Nuevos materiales arqueológicos en el Pozo I del yacimiento de Vinarragell (Burriana, Castellón)
Norbert Mesado Oliver
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVUI (Valencia. 1988)
NORBERTO MESADO OLIVER
(Burriana)
NUEVOS MATERIALES ARQUEOLOGICOS EN EL POZO I
DEL YACIMIENTO DE VINARRAGELL (BURRIANA, CASTELLON)
l. INTRODUCCION
Al publicar los resultados de la IV Campaña de Excavaciones llevada a cabo en el
importante yacimiento de Vinarragell (fig. 1) durante la primavera del año 1972 (1),
anunciábase en «nota preliminar)) la «limpieza de los hastiales del viejo Pozo 1)), cuyo
nivel de «humus)) fue retirado por el amigo O. Arteaga, corriendo a nuestro cargo el
resto de los trabajos. Por motivos diversos los resultados obtenidos no habían sido
publicados, exceptuando el gran puente rectangular de una fíbula de pivote que, en
texto de O. Arteaga, quedó englobado en el horizonte «VINARRAGELL liT)) de su
periodización, y clasificado como «Fibel des Typs Agullana)) (2). Pasamos de nuevo,
pues, dado el gran interés de esta pieza correctamente estratificada, al estudio de los
hastiales de este sondeo, cuyos resultados primeros se dieron en 1974 (3).
Al quedar en el año 1964 los estratos arqueológicos más profundos del Pozo 1 al
descubierto, constituyendo una pequeña plataforma sobre la bóveda de la galería
excavada por los jornaleros de la finca de D. Ramón Huguet en la que se asienta el
yacimiento, y al temer por su desplome, realizamos su levantamiento perfilando
también todo el hastial NO y, en especial, parte del NE, con lo que se advirtió que la
estratigrafía no había sido dañada con motivo de haber existido en este punto del tell
una alquería, no habiendo sucedido lo mismo en el paramento SO, donde aún restan
paredes y firmes de ladrillo de tiempos no muy lejanos, y en el del SE, excavado
(1) N. MESADO y O. ARTEAGA: "Vinarragell (Burriana, Caatellón), U... Trabajos Vari0o1 del SJ.P., núm. 61. Valencia, 1979.
(2) O. ARTEAGA y N. MESADO: ~Vinarra¡¡ell eine endbronzeze.itlichiberische Küatenaiedlulll! der Provinz Caatellón mit pbónhiocbpuniachen Element». Madrider Mitteilungen núm. 20. Heilderberg, 1979, pág. 123.
(3) N. MESADO: «Vinarragell». Trabajos Varios del S.I.P., núm. 46. Valencia. 1974, págs. 35/42.
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VINARRAGELL
3
entonces para ubicar parte del mentado casal con restos aún de un pozo negro, área
que tributó varias cerámicas ibéricas (4).
Técnicamente la excavación no ofreció ninguna dificultad, ya que las pródigas
coloraciones verdes de los niveles de habitat se siguen detectando en todas las
campañas. La mayor sorpresa en este sondeo fue el hallazgo, en un claro horizonte
indígena SIN TORNO (Fase 1 e), de un puente perteneciente a una fíbula de pivote,
sobre la que insistiremos luego.
Una extructura que no hizo su aparición, pese a haberse prodigado en el resto de
las áreas sondeadas fueron los hornos de terracota sobre solado de grava, cuya
extensión espacial y temporal es importante pues están documentados no sólo en
Cortes (Navarra) (5), sino también en la Cata «W» del Castro de «Las Merchanas»
(Lumbrales-Salamanca), en relación con el primer nivel de habitación (6). En Vinarragell estos verdaderos hornos se han señalado siempre en los niveles con torno (7).
Hay que advertir que los estratos superficiales fueron· excavados en un ancho de 1
m. con objeto de evitar, dada su poca cohesión, desplomes. La superioridad numérica
de los hallazgos del manto superficial (Fase III), así como de los niveles hondos (Fase
1), frente a los tan escasos del período de influencia colonial semita (Fase
será
consecuencia, tan sólo, de la más extensa excavación de aquellos y el perfilado de
apenas 10 cm. de potencia de éstos (fig. 2).
m,
2. DESCRIPCION MORFOLOGICA DE LOS HASTIALES NO. Y NE.
Fasel
Nivel lA
Sobre toda la prospección quedó denunciado el horizonte fundacional de Vinarragell (fig. 3). Teniendo en cuenta la degradación que alcanzan sus profundidades en los
diversos puntos sondeados (8), sabemos que la comunidad inmigrada establece su
colonia sobre un suelo que buzaba, sensiblemente, hacia el N en busca del cauce del
río.
Evidente novedad en el tell es la cimentación de «bolos» que denuncia esta técnica
de alzado -tan común de la Fase II-, desde la más temprana ocupación del lugar (fig.
3 y lám. I). Este solado, formado por dos hiladas de cantos rodados, aplanados,
finalizaba con los molinos barquiformes que, hincados verticalmente, recogimos en
1964, los cuales envolvían típicas cerámicas del hábitat primero (9). Su alzada de
(4) MESADO: Op. ciL nota S. fip. 14 y 111.
(11) J. MALUQUER: «El yacimiento llallst.f.tico de Cortea de Navarra». Pamplona, 1968.
(6) J. MALUQUER: «Excavaciones ArqueológiCIIII en el Caatro de las M8l'Cbanaa (Lumbralee, Salamanca)». l'yrenae. núm. 4. Barcelona,
1968. pA¡. llO.
(7) La oencillo:z de eatoa homoa conjuntamente con su efectividad, loa ha hecho pervivir huta nuestro días ya que fueron empleados haate
hace un par de décadas por loa peatores turolel\181 para cocer ona «tortu de peator>•. Eetoa «hornos de peator» constan, como loa de Vinarra¡ell,
de un aoJado de ¡rav6n o piedra aobre el cual "" esparce y apisona un firme de barro. Encendido fue¡o aobre él y cuando "" considere
suficientemente elevada la temperatura del núcleo de ¡ravaa, 18 retira el reecoldo. Barride la terracota 18 coloca la delgada peata para la torta
entre papeles recioa, volviéndose luego a cubrir con las bre.aa.a retiradas. (Damos laa graciao por tal información al paotor D. Joaé Mengod P6rez
y a nueetro buen am.i¡o D. Abilio Lázaro Mengod, amboe de Albentoaa (More de Rubieloa. Teruel).
(8) MESADO: Op. ciL nota 8. fig. 83.
(9) MESADO: Op. ciL nota 8. fig. 16.
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4
N. MESADO
adobes había desaparecido. El ancho es de 0'35 m., su largo descubierto de 1'05 m., y el
grosor de las piedras de unos 0'10 m. Dista del ángulo N de la planta, 1'25 m.
Restos de otras estructuras, esta vez de puro adobe, empieza a señalarse en este
mismo ángulo, cuyas piezas, de arcilla clara, tienen un ancho de 0'15 m. y 0'22 m.
Forman su sección tres adobes superpuestos, paralelos al anterior solado de «bolos)) y
al gran muro del horizonte con influencias semitas, del hastial NE (Fase 11) (lám. 111).
Es sintomático que la totalidad de los muros de adobe registrados hasta hoy, siguen
paralelos al Millars. El adobe superior del murete, en contacto con m, presenta una
fase lenta de colicuación ya que de haberse derritido en una estación pluvial intensa (o
por inundación del Millars), el adobe «licuado)) no hubiese tenido una lengua de fusión
corta (retenida), sino en costilla (estirada) (fig. 2).
Al ser uniforme el mantillo de carbón en el lado SO del muro de piedra, pudiera
indicar la zona interior de una vivienda.
Nivel lB
Sobre el nivel anterior, ya cerrado, acusando similar horizontalidad, se asienta este
2. 0 nivel de hábitat. Salvo su manto verde, que por lógica y por su riqueza en fosfatos
nos indica que se trata de substancias orgánicas descompuestas, ningún otro elemento
constructivo hizo aparición. Este manto sigue buzando en el paramento NE del
sondeo. Fue en él donde se extrajo el fragmento de recipiente con decoración incisa
(fig. 4. núm. 6).
Nivel IC
Suelo idéntico, morfológicamente, al precedente. Sólo hay que anotar que <
junto al hastial NE. Este dato, que vuelve a repetirse en la Fase ID, junto con la
uniformidad de dureza y coloración cremosa de esta cara de la trinchera, hace
sospechar la existencia de una «tapia)) asentada sobre el manto de la Fase m. Esta
estructura, de ser cierta, se usará para la cimentación del gran muro que se le
superpone, perteneciente a la Fase 11 (lám. 11). La base de este nivel estaba endurecida
ya que apareció requemada (lám. ID). Fue en el borde NE de este suelo, a 0'10 cm. del
hastial y a 1'3 m. del ángulo N dé la prospección, donde dimos con un gran puente de
una fíbula de pivote (dibujo 4, núm. 16; lám. IV), que dentro de la exigua metalistería
. del yacimiento es pieza capital por constituir un hallazgo cerrado en una estratigrafía
tan singular.
Nivel ID
Se denuncia en el hastial NO de la trinchera por una línea de apenas 1 cm. de
grosor (lám. 111). Unicamente destaca la poceta central, sobre la vertical del murete de
piedras (lám. 1). Su forma es idéntica a las otras que se vienen registrando. Su
'construcción taladra el manto m y IC.
-290-
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Fig. 3.-sondeo l. Planta del nivel fundacional.
01
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6
N. MESADO
Fase 11
Niveles IIA, IIB. y IIC
Tratamos en bloque este período de influencia semita por presentar el examen de
los paramentos una morfología común. También el escaso material tributado (7 tiestos) es homogéneo. Sus tres horizontes de rehabitación están limitados por el potente
bastión de adobe, alguna de cuyas piezas rebasan los 85 cm. de longitud. Este paramento NE (láms. 111 y IV), de 1'10 m. de alzada, aparece formado por unas piezas basales de
arcilla obscura trabadas con un limo sienoamarillento, mientras las piezas superiores
· son claras y se asientan con arcilla obscura. La pureza de sus pastas (sin materia
orgánica) hacía bien difícil su · denuncia (apenas las piezas de coloración mayor
quedaban visibles). Ya que la deshidratación de los paramentos borraba su dibujo,
procedimos a siluetarlo para realizar su alzada (lám. m.
Esto dará idea de la cautela con la que hay que excavar un yacimiento de esta
índole, en la que una metódica limpieza del suelo tras cada alzada, seguido de un
alisado perfecto, denunciará el adobe de la arcilla que lo envuelve, muchas veces de su
misma coloración y similar textura.
Las débiles líneas verdes de esta Fase 11 (flrmes A, B y C), ligeramente cóncavas,
sin verdaderos solados de habitación, un material cerámico similar y un muro de
adobe sin colicuación, nos obliga a pensar en un crecimiento rápido del tell; pero sin
señales de abandono (10).
Fase 111 y IV
Manto superior, revuelto, que rebasa el metro de potencia en el área SO, descendiendo su grosor hacia el muro del hastial NE donde sólo mide 0'45 m. Justo en el
nacimiento de este peralte vuelve a advertirse los restos de otro nivel verde, con grava,
quedando perfilada otra poceta. El resto del estrato fue arrasado por remociones
posteriores, y aunque en la fi.g. 2lo hayamos asignado a la fase colonial del yacimiento, tal atribución es problemática por falta de hallazgos. Otro solado del típico «bolo))
sobre la fábrica del muro del hastial NE señala los cimientos de otra pared (lám. 11).
Los mantos verdes que nos vienen sirviendo para delimitar los diversos niveles de
habitación, a falta de suelos endurecidos propios de superficies que han alcanzado un
uso prolongado, pudieran indicar la constante inestabilidad de su población, consecuencia, por una parte, de ser Vinarragell por la faja costera la avanzada Edetana más
septentrional, cuya función pudo ser la de defender el paso de una vía indígena (el
Caminas) por el ldubeda, río que demarca, en Plinio, la Edetania de la Ilercavonia. Es,
pues, un yacimiento de frontera el cual sería sorprendido tanto por repetidas razzias
como por inundaciones (11). Los bastiones de adobe que paralelos al Millars vienen
encontrándose, son sintomáticos. El río seguirá siendo frontera con el tiempo, ya que
(10) De los 0"60 m. de altura que alcanzaba el muro de adobe núm. IV entre A yB (Mesado, Op. cit. nota 3, lám. LXVIII) tras la m Campaña
de Excavación (1963), apenas quedan hoy, con un índice pluviométrico núnimo, 0'40 m. de altura, estamos trs.nafonnando dicho muro en un
informe muñón.
(11) N. MESADO: ccVinarragell, un yacimiento de frontera». Fallaa. Burriana, 1976.
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VINARRAGELL
7
es límite meridional del Convento Tarraconense con Augusto, y el término de Burriana (que nunca rebasa su cauce) pertenece en el siglo X, según al-Razi, al Distrito de
Valencia, el cual está integrado por Alcira, Sagunto, Játiva, Valencia y Burriana (12).
Luego, en el siglo XII, según ldrisi, sigue Burriana integrada en el Distrito de
Murviedro, el cual lo constituían: Valencia, Sagunto y Burriana (13).
Las colinas de Almenara que cortan en parte y deslindan la Plana de Castellón de
los Valles de Sagunto, no son el límite meridional de la provincia de Castellón ya que
éste lo constituye -dentro ya de la llanada valenciana-, el insignificante barranco
de Benavites a 2 kilómetros de aquellos cerros, por lo que no creemos que tal orografía
«separe dos regiones con matices diferentes» (14).
3. DESCRIPCION DE LOS MATERIALES SELECCIONADOS
Fase 1 (fig. 2)
Nivel lA
Cerámica:
Grosera de superficies toscas ... .. ........ ..... .. ............... .. .... ...... .. ............
Grosera de superficies lisas ........ .. ....... ... ........... .. .................... ......... ..
Espatulada semimate ............................................................................
Bruñida .. ... ......... .......... ...... ..... ........... .. ... ..... .... ...... ... .. ......... .......... .........
Total .............................................................................................
17 fragmentos
3
»
3
»
1
»
24
»
Fueron seleccionados los fragmentos siguientes, que se dibujan en la figura 4.
l.-Fragmento bucal correspondiente a un menudo vaso de cuello cilíndrico y borde abierto. Rotura gris
en zona interna y marrón en la externa. Las superficies presentan el cuello negro y el borde bucal ocrenegruzco al exterior y siena·clara internamente. Calidad bruñida.
2.-Fragmento del típico vaso carenado propio del primer hábitat de Vínarragell. Rotura negra con
((piel)) exterior rojizo-marrón .. Superficie exterior negro·rojiza. Superficie interior sieno-negruzca. Calidad
espatulada de brillo medio.
3.-Fragmento de tabique con suave bocel horizontal. Rotura negra. Caras exteriores grisáceas. Calidad
espatulada semimate.
4.-Fragmento decorado con cordones de sección triangular, digitados. Rotura anaranjada. Superficie
exterior ocre-negruzco. Calidad grosera de superficies lisas aunque conserva un basto espatulado sobre el
cordón.
5.-Fragmento de base llana con el arranque del cuerpo del vaso decorado por un burdo cordón
horizontal. Rotura con núcleo negruzco y laterales anaranjados. Caras externas rojizo-ahumadas. Calidad
grosera de superficies toscas.
(12) E. LEVI·PROVENCAL: ccDescription de I'Eepegne, d' Ahmed ai·Razi», Al·Andalus, núm. 18. Madrid, 1958, págs. 79-82.
(13) ALIDRISI: ~Geografia de Espada». Textos Medievales, núm. 87. Valencia, 1974.
A. UBIETO: ~rfgenes del Reino de Valencia». Valencia, 1976, pág. 18.
(14) C. ARANEGUI: «Las excavaciones del Grau Vell y el puerto de la Ciudad de Arse-Saguntwn~. Sait.abi XXVI. Valencia, 1976, págs. 4146.
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9
VINARRAGELL
Nivel lB
Cerámica:
Grosera de superficies toscas o ásperas .; ........................................ 20 fragmentos
Grosera de superficies lisas ................................................................ 2
>>
Espatulada semimate ............................................................................ 4
>>
Espatulada con brillo .......................................................................... 1
>>
Total ............................................................................................. 27
>>
Fueron seleccionados los fragmentos siguientes, que se dibujan en la figura 4.
6.-Fragmentos de recipiente globular achatado, de corto cuello suavemente abierto. Sobre el hombro
presenta una decoración débilmente incisa consistente en randa de ángulos en espiga entre dos líneas
horizontales. Rotura sieno-grisácea. Caras exteriores negruzcas. Calidad espatulada semimate (lám. IV,6).
7.-Fragmentos de cuello acampanado con ligera seudocarena en su base. Rotura ocre-grisácea. Superficies rojizo-negruzcas. Calidad espatulada lisa semimate.
S.-Borde liso revertido. Rotura siena-tostada. Superficies negras. Calidad espatulada semimate.
9.-Bordecillo liso abierto. Rotura marrón. Superficies negruzcas. Calidad espatulada semimate.
10.-Borde liso de labio plano ligeramente abierto. Rotura con núcleo negruzco entre capas sieno·rojizas.
Superficie exterior requemada, interna sieno-rojiza clara. Calidad grosera de superficies lisas.
Nivel IC
Cerámica:
Grosera de superficies ásperas .. .. .. .....................................................
Grosera de superficies lisas ................................................................
Espatulada con brillo ..........................................................................
Bruñida ..... ............................... ......... ............ ... ............................... ........
Total .............................................................................................
37 fragmentos
7
>>
1
>>
2
>>
47
>>
Fueron seleccionados los siguientes fragmentos, que se presentan en la figura 4, así
como los objetos de metal n. 0 15 y 16.
11.-Pequeño fragmento bucal perteneciente a un vaso de cuello muy abierto (acampanado). Rotura
negra con 1q>iel11 exterior sieno-grisácea clara. Calidad espatulada fina con brillo.
12.-Borde de cuenco con el labio dentado. Rotura sieno-rojiza. Superficies exteriores ahumadas. Calidad
grosera de superficies lisas.
13.-Robusto borde vertical de labio aplanado. Rotura siena tostada. Caras exteriores sieno-negruzcas.
Calidad grosera de superficies lisas.
14.-Fragmento del arranque de un cuello con restos de impresiones circulares sobre el inicio de su
hombro. Rotura sieno-negruzca. Caras externas negras. Calidad bruñida ligeramente mate.
15.-Fragmento de varilla o aguja doblada. Bronce de sección circular en mal estado de conservación.
16.-Puente perteneciente a una fíbula de pivote. Tanto el brazuelo de la mortaja como el del pivote
rematan en esférulas.
Este último conserva bien señalado el cuello para la inserción de su aguja basculante. Bronce en
avanzado estado de descomposición surcado por profundas grietas longitudinales, alcanzando alguna los 2
mm. de abertura. Dado su alteración no puede asegurarse que sea una pieza fundida, aunque su grosor así lo
hace sospechar. Coloración verdinegra. Eje máximo 111 mm. Oám. IV, 16).
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N. MESADO
10
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negruzco
~ ocre rojizo
Fig. 5.-Sondeo l. Hallaz¡z:os de la Fase 11.
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VINARRAGELL
11
Nivel ID
Cerámica:
Grosera de superficies ásperas ....... ... ............. ............ .. .. .... ............. .. .
Grosera de superficies lisas .................. ... ........ .. .. ...... ......... ... .............
Espatulada semimate ............................................................................
Bruñida ...... .... .......... .. .............. .. .................. ............. .... ..........................
Total .............................................................................................
Fueron seleccionados dos fragmentos que no se dibujan.
10 fragmentos
1
>>
3
>>
1
>>
15
>>
17.-Borde liso Jigeramente cerrado perteneciente a un puchero. Su galbo es semejante al del fragmento
n.o 21 del publicado Corte V de Vinarragell. Rotura sieno-grisácea clara con las superficies exteriores
requemadas. Ca1idad grosera de superficies ásperas.
18.-Bordecillo de labio liso ligeramente abierto. Es semejante a1 inventariado bajo el n.o 1 del mencionado Corte V. Rotura ocre-negruzca. Superficies sieno-negruzcas. Calidad bruñida menos.
Fase 11 (fig. 2)
Estratos indígenas con influencia colonial semita.
Niveles IIA, IIB, IIC y liD (?)
Cerámica:
Fabricada a torno ................................................................................
7 fragmentos
Fueron seleccionados los dos fragmentos que se dibujan en la figura 5, así como el
botón (?) de hueso de dicho gráfico, piezas que se describen a continuación.
19.-Fragmento de tinaja colonial decorado por ancha banda sieno-rojiza y líneas negruzcas, desvaídas,
submontando en buena parte la pigmentación rojiza. Rotura negro-grisácea düuminando hacia la cara
externa con un ocre amarillento. El desgrasante es el típico de esta cerámica: finas arenillas negras y
blancuzcas con finísimos puntos de mica. Ca1idad buena menos (lám. V).
