Estudio de una acumulaciónde lepóridos en el solutrense (nivel XIII) de la Cova de les Cendres
Juan José Gordón Baeza
2017
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ESTUDIO DE UNA ACUMULACIÓN DE LEPÓRIDOS EN EL
SOLUTRENSE (NIVEL XIII) DE LA COVA DE LES CENDRES
Juan José Gordón Baeza
ABSTRACT
A large number of leporids remains can be found in Cova de les Cendres. The
present paper provides new data from the archaeozoological and taphonomic analysis of a set of leporids from the level XIII (20.220 to 23.135 cal. BP),
assigned to the Evolved II Solutrean. The main objective is to define the responsible agent of this faunal accumulation from alterations that has caused
on bone material. Quantifications of the elements, their anatomical representation, the spatial distribution of fauna and age and sex profiles are also
presented. Finally, an environmental key interpretation is carried out of the
changes caused by fosildiagenetic agents on bone.
INTRODUCCIÓN
Los lagomorfos, debido a su capacidad de adaptación y a su elevada tasa de
reproducción, han tenido una amplia distribución por distintas partes de la
península ibérica donde las condiciones para su desarrollo han sido favorables. Sin embargo, no será hasta el Paleolítico superior cuando las pequeñas
presas y, en especial, los lepóridos desempeñen un importante papel dentro
de la dieta de los grupos cazadores-recolectores de la fachada mediterránea,
tal y como lo demuestran los estudios realizados (Aura y Pérez Ripoll, 1992;
Aura et al., 2002; Pérez Ripoll y Martínez Valle, 2001; Pérez Ripoll y Villaverde, 2015; Villaverde et al., 1996, 2010).
El registro fósil de los yacimientos de la zona central del Mediterráneo
ibérico constata sobre todo a partir del Gravetiense la existencia de restos de
lepóridos con evidencias que señalan un procesado y consumo antrópico sisInteraccions entre felins i humans. III Jornades d’arqueozoologia.
Museu de Prehistòria de València (2017): 355-380.
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JUAN JOSÉ GORDÓN BAEZA
temático y recurrente. Se detecta, por ejemplo, en niveles gravetienses de la
Cova Beneito (Martínez Valle, 1996), solutrenses de la Cueva Ambrosio (Yravedra, 2008) y en la secuencia magdaleniense de la Cova Matutano (Olaria et
al., 1981) y de la Cova de Blaus (Martínez Valle, 1996).
Este cambio en los patrones económicos responde no sólo al aumento del
tamaño de los grupos humanos, sino también a una transformación de sus
estrategias de caza y de sus modelos de ocupación del territorio. Abandonaron la caza diversificada para centrarse fundamentalmente en dos taxones: la
cabra y el ciervo, lo cual exigía el control del hábitat de estos dos herbívoros.
Como consecuencia, adoptaron un patrón de movilidad de menor radio, lo
que repercutió en la revalorización de los recursos estáticos, muy abundantes
y con una tasa de reproducción elevada, como los lepóridos (Pérez Ripoll,
2001, 2002, 2005; Pérez Ripoll y Martínez Valle, 2001; Villaverde et al., 2007).
La elevada presencia de estas pequeñas presas queda de manifiesto en la
secuencia paleolítica de la Cova de les Cendres. No obstante, los diversos estudios arqueozoológicos realizados se han centrado fundamentalmente en
los niveles gravetienses y magdalenienses, mientras que es muy escasa la información acerca de los conjuntos solutrenses de fauna.
Este trabajo complementa a otro reciente (Gordón Baeza, 2016) y tiene
como principales objetivos identificar los agentes que pudieron participar
en la formación de una acumulación de lepóridos durante el Solutrense, así
como conocer las alteraciones postdeposicionales y los factores que han podido intervenir en la conservación diferencial de los restos. Los materiales
estudiados proceden de la campaña de excavación del año 2000. Se trata de
un conjunto del sector B, cuadro C20 y adscrito a la capa 11 del nivel XIII
(20.220-23.135 cal. BP), que pertenece al Solutrense evolucionado II.
LA COVA DE LES CENDRES
La Cova de les Cendres es una cavidad situada en el término municipal de
Teulada-Moraira (Alicante). Se ubica en la Punta de Moraira, a unos 50 m s.
n. m. y sobre una vertiente escarpada orientada hacia el Este. El yacimiento
ha sido objeto de numerosas campañas de excavación desde 1974 (Llobregat
et al., 1981) hasta la actualidad (figura 1), proporcionando un rico registro
arqueológico que abarca desde el Neolítico (Bernabeu y Molina, 2009) hasta
el Gravetiense (Villaverde, 2001; Villaverde et al., 2010, 2012; Villaverde y Román, 2013) sin que todavía se haya alcanzado la base.
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Los lepóridos en el Solutrense de la Cova de les Cendres
En el registro faunístico paleolítico (Martínez Valle, 1996; Pérez Ripoll,
2004, 2005; Villaverde et al., 1999, 2007, 2010; Real, 2012, 2013, 2016) se observa una presencia generalizada de ungulados de talla media, fundamentalmente el ciervo, que aparece acompañado de otros dos taxones —cabra y
caballo— cuya importancia oscila dependiendo del nivel estudiado. Otros
recursos (carnívoros de talla media y pequeña, uro, asno, rebeco, corzo, aves,
galápagos y peces) aparecen en la secuencia de manera puntual. En contraste,
se ha podido comprobar que los lepóridos sobrepasan con un amplio margen
de diferencia a los demás especímenes, lo cual indica la importancia que debieron desempeñar en este medio.
La actividad antropogénica en este yacimiento se constata por la presencia
de restos faunísticos con marcas de procesado, así como diversos elementos
de adorno (Villaverde, 1985) y una variada industria lítica y ósea (Villaverde y
Román, 2004, 2005-2006; Román y Villaverde, 2013, 2014; Borao, 2012). También es destacable la presencia de hogares como el excavado en niveles del
Magdaleniense superior (Villaverde et al. 2007).
Aunque en la actualidad la cueva se encuentra en un entorno marino,
Fumanal y Viñals (1988, 1989) y Fumanal y Badal (2001, 2009) han señalado
los importantes cambios geomorfológicos producidos desde el Solutrense.
Hacia el 18.000 BP la línea de costa de Moraira, subparalela a la actual, se
encontraba a una distancia de 15 km respecto a la Cova de les Cendres de
manera que el mar no llegaba hasta el yacimiento. Frente a él se abría un
FIGURA 1. Interior de la Cova de les Cendres durante la campaña de excavación del 2013.
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JUAN JOSÉ GORDÓN BAEZA
amplio espacio lacustre sobre un valle, hoy sumergido, conectado a una ladera con pendientes poco abruptas. La distancia respecto a la línea de costa
ofrecía un territorio con mayores posibilidades económicas y más diversificadas que el actual.
Los resultados obtenidos en base a los análisis antracológicos de Badal y
Carrión (2001), Badal et al. (2012) y Carrión (coord.) (2012) sobre esta parte
de la secuencia sugieren un paisaje abierto dominado por las coníferas, sobre
todo enebros o sabinas y por matorral. Es el periodo de menor cobertura arbórea de todo el Paleolítico superior.
En cuanto a la fauna solutrense, dentro de los macromamíferos, el ciervo
es el taxón predominante. Le siguen, en menor medida, la cabra montés, el
caballo, el asno y otros pequeños carnívoros, como el lince y el gato montés.
Las marcas observadas sobre los ungulados están claramente relacionadas
con el consumo humano. En este sentido, es llamativa la presencia de huesos
de carnívoros con marcas de carnicería, lo cual señala el procesado de especies como el lince. Finalmente, los patrones de edad sugieren una caza centrada fundamentalmente en individuos adultos (Villaverde et al, 1999, 2010).
METODOLOGÍA
Los huesos presentan un buen estado de conservación y no cuentan con concreciones calcáreas remarcables. En primer lugar, se han clasificado anatómicamente en base a criterios de anatomía comparada a partir de la consulta de
diversos atlas y bibliografía especializada (Schmid, 1972; Barone, 1976; López
Martínez, 1989; Lyman, 1994; Callou, 1997; Hillson, 1999, 2005; France, 2008)
y de la colección de referencia del Gabinet de Fauna Quaternària del Museu
de Prehistòria de València.
La cuantificación de los elementos se ha empleado para realizar los recuentos pertinentes de NR (Número de Restos), NISP (Número de Restos
Identificados), NMI (Número Mínimo de Individuos) y NME (Número Mínimo de Elementos) según los criterios de Lyman (1994, 2008). Se ha calculado
el porcentaje de representación (%R) de cada elemento anatómico a partir de
Dodson y Wexlar (1979).
Para esclarecer las posibles causas de la conservación diferencial de algunos elementos se ha aplicado el coeficiente de correlación r de Pearson empleando los valores de densidades óseas recogidos por Pavao y Stahl (1999).
La división en grupos de edad se ha realizado atendiendo al estado de fusión
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Los lepóridos en el Solutrense de la Cova de les Cendres
de las zonas articulares de los principales huesos largos (húmero, radio, ulna,
fémur y tibia) en base a los patrones de osificación sintetizados por Sanchis
(2012) —infantil (<3 meses), juvenil (3/5-9 meses), adulto (>9 meses)— a
partir de los datos recopilados por Gardeisen y Valenzuela (2004).
Por lo que atañe a los perfiles de sexo, se ha empleado el método de Jones
(2006) basado en la medición de aquellos elementos donde el dimorfismo
sexual está más marcado, en concreto, se ha establecido la sex-ratio de los individuos considerando el ancho de los húmeros distales fusionados respecto
al ancho de las trócleas. Los resultados obtenidos han sido comparados con
las referencias de esa misma autora y con otros análisis (Rufà et al., 2015).
