Notas sobre una morfología diferenciada en los restos óseos de Capra pyrenaica y Capra hircus
Inocencio Sarrión Montañana
[page-n-129]
· ÁRCHIVO DE PRBHlSTORIA LEVANTINA
Vol. XVID (Valencia, 1988)
INOCENCIO SARRION MONT.A&ANA
(Valencia)
NOTAS SOBRE UNA MORFOLOGIA DIFERENCIADA EN LOS RESTOS
OSEOS DE CAPRA PYRENAICA Y CAPRA HIRCUS
La Capra pyrenaica forma parte de uno de los bóvidos integrantes de la fauna
((cuaternaria>) (Villafranquiense-Transición-Cuaternaria) (1), cuya inmigración se llevó a cabo en torno al gran interglaciar Mindel-Riss, matizándose estos postulados con
las aportaciones de nuevos yacimientos coetáneos de los mismos, caso del Bos primigenius, especie ((Cuaternaria>) que se detecta en la <
en L'Aragó (2).
En nuestro ámbito geográfico, el registro más antiguo que conocemos de la Capra
pyrenaica lo poseemos en el nivel superior de la Cova de la Bassa de Sant Lloren~ de
Cullera (3), cuyo conjunto faunístico lo integramos en el Mindel-Riss, con paralelismos con Lunell-Viel (4). Asimismo, por orden cronológico, lo hallamos en el yacimiento de Molí de Mató, Agres (6), al que atribuimos una edad en torno al Riss-Würm, sin
desechar una datación rissiense, siendo la especie predominante.
Durante y a partir del Pleistoceno Superior, esta especie forma parte de los
endemismos propios de yacimientos ubicados en zonas montañosas y toma el carácter
de fauna banal.
(1) M.F. BONIFAY: •Fauna de tranaitioo du Pl~ne Moyen de Franca. Cadre pal6oclimatique, ,randa MIIDillliiVea Carac:tériatiqU88».
Bulletin du Mllllée d'Antbropologie Pribiatorique de Monaeo, núm. 22. Monaco, 1979, pip. ~18.
M.F. BONIFAY: •lnterrelationa entre lea ¡¡randea faunea Plio-Pl,iatocbea eurasiatiquea et origene dea Caunea ~iaea». Quaternaria.
XXI. Roma, 1979, pq.. 9-18.
(2) E. CREOUT: aLa faune de MIIDillliiVea du giaement phliatoc~ne moyen antériaien de la Ceuve de 1'Araso (Tautavel, Pyrénw
Orieotalea, Franca)». Comptae Reodus da l'Acad6mie dea Seiencea de Paria, t. 290, !!me D. Paria, 1980, pip. 761·7114.
(3) J. SARRION: aNota preliminar aobre lo. yacimientoa paleontolópco. pleiatoclmico. en la Ribera Baiu. Valenci&JO. Cuaderno. de
Geosrafta, núm. 86. Valencia. 1984, pisa. 183-174.
(4) M.F. BONIFAY: •Camivorea quaternairea du Sud·Est de la FranC&JO. M6moire du Museum National d'Histoire Naturelle, !!me C, Tome
XXI. 1971, !lil· 371, PL. XXVU.
(6) L SARRION, M. DUPRE, P. FUMANAL, P. GARAY: «El yacimiento paleontolópco dal MoJI de Mató, Agrea, Valencia•. Actas de la 7.•.
Reunión aobre el Cuaternario. Santander, 1987.
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Desde el momento de su aparición en nuestra área se presenta tanto morfológica
como métricamente muy estable, poseyendo los cápridos del Pleistoceno Superior unas
dimensiones inferiores a los cántabros (6), inferioridad que contrasta inversamente
con las dimensiones de las clavijas córneas que nos podrían hablar de morfotipos
propios de subespecies, las cuales podrían ser las precedentes de las que algunos
autores han dividido las cabras actuales peninsulares, pyrenaica, victoriae, hispanica,
etc.
