La ruina modificada: consolidación y puesta en valor del yacimiento
Helena Bonet Rosado
Jaime Vives-Ferrándiz Sánchez
2011
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la ruina moDificaDa
Helena Bonet Rosado y Jaime ViVes-FeRRándiz sáncHez
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ruinas, patrimonio y mEmoria
L
as excavaciones en la Bastida han sacado a la luz restos materiales, en forma de objetos muebles e inmuebles, con los que los arqueólogos reconstruimos algunos pedazos de historia. Esta materialidad
es muy potente (la muralla, las casas destruidas, los objetos cotidianos) pero está condenada al silencio
porque los restos no hablan por sí solos de lo que allí ocurrió. El pasado ya no existe, y en cambio el yacimiento sí. Pero ambos, pasado y yacimiento, son presente y forman parte de nuestro mundo. Esos restos se
han definido por una relación desde hoy y aquí, poniendo en marcha un poderosísimo mecanismo según el
cual la Bastida ofrece la posibilidad de relatar historias (ingold 1993, 152). intentamos comprender y explicar
estas historias desde otro tiempo, con otro sistema de valores y con otros ojos. Sólo asumiendo que nuestros
discursos están condenados y destinados a ser fragmentarios debemos abordar el estudio de los restos arqueológicos y lo que es tan importante o más: su presentación al público.
La presentación al público de los restos arqueológicos inmuebles parte de su consideración como ruinas
que se deben valorar y musealizar. La ruina es un concepto clave en el discurso del patrimonio. Desde el
siglo xv el imaginario europeo ofrece una muestra casi inabarcable del símbolo de la ruina como metáforas
del paso del tiempo y del desarrollo (Roth et alii 1997; Canogar 2006, 25). Este símbolo es reconocible anteriormente en otras expresiones culturales y queda vinculado, a partir del Barroco, a las ideas de la vanitas
como la inevitabilidad de la muerte en tanto que parte indisociable de la vida. Carpe diem, decimos, ya que
los restos del pasado indican que eso nos espera en el futuro.
Siglos de producción intelectual –artística, literaria, filosófica– en estas líneas de pensamiento conformaron la idea de la ruina como construcción simbólica y, ante todo, estética, esto es, sin ubicación en un tiempo
preciso porque nunca eran evidentes las causas que las habían provocado. Son los casos, por ejemplo, de los
restos constructivos ruinosos que Claudio de Lorena incluía en sus cuadros, o los celebres aguafuertes de las
ruinas romanas hechos por Piranesi. En el primer caso, las ruinas eran recursos escénicos y asociaciones con
un pasado que siempre debía ser glorioso; y en el segundo caso, Piranesi pretendía exaltar la grandeza del
trabajo de arquitectos e ingenieros de la antigüedad, y romanos concretamente (Jiménez-Blanco 2005, 92).
Argullol (2006) ha denominado arqueología trágica el modo en que lo perecedero domina en la obra de
Piranesi. Pero además, la vegetación que cubre y enmascara las ruinas en todas estas escenas es importante
porque integra monumento o civilización y naturaleza, mostrando el poder de ésta frente a la obra construida
que, sin embargo, acaba sobreviviendo y trascendiendo el mundo natural.
Las primeras miradas a las ruinas convertidas en restos para la indagación del pasado –y no sólo restos
míticos en el vacío del tiempo– corrieron a cargo de anticuarios y eruditos que, desde principios del siglo
xviii, excavaron sitios como Herculano, Pompeya, la villa Adriana o Tívoli (Jiménez-Blanco 2005). viajeros
y artistas participaron también de ello, al convertir las paradas italianas en puntos imprescindibles del Grand
Tour.
Hoy en día aquellas ruinas que fascinaron a poetas y pintores desde el Renacimiento se tratan de otra
manera. La decadencia vinculada a la imagen de la ruina en el movimiento romántico no es un valor de los
monumentos arqueológicos actuales. No queremos que sean espacios abandonados ni que la melancolía na-
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1. Planta del Conjunto 3 donde se indican las fases constructivas y posibles áreas funcionales. Según E. Díes.
tural emane de ellos. Son espacios intervenidos, son ruinas modificadas, pretendiendo seguir aquella reflexión y ensueño que sugería la ruina –vinculada también al valor estético de la contemplación de un paisaje
pintoresco, melancólico–, poniendo de relevancia la relatividad de la vida o de las cosas materiales.
En el mundo contemporáneo es incuestionable el papel central del resto arqueológico en los procesos de
conciencia y de pertenencia y como elementos comunes de un pasado compartido. En realidad, su valor deriva en gran parte de este hecho, no sólo de su materialidad o de su integridad, aunque estas características
lo potencian. Reflexionar sobre el pasado y la naturaleza de estos restos, de otras vidas, conlleva cuestionar
nuestras visiones sobre las dimensiones temporales en relación con el patrimonio y el uso que debemos
hacer de él en el presente. Los yacimientos son vistos como lugares de la memoria (Nora 1984), donde confluyen tres dimensiones temporales: pasado, presente y futuro. En tanto que creador de memoria, el patrimonio adquiere la consideración de ser algo digno de ser conservado y deriva, claramente, del interés y
necesidad de determinados grupos de población de apoyar la definiciones identitarias que se construyen a
diversas escalas. El patrimonio funciona, pues, como una narrativa: una tradición que esgrime una relación
entre el pasado, la comunidad (o comunidades) y la pertenencia, de manera que el patrimonio y su registro
recuerda que no solo hablamos del pasado sino también del futuro (Rowlands 2002, 113).
Este proceso ya se identifica desde el surgimiento de los estados nacionales, se intensifica desde la segunda
mitad del siglo xx en las sociedades occidentales, aunque con grados diferentes según los países y regiones.
Se traduce en un cambio en la escala de valores desde inquietudes materialistas a otras postmaterialistas,
entre las que se encuentran sentimiento de autorrealización y identidad (García Ferrando y Ariño 1998, 61).
Decía Hobsbawm que si queremos comprender de qué modo el pasado se ha convertido en presente,
hemos de comprender también nuestras complejas relaciones con este pasado; y éstas incluyen tanto la
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2. Viviendas del sector central antes de
la intervención. 1990.
necesidad histórica de transformarlo, como el deseo de mantener, de establecer e incluso de inventar una
continuidad. Una parte esencial de la labor que pretende compartir puentes con el pasado implica la intervención en los restos arqueológicos para mejorar su presentación al público, para hacerlos legibles. A
continuación se repasan, pues, los criterios y las fases de trabajo en las consolidación de los restos de la
Bastida y otras acciones encaminadas a su puesta en valor.
La puEsta En vaLor: dE La Excavación a La apErtura aL púbLico
La génesis del proyecto de puesta en valor de la Bastida de les Alcusses se remonta al año 1990, estando
de director del Museo de Prehistoria Bernat Martí. Cuando se inicia este proyecto ya contábamos con la experiencia de haber intervenido en la consolidación y restauración de otros yacimientos ibéricos situados en
el área edetana, como son el Puntal dels Llops de Olocau, el Castellet de Bernabé de Llíria y la Seña de villar
del Arzobispo, a los que se uniría también en los años 90 el Tossal de Sant Miquel de Llíria. De modo que al
gestarse la idea de intervención en la Bastida se abordó con un ambicioso proyecto no sólo de consolidación
y puesta en valor sino también como un centro de investigación y difusión, acciones todas ellas que continúan
en la actualidad. El yacimiento era perfecto: declarado Monumento Histórico-Artístico desde 1931 tiene la
figura de máxima protección dentro de patrimonio histórico-arqueológico y cuenta además con un gran área
excavada y todo el perímetro bien delimitado, lo que permitía varias zonas de actuación. A ello hay que añadir
la documentación excepcional de las excavaciones depositada en el archivo documental y fotográfico del Servicio de investigación Prehistórica así como una extensísima bibliografía peninsular sobre la mayoría de los
aspectos y materiales del yacimiento.
La iniciativa fue coordinada entre la Conselleria de Cultura de la Generalitat valenciana y la Diputación
de valencia con un equipo formado por los arquitectos de la Conselleria, Julián Esteban y Ricardo Sicluna,
y los arqueólogos, Helena Bonet y Enrique Díes. La intervención contemplaba el desarrollo de diversas fases
de trabajo entre investigación, excavación, consolidación y puesta en valor que ya han sido publicadas con
anterioridad. (Díes et alii 1997; Bonet et alii 2005).
