencia exacta de esta datación de todo el listado aportado
1 En las escasas publicaciones realizadas hasta la fecha se emplea el término “Foradà” en valenciano coloquial. En nuestro caso,
preferimos la utilización en el lenguaje escrito del normativo “Foradada”.
APL XXXIV, 2022
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32
A. Eixea y A. Sanchis
Fig. 1. A) Planta general de la cavidad en la que se señalan los cuadros de excavación con la ampliación de los cuadros
nuevos en el sector este (modificado a partir de Aparicio, 2014). B) Corte longitudinal (d-c) del relleno en el que se
indican las capas excavadas (Aparicio, 2014).
APL XXXIV, 2022
[page-n-5]
Reconstrucción de la secuencia del Paleolítico medio y superior inicial de la Cova Foradada (Oliva, Valencia)
33
(Aparicio et al., 2014: 13-14). Los cuadros excavados fueron A-12 y 13, a12, a16, b-12 a 16 y c-12 a
15 en los que tras un nivel revuelto de 50 cm de potencia aparecieron los niveles in situ. El problema
de estos niveles radica en que no hay documentación al respecto y no se aporta ninguna información
en ningún trabajo sobre aspectos estratigráficos, sedimentológicos, micromorfológicos, etc. En este
sentido, solo cabe creer que estos niveles no presentan mezclas ni alteraciones postdeposicionales que
hayan podido afectar el registro. Tan solo se puede observar en las distintas publicaciones un corte
estratigráfico en el que se detallan hasta un total de 27 capas (que suponemos son artificiales), no
determinándose el cómputo total de tallas levantadas ni la profundidad individualizada de las mismas
(fig. 2). Del mismo modo, en la bibliografía pertinente se habla de la existencia de un sondeo, el cual
se hallaba en 2013 en niveles musterienses, aportando abundantes restos líticos y óseos, pero no se da
la ubicación precisa ni el cuadro correspondiente en ningún momento.
Fig. 2. Detalle del
corte longitudinal
del relleno en el que
se indican las capas
excavadas (Aparicio,
2014).
APL XXXIV, 2022
[page-n-6]
34
A. Eixea y A. Sanchis
3. MATERIALES Y MÉTODOS
En relación con los materiales analizados en este trabajo, nos hemos centrado con mayor profundidad en el
conjunto lítico adscrito al Paleolítico medio y, en menor medida, en tratar de determinar los fósiles guía y
atestiguar elementos que nos permitan afirmar la presencia de un Paleolítico superior inicial en la cavidad.
A pesar de todo, debemos ser cautos y destacar que, aun siendo una excavación relativamente moderna,
tal y como se ha comentado anteriormente, la falta de un protocolo de trabajo claro y el desconocimiento
de la metodología de excavación, nos impide por el momento establecer afirmaciones taxativas y obliga a
plantear dudas por problemas estratigráficos no documentados. Por ello, se ha partido de la base del relleno
ubicada en la capa 42 (según los materiales existentes en el MPV) y hasta la 25, a partir de la cual existen
tres capas (22 a 24) que contienen materiales mezclados tanto del Paleolítico medio como del superior
inicial (Auriñaciense). Después siguen dos capas (20 y 21) cuyos materiales no hemos localizado en el
MPV. De la 19 a la 18, los restos determinados no presentan alteraciones y se adscriben claramente, en base
a criterios tecno-tipológicos, al Gravetiense. Finalmente, de la capa 17 a la 15, se entremezclan materiales
gravetienses y solutrenses por lo que estas capas han quedado fuera del estudio.
Metodológicamente, el análisis industrial se ha realizado a partir de la aproximación tecno-tipológica
centrada en la escuela francesa de la chaîne opératoire (Cresswell, 1982; Lemonnier, 1986; Karlin et al.,
1991) y que tiene por objetivos fundamentales el reconocimiento de los distintos estadios en la manufactura
lítica y los conceptos y procesos mentales básicos que subyacen en esta producción. Siguiendo dichos
criterios, esta corriente considera que la gestión lítica es un proceso dinámico que parte de la captación de
las distintas materias primas en el medio hasta el abandono de los artefactos utilizados. En definitiva, intenta
establecer todo el proceso de vida útil de los elementos líticos, que se divide en cuatro partes fundamentales:
adquisición, producción, utilización y abandono (Tixier et al., 1980; Boëda et al., 1990; Julien, 1992;
Texier, 1996). El utillaje retocado, junto con aquellos elementos que presentan macrohuellas de uso, son
clasificados utilizando la lista-tipo bordesiana (Bordes, 1988). El estudio se complementa con el análisis
de las materias primas a nivel macroscópico. Tras una primera clasificación macroscópica, que ha atendido
a los parámetros habituales en este tipo de trabajos (color, textura, impurezas y características del córtex)
se ha utilizado una lupa binocular de 40 aumentos que ha permitido precisar algunas de las características
morfológicas de los minerales que componen la roca. Nuestro objetivo es aplicar próximamente técnicas de
análisis geológico, como láminas delgadas, difracción de rayos X (DRX), fluorescencia de rayos X (FRX)
o análisis de activación neutrónica (ICP-MS), de la misma manera que hemos realizado en otros conjuntos
de la zona (Eixea et al., 2014; Roldán et al., 2015; Prudêncio et al., 2016), y que nos permitirán profundizar
en la identificación de los ambientes de formación de las distintas rocas y en sus tipos genéticos.
4. EL CONJUNTO DE LOS MATERIALES LÍTICOS
El conjunto de materiales líticos del yacimiento tampoco está exento de problemas. En la tabla 1 se detalla
toda la información obtenida de la industria lítica depositada en el MPV y que pasamos a analizar. Sirva
esto también de aclaración de qué restos se estudian, por qué y de qué manera.
Vistos los datos y tal y como se ha comentado anteriormente, se observa como en la excavación no se
llega a la base del relleno, no poseyendo datos directos sobre cuál es la última capa excavada. Lo que se
aprecia es que la última capa depositada en el MPV es la 48 de los cuadros a14 y b14, la cual fue excavada
en 2013 (en principio parece ser que es el último año de excavación) pero con la problemática que solo
encontramos una decena de esquirlas líticas y en la que faltan las piezas retocadas y otros soportes, tal y
como se documenta en el Inventario provisional de material recuperado de La Labor del SEAP (Sección
de Estudios de Arqueología y Prehistoria) y de la SEI (Sección de Estudios Ibéricos) durante el año 2013
(RACV, 2014: 15). En este inventario se dice que en a14 hay “lasquitas” y en b14 “una raedera, dos lascas
APL XXXIV, 2022
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Reconstrucción de la secuencia del Paleolítico medio y superior inicial de la Cova Foradada (Oliva, Valencia)
35
Tabla 1. Cova Foradada (Oliva, Valencia). Materiales estudiados y su contextualización en la secuencia. NR (número
de restos), SOL (Solutrense), GR (Gravetiense), AU (Auriñaciense), PM (Paleolítico medio).
Año
Capa Cuadros (*estudiados)
NR
Fósil director
Adscripción
Observaciones
1993
15
a14, a15, a16, b14 y
b15/16
-
Dorsos, astilladas
y retoque plano
GR-¿SOL?
mezcla
Cuadros revisados
1994
16
a12, a13, a14, a15, a16,
b13, b14, b15 y b16
-
Dorsos, astilladas
y retoque plano
GR-¿SOL?
mezcla
Cuadros revisados
1994
17
a14, a15, a16, b13, b14,
b15 y b16
-
Dorsos, astilladas
y retoque plano
GR-¿SOL?
mezcla
Cuadros revisados
1994
18
a14, a15, a16, b13, b14,
b15 y b16
-
Dorsos y astilladas GR
Cuadros revisados.
Azagaya
1994
19
a15, a16, b14, b15 y b16
-
Dorsos y astilladas GR
Cuadros revisados.
Azagaya
1995
20
-
-
-
-
Campaña dedicada a la
regularización de taludes
1996
21
a14, a15, a16, b13, b14,
b15, b16, c14, c15 y c16
-
-
PM y PS
(indet.) mezcla
1997
22
a13, a14, a15, a16, b13,
b14, b15, b16, c14 y c15
-
Levallois, raederas PM y PS (AU) Cuadros revisados
y hojitas Dufour
mezcla
1997
23
a13, a14, a15, a16, b13,
b14, b15, b16, c14 y c15
-
Levallois, raederas PM y PS (AU) Cuadros revisados
y hojitas Dufour
mezcla
1997
24
a13 y a16
-
Levallois, raederas PM y PS
Cuadros revisados
y hojitas
(indet.) mezcla
1998
25
b13, b15, b16, c14* y
c15*
3213
Talla Levallois y
raederas
PM
-
1998
26
a14*, a15, b13, b14, b15, 2394
b16 y c15*
Talla Levallois y
raederas
PM
-
2000
27
a14*, a15, a16, b14, b15,
b16, c14* y c15*
3592
Talla Levallois y
raederas
PM
-
2000
28
a14, a15, a15-b16,
a16-b16, b14, b16,
b15-b16, a(nº1), b (nº2)
c14 y c15
1745
Talla Levallois y
raederas
PM
Frag. craneales (2000) y
esqueleto parcial (2010).