Dentro de las alteraciones relacionadas con la actividad humana se han
analizado las fracturas por mordeduras siguiendo los criterios de Cochard
(2004), Pérez Ripoll (2005) y Sanchis et al. (2011) y la terminología propuesta por Morales et al. (2008). También se han tenido en cuenta las marcas
líticas, tanto incisiones como raspados, interpretándolas en base a diversos
trabajos de experimentación (Lloveras et al., 2009a, 2011; Sanchis, 2012).
Para el estudio de las termoalteraciones se han consultado los trabajos de
Nicholson (1993), Fernández-Jalvo y Perales (1990) y Stiner et al. (1995), según niveles de coloración (entre marrón y blanco) y el grado de afectación
sobre la superficie ósea (puntual, parcial o total). También se han recogido
los elementos óseos afectados por los ácidos de la digestión, siguiendo las
pautas de Andrews (1990), Guillem y Martínez Valle (1991), Martínez Valle
(1996), Lloveras (2011), Sanchis (1999, 2000, 2001, 2012), Sanchis y Pascual
Benito (2011), Yravedra (2004, 2006), Lloveras et al. (2008a, 2008b, 2009b)
y Lloveras y Nadal (2015).
Por último, se han registrado otras alteraciones químicas y físicas postdeposicionales como óxidos de manganeso (Shahack-Gross et al., 1997; Cáceres
et al., 2002), ácidos segregados por las raíces o root marks (Fernández-Jalvo y
Andrews, 1992; Lyman, 1994; Fisher, 1995), procesos de meteorización o weathering (Behrensmeyer, 1978; Andrews, 1990; Fisher, 1995) y pisoteo (Courtin
y Villa, 1982; Lyman, 1994; Sanchis, 2012).
Para el examen de los restos óseos se ha empleado una lupa binocular modelo Nikon SMZ-10A (entre 10 y 50 aumentos). Las imágenes se han tomado
con una cámara réflex digital Nikon mediante una lente macro, mientras que
las fotografías de detalle han sido obtenidas con la lupa binocular Leica M165
C a partir del software Leica Application Suit con magnificación de hasta 120.
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JUAN JOSÉ GORDÓN BAEZA
ESTUDIO DEL CONJUNTO DE LEPÓRIDOS DEL NIVEL XIII
Cuantificación y distribución espacial de los restos
Los restos de fauna recuperados ascienden a 2905 elementos, de los cuales
2329 corresponden a lepóridos (80,2%). Dentro de esta última categoría se
han podido determinar anatómicamente 1966 elementos (84,4%). El resto,
dadas las dificultades para su clasificación, se han agrupado dentro de la categoría de Indeterminados anatómicamente (cuadro 1).
Los restos estudiados se concentran en los subcuadros situados hacia
el corte frontal distal de la cueva, con especial atención al 13 y 14, sumando
entre ambos casi un millar de elementos. Este esquema se correlaciona
con la disposición de la macrofauna que también alcanza valores más amplios hacia el extremo opuesto de la boca de la cueva. Así, agrupando los
subcuadros por bandas paralelas al corte frontal (1-3; 5-7; 9-11; 13-15) se
comprueba que la suma de los restos por banda, desde la más próxima a la
entrada hasta la más alejada, arroja unos resultados de 227, 399, 1034 y 1245
elementos, respectivamente.
Representación anatómica
A partir de la hemimandíbula izquierda se ha obtenido un número mínimo
de 28 individuos (NMI). Los elementos mejor representados en la muestra
(%R) son la hemimandíbula (96,4%), la ulna (67,9%) y el astrágalo (66,1%).
Las cinturas presentan unos valores parecidos, tanto los coxales (51,8%) como
las escápulas (53,6%). Entre los huesos largos, además de la ulna, destaca el
húmero (62,5%). Menos numerosos son la tibia (55,4%), el radio (44,6%) y el
fémur (37,5%). Por tanto, el estilopodio anterior está mejor representado que
el posterior, mientras que existe un equilibrio entre el zigopodio de ambos
miembros. Los metapodios muestran porcentajes bajos, aunque con mayor
relevancia los posteriores (23,2%) que los anteriores (14,3%). Dentro del esqueleto axial las costillas están infrarrepresentadas (5,5%), mientras que las
vértebras cuentan con porcentajes que oscilan desde el 0,8% de las torácicas
hasta el 24,3% de las lumbares. Por grupos anatómicos, predomina el craneal
(67,2%). Existe cierto equilibrio entre el miembro anterior (48,6%) y el posterior (40,4%), mientras que tanto las extremidades (11,7%) como el esqueleto
axial (6,8%) ofrecen los porcentajes más bajos.
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Los lepóridos en el Solutrense de la Cova de les Cendres
NMI= 28
Neurocráneo y maxilar
Dentición
Hemimandíbula
Escápula
Húmero
Radio
Ulna
Metacarpo II
Metacarpo III
Metacarpo IV
Metacarpo V
Metacarpo indet.
Coxal
Fémur
Tibia
Calcáneo
Astrágalo
Huesos del tarso
Metatarso II
Metatarso III
Metatarso IV
Metatarso V
Metatarso indet.
Falange I
Falange II
Falange III
Falange indet.
Costilla
Vértebra cervical
Vértebra torácica
Vértebra lumbar
Indet. anatómicamente
NR NME %R
227
18 64,28
322 320 40,81
109
54 96,42
71
30
53,57
99
35
62,5
64
25 44,64
72
38 67,85
11
11
19,64
6
6
10,71
12
12
21,42
3
3
5,35
19
42
29
51,78
122
21
37,5
151
31
55,35
21
18
32,14
37
37 66,07
19
19
16,96
8
8
14,28
19
19
33,92
12
12
21,42
13
13
23,21
36
71
71
15,84
50
50
11,16
36
36
8,03
8
229
43
5,48
7
7
3,57
2
3
0,76
68
34 24,28
363
-
CUADRO 1. Elementos anatómicos, NR, NME y NMI de la muestra de lepóridos estudiada.
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JUAN JOSÉ GORDÓN BAEZA
Estructura de edad y sexo
La tasa de osificación es muy elevada (cuadro 2), con porcentajes que oscilan
entre el 60% y el 100%. La suma de las osificaciones de fusión tardía comprende
el 73,8% de la muestra por lo que predominan los ejemplares adultos mayores
de nueves meses. El restante —un 26,6%— lo forman individuos subadultos
e inmaduros. De ellos, un 79% han fusionado la ulna proximal y el fémur y la
tibia distal, lo cual indica una edad aproximada de cinco meses, mientras que
el 21% —una minoría en la muestra— son especímenes inmaduros. Por tanto,
se trata de una composición dominada por adultos mayores de nueve meses,
en concreto, al menos 21 individuos con todas sus partes articulares osificadas.
No obstante, también se comprueba la presencia de cinco subadultos (entre
cinco y nueve meses) adscritos a la fase de fusión media. Por último, hay sólo
dos individuos inmaduros menores de tres meses que, además de mostrar un
esqueleto de talla reducida, no han osificado ninguna articulación a excepción
del húmero distal que fusiona a una edad muy temprana.
Por lo que respecta a la sex-ratio (figura 2), siguiendo la propuesta de Jones (2006), parece constatarse el predominio de hembras.
Fragmentación
El conjunto presenta una elevada fragmentación. Sólo cuatro categorías presentan huesos completos: esqueleto axial, huesos del tarso, metapodios y falanges.
Encabezan esta clasificación las falanges (86,2%) y los metacarpos (86,1%). Le
Partes articulares
Osificadas No osificadas % osificadas % no osificadas
Húmero distal
35
1
97,22
2,77
Radio proximal
27
0
100
0
Total fusión temprana (<3 m.)
62
1
98,41
1,58
Ulna proximal
9
6
60
40
Fémur distal
8
3
72,72
27,27
Tibia distal
32
4
88,88
11,11
Total fusión media (ca. 5 m.)
49
13
79,03
20,96
Húmero proximal
7
3
70
30
Radio distal
2
0
100
0
Fémur proximal
31
8
79,48
20,51
Tibia proximal
8
6
57,14
42,85
Total fusión tardía (>9 m.)
48
17
73,84
26,15
CUADRO 2. Osificación de las partes articulares proximales y distales agrupadas en
tres categorías: fusión temprana, media y tardía, según NR y sus porcentajes.
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Los lepóridos en el Solutrense de la Cova de les Cendres
siguen los huesos del tarso (75,5%) —sobre todo calcáneos y centrotarsales—,
los metatarsos (35,5%) y, por último, las vértebras y costillas (10,9%). Por lo que
atañe al esqueleto axial, sólo 3 costillas están completas, así como 3 vértebras
cervicales y 7 lumbares.
Según rangos de tamaño, sólo 60 huesos superan los 40 mm de longitud
(4%). Predominan los elementos de entre 10-20 mm (46,2%), seguidos de
restos de muy reducidas dimensiones y con un tamaño inferior a 10 mm
(24,2%). La longitud media del conjunto es de 17,4 mm.
Modificaciones de origen humano
Todas las alteraciones de origen antrópico han sido analizadas y descritas con
detalle en un trabajo anterior (Gordón Baeza, 2016), de modo que aquí se recoge una síntesis de los principales resultados. La actividad antropogénica se
ha identificado en forma de predominio de fracturas por flexión y mordedura
humana (figura 3), marcas líticas sobre 33 restos (4,8%), termoalteraciones
(17,3%) totales, parciales y puntuales —algunas siguiendo un mismo patrón
como las observadas en la parte distal de radios y ulnas— y corrosiones digestivas (0,9%) sobre restos óseos de reducido tamaño.
