Algunas precisiones sobre textos metrológicos ibéricos
Javier de Hoz Bravo
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ARCIDVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol XVI (Valencia. 19811
JAVIER DE HOZ
· .. · · .. ·(Salamanca)
ALGUNAS PRECISIONES SOBRE TEXTOS
METROLOGICOS IBERICOS
l . Los documentos metrológicos ibéricos constituyen hoy día un
grupo ya bien definido si no numeroso. Su interpretación acumula a
las dificultades de la lengua ibérica, la peor comprendida del Mediterráneo antiguo, las normales en toda metrología conocida sólo fragmentariamente. Sin embargo la homogeneidad, la identidad desistema que se puede postular en muchos de estos documentos, el que la
propia metrología permita un análisis interno más simple, con menos
variantes posibles que las innumerables y arbitrarias de la lengua,
por último el que la presencia misma de signos metrológicos reduzca
considerablemente el número de funciones atribuibles a su contexto
lingillstico inmediato, hacen que una investigación en este campo sea
menos desesperada, y sobre todo más falsable, que en otros campos
del iberismo.
De hecho existen investigaciones de interés ya en este terreno, al
que Domingo Fletcher ha contribuido con observaciones importantes
y con la publicación de documentos fundamentales; recientemente
también Francisco Oroz ha dedicado al tema una monografia que tiene que ser el punto de partida obligado para cualquier investigación
posterior (1).
Tras los trabajos de Fletcher y Oroz está clara la existencia en ibérico de un sistema metrológico en el que figuran tres valores repre(1) D. FLETCHER: «Nuevas inscripciones ibéricas de la región valenciana», APL 13, Valencia, 1972, pégs. 103-26.
F. ·J . OROZ: «El sistema metrológico de la inscripción ibérica del cuenco de La Grlllijuela»,
Actas n Coloquio Lenguas y Culturas !'
-r;¡¡nas (Tübingen, 17-19 junio 1976). Salamanca, 1979, pégs. 283-370.
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sentados, de mayor a menor, por los signos ibéricos a, o y ki; dentro
de cada uno de esos valores las c~fras se expresan por el procedimiento más elemental, simples trazos verticales repetidos tantas veces como unidades sea preciso indicar. Sabemos también, gracias al trabajo
de Oroz y prescindiendo de sus aspectos más problemáticos o indemostrables todavfa, que casi con seguridad entre esos valores existía
una relación de 1:6, es decir a = 6 o = 36 ki, y que como unidad de
peso a equivalla aproximadamente a una libra ligera de unos 320 grs.
Los documentos que han permitido llegar a estas conclusiones son
esencialmente dos, el plomo 6 de La Serreta y el cuenco de Alcornocal. Ambos pertenecen aJa epigrafia ibéricalevantina, a pesar de haberse hallado el cuenco en la provincia de Córdoba, en el área epigráfica meridional, ya que la escritura del cuenco es en su tota.lidad levantina y la presencia de un objeto valioso y transportable lejos de su
lugar de origen no plantea ningún problema (2).
Actualmente hay algún nuevo documento que es preciso tomar en
consideración en el área levantina, pero cabe además extender los resultados firmes a los documentos meridionales para intentar avanzar
algo en su comprensión. Conviene sin embargo hacer antes algunas
consideraciones sobre el estado de la cuestión en lo que a estos documentos se refiere.
2. La escritura meridional, aparentemente idéntica a la ibérica
en su estructura fundamental, muy similar en la forma de una mayoría de los signos y sin duda históricamente relacionada con ella, está todavía sin descifrar por completo a pesar de que el valor de buena
parte de sus signos parece ya definitivamente determinado. Las causas de este retraso frente a la ibérica son varias, falta de suficientes
documentos digrafos como son en cierto sentido las monedas ibéricas,
escasez de textos que se hace más sensible cuando se la considera en
relación a períodos o zonas concretas, variedad excesiva de esti1os
epigráficos locales, a veces con notables diferencias, y desconocimiento del número de lenguas que podemos esperar hayan encontrado expresión en esta escritura (3).
Hay sin embargo una amplia zona en el S.E. de la Península donde
la escritura meridional recubre una lengua más o menos idéntica a la
que conocemos por la escritura ibérica. En un trabajo enviado a la imprenta en 1976 y que todavía no ha visto la luz, he intentado, siguien(2) J. DE HOZ: cLa epigrafia prelatina meridional en RispaniSJ, Actas I Coloquio Lenguas
y Culturas Prerromanas (Salamanca, 27-31 mayo 1974). Salamanca, 1976, pág. 289.
(~l Sobre la escritura meridional, ver el trabajo citado en la nota anterior y J . UNTER·
MANN, cMonumenta Linguarwn HispanicllJ'UD).). I. ! 7.3 y A.95-A.l03 Wiesbaden, 1975.
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TEXTOS MBTROLOGICOS IBERICOS
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do las huellas de Antonio Tovar y U. Schmoll, reunir los datos que demuestran ese hecho y sacar de él el mayor número de indicios para la
interpretación de la escritura meridional, identificando en ella secuencias que reaparecen en ibérico y que por lo tanto son legibles gracias a esta escritura. En lo que sigue me apoyaré en ese trabajo y en
algunas observaciones sobre el plomo de Mogente ya publicadas por
mí (4).
3. La cara B del plomo de Mogente, en escritura meridonal y, como creo es demostrable, lengua ibérica, contiene una lista de secuencias de signos separados por puntos y que terminan en un corto número de combinaciones varias veces repetidas. Si prescindimos de esas
combinaciones las secuencias que forman el texto, leidas de abajo a
arriba y derecha a izquierda como aconseja la disposición de los signos en el plomo, son las siguientes (5):
kani(S12)ron biuriltir stikel biurtaker aituarki ko(S12)roi (Sl2)dibe
sakarbiS (S12)rsibe aituarki biurtaker bur ltir saltulako saltulako
(S12)rsibe artaker (?)lti.Stautin (S12)rside saltulako.
En total, 19 secuencias, pero de ellas varias son repeticiones:
(S12)rsibe aparece cuatro veces, biurtaker dos, aituarki· dos, saltulako tres, y probablemente biuriltir y el erróneamente escrito burltir,
en el que el escriba se saltó una i, deben identificarse. Es decir, que
nos quedan once secuencias diferentes. En las lecturas dadas me he
basado en mis trabajos anteriores mencionados; en ellos pueden verse
las razones que me llevan a transcribir por ki dos signos diferentes,
que en el Sur debían representar dos realidades fonéticas distintas, no
distinguidas en Levante (6). Sobre la base de estas lecturas se observa
que predominan los compuestos de cuatro silabas descomponibles en
dos mitades, de acuerdo con el esquema ibérico de nombres de persona recientemente estudiado por Untermann: biur-taker, aitu-arki;
más aún, en la mayoría de los casos se trata de elementos de composi- .
ción atestiguados en la epigrafla ibérica: BIUR, ILTIR, TAKER, AITU,
(4) «Lengqa ibérica en escritura meridionah, en prensa en Symposium de Prehistoria Peninsular. Córdoba 1976, y «On some problems of Iberian script and phoneties», Actas n Colo·
quio Lenguas y Culturas Prerromanas (Tübingen 17-19junio 1976). Salamanca, 1979, págs.
257-71.
(5) Lista de fotograllas y dibujos del texto en cEpigratla prelatina meridionah, citada (en
lo sucesivo EM), pág. 304, n6m. 67. S12 se refiere a la lista de signos de la pág. 305, concretamente al signo • .
(61 «Some problemSt citado, pág. 263-4.
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ARKI, SAKAR, SALTO, LA.KO y TAUTIN (7). La conclusión que se impone a mi modo de ver es que se trata de una lista de nombres propios
ibéricos, repetidos algunos.
