[page-n-1]
RCHIVO
DE
RE'HISTO~IA L EVANTINA
S ERVICIO DE I NVESTIG1\C16N
DE LA
f:" XCMA. 0
1PVTAC ION
p
p
REHI.ITORICA
ROVJNCIA L DEV AlENCIA.
VOL XXII
VALENCIA MCJ1XCVII
[page-n-2]
[page-n-3]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
XXII
[page-n-4]
[page-n-5]
ARCHIVO
DE
PREHISTORIA LEVANTINA
SERVICIO DE INVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA
DE LA EXCELENTÍSIMA DIPUTACIÓN
PROVINCIAL DE VALENCIA
VOL. XXII
VALENCIA, MCMXCVII
[page-n-6]
© de la edición digital: Museu de Prehistòria de València, 2012 — ISSN 1989-0508
l.S.S.N.: 0210-3230
DEPÓSITO LEGAL: V. 3988-19_97
T.G. RlPOLL, S.A. - 46988 PATERNA- Valencia
IMPRESO EN ESPAÑA
[page-n-7]
DOMINGO FLETCHER VALLS
t
31 Agosto 1995
Director del Servicio de Investigación Prehistórica
de 1950 a 1982
Director Honorario de 1982 a 1995
MILAGRO GIL-MASCARELL BOSCÁ
t
25 Septiembre 1994
Catedrática de Prehistoria de la Universitat de Valencia
Colaboradora del Servicio de Investigación Prehistórica
de 1968 a 1994
INMEMORIAM
[page-n-8]
[page-n-9]
ÍNDICE
Pág.
R. M•. MOCHALES SAN VICENTE: El asentamiento musteriense en territorio valenciano . . . .
11
P. M. GUILLEM CALATAYUD: Estudio tafonómico de los quirópteros de Cava Negra (Xativa).
Una confirmación del carácter corto y esporádico de las ocupaciones antrópicas . . . . . . . .
41
J. L. SERNA LÓPEZ: Consideraciones sobre economía y ocupación del territorio durante la
prehistoria inicial. El caso de los yacimientos paleolíticos y epipaleolíticos de la cuenca
del río Mundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
57
J. MENARGUES: Noticia sobre el yacimiento de Les Codolles (Crevillent, Alacant). Análisis
y aproximación tecnoeconómica de su industria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
73
A. SEBASTIÁN: Arte levantino: cien años de estudios (1892-1992) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
85
N. MESADO, E. BARREDA y J. ANDRÉS: Las pinturas rupestres del abrigo del Mas de
Barbera (Forcall, Castellón) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
117
Ph. HAMEAU et D. VAILLANT: L'abri no 2 de Pierre Rousse (Beauregard-Baret, Drome)
139
E. RIPOLLÉS ADELANTADO: La Ereta del Castellar (Vilafranca): avance a la revisión
de un yacimiento del Bronce Valenciano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
157
J. L. SIMÓN GARCÍA: La Loma de la Terrera o Coroneta del Reí (Aiberic, Valencia):
excavaciones de L. Siret en la Comunidad Valenciana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
179
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA: La Bastida de les Alcuses (Moixent):
resultados de los trabajos de excavación y restauración. Años 1990-1995 . . . . . . . . . . . . . .
215
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBAD lERA: Marcas y epígrafes sobre contenedores
de época ibérica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
297
F. ARASA 1 GIL iN. MESADO OLIVER: La ceramica d'importació del jaciment iberic
de la Torre d'Onda (Borriana, la Plana Baixa) . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
375
[page-n-10]
[page-n-11]
ARCHIVO DE PREIDSTORIA LEVANTINA
Vol. XXII (Valencia, 1997)
Rosa María MOCHALES SAN VICENTE*
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
El País Valenciano ofrece un interesante panorama de yacimientos del Paleolítico Medio.
Hace unos años, aunque el número de noticias era considerable, las referencias principales eran
la Cova Negra de Xativa o la Cueva del Cochino de Villena. Algunos presentaban problemas,
derivados de su hallazgo (Las Fuentes) o de su interpretación cronológica y cultural (Penya Roja
de Rotova, Cava Foradada). Hoy, podemos disponer de más información sobre recientes excavaciones o trabajos en curso: Cava Negra, Bolomor, Cava Beneito, El Salt o El Pinar. A pesar
de las dificultades con algunos datos, lo cierto es que la presencia del Paleolítico Medio está bien
comprobada en la región, aunque de momento no podemos afinar mucho en cronologías,
momentos climáticos, atribuciones industriales, etc.
Las tendencias actuales de la investigación priman un enfoque interdisciplinar, que amplía
el conocimiento que tenemos de los diferentes periodos. Dentro de esta concepción, nuestro
objetivo se centrará en el asentamiento del Paleolítico Medio, estudiando la situación de algunos de los yacimientos musterienses o «premusterienses» del área valenciana (1), como otro
medio más de acercarse al modo de vida de los pobladores del Würm antiguo.
* Servei d'Investigació Prehistórica. C/ Corona, 36, Valencia 46003.
(1) Para ofrecer una visión general de las características del asentamiento en este periodo se han considerado los siguientes
yacimientos, de norte a sur: Cova del Tossal de la Font (Vilafarnés), El Pinar (Artana), Abrigo del Barranco de Carca1ín y San Luis
(Buñol), Abric de !'Ombría de Caries (Corbera), Las Fuentes (Navarrés), Cova de Bolomor (Tavemes de la Valldigna), Cova Samit,
Cova Negra y Cova de la Petxina (Xativa), Penya Roja (Rotova), Penya Roja (Actor), Cova Foradada (Oliva), Cova del Corb
(Ondara), Cova de les Calaveres (Benidoleig), Cova Beneito (Muro del Comtat), Les Ronxes y La Gleda (Planes-Alcala de la
Jovada), Penella (Cocentaina), Abric del Pastor (Alcoi), El Sal! (Alcoi), La Borra, L' Alquerieta y La Cordeta (Foia de Polop), Cueva
del Cochino (Villena), La Coca, Cerro de los Cánovas, Cerro de los Madriles y La Canalosa (Valle del Vinalopó), Hurchillo
(Hurchillo).
J. APARICIO PÉREZ: «Un nuevo yacimiento Musteriense en la Provincia de Valencia: Las Fuentes (Navarrés)>>. Zephyrus, XXV,
Salamanca, 1974, págs. 43-51.
J. APARICIO PÉREZ: <>. Nuestra Historia. Mas Ivats Editores, Valencia, 1980, págs. 13-52.
J. APARiciO PÉREZ: <>. Archivo de Prehistoria Levantina, XVI,
Valencia, 1981, págs. 9-38.
J. APARICIO, V. GURREA y S. CLIMENT: Carta arqueológica de la Safor. Ayuntamiento de Gandía, Gandía, 1983.
-11-
[page-n-12]
2
R. M." MOCHALES SAN VICENTE
Se han valorado varios métodos para analizar el asentamiento (2), pero la mayoría exigen
información que, para momentos tan antiguos, no se encuentra disponible. Por ejemplo, en el
J. APARICIO, M. PÉREZ, E. VIVES, P. FUMAN AL y M. DUPRÉ: La Cava de les Cala ve res (Benidoleig, Alicante). Trabajos Varios
del S.l.P., 75, Valencia, 1982.
J. APARICIO y J. SAN VALERO : Nuevas excavaciones y prospecciones arqueológicas en Valencia. Serie Arqueológica, 5,
Valencia, 1977.
H. BREUIL y H. OBERMAIER: «lnstitut de Paléontologie Humaine: Travaux de J'année 19 13». L'Anthropologie, XXV, Paris ,
1914, págs. 233-253.
J. CASABÓ I BERNAD: <>. Memories Arquealbgiques a la Comunitat Valenciana, 1984-1985.
Generalitat Valenciana, Valencia, 1988, págs. 155-157.
J. CASABÓ y M.L. ROVIRA: <
Butlletí de l 'Associació Arqueológica de Castelló, 12, Castelló, 1992, págs. 17-26.
E. CORTELL y G. !TURBE: <
Moros y Cristianos , Alcoi, 1983, págs. 94-97 .
J. FERNÁNDEZ PERIS: El Paleolítico Inferior en el P(lís Valenciano. Memoria de Licenciatura, Universidad de Valencia,
Valencia, 1989-90.
J. FERNÁNDEZ yR MARTtNEz: <
1989, págs. 11-34.
J. FERNÁNDEZ, P.M. GUILLEM, M.P. FUMANAL y R. MARTÍNEZ VALLE: <
Valencia). Primeros datos de una secuencia del Pleistoceno medio». Saguntum-PIAV, 27, Valencia, 1994, págs. 9-38.
M. P. FUMAN AL: <
B. GALV ÁN SANTOS: <
1992, págs. 73-80.
F. GUSI I JENER: <
1984-1985. Generalitat Valenciana, Valencia, 1988, págs. 136-138.
F. GUSI, E. CARBONELL, J. ESTÉVEZ, R. MORA, J. MATEU y R. YLL: <
Medio, Cova del Tossal de la Font (Vilafamés, Castellón)». Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonenses, 7, Castellón,
1980, págs. 7-30.
F. GUSI, J. GlliERT, J. AGUSTÍ y A. PÉREZ: <
Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonenses, X, Castellón, 1984, págs. 7-18.
G. !TURBE y E. CORTELL: <
G.ITURBE, M. P. FUMANAL, J.S. CARRIÓN, E. CORTELL, R. MARTWEZ, P.M. GUILLEM, M.O. GARRALDAy B. VANDERMEERSCH:
<
E. JIMÉNEZ y J. SAN VALERO: <
Arqueología, XVII, Madrid, 1944, págs. 100-105.
A. MARTWEZ PÉREZ: Carta Arqueológica de la Ribera. Alzira, 1984.
T. SARRIÓN MONTAÑANA: «El yacimiento del Pleistoceno Medio de la Cova del Corb (Ondara, Alicante)». Archivo de
Prehi.ftoria Levantina, 20, Valencia, 1990, págs. 43-78.
J.M. SOLER GARCÍA: El yacimiento Musteriense de la Cueva del Cochino (Vi llena, Alicante). Trabajos Varios del Servicio de
Investigación Prehistórica, 19, Valencia, 1956.
V. VILLAVERDE BONILLA: La Cava Negra de Xativa y el Musteriense de la región central del Mediterráneo espaiiol. Trabajos
Varios del Servicio de Investigación Prehistórica, 79, Valencia, 1984.
V. VILLAVERDE BONILLA: «El Paleolítico en el País Valenciano». Aragón/Litoral Mediterráneo: intercambios culturales
durante la Prehistoria. Zaragoza, 1990, págs. 65-91.
V. VILLAVERDE BONILLA: «El Paleolítico en el País Valenciano: Principales novedades». Actes de les Jornades d'Arqueologia,
Alfas del Pi del 27 al 29 de gener de 1994. Conselleria de Cultura, Valencia, 1995, págs. 13-36.
V. VILLAVERDE y M.P. FUMAN AL: «Rélations entre le Paléolithique Moyen et le Paléolithique Supérieur darts le versan! méditerranéen Espagnol». Paléolithique Moyen récent et fa/éolithique Supérieur ancien en Europe. Colloque lnternational de Nemours,
9-11 mai 1988. Mémoires du Musée de Préhistoire d' ile-de-France, 3, 1990, págs. 177-183.
V. VILLAVERDE y R. MARTÍNEZ: «Economía y aprovechamiento del medio en el Paleolítico de la Región central del
Mediterráneo español». Elefantes, Cien'os y Ovicaprinos. Economía y aprovechamiento del medio en la Prehistoria de España y
Portugal. Universidad de Cantabria, Santander, 1992, págs. 77-95.
V. VILLAVERDE, R. MARTÍNEZ VALLE, P.M. GUILLEM y M. P. FUMAN AL {e. p.). «La movilidad y el papel desempeñado por las
pequeñas presas en el Paleolítico Medio de la región central del Mediterráneo español: Cova Negra y su comparación con otros
yacimientos paleolíticos».
(2) R.M. MOCHALES SAN VICENTE: Nuevas Perspectivas en el estudio del Paleolítico en Europa: Espacio, Economía y
Sociedad. Tesis de Licenciatura, Universidad de Valencia, Valencia, 1991.
-12-
[page-n-13]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
3
análisis del área de aprovisionamiento («si te catchment analysis») (3) es una parte fundamental
la valoración de las características del suelo. Sin embargo, para el Würm antiguo la reconstrucción concreta del tipo de suelos se hace bastante complicada, y no parecen muy fiables las extrapolaciones a partir de los datos actuales. En cambio, creemos que la situación geográfica del
yacimiento y la topografía pueden haber variado, pero sin duda están entre los factores más estables. Hemos utilizado pues, sobre todo, datos referentes a la ubicación de los asentamientos (altitudes, orientación solar, distancia a los cursos de agua), y al territorio circundante (orografía,
accesos, potencial de recursos).
Buscamos con este análisis topográfico y territorial la existencia de factores (comunes o
divergentes), que caractericen de algún modo los asentamientos del musteriense valenciano.
Hemos incluido yacimientos del Paleolítico Inferior, y establecido comparaciones con el
Paleolítico Superior del área. También se han analizado otras regiones peninsulares, a fin de contrastar los resultados.
El trabajo parte de una premisa básica: se supone que la elección del hábitat por el hombre
no es un proceso casual, sino que obedece a condicionantes económicos y culturales. Sería muy
interesante poder aislar los factores que influyen en esta elección.
EL MARCO DEL ESTUDIO
El País Valenciano ocupa una variada área geográfica limitada al este por el mar, enmarcada
por áreas montañosas al oeste y que se extiende en llanos litorales al norte y al sur. Los rasgos
fundamentales del relieve son:
-Una serie de plataformas costeras formadas por materiales de aluvión que terminan en
extensas playas, excepto en el área central, de predominio acantilado.
- Los plegamientos, de orogénesis alpina, de dos tipos: al norte, en dirección ibérica y al
sur, en dirección bética. Ambos rodean el llano de Valencia, con zona de contacto en el macizo
del Caroig.
El plegamiento ibérico (sierras del Maestrazgo, Espadán, etc.), presenta pliegues en dirección NO-SE. También será la dirección de la red hidrográfica de la zona. La unidad estructural
bética es de plegamiento más reciente, en su parte N constituye el Prebético (sierras del
Benicadell, Aitana, Mariola), con pliegues en dirección ENE-OSO. Acaba en el promontorio de
la Nau, cerrando el óvalo valenciano. Está cubierta por sedimentos secundarios y terciarios. El
arco valenciano se formó al encontrarse las dos unidades de diferente dirección, produciendo
este contacto estructuras complejas que acabaron en el hundimiento del área, siendo rellenada
en época más reciente con aportes fluviales, principalmente de los rios Turia y Xúquer.
En conjunto, se trata de una región geográfica caracterizada por su variedad, la facilidad de
comunicaciones norte-sur y una mayor dificultad para la penetración este-oeste, en dirección a
la Meseta, a causa de la orografía.
Nuestros yacimientos (fig. 1) ocupan una amplia zona y entornos diferentes, aunque la
mayoría se sitúan básicamente en el área costera, algunos penetran al interior y alcanzan altitu(3) C. VITA-FINZI y E.S. HIGSS : <>.
Proceedings ofthe Prehistoric Society, 36, 1970, págs. 1-37.
-13-
[page-n-14]
4
R. M." MOCHALES SAN VICENTE
YACIMIENTOS:
J
N
+1000m.
.
.
500-1000
1· TOSSAL DE LA FONT (VILAFAMÉS)
2- EL PINAR (AlTANA)
l- ABRIGO BCO. DE CARCALÍN (BUÑOL)
4- SAN LUIS (BUÑOL)
5- ABRIC MUNTANYETA DE CARLES
(CORBERA)
6- W FUENm (NAVARRÉS)
7- COVA DE BOLOMOR (TAVERNES DE
VALLDIGNA)
8- COVA NEGRA, COVA SAMIT (XATIVA)
9- COVA DE LA PEIXINA (XATIVA)
10- PENYA ROJA (ROTOVA)
11- PENYA ROJA (ADOR)
12- COVA FORADADA (OLIVA)
ll- COVA DEL CORB (ONDARA)
14- COVA DE LES CALAVERES
(BENIDOLEIG)
15- COVA BENEITO (MURO DEL COMTAT)
16- LES RONXES, LA GLEDA, PENELLA, LA
BORRA, L'ALQUERIETA, LA CORDETA
17- ABRIC DEL PASTOR (ALCOI)
18- EL SALT (ALCOI)
19- CUEVA DEL COCHINO (VILLENA)
20- LA COCA, CERRO DE LOS CÁNOVAS,
CERRO DE LOS MADRILES, LA CANALOSA. ••
21- HURCHIUO (HURCHILLO)
.
0-500
20km.
Fig. l.-Principales yacimientos analizados del Paleolítico Inferior y Medio.
-14-
[page-n-15]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
5
des bastante elevadas, como veremos. Sabemos que la muestra no es necesariamente representativa del patrón de asentamiento, porque el número de yacimientos conocidos y los que debieron existir están claramente descompensados. Esta distorsión es patente entre las diversas zonas,
dependiendo de la intensidad de la investigación llevada a cabo en ellas.
El Musteriense valenciano presenta algunas peculiaridades (4):
- Las industrias se adscriben mayoritariamente al Charentiense, es decir, se caracterizan
por un predominio de las raederas.
- Son, ya desde finales del Riss, industrias de tamaño pequeño, seguramente debido a las
características de la materia prima local, donde predominan nódulos de poco diámetro.
- Existe una gran complejidad y dinamismo cultural: aparecen ya bien formadas las distintas facies charentienses en el Würm I, y tendrán una amplia seriación: se intuyen en momentos anteriores y se prolongan hasta el Würm reciente (Cava Negra, Beneito, El Salt).
En la Cava de Bolomor, yacimiento de larga secuencia centrada en el Paleolítico Inferior,
aparece una industria caracterizada por la práctica ausencia de bifaces, totalmente distinta de los
conjuntos coetáneos de la Meseta. Femández (5), adscribe los niveles superiores a características tecno-tipológicas de conjuntos premusterienses o musterienses de cronología pre-würmiense.
Estos niveles superiores enlazan cronológicamente con el Charentiense tipo Quina inicial de
Cava Negra, y según Villaverde (6), en lo industrial serían su antecedente inmediato.
En este momento de inicios del Würm o incluso del Riss-Würm se pueden encuadrar quizá
la Cava del Corb, y también dos yacimientos castellonenses, el Pinar, y la Cava del Tossal de la
Font. El Pinar, que añade la importancia de ser un asentamiento al aire libre con abundante material en un único nivel e incluso una posible estructura, se ha datado por termoluminiscencia en
tomo al 87-88.000 B.P., aunque sus autores admiten que por su industria (que relacionan con el
Quina inicial de Cava Negra o con la Cava de Bolomor) y por la geomorfología, apunta hacia
el Riss-Würm (7).
Por tanto, lejos de la tradicional separación Paleolítico Inferior/Medio, los datos del País
Valenciano apuntan hacia un «continuum» evolutivo que afectaría a la industria, al proceso de
hominización y a la economía.
En cuanto a las características climáticas y biológicas del periodo estudiado, se trata de la
primera parte de la última glaciación (Würm), caracterizada por episodios alternativos fríosequedad/mejora temperaturas-humedad, como se aprecia en los depósitos sedimentarios (8). No
hay análisis polínicos en la zona valenciana, pero por la evidencia de otras áreas el taxón dominante es el pino, y se aprecian, como en sedimentología, condiciones muy rigurosas a fines del
musteriense. El área mediterránea, en esta época, sería la única europea con condiciones medioambientales más suaves, y actuó como refugio de especies termófilas. Sin embargo, no hay que
perder de vista que, aún dentro de este periodo glaciar, existirían fluctuaciones (9).
(4)
(5)
(6)
(7)
(8)
Varios del
(9)
1988.
VILLAVERDE, 1984, 1990, 1995: Op. cit. nota l.
FERNÁNDEZ: Op. cit. nota l. FERNÁNDEZ et alii: Op. cit. nota l.
VILLAVERDE, 1995: Op. cit. nota l.
SARRIÓN: Op. cit. nota l. VILLAVERDE, 1995: Op. cit. nota l. CASABÓ y ROVIRA : Op. cit. nota l.
M.P. FUMANAL: Sedimentología y clima en el País Valenciano. Las cuevas habitadas en el Cuaternario reciente. Trab~os
S.I.P., 83, Valencia, 1986.
M. DUPRÉ: Palinología y Paleoambiente. Nuevos datos españoles. Referencias. Trabajos Varios del S.I.P., 84, Valencia,
-15-
[page-n-16]
6
R. M.• MOCHALES SAN VICENTE
El problema fundamental con que nos encontramos es la limitación de información a todos
los niveles. No somos capaces de establecer la contemporaneidad de los yacimientos, de controlar factores como la erosión y conservación diferencial o la función de los asentamientos. Las
excavaciones antiguas, las recogidas de superficie o la destrucción de muchos depósitos afectan
nuestros resultados. Además, son muy pocas las secuencias bien delimitadas, con análisis faunísticos, sedimentológicos, polínicos, etc. Por todo ello intentamos un enfoque general, analizando los yacimientos conjuntamente, bien entendido el enorme lapso temporal que representan,
y siendo conscientes de las grandes diferencias que pueden ofrecer.
LA ECONOMÍA DEL PERIODO
El aprovisionamiento de los recursos animales es el tema que más polémica ha suscitado en
los estudios sobre la economía del Paleolítico Medio, en tres vertientes al menos: la int1uencia
de los carnívoros en el registro, la posible obtención de la carne, sobre todo de grandes animales, por medio del carroñeo y el tipo de caza de los neandertales.
Los estudios tafonómicos han producido importantes avances en la investigación del papel
de los carnívoros en los conjuntos faunísticos. Algunos autores afirman recientemente que en
ciertas cuevas de Europa occidental, gran parte de los restos de fauna podrían deberse a la actividad de estos predadores, caso de l'Hortus, por ejemplo (10). Esta visión choca frontalmente
con la consideración tradicional de los conjuntos: los homínidos eran los únicos acumuladores
de los huesos de ungulados, mientras los carnívoros morían de forma natural en las cuevas, sin
participación activa en los restos.
En el caso de la carne procedente de animales muertos, es importante considerar su posible
papel. De hecho, autores como Binford o Straus (11) piensan que la subsistencia musteriense se
basaría sobre todo en el carroñeo oportunístico. Binford (12), incluso considera la caza como
una parte de la transición, pues se adoptaría justo antes de la aparición del hombre moderno.
Antes, predominaría una estrategia de aprovisionamiento con poca importancia de la carne, que
se obtendría mayoritariamente por medio del carroñeo. No obstante, hoy se tiende a considerar
que esta práctica no excluye la capacidad de cazar, sino que se consideraría más ventajosa según
las condiciones concretas, por lo que podemos esperar combinaciones de las dos estrategias.
Aquí, como en otras parcelas, chocamos con el problema de establecer su existencia y proporción con seguridad; quizá ayuden los estudios comparativos con otros depredadores, prehistóricos y modernos (13).
(10) R.E. WEBB : < L'Homme de Néandertal, vol. 6, Liege, 1989, págs. 155-178.
(11) L.R. BINFORD: En busca del pasado. Ed. Crítica. Barcelona, 1988. L.G. STRAUS: <
.
cultural evolution viewed from Vasco-Cantabrian Spain and Pyrenean France>> The Mousterian Legacy: Human Biocultural Change
in the Upper Pleistocene. B.A.R. I.S., 164, Oxford, 1983, págs. 73-112.
(12) L.R. BINFORD: <>. The Emergence of Modem
Humans. Biocultural adaptations in the la ter Pleistocene. Cambridge University Press, Cambridge, 1989, págs. 18-41.
(13) M.C. STINER:>. Joumal of
<
Anthropological Archaeology, 9, 1990, págs. 305-351. M.C. STINER: <
Predators>> Journal of Archaeological Science, 18, 1991 , págs. 455-482. M.C. STINER: <> by Italian
.
<
>.
Upper Pleistocene Predators> Currellt Anthropology, 33, 4, 1992, págs. 433-451. M.C. STINER y S.L. KUHN: <
Technology, and Adaptive Variation in Middle Paleolithic Italy>> . American Anthropologist, 94, 1992, págs. 306-339.
-16-
[page-n-17]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
7
En relación a la caza hay dos posturas mayoritarias: la primera es la consideración de la caza
musteriense como no especializada y poco selectiva, llegando, según interpretaciones, desde un
oportunismo hasta una diversificación más consciente. Como ejemplos de esta estrategia se
encontrarían los conjuntos faunísticos de muchos yacimientos europeos, con una representación
de especies muy diversa y sin predominio claro de una de ellas.
En la Península Ibérica estarían los casos de los yacimientos de la Cuenca del Ebro ( 14) o
la Cova de 1' Arbreda (15), pero donde mejor se ha apreciado esta estrategia es en el Cantábrico
(16). Straus (17) incluso cree que el hecho de que muy pocas veces esté representado todo el
esqueleto de los animales hace pensar en una cierta importancia del carroñeo. Existiría, según
él, una pobreza en los conjuntos y una base de subsistencia limitada, que no incluye muchas
especies (la escasa población no necesitaría estrategias sofisticadas), y donde son importantes el
ciervo, el caballo y los grandes bóvidos.
En los casos en que domina una sola especie, como en la cueva de Amalda (18), que muestra una preferencia -extraña en la región- por el sarrio o rebeco, al calcular el peso en carne
que representan los huesos, en realidad el orden de importancia es: bovinos, ciervo, sarrio y
caballo. Afirma Altuna que, al compararlos con los niveles del Paleolítico Superior (donde sí
domina el sarrio, incluso en peso de carne), el Musteriense muestra grandes diferencias, con una
alimentación menos selectiva y especializada, cuestión que ha observado en todos los yacimientos cantábricos estudiados en detalle: Morín, el Pendo, Lezetxiki y Axlor. Aparecen todas
o casi todas las especies de la zona, y el espectro faunístico es un reflejo del medio ambiente circundante, algo coherente con la forma de caza, poco selectiva.
Una segunda posición afirma que en el Paleolítico Medio ya se dan algunas características
de especialización. Como ejemplos estarían yacimientos con dominio de los équidos (Zwolen,
Rescondoudou, Bize o Genay), con cérvidos (Neumark, Tonchesberg o Lazaret), y con un
balance entre las dos especies (les Canalettes). En Combe Grenal hay una alternancia de especies dominantes según los niveles: caballo, ciervo o reno (19). Especialmente interesantes son
una serie de localizaciones con predominio de los grandes bóvidos (bisonte o uro), que reúnen
características comunes, como la gran cantidad de restos óseos, una industria pobre y «especializada», y su pertenencia a un momento templado; se ubican al aire libre como Mauran o Le Roe
(20), y en cuevas-trampa o simas como La Borde (21), Les Fieux, o Coudoulous (22). En Biache(14) L. MONTES RAMÍREZ: El Musteriense en la Cuenca del Ebro. Monografías Arqueológicas, 28, Zaragoza, 1988.
(15) J. ESTÉVEZ ESCALERA: «La fauna de la Cova de 1' Arbreda (Serinya, Girona)». Cypsela, VI, Girona, 1987.
(16) J. ALTUNA ECHAVE: <
L'Homme de Néandertal, vol. 6, La Subsistance, Liege, 1989, págs. 31-43. J. ALTUNA ECHAVE: <
Paleolítico y Mesolítico del País Vasco». Munibe, 42, San Sebastián, 1990, págs. 229-240. L.G. FREEMAN: <
mamrna!ian faunas frorn Paleolithic occupations in Cantabrian Spain». American Antiquity, 38 (1), 1973, págs. 3-44.
(17) L.G. STRAUS: <<Üf Deerslayers and Mountain Meo: Paleolithic Fauna] Exploitation in Cantabrian Spain>> . For Theory
Building in Archaeology. Acadernic Press, New York, 1977, págs. 41-76. STRAUS , 1983: Op. cit. nota JI.
(18) J. ALTUNAECHAVE: <
de Amolda. Eusko lkaskuntza, San Sebastián, 1990, págs. 149-192.
(19) P.O. CHASE: The Hunters of Combe Grenal. Approaches to Middle Paleolithic Subsistence in Europe. B.A.R.l.S., 286,
Oxford, 1986.
(20) C. GIRARD y F. DAVID: <>. Bulletin de la Societé Préhistorique Franr;aise , 79, 1982, págs. 11-12. C. FARIZY y F. DAVID: <
Behavioral Patterns of sorne Middle Paleolithic Local Groqps>>. The Middle Paleolithic: Adaptation, Behavior and Variability . The
University Museurn, University of Pennsy1vania, 1992, págs. 87-96.
(21) J. JAUBERT, M . LORBLANCHET, H. LAVILLE, R. SLOTT-MOLLER, A. TURQ y J.P. BRUGAL: Les chasseurs d'Aurochs de
La Borde. Un site du Paléolithique moyen (Livemon, Lar). Docurnents d'Archéologie Franr,:·aise, 27, 1.990.
(22) En Mauran o La Borde, Jos casos más estudiados, Jos autores opinan que se trata de lugares donde Jos homínidos acudían
estacionalmente, de forma recurrente, para la caza colectiva de pequeñas manadas de bóvidos.
-17-
[page-n-18]
8
R. M.• MOCHALES SAN VICENTE
Saint-Vaast, Auguste (23) ve una caza especializada en úrsidos, probablemente para el aprovechamiento de la piel. Finalmente, en la Cueva del Boquete de Zafarraya (24) la cabra representa
un 85 % de los restos, y muestra una estacionalidad marcada en verano y otoño (25).
Con respecto a este tema, parece lo más lógico considerar, como Chase (26), que durante el
Paleolítico Medio puede haber existido una gran diversidad en las prácticas de subsistencia.
Teniendo en cuenta el amplio lapso espacial y temporal que abarca el musteriense, cabe esperar
una evolución en las estrategias y cierta variabilidad geográfica. En esta línea estarían los trabajos más recientes, que optan por un modelo ecléctico con una gama variada de modos de aprovisionamiento de carne, desde la caza, de espectro «diversificado» o «especializado», al carroñeo, según las necesidades y las condiciones concretas, pero siempre con una gran flexibilidad
adaptativa y sin que exista, al parecer, una estrategia de conjunto para el Musteriense. Esta variabilidad no se reflejaría, aparentemente, en los tipos líticos o las especies explotadas (27), aunque quizá sí en otros aspectos, como las técnicas de reducción lítica o las formas de explotación
de la fauna. En Italia Central, Stiner y Kuhn identifican en los yacimientos musterienses tres
tipos de conjuntos: dos anteriores al 45.000 B.P., donde aparecen recurrentemente niveles con
una caza no selectiva y otros producto del carroñeo, con predominio de cráneos de ungulados;
y un tercero después del 45.000, anterior al Paleolítico Superior, con un principio de especialización, tendencia que se intensificara en este último periodo (28).
En líneas generales, y por lo que respecta a la representación faunística, lo que parece claro
es que durante el Würm antiguo el número de especies de tamaño grande representadas en los
yacimientos es sensiblemente mayor, más diversificado que en momentos posteriores, pero falta
definir la parte de responsabilidad del medio ambiente, de una explotación consciente, o de otros
factores.
En el País Valenciano tenemos datos faunísticos desde el Paleolítico Inferior (Cova
Bolomor), que apuntan a una mayor presencia con respecto al Würm de las especies de tamaño
grande o muy grande: équidos, bóvidos, rinocerontes, hipopótamos y elefantes. Hay una reducida documentación de restos de carnívoros, como veremos también en el Paleolítico Medio,
aunque esta característica no excluye su responsabilidad en la formación de las acumulaciones
de fauna, pues por las marcas (de carnívoros y humanas, sobre todo para la extracción de la
médula) se aprecia una dualidad en los procesos de aporte y transformación. En la evolución diá-
(23) P.AUGUSTE: <
Bulletin de la Société Préhistorique Fram;aise, 80 (3), 1991 , págs. 68-69.
(24) F. MEDINA, c. BARROSO, J. SANCHIDRIÁN y A. RUIZ: <
Boquete de Zafarraya, Alcaucín, Málaga (excavaciones de 1981-1983)>>. Homenaje a Luis Siret, 1984. C. de Cultura de la Junta de
Andalucía, 1986, págs. 94-105.
(25) En relación a los conjuntos <
o estacionales a la disponibilidad de recursos, algo frecuente en la naturaleza entre otros depredadores. Al mismo tiempo, se ha
afirmado en otras ocasiones que los espectros generalizados pueden ser <
pudieron centrar en una sola especie.
(26) CHASE: Op. cit. nota 19.
(27) M. OTTE y M. PATOU-MATHIS : <>. Paléo, 4, 1992,
págs. 29-34.
(28) STINER y KUHN: Op. cit. nota 13. Basándose en el estudio de las partes corporales representadas en el registro
faunístico, Stiner ve en los conjuntos producto de actividades carroñeras el predominio de partes craneales de ungulados, un patrón
sin paralelo tanto entre depredadores como entre los caza-recolectores actuales. A través de la comparación con otros depredadores
carroñeros estima que los cráneos pueden ser importantes en situaciones de escasez de biomasa disponible, puesto que son fáciles
de transportar y su grasa no se metaboliza aunque el animal esté mal alimentado.
-18-
[page-n-19]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
9
crónica de la Cova Bolomor, aparece un predominio en los niveles inferiores del caballo (con
presencia de otros animales como cérvidos o rinoceronte de estepa), mientras en los superiores
abundan los cérvidos, los grandes bóvidos y el jabalí (29).
Para el musteriense valenciano los datos más completos son los de los restos faunísticos de la
Cova Negra de Xativa, recientemente retomados en varios trabajos innovadores. En primer lugar,
Lindly analiza entre otros los datos de este yacimiento y concluye, a partir del análisis de frecuencias de las partes anatómicas de cérvidos y cápridos, que la mayor parte de los restos de ciervo
de Cova Negra fueron aportados por el hombre y la mayor parte de las cabras por el lobo (30).
Villaverde y Martínez (31), tratan el tema con otra metodología: el análisis tafonómico. En
el yacimiento, el índice de carnívoros es bajo, con una reducida variedad de especies y no se
corresponde con las marcas de dientes o las fluctuaciones en la ocupación humana, que apuntan
a una intervención más importante de los depredadores. Lo mismo ocurre en la Cova Beneito.
Analizando las huellas de mordeduras, la edad de los restos y las partes del esqueleto representadas, aprecian un modelo parecido al de Lindly en los niveles antiguos de Cova Negra (aporte
predominantemente humano en el ciervo y de lobos en la cabra). En los niveles superiores se
mantiene el lobo como responsable de la mayor parte de los huesos de cabra, pero también aprecian la actividad de este animal y del cuón sobre los cérvidos y los équidos, en una explotación
compartida con los humanos. Este modelo parece repetirse en Beneito, en sus niveles musterienses terminales de fines del Würm II e inicios del Würm III (32), con una proporción de marcas de carnívoros muy importante en los restos de cápridos. La mayor parte de la secuencia de
Cova Negra muestra una importante actividad humana sobre los équidos, aunque no se descarta
el papel jugado por la hiena, visible en la presencia de sus restos, los coprolitos y las corrosiones sobre los huesos.
Así pues, la actividad de los carnívoros en Cova Negra debió ser muy superior a la que indican los restos óseos recuperados de estas especies, y varía a lo largo de la secuencia: las hienas
predominan en su mitad inferior, y los cánidos (lobo, cuón y zorro), son más significativos en
sus niveles superiores. Estos animales alternarían la ocupación de la cavidad con el hombre,
aspecto que queda muy claro en algunas de las marcas de los huesos: productos de carnicería
humana mordisqueados después por carnívoros, y al contrario: actividad carroñera humana sobre
restos ya atacados por otros depredadores, seguramente para extraer la médula. A partir del nivel
V, la baja proporción de carnívoros parece corresponder a un número de piezas retocadas que
indica cierta intensidad de ocupación. De todos modos, incluso en estos niveles con más evidencias, aparecen restos de la actividad carnívora o de quirópteros, apuntando hacia una presencia humana corta y esporádica, como veremos en el apartado final (33).
(29) FERNÁNDEZ et alii: Op. cit. nota l.
(30) J. LINDLY: «Hominid and Camivore activity at Middle and Upper Paleolithic cave sites in eastem Spain> Munibe, 40,
>.
San Sebastián, 1988, págs. 45-70. Lindly usa los datos mediterráneos para discutir los sistemas habituales de valoración del papel
de los carnívoros en los conjuntos faunísticos. Éstos, normalmente, establecen una correspondencia lineal entre el ratio ungulados/carnívoros y la responsabilidad de Jos últimos en los aportes (cf. L.G. STRAUS: «Carnivores and cave sites in Cantabrian
Spain>>. loumal of Anthropological Archaeology, 2, 1982, págs. 57-98. C. GAMBLE: El poblamiento paleolítico de Europa. Ed.
Crítica, Barcelona, 1990). Pero este ratio es muy bajo en la zona mediterránea y no se corresponde con otras referencias: partes
corporales, grado de desgaste del conjunto y perfiles de edades de las presas, que apuntan hacia un mayor papel de los depredadores . Considera, por tanto, que el porcentaje de restos de carnívoros/ungulados tendría un valor puramente indicativo.
(31) VILLAVERDE y MARTÍNEZ: Op. cit. nota l.
(32) !TURBE et alii: Op. cit. nota l .
(33) VILLAVERDE et alií: Op. cit. nota l.
-19-
[page-n-20]
10
R. M." MOCHALES SAN VICENTE
Los rasgos que parecen definir la actividad cazadora de la Cava Negra (34) son la importancia de los cérvidos y los équidos y el valor cambiante de los cápridos, que se incrementan en
los niveles superiores, en cronologías del Würm reciente (al igual que en la Cava Beneito), a
pesar de la posible influencia de los carnívoros en su presencia; junto con ellos, los bóvidos completan las especies de mayor peso económico, con fluctuaciones según los niveles, mientras aparecen, en menor porcentaje, una importante variedad de otras especies (jabalí, corzo, rebeco,
etc.), que no tendrían tanta trascendencia económica (35). Los conjuntos musterienses del País
Valenciano poseen una diversificación faunística considerable en carnívoros y ungulados con
respecto al Paleolítico Superior regional, más polarizado hacia el ciervo y la cabra (36).
En cuanto a otro tipo de recursos animales, en Cueva Perneras y Cueva de los Aviones, en
Murcia (37), aparecen en niveles musterienses moluscos marinos, y en Cueva Millán y la Ermita
(Burgos), además de la fauna de herbívoros, se encuentran restos de castor y fauna fluvial, compuesta de anguila, trucha y boga (38). Estos autores afirman que existe una actividad pesquera
intencional (39). En cambio en Cantabria (40), la recolección de moluscos marinos es prácticamente inexistente hasta el Paleolítico Superior.
Este parece ser también el caso de nuestros yacimientos, en los que sí abundan, sin embargo,
los restos de lagomorfos (conejo, en su mayoría). Evidencian una fuerte diferencia con el
Paleolítico Superior: en el Musteriense de Cava Negra y Cava Beneito son, en su mayor parte,
resultado del aporte de las rapaces nocturnas, por lo que tendrían una escasa incidencia en la
dieta del periodo (sólo aparecen marcas en un reducido número de restos, testimoniando un consumo ocasional por los neandertales) y, por tanto, poca importancia económica. No se puede afirmar lo mismo del Paleolítico Superior, donde en todos los yacimientos el conejo proporciona el
mayor número de restos desde los niveles Auriñacienses. Además, se aprecia una caza de animales adultos o jóvenes asociada al procesado intensivo de los restos, con una fracturación sistemática (41). Este interés creciente por las pequeñas presas abre la discusión entre interpretaciones (Cantábrico) que favorecen la idea de una intensificación económica como causa, innecesaria en el Paleolítico Medio por la baja densidad de población, y otras explicaciones basadas
en costes energéticos (42).
(34) En general, las evidencias de marcas antrópicas de Cova Negra muestran procesos de carnicería o desarticulación de
los huesos semejantes a los observados en conjuntos del Paleolítico Superior regional. Sin embargo, pese al aparente predominio
de la caza en la obtención, ello no impide que algunos restos sean producto del carroñeo: VILLAVERDE et alii: Op. cit. nota l.
(35) M. PÉREZ RIPOLL: Los mamíferos del yacimiento Musteriense de Cava Negra (Játiva, Valencia). Trabajos Varios del
Servicio de Investigación Prehistórica, 53, Valencia, 1977.
(36) VILLAVERDE et alii: Op. cit. nota l.
(37) R. MONTES BERNÁRDEZ:
<
Espacial, vol. 2, Teruel, 1984, págs. J59-164. R. MONTES BERNÁRDEZ: <
a la Edad Media>>. Verdolay, 5, Murcia, 1993, págs. 7-15.
(38) J. A. MOURE y E. GARCÍA: <
Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, XLIX, Valladolid, 1983, págs. 5-30. E. ROSELLÓ, A. MORALES y J.M.
CAÑAS: <>. Kobie,. 18, Bilbao, 1989, págs. 25-46.
(39) STINER (1990, 1991, Op. cit. nota 13) señala la presencia de moluscos marinos y tortuga en los niveles musterienses
de Grotta dei Moscerini (Italia central) y en Riparo Mochi, en la frontera con Francia.
(40) C. GONZÁLEZ SÁINZ y M. GONZÁLEZ MORALES: Lo Prehistoria en Cantabria. Ed. Tantin, Santander, 1986.
(41) VILLAVERDE y MARTÍNEZ: Op. cit. nota l. VILLAVERDE, 1995: Op. cit. nota l. VILLAVERDE et alii: Op. cit. nota l.
(42) En el Paleolítico Medio, con bajo nivel tecnológico, acceso a una buena variedad de recursos y alta movilidad, no se
presta atención a las pequeñas presas. En el Würm reciente, con la caza centrada básicamente en el ciervo y la cabra, especies de
reducido radio migratorio y en una geografía contrastada, es probable que los grupos registraran cierta fijación territorial, y los lagomorros aumentarían su relevancia económica. VILLAVERDE et alii: Op. cit. nota l.
-20-
[page-n-21]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
11
Hay signos del aprovechamiento de ciertas materias animales: en Amalda, Altuna (43)
documenta entre las partes corporales representadas una mayor abundancia en los carnívoros de
cráneos y extremidades, y se plantea si no se traerían sus pieles al yacimiento.
El asentamiento y la subsistencia de los grupos también se ven influídos por otros recursos:
el ejemplo más claro es el agua, muy cercana en todos los casos, incluso en cuevas y abrigos,
en los que la posibilidad de elección es mucho más limitada que en los asentamientos al aire
libre. Este hecho vuelve a plantear dos cuestiones sobre la subsistencia: por una parte, la importancia de las plantas, y por otra, la posibilidad de un carroñeo ocasional. Estos dos factores serían
más accesibles en los valles fluviales, donde se sitúan gran número de yacimientos, o en cuencas endorreicas con lagunas o lagos intermitentes, donde también se ubican algunos. Las mismas tendencias en la localización se advierten en otras áreas, como la Cuenca del Ebro (44) o
Cataluña (45). No hay que olvidar que la caza es más abundante cerca de los cursos de agua, y
que los valles son los caminos normalmente utilizados por los animales.
Las materias primas líticas presentan la tendencia general de ser un recurso «secundario».
Se utiliza predominantemente la que abunda más en el área (cuarzo, calizas, rocas locales), aunque a veces aparezcan pequeñas cantidades de sílex traídas de otros lugares, como en Murcia, la
Plana Usall-Espolla o Cantabria (46). La excepción serían los yacimientos al aire libre, donde la
materia prima toma importancia en la instalación, como se ve en la Cuenca del Ebro (47). Esta
pauta se invierte en el Paleolítico Superior, con un predominio abrumador del utillaje en sílex,
evolución que se aprecia también en otras regiones europeas.
El área valenciana no parece seguir esta tendencia general, pues el sílex tiene mucha importancia en la elaboración del utillaje, a pesar de que en algunos casos es escaso y sus nódulos de
pequeño tamaño. En la Cova de Bolomor, esta roca no parece haber Sido especialmente abundante
o accesible, y a pesar de ello domina la industria, reexplotándose hasta casi su total agotamiento.
También en Cova Negra se dan pautas parecidas. En Cova Beneito, los autores han determinado
que la mayor parte del sílex parece proceder de los afloramientos de Penella y Sant Cristbfol, en
el límite de dos horas desde la cueva, que además coincide con el de El Salt, más al sur.
En general, podemos concluir que, en el apartado económico, los habitantes de las primeras fases del Würm en nuestra región:
-Disponen de diversas especies de ungulados, más que en el Paleolítico Superior y menos
que en el Inferior (sobre todo megafauna), aunque las más relevantes económicamente son équidos, cérvidos, cápridos y bóvidos. La representación de los restos de carnívoros también es más
variada (y mayor su influencia en la formación de los conjuntos).
- Competirían con estos carnívoros (no siempre con ventaja) en el uso de las cavidades y
en la explotación de los animales.
- Cazarían, carroñearían animales muertos e incluso aprovecharían restos de la alimentación de otros depredadores. Parece perfilarse una diversidad de conductas económicas, que combinarían un aprovechamiento consciente y a veces dirigido con el uso más o menos oportunístico
de los recursos, en función de la disponibilidad, todo constituyendo un sistema bien establecido.
(43)
(44)
(45)
(46)
(47)
ALTUNA: Op. cit. nota. 18.
MONTES : Op. cit. nota 14.
J. CANAL, J. ABAD y S. SERRA: <
MONTES, 1984: Op. cit. nota 37. CANAL el alii: Op. cit. nota 45. GONZÁLEZ y GONZÁLEZ: Op. cit. nota 40.
MONTES : Op. cit. nota 14.
-21-
[page-n-22]
12
R. M." MOCHALES SAN VICENTE
o
....
Q)
E
•::::1
z
0-200
200-400
400-600
600-800
>800
ALTITUDES EN METROS s.n.m.
Fig. 2.-Aititudes sobre el nivel del mar de algunos yacimientos musterienses de
la Península Ibérica.
14
12
o
....
Q)
E
•::::1
z
10
8
6
4
2
o _k~~----~~------~------~-------,--~
0-200
200-400
400-600
600-800
>800
ALTITUDES EN METROS s.n.m.
Paleolítico Superior
Paleolítico Medio
Fig. 3.-Aititud sobre el nivel del mar de los yacimientos musterienses estudiados
y la de algunos del Paleolítico Superior.
-22-
[page-n-23]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
13
- Basan su economía en una gran movilidad, como lo indican los abundantes episodios de
desocupación (presencia de carnívoros o quirópteros) de las cavidades: las estancias parecen epi. sodios cortos y esporádicos.
-Conceden poca importancia económica a otros recursos animales: acuáticos, pequeños
mamíferos. Quedaría por determinar el papel de los vegetales en la dieta y cómo condicionaron
su modo de vida.
- El agua parece ser un fuerte factor de atracción en el establecimiento de los campamentos, y prefieren el sílex entre las materias primas, a pesar de que a veces no es la más abundante.
LA UBICACIÓN DE LOS ASENTAMIENTOS
LA SITUACIÓN TOPOGRÁFICA
Se suele comentar que los yacimientos musterienses se sitúan a bajas altitudes y que no
penetran mucho al interior en áreas como el Cantábrico (48). Sin embargo, sí lo hacen en las
Mesetas y en ciertas áreas montañosas (fig. 2). En este gráfico de algunos yacimientos de diversas regiones (49) encontramos un predominio de los lugares situados por encima de los 800 m.
De estos diez yacimientos, seis superan los mil metros de altitud. En los Pirineos franceses tam(48) K.W. BUTZER:>. Advances in World Archaeology, vol. S,
<
Academic Press, New York, 1986, págs. 201-252. M. DE LA RASILLA VNES: <
en Asturias y Santander>>. Homenaje al profesor Martín Almagro Basch, tomo 1, Ministerio de Cultura, Madrid, 1983, págs. 171178 . G.N. BAILEY: <>. Hunter-Gatherer Economy in Prehistory, Cambridge
University Press, Cambridge, 1983, págs. 149-165. GONZÁLEZ y GONZÁLEZ: Op. cit. nota 40.
(49) Son: El Castillo y Hornos de la Peña (Cantabria), El Pendo y Cueva Morín (Asmrias), Murva y Amalda (País Vasco),
Cueva de Valdegoba, Cueva Millán y Cueva de la Ennita (Burgos), Peña Miel (La Rioja), Cueva de los Moros de Gabasa y Fuente
del Trucho (Huesca), Cueva de los Casares (Guadalajara), Cova de 1' Arbreda y Els Errnitons (Girona), Covacho de Eudoviges y
Cueva de Jos Toros (Teruel), Hoyo de los Pescadores, Cueva de los Aviones, La Peñica y Cueva Perneras (Murcia), Zájara 1
(Almería), Cueva Horá, Cueva del Puntal de Moreda y Cueva de la Carigüela (Granada), Cueva del Boquete de Zafanaya (Málaga).
J. ALTUNA. A. BALDEÓN y K. MARIEZKURRENA: La Cueva de Amolda (Zestoa, País Vasco). Ocupaciones Paleolíticas y
Postpaleolíticas. Eusko Ikaskuntza, San Sebastián, 1990.
l. BARANDIARÁN MAESTU: La cueva de los Casares (en Ribo de Saelices, Guadalajara). Excavaciones Arqueológicas en
España, 76, Madrid, 1973.
M.C. BOTELLA y C. MARTÍNEZ: <>.
Antropología y Paleoecología Humana, l. Universidad de Granada, 1979, págs. 57-89.
C. DÍEZ, M.A. GARCÍA, E. GIL, J.F. JORDÁ PARDO, A. l. ORTEGA, A. SÁNCHEZ y B. SÁNCHEZ: <
Primera campaña de excavaciones>>. Zephyrus, XLI, XLII, Salamanca, 1988-89, págs. 55-74.
GONZÁLEZ y GONZÁLEZ: Op. cit. nota 40.
MEDINA ef alii: Op. cit. nota 24.
R. MONTES BERNÁRDEZ: «El Paleolítico>> Historia de Cartagena, vol. ll, Ed. Mediterráneo, Murcia, 1986, págs. 35-92.
.
MONTES: Op. cit. nota 14.
J.A. MOURE y G. DELffiES: «El yacimiento musteriense de la Cueva de la Ennita (Hortigüela, Burgos)>>. Noticiario
Arqueológico Hispánico, Prehistoria, 1, Madrid, 1972, págs. 1-44.
MOURE y GARCÍA: Op. cit. nota 38.
A.M. MUÑOZ y M.L. PERJCOT: «Excavaciones de la cueva de Els Ermitons (Sardenas, Gerona)>}. Pyrenae, Jl , 1975, págs.
7-26.
N. SOLER y J. MAR OTO : «L'estratigrafia de la cova de 1' Arbreda (Serinya, Girona)>>. Cypsela , VI, Girona, 1987, págs. 53-66.
L.G. VEGA-TOSCANO : «El Musteriense de la cueva de la Zájara 1 (Cuevas de Almanzora, Almería)>>. Trabajos de Prehistoria,
:XXXVU, Madrid, 1980, págs. 11-64.
L.G. VEGA-TOSCANO, M. HOYOS , A. RUIZ-BUSTOS y H. LAVILLE: «La séquence de la grotte de la Carihuela (Piñar, Grénade):
chronostratigraphie et Paléoécologie du Pléistocene supérieur au sud de la Péninsule lbérique>>. L'Homme de Néandertal, vol. 2,
L'Environnement, Liege, 1989, págs. 169-180.
-23-
[page-n-24]
14
R. M." MOCHALES SAN VICENTE
25
20
e
15
Q)
E
10
' ::::l
z
5
0-50
50-100
100-150
>150
ALTITUD EN METROS SOBRE EL LLANO CIRCUNDANTE
11
Total
Sin "áreas de talla"
Fig. 4.-Altitudes sobre el llano circundante de los yacimientos musterienses valencianos.
En la primera línea de barras se han eliminado del cálculo las «áreas de talla>>,
para evitar la posible distorsión.
14
12
o
...
Q)
E
' ::::l
z
10
8
6
4
2
o
0-50
50-100
100-150
>150
ALTITUD EN METROS SOBRE EL LLANO CIRCUNDANTE
Paleolítico Superior
11
P. Medio sin "áreas de talla"
Fig. S.-Comparación de las altitudes sobre el llano circundante en los yacimientos
valencianos estudiados.
-24-
[page-n-25]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
15
bién existen ocupaciones a grandes alturas (50). En conjunto, la deducción más clara es que los
neandertales de la Península Ibérica se extienden a casi todos los biotopos, excepto los muy
extremos. Hay que tener en cuenta también que las condiciones climáticas no siempre serían
muy rigurosas.
En el País Valenciano parece haber una mayor ocupación de la franja costera, pero también
existe una penetración al interior, a considerables elevaciones: sería el caso de los yacimientos
de Alcoi. En conjunto hay una buena variedad, como se aprecia en la gráfica (fig. 3).
A partir de la comparación entre los dos bloques representados, se puede comprobar que
incluso en el musteriense las altitudes aparecen más repartidas que en el Paleolítico Superior
(51), donde se registra una mayoría de yacimientos por debajo de los 200m., y todos menos tres
están por debajo de los 600. En el Paleolítico Medio (52), aunque predominan los situados entre
O y 200 m., por encima de 600 m. aún aparecen ocho. A pesar de opiniones más o menos generalizadas que ven la ocupación de terrenos <
y altos parece darse ya entre las poblaciones neandertales.
La comparación entre los periodos Paleolítico Medio y Superior tomados en conjunto puede
ser problemática, pues si bien en el primero quizá se dé esa «continuidad» cultural y económica,
en el caso del Paleolítico Superior la evolución y transformaciones dentro de su secuencia son
evidentes. Sin embargo, pensamos que es posible diferenciarlos como productos del comportamiento de dos tipos humanos distintos; eso sí, teniendo en cuenta la advertencia anterior.
También hay que señalar que hay algunos asentamientos que disponen de niveles de ambos
momentos: es evidente que, en estos casos, los condicionantes de la ocupación serán los mismo~
en un periodo y en otro.
Otro factor a considerar entre las características topográficas es la altitud relativa, es decir,
la que presentan los asentamientos con respecto al llano o curso de agua más próximo. Aquí sí
parece haber una constante situación a baja altura, característica que se da también en Murcia,
el valle del Ebro y otras regiones peninsulares. En la gráfica (fig. 4) se aprecia el predominio de
los asentamientos por debajo de los 50 m . sobre el llano circundante. A pesar de todo, hay ejemplos de yacimientos elevados y en posiciones y orientación poco confortables ----cuestión de la
que hablaremos después-, pero lo más usual es que se rechacen las altitudes importantes, aunque haya cavidades disponibles.
Una cuestión a resaltar es que los restos musterienses al aire libre (caso de los valles de
Alcoi o de las terrazas del Vinalopó), suelen incluir la presencia de nódulos de materia prima sin
trabajar y materiales de otras épocas. No se puede asumir que hayan funcionado alguna vez
como lugares de hábitat, y simplemente nos documentan la presencia de gentes que seguramente
(50) P.G. BAHN: «Late Pleistocene economies of tbe French Pyrenees>>. Hunter-Gatherer Economy in Prehistory, Cambridge
University Press, Cambridge, 1983, págs. 168-186.
(51) Estos yacimientos son: Cava Matutano (Vilafamés), Cueva del Turche y Covalta de Venta Mina (Buñol), Cava del
Volcán del Faro (Cullera), Abric de la Senda Vedada (Sumadrrcer), Cava de les Malladetes (Barx), Cava del Parpalló, Covl) del
Llop y Cava de les Meravelles (Gandia), Cava Negra (Xativa), Cava deis Pares (Real de Gandia), Barranc Blanc, Penya Roja y
Cava de les Rates Penades (Rotova), Capurri y Cava Foradada (Oliva), Cova Beneito (Muro), Cova del Corb (Ondara), Cova de
les Calaveres (Benidoleig), Cava Bolumini (Benimeli-Beniarbeig), Tossal de la Roca (Vall d' Alcala), Cova de les Cendres (Moraira),
Abric de la Ratlla del Bubo (Crevillent).
(52) Los yacimientos son los de la nota (1). Se puede observar que s. incluyen algunos (Bolomor, Cova del Corb) datados
e
antes del Würm. Ello se debe a la consideración, apuntada anteriormente, de una cierta «continuidad> entre el Musteriense y las
>
fases precedentes.
-25-
[page-n-26]
16
R. M." MOCHALES SAN VICENTE
se aprovisionaron y tallaron allí. Pueden, por tanto, distorsionar las apreciaciones sobre la elección del asentamiento, por lo que los hemos dejado de lado a la hora de obtener conclusiones
generales.
En el Paleolítico Superior las diferencias no son muy grandes, pero los yacimientos se sitúan
ligeramente a mayor altura sobre el terreno llano que les rodea. Es muy posible que esto se deba
a alguna variación en las estrategias respectivas (fig. 5).
La altitud relativa iría relacionada con varios factores económicos: en primer lugar, el
terreno llano facilita las comunicaciones y desplazamientos con rapidez; en segundo, el agua
(elemento primordial) está disponible con mayor abundancia. En tercero (aunque esto es discutible), siempre se ha dicho que eran biotopos más ricos. En todo caso, las poblaciones neandertales muestran una preferencia por cavidades con acceso fácil y rápido al terreno llano más próximo, si bien no desechan otras localizaciones a mayor altura, que tal vez reúnen otras cualidades económicas.
Ofrecemos también (fig. 6) el resumen de la exposición solar de los yacimientos estudiados. En ambos momentos (Paleolítico Medio y Superior) observamos una preferencia por cuevas y abrigos soleados. Pero también tenemos seis casos, uno del Wünn reciente, cuatro del
Würm antiguo y otro con materiales de ambos momentos, con orientaciones de poca insolación.
Sería interesante poder relacionar estas ocupaciones con su duración o si ocurrió repetidas veces
o fueron aisladas, y también con los episodios climáticos, pero se trata de una cuestión complicada por el momento.
Aura et alii (53) han relativizado la cuestión de la insolación afirmando que, en el País
Valenciano, coincide casi siempre y está sujeta a las características de la alineación montañosa
en la que se inserta, por lo que no parece ser una variable determinante en el asentamiento. Desde
luego carecemos de un estudio comparativo de cavidades habitadas/no habitadas, pero creemos
que es una cuestión que no hay que dejar totalmente de lado. En principio, y a igualdad decircunstancias, parece existir una inclinación a ocupar lugares bien soleados, como en otras zonas
de la Península Ibérica, donde las posiciones sur, este u oeste predominan claramente respecto
de las orientadas al norte.
LOS YACIMIENTOS Y SUS TERRITORIOS
Se hace necesario, para el estudio del entorno que rodea al yacimiento, establecer unos límites, siempre teniendo en cuenta que serán teóricos y con el propósito de establecer comparaciones entre unos asentamientos y otros, nunca como exclusivos o «fronteras» del radio de acción
de los ocupantes de los mismos. Parece claro que existe una distancia a partir de la cual las actividades dejan de ser rentables, y por tanto, sería la parte más próxima la habitualmente frecuentada. Existen varios puntos de vista sobre el tamaño ideal de estos límites, pero nosotros consideramos aceptable el radio de dos horas desde el yacimiento propuesto como «barrera energética»
por el análisis del área de aprovisionamiento (54). Es obvio decir que las poblaciones se alejarían
(53) J.E. AURA. J. FERNÁNDEZ y M.P. FUMANAL: <
(54) VITA-FINZI y HIGGS: Op. cit. nota 3.
-26-
[page-n-27]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
17
5
4
o
.._
3
Q)
E
•:J
z
2
E
SE
S
so
o
NO
N
NE
ORIENTACION
O
Paleolítico Superior
~ Paleolítico Medio
Fig. 6.-0rientación solar de los yacimientos estudiados.
más de su «campamento base», incluso con cierta frecuencia, pero sin duda el grueso de las actividades económicas tendría lugar dentro del límite, o incluso, ajustando más, sobre el radio de
una hora. Para la delimitación de este territorio teórico (que para nosotros será el-marco del análisis topográfico y de situación) hemos usado la fórmula de Naismith (55) a fin de estimar la distorsión que representa la topografía sobre los círculos ideales de 5 y 10 Km. de radio, que equivalen a una o dos horas caminando en terreno llano, respectivamente. Este cálculo, utilizado por
los montañeros, aumenta 30 minutos el tiempo de marcha por cada desnivel de 300 m.
Para analizar los territorios hemos señalado sobre el plano topográfico perímetros de una y
dos horas de camino (calculando la distorsión) desde 18 de los yacimientos disponibles (fig. 7
y 8) (56). Después, se han comparado los trazados con los círculos ideales de 5 y 10 Km., y se
ha tenido en cuenta la proporción de terreno llano (sin accidentes topográficos fuertes) de que
disponen en sus radios, así como los lugares de paso que están a su alcance.
La comparación de los dos tipos de áreas (la distorsionada por la topografía y la ideal, circular) pone de relieve una buena variedad. Nuestros yacimientos se pueden acoplar en tres grupos en cuanto a sus perímetros de una hora (fig. 7):
1)
Territorios que se encuentran entre el 50 y el 30 % del ideal teórico. Son extensos y poco
distorsionados: Cava Foradada, Cueva del Cochino, Abric de la Muntanyeta de Caries, Las
Fuentes, Tossal de la Font, Cova de les Calaveres y Cova del Corb.
(55) l. DAVIDSON : Late Paleolithic Economy in Eastern Spain. Tesis Doctoral Mecanografiada, Cambridge, 1980.
(56) No se han tenido en cuenta las presuntas «áreas de taHa», pues dudamos, como ya vimos, de su función de hábitat, y
por otro lado, la Cova Samit de Xativa, a pocos metros de la Cova Negra, se identifica con ella a todos los efectos en las características del terreno circundante.
-27-
[page-n-28]
18
R. M.' MOCHALES SAN VICENTE
70
60
50
40
30
~
~\ ....
.
....\ ••• .
..• ...
....
.- ..
20
.-.
.
••••
..
••
•• .
••
x·
..·...... •··•············ •
..........
••
•
•••••
~
10
o
1
1
1
1
2
3
4
5
1
6
1
1
8
9
1
1
7
10
11
1
1
13
14
15
1
1
12
16
1
17
18
YACIMIENTOS
SOBRE CÍRCULO DE UNA HORA
SOBRE CÍRCULO DE DOS HORAS
YACIMIENTOS:
1- COVA FORADADA
2- CUEVA DEL COCHINO
3- ABRIC DE CARLES
4- LAS FUENTES
5- TOSSAL DE LA FONT
6- COVA DE LES CALAVERES
7- COVA DEL CORB
8- ABRIGO CARCAlÍN
9- COVA NEGRA
10- EL PINAR
11- EL SALT
12- SAN LUIS
13- COVA BENEITO
14- COVA DE LA PETXINA
15- COVA BOLOMOR
16- PENYA ROJA (RÓTOVA)
17- PENYA ROJA (ADOR)
18-ABRIC DEL PASTOR
Fig. 7.-Porcentaje que representa el tamaño de los territorios distorsionados por la topografía
respecto de los círculos teóricos ideales de una y dos horas.
-28-
[page-n-29]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
19
La Cava Foradada de Oliva, muy cerca de la línea litoral actual, posee el perímetro más
amplio, tanto de una (66%) como de dos horas (55.1 %), a causa de la topografía casi llana
de su área (85-90 % del total), y su contorno es bastante regular.
Los demás casos son diferentes: los ocupantes de 1' Abric de la Muntanyeta de Caries o de
la Cava del Corb disponían de una proporción de terreno mayor al alejarse más de una hora
del yacimiento. En cambio, en la Cueva del Cochino, las Fuentes, el Tossal de la Font, y
especialmente la Cava de les Calaveres, el territorio de una hora es comparativamente más
amplio. Algunos tienen perímetros regulares, tendentes al círculo, y otros presentan estrechamientos a causa de las alineaciones montañosas.
Disponen en general de llanos amplios, que ocupan buena parte de sus territorios (en tomo
al 80 % ), excepto las Fuentes o la Cava de les Calaveres en su círculo de dos horas, o la
Cava del Tossal de la Font, que no llega al 50 %. Casi todas las planicies que rodean estos
yacimientos son corredores naturales, normalmente de norte a sur (el costero), o de este a
oeste (Cochino, Abric de Caries, Cava del Corb). Las excepciones serían las Fuentes, en la
canal de Navarrés, que conduce a un área cerrada muy montañosa, y la Cava de les
Calaveres, que también controla una zona sin «salidas» naturales. Deberíamos matizar que
la proporción de terreno llano no significa automáticamente que este área fuera la más frecuentada por los ocupantes, que quizá prefirieran un biotopo más variado, como veremos
más tarde.
2)
Territorios que suponen entre el 20 y el 30 % del círculo ideal: Abrigo del Barranco de
Carcalín, Cava Negra, el Pinar, El Salt, San Luis, Cava Beneito, Cava de la Petxina y Cava
Bolomor. Cuando pasamos al radio de dos horas, están menos distorsionados Cova Negra,
Cava de la Petxina, San Luis y Cava Beneito. El Pinar, pese a ser un asentamiento al aire
libre, presenta un territorio de dos horas que no llega al 18 %. Se encuentra en un pequeño
llano rodeado de montañas, casi un área cerrada; ello explica que la longitud del radio se
reduzca considerablemente cuando nos alejamos más de una hora caminando.
En este grupo los entornos son más variados topográficamente (por tanto, también biológicamente) y menos regulares en su forma que el grupo anterior. La proporción de terreno
llano dentro de su perímetro está en tomo al 30-40 %, excepto Cava Bolomor (en su radio
de dos horas), Cava Negra y Petxina, con porcentajes en tomo al 75 %. En todo caso, ya no
estamos en las grandes planicies del grupo anterior. Esto se aprecia también en los lugares
de paso, que son pocos y muy definidos, formados por estrechamientos en las alineaciones
montañosas que se controlan claramente: Cava Negra, Cava de la Petxina, Cava Beneito.
En algunos casos, el yacimiento está en un área «cerrada» o al menos muy escarpada:
Carcalín, San Luis, El Pinar, El Salt.
3)
Un tercer grupo lo formarían yacimientos con áreas muy reducidas en el plano: la Penya
Roja de Rotova, la Penya Roja de Actor y 1' Abric del Pastor, con 17, 13 y 12 % del círculo
teórico de una hora, respectivamente. En el radio de dos horas, aunque sus porcentajes
aumentan un poco, siguen sin llegar a una quinta parte del ideal, excepto la Penya Roja de
Rotova (22 % ), con un terreno muy irregular en su forma. En los dos primeros yacimientos, sorprendentemente, una buena porción es bastante llana (60 %), pero 1' Abric del Pastor
sí está en una zona muy escarpada, y, sobre todo en su radio de una hora, el terreno llano
-29-
[page-n-30]
20
R. M.• MOCHALES SAN VICENTE
1- TOSSAL DE LA FONT
2- EL PINAR
l- ABRIGO DEL BARRANCO CARCALiN
4- SAN LUIS
5- ABRIC MUNTANYETA DE CARLES
6-W FUENTES
7- COVA DE BOLOMOR
8- COVA NEGRA Y COVA SAMIT
9- COVA DE LA PElXINA
10- PENYA ROJA (ROTOVA)
11- PENYA ROJA (ADOR)
12- COVA FORADADA
ll- COVA DEL CORB
14- COVA DE LES CALAVERES
15- COVA BENE!TO
16- ABRIC DEL PASTOR
17- EL SALT
18- CUEVA DEL COCHINO
~·
.
..... . ·
.
'
..
o
20klfl.
Fig. S.-Mapa de los yacimientos analizados. Se ha señalado su territorio de dos horas distorsionado
por la topografía.
-30-
[page-n-31]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
21
disponible es poco más del lO% del total. La Penya Roja de Ador y 1' Abric del Pastor ocupan áreas cerradas topográficamente, mientras la Penya Roja de Rotova controla un pequeño
valle en dirección NE-SO.
De nuestros tres grupos de yacimientos, los del primero, con territorios amplios y en áreas
abiertas, son de características más uniformes. Los otros dos registran una mayor variedad en
cuanto a su entorno, posición en vías de paso, «cuellos de botella» o valles cerrados, proporción
de terreno llano, etc.
En relación a las áreas de paso y comunicación, nuestros yacimientos se encuadran en cuatro tipos de posición:
- En pies de monte, dominando áreas abiertas, «corredores» naturales o valles amplios que
serían fáciles entornos de comunicación y movimiento. Todos están dentro del primer grupo en
cuanto a la amplitud de su territorio. L' Abric de la Muntanyeta de Caries domina el valle aluvial
del Xúquer. La Cova Foradada, en el límite oriental de la Serra de Mustalla, tiene al norte el llano
de Oliva y al sur, en la vertiente opuesta, la matjal de Pego. El Tossal de la Font, a pesar de rodearse de alineaciones montañosas, se abre a un amplio llano al norte. La Cova del Corb dispone
del área costera desde el último contrafuerte de la Serra de Segana, y la Cueva del Cochino
domina la planicie Villena-Caudete, una zona de paso natural de la Meseta hacia la costa.
- Ocupaciones que desechan los macizos montañosos y se sitúan en sus bordes, en los puntos de apertura de valles fluviales encajados hacia el llano (57): San Luis y el Abrigo del
Barranco de Carcalín están en la intersección entre dos áreas, una muy montañosa, y el comienzo
de otra, más llana, justo en el borde de la Sierra de la Cabrera. Representan en realidad el fondo
de un «embudo», con una estrecha salida. De parecidas características gozan tres yacimientos
que dominan amplios llanos que salen de tierras escarpadas: las Fuentes, en la Canal de
Navarrés, la Cava de Bolomor, en las estribaciones del macizo del Mondúber, controlando la
Valldigna, y la Cova de les Calaveres, de Benidoleig. En las dos últimas los valles se abren hacia
el mar, al este.
-«Áreas cerradas»: El Pinar de Artana, en un llano rodeado de alineaciones montañosas,
con accesos estrechos, se podría catalogar en este grupo. L' Abric del Pastor, el más escarpado
de los yacimientos, se encuentra en las paredes de un abrupto barranco. En el Salt se domina el
área más o menos cerrada del llano del Barxell, en el punto donde se encaja el río. A caballo
entre un «área cerrada» y las posiciones del grupo anterior está la Penya Roja de Ador, en las
estribaciones de la Sierra del mismo nombre, dominando un pequeño valle encajado con un sólo
acceso al otro lado; está en el fondo de un «cul de sae>> .
- Puntos que controlan la vía de comunicación más fácil entre dos zonas llanas a través de
alineaciones montañosas: la Cava Negra y la Cava de la Petxina en el paso del río Albaida entre
los llanos de Xativa y Bellús; la Penya Roja de Rotova domina un pequeño valle, recodo de uno
más amplio que viene de la Marxuquera hacia el oeste, y la Cova Beneito se sitúa a una altura
importante sobre el paso del río Agres entre el valle de esta población y el valle de Muro.
Las claras diferencias apreciadas en las características de los territorios antes mencionadas y,
en particular, entre estos cuatro grupos, apuntan hacia una separación funcional de las ocupaciones
que tienen lugar en ellos. No podemos dejar de ver, sobre todo en algunas, una colocación inten(57)
Este es también el caso de la Cueva del Boquete de Zafarraya (Málaga) o de Los Casares (Guadalajara).
-31-
[page-n-32]
22
R. M." MOCHALES SAN VICENTE
cional. Sin embargo, las carencias en otro tipo de datos, impiden comparaciones detalladas y limitan nuestra interpretación de las diferentes causas que pueden haber llevado a la elección de puntos concretos para el establecimiento. Tendremos que conformarnos con señalar las diferencias e
intuir objetivos de control visual claros en algunas ocupaciones, especialmente las del último grupo.
Excepto los ejemplos de «áreas cerradas», los yacimientos valencianos se sitúan muy cerca
de vías de paso más o menos importantes, bien con acceso al corredor litoral, bien en valles de
comunicación entre las tierras altas y la zona costera. Algunos autores (58) hablan de una fuerte
vinculación entre los yacimientos del Paleolítico Inferior y Medio y los corredores, con una
ausencia del registro en áreas de difícil articulación territorial. Ésta sería, para ellos, la óptima
adaptación homínida, pues los corredores suponen las únicas posibilidades de subsistencia:
movilidad, información y variabilidad. Serían los grandes ejes para la interrelación entre grupos
y el núcleo sobre el que se organizan y renuevan los principales recursos: grandes ungulados
migratorios. En el Paleolítico Superior esta relación no parece tan directa, y se habitan zonas de
difícil comunicación y topografía contrastada.
Sin embargo, tenemos en el Musteriense yacimientos en áreas sin salida o terrenos escarpados, situaciones que, aunque aumentan en el Paleolítico Superior, no permiten establecer una
división tajante entre ambos momentos, al menos en base a este rasgo. Por otro lado, la asociación grandes ungulados migratorios-corredores se supedita a las especiales características de la
zona mediterránea, que por su suavidad climática y variedad ambiental pudo no ser escenario
de las grandes manadas migratorias de otras latitudes, sugeridas en la bibliografía europea.
Tenemos algunos ejemplos de yacimientos muy próximos entre sí que corresponderían a
las «agrupaciones» ( «site clusters» ), con territorios superpuestos de que hablan Davidson y
Bailey. Presentan un foco generalizado de actividad humana consecutiva, pero no es posible
identificar una única localidad como foco primario (59). Plantean el problema de su simultaneidad (pudieron ocuparse en la misma ronda estacional, incluso a la vez por pequeños grupos), o su diacronía (se usaron en una base rotatoria amplia, sólo uno en cada visita). Son susceptibles de esta clasificación: San Luis y el Abrigo del barranco de Carcalín (Buñol), Cova
Negra, Samit y Petxina (Xativa), la Penya Roja de Rotova y la de Ador, y el Salt y 1' Abric del
Pastor (Alcoi) en los radios de una hora, y en los de dos horas la Cova del Corb y la de les
Calaveres (fig. 8). La adscripción de la posible contemporaneidad, funciones, etc. de estas ocupaciones es, por el momento, muy difícil. Baste señalar que documentan una frecuentación de
zonas que debieron ser favorables económicamente, o «áreas preferidas», en la denominación
de Davidson y Bailey.
De las características topográficas y del análisis de territorios se desprende, para nuestra
región, que:
- Existe un predominio de los yacimientos situados entre O y 200 m. de altitud, aunque
hay representación en todos los biotopos, desde zonas litorales hasta el interior, en entornos
escarpados y altos.
-Los habitantes del Paleolítico Medio (e Inferior) del País Valenciano no parecen preferir especialmente los territorios muy amplios o con grandes llanos a su alcance. En un momento
(58)
(59)
FERNÁNDEZ: Op. cit. nota l. AURA et alii: Op. cit. nota 53.
l. DAVIDSON y G.N. BAILEY: <
Arqueológico Nacional, IT, Madrid, 1984, págs. 2.5-46.
-32-
[page-n-33]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
23
dado, buscan más la variedad. En realidad, 1O de los 18 yacimientos poseen un radio de acción
de una hora que representa menos de la cuarta parte del teórico, y de ellos tres están incluso por
debajo de una quinta parte. En algunos, el entorno circundante se puede calificar directamente
como escarpado. Sólo la Cava Foradada presenta sus dos áreas (de una y dos horas) por encima
del 50 % de las teóricas. Son territorios, en suma, pequeños en su extensión en el plano, y poco
regulares: hay peómetros tendentes al círculo, pero predominan los entornos variados topográficamente, con biotopos diferenciados.
- La amplitud de estas áreas no parece muy condicionada por la ubicación interior o costera de los asentamientos, ni porque se trate de ocupaciones al aire libre. Tendríamos, no obstante, que disponer de una muestra más amplia de estas últimas.
- Se registra una constante situación a baja altura sobre el terreno circundante (predominan las ocupaciones a menos de 50 m., aunque hay excepciones). Por ello, aunque no se busquen las grandes planicies, se dispone siempre de una zona relativamente llana cerca. Quizá este
factor tenga que ver con la atracción que ejerce el agua, como fuente de aprovisionamiento en
sí misma y por ser un medio donde se localizan recursos alimenticios con mayor abundancia,
tanto animales como vegetales. También se favorecen las comunicaciones más rápidas y fáciles. Otro factor -la presunta mayor riqueza biótica de las llanuras- es más dudoso, frente a
situaciones más difíciles, pero tal vez con otras ventajas económicas. La proporción de este
terreno llano es muy variable, dominando en aproximadamente la mitad de los yacimientos,
frente a otro 50 % donde es minoritario frente a las tierras accidentadas.
- El predominio de llanuras o territorios extensos no parece seguir una relación coherente
con las altitudes absolutas o relativas de los yacimientos.
-La preferencia en la orientación de cuevas y abrigos se dirige hacia una buena exposición solar.
- Las ocupaciones se ubican de forma variada, desde áreas abiertas hasta cerradas,
pasando por estrechamientos o valles en «fondo de saco»; preferentemente en las proximidades
de vías de paso y comunicación fácil, aunque existen excepciones notables que escapan al estereotipo y nos avanzan un asentamiento más complejo de lo que se supone generalmente.
- Se perfilan ciertas áreas geográficas que debían ser especialmente atrayentes, pues documentan mayores signos de frecuentación, aunque no se descartan factores físicos de conservación en estas diferencias de registro.
Del estudio topográfico y territorial concluimos que la variedad es la característica fundamental de los habitantes del Paleolítico Inferior y Medio de nuestras tierras en su búsqueda del
lugar de asentamiento: variedad de altitudes, entornos, accesos, situaciones, etc. En la mayoría
de los casos prefieren situarse a baja altura sobre el llano circundante, poseen territorios pequeños, bastante distorsionados por la topografía (en tomo al 25% del círculo ideal es lo más frecuente), no parecen buscar grandes extensiones abiertas, pero sí les atraen los lugares de paso
entre biotopos diferenciados, un acceso fácil al agua y una buena insolación.
Pero también existen ocupaciones a altitudes elevadas sobre el llano, escarpadas, con acceso
difícil y orientaciones solares poco favorables, que disponen de buenas posibilidades de control
visual sobre lugares de paso: estas características escapan a la concepción del Paleolítico Medio
como un momento con pautas simples y monótonas en la elección del lugar de hábitat, a la vez
que afianzan el carácter intencional de esta elección.
-33-
[page-n-34]
24
R. M.• MOCHALES SAN VICENTE
Esta variedad en las características del asentamiento apoya lo visto en el apartado de la economía del periodo, donde también el aprovisionamiento (sobre todo de carne) se realiza sobre
una diversidad de modos que van desde el carroñeo oportunístico a una caza más dirigida, con
estadios intermedios. Puede que las diferencias patentes entre un tipo de asentamiento más general, en entornos suaves, y las posiciones más difíciles de que hemos hablado tengan su explicación en este punto, donde sería necesario profundizar en la investigación. Los datos económicos, al hablarnos de estancias cortas y esporádicas, matizan las apreciaciones sobre el modo en
que se ejerce esta ocupación del territorio valenciano. La cercanía geográfica entre algunos yacimientos haría viable una elevada movilidad.
PATRONES DE ASENTAMIENTO
La determinación de patrones de asentamiento para el Paleolítico Medio es todavía más
complicada que para etapas posteriores, dadas las incertidumbres de los datos, que aumentan
geométricamente conforme tratamos con espacios temporales más alejados. Se tiende a considerar que las poblaciones neandertales representarían un estadio anterior a los grupos del
Paleolítico Superior. Los autores insinúan en general un modelo asimilable al de Binford (60),
de movilidad
«collectors» o caza-recolectores de movilidad logística, que se dividen en grupos organizados
de tareas, almacenan comida, tienen gran variabilidad estacional, etc., y que parece ser el estilo
de vida de al menos los momentos finales del Würm (61).
Hacia estas hipótesis parecen encaminarse las interpretaciones del Cantábrico. Aunque
Freeman (62) piensa en un sistema de asentamiento con campamentos base cerca de los principales recursos explotados y partidas especiales para obtener los otros, el resto de trabajos apuntan a que, durante el Paleolítico Medio, la utilización del área cantábrica está restringida a un
estrecho cinturón costero entre la montaña y el mar, biotopos que no les despiertan mucho interés (63). La explotación casi exclusiva de las áreas litorales (excepto algunos yacimientos, que
ya se sitúan en contacto con los valles interiores) no se debería, según González Sáinz y
González Morales (64) a la imposibilidad de acceder a otras zonas, sino a la búsqueda del
entorno más rico económicamente.
Algo que se menciona varias veces es la posibilidad de una trashumancia estacional costainterior: en Murcia (los moluscos y el sílex son pruebas de al menos un contacto), y en Albacete,
en la cuenca del río Mundo (65), los territorios de una hora de las principales «agrupaciones de
yacimientos» se vertebran, indicando, para el autor, el seguimiento de los movimientos migra(60) L.R BINFORD: <>.
American Antiquity, 45 (1 ), 1980, págs. 4-20.
(61) La distinción entre ambos, para Binford, radica en las diferentes características de los recursos (estacionalidad, duración
de la estación de crecimiento, incongruencia espacial).
(62) FREEMAN: Op. cit. nota 16.
(63) STRAUS: Op. cit. nota 1l.
(64) GONZÁLEZ y GONZÁLEZ: Op. cit. nota 40.
(65) J.L. SERNA LÓPEZ: <
de los yacimientos paleolíticos y epipaleolíticos de la cuenca del río Mundo>>. (En este mismo volumen del A.P.L.).
-34-
[page-n-35]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
25
torios estacionales de las manadas de ungulados entre los pastos altos del verano y los bajos del
invierno. Ello confirmaría al río Mundo como una de las principales vías de penetración del litoral al interior de la Meseta, suponiendo siempre estos movimientos estacionales de las manadas
y la contemporaneidad de los yacimientos. La Cueva del Boquete de Zafarraya, para Medina et
alii (66) estaría relacionada con un hábitat principal en la costa dedicado a la recolección de
mariscos y a la caza menor durante gran parte del año. En cambio, en otras zonas de la Península
estos dos tipos de recursos no parecen tener gran importancia económica.
En el País Valenciano, las pistas para los patrones de asentamiento a partir de la estacionalidad de las .ocupaciones están muy limitadas: sólo existen datos concretos para la Cova Negra
de Xativa. Por los restos de quirópteros, al menos en algunos momentos de la secuencia, la ocupación humana no se produciría en primavera o verano, época de hibernación o reproducción
de estos animales, que aparece documentada por restos de individuos muy jóvenes, viejos o
fetos, incompatible con la presencia regular de humanos (67). Lo demás son indicios, como la
situación en zonas de valles estrechos y resguardados, donde los yacimientos no se enfrentan
directamente a espacios abiertos, y por tanto no tienen una gran visibilidad (Cova Negra,
Petxina). En otros casos, sí disponen de una buena panorámica (Beneito) sobre un lugar de paso.
No podemos concluir nada definitivo de estas afirmaciones por las especiales características de
la zona mediterránea, menos contrastada y rígida en su estacionalidad que otras regiones más
septentrionales.
Las posiciones de los yacimientos en zonas de contacto con el interior nos recuerdan los
patrones de movimientos estacionales del litoral a las tierras altas. Éste sería el tipo de desplazamiento que suponemos para el musteriense: corto y alternando biotopos distintos; la propuesta
no es rígida, no implica que los grupos siguieran un ciclo anual costa-interior en nuestras tierras: es muy probable que sus movimientos no se circunscribieran aquí, sino que fueran más
amplios, empleando más de un año en volver a frecuentar el territorio.
Los datos económicos, la diversidad observada (en entornos, áreas territoriales, altitudes), y
las situaciones poco confortables, vistos en el apartado anterior, nos llevan a pensar que la ubicación de los grupos musterienses obedece a un plan premeditado y específico que combina
ambientes distintos siguiendo el ciclo natural, aunque, como ya se ha comentado, los detalles de
esta combinación y las diferentes motivaciones son todavía muy oscuros. No parece, sin embargo,
que estemos hablando de una organización anual compleja de las actividades como la que se
seguiría sin duda en el Paleolítico Superior, con agregaciones y dispersiones de los grupos según
las estaciones y necesidades sociales, hechos que parecen muy aventurados para este momento.
Para Aura, Fernández y Fumanal (68), la fauna excavada indicaría patrones basados en
movimientos rotatorios sobre yacimientos similares ocupados de forma cíclica, con entornos
relativamente «generalizados». Esta interpretación se acercaría al modelo de Binford (69) de
movilidad
paso cuestiona la idea del aprovisionamiento oportunístico de carne en el Paleolítico Medio. La
situación intencional en puntos altos y a veces incómodos, pero con buena visibilidad sobre
valles que debían frecuentar los ungulados apunta hacia un cierto interés en su intercepción, o
(66)
(67)
MEDINA et alii: Op. cit. nota 24.
VILLAVERDE y MARTÍNEZ: Op. cit. nota l.
(68)
AURA et alii: Op. cit. nota 53.
(69)
BINFORD: Op. cit. nota 60.
-35-
[page-n-36]
26
R. M.• MOCHALES SAN VICENTE
al menos en su control, lo que nos revela estrategias organizadas. Ello no significa, queremos
dejarlo claro, que hablemos de una «especialización» en la caza a nivel del Paleolítico Superior,
pero tampoco nos convence la imagen «oportunista». Ya hemos hablado de la cercanía a corrientes de agua (con mayores posibilidades de caza, carroñeo y abundancia vegetal), a llanos, corredores, «callejones sin salida», etc.
Las buenas posiciones para el oteo podrían convertirse en necesidad en un entorno en que
los desplazamientos animales no parecen largos y prefijados, como en otras zonas, por varias
razones: el clima no tendría grandes contrastes y la alternancia pudo ser más de humedad/sequedad estacional, y en segundo lugar, la diversidad del territorio permitiría que los ungulados
pudieran permanecer en umbrías o zonas húmedas, y no necesitaran recorrer largas distancias.
Estas particularidades mediterráneas hacen improbables las grandes manadas migratorias que
cubren cientos de kilómetros estacionalmente en busca de pastos, como ocurre en latitudes más
septentrionales. Incluso en el Cantábrico los autores abogan recientemente por movimientos cortos (70).
Aunque efectivamente, en el periodo estudiado nos hallemos más cerca de estrategias
adopción del modelo de los recolectores con alta movilidad y aprovisionamiento inmediato simplifica excesivamente un muestra de yacimientos y modos de explotación que apunta a una
mayor diversidad. Pese a todos los problemas relacionados con el muestreo, la «impresión» producida por el conjunto es de una complejidad evidente. Sin duda, en una generalización más
amplia esta complejidad se difumina un tanto al compararla con momentos posteriores, sobre
todo con fines del Paleolítico Superior.
La complejidad antes aludida se refleja, por ejemplo, en las diferencias diacrónicas: algunos yacimientos registran una larga secuencia, incluso con niveles posteriores al Würm antiguo
(Cava Beneito, Penya Roja, Cava Foradada) y otros un solo nivel. La zona del río Albaida, con
la Cava Negra, la Cava Samit y la Cava de la Petxina se frecuentó bastante durante el musteriense, pero esto parece cambiar en el Paleolítico Superior, que se documenta escasamente en el
Estret de les Aigües. También es interesante que en el núcleo más importante del Paleolítico
Superior, alrededor de la Marxuquera (Parpalló, Mallaetes, Cava dels Pares, Cava del Llop,
Barranc Blanc, etc.) no se hayan localizado yacimientos del Paleolítico Medio, a pesar de ser
una zona prospectada. Sin descartar del todo factores de conservación diferencial, procesos erosivos o destrucción de depósitos, la estrategia económica podría ser la responsable de estas diferencias.
Otras situaciones, como la de la Cava Beneito, siguieron siendo muy favorables en épocas
posteriores, aunque las ocupaciones no fueran de gran entidad. Sus investigadores remarcan sus
ventajas para la amplitud cinegética observada en los niveles musterienses, en función de la
diversidad, provisión de agua, materias primas y caza en tres entornos distintos (dos valles y la
zona montañosa), buena orientación y visibilidad (71). Quizá se trataría de un caso de hábitat
de propósitos especiales en situación estratégica: aunque la posición de la cueva es escarpada,
su territorio es muy variado, y dispone de buenas posibilidades de control de los animales.
(70) STRAUS: Op. cit. nota 11. L.G. STRAUS: «Comment. ·En: R. White. Husbandry and Herd Control. .. >>. Current
Anthropology, 30 (5), 1989, págs. 623-624.
(71) ITURBE et a/ii: Op. cit. nota l.
-36-
[page-n-37]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
27
Un tema interesante son las diferencias en la frecuentación de los asentamientos. Serna (72),
detecta en la cuenca del río Mundo (Albacete), que los situados en zonas llanas, con un territorio amplio, registran mayor cantidad de restos que los de áreas más quebradas. Nuestros yacimientos no presentan un panorama tan claro: algunos poseen territorios escarpados y ocupaciones muy poco relevantes (Abric del Pastor); otros, en parecida ubicación, registraron visitas, si
bien no muy intensas, al menos recurrentes (Cova Beneito ), y hay yacimientos con áreas amplias
donde los restos no son especialmente significativos. Hay varios factores que puéden explicar
estas divergencias, como la existencia de otros lugares de habitación cercanos, la destrucción
parcial de los depósitos, etc. De todos modos, la extensión del territorio no parece ser el único
factor a considerar: puede darse el caso de entornos con gran distorsión topográfica que son especialmente variados, y por tanto presentan una mayor diversidad, e incluso abundancia, de recursos. En tal caso, su ocupación se preferiría a la de otros lugares más llanos, pero biológicamente
uniformes. Este razonamiento no debe enmascarar la escasa densidad poblacional y la abundancia moderada de restos que caracterizan el Paleolítico Medio en su conjunto.
Como prueba tenemos el caso bien estudiado de un yacii:niento de larga secuencia, la Cova
Negra de Xativa, donde los autores reúnen (73) una serie de evidencias en favor de un modelo
de alta movilidad y baja densidad de población para el Musteriense regional:
1) El análisis tafonómico de la fauna indica una ocupación de la cavidad de carácter mixto,
caracterizado por la frecuente alternancia de aportes humanos y carnívoros.
2) Los quirópteros marcan unas visitas humanas cortas, episódicas y distanciadas, y como los
carnívoros, aparecen incluso en los niveles con mayores signos de ocupación antrópica.
3) Las pequeñas presas, de que ya hablamos. La explicación a su diferente papel con respecto
al Paleolítico Superior debe buscarse en la estructuración del territorio y la pauta de movilidad, o en la relación entre el tiempo invertido en su obtención y procesado y el producto final.
4) Las evidencias de ocupación humana de la cavidad: son cortas, esporádicas, con un reducido número de habitantes que limitan su presencia a una pequeña parte del espacio disponible, alternándose con largas etapas de abandono y ocupación carnívora.
La baja densidad de materiales se complementa, en los niveles inferiores, con una mayor
proporción de restos líticos que óseos, prueba, para Binford (74), de una escasa planificación en
la producción del utillaje y poca conservación del material después de fabricado. A ello hay que
añadir que buena parte de los huesos no serían aportados por el hombre, con lo que esta relación
aumenta. Lo mismo ocurre en el estrato I de Bolomor, mientras en los niveles del Paleolítico
Superior regional estos índices se invierten, además de que los conjuntos líticos y óseos se hacen
mucho más densos.
Incluso en los momentos con más señales de ocupación antrópica, la Cova Negra muestra
un registro de visitas cortas, y el escaso papel de las presas pequeñas o la fauna, de espectro
diversificado, apunta hacia una elevada movilidad, netamente distinta a la del Paleolítico
Superior, resultado de una estrategia dúctil y caracterizada por una escasa especialización cazadora. Para Villaverde (75), los neandertales tendrían en nuestra región un bajo nivel demográ(72)
(73)
(74)
(75)
1988, págs.
SERNA: Op. cit. nota 65.
VILLAVERDE et alii: Op. cit. nota l .
BINFORD: Op. cit. nota 12.
V. VILLAVERDE BONILLA: «Las sociedades cazadoras>>. Historia del Pueblo Valenciano, tomo I, Levante, Valencia,
2-20. VILLAVERDE, 1995: Op. cit. nota l.
-37-
[page-n-38]
28
R. M." MOCHALES SAN VICENTE
fico, consecuencia de la necesidad de explotar territorios muy amplios con continuos desplazamientos. Este modelo coincide con los presentados por otros yacimientos peninsulares y europeos, como ya vimos en el apartado del aprovisionamiento, y es coherente con la visión obtenida a partir del análisis de los asentamientos. Binford (76) afirma que el mayor contraste entre
el Paleolítico Medio y los caza-recolectores modernos, y por tanto, seguramente con el
Paleolítico Superior, estriba en la uniformidad en el tamaño pequeño de los grupos y la movilidad muy alta, sea cual sea el ambiente, en oposición a la flexibilidad de estos factores en épocas posteriores en función de los entornos. Relaciona esta falta de flexibilidad con la mínima
organización de la tecnología y su rápido desechado.
En resumen, de las evidencias arqueológicas y el análisis de los yacimientos, concluimos
que el modo de vida musteriense en el País Valenciano se caracterizaría por una gran variedad:
• En el aprovisionamiento, sobre diversas especies de ungulados, aunque las más importantes son équidos, cérvidos, cápridos y bóvidos. Los conjuntos existentes con predominio de
una sola especie no contradicen este carácter ecléctico general.
• En la estrategia económica, que sobre una base amplia de subsistencia, incluiría la caza de
estas especies, el carroñeo sobre las mismas e incluso, sobre restos alimenticios de carnívoros, animales con los que competirían por los ungulados y por el uso de las cavidades.
• En el asentamiento, con diversidad topográfica (altitudes absolutas y relativas, orientaciones solares) y territorial (amplitud de las áreas, regularidad del perímetro, proporción de
terreno llano a su alcance o situación en relación a los lugares de paso).
No obstante, podemos extraer también pautas generales: prefieren situarse a baja altura
sobre el terreno llano, con territorios pequeños, distorsionados por la topografía (en tomo al
25% del área teórica), en orientación soleada, con buen acceso al agua y cerca de lugares de
paso. Si bien no buscan grandes extensiones o valles muy amplios, disponen siempre de una zona
relativamente llana .cerca (quizá por el agua). Les atraen los biotopos diferenciados, seguramente
buscando una mayor diversidad de los recursos, y su táctica parece haberse basado en una alta
movilidad, con estancias de grupos reducidos y corta duración.
Remarcaremos el hecho de que existen ciertos estereotipos bastante arraigados que hay que
matizar. Sobre todo, en lo que respecta a la consideración general del musteriense como una economía basada en el aprovechamiento oportunístico y sin planificación de los recursos, con una
movilidad de tipo residencial entre yacimientos similares, que proporcionan conjuntos de fauna
uniformes reflejo del entorno. Estas características se acentúan más cuando establecemos diferencias con el Paleolítico Superior. A veces se tiende -creemos- a exagerar el salto entre uno
y otro momento, «rebajando» las «habilidades» neandertales frente al nuevo tipo humano (que
seguiría un modelo de movilidad logística, ocupando por primera vez entornos hostiles, escarpados, altitudes elevadas, practicando una caza especializada, etc.).
Aunque no hablamos de estrategias complejas para el musteriense, el choque no es tan radical entre un momento y otro; las actitudes enumeradas como propias del Paleolítico Superior tienen a menudo sus antecedentes en el Würm antiguo:
- Hemos visto pruebas de un aprovechamiento consciente y a veces planificado de los
recursos (eso sí, combinado con el uso oportunístico, en función de su disponibilidad). Como ya
hemos comentado, parece haber una amplia gama de modos de obtención del alimento, sin que
exista, aparentemente, una estrategia que caracterice todo el conjunto.
(76)
BINFORD: Op. cit. nota 12.
-38-
[page-n-39]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
29
- Ocupaciones en altura, en entornos difíciles, escarpados y con buenas posibilidades de
oteo.
- Extensión a todos los biotopos, y, al contrario que en otras áreas, en el País Valenciano
una explotación consciente y sistemática del sílex frente a otras materias más accesibles.
Por tanto, debemos desechar la idea del Paleolítico Medio como un momento con pautas
simples y monótonas tanto en la base económica como en la elección del hábitat (77).
También es cierto que el gran «salto» evolutivo se suele incrementar porque las comparaciones normalmente no se establecen entre el Paleolítico Medio y los primeros momentos del
Superior, pues se dispone de menos datos. Se compara directamente con las fases finales del
Würm, olvidando que parte de sus características no soil extrapolables a todo el Paleolítico
Superior.
Esta visión «estereotipada» del Paleolítico Medio deriva de la investigación tradicional, centrada en los tipos líticos y las especies faunísticas identificadas: según estos datos, no hay señales de evolución diacrónica en el periodo. Pero los trabajos más recientes reclaman otras aproximaciones a los datos del registro, desde las cuales sí se aprecia una variabilidad (78). Es el
caso de Stiner y Kuhn en yacimientos italianos. A partir de la forma de explotación de la fauna
o las técnicas de reducción lítica advierten una evolución cronológica, que deriva hacia el45.000
B.P. en un principio de especialización cazadora anterior a la aparición de hombre moderno, con~
juntamente con una variación en las cadenas de reducción lítica, características ambas que continuarán en el Paleolítico Superior (79).
Indudablemente, en lo que coinciden los últimos datos es en resaltar una gran capacidad de
adaptación y complejidad de comportamiento ya dentro del Würm antiguo. La aparición, en la
industria de yacimientos antiguos con predominio de rocas locales, de materiales exógenos, en
forma de útiles ya elaborados o núcleos (80), también iría en contra de la idea oportunista.
Pero aún así existen diferencias claras con respecto al Paleolítico Superior, que concretaríamos en:
- La estrategia económica: los neandertales parecen utilizar indistintamente la caza o el
carroñeo en el aprovisionamiento de carne, frente a un uso casi exclusivo de la caza entre las
poblaciones superopaleolíticas.
- Las especies animales explotadas: en el Paleolítico Medio la representación de ungulados es más variada, frente a conjuntos más «especializados» del Wünn reciente, y sobre todo, el
aprovechamiento de pequeños mamíferos, aves y animales acuáticos experimenta un gran incremento, desde una posición de escasa o nula importancia económica (81).
-En los conjuntos faunísticos también hay una disminución importante de la presencia carnívora.
-Los yacimientos:
(77) Según FARIZY y DAVID (Op. cit. nota 20), quizá la aparente <
a la mezcla de actividades o tiempos en el registro, o ambas cosas combinadas con una falta de especialización, sin que ello implique
que no <
(78) OTIE y PATOU-MATHIS: Op. cit. nota 27.
(79) STINER y KUHN: Op. cit. nota 13. STINER: Op. cit. nota 13 .
(80) JAUBERT et alii: Op. cit. nota 21.
(81 ) Como señalan VILLAVERDE et alii (Op. cit. nota 1), estas diferencias no se observan en zonas europeas más septentrionales hasta los momentos finales del Paleolítico Superior. En el Mediterráneo español el cambio está referido al comienzo mismo
del periodo (niveles Auriñacienses de Cova Beneito), y representa una distinción clara de actitudes con respecto a las dos etapas del
Würm.
-39-
[page-n-40]
30
R. M.• MOCHALES SAN VICENTE
• Los del Paleolítico Superior se encuentran en general a una altitud algo mayor sobre el
terreno circundante.
• Es posible que se extienda más la ocupación humana hacia áreas de difícil comunicación,
no asociadas a valles de paso, cuestión que comienza ya en el Medio y se intensifica en
este momento.
- Parece haber distintas preferencias por ciertos entqmos geográficos: en la cuenca del
Albaida los restos musterienses están bien documentados y son pocos los del Superior, y en el
macizo del Mondúber ocurriría lo contrario. Las causas pueden englobar diversos factores, entre
ellos los económicos y la posible acción de la erosión o conservación diferencial.
- La más significativa, a nuestro entender: la escasa densidad de la población musteriense,
acompañada de la poca intensidad de las ocupaciones, con series limitadas de restos, largos episodios de desocupación, abundantes huellas de carnívoros o quirópteros, en oposición a estratos
superopaleolíticos muy ricos. No hay ningún caso del Paleolítico Medio que registre estas acumulaciones de materiales líticos y óseos, lo que hace pensar que la magnitud de los grupos humanos no es grande, su movilidad es alta, y parecen dudosas las grandes agregaciones estacionales.
- En el aspecto demográfico y social, las notables diferencias con el Paleolítico Superior
se incrementan con la mayor flexibilidad de este periodo en cuanto al tamaño de los grupos, con
agregaciones y dispersiones que favorecen la interacción social, tendencia que no parece muy
probable en el Würm antiguo, o al menos se daría en un estadio muy incipiente.
Estos grupos del Paleolítico Medio serían, por tanto, muy móviles y de tamaño pequeño, y
realizarían estancias breves y esporádicas, basándose en desplazamientos cortos que quizá alternaran la costa y el interior. Parecen ubicarse según un plan premeditado, usando biotopos distintos siguiendo el ciclo natural, sin llegar, por supuesto, a la complejidad de momentos del
Würm reciente. La posición en puestos de control muestra un interés en la observación de las
manadas, que a su vez serían reducidas en número y recorrerían pequeñas distancias, como
parece indicar el clima mediterráneo.
La diversidad de conductas y la adaptatividad a las diferentes condiciones ambientales, que
se concretan en un comportamiento espacial coherente y un aprovechamiento de los recursos
bastante organizado y dirigido, que no excluye el oportunismo, sino que lo integra con otras actitudes más «desarrolladas» caracterizarían un musteriense regional que comienza muy tempranamente, sin clara solución de continuidad con el Riss, y parece alargarse temporalmente en el
Würm III, en momentos en que en otras regiones ya comienza el Auriñaciense antiguo. El sur
de la vertiente mediterránea peninsular se caracteriza por mantener la tónica de etapas anteriores sin ninguna evolución local hacia el Paleolítico Superior (Cova Negra, Beneito, El Salt,
Carigüela), que parece claramente un proceso externo con un comienzo en tomo al 30.000 B.P.,
según los últimos indicios (82).
No sólo esto, sino que incluso parece que aumenta la población o la frecuentación de los yacimientos a fmes del Würm antiguo, como se ve en Cova Negra, cuyos niveles musterienses finales registran un incremento en el número y la densidad de restos óseos y líticos, todo dentro, como
hemos visto, de unos conjuntos relativamente pobres en cuanto a la abundancia de sus materiales.
(82) VILLAVERDE y FUMANAL: Op. cit. nota l. VlLLAVERDE, 1995: Op. cit. nota l. VEGA et alii: Op. cit. nota 49 . VlLLAVERDE et alii: Op. cit. nota l.
-40-
[page-n-41]
ARCHIVO DE PREIDSTORIA LEVANTINA
Vol. XXII (Valencia, 1997)
Pere Miquel GVILLEM CALATAYUD*
ESTUDIO TAFONÓMICO DE LOS QUIRÓPTEROS DE COVA NEGRA
(XÁ.TIVA). UNA CONFIRMACIÓN DEL CARÁCTER CORTO Y
ESPORÁDICO DE LAS OCUPACIONES ANTRÓPICAS
l.
INTRODUCCIÓN
Los factores que van a influir en la formación de depósitos osíferos de micromamíferos en
un yacimiento arqueológico, ya sea en cueva o en abrigo rocoso, son muy diversos. En Cava
Negra (1), hemos distinguido dos modelos de aporte diferentes que van a explicar, en gran parte,
el origen de roedores, insectívoros y quirópteros:
1)
Utilización de las cavidades como hábitat. Es el caso de los murciélagos que, a pesar de no
tener predadores especializados que basen su dieta trófica en su consumo, desarrollan ciertos
hábitos que favorecen la acumulación de sus esqueletos. Utilizan las cuevas como refugios
de hibernación o de cría, momentos que coinciden con los periodos de mayor mortalidad. En
Cava Negra, hemos podido recuperar una cantidad considerable de restos óseos de quirópteros que confirman la ocupación de estos yacimientos cársticos en un mismo sentido. No
obstante, en la bibliografía aparecen reflejadas situaciones oportunistas de predación sobre
murciélagos que han provocado concentraciones parecidas a las producidas por la muerte
natural de estos mamíferos (2).
* Servei d'Investigació Prehistorica. e/ Corona, 36, Valencia 46003.
(1) En este artículo presentamos una pequeña parte de nuestra Tesis Doctoral.
(2) R. BAUER: <
DWYER: «For predation on Cave-bats». Australian Journa[ of Sciences, 26, 1964, pp. 397-398. A. RUPRETCH: «Bats (Cbiroptera)
as constituents of the food Garn olws Tyto alba in Poland>>. Ibis, 121 , 1979, pp. 489-494. G. SILVA TABOADA: Los murciélagos de
Cuba. Ed. Academia, La Habana, 1979, G. LESINSKI: «The tawny owl Strix a/uco L. hunts bats». Przeg/and Zoologiczny, XXVIT,
3, 1983, pp. 371-372.
-41-
[page-n-42]
2
2)
P. M. GUILLEM CALATAYUD
Aportación de esqueletos por parte de otros animales. Uno de los gestos que provoca importantes concentraciones de restos óseos de roedores e insectívoros en el interior de una cueva
es la regurgitación de egagrópilas de rapaces nocturnas o diurnas (3), y la formación de
letrinas por carnívoros en la misma (4). Así lo hemos podido comprobar en Cava de
Bolomor, Cava Negra, Cendres y Cova de Bolumini, conclusión a la que hemos llegado tras
un estudio tafonómico detallado (5). Primero, establecimos los distintos patrones de comportamiento que las estrigiformes o los carnívoros habían dejado plasmados después de
haber cazado, comido y digerido una presa. Luego, extrapolamos estos modelos a los conjuntos fósiles, para identificar la especie o especies responsables del origen de la acumulación de restos óseos de micromamíferos en yacimientos arqueológicos. El contraste entre
ambos permitió la identificación de las distintas interferencias postdeposicionales que habían
sufrido los huesos de micromamíferos, resultado de la intervención gradual y acumulativa de
diferentes agentes de modificación. De hecho, detectamos alteraciones físicas: pisadas,
transporte diferencial de las distintas partes anatómicas del esqueleto, alteración de los
huesos por el viento, el agua, etc.; y químicas: huesos quemados, la acción que provocan los
vegetales sobre la cortical del hueso, el esmalte y la dentina de los molares e incisivos y el
desarrollo de bacterias, entre otras. Tampoco olvidamos ningún otro posible tipo de aporte
de restos óseos de micromamíferos (muerte natural en el interior de la cueva, como ocurre
con los quirópteros de estos yacimientos).
Cava Negra tiene una de las colecciones más ricas de quirópteros fósiles de Europa. Los
miles de restos óseos así lo confirman. Las condiciones geológicas de la cueva unidas a su situación geográfica explican el motivo de su presencia. El yacimiento se encuentra situado en la
fachada central mediterránea, junto al río Albaida. Su latitud y altitud ha permitido que durante
las pulsaciones frescas del Pleistoceno superior los murciélagos encontraran refugio y pudieran
cubrir sus necesidades alimenticias. El río Albaida debió generar enormes recursos tróficos aprovechados por estos pequeños mamíferos. Las condiciones de humedad y temperatura más o
menos constantes en Cava Negra, así como la sedimentación continuada, consiguieron el enterramiento de los huesos y su buena conservación. Durante el mismo período cronológico en el
Norte de la Península Ibérica, la ocupación de cavidades por murciélagos sólo ha quedado constatada a lo largo de pulsaciones climáticas templadas: Lezetxiqui en el interestadial Arcy (6),
Erralla en el Bolling (7), Gabasa durante el interestadial Würm II-III alpino; o durante el
Holoceno: Urtiaga, Mariluzo, Santimamiñe, Payucas, Aitzbitarte IV (8). En el resto de la
(3) J. CHALINE: «Paléontologie animal. Les rongeurs au pilori? Analyse critique des reconstitutions paléoécologiques en
microthériodontologie>>. Approche Écologique de L'Home fossil , 1977, pp. 75-81. P. ANDREWS: Ow/s, Caves and Fossils. Ed.
Natural History Museum Publications, London, 1990.
(4) J.S. MELLET: «Scatological origin of microvertebrate fossil accumulationS>>. Science, 185, 1974, pp. 349-350. P.
ANDREWS y E.M. NESBIT-EVANS: <>. Paleobiology, 9, 1983,
pp. 287-307.
(5) P.M. GUILLEM: Micromamiferos cuaternarios del País Valencia: Tafonomía, Bioestratigrafia y reconstrucción paleoambiental. Tesis Doctoral inédita, Universitat de Valencia, 1996.
(6) J. ALTUNA : Fauna de mamiferos de los yacimientos prehistóricos de Guipúzcoa . Munibe, 24, 1972.
(7) E. PEMÁN: <>. Munibe, 37, 1985, pp.
49-57.
(8) ALTUNA: Op. cit. nota 6.
-42-
[page-n-43]
ESTUDIO TAFONÓMICO DE LOS QUIRÓPTEROS DE COVA NEGRA
3
Península, durante el Pleistoceno medio y superior destacan los yacimientos de Pradera
(Segovia), Guardo (Palencia), El Higuerón (Málaga), Las Grajas (Málaga), Atapuerca (Burgos),
Cueva del Agua (Granada), Carihuela (Granada), El Reguerillo (Madrid) (9), Son Bou (Menorca)
(10), Torre del Diablo (Gibraltar) (11), Nerja (Málaga) (12), Cova de Bolumini, Cova de les
Cendres (13), etc.
Presentamos la ocupación antrópica de Cova Negra como uno de los factores que influirá de
modo determinante en la mayor o menor densidad de restos de quirópteros y, en este sentido,
intentaremos explicar por qué los murciélagos ocupan con distinta intensidad los niveles de Cova
Negra.
La identificación taxonómica de los murciélagos la hemos hecho fundamentalmente a partir
de caracteres morfológicos y métricos de los dientes, mandfbulas, articulación del codo, etc.; es
decir, con aquellos aspectos de la anatomía que indican especializaciones a nivel genérico e
incluso especffico (14). Pero no exponemos el estudio paleontológico de los restos óseos. La
variedad de especies -15- y la riqueza del yacimiento, requiere una presentación más detallada
que la que pudiéramos exponer en este artfculo. Orientaremos nuestro trabajo sólo desde el punto
de vista tafonómico.
2.
RESULTADOS
Los esqueletos de murciélago de Cova Negra han soportado el «stress» de la fosilización
favorablemente, habiendo llegado hasta nosotros en un estado de conservación relativamente
bueno. Sin embargo, los huesos han sufrido las mismas alteraciones que las observadas en roedores e insectfvoros, pero dada su débil estructura (huecos, alargados y de paredes finas), han
resistido mucho peor las distintas interferencias postdeposicionales.
En Cova Negra se llegó a la conclusión de que "las ocupaciones antrópicas debieron ser
cortas, localizadas y alternadas de prolongadas etapas de abandono y ocupación de la cavidad por
carnfvoros" (15) . Los mismos autores basaban el carácter corto y localizado de las ocupaciones
(9) P. SEVILLA: «Estudio paleontológico de los Quirópteros del Cuaternario español». Paleontologia i Evolució, 22, 1988,
pp. 3-233.
(lO) J.W. REUMER: «Somme remarks on the fossil vertebrates from Menorca, Spain». Proceedings Kmtinkliche Nederlanse
Akademie van Wettenschappen, B, 85 (1), 1982, pp. 77-87.
(11) D.M.A. BATE:
<
lnstitute, LVIll, 1928, pp. 92-102.
(12) P. M. GUILLEM (en prensa): Estudio preliminar de los micromamíferos (Rodentia, Insectívora y Quiroptera) de la cueva
de Nerja (Málaga).
(13) GUILLEM: Op. cit. nota 5.
(14) H. FELTEN, A. HELFRlCHT y G. STORCH: <
des Humerus». Senkenbergiana Biologae, 54, 1973, pp. 291-297. H. MENU y B. SIGE: <
caracteres de grades évolutifs chez les Chiropteres entomophages>>. C. R. Ac. Sci. Paris, 272, 1971, pp. 1735-1738. H. MENU:
.
<
>
Paleovertebrata, 15 (2), 1985, pp. 71-128. P. SEVILLA: <
aislados. Valor sistemático de los caracteres morfológicos y métricos dentarios». Doñana. Acta vertebrata, 13, 1986, pp. 111-130.
(15) V. VILLAVERDE y R. MARTÍNEZ VALLE: <
del Mediterráneo español». Elefantes, Ciervos y Ovicápridos. Economía y aprovechamiento del Medio en la Prehistoria de España
y Portugal, 1992, pp. 77-96.
-43-
[page-n-44]
4
P. M. GUILLEM CALATAYUD
a partir de la presencia de huesos con huellas de la propia actividad predadora de carnívoros y el
registro de restos óseos en los que convivían tanto señales antrópicas como zoológicas. La
máxima ocupación antrópica debió producirse entre los niveles VI a lll, como se desprende del
registro arqueológico (16).
Cova Negra registra en sus sedimentos multitud de huesos de quirópteros cuyo origen ya
hemos comentado anteriormente. La formación ·de estos agregados osíferos en un yacimiento
arqueológico puede quedar interrumpida por la misma actividad antrópica. Los murciélagos utilizaron estas cavidades para protegerse de condiciones climatológicas adversas (frío, lluvia,
viento), al actuar como una barrera física que los aislaba del ambiente exterior y también de los
predadores, favoreciendo su ocupación en los momentos más críticos de su ciclo biológico
(hibernación y/o reproducción). Como cualquier especie animal necesitan una tranquilidad absoluta para que su actividad reproductora (gestación, alumbramiento y desarrollo postnatal de las
crías) culmine con éxito. Lo mismo ocurre durante el periodo invernal, momento en el que pasan
por un estado de letargo sin ingerir ningún tipo de alimento y a expensas de las reservas acumuladas en forma de grasa durante el otoño. Cualquier visita antrópica a la cueva romperá el letargo;
con ello vendrá el desgaste de sus energías que no podrán reponer ante la escasez de alimentos
en el exterior y finalmente encontrarán la muerte. Si la presencia humana es frecuente y continuada se puede producir incluso la desaparición de toda la colonia de hibernación de murciélagos.
Como podremos comprobar más adelante, las concentraciones de huesos de quirópteros no
sólo quedan interrumpidas por los motivos etológicos de las distintas especies. Las mismas características tafonómicas del yacimiento pueden provocar la desaparición total de sus huesos,
mermar los conjuntos, etc.
2.1.
ESTADO DEL MATERIAL
Los huesos de los murciélagos no han escapado al paso del tiempo, siendo así que su estructura grácil ha contribuido en el proceso destructivo. No han pasado por ningún tubo digestivo, ni
tampoco han sido masticados por carnívoros; pero esto no ha impedido que pelvis, calcáneos,
astrágalos, cúbitos, escápulas, costillas, vértebras, metapodios y falanges hayan desaparecido
prácticamente en su totalidad. Los restos óseos de los murciélagos, al proceder de individuos
muertos en el interior de la cueva, deberían estar representados por todos los huesos del esqueleto y no ocurre así. La cavidad ha registrado una serie de interferencias postdeposicionales acumulativas, que han alterado los huesos de los murciélagos y explican este patrón de conservación.
Nuestro estudio tafonómico sólo se centrará en la representatividad de mandíbulas, maxilares, incisivos, molares, fémures, tibias, húmeros y radios, y en la fractura de húmeros y radios.
La corrosión postdeposicional de estos huesos es evidente y sólo aportará unos cuantos comentarios. Las marcas son muy escasas.
(16) V. VILLAVE!illE, R. MARTÍNEZ VALLE, P.M. GUILLEM y M.P. FUMAN AL (en prensa): Mobility and the role of small game
in the middle Paleolithic of the central regían of the Spanish mediterranean: a comparison of Cava Negra with other Paleotithic
deposits.
-44-
[page-n-45]
ESTUDIO TAFONÓMICO DE LOS QUIRÓPTEROS DE COVA NEGRA
2.1.1.
5
Representatividad
El total de huesos de quirópteros en Cava Negra es de 4.764. No se han tenido en cuenta calcáneos, astrágalos, cúbitos, escápulas, costillas, vértebras, metapodios y falanges que, por otra parte, no
son muy abundantes y apenas hubieran incrementado el cómputo fmal. Por sectores el que tiene menos
restos óseos es el Oeste -442-, el Centro cuenta ya con 739 huesos y el Sur con 3.493 (cuadro 1).
Niveles
I
SECTOR
II
III
Mandíbula
Maxilar
Incisivo
Molar
Húmero
Radio
Fémur
Tibia
12
1
7
46
13
2
5
o
16
4
4
107
10
2
6
3
9
2
7
64
1
3
3
Total
86
152
Niveles
Mandíbula
Maxilar
Incisivo
Molar
Húmero
Radio
Fémur
Tibia
Total
o
90
25
80
9
CENTRO
XI
XIIa
17
2
o
IX
X
3
3
21
22
6
6
177
16
4
15
4
8
1
1
52
5
1
1
1
2
37
7
2
6
o
1
51
10
6
14
5
6
1
2
59
7
5
6
2
2
o
o
37
108
88
250
76
25
4
1
1
o
SECTOR
IX
Total
1
o
4
o
o
5
Xllc
8
3
72
o
o
2
54
3
2
1
5
12
15
491
59
24
45
21
50
1
36
7
3
2
3
60
70
739
SUR
XI a
Xlb
XII
XIII
XIV
Total
4
54
10
7
396
80
41
56
7
651
21
2
3
113
21
9
28
7
27
2
4
134
30
14
24
5
414
50
55
131
317
179
281
66
204
240
128
8
9
577
48
26
34
15
845
2
3
2
73
22
1485
2
o
3
43
7
2
5
2
10
1
o
Cuadro 1.- Distribución de los restos óseos de quirópteros en Cova Negra.
-45-
Total
Xllb
X
171
26
27
858
130
87
131
28
9
54
14
19 .
291
34
9
17
4
442
o
o
o
o
o
o
VIII
o
Total
VI
8
7
1
52
8
2
2
SECTOR
5
OESTE
V
VII
Niveles
Mandíbula
Maxilar
Incisivo
Molar
Húmero
Radio
Fémur
Tibia
IV
3493
Total
C. Negra
540
76
89
2-913
410
212
343
91
4674
[page-n-46]
6
P. M. GUILLEM CALATAYUD
Los huesos más numerosos son los molares, con un total de 2.913 unidades. Le siguen las
mandíbulas -540-, húmeros ---410-, fémures -343-, radios -212-, tibias -91-, incisivos -89-, y por último los maxilares -73-.
Las mandíbulas son el hueso mejor representado en los tres sectores -100%-, le siguen
los húmeros -73 ,82- , fémures -53,95)- radios -30,68-, molares -30,44-, maxilares
-18,23-, tibias -17,51- e incisivos ---4,62- (cuadro 2).
SECTOR OESTE
Mandíbula
Maxilar
Incisivo
Molar
Húmero
Radio
Fémur
Tibia
54-100
14-25,93
19-7,04
29-28,36
17-31,48
4-7,41
34-62,96
9-16,67
SECTOR CENTRO
72-100
12-16,67
15-4,17
491-35,89
45-62,5
21-29,17
59-81,94
24-33,33
SECTOR SUR
Media
414-100
50-12,08
55-2,66
2131-27,09
281-67,87
66-15,94
317-76,57
174-42,03
100
18,23
4,62
30,44
53,95
17,51
73,82
30,68
Cuadro 2.· Representatividad de los distintos huesos de Cova Negra. En cada columna el
número de la izquierda indica la cantidad, el de la derecha se corresponde con el
índice Dodson y Wexlar (1979).
La lectura de estos datos pone de manifiesto la gran destrucción que han sufrido los huesos de
quirópteros en Cava Negra una vez depositados. Mandíbulas y húmeros son las unidades anatómicas
que mejor han soportado este proceso; su estructura mucho más sólida que la del resto de los huesos
ha influido en su conservación. Frente a estos huesos nos encontramos con maxilares y tibias que prácticamente han desaparecido. Los húmeros están mejor representados que los fémures, ya que los primeros tienen una estructura mucho más robusta que los segundos. El bajo número de incisivos está
relacionado con la misma destrucción postdeposicional que han sufrido y con su pérdida durante el
proceso de lavado tamizado del sedimento. Muchos incisivos han pasado a través del tamiz a pesar de
tener 0,5 mm de luz. De hecho, prácticamente sólo se conservan los de Myotis myotis, la especie con
los incisivos más grandes. Los molares también han desaparecido en número considerable.
Si comparamos los índices de representatividad de los huesos del Oeste con los del Centro
(cuadro 2), observamos que todos son más numerosos en este segundo sector, salvo maxilares e
incisivos. Por otra parte, los índices de representatividad del Centro son más elevados que los del
Sur, con excepción de fémures y radios, y están mucho más próximos entre sí que con los registrados en el Oeste. En este último sector, al igual que hemos observado durante el estudio tafonómico de roedores e insectívoros (17), las interferencias postdeposicionales han destruido
mayor número de restos óseos que en los otros dos sectores. Mandíbulas, molares y húmeros
serían los huesos que mejor las habrían resistido, ya que los índices de representatividad de estos
huesos son elevados y semejantes a lo largo de los tres sectores.
(17)
GUILLEM: Op. cit. nota 5.
-46-
[page-n-47]
ESTUDIO TAFONÓMICO DE LOS QUIRÓPTEROS DE COVANEGRA
7
La corrosión postdeposicional ha provocado la pérdida de numerosos huesos. La escasa osificación de muchos de ellos -tengamos en cuenta que gran parte de los mismos pertenecen a
individuos subadultos o nacidos en la misma cueva- ha acelerado su destrucción. Estos mismos
huesos han resistido mucho peor el proceso de lavado tamizado del sedimento.
El transporte diferencial ha contribuido a su fractura y destrucción. En el Sector Oeste los
niveles que menos restos óseos tienen son el VI -9-, IV -25- y el VII -37-, les siguen el
V -80-, 1-86-, III -90- y II -152-. Las muestras donde aparecieron los restos óseos
de quirópteros de los niveles 1 a VI proceden de un pequeño sondeo de apenas 0.5 metros cuadrados. Los niveles 1 y II tienen una potencia de unos 15 cm cada uno, el III 40 cm, el IV 10 cm,
el V 30 cm y el VI 1O cm. En el nivel VII se excavó un metro cuadrado de superficie con un
espesor de unos 8 cm. Las oscilaciones numéricas que sufren estos huesos podrían estar relacionadas con la mayor o menor cantidad de tierra extraída. Eliminaremos esta incertidumbre a partir
del Índice de Restos (IR) (18), capaz de proporcionar valores ponderados. Los índices más bajos
quedan registrados en los niveles m, IV, V y VI, los más elevados en el 1 y II (cuadro 3 y figura
1). La formación de colonias de cría e hibernación son causa directa de la concentración de los
huesos de estos mamíferos alados en Cava Negra, ya que son los momentos de mayor mortalidad
de individuos jóvenes. La merma de estas colonias, junto con las interferencias postdeposicionales que sufren los huesos, explican la mayor o menor cantidad de los mismos.
SECTOR
1
Il
Niveles
m
2,32 4,10 0,90
IR
OESTE
V
IV
1
VI
SECTOR
VIl VIII
CENTRO
1,06 0,03 0,46 0,90 0,88
Niveles
IX
X
SECTOR
XIa
IR
1,82
0,36
20,25
X
XI
xn
2,50
0,95
1,80
IX
SUR
X lb
XII
XIIl
XIV
5,42
2,04
1,71
0,78
Cuadro 3.- Distribución del Índice de Restos óseos (ffi) de quiróptero en Cova Negra.
Los niveles VI y VII tienen muy pocos restos óseos. Varios pueden ser los motivos que han
contribuido en este resultado. Su formación sedimentológica pudo ser rápida, con lo cual, se
redujo la posibilidad de concentraciones osíferas importantes. Las condiciones microambientales
de la cueva pudieron impedir su utilización, aspecto que debemos descartar, pues en los dos
niveles quedan registradas colonias de cría de quirópteros. El transporte diferencial pudo reducir
considerablemente los efectivos en este sector de la cueva, factor que como veremos más adelante ha jugado un papel muy importante en todo el yacimiento. En el nivel VII el estudio sedimentológico señala el desarrollo de una arroyada concentrada (19), proceso que hubiera podido
provocar el arrastre de los restos óseos de murciélagos; sin embargo, la fracción gruesa es muy
(18)
( 19)
IR= Nlm' donde N= número de restos; m' = metros cúbicos de sedimento.
1000
Los datos sedimentológicos de los niveles del sector Centro y Sur nos los ha proporcionado M' Pilar Fumanal (son inéditos).
-47-
[page-n-48]
8
P. M. GUILLEM CALATAYUD
30.----------------------------------------------------,
-....-
II
III
IV
V
IR
VI VII VIII IX-C X-C XI-CXll-CIX-S X-S Xla-SU:b-SXII-S XIII XIV
Fig. 1.- Representación gráfica del IR en Cova Negra.
abundante -65%-. Una situación semejante se ha podido observar en el nivel IX, pero hemos
podido establecer una clara relación entre fracción gruesa abundante y escaso transporte diferencial de huesos. La abundancia de gruesos (cantos y gravas) impide que los huesos sean arrastrados con menor intensidad que en aquellos niveles con finos predominantes.
En los niveles m, IV y V se han podido registrar los mismos procesos destructivos que en
los otros dos niveles. No negamos que el transporte diferencial haya influido en el escaso número
de restos óseos -seguro que algún hueso ha sido arrastrado hacia el Sur-, pero debemos tener
en cuenta que es durante estos momentos, junto con los niveles VI y VII, cuando mayor actividad
humana se registra en el yacimiento. La presencia esporádica del hombre ha alterado la tranquilidad de la que gozaban los murciélagos; las colonias de cóa e hibernación se han reducido o no
son tan constantes y, por tanto, el número de restos óseos pertenecientes a estas especies también
ha mermado. Además, las pisadas de los hombres, carnívoros y otros predadores sobre los huesos
de murciélagos han acelerado su destrucción. Por otra parte, diremos que en los niveles III y V
se han desarrollado arroyadas de competencia media y la fracción gruesa es considerable -6065%- (20). Situación que sin duda ha impedido el transporte considerable de huesos de quiróptero.
En los niveles 1 y Illa presencia humana es nula y, a juzgar por el IR de quirópteros, el transporte diferencial tampoco ha sido muy significativo. Ambos niveles tienen entre un 55 y un 60%
de fracción gruesa y sólo se registran arroyadas de discreta capacidad de carga en el l.
Los restos óseos de quirópteros del sector Centro proceden de un sondeo de un metro cuadrado
de extensión. El nivel VID tiene 12 cm de potenCia, el IX y el X 10 cm, el XI 8 cm y el XII 10 cm.
Los valores que ofrece el IR no son mucho más elevados que en el sector Oeste (cuadro 3).
(20) V. VILLAVERDE y M.P. FUMANAL:
<
méditerranéen espagnoh>. Paléolithique moyen récent et Paléolithique supérieur ancien en Europe, Mémoires du Musée de Préhist.
d'Ílle-de-France, 3, 1990, pp. 177- 183.
-48-
[page-n-49]
ESTUDIO TAFONÓMICO DE LOS QUIRÓPTEROS DE COVA NEGRA
9
En el nivel VIII todos los huesos están quemados. El fuego no pudo ser continuo o intermitente,
sino que tuvo que producirse después de la deposición de los restos óseos. La utilización de estructuras de combustión, continuadas en el tiempo, hubiese impedido la formación de colonias de cría e
hibernación y una concentración de restos óseos que no es nada despreciable -108-. El fuego
activó otro proceso de conservación diferencial que afectó a todo el esqueleto. Los molares de quirópteros resistieron mucho peor los efectos de la combustión, proceso ya observado en molares de
roedores e insectívoros. El resultado más inminente es la reducción del IR --0,90-- (figura 1).
En los niveles IX, XI, Xlla, XIIb y XIIc los restos óseos son escasos -88, 76, 50, 60 y 70
respectivamente.
El nivel IX no ha debido sufrir un transporte diferencial de huesos considerable. El IR de
este nivel en el Centro --0,88- es más bajo que en el Sur -1,82-. Es un estrato con abundante fracción y los gruesos -75%- debieron impedir el transporte de los mismos.
En el nivel XI constatamos un proceso contrario al anterior: en el Centro sólo hay 76 huesos,
mientras que en el Sur 2.109. El valor del IR en el Centro es mucho más pequeño -0,95- que
el del Sur -XIa 20;25 y XIb 5,42-. La cueva está actuando en este último sector como un gran
receptor de sedimentos y, con ello, de micromamíferos de todo el yacimiento. No obstante,
tenemos que hacer algunas aclaraciones. En el nivel XIa la fracción gruesa es mucho más escasa
--40%- que en el XIb -60%-. Esta dinámica sedimentológica se ha reflejado en el mismo
transporte diferencial: los flujos concentrados han arrastrado muchos más huesos en el XIa
-1.458- que en el XIb -651-.
El nivel XII -180 restos- coincide con una fase climática templada y húmeda (Würm III), que ha activado el mismo proceso físico de modificación, pero que de ningún modo ha sido
tan exagerado. De hecho, en el sur sólo tenemos 204 restos de quirópteros y los valores del IR
no presentan una diferencia tan marcada entre los dos sectores -1,80 en el Centro y 2,04 en el
Sur-. Los mismos estudios sedimentológicos confirman el desarrollo de arroyadas difusas
durante el nivel XII.
En el nivel X los huesos de murciélago son muy abundantes en el Centro -250-, mientras que en el Sur sólo hay 22. Este último nivel, junto al IX, ha registrado el transporte menos
importante de restos óseos en este sector; de haber sido al contrario, el IR del Sur -0,36hubiera sido superior al del Centro -2,50--. La fracción gruesa del nivel X es escasa --40%y sólo se registran procesos de arroyada difusa. Este nivel tiene intrínseca una fuerte connotación etológica. Los murciélagos formaron gran parte de sus colonias en el Oeste que, por otra
parte, era el sector que mejor refugio les proporcionaba, sin tener en cuenta el pequeño corredor
que se abre en el sector Sur, hoy prácticamente colmatado por sedimento.
El nivel XIII tiene un número considerable de huesos -240 e IR 1,71-, prueba evidente
de que los murciélagos encuentran un refugio ideal en Cova Negra. En el nivel XIV, el enorme
volumen de tierra muestreada no coincide con una de las mayores concentraciones de restos
óseos de quirópteros de Cova Negra -845 huesos e IR 0,87-. La habitabilidad de la cueva
durante este período no debió de favorecer la formación de colonias de cría de forma continuada,
de ahí el valot insignificante del IR. El transporte diferencial debió continuar acumulando parte
de los esqueletos dispersos por Cova Negra en el sector Sur. La fracción gruesa no es muy abundante en ambos niveles --40%- y las curvas granulométricas señalan procesos de arroyada
concentrada. Debemos considerar que en estos niveles la inclinación no es tan exagerada como
la que presenta el nivel XI, por lo que la capacidad de arrastre sería mucho menor.
-49-
[page-n-50]
10
P. M. GUILLEM CALATAYUD
Los valores del IR (cuadro 3 y figura 1) de los quirópteros obedecen a un comportamiento
semejante, en líneas generales, al documentado en los restos óseos de roedores e insectívoros (21).
2.1.2.
Fractura
Prácticamente el total de los huesos están fracturados. Como ya hemos indicado anteriormente, sólo nos fijamos en la fractura de húmeros y radios. Pues bien, de 410 húmeros sólo conservamos 32 sin modificación alguna, es decir, un 7,80%. Los radios todavía están mucho más
fracturados, ya que ninguno está entero.
Este enorme porcentaje de huesos fracturados, unido a su estructura grácil, es fruto de los
procesos que han conseguido alterarlos: corrosión postdeposicional, transporte diferencial,
pisadas antrópicas, pisadas de predadores, fuego, etc.
2.1.3.
Marcas
Tan sólo indicar que en algunos huesos hemos podido apreciar marcas de incisivos de algún
roedor que carroñeó o simplemente los mordió con el fm de desgastar sus incisivos en el nivel XN
(lámina 1, a y b). Fernández-Jalvo (22) considera que este tipo de marcas aparecen en aquellos huesos
que han quedado expuestos en superficie durante un período de tiempo relativamente largo. Esta
observación completa la dinámica de alteración que han sufrido los huesos de micromamíferos en este
nivel, ya que a la oscilación de humedad, uno de los factores que ha provocado en parte la destrucción del conjunto de huesos de rnicromamíferos, se une la alteración por agentes de meteorización.
2.1.4.
Discusión
En Cava Negra se han registrado 15 especies de quirópteros: Rhinolophus ferrumequinum,
R. hipposideros, R. euryale, R. mehelyi, Myotis capaccinii, M. daubentonii, M. beschsteinii, M.
nattereri, M. myotis, M. blythii, Barbastella barbastellus, Plecotus auritus-austriacus,
Pipistrellus sp., Miniopterus schreibersi, y Tadarida teniotis (cuadros 4 y 5). Este tipo de asociaciones interespecíficas sólo se pueden constituir si se ven favorecidas por la presencia, en un
territorio determinado, de especies de hábitos gregarios. Los murciélagos, dentro de los mamíferos, son las especies que mayor grado de gregarismo manifiestan, como resultado de la convergencia ecológica de las distintas especies que responde a múltiples requerimientos: temperatura, humedad, oscuridad, el beneficio recíproco que obtienen los individuos como la termorregulación (23), la pérdida de agua por transpiración (24), etc. En Cova Negra intervinieron,
además, otros factores: latitud, altitud, proximidad del río Albaida y características geológicas de
la misma cavidad. La formación de grandes colonias de cría estaba garantizada.
(21) GUU.LEM: Op. cit. nota 5.
(22) Y. FERNÁNDEZ-JALVO: <
en Europa y los yacimientos de la Sierra de Atapuerca, Madrid, 1995, pp. 167-201.
(23) B.K. MACNAB: <
227-278.
(24) M.B. FENTON: <
Ont. Mus ., 7, 1970, pp. 1-34. J.W. BRADBURY: <> . Biology of bats. Vol. 3. Ed. A'Cadernic
Press, Lubbock, 1977.
-50-
[page-n-51]
11
ESTUDIO TAFONÓMICO DE LOS QUIRÓPTEROS DE COVA NEGRA
SECTOR OESTE
1 II m IV V VI
Niveles
Especies
R. Ferrimequinum
R. hipposideros
R. euryale
R. mehelyi
R. euryale-meelyi
M. capaccinii
M. nattereri
M. myotis
M. blythii
M. myotis-blythii
B. barbastellus
P. auritus-austriacus
M. schreibersi
Pipistrellus sp.
Total
SECTOR CENTRO
vnvm IX x XI Xlla XIIb Xllc
o o o o
1 o o o
4 1* o o
o o o o
5 o 2 2
o o
2*
1
2*
o 3* 2 2 2
o o 1 1 1
1
1
o o o o o
o 1 o o 1 1 o 1
o o o o 3 4 o o
o o o o o 1 o o
o o o 2 1 3* o 1
9* 9*
8* 2*
4*
1
2
1
2
1
1
1
1
6* 4
2
1
7* 7* 12* 5*
3*
o 1 o 1 o o o o o o o o
o o o o o o o o o o o o
o 1 1 o o o o o 1 o o o
O 2
1 1 1 o o o o 1 o 1
1 2
1 1 3
4 1* 4 3* 1
1
3
o 1 1 1 o o 1 o 1 1 1 o
23 20
14 12 15
6
13
13 18 29 12
10
1
o
o o
o o
2
o
o o
o o
o o
Total
o o
o 1
o o
o 1
1
o
o
1
19
9
4
7
12
1
16
87
2
1
3
8
26
8
7
203
5*
11
6*
Cuadro 4.- Distribución del NMI de quirópteros de Cova Negra en los sectores Oeste y Centro. Los números
con asterisco señalan la presencia de individuos nacidos en la cavidad.