Uno de los primeros trabajos fue el estudio previo de parte del sector excavado entre 1928 y 1931, cotejando los restos conservados con todos los datos urbanísticos y planimetrías de la documentación existente
–diarios, archivo fotográfico, inventarios y publicaciones–. También se revisó la distribución de los materiales y enseres arqueológicos de los conjuntos más comprensibles y, lógicamente, se tuvo en cuenta la conservación de las estructuras con el objetivo de atribuir posibles funcionalidades a los espacios [fig. 1]. Hoy
en día, aún se continúa esta labor con los conjuntos inéditos e incluso se están revisando y reinterpretando
muchos aspectos de las manzanas restauradas y publicadas recientemente.
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3. Lienzo de la muralla oeste antes de
la consolidación.
Las fases de trabajo han alternado las excavaciones con las intervenciones de consolidación de estructuras. En la fase inicial, entre 1991 y 1992, se decidió actuar en dos puntos: por un lado en la zona central del
poblado donde previamente, entre los años 1979 y 1980, ya se había desbrozado la vegetación y se habían
repuesto mampuestos en seco sobre los muros de varias manzanas [fig. 2]; otro sector interesante era el
frente oeste de la muralla, la parte más espectacular de la fortificación con dos torres y un lienzo de muralla
de 3’5 metros de anchura [figs. 3 y 4].
4. Torre y lienzo oeste de la muralla antes de la intervención de 1995.
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5. Levantamiento ortofotográfico de los muros del Depto. 204 y del frente oeste de la muralla, donde se aprecia el tapiado moderno
de la Puerta Oeste, y la torre. Según R. González.
En estos años Emili Cortell y Jose María Segura levantaron una nueva planimetría general del yacimiento
(ver capítulo 1), así como planos parciales y secciones de las manzanas a restaurar. Del frente oeste de la
muralla se hicieron, también, planos parciales de las torres y accesos, y Ricardo González hizo un levantamiento ortofotográfico del lienzo oeste de la muralla [fig. 5], entre las puertas norte y sur, y de los muros de
todos los departamentos en los que se iba a intervenir.
La consolidación de las estructuras
La puesta en valor del yacimiento implicaba planificar una consolidación que permitiera la comprensión
de los restos que se habían excavado, o que estaban en fase de excavación –viviendas y muralla–, a la vez
que se protegían de una preocupante y progresiva degradación debido a la vegetación y a los continuos expolios. Obviamente, los trabajos debían ser reversibles ya que muchos de los datos constructivos son incompletos y deben de ser confirmados por excavaciones futuras. Además, para completar la vertiente didáctica
del proyecto se debía acondicionar el recorrido interno del yacimiento y para ello se trabajó en el diseño de
un circuito bien señalizado y ocho paneles explicativos [fig. 6].
A lo largo de los 20 años que lleva en marcha el proyecto, lógicamente, se han realizado algunas modificaciones en los criterios de intervención, sin embargo los objetivos así como los materiales y técnicas empleadas no han variado sustancialmente. Los cambios han afectado más a las intervenciones en la muralla
y en las tres puertas de acceso, donde se ha incluido un elemento diferenciador –ladrillo– como señalización
de la obra nueva recrecida y se han rejuntado las piedras de los muros [fig. 7]. En las estructuras de hábitat
se han seguido manteniendo los criterios ya establecidos en 1991, esto es, la obra nueva, en seco y con traba
interior de tierra, separada del muro ibérico mediante cinta plástica y sin elemento señalizador externo visible al publico.
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6. A. Foto aérea donde se ve el itinerario del circuito con paneles explicativos.
6. B. Conjunto 3 con panel explicativo. 1994.
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Los conjuntos de viviendas
Los cuatro conjuntos consolidados
hasta la fecha corresponden a más de 80
departamentos o espacios, repartidos en
varias casas [fig. 8]. Los Conjuntos 1-3 se
consolidaron entre 1991 y 1992, mientras
que entre 2007 y 2009 se acometieron los
trabajos en el Conjunto 4, en la casa 5 del
Conjunto 2, que había quedado sin consolidar desde 1992, y en el Conjunto 6. El
Conjunto 1 corresponde a la casa 1 y es
uno de los edificios que muestra con
mayor claridad los espacios domésticos y
7. Señalización de ladrillo empleada en la muralla y las puertas para
por ello fue elegido como modelo para al
diferenciar el recrecido de mampostería del original.
reconstrucción didáctica de una vivienda
ibérica. El Conjunto 2 está formado por
cuatro casas compactas –casas 2, 3, 4 y 5–
y el Conjunto 3, enfrentado al 2, se compone de cuatro grandes viviendas – 6, 7, 8 y 9– con una fachada
común que da a la calle central (Díes et alii 1997, 231-236). El Conjunto 4, donde se halló el jinete de bronce
y que se había propuesto como una gran casa de más de 300 m2 (Díes y Álvarez 1998) está formado, al
menos, por dos viviendas con espacios de trabajo anexos que recaen a las calles (capítulo 6). Finalmente, el
conjunto 6 está formado por dos casas.
8. Planta de la zona central del yacimiento donde se indican los Conjuntos 1, 2 y 3 intervenidos entre 1991 y 1992.
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9. El Conjunto 2, una vez retirado el
falso recrecido y preparado para la intervención de consolidación. 1991.
La primera tarea, antes de iniciar los trabajos de consolidación, fue retirar los modernos alzados levantados en seco entre 1983 y 1985 para poder documentar las estructuras originales [fig. 9]. La ausencia de
referencias, tanto en el terreno como a nivel documental, sobre las medidas y alcances de los recrecidos, la
técnica empleada en la consolidación o la apertura de vanos, llevó a considerar como criterio fiable para establecer el origen ibérico de un paramento la traba con tierra de los mampuestos. En caso de duda se consultó
el plano realizado en 1931 por Mariano Jornet, que resultó excepcionalmente correcto (ver capítulo 1).
10. Dibujo de la sección de la intervención de los muros. Según J. Esteban, R. Sicluna y J. M. Espinosa.
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11. B. Capa de cemento, cal y arena, previa a la última hilada.
En estas fases también se retiraron las
enormes terreras de las excavaciones, que
en ocasiones se habían depositado sobre
los muros, enmascarando la lectura espacial y arquitectónica. La tierra retirada en
estas fases se empleó para acondicionar el
recorrido y como relleno parcial de los
suelos. Durante la retirada de tierras de la
criba situada al norte de las casas 3-4 se
recogió una plancha de plomo enrollada
(Bastida vi), que pasó desapercibida en
las excavaciones de esa zona en 1930, y
que al desplegarse en el Museo de Prehistoria resultó estar escrita (Fletcher y Bonet
1994; ver capítulo 9). Como vemos, el yacimiento ofrece sorpresas años después de
ser excavado.
Dado que las únicas estructuras
conservadas en los conjuntos de
viviendas eran los muros y algunos enlosados de las viviendas, la consolidación
11. A. Operarios recreciendo los muros del Conjunto 2.
se limitó al recrecimiento de los zócalos,
con una o varias hiladas de piedra, y la
restitución de los pavimentos para evitar
su erosión y desfalcado. Para la consolidación y restitución de los muros se empleó tanto la piedra de los
alzados en piedra seca antes descritos como la de los derrumbes hallada en las terreras, así como piedra
de la misma loma de la Bastida para respetar el tipo de mampuestos empleados originalmente (Díes et
alii 1997, 274).
La secuencia de trabajo es la siguiente [fig. 10]: sobre los restos conservados se coloca una cinta plástica de señalización y la primera hilada de piedra en seco aunque, cuando no es posible, se añade una
capa de arena previa. Sobre esta capa se eleva un doble paramento de piedra cuyo interior estaba reforzado mediante un mortero de cal y arena muy pobre (1:4) que no es apreciable desde el exterior. Una hilada antes de alcanzar la altura definitiva se coloca una capa de cemento blanco, cal y arena (1:2:8) [fig.
11]. A ésta se le daba una inclinación en talud para favorecer el drenaje. Sobre esta nivelación se coloca
la última hilada de piedra trabada con tierra del yacimiento, cribada y compactada con agua, sin mezcla
química alguna.
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12. B. Operario apisonando la zahorra
Los suelos son siempre de tierra apisonada salvo en los casos en que se trata de
suelos enlosados. Durante las campañas de
1928-31 los suelos de tierra también eran
excavados hasta alcanzar la roca, de modo
que se tuvo que rehacer la cota del suelo a
la base de los muros o en cotas superiores.
