Los últimos caza-recolectores en Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia). Estudio arqueozoológico del material procedente de las campañas 1941 y 1942
Manuel Pérez Ripoll
Oreto García Puchol
2017
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LOS ÚLTIMOS CAZA-RECOLECTORES EN CUEVA
DE LA COCINA (DOS AGUAS, VALENCIA). ESTUDIO
ARQUEOZOOLÓGICO DEL MATERIAL PROCEDENTE DE
LAS CAMPAÑAS 1941 Y 1942
Manuel Pérez Ripoll y Oreto García Puchol
ABSTRACT
We present in this paper new data related to the archaeological analysis
of faunal remains recovered at Cocina Cave (Dos Aguas, Valencia, Eastern
Spain) corresponding with 1941 and 1942 Pericot´s fieldwork. The results
allow us to consider that the most important set can be attributed to last
Mesolithic (Geometric Mesolithic) dated from the beginning of IX to the
first half of the VIII millennium cal BP. Despite the selection carried out by
archaeologist (mainly articular and dental pieces), the analysis provides new
insights to hunter strategies, patterns of faunal processing, and some evidences for strategies of land-use into the mobility patterns that characterise last
hunter-gatherer-fishers economies in eastern Iberia.
INTRODUCCIÓN
Han transcurrido 75 años desde que se llevara a cabo la primera campaña de
excavación en la Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia) bajo la dirección
de Luís Pericot (1941). En total se efectuaron cuatro campañas durante los
años 1941, 1942, 1943 y 1945, de lo que se publicó una síntesis de los resultados
que hacía referencia a la secuencia establecida a partir de la última de las
intervenciones realizadas (Pericot, 1945). Desde este momento el yacimiento se convirtió en una referencia obligada en la bibliografía internacional,
aspecto acrecentado a partir del trabajo de Javier Fortea (1973) en su análisis
sobre los complejos microlaminares y geométricos del Mediterráneo peninInteraccions entre felins i humans. III Jornades d’arqueozoologia.
Museu de Prehistòria de València (2017): 399-424.
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MANUEL PÉREZ RIPOLL Y ORETO GARCÍA PUCHOL
sular. En la misma, Cocina sirvió de base para establecer la secuencia del
Epipaleolítico geométrico de base tardenoide. La secuencia estudiada ponía
de manifiesto la existencia de un potente depósito arqueológico que incluía
niveles del denominado aquí en adelante Mesolítico final, y posteriores neolíticos y de la Edad del Bronce (Fortea, 1971, 1973). El año siguiente, el propio
Fortea emprendió una serie de campañas arqueológicas en la cavidad (1974 a
1981) que supusieron la excavación de un amplio sondeo en la zona central,
del que se han publicado algunos resultados preliminares (Fumanal, 1986;
Fortea et al., 1987).
A pesar de la excepcionalidad de la cultura material y de los restos
biológicos custodiados en el SIP del Museu de Prehistòria de València,
buena parte de la información publicada refiere únicamente la evolución
de la secuencia lítica y alguno de los aspectos más llamativos de la cultura
material, entre los que cabe mencionar la relación del conjunto de arte
mueble denominado arte lineal-geométrico (Pascual Benito, 2006).
Actualmente y en el marco de los proyectos de investigación HAR2012-33111
«MESO COCINA» y HAR2015-68962-P «EVOLPAST» del Ministerio de
Economía y Competitividad (Gobierno de España) se ha procedido a realizar
un estudio multidisciplinar del conjunto en el marco del análisis de las
dinámicas socio-ecológicas de los últimos caza-recolectores y el análisis del
proceso de neolitización en el Mediterráneo peninsular. Uno de los aspectos
desarrollado ha consistido en dotar al yacimiento de un marco radiométrico
preciso a través de la elaboración de un riguroso protocolo de obtención de
muestras de vida corta (Juan-Cabanilles y García Puchol, 2013; García Puchol
et al., 2017). Al mismo tiempo, el trabajo de campo que se lleva a cabo desde
2015 (García Puchol et al., 2015, 2016) tiene como finalidad la realización de un
muestreo estratigráfico sistemático con el fin de obtener datos contrastados
para la lectura paleoambiental y cultural de la secuencia de ocupaciones en
el lugar. La relectura y análisis sistemático de las excavaciones de Pericot y
Fortea constituyen otro de los puntos clave del estudio. Un amplio número
de investigadores especialistas en diferentes disciplinas integran el equipo
de trabajo que incluye análisis referidos a la cultura material, la estratigrafía,
e información de carácter paleoambiental y paleoeconómico. En este marco
general se estudia el material óseo procedente de las campañas de excavación
de 1941 y 1942.
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Los últimos caza-recolectores en Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia)
LA CUEVA DE LA COCINA Y SU ENTORNO BIÓTICO
La Cueva de la Cocina (término municipal de Dos Aguas, Valencia) se sitúa
en un pronunciado meandro del barranco de la Ventana que, desde el valle de
la Canal, vierte sus aguas a través de un salto pronunciado en el denominado
barranco Falón, a su vez tributario del Xùquer. El paisaje que domina el entorno de la cueva es marcadamente abrupto, jalonado al norte y al este por los
contrafuertes ibéricos de la sierra del Caballón y la sierra del Ave, y al sur por
el abrupto encajonamiento del río Xúquer que discurre al norte del macizo del
Caroig. Hacia el oeste, el paisaje escarpado ofrece un amplio dominio visual de
la llanura litoral valenciana, estructurada a partir de las principales corrientes
fluviales (el río Turia al norte, el Magre al norte y al este, y el Xùquer hacia el
sur), y de la presencia de humedales costeros como la Albufera (figura 1).
Se trata de una amplia cavidad situada a 408 m s. n. m., con una entrada
de 20 m, y un interior (eje máximo de 30 m) que presenta una superficie ascendente hacia la zona central y que desciende de forma pronunciada en el
fondo (figura 1). La cueva se encuentra rodeada de un paisaje escarpado, en
la actualidad provisto de vegetación de matorral bajo. La presencia de cabra
salvaje es habitual dado que se trata de un entorno particularmente propicio
para el hábitat de esta especie. La distancia en línea recta a la actual línea
de costa es de 38 km, aspecto que conviene mencionar dada la presencia de
restos de ambiente marino y palustre entre las evidencias económicas de las
ocupaciones del Mesolítico (Pascual Benito y García Puchol, 2015).
La propuesta de secuencia llevada a cabo por Fortea se basó en los datos
de la excavación de Pericot efectuada el año 1945 (Sector EI). En su síntesis
(Fortea, 1973), describió una sucesión de fases que ocupaban el desarrollo de
lo que él denominó Epipaleolítico geométrico de raíz tardenoide, paralelo
al Epipaleolítico microlaminar ejemplificado en el yacimiento de Malladetes
(Martí et al., 2009). El Epipaleolítico geométrico quedaba estructurado en
su fase final a partir del depósito de La Cocina y abarcaba el desarrollo de los
últimos caza-recolectores (fases A y B) y la posterior neolitización de este
sustrato (C y D). Trabajos posteriores han contribuido a matizar la deriva
final de la secuencia del yacimiento (García Puchol, 2005; Juan Cabanilles y
Martí, 2007-2008; Martí et al., 2009; Juan Cabanilles y García Puchol, 2013),
concretamente la hipótesis de la lectura de una secuencia de aculturación en
el lugar, interpretación que no resulta concluyente en base a la información
arqueológica disponible.
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MANUEL PÉREZ RIPOLL Y ORETO GARCÍA PUCHOL
FIGURA 1. Localización de Cueva de la Cocina en las comarcas centrales valencianas
(Mapa base elaborado por Salvador Pardo-Gordó). Planta de la cavidad con indicación de los diferentes sectores correspondientes a las excavaciones de Pericot (19411945) y Fortea (1974-1981). Dataciones radiocarbónicas calibradas correspondientes
a los sectores 1941 y 1945 publicadas hasta la fecha. Se incluye una datación correspondiente a las campañas actuales en el sitio (UE 1036) correspondiente a un nivel
del Neolítico antiguo. Las dataciones han sido calibradas con el programa Oxcal 4.2
(Bronk Ramsey) y la curva Intcal13 (Reimer et al., 2013).
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Los últimos caza-recolectores en Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia)
El año 2013, en el marco del Proyecto ANR «Méso-Néo: Les derniers chasseurs-collecteurs en Europe occidentale» dirigido por Pierre Allard, publicamos la primera serie de dataciones relativas a la secuencia mesolítica del
sector EI (1945) excavado por Pericot (Juan Cabanilles y García Puchol, 2013).
Desde entonces se ha desarrollado un amplio programa de dataciones radiocarbónicas que incluye los diferentes sondeos de Pericot, la cata efectuada
por Javier Fortea, y los sondeos practicados en los trabajos en curso. Hasta la
fecha, se ha publicado un conjunto de 12 dataciones sobre elementos singulares de vida corta, principalmente sobre restos de fauna con evidencias de
manipulación antrópica, además de una datación sobre carbón de vida corta
(García Puchol et al., 2017). El marco cronológico generado advierte del inicio
de las ocupaciones mesolíticas en el lugar a partir de los siglos iniciales del IX
milenio cal BP, que con variable intensidad alcanzarían el primer cuarto del
VIII milenio cal BP. Una datación en torno al último cuarto del VIII milenio
cal BP corrobora el inicio de la secuencia cerámica (figura 1). Materiales de
cronología posterior, del VII y posteriores, del Neolítico final/Edad del Bronce, permiten reconstruir la secuencia prehistórica final en el lugar.
Los temas claves que guían la interpretación del registro faunístico del
yacimiento en esta primera fase del análisis confluyen en la descripción de las
pautas de subsistencia y las estrategias de explotación económica del territorio desde una perspectiva diacrónica. Cabría añadir un aspecto particular
relativo a la lectura de la articulación entre las ocupaciones del Mesolítico
final y del primer Neolítico, planteada en su momento por Fortea en términos
de continuidad. En este trabajo nos centraremos principalmente en el avance
del análisis taxonómico y de la información sobre las pautas de explotación
y consumo de las diferentes especies documentadas. El conjunto faunístico
de Cocina es numeroso, y presenta particularidades según las distintas intervenciones practicadas, tanto de representatividad de la muestra, como por
lo que se refiere a la intensidad de restos y secuencia representada según su
ubicación en los diferentes sectores. Presentamos ahora los resultados preliminares del estudio de la fauna de los dos primeros sectores excavados por
Pericot (año 1941 y 1942) cuyas características detallamos a continuación.
LAS INTERVENCIONES DE 1941 Y 1942
La primera excavación realizada en el yacimiento corresponde a la intervención de 1941, después de una cata exploratoria efectuada en el año 1940. En
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MANUEL PÉREZ RIPOLL Y ORETO GARCÍA PUCHOL
esta campaña (1941) Pericot planteó un cuadro de 3 x 3 m en las inmediaciones de la entrada de la cavidad, cerca de la pared sur (Sector Cata) (figura 1),
que posteriormente fue ampliada hacia el exterior en una superficie de 3 x 0,5
m (sector Ampliación). De este modo fue excavada una extensión de 10,5 m2
en un total de 13 capas de profundidad variable, entre 15 y 20 cm, que alcanzó
una profundidad máxima de 2,5 m desde la superficie. Conviene advertir que
las capas efectuadas en la ampliación no se corresponden con las establecidas
en el sector grande dado que se decidió excavar capas dobles (es decir, cada
una de ellas correspondía a dos de las anteriores), por lo que serán presentadas por separado. En general, y tal como hemos podido observar en los trabajos de campo recientes, la estratigrafía muestra un marcado buzamiento en
dirección O-E, y de mayor horizontalidad en dirección N-S, que se estrecha
hacia los límites de la gran cubeta natural situada en el área de la entrada y
hacia la pared sur. Los resultados preliminares del estudio de los materiales
de la cata de 1941 indican que el grueso de la secuencia corresponde al Mesolítico final, estando representada la fase de trapecios (fase A de la secuencia
regional) y la fase de triángulos tipo Cocina (fase B). Las cerámicas están
presentes únicamente en la primera capa y en un número mínimo (cuatro
restos) que hace sospechar de su carácter intrusivo.