La presencia de dientes de leche, epífisis distales no soldadas a las diáfisis, y fetos (lámina
1, e y d), indican la formación de colonias de cría de R. ferrumequinum (murciélago grande de
herradura), R. euryale (murciélago mediterráneo de herradura), R. mehelyi (murciélago mediano
de herradura), M. daubentonii (murciélago ribereño), M. nattereri (murciélago de natterer), M.
myotis (murciélago ratonero grande) y Miniopterus schreibersi (murciélago de cueva). Éstas sólo
se han podido formar en momentos en que la presencia del hombre estuvo reducida a una mínima
expresión, por lo menos durante la instalación de las mismas, es decir, durante la época estival.
Hay evidencias de la formación de tales colonias en todos los estratos salvo en el IV. En los superiores (1 al VIII), M. myotis es prácticamente la única especie que con toda seguridad ocupa la
cueva como paridera, salvo R. euryale-mehelyi que también ha criado en los estratos 11 y VII. En
los niveles inferiores (IX a XIV) hay mayor número de especies que crían en Cava Negra.
Posiblemente, aparte de un mayor trasiego humano en los estratos superiores, la caída progresiva de la visera en Cava Negra llegó a influir en el mayor o rrienor número de especies que
estaban criando en la misma. La cueva, poco a poco quedó más abierta al exterior y las condiciones microambientales internas se fueron deteriorando. Algunas especies de murciélagos redujeron drásticamene su presencia (Myotis daubentoni y Miniopterus schreibersi) o ya no volvieron a ocupar la cavidad. No obstante, debemos ser conscientes de que la distinta cantidad de
restos óseos en los distintos sectores, junto a los agentes de modificación, puede estar sesgando
y falseando esta interpretación.
Colonias reproductivas han sido citadas en otros yacimientos cársticos, en Carihuela (25) y
las Grajas (26).
(25)
(26)
21-36.
SEVILLA: Op. cit. nota 9.
P. SEVILLA: <>. Los murciélagos de España y Portugal. Colección Técnica, 1991, pp.
-51-
[page-n-52]
P. M. GUILLEM CALATAYUD
12
SECTOR SUR
Niveles
Capas
R. ferrimequinum
R. hipposideros
R. euryale
R. mehelyi
R. euryale-mehelyi
M. capaccinii
M. daubentoni
M. bechsteinii
M. nattereri
M. myotis
M. blythii
M. myotis-blythii
P. auritus austriacus
M. scrheibersi
Pipistrellus sp.
T. teniotis
Total
Niveles
Capas
R. ferrimequinum
R. hipposideros
R. euryale
R. mehelyi
R. euryale-mehelyi
M. capaccinii
M. daubentoni
M. bechsteinii
M. nattereri
M. myotis
M. blythii
M. myotis-blythii
P. auritus austriacus
M. scrheibersi
Pipistrellus sp.
T. teniotis
Total
XIa
X
IX
Xlb
d
a
2
o
1
1
1
1
3
o
3
o
o
o
o
o
o
e
d
a
7*
1
3
2
3
3
o
o
4
o
6
7
6
1
O
2
1
1
1
O
O
o
o
o
o
o
o
o
1
2
3*
o
O
O
O
O
o
2
1
o
o
1
1
12*
1
13*
o
1
o
o
1
O
o
1
o
o
o
o
o
2
10
3
3
O
O
o
o
8
6
17
1
o
o
2
3
1
1
o
o
o
o
o
o
6*
11*
1
1
9*
o
o
a
2
1
O
O
1
O
O
O
O
3*
1
O
O
1
O
O
1
O
O
4*
o
o
O
O
O
1
2
1
O
1
O
O
1
O
O
5*
1
O
1
O
1
O
1
O
O
9
10
13
2*
3*
o
o
o
o
o
o
o
o
3*
1
6
7*
o
o
o
o
o
o
36
50
23
28
SECTOR SUR
XIII
b
e
d
a
b
11
1
1
3*
o
o
o
1
o
2
1
1
o
o
1
3*
o
o
o
o
o
1
o
o
o
25
13
6
9
d
e
Total
1
1
2
1
2
o
o
50
14
14
o
o
o
o
o
o
o
o
XN
e
1
o
o
2
1
2
2
2
o
o
1
o
o
o
2*
o
o
1
o
o
2
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
1
o
o
o
o
o
4*
o
o
40
e
o
o
o
1
o
o
o
16*
46
XII
o
o
o
o
d
9*
1
1
6
o
o
1
o
1
1
9*
1
4*
1
o
4
e
1
o
o
b
O
XII
b
e
a
o
3*
1
1
o
o
o
o
3*
2
22
26
2
25
2
4
162
4*
8*
1
10*
9*
17*
8*
11 *
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
12
4
2*
3
122
o
o
o
o
o
6
17
20
468
o
1
3*
2
7
11
o
o
o
o
o
o
o
1
9
20
5
o
21
o
o
27
27
3
3
1
Cuadro S.- Distribución del NMI de quirópteros de Cova Negra en el sector Sur. Los números con asterisco
señalan la presencia de individuos nacidos en la cavidad.
-52-
[page-n-53]
ESTUDIO TAFONÓMICO DE LOS QUIRÓPTEROS DE COVA NEGRA
13
Las enfermedades, congelación y la falta de acúmulo de reservas de grasa durante la hibernación provoca la muerte de los murciélagos más viejos y más jóvenes. Todos los murciélagos
europeos han adquirido mecanismos adaptativos no excluyentes durante la época desfavorable
de su ciclo biológico: emigran a zonas con condiciones climáticas más benignas o hibernan,
entrando en un estado de letargo al reducir sus constantes vitales a rninimos. Strelkov (27) ya
insinuó en su día que los géneros Rhinolophus, Myotis, Barbastella, Plecotus, Eptesicus y
Miniopterus eran sedentarios; sin embargo, a partir de los trabajos de Serra-Cobo y Balcells (28),
Miniopterus se consideró una especie migradora. Con ello insinuamos la formación de colonias
de hibernación de Rhinolophus y Plecotus, y no descartamos la utilización de la cueva por otras
especies con este mismo fin. No obstante, quede claro que los momentos de mayor aporte de
restos óseos de quirópteros en este yacimiento se registran durante la formación de colonias de
cría. La aparición de molares con cúspides gastadas puede estar indicando la formación de colonias de hibernación, pero este hecho queda difuminado ante la enorme cantidad de molares de
individuos jóvenes.
La presencia continuada del hombre en la cueva hubiese impedido su utilización como
refugio de hibernación o de cría. Las perturbaciones humanas directas (vandalismo, frecuencia
de visitas en periodos críticos) y la alteración de la estructura de los refugios, son las causas más
señaladas como responsables de la desaparición de las colonias actuales de cría e hibernación
(29) . La ocupación humana en Cava Negra debió ser muy esporádica, pudiendo incrementarse
el ritmo de visitas en los niveles III a VI, momentos en los que el IR tiene los valores más bajos
de la secuencia (figura 1). En la mitad inferior del nivel III se concentra el mayor número de
restos óseos de macromamíferos y las evidencias más claras de ocupación (estructuras de combustión e industria lítica) (30). Incluso durante este momento los murciélagos encontraron en
Cava Negra un refugio idóneo, confirmando el caracter corto, episódico y distanciado en el
tiempo que defendíamos tanto a partir de criterios tafonómicos en restos de ungulados, roedores
e insectívoros, como arqueológicos (31).
Únicamente el nivel IV carece de restos de individuos nacidos en Cava Negra, coincidiendo
en líneas generales con momentos en los que la presencia de carnívoros medianos (lobo y cuón),
vuelven a marcar la escasa actividad antrópica; la reducida muestra de restos de quirópteros a
podido influir en ello.
3. CONCLUSIONES
El registro de quirópteros en Cava Negra está íntimamente conectado con la utilización de
las cavidades por estos mamíferos como zona de refugio. A pesar de ello, el mayor o menor
(27) P.P. STRELKOV: <
Cracov., 14 (16), 1969, pp. 393-439.
<
(28) J. SERRA COBO y·E. BALCELLS:
le N.E. Espagnol et le S.E. Fran~ais»-. IXeme Ca/laque Francophone de Mammalogie «Les Chiropteres», Rouen, 1986, pp 85-98.
(29) o . DE PAZ, J. BENZAL y R. FERNÁNDEZ: <
Baleares. Patrones biogeográ{icos de su distribución>> Los murciélagos de España y Portugal. Colección Técnica, 1991 , pp. 37-92.
.
(30) VILLAVERDE y MARTÍNEZ VALLE: Op. cit. nota 15.
(31) VILLAVERDE et al. : Op. cit. nota 16.
-53-
[page-n-54]
14
P. M. GUILLEM CALATAYUD
número de restos óseos no obedece sólo a la formación de colonias de hibernación y/o de cría.
Su distinta intensidad puede ser resultado de diferentes aspectos tafonómicos de conservación.
La estructura grácil de sus huesos facilita muchísimo su destrucción; así, en yacimientos con alteraciones postdeposicionales importantes los huesos han quedado reducidos prácticamente a
algunos molares y mandíbulas (Bolomor). El transporte diferencial puede incrementar o reducir
el número de restos óseos, todo depende de la zona de donde procedan las muestras de tierra
(Cova Negra).
Cova Negra es un yacimiento aparte. Sus sedimentos han registrado distintas interferencias
postdeposicionales. No obstante, señalamos al hombre como uno de los principales obstáculos
que ha entorpecido a los murciélagos la utilización de esta cavidad. Prácticamente fueron los
principales moradores de esta cueva desde el inicio de la secuencia del Pleistoceno superior. Las
condiciones microambientales, latitud, altitud, contexto geográfico, etc. convirtieron este yacimiento en un refugio privilegiado para los quirópteros. Así, de las 25 especies que en la actualidad hay censadas en la Península Ibérica, 15 aparecen en los niveles sedimentológicos de Cova
Negra. Esta situación cambia cuando el hombre incrementa sus visitas esporádicas a la misma.
La presencia antrópica obliga a los murciélagos a abandonar la cavidad o reducir los períodos de
estancia, interrumpiéndose la acumulación de sus huesos.
La relación que hemos establecido entre presencia de restos de quirópteros nacidos en Cova
Negra y escasa actividad antrópica, junto al análisis tafonómico de restos de ungulados, roedores
e insectívoros, aporte de carnívoros de tamaño medio y el papel que juegan la pequeñas presas
(lagomorfos), permite confirmar una pauta elevada de movilidad antrópica durante el Paleolítico
medio. De este modo, Cova Negra no tuvo ningún problema para convertirse en un gran refugio
de quirópteros.
-54-
[page-n-55]
ESTUDIO TAFO ÓM ICO DE LOS QU IRÓPTEROS DE COVA NEGRA
2
3
Lám. 1.- 1 y 2) Falange roída por roedor. 3 y 4) Diente de leche de murciélago.
-55 -
15
[page-n-56]
[page-n-57]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XXII (Valencia, 1997)
José Luis SERNA LóPEZ*
CONSIDERACIONES SOBRE ECONOMÍA Y OCUPACIÓN
DEL TERRITORIO DURANTE LA PREHISTORIA INICIAL. EL CASO
DE LOS YACIMIENTOS PALEOLÍTICOS Y EPIPALEOLÍTICOS
DE LA CUENCA DEL RÍO MUNDO
l.
INTRODUCCIÓN
La cuenca del río Mundo (fig. 1) ocupa una extensa franja de terreno que, situada en la
mitad sur de la provincia de Albacete, corre en su curso medio y alto en dirección este-oeste a
lo largo de las estribaciones más septentrionales de los sistemas subbéticos, entrando, desde su
salida del Embalse de Talave, en la comarca de Hellín, donde toma dirección sureste hasta su
desembocadura en el río Segura. La región recorrida por el río Mundo presenta una importante
gradación topográfica, desde las sierras más agrestes de Alcaraz y el Calar del Mundo en su
curso alto, hacia otras cada vez más suaves y con valles más amplios en las cuencas media y
baja.
Este área (fig. 2) presenta la más importante concentración de yacimientos adscritos al
Paleolítico y Epipaleolítico de la provincia de Albacete (1), comenzando a conocerse en 1928,
cuando el abate H. Breuil (2) dio la primera noticia de un conjunto paleolítico (más concretamente musteriense) en el Canalizo del Rayo (Minateda, Hellín). Más tarde fue Ch. Montenat
quién localizó en 1963 el yacimiento achelense de La Fuente (3) en la cercanías del núcleo
urbano hellinero.
*
C/ Parra, 27 izq. 02002 Albacete.
J.L. SERNA: <
(2) H. BREUIL: <> (Minateda, Albacete)>>. Archivo
de Prehistoria Levantina, I, 1928, pp. 15-21.
(3) R. MONTES et al.: <>. Congreso de Historia de Albacete, I, 1984,
pp. 29-39. También en R. MONTES y T. RODRÍGUEZ: <
Hellín y su contexto geológico regional>>. AL-Basit, 16, 1985, pp. 45-77.
(1)
-57-
[page-n-58]
2
J. L. SERNA LÓPEZ
1·
PROVINCIA DE AlBACETE
l
r
Fig. 1.- Localización del área en estudio.
El descubrimiento a principios de los setenta por parte de unos excursionistas locales del
importante yacimiento de la Cueva del Niño (Ayna) supuso un revulsivo para relanzar las investigaciones en el área (4). Así, las amplias prospecciones llevadas a cabo en la cuenca media y alta
del río, por un equipo de investigadores anglosajones, mientras se realizaban las excavaciones en
el yacimiento antes mencionado y en la cercana Cueva de Moriscote (Liétor), pusieron al descubierto un buen número de localizaciones adscribibles al musteriense unas (5) y al Epipaleolítico
microlaminar otras. La multiplicidad de hallazgos y la escasez de piezas presentes en cada uno
de ellos nos han llevado a irlos agrupando en lo que hemos dado en llamar «áreas de ocupación»,
donde quedarían integrados varios yacimientos cercanos geográficamente.
Por otro lado, a finales de esa década J. Jordán Montes, para la elaboración de su Tesis de
Licenciatura (6), realizó un importante trabajo de prospección en la comarca de Hellín, localizándose esta vez hasta nueve conjuntos con industrias líticas pleistocenas, tres de ellos adscritos
(4) M. ALMAGRO GORBEA: <
28, 1971, pp. 9-47.
(S) J.L. SERNA: <>. Al-Basit, 26, 1971 , pp. 5-26.
(6) J.F. JORDÁN: El poblamiento prehistórico en la comarca de Hellín-Tobarra . Tesis de Licenciatura. Universidad de
Murcia, 1981.
-58-
[page-n-59]
YACIMIENTOS PALEOLÍTICOS Y EPIPALEOLÍTICOS DE LA CUENCA DEL RÍO MUNDO
3
o
..
o
(_)
o
...
riJ
z
=
~
:§
'=
"'
¡¡..
~
'O
ea
-;7
o
'"'
~
=
=
·o
=
·e
~
OJI
'0
,.Q
...
-~
~
1
M
tlÍi
1i:
3
~
-59-
¡
o
•
a
-=-=
:!:i
• e
11 1
[page-n-60]
4
J. L. SERNA LÓPEZ
al Paleolítico inferior y el resto al medio, además del hallazgo aislado de una pieza de tipología
epipaleolítica; periodo al que adscribiríamos también las piezas recogidas recientemente por
nosotros mismos junto a F. Javier López Precioso en un gran abrigo rocoso situado junto al Pico
Tienda (Hellín), muy cerca ya del límite con la provincia de Murcia.
Así, localizaciones de la comarca hellinera como El Pedemaloso (Isso, Hellín), Polope
(Tobarra) o El Navazo (Agramón, Hellín), no haún sino confirmarnos al río Mundo como una
de las principales vías de comunicación, o más bien de penetración, de las poblaciones cazadorasrecolectoras de la prehistoria inicial desde las áreas litorales de la península hacia el interior de
la meseta (7).
2.
LAS BASES TEÓRICAS
Tal como señala Jochim (8), los modelos de subsistencia y asentamiento de un grupo
humano estarían estructurados por una serie de variables que incluirían: la elección de recursos
potencialmente aprovechables y su uso proporcional, la organización demográfica y espacial con
el fin de acoplarse a la explotación de tales recursos, y el tiempo y energía empleados. Esto va a
suponer la incorporación de la arqueología exterior al yacimiento (off-site ), en la tradicional interior al yacimiento (on-site ), en la que el análisis artefactual clásico habrá de unirse a los datos
paleoecológicos suministrados por una actuación interdisciplinar (restos de paleofauna y paleoflora principalmente). Así mismo, el estudio de las relaciones entre los grupos humanos y su
ambiente físico implicará la identificación de los recursos alimenticios en un área y periodo
dados, con el establecimiento de su relativa importancia, probable distribución y abundancia;
teniendo en cuenta que estos factores van a afectar al tamaño de los grupos humanos, sus movimientos anuales y la localización de sus asentamientos.
Todo esto nos lleva directamente al estudio de la economía, que se concentra, al menos para
el Paleolítico, en la forma de utilización de los recursos de subsistencia (9). Ya en 1953, Graham
Clark destacó la importancia del estudio de «la relación entre la subsistencia y la tecnología, y
entre éstas y el hábitat y el biotopo». Este énfasis de Clark sobre las relaciones entre la economía
y la ecología, motivó la integración de los estudios sobre la economía prehistórica con los estudios del medio ambiente, y la incorporación de una perspectiva ecológica a la prehistoria. Ello
rompe la continuidad entre los períodos antiguos y recientes de la prehistoria, puesto que lo ecológico parece igualarse a lo económico para la prehistoria más antigua, mientras es considerado
sólo como un ambiente dentro del que opera la economía durante la prehistoria reciente, sin que
exista una determinación necesaria de lo económico por lo ecológico (10).
El primer problema con el que nos encontramos al estudiar las economías «móviles» es
que, aunque un simple grupo haya ocupado muchos yacimientos a la vez, carecemos de datos
(7) J.J. ESPADAS: <
de las nuevas teorías funcionalistas sobre hábitats>>. Actas del Congreso de Historia de Castilla-La Mancha, /l, 1988, pp. 37-78.
(8) M.A. JOCIDM: Hunter-gatherer subsistence and settlement. A predictive model. Acade:rnic Press, New York, 1976.
(9) E.S. HIGGS y M.R. JARMAN: «Palaeoeconomy». En Palaeoeconomy. Cambridge University Press, 1975, pp. 1-7.
Desarrollan los AA el cuerpo teórico de la propuesta del enfoque económico como base del estudio arqueológico del hombre.
(10) l. DAVIDSON: Late Palaeolithic economy in Eastem Spain. Tesis Doctoral. Universidad de Cambridge, 1980. También
en l. DAVIDSON: La economía delfina/ del Paleolítico en la España Oriental. Trabajos Varios del SIP, n• 85, 1989.
-60-
[page-n-61]
YACIMIENTOS PALEOLÍTICOS Y EPIPALEOLÍTICOS DE LA CUENCA DEL RÍO MUNDO
5
suficientes para decir qué yacimientos fueron contemporáneos. Este problema es común en la
arqueología; siempre, en el estudio de grupos estilísticos definidos artefactualmente, hemos de
aceptar el mecanismo de considerarlos arqueológicamente, más que absolutamente, contemporáneos (11).
Es posible, no obstante, plantearnos la hipótesis de trabajo de que, aunque la gran mayoría
de yacimientos que existían se habrán perdido o son desconocidos, conocemos suficientes como
para indicar tendencias a largo término en la localización. Así pues, nuestro punto de partida es
que es posible estudiar la economía prehistórica mediante el análisis de secuencias diacrónicas y
también mediante un estudio regional, que permita identificar lugares con distintas funciones
dentro de la serie anual de actividades de los grupos locales. Así pues, sólo al estudiar un grupo
de yacimientos podremos comprobar si han cambiado las relaciones entre las actividades de los
distintos asentamientos.
Ahora bien, a la hora de plantearnos el análisis de las actividades económicas realizadas
desde uno o varios yacimientos, hemos de tener en cuenta el concepto de territorio, concepto que
no fue usado en arqueología hasta 1967 (12).
Los primeros análisis territoriales se denominaron de «Captación de yacimientos» (Site
Catchmen Analysis) y aspiraban al estudio de las relaciones entre la tecnología y los recursos
naturales que estaban al alcance económico de los yacimientos (13).
Bailey y Davidson (14) proponen la distinción entre, por un lado, la Zona de Captación del
Yacimiento, refiriéndose al Análisis de Captación (SCA) como el estudio empírico de esas zonas
a partir de los datos «on site», tendiendo por lo tanto a definir inductivamente el tamaño del área
de la cual derivan todos los materiales encontrados en el depósito arqueológico, y por otro lado,
el Territorio de Explotación del Yacimiento, definido arbitrariamente sobre consideraciones teóricas acerca del tamaño del área alrededor de un yacimiento que sería habitualmente explotada
por los habitantes de dicho yacimiento, concerniendo principalmente a la evaluación de recursos
alimenticios del SET.
Así pues, para estos autores al Análisis de Captación de Yacimientos (SCA) no es una técnica única, sino más bien una variedad de técnicas enlazadas, sólo de una manera general, por un
foco común sobre el estudio de los yacimientos arqueológicos en relación a sus medios ambientes
circundantes.
En los capítulos siguientes hemos intentado analizar estos objetivos a partir de una serie de
yacimientos adscritos a los periodos Paleolítico y Epipaleolítico en la cuenca del río Mundo, en
los que hemos aplicado el Análisis de Captación de los Yacimientos como forma de evaluación
del comportamiento económico de las sociedades cazadoras-recolectoras en diferentes periodos
de la prehistoria.
(11) E.S . IDGGS et al.: <>. Proceedings ofthe Prehistoric
Society, 33, 1967 pp. 1-29.
(12) IDGGS et. al. : Op. cit. nota 11.
(13) c. VITA-FINZI y E.S. HIGOS: <
Proceedings of the Prehistoric Society, 36, 1970, pp. 1-37. Para el desarrollo inicial de los Análisis de Captación ver también E.S.
HIGOS: <>. Proceedings of the Prehistoric Society, 27, 1961, pp. 144154 y E.S. IDGGS: <>. En The Haua Fteah (Cyrenaica) and the
stone age ofthe South-east Mediterranean . Cambridge University Press, 1967, pp. 16-44.
(14) G. BAILEY e 1. DAVIDSON: <
Joumal of Archaeological Science, 10, 1983, pp. 87-115. También en l. DAVIDSON y G.N. BAILEY: <
de explotación y la topografía>>. Boletín del Museo Arqueológico Nacional, II, Madrid, 1984, pp. 25-44.
-61-
[page-n-62]
6
J. L. SERNA LÓPEZ
Fig. 3.- Territorio de explotación de la Cueva del Niño: 10 kms. «ideal» y 2 hrs. «distorsionado».
-62-
[page-n-63]
YACIMIENTOS PALEOLÍTICOS Y EPIPALEOLÍTICOS DE LA CUENCA DEL RÍO MUNDO
3.
7
DELIMITACIÓN DE TERRITORIOS
Uno de los factores más importantes a la hora de evaluar el potencial de recursos aprovechables desde un yacimiento y, por tanto, su importancia económica en una región determinada,
es la delimitación de lo que se ha dado en llamar «Territorio de Explotación del Yacimiento»
(SET), que fue definido como el área habitualmente explotada por los ocupantes de un solo yacimiento (15).
Centrándonos sobre el Territorio de explotación como unidad básica de la interpretación
económica de un yacimiento, surge, como concepto crucial para su delimitación, el factor
tiempo-distancia, definido como el radio máximo de movimientos desde un yacimiento dado a
un área dada de explotación de recursos, tal que la energía gastada en dichos movimientos y la
extracción de los recursos, no exceda a la energía adquirida en forma de alimentos. Generalmente
se expresa en términos de tiempo acomodado a los impedimentos impuestos por la topografía,
vegetación u otros factores.
La metodología propuesta por Higgs y Vita-Finzi (16) y Higgs (17) para la delimitación del
tamaño del territorio en un terreno variable, implica el recorrido de una serie (generalmente un
mínimo de cuatro) de transectos de 2 horas arbitrariamente definidos. Ahora bien, como señalan
Bailey y Davidson (18), el procedimiento presenta, no obstante, numerosas desventajas, siendo
la primera el alto precio en tiempo y trabajo que requiere el recorrido de cuatro trayectos para un
sólo yacimiento.
Para evitar estas dificultades, los autores proponen una serie de métodos alternativos. El más
simple y menos satisfactorio es el uso de círculos de 5 ó 10 Kms. de radio sobre la proyección
de un mapa comercial. Inclinándose por último por un método de evaluación de las distorsiones
topográficas que sea independiente del conocimiento del terreno, las energías del investigador y
el tiempo válido para el trabajo de campo. Se trata de utilizar la fórmula de Naismith, cálculo
usado normalmente por los montañeros, que establece que el promedio de tiempo para andar 10
Kms. en llano es de 2 horas, y que por cada variación de altitud de 300 mts. debe ser añadido un
extra de 112 hora.
Partiendo de esto, ellos se refieren a un SET en el que 2 horas de camino (19) definan un círculo de 10 Kms. de radio como un territorio «ideal», en el sentido de que incluye la máxima área
posible de tierra dentro de su límite territorial; y a los SET en los que el límite territorial está
reducido por impedimentos al movimiento, como territorios «distorsionados». En una situación
donde los SET están severamente distorsionados, se debe esperar que el potencial de recursos sea
mucho menor que la situación ideal.
Se debe tener en cuenta también la posibilidad de que existan otros impedimentos para el
movimiento, como la naturaleza del territorio, vegetación y condiciones climáticas, aunque el
efecto de los impedimentos no topográficos en el movimiento es más difícil de evaluar para el
VITA-FINZI y HIGOS: Op. cit. nota 13 .
E.S. HIGOS y C. VITA-FINZI: <. En Papers in economic Prehistory.
>
Cambridge University Press, pp. 27-36
(17) E.S. HIGQS: Palaeoeconomy. Cambridge University Press, London, 1975.
(18) BAILEY y DAVIDSON: Op. cit. nota 14.
(19) Se han documentado distancias mayores pero referidas casi siempre a circunstancias escepcionales donde, por ejemplo,
(15)
(16)
el recurso en cuestión tiene una importancia crucial, ver l. HODDER y C. ORTON: Spatial Ana/ysis in Archaeology. Cambridge
University Press, London, 1976.
-63-
[page-n-64]
J. L. SERNA LÓPEZ
8
o
.. ..
o
)
Ll
z
o
~ 3 '
-64-
r
3
a
l;t 1
[page-n-65]
YACIMIENTOS PALEOLÍTICOS Y EPIPALEOLÍTICOS DE LA CUENCA DEL RÍO MUNDO
9
contexto prehistórico y estará mejor evaluado una vez establecida la estructura de variación topográfica. Así, por ejemplo, se debe tomar en cuenta la posibilidad de que los ríos formaran durante
las estaciones primaverales verdaderas barreras para el movimiento de los grupos humanos, restringiendo por tanto en gran medida el territorio de explotación de algunos yacimientos, como
ocurriría en el de la Cueva del Niño (fig. 3), que posee un territorio muy distorsionado ya de por
sí al encontrarse rodeado de montañas rocosas y abruptas, aumentándose estas limitaciones si
consideramos que el río Mundo pudo en algunos momentos suponer una barrera infranqueable
para dichos grupos.
Igualmente, en el caso de los yacimientos musterienses de la cuenca del río Mundo
podemos observar cómo los territorios de explotación de los mismos es altamente variable en
respuesta a su localización y a los efectos de la distorsión topográfica (fig. 4 ), existiendo
además una correlación general entre el tamaño de los SETs y las evidencias de ocupación de
los yacimientos. Así, los yacimientos localizados geográficamente en zonas más llanas y que
poseen lógicamente territorios más amplios, presentan generalmente mayor cantidad de restos
arqueológicos que aquellos situados en áreas más quebradas y de mayor distorsión topográfica,
donde las evidencias de ocupación son casi siempre muy restringidas. También es cierto que,
siguiendo con los conjuntos adscritos al musteriense, existen yacimiéntos tan cercanos entre sí
que poseen territorios de explotación virtualmente idénticos, por lo que deberíamos referimos
a ellos, como ya hizo Bailey (20), como a «agrupaciones de yacimientos». La razón del uso de
estos yacimientos tan cercanos entre los que puede existir cierta contemporaneidad arqueológica es difícil de discernir en tanto no existe ninguna técnica de datación válida que pueda
demostrar su exacta contemporaneidad, aunque podríamos apuntar la posibilidad de que fueran
utilizados sobre alguna base de ocupación rotatoria de los mismos (diacronía) o bien que
fueran el reflejo de un modelo de ocupación del territorio por parte de pequeños grupos más o
menos dispersos (sincronía).
Ahora bien, como señalan Higgs y Vita-Finzi (21), la excesiva superposición entre territorios adyacentes debe invitar a una reducción en el radio adoptado, aunque es aconsejable
aplazar tales ajustes hasta que la naturaleza de la economía está totalmente comprendida, ya
que de las áreas en conflicto puede emerger un significado por sí mismo. Por ejemplo, si dos
yacimientos no fueron usados contemporáneamente a lo largo de todo el año, es posible que lo
fueran en distintas estaciones. Si tomamos en cuenta los gastos de energía extra como el trabajo para la caza y traslado de los animales desde mayores distancias hasta el yacimiento,
resaltará la verdadera importancia de los recursos locales. Así, los mismos recursos pueden ser
explotados dentro de los territorios de dos yacimientos cercanos calculados a 2 horas ó 1O
Kms., pero a menores distancias y tiempos los recursos pueden ser muy diferentes, y si son a
la vez complementarios en el sentido de que cuando uno es explotable el otro no lo es, entonces
podría haber buenas razones para que el mismo grupo humano ocupara cada yacimiento para
diferentes propósitos y en diferentes momentos. En este sentido, podemos observar cómo los
territorios de las principales agrupaciones de yacimientos musterienses que se localizan en la
cuenca media y alta del río Mundo se van vertebrando a lo largo del mismo con territorios
BAILEY y DAVIDSON: Op. cit. nota 14.
(21) HIGGS y VITA·FINZI: Op. cit. nota 16. Ver también a este respecto KV. FLANNERY : <
area». En The Early Mesoamerican Village . Academic Press, New York, 1976, pp. 91-95.
(20)
-65-
[page-n-66]
o
~
r
(/]
~
0\
0\
;¡:..
r
o,
1
~
o
Fig. 5.- Territorios de explotación de las cuevas del Niño y Moriscote.
20 KM.
[page-n-67]
YACIMIENTOS PALEOLÍTICOS Y EPIPALEOLÍTICOS DE LA CUENCA DEL RÍO MUNDÓ
11
excluyentes de tan sólo una hora que podrían perfectamente indicamos el seguimiento de los
movimientos migratorios estacionales de las manadas de ungulados entre los pastos altos del
verano y los bajos del invierno.
Asimismo, dos yacimientos con evidencias de ocupación en el epipaleolítico como son la
Cueva del Niño y la Cueva de Moriscote, relativamente cercanos entre sí aunque con territorios
de explotación de dos horas mutuamente excluyentes (fig. 5), presentan localizaciones muy diferentes en el sentido de que el primero, con una situación totalmente dominada por escarpadas sierras, parece poseer un territorio ideal para la caza de la cabra y muy favorable para el tipo de
explotación mediante el control de manadas, mientras que el segundo controlaría los amplios
valles que se abren inmediatamente al norte del río Mundo, por lo que podría permitirse una economía más generalizada.
La causa de que en casi todos los casos de estudio se considere a la topografía como el principal factor limitante del territorio de explotación de los yacimientos, es que ésta tiene la ventaja
metodológica de que es uno de los aspectos más estables del medio ambiente y, por tanto, uno de
los que implica menos suposiciones en la extrapolación desde el presente al pasado prehistórico,
pudiendo proporcionar un acercamiento al potencial de recursos aprovechables desde un yacimiento dado, clarificar la naturaleza de las regularidades que influyen en la distancia entre yacimientos o grupos de yacimientos, y revelar la importante distinción entre consideraciones tácticas
y estratégicas en la elección de yacimientos (22).
4.
LOCALIZACIÓN, FUNCIÓN Y RELACIONES ENTRE LOS ASENTAMIENTOS
La localización de un yacimiento y la función desempeñada por el mismo, son aspectos
básicos para la comprensión de las relaciones existentes entre los diferentes asentamientos de un
mismo sistema y, por lo tanto, son factores que influyen de manera determinante en el conocimiento de la economía prehistórica de una región, íntimamente relacionada con los territorios de
explotación (como hemos visto en el apartado anterior) y con los modelos de captación de
recursos (aspecto que trataremos en el apartado siguiente). Según Roper (23) existe una relación
dírecta entre la función y la localización de un asentamiento al suponer que las sociedades prehistóricas tenían conciencia de la relación indirecta entre la distancia y beneficio para sus miembros,
de tal manera que adecuarían su sistema de asentamientos a la ley que minimiza la energía
empleada con el máximo de la obtenida; así pues, será posible obtener consecuencias acerca de
la función de un asentamiento si conocemos su localización.
Pero también la distribución de recursos no comestibles y, en general, todos los aspectos no
económicos, como evaluación de la topografía, suelos, vegetación, temperatura, precipitaciones,
presencia de cursos de agua y de afloramientos rocosos, cuevas y abrigos, llegan a ser relevantes
en el proceso de decisión de localización de un asentamiento.
(22) BAILEY y DAVIDSON: Op. cit. nota 14.
(23) D.C. ROPER: «The method and theory of site catchment analysis: a revieW>>. En Advances in Archaeological Method
and Theory, Vol. 2. Academic Press, New York, 1979, pp. 119-140.
-67-
[page-n-68]
12
J. L. SERNA LÓPEZ
>3000
fl.l
o
<3000
.....
""
Q,l
8
=
Q,l
...
<2000
C'IS
(,.1
=
.....
C'IS
fl.l
Q
<1000
<500
o
2
4
6
8
12
10
No de yacimientos
14
16
18
Gráfico 1.- Distancia de los yacimientos musterienses al curso de agua más cercano.
>3000
o
<3000
=
<2000
fl.l
.....
""
Q,l
8
Q,l
C'IS
(,.1
=
.....
C'IS
fl.l
Q
<1000
<500
No de yacimientos
Gráfico 2.- Distancia de los yacimientos musterienses a los ríos principales.
~68~
[page-n-69]
YACIMIENTOS PALEOLÍTICOS Y EPIPALEOLÍTICOS DE LA CUENCA DEL RÍO MUNDO
13
En base a esto, podemos observar cómo los asentamientos paleolíticos y epipaleolíticos distribuidos a lo largo de la cuenca del río Mundo presentan localizaciones siempre adyacentes a los
valles fluviales, ya sean el propio río Mundo, arroyos permanentes o ramblas de funcionamiento
estacional. Así, tomando en cuenta los hallazgos adscritos al Paleolítico medio, que siendo los
más numerosos nos van a permitir extraer conclusiones más válidas, el resultado es que más del
42% de estos asentamientos se sitúa a menos de 500 mts. del valle fluvial más cercano (gráf. 1);
por otro lado, calculando la relación entre yacimientos y valles principales o tributarios, considerando como valles principales el arroyo de Tobarra, la Rambla del Talave, el río de los Vadillos,
el río de la Vega y el río Mundo, los resultados siguen dando una mayoría de ocupaciones localizadas a menos de 1000 mts. de los valles principales (gráf. 2). Las razones que llevarían a la
población musteriense a seleccionar estas localizaciones parecen obvias: por una parte la cercanía
del agua en unos valles que concentrarían un mayor potencial de recursos; y por otra, la cercanía
a los valles principales resulta conveniente si consideramos que éstos son generalmente las vías
básicas de migración para las manadas de animales.
Por lo tanto, el análisis de las diferencias que presentan los yacimientos de una región determinada en cuanto a su localización, permite el acercamiento a lo que se ha dado en llamar
modelos de asentamiento, en los que se integran en un sólo sistema distintos yacimientos que
pudieron ejercer diferentes funciones, o bien fueron ocupados durante distintas estaciones a lo
largo del año por un mismo grupo.
En este sentido, como señala Binford (24), si consideramos representativo el caso de los
Nunamiut, resulta que la arqueología creada por una pequeña banda que se mueve a través de su
territorio, puede ser extremadamente compleja. El primer dato a resaltar es el tamaño del núcleo
residencial ocupado por un grupo de gente tan pequeño: cinco familias Nunamiut cubren un
espacio semejante al de la Dordoña, en Francia, lugar donde se localizan los yacimientos clásicos
del musteriense. Para este autor, una vez aceptado el hecho de que los grupos cazadores-recolectores operan normalmente en espacios a gran escala, es difícil sostener la tesis de Bordes de que
las diferencias en la composición de los útiles de piedra depositados en diversos niveles de estos
yacimientos son el reflejo de la presencia de cuatro grupos culturales distintos. Así, centrándonos
otra vez en el caso particular que tratamos aquí, podríamos perfectamente considerar que el conjunto de localizaciones musterienses distribuídas a lo largo de la cuenca podrían haber sido ocupadas por un pequeño grupo de gentes que se movieran en este espacio a lo largo del año.
De la misma manera, en su estudio sobre la economía prehistórica de la España Oriental,
Davidson (25) propone el llamado «modelo de dispersiones» para la integración de diferentes
yacimientos con evidencias de ocupación durante las fases finipaleolíticas, de tal manera que la
Cueva del Niño quedaría vertebrada dentro de este modelo como un yacimiento de uso estival;
periodo del año en el que la población, que generalmente permanecería concentrada en algún
asentamiento más cercano a la costa, se dispersaría en pequeños grupos sobre una gran área con
el fin de explotar óptimamente los recursos aprovechables durante esa estación en la que las
manadas, principalmente de ciervos, subirían hasta este área en busca de los pastos de verano.
(24) L.R. BINFORD: <>. Journal of Anthropological Archaeology, ! , 1982, pp. 5-31. También en
L.R. BINFORD: Nunamiut ethnoarchaeology. Academic Press, New York, 1978.
(25) DAVIDSON: Op. cit. nota 10.
-69-
[page-n-70]
J. L. SERNA LÓPEZ
14
La determinación de sistemas de asentamientos con localizaciones diferentes como manera
efectiva de combinar los recursos de tierras bajas y altas en un clima mediterráneo, o la tierra y
el mar en muchos marcos climáticos, y el análisis del «territorio anual» (26) resultante, aparecen
pues, como aspectos básicos para conocer el comportamiento económico de las sociedades cazadoras-recolectoras en la prehistoria.
Otro detalle importante a este respecto es que la arqueología de un lugar se complica básicamente porque ciertos espacios del territorio fueron ocupados repetidamente año tras año, mientras que en otros no sucedió lo mismo. El modelo de reutilización en estos yacimientos ha determinado en gran parte su tamaño, en términos de distribución de artefactos y estructuras; en consecuencia, los espacios ocupados repetidamente son considerablemente mayores que aquellos
ocupados sólo de forma esporádica. Ello implica que la variabilidad en la cantidad de espacio
ocupado en un yacimiento, cualidad registrada normalmente por los arqueólogos, no obedece
siempre a las diferencias en el tamaño u organización social del grupo que residió allí, sino que
puede reflejar simplemente el grado de repetición respecto a la utilización del medio por la
misma banda móvil. Este sería el caso, por ejemplo, del yacimiento de El Pedernaloso (27), en
donde el enorme conjunto de artefactos líticos allí depositados en comparación con el resto de
yacimientos de la comarca puede ser la evidencia arqueológica de una localización estacional
clave para un pequeño grupo, o grupos, a lo largo de un extenso periodo de tiempo, más que un
núcleo de concentración de población.
5.
CAPTACIÓN DE RECURSOS
Después de analizar los territorios de explotación de los yacimientos, así como los aspectos
referentes a la localización y función de los asentamientos y la influencia de estos factores sobre
el comportamiento económico de las sociedades cazadoras-recolectoras, pasaremos en este capítulo a abordar el estudio de los recursos explotados por tales sociedades.
Davidson (28) señala a este respecto que la fauna potencialmente aprovechable determinará
directamente la fauna explotada, incluyendo también la tecnología (útiles, métodos y técnicas de
caza) y algunos otros factores, más difíciles de evaluar, incluyendo los ideológicos.
Más difícil de solucionar es el problema de saber qué especies de un yacimiento han sido
aportadas por el hombre y cuales no. Esto debe averiguarse gracias a los caracteres extrínsecos
tales como fracturas intencionales, cremación, trazas de descarnado, por la representación de las
partes del esqueleto, su distribución en el área del yacimiento, etc. Un análisis cuidadoso de los
restos faunísticos nos permitirá también alcanzar conclusiones sobre lo que Binford (29) llama la
«anatomía económica» de las distintas especies, y que se basa en el uso diferencial de las distintas partes del cuerpo según el animal de que se trate. Así, por ejemplo, en la Cueva del Niño
(26) VITA-FINZI y HIGGS: Op. cit. nota 13.
(27) R. MONTES et al.: <>. Antropología y
Paleoecología humana, 4, 1986, pp. 67-85.
(28) DAVIDSON: Op. cit. nota 10.
(29) BINFORD: Op. cit. nota 24. También se tratan estos aspectos en J. ESTÉVEZ:
ticos: aproximación a la economía en el paleolítico catalán>>. Cypsela, 3, 1980, pp. 9-30.
(30) DAVIDSON: Op. cit. nota 10.
-70-
[page-n-71]
YACIMIENTOS PALEOLÍTICOS Y EPIPALEOLÍTICOS DE LA CUENCA DEL RÍO MUNDO
15
(30) se observa cómo el conjunto de los restos pertenecientes a Capra sp. están dominados por
los huesos de las patas y las extremidades, pudiéndose hablar entonces de una cierta selección en
cuanto a las partes del cadáver transportadas hasta la cueva, o bien de algún modo particular de
transporte de los restos (31 ).
Así mismo, se puede saber si un yacimiento estuvo ocupado en ciertas estaciones si contiene
restos de animales jóvenes que nacen en estaciones determinadas: los jabalíes entre Febrero y
Mayo, o los ciervos de Abril a Julio. Otras especies, raras en el territorio estudiado, pueden aparecer en ciertas estaciones durante las cuales es más probable que fueran cazadas.
A este respecto, los escasos datos de que disponemos en el área que nos ocupa proceden otra
vez de la Cueva del Niño, en donde los estudios faunísticos (32) confirmaron cierta especialización en la caza al no aparecer restos de animales ni muy viejos ni muy jóvenes, mientras que a
efectos de la estacionalidad del yacimiento la poca información conseguida parecía confirmar el
uso estival del mismo.
También en este yacimiento se ha podido observar cómo mientras en los niveles adscritos al
Paleolítico superior y al Epipaleolítico la gran mayoría de los restos óseos presentes en el yacimiento pertenecen a cabras y ciervos, en los niveles inferiores, con industrias de tipología musteriense, el principal aporte cárnico lo proporcionan especies tales cómo el rinoceronte, el
caballo, el uro y el oso. Lo que parece confirmar un sustancial cambio en las estrategias de explotación de los recursos durante el periodo final del paleolítico, tendente a una cierta especialización sobre algunas especies.
(31) Podría tratarse quizá del denominado efecto <
algunos yacimientos del Levante. español para el traslado de animales desde los puntos de caza hasta el lugar de consumo.
(32) DAVIDSON: Op. cit. nota 10.
-71-
[page-n-72]
[page-n-73]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XXII (Valencia, 1997)
Josep MENARGUES*
NOTICIA SOBRE EL YACIMIENTO DE LES CODOLLES
(CREVILLENT, ALACANT). ANÁLISIS Y APROXIMACIÓN
TECNOECONÓMICA DE SU INDUSTRIA
INTRODUCCIÓN
La necesidad de obtener información de orden espacial y gestión de recursos líticos en el
yacimiento paleolítico de la Ratlla del Bubo (Crevillent, Alacant) motivaron en 1991 el desarrollo
de una serie de prospecciones petrográficas en las unidades Mesozoicas Subbéticas y en la
cuenca Miocénica de las comarcas del Baix Vinalopó y Baix Segura.
En el transcurso de dichos trabajos se localizó una pequeña estación prehistórica sobre una
antigua terraza del Barranc de les Ermitetes (Crevillent, Alacant).
El asentamiento se encuentra en el paraje de les Codolles a una altitud de 170 m.s.n.m.,
orientado al NW y abrigado por un lienzo de calizas conglomeráticas tortonienses. Al parecer la
única zona con estratigrafía arqueológica se encuentra actualmente comprimida por una gran roca
desplomada de la cornisa. El resto de suelo ha sido desmantelado por efectos climáticos y aprovechado con posterioridad para uso agrícola, de tal forma que los materiales aparecieron esparcidos en el abanico deyectivo del abrigo y en un pequeño bancal adyacente. Sistemáticamente, se
procedió a la recogida de los mismos ante el grave peligro que suponía el ascenso de las aguas
de un embalse cercano. Queremos hacer constar que estas operaciones se realizaron bajo autorización y supervisión del Servicio Arqueológico municipal de Crevillent y, una vez finalizadas, el
conjunto quedó depositado en sus dependencias.
Los materiales de carácter lítico contabílizan un total de 188 piezas de las que, a excepción
de un útil, el resto es claramente paleolítico. Una gran parte del conjunto presenta graves alteraciones químicas debido a una dilatada exposición a los agentes erosivos. En menor número
hemos observado fracturas e intrusiones ferruginosas, cuyo origen se debería relacionar con per*
Passeig del Calvari, 6. 03330 Crevillent (Alacant).
-73-
[page-n-74]
J. MENARGUES
2
••••
• *:LES CODOLLES
•ELX
•CREVILLENT
e
triaslco
<±.) jurasico
e
Ü
Ü
cretacico
o
terciario indif.
km.
10
cuaternario
Fig. 1.- Contexto litológico comarcal simplificado.
cusiones y roces producidos por el instrumental agrícola. La mayor parte de los artefactos
corresponde a las fases iniciales de la talla lítica, es decir, lascas y desechos corticales. Es
importante destacar el elevado número de núcleos aparecidos, contabilizándose un total de 15.
Por su parte, los útiles retocados ascienden a 12. Ponderalmente el conjunto alcanza un valor de
1.840 grs.
A estos restos hay que añadir los 7 fragmentos que permitieron recomponer parcialmente un
vaso de cerámica. Por lo que respecta a materiales óseos, la ausencia ha sido absoluta.
CONTEXTO LITOLÓGICO LOCAL
El yacimiento de Les Codolles aparece ubicado en la margen meridional de una gran cuenca
sedimentaria de edad terciaria (fig. 1), alimentada por los detritos erosivos del substrato y por las
-74-
[page-n-75]
3
EL YACIMIENTO DE LES CODOLLES
alineaciones subbéticas. Son frecuentes en estos pisos las areniscas, las margas y los conglomerados de pudingas calizas.
Rodeando a la serie hacia el norte se hallan retazos de formaciones cretácicas, constituidas
fundamentalmente por margas blancas y calizas margosas.
Los materiales de un gran anticlinal calizo que aparece hacia el NW son de edad jurásica y
ocupan las cotas más elevadas de la comarca.
Entre los sedimentos mesozoicos y post-manto afloran los yesos y areniscas del diapiro triásico, responsable de manifestaciones tectónicas locales de gran relevancia durante todo el
Neógeno (1).
Casi todos los pisos geológicos, en menor o mayor medida, ofrecen materiales silíceos, principalmente almacenados en depósitos de carácter secundario. Recientemente descritos y testados
técnicamente (2), no creemos necesaria una exposición pormenorizada de sus cualidades -generalmente mediocre-, pero sí confirmar su exhaustiva y sistemática explotación por diversos
grupos humanos del Paleolítico local (3).
MATERIAS PRIMAS
Evaluar el potencial litológico y su aprovechamiento prehistórico fueron nuestros objetivos
para intentar comprender los comportamientos económicos y tecnológicos en este yacimiento. La
lectura litológica del conjunto revela la priveligiada posición que ocupan los materiales autóctonos en la manufacturación del utillaje (fig. 2). Ponderalmente el sílex se sitúa en primer lugar
en orden de preferencia, le sigue la caliza local y en una situación mucho más discreta la cuarcita y un solitario fragmento de ofita.
Nuestra metodología analítica se enmarca dentro de los criterios de la macroscopía comparada. Fuertemente criticada y denostada por corrientes cientifistas, ésta se revela como la más
económica, rápida y a la vez menos destructiva de las utilizadas. Pocas dudas ofrecen, en este
sentido, los estudios llevados a cabo desde inicios de los años ochenta a la actualidad, en la identificación y localización de los recursos líticos y con éstos nos alineamos plenamente (4).
Las prospecciones realizadas en diferentes campañas nos han permitido confeccionar una
cartografía comarcal de la geografía silícea y simultáneamente una litoteca referencial.
Por lo que respecta a la distinción y clasificación de las rocas empleadas en Les Codolles,
hemos establecido las siguientes:
Sílex de los conglomerados tortonienses (893 TI).
Calizas de los conglomerados tortonienses (893 T3).
Sílex andalucienses (893 Al).
(1) R. PIGNATELLI: Memoria y Mapa geológico de España, hoja no 893. IGME. Madrid, 1973.
(2) J. MENARGUES: «Oferta de materias líticas silíceas en el Subbético valenciano>>. Actas
Reunión Nacional de
Geoarqueología. AEQUA-IGM, Madrid, 1992, págs. 301-303.
(3) J. MENARGUES : Explotación de recursos líticos silíceos en el paleolítico superior del Baix Vinalopó. Memoria de una
ayuda a la investigación concedida por el IVEI (sin publicar), Valencia, 1994.
(4) P.Y. DEMARS: L'utilisation du si/ex au Paléolithique supérieur: choix, approvisionnement, circu/ation. L'exemple du
Bassin de Brive. Cahiers du Quatemaire, 5, CNRS, Bordeaux, 1982. J.M. GENESTE: Analyse lithique d'industries moustériennes du
Périgord: une approche technologique du comportement des groupes humains au Paléolithique moyen.Tesis doctoral, Bordeaux 1,
1985. A. TURQ: Le Paléolithique inferieur el moyen entre les Vallées de la Dordogne et du Lot. Tesis doctoral, Bordeaux 1, 1992.
za
-75-
[page-n-76]
.¡:.
VINALOPÓ?
.1 .
N
1,09%
. ¡·
1
·j·
.
•
+
-...)
0\
1
1
+
+
+
+
+
+
--
+
·¡1.
.
.
a
~
+
~
~
+
+ +
+
~
+
+
+
en
<±) triasico
(]) jurasico
E9
e
cretacico
mioceno indif.
8
tortoniense
Q
andaluciense
Q cuaternario
1
o
KM.
Fig. 2.- Origen geológico de las materias primas líticas y porcentajes de explotación.
[page-n-77]
EL YACIMIENTO DE LES CODOLLES
5
Cuarcitas andalucienses (893 A2).
Sílex senonienses (893 Cl).
La práctica totalidad de los materiales líticos se encuentran localizados en el área de frecuentación cotidiana del yacimiento. Porcentualmente podemos observar un aprovisionamiento
directamente proporcional a la distancia que se encuentren las fuentes del sitio.
De esta forma, el índice más elevado corresponde a las rocas conglomeráticas del
Tortoniense (893-T1) propias de los entornos inmediatos; ello es debido, en gran parte, a que los
nódulos de sílex afloran en las mismas paredes del abrigo, de tal modo que no es extraño que
representen un 47.82% del total del conjunto. Juntamente con las rocas silíceas, de los conglomerados también emergen calizas mesozoicas muy compactas y perfectamente aptas para la talla
(893 T3); su representación en el conjunto es moderada y alcanza el 06.85%. La suma de ambos
grupos asciende a un 54.67% e ilustra lo que podríamos denominar rocas locales, si por este
enunciado entendemos las materias primas que fueron transportadas al asentamiento desde un
origen cercano en distancia temporal; en este caso, no supondría más que una inversión de
escasos minutos para recorrer la totalidad de los afloramientos, todos situados en un radio de no
más de 300m. A continuación figuran los sílex (893 Al) y algún contado fragmento de cuarcita
andalucienses (893 A2), con un 41.20% y cuyos depósitos más inmediatos se ubican en pudingas
y areniscas distantes del yacimiento unos 2 km. aproximadamente. Con mucha menor entidad
hallamos los sílex cretácicos del Senoniense (893 Cl) provenientes del NW, en un territorio orográficamente diferente a los anteriores por su situación a 500 m.s.n.m. y a una distancia de 3 km.;
en este caso el porcentaje apenas sobrepasa el punto del conjunto, 1.09% . De la misma manera
testimonial, 1.09%, aparecen una serie de materiales no identificados y que hemos considerado
como de origen exógeno, aunque por sus afinidades macroscópicas podrían haber sido transportados desde los afloramientos miocénicos del valle medio del río Vinalopó.
Como se desprende de este análisis, la litología local interviene de una forma decisiva en el
aprovisionamiento de los grupos de Les Codolles. Ni siquiera cabe la calificación de alóctonas
para las supuestas rocas del Vinalopó, más alejadas geográficamente, ya que un posible desplazamiento para su obtención no requeriría más de media jornada caminando.
En general, la captación de estas rocas no es muy problemática, y tanto unas como otras son
fáciles de colectar. Nódulos, cantos rodados y fragmentos se disponen extensamente en alteritas
y superficies de erosión de los depósitos cretácicos y miocénicos.
Finalmente, restarían la ofita con un 1.08% y los restos de sílex inclasificables debido a su
reducido tamaño y, sobre todo, a la transformación cromática producida por la acción térmica,
0.87%. En cuanto a la primera, debemos decir que escapa a nuestro análisis determinar su origen
geológico; la existencia de metodologías específicas para su estudio hace preferible nuestra
reserva atributiva. No obstante, hemos podido constatar en nuestras exploraciones la presencia de
diversos afloramientos de rocas eruptivas, uno de ellos, el más cercano, es el localizado en el
Cerro Negro, en la vecina localidad de Albatera, entre contextos triásicos.
Tal y como se ha apuntado anteriormente, la calidad de estos materiales es generalmente
mediocre, no tanto por su estructura granular, que a excepción de los sílex senonienses, suele ser
fina y compacta, sino por las reducidas dimensiones y las numerosas fracturas y diaclasas que
entorpecen enormemente la talla.
A pesar de las aparentes inconveniencias que presentan las rocas autóctonas, lo cierto es que
su empleo ha sido casi exclusivo. El fuerte componente local es una circunstancia constatada en
-77-
[page-n-78]
J. MENARGUES
6
4
3
2
1
{ 1
6
5
[J
=
7
14
8
15
10
9
-.
13
12
17
16
o
Fig. 3.- Industria lítica recogida en superficie.
-78-
3
[page-n-79]
EL YACIMIENTO DE LES CODOLLES
7
un amplio repertorio de registros atribuidos al Magdaleniense reciente y sobre todo al
Epipaleolítico de la Europa occidental (5).
ESTUDIO DEL MATERIAL RETOCADO
Compuesto por un conjunto modesto númericamente, el material retocado asciende a un total
de 14 útiles, teniendo como base del soporte el sílex. Para su clasificación y descripción hemos
seguido la lista tipo de Sonneville-Bordes y Perrot (6).
Entre los tipos existentes dentro del conjunto son los raspadores los que están mejor representados, tanto en número como en tipologías, ascendiendo a 5. Así, hallamos 1 raspador simple
realizado sobre lasca con una excelente factura de retoque (fig. 3, no 1); 1 raspador circular sobre
lasca espesa, presentando extracciones en todo su perímetro, siendo irregulares y abruptas y provocando una pequeña prominencia en forma de hocico en su flanco izquierdo (fig. 3, no 2); 1 raspador ojival (fig. 2, n° 3); 1 raspador atípico al límite con la truncadura realizado sobre una tableta
laminar (fig. 3, no 4), y un raspador-muesca sobre lasca con retoques abruptos y semi-abruptos
en sus frentes y muesca lateral izquierda, presentando una gran extracción en el lado derecho
fruto, al parecer, de una acción mecánica (fig. 3, no 5). Por lo que respecta a los buriles tan sólo
aparecen dos ejemplares, uno de ellos claramente clasificable; se trata de un buril de ángulo sobre
fractura (fig. 3, no 6), presentando dos golpes, uno de ellos sobre la cara de lascado. En cuanto al
otro, se trata de una pieza problemática, ya que si bien se podría describir como un buril sobre
truncadura cóncava (fig. 3, no 7), lo cierto es que el golpe frontal es bastante dudoso y no se hallan
ondas de percusión bien definidas, por lo que podría tratarse de un fraccionamiento natural de la
roca. Esta circunstancia es factible y explicable cuando se examinan los nódulos de materia
prima, ya que en su gran mayoría aparecen con fisuras originadas por presiones tectónicas; no
obstante, no es menos cierto que una prolongada exposición a los agentes atmosféricos podría
enmascarar gravemente las trazas de manufactura antrópica.
Numéricamente, las larninitas de borde abatido aparecen como el segundo grupo más importante después del de raspadores. De éstas sólo hallamos una completa (fig. 3, n° 8), las otras dos
restantes son un fragmento proximal (fig. 3, no 9) y otro distal (fig. 2 no 10); el retoque en todos
los dorsos es abrupto y bipolar.
Las truncaduras contabilizan un total de tres piezas: una de ellas es recta, ejecutada sobre una
lasca (fig. 3; no 11); la otra es similar pero fragmentada por su parte distal (fig. 3, no 12); finalmente, la tercera muestra una fractura oblicua curvada, hallándose el dorso abatido mediante
retoques simples con tendencia a abruptos, siendo éstos en la cara ventral planos cubrientes (fig.
3, n° 13).
(S) DEMARS: Op. cit. nota 4. P.Y. DEMARS: «L'evolution de l'approvisionnement en matiere premiere au Magdalénien en
Périgord». Colloque de Chancelade, 1988, págs. 287-294. P.Y. DEMARS: <
Societé des Lettres, Sciences et Arts de la Correze, t. XCIV, 1991. H. FLOSS : «Sur l'approvisionnement des matieres premieres au
Magdalénien et Paléolithique fmal en Renanie (Bassin de Neuwied)>>. Les Bassins du Rhin et du Danube au Paléolithique Supérieur:
environnement, habitat et systemes d'echange. Liege, 1992, págs. 104-113. J. GAUSSEN, C. HESAULT y S. JOYEL: «Parrain Nord.
Station magdalénienne de plein air». Paléo, 6, Les Eyzies de Tayac, 1994, págs. 115-160.
(6) D. DE SONNEVILLE-BORDES y J. PERROT: «Léxique typologique du Paléolithique Supérieur. Outillage Lithique». BSPF
SI, págs. 327-335; BSPF 52, págs.76-79; BSPF 53, págs. 408-412 y 547-559; 1954-1956.
-79-
[page-n-80]
8
J. MENARGUES
...
2
1
o
3
Fig. 4.- Núcleos.
Por último, cabría señalar la notable presencia de láminas y laminitas con algún retoque
mecánico; de ellas hemos representado las tres más singulares del conjunto (fig. 3, no 14, 15 y
16).
En un contexto cóntiguo apareció 1 punta de flecha con pedúnculo y aletas, realizada sobre
lasca, de retoque plano y cubriente (fig. 3, no 17).
LAS TÉCNICAS DE TALLA
En general, la base de estos productos se ha realizado alternativamente sobre cantos rodados
y fragmentos de apariencia poliédrica. Las dimensiones de los núcleos es realmente diminuta,
yendo de los 1'6 a los 6 cm. de eje máximo. Morfológicamente aparecen, junto a núcleos irregulares, indefinidos y sin una predeterminación aparente de talla, otros con una preparación verdaderamente elaborada, destinada a la obtención de finas laminitas. Estos primeros presentan una
talla desordenada y multidireccional en la que, buscando ángulos propicios, se han aprovechado
planos y fracturas naturales de la roca. El producto de esta técnica extractiva son lascas y espesas
tabletas. La concavidad de los negativos revela la posible utilización del percutor duro tanto en
la talla periférica como en la central.
Frente a este panorama tan sobrio aparece uno técnicamente exquisito, formado por núcleos
prismáticos (fig. 4, n° 1 y 2) en los que se observan cuidados planos de percusión, de los que se
han obtenido pequeñas lascas y laminitas con talones predominantemente lisos. Tanto en unos
como en otros núcleos sorprende el estado de agotamiento en que se encuentran. Testimonio de
-80-
[page-n-81]
EL YACIMIENTO DE LES CODOLLES
9
1
o
3
Fig. 5.- Vaso cerámico.
estas fases postreras de la producción son los sobrepasados intencionales y las tabletas de reavivado presentes en el conjunto.
De la misma forma están presentes accidentes de talla, como los de Siret, relacionados con
la calidad de la materia prima y ocasionados, en gran parte, por la textura basta característica de
los sílex senonienses sobre los que se producen (7).
OTROS MATERIALES
Situados inestablemente en el borde estratigráfico, se asomaban 7 fragmentos de cerámica.
Se recuperaron y se les practicó una ligera limpieza, posterior consolidación y pegado; el resultado fue un vaso de color castaño anaranjado con manchas grises (fig. 5, n° 1). Presenta un desgrasante grueso, y su acabado es irregular debido, probablemente, a una inadecuada cocción. La
superficie se encuentra gravemente afectada por la erosión y se disgrega con facilidad en un fino
polvo. Sus medidas son las siguientes: 7 cm. de diámetro en la base y aproximadamente 6'5 en
la boca.
Por otra parte, se halló un fragmento trapezoidal de roca ígnea básica u ofita.
(7) J. TIXIER et alii: Préhistoire de la pierre taillée l. Tenninologie et Technologie. Cercle de Recherches et Études
Préhistoriques, Antibes, 1980.
-81-
[page-n-82]
10
J. MENARGUES
ATRIBUCIÓN CULTURAL
Intentar establecer una atribución cultural sobre la base de conjuntos tan exiguos en número
y con el agravante de haber sido recuperados en un contexto puramente detrítico, es una tarea
siempre arriesgada y no exenta de múltiples alegaciones de toda índole.
Sin embargo, y a pesar de las diversas limitaciones que puedan existir, se tiene conocimiento
que en determinados periodos del Paleolítico la abundancia o indigencia de un grupo industrial
puede, en grandes líneas, contribuir al enmarque cultural de los materiales arqueológicos. A todo
ello se podría considerar la simple eliminación cultural por ausencia o presencia de marcadores
de orden técnico -como el retoque plano- o tipológico --como el instrumental óseo.
Al observar el contingente industrial, dos circunstancias nos llaman poderosamente la atención: el predominio de las láminas y larninitas -retocadas o no- sobre los otros grupos y el
marcado microlitismo de las piezas retocadas, que jamás sobrepasan los 4 cm. Si como hemos
apuntado anteriormente, utilizamos como valores cronológicos las hegemonías numéricas o porcentuales de unos grupos sobre los demás, el conjunto de Les Codolles se debería encuadrar,
genéricamente, en un lapso del mundo finipaleolítico.
Sirva a modo de referencia geográfica y sin excesivas pretensiones adscriptivas, la exposición y comparación de una serie de conjuntos paradigmáticos de distintos yacimientos mediterráneos. Dentro del ámbito costero valenciano nos encontramos con los materiales del
Magdaleniense Superior Mediterráneo (MSM) exhumados en Parpalló, donde se observa la relevancia jugada por los grupos de hojitas de borde abatido (34.4% ), así como por los raspadores
(20.8%) (8); estos últimos también son numerosos en el asentamiento crevillentino, una tendencia que se manifiesta en el caso de la Cava de les Cendres, donde la única variación significativa es la ligera supremacía de los buriles sobre el grupo de raspadores (9). Para los yacimientos
coetáneos del litoral murciano se repiten las mismas circustancias: alto índice de utillaje microlaminar y relevancia de los grupos de raspadores y buriles (10). Estas relaciones perduran incluso
en momentos más avanzados dentro de contextos calificados grosso modo como Epipaleolíticos,
bien sea en la Región Murciana (11) o en el País Valenciano (12).
Dejando a un lado hipotéticos paralelos, en estos momentos, el interés que pueda despertar
Les Codolles, quizás no sea tanto las noticias sobre sus materiales como la constatación de que
este sector del mediodía valenciano ocupa una posición privilegiada para el estudio de la población paleolítica. En efecto, una secuencia cultural cada día más completa y un número creciente
de sitios lo prueban. Concentrados en un radio aproximado de diez kilómetros, se hallan: La
Ratlla del Buba (Crevillent), cuya cronología relativa ofrece datos referentes al Auriñaciense
evolucionado (13), así como una importante serie Gravetiense y Solútreo-gravetiense, este último
(8) J.E. AURA: El Magda/eniense Mediterráneo: La Cova del Parpalló (Gandía, Valencia). SIP. TV. 9l,Val(mcia, 1995.
(9) M'.P. FUMAN AL, V. Vll..LAVERDE y J. BERNABEU: <
VIII Reunión Nacional sobre Cuaternario. Guía de Excursiones,Valencia, 1991, págs. 21-78.
(lO) M. MARTÍNEZ ANDREU: El Magdaleniense superior en la costa de Murcia. Edit. Regional, Murcia, 1989.
(11) M. MARTINEZ ANDREU: <>. XVI Congr. Na/:
Arqueología. Zaragoza, 1983, págs. 39-5 l.
(12) E. DOMÉNECH: «Aportaciones al Epipaleolítico en la región central del norte de la Provincia de Alicante». Alberri, 3,
Cocentaina, 1991
(13) G. !TURBE y E. CORTELL: «El Auriñaciense evolucionado en el País Valenciano: Cova Beneito y Ratlla del Bubo»,
Aragón Litoral/Mediterráneo: Intercambios culturales durante la Prehistoria. Zaragoza, 1992, págs. 129-138.
-82-
[page-n-83]
EL YACIMIENTO DE LES CODOLLES
11
nivel con dataciones. absolutas (14). En segundo lugar, habría que hablar del yacimiento de La
Cova del Sol (el Fondó de les Neus), del que se poseen materiales Gravetienses (15); también de
El Xorret (Crevillent), con posibles niveles de Magdaleniense superior (16), y por último del
Abric del Castell Vell (Crevillent) (17), localizado en el curso superior del Barranc de Les
Errnitetes, es decir, apenas dos kilómetros arriba de Les Codolles.
En lo concerniente a la existencia de una punta de pedúnculo y aletas, parece clara su adscripción holocénica; otras de características similares fueron recuperadas en el cercano poblado
eneolítico de Les Moreres (18), lo cual nos indica la posibilidad de que el lugar hubiera servido
como enterramiento. Tal vez la flecha guarde algun tipo de relación con el vaso cerámico, ya que
tanto una como otro son frecuentes en los ajuares de este periodo.
CONCLUSIONES
La limitación impuesta por la escasez numérica del utillaje nos disuade de entrar en contundentes aseveraciones atributivas; al contrario, nos obliga a relativizar y a manejar un dilatado
periodo cultural situado entre los momentos finales de la última crisis glaciar y el inicio holocénico.Tanto estratigráfica como industrialmente este terreno transitorio aún presenta numerosas
lagunas evolutivas de orden local. Es un periodo caracterizado por una gran diversidad de los
conjuntos, que se hace mucho más patente en los momentos tardíos del MSM. Hasta la fecha son
escasas y sesgadas las noticias referentes a esta secuencia. Son reducidos los yacimientos estudiados desde una perspectiva multifactorial que permitan formular hipótesis explicativas de esta
variabilidad industrial (19).
Magdaleniense superior fmal o Epipaleolítico inicial, la adscripción podría ser válida para
ambos ámbitos, habida cuenta que la diferencia entre ellos, en algunos casos y aparentemente,
sólo la motiva las manifestaciones o ausencias de utillaje óseo. Como apunta Aura (20), en
general, la sola distinción de carácter industrial que se observa es la inversión de índices que
asumen los grupos de utillaje, ya que la tipología es casi idéntica.
La parquedad de datos culturales la podemos compensar ofreciendo una primera visión paleoeconómica desde la logística silícea. Efectivamente, y desde esta perspectiva, se comprueba la
enorme trascendencia operada por las rocas locales en el abastecimiento productivo del yacimiento. A pesar de la condición preliminar de estas noticias, solicitadas en repetidas ocasiones
(14) B. SOLER, E. BADAL, V. Vll..LAVERDE y J.E. AURA: «Nota sobre un hogar Solútreo-gravetiense del Abric de la Ratlla
del Bubo (Crevillent, Alicante)». APL, XX, Valencia, 1990, págs. 79-93.
(15) J.L. MIRALLES: <>. Saguntum-PLAV, 17,Valencia, 1982, págs. 45-63.
(16) J.L. SERNA GÓMEZ: <
1991, págs. 9-21.
(17) Según nos comunicó Julio Trelis, director del Museo Arqueológico de Crevillent, las piezas que se disponen de este
yacimiento son poco representativas como para establecer una determinación más precisa que la de un paleolítico superior.
(18) A. GONZÁLEZ PRATS: «El poblado calcolítico de Les Moreres en la sierra de Crevillente, Alicante». El Eneolítico en
el País Valenciano. Alcoi, 1986, págs. 88-99. A. GONZÁLEZ PRATS: En comunicación oral, 1996.
(19) V. Vll..LAVERDE y R. MARTÍNEZ: <
Mediterráneo español>>. ws últimos cazadores. Transformaciones culturales y económicas durante el Tardiglaciar y el inicio del
Holoceno en el ámbito mediterráneo. Alicante, 1995, págs. 79-117.
(20) J.E. AURA: <
Intercambios culturales durante la Prehistoria. Zaragoza, 1992, págs. 167-177.
-83-
[page-n-84]
12
J. MENARGUES
desde la bibliografía (21), quizás contribuyan a desentrañar un poco más el diversificado mundo
finipaleolítico. No creemos, sin embargo, que este modelo sea un fenómeno global y extensible
a todos los casos, pero a tenor de los paralelos examinados anteriormente podría considerarse un
factor óptimo a la hora de abordar las variables industriales y económicas de este vasto espacio
temporal.
Indudablemente, sólo la excavación arqueológica podrá aportar información culturalmente
más fiable y segura de la que mostramos en este trabajo.
Nota: La concesión por parte del IVEI, en 1993, de una subvención económica nos permitió
costear gran parte de nuestras prospecciones. Queremos expresar por ello nuestro sincero agradecimiento. De la misma forma queremos reconocer el valioso apoyo científico y personal que
nos ha proporcionado el Profesor Valentín Villaverde.
(21) AURA: Op. cit. nota 20. J.E. AURA y M. PÉREZ RIPOLL: <
Península Ibérica (13.500-8.500 B.P.): transformaciones industriales y económicas>>. Saguntum-PLAV. 25, Val~ncia, 1992, págs. 25-48.
-84-
[page-n-85]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XXll (Valencia, 1997)
Amparo SEBASTIÁN*
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS (1892-1992)
l.
INTRODUCCIÓN
La investigación sobre el arte levantino ha cumplido ya su primer centenario, sin que le
hayamos dedicado una atención especial; sin embargo creemos que merece que lo recordemos,
precisamente cuando se trata de uno de los hechos históricos y culturales más atractívos y vitales
que se niega a darnos todas las claves que los arqueólogos necesitamos para llegar a una comprensión mayor que la que hasta ahora hemos alcanzado.
Cumplir con un siglo de trabajos requería realizar un análisis de lo hecho hasta ahora.
Por cuestiones obvias nos limitaremos a analizar lo que en un lenguaje psicoanalítico entenderíamos como los picos que se han sobreelevado en la línea de ese largo discurso, desarrollado por tantos estudiosos durante tan largo período. No intentaremos por tanto detallar
todos los descubrimientos de cualquier período, sino que destacaremos todo aquello que han
supuesto novedades· substanciales, especialmente de planteamientos de hipótesis, sistemas
de trabajo, haciendo especial hincapié en aquellos que parecieron más coherentes, sin evitar
algún comentario sobre los que lo fueron menos o con seguridad pudieran haber sido
mejores.
Después de haber dedicado más de diez años al estudio de las pinturas levantinas, especialmente a las existentes entre el Pirineo Aragonés y el Río Júcar, creo estar en condiciones de analizar lo que hemos sido capaces de aprehender de él mientras sigue jugando mágicamente con
nosotros en 1994. Sin duda su resistencia a ser absolutamente comprendido le da mayor interés,
y sigue obligándonos a intentar responder al reto que su conocimiento ha planteado desde su primera publicación.
*
Museo Nacional de Ciencia y Tecnología, Madrid.
-85-
[page-n-86]
A. SEBAST1ÁN
2
2.
HISTORIA DE LA INVESTIGACIÓN DE ARTE RUPESTRE:
ARTE PALEOLÍTICO Y ARTE LEVANTINO
2.1.
ARTE PALEOLÍTICO: PRIMEROS ESTUDIOS
Realizar una breve síntesis de los estudios de arte rupestre de cualquier período o lugar,
sin referirnos al arte paleolítico y especialmente a trabajos como los de H. Breuil, es impensable, ya que en ellos marcó las principales líneas de investigación durante la primera mitad
de nuestro siglo. Defendió como es bien conocido el contenido religioso y mágico de los
paneles que estudió, dejándolo reflejado en 1952 en una de sus obras más importantes, fruto
de muchos trabajos anteriores: "Quatre cents siecles d'art parietal" (BREUIL, 1974).
Otros trabajos teóricos muy conocidos sobre el arte paleolítico se han debido durante
muchos años a la escuela francesa, que contó más tarde con nuevas ideas en gran parte motivadas por el trabajo de Laming-Emperaire, en el que se valoró la organización de las figuras
dentro de los paneles (LAMING EMPERAIRE, 1962). Algo después Leroi-Gourhan analizó la
organización de los paneles de más de cien cuevas paleolíticas de Europa Occidental (LEROIGOURHAN, 1971) y sus ideas en relación con las asociaciones de los distintos animales que
encuentra en determinadas zonas de las cuevas, le llevaron a plantear hipótesis muy enraizadas
con las tesis estructuralistas que provocaron gran interés en distintos medios . No obstante, a
pesar de su búsqueda de nuevas vías Leroi-Gourhan no se desprendió del enfoque mágico-religioso, y mantuvo su pensamiento enlazado con la idea de la magia y de la religión (LEROIGOURHAN, 1964, p. 275).
La escuela española estuvo muy influida por los trabajos de Breuil en la primera mitad de
siglo, pero el hecho de que apareciera en la Península Ibérica un arte nuevo (el arte levantino),
tan distinto del paleolítico, creó una gran confusión y planteó nuevas preguntas, ya que era difícil
en principio definirlo y adjudicarle una cronología segura. Esa dificultad iba unida en principio
a la de enfrentarse con "el hecho del arte rupestre" que tantos problemas causó a los pioneros en
estos temas, hasta su reconocimiento como arte paleolítico.
Precisamente la cronología del arte levantino provocó grandes discusiones entre autores de gran
prestigio y gran formación como Obermaier, Hemández Pacheco, Bosch Gimpera y Cabré durante
muchos años, a las que se añadirían las de la siguiente generación de estudiosos: Jordá, Beltrán,
Ripoll y Almagro. Los resultados de los trabajos y de sus hipótesis fueron muy variados y desiguales.
2.2.
2.2.1.
ARTE LEVANTINO: PRIMEROS ESTUDIOS
Los pioneros
Los primeros descubrimientos de arte levantino datan de finales del siglo pasado. En 1892
se dan a conocer algunas de las pinturas de Albarracín: Cocinilla del Obispo y Los Toros del
Navazo (MARCONELL, 1892, pp. 160 y 180), las cuales fueron estudiadas más tarde por H. Breuil
y J. Cabré (BREUIL y CABRÉ, 1911, pp. 641-648; OBERMAIER y BREUIL, 1927, pp. 511-531),
continuando los descubrimientos en esa zona en los años cuarenta y cincuenta, (ALMAGRO, 1949
y 1953, pp. 113-122).
-86-
[page-n-87]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
3
Entre la primera fecha citada y los primeros años del siglo XX se multiplicaron importantes
descubrimientos en otras áreas como los de Cogul (ROCAFORT, 1908, pp. 65-75; BREUIL y
CABRÉ, 1909, pp. 1-21), y de Calapatá (BREUIL y CABRÉ, 1909), que daban lugar más tarde a
muchas publicaciones y a las primeras discusiones. El análisis de alguno de estos lugares provocaría un sinfín de discusiones teóricas, como sucede con los abrigos de la zona de Albacete, especialmente Alpera y Minateda (BREUIL, SERRANO y CABRÉ, 1912; CABRÉ, 1915, pp. 187-207;
BREUIL, 1920) o con Cantos de La Visera, en Murcia (CABRÉ, 1915, pp. 208-216), discusiones
que eran fruto de la misma novedad conceptual que este arte suponía. No hay que olvidar que
eran unas fechas muy tempranas y, en esos momentos, se acumulaban muchas novedades difíciles de asimilar por parte de una ciencia todavía muy joven.
2.2.2.
Primeras publicaciones de síntesis al comienzo del siglo xx
Los trabajos más completos de los autores que escribieron sobre estos temas a principios de
nuestro siglo fueron un intento de análisis global de aquellas novedades. Algunas de sus teorías
siguen siendo respetadas, aunque no puedan ser ya en muchos casos admitidas en la actualidad.
Sus análisis se veían a menudo mediatizados por las premisas admitidas que se transferían desde
el arte paleolítico al levantino, especialmente señaladas en las publicaciones de H. Breuil y H.
Obermaier, así como en las de todos aquellos que siguieron las pautas que estos estudiosos
marcaban.
Algunas de las obras de síntesis surgían ya en el primer cuarto de este siglo, como "El Arte
Rupestre en España" de Juan Cabré (CABRÉ, 1915), "Exploració arqueologica del Barranc de la
Valltorta (província de Castelló)" de Durán i Sampere i Pallarés (DURÁN I SAMPERE y
PALLARÉS, 1915-1920, pp. 444-457), el estudio de las pinturas de Morella la Vella (HERNÁNDEZ
PACHECO, 1918), "Las pinturas rupestres del Barranco de la Valltorta (Castellón)" de Rugo
Obermaier y Paul Wernert (OBERMAIER y WERNERT, 1919), "Las pinturas rupestres de las
Cuevas de la Araña (Valencia). Evolución del Arte Rupestre en España" (HERNÁNDEZ PACHECO,
1924) y "El Hombre Fósil" (OBERMAIER, 1925). En esta obra realizó Obermaier su primer planteamiento sobre la tipología de las figuras: cestosomáticas, paquípodas y nematomorfas que
aunque en la actualidad no se utilizan deben ser valoradas como el primer intento de agrupación
de características formales de las figuras humanas.
2.2.2.1.
Juan Cabré: Algunas hipótesis acertadas
En "El arte rupestre en España" documentaba Juan Cabré la historia de la investigación hasta
ese momento, haciendo un acopio de información importante, al tiempo que clasificaba los hallazgos
por grandes regiones: "Las pinturas y grabados de las cavernas del Norte de España" y "Las pinturas
y grabados rupestres del Este de España". Ello da como resultado que lo que se llamaría "Arte
Levantino" queda en esta obra diferenciado del arte paleolítico del Norte de España, aunque Cabré
no pudiera imaginar que tuviera una cronología posterior al de las pinturas paleolíticas.
Recordaba cómo en 1903 tuvo la suerte de ir a ver el conjunto de Calapatá (Cretas, Teruel),
pinturas que serían publicadas por H. Breuil y él mismo en 1909 (BREUIL y CABRÉ,. 1909), año
-87-
[page-n-88]
4
A. SEBASTIÁN
en el que C. Rocafort publicaba también las de Cogul (ROCAFORT, 1909). Un año antes también
el Abate Breuil había publicado un artículo sobre Cogul (BREUIL, 1908).
En "El arte rupestre en España" señalaba Cabré las novedades que le sorprendían: " .. .fuera
de cavernas, una manifestación nueva de arte paleolítico, desconocida en España y en Europa".
Se refiere a cómo las descubrió: "Al aire libre y en una irregular pared vertical, de unos
gigantescos peñascos aislados", " ... varias figuras de ciervo y un toro, pintadas de rojo, con un
movimiento, expresión y arte jamás superados. Solamente estaban guarecidas por un saliente de
la roca" (CABRÉ, 1915, p. 73), y comentaba tanto el gran interés que producían sus peculiaridades, como la necesidad de que se realizaran estudios para intentar comprenderlas y conocer la
finalidad para las que se crearon (CABRÉ, 1915, p. 130).
Sus conclusiones eran un avance sobre problemas sobre los que la comunidad científica
siguió discutiendo cuarenta años. Cabré veía la homogeneidad existente, en su opinión, en las
pinturas de "la región Oriental española"; y señala "cierta unidad dentro de los diferentes
aspectos que se observan en las diversas estaciones arqueológicas", a lo que añadía cuestiones de
interés que los hacían afines: "todos los monumentos artísticos están en abrigos, al aire libre",
"uniformidad en el tamaño de las figuras", "la manera de comprender la perspectiva de las extremidades de los animales, vistas de frente", etc. (CABRÉ, 1915, p. 229). Además se refería a la
"personalidad propia" de este arte, "particularmente por las representaciones de figuras humanas
de estilo realista, las cuales no existen en las cavernas cantábricas" (CABRÉ, 1915, p. 229).
Respecto a su cronología decía taxativamente que " . .. pertenece claramente a la época paleolítica", añadiendo frases que eran fruto de un pensamiento claro y avanzado para su tiempo:" .. .la
fauna representada en el Oriente de nuestra Península es la actual y sólo se citan dos sitios con
animales cuaternarios, pero muy dudosos por el estado de conservación y falta de realismo,
cuando en el Norte de España y Francia predominan el bisonte y el reno y se ven otros animales
extinguidos antes del neolítico .. ." (CABRÉ, 1915, p. 229). Terminaba las conclusiones defendiendo el sentido mágico de las pinturas.
Aunque no observaba hechos que hoy conocemos bien (falta de uniformidad, cronología
postpaleolítica, etc.), es importante señalar que las dudas sobre la cronología quedaban planteadas y se debe valorar que los aspectos que otros autores tendrán en cuenta más tarde para fechar
este arte con una cronología postpaleolítica, se encuentran en el contenido de sus conclusiones.
2.2.2.2.
Los trabajos de Durán i Sampere y Pallarés, Hernández Pacheco, y los de Obermaier
y Wernert sobre La Valltorta y otras zonas castellonenses
En el trabajo de Durán i Sampere y Pallarés sobre La Valltorta se destaca de forma abreviada
el contenido pictórico de siete de sus abrigos (Montegordo, L'Errnita, El Civil, Els Cavalls, Mas
d'en Josep, El Llidoner y La Saltadora). Además señalaban que a pesar de que otros investigadores como Breuil, Obermaier, Wemert, Cabré, consideraban que las pinturas de la Valltorta son
paleolíticas, ellos apreciaban determinadas particularidades culturales que no encajaban totalmente con las hipótesis de los anteriores: " ... els nivells inferiors d'aquestes caves no ens han
donat altra cosa que material postpaleolític".
"Per altra part essent evident la permanencia de l'home neolític a la Valltorta fa estrany no
trobar-hi, barrejada amb !'abundosa pintura que és suposada anterior ni una sola mostra de la pin..:..__ 88-
[page-n-89]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
5
tura esquematica atribu'ida a 1' epoca neolítica, que tan copiosament es troba en altres indrets de
la península" (DURÁN I SAMPERE y PALLARÉS, 1915-1920, p. 453).
Siendo muy conscientes del problema de la falta de yacimientos en la mayoría de los abrigos
de suelo rocoso en los que se encuentran las pinturas, observaban que en otros covachas próximos más apropiados como refugio, existían materiales arqueológicos. En la Cova de l'Estaró
(junto a la Cova del Puntal) apareció algo de material muy revuelto: puntas de flecha, cerámica
de cordones, así como huesos de cabra, ciervo y bóvido, y también había materiales en covachos
próximos a ésta, especialmente en La Rabosa, muy próxima a la Cova Alta del Llidoner. El material de L'Estaró, El Puntal y La Rabosa tenían un contenido arqueológico del que si bien no se
podía asegurar con absoluta certeza que fueran contemporáneos, señalan estos autores que:
" ... cal tenir en compte per a 1' estudi d' aquest problema la coincidencia en el barranc d' un sol
estil de pintures i una sola tecnica d'utillatge" (DURÁN I SAMPERE y PALLARÉS, 1915-1920, p.
455). Entre esos yacimientos hay que destacar La Rabosa, dado que en L'Estaró encontraron
restos de fauna (cabra y ciervo en mayor abundancia, y menos cantidad de conejo y bóvidos),
siendo, en su opinión, los restos de sílex escasos y de poco interés.
La Rabosa sin embargo proporcionó un material más significativo, que aunque estaba
revuelto, parece homogéneo y perteneciente en su opinión al neolítico-calcolítico, junto al que
aparecen unos trapecios que dicen podrían quizá pertenecer a otro momento anterior (DURÁN I
SAMPERE y PALLARÉS, 1915-1920, p. 456 y figs. 64 a 67). Además existían cerámicas, algunas
de las cuales pudieran pertenecer a la Edad del Bronce (DURÁN I SAMPERE y PALLARÉS, 19151920, fig. 67). Aunque hablen de un sólo período y quizá sea discutible, habría que entenderlo
probablemente (a partir de los materiales encontrados), en un sentido amplio de continuidad entre
un epipaleolítico fmal o un neolítico y la Edad de Bronce. A pesar de la falta de estratigrafías
claras en los lugares analizados por Durán i Sampere y Pallarés parece que hay una cultura material en unos casos y una fauna en otros que se repite y que coincide años más tarde en otros yacimientos del Maestrazgo, lo que podía confirmar la ocupación de los períodos señalados en zonas
próximas a los conjuntos levantinos.
La publicación de Hemández Pacheco sobre las pinturas de Morella la Vella surgió ya con
la vocación de ser completada más tarde con otras publicaciones, especialmente por los problemas técnicos con los que se encontraron para realizar calcos completos (HERNÁNDEZ
PACHECO, 1918, pp. 4-5). Su indicación acerca de la cronología "del paleolítico o epipaleolítico"
realizada en 1918 no deja de sorprendemos, aunque se apoye tan sólo en un seguimiento de huellas que realiza uno de los personajes. Habría que destacar también el estudio de las superposiciones de diferentes lugares, lo que aprovechó para desarrollar algunas ideas en relación con la
evolución del arte del Levante (HERNÁNDEZ PACHECO, 1918, pp. 19-20). Además analizó
algunas de las composiciones más conocidas, como la escena bélica de "El Roble", en la que se
fijó especialmente en las correctas posiciones de los personajes, lo que acentúa el sentido narrativo de la composición (HERNÁNDEZ PACHECO, 1918, pp. 10-11, figs. 6 y 7). Otros de los conjuntos que define como escenas son más conflictivos y presentan menor evidencia de intención
compositiva (HERNÁNDEZ PACHECO, 1918, figs. 8 y 9).
H. Obermaier y P. Wemert por su parte publicaron su trabajo sobre "Las pinturas rupestres
del Barranco de La Valltorta (Castellón)", el cual va más allá del contenido que indica su título.
Como es bien conocido hubo una pugna entre diferentes grupos de investigadores de distintas
procedencias, que dieron como resultado que Obermaier y Wemert trabajaran tan sólo en los
-89-
[page-n-90]
6
A. SEBASTIÁN
abrigos situados en el NW del Barranco de La Valltorta (El Civil, Cova dels Tolls, Rull, Los
Caballos y El Arco). En un apartado de ese trabajo recogían, como los anteriores, la información
arqueológica de los yacimientos próximos a los abrigos con pinturas, dado que ellos no encontraban en éstos ningún tipo de material. Aunque lo que hallaron fue bien poco: una hojita y un
raspador, justificaron su cronología en su capítulo ill: "La edad paleolítica de las pinturas naturalistas de España oriental y Sureste. Consideraciones generales" (OBERMAIER y WERNERT,
1919, pp. 79-92), en el que la defendían principalmente apoyándose en las similitudes pictóricas
formales y conceptuales, entre muchos de los grandes animales de los abrigos levantinos y los de
las cuevas paleolíticas del N de la Península (OBERMAIER y WERNERT, 1919, p. 80).
Señalaban su desacuerdo con Hemández Pacheco y cuestionan con gran acierto sus hipótesis
sobre la evolución de las pinturas del Levante, especialmente las relacionadas con la mayor antigüedad de todas las figuras naturalistas de animales, al observar que existen en La Valltorta
(Abrigo dels Caballs) superposiciones de animales naturalistas sobre unos pequeños arqueros, y
otras en las que los animales naturalistas son posteriores a las de algunas de las figuras humanas
que forman escenas (OBERMAIER y WERNERT, 1919, p. 82).
Sin embargo, en su opinión, no había duda sobre la fauna pleistocena representada en las pinturas del Levante, identificando algunas especies, lo que aprovechaban para decir que había que
poner en duda las reproducciones de Cabré, al que atacaron con suma dureza, avisando a los investigadores de la poca fiabilidad de sus trabajos (OBERMAIER y WERNERT, 1919, p. 84). Señalaban
la necesidad de realizar excavaciones para obtener datos en relación con la fauna, arte mueble, e
inciden especialmente respecto a la falta de animales domésticos representados, cuya ausencia les
servía para apoyar su cronología, haciendo además hincapié en el hecho de que no aparezcan
escenas de agricultura ni. de ganadería, así como en la presencia de representaciones de huellas
muy similares, en su opinión, a las que aparecen en las pinturas paleolíticas cantábricas.
Señalaban también que nadie dudaba ya de la existencia del arco y las flechas en el
Peleolítico, apoyándose en el material en piedra y hueso que conocemos y en la existencia del
relieve masculino de Laussel, que en su opinión pudiera ser un arquero (OBERMAIER y WERNERT, 1919, p. 85).
En el mismo trabajo analizaban brevemente los adornos, armas, utensilios, etc. y dedicaban
un brevísimo y poco detallado apartado a las "Composiciones y Supraposiciones", indicando de
antemano que "Son relativamente raras en el Barranco de La Valltorta las composiciones en el
verdadero sentido de la palabra" (OBERMAIER y WERNERT, 1919, p. 117).
2.2.3.
Algunos nuevos planteamientos sobre la cronología. Generalidades
Como ya hemos ido viendo H. Obermaier y H. Breuil fueron los principales defensores de
una cronología paleolítica, teorías que principalmente se apoyaban en la existencia a su juicio de
fauna pleistocena en estos paneles (OBERMAIER y WERNERT, 1919, p. 113 y OBERMAIER, 1925,
p. 281). Obermaier interpretaba que aunque la mayoría de las escenas son cinegéticas, no son históricas, dada la normalidad que debía suponer la caza de unos animales tan poco peligrosos; pero
sin embargo creía que tenía un sentido ritual y mágico, mediante el que deseaban propiciar determinadas situaciones y perpetuar ideas (OBERMAIER, 1925, p. 290). Algunos de sus principales
seguidores, como P. Bosch Gimpera, todavía mantenían esa hipótesis en los años sesenta (BOSCH
-90-
[page-n-91]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
7
GIMPERA, 1964, pp. 124-129). Otros seguidores de esa teoría fueron J.B . Parear y L. Pericot,
defendiendo el primero la existencia de paralelos entre las pinturas de La Valltorta y La Gasulla
con las representaciones de las plaquetas paleolíticas de Parpalló en los mismos años en que
Bosch Gimpera seguía defendiendo la cronología paleolítica del arte levantino (PORCAR, 1964,
pp. 159-164). Por su parte Pericot seguía manteniendo en los años sesenta la cronología paleolítica para las figuras naturalistas de gran tamaño (PERICOT, 1964, pp. 151-156).
Durán i Sampere y Pallarés habían señalado la ausencia de arte esquemático en los barrancos
de La Valltorta en los que sin embargo encontraban evidencias de utilización por parte del
hombre neolítico, dejando planteada intrínsecamente la posibilidad de una cierta relación entre el
arte de la zona y los materiales neolíticos (DURÁN 1 SAMPERE y PALLARÉS, 1915-1920, pp. 453454). Publican materiales de La Rabosa entre los que además de las puntas de flecha de pedúnculo y aletas, otras puntas bifaciales, hojas y geométricos de retoque abrupto, existen las cerámicas lisas.
Una opinión similar expresaba J. Colominas al clasificar los materiales de Cogul, entre los
que existen geométricos y hojitas retocadas (BOSCH GIMPERA y COLOMINAS, 1921-1926, pp.
19-20, figs. 38 y 39).
Las industrias de La Valltorta serían también estudiadas años más tarde por Maluquer
(MALUQUER, 1939, p. 108 y ss.), y M. Almagro dedicó también un trabajo a los problemas cronológicos de esos mismos materiales (ALMAGRO, 1944, pp. 1-38).
2.2.3.1.
Las primeras hipótesis sobre una cronología postpaleolítica
A pesar de que la cronología paleolítica tuvo grandes defensores, que estuvieron muy
influenciados por las tesis de H. Breuil, algunos estudiosos comenzaron muy pronto a plantear
hipótesis sobre una cronología postpaleolítica, apoyándose principalmente en las ideas de F.
Hernández Pacheco (HERNÁNDEZ PACHECO, 1924, pp. 161-173), quien refiriéndose a las pinturas de La Araña había escrito que había que encuadrar ese arte "en el largo período de los
tiempos mesolíticos" (HERNÁNDEZ PACHECO, 1924, p. 161). Años antes Cabré había planteado
ya en 1915 las primeras dudas (CABRÉ, 1915, p. 163 y 229), como lo hicieron Durán i Sampere
y Pallarés al estudiar, como lo hizo él primero, las pinturas de La Valltorta (DURÁN 1 SAMPERE
y PALLARÉS, 1915-20). Cabré planteó además unos años después que el inicio del arte levantino
se dio "en el tiempo que media entre el paleolítico y el neolítico" (CABRÉ, 1925, p. 229).
Las características que separan al "Arte del Levante Peninsular" del paleolítico habían sido
observadas claramente por Hernández Pacheco en 1918, y aunque como en otros. casos todas ellas
son aceptadas en la actualidad, hay que reconocer el sentido de aquellas hipótesis. Hacía referencia a cuestiones que se valorarían años más tarde: importancia de la figura humana y grandes
diferencias con los escasos antropomorfos cantábricos, representación de escenas frente al modo
aislado en que aparecen preferentemente los animales en el arte cantábrico, y el aspecto conmemorativo de las escenas. Además de esto valora como vimos las superposiciones, defendiendo la
mayor antigüedad de los animales aislados respecto a las escenas complejas (HERNÁNDEZ
PACHECO, 1918, pp. 17-24).
Años más tarde, en trabajos posteriores mantenía algunos de sus análisis sobre las características del Arte del Levante Español e incorporaba otros nuevos, señalando otras características:
-91-
[page-n-92]
8
A. SEBASTIÁN
tintas planas, tendencia a la estilización, al movimiento y al impresionismo, presencia en covachas
y abrigos al aire libre, ausencia de fauna cuaternaria, tamaño pequeño en muchas figuras, predominio de las tintas planas, figuras humanas de variado concepto que va desde lo más proporcionado a lo más tosco y con un carácter sintético generalizado; posición de las cuernas y pezuñas
(perspectiva torcida), expresión armónica del movimiento y de la ligereza de los cuerpos de los
personajes (HERNÁNDEZ PACHECO, 1924, pp. 129-157). Insistiría sobre las superposiciones pictóricas y la fauna representada, ya que fueron sus principales puntos de apoyo para la defensa de
su idea, acerca de la cronología postpaleolítica de las pinturas levantinas. A partir de su estudio
realizó su primera sistematización en 1924 (HERNÁNDEZ PACHECO, 1924, pp. 158-163).
El trabajo realizado por Parear, Obermaier y Breuil sobre Cueva Remigia fue uno de los más
importantes publicados en los años treinta, aunque su título poco tiene que ver con su contenido:
"Excavaciones en la Cueva Remigia (Castellón)" (PORCAR, OBERMAIER y BREUIL, 1935), ya
que lo que se estudia es el contenido pictórico desde distintos puntos de vista, y supuso un intento
riguroso de documentación de gran valor científico. Obermaier era consciente de esto y dejó testimonio de su valoración del trabajo de Parear, así como del de documentación fotográfica.
Aun así, la documentación gráfica de Cueva Remigia ha sido controvertida, dado que la mentalidad de Parear, como pintor, le llevó a completar la imagen de algunas figuras; pero no habría
que dejar de valorar que, precisamente porque era pintor, fue el primero que intuyó la posibilidad
de analizar las perspectivas, los movimientos de las figuras y las relaciones entre distintos personajes, más seriamente de lo que se había hecho hasta aquel momento (PORCAR, en PORCAR, OBERMAIER y BREUIL, 1935, pp. 61-87). Ese mismo interés es el que anteriormente le había impulsado
a escribir algún artículo de interés desigual sobre pinturas que él dio a conocer (PORCAR, 1934,
pp. 343-347). Su trabajo mejoró sin duda bajo la dirección de Obermaier en Cueva Remigia.
Parear planteó en aquellos análisis que algunas de las más extrañas figuras de los paneles
debían ser posteriores a las figuras más naturalistas (PORCAR, 1953, pp. 53-57). Algunos de sus
comentarios tienen una lógica sencilla y sorprendente. En su opinión estos lugares de funcionalidad cinegética dejarían .de tener uso en el momento que los poblados, necrópolis y otro tipo de
vida ocuparon la zona, por lo que las pinturas de mayor calidad se deben en su opinión a los períodos anteriores; atribuyendo algunas de las pinturas más torpes y menos característicamente
levantinas a un mundo pastoril que ya no guarda relación con el de los cazadores que pintaron
las figuras de mejor calidad.
Después de esos años la investigación sufrió las consecuencias de una guerra civil, así como
las de la segunda guerra mundial, lo que produjo una ralentización de los estudios sobre estos
temas. Las discusiones científicas asociadas a ellos serían reanudadas años más tarde, cuando una
cierta calma permitió que la vida universitaria, aunque resentida, pudiera intentar recobrar unos
cauces más normales que los vividos al final de los años treinta.
2.2.4.
Los trabajos más significativos de los años cuarenta y cincuenta: Martínez SantaOlalla, Almagro, Beltrán y Ripoll
Los años cuarenta y cincuenta tuvieron como principales impulsores de estos estudios a J.
Martínez Santa-Olalla (MARTÍNEZ SANTA-OLALLA, 1946) y M. Almagro Basch (ALMAGRO
BASCH, 1946, pp. 443-485; 1947, pp. 65-89; 1952a, pp. 1-89 y 1952b).
-92-
[page-n-93]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
2.2.4.1.
9
Martínez Santa-Ola/la
En el "Esquema Paletnológico de la Península Hispánica" dejó claramente defmidas sus
ideas sobre las pinturas. En su capítulo V: "Mesolítico o Neolítico Antiguo", decía: "En este neolítico antiguo, y como debido al pueblo de cultura microlítica de facies tardenoisiense es donde
hay que situar el arte rupestre impresionista del Levante de España, sin precedentes claros, que
posiblemente esté influenciado por ideas paleolíticas, pero que en su evolución está perfectamente establecido hasta llegar a la edad de bronce, en que tiene sus últimas consecuencias, sincronizándose en parte con culturas del neolítico reciente, que tienen otro carácter, o bien influyendo y mezclándose con ellas en lo que tienen de elementos artísticos e industriales líticos.
Estas pinturas rupestres neolíticas demuestran una organización social de cazadores a
quienes el pastoreo y ganadería no es desconocida y que por su inferioridad social se ven arrinconados y confinados a las zonas montañosas por las culturas del neolítico reciente, que introducen la agricultura y, al fin, el laboreo de los metales (MARTÍNEZ SANTA-OLALLA, 1946, p. 49).
2.2.4.2.
Almagro
Almagro ya se había inclinado por unas teorías distintas a las que habían sido dominantes,
en las publicaciones mencionadas de 1946 y 1947 apoyándose para ello principalmente en la opinión de Hemández Pacheco al que no siempre menciona (HERNÁNDEZ PACHECO, 1924). En su
trabajo arqueológico sobre Albarracín se lee: "Nuestras recientes excavaciones en los abrigos con
pinturas de Albarracín y nuestro estudio de los hallazgos de Cogul y La Valltorta, nos han proporcionado una industria plenamente epipaleolítica, hallada al pie mismo de las pinturas, a veces
en las mismas covachas y abrigos donde estas se pintaron. Así, argumentos arqueológicos se unen
a otros estilísticos, y no olvidemos el ambiente de las escenas creadas por estos artistas levantinos, tan completamente diferentes a cuanto refleja el arte paleolítico franco-español"
(ALMAGRO, 1946, p. 480).
Lástima que no podamos contar con la publicación de esas excavaciones y sólo nos hayan
llegado comentarios que evidenciaban la existencia de yacimientos en varios lugares. Haciendo
referencia a Cocinilla del Obispo (Albarracín) nos escribía: " ... al pie de estas creaciones, al
parecer las más antiguas del arte levantino, hemos hallado en 1943 un yacimiento arqueológico
cuya cronología epipaleolítica es más que probable. Se trata de finísimos sílex, de ésos que se
denominan genéricamente con el nombre de rnicrolitos. Las formas de medias lunas muy finamente retocadas son en ellos las más características; las hallamos también en otros yacimientos
próximos, con pinturas de este estilo" (ALMAGRO, 1947, p. 77).
En 1949 publicó uno de los abrigos más peculiares de Albarracín (ALMAGRO, 1949, pp. 91116), al que da el nombre de su mujer: "Abrigo de Doña Clotilde", que fue uno de los últimos en
descubrirse en esos años en Albarracín. En el estudio de Doña Clotilde publicó los materiales que
le proporcionó ese yacimiento (hojas, raspadores unguiformes, geométricos, microburiles, etc.) y
que en su opinión se relacionaban con las pinturas; y les adjudicó una cronología muy amplia:
" ... no dudamos en relacionar las pinturas rupestres con esta industria sobre todo al comprobar
que en todos los abrigos de Albarracín, más en Cogul, La Valltorta, Calapatá, Alacón, etc., se
hallaba siempre una industria lítica parecida, cuya cronología epipaleolítica y hasta contempo-93-
[page-n-94]
10
A. SEBASTIÁN
ránea a culturas neolíticas y con metalurgia en la Península, nos parece indudable" (ALMAGRO,
1949, p. 115).
"Aquí las medias lunas son más bellas y abundantes, y de un tipo más evolucionado, que al
parecer permite establecer estrechos paralelos con piezas del Eneolítico y comienzos de la Edad
de Bronce de la región catalana".
"Este completo conjunto artístico de Albarracín, con sus abrigos pintados y sus industrias
líticas, apunta, a nuestro juicio, la solución del problema concerniente a la época y significación
de todo el arte levantino. Su edad epi paleolítica parece indiscutible . .. ".
En las líneas siguientes a estos párrafos de tan interesante contenido de información arqueológica que pudo haber sido fundamental para la investigación, hace referencia al origen capsiense de estas culturas, sobre el que ni siquiera entraremos, dado que en el momento actual son
temas que la investigación ya no considera.
En su trabajo sobre Cogul (ALMAGRO, 1952a), Almagro realizaba en los primeros años de
la década de los cincuenta una revisión sobre el estado de la cuestión sobre el arte levantino, y
defendía más claramente su postura en relación con la cronología postpaleolítica de esas pinturas,
esbozada en anteriores trabajos, basándose entre otras cosas, como ya anteriormente habían
hecho otros autores, en el análisis de la fauna (ALMAGRO, 1952a, pp. 49-82).
Seguía manteniendo las teorías planteadas por Hernández Pacheco, extrayendo conclusiones
derivadas de algunos materiales líticos hallados, como ya había hecho en los trabajos mencionados de 1946 y 1947. Critica la subjetividad de las reproducciones de H. Breuil, quien había
publicado en varias ocasiones diferentes representaciones de una misma figura, generalmente
animales, muchos de los cuales eran en opinión de Breuil de cronología paleolítica. Este hecho
es sin embargo, como todos sabemos, un tema delicado, y podemos decir después de haber revisado la mayor parte de las publicaciones sobre arte levantino que casi nadie escaparía a la crítica
de trabajar con mayor o menor subjetivismo sus calcos o sus reproducciones de imágenes y,
desde luego, las de M. Almagro son frecuentemente muy discutibles (ALMAGRO, 1952a, pp. 5663).
La objetividad en la reproducción de las pinturas es un honrado intento, en el que actualmente estamos empeñados la mayoría de los estudiosos de arte rupestre, conscientes de las dificultades que plantean. El empleo de métodos indirectos cuyo uso ha parecido más aconsejable:
proyecciones de diapositivas de alta calidad, fotogrametrías, etc., no aseguran una mayor objetividad, especialmente si finalmente se traslada la información gráfica a otro soporte. De hecho
Lorblanchet señaló hace algunos años la importancia que sigue manteniendo una documentación
adecuada, especialmente el calco, a pesar de la carga de subjetivismo que cada interpretación gráfica pueda llevar (LORBLANCHET, 1988, p. 257) y recuerda que: "Une figuration non relevée est
un vestige non exhumé" (LORBLANCHET, 1984).
En el trabajo que Almagro realizó sobre Cogul seguía mostrando su desacuerdo con H.
Breuil y Obermaier, sobre cuestiones relacionadas con las perspectivas utilizadas para la ejecución de los cuernos y de las pezuñas de los animales, ya que en su opinión son homogéneas en
el arte paleolítico y el levantino, no por pertenecer al mismo período, sino por ser fruto de un arte
primitivo que encuentra en esas vías las mejores soluciones a sus problemas de representación
(ALMAGRO, 1952, pp. 63-68).
En su apartado "Las analogías sobre ciertas composiciones de escenas del arte rupestre
paleolítico y el levantino", casi todos los ejemplos de composiciones paleolíticas que mencionaba
-94-
[page-n-95]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
11
son conflictivos y difícilmente aceptables como escenas. Los problemas surgen incluso con el
ejemplo que más valora: la del pozo de Lascaux, que, como es sabido, presenta graves problemas,
ya que el conjunto de ese pozo es muy peculiar y no se ha estudiado al parecer suficientemente
la relación entre sus figuras.
Por un lado los conceptos manejados evidencian las tremendas diferencias existentes entre
el bisonte y la figura con cabeza de pájaro; por otro no hay que olvidar que no existe en el arte
paleolítico francés ni en el español ningún paralelo conceptual ni formal con ese personaje del
que se dice que parece que es derribado por el bisonte, ni con el trazo en cuya parte superior
existe un ave. Todo parece indicar que no es fácil aceptar ese conjunto como la composición más
conocida e importante del arte paleolítico.
Podría plantarse, y me disculpo de antemano al no ser especialista en arte paleolítico, que el
conjunto fuera realizado en varios momentos, siendo posiblemente la presencia y la postura del
bisonte las que sugirieran a otro pintor de un período indeterminado la incorporación de las otras
figuras. Es algo que hemos analizado como fenómeno respecto al arte levantino (SEBASTIÁN,
1986-87, pp. 377-397) y que podría responder a un concepto similar.
De todos los conjuntos citados como composiciones en el trabajo de Almagro, los más interesantes son en mi opinión los renos de Teyjat y los caballos de Chaffaud, además de las sorprendentes agrupaciones de ciervos y caballos de Lascaux. Los de Teyjat y Chaffaud muestran una de
las soluciones más inteligentes de todo el arte paleolítico y podrían ser la representación de una
manada (ALMAGRO, 1952a, figs. 42 y 44), y en cualquier caso son unos de los ejemplos que se
encuentran más próximos a una verdadera composición. Su sentido narrativo y su capacidad de
expresión muestran que son fruto de un artista con un comportamiento pictórico muy evolucionado.
2.2.4.3.
Un trabajo en común de algunos de los autores que marcaron una época: Almagro,
Beltrán y Ripoll
En su trabajo realizado en 1956 sobre las pinturas del Bajo Aragón (ALMAGRO, BELTRÁN y
RIPOLL, 1956) documentaron de un modo simplificado los conjuntos conocidos hasta aquel momento
en esa zona. "La Prehistoria del Bajo Aragón" de Almagro, Beltrán y Ripoll (1956) presenta además
algunos de los materiales líticos encontrados en determinados abrigos y en algunas zonas. próximas.
Además señalaron la falta de yacimientos paleolíticos en la zona. De este trabajo se realizó también
una tirada aparte del capítulo en el que Almagro estudiaba las pinturas (ALMAGRO, 1956).
Ripoll recorrió los supuestos yacimientos paleolíticos mencionados en antiguas publicaciones, especialmente los recogidos por V. ·Bardaviu, muchos de cuyos materiales se encontraban
en el Museo de Zaragoza, así como los mencionados por Obermaier y Bosch Gimpera (RIPOLL,
1956, pp. 7-13), a partir de lo cual confirmaba que no existían datos para hablar con rigor científico, ni de los yacimientos, ni de los materiales supuestamente paleolíticos a los que se refirieron unos y otros. Como siempre, lamentamos que no se publicaran las excavaciones a las que
aluden (RIPOLL, en ALMAGRO, BELTRÁN y RIPOLL, 1956, pp. 25-42), ya que el variado material
que se reproduce en el mencionado trabajo de Almagro, Beltrán y Ripoll es poco definitorio.
Años más tarde la zona ha proporcionado en distintos momentos algunos materiales paleolíticos,
que son indicativos de las ocupaciones de dicho período en la zona del Bajo Aragón (UTRILLA,
1990, pp. 32-33).
-95-
[page-n-96]
12
A. SEBASTIÁN
La mayoría de las pinturas del Bajo Aragón que publicaron Ripoll, Beltrán y Almagro ya lo
habían sido calcadas por T. Ortega, al parecer por encargo de Almagro. Los resultados del trabajo de Ortega no fueron todo lo correctos que cabía esperar, por lo que las reprodujeron de
nuevo sin mejorarlas de modo notable (ALMAGRO, en ALMAGRO, BELTRÁN y RIPOLL, 1956, pp.
43-90 y figs. 26 a 59).
2.2.5.
2.2.5.1.
Los años sesenta. Symposium de Waartenstein: la reafirmación de una cronología.
Nuevos descubrimientos. Nuevas publicaciones
EL Symposium de Waartenstein
A partir de los años sesenta los trabajos sobre arte levantino se multiplicaron, dado que
muchos hallazgos se produjeron en esas fechas. Muchos años habían pasado entre los primeros
yacimientos y este Symposium de Waartenstein (1960). En él participaron los autores que
entonces trabajaban más intensamente sobre estos temas, y fue a partir de ese momento cuando
la hipótesis de la cronología postpaleolítica, planteada como ya vimos por otros autores con
anterioridad, se impuso sobre las demás y fue aceptada por la mayor parte de la comunidad científica. Dicha teoría fue defendida de nuevo en aquel momento en algún trabajo como en los de
Almagro (ALMAGRO, 1964, pp. 167-173) y Ripoll (RIPOLL, 1964, pp. 83-98). Almagro mantuvo
sin aportar novedades teóricas esenciales que: " . . .lo lógico es hacerlo derivar del arte rupestre
perigordiense mediterráneo, que en España representa una cultura esencial que no desapareció
del todo a lo largo del Paleolítico superior en extensas regiones de la Península y que fue la base
de nuestra población preistórica" " ... mas la personalidad de esta provincia artística creemos que
se ha formado en época mucho más moderna, postpaleolítica, a lo largo del epipaleolítico e
incluso ha durado hasta los tiempos de las culturas colonizadoras agrícolas y metalúrgicas, a las
cuales corresponde ya el arte esquemático .. ." (ALMAGRO, 1964, p. 108). A lo anterior añadía:
"Este arte rupestre esquemático nos parece seguro que convivió en algunas comarcas, al menos
durante cierto tiempo, con el arte naturalista que habían conservado los retrasados pueblos cazadores de las regiones montañosas del levante español" (ALMAGRO, 1964, pp. 108-109).
Mientras tanto Parear (PORCAR, 1964, pp. 159-164), Lantier (LANTIER, 1964, pp. 145-149)
y Bosch Gimpera (BOSCH GIMPERA, 1964, pp. 125-129), seguían manteniendo, como siempre
habían hecho, una cronología más antigua. Según Parear y Bosch Gimpera existían paralelos
entre algunas figuras levantinas y el arte mueble paleolítico de la Cueva de Parpalló, datando el
segundo a las escenas más características de "batallas" no mucho más tarde: "The classic phases
with hunting and battle scenes, cannot be dated much later ... " (BOSCH GIMPERA, 1964, pp. 126).
A esto añadía: "I still belíeve that Obermaier and Wernert were right when they insisted on
the Paleotíthic hunter milieu as the apropiate frame for the hunting scenes of the Levantine art"
(BOSCH GIMPERA, 1964, p. 127).
La aportación de H. Breuil al mencionado symposium no se publicó, pero sin embargo aparece en las actas de dicho symposium la correspondencia mantenida dos meses antes entre el
Abate Breuil, Pericot y Ripoll (SYMPOSIUM DE WAARTENSTEIN, 1964, pp. 255-262). En ella
defendía Breuil que el arte levantino tiene su mejor representación en los hallazgos más septentrionales y una tendencia degenerativa hacia el sur. Mantenía también su cronología en torno a
-96-
[page-n-97]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
13
siete u ocho mil años a.C. y aseguraba que no observa que exista ninguna prueba que reflejara la
existencia de la vida agrícola o pastoril: "Cornrne on a maintenant tendance a rejeter la fin du
Magdalénien franfaise jusqu'a peut etre sept a huit mille ans, je ne vois pas d'inconvenient a la
faire aussi, pour una partie du Levant, mais il n'y a aucune preuve, dans l'art de Levante, de vie
agricole ou pastorale, ni d'animal domestique, meme le chien, sauf dans les toutes demieres couches (Neo) de Minateda (BREUIL, 1964, p. 256). Mantenía también su cronología la existencia de
fauna paleolítica en los paneles levantinos de Cogul, Tormón, Minateda y La Gasulla (BREUIL,
1964, p. 256). Sus opiniones fueron contestadas por Pericot y Ripoll, quienes defendieron una
cronología más reciente, en el Mesolítico o el Neolítico arcaico, con escenas cerámicas y utillaje
lítico pobre y geométrico (PERICOT y RIPOLL, 1964, p. 260).
H. Breuilles contestó a Pericot y Ripoll diciéndoles que sus posturas no estaban tan alejadas,
e incluía entonces el Mesolítico como posible fecha de las pinturas, lo que realmente parecía un
acercamiento a las nuevas teorías: "El arte levantino típico se desarrolló del Norte al Sur del
Levante, bajo una influencia de un arte gravetiense adelantado -paralelamente a los varios
niveles de Parpalló--- y acaso algo después, en el Mesolítico, coincidiendo algo con el arte esquemático en sus últimas manifestaciones (series de Breuil de Minateda, dos o tres últimas). Así,
creo el arte levantino paralelo a la tercera facies del Paleolítico superior occidental incluyendo
todo el Magdaleniense y probablemente algo más tarde" (BREUIL, 1964, p. 261).
Respecto a la postura sobre la nula existencia de alguna fauna atribuida generalmente al
Paleolítico, H. Breuil replicaba en la misma carta que, alguna de esa fauna vivía todavía en el sur
de Francia en el Aziliense y siguieron haciéndolo hasta la Edad Media, puntualizando que eta
necesario conocer el Mesolítico regional, así como su fauna e industria, pues mientras tanto no
se podía decir, en su opinión, que los alces, el gamo, los grandes felinos y unos dudosos saigas,
así como el bisonte, habían desaparecido en un período determinado (BREUIL, 1964, p. 261).
2.2.5.2.
Una publicación de síntesis. Cuatro años más tarde, en 1968, saldría a.[a luz el conocido trabajo de Beltrán: "Arte Rupestre Levantino"
En esta publicación se encuentra una breve síntesis de teorías, pero se centró principalmente
en la descripción (no siempre correcta) de los contenidos de los abrigos levantinos. En ella
defendió que la cronología de estas pinturas abarcaría desde el6.000 a.C., con una tradición auriñaco-perigordiense, hasta el1.200 a.C. (Pleno Bronce), justificando esta última por la existencia
del polémico y cronológicamente impreciso "Jinete de la Gasulla". Defendía, como reiteradamente habían hecho otros autores, las raíces del arte levantino en viejas ideas paleolíticas, a las
que aportaban un aire original y autóctono completamente nuevo (BELTRÁN, 1968). Más tarde
amplió ese trabajo manteniendo la misma línea de recopilación y divulgación, incorporando los
nuevos descubrimientos de la siguiente década (BELTRÁN, 1968-1978).
2.2.5.3.
Jordá
Por su parte Jordá siempre mantuvo que la cronología del arte levantino era más reciente y
mantuvo que las pinturas levantinas eran fruto de gentes de una economía agrícola y ganadera,
-97-
[page-n-98]
A. SEBASTIÁN
14
como años antes lo había defendido Martínez Santa-Olalla (MARTÍNEZ SANTA-OLALLA, 1946, p.
49 y 50). Defendió la influencia oriental entre los períodos que ocupan el Bronce I al Bronce m y
apoyó sus hipótesis sobre cronología e influencias en análisis de carácter etnológico y socio-cultural que fueron pioneros. Aunque sus hipótesis y conclusiones sobre la cultura material representada son en algunos casos muy polémicos, hay que reconocerles todo el mérito de ser las primeras
en esa línea (JORDÁ, 1970-71, pp. 35-72; 1971, pp. 241-248; 1974, pp. 209-223; 1975a, pp. 219226; 1975b, pp. 7-9; 1975c, pp. 159-183).
2.2.5.4.
Ripoll
En esos mismos años se publicaron las monografías con las pinturas de los alrededores de
Santolea y de El Cingle de La Gasulla (RIPOLL, 1961, 1963 y 1968). Las dos zonas son importantes
para el conocimiento de dos de las áreas con mayores claves para el conocimiento del arte levantino. En esos mismos años se ocupó de otros lugares, publicando las problemáticas figuras de La
Moleta de Cartagena, de cronología muy discutida y lamentablemente destruidas poco después de
su publicación. Según la documentación de Ripoll eran un toro y un supuesto arquero que su autor
atribuía al ciclo auriñaco-perigordiense y a una fase muy antigua del arte levantino respectivamente
(RIPOLL, 1964, pp. 2-6).
Otro de sus intereses fue intentar aclarar el panorama de la distribución geográfica de las pinturas levantinas y esquemáticas. Establecía que la ubicación del arte levantino es coincidente con
el de los yacimientos del Neolítico cardial (RIPOLL PERELLÓ, 1968, pp. 181-185). Su preocupación por los problemas cronológicos seguiría reflejándose años más tarde en otros trabajos
(RIPOLL, 1970b, pp. 57-67).
2.2.6.
Los años setenta. Nuevos enfoques. Algunas relaciones entre el arte rupestre
levantino y la arqueología
En estos años se agudiza la preocupación por la falta de conexión real entre el arte rupestre
levantino y la cultura material que le acompañó. Todo ello produjo una bibliografía considerable y muchos problemas teóricos de reajuste y ordenación de los datos con los que se
contaba.
2.2.6.1.
Algunos trabajos de J. Fortea
Nos han interesado principalmente aquellos trabajos dedicados al estudio de las industrias
que se asociaban de algún modo con las pinturas. Para ello rastreó en materiales y publicaciones
y llegó a realizar algunas asociaciones de gran interés (PORTEA, 1973, pp. 393-406; 1974,
pp. 225-257 y 1975, pp. 185-197), aunque, desgraciadamente, no pudo contar para ello con materiales bien documentados que fueran fruto de excavaciones bien publicadas, en las que se pudiera
revisar todo el material extraído y su adscripción precisa a estratos concretos bien estudiados y
fechados. Uno de sus principales trabajos, el primero de los citados, supuso un avance en el
-98-
[page-n-99]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
15
estudio del Epipaleolítico de nuestro territorio peninsular así como una aproximación a las relaciones existentes entre el arte levantino y los yacimientos de dicho período.
Sin embargo en otro trabajo (FORTEA, 1974, pp. 225-257) comenzaba diciendo que: "La cualidad y valoración global que hoy pueden darse a los diversos conjuntos epipaleolíticos conservados, nos forzó a realizar un primer intento de aproximación desde los planos tipológico y estratigráfico. Pero si tipología y estratigrafía pudieron ser un día algo especial en la Prehistoria,
actualmente sólo son una parte, importante, pero no la más por sus muchos peligros" (FORTEA,
1974, pp. 226-227), planteamiento de difícil aceptación, especialmente cuando se refiere a la
estratigrafía como un método peligroso ya que los profesionales sabemos que el problema está
siempre en el excavador, en su método, en la capacidad de análisis de su estratigrafía y de sus
materiales, es decir, en su buen hacer como arqueólogo.
Algunas de las conclusiones a las que llegaba tras analizar los materiales asociados de algún
modo a representaciones levantinas, están hoy pendientes de revisión, dado que existen en la
actualidad varios y significativos yacimientos de cronología epipaleolítica asociados directamente o situados muy próximos a lugares con arte levantino, especialmente en el Bajo Aragón,
como Botiquería dels Moros, Costalena, El Pontet, Els Secaos y el Abrigo de Ángel, este último
con pinturas naturalistas de distintas fases y con fechas de C-14 que encuadran una de sus fases
en un epipaleolítico geométrico final.
Es difícil mantener lo que se planteaba en 1974, especialmente, cuando el estudio está realizado sobre lo que al parecer sólo es una parte del material descontextualizado. Portea propuso la
fecha del5 .000 b.c. como "gozne" entre el arte lineal geométrico y el levantino, basándose en las
superposiciones de figuras naturalistas sobre los conocidos zig-zag de Cantos de La Visera, La
Araña y La Sarga; y la relación de algunos de estos diseños con los de las plaquetas de Cocina ll
(como ya había apuntado A. Beltrán (BELTRÁN, 1968, p. 67), así como con las de Rates Penaes
y Pilador. Parece que en la actualidad está comúnmente aceptado que esas representaciones
pueden identificarse con el arte macroesquemático (HERNÁNDEZ, 1983, pp. 63-75).
Más tarde se especularía con los paralelos entre ese arte macroesquemático, en el que existen
figuras humanas, y algunas decoraciones de la cerámica cardial de la Cova de l'Or, ya que en esas
cerámicas aparecen algunas extrañas figuras que en algún caso guardan gran semejanza con esas
representaciones, lo que no sucedía en las plaquetas de Cocina II, Rates Penaes o La Sarsa, donde
la figura humana es al parecer inexistente. Quizá no habría que olvidar que tampoco se habla de
la existencia de figuras humanas en las pinturas murales reticuladas y en zig-zag de Cantos de La
Visera, La Sarga y La Araña.
J. Portea continuó investigando sobre estos temas en otros trabajos, y uno de ellos tuvo también una gran repercusión (FORTEA, 1975, pp. 185-197). Otro, es quizá menos conocido, pero
desde nuestro punto de vista tiene un gran interés por los problemas que plantea (FORTEA, 1976,
pp. 121-131), concretamente respecto a las pinturas de Cocina y sus problemas derivados a los
que nos referiremos. Según este autor, el conjunto allí existente: "Lo forman unas pocas líneas,
quebradas, y vagamente trapezoidales, de color rojo claro, una mancha del mismo color y un
trozo de color rojo oscuro amoratado. Pero la pobreza de las pinturas se compensa ampliamente
por tres hechos: en primer lugar, allí no hay nada de arte levantino; en segundo lugar, según
pudimos comprobar personalmente in si tu y según se anota repetidamente en los diarios 'de excavaciones de L. Pericot, las pinturas de Cocina estuvieron tapadas por el nivel cerámico del yacimiento; en tercer lugar, La Cocina conoció en sus niveles no cerámicos un episodio artístico
mobiliar expresado en plaquetas calizas y grabadas con un estilo lineal geométrico.
-99-
[page-n-100]
16
A. SEBASTIÁN
Así pues, tendríamos el caso de que las pinturas más viejas de La Araña, La Sarga y Cantos
de la Visera serían unos signos abstractos que englobaríamos, junto con las pinturas parietales de
La Cocina, en un horizonte artístico lineal geométrico (quede bien entendido que para proceder
así nos fijamos fundamentalmente en el concepto estilístico, y no en la pura y exacta analogía
formal). Pero es que, además, este arte se encuentra por debajo de algunas figuras naturalistas
pertenecientes a las fases más antiguas de las actuales clasificaciones para el arte levantino»
(FORTEA, 1976, p. 125).
En el mismo trabajo citado Portea publica un calco de las pinturas parietales de Cocina
(FORTEA, 1976, fig. 4), en el que se puede apreciar que una de esas figuras al menos podría clasificarse como naturalista y levantina, aunque no haya sido reconocida como tal hasta ahora. Nos
referimos a la figura de un cuadrúpedo (posible cuadrúpedo, sin número), situado en el nivel inferior y en el extremo izquierdo de las pinturas. Aunque es difícil asegurarlo no habiendo visitado
este yacimiento, podría haberse representado también alguna figura humana, pues algunos de los
trazos situados en la parte superior de este calco y a la derecha del cuadrúpedo citado podrían ser
restos de personajes.
Otro dato de gran interés es que estas pinturas estaban cubiertas por niveles cerámicos.
Suponemos que el cuadrúpedo sin número al que hemos aludido, dada su situación en el nivel
inferior de ese panel, tal como figura en el calco, fue una de las pinturas cubiertas por los niveles
cerámicos de Cocina y por lo tanto anterior a estos niveles. Siguiendo las palabras de Portea:
" ... el hecho de que La Cocina fuera cubierto por los niveles cerámicos de la cueva nos proporciona un precioso testimonio ante quem, pues nos indica que las pinturas debieron ser realizadas
en algún momento de la ocupación epipaleolítica de la cueva, tanto en su sentido cronológico
como cultural" (FORTEA, 1976, p. 125). De todo ello se desprende una aparente relación epipaleolítico-arte naturalista levantino, que sin duda debiera revisarse, dado que el dato es de gran
importancia para el estudio de la cronología y la evolución del arte que estudiamos.
En relación con las plaquetas de Cocina II, señala Portea que corresponden al nivel 6, el cual
es inmediatamente precardial y sin solución de continuidad con el nivel 5, el cual contiene ya
cerámicas cardiales. Ese nivel 6, como indica el autor, se encontraba sin embargo separado de los
niveles 8 al 10 por un hiatus (nivel 7). No existe ninguna cronología absoluta, pero está identificado por el autor, quien afirma que: "la cronología de las plaquetas es inmediatamente precardial" (FORTEA, 1975, p. 189). Portea incluye a ese nivel6 dentro de lo que él consideró Cocina
II, a pesar del hiatus, por lo tanto epipaleolítico geométrico (FORTEA, 1971).
En el mismo trabajo hace referencia a las industrias con origen en algunos de los abrigos con
pinturas, cuyos materiales ya había estudiado en su tesis doctoral; y señala que "los conjuntos
líticos de componente geométrico" de Cogul, Valltorta, Cocinilla del Obispo, Doña Clotilde y
Cocina no pueden ser anteriores a la recepción del Neolítico y que " .. .su cultura es epipaleolítica, pero en vías de aculturación; su cronología sobradamente cerámica".
Los "conjuntos líticos de componente no geométrico" de Alacón, El Pudial, Val del Charco,
Calapatá, Caídas del Salbime y Els Secans, todos ellos del Bajo Aragón, más los de Albarracín
(El Prado del Navazo y Las Balsillas), seguían ofreciendo en su opinión "una clara tipología no
epipaleolítica ... ", aunque añade que sus materiales " ...obligan a no poder fecharlos antes del
Neolítico como data más antigua".
"Pero subsiste el problema de si no representan una tradición epipaleolítica en vías de aculturación, que discurriera sincrónicamente al Neolítico y Eneolítico en otros lugares'' (FORTEA,
1975, p. 192).
-100-
[page-n-101]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
17
No insistiremos más aquí sobre los problemas que plantean los materiales de esos lugares
cuya metodología de excavación y documentación adicional no está publicada; ni sobre lo resbaladizo que puede ser intentar extraer conclusiones en dichas circunstancias.
Los hallazgos y los estudios de la zona del Bajo Aragón continuaron y, en contra de lo que
pensaba Portea en aquel momento (FORTEA, 1975, p. 193), no sólo los yacimientos de Pabara
(El Serdá y El Sol de la Piñera) proporcionaron materiales epi paleolíticos, como ya dijimos anteriormente, sino que en el "Bajo Aragón" se están encontrando los yacimientos con niveles epipaleolíticos mejor documentados.
Lo analizado respecto a Cocina y a estos últimos yacimientos debía llevarnos a intentar
potenciar las excavaciones en abrigos con pinturas, y la revisión estratigráfica, siempre que existiera la posibilidad, de todos aquellos a los que pertenecen las industrias extraídas en otros
momentos, especialmente los incluidos por Portea en los trabajos mencionados.
2.2.6.2.
La Sarga
En esos mismos años se publicaron otros importantes conjuntos de pinturas, como La Sarga,
estudiado por A. Beltrán (BELTRÁN, 1974), que es citado constantemente en las publicaciones de
los años 70 y 80, dado que sirve, junto a Cantos de la Visera y La Araña, para que algunos autores
apoyen más tarde sus tesis sobre cuestiones evolutivas.
Debajo de algunas de sus figuras naturalistas, como sucedía en Cantos de la Visera y La
Araña, entre otros, aparecían unos trazos en zig-zag que serían identificados como arte macroesquemático en los años ochenta. Aunque estos abrigos se encuentran al sur del Júcar y fuera de la
zona que ahora nos ocupa, nos referiremos puntualmente a ellos, dada su conexión con un tema
que parece importante para el estudio de aspectos concretos del arte levantino y su evolución.
2.2.6.3.
Algunos análisis de carácter arqueo-etnológico
También se publican en los años setenta un conjunto de trabajos innovadores de F. Jordá que
analiza gran parte del contenido antropológico de las pinturas, intentando llegar a la comprensión de sus aspectos religiosos, rituales, de organización social, jerárquica, etc. (JORDÁ, 197071, 1971, 1974, 1975a, 1975b, 1975c, 1976).
Algunas hipótesis sobre las representaciones de los objetos diversos que llevan las figuras
(puntas de flecha, bastones de cavar, adornos de los personajes, etc.), nos impulsaron en su día
al estudio de la cultura material representada en las pinturas, lo que finalmente se convirtió en
nuestra Memoria de Licenciatura (inédita), defendida en 1986, cuyo título: "Adornos, atributos,
vestidos y objetos relacionados con las figuras humanas del arte levantino" (SEBASTIÁN, 1986)
ya muestra que nuestra investigación estaba influenciada por la que había realizado diez años
antes F. Jordá, aunque no compartiéramos generalmente sus teorías. Sus trabajos supusieron un
enfoque innovador que no olvida el problema de la cronología, pero se mostraba más interesado
por comprender los aspectos más vitales de los personajes representados y de su cultura.
Cuando Jordá escribió sobre los bastones de cavar, layas y arados, lo justificó apoyándose
en la opinión generalizada de la existencia de "representaciones propias de pueblos agricultores"
-101-
[page-n-102]
18
A. SEBASTIÁN
(JORDÁ, 1971, p. 241), lo que, en general, iba bien con sus teorías de una cronología muy tardía.
Creemos que hay algunas representaciones tardías que abren serias dudas pero, como veremos
en el análisis del contenido de los abrigos, nada nos permite asegurar veinte años después que
los objetos sobre los que Jordá trabajaba en este artículo fueran realmente layas o arados. En
cuanto a los bastones de cavar, aunque los objetos a los que se refería son de gran interés, la realidad es que no son identificables como tales por el momento.
En otro trabajo analizaba la vida económica representada en las pinturas (JORDÁ, 1974, pp.
209-223) y hacía hincapié en su interpretación como elementos narrativos y descriptivos de la
vida en aquellos momentos. Incidiendo más en la presencia de elementos religiosos (danzas
fálicas, etc.) que en su interpretación como elementos mágicos.
Apoyándose en la significativa cantidad de representaciones de flechas, realiza un atrevido
análisis de difícil aceptación sobre las puntas de varios paneles, defendiendo la presencia de diferentes tipos, analizando sus siluetas.
Las escenas con rituales relacionados con el culto al toro fueron otro tema muy atractivo al
que Jordá dedicó dos trabajos (JORDÁ, 1975b y 1976).
En otro de ellos en los mismos años (JORDÁ, 1975c) planteaba la posibilidad de realizar un
estudio sociológico a través del arte rupestre levantino, aludiendo como siempre a estas pinturas
como "las manifestaciones culturales más interesantes de nuestra Protohistoria" (JORDÁ, 1975c,
p. 159). Planteaba en él cuestiones que siempre nos preocupan a quienes trabajamos en estos
temas: el mayor número de figuras masculinas respecto a las femeninas, la falta de relación entre
la nula participación de las mujeres en la caza y la importancia de su papel social; la mayor o
menor importancia de determinados personajes dentro de los grupos de cazadores o guerreros,
etc.
A partir de ahí analizaba algunas escenas; estudiaba la organización de los guerreros en el
combate en Les Dogues, en el Cingle de la Gasulla, el Roure, etc., lo que era un interesante punto
de arranque, aunque nunca planteó que en la mayor parte de estas escenas hay incorporaciones
de figuras en distintos momentos. Son cuestiones lógicamente derivadas de la falta de requisitos
metodológicos "a priori", para realizar dichos análisis, y son problemas que enlazan con las
líneas por las que transcurría la investigación en aquellos momentos. Destacaríamos sin embargo
el gran interés de algunos planteamientos, como la existencia de una cierta organización social
y una cierta jerarquización entre los personajes, que justificaba apoyándose en esa organización
observable en los grupos, en la presencia de algunos personajes destacados entre ellos como
"jefes" y en las escenas de "ejecución" (JORDÁ, 1975c, pp. 170-171).
Más difícil de demostrar es el significado real de las agrupaciones de figuras que interpretaba como escenas religiosas, lo que hace en este trabajo sólo respecto al conocido grupo de Los
Grajos (JORDÁ, 1975c, pp. 171-172 y fig. 11). Nos dice que la figura femenina por lo general ''se
representa integrada en una escena", lo que no siempre sucede así. Como todos sabemos, extraer
el sentido religioso o mágico de una escena de estas escenas es, cuanto menos, muy arriesgado
y casi siempre indemostrable. Asegurar con una cierta seriedad que determinadas figuras femeninas sean "deas", mujeres dedicadas a actividades agrícolas o danzantes, es prácticamente
imposible en la mayor parte de las ocasiones. El movimiento dado a las figuras nos permite identificarlas como "danzantes" en algún caso, como Cogul y Los Grajos (plasmadas estas últimas
con un concepto artístico muy peculiar); siendo difícil ir más allá por el momento, incluso en
esos abrigos (JORDÁ, 1975c, figs. 11 y 18).