20.-Fragmento semejante a1 precedente, correspondiendo a parte de una gran banda rojiza con restos en
su base de un filete negro que la delin;rita.
21.-Bot6n o fusayola procedente de una cabeza de fémur (lám. V).
Fase 111 (fig. 2)
Sin estratigrafía.
Cerámica:
Protoibérica a mano
Iberoarcaizante a torno ... ................................ .... ................................
Ibérica con aguada de cubierta comportando motivos decorativos
(bandas, filetes, círculos conc4ntricos y hélices) ...........................
Sin cubierta (bandas, círculos concéntricos, cuartos de círculos
y grupos de segmentos) .......................................................................
Grisácea ..................................................................................................
Atica .......................................................................................................
Total .............................................................................................
2 fragmentos
7
n
8
11
2
1
31
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Listado de los fragmentos seleccionados cuyos gráficos damos en las figs. 6, 7 y 8.
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Fig. 7.-Sondeo I. Hallazgos de superficie.
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VINARRAGELL
15
22.-Fragmentos que unen pertenecie!ltes a media pátera de boca acampanada e incipiente anillo de
sustentación con ónfalo. Tanto internamente c;:omo en el exterior presenta dos bandas estrechas, mientras la
aleta bucal aparece enteramente recubierta de pintura sieno-rojiza. Rotura gris uniforme, pasta muy
depurada. Caras externas beige-grisáceo. Calidad máxima Oám. VI, 22).
23.-Anillo bucal incompleto formado por escocia entre toros desconchados. Rotura negra hacia la cara
interna y sieno-negruzca hacia la externa, afectando ambas tonalidades a sus respectivas superficies.
Cerámica iberoarcaizante torneada.
24.-Fragmento bucal de una tinaja ibérica con bordón alzado. Presenta una banda marrón obscuro
. sobre el hombro e inicios de círculos concéntricos sobre el nacimiento del cuerpo. Rotura sieno-naranja.
Calidad buena.
25.-Parte de asa horizontal, bífida, con restos de banda marrón sobre el tabique del vaso. Rotura con
nódulo central sieno-grisáceo claro y laterales rojizos. Caras externas sieno-amarillentas claras. Calidad
buena.
26.-Asa de tres nervios doblados en sus extremos superiores para formar, junto con el labio bucal del
desaparecido recipiente globular, una orejeta oblicuamente perforada. Rotura sieno-amarillenta clara.
Caras exteriores sieno-amarillentas. Calidad buena.
27.-Borde bucal abierto correspondiente a un recipiente de cocina, ovoide. Rotura ocre-rojizo-negruzco.
Cara exterior requemada. Calidad grosera de superficies ásperas. A mano.
28.-Borde bucal moldurado. Cerámica arcaizante torneada.
29.-Menudo tiesto de una posible crátera ática de figuras rojas. Su interior aparece recubierto de barniz
billante presentando al exterior restos de figura inidentificable por su pequeñez Oám. VI, 29). Rotura siena
muy clara. Pasta depurada. Calidad máxima.
30.---Solero con el anillo ligeramente abierto y ónfalo. Restos de circunferencia rojiza sobre el asiento
anular y arranque del cuerpo del bol. Rotura gris obscuro. Caras exteriores sieno-grisáceas. Calidad buena
menos.
31.-Tiesto de un gran recipiente cerrado (globular), de delgado tabique, con decoración polícroma
consistente en una ancha banda beige-canela sobre la cual se trazaron gruesos filetes de pigmento sienatostada y randa de círculos concéntricos alternando con ((hélices» (temas en negro) entre estrechas bandas
de la misma pigmentación, que hoy, por haberse descompuesto, dejaron en negativo (blancuzcos) sus trazos
Oám. VI). Rotura sieno-naranja claro en el lateral interno, y gris blancuzco en el externo. Pasta muy
depurada. Calidad máxima.
Fase IV
Sin estratigrafía.
Cerámica altomedieval:
Bizcochada ............................... .. ......... .. ..... .. ................. ......................... 35 fragmentos
»
Vidriada .... .. .... ..... ..................... .... ... .............. ................ ... ................ ...... 3
Total .............................................................................................. 38
»
Fueron seleccionados los fragmentos siguientes que se grafían en las figs. 9, 10 y
lám. vn.
32.-Fragmento de cuello cilíndrico con borde bucal liso. Está decorado con randa de puntos ocre-claro
sobre estrecha banda, y filete sobre el labio. Rotura siena-rojizo. Superficie exterior siena amarillenta.
Calidad media.
33.-Fragmento perteneciente a un cuello cilíndrico anillado y labio liso. Rotura gris-siena. Cara
exterior ocre-negruzcc. Calidad media.
34.-Tiesto decorado por tres estrechas bandas blancuzcas. Rotura negruzca en zona interna y ligeramente ocre en la externa. Superficie exterior ocre-negruzco. Calidad media menos.
-301-
[page-n-303]
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Fig. 10.-8ondeo l. Cerámica islámica de superficie.
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18
N. MESADO
36.-Fragmento de hombro anillado con decoración siena-rojiza de una banda vertical. Rotura gris.
Caras exteriores grises con diminutos puntos de mica. Calidad media.
36.-Fragmento perteneciente a un hombro con restos negros de una decoración ondulada. Rotura con
núcleo gris-negruzco y laterales ocre-rojizo. Superficie exterior grisácea. Calidad media.
37.-Tiesto decorado con tres trazos verticales de tonalidad negruzca. Rotura sieno-amarilla y superficie
exterior blancuzco-amarillenta. Calidad media menos.
38.-Fragmento decorado en negro comportando tres bandas verticales e inicios de otro motivo. Rotura
amarillenta y cara exterior amarillo muy claro. Calidad media más.
39.-Fragmento decorado por una bandilla negra y zig-zags. Rotura grisáceo-amarillenta clara. Calidad
media.
40.-Fragmento de un cuello vertical y hombro estriado, con decoración sieno-negruzca de temática
vertical serpentiforme. Rotura anaranjada y cara exterior sieno-blancuzca. Calidad media más.
41.-8olero troncocónico con restos de vidrio verde obscuro. Rotura siena-clara. Calidad media.
42.-Vaso incompleto de cuerpo anforoide, base llana e inicios de cuello vertical, restándole de sus asas
los arranques inferiores. Presenta un eje central inclinado. Rotura sieno-amarillenta. Caras exteriores ídem.
Calidad media más.
43.-Fragmento de una cazuela troncocónica de asas múltiples aplanadas. Su zona central está decorada
con incisiones paralelas circunvalando el recipiente. Rotura sieno-rojiza, cara exterior ahumada e interior
con cubierta vidriada de tono melado obscuro. Calidad media.
4. ETNIAS Y COMERCIO EN EL SIGLO VI A. DE C.
Vinarragell fue el yacimiento que en la geografía valenciana detectó primero -ya
desde la Campaña de 1967-, el complejo mundo colonial fenicio, incorporándose al
entonces candente contexto de yacimientos coloniales que, en tal década, y en especial
en zona tartésica, poníanse de moda. Este nuevo horizonte cultural orientalizante
reemplazó con prontitud el peso que hasta entonces había jugado el comercio griego
sobre la fachada mediterránea y del más cercano <
las etnias indígenas habrían comenzado a asumir una conciencia nacionalista.
El primer horizonte material de Vinarragell, encuadrado en lo que venimos denominando HIERRO 1, vendría tan sólo demarcado por lo que en las primeras campañas
denominábamos <
torno, y que, posteriormente, O. Arteaga denominaría VINARRAGELL 1 y II (15). El
horizonte subsiguiente vendría dado por los niveles con cerámica colonial fenicia. Su
fuerte personalidad y transcendencia en la evolución cultural de la etnia indígena es
tal, que aunque se encuadre culturalmente en la Primera Edad del Hierro, preferimos
la denominación de Horizonte Protoibérico, dado que se trata de un período de
transición al Hierro II, en el que el bagaje cultural del indígena hibridará en un
mundo nuevo: el Mediterráneo. Cada uno de estos dos períodos comporta en Vinarragell sus correspondientes niveles o fases evolutivas (16). Esta orientalización semita,
(16) MESADO-ARTEAGA: Op. cit. nota l.
(16) Por el momento consideramos anómala la denominación que viene recienttmlente baciéndoee - .. «Bronce Final>•-· para conjuntos
materiales tipo Hierro 1 de Vinarragell. En un área geognl..fíca como la valenciana, en que todavia no se conoce la evolución del B. V. - oi ea que
lo hace- un conjunto material como el detectado en la fundación de Vinarragell, influido por la cultura material de loa Campos de Umao, cuyao
cerámicao -minoritarias- hibridan con ot.raa de mucha menor calidad que no son productos autóctonos (bagaje material llegado conjuntamente del Bajo Aragón, donde tampoco se conoce una evolución del Bronce), por su peculiaridad y personalidad deberla denominane Hierro J. pese
-304-
[page-n-306]
VINARRAGELL
19
allí donde se detecta, incide sol;>re un mundo material también nuevo, que nos señala
un fuerte «hiatus)) si lo comparamos con el bagaje de un cultura que por su extensión
geográfica y matices propios se la viene llamando en el País: «Bronce Valenciano)).
Tanto en el área de Castellón como en la de Alicante estará en estos poblados la raíz
del complejo mundo ibérico, siendo por hoy difícil el poder ahondar la etnia del ibero
--ese pueblo culturalmente tan Mediterráneo- en el horizonte del B. V. Por más que
se quiera no hay por el momento relación física alguna, y lo que ocurre en esta zona
septentrional valenciana ocurre en la más meridional (17). También es verdad, y pocos
disentiran, que la Cultura Ibérica por excelencia (para nosotros la fraguada en área
Edetana) ocupa unas tierras en las que con más fuerza subyace la Cultura del Bronce
Valenciano; en esto solamente --casual o no- estaría ese eslabón presentido por
quienes trabajamos en el País (18). Sólo la constante prospección científica podrá
solucionar este problema que tiene abierto nuestra Prehistoria más cercana.
Si superponemos la distribución de los poblados del B. V. que daba Tarradell en el
año 1965 (19) y los publicados por Gil-Mascarell (20) pertenecientes al Hierro 1 (Bronce
Final en dicha autora), en los que incidirá en su mayoría la aculturación colonial
fenicia (figs. 11 y 12), veremos que estos últimos producirán un «hiatus)) importante en
el área central (provincia de Valencia), en donde existe una masificación de poblados
del B. V., salvo los yacimientos señalados con los núms. 22, 23, 24 y 25. Pero analizando
éstos veremos que los materiales del Hierro 1 en ellos, son: insignificantes en los tres
primeros cercanos al litoral, y con evidente interés en el núm. 25, colindante con la
meseta:
Núm. 22.- «El Pie deis Corbs)), Sagunt: Yacimiento antiguo del B. V. Entre sus
cerámicas (se detectará en ellas la decoración incisa de vieja tradición), se ha señalado
los restos de un recipiente con decoración acanalada, cerámica propia de los Campos
de Urnas (21).
Núm. 23. - «El Castell)), Sagunt: Conocido poblado ibérico-romano en el que
recientemente se ha dado a conocer un pequeño fragmento cerámico con decoración
excisa (22).
Núm. 24.- «San Miquel de Llíria)). En puntos de este importantísimo cerro («Cova
a que lu inmigraciaonee prehistóricas indoeuropea. correspondan a Ull estadio cultural del Bronce Final (J. PADRO: «L'Edat del Ferro i la
Rornanització de les comarques Septentrionala de l'interior de Catalunyllll. Cypsela, núm. l. Barcelona, 1976). En la región valenciana sólo a las
perduraciones últimas del B. V. -i:uando sean detectadas con claridad- deberfan denominarse Bronce Final, y llamar por hoy Hierro 1 aunque no se conooca en un primer momento este metal- a los contextos materiales tipo Vinarragell, que como ya aeilalábamos en 1974, no
comporta paraleloe con el B. V. El etiquetar tan a priori fases evolutivas escasamente señaladas, lleva a impresiciones terminológicas. Tal
ocurre con la denominación de Ull «Bronce Tardfo>>, precedente de un «Bronce Final», sinonimia innecesaria y confusa.
(17) O. ARTEAGA y M.• SERNA: «
pá¡. 742.
(18) D. FLETCHER, E. PLA, M. GJL.MASCARELL y C. ARANEGUI: «La iberización en el País Valenciano». Diputación de Barcelona,
lnstitut de Prehistl>ria i Arqueologia. Monografies, LII. Barcelona, 1976-78, pág. 86.
(19) M. TARRADELL: «PrehistOria i Antiguitat». Historia del País Valencia, vol. l. Barcelona, 1966, pá¡. 66.
(20) M. GJL.MASCARELL y C. ARANEGUI GASCO: «El Bronce Final y el comienzo de la Edad del Hierro en el Pala Valenciano».
Monograflas del Laboratorio de Arqueologle de Valencia, núm. l. Valencia, 1981, pá¡. 39.
(21) M. ALMAGRO.GORBEA: •
Valencia, 1977, pá¡. 89.
(22) M. ALMAGRO.GORBEA: «Cerámica excise en Sagunto, una hipótesis sobre el origen de esta ciudad». Sa¡untum, núm. 14. Valencia,
1979, pág. 97.
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20
N. MESADO
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Fig. 11.-Distrlbuclón de los yacimientos del Bronce Pleno en el País VaJenci8., según M. Tarradell (1965).
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Fig. 1.2.-Distribución de los yacimientos del Hierro 1 en el País ValenciA, según M. GU-Mascarell (1981).
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22
N. MESADO
del Cavall», «El Collado» y «El Puntalet» ), se detectan fragmentos de cerámica
decorada a espatula, y cerámica fenicia (23).
Núm. 25. -Los Villares (Caudete de las Fuentes): Sobre un hábitat fundacional de
«un momento final de la Edad del Bronce», según E. Pla «sin las características
específicas de la Cultura del Bronce Valenciano», asentóse un poblado de la «Primera
Edad del Hierro»· con cerámicas incisas, cuya etnia conocerá ya los recipientes
torneados (uno de cuyos fragmentos comporta pintura con motivos de bandas y filetes
rojos), horizonte que según su excavador hay que situar en un momento final de la
precitada Edad, fijándole una cronología que creemos alta, ya que se fecha «a lo largo
del siglo VII, llegando posiblemente a principios del siglo VI a. d. C.» (24). Sobre esta
segunda fase ocupacional se detecta otro momento cultural del poblado en el cual
predominará el torno sobre la cerámica a mano sin incisión alguna, «que presenta las
características de la cerámica ibérica, aunque en otras muchas no parece serlo». Una
copa jónica en su contexto fecha el inicio del horizonte, a «fines del siglo VI o
comienzos del V a. d. C., por lo que debió desarrollar su existencia durante todo el
siglo últimamente mencionado». Según esta cronología, aún provisional, existiría en
los Villares un «hiatus» en el s. VI, dado, a nuestro parecer, por la excesiva cronología
que recibe el horizonte señalado por las cerámicas incisas del yacimiento. Para C.
Aranegui la etapa protoibérica de los Villares (Estratos IV y III) sería del s. VI a. d. C.
(25). La estación finalizaría con un extenso poblado ibérico, conteniendo cerámicas
áticas y protocampanienses, cuya cronología abarca de los inicios del s. IV a. d. C.
hasta algo después del 250 a. d. C. (26).
Exceptuando, pues, este último yacimiento, tan cercano a Cuenca, tendríamos que
sólo indicios de corrientes indoeuropeas habrían llegado a la provincia de Valencia,
pese a ser la más prospectada arqueológicamente de todo el histórico Reino, frente a
las de Castellón y Alicante con un buen número de estaciones en las que se detecta con
asiduidad materiales del Hierro. Como hemos dicho, pues, el vacío cultural que
Valencia presenta en el tránsito del B. V. a la iberización tendríamos que definirlo
como «espectacular» y que, a priori, tan sólo tendría su razón de ser en el perduramiento del Bronce. Pero no menos extraño es el caso que ni uno solo de los poblados
del B. V. haya detectado cerámica orientalizante (27), lo cual nos asegura que su
población no habría alcanzado estos primerizos contactos mediterráneos que, allí
donde son denunciados, inciden en un horizonte caracterizado por un bagaje material
del Hierro 1, con elementos de los Campos de Urnas tan insignificantes por el momento
que no sirven para teorizar sobre unas pretendidas invasiones étnico-culturales proce(28) l. BALLESTER y otros: «Corpus Vasorum· Hispanorum. Cerámica del Cerro de San Miguel de Liria>>. Madrid, 1964, pág. 6.
MESADO: Op. cit. nota 3, pág. 167.
C. MATA: «La cova del Cavall y unos enterramientoe en urnas de Liria». A.P.L., XV. Valencia, 1978, pág. 113.
M. OIL-MASCARELL: ~Algunos materiales prehistóricos del Cerro de Sant Miquel de Llíria». A.P.L., XVI. Valencia, 1981, pág. 372.
(24) E. PLA y A. RIBERA: «Los Villares (Caudete de las Fuentes, Valencia)». Trabajos Varios del S.I.P., núm. 68. Valencia, 1980.
(26) GJL.MASCARELL y ARANEGill: Op. cit. nota 20, pág. 49.
(26) PLAy ~ERA: Op. cit. nota 24.
(27) ARANEGill: Op. cit. nota 20, pág.li4: Seiiala la existencia de un borde bucal de ánfora fenicia en un estrato del B. V. de I'Aicúdia d'Eix,
yacimiento en el cual un horizonte protoibérico no ee he detectado por el momento pese a las innumerables prospecciones realizadaa en él.
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VINARRAGELL
23
dentes de Cataluña. Por el contrario, cada día son más firmes las inflltraciones
bajoaragonesas en el País Valenciano, que serían las portadoras del exiguo utillaje
que las estaciones valencianas registran de los C. U. (28). Ello es suficiente para
señalar un eslabón más entre el B. V. y la Cultura Ibérica, que, d~de 1967 con la
Primera Campaña de Excavaciones en Vinarragell comenzamos a detectar, aunque
sigue, pese a los años transcurridos, sin denunciarse el mestizaje Bronce-Hierro, otro
eslabón importante en la raíz del pueblo ibérico, dinámica evolutiva que allí donde se
ha pretendido señalar -caso del yacimiento del Puig d' Alcoi (29)-, tan sólo pone de
manifiesto -una vez más- la superposición material de la Cultura Ibérica sobre los
poblados del Bronce Pleno, asentamientos que coincidirían por su valor estratégico, de
modo que en ningún caso se detecta una evolución material clara del B. V. que
desemboque en el complejo bagaje de la Cultura Ibérica, formación que ineludiblemente pasa por la aculturación que reciben del Mediterráneo los asentamientos humanos
del comienzo del Hierro (cuyo bagaje material está fuertemente influi.do por los movimientos indoeuropeos), en un primer instante, de los navegantes fenicios y, con posterioridad, de los griegos, como ya señalaron los primeros trabajos de Vinarragell (30).
Para A. Arribas y O. Arteaga, en el tránsito de Guadalhorce 1 a Guadalhorce Il
(computado asimismo en los yacimientos de Toscanos, Mogador IV y Lixus V) existe
un «hiatus de habitación ... que parece deberse a causas generales en el Mediterráneo
Occidental» (31), causas que dichos autores centrarán en la caída de Tiro (hacia el 5.73) tras el cerco de Nabucodonosor 11, demarcando tal hecho un comercio oriental
dependiente de tal metrópoli fenicia (con una vajifla importada, de lujo, caso del
«barniz rojo», como primordial base de transacción), de un comercio occidental,
autóctono, o «fenicios del círculo del estrecho» (32), con unas fuentes de suministro
varias que conllevaran por causa un muestrario de productos entre los que sigue
presente el «barniz rojo» -ahora imitado- y harán aparición diminutas piezas
exóticas, caso de los escarabeos, copas jónicas, etc., objetos que llegan a pervivir en
esa corta fase de transición que constituye el Horizonte Ibérico Antiguo.
Para Arteaga, Padró y Sanmartí el comercio semita se habría retirado de las costas
catalanas y del Golfo de Lyon «quan ja els fenicia quasi havien imoosat la seva
supremacía económica» sobre los griegos focenses llegados a Ampurias en el primer
cuarto del s. VI. Al no encontrar una clara razón que justificaría esta crisis general de
la colonización fenicia, señalan también como causa la caída de Tiro, en cuya fecha
Ampurias no podía haber iniciado su andadura comercial, momento en que para
dichos autores habría terminado la colonización fenicia en nuestra fachada mediterrá-
(28) GIL-MABCARELL y ARANEGUI: Op. cit. en la nota 20, p4¡. 12.
(28) GIL-MASCARELL y ARANEGUI: Op. cit. en la nota 20, p4p. 2S y 24.