Ahora bien, en algunos departamentos no
se han recrecido los suelos con tierra,
como por ejemplo el 208, ya que la roca
debió ser visible al ser acondicionada como
pavimento de algunas zonas, en cambio en
otros departamentos sucede lo contrario,
pues se rellenaron los desniveles para
acondicionar una superficie de suelo llana.
En estos casos, la restitución de la cota original de los suelos se ha establecido a partir de los datos que ofrecen los diarios de
excavación y a partir de las evidencias de
los restos constructivos, siguiendo la siguiente secuencia de trabajo: un primer re12. A. Relleno de tierra y capa de zahorra del suelo del conjunto 2.
lleno con tierra proveniente de las terreras,
sin cribar, hasta alcanzar una cota de –25
cm por debajo del nivel a restituir. Después relleno con zahorra hasta una cota de –5 cm y finalmente una nivelación final con arena morterenca, regada y compactada manualmente con pisón [fig. 12].
Los departamentos o espacios enlosados fueron documentados con detalle en los diarios de excavación
aunque, en algunos casos, se levantaron para excavar niveles inferiores de relleno como el enlosado del
Depto. 137 que conserva parte de las losas en el corte de la calle central. De todas las estructuras consolidadas
hasta la fecha sólo el Depto. 191 y el 244 conservan los enlosados en muy buen estado. Aquí la intervención
se limitó a la reposición de algunas losas desaparecidas de pequeño tamaño y a nivelar las que habían basculado ligeramente por efecto del peso del derrumbe y la acción de las raíces. En el Depto. 244 se levantaron
una a una todas las losas saneándose la base de tierra, retirando las raíces y nivelándolas hasta devolverlas
a su cota original [fig. 13]. En ningún caso se empleó trabazón de mortero.
Sólo se ha incluido una ligera proporción de cemento blanco en el material utilizado para trabar los
escalones entre departamentos, puesto que tenían que soportar el paso de personas y la circulación por
las casas.
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12. C. Acabado de los suelos con arena morterenca.
12. D. Acabado de los suelos de la Casa 1 con
gravas de colores para diferenciar el patio de los
espacios techados (2009).
La muralla y las puertas
Las excavaciones en la muralla y en las puertas han servido no sólo para conocer cómo fueron los sistemas
de acceso y su organización en el marco más amplio del todo el sistema defensivo, sino también para ofrecer
una entrada y salida al yacimiento a través de las puertas originales, lo que le otorga un valor añadido al
recorrido al ser espacios que también fueron de entrada y salida del oppidum en el pasado. Ya desde los
primeros reconocimientos del cerro se intuía que una de las entradas al poblado se abría en el frente oeste
de la muralla, aunque muy enmascarada por los derrumbes de adobes y piedras (Ballester y Pericot 1929,
181). De hecho, el uso continuado de este acceso había provocado la destrucción parcial de los niveles arqueológicos y el derrumbe de la propia muralla [fig. 14].
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Las puertas se denominan según los
puntos geográficos a los que se orientan (ver
capítulo 4). Entre 1995 y 1998 se consolidó
parte del frente de muralla oeste y las dos
torres [figs. 15 y 16], mientras que en 1998
se excavaron y consolidaron la Puerta Oeste
y la Puerta Norte, evitando con ello el rápido
proceso de erosión y las agresiones antrópicas que afectaban su conservación [fig. 17].
Entre 2002 y 2003 se excavó la Puerta Sur,
siendo consolidada en 2006 junto al resto
del frente oeste hasta la torre ii. Entre 2005
y 2007 se ha excavado la Puerta Este, no
consolidada por el momento por quedar
fuera del circuito actual de las visitas. Hoy
en día contamos, pues, con un frente de muralla consolidada de más de 140 m lineales
desde la Puerta Norte hasta la Puerta Sur.
Los criterios de consolidación en esta
fase siguen respetando la reversibilidad y
la importancia de la selección de mampuestos y de las mezclas y porcentajes de
arena, cal y tierra para la traba (Díes et alii
1997, 275-76). La secuencia de trabajo ha
sido la misma que en las casas, si bien los
13. Enlosado del Depto. 244.
materiales se han empleado a una escala
mayor, y añadiendo un refuerzo en la traba
de los bancos laterales y en las esquinas de
las estructuras al tratarse de zonas de paso muy transitadas. Se optó por una intervención mimética, respetando siempre el modo en que los paramentos ibéricos habían sido construidos pero señalando la obra
nueva con ladrillos partidos situados a distancias regulares.
Tras la limpieza y retirada de bloques caídos se restituyó el zócalo de la muralla hasta la altura máxima
conservada en el interior, a fin de impedir la erosión del borde del coronamiento y en el caso de las torres
hasta la altura de la última hilada original conservada. La consolidación sólo se pudo hacer en el paramento
exterior y coronamiento, puesto que la muralla no ha sido excavada por el interior del poblado, a excepción
de los espacios que ocupan dos pequeños sondeos realizados en 1993, donde sí se consolidó en toda su anchura. Mientras que el coronamiento y acabado de la muralla se realizó mediante un relleno de piedra suelta,
en las torres se colocó una capa de grava sobre el relleno, solución que, a largo plazo, ha dado mejores resultados para frenar el crecimiento de la vegetación entre los muros [fig. 18]. Finalmente, toda la estructura,
tanto la parte original como la nueva, fue objeto de un rejuntado entre los bloques mediante una mezcla de
tono similar a la traba original [fig. 19].
Las puertas Norte y Sur estaban tapiadas en el momento de la destrucción y abandono del poblado. No
obstante, se decidió retirar los tapiados para facilitar la circulación de las visitas. En la Puerta Sur, se han
conservado una serie de estructuras situadas en la parte anterior del dispositivo de entrada que corresponden
a una segunda fase, al momento en que este espacio estaba ya tapiado y no funcionaba como un acceso (ver
capítulo 4).
Visitar la Bastida: paneles, itinerarios y folletos explicativos
La necesidad de combinar la protección de los restos con su presentación al público ha exigido intervenir
con un objetivo didáctico. Así, se ha tratado de dar información sobre los límites de las casas y su distribución
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14. Lienzo oeste de muralla y torre antes
de la restauración. 1994.
15. Puerta oeste antes de excavar y restaurar. 1995.
interna, diferenciar los pavimentos de las habitaciones del suelo de la calle, hacer comprensibles las técnicas
de construcción de las casas ibéricas y, finalmente, facilitar la visión del urbanismo del poblado. Este tipo
de intervenciones no están, sin embargo, exentos de problemas, como expondremos más adelante.
Uno de los objetivos es que las intervenciones arqueológicas debían estar encaminadas a la investigación,
pero también a la creación de un espacio patrimonial de disfrute público. La solución utilizada desde el año
1992 es el de la visita gratuita a través de un recorrido con información comprensible y adaptada, bien con
folletos o bien con la ayuda de paneles explicativos. La rotulación se proyectó para que el visitante pudiera
realizar el recorrido autoguiado cuando no se ofrecía la posibilidad de realizar visitas guiadas: una serie de
rótulos pequeños direccionales para indicar el circuito (15 x 15 cm) se combinaron con otras planchas de
acero más grandes (100 x 50 cm), de 3 mm de espesor, con tratamientos anticorrosivos y serigrafiados a tres
tintas, inclinadas y con pies sujetos a suelo mediante dados de hormigón. Estos paneles explican, desde 1999,
ocho puntos de interés repartidos a lo largo de un recorrido lineal, que empieza en el aparcamiento y acaba
en la Casa ibérica reconstruida. Así se explica la historia de las investigaciones, el sistema defensivo y la Puerta
Oeste, el urbanismo, los Conjuntos 3 y 4, el entorno, la Puerta Norte y, finalmente, la Casa ibérica. En el año
2009 se ha añadido un panel para la Puerta Sur y se han incorporado reconstrucciones virtuales del volumen
arquitectónico de los restos con ambientaciones realizadas con programas informáticos y explicaciones en
valenciano y castellano [fig. 20].
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Hasta la excavación de las puertas
Oeste y Norte en 1998 las visitas entraban y salían por una rampa artificial
junto a la puerta norte. A partir de ese
año se excavaron y consolidaron ambas
estructuras, integrándose inmediatamente en la visita. Se diseñó entonces
el recorrido circular vigente hoy en día:
se entra por la Puerta Oeste, se recorre
la calle central, con la visita a los conjuntos de viviendas consolidados y se
sale por la Puerta Norte. En este circuito, la visita a la Casa ibérica puede
hacerse antes o después de ver el yacimiento, aunque cada una de las opciones implica una percepción diferente de
16. A. Frente oeste de la muralla y torre II restauradas (1998).
este recurso didáctico: o bien se visita
en primer lugar para entender los restos de estructuras que se van a ver en el
recorrido del yacimiento, o bien, al final del mismo, como una propuesta para entender cómo fueron las
casas de las que sólo se han conservado los zócalos de piedra.