-102-
[page-n-103]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
19
Más adelante, ya en 1980, Jordá publicó un nuevo artículo en el que se centraba especialmente en el estudio de determinados objetos: arcos, posibles objetos metálicos y algunas superposiciones. Algunas de las cuestiones que se planteaba le llevan a hipótesis con las que, como
siempre, intenta demostrar la joven cronología del arte levantino, asociado a la edad de los
metales (JORDÁ, 1980, pp. 87-105).
No dudamos sin embargo que algunas de las siluetas generalmente ignoradas de objetos aislados que aparecen en algunas ocasiones en los abrigos en los que hay pinturas levantinas, sean
reproducciones de objetos bastante extraños que pudieran ser más tardíos, como sucede con los
que porta el jinete del Cingle de la Gasulla, para el que no existe paralelo alguno, y con otros elementos que se analizan en otro trabajo en preparación.
2.2.6.4.
Otras publicaciones en la línea de los trabajos de F. Jordá
Aunque no se. proponían realizar un estudio riguroso de las composiciones, C. Blasco e l.
Molinos recogieron temáticamente algunas de ellas (BLASCO, 1975; MOLINOS, 1975).
Concepción Blasco se ocupó de algunas representaciones en las que sus personajes parecen
estar recolectando. Señala cómo siendo ésta una actividad que los hombres paleolíticos también
efectuarían, sólo en el arte levantino hay personajes realizándola (BLASCO, 1975, p. 49).
Siguiendo a Ripoll señalaba que sus creadores entrarían en contacto con los "productores neolíticos en un momento avanzado del desarrollo de su arte", siendo en sus primeras fases gentes de
economía cazadora y recolectora pertenecientes al Mesolítico (BLASCO, 1975, p. 49).
Indicaba que las escenas de recolección son dudosas en la mayor parte de las ocasiones, pero
nos dice que "existen varios casos de domesticación de animales y de faenas agrarias que,
aunque no muy abundantes, son suficientemente expresivas de la neolitización" (BLASCO, 1975,
p. 50); sin embargo todos los casos citados como escenas de "recolección de miel" son cuanto
menos dudosos y es prácticamente imposible asegurar que los personajes que trepan o se descuelgan por algún elemento sean recolectores de miel.
Estudiaba la recolección de frutos y señalaba en él la novedad de la representación de vegetales en el arte levantino, frente a su inexistencia en el arte paleolítico y la imposibilidad de identificar las especies representadas. En la mayor parte de los casos señalados-no se observan, sin
embargo, claras evidencias de que los personajes recojan vegetales o se dediquen a cualquier tipo
de actividad agrícola (BLASCO, 1975, p. 56).
C. Blasco dedicó un trabajo al estudio de la caza en el arte levantino, donde asegura aparece
en veinticuatro abrigos, aseveración que sin duda anda un poco descaminada (BLASCO, 1974, pp.
29-55), puesto que sólo en la zona estudiada en este trabajo tenemos identificados cuarenta y dos
abrigos en el que este tema aparece representado, a lo que habría que añadirles las veces que este
tema aparece en la zona levantina que continúa desde el Júcar hacia la zona andaluza.
Isabel Molinos por su parte analizó las huellas de animales pintadas en algunos paneles
levantinos, indicando algunos de los casos existentes así como su posible valor mágico. Su opinión sobre la valoración que hace de las huellas cualquier cazador es incuestionable, y el hecho
de que existan huellas que no están asociadas a ningún animal ni a ningún personaje podría permitimos pensar que puede ser indicativo de un cierto pensamiento mágico, que puede no estar
muy alejado del sentido real que tuvo para sus pintores (MOLINOS, 1975, pp. 60-62). En la
-103-
[page-n-104]
20
A. SEBASTIÁN
misma línea de trabajo, I. Molinos publicó otro artículo centrado en el análisis de las composiciones bélicas (MOLINOS, 1986-1987, pp. 295-310).
2.2.6.5.
Nuevos hallazgos en el litoral mediterráneo septentrional
En los años setenta siguieron apareciendo nuevos abrigos con pinturas en la zona septentrional de la franja costera levantina. Se publicó algún importante conjunto, como el de La Pietat
(Ulldecona) (VIÑAS et alii, 1975 y VIÑAS, 1977, pp. 21-43), y se revisan otros conjuntos de la
zona de Castellón (VIÑAS et alii, 1979), que dieron como fruto resultados a veces extraños al arte
levantino, pero de gran interés (VIÑAS et alii, 1979, pp. 97-120).
También se dieron a conocer las pinturas que fueron encontrándose en la zona de Huesca
(BALDELLOU, 1979, pp. 31-37; BELTRÁN y BALDELLOU, 1981, pp. 131-139 y BALDELLOU,
1984-85, pp. 111-137), que aportó muchas novedades, especialmente el hecho de la proximidad
física en algunos barrancos del arte paleolítico, levantino y esquemático, como indicadores de
la continuidad en el uso de la zona. Aunque hay figuras naturalistas, especialmente de animales,
muchas de las figuras humanas de la zona del Río Vero son de difícil clasificación, ya que presentan una marcada tendencia a la tosquedad y a la simplicidad y carecen en la mayoría de los
casos de cualquier paralelo en otras zonas, lo que invita a considerarlo como un fenómeno concreto sin extrapolación posible, como sucede de momento con el "arte macroesquemático".
2.2.7.
2.2. 7.1.
Los años ochenta. Nuevos descubrimientos y algunas revisiones. Nuevos planteamientos
Algunas novedades en la zona de Albacete
La zona de Nerpio (Albacete) y Moratalla (Murcia) presentó novedades de variado interés.
La primera había sido estudiada en parte con anterioridad (SÁNCHEZ CARRTI.,ERO, 1956;
GARCÍAGUINEA, 1961-1962 y 1975; SANTOS y ZORNOZA, 1973), pero fue a partir de esos años
cuando se intensificó su estudio (ALONSO, 1980; ALONSO y GRIMAL, 1982, pp. 28-33). Ahí se
encuentran figuras naturalistas con paralelos formales y estilísticos en otros lugares y otras en las
que su tendencia a la simplicidad y tosquedad es muy peculiar, como sucede en la zona oscense,
que puede ser analizado como un hecho artístico local.
2.2. 7.2.
Un trabajo de divulgación sobre La Valltorta
También en los primeros años de la década de los ochenta sale a la luz una publicación sobre
La Valltorta (VIÑAS et alii, 1982) que no intenta llegar a ser la revisión global de carácter analítico y documental que la zona sigue necesitando.
2.2. 7.3.
Un nuevo estudio sobre la zona de Albarracín
Fernando Piñón revisó esta zona apoyándose principalmente en las fotografías que se realizaron para analizar el contenido de los paneles, intentando conocer la evolución de cada uno de los
-104-
[page-n-105]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
21
lugares (PIÑÓN, 1982). Además pudo utilizar, como yo misma hice años más tarde (gracias a la
información que me proporcionó C. de la Casa), el archivo fotográfico de arte levantino conservado
por el Instituto de Prehistoria (CSIC), realizado en los años sesenta bajo la dirección de Almagro.
Su directora en aquel instante (Pilar López) facilitó en todo momento el acceso a dicho material.
Lo más interesante fue que de nuevo se consiguió publicar en una monografía analítica las
pinturas de una zona. Esto es una cuestión tan importante y necesaria en otros lugares, como lo
es la publicación del Corpus de Arte Levantino y la necesidad de poder utilizar imágenes informatizadas, como esperamos poder hacer cuando el Centro de Estudios Históricos (CSIC) haya
terminado un proyecto que aconsejamos se hiciera hace algunos años y que nos consta debe estar
muy avanzado, ya que ello permitirá entre otras cosas revisar trabajos que se realizaron hace
muchos años.
El trabajo de Piñón le llevó a identificar en su particular opinión al conjunto de Albarracín
como fruto de una misma "comunidad ideológico conceptual, en la que permanecerán vigentes
unos usos y costumbres a lo largo de las fases que jalonan el desarrollo pictórico del núcleo
rupestre deAlbarracín" (PIÑÓN, 1982, p. 196); sin embargo, como él mismo señalaba, hay varias
fases en la mayoría de los abrigos, y en cada una de ellas hay intereses temáticos y conceptos
estilísticos bastante variados, lo que es especialmente notorio en las escenas que se van completando en varios momentos, como ya indicábamos en otro trabajo (SEBASTIÁN, 1986-87, pp. 386388 y 396, más figs. 10 y 11).
Esas variaciones parecen responder a intenciones e intereses diferenciados, lo que se aprecia,
por ejemplo, al observar el contenido temático y el tratamiento del conjunto de Los Toros del
Navazo y Doña Clotilde, o el de éstos y el de Figuras Diversas, Figuras Amarillas o Los Caballos.
Esa variedad parece apuntar en mi opinión a unas motivaciones variadas, lo que podría cuestionar
la existencia de esa comunidad ideológico-conceptual, cuya idea habría quizá que sustituir por la
de comunidades muy diferentes culturalmente, aunque haya existido en la zona un sustrato más
uniforme del período más antiguo, en el que sus pintores debieron estar principalmente interesados en la representación de bóvidos (Prado del Navazo, etc.)
2.2. 7.4.
Un nuevo concepto artístico: El Macroesquemático
Una de las novedades más sorprendentes para los estudiosos de arte rupestre en los
comienzos de los años ochenta fue el descubrimiento de lo que, en principio, parecía un arte
nuevo al que sus descubridores llamaron Macroesquemático, y que fue presentado a la comunidad científica en el Congreso de Arte Esquemático celebrado en Salamanca en 1982
(HERNÁNDEZ y C.E.C., 1983, pp. 63-75).
La zona en la que se identificó se encuentra en las sierras interiores que sirven de límite entre
la provincia de Valencia con la de Alicante, zona en la que además se encuentran muestras de arte
levantino y esquemático, ocupando en algunas ocasiones al mismo panel, hecho que señala,
como sucede en otras zonas, que esas áreas tuvieron un interés para los grupos de diferentes períodos, los cuales mantuvieron la funcionalidad de estos paneles, como receptores-emisores de sus
ideas.
Tanto su existencia como los problemas cronológicos que planteaba supuso un gran impacto
en su ámbito. M. Hemández y el C.E.C. defendieron que este arte, en el que aparece la figura
humana, no era paralelizable al arte epipaleolítico de las plaquetas de Cocina, donde la figura
-105-
[page-n-106]
22
A. SEBASTIÁN
humana no existe. Observando unos finos trazos pintados, que en opinión de A. Beltrán podrían
ser restos de una figura de arte levantino, en un desconchado de una de las figuras macroesquemáticas, intentaban centrar su cronología, viendo sus paralelos más próximos en el definido por
Portea como "arte lineal geométrico", anterior al levantino.
Siguiendo a Portea defendían que si el arte levantino comenzaba a partir del 5.000 b.C., el
macroesquemático o lineal geométrico era anterior. Años más tarde, al final de la década de los
ochenta surgieron nuevas ideas que hemos adelantado parcialmente en las que apoyar esa hipótesis (MARTÍ y HERNÁNDEZ, 1988).
2.2.7.5.
Un intento global de análisis del arte levantino poco acertado
L. Dams publicó en 1984 un trabajo dedicado al estudio del arte rupestre del levante español
en el que defendía que este arte se desarrolló entre el final del Paleolítico hasta la aparición del
Arte Esquemático (Neolítico). Comparaba y definía al arte levantino apoyándose en el arte paleolítico, ya que, en su opinión, aunque son ciclos diferentes, tienen una misma motivación, la caza,
aunque pueden diferenciarse especialmente por la importancia de la figura humana en el levantino (DAMS, 1984).
Publicó el inventario de doscientos treinta y cinco abrigos a los que separa en dos grandes
conjuntos, cuya línea divisoria sitúa en el Júcar. Describía en pocas líneas su contenido y aportaba alguna información geográfica, dimensiones, etc., e incluía una reproducción personal, imaginativa, y poco real del contenido de cada uno de los paneles. En otros capítulos escribió sobre
aspectos sociales, étnicos, religiosos, etc., así como sobre las características de algunos de sus
artistas y sobre las especies representadas y los signos.
Proponía una evolución cronológica que iría desde el 11.000, fecha en que aparece el
utillaje microlítico en el magdaleniense valenciano, hasta el4.000, en el que sitúa el tránsito
a la esquematización. Su último capítulo lo dedicó al estudio de las circunstancias ecológicas
que, en su personalísima opinión, llevaron a la realización de composiciones y a la expresión
del movimiento, surgiendo ambas de la necesidad de representar sus diferentes actividades.
El trabajo se presentó en una publicación de apariencia espectacular que científicamente no
puede convencer en casi ningún aspecto al especialista por diferentes motivos, ya que los
aspectos polémicos que en él se plantean lo son principalmente por falta de solidez en sus argumentos, así como por los grandes errores en el comprobados.
Los problemas de base principales pueden ir desde la falta de fundamentos para defender la
cronología que propone, hasta la falta absoluta de rigor en su documentación gráfica. Sus reproducciones son demasiado a menudo inexactas (citaremos casos concretos) y a menudo parecen
extraídas de otras más antiguas, a las que no hace referencia, por ejemplo en El Ramat. Las más
graves irregularidades se observan en las reproducciones de Cabra Peixet, El Polvorín, Los
Cápridos, Cañada de Marco, El Garroso (donde curiosamente no reproduce las figuras que
Almagro olvidó a la hora de realizar sus calcos), El Arquero (Ladruñán), La Vacada, Cueva
Rernigia, Racó Molero, Racó Gasparo, Racó de Nando, La Saltadora, Cingle de !'Ermita, Doña
Clotilde, Los Toros (Navazo), El Arquero (Callejones Cerrados), El Pajarejo, por citar algunos
ejemplos (DAMS, 1984, figs. 20, 30, 37, 39, 42 a 44, 65, 66, 85, 103, 104, 111).
-106-
[page-n-107]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
23
Además menciona las escenas más conocidas, aceptándolas como tales sin revisar profundamente ninguna de ellas. La inexactitud de sus reproducciones afecta en demasiadas ocasiones
a parte de las figuras de mayor calidad del arte levantino. La delicadeza de muchas de las mejores
figuras desaparece, convirtiéndolas en grotescos personajes, como sucede con el arquero de
Cabra Feixet, el conocido arquero del Abrigo del Arquero (Ladruñán), el peculiar arquero de El
Arquero (Callejones Cerrados) o el de La Saltadora, cuya imagen se ha reproducido infinitas
veces; y no dejaremos de citar las cuidadas figuras humanas de El Cingle de !'Ermita.
Determinadas figuras han sido incluso cambiadas de lugar en las reproducciones que esta autora
publicó, o simplemente no se incorporaron a sus reproducciones, como sucede en el Abrigo de
Doña Clotilde.
En algunos casos, como cuando se refiere a las pinturas de Alacón, menciona las superposiciones existentes e incluso da cronologías: Neolítico final a Bronce I, sin siquiera haber analizado
profundamente las superposiciones a las que se refiere (DAMS, 1984, p. 51). Por último, hay que
añadir como elemento fundamental que no se explica en la publicación la metodología empleada.
Lo señalado impide que gran parte de sus conclusiones sean, a su vez, fiables, puesto que
necesitamos documentos de trabajo ajustados al máximo a la realidad para que el método científico elegido pueda ayudarnos a plantear hipótesis sólidas. En definitiva, siguiendo a P. Utrilla,
dejamos este trabajo a un lado "para evitar hundirnos en la más absoluta confusión" (UTRILLA,
1986-1987' p. 325).
2.2.7.6.
Hacia una nueva metodología para el estudio del arte levantino
En 1985 publiqué "Arte rupestre levantino: Metodología e informática", en el que mostraba
mi inquietud por la falta de una buena documentación del contenido de los paneles
(SEBASTIÁN, 1985, pp. 23-35). En ese artículo se proponía el método de documentación y
estudio que utilizaba, con el que podía superarse la barrera de los trabajos meramente descriptivos, así como las barreras intuitivas a la hora de realizar las interpretaciones; así mismo planteaba los requisitos imprescindibles para definir a un grupo de figuras como una escena.
En 1986 incidí en un problema específico de algunas composiciones: "Escenas acumulativas en el Arte Rupestre Levantino". En este artículo (SEBASTIÁN, 1986-87, pp. 377-397)
se estudiaban algunos de los casos evidentes de escenas formadas a lo largo del tiempo por
incorporaciones de diversas figuras al lugar en el que, previamente, había algún motivo que
otro pintor había representado, lo que explica la formación de muchas composiciones (de las
que hasta ahora no se comprendía muy bien que estuvieran formadas a veces por figuras muy
diferenciadas formal y estilísticamente) y posiblemente el nacimiento de las primeras
escenas, así como algunas de las motivaciones principales que llevaron a ese hito artístico.
Es un tema que, de haberse estudiado con anterioridad, hubiera ayudado a realizar unas interpretaciones más acertadas sobre la composición, como hecho innovador en el arte levantino.
En 1986 defendí mi Memoria de Licenciatura: "Adornos, atributos, vestidos y objetos relacionados con las figuras humanas del arte levantino (del Pirineo al Júcar)". El análisis sistemático del contenido de los paneles de la zona elegida proporcionó, ya en aquel trabajo, una información detallada de algunas de las costumbres de los personajes de cada una de las zonas, así
como de gran parte de su cultura material.
-107-
[page-n-108]
24
A. SEBASTIÁN
Al analizar la evolución de los paneles a través de las incorporaciones y superposiciones de
figuras, se vio que determinados peinados, vestuario e incluso armas u otros objetos perduraban
en algunas zonas, mientras que eran inexistentes en otras, etc. La ordenación de esos datos proporcionó una información arqueológica y etnológica que permanece inédita, dada la dificultad
que hemos encontrado para publicarlo, por abarcar lugares arqueológicos que en la actualidad
afectan a varias comunidades autónomas (SEBASTIÁN, 1986).
Otra preocupación inevitable y presente en mis trabajos ha sido el acercamiento a cronologías más concretas que las que se habían propuesto, apoyadas en criterios más seguros que las
especulaciones realizadas hasta entonces con mayor o menor fortuna. A ese nivel tuve la suerte
de localizar en 1985 y comenzar a excavar en 1986 el Abrigo de Ángel, en Ladruñán (Teruel),
siendo consciente de lo importante que podía ser para la comunidad científica el hecho de contar
con un material fechable que provenía del mismo abrigo que contenía figuras levantinas de características definidas y generalizadas en otras zonas.
Aunque la dificultad de relacionar los materiales de estos abrigos con sus pinturas es una
realidad conocida, trabajamos por conseguir una excavación bien documentada, de la que
extraer datos fiables y contextualizados pendientes ahora de publicación definitiva (por falta de
subvención).
En su día se publicó un avance sobre los primeros resultados de estratigrafía y sobre los
materiales del Abrigo de Ángel (SEBASTIÁN, 1989, pp. 133-146), y otro en el que se plantearon
novedades de la zona del Guadalope, en el que se incluían las primeras fechas de C-14 del Abrigo
de Ángel (SEBASTIÁN, 1988), publicación que salió con demasiados años de retraso, aunque la
revista en que aparece lleve fecha de 1988, año en el que en teoría debía haber sido publicado ese
número.
Ahora añadimos las últimas fechas que el yacimiento proporcionó. No nos detendremos a
explicar la estratigrafía, ya que existe el primer avance al que nos hemos referido y en mi tesis
doctoral (SEBASTIÁN, 1989 y 1992). En el primero aparece una de las unidades estratigráficas
fechadas: la 8. Otra de ellas, la unidad 13, se encontraba bajo la 12, la cual aparece en la publicación citada, aunque no se había excavado todavía en aquel momento. Son unidades sin solución de continuidad, con material microlítico y geométrico y con ausencia absoluta de cerámica.
Los resultados de esas muestras son:
-Muestra 8A, de unidad 8 (Grn-18212): 7950 ± 300 BP
-Muestra 8B, de unidad 8 (Grn-18213): 8070 ± 160 BP
-Muestra 8C, de unidad 8 (Grn-15518): 8060 ± 270 BP
-Muestra 13D, de unidad 13 (Grn- 15519): 8210 ± 210 BP
-Muestra 13E, de unidad 13 (Grn-15520): 8150 ± 170 BP
La serie permite asegurar que la unidad 8 está bien fechada y es, junto a la 12, la que recoge
la ocupación más intensiva. Los datos hay que valorarlos por sí mismos, pero no olvidar que las
pinturas del Abrigo de Ángel existen en ese lugar y que, yacimiento y pinturas, reflejan un
momento determinado de un mundo de cazadores, para el que tenemos ya un período enmarcado
ahora cronológicamente. Son datos que encajan con las de otros lugares de la zona en los que se
trabajó en las mismas fechas (UTRILLA, 1986-87 y 1990).
-108-
[page-n-109]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
25
Sabiendo que la zona tenía más pinturas, publicadas hace ya muchos años, quisimos llevar
adelante prospecciones sistemáticas en la cuenca media del Guadalope, que ya han proporcionado resultados positivos y en alguna ocasión sorprendentes, como fueron los grabados naturalistas de los ciervos del Barranco Hondo (SEBASTIÁN, 1988).
2.2. 7. 7.
Algunas novedades en torno al arte macroesquemático, planteadas a finales de los
años ochenta
Al final de esa década B. Martí y M. Hernández publicaron un importante y polémico trabajo, en el que analizaban las relaciones posibles entre el arte macroesquemático y algunas decoraciones de las cerámicas cardiales levantinas (MARTÍ y HERNÁNDEZ, 1988), reforzando la idea
que ya planteaba M. Hemández en 1983 sobre la mayor antigüedad del arte macroesquemático
respecto al levantino, defendible en su opinión, al menos, para la zona valenciana.
Además planteaban la posibilidad de que el macroesquemático sea anterior al lineal-geométrico de Cocina, considerando que éste puede haberse producido en un momento del neolítico cardial, hipótesis que parece que estos autores mantienen en los últimos años (HERNÁNDEZ, 1990,
pp. 145-148).
Habría que ser posiblemente muy cauto a la hora de generalizar estas ideas, pues aunque es
posible que sus hipótesis puedan ser comprobadas con mayor seguridad algún día y, tal como
ellos indican, respecto a la zona del sur del Júcar (sur de la provincia de Valencia-AlicanteAlbacete ), de momento, parece más oportuno esperar nuevos resultados.
El principal problema lo presentan las figuras que presentan algún rasgo naturalista, puesto
que del estudio del contenido de la evolución de muchos paneles realizada para este trabajo, se
desprende que dicho concepto se ha manejado en muchos períodos. Es indudable que los trazos
naturalistas pintados en un desconchado de una figura macroesquemática son significativos de la
mayor antigüedad de la segunda (macroesquemática) en ese lugar, pero habría que intentar
conocer algo más de su entorno arqueológico.
Es cierto que existen similitudes entre algunos personajes macroesquemáticos y algunas de
las figuras impresas en las cerámicas cardiales valencianas, y sería lógico pensar que si se está
representando el mismo tema se aplicara la misma cronología absoluta a ambas con cierta seguridad; sin embargo, aunque esto parece que es muy probable, no dejamos de preguntarnos acerca
de la rigidez de estas figuras en la cerámica, pues a pesar de la tosquedad que muestran las figuraciones humanas macroesquemáticas de los abrigos, la sinuosidad de su trazado en la pintura
mural es casi una constante que podría haberse conseguido también y con mayor facilidad en la
arcilla húmeda, como de hecho se observa en otros diseños impresos de algunas cerámicas cardiales (MARTÍ y HERNÁNDEZ, 1988, figs. 11, 16 y 26 a 28).
Otra diferencia, en este caso conceptual, es la que existe entre la delicadeza y la sofisticación de los objetos cerámicos del neolítico cardial valenciano y la tosquedad manifiesta de las
figuras macroesquemáticas.
Afortunadamente, conociendo la línea de trabajo de B. Martí y M. Hernández sabemos que
se habrán planteado estas cuestiones y muchas más, antes de formular sus hipótesis sobre el
macroesquemático y sus relaciones con las cerámicas cardiales, y que para ellos tampoco es una
cuestión cerrada.
-109-
[page-n-110]
26
A. SEBASTIÁN
A. Beltrán ha señalado también algunos problemas que plantea esa asociación:" ... si la datación deducida de la cerámica fuera cierta encontraríamos un arte neolítico del V milenio que
luego negaría toda manifestación plástica ... ", lo que en su opinión desorganiza la idea aproximada que tenemos de la evolución del arte rupestre post-paleolítico.
Señala además su desacuerdo con la posibilidad de que el arte levantino proceda del macroesquemático, al ser tan dispares, dada la dificultad de derivar el naturalismo de un mundo cultural que, sin duda, responde a motivos muy diversos a los que producen las escenas cotidianas
del arte levantino (BELTRÁN, 1989, p. 36).
Respecto a la influencia de estos motivos señala que, aunque se haya dicho que las pinturas
macroesquemáticas de los abrigos pudieron motivar las decoraciones cerámicas cardiales, también pudo ser al revés (BELTRÁN, 1989, p. 36), lo que quizá explicaría mejor algunas diferencias
conceptuales. La presencia en Chaves de dos fragmentos cerámicos de su neolítico inicial, con
una decoración muy similar, al menos en un caso, a las que en Or presentan paralelos con las
representaciones macroesquemáticas hacen que Baldellou plantee dudas muy lógicas sobre esa
relación, dada la nula presencia de arte macroesquemático en la zona aragonesa (BALDELLOU,
1988, pp. 253-266).
2.2.7.8.
Últimos hallazgos en los años ochenta
En esos años se publicó algún conjunto interesante, como "Los Chaparros" en la zona aragonesa (en el río Martín, en el término de Albalate del Arzobispo, Teruel), sobre el que su autor,
A. Beltrán, ya había presentado alguna noticia. En opinión de su autor existen figuras pertenecientes al "linear geométrico"" ... seguidas por otras de aspecto clásico "levantino" que se superponen sobre aquéllas presentando estas últimas diferentes conceptos" (BELTRÁN, 1989, p. 84).
Como sucede en el Abrigo de Ángel (SEBASTIÁN, 1989) o en el del Barranco Hondo
(SEBASTIÁN, 1988), las pinturas de los Chaparros también se encuentran en un muro sin visera
ni ningún tipo de protección. La variedad de las pinturas es uno de los aspectos más interesantes
del contenido de estos paneles, pues la existencia de paralelos con el de otros abrigos próximos
es notorio.
Nuestras prospecciones de 1988 en el Río Guadalope dieron un sorprendente e inesperado
resultado que compensó el gran esfuerzo realizado en una zona tan dura. Allí encontramos los
grabados del Barranco Hondo (SEBASTIÁN, 1988). Éstos son los primeros grabados no acompañados de pintura y de características absolutamente naturalistas, encontrados en un abrigo al aire
libre, con características formales y estilísticas que permiten asociarlos al arte levantino.
Dada la rareza del hallazgo, se siguió prospectando la zona y se pudo comprobar que existen
algunos restos de otros grabados de fina incisión como los del Barranco Hondo en los alrededores, aunque siempre muy deteriorados La zona aportó también otros hallazgos que se encuentran en estudio por el momento, entre los que existen motivos de arte esquemático y otros de
difícil clasificación.
En los últimos años están apareciendo pinturas con características naturalistas, en algunos
casos, en zonas alejadas del área costera oriental de la península. Algunos de estos hallazgos
como el de las pinturas de Torrelodones (Madrid), clasificadas como postpaleolíticas ha supuesto
una sorpresa (LUCAS, 1991, pp. 10-13) que espera de otros hallazgos que permita ir más allá en
-110-
[page-n-111]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
27
el conocimiento de un fenómeno cultural tan inesperado. Su autora defiende la existencia de
algunos paralelos entre estas pinturas y otras de las de la provincia de Cuenca que, como
sabemos, también tienen en muchos casos una gran tendencia a la tosquedad. Alguno de los conjuntos de Torrelodones es definido como escena, lo que al menos en un caso parece probable. No
obstante habría que conocer una documentación de mejor calidad que la divulgada.
En la zona catalana no se han producido importantes novedades en los últimos años, pero los
autores que trabajan en esa área han revisado sus contenidos (FULLOLA 1 PERICOT y VIÑAS,
1988; VIÑAS , 1990, pp. 93-121) y han colaborado en la realización de un Corpus, del que ya se
ha publicado el primer tomo.
Por último, en la zona aragonesa se han producido también en los últimos años nuevos descubrimientos que están pendientes de publicación detallada, alguno de los cuales ha sufrido ya
brutales agresiones como pudimos comprobar hace ya varios años, dado su acceso fácil, su falta
de protección y dado el salvajismo destructor tantas veces denunciado.
Como hemos visto, los hallazgos y los estudios sobre arte levantino han producido un importante corpus científico, en el que el conjunto de ideas aportadas ha sido en muchos momentos sorprendente, destacando sin duda las que surgieron entre 1915 y 1936, base de cualquier polémica
mantenida muchas veces sin suficiente substrato de trabajo científico entre los años 1940 y 1970,
en las que se arrastraban frecuentemente las mismas ideas sin que las aportaciones fueran en
muchos casos demasiado coherentes.
A partir de ese momento surgen afortunadamente nuevas preguntas y una nueva corriente por
llegar a respuestas más seguras, período en el que como hemos visto surgen novedades, especialmente en los años ochenta que sirven para que impulsemos revisiones y nuevos estudios que
escapan ya de las enquilosadas polémicas de algunos autores que se habían formado en los años
treinta y cuarenta. Sin duda los que en los años ochenta intentamos nuevas vías no hemos alcanzado las respuestas absolutas que desearíamos, pero probablemente las nuevas cuestiones planteadas y los nuevos caminos iniciados, abiertos a los que ahora empiezan, podrán acercarnos a
respuestas soportadas en metodologías y procesos que intentamos sean más objetivos. Para ello
hay que estudiar de nuevo los contenidos de nuestros paneles con pinturas y evitar la aceptación
de los análisis anteriores. Es un largo y difícil camino que conocemos bien y por el que iniciar
cualquier nuevo trabajo, pero sin duda el bagaje de otros va a servirnos muy poco en el iniciado
con unos ojos limpios que tendremos que mantener hasta el final de nuestro recorrido.
La tendencia es a exigir un mayor rigor en estos estudios que debe continuar. Los ejemplos
hacia esa tendencia dentro del estudio del arte prehistórico de otros períodos es ahora palpable y
sólo este camino puede llevarnos a superar las vías intuitivas y románticas en las que es tan fácil
caer al analizar temas tan vinculados con la emoción que transmiten las pinturas rupestres de
cualquier fase.
El talante crítico no puede faltarnos, pero la comprensión hacia los que por diversas circunstancias trabajaron en una línea menos rigurosa hace varias décadas no está ausente en este
trabajo. Tan sólo en aquellos casos en que consta que existía la consciencia de lo necesario, unida
a la falta de rigor, no ha sido fácil evitar una mayor aspereza, que espero será entendida por todos
los que con espíritu comprensivo pero crítico se enfrentan constantemente a revisiones de éstos
u otros hechos culturales con un espíritu abierto.
-111-
[page-n-112]
28
A. SEBASTIÁN
BIBLIOGRAFÍA
ALMAGRO BASCH, M. (1944): «Los problemas del Epipaleolítico y Mesolítico en España». Ampurias, VI,
Barcelona, pp. 1-38.
- (1946): «El arte rupestre naturalista del levante español y el arte rupestre esquemático». En Historia de
España, de Ramón Menéndez Pidal, tomo 1, pp. 443-485 .
- (1947): «El arte rupestre del levante español ». En Ars Hispaniae, 1, pp. 65-89.
- (1949): «Un nuevo grupo de pinturas rupestres en Albarracín, La Cueva de Doña Clotilde, Teruel».
Teruel, I, 2, pp. 91-116.
- (1952a): El covacha con pinturas ruoestres de Cogul (Lérida). Instituto de Estudios Ilerdenses, Lérida,
89 págs.
- (1952b): «Tres nuevos covachos con pinturas en la comarca de Albarracín». En li Congreso de
Arqueología Nacional, Zaragoza, pp. 113-122. (Reproducido en Publicaciones del Seminario de
Arqueología y Numismática Aragonesas, 1953, pp. 7- 14.)
- (1953): «Tres nuevos covachos con pinturas en la Comarca de Albarracín». En li Congreso Nacional
de Arqueología, Zaragoza, 1952, reproducido en Publicaciones del Seminario de Arqueología y
Numismática Aragonesas, 1953, pp. 7-14.
- (1956): «Las pinturas rupestres del Bajo Aragón» . En Prehistoria del Bajo Aragón. Instituto de
Estudios Turolenses, Zaragoza, pp. 43-95 .
- (1964): «El problema de la cronología del arte rupestre español». En Pericot García, L. y Ripoll Perelló,
E. (ed.): The Chronology ofWesternMediterranean and the Sahara. Barcelona, pp. 103-109.
ALMAGRO, M.; BELTRÁN, A. y RIPOLL, E. (1956) : Prehistoria del Bajo Aragón. Instituto de Estudios
Turolenses, Zaragoza, 159 págs. y 10 figs.
ALONSO, A. (1980): El conjunto rupestre de la Solana de las Covachas. Nerpio (Albacete). Instituto de
Estudios Albacetenses, Ensayos Históricos y Científicos, 6, Albacete, 238 págs., 191 figs . y 6 tablas.
ALONSO, A. y GRIMAL, A. (1982): «Las pinturas rupestres de la Fuente del Sabuco ll (Moratalla-Murcia)».
Ampurias, 44, Barcelona, pp. 28-33.
BALDELLOU, V. (1979): «El descubrimiento de los abrigos pintados de Villacantal, en Asque (ColungoHuesca)». Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonense, 6, Castellón, pp. 31-137.
- (1984-1985): «El arte rupestre post-paleolítico de la zona del Río Yero (Huesca)». Ars Praehistorica,
Ill-IV, pp. 111-137.
- (1988): «Algunas reflexiones sobre el arte rupestre, a través de dos fragmentos impresos de la Cueva
de Chaves (Huesca)». Espacio, Tiempo y Forma, Serie/, Prehistoria, t. 1, Madrid, pp. 253-267.
BELTRÁN MARTÍNEZ, A. (1968): Arte Rupestre Levantino. Seminario de Prehistoria de la Facultad de
Filosofía y Letras, Monografías ArqueolÓgicas, IV, Zaragoza, 256 págs. y 156 figs . que incluyen 11
1áms.
- (1968-1978): Arte Rupestre Levantino (Adiciones). Zaragoza, 1979, 41 págs. y 13 figs . s/n.
- (1974a): La Cueva del Charco del Agua Amarga y sus pinturas levantinas. Monografías Arqueológicas,
Vil, Zaragoza, 117 págs. y 63 figs.
- (1989): El arte rupestre aragonés. Aportaciones de las pinturas prehistóricas de Alba/ate del Arzobispo
y Estadilla. Zaragoza, 178 págs. y varias figuras s/n.
BLASCO BOSQUED, C. (1974): «La caza en el arte rupestre del levante español». Cuadernos de Prehistoria
y Arqueología, 1, Madrid, pp. 29-55 .
- (1975): «La recolección en el Arte Rupestre Levantino». En Miscelánea Arqueológica en Homenaje a
A. Beltrán, Zaragoza, pp. 49-58.
BOSCH GIMPERA, P. (1964): «The chronology of the Rock-paintings of the Spanish Levant». En Pericot
García, L. y Ripoll Perelló, E. (ed.): Prehistoric Art of the Western Mediterranean and the Sahara.
Barcelona, pp. 125-129.
-112-
[page-n-113]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
29
y COLOMINAS, J. (1921-1926): «Pintures i gravats rupestres: Pintures rupestres de la
Roca deis Moros de Cogul». Annuari de l'Institut d'Estudis Catalans, VII, Barcelona, pp. 3-27.
BREUIL, H. (1908): «Les peintures quaternaires de la Roca de Cogul». Butlletí del Centre Excursionista de
Lleyda, I, 1O, Lérida, p. 1O.
- (1920): «Les roches peintes de Minateda (Albacete)». En Les peintures rupestres de la Péninsule
Ibérique, XI, L'Anthropologie, XXX, pp. 1-50.
- (1974): Quatre cents siecles d'art parietal. París, 413 págs. y 531 figs.
BREUIL, H. y CABRÉ, J. (1909): «Les peintures rupestres du bassin inferieur de l'Ebre. l. Les rochers peints
de Calapatá a Cretas (Bas Aragon)». L'Anthropologie, XX, París, pp. 1-21.
- (1911): «Les peintures rupestres d'Espagne. III. Los Toricos de Albarracín (Teruel)». L'Anthropologie,
XXII, París, pp. 641-648.
BREUIL, H.; SERRANO P. y CABRÉ, J. (1912): «Les peintures rupestres d'Espagne». L'Anthropologie, XXII.
CABRÉAGUILÓ, J. (1915): El arte rupestre en España, regiones Septentrional y Oriental. Memoria de la
Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, núm. 1, 229 págs. y 104 figs.
- (1925): «Las pinturas rupestres de Valltorta. Escena bélica de la Cova del Civil». Sociedad Española de
Antropología, Etnografía y Prehistoria, IV, XVI, Madrid, pp. 201-233.
DAMS, L. (1984): Les peintures rupestres du Levant espagnol. París, 334 págs., 232 figs. y 49láms.
DURÁN I SAMPERE, A. y PALLARÉS, M. (1915-1920): «Exploració arqueologica del Barranc de la Valltorta
(província de Castelló)». Annuari de l'Institut d'Estudis Catalans, VI, Barcelona, pp. 444-457.
FORTEA PÉREZ, J. (1971): La Cueva de La Cocina. Ensayo de cronología del Epipaleolítico (Facies geométrica). Trabajos Varios del S.I.P., 40, Valencia.
- (1973): Los complejos Microlaminares y Geométricos del Epipaleolítico Mediterráneo Español.
Memorias del Seminario de Prehistoria y Arqueología, 4, Salamanca, 550 págs., XV láms. y 2 mapas.
- (1974): «Algunas aportaciones a los problemas del Arte Levantino». Zephyrus, XXV, Salamanca, pp.
225-257.
- (1975): «En torno a la cronología relativa del Arte Levantino (Avance sobre las plaquetas de La
Cocina)». En El Aniversario de la Fundación del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 19241974, Papeles l/, Valencia, pp. 185-197.
- (1976): «El arte parietal epipaleolítico del 6. 0 al 5. 0 milenio y su sustitución por el arte levantino». En
IX Congres Union International des Sciences Préhistoriques et Protohistoriques, Colloque XIX Pretirage-, Nize, pp. 121-131.
FULLOLA I PERICOT, J.M. y VIÑAS, R. ( 1988): «Dernieres découvertes dans 1' art préhistorique de Catalogne
(Espagne)». L'Anthropologie, 92, 1, pp. 123-132.
GARCÍAGUINEA, M.A. (1961-1962): «Nuevos abrigos con pinturas rupestres en las proximidades de Nerpio
(Albacete)». En Homenaje al Profesor Cayetano de Mergelina, Valencia, 196~.
GARCÍA GUINEA, M .A. y SAN MIGUEL, J.A. (1975): «Los abrigos rupestres con pinturas levantinas de
Nerpio. Nuevos hallazgos». Sautuola, I, Santander, pp. 75-80.
HERNÁNDEZ PACHECO, E. (1918): Estudios de Arte Prehistórico. Prospección de las pinturas rupestres de
Morella la Vella. Evolución de las ideas madres de las pinturas rupestres. Comisión de
Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, Madrid, 24 págs. y 3 láms.
- (1919): «Problemas y método del estudio del Arte Rupestre». Boletín de la Real Sociedad Española de
Historia Natural, XIX. (Extracto en Boletín de la Sociedad Ibérica de Ciencias Naturales, mayo-junio
1920, pp. 407-418.)
- ( 1924): Las pinturas prehistóricas de las Cuevas de la Araña (Valencia). Evolución del arte en España.
Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, Memoria 34, Madrid, 221 págs., 24
láms. y 86 figs.
HERNÁNDEZ PÉREZ, M. (1990): «Arte rupestre en la región central del Mediterráneo peninsular». En Aragón/Litoral Mediterráneo: Intercambios culturales durante la Prehistoria, Homenaje a J. Maluquer
de Motes, Zaragoza, pp. 141-160.
BOSCH GIMPERA, P.
-113-
[page-n-114]
30
A. SEBASTIÁN
HERNÁNDEZ PÉREZ, M. y C.E.C. (1983): «Arte esquemático en el País Valenciano. Recientes aportaciones».
Zephyrus, XXXVI, Salamanca, pp. 63-75.
JORDÁ CERDÁ, F. (1970-1971): «Los tocados de plumas en el Arte Rupestre Levantino». Zephyrus, XXI-
XXII, Salamanca, pp. 35-72.
(1971): «Bastones de cavar, layas y arado en el arte rupestre levantino». Munibe, 2-3, San Sebastián,
pp. 241-248.
- (1974): «Formas de vida económica en el Arte Rupestre Levantino». Zephyrus, XXV, Salamanca, pp.
209-223.
- (1975a): «Las puntas de flecha en el Arte Levantino>>. En XIII Congreso Nacional de Arqueología,
Huelva, 1973, pp. 219-226.
- (1975b): «La Peña del Escrito (Villar del Humo, Cuenca) y el culto al toro». Cuadernos de Prehistoria
y Arqueología Castellonense, 2, Castellón, pp. 7-9.
- (1975c): «La sociedad en el arte rupestre levantino». Papeles del Laboratorio de Arqueología de
Valencia (1924-1974), Valencia, pp. 159-183.
- (1976): «¿Restos de un culto al toro en el Arte Levantino?». Zephyrus, XXVI-XXVII, Salamanca, pp.
187-216.
- (1980): «Reflexiones en tomo al Arte Levantino». Zephyrus, XXX-XXXI, Salamanca, pp. 87-105.
LAMING-EMPERAIRE, A. ( 1962): La signification de l' art rupestre paléolithique. París, 424 págs., 50 figs.
y 24láms.
LANTIER, R. (1964): «Propos sur l'art rupestre de l'Espagne Orientale». En Pericot García, L. y Ripoll
Perelló, E. (ed.): Prehistoric Art ofthe Western Mediterranean and the Sahara, Barcelona, pp. 145149.
LEROI-GOURHAN, A. (1964): Le geste et la paro/e. París, 323 págs. y 105 figs.
- (1971): Préhistoire de l'art occidentale. París, 499 págs., 804 figs. más 38 fotos complementarias.
LORBLANCHET, M. (1984): «Les relevés d'art préhistoriques. L'art des cavemes». Ministere de la Culture, París,
pp. 41-51.
- (1988): «De l'art pariétal des. chasseurs de rennes a l'art rupestre des chasseurs de kangourous».
L'Anthropologie, 92, l,. pp. 271-316.
LUCAS PELLICER, R. (1991): «Arte rupestre en Torrelodones». Revista de Arqueología, Madrid, pp. 10-13.
MALUQUER DE MOTES, J. (1939): «Las industrias con microburiles de la Valltorta». Ampurias, 1,
Barcelona.
MARCONELL, E. (1892): «Los Toros de la Losilla». En Miscelánea Turolense, núms. 9 y 10, Madrid, pp.
160 y 180.
MARTÍ OLIVER, B. y HERNÁNDEZ PÉREZ, M. (1988): El Neolític Valencia. Art rupestre i cultura material.
Valencia, 114 págs., 30 figs. y XVI láms.
MARTÍNEZ SANTA-OLALLA, J. (1946): Esquema paletnológico de la Península Hispánica. Madrid, 156
págs. y 64 láms.
MOLINOS SAURAS, M.I. (1975): «Las huellas de animales en el arte rupestre levantino». En Miscelánea
Arqueológica en Homenaje a A. Beltrán, Zaragoza, pp. 59-68.
- (1986-1987): «Representaciones de carácter bélico en el Arte Rupestre Levantino». En I Congreso
Internacional de Arte Rupestre, en Bajo Aragón Prehistoria, VII-VID, pp. 295-310.
OBERMAIER, H. (1925): El hombre fósil. Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas,
Memoria núm. 9, Madrid, 457 págs. y 180 figs.
- (1927): «Pinturas rupestres descubiertas en los alrededores de Tormón (Teruel)». Investigación y
Progreso, I, 1, Madrid, pp. 1-2.
OBERMAIER, H. y BREUIL, H. (1927): «Pinturas rupestres de los alrededores de Tormón (Teruel)». Boletín
de la Real Academia de la Historia, XC, Madrid, pp. 511-531.
-
-114-
[page-n-115]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
31
y WERNERT, H. (1919): Las pinturas rupestres del Barranco de la Valltorta, Castellón.
Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, Memoria 23, Madrid, 132 págs., XXV
láms. y 69 figs.
PERICOT GARCÍA, L. (1964): «Sobre algunos problemas del arte rupestre del Levante Español». Burg
Wartenstein Symposium, Viena, 1960. Reproducido en Pericot García, L. y Ripoll Perelló, E. (ed.):
Prehistoric Art ofWestem Mediterranean and the Sahara, Barcelona, pp. 151-158.
PERICOT, L. y RIPOLL, E. (1964): «Correspondence between Abbé H. Breuil and profs. Pericot and Ripoll,
previous to the symposium». En Pericot García, L. y Ripoll Perelló, E. (ed): Prehistoric Art of the
Westem Mediterranean and the Sahara, Barcelona, pp. 258-260.
PIÑÓN VARELA, F. (1982): Las pinturas rupestres de Albarracín (Teruel). Centro de Investigación y Museo
de Altamira, Monografías, núm. 6, Santander, 241 págs., XXXIll láms. y 63 figs.
PORCAR RIPOLLÉS, J.B. (1934): «Pintures rupestres al Barranc de Gasulla». Boletín de la Sociedad
Castellonense de Cultura, XV, 6, Castellón, pp. 343-347.
- (1953): «Las pinturas rupestres del Barranco de Les Dogues». Archivo de Prehistoria Levantina, 4,
Valencia, pp. 75-80.
- (1964): «Impresiones sobre el arte rupestre existente en el Maestrazgo». En Pericot García, L. y Ripoll
Perelló, E. (ed.): Prehistoric Art ofthe Westem Mediterranean and the Sahara, Barcelona, pp. 159164.
PORCAR, J.B.; OBERMAIER, H. y BREUIL, H. (1935): Excavaciones en Cueva Remigia (Castellón). Junta Superior
del Tesoro Artístico, Sección de Excavaciones, Memoria General 136, Madrid, 95 págs. y 75láms.
RIPOLL PERELLÓ, E. (1956): «Historia de la investigación y bibliografía arqueológica del Bajo Aragón».
En Almagro, M.; Beltrán, A. y Ripoll, E.: Prehistoria del Bajo Aragón. Instituto de Estudios
Turolenses, Zaragoza, pp. 7-21.
- (1961): Los abrigos pintados de los alrededores de Santolea, Teruel. Monografías de Arte Rupestre
Levantino, Arte Levantino, 1, Barcelona.
- (1963): Pinturas rupestres del Barranco de la Casulla (Castellón). Monografías de. Arte Rupestre, Arte
Levantino, 2, Barcelona, 58 págs. y 35 láms.
- (1964): «Une peinture de type paléolithique sur le littoral méditerranéen de Tarragone (Espagne)».
Instituto de Prehistoria y Arqueología, Barcelona. (Estratto dalla: Rivista di Scienze Preistoriche,
XIX, fase. 1-4, pp. 2-6.)
- (1964): «Para una cronología relativa del arte levantino español». En Pericot García, L. y Ripoll Perelló,
E. (ed.): Prehistoric Art ofthe Westem Mediterranean and the Sahara, Barcelona, pp. 167-173.
- (1968): The painted shelters of La Casulla (Castellón). Monographs on Cave Art, Levantine Art núm.
2, Barcelona, 58 págs. y 35 láms.
- (1968): «Cuestiones en tomo a la cronología del arte rupestre postpaleolítico en la Península Ibérica».
En Simposio Internacional de Arte Rupestre, Barcelona, pp. 165-192.
- (1970): «A cerca del problema de los orígenes del arte levantino». En Valcamónica Symposium, Capo
di Ponte, pp. 57-67.
ROCAFORT, C. (1908): «Les pintures rupestres de Cogul». Butlletí del Centre Excursionista de Catalunya,
XVIII, núm. 156, pp. 65-75.
SÁNCHEZ CARRILERO, J. (1962): «Avance al estudio de las pinturas rupestres de la Solana de las Covachas,
pedanía del Río Moral (Nerpio ), Albacete». Noticiario Arqueológico Hispánico, V, Madrid, pp. 1-12
y 35láms.
DE LOS SANTOS, S. y ZORNOZA, B. (1973): «Estudio de la pintura rupestre en la zona de Nerpio». En XII
Congreso Nacional de Arqueología, pp. 203-218.
SEBASTIÁN, A. (1985): «Arte rupestre levantino: Metodología e informática». Boletín del Museo
Arqueológico Nacional, m, Madrid, pp. 22-35.
OBERMAIER, H.
-115-
[page-n-116]
32
A. SEBASTIÁN
- (1986): Adornos, atributos, vestidos y objetos relacionados con las figuras humanas del arte levantino.
Memoria de licenciatura inédita, 302 págs. y 22 cuadros.
- (1986-1987): «Escenas acumulativas en el Arte Rupestre Levantino». Bajo Aragón Prehistoria, VIIVIIl, pp. 377-397.
- (1988): «Nuevos datos sobre la cuenca media del Río Guadalope. El Abrigo del Barranco Hondo y el
Abrigo de Ángel». Teruel, 79-II, pp. 77-92.
- (1989): «Avance sobre el Abrigo de Ángel, Ladruñán (Teruel)». En XIX Congreso Nacional de
Arqueología, volumen TI: Arte rupestre y Aragón, pp. 133-146.
- (1992): Estudio sobre la composición en el Arte Levantino. Tesis doctoral inédita.
- (en prensa): «¿Singularizaciones fisionómicas en el arte levantino?». En Homenaje a Purificación
Atrián.
SYMPOSIUM DE WAARTENSTEINS (1964): «Correspondence between H. Breuil, and profs. Pericot and
Ripoll previous to the symposium». En Pericot García, L. y Ripoll Perelló, E. (ed.): Prehistoric Art
ofthe Western Mediterranean and the Sahara, Barcelona, pp. 255-258 y 261-262.
UTRILLA, P. (1986-1987): «Nuevos datos sobre la relación entre el arte rupestre y yacimientos arqueológicos del Valle del Ebro». Bajo Aragón Prehistoria, VII-VIII (I Congreso Internacional de Arte
Rupestre), Caspe (Zaragoza), pp. 323-339.
- (1990): «Estado actual de la arqueología en Aragón: del Paleolítico al Neolítico». En Estado Actual de
la Arqueología en Aragón, Ponencias, Zaragoza, pp. 55-66 más 4 láms.
UTRILLA, P. et alii (1986-1987): «Algunas figuras inéditas en abrigos rupestres del Bajo Aragón». Bajo
Aragón Prehistoria, VII-VIIl (I Congreso Internacional de Arte Rupestre), Caspe (Zaragoza), pp.
211-221.
VIÑAS, R. (1990): «El arte rupestre en Catalunya: estado de la cuestión sobre las manifestaciones pictográficas». En Aragón/Litoral Mediterráneo: Intercambios culturales durante la Prehistoria,
Homenaje a J. Maluquer de Motes, Zaragoza, pp. 93-121.
VIÑAS, R.; SARRIÁ, E. y MONZONÍS, F. (1979): «Nuevas manifestaciones de arte rupestre en el Maestrazgo
(Castellón de la Plana). Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonense, 6, Castellón, pp. 97120.
VIÑAS, R. et alii (1975): «El conjunto rupestre de la Serra de la Pietat, Ulldecona-Tarragona». Speleon,
Monografía 1, V Symposium de Espeleología, Barcelona, pp. 115-159.
- et alii (1982): La Val/torta. Sin lugar de edición, 191 págs. y 264 figs.
-116-
[page-n-117]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XXTI (Valencia, 1997)
Norberto MESADO*, Emest BARREDA** y Joaquín ANDRÉS**
LAS PINTURAS RUPESTRES DEL ABRIGO DEL MAS DE BARBERA
(FORCALL, CASTELLÓN)
EL MARCO GEOGRÁFICO Y SU PAISAJE ARQUEOLÓGICO
Un nuevo abrigo con arte rupestre «Levantino» fue hallado por el espeleólogo E. Barreda
Sancho el día 27 de Marzo de 1995 cuando se encontraba explorando las cavidades del Cingle de
la Mola de Sant Cristüfol, línea natural divisoria entre los términos de los municipios de Forcall
y La Todolella, en la comarca de Els Ports. Tal cavidad se encuentra en los inicios, por el SO, del
«cingle» o riscal que hacia la vertiente del Río Caldés o «Calders», puesto que con ambos topónimos se le distingue, configura dicha muela, denominada, también, de «Sant Cristüfol de
Saranyana». Su cota más elevada, «Saranyana», alcanza los 1107 m.s.n.m. en las cercanías del
ermitorio con hospedería de San Cristóbal, del cual existen mandas en 1332, sobrio complejo
arquitectónico (dignamente restaurado por el musicólogo argentino R. Pelinski), cuya espadaña
aún encumbra una campana gótica. Centro cultual al que acuden en romería los vecinos de las
localidades de La Todolella, Cinctorres, La Mata y Forcall.
El ermitorio se alza sobre la carena de «La Mola de Roe», punto desde el cual se domina un
vasto y bello paisaje hundido por la riera del Caldés, corredor natural entre la propia Mola de
Saranyana y el sinclinal colgado de la Mola de Garumba, que en buena parte, por el E, cierra un
dilatado escenario litológico de materiales calcáreos del Cretácico, el cual configura el área subtabular de Morella, con una cobertura forestal importante; pero con una sociedad rural en crisis, centrada --con anterioridad al decenio de los años setenta- en «els masos», cuyo vacío demográfico
ha dado lugar a unos suelos de baja capacidad de uso hoy convertidos en unas tierras de pan.
«La Mola de Sant Cristüfol forma parte de la geomorfología característica de esta parte de
Els Ports, la cual consiste en un conjunto de muelas más o menos planas, separadas por anchos
*
**
Museo Arqueologic Comarcal de la Plana Baixa - Burriana.
Centre Espeleologic «ESPEMO» - Morella.
-117-
[page-n-118]
2
N. MESADO, E. BARREDA y J. ANDRÉS
valles. Este tipo de relieve viene dado por el comportamiento diferencial frente a la erosión de
los materiales que forman las muelas y los valles.
Así los valles están excavados en materiales margosos y arcillosos de la «Formación Margas
del Forcall», depositados durante el Aptiense inferior (Cretácico inferior), hace unos 115-116
millones de años, en un mar más o menos profundo.
Los materiales que forman la Mola de Sant Cristüfol, así como las muelas vecinas (Garumba,
Encamaras) son de naturaleza caliza (grainstones bioclásticos y peletoidales, boundstones y
packstones), dispuestos en dos unidades superpuestas, separadas por una unidad discontinua y
poco potente de margas. Dichos materiales fueron depositados durante una época de bajo nivel
del mar, que dio lugar al crecimiento de diferentes unidades de arrecifes. Esto ocurría durante el
Gargasiense (Cretácico inferior), hace unos 114 millones de años.
Los conjuntos arrecifales del Gargasiense dieron lugar a la Formación «Calizas de Villarroya
de los Pinares», por estar descritos por primera vez en esta localidad turolense. Los organismos
cuyo crecimiento construyó los arrecifes no fueron los corales, tal y como ocurre en la actualidad,
si bien pueden observarse algunos ejemplares; los principales arquitectos de los arrecifes durante
todo el Cretácico fueron los «rudistas», que son un tipo de bivalvos que presentan una valva plana
y la otra con forma enroscada, con un tamaño medio de unos 1O cm.
El abrigo que nos ocupa, geológicamente se encuentra en la unidad arrecifal inferior, de las
dos que forman la Mola de Sant Cristüfol, en un abrigo formado en un pequeño resalte, a un
metro más o menos de la base de la unidad, en contacto con las margas. Los estratos calizos presentan un buzamiento de unos 5o hacia el SSE, estando fracturados por una familia de diaclasas
de dirección NW-SE y fuertemente inclinadas.
En cuanto al origen del abrigo, éste se puede atribuir a una meteorización diferencial del
estrato en el que se encuentra, debido a pequeñas diferencias en la composición litológica, que
provocan una disolución mayor, y a su vez una disgregación de la roca, que origina la cavidad»
(J. Segura-Geólogo).
Desde Sant Cristüfol divisaremos el cercano pueblo de Forcall, en la propia hoz o «forca»,
de ahí su topónimo, que abren los ríos Caldés y Cantavieja, a partir de cuya unión nace el
Bergantes de meandros encajados. Son cuencas de régimen pluvial mediterráneo, tributarias del
Guadalope/Ebro en tierras de Aragón, dentro el Sistema Ibérico en su derrame oriental. En sentido opuesto, hacia el S, alcanzaremos a divisar la localidad de Cinctorres.
En la propia ribera del Bergantes, aguas a bajo, a 1O km. de Forcall, el río vadea el cingle
del Romeral con sus recién publicadas balmas con arte rupestre naturalista (1). De momento,
pues, junto con las también cercanas de Morella la Vella, las del Mas de Barbera van a constituir
la manifestación «levantina» más noroccidental del País.
Hoy podremos alcanzar cómodamente esta nueva balma si desde Forcall seguimos hacia
Cantavieja y en el mismo puente gótico de La Todolella (ese menudo pueblo que aparece ennoblecido y como coronado por el castillo que perteneció a los Vinatea, cuyo folklore conserva la
danza arcaizante con argumento guerrero más significativa del País), tomamos, sin cruzarlo, el
camino ascendente de La Saranyana, cuya carta de población data de 1233. Lugar muerto en el
cual aún podremos contemplar el único ábside románico de nuestra Comunidad que, milagrosa(1) N. MESADO y A. HORNERO : "Las pinturas rupestres del Abrigo «B >> del Cingle de Palanques (CasteUóh)". B.S.C.C.,
LXVI, Julio-Septiembre, Castellón, 1990, págs. 491-509.
-118-
[page-n-119]
LAS PINTURAS RUPESTRES DEL ABRIGO DEL MAS DE BARBERA
3
mente, sigue en pie, puesto que la mayor parte de su conjunto monumental fue demolido para
terraplenar el firme de la carretera comarcal adjunta.
Ya en las cercanías del ermitorio de San Cristóbal descenderemos hacia el Mas de Barbera
por el camino viejo de Forcall. El covacha quedará a mano izquierda, en la base del acantilado
que aquí se inicia, apenas a unos 250 m. de haber comenzado el descenso.
Desde la balma, que por innominada hemos convenido en llamarla «del Mas de Barbera» por
encontrarse la masía a unos doscientos metros y pertenecer, según su propio masovero D. Manuel Monfort Guardiola, a tal predio -hoy propiedad de las hermanas Angelita y Jovita Amela
Ferrer-, se sigue dominando un vasto paisaje (lám. I, B; lám. II, A y B), por lo que este abrigo
difiere de la mayoría de las estaciones rupestres cuyas ubicaciones controlan pasos angostos,
sitios de aguada o fuentes, lugares cómodos para la acción cinegética; aunque existen otros (caso
de la Cava dels Cavalls, por más espectacular), que parecen «Un inaccesible nido de águilas» (2).
Nada de lo primero tiene la cárcava de Mas de Barbera, antes al contrario. Su paisaje es elevado
sobre el Caldés, de dilatados horizontes y sin ninguna fuente que sirva de reclamo a los animales,
puesto que la más cercana es la «Font de Santa Creu» a espaldas del cingle.
Si desde el abrigo recorremos visualmente este paisaje, la Masía de Barbera, a unos 200 m.,
está a 240°; a 260°, en el horizonte, advertiremos el imponente acantilado rojizo, horadado por
múltiples cárcavas de erosión, de la Mola d 'En Camaras; a 270°, «Mola Garumba» o «Balumba»
elevando el paredón calizo de la <
sierra de «Muixacre» -«Moxaca» en el siglo XII (5)-, y a 335°, ya junto a la balma del Mas
de Barbera, «La Roca de l'Heurera».
Las pinturas, en el pasado, serían advertidas con facilidad por los transeúntes que hiciesen la
ruta Forcall-Cinctorres-Portell, puesto que este medieval camino, de tres metros de calzada, pasa
tan sólo a 14m. de ellas. El abrigo que las contiene está a pocos pasos de un mojón que delimita
por el S con el término municipal de Cinctorres, y ya hemos dicho que el propio cingle es frontera con los de Forcall y La Todolella, por lo que nuevamente estamos ante un caso de «propiedad
territorial» no del todo claro, que ya vimos en las propias pinturas de Palanques, puesto que
ambos riscales son «rayas» delimitadoras de sus respectivos términos municipales.
Coordenadas de la balma: Long. 3o 28' O"; Lat. 40° 37' 10" (Instituto GeQgráfico y Catastral,
hoja no 544, «Forcall» - 1a Ed. 1932).
Enfrente de la Balma de Mas de Barbera, a su izquierda, se abre «l'Ombria de l'Heurera»,
con una menuda cueva denominada «La Coveta de l'Ombria de l'Heurera», sin restos arqueológicos, la cual delimita por levante con «La Roca de l'Heurera» en cuya cima existen los restos
de un torreón ibérico, posiblemente de «guaita» puesto que su función, por la propia topografía
del terreno, pudo ser la de vigilar e intercomunicar los asentamientos humanos de los valles fluviales de Forcall y Cinctorres.
(2)
(3)
municipal
(4)
(5)
R. VIÑAS: La Valltorta. Arte Rupestre del Levante Español. Ediciones Castell, 1984, pág. 128.
J. ANDRÉS: "Aportaciones a la arqueología de Els Ports. Hallazgos y yacimientos arqueológicos inéditos del término
de Morella". Archivo de Prehistoria Levantina, XXI, Valencia, 1995, págs. 155-186.
N. MESADO: "Dólmenes y Petroglifos en la «Dena del Moll>> (Morella-Castellón)". Saguntum, 29 (en prensa).
S. GAMUNDI y C. SANGÜESA: Morella, guía del antiguo télmino. Ajuntament de Morella, 1991, pág. 259.
-119-
[page-n-120]
4
N. MESADO, E. BARREDA y J. ANDRÉS
*
Abrigo con pinturas rupestres del Mas de Barbera de Sant CristOfol
•
Neo-eneolítico
@Ibérico
@
Edad del Bronce
•
-120-
Romano
[page-n-121]
LAS PINTURAS RUPESTRES DEL ABRIGO DEL MAS DE BARBERA
5
Junto a «La Roca de l'Heurera» perdura un topónimo que pudiera haberle pertenecido en un
principio: «La Moleta de la Torre». Dos cortos barrancos, el de «Barbera» y el de «La Torre»,
también llamado de «Torre Zurita» o <
El de Barbera lo configurará también la «Solana de Fraixemeno», con una estirada carena que se
adentra en la cubeta del Caldés, la cual tiene en su piedemonte la masía con tal antropónimo ,
cerca ya de la actual carretera comarcal de Forcall a Cinctorres.
Otras estaciones arqueológicas, relativamente cercanas (fig. 1), son las de la propia Mola
d'En Camaras, con la estación neolítica de «La Cova de la Roca Roja de la Mola de Cosme», y
la citada de la «Roca deMigdia», en la «Mola de Garumba», topónimo que muchos forcallanos
permutan por «Balumba», con restos de la Edad del Bronce, ibéricos y romanos, destacando de
los segundos una posible inscripción ibérica (advertida por F. Arasa), de difícil lectura por aparecer incisa a considerable elevación sobre el impresionante hastial del roquedo.
Entre la citada masía de Fraixemeno y la de Carceller se señalan, también, restos ibéricos, y
hacia Forcall, junto al Caldés y carretera, sobre un escaso espolón del que los masoveros del lugar
no conocen topónimo alguno, otros restos de la Edad del Bronce. Pero conviene anotar como hábitat
que pudo ser del autor de las pinturas de la balma del Mas de Barbera, aunque lo consideramos excesivamente alejado, la citada cavidad de «La Cova de la Roca Roja de la Mola d'en Cosme», prospectada por Díaz, de cuyos trabajos no conocemos resultado alguno, aunque uno de nosotros (J.A.),
su descubridor, recogía del cono de deyección, frente a la propia entrada, con anterioridad a las
citadas excavaciones, cerámicas inequívocamente Neolíticas. Y puesto que su distancia en línea recta
queda a algo más de 9 km., distinguiéndose desde ella el «cingle» con el ermitorio de S. Cristóbal, a
solo 300 m. de la nueva cárcava con pinturas, es por lo que creemos que sus propios habitantes, si
no fueron los autores, pudieron tener en esta balma uno de sus centros esotéricos.
También sobre la terraza del propio abrigo del Mas de Barbera existen algunas cimentaciones de muros, entre las cuales se advierten restos cerámicos prehistóricos así como medievales, y esquirlas de silex, destacando el fragmento de una hojita.
EL ABRIGO
De inmediato, cuando por el viejo camino de Forcall alcanzamos la estación rupestre,
impactan dos cárcavas gerninadas y simétricas en la base del cantil calizo, rojizo por la oxidación, separadas por un breve saliente rocoso que ensancha hacia Ja base. Su parecido con dos
fosas oculares humanas, con su tabique nasal centrándolas, es asombroso (fig. II y lám. III, A),
hecho que no debió de pasar desapercibido a los hombres del pasado, y pensamos que tal vez a
este parecido se deba el que en la fosa izquie_da, que se abre hacia el SE, y junto a su paramento
r
lateral derecho, que lo hará hacia el S, se halle este novedoso friso con pinturas.
La cavidad derecha no presenta resto alguno, y la de la izquierda, como terminamos de
anotar, tan sólo lo hará en su tabique derecho, recordándonos el similar caso de las dos cavidades gerninadas conocidas por el topónimo de «La Covatina del Mas de la Rambla»,
Vilafranca; pero tanto entonces como ahora advertimos que es justamente en sus zonas pintadas
en donde más rato incide la luz solar, que no lo hace en las cárcavas derechas de estas estaciones
rupestres, pudiendo ser El Sol, ese astro donador de la vida, el centro de las creencias esotéricas
del pintor levantino.
-121-
[page-n-122]
6
N. MESADO, E. BARREDA y J. ANDRÉS
Fig. 11.- Apunte a mano alzada de las balmas del Mas de Barbera,
conteniendo la de la izquierda las pinturas rupestres.
Las cavidades geminadas de Forcall/La Todolella (fig. III), tienen un eje horizontal de 4,12
m., con una separación (el supuesto tabique nasal) de sólo 0,70 m. La izquierda, con las pinturas,
alcanza una profundidad máxima de sólo 1,20 m., y una altura, en la vertical de la visera, de 1,25
m., presentando un techo de escamaciones calcáreas recubiertas por débiles coladas. La base
caliza de la oquedad presenta una inclinación irregular de unos 30°, por lo que es incómodo permanecer en ella (fig. IV).
En el friso pintado sólo observamos la ya clásica tinta plana del pintor de nuestros abrigos,
con el no menos reiterativo pigmento rojo-vinoso que el tiempo y la erosión natural degradan, a
veces dentro de una misma figura, hacia tonos más o menos compactados de tendencia añil en su
máxima concentración y castaño-rojizo, o anaranjado, en su mínima.
Como venimos asiduamente comentando la zona pintada es, también ahora, tectónicamente
la mejor de la balma (lám. III, B). Retazo calizo de sólo 92 cm. de ancho que, por mirar al S,
como ha sido dicho, es el de mayor insolación del abrigo.
El consiguiente estudio de esta nueva estación rupestre con arte naturalista fue aprobado
por Resolución de fecha 26 de abril de 1995 de la Dirección General de Patrimonio Artístico,
en cumplimiento de la Orden de 31 de Julio de· 1987 de la Conselleria de Cultura Educación y Ciencia, por la cual se regula la realización de actividades arqueológicas en la Comunidad.
-122-
[page-n-123]
LAS PINTURAS RUPESTRES DEL ABRIGO DEL MAS DE BARBERA
'
''
'
'
' .... .,
7
......
.......
.......
......
......
'
'
......
......
NM
o
2
3
m
Fig. m.- Sección vertical del abrigo con pinturas.
DESCRIPCIÓN Y ANÁLISIS
Si comenzamos la descripción de las figuras de este paramento por la derecha, la primera de
ellas está a 0,60 m. del inicio del covacha.
Fig. l.-Extraño animal mirando a la derecha. Su zoometría es a todas luces incorrecta
puesto que sus patas traseras, muy inclinadas y en actitud de salto, duplican a las delanteras, prácticamente verticales. Sobre ellas, sin mediar cuello alguno, se dibuja la cabeza del animal, detallando bien una boca abierta, sin morro que la prolongue, y una nariz humanoide. Sobre un frontal
inclinado surgen unas correctas orejas. El pescuezo dibuja, alzadas, sus crines. El lomo, recto, y
con una ligera inclinación, remata con el inicio de la nalga de los cuartos traseros, a no ser que
un trazo grueso que no toca el cuerpo, pueda ser el rabo. La arcada de la pata trasera inferior se
prolonga configurando el abdomen, cuyo final estrangula en busca de las patas delanteras las
cuales presentan unas raras garras en forma de pies humanoides, detalle que no plasman las patas
traseras. Eje máximo, 11 cm.
Fig. 2.-Sobre la figura anterior, con un ligero desplazamiento hacia el centro del panel, a
11 cm., tendremos a otro animal, ahora, orientado hacia la izquierda, el cual presenta una cabeza
-123-
[page-n-124]
8
N. MESADO, E. BARREDA y J. ANDRÉS
o
,
........,
h......t
......
.......
1
.......
m
Fig. IV.- Planta de los abrigos geminados con la señalización de las pinturas.
-124-
[page-n-125]
¡.
lj
f
•41J
\
...
•
\
~
··.· .
. ..
'· :.::":::·~ .
·. '
,;-:.'::::-. .
..
\
;0K
::·.:·-
[page-n-126]
[page-n-127]
LAS PINTURAS RUPESTRES DEL ABRIGO DEL MAS DE BARBERA
9
de équido (aunque sobre su morro dibuja un cuemecillo) cuya frente detalla el pelaje. Su cuello,
correcto para un potrillo, señalará, igualmente, onduladas crines.
Las patas delanteras, sin cascos, aparecen estiradas (en posición de correr), y su dibujo es
bastante impreciso. Mientras la descripción de la parte delantera del animal, caso de tratarse de
un caballo joven, diremos que es lógica, no va a ocurrir lo mismo con la posterior , aunque la pérdida de la pintura en gran parte, por saltado de la placa caliza, pudiera ser la causa. Prolongando
el lomo perdura un grueso trazo excesivamente alzado para ser la grupa del animal, por lo que
pensamos que pueda tratarse de la cola, por lo que de nuevo su zoometría sería, también, anómala. Debajo del abdomen, algo caídos, existen restos informes de pintura. Eje máximo, 1Ocm.
Fig. 3.-Con ella se alcanza la figura más sobresaliente del abrigo, verdadera novedad, junto
con su contigua, la no 4, dentro de la iconografía del Arte Rupestre Levantino. ¿Estamos ante un
antropoide revestido con una piel de oso, o ante un monstruo fantasmagórico? Repetidamente
hemos escrutado esta enigmática pintura del Mas de Barbera, y cada vez gana fuerza la idea de
que sea una representación icono-mítica del círculo cultural del pintor. En modo alguno, pese a
la apariencia formal que en un primer impacto cause en el espectador de hoy, podemos paralelizar esta pintura, por sus brazos en alto y manos abiertas, con las de un «orante», y menos
hacerlo con las Contestanas. El mensaje de ambas es claramente opuesto. Mientras las alicantinas
pueden alzar múltiples filacterias tremoladas terminadas en diminutas manos (símbolo de la «oración» o, tal vez, rayos solares al estilo del dios atón), nuestra figura parece hacerlo, simplemente,
para asustar (en actitud de un ataque simulado), como lo puede hacer la fig. n° 1 con la que podría
formar escena.
Su cuerpo, bastante mal conservado por descostrados (aunque la pintura que perdura es
potente), es voluminoso, aunque no en exceso, y presenta una ligera inclinación hacia la derecha.
Remata con una cabeza redonda, con desprendidos circulares en buena parte de su tinta plana,
por lo que no se advierte en su silueta (salvo unas posibles crines en el arranque de su lado
izquierdo) detalle anatómico alguno. Sin demarcar el cuello, esta cabeza se asienta sobre el arco
de los brazos en alto. Su izquierdo remata con una mano abierta, en la que se dibujaron cuatro
dedos, al igual que los suelen computar la mayor parte de las representaciones humanoides, tanto
del arte Paleolítico como del Neolítico Cardial.
Esta figura presenta un rabo, grueso, corto e irsuto, y una gran pata, la trasera, rematada por
una garra; mientras la otra extremidad se halla muy perdida por saltados del pigmento (lám. IV).
Eje máximo, 22 cm.
Fig. 4.-Colindando por la derecha con la figura precedente, advertiremos ahora una no
menos enigmática pintura subrealista, onírica tal vez, puesto que no tiene parecido con nada que
pueda ser real.
Una gruesa pincelada, con la misma inclinación que la figura anterior, remata con otra
cabeza-esférula, perdida en buena parte de su lateral derecho por saltados de la caliza soporte. El
resto de la figura dibujará una delgada línea recta, inclinada, que por nacer del supuesto tronco
habremos de interpretar como un apéndice de la propia figura, o más bien un brazo, que casi
alcanza el abdomen de la mayor a la que parece preceder en importancia. El grueso trazo o
«cuerpo», en su zona inferior, se encuentra muy saltado; pero parece finalizar con dos cortos
apéndices a modo de mandíbula de hormiga (lám. IV).
-125-
[page-n-128]
10
N. MESADO, E. BARREDA y J. ANDRÉ~
Tanto la figura 3 como la 4, reposan o nacen de una mancha rojiza, informe y degradada por
encontrarse sobre el peralte que inicia la base del abrigo. Eje máximo, 10 cm.
Fig. 5.-Con ella alcanzaremos el centro de este pequeño panel pintado. Ahora no hay lugar
a duda alguna: un cazador filiforme, sobre un plano de sustentación imaginario totalmente vertical, se halla flechando hacia la base del covacha. Su realización artística es ínfima, puesto que
el trazo lineal empleado es el mismo para el cuerpo y su arma; sólo la cabeza posee una mancha
mayor, distinguiéndose la barbilla y una nariz achatada. De su vestimenta tan sólo la pierna adelantada presenta, hacia su mitad, una posible jarretera de extremo bífido, y casi en la unión del
tronco con las piernas abiertas en zancada, sin modelar pies, otro apéndice inclinado, desproporcionado, pudiera interpretarse como un faldellín o como el miembro viril del cazador, aunque
su situación anatómica, en este ultimo caso, sería incorrecta. La poca calidad artística la observaremos, también, en la indecisión del pintor a la hora de trazar la flecha sobre un arco sencillo
que parece tensado, puesto que ha sido representada con un trazo no menos burdo debajo del
brazo que sostiene el arco, modo incorrecto para el disparo; pero con un lejano paralelo en el gran
risco de rodeno de la «Peña del Escrito», en Villar del Humo (Cuenca), en donde Benítez
Mellado, bajo la dirección de E. H. Pacheco, en 1918, dibujaba un cazador de estilo muy similar
al nuestro (6).
El astil no es recto sino que aparece ligeramente caído en su mitad hiriente. En la dirección
del tiro no existe animal alguno, a no ser la «cola» (que tampoco alcanza) de la figura no 6 (lám.
V, A). Eje máximo del cazador, 12,5 cm.
Fig. 6.-Esta representación vuelve a ser enigmática. Una línea algo serpentiforme, irregular, de eje ascendente hacia la izquierda, termina con una larga «cabeza» (?) muy apuntada que
parece presente en vacío su centro, posible representación, de tratarse de una serpiente, del ojo,
detalle anatómico que ya observamos en la «vípera latasti» que el cazador del abrigo bajo de
Palanques lleva colgando del brazo (7). El pigmento para su realización debió de ser excesivamente líquido puesto que en dos zonas del supuesto «cuerpo viperino» presenta unos corrimientos típicos de tal circunstancia, e incluso podremos observar hacia su «cola» un punto
regruesado del que tanto hacia su zona alta como baja ramificó el color, posiblemente por una
sopladura del pintor para un secado rápido. De haberse querido pintar un ofidio -su representación y captura ya la vimos en esta zona norteña del País (8)-, cosa que no creemos, podría ser
cazado por la figura precedente, aunque sería rara su captura con arco.
Otros restos de pigmento existen debajo del serpentiforme, posiblemente ya desde su origen
manchas o chorreados sin lectura. Eje máximo, 20,5 cm.
Fig. 7.-Sobre la supuesta cabeza de la figura anterior volveremos a hallar los restos de otra
figura enigmática, muy erosionada y rota en su centro por lo que hay un vacío de pintura de
(6) E.E. PACHECO: Prehistoria del solar Hispano. Orígenes del Arte Pictórico. Memorias de la Real Academia de Ciencias.
Exactas, Físicas y Naturales, Madrid, 1959, pág. 427, fig. 362.
(7) MESADO y HORNERO: Op. cit. nota l.
(8) N. MESADO: "Las pinturas rupestres de la <>, Vilafranca, Castellón".
Luncentum, VII-VIII, Alicante, 1988-89, págs. 35-56.
-126-
[page-n-129]
LAS PINTURAS RUPESTRES DEL ABRIGO DEL MAS DE BARBERA
11
3 cm. de separación. Se trata de un ancho trazo tremolado que apunta hacia la base, teniendo a
modo de dos cuernecillos en los extremos superiores, en donde su ancho llega a los 6,3 cm. Eje
máximo, 1O cm.
Fig. 8.-Corto trazo que pudiera prolongar, en sentido ascendente, la línea serpentifonne o
figura 6. Eje máximo, 6 cm.
Fig. 9.-Sobre una pequeña línea, ahora casi horizontal, que pudiera proceder o ser la prolongación de las figuras 6 y 8 (en cuyo caso podría tratarse de la representación de un suelo irregular ascendente, o menuda alcudia), se yergue un extraño arboriforme de cuya propia cepa nace
una corta rama que curva a la derecha y remata con un grueso botón a modo de hoja-flor, la cual
presenta dos delgados apéndices, casi paralelos, hacia el tronco, el cual asciende, ahora bastante
perdido por la erosión, no sin antes dejar, en su lado izquierdo, otro manchón redondo a la altura
de la «flor» primera. El «tronco» del arboriforme alcanza una cruz indefinida, tanto por saltados
del pigmento como por lavados erosivos, por lo que no estamos seguros de nuestra propia interpretación; pero algo no ofrece duda alguna: en la copa del árbol, a su izquierda, un cazador se
sostiene cogido a una especie de semicírculo cuya cuerda incide en la cumbre del vegetal, presentando un ensanchamiento a modo de «escoba» invertida, apreciándose un grupo de cortos
trazos verticales. Su pierna avanzada, encogida, apoya sobre dicho arboriforme, mientras su
mano izquierda sostiene, o blande, un gran arco simple mientras la pierna izquierda parece estar
en el aire.
El cuerpo de este pequeño cazador, de pésimo dibujo, apenas permite distinguir un pie triangular, el de su extremidad adelantada, y un cabello que pudiera adornar con plumas, figura que
adolece, como el conjunto del panel, de repetidos descostres por saltado, descomposición de la
caliza soporte, lavados y finas coladas. Son males endémicos de todo descubrimiento rupestre
sobre los que rápidamente, tras cada publicación, va a incidir la acción antrópica puesto que la
protección de un Arte europeo único o no llega o lo hace tarde, caso de las principales cavidades
de La Valltorta, como la «Cova del Cavall» declarada en 1924 Monumento Histórico Artístico y
hoy repleta de grafismos o «recordatorios» de excursionistas sin escrúpulos que han dado al traste
con unas escenas únicas.
INTERPRETACIÓN ICONOLÓGICA
En cierto modo este corto conjunto de figuras del Mas de Barbera parece tener unas lejanas
connotaciones formales con el Arte Rupestre del Neolítico Cardial, caso de la figura no 3, esa
especie de «falso» orante que alza los brazos, pero no en señal de oración o súplica, sino como
«monstruo» prehistórico, como queriendo impresionar o dar un impacto de terror. De no aceptar
tal sugerencia podría interpretarse, pensamos, más que como un «orante» como «Un grito», recordando una de las figuras (la de la derecha) de ese otro grito de impotencia, indignación y muerte
que es el «Guernica» de Pablo Ruiz Picasso; o la expresionista pintura de «El grito en el puente»,
de Georges Roault.
La lectura que tenemos en el paramento rupestre de Mas de Barbera parece ser la de un relato
roto del cual sólo quedan unos símbolos u palabras-objeto, al modo pictográfico, sin conexión
-127-
[page-n-130]
12
N. MESADO, E. BARREDA y J. ANDRÉS
aparente, por lo que no emana de los pictogramas una «lectura>> lógica. En modo alguno podemos
etiquetar el contexto simbólico-naturalista que nos ha llegado, dentro de un hacer cotidiano del
hombre Neolítico.
El corto panel horizontal se nos aparece como un muestreo de «rarezas»: un cazador levantando su arco sobre lo más alto de un arboriforme está haciendo, tan sólo, una exhibición, a no
ser que se refugie en un ejemplar casi onírico huyendo de ese trazo serpentiforme (no menos onírico) que nos extraña represente a un ofidio por lo rígido de su propio cuerpo, que un cazador filiforme pudiera flechar, aunque en el supuesto animal no ha impactado saeta alguna, cosa bien rara
pues en el lenguaje artístico de estos momentos las presas, de serlo, siempre aparecerán asaetadas.
Otras figuras-símbolos, sin duda el mayor aporte de esta balma al Arte Rupestre Levantino,
es el conjunto compuesto por la no 3 y 4. Dichas representaciones diríase que son formas sobrenaturales, elementos simbólicos o monstruos fantasmagóricos, posible mitomanía de esa fase tan
final del Arte Rupestre del Neolítico Inciso, inserta dentro del contexto de la Fase III de Remigia,
en un momento de simbologías, iconos inconexos o de difícil integración en una escena racional
como siempre acontece con la Fase II. Ambas figuras son las dominantes en el friso, a las que
acudirán de inmediato las miradas de cualquier espectador. Se trata, la no 3, de un temible monstruo de cabeza redonda que alza los brazos para hacer más eficaz su presencia. Su rabo irsuto y
en especial sus patas-garras no dejan lugar a duda. Pero aún es de más hermética lectura la figura
que tiene en su lateral izquierdo, la n° 4. Parece otro monstruo de cabeza igualmente esférica, a
no ser que se trate de un gigantesco abdomen de alguna especie de arácnido pues en su extremo
inferior, basal, se pintaron unas posibles mandíbulas en actitud de ataque; aunque un delgado
apéndice, oblicuo, surge de su lado izquierdo pudiendo indicar que, como la figura mayor, levantaba también los «brazos», ahora filiformes pese a ser el resto de la figura de voluminosa rnasa.
Por la degradación de la zona basal, no sabemos de donde emergen tan inquietantes representaciones. Teniendo en cuenta que es en esta pedrela o banco del retablo rupestre donde los
restos de pintura no llegan a individualizar figura alguna, habría que suponer que las manchas
que han alcanzado nuestros días hayan sido sólo eso, restregones de los propios pinceles o un
intento de dar una base firme (representación del suelo) a las figuras que se le superponen;
aunque es, también, por iniciarse aquí t:l peralte de la cavidad, la zona más erosionada por los
animales que buscan refugio en ella.
En el lado derecho del panel, dos animales igualmente oníricos (fig. 1 y 2), se contraponen:
un extraño potro y una especie de zorra o lobo en actitud de ataque, cuya cabeza no sabemos si
es de animal o de homínido. Creemos que ni su propio autor, con posibilidad mitógrafo, lo supo,
puesto que también le importaría poco, limitándose a plasmar en esta cárcava del Mas de Barbera
un mensaje pictográfico que hoy nos resulta bastante hermético.
En su conjunto el lenguaje artístico de la balma es el reverso de las Fases I y 11 de Remigia,
las cuales conllevarán un inmenso respeto hacia la fauna que se intenta copiar. En la Fase Ill, la
propia del Mas de Barbera, puede dominar sobre la realidad lo burlesco; las caricaturas son, también, normales, llegando al desprecio total de los cánones artísticos del arte del pasado, prueba
inequívoca de un debilitamiento de la inspiración. Ahora hay, como venimos comentando en
otros trabajos, un desprecio por las creencias anteriores y una clara reinterpretación (o «profanación») de ellas, siempre con una calidad artística menor, aunque a veces con claros atisbos sobrealistas, lo que hace no menos sugestiva esta última faceta del Arte Rupestre del Neolítico Inciso.
-128-
[page-n-131]
LAS PINTURAS RUPESTRES DEL ABRIGO DEL MAS DE BARBERA
13
Contemplando este «novedoso» panel del Mas de Barbera nos hace el efecto de estar ante un
paramento con exvotos en una de esas ermitas perdidas por esa agreste comarca de Els Ports, en
el que el único nexo entre ellos es el de su propio esoterismo, puesto que al lado de unas viejas
muletas existe un traje de novia o un recipiente de vidrio conteniendo una indefinida víscera
humana y cuyo nexo de unión está en la propia vida, ese grito continuado por existir. Ahora, en
el hombre del final del Neolítico hay un claro cambio del pensamiento, la mentalidad del pasado,
reflejada en esos totémicos animales estáticos de la Fase 1, toros/ciervos, siempre entronizados
en los paramentos más óptimos de los abrigos, por lo general en el interior de hornacinas dominantes (caso del gran bóvido de la Cava deis Cavalls), ha sido deliberadamente despreciada.
Igualmente acontecerá con las complejas escenas cinegéticas de la Fase II.
CONCLUSIÓN
Son escasos los abrigos levantinos que presenten animales pertenecientes a la fauna menor.
Cuando lo hacen, ésta suele ser, en la mayoría de los casos, poco definida. Ya hemos visto lo difícil
que resulta escrutar las figuras 1, 2 y 6 del Mas de Barbera. Para la primera tendríamos, en un abrigo
relativamente cercano, el de Rossegadors, cierto parecido con el »bichejo» que definimos como un
posible cánido o felino en la escena -no levantina- del Panel VIII; para la segunda, de tratarse de
la parte delantera de un équido, veremos, igualmente, lo lejos que queda del grupo de supuestos
potrillas del Racó de Nando, Benassal (9); e igualmente nos ocurre con la interpretación de la fig.
6, una posible serpiente o, tan sólo, la línea basal, ascendente, del «paisaje» sobre el que se desarrollan unas escenas cuanto menos anómalas, incluyendo la figura de más cómoda lectura: el
cazador que flecha el propio suelo de la balma, en la cercanía de la «cola» del supuesto ofidio,
cazador al que podríamos hallar cierto paralelo, tanto estilístico como formal, con el grupo bélico de
la escena más popular de Morella la Vella, a escasos kilómetros; aunque se trata de una de las representaciones más tipificadas de la fase fmal del Arte Levantino; pero, como hemos citado, con claros
paralelos con el cazador de «Peña del Escrito», en el que advertimos la misma técnica de disparo.
Otra composición, inconexa (?) en el contexto de las figuras del Mas de Barbera, será la del
cazador subido a la copa de un grandioso arboriforme que, con sus aspavientos, parece querer
llamar la atención; o, tal vez, se esté refugiando de esa gran serpiente cercana, portadora de muerte.
No ocurre lo mismo con otras representaciones de arboriformes, a veces posibles escaleras, caso de
la estación de «Los Trepadores», por más significativa, de Alacón, en las cuales si asciende algún
nativo lo hace por alguna causa justificada, generalmente la recolección de los productos naturales,
y no por el simple hecho de llamar la atención. La representación de árboles de gran porte en el
registro del Arte Neolítico, caso del arboriforme de Forcall, es muy escaso. En Castellón, pese a
contener los dos focos más importantes (Gasulla y Valltorta), es la primera vez que lo computamos.
En el caso del citado abrigo turolense de Los Trepadores, con escenas de recolección, monta,
y de los «posibles trabajos agrícolas», estaríamos, una vez más, y ahora en opinión del
Dr. Beltrán, «ante temas de carácter neolítico o, al menos, evidentes escenas de recolección» (10).
(9) A. GONZÁLEZ PRATS: Carta Arqueológica del Alto Maestrazgo. S.I.P., Trabajos Varios n.o 63 , Valencia, 1979, pág. 15 y
lám. IV.
(lO) A. BELTRÁN: Arte Prehistórico en Aragón. lberCaja, Obra Cultural, Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza,
Aragón y Rioja, Zaragoza, 1993, pág. 130.
-129-
[page-n-132]
N. MESADO, E. BARREDA y J. ANDRÉS
14
O
~'
20cm
- ~~ ; --
~. ~ · · · ··
'-i.'-l . .... , .
.(;. . ·, ,,.
......
,
••
1
:
'
~
e
- ·~--- "'"'
D
Fig. V.- Grupo de supuestos «orantes». Procedencia: Grecia, A y B; Chipre, C; Alicante,
D (Barranc de l'lnfern); y Castellón, E (Abric del Mas de Barbera, fig. 3).
-130-
E
[page-n-133]
LAS PINTURAS RUPESTRES DEL ABRIGO DEL MAS DE BARBERA
15
Y si todo ello es de por sí raro, no lo serán menos las novedosas «figuras de cabeza redonda»,
no 3 y 4, con los brazos en alto, que tanto podríamos interpretar, si se quiere, como «orantes» o
como monstruos oníricos de un relato mítico-legendario de nuestra prehistoria. La figura 3a
pudiera cubrir su cuerpo con una piel de oso. A este respecto, Chevalier y Gheerbrant nos dicen
que «Como todas las grandes fieras, el oso forma parte de los símbolos de lo inconsciente ctónico: lunar y por ende nocturno, pertenece a los paisajes internos de la tierra madre» (11).
Pero parece ser, ya lo hemos dicho, que la misión de tan novedosas representaciones en
nuestro panel rupestre sea la de impactar en el espectador indígena; quizás la representación de
la propia muerte a la que pudieran pertenecer, como reencarnaciones anímicas, los animales que,
en actitud de eminente ataque (en particular la fig. no 1), tiene enfrente, puesto que el zorro, de
serlo, en la mitología es símbolo del diablo, y en el Extremo Oriente toma un carácter satánico;
mientras que el caballo (fig. no 2), de serlo, es un animal ctónico-funerario.
De inclinamos por una «nueva» representación de «orantes» --en este caso la primera detectada en el septentrión del País-, su origen nuclear, como el de su propia Cultura, se viene detectando en el Mediterráneo Oriental. Así, Beltrán ha iniciado esta búsqueda dándonos a conocer
una figura de orante procedente del yacimiento neolítico chipriota de Kalavassos Tanta, «con
datación del V milenio» (fig. V, C) (12). Otras dos figuras de «orantes», sobre fragmentos cerámicos, hemos examinado en el Museo Nacional de Atenas (13). Se trata de las piezas inventariadas con los números 8774 y 8775. La primera (fig. V, A), trazada con una pigmentación negrorojiza, aparece sobre un fragmento de bol de cerámica delgada y superficie fma. Un antropomorfo, de líneas geométricas, presenta los brazos en alto. Su izquierdo, el único completo, remata
con tres dedos que siguen el estilo geométrico de la figura. La cabeza se representa por un grueso
círculo, recordando las del Arte del Neolítico Cardial alicantino (fig. V, D).
La segunda de las representaciones antropomorfas citadas (lám. V, B), aparece sobre un fragmento de cerámica basta, con desengrasante visible, presentando una figura esquemática en
relieve, la cual aparece «cortada» por lo que sería el tronco, que no presenta, con objeto de
sujetar, entre los relieves horizontales de los. brazos y las piernas, una soga que circunvalaría el
voluminoso recipiente. Este antropomorfo, con los antebrazos verticales, presenta las manos
abiertas, distinguiéndose los apuntados dedos. Llama la atención, sobre un mismo eje vertical, su
cuello-cabeza y su voluminoso pene. Tales piezas griegas aparecen expuestas en la vitrina no 50
de la sa Sala, con materiales Neolíticos (procedentes de Tesalia) y Premicénicos. Su cartela
(«NEOLITHIC FIGURINES FRON VARIDUS PLACES OF GREECE»), poco más dirá, posi. blemente por proceder de viejos fondos; pero por los recientes trabajos de Milojcic y Ceojaris,
sabremos que en Grecia el Neolítico Antiguo es del VI milenio, siendo del V el Neolítico Medio.
La curiosidad de estos dos fragmentos con temas figurativos es evidente, puesto que son los
únicos que los presentan dentro de un vasto conjunto de cerámicas con decoración geométrica.
Pero, volviendo a nuestro escenario rupestre, no olvidemos el parecido físico de estas balmas
geminadas con la visión frontal de un cráneo humano, auténtica personificación de la muerte y
su propio ideograma. La fosa «ocular» derecha, sin pinturas, no recibía en los días que las visitamos (meses de Abril y Mayo) la luz solar, por lo que la sombra es lo oculto y negativo; en
(11)
(12)
(13)
J. CHEVALIER y A. GHEERBRANT: Diccionario de los Símbolos. Editorial Herder, Barcelona, 1986, pág. 791.
BELTRÁN: Op. cit. nota 10.
SEMNI KARUSU: Museo Nacional. Guía Ilustrada del Museo. Ekdotike Athenon, S.A., Atenas, 1992, pág. 14.
-131-
[page-n-134]
16
N. MESADO, E. BARREDA y J. ANDRÉS
cambio la izquierda, con el panel pintado, bañaba su luz las propias pinturas. De ello, pues, pudiéramos sacar una lectura ya esbozada al principio: El Sol, en las creencias de todos los pueblos del
lejano pasado, es fuente de vida por ser símbolo de la fuerza creadora y de la energía cósmica;
símbolo, a su vez, de lo inmutable e inmortal, por lo que tal Astro pudo centrar unas primarias
creencias anímicas en las sociedades neolíticas.
Reconocemos lo hermético del «mensaje» que nos legó el pintor rupestre del Mas de
Barbera, posiblemente nada más lejos de esa interpretación que hemos querido realizar; pero creemos que estamos ante un relato simbolista, posiblemente el más claro, por hermético, de cuantos
de aquellos lejanos tiempos hayan alcanzado nuestros días; pero como en arte, con atisbos de
surrealismo, todo es posible y subjetivo, hemos querido intentar, pese a la gran profundidad cronológica que nos separa, un acercamiento a esas pocas figuras que, pese a ello, por el simple
hecho de encontrarse cerca de ese centro nuclear creativo que es Gasulla y Valltorta, presentarán,
dentro del registro temático «levantino», nuevos y sorprendentes motivos, enriqueciendo con ello
nuestro propio pasado.
Burriana-Morella, diciembre de 1995
-132-
[page-n-135]
LAS PINTURAS RUPESTRES DEL ABRIGO DEL MAS DE BARBERA
17
A
B
Lám. 1.- A: Panorámica del «cingle» con el abrigo estudiado. En su cima la ermita de Sant CristOfol,
y en el lado derecho el Mas de Barbera. El camino que se advierte es el de Forcall a Cinctorres.
B: Desde el abrigo, panorámica NE sobre el Caldés.
-133-
[page-n-136]
18
N. MESADO. E. BARREDA y J. A DRÉS
A
B
Lám. ll.- A: Vista S del enclave del Mas de Barbera.
B: Desde el abrigo con pinturas, panorámica SE.
-134-
[page-n-137]
LAS PINTURAS RUPESTRES DEL ABRIGO DEL MAS DE BARBERA
19
B
Lám. ill.- A: Visión frontal de los abrigos geminados.
B: Conjunto del panel rupestre con la escena estudiada.
-
135-
[page-n-138]
20
N. ME SADO, E. BARREDA y J. ANDRÉS
Lám. IV.- Detalle de las novedosas figuras de cabeza redonda, n° 3 y 4.
-
136 -
[page-n-139]
LAS PINTURAS RUPESTRES DEL ABRIGO DEL MAS DE BARBERA
21
A
B
Lám. V.- A: El cazador filiforme no 5. B: Detalle de la fig. no 9,
con el arquero en la cima del arboriforme.
-137-
[page-n-140]
[page-n-141]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XXII (Valencia, 1997)
Philippe liAMEAu* et Daniel VAll..LANT**
L' ABRI No 2 DE PIERRE ROUSSE (BEAUREGARD-BARET, DRÓME)
Résumé: L' abri no 2 de Pierre Rousse est un site orné de peintures schématiques au pied desquelles
un sondage a restitué du mobilier archéologique. La figure qui domine est la ligne brisée, caractéristique
des abris peints de la Drome. Plusieurs autres figures montrent un cas d'association de signes qui n'est
connu que dans une cavité peinte du Var. Le matériel lithique et céramique semble constituer les vestiges
d'un rituel assez proche des pratiques funéraires.
Resumen: El abrigo núm. 2 de Pierre Rousse (Piedra Roja) es una estación con pinturas esquemáticas. Un sondeo efectuado al pie de las pinturas ha proporcionado materiales arqueológicos. La figura
dominante es la línea quebrada, característica de los abrigos pintados de la Drome. Otras varias figuras
muestran un caso de asociación de signos que sólo se conoce en una cavidad ornada del Var. Los materiales líticos y cerámicos recuperados parecen constituir los vestigios de un ritual ligado a las prácticas
funerarias.
l. PRESENTATION
l.
LE SITE
L'abri no 2 de Pierre Rousse est un petit porche creusé au pied de la barre sommitale qui
surplombe le ravin de Tete d'Homme sur la commune de Beauregard-Baret (Dróme). Le site est
exposé au sud. La falaise mesure une cinquantaine de metres de haut et est composée des calcaires du Valanginien supérieur. L'altitude du site est de 750 m, au-dessus d' un talweg a 550 m
enviran. On y accede par un sentier étroit et escarpé qui s' écarte du chernin goudronné quelques
centaines de metres en arnont du Passage du Tour.
*
**
E.R.A. 36 du C.R.A du C.N.R.S., 14. av. Frédéric Mistral F83136 Forca!queiret.
SAVOIR, Le Logisson F07000 Saint-Julien en Saint-Alban.
-139-
[page-n-142]
2
Ph. HAMEAU et D. VAILLANT
o
KM
50
•
ABRI D'ESON
BAUME
•
LEVANT DU LEAUNIER
Fig. 1.- Localisation du site de Pierre Rousse et des trois abrís ornés
de lignes brisées du département de la Drome.
-
140-
[page-n-143]
L' ABRI N. o 2 DE PIERRE ROUSSE
3
Le porche proprement dit mesure 1O m de large et 8 m de profondeur pour une hauteur sous
auvent de 3 m. Devant cette partie couverte, un éboulis s' est formé avec les blocs tombés de la
falaise. Cet amas de pierres a du etre grossierement arrangé pour accro1tre la surface abritée et
constituer une limite autant qu'un moyen de canaliser le troupeau en cas de parcage des betes.
Les parois de l'abri sont de teinte grise. Elles sont orangées des que l'on sort du surplomb, accidentées dans la partie occidentale du pied de la falaise et lisses du cóté oriental. Les figures ont
été peintes sur support orangé uniquement tant accidenté que lisse. On les observe done a droite
et agauche du renfoncement. On compte deux autres porches a l'est de l'abri no 2, aux parois
également lisses et orangées, mais qui n'ont pas été omées.
2. LES PEINTURES
Les figures a 1' ouest de 1' abri sont résiduelles. Elles se sont estompées avec le temps et il
n' est pas évident que leur disparition soit dfie a une desquamation de la paroi. On en donne 1' inventaire par le tableau suivant.
Tableau A
n. fig.
description
tein tes
Pantone
hauteur
au sol
01
02
03
04
05
06
07
support
traces
traces
traces
traces
traces
traces
traces
?*
1,70m
1,70m
1,70m
1,20m
l,lOm
0,60m
0,60m
0
?
?
?
?
?
?
156U
* Les pigments sont trop absorbés par le support pour que 1' on puisse les
analyser avec le Pantone.
Les figures peintes a 1' est du renfoncement sont les plus completes bien que le support soit
fortement desquamé au-dessus et au centre du panneau. Les parois sont lisses a légerement striées
a la suite du frottement de la paroi par les blocs qui peu a peu s' en sont détachés. La paroi représente en quelque sorte un miroir de faille. Cette paroi est oblique a 2SO par rapport a la verticale
et est parcourue de plusieurs coulées de calcite, agauche du panneau notamment. Celui-ci représente une surface omée de 3 m de large sur 2,20 m de hauteur. L' inventaire des figures est donné
comme suit:
-141-
[page-n-144]
4
Ph. HAMEAU et D. VAILLANT
/
.- · . . . ·· ..
... . ..
A
___,.... .
)
J
PAROI :
y
~
o
GRISE
ORANGEE
3
Fig. 2.- Plan du site de Pierre Rousse. Localisation des sondages 1 et 2 et des deux zones ornées A et B.
-142-
[page-n-145]
L' ABRI N. o 2 DE PIERRE ROUSSE
5
A-B
C·D
o
m
3
Fig. 3.- Coupes de l'abri n• 2 de Pierre Rousse.
-143-
[page-n-146]
6
Ph. HAMEAU et D. VAILLANT
Fig. 4.- Transcription du panneau B de Pierre Rousse.
A: paroi desquamée.
B: dépots de calcite.
-144-
[page-n-147]
7
L'ABRI N.o 2 DE PIERRE ROUSSE
Tableau B
tein tes
Pantone
description
n. fig.
0
170U/
ponctuations disposées selon une forme
ovale
1775U/
traits borizontaux droits ou courbes et
02
ponctuation
1775U/1655U
signe scalariforme, signe en U et
03
ponctuations
1775U/
ligne brisée horizontale
04
1775U/
ligne brisée horizontale
05
1775U/
trait vertical et forme quadrangulaire
06
1775U/
trajt vertical et forme quadrangulaire
07
1775U/
trait oblique et figures non interprétable
08
1775U/
trait curviligne et traits verticaux
09
1775U/
signe en U
10
1775U/
figure non interprétable
11
1775U/
ligne brisée horizontale
12
1775U/
lignes brisées horizontales, ponctuation et
13
signe en U
1775U/
trait oblique
14
1775U/
ligne brisée horizontale sous une ligne
15
horizontale
1775U/
trait courbe
16
1775U/
série de ponctuations
17
156U/
support
01
dév. vert
dév. hor.
bauteur
au sol
13cm
17 cm
2,30m
14cm
24cm
2,05 m
19 cm
17 cm
1,90m
30cm
62cm
5,5 cm
20,5 cm
11,5 cm
1,75m
1,65 m
1,55 m
1,55 m
1,40 m
1,40 m
1,50 m
1,30m
1,05 m
1m
21cm
0,90m
0,80m
8cm
0,85 m
0,65 m
20cm
21cm
14cm
9,5 cm
5cm
7,5 cm
13 cm
6,5 cm
11 cm
11 cm
14cm
6,5 cm
3. LE CONTEXTE ARCHÉOLOGIQUE
Nous avons procédé aun sondage de 1,50 m de coté au centre de la zone abritée et un second
de 1 m x 1,50 m sous les figures de la paroi orientale.
Le premier n' a restitué aucun vestige archéologique. Nous 1' avons entrepris jusqu' a la profondeur de 0,60 m bien qu ' il ait été évident des le sommet de la couche 3 que nous atteignions
le niveau stérile immédiatement sus-jacent au substrat calcaire.
La stratigraphie relevée est la suivante:
l.
2a.
sédiment btun a gris tres pulvérulent
sédiment brun moyen melé de cendres
-145-
[page-n-148]
8
Ph. HAMEAU et D . VAILLANT
--.._.
•
•. J
Fig. 5.- l<'l~·~ 2,3 et4 du panneauB.
~a¡;.... ...,
Fig. 6.- Figures no5,6et7du panneauB.
-146-
[page-n-149]
L' ABRI N.o 2 DE PIERRE ROUSSE
9
J
-
1
Fig. 7.- Figures no 13, 15 et 17 du panneau B.
-147-
[page-n-150]
10
Ph. HAMEAU et D. VAILLANT
t
Fig. 8.- Figures n" 1, 9 et 8 du panneau B.
-148-
[page-n-151]
L'ABRI N.o 2 DE PIERRE ROUSSE
2b.
3.
11
sédiment brun tres clair tres compacté a l'ouest de la couche 2a, on observe une
lentille ou altement cendres et charbons
argile claire melée de petits graviers dans sa partie supérieure
Le deuxieme sondage montre un mélange de cendres, de quelques charbons de bois et d' une
matrice pulvérulente ou doivent se meler poussieres d'origine éolienne et humus. Les pierres de
modules divers, issues de la dégradation de la paroi, sont extremement abondantes. Certaines présentent des traces de rubéfaction voire se fracturent, sans doute pour avoir été au contact d'un feu
violent. L'hétérogénéité des sédiments supérieurs du sondage no 2 est peut-etre dile a des superpositions multiples de petites poches cendreuses, a des petits amas juxtaposés, et dont la texture
est trop lache pour permettre l'individualisation a la fouille. Ces sédirnents d'une puissance de
0,30 m environ reposent sur une couche brun clair tres compacte correspondant a la couche 3
observée dans le prernier sondage.
Le matériel archéologique a été recueilli dans la couche pulvérulente du sondage no 2.
Industrie lithique
Ont été mis au jour, une lamelle brute et treize lamelles retouchées, deux éclats bruts et
quatre éclats retouchés. Deux fragments d'une meme lamelle recollent. Le débitage lamellaire
par pression est le mode de débitage le rnieux représenté puisqu'il conceme 11 éléments sur 14.
Toutefois, certaines pieces débitées par pression portent aussi les stigmates d' enlevements par
percussion ; il s' agit sans doute plus de réfections de la table larninaire que de 1' existence de plusieurs stades d' exploitation du nucléus. Il n' apparait en effet aucune chronologie dans les modes
de débitage. Aucune des lamelles n'a fourni les preuves d'un traitement therrnique du nucléus initial. En revanche, les 6 éclats sont difficiles a replacer dans la cha!ne opératoire.
L'une des lamelles porte les traces d'un rnicropoli bifacial sur l'arete gauche et, moins évident, sur 1' arete droite. Le rnicropoli du bord gauche est typique du travail des végétaux et les
stries paralleles au bord pourraient indiquer un mouvement longitudinal. Le sciage est probable
(HELMER, 1983). L'examen au rnicroscope de toutes les pieces nous fait supposer l'utilisation de
quatre autres éléments lithiques, deux éclats et deux lames. Le rnicropoli y est trop peu développé
pour que 1' on puisse en tirer quelque conclusion.
Céramique
Nous avons retrouvé 20 tessons dont 2 bords et un fragment de carene légere. Nous estimons a 6 le nombre minimal de récipients. Aucune forme n' est reconstituable graphiquement.
On compte néanmoins un pot de petite taille (10,5 cm de diametre a l'embouchure), probablement une tasse, dont la levre est biseautée coté interne. La pate est cuite de far;on homogene jusqu'au coeur. Les épidermes ont une teinte beige et présentent un polissage soigné. Un second
récipient de taille moyenne (18 cm de diametre a l'embouchure) a sans doute une fonction culinaire, supposée par ses parois droites et sa panse épaisse. La pate grossierement dégraissée a la
calcite est cuite de fas;on homogene. La teinte noire des épidermes est rehaussée par un lissage
correct non suivi de polissage. Il n'y a pas de récipient de stockage. Les tessons expriment les
restes de 3 récipients de petite taille et 3 récipients de taille moyenne. C'est une vaisselle d'u-149-
[page-n-152]
12
Ph. HAMEAU et D. VAILLANT
o
3
50
Fig. 9.- Coupe stratigraphique du sondage 1 de Pierre Rousse.
¡t 10.5
.
.
-~
4
3
Fig. 10.- Matériel recueilli dans le sondage 2 de Pierre Rousse:
1 et 2 lames en silex, 3 perle en os, 4 céramique fine.
-150-
[page-n-153]
L' ABRI N. o 2 DE PIERRE ROUSSE
13
sage courant, tres fragmentée, ayant subi l'érosion de ses surfaces et meme de ses aretes, peutétre a la suite d'un séjour prolongé a l'air libre.
Parure
Il a été retrouvé une perle en os, fac;onnée sur une esquille que 1' on a biseautée puis polie.
La perforation a été faite a partir des deux surfaces. On note aussi un éclat de quartz hyalin de
1,2 cm de long.
Faune
On dénombre 27 os ou fragments osseux animaux dont 4 sont bríHés. Ces os présentent un
émoussé de leurs aretes et aucun ne porte de traces de découpe.
L'abri no 2 de Pierre Rousse constitue un nouveau jalon de l'art schématique postglaciaire
dans le sud de la France. Cette expression artistique est désormais connue dans une quarantaine
de sites dont l'analyse a permis d'exprimer les principales caractéristiques (HAMEAU, 1989).
Toutefois, c'est dans la Péninsule ibérique que les sites omés de telles figures sont les plus nombreux. L' emplacement du site n' est pas fortuit. Il répond a de nombreuses exigences, qu' elles
soient d'organisation des terroirs ou simplement de configuration du terrain. Les figures exprimées par la peinture sont issues d'un corpus restreint et répondent a une symbolique régie par des
lois rigoureuses. La connaissance de ces principes permet de formuler quelques hypotheses interprétatives. Le mobilier censément associé aux peintures donne quelques indications chronologiques sur celles-ci mais doit essentiellement permettre d' évoquer les pratiques cultuelles qui lui
sont liées.
II.
IMPLANTATION DU SANCTUAIRE
L'abri no 2 de Pierre Rousse est en position élevée. L'expression "sites remarquables" est
souvent employée pour exprimer la situation de tels sanctuaires mais elle ne correspond en fait
qu'a 17% d'entre eux. En revanche, la vue est dégagée vers le sud, de l'est a }'ouest, comme c'est
le cas pour 98% des sites peints. Cette exigence d'une orientation en fonction du soleil explique
que toutes les cavités d'une meme vallée ou d'une meme barre sommitale ne soient pas systématiquement choisies pour l'omementation. Elle nous rappelle l'orientation des dolmens. Bien
entendu, d'autres contraintes, de parois notamment, peuvent contribuer a la désaffection de certains abris.
La prédilection des Préhistoriques va en effet aux supports de teinte ocrée. Le toponyme
Pierre Rousse est a ce titre révélateur tout comme celui des Roches Rouges qui signale 1' abri
peint d'Eson (Pont-de-Barret, Dróme). La coloration est naturelle dans la plupart des cas.
Toutefois, 1' analyse des pigments a confirmé que la paroi grise de 1' abri A des Eissartenes (Le
Val, Var) a été badigeonnée d'ocre préalablement a la réalisation des figures (HAMEAU, 1995).
Le site de Pierre Rousse est picturalement un site de pied de falaise et non un abri au sens littéral du terme puisque les parois grises du renfoncement n'ont pas été omées. La zone abritée
n'a pas été occupée pour autant. C'est la une caractéristique des abris peints, réservés a l'art et
-151-
[page-n-154]
14
Ph. HAMEAU et D. VAILLANT
ses manifestations annexes, et éloignés des habitats. Bien que la prospection des abords de
l'abri n° 2 de Pierre Rousse ait été superficielle, la localisation du site nous laisse imaginer un
abri entouré de bois et éloigné des habitats permanents de la plaine et de leurs champs. Les abris
voisins de 1' abri peint ne présentent eux-m emes aucun remplissage ou mobilier susceptibles
d'évoquer une occupation des lieux fut-elle ponctuelle. Comme on le constate pour la plupart
des abris peints, Pierre Rousse était sans doute au coeur d'une zone prioritairement dévolue aux
activités cynégétiques. Le resserrement du vallan que constitue le Passage du Trou est
aujourd'hui encare le passage obligé du gibier vers les points d'eau en meme temps que le poste
d'observation des chasseurs.
111. ORNEMENTATION DU SANCTUAIRE
On ne peut pas tirer beaucoup d' enseignements des figures du panneau A, a 1' ouest de 1' abri.
11 est surprenant que certaines d'entre elles soient peintes si pres du sol a moins que celui-ci ait
été beaucoup plus basa l'origine. C'est peu probable. Le support se prete mal a l'extension des
figures mais il présente l'avantage de compartimenter celles-ci. Le meme découpage est observable pour les figures de l'abri d'Eson (Pont-de-Barret, Dróme) (HAMEAU, 1992).
Le panneau B offre en revanche de nombreux éléments a notre analyse.
Les peintures ont été réalisées sur un support en cours de desquamation, observation qui.
résulte de la position de la figure no 10. On constate par ailleurs qu'il y a peu de figures dont une
partie soit manifestement tombée en meme temps que le support. Les figures partielles ou difficilement reconstituables sont plutót, soit altérées par 1' érosion, soit masquées ou absorbées par le
concrétionnement. L'ensemble des figures a été réalisé semble-t'il au doigt avec un pigment de
meme nature (hématite ?) ce que traduit la régularité des observations chromatiques. 11 s'agit d'un
rouge carmin qui fonce peu en le mouillant (essai sur la figure no 3 uniquement). Seule la figure
n°1 s'écarte du groupe par sa teinte rosée.
La figure qui domine est la ligne brisée (o u zigzag) horizontale. Elle est simple dans trois
cas. Elle est triple, en un emboitement vertical, pour la figure no 13. Elle est ordonnée en fonction d'une ligne droite horizontale pour la figure no 15.
Ce motif est connu, sans etre fréquent, en Espagne ou existent meme des exemples de lignes
brisées emboitées (Covacha de Laborta ou Covacha de Barfaluy 1, province de Huesca). En
France, il constitue une des caractéristiques des sites peints du département de la Dróme puisqu'on le connait a Baume Ecrite (Pommerol), a l'abri d'Eson (Pont-de-Barret) et a la grotte du
Levant du Leaunier (Malaucene, nord du Vaucluse). Pierre Rousse est done le quatrieme site orné
de lignes brisées en meme temps que le plus septentrional du groupe. Les lignes brisées emboitées existent aussi a l'abri d'Eson (figure no 16 notamment) et les lignes brisées en pendentif
d'une ligne horizontale sont présentes a Baume Ecrite (figure e du panneau 1).
Ces figures se retrouvent encare sur les steles dites a chevrons de Provence et sur les plaquettes de schiste des structures sépulcrales collectives de la Péninsule ibérique. Leur association
ou leur substitution systématique au signe soléiforme nou~ ont amené a envisager une signification commune aux deux signes. Au sein d'un cycle philosophique dont les trois póles seraient la
Vie (active), la Mort et la Fécondité, la ligne brisée aurait un sens eschatologique (HAMEAU,
1989 et 1992).
-152-
[page-n-155]
L' ABRI N.o 2 DE PIERRE ROUSSE
15
Si cette fa~on d'exprimer picturalement la Mort est a mettre au compte des populations
préhistoriques de la Drome, d'autres signes et associations de signes élargissent l'aire culturelle.
En effet, Pierre Rousse partage avec la grotte Dalger (Ollioules, Var) la représentation du signe
scalariforme et du carré. Dans les deux cas, ces signes accompagnent d'autres figures dans une
relation que nous exprimons comme suit :
+
o
+~
•
+
+
D
+
•
+
1
o
PIERRE ROUSSE
GROTTE DALGER
La seule différence entre les deux associations de signes réside dans la derniere figure. ll
s'agit a Pierre Rousse d'un simple batonnet qui représente, a notre sens, la simplification extreme
du personnage masculin (HAMEAU, 1989). Par contre, la grotte Dalger exprime l'"idole", cet etre
plus connu par les statues-menhirs et autres dalles anthropomorphes, figurée sous une forme également simplifiée. C'est qu'il s'agit d'un art schématique, c'est-a-dire d'une expression ou les
figures réalistes sont transformées en de simples pictogrammes. Conformément a nos
hypotbeses, la disparité des deux chaines associatives viendrait de ce que Pierre Rousse place le
discours philosophique sur un plan terrestre tandis que la grotte Dalger met le sien --ou du moins
la partie du sien qui nous intéresse- au niveau supranaturel. Pierre Rousse a l'homme pour vecteur de son expression philosophique tandis que la grotte Dalger prend pour catalyseur de la
sienne un etre supérieur a l'homme.
De nombreux sites ornés, gravés ou peints, expriment l'existence de ces deux niveaux d'expression. Dans le détail, les deux formules associatives sont difficiles a interpréter. André Glory
pensait que le carré était la représentation d'une ciste (GLORY, 1948), c'est-a-dire d'un petit
coffre de dalles rocheuses a usage sépulcral. Henri Breuil voyait dans le signe scalariforme 1' "axe
du monde" (13REUIL, 1933/35), cette échelle dont beaucoup de mythologies expliquent I'existence pour aller de la terre au ciel. Cette explication, pour séduisante qu' elle soit et en quelque
sorte conforme a notre hypothese des deux niveaux sémantiques, n' est appuyée sur aucun agencement significatif des figures dans !'un et 1' autre site.
IV.
FREQUENTATION DU SANCTUAIRE
Les parois de Pierre Rousse portent peu de signes. Ceux-ci sont en apparence réalisés avec
le meme pigment. On n'observe aucun cas de superpositions. On ne peut done déduire l'intensité
-153-
[page-n-156]
16
Ph. HAMEAU et D. VAILLANT
de fréquentation du si te par 1' ornementation de la paroi. Le contexte archéologique est a ce titre
plus évocateur.
Le sondage au centre de l'abri lui-meme n'a restitué, ni matériel, ni indice du passage de
l'homme. La lentille blartchatre entre les couches 1 et 2b correspond sans doute a des fumiers animaux, fumiers que l'on pourrait attribuer a des chamois aussi bien qu'a des moutons ou des
chevres. Une occupation humaine -au sens d'habitat- merne ponctuelle, nous aurait d'ailleurs
surpris car nous n'en connaissons aucun exemple a proximité irnmédiate des peintures dans le
sud-est de la France. Une sépulture aurait pu, a la rigueur, s'y trouver.
Le matériel trouvé au pied du panneau B est intéressant.
La plupart des sites peints qui ont donné quelque mobilier archéologique sont attribuables a
un Chalcolithique régional antérieur au Campaniforme. Les pratiques liées aux peintures se poursuivent toutefois jusqu' aux débuts de 1' Age du Bronze comme le prouve la céramique retrouvée
aux abris Perret (Blauvac, Vaucluse) (HAMEAU, 1989).
On observe cependant pour certains sites les indices matériels d'une "tradition chasséenne".
L'abri no 2 de Pierre Rousse est de ceux-la. La finition de la céramique, le débitage des lamelles
a la pression sont deux traits culturels ordinairement attribués aux Chasséens. Nous n'en faisons
pas des indices chronologiques qui donneraient une datation haute aux peintures de Pierre
Rousse. Nous constatons simplement, une fois de plus, que les .expressions artistiques du
Chalcolithique ont leur genese au Néolithique moyen.
L' aspect de la céramique et de la faune nous fait penser que le mobilier est resté quelque
temps a l'air libre. Ce mobilier est tres fragmenté et rares sont les recollages possibles. A l'exception d'un fragment de lame a réserve corticale, seules les lamelles de "plein-débitage" sont
représentées. Les matériaux utilisés sont diversifiés. 11 semble done qu'il s'agisse d'un matériel
apporté et non d'un matériel réalisé sur place. C'est un matériel qui a été piétiné comme nous
l'indiquent les fines retouches, anarchiques et ponctuelles, relevées sur la plupart despieces lithiques (PROST, 1988) et l'état d'esquilles allongées par lequel nous parv:ient la faune. 11 est vrai
que 1' on pourrait assigner de tels faits a 1' action mécanique d' enfouissement des vestiges. Les
sédiments sont en effet remaniés et melés de pierres de différents modules. Parmi ces sédiments
nous avons relevé des cendres et de rares et minuscules charbons de bois. Nous avons de fortes
présomptions d'un lien entre ces matieres organiques brulées et le matériel d'autant que lafaune
et les pierres sorties du sondage ont manifestement subi 1' action du feu.
Ce mobilier partiel n' est pas nécessairement le témoignage d' une mauvaise conservation des
vestiges sur le site a la suite de leur abandon. La zone oii nous les avons trouvés a fonctionné
comme une fosse naturelle, délimitée et protégéé par les gros blocs de l'éboulis. Le matériel n'a
pu glisser sur la pente. En revanche, nous pourrions supposer qu'il s'agit d'objets dont la valeur
votive n'exige pas qu'ils soient représentés dans leur intégralité. On peut imaginer que ces objets
aient été brisés sur le site, en dehors de la zone ornée et done de notre sondage, ou en tout autre
lieu, et déposé au pied au pied des peintures dans un état fragmentaire.
La petite perle, le fragment de quartz hyalin, la thématique des figures, 1' orientation de 1' abri,
nous conduisent a la comparaison de ces restes mobiliers avec ceux que 1' on met au jour dans les
sépultures collectives contemporaines des peintures. Les lamelles et les éclats bruts, les lamelles
et lames retouchées et manifestement utilisées mais souvent brisées et partielles, les récipients
incomplets, sont autant de vestiges qui accompagnent les sépultures au meme titre que les armatures de fleches , poignards et autres haches palies. Si les derniers peuvent etre con<¡:us comme des
~154-
[page-n-157]
L' ABRI N.o 2 DE PIERRE ROUSSE
17
outils quotidiens, voire de prestige, propres a singulariser rindividu et l'accompagner dans l'audela, les éclats bruts et les tessons céramiques lui sont d'une utilité moins évidente. Sont-ce les
vestiges d'un rituel funéraire, les témoignages de pratiques que l'on réitere lors de chaque ensevelissement ? n nous est impossible de répondre précisément a une telle interrogation par le seul
mobilier de Pierre Rousse. Nous pouvons toutefois arguer d'un sens religieux a donner a ces vestiges partiels par la constatation de leur présence commune dans les sépultures et sur les sites
arnés.
BIBLIOGRAPHIE
BREUIL, H. (1933/35): Les Peintures schématiques de la Péninsule ibérique. Paris, Imp. de Lagny, 4 vol.
GLORY, A. ; SANZ-MARTÍNEZ, J.; GEORGEOT, P. et NEUKIRCH, H. (1948): «Les Peintures del' Áge du Métal
en France méridionale». Préhistoire, X, pp. 7-135.
HAMEAU, Ph. (1989): Les Peintures Postglaciaires en Provence (inventaire, étude chronologique, stylis-
tique et iconographique). Documents d' Archéologie
Fran~aise,
22, Paris, 124 p.
HAMEAU, Ph. et PACCARD, M. (1989): «Un nouveau témoin de l'art schématique postglaciaire : les abris
Perret (Blauvac, Vaucluse)».Bulletin de la Société Préhistorique Franr;aise, 86/4, pp. 119-128.
HAMEAU, Ph. (1991 ): «Las pinturas postglaciares del Sudeste de Francia». Revista de Arqueología, 127, pp.
26-37.
HAMEAU, Ph. (1992): «Trois nouveaux jalons de l'art postglaciaire entre Provence et Dauphiné». Bulletin
de la Société Préhistorique Franr;aise, 89/5, pp. 137-157.
HAMEAU, Ph.; MENU, M. ; POMIÉS, M.P. et WALTER, Ph. (1995): «Les peintures schématiques postglaciaires
dans le sud-est de la France: analyses pigmentaires». Bulletin de la Société Préhistorique Franr;aise,
aparaitre.
HELMER, D. (1983): «Les faucilles et les gestes de la moisson». In M.C. CAUVIN, (ed.): Traces d'utilisation
sur les outils néolithiques du Proche Orient. Table ronde C.N.R.S., 8-10 juin 1982, Travaux de la
maison de l'Orient, 5, Maison de l'Orient, Lyon.
PROST, D.C. (1988): «Essai d'étude sur les mécanismes d'enlevement produits par les fa~ons agriéoles et le
piétinement humain sur des sílex expérimentaux». In S. BEYRIES (ed.): Industries lithiques.
Tracéologie et technologie. Vol. 2. Aspects méthodologiques. B.A.R., 411, pp. 49-63 .
Note
Nous devons la découverte de ce site a nos amis Géraldine et Christian Lanthelme. Ont participé a l'intervention archéologique, M.Ch.Vaillant, A. Acovitsioti-Hameau, C. Chopin, S. Wallet, M . Delefosse et nousmemes. La municipalité de Beauregard-Baret a assuté notre hébergement. L'industrie lithique a été étudiée
avec C. Chopin.
-155-
[page-n-158]
[page-n-159]
ARCHIVO DE PREffiSTORIA LEVANTINA
Vol. XXII (Valencia, 1997)
Eva RIPOLLÉS ADELANTADO*
LA ERETA DEL CASTELLAR (VILAFRANCA): AVANCE A LA REVISIÓN DE
UN YACIMIENTO DEL BRONCE VALENCIANO
«El término de Villafranca tiene de sur a norte cerca de dos horas entre los de Benassal e
Jglesuela, y dos y media de oriente a poniente entre los de Ares y Mosqueruela: es el último del
Reino por esta parte, y análogo al de Ares, sembrado de montes o peñas con poca tierra, de modo
que apenas se cultiva el tercio, que se destina a granos».
Este párrafo de A.J. Cavanilles sirve para situar físicamente el yacimiento de la Ereta del
Castellar (Vilafranca del Maestrat) dentro del Alto Maestrazgo, siendo la zona un paso natural
hacia el interior de la Sierra de Gúdar (1), a la vez que comunica a través del Río Bergantes con
la zona del Bajo Aragón (2) (fig. 1).
El yacimiento se ubica sobre un abrupto espolón cuyas vertientes sur y este recaen al
barranco de La Fo~, que se une un poco más abajo al Riu Sec, y que es profundo y muy encajado
en esta zona. Hacia el norte el espolón es una continuidad de la elevada altiplanicie, por encima
de los 1.100 m. s.n.m., en la que se ubica en la actualidad el pueblo de Vilafranca.
Sus coordenadas U.T.M. son (3): 33 4 78 8.
Este espacio constituye una divisoria de aguas: hacia el sur el Barranc de la Fo~ se dirige
hacia el Riu Sec que a su vez desagua en el Riu Montlleó, afluente del Millars; hacia el norte
conecta con la cuenca del Río Bergantes que a través del Guadalope confluirá en el Ebro.
Su situación de área de paso queda evidenciada por las vías existentes en época romana, así
como por los numerosos caminos de ganado que desde los pastos de la alta montaña turolense se
dirigían a zonas de menor altura en época de frío (4).
*
Servei d'lnvestigació Prehistórica. C/ Corona, 36. 46003 Valencia.
Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, Población y Frutos del Reino de
Valencia. Vol. 1, segunda edición, Zaragoza, 1958 p. 117.
(2) G. RUIZ ZAPATERO: Los Campos de Urnas del noreste de la Península Ibérica. Tesis Doctoral 1983/85, Madrid, 1985,
(1)
p . 676.
(3)
(4)
A. J. CAVANILLES:
Hoja no 569 (Villafranca del Cid) de la Cartografía militar de España. E. 1:50.000. ¡• Edición, 1981.
F. ARASA: <> . C.P.A.C., 4, Tortosa, 1977, p. 243-269.
-157-
[page-n-160]
2
E.~POLLÉSADELANTADO
11
La Erala del Castellar
Cuencas hidrográficas
~
Fig. 1.- Mapa de situación del yacimiento.
-158-
Terrenos de cultivo
[page-n-161]
3
LA ERETA DEL CASTELLAR
'''
A1
''
.......__,
L..._,
\
\ \ ?e:.
1l
\ o~
\
\
f
H
o
/
"<7
o
\
\
[
r:
e
E
H.ll
H.lll .
A2
""')
-1f(?~
~o~
o......,
~
.............
o · """==_ __
1m. .
Fig. 2.- Planta del yacimiento según la publicación.
Las características de su situación son muy similares a las del cercano yacimiento de Les
Planetes (Mas d'En Serrans, Benassal) (5), ubicado en el mismo cauce del Riu Sec, con el que
también tiene bastantes puntos en común en cuanto a la tipología de los materiales.
Por tanto en el ambiente cultural que durante la Edad del Bronce se desarrolla en este espacio
físico, es donde intentaremos ubicar el yacimiento de la Ereta, dado que participa de los procesos
que se desarrollarán durante la Edad del Bronce en la zona del Alto Mijares, en tomo a la Sierra
de Gúdar (6).
EL YACIMIENTO Y SU PROBLEMÁTICA
El yacimiento de la Ereta del Castellar fue excavado en una corta campaña de verano en
1957, tras ser localizado fortuitamente hacia 1954 por el arqueólogo francés H. Prades (7). Se
excavaron inicialmente cinco cuadros contiguos de 1 m2 en la parte superior del yacimiento que
fueron ampliados posteriormente siguiendo las estructuras localizadas hasta configurar lo que
denominaron habitaciones I, II y III (fig. 2).
(5) A. GONZÁLEZ PRATS: <
(Castellón)>>. C.PA.C., 5, Castellón, 1978, pp. 207-241.
(6) J.V. PICAZO MILLÁN: La Edad del Bronce en el Sur del Sistema Ibérico Turolense, 1: Las Materiales Cerámicos.
Monografías Arqueológicas del S.A.E.T., 7, Terne!, 1993.
(7) E. PLA: «Actividades del Servicio de Investigación Prehistórica (1956-60)>>. A.PL., IX, Valencia, 1961, p. 217.
-159-
[page-n-162]
E. RWOLLÉSADELANTADO
4
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
18.
19.
20.
21 .
22.
23.
24.
25.
26.
27.
28.
29.
30.
31 .
32.
33.
...___..._ _. 40 Km.
Ereta del Castellar (Vilafranca, Castellón)
Genó (Aitona, Lérida)
Sosa (Huesca)
Escondines (Mazaleón, Teruel)
Cabezo del Cuervo (Aicañiz, Teruel)
Cabezo Sellado (Aicañiz, Teruel)
Zafranales (Fraga, Huesca)
Masada de Ratón (Fraga, Huesca)
Cueva de los Encantados (Belchite, Zaragoza)
Moncín (Borja, Zaragoza)
Castellet de Borriol (Borriol, Castellón)
Castillo de Frías (Aibarracín, Teruel)
Sima del Ruidor (Aldehuela, Teruel)
Hoya Quemada (Mora de Rubielos, Teruel)
Les Planetes (Benassal, Castellón)
Peña de la Dueña (Teresa, Castellón)
Puntal de Cambra (Villar del Arzobispo, Valencia)
Pie deis Corbs (Sagunt, Valencia)
Les Raboses (Aibalat deis Tarongers, Valencia)
Vinarragell (Burriana, Castellón)
Torrelló d'Onda (Onda, Castellón)
Orpesa la Vella (Orpesa del Mar, Castellón)
Cabezo Monleón (Caspe, Zaragoza)
La Pedrera (Vallfogona de Balaguer, Lérida)
Lloma de Betxí (Paterna, Valencia)
Muntanya Assolada (Aizira, Valencia)
Mola d'Agres (Agres, Alicante)
Cabezo Redondo (Villena, Alicante)
Agullana (Lérida)
La Bartolina (Calatayud, Zaragoza)
lllescas (Calatayud, Zaragoza)
Monte Ardid (Aicañiz, Teruel)
Cabecico de la Heredad (Bordón, Teruel)
Fig. 3.- Mapa de ubicación de los yacimientos citados en el texto.
-160-
[page-n-163]
LA ERETA DEL CASTELLAR
5
Tras su publicación en 1968 por J. Arnal, H. Prades y D. Fletcher (8), quienes lo incluyeron
«en el conjunto de poblados de la denominada Edad del Bronce Valenciano», el yacimiento ha
pasado en la bibliografía como uno más de los muchos existentes.
No obstante, el yacimiento de la Ereta se ha considerado, dentro de los círculos de investigación en la zona, como un yacimiento de cronología avanzada, y de hecho así aparece en el
nuevo montaje de las colecciones del Museo de Prehistoria de Valencia.
En este artículo nos proponemos dar a conocer algunos de los resultados obtenidos del
estudio tanto de los materiales publicados como de los que se conservan inéditos en el Museo de
Prehistoria de Valencia, y que tuvimos oportunidad de revisar para su inclusión en nuestra Tesis
Doctoral (9). El ofrecer este avance se debe a que consideramos de sumo interés, en el contexto
actual de la investigación sobre la Edad del Bronce en Valencia, fijar los elementos que permiten
hablar con claridad de un encuadre cronológico para el yacimiento, sobre la base de comparaciones tipológicas, teniendo siempre presente el entorno físico y cultural en el que se encuentra.
A las conclusiones que más adelante avanzaremos han contribuido tanto la revisión desde
una perspectiva actual de los materiales ya publicados, como el estudio de los materiales inéditos,
de los que daremos a conocer una selección.
Destaca, en primer lugar, del yacimiento su posición física marginal respecto a los que
bibliográficamente se han venido manejando en los estudios del denominado Bronce Valenciano,
hecho que tal vez haya influido en la poca atención que tras su publicación se le ha prestado, a
pesar de que entre los materiales publicados existían elementos suficientes como para plantear
cuestiones de interés.
Así como los yacimientos más meridionales han sido objeto de polémica sobre su inclusión
o no dentro del círculo de influencia argárica, el yacimiento de la Ereta del Castellar, siendo uno
de los más septentrionales, no ha sido objeto de polémica alguna. Tal vez este hecho se deba a
que el límite norte del denominado Bronce Valenciano no cuenta con un referente tan definido
como la cultura del Argar (fig. 3).
De la lectura detallada de la publicación, deducimos algunas cuestiones que consideramos
de interés a la hora de realizar el estudio del material.
Parecen existir varios momentos de construcción en el yacimiento. La primera unidad la
constituirían lo que los autores denominan niveles 1, 2 y 3, el último de los cuales parece quedar
limitado por un enlosado de base al que se asocian los grandes vasos publicados, que según se
observa en las fotografías antiguas aparecen prácticamente en superficie, por lo que hay que
pensar en una desaparición de los niveles superiores bien por la erosión o por las labores agrícolas. La segunda unidad la constituiría fundamentalmente el nivel4 en el que habría que incluir,
según la publicación, los muros de arcilla, los muros de piedra en seco y una serie de depósitos.
El nivel 5 debe corresponder con la base o preparación del asentamiento, aunque se cita la aparición de algunos materiales.
Sin embargo existen muchos elementos poco claros que no encajan en este esquema general:
Los muros de arcilla y el muro C (de piedra en seco) que en la publicación se atribuyen al nivel
4, son los que delimitan las habitaciones en las que se ubican los grandes vasos con cordones del
(8) J. ARNAL, H. PRADES, D. FLETCHER: La Ereta del Castellar (Villafranca del Cid, Castellón). Serie de Trabajos Varios n°
35, Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación de Valencia, Valencia, 1968.
(9) Agradecemos al personal del S.I.P. y a su director por entonces, D. Bernardo Martí, las facilidades que nos dieron para
el estudio del material.
-161-
[page-n-164]
6
E. RIPOLLÉS ADELANTADO
nivel superior (nivel 1); por tanto o bien los muros de arcilla no son exclusivamente del nivel 4
o la atribución de los vasos del nivel superior a las diferentes habitaciones se hace a posteriori. A
esta falta de claridad contribuyen algunos detalles como que en el cuadro 5 el muro de arcilla
tiene unos 45 cm. de altura, según la publicación, mientras que el nivel 4 del mismo cuadro solo
tiene 35 cm. de potencia. También se comenta que los muros de arcilla no parecen del momento
inicial de la construcción, puesto que el piso del nivel 4 pasa por debajo de ellos.
Del muro de piedra en seco (muro e) comentan: «... parece más reciente. Da la sensación de
que hubo un muro muy antiguo que fue reparado posteriormente».
