Prehistoria del Nordeste de Brasil: Estado actual de la investigación
Gabriela Martín Ávila
[page-n-49]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVlll (Valencia, 1988)
GABRIELA MARTIN
(Recife)
PREHISTORIA DEL NORDESTE DE BRASIL: ESTADO ACTUAL
DE LA INVESTIGACION
El indio penetró en el actual territorio brasileño hace más de 30.000 años, a través
de los corredores andinos y siguiendo el curso de los ríos que nacen en la cordillera. La
ocupación, al parecer, se realizó del Oeste para el Este y de Norte a Sur.
Las dos grandes cuencas hidrográficas de América del Sur, la amazónica y la
platina, fueron los caminos naturales de penetración. La relativa proximidad de
algunas de las fuentes más altas de ambas cuencas, explica, en parte, la semejanza
entre culturas pertenecientes a grupos humanos que, después, encontraremos separados por miles de kilómetros. Roquette-Pinto, autor de la interesante obra Rondonia
(1917), ya comentaba que quien atraviesa el Mato Grosso ve lado a lado los arroyos
orientados hacia el Norte y los que se van a perder en el Paraguay: «La comitiva
almuerza a la orilla de un riacho filiado al río de La Plata y puede sestear al margen de
una cabecera de la cuenca del Amazonas.»
Entre las dos grandes cuencas sudamericanas y muy alejada de ambas, la región
Nordeste de Brasil, con 1.548.672 km 2 , tiene casi el 50% de su espacio regional ocupado
por tierras semiáridas, conocidas como sertaes, de baja productividad y expuestas a
sequías terribles que periódicamente diezman su población. Esta enorme región semidesértica ha creado un tipo humano bien característico, el «sertanejo», en el que
podríamos identificar la sobriedad y el sentimiento trágico del campesino ibérico junto
al deseo de independencia y libertad del indio brasileño. Estos rasgos se completan con
un alto sentido personal del honor.
Las vías de población humana en la Prehistoria del Nordeste semiárido brasileño,
nos son todavía desconocidas, pues el estado actl_lal de la investigación aún no nos
permite afirmaciones con bases científicas seguras; sin embargo, los primeros indicios
parecen apuntar a las tierras altas de tipo sabana de Goiás y a los valles de los ríos Sao
Francisco y Parnaiba, que cortan verdaderos desiertos. Habría que aceptar, también,
-49-
[page-n-50]
2
G. MARTIN
migraciones costeras de Norte a Sur y viceversa, pero el rebajamiento natural de la
costa atlántica de América del Sur debe haber destruido los posibles indicios de
migraciones muy antiguas, de forma que no es posible señalar ocupaciones prehistóricas en las costas del Nordeste con anterioridad a 3.000 años a. C. Las migraciones
costeras solamente son válidas para grupos de agriculturas identificados principalmente como de tradición tupí-guaraní.
LAS PRIMERAS INVESTIGACIONES
· Las primeras noticias sobre hallazgos prehistóricos en Brasil se deben a cronistas y
viajantes extranjeros de la época colonial y es curioso que uno de los primeros
registros de arte rupestre a nivel mundial, se deba al cronista Brandao, que en sus
Dialogas das Grandezas do Brasil, en 1598, describió una pintura rupestre con suficientes detalles para que, posteriormente, haya sido identificada en el estado de
Paraíba (1). Las informaciones sobre grabados y pinturas rupestres, tan abundantes en
el Nordeste brasileño, así como de otros restos prehistóricos, se mezclan a noticias
fantásticas sobre fenicios, griegos y vikingos, en la historiografía del siglo XIX y
comienzos del actual, con especial preferencia por los primeros. El mito fenicio es caro
a la fase mitológica de la Prehistoria brasileña (2).
La moderna investigación prehistórica no tiene inicio en Brasil antes de la década
de 1950, si bien existen trabajos aislados válidos con anterioridad a esas fechas para
Amazonia y Sur del País.
Dos escuelas marcan ese inicio, curiosamente dirigidas ambas por dos matrimonios.
Por una parte, la escuela francesa dirigida por Josef y Annette Laming-Emperaire, que
daba continuación a los trabajos de Paul Rivet y su discípulo brasileño Paulo Duarte,
fundador del Instituto de Prehistoria de Sao Paulo, que iniciaron investigaciones
arqueológicas sistemáticas en el Sudeste del País, especialmente en Lagoa Santa
(Minas Gerais), donde en 1834 Lund había encontrado los primeros cráneos prehistóricos de América del Sur; y por otra parte, la escuela americana bajo el patrocinio de la
Smithsonian Institution, dirigida por Clifford Evans y Betty Meggers, que sustentaron, y la última sigue manteniendo todavía, criterios rígidos, recusándose a aceptar
fechas de ocupación humana en Sudamérica 'anteriores a 10-15.000 años. Escuela fijada
sobre todo en investigaciones en la región amazónica.
En 1961, con ayuda de la Smithsonian Institution, fue creado el PRONAPA (Programa Nacional de Pesquisas Arqueológicas), que dirigido por los Evans pretendía
establecer el estado de la investigación en Brasil, financiando los grupos de arqueólogos existentes en la época. La región Nordeste quedó fuera de este programa, con
excepción de Bahía, donde el arqueólogo español Valentín Calderón trabajaba hacía
m.
(1) R. T. DE ALMEIDA: «Um aftio arqueológico hiatórieo». Clio, núm.
Recite, 1980, págs. 61-63.
(2) G. MARTIN: «Estudoa para wna deamitiafica~Ao doa petroglifoa brasileiroa. A pedra Javrada do lngá (Parafba)». Revista de Hiatória da
Univeraidade de SAo Paulo. SAo Paulo, 1975.
-50-
[page-n-51]
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
3
algunos años (3), pues en una región tan extensa como el Nordeste no había nadie, en
la época, que realizara investigaciones arqueológicas serias.
La afirmación con que iniciamos este ensayo sería imposible hacerla diez años
atrás, pues hasta 1967la única fecha de carbono-14 que teníamos para todo el Nordeste
era de 5.630 ± 440, obtenida por el citado Calderón (4) para la Gruta del Padre, en
Pernambuco, cuya excavación completamos recientemente.
A partir de 1970, la Misión Arqueológica Franco-Brasileña, dirigida por Niede
Guidon tras la muerte de A. Laming-Emperaire, inicia trabajos sistemáticos en SE de
Piauí que, contando con un equipo de especialistas competentes, dio como resultado el
levantamiento de más de 250 yacimientos arqueológicos, con casi una centena de
dataciones radiocarbónicas, además de numerosas monografías sobre Prehistoria de la
región, publicadas en Brasil y en Francia (5).
De los nueve estados que integran el Nordeste de Brasil (6), solamente Pernambuco
y Río Grande del Norte tienen centros dedicados a la investigación arqueológica
integrados en las Universidades, además de la Misión Franco-Brasileña, con sede
permanente en San Raimundo Nonato, en Piauí. Algunos grupos, todavía incipientes,
están organizándose en Sergipe y Bahía, pero de los que aún no se conocen resultados
ni trabajos publicados. Esporádicamente, arqueólogos de universidades del Sur del
País trabajan en el Nordeste, como es el caso de M. C. Beltriio, de la Universidad
Federal de Río de Janeiro, que realiza excavaciones en la región Central de Bahía con
un equipo de especialistas americanos y canadienses (7), y P. l. Schmitz. de la
(S) Valentfn Calderón, profesor de la Univeraidad Federal de Bahía, era amigo penonal de Luis Pericot y Pedro Boech..oimpera, que le
visitaron en Babia para conocer aua trabajos, en la década de los 70. Desgraciadamente, Calderón Calleció pocos a.i!os después, sin completar ni
publicar SUB lnveetigaciones, de laa que e:riaten solamente algunaa noticiaa previas. Estamos dando continuidad a loa trabajos de Calderón en el
valle de San Francisco, especialmente en la Grute del Pedre, en Pernambuco, cuya excavación dejó incompleta.
(4) V. CALDERO N: «Nota prévia sobre a arqueologia daa regi6ea central e sudoeste do Estado da Bahfa>>. Programa Nacional de Peaquisaa
Arqueoló¡icaa. Resultados preliminares do segundo ano, 1966-1967. Publica~o avulaa. Museu Paraenae Emilio Goeldi. Belém, 1969.
Otros trabajos importante. del autor relacionados con la Prebiatoria del Nordeste brasilei\o serían:
V. CALDERON: «Nota prévia sobre trie Caaea da arta rupestre no Estado da Bahía». Universitaa, núm. 06. Revista de Cultura da
Univenidade Federal da Babia. Salvador, 1970.
V. CALDERON: «lnveetip~o sobre a arte rupeetre no planalto da Babia: aa pinturas da Chapada Diamantina>o. Universitaa, núm. 6/7.
Selvador, 1971.
V. CALDERO N: ~Contribui~o para o conhecimiento da arqueología do Rec6ncavo e do Sul do Estado da BahiB>t. Programa Nacional de
Pesquiaao Arqueoló¡icaa. Publica~ Avulau, núm. 16. Muaeu Paraenae Emfllo Goeldi, Belén, 1974.
V. CALDERON: «AA tradi~ ·lftica de uma regiilo do Bauo-MM!o Sio Francisco (Babia)». Eatudos de Arqueología e Etnología. Col.
Valentfn Calderón. Selvador, 1989, pégs. 97-58.
(11) N. GUIDON: «Rapport de SynthMII•. Actea du XLII CongrM lntemational des Am6ricaniata, vol. IXB. Paria, 1976.
N. GUIDON: «Detini~ de delimita~ do estilo Vánea Granda-. Actea du XLD Congrea lntemational deo Am6ricanistes, vol IXB.
Paria, 1976.
N. GUIDON: «Arte rupeetre no Piaui11. Temas de Arqueología brasileira 4, «Arte Rupeetre... AnuArio de Divu~o Cientffica, núm. 8.
Instituto Goiano de Pré-História e Antropología da Universidade Católica de Goiás. Goiinia, 1978-80, págs. 111-34.
N. GUIDON: «Da aplicabllidade daa classüica~es preliminares na arta rupestre~~. Clio, núm. 11. ReciCe, 1982, páp. 117·128.
N. GUIDO N: «Art rupestre: une syntbMII du procédé de recbercbe. Contributiona métbodologiqueo en Prébistoire>o. Etudes Américanistaa
lnterdisciplinaires, l . Laboratoire d'Anthropologie Préhiotnrique d'Amérique. Paria, 1982.
N. GUIDON: ~A arta pré.biotórica da área arqueológica da Silo Raimundo Nonato. Slntaae de dez anos de pesquisa-. Clio, núm. 7, Série
Arqueológica-2. ReciCe, 1985, pép. S.SO.
N. GUIDON: «Métodos e técnicas para a análioe da arta rupestre pré.bistórica». Cuaderno de Peaquiaa, 4. 86rle Antropología m.
Fun~ilo Universidade Federal do Piaul. Teresina, 1985.
N. GUIDON: «A seqüfmcia cultural da área de Sio Raimundo Nonato, Piauf». Clio, núm. 8, Série Arqueológica-3. Recü'e, 1986, páp. 197·144.
N. GUIDON y G. DELIBRIAS: «Carbon-14 data point to man in the Amaricaa 92.000 yean ego». Nature, vol 821, núm. 6.072, 19 June 1966.
(6) Maranbilo, Ceará, Rio Orando do Norte, Parafba, Pernambuco, Piaui, Alagoaa, Sergipe e Babia.
(7) M. C. BELTRAO el a/ii: «Projeto Central: Primeiros resultados-. 1 Simpósio de Prehiotórla del Nordeste Bresileiro. Univeraidade Federal
de Pernambuco. Recite, 1987.
-51-
[page-n-52]
4
G. MARTIN
Universidad Federal de Río Grande del Sur, que también excava en el SW de Bahía y
en Pernambuco (8).
En abril de 1987, la Sociedade de Arqueología Brasileira-SAB, fundada en 1980,
realizó el 1 Simposium de Prehistoria del Nordeste Brasileño, que se reunió en Recife
(Pernambuco) y en el que, por primera vez, estuvieron prácticamente presentes todos
los arqueólogos que trabajan en el Nordeste o en áreas .limítrofes. Lo datos obtenidos
de aquella reunión, con las comunicaciones y debates publicados íntegramente, significaron el primer cuadro de referencias para la Prehistoria del Nordeste y el inicio de
una nueva etapa de la investigación arqueológica en Brasil (fi.g. 1).
EL MEDIO GEOGRAFICO
En resumen, podemos definir el Nordeste brasileño como una región con predominancia de semiaridez, dominada por la Caatinga, paisaje que abarca los mayores
espacic;>s de la región, seguido de la Mata Atlántica, que ocupaba todo el litoral y hoy
muy deteriorada por la agricultura intensiva, la Floresta subcaducifolia y el Cerrado.
El Nordeste no presenta grandes ríos que se mantengan caudalosos en los largos
períodos sin lluvias, a excepción del San Francisco, de largo recorrido y centro de
atracción de culturas indígenas, seguido del Parnaíba en la cuenca sedimentaria de
Piauí-Maranhao y la cuenca del A~u. que también concentró numerosos grupos
indígenas prehistóricos en distintas épocas.
En gran parte, la región semiárida brasileña se extiende por depresiones interplanálticas, en forma de interminables colinas, situadas entre macizos antiguos. Estas
colinas están surcadas por ríos y riachuelos intermitentes.
La vegetación es arbustiva con poca representación arbórea, con hojas pequeñas y
espinosas, adaptadas para resistir la evaporación muy intensa, y también con numerosas variedades de cactáceas. Es una vegetación caducifolia de color ceniciento en la
estación seca y verde exuberante en la época de lluvias, adaptada al calor y la
sequedad de la región (9).
Especial importancia tienen los brejos, especie de oasis en regiones extremadamente secas. «Islas de humedad)) las llama el geógrafo Assiz Ab'Saber, que consiguen
quebrar la monotonía de las condiciones físicas y ecológicas de los serti5es secos. En la
cultura popular se conoce como brejo cualquier sector más húmedo, existente en área
(8) P.l. SCHMITZ, A. S. BARBOSA y M. B. RIBEIRO: «Arte rupestre no Braaibt. Temas de Arqueología brasileira, 4. Anuário de Divulga~o
Cientflica, 8. GoiAnia. 1980.
P. L SCHMITZ: «Contribuciones a la Prebiat6ria de Brasil». Pesquisas (Antropología, núm. 32). SAo Leopoldo, 1981, pip. 41-83.
P. L SCHMITZ, A. S. BARBOSA, M. B. RIBEIRO e l. VERARDI: «Arte rupestre no Centro do Brasil: Pinturas e gravuras da Pri-história
de Goiás e oeste da Babia». Instituto Archietano de Pesquiaaa. SAo LeoPOldo. 1984.
(9) A. N. AB'SABER: «Problemática de desertilica~o e da savaníza~o no Brasil Intertropical». Geomorfolo¡¡ia, núm. 63. Instituto de
Geogralia Univenidade de Sio Paulo. SAo Pauto, 1977, 19 págs.
•
A. N. AB'SABER: «Páleo-clhna e páleo-ecología». Anuário de Divulgaj;lo Cientflica. Univenridade Católica de Goiás. GoiAnia, 1980.
A. N. AB'SAiiER: «0 dominio morfoclimático semi-árido daa caatingas brasileiraa». lbilce, núm. 06. Sio Pauto, 1980.
A.· N. AB'SABER: «Os Sertaes. A ori¡¡inalidade da terra». Cillncia-Hoje, vol. 8, ~úm. 15, 1986.
-52-
[page-n-53]
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
44
S
o
40
o
()
ITl
l>
4
z
o
,. ..... "' ....
\1
1
1
.1
\
' \ '-'1
1'
/
IFE
l
1
'-
\
1
_,
l>
~~~/
,.......
r
~
z
_,
\
r
'-__r1
C~
B
"'
o
C!l
()
o
A
\
<(
®
1
\
)
1
1
1
_ .JI!!J\S rl 1A
- -"'\
DE ,
MINAS
1
\
'1
- - - NORCESTE DE BRASIL
O
AREAS
CON
8
PROYECTOS
1- PALAFITOS IMARANHAOl
2- SE. DE PIAUI
3- AGRICULT~S EN LA REGDN SEMIARIOA
4- SERIOO (RIO GRANDE DEL NORTE)
5- VILA FLOR (RIO GRANDE OELNCJn"El
6- ITAPARICA .(PERNAMBUCO Y BAHIA J
7- AGRESTE (PERNAMBUCO Y PARAIBA)
f
' •·
e-cENTRAL 1BAilA J
9 - OOIAS Y SW. ~ BAltA
Fig. 1
12
[page-n-54]
6
G. MARTIN
de dominio semiárido. Son suelos más fértiles, con filetes de agua, donde es posible
cultivar casi todos los productos y frutas típicas de los trópicos húmedos (10). En los
brejos de altura es posible cultivar café en medio de regiones áridas. El brejo es
siempre un enclave tropical en medio del semiárido.
Desde el ángulo arqueológico, que es el que aquí interesa, los brejos son lugares
importantísimos para el conocimiento de la Prehistoria brasileña porque fueron lugares de atracción y concentración de grupos humanos, donde las estrategias de sobrevivencia del hombre prehistórico, pudieron desarrollarse. En lugares de brejo encontramos hoy grupos indígenas remanescentes como los Pankararú de Pernambuco, aldeados en el Brejo dos Padres (11) por misioneros de Sao Felipe Neri. En Brejo da Madre
de Deus, también en Pernambuco, fue descubierta la mayor necrópolis prehistórica del
Nordeste (12) y es también en regiones de brejo, en Río Grande del Norte, donde hemos
encontrado numerosos yacimientos prehistóricos de cazadores y abundancia de pinturas rupestres (13).
Entre los inmensos sert6es secos y la llamada Zona de la Mata que corresponde a la
región litoral, existe el agreste o agrestes. En términos amplios, los agrestes constituyen zonas de transición no muy anchas ni homogéneas, sin formar una faja continua,
sino más bien «manchas de agreste» entre el litoral y el semiárido. El índice pluviométrico es mayor que en el sertiio y menor que en el litoral, y la vegetación es arbórea.
Existen en los agrestes ríos de recorrido corto y cursos de agua menores en cuyas
márgenes no es raro encontrar grabados y pinturas rupestres sobre formaciones
graníticas redondeadas.
El litoral nordestino se extiende desde Maranhao hasta Bahía. En general, es bajo
y arenoso, sin grandes accidentes ni elevaciones, muy erosionado y con extensas áreas
punteadas de bahías, islas, canales, pantanos, aluviones y dunas, especialmente en el
litoral septentrional. Otra característica del litoral nordestino son los arrecifes de
(10) AB'SABER: Op. cit. en la nota 9, 1986.
O. O. ANDRADE y R. C. LINS: «lntrodu~o ao Mtudo dos brejoe penumbucanOP. Alquivoe do Instituto de Ciencias da Terra, núm. 02.
Reeife. 1964.
(11) C. ES'l1:VAO: «< oeeuario da "Gruta do Padre" am ltaparica e algumaa noticias sobre remanescentea inclf¡enaa do Nordeete». Separata
do Boletim do Museu Nacional, vol. XIV-XV (1938--1941). Río de Janelro, 1963, páp. 100.210.
(12) M. ALVIM y S. M. SOUZA: «0. 811queletos bumanoe na Fuma do Estrago, Brejo da Madre de Deua, Pernambuco". Clio, núm. 6, Súie
Alqueoló¡ica-1. Recife, 1984.
M. ALVIM: «O grupo p.._histórico da Fuma do Estrago, PE, e 8Wl8 rela~ bioló¡icaa com outraa popula~ pr6-hiatóricaa e atuaia do
Brasib•. Conferincia pronunciada no 1 Simpósio de P.._História do Nordeete Braaileiro. Recite, 1967.
J . M. D. DE LIMA: «P811quiea arqueológica no Municfpio de Brejo da Madre de De\111-PEM. Symposiwn, vol. 26. Reeife, 1964.
J . M. D. DE LIMA: «Arqueología da Fuma do Estrago. Brejo da Madre de Deua-PE». Dieserta\)io a)>l"e8811tada ao Mestrado de
Antropología da Unive111idade Federal de Pernambuco. Recife, 1986.
J . M. D. DE LIMA: «Arqueología da Fuma do Estrago. Brejo da Madre da De\111-PE». Clio, núm. 7, Súie Alqueoló¡ica·2. Recife, 1986, poiga.
97·112.
M. ALBUQUERQUE: ccNota privia sobre a oconincia de picto¡rafiaa no municipio de Brejo da Madre de Deus11. Separata do Boletfm do
Instituto Joaquim Nabuco de P811quieaa Sociaia, núm. 18. Recife, 1971.
(13) G. MARTIN: «Casa Santa: um abrigo com pinturas rupeetre8 do estilo Serldó, no Río Grande do Nort&M. Clio, núm. 5. Recife, 1982, poi¡a.
M-80.