Si nos fijamos ahora en los signos que siguen a los nombres propios, observamos las siguientes secuencias, en las que transcribo con
cifra el número de puntos que las cierran o se intercalan entre los signos:
.. . . . . ... .
ka
ka
ka ·
ka
kia
1
ka
ka
ka
ka
1
kia
ka
ka
kia
kia
ka
ka
ka
ka a
kia
ki
ki
6
ki·
6·
5
6
ki
ki
ki
2
2
o 3
ki
ki
ki
ki
ki
ki
3 y signo en forma de flecha (bi)
10
1
2
3
1
o 2
o 3
ki
ki
ki
ki
' ki
8
6
7
1
6
De estos hechos hay que tener en cuenta los siguientes, que pueden ser significativos; todas las secuencias antes mencionadas se inician en ka o ki; a ki sigue siempre ~' a ka sólo en un caso; por último
figura o o ki, pero en un caso aparecen ambos signos, en ese orden y
seguido o de tres puntos; fmalmente el número de puntos que a prime(7) J . UNTBRMANN : cEigenn.llllien aufiberl.schen Inschriftem, Actas n citadas, 41-67;
sobre los NNP compuestos, 45-7; la mayor parte de los elementos nominales están citados en
la tabla 7 de págs. 54-5. Para arld- op. cit. tabla 8.1; aitu-: D. FLETCHE.R: dnscrl.pciones ibérl.cas del Museo de Prehistorl.a de Valenciu. Valencia, 1953, Liria núm. 52 (no consta que sea
NP); salto-: FLETCBE.R, op. cit., Liria núm. 118; J . MALUOUER: «Epigrafta prelatina de la
Peninsula Ibérl.ca•. Barcelona, 1968 (en adelante EPL). pág. 13 1, núm. 226; taker-: D. FLET·
CHER y V. GINBR: cTres lápidas ibéricas de Canet lo Roig.. Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura 50, Castellón, 1974, pág. 20 de la tirada aparte. La interpretación aqui
avanzada permite añadir a la: lista de NNP ibérl.cos kani(SI2)ron, stikel. ko(Sl2)roi y (Sl2)rsibe, y a la de elementos nominales onomásticos -bis y (7Jltis-.
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TEXTOS METROLOGICOS IBERICOS
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ra vista tomarlamos por interpunciones es muy variable, en ningún
caso pasa de 10, puede llegar a ser uno solo, pero tras ki está en varios casos en torno a la media docena, mientras que tras o no pasa de
tres.
La variabilidad en el número de puntos y el hecho de que sigan a
nombres de persona, unido a que todo el texto ha sido tachado, me
hacen creer que estamos ante una lista de deudores o acreedores, es
decir, de acuerdo con un tipo de documento bien conocido en el mundo antiguo, una lista de personas que deben entregar o recibir cierto
número de unidades de determinada mercal'lcfa o producto (8). Naturalmente la identificación de esas unidades vendrá dada por los sig~
nos que se intercalan entre el nombre propio y los puntos numerales,
pero antes de seguir por este camino conviene volver al plomo de La
Serreta, ya mencionado.
4. La transcripción de La Serreta 6, que presenta dificultades en
la primera linea de la segunda cara, no en las restantes - aparte los
trazos verticales a veces muy tenues-, es la siguiente:
cara A: sakalakuka a 1 o 1 ki 1
sirboneska o 11111111
cara B: sakalakukaekia 1 r o 111111 ki 11
o 11111111
ki1ki11
a 111111
Oroz ha mostrado que el último indicador a seguido del numeral
6, debe corresponder casi con absoluta seguridad a la suma de lo anterior; también ha indicado que sakalakuka y sirbone~ka deben ser
nombres de persona y ha pensado en la ficha de un cliente, o varios
relacionados entre sf, en que se van asentando nuevas operaciones; la
indicación ekia en la cara B serviría precisamente para señalar que se
trata de añadir algo a una operación previa ya realizada por sakalakuka (9): Por mi parte sólo haré tres objeciones; no creo necesario
que las personas mencionadas en el plomo hayan de estar relacionadas ; a mi modo de ver se trata de un documento idéntico al de Mogente, sólo que más breve y dispuesto con menos economía de espacio, y
por lo tanto más cuidadosamente; el escriba ha ido dando entrada a
nombres seguidos de indicaciones metrológicas y numerales, y se ha
encontrado con que un mismo personaje reaparecía en sus cuentas, al
(81 Ejemplos pompeyanos: CIL IV 8861, 1507, 6877, 4528, 8 310.
(9) OROZ, op. cit., 356.
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igual que ocurría en Mogente; el hecho de que tras la segunda mención de sakalakuka no haya debido intercalar un nuevo nombre le ha
permitido añadir debajo simplemente signos metrológicos y numerales relativos a nuevas operaciones con sakalaku(ka).
La segunda objección se refiere a los limites del nombre propio.
laku es un elemento ibérico bien definido, al que responde en Mogente
lako como acabamos de ver; más común aún es sakal o sakar; creo
que hay que pensar en un nombre sakal-laku, excluyendo ka, lo que
paralelamente nos haría pensar en sirbones separado de la ka ( 1O).
Por último, Oroz lee en la cara B 1 eki a 1 r , y Fletcher, contra su
propio. dibujo, ekiar....Personalmente creo que se debe leer ekia 1 a ;.la
última a tiene forma de r, es cierto, pero eso sólo significa que tiene
forma de a en dirección invertida, es decir, mirando hacia el trazo numeral que la precede; probablemente el escriba omitió la a, y al ir a
trazar o advirtió su olvido y procedió a ·subsanarlo indicando con el
simple expediente descrito que a no debía leerse con la siguiente, sino
con el trazo precedente ; esta interpretación permite solucionar la incomprensible presencia de r, y a la vez unir a al eki que la precede, sin
necesidad de considerarla signo metrológico, lo que· como enseguida
veremos podría tener su importancia.
5. Tras estas consideraciones nos encontramos ante dos textos en
los que se repiten secuencias formadas por nombre propio seguido de
ka y por signos e indicaciones numerales. En La Serreta los signos son
a, o y ki en ese orden, pero pueden faltar uno o dos de ellos, hasta quedar sólo uno, como ocurre en la entrada correspondiente a sirbones.
Si aplicamos estos datos en Mogente es fácil deducir que los signos finales son aquí también indicaciones metrológicas que, por ser cantidades pequeñas en comparación a las utilizadas en La Serreta, normalmente no alcanzan el valor o, sino que permanecen dentro de los
limites de ki (11); en dos casos tenemos o, en ambos en pequeñas denominaciones, 2 y 3, y sólo en uno, al fmal de la segunda linea de abajo a arriba, tenemos una cantidad importante; en efecto, tras ka aparece la secuencia a o 3 puntos ki un punto que refleja el modelo metrológico completo tal como lo conocemos en Alcornocal y La Serreta,
aunque queda la dificultad de que a no sea seguid~ por ninguna indicación numeral; esto puede deberse o a que en el caso de la unidad no
(lQI ,salcal: tJNTERMANN. op. cit., tabla 5 (en lo sucesivo citado sólo Untermann y el número de tabla); nes: UNTERMANN 3.5 y 5.
(111 En la 8.• entrada queda la duda, hoy por hoy sin solución posible, del significado del
signo en forma de flech.a .
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es necesario o a que no hay tal indicación metrológica, sino una simple indicación redundante del vocalismo del signo ka precedente, tal
como a veces encontramos en el Sur (12).