En algunos trabajos se citan
7 frags. craneales humanos
en la capa 27 y 29
2002 y
2003
29
a14*, a15, a16, b14, b15,
b16 y c14*
2019
Talla Levallois y
raederas
PM
Peroné. Un resto humano
aparece citado en los cortes
de los trabajos de J. Aparicio
(2008, 2014 y 2015)
2003
30
a14*, a15 y a16
712
Talla Levallois y
raederas
PM
-
2006
31
a14*, a15, b14 y b15
103
Talla Levallois y
raederas
PM
-
¿?
32
¿?
-
-
PM
-
2007
33
a14*, a15, b14 y b15
51
Talla Levallois y
raederas
PM
-
APL XXXIV, 2022
[page-n-8]
36
A. Eixea y A. Sanchis
Tabla 1 (cont.).
Año
Capa Cuadros (*estudiados)
NR
Fósil director
Adscripción
Observaciones
2007
34
a14*, a15, b14 y b15
18
Talla Levallois y
raederas
PM
-
¿?
35
¿?
-
-
PM
Material no depositado en
el MPV
2008
36
a14*, a15, b14 y b15
51
Talla Levallois y
raederas
PM
-
2009
37
a14*, a15, b14 y b15
290
Talla Levallois y
raederas
PM
-
2009
38
a14*, a15, b14 y b15
106
Talla Levallois y
raederas
PM
-
2009
39
a14* y a15
207
Talla Levallois y
raederas
PM
-
2009
40
a14* y a15
141
Talla Levallois y
raederas
PM
-
¿?
41
¿?
-
-
PM
Material no depositado en
el MPV
2010
42
b14* y b15*
55
Talla Levallois y
raederas
PM
-
¿?
43 a
47
¿?
-
-
PM
Material no depositado en
el MPV
2013
48
a14* y b14
22
Esquirlas indet.
PM
Material (parcialmente)
depositado en el MPV
y cuatro lasquitas”. Lo mismo ocurre con las siguientes capas, 47 y 46, donde se indica también que existen
materiales líticos, pero no se han encontrado en los depósitos del MPV. Desde la capa 45 hasta la 43 no
tenemos ningún tipo de información y es a partir de la capa 42 cuando empezamos a ver cierta continuidad
en el registro de los materiales. Esta misma, excavada en 2010 en los cuadros b14 y b15, presenta caracteres
típicos de una industria lítica del Paleolítico medio. Así que, debido a la falta de información anterior,
constituirá para nosotros la primera y más antigua en este trabajo. De la capa 41, tampoco encontramos
ningún registro en los fondos del museo. Por su parte, de la 40 a la 30, a excepción de la 35 y 32 que tampoco
se documentan y la 34 que tan solo posee elementos configurados y en la que faltan los otros soportes y
se decide dejar de lado para no alterar la visión global de la muestra, el resto aparecen al completo. En
este sentido, de los cuatro cuadros excavados (a14, a15, b14 y b15), decidimos estudiar de base a techo y
a modo de testigo, uno de ellos (a14). Todo este conjunto se adscribe también sin problemas al Paleolítico
medio. El siguiente bloque se compone de las capas 29 a la 25 en las cuales la superficie de excavación
se amplía (hasta los 7 u 8 m2) y en las que pasamos a seguir estudiando el testigo (a14) y al que añadimos
los cuadros en los que aparece el esqueleto parcial de Neandertal (c14 y c15). En estos, la industria se
relaciona también con un Paleolítico medio clásico. Respecto al siguiente bloque de capas, se observa la
presencia de materiales mezclados determinados a partir de criterios tecno-tipológicos. En las siguientes,
el estudio realizado ya no es cuantitativo, sino que se enfoca desde una perspectiva cualitativa en la que se
revisan todas las bolsas de materiales tratando de identificar y contabilizar los elementos diagnósticos que
nos guíen en la caracterización cultural de la capa. En este sentido, la 24 posee tanto restos del Paleolítico
APL XXXIV, 2022
[page-n-9]
Reconstrucción de la secuencia del Paleolítico medio y superior inicial de la Cova Foradada (Oliva, Valencia)
37
medio clásico visto en las capas anteriores como elementos de tipo Paleolítico superior (soportes laminares
y microlaminares), pero con la ausencia de fósiles guía que permitan adscribirla a uno u otro complejo. En
cambio, en las capas 22 y 23 observamos junto con los materiales musterienses, elementos de tipo laminar
a modo de hojitas Dufour, típicas del Auriñaciense. En las siguientes capas, 21 y 20, volvemos a tener un
hiato en el registro, dado también por la ausencia de los materiales adscritos a estas capas. A partir de la
capa 19 y 18, la abundante presencia de dorsos, piezas astilladas y puntas de la Gravette, nos indican el
cambio hacia un nuevo complejo como es el Gravetiense. Finalmente, de la capa 17 a la 15 se combinan
materiales gravetienses junto con elementos de tipo solutrense como es la aparición del retoque plano y
algún fragmento foliáceo.
A modo de conclusión, sabemos que el estudio industrial de la secuencia de Foradada presenta problemas
que deben tenerse en cuenta a la hora de interpretar los datos. La ausencia de un registro estratigráfico
de dichos materiales hace que no podamos encuadrar las distintas capas dentro de un mismo o diferente
nivel, pero al poseer datos, aunque sea de capas con número corrido de mayor a menor, nos permite ver
qué está por encima y qué por debajo. Así, a lo largo de esta amplia secuencia que engloba por lo menos
tres momentos industriales bien diferenciados (Paleolítico medio, Auriñaciense y Gravetiense), podemos
abordar de forma general aspectos diacrónicos y de cambio en la producción lítica, centrándonos en la
gestión de las materias primas, las cadenas operativas empleadas y la configuración del utillaje.
4.1. Materias primas
Respecto a las materias primas empleadas en la secuencia (tabla 2), observamos como existe un absoluto
dominio de las rocas locales, fundamentalmente el sílex (fig. 3). Su estado de conservación no es
excesivamente bueno debido a que buena parte del conjunto está alterado por concreciones, deshidrataciones
y afecciones térmicas. Además, se aprecia en una parte sustancial de los restos la acción de ácidos para el
lavado de material lo que dificulta también su descripción macroscópica.
Dentro del grupo del sílex local, el mayoritario se caracteriza por presentar unas coloraciones verdosas,
un grano fino y aspecto mate. La textura es lisa y suave, presentando algunas inclusiones menores de
tipo biogénico y mineral, como los óxidos de hierro. Los córtex poseen unas tonalidades marrones claras
(probablemente vinculado a una roca caja calcárea) y con una morfología semi y, sobre todo, rodada lo
que indica que se puedan encontrar a unos pocos metros, tanto en los barrancos contiguos como en la
misma playa de Gandia, ambos en posición secundaria producto de la acción de transporte a través de los
ríos contiguos, como el Serpis. Aunque el afloramiento en posición primaria lo desconocemos, pensamos
que no debe estar muy lejos ya que coincide con uno de los tipos locales encontrados en el cercano
yacimiento de la Cova de les Malladetes (Eixea et al., 2021). A nivel técnico, este sílex presenta unos
buenos planos de fractura de morfología concoide lo que hacen que su calidad para la talla sea buena. Los
otros tipos que conforman este grupo local son los ya conocidos Serreta y Mariola, los cuales, tal y como
ya se ha apuntado en otras ocasiones, aparecen documentados a lo largo del río Serpis procedentes de la
zona de Alcoi y en la misma playa de Gandia donde se depositan a lo largo de toda la franja litoral y a
unos pocos kilómetros del yacimiento (Eixea et al., 2014; Molina, 2015). En relación con los alóctonos,
a excepción de los que no se han podido determinar y que se encuentran en proceso de estudio, tan solo
podemos destacar el sílex cenomaniense-turoniense determinado en los afloramientos primarios del Puig
de la Llorença. Este se caracteriza por presentar bastantes variaciones dentro del mismo afloramiento,
predominando los que poseen tonalidades marrones meladas. A nivel interno, es translúcido con motas
blancas y, generalmente, su estructura aparece muy fisurada (aunque también aparecen otros nódulos sin
fisuras y en mejor estado). Aunque no sabemos si este tipo podría estar documentado en zonas inmediatas
al propio afloramiento primario más hacia el norte, la realidad es que entre este y el yacimiento la
distancia asciende a unos 40 km.
APL XXXIV, 2022
[page-n-10]
38
A. Eixea y A. Sanchis
Tabla 2. Cova Foradada (Oliva, Valencia). Número de restos contabilizados en las figuras 3, 4, 6a, 6b, 6c, 7, 10a y 10b
según las diferentes capas.