Nos parece sin embargo que la construcción del muro de piedra es anterior a la ubicación de
los depósitos, que tal vez coincidirían con la construcción de los muros de arcilla. Esto es lo que
parece desprenderse tanto de la observación de las fotografías antiguas (lám. m, 4) en las que el
depósito se ve apoyado sobre el muro de piedra, como de algunos comentarios de la publicación,
cuando se habla por ejemplo del Depósito T.2: «Detrás de las piedras antes citadas hay otras dos
puestas de canto y apoyándose sobre el muro e que fue modificado, por no decir destruido para
ello». También en el Depósito T.3 señalan: «está protegido por múltiples piedras, muchas de las
cuales se apoyaban sobre el muro de piedra en seco». En el Depósito T.4 se dice: «Está protegido
el depósito por seis piedras groseramente dispuestas en círculo, dando la impresión de que el vaso
principal se colocó sobre el nivel 4, ligeramente excavado para asegurarle equilibrio, reforzándolo, además, con gruesas piedras alrededor».
Por otra parte el análisis del material también apoyaría esta idea, ya que como veremos es en
los niveles superiores y en los conjuntos formados por los depósitos donde se localizan los materiales que denotan cronologías más avanzadas.
En la Ereta la planta publicada muestra una estructura de habitación rectangular delimitada
por muros de arcilla. Al describir estos muros se dice: « ... no es un simple bloque de arcilla, pues
contiene en la masa cierto número de piedras medianas dispuestas sin orden aparente ... ». El muro
A y E crean una zona de paso a un espacio interior limitado por un murete medianero (muro B)
que según se señala está enlucido en los laterales y la parte superior, y que tiene unas dimensiones
de 30 cm. de ancho por 2 '90 m. de largo y 45 cm. de altura. Este murete crea un pasillo entre su
extremo norte y el muro e (de piedra) que comunica con lo que denominan Habitación II, separada a su vez también mediante un muro de arcilla (muro F) de la Habitación m.
Entendemos que al menos la habitación I y II debieron de crear una unidad, funcionando la
primera como espacio de vivienda y la segunda como espacio de almacenamiento (presencia de
grandes vasos), en el supuesto de que los grandes vasos de almacenamiento aparecidos puedan
relacionarse con estos muros de arcilla.
Todos los materiales que podemos considerar por sus dimensiones como de almacenaje, se
concentran en los espacios de las habitaciones II y III, según la publicación y las referencias de
los materiales revisados, con lo cual tanto si el espacio quedaba definido por los muros B y F del
nivel N como si no, la zona debió ser sin lugar a dudas un espacio de almacenamiento, ya que
se documentan al menos cuatro recipientes en un espacio de 1 '60 x 1 '60 m. comprendido entre
el muro B y F, y ocho entre el muro F y el final de la excavación. Hay que tener en cuenta que
los diámetros máximos de los recipientes exceden en algunos casos los 50 cm., con lo que el
espacio disponible de paso sería mínimo. El carácter de espacio de almacenamiento queda evi-162-
[page-n-165]
LA ERETA DEL CASTELLAR
8
7
1
1
1
1
\-1.1
1
1
Fig. 4.- Dispersión de los recipientes de almacenaje que conservan referencia de ubicación
sobre la planta de las estructuras localizadas en la excavación.
denciado por la capacidad de los recipientes, que hemos calculado en torno a los 120 Kg de grano
para los más grandes (10) (fig. 4).
Respecto a otros elementos constructivos a destacar, estaría la mención que se hace en la
habitación 11 de la presencia de adobes, aunque no sabemos si se refieren a fragmentos de pellas
de barro o a auténticos adobes. Hay que tener en cuenta que la primera referencia clara a construcción con adobes en la zona de Castellón es la del yacimiento de Vinarragell-11 (11), poblado
del Bronce Final 11 (12), según la secuencia establecida por M. Gil-Mascaren, que en fechas próximas al 700-600 a.C. entra en contacto con los Campos de Urnas del Hierro (13).
(lO) El cálculo experimental para la conversión de volumen a peso (l Kg.= 1.225 l.) lo hemos realizado con trigo · actual,
cuya densidad no es equivalente a la del trigo prehistórico ni por supuesto a la cebada. Este cálculo difiere aproximadamente en un
kilo respecto a la equivalencia establecida en el s. XV en Aragón: 1 Pie cúbico (16.841.)=1 Arroba ponderada (12.629 Kg.) .
P. LARA IZQUIERDO: Sistema aragonés de pesos y medidas. La metrología histórica aragonesa y sus relaciones con la castellana. Colección básica aragonesa 45, Ed. Guara, Zaragoza, 1984.
(11) N. MESADO, O. ARTEAGA: Vinarragell (Burriana, Castellón). Serie de Trabajos Varios no 61, Servicio de Investigación
Prehistórica de la Diputación de Valencia, Valencia, 1979.
.
(12) M. GIL-MASCARELL BOSCÁ: <> Monografías del Laboratorio de Arqueología de Valencia
no 1, Valencia, 1981 p. 31.
(13) La nomenclatura que vamos a utilizar al referimos a cuestiones de cronología sigue la que se maneja para la zona de
Aragón y Cataluña, basada por su parte en el modelo tripartito utilizado en la zona francesa (Guilaine, 1972) con sucesivas modificaciones (Ruiz Zapatero, 1985; Rodanés Vicente, 1992; J.L. Maya, 1992):
Bronce Final 1 o Bronce Reciente- 1250-1100 a.C.
Bronce Final II- 1100-900 a.C. (Campos de Urnas Antiguos).
Bronce Final IIIA - 900-800/750 a.C.
Bronce Final IIIB - 800/750-650 a.C.
-163-
[page-n-166]
8
E. RIPOLLÉS ADELANTADO
No obstante también se señala la presencia de adobes, aunque no con mucha claridad, en los
yacimientos de Orpesa la Vella (Orpesa, Castellón) y Torrelló d'Onda (Onda, Castellón). En el
primero se citan en el N.ill, nivel que debe ser posterior a la primera ocupación del yacimiento,
posterior por tanto al 1260±70 a.C., y que los autores llevan el final incluso hasta el s. X a.C. En
el Torrelló se señala la presencia de fragmentos de adobes mal cocidos en la cimentación de la
vivienda A (Cuadro Q-2, N.II); la fecha de C14 (1315 a.C.) se tomó por debajo de este nivel, y
el autor lo sitúa a finales del II e inicios del I milenio (14).
Adobes sobre un basamento de piedra se utilizan en la construcción de yacimientos como La
Pedrera Ila (Vallfogona de Balaguer) o Cabezo Monleón (Caspe), con cronologías que están en
tomo al Bronce Final ID (950-9001750-700 a.C.) (15).
Otros elementos de construcción interesantes son restos de barro con improntas de acanaladuras paralelas en el interior que corresponden a fragmentos de ángulos, en algunos casos con
restos de cal.
La construcción de muretes ·de barro, como los localizados en la Ereta, suele ser habitual en
yacimientos del Bronce Pleno, tal como se documenta por ejemplo en el yacimiento de la Hoya
Quemada (16). También plantas rectangulares bien definidas, como se observa en los dibujos
publicados de la Ereta del Castellar, quedan bien documentadas en el Bronce Pleno (Muntanya
Assolada, LLama de Betxí, entre otros) (17), a la vez que recuerdan a la serie de yacimientos que
en tomo al 1100 a.C. se desarrollan en las confluencias de los ríos Cinca y Segre, en el llano
oscense y leridano (18). Yacimientos como Carretela y Genó en Lérida y Masada de Ratón o los
Zafranales en Huesca se ubican en espolones sobre el valle de un río, ubicación muy similar a la
de la Ereta, o en montículos que dominan los llanos próximos, muy adecuados para el cultivo
cerealista. Estos yacimientos parecen marcar claramente el desarrollo de un urbanismo estable en
la zona, a la vez que se inicia una territorialización con el establecimiento de límites entre diferentes clanes y tribus (19), proceso que se verá intensificado con la llegada de los primeros
Campos de Urnas (20).
(14) F. GUSI JENER: «Excavaciones en el recinto fortificado del Torrelló d'Onda (Castellón)». Cuadernos de Prehistoria y
Arqueología Castellonense, 1, Castellón, 1974, pp. 19-62. F. GUST JENER: «Ürpesa la Vella, Orpesa (La Plana Alta)>>. Membries
Arqueolbgiques a la Comunitat Valenciana 1984-85, Valencia, 1988, pp. 152-154.
(15) RUIZ ZAPATERO: Op. cit. nota 2 , t. l., pp. 295-31 l. A. BELTRÁN, A. ÁLVAREZ: <
del poblado del Bronce Final y de la 1 Edad del Hierro del Cabezo Monleón, Caspe (Zaragoza)>>. Boletín del Museo de Zaragoza,
6, Zaragoza, 1987, p. 67.
(16) F. BURTLLO, J. PICAZO: El poblado del Bronce Medio de la Hoya Quemada (Mora de Rubielos, Teruel). Seminario de
Arqueología y Etnología Turolense, Colegio Universitario de Teruel, Teruel, 1986.
(17) M".J. DE PEDRO: Modela tradicional y nuevas evidencias sobre los poblados del Bronce Valenciano: La Muntanya
Assolada (Alzira) y La Llama de Betxí (Paterna). Tesis Doctoral, inédita, Valencia, 1995. B. MARTÍ OLIVER, M'. J. DE PEDRO MTCHÓ:
<>. Homenaje a la Dra. Milagro GilMascarell Boscá, ExtremaduraArqueológica V, Cáceres, 1995, pp. 101-114.
(18) J.L. MAYA: <>. Excavacions Arqueolbgiques a Catalunya, 1, Barcelona, 1982, pp. 159-160. J.M. RODANÉS:
<
Masada de Ratón (Fraga, Huesca)>>. Bolskan, 8, Huesca, 1991, pp. 165-198. F.J. MONTÓN BROTO: <>. Bolskan, 5, Huesca, 1988, pp. 201-247.
(19) J.L. MAYA GONZÁLEZ: «Primera Edad del Hierro>>. Historia de España, Tomo 1, Cap. 4. Ed. Planeta, Barcelona, 1990,
pp. 295-378.
(20) E. JUNYENT, A. LAFUENTE, J.B. LÓPEZ: «L'origen de !'arquitectura en pedra i J'urbanisme a la Catalunya Occidental>>.
Cota Zero, 10, Barcelona, 1994, pp.73-89.
-164-
[page-n-167]
LA ERETA DEL CASTELLAR
9
ESTUDIO DEL MATERIAL
El yacimiento de la Ereta del Castellar, tanto por el conjunto general de los materiales como
por algunos elementos aislados, resulta de sumo interés para entender el tránsito entre el final del
Bronce Pleno y el Bronce Final.
En el estudio de los materiales, tanto los publicados como los que permanecían inéditos en
los fondos del Museo de Prehistoria, hemos intentado separar, siempre que ha sido posible, los
que por localizarse juntos, depósitos, o por conservar la referencia de excavación pueden ayudar
a su ubicación cronológica. No obstante, dado que las referencias estratigráficas no suelen ser
claras, serán las asociaciones de materiales en los denominados depósitos las que nos sirvan
como referencia válida.
En los materiales revisados se mantenía como unidad la numeración de los cajones, suponemos que según el orden de recogida, que hemos mantenido de cara a que pudiesen responder
a proximidad física del material. En algunos casos había referencias a su ubicación espacial, bien
cuadros o cabañas, y en menos ocasiones a estratigrafía.
Del material ya publicado hemos dibujado las piezas que consideramos más interesantes y
que pudimos manejar sin dificultad, a la vez revisamos todo el bloque de materiales que se conservaban en los almacenes y que nos ha permitido reconstruir el perfil de 62 formas, de las cuales
presentarnos las que consideramos más significativas, a la vez que también se muestran algunos
fragmentos destacados.
Dentro de los vasos de perfil sencillo abierto predominan los de tendencia troncocónica, en
algunos casos con el borde marcadamente exvasado, que no presentan decoración. Se ha reconstruido el perfil de 23 piezas.
Las formas sencillas de perfil cerrado son algo más escasas, hemos reconstruido el perfil de
5 piezas, todas sin decoración.
Las formas de perfil en <
Se ha reconstruido un total de 19 piezas.
Los carenados presentan una tipología bastante variada, habiéndose reconstruido el perfil de
15 piezas, todas sin decoración.
Por lo que respecta a los elementos de prensión predominan las asas anulares sobre las asas
en cinta, siendo también importante la presencia de mamelones sobre cuencos de perfil sencillo.
Aunque como hemos señalado predomina la decoración plástica, aparece algún fragmento
con decoración incisa en zig-zag, impresa y acanalada.
Consideramos que una constante en este yacimiento es la perduración de formas del Bronce
Pleno que aparecen junto a otras ajenas al contexto formal de dicha etapa en la zona, aunque la
falta de claridad en la estratigrafía no nos permite definir si se debe a la existencia de varios
niveles de ocupación o a pervivencias de elementos del Bronce Pleno en un momento más avanzado. Esta pervivencia o mezcla de formas parece darse en lo que los excavadores denominan
nivel 4, quedando bastante claro que tanto los materiales de los depósitos como los que se localizan en los niveles superiores forman un conjunto bastante uniforme.
.
Una de las características más significativas del yacimiento son las decoraciones plásticas
que se centran en cordones aplicados, sobre todo lisos, de sección triangular en la mayoría de los
casos, o en asociaciones de cordones y mamelones (fig. 5). Estas decoraciones se desarrollan
-165-
[page-n-168]
10
E. RIPOLLÉS ADELANTADO
L'
<)
"
~
Q
~
- .- - -.
CJ
·\ .
~
i
i.
i
i
1
1
j
!
1
1
i
!
1
:::L _
_
"1
1
1
-4 -
-
a
Fig. 5.- Los núms. 1 y 3, materiales procedentes de la revisión de fondos (Cabaña m, Cabaña ID/capa 1);
el núm. 2, ya publicado (Habitación TI, nivel 1).
-166-
[page-n-169]
LA ERETA DEL CASTELLAR
11
sobre grandes recipientes de almacenaje de perfil en «S», excepto en algún caso en que aparecen
sobre formas de tendencia cerrada. Según los datos de la excavación se localizan en los niveles
superiores, apoyadas sobre un enlosado que sella el nivel donde aparecen los denominados depósitos, con lo cual su cronología debe ser posterior a la que apuntan los materiales de estos depósitos.
Las decoraciones plásticas, tal como ya señaló Tarradell (21 ), son frecuentes en yacimientos
de la zona norte de Valencia como Pie dels Corbs (Sagunt) (22), Les Raboses (Albalat dels
Tarongers) (23), Peña la Dueña (Teresa) (24) o Puntal de Cambra (Villar del Arzobispo) (25)
entre otros, si bien en estos casos suelen ser cordones impresos que desarrollan motivos en guirnalda fundamentalmente. También se localizan profusamente este tipo de decoraciones en yacimientos próximos de la zona de Teruel, donde los recientes trabajos muestran una tradición que
desde el Bronce Antiguo se desarrollará hacia el Bronce Pleno en decoraciones barrocas. Esta
tendencia a la aparición de decoraciones barrocas se observa perfectamente en el yacimiento de
la Hoya Quemada, donde se localizan formas muy similares a las de Ereta. En un caso aparecen
cordones lisos, y en otro cordones impresos peribucales asociados a mamelones que recuerda
también a una pieza de Ereta (fig. 6, 4), aunque diferente en la forma (26). Sin embargo se
observa en el Torrelló d'Onda una pieza idéntica a la que hemos mencionado de la Hoya
Quemada que se localiza por encima del nivel datado en 1315 a.C. (N.II) (27). También aparece
una pieza muy similar en el yacimiento de Sosa I (Huesca) datado en el Bronce Medio Reciente
o Bronce Final I.
La pieza de Ereta bien podría ser una evolución de este tipo de formas que serán frecuentes
después en contextos de C.V.
En el yacimiento del Cabezo del Cuervo (28) también se documentan materiales con decoración de cordones lisos sobre grandes recipientes de almacenaje, aunque no podamos ver su
forma, muy similares a los de Ereta. También en el yacimiento de la Cueva de los Encantados
(Belchite, Zaragoza) (29), se dan paralelos muy claros, tanto por la decoración plástica en
grandes recipientes de almacenaje como por la presencia de algunas carenas y una punta de
flecha de metal idéntica a la localizada en la Ereta. Su cronología, a pesar de la falta de estratigrafía, podría ser similar a la de la Sima del Ruidor (1230±50, 1090±50 a.C.) (30), dada la similitud de sus formas carenadas.
(21) M. TARRADELL: <>. Papeles del Laboratorio de
Arqueologfa de Valencia, 6, Miscelánea Perico!, Valencia, 1969, p. 26.
(22) TARRADELL: Op. cit. nota 21, lám. V.
(23) E. RIPOLLÉS ADELANTADO: <
Palancia». Archivo de Prehistoria Levantina, 21, Valencia, 1994, pp. 47-80.
(24) J. ALCÁCER: «Dos estaciones argáricas en la región levantina». Archivo de Prehistoria Levantina, 2, Valencia, 1945, pp.
151-163.
(25) J. ALCÁCER: <
1954, pp. 65-84.
(26) PICAZO: Op. cit. nota 6, p. 113, fig. 77 (Hq 21).
(27) GUSI: Op. cit. nota 14, lám. XV.
(28) J.A. BENAVENTE SERRANO: <
IX-X, Zaragoza, 1986, pp. 107-121. P.PARJS, V. BARDAVIU: <
Junta Superior de Excavaciones y Antiguedades, 66, Madrid, 1923-24, lám. VIII.
(29) 1. BARANDIARÁN MAESTU : <
Madrid, 1971, pp. 11-49.
(30) F. BURII.LO MOZOTA, J.V. PICAZO MILLÁN: <
Terne!>>. Kalathos, 11-12, Teruel, 1991-92, pp. 43-89.
-167-
[page-n-170]
12
E. RIPOLLÉS ADELANTADO
J)
1
1
1
1
1
i
i
1
1
'
l
, --- . ___ __ _
JI
--- -- -- - --- - - - --
-®-
__ ,-'
2
',
4
Fig. 6.- Los núms. 1, 3 y 5, materiales ya publicados (Depósito T.6/nivel 4, 2" sondeo/nivellll,
Depósito T.S/nivel 4); los núms. 2 y 4, procedentes de la revisión de fondos (Depósito T.6, carré 1-2 aut).
-168-
[page-n-171]
LA ERETA DEL CASTELLAR
13
Cordones lisos finos, similares a los de Ereta, se localizan en yacimientos de cronología
Bronce Final, asociados a cordones impresos (31) o sogueados, típicos de los C. U. del Hierro. En
el poblado de Mola (Tarragona) (32) aparece una forma lisa similar a la publicada de la Ereta (fig.
6, 4) que suele ser frecuente en yacimientos de esta cronología, junto a cordones lisos y decoración de círculos impresos que también aparece en un fragmento de Ereta. En Agullana se localizan también formas similares a ésta, así como formas en «S» exvasadas y de base plana muy
próximas a las de Ereta con una cronología en tomo al 750-500 a.C. (33).
Ruiz Zapatero habla de que podrían diferenciarse los cordones de C.V. de los del Bronce
Medio de tradición local en que los últimos son cordones pellizcados y no aplicados, más gruesos
y de sección trapezoidal, mientras que los de C.V. son siempre aplicados (34). En el caso de la
Ereta son cordones aplicados y finos, casi de sección triangular, pero este tipo de cordones sí se
documentan en el Bronce Pleno en la zona. Al hablar de los diseños dice que suelen ser cordones
peribucales o cordones paralelos y en zig-zag que recorren toda la vasija, no obstante este tipo de
diseños, aunque escasos, también se documentan con anterioridad. Lo que sí parece claro es que
los cordones lisos suelen ser bastante escasos en contextos de Bronce Pleno, donde predominan
los cordones impresos, mientras que en Ereta, aun existiendo cordones impresos, las vasijas más
características presentan decoración a base de cordones lisos.
En todo caso esta decoración plástica sobre recipientes de almacenaje, dada la presencia de
claros paralelos en yacimientos de la zona con cronología del Bronce Pleno, hace que haya que
entender este tipo de decoración como el desarrollo final de una rica tradición local anterior que
desde la zona del Jalón, con yacimientos como La Bartolina e lllescas (35) se extiende hasta las
serranías turolenses en yacimientos como Castillo de Frías (Albarracín) (36) y la Hoya Quemada
hasta alcanzar los rebordes montañosos del Sistema Ibérico en Valencia (Puntal de Cambra, Peña
la Dueña, Les Raboses, Pie dels Corbs), y que quizá en los momentos finales del desarrollo del
Bronce Pleno y en contactq con nuevas influencias se decanten más hacia desarrollos decorativos
que recuerdan, por la proximidad de los cordones, acanalados verticales, o a desarrollos en zigzag, que aunque presentes en momentos anteriores son bastante escasos.
Dentro de las formas de perfil en «S», las ollas ovales con cuello cerrado y asas (fig. 6, 3)
que en el yacimiento del Pie dels Corbs (Sagunt) podrían corresponder a un Bronce Pleno (37),
aquí aparecen en un caso al menos claramente asociadas a otras formas que evidentemente en la
zona no pueden vincularse al Bronce Antiguo/Pleno (recipiente de almacenaje de perfil entrante,
con base plana y cordones), aunque sí se documentan sin embargo en contextos antiguos en la
zona catalana con diferente desarrollo decorativo (38).
(31) N. MESADO OLIYER: Vinarragell (Burriana, Castellón). Trabajos Varios del S.I.P, no 46, Valencia, 1974, lárn. XVll, 5.
(32) J. MALUQUER DE MOTES: <
(33) RUIZ ZAPATERO: Op. cit. nota 2, pp. 78-98, fig. 24, T.162. P. PALOP: La necrópolis de Agullana. Biblioteca
Praehistorica Hispana, vol. 1, Madrid, 1958, tabla VID, 21 , 107.
(34) RUIZ ZAPATERO: Qp. cit. nota 2, pp. 797-798.
(35) A. GIMENO, M'.P. GALINDO: <
y Bronce Antiguo en la zona del Alto y medio Jalón». XVIII C.N.A., Zaragoza, 1987, pp. 459-495.
(36) P. ATRIÁN JORDÁN: <
(37) M. VEGA RISET: <
Sagunto, diciembre 1964, pp. 10-11 . E. PLA BALLESTER: <
yacimientos valencianos>>. Arse, año IX, no 8, Sagunto, mayo 1966, pp. 8-10. TARRADELL: Op. cit. nota 21, pp. 1-24, Iám. m.
(38) M.A. PETIT MENDIZÁBAL: Contribución al estudio de la Edad del Bronce en Cataluña (Mares, Vallés oriental, Vallés
occidental, Maresme, Barcelonés, Baix Llobregat). Tesis Doctoral, Barcelona, 1985.
-169-
[page-n-172]
14
E.RWOLLÉSADELANTADO
---'
JQ
2
-@-
i
1
i
i
i
1
i
i
i
i
___ _j _____ _
•
Fig. 7.- Los núms. 2, 3, 4 y 6, materiales procedentes de la revisión de fondos (Cabaña 111/capa 1,
sin referencia clara, Cabaña 11, Cabaña 11);1os núms. 1 y S, ya publicados (Depósito T.3, cuadro 4/nivel4).
-170-
[page-n-173]
LA ERETA DEL CASTELLAR
15
Formas muy similares a éstas aparecen en la Sima del Ruidor (Aldehuela), que en la zona de
Teruel es un yacimiento de cronología avanzada, aunque parecen tener su precedente en el yacimiento de la Hoya Quemada (39). También se encuentran en este yacimiento piezas de tendencia
abierta y ligero perfil en «S» muy similares a una de la Ereta (fig. 7, 184).
Otra pieza a destacar dentro de las formas de perfil en «S» es un pequeño vasito de borde
claramente exvasado (fig. 6, 194) que encuentra un paralelo muy próximo en el yacimiento de
Monte Ardid (Alcañiz) en un ambiente cultural de los C. U. del Hierro (40). Aparecen también en
este mismo yacimiento bordes biselados, de los que se localizan en Ereta dos ejemplares (fig. 9,
302 y 392).
En cuanto a las formas carenadas, aunque encontramos algunas que se vinculan perfectamente con las habituales en el Bronce Pleno (fig. 8, 164) incluso avanzado (41), en general se
alejan de los tipos carenados que aparecen en yacimientos como la Hoya Quemada o Torrelló
d 'Onda, con fechas que alcanzarían hasta un 1300 a.C. aproximadamente, por cuanto éstas son
piezas mayoritariamente planas en las que el exvasamiento bastante marcado de la parte superior
del cuerpo es progresivo desde la línea de carena, mientras que en la Ereta encontramos piezas
en las que el exvasamiento no tan pronunciado se sitúa a nivel del borde, teniendo la parte superior del cuerpo una tendencia recta (fig. 8, 18 y 52), conectando de esta manera con yacimientos
situados más al norte como Masada de Ratón o Sosa I (Huesca), en las confluencias de los ríos
Cinca y Segre. En estos yacimientos se localizan también, al igual que en los Zafranales (Huesca)
o en el yacimiento de Genó (Lérida), formas carenadas de tendencia bitroncocónica y borde exvasado con las que podríamos relacionar una de las piezas publicadas de la Ereta (fig. 8, 9), que
tiene además un paralelo próximo en el yacimiento de Orpesa la Vella (Castellón) cuya referencia
de excavación (C.4, E.III) hace que haya que situarla con posterioridad a la fecha publicada de
1260±70 a.C. (42).
Otra forma de interés dentro de los materiales revisados de la Ereta es una fuente de carena
alta (fig. 7, 134) que podría encontrar paralelos en yacimientos como Cabezo del Cuervo o
Cabezo Sellado (43), situados al norte en las cuencas del Guadalope y Regallo. Estos yacimientos
parecen tener una dinámica común, en cuanto a que son yacimientos que con un desarrollo anterior reciben influencias de Cogotas I y de los C.U. antiguos (44), mostrando así el tránsito entre
el Bronce Medio y el Bronce Tardío (45). En el Cabezo del Cuervo, si bien en las recientes excavaciones no se ha documentado en estratigrafía los niveles correspondientes a este momento, en
los materiales publicados de la colección de los Padres Escolapios (46) aparecen formas carenadas, sobretodo algunas fuentes de carena alta asimilables a la tradición final de Cogotas I muy
similares a la pieza de la Ereta. Según Ruiz Zapatero estas fuentes troncocónicas de carena alta
(39) PICAZO MILLÁN: Op. cit. nota 6, pp. 112-113.
(40) BENAVENTE SERRANO: Op. cit. nota 28, p. 119.
(41) M. GIL-MASCARELL BOSCÁ: <>. Saguntum, 15, Valencia,
1980, pp. 93-98.
(42) F. GUSI, C. OLARIA: «El poblado de la Edad del Bronce de Oropesa la Vella (Orpesa del Mar, Castellón)> Cuadernos
>.
de Prehistoria y Arqueología Castellonense, 4, Castellón, 1979, pp. 79-100, fig. 6, 15.
(43) J.A. BENAVENTE SERRANO: <>. Kalathos, 5-6, Teruel, 1985-86,
pp. 9-31.
(44) BENAVENTE SERRANO: Op. cit. nota 28, pp. 109 y 113.
(45) BURILLO MOZOTA, PICAZO MILLÁN: Op. cit. nota 30.
(46) J.A. BENAVENTE SERRANO, M. GASCA : Catálogo de la Colección de los Padres Escolapios de Alcañiz (Teruel).
Diputación General de Aragón, Zaragoza, 1989, pp. 25-38, fig . 6, l.
-171-
[page-n-174]
16
E.RWOLLÉSADELANTADO
______________ j1______________ _
-@4
Fig. 8.- Los núms. 1, 2 y 4, materiales procedentes de la revisión de fondos
(sin referencia, Cabaña 11 C.7, Cabaña 11); el núm. 3, ya publicado (Depósito T.2).
-172-
[page-n-175]
LA ERETA DEL CASTELLAR
17
sin decoración que se localizan en el Cabezo del Cuervo responden más a perduraciones durante
la primera Edad del Hierro que a una auténtica penetración de Cogotas 1 en su momento de
expansión (47).
Otra pieza interesante es una forma muy poco profunda con el cuerpo superior de tendencia
recta e inflexión marcada del borde, que en el interior aparece biselado (fig. 7, 361). La pasta es
gris porosa, y en el bloque de materiales revisados apareció junto a dos fragmentos de cerámica
ibérica. Una forma muy próxima a ésta aparece en el yacimiento del Cabecico de la Heredad
(Bordón, Teruel), con un inicio en 1 Respecto a los cuencos de perfil sencillo y abierto predominan las formas troncocónicas, tal
como se observa también en la Hoya Quemada o la Sima del Ruidor, si bien aparece una clara
tendencia al exvasamiento del borde (fig. 10, 16). En este último yacimiento se documentan, al
igual que en la Ereta y en el yacimiento de Orpesa la Vella (49) cuencos cerrados y poco profundos, siendo éstos ajenos al mundo del Bronce Antiguo-Pleno.
Otro elemento de sumo interés para acercarnos a la cronología del yacimiento es el soporte
carrete que apareció según la publicación en el depósito T-3 (fig. 10, 8). Junto a él se localizó,
según se describe, un gran vaso de almacenaje con cordones peribucales con abundante trigo, una
cazuela troncocónica y una olla de perfil en «S» c-on-cuello similar a las publicadas. En el ámbito
valenciano este tipo de formas se documentan en la Mola de Agres (50) y en la Peña Negra de
Crevillent (51).
Los soportes carrete son bien conocidos por ser habituales en los ambientes orientalizantes
del Bronce Final del sur, donde conviven los de perfil continuo, similares a los de Ereta, con los
de nervadura central. Son piezas que imitan prototipos metálicos y que se fechan a partir del 800
a.C. (52).
También se localizan este tipo de piezas en la Meseta en contextos avanzados de Cogotas 1,
momento expansivo donde aparecen formas nuevas como los soportes-carrete (53).
Sin embargo, por proximidad geográfica, los paralelos más razonables para la pieza de la
Ereta son los que se encuentran en yacimientos de Lérida y Huesca. Nos referimos a El Genó
(Aitona, Lérida) y Zafranales (Fraga, Huesca) (54), yacimientos que no ofrecen dudas en cuanto
(47) G. RUIZ ZAPATERO, A. LORRIO ALVARADO: «Elementos e influjos de tradición C.U. en la Meseta Sudorienta!». 1
Congreso de Historia de Casti/la.-la Mancha, Tomo lll: Pueblos y culturas prehistóricas y protohistóricas (2), Toledo, 1988, pp.
257-267.
(48) A. OLIVER FOIX, J. BOVER PUIG: «El Cabecico de la Heredad, yacimiento Ibérico en Bordón (Teruel)». Bajo Aragón
Prehistoria, VI, Caspe, 1985, pp. 245-252.
(49) GUSI, OLARIA: Op. cit. nota 42, fig. 5, 14 y 15, fig . 16, 6 a 12.
(50) J.L. PEÑA SÁNCHEZ et alii: El poblado de la Mola d'Agres. Homenaje a Milagro Gil-Mascare/[ Boscá. Generalitat
Valenciana, Conselleria de Cultura, Educació i Ciencia, Valencia, 1996, p. 114.
(51) A. GONZÁLEZ PRATS : «La tipología cerámica del horizonte D de Crevillente». Saguntum-PlAV, 14, Valencia, 1979,
pp. 74-75.
(52) LP. GARRIDO ROIG, E.M'. ORTA GARCÍA: «Excavaciones en la necrópolis de la Joya, Huelva». Excavaciones Arqueológicas en España, 96, Madrid, 1978, lám. XVI y XLIV. J.M'. BLÁZQUEZ MARTÍNEZ, J. VALIENTE MAYA: <>.
Excavaciones Arqueológicas en España, 117, Madrid, 1981, pp. 118 y 161. C. MARTÍNEZ, M. BOTELLA: <> .
Historia de España, 1, Prehistoria, Ed. Gredos, Madrid, 1989, p. 420. '
(53) M. ALMAGRO:>. Historia de España dirigida por R Menéndez Pida!, Ed. Espasa-Calpe,
<
Madrid, 1952, fig. 181 y 196. M.O. FERNÁNDEZ POSSE: <
pp. 475-487, fig. 3-4. J. VALIENTE MAYA: El Cerro Padrastro de Santamera y la protohistoria del valle del Henares. Memorias del
Seminario de H• Antigua II, Universidad de Alcalá, pp. 11-44, fig . 3, 23.
(54) MAYA: Op. cit. nota 18. MAYA: Op. cit. nota 19, p. 327. MONTÓN BROTO: Op. cit. nota 18, fig. 17.
-173-
[page-n-176]
18
E. RIPOLLÉS ADELANTADO
i
i
i
i
________ l_______
_
3
4
Fig. 9.- Los números 2, 3 y 4, materiales procedentes de la revisión de fondos (Cabaña lli!Capa 1
Cajón 11, Cabaña II/C.4, Cabaña IIIC.4 Cajón 8); el núm. 1, ya publicado (Cuadro 4/nivel 3).
- 174 -
[page-n-177]
LA ERETA DEL CASTELLAR
19
a su cronología por presentar secuencias muy cortas en el tiempo y bien definidas, con presencia
de materiales de C.V. antiguos y asas de apéndice de botón. La cronología de El Genó se sitúa
en el Bronce Final U, y la de Zafranales en el final del Bronce Final 1 o Bronce Reciente inicios
del Bronce Final 11, en tomo por tanto al 1100 a.C.
Tanto desde la Meseta como desde Cataluña se ha intentado relacionar este tipo de piezas
con el mundo Campaniforme por la pieza localizada en el yacimiento de Los Aleares (Sevilla),
pero los mismos excavadores señalan que esta forma resulta absolutamente extraña en el contexto
campaniforme, de modo que no descartan la idea de relacionarla con las conocidas de época posterior (Cogotas 1). También se ha hablado de vincularlas a paralelos centroeuropeos, aunque no
conocemos piezas similares en contextos de C.V.
Nos parece que la explicación a la aparición de estas piezas, sin . star clara, dada su escasa
e
frecuencia, debe relacionarse con los movimientos que tanto a nivel peninsular como extrapeninsular se dan a partir del Bronce Final 1-ll, teniendo en cuenta que cronológicamente serían tan antiguas las piezas localizadas en Aragón y Cataluña como, al parecer, algunos soportes a tomo de
procedencia mediterránea que se documentan en algunos yacimientos andaluces como Llanete de
los Moros (Montara, Córdoba), Cuesta del Negro (Purullena, Granada) o Carmona (Sevilla) (55).
Un elemento a considerar, a pesar de su presencia meramente testimonial, es la aparición entre
los materiales revisados de un fragmento cerámico con decoración de acanaladuras paralelas en la
parte superior e inicio de un desarrollo de arcos concéntricos en la inferior. La pasta es compacta,
de color gris-ocre al exterior y gris en el interior, con desgrasante fino y bien repartido, observándose algunas partículas brillantes. Presenta restos de espatulado o bruñido (fig. 9, 9).
La referencia de ubicación que se conserva sitúa este fragmento en los niveles superiores
(Cajón 11, Cabane III, Capa 1).
Para el País Valenciano los contextos más antiguos de C. U. se sitúan en la primera fase de
los C. U. Recientes (950/900-800 a.C.), caracterizándose por la presencia intrusiva de materiales
de C.V. en contextos del Bronce Valenciano. Los elementos más antiguos serían los de la Mola
d'Agres, situados poco después del 1000 a.C., Castellet de Borriol, finales del s. X inicios del s.
IX a.C., y Pie deis Corbs, finales del s. IX a.C. (56). Sin embargo en la zona del N/E peninsular
los primeros elementos de C.V. se sitúan en la transición de los s. XII-XI a.C., señalándose la
fecha de 1100 a.C. como inicio de apertura a los nuevos elementos en Cataluña (57) y Bajo
Aragón (58). Sería el caso de El Genó (Aitona, Lérida), Masada de Ratón o Zafranales (Fraga,
Huesca), y Cabezo del Cuervo o Cabezo Sellado (Alcañiz, Teruel). En relación con esto podemos
señalar que el fragmento de C. U. localizado en Ereta presenta un diseño decorativo similar a un
fragmento de Zafranales (59) y a otro de El Genó (60).
(55) C. MARTÍN DE LA CRUZ: <
los hallazgos de Montoro (Córdoba)>>. Encuentro Internacional Arqueología de la Magna Grecia, Sicilia y Península Ibérica,
Córdoba, 1994, pp. 111-146.
(56) RUIZ ZAPATERO: Op. cit. nota 2.
(57) J.L. MAYA: <>. Bajo Aragón. Prehistoria, IX-X, Caspe,
1986, pp. 7-50.
(58) A. ÁLVAREZ GRACIA: <>. Bajo
Aragón. Prehistoria, IX-X, Caspe, 1986, pp. 51-62.
(59) MONTÓN BROTO: Op. cit. nota 18, fig. 18, 36.
(60) MAYA: Op. cit. nota 57, Cuadro I, n° 4.
-175-
[page-n-178]
20
E. RIPOLLÉS ADELANTADO
Teniendo en cuenta que al parecer en la zona del Segre-Cinca se dan elementos más antiguos
de C. U. que en Tarragona, parece lógico pensar, tal como ya señaló Ruiz Zapatero, en una vía que
siguiendo el curso del Guadalope y del Bergantes penetrara en la zona del Alto Maestrazgo, constituyéndose el yacimiento de la Ereta como un punto intermedio que conectaría con las referencias
más septentrionales que en el País Valenciano se tiene de los C. U. La importancia de la zona como
vía de penetración de influencias queda patente en la abundancia de referencias a yacimientos relacionados con los C.U. Recientes y del Hierro: Mas del Rosco (Benassal), Moleta dels Frares
(Forcall), Hostal Nou (Ares del Maestre), El Polsegué ( Rossell) (61).
Otra pieza que podría apuntar hacia la cronología avanzada del yacimiento sería la fusayola
publicada con la referencia segundo Sondeo, nivel 3 (fig. 9, 3). Se trata de una fusayola de tipo
discoidal con gruesa perforación central que no suele aparecer en contextos de Bronce Pleno.
Esta pieza aparece recogida en un trabajo de síntesis donde se observa que los tipos discoidales
no se dan en yacimientos del Bronce Final-Hierro (62), coincidiendo con la apreciación de Ruiz
Zapatero quien indica que los tipos básicos de los contextos de C.U. son las cilíndricas y bitroncocónicas (63).
Sin embargo fusayolas discoidales como la de Ereta aparecen en el Cabezo Redondo
(Villena) asociadas a tipos bicónicos (64), y en el yacimiento de Moncín (Botja, Zaragoza) en los
niveles superficiales (65). Ambos yacimientos de cronología avanzada.
En la revisión de los materiales de Ereta nos apareció otra pieza interesante. Se trata de un
fragmento de costilla dentada como las que aparecen también en el yacimiento de Moncín (66)
correspondientes al nivel ll A del Bronce Final (950-850 a.C.), aunque al parecer en la zona de
Madrid se documentan desde el Bronce Medio. Su funcionalidad estaría relacionada con el aserrado de materias blandas, ya que en algunos casos presentan pátina de cereal, o bien como peine
de alfarero (67) (fig. 9, 286).
CONCLUSIONES
Después de todo lo analizado, y aun teniendo en cuenta la posibilidad de la existencia en el
yacimiento de la Ereta de niveles de base que podrían situarse en un Bronce Pleno, cabe plantear
que el bloque general de los materiales y la presencia de elementos puntuales nos remite hacia
una cronología avanzada.
En el contexto de la zona norte del denominado Bronce Valenciano estaría entre lo que podríamos considerar como Bronce Pleno, representado en el yacimiento de Torrelló d'Onda (Onda,
A. GONZÁLEZ PRATS: Carta Arqueológica del Alto Maestrazgo. Trabajos Varios del S.I.P, n• 63 , Valencia, 1979.
Z. CASTRO CUREL: <
RUIZ ZAPATERO: Op. cit. nota 2, p. 819.
J. M. SOLER GARCÍA: Excavaciones arqueológicas en el Cabezo redondo (Villena, Alicante). Instituto de Estudios Juan
Alicante, 1987, lám. 54, 2 y 6, fig . 39, 1 y 3.
G. MORENO LÓPEZ: <>. Boletín del Museo de
Zaragoza, 3, Zaragoza, 1984, pp. 277-283, fig. 2. R.J. HARRJSON, G. MORENO, A.J. LEGGE: <
Edad del Bronce (1)>>. Noticiario Arqueológico Hispánico, 29, 1987, Madrid, 1984, pp. 7-102, fig . 36, 82.
(66) R. HARRJSON, G. MORENO, J.M. RODANÉS : <
Boletín del Museo de Zaragoza, 5, Homenaje a Beltran, Zaragoza, 1986, pp. 73-99, lám. IX, 1 y 2.
(67) J.M". RODANÉS : La industria ósea prehistórica en el valle del Ebro (Neolítico-Edad del Bronce). Dirección General de
Arqueología, Zaragoza, 1986, p. 124.
(61)
(62)
(63)
(64)
Gil-Albert,
(65)
-176-
[page-n-179]
LA ERETA DEL CASTELLAR
21
Castellón) con paralelos extremadamente próximos, tanto en tipología como en fechas C 14, a la
Hoya Quemada (Mora de Rubielos, Teruel), cuyo límite podría estar en tomo al 1300 a.C., y la
fecha inicial del yacimiento de Vinarragell (Borriana, Castellón) de mediados del s. VIII a.C. El
yacimiento de Vinarragell coincidiría tanto en tipología como en cronología con el yacimiento de
Escondines Baixes (Bajo Aragón), que se encuadra en la primera fase de los C.U. del Bajo
Aragón (C. U. Recientes), y cuyas características formas carenadas no aparecen evidentemente en
la Ereta.
Esto supone un lapsus temporal de unos cinco siglos, algo más si se consideran fechas calibradas (68), que es difícil de cubrir por el momento con la documentación existente, y en el que
deberían desarrollarse lo que se viene denominando Bronce Tardío y Bronce Final I en Valencia,
según la terminología de M. Gil-Mascaren, o Bronce Final I, TI y IIIA en la zona noreste.
Habría que situar por tanto el yacimiento en el tránsito del Bronce Final I o Bronce Reciente
al Bronce Final TI, con fechas muy próximas al cambio de milenio, abriendo la posibilidad de
alargar algo más el final si atendemos a la presencia del fragmento de C. U. y consideramos
posible un ligero desfase cronológico por su posición geográfica respecto a los yacimientos del
norte.
Aun así, desde este límite forzado, quedaría un periodo de dos siglos, s. X-IX a.C., en el que
es difícil precisar qué sucede: si hay una continuidad de estos elementos del Bronce Reciente que
se observan en la Ereta y que son diferenciables, a pesar de las posibles perduraciones, del contexto material del Bronce Pleno, o si se aprecian elementos que permitan diferenciar un Bronce
Final inicial tal como ocurre en otras zonas.
Consideramos, tal como se señala para la zona del Bajo Aragón, que en las zonas en las que
la llegada de elementos de C.U. se produce débilmente es difícil llegar a identificar un Bronce
Final anterior a la primera Edad del Hierro, puesto que es el Bronce Reciente el que ocupa su
lugar, y éste a su vez en algunos casos resulta también difícil de distinguir del Bronce Medio.
Desde este punto de vista, aparte de la posible falta de documentación para este periodo en
nuestra zona de estudio, es posible que el vacío cronológico, difícil de explicar, se deba a que está
ocupado por yacimientos que a pesar de su cronología avanzada presentan una cultura material
con bastantes elementos de la tradición del Bronce Pleno y sin los elementos característicos que
permiten en otras zonas definir las etapas finales del Bronce. Quizas la publicación detallada de
algunos yacimientos actualmente en estudio pueda dar la clave para entender esta etapa.
El problema que se plantea de cara al futuro es deslindar, a partir de la base que en su día
estableció M. Gil-Mascaren lo que ella denominó Bronce Tardío (Bronce Reciente o Bronce
Final I en otras zonas) del Bronce Final I, si esto es posible, dado que esta diferencia material, de
apreciarse, se produce sin un cambio en la tipología de los emplazamientos que mantienen las
características de ubicación generalizadas desde el Bronce Antiguo-Pleno.
Quizas sea más lógico pensar, en una etapa de final de un proceso como debió de ser ésta,
en una vía de desarrollo paralela antes que en un proceso lineal uniforme. En algunos casos
desembocaría en una evolución más clara con la introducción de nuevos elementos; en otros,
(68) Hemos utilizado fechas convencionales (a.C.) por cuanto no contamos con series de fechas calibradas para todas las
zonas a las que hacemos referencia. No obstante somos conscientes de que la validez del método Cl4 pasa por la calibración de las
fechas obtenidas. Sin embargo hemos observado cómo para el tramo de la curva correspondiente a los últimos siglos del II milenio
las diferencias entre las fechas convencionales y las calibradas no son demasiado importantes, aumentando estas diferencias en los
periodos más antiguos.
-177-
[page-n-180]
22
E. IDPOLLÉSADELANTADO
donde los contactos fueron más escasos, asistiríamos a perduraciones más marcadas. En esta
línea parecen situarse también otros autores (69).
Tal vez los elementos que hemos manejado para definirnos sobre la cronología del yacimiento puedan considerarse escasos o muy puntuales, y evidentemente habrá que establecer tipológicamente las bases de este desarrollo, pero son lo suficientemente significativos como para
que nos sirvan de punto de reflexión sobre el desarrollo final de la Edad del Bronce en nuestras
tierras.
Valencia, 7 de octubre de 1996
(69) M. GIL-MASCARELL BOSCÁ, R. ENGUIX ALEMANY: <>
.
Homenaje a Luis Siret (1934-1984), Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Madrid, 1986, pp. 41 8-424.
-178-
[page-n-181]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XXII (Valencia, 1997)
J. L. SIMóN
GARCÍA
*
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
(ALBERIC, VALENCIA): EXCAVACIONES DE L. SIRET EN LA
COMUNIDAD VALENCIANA
l. INTRODUCCIÓN
Con motivo de la realización de nuestra Tesis Doctoral tuvimos ocasión de conocer en el
Museo Arqueológico Nacional (1) la existencia de un conjunto de materiales pertenecientes a la
Colección Siret que procedían del yacimiento «La Loma de la Terrera (Alberique, Valencia)». Se
conserva, asimismo, en el citado Museo el Cuaderno n° 25 con las anotaciones del ingeniero
belga, efectuado por el propio autor mediante la unión de una serie de hojas de diversa procedencia. En su tapa se indica el título del mismo, Notas de sitios antiguos de la provincia de
Murcia y Alicante, bajo el cual se hace relación de una serie de yacimientos entre los que aparece
Albrique, Loma de la Terrera.
El cuaderno se inicia con una relación de lugares con el siguiente título: Nota de los puntos
que tengo reconocidos empezando el día JO de mayo de 1906. Esta fecha es la única que aparece
en el diario, por lo que debemos de suponer que por aquellos años se efectuó la excavación, bien
con anterioridad, lo cual le permitió adjuntar las notas al cuaderno o bien con posterioridad
haciendo uso del mismo hasta su agotamiento. Por ello debemos suponer que la excavación se
realizó en la primera década del siglo, entre la fundación del S.I.P., en 1927, y las últimas actividades de la Sociedad Arqueológica Valenciana, entre 1883 y 1886 (2), en la misma época de las
actividades de J. Furgús en la Vega Baja (1902-1908) o la exploración y posterior excavación de
* C/ Gabriel Miró, 3. 03630 SAX (Alicante).
(1) Queremos expresar nuestro agradecimiento a la Dra. Dña. Carmen Cacho por las facilidades dadas para poder efectuar
este trabajo, así como los comentarios sobre las actuaciones de L. Siret del cual es una profunda conocedora. A Dirk Bradherm le
debemos el habemos puesto sobre la pista del yacimiento.
(2) M'.V. GOBERNA: «La sociedad arqueológica valenciana». Archivo de Prehistoria Levantina, XVI, Valencia, 1981, pp. 575-608.
M'.V. GOBERNA: «Los estudios de prehistoria durante la segunda mitad del siglo XIX y primeros años del XX. La obra de Luis
Sireb>. Homenaje a Luis Siret 1934-1984, Cuevas de Almanzora, 1986, pp. 28-34.
-179-
[page-n-182]
2
J. L. SIMÓN GARCÍA
...
8
....,
' ::J
-~
"'
e
t
~
E
QJ
-o
e
VI
QJ
-a
~
~
VI
QJ
-o
e
."!:!
E
o
...J
o
QJ
0:
Oí
-o
.
E
e:
8 e
o
o
...J
o
-180-
•
LJ
.....
oiJ
ri:
[page-n-183]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
3
Isidro Ballester en Covalta ( 1908-191 O) (3 ), en un momento donde la investigación arqueológica
en la Comunidad Valenciana se reduce a actividades individuales y esporádicas.
De la amplia y diversa actividad arqueológica de L. Siret (4) queda constancia en sus múltiples publicaciones. Sin embargo, muchas de sus actuaciones, o las de su capataz Pedro Flores,
han permanecido inéditas, como es el caso de la que ahora nos ocupa, o de las que realizó en
Alicante, de las que trataremos en otra ocasión.
Su interés por la zona puede proceder por la admiración que profesaba a Vilanova y Piera
(5), a juzgar por sus publicaciones, tanto las editadas como las inéditas, en las cuales cuando hace
referencia a Valencia las copia literalmente. L. Siret dejó algunas obras inacabadas y quizás en el
momento de proyectarlas consideró necesario poseer datos de primera mano de zonas de las
cuales tenía un menor conocimiento, lo cual puede justificar la excavación de la Loma de la
Terrera.
En el diario y en las notas manuscritas el nombre del yacimiento, cuando la letra es de L.
Siret, es «La Loma de la Terrera», aunque en ocasiones, cuando las anotaciones son de Pedro
Flores, aparece como <
se puede comprobar en el Plano Geométrico realizado por el Instituto Geográfico y Estadístico
en 1903, como consecuencia del ml!ndato que establece la Ley de 27 de marzo de 1900. De dicho
plano, a escala 1:25.000, parte el topónimo y Siret cambió el término «Pedrera» por el de
«Terrera». El nombre del lugar pudo también tomarlo de una muy cercana cueva conocida como
«la Cova de la Terrera», hoy desaparecida por las transformaciones agrícolas efectuadas para la
plantación de naranjos (6).
Un dato problemático es que siempre aparece el yacimiento adscrito a Albrique, un topónimo
inexistente, sobre cuya identificación con Alberique (actualmente Alberic, restituido el nombre
en valenciano) no quedan dudas si tenemos en cuenta que al describir el lugar se señala que se
encuentra «A 1 kilómetro al poniente y a 6 leguas entre sur y poniente de Valencia Loma de la
Perrera (7) ...... este sitio está a orilla del río Júcar al norte y a la vista de 15 pueblos dominando
al norte y poniente» (8) (fig. 1). En todas las páginas comienza la descripción de la excavación,
que posteriormente analizaremos, con el siguiente texto «A un kilómetro de Albrique al poniente
la Loma de la Terrera.... ».
La inexistencia del topónimo Albrique y la propia descripción de Siret nos ha permitido identificar el yacimiento excavado con el conocido actualmente como «la Coroneta del Reí» (fig. 1).
Se trata de un pequeño cerro que forma parte del Pla de Cristóbal (9), sito junto a la Acequia Real
(3) L. PERICOT: <>. Archivo de Prehistoria Levantina, 111, Valencia, 1952, pp. 9-16.
(4) M. PELLICER GALÁN: «Perlil bibliográfico de Luis Siret>>. Homenaje a Luis Siret 1934-1984, Cuevas de Almanzora,
1986, pp. 13-18. J. MAIER: «El epistolario de Jorge Bonsor: correspondencia con Luis Siret>>. Historiografía de la Arqueología y de
la Historia Antigua eil España (Siglos XVIII-XX) . Ministerio de Cultura, Madrid, 1991, pp. 149-156.
(5) J. VILANOVA Y PIERA: Origen, naturaleza y antigüedad del hombre. Madrid, 1872.
(6) El dato sobre el topónimo de la cueva, su ubicación y las circunstancias de su desaparición se lo debemos a la labor
investigadora de Assumpta Galán Grau entre los agricultores, guardas rurales y ancianos de la zona.
(7) Obsérvese el cambio de Perrera por el de Pedrera
(8) Cuaderno 25, página 8, hoja 5 vuelto.
(9) A. MARTÍNEZ PÉREZ: «El núcleo de poblamiento de Alberic-Antella-Tous durante la Cultura del Bronce Valenciano>>.
Archivo de Prehistoria Levantina, XVIII, Valencia, 1988, pp. 251-278.
-181-
[page-n-184]
J. L. SIMÓN GARCÍA
4
--3m-
E
o
-~
4
·~~
E
o
,o
'!S>~
~\
z'60m
,..,
'
~\
180m
\/
Sm
4m
1\
7m
o
Sm.
E
o
,o
-"
3
'
isom
\
-2,Sm--
~~
5
·~<;;;~
3"00m
~\
~
7m
~
20m
17m
~
Fig. 2
-182-
[page-n-185]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
5
del Xúquer (10). De dicho lugar, además de los materiales pertenecientes a la Edad del Bronce,
Martínez Pérez (11) señala la existencia de unos «pocos fragmentos torneados», refiriéndose a los
momentos ibéricos. En la Colección Siret existen cuatro fragmentos de cerámica gris ibérica y un
fragmento de TSH (fig. 11), los cuales creemos que reafirman nuestra identificación.
El citado yacimiento (12) ha sido objeto de varios estudios (13) en los cuales se señalan las
características del asentamiento -en un cerro de escasa altura y sin aparentes elementos defensivos- y restos de construcciones, interpretados como cabañas dispuestas escalonadamente en la
ladera oriental y en la cumbre (14). Del yacimiento siempre se ha destacado la abundancia y
variedad tipológica de sus materiales, que en el caso de las cerámicas destacan por la calidad de
las pastas y tratamientos, los elementos de decoración y suspensión y en especial por las formas,
abundando los vasos carenados, un posible geminado, y un gran vaso elipsoide horizontal que se
ha relacionado con los vasos bicónicos del SE (15), si bien este tipo de vasos posee paralelos en
otros yacimientos y comarcas como la del Corredor de Almansa (16).
..
11. LA EXCAVACIÓN
Los trabajos de campo fueron efectuados bajo la dirección de Pedro Flores, según se desprende de los diarios, dibujos, esquemas y símbolos utilizados, idénticos a los que podemos encontrar en otros cuadernos de excavaciones del SE. En ocasiones, cuando la pieza era muy significativa, dibuja su silueta a escala 1:1, poniéndola sobre la hoja del diario y perfilándola (fig. 15).
Pedro Flores realizó 6 cortes que denomina como casas, numeradas al parecer de forma
aleatoria. Indica su longitud, anchura y, en casi todas, la profundidad alcanzada. También hace
referencia a la orientación aproximada y la distancia de algunas de ellas respecto a una o a
varias «casas», lo que nos ha permitido confeccionar un croquis de su excavación (fig. 2). Si
trasladamos éste al yacimiento de la Coroneta del Rei observamos que se ajusta a las dimensiones del cerro y a otros croquis realizados del mismo yacimiento por Martínez ( 17) o Galán
(18). Flores debió excavar diferentes estancias a lo largo de la ladera y la cumbre, planteando
los cortes en función de las estructuras que observaba en superficie, de ahí que las denominase
«casas». Sólo recogió aquellos materiales que consideró más significativos, indicando su ubicación en cada casa. La relación y transcripción de los diarios y su relación con las «casas» es
la siguiente:
(lO)
A. GALÁN GRAU: <>. Assemblea d'Historia de la Ribera,
Alzira, 1993 (e.p.).
(11)
(12)
Varios del
(13)
(14)
Archivo de
(15)
(16)
(17)
(18)
MARTÍNEZ PÉREZ: Op. cit. nota 9.
D. FLECHER y E. PLA: Cincuenta años de actividades del Servicio de Investigación Prehistórica ( 1927-1977). Trabajos
S.l.P., n" 57, Valencia, 1977. E. PLA BALLESTER: Enciclopedia de la Región Valenciana, t. 1, Valencia, 1973, p. 91.
MARTÍNEZ PÉREZ: Op. cit. nota 9 y GALÁN GRAU: Op. cit. nota 10.
M'.J. DE PEDRO MICHÓ: <>.
Prehistoria Levantina, XIX, Valencia, 1990, pp. 327-350 .
MARTÍNEZ PÉREZ: Op. cit. nota 9.
J.L. SIMÓN GARCÍA: La Edad del Bronce e.n Almansa. Instituto de estudios Albacetenses, n" 34, Albacete, 1987.
MARTÍNEZ PÉREZ: Op. cit. nota 9.
GALÁN GRAU: Op. cit. nota 10.
-183-
[page-n-186]
J. L. SIMÓN GARCÍA
6
-@-
2
-- --
o
3
Fig.3
-184-
[page-n-187]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
7
La casa n° 1 (fig. 2) mide 3m de largo, 2'60 de ancho y 1 m de profundidad. En algún lugar
debió aflorarle la roca natural, conformando con unas piedras una especie de banco donde localizó un gran puñal de metal (fig. 13), una ficha cerámica (fig. 6:12) y un diente de hoz sobre
lámina (fig. 8:6). Junto al banco o «aposento}}, como lo denomina Flores, se señala el hallazgo
de «16 vasijas rotas, una tinaja y las demás tazas y pucheros con asas y un trinchante de hueso>}.
Seguramente a este conjunto pertenezcan las vasijas semiesféricas registradas (fig. 4), el vaso con
asas de implantación vertical (fig. 5:2) y quizás alguno de los vasos de mayor tamaño (fig. 3:1 y
2). El croquis efectuado muestra un muro rectangular donde dibujó cuatro vasos, uno con asas y
un punzón (fig. 7:3).
En la casa n° 2 (fig. 2), de 3m de largo, 2m de ancho y 0'90 m de profundidad, se localizó
un «escoplo de cobre}} (fig. 14:2), un fragmento de sierra (fig. 14:1), un punzón de cobre (fig.
14:5) y un cuenco semiesférico (fig. 4). En el croquis aparece un dibujo que se asemeja al utilizado para los muros, siendo éste de forma semicircular, aunque también podría hacer referencia
a los dientes de hoz.
La casa n° 3 (fig. 2), de 4 m de largo y 2' 5 m de ancho, proporcionó una punta de flecha de
metal (fig. 12:2), un fragmento de cuchillo de sílex con los ejes dentados (fig. 8:7), dos punzones
(fig. 7:1-2), 7 cardium, unos colmillos de jabalí y «11 vasijas en una tinaja pequeña y tazas y
pucheros}} (fig. 3 y 4).
De la n° 4 (fig. 2) sólo se menciona sus dimensiones-3m de largo, 1'80 m de ancho y 0'80
m de profundidad- y la presencia de un punzón de metal que por el croquis podemos identificar
como el que presenta una cierta curvatura (fig. 14:3). Junto al dibujo del punzón aparece el
mismo dibujo curvo señalado para la casa no 2.
La n° 5 (fig. 2), situada en la parte central de la actuación, medía 4 m de largo, 3m de ancho
y 1 m de profundidad. En ella se documentó una hacha de metal (fig. 12:1), tres punzones (fig.
7: 4-8), el extremo distal de un cuchillo de sílex (fig. 8:8), las bellotas, «11 vasijas tazas y
pucheros con asas}} y una azuela (fig. 8:1). Aparece nuevamente el anagrama curvo.
Finalmente, en la casa D 0 6 (fig. 2), de 4 m de largo, por 3 de ancho y 0'90 m de profundidad, se señala la presencia de dos brazaletes de arquero (fig. 8:3-4), un punzón de metal (fig.
14:4) y «tiestos de 14 vasijas 5 ollas y 4 pucheros con asas y los demás tazas}} (fig. 3 y 4).
El cuaderno y los datos de las excavación finalizan en este punto. Suponemos que Flores
cubriría nuevamente las catas y se llevaría los materiales que a continuación describimos, y se
conservan en la actualidad en el Museo Arqueológico Nacional, formando parte de la Colección
de L. Siret, de la cual otros autores han dado cuenta de sus vicisitudes (19).
(19)
PELUCER GALÁN: Op. cit. nota 4.
-185-
[page-n-188]
8
J. L. SIMÓN GARCÍA
2
4
3
6
5
9
o
5
Fig. 4
-186-
10
[page-n-189]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORO NETA DEL REI
9
III. INVENTARIO
CERÁMICA
-Vaso carenado de labio plano, borde exvasado, cuello troncocóníco, carena media, cuerpo semiesférico y base convexa.
Dispone de un asa de implantación vertical que se sitúa desde el cuello hasta la carena y presenta una sección ovalada.
Superficie exterior e interiór alisadas. Pasta de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción oxidante. Diámetro
de la boca: 15'2 cm, altura 15'9 cm (fig. 3:1).
-Vaso de labio apuntado, borde entrante, cuerpo esférico y posiblemente base convexa. Dispone de un asa de implantación vertical que se sitúa en el tercio superior del vaso y presenta una sección cuadrangular. Superficie exterior
alisada e interior alisada y erosionada. Pasta de buena calidad con desengrasante mediano y cocción reductora.
Diámetro de la boca: 16'4 cm (fig. 3:2).
-Vaso carenado de labio curvo, borde exvasado, cuello hiperbólico, carena media, cuerpo semiesférico y base posiblemente. Dispone de un asa de implantación vertical que se sitúa desde el borde hasta la carena y presenta una
sección ovalada. En la inserción del asa en el vaso, tanto en la parte superior como en la inferior posee un pequeño
mamelón con carácter puramente decorativo. Superficie exterior e interior alisadas y espatulada. Pasta de buena
calidad con desengrasante pequeño y cocción reductora. Diámetro de la boca: 13'8 cm (fig. 3:3).
-Vaso de labio curvo, borde recto, cuerpo semiesférico y base convexa. Superficie exterior e interior alisadas. Pasta
de buena calidad con desengra:sante pequeño y cocción oxidante. Diámetro de la boca: 12'7 cm, altura 7'6 cm (fig.
4:1).
-Vaso de labio curvo, borde recto, cuerpo de casquete esférico y base convexa. Superficie exterior alisada y
erosionada e interior alisada. Pasta de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción oxidante y reductora.
Diámetro de la boca: 10'7 cm, altura 4'3 cm (fig. 4:2).
-Vaso de labio curvo, borde recto, cuerpo semiesférico y base convexa. Superficie exterior e interior alisadas. Pasta
de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción oxidante. Diámetro de la boca: 9 cm (fig. 4:3).
-Vaso de labio curvo, borde recto, cuerpo semiesférico con cierta inflexión en la unión de este con el borde y base
convexa. Superficie exterior e interior alisadas. Pasta de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción
oxidante. Diámetro de la boca: 8'9 cm, altura 5'7 cm (fig. 4:4).
-Vaso de labio curvo, borde entrante, cuerpo semiesférico y base convexa. Superficie exterior e interior alisada. Pasta
de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción oxidante y reductora. Diámetro de la boca: 9'8 cm, altura
6'2 cm (fig. 4:5).
-Vaso de labio curvo, borde recto, cuerpo semiesférico y base convexa. Superficie exterior alisada e interior
erosionada. Pasta de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción reductora. Diámetro de la boca: 9'3 cm,
altura 4'4 cm (fig. 4:6).
-Vaso de labio curvo, borde recto, cuerpo semiesférico y base convexa. Presenta al menos un pequeño mamelón
cerca del borde. Superficie exterior alisada y erosionada e interior alisada. Pasta de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción reductora. Diámetro de la boca: 10'3 cm (fig. 4:7).
-Vaso de labio apuntado, borde entrante, cuerpo semiesférico y base convexa. Superficie exterior e interior alisada.
Pasta de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción oxidante. Diámetro de la boca: 7'8 cm, altura 5'8 cm
(fig. 4:8).
-Vaso de labio apuntado, borde entrante, cuerpo esférico y base convexa. Superficie exterior e interior alisada. Pasta
de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción oxidante. Diámetro de la boca: 6 cm, altura 6' 4 cm (fig.
4:9).
-Vaso de labio curvo, borde entrante, cuerpo semiesférico y base convexa. Presenta un pequeño mamelón cerca del
borde. Superficie exterior e interior alisada. Pasta de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción oxidante.
Diámetro de la boca: 8'3 cm, altura 5'8 cm (fig. 4: 10).
-Fragmento de vaso de labio curvo, borde exvasado y cuello hiperbólico, donde presenta cuatro tríos de mamelones
muy esféricos. Superficie exterior e interior alisada. Pasta de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción
oxidante. Diámetro de la boca: 23'9 cm (fig. 5:1).
-187-
[page-n-190]
10
J. L. SIMÓN GARCÍA
u
w4
·.. ·
3
-------
o
5
Fig. 5
-188-
5
[page-n-191]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
11
2
7
6
5
8
10
9
\..\ \..: \,\. \.~ \:<9
\'t.
·.
'1<
..~
"~
\,
~-.-~:......~.~-~~·~-~~~-;..,.;.;.~~~-
11
o
5
Fig. 6
-189-
[page-n-192]
12
J. L. SIMÓN GARCÍA
. .
' .
·. :
) .:.
-~-
-®-
-Y-
-u3
o
5
o
.
.
2
4
-Y-~-
6
9
5
11
10
8
12
Fig. 7
-190-
[page-n-193]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
13
-Vaso de labio curvo, borde recto, cuello troncocónico, cuerpo esférico y posiblemente base convexa. Conserva al
menos tres asas de implantación vertical y de sección ovalada, las cuales arrancan desde el borde hasta la unión del
cuello con el cuerpo. Superficie exterior e interior espatulada. Pasta de buena calidad con desengrasante mediano
y cocción reductora. Diámetro de la boca: 9'6 cm (fig. 5:2).
-Fragmento de vaso carenado del cual se conserva la parte central. Posee un cuello hiperbólico y un cuerpo semiesférico. Superficie exterior bruñida e interior alisada. Pasta de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción
oxidante. Diámetro de la carena 15'6 cm (fig. 5:3).
-Vasito de labio curvo, borde recto, cuerpo troncocónico y base plana. Presenta un apéndice perforado que se
encuentra fragmentado. Superficie exterior e interior alisada. Pasta de buena calidad con desengrasante pequeño y
cocción oxidante. Diámetro de la boca: 3'4 cm, altura 2'5 cm (fig. 5:4).
-Fragmento de vaso de labio curvo, borde exvasado y cuello hiperbólico, donde presenta tres cordones dispuesto en
paralelo al borde y de secciones diferentes. Superficie exterior e interior alisada. Pasta de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción oxidante. Diámetro de la boca: 28 cm (fig. 5:5).
-Fragmento de vaso en el cual se conserva un mamelón en forma de botón. Superficie exterior e interior alisada.
Pasta de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción oxidante (fig. 6:1).
-Fragmento de vaso de labio curvo, borde recto y cuerpo semiesférico. Superficie exterior e interior alisada. Pasta
de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción oxidante (fig. 6:2).
-Fragmento de vaso en el cual se conserva un asa de lengüeta. Superficie exterior e interior alisada. Pasta de buena
calidad con desengrasante pequeño y cocción oxidante (fig. 6:3).
-Fragmento de vaso de labio plano, borde recto y cuerpo semiesférico. Presenta un asa de implantación vertical y
de sección ovalada. Arranca desde el borde hasta la mitad del cuerpo del vaso. Superficie exterior e interior alisada.
Pasta de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción oxidante (fig. 6:4).
-Fragmento de vaso carenado de cuello hiperbólico y cuerpo semiesférico. Presenta un asa de implantación vertical
y de sección ovalada. Arranca desde el borde hasta la carena del vaso. Superficie exterior e interior alisada. Pasta
de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción oxidante (fig. 6:5).
-Asa de implantación vertical de sección ovalada. Superficie exterior alisada erosionada e interior alisada. Pasta de
buena calidad con desengrasante pequeño y cocción reductora (fig. 6:6).
-Asa de cinta de implantación vertical de sección ovalada. Superficie exterior alisada e interior alisada. Pasta de
buena calidad con desengrasante pequeño y cocción reductora (fig. 6:7).
-Asa de cinta de implantación vertical de sección circular. Superficie exterior e interior alisada. Pasta de buena
calidad con desengrasante pequeño y cocción reductora (fig. 6:8).
-Asa de cinta de implantación vertical de sección ovalada. Superficie exterior e interior alisada. Pasta de buena
calidad con desengrasante pequeño y cocción reductora (fig. 6:9).
-Asa de cinta de implantación vertical de sección ovalada. Presenta en la superficie exterior una serie de incisiones
muy profundas en sentido vertical. Superficie exterior grosera e interior espatulada y grosera. Pasta de buena calidad
con desengrasante mediano y cocción reductora (fig. 6:10).
-Fragmento de vaso, perteneciente a la parte del cuerpo, donde se observa una decoración consistente en una línea
horizontal y varias oblicuas realizadas con un objeto de punta muy roma. Superficie exterior e interior alisada,
desengrasan te pequeño y cocción oxidante. El fragmento se encuentra muy rodado (fig. 6:11 ).
-Fragmento cerámico de forma circular o «ficha» de superficies alisadas y cocción oxidante (fig. 6:12).
ÓSEO
-Punzón sobre soporte óseo realizado sobre media caña de hueso de tibia de ovicaprino, el cual fue aserrado longitudinalmente y posteriormente pulido mediante abrasión con el fin de configurar y regularizar el extremo distal, el
cual se encuentra en la actualidad fracturado y desaparecido. La sección conservada en el fuste es semicircular con
extremos planos. Largo actual: 16'9 cm. Ancho en la sección del fuste: 1'4 cm. Grosor en la sección del fuste: 0'3
cm (fig. 7:1).
-Punzón sobre soporte óseo realizado sobre radio de ovicaprino, el cual fue aserrado transversalmente desde la parte
media hacia uno de los extremos y posteriormente pulido mediante abrasión con el fin de configurar y regularizar
-191-
[page-n-194]
J. L. SIMÓN GARCÍA
14
3
azzzzzzzzzzz¡
-
o
5
7
8
Fig. 8
-192-
[page-n-195]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
15
el extremo distal. La sección conservada del fuste es semicircular con extremos planos. Largo actual: 14' 5 cm.
Ancho en la sección del fuste: 1'6 cm. Grosor en la sección del fuste : 0'9 cm (fig. 7:2).
-Punzón sobre tibia de ovicraprino. El extremo próxima! se encuentra ligeramente trabajado para redondear las
aristas de la epífisis y el distal apuntado mediante abrasión, estando en la actualidad fracturado. El fuste posee una
sección ovalada. Largo actual: 8'2 cm. Ancho en la sección del fuste: 1' 1 cm. Grosor en la sección del fuste: 0' 9
cm (fig. 7 :3).
-Dos fragmentos de punzón realizados sobre media caña de tibia de ovicaprino, el cual fue aserrado longitudinalmente y posteriormente pulido mediante abrasión con el fin de configurar y regularizar el extremo distal.
Actualmente posee fracturados el extremo proximal y el centro de la caña. La sección conservada en el fuste es
semicircular con extremos planos. Largo actual y aproximado: 16 cm. Ancho en la sección del fuste: 1'5 cm. Grosor
en la sección del fuste : 0' 3 cm (fig. 7:4).
-Punzón sobre tibia de ovicraprino. Los extremos se encuentran fracturados, si bien el distal fue apuntado mediante
abrasión. El fuste posee una sección ovalada. Largo actual : 12'5 cm. Ancho en la sección del fuste: 1'4 cm. Grosor
en la sección del fuste: 1'6 cm (fig. 7:5).
-Fragmento de punzón sobre media caña de hueso de tibia de ovicaprino, el cual fue aserrado longitudinalmente y
posteriormente pulido mediante abrasión con el fin de configurar y regularizar el extremo distal. La sección conservada
en el fuste es semicircular con extremos planos. Largo actual : 2'8 cm. Ancho en la sección del fuste: 1' 1 cm. Grosor
en la sección del fuste: 0'2 cm (fig. 7:6).
-Fragmento de punzón realizado sobre media caña de hueso de tibia de ovicaprino, el cual fue aserrado longitudinalmente y posteriormente pulido mediante abrasión con el fin de configurar y regularizar el extremo distal. La
sección conservada en el fuste es semicircular con extremos planos en el extremo distal. Largo actual: 3 cm. Ancho:
1' 1 cm. Grosor en la sección del fuste: 0'2 cm (fig. 7:7).
-Fragmento de punzón realizado sobre media caña de hueso de tibia de ovicaprino, el cual fue aserrado longitudinalmente y posteriormente pulido mediante abrasión con el fin de configurar y regularizar el extremo distal. La
sección conservada en el fuste es semicircular con extremos planos en el extremo distal. Largo actual: 3' 2 cm.
Ancho: 1 cm. Grosor en la sección del fuste : 0'2 cm (fig. 7:8).
-Fragmento de punzón sobre tibia de ovicaprino, el cual fue aserrado transversalmente desde la parte media hacia
uno de los extremos y posteriormente pulido mediante abrasión con el fin de configurar y regularizar el extremo
distal. La sección conservada en el fuste es semicircular con extremos planos. Largo actual: 7'6 cm. Ancho en la
sección del fuste: 1' 1 cm. Grosor en la sección del fuste: 0' 9 cm (fig. 7:9).
-Fragmento de punzón realizado sobre media caña de hueso de tibia de ovicaprino, el cual fue aserrado longitudinalmente y posteriormente pulido mediante abrasión con el fin de configurar y regularizar el extremo distal. La
sección conservada en el fuste es semicircular con extremos planos en el extremo distal. Largo actual: 4 cm. Ancho:
1' 2 cm. Grosor en la sección del fuste: 0' 3 cm (fig. 7:10).
LÍTICO
-Azuela trapezoidal realizada en ofita, de fllo convexo e inutilizado, sección ovalada, talón plano y completamente
pulida en el filo y con un pequeño piqueteado en el resto. Longitud: 8'2 cm. Ancho 5'2 cm. Grosor: 2'6 cm (fig.
8: 1).
-Azuela trapezoidal realizada en mármol, de filo plano convexo, sección ovalada, talón curvo y completamente
pulida. Longitud: 4' 8 cm. Ancho 2'7 cm. Grosor: 1'1 cm (fig. 8:2).
-Brazalete de arquero realizado en pizarra rosácea, de sección rectangular, con señal de una perforación en un
extremo. Longitud: 10' 3 cm. Ancho 2 cm. Grosor: 0' 8 cm (fig. 8:3).
-Brazalete de arquero realizado en arenisca, de sección semirectangular, con sendas perforaciones bitroncocónicas
en ambos extremos. Longitud: 5'6 cm. Ancho 1'7 cm. Grosor: 0'5 cm (fig. 8:4).
-Fragmento de una gran placa de esquisto con uno de los laterales trabajado mediante un pulido a doble bisel. Largo
actual: 8'3 cm. Ancho actual: 5'8 cm. Grosor: 0'4 (fig. 8:5).
-Diente de hoz sobre lámina, realizado en sílex beige claro, translúcido y de grano fino. El eje denticulado posee
pátina en ambas caras y un retoque simple, bifacial y profundo. No conserva el talón. Longitud: 3'7 cm. Ancho:
1' 7 cm. Grosor: 0'6 cm (fig. 8:6).
-193-
[page-n-196]
J. L. SIMÓN GARCÍA
16
Cj'~U ti~~ E3~a
1
.---···---~-.
9
2
-···--·---~
~o
~
-- -· --····~--...
3
---.
--- ---- ··.
------...
.-- - ----····· - ··· - ~. .. _
5
.
6
QjlJ ·o~~ o~tJ'
8
9
o-- ~o··
~~LJ
~~o
10
11
12
CJ~0l'94o ~~~
19
______ ,
.f~t:Jjp,:;;:;>~ ~ f;3 ~~ ~
4
7
__.
20
Fig. 9
-194-
21
[page-n-197]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
17
-Diente de hoz sobre gran lámina de sílex, reaprovechando un cuchillo, de color marrón oscuro, translúcido y grano
fino. Ambos ejes, denticulados, poseen pátina en ambas caras y un retoque simple y bifacial en un eje y simple
bifacial y alterno en otro. Conserva el talón. Longitud: 8'5 cm. Ancho: 2 cm. Grosor: 0'5 cm (fig. 8:7).
-Extremo distal de una gran lámina. Sílex beige claro de grano fino. El extremo de un eje conserva retoques para
crear algunos denticulados, mientras que el resto posee un retoque por presión simple y poco profundo. No presenta
pátina y ni restos del talón. Longitud: 8'4 cm. Ancho: 2'6 cm. Grosor: 0'4 cm (fig. 8:9).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex negro, opaco, de grano grueso y con partes deshidratadas. El eje denticulado posee
pátina, un retoque simple, bifacial y profundo. Conserva el talón y restos de cortex. Longitud: 1'9 cm. Ancho: 2'3 cm.
Grosor: 0'8 cm (fig. 9:1).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex marrón oscuro, opaco y de grano fmo. El eje denticulado posee pátina, un retoque
simple, bifacial y profundo y el eje contrario, retoque abrupto y directo. No conserva talón. Longitud: 1'6 cm.
Ancho: 2'3 cm. Grosor: 0'7 cm (fig. 9:2).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex blanco, opaco y de grano fino. El eje denticulado posee pátina, un retoque simple,
bifacial y profundo y el eje contrario, retoque abrupto y directo. No conserva el talón. Longitud: 1'5 cm. Ancho:
2' 1 cm. Grosor: 0' 3 cm (fig. 9:3).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex blanco. El eje denticulado posee pátina, un retoque simple, continuo en una cara
y alterno en el opuesta. No conserva el talón. Longitud: 1'8 cm. Ancho: 2'1 cm. Grosor: 0'7 cm (fig. 9:4).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex gris y de grano fino. El eje denticulado posee pátina, un retoque simple, bifacial y
alterno. No conserva el talón y conserva restos de cortex. Longitud: 1' 8 cm. Ancho: 2' 3 cm. Grosor: 0'5 cm (fig. 9:5).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex gris veteado, opaco y de grano fino. El eje denticulado posee pátina, un retoque simple,
bifacial y profundo y el eje contrario, retoque abrupto y directo. No conserva el talón. Longitud: 1'4 cm. Ancho: 3' 5 cm.
Grosor: 0'7 cm (fig. 9:6).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex marrón claro, opaco y de grano fino. El eje denticulado posee pátina, un retoque
simple, bifacial y profundo y el eje contrario, retoque abrupto y directo. No conserva el talón. Longitud: 2'6 cm.
Ancho: 1'6 cm. Grosor: 0'6 cm (fig. 9:7).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex marrón y de grano fino. El eje denticulado posee pátina, un retoque simple, bifacial
y profundo. No conserva el talón y en algún punto se conserva parte del cortex. Longitud: 1'6 cm. Ancho: 2'3 cm.
Grosor: 0'4 cm (fig. 9:8).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex marrón, opaco y de grano fino. El eje denticulado posee pátina, un retoque simple,
bifacial, alternante y profundo y el eje contrario, retoque abrupto y directo. No conserva el talón. Longitud: 1'5 cm.
Ancho: 2'2 cm. Grosor: 0'5 cm (fig. 9:9).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex blanco y gris veteado, opaco y de grano fino. El eje denticulado posee pátina, un
retoque simple, bifacial y profundo y el eje contrario, retoque abrupto y directo. No conserva el talón. Longitud:
1'3 cm. Ancho: 2'1 cm. Grosor: 0'7 cm (fig. 9:10).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex gris de grano fmo. El eje denticulado posee pátina, un retoque simple, bifacial y
muy desgastado. El eje contrario posee un retoque abrupto y directo. No conserva el talón. Longitud: 1'5 cm. Ancho:
1'5 cm. Grosor: 0'9 cm (fig. 9:11).
-Diente de hoz en lamina, realizado en sílex gris muy deshidratado. El eje denticulado no posee pátina y presenta
un retoque simple, bifacial y profundo. Longitud: 1'3 cm. Ancho: 1'9 cm. Grosor: 0'3 cm (fig. 9: 12).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex rosado, translúcido y de grano fmo. El eje denticulado se reduce a un extremo en
el cual se aprecia la pátina, un retoque simple, bifacial y profundo y el eje contrario, retoque abrupto y directo. No
conserva el talón. Longitud: 1'2 cm. Ancho: 2'6 cm. Grosor: 0'9 cm (fig. 9:13).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex blanco muy granuloso. El eje denticulado posee pátina, un retoque simple, bifacial
y profundo. Longitud: 1'8 cm. Ancho: 3'3 cm. Grosor: 0'5 cm (fig. 9:14).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex marrón, opaco y de grano fino. El eje denticulado posee pátina, un retoque simple,
bifacial y profundo. No conserva el talón. Longitud: 1'8 cm. Ancho: 1'6 cm. Grosor: 0'7 cm (fig. 9:15).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex gris, opaco y de grano fino. El eje denticulado pátina, un retoque simple, bifacial
y profundo. El eje contrario posee restos de cortex. No conserva el talón. Longitud: 2'2 cm. Ancho: 1'3 cm. Grosor:
0'8 cm (fig. 9:16).
-195-
[page-n-198]
18
J. L. SIMÓN GARCÍA
. - . .... -
~
-
1
. ... . .
2
3
4
~~ v~~~~~
5
6
~,: ~:
. 7
8
án: ID;
~~O~t;1~
18
19
1)~ ~~
22
23
o
24
5
Fig. 10
-196-
[page-n-199]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
19
2
3
1
q_
5
J
5
4
Fig. 11
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex gris y de grano fino. El eje posee pátina, un retoque simple, bifacial y profundo y
el eje contrario, retoque abrupto y directo. No conserva el talón. Longitud: 1' 5 cm. Ancho: 1'5 cm. Grosor: 0' 9 cm
(fig. 9: 17).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex negro, opaco, de grano grueso y con restos de cortex. El eje denticulado posee
pátina, un retoque simple, bifacial y profundo. Longitud: 1'8 cm. Ancho: 2 '7 cm. Grosor: O' 5 cm (fig. 9: 18).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex gris claro y de grano grueso. El eje denticulado posee un retoque simple y alternante. Longitud: 1'6 cm. Ancho: 3'6 cm. Grosor: 058 cm (fig. 9:19).
-Diente de hoz en lamina, realizado en sílex gris y con grano fino. El eje denticulado posee un retoque simple y
bifacial. Longitud: O' 8 cm. Ancho: 1'4 cm. Grosor: O' 4 cm (fig. 9:20).
-Diente de hoz sobre lasca·. Sílex gris, opaco y de grano grueso. El eje denticulado posee pátina,. un retoque simple
y bifacial. Longitud: 139 cm. Ancho: 2' 3 cm. Grosor: 0' 6 cm (fig. 9:21).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex marrón de grano fino. El eje denticulado posee pátina, un retoque simple, bifacial
y profundo y el eje contrario, retoque abrupto y directo. No conserva el talón. Longitud: 2'3 cm. Ancho: 2' 1 cm.
Grosor: 0'7 cm (fig. 9:22).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex blanco muy deshidratado. El eje denticulado posee pátina, un retoque simple,
bifacial y profundo. Longitud: 1'4 cm. Ancho: 1' 8 cm. Grosor: O' 6 cm (fig. 9:23).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex marrón claro de grano fino. El eje denticulado posee pátina, un retoque símple,
bifacial, profundo y muy desgastado. El eje contrario conserva restos de cortex. Longitud: 1' 5 cm. Ancho: 2' 3 cm.
Grosor: 0'5 cm (fig. 9a4).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex marrón de grano fino. El eje denticulado posee un retoque simple y unifacial.
Longitud: 1'1 cm. Ancho: 1' 8 cm. Grosor: 0'3 cm (fig. 10:1).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex blanco de grano fino . El eje denticulado posee un retoque simple y unifacial.
Longitud: 0'9 cm. Ancho: 2'1 cm. Grosor: 0'4 cm (fig. 10:2).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex negro de grano fino. El eje denticulado solo posee un retoque simple y unibifacial.
Longitud: 1'8 cm. Ancho: 2'5 cm. Grosor: 0'4 cm (fig. 10:3).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex gris deshidratado. El eje denticulado posee un retoque simple y unifacial. Longitud:
2 cm. Ancho: 2'8 cm. Grosor: 0'6 cm (fig. 10:4).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex blanco de grano grueso. El eje denticulado posee pátina, un retoque simple y
unifacial. Longitud: 2' 5 cm. Ancho: 2'6 cm. Grosor: 0' 3 cm (fig. 10:5).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex gris de grano fino. El eje denticulado posee un retoque simple y unifacial. Longitud:
2'1 cm. Ancho: 3'1 cm. Grosor: 0'6 cm (fig. 10:6).
-197-
[page-n-200]
20
J. L. SIMÓN GARCÍA
o
5
•
2
Fig. 12
-198-
[page-n-201]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
21
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex marrón de grano fino. El eje denticulado posee un retoque simple y unifacial.
Longitud: 1'2 cm. Ancho: 1'8 cm. Grosor: 0'5 cm (fig. 10:7).
-Diente de hoz sobre lasca. Sflex marrón de grano fino. El eje denticulado posee un retoque simple y unifacial.
Longitud: 1 '6 cm. Ancho: 1'3 cm. Grosor: 0'3 cm (fig. 10:8).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex gris de grano fino. El eje denticulado posee un retoque simple y unifacial. Un eje
lateral presenta un retoque abrupto y directo. Longitud: 1'2 cm. Ancho: 2' 4 cm. Grosor: O' 4 cm (fig. 10:9).
-Diente de hoz sobre lasca. Sflex marrón de grano fmo. El eje denticulado posee un retoque simple y unifacial.
Longitud: 1'2 cm. Ancho: 3'4 cm. Grosor: 0'7 cm (fig. 10:10).
-Diente de hoz sobre lasca. Sflex blanco muy deshidratado. El eje denticulado posee un retoque simple y unifacial.
Longitud: 1'3 cm. Ancho: 1'6 cm. Grosor: 0'8 cm (fig. 10:11).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex gris. El eje denticulado posee un retoque simple y unifacial. Longitud: 1'2 cm.
Ancho: 1'5 cm. Grosor: 0'6 cm (fig. 10:12).
-Diente de hoz sobre lasca. Sflex blanco muy deshidratado. El eje denticulado posee un retoque simple y unifacial.
Longitud: 1' 2 cm. Ancho: 1'6 cm. Grosor: 0'6 cm (fig. 10:13).
-Trapecio efectuado en lámina, en sílex gris y con retoque abatido. Longitud: 2'1 cm. Ancho: 1 cm. Grosor: 0'3 cm
(fig. 10:14).
-Fragmento de lámina de sección triangular, efectuado en sílex gris y con algún retoque en los ejes. Conserva el
talón. Longitud: 2'6 cm. Ancho: 0'9 cm. Grosor: 0'3 cm (fig. 10:15).
-Fragmento de lámina de sección trapezoidal realizada en sflex marrón y de grano fino. Conserva el talón. Longitud:
2' 1 cm. Ancho: 1'2 cm. Grosor: 0'4 cm (fig. 10:16).
-Fragmento de lámina de sección trapezoidal realizada en sílex marrón. Conserva el talón. Longitud: 1'9 cm. Ancho:
0'9 cm. Grosor: 0'2 cm (fig. 10: 17).
-Lasca preparada para efectuar un diente de hoz, realizada en sílex marrón. Longitud: 1'9 cm. Ancho: 2'4 cm. Grosor: 0'5
cm (fig. 10:18).
-Lasca preparada para efectuar un diente de hoz, realizada en sílex gris. Longitud: 1'3 cm. Ancho: 1'9 cm. Grosor: 0'5
cm (fig. 10:19).
-Lasca preparada para efectuar un diente de hoz, realizada en sílex marrón. Longitud: 1' 8 cm. Ancho: 1'8 cm. Grosor: O' 5
cm (fig. 10:20).
-Lámina realizada en sílex blanco-marrón. En Jos ejes presenta una S'erie de retoques denticulados de carácter
unifacial, simple y discontinuos. Longitud: 3'4 cm. Ancho: 1'3 cm. Grosor: 0'3 cm (fig. 10:21).
-Lasca preparada para efectuar un diente de hoz, realizada en sflex marrón. Longitud: 1' 5 cm. Ancho: 1'4 cm.
GroSor: 0'3 cm (fig. 10:22)
-Lasca preparada para efectuar un diente de hoz, realizada en sílex blanco. Longitud: 2 cm. Ancho: 2'7 cm. Grosor:
0'9 cm (fig. 10:23).
-52 lascas y desechos de talla de sílex.
-1 núcleo de sfiex.
-1 núcleo de sflex agotado con señales de extracciones laminares.
METAL
-Hacha plana de sección rectangular. Tipometría según Lull: ángulo: 0'24; exvasamiento: O' 50; área: 57'04. Tipo IG.
Largo: 12'4 cm; ancho máximo: 6'1 cm; ancho de la base: 3'1 cm; grosor: 3'9 cm; peso: 468'4 gr (fig. 12:1).
-Puñal de hoja triangular con nervadura en ambas caras, sección aplanada y tres perforaciones para remaches dis"
puestos de forma triangular. La base posee una forma semicircular. Largo: 18'2 cm; ancho a la altura del enmangue:
6'3 cm; grosor en el nervio: 0'5 cm; grosor en la hoja: 0'2 cm; peso: 118' 1 gr (fig. 13).
-Punta de flecha del tipo foliforme. Hoja posee una forma ovalada y una sección con tendencia romboidal. El pedúnculo es menor en longitud al de la hoja y posee una sección cuadrangular. Largo: 5' 4 cm; ancho de la hoja: 1'2 cm;
grosor de la hoja: 0'3 cm; ancho del pedúnculo: 0'2 cm; peso: 4'3 gr (fig. 12:2).
-199-
[page-n-202]
22
J. L. SIMÓN GARCÍA
5
Fig. 13
-200-
[page-n-203]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
23
1
~?!
S
5
4
2
3
o
5
Fig.14
-Punzón biapuntado, de sección cuadrangular en el centro y en uno de los extremos ya que el opuesto posee una sección circular por el desgaste del uso rotativo de la pieza. Largo: 13'4 cm; ancho: 0'5 cm; grosor: 0'5 cm; peso: 22
gr (fig. 14:2).
-Punzón biapuntado, de sección cuadrangular en el centro, romboidal en un extremo y circular en el opuesto por el
desgaste del uso rotativo de la pieza, la cual presenta en la actualidad una curvatura. Largo: 8'7 cm; ancho: 0'3 cm;
grosor: 0'2 cm; peso: 3'4 gr (fig. 14:3).
-Punzón biapuntado, de sección cuadrangular. Largo: 4' 8 cm; ancho: 0'3 cm; grosor: 0'2 cm; peso: 1'7 gr (fig. 14:4).
-Fragmento de punzón de sección circular con ambos extremos fracturados. Lrugo actual: 1'5 cm; ancho: 0'4 cm; peso:
0'5 gr (fig. 14:5).
-Fragmento de sierra de forma rectangular, habiéndose perdido la zona del enmangue. Largo actual: 6 cm; ancho
máximo: 1'5 cm; grosor: 0'2 cm; peso: 4'2 gr (fig. 14:1).
MALACOLOGÍA
-Pectúnculo con el natis pulido (fig. 7: 11).
-Pectúnculo con el natis pulido (fig. 7:1 1).
-Pecten de Cardium edule sin el natis pulido.
-Caracola sin el natis pulido.
-Caracol sin el natis pulido.
-201-
[page-n-204]
24
J. L. SIMÓN GARCÍA
Fig. 15
-202-
[page-n-205]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
25
FAUNA
-Incisivo de equino.
-Incisivo de equino.
-Incisivo de suido.
SEMILLAS
-Tres semillas completas de bellota.
CERÁMICA A TORNO
-Fragmento de borde de cerámica gris ibérica (fig. 11:1).
-Fragmento de borde de cerámica gris ibérica (fig. 11 :2).
-Fragmento de cerámica medieval con una banda de esmaltado en verde claro en el exterior, en la zona del cuello
(fig. 11 :3).
-Fragmento de cuello de vaso de cerámica gris ibérica (fig. 11 :4).
-Fragmento de Terra Sigillata Hispánica (TSH) con motivo decorativo de círculos acotados por metopas (fig. 11 :5).
IV. ANÁLISIS DEL MATERIAL
De los diarios de Pedro Flores se desprenden algunas asociaciones en el material que parecen
confirmar la existencia de un sólo nivel en el yacimiento. El gran puñal de metal se asocia a un
elemento de hoz en lámina y a la ficha cerámica, mientras la sierra y el gran punzón metálico se
encontraron juntos con otro de los punzones, lo que en el caso de los dos primeros elementos es
significativo por sus tipologías, ambas muy meridionales. La punta de flecha, el gran fragmento
de cuchillo con ejes dentados y dos de los grandes punzones de hueso, uno abierto en su totalidad
y el efectuado en tibia, junto a varios Cardium con el natis perforado, pertenecen a una misma
zona. El hacha apareció junto al fragmento de cuchillo de sílex, la azuela y los punzones de hueso
abiertos (fig. 15), y finalmente los brazaletes de arquero se relacionan con uno de los punzones
metálicos. En el poblado, por tanto, se conbinan en un determinado momento elementos de tradición local con otros cuyo origen es claramente meridional, lo cual plantea una serie de cuestiones que más adelante trataremos.
El conjunto cerámico conservado en la Colección Siret del M.A.N. de la Loma de la Terrera
o Coroneta del Rei confirma algunas de las opiniones señaladas para el mismo yacimiento en
base al estudio de las colecciones del Museu d' Alzira (20): predominio de vasos carenados,
pastas y tratamientos de muy buena calidad y abundancia de elementos de prensión, como mamelones, asas de cinta y cordones, tanto en vasos de formas simples como compuestas.
Los vasos de formas compuestas presentan tratamientos en los que predomina la técnica del alisado
en ambas superficies, las pastas de muy buena calidad, el desengrasante pequeño y la cocción oxidante
y, en menor medida, la reductora. Casi todos los vasos de tamaño medio poseen asas de cinta de implan~
tación vertical, siendo ésta de diversas secciones. Destaca un vaso que posee un asa decorada con
pequeños mamelones en las zonas de inserción con la pared del vaso (fig. 3:3), para el que disponemos
de un paralelo exacto en el yacimiento albacetense de la Morra de la Cueva de la Paja (21), donde se
registró en un vaso cilindrico de base plana formando parte del ajuar de un enterramiento.
(20)
(21 )
MARTÍNEZ PÉREZ: Op. cit. nota 9 y GALÁN GRAU: Op. cit. nota 10.
M. HERNÁNDEZ PÉREZ y J.L. SIMÓN GARCÍA: «La Edad del Bronce en el Corredor de Almansa (Aibacete). Bases
para su estudio>>. La Edad del Bronce en Castilla-La Mancha. Actas del Simposio: 1990. Diputación Provincial de Toledo, Toledo,
1994, pp. 201-242.
-203-
[page-n-206]
26
J. L. SIMÓN GARCÍA
También se documenta un vaso con cuatro asas de cinta e implantación vertical, uno con
cuatro tríos de mamelones en el cuello y otro vaso de gran tamaño con tres cordones paralelos al
borde que pueden tener tanto una finalidad decorativa como funcional, ésta última relacionada
con el cierre mediante un cuero ceñido por una cuerda entre dos cordones.
Los vasos de formas simples, esencialmente los semiesféricos, son los dominantes en todos
los yacimientos de la Edad del Bronce, por lo que no consideramos necesario realizar aquí la relación de paralelos. Destacan en este conjunto la calidad técnica de las pastas y tratamientos, la tendencia a poseer los bordes entrantes y en algún caso presentar pequeños mamelones decorativos.
Finalmente señalar la presencia de una ficha cerámica, habitual en estos yacimientos, y un
pequeño vasito de forma troncocónica, base plana y asa efectuada mediante una lengüeta perforada. Fichas cerámicas las encontramos en el yacimiento próximo de la Rambla de la Senyora (La
Garrofera, Alzira) (22) y un vasito similar en el Puntal del Barranc de Camallos (Catadau) (23).
De la descripción de Flores se deduce que las cerámicas aparecen formando conjuntos de
varios recipientes, destacando la casa no 3 en la cual señala que «11 vasijas en una tinaja pequeña
y tazas y pucheros». Esta circunstancia, la de vasos de menor tamaño en el interior de otros, se
ha señalado en la Liorna de Betxí de Paterna (24).
En general, la cerámica de este yacimiento es similar a la de otros conjuntos de La Ribera,
como en la Muntanya Assolada (25) donde se documentan vasos esféricos con asa de cinta e
implantación vertical y mamelones cerca del borde de carácter decorativo, vasos carenados con
asas de cinta verticales y cuencos semiesféricos. En la Coroneta del Rei se registra, asimismo, un
fragmento con decoración, también presente en la Muntanya As solada y en la Font de 1' Almaguer
(Alfarb) (26), en La Ribera, y en otros poblados más alejados como la Liorna de Betxí (27).
El material óseo tan sólo se compone de punzones, realizados en tibia o en radio de ovicaprino, con señales de endurecimiento al fuego en varios casos. Se agrupan esencialmente en dos
tipos, los de canal abierto, usando media caña del hueso y los de soporte robusto, aserrado asímétricamente para, con posterioridad, efectuar el pulido con el fin de apuntarlo.
Los punzones realizados sobre tibia y aserrados sólo en su parte inferior (fig. 7:3) están presentes en la Muntanya Assolada de Alzira (28) y en la Liorna de Betxí de Paterna (29), en la provincia de Valencia, y en las Laderas del Castillo de Callosa de Segura (30), en zonas más meridionales. Los punzones efectuados en tibia abierta longitudinalmente se documentan en La
Atalayuela de Losa del Obispo (31), en el área valenciana, y en El Tabayá, El Cabezo Redondo
(32), San Antón y LadeJ;"as del Castillo (33) en yacimientos alicantinos.
MARTÍNEZ PÉREZ: Op. cit. nota 9.
A. MARTÍNEZ PÉREZ: <> . Al-Gezira, 1, Alzira, 1985, pp. 13-112.
M' .J. DE PEDRO MICHÓ: <>. Memóries arqueológiques a la Comunitat Valenciana 19841985. Generalitat Valenciana, Valencia, 1988, pp. 202-205.
(25) B. MARTÍ OLIVER: <>. XVI
Congreso Nacional de Arqueología (Murcia-Cartagena, 1982), Zaragoza, 1983, pp. 259-268. B. MARTÍ OLIVER: <
Assolada (Alzira, Valencia)>>. Lucentum, IT, Alicante, 1983, pp. 43-67.
(26) F. BELTRÁN LÓPEZ: <>. AI-Gezira, 8,
Alzira, 1992, pp. 31-48.
(27) M'.J. DE PEDRO MJCHÓ: < Edad del Bronce en el País Valenciano: Estado de la cuestión>>. Actes de les Jomades
d'Arqueología. Alfás del Pi, Valencia, 1995, pp. 61-88.
(28) MARTÍ OLIVER: Op. cit. nota 25.
(29) DE PEDRO: Op. cit . nota 24.
(30) P. FURGÚS: Col./ecció de treballs del P. Furgús sobre Prehistoria Valenciana. Valencia, 1937.
(31) J. ALCÁCER: <>. Archivo de Prehistoria Levantina, IT, Valencia, 1946,
pp. 151-163.
(32) J.M'. SOLER GARCÍA: Excavaciones arqueológicas en el Cabezo Redondo (Vi/lena, Alicante). Instituto Juan Gil-Albert,
Alicante, 1987.
(33) FURGÚS: Op. cit. nota 30.
(22)
(23)
(24)
-204-
[page-n-207]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORO NETA DEL REI
27
Según los estudios de J.A. López Padilla (34), el primer tipo posee una amplia representación en yacimientos valencianos con cronologías que abarcan desde el Neolítico hasta los inicios
de la Edad del Bronce, momento en el cual disminuyen en número y son sustituidos por los de
canal abierto, los cuales se centran esencialmente en momentos del Bronce Antiguo y Medio. Los
realizados en radio de ovicaprino son escasos por el tipo de soporte utilizado, no pudiéndose
determinar por el momento su adscripción cronológica. En opinión del citado investigador, este
conjunto es de una alta calidad técnica y con una adscripción antigua dentro del II milenio a.C.,
posiblemente de su primera mitad.
Finalmente el punzón efectuado sobre radio de ovicaprino y aserrado únicamente en un
extremo posee, debido al soporte, un número menor de paralelos, encontrándose sólo por el
momento en el Cabezo Navarro (35) y en el Cabezo Redondo (36).
El conjunto lítico es más variado en tipos y número de elementos, destacando las piezas efectuadas en sílex, unas utilizando, o mejor dicho reutilizando, grandes láminas que en su día fueron
cuchillos de sílex y que en los momentos de ocupación del poblado se emplean para realizar
grandes elementos de hoz, dentados en las dos caras (fig. 8:7), en una (fig. 8:6) o tal como fueron
tallados (fig. 8:8). Sin embargo, el mayor número de elementos de hoz corresponde a los realizados en lasca, con diversos tipos de secciones, formas, retoques y características de la materia
prima empleada (fig. 9). También se han constatado elementos de hoz en proceso de elaboración
(fig. 10:14-23), señales de lustre en la mayoría de ellos y en ocasiones con la parte dentada extremadamente desgastada por el uso (fig. 9:24).
El material pulimentado se compone de dos brazaletes de arquero, uno de ellos sin perforaciones (fig. 8:3) y otro con perforaciones bitroncocónicas en los extremos, y de un fragmento
de placa de pizarra en cuyo eje conservado se aprecia un pulido en bisel. Este ejemplar podría
tratarse de una gran brazalete de arquero, similar a otros inventariados en áreas meridionales de
la Comunidad Valenciana, como el de la Illeta deis Banyets de El Campello (37). La materia
prima de las tres piezas es ajena a la comarca, al igual que el mármol empleado en realizar una
de las dos azuelas (fig. 8:2). La otra azuela es de ofita y presenta el filo completamente gastado,
pudiendo haber sido empleada en los últimos momentos de utilización como mano de mortero
(fig. 8:1).
Para J. Jo ver Maestre el conjunto lítico de la Loma de la Terrera o Coroneta del Rei presenta
las mismas características, composición de los elementos, tipos y técnicas, que otros yacimientos
valencianos como la Muntanya Assolada (38), Muntanyeta Cabrera (39), Els Germanells (40) o
la Llama de Betxí (41), donde destaca la presencia de elementos de hoz reutilizando antiguos
cuchillos de sílex calcolíticos y un mayor número de los efectuados en lasca.
(34) Las observaciones sobre el material óseo y lítico nos han sido facilitadas verbalmente por D. J.A. López Padilla y D.
F.J. Jover Maestre, Jos cuales se encuentran actualmente efectuando sus Tesis Doctorales sobre dichos materiales.
(35) R. ENGUIX: <
(36) SOLER: Op. cit. nota 32.
(37) J.L. SIMÓN GARCÍA: «Colecciones de la Edad del bronce en el Museo Arqueológico Provincial de Alicante: Ingresos de
1967 a 1985 e llleta deis Banyets de El Campello». Ayudas a la Investigación 1984-1985. Vol. 11. Instituto de Estudios Juan GilAlbert, Alicante, 1988, pp. 111-134.
(38) MARTÍ OLIVER: Op. cit. nota 25.
(39) D. FLECHER y E. PLA: El poblado de la Edad del Bronce de la Montanyeta de Cabrera (Vedar de Torrente, Valencia).
Trabajos Varios del S.I.P., n" 18, Valencia, 1956.
(40) E. PLA BALLESTER:
<
(41) DE PEDRO : Op. cit. nota 24.
-205-
[page-n-208]
28
J. L. SIMÓN GARCÍA
El metal es, sin duda, un excepcional conjunto por su número, calidad técnica y tipología.
Están representados casi todos los tipos ergológicos de la Edad del Bronce herramientas, donde
se situarían el gran punzón o escoplo, los otros tres punzones y la sierra; y armas, como el puñal
y la punta de flecha. El hacha podría situarse por su doble función en ambos grupos.
El hacha, por su perfil y la relación existente entre filo y talón, se situaría entre las de la Ereta
del Pedregal (42), más paralepípedas, y las del Castellet del Parquet (43), con una diferenciación
entre filo-talón más acusada que la de la Loma de la Terrera o Coroneta del Rei. Sus paralelos
más próximos serían los de la Cava de la Penya Banyada en Cocentaina (44) o el del Pie dels
Corbs (45) en Sagunto, ésta última de menor tamaño.
El puñal, por su tamaño (fig. 13), forma de la hoja y la ligera nervadura central, se relaciona
con el grupo de puñales-alabardas (46), estando vinculado por su tamaño, forma y sección con
los de La Atalayuela, Els Germanells, El Mortorum, el Cercat de Gayanes y, por supuesto, con
los procedentes de yacimientos como San Antón de Orihuela y las Laderas del Castillo de Callosa
de Segura, con los que presenta un estrecho paralelismo.
La punta de flecha (fig. 12:2) es similar a otra localizada en el mismo yacimiento y a un
ejemplar documentado en la Muntanaya Assolada de Alzira.
El gran punzón o escoplo (fig. 14:2), por su longitud y grosor, no posee por el momento paralelos concretos. Si bien a primera vista podría relacionarse con los grandes punzones biapuntados
de los enterramientos campaniformes, se aleja notablemente de los mismos por sus características
y sobre todo por las señales de uso que presenta en uno de los extremos, donde existen señales
de su empleo en forma rotatoria. El resto de los punzones son métrica y tipológicamente propios
de la zona y hasta la deformación que presenta uno de ellos (fig. 14:3) la podemos encontrar en
yacimientos como la Cueva de la Ladera del Castillo de Chiva (47) o la Ereta del Pedregal (48).
La sierra, junto con el puñal, es el elemento más exótico del conjunto ya que hasta la fecha
este tipo sólo se registraba en la Comunidad Valenciana en yacimientos meridionales, como el
Cap Prim, Mas de Menente, la lileta dels Banyets, San Antón y las Laderas del Castillo (49),
recordando por su forma longitudinal a las de la llleta dels Banyets (50), San Antón y Laderas
del Castillo (51). Por el momento es el ejemplar más septentrional.
Se trata, pues, de un conjunto que presenta unos elementos con características muy meridionales (52), como el hacha, el puñal, la sierra y el gran punzón, y otros más locales, como la punta
de flecha y los punzones de menor tamaño. Resulta sorprendente que, pese a las evidentes diferencias regionales que refleja la tipología de estos objetos, todo el conjunto presenta una campo-
D. FLECHER, E. PLAy E. LLOBREGAT: La Ereta del Pedregal. Excavaciones Arqueológicas en España, 42, Madrid, 1964.
l. BALLESTER TORMO: <>. La Labor del S.I.P. y su museo en los
años 1940-1948, Valencia, 1949, pp. 101-103.
{44) J.Ll. PASCUAL BENITO: <>. Ayudas a la lnvestigación. 1986-1987. Vol.
JJI, Alicante, 1990, pp. 83-103.
(45) A. BARRACHINA: <>. Memories arqueoli'>giques a la Comunitat
Valenciana 1984-1985. Genera:litat Valenciana, Valencia, 1988, pp. 226-229.
(46) J.L. SIMÓN GARCÍA: La metalurgia prehistórica en el País Valenciano. Tesis Doctoral (inédita), Alicante, 1995.
(47) D. FLECHER: «La covacha sepulcral de la ladera del Castillo de Chiva>>. Archivo de Prehistoria Levantina, 11, Valencia,
!957' pp. 13-26.
{48) FLETCHER et al.: Op. cit. nota 42.
(49) SIMÓN: Op. cit. nota 46.
(50) SIMÓN: Op. cit. nota 37.
(51) FURGÚS: Op. cit. nota 30
(52) l. MONTERO RUIZ. : El origen de la metalurgia en el Sureste Peninsular. Instituto de Estudios Almerienses, Almería, 1994.
(42)
(43)
-206-
[page-n-209]
29
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
TABLA l. Análisis por Fluorescencia de Rayos X de objetos metálicos de la Loma de la Terrera o Coroneta del Reí
(I.C.R.B.C. Ministerio de Cultura). Valores expresados en % en peso; nd = no detectado, tr = trazas. (Análisis realizados por S. Rovira e l. Montero dentro del Programa de Investigación Paleometalúrgica de la Península Ibérica
dirigido por M. Fernández-Miranda y G. Delibes.)
Análisis
Objeto
AA 1126
AA1127
AA1128
AA1129
AA1130
AA 1131
P.Palmela
Punzón
Sierra
Punzón
Puñal
Hacha
Fe
Ni
Cu
Zn
As
0.080
0.257
0.269
0.187
0.033
0.107
0.050
0.136
nd
0.086
0.059
0.079
98.48
98.65
99.23
96.79
94.89
99.32
nd
nd
nd
nd
nd
nd
0.358
0.646
0.343
2.683
4.610
0.093
Ag
0.006
0.002
0.005
nd
0.001
0.003
Sn
nd
0.085
nd
nd
0.012
0.005
Sb
0.011
nd
0.010
nd
0.007
0.007
p
b
n
n
n
n
n
n
d
d
d
d
d
d
TABLA 2. Análisis por Microscopía Electrónica de Barrido (Z>9) de objetos metálicos de diversos yacimientos valencianos,
según SIMóN GARCÍA: Op. cit. nota 46. Espectómetro de Energía Dispersiva de Rayos X (Universidad de Alicante.
Servicios Técnicos).
Análisis Yac. Objeto
Fe
Ni
V0964
V0965
V0978
V0979
V0980
V0981
Vl008
V1009
V1012
V1013
Vl022
V1023
V1024
Vl025
V1027
Vl028
V1029
Vl031
V1034
Vl036
V1043
0.04
0.04
0.02
0.02
nd
0.01
nd
0.04
0.07
0.09
0.17
nd
0.10
nd
0.04
0.04
0.09
0.02
0.05
nd
0.01
nd
nd
nd
nd
nd
nd
0.23
0.10
nd
nd
0.08
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
0.09
nd
0.28
CA
CA
CG
CG
CG
CG
MC
MC
MC
MC
LB
LB
LB
LB
LB
LB
LB
GE
GE
GE
GE
P.Flecha
P.Flecha
Puñal
P.Flecha
P.Flecha
Punzón
P.Flecha
P.Flecha
P.Flecha
P.Flecha
Puñal
P.Flecha
P.F1echa
P.Flecha
Punzón
Punzón
Lámina
Hacha
Puñal
P.Flecha
Cincel
Cu
88.14
95 .96
96.44
95.69
91.69
94.79
96.44
95.46
96.12
96.31
95.48
97 .79
96.91
97.77
88.14
96.23
93.11
93.74
92.53
96.51
96.32
Zn
1.77
1.51
1.05
1.21
1.64
2.06
0.97
1.25
1.25
1.63
0.84
0.59
0.57
0.47
1.77
0.91
1.42
1.77
1.03
1.18
0.11
As
Ag
Sn
1.62
2.85
2.95
3 .. 05
6.55
3.34
1.93
2.91
2.59
2.28
3.34
2.15
1.93
2.17
1.62
3.44
5.04
4.31
6.57
2.98
3.10
0.34
nd
nd
nd
nd
0.18
0.16
0.19
nd
nd
0.19
nd
0.11
0.09
0.34
0.11
nd
nd
0.05
nd
nd
8.71
0.16
0.07
0.09
nd
nd
0.07
0.01
0.07
nd
0.07
0.01
0.12
nd
8.71
nd
0.19
0.25
nd
nd
0.17
Sb
nd
nd
nd
nd
0.44
0.09
0.13
0.09
0.10
0.01
nd
nd
0.23
nd
nd
nd
0.43
0.09
nd
nd
0.12
p
b
0.33
nd
nd
nd
0.09
nd
0.08
0.04
0.12
0.09
nd
0.06
0.11
0.06
0.33
n
n
d
d
0.03
n
d
d
n
d
n
CA: Cova de 1' Aigua de Gandia. CG: Cova deis Gats de Alzira. MC: Montanyeta Cabrera de Torrent. LB: Liorna de Betxí de
Paterna. GE: Els Gerrnanells de Rafelbunyol.
-207-
[page-n-210]
J. L. SIMÓN GARCÍA
30
TABLA 3. Análisis espectográfico de objetos metálicos de la Muntaya Assolada de Alzira. Datos extraídos de MARTi OLIVER:
Op. cit. nota 25, Lucentum II.
N° Inv. Objeto
982a
982b
993
985
986
987
988
991
992
Puñal
Remache
Escoria
P. Flecha
P. Flecha
P. Flecha
Punzón
Escoplo
Remache
Fe
Ni
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
0.05
0.00
0.00
0.39
0.86
0.06
0.06
0.03
0.91
Cu
91.01
90.63
85.81
99.85
99.06
95.52
99.58
99.22
98.84
Bi
0'31
0'37
0'53
0'20
0'40
0'40
0'39
0'71
0'36
As
0.17
0.15
0.15
0.15
0.18
0.63
0,63
0.71
0.97
Ag
Sn
0.10
0.006
0.07
0.59
0.96
0.15
0.11
0.03
0.21
8.18
8.56
8.24
0.11
0.10
0.76
0.87
0.77
0.11
Sb
Pb
0.10
0.01
0.08
0.77
0.18
0.12
0.81
0.13
0.34
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
TABLA 4. Análisis espectográfico de algunos objetos metálicos del Museo de Prehistoria de Valencia. Datos extraídos de
BLANCE: Op. cit. nota 55.
N° Inv. Yac. Objeto
1112
1113
1114
1036
1008
1128
AT
AT
AT
GE
MC
CM
Puñal
Puñal
Puñal
P. Flecha
P. Flecha
Puñal
Fe
Ni
Cu
Zn
97.04
98.33
98.55
99.34
99.15
98.08
As
2.60
1.65
1.42
0.64
0.80
1.90
Ag
Sn
Sb
Pb
0.016
0.02
0.019
0.045
0.01
AT: La Atalayuela de Losa del Obispo. GE: Els Germanells de Rafelbunyol. MC: Montanyeta Cabrera de Torrent. CM: Castillarejo
de los Moros de Andilla.
sición de cobre arseniado (53), que, con la excepción del puñal (fig. 13) y del punzón de gran
tamaño (fig. 14:2), donde los valores de arsénico se sitúan entre el 2'6 y el4'6 %, el resto presenta
unos porcentajes por debajo del 1 % de As. Se constata en todos, menos en la sierra, la presencia
de níquel, mientras que las proporciones del resto de los elementos son las propias de esta tecnología (tabla 1). Estos porcentajes los podemos encontrar en las piezas de cobre arseniado de la
Muntanyeta Cabrera, de la Liorna de Betxí, de Els Germanells (54) o La Atalayuela (55) (tabla 2
y 4) y en las piezas de composición similar de la MuntanyaAssolada (56) (tabla 3), donde a diferencia del conjunto aquí tratado se documenta un puñal con aleación binaria de estaño.
No se tiene constancia, ni a partir de las prospecciones efectuadas por Martínez Pérez (57) y
el Museo de Alzira (58), ni en los diarios o piezas de la Colección Siret, de la presencia de objetos
(53) Los análisis fueron realizados por D. Salvador Rovira y D. Ignacio Montero dentro del programa Proyecto de
Arqueometalurgia de la Península Ibérica.
(54) SIMÓN: Op. cit. nota 46.
(55) B. BLANCE. : <
Valencia». Archivo Prehistoria Levantiva, VIII, Valencia, 1959, pp. 163-174.
(56) MARTÍ OLNER: Op. cit. nota 25.
(57) MARTÍNEZ PÉREZ: Op. cit. nota 9.
(58) M.D. LLAVADOR y A. FERRER.: «Aproximación al estudio del poblamiento en la zona sur de la Ribera del Xúquer
durante la Cultura del Bronce Valenciano». Al-Gezira, 3, Alzira, 1987, pp. 9-30.
-208-
[page-n-211]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
31
relacionados con los procesos de fabricación de estos elementos metálicos. Teniendo en cuenta
que el yacimiento se sitúa en una zona con total ausencia de menas susceptibles de explotación
(59), creemos que este utillaje metálico procede de intercambios de bienes, debidos a relaciones
comerciales, políticas o sociales (60).
Finalmente el conjunto ergológico se complementa con colgantes sobre caparazones de
moluscos, unos pocos restos de fauna -suidos y ovicápridos- , bellotas y unas pocas cerámicas
ibéricas y romanas, constatadas en prospecciones anteriores (61).
V. CONSIDERACIONES FINALES
De la documentación y los materiales estudiados en el M.A.N., podemos deducir que en la
primera década del siglo XX L. Siret realizó una excavación arqueológica en la provincia de
Valencia, por motivos que desconocemos, aunque como señala Maier (62) «es quizá en esta
época (1905-1910) (63) donde realiza Siret su lucha más encarnizada en defensa de sus teorías,
que llegaban a ser incluso una obsesión para él». Quizás por esa necesidad de datos de primera
mano envió a Pedro Flores a la Coroneta del Reí. El por qué de la elección del yacimiento y si
para ello contó con información de alguien de la zona, es un interrogante que no podemos desvelar por el momento.
El topónimo lo tomaron de los datos que les facilitarían los lugareños, que se recoge en el
mapa que el Instituto Geográfico efectúa en 1903 del término de "Alberique". Por las limitaciones de Pedro Flores y por el conocimiento que de ellas tenía Siret, en los diarios se cambia
Pedrera por Terrera y se suprime una vocal de Alb( e)rique.
El yacimiento se ubica en un lugar clave dentro de La Ribera, en el punto donde finalizan
los relieves montañosos que delimitan el llano litoral de Valencia, donde el Río Júcar abandona
las angosturas y escarpes para adentrarse en la llanura litoral, confluyendo en este lugar con el
Río Albaida. De este modo el asentamiento dispone de una zona montañosa de suaves perfiles
por la parte occidental y de una de las llanuras cuaternarias más fértiles de la Península por la
parte oriental, con nichos ecológicos peculiares, como la Albufera, los cauces de los ríos y las
zonas boscosas de las elevaciones próximas, que complementan un entorno óptimo para su
explotación y por el cual transcurren diversas vías de comunicación (64).
El lugar elegido, una suave loma perteneciente a las últimas estribaciones montañosas,
apenas se eleva unos 30 metros sobre la llanura ribereña (lám. l), lo que le protege de las periódicas inundaciones y avenidas del Júcar, pero ninguna de sus laderas presenta pendientes o
(59) STMÓN: Op. cit. nota 46.
(60) M.L. RUIZ-GÁLVEZ PRIEGO (ed.): Ritos de paso y puntos de paso: La ría de Huelva en el mundo del Bronce Final
Europeo. Comp1utum, Extra 5, Madrid, 1995.
(61) MARTÍNEZ PÉREZ: Op. cit. nota 9.
(62) MAIER: Op. cit. nota 4.
(63) El periodo cronológico lo hemos establecido nosotros a partir de las fechas de las publicaciones y excavaciones que en
esa época realiza L. Siret, como Villaricos y Herrerías, de 1906, Orientaux et Occidentaux en Espagne aux temps préhistoriques,
Essai sur la chronologie préhistorique de l'Espagne, A propos des pote ríes pseudo-myceniennes, de 1907, Origine de la civilisation
néolithique, Turdetans et Egéens, Religions néolithiques de l'lbérie, de 1908, y Tyriens et Ce/tes en. Espagne, de 1909, o la excavación de Villaricos iniciada en 1906 ó 1907 con Pedro Flores como capataz, entre otras.
(64) Por las proximidades transcurre la antigua Vereda de Sumacárcer y al pie del yacimiento la actual carretera nacional
N-430.
-209-
[page-n-212]
32
J. L. SIMÓN GARCÍA
escarpes acusados, hasta el punto de que por la zona de contacto con el resto de los relieves montañosos lo hace de forma casi llana (lám. II).
Actualmente apenas se aprecian restos constructivos y P. Flores en sus diarios no hace referencias a los mismos, salvo en una ocasión que parece describir un banco de piedra. La roca
natural aflora en varios puntos, sobre todo en la ladera meridional. Disponemos de un croquis de
Martínez (65) y una planimetría de Grau (66); el primero apunta la existencia de una serie de
departamentos escalonados por la plataforma superior y por la ladera oriental, mientras que el
segundo indica la existencia de un muro que rodea la parte alta del poblado. Ninguno de estos
autores, tal y como se puede apreciar actualmente, apunta la existencia de murallas o restos constructivos de cierta envergadura, a diferencia de lo que ocurre con la mayoría (67), sino en la totalidad, de los poblados de La Ribera (68).
El conjunto ergológico responde perfectamente a las características observadas para la zona
por otros autores (69). Destacan, no obstante, una serie de elementos con características muy
meridionales y que se extienden tanto a la cerámica, donde abundan los vasos carenados, las
pastas y tratamientos de buena calidad y las formas simples con borde entrante, lo cual se apreció
ya en piezas como el vaso lenticular y en algunos cuencos carenados publicados por Martínez
(70), como al material óseo y lítico, donde aparecen piezas elaboradas en materias primas foráneas. Es en el conjunto metálico donde existen piezas -puñal, hacha, sierra y gran punzón- cuya
tipología refuerza el carácter meridional del conjunto.
Todos los materiales proceden de niveles de habitación, no documentándose hasta la fecha
tumba alguna (71), por lo que las piezas metálicas señaladas anteriormente fueron adquiridas
para su empleo como útiles o para destacar un determinado estatus social que, al menos en las
formas y posiblemente en los contenidos, es diferente al que poseen estos objetos en el SE, en
especial el gran puñal, que deberá situarse dentro de los mismos contextos socioculturales que
los de La Atalayuela, Els Germanells y El Mortorum (72).
La ubicación del poblado, su falta de estructuras defensivas y la diversidad y riqueza del
material registrado, que por la tipología de todos los objetos y la composición metalográfica debe
situarse en la primera mitad del TI milenio, aporta una excelente información para plantear cuestiones sobre los modelos y las relaciones de ocupación del territorio (73), las relaciones económicas, sociales y políticas de estos grupos con otros de áreas próximas o distantes y finalmente
su evolución cronocultural (74), donde sería necesario valorar los elementos de tradición local
con los alóctonos, fruto de los contactos existentes. Todas estas cuestiones sobrepasan con mucho
los objetivos de este trabajo y estamos seguros que los equipos de investigación que en la actualidad trabajan en la zona los irán resolviendo paulatinamente.
(65) MARTÍNEZ PÉREZ: Op. cit. nota 9.
(66) GALÁN GRAU: Op. cit. nota lO.
(67) J. FERNÁNDEZ y D. SERRANO: "El poblamiento del Bronce Valenciano en Alfarb". Al-Gezaira, 6, Alzira, 1990, pp. 11-34.
(68) LLAVADOR y FERRER: Op. cit. nota 58.
(69) MARTÍ OLJVER: Op. cit. nota 25.
(70) MARTÍNEZ PÉREZ: Op. cit. nota 9.
(71) B. MARTÍ OLNER, M.•J. DE PEDRO MICHÓ y R. ENGUIX ALEMANY: <> . Saguntum, 28, Valencia, 1995, pp. 75-91.
(72) SIMÓN GARCÍA: Op. cit. nota 46.
(73) B. MARTÍ OLNER y M.•J. DE PEDRO MICHÓ: «Los poblados de la Cultura del Bronce Valenciano: Modelo tradicional
y nuevas excavaciones>>. XX!Ve Congres Préhistorique de France. Carcassonne, 1994 (e.p.).
(74) M.•J. DE PEDRO MICHÓ: <>. Actes de les Jomades
d 'Arqueologia. Alfos del Pi. Valencia, 1995, pp. 61-88. M.S. HERNÁNDEZ PÉREZ: <
Panorama y perspectivaS>>. Arqueología del País Valenciano. Panorama y Perspectivas. Alicante, 1985, pp. 101-119. B. MARTÍ
OLIVER y J. BERNABEU AUBAN: <>. Aragón/Litoral Mediterráneo. Intercambios culturales durante la Prehistoria. Zaragoza, 1992, pp. 555-567.
-210-
[page-n-213]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
Lám. 1
Lám. 11
- 211 -
33
[page-n-214]
J. L. SIMÓN GARCÍA
34
Informe metalográfico de varios objetos metálicos de la Loma de la Terrera
(Alberic, Valencia)*
AA1126. Punta foliácea de tipo Palmela. Cobre con 0,36 % de arsénico.
Se han practicado dos metalografías, una en el filo de la hoja y la otra en el pedúnculo. La primera
(Diapo 1) comesponde a una estructura fibrosa producida por martilleo en frío del metal. La segunda
(Diapo 2) es similar a la anterior. Se trata de una pieza obtenida por moldeo pero forjada en frío, probablemente para acabar de darle la forma conveniente y para endurecer el metal.
AA1127. Punzón. Cobre con 0,65 % de arsénico.
Se ha practicado una metalografía en el talón. Muestra una estructura de fundición deformada por
forja en frío poco intensa. La colada es sucia, con abundantes inclusiones de óxidos e impurezas, apreciándose algunas vacuolas gaseosas (Diapo 3). Es una pieza moldeada y posteriormente forjada en frío.
Es probable que la parte de la punta haya recibido un tratamiento más intenso que en el talón.
AA1129. Punzón. Cobre con 2,68% de arsénico.
Se ha practicado una metal ografía en el talón. La microestructura presenta granos poligonales de recorrido con macias de deformación en frío (Diapo 4). La pieza, probablemente obtenida por moldeo, fue
forjada en frío y recocida térmicamente hasta cristalizar el metal y homogeneizar la aleación. Finalmente
sufrió un ligero tratamiento de forja.
AA1128. Puñal de tres remaches. Cobre con 4,61% de arsénico.
Metalografía realizada en el filo de la hoja. La imagen obtenida es de poca calidad pero permite identificar un metal homogeneizado con una estructura de cristales poligonales (Diapo 6). Ello indica que el
producto de fundición fue forjado en frío y posteriormente recocido hasta recristalizar. La colada contiene
numerosas inclusiones escoriáceas oscuras y otras impurezas.
AA1131. Hacha plana. Cobre con 0,09% de arsénico.
Metalografía en el talón: sin ataque, muestra una estructura de intenso martilleo en frío que ha
producido importantes deformaciones del metal, produciendo grietas y movimientos en bandas (Diapo 7).
Este trabajo iba probablemente encaminado a igualar la forma del talón, afectada por el bebedero del
molde.
Metalografía en la zona lateral del filo: estructura de fundición levemente afectada por un martilleado
en frío (Diapo 8).
La colada contiene abundantes impurezas.
Todos Jos ataques de los pulidos metalográficos han sido efectuados con persulfato amónico e
hidróxido amónico.
*
Informe realizado por S. Rovira Lloréns (Museo Arqueológico Nacional).
-212-
[page-n-215]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
1
2
3
4
S
6
7
8
- 2 13 -
35
[page-n-216]
[page-n-217]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XXII (Valencia, 1997)
Enrique
DÍES,
Helena BoNET*, Nuria ÁLVAREZ y Guillem PÉREZ
JORDA
LA BASTIDA DE LES ALCUSES (MOIXENT): RESULTADOS DE LOS
TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN. AÑOS 1990-1995
El yacimiento de La Bastida de les Alcuses está situado en la confluencia de dos vías naturales que permiten el acceso a la Meseta desde el litoral mediterráneo: el corredor de Montesa
(lám. II, B), que corresponde a la comarca de la Costera y el curso del río Vinalopó. Se levanta
en el extremo occidental de la Serra Grossa (741 m.s.n.m.) y con sus casi ocho hectáreas de
superficie (láms. I y II, A) es uno de los grandes yacimientos valencianos perteneciente al área
ibérica contestana (figs. 1 y 2).
En 1909, D. Luis Tortosa comunicó a D. Isidro Ballester Tormo la presencia en la loma de
La Bastida, en el Pla de les Alcuses, de restos antiguos de un gran poblado. Su elección, en
1928, como primera intervención oficial del Servicio de Investigación Prehistórica (S.I.P.) y los
hallazgos que se produjeron a lo largo de cuatro campañas sucesivas, desde 1928 a 1931
(BALLESTER y PERICOT, 1929), convirtieron a este yacimiento en un hito básico de la investigación arqueológica valenciana, no sólo por sus características intrínsecas sino porque fue clave,
junto a los hallazgos en el Tossal de Sant Miquel de Llíria, para iniciar una dinámica de investigación que ha durado hasta nuestros días.
Salvo un pequeño sondeo realizado en 1952 por Lamboglia (1954), no se han hecho nuevas
excavaciones en el yacimiento hasta 1993 siendo, por tanto, la publicación de los cien primeros
departamentos (FLETCHER et alii, 1965 y 1969) prácticamente la única documentación que ha
permitido que la bibliografía especializada no olvidase su existencia. A excepción de los trabajos
de Llobregat (1972) y Santos Velasco (1986) sobre hipótesis de organización social y espacial
de las estructuras, apenas ha habido aportaciones nuevas a los datos obtenidos por Ballester y
Pericot en el momento de la excavación.
*
Servicio de Investigación Prehistórica. Diputación de Valencia.
-215-
[page-n-218]
2
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
EDETANOS
~. ...... A l ~·
ll.tittlda
Fig. 1.- Mapa de situación de La Bastida de les Alcuses (Moixent).
-216-
[page-n-219]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
3
Fotografías conservadas en el archivo del S.I.P., tomadas en el curso de una visita en 1962,
muestran el estado en que se encontraba el yacimiento treinta años después de su excavación y
cómo la vegetación enmascaraba completamente los restos. En 1975, el S.I.P. tomó la decisión
de construir un camino de acceso de gran envergadura que permitiese la visita al poblado, así
como su vallado, para impedir los reiterados saqueos que venía sufriendo. Dos años después, se
iniciaron los trabajos de limpieza, desbrozando gran parte de la zona excavada y poniendo al
descubierto todo el perímetro de la muralla. También se levantaron de nuevo los muros,
mediante piedras del derrumbe colocadas en seco, más como medida preventiva que como
intento de consolidación o restauración.
Sin embargo, La Bastida de les Alcuses es un asentamiento de grandes dimensiones, cuya
interpretación de las estructuras es aún problemática, con una muralla en precario estado de conservación (lám. IV) de más de un kilómetro de recorrido, jalonada por tres torres conservadas y
cuatro puertas, sin contar el amplio recinto en el extremo oeste, denominado tradicionalmente
como albacara. Todo ello obligaba a que cualquier intervención fuera precedida por la determinación de unos criterios coherentes con los objetivos, características y límites de los trabajos de
consolidación y restauración, cuestiones que desarrollamos en la última parte de este trabajo.
l.
TRABAJOS DE CONSOLIDACIÓN Y PUESTA EN VALOR
1.1. SITUACIÓN DEL YACIMIENTO E INTERVENCIONES ANTERIORES AL PROYECTO
La zona no excavada se encuentra cubierta por una densa capa de vegetación, tanto arbórea
(pinos, fundamentalmente) como arbustiva, apreciándose la existencia de gran cantidad de
estructuras por excavar, especialmente en las partes más altas del recinto.
En el sector excavado, durante los más de sesenta años transcurridos desde su excavación
ha crecido mucha vegetación que afecta a la conservación de los muros. Por ello, en la zona
objeto de las intervenciones se talaron los pinos y las grandes raíces de algunas plantas arbustivas que afectaban a las estructuras.
Como mencionábamos, entre 1975 y 1986, se llevaron a cabo una serie de trabajos en el
yacimiento que tuvieron como finalidad el vallado, la construcción del camino de acceso, el descubrimiento de todo el perímetro amurallado y la limpieza del área excavada (APARICIO, 1984).
Para la realización del vallado fue necesario delimitar previamente el yacimiento, algo que se
consiguió poniendo al descubierto el paramento exterior de la muralla, por considerarse que no
había evidencias de estructuras fuera de él. Esta excavación no se realizó mediante catas perpendiculares sino mediante una zanja corrida paralela al paramento exterior, lo que imposibilitó
la observación de cualquier resto de trinchera de fundación. Una vez delimitada toda la muralla,
el estrato de derrumbe fue retirado mediante una pala excavadora (lám. V, B) y empleado para
realizar la nivelación sobre la que se construyó la valla.
Al retirarse el nivel original del suelo, unos 30-50 cm más alto del existente actualmente,
dejaron sin protección exterior los cimientos de la muralla, que quedan ahora a la vista, y también desaparecieron las rampas de tierra que permitirían el acceso a las puertas del poblado.
Finalmente, se aprecian en el paramento de la muralla una serie de elementos verticales
(lám. V, A) que sobresalen ligeramente de ella, agrupados de dos en dos a distancias más o
-217-
[page-n-220]
4
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
'
.
y~
lmt:ml CANTERA
CAMINO DE
CARRO
o
CAMINO DE
-HERRADURA
500m
Fig. 2.- Localización de La Bastida de les Alcuses con indicación de los caminos de acceso y cantera.
-218-
[page-n-221]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
5
menos regulares (entre 12 y 15 m) y con una distancia entre ellos de 5'2/5'8 m. Dado que esta
última distancia es similar a la de las torres conservadas, creemos que la única interpretación
posible es que se trata de los restos de una serie de torres -siete en total- que jalonaban el
frente oeste, la parte más accesible del poblado que estudiaremos más adelante (fig. 4).
Fuera del área vallada quedan el camino ibérico de acceso y un muro vinculado a su defensa.
No es descartable que una prospección más cuidadosa ofrezca nuevos elementos exteriores.
La limpieza de la zona excavada afectó a los 174 departamentos, en los cuales se cortó la
vegetación y se talaron algunos pinos y arbustos. Sobre los muros originales se levantó un paramento de unos 50170 cm de altura realizado en piedra seca, empleando para ello piedra del
derrumbe. No se realizó señalización alguna que indicase el alzado del nuevo muro por lo que
ha resultado en algún caso bastante difícil diferenciar la parte nueva de la vieja, que sólo
mediante las señales de la meteorización de la roca o por la inexistencia de tierra entre los bloques podía determinarse. Como parte de los elementos constructivos empleados en esta actuación hallamos tanto fragmentos de molino como restos de adobes, molduras y revestimientos
que han sido de gran interés para la interpretación del alzado y cubierta de las casas.
1.2.
LA INTERVENCIÓN EN EL YACIMIENTO ENTRE 1990 Y 1995 (l)
Desde el inicio del proyecto de consolidación y restauración se puso en evidencia que había
una gran cantidad de información sin analizar de las primeras excavaciones, especialmente en
lo referente a arquitectura, urbanismo y localización in situ de materiales. Asímismo, todavía
estaba pendiente un estudio de explotación del entorno para situar el yacimiento, en una zona
que presenta desde antiguo un poblamiento muy denso. El proyecto de restauración y consolidación de La Bastida ha sido realizado por los arquitectos Julián Esteban y Ricardo Sicluna,
junto a los arqueólogos Helena Bonet y Enrique Díes.