G. MARTIN: «Amor, violencia e solidarledade no teatamunho da arta rupeetre braaileiraM. Clio, núm. 6, Sérle Arqueoló¡ica·1. Reclfe,
1984.
G. MARTIN: «
G. MARTIN: «Arte rupeetre no Serldó (RN): O sftio "Mirador" no Boqueirio de PareJhaa.,. Clio, núm. 7, Série Alqueoló¡ica-2. Reeife,
1986, pá¡a. 81·98.
-64-
[page-n-55]
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
7
arenito y de coral que surgen en el Ceará y llegan hasta el Sur de Bahía. Paralelos a
las playas, corresponden a las antiguas costas sumergidas.
En casi toda la región Nordeste domina el Pre-Cambriano. Las mayores altitudes
no sobrepasan los 1.000 metros, como en la Chapada de Araripe (entre Pernambuco y
Ceará) y en los bordes de la cuenca del San Francisco. La Chapada Diamantina, en
Bahía, de forma tabular, divisor de aguas entre los ríos que corren hacia el Atlántico y
los tributarios del San Francisco, forma una muralla con altitudes superiores a los
1.000 metros, llegando a 2.100 en el Pico de las Almas. Región semidesierta, se presenta
como prometedora para la investigación arqueológica donde se han detectado yacimientos prehistóricos de cronologías muy antiguas.
Las más extensas elevaciones de todo el Nordeste corresponden al macizo de
Borborema, formadas de granitos, gneiss y cuarzos, con alturas que se mantienen
entre 700-800 metros y en donde en algunos casos llega a sobrepasar los 1.000 metros.
Los fenómenos climáticos del Nordeste no se manifiestan en marcadas diferencias
térmicas, sino en grandes variaciones pluviométricas, contrastando el régimen de
lluvias intenso en la costa y la escasez absoluta en el interior.
Las variaciones anuales de temperatura son pequeñas con excepción de las áreas
superiores del macizo de Borborema y Chapada Diamantina. En el 95% del territorio
del Nordeste ningún mes del año acusa temperatura inferior a 18 grados, con más calor
en la región septentrional donde se registran temperaturas medias de 24o a 26°, con
excepción de las chapadas. Las máximas temperaturas de la región se registran en el
interior, con temperaturas diurnas de 40° en los períodos más secos (14).
LOS CAZADORES PREHISTORICOS DEL NORDESTE
Y SUS ESTRATEGIAS DE SOBREVIVENCIA
El indio brasileño, en su estadio cultural más avanzado, no pasó de un neolítico
primario preurbano. Su habitación nunca fue totalmente estable desde una proyección
histórica, no trabajó la piedra para la construcción ni conoció el ladrillo o el adobe y
no construyó ciudades. No conoció la rueda ni el torno de alfarero y, con excepción de
algunos tipos de cerámica de la región amazónica de origen subandino y circuncaribe,
no fabricó ningún tipo de cerámica artística. No conoció los metales. No domesticó
ningún animal económicamente rentable. En general, su organización social no estaba
dividida en clases y castas, a excepción quizá de los grupos asentados en la isla de
Marajó, en el bajo Amazonas. Siempre anduvo desnudo o semidesnudo.
Comparados con los mayas, con su complicada estratificación jerárquica y su
escritura jeroglífica, o con los incas, detentores de conciencia ((imperialista», los
indios brasileños aparecen tan salvajes y primitivos como lo fueron a los ojos de los
primeros portugueses aportados a las tierras de V era Cruz.
La situación cultural del indígena brasileño en la época del contacto europeo, era,
(14) Fonda9io Instituto Brasileiro de Geografia e Estadíatica (IBGE): «Geografía do Brasil. RegiJ.o Nordesta». Vol. 2. Río de Janelro, 1977.
-55-
[page-n-56]
8
G. MARTIN
posiblemente, estable desde hacía dos mil años entre las poblaciones agrícolas del
litoral y era la misma de, por lo menos, diez mil años, entre los grupos preneolíticos o
de cazadores-recolectores de las regiones más al interior.
Pero, a pesar del cuadro expuesto, el gran interés de,la Prehistoria brasileña, sobre
todo en las regiones más ingratas del interior del Nordeste, es observar la gran
capacidad de adaptación del hombre a una naturaleza particularmente perversa y ver
que, en ese medio hostil, fue capaz de crear su «hábitat» y hasta desarrollar un arte
expresivo y bello, como son las pinturas rupestres del SE de Piauí o de la región de
Seridó, en el estado de Río Grande del Norte, situadas en el dominio del semiárido.
Las evidencias radiocarbónicas acompañadas de hallazgos de material lítico y
señales de ocupación humana, demostraron, sin lugar a dudas, que la región NE de
Brasil fue poblada desde el Pleistoceno cuando las condiciones climáticas deberían ser
bien diferentes. Hallazgos de fauna y megafauna pleistocénica como ciert~ formas de
camélidos (paleo-llama?) y perezoso gigante, indican períodos áridos de vegetación
diferente, pero aunque tengamos la seguridad de la presencia humana en el Nordeste a
partir de 39.000 años en el SW de Piauí (región de San Raimundo Nonato), 27.000 en el
NW de Bahía y 11.000 en Pernambuco, ningún resto humano atribuible a estas fechas o
asociado a fauna extinguida ha sido encontrado hasta ahora.
En general, ése es el drama de la Prehistoria americana: el escaso número de restos
humanos que puedan ser, con seguridad, atribuidos a épocas muy antiguas. El caso de
Piauí es significativo: en casi 300 yacimientos registrados y, por lo menos, diez fechas
de C-14 que van de 17.000 a 39.000 años BP, ningún resto humano ha sido registrado,
aunque las condiciones climáticas caracterizadas por una extrema sequedad, sean
propicias a la conservación de huesos.
Fechas muy antiguas, rondando los 40.000 años BP, fueron señaladas en la región
central de Bahía, con resultados todavía sin publicar, pero donde tampoco fueron
encontrados restos humanos.
Pinturas rupestres fechadas en 17.000 años BP, en Sítio da Pedra Furada (San
Raimundo Nonato, Piaw') (15), muestran escenas de caza con numerosa fauna de tipo
actual: capivara (Hidrochoerus hidrochoeris L.); ema (Rhea americana L.), también
llamada, impropiamente, avestruz americana; armadillos, de los que se conocen once
especies distintas en Brasil (Tolypeutes tricintus [L.], Priodontes giganteus [E. Geof],
etc.) y diferentes tipos de cervídeos. Queda en duda la presencia entre esas pinturas de
un camélido, especie de la que fueron encontrados restos óseos en la misma región.
Indicios cada vez mayores parecen afirmar la relación de la fauna gigante con el
hombre sudamericano. Sabemos que la megafauna perduró en América del Sur mucho
más tiempo que en el Viejo Mundo. El perezoso gigante vivió seguramente hasta los
últimos 15.000 años, época en que el hombre ya habitaba el Nordeste del Brasil y pudo
haberlo cazado con facilidad. Restos de este desdentaC:l.o, del tamaño de un elefante,
fueron encontrados en el Nordeste y región central del Brasil.
(16) GUIDON: Op. cit. &n la nota li, 1986 «A oeqüincia ...».
-56-
[page-n-57]
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
9
En el yacimiento de la Toca da Barra do Antoniéio, en San Raimundo Nonato
(Piauí), formado por un gran abrigo en la entrada de galerías calcáreas, en la planicie
precambriana, fueron encontrados restos de caballo americano y de Eremotherium
que, analizados en el Museo Americano de Historia Natural de New York, fueron
clasificados como cortados y quebrados por acción humana. Se encontraron también
piezas líticas talladas en el mismo estrato de los fósiles y restos de carbón.
La asociación de megafauna con material lítico tallado también fue detectada en
depósitos del Pleistoceno llamados tanques, en el Estado de Río Grande del Norte y en
una laguna pleistocénica en Pernambuco (16).
La contemporaneidad del hombre con la megafauna durante el último período del
Pleistoceno Superior, calculado para Sudamérica entre 40.000-12.000 años, está suficientemente probada; sin embargo, falta el dato definitivo que es el hallazgo del propio
hombre.
Con raras excepciones, las culturas prehistóricas de Sudamérica fueron crónicamente deficitarias de proteínas (17). El círculo clásico que caracteriza las culturas
neolíticas del Viejo Mundo, agricultura-pastoreo, en el que el ganado abona la tierra
renovando así su capacidad productora y, al mismo tiempo, proporcionando el complemento proteico a través de la leche y la carne que falta en la alimentación vegetal con
base en los cereales, no se realizó en América. En el Nuevo Mundo, a excepción de los
criadores de pavos del Sur de los Estados Unidos y los rebaños de llamas y alpacas de
las culturas andinas, no hubo ninguna especie de ganado domesticable. Como consecuencia, ese factor decisivo va a determinar la evolución cultural de los pueblos
americanos.
La división hombre cazador-recolector nómada y agricultor-pastor sedentario, del
Viejo Mundo, no es válida para América. En las sociedades agrícolas de Europa o
Asia, el ejercicio de la caza pasará a ser actividad de tribus «bárbaras» o distracción
de clases privilegiadas, pero en Sudamérica el hombre primitivo, hasta en las sociedades indígenas más organizadas, nunca dejará de ser cazador como imperativo impuesto
para la obtención de proteínas, y con excepción de las altas culturas andinas, será
siempre seminómada a causa del rápido agotamiento del suelo, sin la posibilidad del
abono orgánico que la existencia del ganado proporcionaría. En algunas regiones,
donde la caza era más escasa y donde la tala de la mata para el cultivo exigía cada vez
mayores extensiones, la falta de proteínas debía ser apremiante, especialmente en las
regiones más secas del Nordeste de Brasil, donde muchos ríos tienen inclusive pocos
peces por su alta salinidad.
Es posible que la antropofagia, atribuida a varios grupos indígenas del Nordeste,
no fuese simplemente ritual y sí una forma de suplir deficiencias proteicas.
(16) A. F. G. LAROCHE: ..0 aftio arqueológico da Pedra do Caboclo». Ginúio Pemambucano. Secretaria de Educa~io e Cultura. Recife,
:'170.
A F. G. LAROCHE: «Contribui~o para a Pré-Hiat6ria pernambucana». Gabinete de Hiatória Natural do Ginásio Pemambucano. ReciCe, 1977.
A. F. G. LAROCHE: «Arqueologia Pemambucana». Muaeu e Gabinete de História Natural do Gináaio Pemambucano. Recire, 1977.
(17) Entre esaa excepcionee podrfamos citar los sambaqu;. braailel\o., cuya baae alimenticia era la proteína pura de loa moluacoe y mariscos.
-67-
[page-n-58]
G. MARTIN
10
El nomadismo o seminomadismo del indio prehistórico del Nordeste de Brasil
siempre tras la caza o abriendo nuevos campos de cultivo, es uno de los factores
determinantes de su estructura preurbana y del desinterés por la construcción de
viviendas más estables.
La idea de cazadores prehistóricos abatiendo animales de gran porte debe ser
olvidada en parte, ante la realidad que nos presenta a un hombre alimentándose de
toda clase de roedores, caracoles, lagartos y gran cantidad de insectos. P. l. Schmitz
los ha llamado «comedores de microfauna», tal es la cantidad de pequeños huesos
encontrados en algunos yacimientos del Nordeste, como es el caso de la Fuma do
Estrago, en Pernambuco.
Una teoría sugestiva levantada por el autor citado (18) es que los cazadores
especializados llegaron a Brasil por las altas planicies de Goiás, pero la falta de
animales de las grandes praderas (bisontes) transformó en inútil una tecnología lítica
de puntas de proyectil. La trampa, el dardo de madera y la rapidez de las propias
manos, serían más útiles para atrapar pequeños animales.
Las industrias líticas de la región Nordeste de Brasil son casi siempre unifaciales,
con escasez de puntas de proyectil. Industrias de núcleos y lascas a partir, sobre todo,
de cantos rodados especialmente en el valle del Río San Francisco, donde es abundante esta materia prima. Los tipos de roca más usados son cuarzo, cuarcita, granito, sílex
y calcedonia. También cristal de roca en Río Grande del Norte.
En el SE de Piauí, área mejor estudiada hasta ahora, que corresponde al municipio
de San Raimundo Nonato, el material lítico colectado y fechado, puede ser agrupado
en cinco períodos. El primer período se caracteriza por piezas líticas en cantos
rodados, de cuarzo de pequeñas dimensiones (3 a 4 cm.), preparadas por golpe de buril,
dando origen a pequeñas piezas con puntas, localizadas en el yacimiento del Boqueirao
da Pedra Furada (32.000-25.000 BP) (figs. 2 y 3).
Entre 25 y 17.000 ocurre un hiato sin ocupación que, quizás, podrá ser completado
en futuras investigaciones.
Un segundo período, bien documentado, se desenvuelve entre 17.000 y 12.000 años,
con utensilios hechos a partir de núcleos de cantos rodados de cuarzo y cuarcita de 5 a
10 cm. y lascas trabajadas con la función de raspar o cortar (Sítio do Meio).
El tercer período se caracteriza por una mayor variedad de utensilios, con aparición de la técnica de retoque por presión y mejor acabado de las piezas trabajadas por
percusión, en cuarzo, cuarcita y sílex. Aparecen cuchillos retocados, raspadores alargados, raederas, perforadores o punzones y raspadores con entalles (Boqueirao da
Pedra Furada, Toca do Bojo 1, Toca da Boa Vista 1 y 11, Toca do Paraguaio). Este
período se extiende entre 12.000-8.000 años en el SE de Piauí, mientras que en otras
regiones del Nordeste es más tardío, apareciendo hacia 6.000 en el valle de San
Francisco (Gruta do Padre, Pernambuco). Los instrumentos de este período están
asociados a enterramientos primarios en el SE de Piauí y en Río Grande del Norte
(18) SCHMITZ: Op. cit. en la nota 8, 1981.
-58-
[page-n-59]
11
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
•
T
9
1j
j=
-
Fig. 2.-Industria litica procedente de la ((Toca do Boqueirio da Pedra Furadan, en San Raimundo
Nonato, Estado de Piaui, NE de Brasil.
[page-n-60]
Ñ
~
V~
1
tf'-
b'.:
T
·:~
.\·
p
-
O)
o
1
•
.
.
a:
>
W_--J.-J--1---Jan
~
·;,,1
~·G··
,_
'
---z . ·~. .
Fig. S.-Industria lítica procedente de la «Toca do Boqueirio da Pedra Furada••, en San Raim.undo
Nonato, Estado de Piauí, NE de Brasil.
·~~-
..
. :.
J ..
[page-n-61]
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
13
(Boqueirao de Parelhas) y a pinturas rupestres de la Tradición Nordeste, también en
Piauí y la región de Seridó, en Río .Grande del Norte.
El cuarto período, de 8.000 a 5.000 años, tiene como características principales las
láminas de sílex en el SE de Piauí (19) y microlascas en Pernambuco (Letreiro do
Sobrado y Gruta do Padre, en el valle de San Francisco, y Bom Jardim, en Pernambuco).
Después de 5.000 años, los utensilios a partir de cantos rodados, bloques y grandes
lascas presentan acabado menos cuidado. Comienzan a aparecer láminas de hachas
pulidas, asociadas a talladas en la Gruta do Padre, así como discos, adornos labiales,
collares de piedra y hueso, morteros y manos de mortero y aumenta el número de
hallazgos de restos de enterramientos.
Estos cambios de tecnología lítica ocurren cuando aparecen las pinturas rupestres
de la Tradición Agreste.
Además de los yacimientos citados en abrigos, a lo largo del valle del San Francisco, donde realizamos investigaciones arqueológicas sistemáticas, antes que la región
sea inundada por un lago artificial que alimentará la hidroeléctrica de ltaparica (20),
existen numerosos yacimientos a cielo abierto que se extienden durante muchos
kilómetros en ambos márgenes del río entre Pernambuco y Bahía, con industrias
líticas de núcleos a partir de cantos rodados, entre las que identificamos raspadores
con tallado circular, percutores y perforadores muy típicos, que hemos llamado de
«hombro». Los yacimientos citados deben corresponder a campamentos temporales de
cazadores-pescadores que, con gran movilidad, recorrían las orillas del río tras la caza
y la pesca, trabajando los utensilios «in situ» y abandonándolos después (21). No
tenemos cronologías seguras para estos campamentos, pero muchos artefactos son
semejantes a los encontrados en los estratos más antiguos de la Gruta do Padre,
fechados en torno de 6.000 años BP.
El valle del San Francisco debió ser centro de atracción de grupos prehistóricos
llegados de los altiplanos de Goiás y del SE del Piauí, especialmente en épocas
comprendidas entre 8.000-7.000 años BP, que correspond~ a una fase climática muy
seca. Esos grupos 11egaron en busca del agua y de los alimentos que el río proporciona,
pues el San Francisco, además de caudaloso y navegable, tiene abundante pesca.
Especial atención merecen las puntas de flecha y de lanza talladas en cuarzo,
cristal de roca, sílex y granito encontradas en Río Grande del Norte, especialmente en
la región de Seridó, donde también hemos encontrado las pinturas rupestres de la
Tradición Nordeste. Algunos de estos proyectiles recuerdan las puntas de Yuma.
Como aparecen en una región de intensa mineración, están casi siempre en manos de
(19) J . ROCHA: ~A tecnologia pli-hiatóriea am Sio Raimundo Nonato, Piauí (10.000-6.000 anoe AP). O. anefactoa de peclra•. Diaaerta~o
apreeentada ao Matrado em Hiatória. Univeraidade Federal do Pernambuco. ReclCe, 1984, 214 ¡Nlp.
(20) G. MAR'11N y A AGUIAR: Projeto ltaparica de Salvamento Arqueol6sico. Nota prévialo. Clio, núm. 6, S6rie Arqueol6siea-L Recifa, 1984.
G. MARTIN. A AGUIAR, J . HOFFNAGEL y S. FERRAEZ BARBOSA: ~Projeto ltaparica de Salvamento>o. Relatório do Primeiro Ano.
Recife, 1986.
(21) G. MARTIN. J. ROCHA y M. LIMA: ~lndústrias lfticas em ltaparica, no Vale do Médio Sio Francloco (Pernambuco)». Clio, núm. S.
Série Arqueológiea-3. Reclfe, 1986, páp. 99-136.
-61-
[page-n-62]
G. MARTIN
14
coleccionistas de piedras preciosas y hasta ahora no existen estratigrafías ni fechas
radiocarbónicas que las puedan relacionar con culturas determinadas. Una fecha de
9.000 años es muy dudosa (22).
De momento, las ocupaciones humanas más antiguas corresponden al SE de Piauí,
pero esto puede ser consecuencia de los trabajos sistemáticos en la ·región desde hace
quince años (23). Investigaciones en otras áreas podrán modificar el panorama en el
futuro.
Cabe ahora preguntarnos qué tipos humanos poblaron y se adaptaron a la región
semiárida del Nordeste brasileño. De los habitantes del litoral que entraron primero
en contacto con portugueses y franceses, existen muchos relatos y crónicas que los
retratan con mayor o menor aproximación, inclusive con gran cantidad de dibujos y
grabados, como es el caso de Hans Staden, marinero alemán que vivió entre los
tupinambás en la primera mitad del siglo XVI, dejando en su relato Viagem ao Brasil
(24) valiosa documentación gráfica de los usos, costumbres y aspecto físico de esos
indios, pero a esos relatos no se les puede dar valor científico, desde el punto de vista
de la antropología física. Para otras regiones de Brasil existen estudios sobre grupos
humanos como el hombre de Lagoa Santa, en Minas Gerais, que dio nombre a toda una
raza sudamericana o los estudios sobre el hombre del sambaqui, también bastante
completos, pero para el Nordeste pocos restos proporci~narán la posibilidad de estudios
antropológicos seguros, a causa de los escasos yacimientos estudiados y del repetido
uso de la incineración, como es el caso de la Gruta del Padre, en Pernambuco, y de los
abrigos del Seridó, en Río Grande del Norte (25).
El hallazgo de la Fuma do Estrago en Brejo da Madre de Deus (Pernambuco)
proporcionó un número considerable de esqueletos en buen estado de conservación de
los que se han identificado hasta ahora ochenta, cuando todavía no se ha excavado la
mitad del abrigo. Del examen de 60 individuos (26) se llegó a la conclusión de que se
trataba de una población muy homogénea de braquicéfalos de constitución robusta,
estatura media de 162 cm. para los hombres y 152 cm. para las mujeres. Algunos
individuos llegaron a los 50 años. La capacidad craneana era de 1.419 cm3 para los
varones y 1.374 cm3 para las hembras. Cara y nariz ancha, dientes con buena estructura y pérdida precoz, además de intensa abrasión como consecuencia de la masticación
de raíces. La mortalidad infantil de 40% fue considerada normal para una sociedad
indígena. Fue también observada la presencia de artrosis como consecuencia del
transporte de peso excesivo.