El año siguiente (1942) se planteó la excavación del área situada entre esta
primera cata, la pared de la cueva, y el espacio contiguo al muro antiguo de
cierre de la cavidad. En total 13,09 m2 subdivididos a partir de la segunda capa
en cuatro subsectores de extensión variable (A, B, C y D) (ver detalle en figura
1). El subsector SE (Rincón Sureste) y el subsector Sur (Rincón Sur) sólo se
distinguen en la primera capa. La profundidad máxima alcanzada es de 3,45
m rebajada en 12 capas cuya profundidad oscila entre 25 y 30 cm. Los excavadores observan que en la primera capa se distinguen concentraciones particulares de materiales diferenciadas estratigráficamente y llegan a dibujar un
croquis que advierte de la presencia de dos niveles, uno con cerámica y otro
sin cerámica. No obstante los materiales se guardan conjuntamente de forma
que, a falta del estudio pormenorizado, debemos advertir de la clasificación
de materiales de procedencia diversa.
A modo de resumen podemos concluir que el grueso del conjunto faunístico cuyo análisis ofrecemos a continuación corresponde mayoritariamente al
depósito mesolítico de Cocina. Los aspectos discordantes que discutiremos
tienen que ver con la sistemática propia de una excavación antigua.
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Los últimos caza-recolectores en Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia)
LA FAUNA DE LAS CAMPAÑAS 1941 Y 1942
Aparentemente el material óseo es muy abundante, 3203 restos, pero si tenemos en cuenta la superficie excavada, 10,5 m2 en el año 1941 y 13,09 m2 en el
año 1942, con 12 capas, de unos 30 cm/capa, la densidad de materiales es baja
(figura 2). Las capas superiores contienen las cifras más altas de restos por
metro cúbico y los valores disminuyen en las capas más profundas. Al mismo
tiempo, la variedad taxonómica es mayor en las capas superiores (cuadro 1).
El conjunto tiene un sesgo en la selección de los restos óseos. Los maxilares, mandíbulas y dientes aislados fueron recogidos en su totalidad, así como
las partes articulares de los huesos largos, las vértebras, costillas y los huesos
cortos (falanges, carpos, tarsos). Los fragmentos de diáfisis de los huesos largos son escasos, y es aquí donde más afectó la recogida del material óseo. La
casi totalidad de los restos ha sido determinada taxonómicamente debido al
sesgo en la recogida de materiales mencionado anteriormente.
Del total de restos determinados (3203), el 76,7% corresponde a la cabra
montés, seguida por el ciervo (12,2%) y el conejo (7,8%). Los demás ungulados tienen unos porcentajes muy bajos. Cabe destacar la presencia del caballo y del uro en un entorno escarpado que no es el adecuado para estos dos
grandes mamíferos. Lo mismo podemos decir del jabalí y del corzo (cuadro
1). El conejo está infrarrepresentado, no obstante su porcentaje no se aleja
mucho del obtenido en las excavaciones de los años 70, realizadas por Javier
Fortea, que llega a un 12% (Fortea et al., 1987).
A pesar de la presencia de algunos fragmentos cerámicos en la capa 1ª, no hay
fauna doméstica; sólo cabe la duda sobre nueve restos correspondientes a la capa
1ª del Rincón SE (1942), de los que siete son diáfisis y dos son partes articulares,
pero que en ningún caso ha sido posible conocer con seguridad su estado doméstico o salvaje, por lo que en la tabla taxonómica aparecen como Ovis/Capra.
El abanico de carnívoros pequeños es muy amplio (gato, lince, zorro, tejón y un canino superior que podría ser de lobo, pero no descartamos la posibilidad de pertenecer a cuón), pero sus restos son escasos. El único hueso
de carnívoro con marcas antrópicas es una ulna de lince que contiene una
fractura de extracción de médula (figura 3: A).
Tan sólo hay tres restos de ave, uno de ellos pertenece posiblemente a un
águila real, se trata de una diáfisis de ulna, cuyos extremos fueron fracturados
intencionadamente. El otro, corresponde a una perdiz. El tercero no ha podido ser determinado taxonómicamente.
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MANUEL PÉREZ RIPOLL Y ORETO GARCÍA PUCHOL
FIGURA 2. Gráfico comparativo de las densidades de fauna (centro e inferior) por
capas correspondientes a los sectores excavados en 1941 y 1942. El sector de 1941 no
incluye la ampliación efectuada en el mismo, dada la falta de correspondencia de capas indicada por los autores. En el superior podemos ver la densidad de restos líticos
de este mismo sector.
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Los últimos caza-recolectores en Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia)
1941
NR
Equus
Bos
primigenius
Cervus
elaphus
Capra
pyrenaica
Sus
scropha
ferus
Vulpes
vulpes
Oryct.
cuniculus
TOTALES
CATA
c
1
c
2
c
3
c
4
c
5
c
6
c
7
c
8
c
9
c
10
c
11
c
12
c
13
7
44
5
15
2
9
19
1
8
27
1
8
34
3
24
4
15
4
18
2
12
1
8
1
9
1
2
46
2
1
75
19
13
13
4
7
2
3
3
4
3
2
3
59
293
6
1
147
31
127
70
36
42
40
49
29
22
25
14
13
13
511
1941
NR
Cervus
elaphus
Capra
pyrenaica
Sus
scropha
ferus
Oryct.
cuniculus
Ave
TOTALES
AMPLIACIÓN
c1
c2
c3
c4
c5
c6
c7
c8
c9
c10
c11
c12
c13
TOTAL
14
1942
NR
Equus
Bos
primigenius
Cervus
elaphus
Capreolus
cap.
Capra
pyrenaica
Ovis/Capra
?
Sus
scropha
ferus
Canidae
Lynx
pardinus
Felis
silvestris
Meles
meles
Oryct.
cuniculus
Aquila
chrysaetos
Alectoris
rufa
Lacerta
sp.
TOTALES
R.
SE Rincón
Sur Z.A
c
1
c
1 TOTAL c2
10
1
11
5
5
127
28
155
1
3
3
476
164 640
9
9
9
19
2
21
3
1942
NR
Equus
Cervus
elaphus
Capreolus
cap.
Capra
pyrenaica
Sus
scropha
ferus
Vulpes
vulpes
Lynx
pardinus
Oryct.
cuniculus
TOTALES
3
5
22
1
3
14
5
35
1
7
5
15
3
6
18
47
29
1
4
9
1
7
17
2
10
5
25
3
26
3
1
2
4
3
1
3
3
25
18
13
32
33
29
14
12
13
Z-‐B
c2
c3
c4
c5
1
c6
c7
c8
c9
6
12
12
3
2
97
22
29
30
17
1
2
1
1
5
29
4
11
1
3
1
113
3
1
3
23
2
11
1
8
14
10
3
19
19
1
647
1
221
1
868
Z.
C
c2
c3
1
1
13
1
4
6
2
6
5
4
2
2
3
49
127
110
39
48
c5
c6
c7
c8
c9
TOTAL
8
c4
2
5
6
11
12
5
1
53
41
24
1
31
1
39
8
11
1
8
106
6
67
4
52
1
44
1
43
1
14
1
1
33
365
9
1
1
1
14
1
82
1
44
214
3
35
1
297
Z.B-‐C
c11 TOTAL
1
2
1
45
1
3
TOTAL
11
63
2
15
1
13
2
44
1
231
2
1
1
34
316
37
Z.
D
c2
4
1
83
21
16
9
469
c3
3
24
c4
5
7
1
57
6
1
c5
c6
6
5
28
18
6
40
2
25
78
1
1
6
95
24
130
9
86
TOTAL
8
46
2
264
7
2
47
376
CUADRO 1. Relación taxonómica por años, sectores y capas, según el Número de
Restos (NR).
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MANUEL PÉREZ RIPOLL Y ORETO GARCÍA PUCHOL
FIGURA 3. A. Ulna de Lince. B. Tibia distal de uro articulada con su astrágalo. En el
proceso articular se observan cortes líticos relacionados con la desarticulación. La tibia
contiene una fractura directa para la extracción de la médula.
La cabra montés está presente en todas las capas de los distintos sectores (cuadro 1). Este ungulado está perfectamente adaptado a zonas altas, con
abundancia de roquedo y fuertes pendientes (Granados et al., 2004). El entorno de Cocina cumple con estas características, lo que sería idóneo para el
desarrollo de grupos numerosos de cabras.
El ciervo se encuentra en casi todas las capas, pero siempre en unas proporciones bajas. Tanto el ciervo, como el corzo, jabalí, caballo y uro son taxones cuyo hábitat preferido es el llano (Caballero, 1985; Rosell et al., 2001;
Van Vuure, 2002; Bennet y Hoffman, 1999) y su presencia en Cocina sólo se
explica por desplazamientos altitudinales estacionales, coincidiendo con el
verano, buscando el pasto fresco.
LA TAFONOMÍA
El estudio de las diversas marcas es de gran importancia para conocer el actor
encargado de acarrear huesos a un lugar. En este sentido, las marcas presentes en los materiales óseos de Cocina indican que la actividad humana es la
única responsable de la formación de la colección del material recuperado en
el yacimiento. El procesamiento de las presas ha quedado registrado en los
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Los últimos caza-recolectores en Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia)
distintos elementos esqueléticos. Las evidencias antrópicas presentes en el
conjunto son las marcas líticas, las fracturas intencionadas para la extracción
de la médula y las señales de fuego. No hay huesos mordidos por carnívoros.
Tan sólo dos diáfisis de la capa 1ª del Rincón SE, atribuidas a Ovis/Capra, presentan mordeduras en sus extremidades; esta circunstancia y el encontrarse
en la capa 1ª nos inducen a pensar que el agente causal es un perro, lo que
reafirmaría el estatus doméstico de ambos restos.
Las marcas líticas
El porcentaje del número de restos con marcas líticas es muy variable dependiendo del sector y de la especie (cuadro 2). En la cabra y el ciervo se mueven
entre 1,4% a un 15,9% y en el conejo entre un 4,6% a un 10%. Las marcas líticas
mayoritariamente se encuentran en zonas articulares y, por ello, se relacionan con la desarticulación (figura 3: B). Debido a que los fragmentos de diáfisis de huesos largos no fueron recogidos, las marcas de descarnado no son
mayoritarias. Las marcas líticas sobre huesos de conejo se encuentran en la
diáfisis de tibia; sólo hay un caso sobre la parte distal del húmero y otro sobre
una diáfisis de húmero. Todas estas marcas tienen que ver en un 50% con los
procesos de desarticulación y de descarnado.