La interpretación aquí avanzada, según la cual en el plomo de
Mogente figurarían con valor metrológico igual al de los signos ibéricos a, o y ki sus homófonos meridionales, se comprueba en otro plomo
meridional de procedencia desconocida que desdichadamente está en
estado muy fragmentario, conservándose sólo la parte central de lo
que debió ser documento mucho mayor escrito por ambas caras; está
claro sin embargo que se trataba de un texto de tipo similar a los de
Mogente y La Serreta en que se alternaban palabras, es de suponer
que nombres propios, e indicaciones metrológicas y numerales (13).
Las líneas A2, A5, B2 y B3 contienen restos de palabras; las Al , A3,
A4, B1 y B4, restos de cifras, en algún caso acompañadas del comienzo de una palabra. De estas últimas A4 y B1, que sólo contienen trazos
numerales, no nos interesan; no así las restantes en que leemos: (cifra) o (cifra) (Al), (cifra) ci (cifra) (A3), a (cifra) o (cifra) (B4). En
ningún caso tenemos una secuencia completa, pero al menos observamos la sucesión a o, y la utilización de ki ante cifra y precedido de
otra cifra, con lo cual se refuerza lo visto en·el plomo de Mogente (14).
6. Queda en éste, sin embargo, un problema aún no abordado, la
substitución de ka por kia en algunos casos. Inevitablemente uno
piensa en la substitución de ka por kaekia en La Serreta, o mejor dicho en la adición a ka de ekia. Si provisionalmente, antes de abordar
el problema del valor de ka, aceptamos como posible que ekia de La
Serreta y kia de Mogente sean equiparables-¿ variación dialectal?- y
que a la escritura más plena de La Serreta en Mogente se haya preferido una fórmula más económica en la que la presencia de kia elimina
a ka, quizá implícito en el otro elemento, debemos preguntarnos si la
hipótesis ya aludida, según la cual eki -nuestro ekia- implicaría en
La Serreta que la mención de sakalaku no era la primera, se adapta o
no a los datos de Mogente. kia aparece tras aituarki y saltulako en todas las menciones de estos nombres; no aparece sin embargo tras
otros nombres repetidos como (Sl2)rsibe o biurtaker. Por el momento
(12) UNTERMANN, op. cit., nota 3, págs. 336 y 341 con referencias. Y añadir en el propio plomo de Mogente tarakaa (Aal y urketiikebeka (Ab4).
(13) EM 10. La única publicación hasta la fecha en M. GOMEZ MORENO, «La escritura
bastulo-turdetana». Madrid, 1962 (y en RBAM 69), núm. 48.
(14) Conviene insistir en la comprobación que los plomos meridionales con cifras aportan a algunas lecturas, del semialfabeto del Sur, demostrando la equivalencia de ibérico P' H
y ..1' con meridional
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habrá que dejar en suspenso esta cuestión, pero no sin señalar que posiblemente la relación de ekia y kia sea un espejismo, y que esta última debe ser más bien un alomorfo o equivalente morfológico de ka,
que caracterice a ciertas palabras, con lo cual volvemos al posible valor de ka.
7. El signo ka está bien atestiguado con valor metrológico tanto
en la escritura meridional como en la ibérica, pero creo que su interpretación en estos textos debe ser otra; es significativo que aparezca
unido a los nombres propios que le preceden, y ello incluso en el plomo de La Serreta que separa cuidadosamente, con espacio o con intei'pun"ción, los signos metról6gicos de la sectiencüf forriiad'a·· por "
el
nombre propio más ka. La hipótesis más razonable es que tengamos
en ka un elemento morfológico cuya función equivalga más o menos a
la de un complemento indirecto o un ablativo de origen; en efecto como he dicho antes estos textos deben indicar personas que entregan o
deben entregar, reciben o deben recibir, ciertas cantidades de determinados bienes; por lo tanto, no sería extraño que se indicase en ellos
«para X» o «(recibido) de X», «(debido) por X», y ésta puede ser la función de ka. ka aparece eil final de palabra varias veces en los textos
ibéricos, sin que la mayor parte de ellos pueda aportarnos la más mínima luz; hay sin embargo un caso que nos interesa: en el plomo de
El Solaig figura, aislada en la cara B, la palabra balkelaku, que tiene
el aspecto característico de los nombres propios ibéricos; en la cara A
aparece. la forma balkelakoska que podría ser una variante morfológica, provista de un sufijo -¿o dos: -s-ka ? (15).
* • •
Esto es lo que por el momento se puede decir, sin entrar en hipótesis excesivamente atrevidas, sobre algunos de los documentos ibéricos metrológicos, o mejor aún contables, que han llegado hasta nosotros ; no hay que olvidar que existen otros textos, como el plomo de
Los Villares recientemente descubierto que, aunque contienen también indicaciones numerales, responden a un esquema muy distinto, y
que ese plomo así como algunos vasos meridionales de plata demuestran que los iberos conocían otros sistemas metrológicos distintos del
que aquí hemos examinado (16). En todo caso hemos identificado y
caracterizado un tipo de documento contable al parec.e r familiar para
los iberos, hemos aislado un cierto número de nombres propios, he(15) Puesto que los plomos greco-ibéricos demuestran la existencia de palabras terminadas en oclusiva velar, cabe la posibilidad de que -ka oculte -g o -k, pero por ahora faltan da" para una investigación en ese sentido.
tos
(16) Sobre los vasos en general ver EM 288-97; respecto al plomo de los Villares se trata
concretamente del núm. 5, publicado por FLETCHER en APL 15, 1978, págs. 201-8.
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mos comprobado que el sistema metrológico conocido en el Levante se
utilizaba también en el S.E., indicándose los mismos valores con signos diferentes en forma, pero idénticos en lectura, lo que demuestra
que se trata de abreviaturas o en todo caso denominaciones fonéticas
y no de simples simbolos, por último hemos identificado un nuevo elemento morfológico de la gramática ibérica y hemos planteado una hipótesis sobre su función; casi todo ello, naturalmente, tiene por ahora
un considerable margen de duda, pero en el estado actual de nuestros
conocimientos sólo podemos avanzar a través de hipótesis, razonadas
y extremadamente criticas en lo posible por supuesto, ya que en medio de su inseguridad y sus riesgos constituyen .todavi~ la única aportación válida al margen de la labor fundamental de editar textos y fichar sus materiales.
NOTA ADICIONAL
Terminado este trabajo, la amabilidad de D. Fletcher me hace llegar los nuevos plomos de Yátova (17). No es este el lugar para comentar en detalle estos nuevos documentos que pueden considerarse entre los más importantes testimonios de la lengua ibérica) pero se itnpone señalar algunas coincidencias notables que presenta el plomo
tercero con los aquí estudiados.
Los plomos de Yátova son documentos de contabilidad que utilizan un sistema numeral distinto del que aquí hemos visto, y atestiguado antes sólo en la estela de Sinarcas y en algún otro documento. Por
ahora no estamos en condiciones de interpretar este sistema. Los tres
plomos parecen no sólo formar parte de un único archivo - aparecieron enrollados juntos-, sino referirse a las mismas personas y quizá
operaciones; en todos ellos figura laurberton, posible NP, y bale, indudablemente término técnico del lenguaje contable; en el segundo y
tercero el conocido salir (18), y en el primero y tercero keltíbeles, que
por su estructura y su segundo término debe ser casi seguramente un
NP.
La cara A del plomo tercero está dividida, como ocurre en otros
casos, por una raya horizontal entre las lineas 6 y 7. Lo interesante es
el paralelismo que se observa entre los comienzos de ambas partes:
3A
3A
1
7
beftekef arí ku[títuku
laufberton arí kutítu[ku
(171 D. FLBTCHER: «Los plomos ibéricos de Yátova (Valencia)». Valencia, 1980.
118) Bn el plomo 3, Unea 8, se lee saltir- (salir en la 11 y 12), lo que unido a ilur- (Unea 11
e Uun- (linea 31 le hace a uno preguntarse si no nos hallaremos ante un extranjero, o un hablante dialectal, que tiene dificultades para distinguir los dos tipos ibéricos de J.