Esa investigación hizo posible el estudio comparativo con otros grupos prehistóricos (hombre de Lagoa Santa, hombre del sambaqui) y con grupos indígenas actuales,
como los botocudos. La conclusión obtenida fue que el grupo de la Fuma do Estrago
estaría separado biológicamente de los otros grupos, formando una población distinta
LAROCHE: Op. cit. en la nota Ul, 1977: ccAl-queologia...».
GUIDON: Op. cit. en la nota li, 1.98fi: «A arte pri.bistórica...».
H. STADEN: aVIa¡em ao Brulbo. 1.• edición. Frankurt, 111117.
MARTIN: ..Amor, vlolhcia•..» e •lnP Puafila. •.J>, o~ cita. en la nota 18.
(26) ALVIM y SOUZA: ~ cita. en la nota 12.
(22)
(23)
(24)
(211)
-62-
[page-n-63]
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
IS
y uniforme, ancestral de los indios actuales braquicéfalos del Nordeste de Brasil,
llamados «cabezas chatas».
LAS CULTURAS AGRICOLAS
De los tres cultivos básicos de la agricultura primitiva americana -maíz, fríjoles y
mandioca-, la última fue el cultivo principal de las llamadas culturas de floresta
tropical. Originaria, probablemente, de la amazonia colombiana, la mandioca, con sus
dos variedades, «amarga» o «brava» (Manihot utilissima) y «dulce» (Manihot aipi), fue
el alimento básico de gran parte de las poblaciones históricas de Brasil, desde la
Amazonia hasta la región subtropical, en donde el maíz tuvo mayor importancia.
No sabemos cómo el indio americano llegó a descubrir el proceso de elaboración de
la mandioca «brava)) para transformarla de un vegetal amargo y venenoso en un
alimento útil y base de su alimentación. La mandioca, de la familia de las euforbiáceas, forma gruesos tubérculos radiculares ricos en amido. El ácido cianídrico, que
puede hacer de la mandioca un producto mortal, es muy volátil y fácil de eliminar por
evaporación, cuando se conoce el proceso, que no es difícil, pero sí ingenioso. Básicamente, el tratamiento de la mandioca «in natura)) consiste en retirar la cáscara del
tubérculo, que inmediatamente es rallado, transformado en pulpa y después prensado
para retirar el líquido venenoso. En la región amazónica la pulpa era exprimida en el
tipití, especie de cesto en forma de tubo trenzado de fibra y con dos argollas en los
extremos. La pulpa de mandioca era colocada dentro del tubo y colgada en la rama de
un árbol. Estirando con fuerza del extremo opuesto, el tipití se estrecha y comprime la
pulpa de mandioca exprimiéndole el líquido venenoso. Este ingenioso utensilio todavía se usa entre las poblaciones indígenas amazónicas, pero no parece que llegara a ser
usado entre los indígenas del Nordeste. Estos debían exprimir la mandioca entre hojas
de palma como todavía se hace actualmente ·en el campo. Después de bien exprimida,
la pulpa se pasa por un tamiz para que quede suelta y finalmente se tuesta sobre una
superficie plana de piedra, ladrillo o cerámica, para eliminar cualquier resto de
humedad y de ácido cianídrico. Los indígenas secaban la mandioca y lo siguen
haciendo sobre un plato grande y plano a veces con pies, cuyos fragmentos en los
yacimientos arqueológicos, indican la presencia de grupos cultivadores de ese tubérculo.
El producto resultante es la harina de mandioca o tapioca, ya lista para el consumo
y que bien guardada se conserva durante mucho tiempo. El líquido blancuzco resultante del exprimido de la pulpa, es recogido en un recipiente de cerámica y dejado reposar
al sol. Por decantación se deposita en el fondo del recipiente un polvo blanco finísimo,
llamado goma en Brasil. El ácido se evapora y después de eliminar el líquido que lo
cubre, resultante de la decantación, y cubrirlo con agua limpia, se conserva durante
días inalterable, incluso en clima muy caliente. Con ese «polvillo» o ((goma)), después
de tamizado para soltarlo, se hacen, sobre asadores de cerámica, tortas finísimas de
agradable sabor; es el beiju, verdadero pan indígena, que sustituye a nuestro pan.
-63 -
[page-n-64]
16
G. MARTIN
La mandioca tiene un ciclo vegetativo largo, de nueve meses, pero en compensación puede continuar en la plantación sin ser recolectada hasta 18 meses, de forma que
es recogida durante nueve meses según las necesidades y cuando una cosecha está
terminando, la siguiente ya puede comenzar a ser recolectada, de forma que el ciclo
nunca se cierra y no hay necesidad de acumular grandes cantidades de depósitos. Por
el contrario, la mandioca «dulce)), especie no venenosa llamada macaxeira en el NE y
aipim en el Sur de Brasil, tiene un ciclo vegetativo más corto, no necesita de
manipulaciones especiales para su consumo y puede comerse simplemente cocida o
asada, pero tiene el inconveniente de no conservarse, debiendo ser consumida rápidamente porque se endurece y se torna fibrosa. Así, pues, es la harina de mandioca el
producto por excelencia para ser conservado y transportado y es todavía hoy el
alimento básico de la población campesina del Nordeste.
Una bolsa de cuero en forma de zurrón, con carne seca molida y mezclada con
harina de mandioca, es utilizada hasta hoy por pastores, cazadores y campesinos en el
interior de Piauí. Es la pafoca, alimento nutritivo para grandes caminatas, pues siendo
la mandioca hidrato de carbono puro, la dieta debe ser complementada con proteínas
so pena de graves deficiencias alimenticias.
Hacia 3.000 BP aparecen los primeros agricultores en el Nordeste de Brasil,
localizados principalmente en el interior, pues los grupos del litoral son más recientes,
con una agricultura incipiente de maíz, calabazas, alubias y cacahuetes. Las aldeas
tienen forma circular, a veces de grandes dimensiones, con cabañas de forma elíptica
con capacidad para varias familias, como puede apreciarse todavía en aldeas indígenas
actuales. Son fácilmente identificables por grandes manchas humosas con fragmentos
cerámicos en la superficie. La estratigrafía es generalmente poco profunda, indicando
ocupaciones no muy largas.
El litoral del Nordeste de Brasil está más poblado actualmente que el interior. Al
parecer, también lo estaba por las poblaciones indígenas, según relatos de cronistas de
época colonial; sin embargo, en lo que respecta a yacimientos arqueológicos, las
regiones del interior son mucho más ricas que las costeras. Para el Pleistoceno
Superior y Holoceno Antiguo es imposible detectar ninguna ocupación humana porque hubo un marcado rebajamiento de la plataforma continental atlántica en América
del Sur y los posibles yacimientos del litoral deben estar sumergidos, como debe haber
ocurrido con muchos sambaquis (27) del SE del país. En el litoral los yacimientos
arqueológicos localizados son, en general, aldeas de agricultores que plantaban principalmente mandioca, maíz y algunos tipos de calabazas. Aunque no tenemos datos
seguros, parece que la introducción de alubias o fríjoles fue posterior.
(27) Los Samooquis son yacimientos arqueológicos semejantes a los concheros epipaleollticos de la Península Ibérica y a los Kioklunmoed·
d;yTI/ler escandinavos. Algunos Samb
necrópolis. Los más antiguos se remontan a 7.1J00.8.000 años BP. En el Nordeste no se encontraron eetos tipos de yecimiento, correspondiendo
los últimos hallazgos al Sur de Babia. Los hay también en el Estado de Pará, en la región amazónica; son Duvialee y de culturas ya ceramistes.
-64-
[page-n-65]
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
17
LA CERAMICA
La tentativa de B. Meggers (28) de relacionar la cerámica de Valdivia (Ecuador)
con la de Jomón (Japón), apoyada en la semejanza de los motivos decorativos geométricos, tentativa en la que encontramos claros resabios hiperdifusionistas, no fue
aceptada unánimemente por los prehistoriadores americanistas. El origen autóctono
de las culturas americanas tiene cada vez más adeptos, . especialmente en lo que se
refiere al origen de la cerámica.
En Brasil, la introducción de la cerámica sigue la vía amazónica a partir del alto
Amazonas, por los ríos Napo y Ucayali. Las cerámicas de la cuenca del Amazonas
guardan marcadas características subandinas y de la región circuncaribe hasta desembocar en la cerámica típica de la cultura Marajó, en la isla del mismo nombre, ya en la
desembocadura del Amazonas. Para el resto de Brasil, las cerámicas prehistóricas
conocidas son má~ simples en las formas, y la decoración que puede ser incisa,
cepillada, ungulada, raspada y también pintada en varios colores, siendo esta última
variedad de tradición tupiguaraní.
En Brasil se ha adoptado una nomenclatura para la cerámica dividida en tradiciones, subtradiciones y fases. Las tradiciones que abarcarían grandes áreas geográficas
están más o menos fijadas en sus grandes rasgos, pero de las subtradiciones y
especialmente las fases, se ha abusado un poco, con excesivas divisiones, de tal manera
que, en muchos casos, cada autor crea sus propias fases que se repiten «ad infinitum)) y
cada hallazgo de aldea o resto funerario con cerámica, se transforma en una fase.
Como consecuencia, la bibliografía brasileña sobre cerámica prehistórica está llena de
nombres indígenas indicando fases cerámicas sin que quede muy claro cuáles son las
diferencias entre ellas y, lo que es más grave, si esas «fases)) corresponden o no a
formas culturales distintas. No han faltado tentativas de unificación y un gran
esfuerzo se debe a B. Meggers (29), pero la resistencia continúa grande con base, sobre
todo, en el individualismo de cada investigador.
En grandes líneas, podemos considerar en el Nordeste brasileño dos grandes
tradiciones cerámicas: la ARATU y la TUPIGUARANÍ, ambas de remoto origen
amazónico, pero tan modificadas en el largo'·camino recorrido que su primitiva
filiación se hace casi imposible.
Tradicionamente, se considera la cerámica tupiguaraní típica de las regiones
costeras, con aldeas de forma circular u oval y economía basada en la mandioca. Las
formas cerámicas de esta tradición son grandes vasijas circulares o cuadrangulares y
platos planos para asar las tortas de mandioca (beiju) a que ya nos referimos. Esta
cerámica presenta cuidada decoración geométrica, a veces muy elaborada, pintada de
rojo, blanco y negro.
(28) B. MEGGERS: «Como Interpretar a llncua¡en da ~ea•. SmiU..Onian Inatitution. Wuhinston. 1966.
B. MEGOERB y J. C. EVANS (directora): «Abori¡ina) c:ultural davalopment In LatiD Americ:a: an lnterpretafue raviaw». Smiu..onian
MiaceUaneoua Collec:tiona, vol. 146, núm. l. Wuhin¡ton.
(29) MEGGERS: Op. cit. en la note 28, 1966: «Como interpretar...».
-65-
[page-n-66]
18
G. MARTIN
Aunque la mayor concentración de ocupaciones tupiguaraní, con su característica
cerámica pintada polícroma, sea indudablemente en la costa, recientemente se viene
demostrando que la penetración de esta tradición en el Agreste y el Sertiio fue efectiva,
como lo demuestran hallazgos recientes (30).
Las cronologías más antiguas para la cerámica tupiguaraní de subtradición pintada en el Nordeste, están fijadas en torno al cambio de era, con larga perduración hasta
la época colonial, pudiéndose encontrar, todavía, cerámicas pintadas en los siglos
XVTI y XVIII. Al parecer, esta cerámica se originó de una gran tradición polícroma
amazónica en torno a 1.500 a. C. (31).
La tradición Aratú, llegada al Nordeste también procedente de la cuenca amazónica, como rama desgajada de otra tradición llamada Pedra do Caboclo (32), en torno a
700-1.000 a. C., representaría la cerámica de los grupos lingüísticos de tronco ccG~» que
habitaron las regiones del interior del Nordeste brasileño. Son cerámicas de formas y
decoración muy sencillas, globulares u ovoides, con tamaños que van desde pequeños
cuencos de cocina a grandes urnas funerarias. La decoración, cuando existe, se reduce
a un simple alisado o raspado de la superficie. Hemos encontrado urnas funerarias de
pequeño tamaño con restos de huesos y cenizas en la Gruta do Padre, en estratos
fechados en torno a 1.000 años BP, fecha que coincide ccgrosso modo» con las épocas en
que se calcula que esa cerámica comenzó a difundirse por el interior del Nordeste.
LOS PALAFITOS DEL MARANHAO
Merece menCión especial, por la originalidad de su estructura, la cultura ceramista
instalada sobre palafitos en la isla de San Luis, en el Estado del Maranhao. Este
Estado, incluido entre los del Nordeste, es más un territorio de transición entre la
amazonia y el semiárido nordestino.
Los establecimientos palafíticos a que nos referimos, están situados en una planicie
fluviomarina del golfo de Maranhao que presenta una lenta evolución de un lago a
una planicie. En el inmenso lago de Cajari el agua va cambiando de salada a salobre y
a dulce, dependiendo de qué trechos, con abundante vegetación lacustre que, a veces,
forma verdaderas islas flotantes. El clima es húmedo y caliente con una estación seca
muy corta. La flora y la fauna es abundante y variadísima.
En este ambiente que, en la actualidad, pertenece al municipio de Penalva, se
desarrolló una cultura palafítica de agricultores, descubierta en 1919, cuando una
gran sequía hizo descender el nivel del lago dejando al descubierto los restos de
palafitos llamados estearias que afloran, actualmente, en la estación seca como una
inmensa floresta muerta. Los trabajos de campo sólo comenzaron en 1971 (33). El fondo
(30) M. G. UMA y J. ROCHA: «Um dtio arqueológico tupiguaranf da sub-tradi~ pintada no sertlo pemambucano». Clio, núm. 6, Série
Arqueol6gica·1. Recife, 1984.
(31) J. P. BROCHADO: «Um modelo ecológico de difusio da cerámica e da a¡rricultura no Leste da América do Sul». Tese Doutorado. lllinols
Univenity. Urbana, 1984 (traducción).
(32) BROCHADO: Op. cit. en la nota 31.
(83) C. COaRtA, A. L. MACHADO y D. LOPES: «As Estearias do Lago Cajari, MA>•. 1 Simpósio de Pré-Hist6ria no Nordeste Brasileiro.
Racife, 1987.
-66-
[page-n-67]
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
19
de los palafitos aparece completamente cubierto de cerámica lisa y decorada con
dibujos geométricos en rojo y blanco y también con motivos zoomorfos, lo que indica
su antiguo origen amazónico. Fueron colectados, también, hachas de piedra pulida,
cuchillos y raspadores de piedra tallada, asadores o parrillas de cerámica, muiraquitiis
o piedras-talismán y diferentes adornos corporales. Se consiguió una única fecha de
C-14 de 570 A. D.
Los resultados completos de las excavaciones todavía no han sido publicados y
deberán continuar durante mucho tiempo, pues se trata de un trabajo penoso y dificil,
casi siempre en el agua y el barro, en una región insalubre y llena de insectos, que ya
costó la vida a uno de sus investigadores.
Los grupos humanos que implantaron su «hábitat» en el lago Cajari, debían ser de
origen amazónico acostumbrados a regiones pantanosas. Además de cazar y pescar,
plantaban mandioca en los puntos más elevados de las islas y las colinas cercanas al
lago, donde la crecida de las aguas no alcanzase las plantaciones.
EL MUNDO SIMBÓLICO EN LA PREHISTORIA DEL NORDESTE DE BRASIL
a) Los ritos funerarios
Entre las formas de enterramiento utilizada por las poblaciones indígenas del
Nordeste, los datos para grupos cazadores pleistocénicos continúan siendo muy escasos.
Como ya dijimos, los restos humanos de épocas muy antiguas son escasos en
América. Suponemos que la incineración debió ser utilizada en gran escala, dificultando las posibilidades de encontrar restos humanos. Como sea, diferentes formas de
enterramiento nos son más conocidas entre grupos de agricultores, que muchas veces
depositaron sus muertos en grandes urnas cerámicas en sepultamientos primarios o
secundarios por inhumación o incineración.
En la Gruta do Padre, en Pernambuco, un estrato de casi un metro de profundidad
estaba formado por restos humanos quemados y depositados, después, en el abrigo sin
ningún orden. Como las excavaciones en este abrigo se remontan a 1937 (34), seguidas
de una excavación estratigráfica y varias clandestinas, no podemos hacer grandes
afirmaciones muy seguras. Asimismo, conseguimos excavar un área del yacimiento
que no había sido violada porque estaba debajo de grandes bloques de piedra caídos
del techo. Los hallazgos nos confirmaron que la forma de enterramiento utilizada fue
la incineración fuera del abrigo y posteriormente los huesos quemados fueron simplemente enterrados. En un caso, unos cuantos huesos fueron depositados en una pequeña urna. Entre el ajuar funerario encontramos collares de cuentas de hueso y hachas
pulidas. Estos enterramientos fueron fechados entre 2.000-1.000 años BP.
En el yacimiento de Boqueirao (Parelhas), en el Río Grande del Norte, excavamos
un pequeño abrigo con bellísimas pinturas rupestres en el que identificamos enterra(34) ESTEVAO: Op.
ci~.
en la nota ll.
-67-
[page-n-68]
20
G. MARTIN
mientas secundarios revueltos con restos de huesos quemados, casi todos de niños, y
cuyo ajuar funerario consistía en collares de hueso y conchas marinas. Fue fechado en
9.410 ± 100 BP (CSIC-720) y sirvió como fecha «post quem» para las pinturas rupestres
a las que se sobreponían los restos de enterramientos (35).
La misma cerámica utilizada para cocinar y conservar alimentos y agua, servía
para enterrar a los muertos, solamente variando el tamaño. Los cuerpos depositados
en urnas funerarias eran depositados en abrigos o en las mismas aldeas, siempre a
poca profundidad, algunas veces el cuerpo envuelto en tejido de fibra era depositado
directamente en el suelo. El rito del «fardo funerario», tan común en toda la región
andina, llega atenuado a la zona tropical, donde tampoco podemos descartar las malas
condiciones climáticas para conservar los envoltorios con humedad y calor. En las
regiones más secas del interior nordestino se conservan mejor, como es el caso de la
necrópolis de la Fuma do Estrago, en el municipio de Brejo da Madre d~ Deus, en
Pernambuco, con algunos enterramientos de «fardo» en muy buen estado de conservación, fechados en torno a 1.000 años BP (36). Esta necrópolis es uno de los más
importantes hallazgos de la Prehistoria del Nordeste. El grupo humano que lo utilizó
como cementerio era ceramista, y la forma de sepultamiento bastante uniforme
durante todo el período de ocupación del abrigo. Los esqueletos estaban envueltos en
esteras de fibras vegetales y colocados en posición fletida y decúbito lateral. En otros
casos, la fosa funeraria había sido forrada de fibras cuidadosamente dispuestas. El
ajuar funerario consistía en collares de cuentas de piedra, hueso, dientes de animales,
conchas y simientes, además de otros objetos como espátulas y flautas hechas de
tibias. Fragmentos de ocre junto a la nuca y el vientre aparecen también en algunas
sepulturas. Un número considerable de recién nacidos fueron sepultados en pequeñas
cestas de fibras de palmera y también envueltos en esteras. Algunos de los cráneos
conservaban todavía parte del cabello.
El rito de la incineración fue común entre los grupos agricultores de tradición
tupiguaraní de las áreas litorales. Urnas de líneas abiertas cuidadosamente decoradas
con dibujos geométricos y colores rojo, blanco y negro fueron utilizadas para conservar huesos y cenizas. La inhumación secundaria se realizaba muy corrientemente en la
misma aldea, de forma que, en general, no son encontradas verdaderas necrópolis
agrupadas y sí enterramientos aislados entre los restos cerámicos que señalan la
localización de la aldea. Pero los datos que tenemos son más antiguos relatos etnológicos que arqueológicos, pues las pocas aldeas tupiguaraní excavadas en el Nordeste
nunca tuvieron sus resultados publicados, con excepción de alguna pequeña noticia.
En general, los hallazgos funerarios tupiguaraní son casi siempre producto de hallazgos casuales, consecuencia de trabajos agrícolas.
En el valle medio del río San Francisco hemos podido observar que los ritos
indígenas de enterramiento perduraron durante la época colonial, inclusive en lugares
(36) MARTIN: Op. cit. en la nota 13, 1986: «Arte rupestre...».
(36) "LIMA: Op. cit. en la nota 12, 1986: «Arqueolo¡ia da. ..».
-68-
[page-n-69]
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
21
ocupados por misioneros capuchinos que cuidaron de la evangelización de esa región
entre Pernambuco y Bahía (37). En las excavaciones realizadas en la isla de Zorobabel,
situada en la confluencia de los ríos Pajeú y San Francisco, encontramos los restos de
la iglesia de Nuestra Señora de O, parroquia fundada por los capuchinos y destruida
por una inundación a fines del siglo XVIII. Encontramos también restos de una aldea
indígena y enterramientos en urna después de la incineración. Como en otros muchos
casos, las urnas funerarias fueron depositadas en lugares distintos de la aldea sin
agruparlas en necrópolis. Entre el ajuar funerario había collares de cuentas de vidrio
y cuentas de rosario en una de las urnas. Es de suponer que los indios aldeados en la
misión continuaron enterrando sus muertos siguiendo sus antiguos ritos.
