Nuevas aportaciones para la periodización del yacimiento del Polideportivo de Martos (Jaén): la evaluación estadística de las dataciones obtenidas para contextos rituales
José Andrés Afonso Marrero
Juan Antonio Cámara Serrano
Liliana Spanedda
José Antonio Esquivel Guerrero
Rafael Lizcano Prestel
C. Pérez Bareas
José Antonio Riquelme Cantal
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Archivo de Prehistoria Levantina
Vol. XXX, Valencia, 2014, p. 133-158
José Andrés AFONSO MARRERO a, Juan Antonio CÁMARA SERRANO a, Liliana SPANEDDA a,
José Antonio ESQUIVEL GUERRERO a, Rafael LIZCANO PRESTEL b, Cristóbal PÉREZ BAREAS c
y José Antonio RIQUELME CANTAL a
Nuevas aportaciones para la periodización del yacimiento
del Polideportivo de Martos (Jaén): la evaluación estadística
de las dataciones obtenidas para contextos rituales
RESUMEN: Se presentan en este trabajo un conjunto de dataciones radiocarbónicas realizadas sobre
muestras óseas animales del yacimiento del Polideportivo de Martos (Jaén). Con ellas se pretendía por
un lado documentar la continuidad en la ocupación del yacimiento durante el Neolítico Reciente, por otro
obtener las primeras fechas de contextos rituales del Alto Guadalquivir, y por último abordar una evaluación
independiente de las fases de ocupación del mismo partir del análisis estadístico de las dataciones. Aunque
la periodización ofrecida previamente se puede considerar válida, las agrupaciones obtenidas indican que,
en términos de la transformación del espacio, sólo se puede hablar de dos grandes momentos separados por
la inundación que distingue la subfase IIa de la IIb, en torno al 3000 cal A.C. Si bien la cronología general
propuesta para el yacimiento resulta ligeramente más reciente que la propuesta anteriormente, ésta no niega
la continuidad en el hábitat durante un amplio periodo
PALABRAS CLAVE: Alto Guadalquivir, Neolítico Reciente, cronología, periodización, dataciones
radiocarbónicas, ritual.
New contributions to Polideportivo de Martos (Jaén) periodization:
statistical evaluation of radiometric dates obtained from ritual contexts
SUMMARY: A set of radiocarbon dates got from animal bone samples of Polideportivo de Martos site are
presented in this paper. On one hand these dates were made in order to show continuity in the occupation of the site
during the Late Neolithic, on the other hand to get the first dates on ritual contexts in the Upper Guadalquivir, and
finally, get an independent evaluation of the occupation phases proposed for it. A statistical analysis of the dates’
tendencies has been used for this aim. Although some of the analyses carried out suggest that the periodization
previously provided can be considered valid, obtained data implies that, in terms of space transformation, only
two great moments can be distinguished, before and after 3000 cal BC. Although this new chronological frame is
more recent than previous one, settlement continuity during a long period still can be maintained.
KEY WORDS: Upper Guadalquivir valley, Late Neolithic, Chronology, Periodization, Radiocarbon dates,
Ritual.
a
b
c
Departamento de Prehistoria y Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Granada.
jaamarre@ugr.es | jacamara@ugr.es | spanedda@ugr.es | esquivel@ugr.es | riquelme3@telefonica.net
Área de Urbanismo, Ayuntamiento de Úbeda.
arquerra@live.com
Investigador independiente.
arqueocristobal@hotmail.com
Recibido: 30/09/2013. Aceptado: 06/05/2014.
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J. A. Afonso, J. A. Cámara, L. Spanedda, J. A. Esquivel, R. Lizcano, C. Pérez y J. A. Riquelme
1. INTRODUCCIÓN
El yacimiento de El Polideportivo-La Alberquilla (Martos, Jaén) se sitúa en las coordenadas UTM
414635, 4174490 (fig. 1). Descubierto a raíz de las obras para la realización de un pabellón polideportivo
en las afueras de la localidad de Martos, en una segunda campaña se pudieron excavar otros restos
situados su periferia (Cámara y Lizcano, 1996). Además, una gran cantidad de estructuras situadas
a lo largo del Arroyo de la Fuente, correspondiente al Neolítico reciente y al Calcolítico, fueron
destruidas, sobre todo, por obras de infraestructura viaria (Lizcano, 1999). A partir de la importancia
del yacimiento y la configuración del área suburbana en que se inscribía como una zona de crecimiento
de la ciudad de Martos protegida como Zona Arqueológica (fig. 2), nuevas actuaciones tuvieron lugar
desde el año 1993 (Cámara y Lizcano, 1997; Serrano et al., 1997) y especialmente en 2001, 2004
y 2009, aunque sólo algunas de ellas han sido publicadas (Ruiz, 2009; Alegre et al., 2010; Nieto y
Plazas, 2010; Serrano et al., 2010a y 2010b). Incluso en el caso del Polideportivo, cuya construcción
fue financiada también por la Consejería de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, la que debía
proteger los restos y garantizar su investigación, sólo se pudo investigar menos de una cuarta parte de
la extensión visible (Lizcano et al., 1993) (fig. 3).
Pese al hecho de que sólo se ha excavado una pequeña parte, este yacimiento se ha convertido en los
últimos años en un referente, continuamente citado (Martín et al., 2004; Conlin, 2006; Pérez, 2008; Arteaga
y Roos, 2009; Fernández et al., 2009; Martínez et al., 2009; Nocete et al., 2010; Portero et al., 2010) para
el análisis de las fases recientes del Neolítico andaluz (Pérez et al., 1999), para la discusión del papel de los
sistemas de cierre y para el estudio de los sistemas constructivos hipogeicos (Lizcano et al., 2005; Márquez
y Jiménez, 2010), incluyendo su continuidad, la función que los distintos complejos estructurales tuvieron,
las estructuras presentes al interior de los mismos y los objetos recuperados de ellas.
De hecho, aun con el indudable interés que el yacimiento presenta para el análisis de la cultura material
mueble y los sistemas rituales de las últimas fases del Neolítico, uno de los aspectos más interesantes de su
estudio fue la apuesta metodológica que implicó la creación de una secuencia para la zona excavada a partir
de la seriación de los materiales arqueológicos dado que la estratigrafía era fundamentalmente horizontal
(Lizcano et al., 1991-92; Lizcano, 1999). Los resultados de este análisis condujeron a una división de
la ocupación en tres grandes fases, proponiéndose una vinculación de la Fase I con el Neolítico Tardío
(primera mitad del IV milenio A.C.), la II con el Neolítico Final (segundo mitad del IV milenio A.C.) y la
III (inicios del III milenio A.C.) con los inicios del Calcolítico. Se pretende aquí contrastar esa propuesta
con las dataciones disponibles, pudiéndose adelantar que éstas sugieren unas fechas más recientes para el
yacimiento de las que originalmente se habían manejado.
Fig. 1. Situación del yacimiento del Polideportivo-La Alberquilla (Martos, Jaén), también conocido como Zona
Arqueológica del Polideportivo de Martos (ZAPM).
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Fig. 2. Zona Arqueológica del Polideportivo de Martos incluyendo las áreas de las que se han datado contextos
arqueológicos.
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Fig. 3. Planimetría del área del Polideportivo dentro de la Zona Arqueológica del Polideportivo de Martos.
El yacimiento está caracterizado por estructuras subterráneas de diferente forma y dimensiones. Además
de los tramos de foso, documentados en las diferentes campañas, la mayor parte de las estructuras son
fosas piriformes, a veces conservadas sólo en su parte inferior y a menudo superpuestas, cuyo relleno
estratigráfico, en contra de lo habitualmente considerado, es resultado de distintos usos del espacio y no
de meros rellenos de amortización. Así, junto a evidencias de la existencia de actividades de combustión,
despiece de animales, talla de sílex y almacenamiento, se documentan otras de carácter ritual. Tanto la
cercanía y disposición de ciertas estructuras como el material recuperado de ellas hablan de que la unidad
residencial, que debió integrar también complejos estructurales no hipogeicos o semiexcavados, contó con
varios complejos articulados entre sí (Lizcano, 1999).
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El contexto material del yacimiento incluye en un primer momento (fase I) formas abiertas con inflexión
marcada y, a menudo, con elementos de suspensión (mamelones), mientras en un segundo momento de
fines del IV Milenio cal BC (fase II) los cambios entre los dos cuerpos de los recipientes compuestos
adquieren la forma de una verdadera carena, y, progresivamente, la parte superior de éstos tiende a abrirse
y el labio a engrosarse. Los recipientes decorados, siempre escasos, tienden a disminuir (Lizcano, 1999).
En la industria lítica tallada están presentes desde el primer momento las hojas obtenidas por presión con
palanca que, en cualquier caso, no presentan lustre de cereal y que fueron usadas fundamentalmente en
actividades de carnicería (Afonso, 1998).
Como hemos dicho, el aspecto que más ha llamado la atención es la frecuencia de inhumaciones de
animales –especialmente perros– en el yacimiento, además de la presencia de un enterramiento humano
en fosa cilíndrica-piriforme (Lizcano et al., 1991-92, 1993; Lizcano, 1999; Lizcano y Cámara, 2004),
fenómenos similares a los documentados en otros yacimientos andaluces (Márquez y Jiménez, 2011)
incluyendo algunos en el Alto Guadalquivir y sus inmediaciones (Martín, 1987; Burgos et al., 2001;
Martínez et al., 2009; Rabanal et al., 2009; Nocete et al., 2010; Portero et al., 2010; Cámara et al., 2012).
Aunque las interpretaciones de estos rituales han sido variadas (Weiss-Krejci, 2006; Cámara et al.,
2008, 2010; Chapman, 2008; García-Moncó, 2008; Valera y Godinho, 2009; Valera et al., 2010; Daza,
2011; Costa y Cabaço, 2012), en principio, debemos señalar que no existen complejos estructurales
específicamente rituales sino que a veces se produce el reaprovechamiento ritual de un complejo estructural
previamente usado para otros fines. En otras ocasiones, de forma previa al uso de los complejos, se llevan
a cabo ceremonias que implican el enterramiento de animales en la base de las fosas. Al primer caso
corresponde la ternera inhumada en complejo estructural (CE) número 15 (fig. 4) y relacionada con la
potenciación de la fertilidad de los rebaños y la demarcación de la propiedad; al segundo, la inhumación de
cánidos en los CE 12, 15 y 16 (fig. 5 y 6) como evidencia de fundación de dichos complejos estructurales
y como reconocimiento de la función de estos animales en la caza y en el pastoreo, como parece sugerir su
asociación a una cabeza de jabalí en el CE 12 (Cámara y Lizcano, 1996; Lizcano et al., 91-92; Cámara et
al., 2008). El cráneo de carnero, previamente descarnado, y colocado cuidadosamente como trofeo dentro
del CE 25a, abre otros interrogantes sobre el papel de la acumulación de riqueza y su exhibición incluso
Fig. 4. Ternera inhumada en el
CE 15 del área del Polideportivo.
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en los contextos domésticos. Otro cráneo de carnero similar se encuentra en el CE 7 de la cercana área de
La Alberquilla, en la misma zona arqueológica (Cámara et al., 2010), constituyendo parte del conjunto de
animales (cinco perros, dos bóvidos y la propia cabeza de carnero) (fig. 7) que acompañan una inhumación
y que implican la movilización de riqueza pecuaria en los funerales, un aspecto bien constatado en el
Fig. 5. Cánidos inhumados
en el fondo del CE 12 del
área del Polideportivo.
Fig. 6. Cánidos inhumados
en los fondos de los CE 15
y CE 16.
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Alto Guadalquivir (Cámara et al., 2012), si bien no generalizado. En el mismo yacimiento, en el área
del Polideportivo, dos mujeres y dos jóvenes se inhumaron en el CE 13 sin ajuar (fig. 8), a no ser que
consideremos como tal (Cámara y Lizcano, 1996; Lizcano et al., 1991-92; Lizcano, 1999) los restos del
nivel de ocupación previo del complejo estructural, desplazados para hacer sitio a los cadáveres.
Fig. 7. Enterramientos
animales del CE 7 en el
área de La Alberquilla.
Fig. 8. Enterramientos
humanos en el CE 13 del
área del Polideportivo.
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2. OBJETIVOS DE LAS DATACIONES RADIOCARBÓNICAS DE MATERIALES
DE LOS YACIMIENTOS DEL IV Y III MILENIOS EN EL ALTO GUADALQUIVIR.
EL CASO DE MARTOS
Las fechas disponibles en relación con los rituales de inhumación para el Neolítico Reciente y el Calcolítico
del Alto Guadalquivir en particular y para Andalucía en general, no son muy numerosas (García et al., 2011;
Molina et al., 2012). Lo más sorprendente es que, admitiéndose por la mayoría de los investigadores, con
el precedente de Papa Uvas (Aljaraque, Huelva) (Martín, 1985, 1986), la necesidad de que la información
contextual de cada uno de los complejos, sus procesos tafonómicos y la interpretación de los mismos sean
publicados lo más detalladamente posible, por el contrario, no ha sido considerada la necesaria datación
radiométrica de cada uno de los depósitos, de nuevo con la excepción de Papa Uvas (Soares y Martín, 1996)
y algunos otros ejemplos recientes (Nocete et al., 2010; Cámara et al., 2012).