Fig. 3
Sílex local
Sílex alóctono
Fig. 4
29
30
31
33
36
37
38
39
40
42
218
180
392
166
139
78
82
87
33
58
33
61
30
12
17
5
61
40
10
10
9
3
-
2
5
7
9
2
2
3
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
188
453
206
149
88
91
90
33
60
38
68
39
14
LL y FL
212
161
404
178
139
83
71
76
32
56
35
66
36
12
LL y FLL
6
-
7
4
-
-
2
2
-
-
1
-
-
-
Hyh
3
5
1
2
-
-
6
1
1
3
2
1
3
-
16
22
40
22
10
5
12
11
-
1
-
1
-
2
2544 1903 2463 1235 1325
534
6
142
9
160
51
117
83
34
90
6
44
9
67
17
22
19
7
IF
TOTAL
404
283
603
291
522
28
20
74
13
23
-
-
13
-
3
-
-
-
-
3213 2394 3592 1745 2019
712
103
289
51
290
106
207
141
55
Primero
3
1
13
1
3
4
-
-
-
-
-
-
-
-
Segundo
59
56
114
47
39
24
36
18
10
24
7
24
12
5
Tercero
563
392
889
427
619
145
49
106
32
102
48
65
46
14
TOTAL
625
449 1016
475
661
173
85
124
42
126
55
89
58
19
Inicio
16
5
29
6
6
7
3
4
1
2
2
6
-
-
Plena
165
128
348
173
121
66
71
66
25
44
28
56
31
8
8
1
17
2
5
5
1
4
-
2
2
1
1
-
Dudosa
436
315
622
294
529
95
10
50
16
78
23
26
26
11
TOTAL
625
449 1016
475
661
173
85
124
42
126
55
89
58
19
Cortical
9
11
26
5
6
5
8
5
-
3
-
7
-
-
Mantenimiento
Liso
Fig. 7
28
237
FLT
Fig. 6c
27
TOTAL
E
Fig. 6b
26
Cuarcita
N
Fig. 6a
25
126
87
236
89
78
44
30
41
16
29
17
37
21
6
Diedro
15
16
24
15
11
8
5
6
1
3
2
2
1
3
Facetado
13
14
33
17
14
5
3
13
6
10
15
9
7
-
Lineal
2
2
9
2
4
1
-
1
-
-
-
-
-
-
Machacado
-
-
2
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
Roto
8
5
6
8
6
4
3
5
1
6
1
3
5
-
Suprimido
6
4
17
7
2
3
8
2
2
-
-
-
1
-
Puntiforme
-
-
1
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
Sin talón por
fractura
446
310
662
332
540
103
28
51
16
75
20
31
23
10
TOTAL
625
449 1016
Lev. preferencial
Lev. recurrente
Discoide
475
661
173
85
124
42
126
55
89
58
19
1
1
1
-
-
1
1
2
1
2
4
-
10
46
20
20
5
5
8
7
10
8
15
8
1
44
125
53
47
21
39
23
5
10
6
17
14
6
-
1
3
9
68
Laminar
-
-
1
-
-
-
-
-
2
-
-
1
-
Kombewa
1
1
6
4
5
-
-
1
-
1
1
2
-
-
546
391
837
397
588
147
41
91
27
103
39
52
32
12
Indet.
APL XXXIV, 2022
[page-n-11]
39
Reconstrucción de la secuencia del Paleolítico medio y superior inicial de la Cova Foradada (Oliva, Valencia)
Tabla 2. (cont.).
25
TOTAL
Fig. 10a
Puntas
27
28
29
30
31
33
36
37
38
39
40
42
449 1016
475
661
173
85
124
42
126
55
89
58
19
7
6
10
3
-
2
4
3
-
-
1
-
-
-
Raederas simples
56
30
99
53
22
27
37
16
6
2
2
7
7
3
Raederas
compuestas
14
8
23
18
4
6
11
1
1
-
1
-
1
-
Muescas y
denticulados
11
21
24
12
8
-
6
5
-
2
3
10
2
-
Grupo Paleo. sup.
5
5
6
4
-
2
4
-
-
2
1
1
-
-
Macrohuellas uso
12
12
13
10
6
4
6
5
2
6
8
8
5
-
1
-
3
1
-
-
-
-
2
-
-
-
1
-
TOTAL
106
82
178
101
40
41
68
30
11
12
16
26
16
3
Retocado
106
82
178
101
40
41
68
30
11
12
16
26
16
3
Otros
Fig. 10b
625
26
No retocado
115
84
235
83
99
42
11
50
22
47
22
41
23
9
TOTAL
221
166
413
184
139
83
79
80
33
59
38
67
39
12
A nivel diacrónico, lo que observamos es como existe un absoluto dominio de estos tipos locales los
cuales se sitúan en todo momento por encima del 80 %, a excepción de una pequeña pulsación en la parte
basal (capa 40). En líneas generales, tan solo se aprecia como hay una pequeña variación porcentual en
la base (capa 40 y 42) y en la parte media-final (capas 27 y 28), capas en las que alcanza los valores más
bajos, pero sin suponer grandes cambios en la visión de conjunto. Lo mismo ocurre a nivel cualitativo en la
secuencia perteneciente al Paleolítico superior. No se detectan cambios importantes en las materias primas
ya que los tipos locales continúan dominando con gran diferencia sobre los alóctonos.
Fig. 3. Evolución diacrónica de las distintas materias primas utilizadas en la secuencia.
APL XXXIV, 2022
[page-n-12]
40
A. Eixea y A. Sanchis
4.2. Tecnología
A nivel tecnológico, los soportes mejor representados a lo largo de toda la secuencia del yacimiento son
las esquirlas que suponen entre el 50 y el 70 %, dejando de lado capas como la 31 y la 36 en la que la
baja representatividad de elementos hace que queden descartadas de la cuantificación (fig. 4). Aspecto que
resulta interesante y que nos indica la intensa actividad de manufactura lítica documentada en el yacimiento.
Por su parte, los fragmentos de lasca térmica también alcanzan cotas elevadas ya que como se aprecia en los
materiales, la aparición de cúpulas, craquelados y rugosidades fruto del calor, evidencia una presencia del
fuego continuada a lo largo de toda la secuencia.
Pero dejando de lado ambos grupos, el soporte mayoritario sobre el cual se confecciona la mayor
parte de la industria son las lascas. Su representación oscila entre el 10 y el 30 % del registro y muestra
como la producción va encaminada hacia la obtención de este tipo de soportes los cuales son el grupo
dominante en cuanto al grado de transformación mediante el retoque. Resulta interesante destacar como
el componente alargado es reducido, a excepción de la parte media en la que por ejemplo capas como la
31, 33 o 38 aparecen mejor representadas. Además, se observa como especialmente en la 31, que es la
que mayor porcentaje de efectivos alargados dispone, se combina también con el punto más elevado de
presencia de hojas y hojitas. Este último grupo, a pesar de ser esporádico, cabe mencionar que tiene un
mayor protagonismo en la secuencia inferior del yacimiento (capas 36 a 40). A pesar de ello, debemos ser
cautos y mencionar que ninguno de estos soportes aparece retocado ni existe ningún núcleo laminar o de
morfología Levallois destinado a la obtención de este tipo de soportes, sino que más bien la mayor parte
de ellas podrían ser de fortuna procedentes de explotaciones de superficies ligeramente alargadas. Cuestión
aparte es su documentación a partir de las capas en contacto con los materiales del Paleolítico superior
(capa 24 en adelante) en las que pasarán a ser el grupo dominante, a excepción también de las esquirlas,
junto con el de las lascas. Respecto a los otros soportes, no existe ningún tipo de diferencia entre el conjunto
del Paleolítico medio y el del superior.
Fig. 4. Evolución diacrónica de los distintos soportes documentados en la secuencia: L y FL (lasca y fragmento de
lasca), LL y FLL (Lasca laminar y fragmento de lasca laminar), H y h (hoja y hojita), N (núcleo), E (esquirla), FLT
(fragmento de lasca térmica) e IF (informe).
APL XXXIV, 2022
[page-n-13]
Reconstrucción de la secuencia del Paleolítico medio y superior inicial de la Cova Foradada (Oliva, Valencia)
41
Desde el punto de vista tipométrico, obtenidos a partir de todos aquellos soportes completos, las dimensiones
oscilan entre los 2 y 4 cm de longitud en la mayor parte del conjunto, al igual que ha sido atestiguado en la
mayoría de los conjuntos del Paleolítico medio regional (Villaverde, 1984; Iturbe et al., 1993; Fernández Peris,
2007; Galván et al., 2009; Villaverde et al., 2012; Eixea, 2015). Además, los elementos más pequeños (<2 cm)
aparecen bien representados a lo largo de todas las capas, con algunos ejemplos que llegan a situarse por debajo
de 1 cm. Contrariamente, los restos más grandes apenas superan los 4 cm siendo estos muy marginales en
relación con el resto de soportes. Existe una tendencia en la que se constata una mayor presencia de elementos
de mayor tamaño en la mitad inferior de la secuencia (capas 36 a 42), alcanzando unos valores que oscilan entre
los 3 y 4 cm, con repuntes mayores en soportes que se encuentran por encima de los 4 cm (fig. 5). En cambio,
en la parte superior (capas 25 a 29), la tendencia es a la baja donde se aprecia como las medias de los soportes
giran en torno a los 2,4 cm de longitud. En las anchuras, se da esta misma situación, aunque la variación es tan
minúscula que hace imposible encontrar diferencias en las distintas capas. La mayor parte del registro se ubica
en torno a los 1,8-2,6 cm, con cierto aumento de tamaño en la parte basal. Respecto al espesor, resulta interesante
destacar como, mientras veíamos soportes más grandes en la parte inferior y más pequeños en la superior, ahora
denotamos como el espesor es similar en la parte alta y baja, mientras que en la parte media (capas 30 a 33)
aparece un pico de mayor espesor que en el resto.