FIGURA 2. Diagrama de dispersión del perfil de sexo establecido para los lepóridos
del nivel XIII de la Cova de les Cendres. Se ha obtenido a partir del ancho total de la
parte distal del húmero (AD) y del ancho de la tróclea distal (AT).
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JUAN JOSÉ GORDÓN BAEZA
FIGURA 3. Categorías de fragmentación de las tibias.
FIGURA 4. Incisiones en sentido transversal y oblicuo sobre la cara caudal del ilion (a).
Incisiones sobre la diáfisis de la tibia (b y d). Raspados sobre la diáfisis distal del fémur (c).
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Los lepóridos en el Solutrense de la Cova de les Cendres
Las marcas líticas de pelado son escasas y se localizan tanto en la zona
craneal como en los segmentos marginales de los miembros, especialmente en los metatarsos. Mucho más numerosas son las incisiones y los raspados originados por el descarnado de las carcasas (figura 4). Este tipo de
señales se concentran en los huesos largos de ambos miembros y, en menor medida, sobre las cinturas posteriores. Por último, la desarticulación
está también representada de manera puntal sobre un calcáneo. Los tres
huesos que más marcas líticas reúnen son aquellos que también presentan mayor número de mordeduras: el húmero (14,3%), el fémur (42,9%)
y la tibia (12,9%). Por lo que atañe a la fracturación, ésta se produce por
flexión y mordedura y en algunos casos está asociada a hundimientos, horadaciones, muescas y arrastres dentales sobre la cortical del hueso. Los
restos afectados por termoalteraciones (118 elementos) son fragmentos
de huesos vinculados predominantemente a la carbonización y su estado
previo (85,6%). Las dobles coloraciones como resultado de una termoalteración parcial o puntual afectan al 6,4% de los elementos, sobre todo a
húmeros, ulnas, radios, fémures y falanges. Finalmente, seis fragmentos
óseos presentan corrosiones por digestión: dos húmeros, un radio, un metatarso segundo y dos falanges.
Modificaciones de origen diagenético
El 76,6% de los huesos muestran manchas de color negro por su superficie
distribuidas de manera aleatoria. Se trata de óxidos de manganeso producidos por bacterias que se alimentan de la materia ósea. Otros tipos de alteraciones postdeposicionales aparecen de forma esporádica y cuentan con
una escasa representación. Así, cinco restos del conjunto (0,3%) cuentan con
corrosiones en su superficie como consecuencia de los ácidos de las raíces de
las plantas (root marks). Se trata de un metacarpo III, las epífisis distales de
un húmero y un fémur, la proximal de un fémur, un fragmento de radio con
media diáfisis y su articulación distal. Este fenómeno ha producido huellas
en negativo de las raíces sobre la cortical del hueso, que cuentan con anchuras y longitudes variables pero con el fondo del surco en forma de U.
La erosión y la abrasión han afectado especialmente a 67 elementos
(4,2%). Estos materiales presentan la cortical con porosidad localizada,
redondeamientos y han perdido parte de su estructura. Son fundamentalmente metapodios, falanges y epífisis de radio.
365
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JUAN JOSÉ GORDÓN BAEZA
Por otro lado, sobre algunos metapodios y diáfisis de huesos largos se han
detectado raspados y marcas muy someras de dirección variable que podrían
ser consecuencia del pisoteo o trampling; esto es, alteraciones sobre la superficie ósea producidas por el rozamiento del sedimento con los materiales
arqueológicos como consecuencia del tránsito de agentes biológicos. Afecta
principalmente a los elementos anatómicos más frágiles como los huesos del
neurocráneo, el cuerpo de la escápula y los procesos espinosos de las vértebras.
Finalmente, los procesos de meteorización (weathering) pueden ser los
responsables de los agrietamientos, las pérdidas de tejido óseo y las desescamaciones que se observan en las superficies de tres pequeños fragmentos
(0,2%): la proximal de un húmero y un astrágalo, así como la distal de un radio.
DISCUSIÓN
La cantidad de restos óseos es muy elevada, lo cual sugiere una ocupación de
la cueva muy intensa. Los lepóridos representan entre el 71% y el 94% del total de la fauna de la Cova de les Cendres, constituyendo un aporte constante y
estable durante toda la secuencia paleolítica. Los valores varían dependiendo
del estudio consultado. Así, en el Magdaleniense los porcentajes oscilan entre el 56,2% (Real, 2013), 71,1% (Villaverde et al., 1999), 80% (Villaverde et al.,
2012) y 83% (Martínez Valle, 1996). Para el Solutrense el sondeo publicado
por Villaverde et al. (1999) estimó un 94%, mientras que en este trabajo hemos obtenido una representación del 80,2%. Finalmente, los lepóridos en el
Gravetiense suponen el 82% según Villaverde et al. (2010).
El agente acumulador de los lepóridos del nivel XIII
Las acumulaciones de lagomorfos en los yacimientos del Paleolítico superior son mayoritariamente de origen antrópico. No encontramos niveles con
ocupaciones exclusivas de carnívoros ni acumulaciones formadas por la actividad de aves rapaces o de pequeños carnívoros. Siempre que se detectan
evidencias de estos predadores afectan a un número muy reducido de restos,
por lo que son marginales, al menos, a partir del Gravetiense (Pérez Ripoll,
2004; Pérez Ripoll y Villaverde, 2015).
La presencia de un perfil de edad dominado por individuos adultos (superior al 75%) y de un elevado índice de fragmentación de los elementos óseos
(85,8%), la identificación de marcas de corte (4,8%), marcas dentales como
366
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Los lepóridos en el Solutrense de la Cova de les Cendres
punciones, hundimientos y arrastres, termoalteraciones localizadas (6,4%) y
la sistematización de fracturas mediante mordeduras, unido a la inexistencia
de corrosiones digestivas producidas por aves rapaces ni marcas de carnívoros, como tampoco de impactos producidos por pico inducen a considerar
que los humanos son los principales responsables de la manipulación y formación de esta muestra.
Pero además del estudio de las marcas, la longitud conservada de los restos también resulta muy útil para determinar el agente portador de la fauna.
Aunque un elevado número de cilindros de diáfisis se suele relacionar con
la actividad antrópica (Pérez Ripoll, 1993; Cochard, 2004; Allué et al., 2010;
Cochard et al., 2012; Sanchis, 2012), en ocasiones los carnívoros también producen estos resultados (Hockett, 1991; Schmitt y Juell, 1994; Cochard, 2004;
Lloveras et al., 2008a; Sanchis, 2012). Conocer la longitud del eje puede ayudar a identificar uno u otro agente, ya que los cilindros procedentes de predadores suelen ser más cortos que aquellos producidos por grupos humanos
(Brugal, 2006). En este conjunto solutrense predominan los elementos que
superan el 50% de la longitud total del hueso, llegando en ocasiones a alcanzar el 75%. Este dato refuerza la hipótesis de una acumulación formada como
consecuencia de la actividad humana.
Sanchis (2012) ha estimado que en los conjuntos aportados por grupos
humanos la mayoría de los restos pertenecen al rango de medida de 10-20
mm, con valores medios que oscilan de 16,61 a 19,88 mm. Precisamente la
longitud media de la fauna estudiada es de 17,4 mm, por lo que se ajusta a
dichos parámetros. Por tanto, el conjunto de lepóridos estudiados del nivel
XIII reúne todas las características que sugieren una formación ligada a la
aportación antrópica.
Cuando se detecta una presencia antropogénica muy elevada o incluso exclusiva —como en este nivel XIII de la Cova de les Cendres— los perfiles de
edad y sexo de los lepóridos pueden aportar información adicional sobre el conocimiento que los humanos disponen del entorno —tales como la situación
de madrigueras— y su estrategia perseguida para la obtención de las presas.
El análisis de los perfiles de edad ha determinado un conjunto formado por individuos de diferentes edades aunque con predominio de adultos
(dos inmaduros, cinco juveniles y 21 adultos). No obstante, como han advertido algunos trabajos (Munson, 2000; Munson y Garniewicz, 2003) se
debe ser cauto ya que los individuos más jóvenes suelen aparecer infrarre-
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JUAN JOSÉ GORDÓN BAEZA
presentados debido a la baja densidad de su esqueleto. Esta preponderancia
de ejemplares adultos ha sido propuesta en otros niveles de la secuencia de
la Cova de les Cendres, tanto durante el Gravetiense (Pérez Ripoll, 2004;
Villaverde et al., 2007) como en el Magdaleniense (Martínez Valle, 1996;
Sanchis, 1999; Real, 2012, 2013, 2016), y en otros yacimientos del Paleolítico
superior —por ejemplo, en fases gravetienses de la Cova Beneito (Martínez
Valle, 1996), solutrenses de la Cueva Ambrosio (Yravedra, 2008) y en la secuencia magdaleniense de la Cova Matutano (Olaria et al,. 1981) y de la Cova
de Blaus (Martínez Valle, 1996).
Para determinar la composición sexual de la muestra hemos utilizado el
método propuesto por Jones (2006). Sin embargo, debemos ser prudentes
por dos motivos. En primer lugar, porque las mediciones están realizadas sobre una muestra muy reducida de húmeros, en concreto, 30 ejemplares. Pero,
además, porque no existe unanimidad a la hora de aceptar como válido este
procedimiento debido a que la autora, para extraer sus conclusiones, se basó
en una muestra actual muy pequeña.