Sobre la Capra hircus diremos que por los registros arqueológicos se introduce en
la Península durante el Neolítico, e~ una fase ligeramente posterior a la oveja, Ovis
aries, siendo la entidad de los restos netamente inferiores a los de esta última, al
menos en estos primeros tiempos.
Ultimamente, algunos autores han querido ver en la Capra pyrenaica el ancestro
filogenético de la Capra hircus, mediante un proceso evolutivo producido por el hecho
de la domesticación, que observando las variaciones morfológicas entre ambas le
otorgarían, a dicha especie, una gran «velocidad evolutiva)) a todas luces impensable
dados los precedentes.
Para la diferenciación entre ambas especies se ha empleado generalmente el
criterio métrico, con la consabida dificultad de separar los mínimos de hembras de C.
pyrenaica con los máximos de machos de C. hircus, exceptuando a las clavijas córneas
qué en la C. pyrenaica son de sección de tendencia circular con la quilla dirigida hacia
su cara interno-posterior, y la C. hircus aplanada en forma de segmento, con la quilla
en posición interno-anterior.
Al margen de las diferenciaciones de las clavijas córneas hemos observado otras
variaciones, motivo de este artículo, centradas en los metapodios, tarsales, primeras
falanges y la entidad del P/2. Sobre este último hemos apreciado que en la C. pyrenaica
tiene un carácter inicialmente regresivo, dadas en líneas generales la poca entidad de
las raíces, desprendiéndose fácilmente de sus cavidades alveolares. De hecho hemos
hallado dos restos mandibulares careciendo de P/2, Molí Mató y Cueva Merino (7). Por
el contrario, en la C. hircus el P/2 se manifiesta con una normal inserción alveolar que
repercute en su longitud mesio-distal, de lo que se desprende, en este caso, que la C.
pyrenaica presenta un estadio más evolucionado que la C. hircus.
Hemos realizado un índice que reflejara estos hechos en base a la longitud alveolar
del P/2 X 100/ por longitud del P/3 oclusal, dándonos una media de 52'84 (21) en la C.
pyrenaica, por 63'33 (6) en la C. hircus.
A nivel de metapodios, observamos una diferenciación en su tercio distal, límite
epifisario y fosetas supraarticulares, sobre todo en las recayentes a las partes centrales, es decir mesiales o axiales. Estos hechos se aprecian perfectamente en los MC. (fig.
(6) J. ALTUNA: «Dimorphisme aexuel dana le aquelette postcephalique de C. pyrenaica pendant le Würm final». Munihe, año 30, núm. 4. San
Sebaatián, 1978, páp. 201·214.
(7) l. SARRION: «La fauna del Würm Superior de la Cueva Merino (Doe Aguas, Valencia)». Lapiaz, núm. 13. Valencia, 1984, págs. 31-36.
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Fig. l.-Metacarpo derecho de Capra pyrenaica (1) y Capra hircus (2). T.n.
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Fig. 2.----cara plantar de astrágalo derecho de C. pyrenaica (3) y astrágalo izquierdo de C. hircus (4). Cara
lateral y sección transversal tróclea plantar de astrágalo derecho de C. pyrenaica (S) y C. hircus (6).
T.n.
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Fig. S.-Cortes transversales de la tróclea plantar de astrágalos de C. pyrenaica (a-e) y C. hircus (fj). a y b: Pleistoceno superior cántabro; e y d: Pleistoceno superior levantino; e: Actual; f:
Neolítico; g: Eneolitico; b: Edad del Bronce; i: Cultura Ibérica; j: Actual. T.n.