Los folletos que actualmente se reparten están editados en valenciano, castellano, inglés y francés, y son
un complemento para las visitas autoguiadas. Resaltan los puntos principales del yacimiento, desde la historia
de las excavaciones, hasta la gestión de los recursos económicos, el urbanismo, la defensa o la vida cotidiana.
En 2006, con ocasión de la celebración del 75 aniversario del hallazgo de la figura del jinete, se editó un folleto
que explicaba las circunstancias de su descubrimiento, descripción, contextualización e interpretación.
Una de las últimas iniciativas en el marco de las actividades didácticas del yacimiento es el desarrollo,
desde 2002, de talleres dirigidos a escolares, y cuya concepción, idea y resultados son tratados de forma específica en el capítulo 13.
La gestión y la protección del yacimiento: vigilancia y guías
Otra serie de actuaciones se han encaminado a concretar la gestión e implementar las infraestructuras
que requiere todo espacio al aire libre musealizado. Por un lado, se acometieron obras de asfaltado del camino que sube hasta el poblado, realizado en el año 1996, lo que permitió la mejora considerable del acceso
para los turismos y, sobre todo, la posibilidad de que los autobuses pudieran subir hasta la misma cima.
Este hecho ha llevado consigo el incremento del número de visitantes, tanto en vehículos propios como en
excursiones organizadas.
Y por otro lado, la firma de un convenio entre la Diputación de valencia y el Ayuntamiento de Moixent
en 1999 supuso el impulso definitivo a la iniciativa emprendida en 1991, al posibilitar la contratación de un
vigilante y dos guías durante todo el año. Contar con personal vinculado al yacimiento es uno de los mayores
valores y logros del proyecto pues el nexo de unión y la cara más visible entre el público y el proyecto de
investigación. La gestión de las visitas, el aprendizaje de niños y mayores, la recepción de los grupos de escolares, la vigilancia de los restos, la recogida de residuos, la limpieza o el mantenimiento cotidiano de un
sitio visitado por unas 14.000 personas cada año sería, sencillamente, inviable sin estas personas.
Historias y patrimonio. rEfLExionEs sobrE La gEstión dEL Espacio Histórico
Todas estas intervenciones han estado dirigidas a valorar el resto arqueológico y a convertirlo en una
ruina modificada. Sin duda, esta iniciativa ha sido positiva en la medida en que han contribuido al desarrollo
local del municipio de Moixent a través de la puesta en marcha de recorridos visitables de forma autónoma
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16. B. Vista aérea del frente oeste restaurado y la Puerta Sur excavada, todavía sin restaurar (2003).
17. A. Vista aérea de Puerta Norte restaurada (1998).
y guiados, el desarrollo de talleres didácticos y la continuación de las labores de investigación. Tras la experiencia que dan 10 años con el yacimiento abierto
al público, encaminamos nuestras acciones futuras
desde la base de tres reflexiones.
La primera se basa en la mejora de la comprensión
de los restos considerando los criterios de intervención expuestos. Como hemos señalado, la actuación
ha consistido en la consolidación de aquello conservado in situ en las excavaciones, esto es, el zócalo de
piedras y la restitución de suelos a su nivel original.
En ningún caso se han hecho reconstrucciones in situ.
Con todo, el resultado final sigue siendo una visión
parcial, incluso irreal, tanto de la muralla, las puertas
y las manzanas de casas. No sólo resultan difíciles de
comprender los volúmenes construidos sino que también se ofrece una falsa impresión de predominio de
la piedra cuando el elemento fundamental empleado
fue la tierra y la madera, con el que se hacían todas
las paredes, techos, elementos decorativos, estructuras domésticas, bancos o mobiliarios. La réplica de
una vivienda en el Área Didáctica y de investigación
Arquitectónica, fuera de los restos visitables, se acometió en 1998 con el fin de paliar estos problemas interpretativos y ofrecer una visión más completa y
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17. B. La Puerta Sur, desde el exterior, una vez consolidada (2005).
18. Coronamiento y acabado de la Puerta Oeste
con relleno de piedra y grava (1998).
aproximada a los materiales y a los elementos arquitectónicos de la viviendas
ibéricas (capítulo 12). Asimismo, se han
incluido restituciones volumétricas y ambientaciones a partir de dibujos que quedan expuestos a lo largo del ititnerario de
la visita.
19. Operarios rejuntando el aparejo de la Torre II (1998).
La segunda reflexión parte de la paradoja que ofrece actualmente la visita a la
Bastida: la instantaneidad apresada en una
imagen frente a la dinámica de la vida pasada. Donde antes hubo vida ahora vemos restos silenciosos, potenciando una imagen congelada –como una vitrina– frente al dinamismo que hubo. Esta idea del momento apresado alimenta la sensación que hemos podido tener todos de viajar en el tiempo al visitar un monumento
arqueológico, y más si cabe si éste se emplaza en un entorno rural y natural en el que fácilmente podemos abstraernos del mundo contemporáneo, urbano y tecnológico. Sin duda percibimos que el tiempo está parado
allí, pero esto es peligroso y confuso, porque si aplicamos la idea del instante a un monumento arqueológico
corre el peligro de convertirse en una imagen para su contemplación o consumo, sin profundidad temporal.
Perdemos de vista lo vivo que estuvo y, lo que es más importante, lo vivo que está.
La consolidación parcial de los restos y su preservación bajo el criterio de mínima intervención prima el
resto material como ruina intervenida. El resto material queda, entonces, convertido en la esencia de la autenticidad del patrimonio, descartando otras posibilidades de valoración. Sin embargo, la museología actual
ha desarrollado presentaciones de monumentos al aire libre que apuestan decididamente por las restituciones volumétricas in situ como el poblado de la Edad del Hierro de Eketorp, en Suecia, o el poblado ibérico
de Calafell, en Tarragona (Santacana y Hernández 2006, 140). Estas intervenciones se alejan en parte de la
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idea de la ruina (el resto fosilizado) y se dinamiza la visita a estos sitios con recreaciones históricas o teatralizaciones con personajes de la época que ambientan y dan vida al yacimiento. De la forma de actuar o interactuar con el público a la hora de dar vida al poblado dependerá el éxito de la visita.
Una tercera reflexión está en relación con el papel de las visitas. Normalmente, el público recibe la información ya sea en forma de texto, en paneles o en folletos, o de forma oral a través de las explicaciones de los
guías. Pretendemos, en el futuro, desarrollar actividades a lo largo del recorrido que inciten a los visitantes
a interactuar con los restos, partiendo de preguntas y buscando respuestas, jugando con réplicas o realizando
actividades en los restos conservados y con los restos reconstruidos, siguiendo un modelo que prima la
acción antes que la recepción de información como base para el aprendizaje. Estas actuaciones se basan en
la promoción de nuevas vías de difusión y comunicación, como las actividades organizadas con motivo de
las Jornadas de visita (ver capítulo 13).
Esta es la idea que creemos más duradera y sobre la que entendemos el futuro del monumento arqueológico: la de que son restos materiales que permiten construir puentes con el pasado a través de su uso,
transmitiendo mensajes, contruyendo memoria, o identidades. En otras palabras, preferimos potenciar
la solidez de una memoria construida no desde el objeto o del momumento sino con el objeto o con el monumento. De hecho, la objetivación de la memoria –esto es, la memoria convertida en objetos– no debe
pasar por ser algo que tenemos sino cosas que hacemos (Werstch 2002, 60; Smith 2006, 65). Esta idea
de hacer-con-el-patrimonio es más resistente que la piedra –e incluso que los objetos– y por eso quizás
deberíamos seguir el ejemplo de Píndaro que ofreció una poesía a un vencedor de carreras de carros en
Delfos como alabanza a su memoria, en lugar de un monumento tangible.
Debemos poner al frente de estas actuaciones el uso que se hace de los objetos en forma de recuerdos y
conmemoraciones, las historias que se cuentan, el conocimiento que se transmite, las percepciones que se
tienen y las experiencias que posibilitan. Todo ello, en conjunto, convierte al patrimonio en un proceso cultural de comunicación activo, dinámico y susceptible de revisión.