Las fracturas intencionadas
Las fracturas para la extracción de la médula son muy numerosas. Todas las
partes articulares contienen las señales de los impactos (fractura directa). El
porcentaje del número de restos con fracturas directas es variable, situándose
entre un 2,3% y un 36,7% sobre el total de restos determinados (cuadro 2).
Las modalidades del procesamiento en huesos largos siguen los patrones habituales descritos en otros yacimientos (Pérez-Ripoll, 1992).
Ciertos huesos muestran particularidades en su fracturación. Por ejemplo,
los cráneos de la cabra son fracturados transversalmente, por detrás del arranque de las clavijas córneas (figura 4: A). Las vértebras son procesadas siguiendo
un patrón repetitivo, partiéndolas en dos mitades para liberar la médula (figura
4: B). Esta tipología de fractura se encuentra en un 19,1% sobre el total de las
vértebras. Las costillas también se procesan, afectando a la zona articular y a la
zona distal. Los dientes humanos son el agente causal del procesamiento de este
elemento óseo y sus huellas se han localizado en un 8,1% del total de costillas.
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MANUEL PÉREZ RIPOLL Y ORETO GARCÍA PUCHOL
1941
CATA
Cervus
elaphus
Capra
pyrenaica
Sus
Oryctolagus
cuniculus
AMPLIACION
Cervus
elaphus
Capra
pyrenaica
Oryctolagus
cuniculus
1942
ZONA
B
Equus
Cervus
elaphus
Capra
pyrenaica
Sus
Meles
meles
Oryctolagus
cuniculus
ZONA
C
Equus
Cervus
elaphus
Capra
pyrenaica
Sus
Oryctolagus
cuniculus
ZONA
D
Cervus
elaphus
Capreolus
capreolus
Capra
pyrenaica
Oryctolagus
cuniculus
RINCON
SUR
Cervus
elaphus
Capreolus
capreolus
Capra
pyrenaica
Sus
Oryctolagus
cuniculus
RINCÓN
SE-‐1ª
Equus
Bos
Cervus
elaphus
Capra
pyrenaica
Ovis/Capra
NR
con
marcas
fr
q
mo
i
5
6
5
13
38
1
29
3
4
1
2
7
3
12
18
4
3
7
0
1
1
8
1
8
21
1
2
3
7
10
14
28
3
12
7
16
3
16
2
41
7
1
3
2
2
22
1
3
1
3
7
1
1
5
11
dg
2
42
2
1
1
3
16
1
1
7
25
2
1
1
2
1
1
17
2
CUADRO 2. Porcentaje del NR por sectores con marcas antrópicas. i = marcas líticas; fr. = fr. de extracción de médula; q = marcas de fuego; mo = mordeduras; dg. =
huesos digeridos.
410
[page-n-13]
Los últimos caza-recolectores en Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia)
Los huesos pequeños también son aprovechados. Las falanges I de ciervo
y cabra aparecen fracturadas en su mayoría, lo que afecta a un 66,6% de ellas.
Las modalidades de partición son muy variadas, un 16,6% presentan un fractura sagital; un 33,3%, una fractura lateral (figura 4: C); un 30,5% afecta a la
parte proximal y un 11,1% a la distal.
FIGURA 4. A. Cráneo de Capra pyrenaica. Mitad posterior. B. Vértebras de Capra
pyrenaica fracturadas en dos mitades. C. Falange I de Cervus elaphus partida por
percusión lateral.
411
[page-n-14]
MANUEL PÉREZ RIPOLL Y ORETO GARCÍA PUCHOL
Con respecto a los huesos de conejo, no hay ningún resto que nos haga
pensar en un agente distinto al humano. Tan sólo hay un fragmento digerido,
se trata de una porción de pelvis, pero por sus características perfectamente podría corresponder a un trozo tragado en el momento de la acción del
mordisqueo por parte humana. Por lo demás, los huesos largos muestran los
típicos cilindros resultantes de su procesamiento.
Señales de fuego
Como podemos apreciar en el cuadro 2 estas evidencias no son muy numerosas. Sus porcentajes varían entre un 1,2% al 11,5% en los restos de cabras y
ciervos. Estos porcentajes son aún más bajos en los huesos de conejo, que se
sitúan entre el 0% y el 4,2%. Estos datos van en la línea de considerar al yacimiento como un lugar de estancia temporal con ocupaciones poco intensas y
con un consumo inmediato de la carne.
EL ESTUDIO DE LA EDAD DE MUERTE DE LA CABRA MONTÉS.
MÉTODOS.
Los maxilares, mandíbulas y dientes aislados de la cabra montés son muy
abundantes. El estudio de las edades se ha realizado a partir de una muestra
de cinco maxilares, 23 mandíbulas y 319 dientes sueltos procedentes de la
capa 1ª del Rincón SE, que ha proporcionado un total de 45 individuos para la
mandíbula y 40 individuos para el maxilar, lo que nos ha posibilitado analizar
las pautas selectivas de la caza de la cabra. La metodología utilizada combina
distintos elementos a partir de la secuencia de erupción de los dientes deciduos y permanentes (Vigal y Machordom, 1985):
- El M1 inferior inicia su salida a los 3-4 meses; a los 6 meses está fuera
de la encía; a los 15 meses está completamente formado.
- A los 11-12 meses el M2 inferior inicia su salida. A los 15 meses está por encima de la encía. A los 21 meses está completamente formado. En el maxilar, inicia la salida a los 21 meses, y entre 33 a 37 meses está completamente formado.
- El M3 emerge a los 25 meses en la mandíbula. Entre los 27 y 30 meses
sigue su proceso de erupción, que termina entre los 39 y 54 meses. En el
maxilar, la erupción se produce entre los 33 y 37 meses y está completamente formado entre los 54 y 60 meses.
412
[page-n-15]
Los últimos caza-recolectores en Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia)
Los datos de erupción de los molares se combinan con los símbolos utilizados por S. Payne (1987). A partir de la edad adulta (seis años en adelante)
el estudio del desgaste se ha tomado de la publicación de Fandos et al. (1993),
cuya información se coteja con el estudio de las secuencias de desgaste de
series de mandíbulas y maxilares que provienen fundamentalmente del yacimiento de Parpalló (Pérez-Ripoll, 1988). En este trabajo se combina la erosión
de los molares con la altura de los mismos para averiguar la secuencia erosiva
y con ello la edad de los dientes correspondientes a las cabras adultas y viejas.
Combinando la lateralidad, la erosión oclusiva y la altura de los molares, hemos podido calcular el número mínimo de individuos por edades, separando
dientes superiores de los inferiores. Este método permite asignar edad a los
molares sueltos, con lo que se puede aprovechar al máximo la información
aportada por los dientes.
La secuencia de erupción y desgaste molar está dividida en cinco grandes fases (figura 5: A):
- La fase 0, corresponde al inicio de la dentición de leche. Llega hasta
los 6 primeros meses de vida.
- La fase I, a la erupción del M1, que comprende la segunda mitad del
primer año de vida.
- La fase II, comienza con la salida del M2, va desde los 13 hasta los 2530 meses (todo el segundo año y mitad del tercer año).
- La fase III, salida del M3, P4, P3 y P2, y caída de la dentición decidua;
va desde los 25-30 meses hasta los 60 meses, atendiendo a las mandíbulas
y maxilares (segunda mitad del tercer año hasta el quinto año).
- La fase IV, desde el sexto hasta el décimo año.
- La fase V, a partir del décimo año.
Los resultados globales se ofrecen en la figura 5 A; en ella se constata la
importancia de la fase III y en menor medida, la II y la IV.
Las fases se pueden subdividir en estadios para poder pormenorizar los
desgastes (cuadro 3). La metodología de estas subdivisiones se basa en la erosión de los dientes y la altura de los molares, según se especifica en el trabajo
de referencia (Pérez-Ripoll, 1988). La novedad radica en la conexión de cada
estadio, confeccionado a partir del material de procedencia prehistórica, con
la cronología de la erupción y desgaste de los distintos molares de proceden-
413
[page-n-16]
MANUEL PÉREZ RIPOLL Y ORETO GARCÍA PUCHOL
cia actual (Vigal y Machordom, 1985; Fandos et al., 1993). Según la figura 5 B
podemos apreciar la selección de las cabras cazadas por estadios y fases. A lo
largo de los estadios II y III se observa una constancia en el número de individuos abatidos (dos y tres individuos), alcanzando un máximo en el IIIM y,
posteriormente, en el IVP. Los individuos muy jóvenes y viejos son escasos.
Teniendo en cuenta que la fase II comprende la mitad del segundo año y
todo el tercero, el número de individuos es muy elevado (el tiempo transcurrido es sólo de un año y medio). Aún lo es más en la fase III, que comprende
A.- NR DE MANDÍBULAS Y DIENTES INFERIORES
POR FASES
18
16
14
12
10
8
6
4
2
0
0
I
II
III
IV
V
B.- NR DE MANDÍBULAS Y DIENTES INFERIORES
POR ESTADIOS Y FASES
7
6
5
4
3
2
1
0
1º F0 1º FI 2º 2º 3º 3º 3º 3º 4º 5º 5º 6º 7º 8º 9º 11º 12º
IID IIE IIF IIG IIIH IIIi IIIj IIIL IIIM IVN IVO 10º VQ
IVP
FIGURA 5. Gráfico superior: agrupación de las mandíbulas y dientes inferiores de la
Capra pyrenaica por fases de edad. Gráfico inferior: distribución de las mandíbulas y
dientes inferiores de la Capra pyrenaica, en estadios y fases de edad.
414
[page-n-17]
Los últimos caza-recolectores en Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia)
una parte del tercer año, todo el cuarto y el quinto (comprende dos años y
medio); en esta fase se concentra la mayor parte de individuos, especialmente en el estadio IIIM.
La fase IV es importante, pero abarca un número mayor de años, desde el
sexto al décimo (cinco años). A pesar del número destacado de individuos, especialmente en el estadio IVP, las cifras indican que la suma de los individuos
jóvenes y subdultos (fases II y III) superan con creces a las de los adultos y viejos.
DISCUSIÓN
Según el estudio taxonómico, la Cueva de la Cocina es un cazadero especializado en la cabra montés. Esto conlleva la práctica de una selección de las
presas para obtener el máximo rendimiento en carne sin poner en riesgo la
población de cabras. El estudio del perfil de abatimiento demuestra que existe una selección por edades. La motivación de esta práctica es variable, pero
tiende a alcanzar los siguientes objetivos:
Años de vida
1º
1º
2º
2º
3º
3º
3º
3º
4º
5º
5º
6º 7º
8º
9º 10º
11º
>12º
Fases
0
I
II
II
II
II
III
III
III
III
III
IV
IV
IV
V
V
Estadios
D
E
F
G
H
I
J
L
M
N
O
P
Q
R
CUADRO 3. Correlación de los años de vida de la Capra pyrenaica con las Fases y
Estadios de edad.
415
[page-n-18]
MANUEL PÉREZ RIPOLL Y ORETO GARCÍA PUCHOL
- Racionalizar y preservar la población de cabras, pues ello conlleva la
supervivencia del grupo humano.
- El control de las manadas de cabras tiene como finalidad preservar el
número básico poblacional que sea garantía de su reproducción.
- La selección por edades va correlacionada con la selección por sexo.
Esto último es difícil de probar según el estado de estudio de nuestro material. Para ello, sería necesario demostrar a partir del estado de fusión
de las partes articulares una participación elevada de machos jóvenes y
subadultos, tarea que está aún por hacer.