Por tanto, nos encontramos con una industria que morfológicamente no tiene grandes cambios ni a nivel
diacrónico ni dentro del panorama regional, donde buena parte de los conjuntos presentan características
similares centradas en soportes de tamaños pequeños y medios, de formato cuadrangular y poco espesor.
Si bien es cierto que sí existirán diferencias tipométricas en cuanto a los métodos de talla empleados donde
los formatos Levallois presentarán tamaños mayores, de tendencia más alargada y de menor espesor que los
discoide que serán más cortos, anchos y espesos, aspecto inherente al desarrollo de la propia gestión lítica.
Por otro lado, si nos centramos en la reconstrucción de las cadenas operativas y en la evaluación del
grado de fragmentación documentado a lo largo de la secuencia, observamos como existe un absoluto
predominio de las piezas de tercer orden y de plena explotación, es decir, aquellas que se ubican en las
últimas fases de la producción lítica. Por su parte, aquellos elementos que presentan superficies corticales
menores (<20 %) suponen unas cuantificaciones mucho más bajas (alrededor del 20 % del registro) (fig.
6). En ambos casos, el marcado dominio de la segunda y tercera fase nos indica unos estadios avanzados
de la manufactura lítica, llevados a cabo en el interior del yacimiento a lo largo del tiempo. En cambio, los
elementos con superficies corticales mayores (>50 %) que formarían parte de los primeros órdenes y de las
fases iniciales de la producción lítica son prácticamente inexistentes, a excepción de la capa 27 y 30 pero
con menos del 3 % del registro, lo que indica cómo buena parte del material lítico entra ya preconfigurado
en el yacimiento. Mención especial suponen los restos englobados en el mantenimiento de la gestión, caso
de los típicos elementos Levallois desbordantes, los cuales están presentes en todas las capas menos en
las dos últimas de la parte baja (capa 40 y 42). Resulta interesante destacar como la presencia de este tipo
de restos, muestra la existencia de unas cadenas operativas que, a pesar de carecer probablemente de las
primeras fases de pelado y preconfiguración de los nódulos, son continuas en el interior del yacimiento
donde se preparan los núcleos para su explotación y se van reajustando para satisfacer las necesidades
demandadas en cada momento por los grupos humanos. En este mismo sentido y en estrecha relación,
destaca la determinación en toda la secuencia de las lascas de reavivado (reaffûtage) de los filos de las
raederas lo que muestra también la reparación de los filos embotados y, en definitiva, el mantenimiento del
utillaje empleado para las distintas actividades, como las vinculadas a la carnicería, trabajo de las pieles,
etc., que se dan en el interior del yacimiento.
Respecto a las plataformas de percusión de los soportes documentados, vemos como, dejando de lado aquellos
sin talón por fractura, dominan los ejemplares no preparados. Dentro de este grupo, son los lisos junto con los
corticales los que tienen una mayor relevancia suponiendo casi la mitad del registro, lo que indica que los puntos
de impacto buscados en las superficies de golpeo no necesitan de un mayor acondicionamiento. Por su parte,
facetados y diedros, vinculados fundamentalmente a sistemas de talla más elaborados como es el caso de la talla
APL XXXIV, 2022
[page-n-14]
42
A. Eixea y A. Sanchis
Fig. 5. Distribución de la longitud (a), anchura (b) y espesor (c) de los soportes documentados en la secuencia. Los
gráficos de cajas y arbotantes representan la media (barra central), el 75 % de los casos (caja) y el 95 % de los casos
(arbotantes).
APL XXXIV, 2022
[page-n-15]
Reconstrucción de la secuencia del Paleolítico medio y superior inicial de la Cova Foradada (Oliva, Valencia)
43
a)
b)
c)
Fig. 6. Evolución diacrónica de los distintos órdenes (a), fases de producción (b) y tipos de talón documentados en la
secuencia (c).
APL XXXIV, 2022
[page-n-16]
44
A. Eixea y A. Sanchis
Levallois, son minoritarios. Cabe destacar que estos tienen una mayor relevancia en la mitad baja de la secuencia
(capas 33 a 40) donde alcanzan valores de entre el 10 y 20 % de los elementos. El resto, como lineales, rotos,
machacados o puntiformes son esporádicos y, especialmente interesantes, los suprimidos, los cuales aparecen
asociados mayoritariamente a las raederas, algunas de ellas de tipo semiquina, en las que el intenso retoque del
filo llega a abarcar la parte proximal de las piezas suprimiendo los mismos.
Mención aparte merecen los núcleos y los distintos sistemas de talla empleados los cuales, como hemos
visto anteriormente en la cuantificación de los soportes, alcanzan unos valores muy interesantes. Además,
desde un punto de vista técnico, esta buena representación nos da suficientes garantías para llevar a cabo el
estudio tecnológico y la reconstrucción de los distintos procesos de la manufactura lítica. Los tipos determinados
fundamentalmente son los discoide, Levallois, tanto de lasca preferencial como los recurrentes centrípetos y, en
menor cuantificación, los explotados a partir de las caras ventrales de soportes más espesos y que se englobarían
dentro de producciones de tipo ramificado. Debemos destacar que, a pesar de haber encontrado elementos de tipo
laminar, no se atestigua en estas capas del Paleolítico medio ningún núcleo con una típica estructura de este tipo.
Pensamos que pueden deberse más bien a elementos englobados en las otras producciones pero que de forma
fortuita se materializan en este tipo de morfologías. Además, sus cuantificaciones no dejan de ser testimoniales.
Respecto al primer grupo, los núcleos discoides y los soportes obtenidos, cuantitativamente son los mayoritarios,
situándose entre unos valores del 60-70 % a lo largo de la secuencia, a excepción de las capas basales (36 a 40),
en las que observamos como este tipo de gestión y la Levallois recurrente son similares (fig. 7).
Respecto a sus modalidades, existe un cierto equilibrio entre las gestiones de tipo uni y bifacial, con
direcciones centrípetas y cordales, las cuales se configuran mayoritariamente a partir de soportes nodulares
de características rodadas y semirodadas en los que se generan unos formatos de morfología cuadrangular
y triangular y con cierto espesor. En algunos casos, se producen tanto elementos de tipo pseudolevallois
en los que el flanco de núcleo o meplat se opone al filo activo y constituye una buena zona para el agarre y
uso de estas lascas, como soportes desbordantes en sentido amplio, que van en relación con unas gestiones
discoides de configuración cordal (fig. 8).
Fig. 7. Evolución diacrónica de los distintos sistemas de talla documentados a partir de las lascas en la secuencia.
APL XXXIV, 2022
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Reconstrucción de la secuencia del Paleolítico medio y superior inicial de la Cova Foradada (Oliva, Valencia)
45
Resulta interesante destacar que la mayor parte de los núcleos son abandonados debido a su agotamiento,
especialmente aquellos relacionados con defectos en la misma materia prima, ya que la mediana calidad de
los sílex (presencia de impurezas, diaclasas internas, granos medios, etc.) hace que las ondas de choque al
propio golpeo sean incontrolables y se plasmen en numerosos reflejados múltiples, sobrepasados y fracturas
por la talla (fig. 9).
Por otro lado, las producciones de tipo Levallois se documentan en las variantes recurrentes centrípetas,
que son las más numerosas en toda la secuencia, y las preferenciales, que son minoritarias. Aquellas
recurrentes uni y bipolares, están completamente ausentes. Siguiendo la definición propuesta por Boëda
(1994), la mayor parte son núcleos sobre lasca o nódulo, en la que se explota de forma jerarquizada una
superficie y de la que, a la vista de los negativos determinados en la superficie, se obtienen series largas hasta
acabar con las posibilidades que ofrece el mismo. La característica fundamental de estas producciones es el
pequeño tamaño de los núcleos los cuales forman parte de los sistemas de talla microlevallois, reconocidos
en buena parte de los yacimientos peninsulares y del ámbito regional (Villaverde et al., 2012; Rios-Garaizar
et al., 2015; Eixea, 2015). En los soportes obtenidos, se observa el mismo patrón, con lascas preferenciales
típicas y de buen formato minoritarias y dominio de las recurrentes, que se encuadrarían morfológicamente
dentro de las lascas Levallois atípicas (Eixea, 2015). A excepción de estos grandes grupos, quedan relegados
a un tercer plano aquellos elementos de tipo ramificado, entre los que las lascas de tipo Kombewa aparecen
Fig. 8. Soportes líticos
adscritos al Paleolítico
medio.