No menos controvertida es la interpretación que se puede hacer de estos
resultados. En base a los datos de la sex-ratio que hemos obtenido, algunos
autores (Madsen y Schmitt, 1998; Hockett y Haws, 2002; Jones, 2006) han
relacionado la presencia destacada de hembras con capturas en masa dirigidas directamente sobre las madrigueras, mientras que asocian una mayor
presencia de machos adultos o heterogeneidad entre los dos sexos con un
modelo de captura selectiva de presas. Esta teoría parte de las conclusiones
obtenidas en trabajos etológicos de autores como Delibes e Hiraldo (1979),
Soriguer (1981) y Webb (1993), y se ha aplicado en recientes trabajos arqueozoológicos (Rufà et al. 2015).
Sin embargo, Arques y Peiró (2005) cuestionan este planteamiento, señalando que dentro de una madriguera existe un equilibrio entre ambos sexos.
Para estos autores, la sex-ratio puede actuar como un indicador estacional.
Sólo en determinados momentos, coincidiendo con el ciclo de gestación y
lactancia de los gazapos en los meses de marzo, abril y junio, las hembras
quedan más expuestas a ser capturadas que los machos. Según este punto de
vista, bastaría con conocer las sendas de paso más frecuentadas para montar
pequeñas trampas y atraparlas (Bar-El y Tchernov, 2001; Pérez Ripoll y Villaverde, 2015). Por tanto, la estructura de sexo de la muestra de lepóridos de
Cendres podría señalar un perfil estacional de primavera.
368
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Los lepóridos en el Solutrense de la Cova de les Cendres
En definitiva, no estamos ante una cuestión de fácil resolución ni con una
única repuesta ya que la interpretación depende, en gran medida, del estudio
etológico que se admita y somos conscientes de que los resultados se refieren
siempre al análisis de una muestra sesgada. Tampoco debemos ser taxativos,
pues pudo practicarse una combinación de ambas estrategias, complementando la captura en masa con el trampeo.
Los factores responsables de la representación anatómica y la
integridad de la muestra
Los resultados obtenidos a partir del coeficiente de correlación r de Pearson
(cuadro 3) señalan que la preservación de los materiales está relacionada con
la misma naturaleza ósea de cada elemento anatómico y no con el transporte
diferencial e intencionado de algunas carcasas hasta el yacimiento. De esta
Elemento anatómico
Densidad
%R
Hemimandíbula
0,74
96,42
Escápula
0,33
53,57
Húmero
0,43
62,5
Radio
0,14
44,64
Ulna
0,23
67,85
Coxal
0,45
51,78
Fémur
0,41
37,5
Tibia
0,54
55,35
Astrágalo
0,28
66,07
Calcáneo
0,34
32,14
Metacarpos
0,13
14,28
Metatarsos
0,12
23,21
0,1
11,68
Falanges
V. cervicales
0,46
3,57
V. lumbares
0,35
24,28
Costillas
0,08
5,48
r de Pearson
0,603782368
CUADRO 3. Resultado del análisis de correlación para testear la conservación diferencial
del conjunto a partir de la densidad ósea (g/cm3) y el %R. Las referencias de las densidades
por elemento anatómico han sido tomadas del trabajo de Pavao y Stahl (1999).
369
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JUAN JOSÉ GORDÓN BAEZA
manera, los procesos postdeposicionales como el pisoteo y el consumo humano de determinadas partes esqueléticas han destruido el material más frágil, por lo que son dos agentes a considerar en los índices de representación.
Por grupos anatómicos, predominan los huesos craneales, mientras que
los del miembros anterior y posterior están equilibrados, tal y como sucede
en el nivel solutrense de Cueva Ambrosio (Yravedra, 2008). Finalmente, tanto
el esqueleto axial como las extremidades están infrarrepresentados.
Los huesos craneales y las costillas se encuentran muy fragmentados.
Aunque las causas posdeposicionales son el principal motivo, algunas prácticas alimentarias de los grupos humanos también pueden haber sido las
responsables. Cochard (2004) ha planteado que el acceso al cerebro de los
lepóridos para su consumo produciría una elevada fracturación; también la
mordedura repetitiva de las costillas puede ser el motivo de que apenas queden elementos completos.
Los principales huesos largos anteriores están menos fracturados que los
posteriores. Este hecho puede responder a un intenso y sistemático proceso
de fracturación del húmero, fémur y la tibia (con una gran cantidad de contenido medular), pero no tanto del radio y la ulna. Este es un patrón que otros
autores han observado con anterioridad (por ejemplo: Pérez Ripoll, 2001,
2004; Cochard, 2004; Sanchis, 2012).
Por otro lado, es llamativa la baja representación de metapodios —en especial metacarpos— y de falanges. La escasez de estos dos elementos puede
ser consecuencia del aprovechamiento de las pieles. Un estudio de Pérez Ripoll y Morales (2008) dirigido sobre zorros capturados durante el siglo pasado ha comprobado que, para obtener su piel, el cazador realizaba cortes a la
altura de los metapodios, quedando parte de estos, pero sobre todo las falanges, incluidas dentro del pellejo. Además, esta acción podría haber causado
las marcas de corte localizadas sobre seis metapodios y una falange.
Pero no sólo la intervención humana ha afectado a la integridad del material óseo. También la actuación de diversos agentes diagenéticos ha producido modificaciones estructurales sobre los huesos. Estas alteraciones tienen
un factor común: responden a unas mismas condiciones ambientales que debieron desarrollarse dentro de la cueva y que estarían caracterizadas por un
entorno húmedo así como por la presencia recurrente de zonas encharcadas.
Aunque no se han encontrado huesos con concreciones calcáreas, a juzgar por
la colada estalagmítica que descansa sobre el nivel XIII, debió haber filtracio-
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Los lepóridos en el Solutrense de la Cova de les Cendres
nes de agua cargada de carbonato cálcico. Finalmente, la exposición a la intemperie es mínima (0,2%), lo cual indica una rápida sedimentación de los restos.
Este fenómeno junto al resguardo que proporcionaría la visera de la cueva han
permitido que los restos óseos se hayan conservado en buenas condiciones.
CONCLUSIONES
Los análisis zooarqueológicos y tafonómicos realizados sobre los lepóridos
del nivel XIII de la Cova de les Cendres han permitido constatar que se trata de un conjunto de origen antrópico. En la muestra estudiada se observan
marcas de un intenso proceso carnicero que ha sido igualmente descrito en
los niveles gravetienses y magdalenienses del yacimiento.
Los elementos esqueléticos están desigualmente representados. La conservación diferencial de la muestra está relacionada con la misma naturaleza
ósea de cada elemento anatómico y no con el transporte diferencial e intencionado de algunas carcasas hasta el yacimiento. De este modo, tanto los procesos postdeposicionales como el consumo humano de determinadas partes
esqueléticas han alterado los índices de representación.
Por otro lado, el análisis de los perfiles de edad y sexo de la muestra indica
el predominio de hembras en edad reproductiva. No obstante, los datos obtenidos para el perfil sexual se deben tomar con cautela y no son determinantes
ya que se han calculado en base a una muestra muy reducida y siguiendo un
método que ha alimentado un amplio debate en los últimos años. En este
sentido, creemos que sería interesante en futuros trabajos aplicar la propuesta de Jones (2006) a una muestra más amplia con el objetivo de poder confirmar o matizar estas conclusiones.
En definitiva, mientras que en la fauna recuperada en los niveles gravetienses y magdalenienses se han detectado evidencias de aves rapaces o de
carnívoros, en la muestra solutrense no hemos identificado la presencia de
otros agentes de aporte diferentes a los humanos. Por tanto, la ocupación de
la cueva en este periodo debió ser más intensa, sin posibilidad de que otros
predadores tuvieran la oportunidad de acceder a ella en momentos puntuales.
El predominio de restos de lepóridos con modificaciones de origen humano dentro de la fauna solutrense los convierte en un aporte dietético de gran
relevancia y confirma la tendencia hacia un aprovechamiento antrópico sistemático y recurrente de estas pequeñas presas durante el Paleolítico superior
en los yacimientos de la fachada mediterránea, sobre todo, a partir del Gra-
371
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JUAN JOSÉ GORDÓN BAEZA
vetiense. En el nivel XIII de este yacimiento se observa un modelo económico
basado principalmente en la captura de ciervo y, en menor medida, de cabra
montés y caballo, que se complementa con un recurso estable y constante
como los conejos; estos, una vez capturados, se transportan enteros hasta la
cueva para ser sometidos a un intenso proceso carnicero donde se aprovechan todos sus recursos, desde la piel y la carne hasta los huesos.
Finalmente, las alteraciones postdeposicionales observadas sobre los restos óseos señalan un proceso de rápida sedimentación bajo unas condiciones
ambientales húmedas, sombrías y con periodos prolongados de presencia de
agua en la cueva.
En base a todo lo dicho, será necesario continuar y ampliar el estudio arqueozoológico y tafonómico de la fauna solutrense de la Cova de les Cendres
con nuevos trabajos. Igualmente conveniente será comparar los resultados
obtenidos con nuevos análisis realizados sobre los niveles gravetienses (Sanchis et al., 2016) y magdalenienses (Real, 2016), que ayudarán a caracterizar
y completar el papel de las pequeñas presas y, en especial, de los lepóridos
dentro de la dieta de los grupos humanos en la secuencia paleolítica de este
yacimiento.
AGRADECIMIENTOS
Deseamos mostrar nuestro agradecimiento a Valentín Villaverde, director de la excavación de la Cova de les Cendres, por permitirnos estudiar este conjunto de fauna.
También a Manuel Pérez Ripoll que nos ha aportado valiosas sugerencias y, por supuesto, a Alfred Sanchis por sus conocimientos y su generosa ayuda.