- El sacrificio de las cabras se produce cuando los individuos alcanzan
un rendimiento adecuado de peso. Las hembras aumentan rápidamente
el peso desde su edad infantil (Granados et al., 1997); al año, alcanzan los
20 kg; a los dos años, los 24 kg; a los tres años están cerca de su máximo
peso, 30 kg; a los cuatro años llegan a un peso estable de 32 kg. Los machos incrementan su peso de año en año; al año pesan unos 25 kg; a los
dos años unos 30 kg; a los tres años, 35 kg; a los cinco años, unos 50 kg; a
los ocho años, 60 kg; a los diez años, 63 kg. (Granados, et al., 2001).
Con estos datos, se pone de manifiesto que el rendimiento en peso se alcanza a partir de los dos años (24 kg para las hembras y 30 kg para los machos), que corresponde a la fase II. En las hembras, el máximo peso se alcanza
en la fase III (32 kg) y en los machos, para esta misma fase, el peso está cerca
de alcanzar los mayores rendimientos (unos 50 kg).
Las estrategias de una caza especializada pasan por una explotación racional de los recursos animales. Los estudios llevados a cabo en los Zagros por la
investigadora Melinda A. Zeder (2008) constatan la importancia de la cabra
bezoar en los yacimientos correspondientes al Paleolítico, Epipaleolítico y
niveles del Neolítico precerámico, al tiempo que se documenta un aumento
de animales jóvenes y una selección a favor de los machos jóvenes en el Epipaleolítico, lo que es interpretado como el comienzo de prácticas selectivas
que darán lugar a la domesticación de las cabras. El estudio de las edades de
Cocina demuestra la existencia de pautas selectivas a favor de animales jóvenes y subadultos, aunque aún no disponemos del estudio de la selección por
sexo. Pero en nuestro caso, el manejo de la cabra montés no significa el inicio
de prácticas que conlleven la domesticación de la cabra. La especialización y
la selección se remontan al Paleolítico superior (Aura et al., 2010; Villaverde
416
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Los últimos caza-recolectores en Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia)
et al., 2010) y son consustanciales con la explotación de los recursos animales del ambiente mediterráneo, especialmente a partir del Solutrense. Estas
prácticas culminan en el Mesolítico, pero distan de la domesticación. Esta
última tiene que ver con la intensidad de las relaciones entre animales y humanos, que aumentan a partir de la toma de decisión de capturar animales
jóvenes y, con ello, intensificar su control (Vigne, 2011).
Otro aspecto importante en la discusión es la consideración de Cocina como
un cazadero estacional de cabras. Este aspecto se puede abordar desde diversas
maneras. La primera sería estudiar el grado de fragmentación de los huesos, que
nos aproximaría a una ocupación intensiva, como ocurre en los niveles magdalenienses y epipaleolíticos de la Cueva de Nerja (Aura et al., 2010), o una ocupación extensiva de carácter estacional, que en nuestro caso no se podrá demostrar
hasta que no estudiemos la colección procedente de las excavaciones de los años
70, cuyo material fue sistemáticamente recogido. En el primer caso, los restos se
encuentran muy fragmentados por el desarrollo de múltiples actividades, que
traen como consecuencia la fragmentación en seco de los huesos (debidos al
pisoteo). Además, una gran cantidad quedaría afectada por el fuego, como exponente de las actividades que se desarrollan a su alrededor. Los restos óseos
procedentes de las campañas de 1941 y 1942 no pueden ser estudiados con esta
metodología por la carencia de los fragmentos de diáfisis de los huesos largos,
por lo que este estudio queda pendiente. Podemos señalar que el número de
huesos afectados por el fuego no es elevado, como ya hemos visto anteriormente, lo que parece estar en la línea de estancias cortas y recurrentes.
Los yacimientos con ocupaciones intensas, como Cueva de Nerja o Cova
de les Cendres, tienen unas densidades altas de material. En Cocina, la muestra estudiada para las campañas 1941 y 1942 parece elevada, pues alcanza 3203
restos determinados. Sin embargo, tal como hemos observado en la figura 2,
la densidad de restos faunísticos no es elevada, siendo además variable por
sectores y capas. En ambas catas se aprecia una mayor densidad de restos en
las capas superiores y cierto repunte en alguna capa media-baja. Se advierte
también que la densidad de restos líticos recuperados (cata 1941) es abundante en comparación con la fauna. El sesgo en la selección de la fauna puede
haber contribuido a esta imagen de baja densidad.
La segunda fuente de información sobre la estacionalidad estaría en la
secuencia de los dientes. La salida de los molares es conocida, de ahí que los
dientes que no tengan desgaste y estén en fase de erupción pueden acercar-
417
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MANUEL PÉREZ RIPOLL Y ORETO GARCÍA PUCHOL
nos al momento estacional en el que estas cabras fueron abatidas. Los dientes
que reúnen estas características son el m3 , P4, M1, M2 y M3. Su estado de
erupción proporciona una información mínima de estacionalidad; la máxima
correspondería al estudio de todos los dientes, que con este método no es posible por la incertidumbre que introduce el desgaste molar a partir de la erupción. Según estos datos, como mínimo la cueva estuvo ocupada en primavera,
verano, y, en menor medida, otoño (cuadro 4). Es posible que los dientes de
otras fases de desgaste correspondan a estaciones de caza distintas.
La consideración de las restantes especies, como el ciervo, caballo, uro y
jabalí, va dirigida en este mismo sentido. El biotopo en el que se ubica el yacimiento no es adecuado para estas especies y su presencia puede que tenga que
ver con movimientos de primavera y verano en la búsqueda de pasto fresco.
A este respecto, los dientes de ciervo recuperados en el Rincón SE aportan la siguiente información. Hay un P4 que está a punto de salir, lo que le
Meses: E
m2
m2
m3
m3
P4, P3
P4, P3
P4, P3
P4, P3
P4, P3
P4, P3
P4, P3
P4, P3
P4, P3
M1
M1
M1
M1
M1
M2
M2
M2
M2
M2
M2
M3
F
M
A
M
J
J
A
S
O
N
D
__________
__________
__________
_____________________
__________
__________
__________
_____________________
__________
__________
__________
__________
__________
__________
__________
__________
__________
__________
____________________
____________________
____________________
____________________
____________________
____________________
__________
CUSDRO 4. Número de restos de dientes de la Capra pyrenaica en estado de erupción,
con indicación aproximada de la estación de muerte.
418
[page-n-21]
Los últimos caza-recolectores en Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia)
correspondería una edad de 25-26 meses, según los estudios basados en la
secuencia de erupción de los dientes (Azorit, 2011; Azorit et al., 2002; Mariezkurrena, 1983), lo que lo situaría en primavera o principios del verano.
Por otro lado, hay un maxilar y una mandíbula de jabalí que también
aportan información a este respecto. Los meses principales de los partos de
este mamífero son marzo, abril y mayo, y en menos medida, enero, febrero
y junio (Maillard y Fournier, 2004). La erupción del M1 se produce entre los
cinco y seis meses y el M2 entre los 12 y 14 meses (Lemoine et al., 2014). En el
Rincón SE se ha recuperado una mandíbula con el M1 saliendo, cuya estación
se situaría a finales de verano y principios de otoño y un maxilar con el M2
saliendo, que correspondería a la primavera.
Recopilando esta información, las ocupaciones de La Cocina tienen un
carácter estacional, que están confirmadas por la escasa presencia del conejo.
En los yacimientos paleolíticos con elevados porcentajes de lagomorfos, las
estancias parecen ser más duraderas, con ocupaciones más intensas.
CONCLUSIÓN
El estudio de las faunas de Cocina representa una de las aportaciones más
importantes para el conocimiento del comportamiento de los últimos
cazadores-recolectores. La colección a estudiar abarca las campañas de 1941,
1942, 1943 y 1945 de las excavaciones llevadas a cabo por Luis Pericot. En el
presente trabajo presentamos los resultados del estudio de la fauna de las
campañas de 1941 y 1942. Las colecciones de las restantes campañas están en
estudio. Asimismo, en el proyecto de investigación HAR2015-68962 «EVOLPAST» también se incluye el estudio de los conjuntos procedentes de las campañas de los años 70 dirigidas por Javier Fortea.
Los resultados son muy prometedores para el conocimiento de las pautas
de los cazadores mesolíticos. Ahora sabemos que los últimos cazadores que
ocuparon la Cueva de la Cocina practicaron una caza especializada, que implica un desarrollo selectivo de las presas a fin de asegurar la supervivencia de los
grupos humanos. Además de la cabra montés, el ciervo juega un papel menos
relevante, pero no por ello deja de ser importante. Junto a estos dos mamíferos,
el uro, caballo, corzo y jabalí también están presentes, pero su importancia es
menor. Es significativo el hecho de que el conejo deja de tener el valor numérico que tuvo a lo largo del Paleolítico superior y Epipaleolítico, aspecto que
coincide con los estudios de otros yacimientos con niveles mesolíticos, como
419
[page-n-22]
MANUEL PÉREZ RIPOLL Y ORETO GARCÍA PUCHOL
Tossal de la Roca (Pérez-Ripoll y Martínez-Valle, 1995), Abric de la Falguera
(Pérez-Ripoll, 2006), El Lagrimal (Pérez-Ripoll, 1991), Coves de Santa Maira
(Aura et al., 2006; Morales Pérez, 2015) y Cueva de Nerja (Aura et al., 2009). Tal
vez esto responda a un cambio en la gestión del territorio, en el que se percibe
una mayor integración entre las llanuras litorales y las zonas de media montaña
del interior (Aura et al., 2006). Por ello, Cocina sería un lugar recurrente de alto
valor estratégico para el control estacional de la cabra, de la que se obtendrían
productos variados, que tal vez serían trasladados a zonas litorales.
El estudio de la tafonomía ha demostrado que el aprovechamiento de los
recursos es máximo, tanto en las pieles, como carne y médula. Los huesos
largos, los planos y los pequeños son procesados, incluso los de conejo, a
pesar de su escaso número. Muy revelador es el estudio de los perfiles de sacrificio de las cabras, que ha puesto de manifiesto la selección por edades con
el objetivo de obtener el mayor rendimiento en carne, sin poner en peligro la
supervivencia de las manadas. Los resultados de las campañas de 1941 y 1942
no son definitivos, pues todavía queda mucho por hacer. Los trabajos sobre
las campañas de los años 1943 y 1945, que están en marcha, así como los de
las campañas de los años 70, pueden introducir nueva información relativa al
grado de fragmentación ósea, a las pautas de aprovechamiento y a las prácticas selectivas por edad y sexo.
AGRADECIMIENTOS
El trabajo presentado se ha llevado a cabo en el marco del proyecto HAR2015-68962
P (MINECO/FEDER) “EVOLPAST: Dinámicas evolutivas y patrones de variabilidad
cultural de los últimos caza-recolectores y el primer Neolítico en el Este peninsular
(circa 7000-4500 cal BC)”, Ministerio de Economía y Competitividad, Gobierno de
España. Los trabajos de campo (Campañas de 2015 y 2016) han sido subvencionados
por el SIP-Museu de Prehistòria, Diputació de València.