1-6) Lascas Levallois: 1 (capa
39), 2 (capa 33), 3 (capa
37), 4 (capa 38), 5 (capa 39)
y 6 (capa 38)
7-8) Lascas microlevallois: 7
(capa 29) y 8 (capa 27)
9) Lasca microlevallois
desbordante (capa 27)
10, 11, 16) Puntas
pseudolevallois: 10 (capa
30), 11 (capa 29) y 16 (capa
28)
12, 13, 17) Lascas
desbordantes: 12 (capa 39),
13 (capa 30) y 17 (capa 28)
14, 15, 18) Lascas centrípetas:
14 (capa 29), 15 (capa 33) y
18 (capa 42)
19) Lasca Kombewa (capa 38)
20, 21) Lascas de reavivado de
filo de raedera (reaffûtage):
20 (capa 27) y 21 (capa 28)
APL XXXIV, 2022
[page-n-18]
46
A. Eixea y A. Sanchis
Fig. 9. Núcleos adscritos al
Paleolítico medio.
1, 2, 6, 8) Núcleos Levallois
recurrentes centrípetos: 1
(capa 42), 2 (capa 33), 6 (capa
28) y 8 (capa 30)
3, 7) Núcleos discoide bifaciales:
3 (capa 33) y 7 (capa 28)
4) Núcleo microlevallois
recurrente centrípeto. Nótense
las últimas extracciones
obtenidas de <1 cm de
longitud y anchura (capa 28)
5) Núcleo discoide unifacial
(capa 31)
incluidas. Esta producción no suele superar el 5 % del registro y aparece representada de forma bastante
homogénea a lo largo de las distintas capas. Tal y como ha sido atestiguado por otros autores (Bourguignon
et al., 2004; Dibble y McPherron, 2006; Rios-Garaizar, 2012; Rios-Garaizar et al., 2015), estas cadenas
operativas tienen como objetivo principal la obtención de nuevos soportes a partir de lascas espesas, en
algunos casos de talla discoide, para realizar nuevas generaciones de útiles. Dentro de estos procesos de
ramificación destaca la fabricación de lascas pequeñas y microlíticas mediante explotaciones Kombewa,
a partir de las caras ventrales de las mismas. Comportamiento que ha sido señalado como reserva de un
utillaje destinado para su utilización en las fases finales de los procesos productivos (Bourguignon et al.,
2004; Rios-Garaizar, 2012). Finalmente, mencionar la inexistencia de otro tipo de gestiones como pueden
ser la talla Quina, trifacial o laminar, entre otras, y que, aunque suelen ser marginales, sí aparecen en otros
conjuntos del ámbito peninsular y valenciano.
Respecto a las capas adscritas al Paleolítico superior (de la 24 a la 15), como veremos en el
siguiente apartado, a partir de los aspectos tipológicos se han podido documentar los diferentes
periodos culturales, siguiendo como guía principal los típicos fósiles directores. Aun así, desde un
punto de vista tecnológico, durante estas capas también se generaliza el componente laminar en las
industrias estudiadas. Este factor es clave y determinante en su análisis ya que en los conjuntos del
APL XXXIV, 2022
[page-n-19]
Reconstrucción de la secuencia del Paleolítico medio y superior inicial de la Cova Foradada (Oliva, Valencia)
47
Paleolítico medio peninsular y, sobre todo valenciano, es inexistente. En primer lugar, se ha podido
documentar como a lo largo de las capas 22 a 24, empiezan a aparecer algunas laminitas, sobre todo de
perfil curvo y torcido que responden a las características típicas de los conjuntos auriñacienses. Junto
a estas se observan algunos núcleos laminares, sobre todo unipolares, explotados a partir de pequeños
nódulos de sílex de en torno a los 5 cm de diámetro, sobre caras estrechas y en los que predominan los
negativos paralelos. Respecto a la técnica de talla, podemos determinar el empleo tanto de percutores
blandos como duros, con un claro dominio de la percusión blanda. Posteriormente, a partir de las capas
18 y 19 en adelante, este componente se generaliza y aparecen junto a un buen número de laminitas,
las cuales ya no poseen las características anteriores, sino que más bien son simétricas, con perfiles
rectilíneos y de morfología apuntada, otros formatos de tipo laminar de mejor factura y mayores
dimensiones. Respecto a los núcleos, podemos observar una diversificación bastante amplia, con un
equilibrio entre los núcleos unipolares y bipolares y con una morfología prismática y piramidal. Se
configuran a partir de soportes nodulares y, en algunos casos, a partir de lascas espesas las cuales
suelen poseer una superficie cortical opuesta a la cara de lascado. Se empiezan con la apertura de una
plataforma de explotación amplia y a partir de ella se obtienen los soportes laminares desde el inicio
de la secuencia que se produce mediante la guía de meplats laterales, siendo escasos los ejemplos de
crestas y semicrestas debido a la elevada cantidad de materia prima que necesita esta configuración.
Finalmente, junto a estos, aparecen elementos vinculados con la talla como son los productos de
acondicionamiento de núcleo (PAN), tabletas, semitabletas y, en menor medida, algunas crestas, lo
cual nos indica una generalización y mayor desarrollo del componente laminar y de su producción.
En este sentido, todo ello da cuenta de la presencia de una talla laminar bien definida adscrita al
Paleolítico superior, como veremos en el siguiente apartado, dentro de los complejos auriñacienses,
gravetienses y, en menor medida, solutrenses.
4.3. Tipología
Entre el material retocado, se observa como el grupo mayoritario al igual que ocurre en buena parte de los
conjuntos del ámbito regional inmediato, es el formado por las raederas. Si bien es cierto, existen algunas
pulsaciones y tendencias interesantes a lo largo de la secuencia que pasamos a comentar. En primer lugar,
documentamos como en la capa inferior los elementos dominantes son las raederas, en cambio, estas van
decreciendo progresivamente desde la capa 40 a la 37 hasta llegar a unas cuantificaciones muy bajas (<20 %).
Contrariamente, son las piezas con macrohuellas de uso, muescas y denticulados y los útiles del grupo III,
las que van a poseer unos valores realmente importantes. Caso excepcional es la capa 38 en la que las puntas
suponen unas cuantificaciones igualmente importantes que el resto. Entre las piezas con huellas de uso, son las
lascas Levallois las que mejor representación tienen, cuestión que queda ratificada si atendemos a los sistemas
de talla empleados en estas capas ya que la gestión Levallois recurrente tiene valores similares a la discoide.
Es decir, la mayor parte de los soportes Levallois producidos, van a estar usados de forma intensiva por los
grupos neandertales (fig. 10a).
Por su parte, a lo largo de este primer tramo, las raederas confeccionadas son simples (laterales y
transversales), con filos muy poco retrocedidos y retoques fundamentalmente marginales (fig. 11). Desde
la parte media de la secuencia y en adelante, donde la capa 36 nos muestra un marcado punto de inflexión,
el grupo de las raederas va a pasar a ser el mayoritario con diferencia, quedando reducidos los otros
grupos a valores que apenas van a superar el 15 %. Una tendencia que se observa en otros yacimientos
como por ejemplo en el Abrigo de la Quebrada donde las cuantificaciones son similares (Eixea, 2015).
En este contexto, dominan las raederas con un filo retocado, pero aquellas que poseen dos o más, como
es el caso de las desviadas y dobles fundamentalmente, poseen unas cuantificaciones más elevadas. En
esta parte vemos como los retoques son más profundos, las piezas opuestas a dorsos naturales y meplats
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48
A. Eixea y A. Sanchis
a)
b)
Fig. 10. Evolución diacrónica del utillaje (a) e índices de transformación (b) documentados en la secuencia.
son también más significativas y los elementos de tipo Quina y semiquina están más documentados.
Por su parte, las muescas y denticulados junto con las piezas con huellas de uso descienden, sobre todo
estas últimas. Respecto a las características del primer grupo, se trata de muescas poco marcadas, con
delineaciones más bien sinuosas y en las que no se suelen observar más de tres o cuatro muescas en cada
pieza. Estas suelen afectar al filo lateral frente al distal y, al igual que ocurre con las raederas, en muchos
casos aparecen opuestas a dorsos naturales. Todo ello, probablemente, vinculado a un mejor agarre y
adaptabilidad a la mano y, en definitiva, al uso de las mismas.
Mención especial requieren los grupos de utillaje del Paleolítico superior y de las puntas ya que
sus valores representan en torno al 5-10 % del registro. Unos valores que si los comparamos con
otros conjuntos valencianos como pueden ser Quebrada o Cova Negra, son más elevados. Respecto
al primero, se componen principalmente de perforadores, seguidos de raspadores y truncaduras. En
todos los casos, estos se caracterizan por estar configurados a partir de lascas, normalmente, de cierto
espesor. En los perforadores, que son los dominantes, cabe resaltar como todos ellos se combinan
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Reconstrucción de la secuencia del Paleolítico medio y superior inicial de la Cova Foradada (Oliva, Valencia)
49
Fig. 11. Utillaje lítico adscrito al
Paleolítico medio.