El problema además es que, a menudo, ha existido una preocupación general por datar los fosos como
el de El Negrón (Gilena, Sevilla) (Cruz-Auñón et al., 1995) o los de Marroquíes (Zafra et al., 2003; Zafra,
2007), con los problemas que los rellenos de estos complejos lineales presentan, dado que el material caído
en ellos, arrastrado del entorno en momentos de desuso, puede ser anterior o posterior a la construcción,
sin que sea posible casi en ningún caso afirmar la relación entre el elemento datado y el contenedor, si bien,
incluso reconociendo tales problemas, se sigue pretendiendo obtener series cronológicas a partir de esos
depósitos (Valera y Silva, 2011; Valera, 2013; Valera et al., 2014).
En el caso de El Polideportivo-La Alberquilla nuestro interés fundamental se ha centrado en la datación
de los rituales documentados, no sólo porque éstos están profundamente conectados con la organización
social concreta en que se desarrollan, sino porque los rituales, especialmente en el área del Polideportivo
(Lizcano et al., 1993), tienen una importante relación con la ganadería y su papel en la acumulación de
riqueza (Cámara et al., 2008).
El análisis de las dataciones de El Polideportivo-La Alberquilla buscaba determinar las fechas en las que el
área excavada de este extenso asentamiento estuvo ocupada y contrastar la validez de la periodización efectuada
a partir del estudio de los materiales arqueológicos y la superposición estratigráfica y estructural (Lizcano, 1999).
La valoración de la periodización previamente propuesta para el yacimiento ha pretendido: a) realizar
una aproximación a la sincronía-diacronía de los complejos estructurales de las distintas áreas; b) establecer
pautas de temporalidad en las estratigrafías más complejas, aquéllas correspondientes a los complejos
estructurales dedicados a actividades más diversificadas, p. ej. el 12. La posibilidad de avanzar en ambos
objetivos ha quedado, en cualquier caso, muy limitada por el número final de dataciones disponible.
3. LA MUESTRA ELEGIDA
Aunque se ha llamado la atención sobre los problemas del uso de los restos óseos para datar los contextos
arqueológicos, especialmente en los suelos ácidos (Nieto et al., 2002), es indudable que la única forma de
concretar estadísticamente la cronología de un depósito ritual es datar el elemento concreto –el inhumado–
cuya fecha se quiere conocer, y, de ahí la reciente proliferación de dataciones de huesos humanos y animales
(Castro et al., 1993-94; Mataloto y Boaventura, 2009; Cámara y Molina, 2009; Cámara et al., 2012; Lull et
al., 2013). Es fundamental datar los huesos cuando, como en el caso que nos ocupa, no existen elementos
materiales cuya asociación a los inhumados –personas o animales– corresponda a una decisión coetánea al
enterramiento, sea porque los restos recuperados junto a los inhumados proceden de procesos de remoción
de depósitos anteriores o de relleno, sea porque los ajuares son prácticamente inexistentes. Además, es
especialmente relevante, sin duda, datar los restos óseos si lo que se desea es corroborar la sucesión de las
inhumaciones, o si lo que se quiere, como en el caso de los cinco perros del CE 12, es datar el inicio de la
ocupación que el ritual habría justificado-reproducido.
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No nos encontramos aquí con los problemas que otros autores han tenido para relacionar la cronología
de los inhumados con la fecha de construcción de los sepulcros (Persson y Sjøgren, 1995; Rybicka, 2006;
Bayliss y Whittle, 2007; Baldia, 2010; Scarre, 2010; Schulz Paulsson, 2010), a menudo desconocida, en
primer lugar porque no se trata de enterramientos colectivos y en segundo porque la construcción del
complejo debió ser coetánea a los rituales documentados como en los CE 12 y 25a (Lizcano, 1999).
Cuando esta circunstancia no se da, se producen dos fenómenos claramente distinguibles en el registro
estratigráfico, el reaprovechamientos de estructuras previas como el CE 13 (Cámara y Lizcano, 1996), o
episodios puntuales que suponen un interludio dentro de un uso generalmente doméstico del espacio, como
ejemplifica el nivel donde se sitúa la ternera inhumada en el CE 15. Especialmente esta última posibilidad
es un aspecto que algunos autores han rechazado, prefiriendo proponer un uso exclusivamente ritual para
las fosas piriformes de este tipo de poblados (Márquez y Jiménez, 2010).
4. EL ANÁLISIS DE LAS DATACIONES OBTENIDAS. AGRUPACIÓN DE DATACIONES
SEGÚN EL ERROR MÍNIMO GLOBAL VERSUS SUMA DE PROBABILIDADES
Naturalmente lo primero que se debe discutir es si las dataciones radiocarbónicas pueden ser utilizadas
como un argumento definitivo a favor o en contra de una hipótesis cronológica asentada en otros aspectos
–la seriación de los materiales apoyada en secuencias estratigráficas bien estudiadas–, o si, por el contrario,
ambos aspectos –seriación y datación– deben ser integrados en cualquier análisis cronológico. En nuestra
opinión, sólo un abundante conjunto de dataciones para cada contexto, algo inexistente en los yacimientos
andaluces, puede contribuir, en su tratamiento estadístico, a rechazar o corroborar totalmente una propuesta
de seriación basada en la articulación de las estratigrafías con los cambios en los objetos arqueológicos.
Aunque, dado el exiguo número de dataciones, estas premisas no se pueden aplicar totalmente al yacimiento
que estudiamos, también es cierto que el predominio de una secuencia horizontal –aun con la sucesión de
niveles en los rellenos de algunos CE– convierte la secuencia propuesta previamente para el yacimiento
del Polideportivo-La Alberquilla (Lizcano, 1999) en una hipótesis susceptible de ser fácilmente puesta en
cuestión si no existe una cierta relación con las fechas radiocarbónicas obtenidas.
Hechas estas aclaraciones, podemos ahora usar las dataciones disponibles, calibradas a partir de la curva
IntCal13 (Reimer et al., 2013) a través del programa Calib 7.0.2 (tabla 1 y fig. 9), en un ejercicio crítico
sobre la periodización ofrecida para el yacimiento de El Polideportivo-La Alberquilla (Lizcano, 1999) y,
posteriormente, podemos usarlas para discutir sobre la contemporaneidad y/o diacronía de los complejos
estructurales documentados y sobre la continuidad de uso de algunos de ellos.
La primera fecha obtenida, a partir de carbón, para El Polideportivo (Teledyne Isotopes I-17083)
(Lizcano et al., 1991-92; Lizcano, 1999) presentaba problemas para su calibración y uso comparativo, por
proceder de una muestra de vida larga y por su tratamiento radiométrico mediante el método estándar que
proporcionó una datación con una alta desviación típica. La calibración ofrecía una fecha de la primera
mitad del IV Milenio A.C. para un nivel de hogar (US 3) situado en un momento relativamente avanzado
del uso del CE 12, adscrito a la fase Ic del yacimiento (fig. 11).
Las dataciones obtenidas sobre restos óseos animales, analizadas por el Centro Nacional de Aceleradores
(CNA) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en Sevilla, se sitúan todas en la segunda mitad
del IV Milenio A.C. en fechas calibradas, mientras una muestra de restos óseos humanos analizada por el
Laboratorio de la Universidad de Uppsala (Ua) ofrece una datación de mediados del II Milenio A.C.
Todo ello nos lleva, sin ulterior análisis, a considerar que la fechas atribuidas a cada una de las fases
consideradas en los primeros análisis del yacimiento fueron demasiado elevadas (Lizcano, 1999), a raíz
de la evaluación de la única fecha disponible en aquellos momentos, la del laboratorio Teledyne Isotopes.
La combinación de probabilidades a través del programa Calib 7.0.2 nos señala que la mayor parte
de los contextos datados corresponden a un periodo situado entre el 3376 y el 3092 cal A.C. al 84% de
probabilidad dentro del intervalo de 1 σ, y entre el 3520 y el 2877 cal A.C. al 90% de probabilidad para el de
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J. A. Afonso, J. A. Cámara, L. Spanedda, J. A. Esquivel, R. Lizcano, C. Pérez y J. A. Riquelme
Tabla 1. Dataciones disponibles para el yacimiento del Polideportivo de Martos - La Alberquilla, calibradas con el
Programa Calib 7.0.2 y la curva IntCal13 (Reimer et al., 2013).
Nº excav.
Muestra
Fecha BP
Fecha 1 s
Fecha 2 s
Nº laboratorio
Fase
MR14025
Carbón hogar US3
Cánido
5080 ± 140
4465 ± 25
4035-3706
3326-3039
4239-3543
3334-3026
I-17083
CNA603
Fase Ib-c
Alberquilla Fase IIa
MR6249
MR12705
MR12717
MR12719
MR12721
MR12722
Suido
Cánido
Cánido
Cánido
Cánido
Cánido
4550 ± 50
4360 ± 25
4555 ± 30
4610 ± 30
4630 ± 50
4500 ± 40
3367-3113
3011-2918
3365-3128
3493-3355
3510-3355
3336-3105
3495-3092
3080-2907
3482-3105
3509-3146
3627-3127
3355-3034
CNA607
CNA609
CNA610
CNA611
CNA612
CNA613
Fase IIa
Fase Ia
Fase Ia
Fase Ia
Fase Ia
Fase Ia
MR15154
MR15352
MR18138
MR19014
MR16006
MR12703
MR13504
Bóvido
Cánido
Ovicáprido
Cérvido
Cánido
Suido
Humano
4550 ± 25
4530 ± 60
4580 ± 60
4460 ± 30
4295 ± 40
4500 ± 40
3975 ± 33
3362-3132
3358-3106
3497-3116
3323-3030
3000-2880
3336-3105
2565-2467
3367-3108
3493-3025
3516-3096
3336-3021
3076-2872
3355-3034
2577-2350
CNA614
CNA616
CNA617
CNA618
CNA620
CNA621
Ua40060
Fase Ib
Fase Ia
Fase IIa
Fase IIa
Fase IIa
Fase Ia
Fase IIIa
Fig. 9. Representación gráfica de las
dataciones disponibles para el yacimiento
del Polideportivo de Martos-La Alberquilla,
calibradas con el Programa Calib 7.0.2 y la
curva IntCal13 (Reimer et al., 2013).
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2 σ, si bien, no se alcanza el número de muestras recomendado (20) para minimizar el error cuando se usa
este método (Williams, 2012: 580-581). En cualquier caso, la fecha de la tumba, atribuida a un momento
avanzado de la ocupación del yacimiento, queda fuera de ese intervalo y, por tanto, cabe suponer que la
actividad humana en la zona excavada se prolongó aun más, al menos hasta mediados del III Milenio A.C.
En función de la procedencia las muestras, el grupo de datos usados en este trabajo está constituido por
diez dataciones independientes y dos conjuntos pequeños: a) formado por las fechas obtenidas de muestras
de cinco cánidos y un suido, todos procedentes del CE 12 y de la fase Ia (CNA 609, CNA 610, CNA 611,
CNA 612, CNA 613 y CNA 621); y b) formado por dataciones de muestras del CE 15, correspondientes a
un cánido de la fase Ia y un bóvido de la fase Ib (CNA 614 y CNA 616) (fig. 10).
En el primer caso la combinación de probabilidades a partir del programa Calib 7.0.2 sugiere un uso
del CE 12 entre el 3497 y el 3108 con el 100% de probabilidad dentro del rango 1 σ y cubriendo, por tanto,
prácticamente todo el rango de ocupación del yacimiento sugerido por el análisis conjunto de todas las
dataciones disponibles para éste. Aunque la combinación de probabilidades del intervalo a 1 σ, muestra dos
concentraciones, la primera entre 3497 y 3315 cal A.C. con un 50,12% de probabilidad y la segunda entre
3237 y 3108, con el 46,7%, se debe tener en cuenta, además de los intervalos de baja probabilidad, el hecho
de que no se han tomado muestras de todos los niveles estratigráficos del complejo sino sólo de los niveles
basales en los que tuvieron lugar los enterramientos rituales de animales –cánidos fundamentalmente (fig.
11)–. Por ello, no parece probable que las muestras integradas en este conjunto pertenezcan a momentos
cronológicos diferentes, como después discutiremos, aun con las diferencias temporales sugeridas por
las dataciones obtenidas. De hecho, si atendemos a la suma de probabilidades a 2 σ, las dataciones se
concentran entre 3385 y 3093 con el 69% de probabilidad dentro de ese rango.
En el segundo caso, la combinación de probabilidades de las dataciones calibradas disponibles para el
CE 15 –sólo dos–, sitúan las inhumaciones rituales en este complejo –cánido y ternera– entre el 3358 y
el 3106 cal A.C. con un 100% de probabilidad en el rango a 1 σ, y entre 3374 y 3079 con un 92,96% de
probabilidad dentro del rango 2 σ.
Fig. 10. Sección del CE 15 del área del Polideportivo con indicación del lugar de donde proceden las muestras datadas.
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J. A. Afonso, J. A. Cámara, L. Spanedda, J. A. Esquivel, R. Lizcano, C. Pérez y J. A. Riquelme
Fig. 11. Sección del CE 12 del área del Polideportivo con indicación del lugar de donde proceden las muestras datadas.
Un aspecto a tener en cuenta a la hora de comparar y agrupar las fechas disponibles es que la calibración
implica una modificación de la distribución “normal” de la datación. Se ha optado aquí, en los párrafos que
siguen, por la comparación de las fechas no calibradas. Como en otros casos (Davison et al., 2009), los resultados
serán contrastados con datos ya conocidos, en este caso fundamentalmente el complejo estructural del que
proceden las muestras y su situación estratigráfica, utilizando lo que se conoce como el error mínimo global.