(80) MESADO: Op. cit. en la nota 3, capltulos XD y XIV.
(31) A. ARRIBAS Y O. ARTEAGA: •El yacimiento fenicio de la c!Membocadll1'8 del rlo Guadalhorce, Málaga». Cuadernoe de Prehistoria de
la Univenidad de Granada, Serie Monográfica, núm. 2. Granada, 19'115, -pág. 96.
·
~) ARRIBAS y ARTEAGA: Op. cit. en la nota 31, p4¡. 9'1.
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24
N. MESADO
nea (33). Pero habría que pensar si la caída de Tiro en vez de cerrar dicha expansión
comercial no fue un revulsivo para propiciar, según lo precitado de Arribas-Arteaga, el
comercio occidental autóctono o colonial, la inexistencia del clásico «barniz rojo» en
Vinarragell lo probaría. De hecho ocurre lo mismo con Marsella, que alcanza su
mayor «floruit» tras la toma de Focea en el 540 a. d. C. (34); o con la propia Ampurias,
tras el debilitamiento de aquélla; o con Cartago, que tras la caída de la metrópoli
fundará un auténtico imperio comercial. Un hecho nadie discute: el comercio fenicio
en nuestras costas valencianas queda reemplazado por el comercio griego de Ampurias, y una colonia que nace en el primer cuarto del s. VI no puede alcanzar una
mayoría de edad que propicie y expanda su poderío económico hasta fines de tal siglo o
ya en el V a. d. C., comercio que detectaremos aquí con la masiva introducción de las
cerámicas de figuras rojas y precampanas, y cualquier otras cerámicas arcaicas siempre minoritarias- procederían, como hoy acepta la mayoría de los investigadores
(35), de.ese último comercio colonial fenicio. Al igual que acontece en la Vega Baja del
Segura1 (36), en la Plana de Castellón el comercio griego queda excluido en ese
momento que precede al nacimiento de la Cultura Ibérica, como señala Vinarragell
ubicado en una encrucijada costera de caminos y por ello punto neurálgico del
tránsito comercial protoibérico (37). E. Sanmartí al estudiar materiales arcaicos,
griegos y etruscos, en el área meridional de Cataluña, datados en el s. VI a. d. C., se
inclina por el peso del comercio fenicio para la zona del bajo Ebro a lo largo de tal
siglo (38); y al comentar materiales de origen fenicio y «propiamente griego», más
septentrionales, reconoce que en la segunda mitad del s. VI eran ya dobles las
influencias comerciales que actuaban en Cataluña: «de un lado, la griega emporitana
y de otro, la fenicia occidental» (39).
Para los propios investigadores catalanes la inicial vocación comercial de Ampurias «no trasciende a lo largo de la primera mitad del s. VI, el área ampurdanesa y que
(33) O. ARTEAGA, J. PADRO y E. SANMARTI: ftEI factor fenici a les costes catalanes i del Golf de Lió~. U Col-loqui Internacional
d' Arqueologla de Puigcerda (Puigcerda ~juny/1976). PuigcerdA, 1978, pág. 134.
(84) J. MALUQUER DE MOTES: «Rhode, la ciutat ¡¡rega més antiga de Catalunya». Homenatge a Jaume Vicens i Vives, Vol. l. Barcelona,
19611, pág. 148.
(86) Véaae, por citar algunos ejemplOB:
J. MALUQUER DE MOTES: «Loe fenicios en Catalw'la». Tarte8808, V Symposium Internacional de Prehistoria Peninsular, Universidad de Barcelona, Publicaciones eventuales núm. 18. Barcslona, 1969, pqs. 241-260.
E. SANMARTIIIl y GREOO: «Materiales cerámicos ¡riegos y etruscos de época arcaica en las comarca& meridionales de Cataluña•.
Ampurias XXXV. Barcelona, 1973, págs. 221-2lW.
E. JUNYENT SANCHEZ: «Observaciones a unas cerámicas pintadas de Almenara (Castellón de la Plana)». Cuadernos de Prehiatoria y
Arqueología Castellonense, núm. S. CasteDón, 1976, pág. 196, nota 9.
O. ARTEAGA MATUTE: «La panorimica proto-histórica peninsular y el estado actual de au conocimiento en el Levante Septentrional
(Castellón de la Plana)•. Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonense. Castellón. 1976, pá¡. 190.
J. M. BLAZQUEZ: «La colonización griega en Eapma en el cuadro de la colonización griega en Occidente». Sympoalum de
Colonizaciones (Barcelona-Ampurias, 1971). Barcelona, 1974, pll.gs. 66-17.
.¡:. PADRO PARCERISA: «Brelll notes sobra els escaraborua i eacaraboids de la necrilpolia de Can Cany!a>•. Pyrenae, 7. Barcelona, 1911,
pá¡¡. 133.
M. ALMAGRO: ftl.aa ralees del arte ibérica». L Aniversario de la Fundeción del Laboratorio de ArqueoiOifa, 1924-1974. Papeles del
Laboratorio de Arqueologfa de Valencia, 11. Valencia, 1974, págs. 251-219.
C. ARANEGUI: «Cerámicas importadas de la Necrópolia de Orleyl~. En «Material"" de la Necrópolis IN!rica de Orleyb> (Vall d'Uxó,
'CasteDón). Trabajos Varios del SJ.P., núm. 70. Valencia, 1981, págs. 53-66.
(36) ARTEAGA y SERNA: Op. cit. en la nota 17, pll.¡. 748.
(31) MESADO: Op. cit. en la nota 3, capitulo XD.
(33) SANMARTI: Op. cit. en la nota 86, pág. 232.
(39) SANMARTI: Op. cit. en la nota 86, pá¡¡. 234.
-310-
[page-n-312]
VINARRAGELL
26
no parece haber alcanzado ... la desembocadura del Llobregat, antes del tercer cuarto
del mismo)) (40). El propio Junye~t anotará el hecho bélico de Himera (480 a. d. C.) para
la ampliación comercial de Ampurias a lo «largo del litoral catalán y levantino)) (41).
Para Maluquer es el s. V a. d. C. cuando Ampurias se proyecta sobre su hinterland
incentivando sus viejos núcleos de población hacia la formación de auténticas ciudades, tal es el caso de Ullastret, Tarraco o 11erda (42), señalándose el final del s. V a. d.
C. para la iberización, a partir de Ampurias, del Solsones, parte de la Segarra y la
Anoia (43), siendo tras Himera cuando --definitivamente- la esfera comercial de
Ampurias reemplaza al comercio «púnico-fenicio)) (44).
Sanmartí no duda en fechar el kilix del Coll del Moro «a fines del s. VI o muy
principios del s. V)) (45), basándose en los hallazgos de Megara, Hyblaea y Thasos.
Pero la importancia de esta pieza radica en el hecho de proceder de un hallazgo
cerrado (un túmulo funerario) cuyo contexto aparecería dominado por vasos indígenas
parejos al «tipo 4 de Agullana)) (urnas de perfil ovoide, cuello alzado -ligeramente
exvasado-- y cordón digitado en el nacimiento del cuello), y por las cerámicas
torneadas de inspiración colonial semita que, como anota Almagro-Gorbea, «permiten
ya una cronología segura que debe situarse a lo largo del s. VI a. d. C.)) (46). En
Agullana la tumba 184 contiene copias indígenas que tuvieron por modelo recipientes
púnico-fenicios, dos de los cuales (recipientes 2 y 12) son parejos a la urna de Azuebar,
Castellón, del Museo Municipal de Burriana, para la que Aranegui señala sus mejores
paralelos en Peal de Becerro, Tugia, con prototipos en urna de Cruz del Negro
(Carmona, Sevilla), proponiendo para su datación «el final del s. VI a. C. o el tránsito
al V)) (47). El ajuar metálico de la mencionada tumba de Agullana comportaba un
broche de cinturón de un garfio, que en Mailhac DI quedan fechados por cerámicas
clásicas en la segunda mitad del VI y que para Bosch habría que situar entre el 500 y el
475 a. d. C. (48), broches y fibulas de doble resorte que alcanzarán las necrópolis tipo
Solivella, en la que la urna ovoide de la sep. 16, con filetes negros, podrá recordarnos
formas coloniales, al igual que la sepultura 1 de la necrópolis de La Punta de Orleyl,
con restos de otra hebilla (49). Como se ha dicho, es sólo a partir del s. V cuando
«podremos distinguir los rasgos característicos de la Cultura Ibérica, que están constituidos por una respuesta indígena a los estímulos recibidos previamente)) (50). La
aculturación madurada por el pueblo indígena a lo largo del x. VI, más el incentivo
(40) JUNYENT: Op. cit. en la nota 36. pág. 202.
(41) E. JUNYENT: «Contexto y significado histórico de la cerámica de barniz rojo ilergete en la iberización del Norte del Ebro>•. Xlli
C.N.A. (Huelva, 8-12/octubre/1973). Zaragoza, 1975, pág. 722.
(42) MALUQUER DE MOTES: Op. cit. en la nota 34.
(43) JUNYENT: Op. cit. en la nota 41, pág. 722.
(44) JUNYENT: Op. cit. en la nota 41, pág. 722.
(45) SANMARTI: Op. cit. en la nota 35, pág. 223.
(46) ALMAGRO-OORBEA: Op. cit. en la nota 21, pág. 127.
(47) GIL MASCARELL y ARANEGUI: Op. cit. en la nota 20, p,g. 57.
(48) P. BOSCH GIMPERA: «Loe celtas y la civilización céltica en la Península Ibérica». Boletín de la Sociedad Española de Excursionismo,
voL XXIX. Madrid, 1921.
(49) A. LAZARO, N. MESADO, C. ARANEGUI y D. FLETCHER: ftMaterialea de la Necrópolis Ibérica de Orleyl (Vall d'Uxó, CaateUón)>>.
Trabajos Varios del B.l.P., núm. 70. Valencia, 1981, p,g. 30.
(50) FLETCHER: Op. cit. en la nota 1.3, pág. 85.
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N. MESADO
griego del s. V al copar éstos los mercados atendidos a lo largo del s. VI a. d. C. por los
fenicios occidentales -hecho propiciado por el cambio socioeconómico habido con las
convulsiones que acontecen en el Mediterráneo Occidental (Primer Tratado RomanoCartagines, 509; Himera, 480; y Cumas, 474, con mercenarios ibéricos)-, decidirá la
supremacía del comercio griego en nuestras costas valencianas (51). Sería un hecho
anómalo, comercialmente inexplicable, que los fenicios abandonasen en los inicios del
s. VI, sin presión alguna, muestras costas, desatendiendo sus mercados hasta la
mayoría de edad de la colonia focea de Ampurias, hecho que no pudo acontecer
durante el desarrollo del «Horizonte Ibérico Antiguo», «grosso modo», primer cuarto
del s. V a. d. C. (52), puesto que la masificación de importaciones áticas ampuritanas
no estará presente en los yacimientos valencianos septentrionales cercanos al litoral
(El Puig, Orleyl y Almenara) hasta haber traspuesto el primer cuarto deis. V -raras
en un primer momento-, y que en el poblado de El Puig (el más importante de los
norteños valencianos) quedará denunciado tal comercio· con el kylix atribuido al
pintor de Penthesilea, fechado entre el 460 y el 450 a. d. C. (53). En todo caso creemos
óptima la fecha del tratado de Mastia, 509 a. d. C., para el abandono del comercio fenopúnico de nuestras costas, tratado que produciría un «lapsus» sin importaciones y en
el que cabría encajar las necrópolis del «Horizonte Ibérico Antiguo»,_ por lo que serían
lógicas ciertas formas púnicas en ellos, para el caso de La Solivella las urnas de las
sepulturas números 16 y 27, y las números 11 y 12 de superficie (54). Para Aranegui,
como ha quedado dicho, las urnas a mano de la tumba 184 de Agullana no podrían
fecharse con anterioridad al s. VI, pues sus tipologías derivarían de las urnas de La
Cruz del Negro (55), asimismo lo haría la urna de la sep. núm. 27 de La Solivella (56),
necrópolis que A. Oliver fechará a fines del s. VI o «en el primer cuarto del s. V a. d.
C.» (57), cronología que aceptamos (58) y que cubrirá el corto «hiatus» comercial entre
la colonización fenicia y el inicio del comercio griego, momento detectado por las
necrópolis de La Solivella, El Bovalar, El Puig, y la fase antigua de la necrópolis de
Orleyl, todas ellas en Castellón, y por la necrópolis de Altea la Vella, en Alicante (59).
Por el escaso número de sepulturas (La Solivella, siendo la más extensa, apenas
registró unas 35) cabe pensar en hábitats reducidos en los que la actividad bélica (de
hecho tales necrópolis pertenecen a guerreros) pudo ser constante, soldados que, como
mercenarios, estuvieron presentes en la batalla de Cumas el año 474 a. d. C. Estas
primerizas necrópolis ibéricas -evidentemente efímeras puesto que sus ajuares pre(51) FLETCHER: Op. ciL en la nota 18, ¡níg. 86.
(52) LAZARO y otros: Op. ciL en la nota 49, pág. 51.
(63) E. SANMARTI GREGO: «Un Kylix del pintor Penthesilea, procedente del poblado ilercavón de El Puig (Benicarló, Castellón)>>.
Cuadernos de Prehistoria y Arqueologfa Castellonell88, núm. 3. Castellón, 1976, pág. 206.
(54) J. J. JULLY: «Koiné commerciale et culturalle phenicopuniqué et ibero languedocienne en Méditerranéen Occidental a I'Age du Fer>>.
A.E.A. núm. 48. Madrid, 1976, pág. 221.
(66) C. ARANEGUI: ccContribución al estudio de las Urnas de tipo Cruz del Negro». Saguntum, núm. 16. Valencia, 1980, pág. 103.
(66) ARANEGUI: Op. ciL en la nota 55. págs. 103 y 104.
(67) A. OUVER: <
Arqueologfa Castellonenses, núm. 7. Castallón, 1980, pág. 111.
(58) LAZARO y otros: Op. ciL en la nota 49, pág. 51.
(69) J. G. MOROTE BARBERA: «La necrópolis ibérica de Altea la Vella, Altea (Alicante)». Bolet{n Mensual del Excmo. Ayuntamiento,
núm. 7. Altea, 1979.
·
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VINARRAGELL
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sentan una fuerte unidad-, es normal que acusen en algunos pocos elementos rituales, cronologías más altas, lógicos arcaísmos en los ajuares funerarios de todas las
comunidades antiguas que, cuando son en extremo minoritarios, no creemos sirvan
para señalar «fases» en la utilización de tales necrópolis, ni para elevar las cronologías dadas por el contexto de sus materiales homogéneos, por lo general monótonos,
entre el cual se distinguirá un recipiente ritual por excelencia: la urna de orejetas,
vaso creado ex-profeso para contener los restos de los incinerados.
Así pues, los desfases cronológicos, cuando se detectan en estos ajuares, no deben
sorprendernos. Recordemos a modo de claro ejemplo, por estereotipos, las cartelas de
faraones del s. IX junto con dos kotyloi protocorintios del primer cuarto del s. VII a. d.
C. de la tumba 19 de Laurita (60); o el monumento neohitita de Pozo Moro que, para su
excavador, raramente descendería, por sí, del s. VIII o inicios del VII y que por el ajuar
queda fechado «en torno al 500 a. d. C.» (61). No creemos paor ello que ciertas joyas
exóticas (caso de los escarabeos y escaraboides) que registran las necrópolis ibéricas
más primerizas, como ya anotaba entre otros Fletcher (62), sirvan para fechar tales
necrópolis en el s. VI, «incluso a principios de este siglo» (63).
La gran escasez de tales piezas, así como de copas jónicas en los importantes
yacimientos del círculo de Ampurias (64), y su relativa difusión costera hasta llegar a
Guadalhorce 11 (65), indica que su inclusión en yacimientos de la fachada mediterránea sea proveniente del último comercio colonial fenicio, objetos que en su mayoría
detectarán las necrópolis indígenas del tránsito del s. VI al V a. d. C., en primera fase de la
Cultura Ibérica. Recientemente han sido dados a conocer los ajuares exhumados por L.
Siret en la necrópolis de Boliche (Villaricos), con urnas torneadas (la sepultura 27
comporta un vaso de orejetas) y huevos de avestruz, estando presente en la necrópolis
el hierro (66). La cronología de Boliche abarcaría desde el s. VII al V a. d. C. (67). Los
autores de dicho estudio llaman la atención de los «brazaletes acorazonados», comunes en la mayoría de los yacimientos orientalizantes tartéssicos (68), tipo presente en
Sanchorreja, yacimiento con fíbula-de pivote de puente rectangular, señalándose como
prototipo de tales brazaletes los del tesoro de Oxus (que contendrá un carro votivo con
J. G. MOROTE BARB&RA: «Una estela de ¡¡ueneros con espada de antenas en la necrópolia ibérica de Altea la Vella (Altea,
Alicante)». A.P.L. XVI. Valencia, 1981, págs. 417-446.
(60) M. PEWCER CATALAN: ~Excavaciones en la necrópolis púnica "Lfnta" del Cerro de San Cristóbal (Aimullécar, Granada)M.
Excavaciones Arqueológicas en Espalla, núm. 17. Madrid, 1983, pá¡. 66.
(61) M. ALMAGRO GORBEA: «Pozo Moro y el origen del Arte Ibérico~. XID C.N.A. (Huelva, 8-12 octubre 1973). Zaragoza. 1975, pág. 685.
(62) D. FLETCHER VALLS: «La Necrópolis de La Solivella (Alcalá de Chivert, CaateU6n)». Trabajos Varios del S.I.P., núm. 32. Valencia,
1965, pág. 56.
(63) J. PADRO 1 PARCERISA: «A propósito del escarabeo de La Solivella». Cuadernos de Prehistoria y Arqueologfa Castellonense, núm. l.
Caatellón, 1974, pág. 74.
(64) SANMARTI y GREGO: Op. cit. en la note 36, págs. 233, 234 y en especial la nota núm. 41.
(66) ARRIBAS y ARTEAGA: Op. cit. en la note 31, págs. 86 y 91.
(66) La divulgación de los objetos de hierro industrializado se debe incluso en Cataluña al proceso colonial fenicio (M.• E. SANAHUJA:
•clnstrumentel ibérico de hierro en Cataluña». Pyrenae, 7. Barcelona, 1971, pág. 107), pues los primeros Indicios de hierro en los Campos de
Urnas procaden de un momento t.ardio de la necrópolis, acompañándose de las llbulaa fenicias de doble resorte, conjuntos que constituirán el
«Periodo V• de Almagro Gorbea, que dicho autor fechan!. entre el 700 y el600 a. de C. (ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la note 21, pág. 133) en
cuyo horizonte cronológico incluye los niveles primeros de Vinarragell (que venimos fechando a finales deis. VII), y el sepulcro de La Salsadella
que, por su contexto (contiene objetos de hierro y una hebilla ibérica), parece más moderno.
(67) M. OSUNA y J. REMESAL: «La necrópolis de Boliche (Vlllaricos, Almerfa)>>. A.PL. XVI. Valencia, 1961, pág. 411.
(68) OSUNA y REMESAL: Op. cit. nota 67, pág. 404.
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N. MESADO
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paralelos en el de la sep. núm. 17 de la necrópolis de La Joya), fechado en el s. VI a. d.
C. (69); y otro del período chipriota clásico, que Gjerstad fechará entre el475 y el325 a.
d. C. (70). Salvo el hallado en Boliche, estos brazaletes acorazonados están exentos por
hoy de nuestras costas mediterráneas, teniendo su foco principal en la cuenca atlántica del SO peninsular.
A lo largo de estas páginas hemos visto -según autores precitados- la mediterranización que sufren en el s. VI a. d. C. a través de la aculturación semita, diversos
asentamientos enraizados en el Hierro I, cronología que se viene discutiendo en
nuestro yacimiento de Vinarragell, pues para ciertos investigadores su horizonte
colonial habría que situarlo en la segunda mitad del s. VII a. d. C.
En líneas generales tal problemática tendría como centro de disención la vertiente
postulada por O. Arteaga, para quien el período de influencia fenicia de Vinarragell
quedaría comprendido entre la fundación de Ibiza (-650) y Marsella (-600) (71), y la que
personalmente defendemos desde los inicios de los trabajos en el yacimiento y que ha
sido matizada recientemente (72), ya que para C. Aranegui tal aculturación ubicaríase
entre la fundación de Ampurias (-575) y la batalla de Alalía (-535) (73). Por todo lo cual
creemos de sumo interés finalizar el presente estudio con unos comentarios sobre la
fíbula de pivote del Pozo I.