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17
LOS ÚLTIMOS CAZA-RECOLECTORES EN CUEVA
DE LA COCINA (DOS AGUAS, VALENCIA). ESTUDIO
ARQUEOZOOLÓGICO DEL MATERIAL PROCEDENTE DE
LAS CAMPAÑAS 1941 Y 1942
Manuel Pérez Ripoll y Oreto García Puchol
ABSTRACT
We present in this paper new data related to the archaeological analysis
of faunal remains recovered at Cocina Cave (Dos Aguas, Valencia, Eastern
Spain) corresponding with 1941 and 1942 Pericot´s fieldwork. The results
allow us to consider that the most important set can be attributed to last
Mesolithic (Geometric Mesolithic) dated from the beginning of IX to the
first half of the VIII millennium cal BP. Despite the selection carried out by
archaeologist (mainly articular and dental pieces), the analysis provides new
insights to hunter strategies, patterns of faunal processing, and some evidences for strategies of land-use into the mobility patterns that characterise last
hunter-gatherer-fishers economies in eastern Iberia.
INTRODUCCIÓN
Han transcurrido 75 años desde que se llevara a cabo la primera campaña de
excavación en la Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia) bajo la dirección
de Luís Pericot (1941). En total se efectuaron cuatro campañas durante los
años 1941, 1942, 1943 y 1945, de lo que se publicó una síntesis de los resultados
que hacía referencia a la secuencia establecida a partir de la última de las
intervenciones realizadas (Pericot, 1945). Desde este momento el yacimiento se convirtió en una referencia obligada en la bibliografía internacional,
aspecto acrecentado a partir del trabajo de Javier Fortea (1973) en su análisis
sobre los complejos microlaminares y geométricos del Mediterráneo peninInteraccions entre felins i humans. III Jornades d’arqueozoologia.
Museu de Prehistòria de València (2017): 399-424.
[page-n-2]
MANUEL PÉREZ RIPOLL Y ORETO GARCÍA PUCHOL
sular. En la misma, Cocina sirvió de base para establecer la secuencia del
Epipaleolítico geométrico de base tardenoide. La secuencia estudiada ponía
de manifiesto la existencia de un potente depósito arqueológico que incluía
niveles del denominado aquí en adelante Mesolítico final, y posteriores neolíticos y de la Edad del Bronce (Fortea, 1971, 1973). El año siguiente, el propio
Fortea emprendió una serie de campañas arqueológicas en la cavidad (1974 a
1981) que supusieron la excavación de un amplio sondeo en la zona central,
del que se han publicado algunos resultados preliminares (Fumanal, 1986;
Fortea et al., 1987).
A pesar de la excepcionalidad de la cultura material y de los restos
biológicos custodiados en el SIP del Museu de Prehistòria de València,
buena parte de la información publicada refiere únicamente la evolución
de la secuencia lítica y alguno de los aspectos más llamativos de la cultura
material, entre los que cabe mencionar la relación del conjunto de arte
mueble denominado arte lineal-geométrico (Pascual Benito, 2006).
Actualmente y en el marco de los proyectos de investigación HAR2012-33111
«MESO COCINA» y HAR2015-68962-P «EVOLPAST» del Ministerio de
Economía y Competitividad (Gobierno de España) se ha procedido a realizar
un estudio multidisciplinar del conjunto en el marco del análisis de las
dinámicas socio-ecológicas de los últimos caza-recolectores y el análisis del
proceso de neolitización en el Mediterráneo peninsular. Uno de los aspectos
desarrollado ha consistido en dotar al yacimiento de un marco radiométrico
preciso a través de la elaboración de un riguroso protocolo de obtención de
muestras de vida corta (Juan-Cabanilles y García Puchol, 2013; García Puchol
et al., 2017). Al mismo tiempo, el trabajo de campo que se lleva a cabo desde
2015 (García Puchol et al., 2015, 2016) tiene como finalidad la realización de un
muestreo estratigráfico sistemático con el fin de obtener datos contrastados
para la lectura paleoambiental y cultural de la secuencia de ocupaciones en
el lugar. La relectura y análisis sistemático de las excavaciones de Pericot y
Fortea constituyen otro de los puntos clave del estudio. Un amplio número
de investigadores especialistas en diferentes disciplinas integran el equipo
de trabajo que incluye análisis referidos a la cultura material, la estratigrafía,
e información de carácter paleoambiental y paleoeconómico. En este marco
general se estudia el material óseo procedente de las campañas de excavación
de 1941 y 1942.
400
[page-n-3]
Los últimos caza-recolectores en Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia)
LA CUEVA DE LA COCINA Y SU ENTORNO BIÓTICO
La Cueva de la Cocina (término municipal de Dos Aguas, Valencia) se sitúa
en un pronunciado meandro del barranco de la Ventana que, desde el valle de
la Canal, vierte sus aguas a través de un salto pronunciado en el denominado
barranco Falón, a su vez tributario del Xùquer. El paisaje que domina el entorno de la cueva es marcadamente abrupto, jalonado al norte y al este por los
contrafuertes ibéricos de la sierra del Caballón y la sierra del Ave, y al sur por
el abrupto encajonamiento del río Xúquer que discurre al norte del macizo del
Caroig. Hacia el oeste, el paisaje escarpado ofrece un amplio dominio visual de
la llanura litoral valenciana, estructurada a partir de las principales corrientes
fluviales (el río Turia al norte, el Magre al norte y al este, y el Xùquer hacia el
sur), y de la presencia de humedales costeros como la Albufera (figura 1).
Se trata de una amplia cavidad situada a 408 m s. n. m., con una entrada
de 20 m, y un interior (eje máximo de 30 m) que presenta una superficie ascendente hacia la zona central y que desciende de forma pronunciada en el
fondo (figura 1). La cueva se encuentra rodeada de un paisaje escarpado, en
la actualidad provisto de vegetación de matorral bajo. La presencia de cabra
salvaje es habitual dado que se trata de un entorno particularmente propicio
para el hábitat de esta especie. La distancia en línea recta a la actual línea
de costa es de 38 km, aspecto que conviene mencionar dada la presencia de
restos de ambiente marino y palustre entre las evidencias económicas de las
ocupaciones del Mesolítico (Pascual Benito y García Puchol, 2015).
La propuesta de secuencia llevada a cabo por Fortea se basó en los datos
de la excavación de Pericot efectuada el año 1945 (Sector EI). En su síntesis
(Fortea, 1973), describió una sucesión de fases que ocupaban el desarrollo de
lo que él denominó Epipaleolítico geométrico de raíz tardenoide, paralelo
al Epipaleolítico microlaminar ejemplificado en el yacimiento de Malladetes
(Martí et al., 2009). El Epipaleolítico geométrico quedaba estructurado en
su fase final a partir del depósito de La Cocina y abarcaba el desarrollo de los
últimos caza-recolectores (fases A y B) y la posterior neolitización de este
sustrato (C y D). Trabajos posteriores han contribuido a matizar la deriva
final de la secuencia del yacimiento (García Puchol, 2005; Juan Cabanilles y
Martí, 2007-2008; Martí et al., 2009; Juan Cabanilles y García Puchol, 2013),
concretamente la hipótesis de la lectura de una secuencia de aculturación en
el lugar, interpretación que no resulta concluyente en base a la información
arqueológica disponible.
401
[page-n-4]
MANUEL PÉREZ RIPOLL Y ORETO GARCÍA PUCHOL
FIGURA 1. Localización de Cueva de la Cocina en las comarcas centrales valencianas
(Mapa base elaborado por Salvador Pardo-Gordó). Planta de la cavidad con indicación de los diferentes sectores correspondientes a las excavaciones de Pericot (19411945) y Fortea (1974-1981). Dataciones radiocarbónicas calibradas correspondientes
a los sectores 1941 y 1945 publicadas hasta la fecha. Se incluye una datación correspondiente a las campañas actuales en el sitio (UE 1036) correspondiente a un nivel
del Neolítico antiguo. Las dataciones han sido calibradas con el programa Oxcal 4.2
(Bronk Ramsey) y la curva Intcal13 (Reimer et al., 2013).
402
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Los últimos caza-recolectores en Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia)
El año 2013, en el marco del Proyecto ANR «Méso-Néo: Les derniers chasseurs-collecteurs en Europe occidentale» dirigido por Pierre Allard, publicamos la primera serie de dataciones relativas a la secuencia mesolítica del
sector EI (1945) excavado por Pericot (Juan Cabanilles y García Puchol, 2013).
Desde entonces se ha desarrollado un amplio programa de dataciones radiocarbónicas que incluye los diferentes sondeos de Pericot, la cata efectuada
por Javier Fortea, y los sondeos practicados en los trabajos en curso. Hasta la
fecha, se ha publicado un conjunto de 12 dataciones sobre elementos singulares de vida corta, principalmente sobre restos de fauna con evidencias de
manipulación antrópica, además de una datación sobre carbón de vida corta
(García Puchol et al., 2017). El marco cronológico generado advierte del inicio
de las ocupaciones mesolíticas en el lugar a partir de los siglos iniciales del IX
milenio cal BP, que con variable intensidad alcanzarían el primer cuarto del
VIII milenio cal BP. Una datación en torno al último cuarto del VIII milenio
cal BP corrobora el inicio de la secuencia cerámica (figura 1). Materiales de
cronología posterior, del VII y posteriores, del Neolítico final/Edad del Bronce, permiten reconstruir la secuencia prehistórica final en el lugar.
Los temas claves que guían la interpretación del registro faunístico del
yacimiento en esta primera fase del análisis confluyen en la descripción de las
pautas de subsistencia y las estrategias de explotación económica del territorio desde una perspectiva diacrónica. Cabría añadir un aspecto particular
relativo a la lectura de la articulación entre las ocupaciones del Mesolítico
final y del primer Neolítico, planteada en su momento por Fortea en términos
de continuidad. En este trabajo nos centraremos principalmente en el avance
del análisis taxonómico y de la información sobre las pautas de explotación
y consumo de las diferentes especies documentadas. El conjunto faunístico
de Cocina es numeroso, y presenta particularidades según las distintas intervenciones practicadas, tanto de representatividad de la muestra, como por
lo que se refiere a la intensidad de restos y secuencia representada según su
ubicación en los diferentes sectores. Presentamos ahora los resultados preliminares del estudio de la fauna de los dos primeros sectores excavados por
Pericot (año 1941 y 1942) cuyas características detallamos a continuación.
LAS INTERVENCIONES DE 1941 Y 1942
La primera excavación realizada en el yacimiento corresponde a la intervención de 1941, después de una cata exploratoria efectuada en el año 1940. En
403
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MANUEL PÉREZ RIPOLL Y ORETO GARCÍA PUCHOL
esta campaña (1941) Pericot planteó un cuadro de 3 x 3 m en las inmediaciones de la entrada de la cavidad, cerca de la pared sur (Sector Cata) (figura 1),
que posteriormente fue ampliada hacia el exterior en una superficie de 3 x 0,5
m (sector Ampliación). De este modo fue excavada una extensión de 10,5 m2
en un total de 13 capas de profundidad variable, entre 15 y 20 cm, que alcanzó
una profundidad máxima de 2,5 m desde la superficie. Conviene advertir que
las capas efectuadas en la ampliación no se corresponden con las establecidas
en el sector grande dado que se decidió excavar capas dobles (es decir, cada
una de ellas correspondía a dos de las anteriores), por lo que serán presentadas por separado. En general, y tal como hemos podido observar en los trabajos de campo recientes, la estratigrafía muestra un marcado buzamiento en
dirección O-E, y de mayor horizontalidad en dirección N-S, que se estrecha
hacia los límites de la gran cubeta natural situada en el área de la entrada y
hacia la pared sur. Los resultados preliminares del estudio de los materiales
de la cata de 1941 indican que el grueso de la secuencia corresponde al Mesolítico final, estando representada la fase de trapecios (fase A de la secuencia
regional) y la fase de triángulos tipo Cocina (fase B). Las cerámicas están
presentes únicamente en la primera capa y en un número mínimo (cuatro
restos) que hace sospechar de su carácter intrusivo.