20. Panel explicativo del urbanismo, junto al Conjunto 6, en el que se han incluido ambientaciones de la calle generadas por ordenador (2010).
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la ruina moDificaDa
Helena Bonet Rosado y Jaime ViVes-FeRRándiz sáncHez
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ruinas, patrimonio y mEmoria
L
as excavaciones en la Bastida han sacado a la luz restos materiales, en forma de objetos muebles e inmuebles, con los que los arqueólogos reconstruimos algunos pedazos de historia. Esta materialidad
es muy potente (la muralla, las casas destruidas, los objetos cotidianos) pero está condenada al silencio
porque los restos no hablan por sí solos de lo que allí ocurrió. El pasado ya no existe, y en cambio el yacimiento sí. Pero ambos, pasado y yacimiento, son presente y forman parte de nuestro mundo. Esos restos se
han definido por una relación desde hoy y aquí, poniendo en marcha un poderosísimo mecanismo según el
cual la Bastida ofrece la posibilidad de relatar historias (ingold 1993, 152). intentamos comprender y explicar
estas historias desde otro tiempo, con otro sistema de valores y con otros ojos. Sólo asumiendo que nuestros
discursos están condenados y destinados a ser fragmentarios debemos abordar el estudio de los restos arqueológicos y lo que es tan importante o más: su presentación al público.
La presentación al público de los restos arqueológicos inmuebles parte de su consideración como ruinas
que se deben valorar y musealizar. La ruina es un concepto clave en el discurso del patrimonio. Desde el
siglo xv el imaginario europeo ofrece una muestra casi inabarcable del símbolo de la ruina como metáforas
del paso del tiempo y del desarrollo (Roth et alii 1997; Canogar 2006, 25). Este símbolo es reconocible anteriormente en otras expresiones culturales y queda vinculado, a partir del Barroco, a las ideas de la vanitas
como la inevitabilidad de la muerte en tanto que parte indisociable de la vida. Carpe diem, decimos, ya que
los restos del pasado indican que eso nos espera en el futuro.
Siglos de producción intelectual –artística, literaria, filosófica– en estas líneas de pensamiento conformaron la idea de la ruina como construcción simbólica y, ante todo, estética, esto es, sin ubicación en un tiempo
preciso porque nunca eran evidentes las causas que las habían provocado. Son los casos, por ejemplo, de los
restos constructivos ruinosos que Claudio de Lorena incluía en sus cuadros, o los celebres aguafuertes de las
ruinas romanas hechos por Piranesi. En el primer caso, las ruinas eran recursos escénicos y asociaciones con
un pasado que siempre debía ser glorioso; y en el segundo caso, Piranesi pretendía exaltar la grandeza del
trabajo de arquitectos e ingenieros de la antigüedad, y romanos concretamente (Jiménez-Blanco 2005, 92).
Argullol (2006) ha denominado arqueología trágica el modo en que lo perecedero domina en la obra de
Piranesi. Pero además, la vegetación que cubre y enmascara las ruinas en todas estas escenas es importante
porque integra monumento o civilización y naturaleza, mostrando el poder de ésta frente a la obra construida
que, sin embargo, acaba sobreviviendo y trascendiendo el mundo natural.
Las primeras miradas a las ruinas convertidas en restos para la indagación del pasado –y no sólo restos
míticos en el vacío del tiempo– corrieron a cargo de anticuarios y eruditos que, desde principios del siglo
xviii, excavaron sitios como Herculano, Pompeya, la villa Adriana o Tívoli (Jiménez-Blanco 2005). viajeros
y artistas participaron también de ello, al convertir las paradas italianas en puntos imprescindibles del Grand
Tour.
Hoy en día aquellas ruinas que fascinaron a poetas y pintores desde el Renacimiento se tratan de otra
manera. La decadencia vinculada a la imagen de la ruina en el movimiento romántico no es un valor de los
monumentos arqueológicos actuales. No queremos que sean espacios abandonados ni que la melancolía na-
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1. Planta del Conjunto 3 donde se indican las fases constructivas y posibles áreas funcionales. Según E. Díes.
tural emane de ellos. Son espacios intervenidos, son ruinas modificadas, pretendiendo seguir aquella reflexión y ensueño que sugería la ruina –vinculada también al valor estético de la contemplación de un paisaje
pintoresco, melancólico–, poniendo de relevancia la relatividad de la vida o de las cosas materiales.
En el mundo contemporáneo es incuestionable el papel central del resto arqueológico en los procesos de
conciencia y de pertenencia y como elementos comunes de un pasado compartido. En realidad, su valor deriva en gran parte de este hecho, no sólo de su materialidad o de su integridad, aunque estas características
lo potencian. Reflexionar sobre el pasado y la naturaleza de estos restos, de otras vidas, conlleva cuestionar
nuestras visiones sobre las dimensiones temporales en relación con el patrimonio y el uso que debemos
hacer de él en el presente. Los yacimientos son vistos como lugares de la memoria (Nora 1984), donde confluyen tres dimensiones temporales: pasado, presente y futuro. En tanto que creador de memoria, el patrimonio adquiere la consideración de ser algo digno de ser conservado y deriva, claramente, del interés y
necesidad de determinados grupos de población de apoyar la definiciones identitarias que se construyen a
diversas escalas. El patrimonio funciona, pues, como una narrativa: una tradición que esgrime una relación
entre el pasado, la comunidad (o comunidades) y la pertenencia, de manera que el patrimonio y su registro
recuerda que no solo hablamos del pasado sino también del futuro (Rowlands 2002, 113).
Este proceso ya se identifica desde el surgimiento de los estados nacionales, se intensifica desde la segunda
mitad del siglo xx en las sociedades occidentales, aunque con grados diferentes según los países y regiones.
Se traduce en un cambio en la escala de valores desde inquietudes materialistas a otras postmaterialistas,
entre las que se encuentran sentimiento de autorrealización y identidad (García Ferrando y Ariño 1998, 61).
Decía Hobsbawm que si queremos comprender de qué modo el pasado se ha convertido en presente,
hemos de comprender también nuestras complejas relaciones con este pasado; y éstas incluyen tanto la
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2. Viviendas del sector central antes de
la intervención. 1990.
necesidad histórica de transformarlo, como el deseo de mantener, de establecer e incluso de inventar una
continuidad. Una parte esencial de la labor que pretende compartir puentes con el pasado implica la intervención en los restos arqueológicos para mejorar su presentación al público, para hacerlos legibles. A
continuación se repasan, pues, los criterios y las fases de trabajo en las consolidación de los restos de la
Bastida y otras acciones encaminadas a su puesta en valor.
La puEsta En vaLor: dE La Excavación a La apErtura aL púbLico
La génesis del proyecto de puesta en valor de la Bastida de les Alcusses se remonta al año 1990, estando
de director del Museo de Prehistoria Bernat Martí. Cuando se inicia este proyecto ya contábamos con la experiencia de haber intervenido en la consolidación y restauración de otros yacimientos ibéricos situados en
el área edetana, como son el Puntal dels Llops de Olocau, el Castellet de Bernabé de Llíria y la Seña de villar
del Arzobispo, a los que se uniría también en los años 90 el Tossal de Sant Miquel de Llíria. De modo que al
gestarse la idea de intervención en la Bastida se abordó con un ambicioso proyecto no sólo de consolidación
y puesta en valor sino también como un centro de investigación y difusión, acciones todas ellas que continúan
en la actualidad. El yacimiento era perfecto: declarado Monumento Histórico-Artístico desde 1931 tiene la
figura de máxima protección dentro de patrimonio histórico-arqueológico y cuenta además con un gran área
excavada y todo el perímetro bien delimitado, lo que permitía varias zonas de actuación. A ello hay que añadir
la documentación excepcional de las excavaciones depositada en el archivo documental y fotográfico del Servicio de investigación Prehistórica así como una extensísima bibliografía peninsular sobre la mayoría de los
aspectos y materiales del yacimiento.
La iniciativa fue coordinada entre la Conselleria de Cultura de la Generalitat valenciana y la Diputación
de valencia con un equipo formado por los arquitectos de la Conselleria, Julián Esteban y Ricardo Sicluna,
y los arqueólogos, Helena Bonet y Enrique Díes. La intervención contemplaba el desarrollo de diversas fases
de trabajo entre investigación, excavación, consolidación y puesta en valor que ya han sido publicadas con
anterioridad. (Díes et alii 1997; Bonet et alii 2005).