Actualmente, en esta misma región del San Francisco existen rem.anescentes
indígenas Pankararú y Tuxá o Rodelas (municipios de Tacararú e Itacuruba, en
Pernambuco, y Rodelas, en Bahía) que viven en aldeas propias ya muy aculturados
bajo la protección de la FundaCion~acional del Indio (FUNAI).
A través de la tradición oral sabemos que los Pankararú enterraban sus muertos en
abrigos y que colocaban hogueras encima, reutilizando el lugar cuantas veces se
hiciera necesario, información que coincide con los hallazgos de la Gruta do Padre de
que ya hemos tratado.
Por su parte, los Tuxá atribuyen que se les llame también Rodelas a la antigua
costumbre de cortar los miembros de sus muertos en rodelas, o sea, rodajas, y conservarlos entre cenizas dentro de urnas funerarias. Esto explicaría lo fragmentado de los
restos óseos a_ veces encontrados, especialmente en la isla de Zorobabel, donde a los
restos humanos se mezclan también huesos de animales, quizá restos del banquete
funerario.
b) El arte prehistórico en el Nordeste de Brasil
La Prehistoria brasileña no ofrece grandes hallazgos espectaculares de lo que
podríamos llamar piezas para vitrina de museo, a excepción de algunos hallazgos
singulares en Amazonia como las urnas funerarias de la isla de Marajó o la cerámica
de «cariátides» de Santarém. La principal manifestación estética de la Prehistoria
brasileña es el arte rupestre, especialmente rico y variado en la región Nordeste (38).
Para la descripción y estudio del arte rupestre en Brasil se han generalizado los
términos tradición y estilo, conceptos que varían entre los diferentes autores, al menos
en la definición de los mismos, aunque la intención y el contenido sean muy semejantes. El término tradición se utiliza para definir formas culturales de amplia dispersión
geográfica, equivalente al concepto de horizonte cultural utilizado en otros países. La
parte menor y más concreta sería una fase. En arte rupestre, la fase fue sustituida por
estilo, atendiendo al carácter estético de las representaciones.
La tradición definiría la temática y la forma como ésta fue interpretada, tal como
movimiento o estatismo, tamaño de las figuras, monocromía o policromía, etc.
(37) J. ROCHA: «As tradi~6es funeririas no vale do Médio SAo Francisco». 1 Simpóaio de Pr4-Hist6ria do Nord..te Brasileiro. Recife, 1987.
(38) R. ALBANO: «Bibliografia sobre arte rupestre brasileira•. Azquivos do Muaeu de Hiatória Natural, vol. IV·V. Belo Horizonte, 1980.
- 69-
[page-n-70]
22
G. MARTIN
A. M. Pessis (39) utiliza subtradición para defmir el grupo desgajado de una
tradición y adaptado a un medio geográfico y ecológico distinto, que implicaría en la
presencia de elementos nuevos.
En el concepto de tradición entra la representación visual de todo un universo
simbólico primitivo que pudo haberse transmitido durante milenios, sin que, necesariamente, los yacimientos de una tradición pertenezcan a los mismo~ grupos culturales, además de que pueden estar separados por cronologías muy distantes.
Para las figuras representadas en los yacimientos con pinturas o grabados rupestres, sean figurativas o abstractas, se utiliza el término grafismo, especialmente entre
los investigadores que trabajan en el Nordeste. La palabra grafismo fue utilizada por
A. Leroi-Gourhrui, en sus conferencias en el Colegio de Francia a partir de 1969, e
introducida en la nomenclatura brasileña por A. M. Pessis y N. Guidon. LeroiGourhan utilizó este término para indicar uno de los niveles morfológicos en que
dividió el arte rupestre. El grafismo sería el nivel geométrico puro. A partir de este
concepto· se comenzó a utilizar, para el estudio del arte rupestre en el Nordeste de
Brasil, el término grafismo puro para la identificación de figuras geométricas, simbólicas o simplemente aquellas sin significado aparente en nuestro universo cultural.
Además de grafismo puro, fue incorporado a la terminología brasileña el concepto de
grafismo de composición para figuras que pueden ser reconocidas con un simple
análisis visual (antropomorfos y zoomorfos) y grafismos de acción, formados por
escenas de caza, danza o lucha, pongamos por ejemplo.
Fueron fijadas tres grandes tradiciones y numerosos estilos en el arte rupestre del
Nordeste de Brasil, si bien las investigaciones sistemáticas están limitadas a los
trabajos de la Misión Arqueológica Franco-Brasileña en Piauí, de A. C. Beltrao en la
:región central de Bahía, y los nuestros en Pernambuco y Río Grande del Norte, áreas
muy grandes en términos europeos, péro, en realidad, pequeñas dentro del inmenso
territorio ocupado por la región Nordeste, de forma que muchos más datos podrán
añadirse a los ya conocidos con el avance· de las investigaciones.
Tres grandes tradiciones fueron fijadas hasta ahora: Tradición Nordeste, Tradición
Agreste y Tradición Itacoatiara.
La Tradición Nordeste fue definida a partir del estudio de numerosos yacimientos
arqueológicos con pinturas rupestres, localizados en el SE de Pauí, en una región
comprendida entre so y 9° 30' de latitud Sur,r 41° a 43° 30' de longitud Oeste, sobre una
superficie de aproximadamente 40.000 Km 2 (40). Estudios posteriores demostraron que
las características de esta tradición eran extensivas a otras áreas del Nordeste de Brasil
y que podría ser el arte figurativo de grupos de cazadores. Ha sido identificada, además
(39) A. M. PESSIS: «Métodos de intrep~o da arte rupestre. Análisis preliminares por níveis». Cllo, núm. 6, Sérle Arqueoló¡ica-L Recife, 1934.
A. M. PESSIS: «Da Antropolo¡la visual il Antropolo¡la Pré-Hiat6rica». Clio, núm. 8, Série Arqueoló¡lca..S. Recife, 1986, págs. 163-162.
A. M. PESSIS: «Méthode d'analyse des répreaantationa rupeatrea». Contributiona Méthodologiquea en Préhistoire. Etudes Américanistea lnterdiaclplinaires A.mérique du Sud, núm. 01. Paria.
(40) GUIDON: Op. cit. en la nota 5, 1986: «A seqüincia... ».
-70-
[page-n-71]
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
23
de en el SE de Piauí, con más de 50 abrigos, en la región de Seridó, en el Río Grande
del Norte, en la Chapada Diamantina, en Bahía y en el Estado de Ceará, pero en las
dos últimas regiones no se han realizado estudios sistemáticos hasta ahora.
La Tradición Nordeste es fácilmente identificable por la variedad de los temas
representados, como numerosas formas de danza, escenas de caza y de lucha y la
riqueza de adornos y atributos que acompañan la figura humana, indicadores, seguramente, de diversas jerarquías y diferentes tribus (figs. 4 y 5). Las figuras humanas son
de pequeño tamaño, entre 10 y 15 cm., siempre en movllitierÍto, a veces poseídas de gran
agitación, con el rostro de perfil, como si gritaran.
Algunos conjuntos son polícromos, con colores rojo, blanco, amarillo y negro en un
mismo abrigo (Seridó). Verde y azul han sido también encontrados en el SE de Piauí.
En el estado actual de la investigación hemos de suponer que el centro de esta
tradición estuvo en la región de San Raimundo Nonato, en Piauí, de donde se extendió
a otras regiones, como la de Seridó, en Río Grande del Norte, que aun teniendo las
características de aridez propias del interior del Nordeste, presenta un microclima más
ameno con varios ríos perennes. Los grupos de cazadores que pintaron los abrigos del
Seridó enriquecieron la antigua Tradición Nordeste con elementos nuevos propios de
su «hábitat», tales como piraguas cuidadosamente decoradas, representación de tejidos y escenas familiares en las que la representación del niño puede considerarse una
excepción en la pintura rupestre mundial.
En cuanto a la cronología, las pinturas más antiguas de la Tradición Nordeste
fueron fechadas en torno a 17.000 años BP en el SE de Piauí (abrigo Pedra Furada IV),
12.000 y 10.000 BP (Toca do Baixao do Perna 1 y Toca do Sítio do Meio), perdurando
hasta 7.000 BP aproximadamente (41). En la región de Seridó conseguimos fechar un
abrigo en 9.410 ± 100 BP (CSIC-720). Las fechas de carbono 14 para el SE de Piauí
fueron obtenidas de hogueras en las que había bloques de piedra con pinturas, caídos
de las paredes y techos de los abrigos. En torno de 20 fechas, entre 17.000 y 7.000 años
para las pinturas rupestres de la Tradición Nordeste, fueron obtenidas en los laboratorios Gif-sur-Yvette, de Francia (42).
La Tradición Agreste incluye numerosos yacimientos repartidos por todo el Nordeste de Brasil (Estados de Ceará, Río Grande del Norte, Paraíba, Pernambuco, Piauí,
Sergipe y Bahía), pero solamente en Pernambuco y Piauí se vienen realizando trabajos
arqueológicos sistemáticos sobre esta tradición de pintura rupestre (43). Hasta el
momento, la mayor concentración de yacimientos con pinturas de la Tradición Agreste fue determinada en la región del Agreste pernambucano. Como esta tradición
(41) GUIDON: Op. cit. en la nota 6, 1986: «A seqüllncla ... •.
GUIDON y DELIBRIAS: Op. cit. en la nota 6.
(42) GUIDON y DELIBRIAS: Op. cit. en la nota 6.
(43) GUIDON: «Arte rupestre... », «A arte. ..» y ceA seqüencia. ..», opa. cita. en la nota 6.
G. MARTIN, A. AGUIAR, P . TADEU y P. VICTOR: «A "Pedrada Figura" em Taquaritinga do Norte (PE)». Clio, núm. m. Recife, 1980,
págs. 31-46.
G. MARTIN, A. AGUIAR, P. TADEU y P. VICTOR: «Eatudos de arte rupestre em Pernambuco (11). A "Pedra Furada" em Ventuuroea».
Clio, núm. IV. Recite, 1981, págs. 19-34.
A. AGUIAR, P. VICTOR y P. TADEU: «Sitios arqueológicos cadastrad011 em Pernambuco». Clio, núm. IV. Recite, 1981, páp. 3942.
A. AGUIAR: «Tradi~es e estilos na arte rupestre no Nordeeta bruileiro». Clio, núm. 6. Recife, 1982, págs. 91-104.
A. AGUIAR: «A Tradi~o A¡¡reste: estudo oobre arte rupestre em Pernambuco». Clio, núm. 8, Série Arqueológica-S. Reeife, 1986, págs. 7.Q8.
-71-
[page-n-72]
~
,, ~
>
ª
O
10cm
Fig. 4.-Pinturas rupestres de la Tradición Nordeste en Seridó, Río Grande del Norte, Brasil.
[page-n-73]
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
\
o
1
lO cm
Fig. 5.-Pinturas rupestres de la Tradición Nordeste en el SE. de Piaui, Brasil.
-73 -
25
[page-n-74]
26
O. MARTIN
rupestre ocupa una gran extensión geográfica, las subtradiciones y estilos son también
muy numerosas. En Pernambuco, donde está mejor estudiada, los yacimientos y
abrigos con pinturas están situados, casi siempre, en fondos de valles y en «brejos»
donde granitos rojos y grises forman importantes intrusiones que, por efecto de la
erosión en las rocas más blandas circundantes, emergen en forma de grandes monolitos redondeados en los cuales, generalmente, se encuentran las pinturas.
Los grafismos de la Tradición Agreste son, en general, de tamaño grande y pueden
medir hasta dos metros de altura (figs. 6, 7 y 8). Las escenas son raras y, cuando
existen, no suelen presentar más de dos individuos o animales. Grafismos puros
simples o muy elaborados, dependiendo de los diferentes estilos, acompañan a los
antropomorfos y zoomorfos, con predominio de los últimos. Típica de la Tradición
Agreste es la representación de un antropomorfo grotesco, de gran tamaño, generalmente aislado, como si se tratara de una figura totémica, y figuras de pájaros de alas
abiertas y largas plumas, algunos con tendencia al antropoformismo como tentantiva
de representación de un hombre-pájaro. Improntas de manos en la parte superior de los
paneles pintados son también un elemento corriente
Cronológicamente, la Tradición Agreste es posterior a la Tradición Nordeste. En el
Piauí, un abrigo con pinturas de esa tradición fue fechado en 5.000 ± 110 años BP
(Toca da Boa Vista 1), pero en Pernambuco no hemos obtenidos fechas posteriores a
los 2.000 BP. La excavación estratigráfica de Peri-Peri (44) proporcionó dos fechas de
carbono-14 para dos hogueras en las que encontramos restos de ocre e instrumentos
líticos, manchados de pintura roja, que habían servido para pintar el abrigo. Las
fechas fueron 1.760 ± 90 BP (GIF-5878) y 2.030 ± 50 BP (CSIC-605).
Seguramente, la tradición de arte rupestre más enigmática de Brasil, y la más
difícil de .relacionar con algún grupo humano, es la Tradición Itacoatiara (itacoatiara
= piedra pintada en idioma tupi). Se trata de una tradición de grabados sobre roca, no
exclusiva del ?l!ofd.este, sino que se encuentra por todo Brasil e inclusive por toda
América del Sur (lám. 1). Los petroglifos, generalmente efectuados sobre base arenítica, suelen estar en rocas a lo largo de los cursos de agua, sean grandes ríos como el
San Francisco o pequeños arroyos o, inclusive, los llamados caldeiroes (45), cuyas
paredes internas están muchas veces cubiertas de grabados.
Es indudable que la Tradición Itacoatiara está relacionada con el culto de las
aguas, a la vez que muchas de ellas nos hacen pensar en cultos cosmogónicos de las
fuerzas de la naturaleza y del firmamento. Líneas onduladas, que imitan el movimiento
del agua y representación de astros, son muy comunes. Sin embargo, después de esta
interpretación dudosa, pues el factor subjetivo de nuestra cultura no puede ser
descartado, poco se puede decir respecto de esta tradición. Como los grabados o
(.U) O. MARTIN, A. AGUIAR y J . ROCHA: ..0 aftio arqueológico Peri·Peri - PemlllllbucOI>. Reviata de Arqueologie, Munu Para""""
Emilio Ooeldi. Belém, 1983.
(46) Ca/tkirtio ee una forma local pua deelpu laa cavidadee que oe forman en laa liillaa da aii\IIIU roca& De tamaño variable y lli-pre da
forma redondeada, oellBDilD da agua durante la eetación delaalluviaa y sirven de reservaa naturalea. Eatoa caldeiriiee son mucbaa veces el único
reeuno lúdrico en vaateo extenolonea.
-74-
[page-n-75]
..,
::0
!E
~
::0
~1#
>
z
El
o
~
m
1:1:1
~
tll
¡:::
O
30cm
Fig. 6.-Pintura rupestre de la Tradición Agreste - Sio Joio do Tigre - Paraiba.
....
N
[page-n-76]
G. MARTIN
28
1
¡1
o
30cm
Fig. 7.-Pintura rupestre de la Tradición Agreste - Pedra - Pernambuco.
[page-n-77]
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
____.._...._......
o
30cm
Fig. S.- Pintura rupestre de la Tradición Agreste - Venturosa - Pernambuco.
29
[page-n-78]
G. MARTIN
30
itacoatiaras están en un 99% de los casos en cursos de agua y en contacto directo con
ella, son pocas las posibilidades de excavaciones arqueológicas y la filiación de las
mismas a algún tipo de cultura material. El caso del yacimiento Letreiro do Sobrado, a
pocos metros del río San Francisco, en Pernambuco, es una excepción; forma:ndo un
pequeño abrigo cubierto de petroglifos esquemáticos (grafismos puros), propios de la
Tradición ltacoatiara, fue utilizado durante largo tiempo por cazadores prehistóricos
del valle de San Francisco. Fueron levantadas veinte hogueras, con restos de alimentos e industrias líticas de cuarzo y sílex, entre las que encontramos raspadores,
perforadores y prepuntas de proyectil. En una de las hogueras fue encontrado un
fragmento de roca con grabados desprendido del abrigo. La fecha de carbono 14 fue de
1.680 ± 50 BP (BETA-1519).
Las subtradiciones y estilos de las itacoatiaras del Nordeste de Brasil están en gran
parte por determinar, pues las variedades son infinitas y han sido poco estudiadas.
Hay grafismos que se repiten mucho, pero la técnica de ejecución puede ser diferente.
Existen petroglifos que podríamos llamar «universales» y que se repiten en muchos
lugares, a nivel mundial, entre culturas sin ninguna posibilidad de contacto, de forma
que agrupar una tradición que se extiende por toda América, atendiendo a la semejanza de los grafismos, es siempre peligroso. Como ejemplo citaremos la semejanza
existente entre las itacoatiaras nordestinas y los petroglifos gallegos, de los que existe
abundante bibliografía.
Una tentativa de Guidon (46) de dividir los petroglifos en Itacoatiaras del Este e
Itacoatiaras del Oeste, atendiendo a la presencia de elementos figurativos (antropomorfos y animales) para el grupo del Este y grafismos puros exclusivamente para el grupo
del Oeste, puede ser válida para el SE del Piauí, pero no ha podido ser determinada
para otros lugares del Nordeste de Brasil.
Una variedad bien característica del Nordeste son los «petroglifos pintados», en los
cuales, sobre un complicado trazado esquemático grabado, se rellenó con pintura roja
(Boi Branco, en Pernambuco, y Grossos, en Río Grande del Norte); pero existe siempre
la duda de que la pintura haya sido colocada en época diferente, sin ninguna relación
con el grupo que grabó los petroglifos.
A MODO DE EP1LOGO
La divulgación de dataciones radiocarbónicas para yacimientos prehistóricos del
Nordeste entre 25.000 y 32.000 (47) causó cierto espanto y hasta incredulidad entre la
comunidad científica internacional, especialmente entre algunos arqueólogos americanos que difícilmente aceptan fechas más antiguas en América del Sur que en el
Norte. Inclusive se llegó a ventilar la absurda opinión de que «alguna cosa diferente»
ocurría en los suelos nordestinos para obtenerse fechas tan antiguas.
(46) GUIDON: Op. cit. en la nota 5, 1985: «A arte... ».
(47) GUIDON y DELIBRIAS: Op. cit. en la nota 5.
-78-
[page-n-79]
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
31
El reconocimiento y aceptación de los resultados obtenidos en Piauí por una
revista científica respetada como es la inglesa «Nature)), que en el número 6.072, de
1986, publicó los resultados de las investigaciones de Guidon, dando destaque en la
portada, tranquilizó algo los ánimos y preparó el terreno para la aceptación de fechas
todavía más antiguas logradas en la región central de Bahía (48).
La antigüedad del hombre del Nordeste de Brasil va siendo aceptada poco a poco y
a la vez obligando a los prehistoriadores cada vez más a apoyar sus investigaciones en
estudios paleodimáticos y de adaptaciones ambientales y, finalmente, ir más lejos y
comenzar a pensar de nuevo en otras vías alternativas de migración.
El futuro de la Prehistoria en el Nordeste de Brasil guarda todavía muchas
sorpresas (49).
(48) BELTRAO et olii: Op. ciL en la nota 7.
(49) Además de la bibliogralla citada en el texto, otros tltuloa de interés relacionados con alguna de las partee del tama expuesto serian:
A. AGUIAR: «Cariris Velbos-Parafba in Heran~a: a expressio visual do brasileiro antes da influencia do europeu». Dow Química. Sio
Paulo, 1984.
R. T. DE ALMEIDA: < T. DE A. ARARIPE: nCidades petrificadas e inscri~es lapidares no Brasil». Revista do Instituto Histórico e Geográfico Braaileiro, L 60,
1.• parte. Río de Janeiro, 1887.
M. G. LIMA: «Processoa de documenta~io em arte rupestre>>. Clio, núm. 7, Série Arqueo16gica-2. Recife, 1985, págs. 157-164.
M. MELO: «Cemitério indígena da Serradas RusSIIS>I. Revista do Instituto Arqueológico, Histórico e Geográfico Pernambucano, vol. 38.
Recife, 1943.
S. MONZON: <>. Clio, núm. 6, Série
Arqueológica-l. Recife, 1984.
N. A. S. NASSER y E. M. CABRAL: «>. Separata dos Arquivos do
Instituto de Antropología. Universidade do Río Grande do Norte. Natal, 1984.
N. A. S. NASSER: «Notas preliminares sobre a arqueología da foz de sistema Curimataú-CunhaW». Programa Nacional de Pesquisas
Arqueológicas. Publica~iles Avulsas, núm. 6. Museu Paraense Emflio Goeldi. Belém, 1967.
N. A. S. NASSER: <
Publica~iies Avulsas, núm. 26. Muoeu Paraenoe Emflio Goeldi. Belén, 1974.