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MORFOLOGIA DIFERENCIADA CAPRA PYRENAICA Y CAPRA HIRCUS
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1). En la C. pyrenaica, la diáfisis en su tercio distal es lisa sin apenas protuberancias
epifisarias (fig. 1, 1, b), enlazando-'con la articulación en su parte mesial sin apenas
fosetas supraarticulares (fig. 1, 1, a). Estas, por el contrario, aparecen marcadísimas en
la C. hircus (fig. 1, 2, a'), que, sumadas a las protuberancias centrales epifisarias (fig. 1,
2, b'), dan una morfología diferenciativa. Observados los metacarpos de perfil, se
aprecia en la C. pyrenaica una cara dorsal rectilínea con una articulación distal
sobresaliente, mientras que en la C. hircus, a partir de su tercio distal, se inicia una
curvatura cuyo punto culminante es la sutura epifisaria, para descender hacia la
foseta supraarticular. Prolongando hipotéticamente esta línea dorsal, en la C. pyrenaica corta la articulación (fig. 1, 1, e), mientras que en la C. hircus la roza o sobrepasa
(fig. 1, 2, e'). Estas mismas diferenciaciones se aprecian en los metatarsos aunque·
menos acentuadas.
En las primeras falanges, tanto anteriores como posteriores, en C. pyrenaica los
bordes axial-palmar y plantar, y periféricos-palmar y plantar, sobre todo estos últimos,
son más redondeados que los de C. hircus, resultando, por tanto, una cara palmar o
plantar más redondeada en la primera y más rectilínea en la segunda.
Otras tantas diferenciaciones se manifiestan en los astrágalos y calcáneos. En los
primeros, la principal diferenciación estriba en el borde formado por la articulación
tróclea-plantar y lateral (fig. 2, e, e') (fig. 3, e, o'). En la C. pyrenaica, éste es
redondeado como un verdugón (fig. 2, 3 y 5, e) (fig. 3, 7, a á e), mientras que en la C.
hircus, la faceta recayente a la carilla lateral es más o menos redondeada pero siempre
comprimida, formando -a veces una arista en el borde con la tróclea plantar (fig. 2, 4 y
6', e') (fig. 3, 7, f á j). Asimismo, en la cara plantar la corredera longitudinal es más
acentuada en C. pyrenaica (fig. 2,3 y 5, a) que en C. hircus (fig. 2,4 y 6, a'), hecho que se
aprecia en las sec~iones de la figura 3. Otro detalle diferenciativo consiste en el seno
formado por la unión de la tróclea plantar con la tróclea proximal, punto de contacto
del proceso coracoideo del calcáneo: es más profundo y agudizado en C. pyrenaica (fig.
2, 3, b'), siendo más aplanado en C. hircus (fig. 2, 4, b'). Otra diferenciación, aunque
secundaria, la posee la faceta lateral distal, la cual en C. pyrenaica es alargada de
tendencia ((arriñonada~~ (fig. 2, 5, e), mientras que en C. hircus, en un gran porcentaje,
es de forma romboidal (fig. 2, 6, e').
En el astrágalo, el ((PoSitivo» que representa el borde formado por la trócleaplantar y lateral, se manifiesta en ((negativo» en el calcáneo en el borde correspondiente al «proceso coracoideo-articulación maleolar», siempre redondeado en la C.
pyrenaica (fig. 4, 8-9, a), y anguloso o comprimido en C. hircus (fig. 4, 10-11, a'). A su
vez, el borde del proceso coracoidal es curvilíneo en C. pyrenaica (fig. 4, 8-9, b),
mientras que en C. hircus es rectilíneo (fig. 4, 10-11, b'). Asimismo, en la cavidad
articular para la tróclea del astrágalo, en su parte proximal se aprecia en C. pyrenaica
toda la articulación unificada (fig. 4, 8-9, e), mientras que en C. hircus el extremo
mesial de la articulación es muy caído, formando una ligera cresta, como dividiendo la
articulación en dos facetas, inexistentes en la C. pyrenaica (fig. 4, 10-11, e').
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b
e
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8
Flg. 4.-Calcáneos derechos de C. pyrenoica (8 y 9) y C. hircus (10 y 11). 8 y 10:
cf;
9 y 11:
i· T.n.
Las peculiaridades apuntadas se hallan presentes, globalmente y de una manera
constante, en los restos óseos contrastados, tanto en los antiguos pleistocénicos como
en los actuales, y en las diferentes áreas geográficas, cántabra, levantina, andaluza,
etc. Por todo ello, consideramos que estas diferenciaciones, unidas a otras evidentes
como la morfología de la clavija córnea y lo regresivo del P/2, indican claramente una
especie distinta con un ancestro común, al que habría que remontar por lo menos al
Pleistoceno Inferior, con una posterior especiación geográfica, al margen de los
períodos Holocenos y la manipulación antrópica.