Hasta el momento se han ejecutado tres fases del proyecto. En la primera (1990-1991), se
realizó un informe sobre el estado de las estructuras y una propuesta de consolidación y restauración, así como el diseño de un itinerario de visita. A partir de todos estos datos se llevó a cabo
la limpieza del mencionado recorrido así como la consolidación y restauración de las casas 1, 2
y 3. Finalmente, se colocaron ocho carteles (lám. XI, B) en los que se enmarcaba el yacimiento
dentro de la cultura ibérica, en su entorno geográfico, y se hacía especial hincapié en el sistema
defensivo, en las técnicas constructivas y en el urbanismo. En la segunda fase (1991-1992) se
acometió la consolidación y restauración de las casas 4, 6, 7, 8 y 9, diseñándose nuevos carteles
explicativos referentes a la funcionalidad de las viviendas. Finalmente, se llevó a cabo la tercera
fase ( 1993-1995) en el frente oeste de la muralla, para lo cual se realizaron dos sondeos en el
interior de la Muralla Oeste y uno en el exterior de la Torre Este, ya que era el único lugar donde
se conservaba el derrumbe exterior (fig. 4 y lám. I).
(1) Las intervenciones arqueológicas que aquí se resumen forman parte de un amplio proyecto de investigación del yacimiento
ibérico y de su entorno que se viene desarrollando desde 1992. A la espera de la publicación definitiva de los resultados, queremos mencionar y agradecer el esfuerzo de todos aquellos que han colaborado en su desarrollo: Francisca Rubio, Josep Castelló, Luis Gi.rneno,
Pascual Costa, arqueólogos, y M• José López y Amparo Garnir, estudiantes; así como de aquellos que participaron en la excavación de
1995: Ángeles Badía, Elsa Pacheco, Aurora López, José Medart. Finalmente, aquellos que han colaborado en la realización de prospecciones, entre los que queremos agradecer especialmente la ayuda de Ricardo González Villaescusa y Pilar Fumanal, así como a Pérez
Ballester, director del proyecto de Prospección que se viene realizando sobre el poblamiento ibérico en el Valle de Montesa.
-219-
[page-n-222]
0\
~
c¡.,::·:·~ry"::~
f
~·~\~:'
...-----::.:·~
~
..
.
~e;-~·..;: -~~i
B
rtl
o
m
'
y>
;¡::
b:l
o
~
:-l
N
N
o
~~;
:z
F:'
~
~
~
~
1
N
'<
p
"'
~
tTl'
N
.....
o
~
o
>-'
lOO m
Fig. 3.- Planimetría de La Bastida de les Alcuses y detalles de las torres 11 y ill del lienzo oeste (A),
de la Puerta Norte (B) y de la Torre Este (C) (según E. Corten y J.M" Segura).
[page-n-223]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
7
N
* --r
Recinto Oeste
TI
100m
Recorridos de carro documentados en el yacimiento
n
Torres desaparecidas de la Muralla Oeste
rvm
Número de torre
N
*
CasaS
Conjunto4
o
Casa 10
SO m
Fig. 4.- Planta de La Bastida de les Alcuses con indicación de las manzanas restauradas
y de los sondeos de excavación. Años 1990-1995.
En 1995 se realizó una campaña de excavación ordinaria, en los departamentos 248, 249
y 250, que ha confirmado las hipótesis constructivas planteadas durante los trabajos de consolidación y restauración, y ha permitido precisar la datación de las estructuras. Al mismo tiempo
que la localización de los materiales in situ ha servido para conocer nuevos datos sobre la funcionalidad interna de las viviendas y sobre la economía de los moradores de La Bastida de les
Alcuses.
2.
2.1.
DATOS URBANÍSTICOS Y ARQUITECTÓNICOS
LA INFLUENCIA DEL ENTORNO: PROCEDENCIA DE LOS MATERIALES Y ACCESOS
AL POBLADO
La mayor parte de la piedra utilizada en los muros proviene de la misma montaña, especialmente de las vetas que afloran en la parte superior donde se asienta el poblado. Es una piedra
caliza de muy mala calidad, con abundantes vetas interiores que dificultan su trabajo ya que
-221-
[page-n-224]
8
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
tienden a la fragmentación. Hay, sin embargo, un escaso porcentaje de piedra caliza de mejor
calidad, de tono gris azulado, empleada mayoritariamente en escalones, jambas y cantoneras que
proviene de unas vetas que afloran en la vecina loma situada al sur de la de La Bastida (fig. 2)
y en las cuales hay evidencias de haberse realizado extracción de piedra. Se encuentra apenas a
500 m en línea recta, aunque el tamaño de algunos bloques obligó a los habitantes del poblado
a seguir caminos que pudieran utilizar los carros, lo que suponen casi 3 Km reales.
La tierra arenosa con la que se realizaron los adobes es la que se halla en el lado norte y
que aparece ya desde media ladera. Hay también algunas vetas de arcilla rojiza que fue utilizada para algunos revestimientos.
De un área mayor provendría gran parte de la madera utilizada tanto en la construcción
como en la diferentes labores, suministrada por los cercanos montes que rodean la loma, especialmente por sus lados sur y este.
Ya un poco más alejadas, posiblemente en la zona de Montesa, se encuentran las vetas de
piedra arenisca con la que fueron construidos los molinos hallados en el yacimiento.
Todos estos materiales se llevarían mediante carros, los más pesados, por animales y personas. El yacimiento es accesible sobre todo por el este y el oeste, es decir, las prolongaciones
de la cresta del monte que son las que presentan una pendiente relativamente más suave (fig. 2).
El lado oeste era la subida utilizada tradicionalmente antes de la construcción del nuevo
camino y ya en las primeras campañas se observaron señales de carriladas (FLETCHER et alii,
1965, p. 13) (lám. m, 3). Éste era el acceso más sencillo y también el más transitado ya que fue
acondicionado para el paso de vehículos, carros con apenas 135/140 cm de eje, como se ha comprobado en las mencionadas carriladas. La erosión ha convertido este antiguo camino en una
torrentera, desapareciendo la tierra original y las nivelaciones que debieron realizarse, aflorando
la roca del terreno en la mayor parte de su trazado. Con todo, los escasos restos de huellas de
carriladas y los recortes en las paredes de piedra evidencian sus antiguas características.
Así, apenas abandonada la llanura, el camino debía de cruzar una serie de afloramientos
rocosos bastante importantes, por lo que fue necesario recortar la roca en una profundidad que
varía entre 0'5 y 2m, con una anchura en torno a los 2m y a lo largo de unos 120m. A partir
de aquí el camino continúa en una marcada pendiente de 9 grados durante otros 250 m hasta
alcanzar un amplio espacio nivelado a partir del cual el trazado se hace mucho más suave,
siempre por la cresta de la montaña hasta llegar, 75 m más adelante, a un muro de 32m de longitud y 1'5 m de anchura que bloquea el paso. Se abre en él un vano de 2 m por el que podrían
pasar los carros, cuyo paso parece controlar ya que se limita a cerrar la zona llana por donde
éstos podrían circular. El camino continua idéntico al tramo anterior a lo largo de 350 m hasta
llegar al pie del muro del recinto oeste donde se abre la puerta que da acceso al interior de este
recinto y, 150m más adelante, a la Puerta Oeste en la muralla del poblado (figs. 3 y 4).
Hay también algunas evidencias de caminos en sus lados norte, sur y este, aunque todo
parece indicar que se trataría de caminos de herradura, por tanto no accesibles a los carros (fig. 2).
2.2. EL SISTEMA DEFENSIVO
Subiendo desde el oeste se llega hasta un primer muro del recinto, una pared de piedra realizada con un doble paramento de grandes bloques, provenientes del terreno, relleno de tierra y
-222-
[page-n-225]
1
:
~
~
1::0
)>
(/)
Muro sur
~
Murooet*e
)>
~
¡;;
(/)
)>
~
¡::;
e:
(/)
trl
(/)
Muro norte
Departanwnto 204
O
2m
~
2::
o
(/)
N
N
~
VJ
Nivel de recrecimiento
TOfT81V
(~)
--- /- -,---------:
--------------i
,
~
~-:: ~-~-~-:: ~-:::::: ~-:: ~-:: ::~: --~-:;_-:
1
_u~~
~
~
Q
o,
z
><:
Si
(/)
;;!
e:
~
o
o,
z
TORRE 111
......
\D
-a
'?
-a
~
o·
Sm
Fig. 5.- A: Levantamiento ortofotográfico de los muros del departamento 204 (según R. González). B: Aparejo del frente oeste
de la muralla donde se aprecia el tapiado de la puerta y la Torre 11. Levantamiento ortofotográfico (según R. González).
~
-a
[page-n-226]
10
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
cascajo, y de una anchura variable, pero siempre en tomo a los 1'5-2 m. No hay señales de
derrumbe ni evidencias de que haya tenido un alzado de adobe. A todo ello hay que añadir que
este muro, que rodea un espacio de 1'5 Ha., no tiene ningún elemento defensivo como torres o
foso, ni siquiera junto a la puerta. El muro sólo está completo en la parte frontal y se interrumpe
unos metros antes de llegar a la Puerta Sur y varias decenas de metros antes de la Puerta Norte.
En estos tramos sólo se conserva, en ocasiones, el paramento exterior (fig. 3).
Aunque en el interior de este recinto apenas ha aparecido material cerámico ni restos de
viviendas, una prospección cuidadosa ha puesto de relieve la existencia de dos estructuras hasta
ahora inéditas: un departamento de 5 x 4 m, aproximadamente, junto a la puerta del recinto y,
a 60 m de la muralla, un muro de más de 1 m de anchura que cruza transversalmente el espacio
del recinto oeste, formando dos retranqueos en su parte central y con lo que parecen ser restos
de dos contrafuertes en su tramo sur. Este último está construido con bloques de tamaño
mediano y grande, muy semejante en su construcción y características al muro identificado en
el camino de acceso del lado oeste, si bien la densidad de la vegetación no permite su interpretación con claridad.
Por paralelos con el mundo islámico este recinto se ha interpretado corno una posible albacara, y así es denominada en la bibliografía, para el refugio del ganado. Sin embargo, el estudio
de sus características constructivas parecen evidenciar dos hechos: que esta estructura no debió
de terminarse y que, además, protegía las tres puertas más accesibles obligando a quien entrase
a cruzar esta zona, algo que no se sucede nunca en el caso de las verdaderas albacaras.
El área habitada propiamente dicha, de 6'3 Ha. de superficie, estaba defendida por una
muralla de trazado lineal, sin retranqueo alguno y cuyos cambios de dirección son progresivos
y suaves. Sólo presenta elementos de defensa activa en sus extremos este y oeste, coincidiendo
con los caminos de acceso, con mayor importancia en el segundo, donde no sólo se ha concentrado la mayor cantidad de estructuras sino también donde los elementos constructivos alcanzan
una mayor vistosidad y cuidado.
Tres han sido los sondeos realizados en la muralla, dos en el interior de la muralla oeste
(Sondeos MOS 1 y MOS2) y uno en el exterior de la Torre Este (Sondeo TE), en el único punto
donde quedaban restos del derrumbe (fig. 4).
El sector oeste de la muralla es una construcción que varía entre 3' 5 y 4 m de anchura, con
la adición de un elemento de 1'2 m en algunos puntos y que podría tratarse de un sistema de
escaleras de mampostería para acceder al adarve, aunque es una hipótesis pendiente de comprobación. Esta gran amplitud responde no tanto a una necesidad defensiva como a un imperativo técnico que precisa de una base muy ancha para obtener cierta altura (fig. 6).
Tan sólo fue enterrada la hilada inferior, con una profundidad que nunca superó los 50 cm,
sin alcanzar la roca más que en aquellos lugares en los que afloraba, como se ha podido comprobar en los sondeos realizados. Al sur de la Torre m (fig. 6), por ejemplo, la hilada que hace
las veces de cimiento quedó a menos de 20 cm de la roca, que de haberse alcanzado hubiese
garantizado un asentamiento mucho más sólido de la estructura. Por el contrario, las torres sí
profundizan hasta alcanzar terreno estable, lo que estaría justificado por su mayor altura.
Como se ha podido comprobar en el Sondeo MOS 1 (figs. 4 y 6), el zócalo de piedra es un
paramento exterior de contención de los estratos de tierra apisonada que colmatan el espacio
interior de recinto hasta crear una superficie plana a nivel de los afloramientos interiores de roca.
Este desnivel varía entre 1 y 1'5 m. A partir de esta superficie (Sondeos MOS 1 y MOS2) se
-224-
[page-n-227]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
11
SOndeo 1
·· -·-··· ········ · ·· ·· ······ ··············· · ·· ·· ···.
SOndeoll
o
Fig. 6.- Secciones de los Sondeos 1 y 11 realizados en el frente oeste de la muralla. Año 1993.
-225-
2m
[page-n-228]
12
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
levantaba el paramento interior de la muralla propiamente dicha hasta alcanzar el zócalo una
altura de unos 3' 5 m.
En el relleno interior de la muralla, según se ha podido apreciar al desbrozar su coronamiento, a distancias regulares de unos 11 m se han hallado hiladas de piedra perpendiculares. a
la muralla formadas por un paramento de mampuestos de tamaño mediano/grande. No parece
tratarse de tirantes, sino de limites de «cajaS» en la construcción de la muralla para ir subiendo
en altura tramos completos. No es descartable que fuera la obra realizable en un día, lo que daría
para todo el perímetro una duración de las obras, como mínimo, de 3 meses y medio para la
construcción del zócalo.
Sobre él, como puede desprenderse de los estratos de derrumbe localizados en los sondeos
MOS 1 y 2, sobre todo, en el TE (figs. 4 y 7), se elevaba un paramento de adobe hasta alcanzar
una altura total igual a dos veces la del zócalo. Esta técnica mixta de pared de adobes sobre
zócalo de piedra en los sistemas defensivos se documenta desde el s. VI a.C. desde Andalucía
a Cataluña, entre otros en los yacimientos de Puente Tablas (Jaén) (RUIZ y MOLINOS, 1993, p.
202), El Oral (San Fulgencio) (ABAD y SALA, 1993, p. 198), o Els Vilars (Arbeca, Lleida)
(JUNYENT et alii, 1994, p. 86). El derrumbe en el sondeo TE ha permitido comprobar que sobre
este alzado habría una estructura de piedra, probablemente un solado para el adarve, que era la
misma muralla, dada su anchura, y un parapeto, coronado por almenas realizadas esta vez en
adobe, posiblemente con el extremo superior redondeado (fig. 14) como se viene documentado
para las fortificaciones fenicio-púnicas del Mediterráneo occidental (ACQUARO, 1974, p. 182).
Toda la estructura estaría revestida interna y externamente por una capa de arcilla que homogeneizaba el aspecto exterior de la muralla y justificaba el empleo de bloques tan toscamente
tallados (fig. V, B). No es descartable tampoco, aunque no hay evidencias de ello por el momento,
que toda la muralla y especialmente el extremo oeste, estuviese encalada exteriormente. Es un
sistema decorativo de numerosos paralelos en el mundo mediterráneo cuando se emplea este tipo
de material constructivo, como se ha podido documentar, entre otros, en el Próximo Oriente en
los yacimientos de Tell'Arqa (THALMANN, 1979) y Tel Dor (STERN, 1991); en el Mediterráneo
central en Cartago (RAKOB, 1985, 1987a y 1987b), Mozia (OASCA, 1986) y Kerkouane
(FANTAR, 1984); y ya en la península Ibérica, en los yacimientos de Tejada la Vieja (Huelva)
(FERNÁNDEZ TIJRADO, 1987), o Puente Tablas (Jaén) (RUIZ y MOLINOS 1985; 1988), Puig de la
Nau (Benicarló) (OLIVER y GUSI, 1995, pp. 222-223) por citar los casos más antiguos. La altura
total, incluido el parapeto, sería de unos 10 m para la muralla y 12 m para las torres (fig. 14).
El resto de la muralla parece presentar una técnica constructiva similar a la del sector oeste,
aunque su anchura es de sólo 2 m. Esto se explica porque defiende las laderas norte y sur, mucho
más pronunciadas y de difícil acceso. La altura total aquí no superaría los cinco metros, a los
que habría que añadir un parapeto similar al anteriormente descrito.
Si la hipótesis de la rutina de trabajo es correcta, el tiempo de realización del total de la
obra no excedería los 14 meses y supondría la dedicación diaria de unas cincuenta personas, de
las cuales sólo la tercera parte deberían tener ciertos conocimientos constructivos, dedicándose
el resto al acarreo de piedras y tierra para el relleno.
Como se dijo más arriba, el lado oeste debió de estar protegido por una sucesión de torres
que garantizaban tanto la defensa como la solidez de la muralla y su función como elemento de
prestigio. Se ha podido determinar la situación y dimensiones de las posibles torres desaparecidas, mostrando algunas de ellas evidencias de la retirada mecánica de su derrumbe (fig. 4).
-226-
[page-n-229]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
l3
.,.\
.
· ·· · ·:;; •.•. •
MURAllA
-
1
• U>
':,o
~
A'
A
Á_
_A
1
...............
2m
.O
3
O
2m
Fig. 7.- 1 y 2. Secciones del sondeo de la Torre Este. 3. Planta del sondeo de la Torre Este. Año 1995.
La distancia entre las torres varía entre 11 '7 y 16'3 m, dejando aparte el tramo entre las
torres III y IV, que corresponde a la Puerta Oeste y tiene, por tanto, características especiales.
Es una distancia habitual en la fortificación antigua, ya que permite ser batida con facilidad
mediante armas arrojadizas. Las torres tienen unas dimensiones entre 5'2 y 5'8 m de longitud
(siendo de mayor tamaño la Torre Ill por tratarse de una construcción posterior y de menor
tamaño la Torre VID, que cubre un espacio entre torres mucho menor, posiblemente residual en
el trazado) y una anchura, documentada sólo en las Torres II y m, de unos 3' 5 m.
Esta torres enmarcarían la Puerta Oeste extendiéndose a ambos lados hasta las dos Puertas
Norte y Sur (figs. 3 y 4) y protegerían este punto más accesible, coincidiendo con el camino de
acceso principal. Esta demostración de esfuerzo constructivo concentrado, a la vez que economizado, limitándolo a la zona observable por los visitantes es una combinación de ornato y
defensa, típica de toda muralla de ciudad.
El lado este, como queda dicho, tan sólo era defendido por un bastión (fig. 3; lám. Xll, B),
aunque de grandes dimensiones, 10 x 7 m frente a los 5'2 x 3'5 m habituales, sin tener en cuenta
las respectivas anchuras de la muralla. En el resto de la muralla tan sólo se aprecia la existencia,
en la parte central del lado norte, de una estructura de 6 x 1'5 m que parece que puede interpretarse como una posible rampa de acceso a una poterna que daba sobre el camino de ronda y
en las cercanías de una de las mayores plazas junto a él abiertas.
La puerta principal muestra señales de al menos tres fases constructivas, si bien hasta que
se realice una excavación no es posible precisar más sobre ello. En cualquier caso, parece claro
-227-
[page-n-230]
14
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
que fue tapiada con materiales variados entre los que predominan los de tamaño pequeño o
medio, formando un muro de 2 m de anchura (fig. 4). Todo parece indicar que este tapiado
corresponde al momento inmediatamente anterior al ataque y destrucción del poblado, ya que
este sistema es bastante corriente en la poliorcética del mundo antiguo y del que hay ya bastantes ejemplos en el mundo ibérico (GUÉRIN y BONET, 1993; ALFARO, 1991; LILLO, 1993, p.
74). En la actualidad ha sido tapiada, de forma provisional, con piedras de tamaño mediano para
impedir el acceso al interior del recinto por esta zona (lám. VI, B).
De este ataque quedan bastantes evidencias en el sistema defensivo, así como en las señales
de incendio y de saqueo de algunas casas. Junto al tapiado de la puerta hay que mencionar la
reconstrucción de la Torre III, que fue desplazada algunos metros hacia la Puerta Oeste para
mejorar su defensa. En el sondeo MOS 1, además, el derrumbe presentaba un aspecto distinto al
del MOS2. En éste se podía apreciar una destrucción lenta por erosión, mientras que en el primero los elementos se entremezclaban como evidencia de una caída violenta. En el exterior,
varias piedras desplazadas podrían ser consecuencia de la actividad tradicional de los zapadores
que provocaban la ruina de las murallas asediadas mediante palancas con las que iban sacando
bloques del zócalo. Un poco más allá, la puerta sur también muestra señales de incendio.
De todo ello cabe concluir que el poblado sufrió un primer ataque al cual sobrevivió pero
que supuso la realización de obras de refuerzo para las defensas. Entre ellas, creemos que debe
incluirse el perímetro amurallado denominado albacara y que, quizá por fuerza mayor, nunca
llegó a terminarse. Es probable, incluso, que los materiales que estaban acumulando para la
construcción fueran usados por los atacantes para establecer defensas desde las cuales asediar
la ciudad, posible explicación de las líneas de muros irregulares ante la muralla antes descritas.
2.3.
EL SISTEMA VIAL Y EL ACONDICIONAMIENTO HÍDRICO
El sistema vial interno del poblado está condicionado por la necesidad de facilitar la circulación de carros hasta determinadas áreas (fig. 4). Los ejes fundamentales son la Calle Central (2), que parte desde la Puerta Oeste atravesando la ciudad en casi toda su longitud, y los dos
caminos de ronda, al norte y al sur, que se unen en la Calle Central un poco más al este de la
zona excavada. A partir de este punto la montaña se estrecha quedando reducido el espacio a
dos ejes que enmarcan un solo grupo de casas. Pueden ser calles o plazas, pero ambas tienen en
común que no sufren ningún tipo de variación apreciable a lo largo de su historia.
Por el contrario, las calles y plazas que no están vinculadas al tráfico rodado sino al de peatones y ganado, ven reducidas progresivamente sus dimensiones por sucesivas ampliaciones de
viviendas, que se hacen siempre a expensas de estas áreas, o por la construcción de nuevos edificios. Esto podría indicar que la principal funcionalidad de las calles era la de permitir el paso
y el acceso a las casas, por lo que lo único que hay que garantizar es el mantenimiento de la
anchura mínima necesaria, el de un carro en unos casos y el de una persona en otros.
Los datos obtenidos sobre el Conjunto 3 confirman particularmente estas hipótesis. En esta
manzana, tres de las cuatro casas -6, 7 y 8-, presentan entradas que permitirían el paso de
(2) Esta calle aparece citada en la bibliografía como Calle Principal o incluso Calle Mayor. Hemos decidido prescindir de
denominaciones subjetivas en favor del único hecho cierto, que cruza longitudinalmente el poblado por el centro.
-228-
[page-n-231]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
15
carros (fig. 9). La limpieza del espacio 230 ha permitido comprobar que el camino de ronda
mantenía siempre un ancho mínimo de 2 m para permitir el paso de vehículos, siendo recortada
la roca allí donde fue necesario. Al lado del camino de ronda se ha encontrado una plataforma,
junto al departamento 247, que parece ser un muelle de descarga; pero, además, el desnivel existente entre el camino de ronda y el nivel de las casas del Conjunto 3, situadas en la cresta del
cerro, se solucionó mediante la construcción de una rampa que permite llegar hasta un espacio
abierto donde la roca fue recortada para permitir el paso hasta las casas 7 y 8. Desde aquí el
carro podía continuar su camino para buscar la entrada de la casa 6; para ello fue necesario construir un muro de contención que determinó así el espacio 231 y que tiene un ancho mínimo de
3'25 m, ensanchándose luego ante la puerta de la casa 6 donde llega a tener 4'25 m para permitir el giro de 90 grados del vehículo para poder enfilar la puerta.
Como sucedía con el conjunto 1, también la calle denominada espacio 207 sólo permite el
paso de vehículos hasta el departamento habilitado para su entrada, el 197, en cuya esquina hay
un guardacantón. Tampoco es posible el paso a través del espacio 240, que delimita la manzana
3 por el este, ya que todo parece indicar que desde aquí los carros podían descender por una
nueva rampa para volver al camino de ronda.
Otro dato interesante lo ha aportado un sondeo realizado en la Calle Central, frente a la Casa
9, con el cual se intentaba comprobar la estratigrafía de la calle. El suelo, de tierra fuertemente
apisonada de color blanquecino, presenta una ligera pendiente hacia el norte donde, en contacto
con las fachadas de las casas 2 y 9, hay sendos elementos de protección. En el primer caso es
un pequeño zócalo de piedra -apenas dos hiladas- sobre el que hay una capa de tierra amasada o adobe descompuesto; el segundo es un afloramiento rocoso que ha sido recortado y sobre
el que se ha dispuesto igualmente una capa del mismo material que el anterior, a fin de regularizar la superficie. Su anchura varía entre 65 y 80 cm y la altura máxima conservada es de 35
cm. Estos elementos suelen tener como función la protección. de las fachadas, tanto de la escorrentía como de los vehículos, sin que podamos considerarlos como aceras propiamente dichas.
También algunas de las pequeñas callejas muestran algún tipo de escalón de contención para
facilitar el paso, así como de elementos de piedra para proteger los edificios de la escorrentía y
canalizar las aguas hacia el centro de la calle.
En este sentido, es necesario hacer una pequeña referencia al acondicionamiento hídrico del
poblado, tanto en lo que se refiere a su obtención como a su distribución y evacuación. La
Bastida de les Alcuses dispone de una gran cisterna (lám. Ill, B) en su parte central, construida
aprovechando una grieta natural que ha sido acondicionada con esta finalidad (fig. 4 ). Tiene unas
dimensiones de 12 x 2 m y una profundidad mínima de 2'5 m, ya que sólo ha sido excavada
parcialmente. Esto da una capacidad total mínima de 60m3 • No hemos encontrado evidencias
del sistema de cubierta, aunque parece que hay que descartar la bóveda, que no se documenta
en el poblado. Dada la anchura de la boca, no es descartable que tuviese una sistema similar al
de las casas, aunque quizá con un solado. La cisterna, a su vez, determina la organización de
una amplia plaza en uno de cuyos lados se encuentra un gran edificio que hemos denominado
provisionalmente como Casa 10.
Esta cisterna está colmatada de piedras y tierra, siendo destacable la aparición de un gran
bloque en su extremo oeste proveniente de uno de los muros. Debemos indicar, además, que
ciertos elementos nos hacen pensar que la cisterna podría estar parcialmente integrada en la Casa
1O, de cuyo techo podría recoger el agua de lluvia, ya que está situada en el punto más elevado
-229-
[page-n-232]
16
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
de la plaza. Además, contaban con las cercanas fuentes, a lo que hay que añadir que el Pla de
les Alcuses es una de las áreas más húmedas de la zona.
No hay elementos de conducción de aguas ni al interior ni al exterior, ni desagües, ni tuberías de piedra, metal o cerámica. Tan sólo se ha comprobado la existencia de acondicionamientos
para evitar la entrada en las casas del agua de lluvia que baja por las fuertes pendientes; para
ello se colocan elementos en bisel, bien artificiales, bien tallando afloramientos rocosos. Los
caminos de ronda y posibles desagües de la muralla servirían para facilitar la definitiva salida
de las aguas sobrantes fuera del poblado. Precisamente, en el sondeo realizado en la TE (fig. 7,
3; lám. XII, A) hemos encontrado un acondicionamiento parecido, mediante la colocación de un
gran bloque cuya función podría haber sido la de desviar las aguas para evitar la erosión de la
base de la muralla. Ello viene a confirmarnos que los que construyen no hacen sino aplicar los
conocimientos que tienen para la construcción de las casas aunque aumentando proporcionalmente las dimensiones de los bloques y la anchura de la estructura. No puede decirse que tengan
una técnica específica para las casas y otra para la muralla. Esto, por supuesto, supone un
esfuerzo mayor de trabajo ya que con mejores cimientos y una mejor disposición y uso de los
materiales constructivos, hubiera sido posible levantar una muralla igual de sólida pero menos
masiva y, por tanto, menos costosa en cuanto a tiempo y esfuerzos se refiere.
2.4.
ADAPTACIÓN AL TERRENO Y URBANISMO
En lo que a la adaptación al terreno se refiere hay que hacer una diferenciación. Por debajo
de las estructuras ahora observables se han evidenciado restos de un urbanismo anterior -Fase
I- distinto en su concepción y realización (lám. VII, A) y cuya línea de fachadas sigue rigurosamente los afloramientos rocosos, que son tallados y completados con piedra trabajada sacada
del terreno. Los accesos se producen así desde el lado más bajo, mediante escaleras recortadas
en la roca, algo totalmente distinto a lo que sucederá más adelante. El tamaño y forma de las
viviendas parece mucho más pequeño y sí bien en algunas zonas es más regular, en otras las
viviendas están aisladas, sin integrarse en manzanas. Sin embargo, las reducidas dimensiones y
extensión de las estructuras identificadas como pertenecientes a esta Fase I no permiten adelantar muchas hipótesis hasta que no se obtengan nuevos datos.
En la Fase II, que en algunas casas podemos dividir hasta en tres subfases, se replantea todo
el urbanismo, con la construcción de casas que se alzan sobre pequeñas nivelaciones que sirven
de base a las distintas habitaciones (figs. 8 y 9). El zócalo de los muros es así a la vez cimiento
y muro de contención (fig. 5, A), realizándose rellenos de hasta 60 cm de profundidad que es,
en su mayor parte, la única superficie conservada de las viviendas. Las casas se estructuran hasta
en tres niveles distintos que son salvados mediante escaleras de dos o tres peldaños. Cuando se
realizan ampliaciones nunca se perforan las paredes para comunicar las nuevas estructuras, algo
que debilitaría los muros, sino que sus puertas se abren al exterior, como sucede en la Casa 2,
convirtiéndose así la calle no sólo en un acceso a las casas sino en un elemento de circulación
entre sus diferentes partes. Por el contrario, sí se conoce al menos un caso de una puerta tapiada
resultado de la primera transformación de la Casa 2.
En el Conjunto 3 (fig. 9; lám. I), su situación en la cresta de la montaña ocasiona que al
menos tres de las casas se dispongan hacia ambas vertientes. Los desniveles son salvados, como
-230-
[page-n-233]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
17
en todos los casos, con pequeñas nivelaciones, pero también deben solucionar el problema de
los afloramientos rocosos que coinciden con la parte más alta de la montaña. Esta roca raras
veces es recortada y cuando lo hacen se aprovecha como base de poste, parte de un enlosado o
un escalón. Sin embargo, es frecuente que esta zona sea aprovechada como patio central al cual
abren todas las habitaciones, como es el caso de los departamentos 202, 232 y 238.
La Casa 11 (fig. 4) está atravesada por la cresta de la montaña, lo que hace que los departamentos 248 y 249 se encuentren en la ladera sur y el 250 en la ladera norte. Creemos que esto
se debe a que la línea divisoria de aguas sigue un trazado irregular lo que provoca que, para
mantener la secuencia de viviendas, algunas coincidan con ella mientras que otras, como la que
nos ocupa, estén dispuestas a horcajadas, por así decirlo.
El urbanismo de La Bastida de les Alcuses está marcado por los ejes principales que hemos
visto y por las comunicaciones secundarias entre ellos. Se delimitan así manzanas de viviendas
que, según el tamaño, pueden estar compuestas hasta por cuatro casas.
En general, podemos decir que en La Bastida se aprecia no sólo una distinción de actividades
en las viviendas, sino una posible distribución socio-funcional de sus habitantes. Con todo, no
hay diferenciación constructiva evidente ya que en todas las casas encontramos las mismas técnicas constructivas, las mismas soluciones prácticas como el predominio de casas de planta baja,
la ausencia de escaleras exteriores, la preferencia en situar las entradas en calles perpendiculares
a las curvas de nivel, salvo necesidad (entrar el carro en la Casa 2) o condición especial (pequeña
nivelación con acceso en rampa ante la puerta norte del departamento 37). Las puertas siempre
están colocadas en una de las esquinas, liberando así una de las jambas de su función, que recoge
la esquina del edificio. Es esta idea la que parece haberse recogido en la Puerta Oeste, con lo que
podría considerarse no sólo una solución sino un verdadero modelo constructivo que se aplica en
las obras comunes. Ya hemos dicho que la muralla parece un reflejo de las técnicas constructivas
de las viviendas, sin que se aprecie una verdadera arquitectura especializada en la poliorcética.
2.5.
ANÁLISIS DE LAS VIVIENDAS
2.5.1.
Descripción de las estructuras
La investigación realizada en estos años se ha concentrado en los tres conjuntos de casas
que han sido objeto de consolidación y restauración y en la vivienda hallada en el curso de la
excavación ordinaria de 1995 (Casa 11). Para el estudio de los conjuntos 2 y 3, cuyos equipamientos domésticos y ajuares están inéditos, se han consultado los diarios de excavación y los
inventarios depositados en el S.I.P.
2.5.1.1.
El Conjunto 1 (fig. 8; lám. IX, A)
Es una sola vivienda (Casa 1) de 150 m2 formada por tres cuerpos. Se entra al central por
un vestíbulo (D. 21) con vanos al norte y al sur; la puerta de la primera apareció quemada en el
suelo del departamento, junto con abundantes herramientas agrícolas. De aquí se pasaba a la sala
principal (D. 20), donde la recuperación de restos de fundición de plomo evidencia actividades
-231-
[page-n-234]
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ.
18
D. 231>
AIMN:EN
D. 23
PATlO
D. 19
INWXlN
0.20
SAlA
CONJUNTO 1 . CASA 1
CONJUNTO 2
~
D. 181
SAlA
........................................ J
--- --
o
D.
:
187 :
CASAS
10m
CASA2
...
EN1RA!lA.
.& Entrada
•
Hogar
IEl IIC
ESlAilLO
SIMBOLOS
lllue
D. 188
EVOLUCJON
CONSlRI.ICCIONES
FASE 11
.iJA
0.186
vmiiUO
0
Molino
.. .... .CMRO .... .... .. .. .. .... ..
Fig. 8.- Planta de los Conjuntos 1 y 2 restaurados en donde se indican las fases constructivas
y áreas funcionales.
-232-
[page-n-235]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
19
metalúrgicas. Tuvo originalmente una puerta en el extremo este de la pared sur, que luego fue
tapiada para construir el departamento antes descrito. Desde aquí se accedía a los departamentos
20a y 22, en los cuales se hallaron, respectivamente, un molino y un hogar. Al norte se abría un
gran patio (3) (D. 23) al que se entraba por una puerta enfrentada a la del vestíbulo y por una
gran entrada de carro. Una habitación alargada (D. 23b), con funciones de almacén, cerraba la
vivienda por este lado. Posteriormente, y dado que el carro llegaba sólo hasta el departamento
23, se invadió la calle dejando el espacio justo para el paso de una persona construyendo un
departamento (D. 19) que sólo dio unos pocos objetos de uso personal.
2.5.1.2.
El Conjunto 2 (fig. 8; lám. VID)
Está formado por las viviendas 2, 3 y 4. La Casa 2, de 120 m2 de superficie, presenta un
primer cuerpo formado por una entrada de carro (D. 186) y el establo (D. 188) (4), tras las que
se abre, bajando unos escalones, la sala de trabajo (D. 175) y el hogar (D. 174). Originalmente,
la habitación 186 comunicaba con la 187, pero posteriormente se tapió y la casa se amplió hacia
el oeste, invadiendo la plaza al sur de la calle central. Se construyeron tres departamentos, dos
de ellos dedicados al almacenamiento (D. 185) y la molienda (D. 176) y el tercero con un telar
(D. 169). Como en el caso anterior, no se abrió puerta de comunicación con la casa sino que se
entraba desde la calle. Finalmente, la casa se amplió con la construcción de un taller destinado
al trabajo de la plata (D. 159).
La Casa 3, de 84 m\ abre directamente a la sala (D. 181) donde hay evidencias de todo tipo
de actividades productivas y, tras ella, encontramos, una vez más, una pequeña habitación destinada a la molienda (D. 180). La habitación 179 parece que tenía el hogar y en ella se halló un
antiguo muro de la fase anterior transformado en un banco corrido. Los dos departamentos restantes (D. 178 y 177) son poco claros ya que los materiales se mezclaron durante el proceso de
excavación.
La Casa 4 tiene una superficie de 72m2 y está dividida en dos áreas. La zona norte tiene
un área semiabierta (D. 154), en la cual se hallaron restos de un hogar, y luego la gran sala propiamente dicha (D. 163/168) que durante la excavación se dividió en dos al descubrirse un muro
que corresponde, en realidad, a la primera fase. En esta sala se encuentran restos de todo tipo
de actividades, tanto domésticas como de producción. Al sur de esta zona encontramos, en
primer lugar un departamento sin resto alguno de materiales (D. 170) y que cabe asociar posiblemente con un establo, y otra habitación destinada a la molienda de cereales, como indica la
presencia de un molino (D. 171), que mereció la construcción de un pasillo (D. 172) para llegar
hasta ella sin tener que cruzar por el departamento 170.
(3) La experiencia ha demostrado que en La Bastida de les Alcuses la crujía entre paredes no supera los 3' 75 m, distancia
a partir de la cual necesitan colocar postes. Por ello, creemos que no es descabellado considerar q11e los espacios que superan esta
medida y en los que no hay huellas de postes y en los que, además, suelen aparecer escasos materiales, son patios. La presencia de
casas con patio, se documenta a lo largo de toda la época ibérica desde Andalucía hasta el Languedoc (RUIZ y MOLINOS, 1993,
pp. 152-154; BONET y GUÉRJN, 1995, p. 99; ABAD y SALA, 1993, p. 193; DEDET, 1994, pp. 140-142).
(4) Se han interpretado como posibles establos aquellos departamentos de planta alargada que suelen aparecer en casas con
entrada de carro, junto a una habitación de grandes dimensiones o un patio, y en las cuales no se ha hallado resto alguno de material.
La excepción que confirmaría la regla sería el departamento 170, que no se asocia a una entrada de carro, pero hay otros factores,
que se describen en su momento, que podrían apuntar a esta funcionalidad .
-233-
[page-n-236]
,.
-·······----······-·---·· -- ·------- --- ·---- --------, -----·--------------------------------------------------------!
1:5
CASA9
D. 237
ZONA DE
IJI:S11BULO
1--
o.
1
234
SAlA
•
1RAIIAJO
D 236
.
IWIITIOJN
D. 196
m
IMJCION
@
j
f
tJ
o.
199
IJI:S111ULO
t:a'
¡:¡:
Y'
o. 238
IWIO
D. 2ll2
[>
MliO
'=-~..
l.. z._
N
w
CASA 8
ESPACIO 203
~
• ~1\~!I~ J
'
~
¡
L
¡
CASA 7 ESPACI·
¡--...................... ............................ .. ~ -~~~--- -'
CARRO
m
m
m
CONJUNTO 3
1
¡
~
~
trl'
~
._
El
;¡:..,
~'
-- -- --·---- -·
o
.Á Entrada
lllns
10m
SIMBOLOS
.IIA
N
~
~
;¡:..,
p
.,
EVOI.UClON
CONSlRUCCIONES
FASE 11
o
~
'<
i
:........ .. ...... .... .. ...... .... ···· ····· · --· --· ·· ·
to
•
Hogar
W IIC
0
Molino
Fig. 9.- Planta del Conjunto 3 con evolución de las fases constructivas y áreas funcionales.
[page-n-237]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
21
La Casa 5, de sólo 58m2 , es en origen un espacio abierto al cual se abren dos habitaciones
(D. 183 y 187) que corresponde, respectivamente, a las casas 3 y 2. Posteriormente el espacio
es cerrado por un muro y se construye otro recinto, tapiándose el acceso a la Casa 3. Luego el
espacio es subdividido por un muro este-oeste delimitándose en el lado sur dos departamentos
(D. 183 y 182) llegándose a éste último mediante un vestíbulo (D. 184); también es demolido
el recinto noreste que es sustituido por una estructura cuadrangular semiexcavada. Finalmente
se tapió la puerta entre el departamento 187 y la Casa 2. En el lado sur, se cerró la entrada del
184 y se cegó el paso al departamento 182, abriéndose una puerta entre éste y el183. El espacio
noreste quedó ahora amortizado y sin ninguna estructura ya que la que había se rellenó de piedras y se niveló. Ignoramos las razones de todas estas transformaciones, pero parece claro que,
pese a la denominación inicial, no puede hablarse de una casa, sino de espacios secundarios,
posiblemente dependientes de las casas cercanas.
2.5.1.3.
El Conjunto 3 (fig. 9; lám. IX, B)
Está compuesto por las casas 6, 7, 8 y 9. La Casa 6 tiene una superficie de 110m2 y se abre
al exterior mediante una entrada de carro que da a un amplio espacio (D. 238) en el cual apareció un amasijo de hierros con remaches. A esta sala se abren tres habitaciones, una (D. 239)
de pequeñas dimensiones pero que concentró gran cantidad de hallazgos, especialmente metálicos, otra (D. 237) con material metálico también abundantísimo, entre el que cabe destacar el
exvoto de bronce de un pequeño buey uncido al yugo y, finalmente, el departamento 236 en el
cual apareció un verdadero cúmulo de herramientas y objetos de hierro. En el 237 aparecieron
señales de la existencia de un posible horno (5) en la pared noroeste. El departamento 244, que
no aportó apenas materiales, presenta un empedrado en su mitad norte.
La Casa 7, de 120m2, está formada, en un primer momento, por una serie de habitaciones que
dan a un espacio abierto, que luego será delimitado por muros y transformado en un patio (D. 232).
A éste se entraba por dos puertas que daban a la Calle Central y al espacio 231, y una tercera
puerta, de carro, que daba al departamento 203. Hay dos habitaciones con funcionalidad de trabajo: el departamento 246, con restos de un horno y de un banco de trabajo, y el 233 con restos
metálicos y otro posible horno. Al primero puede que correspondan las pellas de plata que, durante
la excavación, se incluyeron dentro del espacio 232. El departamento 234 tiene una estrecha
entrada a la calle y un amplia abertura al patio, aunque cabe destacar la existencia un hogar ritual
en el centro, con improntas de cuerdas en su borde, similar a los aparecidos en otros yacimientos,
como en el Castellet de Bemabé (Llíria) (GUÉRIN, 1995, p.16). A ella se abre una pequeña habitación (D. 235) con abundante material entre el que cabe destacar una pieza de bronce, formada
por dos cuerpos paralelepipédicos de diferente ancho y altura, apreciándose en su parte superior
una oquedad de sección cuadrada y que los excavadores interpretaron como «una peana».
(5) Distinguimos los homos de los hogares porque éstos últimos sólo presentan una mancha de planta más o menos circular
con la superficie rubefacta, sin señales de haber tenido cubierta ni estructura alguna asociada. Dadas las circunstancias en que fueron
excavados, es difícil determinar si los hornos tienen carácter doméstico o metalúrgico; de algunos, incluso, sólo quedan algunas
huellas o únicamente se infiere su existencia por la aparición de escoria de metal.
-235-
[page-n-238]
22
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ.
La Casa 8, tiene una superficie original de 80 m2 que luego amplía con la construcción de
un establo (D. 204) y un almacén (D. 247) al que se une un muelle de descarga, hasta alcanzar
una superficie total de 100m2 • La casa propiamente dicha tenía una entrada de carro que, posiblemente, se dejaría en la primera habitación (D. 199) a la que se abría un pequeño departamento (D. 200) destinado al almacén, aunque es semejante a aquéllos que servían como zona
de molienda en las casas vistas anteriormente. Más allá tenemos una gran sala enlosada en su
cuadrante noroeste y cuya cubierta estaría sostenida por un poste central. Los materiales son
poco significativos. Finalmente, la habitación 196 dio escaso material.
La Casa 9 tiene una evolución bastante compleja y llegó a tener una superficie de 128m2 •
Parte de una construcción homogénea, los departamentos 205 y 206, cuya actividad, al menos
en la última fase, es el trabajo del metal. Da a un espacio abierto en el cual se construyeron posteriormente los departamentos 201, 192 y 193. Finalmente, el espacio se cerró mediante un muro
que terminaba en un pequeño horno (D. 202).
2.5.1.4.
La Casa 11 (figs. 10 y 11; lám. XIII)
La finalidad de la excavación realizada en 1995 en la zona este era tratar de obtener la estratigrafía de una vivienda, tanto para analizar las posibles fases constructivas como para obtener
información actualizada del alzado de las paredes y de los techos, con el fin de comprobar la
validez de las hipótesis planteadas para llevar a cabo la restauración de las viviendas. Por ello,
se buscó una zona no afectada por excavaciones clandestinas y que, además, pudiera conservar
una cierta potencia estratigráfica.
Así pues, en la zona este se determinó abrir una cata junto a un muro de buena fábrica que
parecía asociarse a restos de estructuras que determinarían una habitación de unos 5 x 5 m. Tras
retirar el primer estrato superficial (Nivel 0) se pudo comprobar que, en realidad, se trataba de
dos departamentos de dimensiones similares y orientados norte-sur que pasaron a denominarse
248 y 249 (6). Al aparecer una puerta en la pared norte del departamento 248 y delimitarse otro
departamento, que cerraba ambos por este lado, se decidió ampliar la zona excavada con esta
nueva habitación, que pasó a denominarse 250.
En los tres departamentos se excavó hasta el suelo de tierra batida y en dos de ellos -249
y 250- se realizaron pequeños sondeos para comprobar la potencia y características del relleno
mediante el cual se realizaron estos suelos.
Finalmente, terminada la excavación y ante la imposibilidad material de llevar a cabo trabajos de consolidación, se decidió volver a tapar las estructuras halladas a fin de protegerlas de
la erosión, tanto natural como antrópica.
(6) Durante los trabajos de restauración y consolidación llevados a cabo el año 1992 se denominaron departamentos 246 y
247 -el último número dado en 1931 fue el 245- a dos pequeños espacios que habían quedado sin numerar durante los trabajos
de excavación.
-236-
[page-n-239]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
23
Muro 1 Tramo B - - - - - - - - i
DEPTO. 250
e
j
...
e
::1
::1
DEPTO.
248
DEPTO.
249
e·
B
.__
_.A
f--.s-j
N
o
2m
Fig. 10.- Planta de la Casa 11. Año 1995.
-237-
*
[page-n-240]
24
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
A'
A
Á
Á
8
8'
4
Á
bepto. 249
Depto. 248
Capa3
o
1m
Fig. 11.- Secciones y secuencia estratigráfica de la Casa 11. Año 1995.
Departamento 248
Es de planta rectangul
alzado original de las paredes, tan sólo se conservan los zócalos hasta una altura máxima de 48
cm en su punto más alto. Presenta dos puertas: una en el centro de la pared sur y otra en el
extremo este de la pared norte, de 1' 2 y 1 m, respectivamente. No se halló elemento alguno asociable con el sistema de cierre.
Junto a la puerta norte, adosado al muro lA, se halló un poyo de 1'2 x 0'36 x 0'35 m, construido mediante un paramento de piedras de tamaño medio trabadas con tierra y piedras
pequeñas a modo de cuñas.
La estratigrafía documentada es la siguiente (fig. 11):
- Capa 0: Estrato superficial, que cubre los tres departamentos, resultado de la alteración producida por las raíces y por la acumulación de materia orgánica. Compuesto
por una tierra oscura y muy suelta, en la que ya aparece abundante material cerámico,
con un espesor que varía entre 5 y 20 cm. Apareciendo algunas piedras junto a los
muros.
- Capa 1: Estrato de tierra oscura similar al anterior pero mucho más compactado, con
nódulos de adobe descompuesto y abundante material arqueológico (cerámica, metal,
pondera,. semillas y escasos fragmentos de huesos). El espesor varía también entre 10 y
20 cm. Corresponde al derrumbe de las paredes y del techo.
-238-
[page-n-241]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
25
-
Capa 2: Estrato de tierra clara con nódulos de adobe rubefactos y restos de cenizas y
algunos carbones, consecuencia del incendio. El material arqueológico fue muy abundante, con piezas conservadas in situ, así como restos de clavos y remaches de hierro
entre cenizas que podrían haber pertenecido a una pieza de madera.
-Capa 3: Suelo del departamento formado por la roca natural acondicionada mediante la
tierra gris clara empleada habitualmente y piedras pequeñas.
Departamento 249
También es de de planta rectangular y sus muros delimitan un espacio interno de 3' 82 x 2
m. Del alzado original de las paredes, tan sólo se conservan los zócalos hasta una altura máxima
de 75 cm en su punto más alto. Están construidos mediante un doble paramento de bloques de
tamaño medio trabados con tierra y piedras pequeñas, con hiladas regulares de unos 20 cm de
media. Presenta una puerta en el centro del muro N, de 1m de anchura.
La estratigrafía documentada es la siguiente (fig. 11):
- Capa 1: Estrato de tierra oscura, con nódulos de adobe descompuesto y abundante material arqueológico (cerámica, metal, pondera, semillas y escasos fragmentos de huesos).
El espesor varía entre 20 y 40 cm. Corresponde al derrumbe de las paredes y del techo.
-Capa 2: Estrato que se asimila a la capa 1 y que está rellenando un agujero realizado en
el suelo del departamento, junto al hogar. En él se hallaron fragmentos de un ánfora PE14 -que ya aparecía en la capa 1-, junto con restos de otros vasos.
-Capa 3: Capa de tierra blanquecina compactada, localizada únicamente recubriendo las
paredes del agujero, sin material arqueológico y que podría ser el resultado de la descomposición de la roca.
- Capa 4: Suelo del departamento, formado por un relleno de tierra gris compacto que iguala
las hendiduras del terreno natural en la mitad sur del departamento ya que en la mitad norte
ya aparece la roca. En el centro se halló un hogar de tierra rubefacta y planta irregular.
-Capa 5: Terreno natural formado por una tierra arcillosa roja y abundante cascajo, resultado de la descomposición de la roca.
Departamento 250
Transversal a los anteriores, es un departamento de planta rectangular cuyos muros delimitan un espacio interno de 4' 36 x 2' 16m. Del alzado original de las paredes sólo se conservan
los zócalos hasta una altura máxima de 42 cm en su punto más alto. Están construidos mediante
un doble paramento de bloques de tamaño medio trabados con tierra y piedras pequeñas, con
hiladas regulares de unos 20 cm de media. La puerta (ver D. 248) salva un desnivel de 26 cm;
no se conservan escalones, aunque la roca presenta huellas de haber sido ligeramente recortada.
La estratigrafía documentada es la siguiente (fig. 11 ):
- Capa 1: Estrato de tierra oscura bien compactada con nódulos de adobe y con abundante
material cerámico que corresponde al derrumbe de las paredes y del techo. Espesor
variable también entre 5 y 20 cm.
-239-
[page-n-242]
26
E. DÍES , H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
-Capa 2: Estrato de tierra clara resultado de la descomposición de los adobes en los que
aparecen abundantes restos constructivos (adobes con restos de revestimiento y enlucido,
improntas de techo, etc.) en la base del cual se observa una capa de cenizas que cubre
el suelo del departamento. En este nivel aparecieron 22 piezas prácticamente enteras
entre las que cabe destacar unas trébedes de hierro, varias ollas toscas, dos ánforas PE14, un plato, tinajas, tinajillas, etc.
-Capa 3: Suelo del departamento formado por un relleno de tierra gris clara compactada
que se apoya en gran parte sobre el terreno natural y, en algunos puntos, en la roca. Espesor
variable entre 4 y 6 cm. Pasa por debajo del muro norte y se adosa a los otros tres.
- Capa 4: Estrato de tierra gris compactada que aparece sólo en el lado este del departamento y en cual se halló un hogar de planta ligeramente rectangular y que corresponde
a un suelo de un nivel de ocupación anterior. Sólo llega hasta el niuro norte, que lo cubre.
-Capa 5: Terreno natural formado por una tierra rojiza y cascajo resultado de la descomposición de la roca.
Características de los muros (7)
En lo que a las estructuras se refiere, pueden resumirse de la siguiente manera:
N"
Tramo
Dls.
Long.
Ancho
Alto
Función
Descripción
Cimientos
A
248-250
TI
0"53/
0' 46
0"72/
0"28
Pared
maestra
Doble paramento de bloques de tamaño medio, toscamente
trabajados exteriormente, trabados con tierra y piedras
pequeñas. Hiladas poco regulares con una media de altura
de unos 20 cm. Conserva revestimiento en el D. 250
B
250
5'4
0"561
0 ' 42
0'4/
0"42
Pared
maestr
Doble paramento de bloques de tamaño medio, toscamente
trabajados exteriormente, trabados con tierra y piedras
pequeñas. Hiladas poco regulares con una media de altura
de unos 20 cm. Conserva revestimiento
En su paramento interno.
descasa sobre el nivel 3 del D.
5, sin zanja alguna ni
preparación
e
249-250
8
0'44/
0" 58
0'75/
0"6
Pared
maestra
Doble paramento de bloques de tamaño medio, toscamente
trabajados exteriormente, trabados con tieria y piedras
pequeñas. Hiladas poco regulares con una m~dia de altura
de unos 20 cm. Afectado en su extremo norte por un pino
En el D . 250 se asienta sobre
la roca, pero en el 249 lo hace
sobre el nivel 3. No hay zanja
ni preparación
248-249250
3"46
0"52/
0"54
0 '42
Pared
maestra
Doble paramento de bloques de tamaño medio, toscamente
trabajados exteriormente, trabados con tierra y piedras
pequeñas. Hiladas poco regulares con una media de altura
de unos 20 cm. Conserva revestimiento en el D. 250
En los D. 248 y 249 descansa
sobre la roca, mientras qu~ el
250 lo hace sobre el nivel 3.
No hay zanja ni preparación.
A
248-249
1"12
0"401
0"31
0"52
Tabique
Doble paramento de bloques pequeños, toscamente
trabajados exteriormente, trabados con tierra. Termina en
un posible post{! semienca.strado
Se asienta sobre la roca sin
z- nja ni preparación.
a
B
248-249
1'42
0"26
0"52
Tabique
Paramento de bloques de tamaño medio toscamente
trabajados exteriormente, trabados con tierra. Se inicia en
un posible poste semiencastrado
Se asienta sobre la roca en el
D 248 y sobre el Nivel 2 en el
D. 249
e
248-249
1"22
0"21
0 "26
¿Puerta?
¿Tabique?
Paramento de bloques trabajados sólo en su cara este,
trabados con tierra. Restos de adobe en el extremo sur del
D. 249
Se as.ienta directamente sobre
la roca sin zanja ni
preparación
4
24&
0'52
0"68
0'32
Jamba
Doble paramento de bloques de tamaño mediano y grande,
toscamente trabajados exteriormente, trabados con tierra y
piedras pequeñas.
Se asienta s.obre la ra:ca sin
zanja ni preparación alguna.
5
248-249
0"54
0'58/
0'55
0'35
Jamba
Doble paramj!nto de bloques de tamaño medio, toscamente
trabajados exteriormente
Se asienra sobre la roca sin
zanja ni preparación alguna.
6
249
0'4
o·5
0' 40
Jamba
Doble paramento de bloques de tamaño mediano y grande,
toscamente trabajados exteriormente
Se asienta sobre la roca sin
zanja ni prepardción alguna
1
2
3
(7)
Dimensiones de los muros en metros.
-240-
Se asienta directamente sobre
la roca, sin zanja alguna ni
preparación
[page-n-243]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
2.5.2.
2.5.2.1.
27
Análisis de los datos arquitectónicos
La arquitectura de las viviendas
El estudio de los zócalos y de los elementos constructivos hallados en el curso de los trabajos han aportado gran cantidad de datos sobre las técnicas arquitectónicas de las casas (figs.
12 y 13). Las paredes se elevan sobre un zócalo de piedra que, como hemos dicho, sirve a la
vez de muro de contención para la realización de los suelos. La anchura de los muros es variable,
predominando los de 50 y 60 cm, aunque parece claro que el ancho variaba en función de si el
muro tenía que sostener los rollizos del techo o no, puesto que las vigas maestras descansaban
sobre postes en la mayor parte de los casos. Las anchuras inferiores a estas dimensiones suelen
corresponder a medianeras -hay curiosas excepciones- e incluso a simples tabiques que no
ejercen función alguna de soporte. La altura de los zócalos varían entre los 60 y 120 cm, siendo
más altos aquéllos que son paralelos a la pendiente, por cuanto al tener que servir de muro de
contención de la habitación anterior, o de la calle, deben tener mayor altura.
Como en la muralla, no hay una preocupación excesiva por los cimientos, de forma que tan
sólo se entierra la primera hilada, aunque aprovechan los afloramientos rocosos para, en los
muros perpendiculares a las curvas de nivel, hacer cambios de nivel en la cota superior del
zócalo. No es raro que este quiebro coincida con la aparición de grandes bloques que alternan
con la piedra de tamaño medio/pequeño.
Los muros son un doble paramento de piedra trabada con tierra, con un relleno de tierra y
cascajo cuando excede los 40 cm de anchura ya que los paramentos vienen a tener un tamaño
de unos 20 cm cada uno. Con todo, junto a paredes bien construidas, con bloques bastante regulares y de trazado más o menos rectilíneo, encontramos muros construidos con piedras de gran
tamaño pero muy irregulares y de recorrido tortuoso (fig. 5, A). Todo parece indicar la intervención de varias personas en la edificación de una misma vivienda, cada una con su técnica y
disponiendo de la materia prima según su saber y conocimientos.
Sobre este zócalo, y nivelado mediante una capa de tierra amasada para preparar una cama
rectangular, se alzaba una pared de adobes cuyas dimensiones habituales eran 35 x 25 x 10 cm
(frente a los 40 x 31 x 10 de la muralla). Esto permitía combinar su disposición según la anchura
de los muros: un muro de 60 cm se realizaba con los adobes colocados a soga en uno de los
paramentos y a tizón en el otro, los de 50 presentaban ambos a soga y los escasos de 70 -que
suelen corresponder a reparaciones- tendrían los adobes colocados a tizón en los dos paramentos. Esta pared, que alcanzaría una altura mínima superior a los 2'2 m, estaba totalmente
revestida de arcilla o barro y, en algunos casos, enlucida de cal. En el curso de los trabajos apareció un fragmento de enlucido de color verde-azulado que confirma la existencia de enlucidos
pintados en algunas habitaciones, como también se ha constatado en el Puig de la Nau, con
paredes decoradas con motivos geométricos de color ocre (OLIVER y GUSI, 1995, p. 213), o los
revocos pintados de rojo y azul del poblado de La Quéjola (San Pedro, Albacete) (BLÁNQUEZ,
1995, p. 197). No se ha podido documentar pero, por paralelos constructivos, no es descartable
que la última o últimas hiladas de las paredes fuesen de piedra. Este sistema protege de la erosión y, además, refuerza los mechinales de vigas y rollizos. En ocasiones, se convierten en
pequeños parapetos para la terraza. Los datos obtenidos de la muralla así lo parecen indicar y
ya hemos hablado de la semejanza de modelos constructivos entre la muralla y las casas.
-241-
[page-n-244]
28
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
Fig. 12.- Hipótesis de restitución de la sección longitudinal del Conjunto 2 y de la calle principal donde se
aprecia el escalonamiento de los departamentos al adaptarse al terreno (según E. Díes y F. Chiner).
Los suelos son mayoritariamente de tierra batida. Los dos enlosados localizados en el
ángulo noroeste del departamento 191 y en la mitad sur del 244, son de tipos similares: losas
de piedra caliza, de un grosor en tomo a los 9 cm y asentadas sobre tierra. Las juntas entre estas
losas son muy amplias, incluso de varios centímetros, por lo que hay que descartar su empleo
como superficie estanca.
Los restos interpretados como pertenecientes a los techos muestran una disposición semejante a la hallada en otros poblados ibéricos. Las cubiertas, planas (fig. 12), están realizadas con
tierra amasada mezclada con cerámica y gravas, alcanzando un grosor entre 9 y 12 cm; este
material descansaba sobre un entramado vegetal muy variado (gramíneas sobre todo), cañas o
ramas, sostenido por rollizos que descansaban sobre vigas maestras. De la zona del techo que
correspondería a la parte superior de los muros se han recuperado restos de la moldura que recorrería el borde de la terraza. En el caso que nos ocupa (Casa 11) parece que ésta sería de sección semicircular y con un altura no superior a los 1O cm, sin llegar hasta el borde exterior del
muro. Este reborde tendría como misión conducir el agua de lluvia hacia un punto determinado
para, mediante una gárgola de madera -puesto que no se han hallado restos en piedra o terracota-, verterla hacia la calle o patio o hacia un contenedor cerámico, como se ha sugerido en
las reconstrucciones de yacimientos protohistóricos del Languedoc (ARCELIN, 1987, p. 73, fig
41; CHAUSSERIE-LAPRÉE y NIN, 1990, p. 81 ). Por paralelos de la arquitectura bereber, parece
probable que este reborde se combinara con un voladizo como las restituciones propuestas en
el Camp de Túria (GUÉRIN y BONET, 1995, figs. 7, 11 y 12) que evitara la erosión de los muros.
Con todo, no creemos que hubiera un sólo modelo de techo, sino que éste variaría según las
características y necesidades de la vivienda. Aunque parece predominar la terraza plana, también pudo haber tejados a un agua realizados con elementos vegetales, sobre todo el porche o
estructuras sencillas; del mismo modo, el acabado de la terraza puede haber sido con o sin
reborde, con alero o sin él, o incluso con algún tipo de pared o parapeto hasta media altura para
protegerse del viento o de las miradas.
Como decíamos en el apartado anterior, en el Conjunto 3 los afloramientos de roca son
mayores por lo que no es raro que fueran aprovechados como bases de poste. Estos elementos, a
diferencia de otras bases de poste realizadas mediante la colocación de losas planas en el suelo, no
pudieron ser desplazados o removidos durante la excavación y todavía pueden ser objeto de estudio.
-242-
[page-n-245]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
29
Se han documentado cinco posibles bases de poste en el Conjunto 3. La que está situada
en el centro del departamento 191 se explica por la necesidad de cubrir un amplio espacio de
5'25 x 4'5 m, en el cual se realizaba alguna actividad de tipo industrial, posiblemente relacionada con el solado que apareció en el cuadrante noroeste; se trataba de una pilastra de cierto
grosor -posiblemente en torno a los 20 cm- que sostenía todo el entramado de vigas. Es,
junto con el posible poste del departamento 23, el único caso que hemos documentado de
soporte central en una habitación.
Los postes adosados a las paredes son un sistema habitual de soporte de cubierta en el
Castellet de Bernabé, por lo cual partíamos de la hipótesis de que sucediese lo mismo en La
Bastida. Efectivamente, se ha podido comprobar la existencia de recortes planos en los afloramientos rocosos junto a algunos muros, generalmente en la parte central de su trazado, y con
una superficie de 20 x 20 cm.
Los vanos son escasos. Las puertas, enmarcadas la mayoría de las veces por jambas monolíticas, aprovechan siempre una de las esquinas de la casa. En el caso de tratarse de adosamientas no perforan el muro más antiguo para colocar el dintel, sino que construyen un pequeña
jamba manteniendo la disposición descentrada de la puerta. La anchura media de las puertas
ronda los 70/80 cm, aunque en algunos casos puede alcanzar los 100 cm. Y la de aquéllas que
han de atravesar carros varían entre 170 y 180 cm, lo que parece confirmar que el ancho máximo
de los carros, de cubo a cubo, no superaría los 1551160 cm, puesto que a los vanos de las puertas
hay que restar la anchura de las hojas, entre 5 y 7 cm., medidas que se corresponden con el
estudio de los carros realizados en el Castellar de Meca (Ayora) (BRONCANO y ALFARO 1990,
pp. 194-195).
Todo lo que podemos concluir sobre las ventanas es, por el momento, tan sólo hipótesis a
partir de los pocos datos de que disponemos. Pensamos que las ventanas debieron de ser escasas
ya que todos los talleres metalúrgicos han aparecido frente a las puertas, convertidas así en fuente
de luz para actividades que debían realizarse dentro de las casas y necesitaban de iluminación.
Por los hallazgos de hojas de hierro remachadas, generalmente cerca de las entradas,
parece que las puertas -y las pocas ventanas- estarían cerradas por postigos de madera reforzados con estos elementos metálicos. No se han hallado sistemas de cierre como pestillos o
chumaceras, aunque existen soluciones que no dejan resto alguno de estos elementos. También
parece que la única puerta cerrada con este sistema sería la de la calle y que las subdivisiones
internas se harían con telas o esteras, salvo en el caso de almacenes o corrales (JODIN, 1987,
pp. 158 y ss.).
2.5.2.2.
Estudio de la funcionalidad de las estructuras consolidadas
Como hemos dicho en el apartado anterior, si algo se aprecia claramente en La Bastida de les
Alcuses es la distinta funcionalidad de las construcciones. Hay edificios de carácter privado o
doméstico, como los Conjuntos 1 (Casa 1) y 2 (Casas 2, 3, 4, y 5) y otros con una actividad claramente productiva, al menos en la fase final, como el Conjunto 3 (Casas 6, 7, 8 y 9). Otros parecen
tener una categoría diferente, sea de tipo civil o religioso, como el Conjunto 5 (D. 61-65) que se
halla en la parte más alta del yacimiento (DÍES y ÁLVAREZ, e.p.), o el Conjunto 4, al sur de la cisterna, del que ya hemos hablado, donde se halló la figurilla del Guerrer de Moixent (fig. 4).
-243-
[page-n-246]
30
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
Pero también dentro de las viviendas se aprecian diferenciaciones de tipo social, con casas
de más de 150m2 de superficie construida, o parcelas subdivididas en áreas semejantes en torno
a los 80m2 • Incluso dentro de éstas se aprecian diferencias atribuibles a la funcionalidad o a las
actividades de la familia o grupo que las habitaba (fig. 8). La Casa 2 tiene una entrada de carro,
como la Casa 1, algo que no sucede en las Casas 3, 4 y 5. Cada casa muestra, además, una dinámica propia en su evolución y así, si la Casa 1 parece tener al menos dos fases con reestructuraciones internas, las Casas 2 y 5 tienen dos sucesivas ampliaciones sobre la planta inicial. Por
el contrario, las Casas 3 y 4 no parecen tener variaciones a lo largo del tiempo, pero se superponen sobre estructuras más antiguas de las cuales hemos hablado. En suma, no parece que
exista un modelo de casa, ni siquiera entre habitantes de un nivel social semejante, al menos en
lo que se refiere a la superficie ocupada por cada vivienda.
El estudio de la manzana que forma el Conjunto 3 (fig. 9) parece confirmar también esta
hipótesis. Ya antes de comenzar los trabajos de restauración este grupo de casas llamaba la atención por no haber aparecido allí ni un solo molino y por la enorme cantidad de metal hallado,
así como escoria de plomo y hierro. Estos hallazgos, junto a abundantes cenizas y un banco de
trabajo llevaron durante la excavación a identificar el departamento 206 como una posible
fragua. Durante los trabajos de consolidación se ha podido comprobar que en tres de las Casas
6, 7 y 9, hay restos de hornos de planta circular y zócalo de piedra, mientras que la Casa 8 parece
tener también una función de almacenaje. Su cercanía a lo que parece ser la casa de mayor
tamaño del poblado (Casa 1O) y a la única cisterna localizada nos hace pensar en una fuerte relación entre el propietario de esta vivienda y la producción metalúrgica.
Estos talleres son sensiblemente distintos de los integrados por pequeñas habitaciones individuales, como el 159, perteneciente a la Casa 2. Parece que ello puede explicarse porque este
conjunto fue, en origen, zona de viviendas, lo que explica la distribución interna de las Casas 6
y 8, muy semejante al esquema general de casa. En cambio, las Casas 7 y 9, con continuas
ampliaciones, sí parecen responder a un modelo de taller de grandes dimensiones.
Desgraciadamente, los materiales hallados corresponden sólo a este momento final de produc- .
ción metalúrgica, por lo que resulta problemático adscribir funcionalidades a las diferentes habitaciones de las Casas 6 y 8.
En esencia, la vivienda se compone de una habitación central de mayores dimensiones, iluminada directa o indirectamente desde el exterior, donde se realizan la mayor parte de las actividades, excepto algunas como la cocina o molienda que quedan relegadas a pequeñas habitaciones interiores, muchas de ellas de reducidísimas dimensiones. Pese a lo dicho, no se puede
hablar de una pauta general habiendo casos particulares que sólo pueden explicarse dentro de la
evolución propia de cada casa. Establos y almacenes, aunque integrados en las casas, están claramente separados de la zona habitada, llegando a tener en algún caso una entrada propia.
2.5.2.3.
Evolución constructiva de las viviendas consolidadas
Durante los trabajos se han puesto de manifiesto, como hemos visto, distintas fases constructivas (fig. 8):
De la Fase 1 apenas han aparecido algunos escasos muros que delimitan una línea de
fachada con acceso desde el lado norte por debajo de los niveles de suelo de los departamentos
-244-
[page-n-247]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
31
. 4 - - - - - - - - - r t - - etlblerta de tierra
~~~~--~~~------~Ram~e
~~~4-~~~~----------~·
~-~~~L-----Emuddo
~7~~~~~~------A~
Fig. 13.- Hipótesis de restitución del Conjunto 1 (según E. Díes y F. Chiner).
159, 177, 179 y 163/168 (lám. VII, A). En el Espacio 190 también han aparecido restos de pavimentos y muros muy arrasados adaptados también a los dos niveles en que la zona es dividida
por un escalonamiento natural del terreno. También se han hallado restos de un muro y de una
estructura circular bajo el departamento 169 y en el espacio 161, así como evidencias de actividad metalúrgica en este departamento y en el 181.
La Fase JI corresponde, como hemos dicho, al urbanismo que se conserva actualmente y
significa un cambio total en los sistemas constructivos, con una menor adaptación al terreno y
la realización de pequeñas nivelaciones en los departamentos empleando los muros perimetrales
como muros de contención, a la vez que como zócalos. La orientación de los muros de esta fase
es sensiblemente distinta, unos 9 grados, con respecto a los de la fase anterior.
Ha sido en la Casa 2 (fig. 8) donde se ha hallado la mayor cantidad de remodelaciones que
nos han permitido definir tres subfases para la vivienda, sin que por el momento podamos extrapolarlas al resto del poblado. En la Fase Ila la casa está formada por los departamentos 174,
175, 186, 188 y, presumiblemente, 187. La Fase IIb supone, por una parte, el tapiado de la puerta
que comunicaba 188 y 187, pasando éste último a formar parte de la Casa 5, sin restaurar. Por
-245-
[page-n-248]
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
32
...
"""
--.....__.
"\.~
:
-~ ...
---
..
--
- ~·
.
.
~
\~
•L
~
.... .
-..,
.•
. ~~r~~ - ~~~-
~~ ~~ ~~ ,
~·
e~
_v_
~
-
t ~ .
.
-,
~ ~~
Fig. 14.- Hipótesis de restitución del lienzo de muralla con torres (según E. Díes).
otra, la casa es ampliada por el oeste mediante la construcción de un anexo de 11 ' 5 x 2' 5 m que
es subdividido en los departamentos 169, 176 y 185, todos ellos con función de almacenaje y
trabajo doméstico, y al que se accede desde la calle oeste. Finalmente, en la Fase Ilc la Casa 2
es nuevamente ampliada con la construcción de otro anexo, el departamento 159, dedicado a la
producción metalúrgica, también abierto a la calle oeste y ante el cual han de realizar un ligero
acondicionamiento para impedir la entrada de agua de lluvia en el interior.
En el Conjunto 3 sólo la Casa 6 mantiene su planta sin cambios a lo largo de toda su existencia. Las restantes son objeto de sucesivas ampliaciones. No hay evidencias de la Fase 1 del
poblado.
A la Fase Ila corresponden la totalidad de la Casa 6, los departamentos 190, 191, 199 y 200
de la Casa 8 y los departamentos 205 y 206 de la Casa 9. Son estructuras de planta muy regular
y construidas al parecer con una funcionalidad de vivienda. Posteriormente -Fase Ilb- se
construyen los primeros departamentos de la Casa 7 (D. 233, 234, 235 y 246), así como una
pequeña estructura en el ángulo sureste. La Casa 8 es ampliada mediante la construcción del
departamento 204, posiblemente un establo, así como la Casa 9 mediante la construcción de los
departamentos 192, 193 y 201, quedando el espacio central como un patio abierto a la cisterna.
-246-
[page-n-249]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
33
Finalmente, durante la Fase Ilc la Casa 7 cierra totalmente su perímetro regularizando la
fachada sur, para lo cual se desmonta la estructura suroeste y se cierra el acceso a la Calle
Central. Algo parecido sucede en la Casa 9, donde el patio se cierra y se construye un horno.
En la Casa 8 se construye un pequeño almacén (D. 247) con un empedrado ante él que podría
tratarse de un muelle de descarga que da al camino de ronda.
Resulta interesante comprobar que esta subdivisión en tres fases coincide con la de la Casa
2, sin que por el momento podamos establecer hipótesis alguna vinculada con este hecho.
3.
ESTUDIO DE LOS MATERIALES PROCEDENTES DE LA EXCAVACIÓN. AÑOS
1993-95
El realizar nuevas excavaciones en La Bastida de les Alcuses después de 70 años, aunque éstas
se hayan reducido a tres sondeos en la muralla y a una vivienda en el intelior del poblado, permite obtener una información de primera mano así como documentación inédita sobre temas referentes a técnicas constructivas y a materiales, debido, sin duda, a los nuevos métodos de excavación y al avance que ha tenido durante todos estos años la investigación sobre la Cultura Ibérica.
Los materiales arqueológicos recuperados en las excavaciones realizadas entre 1990 y 1995
completan y corroboran las tipologías y cronologías ya ampliamente publicadas y conocidas. Sin
embargo, hay aspectos novedosos como la identificación de nuevas cerámicas de importación,
los análisis carpológicos o el estudio funcional de la Casa 11 que merecen un estudio más detallado de los mismos.
Durante la limpieza de las terreras acumuladas al sur del Conjunto 2 se halló un plomo
enrollado que resultó estar escrito por las dos caras. Dado su interés y por tratarse de un
hallazgo fuera de contexto, se publicó de inmediato como el plomo BASTIDA VI (FLETCHER
y BONET, 1994).
3.1. MATERIALES CERÁMICOS
3.1.1.
3.1.1.1.
Cerámica de importación
Cerámicas áticas
Por lo que se refiere a las cerámicas áticas hemos seguido los estudios tipológicos que, tradicionalmente, se vienen utilizando para su clasificación. Así, aceptamos la propuesta terminológica de Lamboglia (1952) por ser el pionero en la catalogación de estos vasos, junto a la numeración propia de Morel (1981) y la monografía del Ágora de Atenas de Sparkes y Talcott (1970).
Cerámica ática de figuras rojas
Entre los restos de cerámicas áticas, aquéllas que fueron decoradas con el estilo de figuras
rojas se han registrado de forma minoritaria en comparación al barniz negro, identificando entre
las mismas las siguientes formas:
-247-
[page-n-250]
34
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
-Crátera de campana. En el nivel IV del MOS1 efectuado en la muralla (1993) se halló un
fragmento de crátera de campana -«Bell-Krater»- (SPARKES y TALCOIT, 1970: Vol. I,
pp. 54-55; Vol. II, fig. 2, no 59-62 y pl. 3, n° 59-61) que llegaron a ser más comunes y tardías que las cráteras de columnas -«Colum-Krater»-. Fue en la primera mitad del s. IV
a.C. (TRÍAS, 1967-1968) y, más concretamente, entre el 375-350 a.C. (ROUILLARD, 1991,
pp. 163-165) cuando estos vasos se importaron de forma generalizada, especialmente, en
el sur y sureste peninsular, decorados con una única hilada de personajes lo que los hacía
idóneos para la representación figurada de escenas de cortejo o symposium (sin dibujar).
- Kylix-skyphos. En el departamento 249 se halló un fragmento de borde de kylix-skyphos
(fig. 19, 1). Estos vasos suelen presentar una dualidad en cuanto a la técnica decorativa,
alternando la decoración incisa y estampada en el interior del vaso con el estilo de
figuras rojas en el exterior del mismo (URE, 1944, pp. 67-77) y, a la vez, presentan dos
variantes atendiendo al grosor de sus paredes, siendo nuestro ejemplar el perteneciente
a la variante de paredes gruesas - «heavy-walled»- (SPARKES y TALCOIT, 1970: Vol.
I, pp. 109 y lll-112; Vol. II, fig. 6, n.0 621 y pl. 27, n° 617-623), fechado entre el420
y el 380 a.C. , que pasó a ser muy popular entre algunos pintores del s. IV a.C., tales
como el Pintor de Jena y el Pintor Q (BEAZLEY , 1968).
- Kylix. Del mismo modo, se ha hallado en el MOSl, en su nivel superficial, un fondo de
kylix de figuras rojas (fig. 15, 4) en cuyo interior parece divisarse una decoración de
grecas. Presentes en casi todos los yacimientos ibéricos de la primera mitad del s. IV
a.C. (420/375-340 a.C.), Rouillard los individualizó en algunas variantes atendiendo a
sus motivos estilísticos (ROUILLARD, 1975) a partir de los hallazgos de Andalucía.
Cerámica ática de barniz negro
El grueso del material de importación hallado en el transcurso de los recientes trabajos está
compuesto, esencialmente, de vasos áticos de barniz negro; cerámicas que venían denominándose,
hasta hace algunos años, como «precampaniense» a partir de la clasificación preliminar realizada
por Lamboglia (1952), para lo cual utilizó, sobre todo, materiales de este poblado. Definiendo, bajo
aquel término, a formas propias de la cerámica ática de figuras rojas producidas en la Campania
antes del 300 a.C. (LAMBOGLIA, 1954) cuando, en realidad, se trataba de formas verdaderamente
áticas que venían apareciendo en poblados del Mediterráneo occidental durante el s. IV a.C.
Yacimientos del sur de Francia, norte de África, así como del Levante peninsular tienen como
denominador común estas cerámicas, que pudieron llegar a través de dos posibles vías: la más
normal, partiendo de las colonias griegas de la Magna Grecia o de Sicilia, o bien, debido a la
escasa incidencia que debió tener Atenas en estas colonias tras la guerra del Peloponeso, de forma
directa desde Atenas a Aleria y costas levantinas (PÉREZ BALLESTER, 1986, p. 27).
Las formas de barniz negro ático aparecidas son las siguientes:
· - Kylix de pie bajo. A esta forma atribuimos un fragmento de fondo con decoración estampillada de ovas y el inicio de una roseta (fig.l5, 5), en concreto, a la variante denominada Clase Delicada (SPARKES y TALCOIT, 1970: Vol. I, pp. 102-105; Vol. II, fig. 5,
no 483-517, pl. 22-23), con una datación que se inicia en el tercer cuarto del s. V hasta
el segundo cuarto del s. IV a. C.
-248-
[page-n-251]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
35
3
o
O
Fig. 15.- Materiales procedentes de los sondeos de las Casa 5 ( n° 1 y 2), Sondeo 11,
capa IV ( n° 3, 5 y 6) y del Sondeo 1, superficial (n° 4). Año 1993.
-249-
5cm
5cm
[page-n-252]
36
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
-Copa de borde reentrante o F. 21 Lamb. 1 F.2771. Una de las formas más típicas del s.
IV a.C. (375-330 a.C.) (SPARKES y TALCOTT, 1970: Vol. I, pp. 131-132; Vol. 11, fig. 8,
n. 0 830-837, pi. 33, n. 0 834) (fig. 17, 3; fig. 19, 3).
- Copa de borde exvasado o F. 22 Lamb. 1 F. 2681. Sobre la misma, aun siendo una forma
propia del s. IV a.C. (400-350 a.C.), también se ha documentado a finales del s. V a.C.
0
0
(SPARKES y TALCOTT, 1970: Vol. I, pp. 128-132; Vol. 11, fig. 8, n. 806-808, pl. 32, n.
806-807) (fig. 15, 3).
-Plato de pescado o F. 23 Lamb. 1 F. 1121. Esta forma tomó su nombre de la decoración
que aparecía en un primer momento en la cara interna de estos platos representando
peces u otros animales marinos y, que posteriormente siguió produciéndose, ya sin estos
motivos, en barniz negro ático entre el 350-325 a.C. (SPARKES y TALCOTT, 1970: Vol.
I, pp. 147-148; Vol. U, fig. 10, n. 0 1072-1076, pl. 37, n. 0 1061-1073) (sin dibujar).
- Salero con pie anillado o F. 24a Lamb 1 F. 2786. Aparecidas durante el segundo y tercer
cuarto del s. IV a.C. (400-375 a.C.) (SPARKES y TALCOTI,. 1970: Vol. I, pp. 137-138;
Vol. 11, fig. 9, n. 0 949, pi. 34, n. 0 948-950) (fig. 19, 2).
- Kantharoi de labio moldurado o F. 40 Lamb. 1 F. 4162. Se trata de piezas pertenecientes al
s. IV a.C. (350-325 a.C.), pudiendo tener un cuerpo liso o decorado con gallones, decoración ésta que aparece en el segundo cuarto de esta centuria (SPARKES y TALCOIT, 1970:
Vol. I, p. 122; Vol. ll, fig. 7, n. 0 700, 701 y 704, pi. 29, n.o 700, 703 y 704) (fig. 17, 1 y 2).
- Bolsal o F. 42B Lamb. 1 F. 4162. Son propios del s. IV a.C. (375-350 a.C.), aunque los
primeros pueden fecharse en el tercer cuarto del s. V a.C. (SPARKES y TALCOTT, 1970:
Vol. I, pp. 107-108; Vol. U, fig. 6, n. 0 561) (fig. 19, 4; fig. 21, 1).
En lo que se refiere a las cerámicas finas de importación -ática de figuras rojas y barniz
negro-, su lectura nos desvela el ambiente cultural, y más concretamente comercial, en el que
este yacimiento, junto a otros coetáneos, estuvo inmerso. Por tanto, dentro de esta dinámica
comercial, la existencia de la vajilla ática en nuestros yacimientos ibéricos nos habla de la presencia de productos griegos, que bien pudieron llegar a través de comerciantes púnicos, a modo
de intermedi
El auge de este comercio y la consiguiente llegada masiva de piezas áticas a nuestras tierras,
fue el resultado de un compendio de causas. Por un lado, la Guerra del Peloponeso con sus respectivas pérdidas en los mercados de la Magna Grecia, obligó a los artesanos atenienses a abrir
nuevos mercados, en donde el cliente ibérico fue un óptimo receptor, recibiendo una producción
a gran escala aunque baja en calidad. Otra causa estuvo en el cambio que se produjo en los controladores del comercio marítimo, antes en manos de focenses y fenicios, luego en posesión de
ampuritanos y púnicos. A lo que habría que añadir, el mejor conocimiento de las rutas comerciales
presentes en estas costas por parte de los comerciantes (BARCELÓ, 1987-1988, pp. 179-180).
Pero en el caso particular que nos atañe, la llegada de estas cerámicas áticas de forma
masiva a tierras contestanas vino precedida de todo un proceso (SALA, 1994, p. 288) que arrancó
en el s. VI-inicios del s. V a.C., momento en el que se documentan las primeras importaciones
griegas circunscritas al área del río Segura (ROUILLARD, 1976). Hasta que, posteriormente,
cobrarán más protagonismo en un mayor número de hábitats en el último cuarto del s. V a.C.
como preludio del verdadero apogeo que esta vajilla ática tuvo, definitivamente, hacia fines del
s. V a.C. y, sobre todo, ya en el s. IV a.C.
-250-
[page-n-253]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
2
O
5cm
3
Fig. 16.- Materiales del departamento 248 de la Casa 11. Año 1995.
-251-
37
[page-n-254]
38
3.1.1.2.
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
Ánforas púnicas
Por vez primera y, como resultado de los recientes trabajos efectuados en La Bastida de Les
Alcuses, se ha podido identificar material anfórico de importación contextualizado, con el
correspondiente valor cronológico que ello comporta; ánforas que, a pesar de presentar una reducida variedad, nos hablan de un ámbito de producción y distribución esencialmente púnico.
Ánforas púnico-ebusitanas
Ya en los sondeos que se efectuaron en la muralla en 1993, concretamente en el nivel I del
MOS2, el hallazgo de un total de 12 fragmentos de cuerpo con las acanaladuras tan características de estas ánforas púnico-ebusitanas y, aún careciendo de sus bordes, nos puso sobre la pista
de la posibilidad de que, también, en este yacimiento contestano del s. IV a.C. llegaron estos
recipientes púnico-ebusitanos. Hecho que ha sido totalmente ratificado en la excavación (campaña de 1995) de los departamentos 249 y 250, con el hallazgo de parte de un galbo en el primero y un ánfora completa en el segundo (fig. 24, 1).
En líneas generales, estos envases de transporte y almacenaje representaron una importante
producción local en la isla de Ibiza entre el s. VI a.C. y el s. I de nuestra Era. Y dentro de la
misma, con una cronología entre el 400/390-300 a.C., el tipo PE-14 (RAMÓN, 1991, pp. 106108, fig. 5) o T. 8. l. l. l. (RAMÓN, 1995, pp. 220-222, fig. 95) hizo que esta producción alcanzara su punto más álgido al ser distribuido a lo largo de las costas peninsulares desde el norte
de Cataluña hasta Murcia. De modo que con el hallazgo de estos ejemplares, La Bastida viene
a sumarse a la relación de yacimientos poseedores de estas ánforas importadas.
En cuanto a sus centros productores, dejando a un lado la incuestionabilidad de la isla de
Ibiza, de donde tenemos conocimiento de los lugares concretos de producción, todos ellos sitos
en la misma isla y, aparentemente, en la ciudad, no debemos dejar de mencionar la posible existencia de otros puntos de producción ajenos a ella, como Adarró (Vilanova i la Geltrú) (LÓPEZ
y FIERRO, 1987-1988, pp. 60-61; LÓPEZ, 1993, pp. 65-68, fig. 9, no 1-4 y 7-10) y Ampurias
(RAMÓN, 1991, p. 72).
Aún habiéndose mantenido el aceite como el posible contenido que debieron envasar estas
ánforas púnico-ebusitanas (RAMÓN, 198la), por otro lado un producto importante en la economía ibicenca, un reciente estudio del mismo autor ha dejado una puerta entreabierta al respecto. Se trata del análisis de cuatro ánforas PE-13 (predecesoras de las nuestras) halladas en el
depósito de Es Palmer (Ibiza), fechado en la segunda mitad del s. V a.C. (RAMÓN, 1993), cuyo
principal interés estriba en los goterones de una sustancia que pudiera ser brea o resina de pino,
necesaria para la contención de vino. Evidencia que, hasta el momento, tan sólo se ha repetido
en el fondeadero de Na Guardis en Mallorca (GUERRERO, 1993, p. 786, fig. 125).
Y, por último, el pecio de Binisafúller (Menorca) (GUERRERO et alii, 1991), nos habla de
la proyección comercial que adquirió la isla a mediados del s. IV a.C., coincidiendo con la producción a gran escala de las PE-14, al hallarse en él restos de un cargamento compuesto, entre
otros materiales, por ánforas PE-14 tardías y las primeras PE-15.
Brevemente podemos mencionar otros yacimientos del País Valenciano igualmente poseedores de estas ánforas, como son: Torre la Sal (Ribera de Cabanes) (FERNÁNDEZ, 1987-1988,
-252-
[page-n-255]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
~,-
~
1
¿-
)
3
«)
4
5
1
o
2
·-====='===~
-·-0
.....
6
2cm
7
9
8
-
¡
'
-
o
11
10
-
Fig. 17.- Materiales del departamento 248 de la Casa 11.
-253-
5cm
íííííííííí
39
[page-n-256]
40
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
pp. 261-262, fig. 13, 1), Punta de l'Orleyl (Vall d'Uixó) (OLIVER et alii, 1984, p. 76, fig. 12,
n. 0 2-3), la Illeta deis Banyets (El Campello) (ÁLVAREZ, e.p., fig. 7, 1) y en Cap Negret (Altea)
(RAMÓN, 1991, p. 87).
Ánfora tipo G
Del mismo modo, hemos podido identificar tres fragmentos de borde correspondientes al
ánfora tipo G de Ribera (1982, pp. 118-119, fig. 36) (fig. 15, 1 y 2), asimilable al tipo X de
Florido (1984, p. 428, fig. 1), a la forma E-2 de Pellicer (1978, pp. 386-388, fig. 8) y al tipo
T.8.2.1.1. de Ramón (1995, pp. 225-226, fig. 101); forma que ya en su día fue identificada, con
motivo de su tabla tipológica, por Ribera en varios yacimientos valencianos, con cronologías
entre el s. N y II a.C., encontrando paralelos en Andalucía, sur de Francia y norte de África.
Son dos los yacimientos claves que nos hablan tanto de la ubicación de sus posibles centros productores como de sus contenidos. Acerca de la primera cuestión, se podría pensar en el
área gaditana, seguramente entre otras, como zona productora, al evidenciarse estas ánforas en
los alfares del yacimiento de Torre Alta (San Fernando, Cádiz) (PERDIGONES y MUÑOZ, 1988,
p. 110, fig. 5, 3) con una cronología de inicios del s. IV hasta fines III o comienzos del II a.C.
Y, en segundo lugar, puesto que estos envases se han hallado de forma abundante en la factoría
de Las Redes (Puerto de Santa María, Cádiz) (DE FRUTOS et alii, 1988, p. 300, fig . 3, 73, 456,
462, 499, 509, 516; fig. 4, 75, 265, 1174) se podría deducir que contenían algún producto relacionado con la industria salazonera.
Esta forma se corresponde con el llamado tipo Carmona (RODERO, 1991, pp. 290-295, fig .
14, A), al ser en este yacimiento donde se dio la cronología más alta (fines del s. V-inicios del
s. N a.C.). Dicha autora nos afirma que la evolución de estas ánforas está en otras de bordes
verticales pero con bases planas, reafirmando así la individualización que ya había señalado
Sanmartí para este tipo: una antigua con base apuntada y otra, más reciente, con base plana y
sucesora inmediata de la anterior, denominada Campos Numantinos (C.C.N.N.) (SANMARTÍ,
1985a; ídem, 1985b, p. 150), o también llamada T.9.1.1.1. (RAMÓN, 1995, pp. 226-227, fig. 103).
La presencia de estas ánforas de importación nos habla de un único ámbito comercial, el
púnico, poseedor de centros de producción y rutas comerciales. Y, a la vez, éstas (PE-14 y tipo G)
nos transportan a un momento muy determinado en el tiempo, desde la primera mitad del s. IV
hasta inicios del s. m a.C., siempre en el plano económico-comercial. Puesto que fue a inicios del
s.IV a.C. cuando en el Mediterráneo occidental la presencia de las ánforas del Estrecho de
Gibraltar, como las Mañá-Pascual A4 (PASCUAL, 1969; RAMÓN, 1981b, p. 15), van siendo cada
vez mas minoritarias hasta su práctica desaparición, siendo reemplazadas por las púnico-ebusitanas
y, en concreto, la forma PE-14 o T.8.1.1.1. sobre la que se manifestó el punto más álgido de la
proyección comercial de Ibiza. Acompañadas, como queda patente en nuestro registro, de la perduración de envases del entorno del Estrecho de Gibraltar con el tipo G o T.8.2.1.1.
Con estos hallazgos anfóricos, este núcleo contestano queda incluido, como otros tantos, en
la época media (s. V-III a. C.) de un reciente trabajo acerca de la revisión y actualización de las
ánforas fenicio-púnicas en el País Valenciano (RIBERA y FERNÁNDEZ, e.p.). Fase que, en líneas
generales, se caracteriza por la proliferación de yacimientos poseedores de importaciones
púnicas procedentes de tres distintos centros productores: el Estrecho,Jbiza y Túnez.
-254-
[page-n-257]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
O
10cm
4
3
O
Fig. 18.- Materiales del departamento 248 de la Casa 11.
-255-
5cm
41
[page-n-258]
42
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
El documentar ánforas púnicas en La Bastida ha supuesto, sin duda alguna, un dato
importante por su indiscutible valor cronológico apoyando las dataciones de las cerámicas
áticas . Pero su importancia, hasta el momento, debemos de considerarla relativa, pues todavía
el registrar ánforas púnicas en yacimientos no costeros como éste, sigue siendo una noticia
excepcional. Habrá, por tanto, que esperar al conocimiento de similares hallazgos en núcleos
del interior que puedan ayudarnos a desvelar interrogantes como la llegada de estas ánforas
hasta estas tierras, las rutas seguidas, sus posibles intermediarios y los productos con los que
comerciaban.
3.1.2.
Cerámica ibérica
Los sondeos de la muralla y de la Torre Este sólo proporcionaron fragmentos sin forma y
escasos bordes muy rodados de ánforas, tinajas, platos y caliciformes. El interés de estos sondeos, como se ha visto en los anteriores apartados, es documentar y datar los niveles fundacionales del sistema defensivo, así como de su derrumbe, en la primera mitad del siglo IV a.C.
Sin embargo en la Casa 11 se recuperaron numerosos vasos completos in situ correspondientes al momento de destrucción y abandono del poblado, en torno al último cuarto del siglo
IV a.C. (cuadro 1). Para su estudio se ha seguido la tipología de Mata y Bonet (1992) diferenciándose los siguientes grupos.
3.1.2.1.
Cerámica fina o clase A
Grupo l. Recipientes de almacenaje
De los grandes recipientes no hay ninguna pieza completa, unicamente contamos con
bordes y asas. Las ánforas (A.I.1.2.) son todas ellas de hombro redondeado con bordes rectos,
ligeramente aplanados o salientes del tipo 1.2. de Ribera (1982, p. 104) aunque podrían también
encuadrarse en el tipo 1.6 pues resulta difícil adscribirlas a un tipo u otro sólo por el borde (fig.
20, 4; fig. 23, 3).
En cuanto a las tinajas, la forma más frecuente es la de cuerpo ovoide con cuello diferenciado y borde saliente y moldurado (A.I.2.2) decorada con bandas y filetes, mientras que la
tinaja con hombro (A.1.2.1) y borde recto, o pithos, tan común en otros yacimientos del siglo
IV a.C., como El Cigarralejo (Mula, Murcia) (CUADRADO y QUESADA, 1989) o Los Molinicos
de Moratalla (Murcia) (LILLO, 1993), está escasamente representada.
Grupo II. Vasos de despensa y preparación de alimentos
Dentro de este grupo las formas más frecuentes son: la tinajilla sin hombro y sin asas, de
borde saliente o de «ánade» (A.II.2.2), y la tinajilla con hombro de perfil quebrado y de labio
recto o ligeramente saliente (A.II.2.1) decorada con motivos geométricos (fig. 16, 1). Esta última
con idénticos paralelos en yacimientos coetáneos como Los Molinicos, El Cigarralejo y Cabezo
Lucero (Guardamar del Segura) (ARANEGUI et alii, 1993, pp. 110-113) o, ya con fechas que
-256-
[page-n-259]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
CERÁMICAS
Dpt. 248
TIPOS
P. enteras
Importaciones Áticas Lamb. 21
Lamb. 24
Lamb. 40
Lamb. 42 B
Skyphos
In de t.
Púnicas T.8.1.1.1
Ibéricas
Tipo A. A.I. l.2
A.I.2.1
A.I.2.2
A.l.2/A.II.6
A.II.l.l
A.II.2.1
A.II.2.2
A.II.3
A.II.6
A.ill.1.1
A.III.1.2
A.ill.2
A.III.4.3
A.III.8.1
A.III.8.2
A.III.8.3
A.IV.l.l
A.IV.1.2
A.IV.3
A.IV.5.2
A.V.1
A.V.6.3
A.V.7.1
A.V.7.3
A.V.7.4
A.V.8.1.1
A.V.8.1.2
A.V.8.1.4
A.V.8.1.5
A.VI.1
A.VI.2
Tipo B. B.l
B.l.1
B.l.2
B.4
B.6.2
B.7.4
TOTAL
Dpt. 249
P. incompletas
1
1
1
P. enteras
Dpt. 250
P. incompletas
P. enteras
P. incompletas
2
5
1
2
1
43
1
1
1
1
12
2
1
1
3
6
2
7
15
8
1
9
1
1
5
1
1
1
13
6
l
1
1
1
4
2
2
1
1
2
8
1
1
1
1
1
1
2
2
1
2
3
2
1
3
1
1
6
2
1
1
41
1
6
1
2
9
34
109
1
1
41
68
9
21
1
1
25
35
20
Cuadro 1.- Tipología de los materiales de los departamentos 248, 249 y 250 (Casa 11).
-257-
[page-n-260]
44
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
~
?
1
2
t(
-
~-
O
5cm
Fig. 19.- Materiales de importación del departamento 249 de la Casa 11. Año 1995.
entran en siglo III a.C., como Covalta (Albaida) (RAGA, 1994), la Illeta dels Banyets (El
Campello) (ÁLVAREZ, 1995) o la necrópolis de La Serreta de Alcoi (CORTELL et alii, 1992).
Otra forma muy común, de la que desgraciadamente sólo conservamos los bordes, son los
lebetes sin pie (A.II.6.2), o lebrillos como se les denomina en el área murciana, todos ellos con
el labio moldurado. Los grandes lebetes, de hasta 40 cm de diámetro, debieron utilizarse, muy
probablemente, también como recipientes de almacenaje. Normalmente no se decoran y de
estarlo se limitan a bandas y filetes. Los ejemplares de pequeño y mediano tamaño son más raros
y sólo hay un ejemplar de lebes con asas horizontales pegadas al cuerpo. En La Bastida y en
los yacimientos coetáneos arriba apuntados no se da el lebes con pie, tan característico del área
edetana a partir del siglo III a.C.
Los dos fragmentos de pitorros vertedores (A.I.3) indican la presencia de tinajas destinadas
a la decantación de líquidos.
Grupo III. Servicio de mesa
Dentro de este grupo se dan prácticamente todos los tipos: las botellas de cuerpo ovoide
(A.IILl.l) y las de cuerpo troncocónico (A.III.1.2) (fig. 19, 6); los caliciformes de cuerpo globular (A.III.4.1); los platos de ala (A.III.8.1) (fig. 22, 2; fig. 20, 1), los de borde reentrante o
-258-
[page-n-261]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
45
)
2
.,6
tJ5
C)7 tus
tD.
3
o
ID
10
5cm
Fig. 20.- Materiales del departamento 249 de la Casa 11.
páteras (A.ill.8.2) (fig. 21, 3); las escudillas con borde sin diferenciar (A.ill.8.3) (fig. 16, 2); y
también los cuencos (A.Ill.9), aunque resultan difíciles de diferenciarlos de los bordes de escudillas al carecer de ejemplares completos. Todas estas piezas presentan una decoración simple,
de bandas y filetes y sólo los platos de ala amplían su repertorio decorativo con círculos y segmentos concéntricos. En esta línea estaría el plato de ala (fig. 20, 2) pintado con motivos geométricos de bandas, filetes, rombos, puntos y reticulados de color marrón sobre un fondo, a
bandas, de color blanco. Esta técnica decorativa se repite en otros yacimientos del siglo IV a.C.
como dos platos de Covalta (RAGA, 1994, figs. 61 y 64) o las urnas con engobe blanco del Punto
77a y de la Zona U-estructura E de la necrópolis de Cabezo Lucero fechada en tomo al400-325
a.C. (ARANEGUI et alii, 1993, p. 246). Decoración que perdura en el siglo m a.C. en los yacimientos cercanos del Corral de Saus (Moixent) (IZQUIERDO, 1995, p. 170, figs. 66-67) y de El
Amarejo (Bonete, Albacete) (BRONCANO y BLÁNQUEZ, 1985, p. 156, fig. 103).
Grupo IV. Microvasos
La Bastida tiene una gran variedad de pequeños recipientes, e incluso miniaturas, que no
han faltado en la campaña de 1995, como son las botellitas (A.IV.l), copitas (A.IV.3), o los
tarritos (A.IV.5.2) (fig. 20, 2; fig. 21, 2; fig. 17, 6, 7 y 8). Son vasitos relacionados con.actividades de aseo personal, de carácter religioso o infantil, con paralelos idénticos en las tumbas
-259-
[page-n-262]
46
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
·.
c. . . .,. . . J~~;;:;3~J
4
o
Fig. 21.- Materiales del departamento 250 de la Casa 11. Año 1995.
-260-
[page-n-263]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
O
47
!icm
Fig. 22.- Materiales del departamento 250 de la Casa 11.
bien fechadas en la primera mitad del siglo IV a.C. (CUADRADO y QUESADA, 1986, pp, 61-64,
figs. 26 y 29) (SALA, 1994, fig. 289).
Grupo V. Cerámica auxiliar y relacionada con tareas domésticas y artesanales
Una tapadera de pomo discoidal y dos bordes, también de tapaderas, (A.V.1) (fig. 16, 3) son
las únicas piezas de cerámica no vascular halladas durante la excavación, echándose en falta los
soportes, morteros y manos de mortero. En cuanto a actividades artesanales, las fusayolas son
todas ellas acéfalas de tipo troncocónico (A.V.8.1.4), bitroncocónico (A.V.8.1.5), discoidal
(A.V.8.1.2) o esférico (A.V.8.1.1) (fig. 20, n.o 5 y 10) propias de los poblados del Ibérico
Antiguo y Pleno, ya que las fusayolas con cabeza aparecen ya de forma mayoritaria en contextos
-261-
[page-n-264]
48
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
2
4
/
3
O
Fig. 23.- Materiales del departamento 250 de la Casa 11.
-262-
5cm
[page-n-265]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
49
de cronología más avanzada, a partir del siglo III a.C. Las pesas de telar son del tipo troncopiramidal (A.V.7.1) paralelepipédica (A.V.8.1.3) y discoidal (A.V.7.4) (fig. 17, n.o 10 y 11) siendo
este último tipo poco corriente con ejemplares aislados en Los Villares (Caudete de las Fuentes)
(MATA, 1991, fig. 53) o en la Illeta deis Banyets (ÁLVAREZ, 1995, fig 65).
Para el estudio funcional de la vivienda hemos distinguido la cerámica no vascular (A.Va),
de las fusayolas y pesas de telar (A.Vb) (gráfs. 1 y 2), ya que éstas indican una actividad claramente relacionada con el tejido.
Grupo VI. Imitaciones
Las imitaciones de vasos griegos de La Bastida ya han sido motivo de estudio dada la
gran variedad de piezas recuperadas en este poblado (PAGE, 1984). Las formas más imitadas,
como ocurre en El Cigarralejo, Cabezo Lucero, La Albufereta de Alicante (RUBIO, 1986) o el
Puntal de Salinas (HERNÁNDEZ y SALA, 1996, fig. 30), son los kylices, los kylices-skyphoi y
las cráteras, sin olvidar que las páteras, escudillas y oenochoes copian igualmente modelos
gnegos.
Los dos skyphoides (A.VI.2), pintados con bandas, semicírculos concéntricos y puntos (fig.
21, 4 y 5) responden a los tipos ya estudiados por Page y datados en la 1a mitad del siglo IV
a.C. (1984, pp. 86-88), mientras que el kylix (A.VI.l), decorado con bandas y filetes (fig. 22,
1), es una copia más libre ya que en realidad es un plato de ala con asas.
3.1.2.2.
Cerámica tosca o clase B
En La Bastida, la cerámica tosca presenta un porcentaje muy alto respecto a la cerámica
fina (graf. 1). Por ejemplo, la Casa 11 presenta un 48% de cerámica tosca o clase B y un 52%
de cerámica fina o clase A. Dentro de la cerámica de cocina, la olla (B .l), de tamaño mediano
y grande, es la forma más representada (fig. 16; fig. 21, 1) mientras que las tapaderas de pomo
(B.6) (fig. 21, 2) y los toneles (B.7.4) (fig. 24, 3) completan el repertorio de cerámicas toscas
de esta última campaña. Las cerámicas a mano están prácticamente ausentes, no habiéndose
recuperado ninguna base plana y sólo dos bordes que corresponderían a esta producción, el resto
de piezas están hechas a torno. Las pastas y calidades varían desde los ejemplares más toscos
de bordes salientes y gruesos hasta las piezas mejor elaboradas con bordes subtriangulares y en
menor medida moldurados. La decoración de muchas de estas ollas, con cordones aplicados en
el cuello y decorados con incisiones o impresiones (fig. 20, 3; fig. 18, 3 y 4), así como su aspecto
tosco recuerda las producciones a mano del Hierro I, de ahí que recibieran el nombre de cerámicas arcaizantes (BALLESTER, 1947, pp. 50-51).
El hecho de que los toneles se realizasen tanto en cerámica fina como en tosca indica que
esta producción (grupo B) no se hacía exclusivamente para uso culinario puesto que los toneles
son claramente recipientes de almacenaje para contener o transportar líquidos. Los dos ejemplares de la Casa 11 son de boca central con dos asas y acanaladuras en el cuerpo para pasar la
cuerda de suspensión (fig. 24, 3). Tienen un orificio en la parte inferior para desagüar, característica que se da en alguna pieza de La Bastida (FLETCHER, 1957, p. 138) pero no lo tienen los
toneles del área murciana (LILLO, 1981, pp. 367-369).
-263-
[page-n-266]
50
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
2
----o
Fig. 24.- Materiales del departamento 250 de la Casa 11.
-264-
3
20cm
[page-n-267]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
51
IMPORT
CER. COCINA
GRUPO VI
GRUPO V b
GRUPO V a
GRUPO IV
GRUPO 111
GRUPO 11
GRUPO 1
o
10
20
30
40
50
Gráfica 1.- Porcentaje de los grupos de cerámica fina, cerámica tosca e importaciones
de los departamentos 248, 249 y 250 (Casa 11).
3.2.
EL METAL Y OTROS
Aunque no procede de la Casa 11 , cabe destacar del Sondeo MSO 2, capa 4, una gran hoz
de hierro que conserva los remaches para el enmangue de madera (fig. 15, 6).
La Casa 11 no ha proporcionado piezas destacadas de metal, a diferencia de otros departamentos del poblado que parecen corresponder a habitaciones destinadas a guardar instrumentos
de trabajo, como los departamentos 21, 75 o 80. Sin embargo, no hay que descartar que la
vivienda puede tener anexos o habitaciones adosadas a la casa que no han sido excavadas.
El hallazgo más interesante del conjunto de los metales son unas trébedes de hierro (fig. 24,
2), similar a las publicadas en el departamento 49, que aparecieron in situ en el rincón noreste
del 250 (lám. XIV, B). El resto de objetos de hierro son varillas, remaches, clavos, anillas, un
fragmento de hoz, y dos varillas de hoja estrecha y larga con un espigón doblado en ángulo recto
(fig. 23, 4) como los recuperados en los departamentos 24 y 100 que describen como posibles
estrígilos (FLETCHER et alii, 1965, p. 134). De bronce sólo mencionar un pequeño pendiente
(fig. 17, 5) y de plomo destacar, en el departamento 249, una gran plancha, un peso discoidal y
numerosos goterones del mismo metal.
Dos piedras afiladoras, un fragmento de pasta vítrea (fig. 17, 4), seis conchas y caracoles y
cinco fragmentos testimoniales de fauna son los únicos objetos recuperados entre la gran cantidad de material cerámico.
-265-
[page-n-268]
52
3.3.
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
LOS RESTOS CARPOLÓGICOS
Desde finales de los años 60, Pla (1968 y 1970) realizó una serie de trabajos sobre la agricultura valenciana prehistórica y protohistórica en donde los útiles de labranza recuperados en
La Bastida serían, en lo que concierne al mundo ibérico, la base y punto de referencia para sus
estudios sobre economía. La riqueza del instrumental agrícola y su excelente grado de conservación le permitieron, a través de la comparación etnográfica, realizar una reconstrucción de las
diferentes tareas agrícolas desarrolladas por los habitantes del poblado. Esquema de funcionamiento que, en la actualidad, continúa siendo válido en su mayor parte y del cual este trabajo
sólo pretende ser una actualización a partir de la obtención de nuevos datos carpológicos, que
el mismo Pla ya señaló corno imprescindibles.
Siguiendo este propósito, con el inicio de las nuevas campañas de excavación realizamos
un muestreo sistemático de las diferentes unidades excavadas, con la finalidad de recuperar los
restos de semillas y frutos que nos permitieran definir los cultivos practicados (fig. 25). Proyecto
que ha quedado en parte limitado por haber intervenido sólo en un área muy reducida.
Dpt. 248
Hordeum vulgare
Trit. aestivum-durum
Panicum miliaceum
Setaria italica cf
Leguminosae
Vicia sp.
Amygdalus communis
Olea europaea
Vitis vinifera
Bifora testiculata
Cruciferae
Dpt. 249
Dpt. 250
2
2
3
3
7
3
2
2
1
1
4
1
2
1
31
1
9
26
La importancia del cultivo de los cereales ya quedó constatada por las frecuentes hoces
recuperadas, aunque el único cereal que estaba documentado hasta el momento era el trigo desnudo (TÉLLEZ y CIFERRI, 1954, pp. 30-31). El análisis carpológico nos ha señalado la presencia
de tres especies de cereal: la cebada vestida (Hordeum vulgare L.), el trigo desnudo (Triticum
aestivum-durum) y el mijo (Panicum miliaceum). La cebada vestida es el cereal que se documenta con más frecuencia en los diferentes yacimientos ibéricos de la franja rnediterranea peninsular (PÉREZ y BUXÓ, 1995, p. 62) lo que podría estar relacionado con su rusticidad. Junto a
ésta, el siguiente cereal en importancia es el trigo desnudo, que por contra es más exigente en
cuanto a la calidad de los suelos y los agota antes, lo cual podría ser un factor limitante. De
mijos sólo hemos recuperado dos restos, aunque también se han conservado lo que podría
corresponder a unos fragmentos de tortas elaboradas a partir de granos de mijo parcialmente
molidos en los departamentos 248 y 249.
-266-
[page-n-269]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
o
3mm
53
2
o
O
2mm
'-----~-~
2mm
n
y
~----~--~·
3
4
o
O
2mm
'---~-~
0
'-----'------'---3_,mm
6
5
Fig. 25.- Restos carpológicos de la Casa 11. 1 Vitis vinifera. 2. Amygdalus communis.
3. Bifora testiculata. 4. Panicum miliaceum. 5. Olea europaea. 6. Triticum aestinum-durum.
La recuperación de leguminosas en los asentamientos es normalmente menor que la que se
produce en el caso de los cereales, hecho que ha estado habitualmente relacionado con las modalidades de tratamiento para el almacenamiento y consumo (DENNELL,1974). En el trabajo de Pla
(1972, p. 337) se señala la presencia de yeros (Vicia ervilia), aunque no han estado determinados
por ningún especialista. Los últimos muestreos sólo han aportado restos de Vicia, sin que
podamos precisar la especie a la cual pertenecen, ni si son cultivadas o no. Pero a partir de los
-267-
[page-n-270]
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
54
datos aportados por otros poblados ibéricos (PÉREZ JORDA, 1995; BUXÓ et alii, 1995) se constata el cultivo de diferentes leguminosas como las habas, lentejas, guisantes, etc.
Pla señaló que se produciría con seguridad el cultivo de la viña, olivo, higuera, granado y
palmera datilera (PLA, 1972, p. 338). Nosotros sólo hemos documentado la presencia de los dos
primeros, aunque la higuera y el granado están determinados en otros poblados (8) (CASTRO y
HOPF, 1982). Sin embargo, no tenemos constancia de que se haya documentado la palmera datilera con anterioridad a la romanización. A estos habría que añadir el almendro (Amygdalus communis) del cual también se han hallado restos en el Castellet de Bernabé (9) y en El Amarejo
(BRONCANO, 1989, p. 58).
Estos datos nos muestran un sistema tradicional de agricultura mediterránea, en el que la
aparición del arado de hierro permitiría la explotación de amplias extensiones de tierra para cultivos de secano como cereales y frutales. Practicarían una agricultura extensiva, en la que no
podemos afirmar con certeza el recurso a la rotación de cultivos, pero donde cabe suponer el
uso del barbecho como medio para asegurar la recuperación de las tierras. Frente al secano, en
las zonas de ramblas y en los bordes de los ríos, donde las tierras son más apropiadas para cultivos de huerta, y es posible el recurso al regadío, se daría un sistema de agricultura intensiva
con las leguminosas y otros cultivos hortícolas, recurriendo en estos casos al abonado como
medio para mantener la productividad de las tierras. Para el trabajo de estas tierras se utilizarían
los legones, herramientas que no se usan para cavar, sino para la remoción de las tierras y la
construcción de los caballones de las huertas.
Los únicos elementos destinados a la transformación de los alimentos que se han recuperado en el yacimiento son los molinos rotatorios, aunque también se ha documentado alguno
barquiforme, que estarían destinados principalmente a la elaboración de la harina a partir de los
cereales y de las leguminosas.
La revisión de la documentación de las antiguas excavaciones (diarios y archivo fotográfico) así como el estudio de las estructuras domésticas de las manzanas restauradas no nos ha
permitido identificar en La Bastida la presencia de estructuras destinadas a la fabricación de vino
como las atestiguadas en el Alt de Benimaquia (Dénia) en el s. VII-VI a.C. (GÓMEZ BELLARD
et alii, 1993), ni tampoco almazaras y lagares como los del Camp de Túria, datados desde el s.
IV-ID a.C. (BONET y GUÉRIN, 1989; PÉREZ JORDÁ, 1993).
4.
4.1.
CONCLUSIONES Y RESULTADOS DE LA CAMPAÑA DE EXCAVACIÓN DE 1995
ESTUDIO ESPACIAL DE LA CASA 11
La Casa 11 corresponde a una de las viviendas situadas en la vertiente sur de la zona este,
donde ya no aparece la Calle Central, dado que la estrechez del espacio no lo hace posible. Por
ello encontramos manzanas de casas a ambos lados de una medianera que sigue la cresta de la
montaña y el acceso a éstas se realiza desd~ los dos caminos de ronda (fig. 4).
La prospección superficial indica que en los lados este y oeste de la casa excavada habría
sendas viviendas cuyas características no podemos, por el momento, determinar, aunque es probable que sean similares a las de estos departamentos.
(8)
(9)
Pérez Jorda, G., en estudio.
Pérez Jordii, G., en esrudio.
-268-
[page-n-271]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
55
O
2m
-----
1
N
@®
Depto. 250 fDI\
1 ~
(Q)®
w
® @@~
®®
([¡
®
®
@
Depto. 249
®
@
Depto. 248
@
LEYENDA
@ Anfora ® Pitera
@ Olla tosca @ Tinaja
® Hogar @ Skypholde ® Trébedes @Tlnajllla @
@Anfora PE-14 @Hierro @) Olllta tosca
Vaso bltroncocónlco
© Lebes
®J
Plato
@ Revestimiento
Fig. 26.- Planta de la Casa 11 con la dispersión de los materiales in situ. Año 1995.
-269-
[page-n-272]
56
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
Ocupa un espacio rectangular compartimentado en tres habitaciones (fig. 26; lám. XIII) con
una superficie excavada de 60m2 • Los departamentos 248 y 249, con sendas puertas abiertas a
un espacio anterior que no ha sido excavado, presentan una planta rectangular. El 250 se halla
situado, transversalmente a los otros dos, en la parte posterior de la vivienda y se comunica con
el departamento 248 a través de un vano. Los muros exteriores, este y oeste, de la vivienda se
prolongan hacia el sur, por lo que suponemos que las puertas de los departamentos 248 y 249
comunicarían con una estancia delantera, más que con un espacio abierto o calle.
El estudio de los ajuares recuperados y de los elementos urbanísticos de cada departamento
permite hacemos una idea de las actividaddes que se practicaban en esta vivienda, con la pre~
caución que exige el hecho de que probablemente no esté excavada en su totalidad.
El departamento 250 no presenta ninguna estructura de carácter doméstico que permita
definir la funcionalidad del espacio, sin embargo el gran número de vasos in situ (lám. XIV, A)
y el elevado porcentaje de recipientes de almacenamiento (25%) (gráfs. 2 y 3), como son las
ánforas, las tinajas, los lebetes, el tonel o las grandes ollas, muestran claramente que se trata de
un almacén o despensa. Además, es la habitación que proporcionó más restos metálicos, destacando las trébedes del rincón noreste (lám. XIV, B) que parecen estar guardadas, fuera de uso,
ya que no se encontraron restos de estructuras de combustión en sus proximidades. Por otra parte
la misma ubicación de la estancia, en la parte posterior y más oscura de la vivienda apoyaría
esta interpretación.
La presencia de un hogar en el departamento 249 (fig. 26) nos indica que estamos en el
principal ambiente doméstico, o espacio colectivo, en donde se desarrollarían las actividades
relacionadas con la cocina, tejido, descanso o acontecimientos familiares (BONET y GUÉRIN,
1995, p. 93). A pesar del estado fragmentado y la dispersión de los vasos recuperados en esta
habitación, se observa un número importante de cerámicas de cocina, de piezas relacionadas con
la actividad textil, así como el mayor porcentaje de vajilla de mesa y de lujo (cerámicas de
importación) (gráf. 2, 2).
El departamento 248, de las mismas dimensiones que el 249, no tiene ninguna estructura
doméstica que ayude a definir su funcionalida9, exceptuando el banco corrido situado junto a
la puerta del 250. Tampoco entre sus ajuares destaca ningún grupo de cerámicas ni otros
objetos que indiquen una actividad concreta (gráf. 2, 1). Unicamente la cerámica de cocina,
con un porcentaje del 54 %, y un número considerable de piezas relacionadas con el tejido
indican que nos hallamos ante un espacio con actividades complementarias de la habitación
contigua, el 249.
Así, la Casa 11 se compone de tres habitaciones y, posiblemente, de un vestíbulo anterior
sin excavar. De momento tiene los dos espacios básicos que definen la vivienda familiar ibérica,
es decir, el espacio colectivo o del hogar (D. 249) y la despensa o almacén (D. 250), mientras
que faltan otras áreas, casi siempre presentes, como son los espacios destinados a la molienda
o zonas de trabajo con hornos domésticos.
4.2.
CRONOLOGÍA Y CONTEXTO CULTURAL DE LOS MATERIALES
La publicación de Lamboglia sobre las importaciones griegas de La Bastida así como los
estudios posteriores de Trías (1967-68) y de Rouillard (1991) datan el yacimiento entre los siglos
-270-
[page-n-273]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
Dept. 248
IMPORT
5%
57
Dept. 249
IMPORT
GRUPO 1
15%
8%
GRUPO 1
18%
GRUPO 11
2%
CER.COCINA
GRUPO 111
5%
GRUPO IV
30%
GRUPO 11
8%
3%
GRUPO V a
3%
CER. COCINA
54%
20%
13%
GRUPO V b GRUPO V a GRUPO IV
2%
2%
12%
2
Dept. 250
IMPORT
3%
GRUPO 1
CER.COCINA
30%
GRUPO JI
6%
GRUPO VI ''GRUPO V b
1%
3
7%
GRUPO V a
%
1%
3~----------------------------------~
Gráfica 2.- Porcentaje de las cerámicas. l. Departamento 248. 2. Departamento 249. 3. Departamento 250.
V-N a.C. con una única ocupación y sitúan la destrucción y abandono del poblado en el último
cuarto del siglo IV a.C.
Como hemos podido ver, los sondeos previos a los trabajos de restauración realizados en la
muralla y en las viviendas corroboran estas fechas con pequeñas precisiones, distinguiéndose
dos fases constructivas.
En el sector de las viviendas, la Fase I corresponde a restos de pavimentos y muros localizados por debajo de los departamentos que, desgraciadamente, no proporcionaron cerámicas de
importación por lo que se fechan, por relación estratigráfica, anteriores a la Fase II. En la
muralla, el nivel fundacional se ha podido datar en la primera mitad del siglo IV a.C. por un
fragmento de crátera de campana hallado en el estrato 4 del sondeo I.
-271-
[page-n-274]
58
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
La Fase II, que corresponde a la etapa de máximo auge y a la vez al momento final del
yacimiento, se fecha a lo largo del siglo IV a.C., tanto por las cerámicas griegas como por los
recientes hallazgos de ánforas púnicas. Las primeras, con las formas Lamb. 21, Lamb. 22, Lamb.
23, Lamb. 24, Lamb. 40, y Lamb. 42 B, aparecen bien datadas entre el 400 y el 325 a.C., destacando tan sólo el kylix-skyphos de figuras rojas y el kylix de pie bajo de clase delicada por
adentrarse en el s. V a.C. (420-380 a.C.). Una vez más han sido estas cerámicas áticas las que
han proporcionado la datación absoluta de este poblado, con la particularidad de que en esta ocasión los recientes hallazgos de ánforas de importación (PE-14 o T.8.1.1.1. y el tipo G) no han
hecho más que apoyar el dato cronológico obtenido de aquéllas, pues las primeras se sitúan entre
el 375-300 a.C. y las segundas a lo largo del s. IV a.C. Por tanto la ciudad debió de vivir entre
75 y 100 años como máximo, sin que se hayan documentado, por el momento, niveles fundacionales con materiales exclusivamente del siglo V a.C.
Las cerámicas ibéricas recuperadas en la Casa 11, como las del resto del yacimiento, se
fechan entre el 400 y el 325 a.C. El corto período de vida del poblado permite datar con gran
precisión su amplio repertorio de cerámica ibérica, siendo clave para el conocimiento del siglo
IV, como ocurre con los cercanos poblados del Puntal de Salinas (SOLER, 1992; HERNÁNDEZ y
SALA, 1996) o El Puig de Alcoi (RUBIO, 1985) así como con la mayoría de las tumbas del siglo
IV de El Cigarralejo (CUADRADO y QUESADA, 1986), de Cabezo Lucero (ARANEGUI et alii,
1993), la tumba 70 de Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla, Murcia) (INIESTA et alii, 1987) o
con las necrópolis del área albaceteña de El Tesorico (Hellín) (BRONCANO et alii, 1985), Los
Villares (Hoya de Gonzalo) o la Hoya de Santa Ana (Chinchilla) (BLÁNQUEZ, 1992, p. 259).
Aunque La Bastida fue coetánea a Covalta (VALL DE PLA, 1971; RAGA, 1994), a la necrópolis de La Serreta (CORTELL et allí, 1992), a la Illeta dels Banyets (ÁLVAREZ, 1995) o a La
Escuera (NORDSTROM, 1967, pp. 54-55), estos yacimientos perduran hasta mediados del siglo
III a.C. y, por tanto, presentan ya algunas formas y, sobre todo, decoraciones que se alejan de
los ejemplares de La Bastida.
En cuanto a otros yacimientos cuyo nivel de ocupación está fechado entre los siglos V/IV
a.C., como Los Molinicos (LILLO, 1993), los niveles V y VI del Puig de la Nau (OLIVER y GUSI,
1995, pp. 146-166), el nivel 4 de la Moleta del Remei (Alcanar, Tarragona) (GRACIA et alii ,
1988), el nivel fundacional del Tossal de Sant Miguel y yacimientos cercanos (BONET, 1995, p.
404) o los niveles fundacionales de la muralla de Sagunto (ROUILLARD, 1979, p. 67), encontramos formas y elementos decorativos que no se dan en La Bastida y cuya tipología está bien
estudiada en el horno del Pla de Piquer, cerca de Sagunto (ARANEGUI y MARTÍ, 1995). Este
hecho plantea una doble problemática. Por un lado, si estos yacimientos son de la primera mitad
del siglo IV, existe una clara diferenciación cultural entre las áreas edetana e ilercavona (tierras
de Castellón y norte de Valencia) y el área contestana (sur de Valencia y Alicante), pues si comparamos los repertorios tipológicos y decorativos de ambas zonas, siendo teóricamente de la
misma cronología, son muy diferentes. Otra posibilidad es que los yacimientos arriba mencionados sean de la segunda mitad o finales del siglo V a.C., sin llegar a entrar en el siglo IV, con
lo cual no existiría dicha diferenciación geográfica sino que nos estaríamos moviendo en períodos distintos. En tal caso, los yacimientos del área septentrional serían más antiguos que La
Bastida, Puntal de Salinas, El Cigarralejo, etc., y el período que estaría mal representado en la
zona edetano-ilercavona sería precisamente la primera mitad del siglo IV a.C. Con todo ello lo
que queremos señalar es la necesidad de ir definiendo, con mayor presición, las producciones
-272-
[page-n-275]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
59
ibéricas de la segunda mitad, o finales, del siglo V a.C., de las de la primera mitad del siglo IV
a.C. siendo para ello esencial los conjuntos bien datados con las importaciones.
De cualquier forma, lo que resulta evidente es que La Bastida de les Alcuses, tanto por sus
cerámicas ibéricas como por el conjunto de importaciones y hallazgos epigráficos, queda claramente enmarcada en el círculo comercial, artístico y, en definitiva, cultural del área del sudeste
(Alicante, Murcia y Albacete).
ANEXO. RESUMEN DEL PROYECTO DE CONSOLIDACIÓN Y RESTAURACIÓN
CRITERIOS DE INTERVENCIÓN
Como ya señalamos en el apartado 1.2., las tres fases de intervención del proyecto de restauración y puesta en valor del yacimiento de La Bastida de les Alcuses se ha llevado a cabo
por el equipo formado por los arquitectos Julián Esteban y Ricardo Sicluna y los arqueólogos
Helena Bonet y Enrique Díes, dentro de un proyecto de coordinación entre la Consellería de
Cultura y Diputación de Valencia. Damos a conocer a continuación, de forma resumida, los criterios y aspectos técnicos más relevantes de dicho proyecto.
Al iniciar el proyecto se tuvieron en cuenta tres factores, fundamentalmente:
a) La necesidad urgente de consolidar las estructuras excavadas, dado que la degradación
era cada vez mayor.
b) La puesta en valor del yacimiento para su visita, lo que implicaba planificar una consolidación que fuese además restauración parcial, para que las estructuras pudieran ser
comprensibles.
e) La exigencia de que toda la intervención fuese reversible, ya que muchos de los datos
constructivos son incompletos y deben de ser confirmados por excavaciones futuras.
Dado que las únicas estructuras conservadas eran los muros y algunos enlosados, la consolidación debía ir dirigida a la protección vertical de las estructuras, mediante el recrecimiento
de los zócalos con una o varias hiladas de piedra y un elemento aislante. La restitución de los
pavimentos excavados en su totalidad era necesaria dado que la mayor parte de los muros
estaban completamente desfalcados o apoyados sobre un estrato de tierra que de seguir erosionándose supondrían la ruina total de la estructura.
La necesidad de combinar protección con didáctica exigía una solución que, a la vez, diese información sobre los límites de las casas y su distribución interna, diferenciase los pavimentos de las
habitaciones del suelo de la calle, hiciese comprensible la técnica de construcción de las casas ibéricas y, fmalmente, facilitase la visión del urbanismo del poblado, todo ello con el apoyo de carteles
explicativos. Además, era necesario desbrozar y habilitar una zona de paso para el recorrido de la
visita.
La escasez de información de partida, que se fue completando a lo largo de los trabajos,
exigía una gran prudencia en las soluciones a adoptar y, sobre todo, que tuviese en cuenta la
reversibilidad de la actuación, documentado el estado previo de la estructura y facilitando la
diferenciación entre la parte original y la restaurada en caso de que fuese necesario retirarla.
Por todo ello, la actuación se limitó tan sólo a los suelos y los zócalos, sin restauración
alguna del alzado de adobe, ni tipo alguno de cubierta. Con lo realizado creemos se respeta el
-273-
[page-n-276]
60
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
tierra del yacimiento -?"""=r-r~r7~r-r-r:;;.....-'\-- cota de coronamiento del zócalo del muro
cribada i compactada
_ J . . . -última hilada de piedra
con agua
capa de cemento, cal y arena, (1:2:8)
~~~~~~~<5i.~~- con pendiente
cinta plástica de señalización
A
roca
-5 cm
-25 cm
8
Fig. 27.-A. Sección de la propuesta de restauración de los muros (según proyecto de J. Esteban, R. Sicluna y
J.M. Espinosa). B. Propuesta del relleno y acabado de los suelos de las viviendas.
resto arqueológico en sí, puesto que se ha restaurado sólo en la medida en que lo añadido podía
aportar una protección a lo conservado a la vez que lo hacía comprensible, siendo posible retirarlo si nuevos datos así lo aconsejaran.
INTERVENCIÓN EN LA ZONA DE VIVIENDAS
- Limpieza: Se retiró manualmente la abundante vegetación crecida a lo largo de toda la
zona a recorrer por la visita, así como la de las áreas adyacentes.
- Retirada de los alzados en piedra seca: Antes de iniciar los trabajos de consolidación y
restauración fue necesario retirar los modernos alzados levantados entre 1983 y 1985 para poder
documentar las estructuras originales. Dada la ausencia de referencias documentales sobre el
alcance y características de estos trabajos se tomó como criterio respetar sólo aquellos para-274-
[page-n-277]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
61
mentos que mostrasen restos de trabazón de tierra entre los bloques. En caso de duda se consultó el plano realizado en 1931 por D. Mariano Jomet, que resultó excepcionalmente correcto.
Una vez los muros recuperaban su aspecto original fueron dibujados completando la planimetría realizada en 1990 por Emili Cortell y Josep Ma Segura. Los alzados de la muralla oeste
y de los muros a consolidar fueron documentados por Ricardo González Villaescusa mediante
ortofotografía (fig. 5).
-Retirada de terreras: Durante los trabajos se retiraron una serie de terreras provenientes
de las excavaciones realizadas entre 1928 y 1931, cuya tierra se empleó en parte para acondicionar el recorrido y como relleno parcial de los suelos.
- Consolidación y restitución de los muros: Se empleó la piedra de los alzados en piedra seca
antes descritos y la de los derrumbes hallada en las terreras, siguiendo esta secuencia (fig. 27, A):
a) Sobre los restos conservados se colocó una cinta plástica de señalización (a franjas rojas
y blancas). La primera hilada de piedra se colocaba en seco y, cuando no era posible, se
colocaba una capa de arena previa.
b) Sobre esta capa se elevaba un doble paramento de piedra cuyo interior estaba reforzado
mediante un mortero de cal y arena muy pobre (1:4) que no es apreciable desde el exterior.
e) Una hilada antes de alcanzar la altura definitiva se colocaba una capa de cemento blanco,
cal y arena (1:2:8). A ésta se le daba una inclinación en talud para favorecer el drenaje.
d) Sobre esta nivelación se colocaba la última hilada de piedra trabada con tierra del yacimiento, cribada y compactada con agua, sin mezcla química alguna.
- Restitución de los suelos y escalones de acceso: Para la restitución de los suelos, cuya
cota original se estableció basándose en parte en los datos de los diarios de excavación y en
parte por las evidencias de los restos constructivos, se siguió la siguiente secuencia de trabajo
(fig. 27, B; lám. VII, B):
a) Relleno con tierra proveniente de las terreras, sin cribar, hasta alcanzar una cota de -25
cm por debajo del nivel a restituir.
b) Relleno con zahorra hasta una cota de -5 cm.
e) Nivelación final con arena morterenca, regada y compactada manualmente con pisón.
Respecto a los enlosados, en el departamento 191 la intervención se limitó a la reposición
de algunas losas desaparecidas de pequeño tamaño y a nivelar las que, por efecto del peso del
derrumbe y la acción de las raíces habían basculado ligeramente. En el departamento 244 se
levantaron una a una todas las losas saneándose la base de tierra, retirando las raíces y nivelándolas hasta devolverlas a su cota original. En ningún caso se empleó trabazón de mortero.
La trabazón entre las piedras de los escalones de acceso contiene una ligera proporción de
cemento blanco ya que tiene que soportar el paso de personas.
INTERVENCIÓN EN EL SECTOR OESTE DE LA MURALLA
Los trabajos en esta zona tuvieron tres objetivos: tapiado de la Puerta Oeste, restitución del
zócalo y protección de la base.
El tapiado de la Puerta Oeste se debió a su uso continuado como acceso al interior del yacimiento por las visitas, lo que provocaba una lenta pero continuada destrucción del nivel arque-275-
[page-n-278]
62
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
ológico puesto que no está todavía excavada. A esto hay que añadir, como hemos dicho, la constatación, durante los trabajos de limpieza, de que esta puerta fue efectivamente tapiada en la fase
final de poblado. El nuevo tapiado se realizó con piedra mediana colocada en seco fácilmente
retirable (lám. VI).
Tras la limpieza y retirada de bloques caídos o que habían perdido la trabazón se restituyó
el zócalo de la muralla del frente oeste y el de las torres II y m (lám. X, A), según los siguientes
criterios:
a) Zócalo: Se restituyó hasta la altura máxima conservada en el interior, a fin de impedir
la erosión del borde del coronamiento.
b) Torres II y m: Se restituyó hasta la altura de la última hilada original conservada.
En ambos casos, los datos de excavación confirmaron que la altura real era mucho mayor
que la cota final de consolidación --entre 50 y 100 cm más alta, según los casos- por lo que
se decidió dar un acabado irregular.
El proceso de consolidación afectó sólo al paramento exterior, puesto que la muralla no ha
sido excavada por su lado interno, a excepción de los dos pequeños sondeos realizados en 1993,
donde sí se consolidó en toda su anchura. Por ello, la secuencia de consolidación fue la siguiente:
a) Colocación de una cinta plástica sobre la pared original.
b) Colocación de una fina capa de arena anaranjada -la tierra original de traba es gris
clara- sobre la piedra original.
e) Colocación de la primera hilada de piedra nueva sobre la original en hueso, sin traba.
d) Alzado del paramento exterior hasta la altura prevista con bloques de similar tamaño y
disposición a los del aparejo original. Estos bloques estaban trabados con una mezcla
de cal y arena muy pobre (1:4).
e) Relleno de interior con piedra pequeña y casquijo.
f) Colocación de un pequeño talud al pie de la muralla y las torres con el fin de proteger
el cimiento. Este talud se realizó con tierra cribada del terreno y compactada manualmente (lám. VI, B).
g) El coronamiento y acabado de la muralla se hizo mediante un relleno de piedra mediana
suelta, mientras que en las torres II y ID se colocó encima una capa de grava (lám. X, B).
El tramo de lienzo donde sólo se conservan los arranques de las desaparecidas torres IV, V
y VI, fue restaurado como el resto de la muralla, remarcándose tan sólo dichos arranques
mediante la colocación de bloques dispuestos hacia el exterior y mostrando la cara trabajada en
la disposición correspondiente a la de la pared original.
Finalmente, toda la estructura, tanto la parte original como la nueva, fue objeto de un rejuntado (lám. XI, A) entre los bloques mediante una mezcla de tono similar a la existente, compuesta por una parte de cal, tres de arena y una de tierra del terreno cribada, cuya consistencia
es similar a la descrita anteriormente.
-276-
[page-n-279]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
63
BffiLIOGRAFÍA
El poblado ibérico de El Oral (San Fulgencio, Alicante). Trabajos Varios del
S.l.P., 90, Valencia.
ACQUARO, E. (1974): «Krossai de Mozia». Rivista di Studi Fenici, II, 2, Roma, pp. 179-185.
ALFARO ARREGUI, M.•M. (1991): «El sistema defensivo de la puerta de entrada a la ciudad ibérica de Meca
(Ayora, Valencia)». Fortificacions. La problematica de l7beric Pie (Segles /V-III a.C.). Mamesa,
pp. 147-152.
ÁLVAREZ, N. (1995): El Almacén del Templo A de La /lleta deis Banyets (El Campe/lo, Alicante): aproximación a espacios constructivos especializados y su significación socio-económica. Tesis de
Licenciatura, inédita, Universitat de Valencia.
- (en prensa): «El Almacén del Templo A: Aproximación a espacios constructivos especializados y su
significación socio-económica, en La llleta dels Banyets». Estudios de la Edad del Bronce y Mundo
Ibérico, no 1 de la serie Investigación y Recuperación del Patrimonio Arqueológico, Diputación de
Alicante.
APARICIO, J. (1984): «Tres monumentos ibéricos valencianos: Bastida, Meca y el Corral de Saus». Varia,
m, Departamento de Historia Antigua, Valencia, pp. 146-160.