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La separación de elementos la he introducido yo y no tiene que corresponder necesariamente a la conciencia que de la palabra tuviesen
los iberos - posiblemente ari formaría una sola unidad tónica con la
palabra precedente-; en cuanto a kutituku lo restituyo, con todas las
salvedades, del kutituku[ de la linea 4; indudablemente puede tratarse de una palabra más larga o más breve.
Provisionalmente me inclinaría a ver en berteker y laurberton
NNP , en ari un morfema que los determinaría (19) y en kutituku( ?) la
mercancía o concepto a que se refiere la operación recogida en el plomo. Lo importante desde nuestro punto de vista es que en ambas partes del plomo, ep las.lineas 4 y 9, nos encontramos con el mencionado
keltíbeles en un contexto a mi modo de ver significativo:
3A
3A
4
9
keltibeleskakutituku[
berter.keltibeldka[
De kutituku (ya se h a hablado; basta añadir que el final de la linea
9 hay restos de un nuevo signo que no sería imposible correspondan a
ku (Fletcher p. 74 piensa en be os, es decir, hay un ángulo claro). En
cuanto a keltibeleska creo que hay que descomponer keltibeles - bien
atestiguado en el plomo 1- y el sufijo ka al que nos hemos referido
r eiteradamente en este trabajo, es decir keltibeles sería acreedor o
deudor en relación con las dos operaciones a que se refieren ambas
partes del plomo 3A.
También nos interesa la cara B, cuyas coincidencias con los plomos de Mogente y La Serreta son mucho más llamativas. También esta cara está dividida en dos partes por una linea horizontal; transcribo la primera:
5
ilurka·ki·2·e·6
ka· V·3 'Y -·bekonteke
[ba]le· iluntorka·
]ka· "! -·bale·eteitor·
J
.nka·e 5·arkisosinka
}osin ka· balkeniuska·
lkakutiritetu· V - e 4
(1 9) En los plomos de Yátova no aparece el signo "'( , lo cual es raro dada su extensión.
Sólo én 3A 8 hay un posible ej emplo que Fletcher lpág. 73) considera sin embargo numeral.
¿Serfa posible otra peculiaridad fonética del escriba o escribas que les llevase a transcribir ar"(i como -ari?
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TEXTOS METROLOGICOS IBERICOS
11
Creo que el espacio perdido a la derecha es mayor de lo que supone Fletcher en sus restituciones, y que se puede atribuir al texto, designando convencionalmente a los numerales por CC, la estructura siguiente:
NP-ka CC 1 [NPl-ka CC bekonteke 1 [?)bale NP-ka 1 [CC NP]ka CC
bale eteitor 16 (NP]-ka CC NP-ka 1 (CC NPl-ka NP-ka 1 LCC?] katutiriteto CC. A favor de la interpretación como NNP de las palabras seguidas
por - ka se puede aducir arldsosin, balkenius e iluntor. El primero está formado por dos elementos antroponimicos conocidos (Untermann
3.1 y 8. 1); el segundo contiene balke (cf. balka Untermann 5, balki
Untermann 3.1 y 3.2, balke Untermann 8) y puede tener relación, en
su segundo término, con biunius de (EM núm. 45) iluntor podria, de
comprobarse la sugerencia ya insinuada (núm. 18) explicarse por el
conocido VMARILLVM del Bronce de Ascoli (20). En cuanto a ]ilurka
cf. ILLVRTmAS (Ascoli), y ]osinka puede corresponder a otro NP formado con Sosin.
El esquema obtenido es, pues, el mismo que ya conocíamos, es decir, lista de NNP a los que se añade un morfema ka y que son seguidos
por cantidades. Existen dos problemas, la sucesión de ]osinka y balkeniuska sin numerales intercalados, y la presencia de palabras como
eteitor que por ahora no podemos explicar.
En cuanto a los numerales son en general del mismo tipo que en
los restantes textos de Yátova, pero en dos casos, líneas 1 y 5, nos encontramos con otra posibilidad. En la línea 1 tenemos ki seguido de
dos trazos verticales y e seguido de seis; puesto que ki era el último divisor del sistema hasta ahora encontrado, cabe la posibilidad de que e
sea un divisor menor de la misma serie (21 ), no atestiguado en textos
anteriores, excepto un plomo de Ullastret (EPL 225) (22), en el que
aparece solo, igual que aquf en la línea 5, y en el texto D del plomo Yátova 1 (23). En ese caso la línea 7 y la 10 no transcrita aquí parecen
indicar que era posible combinar el sistema a o ki e y el representado
por signos con aspecto de letras griegas, es decir, el dominante en Yátova.
(201 tor- podrla estar oculto, por error de grafia en el TCRSINNO del mismo Bronce (UNTERMANN 3.2.1.
(21) Las monedas de Ampurlas marcan con e los semises (MLH I pág. 166 y cf.
Zephryrys, 30-3 1, 1980, 308), pero dado que el peso probable de lci es 9 gi. (OROZ,' op. cit.,
35 1-4), no es posible que el semis sea una fracción de lci.
(221 El cuenco de Santisteban que menciona FLETCHER (pág. 78) es de lectura tan dudosa que no me atrevo a tomarlo en consideración.
123) cLa existencia de un.a fracción de.r parece exigirla el sistema mis.m o• IOROZ, op.
cit., 362).
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Para concluir me referiré a las tres últi.Ipas líneas de Yátova 3B
que siguen a tres líneas con aspecto de texto seguido, no de lista, y que
rezan asf:
]7;1koka·akari.Salir· VLI
kelltibeleska·akariSal. r· V n
i
·
balketas
Como Fletcher ha indicado (p. 85), balketas parece un nombre
propio que figurase como «firma}) del documento. En cuanto a las dos
líneas anteriores parecen presentar una estructura paralela: NP -ka
(en la segunda el ya conocido keltibeles) akárisalir ce. No es este el lugar para entrar en una discusión a fondo del segundo término de akarisalir, salir (24), pero lo lógico en la posición que aquí ocupa, entre
NP caracterizado con ka y numerales, es que designe un tipo de mercancfa. Pero ¿qué nombre de mercancfa puede figurar como marca oficial sobre una moneda de plata? O se trata del nombre mismo de la
moneda o, como quiere Tovar siguiendo a Gómez Moreno, de la palabra «plata». Es decir, que el anónimo ibero cuyo nombre terminaba en
-nko y keltibeles eran acreedores o deudores de una cantidad de plata
o de monedas de plata. Si los numerales implican indicación de peso
se trataría indudablemente de plata sin más; pero es una cuestión que
por ahora se nos escapa.
En todo caso lo dicho sobre salir como mercancía es aplicable en
primer lugar al compuesto; lo que no sabemos es si este designa a su
vez un compuesto material, akari + salir, o salir de tipo akari, o akari
hecho de salir, o cualquier otra de las numerosas posibilidades. Personalmente me inclino a pensar en un compuesto que designe una variedad específica de salir, aunque, dada nuestra total ignorancia de las
reglas semánticas de composición en ibérico, esta idea no pasa de ser
una simple presunción (25).
(241 Ver en último término TOVAR en Actas II 475-6, a cuyos datos habrfa que ai\adir
los ejemplos publicados con posterioridad.
(251 Es curioso, dadas las influencias griegas en la cultura ibérica que tal vez se manifes·
taron también en préstamos lingüísticos, un cierto eco en akari dP &.K'Jf {.:::; e ~'<:!ff \'Te~·
Simple coincidencia sin duda, pero que produce una posibilidad atractiva: •plata pura».
