Notas sobre la Insula romana en la arquitectura privada de la Península Ibérica
Alberto Balil Illana
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A. BALIL
visi» del Museo de las Termas (19), precediendo, por tanto, en medio
siglo tipos como los del «Fauno Barberini» (20) o el sátiro ebrio del
Museo Nacional de Nápoles (21).
La estatua de Pinedo debió concebirse, como las piezas citadas anteriormente, como figura sentada en una roca. En las grandes figuras, como
el Hermes de Nápoles o el «luchador» del Museo de las Termas (22), que,
pese a los estudios de Guarducci, sigue atribuyéndose a Apollonios, esta
roca fue labrada en piedra, lo cual significaba un considerable ahorro y
podía permitir algunos efectos de policromía o, simplemente, de contraste
de tonalidades. Las referencias al hallazgo de Pinedo no aluden en sentido alguno a una posible localización, o ausencia, de un pedestal de este
tipo. Sería interesante obtener más noticias a este respecto, al objeto de
poder tener en cuenta la posibilidad que tales pedestales se labraran una
vez recibida la estatua y antes de su colocación.
NOTA SOBRE LA INSULA ROMANA EN LA ARQUITECTURA PRIVADA DE
LA PENINSULA IBERICA
En mi nota sobre «Arquitectura y sociedad en la España romana» (A. P. L., XIII,
1972, 139 ss.) redactada en 1971, aludía (p. 145) a una insula en Troin. de Setubal.
Me he referido a la misma durante los últimos quince a ños en varias ocasiones y por
ello creo necesario incluir aquí una rectificación que juzgo de interés y que no fue
posible incluir en nota o apéndice en mi trabajo citado en el momento de la corrección de pruebas.
Mis observaciones y comentarios sobre esta construcción de Troia de Setubal se
basaban en la descripción e ilustraciones que publicara en tiempos Marques da Costá
en O Arqueólogo Portugués. Sus dibujos de alzados justificaban sobradamente la
comparación e identificación tipológicas con ciertas insulae ostienses. Quedaba, ciertamente, la duda y el desconocimiento sobre las circunstancias socioeconómicas que hahían hecho no sólo posible, sino necesario una construcción de este tipo en el
Extremo Occidente del Imperio Romano.
Debo agradecer a l profesor don Fernando de Almeida, que ha reanudado las
excavaciones de Troia de Setubal haber podido visitar las mismas (enero de 1972)
y beneficiarme de sus informaciones. Sería fácil entrar en detalles, pero poco correcto
tratándose de excavaciones en curso y publicadas en memorias informativas, hasta la
fecha, más que en estudios que, habida cuenta de su complejidad, no podrán efectuarse en plazo breve. De todos modos sí considero obligado y legítimo dar a conocer
que las diferencias entre la documentación que pude utilizar y la r ealidad son tales
que hay que excluir totalmente una interpretación como insula. Se trata de una
construcción de gran interés y que fue objeto de múltiples modificaciones, cierres de
puertas, etcétera, que merecen un estudio muy detenido.
En un sentido muy distinto podría aludirse al caso de las tabernae que, día a día,
se conocen en más y más ciudades. Bastará citar el caso de los [ora de Clunia y
Baelo en dos polos muy opuestos de la Península Ibérica.
También la arqueología hispanorromana tiene sus grandezas y sus miserias. Hoy
nos obliga a una rectificación. En un futuro inmediato es probable sean muchas más.
A; BALIL
(19)
(20)
(21)
(22)
LIPPOLD,
LIPPOLD,
LIPPOLD,
LIPPOLD,
o.
o.
o.
o.
c.,
c.,
c.,
c.,
289.
330.
330.
380.
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visi» del Museo de las Termas (19), precediendo, por tanto, en medio
siglo tipos como los del «Fauno Barberini» (20) o el sátiro ebrio del
Museo Nacional de Nápoles (21).
La estatua de Pinedo debió concebirse, como las piezas citadas anteriormente, como figura sentada en una roca. En las grandes figuras, como
el Hermes de Nápoles o el «luchador» del Museo de las Termas (22), que,
pese a los estudios de Guarducci, sigue atribuyéndose a Apollonios, esta
roca fue labrada en piedra, lo cual significaba un considerable ahorro y
podía permitir algunos efectos de policromía o, simplemente, de contraste
de tonalidades. Las referencias al hallazgo de Pinedo no aluden en sentido alguno a una posible localización, o ausencia, de un pedestal de este
tipo. Sería interesante obtener más noticias a este respecto, al objeto de
poder tener en cuenta la posibilidad que tales pedestales se labraran una
vez recibida la estatua y antes de su colocación.
NOTA SOBRE LA INSULA ROMANA EN LA ARQUITECTURA PRIVADA DE
LA PENINSULA IBERICA
En mi nota sobre «Arquitectura y sociedad en la España romana» (A. P. L., XIII,
1972, 139 ss.) redactada en 1971, aludía (p. 145) a una insula en Troin. de Setubal.
Me he referido a la misma durante los últimos quince a ños en varias ocasiones y por
ello creo necesario incluir aquí una rectificación que juzgo de interés y que no fue
posible incluir en nota o apéndice en mi trabajo citado en el momento de la corrección de pruebas.
Mis observaciones y comentarios sobre esta construcción de Troia de Setubal se
basaban en la descripción e ilustraciones que publicara en tiempos Marques da Costá
en O Arqueólogo Portugués. Sus dibujos de alzados justificaban sobradamente la
comparación e identificación tipológicas con ciertas insulae ostienses. Quedaba, ciertamente, la duda y el desconocimiento sobre las circunstancias socioeconómicas que hahían hecho no sólo posible, sino necesario una construcción de este tipo en el
Extremo Occidente del Imperio Romano.
Debo agradecer a l profesor don Fernando de Almeida, que ha reanudado las
excavaciones de Troia de Setubal haber podido visitar las mismas (enero de 1972)
y beneficiarme de sus informaciones. Sería fácil entrar en detalles, pero poco correcto
tratándose de excavaciones en curso y publicadas en memorias informativas, hasta la
fecha, más que en estudios que, habida cuenta de su complejidad, no podrán efectuarse en plazo breve. De todos modos sí considero obligado y legítimo dar a conocer
que las diferencias entre la documentación que pude utilizar y la r ealidad son tales
que hay que excluir totalmente una interpretación como insula. Se trata de una
construcción de gran interés y que fue objeto de múltiples modificaciones, cierres de
puertas, etcétera, que merecen un estudio muy detenido.
En un sentido muy distinto podría aludirse al caso de las tabernae que, día a día,
se conocen en más y más ciudades. Bastará citar el caso de los [ora de Clunia y
Baelo en dos polos muy opuestos de la Península Ibérica.
También la arqueología hispanorromana tiene sus grandezas y sus miserias. Hoy
nos obliga a una rectificación. En un futuro inmediato es probable sean muchas más.
A; BALIL
(19)
(20)
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(22)
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