El año siguiente (1942) se planteó la excavación del área situada entre esta
primera cata, la pared de la cueva, y el espacio contiguo al muro antiguo de
cierre de la cavidad. En total 13,09 m2 subdivididos a partir de la segunda capa
en cuatro subsectores de extensión variable (A, B, C y D) (ver detalle en figura
1). El subsector SE (Rincón Sureste) y el subsector Sur (Rincón Sur) sólo se
distinguen en la primera capa. La profundidad máxima alcanzada es de 3,45
m rebajada en 12 capas cuya profundidad oscila entre 25 y 30 cm. Los excavadores observan que en la primera capa se distinguen concentraciones particulares de materiales diferenciadas estratigráficamente y llegan a dibujar un
croquis que advierte de la presencia de dos niveles, uno con cerámica y otro
sin cerámica. No obstante los materiales se guardan conjuntamente de forma
que, a falta del estudio pormenorizado, debemos advertir de la clasificación
de materiales de procedencia diversa.
A modo de resumen podemos concluir que el grueso del conjunto faunístico cuyo análisis ofrecemos a continuación corresponde mayoritariamente al
depósito mesolítico de Cocina. Los aspectos discordantes que discutiremos
tienen que ver con la sistemática propia de una excavación antigua.
404
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Los últimos caza-recolectores en Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia)
LA FAUNA DE LAS CAMPAÑAS 1941 Y 1942
Aparentemente el material óseo es muy abundante, 3203 restos, pero si tenemos en cuenta la superficie excavada, 10,5 m2 en el año 1941 y 13,09 m2 en el
año 1942, con 12 capas, de unos 30 cm/capa, la densidad de materiales es baja
(figura 2). Las capas superiores contienen las cifras más altas de restos por
metro cúbico y los valores disminuyen en las capas más profundas. Al mismo
tiempo, la variedad taxonómica es mayor en las capas superiores (cuadro 1).
El conjunto tiene un sesgo en la selección de los restos óseos. Los maxilares, mandíbulas y dientes aislados fueron recogidos en su totalidad, así como
las partes articulares de los huesos largos, las vértebras, costillas y los huesos
cortos (falanges, carpos, tarsos). Los fragmentos de diáfisis de los huesos largos son escasos, y es aquí donde más afectó la recogida del material óseo. La
casi totalidad de los restos ha sido determinada taxonómicamente debido al
sesgo en la recogida de materiales mencionado anteriormente.
Del total de restos determinados (3203), el 76,7% corresponde a la cabra
montés, seguida por el ciervo (12,2%) y el conejo (7,8%). Los demás ungulados tienen unos porcentajes muy bajos. Cabe destacar la presencia del caballo y del uro en un entorno escarpado que no es el adecuado para estos dos
grandes mamíferos. Lo mismo podemos decir del jabalí y del corzo (cuadro
1). El conejo está infrarrepresentado, no obstante su porcentaje no se aleja
mucho del obtenido en las excavaciones de los años 70, realizadas por Javier
Fortea, que llega a un 12% (Fortea et al., 1987).
A pesar de la presencia de algunos fragmentos cerámicos en la capa 1ª, no hay
fauna doméstica; sólo cabe la duda sobre nueve restos correspondientes a la capa
1ª del Rincón SE (1942), de los que siete son diáfisis y dos son partes articulares,
pero que en ningún caso ha sido posible conocer con seguridad su estado doméstico o salvaje, por lo que en la tabla taxonómica aparecen como Ovis/Capra.
El abanico de carnívoros pequeños es muy amplio (gato, lince, zorro, tejón y un canino superior que podría ser de lobo, pero no descartamos la posibilidad de pertenecer a cuón), pero sus restos son escasos. El único hueso
de carnívoro con marcas antrópicas es una ulna de lince que contiene una
fractura de extracción de médula (figura 3: A).
Tan sólo hay tres restos de ave, uno de ellos pertenece posiblemente a un
águila real, se trata de una diáfisis de ulna, cuyos extremos fueron fracturados
intencionadamente. El otro, corresponde a una perdiz. El tercero no ha podido ser determinado taxonómicamente.
405
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MANUEL PÉREZ RIPOLL Y ORETO GARCÍA PUCHOL
FIGURA 2. Gráfico comparativo de las densidades de fauna (centro e inferior) por
capas correspondientes a los sectores excavados en 1941 y 1942. El sector de 1941 no
incluye la ampliación efectuada en el mismo, dada la falta de correspondencia de capas indicada por los autores. En el superior podemos ver la densidad de restos líticos
de este mismo sector.
406
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Los últimos caza-recolectores en Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia)
1941
NR
Equus
Bos
primigenius
Cervus
elaphus
Capra
pyrenaica
Sus
scropha
ferus
Vulpes
vulpes
Oryct.
cuniculus
TOTALES
CATA
c
1
c
2
c
3
c
4
c
5
c
6
c
7
c
8
c
9
c
10
c
11
c
12
c
13
7
44
5
15
2
9
19
1
8
27
1
8
34
3
24
4
15
4
18
2
12
1
8
1
9
1
2
46
2
1
75
19
13
13
4
7
2
3
3
4
3
2
3
59
293
6
1
147
31
127
70
36
42
40
49
29
22
25
14
13
13
511
1941
NR
Cervus
elaphus
Capra
pyrenaica
Sus
scropha
ferus
Oryct.
cuniculus
Ave
TOTALES
AMPLIACIÓN
c1
c2
c3
c4
c5
c6
c7
c8
c9
c10
c11
c12
c13
TOTAL
14
1942
NR
Equus
Bos
primigenius
Cervus
elaphus
Capreolus
cap.
Capra
pyrenaica
Ovis/Capra
?
Sus
scropha
ferus
Canidae
Lynx
pardinus
Felis
silvestris
Meles
meles
Oryct.
cuniculus
Aquila
chrysaetos
Alectoris
rufa
Lacerta
sp.
TOTALES
R.
SE Rincón
Sur Z.A
c
1
c
1 TOTAL c2
10
1
11
5
5
127
28
155
1
3
3
476
164 640
9
9
9
19
2
21
3
1942
NR
Equus
Cervus
elaphus
Capreolus
cap.
Capra
pyrenaica
Sus
scropha
ferus
Vulpes
vulpes
Lynx
pardinus
Oryct.
cuniculus
TOTALES
3
5
22
1
3
14
5
35
1
7
5
15
3
6
18
47
29
1
4
9
1
7
17
2
10
5
25
3
26
3
1
2
4
3
1
3
3
25
18
13
32
33
29
14
12
13
Z-‐B
c2
c3
c4
c5
1
c6
c7
c8
c9
6
12
12
3
2
97
22
29
30
17
1
2
1
1
5
29
4
11
1
3
1
113
3
1
3
23
2
11
1
8
14
10
3
19
19
1
647
1
221
1
868
Z.
C
c2
c3
1
1
13
1
4
6
2
6
5
4
2
2
3
49
127
110
39
48
c5
c6
c7
c8
c9
TOTAL
8
c4
2
5
6
11
12
5
1
53
41
24
1
31
1
39
8
11
1
8
106
6
67
4
52
1
44
1
43
1
14
1
1
33
365
9
1
1
1
14
1
82
1
44
214
3
35
1
297
Z.B-‐C
c11 TOTAL
1
2
1
45
1
3
TOTAL
11
63
2
15
1
13
2
44
1
231
2
1
1
34
316
37
Z.
D
c2
4
1
83
21
16
9
469
c3
3
24
c4
5
7
1
57
6
1
c5
c6
6
5
28
18
6
40
2
25
78
1
1
6
95
24
130
9
86
TOTAL
8
46
2
264
7
2
47
376
CUADRO 1. Relación taxonómica por años, sectores y capas, según el Número de
Restos (NR).
407
[page-n-10]
MANUEL PÉREZ RIPOLL Y ORETO GARCÍA PUCHOL
FIGURA 3. A. Ulna de Lince. B. Tibia distal de uro articulada con su astrágalo. En el
proceso articular se observan cortes líticos relacionados con la desarticulación. La tibia
contiene una fractura directa para la extracción de la médula.
La cabra montés está presente en todas las capas de los distintos sectores (cuadro 1). Este ungulado está perfectamente adaptado a zonas altas, con
abundancia de roquedo y fuertes pendientes (Granados et al., 2004). El entorno de Cocina cumple con estas características, lo que sería idóneo para el
desarrollo de grupos numerosos de cabras.
El ciervo se encuentra en casi todas las capas, pero siempre en unas proporciones bajas. Tanto el ciervo, como el corzo, jabalí, caballo y uro son taxones cuyo hábitat preferido es el llano (Caballero, 1985; Rosell et al., 2001;
Van Vuure, 2002; Bennet y Hoffman, 1999) y su presencia en Cocina sólo se
explica por desplazamientos altitudinales estacionales, coincidiendo con el
verano, buscando el pasto fresco.
LA TAFONOMÍA
El estudio de las diversas marcas es de gran importancia para conocer el actor
encargado de acarrear huesos a un lugar. En este sentido, las marcas presentes en los materiales óseos de Cocina indican que la actividad humana es la
única responsable de la formación de la colección del material recuperado en
el yacimiento. El procesamiento de las presas ha quedado registrado en los
408
[page-n-11]
Los últimos caza-recolectores en Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia)
distintos elementos esqueléticos. Las evidencias antrópicas presentes en el
conjunto son las marcas líticas, las fracturas intencionadas para la extracción
de la médula y las señales de fuego. No hay huesos mordidos por carnívoros.
Tan sólo dos diáfisis de la capa 1ª del Rincón SE, atribuidas a Ovis/Capra, presentan mordeduras en sus extremidades; esta circunstancia y el encontrarse
en la capa 1ª nos inducen a pensar que el agente causal es un perro, lo que
reafirmaría el estatus doméstico de ambos restos.
Las marcas líticas
El porcentaje del número de restos con marcas líticas es muy variable dependiendo del sector y de la especie (cuadro 2). En la cabra y el ciervo se mueven
entre 1,4% a un 15,9% y en el conejo entre un 4,6% a un 10%. Las marcas líticas
mayoritariamente se encuentran en zonas articulares y, por ello, se relacionan con la desarticulación (figura 3: B). Debido a que los fragmentos de diáfisis de huesos largos no fueron recogidos, las marcas de descarnado no son
mayoritarias. Las marcas líticas sobre huesos de conejo se encuentran en la
diáfisis de tibia; sólo hay un caso sobre la parte distal del húmero y otro sobre
una diáfisis de húmero. Todas estas marcas tienen que ver en un 50% con los
procesos de desarticulación y de descarnado.
Las fracturas intencionadas
Las fracturas para la extracción de la médula son muy numerosas. Todas las
partes articulares contienen las señales de los impactos (fractura directa). El
porcentaje del número de restos con fracturas directas es variable, situándose
entre un 2,3% y un 36,7% sobre el total de restos determinados (cuadro 2).
Las modalidades del procesamiento en huesos largos siguen los patrones habituales descritos en otros yacimientos (Pérez-Ripoll, 1992).