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ARCIDVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol XVI (Valencia. 19811
JAVIER DE HOZ
· .. · · .. ·(Salamanca)
ALGUNAS PRECISIONES SOBRE TEXTOS
METROLOGICOS IBERICOS
l . Los documentos metrológicos ibéricos constituyen hoy día un
grupo ya bien definido si no numeroso. Su interpretación acumula a
las dificultades de la lengua ibérica, la peor comprendida del Mediterráneo antiguo, las normales en toda metrología conocida sólo fragmentariamente. Sin embargo la homogeneidad, la identidad desistema que se puede postular en muchos de estos documentos, el que la
propia metrología permita un análisis interno más simple, con menos
variantes posibles que las innumerables y arbitrarias de la lengua,
por último el que la presencia misma de signos metrológicos reduzca
considerablemente el número de funciones atribuibles a su contexto
lingillstico inmediato, hacen que una investigación en este campo sea
menos desesperada, y sobre todo más falsable, que en otros campos
del iberismo.
De hecho existen investigaciones de interés ya en este terreno, al
que Domingo Fletcher ha contribuido con observaciones importantes
y con la publicación de documentos fundamentales; recientemente
también Francisco Oroz ha dedicado al tema una monografia que tiene que ser el punto de partida obligado para cualquier investigación
posterior (1).
Tras los trabajos de Fletcher y Oroz está clara la existencia en ibérico de un sistema metrológico en el que figuran tres valores repre(1) D. FLETCHER: «Nuevas inscripciones ibéricas de la región valenciana», APL 13, Valencia, 1972, pégs. 103-26.
F. ·J . OROZ: «El sistema metrológico de la inscripción ibérica del cuenco de La Grlllijuela»,
Actas n Coloquio Lenguas y Culturas !'
-r;¡¡nas (Tübingen, 17-19 junio 1976). Salamanca, 1979, pégs. 283-370.
- 475 -
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2
J. DE HOZ
sentados, de mayor a menor, por los signos ibéricos a, o y ki; dentro
de cada uno de esos valores las c~fras se expresan por el procedimiento más elemental, simples trazos verticales repetidos tantas veces como unidades sea preciso indicar. Sabemos también, gracias al trabajo
de Oroz y prescindiendo de sus aspectos más problemáticos o indemostrables todavfa, que casi con seguridad entre esos valores existía
una relación de 1:6, es decir a = 6 o = 36 ki, y que como unidad de
peso a equivalla aproximadamente a una libra ligera de unos 320 grs.
Los documentos que han permitido llegar a estas conclusiones son
esencialmente dos, el plomo 6 de La Serreta y el cuenco de Alcornocal. Ambos pertenecen aJa epigrafia ibéricalevantina, a pesar de haberse hallado el cuenco en la provincia de Córdoba, en el área epigráfica meridional, ya que la escritura del cuenco es en su tota.lidad levantina y la presencia de un objeto valioso y transportable lejos de su
lugar de origen no plantea ningún problema (2).
Actualmente hay algún nuevo documento que es preciso tomar en
consideración en el área levantina, pero cabe además extender los resultados firmes a los documentos meridionales para intentar avanzar
algo en su comprensión. Conviene sin embargo hacer antes algunas
consideraciones sobre el estado de la cuestión en lo que a estos documentos se refiere.
2. La escritura meridional, aparentemente idéntica a la ibérica
en su estructura fundamental, muy similar en la forma de una mayoría de los signos y sin duda históricamente relacionada con ella, está todavía sin descifrar por completo a pesar de que el valor de buena
parte de sus signos parece ya definitivamente determinado. Las causas de este retraso frente a la ibérica son varias, falta de suficientes
documentos digrafos como son en cierto sentido las monedas ibéricas,
escasez de textos que se hace más sensible cuando se la considera en
relación a períodos o zonas concretas, variedad excesiva de esti1os
epigráficos locales, a veces con notables diferencias, y desconocimiento del número de lenguas que podemos esperar hayan encontrado expresión en esta escritura (3).
Hay sin embargo una amplia zona en el S.E. de la Península donde
la escritura meridional recubre una lengua más o menos idéntica a la
que conocemos por la escritura ibérica. En un trabajo enviado a la imprenta en 1976 y que todavía no ha visto la luz, he intentado, siguien(2) J. DE HOZ: cLa epigrafia prelatina meridional en RispaniSJ, Actas I Coloquio Lenguas
y Culturas Prerromanas (Salamanca, 27-31 mayo 1974). Salamanca, 1976, pág. 289.
(~l Sobre la escritura meridional, ver el trabajo citado en la nota anterior y J . UNTER·
MANN, cMonumenta Linguarwn HispanicllJ'UD).). I. ! 7.3 y A.95-A.l03 Wiesbaden, 1975.
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TEXTOS MBTROLOGICOS IBERICOS
3
do las huellas de Antonio Tovar y U. Schmoll, reunir los datos que demuestran ese hecho y sacar de él el mayor número de indicios para la
interpretación de la escritura meridional, identificando en ella secuencias que reaparecen en ibérico y que por lo tanto son legibles gracias a esta escritura. En lo que sigue me apoyaré en ese trabajo y en
algunas observaciones sobre el plomo de Mogente ya publicadas por
mí (4).
3. La cara B del plomo de Mogente, en escritura meridonal y, como creo es demostrable, lengua ibérica, contiene una lista de secuencias de signos separados por puntos y que terminan en un corto número de combinaciones varias veces repetidas. Si prescindimos de esas
combinaciones las secuencias que forman el texto, leidas de abajo a
arriba y derecha a izquierda como aconseja la disposición de los signos en el plomo, son las siguientes (5):
kani(S12)ron biuriltir stikel biurtaker aituarki ko(S12)roi (Sl2)dibe
sakarbiS (S12)rsibe aituarki biurtaker bur ltir saltulako saltulako
(S12)rsibe artaker (?)lti.Stautin (S12)rside saltulako.
En total, 19 secuencias, pero de ellas varias son repeticiones:
(S12)rsibe aparece cuatro veces, biurtaker dos, aituarki· dos, saltulako tres, y probablemente biuriltir y el erróneamente escrito burltir,
en el que el escriba se saltó una i, deben identificarse. Es decir, que
nos quedan once secuencias diferentes. En las lecturas dadas me he
basado en mis trabajos anteriores mencionados; en ellos pueden verse
las razones que me llevan a transcribir por ki dos signos diferentes,
que en el Sur debían representar dos realidades fonéticas distintas, no
distinguidas en Levante (6). Sobre la base de estas lecturas se observa
que predominan los compuestos de cuatro silabas descomponibles en
dos mitades, de acuerdo con el esquema ibérico de nombres de persona recientemente estudiado por Untermann: biur-taker, aitu-arki;
más aún, en la mayoría de los casos se trata de elementos de composi- .
ción atestiguados en la epigrafla ibérica: BIUR, ILTIR, TAKER, AITU,
(4) «Lengqa ibérica en escritura meridionah, en prensa en Symposium de Prehistoria Peninsular. Córdoba 1976, y «On some problems of Iberian script and phoneties», Actas n Colo·
quio Lenguas y Culturas Prerromanas (Tübingen 17-19junio 1976). Salamanca, 1979, págs.
257-71.
(5) Lista de fotograllas y dibujos del texto en cEpigratla prelatina meridionah, citada (en
lo sucesivo EM), pág. 304, n6m. 67. S12 se refiere a la lista de signos de la pág. 305, concretamente al signo • .
(61 «Some problemSt citado, pág. 263-4.
-
477 -
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J . DR HOZ
4
ARKI, SAKAR, SALTO, LA.KO y TAUTIN (7). La conclusión que se impone a mi modo de ver es que se trata de una lista de nombres propios
ibéricos, repetidos algunos.