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15
ESTUDIO DE UNA ACUMULACIÓN DE LEPÓRIDOS EN EL
SOLUTRENSE (NIVEL XIII) DE LA COVA DE LES CENDRES
Juan José Gordón Baeza
ABSTRACT
A large number of leporids remains can be found in Cova de les Cendres. The
present paper provides new data from the archaeozoological and taphonomic analysis of a set of leporids from the level XIII (20.220 to 23.135 cal. BP),
assigned to the Evolved II Solutrean. The main objective is to define the responsible agent of this faunal accumulation from alterations that has caused
on bone material. Quantifications of the elements, their anatomical representation, the spatial distribution of fauna and age and sex profiles are also
presented. Finally, an environmental key interpretation is carried out of the
changes caused by fosildiagenetic agents on bone.
INTRODUCCIÓN
Los lagomorfos, debido a su capacidad de adaptación y a su elevada tasa de
reproducción, han tenido una amplia distribución por distintas partes de la
península ibérica donde las condiciones para su desarrollo han sido favorables. Sin embargo, no será hasta el Paleolítico superior cuando las pequeñas
presas y, en especial, los lepóridos desempeñen un importante papel dentro
de la dieta de los grupos cazadores-recolectores de la fachada mediterránea,
tal y como lo demuestran los estudios realizados (Aura y Pérez Ripoll, 1992;
Aura et al., 2002; Pérez Ripoll y Martínez Valle, 2001; Pérez Ripoll y Villaverde, 2015; Villaverde et al., 1996, 2010).
El registro fósil de los yacimientos de la zona central del Mediterráneo
ibérico constata sobre todo a partir del Gravetiense la existencia de restos de
lepóridos con evidencias que señalan un procesado y consumo antrópico sisInteraccions entre felins i humans. III Jornades d’arqueozoologia.
Museu de Prehistòria de València (2017): 355-380.
[page-n-2]
JUAN JOSÉ GORDÓN BAEZA
temático y recurrente. Se detecta, por ejemplo, en niveles gravetienses de la
Cova Beneito (Martínez Valle, 1996), solutrenses de la Cueva Ambrosio (Yravedra, 2008) y en la secuencia magdaleniense de la Cova Matutano (Olaria et
al., 1981) y de la Cova de Blaus (Martínez Valle, 1996).
Este cambio en los patrones económicos responde no sólo al aumento del
tamaño de los grupos humanos, sino también a una transformación de sus
estrategias de caza y de sus modelos de ocupación del territorio. Abandonaron la caza diversificada para centrarse fundamentalmente en dos taxones: la
cabra y el ciervo, lo cual exigía el control del hábitat de estos dos herbívoros.
Como consecuencia, adoptaron un patrón de movilidad de menor radio, lo
que repercutió en la revalorización de los recursos estáticos, muy abundantes
y con una tasa de reproducción elevada, como los lepóridos (Pérez Ripoll,
2001, 2002, 2005; Pérez Ripoll y Martínez Valle, 2001; Villaverde et al., 2007).
La elevada presencia de estas pequeñas presas queda de manifiesto en la
secuencia paleolítica de la Cova de les Cendres. No obstante, los diversos estudios arqueozoológicos realizados se han centrado fundamentalmente en
los niveles gravetienses y magdalenienses, mientras que es muy escasa la información acerca de los conjuntos solutrenses de fauna.
Este trabajo complementa a otro reciente (Gordón Baeza, 2016) y tiene
como principales objetivos identificar los agentes que pudieron participar
en la formación de una acumulación de lepóridos durante el Solutrense, así
como conocer las alteraciones postdeposicionales y los factores que han podido intervenir en la conservación diferencial de los restos. Los materiales
estudiados proceden de la campaña de excavación del año 2000. Se trata de
un conjunto del sector B, cuadro C20 y adscrito a la capa 11 del nivel XIII
(20.220-23.135 cal. BP), que pertenece al Solutrense evolucionado II.
LA COVA DE LES CENDRES
La Cova de les Cendres es una cavidad situada en el término municipal de
Teulada-Moraira (Alicante). Se ubica en la Punta de Moraira, a unos 50 m s.
n. m. y sobre una vertiente escarpada orientada hacia el Este. El yacimiento
ha sido objeto de numerosas campañas de excavación desde 1974 (Llobregat
et al., 1981) hasta la actualidad (figura 1), proporcionando un rico registro
arqueológico que abarca desde el Neolítico (Bernabeu y Molina, 2009) hasta
el Gravetiense (Villaverde, 2001; Villaverde et al., 2010, 2012; Villaverde y Román, 2013) sin que todavía se haya alcanzado la base.
356
[page-n-3]
Los lepóridos en el Solutrense de la Cova de les Cendres
En el registro faunístico paleolítico (Martínez Valle, 1996; Pérez Ripoll,
2004, 2005; Villaverde et al., 1999, 2007, 2010; Real, 2012, 2013, 2016) se observa una presencia generalizada de ungulados de talla media, fundamentalmente el ciervo, que aparece acompañado de otros dos taxones —cabra y
caballo— cuya importancia oscila dependiendo del nivel estudiado. Otros
recursos (carnívoros de talla media y pequeña, uro, asno, rebeco, corzo, aves,
galápagos y peces) aparecen en la secuencia de manera puntual. En contraste,
se ha podido comprobar que los lepóridos sobrepasan con un amplio margen
de diferencia a los demás especímenes, lo cual indica la importancia que debieron desempeñar en este medio.
La actividad antropogénica en este yacimiento se constata por la presencia
de restos faunísticos con marcas de procesado, así como diversos elementos
de adorno (Villaverde, 1985) y una variada industria lítica y ósea (Villaverde y
Román, 2004, 2005-2006; Román y Villaverde, 2013, 2014; Borao, 2012). También es destacable la presencia de hogares como el excavado en niveles del
Magdaleniense superior (Villaverde et al. 2007).
Aunque en la actualidad la cueva se encuentra en un entorno marino,
Fumanal y Viñals (1988, 1989) y Fumanal y Badal (2001, 2009) han señalado
los importantes cambios geomorfológicos producidos desde el Solutrense.
Hacia el 18.000 BP la línea de costa de Moraira, subparalela a la actual, se
encontraba a una distancia de 15 km respecto a la Cova de les Cendres de
manera que el mar no llegaba hasta el yacimiento. Frente a él se abría un
FIGURA 1. Interior de la Cova de les Cendres durante la campaña de excavación del 2013.
357
[page-n-4]
JUAN JOSÉ GORDÓN BAEZA
amplio espacio lacustre sobre un valle, hoy sumergido, conectado a una ladera con pendientes poco abruptas. La distancia respecto a la línea de costa
ofrecía un territorio con mayores posibilidades económicas y más diversificadas que el actual.
Los resultados obtenidos en base a los análisis antracológicos de Badal y
Carrión (2001), Badal et al. (2012) y Carrión (coord.) (2012) sobre esta parte
de la secuencia sugieren un paisaje abierto dominado por las coníferas, sobre
todo enebros o sabinas y por matorral. Es el periodo de menor cobertura arbórea de todo el Paleolítico superior.
En cuanto a la fauna solutrense, dentro de los macromamíferos, el ciervo
es el taxón predominante. Le siguen, en menor medida, la cabra montés, el
caballo, el asno y otros pequeños carnívoros, como el lince y el gato montés.
Las marcas observadas sobre los ungulados están claramente relacionadas
con el consumo humano. En este sentido, es llamativa la presencia de huesos
de carnívoros con marcas de carnicería, lo cual señala el procesado de especies como el lince. Finalmente, los patrones de edad sugieren una caza centrada fundamentalmente en individuos adultos (Villaverde et al, 1999, 2010).
METODOLOGÍA
Los huesos presentan un buen estado de conservación y no cuentan con concreciones calcáreas remarcables. En primer lugar, se han clasificado anatómicamente en base a criterios de anatomía comparada a partir de la consulta de
diversos atlas y bibliografía especializada (Schmid, 1972; Barone, 1976; López
Martínez, 1989; Lyman, 1994; Callou, 1997; Hillson, 1999, 2005; France, 2008)
y de la colección de referencia del Gabinet de Fauna Quaternària del Museu
de Prehistòria de València.
La cuantificación de los elementos se ha empleado para realizar los recuentos pertinentes de NR (Número de Restos), NISP (Número de Restos
Identificados), NMI (Número Mínimo de Individuos) y NME (Número Mínimo de Elementos) según los criterios de Lyman (1994, 2008). Se ha calculado
el porcentaje de representación (%R) de cada elemento anatómico a partir de
Dodson y Wexlar (1979).
Para esclarecer las posibles causas de la conservación diferencial de algunos elementos se ha aplicado el coeficiente de correlación r de Pearson empleando los valores de densidades óseas recogidos por Pavao y Stahl (1999).
La división en grupos de edad se ha realizado atendiendo al estado de fusión
358
[page-n-5]
Los lepóridos en el Solutrense de la Cova de les Cendres
de las zonas articulares de los principales huesos largos (húmero, radio, ulna,
fémur y tibia) en base a los patrones de osificación sintetizados por Sanchis
(2012) —infantil (<3 meses), juvenil (3/5-9 meses), adulto (>9 meses)— a
partir de los datos recopilados por Gardeisen y Valenzuela (2004).
Por lo que atañe a los perfiles de sexo, se ha empleado el método de Jones
(2006) basado en la medición de aquellos elementos donde el dimorfismo
sexual está más marcado, en concreto, se ha establecido la sex-ratio de los individuos considerando el ancho de los húmeros distales fusionados respecto
al ancho de las trócleas. Los resultados obtenidos han sido comparados con
las referencias de esa misma autora y con otros análisis (Rufà et al., 2015).