1) Denticulado (capa 40)
2) Punta musteriense alargada
(capa 33)
3) Raedera simple cóncavoconvexa sobre lasca Levallois
desbordante (capa 33)
4) Raedera desviada (capa 27);
5) Punta musteriense. Nótese
el adelgazamiento ventral
del bulbo para el enmangue
(capa 31)
6, 9) Raedera simple convexa
semiquina opuesta a dorso
natural (capa 31)
7) Punta musteriense (capa 27)
8) Pieza con muesca en extremo
(capa 27)
10) Raedera doble con
extracciones en la cara ventral
de lascas Kombewa dentro de
una gestión de tipo ramificada
(capa 27)
11) Punta musteriense. Nótese
la fractura distal por impacto
(capa 27)
12) Raedera simple convexa
(capa 27)
13) Raedera sobre cara plana
(capa 42)
con un frente de raedera en el filo opuesto o con macrohuellas de uso lo que nos indica que se trata
de útiles, probablemente, con más de una función. Y, en relación con el segundo, contamos con un
total de 36 puntas en toda la secuencia. Aunque merecería un estudio aparte, tanto tecnológico como
funcional, aquí tan solo vamos a citar sus principales características. Como hemos comentado, hasta
la capa 36 tan solo se documenta un ejemplar, en cambio, a partir de esta y relacionado con la parte
media y superior de la secuencia, es cuando nos encontramos con la mayor parte de ellos. A excepción
de la capa 29 donde no aparecen representadas, en el resto de capas los valores medios se sitúan en
torno al 5,4 % (n = 36), unas cuantificaciones que en comparación con Quebrada, el yacimiento con
más ejemplares disponibles (n = 96) (Eixea et al., 2015), resultan muy interesantes, más aún, cuando
en este trabajo no se ha estudiado el conjunto completo de los cuadros de cada capa. Además, a falta
de estudios traceológicos y funcionales, algunas de las raederas desviadas y convergentes podrían
estar englobadas también dentro de este grupo. Así, podemos ver como existe un marcado dominio
de las puntas musterienses (n = 33) frente a las Levallois (n = 3). Respecto a las primeras, cuatro
ejemplares se encuadran dentro de las puntas musterienses alargadas, dos de ellas confeccionadas
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A. Eixea y A. Sanchis
sobre lasca y otras dos sobre lascas laminares. En todos los casos, los tamaños oscilan en los 3-4
cm de longitud y 1,5-2 cm de anchura, unas medidas que muestran también como las dimensiones
medias se ajustan a los parámetros generales de la industria que es de tamaño pequeño. En cuanto a
las características generales de todos los efectivos, vemos como se confeccionan mayoritariamente a
partir de lascas de tipo discoide (n = 14), y en menor medida sobre lasca Levallois (n = 5), y el resto,
de talla indeterminable, son minoritarias. Se trata de elementos en los que el retoque de apuntamiento
es muy marcado, profundo y que reduce de forma intensa el filo. También se documentan golpes
ventrales en las zonas proximales que reducen el abombamiento del bulbo y facilitan el enmangue. En
más de la mitad de los ejemplares se detectan posibles fracturas distales de impacto, lo que demuestra
su uso como punta. Y, respecto a las segundas, dos son sobre lasca y una sobre lasca laminar. En todos
los casos, la gestión empleada para la obtención del soporte es a partir de lascas Levallois recurrentes
centrípetas. Resulta interesante ver como las dimensiones, a pesar de ser una muestra reducida, son algo
mayores a las musterienses ya que los tamaños medios son de 4 cm de longitud por 2 cm de anchura.
Respecto al retoque, a diferencia de las anteriores, son mucho más someros, simples y marginales,
no afectando sustancialmente ni al filo ni al retroceso del mismo. Así pues, nos encontramos ante una
buena representación de este tipo de elementos, que alcanzan valores significativos. En este sentido,
sería necesario realizar en los próximos años un estudio tecnológico específico y, sobre todo, funcional
que nos aporte más información en relación con las actividades cinegéticas de estas poblaciones.
Si nos centramos ahora en los índices de transformación determinados, se observa como los valores
relacionados con los elementos retocados son bastante altos, más aún si los comparamos con otros
yacimientos de la región central del Mediterráneo peninsular. Aunque los valores medios oscilan
alrededor del 40 % del registro, existen puntos de más del 50 % y en un caso de hasta el 85 % lo que
nos indica como el grado de transformación de la industria mediante el retoque es bastante elevado. A
nivel diacrónico, se observa como en la parte basal y media (capas 33 a 42), los índices están alrededor
del 30 %, marcando un punto de inflexión la capa 31 en la que los valores ascienden marcadamente.
Posteriormente, a partir de la capa 30, las cuantificaciones descienden, pero van a estar ligeramente
por encima de lo visto en la parte basal, situándose alrededor de casi el 50 %. Con esto se desprende
que, dejando de lado los puntos discordantes como la capa 37 o la 31, los datos indican unos valores
estables y ciertamente homogéneos a lo largo de toda la secuencia y, a nivel comparativo, más elevados
que los restantes yacimientos del ámbito regional.
Nos centramos ahora en el material de las capas adscritas al Paleolítico superior (de la 24 a la
15). Quizás este apartado tenga cierto interés debido a la presencia de unos fósiles directores que nos
indican la clara presencia de los tecnocomplejos adscritos al Auriñaciense y Gravetiense ya que, como
hemos comentado, el Solutrense queda al límite de este trabajo. Respecto al primero, en las capas
22 y 23, dentro de un conjunto en el cual dominan los fragmentos indeterminados y el bajo número
de utillaje, se han recuperado diversas laminitas (n = 37) entre las que destacan las de tipo Dufour
(n = 5), concretamente subtipo Roc-de-Combe (Demars y Laurent, 1989), obtenidas a partir de
raspadores carenados o pequeños núcleos unipolares, con la típica morfología de perfil curvo-torcido
en la parte distal y retoque fino y marginal (fig. 12). La percusión blanda es la única documentada
en los elementos laminares, especialmente mediante el uso del percutor mineral blando. Resulta
interesante destacar como no se atestiguan dorsos, lo cual parece indicar que no hay mezcla con los
paquetes superiores gravetienses. Se trata por tanto de un lote reducido pero diagnóstico en cuanto a su
tipología. No se han recuperado ni restos de industria ósea ni adorno lo cual nos hubiera podido ayudar
en la concreción y mejor definición de dicho periodo en el yacimiento.
Respecto al conjunto correspondiente a las capas 18 y 19, los elementos más llamativos y
característicos son las piezas de dorso laminares y microlaminares y una elevada proporción
de microgravettes, en la línea de lo documentado en otros conjuntos de la vertiente mediterránea
(Fullola et al., 2007; Villaverde et al., 2007-2008). Al igual que ocurre en yacimientos como Cendres
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Reconstrucción de la secuencia del Paleolítico medio y superior inicial de la Cova Foradada (Oliva, Valencia)
51
Fig. 12. Material adscrito al
Paleolítico superior (1-4 dibujos
ampliados con posición del
retoque en línea más gruesa):
1) Laminita Dufour (capa 23)
2-4) Laminitas Dufour subtipo
Roc-de-Combe (capa 23)
5) Núcleo unipolar (capa 23)
6) Pieza astillada (capa 17)
7) Golpe de buril (capa 17)
8) Punta tipo Cendres (capa 17)
9) Raspador (capa 17)
10) Núcleo de astillas (capa 18)
11) Raspador (capa 17)
12) Gravette (capa 18)
13) Gravette (capa 19)
14) Gravette (capa 18)
15-17) Microgravettes: 15 y 16
(capa 17) y 17 (capa 19)
18-19) Laminitas de dorso
apuntado: 18 (capa 19) y 19
(capa 18)
20) Azagaya (capa 18)
o Malladetes, las laminitas de dorso son el tipo mayoritario debido a que el conjunto presenta un
alto grado de fragmentación y, por tanto, los extremos no suelen conservarse. En lo que se refiere a
los elementos apuntados, las gravettes y microgravettes poseen cuantificaciones similares. Ambos
casos presentan retoques bipolares y profundos, reduciendo marcadamente el perfil del soporte de
partida. Al hilo de otros trabajos, para distinguir entre las distintas variantes hemos recurrido a un
criterio tipométrico, centrado en la anchura de las piezas, de manera que las superiores a los 8 mm
de anchura se han considerado gravettes, las comprendidas entre 5 y 8 mm se han clasificado como
microgravettes, y las menores de 5 mm, que combinan el dorso con el apuntamiento se han clasificado
como laminitas de dorso apuntadas (Villaverde et al., 2019). También se han determinado varias puntas
de tipo Cendres las cuales se definen por ser unas láminas relativamente anchas (la longitud se mueve
entre tres y cuatro veces la anchura de la pieza) y algo disimétricas, apuntadas con retoques simples
someros, muchas veces parciales, que aprovechan la morfología apuntada de los soportes para reforzar
el apuntamiento de unas piezas que bien podrían clasificarse como láminas apuntadas (Villaverde y
Roman, 2004). La ausencia de adelgazamiento dorsal en la base las diferencia de las puntas de tipo Vale
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A. Eixea y A. Sanchis
Comprido (Zilhão y Aubry, 1996), mientras que la falta de simetría permite diferenciarlas de las puntas
tipo Casal do Felipe (Zilhão, 1997), ambas del Gravetiense portugués. Un rasgo de individualización
de este Gravetiense regional que se documenta a lo largo de estos niveles en el yacimiento. Por su
parte, las piezas astilladas y las mismas astillas también aparecen bien representadas, y proceden del
reciclado de raspadores o núcleos, produciéndose un aprovechamiento intensivo de la materia prima.