ARANEGUI, C. y MARTÍ, M.•A. (1995): «Cerámicas procedentes de un alfar ibérico localizado en el Pla de
Piquer (Alfara d'Algímia) cerca de Sagunt (Valencia)». Saguntum, 28, Valencia, pp. 131-149.
ARANEGUI, C.; JODIN, A.; LLOBREGAT, E.; ROUILLARD, P. y UROZ, J. (1993): La nécropole ibérique de Cabezo
Lucero (Guardamar del Segura, Alicante). Collection de la Casa de Velázquez, 41, Madrid-Alicante.
ARCELIN, P. (1987): «L'habitat d'Entremont: urbanisme et modes architecturaux». Archéologie
d'Entremont au Musée Granet. Aix-en-Provence, pp. 57-100.
BALLESTER, l. (1947): «Cerámicas ibéricas arcaizantes valencianas». Trabajos Varios del S.I.P., 10,
Valencia, pp. 47-56.
BALLESTER, I. y PERICOT, L. (1929): «La Bastida de les Alcuses (Mogente)». Archivo de Prehistoria
Levantina, 1, Valencia, pp. 179-213.
BARCELÓ, P. (1987-88): «Notas sobre la presencia griega en el litoral hispano». Cuadernos de Prehistoria
y Arqueología Castellonenses, 13, Castellón, pp. 171-180.
BEAZLEY, J.D. (1968): Attic Red-Figure Vase Painters. Vols. 1, Il y m, Oxford.
BLÁNQUEZ, J.J. (1992): «Las necrópolis ibéricas en el sureste de la Meseta». Las Necrópolis: Congreso
de Arqueología Ibérica (Madrid, 1992). Madrid, pp. 235-278.
BONET, H. (1995): El Tossal de Sant Miquel de Llíria: la antigua Edeta y su territorio. Servicio de
Investigación Prehistórica, Diputación de Valencia.
BONET, H. y GUÉRIN, P. (1989): «Techniques de construction et aménagement des espaces domestiques
ibériques en région valencienne». Habitats et structures domestiques en Méditerranée accidenta/e
durant la protohistoire (Aries 1989). Pre-actes, Arles-sur-Rhóne, pp. 128-132.
BONET, H . y GUÉRIN, P. (1995): «Propuestas metodológicas para la definición de la vivienda ibérica en el
área valenciana». Ethno-archéologie Méditerranéenne: finalités, démarches et résultats (Madrid,
1990). Casa de Velázquez, Madrid, pp. 85-104.
BRONCANO, S. y ALFARO, M.•M. (1990): Los caminos de ruedas de la ciudad ibérica de El Castellar de
Meca (Ayora, Valencia). Excavaciones Arqueológicas en España, 162, Madrid.
BRONCANO, S. y BLÁNQUEZ, J.J. (1985): El Amarejo (Bonete, Albacete). Excavaciones Arqueológicas en
España, 139, Madrid.
BRONCANO, S.; MARTÍN, A. ; NEGRETE, M.A. y PUCH, E. (1985): «La necrópolis ibérica del Tesorico
(Agramon-Hellín, Albacete)». Noticiario Arqueológico Hispánico, 20, Madrid, pp. 43-181.
BUXÓ, R.; ALONSO, N.; CANAL, D.; CATALA, M.; ECHAVE, C. y GONZÁLEZ, l. (1995): «Estudios recientes sobre
agricultura y alimentación vegetal a partir de semillas y frutos en Catalunya (Neolí~co-2• Edad del
Hierro)». Actas dos Trabalhos de Antropofagia e Etnologia, vol. XXXV, fase. 1, Porto, pp. 467-483.
CASTRO, Z. y HOPF, M. (1982): «Estudio de restos vegetales en el poblado protohistórico de l'Illa d'en
Reixac (Ullastret, Girona)». Cypsela, IV, Girona, pp. 103-112.
ABAD, L. y SALA, F. (1993):
-277-
[page-n-280]
64
E. DÍES, H . BONET, N . ÁLVAREZ y G . PÉREZ JORDÁ.
CIASCA, A. (1986): «Fortificazioni di Mozia (Sicilia). Dati tecnici e proposta prelinúnari di periodizza-
zione». Lafortification dans l'Histoire du Monde Grec. Paris, pp. 221-227.
CORTELL, E.; JUAN MOLTÓ, J.; LLOBREGAT, E.; REIG, C.; SALA, F. y SEGURA, J.M. (1992): «La necrópolis
ibérica de la Serreta: resumen de la campaña de 1987». Trabajos Varios del S.!. P., 89, Valencia, pp.
83-116.
CUADRADO, E. y QUESADA, F. (1989): «La ceránúca ibérica del Cigarralejo (Murcia)». Verdolay, I,
Murcia, pp. 49-115 .
CHAUSSERIE-LAPRÉE, J. y NIN, N. (1990): «Le village protohistorique du quartier de l'llle a Martigues
(B.-du-Rhóne). Les espaces domestiques de la fase prinútive (début V s.-début II s. av.d.J.C.)».
Documents d"Archéologie Meridiana/e, 13, Lattes, pp. 35-136.
DE FRUTOS, G. ; CHIC, G. y BERRIATUA, N. (1988): «Las ánforas de la factoría prerromana de salazones de
«Las Redes» (Puerto de Santa María, Cádiz)». Actas del 1 Congreso Peninsular de Historia
Antigua, Vol. 1, Santiago de Compostela, pp. 295-306.
DEDET, B. (1994): «Visió general de l'habitació i lnabítat al Llenguadoc i al Rosselló durant la protohistoria». Cota Zero, 10, Vic, pp.l31-145.
DENNELL, R. (1974): «Botanical evidence for prehistoric crop processing activites». Journal of
Archeological Science, 3, London, pp. 229-247.
DÍES, E. y ÁLVAREZ, N. (en prensa): «Análisis del conjunto 5 de La Bastida de les Alcuses (Moixent,
Valencia): un edificio con posible funcionalidad cultual». Cuadernos de Prehistoria y Arqueología
Castellonenses, 17, Castellón.
DÍES, E. y BONET, H. (1996): «La Bastida de les Alcuses (Moixent, Valencia). Trabajos de restauración e
investigación. 1990-1995». Revista de Arqueología, 185, Madrid, pp. 14-21.
FANTAR, M. (1984): Kerkouane. Cité punique du Cap Bon, J. Túnez.
FERNÁNDEZ, A. (1987-1988): «El poblado ibérico de Torre la Sal (Ribera de Cabanes, Castellón):
Campaña de excavación 1985-1988». Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonenses, 13,
Castellón, pp. 227-274.
FERNÁNDEZ JURADO, J. ( 1987): Tejada la Vieja: Una ciudad Protohistórica. Huelva Arqueológica, IX, 2
vols., Huelva.
FLETCHER, D. (1957): «Toneles cerámicos ibéricos». Archivo de Prehistoria Levantina, VI, Valencia, pp.
113-148.
FLETCHER, D . y BONET, H. (1994): «Bastida VI: nuevo plomo escrito de La Bastida de les Alcuses
(Mogente, Valencia)». Anales de Prehistoria y Arqueología, 7-8, Murcia, pp. 143-150.
FLETCHER, D.; PLA, E. y ALCÁCER, J. (1965): La Bastida de les Alcuses (Mogente, Valencia). Trabajos
Varios del S.I.P., 24, Valencia.
FLETCHER, D.; PLA, E. y ALCÁCER, J. (1969): La Bastida de les Alcuses (Mogente, Valencia) . Trabajos
Varios del S.I.P., 25, Valencia.
FLORIDO, C. (1984): «Ánforas prerromanas sudibéricas». Habis, 15, Sevilla, pp. 419-436.
GÓMEZ BELLARD, C. ; GUÉRIN, P.; DÍES, E. y PÉREZ JORDA., G . (1993): «El vino en los inicios de la Cultura
Ibérica. Nuevas excavaciones en l' Alt de Benimaquia. Dénia». Revista de Arqueología, 142,
Madrid, pp. 16-27.
GRACIA ALONSO, F. ; MUNILLA, G. y GARCÍA, E. (1988): La Moleta del Remei. Alcanar; Montsia.
Campañas 1985-1986. Publicacions de la Diputació de Tarragona.
GUÉRIN, P. (1995): El poblado del Castellet de Bernabé (Llíria) y el período ibérico pleno edetano.
Tesis Doctoral, inédita, Universitat de Valencia.
GUÉRIN, P. y BONET, H. (1993): «Un dispositivo de entrada en el poblado ibérico del Castellet de Bemabé
(Llíria, Valencia)». Homenatge a Miquel Tarradell . Estudis Universitaris Catalans, XXIX,
Barcelona, pp. 449-462.
GUERRERO, V.M. (1993): La colonización púnica de Mallorca. Bases arqueológicas para su sistematización. Tesis Doctoral, inédita, U.N.E.D., Madrid.
GUERRERO, V.M.; MIRÓ, J. y RAMÓN , J. (1991): «El pecio de Binisafúller (Menorca), un mercante púnico
del s. III a.C.» Meloussa, 2, Mahón, pp. 9-30.
-278-
[page-n-281]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
65
HERNÁNDEZ, L. y SALA, F. (1996): El Puntal de Salinas. Un hábitat ibérico del siglo IV aC. en el Alto
Vinalopó. Villena.
INIESTA, A.; PAGE, V. y CARCÍA CANO, J.M. (1897): Excavaciones arqueológicas en Coimbra del Barranco
Ancho (Jumilla). La Sepultura 70 de la necrópolis del poblado. Catálago de exposición, Murcia.
IZQUIERDO, I. (1995): El contexto arqueológico de la necrópolis ibérica del Corral de Saus (Moixent,
Valencia). Tesis de Licenciatura, inédita, Universitat de Valencia.
JODIN, A. (1987): Volubilis Regia Iubae. Ed. Boccard, Paris.
JUNYENT, E.; LAFUENTE, A. y LÓPEZ, J.B . (1994): «L'origen de !'arquitectura en pedra i l'urbanisme a la
Catalunya Occidental». Cota Zero, 10, Vic, pp. 73-89.
LAMBOGLIA, N. (1952): «Per una classificazione preliminare della ceramica campana». I Congresso
Internazionale di Studi Liguri. Bordighera, pp. 139-206.
- (1954): «La ceramica «precampana» della Bastida». Archivo de Prehistoria Levantina, V, Valencia, pp.
105-139.
LILLO, P. (1981): El poblamiento ibérico en Murcia. Universidad de Murcia, Academia Alfonso X el
Sabio, Murcia.
- (1993): El poblado ibérico fortificado de Los Molinicos, Moratalla (Murcia). Murcia.
LÓPEZ, A. (1993): «Los talleres anfóricos de Darró (Vilanova i la Geltrú, Barcelona). Noticia de su
hallazgo». Empúries, 48-50, TI (1986-1987), Barcelona, pp. 64-76.
LÓPEZ, A. y FIERRO, J. (1987-1988): «Darreres intervencions a l'assentament iberic i la vila romana de
Darró (Vilanova i la Geltrú, Garraf)». Tribuna d'Arqueologia, 1987-88, Barcelona, pp. 53-68.
LLOBREGAT, E. (1972): Contestania Ibérica. Instituto de Estudios Alicantinos, 2, Serie TI, Alicante.
MATA, C. (1991): Los Villares (Caudete de las Fuentes, Valencia). Orígenes y evolución de la Cultura
Ibérica. Trabajos Varios del S.I.P., 88, Valencia.
MATA, c. y BONET, H. (1992): «La cerámica ibérica: ensayo de tipología». Trabajos Varios del S.l.P, 89,
Valencia, pp. 117-173.
MOREL, J.P. (1981): Céramique Campana. Les formes. Bibliotheque des Écoles Francyaises d' Athenes et
de Rome, 244, Roma.
NORDSTROM, S. (1967): Excavaciones en el poblado ibérico de La Escuera (San Fulgencio, Alicante).
Trabajos Varios del S.I.P., 34, Valencia.
OLIVER, A. y GUSI, F. (1995): El Puig de la Nau, Benicarló, Castelló. Un habitat fortificado ibérico en el
ambiente mediterráneo peninsular. Monografies de Prehistoria i Arqueología Castellonenques, 4,
Castelló.
OLIVER, A.; BLASCO, M.; FREIXA, A. y RODRÍGUEZ, P. (1984): «Proceso de iberización en la plana litoral
sur de Castellón». Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonenes, 10, Castellón, pp. 63109.
PAGE, V. (1984): Imitaciones de influencia griega en la cerámica ibérica de Valencia, Alicante y Murcia.
Iberia Graeca, Serie Arquelogía, 1, Madrid.
PASCUAL, R. (1969): «Un nuevo tipo de ánfora púnica». Archivo Español de Arqueología, 42, Madrid, pp.
12-19.
PELLICER, M. (1978): «Tipología y cronología de las ánforas prerromanas del Guadalquivir, según el
Cerro Macareno (Sevilla)». Habis, 9, Sevilla, pp. 365-400.
PERDIGONES, L. y MUÑOZ, A. (1988): «Excavaciones arqueológicas de urgencia en los hornos púnicos de
Torre Alta, San Fernando, Cádiz». Anuario Arqueológico de Andalucía, (ill Actividades de
Urgencia), Sevilla, pp. 106-1 12.
PÉREZ BALLESTER, P. (1986): «Las cerámicas de barniz negro campanienses: estado de la cuestión».
Boletín del Museo Arqueológico Nacional, IV, Madrid, pp. 27-45.
PÉREZ JORDA. G. (1993): La producció d'oli al món Iberic: l'exemple del Camp de Túria. Tesi de
Llicenciatura, inedita, Universitat de Valencia.
- (1995): «Los restos carpológicos». En: Bonet Rosado, H.: El Tossal de Sant Miquel de Llíria. La
-279-
[page-n-282]
66
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
280
antigua Edeta y su territorio. Servicio de Investigación Prehistórica, Diputación de Valencia, pp.
485-488.
PÉREZ JORDA, G. y Bt.TXÓ, R. (1995): «Estudi sobre una concentració de llavors de la 1 Edat del Ferro del
jaciment de Vinarragell (Borriana, La Plana Baixa)». Saguntum, 29, Valencia, pp. 57-64.
PLA BALLESTER, E. (1968): «Instrumentos de trabajo ibéricos de la región valenciana». Estudios de economía antigua de la Península Ibérica. Ed. Vicens Vives, Barcelona, pp. 143-190.
- (1972): «Aportaciones al conocimiento de la agricultura antigua en la región de Valencia». Rivista di
Studi Liguri (Omaggio a Fernant Benoit), XXXIV (vol. 2), Bordiguera, pp. 319-354.
RAGA, M . (1994): Los materiales del poblado ibérico de La Covalta (Albaida, Valencia). Tesis de licenciatura, inédita, Universitat de Valencia.
RAKOB, F. ( 1985): «Carthage punique. Fouilles et prospections archéologiques de la miss ion allemande».
R.E.P.P.A.L., 1, Carthage, pp. 132-156.
- (1987a): «Mission allemande a Carthage: La muraille du Quartier Magon». CEDAC. Cartaghe
Bulletin, 8, Charthage, pp. 6-7.
- (1987b): «Sondages de sauvement. Man;-Avril1987». CEDAC. Carthage Bulletin, 8, Carthage, pp. 8-
10.
RAMÓN, J. (l98la): Producción anfórica púnico-ebusitana. Delegació del Ministeri de Cultura d'Eivissa,
Eivissa.
(1981 b ): Ibiza y la circulación de ánforas fenicias y púnicas en el Mediterráneo Occidental. Trabajos
del Museo Arqueológico de Ibiza, 5, Eivissa.
(1991): Las ánforas púnicas de Ibiza. Trabajos del Museo Arqueológico de Ibiza, 23, Eivissa.
(1993): «Un depósito de cerámicas del s. V a.C. en Es Palmer (Ibiza)». Homenatge a Miquel
Tarradell. Estudis Universitaris Catalans, XXIX, Barcelona, pp. 291-302.
(1995): Las áriforas fenicio-púnicas del Mediterráneo central y occidental. Col.lecció Instrumental,
2, Barcelona.
RIBERA, A. (1982): Áriforas prerromanas valencianas (fenicias, ibéricas y púnicas). Trabajos Varios del
S.I.P., 73, Valencia.
RIBERA, A. y FERNÁNDEZ, A. (en prensa): «Las ánforas del mundo fenicio-púnico en el País Valenciano».
IV Congreso Internacional de estudios Fenicios y Púnicos (Cádiz, 2-6 Octubre, I995).
RODERO, A. (1991): «Las ánforas del Mediterráneo Occidental en Andalucía». Trabajos de Prehistoria,
48, Madrid, pp. 257-298.
ROUILLARD, P. (1975): «Les coupes attiques a figures rouges du IV siecle en Andalousie». Mélanges de
la Casa Velázquez, XI, París, pp. 21-49.
- (1976): «Fragmentos de cerámica griega arcaica en la antigua Contestania». Revista del Instituto de
Estudios Alicantinos, 18, Alicante, pp. 7-16.
- (1979): Investigaciones sobre la muralla de Sagunto (Valencia). Trabajos Varios del S.I.P., 62,
Valencia.
- (1991): Les Grecs et la Peninsule Ibérique du VIIIe. au Ir. si(xle avant Jésus-Christ. Publications du
Centre Pi erre Paris, 21, Paris.
RUBIO, F. (1985): «El yacimiento ibérico del Puig (Alcoy)>>. Noticiario Arqueológico Hispánico, 24,
Madrid, pp. 91-157.
- (1986): La necrópolis ibérica de la Albufereta de Alicante (Valencia, España). Academia de Cultura
Valenciana, Serie Arquelogía, ll, Valencia.
RUIZ, A. y MOLINOS, M . (1985): «Informe de la Campaña de Excavaciones en el Cerro de la Plaza de
Armas de Puente Tablas (Jaén)». Anuario Arqueológico de Andalucía, Ill, pp. 345-352.
- (1988): «Informe de la Campaña de Excavaciones en el Cerro de la Plaza de Armas de Puente Tablas
(Jaén)». Anuario Arqueológico de Andalucía, 11, pp. 179-184.
- (1993). Los iberos. Análisis arqueológico de un proceso histórico. Ed. Crítica. Madrid.
-280-
[page-n-283]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
67
SALA, F. (1993): «La cerámica de importación de los siglos VI-IV a.C. en Alicante y su repercusión en el
mundo indígena». Huelva Arqueológica, XIII, 1, Huelva, pp. 275-296.
(1994): La Cultura Ibérica de los s. VI al II a.C. en las comarcas meridionales de la Contestania. Una
propuesta de evolución a partir de los yacimientos de El Oral, El Puntal y La Escuera. Tesis
Doctoral, inédita, Universitat d' Alacant.
SANMARTÍ, E. (1985a): «Sobre un nuevo tipo de ánfora de época republicana, de origen presumiblemente
hispánico». Ceramiques gregues i helenístiques a la Península Iberica, Taula Rodona 7SO Aniversari
de les excavacions d'Empúries (Empúries, I8-20 mar({, 1983). Barcelona, pp. 133-141.
(1985b): «Las ánforas romanas del campamento numantino de Peña Redonda (Garray-Soria)».
Empúries, 47, Barcelona, pp. 130-161.
SANTOS VELASCO, J.A. (1986): «Vivienda y distribución desigual de la riqueza en La Bastida de les
Alcuses». Arqueología Espacial, 9, Teruel, pp. 339-348.
SPARKES, E. y TALCOTT, L. ( 1970): Black and plain pottery of 6th, 5th and 4th centuries B. C. The Athenian
Agora, XII, Princeton.
SOLER, J.M.• (1992): «El poblado ibérico del Puntal de Salinas (Alicante)». Trabajos Varios del S.I.P., 89,
Valencia, pp. 51-72.
STERN, E. (1991): «Phoenician Finds from Tel Don>. Rivista di Studifenici, XIX, 1, Roma, pp. 97-105.
TÉLLEZ, R. y CIFERRI, F. (1954): Trigos arqueológicos de España. Instituto Nacional de Investigaciones
Agronómicas, Madrid.
THALMANN, J.P. (1979): «Tell 'Arqa. Rapport provisoire». Bulletin du Musée de Beyrout, 29-30, Beyrout,
pp. 61-75.
TRÍAS DE ARRIBAS, M.•G. (1967-1968): Cerámicas griegas de la Península Ibérica, Vol. I y //. The
William Bryant Foundation, Valencia.
URE, A.D. (1944): «Red-figure cups with lncised and Stamped Decoration 11». Journal of Hellenic Studies,
LXIV, London.
VALL, M .•A. (1971): El poblado ibérico de Covalta (Albaida, Valencia). Trabajos Varios del S.I.P., 41,
Valencia.
-
-281-
[page-n-284]
68
E. DfES. H. BONET.
. ÁLVA REZ y G. PÉREZ JORDÁ
Lám. 1.- Vistas aéreas de La Bastida de les Alcuses donde se aprecia el recinto amurallado,
la calle central y el sector donde se han restaurado los conjunto 1, 2 y 3. Año 1995.
-282-
[page-n-285]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAYACIÓ
Y RESTA URACIÓN ( 1990-95)
69
A
B
Lám. 11.- A: La Bastida desde el Pla de les Alcuses. Año 1991. B: El Pla de les Alcuses
desde el yacimiento, al fondo el corredor de Montesa. Año 1991.
-283-
[page-n-286]
70
E. DÍES. H. BONET,
. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
A
B
Lám. Ill.- A: Restos de carriladas en la ladera oeste, principal acceso al poblado. Año 1991.
8: Cisterna retallada en la roca aprovechando una grieta. Hoy parcialmente
colmatada de tierra y vegetación. Año 1991.
-284-
[page-n-287]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y R ESTA URACJÓN ( 1990-95)
71
A
B
Lám. IV.- A: Estado de la muralla oeste y de la torre 111 antes de la restauración. Año 1990.
B: Lienzo de la muralla antes de la restauración con evidentes muestJ·as de su deterioro. Año 1990.
-285 -
[page-n-288]
72
E. DÍES. H. BONET, N. ÁLVA REZ y G. PÉREZ JORDÁ
A
B
Lárn. V.- A: Lienzo de muralla donde se aprecian los elementos verticales que marcan los
arranques o ángulos de una posible torre (Torre X), hoy desaparecida. Año 1991.
B: Detalle del arranque de la misma torre y restos de marcas de pala excavadora junto al jalón. Año 1991.
- 286 -
[page-n-289]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVAC IÓN Y RESTAURAC IÓN (1990-95)
73
A
B
Lám. VI.- A: Limpieza del tramo central del ft·ente oeste de la muraUa donde aparece
la entrada principal. Año 1991. B: Lienzo oeste de la muralla, una vez restaurado, con la puerta
principal tapiada mediante piedras de menor tamaño para indicar claramente su provisionalidad. Año 1995.
-287-
[page-n-290]
74
E. DLES. H. BONET. N. Á LVAREZ y G. PÉREZ JORDA
A
B
Lám. VII.- A: Superposición de estructuras de habitación del departamento 159, los muros inferiores
corresponden a la Fase l. Año 1991. B: Colocación de los suelos del Conjunto l. Año 1991.
- 288-
[page-n-291]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : T RABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN ( 1990-95)
75
A
B
Lám. VIII.- A: Conjunto 2 antes de la restauración. Año 1991. B: El Conjunto 2,
visto desde la calle central, tras la restauración. Año 1991.
- 289-
[page-n-292]
76
E. DÍES. H. BONET. N. ÁLYAREZ y G. PÉREZ JORDA
A
B
Lám. IX.- A: Conjunto 1 tras la restauración. Año 1991. 8: Conjunto 3 restaurado,
en primer término la Casa 7. Año 1993.
-290-
[page-n-293]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAU RACJÓN ( 1990-95)
77
A
B
Lám. X.- A: Vista de la cara sur de la Torre 11, una vez restaurada. Año 1995.
B: Acabado del coronamiento de la muralla y de las toiTes. Año 1995.
-291-
[page-n-294]
78
E. DÍES. H. BO ET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
A
B
Lám. XI.- A: Los obreros trabajando en el rejuntado de las piedras de la muralla y Torre 111. Año 1995.
B: Cartel explicativo de las técnicas constructivas de la Casa l. Año 1992.
-292-
[page-n-295]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓ N Y RESTAURACIÓ N ( 1990-95)
79
A
Lám. XII.- A: Sondeo realizado en el ángulo de la Torre Este y el lienzo de la muralla. Año 1995.
B: Zócalo de la cara norte de la Torre Este. Año 1995.
-293-
[page-n-296]
80
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
A
B
Lám. XJI1.- A y B: Vistas generales de la Casa 11. Año 1995.
-294-
[page-n-297]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAYACIÓ
Y RESTAURACIÓN ( 1990-95)
81
A
B
Lám. XIV.- A: Materiales in situ del departamento 250. Año 1995. B: Detalle de las trébedes
del departamento 250. Año 1995.
-295-
[page-n-298]
[page-n-299]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XXll (Valencia, 1997)
Consuelo MATA PARREÑO* y Lucía SüRIA COMBADIERA **
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA ffiÉRICA
La costumbre de marcar ánforas con algún tipo de símbolo o epígrafe, antes de la cocción, ha
generado una amplia bibliografía, sobre todo, por parte de los investigadores del mundo romano.
Por ello, existen, en la actualidad, importantes repertorios de marcas latinas que han permitido
extraer interesantes conclusiones tanto sobre el comercio como sobre la sociedad. No sucede, sin
embargo, lo mismo con el material al que nos enfrentamos en este trabajo, pues el estudio de marcas y epígrafes sobre recipientes de transporte y almacenaje de época ibérica, a pesar de haberse
señalado su existencia hace ya bastante tiempo (1), sólo ha suscitado un cierto interés cuando se trataba de epígrafes, mientras que las marcas anepigráficas han quedado relegadas, en el mejor de los
casos sin más que su mera mención, a los catálogos de materiales de una excavación.
Varias son las razones que, a nuestro entender, han motivado este limitado interés. En primer
lugar, se trata de un material poco numeroso si se compara con el conjunto de materiales procedente de cualquier excavación o prospección; a ello hay que sumar el estado de fragmentación en
que normalmente se recuperan los recipientes de mayor tamaño lo que, sin duda, dificulta su
identificación e interpretación; y, por último, quisiéramos destacar el estudio de epígrafes totalmente descontextualizados no sólo de su lugar de hallazgo sino, sobre todo, de su pieza, algo que
en nuestra opinión es perjudicial en todos los sentidos, pues se está obviando una información de
gran interés.
El material que presentamos aquí todavía es escaso, local y globalmente considerado, pero
esperamos que este trabajo preliminar sirva para rescatar de las catacumbas (2) unos materiales
que, aunque modestos numéricamente, tienen un gran potencial informativo.
De todos modos, no debemos esperar que estas marcas formen conjuntos numerosos pues,
en todos los ámbitos cronológicos y culturales conocidos, los recipientes marcados son minori*
**
Departament de Prehistoria i Arqueologia. Universitat de Valencia.
Centro Superior de Humanidades de Albacete. Universidad de Castilla-La Mancha.
(1) OLIVA, 1955, 89-90; GARCÍA GUINEA, 1960, 731-736.
(2) Léase almacenes de museos.
-297-
[page-n-300]
2
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
tarios, aunque la publicación de trabajos monográficos y listas de marcas inclinan a pensar todo
lo contrario. Sin embargo, muchos investigadores señalan explícitamente que las marcas afectan,
salvo raras excepciones, a un conjunto limitado de las producciones estudiadas (3).
l.
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE ÁNFORAS NO IBÉRICAS
No es nuestra intención en este apartado hacer un recorrido exhaustivo de las publicaciones
existentes sobre marcas anfóricas no ibéricas, sino situar cronológicamente este hábito y señalar
los diferentes significados propuestos, haciendo especial hincapié en los hallazgos, con una cronología similar, efectuados en la misma área geográfica ocupada por los iberos.
El fenómeno de marcar las ánforas surge casi simultáneamente con la invención del tipo
cerámico así conocido, pues uno de los sellos más antiguo conocido procede de un ánfora egipcia del siglo XIV a.C. (4). Los grandes hitos históricos sobre el origen y evolución de esta costumbre en el Mediterráneo han sido recogidos por González Prats en alguna de sus publicaciones sobre las ánforas de Penya Negra (Crevillent, Alacant) (5), lo que nos exime de hacer el
mismo recorrido y a ellas remitimos al lector interesado.
Por otro lado, dejamos al margen de estas reflexiones los letreros pintados, conocidos tanto
sobre ánforas púnicas como, sobre todo, romanas, puesto que plantean una problemática propia
y, por el momento, son desconocidos sobre las ánforas ibéricas.
1.1. ÁNFORAS FENICIAS Y PÚNICAS
Los sellos y marcas conocidos sobre ánforas fenicias y púnicas son, hasta ahora, bastante puntuales. Suelen aparecer recogidos entre los listados de materiales de excavación (6) y apenas han
sido objeto de algún estudio de conjunto (7). Sin embargo, y al menos a nivel de península Ibérica,
un repaso a la bibliografía más reciente nos muestra un número creciente de ánforas fenicias, indígenas orientalizantes y púnicas con marcas de diversa tipología. Vamos a detenemos sobre alguno de estos hallazgos por la influencia que hayan podido ejercer sobre las marcas ibéricas.
En la actualidad, el conjunto más numeroso de marcas sobre ánforas indígenas de tipología
fenicia se encuentra en Penya Negra (8) con un total de catorce ejemplares, todos ellos precocción. A ellos hay que añadir, cinco ánforas fenicias importadas con sendas marcas, una de ellas
esgrafiada (9). Casi todas ellas proceden de la fase IIB cuya cronología es del600-550 a.C., etapa
que podría clasificarse como ibérica antigua tal y como sucede en otros yacimientos (10). Por
(3) DESY, 1989, 15 y nota 37; GARLAN, 1988, 14-15; MIRÓ, 1988, 209; RAMÓN, 1981, 17; y 1995, 245g.
(4) GRACE, 1961, fig. 17.
(5) GONZÁLEZ PRATS, 1983, 228-230; GONZÁLEZ PRATS y RUIZ SEGURA, 1990-1991, 71.
(6) BORDREUIL, 1982; MAYNOR BIKAI, 1987, pi. XXIT, 594; entre otros.
(7) FUENTES, 1986, donde se incluyen las ánforas pero sin ningún tratamiento específico; RAMÓN, 1981 , 17-18; y 1995,
245-255.
(8) GONZÁLEZ PRATS, 1983, 228; GONZÁLEZ PRATS y RUTZ SEGURA, 1990-1991, figs. 6 y 7.
(9) GONZÁLEZ PRATS, 1982, fig . 28, 5571; 1990, fig. 12, 11434; GONZÁLEZ PRATS y RUIZ SEGURA, 1990-1991,71, fig.
7, 10945.
(10) Aunque González Prats siempre ha publicado Penya Negra 11 como perteneciente al Hierro Antiguo, creemos que
existen elementos suficientes como para considerar la última fase de ocupación como ibérica antigua, tal y como parece desprenderse además del libro publicado por este mismo autor en 1990, págs. 104-105. Ahora bien, nosotras no podemos asegurar que todas
las ánforas con marca procedan de la última fase.
-298-
[page-n-301]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IDÉRICA
3
otro lado, también podría considerarse como una marca precocción el aspa aislada que aparece
pintada sobre alguna tinaja (11). Un signo similar se encuentra en una tinaja del Cerro Macareno
(La Rinconada, Sevilla) (fig. 6, O1.062), y, aunque se trata de un paralelo lejano geográficamente,
es bastante común en la cerámica griega del Hierro Antiguo (12).
En las ánforas de Penya Negra no existe ninguna regla fija en cuanto a la ubicación y tipología de las marcas, pero se puede observar alguna regularidad. La mayoría se sitúa en el asa 7- pero también las hay sobre el hombro - 5 - y en menor medida en el galbo -3-, borde2- o fondo -1-. Tan sólo una de ellas es doble, formada por sendas incisiones en el borde y
en el tercio inferior. En cuanto a su técnica, el conjunto más numeroso son los signos o letras
incisas -12-, frente a seis impresiones anepigráficas y un único letrero esgrafiado.
Un segundo lote importante procede de El Monastil (Elda, Alacant), de donde se han publicado tres marcas (una incisa y dos impresas), iguales a las encontradas en Penya Negra y realizadas sobre ánforas importadas de este mismo lugar (13). Su interés no sólo radica en su número,
sino también en el hecho de haber podido establecer una procedencia segura para las mismas.
En otros yacimientos peninsulares las marcas publicadas sobre ánforas fenicias oscilan entre
uno y siete ejemplares como máximo, tanto pre como postcocción: Cádiz -1-, Cerro del Villar
(Guadalhorce, Málaga) -1-, Medellín (Badajoz) -1-, Villaricos (Almería) - 1 - (14),
Carmona (Sevilla) - 1 - (15), L'Alt de Benimaquia (Dénia, Alacant) - 1 - (16), Moleta del
Remei (Alcanar, Tarragona) - 1 - (17), Camara (Elda, Alacant) - 2 - (18), Morro de
Mezquitilla (Toscanos, Málaga) - 3 - (19), Huelva --4- (20) y Castillo de oa Blanca (Puerto
de Sta. María, Cádiz) - 7 - (21).
La mayoría son signos o letras, posiblemente postcocción (22) sobre el hombro o el galbo,
pues sellos sólo se han documentado en Cádiz, Penya Negra, El Monastil y Moleta del Remei.
Algo más abundantes son las marcas sobre ánforas púnicas, muchas de ellas recogidas por
Fuentes (23), en un corpus de inscripciones púnicas, y Ramón (24) en su monograña sobre las
ánforas fenicio-púnicas. A ellas habría que añadir al menos cuatro ánforas Mañá/Pascual A4, con
signos diversos, de Cerro Macareno (25), dos de El Monastil (26) y una de Can Jordi (Sant
Vincen~ de Montalt, Barcelona) (27). En este contexto no deja de ser interesante señalar la
escasez de sellos y epígrafes documentados sobre las producciones ebusitanas, pues sólo aparecen en cuatro de los dieciseis tipos diferenciados (28), aunque como señala Ramón las marcas
(11) GONZÁLEZ PRATS, 1983, 172 y fig. 37.
(12) PAPADOPOULOS,l994.
(13) POVEDA, 1994, 490-492, láms. 1-3.
(14) GUERRERO y ROLDÁN, 1992, 25-35.
(15) BELÉN et alii, 1993, fig . 10, 25.
(16) Signo precocción sobre ánfora importada, según comunicación oral de C. GÓMEZ BELLARD y P. GUÉRIN.
(17) GRÁCIA y MUNILLA, 1993, nota 46, fig 4, 7.
{18) POVEDA, 1994, 492,láms. 6 y 7.
(19) RÓLLIG, 1983, fig. 1, a, i, k, taf. 10, 4, 8 y 11.
(20) FERRON et alii, 1975; FERNÁNDEZ JURADO y CORREA, 1988-1989.
(21) CUNCHILLOS, 1994.
(22) Esta última circunstancia. no siempre queda clara en las publicaciones. En el Castillo de o• Blanca sólo dos marcas, de
las siete publicadas, son precocción (Cunchillos, 1994).
{23) FUENTES, 1986.
(24) RAMÓN,l995, 245-255.
(25) FERNÁNDEZ GÓMEZ et alii, 1979, figs. 42, 543-4 y 548-1 ; 43, 546-3 y 548-3.
(26) POVEDA, 1994, láms 14 y 15.
(27) AA.VV., 1995, fig. 7, 3.
(28) RAMÓN, 1991, PE-17, PE-18, PE-22 y PE-25.
-299-
[page-n-302]
4
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADlERA
sobre ánfora púnica parecen ser un hábito común en Cartago y minoritario en el resto de las
áreas (29).
De todo el conjunto púnico nos interesa destacar aquellos yacimientos donde también aparecen
marcas ibéricas, es decir, Cerro Macareno, L' Alcúdia (Elx, Alacant) y Puig de SantAndreu (Ullastret,
Girona) (30).
Al contrario de lo que sucedía con anterioridad, la mayoría de las marcas púnicas conocidas
son sellos epigráficos precocción impresos sobre las asas, de los que hay repertoriados un total
de 350 en el Mediterráneo central y occidental (31). Los grafitos son poco conocidos y pueden
pasar fácilmente desapercibidos si no se trata de epígrafes o letras sueltas.
1.2. ÁNFORAS GRIEGAS
Se conocen bien algunos centros alfareros griegos en donde se acostumbraba a marcar sistemáticamente las ánforas producidas. Este es el caso de Thasos (32), en donde las ánforas suelen llevar, sobre las asas, uno o dos sellos con un emblema y una leyenda; todos ellos hacen referencia al
origen étnico, al nombre del magistrado epónimo y/o al fabricante. En otros lugares de Grecia, el
emblema utilizado hace referencia al nombre de la polis como sucede con los sellos rodios (33).
Pero, a pesar del conocimiento detallado que se tiene de algunos hornos y de sus marcas, se
desconoce con exactitud el significado de las mismas, el porqué se sellaban algunas ánforas y no
todas, así como la razón de que se utilizaran los mismos sellos para marcar las tejas (34).
En España, las ánforas griegas con marca son escasas, destacando las aparecidas en los
pecios de Lazareto (Menorca) y El Sec (CalvUt, Mallorca) (35), a las que hay que añadir al menos
una del Puig de Sant Andreu (36) y otra del Cerro del Villar (37).
La mayor parte de las marcas griegas catalogadas, tanto fuera como dentro de España, está
compuesta por sellos epigráficos o anepigráficos, con enmarques circulares o cuadrangulares,
situados generalmente sobre las asas.
Como tantas otras cosas, los colonos griegos también trasladaron a los nuevos asentamientos el hábito de sellar ánforas. De entre todas ellas, nos interesa mencionar aquí por proximidad
geogn\fica, el caso de las ánforas masaliotas, aunque ninguna de las aparecidas en España lleva
marca (38). En el volumen recientemente publicado sobre este tipo de ánforas se pueden ver conjuntos de sellos, la mayoría circulares y epigráficos, situados casi siempre sobre el cuello (39).
(29)
(30)
figs . 2 y 3;
(31)
(32)
(33)
(34)
(35)
(36)
(37)
(38)
(39)
RAMÓN, 1995, 254.
FERNÁNDEZ GÓMEZ et alii, 1979, figs. 42, 543-4 y 548-1; 43, 546-3 y 548-3; RAMOS FOLQUÉS, 1968, 364-365,
OLIVA, 1955, fig . Xlll, 5; 1959, 381, fig . 23; 1961-1962, 368, fig . 34, 15.
RAMÓN, 1995, 245-254.
GARLAN, 1988.
CALVET, 1982, 13-14.
PAPADOPOULOS, 1994, 473-485; TSETSKHLADZE y VNUKOV, 1992, 372-373.
FERNÁNDEZ-MIRANDA et alii, 1977, 91-92; ARRIBAS et a/ii 1987, 613.
OLIVA, 1958, 335, fig. 32.
MARTÍN RUIZ, 1995, fig. 137.
BATS, 1990, 161-188.
LONG, 1990; PASSELAC et alii, 1990, figs. 7, 1; 11-14.
-300-
[page-n-303]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
5
1.3. ÁNFORAS ETRUSCAS
También los etruscos tuvieron la costumbre de sellar algunos ejemplares anfóricos pero, como en
los casos anteriores, tampoco existen amplios repertorios sobre estas marcas. Hay que recurrir a las
publicaciones sobre excavaciones o conjuntos de materiales para constatar su existencia (40).
El conjunto más numeroso que conocemos es el de la necrópolis de Nuceria (41). A través
del inventario de materiales publicado se puede observar que la mayoría de las marcas son epigráficas y/ o numerales precocción, situadas mayoritariamente sobre las asas o debajo de ellas y,
en menor medida, sobre el hombro o la panza. La cronología proporcionada por los ajuares funerarios abarca desde finales del s. VI hasta el s. V a.C.
Ninguna de las ánforas etruscas de la Península Ibérica publicadas hasta ahora lleva marca (42).
1.4. ÁNFORAS ROMANAS
Como señalábamos al principio, el estudio de las llamadas «marcas de alfarero» sobre ánforas de origen romano ha sido muy prolífico, de forma que pueden encontrarse estudios de yacimientos (43), de alfares (44), de áreas concretas (45) y de conjunto (46), por lo que en la actualidad poseemos un conocimiento bastante preciso de las mismas.
Los conjuntos publicados muestran una gran variedad de tipos, aunque con un mayor dominio de los sellos epigráficos. La interpretación de los mismos es muy variable y los diferentes
autores distan mucho de estar de acuerdo. En general, las hipótesis más firmes se basan en los
epígrafes que recogen palabras completas o numerales, dejando al margen de cualquier explicación las marcas que sólo llevan letras sueltas o símbolos (47). El libro de Callender sobre ánforas romanas que recoge una tipología de sellos, así como todas las posibilidades de interpretación
barajadas hasta ese momento, mantiene toda su vigencia a pesar de haber sido publicado hace
más de veinticinco años (48).
La ubicación de las marcas varía según la tipología del ánfora y su cronología; en consecuencia, pueden marcarse las asas, el labio, el cuello, la panza o el pie, alcanzando una variabilidad desconocida hasta entonces (49).
A la vista de los trabajos publicados, podemos llegar a la conclusión de que sólo el estudio
detallado de amplios conjuntos procedentes del mismo yacimiento o de la misma área permite
elaborar una hipótesis de interpretación de los sellos con cierta fiabilidad y que ésta puede ser
diferente según el conjunto al que se refiera (50).
(40) ALBORE LIVADIE, 1978; AA.VV., 1985; PERKINS y WALKER, 1990, 41 y 43; entre otros.
(41) ALBORE LIVADIE, 1978.
(42) REMESAL Y MUSSO, 1991.
(43) BLÁZQUEZ et alii, 1994; etc.
(44) ENGUIX et alii, 1977; etc.
(45) eme, 1985; DESY, 1989; RODRÍGUEZ ALMEIDA, 1989; etc.
(46) eALLENDER, 1970; eARRE et alii, 1995.
(47) BLÁZQUEZ et alii, 1994, 130; e ALLENDER, 1970, XXV; MIRÓ, 1988, 210.
(48) eALLENDER, 1970, XXV-XXVTI.
(49) BLÁZQUEZ et alii, 1994, 147; DESY, 1989, 15 y 19; ENGUIX et alii, 1977, 33-36; MIRÓ, 1988, 209.
(50) BLÁZQUEZ et alii, 1994, 130-147; DESY, 1989, 187-188; ENGUIX et a/ii, 1977, 33-36; MIRÓ, 1988, 229-232.
-301-
[page-n-304]
6
C. MATA PARREÑO y L. S ORlA COMBADlERA
De entre el importante volumen de mateas romanas conocidas tanto en la península como fuera
de ella, nos interesa hacer especial mención de una serie de letreros ibéricos impresos sobre ánforas romanas. El más antiguo conocido, aunque ha pasado bastante desapercibido, es un sello situado sobre el asa de un ánfora greco-itálica de producción occidental (51) encontrada en Ensérune y
que Jannoray (52) ya publicó en su día como una importación procedente de la costa catalana.
Un hallazgo más reciente se ha realizado en Zaragoza y consiste en un sello rectangular
incompleto situado en el labio de un ánfora de producción hispánica (Tarraconense o Layetana
1), en un contexto datado entre el 50 y el40 a.C. (53). Sobre este tipo de ánforas se conocían ya
letreros con nombres latinos pero es el primero con caracteres ibéricos que, aunque incompleto,
se puede interpretar, por analogía, como un nombre propio. En esta misma publicación se cita la
posibilidad de que exista otro sello ibérico sobre ánfora romana (54).
Finalmente, quisiéramos citar aquí un sello, sobre ánfora greco-itálica, procedente de Sant
Josep (La Vall d'Uixó, Castelló) (55). En el estudio se interpretan los caracteres como ibéricos
leídos a la inversa, lo cual puede ser factible. Ahora bien, el problema reside en que dicha ánfora se identifica claramente como de procedencia sur-itálica, por lo que resulta bastante complejo
explicar que un sello con caracteres ibéricos se utilice para marcar ánforas de origen itálico. En
el libro de Desy sobre sellos de la Apulia aparece el antropónimo griego Andronicus (56), nombre cuyas primeras letras coinciden con las del sello de Sant Josep si éste se leyera con caracteres griegos, lo cual también es posible.
Flors (57) recoge también otras dos ánforas itálicas cuyos sellos interpreta como ibéricos,
aunque las publicaciones realizadas sobre las mismas no los consideran como tales. Una procede de Peña Redonda (Garray, Soria) y la otra de Torre la Sal (Cabanes, Castelló) (58). En el primer caso, la existencia de un sello latino con un diseño similar en La Miranda (Badalona,
Barcelona) (59) nos sirve para poner en duda la interpretación propuesta por Flors. Además, el
origen itálico de ambas piezas y el estado fragmentario de los sellos obliga a ser escrupulosos a
la hora de su interpretación y no desestimar otras posibilidades.
II.
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES IDÉRICOS
El interés que desde hace unos años venimos manifestando por la caracterización de la cerámica ibérica decorada con impresiones (60), nos ha llevado a ir recopilando todos los soportes
cerámicos ibéricos sobre los que aparece este tipo de decoración: pondera, fusayolas y cerámica.
Ello nos ha permitido diferenciar, por su homogeneidad funcional primero, y por la especificidad
de sus impresiones después, el conjunto de recipientes dedicados al transporte y almacenaje en
el mundo ibérico. Nuestra intención ha sido realizar un catálogo lo más exhaustivo posible de las
(51) LAUBENHEIMER, 1990, 33 y 35.
(52) JANNORAY, 1955, 437, nota 1, pl. LID, 3.
(53) AGUAROD, 1992.
(54) AGUAROD, 1992, 114.
(55) FLORS, 1995.
(56) DESY, 1989, 171.
(57) FLORS, 1995.
(58) SANMARTÍ, 1985, 131 y 142, figs. 25 y 26; FERNÁNDEZ IZQUIERDO, 1980, 161, fig. 5, 1-2 y 1ám. ID, F.
(59) RÍO-MIRANDA y DE LA PINTA, 1979, 49, 1ám. Il, 12.
(60) MATA, 1985; SORIA, 1994.
-302-
[page-n-305]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
7
marcas publicadas, pero somos conscientes de las carencias bibliográficas que podamos tener,
sobre todo a nivel de publicaciones locales. También, y siempre que ello nos ha sido posible,
hemos revisado personalmente las piezas (61).
Las impresiones presentes en estos recipientes carecen de intención decorativa, puesto que
son siempre elementos aislados y, con pocas excepciones, aparecen sobre cerámicas sin ninguna
o escasa decoración. Por ello, deben recibir un tratamiento diferente al del resto de las cerámicas
impresas conocidas.
Junto a estas marcas hay que considerar de forma indisociable otros signos, también precocción, que aparecen sobre estos mismos recipientes y cuyo estudio se ha realizado siempre
que se han podido identificar con letras o numerales. Estos letreros han quedado recogidos en
los numerosos repertorios existentes sobre epígrafes ibéricos, cuya enumeración aquí sería ociosa.
También hemos incluido en este repertorio los signos postcocción hechos sobre ánforas y
tinajas. Su significado es diferente puesto que no se puede asegurar el momento en que se han
marcado dichos recipientes; pero, dado que se trata de un conjunto poco numeroso, hemos preferido incluirlos en este catálogo aunque convenientemente separados del resto.
11.1.
LOS RECIPIENTES: FUNCIONALIDAD, FORMA, CRONOLOGÍA
Como ya hemos señalado, las vasijas estudiadas aquí se han individualizado de acuerdo con
su supuesta funcionalidad específica, es decir el transporte y el almacén. En efecto, por su gran
tamaño y sus características técnicas, son recipientes que se transportaban en contadas ocasiones
y permanecían inmóviles en la vivienda (62). Ello no es óbice para que se pudieran utilizar subsidiariamente para otros usos, como por ejemplo el de urna cineraria (63).
De los cinco tipos identificados en este grupo funcional, sólo las ánforas y las tinajas muestran martas de alguna clase. A ellas hay que añadir un recipiente con resalte de gran tamaño, con
una funcionalidad más especializada que la de los dos anteriores (64) pero que hemos incluido
por tratarse, hoy por hoy, de un caso único (fig. 13, 20.013).
11.1.1.
Las ánforas
Las ánforas se caracterizan por carecer de pie y tener un diámetro de boca pequeño en relación a su tamaño. Estos atributos las hacen idóneas para el transporte, pues permiten almacenarlas y taparlas con facilidad. La boca pequeña está señalando un contenido predominantemente
líquido, pero ello no excluye otros contenidos, como los áridos y frutos secos.
Tenemos catalogadas ánforas con hombro carenado (1.1.1.) y, sobre todo, con hombro redondeado (!.1.2.), distinción importante por las implicaciones cronológicas que conlleva.
(61) Agradecemos a los directores/as y personal de los museos de Alacant, Albacete, Alcoi, Murcia y Valencia las facilidades prestadas para la consulta de estas piezas.
(62) MATA y BONET, 1992, 124.
(63) CORTELL et alii,1992, fig. 4, 1; entre otros.
(64) MATA y BONET, 1992, 127; FLETCHER, 1953.
-303-
[page-n-306]
8
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADlERA
Las ánforas con hombro carenado derivan de las fenicias occidentales y se fabrican desde la
segunda mitad del s. VII a. C., aunque sólo tenemos marcas documentadas desde el s. VI a.C.
Sólo tres ejemplares pertenecen con seguridad a este subtipo, procedentes todas ellas de El
Castellón (figs. 9, 09.036; 10, 09.034 y 09.057), pero ninguna ha conservado el borde.
El ánfora de Los Almadenes (fig. 10, 10.049), aunque sin contexto, debe proceder del único
nivel conocido en el asentamiento, fechado en la primera mitad del s. VI a.C. En las excavaciones realizadas se ha encontrado un almacén de ánforas todas ellas de hombro carenado, por lo
que debemos suponer que la estudiada aquí también pertenezca al mismo subtipo (65).
También debió tener hombro carenado el ánfora de El Patojo, pues su perfil y cronología de
la segunda mitad del s. VI a.C. así parecen indicarlo (fig. 14, 50.194).
Desde el s. VI a.C. se empieza a fabricar, también, el subtipo con hombro redondeado, que
será el único que encontremos a partir del s. IV a.C. perdurando hasta el s. I a.C. Dentro de este
amplio margen cronológico, sólo el contexto permitirá datar estas ánforas con mayor precisión,
puesto que los intentos de clasificación realizados sobre los bordes no ha proporcionado resultados satisfactorios (66).
De este subtipo, encontramos marcas sobre las variantes fusiforme (1.1.2.3.) y cilíndrica (1.1.2.4.). La primera es la más numerosa y todos los ejemplos proceden de Catalunya
(figs. 15, 27.145 y 27.146; 17, 32.166 y 32.167) pues también el cargamento de Binisafuller
puede proceder de esta región (fig. 14, todas menos 50.194 y 53.197); por analogía, la mayoría de las ánforas encontradas en Catalunya podría asimilarse a esta variante, aunque estudios recientes están demostrando que dichas ánforas también tienen lugares de producción
fuera de esta región (67).
El perfil cilíndrico tiene una dispersión más amplia y se le pueden atribuir con seguridad
ejemplares procedentes de El Oral, Castellar de Meca y Los Villares (figs. 7, 04.040; 11, 14.138
y 16.003). Como en el caso anterior, podríamos suponer que la mayor parte de las ánforas al sur
del Ebro pertenecen a esta variante.
Pero, todo ello son generalizaciones poco concluyentes, pues la mayoría de los elementos
catalogados son asas, bordes y fondos que, hoy por hoy, no dan pie a una clasificación más detallada que nos permita avanzar hipótesis sobre lugares de fabricación y contenidos.
La escasez de ejemplares completos impide, por tanto, cualquier aproximación fiable a
su distribución geográfica, pero es interesante llamar la atención sobre las ánforas ibéricas
con marca localizadas en el pecio de Binisafuller, porque demuestran la existencia de un
comercio de productos ibéricos, a larga distancia, entre finales del s. IV y primera mitad del
111 a.C. (68).
Si consideramos globalmente todas las ánforas con marca, observamos una distribución geográfica bastante uniforme entre los ríos Segura y Tordera (fig. 1), con concentraciones significativas en Murcia/Albacete, en La Plana de Utiel y, sobre todo, en el Valles y el Maresme. En estas
tres últimas comarcas, tal y como veremos en el estudio de los yacimientos, algunas marcas se
han encontrado asociadas a hornos alfareros.
(65) BLÁNQUEZ et alii,1995, 63; SALA y LÓPEZ PRECIOSO, 1995.
(66) FLORIDO, 1985.
(67) ÁLVAREZ GARCÍA, 1997. Y Mesa Redonda sobre ánforas ibéricas de los ss. V y IV a.C., celebrada en Madrid, en
Enero de 1997.
(68) FERNÁNDEZ MIRANDA et alii, 1977, 76 y 78, figs. 33, 36-38; GUERRERO et alii, 1989, 122.
-304-
[page-n-307]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA illÉRICA
9
11.1.2. Las tinajas
Las tinajas con marca son menos numerosas que las ánforas, fenómeno que puede tener su
explicación en el carácter doméstico y no comercial de estas piezas. Se pueden encontrar en el
interior de las viviendas, junto a las ánforas, formando parte de las estancias o espacios dedicados
al almacenaje. Se trata de un tipo cuya precisión cronológica a lo largo de toda la etapa ibérica
depende, con escasas excepciones, del contexto en que se encuentra.
Tenemos pocos perfiles completos de estos recipientes por lo que no podemos precisar
mucho más allá del subtipo. El conjunto más numeroso es el de las tinajas con hombro (1.2.1.),
frente a dos ejemplos seguros sin hombro (1.2.2.). De entre las primeras, la mayor parte pertenece
a la variante conocida como Jlduradin, con una localización preferente a lo largo del valle del
Ebro y una cronología centrada en los ss. II-I a.C. (69).
La distribución geográfica de las tinajas es, dentro de su escasez, significativa pues la mayor
concentración se produce a lo largo del Ebro y en las comarcas catalanas del Valles y el Maresme,
destacando también el grupo de marcas hallado en Ensérune (fig. 2). También la cronología es
bastante homogénea, pues la mayoría se datan entre los ss. II y I a.C. (fig. 4, 2).
Excepcionalmente, y como ya hemos señalado, contemplamos en este apartado un gran recipiente con resalte en el galbo (II.l.2.) por tratarse del único ejemplar de este tipo documentado
con marca y porque su gran tamaño lo aproxima a las tinajas convencionales.
ll.2.
LOS YACIMIENTOS
Este apartado, dedicado a los yacimientos en los que se encuentran marcas sobre contenedores, tiene el propósito de dar a conocer los contextos en los que éstas han aparecido y poder
establecer, si ello es posible, una relación entre las marcas y la categoría, la funcionalidad y la
cronología del lugar.
Tenemos catalogados un total de 53 yacimientos ibéricos, a los que hemos añadido uno celtibérico porque en él se ha encontrado una tinaja tipo Ilduradin con marca. Por otro lado, y
aunque no las hemos recogido aquí, habría que tener en cuenta la posibilidad de que algunas
marcas, si no todas, de Penya Negra, El Monastil y Camara puedan pertenecer al horizonte ibérico antiguo a tenor de lo señalado en el apartado l. l.
Para facilitar la localización, los yacimientos se han numerado correlativamente, siguiendo
una dirección aproximada de Sur a Norte. Este mismo número es el que aparece en los mapas presentados. En los inventarios y figuras, las piezas están numeradas con cinco dígitos, correspondiendo los dos primeros al yacimiento y los otros tres al orden de introducción en la base de datos.
La bibliografía reseñada incluye sólo trabajos de carácter general sobre el yacimiento y
aquéllos que hacen referencia a las piezas estudiadas; en ningún caso se ha pretendido citar la
totalidad existente.
01. Cerro Macareno (La Rinconada, Sevilla). Es un asentamiento de unas. 5 ha y con una
amplia secuencia estratigráfica que abarca desde la segunda mitad del s. VIII a. C. hasta principios del s. I a.C. Se han catalogado diez marcas sobre ánfora y una sobre tinaja, todas ellas pre(69) BURILLO,l980, 218-219.
-305-
[page-n-308]
10
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
o
• 1
• 2-5
• 6-10
.+10
Fig. 1.- Distribución de ánforas ibéricas con marca.
cocción; la mayoría están incisas sobre el galbo (fig. 6). Parece que se pueden relacionar con un
conjunto de hornos, cuya cronología oscila entre el s. V y principios del s. III a.C. en función de
la tipología de las ánforas. En el mismo yacimiento existen marcas de origen púnico.
Bibliografía: Fernández Gómez et alii, 1979, 70-74; Pellicer et alii, 1983.
02. Villasviejas del Tamuja (Botija, Cáceres). Poblado fortificado de mediano tamaño en
el que se ha documentado la presencia de una destacada actividad minera. Se han diferenciado
dos fases, una entre inicios del s. IV hasta el II a.C. y otra de mediados del s. II hasta la primera
mitad del I a.C. Las dos marcas aquí recogidas pertenecen a la primera fase (70), ambas son precocción y se sitúan en el hombro (fig. 7, 02.175 y 02.176).
Bibliografía: Hernández Hernández et alii, 1989.
03. Los Nietos (Cartagena, Murcia). Necrópolis ibérica situada en la ribera meridional del
mar Menor, de la que se han descubierto 191 incineraciones, correspondiente a un poblado localizado al NO. de la misma. La necrópolis se fecha entre mediados del s. V y la primera mitad del
II a.C. La pieza que estudiamos aquí se encontró en la tumba 10, fechable entre los siglos V-IV
a.C. (fig. 7, 03.012).
Bibliografía: Cruz, 1990.
(70) Aunque en la monografía no se clasifican como ánforas, nosotras los hemos catalogado como tales por semejanza con
otros ejemplares.
-306-
[page-n-309]
11
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
o
•
1
•
2-5
• 6-10
.+10
Fig. 2.- Distribución de tinajas ibéricas con marca.
04. El Oral (San Fulgencio, Alacant). Asentamiento ibérico de 1 ha de extensión, que
debió pertenecer al hinterland de un núcleo mayor, probablemente L' Alcúdia. Nos interesa destacar, además, su ubicación a menos de 2 km de la línea de costa y su vinculación a la necrópolis
de El Molar, donde también se ha recuperado una marca de ánfora. El poblado tiene un solo nivel
de ocupación fechado entre la segunda mitad del s. VI y la primera del s. V a.C., pero su continuidad parece asegurada pues, probablemente, la población se trasladó a La Escuera.
En la habitación 5 de la casa IIIL se encontró un ánfora con una marca precocción (71)
(fig. 7, 04.040). Esta dependencia es la prolongación de otra mayor, a través de la cual se accede
a una alacena, lo que podría explicar la situación allí de este ánfora. La vivienda tiene una extensión de 53'9 mZ, aunque puede ser ligeramente mayor pues en el momento de la publicación no
se había completado su excavación.
Bibliografía: Abad y Sala, 1993.
05. El Molar (San Fulgencio, Alacant). Necrópolis asociada al asentamiento anterior,
aunque su cronología, entre mediados del s. VI y primer cuarto del s. IV a.C., ligeramente más
amplia permite suponer que sería utilizada también desde La Escuera, poblado que se inicia des(71) En este yacimiento existe otra marca impresa, de diseño complejo, sobre la pared de una tinaja o ánfora. Comunicación
oral de F. Sala.
-307-
[page-n-310]
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
12
pués del abandono de El Oral (72). El ánfora estudiada aquí se encontró en un conjunto de materiales interpretado como los restos de un ustrinum y un silicemium del s. V a.C., interpretación
que se ha puesto en duda recientemente (73). En el momento de su publicación se decía textualmente que se trataba de «una posible ánfora púnica con letras en griego», contradicción -letras
griegas sobre ánfora púnica- que nos llevó a revisar la pieza (74), pudiendo comprobar que se
trataba de un ánfora ibérica con letras que pueden leerse perfectamente mediante los signarías
ibéricos (fig. 7, 05.039; lám. I, 1).
Bibliografía: Monraval, 1992; Monraval y López Piñol, 1984.
06. L' Alcúdia (Elx, Alacant) . Es un gran asentamiento conocido y excavado de antiguo,
lugar central de un territorio que todavía está por delimitar. Su estratigrafía abarca todo el período
ibérico, llegando a época imperial. El asa de ánfora que recogemos aquí se encontró en el nivel
E fechado entre los ss. III y I a.C. (fig. 7, 06.020) . En este mismo yacimiento se han encontrado
otras marcas sobre ánforas púnicas.
Bibliografía: Ramos Femández, 1969, fig. 2, lám. I, 2; Ramos Folqués, 1962; Ribera, 1982,
84, fig. 26, 7.
07. El Macalón (Nerpio, Albacete). Asentamiento fortificado con varios niveles de ocupación. La datación de los mismos ha variado conforme ha avanzado la investigación. Almagro
Garbea establece tres fases entre el s. VII y los siglos V-IV a.C. En la actualidad, este yacimiento
está siendo reestudiado por una de nosotras (L. Soria) en el marco de su tesis doctoral (75) . De
las cuatro marcas que se estudian, tres pertenecen a las excavaciones de García Guinea y la cuarta
a una intervención más reciente realizada en 1986 (fig. 8, 07.021, 07.030,07 .022 y 07 .029; láms.
I, 2 y 3; II). Todas son precocción y tres de ellas aparecen en el galbo. Las tres primeras se encontraron en la llamada «habitación de las cerámicas», con una datación del s. VI a.C., mientras que
la cuarta pertenece a la unidad estratigráfica 2003, cuyo contexto exacto no podemos precisar
todavía. García Guinea recoge en su publicación otras tres marcas que, después de su revisión,
hemos desechado y aparecen recogidas en el apartado ll.3.3 ..
Bibliografía: Almagro Garbea, 1976-1978, 115-118; García Guinea, 1960; García Guinea y
San Miguel, 1964.
08. Los Molinicos (Moratalla, Murcia). Asentamiento de medianas dimensiones ocupado
desde el Eneolítico y abandonado en el s. IV a.C. Se conocen siete sellos anepigráficos sobre
ánforas con una cronología que debe oscilar entre los ss. V y IV a.C. (figs. 8, 08.017, 08.177,
08.015, 08.018 y 08.178; 9, 08.179 y 08.016; láms. III y IV, 1). Debieron aparecer en un contexto
doméstico, aunque desconocemos el lugar exacto y si todas estaban juntas. Los sellos están aplicados tanto sobre el hombro como sobre el arranque de asa.
Bibliografía: Lillo, 1993 (76).
09. El Castellón (Hellín-Aibatana,Aibacete). Asentamiento de pequeñas dimensiones con
una ocupación inicial de la Edad del Bronce. El nivel ibérico se data en el s. V a.C., momento al
que pertenecen dos de las estructuras de habitación excavadas. Las ocho marcas sobre ánfora se
(72)
(73)
SANTOS VELASCO, 1994, 67-68.
ABAD y SALA, 148 y 158.
(74) Reproducimos un nuevo dibujo, pues pudimos comprobar que en el artículo original se representa invertida.
(75) Agradecemos a la directora del Museo Provincial de Albacete las gestiones realizadas para recuperar los materiales que
no se encontraban depositados en el Museo y las facílidades prestadas para su estudio.
(76) Lillo publica 5, pero en la revisión del material se encontraron otras dos.
-308-
[page-n-311]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA ffiÉRICA
13
han encontrado en las excavaciones, aunque alguna de ellas procede de la capa superficial (figs.
9, 09.058, 09.031, 09.032, 09.036, 09.035 y 09.033; 10, 09.034 y 09.057; láms. IV, 2-4; V, 1-4).
Común a todas ellas es su ubicación en el tercio superior y hombro y sólo una de ellas es postcocción. ·
Bibliografía: Soria, 1994.
10. Los Almadenes (Hellín, Albacete). Poblado fortificado, de medianas dimensiones, ubicado sobre un cerro al pie del cañón de Camarillas, lo que le facilita el control visual del terreno
circundante. Las excavaciones, que se han realizado, han sacado a la luz un solo nivel de ocupación en el que se ha individualizado una gran vivienda con varias habitaciones, una de las cuáles
era un almacén. La cronología se puede fijar entre finales del s. VII y mediados del VI a.C. La
marca estudiada aquí procede de una prospección previa, pero en las campañas de excavación se
han recuperado algunas más (77) (fig. 10, 10.049; lám. I, 4).
Bibliografía: López Precioso et alii, 1993, 52-53; Sala y López Precioso, 1995.
11. Zama (Hellín, Albacete). Poblado ibérico de pequeñas dimensiones conocido sólo a
través de prospección. La cronología de los materiales recogidos se encuadra dentro del Ibérico
Pleno. Las dos marcas estudiadas se encontraron en prospección y, por lo tanto, están descontextualizadas (fig. 10, 11.072 y 11.056; láms. VI, 1 y 2; IX, 2). La amplia cronología del yacimiento
impide una precisión mayor, pues tampoco el subtipo anfórico y la variable del labio aportan dato
alguno. A nivel relativo podríamos considerar que el epígrafe esgrafiado (fig. 10, 11.056) pueda
ser más tardío, pues la mayoría de los letreros se fechan entre los ss. II-I a.C. (fig. 4, 2).
Bibliografía: López Precioso et alii,1993.
12. La Serreta (Alcoi-Cocentaina-Penaguila, Alacant). La Serreta es un conjunto arqueológico formado por un gran asentamiento de unas 3-4 ha, en cuyo interior hay un santuario y, en
el exterior, junto a la entrada, una necrópolis. Todo ello, junto con su larga secuencia estratigráfica (78), sus cerámicas decoradas y la presencia de plomos escritos, permite suponer que este
asentamiento actuaría como lugar central de las comarcas de 1' AlcoUt y el Comtat. Las cuatro
marcas recogidas están impresas en el nervio del asa y dos de ellas son iguales (figs. 10, 12.109,
12.014, 12.110 y 12.186; lám. VII); tres proceden de las excavaciones de 1968 --dos se encontraron en las «cámaras» 4 y 5, la tercera en la calle entre las «cámaras» 31 y 39- y la cuarta de
un departamento excavado en 1995. Aunque los materiales todavía no se han estudiado en profundidad, los conjuntos que se han publicado permiten suponer una cronología del s. III y primer
cuarto del s. II a.C.
Bibliografía: Abad, 1983; Llobregat et alii, 1992; Ribera, 1982, 53, fig. 12.
13. Heretat de Valiente (Manuel, Valencia). En este asentamiento de tamaño mediano se
realizó una pequeña intervención de salvamento en la que se encontró un solo nivel de ocupación
con una cronología entre el s. IV y principios del s. II a.C. (fig. 11, 13.037; lám. VI, 4). Aunque,
como ya se publicó en su día, el asa que estudiamos aquí procede de superficie no hay indicios
para pensar que su cronología sea diferente a la proporcionada por la excavación. Otros conjuntos
de materiales publicados, sin contexto estratigráfico, no modifican esta datación
(77) Comunicación oral de F.J. López Precioso y F. Sala.
(78) Se han podido encontrar cerámicas fenicias en superficie (MARTÍ BONAFÉ yMATA, 1992, 104). La revisión realizada
sobre el material nos ha permitido corregir la dirección de la marca publicada con anterioridad. Agradecemos a E. Llobregat y M.
Olcina que nos hayan permitido estudiar una de las marcas, encontrada en las excavaciones de 1995.
-309-
[page-n-312]
14
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
Bibliografía: Mata, 1985, 165 y 167; Pla, 1985, 63-65; García Román y Serrano, 1986;
Serrano, 1984.
14. Castellar de Meca (Ayora, Valencia). Ciudad ibérica de unas 10 ha de extensión conocida, sobre todo, por su red de caminos excavados en la roca. Algunos materiales publicados
recientemente permiten suponer una cronología inicial entre los ss. VII y VI a.C. De las dos
ánforas estudiadas, una de ellas procede de un nivel fechado entre mediados del s. III y primer
cuarto del s. II a.C. (fig. 11, 14.138; lám. VIII, 1 y 2), mientras que la otra se encontró durante la
limpieza del can:íino (fig. 11, 14.038) (79). El arranque del asa es el lugar escogido en ambos
casos para marcar las ánforas.
Bibliografía: Broncano, 1986; Broncano y Alfaro Arregui, 1990.
15. Umbría de la Esterilla (Requena, Valencia). Yacimiento inédito, sólo conocido a
través de prospección, de superficie indeterminable. La visita realizada al mismo se hizo en el
marco de un proyecto de investigación dirigido al estudio del territorio de Los Villares/ Kelin
(80). La marca impresa se encuentra sobre el arranque de un asa de ánfora de sección acintada
(fig. 11, 15.027; lám. VI, 3). El material que se recoge en superficie no incluye ninguna importación de los ss. II-1 a.C. por lo que podemos considerar una cronología centrada entre los ss. lVIII a.C.
Bibliografía: Inédito.
16. Los Villares (Caudete de las Fuentes, Valencia). Importante ciudad ibérica identificada con la ceca de Kelin. Su cronología abarca desde mediados del s. VII a.C. hasta época islámica, aunque el lugar sufre una considerable decadencia desde inicios del s. I a.C. Los materiales
incluidos en este estudio proceden tanto de excavaciones como de prospecciones superficiales,
ampliándose considerablemente el catálogo publicado con anterioridad. De las diecisiete marcas
catalogadas, catorce se ubican en el asa y, en su mayoría, son anepigráficas y precocción (figs.
11, 16.007, 16.009, 16.002, 16.006, 16.091 y 16.003; 12; láms. Vlll, 3-5; IX, 1, 4-7; X y XI).
Todas las marcas encontradas en estratigrafía se pueden datar entre la segunda mitad del s. III y
el primer cuarto del s. II a.C., por lo que probablemente estas mismas fechas se puedan extender
a todas las piezas.
Bibliografía: Mata, 1985, 161; Mata, 1991; Mata et alii, 1993, 266, fig. 7, 13.
17. Casilla del Cura (Venta del Moro, Valencia). Yacimiento de superficie indeterminable
cuyo mayor interés radica en el hecho de haberse localizado un área de producción alfarera (81).
Las cuatro marcas recogidas son impresas anepigráficas, situadas sobre el arranque de sendas
asas de ánfora (fig. 13, 17.023; lám. XII, 1-4). Los materiales cerámicos son abundantísimos en
el área de los hornos y su cronología oscila entre los ss. V y IV a.C.
Bibliografía: Inédito.
18. El Moluengo (Villargordo del Cabriel, Valencia). Asentamiento de amplia cronología
y tamaño indeterminable. Tras sucesivas visitas realizadas al yacimiento se han recuperado materiales fechados entre los ss. V a.C. y 1 d.C., así como cerámicas con defecto de cocción, aunque
(79) Agradecemos a S. Broncano el que nos haya permitido estudiar ambas ánforas.
(80) Proyecto de investigación dirigido por C. Mata con el título <, subvencionado en años sucesivos por la Institució Valenciana d'Estudis i Investigació 08/42 (1992-93), la Universitat de Valencia (1994)
y la Conselleria d'Educació i Ciencia de la Generalitat Valenciana GV/94-2603 (1995/97). La marca de ánfora nos fue proporcionada
por A. Martínez Valle, a quién agradecemos su colaboración.
(81) Ver nota 80. Marcas encontradas por A. Martínez Valle y J. Vázquez, a quiénes agradecemos su colaboración.
-310-
[page-n-313]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
15
no se encuentran a la vista restos de horno (82). La similitud de una de las marcas del Moluengo
con alguna de las encontradas en Los Villares permite suponer una datación del s. III a.C. y principios del S. ll a.C. para las mismas (fig. 13, 18.010 y 18.011).
Bibliografía: Mata, 1985, 167.
19. Alarcón (Cuenca). Como ya publicamos en su día, desconocemos el lugar exacto de
procedencia de esta marca (fig. 13, 19.001).
Bibliografía: Mata, 1985, 169.
20. Tossal de Sant Miquel (Liíria, Valencia). Ciudad ibérica de unas 15 ha identificada
con la antigua Edeta. Los ajuares más importantes pertenecen a una fase de destrucción fechada
entre finales del s. III y el primer cuarto del s. II a.C., aunque una revisión reciente de los fondos
antiguos ha puesto en evidencia la presencia de materiales fechados en el s. VI a.C. Las marcas
recogidas aquí pertenecen a la fase de destrucción, ambas son precocción y se sitúan en el
arranque del asa (fig. 13, 20.013 y 20.143; lám. IX, 3).
Bibliografía: Ballester et alii, 1954; Bonet, 1995 (83).
21. Les Forques (Albocasser, Castelló). Yacimiento en llano conocido sólo a través de
materiales recogidos en superficie. Por las importaciones publicadas se puede fechar entre los ss.
II y 1 a.C. (fig. 13, 21.080).
Bibliografía: Oliver, 1986, 64.
22. Cormulló deis Moros (Aibocasser, Castelló). Asentamiento ibérico de 1 ha con restos
de muralla. No ha sido objeto de excavaciones, pero se conoce un importante lote de materiales
que permite fecharlo entre la segunda mitad del s. II y principios del 1 a.C. (fig. 13, 22.180).
Bibliografía: Oliver, 1995.
23. Binisafuller (Menorca). Barco hundido en las cercanías del litoral menorquín en el que
se encontraron, entre otros, restos de 150 ánforas Mañá B3, de las que al menos 21 llevaban
marcas precocción en el galbo (fig. 14, todas menos 50.194 y 53.197). La cronología del hundimiento se puede precisar en tomo a la primera mitad del s. III a.C. Desde su publicación en 1977,
la filiación de estas ánforas y sus marcas ha sido polémica, pues si bien se reconocía un origen
ibérico para las piezas, las marcas se leían como letras púnicas, lo que no siempre era posible;
además creaba un desfase entre la datación del ánfora y la escritura púnica considerada más
tardía. Los estudios más recientes sobre estas ánforas confirman tanto su cronología como su
filiación ibérica, por lo que nos parece lógico considerar también como ibéricos los signos.
Muchos de ellos pueden leerse como letras y otros son simples marcas anepigráficas.
Bibliografía: Femández-Miranda et alii, 1977, 76 y 78, figs. 33, 36-38; Díaz Esteban y
Femández-Miranda, 1977, 202-210; Guerrero et alii, 1989; Miró, 1983-1984, 165-166, 178 y 187.
24. Les Toixoneres (Calafell, Tarragona). Asentamiento de pequeño tamaño cercano a la
costa, con varias fases de hábitat desde el s. VII hasta el primer cuarto del II a.C. La marca que
publicamos se encontró en un departamento de la última fase (fig. 15, 24.055).
Bibliografía: Sanmartí y Santacana, 1992.
25. La Bassa (Els Monjos, Barcelona). Yacimiento del que sólo conocemos algunos materiales recuperados en el interior de unos silos. Se desconoce si tenían relación con algún asentamiento, pues su descubrimiento fue fortuito. La fecha de colmatación del silo 2, donde se
encontró el ánfora que nos interesa, oscila entre los ss. II y 1 a.C. (fig. 15, 25 .142).
(82)
(83)
Ver nota 80.
Agradecemos a H. Bonet que nos haya permitido estudiar estas marcas.
-311-
[page-n-314]
16
C. MATA PARREÑO y L. S ORlA COMBADlERA
Bibliografía: Giró, 1944.
26. L' Aubreda (Sant Martí de Tous, Barcelona). Apenas se publican datos sobre las
características de este yacimiento, pero su cronología parece bien establecida entre los ss. II y 1
a.C. (fig. 15, 26.149).
Bibliografía: Panosa, 1993, 214-215.
27. Camí Vell del Llor (Sant Boi de Llobregat, Barcelona). Yacimiento cuyas excavaciones permanecen inéditas. Tiene varias fases de habitación, pero sólo conocemos la cronología
de la V (150-125 a.C.) y la VII (100-75 a.C.), de donde proceden los fragmentos que nos interesan. Todas las marcas son epigráficas, postcocción y, excepto una, se localizan en el hombro
(fig. 15, 27.145, 27.146, 27.148 y 27.147).
Bibliografía: Panosa, 1991 y 1993, 198-200.
28 . Can Fatjó (Rubí, Barcelona). Untermann publica una marca procedente de este yacimiento pero no aporta muchos más datos al respecto de su cronología y circunstancias del
hallazgo. Sólo podemos suponer que procede del campo de silos del mismo nombre. En las cercanías se encontró también un horno cerámico. La cronología aportada por las cerámicas importadas oscila entre la segunda mitad del s. V y la primera del 1 a.C. (fig. 15, 28.140).
Bibliografía: Barberá y Sanmartí, 1986; Untermann, 1990, C.11.11., 109.
29. Thró de ca n'Oiivé (Cerdanyola del Valles, Barcelona). Asentamiento con tres fases
de ocupación. La más antigua está fechada entre el525 y el425/400 a.C.; la segunda, entre esta
última fecha y el 400-300 y la tercera, de la que sólo se conocen silos, entre el 300 y el 50 a.C ..
La marca que se publica carece de contexto (fig. 16, 29.106).
Bibliografía: Barrial y Francés, 1991; Pérez Orozco, 1991.
30. Camí de Vista Alegre (Mataró, Barcelona). Vertedero de grandes dimensiones y larga
utilización, excavado en el transcurso de una actuación de salvamento. El nivel donde se localizaron las marcas de ánfora está fechado en la primera mitad del s. m a.C. Se desconoce el asentamiento con el que estaría relacionado, aunque en las proximidades se documentan diversos
yacimientos ibéricos, incluso hornos cerámicos. Los materiales más abundantes son ánforas ibéricas, algunas de ellas con defectos de cocción. Todas las marcas son precocción y se sitúan en
el arranque o en la base del asa (84) (figs. 16, 30.084, 30.085, 30.087, 30.086, 30.088, 30.190,
30.192 y 30.194; 18, 30.191 y 30.194).
Bibliografía: Codex SCCL, 1992, 157-163; AA.VV., 1995, 109, 113-114, figs. 21; 22; 29, 4;
32,5 y 6.
31. Burriac (Cabrera de Mar, Barcelona). Asentamiento de gran tamaño cuya cronología
abarca desde el s. VI al 1 a.C., identificado con la antigua Ilduro . Se conoce también su necrópolis y un conjunto de silos. Tres de las marcas publicadas están fechadas entre los ss. II y 1 a.C.
(fig. 16, 31.078, 31.079 y 31.139).
Bibliografía: Aguilar y Pons, 1988, 146; Ribas y Lladó, 1977-1978; Untermann 1990, C.7.7., 96.
32. Can Miralles/Can Modolell (Cabrera de Mar, Barcelona). Campo de silos asociado
al poblado de Burriac. En los silos 30, 33 y 35 se encontraron fragmentos de ánforas con marcas
precocción. El silo 35 se abandona en la segunda mitad del s. III a.C., pero el nivel de donde proceden las ánforas está fechado en la primera mitad del s. m a.C.; el30 se abandonó entre el225
(84) Aunque todas se publican situadas en el arranque del asa, por la forma del dibujo creemos que alguna de ellas debe
estar situada en la base, por lo que reproducimos nuestra hipótesis en las figuras.
-312-
[page-n-315]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
17
y el175 a.C. aunque hay materiales que se pueden fechar desde principios del s. III a.C.; mientras que el33 debió abandonarse entre 175 y ell40 a.C., aunque el material más antiguo se puede
fechar en el último cuarto del s. Ill a.C. Las dos marcas impresas se sitúan en el arranque o base
del asa, mientras que las incisas están en el galbo (fig. 17, 32.165, 32.167, 32.166, 32.168 y
32.169).
Bibliografía: Garcia i Rosselló et alii, 1981; Pujol y Garcia i Rosselló, 1982-1983.
33. Can Balem;ó (Argentona, Barcelona). Asentamiento ibérico situado en el llano, excavado mediante una intervención de salvamento. Se diferenciaron dos niveles constructivos
fechados desde mediados del s. II hasta el último decenio del s. 1 a.C. En la publicación de los
materiales no se señala a cual de las dos fases pertenecen las ánforas con marca. Se recogen dos
impresiones en el arranque del asa y una letra, probablemente incisa, en un fragmento de galbo
(fig. 17, 33.089, 33.090 y 33.189).
Bibliognúía: Codex SCCL, 1992, 163-169; AA.VV., 1995, 57-88, figs. 28, 9; 36, 1; 42, 5.
34. Can Bordoi (Liinars del Valles, Barcelona). Probable campo de silos del que desconocemos si se asocia o no a un asentamiento. La cronología se sitúa entre los ss. 111 y I a.C. (fig.
17, 34.096).
Bibliografía: Panosa, 1987, 77 y 81-9; 1992, 64.
35. Pont de Rialbs (Llinars del Valles, Barcelona). Al igual que en el caso anterior se trata
de un campo de silos del que carecemos de mayor información. La cronología también se
encuentra entre los ss. III y 1 a.C. (fig. 17, 35.097).
Bibliografía: Panosa, 1987, 77 y 81-14; 1992, 65.
36. Turó del Vent (Llinars del Vallés, Barcelona). Se trata de un yacimiento con una primera fase constituida por un campo de silos, fechado entre el s. IV y fmales del Ill a.C., sobre el
que se construyó un poblado de corta duración, entre finales del s. Ill a.C. y principios del s. II
a.C. Las ánforas con marca proceden de sendos silos, cuya cronología precisa desconocemos.
Ambas están marcadas sobre el nervio del asa, presentando además una digitación en su arranque
(fig. 18, 36.098 y 36.095).
Bibliografía: López Mullor et alii, 1982; Panosa, 1987, 77 y 82-16 y 17; 1992, 65.
37. PuigAlt de Can Viver (Caldes de Montbuí, Barcelona). Yacimiento en el que se localiza un campo de silos de donde procede la tinaja con estampilla que recogemos en este trabajo
(fig. 18, 37.150). La cronología de los materiales asociados oscila entre el s. V y el Ill a.C.
Bibliografía: Sanmartí, 1993, 198.
38. Can Badell o Vedell (Bigues-Riells del Fay, Barcelona). Asentamiento de tamaño indeterminado en el que se excavaron una serie de silos, hornos cerámicos y los testares asociados.
La cronología oscila entre el s. IV y finales del ll a.C. (fig. 18, 38.162, 38.051, 38.052 y 38.161).
Bibliografía: Hernández Yllán, 1981, 1983 a y by 1990; Miró, 1983-1984, 172-173; Panosa,
1992.
39. Puig del Castell (Castellgalí, Barcelona). Asentamiento de pequeño tamaño con una
posible funcionalidad estratégica. Los restos ibéricos están muy destruidos por construcciones
posteriores de época medieval. Los materiales de importación recogidos apuntan hacia una cronología del s. 11 a.C. (fig. 18, 39.042).
Bibliografía: Sánchez i Campoy, 1987, 151-152.
40. Boades (Castellgalí, Barcelona). Yacimiento en llano del que se han localizado silos,
un horno cerámico y monumentos funerarios romanos con una cronología que abarca desde el
-313-
[page-n-316]
18
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
s. VI a.C. hasta el IV d.C. La marca que recogemos aquí procede de un silo fechado a finales del
S. ll a.C. (fig. 19, 40.183)
Bibliografía: Daura et alii, 1987; Sánchez i Campoy, 1987, 95-124.
41. La Caraza (Alcañiz, Teruel). Poblado de grandes dimensiones cuyos orígenes se
pueden remontar a un momento indeterminado del Bronce Final. Las cerárnicas campanienses A
y B encontradas en las laderas permiten prolongar su vida hasta el s. I a.C. La pieza recogida en
este trabajo procede de un hallazgo descontextualizado, por lo que resulta difícil atribuirlo a un
momento concreto, aunque la tipología de la tinaja y de la marca postcocción inclinan la balanza
hacia los ss. ll-I a.C. (fig. 19, 41.076).
Bibliografía: Benavente, 1989, 116-129; Gasea, 1987; Gasea y Fletcher, 1989-1990, 140-141 .
42. Cabezo de Alcalá (Azaila, Teruel). Ciudad ibérica cuyos niveles más antiguos de ocupación datan de mediados del s. VII a.C. En un primer momento, su destrucción fue fechada tras
la batalla de !lerda en el año 49 a.C., pero una revisión posterior ha adelantado dicha fecha a inicios del s. I a.C. La mayor parte de los materiales publicados pertenecen al s. II a.C. (fig. 19,
42.050, 42.044, 42.083, 42.081, 42.028, 42.046 y 42.082).
Bibliografía: Beltrán Lloris, 1976 y 1984; Beltrán Martínez, 1964; Cabré, 1944.
43. Monte de Valderrando (Burbáguena, Teruel). Asentanúento de pequeñas dimensiones y funcionalidad defensiva. A pesar de no se han practicado excavaciones, las ceránúcas
recogidas son cronológicamente uniformes, pudiéndose situar entre finales del s. II y la primera
mitad del s. I a.C. Aunque resulta difícil clasificar la pieza con marca publicada, hemos optado
por catalogarla como una tinaja por sinúlitud con otros hallazgos próximos geográfica y cronológicamente hablando, corrigiendo la orientación del dibujo publicado (fig. 19, 43.041).
Bibliografía: Burillo, 1980, 116-119.
44. La Oruña (Vera, Zaragoza). Cerro elevado en el que se ha localizado un horno alfarero. Aunque no se trata de un yacimiento ibérico, lo hemos incluido aquí por haberse encontrado
una tinaja tipo llduradin con marca, abundante en asentanúentos ibéricos de Aragón (fig. 19,
44.094). La cronología del asentamiento se encuentra entre el s. IV y el I a.C.
Bibliografía: Bona, 1983, 21 y 25-81.
45. Puig de Sant Andreu (Uilastret, Girona). Ciudad ibérica identificada con la antigua
Cypsela. Su cronología abarca desde la primera mitad del s. VI basta inicios del s. II a.C. Una de
las piezas ha sido publicada por Fuentes (1983, 281) como una marca púnica, mientras que
Untermann (1990) la recoge como un sello ibérico. Todas las piezas recogidas en este estudio,
probablemente, procedan del momento de máximo esplendor del yacimiento, es decir los ss. VIV a.C. Las tres marcas sobre ánfora se sitúan en las asas (fig. 20, 45.144, 45.163, 45.111 y
45.112). De este yacimiento se han publicado otras marcas púnicas y griegas.
Bibliografía: Fuentes, 1983, 281; Martín i Ortega, 1985; Oliva, 1955, 89-90;1960, 389-390;
Untermann, 1990, 77.
46. Illa d'En Reixac (UUastret, Girona). Asentamiento de 6'4 ha situado en una antigua
laguna desecada. Las excavaciones que se están desarrollando desde 1965 han puesto al descubierto Un enclave OCUpado desde finales del S. Vil hasta el S. ffi a.C. (85) (fig. 20, 46.164).
Bibliografía: Oliva, 1976, 780, fig. 40; López i Melción et alii, 1986-1989; Martín i Ortega
y Sanmartí, 1976-1978.
(85) Además del asa publicada por Oliva, M.A. Martín nos ha informado amablemente que, durante las excavaciones de
1994, se ha encontrado una nueva marca procedente de un nivel del s. III a.C.
-314-
[page-n-317]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA lliÉRICA
19
47. Ensérune (Nissan-lez-Ensérune). Asentamiento de 16 ha en su momento de máximo
esplendor (s. m a.C.). Su primera ocupación data del s. VI y se abandona definitivamente a principios
de la era. Se conoce su necrópolis y un gran campo de silos. Todas las marcas se sitúan en el galbo de
las tinajas y la mayoría es precocción (flg. 20, todas menos 45.114, 45.163, 45.111,45.112 y 46.164).
Bibliografía: Gallet de Santerre, 1980; Jannoray, 1955.
48. L'Alberri o Pie Negre (Cocentaina, Alacant). Asentamiento de pequeño tamaño
situado en alto en el que no se han practicado excavaciones arqueológicas oficiales, pero del que
se conoce un importante lote de materiales. La ocupación ibérica se puede datar en el s. IV a.C.,
aunque también hay cerámicas tardo-republicanas, alto-imperiales y medievales (fig. 10, 48.185).
Bibliografía: Abad et alii, 1993.
49. Arse/Saguntum (Sagunt, Valencia). Asentamiento ibérico de grandes dimensiones más
conocido por sus restos monumentales romanos, como el foro y el teatro. Las excavaciones que
se vienen realizando en los últimos años están sacando a la luz niveles de relleno en los que se
asientan las construcciones romano-imperiales. De uno de estos rellenos, fechado en el primer
tercio del s. II a.C., procede el fragmento de ánfora con letrero inciso que recogemos aquí (fig.
8, 49.187) (86). Es interesante señalar que en la misma excavación se localizaron tres marcas
estampilladas, dos epigráficas romanas y una anepigráfica indeterminada, por lo que no descartamos la posibilidad de que su número pueda aumentar en breve.
Bibliografía: Aranegui, 1995.
50. El Patojo (La Recueja, Albacete). Yacimiento descubierto a mediados de 1980 al
ensanchar un camino agrícola que une las localizarles de Casas Ibáñez y La Recueja. Las obras
pusieron al descubierto manchas cenicientas y diversos materiales entre los que destaca un conjunto compuesto por una tinaja con hombro, en cuyo interior había restos de una cremación, un
plato que hacía de tapadera y un fragmento de fíbula de puente romboidal. De este lugar, identificado como necrópolis, procede también un ánfora con una marca incisa en el tercio inferior (fig.
14, 50.194; lám. V, 5). El conjunto está fechado en la segunda mitad del s. VI a.C.
Bibliografía: Sanz Gamq, 1984; López Precioso, 1994.
51. La Escuera (San Fulgencio, Alacant). Asentamiento de 2,5 ha aproximadamente
situado cerca de la desembocadura del río Segura que, como ya hemos señalado, puede interpretarse como la continuidad de El Oral. Se excavó por primera vez en 1960, reanudándose nuevamente los trabajos en 1985. La marca esgrafiada que se incluye en este estudio se recogió en
superficie durante las campañas más recientes (fig. 13, 51.195), habiéndose localizado también
otras sobre ánforas greco-itálicas. El poblado se inicia en un momento indeterminado de la
segunda mitad del s. V a.C., abandonándose entre finales del s. III y principios del s. II a.C.,
siendo de este último momento el grueso de los materiales conocidos.
Bibliografía: Nordstrom, 1967; Sala, 1994 y 1995, 211-260.
52. El Puntal (Salinas, Alacant). Poblado de mediano tamaño situado en alto del que se
conoce también su necrópolis. Se excavó en. 1955 pero con anterioridad había sido objeto de
remociones clandestinas. En el llamado departamento del torreón se encontró una marca impresa
sobre ánfora (fig. 13, 52.196) (87). Una revisión reciente de los materiales ha servido para fechar
en poblado en la primera mitad del s. IV a.C.
(86) Se publica como pre y postcocción, pero C. Aranegui nos confirmó amablemente que se trata de un letrero precocción.
(87) Marca dibujada en la base del asa, aunque por la forma del dibujo no se puede descartar que se encuentre en el arranque.
Ante la imposibilidad de revisarla personalmente mantenemos la propuesta de la autora, teniendo en cuenta que ello supondría un
perfil odriforme para el ánfora en cuestión.
-315-
[page-n-318]
20
C. MATA PARREÑO y L. SORlA COMBADlERA
Bibliografía: Hemández Alcaraz y Sala, 1996; Soler, 1992.
53. Morra de los Castillejos (Nerpio, Albacete). Asentamiento de mediano tamaño situado
en la margen derecha del río Taibilla. Se trata de un yacimiento inédito muy afectado por excavaciones clandestinas. En la visita que realizamos al mismo recogimos, además del ánfora que
aquí se publica, una gran cantidad de cerámica ibérica e importada, destacando un fragmento de
figuras rojas, ánforas republicanas y un fragmento de Terra Sigillata. La cronología, por lo tanto,
oscila entre el s. IV a.C. y el I d. C. A pesar de esta amplia cronología, creemos que el ánfora es
prerromana, pues su perfil se asemeja a algunas ánforas de Cerro Macareno, fechadas entre la
segunda mitad del s. V y la primera del s. II a.C. (88) (fig. 14, 53.197; lam. I, 5).
Bibliografía: Inédito (89)
54. Canto Tortoso (Gorafe, Granada). Yacimiento de la segunda mitad del s. VI a.C. del
que, estando en prensa este trabajo, se ha publicado una marca incisa sobre el galbo de un ánfora.
Sólo la recogemos a nivel de catálogo.
Bibliografía: González Román et alii, 1995, fig. 8,11.
II.3.
LAS MARCAS
El análisis específico de las marcas recogidas en este trabajo nos ha llevado a distinguir entre
dos clases y tres técnicas de realización. Con el fin de facilitar la comprensión del texto, pasamos
a definir los distintos términos tal y como los hemos utilizado (90).
Las marcas pueden ser de dos clases:
- Anepigráfica: signo o marca que no puede leerse como letra o numeral.
- Epigráfica: signo que se puede leer como letra o numeral.
En cuanto a la técnica de realización, tenemos constatadas tres:
- Incisa: marca o signo realizado antes de la cocción con un instrumento apuntado.
- Impresa: marca hecha precocción mediante una matriz de forma variada en cuyo interior
puede grabarse, en negativo o en positivo, un motivo epigráfico o anepigráfico; éste último puede
ser geométrico, figurativo o indeterminado.
- Esgrafiada: marca o signo realizado después de la cocción con un instrumento cortante.
En la figura 3 se recogen a modo de resumen las cifras globales referidas a las marcas estudiadas aquí.
11.3.1.
Precocción
Son aquéllas realizadas cuando la arcilla está todavía blanda y, por tanto, hechas por el alfarero lo que no implica que todas ellas correspondan a una marca propia o de su taller. Son cuantitativamente las más numerosas, localizándose en cuarenta y tres de los cincuenta y cuatro yacimientos catalogados (figs. 3 y 4, 1). Sus diseños, como veremos a continuación, también son muy
variados, lo que nos inclina a considerar, como ya hemos señalado, que no se trata de marcas de
(88)
(89)
(90)
PELLICER, 1978, figs. 5 y 6.
Agradecemos a A. Carreño, vecino de Nerpio, la información sobre este yacimiento.
Definiciones basadas en el Diccionario de la Lengua Española, edición de 1992.
-316-
[page-n-319]
21
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA ffiÉRICA
PRECOCCIÓN
MARCAS
Impresa
POSTCOCCIÓN
Incisa
Esgrafiada
anepigráf. epigráfica anepigráf. epigráfica anepigráf. epigráfica
5
7
Borde
1
-
Hombro
6
-
Galbo
7
lndet.
3
-
2
3
23
Asa
(/)
....
ni
.E
e
1<(
Yacimientos
Asa
(/)
«:1
Borde
·n;-
Hombro
i=
Galbo
e
lndet.
Yacimientos
Marcas
Total
Yacim.
38
21
1
2
3
3
7
6
5
3
16
1
3
71
27
26
7
2
2
12
1
5
3
2
14
1
12
-
-
6
2
1
-
-
3
4
36
15
2
39
14
1
6
-
1
4
3
1
1
-
TOTAL
TOTAL
Anepigrat Epigráfica
46
3
9
31
5
29
2
2
3
4
7
2
10
-
1
1
2
7
7
2
22
16
112
35
2
2
1
16
4
6
17
2
25
1
9
62
7
15
48
7
44
3
11
7
10
18
5
10
85
32
22
12
14
197
53
Fig. 3.- Cuadro-resumen de las marcas estudiadas.
taller estrictamente hablando, aunque algunas de ellas están asociadas a hornos alfareros (figs. 1
y 2, núms. 1, 17, 38, 44 y probablemente 18 y 30).
Las marcas precocción inventariadas son impresas o incisas, pues el único signo pintado que
conocemos procede de Penya Negra II, asentamiento que no hemos considerado aquí respetando
la adscripción protoibérica dada por su excavador.
l/.3.1.1.
Marcas impresas
Las marcas impresas son las más abundantes tanto en ánforas como en tinajas, aunque esta
última cifra es algo equívoca pues hay que tener en cuenta que veintisiete de ellas se concentran
en un solo yacimiento (fig. 20, 47). Entre las dos clases diferenciadas, son más numerosas las
anepigráficas que las epigráficas (figs. 3 y 4, 1).
La cronología de las mismas ocupa todo el período ibérico, ya que las más antiguas se fechan
en el s. VI a.C. en El Macalón (fig. 8, 07.021, 07.029 y 07.030; láms. 1, 2 y 3; II, 1, 2 y 4) y las
más modernas pueden llegar hasta el s. 1 a.C. (figs. 7, 06.020; 15, 25.142; 16, 31.078 y 31.079;
17, 33.089 y 33.090; 19, 42.081, 42.046 y 44.094; 20, 47). Aunque el número mayor se concentra en los tres siglos finales se trata de un fenómeno claramente prerromano (fig. 4, 2).
Se distribuyen entre treinta y un yacimientos, de los que siete tienen tinajas con sello, veinticuatro ánforas y dos los dos tipos, produciéndose una concentración mayor de tinajas en menos
yacimientos (ocho) (figs. 1-3). Suele haber una única marca por recipiente y en los casos en que
se encuentran dos o tres, éstas pueden estar repetidas o no. Un problema a considerar en relación
-317-
[page-n-320]
22
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
con este aspecto es la casi total ausencia de ejemplares completos que puedan ilustrar con certeza
sobre el número real de marcas por pieza. Hecha la excepción de algunas tinajas de Cabezo de
Alcalá y Ensérune, las dos ánforas completas que conocemos presentan las dos modalidades:
Castellar de Meca repetición de la misma en sendas asas y Los Villares una sola marca (fig. 11,
14.138 y 16.003; láms. VIII, 1 y 2; IX, 6).
Las impresiones pueden ser de dos tipos:
- Simple: Marca realizada con un instrumento que deja su huella. Se incluyen aquí también
unas impresiones hechas con matriz pero que, a diferencia de las estampillas, no presentan
ningún grabado en el interior.
- Sello o estampilla: Impresión realizada con un instrumento al que se le ha dado una forma
determinada y en cuyo interior se ha grabado algún motivo en negativo o en positivo.
De estos dos tipos el más frecuente es el segundo tanto en ánforas como en tinajas (fig. 5).
En las ilustraciones, y siempre que hemos podido revisar las piezas, hemos utilizado la
misma convención: las zonas en negativo están rellenas de negro o punteadas, mientras que
quedan en blanco los motivos en positivo. En el caso de no haber visto la pieza personalmente se
mantiene el dibujo publicado.
JI. 3.1.1.1.
Anepigráficas
Dado que los diseños entre las impresiones anepigráficas en ánforas y tinajas es muy similar
los estudiaremos conjuntamente, pero antes señalaremos las diferencias más significativas entre
ambos recipientes.
Como se puede ver en las figuras 3 y 4, las marcas sobre ánfora son más abundantes y su
dispersión geográfica también es mayor. La cronología es otro de los elementos que diferencian
los sellos de ánforas y tinajas, pues éstas últimas se encuentran ante todo en yacimientos fechados
entre finales del s. III y el I a.C. (núms. 31, 38, 44 y 47), mientras que las ánforas se datan desde
el s. VI (no 07) hasta el s. I a.C. (n° 33) (fig. 4, 2).
Entre las ánforas destaca la ubicación en las asas sobre todo en el arranque, aunque existen
ejemplos situados en la base (figs. ll, 16.091; 13, 52.196; 17, 32.169; lám. IX, 4) y en el nervio
(figs. 10, 12.109, 12.186 y 12.110; 11, 13.037 y 16.009; 20, 45.144; láms. VI, 4; VII; XI, 4) (fig.
3). Se puede establecer una filiación directa entre estas marcas ibéricas y las que aparecen sobre
ánforas fenicias y púnicas de la península Ibérica. Descartamos una influencia griega o romana
sobre las mismas, puesto que las ánforas griegas son minoritarias en la península y las romanas
son más tardías que los primeros ejemplos ibéricos conocidos (fig. 4, 2). En las tinajas no observamos ninguna regularidad en la ubicación de los sellos, pues existe un número relativamente
importante sin datos sobre su localización en la pieza (fig. 3).
Los diseños, como veremos a continuación, son similares y pueden vincularse, casi todos
ellos, a una estética indígena pues la mayoría se encuentra también entre las impresiones sobre
cerámica y pondera.
Para la clasificación de estas impresiones hemos seguido la propuesta hecha hace unos años
por Ruiz Rodríguez y Nocete (91) para las estampillas sobre cerámica ibérica.
(91)
RUIZ RODRÍGUEZ y NOCETE. 1981.
-
318-
[page-n-321]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
23
- Enmarque cuadrangular (A): Esta impresión simple se encuentra en tres ánforas y una
tinaja, todas ellas diferentes (fig. 5, 1). Dos ánforas de El Castellón presentan sendas marcas rectangulares, en cuyo interior no se aprecia nada grabado; el tamaño de ambas es distinto por lo que
no se trata del mismo instrumento, además una de ellas presenta un perfil a doble línea en cuyo
interior hay una serie de pequeños trazos inclinados (fig. 9, 09.036 y 09.058; lám. V, 1). En Los
Villares, una espátula o varilla ha dejado una profunda huella en el arranque de un asa de ánfora
(fig. 12, 16.137; lám. IX, 1). Una marca semejante se encuentra en el borde de una tinaja de Can
Vedell, pero en este caso se han dejado cuatro improntas consecutivas (fig. 18, 38.161) (92).
Su distribución geográfica no aporta datos de interés al ser escasos los ejemplares y de procedencias tan variadas.
La cronología tampoco es homogénea pues las ánforas de El Castellón se pueden fechar en el s.
V a.C.; la de Los Villares se encontró en un almacén de ánforas destruido entre finales del s. m y el
primer cuarto del II a.C.; y la de Can Vedell procede de un sector fechado entre los ss. m y II a.C.
-Enmarque cuadrangular y motivo en eje (A-1): Es una impresión más utilizada en tinajas
(cinco) que en ánforas (una) (fig. 5, 1). Las cinco tinajas proceden de Ensérune: tres presentan el
mismo diseño en forma de dobles volutas situadas longitudinalmente (47.102, 47.105 y 47.114);
en otra se ve una columna jónica (47.103), mientras que la quinta tiene un motivo lineal mucho
más sencillo (47.100) (93). La marca sobre ánfora de Heretat de Valiente comparte el asa con otra
de enmarque circular (fig. 11, 13.037; lám. VI, 4).
A nivel de distribución sólo interesa destacar la concentración de marcas semejantes sobre
tinajas del mismo asentamiento.
Como ya se ha señalado al hablar de los yacimientos, el asa de Heretat de Valiente puede
tener una cronología entre el s. IV y principios del s. II a.C., acorde con los hallazgos mayoritarios para este tipo de marcas sobre ánforas ibéricas (fig. 4, 2). La cronología de Ensérune es más
tardía, fechándose entre finales del s. III y primer tercio del s. 1 a.C.
-Enmarque cuadrangular con motivo radial (A-II): Lo encontramos utilizado sobre tres
ánforas (fig. 5, 1). Dos de ellas, procedentes de la misma comarca, tienen la marca en el arranque
del asa pero difieren ligeramente en el diseño (fig. 11, 16.007; láms. XI, 5; XII, 3). Muy distinta
es la estampilla de El Castellón pues se localiza en el galbo y en el enmarque rectangular se han
grabado dos rosetas de cuatro pétalos y botón central (fig. 9, 09.033; lám. V, 4).
De la distribución geográfica cabe destacar la procedencia de todas ellas de un área geográfica próxima, sobre todo, las dos ánforas de La Plana de Utiel.
La cronología más precisa la aporta El Castellón, pues la marca se encontró en el interior de
la habitación II datada en el s. V a.C. La fecha de la Casilla del Cura se sitúa entre los ss. V y IV
a.C., mientras que la amplia cronología de Los Villares no permite asignar una datación precisa
a esta marca, dado que se trata de un hallazgo descontextualizado.
-Enmarque cuadrangular con líneas quebradas no cerradas (A-VI): Encontramos este sello
en una sola tinaja de Ensérune procedente de un silo, cuya cronología es la misma que para las
demás marcas del yacimiento (94).
(92) Esta marca no la hemos examinado directamente por lo que no podemos saber si se trata de una repetición de la impresión
o de un intrumento con cuatro púas. En la publicación tampoco se aclara esta cuestión (HERNÁNDEZ YLLÁN, 1990, lám. 64, 4).
(93) JANNORAY, 1955, pi. LIV, 2; GALLET DE SANTERRE, 1980, 133, pis. XXXll, 2; XXXlll, l, 4 y 5.
(94) GALLET DE SANTERRE, 1980, pi. XXXlll, 2.
-319-
[page-n-322]
24
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADlERA
-Enmarque cuadrangular con motivo no representativo (A-VII): Clasificamos dentro de este
tipo dos ánforas, una de Los Molinicos y otra del Puig de Sant Andreu (fig. 5, 1). El sello de Los
Molinicos se localiza en el hombro y tiene un perfil bien señalado, cosa que no sucede con el
diseño del interior del que apenas se distinguen algunos elementos (fig. 9, 08.179; lám. III, 5 y
6). En cambio, la catalogación de la marca del Puig de Sant Andreu, hecha a través del dibujo
publicado por Oliva y que reproducimos en este trabajo, la consideramos provisional (95) (fig.
20, 45.144).
La localización geográfica no es significativa dada la escasez de ejemplares.
La primera se fecha entre finales del s. V y el primer tercio del s. IV a.C., mientras que la
segunda se encontró descontextualizada.
- Enmarque cuadrangular con motivo figurativo (A-VIII): Sólo conocemos un sello procedente de El Macalón que podemos calificar de extraordinario tanto por su diseño como por su
cronología (fig. 8, 07.021; lám. II, 1 y 2). Está ubicado en el tercio superior de un ánfora ibérica,
junto a una de sus asas. Aunque está roto por la parte inferior y la impresión no es profunda, se
puede ver un jinete que sujeta a su caballo de las riendas; otros detalles del atuendo del caballero
apenas son perceptibles, tales como el tocado y el calzado; en el extremo superior, a las espaldas
de la figura humana, hay un motivo geométrico de forma romboidal.
Los jinetes son representaciones comunes en el mundo ibérico, tanto en escultura y exvotos
como en cerámica, pero como marca se trata de un caso único. Suponemos que el instrumento
utilizado no fue elaborado expresamente para marcar cerámicas, sino que debió utilizarse de
forma ocasional para ello. Podría tratarse de una plaquita de bronce similar a la procedente de
L' Alberri (96).
-Enmarque circular (B): Documentado en cinco ánforas y una tinaja (fig. 5, 2). El diseño
más simple es el de Cerro Macareno, pues se trata de la impresión de un dedo o de un intrumento de punta roma sobre el borde de un ánfora (fig. 6, 01.059). En un asa de Los Villares se
han impreso varios puntos dispuestos longitudinalmente, de los que se conservan tres (fig. 11,
16.009; lám. XI, 4). Un circulo que no llega a cerrar se imprimió en la base de un ánfora de El
Puntal (fig. 13, 52.196) (97). Algo más elaborada es la marca impresa sobre sendas ánforas de
El Castellón, pues aquí el instrumento empleado es un cilindro con dos muescas situadas diametralmente; en las dos ánforas se ha repetido la impresión tres veces, con el mismo instrumento, en el tercio superior, lo que aboga por una procedencia y significado comunes (figs. 9,
09.035; 10, 09.057; lám. IV, 3 y 4). Una marca similar se encuentra sobre una tinaja de Los
Villares, aunque el tamaño de los círculos es menor y carecen de muescas (fig. 12, 16.008;
lám. X, 4).
La localización geográfica más significativa es la existencia de dos marcas iguales de El
Castellón, la proximidad a éstas de la tinaja de Los Villares y del ánfora de El Puntal, aunque ésta
última sea mucho más simple.
La cronología aportada por la marca de Cerro Macareno es poco precisa, pues oscila entre
finales del s. V e inicios del III a.C. Mucho más interesante es la fecha del s. V a.C. que propor-
(95) OLIVA, 1955, 89-90, fig. XLVI.
(96) ABAD et alii, 1993, fig . 003, 3. Una marca similar' aparece sobre mortero púnico, fechado en el s. VI a.C., de Tharros;
en la publicación también se indica la rareza del diseño (MANFREDI, 1991 , 192-193, fig. la).
(97) Ver nota 87.
-320-
[page-n-323]
25
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA ffiÉRICA
~ Ánforas
•
Tinajas
1
ó.
Q)
...:
C)
ns
·a
ó.
ó.
e::
§
Q)
§
ó.
Q)
e::
ns
ns
...:
C)
·a
Q)
ó.
Q)
ns
·a
.....:
ce
VJ
VJ
VJ
.ü
.E
.....:
ns
VJ
.ü
.E
VJ
UJ
ns
...:
C)
e::
....
C)
Q)
....
C)
VJ
UJ
2
Fig. 4.- 1, Técnicas y clases de marcas sobre ánforas y tinajas; 2, Cronología de las marcas precocción.
-321-
[page-n-324]
26
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
~
•
Ánforas
Tinajas
14
~
•
12
10
Ánforas
Tinajas
8
6
4
2
o
A
A-JI
A-1
m
A-VI A-VIl A-VIII
1
m
.....
m
1
m
>
1
m
>
1
m
>
1
m
>
2
1
6
~ Ánforas
5
4
3
2
1
o
e
C-11
D
1
m
D-11
D-VJJ
O-VIII
3
Fig. 5.- Marcas impresas anepigráficas sobre ánforas y tinajas: 1, Tipo A; 2, Tipo B; 3, Tipos C y D.
-322-
[page-n-325]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
27
ciona el nivel II de El Castellón donde apareció uno de los fragmentos, datación que por lógica
debe aplicarse al segundo, procedente de superficie. Cerca de esta datación, es decir en la primera
mitad del s. IV a.C., se encuentra El Puntal. Las asas de Los Villares no nos informan sobre su
cronología, pues la tinaja es un hallazgo superficial y el ánfora se encontró en el relleno de una
fosa de época islámica.
-Enmarque circular u oval con motivo en eje (B-I): Sello catalogado en ocho ánforas pero
que se puede agrupar en cinco diseños distintos (fig. 5, 2).
La marca más interesante es la localizada sobre el arranque de dos asas y la base de una tercera de Los Villares (fig. 11, 16.003, 16.006 y 16.091; lám. IX, 4-6); además, se puede relacionar
con ella una de las encontradas en El Moluengo pues aunque presenta sólo seis puntos impresos
frente a los ocho de Los Villares, esta diferencia puede explicarse tanto por un defecto de impresión como de desgaste de la matriz (fig. 13, 18.011) (98). Las otras tienen diseños diferentes: una
palmeta de hojas triangulares en Los Molinicos (fig. 9, 08.016; lám. IV, 1); dos líneas en forma
de espina de pez más un punto en Alarcón (fig. 13, 19.001); un círculo con cuatro líneas horizontales en su interior, aunque en el dibujo publicado no se aprecia bien (99), en el Camí de Vista
Alegre (fig.16, 30.088); y una cuarta de Los Molinicos de impresión muy defectuosa (fig. 8,
08.178; lám. m, 1 y 2).
La concentración de tres ejemplares iguales y otro similar en la comarca de La Plana de Utiel
es uno de las aspectos más destacables de esta marca.
Las asas de Los Molinicos se fechan entre finales del s. V y el primer tercio del s. IV a.C.;
la del Camí de Vista Alegre está fechada en la primera mitad del s. III a.C.; y, finalmente, dos de
las marcas de Los Villares proceden de excavaciones pero de capas afectadas por las labores agrícolas, aunque la mayor parte del material se puede fechar entre la segunda mitad del s. III y el
primer cuarto del s. JI a.C. (100); sólo por similitud, podríamos considerar de la misma cronología el ánfora de El Moluengo.
-Enmarque circular u oval con motivo radial (B-JI): Es la marca más abundante tanto en
ánforas (doce) como en tinajas (siete), pudiéndose dividir en tres diseños básicos: cruz o aspa,
estrella y roseta (fig. 5, 2).
El sello más simple es el de la cruz o aspa en relieve inscrita en un círculo en negativo.
Aparece sobre tres ánforas y tres tinajas (figs. 7, 02.176; 8, 07.030; 18, 37.150; 20, 45.163 y
46.164; lám. JI, 4) (47.104) (101). Las más parecidas entre sí, según los dibujos de Oliva, son las
de llla d'En Reixac y Puig de SantAndreu (fig. 20,45.163 y 46.164) (102). Es interesante resaltar
la localización mayoritaria en la Catalunya norte, aunque la cronología más antigua sea la de El
Macalón. En Penya Negra hay unas ánforas importadas que presentan marcas iguales y de cronología similar a la de El Macalón (103). Las restantes se escalonan entre el s. IV a.C. en Illa
d'En Reixac y entre finales del s. III y primer tercio del s. I a.C. para Ensérune.
(98) En su día esta marca fue catalogada como B-Vll, pero los ejemplares hallados en Los Vil! ares nos han inclinado a
reconsiderar su clasificación (MATA, 1985, 167).
(99) La sección publicada también parece indicar que la marca se encuentra en la base y no en el arranque del asa, por lo
que esa es la orientación que proponemos.
(100) MATA y MARTÍ, 1990; MATA ez alii, 1996.
(101) GALLET DE SAN1ERRE, 1980, pl. XXXIll, 6.
(102) Estas dos últimas fueron publicadas por Oliva (1960, 390; 1976, 780) como púnicas, pero M• A. Martín, a quien agradecemos la información, nos ha confirmado que se trata de ánforas ibéricas.
(103) GONZÁLEZ PRATS y RUIZ SEGURA, 1990-1991, 62, fig. 7.
-323-
[page-n-326]
28
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
\
1
)
1
1
01.059
01.067
---01.071
o
.5
01.062
Fig. 6.- Marcas según Fernández et alii: 01.059, anepigráfica impresa tipo B; 01.060, 01.073, 01.064, 01.068 y
01.063 anepigráficas incisas; 01.067, 01.071, 01.061, 01.074 y 01.062, epigráficas incisas.
Todo ánforas excepto 01.062.
-324-
[page-n-327]
29
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
03.012
---
o
25
04.040
o
5
06.020
Fig. 7.- Ánforas: 02.175, anepigráfica incisa (según Hernández et alii); 02.176, anepigráfica impresa
tipo B-ll (según Hernández et alii); 03.012, anepigráfica incisa (según Cruz); 04.040, e
pigráfica incisa (según Abad y Sala); 05.039, epigráfica impresa tipo B; 06.020,
epigráfica impresa tipo A (sin escala, según Ramos).
-325-
[page-n-328]
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBAD!ERA
30
/
y
o
07.022
®
08.017
o
5
)
1
4
08.177 - ·-
08.178
1
49.187
'
08.018
a
08.015
Fig. 8.- Ánforas: 07.021, anepigráfica impresa tipo A-VID (marca según Cortell); 07.030,
anepigráfica impresa tipo B-II; 07.022, anepigráfica incisa; 07.029,
anepigráfica impresa tipo D-II; 08, 177, anepigráfica impresa tipo B-II; 08.178,
anepigráfica impresa tipo B-1; 08,017, anepigráfica impresa tipo B-II (sin escala, según Lillo);
08.018, anepigráfica impresa tipo D-II (sin escala, según Lillo); 08.015, anepigráfica impresa
tipo D (sin escala, según Lillo); 49.187, epigráfica incisa (según Aranegui).
-326-
[page-n-329]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
31
Las cuatro estrellas catalogadas presentan algunas diferencias: la de Los Villares es una
estrella de nueve puntas dibujadas en negativo (fig. 11, 16.002; lám. IX, 7); mientras que en Can
Miralles/Can Modolell y Can Vedell aparecen dos aspas superpuestas que diseñan una estrella
lineal de ocho puntas (figs. 17, 32.168 y 32.169; 18, 38.051), siendo muy similares entre sí. Las
dos marcas de Can Miralles/Can Modolell, a pesar de su semejanza, tienen dataciones distintas:
una en la primera mitad del s. III y la otra entre finales del mismo siglo y primer cuarto del II
a.C.; la escombrera de Can Vedell tiene una cronología parecida a ésta última. Las tres ánforas
tienen la marca en el arranque de asa.
Las siete rosetas muestran mayor variedad, siendo todas ellas diferentes si tenemos en cuenta
el número de pétalos (cuatro, seis, siete y ocho), la existencia de botón central (dos) o no (cinco)
y si se encuentran inscritas en un círculo (cuatro) o exentas (tres) (figs. 8, 08.017 y 08.177; 11,
13.037; 15, 24.055; 17, 33.089 y 33.090; 19, 44.094; láms. III, 3 y 4; VI, 4). Excepto una que se
encuentra sobre el borde de una tinaja (fig. 19, 44.094), todas aparecen sobre el hombro o el asa
de ánforas. Como en los casos anteriores, también las rosetas proporcionan una variada cronología desde finales del s. V y principios del IV a.C. en Los Molinicos, hasta el s. I a.C. en Can
Balen9ó y La Oruña.
A estos tres diseños hay que añadir dos marcas de Burriac en cuyo interior se dibujan
motivos geométricos diversos con un dominio de la disposición radial (fig. 16,31.078 y 31.079);
proceden de un departamento fechado entre los ss. II y I a.C.
-Enmarque circular u oval con motivo reticulado (B-lli): Sólo una marca sobre el arranque
de un asa de ánfora de Castellar de Meca corresponde a esta clasificación (fig. 5, 2). Aunque se
encontró durante una campaña de limpieza del camino, desconocemos su contexto exacto por lo
que no podemos aportar una cronología para la misma (fig. 11, 14.038).
-Enmarque circular u oval con motivo concéntrico (B-IV): Hemos clasificado dentro de este
tipo un sello sobre una tinaja de Can Vedell, a pesar de que en el centro aparece una cruz (figs.
5, 2; 18, 38.052). Aunque en la publicación no queda muy claro, parece que esta marca podría ir
acompañada de una decoración, también impresa, algo más elaborada. La cronología es de
finales del s. III e inicios del II a.C.
- Enmarque circular u oval con motivo en líneas quebradas no cerradas (B-VI): El tipo de
esta marca, situada en el arranque del asa de un ánfora de Umbría de la Esterilla, es de atribución
probable pues está incompleta (figs. 5, 2; 11, 15.027; lám. VI, 3). La cronología de la misma es
la que proporcionan los materiales encontrados en prospección superficial, es decir ss. IV-ID a.C.
-Enmarque circular u oval con motivo no representativo (B-VII): Las tres marcas recogidas,
dos sobre ánfora y una sobre tinaja, tienen diseños totalmente diferentes (fig. 5, 2). Una de perfil
oval aparece sobre el hombro de un ánfora de Zama (fig. 10, 11.072; lám. IX, 2); otra, en el
arranque de un asa de ánfora de la Casilla del Cura, es de clasificación más imprecisa pues la
marca está rota y muy desgastada (fig. 13, 17.023; lám. XII, 1); y la tercera se encuentra sobre el
tercio superior de una tinaja de Ensérune (fig. 20, 47.116).
La distribución geográfica es tan variada como la cronología, pues ésta oscila desde los ss.
V-IV de la Casilla del Cura hasta el primer tercio del s. I a.C. de Ensérune.
- Enmarque circular u oval con motivo figurativo (B-VIII): Como sucede en todos los
enmarques, los motivos figurativos son escasos (fig. 5, 2). Sólo conocemos un sello de forma
ovalada en cuyo interior se aprecia en relieve un cuadrúpedo. Tanto por el tamaño, como por la
forma y el diseño interior creemos que el instrumento utilizado para marcar este asa de ánfora ha
-327-
[page-n-330]
32
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
09.035
09.033
Fig. 9.- Ánforas: 08.179, anepigráfica impresa tipo A-Vll; 08.016, anepigráfica impresa tipo B-1; 09.058
y 09.036, anepigráfica impresa tipo A; 09.031, epigráfica esgrafiada; 09.032,
epigráfica incisa; 09.035, anepigráfica impresa tipo B; 09.033, anepigráfica impresa tipo A-ll.
-328-
[page-n-331]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA ffiÉRICA
33
sido un anillo-sello, El animal representado, un león o un cánido, es una imagen que podemos
encontrar en los diversos soportes y técnicas del arte ibérico y con una variada cronología. En
este caso, la fecha de finales del s. III y primer cuarto del s. II a.C. es la que aporta el contexto
donde se encontró esta marca (fig. 10, 12.110; lám. VII, 3).
- Enmarque triangular (C): Los enmarques triangulares son los más escasos sobre cualquier
tipo de recipiente (fig. 5, 3). Cinco de las seis ánforas catalogadas proceden del mismo yacimiento, un vertedero, en el que las ánforas eran abundantes y algunas tenían defecto de cocción.
El diseño es el mismo para las cinco y se trata de una impresión triangular con tres muescas a
modo de trébol (30.087 y 30.171-30.174); la única pieza ilustrada presenta el sello en el arranque
del asa (fig. 16, 30.087). La sexta marca se encontró en el horno cerámico de la Casilla del Cura
en el arranque de un asa; su perfil está realizado con doble línea en los lados y entre ambas
pequeños trazos oblicuos; en el centro se dibuja, en relieve, la mediana (lám. XII, 4).
El nivel ibérico del vertedero del Camí de Vista Alegre, de donde proceden la mayoría de las
ánforas, está fechado en la primera mitad del s. III a.C. Algo más antiguos son los materiales de
la Casilla del Cura que, como hemos señalado al estudiar los yacimientos, se pueden datar entre
los ss. V y IV a.C.
- Enmarque triangular con motivo radial (C-II): Esta marca de la Casilla del Cura está
situada en el arranque de un asa de ánfora (fig. 5, 3; lám. XII, 2). La cronología es igual a la señalada en el tipo anterior para el mismo yacimiento.
-Enmarque complejo (D): Se trata de impresiones difíciles de clasificar, pues en muchas
ocasiones componen en sí mismas un motivo. Sólo tenemos dos sobre ánfora, una de Los
Molinicos y la otra de El Castellón (fig. 5, 3). La de Los Molinicos es una matriz trabajada en
forma de estrella de ocho puntas sin nada en el interior (fig. 8, 08.015). La del Castellón, que se
encuentra en el tercio superior de un ánfora con hombro, es una especie de cruz griega, de la que
se conservan dos brazos, con los extremos acabados en forma de flor de lis; el perfil muestra
líneas dobles (fig. 10, 09.034; lám. IV, 2).
Ambas proceden de zonas próximas y su cronología es casi coincidente, el s. V a.C. para El
Castellón y algo más precisa, entre finales del s. V y el primer tercio del s. IV a.C., para Los
Molinicos.
- Enmarque con forma adaptada al motivo y motivo radial (D-II): Los tres sellos tienen
diseños diferentes, aunque los tres están sobre ánfora y con una distribución geográfica próxima
(fig. 5, 3). El ánfora del Castellar de Meca está completa y presenta una marca en el arranque de
cada asa. Sobre una pequeña pella de arcilla se ha impreso un motivo en forma de roseta y en el
interior de una de ellas apenas se aprecia un triángulo; esta diferencia entre ambas asas, creemos
que se debe o bien a una deficiente impresión o bien a un desgaste de la matriz (fig. 11, 14.138;
lám. VIII, 1 y 2). Se encontró en un contexto doméstico de finales del s. III y primer cuarto del
s. II a.C.
El ánfora más antigua es la de El Macalón y tiene una profunda marca sobre el arranque del
asa (fig. 8, 07.029; lám. I, 2 y 3); en Los Molinicos encontramos una estrella o flor de ocho puntas
o pétalos de doble línea, fechada entre los ss. V y IV a. C. (fig. 8, 08.018).
- Enmarque con forma adaptada al motivo y motivo no representativo (D-VII): Recogemos
en este tipo dos asas de ánfora de La Serreta con una impresión profunda en el nervio realizada
con el mismo sello. Su cronología tambén es la misma pues proceden de contextos fechados entre
finales del s. III e inicios del II a.C. (figs. 5, 3; 10, 12.109 y 12.186; lám. VII, 2 y 4). Por su
-329-
[page-n-332]
34
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
enmarque irregular se podría relacionar con el sello en forma de pie de El Moluengo que clasificamos a continuación.
-Enmarque con forma adaptada al motivo y motivo figurativo (D-VIII): Como acabamos de
señalar, este sello y el anterior se asemejan en el enmarque, pero mantenemos la diferente clasificación en base a las diferencias existentes entre ambas. En el caso de la marca de El Moluengo,
creemos que ha habido una clara intención de imprimir un pie calzado pues se pueden distinguir
sendos puntos en el lugar de los dedos y las líneas del interior recuerdan el trenzado de una sandalia (figs. 5, 3; 13, 18.010).
Dada la amplia cronología del yacimiento no podemos asegurar su datación, pero lo que sí
podemos asegurar es que no existe relación alguna con las marcas in planta pedis de la terra sigillata.
II.3 .1.1.2.
Epigráficas
Las impresiones epigráficas aparecen ante todo sobre tinajas y su concentración geográfica
es enorme, pues se localizan en tres únicos yacimientos de los cuales uno sólo concentra el 86%
de éstas (figs. 2 y 3, núms. 42,45 y 47). Por el contrario, las cinco marcas sobre ánfora proceden
de cinco yacimientos distintos de diferentes zonas (figs. 1 y 3, núms. 05, 06, 12, 25 y 45).
También existen diferencias notables si consideramos el lugar de ubicación, el enmarque y
la cronología. Así, la mayor parte de los epígrafes en tinajas aparecen sobre el galbo, mientras
que las ánforas están marcadas sobre el asa, siguiendo la tradición anepigráfica (fig. 3).
En las tinajas, todas las matrices conocidas son cuadradas o rectangulares mientras que entre
las ánforas las hay también ovaladas y adaptadas al motivo. En su interior puede haber desde una
o dos letras hasta un letrero más largo formando una palabra.
A nivel cronológico se trata de un fenómeno característico del Ibérico Final entre las tinajas,
lo que parece apuntar hacia una influencia latina (fig. 4, 2). Pero, sin dejar de ser ello cierto, los
sellos de El Molar, del s. V a.C., y La Serreta, de finales del s. III y primer cuarto del s. II a.C.
(figs. 7, 05.039; 10, 12.014; láms. 1, 1; VII, 1) permiten matizar esta afirmación en el caso de las
ánforas (fig. 4, 2).
Dada la concentración geográfica y similitud de diseños de estas marcas, hemos preferido
abordar su estudio por yacimientos.
- El Molar: Sello ovalado apenas marcado en la parte inferior del asa de un ánfora, en cuyo
interior se pueden ver dos letras ibéricas (l.ba. o l.i.). Las hipótesis de interpretación pueden ser
varias, o bien se trata de una abreviatura de nombre propio, origen o contenido, o bien estamos
ante una medida de capacidad o indicación de precio (fig. 7, 05.039; lám. 1, 1). De esta pieza interesa destacar no tanto su deposición en una necrópolis, hecho que consideramos totalmente fortuito, como su datación en el s. V a.C.
- L' Alcúdia: De este yacimiento procede un asa con un letrero impreso en el interior de
una cartela oblonga (fig. 7, 06.020). Existen diversas interpretaciones sobre su lectura ya que
Ramos Femández, Llobregat y Siles (104) transcriben como e.ca.n.cu. o cu.n.ca.e; mientras
que Untermann (105) lee ti.n.ka.s. Todos están de acuerdo en utilizar el signario meridional.
(104)
(105)
RAMOS FERNÁNDEZ, 1969; LLOBREGAT, 1972, 129; SILES, 1985, 214, n• 896.
UNTERMANN, 1990, 612-613, G.12.3.
-330-
[page-n-333]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
09.034
A
o
o
5
í
5
~ A!'~;.
~
10.049
09.057
5
!f ~
~ ~~~
1
11.056
12.014
12.110
Fig. 10.- Ánforas: 09.034, anepigráfica impresa tipo D; 09.057, anepigráfica impresa tipo B; 10.049,
epigráfica incisa; 11.072, anepigráfica impresa tipo B-Vll; 11.056, epigráfica esgrafiada; 12.186,
anepigráfica impresa tipo D-VII; 12.109, anepigráfica impresa tipo D-Vll (marca según CorteU);
12.014, epigráfica impresa tipo D (marca según CorteU); 12.110, anepigráfica impresa tipo B-VIII
(marca según CorteU); 48.185, anepigráfica incisa (según Abad et alii).
-331-
35
[page-n-334]
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADlERA
36
-·-
o
13.037
\\
5
16.007
~
5
14.138
25
o
5
5
16.006
o
5
Fig.ll.- Ánforas: 13.037, anepigráfica impresa tipos B-II y A-1; 14.138, anepigráfica impresa
tipo D-II; 14.038, anepigráfica impresa tipo B-m (según Martínez y López); 16.007, anepigráfica
impresa tipo A-II; 16.009, anepigráfica impresa tipo B; 15.027, anepigráfica impresa tipo B-VI;
16.002, anepigráfica impresa tipo B-II; 16.006 y 16.091, anepigráficas impresas tipo B-1;
16.003, anepigráfica impresa tipo B-1 (marca sin escala, según Ribera).
-332-
[page-n-335]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA ffiÉRICA
37
-...,-
16.093
'
-
16.004
'
- · - 16.183
o
'
5
e:;] Pintura roja
16.181
16.008
~o
\
16.184
16.182
5
Fig. 12.- 16.005, 16.004, 16.183, 16.181, 16.182 y 16.184, anepigráficas incisas; 16.137,
anepigráfica impresa tipo A; 16.093 y 16.092,.epigráficas esgrafiadas; 16.136, epigráfica incisa;
16.008, anepigráfica impresa tipo B. Todo ánforas excepto 16.093 y 16.008. tipo B.
-333-
[page-n-336]
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBAD!ERA
38
~
1
17.023
o
o
/~
5
18.011
a
~19.001
~1
~
20.143
o
5
o
10
¡~/
,-
O¡y 1"\1
o
21.080
o
15
22.180
5
Fig. 13.- 17.023, anepigráfica impresa tipo B-VTI; 18.010, anepigráfica impresa tipo D-VITI (según Ribera);
18.011, anepigráfica impresa tipo B-1 (según Ribera); 19.001, anepigráfica impresa tipo B-1; 20.013,
anepigráfica incisa (marca sin escala, según Bonet); 20.143, epigráfica incisa; 21.080,
epigráfica esgrafiada (marca sin escala, según Oliver); 22.180, anepigráfica esgrafiada (sin escala,
según Oliver) 52.196, anepigráfica impresa tipo B (según Sala); 51.195,
anepigráfica esgrafiada (según Sala). Todo ánforas excepto 20.013.
-334-
[page-n-337]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
39
Sea cual sea su transcripción creemos que nos encontramos ante un antropónimo como sucede
en La Bassa (fig. 15, 25.142), aunque Untermann no lo recoge en su repertorio de 1987. Se
encuentra dentro de la tradición latina de marcar con un nombre propio algunas ánforas, pues
la cronología entre finales del s. III y el s. I a.C. que se da para esta marca es compatible con
esta hipótesis. La influencia púnica tampoco se puede descartar del todo, pues no en vano en
el mismo asentamiento se han encontrado varias marcas impresas epigráficas de esta filiación.
- La Serreta: En el interior de un enmarque que recuerda una planta de pie hay dos letras en
relieve, que se pueden leer como ba.n. (fig. 10, 12.014; lám. VII, 1). Un enmarque de forma
similar se encuentra en el mismo yacimiento, aunque con un diseño geométrico en su interior
(fig. 10, 12.109 y 12.186; lám. VII, 2 y 4). El epígrafe forma una agrupación de letras bastante
común en el léxico ibérico, interpretándose como procedencia, valor o propiedad (106).
Cualquiera de estas tres hipótesis puede ser válida para interpretar el significado de esta marca.
Su cronología es importante al situarse entre finales del s. m y primer cuarto del s. II a.C., puesto
que en este caso la consideramos ajena a la influencia latina, aproximándose más a la tradición
púnica donde las impresiones con letreros abreviados de una a tres letras son más comunes.
- La Bassa: Letrero en relieve impreso en el interior de un sello rectangular sobre el nervio
de un asa de ánfora ibérica (fig. 15, 25.142). Su transcripción no ofrece ninguna discusión y se
interpreta como un nombre propio (107). Un ejemplo parecido hemos visto en L' Alcúdia (fig. 7,
06.020). La cronología propuesta del s. II-I a. C. la pone en relación con la tradición latina.
- Cabezo de Alcalá: Hay dos tinajas con sendos letreros en relieve en el interior de un
enmarque rectangular sobre el borde. En ambos casos la lectura es la misma: i.l.tu.r.a.ti.n, interpretada como un antropónimo (fig. 19, 42.046 y 42.081). Esta marca ha servido para denominar
a las tinajas del mismo tipo que éstas, aunque no siempre llevan letrero (108). La cronología del
yacimiento nos inclina a considerar la influencia latina para estos epígrafes. En cuanto al significado de los mismos es interesante señalar la repetición tanto del nombre como del recipiente,
lo que aboga por una marca de propiedad. Descartamos que se trate de una marca de taller porque
consideramos que en tal caso habría más tinajas con el mismo sello, sin embargo en el mismo
yacimiento y fuera de él se encuentran contenedores de la misma tipología con otras marcas, epigráficas o no (42.043; fig . 19, 42.044, 42.050 y 44.094) (109).
- Puig de Sant Andreu: De este yacimiento proceden dos marcas epigráficas de lectura dextrógira, ku.s. o ku.n. y o.e.ba. respectivamente, interpretadas como nombres del fabricante (110)
(fig. 20,45.111 y 45.112). Estamos de acuerdo en que se trata de antropónimos completos o abreviados pero, por las razones que expondremos más adelante, no creemos que sean marcas de
alfar. No se aportan datos sobre su cronología.
- Ensérune: El conjunto de marcas de este asentamiento es el más abundante y homogéneo,
pudiéndose encontrar grupos con diseños muy similares.
En primer lugar, tenemos dos de composición simple sin decoración adicional en la cartela
(fig. 20,47.122 y 47.134). Los dos epígrafes son diferentes y uno de ellos se corresponde con un
nombre latino (111).
(106) SILES, 1985, 95-97, núms . 317-327; VELAZA, 1991, 44-45, núms . 115 y 116; VILLARONGA, 1979, 76.
(107) SILES, 1985, 62; UNTERMANN, 1987, 297; 1990, 125-126, C.J9.2.
(108) BELTRÁN MARTÍNEZ, 1964; UNTERMANN, 1987, 298 y 303; 1990, 183-184, E.l.l..
(109) BURILLO, 1993-1995.
(110) UNTERMANN, 1990,77, C.2.51. y C.5.52.
(lll) UNTERMANN,1980, 290 y 293, B.l.351 y 355.
-335-
[page-n-338]
40
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADlERA
11
23.019
23 .161
~
A\
1 ll
23.168
.
50.194
A~
¡r/)y ~
23.066
23.053
23.069
V )
r
23.065
23.159
23.167
j>-..\
/~64
(/ 23.108
X
.
;:¡ ~ l
23 · 1
23.160
23.166
0
23m
~
23.162
23.107
53.197
Fig. 14.- 23.066, 23.054, 23.108, 23.161, 23.019, 23.158, 23.159, 23.162, 23.160, 23.107, 23.166, 23.163,23.164
y 23.065 anepigráficas incisas (según Fernández et alii); 23.077, 23.069, 23.070, 23.165, 23.167, 23.168 y
23.053, epigráficas incisas (según Fernández et alii); 50.194 y 53.197, anepigráficas incisas.