Dentro de las alteraciones relacionadas con la actividad humana se han
analizado las fracturas por mordeduras siguiendo los criterios de Cochard
(2004), Pérez Ripoll (2005) y Sanchis et al. (2011) y la terminología propuesta por Morales et al. (2008). También se han tenido en cuenta las marcas
líticas, tanto incisiones como raspados, interpretándolas en base a diversos
trabajos de experimentación (Lloveras et al., 2009a, 2011; Sanchis, 2012).
Para el estudio de las termoalteraciones se han consultado los trabajos de
Nicholson (1993), Fernández-Jalvo y Perales (1990) y Stiner et al. (1995), según niveles de coloración (entre marrón y blanco) y el grado de afectación
sobre la superficie ósea (puntual, parcial o total). También se han recogido
los elementos óseos afectados por los ácidos de la digestión, siguiendo las
pautas de Andrews (1990), Guillem y Martínez Valle (1991), Martínez Valle
(1996), Lloveras (2011), Sanchis (1999, 2000, 2001, 2012), Sanchis y Pascual
Benito (2011), Yravedra (2004, 2006), Lloveras et al. (2008a, 2008b, 2009b)
y Lloveras y Nadal (2015).
Por último, se han registrado otras alteraciones químicas y físicas postdeposicionales como óxidos de manganeso (Shahack-Gross et al., 1997; Cáceres
et al., 2002), ácidos segregados por las raíces o root marks (Fernández-Jalvo y
Andrews, 1992; Lyman, 1994; Fisher, 1995), procesos de meteorización o weathering (Behrensmeyer, 1978; Andrews, 1990; Fisher, 1995) y pisoteo (Courtin
y Villa, 1982; Lyman, 1994; Sanchis, 2012).
Para el examen de los restos óseos se ha empleado una lupa binocular modelo Nikon SMZ-10A (entre 10 y 50 aumentos). Las imágenes se han tomado
con una cámara réflex digital Nikon mediante una lente macro, mientras que
las fotografías de detalle han sido obtenidas con la lupa binocular Leica M165
C a partir del software Leica Application Suit con magnificación de hasta 120.
359
[page-n-6]
JUAN JOSÉ GORDÓN BAEZA
ESTUDIO DEL CONJUNTO DE LEPÓRIDOS DEL NIVEL XIII
Cuantificación y distribución espacial de los restos
Los restos de fauna recuperados ascienden a 2905 elementos, de los cuales
2329 corresponden a lepóridos (80,2%). Dentro de esta última categoría se
han podido determinar anatómicamente 1966 elementos (84,4%). El resto,
dadas las dificultades para su clasificación, se han agrupado dentro de la categoría de Indeterminados anatómicamente (cuadro 1).
Los restos estudiados se concentran en los subcuadros situados hacia
el corte frontal distal de la cueva, con especial atención al 13 y 14, sumando
entre ambos casi un millar de elementos. Este esquema se correlaciona
con la disposición de la macrofauna que también alcanza valores más amplios hacia el extremo opuesto de la boca de la cueva. Así, agrupando los
subcuadros por bandas paralelas al corte frontal (1-3; 5-7; 9-11; 13-15) se
comprueba que la suma de los restos por banda, desde la más próxima a la
entrada hasta la más alejada, arroja unos resultados de 227, 399, 1034 y 1245
elementos, respectivamente.
Representación anatómica
A partir de la hemimandíbula izquierda se ha obtenido un número mínimo
de 28 individuos (NMI). Los elementos mejor representados en la muestra
(%R) son la hemimandíbula (96,4%), la ulna (67,9%) y el astrágalo (66,1%).
Las cinturas presentan unos valores parecidos, tanto los coxales (51,8%) como
las escápulas (53,6%). Entre los huesos largos, además de la ulna, destaca el
húmero (62,5%). Menos numerosos son la tibia (55,4%), el radio (44,6%) y el
fémur (37,5%). Por tanto, el estilopodio anterior está mejor representado que
el posterior, mientras que existe un equilibrio entre el zigopodio de ambos
miembros. Los metapodios muestran porcentajes bajos, aunque con mayor
relevancia los posteriores (23,2%) que los anteriores (14,3%). Dentro del esqueleto axial las costillas están infrarrepresentadas (5,5%), mientras que las
vértebras cuentan con porcentajes que oscilan desde el 0,8% de las torácicas
hasta el 24,3% de las lumbares. Por grupos anatómicos, predomina el craneal
(67,2%). Existe cierto equilibrio entre el miembro anterior (48,6%) y el posterior (40,4%), mientras que tanto las extremidades (11,7%) como el esqueleto
axial (6,8%) ofrecen los porcentajes más bajos.
360
[page-n-7]
Los lepóridos en el Solutrense de la Cova de les Cendres
NMI= 28
Neurocráneo y maxilar
Dentición
Hemimandíbula
Escápula
Húmero
Radio
Ulna
Metacarpo II
Metacarpo III
Metacarpo IV
Metacarpo V
Metacarpo indet.
Coxal
Fémur
Tibia
Calcáneo
Astrágalo
Huesos del tarso
Metatarso II
Metatarso III
Metatarso IV
Metatarso V
Metatarso indet.
Falange I
Falange II
Falange III
Falange indet.
Costilla
Vértebra cervical
Vértebra torácica
Vértebra lumbar
Indet. anatómicamente
NR NME %R
227
18 64,28
322 320 40,81
109
54 96,42
71
30
53,57
99
35
62,5
64
25 44,64
72
38 67,85
11
11
19,64
6
6
10,71
12
12
21,42
3
3
5,35
19
42
29
51,78
122
21
37,5
151
31
55,35
21
18
32,14
37
37 66,07
19
19
16,96
8
8
14,28
19
19
33,92
12
12
21,42
13
13
23,21
36
71
71
15,84
50
50
11,16
36
36
8,03
8
229
43
5,48
7
7
3,57
2
3
0,76
68
34 24,28
363
-
CUADRO 1. Elementos anatómicos, NR, NME y NMI de la muestra de lepóridos estudiada.
361
[page-n-8]
JUAN JOSÉ GORDÓN BAEZA
Estructura de edad y sexo
La tasa de osificación es muy elevada (cuadro 2), con porcentajes que oscilan
entre el 60% y el 100%. La suma de las osificaciones de fusión tardía comprende
el 73,8% de la muestra por lo que predominan los ejemplares adultos mayores
de nueves meses. El restante —un 26,6%— lo forman individuos subadultos
e inmaduros. De ellos, un 79% han fusionado la ulna proximal y el fémur y la
tibia distal, lo cual indica una edad aproximada de cinco meses, mientras que
el 21% —una minoría en la muestra— son especímenes inmaduros. Por tanto,
se trata de una composición dominada por adultos mayores de nueve meses,
en concreto, al menos 21 individuos con todas sus partes articulares osificadas.
No obstante, también se comprueba la presencia de cinco subadultos (entre
cinco y nueve meses) adscritos a la fase de fusión media. Por último, hay sólo
dos individuos inmaduros menores de tres meses que, además de mostrar un
esqueleto de talla reducida, no han osificado ninguna articulación a excepción
del húmero distal que fusiona a una edad muy temprana.
Por lo que respecta a la sex-ratio (figura 2), siguiendo la propuesta de Jones (2006), parece constatarse el predominio de hembras.
Fragmentación
El conjunto presenta una elevada fragmentación. Sólo cuatro categorías presentan huesos completos: esqueleto axial, huesos del tarso, metapodios y falanges.
Encabezan esta clasificación las falanges (86,2%) y los metacarpos (86,1%). Le
Partes articulares
Osificadas No osificadas % osificadas % no osificadas
Húmero distal
35
1
97,22
2,77
Radio proximal
27
0
100
0
Total fusión temprana (<3 m.)
62
1
98,41
1,58
Ulna proximal
9
6
60
40
Fémur distal
8
3
72,72
27,27
Tibia distal
32
4
88,88
11,11
Total fusión media (ca. 5 m.)
49
13
79,03
20,96
Húmero proximal
7
3
70
30
Radio distal
2
0
100
0
Fémur proximal
31
8
79,48
20,51
Tibia proximal
8
6
57,14
42,85
Total fusión tardía (>9 m.)
48
17
73,84
26,15
CUADRO 2. Osificación de las partes articulares proximales y distales agrupadas en
tres categorías: fusión temprana, media y tardía, según NR y sus porcentajes.
362
[page-n-9]
Los lepóridos en el Solutrense de la Cova de les Cendres
siguen los huesos del tarso (75,5%) —sobre todo calcáneos y centrotarsales—,
los metatarsos (35,5%) y, por último, las vértebras y costillas (10,9%). Por lo que
atañe al esqueleto axial, sólo 3 costillas están completas, así como 3 vértebras
cervicales y 7 lumbares.
Según rangos de tamaño, sólo 60 huesos superan los 40 mm de longitud
(4%). Predominan los elementos de entre 10-20 mm (46,2%), seguidos de
restos de muy reducidas dimensiones y con un tamaño inferior a 10 mm
(24,2%). La longitud media del conjunto es de 17,4 mm.
Modificaciones de origen humano
Todas las alteraciones de origen antrópico han sido analizadas y descritas con
detalle en un trabajo anterior (Gordón Baeza, 2016), de modo que aquí se recoge una síntesis de los principales resultados. La actividad antropogénica se
ha identificado en forma de predominio de fracturas por flexión y mordedura
humana (figura 3), marcas líticas sobre 33 restos (4,8%), termoalteraciones
(17,3%) totales, parciales y puntuales —algunas siguiendo un mismo patrón
como las observadas en la parte distal de radios y ulnas— y corrosiones digestivas (0,9%) sobre restos óseos de reducido tamaño.