1
1 n 1
A partir de la expresión 2 = ∑ 2 (Dolukhanov et al., 2005), siendo n=nº de datos en el conjunto
n i =1 Σ i
s
y ∑i =máx(σi, σmín), con σi=error de medida y σmín=error mínimo global –no es posible disponer del error
instrumental–, se obtiene una incertidumbre global σ para cada conjunto.
Respecto al grupo a, claramente se tienen tres subgrupos (fig. 12), uno de ellos constituido por las
referencias CNA610, CNA613 y CNA621, que se considera un único dato, con una edad media después
de la calibración de 3450 años, según el método seguido aquí (Dolukhanov et al., 2005). Considerando
un error mínimo global de 30 años, a este conjunto se le asigna una incertidumbre global de 40 años. Este
resultado ofrece una fecha más antigua que la combinación de probabilidades para esas tres dataciones que
se obtiene a través del programa Calib 7.0.2, entre 3361 y 3113 cal A.C. al 100% de probabilidad dentro
del rango 1 σ y entre el 3367 y el 3090 al 99,6% de probabilidad dentro del rango 2 σ. Sin embargo, la
fecha obtenida sí se encuentra dentro del rango de la suma de probabilidades para todas las dataciones del
complejo que, como hemos visto, está entre 3497 y 3108 a 1 σ.
Otro subgrupo está formado por las dataciones CNA611 y CNA612, ligeramente más antiguas. Para este
subgrupo se estima una edad de 3430 años y una incertidumbre global estimada de 36 años, colocándose en
este caso la estimación dentro de la combinación de probabilidades del programa Calib 7.0.2 que situaría la
APL XXX, 2014
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Nuevas aportaciones para la periodización del Polideportivo de Martos
145
Fig. 12. Histograma para los conjuntos coevales
formados por CNA610, CNA613, CNA621 y
CNA611-CNA612, junto al dato independiente
CAN609.
agrupación de esas dos dataciones entre 3498 y 3353 cal A.C. al 100% de probabilidad dentro del rango 1
σ y entre 3522 y 3335 al 96,18% de probabilidad dentro del rango 2 σ. Finalmente el tercer subgrupo está
formado por un único elemento (CAN609), de edad estimada en 3030 años y una incertidumbre de 30 años
(Dolukhanov et al., 2005; Davison et al., 2009).
De igual forma, para las dos referencias CNA614 y CNA616 pertenecientes al CE 15 se tiene una edad
de 3435 años y un error instrumental que, utilizando la expresión anterior, es σ=±47 años. También en este
caso el método usado ofrece una fecha más antigua a la obtenida por la combinación de probabilidades
que situaría esos enterramientos de animales en el CE 15 entre el 3374 y el 3079 cal A.C. con un 100% de
probabilidad en el rango a 2 σ.
Una vez realizadas las correcciones anteriores, las comparaciones entre dataciones se llevan a cabo
mediante el test t-Student utilizando la varianza conjunta como varianza del grupo y un nivel de significación
α=0.05. Los resultados obtenidos (tabla 2) permiten establecer los siguientes grupos:
1) I17083 5080±140BP
2) CNA 610, 611, 612, 613, 614, 616, 617, 621
3) CNA 603, 618
4) CNA 609, 620
5) Ua40060 3975±33BP
La datación CNA 607 es problemática ya que está en el límite de significación de los grupos 2 y 3, por lo
que no se le puede asignar un valor que pueda discriminar correctamente entre ambos grupos. Posiblemente
sea un dato de transición entre los periodos formados por los anteriores 2 y 3. Estos resultados permiten
establecer dos posibles ordenaciones de los datos –debido a lo expuesto anteriormente– desde los más
antiguos a los más recientes:
ORDEN 1
- I17083 4036-3706 cal A.C.
- CNA 607, 610, 611, 612, 613, 614, 616, 617, 621 3450-3380 cal A.C.
- CNA 603, 618 3340-3320 cal A.C.
- CNA 609, 620 3090-2870 cal A.C.
- Ua40060 2565-2467 cal A.C.
ORDEN 2
- I17083 4036-3706 cal A.C.
- CNA 610, 611, 612, 613, 614, 616, 617, 621 3520-3435 cal A.C.
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J. A. Afonso, J. A. Cámara, L. Spanedda, J. A. Esquivel, R. Lizcano, C. Pérez y J. A. Riquelme
- CNA 603, 607, 618 3380-3320 cal A.C.
- CNA 609, 620 3090-2870 cal A.C.
- Ua40060 2565-2467 cal A.C.
Dadas las características de la cultura material mueble asociada a la muestra CNA607 (Lizcano, 1999)
será esta última propuesta la que seguiremos en la discusión que sigue.
Así, prescindiendo de las dataciones extremas, grupos 1 y 5, las fechas se pueden agrupar en tres
conjuntos: 3520-3435, 3380-3320 y 3090-2870 A.C.
Para afirmar la cronología de cada uno de los contextos y el periodo global de ocupación del yacimiento,
en nuestra opinión, el primer trabajo que habría que realizar es relacionar cada una de estas agrupaciones,
las fechas concretas que en cada una de ellas se inscriben, con las fases presentadas a partir de la seriación
del material mueble y las estructuras de El Polideportivo-La Alberquilla.
Las dataciones de nuestra primera agrupación (CNA 610, 611, 612, 613, 614, 616, 617, 621), corresponden
a la mayor parte de los perros inhumados en el fondo del CE 12 (MR12717, MR12719, MR12721,
MR12722), al suido al que circundan (MR12703) (Cámara et al., 2008) (fig. 5), a los restos de la ternera del
Tabla 2. Comparación de muestras mediante el test t de Student con nivel de significación α=0.05.
t
CNA610, CNA611,
CNA612,CNA613 y CNA 621
α
2.347
<0.05
1.136
>0.05
1.000
>0.05
2.347
<0.05
7.804
<0.05
CNA614-CAN616
7.263
<0.05
CNA603
7.306
<0.05
CNA607
6.00
<0.05
CNA617
7.304
<0.05
CNA618
7.306
<0.05
CNA620
0.1
>0.05
CNA603
1.703
=0.05
CNA607
0.801
>0.05
CNA617
1.115
>0.05
CNA618
1.703
=0.05
CNA620
6.56
<0.05
CNA607
0.685
>0.05
CNA617
2.68
<0.05
CNA618
0.1
>0.05
CNA620
6.2
<0.05
CNA617
1.792
<0.05
CNA618
0.686
>0.05
CNA620
APL XXX, 2014
>0.05
CNA620
CNA618
0.253
CNA618
CNA607
CNA614-CAN616
CNA617
CNA603
<0.05
CNA607
CNA614-616
8.98
CNA603
CNA609
CNA609
5.466
<0.05
CNA620
6.2
<0.05
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Nuevas aportaciones para la periodización del Polideportivo de Martos
147
CE 15 (MR15154), al perro inhumado en el fondo de éste (MR15352) (fig. 6) y a los restos de un ovicáprido
(MR18138) del CE 18 (fig. 13). Se confirma así que las dataciones de los cánidos del CE 12 corresponden a
un momento antiguo de la ocupación del yacimiento (fase Ia) pero la presencia de fuentes carenadas en el CE
18 había llevado a situar éste en la denominada fase IIa. Por otra parte la adscripción de la ternera localizada
en el CE 15 a esta agrupación, por la fecha obtenida (CNA 614), implica que no existió una amplia diferencia
temporal entre los primeros rituales desarrollados en él, la inhumación de un cánido (CNA 616) (fase Ia), y el
enterramiento de este bóvido algo después (fase Ib) según la evidencia estratigráfica. Aun posteriores serían
los enterramientos de La Alberquilla, para los que, en cualquier caso, sólo contamos con una fecha (CNA 603).
Como hemos dicho el análisis llevaría a situar este momento del yacimiento en 3520-3435 cal A.C.
En cualquier caso habría que señalar que algunas muestras de esta agrupación son ligeramente más
recientes que las otras –especialmente CNA613-MR12722 y CNA621-MR12703– lo que podría deberse
también a una menor cantidad de colágeno en ellas, como se ha sugerido también en otras áreas (Losey et al.,
2011), aunque, desafortunadamente, el laboratorio no ha proporcionado estos datos. Por el contrario, como
ya hemos dicho, existen también dos fechas más antiguas (CNA611-MR12719 y CNA612-MR12721).
De hecho, según la combinación de probabilidades realizadas con el programa Calib 7.0.2, las dataciones
que se han incluido en esta agrupación se situarían entre 3495 y 3115 cal A.C. en el rango 1 σ y entre 3515
y 3090 cal A.C. en el intervalo 2 σ, pero con dos concentraciones, una entre 3515 y 3422 cal A.C. que
supone el 18,31% y otra entre 3385 y 3090 que representa el 80,67%. Dada esta disparidad y el fuerte
solapamiento con el intervalo posterior, se podría plantear una subdivisión entre las fechas más antiguas
(CNA611 y CNA612) y el resto. En este sentido la combinación de las dos primeras fechas se situaría
entre 3498 y 3353 cal A.C. al 100% de probabilidad dentro del rango 1 σ y entre 3522 y 3335 al 96,18% de
probabilidad dentro del rango 2 σ. Éstas son las que se separan claramente del periodo posterior y las que
más se ajustan a los resultados proporcionados por el método propuesto por Dolukhanov y otros (2005)
aquí seguido. Por el contrario el resto de las fechas, cuando se combinan, muestran un fuerte solapamiento
con la agrupación presentada a continuación, con un arco temporal del 3364 al 3113 cal A.C. al 100% de
Fig. 13. Sección del CE 18 del área del Polideportivo con indicación de la UE de la que se ha tomado la muestra datada.
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J. A. Afonso, J. A. Cámara, L. Spanedda, J. A. Esquivel, R. Lizcano, C. Pérez y J. A. Riquelme
probabilidad en el rango 1 σ y del 3375 al 3087 con el 95,45% de probabilidad en el intervalo 2 σ. A no ser
que pensemos en el traslado de cuerpos de cánidos desde contextos más antiguos en la deposición ritual
inicial o que planteemos que las remociones rituales en el CE 12, antes del uso doméstico posterior que
hemos documentado, duraron unos doscientos años, hay que pensar que es muy probable que las dataciones
más antiguas se acerquen más a la fecha real de las inhumaciones iniciales y que el resto de las dataciones
son más recientes de lo esperado.
La segunda agrupación de fechas incluye un perro de un complejo estructural con enterramientos
rituales –de humanos y animales– en la zona de la Alberquilla (CNA603- MR14025) (fig. 7), un hueso
de cérvido (CNA618-MR19014) del CE 19 (fig. 14) y finalmente, con un carácter, como hemos visto,
transicional, restos de un suido (CNA607-MR6249) del CE 6 (fig. 15). La mayor parte de los contextos a
que pertenecen estas muestras fueron situados en la fase IIa –CE 6 y CE 19–, por criterios de morfometría
cerámica, mientras el CE 7 de La Alberquilla no fue incluido en la seriación cerámica al haberse excavado
posteriormente (Cámara et al., 2010). Esta agrupación quedaría, por tanto, situada, sobre todo en el siglo
XXXIV A.C., entre 3380 y 3320 cal A.C. En este caso también podemos ver que tales resultados se sitúan
en los límites más antiguos de las fechas que se obtienen de la suma de probabilidades de las dataciones
incluidas en este grupo a partir del programa Calib 7.0.2, que las sitúan entre 3331 y 3089 cal A.C. al
95,8% de probabilidad en el rango 1 σ y entre 3366 y 3080 al 90,07% en el intervalo 2 σ. Dado este arco
cronológico no es imposible que la datación del CE 18 (CNA617) se relacione con este grupo aun cuando
se asocie también significativamente al primero.
Finalmente la tercera agrupación de fechas (4) incluye sólo dos muestras, una de ellas del nivel fundacional
del CE 16 –con inhumación de cánido CNA620-MR16006–, muy arrasado (fig. 6), lo que podría hacer pensar
que pertenecería ciertamente a una fase avanzada del yacimiento, y por tanto ser más reciente de lo que se
pensó en las primeras interpretaciones que tendieron a ubicar todas las deposiciones de cánidos en el mismo
momento inicial del yacimiento. La otra fecha incluida en esta agrupación ha sido obtenida sobre uno de los
cánidos del CE 12 (CNA609-MR12705). Así la procedencia de esta segunda de esas fechas de un contexto
antiguo y la escasa contextualización de la primera de las muestras, nos obliga a ser cautos en cuanto a la
correlación de esta agrupación de fechas –3090-2870 cal A.C.– con una fase concreta de nuestro yacimiento.
En este caso, la coincidencia con los resultados de la suma de probabilidades a partir del programa Calib 7.0.2
es mayor, pues este ofrece para esas dos dataciones combinadas unos resultados de 3010-2888 cal A.C. al
100% de probabilidad para el rango 1 σ y 3025-2878 al 98,68% de probabilidad en el intervalo 2 σ.
Fig. 14. Sección del CE 19 del área del Polideportivo con indicación de la UE de la que se ha tomado la muestra datada.
APL XXX, 2014
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Nuevas aportaciones para la periodización del Polideportivo de Martos
149
Fig. 15. Sección del CE 6 del área del Polideportivo con indicación de la UE de la que se ha tomado la muestra datada.