Si nos fijamos ahora en los signos que siguen a los nombres propios, observamos las siguientes secuencias, en las que transcribo con
cifra el número de puntos que las cierran o se intercalan entre los signos:
.. . . . . ... .
ka
ka
ka ·
ka
kia
1
ka
ka
ka
ka
1
kia
ka
ka
kia
kia
ka
ka
ka
ka a
kia
ki
ki
6
ki·
6·
5
6
ki
ki
ki
2
2
o 3
ki
ki
ki
ki
ki
ki
3 y signo en forma de flecha (bi)
10
1
2
3
1
o 2
o 3
ki
ki
ki
ki
' ki
8
6
7
1
6
De estos hechos hay que tener en cuenta los siguientes, que pueden ser significativos; todas las secuencias antes mencionadas se inician en ka o ki; a ki sigue siempre ~' a ka sólo en un caso; por último
figura o o ki, pero en un caso aparecen ambos signos, en ese orden y
seguido o de tres puntos; fmalmente el número de puntos que a prime(7) J . UNTBRMANN : cEigenn.llllien aufiberl.schen Inschriftem, Actas n citadas, 41-67;
sobre los NNP compuestos, 45-7; la mayor parte de los elementos nominales están citados en
la tabla 7 de págs. 54-5. Para arld- op. cit. tabla 8.1; aitu-: D. FLETCHE.R: dnscrl.pciones ibérl.cas del Museo de Prehistorl.a de Valenciu. Valencia, 1953, Liria núm. 52 (no consta que sea
NP); salto-: FLETCBE.R, op. cit., Liria núm. 118; J . MALUOUER: «Epigrafta prelatina de la
Peninsula Ibérl.ca•. Barcelona, 1968 (en adelante EPL). pág. 13 1, núm. 226; taker-: D. FLET·
CHER y V. GINBR: cTres lápidas ibéricas de Canet lo Roig.. Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura 50, Castellón, 1974, pág. 20 de la tirada aparte. La interpretación aqui
avanzada permite añadir a la: lista de NNP ibérl.cos kani(SI2)ron, stikel. ko(Sl2)roi y (Sl2)rsibe, y a la de elementos nominales onomásticos -bis y (7Jltis-.
- 478 -
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TEXTOS METROLOGICOS IBERICOS
5
ra vista tomarlamos por interpunciones es muy variable, en ningún
caso pasa de 10, puede llegar a ser uno solo, pero tras ki está en varios casos en torno a la media docena, mientras que tras o no pasa de
tres.
La variabilidad en el número de puntos y el hecho de que sigan a
nombres de persona, unido a que todo el texto ha sido tachado, me
hacen creer que estamos ante una lista de deudores o acreedores, es
decir, de acuerdo con un tipo de documento bien conocido en el mundo antiguo, una lista de personas que deben entregar o recibir cierto
número de unidades de determinada mercal'lcfa o producto (8). Naturalmente la identificación de esas unidades vendrá dada por los sig~
nos que se intercalan entre el nombre propio y los puntos numerales,
pero antes de seguir por este camino conviene volver al plomo de La
Serreta, ya mencionado.
4. La transcripción de La Serreta 6, que presenta dificultades en
la primera linea de la segunda cara, no en las restantes - aparte los
trazos verticales a veces muy tenues-, es la siguiente:
cara A: sakalakuka a 1 o 1 ki 1
sirboneska o 11111111
cara B: sakalakukaekia 1 r o 111111 ki 11
o 11111111
ki1ki11
a 111111
Oroz ha mostrado que el último indicador a seguido del numeral
6, debe corresponder casi con absoluta seguridad a la suma de lo anterior; también ha indicado que sakalakuka y sirbone~ka deben ser
nombres de persona y ha pensado en la ficha de un cliente, o varios
relacionados entre sf, en que se van asentando nuevas operaciones; la
indicación ekia en la cara B serviría precisamente para señalar que se
trata de añadir algo a una operación previa ya realizada por sakalakuka (9): Por mi parte sólo haré tres objeciones; no creo necesario
que las personas mencionadas en el plomo hayan de estar relacionadas ; a mi modo de ver se trata de un documento idéntico al de Mogente, sólo que más breve y dispuesto con menos economía de espacio, y
por lo tanto más cuidadosamente; el escriba ha ido dando entrada a
nombres seguidos de indicaciones metrológicas y numerales, y se ha
encontrado con que un mismo personaje reaparecía en sus cuentas, al
(81 Ejemplos pompeyanos: CIL IV 8861, 1507, 6877, 4528, 8 310.
(9) OROZ, op. cit., 356.
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6
J. DE HOZ
igual que ocurría en Mogente; el hecho de que tras la segunda mención de sakalakuka no haya debido intercalar un nuevo nombre le ha
permitido añadir debajo simplemente signos metrológicos y numerales relativos a nuevas operaciones con sakalaku(ka).
La segunda objección se refiere a los limites del nombre propio.
laku es un elemento ibérico bien definido, al que responde en Mogente
lako como acabamos de ver; más común aún es sakal o sakar; creo
que hay que pensar en un nombre sakal-laku, excluyendo ka, lo que
paralelamente nos haría pensar en sirbones separado de la ka ( 1O).
Por último, Oroz lee en la cara B 1 eki a 1 r , y Fletcher, contra su
propio. dibujo, ekiar....Personalmente creo que se debe leer ekia 1 a ;.la
última a tiene forma de r, es cierto, pero eso sólo significa que tiene
forma de a en dirección invertida, es decir, mirando hacia el trazo numeral que la precede; probablemente el escriba omitió la a, y al ir a
trazar o advirtió su olvido y procedió a ·subsanarlo indicando con el
simple expediente descrito que a no debía leerse con la siguiente, sino
con el trazo precedente ; esta interpretación permite solucionar la incomprensible presencia de r, y a la vez unir a al eki que la precede, sin
necesidad de considerarla signo metrológico, lo que· como enseguida
veremos podría tener su importancia.
5. Tras estas consideraciones nos encontramos ante dos textos en
los que se repiten secuencias formadas por nombre propio seguido de
ka y por signos e indicaciones numerales. En La Serreta los signos son
a, o y ki en ese orden, pero pueden faltar uno o dos de ellos, hasta quedar sólo uno, como ocurre en la entrada correspondiente a sirbones.
Si aplicamos estos datos en Mogente es fácil deducir que los signos finales son aquí también indicaciones metrológicas que, por ser cantidades pequeñas en comparación a las utilizadas en La Serreta, normalmente no alcanzan el valor o, sino que permanecen dentro de los
limites de ki (11); en dos casos tenemos o, en ambos en pequeñas denominaciones, 2 y 3, y sólo en uno, al fmal de la segunda linea de abajo a arriba, tenemos una cantidad importante; en efecto, tras ka aparece la secuencia a o 3 puntos ki un punto que refleja el modelo metrológico completo tal como lo conocemos en Alcornocal y La Serreta,
aunque queda la dificultad de que a no sea seguid~ por ninguna indicación numeral; esto puede deberse o a que en el caso de la unidad no
(lQI ,salcal: tJNTERMANN. op. cit., tabla 5 (en lo sucesivo citado sólo Untermann y el número de tabla); nes: UNTERMANN 3.5 y 5.
(111 En la 8.• entrada queda la duda, hoy por hoy sin solución posible, del significado del
signo en forma de flech.a .
- 480 -
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TEXTOS METROLOGICOS mERICOS
7
es necesario o a que no hay tal indicación metrológica, sino una simple indicación redundante del vocalismo del signo ka precedente, tal
como a veces encontramos en el Sur (12).
La interpretación aquí avanzada, según la cual en el plomo de
Mogente figurarían con valor metrológico igual al de los signos ibéricos a, o y ki sus homófonos meridionales, se comprueba en otro plomo
meridional de procedencia desconocida que desdichadamente está en
estado muy fragmentario, conservándose sólo la parte central de lo
que debió ser documento mucho mayor escrito por ambas caras; está
claro sin embargo que se trataba de un texto de tipo similar a los de
Mogente y La Serreta en que se alternaban palabras, es de suponer
que nombres propios, e indicaciones metrológicas y numerales (13).