FIGURA 2. Diagrama de dispersión del perfil de sexo establecido para los lepóridos
del nivel XIII de la Cova de les Cendres. Se ha obtenido a partir del ancho total de la
parte distal del húmero (AD) y del ancho de la tróclea distal (AT).
363
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JUAN JOSÉ GORDÓN BAEZA
FIGURA 3. Categorías de fragmentación de las tibias.
FIGURA 4. Incisiones en sentido transversal y oblicuo sobre la cara caudal del ilion (a).
Incisiones sobre la diáfisis de la tibia (b y d). Raspados sobre la diáfisis distal del fémur (c).
364
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Los lepóridos en el Solutrense de la Cova de les Cendres
Las marcas líticas de pelado son escasas y se localizan tanto en la zona
craneal como en los segmentos marginales de los miembros, especialmente en los metatarsos. Mucho más numerosas son las incisiones y los raspados originados por el descarnado de las carcasas (figura 4). Este tipo de
señales se concentran en los huesos largos de ambos miembros y, en menor medida, sobre las cinturas posteriores. Por último, la desarticulación
está también representada de manera puntal sobre un calcáneo. Los tres
huesos que más marcas líticas reúnen son aquellos que también presentan mayor número de mordeduras: el húmero (14,3%), el fémur (42,9%)
y la tibia (12,9%). Por lo que atañe a la fracturación, ésta se produce por
flexión y mordedura y en algunos casos está asociada a hundimientos, horadaciones, muescas y arrastres dentales sobre la cortical del hueso. Los
restos afectados por termoalteraciones (118 elementos) son fragmentos
de huesos vinculados predominantemente a la carbonización y su estado
previo (85,6%). Las dobles coloraciones como resultado de una termoalteración parcial o puntual afectan al 6,4% de los elementos, sobre todo a
húmeros, ulnas, radios, fémures y falanges. Finalmente, seis fragmentos
óseos presentan corrosiones por digestión: dos húmeros, un radio, un metatarso segundo y dos falanges.
Modificaciones de origen diagenético
El 76,6% de los huesos muestran manchas de color negro por su superficie
distribuidas de manera aleatoria. Se trata de óxidos de manganeso producidos por bacterias que se alimentan de la materia ósea. Otros tipos de alteraciones postdeposicionales aparecen de forma esporádica y cuentan con
una escasa representación. Así, cinco restos del conjunto (0,3%) cuentan con
corrosiones en su superficie como consecuencia de los ácidos de las raíces de
las plantas (root marks). Se trata de un metacarpo III, las epífisis distales de
un húmero y un fémur, la proximal de un fémur, un fragmento de radio con
media diáfisis y su articulación distal. Este fenómeno ha producido huellas
en negativo de las raíces sobre la cortical del hueso, que cuentan con anchuras y longitudes variables pero con el fondo del surco en forma de U.
La erosión y la abrasión han afectado especialmente a 67 elementos
(4,2%). Estos materiales presentan la cortical con porosidad localizada,
redondeamientos y han perdido parte de su estructura. Son fundamentalmente metapodios, falanges y epífisis de radio.
365
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JUAN JOSÉ GORDÓN BAEZA
Por otro lado, sobre algunos metapodios y diáfisis de huesos largos se han
detectado raspados y marcas muy someras de dirección variable que podrían
ser consecuencia del pisoteo o trampling; esto es, alteraciones sobre la superficie ósea producidas por el rozamiento del sedimento con los materiales
arqueológicos como consecuencia del tránsito de agentes biológicos. Afecta
principalmente a los elementos anatómicos más frágiles como los huesos del
neurocráneo, el cuerpo de la escápula y los procesos espinosos de las vértebras.
Finalmente, los procesos de meteorización (weathering) pueden ser los
responsables de los agrietamientos, las pérdidas de tejido óseo y las desescamaciones que se observan en las superficies de tres pequeños fragmentos
(0,2%): la proximal de un húmero y un astrágalo, así como la distal de un radio.
DISCUSIÓN
La cantidad de restos óseos es muy elevada, lo cual sugiere una ocupación de
la cueva muy intensa. Los lepóridos representan entre el 71% y el 94% del total de la fauna de la Cova de les Cendres, constituyendo un aporte constante y
estable durante toda la secuencia paleolítica. Los valores varían dependiendo
del estudio consultado. Así, en el Magdaleniense los porcentajes oscilan entre el 56,2% (Real, 2013), 71,1% (Villaverde et al., 1999), 80% (Villaverde et al.,
2012) y 83% (Martínez Valle, 1996). Para el Solutrense el sondeo publicado
por Villaverde et al. (1999) estimó un 94%, mientras que en este trabajo hemos obtenido una representación del 80,2%. Finalmente, los lepóridos en el
Gravetiense suponen el 82% según Villaverde et al. (2010).
El agente acumulador de los lepóridos del nivel XIII
Las acumulaciones de lagomorfos en los yacimientos del Paleolítico superior son mayoritariamente de origen antrópico. No encontramos niveles con
ocupaciones exclusivas de carnívoros ni acumulaciones formadas por la actividad de aves rapaces o de pequeños carnívoros. Siempre que se detectan
evidencias de estos predadores afectan a un número muy reducido de restos,
por lo que son marginales, al menos, a partir del Gravetiense (Pérez Ripoll,
2004; Pérez Ripoll y Villaverde, 2015).
La presencia de un perfil de edad dominado por individuos adultos (superior al 75%) y de un elevado índice de fragmentación de los elementos óseos
(85,8%), la identificación de marcas de corte (4,8%), marcas dentales como
366
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Los lepóridos en el Solutrense de la Cova de les Cendres
punciones, hundimientos y arrastres, termoalteraciones localizadas (6,4%) y
la sistematización de fracturas mediante mordeduras, unido a la inexistencia
de corrosiones digestivas producidas por aves rapaces ni marcas de carnívoros, como tampoco de impactos producidos por pico inducen a considerar
que los humanos son los principales responsables de la manipulación y formación de esta muestra.
Pero además del estudio de las marcas, la longitud conservada de los restos también resulta muy útil para determinar el agente portador de la fauna.
Aunque un elevado número de cilindros de diáfisis se suele relacionar con
la actividad antrópica (Pérez Ripoll, 1993; Cochard, 2004; Allué et al., 2010;
Cochard et al., 2012; Sanchis, 2012), en ocasiones los carnívoros también producen estos resultados (Hockett, 1991; Schmitt y Juell, 1994; Cochard, 2004;
Lloveras et al., 2008a; Sanchis, 2012). Conocer la longitud del eje puede ayudar a identificar uno u otro agente, ya que los cilindros procedentes de predadores suelen ser más cortos que aquellos producidos por grupos humanos
(Brugal, 2006). En este conjunto solutrense predominan los elementos que
superan el 50% de la longitud total del hueso, llegando en ocasiones a alcanzar el 75%. Este dato refuerza la hipótesis de una acumulación formada como
consecuencia de la actividad humana.
Sanchis (2012) ha estimado que en los conjuntos aportados por grupos
humanos la mayoría de los restos pertenecen al rango de medida de 10-20
mm, con valores medios que oscilan de 16,61 a 19,88 mm. Precisamente la
longitud media de la fauna estudiada es de 17,4 mm, por lo que se ajusta a
dichos parámetros. Por tanto, el conjunto de lepóridos estudiados del nivel
XIII reúne todas las características que sugieren una formación ligada a la
aportación antrópica.
Cuando se detecta una presencia antropogénica muy elevada o incluso exclusiva —como en este nivel XIII de la Cova de les Cendres— los perfiles de
edad y sexo de los lepóridos pueden aportar información adicional sobre el conocimiento que los humanos disponen del entorno —tales como la situación
de madrigueras— y su estrategia perseguida para la obtención de las presas.
El análisis de los perfiles de edad ha determinado un conjunto formado por individuos de diferentes edades aunque con predominio de adultos
(dos inmaduros, cinco juveniles y 21 adultos). No obstante, como han advertido algunos trabajos (Munson, 2000; Munson y Garniewicz, 2003) se
debe ser cauto ya que los individuos más jóvenes suelen aparecer infrarre-
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JUAN JOSÉ GORDÓN BAEZA
presentados debido a la baja densidad de su esqueleto. Esta preponderancia
de ejemplares adultos ha sido propuesta en otros niveles de la secuencia de
la Cova de les Cendres, tanto durante el Gravetiense (Pérez Ripoll, 2004;
Villaverde et al., 2007) como en el Magdaleniense (Martínez Valle, 1996;
Sanchis, 1999; Real, 2012, 2013, 2016), y en otros yacimientos del Paleolítico
superior —por ejemplo, en fases gravetienses de la Cova Beneito (Martínez
Valle, 1996), solutrenses de la Cueva Ambrosio (Yravedra, 2008) y en la secuencia magdaleniense de la Cova Matutano (Olaria et al,. 1981) y de la Cova
de Blaus (Martínez Valle, 1996).
Para determinar la composición sexual de la muestra hemos utilizado el
método propuesto por Jones (2006). Sin embargo, debemos ser prudentes
por dos motivos. En primer lugar, porque las mediciones están realizadas sobre una muestra muy reducida de húmeros, en concreto, 30 ejemplares. Pero,
además, porque no existe unanimidad a la hora de aceptar como válido este
procedimiento debido a que la autora, para extraer sus conclusiones, se basó
en una muestra actual muy pequeña.