5. LAS DATACIONES EN RELACIÓN CON LA PERIODIZACIÓN DEL YACIMIENTO:
AGRUPACIONES, SUMA DE PROBABILIDADES Y ANÁLISIS BAYESIANOS
Si nos ceñimos a la atribución previa en fases, con ciertas correcciones como la atribución del CE 16 a
un momento no inicial, observamos que los solapamientos entre las fases Ia/Ib y IIa según la suma de
probabilidades de las dataciones disponibles a partir del programa Calib 7.0.2 son considerables. Para las
subases Ia-b obtendríamos un intervalo entre 3497 y 3118 al 100% de probabilidad en el rango 1 σ y entre
3515 y 3093, también al 100% de probabilidad en el intervalo 2 σ, si bien ya se ha dicho que las dataciones que
ofrecen fechas más antiguas (CNA611, CNA612 y, en menor medida, CNA617) conducen a dos agrupaciones
(3497-3458 al 19,1% de probabilidad frente a 3377-3118 al 80,9% en el intervalo 1 σ). Para la fase IIa la
suma de probabilidades con el programa Calib 7.0.2 ofrece un intervalo entre 3361 y 2888 cal A.C. al 100%
de probabilidad en el rango 1 σ y entre 3376 y 2878 cal A.C. al 96,59% en el rango 2 σ, por lo que, si
prescindiéramos de las dataciones que han dado fechas más antiguas, el solapamiento sería absoluto.
En este sentido, la primera impresión sobre la correlación entre las dataciones y la seriación es que,
independientemente de la escasez, por el momento, de muestras de fases avanzadas, dado nuestro interés
en fechar la primera ocupación del lugar, no resulta fácil usar las dataciones para afirmar la sucesión de
las cuatro primeras subfases –Ia, Ib, Ic y IIa– del yacimiento, anteriores a un momento de arrastre de
sedimentos, probablemente relacionados con una inundación (Lizcano, 1999). De hecho, los solapamientos
entre las dos primeras agrupaciones obtenidas a partir del método del error mínimo global sugerido por
Dolukhanov y otros (2005) son aun mayores si atendemos a los resultados de la suma de probabilidades
a partir del programa Calib 7.0.2. Parece, en cualquier caso, probable que nuestra primera agrupación
de fechas corresponda, en su mayoría, a la denominada fase Ia del yacimiento y la segunda agrupación
a elementos procedentes principalmente de la fase IIa aunque con problemas en cuanto a que algunos
contextos, como el CE 18, sorprendentemente, han proporcionado dataciones antiguas (CNA 617).
Dadas las contradicciones que se observan entre la suma de probabilidades proporcionadas por el
programa Calib 7.0.2 y las agrupaciones del método del error mínimo global antes presentado (Dolukhanov
et al., 2005) que se ajustan más a las fases cronoestratigráficas previamente ofrecidas (Lizcano, 1999), se
ha realizado una calibración bayesiana (Bronk Ramsey, 2009) ordenando las dataciones según las fases
cronoestratigráficas de las que fueron obtenidas.
APL XXX, 2014
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150
J. A. Afonso, J. A. Cámara, L. Spanedda, J. A. Esquivel, R. Lizcano, C. Pérez y J. A. Riquelme
En primer lugar hemos utilizado el programa BCal gestionado por el Department of Probability and
Statistics de la University of Sheffield, disponible en el siguiente enlace: http://bcal.sheffield.ac.uk. (Buck
et al., 1999), y que ya ha sido utilizado para casos de la Península Ibérica (Lull et al., 2013). Entre las
diferentes condiciones que el programa nos permite seleccionar los resultados más significativos se han
obtenido considerando que las diferentes fases datadas (Ia, Ib, IIa y IIIa) son sucesivas, sin solapamientos
y con hiatos entre ellas. El análisis de probabilidades señala que, Ia es anterior a Ib con un 99,02% de
probabilidad, Ib es anterior a IIa con el 98,94% y IIa es anterior a IIIa con el 99,93%. La cronología
atribuida a cada fase para 1 y 2 δ puede consultarse en la tabla 3.
Otros autores (Boaventura, 2011; Boaventura y Mataloto, 2103) prefieren utilizar el programa OxCal 4.2,
disponible en la web: https://c14.arch.ox.ac.uk/oxcal/OxCal.html, para realizar los análisis bayesianos. Una
de las ventajas de esta aplicación es que permite mostrar en un mismo gráfico tanto las curvas individuales
de las dataciones como las curvas acumuladas por fases.
En este caso, usando las mismas condiciones, eliminando también del análisis las dataciones CNA 609 y
CNA 620 que el programa considera outlier, la significación obtenida para el modelo que considera las cuatro
fases (Ia, Ib, IIa y IIIa) es del 116,9% (tabla 4 y fig. 16), que constituye un índice de concordancia bastante
bueno ya que a partir de valores superiores al 60% se considera que el modelo bayesiano propuesto es válido.
El método del error mínimo global de Dolukhanov y otros (2005) y el análisis bayesiano nos sugieren
que existe una cierta correlación entre las dataciones y la seriación propuesta, a través de los materiales
arqueológicos, principalmente la cerámica (fig. 17), sin embargo, todos los métodos, y especialmente la
Tabla 3. Resultados de la calibración bayesiana, según la curva IntCal13, realizada con el programa BCal
(http://bcal.sheffield.ac.uk, Buck et al.,1999).
Intervalos de densidad posterior (HPD) máxima (cal BP)
Phase
Name
from
to
%
from
to
%
Boundary Start 1
-5337
-5301
68
-5462
-5290
95
Phase 1
CNA621
CNA616
CNA610
CNA611
CNA612
CNA613
Boundary End 1
Boundary Start 2
-5308
-5312
-5310
-5318
-5322
-5308
-5404
-5295
-5276
-5280
-5291
-5301
-5296
-5275
-5249
-5142
68
68
68
68
68
68
68
68
-5314
-5323
-5319
-5431
-5394
-5314
-5309
-5301
-5225
-5224
-5263
5285
-5275
-5228
-5179
-5129
95
95
95
95
95
95
95
95
Phase 2
CNA614
Boundary End 2
Boundary Start 3
CNA618
CNA603
CNA607
CNA617
Boundary End 3
Boundary Start 4
Ua40060
Boundary End 4
-5182
-5163
-5133
-5124
-5122
-5106
-5103
-5113
-4791
-4514
-4503
-5129
-5082
-5060
-5038
-5040
-5048
-5048
-5008
-4475
-4416
-3378
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
-5297
-5289
-5223
-5196
-5202
-5187
-5185
-5171
-5003
-4524
-4514
-5081
-5067
-5047
-4979
-4982
-5034
-5034
-4915
-4427
-4299
-1858
95
95
95
95
95
95
95
95
95
95
95
Phase 3
Phase 4
APL XXX, 2014
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Nuevas aportaciones para la periodización del Polideportivo de Martos
151
suma de probabilidades, indican que la distancia cronológica entre las fases Ia, Ib y IIa es muy corta. Por
tanto lo que podemos asegurar, con mayor certeza, es que la principal transformación tuvo lugar a partir de la
fase IIa, a continuación de la posible inundación, entre fines del IV y principios del III Milenio A.C.
Si atendemos a la problemática de dataciones como la CNA 617 del CE 18, deberíamos plantear
que determinadas diferencias en los materiales pudieron tener más un matiz funcional que cronológico
y que el intento de articular una periodización detallada a partir de la estratigrafía horizontal (Lizcano,
Tabla 4. Resultados de la calibración bayesiana, según la curva IntCal13, realizada con el programa OxCal (https://c14.
arch.ox.ac.uk/oxcal/OxCal.html).
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J. A. Afonso, J. A. Cámara, L. Spanedda, J. A. Esquivel, R. Lizcano, C. Pérez y J. A. Riquelme
Fig. 16. Representación de las calibraciones bayesianas agrupadas por fases según el programa OxCal y la curva IntCal13.
1999) fue ciertamente ambicioso (y optimista), especialmente en lo que respecta a la subdivisión de la
denominada fase I, aunque algunos de los métodos de tratamiento estadístico de las dataciones (error
mínimo global y análisis bayesiano) la corroboren.
Prescindiendo de las dataciones CNA 609 (MR12705) y CNA 620 (MR16006) –tercera agrupación
de fechas, excepto la muestra transicional CNA 607– y de la datación I17085 por su excesiva desviación
típica, la horquilla cronológica en que se sitúan esas 4 subfases quedaría reducida a la segunda mitad del IV
milenio A.C., en lo que en el Sudeste se ha considerado Neolítico Final-Cobre Antiguo (Molina et al., 2004;
Molina y Cámara, 2005), implicando además esa cronología, como hemos repetido, un rejuvenecimiento
de anteriores propuestas (Lizcano, 1999) que tuvieron excesivamente en cuenta la datación I17085. En
cualquier caso determinadas fechas de Papa Uvas (Aljaraque, Huelva) (Soares y Martín, 1996) y Los
Castillejos en las Peñas de los Gitanos (Montefrío, Granada) (Martínez et al., 2010), sugieren que los
cambios del Neolítico Reciente comenzaron a los albores del IV Milenio A.C.
Aunque de momento sólo contamos con una fecha clara para las fases posteriores, correspondiente
a uno de los inhumados en la tumba 13 (Ua40060-MR13504) (fig. 18), ésta muestra una importante
diferencia temporal con los momentos de las primeras inhumaciones rituales de animales, como también
Fig. 17. Evolución de la cerámica en el Polideportivo de Martos con propuesta cronológica.
APL XXX, 2014
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Nuevas aportaciones para la periodización del Polideportivo de Martos
153
Fig. 18. Sección del CE 13 del área del Polideportivo con indicación de la UE de la que se ha tomado la muestra datada.
se observaba en la calibración bayesiana antes comentada. De hecho, su rango a dos sigmas se sitúa
entre 2577 y 2350 A.C. En este caso, con independencia de la posibilidad de que estemos ante una fecha
ligeramente rejuvenecida, debemos señalar por una parte que las inhumaciones, que se situaron como
se dijo (Cámara y Lizcano, 1996; Lizcano, 1999) en una cabaña anterior cuyo material fue arrinconado
hacia los bordes, pueden ser bastante posteriores a la construcción del complejo estructural en que se
sitúan; en segundo lugar, que éstas pudieron desarrollarse a lo largo de un amplio periodo de tiempo –
aunque en un primer momento se pensara en relaciones parentales directas entre ellas, si bien con dos
mujeres y tres jóvenes–, y, en tercer lugar, que, en cualquier caso, el CE 13 pertenece a un momento
avanzado de la ocupación de esta zona del poblado (fase III).
Un aspecto importante de estas dataciones es que no sólo parecen confirmar, frente a lo que muchos
autores habían pretendido para estas comunidades (Aguayo et al., 1994; Fernández y Márquez, 19992000; Márquez, 2002; Lucena y Martín, 2005; Márquez y Jiménez, 2010), la ocupación continua de este
tipo de poblados, sino también el largo periodo de utilización de cada uno de los complejos estructurales,
corroborado no sólo por el análisis estratigráfico (Lizcano, 1999) sino también por el análisis químico de
los sedimentos (Sánchez et al., 1998).
Tabla 5. Propuestas cronológicas para cada una de las fases en función de los distintos métodos discutidos y de las
muestras disponibles.
Propuesta de
seriación
III
Suma de probabilidades Resultado de la combinación
(Calib 7.0.2)
mediante el método del error
mínimo global
Calibración
bayesiana (Bcal)
Calibración
bayesiana (OxCal)
2577-2350
2565-2467
2524-2299
3041-2079
3376-2878
3090-2870
3223-2915
3222-2934
Ib
3367-3108
3520-3320
3301-3067
3146-3115
Ia
3514-2911
3462-3179
3472-3215
IIIb
IIIa
II
IIb
IIa
I
Ic
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6. CONCLUSIONES
Aun teniendo en cuenta que algunas dataciones resultan más antiguas (CNA607) o más recientes
(CNA609) de lo esperado, el estudio realizado a partir de la combinación de las fechas obtenidas por el
método del error mínimo global o a partir del análisis bayesiano siguiendo la propuesta de periodización
presentada a partir de la seriación de la cultura material mueble del yacimiento, especialmente la
cerámica, nos ha permitido proponer una secuencia de ocupación relativamente amplia. De hecho, se
puede sugerir que el diseño esquemático de la evolución de este yacimiento con estratigrafía horizontal
(Lizcano, 1999) fue correcto.
De hecho, la discusión de las fechas a partir de su análisis estadístico en relación con los contextos y
a la seriación de materiales y complejos de Martos sugiere que la fase Ia se desarrolló a comienzos de la
segunda mitad del IV milenio A.C., la fase Ib a principios del último cuarto del IV milenio y la fase IIa en el
último tercio del IV milenio A.C. (tabla 5). Encontramos además una importante diferencia temporal entre
la mayoría de las dataciones y la fecha de la tumba 13, aunque existe la posibilidad de que hubiera una
amplia diferencia temporal entre la erección del CE 13 y la introducción en él de los cadáveres.
AGRADECIMIENTOS
Este trabajo se inscribe en el desarrollo del Proyecto “Cronología de la consolidación del sedentarismo y la desigualdad
social en el Alto Guadalquivir (HAR2008-04577)” financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación.