E. PINTO: «Os indígenas do Nordeste>•. Ed. Brasiliana. Sio Paulo, 1936.
-79-
[page-n-80]
[page-n-81]
G. MARTIN.-Prehistoria Nordeste Brasil
A
B
A.- Grabados rupestres de la Tradición Itacoatiara - Ingá - Paraiba (Brasil).
B.-Grabados rupestres de la Tradición ltacoatiara - Ingá - Paraiba (Brasil).
LAM. 1
[page-n-82]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVlll (Valencia, 1988)
GABRIELA MARTIN
(Recife)
PREHISTORIA DEL NORDESTE DE BRASIL: ESTADO ACTUAL
DE LA INVESTIGACION
El indio penetró en el actual territorio brasileño hace más de 30.000 años, a través
de los corredores andinos y siguiendo el curso de los ríos que nacen en la cordillera. La
ocupación, al parecer, se realizó del Oeste para el Este y de Norte a Sur.
Las dos grandes cuencas hidrográficas de América del Sur, la amazónica y la
platina, fueron los caminos naturales de penetración. La relativa proximidad de
algunas de las fuentes más altas de ambas cuencas, explica, en parte, la semejanza
entre culturas pertenecientes a grupos humanos que, después, encontraremos separados por miles de kilómetros. Roquette-Pinto, autor de la interesante obra Rondonia
(1917), ya comentaba que quien atraviesa el Mato Grosso ve lado a lado los arroyos
orientados hacia el Norte y los que se van a perder en el Paraguay: «La comitiva
almuerza a la orilla de un riacho filiado al río de La Plata y puede sestear al margen de
una cabecera de la cuenca del Amazonas.»
Entre las dos grandes cuencas sudamericanas y muy alejada de ambas, la región
Nordeste de Brasil, con 1.548.672 km 2 , tiene casi el 50% de su espacio regional ocupado
por tierras semiáridas, conocidas como sertaes, de baja productividad y expuestas a
sequías terribles que periódicamente diezman su población. Esta enorme región semidesértica ha creado un tipo humano bien característico, el «sertanejo», en el que
podríamos identificar la sobriedad y el sentimiento trágico del campesino ibérico junto
al deseo de independencia y libertad del indio brasileño. Estos rasgos se completan con
un alto sentido personal del honor.
Las vías de población humana en la Prehistoria del Nordeste semiárido brasileño,
nos son todavía desconocidas, pues el estado actl_lal de la investigación aún no nos
permite afirmaciones con bases científicas seguras; sin embargo, los primeros indicios
parecen apuntar a las tierras altas de tipo sabana de Goiás y a los valles de los ríos Sao
Francisco y Parnaiba, que cortan verdaderos desiertos. Habría que aceptar, también,
-49-
[page-n-50]
2
G. MARTIN
migraciones costeras de Norte a Sur y viceversa, pero el rebajamiento natural de la
costa atlántica de América del Sur debe haber destruido los posibles indicios de
migraciones muy antiguas, de forma que no es posible señalar ocupaciones prehistóricas en las costas del Nordeste con anterioridad a 3.000 años a. C. Las migraciones
costeras solamente son válidas para grupos de agriculturas identificados principalmente como de tradición tupí-guaraní.
LAS PRIMERAS INVESTIGACIONES
· Las primeras noticias sobre hallazgos prehistóricos en Brasil se deben a cronistas y
viajantes extranjeros de la época colonial y es curioso que uno de los primeros
registros de arte rupestre a nivel mundial, se deba al cronista Brandao, que en sus
Dialogas das Grandezas do Brasil, en 1598, describió una pintura rupestre con suficientes detalles para que, posteriormente, haya sido identificada en el estado de
Paraíba (1). Las informaciones sobre grabados y pinturas rupestres, tan abundantes en
el Nordeste brasileño, así como de otros restos prehistóricos, se mezclan a noticias
fantásticas sobre fenicios, griegos y vikingos, en la historiografía del siglo XIX y
comienzos del actual, con especial preferencia por los primeros. El mito fenicio es caro
a la fase mitológica de la Prehistoria brasileña (2).
La moderna investigación prehistórica no tiene inicio en Brasil antes de la década
de 1950, si bien existen trabajos aislados válidos con anterioridad a esas fechas para
Amazonia y Sur del País.
Dos escuelas marcan ese inicio, curiosamente dirigidas ambas por dos matrimonios.
Por una parte, la escuela francesa dirigida por Josef y Annette Laming-Emperaire, que
daba continuación a los trabajos de Paul Rivet y su discípulo brasileño Paulo Duarte,
fundador del Instituto de Prehistoria de Sao Paulo, que iniciaron investigaciones
arqueológicas sistemáticas en el Sudeste del País, especialmente en Lagoa Santa
(Minas Gerais), donde en 1834 Lund había encontrado los primeros cráneos prehistóricos de América del Sur; y por otra parte, la escuela americana bajo el patrocinio de la
Smithsonian Institution, dirigida por Clifford Evans y Betty Meggers, que sustentaron, y la última sigue manteniendo todavía, criterios rígidos, recusándose a aceptar
fechas de ocupación humana en Sudamérica 'anteriores a 10-15.000 años. Escuela fijada
sobre todo en investigaciones en la región amazónica.
En 1961, con ayuda de la Smithsonian Institution, fue creado el PRONAPA (Programa Nacional de Pesquisas Arqueológicas), que dirigido por los Evans pretendía
establecer el estado de la investigación en Brasil, financiando los grupos de arqueólogos existentes en la época. La región Nordeste quedó fuera de este programa, con
excepción de Bahía, donde el arqueólogo español Valentín Calderón trabajaba hacía
m.
(1) R. T. DE ALMEIDA: «Um aftio arqueológico hiatórieo». Clio, núm.
Recite, 1980, págs. 61-63.
(2) G. MARTIN: «Estudoa para wna deamitiafica~Ao doa petroglifoa brasileiroa. A pedra Javrada do lngá (Parafba)». Revista de Hiatória da
Univeraidade de SAo Paulo. SAo Paulo, 1975.
-50-
[page-n-51]
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
3
algunos años (3), pues en una región tan extensa como el Nordeste no había nadie, en
la época, que realizara investigaciones arqueológicas serias.
La afirmación con que iniciamos este ensayo sería imposible hacerla diez años
atrás, pues hasta 1967la única fecha de carbono-14 que teníamos para todo el Nordeste
era de 5.630 ± 440, obtenida por el citado Calderón (4) para la Gruta del Padre, en
Pernambuco, cuya excavación completamos recientemente.
A partir de 1970, la Misión Arqueológica Franco-Brasileña, dirigida por Niede
Guidon tras la muerte de A. Laming-Emperaire, inicia trabajos sistemáticos en SE de
Piauí que, contando con un equipo de especialistas competentes, dio como resultado el
levantamiento de más de 250 yacimientos arqueológicos, con casi una centena de
dataciones radiocarbónicas, además de numerosas monografías sobre Prehistoria de la
región, publicadas en Brasil y en Francia (5).
De los nueve estados que integran el Nordeste de Brasil (6), solamente Pernambuco
y Río Grande del Norte tienen centros dedicados a la investigación arqueológica
integrados en las Universidades, además de la Misión Franco-Brasileña, con sede
permanente en San Raimundo Nonato, en Piauí. Algunos grupos, todavía incipientes,
están organizándose en Sergipe y Bahía, pero de los que aún no se conocen resultados
ni trabajos publicados. Esporádicamente, arqueólogos de universidades del Sur del
País trabajan en el Nordeste, como es el caso de M. C. Beltriio, de la Universidad
Federal de Río de Janeiro, que realiza excavaciones en la región Central de Bahía con
un equipo de especialistas americanos y canadienses (7), y P. l. Schmitz. de la
(S) Valentfn Calderón, profesor de la Univeraidad Federal de Bahía, era amigo penonal de Luis Pericot y Pedro Boech..oimpera, que le
visitaron en Babia para conocer aua trabajos, en la década de los 70. Desgraciadamente, Calderón Calleció pocos a.i!os después, sin completar ni
publicar SUB lnveetigaciones, de laa que e:riaten solamente algunaa noticiaa previas. Estamos dando continuidad a loa trabajos de Calderón en el
valle de San Francisco, especialmente en la Grute del Pedre, en Pernambuco, cuya excavación dejó incompleta.
(4) V. CALDERO N: «Nota prévia sobre a arqueologia daa regi6ea central e sudoeste do Estado da Bahfa>>. Programa Nacional de Peaquisaa
Arqueoló¡icaa. Resultados preliminares do segundo ano, 1966-1967. Publica~o avulaa. Museu Paraenae Emilio Goeldi. Belém, 1969.
Otros trabajos importante. del autor relacionados con la Prebiatoria del Nordeste brasilei\o serían:
V. CALDERON: «Nota prévia sobre trie Caaea da arta rupestre no Estado da Bahía». Universitaa, núm. 06. Revista de Cultura da
Univenidade Federal da Babia. Salvador, 1970.
V. CALDERON: «lnveetip~o sobre a arte rupeetre no planalto da Babia: aa pinturas da Chapada Diamantina>o. Universitaa, núm. 6/7.
Selvador, 1971.
V. CALDERO N: ~Contribui~o para o conhecimiento da arqueología do Rec6ncavo e do Sul do Estado da BahiB>t. Programa Nacional de
Pesquiaao Arqueoló¡icaa. Publica~ Avulau, núm. 16. Muaeu Paraenae Emfllo Goeldi, Belén, 1974.
V. CALDERON: «AA tradi~ ·lftica de uma regiilo do Bauo-MM!o Sio Francisco (Babia)». Eatudos de Arqueología e Etnología. Col.
Valentfn Calderón. Selvador, 1989, pégs. 97-58.
(11) N. GUIDON: «Rapport de SynthMII•. Actea du XLII CongrM lntemational des Am6ricaniata, vol. IXB. Paria, 1976.
N. GUIDON: «Detini~ de delimita~ do estilo Vánea Granda-. Actea du XLD Congrea lntemational deo Am6ricanistes, vol IXB.
Paria, 1976.
N. GUIDON: «Arte rupeetre no Piaui11. Temas de Arqueología brasileira 4, «Arte Rupeetre... AnuArio de Divu~o Cientffica, núm. 8.
Instituto Goiano de Pré-História e Antropología da Universidade Católica de Goiás. Goiinia, 1978-80, págs. 111-34.
N. GUIDON: «Da aplicabllidade daa classüica~es preliminares na arta rupestre~~. Clio, núm. 11. ReciCe, 1982, páp. 117·128.
N. GUIDO N: «Art rupestre: une syntbMII du procédé de recbercbe. Contributiona métbodologiqueo en Prébistoire>o. Etudes Américanistaa
lnterdisciplinaires, l . Laboratoire d'Anthropologie Préhiotnrique d'Amérique. Paria, 1982.
N. GUIDON: ~A arta pré.biotórica da área arqueológica da Silo Raimundo Nonato. Slntaae de dez anos de pesquisa-. Clio, núm. 7, Série
Arqueológica-2. ReciCe, 1985, pép. S.SO.
N. GUIDON: «Métodos e técnicas para a análioe da arta rupestre pré.bistórica». Cuaderno de Peaquiaa, 4. 86rle Antropología m.
Fun~ilo Universidade Federal do Piaul. Teresina, 1985.
N. GUIDON: «A seqüfmcia cultural da área de Sio Raimundo Nonato, Piauf». Clio, núm. 8, Série Arqueológica-3. Recü'e, 1986, páp. 197·144.
N. GUIDON y G. DELIBRIAS: «Carbon-14 data point to man in the Amaricaa 92.000 yean ego». Nature, vol 821, núm. 6.072, 19 June 1966.
(6) Maranbilo, Ceará, Rio Orando do Norte, Parafba, Pernambuco, Piaui, Alagoaa, Sergipe e Babia.
(7) M. C. BELTRAO el a/ii: «Projeto Central: Primeiros resultados-. 1 Simpósio de Prehiotórla del Nordeste Bresileiro. Univeraidade Federal
de Pernambuco. Recite, 1987.
-51-
[page-n-52]
4
G. MARTIN
Universidad Federal de Río Grande del Sur, que también excava en el SW de Bahía y
en Pernambuco (8).
En abril de 1987, la Sociedade de Arqueología Brasileira-SAB, fundada en 1980,
realizó el 1 Simposium de Prehistoria del Nordeste Brasileño, que se reunió en Recife
(Pernambuco) y en el que, por primera vez, estuvieron prácticamente presentes todos
los arqueólogos que trabajan en el Nordeste o en áreas .limítrofes. Lo datos obtenidos
de aquella reunión, con las comunicaciones y debates publicados íntegramente, significaron el primer cuadro de referencias para la Prehistoria del Nordeste y el inicio de
una nueva etapa de la investigación arqueológica en Brasil (fi.g. 1).
EL MEDIO GEOGRAFICO
En resumen, podemos definir el Nordeste brasileño como una región con predominancia de semiaridez, dominada por la Caatinga, paisaje que abarca los mayores
espacic;>s de la región, seguido de la Mata Atlántica, que ocupaba todo el litoral y hoy
muy deteriorada por la agricultura intensiva, la Floresta subcaducifolia y el Cerrado.
El Nordeste no presenta grandes ríos que se mantengan caudalosos en los largos
períodos sin lluvias, a excepción del San Francisco, de largo recorrido y centro de
atracción de culturas indígenas, seguido del Parnaíba en la cuenca sedimentaria de
Piauí-Maranhao y la cuenca del A~u. que también concentró numerosos grupos
indígenas prehistóricos en distintas épocas.
En gran parte, la región semiárida brasileña se extiende por depresiones interplanálticas, en forma de interminables colinas, situadas entre macizos antiguos. Estas
colinas están surcadas por ríos y riachuelos intermitentes.
La vegetación es arbustiva con poca representación arbórea, con hojas pequeñas y
espinosas, adaptadas para resistir la evaporación muy intensa, y también con numerosas variedades de cactáceas. Es una vegetación caducifolia de color ceniciento en la
estación seca y verde exuberante en la época de lluvias, adaptada al calor y la
sequedad de la región (9).
Especial importancia tienen los brejos, especie de oasis en regiones extremadamente secas. «Islas de humedad)) las llama el geógrafo Assiz Ab'Saber, que consiguen
quebrar la monotonía de las condiciones físicas y ecológicas de los serti5es secos. En la
cultura popular se conoce como brejo cualquier sector más húmedo, existente en área
(8) P.l. SCHMITZ, A. S. BARBOSA y M. B. RIBEIRO: «Arte rupestre no Braaibt. Temas de Arqueología brasileira, 4. Anuário de Divulga~o
Cientflica, 8. GoiAnia. 1980.
P. L SCHMITZ: «Contribuciones a la Prebiat6ria de Brasil». Pesquisas (Antropología, núm. 32). SAo Leopoldo, 1981, pip. 41-83.
P. L SCHMITZ, A. S. BARBOSA, M. B. RIBEIRO e l. VERARDI: «Arte rupestre no Centro do Brasil: Pinturas e gravuras da Pri-história
de Goiás e oeste da Babia». Instituto Archietano de Pesquiaaa. SAo LeoPOldo. 1984.
(9) A. N. AB'SABER: «Problemática de desertilica~o e da savaníza~o no Brasil Intertropical». Geomorfolo¡¡ia, núm. 63. Instituto de
Geogralia Univenidade de Sio Paulo. SAo Pauto, 1977, 19 págs.
•
A. N. AB'SABER: «Páleo-clhna e páleo-ecología». Anuário de Divulgaj;lo Cientflica. Univenridade Católica de Goiás. GoiAnia, 1980.
A. N. AB'SAiiER: «0 dominio morfoclimático semi-árido daa caatingas brasileiraa». lbilce, núm. 06. Sio Pauto, 1980.
A.· N. AB'SABER: «Os Sertaes. A ori¡¡inalidade da terra». Cillncia-Hoje, vol. 8, ~úm. 15, 1986.
-52-
[page-n-53]
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
44
S
o
40
o
()
ITl
l>
4
z
o
,. ..... "' ....
\1
1
1
.1
\
' \ '-'1
1'
/
IFE
l
1
'-
\
1
_,
l>
~~~/
,.......
r
~
z
_,
\
r
'-__r1
C~
B
"'
o
C!l
()
o
A
\
<(
®
1
\
)
1
1
1
_ .JI!!J\S rl 1A
- -"'\
DE ,
MINAS
1
\
'1
- - - NORCESTE DE BRASIL
O
AREAS
CON
8
PROYECTOS
1- PALAFITOS IMARANHAOl
2- SE. DE PIAUI
3- AGRICULT~S EN LA REGDN SEMIARIOA
4- SERIOO (RIO GRANDE DEL NORTE)
5- VILA FLOR (RIO GRANDE OELNCJn"El
6- ITAPARICA .(PERNAMBUCO Y BAHIA J
7- AGRESTE (PERNAMBUCO Y PARAIBA)
f
' •·
e-cENTRAL 1BAilA J
9 - OOIAS Y SW. ~ BAltA
Fig. 1
12
[page-n-54]
6
G. MARTIN
de dominio semiárido. Son suelos más fértiles, con filetes de agua, donde es posible
cultivar casi todos los productos y frutas típicas de los trópicos húmedos (10). En los
brejos de altura es posible cultivar café en medio de regiones áridas. El brejo es
siempre un enclave tropical en medio del semiárido.
Desde el ángulo arqueológico, que es el que aquí interesa, los brejos son lugares
importantísimos para el conocimiento de la Prehistoria brasileña porque fueron lugares de atracción y concentración de grupos humanos, donde las estrategias de sobrevivencia del hombre prehistórico, pudieron desarrollarse. En lugares de brejo encontramos hoy grupos indígenas remanescentes como los Pankararú de Pernambuco, aldeados en el Brejo dos Padres (11) por misioneros de Sao Felipe Neri. En Brejo da Madre
de Deus, también en Pernambuco, fue descubierta la mayor necrópolis prehistórica del
Nordeste (12) y es también en regiones de brejo, en Río Grande del Norte, donde hemos
encontrado numerosos yacimientos prehistóricos de cazadores y abundancia de pinturas rupestres (13).
Entre los inmensos sert6es secos y la llamada Zona de la Mata que corresponde a la
región litoral, existe el agreste o agrestes. En términos amplios, los agrestes constituyen zonas de transición no muy anchas ni homogéneas, sin formar una faja continua,
sino más bien «manchas de agreste» entre el litoral y el semiárido. El índice pluviométrico es mayor que en el sertiio y menor que en el litoral, y la vegetación es arbórea.
Existen en los agrestes ríos de recorrido corto y cursos de agua menores en cuyas
márgenes no es raro encontrar grabados y pinturas rupestres sobre formaciones
graníticas redondeadas.
El litoral nordestino se extiende desde Maranhao hasta Bahía. En general, es bajo
y arenoso, sin grandes accidentes ni elevaciones, muy erosionado y con extensas áreas
punteadas de bahías, islas, canales, pantanos, aluviones y dunas, especialmente en el
litoral septentrional. Otra característica del litoral nordestino son los arrecifes de
(10) AB'SABER: Op. cit. en la nota 9, 1986.
O. O. ANDRADE y R. C. LINS: «lntrodu~o ao Mtudo dos brejoe penumbucanOP. Alquivoe do Instituto de Ciencias da Terra, núm. 02.
Reeife. 1964.
(11) C. ES'l1:VAO: «< oeeuario da "Gruta do Padre" am ltaparica e algumaa noticias sobre remanescentea inclf¡enaa do Nordeete». Separata
do Boletim do Museu Nacional, vol. XIV-XV (1938--1941). Río de Janelro, 1963, páp. 100.210.
(12) M. ALVIM y S. M. SOUZA: «0. 811queletos bumanoe na Fuma do Estrago, Brejo da Madre de Deua, Pernambuco". Clio, núm. 6, Súie
Alqueoló¡ica-1. Recife, 1984.
M. ALVIM: «O grupo p.._histórico da Fuma do Estrago, PE, e 8Wl8 rela~ bioló¡icaa com outraa popula~ pr6-hiatóricaa e atuaia do
Brasib•. Conferincia pronunciada no 1 Simpósio de P.._História do Nordeete Braaileiro. Recite, 1967.
J . M. D. DE LIMA: «P811quiea arqueológica no Municfpio de Brejo da Madre de De\111-PEM. Symposiwn, vol. 26. Reeife, 1964.
J . M. D. DE LIMA: «Arqueología da Fuma do Estrago. Brejo da Madre de Deua-PE». Dieserta\)io a)>l"e8811tada ao Mestrado de
Antropología da Unive111idade Federal de Pernambuco. Recife, 1986.
J . M. D. DE LIMA: «Arqueología da Fuma do Estrago. Brejo da Madre da De\111-PE». Clio, núm. 7, Súie Alqueoló¡ica·2. Recife, 1986, poiga.
97·112.
M. ALBUQUERQUE: ccNota privia sobre a oconincia de picto¡rafiaa no municipio de Brejo da Madre de Deus11. Separata do Boletfm do
Instituto Joaquim Nabuco de P811quieaa Sociaia, núm. 18. Recife, 1971.