5. CONSIDERACIONES EN TORNO AL PUENTE DE FIBULA DE PIVOTE
PROCEDENTE DE LA ((FASE ICn
Dado que la estratigrafía expuesta - con sus correspondientes hallazgos- poco
aporta a los conocimientos que sobre el tell tenemos (como hemos visto siguen
configurándose los mismo períodos culturales que dimos en 1974) (74), dedicamos el
final del presente estudio al comentario de la fíbula recogida en la Fase IC, pieza no
extraña en la exigua metalistería del yacimiento, pues en la 2. a Campaña dimos con
una de sus agujas (75). Pero si en tal ocasión, su encuentro, por ser de superficie,
carecía apenas de interés, este nuevo ejemplar alcanza, o pudiera alcanzar en un
futuro proximo, todo su gran valor cronológico, ya que ofrece para la cerámica
colonial-fenicia del tell una fecha «antequem» de evidente interés.
Si como anota M.a Victoria Rams la característica fundamental de las fibulas es
«poseer un ingenioso dispositivo de seguridad que garantiza el cumplimiento de su
función» (76), podemos asegurar que los escasísimos hallazgos peninsulares -trasunto
de su poca aceptación- de las denominadas por Cuadrado «fibulas de pivote» (77),
(69)
(70)
(71)
(72)
(73)
(74)
(76)
(76)
(77)
OSUNA y REMESAL: Op. cit. nota 67, pág. 406.
OSUNA y REMESAL: Op. cit. en la nota 67, pág. 406.
MESADO y ARTEAGA: Op. cit. en la nota 1, pág 64.
FLETCHER y otros: Op. cit. en la nota 18, pág. 86.
GIL MASCARELL y ARANEGUI: Op. cit. en la nota 20, pág. 64.
MESADO: Op. cit. en la nota 3, págs. 146-147.
MESADO: Op. cit. en la nota 3, págs. 82 y fig. 42.
M.• V. RAMS: •
E. CUADRADO DIAZ: «Precedentes y prototipos de la fibula anular hispánica>•. Trabajos de Prehistoria, VIL Madrid, 1963.
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residen en estar exentas de tal dispositivo -bucle o muelle-- por lo que su técnica es,
a todas luces, primaria (78). De las pocas fíbulas de pivote que la bibliografía peninsular registra (79), haremos referencia por conocerse bien sus contextos arqueológicos, a
los ejemplares de Sanchorreja, Agullana y El Molar.
a) Sanchorreja.
El poblado de «Los Castillejos)) (Sanchorreja-Avila) fue descubierto en 1929 por
Claudio Sánchez Albornoz. En 1931 se inician los trabajos de excavación bajo la
dirección técnica de J. M. Navascués y E. Camps, dándose con un escondrijo de
bronces. En 1932 y 33 se efectúan nuevas campañas y en 1934 múltiples sondeos en
busca de su necrópolis, que no se localiza. Los resultados de estas campañas serán
publicados en 1958 por J. Maluquer de Motes, basándose en los diarios de excavaciones de los años 1932 y 33 que redactara Navascués (80). Desde los iniciales trabajos de
1931 se ponen de relieve en todo el castro dos momentos culturales distintos: un primer
hábitat o nivel antiguo con cerámica a mano decorada polícromamente, incisa y excisa
(en los diarios llamada de Boquique). Entre el resto de su ajuar caben mencionar los
molinos barquiformes y una metalurgia de bronce autóctona, que fabrica agujas,
punzones, fíbulas de codo, y de doble resorte que acabará predominando en el nivel
superior. También se documentan útiles sencillos de hierro, pero sin poderse demostrar que se hubieren fabricado en el propio castro. Como en Vinarragell también se
daran en Sanchorreja las fusayolas fabricadas con cabeza de fémur, similares a las
encontradas en los niveles inferiores de Cortes de Navarra (81). Se utiliza desde un
primer momento el arco y las flechas.
La segunda etapa, que cubre también todo el castro, abandona la cerámica excisa,
incisa tipo Boquique, y la polícroma. Domina la hecha a mano con decoración de
«peine)) (tipo Cogotas o necrópolis de Chamattí de la Sierra), y aparece la cerámica
torneada decorada con simples temas geométricos. Siguen perviviendo los molinos
barquiformes (evidente desconocimiento del torno), y la metalurgia local sigue fabricando fíbulas de doble resorte. La industria del hierro se enriquece, documentándose
una artesanía local. Las viviendas, aunque toscas, se construyen de piedra. En un
momento impreciso de este horizonte se fortifica la acrópolis con una muralla que
llegará a los 10 m. de potencia (82). Se excavan varias habitaciones, hallándose en
varias de las chozas hogares idénticos a los encontrados en Vinarragell, pues estarán
formados «por una gruesa capa de barro que descansa sobre un lecho de gorrones o
piedrecillas)) (83).
Ambas fases se nos dice que se superponen sin «hiatus)) cultural, por lo que el
(78) Laa fibulas se vienen considerando por su popularidad y escasa vida activa (cauea de su fragilidad) y por su variado tipologfa
(impoaicionea de modas, etnias y comercio), como uno de loa principales «f'ósiles director...,. de la Prehistoria (CUADRADO: Op. ciL nota 77, pág.
140).
(79) R. NAVARRO: «Las fibulas en Catalulla». Instituto de Arqueologla y Prehistoria Universidad de Barcelona, Publicaciones eventuales,
núm. 16. Barcelona, 1970, pág. 44.
(80) J. MALUQUER DE MOTES: «El Caatro de Loe Caatillejoa en Sancborreja, AviiB>•. Salamanca, 1968. pá~r. a.
(81) MALUQUER: Op. ciL en la nota SO. pág. 91.
(82) MALUQUER: Op. ciL en la nota 80, pág. 34.
(83) MALUQUER: Op. ciL en la nota 80, pá~r. 29.
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Fig. lS.-MAPA DE LA DISTRIBUCION DE LAS FIBULAS DE PIVOTE Y DE BUCLE. 1, A¡ullana
(Gerona); 2, El Mola\ (Tarragona); S, Valtierra (Navarra); 4, Cortes de Navarra (Navarra);
o, Tossal Redó (Teruel); 6, Numancia (Soria); 7, La Mercadera (Soria); 8, Valdenovillos
(Guadalajara); 9, Carabias (Guadalajara); 10, La Olmeda (Guadalajara); 11, Sanchorreja
(Avila); 12, El Berueco (Salamanca); lS, AguiJar de Anguita (Guadalajara); 14, Griegos
(Teruel); lo, Nules (Castellón); 16, VINARRAGELL (Burriana-Castellón); 17, Rochelongue
(Agde-Francla).
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horizonte superior sería la lógica evolución del primer hábitat, sin etapas de destrucción que justifique la clara disención material de ambos niveles. Los inicios de la
segunda fase del poblamiento «marcará en la Meseta el paso de la primera a la
segunda Edad del Hierro». Con las reservas consiguientes Maluquer acepta una
cronología para la fase antigua (Sanchorreja 1) entre el 700 y el 500 a. d. C.; para la
fase posterior (Sanchorreja 11), ·del 500 al 400 a. d. C. La duplicidad cronológica del
primer período sobre el segundo se basará en «que el nivel antiguo dobla en potencia
al reciente» (84).
De las cuatro fíbulas de pivote que se mencionan, tan sólo queda localizada la
inventariada con el núm. 36, que sería encontrada «en el 4. 0 pique general del Sector
A» -campaña de 1933--- y ya «por debajo de los pavimentos>> (85) del nivel de incendio
y destrucción (sigla «e» del croquis de Maluquer) por lo que fue retirada del nivel «d»,
cuyo contexto arqueológico más destacado lo componen dos fíbulas de bronce de doble
resorte, un fragmento cerámico con incisiones, otro torneado y una plaquita de hierro
(86); este mismo horizonte cultural tributará cerámica decorada con peine, algún
fragmento de Boquique y exciso (87).
El «quinto pique» atacará ya el auténtico nivel fundacional del yacimiento (sigla
«e» del croquis), en el que está ausente la cerámica peinada, siendo abundante la
incisa, excisa y -por primera vez- la cerámica a mano con policromía (88).
Observamos, pues, que este puente de fíbula de pivote de Sanchorreja encaja en un
2. 0 Horizonte Cultural del Castro, nivel que precederá a la aparición de las importaciones de la cerámica torneada de tipo ibérico, por lo que en la cronología de Maluquer
caería dentro del s. VI a. d. C., pues precede a la 2. 8 Edad del Hierro de la Meseta que,
como hemos visto, queda en Sanchorreja fijada entorno al -500.
Con anterioridad -1931- en la parte alta del nivel cultural inferior del poblado
(por ello en el mismo nivel de la fíbula) fue encontrado un depósito de bronces entre
cuyas piezas destaca un broche de cinturon con decoración orientalizante (grifo sobre
palmeta caliciforme) que Maluquer y A. García Bellido fecharán a finales del s. VI,
trayéndolo este último, incluo, al s. V (89).
Para Maluquer la cerámica de «tipo andaluz» o «ibérico» pudo llegar a Sanchorreja
desde la cuenca del Ebro y del Mediodía Peninsular no antes de mediados del s. IV a. d.
C., pues está ausente en Cortes de Navarra (90); pero para la cronología del momento
fundacional de Castillejos habrá que recordar que ya desde un primer momento está
presente, en objetos de uso corriente (importados según Maluquer), el hierro, que en
zona tartéssica, en los yacimientos orientalizantes del s. VII, es más bien escaso, por lo
(84) MALUQUER: Op. cit. en la nota 80, ¡wip. 93-96.
(86) MALUQUER: Op. cit. en la nota 80, ¡wig. 12.
(86) MALUQUER: Op. cit. en la nota 80, ¡wig. 84.
(87) MALUQUER: Op. cit. en la nota 80, pág. 12.
(88) J. MALUQUER DE MOTES: «La cerámica pintada halllltll.tica del nivel inferior del Castro de Sanchorreja (Avila)>o. Zephyrus, Vlll.
Salamanca, 1967, ¡wig. 286.
(89) A. GARClA Y BEWDO: •
Barcelona. Barcelona, 1969, ¡wig. 167.
(90) MALUQUER: Op. cit. en la nota 80. pág. 52.
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que su difusión interna peninsular debió acontecer a lo largo del s. VI, en especial en
su segunda mitad.
b) Agullana.
La necrópolis de Agullana es sobradamente conocida. Para P. Palol, su excavador,
la fíbula de pivote que tributó el enterramiento núm. 69 tendría sus orígenes en
modelos de la Italia del Norte, siendo su tipo una derivación egeo-sicúlica (91). La
cronología -según este autor- habría que colocarla hacia el 550 o un poco antes, y
por la tipología de la urna que la acompaña, en Agullana 11. Para M. Almagro esta
ffbula tendría un origen Mediterráneo (crético-chipriota) (92), hecho que acepta M.
Almagro-Gorbea, para el que tal fíbula, por su aspecto antiguo estaría cercana a los
ejemplares de tradición chipriota, fechándola en el s. VIII a. d. C. (93), alta cronología
ya apuntada por Cabré (94). L. Bernabó Brea cree que su más firme paralelo estaría en
fíbulas sicilianas más directamente que en la Italia Septentrional, señalándonos entre
los siglos IX y VTII a. d. C. relaciones entre Sicilia y España a través del comercio
fenicio (95). Pero faltaría explicarnos por qué la fíbula de pivote está ausente de los
yacimientos coloniales del SE peninsular.
En Vinarragell el puente de esta recia fíbula fue retirado de un nivel precedente al
horizonte colonial, y ni una sola de estas fíbulas, que sepamos, ha sido hallada en
claros ambientes fenicios en los que es popular la fíbula de doble resorte. La explicación, como anota M. Almagro (96) podría estar en la mayor cronología de los prototipos de pivote frente a los de doble resorte, lo que indicaría unos contactos comerciales
fenicios más tempranos para la fachada del NE mediterráneo que para el Mediodía
peninsular, cuyo «fluorit)) colonial viene situ.ándose en el s. Vil a. d. C. En todo caso,
como anota R. Navarro, «una vez llegado el tipo a la Península, se extendería desde
Cataluña (ejemplares de Agullana y El Molar) hacia el norte y costa de Levante, Nules
(Castellón), Numancia, Sanchorreja (Avila) y Berrueco)) (97). Pese a sus escasísimos
hallazgos parece, por la dispersión que alcanza, que fue aceptada por la población de
esta zona peninsular, pues es evidente que sólo en contextos ya tardíos de ajuares
indígenas hace aparición. Nadie niega la supremacía cronológica de la fíbula de
Agullana sobre la de puente rectangular que, con evidencia, deriva de aquella; pero la
rusticidad que conllevan las rectangulares alcanza en el ejemplar de Vinarragell
mayor nota, siendo también la de mayor puente, detalle éste que no creemos sirva para
fijar, frente a las piezas menores, supremacía cronológica, como puede ocurrir con las
de doble resorte (98), aunque sí es cierto que los boliches terminales del puente de
(91) P. PALOL: •La Necrópolis Hallatática de Agullana (Gerona)>>. Bibllotbeca Paebiatorica Hiopana, Vol. L Madrid, 1958, pág. Zl.3.
(92) M. ALMAGRO: «Sobre el origen posible delao más antiguaoflbulao anulareo hispánicaa>t. Ampuriaa, XXVID. B!UCi!lona. 1966, págs. 221
y 232.
(93) ALMAGRO GORBEA: Op. ciL en la nota 21, pág. 1!1.
(94) S. VILASECA: •El poblado y la necrópolis de Molá (Tarragona)». Acta Arqueológica Hlapánica, l. Madrid, 1943, pág. 48.
(96) L. BERNABO BREA: «La Sicilia prehistórica y sua relaciones con Orienta y con la Penínllula Ibérica>>. Serie Arqueología 1, Consejo
Superior de lnY118tigaciones Ciantificao, Escuela Espaftola de Historia y Arc¡ueologia de Roma. Madrid, 1964, pág. 218.
(96) ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota Zl., págs. 101, 102 y 103.
(97) NAVARRO: Op. ciL an la nota 79, pág. 44.
(98) H. SCHUBART y H. G. NIEMEYER: oTrayamar, loo hipogeos fenicios y el aoantamiento en la desembocadura del rfo Algarrobo•.
Excavaciones Arc¡ueológicao en EspaJ\a, 90. Madrid, 1976, pág. 226.
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VINARRAGELL
33
Vinarragell son esféricos al igual que los de la pieza de Agullana, mientras el resto de
las fíbulas que comentamos los presentan aplanados o en timbal. No negamos que la
fuerte oxidación que presenta el puente de nuestra pieza, haya podido deformarla, pero
estamos seguros que ya en su origen fue una pieza rústica empleada, dado su tamaño,
por los pastores trashumantes del interior (recordemos que la primera población de
Vinarragell tiene origen bajoaragonés) (99) para abrochar sus recios vestidos (mantos
o capas) (100).
Las piezas de pivote con puente rectangular es evidente que han sufrido una
«iberización)) con objeto de hacerlas útiles en la indumentaria del indígena, en
detrimento de aquellas piezas primeras (de «tipo chipriota))), caso de la fíbula de
Agullana.
e) Molá.
La tercera de las fíbulas de pivote con flliación segura procederá de la necrópolis
tarraconense de Molá. Fue encontrada suelta, por lo que desconocemos el resto del
ajuar que la comportó, aunque conviene recordar que, salvo otras fíbulas de doble
resorte y casi con probabilidad los objetos de hierro (evidentemente nuevos elementos
absorbidos), la necrópolis responde a la cultura de Campos de Urnas del NE peninsular.
Cuatro de los cinco enterramientos que tributaron hierro situábanse en el sector de
Poniente de la necrópolis, por lo que Vilaseca cree puedan ser de su último momento,
fechando la necrópolis en los s. VIII-VII a. d. C.; cronología alta para M. Almagro y
que para L. Pericot abarcaría del 850 al 550 a. d. C. (101). Almagro-Gorbea en trabajo
más reciente incluye la fíbula de pivote de esta necrópolis (pese a ser de puente
rectangular) en su fase más antigua (102), y la introducción del hierro y la fíbula de
doble resorte -elementos orientalizantes- en el período V, abarcando todo el s. VII a. d. C.
6. FINAL
Y para concluir recordaremos de nuevo que el puente de la fíbula de pivote de
Vinarragell fue retirada del Nivel IC a 0'60 m. por debajo del nivel colonial o Fase 11.
Otra fíbula perteneciente a un contexto cerrado -la del enterramiento núm. 69 de
Agullana-, hace también acto de presencia entre un material no orientalizante, y si
nos atenemos a la alta cronología que viene recibiendo (s. VIII a. d. C.), habría sido en
su horizonte cronológico (caso de proceder de Ún comercio arcaico Mediterráneo),
pieza sin otro contexto exótico en el área geográfica de su distribución peninsular,
hecho bastante anómalo, por lo que su entrada en la Península (es el hallazgo más
septentrional), pudo no ser marítima. Dicha fíbula habría sido incorporada a un ajuar
de Campos de Urnas, procediendo, como anota Palol, de modelos de la Italia Septen-
(99)
000)
(101)
(102)
MESADO: Op. ciL en la nota 3, pág. 161.
RAMS: Op. ciL en la nota 76, pág. 139.
VILASECA: Op. cit en la nota 94, págs. 28, 26, 68, 69 (núm. 72) y 60 (núm. 73).
ALMAGRO OORBEA: Op. ciL en la nota 21, págs. 101, 102 y 126.
-319-
[page-n-321]
34
N. MESADO
trional, cuya proximidad con el área norteña de Cataluña es evidente. Por ello su
distribución quedará vinculada al cuadrante NE, siendó sintomática su no existencia
en zona tartésica. La fíbula de Vinarragell (como todas las de puente rectangular)
deriva del prototipo Agullana, por lo que se aleja, tanto estilística como cronológicamente, de él. Por los escasos hallazgos podemos observar como la fíbula de pivote de
puente rectangular aparece vinculada a una fase tardía del Hierro I (Bronce Final de
otros autores) en inminente contacto con el impacto colonial fenicio. En este sentido
habría que mirar ese último ajuar de Agullana compuesto por el enterramiento núm.
184, cuyas urnas globulares imitan galbos Mediterráneos, estando su metalistería
representada por dos singulares piezas: una hebilla de tipo ibérico y una fíbula
escaleriforme que, por el hallazgo submarino de Rochelongue parece convivió con
otras piezas no extrañas en las necrópolis ibéricas de un primer momento (103). Hay en
dicho yacimiento francés otra fíbula de tipo serpentiforme y un puente rectangular
perteneciente a una fíbula de pivote. Tanto esta última como la escaleriforme vienen a
coincidir en su distribución peninsular (fig. 13), por lo que la cronología que viene
dándose al enterramiento núm. 184 de Agullana (s. VI y en su tránsito al V a. d. C.)
(104), y en torno al 600 (105) o en la primera mitad del VI a. d. C., pudo ser la de esas
raras piezas que denominamos «escaleriformes» y de «pivote con puente rectangular».
Para los autores ·que publican las ñ'bulas de Rochelongue (106), no habría duda de su
coetaneidad. Como harán observar, las serpentiformes se hallan sobradamente estudiadas en la Italia Septentrional, donde aparecen a mediados del s. VII, siendo ya
abundantes alrededor del -600, para desaparecer a mediados del s. VI a. d. C. (107), por
lo que todas las fíbulas peninsulares de pivote con puente rectangular podrían situarse, como mucho, en la primera mitad del s. VI a. d. C. (108).
(103) J. MALUQUER DE MOTES: «Nuev
Barcelona, 1966, págs. 1811 a 190.
(UN) ARANEGUI: Op. cit.. en la nota 56. págs. UN.
(106) ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 21, págs. 102 y 107.
(106) J. ARNAL, A BOUSCARAS, E. HUGUET, J. PEYRON et D. ROBERT: uQuelque fibules du Dépót Marin de Rochelonge (Agde,
Herault)>>. Pyrenae, 6. Barcelona, 1970, páp. 62 a 68.
(107) ARNAL y otros: Op. cit.. en la nota 106, pág. 68.
(106) La ffbula de Vinarregell, con BUS doe bolichee terminales, conserva cierto paralelo eetillstico con el puente de la ffbula de la colección
Canivell de Málaga, ffbula considereda ""'oderna>> y «contemporánea de la ffbula de Certosa>> (SCHUBART y NIEMEYER: Op. cit.. en la nota
98, pág. 227).
-320-
[page-n-322]
N. MESADO.-Vinarrogell
Láro. l.--Sondeo J. Cimentación de muro, en el ruvel lA, vista vertical y frontal.
LAM. I
[page-n-323]
LAM. 11
N. MESADO.-Vinarragell
Lám. H.-Sondeo J. Detnlle del muro del paramento NE. t:ras haberse siluetado los adobes.
- 322 -
[page-n-324]
LAM.
N . MESADO.-Vinarragell
rn
Lám . III ..-$ondeo I. Base del niveliC. A, punto d~ndc se halló la fíbula. B, el nivel ID con el inicio
de BU poceta. e, «bolos» pertenecientes al basamento del muro del nivel lA, e Inicios de
la vieja galería .