Debemos resaltar que, como ha sido tratado en otros estudios, algunas de las piezas pueden presentar
dudas en cuanto a su consideración como instrumentos destinados a la percusión o el hendido, tal y
como ha sido propuesto a partir de una pieza inserta en un hueso de Vale Boi (Bicho y Bao, 2007)
o como soportes destinados a la extracción de astillas. En Foradada, las piezas astilladas dominan
claramente frente a los núcleos de astillas, aprovechando en muchos casos flancos y aristas de núcleos
y, en otros, incluso raspadores y piezas de bordes retocados lo que concuerda con la idea de un intenso
reciclado de los soportes. Por su parte, los buriles son minoritarios del mismo modo que las hojitas de
finos retoques. A lo largo de estas capas, el número de raspadores es superior siempre al de los buriles
tal y como sucede en un número importante de yacimientos de la vertiente mediterránea peninsular,
como Beneito (Iturbe et al., 1993) o Barranc Blanc (Fullola, 1978).
A todo este conjunto lítico, cabe añadir la presencia en la capa 18 de una azagaya prácticamente completa
en hueso la cual presenta unas dimensiones de 9,3 cm de longitud, 0,8 cm de anchura y 0,7 cm de espesor.
Está elaborada a partir de un hueso largo de un animal de talla media, presenta una sección circular y el
procedimiento de acabado es exhaustivo y se realiza mediante la técnica del raspado en la que se observan
estrías continúas, largas y paralelas entre sí, organizadas en bandas de densidad media que se extienden de
manera periférica en la pieza.
No se han documentado elementos de adorno, los cuales suelen aparecer representados en niveles
contemporáneos a Foradada.
Finalmente, a partir de la capa 17 y hasta la 15, nos encontramos una mezcla de elementos gravetienses
y solutrenses (puntas de cara plana, foliáceos, generalización del retoque plano, etc.). Por esta razón se han
decidido dejar de lado estos materiales y centrar este trabajo únicamente en el Paleolítico superior inicial.
5. VALORACIÓN PRELIMINAR DE LA FAUNA
De cara a completar la visión ofrecida por los materiales líticos, se ha llevado a cabo también la revisión
de los restos de fauna correspondientes a tres capas del cuadro b-15. Teniendo en cuenta la industria lítica
aparecida en estas capas y su situación estratigráfica pertenecerían, a priori, al Paleolítico medio (capa 26),
Paleolítico medio-Auriñaciense (capa 23) y Gravetiense (capa 19). Aportamos exclusivamente y de forma
preliminar la información sobre la representación taxonómica y el estado de conservación de los materiales
faunísticos de las capas seleccionadas.
El conjunto de la fauna de la capa 26, presenta un espectro taxonómico bastante diversificado con
presencia de varias especies de ungulados de talla grande y mediana (Equidae, Bovinae, Cervidae
y Suidae), de pequeñas presas donde destacan restos de Leporidae, aves y Testudinidae, a los que hay
que añadir algún fragmento de Carnivora de talla pequeña-mediana. Este conjunto muestra una elevada
fragmentación, con restos afectados en general por la concreción y algunos incluso brechificados; se
observan manganesos y también termoalteraciones. Estos materiales muestran una pátina de coloración
marrón-gris y en general están bien conservados. La presencia de restos de Testudinidae en la capa, muy
posiblemente correspondientes a la tortuga mediterránea (cf. Testudo hermanni), confirma su pertenencia al
Paleolítico medio, ya que se trata de un taxón con citas en diversos yacimientos valencianos del Pleistoceno
medio y superior, como la Cova del Bolomor, Cova Negra, Abric del Pastor o la Cova del Puntal del Gat,
taxón que se rarifica en la zona a lo largo del MIS 3 y que ya no aparece entre los conjuntos de fauna del
Paleolítico superior (Morales y Sanchis, 2009).
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Reconstrucción de la secuencia del Paleolítico medio y superior inicial de la Cova Foradada (Oliva, Valencia)
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La fauna de la capa 23 muestra un número de taxones más reducido, con presencia de Leporidae,
Equidae, Cervidae y de aves. Los restos están muy fragmentados, afectados por la concreción, con alguna
brechificación y también algunos están quemados. Los restos muestran una pátina de color marrón claro.
Finalmente, entre la fauna de la capa 19 se documenta la presencia de restos de Leporidae, Bovinae,
Cervidae y de aves. Se identifica una elevada fragmentación en los mismos, con restos muy afectados por la
concreción, con alguna brechificación y algunos están quemados. El conjunto muestra una pátina de color
marrón oscuro.
6. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
A la luz de los datos expuestos, se confirma que el yacimiento de Cova Foradada constituye un conjunto de
enorme interés para el estudio de las poblaciones del Paleolítico medio y superior de la vertiente mediterránea
ibérica. Prueba de ello, es la amplia secuencia documentada, que empieza con el Paleolítico medio y se
compone de un total de 29 capas (24 a 48) que han aportado un total de 14.719 restos líticos analizados y en
los que no se han estudiado todos los cuadros excavados. Esta secuencia continúa con los materiales adscritos
al Paleolítico superior, en los que, a pesar de no haber sido objetivo de estudio en detalle en este trabajo,
se han podido diferenciar claramente dos complejos industriales como son el Auriñaciense y Gravetiense
determinados a partir de nueve capas (15 a 23). Su escasa representación en el ámbito regional le otorga un
mayor interés a esta parte de la secuencia.
En relación con la primera parte de la secuencia, tal y como se ha comentado, no poseemos
dataciones directas de los niveles adscritos al Paleolítico medio por lo que intentar fechar estos niveles
(radiocarbono, OSL o ESR) resultaría de gran interés en los próximos años. Más aún, teniendo en
cuenta el espectacular registro paleoantropológico que ha aportado hasta el momento la cavidad y que
puede permitir caracterizar detalladamente estas poblaciones neandertales.
Un detenido repaso al registro lítico visto anteriormente nos permite corroborar y sintetizar
diferentes aspectos industriales, culturales y territoriales que encuadran el yacimiento dentro del
panorama regional:
En primer lugar, el uso del sílex como materia prima principal en toda la secuencia, mientras que
otras rocas como la cuarcita, caliza o cuarzo, documentadas en diversos yacimientos de la zona, no
aparecen representadas. Esto puede deberse a la buena disponibilidad del sílex en las inmediaciones
del yacimiento lo que haría que las poblaciones captaran esta litología y obviaran el resto. Ejemplos
como este podemos ver en El Pinar, Bolomor, Cova Negra, Petxina, El Salt o Pastor, donde los distintos
tipos de sílex de medias y buenas características hacen que las otras litologías estén prácticamente
ausentes (Villaverde, 1984; Casabó y Rovira, 1992; Fernández Peris, 2007; Molina et al., 2010). En
cambio, en otros enclaves como el Abrigo de la Quebrada, existe una buena disponibilidad de sílex en
las inmediaciones y el uso de cuarcitas y calizas alcanza unas cuantificaciones de en torno al 20-30 %
del registro de cada nivel (Eixea et al., 2011). O en los yacimientos al aire libre de Árguinas-Majadal y
Hoya Albaida-Titonares donde la cuarcita supone más del 95 % del total (Casabó y Rovira, 2002). En
este contexto, pensamos que la determinación de una u otra materia prima se vincula, obviamente, a su
disponibilidad, pero también a otro aspecto fundamental como es la forma de ocupación del territorio
de estas poblaciones. Así, la funcionalidad del lugar, la duración de las ocupaciones o la misma
variación de los recursos faunísticos aportados (estudio que deberá llevarse a cabo en los próximos
años), determinan la planificación de la movilidad territorial de estas poblaciones y su gestión del
espacio, en la que la captación de las materias primas será otro de los diversos aspectos cotidianos que
llevan a cabo estas poblaciones en el territorio.
En segundo lugar, la gestión técnica de estos grupos se centra fundamentalmente en la producción
y obtención de lascas con las que confeccionan su utillaje. Tipométricamente, los valores de estas
industrias siguen la tónica general de los conjuntos de la zona, documentándose unos elementos que
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A. Eixea y A. Sanchis
oscilan en torno a los 2-4 cm de longitud y anchura, con poco espesor y que pueden considerarse como
de tamaño medio y pequeño. Las distintas gestiones aplicadas para su obtención son mayoritariamente
de tipo discoide, a partir de las cuales se producen unos elementos de morfología pseudolevallois
o cuadrangular, en muchos casos opuestas a dorsos naturales y a meplats. Esta morfología en los
soportes permite conseguir buenos formatos para la realización de raederas que, a la vista del retroceso
de sus filos y, en algún caso, de reciclados vistos a partir de diferentes pátinas en la misma pieza, van
a tener una intensa y larga utilización. Hay que destacar la presencia también de explotaciones de
lascas de tipo Kombewa en la cara ventral de las mismas lo que indica una gestión de tipo ramificado,
tal y como se ha atestiguado en otros yacimientos del ámbito regional y europeo (Bourguignon et
al., 2004; Villaverde et al., 2012; Rios-Garaizar et al., 2015; Romagnoli et al., 2018). Respecto a la
producción de tipo Levallois, al igual que los conjuntos de la vertiente mediterránea y a diferencia de
otros lugares como puede ser la Dordoña francesa o el norte europeo, domina la variante recurrente.