(13) G. MARTIN: «Casa Santa: um abrigo com pinturas rupeetre8 do estilo Serldó, no Río Grande do Nort&M. Clio, núm. 5. Recife, 1982, poi¡a.
M-80.
G. MARTIN: «Amor, violencia e solidarledade no teatamunho da arta rupeetre braaileiraM. Clio, núm. 6, Sérle Arqueoló¡ica·1. Reclfe,
1984.
G. MARTIN: «
1986, pá¡a. 81·98.
-64-
[page-n-55]
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
7
arenito y de coral que surgen en el Ceará y llegan hasta el Sur de Bahía. Paralelos a
las playas, corresponden a las antiguas costas sumergidas.
En casi toda la región Nordeste domina el Pre-Cambriano. Las mayores altitudes
no sobrepasan los 1.000 metros, como en la Chapada de Araripe (entre Pernambuco y
Ceará) y en los bordes de la cuenca del San Francisco. La Chapada Diamantina, en
Bahía, de forma tabular, divisor de aguas entre los ríos que corren hacia el Atlántico y
los tributarios del San Francisco, forma una muralla con altitudes superiores a los
1.000 metros, llegando a 2.100 en el Pico de las Almas. Región semidesierta, se presenta
como prometedora para la investigación arqueológica donde se han detectado yacimientos prehistóricos de cronologías muy antiguas.
Las más extensas elevaciones de todo el Nordeste corresponden al macizo de
Borborema, formadas de granitos, gneiss y cuarzos, con alturas que se mantienen
entre 700-800 metros y en donde en algunos casos llega a sobrepasar los 1.000 metros.
Los fenómenos climáticos del Nordeste no se manifiestan en marcadas diferencias
térmicas, sino en grandes variaciones pluviométricas, contrastando el régimen de
lluvias intenso en la costa y la escasez absoluta en el interior.
Las variaciones anuales de temperatura son pequeñas con excepción de las áreas
superiores del macizo de Borborema y Chapada Diamantina. En el 95% del territorio
del Nordeste ningún mes del año acusa temperatura inferior a 18 grados, con más calor
en la región septentrional donde se registran temperaturas medias de 24o a 26°, con
excepción de las chapadas. Las máximas temperaturas de la región se registran en el
interior, con temperaturas diurnas de 40° en los períodos más secos (14).
LOS CAZADORES PREHISTORICOS DEL NORDESTE
Y SUS ESTRATEGIAS DE SOBREVIVENCIA
El indio brasileño, en su estadio cultural más avanzado, no pasó de un neolítico
primario preurbano. Su habitación nunca fue totalmente estable desde una proyección
histórica, no trabajó la piedra para la construcción ni conoció el ladrillo o el adobe y
no construyó ciudades. No conoció la rueda ni el torno de alfarero y, con excepción de
algunos tipos de cerámica de la región amazónica de origen subandino y circuncaribe,
no fabricó ningún tipo de cerámica artística. No conoció los metales. No domesticó
ningún animal económicamente rentable. En general, su organización social no estaba
dividida en clases y castas, a excepción quizá de los grupos asentados en la isla de
Marajó, en el bajo Amazonas. Siempre anduvo desnudo o semidesnudo.
Comparados con los mayas, con su complicada estratificación jerárquica y su
escritura jeroglífica, o con los incas, detentores de conciencia ((imperialista», los
indios brasileños aparecen tan salvajes y primitivos como lo fueron a los ojos de los
primeros portugueses aportados a las tierras de V era Cruz.
La situación cultural del indígena brasileño en la época del contacto europeo, era,
(14) Fonda9io Instituto Brasileiro de Geografia e Estadíatica (IBGE): «Geografía do Brasil. RegiJ.o Nordesta». Vol. 2. Río de Janelro, 1977.
-55-
[page-n-56]
8
G. MARTIN
posiblemente, estable desde hacía dos mil años entre las poblaciones agrícolas del
litoral y era la misma de, por lo menos, diez mil años, entre los grupos preneolíticos o
de cazadores-recolectores de las regiones más al interior.
Pero, a pesar del cuadro expuesto, el gran interés de,la Prehistoria brasileña, sobre
todo en las regiones más ingratas del interior del Nordeste, es observar la gran
capacidad de adaptación del hombre a una naturaleza particularmente perversa y ver
que, en ese medio hostil, fue capaz de crear su «hábitat» y hasta desarrollar un arte
expresivo y bello, como son las pinturas rupestres del SE de Piauí o de la región de
Seridó, en el estado de Río Grande del Norte, situadas en el dominio del semiárido.
Las evidencias radiocarbónicas acompañadas de hallazgos de material lítico y
señales de ocupación humana, demostraron, sin lugar a dudas, que la región NE de
Brasil fue poblada desde el Pleistoceno cuando las condiciones climáticas deberían ser
bien diferentes. Hallazgos de fauna y megafauna pleistocénica como ciert~ formas de
camélidos (paleo-llama?) y perezoso gigante, indican períodos áridos de vegetación
diferente, pero aunque tengamos la seguridad de la presencia humana en el Nordeste a
partir de 39.000 años en el SW de Piauí (región de San Raimundo Nonato), 27.000 en el
NW de Bahía y 11.000 en Pernambuco, ningún resto humano atribuible a estas fechas o
asociado a fauna extinguida ha sido encontrado hasta ahora.
En general, ése es el drama de la Prehistoria americana: el escaso número de restos
humanos que puedan ser, con seguridad, atribuidos a épocas muy antiguas. El caso de
Piauí es significativo: en casi 300 yacimientos registrados y, por lo menos, diez fechas
de C-14 que van de 17.000 a 39.000 años BP, ningún resto humano ha sido registrado,
aunque las condiciones climáticas caracterizadas por una extrema sequedad, sean
propicias a la conservación de huesos.
Fechas muy antiguas, rondando los 40.000 años BP, fueron señaladas en la región
central de Bahía, con resultados todavía sin publicar, pero donde tampoco fueron
encontrados restos humanos.
Pinturas rupestres fechadas en 17.000 años BP, en Sítio da Pedra Furada (San
Raimundo Nonato, Piaw') (15), muestran escenas de caza con numerosa fauna de tipo
actual: capivara (Hidrochoerus hidrochoeris L.); ema (Rhea americana L.), también
llamada, impropiamente, avestruz americana; armadillos, de los que se conocen once
especies distintas en Brasil (Tolypeutes tricintus [L.], Priodontes giganteus [E. Geof],
etc.) y diferentes tipos de cervídeos. Queda en duda la presencia entre esas pinturas de
un camélido, especie de la que fueron encontrados restos óseos en la misma región.
Indicios cada vez mayores parecen afirmar la relación de la fauna gigante con el
hombre sudamericano. Sabemos que la megafauna perduró en América del Sur mucho
más tiempo que en el Viejo Mundo. El perezoso gigante vivió seguramente hasta los
últimos 15.000 años, época en que el hombre ya habitaba el Nordeste del Brasil y pudo
haberlo cazado con facilidad. Restos de este desdentaC:l.o, del tamaño de un elefante,
fueron encontrados en el Nordeste y región central del Brasil.
(16) GUIDON: Op. cit. &n la nota li, 1986 «A oeqüincia ...».
-56-
[page-n-57]
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
9
En el yacimiento de la Toca da Barra do Antoniéio, en San Raimundo Nonato
(Piauí), formado por un gran abrigo en la entrada de galerías calcáreas, en la planicie
precambriana, fueron encontrados restos de caballo americano y de Eremotherium
que, analizados en el Museo Americano de Historia Natural de New York, fueron
clasificados como cortados y quebrados por acción humana. Se encontraron también
piezas líticas talladas en el mismo estrato de los fósiles y restos de carbón.
La asociación de megafauna con material lítico tallado también fue detectada en
depósitos del Pleistoceno llamados tanques, en el Estado de Río Grande del Norte y en
una laguna pleistocénica en Pernambuco (16).
La contemporaneidad del hombre con la megafauna durante el último período del
Pleistoceno Superior, calculado para Sudamérica entre 40.000-12.000 años, está suficientemente probada; sin embargo, falta el dato definitivo que es el hallazgo del propio
hombre.
Con raras excepciones, las culturas prehistóricas de Sudamérica fueron crónicamente deficitarias de proteínas (17). El círculo clásico que caracteriza las culturas
neolíticas del Viejo Mundo, agricultura-pastoreo, en el que el ganado abona la tierra
renovando así su capacidad productora y, al mismo tiempo, proporcionando el complemento proteico a través de la leche y la carne que falta en la alimentación vegetal con
base en los cereales, no se realizó en América. En el Nuevo Mundo, a excepción de los
criadores de pavos del Sur de los Estados Unidos y los rebaños de llamas y alpacas de
las culturas andinas, no hubo ninguna especie de ganado domesticable. Como consecuencia, ese factor decisivo va a determinar la evolución cultural de los pueblos
americanos.
La división hombre cazador-recolector nómada y agricultor-pastor sedentario, del
Viejo Mundo, no es válida para América. En las sociedades agrícolas de Europa o
Asia, el ejercicio de la caza pasará a ser actividad de tribus «bárbaras» o distracción
de clases privilegiadas, pero en Sudamérica el hombre primitivo, hasta en las sociedades indígenas más organizadas, nunca dejará de ser cazador como imperativo impuesto
para la obtención de proteínas, y con excepción de las altas culturas andinas, será
siempre seminómada a causa del rápido agotamiento del suelo, sin la posibilidad del
abono orgánico que la existencia del ganado proporcionaría. En algunas regiones,
donde la caza era más escasa y donde la tala de la mata para el cultivo exigía cada vez
mayores extensiones, la falta de proteínas debía ser apremiante, especialmente en las
regiones más secas del Nordeste de Brasil, donde muchos ríos tienen inclusive pocos
peces por su alta salinidad.
Es posible que la antropofagia, atribuida a varios grupos indígenas del Nordeste,
no fuese simplemente ritual y sí una forma de suplir deficiencias proteicas.
(16) A. F. G. LAROCHE: ..0 aftio arqueológico da Pedra do Caboclo». Ginúio Pemambucano. Secretaria de Educa~io e Cultura. Recife,
:'170.
A F. G. LAROCHE: «Contribui~o para a Pré-Hiat6ria pernambucana». Gabinete de Hiatória Natural do Ginásio Pemambucano. ReciCe, 1977.
A. F. G. LAROCHE: «Arqueologia Pemambucana». Muaeu e Gabinete de História Natural do Gináaio Pemambucano. Recire, 1977.
(17) Entre esaa excepcionee podrfamos citar los sambaqu;. braailel\o., cuya baae alimenticia era la proteína pura de loa moluacoe y mariscos.
-67-
[page-n-58]
G. MARTIN
10
El nomadismo o seminomadismo del indio prehistórico del Nordeste de Brasil
siempre tras la caza o abriendo nuevos campos de cultivo, es uno de los factores
determinantes de su estructura preurbana y del desinterés por la construcción de
viviendas más estables.
La idea de cazadores prehistóricos abatiendo animales de gran porte debe ser
olvidada en parte, ante la realidad que nos presenta a un hombre alimentándose de
toda clase de roedores, caracoles, lagartos y gran cantidad de insectos. P. l. Schmitz
los ha llamado «comedores de microfauna», tal es la cantidad de pequeños huesos
encontrados en algunos yacimientos del Nordeste, como es el caso de la Fuma do
Estrago, en Pernambuco.
Una teoría sugestiva levantada por el autor citado (18) es que los cazadores
especializados llegaron a Brasil por las altas planicies de Goiás, pero la falta de
animales de las grandes praderas (bisontes) transformó en inútil una tecnología lítica
de puntas de proyectil. La trampa, el dardo de madera y la rapidez de las propias
manos, serían más útiles para atrapar pequeños animales.
Las industrias líticas de la región Nordeste de Brasil son casi siempre unifaciales,
con escasez de puntas de proyectil. Industrias de núcleos y lascas a partir, sobre todo,
de cantos rodados especialmente en el valle del Río San Francisco, donde es abundante esta materia prima. Los tipos de roca más usados son cuarzo, cuarcita, granito, sílex
y calcedonia. También cristal de roca en Río Grande del Norte.
En el SE de Piauí, área mejor estudiada hasta ahora, que corresponde al municipio
de San Raimundo Nonato, el material lítico colectado y fechado, puede ser agrupado
en cinco períodos. El primer período se caracteriza por piezas líticas en cantos
rodados, de cuarzo de pequeñas dimensiones (3 a 4 cm.), preparadas por golpe de buril,
dando origen a pequeñas piezas con puntas, localizadas en el yacimiento del Boqueirao
da Pedra Furada (32.000-25.000 BP) (figs. 2 y 3).
Entre 25 y 17.000 ocurre un hiato sin ocupación que, quizás, podrá ser completado
en futuras investigaciones.
Un segundo período, bien documentado, se desenvuelve entre 17.000 y 12.000 años,
con utensilios hechos a partir de núcleos de cantos rodados de cuarzo y cuarcita de 5 a
10 cm. y lascas trabajadas con la función de raspar o cortar (Sítio do Meio).
El tercer período se caracteriza por una mayor variedad de utensilios, con aparición de la técnica de retoque por presión y mejor acabado de las piezas trabajadas por
percusión, en cuarzo, cuarcita y sílex. Aparecen cuchillos retocados, raspadores alargados, raederas, perforadores o punzones y raspadores con entalles (Boqueirao da
Pedra Furada, Toca do Bojo 1, Toca da Boa Vista 1 y 11, Toca do Paraguaio). Este
período se extiende entre 12.000-8.000 años en el SE de Piauí, mientras que en otras
regiones del Nordeste es más tardío, apareciendo hacia 6.000 en el valle de San
Francisco (Gruta do Padre, Pernambuco). Los instrumentos de este período están
asociados a enterramientos primarios en el SE de Piauí y en Río Grande del Norte
(18) SCHMITZ: Op. cit. en la nota 8, 1981.
-58-
[page-n-59]
11
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
•
T
9
1j
j=
-
Fig. 2.-Industria litica procedente de la ((Toca do Boqueirio da Pedra Furadan, en San Raimundo
Nonato, Estado de Piaui, NE de Brasil.
[page-n-60]
Ñ
~
V~
1
tf'-
b'.:
T
·:~
.\·
p
-
O)
o
1
•
.
.
a:
>
W_--J.-J--1---Jan
~
·;,,1
~·G··
,_
'
---z . ·~. .
Fig. S.-Industria lítica procedente de la «Toca do Boqueirio da Pedra Furada••, en San Raim.undo
Nonato, Estado de Piauí, NE de Brasil.
·~~-
..
. :.
J ..
[page-n-61]
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
13
(Boqueirao de Parelhas) y a pinturas rupestres de la Tradición Nordeste, también en
Piauí y la región de Seridó, en Río .Grande del Norte.
El cuarto período, de 8.000 a 5.000 años, tiene como características principales las
láminas de sílex en el SE de Piauí (19) y microlascas en Pernambuco (Letreiro do
Sobrado y Gruta do Padre, en el valle de San Francisco, y Bom Jardim, en Pernambuco).
Después de 5.000 años, los utensilios a partir de cantos rodados, bloques y grandes
lascas presentan acabado menos cuidado. Comienzan a aparecer láminas de hachas
pulidas, asociadas a talladas en la Gruta do Padre, así como discos, adornos labiales,
collares de piedra y hueso, morteros y manos de mortero y aumenta el número de
hallazgos de restos de enterramientos.
Estos cambios de tecnología lítica ocurren cuando aparecen las pinturas rupestres
de la Tradición Agreste.
Además de los yacimientos citados en abrigos, a lo largo del valle del San Francisco, donde realizamos investigaciones arqueológicas sistemáticas, antes que la región
sea inundada por un lago artificial que alimentará la hidroeléctrica de ltaparica (20),
existen numerosos yacimientos a cielo abierto que se extienden durante muchos
kilómetros en ambos márgenes del río entre Pernambuco y Bahía, con industrias
líticas de núcleos a partir de cantos rodados, entre las que identificamos raspadores
con tallado circular, percutores y perforadores muy típicos, que hemos llamado de
«hombro». Los yacimientos citados deben corresponder a campamentos temporales de
cazadores-pescadores que, con gran movilidad, recorrían las orillas del río tras la caza
y la pesca, trabajando los utensilios «in situ» y abandonándolos después (21). No
tenemos cronologías seguras para estos campamentos, pero muchos artefactos son
semejantes a los encontrados en los estratos más antiguos de la Gruta do Padre,
fechados en torno de 6.000 años BP.
El valle del San Francisco debió ser centro de atracción de grupos prehistóricos
llegados de los altiplanos de Goiás y del SE del Piauí, especialmente en épocas
comprendidas entre 8.000-7.000 años BP, que correspond~ a una fase climática muy
seca. Esos grupos 11egaron en busca del agua y de los alimentos que el río proporciona,
pues el San Francisco, además de caudaloso y navegable, tiene abundante pesca.
Especial atención merecen las puntas de flecha y de lanza talladas en cuarzo,
cristal de roca, sílex y granito encontradas en Río Grande del Norte, especialmente en
la región de Seridó, donde también hemos encontrado las pinturas rupestres de la
Tradición Nordeste. Algunos de estos proyectiles recuerdan las puntas de Yuma.
Como aparecen en una región de intensa mineración, están casi siempre en manos de
(19) J . ROCHA: ~A tecnologia pli-hiatóriea am Sio Raimundo Nonato, Piauí (10.000-6.000 anoe AP). O. anefactoa de peclra•. Diaaerta~o
apreeentada ao Matrado em Hiatória. Univeraidade Federal do Pernambuco. ReclCe, 1984, 214 ¡Nlp.
(20) G. MAR'11N y A AGUIAR: Projeto ltaparica de Salvamento Arqueol6sico. Nota prévialo. Clio, núm. 6, S6rie Arqueol6siea-L Recifa, 1984.
G. MARTIN. A AGUIAR, J . HOFFNAGEL y S. FERRAEZ BARBOSA: ~Projeto ltaparica de Salvamento>o. Relatório do Primeiro Ano.
Recife, 1986.
(21) G. MARTIN. J. ROCHA y M. LIMA: ~lndústrias lfticas em ltaparica, no Vale do Médio Sio Francloco (Pernambuco)». Clio, núm. S.
Série Arqueológiea-3. Reclfe, 1986, páp. 99-136.
-61-
[page-n-62]
G. MARTIN
14
coleccionistas de piedras preciosas y hasta ahora no existen estratigrafías ni fechas
radiocarbónicas que las puedan relacionar con culturas determinadas. Una fecha de
9.000 años es muy dudosa (22).
De momento, las ocupaciones humanas más antiguas corresponden al SE de Piauí,
pero esto puede ser consecuencia de los trabajos sistemáticos en la ·región desde hace
quince años (23). Investigaciones en otras áreas podrán modificar el panorama en el
futuro.
Cabe ahora preguntarnos qué tipos humanos poblaron y se adaptaron a la región
semiárida del Nordeste brasileño. De los habitantes del litoral que entraron primero
en contacto con portugueses y franceses, existen muchos relatos y crónicas que los
retratan con mayor o menor aproximación, inclusive con gran cantidad de dibujos y
grabados, como es el caso de Hans Staden, marinero alemán que vivió entre los
tupinambás en la primera mitad del siglo XVI, dejando en su relato Viagem ao Brasil
(24) valiosa documentación gráfica de los usos, costumbres y aspecto físico de esos
indios, pero a esos relatos no se les puede dar valor científico, desde el punto de vista
de la antropología física. Para otras regiones de Brasil existen estudios sobre grupos
humanos como el hombre de Lagoa Santa, en Minas Gerais, que dio nombre a toda una
raza sudamericana o los estudios sobre el hombre del sambaqui, también bastante
completos, pero para el Nordeste pocos restos proporci~narán la posibilidad de estudios
antropológicos seguros, a causa de los escasos yacimientos estudiados y del repetido
uso de la incineración, como es el caso de la Gruta del Padre, en Pernambuco, y de los
abrigos del Seridó, en Río Grande del Norte (25).
El hallazgo de la Fuma do Estrago en Brejo da Madre de Deus (Pernambuco)
proporcionó un número considerable de esqueletos en buen estado de conservación de
los que se han identificado hasta ahora ochenta, cuando todavía no se ha excavado la
mitad del abrigo. Del examen de 60 individuos (26) se llegó a la conclusión de que se
trataba de una población muy homogénea de braquicéfalos de constitución robusta,
estatura media de 162 cm. para los hombres y 152 cm. para las mujeres. Algunos
individuos llegaron a los 50 años. La capacidad craneana era de 1.419 cm3 para los
varones y 1.374 cm3 para las hembras. Cara y nariz ancha, dientes con buena estructura y pérdida precoz, además de intensa abrasión como consecuencia de la masticación
de raíces. La mortalidad infantil de 40% fue considerada normal para una sociedad
indígena. Fue también observada la presencia de artrosis como consecuencia del
transporte de peso excesivo.