- 323 -
[page-n-325]
LAM. IV
N. MESADO .-Vinar¡oagell
Lám . IV .--Sondeo l. 6, fragmento inciso del nivel IB. 16, puente de la libul~t de pivote del nivel IC.
-324-
[page-n-326]
N. MESADO.-Vinarrogell
Lá.rn. V.- Sondeo l. Cerámica policroma y boton de hueso de la Fase 11.
LAM. V
[page-n-327]
N. MESADO.-Vinarragell
Lám.. VI.-Sondeo l. Cerámica. ibérica del nivel de humus.
LAM . VI
[page-n-328]
N. MESADO .-Vi.narragell
LAM. VII
[page-n-329]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVUI (Valencia. 1988)
NORBERTO MESADO OLIVER
(Burriana)
NUEVOS MATERIALES ARQUEOLOGICOS EN EL POZO I
DEL YACIMIENTO DE VINARRAGELL (BURRIANA, CASTELLON)
l. INTRODUCCION
Al publicar los resultados de la IV Campaña de Excavaciones llevada a cabo en el
importante yacimiento de Vinarragell (fig. 1) durante la primavera del año 1972 (1),
anunciábase en «nota preliminar)) la «limpieza de los hastiales del viejo Pozo 1)), cuyo
nivel de «humus)) fue retirado por el amigo O. Arteaga, corriendo a nuestro cargo el
resto de los trabajos. Por motivos diversos los resultados obtenidos no habían sido
publicados, exceptuando el gran puente rectangular de una fíbula de pivote que, en
texto de O. Arteaga, quedó englobado en el horizonte «VINARRAGELL liT)) de su
periodización, y clasificado como «Fibel des Typs Agullana)) (2). Pasamos de nuevo,
pues, dado el gran interés de esta pieza correctamente estratificada, al estudio de los
hastiales de este sondeo, cuyos resultados primeros se dieron en 1974 (3).
Al quedar en el año 1964 los estratos arqueológicos más profundos del Pozo 1 al
descubierto, constituyendo una pequeña plataforma sobre la bóveda de la galería
excavada por los jornaleros de la finca de D. Ramón Huguet en la que se asienta el
yacimiento, y al temer por su desplome, realizamos su levantamiento perfilando
también todo el hastial NO y, en especial, parte del NE, con lo que se advirtió que la
estratigrafía no había sido dañada con motivo de haber existido en este punto del tell
una alquería, no habiendo sucedido lo mismo en el paramento SO, donde aún restan
paredes y firmes de ladrillo de tiempos no muy lejanos, y en el del SE, excavado
(1) N. MESADO y O. ARTEAGA: "Vinarragell (Burriana, Caatellón), U... Trabajos Vari0o1 del SJ.P., núm. 61. Valencia, 1979.
(2) O. ARTEAGA y N. MESADO: ~Vinarra¡¡ell eine endbronzeze.itlichiberische Küatenaiedlulll! der Provinz Caatellón mit pbónhiocbpuniachen Element». Madrider Mitteilungen núm. 20. Heilderberg, 1979, pág. 123.
(3) N. MESADO: «Vinarragell». Trabajos Varios del S.I.P., núm. 46. Valencia. 1974, págs. 35/42.
-287-
[page-n-288]
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VINARRAGELL
3
entonces para ubicar parte del mentado casal con restos aún de un pozo negro, área
que tributó varias cerámicas ibéricas (4).
Técnicamente la excavación no ofreció ninguna dificultad, ya que las pródigas
coloraciones verdes de los niveles de habitat se siguen detectando en todas las
campañas. La mayor sorpresa en este sondeo fue el hallazgo, en un claro horizonte
indígena SIN TORNO (Fase 1 e), de un puente perteneciente a una fíbula de pivote,
sobre la que insistiremos luego.
Una extructura que no hizo su aparición, pese a haberse prodigado en el resto de
las áreas sondeadas fueron los hornos de terracota sobre solado de grava, cuya
extensión espacial y temporal es importante pues están documentados no sólo en
Cortes (Navarra) (5), sino también en la Cata «W» del Castro de «Las Merchanas»
(Lumbrales-Salamanca), en relación con el primer nivel de habitación (6). En Vinarragell estos verdaderos hornos se han señalado siempre en los niveles con torno (7).
Hay que advertir que los estratos superficiales fueron· excavados en un ancho de 1
m. con objeto de evitar, dada su poca cohesión, desplomes. La superioridad numérica
de los hallazgos del manto superficial (Fase III), así como de los niveles hondos (Fase
1), frente a los tan escasos del período de influencia colonial semita (Fase
será
consecuencia, tan sólo, de la más extensa excavación de aquellos y el perfilado de
apenas 10 cm. de potencia de éstos (fig. 2).
m,
2. DESCRIPCION MORFOLOGICA DE LOS HASTIALES NO. Y NE.
Fasel
Nivel lA
Sobre toda la prospección quedó denunciado el horizonte fundacional de Vinarragell (fig. 3). Teniendo en cuenta la degradación que alcanzan sus profundidades en los
diversos puntos sondeados (8), sabemos que la comunidad inmigrada establece su
colonia sobre un suelo que buzaba, sensiblemente, hacia el N en busca del cauce del
río.
Evidente novedad en el tell es la cimentación de «bolos» que denuncia esta técnica
de alzado -tan común de la Fase II-, desde la más temprana ocupación del lugar (fig.
3 y lám. I). Este solado, formado por dos hiladas de cantos rodados, aplanados,
finalizaba con los molinos barquiformes que, hincados verticalmente, recogimos en
1964, los cuales envolvían típicas cerámicas del hábitat primero (9). Su alzada de
(4) MESADO: Op. ciL nota S. fip. 14 y 111.
(11) J. MALUQUER: «El yacimiento llallst.f.tico de Cortea de Navarra». Pamplona, 1968.
(6) J. MALUQUER: «Excavaciones ArqueológiCIIII en el Caatro de las M8l'Cbanaa (Lumbralee, Salamanca)». l'yrenae. núm. 4. Barcelona,
1968. pA¡. llO.
(7) La oencillo:z de eatoa homoa conjuntamente con su efectividad, loa ha hecho pervivir huta nuestro días ya que fueron empleados haate
hace un par de décadas por loa peatores turolel\181 para cocer ona «tortu de peator>•. Eetoa «hornos de peator» constan, como loa de Vinarra¡ell,
de un aoJado de ¡rav6n o piedra aobre el cual "" esparce y apisona un firme de barro. Encendido fue¡o aobre él y cuando "" considere
suficientemente elevada la temperatura del núcleo de ¡ravaa, 18 retira el reecoldo. Barride la terracota 18 coloca la delgada peata para la torta
entre papeles recioa, volviéndose luego a cubrir con las bre.aa.a retiradas. (Damos laa graciao por tal información al paotor D. Joaé Mengod P6rez
y a nueetro buen am.i¡o D. Abilio Lázaro Mengod, amboe de Albentoaa (More de Rubieloa. Teruel).
(8) MESADO: Op. ciL nota 8. fig. 83.
(9) MESADO: Op. ciL nota 8. fig. 16.
-289-
[page-n-290]
4
N. MESADO
adobes había desaparecido. El ancho es de 0'35 m., su largo descubierto de 1'05 m., y el
grosor de las piedras de unos 0'10 m. Dista del ángulo N de la planta, 1'25 m.
Restos de otras estructuras, esta vez de puro adobe, empieza a señalarse en este
mismo ángulo, cuyas piezas, de arcilla clara, tienen un ancho de 0'15 m. y 0'22 m.
Forman su sección tres adobes superpuestos, paralelos al anterior solado de «bolos)) y
al gran muro del horizonte con influencias semitas, del hastial NE (Fase 11) (lám. 111).
Es sintomático que la totalidad de los muros de adobe registrados hasta hoy, siguen
paralelos al Millars. El adobe superior del murete, en contacto con m, presenta una
fase lenta de colicuación ya que de haberse derritido en una estación pluvial intensa (o
por inundación del Millars), el adobe «licuado)) no hubiese tenido una lengua de fusión
corta (retenida), sino en costilla (estirada) (fig. 2).
Al ser uniforme el mantillo de carbón en el lado SO del muro de piedra, pudiera
indicar la zona interior de una vivienda.
Nivel lB
Sobre el nivel anterior, ya cerrado, acusando similar horizontalidad, se asienta este
2. 0 nivel de hábitat. Salvo su manto verde, que por lógica y por su riqueza en fosfatos
nos indica que se trata de substancias orgánicas descompuestas, ningún otro elemento
constructivo hizo aparición. Este manto sigue buzando en el paramento NE del
sondeo. Fue en él donde se extrajo el fragmento de recipiente con decoración incisa
(fig. 4. núm. 6).
Nivel IC
Suelo idéntico, morfológicamente, al precedente. Sólo hay que anotar que <
uniformidad de dureza y coloración cremosa de esta cara de la trinchera, hace
sospechar la existencia de una «tapia)) asentada sobre el manto de la Fase m. Esta
estructura, de ser cierta, se usará para la cimentación del gran muro que se le
superpone, perteneciente a la Fase 11 (lám. 11). La base de este nivel estaba endurecida
ya que apareció requemada (lám. ID). Fue en el borde NE de este suelo, a 0'10 cm. del
hastial y a 1'3 m. del ángulo N dé la prospección, donde dimos con un gran puente de
una fíbula de pivote (dibujo 4, núm. 16; lám. IV), que dentro de la exigua metalistería
. del yacimiento es pieza capital por constituir un hallazgo cerrado en una estratigrafía
tan singular.
Nivel ID
Se denuncia en el hastial NO de la trinchera por una línea de apenas 1 cm. de
grosor (lám. 111). Unicamente destaca la poceta central, sobre la vertical del murete de
piedras (lám. 1). Su forma es idéntica a las otras que se vienen registrando. Su
'construcción taladra el manto m y IC.
-290-
[page-n-291]
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Fig. 3.-sondeo l. Planta del nivel fundacional.
01
[page-n-293]
6
N. MESADO
Fase 11
Niveles IIA, IIB. y IIC
Tratamos en bloque este período de influencia semita por presentar el examen de
los paramentos una morfología común. También el escaso material tributado (7 tiestos) es homogéneo. Sus tres horizontes de rehabitación están limitados por el potente
bastión de adobe, alguna de cuyas piezas rebasan los 85 cm. de longitud. Este paramento NE (láms. 111 y IV), de 1'10 m. de alzada, aparece formado por unas piezas basales de
arcilla obscura trabadas con un limo sienoamarillento, mientras las piezas superiores
· son claras y se asientan con arcilla obscura. La pureza de sus pastas (sin materia
orgánica) hacía bien difícil su · denuncia (apenas las piezas de coloración mayor
quedaban visibles). Ya que la deshidratación de los paramentos borraba su dibujo,
procedimos a siluetarlo para realizar su alzada (lám. m.
Esto dará idea de la cautela con la que hay que excavar un yacimiento de esta
índole, en la que una metódica limpieza del suelo tras cada alzada, seguido de un
alisado perfecto, denunciará el adobe de la arcilla que lo envuelve, muchas veces de su
misma coloración y similar textura.
Las débiles líneas verdes de esta Fase 11 (flrmes A, B y C), ligeramente cóncavas,
sin verdaderos solados de habitación, un material cerámico similar y un muro de
adobe sin colicuación, nos obliga a pensar en un crecimiento rápido del tell; pero sin
señales de abandono (10).
Fase 111 y IV
Manto superior, revuelto, que rebasa el metro de potencia en el área SO, descendiendo su grosor hacia el muro del hastial NE donde sólo mide 0'45 m. Justo en el
nacimiento de este peralte vuelve a advertirse los restos de otro nivel verde, con grava,
quedando perfilada otra poceta. El resto del estrato fue arrasado por remociones
posteriores, y aunque en la fi.g. 2lo hayamos asignado a la fase colonial del yacimiento, tal atribución es problemática por falta de hallazgos. Otro solado del típico «bolo))
sobre la fábrica del muro del hastial NE señala los cimientos de otra pared (lám. 11).
Los mantos verdes que nos vienen sirviendo para delimitar los diversos niveles de
habitación, a falta de suelos endurecidos propios de superficies que han alcanzado un
uso prolongado, pudieran indicar la constante inestabilidad de su población, consecuencia, por una parte, de ser Vinarragell por la faja costera la avanzada Edetana más
septentrional, cuya función pudo ser la de defender el paso de una vía indígena (el
Caminas) por el ldubeda, río que demarca, en Plinio, la Edetania de la Ilercavonia. Es,
pues, un yacimiento de frontera el cual sería sorprendido tanto por repetidas razzias
como por inundaciones (11). Los bastiones de adobe que paralelos al Millars vienen
encontrándose, son sintomáticos. El río seguirá siendo frontera con el tiempo, ya que
(10) De los 0"60 m. de altura que alcanzaba el muro de adobe núm. IV entre A yB (Mesado, Op. cit. nota 3, lám. LXVIII) tras la m Campaña
de Excavación (1963), apenas quedan hoy, con un índice pluviométrico núnimo, 0'40 m. de altura, estamos trs.nafonnando dicho muro en un
informe muñón.
(11) N. MESADO: ccVinarragell, un yacimiento de frontera». Fallaa. Burriana, 1976.
-292-
[page-n-294]
VINARRAGELL
7
es límite meridional del Convento Tarraconense con Augusto, y el término de Burriana (que nunca rebasa su cauce) pertenece en el siglo X, según al-Razi, al Distrito de
Valencia, el cual está integrado por Alcira, Sagunto, Játiva, Valencia y Burriana (12).
Luego, en el siglo XII, según ldrisi, sigue Burriana integrada en el Distrito de
Murviedro, el cual lo constituían: Valencia, Sagunto y Burriana (13).
Las colinas de Almenara que cortan en parte y deslindan la Plana de Castellón de
los Valles de Sagunto, no son el límite meridional de la provincia de Castellón ya que
éste lo constituye -dentro ya de la llanada valenciana-, el insignificante barranco
de Benavites a 2 kilómetros de aquellos cerros, por lo que no creemos que tal orografía
«separe dos regiones con matices diferentes» (14).
3. DESCRIPCION DE LOS MATERIALES SELECCIONADOS
Fase 1 (fig. 2)
Nivel lA
Cerámica:
Grosera de superficies toscas ... .. ........ ..... .. ............... .. .... ...... .. ............
Grosera de superficies lisas ........ .. ....... ... ........... .. .................... ......... ..
Espatulada semimate ............................................................................
Bruñida .. ... ......... .......... ...... ..... ........... .. ... ..... .... ...... ... .. ......... .......... .........
Total .............................................................................................
17 fragmentos
3
»
3
»
1
»
24
»
Fueron seleccionados los fragmentos siguientes, que se dibujan en la figura 4.
l.-Fragmento bucal correspondiente a un menudo vaso de cuello cilíndrico y borde abierto. Rotura gris
en zona interna y marrón en la externa. Las superficies presentan el cuello negro y el borde bucal ocrenegruzco al exterior y siena·clara internamente. Calidad bruñida.
2.-Fragmento del típico vaso carenado propio del primer hábitat de Vínarragell. Rotura negra con
((piel)) exterior rojizo-marrón .. Superficie exterior negro·rojiza. Superficie interior sieno-negruzca. Calidad
espatulada de brillo medio.
3.-Fragmento de tabique con suave bocel horizontal. Rotura negra. Caras exteriores grisáceas. Calidad
espatulada semimate.
4.-Fragmento decorado con cordones de sección triangular, digitados. Rotura anaranjada. Superficie
exterior ocre-negruzco. Calidad grosera de superficies lisas aunque conserva un basto espatulado sobre el
cordón.
5.-Fragmento de base llana con el arranque del cuerpo del vaso decorado por un burdo cordón
horizontal. Rotura con núcleo negruzco y laterales anaranjados. Caras externas rojizo-ahumadas. Calidad
grosera de superficies toscas.
(12) E. LEVI·PROVENCAL: ccDescription de I'Eepegne, d' Ahmed ai·Razi», Al·Andalus, núm. 18. Madrid, 1958, págs. 79-82.
(13) ALIDRISI: ~Geografia de Espada». Textos Medievales, núm. 87. Valencia, 1974.
A. UBIETO: ~rfgenes del Reino de Valencia». Valencia, 1976, pág. 18.
(14) C. ARANEGUI: «Las excavaciones del Grau Vell y el puerto de la Ciudad de Arse-Saguntwn~. Sait.abi XXVI. Valencia, 1976, págs. 4146.
-293-
[page-n-295]
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...,_ lA. 18 1 IC.
[page-n-296]
9
VINARRAGELL
Nivel lB
Cerámica:
Grosera de superficies toscas o ásperas .; ........................................ 20 fragmentos
Grosera de superficies lisas ................................................................ 2
>>
Espatulada semimate ............................................................................ 4
>>
Espatulada con brillo .......................................................................... 1
>>
Total ............................................................................................. 27
>>
Fueron seleccionados los fragmentos siguientes, que se dibujan en la figura 4.
6.-Fragmentos de recipiente globular achatado, de corto cuello suavemente abierto. Sobre el hombro
presenta una decoración débilmente incisa consistente en randa de ángulos en espiga entre dos líneas
horizontales. Rotura sieno-grisácea. Caras exteriores negruzcas. Calidad espatulada semimate (lám. IV,6).
7.-Fragmentos de cuello acampanado con ligera seudocarena en su base. Rotura ocre-grisácea. Superficies rojizo-negruzcas. Calidad espatulada lisa semimate.
S.-Borde liso revertido. Rotura siena-tostada. Superficies negras. Calidad espatulada semimate.
9.-Bordecillo liso abierto. Rotura marrón. Superficies negruzcas. Calidad espatulada semimate.
10.-Borde liso de labio plano ligeramente abierto. Rotura con núcleo negruzco entre capas sieno·rojizas.
Superficie exterior requemada, interna sieno-rojiza clara. Calidad grosera de superficies lisas.
Nivel IC
Cerámica:
Grosera de superficies ásperas .. .. .. .....................................................
Grosera de superficies lisas ................................................................
Espatulada con brillo ..........................................................................
Bruñida ..... ............................... ......... ............ ... ............................... ........
Total .............................................................................................
37 fragmentos
7
>>
1
>>
2
>>
47
>>
Fueron seleccionados los siguientes fragmentos, que se presentan en la figura 4, así
como los objetos de metal n. 0 15 y 16.
11.-Pequeño fragmento bucal perteneciente a un vaso de cuello muy abierto (acampanado). Rotura
negra con 1q>iel11 exterior sieno-grisácea clara. Calidad espatulada fina con brillo.
12.-Borde de cuenco con el labio dentado. Rotura sieno-rojiza. Superficies exteriores ahumadas. Calidad
grosera de superficies lisas.
13.-Robusto borde vertical de labio aplanado. Rotura siena tostada. Caras exteriores sieno-negruzcas.
Calidad grosera de superficies lisas.
14.-Fragmento del arranque de un cuello con restos de impresiones circulares sobre el inicio de su
hombro. Rotura sieno-negruzca. Caras externas negras. Calidad bruñida ligeramente mate.
15.-Fragmento de varilla o aguja doblada. Bronce de sección circular en mal estado de conservación.
16.-Puente perteneciente a una fíbula de pivote. Tanto el brazuelo de la mortaja como el del pivote
rematan en esférulas.
Este último conserva bien señalado el cuello para la inserción de su aguja basculante. Bronce en
avanzado estado de descomposición surcado por profundas grietas longitudinales, alcanzando alguna los 2
mm. de abertura. Dado su alteración no puede asegurarse que sea una pieza fundida, aunque su grosor así lo
hace sospechar. Coloración verdinegra. Eje máximo 111 mm. Oám. IV, 16).
-296-
[page-n-297]
N. MESADO
10
21
19
20
i••••••••••·····•••nlrriU11nl•••nnrTTI'n'n'•m•
o_ ··-'---L---''---.a...__ _._
•
negruzco
~ ocre rojizo
Fig. 5.-Sondeo l. Hallaz¡z:os de la Fase 11.
[page-n-298]
VINARRAGELL
11
Nivel ID
Cerámica:
Grosera de superficies ásperas ....... ... ............. ............ .. .. .... ............. .. .
Grosera de superficies lisas .................. ... ........ .. .. ...... ......... ... .............
Espatulada semimate ............................................................................
Bruñida ...... .... .......... .. .............. .. .................. ............. .... ..........................
Total .............................................................................................
Fueron seleccionados dos fragmentos que no se dibujan.
10 fragmentos
1
>>
3
>>
1
>>
15
>>
17.-Borde liso Jigeramente cerrado perteneciente a un puchero. Su galbo es semejante al del fragmento
n.o 21 del publicado Corte V de Vinarragell. Rotura sieno-grisácea clara con las superficies exteriores
requemadas. Ca1idad grosera de superficies ásperas.