Las líneas A2, A5, B2 y B3 contienen restos de palabras; las Al , A3,
A4, B1 y B4, restos de cifras, en algún caso acompañadas del comienzo de una palabra. De estas últimas A4 y B1, que sólo contienen trazos
numerales, no nos interesan; no así las restantes en que leemos: (cifra) o (cifra) (Al), (cifra) ci (cifra) (A3), a (cifra) o (cifra) (B4). En
ningún caso tenemos una secuencia completa, pero al menos observamos la sucesión a o, y la utilización de ki ante cifra y precedido de
otra cifra, con lo cual se refuerza lo visto en·el plomo de Mogente (14).
6. Queda en éste, sin embargo, un problema aún no abordado, la
substitución de ka por kia en algunos casos. Inevitablemente uno
piensa en la substitución de ka por kaekia en La Serreta, o mejor dicho en la adición a ka de ekia. Si provisionalmente, antes de abordar
el problema del valor de ka, aceptamos como posible que ekia de La
Serreta y kia de Mogente sean equiparables-¿ variación dialectal?- y
que a la escritura más plena de La Serreta en Mogente se haya preferido una fórmula más económica en la que la presencia de kia elimina
a ka, quizá implícito en el otro elemento, debemos preguntarnos si la
hipótesis ya aludida, según la cual eki -nuestro ekia- implicaría en
La Serreta que la mención de sakalaku no era la primera, se adapta o
no a los datos de Mogente. kia aparece tras aituarki y saltulako en todas las menciones de estos nombres; no aparece sin embargo tras
otros nombres repetidos como (Sl2)rsibe o biurtaker. Por el momento
(12) UNTERMANN, op. cit., nota 3, págs. 336 y 341 con referencias. Y añadir en el propio plomo de Mogente tarakaa (Aal y urketiikebeka (Ab4).
(13) EM 10. La única publicación hasta la fecha en M. GOMEZ MORENO, «La escritura
bastulo-turdetana». Madrid, 1962 (y en RBAM 69), núm. 48.
(14) Conviene insistir en la comprobación que los plomos meridionales con cifras aportan a algunas lecturas, del semialfabeto del Sur, demostrando la equivalencia de ibérico P' H
y ..1' con meridional
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8
J . DE HOZ
habrá que dejar en suspenso esta cuestión, pero no sin señalar que posiblemente la relación de ekia y kia sea un espejismo, y que esta última debe ser más bien un alomorfo o equivalente morfológico de ka,
que caracterice a ciertas palabras, con lo cual volvemos al posible valor de ka.
7. El signo ka está bien atestiguado con valor metrológico tanto
en la escritura meridional como en la ibérica, pero creo que su interpretación en estos textos debe ser otra; es significativo que aparezca
unido a los nombres propios que le preceden, y ello incluso en el plomo de La Serreta que separa cuidadosamente, con espacio o con intei'pun"ción, los signos metról6gicos de la sectiencüf forriiad'a·· por "
el
nombre propio más ka. La hipótesis más razonable es que tengamos
en ka un elemento morfológico cuya función equivalga más o menos a
la de un complemento indirecto o un ablativo de origen; en efecto como he dicho antes estos textos deben indicar personas que entregan o
deben entregar, reciben o deben recibir, ciertas cantidades de determinados bienes; por lo tanto, no sería extraño que se indicase en ellos
«para X» o «(recibido) de X», «(debido) por X», y ésta puede ser la función de ka. ka aparece eil final de palabra varias veces en los textos
ibéricos, sin que la mayor parte de ellos pueda aportarnos la más mínima luz; hay sin embargo un caso que nos interesa: en el plomo de
El Solaig figura, aislada en la cara B, la palabra balkelaku, que tiene
el aspecto característico de los nombres propios ibéricos; en la cara A
aparece. la forma balkelakoska que podría ser una variante morfológica, provista de un sufijo -¿o dos: -s-ka ? (15).
* • •
Esto es lo que por el momento se puede decir, sin entrar en hipótesis excesivamente atrevidas, sobre algunos de los documentos ibéricos metrológicos, o mejor aún contables, que han llegado hasta nosotros ; no hay que olvidar que existen otros textos, como el plomo de
Los Villares recientemente descubierto que, aunque contienen también indicaciones numerales, responden a un esquema muy distinto, y
que ese plomo así como algunos vasos meridionales de plata demuestran que los iberos conocían otros sistemas metrológicos distintos del
que aquí hemos examinado (16). En todo caso hemos identificado y
caracterizado un tipo de documento contable al parec.e r familiar para
los iberos, hemos aislado un cierto número de nombres propios, he(15) Puesto que los plomos greco-ibéricos demuestran la existencia de palabras terminadas en oclusiva velar, cabe la posibilidad de que -ka oculte -g o -k, pero por ahora faltan da" para una investigación en ese sentido.
tos
(16) Sobre los vasos en general ver EM 288-97; respecto al plomo de los Villares se trata
concretamente del núm. 5, publicado por FLETCHER en APL 15, 1978, págs. 201-8.
- 482 -
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TEXTOS MBTROLOGICOS IBERICOS
9
mos comprobado que el sistema metrológico conocido en el Levante se
utilizaba también en el S.E., indicándose los mismos valores con signos diferentes en forma, pero idénticos en lectura, lo que demuestra
que se trata de abreviaturas o en todo caso denominaciones fonéticas
y no de simples simbolos, por último hemos identificado un nuevo elemento morfológico de la gramática ibérica y hemos planteado una hipótesis sobre su función; casi todo ello, naturalmente, tiene por ahora
un considerable margen de duda, pero en el estado actual de nuestros
conocimientos sólo podemos avanzar a través de hipótesis, razonadas
y extremadamente criticas en lo posible por supuesto, ya que en medio de su inseguridad y sus riesgos constituyen .todavi~ la única aportación válida al margen de la labor fundamental de editar textos y fichar sus materiales.
NOTA ADICIONAL
Terminado este trabajo, la amabilidad de D. Fletcher me hace llegar los nuevos plomos de Yátova (17). No es este el lugar para comentar en detalle estos nuevos documentos que pueden considerarse entre los más importantes testimonios de la lengua ibérica) pero se itnpone señalar algunas coincidencias notables que presenta el plomo
tercero con los aquí estudiados.
Los plomos de Yátova son documentos de contabilidad que utilizan un sistema numeral distinto del que aquí hemos visto, y atestiguado antes sólo en la estela de Sinarcas y en algún otro documento. Por
ahora no estamos en condiciones de interpretar este sistema. Los tres
plomos parecen no sólo formar parte de un único archivo - aparecieron enrollados juntos-, sino referirse a las mismas personas y quizá
operaciones; en todos ellos figura laurberton, posible NP, y bale, indudablemente término técnico del lenguaje contable; en el segundo y
tercero el conocido salir (18), y en el primero y tercero keltíbeles, que
por su estructura y su segundo término debe ser casi seguramente un
NP.
La cara A del plomo tercero está dividida, como ocurre en otros
casos, por una raya horizontal entre las lineas 6 y 7. Lo interesante es
el paralelismo que se observa entre los comienzos de ambas partes:
3A
3A
1
7
beftekef arí ku[títuku
laufberton arí kutítu[ku
(171 D. FLBTCHER: «Los plomos ibéricos de Yátova (Valencia)». Valencia, 1980.
118) Bn el plomo 3, Unea 8, se lee saltir- (salir en la 11 y 12), lo que unido a ilur- (Unea 11
e Uun- (linea 31 le hace a uno preguntarse si no nos hallaremos ante un extranjero, o un hablante dialectal, que tiene dificultades para distinguir los dos tipos ibéricos de J.