Uno de los primeros trabajos fue el estudio previo de parte del sector excavado entre 1928 y 1931, cotejando los restos conservados con todos los datos urbanísticos y planimetrías de la documentación existente
–diarios, archivo fotográfico, inventarios y publicaciones–. También se revisó la distribución de los materiales y enseres arqueológicos de los conjuntos más comprensibles y, lógicamente, se tuvo en cuenta la conservación de las estructuras con el objetivo de atribuir posibles funcionalidades a los espacios [fig. 1]. Hoy
en día, aún se continúa esta labor con los conjuntos inéditos e incluso se están revisando y reinterpretando
muchos aspectos de las manzanas restauradas y publicadas recientemente.
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3. Lienzo de la muralla oeste antes de
la consolidación.
Las fases de trabajo han alternado las excavaciones con las intervenciones de consolidación de estructuras. En la fase inicial, entre 1991 y 1992, se decidió actuar en dos puntos: por un lado en la zona central del
poblado donde previamente, entre los años 1979 y 1980, ya se había desbrozado la vegetación y se habían
repuesto mampuestos en seco sobre los muros de varias manzanas [fig. 2]; otro sector interesante era el
frente oeste de la muralla, la parte más espectacular de la fortificación con dos torres y un lienzo de muralla
de 3’5 metros de anchura [figs. 3 y 4].
4. Torre y lienzo oeste de la muralla antes de la intervención de 1995.
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5. Levantamiento ortofotográfico de los muros del Depto. 204 y del frente oeste de la muralla, donde se aprecia el tapiado moderno
de la Puerta Oeste, y la torre. Según R. González.
En estos años Emili Cortell y Jose María Segura levantaron una nueva planimetría general del yacimiento
(ver capítulo 1), así como planos parciales y secciones de las manzanas a restaurar. Del frente oeste de la
muralla se hicieron, también, planos parciales de las torres y accesos, y Ricardo González hizo un levantamiento ortofotográfico del lienzo oeste de la muralla [fig. 5], entre las puertas norte y sur, y de los muros de
todos los departamentos en los que se iba a intervenir.
La consolidación de las estructuras
La puesta en valor del yacimiento implicaba planificar una consolidación que permitiera la comprensión
de los restos que se habían excavado, o que estaban en fase de excavación –viviendas y muralla–, a la vez
que se protegían de una preocupante y progresiva degradación debido a la vegetación y a los continuos expolios. Obviamente, los trabajos debían ser reversibles ya que muchos de los datos constructivos son incompletos y deben de ser confirmados por excavaciones futuras. Además, para completar la vertiente didáctica
del proyecto se debía acondicionar el recorrido interno del yacimiento y para ello se trabajó en el diseño de
un circuito bien señalizado y ocho paneles explicativos [fig. 6].
A lo largo de los 20 años que lleva en marcha el proyecto, lógicamente, se han realizado algunas modificaciones en los criterios de intervención, sin embargo los objetivos así como los materiales y técnicas empleadas no han variado sustancialmente. Los cambios han afectado más a las intervenciones en la muralla
y en las tres puertas de acceso, donde se ha incluido un elemento diferenciador –ladrillo– como señalización
de la obra nueva recrecida y se han rejuntado las piedras de los muros [fig. 7]. En las estructuras de hábitat
se han seguido manteniendo los criterios ya establecidos en 1991, esto es, la obra nueva, en seco y con traba
interior de tierra, separada del muro ibérico mediante cinta plástica y sin elemento señalizador externo visible al publico.
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6. A. Foto aérea donde se ve el itinerario del circuito con paneles explicativos.
6. B. Conjunto 3 con panel explicativo. 1994.
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Los conjuntos de viviendas
Los cuatro conjuntos consolidados
hasta la fecha corresponden a más de 80
departamentos o espacios, repartidos en
varias casas [fig. 8]. Los Conjuntos 1-3 se
consolidaron entre 1991 y 1992, mientras
que entre 2007 y 2009 se acometieron los
trabajos en el Conjunto 4, en la casa 5 del
Conjunto 2, que había quedado sin consolidar desde 1992, y en el Conjunto 6. El
Conjunto 1 corresponde a la casa 1 y es
uno de los edificios que muestra con
mayor claridad los espacios domésticos y
7. Señalización de ladrillo empleada en la muralla y las puertas para
por ello fue elegido como modelo para al
diferenciar el recrecido de mampostería del original.
reconstrucción didáctica de una vivienda
ibérica. El Conjunto 2 está formado por
cuatro casas compactas –casas 2, 3, 4 y 5–
y el Conjunto 3, enfrentado al 2, se compone de cuatro grandes viviendas – 6, 7, 8 y 9– con una fachada
común que da a la calle central (Díes et alii 1997, 231-236). El Conjunto 4, donde se halló el jinete de bronce
y que se había propuesto como una gran casa de más de 300 m2 (Díes y Álvarez 1998) está formado, al
menos, por dos viviendas con espacios de trabajo anexos que recaen a las calles (capítulo 6). Finalmente, el
conjunto 6 está formado por dos casas.
8. Planta de la zona central del yacimiento donde se indican los Conjuntos 1, 2 y 3 intervenidos entre 1991 y 1992.
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9. El Conjunto 2, una vez retirado el
falso recrecido y preparado para la intervención de consolidación. 1991.
La primera tarea, antes de iniciar los trabajos de consolidación, fue retirar los modernos alzados levantados en seco entre 1983 y 1985 para poder documentar las estructuras originales [fig. 9]. La ausencia de
referencias, tanto en el terreno como a nivel documental, sobre las medidas y alcances de los recrecidos, la
técnica empleada en la consolidación o la apertura de vanos, llevó a considerar como criterio fiable para establecer el origen ibérico de un paramento la traba con tierra de los mampuestos. En caso de duda se consultó
el plano realizado en 1931 por Mariano Jornet, que resultó excepcionalmente correcto (ver capítulo 1).
10. Dibujo de la sección de la intervención de los muros. Según J. Esteban, R. Sicluna y J. M. Espinosa.
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11. B. Capa de cemento, cal y arena, previa a la última hilada.
En estas fases también se retiraron las
enormes terreras de las excavaciones, que
en ocasiones se habían depositado sobre
los muros, enmascarando la lectura espacial y arquitectónica. La tierra retirada en
estas fases se empleó para acondicionar el
recorrido y como relleno parcial de los
suelos. Durante la retirada de tierras de la
criba situada al norte de las casas 3-4 se
recogió una plancha de plomo enrollada
(Bastida vi), que pasó desapercibida en
las excavaciones de esa zona en 1930, y
que al desplegarse en el Museo de Prehistoria resultó estar escrita (Fletcher y Bonet
1994; ver capítulo 9). Como vemos, el yacimiento ofrece sorpresas años después de
ser excavado.
Dado que las únicas estructuras
conservadas en los conjuntos de
viviendas eran los muros y algunos enlosados de las viviendas, la consolidación
11. A. Operarios recreciendo los muros del Conjunto 2.
se limitó al recrecimiento de los zócalos,
con una o varias hiladas de piedra, y la
restitución de los pavimentos para evitar
su erosión y desfalcado. Para la consolidación y restitución de los muros se empleó tanto la piedra de los
alzados en piedra seca antes descritos como la de los derrumbes hallada en las terreras, así como piedra
de la misma loma de la Bastida para respetar el tipo de mampuestos empleados originalmente (Díes et
alii 1997, 274).
La secuencia de trabajo es la siguiente [fig. 10]: sobre los restos conservados se coloca una cinta plástica de señalización y la primera hilada de piedra en seco aunque, cuando no es posible, se añade una
capa de arena previa. Sobre esta capa se eleva un doble paramento de piedra cuyo interior estaba reforzado mediante un mortero de cal y arena muy pobre (1:4) que no es apreciable desde el exterior. Una hilada antes de alcanzar la altura definitiva se coloca una capa de cemento blanco, cal y arena (1:2:8) [fig.
11]. A ésta se le daba una inclinación en talud para favorecer el drenaje. Sobre esta nivelación se coloca
la última hilada de piedra trabada con tierra del yacimiento, cribada y compactada con agua, sin mezcla
química alguna.
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12. B. Operario apisonando la zahorra
Los suelos son siempre de tierra apisonada salvo en los casos en que se trata de
suelos enlosados. Durante las campañas de
1928-31 los suelos de tierra también eran
excavados hasta alcanzar la roca, de modo
que se tuvo que rehacer la cota del suelo a
la base de los muros o en cotas superiores.