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INOCENCIO SARRION MONT.A&ANA
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NOTAS SOBRE UNA MORFOLOGIA DIFERENCIADA EN LOS RESTOS
OSEOS DE CAPRA PYRENAICA Y CAPRA HIRCUS
La Capra pyrenaica forma parte de uno de los bóvidos integrantes de la fauna
((cuaternaria>) (Villafranquiense-Transición-Cuaternaria) (1), cuya inmigración se llevó a cabo en torno al gran interglaciar Mindel-Riss, matizándose estos postulados con
las aportaciones de nuevos yacimientos coetáneos de los mismos, caso del Bos primigenius, especie ((Cuaternaria>) que se detecta en la <
En nuestro ámbito geográfico, el registro más antiguo que conocemos de la Capra
pyrenaica lo poseemos en el nivel superior de la Cova de la Bassa de Sant Lloren~ de
Cullera (3), cuyo conjunto faunístico lo integramos en el Mindel-Riss, con paralelismos con Lunell-Viel (4). Asimismo, por orden cronológico, lo hallamos en el yacimiento de Molí de Mató, Agres (6), al que atribuimos una edad en torno al Riss-Würm, sin
desechar una datación rissiense, siendo la especie predominante.
Durante y a partir del Pleistoceno Superior, esta especie forma parte de los
endemismos propios de yacimientos ubicados en zonas montañosas y toma el carácter
de fauna banal.
(1) M.F. BONIFAY: •Fauna de tranaitioo du Pl~ne Moyen de Franca. Cadre pal6oclimatique, ,randa MIIDillliiVea Carac:tériatiqU88».
Bulletin du Mllllée d'Antbropologie Pribiatorique de Monaeo, núm. 22. Monaco, 1979, pip. ~18.
M.F. BONIFAY: •lnterrelationa entre lea ¡¡randea faunea Plio-Pl,iatocbea eurasiatiquea et origene dea Caunea ~iaea». Quaternaria.
XXI. Roma, 1979, pq.. 9-18.
(2) E. CREOUT: aLa faune de MIIDillliiVea du giaement phliatoc~ne moyen antériaien de la Ceuve de 1'Araso (Tautavel, Pyrénw
Orieotalea, Franca)». Comptae Reodus da l'Acad6mie dea Seiencea de Paria, t. 290, !!me D. Paria, 1980, pip. 761·7114.
(3) J. SARRION: aNota preliminar aobre lo. yacimientoa paleontolópco. pleiatoclmico. en la Ribera Baiu. Valenci&JO. Cuaderno. de
Geosrafta, núm. 86. Valencia. 1984, pisa. 183-174.
(4) M.F. BONIFAY: •Camivorea quaternairea du Sud·Est de la FranC&JO. M6moire du Museum National d'Histoire Naturelle, !!me C, Tome
XXI. 1971, !lil· 371, PL. XXVU.
(6) L SARRION, M. DUPRE, P. FUMANAL, P. GARAY: «El yacimiento paleontolópco dal MoJI de Mató, Agrea, Valencia•. Actas de la 7.•.
Reunión aobre el Cuaternario. Santander, 1987.
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Desde el momento de su aparición en nuestra área se presenta tanto morfológica
como métricamente muy estable, poseyendo los cápridos del Pleistoceno Superior unas
dimensiones inferiores a los cántabros (6), inferioridad que contrasta inversamente
con las dimensiones de las clavijas córneas que nos podrían hablar de morfotipos
propios de subespecies, las cuales podrían ser las precedentes de las que algunos
autores han dividido las cabras actuales peninsulares, pyrenaica, victoriae, hispanica,
etc.
Sobre la Capra hircus diremos que por los registros arqueológicos se introduce en
la Península durante el Neolítico, e~ una fase ligeramente posterior a la oveja, Ovis
aries, siendo la entidad de los restos netamente inferiores a los de esta última, al
menos en estos primeros tiempos.