Esa investigación hizo posible el estudio comparativo con otros grupos prehistóricos (hombre de Lagoa Santa, hombre del sambaqui) y con grupos indígenas actuales,
como los botocudos. La conclusión obtenida fue que el grupo de la Fuma do Estrago
estaría separado biológicamente de los otros grupos, formando una población distinta
LAROCHE: Op. cit. en la nota Ul, 1977: ccAl-queologia...».
GUIDON: Op. cit. en la nota li, 1.98fi: «A arte pri.bistórica...».
H. STADEN: aVIa¡em ao Brulbo. 1.• edición. Frankurt, 111117.
MARTIN: ..Amor, vlolhcia•..» e •lnP Puafila. •.J>, o~ cita. en la nota 18.
(26) ALVIM y SOUZA: ~ cita. en la nota 12.
(22)
(23)
(24)
(211)
-62-
[page-n-63]
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
IS
y uniforme, ancestral de los indios actuales braquicéfalos del Nordeste de Brasil,
llamados «cabezas chatas».
LAS CULTURAS AGRICOLAS
De los tres cultivos básicos de la agricultura primitiva americana -maíz, fríjoles y
mandioca-, la última fue el cultivo principal de las llamadas culturas de floresta
tropical. Originaria, probablemente, de la amazonia colombiana, la mandioca, con sus
dos variedades, «amarga» o «brava» (Manihot utilissima) y «dulce» (Manihot aipi), fue
el alimento básico de gran parte de las poblaciones históricas de Brasil, desde la
Amazonia hasta la región subtropical, en donde el maíz tuvo mayor importancia.
No sabemos cómo el indio americano llegó a descubrir el proceso de elaboración de
la mandioca «brava)) para transformarla de un vegetal amargo y venenoso en un
alimento útil y base de su alimentación. La mandioca, de la familia de las euforbiáceas, forma gruesos tubérculos radiculares ricos en amido. El ácido cianídrico, que
puede hacer de la mandioca un producto mortal, es muy volátil y fácil de eliminar por
evaporación, cuando se conoce el proceso, que no es difícil, pero sí ingenioso. Básicamente, el tratamiento de la mandioca «in natura)) consiste en retirar la cáscara del
tubérculo, que inmediatamente es rallado, transformado en pulpa y después prensado
para retirar el líquido venenoso. En la región amazónica la pulpa era exprimida en el
tipití, especie de cesto en forma de tubo trenzado de fibra y con dos argollas en los
extremos. La pulpa de mandioca era colocada dentro del tubo y colgada en la rama de
un árbol. Estirando con fuerza del extremo opuesto, el tipití se estrecha y comprime la
pulpa de mandioca exprimiéndole el líquido venenoso. Este ingenioso utensilio todavía se usa entre las poblaciones indígenas amazónicas, pero no parece que llegara a ser
usado entre los indígenas del Nordeste. Estos debían exprimir la mandioca entre hojas
de palma como todavía se hace actualmente ·en el campo. Después de bien exprimida,
la pulpa se pasa por un tamiz para que quede suelta y finalmente se tuesta sobre una
superficie plana de piedra, ladrillo o cerámica, para eliminar cualquier resto de
humedad y de ácido cianídrico. Los indígenas secaban la mandioca y lo siguen
haciendo sobre un plato grande y plano a veces con pies, cuyos fragmentos en los
yacimientos arqueológicos, indican la presencia de grupos cultivadores de ese tubérculo.
El producto resultante es la harina de mandioca o tapioca, ya lista para el consumo
y que bien guardada se conserva durante mucho tiempo. El líquido blancuzco resultante del exprimido de la pulpa, es recogido en un recipiente de cerámica y dejado reposar
al sol. Por decantación se deposita en el fondo del recipiente un polvo blanco finísimo,
llamado goma en Brasil. El ácido se evapora y después de eliminar el líquido que lo
cubre, resultante de la decantación, y cubrirlo con agua limpia, se conserva durante
días inalterable, incluso en clima muy caliente. Con ese «polvillo» o ((goma)), después
de tamizado para soltarlo, se hacen, sobre asadores de cerámica, tortas finísimas de
agradable sabor; es el beiju, verdadero pan indígena, que sustituye a nuestro pan.
-63 -
[page-n-64]
16
G. MARTIN
La mandioca tiene un ciclo vegetativo largo, de nueve meses, pero en compensación puede continuar en la plantación sin ser recolectada hasta 18 meses, de forma que
es recogida durante nueve meses según las necesidades y cuando una cosecha está
terminando, la siguiente ya puede comenzar a ser recolectada, de forma que el ciclo
nunca se cierra y no hay necesidad de acumular grandes cantidades de depósitos. Por
el contrario, la mandioca «dulce)), especie no venenosa llamada macaxeira en el NE y
aipim en el Sur de Brasil, tiene un ciclo vegetativo más corto, no necesita de
manipulaciones especiales para su consumo y puede comerse simplemente cocida o
asada, pero tiene el inconveniente de no conservarse, debiendo ser consumida rápidamente porque se endurece y se torna fibrosa. Así, pues, es la harina de mandioca el
producto por excelencia para ser conservado y transportado y es todavía hoy el
alimento básico de la población campesina del Nordeste.
Una bolsa de cuero en forma de zurrón, con carne seca molida y mezclada con
harina de mandioca, es utilizada hasta hoy por pastores, cazadores y campesinos en el
interior de Piauí. Es la pafoca, alimento nutritivo para grandes caminatas, pues siendo
la mandioca hidrato de carbono puro, la dieta debe ser complementada con proteínas
so pena de graves deficiencias alimenticias.
Hacia 3.000 BP aparecen los primeros agricultores en el Nordeste de Brasil,
localizados principalmente en el interior, pues los grupos del litoral son más recientes,
con una agricultura incipiente de maíz, calabazas, alubias y cacahuetes. Las aldeas
tienen forma circular, a veces de grandes dimensiones, con cabañas de forma elíptica
con capacidad para varias familias, como puede apreciarse todavía en aldeas indígenas
actuales. Son fácilmente identificables por grandes manchas humosas con fragmentos
cerámicos en la superficie. La estratigrafía es generalmente poco profunda, indicando
ocupaciones no muy largas.
El litoral del Nordeste de Brasil está más poblado actualmente que el interior. Al
parecer, también lo estaba por las poblaciones indígenas, según relatos de cronistas de
época colonial; sin embargo, en lo que respecta a yacimientos arqueológicos, las
regiones del interior son mucho más ricas que las costeras. Para el Pleistoceno
Superior y Holoceno Antiguo es imposible detectar ninguna ocupación humana porque hubo un marcado rebajamiento de la plataforma continental atlántica en América
del Sur y los posibles yacimientos del litoral deben estar sumergidos, como debe haber
ocurrido con muchos sambaquis (27) del SE del país. En el litoral los yacimientos
arqueológicos localizados son, en general, aldeas de agricultores que plantaban principalmente mandioca, maíz y algunos tipos de calabazas. Aunque no tenemos datos
seguros, parece que la introducción de alubias o fríjoles fue posterior.
(27) Los Samooquis son yacimientos arqueológicos semejantes a los concheros epipaleollticos de la Península Ibérica y a los Kioklunmoed·
d;yTI/ler escandinavos. Algunos Samb
los últimos hallazgos al Sur de Babia. Los hay también en el Estado de Pará, en la región amazónica; son Duvialee y de culturas ya ceramistes.
-64-
[page-n-65]
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
17
LA CERAMICA
La tentativa de B. Meggers (28) de relacionar la cerámica de Valdivia (Ecuador)
con la de Jomón (Japón), apoyada en la semejanza de los motivos decorativos geométricos, tentativa en la que encontramos claros resabios hiperdifusionistas, no fue
aceptada unánimemente por los prehistoriadores americanistas. El origen autóctono
de las culturas americanas tiene cada vez más adeptos, . especialmente en lo que se
refiere al origen de la cerámica.
En Brasil, la introducción de la cerámica sigue la vía amazónica a partir del alto
Amazonas, por los ríos Napo y Ucayali. Las cerámicas de la cuenca del Amazonas
guardan marcadas características subandinas y de la región circuncaribe hasta desembocar en la cerámica típica de la cultura Marajó, en la isla del mismo nombre, ya en la
desembocadura del Amazonas. Para el resto de Brasil, las cerámicas prehistóricas
conocidas son má~ simples en las formas, y la decoración que puede ser incisa,
cepillada, ungulada, raspada y también pintada en varios colores, siendo esta última
variedad de tradición tupiguaraní.
En Brasil se ha adoptado una nomenclatura para la cerámica dividida en tradiciones, subtradiciones y fases. Las tradiciones que abarcarían grandes áreas geográficas
están más o menos fijadas en sus grandes rasgos, pero de las subtradiciones y
especialmente las fases, se ha abusado un poco, con excesivas divisiones, de tal manera
que, en muchos casos, cada autor crea sus propias fases que se repiten «ad infinitum)) y
cada hallazgo de aldea o resto funerario con cerámica, se transforma en una fase.
Como consecuencia, la bibliografía brasileña sobre cerámica prehistórica está llena de
nombres indígenas indicando fases cerámicas sin que quede muy claro cuáles son las
diferencias entre ellas y, lo que es más grave, si esas «fases)) corresponden o no a
formas culturales distintas. No han faltado tentativas de unificación y un gran
esfuerzo se debe a B. Meggers (29), pero la resistencia continúa grande con base, sobre
todo, en el individualismo de cada investigador.
En grandes líneas, podemos considerar en el Nordeste brasileño dos grandes
tradiciones cerámicas: la ARATU y la TUPIGUARANÍ, ambas de remoto origen
amazónico, pero tan modificadas en el largo'·camino recorrido que su primitiva
filiación se hace casi imposible.
Tradicionamente, se considera la cerámica tupiguaraní típica de las regiones
costeras, con aldeas de forma circular u oval y economía basada en la mandioca. Las
formas cerámicas de esta tradición son grandes vasijas circulares o cuadrangulares y
platos planos para asar las tortas de mandioca (beiju) a que ya nos referimos. Esta
cerámica presenta cuidada decoración geométrica, a veces muy elaborada, pintada de
rojo, blanco y negro.
(28) B. MEGGERS: «Como Interpretar a llncua¡en da ~ea•. SmiU..Onian Inatitution. Wuhinston. 1966.
B. MEGOERB y J. C. EVANS (directora): «Abori¡ina) c:ultural davalopment In LatiD Americ:a: an lnterpretafue raviaw». Smiu..onian
MiaceUaneoua Collec:tiona, vol. 146, núm. l. Wuhin¡ton.
(29) MEGGERS: Op. cit. en la note 28, 1966: «Como interpretar...».
-65-
[page-n-66]
18
G. MARTIN
Aunque la mayor concentración de ocupaciones tupiguaraní, con su característica
cerámica pintada polícroma, sea indudablemente en la costa, recientemente se viene
demostrando que la penetración de esta tradición en el Agreste y el Sertiio fue efectiva,
como lo demuestran hallazgos recientes (30).
Las cronologías más antiguas para la cerámica tupiguaraní de subtradición pintada en el Nordeste, están fijadas en torno al cambio de era, con larga perduración hasta
la época colonial, pudiéndose encontrar, todavía, cerámicas pintadas en los siglos
XVTI y XVIII. Al parecer, esta cerámica se originó de una gran tradición polícroma
amazónica en torno a 1.500 a. C. (31).
La tradición Aratú, llegada al Nordeste también procedente de la cuenca amazónica, como rama desgajada de otra tradición llamada Pedra do Caboclo (32), en torno a
700-1.000 a. C., representaría la cerámica de los grupos lingüísticos de tronco ccG~» que
habitaron las regiones del interior del Nordeste brasileño. Son cerámicas de formas y
decoración muy sencillas, globulares u ovoides, con tamaños que van desde pequeños
cuencos de cocina a grandes urnas funerarias. La decoración, cuando existe, se reduce
a un simple alisado o raspado de la superficie. Hemos encontrado urnas funerarias de
pequeño tamaño con restos de huesos y cenizas en la Gruta do Padre, en estratos
fechados en torno a 1.000 años BP, fecha que coincide ccgrosso modo» con las épocas en
que se calcula que esa cerámica comenzó a difundirse por el interior del Nordeste.
LOS PALAFITOS DEL MARANHAO
Merece menCión especial, por la originalidad de su estructura, la cultura ceramista
instalada sobre palafitos en la isla de San Luis, en el Estado del Maranhao. Este
Estado, incluido entre los del Nordeste, es más un territorio de transición entre la
amazonia y el semiárido nordestino.
Los establecimientos palafíticos a que nos referimos, están situados en una planicie
fluviomarina del golfo de Maranhao que presenta una lenta evolución de un lago a
una planicie. En el inmenso lago de Cajari el agua va cambiando de salada a salobre y
a dulce, dependiendo de qué trechos, con abundante vegetación lacustre que, a veces,
forma verdaderas islas flotantes. El clima es húmedo y caliente con una estación seca
muy corta. La flora y la fauna es abundante y variadísima.
En este ambiente que, en la actualidad, pertenece al municipio de Penalva, se
desarrolló una cultura palafítica de agricultores, descubierta en 1919, cuando una
gran sequía hizo descender el nivel del lago dejando al descubierto los restos de
palafitos llamados estearias que afloran, actualmente, en la estación seca como una
inmensa floresta muerta. Los trabajos de campo sólo comenzaron en 1971 (33). El fondo
(30) M. G. UMA y J. ROCHA: «Um dtio arqueológico tupiguaranf da sub-tradi~ pintada no sertlo pemambucano». Clio, núm. 6, Série
Arqueol6gica·1. Recife, 1984.
(31) J. P. BROCHADO: «Um modelo ecológico de difusio da cerámica e da a¡rricultura no Leste da América do Sul». Tese Doutorado. lllinols
Univenity. Urbana, 1984 (traducción).
(32) BROCHADO: Op. cit. en la nota 31.
(83) C. COaRtA, A. L. MACHADO y D. LOPES: «As Estearias do Lago Cajari, MA>•. 1 Simpósio de Pré-Hist6ria no Nordeste Brasileiro.
Racife, 1987.
-66-
[page-n-67]
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
19
de los palafitos aparece completamente cubierto de cerámica lisa y decorada con
dibujos geométricos en rojo y blanco y también con motivos zoomorfos, lo que indica
su antiguo origen amazónico. Fueron colectados, también, hachas de piedra pulida,
cuchillos y raspadores de piedra tallada, asadores o parrillas de cerámica, muiraquitiis
o piedras-talismán y diferentes adornos corporales. Se consiguió una única fecha de
C-14 de 570 A. D.
Los resultados completos de las excavaciones todavía no han sido publicados y
deberán continuar durante mucho tiempo, pues se trata de un trabajo penoso y dificil,
casi siempre en el agua y el barro, en una región insalubre y llena de insectos, que ya
costó la vida a uno de sus investigadores.
Los grupos humanos que implantaron su «hábitat» en el lago Cajari, debían ser de
origen amazónico acostumbrados a regiones pantanosas. Además de cazar y pescar,
plantaban mandioca en los puntos más elevados de las islas y las colinas cercanas al
lago, donde la crecida de las aguas no alcanzase las plantaciones.
EL MUNDO SIMBÓLICO EN LA PREHISTORIA DEL NORDESTE DE BRASIL
a) Los ritos funerarios
Entre las formas de enterramiento utilizada por las poblaciones indígenas del
Nordeste, los datos para grupos cazadores pleistocénicos continúan siendo muy escasos.
Como ya dijimos, los restos humanos de épocas muy antiguas son escasos en
América. Suponemos que la incineración debió ser utilizada en gran escala, dificultando las posibilidades de encontrar restos humanos. Como sea, diferentes formas de
enterramiento nos son más conocidas entre grupos de agricultores, que muchas veces
depositaron sus muertos en grandes urnas cerámicas en sepultamientos primarios o
secundarios por inhumación o incineración.
En la Gruta do Padre, en Pernambuco, un estrato de casi un metro de profundidad
estaba formado por restos humanos quemados y depositados, después, en el abrigo sin
ningún orden. Como las excavaciones en este abrigo se remontan a 1937 (34), seguidas
de una excavación estratigráfica y varias clandestinas, no podemos hacer grandes
afirmaciones muy seguras. Asimismo, conseguimos excavar un área del yacimiento
que no había sido violada porque estaba debajo de grandes bloques de piedra caídos
del techo. Los hallazgos nos confirmaron que la forma de enterramiento utilizada fue
la incineración fuera del abrigo y posteriormente los huesos quemados fueron simplemente enterrados. En un caso, unos cuantos huesos fueron depositados en una pequeña urna. Entre el ajuar funerario encontramos collares de cuentas de hueso y hachas
pulidas. Estos enterramientos fueron fechados entre 2.000-1.000 años BP.
En el yacimiento de Boqueirao (Parelhas), en el Río Grande del Norte, excavamos
un pequeño abrigo con bellísimas pinturas rupestres en el que identificamos enterra(34) ESTEVAO: Op.
ci~.
en la nota ll.
-67-
[page-n-68]
20
G. MARTIN
mientas secundarios revueltos con restos de huesos quemados, casi todos de niños, y
cuyo ajuar funerario consistía en collares de hueso y conchas marinas. Fue fechado en
9.410 ± 100 BP (CSIC-720) y sirvió como fecha «post quem» para las pinturas rupestres
a las que se sobreponían los restos de enterramientos (35).
La misma cerámica utilizada para cocinar y conservar alimentos y agua, servía
para enterrar a los muertos, solamente variando el tamaño. Los cuerpos depositados
en urnas funerarias eran depositados en abrigos o en las mismas aldeas, siempre a
poca profundidad, algunas veces el cuerpo envuelto en tejido de fibra era depositado
directamente en el suelo. El rito del «fardo funerario», tan común en toda la región
andina, llega atenuado a la zona tropical, donde tampoco podemos descartar las malas
condiciones climáticas para conservar los envoltorios con humedad y calor. En las
regiones más secas del interior nordestino se conservan mejor, como es el caso de la
necrópolis de la Fuma do Estrago, en el municipio de Brejo da Madre d~ Deus, en
Pernambuco, con algunos enterramientos de «fardo» en muy buen estado de conservación, fechados en torno a 1.000 años BP (36). Esta necrópolis es uno de los más
importantes hallazgos de la Prehistoria del Nordeste. El grupo humano que lo utilizó
como cementerio era ceramista, y la forma de sepultamiento bastante uniforme
durante todo el período de ocupación del abrigo. Los esqueletos estaban envueltos en
esteras de fibras vegetales y colocados en posición fletida y decúbito lateral. En otros
casos, la fosa funeraria había sido forrada de fibras cuidadosamente dispuestas. El
ajuar funerario consistía en collares de cuentas de piedra, hueso, dientes de animales,
conchas y simientes, además de otros objetos como espátulas y flautas hechas de
tibias. Fragmentos de ocre junto a la nuca y el vientre aparecen también en algunas
sepulturas. Un número considerable de recién nacidos fueron sepultados en pequeñas
cestas de fibras de palmera y también envueltos en esteras. Algunos de los cráneos
conservaban todavía parte del cabello.
El rito de la incineración fue común entre los grupos agricultores de tradición
tupiguaraní de las áreas litorales. Urnas de líneas abiertas cuidadosamente decoradas
con dibujos geométricos y colores rojo, blanco y negro fueron utilizadas para conservar huesos y cenizas. La inhumación secundaria se realizaba muy corrientemente en la
misma aldea, de forma que, en general, no son encontradas verdaderas necrópolis
agrupadas y sí enterramientos aislados entre los restos cerámicos que señalan la
localización de la aldea. Pero los datos que tenemos son más antiguos relatos etnológicos que arqueológicos, pues las pocas aldeas tupiguaraní excavadas en el Nordeste
nunca tuvieron sus resultados publicados, con excepción de alguna pequeña noticia.
En general, los hallazgos funerarios tupiguaraní son casi siempre producto de hallazgos casuales, consecuencia de trabajos agrícolas.
En el valle medio del río San Francisco hemos podido observar que los ritos
indígenas de enterramiento perduraron durante la época colonial, inclusive en lugares
(36) MARTIN: Op. cit. en la nota 13, 1986: «Arte rupestre...».
(36) "LIMA: Op. cit. en la nota 12, 1986: «Arqueolo¡ia da. ..».
-68-
[page-n-69]
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
21
ocupados por misioneros capuchinos que cuidaron de la evangelización de esa región
entre Pernambuco y Bahía (37). En las excavaciones realizadas en la isla de Zorobabel,
situada en la confluencia de los ríos Pajeú y San Francisco, encontramos los restos de
la iglesia de Nuestra Señora de O, parroquia fundada por los capuchinos y destruida
por una inundación a fines del siglo XVIII. Encontramos también restos de una aldea
indígena y enterramientos en urna después de la incineración. Como en otros muchos
casos, las urnas funerarias fueron depositadas en lugares distintos de la aldea sin
agruparlas en necrópolis. Entre el ajuar funerario había collares de cuentas de vidrio
y cuentas de rosario en una de las urnas. Es de suponer que los indios aldeados en la
misión continuaron enterrando sus muertos siguiendo sus antiguos ritos.