-336-
[page-n-339]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
~
0~-==--===--5
24.055
25.142
a
27.145
[)
. . .-••--~-:~=======::'
27.148
27.146
27.147
28.140
Fig. 15.- 24.055, anepigráfica impresa tipo B-II (según Sanmartí y Santacana); 25.142, epigráfica
impresa tipo A (sin escala, según Untermann); 26.149, epigráfica esgrafiada (según Panosa);
27.145, 27.146 (sin escala), 27.147 27.148, epigráficas esgrafiadas (según Panosa);
28.140, epigráfica esgrafiada (según Untermann). Todo ánforas excepto 28.140.
-337-
41
[page-n-340]
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADlERA
42
~~30.190
29.106
Q?
30.084
---30.192
...... .
30.085
30.087
o
5
·30.086
30.088
31.139
Fig. 16.- 29.106, epigráfica esgrafiada (según Pérez Orozco); 30.190 y 30.192, epigráficas incisas
(según AA.VV., 1995); 30.084 epigráfica incisa (según Codex, corregida); 30.085, anepigráfica incisa
(según Codex, corregida); 30.087, anepigráfica impresa tipo C (según Codex); 30.086, epigráfica incisa
(según Codex); 30.194, anepigráfica incisa (misma escala que 30.192, según AA.VV.1995, corregida);
30.088, anepigráfica impresa tipo B-1 (según Codex); 31.078 y 31.079, anepigráficas impresas tipo B-II
(según Ribas y Lladó); 31.139, epigráfica incisa (sin escala, según Untermann).
Todo ánforas excepto 31.078, 31.079 y 31.139.
-338-
[page-n-341]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
43
Un segundo conjunto es el formado por seis cartelas orladas con motivos geométricos simples, con el letrero en el centro. Tres marcas recogen un antropónimo que Untermann relaciona
también con un nombre latino (fig. 20, 47.115,47.121 y 47 .123); y otras tres, incompletas, de las
que dos recogen un mismo epígrafe (fig. 20, 47.118,47.119 y 47.120) (112).
Otro interesante conjunto es el constituido por ocho marcas con motivos vegetales y geométricos complejos combinados entre sí, en los que la leyenda puede ir rodeándolos o bien
situarse en un lateral. Seis tienen un diseño similar pero con tres letreros distintos (fig. 20,
47.124, 47.125, 47.126, 47.127, 47.130 y 47.131); las otras dos presentan el mismo diseño y
el mismo letrero, formado por cuatro letras sueltas de lectura controvertida (fig. 20, 47 .132 y
47 .133) (113).
Otras dos las hemos agrupado porque ambas tienen el epígrafe en un lateral y, aunque una
de ellas está muy incompleta, podrían tener un motivo similar (fig. 20, 47.128 y 47.129) (114).
El sello más original es el que tiene una figura femenina desnuda en relieve en el interior de
un enmarque rectangular y en la parte inferior un letrero leido como bo.ti.r.o.r. por Jannoray y
como a.ti.ru. por Unterrnann (115). Como no somos epigrafistas no estamos en condiciones de
inclinamos por una lectura u otra, pero creemos más acertado interpretarlo con un significado de
contenido o propiedad, como señala Jannoray, que como una marca de fabricante.
Untermann interpreta casi todos los epígrafes como nombres de alfareros, aunque en
algunos casos nombres y diseños no coinciden. Si ello fuera así tendríamos en Ensérune al
menos trece nombres distintos, de cronología similar, relacionados con la alfarería. Y, ¿cómo
deberíamos interpretar tales nombres? ¿como alfareros trabajando en el mismo taller? o
¿como talleres diferentes? Ninguna de estas posibilidades nos parece razonable no sólo por el
elevado número de nombres diferentes sino porque, además, no parece lógico que un taller
marque sólo tinajas y no otro tipo de producto salido de sus manos, cuando precisamente es
la tinaja un recipiente para estar en el interior de una vivienda y, en muchos casos, enterrado.
Si aceptamos que sean antropónimos, podrían ser los compradores de las piezas, pero tampoco descartamos la posibilidad de que se trate, al menos en algunos casos, de una referencia
al contenido.
l/.3.1.2.
Marcas incisas
Son menos numerosas que las impresas, estando repartidas casi al 50% entre epigráficas y anepigráficas (figs. 3 y 4, 1). Cronológicamente es un fenómeno amplio, que ya se documenta esporádicamente en el s. VI a.C. en El Macalón, Los Almadenes, Canto Tortoso y El Patojo (figs. 8, 07 .022;
1O 10.049; 14, 50.194; láms. 1, 4; 11, 3; V, 5) y llega hasta el s. 1 a.C. (fig. 4, 2). La distribución geo,
gráfica también es amplia, sobre todo en el caso de las ánforas, pero no podemos dejar de destacar
la importancia del lote de marcas encontradas en el pecio de Binisafuller (fig. 14, todas menos 50.194
y 53.197).
(112) UNTERMANN, 1980, 291-294, 8 .1.352, 353, 354 y 356.
(113) JANNORAY, 1955, 436; MALUQUER, 1968, 126, no 210; UNTERMANN, 1980, 295-298, 301-302, 8.1.357, 358, 359,
360, 361 , 364 y 365.
(114) UNTERMANN, 1980, 302-304, 8 .1.366 y 368.
(115) JANNORAY,1955, 436;UNTERMANN, 1980, 299, 8 .1.362.
-339-
[page-n-342]
44
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADlERA
o
34.096
5
---
o
5
35.097
Fig. 17.- Ánforas: 32.165, epigráfica incisa (según Garcia et alii); 32.167, epigráfica incisa
(según Pujol y Garcia); 32.166, anepigráfica incisa (según Garcia et alii); 32.168, anepigráfica impresa
tipo B-II (según Pujol y Garcia); 33.189, epigráfica incisa (según AA. VV., 1995); 32.169,
anepigráfica impresa tipo B-II (según Garcia et alii); 33.089, anepigráfica impresa tipo B-II
(según Codex, corregida); 33.090, anepigráfica impresa tipo B-II (según Codex); 34.096,
anepigráfica incisa (según Panosa); 35.097, epigráfica esgrafiada (según Panosa).
-340-
[page-n-343]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA illÉRICA
II.3 .1.2.1.
45
Anepigráficas
Constituyen el grupo menos numeroso entre las tinajas. La ubicación preferente es el galbo,
aunque no siempre nos ha sido posible establecer si se trata del tercio superior o del inferior (fig.
3). La distinción, aparentemente intranscendente, podría tener alguna relación en cuanto al significado de la marca, que puede variar si el signo se encuentra en un lugar visible o no.
La variedad de diseños es mucho mayor que en otro tipo de marcas, con lo que es mucho
más difícil acercarse a su significado. Creemos que esta diversidad se debe a que nos encontramos ante una marca interpretable por los que la veían, pero que no estaba estandarizada al no
existir un instrumento específico para llevarla a cabo.
Dado que existen pocas repeticiones en los signos utilizados, haremos su estudio, como en
el caso anterior, teniendo en cuenta el lugar de aparición y el recipiente.
Las ánforas con marcas anepigráficas incisas se encuentran en doce yacimientos (116):
- Cerro Macareno: Se conocen cinco marcas sobre ánfora, tres de ellas situadas en el galbo,
una en el hombro y la quinta se encuentra entre el borde y el hombro (fig. 6, 01.060, 01.063,
01.064, 01.068, 01.073). La cronología es del s. V y principios del m a.C. y, como todas las
marcas de este yacimiento, se encontraron asociadas a un horno alfarero. Dos de los signos son
similares a otros tres de Binisafuller, aunque dos de estos últimos son dobles (figs. 6, 01.068 y
01.073; 14, 23.161, 23.162 y 23.108); otra, aunque incompleta, se parece en cuanto a diseño a la
marca encontrada en Morra de los Castillejos (figs. 6, 01.064; 14, 53.197).
- Villasviejas del Tamuja: El mismo signo aparece repetido tres veces sobre el hombro de
una posible ánfora, cuya cronología oscila entre los ss. IV y II a.C. (fig. 7, 02.175).
-Los Nietos: La marca incisa en el galbo de este ánfora, aunque incompleta, parece tener un
diseño complejo a modo de flor (fig. 7, 03.012). La tumba donde se encontró se fecha entre el
s. V y el IV a. C.
- El Macalón: En el tercio superior, bajo una de las asas, aparece un reticulado de trazo irregular formado por seis líneas incisas. Se encontró en una habitación donde las ánforas formaban
un conjunto relativamente importante, datado en el s. VI a.C. (fig. 8, 07 .022; lám. II, 3).
- Los Villares: Tenemos recogidas cuatro marcas realizadas sobre el nervio del asa y otras
dos sobre el tercio superior. Cuatro de ellas proceden de contextos domésticos que se pueden
fechar entre la segunda mitad del s. m a.C. y el primer cuarto del s. II a. C. (fig. 12, 16.004,
16.005, 16.181 y 16.182; láms. X, 1 y 2; XI, 1-3).
Una de ellas aparece con un diseño semejante y la misma ubicación en Camí de Vista Alegre,
fechada en la primera mitad del s. m a.C., y en Can Bordoi, entre los ss. m y el I a.C. (figs. 12,
16.005; 16, 30.085; 17, 34.096; lám. XI, 3). En este último yacimiento, Panosa identifica esta
marca con la letra ibérica o., considerándola una posible medida de capacidad (117). Nosotras,
teniendo en cuenta que la dirección de la letra en cuestión sería distinta a la encontrada en estas
ánforas, no la hemos clasificado como epigráfica.
Las dos ánforas marcadas sobre el tercio superior presentan el mismo signo y, curiosamente,
se encontraron en una misma habitación (fig. 12, 16.181 y 16.182; láms. X, 1 y 2; XI, 1 y 2)
(116)
(117)
Ver yacimiento 54.
PANOSA, 1992, 64.
-341-
[page-n-344]
46
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADlERA
---
o
5
o
o
><
36.095
(Y
111111
5
38.162
o
5
38.052
38.051
o
20
·~
39.042
~
o
-
- 10 38.161
Fig. 18.- 36.098 y 36.095, epigráficas esgrafiadas (según Panosa); 37.150, anepigráfica impresa tipo B-II
(según Sanmartí); 38.162, epigráfica esgrafiada (según Hernández); 38.051, anepigráfica impresa tipo B-TI
(según Hernández); 38.052, anepigráfica impresa tipo B-IV (según Hernández); 38.161, anepigráfica
impresa tipo A (según Hernández); 39.042, epigráfica incisa (según Sánchez); 30.191 y 30.194,
anepigráficas incisas (según AA.VV., 1995). Todo ánforas excepto 37.150, 38.051, 38.052 y 38.161.
-342-
[page-n-345]
47
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
~
;;¡
42.050
5
[W orc1~
42.044
-::::::::-
~
41.076
-
J' ~o ~ \fA{<'~~
1222Z2Z2s
¡v
)(
42.083
42.046
42.081
-o
42.028
5
1::1 ~
10
q o
5
40.183
Fig. 19.- 41.076, epigráfica esgrafiada (según Gasea); 42.050, 42.044, 42.083, 42.028, epigráficas incisas
(sin escala, según Cabré); 42.081, epigráfica impresa tipo A (sin escala, según Beltrán); 42.046,
epigráfica impresa tipo A (marca sin escala, según Cabré); 44.094, anepigráfica impresa tipo B-II
(según Bona); 43.041, epigráfica incisa (según Durillo, corregida); 40.183, epigráfica esgrafiada
(según Sánchez); 42.082, epigráfica esgrafiada (sin escala, según Cabré). Todo tinajas excepto 40.183.
-343-
[page-n-346]
48
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
·~
.tíS/1
d
..¿
___
45.111
~~
-45.112
45.163
* U{' '( \--\
-47.117
{
\\\ /
-
1~ ~1\D.l
~/
47.132
~
47.134
-47.116
-47.121
;\;,f·
· -,fa\+~
-~
·:~~:~~;y:
47.133
Fig. 20.- 45.144, anepigráfica impresa tipo A-VIT (sin escala, según Oliva); 45.163, anepigráfica impresa
tipo B-IT (sin escala, según Oliva); 45.111 y 45.112, epigráficas impresas tipo A (sin escala, según Untermann);
46.164, anepigráfica impresa tipo B-IT (sin escala, según Oliva); 47.117, epigráfica esgrafiada
(sin escala, según Jannoray); 47.134, 47.132, 47.119, 47.118, 47.123, 47.125, 47.122, 47.127, 47.121, 47.120,
47.126, 47.128, 47.115, 47.131, 47.130, 47.133, 47.129 y 47.124, epigráficas impresas tipo A
(sin escala, según Jannoray); 47.116, anepigráfica impresa tipo B-VIT (sin escala, según Jannoray).
Todo tinajas excepto 45.144, 45.163, 45.112 y 46.164.
- 344 -
[page-n-347]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
49
(118); otras dos tienen también un diseño semejante entre sí, pero una de ellas está muy deteriorada como para poder afirmar que se trata de la misma marca (fig. 12, 16.183 y 16.184; lám. X,
3 y 5).
- Binisafuller: De este pecio hemos considerado catorce marcas como anepigráficas (fig. 14,
23.019, 23 .054, 23.065, 23.066, 23.107, 23.108,23.158-164 y 23.166). Once están hechas en el
galbo, una en el hombro y de las otras no se indica nada al respecto. Las opiniones más recientes
consideran una fecha de la primera mitad del s. III a.C. para este hallazgo. Como ya hemos señalado al hablar de los yacimientos, todos los signos encontrados en el pecio se intentaron leer
como letras púnicas, e incluso fenicias. Ello, además de crear una clara contradicción cronológica, obligaba a no transcribir muchos signos o, simplemente, señalar que se trataba de letroides.
En nuestra opinión es más lógico leer unas marcas como letras ibéricas y las otras considerarlas
como signos anepigráficos, puesto que se trata de un fenómeno contrastado ya en otros yacimientos.
Tres de las marcas se parecen a signos del Cerro Macareno (fig. 6, 01.068 y 01.073), pero
mucho más interesantes son las repeticiones que se encuentran sobre un ánfora de Can Miralles/
Can Modolell, con la misma ubicación y cronología (fig. 14, 23.159; 17, 32.166) y sobre otra de
Camí de Vista Alegre, con la misma cronología (fig. 14, 23.161 y 23.162; 18, 30.194).
- Can Bordoi: De la marca recogida en este yacimiento simplemente recordar su semejanza
a una de las encontradas en Los Villares y remitir al comentario realizado allí (figs. 12, 16.005;
17, 34.096; lám. XI, 3).
- Camí de Vista Alegre: Las cuatro marcas de este vertedero son diferentes entre sí. Lo más
interesante es destacar las semejanzas de dos de ellas con otras de Birusafuller (figs. 14, 23.161
y 162; 18, 30.194) y Los Villares y Can Bordoi (figs. 12, 16.005; 16, 30.085; 17, 34.096).
- L' Alberri o Pie Negre: Marca sobre el galbo de un ánfora formada por cuatro trazos inclinados que, al estar incompleta, no puede compararse con otras (fig. 10, 48.185).
- El Patojo: Una marca en el tercio inferior con un diseño único; aunque semejante a uno de
Binisafuller (fig. 14, 2'3.164 y 50.194; lám. V, 5), la cronología de ambas piezas es muy diferente.
-Morra de los Castillejos: La marca de este asentamiento está sobre el borde y tiene forma
de V con trazos en el interior. Como ya se ha señalado, este signo se puede asimilar a uno de los
encontrados en Cerro Macareno (fig. 6, 01.064; 14, 53.197).
Tinajas con signos anepigráficos incisos sólo las encontramos en dos asentamientos.
- Tossal de Sant Miquel: A modo de dos «uves» incisas sobre una de las asas de un recipiente
de doble cuerpo. La cronología es de finales del s. III y primer cuarto del s. II a.C. (fig. 13,
20.013).
- Ensérune: Esta marca incisa se encuentra en el tercio superior de una tinaja encontrada in
situ. El diseño de doble voluta recuerda a alguna de las marcas impresas de este mismo asentamiento (47.135) (119). La cronología es de finales del s. III y primer tercio del s. I a.C.
(118) Existe la posibilidad que pertenezcan a la misma pieza, pero dado su estado de fragmentación no estamos en condiciones de asegurarlo.
(119) JANNORAY, 1955, pi. LN, 5.
-345-
[page-n-348]
50
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADlERA
11.3.1.2.2.
Epigráficas
Al contrario de lo que ocurría con las marcas epigráficas impresas, éstas son más numerosas
en ánforas que en tinajas (figs. 3 y 4, 1). En el primero de los recipientes mencionados se detecta
un gran concentración de este tipo de marcas sobre piezas de un tipo determinado (Mañá B3) procedentes de Catalunya. Se advierte una gran dispersión para las ánforas mientras que las tinajas
se localizan en tan sólo cuatro yacimientos, si bien ocho proceden del Cabezo de Alcalá (42.043,
42.045, 42.047, 42.048; fig. 19, 42.028, 42.044, 42.050 y 42.083).
Otra diferencia detectada entre ánforas y tinajas es la ubicación de estos letreros. En las primeras, éstos se localizan preferentemente en el galbo, mientras que en las tinajas es en el borde
(fig. 3).
Los epígrafes incisos sobre ánfora son bastante homogéneos, pues en su mayoría se trata de
una sola letra -23-, en un caso de Binisafuller aparecen dos letras (fig. 14, 23.070) y en otro
un letrero más largo aunque incompleto (fig. 8, 49.187), mientras que sobre tinaja suelen ser
letreros más largos, excepto cinco casos formados por una o dos letras.
Cronológicamente se advierte, en términos generales tanto para ánforas como para tinajas, que
la costumbre de realizar incisiones epigráficas se generaliza a mediados del s. m a.C. (fig. 4, 2).
Antes de abordar el análisis de estas marcas, hemos de señalar que interpretamos el aspa
como la letra ibérica da. o ta. Somos conscientes de que se trata de una hipótesis polémica, pues
estamos ante un signo sumamente sencillo, muy utilizado por todo el Mediterráneo con una
variada cronología (120), al que se le adjudica un significado comercial cuando se trata de marcas
postcocción (121). Panosa en un reciente trabajo elabora un estado de la cuestión sobre la interpretación de este signo, para aceptar fmalmente su significado comercial (122).
Nosotras, con todas las precauciones, lo incluimos como signo epigráfico por su repetida utilización, tanto pre como postcocción, a diferencia de lo que sucede con otras marcas anepigráficas, lo que nos lleva a suponer que su significado era ampliamente conocido. Además, se utiliza en muchos tipos de recipientes y, por supuesto, se puede identificar con una letra ibérica.
-Letras aisladas: En este grupo lo más frecuente es la utilización de una sola letra, pues sólo
conocemos cuatro casos con dos.
La letra más repetida es la da./ta., apareciendo incluso en uno de los epígrafes dobles de
Binisafuller (figs. 6, 01.061, 01.062, 01.071 y 01.074; 7, 04.040; 9, 09.032; 10, 10.049; 12,
16.136; 13, 20.143; 14, 23.069; 16, 30.084, 30.190 y 30.192; 17, 32.165, 32.167 y 33.189; 18,
39.042; láms. 1, 4; V, 2; Vill, 5; IX, 3). El significado de valor o numeral de esta letra no parece
muy probable si tenemos en cuenta los signos identificados como tales en ibérico (123).
Todos los demás ejemplos de letras aisladas no encuentran repetición. Así tenemos recogidas
una posible letra de./te. en Cerro Macareno (fig. 6, 01.067) y cuatro más en Binisafuller, ca. o 1.,
di., du. y u. (fig. 14, 23.077, 23.165, 23.167 y 23.168). Las letras bo. de Binisafuller (fig. 14,
23.053), a. de Camí de Vista Alegre (fig. 16, 30.086) y ko. de Monte de Valderrando (fig. 19,
(120) PAPADOPOULOS, 1994, 439.
(121) JOHNSTON, 1979.
(122) PANOSA, 1992, 58.
(123) Vll.LARONGA, 1979, 75-76; DE HOZ, 1981.
-346-
[page-n-349]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
51
43.041), se interpretan en otro tipo de soporte (monedas, plomos) con significado de capacidad,
valor y numeral (124).
Dos signos asociados aparecen en Binisafuller (da./ta. ba.) y en Cabezo de Alcalá (42.047;
figs. 14, 23.070; 19,42.028 y 42.083). La letra ba. del letrero de Binisafuller se puede interpretar
también como un numeral, mientras que los de Cabezo de Alcalá se consideran abreviaturas de
nombres propios (125).
-Letreros: Excepto el procedente de Arse/Saguntum (fig. 8, 49.187), todos los epígrafes
largos se encuentran en tinajas y la mayor parte se localizan en Cabezo de Alcalá (42.043, 42.045
y 42.048; figs. 16, 31.139; 19, 42.044 y 42.050). Algunos son considerados como antropónimos
(42.045; fig. 19, 42.044) (126).
ll.3.2.
Postcocción
Las marcas realizadas con la técnica del esgrafiado son las menos frecuentes, siendo más
abundantes en ánforas que en tinajas (fig. 3). De todos los signos esgrafiados que tenemos recogidos sólo dos son anepigráficos, siendo las asas el lugar escogido mayoritariamente para situar
estas marcas.
Estos signos se localizan en dieciocho de los cincuenta y cuatro yacimientos catalogados
(figs. 1 y 2, 09, 11, 16, 21, 22, 26, 27, 28, 29, 31, 35, 36, 38, 40, 41, 42, 47 y 51), advirtiéndose
una gran profusión en el área catalana, donde se localizan nueve de los dieciocho asentamientos
mencionados. El resto no muestra una dispersión significativa.
Su interpretación puede. ser similar a la de las marcas precocción, pero con la diferencia de
que el esgrafiado se puede haber hecho en el mismo taller -marcando lotes adquiridos-, en
cualquier punto de su ruta o incluso en su destino definitivo.
Dado que sólo existen dos signos anepigráficos, para su estudio hemos hecho una agrupación similar a las marcas epigráficas precocción.
-Signos anepigráficos: Uno de ellos se encuentra en el galbo de un ánfora (fig. 13, 22.180)
y, por el dibujo publicado, parece que está incompleto. El segundo está sobre el nervio de un asa
de ánfora y muestra una serie de trazos transversales, orientación que dificulta su interpretación
como numerales (fig. 13, 51.195).
-Letras aisladas: Conocemos siete piezas procedentes de cinco yacimientos (31.170; figs. 9,
09.031; 12, 16.092 y 16.093; 17, 35.097; 18, 36.095 y 36.098; láms. V, 3; Vlli, 3 y 4) con una sola
letra y dos en las que aparecen dos letras (27.184; fig. 19, 40.183). De las siete primeras, todas
excepto una presentan el mismo motivo, el aspa, que como ya hemos señalado interpretamos como
la letra ibérica da./ta. Ésta se localiza en cinco ánforas y una tinaja, siendo la ubicación preferente
el asa. La séptima es una tinaja que presenta la letra ibérica ku. en el galbo (31.170).
También sobre las asas de sendas ánforas se encuentran las dos letras leídas como ba. ba. y
ba.r. respectivamente (27.184; fig. 19, 40.183). Sólo en este caso, tenemos un significado
numeral reconocido en el signo ba.
(124)
(125)
(126)
FLETCHER, 1972, 121; DE HOZ, 1981, 476; OROZ, 1985-1986, 359; VILLARONGA, 1979, 76.
VELAZA, 1991, 107-108.
SlLES, 1985, 26; UNTERMANN, 1990, 192.
-347-
[page-n-350]
52
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
La cronología de la primera letra es amplia e imprecisa, datándose la más antigua en el s. V
a.C. y el resto entre los ss. III y 1 a.C. La ku. está fechada en el s. 1 a.C. y las asas con dos letras
son de la segunda mitad del s. 11 a.C.
-Letreros completos o incompletos: En este grupo se incluyen diez piezas, seis sobre ánfora
y cuatro sobre tinaja (figs. 13, 21.080; 15, 26.149, 27.145-27.148 y 28.140; 16, 29.106; 19,
42.082; 20, 47.117).
La interpretación de su significado es difícil dado que cinco de ellos aparecieron incompletos, aunque la mayoría se relacionan con marcas de propiedad y antropónimos. Sólo en un
caso se considera que los signos corresponden a una marca de taller o numeral (fig. 15, 27.146)
(127).
La ubicación de estas marcas no parece significativa, pues cuatro aparecen en el hombro,
cuatro en el galbo y una sobre asa. Mucho más interesante es su concentración en Catalunya así
como su cronología, pues todos los signos con datación precisa se localizan entre los ss. 11-1 a.C.,
excepto el de Ensérune que se fecha en el último cuarto del s. III a.C..
-Letras y numerales: Este conjunto está constituido por tres marcas, dos sobre ánfora y
una sobre tinaja. En Can Vedell hay un ánfora con letrero leído como a.r.ba.n. o ka.r.ba.n. y
debajo serie de un mínimo de ocho trazos verticales que indicarían un número (fig. 18, 38.162).
Aunque Hemández Yllán (128) lo interpreta como una ostraka, debemos señalar el parecido
entre este letrero y el que aparece en el plomo 1 del Pico de los Ajos (Yátova, Valencia), entre
otros (129).
Sobre el borde de un ánfora de Zama se puede leer una palabra de tres letras seguida de tres
trazos verticales. La primera palabra tiene dos signos claros, mientras que el tercero admite varias
posibilidades, así tendríamos I.e.bi., I.e.a. o Le. más un signo semejante a la gamma griega. Todas
las hipótesis de lectura pueden tener un significado de valor o numeral en plomos, monedas y
ánforas romanas (130) (fig. 10, 11.056; lám. VI, 1 y 2).
En el borde de una tinaja de La Caraza aparece el letrero e.ba. seguido de tres signos interpretados como cantidades referidas al peso o capacidad de la vasija (fig. 19, 41.076) (131).
De los tres letreros recogidos sólo hay uno bien datado, el procedente de una escombrera de
Can Vedell, fechada entre los ss. III-11 a.C.
Todas estas marcas en las que aparecen numerales pueden interpretarse como una referencia
al contenido más la indicación de cantidad, peso o precio.
11.3.3.
Otras
Ante la imposibilidad de revisar todos los materiales conocidos, hemos incluido en este
apartado todas aquellas marcas de las que tenemos escasas referencias, así como otras que se
han publicado como tales pero que, una vez revisadas, hemos desestimado. Por otro lado,
(127) VELAZA, 1991 , 69, no 236.
(128) HERNÁNDEZ YLLÁN,I983 b, 17, 111, 112 y 115.
(129) FLETCHER, 1980, 13; SILES, 1985, 154; VELAZA, 1991 , 33 y 88.
(130) FLETCHER, 1972, 121; 1980, 96-97; OROZ, 1985-1986, 362, 364-365.
(131) GASCA y FLETCHER, 1989.
-348-
[page-n-351]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
53
hemos dejado, conscientemente, fuera de este estudio recipientes ibéricos con epígrafes latinos
(132) y ánforas romanas con letreros ibéricos (133).
En este apartado, las marcas más numerosas son las epigráficas, pues es bastante habitual
encontrarse con la publicación de letreros ibéricos en los que tan sólo se indica que su soporte es
la cerámica o, especificando algo más, un ánfora. Es evidente que esta falta de concreción merma
la capacidad informativa de cualquier fuente arqueológica, incluso la del mismo epígrafe.
Probablemente su número sea mayor, pero sirvan las recogidas aquí para llamar la atención sobre
la necesidad de clasificar las piezas con una mayor precisión a la hora de publicar las marcas.
Entre las impresiones anepigráficas, incluímos dos procedentes de El Macalón que consisten
en una impronta digital realizada en el arranque de sendas asas de ánfora (134). Aunque este tipo
de impresión no aparece siempre, sí que es lo suficientemente abundante como para que no lo
consideremos como marca precocción sino como una forma de colocar las asas (figs. 10, 12.186;
18, 30.194, 36.098 y 36.095; láms. VII, 4; XI, 1 y 3). Ello no quiere decir que, con el tiempo,
nuevos hallazgos corroboren o desestimen esta hipótesis, puesto que en otros lugares del
Mediterráneo si que las interpretan como tales (135).
También de El Macalón se cita otra marca, de la que no se reproduce dibujo ni foto, que no
hemos considerado como tal después de examinarla directamente (136).
En La Coroneta (RotgH1-Corbera, Valencia) se cita la presencia de un asa de ánfora con
marca pero, al parecer, se trata de signos fortuitos (137).
En Sant Antoni (Calaceit, Teruel) hay una marca impresa rectangular en negativo en cuyo
interior aparecen unos signos en positivo aparentemente epigráficos, pero de los que sólo se ha
podido identificar una posible r. ibérica (138). A través de la fotografía resulta imposible determinar el origen del ánfora y su orientación, por lo que en este segundo caso hemos optado por
reproducirla según el dibujo de Pallarés. En cuanto al origen no descartamos la posibilidad de que
se trate de un ánfora ibérica, puesto que entre los materiales publicados hasta el momento no se
conocen ánforas romanas (139) (lám. XII, 5).
Ánforas publicadas como indeterminadas aparecen en diversos lugares como en Cabezo
Lucero (Guardamar del Segura, Alacant) con un letrero precocción (140), en Punta de la Sal
(Alacant) (141), en Sagunt (142), en Benicarló (143), en Mas Llivi (Pacs) (144) y en Cabezo de
Alcalá (145).
(132) BERROCAL, 1989, 16, fig . 30.
(133) LEUJEUNE, 1983; VIDAL y MAGNOL, 1983.
(134) GARCÍAGUINEA, 1960, fig . 8, 3 y 4.
(135) PAPADOPOULOS, 1994, 440 y 471.
(136) GARCÍA GUINEA, 1960, 736.
(137) Información oral de A. Velasco, conservador del Museu de L'Almodí de Xiltiva (Valencia) (MATEU, 1990, 187).
(138) Aunque no hemos podido ver la pieza personalmente, el director del Museo Arqueológico de Catalunya tuvo la amabilidad de enviarnos la foto que publicamos y que tuvimos ocasión de mostrar a J. de Hoz. A ambos les agradecemos su colaboración.
(139) PALLAJUÉS, 1965, 101 , fig . 147.
(140) ARANEGUI et alii, 1993, 103, 235, fig . D.
(141) En el Museo Arqueológico Provincial de Alacant no consta ninguna marca procedente de un yacimiento con ese
nombre (UNTERMANN, 1990, 608).
(142) FLETCHER y SILGO, 1987, 51 ; SlLGO, 1989, Sag. XLVill.
(143) SILGO, 1992, 135.
(144) UNTERMANN, 1990, 126.
(145) BELTRÁN LLORIS, 1976, 307, no 215 .
-349-
[page-n-352]
54
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
Finalmente, quisiéramos mencionar la marca epigráfica impresa sobre una tinaja tipo ilduradin de Piquete de la Atalaya (Azuara, Zaragoza) publicada recientemente. La estampilla se
interpreta como celtibérica y en ella se recoge un nombre propio y el origen (146).
m.
CONSIDERACIONES FINALES
Como se puede ver a través del catálogo publicado, no existe una pauta ni cronológica ni
jerárquica o funcional para el hallazgo de contenedores con marca. Sin embargo, existen algunas
constantes que nos parecen especialmente interesantes.
En primer lugar, los conjuntos más numerosos se concentran en alguno de los asentamientos
mayores, tales como Cerro Macareno, Los Villares, Cabezo de Alcalá y Ensérune (figs. 1 y 2, 01,
16,42 y 47), con escasas excepciones. También es significativo el hallazgo de marcas en lugares
donde se señala la existencia de un horno cerámico, en cuyo caso se encuentran los yacimientos
de Cerro Macareno, Casilla del Cura, El Moluengo, Can Fatjó, Can Badell o Vedell, Boades y La
Oruña (figs. 1 y 2, 01, 17, 18, 28, 38,40 y 44), en algunos casos con conjuntos significativos. En
este sentido, hay que tener en cuenta que apenas se conocen centros alfareros donde se marquen
sistemáticamente la totalidad de las producciones, pues en un mismo alfar aparecen recipientes
con marca y sin ella.
A través de los mapas (figs. 1 y 2), se pueden diferenciar tres grandes áreas donde se concentra la mayor parte de los hallazgos: Albacete y el interior de la región murciana; la zona comprendida entre los ríos Magro y Xúquer; y las comarcas catalanas del Maresme y el Valles. A
pesar de esta constatación, no podemos afirmar que estas tres áreas tengan centros productores y
las restantes sean receptoras de sus productos, pues no deja de ser extraño que el importante conjunto de ánforas del Cerro Macareno no haya dejado huellas en su territorio.
La diferencia numérica constatada entre las marcas sobre ánforas y sobre tinajas se debe, casi
con seguridad, al carácter fundamentalmente comercial de las primeras frente a la función
doméstica de las segundas y, por lo tanto, su significado puede ser sensiblemente distinto.
Además, la costumbre de marcar tinajas es más tardía y con una dispersión limitada al cuadrante
NE. de la península (figs. 2 y 4, 2).
En cuanto a la interpretación de las marcas sólo podemos, en el estado actual de la cuestión,
aportar una serie de posibilidades, sin que podamos decantamos por alguna en concreto.
En primer lugar hay que diferenciar claramente entre las marcas pre y postcocción. Entre las
primeras, y como ya hemos señalado en otro lugar, creemos que se trata de marcas hechas por el
alfarero pero que no están relacionadas con el taller. Si se tratara de marcas de taller, habría un
número mayor de repeticiones, sobre todo en los grandes conjuntos como Binisafuller, Cabezo
de Alcalá o Ensérune; además sigue sin parecernos lógico que un taller marque ánforas, tinajas,
fusayolas y pondera y deje sin identificar otros recipientes. Por lo tanto, vemos en estas marcas
un deseo de individualizar determinadas piezas aunque su verdadero significado se nos escape.
Las marcas anepigráficas pueden señalar simbólicamente el origen del contenido (ciudad,
región) o su propietario (individuo, familia), más que el producto o la cantidad, pues la escasez
de repeticiones así parece indicarlo. Los productos que puede contener un recipiente son limi(146)
BURJLLO, 1993-1995.
-350-
[page-n-353]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
55
tados (cereal, vino, aceite, miel, sal, salsas, frutos secos) y lo mismo sucede en el caso de las cantidades; además, hoy por hoy, sólo determinados signos epigráficos se identifican con numerales
y muy pocos de ellos aparecen en las marcas precocción (figs. 7, 05.039; 10, 12.014; 14, 23.070
y 23.053; 16, 30.086; 19, 43.041; láms. 1, 1; VII, 1).
Las repeticiones más significativas o bien proceden del mismo yacimiento (figs. 10, 12.109
y 12.186; 12, 16.181 y 16.182; 20, 47.118 y 47.119, 47.133 y 47.132, 47.125 y 47.127, 47.115,
47.121 y 47.123, entre otras) o bien de la misma área (figs. 11, 16.003, 16.006 y 16.091; 13,
18.011), aunque se hayan encontrado en puntos distantes como sucede con las ánforas de
Binisafuller (figs. 14, 23.159; 17, 32.166).
Dentro del conjunto estudiado existen dos marcas claramente personalizadas, una de El
Macalón y otra de La Serreta, puesto que sus diseños son excepcionales. En el primer caso
podemos suponer que el objeto utilizado sería algo semejante a la plaquita de bronce encontrada
en L' Alberri (147) que, de forma totalmente esporádica, se utilizó para individualizar el ánfora
(fig. 8, 07.021; lám. 11, 1 y 2). En La Serreta se trata casi con seguridad de un anillo-sello, joya
que también ha servido para marcar ánforas en otros lugares (fig. 10, 12.110; lárn. VII, 3) (148).
Los epígrafes son siempre más clarificadores puesto que los paralelos procedentes de otras
regiones y cronologías ayudan a su interpretación. En la mayor parte de los casos nos encontramos ante antropónimos o sus abreviaturas que hay que relacionar con los propietarios de las
piezas, y por lo tanto de su contenido, y no con los alfareros (149). Otra posibilidad es que se
trate de nombres de lugar, contenidos o cantidades. En este último caso recordar, una vez más,
que muy pocos de los letreros recogidos se pueden relacionar con numerales (figs. 7, 05.039; 10,
12.014; 14, 23.070 y 23.053; 16, 30.086; 19, 43 .041; láms. I, 1; VII, 1).
Los posibles significados se amplían cuando se trata de los signos postcocción, pues además
de los ya citados podemos añadir todo tipo de marca comercial como señal de comprador o vendedor, precio, recalificación del contenido y del origen, etc. De hecho, los únicos epígrafes claramente numerales se han hecho mediante el esgrafiado (figs. 10, 11.056; 18, 38.162; 19, 41.076;
lám. VI, 1 y 2).
Las ánforas ofrecen una cronología inicial del s. VI a.C. aunque el grueso de las mismas se
centra entre entre la segunda mitad del s. V y el s. 111 a.C., vinculándolas con la tradición fenicia
primero y púnica después. Entre las tinajas, aunque existen ejemplares puntuales anteriores, la
mayoría se localiza entre finales del s. 111 y el s. I a.C., lo que parece relacionarlas más con el
mundo romano (fig. 4, 2).
En definitiva, esta recopilación de marcas sobre ánforas y tinajas ibéricas nos ha mostrado
la existencia de un fenómeno bastante arraigado en determinadas regiones ibéricas que, hasta
ahora, había pasado desapercibido y, lo que es más importante, anterior a la conquista romana
(fig. 4, 2).
(147)
(148)
(149)
ABAD et alii, 1993, fig. 003, 3.
GARLAN, 1986, 248.
ARANEGUI, 1995, 247 y 248.
-351-
[page-n-354]
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADlERA
56
IV.
CATÁLOGO INVENTARIO (150)
Número
Yacimiento
01.059
01.()60
01.061
01.062
01.063
01.064
01.067
01.068
01.071
01.073
01.074
02.175
02.!76
03.012
04.040
05.039
06.020
07.021
07.022
07.029
07.030
08.015
08.016
08.017
08.018
08.177
08.178
08.179
09.031
09.032
09.033
09.034
09.035
09.036
09.057
09.058
Cerro Macareno
Cerro Macareno
Cerro Macareno
Cerro Macareno
Cerro Macareno
Cerro Macareno
Cerro Macareno
Cerro Macareno
Cerro Macareno
Cerro Macareno
Cerro Macareno
Villasviejas del Tamuja
Villasviejas del Tamuja
Los Nietos
El Oral
El Molar
L'Alcúdia
El Macalón
El Macalón
El Macalón
El Macalón
Los Molinicos
Los Molinicos
Los Molinicos
Los Molinicos
LosMolinicos
LosMolinicos
LosMolinicos
El Castellón
El Castellón
El Castellón
El Castellón
El Castellón
El Castellón
El Castellón
El Castellón
Los Almadenes
Zama
lama
La Serreta
La Serreta
La Serreta
La Serreta
Heretal de Valiente
Castellar de Meca
Castellar de Meca
Umbría de la Esterilla
Los Villares
Los Villares
Los Villares
Los Villares
Los Villares
Los Villares
Los Villares
Los Villares
10.049
11.056
11.072
12.014
12.109
12.1!0
12.186
13.037
14.038
14.138
!5.027
16.002
16.003
16.004
16.005
16.006
16.007
16.008
16.009
Municipio
La Rinconada (Sevilla)
La Rinconada (Sevilla)
La Rinconada (Sevilla)
La Rinconada (Sevilla)
La Rinconada (Sevilla)
La Rinconada (Sevilla)
La Rinconada (Sevilla)
La Rinconada (Sevilla)
La Rinconada (Sevilla)
La Rinconada (Sevilla)
La Rinconada (Sevilla)
Botija (Cáceres)
Botija (Cáceres)
Cartagena (Murcia)
San Fulgencio (Alacant)
San Fulgencio (Aiacant)
Elx (Alacant)
Nerpio (Aibacete)
Nerpio (Aibacete)
Nerpio (Albacete)
Nel]lio (Aibacete)
Moratalla (Murcia)
Moratalla (Murcia)
Moralalla (Murcia)
Moratalla (Murcia)
Moralalla (Murcia)
Moratalla (Murcia)
Moratalla (Murcia)
Hellín- Albatana (Albacete)
He!Un- Albatana (Aibacete)
Hellln- Albatana (Aibacete)
Hellín- Albatana (Albacete)
Hellín- Al batana (Aibacete)
Hellín- Albatana (Albacete)
He!Un- Albatana (Albacete)
Hellín- Albatana (Aibacete)
Hellín (Albacete)
Hellín (Aibacete)
Hellín (Albacete)
Alcoi-Cocentaina-Penaguila (Alacant)
Alcoi-Cocentaina-Penaguila (Alacant)
Alcoi-Cocentaina-Penaguila (Aiacant)
Alcoi-Cocentaina-Penaguila (Alacant)
Manuel (Valencia)
Ayora (Valencia)
Ayora (Valencia)
Requena (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Forma
Técnica
1.1.2.
1
.1.
1.1.
1 1.
.2.
1.1.
1.1.
1.1.
1.1.
1.1.2.
1.1.
1.1.
1.1.
1.1.
1.1.
1.1.2.4.
1.1.
1.1.
1.1.
1.1.
1.1.
1.1.
1.1.
1.1.2.
1.1.
!.l.
1.1.2.
1.1.2.
1.1.2.
1
.1.
1.1.
1
.1.
1.1.1.
1.1.
1.1.1.
1.1.1.
1.1.
1.1.
1.1.2.
1.1.2.
1.1.
T.!.
1.1.
1.1.
1.1.
1.1.
l.1.2.4.
!.l .
1.1.2.
1.1.2.4.
1.1.
1.1.
1.1.2.
1.1.2.
1.2.1.
1.1.2.
Impresa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Impresa
Incisa
Incisa
Impresa
Impresa
Impresa
Incisa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Esgrafiada
Incisa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Incisa
Esgrafiada
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Incisa
Incisa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Clase
Tipo
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
B
B-Il
B
A
A-VID
D-11
B-11
Cant. Ubicación
Borde
Borde-Homb.
Tercioinf.
Hombro
Galbo
Galbo
Ten:io inf.
Ten:ioinf.
Hombro
Hombro
Ga!bo
Hombro
Hombro
Galbo
Borde
Asa
Asa
Tercio sup.
Tercio sup.
Asa
Tercio sup.
D
B-1
B-11
D-11
B-11
B-1
A-VII
A-Il
D
B
A
B
A
B-Vll
D
D-Vll
B-VIII
O-VII
B-ll.A-1
B-m
D-ll
B-Vl
B-ll
B-1
B-I
A-l!
B
B
Asa
Hombro
Asa
Hombro
Tercio sup.
Hombro
Tercio sup.
Tercio sup.
Hombro
Tercio sup.
Tercio sup.
Ten:io sup.
Borde
Borde
Hombro
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Hombro
Asa
Cronología
s. V- principios Ili a. C.
S. y. principiOS Ili a. C.
S. V- principios Ili a. C.
S. V- principios Ili a. C.
S. V principios Ili a. C.
s. y. principios ma. c.
s. V- principios Ili a. C.
s. V principios Ili a. C.
S. y. principios Ili a. C.
s. V- principios Ili a. C.
S. y. principios Ili a. C.
ss. IV- Il a. C.
ss. IV- ll a. C.
ss. V-IVa. C.
212 s. VI- 1/2 s. Va. C.
s. Va. C.
ss. Ili-Ia. C.
s. V! a.C.
s. VI a. C.
s. VI a. C.
fin s. V- 113 s. IV a. C.
fin s. V- 1/3 s. IV a. C.
fin s. V- 1/3 s. IV a. C.
fin s. V- 1/3 s. IV a. C.
fin s. V- 1/3 s. IV a. C.
fin S. V- l/3 S. IV a. C.
fin s. V- 113 s. IV a. C.
s. Va. C.
s. Va. C.
s. Va. C.
s. Va. C.
s. Va. C.
s. Va. C.
s. V a. C.
s. Va. C.
s. VI a.C.
212 s. Ill- 1/4 s. na. c.
212 s. Jll. 1/4 s. li a. C.
212 S. Ili· 1/4 S li a. C.
.
V2s.lll-l/4s.lla.C.
SS. IV- 1/4 s. 11 a. C.
s. ma. C.- 1/4 s. Il a. C.
SS.
IV- ma. c.
212 S. lll· 1/4 S, 11 a. C.
212 S. Ill- 1/4 S, 11 a. C.
1J2 S. lll- 1/4 S. 11 a. C.
(ISO) Los interrogantes que aparecen en el inventario indican que los datos no están confirmados, pero que los aceptamos
manteniendo nuestras dudas al respecto.
-352-
[page-n-355]
57
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA illÉRICA
Número
Yacimiento
16.091
16.092
16.093
16.1 36
16.137
16.181
16.182
16.183
16.184
17.023
17.024
17.025
17.026
18.010
18.0ll
19.001
20.013
20.143
21.080
22.180
23.019
23.053
23.054
23.065
23.066
23.069
23.070
23.077
23.107
23.108
23.158
23.159
23.160
23.161
23.162
23.163
23.164
23.165
23.166
23.167
23.168
24.055
25.142
26.149
27.145
27.146
27.147
27.148
27.184
28.140
29.106
30.084
30.085
30.086
30.087
30.088
30.171
30.172
30.173
30.174
30.190
30.191
Los Villares
Los Villares
Los ViUares
Los ViUares
Los Villares
Los Villares
Los Villares
Los Villares
Los Villares
Casilla del Cura
Casilla del Cura
Casilla del Cura
Casilla del Cura
E!Moluengo
El Moluengo
Tossal de Sant Miquel
Tossal de Sant Miquel
Les Forques
Corrnulló deis Moros
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Les Toixoneres
La Bassa
L'Aubreda
Camí Vell del Llor
Camí Vell del Llor
Cami Vell del Llor
Camí Ve!! del Llor
Camí Vell del Llor
Can Fatjó
Turó de Ca n'Olivé
Camí de Vista Alegre
Camí de Vista Alegre
Camí de Vista Alegre
Camí de Vista Alegre
Camí de Vista Alegre
Camí de Vista Alegre
Camí de Vista Alegre
Camí de Vista Alegre
Camí de Vista Alegre
Camí de Vista Alegre
Camí de Vista Alegre
Municipio
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Venta del Moro (Valencia)
Venta del Moro (Valencia)
Venta del Moro (Valencia)
Venta del Mora (Valencia)
Villargordo del Cabriel (Valencia)
Villargordo del Cabriel (Valencia)
Alarcón (Cuenca)
Llíria (Valencia)
Llíria (Valencia)
Albocasser (Castelló)
Albocasser (Castelló)
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Calafell (Tarragona)
Els Monjos (Barcelona)
Sant Martí de Tous (Barcelona)
Sant Boí de Llobregat (Barcelona)
Sant Boí de Llobregat (Barcelona)
Sant Boí de Llobregat (Barcelona)
Sant Boí de Llobregat (Barcelona)
Sant Boí de Llobregat (Barcelona)
Rubí (Barcelona)
Cerdanyola del Valles (Barcelona)
Mataró (Barcelona)
Mataró (Barcelona)
Mataró (Barcelona)
Mataró (Barcelona)
Mataró (Barcelona)
Mataró (Barcelona)
Mataró (Barcelona)
Mataró (Barcelona)
Mataró (Barcelona)
Mataró (Barcelona)
Mataró (Barcelona)
Forma
Técnica
1.1.2.
1.1.2.
!.2.
1.1.
1.1.
1.1.2.
1.1.2.
1.1.
1.1.
1.1 .
1.1.2.
Ll.2.
Impresa
Esgrafiada
Esgrafiada
Incisa
Impresa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Incisa
Incisa
Esgrafiada
Esgrafiada
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Impresa
Impresa
Esgrafiada?
Esgrafiada
Esgrafiada?
Esgrafiada
Esgrafiada?
Esgrafiada
Esgrafiada
Esgrafiada
Incisa
Incisa
Incisa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Incisa
Incisa
Ll.
1
.1.
1.1.
U.
II.I.2.
1.1.
1.1.2.
1.1.
1.1.2.3.
1.1.2.3.
1.1.2.3.
1.1.2.3.
1.1.2.3.
U.2.3.
Ll.2.3.
1.1.2.3.
l. 1.2.3.
1.1.2.3.
Ll.2.3.
1.1.2.3.
Ll.2.3.
1.1.2.3.
1.1.2.3.
1.1.2.3.
1.1.2.3.
1.1.2.3.
1.1.2.3.
1.1.2.3.
1.1.2.3.
1.1.2.
1.1 .
1.1.
Ll.2.3.
1.1.2.3.
1.1.2.
l.l .2.
1.1.
1.2.
1.2.
1.1.2.
1.1.2.
1.1.
1.1.2.
Ll .
!.1.2.
1.1.2.
1.1.2.
1.1.2.
1.1.
1.1.
-353-
Clase
Tipo
Cant Ubicación
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
B-1
Asa
Asa
Cronología
Asa
A
B-VII
A-II
C-II
e
D-Vm
B-1
B-1
Asa
Asa
Tercio sup.
Tercio sup.
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Galbo
Galbo
Tercio inf.
Hombro
Tercio sup.
Tercio inf.
Tercio sup.
Galbo
Tercio sup.
Tercio inf.
Galbo
Tercio inf.
Tercio inf.
Tercio inf.
Tercio inf.
Tercioinf.
B-U
A
e
B-1
e
e
e
e
Tercio sup.
Galbo
Tercio sup.
Hombro
Asa
Galbo
Hombro
Hombro
Hombro
Hombro
Asa
Galbo
Hombro
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Galbo
'112s. m-1/4 S. na. C.
212 s. m- 1/4 s. ll a. c.
212 s. m-114s. TI a. C.
s. V-IVa. C.
s. V- IV a. C.
s. V- !Va. C.
s. V-IV a. C.
212 S. m- 1/4 S. IJ a. C.
2/2 s. m- 1/4 s. TI a. C.
ss. TI-la. C.
212 s. U-inicios s. 1 a. C.
112 s. ma. c.
112 s. m a. C.
l/2s. m a. C.
112s.ma.C.
112 s. m a. c.
112 s. Ill a. C.
l/2s.ma.C.
l/2 s. Ill a. C.
l/2s.ma.C.
1/2 s.IIl a. C.
l/2s.ma.C.
112 s. Ill a. C.
l/2 s. m a. é.
l/2s.IIla.C.
l/2 s. Ill a. C.
l/2s.ma.C.
1/2 s. Illa. C.
l/2s. m a.C.
l/2s.ma. C.
l/2 S. ma. C.
l/2s.ma.C.
SS. m- 1/4 S. II a. C.
ss. ll- 1a. C.
ss. TI-1 a. C.
!50- 125 a. C.
!50- 125 a. C.
100-75 a. C.
100- 75 a. C.
!50- 125 a. C.
ss. TI- la. C.?
ss. ll- 1a. C. ?
1/2 s. Ill a. C.
l/2s. ma. c.
1/2s.ma.C.
1/2 s. m a. c.
1/2 s. Ill a. C.
1/2 s. Ill a. C.
U2 s. ma. c.
1/2 s. ma. c.
1/2 s. Ill a. C.
!/2s.ma.C.
112 s. ma. c.
[page-n-356]
58
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBAD lERA
Número
Yacimiento
30.192
30.193
30.194
31.078
31.079
31.139
31.170
32.165
32.166
32.167
32.!68
32.169
33.089
33.090
33.189
34.096
35.097
36.095
36.098
37.150
38.051
38.052
38.161
38.162
39.042
40.183
41.076
42.028
42.043
42.044
42.045
42.046
42.047
42.048
42.050
42.081
42.082
42.083
43.041
44.094
45.lll
45.ll2
45.144
45.163
46.164
47.100
47.101
47.102
47.103
47.104
47.105
47.113
47.!14
47.11S
47.116
47.117
47.118
47.119
47.120
47.121
41.122
47.123
Camí de Vista Alegre
Camí de Vista Alegre
Camí de Vista Alegre
Burriac
Burriac
Burriac
Burriac
Can Mira11es/ Can Modolell
Can Miralles/ Can Modolell
Can Miralles/ Can Modolell
Can Miralles/ Can Modolell
Can Miralles/ Can Modolell
CanBalen~ó
Can Balen~ó
Can Balen~ó
Can Bordoi
Pont de Rialbs
Turó del Vent
Turó del Vent
Pnig Alt de Can Vi ver
Can BadeU o Vedell
Can Badell o VedeU
Can BadeU o Vedell
Can BadeU o Vedell
Pnig del Castell
Boades
LaCaraza
Cabezo de Alcalá
Cabezo de Alcalá
Cabezo de Alcalá
Cabezo de Alcalá
Cabezo de Alcalá
Cabezo de Alcalá
Cabezo de Alcalá
Cabezo de Alcalá
Cabezo de Alcalá
Cabezo de Alcalá
Cabezo de Alcalá
Monte de Valderrando
La bruña
Puig de Sant Andreu
Puig de Sant Andreu
Pnig de Sant Andreu
Puig de Sant Andreu
IUa d'En Reixac
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Munlcipio
Matará (Barcelona)
Mataró (Barcelona)
Mataró (Barcelona)
Cabrera de Mar (Barcelona)
Cabrera de Mar (Barcelona)
Cabrera de Mar (Barcelona)
Cabrera de Mar (Barcelona)
Cabrera de Mar (Barcelona)
Cabrera de Mar (Barcelona)
Cabrera de Mar (Barcelona)
Cabrera de Mar (Barcelona)
Cabrera de Mar (Barcelona)
Argentona (Barcelona)
Argentona (Barcelona)
Argentona (Barcelona)
Llinars del Valles (Barcelona)
Llinars del Valles (Barcelona)
Llinars del Valles (Barcelona)
Llinars del Valles (Barcelona)
Caldes deMontbuf (Barcelona)
Bigues- Riells del Fay (Barcelona)
Bigues- Riells del Fay (Barcelona)
Bigues- Riells del Fay (Barcelona)
Bigues- Riells del Fay (Barcelona)
Castellgalí (Barcelona)
Castellgalí (Barcelona)
Alcañiz (Teruel)
Azaila (Teruel)
Azaila (Teruel)
Azaila (Teruel)
Azaila (Teruel)
Azaila (Teruel)
Azaila (Teruel)
Azaila (Teruel)
Azaila (Teruel)
Azaila (Teruel)
Azaila (Teruel)
Azaila (Teruel)
Burbáguena (Teruel)
Vera (Zaragoza)
Ullastret (Girona)
Ullastret (Girona)
UUastret (Girona)
Ullastret (Girona)
Ullastret (Girona)
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-1ez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Forma
Técnica
1.1.
1.1.2.
1.1.2.
1.2.
1
.2.
1.2.
1.2.
l. l.
1.1.2.3.
1.1.2.3.
l. l.
1.1.
1.1.2.
1.1.
1
.1.
Incisa
Incisa
Incisa
Impresa
Impresa
Incisa?
Esgrafiada
Incisa
Incisa
Incisa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Incisa?
Incisa
Esgrafiada
Esgrafiada?
Esgrafiada?
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Esgrafiada
Incisa?
Esgrafiada
Esgrafiada
Incisa?
Incisa?
Incisa?
Incisa ?
Impresa
Incisa
Incisa ?
Incisa?
Impresa
Esgrafiada?
Incisa ?
Incisa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Esgrafiada
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
1.1.
ll.2.
1.1.2.
1.1.2.
1.2.
1
.2.
1.2.
1.2.
l. l.
1.1 .
1.1.2.
1.2.1.
1.2.
1.2.1.
1.2.1.
1.2.
1.2.1.
1.2.
1.2.
1.2.1.
1.2.1.
!.2.
1.2.
!.2.
1.2.
1.2.
1.1.
1.1.
1.1 .
1.1.
1.2.
1.2.
1.2.
1.2.
!.2.
1.2.
1.2.1.
1.2.1.
1.2.1.
!.2.2.
!.2.1.
1.2.
1.2.
1.2.
1.2.
1
.2.
1.2.
-354-
Clase
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Tipo
Cant. Ubicación
Galbo
Asa
Galbo
B-ll
B-ll
B-ll
B-ll
B-II
B-ll
B-ll
B-ll
8-IV
A
Borde
Galbo
Galbo
Tercio inf.
Tercio inf.
Asa
Asa
Asa
Asa
Galbo
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Hombro
Borde
Galbo
Borde
Borde
Borde
Borde
Borde
A
Borde
A
Borde
Borde
B-ll
A
A
A-Vll
B-ll
B-ll
A-l
A-VI
A-1
A-1
B-ll
A-1
A-Vlll
A-l
A
B-Vll
A
A
A
A
A
Borde
Hombro
Borde
Galbo
Asa
Asa
Asa
Asa
Galbo
Galbo
Hombro
Hombro
Hombro
Tercio sup.
Hombro
Galbo
Galbo
Galbo
Galbo
Galbo
Galbo
Cronología
1/2s. ma. c.
1/2 S. ffi a. C.
1/2 S. ffia. C.
ss.ll-la.C.
ss.ll- 1a.C.
s.l a.C.
l/2s. m a. C.
1/2 S. ffi a. C:
s.lla.C.
225- 175 a. C.
112 s. ma. c.
2/4 s. 1a. C.
2/2 s. ll- 1a. C.
2/2 S. ll- 1/4 S. l a. C.
ss. fi-la. C.
ss.ffi-Ia.C.
ss. m-la. c.
ss. m- la. c.
ss. V- ffia.C.
ss.ffi-lla.C.
ss.m-na.C.
ss. m-na. c.
ss. ffi-ll a. C.
s.lla. C.
fmales s. ll a. C.
ss.ll- 1 a. C.?
ss. ll-1 a. C.
ss.ll-1 a. C.
ss.ll-1 a. C.
ss.ll-1 a. C.
ss.ll- 1a. C.
ss. ll-1 a. C.
ss.ll-1 a. C.
ss.ll-1 a. C.
ss.ll-Ia. C.
ss.II- 1a. C.
ss.ll-1 a. C.
fin s. ll a.C.- 1/2 s. 1 a.C.
ss.IV-Ia.C.
s.IV a. C.
230- 1/3 s. 1a. C.
230- 1/3 s. 1a. C.
230- 1/3 S. la. C.
230- 1/3 S. Ja. C.
230- 1/3 s. 1a. C.
230- 1/3 s. 1a. C.
414 s. ma. c.
230- 1/3 s. l a. C.
230- 113 s. 1 a. C.
230- 1/3 S. 1a. C.
230- 113 s. 1 a. C.
230- 1/3 s. 1a. C.
23(}. 1/3 s. 1 a. C.
230- 1/3 S. Ja. C.
230- 1/3 S. 1a. C.
230- 1/3 s. 1 a. C.
230- 1/3 s. 1 a. C.
[page-n-357]
59
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
Número
YacimJento
47. 124
47. 125
47. 126
47.127
47.128
47.129
47.130
47.131
47.132
47.1 33
47.134
47.135
48.185
49. 187
50.194
51.195
52.I96
53.197
54.198
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
L' Alberri o Pie Negre
Arsel Saguntum
El Patojo
La Escuera
El Puntal
Morra de los Castillejos
Canto Tortoso
Municipio
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-J
ez-Ensérune
Cocentaina (Aiacant)
Sagunt (Valencia)
La Recueja (Aibacete)
San Fulgencio (Alacant)
Salinas (Aiacant)
Nerpio (Aibacete)
Gorafe (Granada)
Forma
Técnica
1.2.
1.2.
1.2.
1.2.
I.2.
I.2.
I.2.
1.2.
1.2.
1.2.
1.2.1.
1.2.2.
1.1.
I.l.
1.1.
1.1.
!.1 .
1.1.
l. l.
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Incisa
lncisa
Incisa
Incisa
Esgrafiada
Impresa
Incisa
Incisa
Clase
Tipo
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
B
Cant. Ubicación
Galbo
Galbo
Galbo
Galbo
Galbo
Galbo
Galbo
Galbo
Galbo
Hombro
Tercio sup.
Galbo
Galbo
Tercio inf.
Asa
Asa
Borde
Galbo
Cronología
230- 1/3 s. l a. C.
230- 113 s. l a. C.
23(). 1 s. I a. C.
/3
230- 1/3 s. I a. C.
230- 1/3 s. I a. C.
230- 1/3 s. l a. C.
230- 113 s. 1 a. C.
230- 1/3 s. I a. C.
230- 1 s. 1a. C.
/3
230- 1/3 s. 1 a. C.
230- 1/3 s. I a. C.
230- 1/3 s. 1a. C.
s. IV a. C.
1/3 s. na. c.
212 s. VI a. C.
212 s. ill-1/4 s. ll a. C.
1/2 s. IV a. C.
ss.JV-Jd. C.
212 s. VI a. C.
V. BffiLIOGRAFÍA
AA.VV. (1985): Jl commercio etrusco arcaico. Incontro di Studio (Roma, 1983), Quaderni del Centro di
Stu dio per 1' Archeologia Etrusco-Italica, Roma.
AA.VV. (1995): Autopistas i arqueología. Memoria de les excavacions en la prolongació de !'autopista A-
19. Barcelona.
Alcoy». Lucentum, II, Alacant, 173-197.
de Levante». Congreso de Arqueología
Ibérica. Las necrópolis (Madrid, 1991), Serie Varia I, Madrid,l45-167.
ABAD, L.; SALA, F. (1993): El poblado ibérico de El Oral (San Fulgencio, Alicante). Trabajos Varios del
Servicio de Investigación Prehistórica, 90, Valencia.
ABAD, L. ; SALA, F.; SÁNCHEZ DE PRADO, M.D. (1993): «Materiales ibéricos y romanos del poblado de El
Alberri (Cocentaina) conservados en la colección del Centre d'Estudis Contestans». Alberri, 6,
Cocentaina, 45-73.
AGUAROD, M.C. (1992): «Un ánfora Tarraconense 1/Layetana 1 con sello ibérico procedente de Salduie».
Museo de Zaragoza. Boletín, 11 , Zaragoza, 109-116.
AGUILAR, A.; PONS, E. (1988): «Epigrafia iberica». Laietania, 4, Mataró, 146-148.
ALBORE LIVADIE, C. (1978): «Les amphores étrusques des nécropoles de Nuceria». Rivista di Studi Liguri,
anuo XLIV, num. 1-4, Gennaio-Dicembre, Bordighera, 71-135.
ALMAGRO GORBEA, M. (1976-1978): «La iberización en las zonas orientales de la Meseta». Ampurias, 3840, Barcelona, 93-156.
ÁLVAREZ GARCÍA, N. (1997): «El almacén del templo A: aproximación a espacios constructivos especializados y su significación socio-económica». En La Illeta deis Banyets (El campello, Alicante).
Estudios de la Edad del Bronce y época Ibérica, Alacant, 133-174.
ARANEGUI, C. ( 1995): «Un ánfora de TR. LOISÍO en Sagunto (Valencia)». Extremadura Arqueológica, V,
Cáceres-Mérida, 247-263.
ARANEGUI, C.; JODIN, A.; LLOBREGAT, E.A.; ROUILLARD, P.; UROZ, J. (1993): La nécropole ibérique de
Cabezo Lucero. Guardamar del Segura, Alicante. Madrid-Alacant.
ARRIBAS, A.; TRÍAS, G.; CERDÁ, D.; HOZ, J. DE (1987): El barco de El Sec (Calvia, Mallorca). Estudio de
los materiales. Mallorca.
ABAD, L. (1983): <
ABAD, L.; SALA, F. (1992): «Las necrópolis ibéricas del área
-355-
[page-n-358]
60
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBAD lERA
BALLESTER, 1.; FLETCHER, D.; PLA, E.; JORDÁ, F.; ALCÁCER, J. (1954): Cerámica del Cerro de San Miguel
de Liria. Corpus Vasorum Hispanorum, Madrid.
BARBERÁ, J.; SANMARTÍ, J. (1986): Can Fatjó (Rubí), 1918: les ceramiques fines d'importació d'epoca
pre-imperial. Buttletí, Grup de col.laboradors Museu de Rubí, 23, Desembre, Rubí.
BARRIAL, O.; FRANCÉS, J. (1991): «Noves excavacions al poblat iberic del Turó de Ca N'Olivé (Cerdanyola
del Valles, Valles Occidental)». Arraona, 9, Tardor, Sabadell, 9-33.
BATS, M. (dir.) (1990): Les amphores de Marseille grecque. Chronologie et diffusion. Mesa Redonda
(Lattes, 1989), Travaux du Centre Camille Jullien, 7, col. Études Massalietes, 2, Lattes.
BELÉN, M.; ESCACENA, J.L.; ANGLADA, R.; JIMÉNEZ, A.; PARDO, M.R.; PASCUAL DEL POBIL, A. (1993):
«Arquitectura de tradición fenicia en Carmona (Sevilla)». SPAL. Revista de Prehistoria y
Arqueología, 2, Sevilla, 219-242.
BELTRÁN LLORIS, M. (1976): Arqueología e historia de las ciudades antiguas del Cabezo de Alcalá de
Azaila (Teruel). Monografías Arqueológicas, XIX, Zaragoza.
BELTRÁN LLORIS, M. (1984): «Nuevas aportaciones a la cronología de Azaila». Museo de Zaragoza.
Boletín, 3, Zaragoza,l25-152.
BELTRÁN MARTÍNEZ, A. (1964): «Sobre el rótulo ilduradin en una estampilla de Azaila (Teruel)».
Caesaraugusta, 21-22, Zaragoza, 19-45.
BENAVENTE, J.A. (coord.) (1989): Catálogo de la colección arqueológica de los padres escolapios de
Alcañiz (Teruel). Zaragoza.
BERROCAL, L. (1989): «El asentamiento céltico del Castrejón de Capote (Higuera la Real, Badajoz)».
Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, 16, Madrid, 245-295.
BLÁNQUEZ, J.; SANZ GAMO, R.; MUSAT, M.T. (dirs.) (1995): El Mundo Ibérico: una nueva imagen en los
albores del año 2000. Colección Imágenes y Palabras, 18, Toledo.
BLÁZQUEZ, J.M.; REMESAL, J.; RODRÍGUEZ ALMEIDA, E. (1994): Excavaciones arqueológicas en el Monte
Testaccio (Roma). Memoria campaña 1989. Informes Arqueológicos, Madrid.
BONA, J.F. (1983): «Catálogo de la colección arqueológica del Monasterio de Veruela». Turiaso, IV,
Tarazana, 9-92.
BONET, H. (1995): El Tossal de Sant Miquel de LUria. La antigua Edeta y su territorio . Valencia.
BORDREUIL, P. (1982): «Deux épigraphes phéniciennes provenant des fouilles de Rachidieh». Annales
d'Histoire et d'Archéologie, vol. 1, Beyrouth,137-140.
BRONCANO, S. (1986): El Castellar de Meca. Ayora (Valencia). Excavaciones Arqueológicas en España,
147, Madrid.
BRONCANO, S.; ALFARO ARREGUI, M.M. (1990): Los caminos de ruedas de la ciudad ibérica de El
Castellar de Meca (Ayora, Valencia). Excavaciones Arqueológicas en España, 162, Madrid.
BURILLO, F. (1980): El valle medio del Ebro en época ibérica. Contribución a su estudio en los ríos Huerva
y Jiloca medio. Zaragoza.
BURILLO, F. (1993-1995): «memo: be!. Una estampilla celtibérica aparecida en Azuara». Kalathos, 13-14,
Teruel, 339-346.
CABRÉ, J. (1944): Cerámica de Azaila. Corpus Vasorum Hispanorum, Madrid.
CALVET, Y. (1982): Kition-Bamboula. l. Les timbres amphoriques. Maison de l'Orient Méditerranéen,
mém. 13, Paris.
CALLENDER, M.H. (1970): Roman Amphorae with index of Stamps. Oxford.
CARRE, M.B.; GAGGADIS-ROLIN, V.; HESNARD, A.; TCHERNIA, A. (1995): Recueil de timbres sur amphores
romaines (1987-1988). Travaux du Centre Camille Jullien, 16, Aix-en-Provence.
-356-
[page-n-359]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
61
(1985): Epigrafía anfórica de la Bética. /. Sevilla.
CODEX SCCL. (1992): «Excavacions a !'autopista A-19, variant de Matará. Tres exemples del poblament
del Maresme: de l'Iberic Ple a la Romanització». Laietimia, 7, Mataró,l57-189.
CORTELL, E. ; JUAN MOLTÓ, J.; LLOBREGAT, E.A.; REIG SEGUÍ, C.; SALA, F.; SEGURAMARTÍ, J.M. (1992): «La
necrópolis ibérica de La Serreta: resumen de la campaña de 1987». Trabajos Varios del Servicio de
Investigación Prehistórica, 89, Homenaje a E. Pla, Valencia, 83-116.
CRUZ, M.L. (1990): Necrópolis ibérica de Los Nietos (Cartagena, Murcia). Excavaciones Arqueológicas en
España, 158, Madrid.
CUNCHILLOS, J.L. (1994): <
Biblioteca Básica Murciana, extra 4, Murcia, 205-216.
DAURA, A.; SÁNCHEZ I CAMPOY, E.; PARDO, D.; GALOBART, J. (1987): El jaciment ibero-roma de Boades.
Castellgalí, Bagés. Associació Cultural Dovella, Monografíes, 1, Manresa.
DESY, P. (1989): Les timbres amphoriques de l'Apulie républicaine. Documents pour une histoire économique et socia/e. British Archaeological Reports, International Series, 554, Oxford.
DÍAZ ESTEBAN, F.; FERNÁNDEZ-MIRANDA, M. (1977): «Nuevas estampillas e incisiones púnicas halladas
en Menorca». Anuario de Filología, 3, Barcelona,195-2ll.
ENGUIX, R.; ARANEGUI, C.; ALONSO PASCUAL, J. (1977): Taller de ánforas romanas de Oliva (Valencia).
Trabajos Varios del Servicio de Investigación Prehistórica, 54, Valencia.
FERNÁNDEZ GÓMEZ, F.; CHASCO, R.; OLIVA ALONSO, D. (1979): «Excavaciones en el Cerro Macareno. La
Rinconada. Sevilla (Cortes E-F-G). Campaña de 1974». Noticiario Arqueológico Hispánico, 7,
Madrid, 7-93.
FERNÁNDEZ IZQUIERDO, A. (1980): «Estudio de los restos arqueológicos submarinos en las costas de
Castellón». Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonenses, 7, Castelló,l35-195.
FERNÁNDEZ JURADO, J.; CORREA, J.A. (1988-1989): «Nuevos grafitos hallados en Huelva». Huelva
Arqueológica, X-XI, 3, Huelva,l21-142.
FERNÁNDEZ-MIRANDA, M.; BELÉN, M.; CERDÁ, J.; NICOLÁS, J. DE (1977): Arqueología submarina en
Menorca. Madrid.
FERRON, J.; FERNÁNDEZ-MIRANDA, M; GARRIDO, J.P. (1975): <
de la Esperanza». Trabajos de Prehistoria, 32, Madrid, 199-211.
FLETCHER, D. (1953): <
Zephyrus, IV, Salamanca, 187-191.
FLETCHER, D. (1972): «Nuevas inscripciones ibéricas de la región valenciana». Archivo de Prehistoria
Levantina, XIII, Valencia, 103-126.
FLETCHER, D. (1980): Plomos escritos de Yátova. Trabajos Varios del Servicio de Investigación
Prehistórica, 66, Valencia.
FLETCHER, D.; SILGO, L. (1987): «Repertorio de inscripciones ibéricas procedentes de Sagunto (Valencia)».
Arse, 22, Sagunt, 45-55.
FLORIDO, c. (1985): «Las ánforas del poblado orientalizante e iberopúnico del Carambolo (Sevilla)».
Habis, 16, Sevilla, 487-516.
FLORS, E. (1995): «Nova estampilla iberica sobre arnfora greco-italica». Quaderns de Prehistoria i
Arqueología de Castelló, 16, Caste1ló, 273-279.
FUENTES, M.J. (1983): «Dos inscripciones y dos símbolos fenicios en Ullastret (Gerona)». Aula Orientalis,
I, 2, Julio, Sabadell, 280-283.
FUENTES, M.J. (1986): Corpus de las inscripciones fenicias, púnicas y neopúnicas de España.
Barcelona.
CHIC, G.
-357-
[page-n-360]
62
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADlERA
GALLET DE SANTERRE, H. (1980): Ensérune: les silos de la terrasse est. Suppl. Gallia, 39, Paris.
GARCÍA GUINEA, M.A. (1960): «Excavaciones y estratigrafías en el poblado ibérico de El Macalón (Nerpio,
Albacete)». Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 68, 2, Madrid, 709-755.
GARCÍA GUINEA, M.A.; SAN MIGUEL, J.A. (1964): Poblado ibérico de El Macalón (Albacete)
(Estratigrafías). 2a campaña. Excavaciones Arqueológicas en España, 25, Madrid.
GARCIA I ROSSELLÓ, J.; PUJOL I DEL HORNO, J.; ESTEBAN I SALVADOR, R. (1981): «Les sitges del poblat
iberic de Burriac. II (Cabrera de Mar)». Laietiinia, 1, Mataró, 15-63.
GARCÍAROMÁN, F.M.; SERRANO, D. (1986): «Poblado ibérico del Alt de Valiente (Manuel, Valencia)». Al-
Gezira, 2, Alzira, 87-106.
a Thasos». Bulletin de Correspondance
Hellenique, suppl. XIII, París, 201-276
GARLAN, Y. (1988): Vin et amphores de Thasos. École Fran9aise d' Athenes, Sites et Monuments, V, Paris.
GASCA, M. (1987): «Un posible numeral ibérico procedente del yacimiento de La Caraza (Alcañiz)».
Museo de Zaragoza. Boletín, 6, Zaragoza, 475-483.
GASCA, M.; FLETCHER, D. (1989-1990): «Grafitos y letras ibéricos de Alcañiz (Teruel)». Kalathos, 9-10,
Teruel, 135-146.
GIRÓ, P. (1944): «Una estación ibérica en Els Monjos». Ampurias, VI, Barcelona, 330-333.
GONZÁLEZ PRATS, A. ( 1982): «La Peña Negra IV. Excavaciones en el sector VII de la ciudad orientalizante,
1980-81». Noticiario Arqueológico Hispánico, 13, Madrid, 309-418.
GONZÁLEZ PRATS, A. (1983): Estudio arqueológico del poblamiento antiguo de la Sierra de Crevillente
(Alicante). Anejo I de la Revista Lucentum, Alacant.
GONZÁLEZ PRATS, A. (1990): Nueva luz sobre la Protohistoria del Sudeste. Alacant.
GONZÁLEZ PRATS, A.; RUIZ SEGURA, E. (1990-1991): «Nuevos datos sobre urbanística y cultura material
en el Hierro Antiguo del Sudeste». Lucentum, IX-X, Alacant, 51-75.
GONZÁLEZ ROMÁN, G.; ADROHER, A.; LÓPEZ MARCOS, A.: «El yacimiento de Canto Tortoso (Gorafe,
Granada): un enclave comercial del s. VI a.C. en el Guadiana menor». Verdolay, 7, Murcia, 159-176.
GRACE, V. R. ( 1961 ): Amphoras and the ancient wine trade. Col. Excavations of the Athenian Agora, Picture
Books, 6, Princeton.
GRACIA, F.; MUNILLA, G. (1993): «Estructuración cronoocupacional del poblamiento ibérico en las
comarcas del Ebro». Laietimia, 8, Mataró, 207-256.
GUERRERO, V.; MIRÓ, J. ; RAMÓN, J. (1989): «L'épave de Binisafuller (Minorque). Un bateau de commerce
punique du ille siecle av. J.C.». Punic Wars (Antwerpen, 1988), Studia Phoenicia, X, Leuven,115-125.
GUERRERO, V.; ROLDÁN, B. (1992): Catálogo de las ánforas prerromanas. Museo Nacional de Arqueología
Marítima, Cartagena.
HERNÁNDEZ ALCARAZ, L.; SALA, F. (1996): El Puntal de Salinas. Un hábitat ibérico del siglo IV a. C. en
el Alto Vinalopó. Villena.
HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ, F.; RODRÍGUEZ LÓPEZ, M.D.; SÁNCHEZ SÁNCHEZ, M.A. (1989): Excavaciones
en el castro de Villasviejas del Tamuja (Botija, Cáceres). Mérida.
HERNÁNDEZ YLLÁN, M. (1981): «Nuevos yacimientos ibéricos en el Vallés Oriental (Bigues-Riells del
Fai)». Informació Arqueologica, 36-37, Maig-Desembre, Barcelona, 176-179.
HERNÁNDEZ YLLÁN, M . (1983a): Un horno ibérico Can Badell. Bigues-Riells del Fay, Vallés Oriental.
Museo Arqueológico de Bigues-Riells del Fay.
HERNÁNDEZ YLLÁN, M. (1983b): Yacimiento ibérico Can Badell. Bigues-Riells del Fay, Vallés Oriental.
Museo Arqueológico de Bigues-Riells del Fay.
HERNÁNDEZ YLLÁN, M . (1990): Yacimiento ibérico Can Badell. Bigues-Riells del Fay, Vallés Oriental
(Barcelona). Formas cerámicas (Il). Cuadernos de Arqueología, 4, Barcelona.
GARLAN, Y. (1986): «Quelques nouveaux ateliers amphoriques
-358-
[page-n-361]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
63
(1981): «Algunas precisiones sobre textos metrológicos ibéricos». Archivo de Prehistoria
Levantina, XVII, Valencia, 475-486.
JANNORAY, J. (1955): Ensérune. Contribution al'étude des civilisations préromaines de la Gaule méridionale. Paris, 2 vols.
JOHNSTON, A.W. (1979): Trademarks on Greek Vases. Aris & Phillips, Ltd, Warminster.
LAUBENHEIMER, F. (1990): Le temps des amphores en Gaule. Vtns, huiles et sauces. Ed. Errance, Col. des
Hespérides, Paris.
LEJEUNE, M. (1983): «Vieille-Toulouse et la métrologie ibérique». Revue Archéologique de Narbonnaise,
XIV, Paris, 29-37.
LILLO, P.A. (1993): «El poblado ibérico fortificado de Los Molinicos. Moratalla (Murcia)». Colección
Documentos Serie Arqueología, 3, Murcia.
LLOBREGAT, E.A. (1972): Contestania Ibérica. Instituto de Estudios Alicantinos, Alacant.
LLOBREGAT, E.A.; CORTELL, E.; JUAN MOLTÓ, J.; SEGURA, J.M. (1992): «El urbanismo ibérico en La
Serreta». Recerques del Museu d'Alcoi, 1, Alcoi, 37-70.
LONG, L. (1990): «Amphores massalietes: objets isolés et gisements sous-marins du Iittoral méditerranéen». Études Massalietes, 2, Lattes, 27-70.
HOZ, J. DE
LÓPEZ 1 MELCIÓN, J.; LLORENS I RAMS, J.M.; MARTÍN 1 ORTEGA, M.A.; MATARÓ, M.; PONS I BRUN, E.;
(1986-1989): «Illa d'En Reixac-Ullastret: campanyes d'excavació 1987 i 1988».
Empúries, 50, II, Barcelona, 50-63.
LÓPEZ MULLOR, A.; ROVIRA PORT, J.; SANMARTÍ, E. (1982): Excavaciones en el poblado layetano del Turó
del Vent, Llinars del Valles. Campañas 1980 y 1981. Monografies Arqueologiques, 3, Barcelona.
LÓPEZ PRECIOSO, F.J. (1994): «El enterramiento orientalizante de La Casa del Monte (La Recueja,
Albacete)». Al-Basit, 35, Albacete, 51-62.
LÓPEZ PRECIOSO, F.J.; JORDÁN MONTES, J.F.; SORIA, L. (1993): «Asentamientos ibéricos en el Campo de
Hellín. Su relación con el trazado viario y la red comercial». Verdolay, 4, Murcia, 51-62.
MALUQUER, J. (1968): Epigrafía prelatina de la Península Ibérica. Publicaciones Eventuales, 12,
Barcelona.
MANFREDI, L.I. (1991): «Repertorio decorativo dei bacini punici di Tharros. Campagne 1988-90». Rivista
di Studi Fenici, XIX, 2, Roma, 191-213.
MARTÍ BONAFÉ, M .A.; MATA, C. (1992): «Cerámicas de tipo fenicio occidental en las comarcas del' Alcoia
y el Comtat (Alacant)». Saguntum. Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 25,
Valencia, 103-117.
MARTÍN I ORTEGA, M.A. (1985): Ullastret, poblat iberic. Guíes de jaciments arqueologics, Barcelona.
MARTÍN 1 ORTEGA, M.A.; SANMARTÍ, E. (1976-1978): «Aportación de las excavaciones de la Illa d'En
Reixach al conocimiento del fenómeno de la iberización en el norte de Cataluña». Ampurias, 38-40,
Barcelona, 431-447.
MARTÍN RUIZ, J.A. (1995): Catálogo documental de los fenicios en Andalucía. Sevilla.
MATA, C. (1985): «Algunas cerámicas ibéricas con decoración impresa de la provincia de Valencia».
Saguntum. Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 19, Valencia, 153-181.
MATA, C. (1991): Los Vtllares (Caudete de las Fuentes, Valencia): origen y evolución de la Cultura Ibérica.
Trabajos Varios del Servicio de Investigación Prehistórica, 88, Valencia.
MATA, C.; BONET, H. (1992): «La cerámica ibérica: ensayo de tipología». Trabajos Varios del Servicio de
Investigación Prehistórica, 89, Homenaje a E. Pla, Valencia, 117-173.
MATA, C.; MARTÍ, M.A. (1990): Memoria de excavaciones 1987-89. Los Vtllares (Caudete de las Fuentes,
Valencia). Valencia.
TOLEDO, A.
-359-
[page-n-362]
64
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBAD lERA
(1996): Los Vi/lares (Caudete de las Fuentes,
Valencia). Memoria de excavaciones 1990/95. Valencia.
MATA, C.; MARTÍ, M.A.; VIDAL, X. (1993): «Procesos postdeposicionales antrópicos en Los Villares
(Caudete de las Fuentes, Valencia)>>. IV Coloquio Internacional de Arqueología Espacial, 16-17,
Teruel, 259-278.
MATEU, c. (1990): «La Coroneta. RotgUt-Corbera, la Costera». Excavacions arqueologiques de salvament
a la Comunitat Valenciana 1984-1988. Il. Intervencions rurals, Valencia,186-188.
MAYNOR BIKAI, P. (1987): The phoenician pottery ofCyprus. Nicosia.
MIRÓ, J. (1983-1984): «Algunas consideraciones sobre las ánforas Mañá B3». Pyrenae, 19-20, Barcelona,
157-189.
MIRÓ, J. (1988): La producción de ánforas romanas en Catalunya. Un estudio sobre el comercio del vino
de la Tarraconense (siglos I a.C-I d.C.) . British Archaeological Reports, Intemational Series, 473,
Oxford.
MONRAVAL, M. (1992): La necrópolis ibérica de El Molar (San Fulgencio-Guardamar del Segura,
Alicante). Catálogo de Fondos del Museo V, Alacant.
MONRAVAL, M. ; LÓPEZ PIÑOL, M. (1984): «Restos de un silicemio en la necrópolis ibérica de El Molar».
Saguntum. Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 18, Valencia, 145-162.
NORDSTROM, S. (1967): Excavaciones en el poblado ibérico de La Escuera (S. Fulgencio, Alicante).
Trabajos Varios del Servicio de Investigación Prehistórica, 34, Valencia.
OLIVA, M. (1955): Excavaciones arqueológicas en la ciudad ibérica de Ullastret (Gerona). Instituto de
Estudios Gerundenses, Girona.
OLIVA, M . (1958): «Excavaciones en la ciudad ibérica de Ullastret (Gerona)». Instituto de Estudios
Gerundenses, XII, Girona, 319-337.
OLIVA, M. (1959): «Excavaciones arqueológicas en la ciudad ibérica de Ullastret (Gerona)». Instituto de
Estudios Gerundenses, XIII, Girona, 365-389.
OLIVA, M . (1960): «Excavaciones arqueológicas en la ciudad ibérica de Ullastret (Gerona)». Instituto de
Estudios Gerundenses, XIV, Girona, 341-416.
OLIVA, M. (1961-1962): «Resultado de algunos cortes estratigráficos en Ullastret (Gerona)». Instituto de
Estudios Gerundenses, XV, Girona, 331-376.
OLIVA, M. (1976): «Excavaciones arqueológicas en el yacimiento prerromano de Ullastret. Bajo Ampurdán
(Gerona)». Noticiario Arqueológico Hispánico, Arqueología, 4, Madrid, 733-799.
OLIVER, A. (1986): «Grafitos ibéricos de Albocácer». Centro de Estudios del Maestrazgo. Boletín, 16,
Octubre-Diciembre, Benicarló, 63-66.
OLIVER, A. (1995): «Material procedente del yacimiento ibérico del Cormulló dels Moros (Albocácer,
Castellón). l. Características generales y material ibérico». Quaderns de Prehistoria i Arqueología de
Castelló, 16, Castelló, 115-124.
OROZ, F.J. (1985-1986): «Sobre los epígrafes ibéricos de las ánforas de Vieille-Toulouse». Veleia, 2-3,
Vitoria-Gasteiz, 355-370.
PALLARÉS, F. (1965): El poblado ibérico de S. Antonio de Calaceite. Colección de Monografías
Prehistóricas y Arqueológicas, V, Bordighera-Barcelona.
PANOSA, M.l. (1987): «Recull d'epígrafs iberics al Valles Oriental. Aportacions a la comprensió de !'estructura indígena en el proces de romanització». Jornades Internacionals d'Arqueologia Romana
(Granollers, 1987), Granollers, 76-84.
PANOSA, M.l. (1991): L'escriptura iberica al Nord-Est peninsular i el seu marc socio-economic entre els
segles IV i I a.C. Tesis Doctoral, Barcelona.
MATA, C. ; FERRERO, J.L. ; PÉREZ JORDA, G.; !BORRA, M.P.
-360-
[page-n-363]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
65
(1992): «Cathleg i anlüisi dels epígrafs iberics del Valles Oriental». Limes, 2, Cerdanyola, 57-75.
PANOSA, M.l. (1993): «Nuevas inscripciones ibéricas de Cataluña». Complutum, 4, Madrid, 175-222.
PAPADOPOULOS, J.K. (1994): «Early lron Age potters' marks in the Aegean». Hesperia, 63, no 4, OctoberDecember, Princeton, 437-507.
PASSELAC, M.; RANCOULE, G.; SOLIER, Y. (1990): «La diffusion des amphores massalietes en Languedoc
occidental et sur l'axe Aude-Garonne et ses abords». Études Massalietes, 2, Lattes, 131-152.
PELUCER, M. (1978): «Tipología y cronología de las ánforas prerromanas del Guadalquivir, según el Cerro
Macareno. Habis, 9, Sevilla, 365-400.
PELLICER, M.; ESCACENA, J.L.; BENDALA, M. (1983): El Cerro Macareno. Excavaciones Arqueológicas en
España, 124, Madrid.
PÉREZ OROZCO, S. (1991): «Estudi d'un grafit iberic trobat al Turó de Ca n'Olivé (Cerdanyola del Valles,
Valles Occidental)». Limes, l, Cerdanyola del Valles, 134-136.
PERKINS, P.; WALKER, L. (1990): «Survey of an etruscan city at Doganello in the Albegna valley». Papers
ofthe British School at Rome, LVIII, London, l-143.
PLA, E. (1985): Labor del S. l. P y su museo el año 1983. Valencia.
POVEDA, A.M. (1994): Primeros datos sobre las influencias fenicio-púnicas en el corredor del Vinalopó
(Alicante). Biblioteca Básica Murciana, extra 4, Murcia, 489-502.
PUJOL, J.; GARCIAI ROSSELLÓ, J. (1982-1983): «El grup de sitges de Can Miralles-Can Modolell (Cabrera
de Mar, Maresme). Un jaciment d'epoca iberica situat en la rodalia del poblat iberic de Burriac».
Laietania, 2-3, Matará, 46-145.
RAMÓN, J. (1981): «Ibiza y la circulación de ánforas fenicias y púnicas en el Mediterráneo occidental».
Trabajos del Museo Arqueológico de Ibiza, 5, Eivissa.
RAMÓN, J. (1991): Las ánforas púnicas de Ibiza. Trabajos del Museo Arqueológico de Ibiza, 23, Eivissa.
RAMÓN, J. (1995): Las ánforas fenicio-púnicas del Mediterráneo central y occidental. Col.lecció
Instrumenta, 2, Barcelona.
RAMOS FERNÁNDEZ, R. (1969): «Inscripciones ibéricas de La Alcudia (Elche)». Archivo de Prehistoria
Levantina, XII, Valencia, 169-176.
RAMOS FOLQUÉS, A. (1962): «Excavaciones en La Alcudia». Noticiario Arqueológico Hispano, V, 19561961, Madrid, 91-97.
RAMOS FOLQUÉS, A. (1968): «El nivel ibero-púnico en La Alcudia de Elche». Rivista di Studi Liguri,
XXXN, 1-3, Bordighera, 364-386.
REMESAL, J.; MUSSO, O. (coords.) (1991): La presencia de material etrusco en la Península Ibérica. Mesa
Redonda (Barcelona, 1990), Barcelona.
RIBAS, M.; LLADÓ, J. (1977-1978): «Excavació d'unes habitacions pre-romanes a Burriac (Cabrera de
Matará)». Pyrenae, 13-14, Barcelona, 153-180.
RIBERA, A. (1982): Las ánforas prerromanas valencianas (fenicias, ibéricas y púnicas). Trabajos Varios del
Servicio de Investigación Prehistórica, 73, Valencia.
RÍO-MIRANDA, J.; PINTA, J.L. DELA (1979): «Nueva aportación al conocimiento arqueológico de los alrededores de Sant Jeroni de la Murtra (Badalona): el yacimiento romano de La Miranda». Puig
Castellar, 2, 3" época, Sta. Coloma de Gramanet, 44-60.
RODRÍGUEZ ALMEIDA, E. (1989): Los tituli picti de las ánforas de la Bética. J. Tituli Picti de los Severos y
la Ratio fisci. Madrid.
RÓLUG, W. (1983): «Phonizische geHissinschriften vom Morro de Mezquitilla». Madrider Mitteilungen,
24, Mainz am Rhein, 132-144.
PANOSA, M.l.
-361-
[page-n-364]
66
C. MATA PARREÑO y L. SORIA CQMBADIERA
(1981): «Un modelo sincrónico para el análisis de la producción de cerámica ibérica estampillada del Alto Guadalquivir». Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de
Granada, 6, Granada, 355-383.
SALA, F. (1994): La Cultura Ibérica de los siglos VI al III a.C. en las comarcas meridionales de la
Contestania. Una propuesta de evolución a partir de los yacimientos de El Oral, El Puntal y La
Escuera. Tesis doctoral, Alacant.
SALA, F. (1995): La cultura ibérica de las comarcas meridionales de la Contestania entre los siglos VI y
III a. C. Alacant.
SALA, F.; LÓPEZ PRECIOSO, F.J. (1995): «El poblado ibérico de Los Almadenes (Hellín, Albacete)».
Colección Imágenes y Palabras, 18, Toledo,l86-191.
SÁNCHEZ 1 CAMPOY, E. (1987): El poblament pre-romO. al Bages. Manresa.
SANMARTÍ, E. (1985): «Las ánforas romanas del campamento numantino de Peña Redonda (Garray,
Soria).» Empúries, 47, Barcelona, 130-161.
SANMARTÍ, J. (1993): «Els jaciments iberics de la vall mitjana de la Ribera de Caldes». Gala, 2, Sant Feliu
de Codines,159-207.
SANMARTÍ, J.; SANTACANA, J. (1992): El poblat iberic d'Alorda Park. Calafell, Baix Penedes. Excavacions
Arqueologiques a Catalunya, 11, Barcelona.
SANTOS VELASCO, J.A. (1994): «Reflexiones sobre la sociedad ibérica y el registro arqueológico funerario». Archivo Español de Arqueología, 67, núms. 169-170, Madrid, 63-70.
SANZ GAMO, R. (1984): «Aportación a la carta arqueológica de la provincia de Albacete. Asentamientos
ibéricos situados al norte del río Júcar». Anales de la U.N.E.D., 6, Albacete, 227-256.
SERRANO, D. (1984): «Poblado ibérico del Alto del Valiente en Manuel (Valencia)». Boletín de la
Asociación dtJ Amigos de la Arqueología, 19, Junio, Madrid, 15-22.
SILES, J. (1985): Léxico de las inscripciones ibéricas. Madrid.
SILGO, L. (1989): «Tres inscripciones ibéricas». Arse, 24, Sagunt, 833-836.
SILGO, L. (1992): Textos ibéricos valencianos (Contestania, Edetania e Ilercavonia). Tesis doctoral,
Valencia.
SOLER, J.M. (1992): «El poblado ibérico del Puntal de Salinas (Alicante)». Trabajos Varios del Servicio de
Investigación Prehistórica, 89, 51-72.
SORIA, L. (1994): El horizonte ibérico de El Castellón (Hellín-Albatana, Albacete). Tesis de licenciatura,
Valencia.
TSETSKHLADZE, G.R.; VNUKOV, S.Y. (1992): «Colchian amphorae: typology, chronology, and aspects of
production». The Annual ofthe British School at Athens, 87, London, 357-386.
UNTERMANN, J. (1980): Die inschriften in iberischer schrift aus südfrankreich. Monumenta Linguarum
Hispanicarum. Band II, Wiesbaden.
UNTERMANN, J. (1987): «Repertorio antroponímico ibérico». Archivo de Prehistoria Levantina, XVII,
Valencia, 289-318.
UNTERMANN, J. (1990): Die iberischen inschriften aus Spanien. Monumenta Linguarum Hispanicarum.
Band m. 2 vols., Wiesbaden.
VELAZA, J. (1991): Léxico de inscripciones ibéricas (1976-1989). Aurea Saecula, 4, Barcelona.
VIDAL, M.; MAGNOL, J.P. (1983): «Les inscriptions peintes en caracteres ibériques de Vieille-Toulouse
(Haute Garonne)». Revue Archéologique de Narbonnaise, XIV, Paris, 1-28.
VILLARONGA, L. (1979): Numismática Antigua de Hispania. Barcelona.
RUIZ RODRÍGUEZ, A.; NOCETE, F.
-362-
[page-n-365]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IB ÉRICA
1
Lám. 1.- 1, Marca impresa sobre la parte inferior de asa de ánfora de El Molar (05.039), ampliada;
2, Asa de ánfora con marca impresa sobre el arranque de El Macalón (07.029); 3, Marca ampliada;
4, Marca incisa sobre borde de ánfora de Los Almadenes (10.049), ampliada. S, Marca incisa sobre
borde de la Morra de los Castillejos (53.197).
-
363-
67
[page-n-366]
C. MATA PAR RE - O y L. SORIA COMBAD lERA
68
1
4
Lám. II.- Ánforas de El Macalón: 1, Marca impresa sobre galbo (07.021); 2, Marca ampliada;
3, Marca incisa debajo del asa (07.022); 4, Marca impresa sobre galbo (07.030).
- 364 -
[page-n-367]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
4
6
Lám. 111.- Ánforas de Los Molinicos: 1, Asa con marca impresa en el arranque (08.178);
2, Marca ampliada; 3, Marca impresa sobre hombro (08.177); 4, Marca ampliada;
S, Marca impresa sobre hombro (08.179); 6, Marca ampliada.
-365-
69
[page-n-368]
70
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADlERA
2
Lám. IV.- 1, Marca impresa sobre arranque de asa de ánfora de Los Molinicos (08.016);
2, Marca impresa sobre galbo de ánfora de El Castellón (09.0034), ampliada;
3, Marca impresa sobre hombro de ánfora de El Castellón (09.035), ampliada;
4, Marca impresa sobre galbo de ánfora de El Castellón (09.057),
ampliada al mismo tamaño que la anterior.
-366-
[page-n-369]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA JBÉRICA
Lám. V.- Ánforas de El Castellón: 1, Marca impresa sobre galbo (09.036);
2, Marca incisa sobre hombro (09.032); 3, Marca esgrafiada sobre galbo (09.031);
4, Marca impresa sobre galbo (09.033); S, Marca incisa sobre tercio inferior de ánfora
de El Patojo (50.194). Todas ampliadas.
-
367-
71
[page-n-370]
C. MATA PARREÑO y L. SORlA COMBADLERA
72
2
4
Lám. VI.- 1, Letrero esgrafiado sobre borde de ánfora de Zama (11.056); 2, Ampliación del mismo;
3, Marca impresa sobre arranque de asa de ánfora de Umbría de la Esterilla (15.027), ampliada;
4, Marcas impresas sobre asa de ánfora de Heretat de Valiente (13.037), ampliada.
-368 -
[page-n-371]
73
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IB ÉRlCA
2
1
3
Lám. VII.- Marcas impresas sobre asas de ánforas de La Serreta:
1, 12.014; 2, 12.109; 3, 12.110; 4, 12.186. Todas ampliadas.
-369-
4
[page-n-372]
74
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADfERA
1
2
5
Lám. VIII.- 1 y 2, Marcas impresas sobre el arranque de sendas asas de un ánfora de
Castellar de Meca (14.138) (fotos S.I.P.); 3, Marca esgrafiada sobre asa de tinaja
de Los Villares (16.093) 4, Marca esgrafiada sobre asa de ánfora de Los Villares (16.092);
S, Marca incisa sobre asa de ánfora de Los ViJiares (16.136). Todas ampliadas.
-370-
[page-n-373]
75
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
~
6
3
7
Lám. IX.- 1, Marca impresa sobre arranque de asa de ánfora de Los Villares (16.137), ampliada;
2, marca impresa sobre hombro de ánfora de Zama (11.072); 3, Marca incisa sobre arranque
de asa de ánfora del Tossal de Sant Miquel (20.143); 4, Marca impresa en base de asa de ánfora
de Los Villares (16.091); 5, Marca impresa en arranque de asa de ánfora de Los ViHares (16.006);
6, Marca impresa en aranque de asa de ánfora de Los Villares (16.003), foto A. Ribera;
7, Marca impresa sobre arranque de asa de ánfora de Los Villares (16.002).
-371 -
[page-n-374]
76
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
3
Lám. X.- Los ViJiares: 1, Marca incisa sobre galbo de ánfora (16.181); 2; Marca ampliada;
3, Marca incisa sobre asa de ánfora (16.184); 4, Marca impresa sobre hombro de tinaja (16.008);
S, Marcas incisas sobre arranque y nervio de asa de ánfora (16.183).
-
372 -
[page-n-375]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA illÉRICA
-~
\
-. . . - - - -
\1
¡·
r.'~
1
2
5
Lám. XI.- Ánforas de Los Villares: 1, Marca incisa sobre galbo (16.182); 2, Marca ampliada;
3, Marca incisa sobre asa (16.005), ampliada (foto Gil-Caries); 4, Marcas impresas sobre asa (16.009);
S, Marca impresa sobre arranque de asa (16.007), ampliada.
-373-
77
[page-n-376]
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
78
1
Lám. XII.- 1, Marca impresa sobre arranque de asa de ánfora de La Casilla del Cura (17.023), ampliada;
2, Marca impresa sobre arranque de asa de ánfora de La Casilla del Cura (17.025);
3, Marca impresa sobre arranque de asa de ánfora de La Casilla del Cura (17.024);
4, Marca impresa sobre arranque de asa de ánfora de La Casilla del Cura (17.026);
S, Marca impresa sobre ánfora de Sant Antoni (Calaceit), orientada según dibujo de Pallarés (foto M.A.C.).
-374-
[page-n-377]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XXll (Valencia, 1997)
Ferran ARASA I GIL* i Norberto MESADO ÜLNER**
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT IBERIC DE LA TORRE
D'ONDA (BORRIANA, LA PLANA BAIXA)
L'antic cabec;ol de la Torre d'Onda esta situat a la vara de la mar, a uns 400 m. al sud del
port de Borriana (fig. 1), i s'assenta sobre una plataforma de conglomerat fossil (pinyó) que
queda un poc elevada sobre les terres contigües d'antiga marjal, a la part interior de la restinga
litoral. Actualment esta delimitat a 1' est pel camí de la Serratella que transcorre sobre aquesta restinga, al nord perla senda de la Torre d'Onda i a l'oest i bona part del sud per una séquia de drenatge anomenada el Rajolí (MESADO, 1989). El lloc no té condicions defensives i la seua localització s'explica únicament perla posició que ocupa a la vara de la mar. La zona esta parcel·lada
i cultivada i parcialment urbanitzada. La superfície per on s'estenen les restes té una forma lleugerament trapezoidal, amb un eix major de 200 m. al costat sud i un eix menor de 170 m. al costat
est, amb una superfície aproximada de 3 ha.
Les terres que ocupa foren plantades de vinya possiblement en la segona meitat del segle
XIX, cultiu que fou substitult al principi del present segle pel de la taronja. A causa d'aquesta
transformació, el jaciment va sofrir una important destrucció. En la decada dels 70 la zona va
experimentar una nova transformació, ara de caire urbanístic: part de la séquia de drenatge que
delimita el jaciment per ponent fou reblida, mentre que les velles alqueries eren transformades en
moderns xalets i s'obrien nous carnins particulars perpendiculars a la mar. Una part considerable
de les parcel·les, pero, segueix dedicada encara a }'agricultura. L'ajuntament va instal-lar l'any
1976 la xarxa d' aigua potable i aleshores es van malmetre nombrases restes arqueologiques.
D'aleshores enc;a les transformacions han continuat, perla qual cosa el Museu de Borriana hi ha
realitzat di verses campanyes d' excavacions.
*
**
Universitat de Valencia.
Museu Arqueologic Comarcal de la Plana Baixa-Borriana.
-375-
[page-n-378]
2
F. ARASA
N. MESADO
(
·,
~\!.,-~......
r>\
<'
\. ...
'·}
/
.
r
La Torre
d'Onda
Fig.l
-376-
[page-n-379]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT ffiERIC DE LA TORRE D'ONDA
l.
3
HISTORIA DEL JACIMENT
El jaciment es coneix des del segle XVI per una referencia de Viciana (1564, p. 49): «( ... )
hay junto a la mar un alto que nombramos, el Cabe~ol, por otro nombre, el Cargador de Onda,
en el parage del qual ay en el mar cierta hondura que le nombran la Olla, donde navíos muy
gruesos surgen junto a tierra, y en este Cabe<;ol aun ay vestigios de edificios que en otro tiempo
fueron para el effecto de cargador» . Segons aquestes referencies -que també arreplega Escolano
(1611, p. 588)- i el mateix toponim actual, ellloc degué ser utilitzat coma desembarcador per
la població d'Onda, situada a 19 km. cap a !'interior.
Al principi del present segle, Sarthou (s/a, p. 775) cita «unas lámparas romanas, ánforas y
dolíums que se encontraron en la playa, y sitio que fué el antiguo cargador de Onda». Pocs anys
després, Peris (1915, pp. 2-3) esmenta la troballa de grans quantitats de ceramica: amfores, de les
quals en reprodueix una del tipus Dr. 1, copes caliciformes, pateres, ll~nties, pitxers de boca trilobulada i decoració pintada amb ones i filets i «fragmentos negros con incisiones circulares, continuas y punteadas, ornamentación polícroma y estampados hendidos que afectan figuras simbólicas, conteniendo algunas signos alfabéticos ininteligibles de factura íbera o fenicia, y barros, en
fin, con charolado negro». Posteriorment, el mateix Peris (1931, pp. 8-10) cita uns «productos
helenísticos, cerámicos y alfareros» en aquest lloc. Pel mateix temps, Roca y Alcaide (1932, pp.
32 i 42-43) afegeix a les referencies anteriors «una crátera romana del siglo II antes de J. C. (imitación por su barníz negro al barro campaniense ... )». Aquestes mateixes notícies foren arreplegades per Rull (1943, p. 38) i Fletcher i Alcácer (1956, pp. 148, 152, 154 i 160), que parlen de
!'existencia d'un possible poblat en aquest lloc on es trobaven amfores i monedes.
A mitjan dels seixanta, U trilla (1964, pp. 10-11; 1965, pp. 13-15) va fer un resum de les no tícíes arqueologiques sobre el lloc, amb interessants testimonis dírectes de gent coneixedora del
terreny i de les transformacions que hi havia sofert. Posteriorment, Mesado (1973) realitza una
síntesi del jaciment, a la qual cal afegir la d' Arasa (1987, pp. 45-49). D'altra banda, els grafits
iberics sobre ceramica han estat publicats en part per Fletcher (1972, p. 107), Oliver (1978, p.
272) i Untermann (1990, p. 375, F. 8. 1), mentre que les troballes monetaries han estat publicarles
en part per Ripolles (1980, p. 105; 1982, p. 161). Al seu torn, Ribera (1982, p. 37) va estudiar les
troballes amforiques submarines, que posteriorment han revisat Ramos, Wagner i Fernández
Izquierdo (1991). Recentment hem publicat un breu resum sobre el jaciment (Arasa, a
ARANEGUI, 1996, pp. 165-166).
Les notícies deis vells marjalers, arreplegades per Utrilla, són de gran interés per a fer una
reconstrucció aproximada del jaciment. El poblat estava organitzat en diversos carrers, amb cases
de reduYdes dimensions i, almenys per la part que mira a la mar, estava protegit per una muralla.
Quan al principi de segle es va comen<;ar a substituir la vinya per tarongers, tots els horts es van
cavar uns 60 cm. En aquesta capa de terra era freqüent trobar «canters acabats en punta, plats de
color terra amb dibuixos que semblaven flors». Les parets que apareixien formaven habitacions
de mides semblants a les velles alqueries, «uns quatre per cinc metres». Formaven «com si fos
un poblat. Fileres de cases amb parets de cal<; i codols llu"ides per dins. Donava la impressió que
foren deposits o magatzems. Als racons ijunt a les parets s'alineaven els cossis». L'extensió del
poblat era gran, «dos o tres fileres de cases paral·leles a la mar». Les obres de transformació agrícola van traure a la llum nombrases restes arqueologiques, sobretot cedtmica, pero també
monedes, en la seua majoria de bronze i de diferents seques iberiques.
-377-
[page-n-380]
4
F. ARAS A i N. MESADO
D' altra banda, en la zona SE del jaciment, a 1' antiga Sénia de Melüt, es va trobar una construcció amb murs d'opus quadratum i 1,50 m d'al9aria, amb grans carreus de pedra calcana que
en part encara es conserven. Perla mateixa zona s'han trobat algunes bases de columna i almenys
un capitell corinti molt erosionat, també d' aquesta pedra. Tot i que resulta difícil establir la funció
exacta d' aquestra construcció, sembla evident el seu caracter monumental. Tampoc és possible
adscriure-la amb seguretat a alguna de les dues fases d'ocupació del jaciment.
2.
LES EXCAVACIONS
Entre els anys 1977 i 1991 s'hi han realitzat set campanyes d'excavacions sobre una superfície total de 332m2 • D' aquestes, només ha estat publicat un breu resum de la tercera (ARASA,
1987, pp. 46-47). Tots els sondeigs oberts fins al moment es localitzen en la part septentrional
deljaciment. Les estructures descobertes fins ara no permeten completar la planta de cap habitatge. L' arrasament de molts murs, la pedra dels quals ha estat reaprofitada en construccions
posteriors, dificulta aquesta tasca. En les dues primeres campanyes no es van trabar estructures.
En la tercera es va descobrir, a 35 cm. de fondana, el que sembla ser un mur de tan ca de l' assentament pel costat est que descansa sobre la capa de graves de 1' antiga restinga. El tram descobert, amb una ah;aria maxima de 160 cm., té una grossaria de 95-120 cm. en la base i de 5060 cm. en la part superior, presenta un parament de pedra travada amb argamassa de cals; i
arena, amb grans pedres en la seua meitat inferior, i devia continuar en la seua part superior amb
un parament de tovots o tapia. A !'interior d'aquest mur hi havia part d' un habitatge adossat
amb parets de 60 cm. de grossana, fetes de codols travats amb fang. En la quarta campanya es
va descobrir part d'un altre habitatge amb parets de les mateixes característiques i orientat NOSE que devia abrir-se a un carrer de tras;at NE-SO. Particularment interessant resulta la setena
campanya, en la qual es va descobrir part d'un gran edifici amb murs de més de 5 m. de
llargana i 75 cm. de grossana que devia estar obert a un carrer ambla mateixa orientació i una
amplaria de 3,20 m.
L' estratigrafía obtinguda en tots els sondeigs oberts fins ara és molt homogenia, amb un sol
nivell d'ocupació de 25-30 cm. de potencia format per argila clara, possiblement producte de la
descomposició deis murs de tovots, ric en materials arqueologics. Els talls que presenten una
seqüencia completa, com ara el de la cinquena campan ya, presenten la següent estratigrafía: 1)
nivell agrícola (30 cm.); 2) argila clara amb materials arqueologics (25 cm.); 3) argila fosca, amb
escassos materials arqueologics (20 cm.); 4) argila negra (35 cm.); 5) conglomerat (50 cm.); 6)
nivell freatic. Els sondeigs oberts en la part més proxima a la costa, on s'ha trobat la possible
muralla, presenten un potent nivell de grava de l'antiga restinga i el nivell freatic apareix a 175
cm. de fondana.
Els materials arqueologics apareixen distribults de manera molt irregular, ja que són molt
abundants en alguns sondeigs i ben escassos en altres. Així, en el sondeig obert en la quarta campanya es va trabar un gran deposit de ceramica a 1' exterior del que podria ser la part posterior
d'un habitatge; aquests amuntegaments també es van trabar en la cinquena i sisena campanyes,
sempre davant d'obertures i ambla presencia de monedes iberiques. Contranament, en els sondeigs oberts en la setena campanya, la més extensa, els materials arqueologics foren estranyament escassos.
-378-
[page-n-381]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT ffiERIC DE LA TORRE D' ONDA
5
La troballa de ceramiques alto-imperials, localitzades sobretot a la zona SE del jaciment,
pero documentades també en la tercera campanya a la zona NE, mostra la continu1tat de l'ocupació del lloc, si bé amb una important reducció de superfície. Resulta impossible, pel moment,
determinar si hi ha un hiatus cronologic entre les dues fases d'ocupació o si aquestes s'esdevenen
sense solució de continu1tat. Aixo no obstant, 1' estratigrafía permet comprovar clarament que en
els nivells tardo-iberics no apareix mai TS, ceramica que es troba només en els nivells superficials. També resta oberta la possibilitat que alguna zona dels sectors central o meridional del jaciment presente una ocupació anterior, de manera que aquest hauria pogut créixer a partir d'un
nucli inicial situat més cap al sud, encara que ho considerem poc probable perque en general és
ben conegut i les restes trobades són for9a uniformes.
En la ceramica poden distingir-se tres grans grups: 1) ceramica de cuina, de pasta grollera,
ambles olles coro a tipus majoritari; 2) ceramica a tom, amb tipus característics del període Iberic
Final: olles ambla vara en forma de cap d'anec, calatos de grans dimensions, grans tenalles amb
la vara engrossida i plana del tipus A 1.2.1. de Mata i Bonet (1992, 125), amfores, etc. La decoració pintada pateix les condicions del medi humit en que s'ha conservat, pero s'hi poden distingir temes marins amb peixos, genets, motius vegetals i geometrics; 3) ceramica d'importació,
amb tres grups: vaixella de taula (campaniana i parets fines), ceramica comuna (morters i llanties) i recipients de transport (amfores).
El monetari és prou variat i abundant, amb 19 peces catalogades de procedencia segura. Hi
destaquen les encunyacions de la vall de l'Ebre que, amb nou exemplars, suposen quasi la meitat;
segueixen les de les seques valencianes, amb cinc exemplars, les romano-republicanes amb tres
i les andaluses i l'ebussitana, amb una cadascuna. La cronología correspon en general al segle II
a.C., particularment a la seua segona meitat; només algun exemplar, com el semis d' Ebusus, s'inclou en un període d'encunyació més ampli que s'endinsa en el segle I a.C.
Denari
Bolskan
As
Semis
Quadrant
TOTAL
1
1
Kelse
5
5
Tamaniu
1
1
Be ligio
1
1
Bilbilis
1
1
Arse
1
2
3
Saiti
1
1
2
Castulo
1
1
Ebusus
Roma
1
1
1
1
1
3
19
TOTAL
Troballes monetaries.
-379-
[page-n-382]
F. ARASA i N. MESADO
6
3.
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ
En conjunt, s'han estudiat 137 peces i fragments: 126 de cerarnica de vemís negre, 8 d'amfores, 1 de parets fines, 1 llantia i 1 morter. La cerarnica de vernís negre esta constituida de manera
quasi absoluta per campaniana B tardana de Cales (124); a més d' aquesta hi ha una base de campaniana A i una gran patera d' aretina de vernís negre. De cerarnica de parets fines hi ha un gobelet.
Entre la cerarnica comuna hi ha una llantia i un morter italic. Quant a les amfores, hi ha 8 exemplars, dels quals 7 són del tipus Dr. lA i 1 del tipus Tarraconense l. En general és alt el nombre de
peces completes o bastant completes, bona part de les quals ha estat objecte de restauracions.
La informació essencial sobre les diferents produccions cerarniques presents, sintetitzada a
partir deis inventaris, es reflecteix en un quadre on s'inclouen tots els materials, tant els trobats
en superfície com els procedents d'excavacions. S'hi especifiquen en set columnes la producció,
forma, nombre mínim d'individus (NMI), dimensions, observacions (decoració i grafits), figura
i nombre total de fragments (TF) de cada producció i el total del jaciment. Pel que fa a la campaniana B, en la columna referida a les dimensions, expressades sempre en centímetres, s'inclouen els diametres de la vora (V) i de la base (B) i l'alc;aria de la pec;a (H) dels exemplars
incomplets. En el cas de les peces més completes o restaurades, les dimensions de les quals es
presenten en un quadre a part, s' afegeix la proporció entre 1' alc;aria i el diametre de la vora (HN).
D'altra banda, en l'estudi de les produccions i formes presents més comunes les referencies
bibliografiques s'han abreujat forc;a a causa de les lirnitacions d'espai.
Producció
Forma
Carnpaniana A Lamb. 31
Campaniana B
NMl
1
Lamb. 1
18
Dimensions frag.
Observacions
Figura
B=6
Filet pintat
2, núm. 1
V= 8,5; 13 i 18
B= 8,5 i 11,2
2/4 canaletes
Grafits: X; ke. ? i t
2, núm. 2-5; 3, núm. 12; 7, núm. 4
4 canaletes
NF
1
3, núm. 3-5
Lamb. 2
4
V= 10,5; B= 5,8
Larnb. 3
5
B= 5,2; 8,7; 9 i lO
Lamb. 4b
5
V= 9,5; lO; 10,5 i 11,6
2/3 canaletes
4, núm. 3-5
Lamb. 5
31
V= 17; 18; 19; 22; 23;
24; 25; 30 i 40
1/4 canaletes i estries;
grafits: X (2)
4, núm. 6; 5, núm. l -5;
6, núm. 1-5
Lamb. 10
4
¡_
4, núm. 1-2
7, núm. 1-3
B= 6; 6,3; 6,6; 9 i 9,4
lndeter.
2/4 canaletes i estries;
grafits: X; n.; s.e.
8, núm. 1-2
6 canaletes i 8 estampilles geometriques
8, núm. 3
l
8, núm. 4
1
8, núm. 5
1
1
Aretina de
vemís negre
Lamb. 7F 2286
1
V= 50; B= 13,9; H=
6,5; HN= 0,13
Parets fines
Mayet II
1
V=7,2
Llantia
Ricci H
1
2,7
Morter
Campa
1
V=25
8, núm. 6
Dr.1A
7
V= 16; 17; 18 i 20
9, núm. l-2; 10, núm. 1
Tarrac. 1
1
V=16cm
124
X
4,5
X
6,9
Ámfora
TOTAL
Segell: [... ]eno/eano
10, núm. 2
8
1.37
80
-380-
[page-n-383]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT IDERIC DE LA TORRE D' ONDA
3.1.
7
CAMPANIANA A
D'aquesta producció només s'ha trobat un fragment de base procedent de superfície, de
pasta roig amarronit, vernís mat amb zones marró rogenques, que sembla conservar un filet
blanc pintat al fans interior (fig. 2, núm. 1). Pertany a la producció tardana, que es data a partir
de la darreria del segle II i en la primera meitat de l'I a.C. (MOREL, 1962-65, p. 116; 1980, p.
10; 1981a, p. 47). A Hispania, un referent fonamental pera la datació d'aquesta producció és
Emporiae, on apareix a l'estrat IV de la Muralla Robert (80170-50/40) (SANMARTÍ, 1978, 11,
pp. 450-451 ). Pel que fa al repertori tipologic, els estudis de jaciments de la Proven~a i del
Llenguadoc oriental han permés ampliar-lo a partir de les formes assenyalades inicialment per
MOREL (Lamb. 1, 517a i Morel 113), amb altres considerarles inicialment característiques de la
producció mitjana: Lamb. 6, 8Bc, 27B, 31 i 36 (ARCELIN i CHABOT, 1980, pp. 161-165).
Pel que fa a la data final de les importacions, Morel (1992, p. 223) ha assenyalat que en
quasi tates les regions que voregen el Mediterrani occidental, a excepció de la de Massalia,
aquesta ceramica és rara en epoca republicana tardana. En els jaciments del litoral catala, com
ara Emporiae, en nivells del segle 1 a.C. aquesta producció és substituida progressivament per
la campaniana B tardana de Cales: si en l'estrat V de la muralla Robert (100-80170) encara
suposa el 32,3%, en l'estrat IV (80170-50/40) suposa només el 9,8% (SANMARTÍ, 1978, I, p.
310). Aquesta facies sembla que és la dominant en el litoral peninsular i a les Illes Balears.
Tanmateix, les investigacions realitzades al Llenguadoc oriental i a la Proven<;a occidental han
proporcionat dates més baixes que la resta dels jaciments del Mediterrani occidental, jaque la
producció tardana és predominant en la primera meitat del segle 1 a. C. (ARCELIN, 1978;
DEDET i PY, 1979).
Per a la baixa vall del Rodan, inicialment Arcelin (1978, pp. 118-119) va propasar una
datació peral final de les importacions cap al 30/20 a.C., amb un període d'ús que es prolongaría fins al canvi d'era. Posteriorment, amb l'estudi dels conjunts de La Cloche i de La
Vayede, va situar aquest final cap a 40/30 a.C. (ARCELIN i CHABOT, 1980, p. 195). Aquesta
perduració de les importacions fins a una data tan avan~ada contradiu obertament la hipotesi
del final de la producció cap al 80 a.C. mantinguda per Morel (1981b, p. 91), que ha fet veure
la irregularitat que suposal'existencia d'aquests «clients retardataris», i per explicar aquest fet
ha plantejat la possibilitat d'una llarga perduració dels materials, hipotesi que ha estat contestada per autors com Py i Arcelin.
Pel que fa a la forma a que devia pertanyer aquest fragment, pot tractar-se d'un bol
Lamb. 31. La seua aparició en contextos del segle 1 a.C. és freqüent, jaque la trobem en diferents assentaments hispanics i del migdia francés: el nivell 11 del deposit del sector occidental de B urriac (90-70), 1' estrat IV de la Muralla Robert i el ni vell inferior de la cisterna
de la terrassa inferior de la casa núm. 1 d'Emporiae, el Pou D-18 de Pollentia (segon quart
del segle I a.C.), la fase 3C1 de Lattara (75-25), la fase lB de Le Marduel (75-25), la fase 11
de La Cloche (90/80-55/45) i el nivell maurita 2 de Dchar Jdid (80-40). El peu pertany al
tipus P 221b2, que Motel data en el primer ter~ del segle I a.C. La presencia de decoració
pintada als fons interior és propia de la forma Lamb. 31 i perdura en la producció tardana al
llarg de la primera meitat del segle I a.C. (ARCELIN, 1978, p. 110). A més dels jaciments
esmentats (Burriac, Emporiae, Pollentia i La Cloche), la trobem també en el nivell III mitja
de Les Castels (Nages) (70-30).
-381-
[page-n-384]
8
F. ARASA i N. MESADO
o
5
X
Fig. 2
-382-
[page-n-385]
LA CERAMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT IBERIC DE LA TORRE D'ONDA
9
3.2. CAMPANIANA B
El conjunt ceramic de campaniana B presenta una gran homogene"itat en les seues característiques: pasta ocre clar, beix o beix ataronjat, homogenia i blana; vernís marró rogenc, poques
vegades negre, poc lluent, fi i d'escassa qualitat. En les bases són freqüents les marques de subjecció al voltant del peu i el fans exterior en reserva. La decoració és escassa i pobra, normalment amb canaletes i cercles concentrics d'estries amb aquestes oblíqües al fans interior. Deis
124 fragments i peces, n'han pogut ser classificats 70. El repertori de formes inclou quasi totes
les propies d'aquesta producció: Lamb. 1, 2, 3, 4b, 5 i 10. La forma predominant és la patera
Lamb. 5, amb 31 exemplars; segueix la copa Lamb. 1, amb 18 í, a molta distancia, la resta de
formes : la píxide Lamb. 3, amb 5 exemplars; la patera Lamb. 4b, amb 5 i la copa Lamb. 2 i la
gerreta Lamb. 10, amb 4 exemplars cadascuna.
Forma
V
UN
H
12
9,5
4 ,1
0,34
16
-
5
0,31
Forma
11,5
9
4
0,34
Lamb. 3
12,3
9,5
4,1
12,6
10,2
12,7
Lamb. 1
8
8
H
UN
9,6
10
5,8
0,60
0,33
6,9
8,6
5,4
0,78
4,4
0,34
7
8,4
4,9
0,70
9,8
4,6
0,36
Lamb. 4
9,2
5,5
4,9
0,53
14
10,4
4,1
0,29
Lamb. 5
17,2
6,5
2,5
0,14
14,7
10,3
4,8
0,32
21,9
7,1
3,8
0,17
15
11,4
5,1
0,34
24,8
8,1
3,2
0,12
10
5,9
6
0,60
7,2
5,1
10,1
1,40
10
6
5,1
0,51
8
4,6
9,5
1,18
10,2
Lamb. 2
V
5,5
4,2
0,41
8,2
4,8
10
1,21
Lamb. 10
Dimensions de les peces senceres o restaurades.
Tot el conjunt pertany a la producció denominada «B-o"ide» per Morel (1978, p. 162; 1980,
p. 103; 1981a, pp. 46-47; 1981b, pp. 82 i 95-96; 1986, pp. 469-470; 1992, p. 225), terme que es
refereix a aquells productes semblants a la campaniana B, tant en la tecnica com en les formes i
motius decoratius, que provenen en gran part d'obradors situats a la Campama septentrional i al
Laci meridional, particularment de Cales (PEDRONI, 1986 i 1990), que nosaltres hem proposat
denominar producció tardana de Cales (ARASA, 1995, pp. 137-140; en premsa).
L'inici d'aquesta producció pot datar-se entre la darreria del segle Il i el principi de 1'1 a.C.
Es caracteritza per la reducció del repertori tipologic, la simplificació deis motius decoratius
(canaletes concentriques i cercles concentrics d' estries) i el desenvolupament d' al tres particu1ars
(«losanges») i la perdua notable de qualitat en 1' acabat i en el vernís. Pel que fa al final de les
importacions, Morel (1978, pp. 160-161) ha assenyalat una data cap al 50 a.C. Al sud de Fran¡;a,
-383-
[page-n-386]
F. ARASA i N. MESADO
10
,o
Fig. 3
-384-
[page-n-387]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT IBERIC DE LA TORRE D'ONDA
11
35
30
25
20
15
10
5
o
Lamb.1
Lamb.2 Lamb.3 Lamb.4 Lamb.5 Lamb.1o
Grafica de formes de campaniana B.
Arcelin situa aquest final cap a 40/30 (ARCELIN i CHABOT, 1980, p. 195; ARCELIN, 1981a, p. 7;
ARCELIN, 1991, p. 214). Amb posterioritat, la seua difusió és merament local i conviu ambla producció d'engalba roja (sigil·lata), fins a desaparéixer defmitivament en epoca d'August.
En diverses regions del Mediterrani, com ara la península Iberica i el Marroc, esdevé majoritma a partir de 90/80 i constitueix una facies caracteritzada perla seua progressiva hegemonía,
que desplaqa la campaniana A fins a reduir-la en el segon quart del segle a una presencia testimonial. Al Llenguadoc oriental i la Provenqa occidental, contranament, com ja hem vist es dóna al
llarg del segle I a.C. unafacies regional caracteritzada pel píedomini de la campanianaA tardana.
Les referencies cronologiques pera fixar-ne el momént d' aparició són escasses. A Valentia
les produccions «B-o"ides» comencen a aparéixer en el nivell IV, al final del segle II, i en el nivell
V, en el primer quart del segle I, arriben a suposar el 47,3% de les ceramiques de vernís negre
(RIBERA, 1993, p. 741). A Burriac l'aparició dels tipus «B-o"ides» emporitans (F, G i H) se situa
en la primerá fase del deposit del sector occidental (90-80), amb un 1,5%, i la seua presencia augmenta en el nivell I (70-40) (MIRÓ, PUJOL i GARCÍA, 1988, pp. 99-103). A Emporiae aquests
tipus caracteritzen l'estrat IV de la muralla Rubert (SANMARTÍ, 1978, I, p. 304), apareixen en el
nivell ill del jardí del peristil de la casa núm. 1 i en el nivell inferior del reompliment de la cisterna de la terrassa inferior d' aquesta casa en el segon quart avanqat del segle I a.C., i són un component característic dels contextos ceramics dels nivells que es daten amb posterioritat al 75
(SANMARTÍ i SANTOS, 1986-89, pp. 297 i 300).
3.2.1. Les formes
Lamboglia 1: esta representada per 18 exemplars amb 17 diametres que es distribueixen de la
següent manera: 1 d' ll cm., 5 de 12,2 de 13,3 de 14,4 de 15, 1 de 16 i 1 de 18 cm. Les altures
varien entre 4 i 5,1 cm. i la proporció HIV oscil·la entre 0,29 i 0,36, amb una mitjana de 0,33. Pel
que fa als trets morfologics, alguns exemplars presenten un lleuger engrossiment del llavi i
només un solc acanalat en la part inferior externa d' aquest (fig. 2, riúm. 5). Les parets són incli-385-
[page-n-388]
F. ARASA i N. MESADO
12
2
o
5
Fig.4
-386-
[page-n-389]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT ffiERIC DE LA TORRE D'ONDA
13
nades i els peus són oblics i en general baixos. Un exemplar presenta un solc en la unió de la paret
amb el peu (fig. 3, núm. 2), que en un altre arriba a ser una lleugera depressió. Quant a la decoració del fons interior, un exemplar no en té (fig. 2, núm. 2), un altre té 2 canaletes concentriques
amples (fig. 3, núm. 1) i la resta acompanya aquestes amb un petit cercle al centre (fig. 2, núm.
3-5; fig. 3, núm. 2).
La decoració més freqüent consisteix en dos soles davall 1' exterior del llavi i 3 canaletes
concentriques al fons intem. En els exemplars més antics les parets són més verticals i la proporció HN evoluciona des de 0,35 fms a 0,30 entre la darreria del segle ll i mitjan del segle I
a.C. Entre els exemplars d'Emporiae, Sanmartí (1978, I, p. 303) ha assenyalat que els peus són
molt oblics i de vegades prou alts en la producció tardana. Pel que fa als diametres, Py
(DICOCER, p. 151) assenyala tres series de 12/13, 15116 i 20/21 cm. A la baixa vall del Rodan
s'agrupen en dues series de 11,5/13 i 14,5/15 cm. A La Vayede hi ha dues series de 12 i 14 cm.
En el derelicte de La Madrague de Giens s'agrupen en dues series de 11,6/13,5 cm. i de 14,8116
cm. A Olbia hi ha dues series majoritanes de 12/13 i 15/16 cm., sense que falten series intermedies de 14 cm., o fins i tot majors de 18 cm.
Aquesta copa és una de les formes més freqüents des del final del segle II (MOREL, 1965, p.
87; 1968, p. 60, núm. 8; PY, 1978, p. 229). En el derelicte de Sant Ferreol, que es data cap a mitjan
del segle I a.C., representa un 35% del total. Apareix en nombrosos jaciments amb datacions del
segle I a.C.: l'estrat IV de la Muralla Robert i el nivell III del jardí del peristil de la casa núm. 1
d' Emporiae (segon quart avanc;:at del segle I a.C.), el nivell II del deposit del sector occidental de
Burriac, el Pou D-18 de Pollentia, La Galere (100/90-40/30), la fase II de La Cloche; La Vayede
(55/50-40), el nivell maurita 2 de Ochar Jdid i els derelictes de La Madrague de Giens (60/50), San
Ferreol, Titan, Planier 3 i Ile Plane (ca. 50) i Fos 1 (principi de la segona meitat del segle I a.C.).
Lamboglia 2: d'aquesta forma hi ha 4 exemplars que presenten uns diametres que varíen entre
10 i 10,5 cm. i 3 amb altures entre 4,2 i 6 cm. La proporció HN varia entre 0,41 i 0,60. Pel que
fa als trets morfologics, la vora exvasada és quasi plana en un exemplar (fig. 3, núm. 4) i en un
altre es gira cap avall (fig. 3, núm. 3). La paret és més recta i la seua inclinació és major segons
disminueix la profunditat. Un exemplar presenta una depressió en la part inferior de la paret
interna (fig. 3, núm. 3). El peu presenta una altura irregular: baix en un cas (fig. 3, núm. 5) i alt
en un altre (fig. 3, núm. 4).
En general, la proporció HIV sembla molt variable i deu correspondre a l' existencia de
diverses series (BATS, 1988, p. 141), sense que hom puga determinar amb seguretat un criteri evolutiu: en el derelicte d'Spargi és de 0,46 i 0,48, en el de La Madrague de Giens se situa entre 0,32
i 0,44, mentre que a La Cloche se situa majoritariament entre 0,46 i 0,59. Quant al diametre, a La
Cloche se situa entre 8,5 i 10 cm. i a La Madrague de Giens entre 9,5 i 11,6 cm.
Aquesta forma apareix en nombrosos jaciments amb datacions del segle I a.C.: l'estrat IV de
la Muralla Robert i el nivell inferior de la cisterna de la terrassa inferior de la casa núm. 1
d'Emporiae, el nivell I del deposit del sector occidental de Burriac, el Pou D-18 i el nivell ill del
carrer Porticat (50-20) de Pollentia, la fase II de La Cloche i els derelictes de La Madrague de
Giens, San Ferreol, Titan, Planier 3, lle Plane i Fos l.
Lamboglia 3: d'aquesta forma hi ha 5 exemplars amb diametres compresos entre 6,9 i 9,6 cm.
i altures que oscil·len entre 4,9 i 5,8 cm. La proporció HN varia entre 0,60 i 0,78. La base de
-387-
[page-n-390]
14
F. ARAS A i N. MESADO
11)
..,
11)
o
-388-
[page-n-391]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT IBERIC DE LA TORRE D'ONDA
15
!'única miniatura present, incompleta, té un dütmetre de 5,2 cm. i una altura aproximada de 3 cm.
Pel que fa als trets morfologics, en la major part deis casos el peu presenta un engrossiment que
forma una lleugera depressió en la seua unió ambla paret (fig. 4, núm. 2), pero en alguns exemplars el peu forma una prolongació de la paret dibuixant un are (fig. 4, núm. 1). Dos exemplars
presenten una lleugera depressió en la unió del peu amb el fans exterior.
Pel que fa als aspectes formals, en ocasions hi apareix un lleuger ressalt entre el fans extem
i la paret interna del peu. Quant als dütmetres, en el derelicte de La Madrague de Giens i a la vall
del Rbdan hi ha dues series de 4,1/4,7 i 617,5 cm. (DICOCER, p. 151), i a Olbia hi ha una tercera
serie de 8,5/9 cm. La proporció HIV és pdtctícament identica a La Cloche i en el derelicte de La
Madrague de Giens: 0,72-0,91. Una variant d'aquesta forma són les miniatures, presents, entre
altres, en el derelicte de La Madrague de Giens.
Aquesta pixis apareix majoritanament en la producció tardana i la trobem en nombrosos
jaciments amb datacions del segle I a.C.: l'estrat IV de la Muralla Robert i el nivell m deljardí
del peristil de la casa núm. 1 d' Emporiae, el deposit del sector occidental de Burriac (90-40), La
Galere, la fase m mitjana de Les Castels (Nages) (70-30), la fase 11 de La Cloche, el nivell maurita 2 de Dchar Jdid, La Vayede i els derelictes de La Madrague de Giens, Titan, Planier 3, San
Ferreol i Fos l.
Lamboglia 4: d'aquesta patera amb peana hi ha 4 exemplars amb diametres que varíen entre 9,2
i 11,6 cm.; l'únic exemplar sencer té una al<¡:ana de 4,9 cm. i una proporció HIV de 0,53. Pel que
fa als trets morfologics, en dos exemplars el llavi s 'al<¡:a lleugerament formant una petita
depressió en la part superior de la vara (fig. 3, núm. 5). En un d'aquests, la unió del cos ambla
peana esta marcada per una lleugera depressió i el fans interior no és pla com en la resta sinó que
esta bombat. Quant a la decoració del fans interior, és mólt variable: en el cas anteriorment
esmentat no n'hi ha i en la resta les canaletes concentriques apareixen en nombre de 2, 3 i 4 (fig.
4, núm. 3-5); en aquests dos darrers casos sempre n'hi ha una de petita al centre.
La forma deis peus sembla seguir una evolució cronologica: els més alts solen ser més antics
i els més baixos i amples són de datació més recent (SANMARTÍ, 1978, 11, pp. 448-449;
TCHERNIA, POMEY i HESNARD, 1978, p. 55). Pel que fa al diametre, sembla presentar una sola
talla de 9/10 cm.
Aquesta forma apareix majoritariament en la producció tardana. Pera algunes series, particularment les F 1413 i 1416, Morel (1981a, pp. 111-112) assenyala la seua presencia característica en la periferia del món mediterrani, especialment la península lberica i el Marroc, i en la
majar párt deis casos indica que es tracta d'una producció «B-o"ide» local o regional. Apareix en
nombrososjaciments amb datacions del segle I a.C.: l'estrat IV de la Muralla Robert d' Emporiae,
el nivell II del deposit del sector occidental de Burriac, el Pou D-18 de Pollentia, el nivell maurita 2 de Dchar Jdid, La Vayede i els derelictes de La Madrague de Giens, San Ferreol, Planier 3
i Fos l.
Lamboglia 5: és, amb diferencia, la forma més nombrosa. Hi ha 31 exemplars amb uns formats
compresos entre 17 i 40 cm. que poden agrupar-se en quatre mbduls: 17-19, 21-23, 30 i 40 cm.;
l' altura, només amb 3 valors, oscil·la entre 2,5 i 3,8 cm. La proporció HIV varia entre O, 12 i O, 17.
Pel que fa als trets morfologics, la vora és un poc engrossida i en alguns casos lleugerament concava (fig. 5, núm. 1), pero majoritanament és recta i quasi vertical (fig. 5, núm. 5) o sobretot
-389-
[page-n-392]
16
F. ARASA
N. MESADO
.,
-390-
[page-n-393]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT IBERIC DE LA TORRE D'ONDA
17
inclinada (fig. 4, núm. 6; 5, núm. 2 i 4; 6, núm. 1). La carena és arrodonida, sense que en cap cas
arribe a ser un angle marcat. L' exemplar de 30 cm. de dHunetre presenta dos fins graons en la part
interior de la vora. En els tres exemplars més complets, la base presenta un engrossiment característic en el peu -l'anomenat «peu de bota»- més o menys marcat (fig. 4, núm. 6; 5, núm. 2).