Resulta obvio pensar que en zonas en las que el sílex no es abundante y con una calidad inferior a
otros ámbitos donde existen tipos de muy buena calidad, la preparación del núcleo para la obtención
de una sola lasca de tipo preferencial y su posterior abandono, no resulta ni razonable ni económico.
Es por ello, que tanto en Foradada como en el ámbito inmediato de estudio, la aplicación de criterios
de recurrencia que permitan maximizar la materia prima disponible parece la opción más sensata. Esto
se ajusta además a la explotación al máximo de los núcleos en una gestión de tipo pequeño englobada
dentro del concepto microlevallois y determinada en buena parte de yacimientos del ámbito peninsular
ibérico (Cortés, 2007; Galván et al., 2009; Giles et al., 2012; Villaverde et al., 2012). Respecto a las
capas del Paleolítico superior, si bien la identificación del material no es muy elevada, sí que existen
criterios básicos que nos han permitido determinar diferentes periodos. En líneas generales y dejando
para el siguiente apartado las cuestiones tipológicas, a nivel técnico se aprecia como la producción de
lascas es sustituida por un buen número de elementos laminares y microlaminares. Prueba de ello es
la presencia de núcleos uni y bipolares, de morfología prismática y piramidal, confeccionados sobre
pequeños cantos de sílex en los que, al igual que durante el Paleolítico medio, la explotación va a ser
muy intensa llegando hasta el máximo de lo que ofrece la materia prima. También la determinación de
una buena proporción de productos de acondicionamiento de núcleo va a mostrar como la talla pasa a
ser más compleja y la búsqueda de unos soportes más específicos para confeccionar el utillaje.
En tercer lugar, el útil predominante es el formado por el grupo de las raederas de entre las cuales
dominan las simples frente a las compuestas o que poseen más de un filo retocado. En este sentido,
poca es la excepcionalidad que presenta Foradada en el contexto regional ya que, dejando de lado
algún nivel de Bolomor o de Beneito en los que los denticulados poseen cuantificaciones mayores, la
tónica general, tal y como se puede ver en Quebrada, Cova Negra o Petxina, es el dominio de dicho
grupo. Dentro de este, es cierto que también siempre dominan las simples frente a las compuestas ya
que dobles, desviadas o convergentes suelen oscilar entre unos valores del 10-15 % de cada registro.
Lo mismo ocurre en el panorama regional a nivel diacrónico ya que los cambios que se observan
son siempre menores porcentualmente y no se concretan en grandes modificaciones secuenciales.
Probablemente, frente a esta homogeneidad del Paleolítico medio, vista en la práctica totalidad de
los conjuntos del ámbito de estudio, quizás resulte más llamativo lo documentado en los paquetes
superiores. La determinación de niveles auriñacienses y gravetienses, tanto a partir de núcleos como
de un utillaje especifico a través de los fósiles directores (laminitas Dufour, gravettes y microgravettes,
puntas de tipo Cendres, etc.), no resulta discordante con la aparición de nueva documentación en
los últimos años de la presencia humana en la zona durante este periodo. En este contexto y a poca
distancia del lugar, nos encontramos con yacimientos de sobra conocidos como Parpalló (Gandia)
o Malladetes (Barx) el cual ha sido reexcavado y publicado recientemente (Villaverde et al., 2021)
y en el que se ha ampliado tanto la secuencia auriñaciense como la gravetiense, y en el que se ha
identificado un nuevo nivel probablemente del Paleolítico medio. La presencia humana en la zona
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Reconstrucción de la secuencia del Paleolítico medio y superior inicial de la Cova Foradada (Oliva, Valencia)
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durante estos momentos del Paleolítico superior queda constatada en las áreas más inmediatas en
otros yacimientos como Meravelles (Gandia), Barranc Blanc (Ròtova) y, más al sur, Tossal de la
Roca (la Vall d’Alcalà), Cova Fosca (la Vall d’Ebo), Cova del Comte (Pedreguer), Cova del Randero
(Pedreguer), Cova de la Barriada (Benidorm) o la Cova de les Cendres (Teulada-Moraira). Al igual que
los recientes estudios publicados de conjuntos superficiales que constatan y amplían el poblamiento
auriñaciense y gravetiense en los alrededores, como es el caso de Els Bancals de Pere Jordi (Eixea y
Villaverde, 2012), Les Majones, La Llacuna o Pla de Palau (Bel y Eixea, 2015).
Y, en último lugar, respecto a la ocupación de la cavidad, con los datos que poseemos las inferencias
que podemos hacer resultan especulativas. Aun así, resulta interesante destacar como la presencia de
elementos de mantenimiento de núcleos, tanto durante el Paleolítico medio como superior, el reavivado
y reciclado de algunos útiles y la presencia de cadenas operativas, en algunos casos, fragmentadas y
determinadas en las últimas fases de la producción, nos incitan a pensar en un patrón de ocupación que,
sin poder determinarlo con detalle a nivel diacrónico, parece similar. En este sentido y con estos datos,
pensamos que se trata de ocupaciones de carácter corto y esporádico en el que los grupos humanos
visitaron la cavidad recurrentemente y, probablemente, ya que los estudios de fauna permitirán acotar
estas apreciaciones, encuadradas dentro de un patrón estacional de movilidad territorial, y dirigidas,
entre otros objetivos, hacia la caza de diversos taxones. El conocimiento de los principales recursos
bióticos y abióticos de la zona fue el que determinó el movimiento de las poblaciones humanas en esta
área. Si comparamos estos datos con otros yacimientos del ámbito inmediato, pensamos que siguen
un patrón diferente a, por ejemplo, el nivel II de Cova Negra o el nivel VIII de Quebrada. En estos, la
densidad de restos es mucho menor, las cadenas operativas aparecen mucho más fragmentadas, buena
parte del material está configurado y se constata una mayor presencia de carnívoros, quirópteros,
etc., respecto a otros niveles, lo que hace pensar en ocupaciones de carácter mucho más corto,
limitadas espacialmente y con amplios espacios de abandono de los yacimientos (Fernández Peris,
2007; Villaverde et al., 2009, 2017). En cambio, otros conjuntos, como el nivel IV de Bolomor, el
IV de Quebrada o el X de El Salt, parecen responder a ocupaciones diferentes en las que la mayor
parte del registro es aportado por los grupos humanos y en el que los carnívoros son minoritarios
(Sañudo y Fernández Peris, 2007; Eixea et al., 2011-2012; Machado et al., 2017). Estos conjuntos
corresponderían a zonas de hábitat y donde las labores domésticas serían las principales actividades
realizadas por los grupos humanos.
Finalmente, para acabar tan solo nos queda comentar que se ha iniciado un nuevo proyecto de
investigación en la Cova Foradada formado por un equipo científico multi e interdisciplinar (materias
primas, tecnología lítica, arqueozoología, tafonomía, carpología, antracología o paleoantropología,
entre otros) que pretende desarrollar una metodología de trabajo actual y rigurosa con el objetivo
de conseguir más información de la que ahora se posee. Tal y como se ha documentado, el registro
lítico, óseo y vegetal tiene un enorme potencial, pero la información estratigráfica es pobre y
contradictoria lo que impide hacer valoraciones de orden cronoestratigráfico y diacrónico. En este
trabajo, hemos aportado unas breves pinceladas al registro lítico, lo que nos ha permitido reconstruir
de manera preliminar una parte de la secuencia adscrita al Paleolítico medio y superior inicial. En
este sentido, teniendo en cuenta la problemática que posee el yacimiento, nos parece una necesidad
científica inexcusable no dejar el conocimiento de la Cova Foradada tal y como se encuentra en la
actualidad. Por lo que será necesario precisar sus características estratigráficas, profundizar en su
estudio y encuadrarlo en el panorama regional. Es significativo ver, si atendemos a las referencias
bibliográficas existentes que casi nunca aparece citado, a pesar de poseer una rica secuencia del
Paleolítico medio y superior a nivel peninsular y, probablemente, del continente europeo y no sólo
por los restos faunísticos y líticos recuperados hasta la fecha, sino también por el importante material
paleoantropológico que ha proporcionado (Campillo et al., 2002; Chimenos et al., 2002; Lozano et
al., 2013; Aparicio et al., 2014).
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A. Eixea y A. Sanchis
AGRADECIMIENTOS
Agradecemos al Museu de Prehistòria de València, a su directora María Jesús de Pedro y conservadores y, especialmente, a Carmen Martínez-Varea y a Margarita Vadillo por la ayuda prestada en todo momento con el manejo de
las cajas de materiales. Damos también las gracias a José Castelló Barber y a Vicent Burguera, director del Museu
Arqueològic d’Oliva, por su ayuda e interés en el proyecto. Finalmente, agradecemos los comentarios del profesor
Valentín Villaverde y de los dos revisores anónimos que han permitido mejorar este trabajo.
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