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ZAFRA, N.; CASTRO, M. y HORNOS, F. (2003): “Sucesión y simultaneidad en un gran asentamiento: la cronología
de la macro-aldea de Marroquíes Bajos, Jaén. c. 2500-2000 cal ANE”. Trabajos de Prehistoria, 60 (2), p. 79-90.
APL XXX, 2014
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Archivo de Prehistoria Levantina
Vol. XXX, Valencia, 2014, p. 133-158
José Andrés AFONSO MARRERO a, Juan Antonio CÁMARA SERRANO a, Liliana SPANEDDA a,
José Antonio ESQUIVEL GUERRERO a, Rafael LIZCANO PRESTEL b, Cristóbal PÉREZ BAREAS c
y José Antonio RIQUELME CANTAL a
Nuevas aportaciones para la periodización del yacimiento
del Polideportivo de Martos (Jaén): la evaluación estadística
de las dataciones obtenidas para contextos rituales
RESUMEN: Se presentan en este trabajo un conjunto de dataciones radiocarbónicas realizadas sobre
muestras óseas animales del yacimiento del Polideportivo de Martos (Jaén). Con ellas se pretendía por
un lado documentar la continuidad en la ocupación del yacimiento durante el Neolítico Reciente, por otro
obtener las primeras fechas de contextos rituales del Alto Guadalquivir, y por último abordar una evaluación
independiente de las fases de ocupación del mismo partir del análisis estadístico de las dataciones. Aunque
la periodización ofrecida previamente se puede considerar válida, las agrupaciones obtenidas indican que,
en términos de la transformación del espacio, sólo se puede hablar de dos grandes momentos separados por
la inundación que distingue la subfase IIa de la IIb, en torno al 3000 cal A.C. Si bien la cronología general
propuesta para el yacimiento resulta ligeramente más reciente que la propuesta anteriormente, ésta no niega
la continuidad en el hábitat durante un amplio periodo
PALABRAS CLAVE: Alto Guadalquivir, Neolítico Reciente, cronología, periodización, dataciones
radiocarbónicas, ritual.
New contributions to Polideportivo de Martos (Jaén) periodization:
statistical evaluation of radiometric dates obtained from ritual contexts
SUMMARY: A set of radiocarbon dates got from animal bone samples of Polideportivo de Martos site are
presented in this paper. On one hand these dates were made in order to show continuity in the occupation of the site
during the Late Neolithic, on the other hand to get the first dates on ritual contexts in the Upper Guadalquivir, and
finally, get an independent evaluation of the occupation phases proposed for it. A statistical analysis of the dates’
tendencies has been used for this aim. Although some of the analyses carried out suggest that the periodization
previously provided can be considered valid, obtained data implies that, in terms of space transformation, only
two great moments can be distinguished, before and after 3000 cal BC. Although this new chronological frame is
more recent than previous one, settlement continuity during a long period still can be maintained.
KEY WORDS: Upper Guadalquivir valley, Late Neolithic, Chronology, Periodization, Radiocarbon dates,
Ritual.
a
b
c
Departamento de Prehistoria y Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Granada.
jaamarre@ugr.es | jacamara@ugr.es | spanedda@ugr.es | esquivel@ugr.es | riquelme3@telefonica.net
Área de Urbanismo, Ayuntamiento de Úbeda.
arquerra@live.com
Investigador independiente.
arqueocristobal@hotmail.com
Recibido: 30/09/2013. Aceptado: 06/05/2014.
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J. A. Afonso, J. A. Cámara, L. Spanedda, J. A. Esquivel, R. Lizcano, C. Pérez y J. A. Riquelme
1. INTRODUCCIÓN
El yacimiento de El Polideportivo-La Alberquilla (Martos, Jaén) se sitúa en las coordenadas UTM
414635, 4174490 (fig. 1). Descubierto a raíz de las obras para la realización de un pabellón polideportivo
en las afueras de la localidad de Martos, en una segunda campaña se pudieron excavar otros restos
situados su periferia (Cámara y Lizcano, 1996). Además, una gran cantidad de estructuras situadas
a lo largo del Arroyo de la Fuente, correspondiente al Neolítico reciente y al Calcolítico, fueron
destruidas, sobre todo, por obras de infraestructura viaria (Lizcano, 1999). A partir de la importancia
del yacimiento y la configuración del área suburbana en que se inscribía como una zona de crecimiento
de la ciudad de Martos protegida como Zona Arqueológica (fig. 2), nuevas actuaciones tuvieron lugar
desde el año 1993 (Cámara y Lizcano, 1997; Serrano et al., 1997) y especialmente en 2001, 2004
y 2009, aunque sólo algunas de ellas han sido publicadas (Ruiz, 2009; Alegre et al., 2010; Nieto y
Plazas, 2010; Serrano et al., 2010a y 2010b). Incluso en el caso del Polideportivo, cuya construcción
fue financiada también por la Consejería de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, la que debía
proteger los restos y garantizar su investigación, sólo se pudo investigar menos de una cuarta parte de
la extensión visible (Lizcano et al., 1993) (fig. 3).
Pese al hecho de que sólo se ha excavado una pequeña parte, este yacimiento se ha convertido en los
últimos años en un referente, continuamente citado (Martín et al., 2004; Conlin, 2006; Pérez, 2008; Arteaga
y Roos, 2009; Fernández et al., 2009; Martínez et al., 2009; Nocete et al., 2010; Portero et al., 2010) para
el análisis de las fases recientes del Neolítico andaluz (Pérez et al., 1999), para la discusión del papel de los
sistemas de cierre y para el estudio de los sistemas constructivos hipogeicos (Lizcano et al., 2005; Márquez
y Jiménez, 2010), incluyendo su continuidad, la función que los distintos complejos estructurales tuvieron,
las estructuras presentes al interior de los mismos y los objetos recuperados de ellas.
De hecho, aun con el indudable interés que el yacimiento presenta para el análisis de la cultura material
mueble y los sistemas rituales de las últimas fases del Neolítico, uno de los aspectos más interesantes de su
estudio fue la apuesta metodológica que implicó la creación de una secuencia para la zona excavada a partir
de la seriación de los materiales arqueológicos dado que la estratigrafía era fundamentalmente horizontal
(Lizcano et al., 1991-92; Lizcano, 1999). Los resultados de este análisis condujeron a una división de
la ocupación en tres grandes fases, proponiéndose una vinculación de la Fase I con el Neolítico Tardío
(primera mitad del IV milenio A.C.), la II con el Neolítico Final (segundo mitad del IV milenio A.C.) y la
III (inicios del III milenio A.C.) con los inicios del Calcolítico. Se pretende aquí contrastar esa propuesta
con las dataciones disponibles, pudiéndose adelantar que éstas sugieren unas fechas más recientes para el
yacimiento de las que originalmente se habían manejado.
Fig. 1. Situación del yacimiento del Polideportivo-La Alberquilla (Martos, Jaén), también conocido como Zona
Arqueológica del Polideportivo de Martos (ZAPM).
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Fig. 2. Zona Arqueológica del Polideportivo de Martos incluyendo las áreas de las que se han datado contextos
arqueológicos.
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Fig. 3. Planimetría del área del Polideportivo dentro de la Zona Arqueológica del Polideportivo de Martos.
El yacimiento está caracterizado por estructuras subterráneas de diferente forma y dimensiones. Además
de los tramos de foso, documentados en las diferentes campañas, la mayor parte de las estructuras son
fosas piriformes, a veces conservadas sólo en su parte inferior y a menudo superpuestas, cuyo relleno
estratigráfico, en contra de lo habitualmente considerado, es resultado de distintos usos del espacio y no
de meros rellenos de amortización. Así, junto a evidencias de la existencia de actividades de combustión,
despiece de animales, talla de sílex y almacenamiento, se documentan otras de carácter ritual. Tanto la
cercanía y disposición de ciertas estructuras como el material recuperado de ellas hablan de que la unidad
residencial, que debió integrar también complejos estructurales no hipogeicos o semiexcavados, contó con
varios complejos articulados entre sí (Lizcano, 1999).
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El contexto material del yacimiento incluye en un primer momento (fase I) formas abiertas con inflexión
marcada y, a menudo, con elementos de suspensión (mamelones), mientras en un segundo momento de
fines del IV Milenio cal BC (fase II) los cambios entre los dos cuerpos de los recipientes compuestos
adquieren la forma de una verdadera carena, y, progresivamente, la parte superior de éstos tiende a abrirse
y el labio a engrosarse. Los recipientes decorados, siempre escasos, tienden a disminuir (Lizcano, 1999).
En la industria lítica tallada están presentes desde el primer momento las hojas obtenidas por presión con
palanca que, en cualquier caso, no presentan lustre de cereal y que fueron usadas fundamentalmente en
actividades de carnicería (Afonso, 1998).
Como hemos dicho, el aspecto que más ha llamado la atención es la frecuencia de inhumaciones de
animales –especialmente perros– en el yacimiento, además de la presencia de un enterramiento humano
en fosa cilíndrica-piriforme (Lizcano et al., 1991-92, 1993; Lizcano, 1999; Lizcano y Cámara, 2004),
fenómenos similares a los documentados en otros yacimientos andaluces (Márquez y Jiménez, 2011)
incluyendo algunos en el Alto Guadalquivir y sus inmediaciones (Martín, 1987; Burgos et al., 2001;
Martínez et al., 2009; Rabanal et al., 2009; Nocete et al., 2010; Portero et al., 2010; Cámara et al., 2012).
Aunque las interpretaciones de estos rituales han sido variadas (Weiss-Krejci, 2006; Cámara et al.,
2008, 2010; Chapman, 2008; García-Moncó, 2008; Valera y Godinho, 2009; Valera et al., 2010; Daza,
2011; Costa y Cabaço, 2012), en principio, debemos señalar que no existen complejos estructurales
específicamente rituales sino que a veces se produce el reaprovechamiento ritual de un complejo estructural
previamente usado para otros fines. En otras ocasiones, de forma previa al uso de los complejos, se llevan
a cabo ceremonias que implican el enterramiento de animales en la base de las fosas. Al primer caso
corresponde la ternera inhumada en complejo estructural (CE) número 15 (fig. 4) y relacionada con la
potenciación de la fertilidad de los rebaños y la demarcación de la propiedad; al segundo, la inhumación de
cánidos en los CE 12, 15 y 16 (fig. 5 y 6) como evidencia de fundación de dichos complejos estructurales
y como reconocimiento de la función de estos animales en la caza y en el pastoreo, como parece sugerir su
asociación a una cabeza de jabalí en el CE 12 (Cámara y Lizcano, 1996; Lizcano et al., 91-92; Cámara et
al., 2008). El cráneo de carnero, previamente descarnado, y colocado cuidadosamente como trofeo dentro
del CE 25a, abre otros interrogantes sobre el papel de la acumulación de riqueza y su exhibición incluso
Fig. 4. Ternera inhumada en el
CE 15 del área del Polideportivo.
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en los contextos domésticos. Otro cráneo de carnero similar se encuentra en el CE 7 de la cercana área de
La Alberquilla, en la misma zona arqueológica (Cámara et al., 2010), constituyendo parte del conjunto de
animales (cinco perros, dos bóvidos y la propia cabeza de carnero) (fig. 7) que acompañan una inhumación
y que implican la movilización de riqueza pecuaria en los funerales, un aspecto bien constatado en el
Fig. 5. Cánidos inhumados
en el fondo del CE 12 del
área del Polideportivo.
Fig. 6. Cánidos inhumados
en los fondos de los CE 15
y CE 16.
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Alto Guadalquivir (Cámara et al., 2012), si bien no generalizado. En el mismo yacimiento, en el área
del Polideportivo, dos mujeres y dos jóvenes se inhumaron en el CE 13 sin ajuar (fig. 8), a no ser que
consideremos como tal (Cámara y Lizcano, 1996; Lizcano et al., 1991-92; Lizcano, 1999) los restos del
nivel de ocupación previo del complejo estructural, desplazados para hacer sitio a los cadáveres.
Fig. 7. Enterramientos
animales del CE 7 en el
área de La Alberquilla.
Fig. 8. Enterramientos
humanos en el CE 13 del
área del Polideportivo.
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J. A. Afonso, J. A. Cámara, L. Spanedda, J. A. Esquivel, R. Lizcano, C. Pérez y J. A. Riquelme
2. OBJETIVOS DE LAS DATACIONES RADIOCARBÓNICAS DE MATERIALES
DE LOS YACIMIENTOS DEL IV Y III MILENIOS EN EL ALTO GUADALQUIVIR.
EL CASO DE MARTOS
Las fechas disponibles en relación con los rituales de inhumación para el Neolítico Reciente y el Calcolítico
del Alto Guadalquivir en particular y para Andalucía en general, no son muy numerosas (García et al., 2011;
Molina et al., 2012). Lo más sorprendente es que, admitiéndose por la mayoría de los investigadores, con
el precedente de Papa Uvas (Aljaraque, Huelva) (Martín, 1985, 1986), la necesidad de que la información
contextual de cada uno de los complejos, sus procesos tafonómicos y la interpretación de los mismos sean
publicados lo más detalladamente posible, por el contrario, no ha sido considerada la necesaria datación
radiométrica de cada uno de los depósitos, de nuevo con la excepción de Papa Uvas (Soares y Martín, 1996)
y algunos otros ejemplos recientes (Nocete et al., 2010; Cámara et al., 2012).