No menos controvertida es la interpretación que se puede hacer de estos
resultados. En base a los datos de la sex-ratio que hemos obtenido, algunos
autores (Madsen y Schmitt, 1998; Hockett y Haws, 2002; Jones, 2006) han
relacionado la presencia destacada de hembras con capturas en masa dirigidas directamente sobre las madrigueras, mientras que asocian una mayor
presencia de machos adultos o heterogeneidad entre los dos sexos con un
modelo de captura selectiva de presas. Esta teoría parte de las conclusiones
obtenidas en trabajos etológicos de autores como Delibes e Hiraldo (1979),
Soriguer (1981) y Webb (1993), y se ha aplicado en recientes trabajos arqueozoológicos (Rufà et al. 2015).
Sin embargo, Arques y Peiró (2005) cuestionan este planteamiento, señalando que dentro de una madriguera existe un equilibrio entre ambos sexos.
Para estos autores, la sex-ratio puede actuar como un indicador estacional.
Sólo en determinados momentos, coincidiendo con el ciclo de gestación y
lactancia de los gazapos en los meses de marzo, abril y junio, las hembras
quedan más expuestas a ser capturadas que los machos. Según este punto de
vista, bastaría con conocer las sendas de paso más frecuentadas para montar
pequeñas trampas y atraparlas (Bar-El y Tchernov, 2001; Pérez Ripoll y Villaverde, 2015). Por tanto, la estructura de sexo de la muestra de lepóridos de
Cendres podría señalar un perfil estacional de primavera.
368
[page-n-15]
Los lepóridos en el Solutrense de la Cova de les Cendres
En definitiva, no estamos ante una cuestión de fácil resolución ni con una
única repuesta ya que la interpretación depende, en gran medida, del estudio
etológico que se admita y somos conscientes de que los resultados se refieren
siempre al análisis de una muestra sesgada. Tampoco debemos ser taxativos,
pues pudo practicarse una combinación de ambas estrategias, complementando la captura en masa con el trampeo.
Los factores responsables de la representación anatómica y la
integridad de la muestra
Los resultados obtenidos a partir del coeficiente de correlación r de Pearson
(cuadro 3) señalan que la preservación de los materiales está relacionada con
la misma naturaleza ósea de cada elemento anatómico y no con el transporte
diferencial e intencionado de algunas carcasas hasta el yacimiento. De esta
Elemento anatómico
Densidad
%R
Hemimandíbula
0,74
96,42
Escápula
0,33
53,57
Húmero
0,43
62,5
Radio
0,14
44,64
Ulna
0,23
67,85
Coxal
0,45
51,78
Fémur
0,41
37,5
Tibia
0,54
55,35
Astrágalo
0,28
66,07
Calcáneo
0,34
32,14
Metacarpos
0,13
14,28
Metatarsos
0,12
23,21
0,1
11,68
Falanges
V. cervicales
0,46
3,57
V. lumbares
0,35
24,28
Costillas
0,08
5,48
r de Pearson
0,603782368
CUADRO 3. Resultado del análisis de correlación para testear la conservación diferencial
del conjunto a partir de la densidad ósea (g/cm3) y el %R. Las referencias de las densidades
por elemento anatómico han sido tomadas del trabajo de Pavao y Stahl (1999).
369
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JUAN JOSÉ GORDÓN BAEZA
manera, los procesos postdeposicionales como el pisoteo y el consumo humano de determinadas partes esqueléticas han destruido el material más frágil, por lo que son dos agentes a considerar en los índices de representación.
Por grupos anatómicos, predominan los huesos craneales, mientras que
los del miembros anterior y posterior están equilibrados, tal y como sucede
en el nivel solutrense de Cueva Ambrosio (Yravedra, 2008). Finalmente, tanto
el esqueleto axial como las extremidades están infrarrepresentados.
Los huesos craneales y las costillas se encuentran muy fragmentados.
Aunque las causas posdeposicionales son el principal motivo, algunas prácticas alimentarias de los grupos humanos también pueden haber sido las
responsables. Cochard (2004) ha planteado que el acceso al cerebro de los
lepóridos para su consumo produciría una elevada fracturación; también la
mordedura repetitiva de las costillas puede ser el motivo de que apenas queden elementos completos.
Los principales huesos largos anteriores están menos fracturados que los
posteriores. Este hecho puede responder a un intenso y sistemático proceso
de fracturación del húmero, fémur y la tibia (con una gran cantidad de contenido medular), pero no tanto del radio y la ulna. Este es un patrón que otros
autores han observado con anterioridad (por ejemplo: Pérez Ripoll, 2001,
2004; Cochard, 2004; Sanchis, 2012).
Por otro lado, es llamativa la baja representación de metapodios —en especial metacarpos— y de falanges. La escasez de estos dos elementos puede
ser consecuencia del aprovechamiento de las pieles. Un estudio de Pérez Ripoll y Morales (2008) dirigido sobre zorros capturados durante el siglo pasado ha comprobado que, para obtener su piel, el cazador realizaba cortes a la
altura de los metapodios, quedando parte de estos, pero sobre todo las falanges, incluidas dentro del pellejo. Además, esta acción podría haber causado
las marcas de corte localizadas sobre seis metapodios y una falange.
Pero no sólo la intervención humana ha afectado a la integridad del material óseo. También la actuación de diversos agentes diagenéticos ha producido modificaciones estructurales sobre los huesos. Estas alteraciones tienen
un factor común: responden a unas mismas condiciones ambientales que debieron desarrollarse dentro de la cueva y que estarían caracterizadas por un
entorno húmedo así como por la presencia recurrente de zonas encharcadas.
Aunque no se han encontrado huesos con concreciones calcáreas, a juzgar por
la colada estalagmítica que descansa sobre el nivel XIII, debió haber filtracio-
370
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Los lepóridos en el Solutrense de la Cova de les Cendres
nes de agua cargada de carbonato cálcico. Finalmente, la exposición a la intemperie es mínima (0,2%), lo cual indica una rápida sedimentación de los restos.
Este fenómeno junto al resguardo que proporcionaría la visera de la cueva han
permitido que los restos óseos se hayan conservado en buenas condiciones.
CONCLUSIONES
Los análisis zooarqueológicos y tafonómicos realizados sobre los lepóridos
del nivel XIII de la Cova de les Cendres han permitido constatar que se trata de un conjunto de origen antrópico. En la muestra estudiada se observan
marcas de un intenso proceso carnicero que ha sido igualmente descrito en
los niveles gravetienses y magdalenienses del yacimiento.
Los elementos esqueléticos están desigualmente representados. La conservación diferencial de la muestra está relacionada con la misma naturaleza
ósea de cada elemento anatómico y no con el transporte diferencial e intencionado de algunas carcasas hasta el yacimiento. De este modo, tanto los procesos postdeposicionales como el consumo humano de determinadas partes
esqueléticas han alterado los índices de representación.
Por otro lado, el análisis de los perfiles de edad y sexo de la muestra indica
el predominio de hembras en edad reproductiva. No obstante, los datos obtenidos para el perfil sexual se deben tomar con cautela y no son determinantes
ya que se han calculado en base a una muestra muy reducida y siguiendo un
método que ha alimentado un amplio debate en los últimos años. En este
sentido, creemos que sería interesante en futuros trabajos aplicar la propuesta de Jones (2006) a una muestra más amplia con el objetivo de poder confirmar o matizar estas conclusiones.
En definitiva, mientras que en la fauna recuperada en los niveles gravetienses y magdalenienses se han detectado evidencias de aves rapaces o de
carnívoros, en la muestra solutrense no hemos identificado la presencia de
otros agentes de aporte diferentes a los humanos. Por tanto, la ocupación de
la cueva en este periodo debió ser más intensa, sin posibilidad de que otros
predadores tuvieran la oportunidad de acceder a ella en momentos puntuales.
El predominio de restos de lepóridos con modificaciones de origen humano dentro de la fauna solutrense los convierte en un aporte dietético de gran
relevancia y confirma la tendencia hacia un aprovechamiento antrópico sistemático y recurrente de estas pequeñas presas durante el Paleolítico superior
en los yacimientos de la fachada mediterránea, sobre todo, a partir del Gra-
371
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JUAN JOSÉ GORDÓN BAEZA
vetiense. En el nivel XIII de este yacimiento se observa un modelo económico
basado principalmente en la captura de ciervo y, en menor medida, de cabra
montés y caballo, que se complementa con un recurso estable y constante
como los conejos; estos, una vez capturados, se transportan enteros hasta la
cueva para ser sometidos a un intenso proceso carnicero donde se aprovechan todos sus recursos, desde la piel y la carne hasta los huesos.
Finalmente, las alteraciones postdeposicionales observadas sobre los restos óseos señalan un proceso de rápida sedimentación bajo unas condiciones
ambientales húmedas, sombrías y con periodos prolongados de presencia de
agua en la cueva.
En base a todo lo dicho, será necesario continuar y ampliar el estudio arqueozoológico y tafonómico de la fauna solutrense de la Cova de les Cendres
con nuevos trabajos. Igualmente conveniente será comparar los resultados
obtenidos con nuevos análisis realizados sobre los niveles gravetienses (Sanchis et al., 2016) y magdalenienses (Real, 2016), que ayudarán a caracterizar
y completar el papel de las pequeñas presas y, en especial, de los lepóridos
dentro de la dieta de los grupos humanos en la secuencia paleolítica de este
yacimiento.
AGRADECIMIENTOS
Deseamos mostrar nuestro agradecimiento a Valentín Villaverde, director de la excavación de la Cova de les Cendres, por permitirnos estudiar este conjunto de fauna.
También a Manuel Pérez Ripoll que nos ha aportado valiosas sugerencias y, por supuesto, a Alfred Sanchis por sus conocimientos y su generosa ayuda.
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