Ciertos huesos muestran particularidades en su fracturación. Por ejemplo,
los cráneos de la cabra son fracturados transversalmente, por detrás del arranque de las clavijas córneas (figura 4: A). Las vértebras son procesadas siguiendo
un patrón repetitivo, partiéndolas en dos mitades para liberar la médula (figura
4: B). Esta tipología de fractura se encuentra en un 19,1% sobre el total de las
vértebras. Las costillas también se procesan, afectando a la zona articular y a la
zona distal. Los dientes humanos son el agente causal del procesamiento de este
elemento óseo y sus huellas se han localizado en un 8,1% del total de costillas.
409
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MANUEL PÉREZ RIPOLL Y ORETO GARCÍA PUCHOL
1941
CATA
Cervus
elaphus
Capra
pyrenaica
Sus
Oryctolagus
cuniculus
AMPLIACION
Cervus
elaphus
Capra
pyrenaica
Oryctolagus
cuniculus
1942
ZONA
B
Equus
Cervus
elaphus
Capra
pyrenaica
Sus
Meles
meles
Oryctolagus
cuniculus
ZONA
C
Equus
Cervus
elaphus
Capra
pyrenaica
Sus
Oryctolagus
cuniculus
ZONA
D
Cervus
elaphus
Capreolus
capreolus
Capra
pyrenaica
Oryctolagus
cuniculus
RINCON
SUR
Cervus
elaphus
Capreolus
capreolus
Capra
pyrenaica
Sus
Oryctolagus
cuniculus
RINCÓN
SE-‐1ª
Equus
Bos
Cervus
elaphus
Capra
pyrenaica
Ovis/Capra
NR
con
marcas
fr
q
mo
i
5
6
5
13
38
1
29
3
4
1
2
7
3
12
18
4
3
7
0
1
1
8
1
8
21
1
2
3
7
10
14
28
3
12
7
16
3
16
2
41
7
1
3
2
2
22
1
3
1
3
7
1
1
5
11
dg
2
42
2
1
1
3
16
1
1
7
25
2
1
1
2
1
1
17
2
CUADRO 2. Porcentaje del NR por sectores con marcas antrópicas. i = marcas líticas; fr. = fr. de extracción de médula; q = marcas de fuego; mo = mordeduras; dg. =
huesos digeridos.
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Los últimos caza-recolectores en Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia)
Los huesos pequeños también son aprovechados. Las falanges I de ciervo
y cabra aparecen fracturadas en su mayoría, lo que afecta a un 66,6% de ellas.
Las modalidades de partición son muy variadas, un 16,6% presentan un fractura sagital; un 33,3%, una fractura lateral (figura 4: C); un 30,5% afecta a la
parte proximal y un 11,1% a la distal.
FIGURA 4. A. Cráneo de Capra pyrenaica. Mitad posterior. B. Vértebras de Capra
pyrenaica fracturadas en dos mitades. C. Falange I de Cervus elaphus partida por
percusión lateral.
411
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MANUEL PÉREZ RIPOLL Y ORETO GARCÍA PUCHOL
Con respecto a los huesos de conejo, no hay ningún resto que nos haga
pensar en un agente distinto al humano. Tan sólo hay un fragmento digerido,
se trata de una porción de pelvis, pero por sus características perfectamente podría corresponder a un trozo tragado en el momento de la acción del
mordisqueo por parte humana. Por lo demás, los huesos largos muestran los
típicos cilindros resultantes de su procesamiento.
Señales de fuego
Como podemos apreciar en el cuadro 2 estas evidencias no son muy numerosas. Sus porcentajes varían entre un 1,2% al 11,5% en los restos de cabras y
ciervos. Estos porcentajes son aún más bajos en los huesos de conejo, que se
sitúan entre el 0% y el 4,2%. Estos datos van en la línea de considerar al yacimiento como un lugar de estancia temporal con ocupaciones poco intensas y
con un consumo inmediato de la carne.
EL ESTUDIO DE LA EDAD DE MUERTE DE LA CABRA MONTÉS.
MÉTODOS.
Los maxilares, mandíbulas y dientes aislados de la cabra montés son muy
abundantes. El estudio de las edades se ha realizado a partir de una muestra
de cinco maxilares, 23 mandíbulas y 319 dientes sueltos procedentes de la
capa 1ª del Rincón SE, que ha proporcionado un total de 45 individuos para la
mandíbula y 40 individuos para el maxilar, lo que nos ha posibilitado analizar
las pautas selectivas de la caza de la cabra. La metodología utilizada combina
distintos elementos a partir de la secuencia de erupción de los dientes deciduos y permanentes (Vigal y Machordom, 1985):
- El M1 inferior inicia su salida a los 3-4 meses; a los 6 meses está fuera
de la encía; a los 15 meses está completamente formado.
- A los 11-12 meses el M2 inferior inicia su salida. A los 15 meses está por encima de la encía. A los 21 meses está completamente formado. En el maxilar, inicia la salida a los 21 meses, y entre 33 a 37 meses está completamente formado.
- El M3 emerge a los 25 meses en la mandíbula. Entre los 27 y 30 meses
sigue su proceso de erupción, que termina entre los 39 y 54 meses. En el
maxilar, la erupción se produce entre los 33 y 37 meses y está completamente formado entre los 54 y 60 meses.
412
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Los últimos caza-recolectores en Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia)
Los datos de erupción de los molares se combinan con los símbolos utilizados por S. Payne (1987). A partir de la edad adulta (seis años en adelante)
el estudio del desgaste se ha tomado de la publicación de Fandos et al. (1993),
cuya información se coteja con el estudio de las secuencias de desgaste de
series de mandíbulas y maxilares que provienen fundamentalmente del yacimiento de Parpalló (Pérez-Ripoll, 1988). En este trabajo se combina la erosión
de los molares con la altura de los mismos para averiguar la secuencia erosiva
y con ello la edad de los dientes correspondientes a las cabras adultas y viejas.
Combinando la lateralidad, la erosión oclusiva y la altura de los molares, hemos podido calcular el número mínimo de individuos por edades, separando
dientes superiores de los inferiores. Este método permite asignar edad a los
molares sueltos, con lo que se puede aprovechar al máximo la información
aportada por los dientes.
La secuencia de erupción y desgaste molar está dividida en cinco grandes fases (figura 5: A):
- La fase 0, corresponde al inicio de la dentición de leche. Llega hasta
los 6 primeros meses de vida.
- La fase I, a la erupción del M1, que comprende la segunda mitad del
primer año de vida.
- La fase II, comienza con la salida del M2, va desde los 13 hasta los 2530 meses (todo el segundo año y mitad del tercer año).
- La fase III, salida del M3, P4, P3 y P2, y caída de la dentición decidua;
va desde los 25-30 meses hasta los 60 meses, atendiendo a las mandíbulas
y maxilares (segunda mitad del tercer año hasta el quinto año).
- La fase IV, desde el sexto hasta el décimo año.
- La fase V, a partir del décimo año.
Los resultados globales se ofrecen en la figura 5 A; en ella se constata la
importancia de la fase III y en menor medida, la II y la IV.
Las fases se pueden subdividir en estadios para poder pormenorizar los
desgastes (cuadro 3). La metodología de estas subdivisiones se basa en la erosión de los dientes y la altura de los molares, según se especifica en el trabajo
de referencia (Pérez-Ripoll, 1988). La novedad radica en la conexión de cada
estadio, confeccionado a partir del material de procedencia prehistórica, con
la cronología de la erupción y desgaste de los distintos molares de proceden-
413
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MANUEL PÉREZ RIPOLL Y ORETO GARCÍA PUCHOL
cia actual (Vigal y Machordom, 1985; Fandos et al., 1993). Según la figura 5 B
podemos apreciar la selección de las cabras cazadas por estadios y fases. A lo
largo de los estadios II y III se observa una constancia en el número de individuos abatidos (dos y tres individuos), alcanzando un máximo en el IIIM y,
posteriormente, en el IVP. Los individuos muy jóvenes y viejos son escasos.
Teniendo en cuenta que la fase II comprende la mitad del segundo año y
todo el tercero, el número de individuos es muy elevado (el tiempo transcurrido es sólo de un año y medio). Aún lo es más en la fase III, que comprende
A.- NR DE MANDÍBULAS Y DIENTES INFERIORES
POR FASES
18
16
14
12
10
8
6
4
2
0
0
I
II
III
IV
V
B.- NR DE MANDÍBULAS Y DIENTES INFERIORES
POR ESTADIOS Y FASES
7
6
5
4
3
2
1
0
1º F0 1º FI 2º 2º 3º 3º 3º 3º 4º 5º 5º 6º 7º 8º 9º 11º 12º
IID IIE IIF IIG IIIH IIIi IIIj IIIL IIIM IVN IVO 10º VQ
IVP
FIGURA 5. Gráfico superior: agrupación de las mandíbulas y dientes inferiores de la
Capra pyrenaica por fases de edad. Gráfico inferior: distribución de las mandíbulas y
dientes inferiores de la Capra pyrenaica, en estadios y fases de edad.
414
[page-n-17]
Los últimos caza-recolectores en Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia)
una parte del tercer año, todo el cuarto y el quinto (comprende dos años y
medio); en esta fase se concentra la mayor parte de individuos, especialmente en el estadio IIIM.
La fase IV es importante, pero abarca un número mayor de años, desde el
sexto al décimo (cinco años). A pesar del número destacado de individuos, especialmente en el estadio IVP, las cifras indican que la suma de los individuos
jóvenes y subdultos (fases II y III) superan con creces a las de los adultos y viejos.
DISCUSIÓN
Según el estudio taxonómico, la Cueva de la Cocina es un cazadero especializado en la cabra montés. Esto conlleva la práctica de una selección de las
presas para obtener el máximo rendimiento en carne sin poner en riesgo la
población de cabras. El estudio del perfil de abatimiento demuestra que existe una selección por edades. La motivación de esta práctica es variable, pero
tiende a alcanzar los siguientes objetivos:
Años de vida
1º
1º
2º
2º
3º
3º
3º
3º
4º
5º
5º
6º 7º
8º
9º 10º
11º
>12º
Fases
0
I
II
II
II
II
III
III
III
III
III
IV
IV
IV
V
V
Estadios
D
E
F
G
H
I
J
L
M
N
O
P
Q
R
CUADRO 3. Correlación de los años de vida de la Capra pyrenaica con las Fases y
Estadios de edad.
415
[page-n-18]
MANUEL PÉREZ RIPOLL Y ORETO GARCÍA PUCHOL
- Racionalizar y preservar la población de cabras, pues ello conlleva la
supervivencia del grupo humano.
- El control de las manadas de cabras tiene como finalidad preservar el
número básico poblacional que sea garantía de su reproducción.
- La selección por edades va correlacionada con la selección por sexo.
Esto último es difícil de probar según el estado de estudio de nuestro material. Para ello, sería necesario demostrar a partir del estado de fusión
de las partes articulares una participación elevada de machos jóvenes y
subadultos, tarea que está aún por hacer.
- El sacrificio de las cabras se produce cuando los individuos alcanzan
un rendimiento adecuado de peso. Las hembras aumentan rápidamente
el peso desde su edad infantil (Granados et al., 1997); al año, alcanzan los
20 kg; a los dos años, los 24 kg; a los tres años están cerca de su máximo
peso, 30 kg; a los cuatro años llegan a un peso estable de 32 kg. Los machos incrementan su peso de año en año; al año pesan unos 25 kg; a los
dos años unos 30 kg; a los tres años, 35 kg; a los cinco años, unos 50 kg; a
los ocho años, 60 kg; a los diez años, 63 kg. (Granados, et al., 2001).