El problema además es que, a menudo, ha existido una preocupación general por datar los fosos como
el de El Negrón (Gilena, Sevilla) (Cruz-Auñón et al., 1995) o los de Marroquíes (Zafra et al., 2003; Zafra,
2007), con los problemas que los rellenos de estos complejos lineales presentan, dado que el material caído
en ellos, arrastrado del entorno en momentos de desuso, puede ser anterior o posterior a la construcción,
sin que sea posible casi en ningún caso afirmar la relación entre el elemento datado y el contenedor, si bien,
incluso reconociendo tales problemas, se sigue pretendiendo obtener series cronológicas a partir de esos
depósitos (Valera y Silva, 2011; Valera, 2013; Valera et al., 2014).
En el caso de El Polideportivo-La Alberquilla nuestro interés fundamental se ha centrado en la datación
de los rituales documentados, no sólo porque éstos están profundamente conectados con la organización
social concreta en que se desarrollan, sino porque los rituales, especialmente en el área del Polideportivo
(Lizcano et al., 1993), tienen una importante relación con la ganadería y su papel en la acumulación de
riqueza (Cámara et al., 2008).
El análisis de las dataciones de El Polideportivo-La Alberquilla buscaba determinar las fechas en las que el
área excavada de este extenso asentamiento estuvo ocupada y contrastar la validez de la periodización efectuada
a partir del estudio de los materiales arqueológicos y la superposición estratigráfica y estructural (Lizcano, 1999).
La valoración de la periodización previamente propuesta para el yacimiento ha pretendido: a) realizar
una aproximación a la sincronía-diacronía de los complejos estructurales de las distintas áreas; b) establecer
pautas de temporalidad en las estratigrafías más complejas, aquéllas correspondientes a los complejos
estructurales dedicados a actividades más diversificadas, p. ej. el 12. La posibilidad de avanzar en ambos
objetivos ha quedado, en cualquier caso, muy limitada por el número final de dataciones disponible.
3. LA MUESTRA ELEGIDA
Aunque se ha llamado la atención sobre los problemas del uso de los restos óseos para datar los contextos
arqueológicos, especialmente en los suelos ácidos (Nieto et al., 2002), es indudable que la única forma de
concretar estadísticamente la cronología de un depósito ritual es datar el elemento concreto –el inhumado–
cuya fecha se quiere conocer, y, de ahí la reciente proliferación de dataciones de huesos humanos y animales
(Castro et al., 1993-94; Mataloto y Boaventura, 2009; Cámara y Molina, 2009; Cámara et al., 2012; Lull et
al., 2013). Es fundamental datar los huesos cuando, como en el caso que nos ocupa, no existen elementos
materiales cuya asociación a los inhumados –personas o animales– corresponda a una decisión coetánea al
enterramiento, sea porque los restos recuperados junto a los inhumados proceden de procesos de remoción
de depósitos anteriores o de relleno, sea porque los ajuares son prácticamente inexistentes. Además, es
especialmente relevante, sin duda, datar los restos óseos si lo que se desea es corroborar la sucesión de las
inhumaciones, o si lo que se quiere, como en el caso de los cinco perros del CE 12, es datar el inicio de la
ocupación que el ritual habría justificado-reproducido.
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Nuevas aportaciones para la periodización del Polideportivo de Martos
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No nos encontramos aquí con los problemas que otros autores han tenido para relacionar la cronología
de los inhumados con la fecha de construcción de los sepulcros (Persson y Sjøgren, 1995; Rybicka, 2006;
Bayliss y Whittle, 2007; Baldia, 2010; Scarre, 2010; Schulz Paulsson, 2010), a menudo desconocida, en
primer lugar porque no se trata de enterramientos colectivos y en segundo porque la construcción del
complejo debió ser coetánea a los rituales documentados como en los CE 12 y 25a (Lizcano, 1999).
Cuando esta circunstancia no se da, se producen dos fenómenos claramente distinguibles en el registro
estratigráfico, el reaprovechamientos de estructuras previas como el CE 13 (Cámara y Lizcano, 1996), o
episodios puntuales que suponen un interludio dentro de un uso generalmente doméstico del espacio, como
ejemplifica el nivel donde se sitúa la ternera inhumada en el CE 15. Especialmente esta última posibilidad
es un aspecto que algunos autores han rechazado, prefiriendo proponer un uso exclusivamente ritual para
las fosas piriformes de este tipo de poblados (Márquez y Jiménez, 2010).
4. EL ANÁLISIS DE LAS DATACIONES OBTENIDAS. AGRUPACIÓN DE DATACIONES
SEGÚN EL ERROR MÍNIMO GLOBAL VERSUS SUMA DE PROBABILIDADES
Naturalmente lo primero que se debe discutir es si las dataciones radiocarbónicas pueden ser utilizadas
como un argumento definitivo a favor o en contra de una hipótesis cronológica asentada en otros aspectos
–la seriación de los materiales apoyada en secuencias estratigráficas bien estudiadas–, o si, por el contrario,
ambos aspectos –seriación y datación– deben ser integrados en cualquier análisis cronológico. En nuestra
opinión, sólo un abundante conjunto de dataciones para cada contexto, algo inexistente en los yacimientos
andaluces, puede contribuir, en su tratamiento estadístico, a rechazar o corroborar totalmente una propuesta
de seriación basada en la articulación de las estratigrafías con los cambios en los objetos arqueológicos.
Aunque, dado el exiguo número de dataciones, estas premisas no se pueden aplicar totalmente al yacimiento
que estudiamos, también es cierto que el predominio de una secuencia horizontal –aun con la sucesión de
niveles en los rellenos de algunos CE– convierte la secuencia propuesta previamente para el yacimiento
del Polideportivo-La Alberquilla (Lizcano, 1999) en una hipótesis susceptible de ser fácilmente puesta en
cuestión si no existe una cierta relación con las fechas radiocarbónicas obtenidas.
Hechas estas aclaraciones, podemos ahora usar las dataciones disponibles, calibradas a partir de la curva
IntCal13 (Reimer et al., 2013) a través del programa Calib 7.0.2 (tabla 1 y fig. 9), en un ejercicio crítico
sobre la periodización ofrecida para el yacimiento de El Polideportivo-La Alberquilla (Lizcano, 1999) y,
posteriormente, podemos usarlas para discutir sobre la contemporaneidad y/o diacronía de los complejos
estructurales documentados y sobre la continuidad de uso de algunos de ellos.
La primera fecha obtenida, a partir de carbón, para El Polideportivo (Teledyne Isotopes I-17083)
(Lizcano et al., 1991-92; Lizcano, 1999) presentaba problemas para su calibración y uso comparativo, por
proceder de una muestra de vida larga y por su tratamiento radiométrico mediante el método estándar que
proporcionó una datación con una alta desviación típica. La calibración ofrecía una fecha de la primera
mitad del IV Milenio A.C. para un nivel de hogar (US 3) situado en un momento relativamente avanzado
del uso del CE 12, adscrito a la fase Ic del yacimiento (fig. 11).
Las dataciones obtenidas sobre restos óseos animales, analizadas por el Centro Nacional de Aceleradores
(CNA) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en Sevilla, se sitúan todas en la segunda mitad
del IV Milenio A.C. en fechas calibradas, mientras una muestra de restos óseos humanos analizada por el
Laboratorio de la Universidad de Uppsala (Ua) ofrece una datación de mediados del II Milenio A.C.
Todo ello nos lleva, sin ulterior análisis, a considerar que la fechas atribuidas a cada una de las fases
consideradas en los primeros análisis del yacimiento fueron demasiado elevadas (Lizcano, 1999), a raíz
de la evaluación de la única fecha disponible en aquellos momentos, la del laboratorio Teledyne Isotopes.
La combinación de probabilidades a través del programa Calib 7.0.2 nos señala que la mayor parte
de los contextos datados corresponden a un periodo situado entre el 3376 y el 3092 cal A.C. al 84% de
probabilidad dentro del intervalo de 1 σ, y entre el 3520 y el 2877 cal A.C. al 90% de probabilidad para el de
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J. A. Afonso, J. A. Cámara, L. Spanedda, J. A. Esquivel, R. Lizcano, C. Pérez y J. A. Riquelme
Tabla 1. Dataciones disponibles para el yacimiento del Polideportivo de Martos - La Alberquilla, calibradas con el
Programa Calib 7.0.2 y la curva IntCal13 (Reimer et al., 2013).
Nº excav.
Muestra
Fecha BP
Fecha 1 s
Fecha 2 s
Nº laboratorio
Fase
MR14025
Carbón hogar US3
Cánido
5080 ± 140
4465 ± 25
4035-3706
3326-3039
4239-3543
3334-3026
I-17083
CNA603
Fase Ib-c
Alberquilla Fase IIa
MR6249
MR12705
MR12717
MR12719
MR12721
MR12722
Suido
Cánido
Cánido
Cánido
Cánido
Cánido
4550 ± 50
4360 ± 25
4555 ± 30
4610 ± 30
4630 ± 50
4500 ± 40
3367-3113
3011-2918
3365-3128
3493-3355
3510-3355
3336-3105
3495-3092
3080-2907
3482-3105
3509-3146
3627-3127
3355-3034
CNA607
CNA609
CNA610
CNA611
CNA612
CNA613
Fase IIa
Fase Ia
Fase Ia
Fase Ia
Fase Ia
Fase Ia
MR15154
MR15352
MR18138
MR19014
MR16006
MR12703
MR13504
Bóvido
Cánido
Ovicáprido
Cérvido
Cánido
Suido
Humano
4550 ± 25
4530 ± 60
4580 ± 60
4460 ± 30
4295 ± 40
4500 ± 40
3975 ± 33
3362-3132
3358-3106
3497-3116
3323-3030
3000-2880
3336-3105
2565-2467
3367-3108
3493-3025
3516-3096
3336-3021
3076-2872
3355-3034
2577-2350
CNA614
CNA616
CNA617
CNA618
CNA620
CNA621
Ua40060
Fase Ib
Fase Ia
Fase IIa
Fase IIa
Fase IIa
Fase Ia
Fase IIIa
Fig. 9. Representación gráfica de las
dataciones disponibles para el yacimiento
del Polideportivo de Martos-La Alberquilla,
calibradas con el Programa Calib 7.0.2 y la
curva IntCal13 (Reimer et al., 2013).
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2 σ, si bien, no se alcanza el número de muestras recomendado (20) para minimizar el error cuando se usa
este método (Williams, 2012: 580-581). En cualquier caso, la fecha de la tumba, atribuida a un momento
avanzado de la ocupación del yacimiento, queda fuera de ese intervalo y, por tanto, cabe suponer que la
actividad humana en la zona excavada se prolongó aun más, al menos hasta mediados del III Milenio A.C.
En función de la procedencia las muestras, el grupo de datos usados en este trabajo está constituido por
diez dataciones independientes y dos conjuntos pequeños: a) formado por las fechas obtenidas de muestras
de cinco cánidos y un suido, todos procedentes del CE 12 y de la fase Ia (CNA 609, CNA 610, CNA 611,
CNA 612, CNA 613 y CNA 621); y b) formado por dataciones de muestras del CE 15, correspondientes a
un cánido de la fase Ia y un bóvido de la fase Ib (CNA 614 y CNA 616) (fig. 10).
En el primer caso la combinación de probabilidades a partir del programa Calib 7.0.2 sugiere un uso
del CE 12 entre el 3497 y el 3108 con el 100% de probabilidad dentro del rango 1 σ y cubriendo, por tanto,
prácticamente todo el rango de ocupación del yacimiento sugerido por el análisis conjunto de todas las
dataciones disponibles para éste. Aunque la combinación de probabilidades del intervalo a 1 σ, muestra dos
concentraciones, la primera entre 3497 y 3315 cal A.C. con un 50,12% de probabilidad y la segunda entre
3237 y 3108, con el 46,7%, se debe tener en cuenta, además de los intervalos de baja probabilidad, el hecho
de que no se han tomado muestras de todos los niveles estratigráficos del complejo sino sólo de los niveles
basales en los que tuvieron lugar los enterramientos rituales de animales –cánidos fundamentalmente (fig.
11)–. Por ello, no parece probable que las muestras integradas en este conjunto pertenezcan a momentos
cronológicos diferentes, como después discutiremos, aun con las diferencias temporales sugeridas por
las dataciones obtenidas. De hecho, si atendemos a la suma de probabilidades a 2 σ, las dataciones se
concentran entre 3385 y 3093 con el 69% de probabilidad dentro de ese rango.
En el segundo caso, la combinación de probabilidades de las dataciones calibradas disponibles para el
CE 15 –sólo dos–, sitúan las inhumaciones rituales en este complejo –cánido y ternera– entre el 3358 y
el 3106 cal A.C. con un 100% de probabilidad en el rango a 1 σ, y entre 3374 y 3079 con un 92,96% de
probabilidad dentro del rango 2 σ.
Fig. 10. Sección del CE 15 del área del Polideportivo con indicación del lugar de donde proceden las muestras datadas.
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J. A. Afonso, J. A. Cámara, L. Spanedda, J. A. Esquivel, R. Lizcano, C. Pérez y J. A. Riquelme
Fig. 11. Sección del CE 12 del área del Polideportivo con indicación del lugar de donde proceden las muestras datadas.
Un aspecto a tener en cuenta a la hora de comparar y agrupar las fechas disponibles es que la calibración
implica una modificación de la distribución “normal” de la datación. Se ha optado aquí, en los párrafos que
siguen, por la comparación de las fechas no calibradas. Como en otros casos (Davison et al., 2009), los resultados
serán contrastados con datos ya conocidos, en este caso fundamentalmente el complejo estructural del que
proceden las muestras y su situación estratigráfica, utilizando lo que se conoce como el error mínimo global.