Actualmente, en esta misma región del San Francisco existen rem.anescentes
indígenas Pankararú y Tuxá o Rodelas (municipios de Tacararú e Itacuruba, en
Pernambuco, y Rodelas, en Bahía) que viven en aldeas propias ya muy aculturados
bajo la protección de la FundaCion~acional del Indio (FUNAI).
A través de la tradición oral sabemos que los Pankararú enterraban sus muertos en
abrigos y que colocaban hogueras encima, reutilizando el lugar cuantas veces se
hiciera necesario, información que coincide con los hallazgos de la Gruta do Padre de
que ya hemos tratado.
Por su parte, los Tuxá atribuyen que se les llame también Rodelas a la antigua
costumbre de cortar los miembros de sus muertos en rodelas, o sea, rodajas, y conservarlos entre cenizas dentro de urnas funerarias. Esto explicaría lo fragmentado de los
restos óseos a_ veces encontrados, especialmente en la isla de Zorobabel, donde a los
restos humanos se mezclan también huesos de animales, quizá restos del banquete
funerario.
b) El arte prehistórico en el Nordeste de Brasil
La Prehistoria brasileña no ofrece grandes hallazgos espectaculares de lo que
podríamos llamar piezas para vitrina de museo, a excepción de algunos hallazgos
singulares en Amazonia como las urnas funerarias de la isla de Marajó o la cerámica
de «cariátides» de Santarém. La principal manifestación estética de la Prehistoria
brasileña es el arte rupestre, especialmente rico y variado en la región Nordeste (38).
Para la descripción y estudio del arte rupestre en Brasil se han generalizado los
términos tradición y estilo, conceptos que varían entre los diferentes autores, al menos
en la definición de los mismos, aunque la intención y el contenido sean muy semejantes. El término tradición se utiliza para definir formas culturales de amplia dispersión
geográfica, equivalente al concepto de horizonte cultural utilizado en otros países. La
parte menor y más concreta sería una fase. En arte rupestre, la fase fue sustituida por
estilo, atendiendo al carácter estético de las representaciones.
La tradición definiría la temática y la forma como ésta fue interpretada, tal como
movimiento o estatismo, tamaño de las figuras, monocromía o policromía, etc.
(37) J. ROCHA: «As tradi~6es funeririas no vale do Médio SAo Francisco». 1 Simpóaio de Pr4-Hist6ria do Nord..te Brasileiro. Recife, 1987.
(38) R. ALBANO: «Bibliografia sobre arte rupestre brasileira•. Azquivos do Muaeu de Hiatória Natural, vol. IV·V. Belo Horizonte, 1980.
- 69-
[page-n-70]
22
G. MARTIN
A. M. Pessis (39) utiliza subtradición para defmir el grupo desgajado de una
tradición y adaptado a un medio geográfico y ecológico distinto, que implicaría en la
presencia de elementos nuevos.
En el concepto de tradición entra la representación visual de todo un universo
simbólico primitivo que pudo haberse transmitido durante milenios, sin que, necesariamente, los yacimientos de una tradición pertenezcan a los mismo~ grupos culturales, además de que pueden estar separados por cronologías muy distantes.
Para las figuras representadas en los yacimientos con pinturas o grabados rupestres, sean figurativas o abstractas, se utiliza el término grafismo, especialmente entre
los investigadores que trabajan en el Nordeste. La palabra grafismo fue utilizada por
A. Leroi-Gourhrui, en sus conferencias en el Colegio de Francia a partir de 1969, e
introducida en la nomenclatura brasileña por A. M. Pessis y N. Guidon. LeroiGourhan utilizó este término para indicar uno de los niveles morfológicos en que
dividió el arte rupestre. El grafismo sería el nivel geométrico puro. A partir de este
concepto· se comenzó a utilizar, para el estudio del arte rupestre en el Nordeste de
Brasil, el término grafismo puro para la identificación de figuras geométricas, simbólicas o simplemente aquellas sin significado aparente en nuestro universo cultural.
Además de grafismo puro, fue incorporado a la terminología brasileña el concepto de
grafismo de composición para figuras que pueden ser reconocidas con un simple
análisis visual (antropomorfos y zoomorfos) y grafismos de acción, formados por
escenas de caza, danza o lucha, pongamos por ejemplo.
Fueron fijadas tres grandes tradiciones y numerosos estilos en el arte rupestre del
Nordeste de Brasil, si bien las investigaciones sistemáticas están limitadas a los
trabajos de la Misión Arqueológica Franco-Brasileña en Piauí, de A. C. Beltrao en la
:región central de Bahía, y los nuestros en Pernambuco y Río Grande del Norte, áreas
muy grandes en términos europeos, péro, en realidad, pequeñas dentro del inmenso
territorio ocupado por la región Nordeste, de forma que muchos más datos podrán
añadirse a los ya conocidos con el avance· de las investigaciones.
Tres grandes tradiciones fueron fijadas hasta ahora: Tradición Nordeste, Tradición
Agreste y Tradición Itacoatiara.
La Tradición Nordeste fue definida a partir del estudio de numerosos yacimientos
arqueológicos con pinturas rupestres, localizados en el SE de Pauí, en una región
comprendida entre so y 9° 30' de latitud Sur,r 41° a 43° 30' de longitud Oeste, sobre una
superficie de aproximadamente 40.000 Km 2 (40). Estudios posteriores demostraron que
las características de esta tradición eran extensivas a otras áreas del Nordeste de Brasil
y que podría ser el arte figurativo de grupos de cazadores. Ha sido identificada, además
(39) A. M. PESSIS: «Métodos de intrep~o da arte rupestre. Análisis preliminares por níveis». Cllo, núm. 6, Sérle Arqueoló¡ica-L Recife, 1934.
A. M. PESSIS: «Da Antropolo¡la visual il Antropolo¡la Pré-Hiat6rica». Clio, núm. 8, Série Arqueoló¡lca..S. Recife, 1986, págs. 163-162.
A. M. PESSIS: «Méthode d'analyse des répreaantationa rupeatrea». Contributiona Méthodologiquea en Préhistoire. Etudes Américanistea lnterdiaclplinaires A.mérique du Sud, núm. 01. Paria.
(40) GUIDON: Op. cit. en la nota 5, 1986: «A seqüincia... ».
-70-
[page-n-71]
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
23
de en el SE de Piauí, con más de 50 abrigos, en la región de Seridó, en el Río Grande
del Norte, en la Chapada Diamantina, en Bahía y en el Estado de Ceará, pero en las
dos últimas regiones no se han realizado estudios sistemáticos hasta ahora.
La Tradición Nordeste es fácilmente identificable por la variedad de los temas
representados, como numerosas formas de danza, escenas de caza y de lucha y la
riqueza de adornos y atributos que acompañan la figura humana, indicadores, seguramente, de diversas jerarquías y diferentes tribus (figs. 4 y 5). Las figuras humanas son
de pequeño tamaño, entre 10 y 15 cm., siempre en movllitierÍto, a veces poseídas de gran
agitación, con el rostro de perfil, como si gritaran.
Algunos conjuntos son polícromos, con colores rojo, blanco, amarillo y negro en un
mismo abrigo (Seridó). Verde y azul han sido también encontrados en el SE de Piauí.
En el estado actual de la investigación hemos de suponer que el centro de esta
tradición estuvo en la región de San Raimundo Nonato, en Piauí, de donde se extendió
a otras regiones, como la de Seridó, en Río Grande del Norte, que aun teniendo las
características de aridez propias del interior del Nordeste, presenta un microclima más
ameno con varios ríos perennes. Los grupos de cazadores que pintaron los abrigos del
Seridó enriquecieron la antigua Tradición Nordeste con elementos nuevos propios de
su «hábitat», tales como piraguas cuidadosamente decoradas, representación de tejidos y escenas familiares en las que la representación del niño puede considerarse una
excepción en la pintura rupestre mundial.
En cuanto a la cronología, las pinturas más antiguas de la Tradición Nordeste
fueron fechadas en torno a 17.000 años BP en el SE de Piauí (abrigo Pedra Furada IV),
12.000 y 10.000 BP (Toca do Baixao do Perna 1 y Toca do Sítio do Meio), perdurando
hasta 7.000 BP aproximadamente (41). En la región de Seridó conseguimos fechar un
abrigo en 9.410 ± 100 BP (CSIC-720). Las fechas de carbono 14 para el SE de Piauí
fueron obtenidas de hogueras en las que había bloques de piedra con pinturas, caídos
de las paredes y techos de los abrigos. En torno de 20 fechas, entre 17.000 y 7.000 años
para las pinturas rupestres de la Tradición Nordeste, fueron obtenidas en los laboratorios Gif-sur-Yvette, de Francia (42).
La Tradición Agreste incluye numerosos yacimientos repartidos por todo el Nordeste de Brasil (Estados de Ceará, Río Grande del Norte, Paraíba, Pernambuco, Piauí,
Sergipe y Bahía), pero solamente en Pernambuco y Piauí se vienen realizando trabajos
arqueológicos sistemáticos sobre esta tradición de pintura rupestre (43). Hasta el
momento, la mayor concentración de yacimientos con pinturas de la Tradición Agreste fue determinada en la región del Agreste pernambucano. Como esta tradición
(41) GUIDON: Op. cit. en la nota 6, 1986: «A seqüllncla ... •.
GUIDON y DELIBRIAS: Op. cit. en la nota 6.
(42) GUIDON y DELIBRIAS: Op. cit. en la nota 6.
(43) GUIDON: «Arte rupestre... », «A arte. ..» y ceA seqüencia. ..», opa. cita. en la nota 6.
G. MARTIN, A. AGUIAR, P . TADEU y P. VICTOR: «A "Pedrada Figura" em Taquaritinga do Norte (PE)». Clio, núm. m. Recife, 1980,
págs. 31-46.
G. MARTIN, A. AGUIAR, P. TADEU y P. VICTOR: «Eatudos de arte rupestre em Pernambuco (11). A "Pedra Furada" em Ventuuroea».
Clio, núm. IV. Recite, 1981, págs. 19-34.
A. AGUIAR, P. VICTOR y P. TADEU: «Sitios arqueológicos cadastrad011 em Pernambuco». Clio, núm. IV. Recite, 1981, páp. 3942.
A. AGUIAR: «Tradi~es e estilos na arte rupestre no Nordeeta bruileiro». Clio, núm. 6. Recife, 1982, págs. 91-104.
A. AGUIAR: «A Tradi~o A¡¡reste: estudo oobre arte rupestre em Pernambuco». Clio, núm. 8, Série Arqueológica-S. Reeife, 1986, págs. 7.Q8.
-71-
[page-n-72]
~
,, ~
>
ª
O
10cm
Fig. 4.-Pinturas rupestres de la Tradición Nordeste en Seridó, Río Grande del Norte, Brasil.
[page-n-73]
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
\
o
1
lO cm
Fig. 5.-Pinturas rupestres de la Tradición Nordeste en el SE. de Piaui, Brasil.
-73 -
25
[page-n-74]
26
O. MARTIN
rupestre ocupa una gran extensión geográfica, las subtradiciones y estilos son también
muy numerosas. En Pernambuco, donde está mejor estudiada, los yacimientos y
abrigos con pinturas están situados, casi siempre, en fondos de valles y en «brejos»
donde granitos rojos y grises forman importantes intrusiones que, por efecto de la
erosión en las rocas más blandas circundantes, emergen en forma de grandes monolitos redondeados en los cuales, generalmente, se encuentran las pinturas.
Los grafismos de la Tradición Agreste son, en general, de tamaño grande y pueden
medir hasta dos metros de altura (figs. 6, 7 y 8). Las escenas son raras y, cuando
existen, no suelen presentar más de dos individuos o animales. Grafismos puros
simples o muy elaborados, dependiendo de los diferentes estilos, acompañan a los
antropomorfos y zoomorfos, con predominio de los últimos. Típica de la Tradición
Agreste es la representación de un antropomorfo grotesco, de gran tamaño, generalmente aislado, como si se tratara de una figura totémica, y figuras de pájaros de alas
abiertas y largas plumas, algunos con tendencia al antropoformismo como tentantiva
de representación de un hombre-pájaro. Improntas de manos en la parte superior de los
paneles pintados son también un elemento corriente
Cronológicamente, la Tradición Agreste es posterior a la Tradición Nordeste. En el
Piauí, un abrigo con pinturas de esa tradición fue fechado en 5.000 ± 110 años BP
(Toca da Boa Vista 1), pero en Pernambuco no hemos obtenidos fechas posteriores a
los 2.000 BP. La excavación estratigráfica de Peri-Peri (44) proporcionó dos fechas de
carbono-14 para dos hogueras en las que encontramos restos de ocre e instrumentos
líticos, manchados de pintura roja, que habían servido para pintar el abrigo. Las
fechas fueron 1.760 ± 90 BP (GIF-5878) y 2.030 ± 50 BP (CSIC-605).
Seguramente, la tradición de arte rupestre más enigmática de Brasil, y la más
difícil de .relacionar con algún grupo humano, es la Tradición Itacoatiara (itacoatiara
= piedra pintada en idioma tupi). Se trata de una tradición de grabados sobre roca, no
exclusiva del ?l!ofd.este, sino que se encuentra por todo Brasil e inclusive por toda
América del Sur (lám. 1). Los petroglifos, generalmente efectuados sobre base arenítica, suelen estar en rocas a lo largo de los cursos de agua, sean grandes ríos como el
San Francisco o pequeños arroyos o, inclusive, los llamados caldeiroes (45), cuyas
paredes internas están muchas veces cubiertas de grabados.
Es indudable que la Tradición Itacoatiara está relacionada con el culto de las
aguas, a la vez que muchas de ellas nos hacen pensar en cultos cosmogónicos de las
fuerzas de la naturaleza y del firmamento. Líneas onduladas, que imitan el movimiento
del agua y representación de astros, son muy comunes. Sin embargo, después de esta
interpretación dudosa, pues el factor subjetivo de nuestra cultura no puede ser
descartado, poco se puede decir respecto de esta tradición. Como los grabados o
(.U) O. MARTIN, A. AGUIAR y J . ROCHA: ..0 aftio arqueológico Peri·Peri - PemlllllbucOI>. Reviata de Arqueologie, Munu Para""""
Emilio Ooeldi. Belém, 1983.
(46) Ca/tkirtio ee una forma local pua deelpu laa cavidadee que oe forman en laa liillaa da aii\IIIU roca& De tamaño variable y lli-pre da
forma redondeada, oellBDilD da agua durante la eetación delaalluviaa y sirven de reservaa naturalea. Eatoa caldeiriiee son mucbaa veces el único
reeuno lúdrico en vaateo extenolonea.
-74-
[page-n-75]
..,
::0
!E
~
::0
~1#
>
z
El
o
~
m
1:1:1
~
tll
¡:::
O
30cm
Fig. 6.-Pintura rupestre de la Tradición Agreste - Sio Joio do Tigre - Paraiba.
....
N
[page-n-76]
G. MARTIN
28
1
¡1
o
30cm
Fig. 7.-Pintura rupestre de la Tradición Agreste - Pedra - Pernambuco.
[page-n-77]
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
____.._...._......
o
30cm
Fig. S.- Pintura rupestre de la Tradición Agreste - Venturosa - Pernambuco.
29
[page-n-78]
G. MARTIN
30
itacoatiaras están en un 99% de los casos en cursos de agua y en contacto directo con
ella, son pocas las posibilidades de excavaciones arqueológicas y la filiación de las
mismas a algún tipo de cultura material. El caso del yacimiento Letreiro do Sobrado, a
pocos metros del río San Francisco, en Pernambuco, es una excepción; forma:ndo un
pequeño abrigo cubierto de petroglifos esquemáticos (grafismos puros), propios de la
Tradición ltacoatiara, fue utilizado durante largo tiempo por cazadores prehistóricos
del valle de San Francisco. Fueron levantadas veinte hogueras, con restos de alimentos e industrias líticas de cuarzo y sílex, entre las que encontramos raspadores,
perforadores y prepuntas de proyectil. En una de las hogueras fue encontrado un
fragmento de roca con grabados desprendido del abrigo. La fecha de carbono 14 fue de
1.680 ± 50 BP (BETA-1519).
Las subtradiciones y estilos de las itacoatiaras del Nordeste de Brasil están en gran
parte por determinar, pues las variedades son infinitas y han sido poco estudiadas.
Hay grafismos que se repiten mucho, pero la técnica de ejecución puede ser diferente.
Existen petroglifos que podríamos llamar «universales» y que se repiten en muchos
lugares, a nivel mundial, entre culturas sin ninguna posibilidad de contacto, de forma
que agrupar una tradición que se extiende por toda América, atendiendo a la semejanza de los grafismos, es siempre peligroso. Como ejemplo citaremos la semejanza
existente entre las itacoatiaras nordestinas y los petroglifos gallegos, de los que existe
abundante bibliografía.
Una tentativa de Guidon (46) de dividir los petroglifos en Itacoatiaras del Este e
Itacoatiaras del Oeste, atendiendo a la presencia de elementos figurativos (antropomorfos y animales) para el grupo del Este y grafismos puros exclusivamente para el grupo
del Oeste, puede ser válida para el SE del Piauí, pero no ha podido ser determinada
para otros lugares del Nordeste de Brasil.
Una variedad bien característica del Nordeste son los «petroglifos pintados», en los
cuales, sobre un complicado trazado esquemático grabado, se rellenó con pintura roja
(Boi Branco, en Pernambuco, y Grossos, en Río Grande del Norte); pero existe siempre
la duda de que la pintura haya sido colocada en época diferente, sin ninguna relación
con el grupo que grabó los petroglifos.
A MODO DE EP1LOGO
La divulgación de dataciones radiocarbónicas para yacimientos prehistóricos del
Nordeste entre 25.000 y 32.000 (47) causó cierto espanto y hasta incredulidad entre la
comunidad científica internacional, especialmente entre algunos arqueólogos americanos que difícilmente aceptan fechas más antiguas en América del Sur que en el
Norte. Inclusive se llegó a ventilar la absurda opinión de que «alguna cosa diferente»
ocurría en los suelos nordestinos para obtenerse fechas tan antiguas.
(46) GUIDON: Op. cit. en la nota 5, 1985: «A arte... ».
(47) GUIDON y DELIBRIAS: Op. cit. en la nota 5.
-78-
[page-n-79]
PREHISTORIA NORDESTE BRASIL
31
El reconocimiento y aceptación de los resultados obtenidos en Piauí por una
revista científica respetada como es la inglesa «Nature)), que en el número 6.072, de
1986, publicó los resultados de las investigaciones de Guidon, dando destaque en la
portada, tranquilizó algo los ánimos y preparó el terreno para la aceptación de fechas
todavía más antiguas logradas en la región central de Bahía (48).
La antigüedad del hombre del Nordeste de Brasil va siendo aceptada poco a poco y
a la vez obligando a los prehistoriadores cada vez más a apoyar sus investigaciones en
estudios paleodimáticos y de adaptaciones ambientales y, finalmente, ir más lejos y
comenzar a pensar de nuevo en otras vías alternativas de migración.
El futuro de la Prehistoria en el Nordeste de Brasil guarda todavía muchas
sorpresas (49).
(48) BELTRAO et olii: Op. ciL en la nota 7.
(49) Además de la bibliogralla citada en el texto, otros tltuloa de interés relacionados con alguna de las partee del tama expuesto serian:
A. AGUIAR: «Cariris Velbos-Parafba in Heran~a: a expressio visual do brasileiro antes da influencia do europeu». Dow Química. Sio
Paulo, 1984.
R. T. DE ALMEIDA: < T. DE A. ARARIPE: nCidades petrificadas e inscri~es lapidares no Brasil». Revista do Instituto Histórico e Geográfico Braaileiro, L 60,
1.• parte. Río de Janeiro, 1887.
M. G. LIMA: «Processoa de documenta~io em arte rupestre>>. Clio, núm. 7, Série Arqueo16gica-2. Recife, 1985, págs. 157-164.
M. MELO: «Cemitério indígena da Serradas RusSIIS>I. Revista do Instituto Arqueológico, Histórico e Geográfico Pernambucano, vol. 38.
Recife, 1943.
S. MONZON: <
Arqueológica-l. Recife, 1984.
N. A. S. NASSER y E. M. CABRAL: «
Instituto de Antropología. Universidade do Río Grande do Norte. Natal, 1984.
N. A. S. NASSER: «Notas preliminares sobre a arqueología da foz de sistema Curimataú-CunhaW». Programa Nacional de Pesquisas
Arqueológicas. Publica~iles Avulsas, núm. 6. Museu Paraense Emflio Goeldi. Belém, 1967.
N. A. S. NASSER: <
E. PINTO: «Os indígenas do Nordeste>•. Ed. Brasiliana. Sio Paulo, 1936.
-79-
[page-n-80]
[page-n-81]
G. MARTIN.-Prehistoria Nordeste Brasil
A
B
A.- Grabados rupestres de la Tradición Itacoatiara - Ingá - Paraiba (Brasil).
B.-Grabados rupestres de la Tradición ltacoatiara - Ingá - Paraiba (Brasil).
LAM. 1
[page-n-82]