Ahora bien, en algunos departamentos no
se han recrecido los suelos con tierra,
como por ejemplo el 208, ya que la roca
debió ser visible al ser acondicionada como
pavimento de algunas zonas, en cambio en
otros departamentos sucede lo contrario,
pues se rellenaron los desniveles para
acondicionar una superficie de suelo llana.
En estos casos, la restitución de la cota original de los suelos se ha establecido a partir de los datos que ofrecen los diarios de
excavación y a partir de las evidencias de
los restos constructivos, siguiendo la siguiente secuencia de trabajo: un primer re12. A. Relleno de tierra y capa de zahorra del suelo del conjunto 2.
lleno con tierra proveniente de las terreras,
sin cribar, hasta alcanzar una cota de –25
cm por debajo del nivel a restituir. Después relleno con zahorra hasta una cota de –5 cm y finalmente una nivelación final con arena morterenca, regada y compactada manualmente con pisón [fig. 12].
Los departamentos o espacios enlosados fueron documentados con detalle en los diarios de excavación
aunque, en algunos casos, se levantaron para excavar niveles inferiores de relleno como el enlosado del
Depto. 137 que conserva parte de las losas en el corte de la calle central. De todas las estructuras consolidadas
hasta la fecha sólo el Depto. 191 y el 244 conservan los enlosados en muy buen estado. Aquí la intervención
se limitó a la reposición de algunas losas desaparecidas de pequeño tamaño y a nivelar las que habían basculado ligeramente por efecto del peso del derrumbe y la acción de las raíces. En el Depto. 244 se levantaron
una a una todas las losas saneándose la base de tierra, retirando las raíces y nivelándolas hasta devolverlas
a su cota original [fig. 13]. En ningún caso se empleó trabazón de mortero.
Sólo se ha incluido una ligera proporción de cemento blanco en el material utilizado para trabar los
escalones entre departamentos, puesto que tenían que soportar el paso de personas y la circulación por
las casas.
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12. C. Acabado de los suelos con arena morterenca.
12. D. Acabado de los suelos de la Casa 1 con
gravas de colores para diferenciar el patio de los
espacios techados (2009).
La muralla y las puertas
Las excavaciones en la muralla y en las puertas han servido no sólo para conocer cómo fueron los sistemas
de acceso y su organización en el marco más amplio del todo el sistema defensivo, sino también para ofrecer
una entrada y salida al yacimiento a través de las puertas originales, lo que le otorga un valor añadido al
recorrido al ser espacios que también fueron de entrada y salida del oppidum en el pasado. Ya desde los
primeros reconocimientos del cerro se intuía que una de las entradas al poblado se abría en el frente oeste
de la muralla, aunque muy enmascarada por los derrumbes de adobes y piedras (Ballester y Pericot 1929,
181). De hecho, el uso continuado de este acceso había provocado la destrucción parcial de los niveles arqueológicos y el derrumbe de la propia muralla [fig. 14].
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Las puertas se denominan según los
puntos geográficos a los que se orientan (ver
capítulo 4). Entre 1995 y 1998 se consolidó
parte del frente de muralla oeste y las dos
torres [figs. 15 y 16], mientras que en 1998
se excavaron y consolidaron la Puerta Oeste
y la Puerta Norte, evitando con ello el rápido
proceso de erosión y las agresiones antrópicas que afectaban su conservación [fig. 17].
Entre 2002 y 2003 se excavó la Puerta Sur,
siendo consolidada en 2006 junto al resto
del frente oeste hasta la torre ii. Entre 2005
y 2007 se ha excavado la Puerta Este, no
consolidada por el momento por quedar
fuera del circuito actual de las visitas. Hoy
en día contamos, pues, con un frente de muralla consolidada de más de 140 m lineales
desde la Puerta Norte hasta la Puerta Sur.
Los criterios de consolidación en esta
fase siguen respetando la reversibilidad y
la importancia de la selección de mampuestos y de las mezclas y porcentajes de
arena, cal y tierra para la traba (Díes et alii
1997, 275-76). La secuencia de trabajo ha
sido la misma que en las casas, si bien los
13. Enlosado del Depto. 244.
materiales se han empleado a una escala
mayor, y añadiendo un refuerzo en la traba
de los bancos laterales y en las esquinas de
las estructuras al tratarse de zonas de paso muy transitadas. Se optó por una intervención mimética, respetando siempre el modo en que los paramentos ibéricos habían sido construidos pero señalando la obra
nueva con ladrillos partidos situados a distancias regulares.
Tras la limpieza y retirada de bloques caídos se restituyó el zócalo de la muralla hasta la altura máxima
conservada en el interior, a fin de impedir la erosión del borde del coronamiento y en el caso de las torres
hasta la altura de la última hilada original conservada. La consolidación sólo se pudo hacer en el paramento
exterior y coronamiento, puesto que la muralla no ha sido excavada por el interior del poblado, a excepción
de los espacios que ocupan dos pequeños sondeos realizados en 1993, donde sí se consolidó en toda su anchura. Mientras que el coronamiento y acabado de la muralla se realizó mediante un relleno de piedra suelta,
en las torres se colocó una capa de grava sobre el relleno, solución que, a largo plazo, ha dado mejores resultados para frenar el crecimiento de la vegetación entre los muros [fig. 18]. Finalmente, toda la estructura,
tanto la parte original como la nueva, fue objeto de un rejuntado entre los bloques mediante una mezcla de
tono similar a la traba original [fig. 19].
Las puertas Norte y Sur estaban tapiadas en el momento de la destrucción y abandono del poblado. No
obstante, se decidió retirar los tapiados para facilitar la circulación de las visitas. En la Puerta Sur, se han
conservado una serie de estructuras situadas en la parte anterior del dispositivo de entrada que corresponden
a una segunda fase, al momento en que este espacio estaba ya tapiado y no funcionaba como un acceso (ver
capítulo 4).
Visitar la Bastida: paneles, itinerarios y folletos explicativos
La necesidad de combinar la protección de los restos con su presentación al público ha exigido intervenir
con un objetivo didáctico. Así, se ha tratado de dar información sobre los límites de las casas y su distribución
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14. Lienzo oeste de muralla y torre antes
de la restauración. 1994.
15. Puerta oeste antes de excavar y restaurar. 1995.
interna, diferenciar los pavimentos de las habitaciones del suelo de la calle, hacer comprensibles las técnicas
de construcción de las casas ibéricas y, finalmente, facilitar la visión del urbanismo del poblado. Este tipo
de intervenciones no están, sin embargo, exentos de problemas, como expondremos más adelante.
Uno de los objetivos es que las intervenciones arqueológicas debían estar encaminadas a la investigación,
pero también a la creación de un espacio patrimonial de disfrute público. La solución utilizada desde el año
1992 es el de la visita gratuita a través de un recorrido con información comprensible y adaptada, bien con
folletos o bien con la ayuda de paneles explicativos. La rotulación se proyectó para que el visitante pudiera
realizar el recorrido autoguiado cuando no se ofrecía la posibilidad de realizar visitas guiadas: una serie de
rótulos pequeños direccionales para indicar el circuito (15 x 15 cm) se combinaron con otras planchas de
acero más grandes (100 x 50 cm), de 3 mm de espesor, con tratamientos anticorrosivos y serigrafiados a tres
tintas, inclinadas y con pies sujetos a suelo mediante dados de hormigón. Estos paneles explican, desde 1999,
ocho puntos de interés repartidos a lo largo de un recorrido lineal, que empieza en el aparcamiento y acaba
en la Casa ibérica reconstruida. Así se explica la historia de las investigaciones, el sistema defensivo y la Puerta
Oeste, el urbanismo, los Conjuntos 3 y 4, el entorno, la Puerta Norte y, finalmente, la Casa ibérica. En el año
2009 se ha añadido un panel para la Puerta Sur y se han incorporado reconstrucciones virtuales del volumen
arquitectónico de los restos con ambientaciones realizadas con programas informáticos y explicaciones en
valenciano y castellano [fig. 20].
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Hasta la excavación de las puertas
Oeste y Norte en 1998 las visitas entraban y salían por una rampa artificial
junto a la puerta norte. A partir de ese
año se excavaron y consolidaron ambas
estructuras, integrándose inmediatamente en la visita. Se diseñó entonces
el recorrido circular vigente hoy en día:
se entra por la Puerta Oeste, se recorre
la calle central, con la visita a los conjuntos de viviendas consolidados y se
sale por la Puerta Norte. En este circuito, la visita a la Casa ibérica puede
hacerse antes o después de ver el yacimiento, aunque cada una de las opciones implica una percepción diferente de
16. A. Frente oeste de la muralla y torre II restauradas (1998).
este recurso didáctico: o bien se visita
en primer lugar para entender los restos de estructuras que se van a ver en el
recorrido del yacimiento, o bien, al final del mismo, como una propuesta para entender cómo fueron las
casas de las que sólo se han conservado los zócalos de piedra.