1
1 n 1
A partir de la expresión 2 = ∑ 2 (Dolukhanov et al., 2005), siendo n=nº de datos en el conjunto
n i =1 Σ i
s
y ∑i =máx(σi, σmín), con σi=error de medida y σmín=error mínimo global –no es posible disponer del error
instrumental–, se obtiene una incertidumbre global σ para cada conjunto.
Respecto al grupo a, claramente se tienen tres subgrupos (fig. 12), uno de ellos constituido por las
referencias CNA610, CNA613 y CNA621, que se considera un único dato, con una edad media después
de la calibración de 3450 años, según el método seguido aquí (Dolukhanov et al., 2005). Considerando
un error mínimo global de 30 años, a este conjunto se le asigna una incertidumbre global de 40 años. Este
resultado ofrece una fecha más antigua que la combinación de probabilidades para esas tres dataciones que
se obtiene a través del programa Calib 7.0.2, entre 3361 y 3113 cal A.C. al 100% de probabilidad dentro
del rango 1 σ y entre el 3367 y el 3090 al 99,6% de probabilidad dentro del rango 2 σ. Sin embargo, la
fecha obtenida sí se encuentra dentro del rango de la suma de probabilidades para todas las dataciones del
complejo que, como hemos visto, está entre 3497 y 3108 a 1 σ.
Otro subgrupo está formado por las dataciones CNA611 y CNA612, ligeramente más antiguas. Para este
subgrupo se estima una edad de 3430 años y una incertidumbre global estimada de 36 años, colocándose en
este caso la estimación dentro de la combinación de probabilidades del programa Calib 7.0.2 que situaría la
APL XXX, 2014
[page-n-145]
Nuevas aportaciones para la periodización del Polideportivo de Martos
145
Fig. 12. Histograma para los conjuntos coevales
formados por CNA610, CNA613, CNA621 y
CNA611-CNA612, junto al dato independiente
CAN609.
agrupación de esas dos dataciones entre 3498 y 3353 cal A.C. al 100% de probabilidad dentro del rango 1
σ y entre 3522 y 3335 al 96,18% de probabilidad dentro del rango 2 σ. Finalmente el tercer subgrupo está
formado por un único elemento (CAN609), de edad estimada en 3030 años y una incertidumbre de 30 años
(Dolukhanov et al., 2005; Davison et al., 2009).
De igual forma, para las dos referencias CNA614 y CNA616 pertenecientes al CE 15 se tiene una edad
de 3435 años y un error instrumental que, utilizando la expresión anterior, es σ=±47 años. También en este
caso el método usado ofrece una fecha más antigua a la obtenida por la combinación de probabilidades
que situaría esos enterramientos de animales en el CE 15 entre el 3374 y el 3079 cal A.C. con un 100% de
probabilidad en el rango a 2 σ.
Una vez realizadas las correcciones anteriores, las comparaciones entre dataciones se llevan a cabo
mediante el test t-Student utilizando la varianza conjunta como varianza del grupo y un nivel de significación
α=0.05. Los resultados obtenidos (tabla 2) permiten establecer los siguientes grupos:
1) I17083 5080±140BP
2) CNA 610, 611, 612, 613, 614, 616, 617, 621
3) CNA 603, 618
4) CNA 609, 620
5) Ua40060 3975±33BP
La datación CNA 607 es problemática ya que está en el límite de significación de los grupos 2 y 3, por lo
que no se le puede asignar un valor que pueda discriminar correctamente entre ambos grupos. Posiblemente
sea un dato de transición entre los periodos formados por los anteriores 2 y 3. Estos resultados permiten
establecer dos posibles ordenaciones de los datos –debido a lo expuesto anteriormente– desde los más
antiguos a los más recientes:
ORDEN 1
- I17083 4036-3706 cal A.C.
- CNA 607, 610, 611, 612, 613, 614, 616, 617, 621 3450-3380 cal A.C.
- CNA 603, 618 3340-3320 cal A.C.
- CNA 609, 620 3090-2870 cal A.C.
- Ua40060 2565-2467 cal A.C.
ORDEN 2
- I17083 4036-3706 cal A.C.
- CNA 610, 611, 612, 613, 614, 616, 617, 621 3520-3435 cal A.C.
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J. A. Afonso, J. A. Cámara, L. Spanedda, J. A. Esquivel, R. Lizcano, C. Pérez y J. A. Riquelme
- CNA 603, 607, 618 3380-3320 cal A.C.
- CNA 609, 620 3090-2870 cal A.C.
- Ua40060 2565-2467 cal A.C.
Dadas las características de la cultura material mueble asociada a la muestra CNA607 (Lizcano, 1999)
será esta última propuesta la que seguiremos en la discusión que sigue.
Así, prescindiendo de las dataciones extremas, grupos 1 y 5, las fechas se pueden agrupar en tres
conjuntos: 3520-3435, 3380-3320 y 3090-2870 A.C.
Para afirmar la cronología de cada uno de los contextos y el periodo global de ocupación del yacimiento,
en nuestra opinión, el primer trabajo que habría que realizar es relacionar cada una de estas agrupaciones,
las fechas concretas que en cada una de ellas se inscriben, con las fases presentadas a partir de la seriación
del material mueble y las estructuras de El Polideportivo-La Alberquilla.
Las dataciones de nuestra primera agrupación (CNA 610, 611, 612, 613, 614, 616, 617, 621), corresponden
a la mayor parte de los perros inhumados en el fondo del CE 12 (MR12717, MR12719, MR12721,
MR12722), al suido al que circundan (MR12703) (Cámara et al., 2008) (fig. 5), a los restos de la ternera del
Tabla 2. Comparación de muestras mediante el test t de Student con nivel de significación α=0.05.
t
CNA610, CNA611,
CNA612,CNA613 y CNA 621
α
2.347
<0.05
1.136
>0.05
1.000
>0.05
2.347
<0.05
7.804
<0.05
CNA614-CAN616
7.263
<0.05
CNA603
7.306
<0.05
CNA607
6.00
<0.05
CNA617
7.304
<0.05
CNA618
7.306
<0.05
CNA620
0.1
>0.05
CNA603
1.703
=0.05
CNA607
0.801
>0.05
CNA617
1.115
>0.05
CNA618
1.703
=0.05
CNA620
6.56
<0.05
CNA607
0.685
>0.05
CNA617
2.68
<0.05
CNA618
0.1
>0.05
CNA620
6.2
<0.05
CNA617
1.792
<0.05
CNA618
0.686
>0.05
CNA620
APL XXX, 2014
>0.05
CNA620
CNA618
0.253
CNA618
CNA607
CNA614-CAN616
CNA617
CNA603
<0.05
CNA607
CNA614-616
8.98
CNA603
CNA609
CNA609
5.466
<0.05
CNA620
6.2
<0.05
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Nuevas aportaciones para la periodización del Polideportivo de Martos
147
CE 15 (MR15154), al perro inhumado en el fondo de éste (MR15352) (fig. 6) y a los restos de un ovicáprido
(MR18138) del CE 18 (fig. 13). Se confirma así que las dataciones de los cánidos del CE 12 corresponden a
un momento antiguo de la ocupación del yacimiento (fase Ia) pero la presencia de fuentes carenadas en el CE
18 había llevado a situar éste en la denominada fase IIa. Por otra parte la adscripción de la ternera localizada
en el CE 15 a esta agrupación, por la fecha obtenida (CNA 614), implica que no existió una amplia diferencia
temporal entre los primeros rituales desarrollados en él, la inhumación de un cánido (CNA 616) (fase Ia), y el
enterramiento de este bóvido algo después (fase Ib) según la evidencia estratigráfica. Aun posteriores serían
los enterramientos de La Alberquilla, para los que, en cualquier caso, sólo contamos con una fecha (CNA 603).
Como hemos dicho el análisis llevaría a situar este momento del yacimiento en 3520-3435 cal A.C.
En cualquier caso habría que señalar que algunas muestras de esta agrupación son ligeramente más
recientes que las otras –especialmente CNA613-MR12722 y CNA621-MR12703– lo que podría deberse
también a una menor cantidad de colágeno en ellas, como se ha sugerido también en otras áreas (Losey et al.,
2011), aunque, desafortunadamente, el laboratorio no ha proporcionado estos datos. Por el contrario, como
ya hemos dicho, existen también dos fechas más antiguas (CNA611-MR12719 y CNA612-MR12721).
De hecho, según la combinación de probabilidades realizadas con el programa Calib 7.0.2, las dataciones
que se han incluido en esta agrupación se situarían entre 3495 y 3115 cal A.C. en el rango 1 σ y entre 3515
y 3090 cal A.C. en el intervalo 2 σ, pero con dos concentraciones, una entre 3515 y 3422 cal A.C. que
supone el 18,31% y otra entre 3385 y 3090 que representa el 80,67%. Dada esta disparidad y el fuerte
solapamiento con el intervalo posterior, se podría plantear una subdivisión entre las fechas más antiguas
(CNA611 y CNA612) y el resto. En este sentido la combinación de las dos primeras fechas se situaría
entre 3498 y 3353 cal A.C. al 100% de probabilidad dentro del rango 1 σ y entre 3522 y 3335 al 96,18% de
probabilidad dentro del rango 2 σ. Éstas son las que se separan claramente del periodo posterior y las que
más se ajustan a los resultados proporcionados por el método propuesto por Dolukhanov y otros (2005)
aquí seguido. Por el contrario el resto de las fechas, cuando se combinan, muestran un fuerte solapamiento
con la agrupación presentada a continuación, con un arco temporal del 3364 al 3113 cal A.C. al 100% de
Fig. 13. Sección del CE 18 del área del Polideportivo con indicación de la UE de la que se ha tomado la muestra datada.
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J. A. Afonso, J. A. Cámara, L. Spanedda, J. A. Esquivel, R. Lizcano, C. Pérez y J. A. Riquelme
probabilidad en el rango 1 σ y del 3375 al 3087 con el 95,45% de probabilidad en el intervalo 2 σ. A no ser
que pensemos en el traslado de cuerpos de cánidos desde contextos más antiguos en la deposición ritual
inicial o que planteemos que las remociones rituales en el CE 12, antes del uso doméstico posterior que
hemos documentado, duraron unos doscientos años, hay que pensar que es muy probable que las dataciones
más antiguas se acerquen más a la fecha real de las inhumaciones iniciales y que el resto de las dataciones
son más recientes de lo esperado.
La segunda agrupación de fechas incluye un perro de un complejo estructural con enterramientos
rituales –de humanos y animales– en la zona de la Alberquilla (CNA603- MR14025) (fig. 7), un hueso
de cérvido (CNA618-MR19014) del CE 19 (fig. 14) y finalmente, con un carácter, como hemos visto,
transicional, restos de un suido (CNA607-MR6249) del CE 6 (fig. 15). La mayor parte de los contextos a
que pertenecen estas muestras fueron situados en la fase IIa –CE 6 y CE 19–, por criterios de morfometría
cerámica, mientras el CE 7 de La Alberquilla no fue incluido en la seriación cerámica al haberse excavado
posteriormente (Cámara et al., 2010). Esta agrupación quedaría, por tanto, situada, sobre todo en el siglo
XXXIV A.C., entre 3380 y 3320 cal A.C. En este caso también podemos ver que tales resultados se sitúan
en los límites más antiguos de las fechas que se obtienen de la suma de probabilidades de las dataciones
incluidas en este grupo a partir del programa Calib 7.0.2, que las sitúan entre 3331 y 3089 cal A.C. al
95,8% de probabilidad en el rango 1 σ y entre 3366 y 3080 al 90,07% en el intervalo 2 σ. Dado este arco
cronológico no es imposible que la datación del CE 18 (CNA617) se relacione con este grupo aun cuando
se asocie también significativamente al primero.
Finalmente la tercera agrupación de fechas (4) incluye sólo dos muestras, una de ellas del nivel fundacional
del CE 16 –con inhumación de cánido CNA620-MR16006–, muy arrasado (fig. 6), lo que podría hacer pensar
que pertenecería ciertamente a una fase avanzada del yacimiento, y por tanto ser más reciente de lo que se
pensó en las primeras interpretaciones que tendieron a ubicar todas las deposiciones de cánidos en el mismo
momento inicial del yacimiento. La otra fecha incluida en esta agrupación ha sido obtenida sobre uno de los
cánidos del CE 12 (CNA609-MR12705). Así la procedencia de esta segunda de esas fechas de un contexto
antiguo y la escasa contextualización de la primera de las muestras, nos obliga a ser cautos en cuanto a la
correlación de esta agrupación de fechas –3090-2870 cal A.C.– con una fase concreta de nuestro yacimiento.
En este caso, la coincidencia con los resultados de la suma de probabilidades a partir del programa Calib 7.0.2
es mayor, pues este ofrece para esas dos dataciones combinadas unos resultados de 3010-2888 cal A.C. al
100% de probabilidad para el rango 1 σ y 3025-2878 al 98,68% de probabilidad en el intervalo 2 σ.
Fig. 14. Sección del CE 19 del área del Polideportivo con indicación de la UE de la que se ha tomado la muestra datada.
APL XXX, 2014
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Nuevas aportaciones para la periodización del Polideportivo de Martos
149
Fig. 15. Sección del CE 6 del área del Polideportivo con indicación de la UE de la que se ha tomado la muestra datada.