18.-Bordecillo de labio liso ligeramente abierto. Es semejante a1 inventariado bajo el n.o 1 del mencionado Corte V. Rotura ocre-negruzca. Superficies sieno-negruzcas. Calidad bruñida menos.
Fase 11 (fig. 2)
Estratos indígenas con influencia colonial semita.
Niveles IIA, IIB, IIC y liD (?)
Cerámica:
Fabricada a torno ................................................................................
7 fragmentos
Fueron seleccionados los dos fragmentos que se dibujan en la figura 5, así como el
botón (?) de hueso de dicho gráfico, piezas que se describen a continuación.
19.-Fragmento de tinaja colonial decorado por ancha banda sieno-rojiza y líneas negruzcas, desvaídas,
submontando en buena parte la pigmentación rojiza. Rotura negro-grisácea düuminando hacia la cara
externa con un ocre amarillento. El desgrasante es el típico de esta cerámica: finas arenillas negras y
blancuzcas con finísimos puntos de mica. Ca1idad buena menos (lám. V).
20.-Fragmento semejante a1 precedente, correspondiendo a parte de una gran banda rojiza con restos en
su base de un filete negro que la delin;rita.
21.-Bot6n o fusayola procedente de una cabeza de fémur (lám. V).
Fase 111 (fig. 2)
Sin estratigrafía.
Cerámica:
Protoibérica a mano
Iberoarcaizante a torno ... ................................ .... ................................
Ibérica con aguada de cubierta comportando motivos decorativos
(bandas, filetes, círculos conc4ntricos y hélices) ...........................
Sin cubierta (bandas, círculos concéntricos, cuartos de círculos
y grupos de segmentos) .......................................................................
Grisácea ..................................................................................................
Atica .......................................................................................................
Total .............................................................................................
2 fragmentos
7
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8
11
2
1
31
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Listado de los fragmentos seleccionados cuyos gráficos damos en las figs. 6, 7 y 8.
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Fig. 7.-Sondeo I. Hallazgos de superficie.
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22.-Fragmentos que unen pertenecie!ltes a media pátera de boca acampanada e incipiente anillo de
sustentación con ónfalo. Tanto internamente c;:omo en el exterior presenta dos bandas estrechas, mientras la
aleta bucal aparece enteramente recubierta de pintura sieno-rojiza. Rotura gris uniforme, pasta muy
depurada. Caras externas beige-grisáceo. Calidad máxima Oám. VI, 22).
23.-Anillo bucal incompleto formado por escocia entre toros desconchados. Rotura negra hacia la cara
interna y sieno-negruzca hacia la externa, afectando ambas tonalidades a sus respectivas superficies.
Cerámica iberoarcaizante torneada.
24.-Fragmento bucal de una tinaja ibérica con bordón alzado. Presenta una banda marrón obscuro
. sobre el hombro e inicios de círculos concéntricos sobre el nacimiento del cuerpo. Rotura sieno-naranja.
Calidad buena.
25.-Parte de asa horizontal, bífida, con restos de banda marrón sobre el tabique del vaso. Rotura con
nódulo central sieno-grisáceo claro y laterales rojizos. Caras externas sieno-amarillentas claras. Calidad
buena.
26.-Asa de tres nervios doblados en sus extremos superiores para formar, junto con el labio bucal del
desaparecido recipiente globular, una orejeta oblicuamente perforada. Rotura sieno-amarillenta clara.
Caras exteriores sieno-amarillentas. Calidad buena.
27.-Borde bucal abierto correspondiente a un recipiente de cocina, ovoide. Rotura ocre-rojizo-negruzco.
Cara exterior requemada. Calidad grosera de superficies ásperas. A mano.
28.-Borde bucal moldurado. Cerámica arcaizante torneada.
29.-Menudo tiesto de una posible crátera ática de figuras rojas. Su interior aparece recubierto de barniz
billante presentando al exterior restos de figura inidentificable por su pequeñez Oám. VI, 29). Rotura siena
muy clara. Pasta depurada. Calidad máxima.
30.---Solero con el anillo ligeramente abierto y ónfalo. Restos de circunferencia rojiza sobre el asiento
anular y arranque del cuerpo del bol. Rotura gris obscuro. Caras exteriores sieno-grisáceas. Calidad buena
menos.
31.-Tiesto de un gran recipiente cerrado (globular), de delgado tabique, con decoración polícroma
consistente en una ancha banda beige-canela sobre la cual se trazaron gruesos filetes de pigmento sienatostada y randa de círculos concéntricos alternando con ((hélices» (temas en negro) entre estrechas bandas
de la misma pigmentación, que hoy, por haberse descompuesto, dejaron en negativo (blancuzcos) sus trazos
Oám. VI). Rotura sieno-naranja claro en el lateral interno, y gris blancuzco en el externo. Pasta muy
depurada. Calidad máxima.
Fase IV
Sin estratigrafía.
Cerámica altomedieval:
Bizcochada ............................... .. ......... .. ..... .. ................. ......................... 35 fragmentos
»
Vidriada .... .. .... ..... ..................... .... ... .............. ................ ... ................ ...... 3
Total .............................................................................................. 38
»
Fueron seleccionados los fragmentos siguientes que se grafían en las figs. 9, 10 y
lám. vn.
32.-Fragmento de cuello cilíndrico con borde bucal liso. Está decorado con randa de puntos ocre-claro
sobre estrecha banda, y filete sobre el labio. Rotura siena-rojizo. Superficie exterior siena amarillenta.
Calidad media.
33.-Fragmento perteneciente a un cuello cilíndrico anillado y labio liso. Rotura gris-siena. Cara
exterior ocre-negruzcc. Calidad media.
34.-Tiesto decorado por tres estrechas bandas blancuzcas. Rotura negruzca en zona interna y ligeramente ocre en la externa. Superficie exterior ocre-negruzco. Calidad media menos.
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Fig. 10.-8ondeo l. Cerámica islámica de superficie.
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18
N. MESADO
36.-Fragmento de hombro anillado con decoración siena-rojiza de una banda vertical. Rotura gris.
Caras exteriores grises con diminutos puntos de mica. Calidad media.
36.-Fragmento perteneciente a un hombro con restos negros de una decoración ondulada. Rotura con
núcleo gris-negruzco y laterales ocre-rojizo. Superficie exterior grisácea. Calidad media.
37.-Tiesto decorado con tres trazos verticales de tonalidad negruzca. Rotura sieno-amarilla y superficie
exterior blancuzco-amarillenta. Calidad media menos.
38.-Fragmento decorado en negro comportando tres bandas verticales e inicios de otro motivo. Rotura
amarillenta y cara exterior amarillo muy claro. Calidad media más.
39.-Fragmento decorado por una bandilla negra y zig-zags. Rotura grisáceo-amarillenta clara. Calidad
media.
40.-Fragmento de un cuello vertical y hombro estriado, con decoración sieno-negruzca de temática
vertical serpentiforme. Rotura anaranjada y cara exterior sieno-blancuzca. Calidad media más.
41.-8olero troncocónico con restos de vidrio verde obscuro. Rotura siena-clara. Calidad media.
42.-Vaso incompleto de cuerpo anforoide, base llana e inicios de cuello vertical, restándole de sus asas
los arranques inferiores. Presenta un eje central inclinado. Rotura sieno-amarillenta. Caras exteriores ídem.
Calidad media más.
43.-Fragmento de una cazuela troncocónica de asas múltiples aplanadas. Su zona central está decorada
con incisiones paralelas circunvalando el recipiente. Rotura sieno-rojiza, cara exterior ahumada e interior
con cubierta vidriada de tono melado obscuro. Calidad media.
4. ETNIAS Y COMERCIO EN EL SIGLO VI A. DE C.
Vinarragell fue el yacimiento que en la geografía valenciana detectó primero -ya
desde la Campaña de 1967-, el complejo mundo colonial fenicio, incorporándose al
entonces candente contexto de yacimientos coloniales que, en tal década, y en especial
en zona tartésica, poníanse de moda. Este nuevo horizonte cultural orientalizante
reemplazó con prontitud el peso que hasta entonces había jugado el comercio griego
sobre la fachada mediterránea y del más cercano <
El primer horizonte material de Vinarragell, encuadrado en lo que venimos denominando HIERRO 1, vendría tan sólo demarcado por lo que en las primeras campañas
denominábamos <
horizonte subsiguiente vendría dado por los niveles con cerámica colonial fenicia. Su
fuerte personalidad y transcendencia en la evolución cultural de la etnia indígena es
tal, que aunque se encuadre culturalmente en la Primera Edad del Hierro, preferimos
la denominación de Horizonte Protoibérico, dado que se trata de un período de
transición al Hierro II, en el que el bagaje cultural del indígena hibridará en un
mundo nuevo: el Mediterráneo. Cada uno de estos dos períodos comporta en Vinarragell sus correspondientes niveles o fases evolutivas (16). Esta orientalización semita,
(16) MESADO-ARTEAGA: Op. cit. nota l.
(16) Por el momento consideramos anómala la denominación que viene recienttmlente baciéndoee - .. «Bronce Final>•-· para conjuntos
materiales tipo Hierro 1 de Vinarragell. En un área geognl..fíca como la valenciana, en que todavia no se conoce la evolución del B. V. - oi ea que
lo hace- un conjunto material como el detectado en la fundación de Vinarragell, influido por la cultura material de loa Campos de Umao, cuyao
cerámicao -minoritarias- hibridan con ot.raa de mucha menor calidad que no son productos autóctonos (bagaje material llegado conjuntamente del Bajo Aragón, donde tampoco se conoce una evolución del Bronce), por su peculiaridad y personalidad deberla denominane Hierro J. pese
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VINARRAGELL
19
allí donde se detecta, incide sol;>re un mundo material también nuevo, que nos señala
un fuerte «hiatus)) si lo comparamos con el bagaje de un cultura que por su extensión
geográfica y matices propios se la viene llamando en el País: «Bronce Valenciano)).
Tanto en el área de Castellón como en la de Alicante estará en estos poblados la raíz
del complejo mundo ibérico, siendo por hoy difícil el poder ahondar la etnia del ibero
--ese pueblo culturalmente tan Mediterráneo- en el horizonte del B. V. Por más que
se quiera no hay por el momento relación física alguna, y lo que ocurre en esta zona
septentrional valenciana ocurre en la más meridional (17). También es verdad, y pocos
disentiran, que la Cultura Ibérica por excelencia (para nosotros la fraguada en área
Edetana) ocupa unas tierras en las que con más fuerza subyace la Cultura del Bronce
Valenciano; en esto solamente --casual o no- estaría ese eslabón presentido por
quienes trabajamos en el País (18). Sólo la constante prospección científica podrá
solucionar este problema que tiene abierto nuestra Prehistoria más cercana.
Si superponemos la distribución de los poblados del B. V. que daba Tarradell en el
año 1965 (19) y los publicados por Gil-Mascarell (20) pertenecientes al Hierro 1 (Bronce
Final en dicha autora), en los que incidirá en su mayoría la aculturación colonial
fenicia (figs. 11 y 12), veremos que estos últimos producirán un «hiatus)) importante en
el área central (provincia de Valencia), en donde existe una masificación de poblados
del B. V., salvo los yacimientos señalados con los núms. 22, 23, 24 y 25. Pero analizando
éstos veremos que los materiales del Hierro 1 en ellos, son: insignificantes en los tres
primeros cercanos al litoral, y con evidente interés en el núm. 25, colindante con la
meseta:
Núm. 22.- «El Pie deis Corbs)), Sagunt: Yacimiento antiguo del B. V. Entre sus
cerámicas (se detectará en ellas la decoración incisa de vieja tradición), se ha señalado
los restos de un recipiente con decoración acanalada, cerámica propia de los Campos
de Urnas (21).
Núm. 23. - «El Castell)), Sagunt: Conocido poblado ibérico-romano en el que
recientemente se ha dado a conocer un pequeño fragmento cerámico con decoración
excisa (22).
Núm. 24.- «San Miquel de Llíria)). En puntos de este importantísimo cerro («Cova
a que lu inmigraciaonee prehistóricas indoeuropea. correspondan a Ull estadio cultural del Bronce Final (J. PADRO: «L'Edat del Ferro i la
Rornanització de les comarques Septentrionala de l'interior de Catalunyllll. Cypsela, núm. l. Barcelona, 1976). En la región valenciana sólo a las
perduraciones últimas del B. V. -i:uando sean detectadas con claridad- deberfan denominarse Bronce Final, y llamar por hoy Hierro 1 aunque no se conooca en un primer momento este metal- a los contextos materiales tipo Vinarragell, que como ya aeilalábamos en 1974, no
comporta paraleloe con el B. V. El etiquetar tan a priori fases evolutivas escasamente señaladas, lleva a impresiciones terminológicas. Tal
ocurre con la denominación de Ull «Bronce Tardfo>>, precedente de un «Bronce Final», sinonimia innecesaria y confusa.
(17) O. ARTEAGA y M.• SERNA: «
(18) D. FLETCHER, E. PLA, M. GJL.MASCARELL y C. ARANEGUI: «La iberización en el País Valenciano». Diputación de Barcelona,
lnstitut de Prehistl>ria i Arqueologia. Monografies, LII. Barcelona, 1976-78, pág. 86.
(19) M. TARRADELL: «PrehistOria i Antiguitat». Historia del País Valencia, vol. l. Barcelona, 1966, pá¡. 66.
(20) M. GJL.MASCARELL y C. ARANEGUI GASCO: «El Bronce Final y el comienzo de la Edad del Hierro en el Pala Valenciano».
Monograflas del Laboratorio de Arqueologle de Valencia, núm. l. Valencia, 1981, pá¡. 39.
(21) M. ALMAGRO.GORBEA: •
(22) M. ALMAGRO.GORBEA: «Cerámica excise en Sagunto, una hipótesis sobre el origen de esta ciudad». Sa¡untum, núm. 14. Valencia,
1979, pág. 97.
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N. MESADO
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22
N. MESADO
del Cavall», «El Collado» y «El Puntalet» ), se detectan fragmentos de cerámica
decorada a espatula, y cerámica fenicia (23).
Núm. 25. -Los Villares (Caudete de las Fuentes): Sobre un hábitat fundacional de
«un momento final de la Edad del Bronce», según E. Pla «sin las características
específicas de la Cultura del Bronce Valenciano», asentóse un poblado de la «Primera
Edad del Hierro»· con cerámicas incisas, cuya etnia conocerá ya los recipientes
torneados (uno de cuyos fragmentos comporta pintura con motivos de bandas y filetes
rojos), horizonte que según su excavador hay que situar en un momento final de la
precitada Edad, fijándole una cronología que creemos alta, ya que se fecha «a lo largo
del siglo VII, llegando posiblemente a principios del siglo VI a. d. C.» (24). Sobre esta
segunda fase ocupacional se detecta otro momento cultural del poblado en el cual
predominará el torno sobre la cerámica a mano sin incisión alguna, «que presenta las
características de la cerámica ibérica, aunque en otras muchas no parece serlo». Una
copa jónica en su contexto fecha el inicio del horizonte, a «fines del siglo VI o
comienzos del V a. d. C., por lo que debió desarrollar su existencia durante todo el
siglo últimamente mencionado». Según esta cronología, aún provisional, existiría en
los Villares un «hiatus» en el s. VI, dado, a nuestro parecer, por la excesiva cronología
que recibe el horizonte señalado por las cerámicas incisas del yacimiento. Para C.
Aranegui la etapa protoibérica de los Villares (Estratos IV y III) sería del s. VI a. d. C.
(25). La estación finalizaría con un extenso poblado ibérico, conteniendo cerámicas
áticas y protocampanienses, cuya cronología abarca de los inicios del s. IV a. d. C.
hasta algo después del 250 a. d. C. (26).
Exceptuando, pues, este último yacimiento, tan cercano a Cuenca, tendríamos que
sólo indicios de corrientes indoeuropeas habrían llegado a la provincia de Valencia,
pese a ser la más prospectada arqueológicamente de todo el histórico Reino, frente a
las de Castellón y Alicante con un buen número de estaciones en las que se detecta con
asiduidad materiales del Hierro. Como hemos dicho, pues, el vacío cultural que
Valencia presenta en el tránsito del B. V. a la iberización tendríamos que definirlo
como «espectacular» y que, a priori, tan sólo tendría su razón de ser en el perduramiento del Bronce. Pero no menos extraño es el caso que ni uno solo de los poblados
del B. V. haya detectado cerámica orientalizante (27), lo cual nos asegura que su
población no habría alcanzado estos primerizos contactos mediterráneos que, allí
donde son denunciados, inciden en un horizonte caracterizado por un bagaje material
del Hierro 1, con elementos de los Campos de Urnas tan insignificantes por el momento
que no sirven para teorizar sobre unas pretendidas invasiones étnico-culturales proce(28) l. BALLESTER y otros: «Corpus Vasorum· Hispanorum. Cerámica del Cerro de San Miguel de Liria>>. Madrid, 1964, pág. 6.
MESADO: Op. cit. nota 3, pág. 167.
C. MATA: «La cova del Cavall y unos enterramientoe en urnas de Liria». A.P.L., XV. Valencia, 1978, pág. 113.
M. OIL-MASCARELL: ~Algunos materiales prehistóricos del Cerro de Sant Miquel de Llíria». A.P.L., XVI. Valencia, 1981, pág. 372.
(24) E. PLA y A. RIBERA: «Los Villares (Caudete de las Fuentes, Valencia)». Trabajos Varios del S.I.P., núm. 68. Valencia, 1980.
(26) GJL.MASCARELL y ARANEGill: Op. cit. nota 20, pág. 49.
(26) PLAy ~ERA: Op. cit. nota 24.
(27) ARANEGill: Op. cit. nota 20, pág.li4: Seiiala la existencia de un borde bucal de ánfora fenicia en un estrato del B. V. de I'Aicúdia d'Eix,
yacimiento en el cual un horizonte protoibérico no ee he detectado por el momento pese a las innumerables prospecciones realizadaa en él.
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VINARRAGELL
23
dentes de Cataluña. Por el contrario, cada día son más firmes las inflltraciones
bajoaragonesas en el País Valenciano, que serían las portadoras del exiguo utillaje
que las estaciones valencianas registran de los C. U. (28). Ello es suficiente para
señalar un eslabón más entre el B. V. y la Cultura Ibérica, que, d~de 1967 con la
Primera Campaña de Excavaciones en Vinarragell comenzamos a detectar, aunque
sigue, pese a los años transcurridos, sin denunciarse el mestizaje Bronce-Hierro, otro
eslabón importante en la raíz del pueblo ibérico, dinámica evolutiva que allí donde se
ha pretendido señalar -caso del yacimiento del Puig d' Alcoi (29)-, tan sólo pone de
manifiesto -una vez más- la superposición material de la Cultura Ibérica sobre los
poblados del Bronce Pleno, asentamientos que coincidirían por su valor estratégico, de
modo que en ningún caso se detecta una evolución material clara del B. V. que
desemboque en el complejo bagaje de la Cultura Ibérica, formación que ineludiblemente pasa por la aculturación que reciben del Mediterráneo los asentamientos humanos
del comienzo del Hierro (cuyo bagaje material está fuertemente influi.do por los movimientos indoeuropeos), en un primer instante, de los navegantes fenicios y, con posterioridad, de los griegos, como ya señalaron los primeros trabajos de Vinarragell (30).
Para A. Arribas y O. Arteaga, en el tránsito de Guadalhorce 1 a Guadalhorce Il
(computado asimismo en los yacimientos de Toscanos, Mogador IV y Lixus V) existe
un «hiatus de habitación ... que parece deberse a causas generales en el Mediterráneo
Occidental» (31), causas que dichos autores centrarán en la caída de Tiro (hacia el 5.73) tras el cerco de Nabucodonosor 11, demarcando tal hecho un comercio oriental
dependiente de tal metrópoli fenicia (con una vajifla importada, de lujo, caso del
«barniz rojo», como primordial base de transacción), de un comercio occidental,
autóctono, o «fenicios del círculo del estrecho» (32), con unas fuentes de suministro
varias que conllevaran por causa un muestrario de productos entre los que sigue
presente el «barniz rojo» -ahora imitado- y harán aparición diminutas piezas
exóticas, caso de los escarabeos, copas jónicas, etc., objetos que llegan a pervivir en
esa corta fase de transición que constituye el Horizonte Ibérico Antiguo.
Para Arteaga, Padró y Sanmartí el comercio semita se habría retirado de las costas
catalanas y del Golfo de Lyon «quan ja els fenicia quasi havien imoosat la seva
supremacía económica» sobre los griegos focenses llegados a Ampurias en el primer
cuarto del s. VI. Al no encontrar una clara razón que justificaría esta crisis general de
la colonización fenicia, señalan también como causa la caída de Tiro, en cuya fecha
Ampurias no podía haber iniciado su andadura comercial, momento en que para
dichos autores habría terminado la colonización fenicia en nuestra fachada mediterrá-
(28) GIL-MABCARELL y ARANEGUI: Op. cit. en la nota 20, p4¡. 12.