Ultimamente, algunos autores han querido ver en la Capra pyrenaica el ancestro
filogenético de la Capra hircus, mediante un proceso evolutivo producido por el hecho
de la domesticación, que observando las variaciones morfológicas entre ambas le
otorgarían, a dicha especie, una gran «velocidad evolutiva)) a todas luces impensable
dados los precedentes.
Para la diferenciación entre ambas especies se ha empleado generalmente el
criterio métrico, con la consabida dificultad de separar los mínimos de hembras de C.
pyrenaica con los máximos de machos de C. hircus, exceptuando a las clavijas córneas
qué en la C. pyrenaica son de sección de tendencia circular con la quilla dirigida hacia
su cara interno-posterior, y la C. hircus aplanada en forma de segmento, con la quilla
en posición interno-anterior.
Al margen de las diferenciaciones de las clavijas córneas hemos observado otras
variaciones, motivo de este artículo, centradas en los metapodios, tarsales, primeras
falanges y la entidad del P/2. Sobre este último hemos apreciado que en la C. pyrenaica
tiene un carácter inicialmente regresivo, dadas en líneas generales la poca entidad de
las raíces, desprendiéndose fácilmente de sus cavidades alveolares. De hecho hemos
hallado dos restos mandibulares careciendo de P/2, Molí Mató y Cueva Merino (7). Por
el contrario, en la C. hircus el P/2 se manifiesta con una normal inserción alveolar que
repercute en su longitud mesio-distal, de lo que se desprende, en este caso, que la C.
pyrenaica presenta un estadio más evolucionado que la C. hircus.
Hemos realizado un índice que reflejara estos hechos en base a la longitud alveolar
del P/2 X 100/ por longitud del P/3 oclusal, dándonos una media de 52'84 (21) en la C.
pyrenaica, por 63'33 (6) en la C. hircus.
A nivel de metapodios, observamos una diferenciación en su tercio distal, límite
epifisario y fosetas supraarticulares, sobre todo en las recayentes a las partes centrales, es decir mesiales o axiales. Estos hechos se aprecian perfectamente en los MC. (fig.
(6) J. ALTUNA: «Dimorphisme aexuel dana le aquelette postcephalique de C. pyrenaica pendant le Würm final». Munihe, año 30, núm. 4. San
Sebaatián, 1978, páp. 201·214.
(7) l. SARRION: «La fauna del Würm Superior de la Cueva Merino (Doe Aguas, Valencia)». Lapiaz, núm. 13. Valencia, 1984, págs. 31-36.
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Fig. l.-Metacarpo derecho de Capra pyrenaica (1) y Capra hircus (2). T.n.
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Fig. 2.----cara plantar de astrágalo derecho de C. pyrenaica (3) y astrágalo izquierdo de C. hircus (4). Cara
lateral y sección transversal tróclea plantar de astrágalo derecho de C. pyrenaica (S) y C. hircus (6).
T.n.
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Fig. S.-Cortes transversales de la tróclea plantar de astrágalos de C. pyrenaica (a-e) y C. hircus (fj). a y b: Pleistoceno superior cántabro; e y d: Pleistoceno superior levantino; e: Actual; f:
Neolítico; g: Eneolitico; b: Edad del Bronce; i: Cultura Ibérica; j: Actual. T.n.
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1). En la C. pyrenaica, la diáfisis en su tercio distal es lisa sin apenas protuberancias
epifisarias (fig. 1, 1, b), enlazando-'con la articulación en su parte mesial sin apenas
fosetas supraarticulares (fig. 1, 1, a). Estas, por el contrario, aparecen marcadísimas en
la C. hircus (fig. 1, 2, a'), que, sumadas a las protuberancias centrales epifisarias (fig. 1,
2, b'), dan una morfología diferenciativa. Observados los metacarpos de perfil, se
aprecia en la C. pyrenaica una cara dorsal rectilínea con una articulación distal
sobresaliente, mientras que en la C. hircus, a partir de su tercio distal, se inicia una
curvatura cuyo punto culminante es la sutura epifisaria, para descender hacia la
foseta supraarticular. Prolongando hipotéticamente esta línea dorsal, en la C. pyrenaica corta la articulación (fig. 1, 1, e), mientras que en la C. hircus la roza o sobrepasa
(fig. 1, 2, e'). Estas mismas diferenciaciones se aprecian en los metatarsos aunque·
menos acentuadas.