Con estos datos, se pone de manifiesto que el rendimiento en peso se alcanza a partir de los dos años (24 kg para las hembras y 30 kg para los machos), que corresponde a la fase II. En las hembras, el máximo peso se alcanza
en la fase III (32 kg) y en los machos, para esta misma fase, el peso está cerca
de alcanzar los mayores rendimientos (unos 50 kg).
Las estrategias de una caza especializada pasan por una explotación racional de los recursos animales. Los estudios llevados a cabo en los Zagros por la
investigadora Melinda A. Zeder (2008) constatan la importancia de la cabra
bezoar en los yacimientos correspondientes al Paleolítico, Epipaleolítico y
niveles del Neolítico precerámico, al tiempo que se documenta un aumento
de animales jóvenes y una selección a favor de los machos jóvenes en el Epipaleolítico, lo que es interpretado como el comienzo de prácticas selectivas
que darán lugar a la domesticación de las cabras. El estudio de las edades de
Cocina demuestra la existencia de pautas selectivas a favor de animales jóvenes y subadultos, aunque aún no disponemos del estudio de la selección por
sexo. Pero en nuestro caso, el manejo de la cabra montés no significa el inicio
de prácticas que conlleven la domesticación de la cabra. La especialización y
la selección se remontan al Paleolítico superior (Aura et al., 2010; Villaverde
416
[page-n-19]
Los últimos caza-recolectores en Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia)
et al., 2010) y son consustanciales con la explotación de los recursos animales del ambiente mediterráneo, especialmente a partir del Solutrense. Estas
prácticas culminan en el Mesolítico, pero distan de la domesticación. Esta
última tiene que ver con la intensidad de las relaciones entre animales y humanos, que aumentan a partir de la toma de decisión de capturar animales
jóvenes y, con ello, intensificar su control (Vigne, 2011).
Otro aspecto importante en la discusión es la consideración de Cocina como
un cazadero estacional de cabras. Este aspecto se puede abordar desde diversas
maneras. La primera sería estudiar el grado de fragmentación de los huesos, que
nos aproximaría a una ocupación intensiva, como ocurre en los niveles magdalenienses y epipaleolíticos de la Cueva de Nerja (Aura et al., 2010), o una ocupación extensiva de carácter estacional, que en nuestro caso no se podrá demostrar
hasta que no estudiemos la colección procedente de las excavaciones de los años
70, cuyo material fue sistemáticamente recogido. En el primer caso, los restos se
encuentran muy fragmentados por el desarrollo de múltiples actividades, que
traen como consecuencia la fragmentación en seco de los huesos (debidos al
pisoteo). Además, una gran cantidad quedaría afectada por el fuego, como exponente de las actividades que se desarrollan a su alrededor. Los restos óseos
procedentes de las campañas de 1941 y 1942 no pueden ser estudiados con esta
metodología por la carencia de los fragmentos de diáfisis de los huesos largos,
por lo que este estudio queda pendiente. Podemos señalar que el número de
huesos afectados por el fuego no es elevado, como ya hemos visto anteriormente, lo que parece estar en la línea de estancias cortas y recurrentes.
Los yacimientos con ocupaciones intensas, como Cueva de Nerja o Cova
de les Cendres, tienen unas densidades altas de material. En Cocina, la muestra estudiada para las campañas 1941 y 1942 parece elevada, pues alcanza 3203
restos determinados. Sin embargo, tal como hemos observado en la figura 2,
la densidad de restos faunísticos no es elevada, siendo además variable por
sectores y capas. En ambas catas se aprecia una mayor densidad de restos en
las capas superiores y cierto repunte en alguna capa media-baja. Se advierte
también que la densidad de restos líticos recuperados (cata 1941) es abundante en comparación con la fauna. El sesgo en la selección de la fauna puede
haber contribuido a esta imagen de baja densidad.
La segunda fuente de información sobre la estacionalidad estaría en la
secuencia de los dientes. La salida de los molares es conocida, de ahí que los
dientes que no tengan desgaste y estén en fase de erupción pueden acercar-
417
[page-n-20]
MANUEL PÉREZ RIPOLL Y ORETO GARCÍA PUCHOL
nos al momento estacional en el que estas cabras fueron abatidas. Los dientes
que reúnen estas características son el m3 , P4, M1, M2 y M3. Su estado de
erupción proporciona una información mínima de estacionalidad; la máxima
correspondería al estudio de todos los dientes, que con este método no es posible por la incertidumbre que introduce el desgaste molar a partir de la erupción. Según estos datos, como mínimo la cueva estuvo ocupada en primavera,
verano, y, en menor medida, otoño (cuadro 4). Es posible que los dientes de
otras fases de desgaste correspondan a estaciones de caza distintas.
La consideración de las restantes especies, como el ciervo, caballo, uro y
jabalí, va dirigida en este mismo sentido. El biotopo en el que se ubica el yacimiento no es adecuado para estas especies y su presencia puede que tenga que
ver con movimientos de primavera y verano en la búsqueda de pasto fresco.
A este respecto, los dientes de ciervo recuperados en el Rincón SE aportan la siguiente información. Hay un P4 que está a punto de salir, lo que le
Meses: E
m2
m2
m3
m3
P4, P3
P4, P3
P4, P3
P4, P3
P4, P3
P4, P3
P4, P3
P4, P3
P4, P3
M1
M1
M1
M1
M1
M2
M2
M2
M2
M2
M2
M3
F
M
A
M
J
J
A
S
O
N
D
__________
__________
__________
_____________________
__________
__________
__________
_____________________
__________
__________
__________
__________
__________
__________
__________
__________
__________
__________
____________________
____________________
____________________
____________________
____________________
____________________
__________
CUSDRO 4. Número de restos de dientes de la Capra pyrenaica en estado de erupción,
con indicación aproximada de la estación de muerte.
418
[page-n-21]
Los últimos caza-recolectores en Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia)
correspondería una edad de 25-26 meses, según los estudios basados en la
secuencia de erupción de los dientes (Azorit, 2011; Azorit et al., 2002; Mariezkurrena, 1983), lo que lo situaría en primavera o principios del verano.
Por otro lado, hay un maxilar y una mandíbula de jabalí que también
aportan información a este respecto. Los meses principales de los partos de
este mamífero son marzo, abril y mayo, y en menos medida, enero, febrero
y junio (Maillard y Fournier, 2004). La erupción del M1 se produce entre los
cinco y seis meses y el M2 entre los 12 y 14 meses (Lemoine et al., 2014). En el
Rincón SE se ha recuperado una mandíbula con el M1 saliendo, cuya estación
se situaría a finales de verano y principios de otoño y un maxilar con el M2
saliendo, que correspondería a la primavera.
Recopilando esta información, las ocupaciones de La Cocina tienen un
carácter estacional, que están confirmadas por la escasa presencia del conejo.
En los yacimientos paleolíticos con elevados porcentajes de lagomorfos, las
estancias parecen ser más duraderas, con ocupaciones más intensas.
CONCLUSIÓN
El estudio de las faunas de Cocina representa una de las aportaciones más
importantes para el conocimiento del comportamiento de los últimos
cazadores-recolectores. La colección a estudiar abarca las campañas de 1941,
1942, 1943 y 1945 de las excavaciones llevadas a cabo por Luis Pericot. En el
presente trabajo presentamos los resultados del estudio de la fauna de las
campañas de 1941 y 1942. Las colecciones de las restantes campañas están en
estudio. Asimismo, en el proyecto de investigación HAR2015-68962 «EVOLPAST» también se incluye el estudio de los conjuntos procedentes de las campañas de los años 70 dirigidas por Javier Fortea.
Los resultados son muy prometedores para el conocimiento de las pautas
de los cazadores mesolíticos. Ahora sabemos que los últimos cazadores que
ocuparon la Cueva de la Cocina practicaron una caza especializada, que implica un desarrollo selectivo de las presas a fin de asegurar la supervivencia de los
grupos humanos. Además de la cabra montés, el ciervo juega un papel menos
relevante, pero no por ello deja de ser importante. Junto a estos dos mamíferos,
el uro, caballo, corzo y jabalí también están presentes, pero su importancia es
menor. Es significativo el hecho de que el conejo deja de tener el valor numérico que tuvo a lo largo del Paleolítico superior y Epipaleolítico, aspecto que
coincide con los estudios de otros yacimientos con niveles mesolíticos, como
419
[page-n-22]
MANUEL PÉREZ RIPOLL Y ORETO GARCÍA PUCHOL
Tossal de la Roca (Pérez-Ripoll y Martínez-Valle, 1995), Abric de la Falguera
(Pérez-Ripoll, 2006), El Lagrimal (Pérez-Ripoll, 1991), Coves de Santa Maira
(Aura et al., 2006; Morales Pérez, 2015) y Cueva de Nerja (Aura et al., 2009). Tal
vez esto responda a un cambio en la gestión del territorio, en el que se percibe
una mayor integración entre las llanuras litorales y las zonas de media montaña
del interior (Aura et al., 2006). Por ello, Cocina sería un lugar recurrente de alto
valor estratégico para el control estacional de la cabra, de la que se obtendrían
productos variados, que tal vez serían trasladados a zonas litorales.
El estudio de la tafonomía ha demostrado que el aprovechamiento de los
recursos es máximo, tanto en las pieles, como carne y médula. Los huesos
largos, los planos y los pequeños son procesados, incluso los de conejo, a
pesar de su escaso número. Muy revelador es el estudio de los perfiles de sacrificio de las cabras, que ha puesto de manifiesto la selección por edades con
el objetivo de obtener el mayor rendimiento en carne, sin poner en peligro la
supervivencia de las manadas. Los resultados de las campañas de 1941 y 1942
no son definitivos, pues todavía queda mucho por hacer. Los trabajos sobre
las campañas de los años 1943 y 1945, que están en marcha, así como los de
las campañas de los años 70, pueden introducir nueva información relativa al
grado de fragmentación ósea, a las pautas de aprovechamiento y a las prácticas selectivas por edad y sexo.
AGRADECIMIENTOS
El trabajo presentado se ha llevado a cabo en el marco del proyecto HAR2015-68962
P (MINECO/FEDER) “EVOLPAST: Dinámicas evolutivas y patrones de variabilidad
cultural de los últimos caza-recolectores y el primer Neolítico en el Este peninsular
(circa 7000-4500 cal BC)”, Ministerio de Economía y Competitividad, Gobierno de
España. Los trabajos de campo (Campañas de 2015 y 2016) han sido subvencionados
por el SIP-Museu de Prehistòria, Diputació de València.
BIBLIOGRAFÍA
Aura, J. E., Carrión, Y., García-Puchol, O., Jardón, P., Jordá, J. F., Molina, L., Morales, J.
V., Pascual-Benito, J. L., Pérez-Jordá, G., Pérez-Ripoll, M., Rodrigo, Mª. J., Verdasco, C. C. (2006): Epipaleolítico-mesolítico en las comarcas centrales valencianas.
En A. Alday (coord.), El mesolítico de muescas y denticulados en la cuenca del
Ebro y el litoral mediterráneo peninsular. Memorias de Yacimientos Alaveses 11.
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