(28) GIL-MASCARELL y ARANEGUI: Op. cit. en la nota 20, p4p. 2S y 24.
(80) MESADO: Op. cit. en la nota 3, capltulos XD y XIV.
(31) A. ARRIBAS Y O. ARTEAGA: •El yacimiento fenicio de la c!Membocadll1'8 del rlo Guadalhorce, Málaga». Cuadernoe de Prehistoria de
la Univenidad de Granada, Serie Monográfica, núm. 2. Granada, 19'115, -pág. 96.
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~) ARRIBAS y ARTEAGA: Op. cit. en la nota 31, p4¡. 9'1.
-309-
[page-n-311]
24
N. MESADO
nea (33). Pero habría que pensar si la caída de Tiro en vez de cerrar dicha expansión
comercial no fue un revulsivo para propiciar, según lo precitado de Arribas-Arteaga, el
comercio occidental autóctono o colonial, la inexistencia del clásico «barniz rojo» en
Vinarragell lo probaría. De hecho ocurre lo mismo con Marsella, que alcanza su
mayor «floruit» tras la toma de Focea en el 540 a. d. C. (34); o con la propia Ampurias,
tras el debilitamiento de aquélla; o con Cartago, que tras la caída de la metrópoli
fundará un auténtico imperio comercial. Un hecho nadie discute: el comercio fenicio
en nuestras costas valencianas queda reemplazado por el comercio griego de Ampurias, y una colonia que nace en el primer cuarto del s. VI no puede alcanzar una
mayoría de edad que propicie y expanda su poderío económico hasta fines de tal siglo o
ya en el V a. d. C., comercio que detectaremos aquí con la masiva introducción de las
cerámicas de figuras rojas y precampanas, y cualquier otras cerámicas arcaicas siempre minoritarias- procederían, como hoy acepta la mayoría de los investigadores
(35), de.ese último comercio colonial fenicio. Al igual que acontece en la Vega Baja del
Segura1 (36), en la Plana de Castellón el comercio griego queda excluido en ese
momento que precede al nacimiento de la Cultura Ibérica, como señala Vinarragell
ubicado en una encrucijada costera de caminos y por ello punto neurálgico del
tránsito comercial protoibérico (37). E. Sanmartí al estudiar materiales arcaicos,
griegos y etruscos, en el área meridional de Cataluña, datados en el s. VI a. d. C., se
inclina por el peso del comercio fenicio para la zona del bajo Ebro a lo largo de tal
siglo (38); y al comentar materiales de origen fenicio y «propiamente griego», más
septentrionales, reconoce que en la segunda mitad del s. VI eran ya dobles las
influencias comerciales que actuaban en Cataluña: «de un lado, la griega emporitana
y de otro, la fenicia occidental» (39).
Para los propios investigadores catalanes la inicial vocación comercial de Ampurias «no trasciende a lo largo de la primera mitad del s. VI, el área ampurdanesa y que
(33) O. ARTEAGA, J. PADRO y E. SANMARTI: ftEI factor fenici a les costes catalanes i del Golf de Lió~. U Col-loqui Internacional
d' Arqueologla de Puigcerda (Puigcerda ~juny/1976). PuigcerdA, 1978, pág. 134.
(84) J. MALUQUER DE MOTES: «Rhode, la ciutat ¡¡rega més antiga de Catalunya». Homenatge a Jaume Vicens i Vives, Vol. l. Barcelona,
19611, pág. 148.
(86) Véaae, por citar algunos ejemplOB:
J. MALUQUER DE MOTES: «Loe fenicios en Catalw'la». Tarte8808, V Symposium Internacional de Prehistoria Peninsular, Universidad de Barcelona, Publicaciones eventuales núm. 18. Barcslona, 1969, pqs. 241-260.
E. SANMARTIIIl y GREOO: «Materiales cerámicos ¡riegos y etruscos de época arcaica en las comarca& meridionales de Cataluña•.
Ampurias XXXV. Barcelona, 1973, págs. 221-2lW.
E. JUNYENT SANCHEZ: «Observaciones a unas cerámicas pintadas de Almenara (Castellón de la Plana)». Cuadernos de Prehiatoria y
Arqueología Castellonense, núm. S. CasteDón, 1976, pág. 196, nota 9.
O. ARTEAGA MATUTE: «La panorimica proto-histórica peninsular y el estado actual de au conocimiento en el Levante Septentrional
(Castellón de la Plana)•. Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonense. Castellón. 1976, pá¡. 190.
J. M. BLAZQUEZ: «La colonización griega en Eapma en el cuadro de la colonización griega en Occidente». Sympoalum de
Colonizaciones (Barcelona-Ampurias, 1971). Barcelona, 1974, pll.gs. 66-17.
.¡:. PADRO PARCERISA: «Brelll notes sobra els escaraborua i eacaraboids de la necrilpolia de Can Cany!a>•. Pyrenae, 7. Barcelona, 1911,
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C. ARANEGUI: «Cerámicas importadas de la Necrópolia de Orleyl~. En «Material"" de la Necrópolis IN!rica de Orleyb> (Vall d'Uxó,
'CasteDón). Trabajos Varios del SJ.P., núm. 70. Valencia, 1981, págs. 53-66.
(36) ARTEAGA y SERNA: Op. cit. en la nota 17, pll.¡. 748.
(31) MESADO: Op. cit. en la nota 3, capitulo XD.
(33) SANMARTI: Op. cit. en la nota 86, pág. 232.
(39) SANMARTI: Op. cit. en la nota 86, pá¡¡. 234.
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VINARRAGELL
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no parece haber alcanzado ... la desembocadura del Llobregat, antes del tercer cuarto
del mismo)) (40). El propio Junye~t anotará el hecho bélico de Himera (480 a. d. C.) para
la ampliación comercial de Ampurias a lo «largo del litoral catalán y levantino)) (41).
Para Maluquer es el s. V a. d. C. cuando Ampurias se proyecta sobre su hinterland
incentivando sus viejos núcleos de población hacia la formación de auténticas ciudades, tal es el caso de Ullastret, Tarraco o 11erda (42), señalándose el final del s. V a. d.
C. para la iberización, a partir de Ampurias, del Solsones, parte de la Segarra y la
Anoia (43), siendo tras Himera cuando --definitivamente- la esfera comercial de
Ampurias reemplaza al comercio «púnico-fenicio)) (44).
Sanmartí no duda en fechar el kilix del Coll del Moro «a fines del s. VI o muy
principios del s. V)) (45), basándose en los hallazgos de Megara, Hyblaea y Thasos.
Pero la importancia de esta pieza radica en el hecho de proceder de un hallazgo
cerrado (un túmulo funerario) cuyo contexto aparecería dominado por vasos indígenas
parejos al «tipo 4 de Agullana)) (urnas de perfil ovoide, cuello alzado -ligeramente
exvasado-- y cordón digitado en el nacimiento del cuello), y por las cerámicas
torneadas de inspiración colonial semita que, como anota Almagro-Gorbea, «permiten
ya una cronología segura que debe situarse a lo largo del s. VI a. d. C.)) (46). En
Agullana la tumba 184 contiene copias indígenas que tuvieron por modelo recipientes
púnico-fenicios, dos de los cuales (recipientes 2 y 12) son parejos a la urna de Azuebar,
Castellón, del Museo Municipal de Burriana, para la que Aranegui señala sus mejores
paralelos en Peal de Becerro, Tugia, con prototipos en urna de Cruz del Negro
(Carmona, Sevilla), proponiendo para su datación «el final del s. VI a. C. o el tránsito
al V)) (47). El ajuar metálico de la mencionada tumba de Agullana comportaba un
broche de cinturón de un garfio, que en Mailhac DI quedan fechados por cerámicas
clásicas en la segunda mitad del VI y que para Bosch habría que situar entre el 500 y el
475 a. d. C. (48), broches y fibulas de doble resorte que alcanzarán las necrópolis tipo
Solivella, en la que la urna ovoide de la sep. 16, con filetes negros, podrá recordarnos
formas coloniales, al igual que la sepultura 1 de la necrópolis de La Punta de Orleyl,
con restos de otra hebilla (49). Como se ha dicho, es sólo a partir del s. V cuando
«podremos distinguir los rasgos característicos de la Cultura Ibérica, que están constituidos por una respuesta indígena a los estímulos recibidos previamente)) (50). La
aculturación madurada por el pueblo indígena a lo largo del x. VI, más el incentivo
(40) JUNYENT: Op. cit. en la nota 36. pág. 202.
(41) E. JUNYENT: «Contexto y significado histórico de la cerámica de barniz rojo ilergete en la iberización del Norte del Ebro>•. Xlli
C.N.A. (Huelva, 8-12/octubre/1973). Zaragoza, 1975, pág. 722.
(42) MALUQUER DE MOTES: Op. cit. en la nota 34.
(43) JUNYENT: Op. cit. en la nota 41, pág. 722.
(44) JUNYENT: Op. cit. en la nota 41, pág. 722.
(45) SANMARTI: Op. cit. en la nota 35, pág. 223.
(46) ALMAGRO-OORBEA: Op. cit. en la nota 21, pág. 127.
(47) GIL MASCARELL y ARANEGUI: Op. cit. en la nota 20, p,g. 57.
(48) P. BOSCH GIMPERA: «Loe celtas y la civilización céltica en la Península Ibérica». Boletín de la Sociedad Española de Excursionismo,
voL XXIX. Madrid, 1921.
(49) A. LAZARO, N. MESADO, C. ARANEGUI y D. FLETCHER: ftMaterialea de la Necrópolis Ibérica de Orleyl (Vall d'Uxó, CaateUón)>>.
Trabajos Varios del B.l.P., núm. 70. Valencia, 1981, p,g. 30.
(50) FLETCHER: Op. cit. en la nota 1.3, pág. 85.
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griego del s. V al copar éstos los mercados atendidos a lo largo del s. VI a. d. C. por los
fenicios occidentales -hecho propiciado por el cambio socioeconómico habido con las
convulsiones que acontecen en el Mediterráneo Occidental (Primer Tratado RomanoCartagines, 509; Himera, 480; y Cumas, 474, con mercenarios ibéricos)-, decidirá la
supremacía del comercio griego en nuestras costas valencianas (51). Sería un hecho
anómalo, comercialmente inexplicable, que los fenicios abandonasen en los inicios del
s. VI, sin presión alguna, muestras costas, desatendiendo sus mercados hasta la
mayoría de edad de la colonia focea de Ampurias, hecho que no pudo acontecer
durante el desarrollo del «Horizonte Ibérico Antiguo», «grosso modo», primer cuarto
del s. V a. d. C. (52), puesto que la masificación de importaciones áticas ampuritanas
no estará presente en los yacimientos valencianos septentrionales cercanos al litoral
(El Puig, Orleyl y Almenara) hasta haber traspuesto el primer cuarto deis. V -raras
en un primer momento-, y que en el poblado de El Puig (el más importante de los
norteños valencianos) quedará denunciado tal comercio· con el kylix atribuido al
pintor de Penthesilea, fechado entre el 460 y el 450 a. d. C. (53). En todo caso creemos
óptima la fecha del tratado de Mastia, 509 a. d. C., para el abandono del comercio fenopúnico de nuestras costas, tratado que produciría un «lapsus» sin importaciones y en
el que cabría encajar las necrópolis del «Horizonte Ibérico Antiguo»,_ por lo que serían
lógicas ciertas formas púnicas en ellos, para el caso de La Solivella las urnas de las
sepulturas números 16 y 27, y las números 11 y 12 de superficie (54). Para Aranegui,
como ha quedado dicho, las urnas a mano de la tumba 184 de Agullana no podrían
fecharse con anterioridad al s. VI, pues sus tipologías derivarían de las urnas de La
Cruz del Negro (55), asimismo lo haría la urna de la sep. núm. 27 de La Solivella (56),
necrópolis que A. Oliver fechará a fines del s. VI o «en el primer cuarto del s. V a. d.
C.» (57), cronología que aceptamos (58) y que cubrirá el corto «hiatus» comercial entre
la colonización fenicia y el inicio del comercio griego, momento detectado por las
necrópolis de La Solivella, El Bovalar, El Puig, y la fase antigua de la necrópolis de
Orleyl, todas ellas en Castellón, y por la necrópolis de Altea la Vella, en Alicante (59).
Por el escaso número de sepulturas (La Solivella, siendo la más extensa, apenas
registró unas 35) cabe pensar en hábitats reducidos en los que la actividad bélica (de
hecho tales necrópolis pertenecen a guerreros) pudo ser constante, soldados que, como
mercenarios, estuvieron presentes en la batalla de Cumas el año 474 a. d. C. Estas
primerizas necrópolis ibéricas -evidentemente efímeras puesto que sus ajuares pre(51) FLETCHER: Op. ciL en la nota 18, ¡níg. 86.
(52) LAZARO y otros: Op. ciL en la nota 49, pág. 51.
(63) E. SANMARTI GREGO: «Un Kylix del pintor Penthesilea, procedente del poblado ilercavón de El Puig (Benicarló, Castellón)>>.
Cuadernos de Prehistoria y Arqueologfa Castellonell88, núm. 3. Castellón, 1976, pág. 206.
(54) J. J. JULLY: «Koiné commerciale et culturalle phenicopuniqué et ibero languedocienne en Méditerranéen Occidental a I'Age du Fer>>.
A.E.A. núm. 48. Madrid, 1976, pág. 221.
(66) C. ARANEGUI: ccContribución al estudio de las Urnas de tipo Cruz del Negro». Saguntum, núm. 16. Valencia, 1980, pág. 103.
(66) ARANEGUI: Op. ciL en la nota 55. págs. 103 y 104.
(67) A. OUVER: <
(58) LAZARO y otros: Op. ciL en la nota 49, pág. 51.
(69) J. G. MOROTE BARBERA: «La necrópolis ibérica de Altea la Vella, Altea (Alicante)». Bolet{n Mensual del Excmo. Ayuntamiento,
núm. 7. Altea, 1979.
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sentan una fuerte unidad-, es normal que acusen en algunos pocos elementos rituales, cronologías más altas, lógicos arcaísmos en los ajuares funerarios de todas las
comunidades antiguas que, cuando son en extremo minoritarios, no creemos sirvan
para señalar «fases» en la utilización de tales necrópolis, ni para elevar las cronologías dadas por el contexto de sus materiales homogéneos, por lo general monótonos,
entre el cual se distinguirá un recipiente ritual por excelencia: la urna de orejetas,
vaso creado ex-profeso para contener los restos de los incinerados.
Así pues, los desfases cronológicos, cuando se detectan en estos ajuares, no deben
sorprendernos. Recordemos a modo de claro ejemplo, por estereotipos, las cartelas de
faraones del s. IX junto con dos kotyloi protocorintios del primer cuarto del s. VII a. d.
C. de la tumba 19 de Laurita (60); o el monumento neohitita de Pozo Moro que, para su
excavador, raramente descendería, por sí, del s. VIII o inicios del VII y que por el ajuar
queda fechado «en torno al 500 a. d. C.» (61). No creemos paor ello que ciertas joyas
exóticas (caso de los escarabeos y escaraboides) que registran las necrópolis ibéricas
más primerizas, como ya anotaba entre otros Fletcher (62), sirvan para fechar tales
necrópolis en el s. VI, «incluso a principios de este siglo» (63).
La gran escasez de tales piezas, así como de copas jónicas en los importantes
yacimientos del círculo de Ampurias (64), y su relativa difusión costera hasta llegar a
Guadalhorce 11 (65), indica que su inclusión en yacimientos de la fachada mediterránea sea proveniente del último comercio colonial fenicio, objetos que en su mayoría
detectarán las necrópolis indígenas del tránsito del s. VI al V a. d. C., en primera fase de la
Cultura Ibérica. Recientemente han sido dados a conocer los ajuares exhumados por L.
Siret en la necrópolis de Boliche (Villaricos), con urnas torneadas (la sepultura 27
comporta un vaso de orejetas) y huevos de avestruz, estando presente en la necrópolis
el hierro (66). La cronología de Boliche abarcaría desde el s. VII al V a. d. C. (67). Los
autores de dicho estudio llaman la atención de los «brazaletes acorazonados», comunes en la mayoría de los yacimientos orientalizantes tartéssicos (68), tipo presente en
Sanchorreja, yacimiento con fíbula-de pivote de puente rectangular, señalándose como
prototipo de tales brazaletes los del tesoro de Oxus (que contendrá un carro votivo con
J. G. MOROTE BARB&RA: «Una estela de ¡¡ueneros con espada de antenas en la necrópolia ibérica de Altea la Vella (Altea,
Alicante)». A.P.L. XVI. Valencia, 1981, págs. 417-446.
(60) M. PEWCER CATALAN: ~Excavaciones en la necrópolis púnica "Lfnta" del Cerro de San Cristóbal (Aimullécar, Granada)M.
Excavaciones Arqueológicas en Espalla, núm. 17. Madrid, 1983, pá¡. 66.
(61) M. ALMAGRO GORBEA: «Pozo Moro y el origen del Arte Ibérico~. XID C.N.A. (Huelva, 8-12 octubre 1973). Zaragoza. 1975, pág. 685.
(62) D. FLETCHER VALLS: «La Necrópolis de La Solivella (Alcalá de Chivert, CaateU6n)». Trabajos Varios del S.I.P., núm. 32. Valencia,
1965, pág. 56.
(63) J. PADRO 1 PARCERISA: «A propósito del escarabeo de La Solivella». Cuadernos de Prehistoria y Arqueologfa Castellonense, núm. l.
Caatellón, 1974, pág. 74.
(64) SANMARTI y GREGO: Op. cit. en la note 36, págs. 233, 234 y en especial la nota núm. 41.
(66) ARRIBAS y ARTEAGA: Op. cit. en la note 31, págs. 86 y 91.
(66) La divulgación de los objetos de hierro industrializado se debe incluso en Cataluña al proceso colonial fenicio (M.• E. SANAHUJA:
•clnstrumentel ibérico de hierro en Cataluña». Pyrenae, 7. Barcelona, 1971, pág. 107), pues los primeros Indicios de hierro en los Campos de
Urnas procaden de un momento t.ardio de la necrópolis, acompañándose de las llbulaa fenicias de doble resorte, conjuntos que constituirán el
«Periodo V• de Almagro Gorbea, que dicho autor fechan!. entre el 700 y el600 a. de C. (ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la note 21, pág. 133) en
cuyo horizonte cronológico incluye los niveles primeros de Vinarragell (que venimos fechando a finales deis. VII), y el sepulcro de La Salsadella
que, por su contexto (contiene objetos de hierro y una hebilla ibérica), parece más moderno.
(67) M. OSUNA y J. REMESAL: «La necrópolis de Boliche (Vlllaricos, Almerfa)>>. A.PL. XVI. Valencia, 1961, pág. 411.
(68) OSUNA y REMESAL: Op. cit. nota 67, pág. 404.
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N. MESADO
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paralelos en el de la sep. núm. 17 de la necrópolis de La Joya), fechado en el s. VI a. d.
C. (69); y otro del período chipriota clásico, que Gjerstad fechará entre el475 y el325 a.
d. C. (70). Salvo el hallado en Boliche, estos brazaletes acorazonados están exentos por
hoy de nuestras costas mediterráneas, teniendo su foco principal en la cuenca atlántica del SO peninsular.
A lo largo de estas páginas hemos visto -según autores precitados- la mediterranización que sufren en el s. VI a. d. C. a través de la aculturación semita, diversos
asentamientos enraizados en el Hierro I, cronología que se viene discutiendo en
nuestro yacimiento de Vinarragell, pues para ciertos investigadores su horizonte
colonial habría que situarlo en la segunda mitad del s. VII a. d. C.
En líneas generales tal problemática tendría como centro de disención la vertiente
postulada por O. Arteaga, para quien el período de influencia fenicia de Vinarragell
quedaría comprendido entre la fundación de Ibiza (-650) y Marsella (-600) (71), y la que
personalmente defendemos desde los inicios de los trabajos en el yacimiento y que ha
sido matizada recientemente (72), ya que para C. Aranegui tal aculturación ubicaríase
entre la fundación de Ampurias (-575) y la batalla de Alalía (-535) (73). Por todo lo cual
creemos de sumo interés finalizar el presente estudio con unos comentarios sobre la
fíbula de pivote del Pozo I.
5. CONSIDERACIONES EN TORNO AL PUENTE DE FIBULA DE PIVOTE
PROCEDENTE DE LA ((FASE ICn
Dado que la estratigrafía expuesta - con sus correspondientes hallazgos- poco
aporta a los conocimientos que sobre el tell tenemos (como hemos visto siguen
configurándose los mismo períodos culturales que dimos en 1974) (74), dedicamos el
final del presente estudio al comentario de la fíbula recogida en la Fase IC, pieza no
extraña en la exigua metalistería del yacimiento, pues en la 2. a Campaña dimos con
una de sus agujas (75). Pero si en tal ocasión, su encuentro, por ser de superficie,
carecía apenas de interés, este nuevo ejemplar alcanza, o pudiera alcanzar en un
futuro proximo, todo su gran valor cronológico, ya que ofrece para la cerámica
colonial-fenicia del tell una fecha «antequem» de evidente interés.