5. LAS DATACIONES EN RELACIÓN CON LA PERIODIZACIÓN DEL YACIMIENTO:
AGRUPACIONES, SUMA DE PROBABILIDADES Y ANÁLISIS BAYESIANOS
Si nos ceñimos a la atribución previa en fases, con ciertas correcciones como la atribución del CE 16 a
un momento no inicial, observamos que los solapamientos entre las fases Ia/Ib y IIa según la suma de
probabilidades de las dataciones disponibles a partir del programa Calib 7.0.2 son considerables. Para las
subases Ia-b obtendríamos un intervalo entre 3497 y 3118 al 100% de probabilidad en el rango 1 σ y entre
3515 y 3093, también al 100% de probabilidad en el intervalo 2 σ, si bien ya se ha dicho que las dataciones que
ofrecen fechas más antiguas (CNA611, CNA612 y, en menor medida, CNA617) conducen a dos agrupaciones
(3497-3458 al 19,1% de probabilidad frente a 3377-3118 al 80,9% en el intervalo 1 σ). Para la fase IIa la
suma de probabilidades con el programa Calib 7.0.2 ofrece un intervalo entre 3361 y 2888 cal A.C. al 100%
de probabilidad en el rango 1 σ y entre 3376 y 2878 cal A.C. al 96,59% en el rango 2 σ, por lo que, si
prescindiéramos de las dataciones que han dado fechas más antiguas, el solapamiento sería absoluto.
En este sentido, la primera impresión sobre la correlación entre las dataciones y la seriación es que,
independientemente de la escasez, por el momento, de muestras de fases avanzadas, dado nuestro interés
en fechar la primera ocupación del lugar, no resulta fácil usar las dataciones para afirmar la sucesión de
las cuatro primeras subfases –Ia, Ib, Ic y IIa– del yacimiento, anteriores a un momento de arrastre de
sedimentos, probablemente relacionados con una inundación (Lizcano, 1999). De hecho, los solapamientos
entre las dos primeras agrupaciones obtenidas a partir del método del error mínimo global sugerido por
Dolukhanov y otros (2005) son aun mayores si atendemos a los resultados de la suma de probabilidades
a partir del programa Calib 7.0.2. Parece, en cualquier caso, probable que nuestra primera agrupación
de fechas corresponda, en su mayoría, a la denominada fase Ia del yacimiento y la segunda agrupación
a elementos procedentes principalmente de la fase IIa aunque con problemas en cuanto a que algunos
contextos, como el CE 18, sorprendentemente, han proporcionado dataciones antiguas (CNA 617).
Dadas las contradicciones que se observan entre la suma de probabilidades proporcionadas por el
programa Calib 7.0.2 y las agrupaciones del método del error mínimo global antes presentado (Dolukhanov
et al., 2005) que se ajustan más a las fases cronoestratigráficas previamente ofrecidas (Lizcano, 1999), se
ha realizado una calibración bayesiana (Bronk Ramsey, 2009) ordenando las dataciones según las fases
cronoestratigráficas de las que fueron obtenidas.
APL XXX, 2014
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150
J. A. Afonso, J. A. Cámara, L. Spanedda, J. A. Esquivel, R. Lizcano, C. Pérez y J. A. Riquelme
En primer lugar hemos utilizado el programa BCal gestionado por el Department of Probability and
Statistics de la University of Sheffield, disponible en el siguiente enlace: http://bcal.sheffield.ac.uk. (Buck
et al., 1999), y que ya ha sido utilizado para casos de la Península Ibérica (Lull et al., 2013). Entre las
diferentes condiciones que el programa nos permite seleccionar los resultados más significativos se han
obtenido considerando que las diferentes fases datadas (Ia, Ib, IIa y IIIa) son sucesivas, sin solapamientos
y con hiatos entre ellas. El análisis de probabilidades señala que, Ia es anterior a Ib con un 99,02% de
probabilidad, Ib es anterior a IIa con el 98,94% y IIa es anterior a IIIa con el 99,93%. La cronología
atribuida a cada fase para 1 y 2 δ puede consultarse en la tabla 3.
Otros autores (Boaventura, 2011; Boaventura y Mataloto, 2103) prefieren utilizar el programa OxCal 4.2,
disponible en la web: https://c14.arch.ox.ac.uk/oxcal/OxCal.html, para realizar los análisis bayesianos. Una
de las ventajas de esta aplicación es que permite mostrar en un mismo gráfico tanto las curvas individuales
de las dataciones como las curvas acumuladas por fases.
En este caso, usando las mismas condiciones, eliminando también del análisis las dataciones CNA 609 y
CNA 620 que el programa considera outlier, la significación obtenida para el modelo que considera las cuatro
fases (Ia, Ib, IIa y IIIa) es del 116,9% (tabla 4 y fig. 16), que constituye un índice de concordancia bastante
bueno ya que a partir de valores superiores al 60% se considera que el modelo bayesiano propuesto es válido.
El método del error mínimo global de Dolukhanov y otros (2005) y el análisis bayesiano nos sugieren
que existe una cierta correlación entre las dataciones y la seriación propuesta, a través de los materiales
arqueológicos, principalmente la cerámica (fig. 17), sin embargo, todos los métodos, y especialmente la
Tabla 3. Resultados de la calibración bayesiana, según la curva IntCal13, realizada con el programa BCal
(http://bcal.sheffield.ac.uk, Buck et al.,1999).
Intervalos de densidad posterior (HPD) máxima (cal BP)
Phase
Name
from
to
%
from
to
%
Boundary Start 1
-5337
-5301
68
-5462
-5290
95
Phase 1
CNA621
CNA616
CNA610
CNA611
CNA612
CNA613
Boundary End 1
Boundary Start 2
-5308
-5312
-5310
-5318
-5322
-5308
-5404
-5295
-5276
-5280
-5291
-5301
-5296
-5275
-5249
-5142
68
68
68
68
68
68
68
68
-5314
-5323
-5319
-5431
-5394
-5314
-5309
-5301
-5225
-5224
-5263
5285
-5275
-5228
-5179
-5129
95
95
95
95
95
95
95
95
Phase 2
CNA614
Boundary End 2
Boundary Start 3
CNA618
CNA603
CNA607
CNA617
Boundary End 3
Boundary Start 4
Ua40060
Boundary End 4
-5182
-5163
-5133
-5124
-5122
-5106
-5103
-5113
-4791
-4514
-4503
-5129
-5082
-5060
-5038
-5040
-5048
-5048
-5008
-4475
-4416
-3378
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
-5297
-5289
-5223
-5196
-5202
-5187
-5185
-5171
-5003
-4524
-4514
-5081
-5067
-5047
-4979
-4982
-5034
-5034
-4915
-4427
-4299
-1858
95
95
95
95
95
95
95
95
95
95
95
Phase 3
Phase 4
APL XXX, 2014
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Nuevas aportaciones para la periodización del Polideportivo de Martos
151
suma de probabilidades, indican que la distancia cronológica entre las fases Ia, Ib y IIa es muy corta. Por
tanto lo que podemos asegurar, con mayor certeza, es que la principal transformación tuvo lugar a partir de la
fase IIa, a continuación de la posible inundación, entre fines del IV y principios del III Milenio A.C.
Si atendemos a la problemática de dataciones como la CNA 617 del CE 18, deberíamos plantear
que determinadas diferencias en los materiales pudieron tener más un matiz funcional que cronológico
y que el intento de articular una periodización detallada a partir de la estratigrafía horizontal (Lizcano,
Tabla 4. Resultados de la calibración bayesiana, según la curva IntCal13, realizada con el programa OxCal (https://c14.
arch.ox.ac.uk/oxcal/OxCal.html).
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J. A. Afonso, J. A. Cámara, L. Spanedda, J. A. Esquivel, R. Lizcano, C. Pérez y J. A. Riquelme
Fig. 16. Representación de las calibraciones bayesianas agrupadas por fases según el programa OxCal y la curva IntCal13.
1999) fue ciertamente ambicioso (y optimista), especialmente en lo que respecta a la subdivisión de la
denominada fase I, aunque algunos de los métodos de tratamiento estadístico de las dataciones (error
mínimo global y análisis bayesiano) la corroboren.
Prescindiendo de las dataciones CNA 609 (MR12705) y CNA 620 (MR16006) –tercera agrupación
de fechas, excepto la muestra transicional CNA 607– y de la datación I17085 por su excesiva desviación
típica, la horquilla cronológica en que se sitúan esas 4 subfases quedaría reducida a la segunda mitad del IV
milenio A.C., en lo que en el Sudeste se ha considerado Neolítico Final-Cobre Antiguo (Molina et al., 2004;
Molina y Cámara, 2005), implicando además esa cronología, como hemos repetido, un rejuvenecimiento
de anteriores propuestas (Lizcano, 1999) que tuvieron excesivamente en cuenta la datación I17085. En
cualquier caso determinadas fechas de Papa Uvas (Aljaraque, Huelva) (Soares y Martín, 1996) y Los
Castillejos en las Peñas de los Gitanos (Montefrío, Granada) (Martínez et al., 2010), sugieren que los
cambios del Neolítico Reciente comenzaron a los albores del IV Milenio A.C.
Aunque de momento sólo contamos con una fecha clara para las fases posteriores, correspondiente
a uno de los inhumados en la tumba 13 (Ua40060-MR13504) (fig. 18), ésta muestra una importante
diferencia temporal con los momentos de las primeras inhumaciones rituales de animales, como también
Fig. 17. Evolución de la cerámica en el Polideportivo de Martos con propuesta cronológica.
APL XXX, 2014
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Nuevas aportaciones para la periodización del Polideportivo de Martos
153
Fig. 18. Sección del CE 13 del área del Polideportivo con indicación de la UE de la que se ha tomado la muestra datada.
se observaba en la calibración bayesiana antes comentada. De hecho, su rango a dos sigmas se sitúa
entre 2577 y 2350 A.C. En este caso, con independencia de la posibilidad de que estemos ante una fecha
ligeramente rejuvenecida, debemos señalar por una parte que las inhumaciones, que se situaron como
se dijo (Cámara y Lizcano, 1996; Lizcano, 1999) en una cabaña anterior cuyo material fue arrinconado
hacia los bordes, pueden ser bastante posteriores a la construcción del complejo estructural en que se
sitúan; en segundo lugar, que éstas pudieron desarrollarse a lo largo de un amplio periodo de tiempo –
aunque en un primer momento se pensara en relaciones parentales directas entre ellas, si bien con dos
mujeres y tres jóvenes–, y, en tercer lugar, que, en cualquier caso, el CE 13 pertenece a un momento
avanzado de la ocupación de esta zona del poblado (fase III).
Un aspecto importante de estas dataciones es que no sólo parecen confirmar, frente a lo que muchos
autores habían pretendido para estas comunidades (Aguayo et al., 1994; Fernández y Márquez, 19992000; Márquez, 2002; Lucena y Martín, 2005; Márquez y Jiménez, 2010), la ocupación continua de este
tipo de poblados, sino también el largo periodo de utilización de cada uno de los complejos estructurales,
corroborado no sólo por el análisis estratigráfico (Lizcano, 1999) sino también por el análisis químico de
los sedimentos (Sánchez et al., 1998).
Tabla 5. Propuestas cronológicas para cada una de las fases en función de los distintos métodos discutidos y de las
muestras disponibles.
Propuesta de
seriación
III
Suma de probabilidades Resultado de la combinación
(Calib 7.0.2)
mediante el método del error
mínimo global
Calibración
bayesiana (Bcal)
Calibración
bayesiana (OxCal)
2577-2350
2565-2467
2524-2299
3041-2079
3376-2878
3090-2870
3223-2915
3222-2934
Ib
3367-3108
3520-3320
3301-3067
3146-3115
Ia
3514-2911
3462-3179
3472-3215
IIIb
IIIa
II
IIb
IIa
I
Ic
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6. CONCLUSIONES
Aun teniendo en cuenta que algunas dataciones resultan más antiguas (CNA607) o más recientes
(CNA609) de lo esperado, el estudio realizado a partir de la combinación de las fechas obtenidas por el
método del error mínimo global o a partir del análisis bayesiano siguiendo la propuesta de periodización
presentada a partir de la seriación de la cultura material mueble del yacimiento, especialmente la
cerámica, nos ha permitido proponer una secuencia de ocupación relativamente amplia. De hecho, se
puede sugerir que el diseño esquemático de la evolución de este yacimiento con estratigrafía horizontal
(Lizcano, 1999) fue correcto.
De hecho, la discusión de las fechas a partir de su análisis estadístico en relación con los contextos y
a la seriación de materiales y complejos de Martos sugiere que la fase Ia se desarrolló a comienzos de la
segunda mitad del IV milenio A.C., la fase Ib a principios del último cuarto del IV milenio y la fase IIa en el
último tercio del IV milenio A.C. (tabla 5). Encontramos además una importante diferencia temporal entre
la mayoría de las dataciones y la fecha de la tumba 13, aunque existe la posibilidad de que hubiera una
amplia diferencia temporal entre la erección del CE 13 y la introducción en él de los cadáveres.
AGRADECIMIENTOS
Este trabajo se inscribe en el desarrollo del Proyecto “Cronología de la consolidación del sedentarismo y la desigualdad
social en el Alto Guadalquivir (HAR2008-04577)” financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación.
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APL XXX, 2014
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