Los folletos que actualmente se reparten están editados en valenciano, castellano, inglés y francés, y son
un complemento para las visitas autoguiadas. Resaltan los puntos principales del yacimiento, desde la historia
de las excavaciones, hasta la gestión de los recursos económicos, el urbanismo, la defensa o la vida cotidiana.
En 2006, con ocasión de la celebración del 75 aniversario del hallazgo de la figura del jinete, se editó un folleto
que explicaba las circunstancias de su descubrimiento, descripción, contextualización e interpretación.
Una de las últimas iniciativas en el marco de las actividades didácticas del yacimiento es el desarrollo,
desde 2002, de talleres dirigidos a escolares, y cuya concepción, idea y resultados son tratados de forma específica en el capítulo 13.
La gestión y la protección del yacimiento: vigilancia y guías
Otra serie de actuaciones se han encaminado a concretar la gestión e implementar las infraestructuras
que requiere todo espacio al aire libre musealizado. Por un lado, se acometieron obras de asfaltado del camino que sube hasta el poblado, realizado en el año 1996, lo que permitió la mejora considerable del acceso
para los turismos y, sobre todo, la posibilidad de que los autobuses pudieran subir hasta la misma cima.
Este hecho ha llevado consigo el incremento del número de visitantes, tanto en vehículos propios como en
excursiones organizadas.
Y por otro lado, la firma de un convenio entre la Diputación de valencia y el Ayuntamiento de Moixent
en 1999 supuso el impulso definitivo a la iniciativa emprendida en 1991, al posibilitar la contratación de un
vigilante y dos guías durante todo el año. Contar con personal vinculado al yacimiento es uno de los mayores
valores y logros del proyecto pues el nexo de unión y la cara más visible entre el público y el proyecto de
investigación. La gestión de las visitas, el aprendizaje de niños y mayores, la recepción de los grupos de escolares, la vigilancia de los restos, la recogida de residuos, la limpieza o el mantenimiento cotidiano de un
sitio visitado por unas 14.000 personas cada año sería, sencillamente, inviable sin estas personas.
Historias y patrimonio. rEfLExionEs sobrE La gEstión dEL Espacio Histórico
Todas estas intervenciones han estado dirigidas a valorar el resto arqueológico y a convertirlo en una
ruina modificada. Sin duda, esta iniciativa ha sido positiva en la medida en que han contribuido al desarrollo
local del municipio de Moixent a través de la puesta en marcha de recorridos visitables de forma autónoma
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16. B. Vista aérea del frente oeste restaurado y la Puerta Sur excavada, todavía sin restaurar (2003).
17. A. Vista aérea de Puerta Norte restaurada (1998).
y guiados, el desarrollo de talleres didácticos y la continuación de las labores de investigación. Tras la experiencia que dan 10 años con el yacimiento abierto
al público, encaminamos nuestras acciones futuras
desde la base de tres reflexiones.
La primera se basa en la mejora de la comprensión
de los restos considerando los criterios de intervención expuestos. Como hemos señalado, la actuación
ha consistido en la consolidación de aquello conservado in situ en las excavaciones, esto es, el zócalo de
piedras y la restitución de suelos a su nivel original.
En ningún caso se han hecho reconstrucciones in situ.
Con todo, el resultado final sigue siendo una visión
parcial, incluso irreal, tanto de la muralla, las puertas
y las manzanas de casas. No sólo resultan difíciles de
comprender los volúmenes construidos sino que también se ofrece una falsa impresión de predominio de
la piedra cuando el elemento fundamental empleado
fue la tierra y la madera, con el que se hacían todas
las paredes, techos, elementos decorativos, estructuras domésticas, bancos o mobiliarios. La réplica de
una vivienda en el Área Didáctica y de investigación
Arquitectónica, fuera de los restos visitables, se acometió en 1998 con el fin de paliar estos problemas interpretativos y ofrecer una visión más completa y
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17. B. La Puerta Sur, desde el exterior, una vez consolidada (2005).
18. Coronamiento y acabado de la Puerta Oeste
con relleno de piedra y grava (1998).
aproximada a los materiales y a los elementos arquitectónicos de la viviendas
ibéricas (capítulo 12). Asimismo, se han
incluido restituciones volumétricas y ambientaciones a partir de dibujos que quedan expuestos a lo largo del ititnerario de
la visita.
19. Operarios rejuntando el aparejo de la Torre II (1998).
La segunda reflexión parte de la paradoja que ofrece actualmente la visita a la
Bastida: la instantaneidad apresada en una
imagen frente a la dinámica de la vida pasada. Donde antes hubo vida ahora vemos restos silenciosos, potenciando una imagen congelada –como una vitrina– frente al dinamismo que hubo. Esta idea del momento apresado alimenta la sensación que hemos podido tener todos de viajar en el tiempo al visitar un monumento
arqueológico, y más si cabe si éste se emplaza en un entorno rural y natural en el que fácilmente podemos abstraernos del mundo contemporáneo, urbano y tecnológico. Sin duda percibimos que el tiempo está parado
allí, pero esto es peligroso y confuso, porque si aplicamos la idea del instante a un monumento arqueológico
corre el peligro de convertirse en una imagen para su contemplación o consumo, sin profundidad temporal.
Perdemos de vista lo vivo que estuvo y, lo que es más importante, lo vivo que está.
La consolidación parcial de los restos y su preservación bajo el criterio de mínima intervención prima el
resto material como ruina intervenida. El resto material queda, entonces, convertido en la esencia de la autenticidad del patrimonio, descartando otras posibilidades de valoración. Sin embargo, la museología actual
ha desarrollado presentaciones de monumentos al aire libre que apuestan decididamente por las restituciones volumétricas in situ como el poblado de la Edad del Hierro de Eketorp, en Suecia, o el poblado ibérico
de Calafell, en Tarragona (Santacana y Hernández 2006, 140). Estas intervenciones se alejan en parte de la
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idea de la ruina (el resto fosilizado) y se dinamiza la visita a estos sitios con recreaciones históricas o teatralizaciones con personajes de la época que ambientan y dan vida al yacimiento. De la forma de actuar o interactuar con el público a la hora de dar vida al poblado dependerá el éxito de la visita.
Una tercera reflexión está en relación con el papel de las visitas. Normalmente, el público recibe la información ya sea en forma de texto, en paneles o en folletos, o de forma oral a través de las explicaciones de los
guías. Pretendemos, en el futuro, desarrollar actividades a lo largo del recorrido que inciten a los visitantes
a interactuar con los restos, partiendo de preguntas y buscando respuestas, jugando con réplicas o realizando
actividades en los restos conservados y con los restos reconstruidos, siguiendo un modelo que prima la
acción antes que la recepción de información como base para el aprendizaje. Estas actuaciones se basan en
la promoción de nuevas vías de difusión y comunicación, como las actividades organizadas con motivo de
las Jornadas de visita (ver capítulo 13).
Esta es la idea que creemos más duradera y sobre la que entendemos el futuro del monumento arqueológico: la de que son restos materiales que permiten construir puentes con el pasado a través de su uso,
transmitiendo mensajes, contruyendo memoria, o identidades. En otras palabras, preferimos potenciar
la solidez de una memoria construida no desde el objeto o del momumento sino con el objeto o con el monumento. De hecho, la objetivación de la memoria –esto es, la memoria convertida en objetos– no debe
pasar por ser algo que tenemos sino cosas que hacemos (Werstch 2002, 60; Smith 2006, 65). Esta idea
de hacer-con-el-patrimonio es más resistente que la piedra –e incluso que los objetos– y por eso quizás
deberíamos seguir el ejemplo de Píndaro que ofreció una poesía a un vencedor de carreras de carros en
Delfos como alabanza a su memoria, en lugar de un monumento tangible.
Debemos poner al frente de estas actuaciones el uso que se hace de los objetos en forma de recuerdos y
conmemoraciones, las historias que se cuentan, el conocimiento que se transmite, las percepciones que se
tienen y las experiencias que posibilitan. Todo ello, en conjunto, convierte al patrimonio en un proceso cultural de comunicación activo, dinámico y susceptible de revisión.
20. Panel explicativo del urbanismo, junto al Conjunto 6, en el que se han incluido ambientaciones de la calle generadas por ordenador (2010).
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