Si como anota M.a Victoria Rams la característica fundamental de las fibulas es
«poseer un ingenioso dispositivo de seguridad que garantiza el cumplimiento de su
función» (76), podemos asegurar que los escasísimos hallazgos peninsulares -trasunto
de su poca aceptación- de las denominadas por Cuadrado «fibulas de pivote» (77),
(69)
(70)
(71)
(72)
(73)
(74)
(76)
(76)
(77)
OSUNA y REMESAL: Op. cit. nota 67, pág. 406.
OSUNA y REMESAL: Op. cit. en la nota 67, pág. 406.
MESADO y ARTEAGA: Op. cit. en la nota 1, pág 64.
FLETCHER y otros: Op. cit. en la nota 18, pág. 86.
GIL MASCARELL y ARANEGUI: Op. cit. en la nota 20, pág. 64.
MESADO: Op. cit. en la nota 3, págs. 146-147.
MESADO: Op. cit. en la nota 3, págs. 82 y fig. 42.
M.• V. RAMS: •
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residen en estar exentas de tal dispositivo -bucle o muelle-- por lo que su técnica es,
a todas luces, primaria (78). De las pocas fíbulas de pivote que la bibliografía peninsular registra (79), haremos referencia por conocerse bien sus contextos arqueológicos, a
los ejemplares de Sanchorreja, Agullana y El Molar.
a) Sanchorreja.
El poblado de «Los Castillejos)) (Sanchorreja-Avila) fue descubierto en 1929 por
Claudio Sánchez Albornoz. En 1931 se inician los trabajos de excavación bajo la
dirección técnica de J. M. Navascués y E. Camps, dándose con un escondrijo de
bronces. En 1932 y 33 se efectúan nuevas campañas y en 1934 múltiples sondeos en
busca de su necrópolis, que no se localiza. Los resultados de estas campañas serán
publicados en 1958 por J. Maluquer de Motes, basándose en los diarios de excavaciones de los años 1932 y 33 que redactara Navascués (80). Desde los iniciales trabajos de
1931 se ponen de relieve en todo el castro dos momentos culturales distintos: un primer
hábitat o nivel antiguo con cerámica a mano decorada polícromamente, incisa y excisa
(en los diarios llamada de Boquique). Entre el resto de su ajuar caben mencionar los
molinos barquiformes y una metalurgia de bronce autóctona, que fabrica agujas,
punzones, fíbulas de codo, y de doble resorte que acabará predominando en el nivel
superior. También se documentan útiles sencillos de hierro, pero sin poderse demostrar que se hubieren fabricado en el propio castro. Como en Vinarragell también se
daran en Sanchorreja las fusayolas fabricadas con cabeza de fémur, similares a las
encontradas en los niveles inferiores de Cortes de Navarra (81). Se utiliza desde un
primer momento el arco y las flechas.
La segunda etapa, que cubre también todo el castro, abandona la cerámica excisa,
incisa tipo Boquique, y la polícroma. Domina la hecha a mano con decoración de
«peine)) (tipo Cogotas o necrópolis de Chamattí de la Sierra), y aparece la cerámica
torneada decorada con simples temas geométricos. Siguen perviviendo los molinos
barquiformes (evidente desconocimiento del torno), y la metalurgia local sigue fabricando fíbulas de doble resorte. La industria del hierro se enriquece, documentándose
una artesanía local. Las viviendas, aunque toscas, se construyen de piedra. En un
momento impreciso de este horizonte se fortifica la acrópolis con una muralla que
llegará a los 10 m. de potencia (82). Se excavan varias habitaciones, hallándose en
varias de las chozas hogares idénticos a los encontrados en Vinarragell, pues estarán
formados «por una gruesa capa de barro que descansa sobre un lecho de gorrones o
piedrecillas)) (83).
Ambas fases se nos dice que se superponen sin «hiatus)) cultural, por lo que el
(78) Laa fibulas se vienen considerando por su popularidad y escasa vida activa (cauea de su fragilidad) y por su variado tipologfa
(impoaicionea de modas, etnias y comercio), como uno de loa principales «f'ósiles director...,. de la Prehistoria (CUADRADO: Op. ciL nota 77, pág.
140).
(79) R. NAVARRO: «Las fibulas en Catalulla». Instituto de Arqueologla y Prehistoria Universidad de Barcelona, Publicaciones eventuales,
núm. 16. Barcelona, 1970, pág. 44.
(80) J. MALUQUER DE MOTES: «El Caatro de Loe Caatillejoa en Sancborreja, AviiB>•. Salamanca, 1968. pá~r. a.
(81) MALUQUER: Op. ciL en la nota SO. pág. 91.
(82) MALUQUER: Op. ciL en la nota 80, pág. 34.
(83) MALUQUER: Op. ciL en la nota 80, pá~r. 29.
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N. MESADO
Fig. lS.-MAPA DE LA DISTRIBUCION DE LAS FIBULAS DE PIVOTE Y DE BUCLE. 1, A¡ullana
(Gerona); 2, El Mola\ (Tarragona); S, Valtierra (Navarra); 4, Cortes de Navarra (Navarra);
o, Tossal Redó (Teruel); 6, Numancia (Soria); 7, La Mercadera (Soria); 8, Valdenovillos
(Guadalajara); 9, Carabias (Guadalajara); 10, La Olmeda (Guadalajara); 11, Sanchorreja
(Avila); 12, El Berueco (Salamanca); lS, AguiJar de Anguita (Guadalajara); 14, Griegos
(Teruel); lo, Nules (Castellón); 16, VINARRAGELL (Burriana-Castellón); 17, Rochelongue
(Agde-Francla).
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horizonte superior sería la lógica evolución del primer hábitat, sin etapas de destrucción que justifique la clara disención material de ambos niveles. Los inicios de la
segunda fase del poblamiento «marcará en la Meseta el paso de la primera a la
segunda Edad del Hierro». Con las reservas consiguientes Maluquer acepta una
cronología para la fase antigua (Sanchorreja 1) entre el 700 y el 500 a. d. C.; para la
fase posterior (Sanchorreja 11), ·del 500 al 400 a. d. C. La duplicidad cronológica del
primer período sobre el segundo se basará en «que el nivel antiguo dobla en potencia
al reciente» (84).
De las cuatro fíbulas de pivote que se mencionan, tan sólo queda localizada la
inventariada con el núm. 36, que sería encontrada «en el 4. 0 pique general del Sector
A» -campaña de 1933--- y ya «por debajo de los pavimentos>> (85) del nivel de incendio
y destrucción (sigla «e» del croquis de Maluquer) por lo que fue retirada del nivel «d»,
cuyo contexto arqueológico más destacado lo componen dos fíbulas de bronce de doble
resorte, un fragmento cerámico con incisiones, otro torneado y una plaquita de hierro
(86); este mismo horizonte cultural tributará cerámica decorada con peine, algún
fragmento de Boquique y exciso (87).
El «quinto pique» atacará ya el auténtico nivel fundacional del yacimiento (sigla
«e» del croquis), en el que está ausente la cerámica peinada, siendo abundante la
incisa, excisa y -por primera vez- la cerámica a mano con policromía (88).
Observamos, pues, que este puente de fíbula de pivote de Sanchorreja encaja en un
2. 0 Horizonte Cultural del Castro, nivel que precederá a la aparición de las importaciones de la cerámica torneada de tipo ibérico, por lo que en la cronología de Maluquer
caería dentro del s. VI a. d. C., pues precede a la 2. 8 Edad del Hierro de la Meseta que,
como hemos visto, queda en Sanchorreja fijada entorno al -500.
Con anterioridad -1931- en la parte alta del nivel cultural inferior del poblado
(por ello en el mismo nivel de la fíbula) fue encontrado un depósito de bronces entre
cuyas piezas destaca un broche de cinturon con decoración orientalizante (grifo sobre
palmeta caliciforme) que Maluquer y A. García Bellido fecharán a finales del s. VI,
trayéndolo este último, incluo, al s. V (89).
Para Maluquer la cerámica de «tipo andaluz» o «ibérico» pudo llegar a Sanchorreja
desde la cuenca del Ebro y del Mediodía Peninsular no antes de mediados del s. IV a. d.
C., pues está ausente en Cortes de Navarra (90); pero para la cronología del momento
fundacional de Castillejos habrá que recordar que ya desde un primer momento está
presente, en objetos de uso corriente (importados según Maluquer), el hierro, que en
zona tartéssica, en los yacimientos orientalizantes del s. VII, es más bien escaso, por lo
(84) MALUQUER: Op. cit. en la nota 80, ¡wip. 93-96.
(86) MALUQUER: Op. cit. en la nota 80, ¡wig. 12.
(86) MALUQUER: Op. cit. en la nota 80, ¡wig. 84.
(87) MALUQUER: Op. cit. en la nota 80, pág. 12.
(88) J. MALUQUER DE MOTES: «La cerámica pintada halllltll.tica del nivel inferior del Castro de Sanchorreja (Avila)>o. Zephyrus, Vlll.
Salamanca, 1967, ¡wig. 286.
(89) A. GARClA Y BEWDO: •
(90) MALUQUER: Op. cit. en la nota 80. pág. 52.
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32
N. MESADO
que su difusión interna peninsular debió acontecer a lo largo del s. VI, en especial en
su segunda mitad.
b) Agullana.
La necrópolis de Agullana es sobradamente conocida. Para P. Palol, su excavador,
la fíbula de pivote que tributó el enterramiento núm. 69 tendría sus orígenes en
modelos de la Italia del Norte, siendo su tipo una derivación egeo-sicúlica (91). La
cronología -según este autor- habría que colocarla hacia el 550 o un poco antes, y
por la tipología de la urna que la acompaña, en Agullana 11. Para M. Almagro esta
ffbula tendría un origen Mediterráneo (crético-chipriota) (92), hecho que acepta M.
Almagro-Gorbea, para el que tal fíbula, por su aspecto antiguo estaría cercana a los
ejemplares de tradición chipriota, fechándola en el s. VIII a. d. C. (93), alta cronología
ya apuntada por Cabré (94). L. Bernabó Brea cree que su más firme paralelo estaría en
fíbulas sicilianas más directamente que en la Italia Septentrional, señalándonos entre
los siglos IX y VTII a. d. C. relaciones entre Sicilia y España a través del comercio
fenicio (95). Pero faltaría explicarnos por qué la fíbula de pivote está ausente de los
yacimientos coloniales del SE peninsular.
En Vinarragell el puente de esta recia fíbula fue retirado de un nivel precedente al
horizonte colonial, y ni una sola de estas fíbulas, que sepamos, ha sido hallada en
claros ambientes fenicios en los que es popular la fíbula de doble resorte. La explicación, como anota M. Almagro (96) podría estar en la mayor cronología de los prototipos de pivote frente a los de doble resorte, lo que indicaría unos contactos comerciales
fenicios más tempranos para la fachada del NE mediterráneo que para el Mediodía
peninsular, cuyo «fluorit)) colonial viene situ.ándose en el s. Vil a. d. C. En todo caso,
como anota R. Navarro, «una vez llegado el tipo a la Península, se extendería desde
Cataluña (ejemplares de Agullana y El Molar) hacia el norte y costa de Levante, Nules
(Castellón), Numancia, Sanchorreja (Avila) y Berrueco)) (97). Pese a sus escasísimos
hallazgos parece, por la dispersión que alcanza, que fue aceptada por la población de
esta zona peninsular, pues es evidente que sólo en contextos ya tardíos de ajuares
indígenas hace aparición. Nadie niega la supremacía cronológica de la fíbula de
Agullana sobre la de puente rectangular que, con evidencia, deriva de aquella; pero la
rusticidad que conllevan las rectangulares alcanza en el ejemplar de Vinarragell
mayor nota, siendo también la de mayor puente, detalle éste que no creemos sirva para
fijar, frente a las piezas menores, supremacía cronológica, como puede ocurrir con las
de doble resorte (98), aunque sí es cierto que los boliches terminales del puente de
(91) P. PALOL: •La Necrópolis Hallatática de Agullana (Gerona)>>. Bibllotbeca Paebiatorica Hiopana, Vol. L Madrid, 1958, pág. Zl.3.
(92) M. ALMAGRO: «Sobre el origen posible delao más antiguaoflbulao anulareo hispánicaa>t. Ampuriaa, XXVID. B!UCi!lona. 1966, págs. 221
y 232.
(93) ALMAGRO GORBEA: Op. ciL en la nota 21, pág. 1!1.
(94) S. VILASECA: •El poblado y la necrópolis de Molá (Tarragona)». Acta Arqueológica Hlapánica, l. Madrid, 1943, pág. 48.
(96) L. BERNABO BREA: «La Sicilia prehistórica y sua relaciones con Orienta y con la Penínllula Ibérica>>. Serie Arqueología 1, Consejo
Superior de lnY118tigaciones Ciantificao, Escuela Espaftola de Historia y Arc¡ueologia de Roma. Madrid, 1964, pág. 218.
(96) ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota Zl., págs. 101, 102 y 103.
(97) NAVARRO: Op. ciL an la nota 79, pág. 44.
(98) H. SCHUBART y H. G. NIEMEYER: oTrayamar, loo hipogeos fenicios y el aoantamiento en la desembocadura del rfo Algarrobo•.
Excavaciones Arc¡ueológicao en EspaJ\a, 90. Madrid, 1976, pág. 226.
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VINARRAGELL
33
Vinarragell son esféricos al igual que los de la pieza de Agullana, mientras el resto de
las fíbulas que comentamos los presentan aplanados o en timbal. No negamos que la
fuerte oxidación que presenta el puente de nuestra pieza, haya podido deformarla, pero
estamos seguros que ya en su origen fue una pieza rústica empleada, dado su tamaño,
por los pastores trashumantes del interior (recordemos que la primera población de
Vinarragell tiene origen bajoaragonés) (99) para abrochar sus recios vestidos (mantos
o capas) (100).
Las piezas de pivote con puente rectangular es evidente que han sufrido una
«iberización)) con objeto de hacerlas útiles en la indumentaria del indígena, en
detrimento de aquellas piezas primeras (de «tipo chipriota))), caso de la fíbula de
Agullana.
e) Molá.
La tercera de las fíbulas de pivote con flliación segura procederá de la necrópolis
tarraconense de Molá. Fue encontrada suelta, por lo que desconocemos el resto del
ajuar que la comportó, aunque conviene recordar que, salvo otras fíbulas de doble
resorte y casi con probabilidad los objetos de hierro (evidentemente nuevos elementos
absorbidos), la necrópolis responde a la cultura de Campos de Urnas del NE peninsular.
Cuatro de los cinco enterramientos que tributaron hierro situábanse en el sector de
Poniente de la necrópolis, por lo que Vilaseca cree puedan ser de su último momento,
fechando la necrópolis en los s. VIII-VII a. d. C.; cronología alta para M. Almagro y
que para L. Pericot abarcaría del 850 al 550 a. d. C. (101). Almagro-Gorbea en trabajo
más reciente incluye la fíbula de pivote de esta necrópolis (pese a ser de puente
rectangular) en su fase más antigua (102), y la introducción del hierro y la fíbula de
doble resorte -elementos orientalizantes- en el período V, abarcando todo el s. VII a. d. C.
6. FINAL
Y para concluir recordaremos de nuevo que el puente de la fíbula de pivote de
Vinarragell fue retirada del Nivel IC a 0'60 m. por debajo del nivel colonial o Fase 11.
Otra fíbula perteneciente a un contexto cerrado -la del enterramiento núm. 69 de
Agullana-, hace también acto de presencia entre un material no orientalizante, y si
nos atenemos a la alta cronología que viene recibiendo (s. VIII a. d. C.), habría sido en
su horizonte cronológico (caso de proceder de Ún comercio arcaico Mediterráneo),
pieza sin otro contexto exótico en el área geográfica de su distribución peninsular,
hecho bastante anómalo, por lo que su entrada en la Península (es el hallazgo más
septentrional), pudo no ser marítima. Dicha fíbula habría sido incorporada a un ajuar
de Campos de Urnas, procediendo, como anota Palol, de modelos de la Italia Septen-
(99)
000)
(101)
(102)
MESADO: Op. ciL en la nota 3, pág. 161.
RAMS: Op. ciL en la nota 76, pág. 139.
VILASECA: Op. cit en la nota 94, págs. 28, 26, 68, 69 (núm. 72) y 60 (núm. 73).
ALMAGRO OORBEA: Op. ciL en la nota 21, págs. 101, 102 y 126.
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34
N. MESADO
trional, cuya proximidad con el área norteña de Cataluña es evidente. Por ello su
distribución quedará vinculada al cuadrante NE, siendó sintomática su no existencia
en zona tartésica. La fíbula de Vinarragell (como todas las de puente rectangular)
deriva del prototipo Agullana, por lo que se aleja, tanto estilística como cronológicamente, de él. Por los escasos hallazgos podemos observar como la fíbula de pivote de
puente rectangular aparece vinculada a una fase tardía del Hierro I (Bronce Final de
otros autores) en inminente contacto con el impacto colonial fenicio. En este sentido
habría que mirar ese último ajuar de Agullana compuesto por el enterramiento núm.
184, cuyas urnas globulares imitan galbos Mediterráneos, estando su metalistería
representada por dos singulares piezas: una hebilla de tipo ibérico y una fíbula
escaleriforme que, por el hallazgo submarino de Rochelongue parece convivió con
otras piezas no extrañas en las necrópolis ibéricas de un primer momento (103). Hay en
dicho yacimiento francés otra fíbula de tipo serpentiforme y un puente rectangular
perteneciente a una fíbula de pivote. Tanto esta última como la escaleriforme vienen a
coincidir en su distribución peninsular (fig. 13), por lo que la cronología que viene
dándose al enterramiento núm. 184 de Agullana (s. VI y en su tránsito al V a. d. C.)
(104), y en torno al 600 (105) o en la primera mitad del VI a. d. C., pudo ser la de esas
raras piezas que denominamos «escaleriformes» y de «pivote con puente rectangular».
Para los autores ·que publican las ñ'bulas de Rochelongue (106), no habría duda de su
coetaneidad. Como harán observar, las serpentiformes se hallan sobradamente estudiadas en la Italia Septentrional, donde aparecen a mediados del s. VII, siendo ya
abundantes alrededor del -600, para desaparecer a mediados del s. VI a. d. C. (107), por
lo que todas las fíbulas peninsulares de pivote con puente rectangular podrían situarse, como mucho, en la primera mitad del s. VI a. d. C. (108).
(103) J. MALUQUER DE MOTES: «Nuev
(UN) ARANEGUI: Op. cit.. en la nota 56. págs. UN.
(106) ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 21, págs. 102 y 107.
(106) J. ARNAL, A BOUSCARAS, E. HUGUET, J. PEYRON et D. ROBERT: uQuelque fibules du Dépót Marin de Rochelonge (Agde,
Herault)>>. Pyrenae, 6. Barcelona, 1970, páp. 62 a 68.
(107) ARNAL y otros: Op. cit.. en la nota 106, pág. 68.
(106) La ffbula de Vinarregell, con BUS doe bolichee terminales, conserva cierto paralelo eetillstico con el puente de la ffbula de la colección
Canivell de Málaga, ffbula considereda ""'oderna>> y «contemporánea de la ffbula de Certosa>> (SCHUBART y NIEMEYER: Op. cit.. en la nota
98, pág. 227).
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N. MESADO.-Vinarrogell
Láro. l.--Sondeo J. Cimentación de muro, en el ruvel lA, vista vertical y frontal.
LAM. I
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LAM. 11
N. MESADO.-Vinarragell
Lám. H.-Sondeo J. Detnlle del muro del paramento NE. t:ras haberse siluetado los adobes.
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LAM.
N . MESADO.-Vinarragell
rn
Lám . III ..-$ondeo I. Base del niveliC. A, punto d~ndc se halló la fíbula. B, el nivel ID con el inicio
de BU poceta. e, «bolos» pertenecientes al basamento del muro del nivel lA, e Inicios de
la vieja galería .
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LAM. IV
N. MESADO .-Vinar¡oagell
Lám . IV .--Sondeo l. 6, fragmento inciso del nivel IB. 16, puente de la libul~t de pivote del nivel IC.
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N. MESADO.-Vinarrogell
Lá.rn. V.- Sondeo l. Cerámica policroma y boton de hueso de la Fase 11.
LAM. V
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N. MESADO.-Vinarragell
Lám.. VI.-Sondeo l. Cerámica. ibérica del nivel de humus.
LAM . VI
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N. MESADO .-Vi.narragell
LAM. VII
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