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10
J . DE HOZ
La separación de elementos la he introducido yo y no tiene que corresponder necesariamente a la conciencia que de la palabra tuviesen
los iberos - posiblemente ari formaría una sola unidad tónica con la
palabra precedente-; en cuanto a kutituku lo restituyo, con todas las
salvedades, del kutituku[ de la linea 4; indudablemente puede tratarse de una palabra más larga o más breve.
Provisionalmente me inclinaría a ver en berteker y laurberton
NNP , en ari un morfema que los determinaría (19) y en kutituku( ?) la
mercancía o concepto a que se refiere la operación recogida en el plomo. Lo importante desde nuestro punto de vista es que en ambas partes del plomo, ep las.lineas 4 y 9, nos encontramos con el mencionado
keltíbeles en un contexto a mi modo de ver significativo:
3A
3A
4
9
keltibeleskakutituku[
berter.keltibeldka[
De kutituku (ya se h a hablado; basta añadir que el final de la linea
9 hay restos de un nuevo signo que no sería imposible correspondan a
ku (Fletcher p. 74 piensa en be os, es decir, hay un ángulo claro). En
cuanto a keltibeleska creo que hay que descomponer keltibeles - bien
atestiguado en el plomo 1- y el sufijo ka al que nos hemos referido
r eiteradamente en este trabajo, es decir keltibeles sería acreedor o
deudor en relación con las dos operaciones a que se refieren ambas
partes del plomo 3A.
También nos interesa la cara B, cuyas coincidencias con los plomos de Mogente y La Serreta son mucho más llamativas. También esta cara está dividida en dos partes por una linea horizontal; transcribo la primera:
5
ilurka·ki·2·e·6
ka· V·3 'Y -·bekonteke
[ba]le· iluntorka·
]ka· "! -·bale·eteitor·
J
.nka·e 5·arkisosinka
}osin ka· balkeniuska·
lkakutiritetu· V - e 4
(1 9) En los plomos de Yátova no aparece el signo "'( , lo cual es raro dada su extensión.
Sólo én 3A 8 hay un posible ej emplo que Fletcher lpág. 73) considera sin embargo numeral.
¿Serfa posible otra peculiaridad fonética del escriba o escribas que les llevase a transcribir ar"(i como -ari?
- 484 -
[page-n-485]
TEXTOS METROLOGICOS IBERICOS
11
Creo que el espacio perdido a la derecha es mayor de lo que supone Fletcher en sus restituciones, y que se puede atribuir al texto, designando convencionalmente a los numerales por CC, la estructura siguiente:
NP-ka CC 1 [NPl-ka CC bekonteke 1 [?)bale NP-ka 1 [CC NP]ka CC
bale eteitor 16 (NP]-ka CC NP-ka 1 (CC NPl-ka NP-ka 1 LCC?] katutiriteto CC. A favor de la interpretación como NNP de las palabras seguidas
por - ka se puede aducir arldsosin, balkenius e iluntor. El primero está formado por dos elementos antroponimicos conocidos (Untermann
3.1 y 8. 1); el segundo contiene balke (cf. balka Untermann 5, balki
Untermann 3.1 y 3.2, balke Untermann 8) y puede tener relación, en
su segundo término, con biunius de (EM núm. 45) iluntor podria, de
comprobarse la sugerencia ya insinuada (núm. 18) explicarse por el
conocido VMARILLVM del Bronce de Ascoli (20). En cuanto a ]ilurka
cf. ILLVRTmAS (Ascoli), y ]osinka puede corresponder a otro NP formado con Sosin.
El esquema obtenido es, pues, el mismo que ya conocíamos, es decir, lista de NNP a los que se añade un morfema ka y que son seguidos
por cantidades. Existen dos problemas, la sucesión de ]osinka y balkeniuska sin numerales intercalados, y la presencia de palabras como
eteitor que por ahora no podemos explicar.
En cuanto a los numerales son en general del mismo tipo que en
los restantes textos de Yátova, pero en dos casos, líneas 1 y 5, nos encontramos con otra posibilidad. En la línea 1 tenemos ki seguido de
dos trazos verticales y e seguido de seis; puesto que ki era el último divisor del sistema hasta ahora encontrado, cabe la posibilidad de que e
sea un divisor menor de la misma serie (21 ), no atestiguado en textos
anteriores, excepto un plomo de Ullastret (EPL 225) (22), en el que
aparece solo, igual que aquf en la línea 5, y en el texto D del plomo Yátova 1 (23). En ese caso la línea 7 y la 10 no transcrita aquí parecen
indicar que era posible combinar el sistema a o ki e y el representado
por signos con aspecto de letras griegas, es decir, el dominante en Yátova.
(201 tor- podrla estar oculto, por error de grafia en el TCRSINNO del mismo Bronce (UNTERMANN 3.2.1.
(21) Las monedas de Ampurlas marcan con e los semises (MLH I pág. 166 y cf.
Zephryrys, 30-3 1, 1980, 308), pero dado que el peso probable de lci es 9 gi. (OROZ,' op. cit.,
35 1-4), no es posible que el semis sea una fracción de lci.
(221 El cuenco de Santisteban que menciona FLETCHER (pág. 78) es de lectura tan dudosa que no me atrevo a tomarlo en consideración.
123) cLa existencia de un.a fracción de.r parece exigirla el sistema mis.m o• IOROZ, op.
cit., 362).
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J. DE HOZ
Para concluir me referiré a las tres últi.Ipas líneas de Yátova 3B
que siguen a tres líneas con aspecto de texto seguido, no de lista, y que
rezan asf:
]7;1koka·akari.Salir· VLI
kelltibeleska·akariSal. r· V n
i
·
balketas
Como Fletcher ha indicado (p. 85), balketas parece un nombre
propio que figurase como «firma}) del documento. En cuanto a las dos
líneas anteriores parecen presentar una estructura paralela: NP -ka
(en la segunda el ya conocido keltibeles) akárisalir ce. No es este el lugar para entrar en una discusión a fondo del segundo término de akarisalir, salir (24), pero lo lógico en la posición que aquí ocupa, entre
NP caracterizado con ka y numerales, es que designe un tipo de mercancfa. Pero ¿qué nombre de mercancfa puede figurar como marca oficial sobre una moneda de plata? O se trata del nombre mismo de la
moneda o, como quiere Tovar siguiendo a Gómez Moreno, de la palabra «plata». Es decir, que el anónimo ibero cuyo nombre terminaba en
-nko y keltibeles eran acreedores o deudores de una cantidad de plata
o de monedas de plata. Si los numerales implican indicación de peso
se trataría indudablemente de plata sin más; pero es una cuestión que
por ahora se nos escapa.
En todo caso lo dicho sobre salir como mercancía es aplicable en
primer lugar al compuesto; lo que no sabemos es si este designa a su
vez un compuesto material, akari + salir, o salir de tipo akari, o akari
hecho de salir, o cualquier otra de las numerosas posibilidades. Personalmente me inclino a pensar en un compuesto que designe una variedad específica de salir, aunque, dada nuestra total ignorancia de las
reglas semánticas de composición en ibérico, esta idea no pasa de ser
una simple presunción (25).
(241 Ver en último término TOVAR en Actas II 475-6, a cuyos datos habrfa que ai\adir
los ejemplos publicados con posterioridad.
(251 Es curioso, dadas las influencias griegas en la cultura ibérica que tal vez se manifes·
taron también en préstamos lingüísticos, un cierto eco en akari dP &.K'Jf {.:::; e ~'<:!ff \'Te~·
Simple coincidencia sin duda, pero que produce una posibilidad atractiva: •plata pura».
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