En las primeras falanges, tanto anteriores como posteriores, en C. pyrenaica los
bordes axial-palmar y plantar, y periféricos-palmar y plantar, sobre todo estos últimos,
son más redondeados que los de C. hircus, resultando, por tanto, una cara palmar o
plantar más redondeada en la primera y más rectilínea en la segunda.
Otras tantas diferenciaciones se manifiestan en los astrágalos y calcáneos. En los
primeros, la principal diferenciación estriba en el borde formado por la articulación
tróclea-plantar y lateral (fig. 2, e, e') (fig. 3, e, o'). En la C. pyrenaica, éste es
redondeado como un verdugón (fig. 2, 3 y 5, e) (fig. 3, 7, a á e), mientras que en la C.
hircus, la faceta recayente a la carilla lateral es más o menos redondeada pero siempre
comprimida, formando -a veces una arista en el borde con la tróclea plantar (fig. 2, 4 y
6', e') (fig. 3, 7, f á j). Asimismo, en la cara plantar la corredera longitudinal es más
acentuada en C. pyrenaica (fig. 2,3 y 5, a) que en C. hircus (fig. 2,4 y 6, a'), hecho que se
aprecia en las sec~iones de la figura 3. Otro detalle diferenciativo consiste en el seno
formado por la unión de la tróclea plantar con la tróclea proximal, punto de contacto
del proceso coracoideo del calcáneo: es más profundo y agudizado en C. pyrenaica (fig.
2, 3, b'), siendo más aplanado en C. hircus (fig. 2, 4, b'). Otra diferenciación, aunque
secundaria, la posee la faceta lateral distal, la cual en C. pyrenaica es alargada de
tendencia ((arriñonada~~ (fig. 2, 5, e), mientras que en C. hircus, en un gran porcentaje,
es de forma romboidal (fig. 2, 6, e').
En el astrágalo, el ((PoSitivo» que representa el borde formado por la trócleaplantar y lateral, se manifiesta en ((negativo» en el calcáneo en el borde correspondiente al «proceso coracoideo-articulación maleolar», siempre redondeado en la C.
pyrenaica (fig. 4, 8-9, a), y anguloso o comprimido en C. hircus (fig. 4, 10-11, a'). A su
vez, el borde del proceso coracoidal es curvilíneo en C. pyrenaica (fig. 4, 8-9, b),
mientras que en C. hircus es rectilíneo (fig. 4, 10-11, b'). Asimismo, en la cavidad
articular para la tróclea del astrágalo, en su parte proximal se aprecia en C. pyrenaica
toda la articulación unificada (fig. 4, 8-9, e), mientras que en C. hircus el extremo
mesial de la articulación es muy caído, formando una ligera cresta, como dividiendo la
articulación en dos facetas, inexistentes en la C. pyrenaica (fig. 4, 10-11, e').
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Flg. 4.-Calcáneos derechos de C. pyrenoica (8 y 9) y C. hircus (10 y 11). 8 y 10:
cf;
9 y 11:
i· T.n.
Las peculiaridades apuntadas se hallan presentes, globalmente y de una manera
constante, en los restos óseos contrastados, tanto en los antiguos pleistocénicos como
en los actuales, y en las diferentes áreas geográficas, cántabra, levantina, andaluza,
etc. Por todo ello, consideramos que estas diferenciaciones, unidas a otras evidentes
como la morfología de la clavija córnea y lo regresivo del P/2, indican claramente una
especie distinta con un ancestro común, al que habría que remontar por lo menos al
Pleistoceno Inferior, con una posterior especiación geográfica, al margen de los
períodos Holocenos y la manipulación antrópica.
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