Altres bases semblants deuen perümyer també a aquest tipus. La major part presenta una decoració en el fons interior consistent en un nombre variable de 2 a 4 canaletes concentriques acompanyades en molts casos de cercles concentrics d'estries curtes i oblíqües de factura poc acurada;
en un cas aquestes apareixen sense canaletes.
Aquesta patera és la forma més freqüent d'aquesta producció (LAMBOGLIA, 1952, pp. 146147; ARCELIN, 1978, p. 112; DICOCER, p. 152). No sempre resulta facil diferenciar-la de les
formes Lamb. 7 i 517 (MOREL, 1968, p. 63, nota 2; TCHERNIA, POMEY i HESNARD, 1978, p. 55;
BELTRÁN LLORIS, 1979, p. 171), perla qual cosa sovint són estudiades conjuntament (cf SOLIER,
1980, p. 231; BATS, 1988, pp. 137-138). Aixo passa en el derelicte de San Ferreol, on el grup de
les pateres planes suposa el 53% de la vaixella. Al Cabezo de Alcalá (Azaila) el grup format per
aquesta forma i afins (Lamb. 517) constitueix el 41%. Sanmartí (1978, I, p. 303) ha assenyalat,
entre els exemplars d' Emporiae de la producció tardana, que el fons extern sol estar situat a més
altura que el punt d'unió entre les parets externes del peu i del cos; així mateix, la vora sol ser
prou oberta i lleugerament concava. Aquesta forma sol anar decorada al fons interior amb canaletes concentriques i una franja de rodet (ARCELIN, 1978, p. 114), disposades segons el següent
esquema: al centre un petit cercle i, a continuació, dues series espaiades i formades per una o dues
canaletes a }'interior i altres dues a l'exterior, amb cercles concentrics d'estries, sovint amb quatre
series d'estries oblíqües.
Pel que fa als diametres, en el derelicte de La Madrague de Giens s'agrupen en tres series:
16/17,4, 19,8/22 i 27/34 cm. A La Cloche la proporció HN és constant i proxima a 0,16, mentre
que els diametres presents són 17119,22/23,25/27,34 i 42 cm. ALa Vayede hi ha una sola serie
de 21/23 cm. A Olbia el grup de les formes Lamb. 5 i 7 ha proporcionat 3 series de 19, 23 i 32/34
cm., a més d'un cas excepcional de 44 cm. A Burriac, en el nivell ll del deposit del sector occidental, hi ha tres grups: 18/25, 30/32 i 48/50 cm.
12
10
8
6
4
2
o
17
18
19
22
23
Gratica de diametres de la forma Lamboglia 5.
-391-
24
25
30
40
[page-n-394]
18
F. ARASA i N. MESADO
o
Fig. 7
-392-
5
[page-n-395]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT IBERIC DE LA TORRE D'ONDA
19
Aquesta patera apareix en nombrosos jaciments amb datacions del segle 1 a.C.: l'estrat IV de
la Muralla Robert i el nivell 111 del jardí del peristil de la casa núm. 1 d' Emporiae, el deposit del
sector occidental de Burriac, el Pou D-18 de Pollentia, La Galere, la fase 11 de La Cloche, la fase
lB de Le Marduel, La Vayede, el nivell maurita 2 de Dchar Jdid i els derelictes de La Madrague
de Giens, San Ferreol, Planier 3 i Ile Plane.
Lamboglia 10: hi ha 4 exemplars, amb 3 diametres que varien entre 7,2 i 8,2 cm. Tres exemplars
es conserven complets i presenten una proporció HN que oscil·la entre 1,18 i 1,40. Cal destacar
la seua gran homogeneltat formal. Pel que fa als trets morfologics, un deis dos exemplars sense
anses presenta una carena marcada en la part inferior de la paret (fig. 7, núm. 1). L'exemplar amb
anses (fig. 7, núm. 3) té un perfil més suau, amb la vora menys exvasada, i un engrossiment en
el fons interior.
Aquesta gerreta de perfil en S apareix amb i sense anses. La trobem en nombrosos jaciments
amb datacions del segle 1 a.C.: 1' estrat IV de la Muralla Robert d 'Emporiae, el deposit del sector
occidental de Burriac, La Galere, la fase m de Le Marduel i els derelictes de La Madrague de
Giens, San Ferreol, Planier 3, Titan i Ile Plane.
3.2.2.
La decoració
Els motius decotatius són en general molt simples: les canaletes concentriques que apareixen
en el fons interior de les formes Lamb. 1, 4 i 5 i els cercles concentrics d'estries que apareixen
en la forma Lamb. 5 -la que més freqüentment va decorada- normalment en combinació amb
aquells i amb un petit cercle al centre; en els exemplars més tardans a penes estan marcats (ej.
TCHERNIA, POMEY i HESNARD, 1978, p. 51). La decoració combinada de canaletes concentriques i cercles concentrics d'estries a !'interior apareix ja en la segona meitat del segle 11 a.C. i
continua fins al final de la producció; aquestes són curtes, molt fines, sovint a penes marcades i
estan inclinades uns 45° sobre 1'eix del vas.
Aquests motius apareixen en nombrosos jaciments amb datacions del segle 1 a.C.: el deposit
del sector occidental de Burriac, La Galere, la fase m de Le Marduel, La Vayede i els derelictes
de San Ferreol, Planier 3 i Fos l.
3.2.3.
Grafits
Es tracta de signes geometrics i textos breus que apareixen incisos sobre la superfície deis recipients i que de maneta general s'interpreten com inscripcions de propietat. La seua presencia a partir
del segle m se situa en un període de generalització de l'ús de l'escriptura i d'auge de les importacions, quan aquestes passen de ser béns de prestigi a ser béns de consum. El grafit sobre l' objecte
importat és possiblement un distintiu de propietat. La progressió en l'ús de l'escriptura amb aquesta
funció alllarg del període roma és patenten la seua important presencia sobre campaniana A, sobretot
alllarg del segle 11, i el seu espectacular augment sobre campaniana B tardana, ja en el segle 1 a.C.
-393-
[page-n-396]
20
F. ARASA i N. MESADO
Producció
Forma
Localització
Text/motiu
Campaniana B
Lamboglia la
Fons exterior
X
Campaniana B
Lamboglia la
Fons exterior
ke. ?
Campaniana B
Lamboglia la
Fons exterior
T
Campaniana B
Lamboglia 1a
Fons exterior
t
Campaniana B
Lamboglia 5
Paret interior del peu
X
Campaniana B
Lamboglia 5
Exterior paret
X
Campaniana B
Indeterminada
Fons exterior
n.
Campaniana B
Indeterminada
Fons exterior
s.e.
Un total de 8 peces de campaniana B presenten grafits incisos. Pel que fa al contingut, 5 són
signes de caracter geometric i 3 són textos. Els signes de caracter geometric són 3: X, Ti t, dels
quals el primer apareix en 3 ocasions. Pel que fa als textos (n.; s. e.; ke. ?), un apareix incomplet i
la seua lli~ó és insegura; quant al nombre de signes, dels altres dos un en té un i l'altre dos.
Finalment, la localització dels grafits es concentra en dues parts dels recipients: 6 al fons exterior, 1 a la paret interior del peu i 1 a 1' exterior de la paret.
3.3.
ARETINA DE VERNÍS NEGRE
D'aquesta producció hi ha una patera de la torma Lamb. 7 de pasta taronja ciar, homogenia,
vernís poc lluent, d' aplicació irregular en la paret exterior proxima a la base, marques de subjecció
i fons exterior en reserva, amb empremptes digitals. La decoració del fons interior esta formada
per 3 series de 2 canaletes concentriques i 8 estampilles geometriques amb dues e contraposades:
7 disposades en cercle entre les dues series exteriors de canaletes i 1 al centre (fig. 8, núm. 3). Pel
que fa a les dimensions, el seu diametre és de 50 cm., la seua al~aria de 6,5 cm. i la proporció HN
de 0,13 .
Identificada inicialment per Lamboglia (1952, p. 206) coma «campaniana B pre-aretina»,
Morel ha descrit les seues característiques en diverses ocasions (MOREL, 1963, pp. 38-39; 1965,
pp. 228-230, 237 i 241; 1968, p. 60; 1980, pp. 103-104; 1981a, p. 46; 1981b, p. 82). Molt proxima a la campaniana B per les seues característiques tecniques, cosa per la qual no sempre
resulta facil d'identificar, pot distingir-se d'aquesta per alguns detalls morfologics, com ara la
forma dels peus, entre els quals hi ha un tipus (P 141c) que presenta un ressalt característic en la
paret interna. La forma més característica d'aquesta cerarnica és una patera de gran diametre del
tipus Lamb. 7, la vora i el peu de la qual presenten una es treta relació amb els de la forma de ceramica aretina de vernís roig que Goudineau (1968, pp. 239, 252-253 i 279-281) anomena «precursora» (forma 1), ésa dir, la més antiga. D'altra banda, aquestes pateres solen anar decorades
amb estampilles geometriques en forma de «dues e contraposades» (LAMBOGLIA, 1952, p. 153)
que apareixen també en la cerarnica pre-aretina (GOUDINEAU, 1968, p. 332). Aquestes grans
pateres corresponen, almenys en part, ambles que apareixen en la producció que Morel (1965,
p. 16) va anomenar «campaniana B de pasta pesant». Aquesta cerarnica va ser produ"ida alllarg
-394-
[page-n-397]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT ffiERIC DE LA TORRE D'ONDA
21
del segle II i sobretot de l'I a.C. en la regió d'Arretium. La seua exportació, sempre en volum
molt inferior al de la campaniana B tardana de Cales, es data cap a mitjan del segle l. Morel
(1992, p. 228) ha assenyalat que es tracta d'un cas excepcional de gran producció de vernís negre
amb una important difusió terrestre.
Encara que no sempre és possible determinar amb seguretat que es tracta de peces d'aquesta
producció, hem reunit algunes referencies a grans pateres decorades amb aquest ti pus d' estampilles que possiblement hi pertanyen o almenys hi deuen estar relacionades. Pel que fa a Hispania,
en alguns jaciments destrui"ts en la guerra de Sertori s'esmenten pateres que possib1ement pertanyen a aquesta producció, que d'aquesta manera hauria comen¡;at a exportar-se ja en el primer
quart del segle I a.C. A El Cabezo de Alcalá (Azaila) Beltrán Lloris (1979, pp. 189-190, núm.
223, fig. 20-21) estudia una base amb el peu característic que atribueix a la producció de «pasta
pesant». A La Caridad (Caminreal, Terol) s'esmenta una patera de la forma Lamb. 517 (F 2286a)
amb 9 estampilles d'aquest tipus (VICENTE etalii, 1991, p. 93). Aquest motiu apareix a Burriac
en el nivell II del deposit del sector occidental (MIRÓ, PUJOL i GARCÍA, 1988, p. 57, núm. 360).
A Emporiae hi ha diverses bases semblants, majoritanament de la forma Lamb. 7 i de la producció de «pasta pesant», decorades amb estampilles de la «familia de les dues e contraposades»,
que es daten en la primera meitat del segle I a.C. (SANMARTÍ, 1978, I, pp. 149, núm. 366, lam.
27 i 112; i 213, núm. 546, lam. 43). Támbé es coneixen bases amb peus i estampilles simi1ars a
Corduba (VENTURA, 1992, p. 150, núm. 34-35, fig. 14).
En el derelicte d'Íle Plane hi ha alguns exemplars d'aquesta producció amb estampilles
nominals conegudes tant en cetamica pre-atetina de vernís negre com en aretina de vernís roig i
atribu'ides als obradors de la regió d'Arretium (LEQUÉMENT i LIOU, 1976, pp. 591-592, fig. 6 i
8, D). En el derelicte Planier 3 es va trabar una patera de la forma Lamb. 5 amb el peu característic i la decoració desgastada formada per 4 estampilles (TCHERNIA, 1968-70, p. 71, fig. 16,
núm. 1 i 3). També es coneixen bases amb peus similars i estampilles nominals a Olbia (BATS,
1988, p. 138, Pl. 24, núm. 768-769), Ruscino (SOLIER, 1980, pp. 228-230, fig. 5, núm. 120, 122123) i en l'estrat VIA (100/90-30/20) d'Albintimilium (LAMBOGLIA, 1950, p. 65, fig. 27, núm.
9). A Roma, Morel (1965, p. 148, núm. 352, pl. 25, núm. 61) assenyala la presencia d'un exemplar que atribueix a un taller etrusco llatí i data cap al final del segle II o cap al lOO a.C.; un altre,
amb estampilles nominals, el data cap a mitjan del segle 1 a.C. (MOREL, 1965, p. 189, núm. 501,
pl. 33). A Magdalensberg aquesta producció és abundant, amb nombrases pateres de les formes
Lamb. 5 i 7 i alguns estrets paral·lels amb l'exemplar estudiat quant a la forma, grandana i decoració, i altres amb motius semblants (SCHINDLER, 1967, p. 14, Taf. 1, núm. 4 = F 2287a1; Taf.
1, núm. 8; 2, núm. 2-3; i 4, b, e id). A Dchar Jdid aquest tipus d'estampilles apareix sobre una
patera de la forma Lamb. 7 en el nivell maurita 2 (AKERRAZ et alii, 1981-82, p. 204, pl. XIX,
78.1639). Finalment, a Delos es coneix el fans d'una gran patera, amb un diametre superior a 47
cm. i decoració formada per 1 estampilla central i al tres 9 radials a 1' interior de 3 series dobles
de canaletes concentriques (MOREL, 1986, p. 477, fig. 18, núm. 117, i fig. 28).
3.4.
CERÁMICA DE PARETS FINES
Només s'han trobat dos fragments d'un mateix exemplar del tipus Mayet ll de procedencia
italica. La pasta és de color roig fose i la superfície és negre ro gene. El seu diametre és de 7,2 cm.
(fig. 8,. núm. 4).
-395-
[page-n-398]
22
F. ARASA i N. MESADO
)
o
5
5
Fig. 8
-396-
[page-n-399]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT IBERIC DE LA TORRE D'ONDA
23
Aquesta cedunica, originaria en la seua majar part de l'Etrúria marítima, fou estudiada inicialrnent per Marabini (1973) a partir deis exemplars trobats a Cosa. Posteriorment, Mayet (1975)
en va realitzar un estudi més ampli i va establir una tipología a partir dels productes hispanics.
Darrerament ha estat estudiada per Ricci (ATLANTE, 1986) i, a Catalunya, per López Mullor
(1989), a qui ens remetem en general pera les troballes en contextos ben datats. Aquesta producció
tingué una amplia difusió per tot el Mediterrani occidental. De manera general, la seua exportació
va comens;ar cap a la meitat del segle II i va perdurar almenys fins al segon quart de 1'1 a.C.
Pel que fa al gobelet de la forma Mayet 11, els exemplars més antics són del primer quart
del segle 11, pero la seua majar difusió se situa entre el darrer quart d'aquest segle i el primer
de 1'1 a.C., amb una presencia més esporadica en el segon quart i fins a l'epoca augustal
(MARABINI, 1973, pp. 58-62; MAYET, 1975, pp. 26-27; LÓPEZ MULLOR, 1989, pp. 99-103).
Entre les datacions més tardanes podem incloure el nivell 11 del deposit del sector occidental de
Burriac i el pou D-18 de Pollentia.
3.5. LLÁ.NTIA
L'únic exemplar trobat és de cerarnica comuna i pertany al tipus H de Ricci (1974, pp. 223226, figs. 32-34). La pasta és ocre i presenta indicis de combustió en el bec. Les seues dimensions són: 2,7 x 6,9 x 4,5 cm. El seu cos és cilíndric, el disc és ample i pla, la base també és plana,
1' orifici d' alimentació és ample, el rostrum és també ample i té forma de cua d' oroneta i presenta
un petit apendix un poc trencat en el costat dret (fig. 8, núm. 5).
Es tracta d'una producció del Laci, prou simple i sense pretensions estetiques. La seua
datació se situa entre rnitjan segle 11 i rnitjan de 1'1 a.C. (PAVOLINI, 1981, p. 152). A la península lberica, aquest ti pus apareix sovint en ambients relacionats amb la guerra sertoriana. Encara
que és prou freqüent, els exemplars ben datats són escassos. Trobem alguns paral·lels a El
Cabezo de Alcalá (Azaila) (BELTRÁN LLORIS, 1979, pp. 156-158 i 180, núm. 147-150, fig. 7 i
15), Cáceres el Viejo (ante 80) (ULBERT, 1984, pp. 155-157 i 241-242, Taf. 41-42), Lomba do
Canho (75-25) (DE CASTRO, GUERRA i FABLÓ..O, 1990, pp. 74-75, núm. 1-2), Albintimilium
(epoca de Sil·la) i Roma (48-46) (RICCI, 1974, pp. 225-226). Sense datació precisa la trobem a
Lucentum (OLCINA, REGINARD i SÁNCHEZ, 1990, p. 19, núm. 3-4) i Pollentia (PALANQUES,
1992, pp. 20-21, lam. 1, 8).
3.6.
MORTER
L' exemplar estudiat és de ti pus campa, de la forma Aguarod l. Té la pasta ocre i 1' engalba
beix, amb un diametre de 25 cm. La vara té secció triangular, amb una lleugera depressió central; la base és plana i el vessador esta molt desenvolupat (fig. 8, núm. 6).
Descrit en el tipus 7 de Vegas (1973, pp. 28-34, figs. 8-10), Bats (1988, pp. 162-164) el va
definir coma «morter italic» i en va diferenciar dos grups tipologics. Recentment, Aguarod (1991,
pp. 123-126), que ha estudiat els exemplars de la Tarraconense, distingeix tres tipus entre els morters tardo-republicans: el morter campa, el morter centro-italic i les irnitacions tarraconenses.
Hom ha assenyalat que els obradors que fabriquen els morters campans són els mateixos que els
-397-
[page-n-400]
24
F. ARASA i N. MESADO
2
o
Fig. 9
-398-
5
[page-n-401]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT IBERIC DE LA TORRE D'ONDA
25
de les armares, donada la identitat de pastes, i poden situar-se a la Campania septentrional o al
Laci meridional (PY, 1978, p. 249; ARCELIN, 1981b, p. 117). Aquest tipus inclou al seu torn
diverses variants que pareixen conviure sense datacions particulars. S'ha assenyalat la semblanc;a
del seu perfil amb el de les amfores Dr. lA (PY, 1978, p. 249). Pel que fa a la datació, Bats (1988,
p. 163) ha situat l'inici de la difusió cap al 150, amb un final en el primer quart del segle 1 a.C.
Segons les referencies arreplegades, aquesta forma encara és freqüent en els jaciments amb
nivells de destrucció d'epoca sertoriana i sembla desaparéixer a partir de rnitjan segle 1 a.C.
Entre les datacions més tardanes, trobem aquest tipus en el pou D-18 de Pollentia, en el
deposit del sector occidental de Burriac, en la fase III antiga i rnitjana de Les Castels (Nages)
(100-30), en la fase m de Le Marduel, en les fases 4nE (75-50) i 4nD (50-25) de Lattara i a La
Vayede.
3.7. Á.MFORES
3.7.1.
DressellA
D'aquest tipus s'han trobat 7 exemplars; la pasta és taronja, roig-amarronida o beix, amb desgreixant negre d'origen volcanic en alguns casos; l'engalba és beix, amb diferents tonalitats. Els
diametres s'escalonen en quatre formats de 16, 17, 18 i 20 cm. La proporció als;ana/grossaria de
la vora és d'1; 1,6; 1,8; 2 i 2,3. Les vares presenten perfils variats que van des deis més pronunciats ----en ellírnit ambles greco-italiques tardanes- fins als més suaus, amb als;anes compreses
entre 3,4 i 4,9 cm. (fig. 9, núm. 1-2; 10, núm. 1). La procedencia campana és segura almenys en
tres exemplars i probablement italica en altres dos; no pot descartar-se que algun deis dos restants
siga tarraconense.
Les límitacions de la divisíó tripartita establerta per Lamboglia ( 1955) ha estat assenyalades
per diversos autors (LAUBENHEIMER, 1980; SANMARTÍ GREGO, 1985; EMPEREUR i HESNARD,
1987, pp. 30-31; MIRÓ, PUJOL i GARCIA, 1988, p. 25; GATEAD, 1990, pp. 166-167). Aquestes
són evidents quan es treballa només amb fragments de vora. Pel que fa a la seua caracteritzacíó,
Empereur i Hesnard fixen dos trets morfologics fonamentals: l'als;ana total inferior als 110 cm.
i l'als;ana delllavi menor de 5,5 cm.; l'aplicació d'aquest darrer criteri ha deterrninat la classificació dels exemplars ací estudiats. La seua producció s' estén per la costa tirrenica de la Italia
central, des de l'Etrúria meridional, el Laci, la Campania i probablement fins a Calabria
(TCHERNIA, 1986, pp. 45-47). Entre les Dr. lA coexisteixen llavis amb detalls diversos, com
hom pot veure aAlbintimilium (LAMBOGLIA, 1955, figs. 10-11) i ha confirmat Sanmartí (1985,
pp. 134-140) al campament de Peña Redonda.
La seua aparició es data de manera aproximada cap a mítjan del segle II a.C. En la revisió
deis materials de les excavacions de Schulten en els campaments d'Escipió de Numantia i,
sobretot, en l' estudi del material de superfície arreplegat al campament de Peña Redonda,
Sanmartí (1985) va situar el període d'aparició de les Dr. lA entre la destrucció de Carthago el
146, on apareixen alguns exemplars (MOREL, 1988, 92-94), i l'abandonament d'aquest campament el 133. Segons Tchernía (1986, pp. 42-44), les Dr. 1 apareixen a partir de l'inici del darrer
terc; d'aquest segle. Pera Empereur i Hesnard (1987, p. 31) les primeres Dr. 1 apareixen en el
tercer quart del segle II a.C. Entre les datacions més tardanes, que arriben fins a la meitat del
-399-
[page-n-402]
26
F. ARASA i N. MESADO
2
Fig. 10
-400-
[page-n-403]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT ffiERIC DE LA TORRE D'ONDA
27
segle I a.C., podem esmentar el nivell II del deposit del sector occidental de Burriac, el Pou
D-18 de Pollentia, la fas.e IB de Le Marduel, el nivell maurita 2 de Dchar Jdid i La Vayecte.
3. 7.2.
Tarraconense 1
L'únic exemplar d'aquest tipus té la pasta taronja, amb punts blancs en el desgreixant, l'engalba beix groguenc, el diametre de 16 cm. i la vora de 7,8 cm. d'al9aria (fig. 10, núm. 2).
Presenta un segell imprés davall del llavi en forma de creixent amb els extrems arrodonits, de
3,1 cm. de llargaria i 0,9 cm. d'amplaria maximes, del qual només es pot llegir -amb dubtesla terminació -]eno o -]eano. Les estampilles que apareixen sobre aquestes amfores són de ti pus
arcaic, de forma rectangular, només amb el prenom i el nom, pero no n' ha estat publicada cap
amb aquesta forma i un nom semblant.
Aquest tipus d' amfora vinaria fou anomenat Laietana 1 per Comas (1985, pp. 65-66).
Posteriorment ha estat estudiat de manera més amplia per Nolla (1987), que l'anomena
Tarraconense 1 per produir-se en un territori més extens que l'estrictament laieta, i per Nolla i
Salias (1984-85) a partir de les troballes d'Empúries. Darrerament, Miró (1988, pp. 63-69) i
Comas i Casas (1989) n'han ampliat l'estudi. Molt probablement va fabricar- se en el territori de
la Laieü'mia, a les vil·les de la Salut de Sabadell i del Roser de Calella (MIRÓ, 1988, pp. 28-29;
COMAS i CASAS, 1989, pp. 581-583), pero també en altres llocs com Fenals (Lloret de Mar)
(NOLLA i SOLlAS, 1984-85, pp. 130-131) i probablement a la mateixa Baetulo. En els darrers
anys, la seua presencia s'ha documentat en diversos jaciments de Catalunya, per exemple a
/lerda (MORÁN, 1994, p. 208, fig. 7, núm. 1-2). Ellloc més meridional on fms ara s'ha documentat aquest tipus d'amfora és Tarraco, i els més occidentals Contrebia Belaisca, sense datació
(DÍAZ i TORRALBA, 1989-1990, p. 36, lam. IV, núm. 15-16), i Salduie (50-40) (AGUAROD,
1992), on es coneix un exemplar amb segell iberic. El període de fabricació se situa des del segon
quart del segle I i en la segona meitat del segle I a.C. També hi ha notícia d'un exemplar
a Valentia, d' atribució insegura, que es dataria en el primer quart del segle I i seria el més antic
dels coneguts fins ara (RIBERA, 1993, pp. 743-744).
Altres troballes s'han efectuat a la basílica i cúria d' Emporiae (darreria del segle I a.C.)
(AQUILUÉ et alii, 1984, pp. 147-149 i 152-159), Can Portell (Mataró) (des d' almenys rnitjan del
segle I a.C. fms al 15/20) (PERA et alii, 1992, pp. 170-171, fig. 14, núm. 52-54), la sitja del carrer
Pujol (abans del30 a.C.) de Baetulo (COMAS, 1985, pp. 17-22,40-42, 65-66 i 155-156), el barri
de Saint-Romain-en-Gal deVienna (30-20) (DESBAT, 1987, p. 408, fig. 4, núm. 6-8) i els derelictes de Cap Béar 3 (50-30) (COLLS, 1986, pp. 205-206, figs. 38-40) i Palamós (segona meitat
del segle l a.C.) (FOERSTER, PASCUAL i BARBERÁ, 1987, pp. 83-89).
4.
CONCLUSIONS
La precisió cronologica en els jaciments hispanics de la primera meitat del segle I a.C. té
una referencia fonamental en aquells que foren destru"its durant la guerra de Sertori, com Valentia
(LÓPEZ et alii, 1994, pp. 99-100; RIBERA, 1993), La Caridad (Carninreal) (VICENTE et alii,
1991, pp. 92-93) i El Cabezo de Alcalá (Azaila) (BELTRÁN LLORIS, 1979). Lafacies cerarnica
-401-
[page-n-404]
28
F. ARASA i N. MESADO
constituida per les importacions italiques, amb el predomini de la campaniana B tardana, el
caracter minoritari de la campaniana A i la presencia de nous motius decoratius i noves produccions, caracteritza el primer quart de segle. Aquest panorama, pero, no és molt diferent del que
trobem en jaciments que s'endinsen en el segon quart del segle, com el deposit del sector occidental de Burriac (MIRÓ, PUJOL i GARCÍA, 1988), l'estrat IV de la Muralla Robert d'Emporiae
(SANMARTÍ, 1978) i el Pou D-18 de Pollentia (EQUIP DE POLLENTIA, 1993). La presencia en
ambdós grups de jaciments de nous motius decoratius sobre campaniana B tardana com les
losanges, o de noves produccions com l'aretina de vernís negre, la cronología dels quals encara
no és molt ben coneguda, no dóna més seguretat a les datacions. Només hi contribueix la
presencia d'alguns tipus de llanties i de les produccions de vemís roig (pre-sigil·lata i pre-aretina). La numismatica no ajuda a causa de la practica desaparició de les encunyacions a partir de
la guerra de Sertori.
La facies ceramica que trobem a la Torre d'Onda es caracteritza perla presencia quasi exclusiva de campaniana B tardana de Cales, amb un repertori tipologic molt redult i una gran pobresa
de motius decoratius, i és semblant a la que trobem en nivells que es daten fonamentalment des
del 80170. La presencia testimonial de campaniana A indica que la vaixella importada esta constituida per les adquisicions fetes en un període en que aquella practicament ha desaparegut del
mercat. Aquest fet i la seua composició homogenia són propis d'un assentament de nova creació
i de curta existencia. La presencia de dues produccions minoritaries recalza la datació propasada:
l'aretina de vemís negre i sobretot l'amfora Tarraconense 1 que comenc;a a produir-se en el segon
quart del segle. Pel que fa al final de l'ocupació, l'absencia de TSI permet fixar un terminus ante
quemen el50/40, si ens atenem a la datació anterior al47 del derelicte de Planier 3 (TCHERNIA,
1968-70). En conclusió, l'ocupació de la Torre d'Onda creiem que pot situar-se en el segon quart
del segle I a.C.
Diversos assentaments de Catalunya, les illes Balears, el SE de Franc;a, Italia i el nord d' Africa presenten nivells o conjunts que es daten en aquest segle, alguns dels quals prolonguen la
seua cronología fins a passada la meitat de segle. Pel que fa als derelictes, els exemples són nombrosos i una part considerable es data de manera aproximada al voltant de la meitat de segle. Un
dels paral·lels més estrets és 1' oppidum de Burriac, on el reblit del deposit del sector occidental
es data entre els anys 90 i 40, amb 3 fases, de les quals la darrera (70-40) presenta una datació
proxima a la propasada pera la Torre d'Onda (MIRÓ, PUJOL i GARCÍA, 1988). Altres contexts
amb datacions similars els trobem en l'estrat IV de la Muralla Robert, el nivell III del jardí del
peristil i el nivell inferior de la cisterna de la terrassa inferior de la casa núm. 1 d' Emporiae
(SANMARTÍ i SANTOS, 1986-89); i en el nivell IV del carrer Porticat (principi del segle I-30 a.C.)
(ARRIBAS, TARRADELL i WOODS, 1973) i el Pou D-18 de Pollentia. De manera general, també
les ciutats de Baetulo, Iluro i Gerunda presenten datacions proximes; recentment, Olesti (1994)
ha situat la seua fundació en el segon quart del segle, en el marc de les actuacions de Pompeu a
Hispania. Finalment, aquestafacies és la que trobem en el derelicte de San Ferreol (MAS, 1985).
Al SE de Franc;a, encara que amb una facies ceramica diferent, tenim nivells proxims cronologicament a La Galere (BRUN, 1991), en la fase III mitjana de Les Castels (Nages) (PY, 1978),
a La Vayede (ARCELIN, 1981b), en la fase lB de Le Marduel (PY i LEBEAUPIN, 1986), en la fase
TI de La Cloche (ARCELIN i CHABOT, 1980) i en les fases 3C1, 4nE i 4nD de Lattara (PY et alii,
1990). Cap a l'est, en la costa italiana tenim l'estrat VIA d'Albintimilium (LAMBOGLIA, 1950).
Finalment, al nord d' África ens trobem amb el nivell maurita 2 de Ochar Jdid (AKERRAZ et alii,
-402-
[page-n-405]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT lliERIC DE LA TORRE D'ONDA
29
1981-82). Pel que fa als derelictes, són nombrosos en els decennis centrals del segle: La
Madrague de Giens (TCHERNIA, POMEY i HESNARD, 1978), Titan (TAILLIEZ, 1961), Planier 3
(TCHERNIA, 1968-70), lle Plane (LEQUÉMENT i LIOU, 1976), Fos 1 (GIACOBBI-LEQUÉMENT,
1987) i Cap Béar 3 (COLLS, 1986).
A les comarques septentrionals del litoral valencia, diversos assentaments poden prolongar
la seua ocupació més enlla del 75 (ARASA, en premsa): el Castell (la Vilavella), la Curolla (Xert),
el Puigpedró (Vilanova d' Alcolea), el Tossal de la Balaguera (la Pobla Tornesa), el Tossal de
1' Assut (Borriol), Montnegre (Borriol), el Poaig (Peníscola) i el Pujol de Gasset (Castelló de la
Plana). La dificultat de datar conjunts ceramics d'aquesta epoca i, sobretot, el coneixement
superficial de la majar part d'aquests assentaments, expliquen el seu redu"it nombre i la inseguretat de les datacions. En la resta del País Valencia, trobem materials d'aquesta epoca en l'estrat
E d' Ilici (entre el segle III i mitjan de l'I a.C.) (RAMOS FERNÁNDEZ, 1975). Tot i que és insuficientrnent conegut, també és possible que l'ocupació del Tossal de la Cala (Benidorm) es prolongue fins a un moment avan¡;at del segle I a.C. (TARRADELL, 1985).
Les ceramiques d'importació, les característiques i la datació del jaciment plantegen
diversos interrogants. Pel que fa a les primeres, la presencia d'un exemplar de morter i de gobelet
de ceramica de parets fmes, 1' absencia de ceramica comuna de cuina, la redu"ida quantitat d' amfores trobades i en generall'escassa diversificació de les produccions presents, no pareixen normals en contextos ceramics del segon quart del segle I a.C. L'absencia d'altres produccions ceramiques com la pre-sigil·lata, pre-aretina, de vernís roig pompeia, bols hel·lenístics de relleus,
lagynoi pintats, amfores Dr. lB i 1C i Dr. 2-4 italiques, etc., pot explicar-se en part per !'arribada
escassa i selectiva deis productes d'importació als assentaments rurals. Hom pot afegir, entre les
estructures arquitectoniques trobades, 1' absencia de tecniques constructi ves d' origen italic, com
els paviments d' opus signinum que trobem en nombrosos jaciments que poden datar-se en el
període 150-75, així com de material ceramic de construcció. Quant al desfase cronologic que hi
ha entre la datació que proporciona la ceramica d'importació i el conjunt monetari, pot explicarse per la perduració del numari.
En relació amb aquestes qüestions, cal destacar el caracter plenament iberic de 1' assentament en un període que se situa en el segon quart del segle I a.C. Aquest iberisme es palesa
tant en les tecniques constructives utilitzades comen el material moble, amb l'excepció de les
cedtmiques i altres materials d'importació. De les plantes descobertes fins ara tampoc pot
deduir-se la presencia de models italics en la construcció deis habitatges, com els coneguts a
La Caridad. Aixo no obstant, cal destacar el caracter quasi-urba d'aquest assentament, tant per
la xarxa de carrers com per la superfície, prou considerable en el context del poblament tardoiberic de les comarques septentrionals del País Valencia, pero sense que puga comparar-se amb
l'urbanisme ortogonal de les fundacions republicanes documentades a Aragó (ASENSIO,
1994). Les restes trobades tampoc es corresponen amb un assentamente castrense. D'altra
banda, !'existencia d'un sol nivell d'ocupació i l'homogene"itat deis materials trobats sembla
que permeten parlar d'una fundació ex nouo d'ocupació relativament curta. Per la seua
situació en la mateixa línia de costa, pot deduir-se la seua relació amb les activitats marítimes,
tant pesqueres com de tipus comercial. Pel que fa a les causes del final de l'ocupació, els resultats de les excavacions no han permes identificar indicis d'incendi, ni tampoc han proporcionat
elements que puguen fer pensar en una destrucció produ"ida per una acció beJ.lica. Només les
troballes de grans bosses de ceramica trencada davant d'obertures permeten plantejar la possiblitat d'un abandonament sobtat acompanyat de saqueig.
-403-
[page-n-406]
30
F. ARASA i N . MESADO
Amb les reserves que imposa la continu'itat de la investigació en el jaciment, sembla que es
tracta d'un gran assentament ibero-roma de nova creació, ben diferent d'un altre semblant pero
de major antiguitat com la Torre de la Sal (Cabanes) (FERNÁNDEZ IZQUIERDO, 1987-88). La
seua datació tardana ha d'explicar-se en el context del canvi en el patró d'assentament que per
influencia romana s'esdevé en la cultura iberica en el segle JI a.C., quan l'ocupació del pla
comen~a a ser freqüent, com s'ha comprovat a les comarques del Camp de Túria (BERNABEU,
BONET i MATA, 1985) i el Maresme (Barcelona) (PUJOL i GARCIAROSSELLÓ, 1994). Pel que fa
a les raons que expliquen la seua datació cap al segon quart del segle 1 a.C., creiem que pot
tractar-se d'un reassentament de població després de les convulsions a que va estar sotmés el
litoral valencia durant la guerra de Sertori. Quant a la seua desaparició, creiem que 1' absencia
d'indicis de destrucció i l'allunyament del litoral valencia dels escenaris de la guerra civil entre
César i Pompeu a partir de l'any 49 permeten desvincular-la de qualsevol episodi bel·lic.
Possiblement, la causa del seu abandonament també és un canvi en el patró d'assentament, tal
vegada en relació amb les actuacions de César a Hispania. Un nou i transcendent reassentament
de la població en aquesta epoca va posar les bases per al desenvolupament del sistema de uillae
en les comarques septentrionals del País Valencia. La curta durada de 1' ocupació de la Torre
d'Onda, dones, podria explicar-se perles característiques del període historie en que es data, una
epoca de canvis, de transició, de conflictes intems al final de la República que van produir importants reestructuracions en el poblament. Sens dubte ens trobem amb el que degué ser la més
important de les darreres manifestacions del poblament iberic a la Plana de Castelló, ja en el
llindar del model de poblament alto-imperial.
BIBLIOGRAFIA
(1991): Cerámica romana importada de cocina en la Tarraconense. Zaragoza.
(1992): «Un ánfora Tarraconense !!Layetana l con sello ibérico procedente de Salduie» . Boletín del
Museo de Zaragoza, 11, Zaragoza, pp. 109-116.
AKERRAZ, A.; EL KHATIB-BOUIJIBAR, N .; HESNARD, A.; KERMORVANT, A.; LENO IR, E. i LENO IR, M. (1981-82):
«Fouilles de Dchar Jdid 1977-1980». Bulletin d 'Archéologie Marocaine, XIV, Rabat, pp. 169-244.
AQUILUÉ, J. ; MAR, R. ; NOLLA, J.M. ; RUIZ DEARBULO, J. i SANMARTÍ, E. (1984): Elforum roma d'Empúries.
Barcelona.
ARANEGUI GASCÓ, C. (Coord.) (1996): Els romans a les terres valencianes. IVEI, Valencia.
ARASA 1 GIL, F. (1987): «L'epoca romana». Borriana en su Historia, 1, Burriana, pp. 43-59.
- (1995): «Material provinent deljaciment iberic del Cormulló dels Moros (Albocasser, Castelló). 11. Els
materials d'importació i les imitacions». Quaderns de Prehistoria i Arqueología de Castelló, 16,
Castelló, pp. 125-155.
- (en premsa): La romanització a les comarques septentrionals de/litoral valencia. Territori i poblament en
el període republica (segles II-1 a.C.). Monografies de Prehistoria i Arqueologia Castellonenques, 5.
ARCELIN, P. (1978): «Note sur les céramiques a vemis noir tardives en Provence Occidentale». Archéologie
en Languedoc, 1, Sete, pp. 105-125.
- (1981a): «Apropos des cérarniques italiques tardives a vemis noir du groupe B. Note de mission a Cosa
et a Cales». Travaux du Laboratoire d'Anthropologie, de Préhistoire et d'Ethnologie des pays de la
Méditerranée Occidentale, Aix-en-Provence, pp. 1-9.
AGUAROD OTAL, C.
-
-404-
[page-n-407]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT IBERIC DE LA TORRE D'ONDA
31
(1981b): «Recherches archéologiques au col de la Vayede, les Baux-de-Provence». Documents
d'Archéologie Méridionale, 4, Lambesc,. pp. 83-136.
- (1991): «Céramiques campaniennes et dérivées régionales tardives de Glanum (Saint-Rémy-deProvence, B.-du-Rh.). Questions culturelles et chronologiques». Documents d'Archéologie
Méridionale, 14, Lambesc, pp. 205-238.
ARCELlN, P. i CHABOT, L. (1980): «Les céramiques avernis noir du village préromain de La Cloche, commune des Pennes-Mirabeau (Bouches-du-Rhone, France)». Mélanges de l'Ecole Franr;aise de Rome.
Archéologie, 92, 1, Rome, pp. 109-197.
ARRIBAS, A.; TARRADELL, M. i WOODS, D.E. (1973): Pollentia l. Excavaciones en Sa Portella, Alcudia,
Mallorca . Excavaciones Arqueológicas en España, 75, Madrid.
ASENSIO ESTEBAN, J.A. (1994): «Primeras manifestaciones del urbanismo romano-republicano en el valle
medio del Ebro: una nueva interpretación sobre las ciudades en llano de planta ortogonal en Aragón
de finales del siglo 11 y comienzos del I a.E.». Zephyrus, XLVll, Salamanca, pp. 219-253.
ATLANTE (1986): Atlante delle forme ceramiche, !/: Ceramica fine romana nel Bacina Mediterraneo
(Tardo Ellenismo e primo Impero) . Roma.
BATS, M . (1988):Vaisselle et alimentation a Olbia de Provence (v.350-v.50 av. J.-C.). Modeles culturels et
catégories céramiques. Revue Archéologique de Narbonnaise, Supplément 18, Paris-Montpellier.
BELTRÁN LLORlS, M. (1979): «La cerámica campaniense de Azaila. Problemas de cronología del valle
medio del Ebro». Caesaraugusta, 47-48, Zaragoza, pp. 141-232.
BERNABEU, J.; BONET, H. i MATA, C.: (1985): «Hipótesis sobre la organización del territorio edetano en
época ibérica plena: el ejemplo del territorio de Edeta/Llíria». Iberos. Actas de las 1 Jornadas sobre
el Mundo Ibérico, Jaén, pp.137-156.
BRUN, J.-P. (1991): «Le village massaliote de La Galere (Íle de Porquerones, Hyeres, Var)». Documents
d 'Archéologie Méridionale, 14, Lambesc, pp. 239-276.
COLLS, D. (1986): «Les amphores léetaniennes de l'épave Cap Béar ill». Revue d'Études Anciennes,
LXXX:Vill, Bordeaux, pp. 201-213.
COMAS, M. (1985): Baetulo. Les amfores. Monografies Badalonines, 8, Badalona.
COMAS, M. i CASAS, T. (1989): «Nuevas aportaciones para el conocimiento del ánfora Laietana 1: cronología, difusión y producción». Amphores romaines et Histoire Économique. Dix ans de recherche,
Collectibn de l'École Franc;:aise de Rome, 114, Rome, pp. 580-585.
DE CASTRO, J:; GUERRA, A. i FABIÁO, c. (1990): «As lucernas romanas do acampamento militar romano da
Lomba do Canho (Arganil)». Conimbriga, XXIX, Coirnbra, pp. 69-90.
DEDET, B. i PY, M . ( 1979): «A propos du facies de la campanienne A du Ier s. avant J.-C. dans la basse vallée
du Rhone». Archéologie en Languedoc, 2, Sete, pp. 115-126.
DESBAT, A. ( 1987): «Les irnportations d' amphores vi naires aLyon et Vienne au debut de 1' empire (Rapport
préliminaire)». El vi a l'antiguitat, Badalona, pp. 407-416.
DÍAZ, M.-A. i TORRALBA, J. (1989-90): «Las ánforas de Contrebia Belaisca: precisiones cronológicas».
Caesaraugusta, 66-67, Zaragoza, pp. 29-56.
-
Dictionnaire des Céramiques Antiques (VI/eme S. av. n. e. - vueme S. de n. e.) en
Méditerranée nord-occidentale (Provence, Languedoc, Ampurdan). Lattara, 6, Lattes.
EMPEREUR, J.-Y. i HESNARD, A. (1987): «Les amfores hellénistiques». Cerámiques hellénistiques et
romaines, II, Paris, pp. 9-71.
EQUIP D'EXCAVACIÓ DE POLLENTIA (1993): «Un conjunt de materials d' epoca tardo-republicana de la ciutat
romana de Pollentia (Alcúdia, Mallorca)». Pyrenae, 24, Barcelona, pp. 227-267.
ESCOLANO, G. (1611): Décadas de la Insigne y Coronada ciudad y Reino de Valencia, II. Valencia.
FERNÁNDEZ IZQUIERDO, A. (1987-88): «El poblado ibérico de Torre la Sal (Ribera de Cabanes-Castellón).
Campañas de excavaciones 1985-88». Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonenses, 13,
Castellón, pp. 227-274.
DICOCER (1993):
-405-
[page-n-408]
32
F. ARASA i N. MESADO
FLETCHER VALLS, D. (1972): «Nuevas inscripciones ibéricas de la región valenciana». Archivo de
Prehistoria Levantina, XIII, Valencia, pp. 103-137.
FLETCHER, D. i ALCÁCER, J. (1956): «Avance a una arqueología romana de la provincia de Castellón».
Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura, XXXII, Castellón, pp. 135-164.
FOERSTER, F.; PASCUAL R. i BARBERÁ, J. (1987): El derelicte de Palamós. Barcelona.
GATEAU, F. (1990): «Amphores irnportés durant le lle s. av. J.-C. dans trois habitats de Provence occiden-
tale: Entremont, le Baou-Roux et Saint Blaise». Documents d'Archéologie Méridionale, 13,
Lambesc, pp. 163-183.
GIACOBBI-LEQUÉMENT, M.-F. (1987): «La céramique de l'épave Fos 1». Archaeonautica, 7, Paris, pp. 167-191.
GOUDINEAU, CH. (1968): La céramique arétine lisse. Mélanges de I'École Fran~aise de Rome/Antiquité,
Sup. 6, Rome.
LAMBOGLIA, N. (1950): Gli scavi di Albintimilium e la cronologia del/a ceramica romana. Bordighera.
- (1952): «Per una classificazione preliminare della ceramica campana». Atti del 1 Congresso
Internazionale di Studi Liguri, Bordighera, pp. 139-206.
- (1955): «Sulla cronologia delle anfore romane de eta republicana». Rivista di Studi Liguri, XXI,
Bordighera, pp. 241-270.
LAUBENHEIMER, F. (1980): «A propos de deux amphores de Ruscino: définition d'un nouveau type d' amphores». Ruscino, 7e suppl. aRAN, pp. 303-325.
LÉQUEMENT, R. i LIOU, B. (1976): «Céramique étrusco-campanienne et céramique arétine, a propos d'une
nouvelle épave de Marseille». Mélanges offerts aJ. Heurgon, IT, Paris, pp. 587-603.
LÓPEZ MULLOR, A. (1989): Las cerámicas romanas de paredes finas en Cataluña. Barcelona.
LÓPEZ, 1.; MARÍN, C.; MARTÍNEZ, R. i MATAMOROS, C. (1994): Hallazgos arqueológicos en el Palau de les
Corts. Valencia.
MARABINI MOEUS, M.T. (1973): The roman thin walled pottery from Cosa (1948-1954). Memoirs at
American Academy at Rome, XXX:ll, Rome.
MAS, J. (1985): «Excavaciones en el yacimiento suomarino de «San Ferreoh> (Costa de Cartagena)». VI
Congreso Internacional de Arqueología Submarina, Madrid, pp. 189-224.
MAYET, F. (1975): Les céramiques aparois fines dans la Péninsule lbérique. Paris.
MESADO OLIVER, N. (1973): «Torre d'Onda». Gran Enciclopedia de la Región Valenciana, XI, Valencia,
p. 267.
- (1989): «VI campaña de excavaciones». El Pla, agost, Borriana, pp. 14-17.
MIRÓ, J. (1988): La producción de ánforas romanas en Catalunya. Un estudio sobre el comercio del vino de
la Tarraconense (siglos I a.C. -! d. C.). BritishArchaeological Reports. International Series, 473, Oxford.
MIRÓ, J.; PUJOL, J. i GARCIA, J. (1988): El diposit del sector occidental del poblat iberic de Burriac
(Cabrera de Mar. El Maresme). Una aportació al coneixement de /'epoca iberica tardana al
Maresme (s. I a. C.). Laietania, 4, Mataró.
MORÁN, M. (1994): «Ánforas romanas en /lerda y Aeso». Revista d'Arqueologia de Ponent, 4, Lleida, pp.
205-215.
MOREL, J.-P. (1963): «Notes sur la céramique étrusco-campanienne. Vases a vernis noir de Sardaigne et
d 'Arezzo». Mélanges de l'École Fram;aise de Rome. Archéologie, LXXV, 1, Rome, pp. 7-58.
- (1962-65): «Céramiques d'Hippone» . Bulletin d'Archéologie Algérienne, 1, Paris, pp. 107-139.
- (1965): Céramiques a vernís noir du Forum romain et du Palatin. Mélanges de l'École Frans;:aise de
Rome. Archéologie, Supplément 3, Rome.
- (1968): «Céramique a vernis noir du Maroc». Antiquités Africaines, 2, Paris, pp. 55-76.
- (1978): «Á propos des céramiques campaniennes de France et d'Espagne». Journées d'étude de
Montpellier sur la céramique campanienne, Archéologie en Languedoc, 1, Sete, pp. 148-168.
- (1980): «La céramique campanienne: Acquis et problemes». Céramiques hellénistiques et romaines,
Besan~on, pp. 86-125.
-406-
[page-n-409]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT ffiERIC DE LA TORRE D'ONDA
33
(198la): Céramique campanienne: les formes. Rome.
(198lb): <
- (1986): «Céramiques a vernis noir d'Italie trouvées aDélos». Bulletin de Correspondance Hellénique,
CX, 1, Rome, pp. 461-493.
- (1988): «Nouvelles données sur le commerce de Carthage punique entre les Vlle siecle et le lle siecle
avant J.-C.». Actes du /Ve Colloque Intern_fllional sur l'Histoire et l'Archéologie de l'Afrique du
Nord, 1, Strasbourg, pp. 67-100.
- (1992): «La céramique avemis noir du Maroc: unerevision». Lixus, Collection de l'École Fran~aise de
Rome, 166, Rome, pp. 217-233.
N OLLA, J.M. (1987): «Una nova arntora catalana: la Tarraconense 1». El vi a l'antiguitat, Badalona, pp. 217-223.
NOLLA, J.M. i SOLlAS, J.M. (1984-85): «L'amfora Tarraconense l. Característiques, procedencia, arees de
producció, cronología». ButlletíArqueologic, 6-7, Tarragona, pp. 107-144.
OLCINA, M.; REGINARD, H. i SÁNCHEZ, M.J. (1990): Tossal de Manises (Albufereta, Alicante). Fondos antiguos: lucernas y sigillatas. Alicante.
OLESTI, O. (1994): «Les actuacions pompeianes a la Cata1unya central: reorganització del territori i fundació de noves ciutats». La ciutat en el món roma. Actes del X/Ve Congrés Internacional
d'Arqueologia Classica, Tarragona, pp. 316-317.
OLIVER FOIX, A. (1978): «Epigrafía ibérica de la provincia de Castellón». Cuadernos de Prehistoria y
Arqueología Castellonense, 5, Castellón, pp. 265-291.
PALANQUES, M.• L. (1992): Las lucernas de Pollentia. Palma de Mallorca.
PALLARÉS SALVADOR, F. (1979): «La nave romana di Spargi. Relazione prelirninare delle campagne 197780». Rivista di Studi Liguri, XLV, Bordighera, pp. 147-182.
- (1986): «ll relitto della nave romana di Spargi. Campagne di scavo 1958-1980». Archeologia
Subacquea, 3, Roma, pp. 37-38 i 89-102.
PAVOLINI, C. (1981): «Le luceme nell'Italia romana». Societa romana e produzione schiavistica. II: Merci,
mercati e scambi nel Mediterraneo, 11, Roma-Bari, pp. 139-184 i 278-288.
PEDRONI, L. (1986): La ceramica de vernice nera di Cales. Napoli.
- (1990): La ceramica de vernice nera di Cales. /l. Napoli.
PERA, J. et alii (1992): Can Xammar (Matará, El Maresme). Campanya d'excavació de 1987. Laietania,
7, Mataró.
PERIS Y FUENTES, M. (1915): «Los barros saguntinos». Artes y letras. Revista de Castellón, 3, Castellón,
pp. 1-3.
- (1931): Burriana histórica. Guía comercial de Burriana. Valencia.
PUJOL, J. i GARCÍA ROSSELLÓ, J. (1994): «El poblament iberic dispers al Maresme central: l'exemple de
Can Bada (Mataró), i el procés de romanització des de l'inici de la colonització agrícola fms al naixement d' Iluro». Laietania, 9, Mataró, pp. 89-129.
PY, M. (1978): L'oppidum des Castels a Nages (Gard) (Fouilles 1958-1974). XXXVe supplément a Gallia,
Paris.
PY, M. i LEBEAUPIN, D. (1986): «Stratigraphie du Marduel (Saint-Bonnet-du-Gard). III. Les niveaux des
Heme et ler s. av. n. e. sur le Chantier Central». Documents d'Archéologie Méridionale, 9, Lambesc,
pp. 9-80.
PY, M. et alii (1990): «Fouilles dans la ville antique de Lattes. Les ílots 1, 3 et 4-nord du quartirer SaintSauveur». Lattara, 3, Lattes.
RAMOS FERNÁNDEZ, R. (1975): La ciudad romana de Ilici. Alicante
RAMOS, J.E.; WAGNER, J. i FERNÁNDEZ IZQUIERDO, A. (1991): «Los contactos comerciales en la antigüedad, a través del material arqueológico submarino». Burriana en su historia, 11, Burriana, pp.
29-46.
-
-407-
[page-n-410]
34
F. ARASA i N. MESADO
RIBERA LACOMBA, A. (1982): Las ánforas prerromanas valencianas (fenicias, ibéricas y púnicas). Serie
de Trabajos Varios del SIP, 73, Valencia.
(1993): Estudi arqueologic de Valencia a !'epoca romano-republicana. Tesi Doctoral, Universitat de
Valencia.
RICCI, A.M. (1974): «Per una crortologia delle luceme tardo-republicane». Rivista di Studi Liguri, XXXIX,
2-4, Bordighera, pp. 168-234.
RIPOLLES ALEGRE, P. P. ( 1980): La circulación monetaria en las tierras valencianas durante la antigüedad.
Barcelona.
- (1982): La circulación monetaria en la Tarraconense mediterránea. Serie de Trabajos Varios del SIP,
77, Valencia.
ROCA Y ALCAYDE, F. (1932): Historia de Burriana. Castellón.
RULL VILLAR, B. (1943): Noticiario histórica de Onda. Alcira.
SANMARTÍ GREGO, E. ( 1978): La cerámica campaniense de Emparian y Rhode. Monografies Emporitanes,
IV, Barcelona.
- (1985): «Las ánforas romanas del campamento numantino de Peña Redonda (Garroy, Soria)».
Empúries, 47, Barcelona, pp. 130-161.
SANMARTÍ, E. i SANTOS, M. (1986-89): «Algunes observacions entom deis nivells tardo-republicans
d'Empúries». Empúries, 48-50, Barcelona, pp. 292-309.
SARTHOU CARRERES, C. (s/a): Provincia de Castellón. Geografía General del Reino de Valencia,
Barcelona.
SCHINDLER, M. (1967): Die «Schwarze Sigillata» des Magdalensberges. Klirntner Museumschriften,
XLIII, Klagenfurt.
SOLIER, Y. (1980): «La cérarnique campanienne a Ruscinno». Ruscino !, supplément 7 a Revue
Archéologique de Narbonnaise, Paris-Montpellier, pp. 217-244.
TARRADELL, M. (1985): «El poblat iberic del Tossal de la Cala de Benidorm. Notes d'excavació».
Fanaments, 5, Barcelona, pp. 113-128.
TAILLIEZ, PH. (1961): «Travaux de l'été 1958 sur l'épave du «Titan» a l'ile du Levant (Toulon)». Atti del
JI Cmzgressa Internazionale di Archealogia Sattamarina, Bordighera, pp. 175-198.
TCHERNIA, A. (1968-70): Premiers résultats des fauilles de juin 1968 sur l'épave 3 de Planier. Études
Classiques, III, Aix-en-Provence, pp. 51-82.
- (1986): Le vin de l'Italie romaine. Essai d 'histoire ecanomique d 'apres les amphores. BEFAR, 261,
Roma.
TCHERNIA,A.; POMEY, P. i HESNARD, A. (1978): L 'épave romtline de La Madrague de Giens (Var). XXXIV
supplément a Gallia, Paris.
ULBERT, G. (1984): Cáceres el Vieja. Madrider Beitrlige, 11, Mainz am Rhein.
UNTERMANN, J. (1990): Monumenta Linguarum Hispanícarum. IIJ. Die iberischen Inschriften aus
Spanien. 2. Die lnscchriften. Wiesbaden.
UTRILLA, T. (1964): «Sobre los orígenes de Burriana. Investigaciones en la partida de Torre d' Onda».
Buris-Ana, 84, Burriana, pp. 10-11.
- (1965): «Sobre los orígenes de Burriana. Investigaciones en la partida de Torre d' Onda». Buris-Ana, 89,
Burriana, pp. 13-15.
VEGAS, M. (1973): Cerámica común romana del Mediterránea Occidental. Barcelona.
VENTURA MARTÍNEZ, J.J. (1992): «Cerámica campaniense en la Corduba romana». Anales de Arqueología
Cordobesa, 3, Córdoba, pp, 137-170.
VICENTE, J.D.; PUNTER, M.P.; ESCRICHE, C. i HERCE, A.I. (1991): «La Caridad (Carninreal, Teruel)». La casa
urbana hispano-romana, Zaragoza, pp. 81-129.
VICIANA, R.M. DE (1564): Chrónica de la Indita y Coronada Ciudad de Valencia. Valencia.
-
-408-
[page-n-411]
Este Servicio de Investigación Prehistórica remite sus publicaciones para
establecer y mantener intercambio con los centros científicos y señores
investigadores en esta especialidad. Por ello espera ser correspondido
con el envío de las publicaciones del receptor, entendiendo, caso contrario, que no se desea sostener intercambio y suspenderá ulteriores envíos.
Toda la correspondencia diríjase al Director del Servicio de Investigación
Prehistórica de la Excma. Diputación Provincial, calle de La Corona,
número 36. 46003 Valencia (España).
[page-n-412]
LAS OPINIONES VERTIDAS EN LOS TRABAJOS INSERTOS EN ESTE VOLUMEN DEBEN ESTIMARSE COMO JUICIOS PERSONALES DE LOS RESPECTIVOS AUTORES
[page-n-413]
[page-n-414]
[page-n-415]
[page-n-416]
RCHIVO
DE
RE'HISTO~IA L EVANTINA
S ERVICIO DE I NVESTIG1\C16N
DE LA
f:" XCMA. 0
1PVTAC ION
p
p
REHI.ITORICA
ROVJNCIA L DEV AlENCIA.
VOL XXII
VALENCIA MCJ1XCVII
[page-n-2]
[page-n-3]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
XXII
[page-n-4]
[page-n-5]
ARCHIVO
DE
PREHISTORIA LEVANTINA
SERVICIO DE INVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA
DE LA EXCELENTÍSIMA DIPUTACIÓN
PROVINCIAL DE VALENCIA
VOL. XXII
VALENCIA, MCMXCVII
[page-n-6]
© de la edición digital: Museu de Prehistòria de València, 2012 — ISSN 1989-0508
l.S.S.N.: 0210-3230
DEPÓSITO LEGAL: V. 3988-19_97
T.G. RlPOLL, S.A. - 46988 PATERNA- Valencia
IMPRESO EN ESPAÑA
[page-n-7]
DOMINGO FLETCHER VALLS
t
31 Agosto 1995
Director del Servicio de Investigación Prehistórica
de 1950 a 1982
Director Honorario de 1982 a 1995
MILAGRO GIL-MASCARELL BOSCÁ
t
25 Septiembre 1994
Catedrática de Prehistoria de la Universitat de Valencia
Colaboradora del Servicio de Investigación Prehistórica
de 1968 a 1994
INMEMORIAM
[page-n-8]
[page-n-9]
ÍNDICE
Pág.
R. M•. MOCHALES SAN VICENTE: El asentamiento musteriense en territorio valenciano . . . .
11
P. M. GUILLEM CALATAYUD: Estudio tafonómico de los quirópteros de Cava Negra (Xativa).
Una confirmación del carácter corto y esporádico de las ocupaciones antrópicas . . . . . . . .
41
J. L. SERNA LÓPEZ: Consideraciones sobre economía y ocupación del territorio durante la
prehistoria inicial. El caso de los yacimientos paleolíticos y epipaleolíticos de la cuenca
del río Mundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
57
J. MENARGUES: Noticia sobre el yacimiento de Les Codolles (Crevillent, Alacant). Análisis
y aproximación tecnoeconómica de su industria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
73
A. SEBASTIÁN: Arte levantino: cien años de estudios (1892-1992) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
85
N. MESADO, E. BARREDA y J. ANDRÉS: Las pinturas rupestres del abrigo del Mas de
Barbera (Forcall, Castellón) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
117
Ph. HAMEAU et D. VAILLANT: L'abri no 2 de Pierre Rousse (Beauregard-Baret, Drome)
139
E. RIPOLLÉS ADELANTADO: La Ereta del Castellar (Vilafranca): avance a la revisión
de un yacimiento del Bronce Valenciano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
157
J. L. SIMÓN GARCÍA: La Loma de la Terrera o Coroneta del Reí (Aiberic, Valencia):
excavaciones de L. Siret en la Comunidad Valenciana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
179
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA: La Bastida de les Alcuses (Moixent):
resultados de los trabajos de excavación y restauración. Años 1990-1995 . . . . . . . . . . . . . .
215
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBAD lERA: Marcas y epígrafes sobre contenedores
de época ibérica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
297
F. ARASA 1 GIL iN. MESADO OLIVER: La ceramica d'importació del jaciment iberic
de la Torre d'Onda (Borriana, la Plana Baixa) . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
375
[page-n-10]
[page-n-11]
ARCHIVO DE PREIDSTORIA LEVANTINA
Vol. XXII (Valencia, 1997)
Rosa María MOCHALES SAN VICENTE*
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
El País Valenciano ofrece un interesante panorama de yacimientos del Paleolítico Medio.
Hace unos años, aunque el número de noticias era considerable, las referencias principales eran
la Cova Negra de Xativa o la Cueva del Cochino de Villena. Algunos presentaban problemas,
derivados de su hallazgo (Las Fuentes) o de su interpretación cronológica y cultural (Penya Roja
de Rotova, Cava Foradada). Hoy, podemos disponer de más información sobre recientes excavaciones o trabajos en curso: Cava Negra, Bolomor, Cava Beneito, El Salt o El Pinar. A pesar
de las dificultades con algunos datos, lo cierto es que la presencia del Paleolítico Medio está bien
comprobada en la región, aunque de momento no podemos afinar mucho en cronologías,
momentos climáticos, atribuciones industriales, etc.
Las tendencias actuales de la investigación priman un enfoque interdisciplinar, que amplía
el conocimiento que tenemos de los diferentes periodos. Dentro de esta concepción, nuestro
objetivo se centrará en el asentamiento del Paleolítico Medio, estudiando la situación de algunos de los yacimientos musterienses o «premusterienses» del área valenciana (1), como otro
medio más de acercarse al modo de vida de los pobladores del Würm antiguo.
* Servei d'Investigació Prehistórica. C/ Corona, 36, Valencia 46003.
(1) Para ofrecer una visión general de las características del asentamiento en este periodo se han considerado los siguientes
yacimientos, de norte a sur: Cova del Tossal de la Font (Vilafarnés), El Pinar (Artana), Abrigo del Barranco de Carca1ín y San Luis
(Buñol), Abric de !'Ombría de Caries (Corbera), Las Fuentes (Navarrés), Cova de Bolomor (Tavemes de la Valldigna), Cova Samit,
Cova Negra y Cova de la Petxina (Xativa), Penya Roja (Rotova), Penya Roja (Actor), Cova Foradada (Oliva), Cova del Corb
(Ondara), Cova de les Calaveres (Benidoleig), Cova Beneito (Muro del Comtat), Les Ronxes y La Gleda (Planes-Alcala de la
Jovada), Penella (Cocentaina), Abric del Pastor (Alcoi), El Sal! (Alcoi), La Borra, L' Alquerieta y La Cordeta (Foia de Polop), Cueva
del Cochino (Villena), La Coca, Cerro de los Cánovas, Cerro de los Madriles y La Canalosa (Valle del Vinalopó), Hurchillo
(Hurchillo).
J. APARICIO PÉREZ: «Un nuevo yacimiento Musteriense en la Provincia de Valencia: Las Fuentes (Navarrés)>>. Zephyrus, XXV,
Salamanca, 1974, págs. 43-51.
J. APARICIO PÉREZ: <
J. APARiciO PÉREZ: <
Valencia, 1981, págs. 9-38.
J. APARICIO, V. GURREA y S. CLIMENT: Carta arqueológica de la Safor. Ayuntamiento de Gandía, Gandía, 1983.
-11-
[page-n-12]
2
R. M." MOCHALES SAN VICENTE
Se han valorado varios métodos para analizar el asentamiento (2), pero la mayoría exigen
información que, para momentos tan antiguos, no se encuentra disponible. Por ejemplo, en el
J. APARICIO, M. PÉREZ, E. VIVES, P. FUMAN AL y M. DUPRÉ: La Cava de les Cala ve res (Benidoleig, Alicante). Trabajos Varios
del S.l.P., 75, Valencia, 1982.
J. APARICIO y J. SAN VALERO : Nuevas excavaciones y prospecciones arqueológicas en Valencia. Serie Arqueológica, 5,
Valencia, 1977.
H. BREUIL y H. OBERMAIER: «lnstitut de Paléontologie Humaine: Travaux de J'année 19 13». L'Anthropologie, XXV, Paris ,
1914, págs. 233-253.
J. CASABÓ I BERNAD: <
Generalitat Valenciana, Valencia, 1988, págs. 155-157.
J. CASABÓ y M.L. ROVIRA: <
E. CORTELL y G. !TURBE: <
J. FERNÁNDEZ PERIS: El Paleolítico Inferior en el P(lís Valenciano. Memoria de Licenciatura, Universidad de Valencia,
Valencia, 1989-90.
J. FERNÁNDEZ yR MARTtNEz: <
J. FERNÁNDEZ, P.M. GUILLEM, M.P. FUMANAL y R. MARTÍNEZ VALLE: <
M. P. FUMAN AL: <
F. GUSI I JENER: <
F. GUSI, E. CARBONELL, J. ESTÉVEZ, R. MORA, J. MATEU y R. YLL: <
1980, págs. 7-30.
F. GUSI, J. GlliERT, J. AGUSTÍ y A. PÉREZ: <
G. !TURBE y E. CORTELL: <
<
A. MARTWEZ PÉREZ: Carta Arqueológica de la Ribera. Alzira, 1984.
T. SARRIÓN MONTAÑANA: «El yacimiento del Pleistoceno Medio de la Cova del Corb (Ondara, Alicante)». Archivo de
Prehi.ftoria Levantina, 20, Valencia, 1990, págs. 43-78.
J.M. SOLER GARCÍA: El yacimiento Musteriense de la Cueva del Cochino (Vi llena, Alicante). Trabajos Varios del Servicio de
Investigación Prehistórica, 19, Valencia, 1956.
V. VILLAVERDE BONILLA: La Cava Negra de Xativa y el Musteriense de la región central del Mediterráneo espaiiol. Trabajos
Varios del Servicio de Investigación Prehistórica, 79, Valencia, 1984.
V. VILLAVERDE BONILLA: «El Paleolítico en el País Valenciano». Aragón/Litoral Mediterráneo: intercambios culturales
durante la Prehistoria. Zaragoza, 1990, págs. 65-91.
V. VILLAVERDE BONILLA: «El Paleolítico en el País Valenciano: Principales novedades». Actes de les Jornades d'Arqueologia,
Alfas del Pi del 27 al 29 de gener de 1994. Conselleria de Cultura, Valencia, 1995, págs. 13-36.
V. VILLAVERDE y M.P. FUMAN AL: «Rélations entre le Paléolithique Moyen et le Paléolithique Supérieur darts le versan! méditerranéen Espagnol». Paléolithique Moyen récent et fa/éolithique Supérieur ancien en Europe. Colloque lnternational de Nemours,
9-11 mai 1988. Mémoires du Musée de Préhistoire d' ile-de-France, 3, 1990, págs. 177-183.
V. VILLAVERDE y R. MARTÍNEZ: «Economía y aprovechamiento del medio en el Paleolítico de la Región central del
Mediterráneo español». Elefantes, Cien'os y Ovicaprinos. Economía y aprovechamiento del medio en la Prehistoria de España y
Portugal. Universidad de Cantabria, Santander, 1992, págs. 77-95.
V. VILLAVERDE, R. MARTÍNEZ VALLE, P.M. GUILLEM y M. P. FUMAN AL {e. p.). «La movilidad y el papel desempeñado por las
pequeñas presas en el Paleolítico Medio de la región central del Mediterráneo español: Cova Negra y su comparación con otros
yacimientos paleolíticos».
(2) R.M. MOCHALES SAN VICENTE: Nuevas Perspectivas en el estudio del Paleolítico en Europa: Espacio, Economía y
Sociedad. Tesis de Licenciatura, Universidad de Valencia, Valencia, 1991.
-12-
[page-n-13]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
3
análisis del área de aprovisionamiento («si te catchment analysis») (3) es una parte fundamental
la valoración de las características del suelo. Sin embargo, para el Würm antiguo la reconstrucción concreta del tipo de suelos se hace bastante complicada, y no parecen muy fiables las extrapolaciones a partir de los datos actuales. En cambio, creemos que la situación geográfica del
yacimiento y la topografía pueden haber variado, pero sin duda están entre los factores más estables. Hemos utilizado pues, sobre todo, datos referentes a la ubicación de los asentamientos (altitudes, orientación solar, distancia a los cursos de agua), y al territorio circundante (orografía,
accesos, potencial de recursos).
Buscamos con este análisis topográfico y territorial la existencia de factores (comunes o
divergentes), que caractericen de algún modo los asentamientos del musteriense valenciano.
Hemos incluido yacimientos del Paleolítico Inferior, y establecido comparaciones con el
Paleolítico Superior del área. También se han analizado otras regiones peninsulares, a fin de contrastar los resultados.
El trabajo parte de una premisa básica: se supone que la elección del hábitat por el hombre
no es un proceso casual, sino que obedece a condicionantes económicos y culturales. Sería muy
interesante poder aislar los factores que influyen en esta elección.
EL MARCO DEL ESTUDIO
El País Valenciano ocupa una variada área geográfica limitada al este por el mar, enmarcada
por áreas montañosas al oeste y que se extiende en llanos litorales al norte y al sur. Los rasgos
fundamentales del relieve son:
-Una serie de plataformas costeras formadas por materiales de aluvión que terminan en
extensas playas, excepto en el área central, de predominio acantilado.
- Los plegamientos, de orogénesis alpina, de dos tipos: al norte, en dirección ibérica y al
sur, en dirección bética. Ambos rodean el llano de Valencia, con zona de contacto en el macizo
del Caroig.
El plegamiento ibérico (sierras del Maestrazgo, Espadán, etc.), presenta pliegues en dirección NO-SE. También será la dirección de la red hidrográfica de la zona. La unidad estructural
bética es de plegamiento más reciente, en su parte N constituye el Prebético (sierras del
Benicadell, Aitana, Mariola), con pliegues en dirección ENE-OSO. Acaba en el promontorio de
la Nau, cerrando el óvalo valenciano. Está cubierta por sedimentos secundarios y terciarios. El
arco valenciano se formó al encontrarse las dos unidades de diferente dirección, produciendo
este contacto estructuras complejas que acabaron en el hundimiento del área, siendo rellenada
en época más reciente con aportes fluviales, principalmente de los rios Turia y Xúquer.
En conjunto, se trata de una región geográfica caracterizada por su variedad, la facilidad de
comunicaciones norte-sur y una mayor dificultad para la penetración este-oeste, en dirección a
la Meseta, a causa de la orografía.
Nuestros yacimientos (fig. 1) ocupan una amplia zona y entornos diferentes, aunque la
mayoría se sitúan básicamente en el área costera, algunos penetran al interior y alcanzan altitu(3) C. VITA-FINZI y E.S. HIGSS : <
Proceedings ofthe Prehistoric Society, 36, 1970, págs. 1-37.
-13-
[page-n-14]
4
R. M." MOCHALES SAN VICENTE
YACIMIENTOS:
J
N
+1000m.
.
.
500-1000
1· TOSSAL DE LA FONT (VILAFAMÉS)
2- EL PINAR (AlTANA)
l- ABRIGO BCO. DE CARCALÍN (BUÑOL)
4- SAN LUIS (BUÑOL)
5- ABRIC MUNTANYETA DE CARLES
(CORBERA)
6- W FUENm (NAVARRÉS)
7- COVA DE BOLOMOR (TAVERNES DE
VALLDIGNA)
8- COVA NEGRA, COVA SAMIT (XATIVA)
9- COVA DE LA PEIXINA (XATIVA)
10- PENYA ROJA (ROTOVA)
11- PENYA ROJA (ADOR)
12- COVA FORADADA (OLIVA)
ll- COVA DEL CORB (ONDARA)
14- COVA DE LES CALAVERES
(BENIDOLEIG)
15- COVA BENEITO (MURO DEL COMTAT)
16- LES RONXES, LA GLEDA, PENELLA, LA
BORRA, L'ALQUERIETA, LA CORDETA
17- ABRIC DEL PASTOR (ALCOI)
18- EL SALT (ALCOI)
19- CUEVA DEL COCHINO (VILLENA)
20- LA COCA, CERRO DE LOS CÁNOVAS,
CERRO DE LOS MADRILES, LA CANALOSA. ••
21- HURCHIUO (HURCHILLO)
.
0-500
20km.
Fig. l.-Principales yacimientos analizados del Paleolítico Inferior y Medio.
-14-
[page-n-15]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
5
des bastante elevadas, como veremos. Sabemos que la muestra no es necesariamente representativa del patrón de asentamiento, porque el número de yacimientos conocidos y los que debieron existir están claramente descompensados. Esta distorsión es patente entre las diversas zonas,
dependiendo de la intensidad de la investigación llevada a cabo en ellas.
El Musteriense valenciano presenta algunas peculiaridades (4):
- Las industrias se adscriben mayoritariamente al Charentiense, es decir, se caracterizan
por un predominio de las raederas.
- Son, ya desde finales del Riss, industrias de tamaño pequeño, seguramente debido a las
características de la materia prima local, donde predominan nódulos de poco diámetro.
- Existe una gran complejidad y dinamismo cultural: aparecen ya bien formadas las distintas facies charentienses en el Würm I, y tendrán una amplia seriación: se intuyen en momentos anteriores y se prolongan hasta el Würm reciente (Cava Negra, Beneito, El Salt).
En la Cava de Bolomor, yacimiento de larga secuencia centrada en el Paleolítico Inferior,
aparece una industria caracterizada por la práctica ausencia de bifaces, totalmente distinta de los
conjuntos coetáneos de la Meseta. Femández (5), adscribe los niveles superiores a características tecno-tipológicas de conjuntos premusterienses o musterienses de cronología pre-würmiense.
Estos niveles superiores enlazan cronológicamente con el Charentiense tipo Quina inicial de
Cava Negra, y según Villaverde (6), en lo industrial serían su antecedente inmediato.
En este momento de inicios del Würm o incluso del Riss-Würm se pueden encuadrar quizá
la Cava del Corb, y también dos yacimientos castellonenses, el Pinar, y la Cava del Tossal de la
Font. El Pinar, que añade la importancia de ser un asentamiento al aire libre con abundante material en un único nivel e incluso una posible estructura, se ha datado por termoluminiscencia en
tomo al 87-88.000 B.P., aunque sus autores admiten que por su industria (que relacionan con el
Quina inicial de Cava Negra o con la Cava de Bolomor) y por la geomorfología, apunta hacia
el Riss-Würm (7).
Por tanto, lejos de la tradicional separación Paleolítico Inferior/Medio, los datos del País
Valenciano apuntan hacia un «continuum» evolutivo que afectaría a la industria, al proceso de
hominización y a la economía.
En cuanto a las características climáticas y biológicas del periodo estudiado, se trata de la
primera parte de la última glaciación (Würm), caracterizada por episodios alternativos fríosequedad/mejora temperaturas-humedad, como se aprecia en los depósitos sedimentarios (8). No
hay análisis polínicos en la zona valenciana, pero por la evidencia de otras áreas el taxón dominante es el pino, y se aprecian, como en sedimentología, condiciones muy rigurosas a fines del
musteriense. El área mediterránea, en esta época, sería la única europea con condiciones medioambientales más suaves, y actuó como refugio de especies termófilas. Sin embargo, no hay que
perder de vista que, aún dentro de este periodo glaciar, existirían fluctuaciones (9).
(4)
(5)
(6)
(7)
(8)
Varios del
(9)
1988.
VILLAVERDE, 1984, 1990, 1995: Op. cit. nota l.
FERNÁNDEZ: Op. cit. nota l. FERNÁNDEZ et alii: Op. cit. nota l.
VILLAVERDE, 1995: Op. cit. nota l.
SARRIÓN: Op. cit. nota l. VILLAVERDE, 1995: Op. cit. nota l. CASABÓ y ROVIRA : Op. cit. nota l.
M.P. FUMANAL: Sedimentología y clima en el País Valenciano. Las cuevas habitadas en el Cuaternario reciente. Trab~os
S.I.P., 83, Valencia, 1986.
M. DUPRÉ: Palinología y Paleoambiente. Nuevos datos españoles. Referencias. Trabajos Varios del S.I.P., 84, Valencia,
-15-
[page-n-16]
6
R. M.• MOCHALES SAN VICENTE
El problema fundamental con que nos encontramos es la limitación de información a todos
los niveles. No somos capaces de establecer la contemporaneidad de los yacimientos, de controlar factores como la erosión y conservación diferencial o la función de los asentamientos. Las
excavaciones antiguas, las recogidas de superficie o la destrucción de muchos depósitos afectan
nuestros resultados. Además, son muy pocas las secuencias bien delimitadas, con análisis faunísticos, sedimentológicos, polínicos, etc. Por todo ello intentamos un enfoque general, analizando los yacimientos conjuntamente, bien entendido el enorme lapso temporal que representan,
y siendo conscientes de las grandes diferencias que pueden ofrecer.
LA ECONOMÍA DEL PERIODO
El aprovisionamiento de los recursos animales es el tema que más polémica ha suscitado en
los estudios sobre la economía del Paleolítico Medio, en tres vertientes al menos: la int1uencia
de los carnívoros en el registro, la posible obtención de la carne, sobre todo de grandes animales, por medio del carroñeo y el tipo de caza de los neandertales.
Los estudios tafonómicos han producido importantes avances en la investigación del papel
de los carnívoros en los conjuntos faunísticos. Algunos autores afirman recientemente que en
ciertas cuevas de Europa occidental, gran parte de los restos de fauna podrían deberse a la actividad de estos predadores, caso de l'Hortus, por ejemplo (10). Esta visión choca frontalmente
con la consideración tradicional de los conjuntos: los homínidos eran los únicos acumuladores
de los huesos de ungulados, mientras los carnívoros morían de forma natural en las cuevas, sin
participación activa en los restos.
En el caso de la carne procedente de animales muertos, es importante considerar su posible
papel. De hecho, autores como Binford o Straus (11) piensan que la subsistencia musteriense se
basaría sobre todo en el carroñeo oportunístico. Binford (12), incluso considera la caza como
una parte de la transición, pues se adoptaría justo antes de la aparición del hombre moderno.
Antes, predominaría una estrategia de aprovisionamiento con poca importancia de la carne, que
se obtendría mayoritariamente por medio del carroñeo. No obstante, hoy se tiende a considerar
que esta práctica no excluye la capacidad de cazar, sino que se consideraría más ventajosa según
las condiciones concretas, por lo que podemos esperar combinaciones de las dos estrategias.
Aquí, como en otras parcelas, chocamos con el problema de establecer su existencia y proporción con seguridad; quizá ayuden los estudios comparativos con otros depredadores, prehistóricos y modernos (13).
(10) R.E. WEBB : < L'Homme de Néandertal, vol. 6, Liege, 1989, págs. 155-178.
(11) L.R. BINFORD: En busca del pasado. Ed. Crítica. Barcelona, 1988. L.G. STRAUS: <
cultural evolution viewed from Vasco-Cantabrian Spain and Pyrenean France>> The Mousterian Legacy: Human Biocultural Change
in the Upper Pleistocene. B.A.R. I.S., 164, Oxford, 1983, págs. 73-112.
(12) L.R. BINFORD: <
Humans. Biocultural adaptations in the la ter Pleistocene. Cambridge University Press, Cambridge, 1989, págs. 18-41.
(13) M.C. STINER:
<
Anthropological Archaeology, 9, 1990, págs. 305-351. M.C. STINER: <
.
<
>.
Upper Pleistocene Predators> Currellt Anthropology, 33, 4, 1992, págs. 433-451. M.C. STINER y S.L. KUHN: <
-16-
[page-n-17]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
7
En relación a la caza hay dos posturas mayoritarias: la primera es la consideración de la caza
musteriense como no especializada y poco selectiva, llegando, según interpretaciones, desde un
oportunismo hasta una diversificación más consciente. Como ejemplos de esta estrategia se
encontrarían los conjuntos faunísticos de muchos yacimientos europeos, con una representación
de especies muy diversa y sin predominio claro de una de ellas.
En la Península Ibérica estarían los casos de los yacimientos de la Cuenca del Ebro ( 14) o
la Cova de 1' Arbreda (15), pero donde mejor se ha apreciado esta estrategia es en el Cantábrico
(16). Straus (17) incluso cree que el hecho de que muy pocas veces esté representado todo el
esqueleto de los animales hace pensar en una cierta importancia del carroñeo. Existiría, según
él, una pobreza en los conjuntos y una base de subsistencia limitada, que no incluye muchas
especies (la escasa población no necesitaría estrategias sofisticadas), y donde son importantes el
ciervo, el caballo y los grandes bóvidos.
En los casos en que domina una sola especie, como en la cueva de Amalda (18), que muestra una preferencia -extraña en la región- por el sarrio o rebeco, al calcular el peso en carne
que representan los huesos, en realidad el orden de importancia es: bovinos, ciervo, sarrio y
caballo. Afirma Altuna que, al compararlos con los niveles del Paleolítico Superior (donde sí
domina el sarrio, incluso en peso de carne), el Musteriense muestra grandes diferencias, con una
alimentación menos selectiva y especializada, cuestión que ha observado en todos los yacimientos cantábricos estudiados en detalle: Morín, el Pendo, Lezetxiki y Axlor. Aparecen todas
o casi todas las especies de la zona, y el espectro faunístico es un reflejo del medio ambiente circundante, algo coherente con la forma de caza, poco selectiva.
Una segunda posición afirma que en el Paleolítico Medio ya se dan algunas características
de especialización. Como ejemplos estarían yacimientos con dominio de los équidos (Zwolen,
Rescondoudou, Bize o Genay), con cérvidos (Neumark, Tonchesberg o Lazaret), y con un
balance entre las dos especies (les Canalettes). En Combe Grenal hay una alternancia de especies dominantes según los niveles: caballo, ciervo o reno (19). Especialmente interesantes son
una serie de localizaciones con predominio de los grandes bóvidos (bisonte o uro), que reúnen
características comunes, como la gran cantidad de restos óseos, una industria pobre y «especializada», y su pertenencia a un momento templado; se ubican al aire libre como Mauran o Le Roe
(20), y en cuevas-trampa o simas como La Borde (21), Les Fieux, o Coudoulous (22). En Biache(14) L. MONTES RAMÍREZ: El Musteriense en la Cuenca del Ebro. Monografías Arqueológicas, 28, Zaragoza, 1988.
(15) J. ESTÉVEZ ESCALERA: «La fauna de la Cova de 1' Arbreda (Serinya, Girona)». Cypsela, VI, Girona, 1987.
(16) J. ALTUNA ECHAVE: <
(17) L.G. STRAUS: <<Üf Deerslayers and Mountain Meo: Paleolithic Fauna] Exploitation in Cantabrian Spain>> . For Theory
Building in Archaeology. Acadernic Press, New York, 1977, págs. 41-76. STRAUS , 1983: Op. cit. nota JI.
(18) J. ALTUNAECHAVE: <
(19) P.O. CHASE: The Hunters of Combe Grenal. Approaches to Middle Paleolithic Subsistence in Europe. B.A.R.l.S., 286,
Oxford, 1986.
(20) C. GIRARD y F. DAVID: <>. Bulletin de la Societé Préhistorique Franr;aise , 79, 1982, págs. 11-12. C. FARIZY y F. DAVID: <
University Museurn, University of Pennsy1vania, 1992, págs. 87-96.
(21) J. JAUBERT, M . LORBLANCHET, H. LAVILLE, R. SLOTT-MOLLER, A. TURQ y J.P. BRUGAL: Les chasseurs d'Aurochs de
La Borde. Un site du Paléolithique moyen (Livemon, Lar). Docurnents d'Archéologie Franr,:·aise, 27, 1.990.
(22) En Mauran o La Borde, Jos casos más estudiados, Jos autores opinan que se trata de lugares donde Jos homínidos acudían
estacionalmente, de forma recurrente, para la caza colectiva de pequeñas manadas de bóvidos.
-17-
[page-n-18]
8
R. M.• MOCHALES SAN VICENTE
Saint-Vaast, Auguste (23) ve una caza especializada en úrsidos, probablemente para el aprovechamiento de la piel. Finalmente, en la Cueva del Boquete de Zafarraya (24) la cabra representa
un 85 % de los restos, y muestra una estacionalidad marcada en verano y otoño (25).
Con respecto a este tema, parece lo más lógico considerar, como Chase (26), que durante el
Paleolítico Medio puede haber existido una gran diversidad en las prácticas de subsistencia.
Teniendo en cuenta el amplio lapso espacial y temporal que abarca el musteriense, cabe esperar
una evolución en las estrategias y cierta variabilidad geográfica. En esta línea estarían los trabajos más recientes, que optan por un modelo ecléctico con una gama variada de modos de aprovisionamiento de carne, desde la caza, de espectro «diversificado» o «especializado», al carroñeo, según las necesidades y las condiciones concretas, pero siempre con una gran flexibilidad
adaptativa y sin que exista, al parecer, una estrategia de conjunto para el Musteriense. Esta variabilidad no se reflejaría, aparentemente, en los tipos líticos o las especies explotadas (27), aunque quizá sí en otros aspectos, como las técnicas de reducción lítica o las formas de explotación
de la fauna. En Italia Central, Stiner y Kuhn identifican en los yacimientos musterienses tres
tipos de conjuntos: dos anteriores al 45.000 B.P., donde aparecen recurrentemente niveles con
una caza no selectiva y otros producto del carroñeo, con predominio de cráneos de ungulados;
y un tercero después del 45.000, anterior al Paleolítico Superior, con un principio de especialización, tendencia que se intensificara en este último periodo (28).
En líneas generales, y por lo que respecta a la representación faunística, lo que parece claro
es que durante el Würm antiguo el número de especies de tamaño grande representadas en los
yacimientos es sensiblemente mayor, más diversificado que en momentos posteriores, pero falta
definir la parte de responsabilidad del medio ambiente, de una explotación consciente, o de otros
factores.
En el País Valenciano tenemos datos faunísticos desde el Paleolítico Inferior (Cova
Bolomor), que apuntan a una mayor presencia con respecto al Würm de las especies de tamaño
grande o muy grande: équidos, bóvidos, rinocerontes, hipopótamos y elefantes. Hay una reducida documentación de restos de carnívoros, como veremos también en el Paleolítico Medio,
aunque esta característica no excluye su responsabilidad en la formación de las acumulaciones
de fauna, pues por las marcas (de carnívoros y humanas, sobre todo para la extracción de la
médula) se aprecia una dualidad en los procesos de aporte y transformación. En la evolución diá-
(23) P.AUGUSTE: <
(24) F. MEDINA, c. BARROSO, J. SANCHIDRIÁN y A. RUIZ: <
Andalucía, 1986, págs. 94-105.
(25) En relación a los conjuntos <
afirmado en otras ocasiones que los espectros generalizados pueden ser <
(26) CHASE: Op. cit. nota 19.
(27) M. OTTE y M. PATOU-MATHIS : <
págs. 29-34.
(28) STINER y KUHN: Op. cit. nota 13. Basándose en el estudio de las partes corporales representadas en el registro
faunístico, Stiner ve en los conjuntos producto de actividades carroñeras el predominio de partes craneales de ungulados, un patrón
sin paralelo tanto entre depredadores como entre los caza-recolectores actuales. A través de la comparación con otros depredadores
carroñeros estima que los cráneos pueden ser importantes en situaciones de escasez de biomasa disponible, puesto que son fáciles
de transportar y su grasa no se metaboliza aunque el animal esté mal alimentado.
-18-
[page-n-19]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
9
crónica de la Cova Bolomor, aparece un predominio en los niveles inferiores del caballo (con
presencia de otros animales como cérvidos o rinoceronte de estepa), mientras en los superiores
abundan los cérvidos, los grandes bóvidos y el jabalí (29).
Para el musteriense valenciano los datos más completos son los de los restos faunísticos de la
Cova Negra de Xativa, recientemente retomados en varios trabajos innovadores. En primer lugar,
Lindly analiza entre otros los datos de este yacimiento y concluye, a partir del análisis de frecuencias de las partes anatómicas de cérvidos y cápridos, que la mayor parte de los restos de ciervo
de Cova Negra fueron aportados por el hombre y la mayor parte de las cabras por el lobo (30).
Villaverde y Martínez (31), tratan el tema con otra metodología: el análisis tafonómico. En
el yacimiento, el índice de carnívoros es bajo, con una reducida variedad de especies y no se
corresponde con las marcas de dientes o las fluctuaciones en la ocupación humana, que apuntan
a una intervención más importante de los depredadores. Lo mismo ocurre en la Cova Beneito.
Analizando las huellas de mordeduras, la edad de los restos y las partes del esqueleto representadas, aprecian un modelo parecido al de Lindly en los niveles antiguos de Cova Negra (aporte
predominantemente humano en el ciervo y de lobos en la cabra). En los niveles superiores se
mantiene el lobo como responsable de la mayor parte de los huesos de cabra, pero también aprecian la actividad de este animal y del cuón sobre los cérvidos y los équidos, en una explotación
compartida con los humanos. Este modelo parece repetirse en Beneito, en sus niveles musterienses terminales de fines del Würm II e inicios del Würm III (32), con una proporción de marcas de carnívoros muy importante en los restos de cápridos. La mayor parte de la secuencia de
Cova Negra muestra una importante actividad humana sobre los équidos, aunque no se descarta
el papel jugado por la hiena, visible en la presencia de sus restos, los coprolitos y las corrosiones sobre los huesos.
Así pues, la actividad de los carnívoros en Cova Negra debió ser muy superior a la que indican los restos óseos recuperados de estas especies, y varía a lo largo de la secuencia: las hienas
predominan en su mitad inferior, y los cánidos (lobo, cuón y zorro), son más significativos en
sus niveles superiores. Estos animales alternarían la ocupación de la cavidad con el hombre,
aspecto que queda muy claro en algunas de las marcas de los huesos: productos de carnicería
humana mordisqueados después por carnívoros, y al contrario: actividad carroñera humana sobre
restos ya atacados por otros depredadores, seguramente para extraer la médula. A partir del nivel
V, la baja proporción de carnívoros parece corresponder a un número de piezas retocadas que
indica cierta intensidad de ocupación. De todos modos, incluso en estos niveles con más evidencias, aparecen restos de la actividad carnívora o de quirópteros, apuntando hacia una presencia humana corta y esporádica, como veremos en el apartado final (33).
(29) FERNÁNDEZ et alii: Op. cit. nota l.
(30) J. LINDLY: «Hominid and Camivore activity at Middle and Upper Paleolithic cave sites in eastem Spain> Munibe, 40,
>.
San Sebastián, 1988, págs. 45-70. Lindly usa los datos mediterráneos para discutir los sistemas habituales de valoración del papel
de los carnívoros en los conjuntos faunísticos. Éstos, normalmente, establecen una correspondencia lineal entre el ratio ungulados/carnívoros y la responsabilidad de Jos últimos en los aportes (cf. L.G. STRAUS: «Carnivores and cave sites in Cantabrian
Spain>>. loumal of Anthropological Archaeology, 2, 1982, págs. 57-98. C. GAMBLE: El poblamiento paleolítico de Europa. Ed.
Crítica, Barcelona, 1990). Pero este ratio es muy bajo en la zona mediterránea y no se corresponde con otras referencias: partes
corporales, grado de desgaste del conjunto y perfiles de edades de las presas, que apuntan hacia un mayor papel de los depredadores . Considera, por tanto, que el porcentaje de restos de carnívoros/ungulados tendría un valor puramente indicativo.
(31) VILLAVERDE y MARTÍNEZ: Op. cit. nota l.
(32) !TURBE et alii: Op. cit. nota l .
(33) VILLAVERDE et alií: Op. cit. nota l.
-19-
[page-n-20]
10
R. M." MOCHALES SAN VICENTE
Los rasgos que parecen definir la actividad cazadora de la Cava Negra (34) son la importancia de los cérvidos y los équidos y el valor cambiante de los cápridos, que se incrementan en
los niveles superiores, en cronologías del Würm reciente (al igual que en la Cava Beneito), a
pesar de la posible influencia de los carnívoros en su presencia; junto con ellos, los bóvidos completan las especies de mayor peso económico, con fluctuaciones según los niveles, mientras aparecen, en menor porcentaje, una importante variedad de otras especies (jabalí, corzo, rebeco,
etc.), que no tendrían tanta trascendencia económica (35). Los conjuntos musterienses del País
Valenciano poseen una diversificación faunística considerable en carnívoros y ungulados con
respecto al Paleolítico Superior regional, más polarizado hacia el ciervo y la cabra (36).
En cuanto a otro tipo de recursos animales, en Cueva Perneras y Cueva de los Aviones, en
Murcia (37), aparecen en niveles musterienses moluscos marinos, y en Cueva Millán y la Ermita
(Burgos), además de la fauna de herbívoros, se encuentran restos de castor y fauna fluvial, compuesta de anguila, trucha y boga (38). Estos autores afirman que existe una actividad pesquera
intencional (39). En cambio en Cantabria (40), la recolección de moluscos marinos es prácticamente inexistente hasta el Paleolítico Superior.
Este parece ser también el caso de nuestros yacimientos, en los que sí abundan, sin embargo,
los restos de lagomorfos (conejo, en su mayoría). Evidencian una fuerte diferencia con el
Paleolítico Superior: en el Musteriense de Cava Negra y Cava Beneito son, en su mayor parte,
resultado del aporte de las rapaces nocturnas, por lo que tendrían una escasa incidencia en la
dieta del periodo (sólo aparecen marcas en un reducido número de restos, testimoniando un consumo ocasional por los neandertales) y, por tanto, poca importancia económica. No se puede afirmar lo mismo del Paleolítico Superior, donde en todos los yacimientos el conejo proporciona el
mayor número de restos desde los niveles Auriñacienses. Además, se aprecia una caza de animales adultos o jóvenes asociada al procesado intensivo de los restos, con una fracturación sistemática (41). Este interés creciente por las pequeñas presas abre la discusión entre interpretaciones (Cantábrico) que favorecen la idea de una intensificación económica como causa, innecesaria en el Paleolítico Medio por la baja densidad de población, y otras explicaciones basadas
en costes energéticos (42).
(34) En general, las evidencias de marcas antrópicas de Cova Negra muestran procesos de carnicería o desarticulación de
los huesos semejantes a los observados en conjuntos del Paleolítico Superior regional. Sin embargo, pese al aparente predominio
de la caza en la obtención, ello no impide que algunos restos sean producto del carroñeo: VILLAVERDE et alii: Op. cit. nota l.
(35) M. PÉREZ RIPOLL: Los mamíferos del yacimiento Musteriense de Cava Negra (Játiva, Valencia). Trabajos Varios del
Servicio de Investigación Prehistórica, 53, Valencia, 1977.
(36) VILLAVERDE et alii: Op. cit. nota l.
(37) R. MONTES BERNÁRDEZ:
Espacial, vol. 2, Teruel, 1984, págs. J59-164. R. MONTES BERNÁRDEZ: <
(38) J. A. MOURE y E. GARCÍA: <
CAÑAS: <
(39) STINER (1990, 1991, Op. cit. nota 13) señala la presencia de moluscos marinos y tortuga en los niveles musterienses
de Grotta dei Moscerini (Italia central) y en Riparo Mochi, en la frontera con Francia.
(40) C. GONZÁLEZ SÁINZ y M. GONZÁLEZ MORALES: Lo Prehistoria en Cantabria. Ed. Tantin, Santander, 1986.
(41) VILLAVERDE y MARTÍNEZ: Op. cit. nota l. VILLAVERDE, 1995: Op. cit. nota l. VILLAVERDE et alii: Op. cit. nota l.
(42) En el Paleolítico Medio, con bajo nivel tecnológico, acceso a una buena variedad de recursos y alta movilidad, no se
presta atención a las pequeñas presas. En el Würm reciente, con la caza centrada básicamente en el ciervo y la cabra, especies de
reducido radio migratorio y en una geografía contrastada, es probable que los grupos registraran cierta fijación territorial, y los lagomorros aumentarían su relevancia económica. VILLAVERDE et alii: Op. cit. nota l.
-20-
[page-n-21]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
11
Hay signos del aprovechamiento de ciertas materias animales: en Amalda, Altuna (43)
documenta entre las partes corporales representadas una mayor abundancia en los carnívoros de
cráneos y extremidades, y se plantea si no se traerían sus pieles al yacimiento.
El asentamiento y la subsistencia de los grupos también se ven influídos por otros recursos:
el ejemplo más claro es el agua, muy cercana en todos los casos, incluso en cuevas y abrigos,
en los que la posibilidad de elección es mucho más limitada que en los asentamientos al aire
libre. Este hecho vuelve a plantear dos cuestiones sobre la subsistencia: por una parte, la importancia de las plantas, y por otra, la posibilidad de un carroñeo ocasional. Estos dos factores serían
más accesibles en los valles fluviales, donde se sitúan gran número de yacimientos, o en cuencas endorreicas con lagunas o lagos intermitentes, donde también se ubican algunos. Las mismas tendencias en la localización se advierten en otras áreas, como la Cuenca del Ebro (44) o
Cataluña (45). No hay que olvidar que la caza es más abundante cerca de los cursos de agua, y
que los valles son los caminos normalmente utilizados por los animales.
Las materias primas líticas presentan la tendencia general de ser un recurso «secundario».
Se utiliza predominantemente la que abunda más en el área (cuarzo, calizas, rocas locales), aunque a veces aparezcan pequeñas cantidades de sílex traídas de otros lugares, como en Murcia, la
Plana Usall-Espolla o Cantabria (46). La excepción serían los yacimientos al aire libre, donde la
materia prima toma importancia en la instalación, como se ve en la Cuenca del Ebro (47). Esta
pauta se invierte en el Paleolítico Superior, con un predominio abrumador del utillaje en sílex,
evolución que se aprecia también en otras regiones europeas.
El área valenciana no parece seguir esta tendencia general, pues el sílex tiene mucha importancia en la elaboración del utillaje, a pesar de que en algunos casos es escaso y sus nódulos de
pequeño tamaño. En la Cova de Bolomor, esta roca no parece haber Sido especialmente abundante
o accesible, y a pesar de ello domina la industria, reexplotándose hasta casi su total agotamiento.
También en Cova Negra se dan pautas parecidas. En Cova Beneito, los autores han determinado
que la mayor parte del sílex parece proceder de los afloramientos de Penella y Sant Cristbfol, en
el límite de dos horas desde la cueva, que además coincide con el de El Salt, más al sur.
En general, podemos concluir que, en el apartado económico, los habitantes de las primeras fases del Würm en nuestra región:
-Disponen de diversas especies de ungulados, más que en el Paleolítico Superior y menos
que en el Inferior (sobre todo megafauna), aunque las más relevantes económicamente son équidos, cérvidos, cápridos y bóvidos. La representación de los restos de carnívoros también es más
variada (y mayor su influencia en la formación de los conjuntos).
- Competirían con estos carnívoros (no siempre con ventaja) en el uso de las cavidades y
en la explotación de los animales.
- Cazarían, carroñearían animales muertos e incluso aprovecharían restos de la alimentación de otros depredadores. Parece perfilarse una diversidad de conductas económicas, que combinarían un aprovechamiento consciente y a veces dirigido con el uso más o menos oportunístico
de los recursos, en función de la disponibilidad, todo constituyendo un sistema bien establecido.
(43)
(44)
(45)
(46)
(47)
ALTUNA: Op. cit. nota. 18.
MONTES : Op. cit. nota 14.
J. CANAL, J. ABAD y S. SERRA: <
MONTES : Op. cit. nota 14.
-21-
[page-n-22]
12
R. M." MOCHALES SAN VICENTE
o
....
Q)
E
•::::1
z
0-200
200-400
400-600
600-800
>800
ALTITUDES EN METROS s.n.m.
Fig. 2.-Aititudes sobre el nivel del mar de algunos yacimientos musterienses de
la Península Ibérica.
14
12
o
....
Q)
E
•::::1
z
10
8
6
4
2
o _k~~----~~------~------~-------,--~
0-200
200-400
400-600
600-800
>800
ALTITUDES EN METROS s.n.m.
Paleolítico Superior
Paleolítico Medio
Fig. 3.-Aititud sobre el nivel del mar de los yacimientos musterienses estudiados
y la de algunos del Paleolítico Superior.
-22-
[page-n-23]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
13
- Basan su economía en una gran movilidad, como lo indican los abundantes episodios de
desocupación (presencia de carnívoros o quirópteros) de las cavidades: las estancias parecen epi. sodios cortos y esporádicos.
-Conceden poca importancia económica a otros recursos animales: acuáticos, pequeños
mamíferos. Quedaría por determinar el papel de los vegetales en la dieta y cómo condicionaron
su modo de vida.
- El agua parece ser un fuerte factor de atracción en el establecimiento de los campamentos, y prefieren el sílex entre las materias primas, a pesar de que a veces no es la más abundante.
LA UBICACIÓN DE LOS ASENTAMIENTOS
LA SITUACIÓN TOPOGRÁFICA
Se suele comentar que los yacimientos musterienses se sitúan a bajas altitudes y que no
penetran mucho al interior en áreas como el Cantábrico (48). Sin embargo, sí lo hacen en las
Mesetas y en ciertas áreas montañosas (fig. 2). En este gráfico de algunos yacimientos de diversas regiones (49) encontramos un predominio de los lugares situados por encima de los 800 m.
De estos diez yacimientos, seis superan los mil metros de altitud. En los Pirineos franceses tam(48) K.W. BUTZER:
<
Academic Press, New York, 1986, págs. 201-252. M. DE LA RASILLA VNES: <
University Press, Cambridge, 1983, págs. 149-165. GONZÁLEZ y GONZÁLEZ: Op. cit. nota 40.
(49) Son: El Castillo y Hornos de la Peña (Cantabria), El Pendo y Cueva Morín (Asmrias), Murva y Amalda (País Vasco),
Cueva de Valdegoba, Cueva Millán y Cueva de la Ennita (Burgos), Peña Miel (La Rioja), Cueva de los Moros de Gabasa y Fuente
del Trucho (Huesca), Cueva de los Casares (Guadalajara), Cova de 1' Arbreda y Els Errnitons (Girona), Covacho de Eudoviges y
Cueva de Jos Toros (Teruel), Hoyo de los Pescadores, Cueva de los Aviones, La Peñica y Cueva Perneras (Murcia), Zájara 1
(Almería), Cueva Horá, Cueva del Puntal de Moreda y Cueva de la Carigüela (Granada), Cueva del Boquete de Zafanaya (Málaga).
J. ALTUNA. A. BALDEÓN y K. MARIEZKURRENA: La Cueva de Amolda (Zestoa, País Vasco). Ocupaciones Paleolíticas y
Postpaleolíticas. Eusko Ikaskuntza, San Sebastián, 1990.
l. BARANDIARÁN MAESTU: La cueva de los Casares (en Ribo de Saelices, Guadalajara). Excavaciones Arqueológicas en
España, 76, Madrid, 1973.
M.C. BOTELLA y C. MARTÍNEZ: <
Antropología y Paleoecología Humana, l. Universidad de Granada, 1979, págs. 57-89.
C. DÍEZ, M.A. GARCÍA, E. GIL, J.F. JORDÁ PARDO, A. l. ORTEGA, A. SÁNCHEZ y B. SÁNCHEZ: <
GONZÁLEZ y GONZÁLEZ: Op. cit. nota 40.
MEDINA ef alii: Op. cit. nota 24.
R. MONTES BERNÁRDEZ: «El Paleolítico>> Historia de Cartagena, vol. ll, Ed. Mediterráneo, Murcia, 1986, págs. 35-92.
.
MONTES: Op. cit. nota 14.
J.A. MOURE y G. DELffiES: «El yacimiento musteriense de la Cueva de la Ennita (Hortigüela, Burgos)>>. Noticiario
Arqueológico Hispánico, Prehistoria, 1, Madrid, 1972, págs. 1-44.
MOURE y GARCÍA: Op. cit. nota 38.
A.M. MUÑOZ y M.L. PERJCOT: «Excavaciones de la cueva de Els Ermitons (Sardenas, Gerona)>}. Pyrenae, Jl , 1975, págs.
7-26.
N. SOLER y J. MAR OTO : «L'estratigrafia de la cova de 1' Arbreda (Serinya, Girona)>>. Cypsela , VI, Girona, 1987, págs. 53-66.
L.G. VEGA-TOSCANO : «El Musteriense de la cueva de la Zájara 1 (Cuevas de Almanzora, Almería)>>. Trabajos de Prehistoria,
:XXXVU, Madrid, 1980, págs. 11-64.
L.G. VEGA-TOSCANO, M. HOYOS , A. RUIZ-BUSTOS y H. LAVILLE: «La séquence de la grotte de la Carihuela (Piñar, Grénade):
chronostratigraphie et Paléoécologie du Pléistocene supérieur au sud de la Péninsule lbérique>>. L'Homme de Néandertal, vol. 2,
L'Environnement, Liege, 1989, págs. 169-180.
-23-
[page-n-24]
14
R. M." MOCHALES SAN VICENTE
25
20
e
15
Q)
E
10
' ::::l
z
5
0-50
50-100
100-150
>150
ALTITUD EN METROS SOBRE EL LLANO CIRCUNDANTE
11
Total
Sin "áreas de talla"
Fig. 4.-Altitudes sobre el llano circundante de los yacimientos musterienses valencianos.
En la primera línea de barras se han eliminado del cálculo las «áreas de talla>>,
para evitar la posible distorsión.
14
12
o
...
Q)
E
' ::::l
z
10
8
6
4
2
o
0-50
50-100
100-150
>150
ALTITUD EN METROS SOBRE EL LLANO CIRCUNDANTE
Paleolítico Superior
11
P. Medio sin "áreas de talla"
Fig. S.-Comparación de las altitudes sobre el llano circundante en los yacimientos
valencianos estudiados.
-24-
[page-n-25]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
15
bién existen ocupaciones a grandes alturas (50). En conjunto, la deducción más clara es que los
neandertales de la Península Ibérica se extienden a casi todos los biotopos, excepto los muy
extremos. Hay que tener en cuenta también que las condiciones climáticas no siempre serían
muy rigurosas.
En el País Valenciano parece haber una mayor ocupación de la franja costera, pero también
existe una penetración al interior, a considerables elevaciones: sería el caso de los yacimientos
de Alcoi. En conjunto hay una buena variedad, como se aprecia en la gráfica (fig. 3).
A partir de la comparación entre los dos bloques representados, se puede comprobar que
incluso en el musteriense las altitudes aparecen más repartidas que en el Paleolítico Superior
(51), donde se registra una mayoría de yacimientos por debajo de los 200m., y todos menos tres
están por debajo de los 600. En el Paleolítico Medio (52), aunque predominan los situados entre
O y 200 m., por encima de 600 m. aún aparecen ocho. A pesar de opiniones más o menos generalizadas que ven la ocupación de terrenos <
La comparación entre los periodos Paleolítico Medio y Superior tomados en conjunto puede
ser problemática, pues si bien en el primero quizá se dé esa «continuidad» cultural y económica,
en el caso del Paleolítico Superior la evolución y transformaciones dentro de su secuencia son
evidentes. Sin embargo, pensamos que es posible diferenciarlos como productos del comportamiento de dos tipos humanos distintos; eso sí, teniendo en cuenta la advertencia anterior.
También hay que señalar que hay algunos asentamientos que disponen de niveles de ambos
momentos: es evidente que, en estos casos, los condicionantes de la ocupación serán los mismo~
en un periodo y en otro.
Otro factor a considerar entre las características topográficas es la altitud relativa, es decir,
la que presentan los asentamientos con respecto al llano o curso de agua más próximo. Aquí sí
parece haber una constante situación a baja altura, característica que se da también en Murcia,
el valle del Ebro y otras regiones peninsulares. En la gráfica (fig. 4) se aprecia el predominio de
los asentamientos por debajo de los 50 m . sobre el llano circundante. A pesar de todo, hay ejemplos de yacimientos elevados y en posiciones y orientación poco confortables ----cuestión de la
que hablaremos después-, pero lo más usual es que se rechacen las altitudes importantes, aunque haya cavidades disponibles.
Una cuestión a resaltar es que los restos musterienses al aire libre (caso de los valles de
Alcoi o de las terrazas del Vinalopó), suelen incluir la presencia de nódulos de materia prima sin
trabajar y materiales de otras épocas. No se puede asumir que hayan funcionado alguna vez
como lugares de hábitat, y simplemente nos documentan la presencia de gentes que seguramente
(50) P.G. BAHN: «Late Pleistocene economies of tbe French Pyrenees>>. Hunter-Gatherer Economy in Prehistory, Cambridge
University Press, Cambridge, 1983, págs. 168-186.
(51) Estos yacimientos son: Cava Matutano (Vilafamés), Cueva del Turche y Covalta de Venta Mina (Buñol), Cava del
Volcán del Faro (Cullera), Abric de la Senda Vedada (Sumadrrcer), Cava de les Malladetes (Barx), Cava del Parpalló, Covl) del
Llop y Cava de les Meravelles (Gandia), Cava Negra (Xativa), Cava deis Pares (Real de Gandia), Barranc Blanc, Penya Roja y
Cava de les Rates Penades (Rotova), Capurri y Cava Foradada (Oliva), Cova Beneito (Muro), Cova del Corb (Ondara), Cova de
les Calaveres (Benidoleig), Cava Bolumini (Benimeli-Beniarbeig), Tossal de la Roca (Vall d' Alcala), Cova de les Cendres (Moraira),
Abric de la Ratlla del Bubo (Crevillent).
(52) Los yacimientos son los de la nota (1). Se puede observar que s. incluyen algunos (Bolomor, Cova del Corb) datados
e
antes del Würm. Ello se debe a la consideración, apuntada anteriormente, de una cierta «continuidad> entre el Musteriense y las
>
fases precedentes.
-25-
[page-n-26]
16
R. M." MOCHALES SAN VICENTE
se aprovisionaron y tallaron allí. Pueden, por tanto, distorsionar las apreciaciones sobre la elección del asentamiento, por lo que los hemos dejado de lado a la hora de obtener conclusiones
generales.
En el Paleolítico Superior las diferencias no son muy grandes, pero los yacimientos se sitúan
ligeramente a mayor altura sobre el terreno llano que les rodea. Es muy posible que esto se deba
a alguna variación en las estrategias respectivas (fig. 5).
La altitud relativa iría relacionada con varios factores económicos: en primer lugar, el
terreno llano facilita las comunicaciones y desplazamientos con rapidez; en segundo, el agua
(elemento primordial) está disponible con mayor abundancia. En tercero (aunque esto es discutible), siempre se ha dicho que eran biotopos más ricos. En todo caso, las poblaciones neandertales muestran una preferencia por cavidades con acceso fácil y rápido al terreno llano más próximo, si bien no desechan otras localizaciones a mayor altura, que tal vez reúnen otras cualidades económicas.
Ofrecemos también (fig. 6) el resumen de la exposición solar de los yacimientos estudiados. En ambos momentos (Paleolítico Medio y Superior) observamos una preferencia por cuevas y abrigos soleados. Pero también tenemos seis casos, uno del Wünn reciente, cuatro del
Würm antiguo y otro con materiales de ambos momentos, con orientaciones de poca insolación.
Sería interesante poder relacionar estas ocupaciones con su duración o si ocurrió repetidas veces
o fueron aisladas, y también con los episodios climáticos, pero se trata de una cuestión complicada por el momento.
Aura et alii (53) han relativizado la cuestión de la insolación afirmando que, en el País
Valenciano, coincide casi siempre y está sujeta a las características de la alineación montañosa
en la que se inserta, por lo que no parece ser una variable determinante en el asentamiento. Desde
luego carecemos de un estudio comparativo de cavidades habitadas/no habitadas, pero creemos
que es una cuestión que no hay que dejar totalmente de lado. En principio, y a igualdad decircunstancias, parece existir una inclinación a ocupar lugares bien soleados, como en otras zonas
de la Península Ibérica, donde las posiciones sur, este u oeste predominan claramente respecto
de las orientadas al norte.
LOS YACIMIENTOS Y SUS TERRITORIOS
Se hace necesario, para el estudio del entorno que rodea al yacimiento, establecer unos límites, siempre teniendo en cuenta que serán teóricos y con el propósito de establecer comparaciones entre unos asentamientos y otros, nunca como exclusivos o «fronteras» del radio de acción
de los ocupantes de los mismos. Parece claro que existe una distancia a partir de la cual las actividades dejan de ser rentables, y por tanto, sería la parte más próxima la habitualmente frecuentada. Existen varios puntos de vista sobre el tamaño ideal de estos límites, pero nosotros consideramos aceptable el radio de dos horas desde el yacimiento propuesto como «barrera energética»
por el análisis del área de aprovisionamiento (54). Es obvio decir que las poblaciones se alejarían
(53) J.E. AURA. J. FERNÁNDEZ y M.P. FUMANAL: <
-26-
[page-n-27]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
17
5
4
o
.._
3
Q)
E
•:J
z
2
E
SE
S
so
o
NO
N
NE
ORIENTACION
O
Paleolítico Superior
~ Paleolítico Medio
Fig. 6.-0rientación solar de los yacimientos estudiados.
más de su «campamento base», incluso con cierta frecuencia, pero sin duda el grueso de las actividades económicas tendría lugar dentro del límite, o incluso, ajustando más, sobre el radio de
una hora. Para la delimitación de este territorio teórico (que para nosotros será el-marco del análisis topográfico y de situación) hemos usado la fórmula de Naismith (55) a fin de estimar la distorsión que representa la topografía sobre los círculos ideales de 5 y 10 Km. de radio, que equivalen a una o dos horas caminando en terreno llano, respectivamente. Este cálculo, utilizado por
los montañeros, aumenta 30 minutos el tiempo de marcha por cada desnivel de 300 m.
Para analizar los territorios hemos señalado sobre el plano topográfico perímetros de una y
dos horas de camino (calculando la distorsión) desde 18 de los yacimientos disponibles (fig. 7
y 8) (56). Después, se han comparado los trazados con los círculos ideales de 5 y 10 Km., y se
ha tenido en cuenta la proporción de terreno llano (sin accidentes topográficos fuertes) de que
disponen en sus radios, así como los lugares de paso que están a su alcance.
La comparación de los dos tipos de áreas (la distorsionada por la topografía y la ideal, circular) pone de relieve una buena variedad. Nuestros yacimientos se pueden acoplar en tres grupos en cuanto a sus perímetros de una hora (fig. 7):
1)
Territorios que se encuentran entre el 50 y el 30 % del ideal teórico. Son extensos y poco
distorsionados: Cava Foradada, Cueva del Cochino, Abric de la Muntanyeta de Caries, Las
Fuentes, Tossal de la Font, Cova de les Calaveres y Cova del Corb.
(55) l. DAVIDSON : Late Paleolithic Economy in Eastern Spain. Tesis Doctoral Mecanografiada, Cambridge, 1980.
(56) No se han tenido en cuenta las presuntas «áreas de taHa», pues dudamos, como ya vimos, de su función de hábitat, y
por otro lado, la Cova Samit de Xativa, a pocos metros de la Cova Negra, se identifica con ella a todos los efectos en las características del terreno circundante.
-27-
[page-n-28]
18
R. M.' MOCHALES SAN VICENTE
70
60
50
40
30
~
~\ ....
.
....\ ••• .
..• ...
....
.- ..
20
.-.
.
••••
..
••
•• .
••
x·
..·...... •··•············ •
..........
••
•
•••••
~
10
o
1
1
1
1
2
3
4
5
1
6
1
1
8
9
1
1
7
10
11
1
1
13
14
15
1
1
12
16
1
17
18
YACIMIENTOS
SOBRE CÍRCULO DE UNA HORA
SOBRE CÍRCULO DE DOS HORAS
YACIMIENTOS:
1- COVA FORADADA
2- CUEVA DEL COCHINO
3- ABRIC DE CARLES
4- LAS FUENTES
5- TOSSAL DE LA FONT
6- COVA DE LES CALAVERES
7- COVA DEL CORB
8- ABRIGO CARCAlÍN
9- COVA NEGRA
10- EL PINAR
11- EL SALT
12- SAN LUIS
13- COVA BENEITO
14- COVA DE LA PETXINA
15- COVA BOLOMOR
16- PENYA ROJA (RÓTOVA)
17- PENYA ROJA (ADOR)
18-ABRIC DEL PASTOR
Fig. 7.-Porcentaje que representa el tamaño de los territorios distorsionados por la topografía
respecto de los círculos teóricos ideales de una y dos horas.
-28-
[page-n-29]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
19
La Cava Foradada de Oliva, muy cerca de la línea litoral actual, posee el perímetro más
amplio, tanto de una (66%) como de dos horas (55.1 %), a causa de la topografía casi llana
de su área (85-90 % del total), y su contorno es bastante regular.
Los demás casos son diferentes: los ocupantes de 1' Abric de la Muntanyeta de Caries o de
la Cava del Corb disponían de una proporción de terreno mayor al alejarse más de una hora
del yacimiento. En cambio, en la Cueva del Cochino, las Fuentes, el Tossal de la Font, y
especialmente la Cava de les Calaveres, el territorio de una hora es comparativamente más
amplio. Algunos tienen perímetros regulares, tendentes al círculo, y otros presentan estrechamientos a causa de las alineaciones montañosas.
Disponen en general de llanos amplios, que ocupan buena parte de sus territorios (en tomo
al 80 % ), excepto las Fuentes o la Cava de les Calaveres en su círculo de dos horas, o la
Cava del Tossal de la Font, que no llega al 50 %. Casi todas las planicies que rodean estos
yacimientos son corredores naturales, normalmente de norte a sur (el costero), o de este a
oeste (Cochino, Abric de Caries, Cava del Corb). Las excepciones serían las Fuentes, en la
canal de Navarrés, que conduce a un área cerrada muy montañosa, y la Cava de les
Calaveres, que también controla una zona sin «salidas» naturales. Deberíamos matizar que
la proporción de terreno llano no significa automáticamente que este área fuera la más frecuentada por los ocupantes, que quizá prefirieran un biotopo más variado, como veremos
más tarde.
2)
Territorios que suponen entre el 20 y el 30 % del círculo ideal: Abrigo del Barranco de
Carcalín, Cava Negra, el Pinar, El Salt, San Luis, Cava Beneito, Cava de la Petxina y Cava
Bolomor. Cuando pasamos al radio de dos horas, están menos distorsionados Cova Negra,
Cava de la Petxina, San Luis y Cava Beneito. El Pinar, pese a ser un asentamiento al aire
libre, presenta un territorio de dos horas que no llega al 18 %. Se encuentra en un pequeño
llano rodeado de montañas, casi un área cerrada; ello explica que la longitud del radio se
reduzca considerablemente cuando nos alejamos más de una hora caminando.
En este grupo los entornos son más variados topográficamente (por tanto, también biológicamente) y menos regulares en su forma que el grupo anterior. La proporción de terreno
llano dentro de su perímetro está en tomo al 30-40 %, excepto Cava Bolomor (en su radio
de dos horas), Cava Negra y Petxina, con porcentajes en tomo al 75 %. En todo caso, ya no
estamos en las grandes planicies del grupo anterior. Esto se aprecia también en los lugares
de paso, que son pocos y muy definidos, formados por estrechamientos en las alineaciones
montañosas que se controlan claramente: Cava Negra, Cava de la Petxina, Cava Beneito.
En algunos casos, el yacimiento está en un área «cerrada» o al menos muy escarpada:
Carcalín, San Luis, El Pinar, El Salt.
3)
Un tercer grupo lo formarían yacimientos con áreas muy reducidas en el plano: la Penya
Roja de Rotova, la Penya Roja de Actor y 1' Abric del Pastor, con 17, 13 y 12 % del círculo
teórico de una hora, respectivamente. En el radio de dos horas, aunque sus porcentajes
aumentan un poco, siguen sin llegar a una quinta parte del ideal, excepto la Penya Roja de
Rotova (22 % ), con un terreno muy irregular en su forma. En los dos primeros yacimientos, sorprendentemente, una buena porción es bastante llana (60 %), pero 1' Abric del Pastor
sí está en una zona muy escarpada, y, sobre todo en su radio de una hora, el terreno llano
-29-
[page-n-30]
20
R. M.• MOCHALES SAN VICENTE
1- TOSSAL DE LA FONT
2- EL PINAR
l- ABRIGO DEL BARRANCO CARCALiN
4- SAN LUIS
5- ABRIC MUNTANYETA DE CARLES
6-W FUENTES
7- COVA DE BOLOMOR
8- COVA NEGRA Y COVA SAMIT
9- COVA DE LA PElXINA
10- PENYA ROJA (ROTOVA)
11- PENYA ROJA (ADOR)
12- COVA FORADADA
ll- COVA DEL CORB
14- COVA DE LES CALAVERES
15- COVA BENE!TO
16- ABRIC DEL PASTOR
17- EL SALT
18- CUEVA DEL COCHINO
~·
.
..... . ·
.
'
..
o
20klfl.
Fig. S.-Mapa de los yacimientos analizados. Se ha señalado su territorio de dos horas distorsionado
por la topografía.
-30-
[page-n-31]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
21
disponible es poco más del lO% del total. La Penya Roja de Ador y 1' Abric del Pastor ocupan áreas cerradas topográficamente, mientras la Penya Roja de Rotova controla un pequeño
valle en dirección NE-SO.
De nuestros tres grupos de yacimientos, los del primero, con territorios amplios y en áreas
abiertas, son de características más uniformes. Los otros dos registran una mayor variedad en
cuanto a su entorno, posición en vías de paso, «cuellos de botella» o valles cerrados, proporción
de terreno llano, etc.
En relación a las áreas de paso y comunicación, nuestros yacimientos se encuadran en cuatro tipos de posición:
- En pies de monte, dominando áreas abiertas, «corredores» naturales o valles amplios que
serían fáciles entornos de comunicación y movimiento. Todos están dentro del primer grupo en
cuanto a la amplitud de su territorio. L' Abric de la Muntanyeta de Caries domina el valle aluvial
del Xúquer. La Cova Foradada, en el límite oriental de la Serra de Mustalla, tiene al norte el llano
de Oliva y al sur, en la vertiente opuesta, la matjal de Pego. El Tossal de la Font, a pesar de rodearse de alineaciones montañosas, se abre a un amplio llano al norte. La Cova del Corb dispone
del área costera desde el último contrafuerte de la Serra de Segana, y la Cueva del Cochino
domina la planicie Villena-Caudete, una zona de paso natural de la Meseta hacia la costa.
- Ocupaciones que desechan los macizos montañosos y se sitúan en sus bordes, en los puntos de apertura de valles fluviales encajados hacia el llano (57): San Luis y el Abrigo del
Barranco de Carcalín están en la intersección entre dos áreas, una muy montañosa, y el comienzo
de otra, más llana, justo en el borde de la Sierra de la Cabrera. Representan en realidad el fondo
de un «embudo», con una estrecha salida. De parecidas características gozan tres yacimientos
que dominan amplios llanos que salen de tierras escarpadas: las Fuentes, en la Canal de
Navarrés, la Cava de Bolomor, en las estribaciones del macizo del Mondúber, controlando la
Valldigna, y la Cova de les Calaveres, de Benidoleig. En las dos últimas los valles se abren hacia
el mar, al este.
-«Áreas cerradas»: El Pinar de Artana, en un llano rodeado de alineaciones montañosas,
con accesos estrechos, se podría catalogar en este grupo. L' Abric del Pastor, el más escarpado
de los yacimientos, se encuentra en las paredes de un abrupto barranco. En el Salt se domina el
área más o menos cerrada del llano del Barxell, en el punto donde se encaja el río. A caballo
entre un «área cerrada» y las posiciones del grupo anterior está la Penya Roja de Ador, en las
estribaciones de la Sierra del mismo nombre, dominando un pequeño valle encajado con un sólo
acceso al otro lado; está en el fondo de un «cul de sae>> .
- Puntos que controlan la vía de comunicación más fácil entre dos zonas llanas a través de
alineaciones montañosas: la Cava Negra y la Cava de la Petxina en el paso del río Albaida entre
los llanos de Xativa y Bellús; la Penya Roja de Rotova domina un pequeño valle, recodo de uno
más amplio que viene de la Marxuquera hacia el oeste, y la Cova Beneito se sitúa a una altura
importante sobre el paso del río Agres entre el valle de esta población y el valle de Muro.
Las claras diferencias apreciadas en las características de los territorios antes mencionadas y,
en particular, entre estos cuatro grupos, apuntan hacia una separación funcional de las ocupaciones
que tienen lugar en ellos. No podemos dejar de ver, sobre todo en algunas, una colocación inten(57)
Este es también el caso de la Cueva del Boquete de Zafarraya (Málaga) o de Los Casares (Guadalajara).
-31-
[page-n-32]
22
R. M." MOCHALES SAN VICENTE
cional. Sin embargo, las carencias en otro tipo de datos, impiden comparaciones detalladas y limitan nuestra interpretación de las diferentes causas que pueden haber llevado a la elección de puntos concretos para el establecimiento. Tendremos que conformarnos con señalar las diferencias e
intuir objetivos de control visual claros en algunas ocupaciones, especialmente las del último grupo.
Excepto los ejemplos de «áreas cerradas», los yacimientos valencianos se sitúan muy cerca
de vías de paso más o menos importantes, bien con acceso al corredor litoral, bien en valles de
comunicación entre las tierras altas y la zona costera. Algunos autores (58) hablan de una fuerte
vinculación entre los yacimientos del Paleolítico Inferior y Medio y los corredores, con una
ausencia del registro en áreas de difícil articulación territorial. Ésta sería, para ellos, la óptima
adaptación homínida, pues los corredores suponen las únicas posibilidades de subsistencia:
movilidad, información y variabilidad. Serían los grandes ejes para la interrelación entre grupos
y el núcleo sobre el que se organizan y renuevan los principales recursos: grandes ungulados
migratorios. En el Paleolítico Superior esta relación no parece tan directa, y se habitan zonas de
difícil comunicación y topografía contrastada.
Sin embargo, tenemos en el Musteriense yacimientos en áreas sin salida o terrenos escarpados, situaciones que, aunque aumentan en el Paleolítico Superior, no permiten establecer una
división tajante entre ambos momentos, al menos en base a este rasgo. Por otro lado, la asociación grandes ungulados migratorios-corredores se supedita a las especiales características de la
zona mediterránea, que por su suavidad climática y variedad ambiental pudo no ser escenario
de las grandes manadas migratorias de otras latitudes, sugeridas en la bibliografía europea.
Tenemos algunos ejemplos de yacimientos muy próximos entre sí que corresponderían a
las «agrupaciones» ( «site clusters» ), con territorios superpuestos de que hablan Davidson y
Bailey. Presentan un foco generalizado de actividad humana consecutiva, pero no es posible
identificar una única localidad como foco primario (59). Plantean el problema de su simultaneidad (pudieron ocuparse en la misma ronda estacional, incluso a la vez por pequeños grupos), o su diacronía (se usaron en una base rotatoria amplia, sólo uno en cada visita). Son susceptibles de esta clasificación: San Luis y el Abrigo del barranco de Carcalín (Buñol), Cova
Negra, Samit y Petxina (Xativa), la Penya Roja de Rotova y la de Ador, y el Salt y 1' Abric del
Pastor (Alcoi) en los radios de una hora, y en los de dos horas la Cova del Corb y la de les
Calaveres (fig. 8). La adscripción de la posible contemporaneidad, funciones, etc. de estas ocupaciones es, por el momento, muy difícil. Baste señalar que documentan una frecuentación de
zonas que debieron ser favorables económicamente, o «áreas preferidas», en la denominación
de Davidson y Bailey.
De las características topográficas y del análisis de territorios se desprende, para nuestra
región, que:
- Existe un predominio de los yacimientos situados entre O y 200 m. de altitud, aunque
hay representación en todos los biotopos, desde zonas litorales hasta el interior, en entornos
escarpados y altos.
-Los habitantes del Paleolítico Medio (e Inferior) del País Valenciano no parecen preferir especialmente los territorios muy amplios o con grandes llanos a su alcance. En un momento
(58)
(59)
FERNÁNDEZ: Op. cit. nota l. AURA et alii: Op. cit. nota 53.
l. DAVIDSON y G.N. BAILEY: <
Arqueológico Nacional, IT, Madrid, 1984, págs. 2.5-46.
-32-
[page-n-33]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
23
dado, buscan más la variedad. En realidad, 1O de los 18 yacimientos poseen un radio de acción
de una hora que representa menos de la cuarta parte del teórico, y de ellos tres están incluso por
debajo de una quinta parte. En algunos, el entorno circundante se puede calificar directamente
como escarpado. Sólo la Cava Foradada presenta sus dos áreas (de una y dos horas) por encima
del 50 % de las teóricas. Son territorios, en suma, pequeños en su extensión en el plano, y poco
regulares: hay peómetros tendentes al círculo, pero predominan los entornos variados topográficamente, con biotopos diferenciados.
- La amplitud de estas áreas no parece muy condicionada por la ubicación interior o costera de los asentamientos, ni porque se trate de ocupaciones al aire libre. Tendríamos, no obstante, que disponer de una muestra más amplia de estas últimas.
- Se registra una constante situación a baja altura sobre el terreno circundante (predominan las ocupaciones a menos de 50 m., aunque hay excepciones). Por ello, aunque no se busquen las grandes planicies, se dispone siempre de una zona relativamente llana cerca. Quizá este
factor tenga que ver con la atracción que ejerce el agua, como fuente de aprovisionamiento en
sí misma y por ser un medio donde se localizan recursos alimenticios con mayor abundancia,
tanto animales como vegetales. También se favorecen las comunicaciones más rápidas y fáciles. Otro factor -la presunta mayor riqueza biótica de las llanuras- es más dudoso, frente a
situaciones más difíciles, pero tal vez con otras ventajas económicas. La proporción de este
terreno llano es muy variable, dominando en aproximadamente la mitad de los yacimientos,
frente a otro 50 % donde es minoritario frente a las tierras accidentadas.
- El predominio de llanuras o territorios extensos no parece seguir una relación coherente
con las altitudes absolutas o relativas de los yacimientos.
-La preferencia en la orientación de cuevas y abrigos se dirige hacia una buena exposición solar.
- Las ocupaciones se ubican de forma variada, desde áreas abiertas hasta cerradas,
pasando por estrechamientos o valles en «fondo de saco»; preferentemente en las proximidades
de vías de paso y comunicación fácil, aunque existen excepciones notables que escapan al estereotipo y nos avanzan un asentamiento más complejo de lo que se supone generalmente.
- Se perfilan ciertas áreas geográficas que debían ser especialmente atrayentes, pues documentan mayores signos de frecuentación, aunque no se descartan factores físicos de conservación en estas diferencias de registro.
Del estudio topográfico y territorial concluimos que la variedad es la característica fundamental de los habitantes del Paleolítico Inferior y Medio de nuestras tierras en su búsqueda del
lugar de asentamiento: variedad de altitudes, entornos, accesos, situaciones, etc. En la mayoría
de los casos prefieren situarse a baja altura sobre el llano circundante, poseen territorios pequeños, bastante distorsionados por la topografía (en tomo al 25% del círculo ideal es lo más frecuente), no parecen buscar grandes extensiones abiertas, pero sí les atraen los lugares de paso
entre biotopos diferenciados, un acceso fácil al agua y una buena insolación.
Pero también existen ocupaciones a altitudes elevadas sobre el llano, escarpadas, con acceso
difícil y orientaciones solares poco favorables, que disponen de buenas posibilidades de control
visual sobre lugares de paso: estas características escapan a la concepción del Paleolítico Medio
como un momento con pautas simples y monótonas en la elección del lugar de hábitat, a la vez
que afianzan el carácter intencional de esta elección.
-33-
[page-n-34]
24
R. M.• MOCHALES SAN VICENTE
Esta variedad en las características del asentamiento apoya lo visto en el apartado de la economía del periodo, donde también el aprovisionamiento (sobre todo de carne) se realiza sobre
una diversidad de modos que van desde el carroñeo oportunístico a una caza más dirigida, con
estadios intermedios. Puede que las diferencias patentes entre un tipo de asentamiento más general, en entornos suaves, y las posiciones más difíciles de que hemos hablado tengan su explicación en este punto, donde sería necesario profundizar en la investigación. Los datos económicos, al hablarnos de estancias cortas y esporádicas, matizan las apreciaciones sobre el modo en
que se ejerce esta ocupación del territorio valenciano. La cercanía geográfica entre algunos yacimientos haría viable una elevada movilidad.
PATRONES DE ASENTAMIENTO
La determinación de patrones de asentamiento para el Paleolítico Medio es todavía más
complicada que para etapas posteriores, dadas las incertidumbres de los datos, que aumentan
geométricamente conforme tratamos con espacios temporales más alejados. Se tiende a considerar que las poblaciones neandertales representarían un estadio anterior a los grupos del
Paleolítico Superior. Los autores insinúan en general un modelo asimilable al de Binford (60),
de movilidad
de tareas, almacenan comida, tienen gran variabilidad estacional, etc., y que parece ser el estilo
de vida de al menos los momentos finales del Würm (61).
Hacia estas hipótesis parecen encaminarse las interpretaciones del Cantábrico. Aunque
Freeman (62) piensa en un sistema de asentamiento con campamentos base cerca de los principales recursos explotados y partidas especiales para obtener los otros, el resto de trabajos apuntan a que, durante el Paleolítico Medio, la utilización del área cantábrica está restringida a un
estrecho cinturón costero entre la montaña y el mar, biotopos que no les despiertan mucho interés (63). La explotación casi exclusiva de las áreas litorales (excepto algunos yacimientos, que
ya se sitúan en contacto con los valles interiores) no se debería, según González Sáinz y
González Morales (64) a la imposibilidad de acceder a otras zonas, sino a la búsqueda del
entorno más rico económicamente.
Algo que se menciona varias veces es la posibilidad de una trashumancia estacional costainterior: en Murcia (los moluscos y el sílex son pruebas de al menos un contacto), y en Albacete,
en la cuenca del río Mundo (65), los territorios de una hora de las principales «agrupaciones de
yacimientos» se vertebran, indicando, para el autor, el seguimiento de los movimientos migra(60) L.R BINFORD: <
American Antiquity, 45 (1 ), 1980, págs. 4-20.
(61) La distinción entre ambos, para Binford, radica en las diferentes características de los recursos (estacionalidad, duración
de la estación de crecimiento, incongruencia espacial).
(62) FREEMAN: Op. cit. nota 16.
(63) STRAUS: Op. cit. nota 1l.
(64) GONZÁLEZ y GONZÁLEZ: Op. cit. nota 40.
(65) J.L. SERNA LÓPEZ: <
-34-
[page-n-35]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
25
torios estacionales de las manadas de ungulados entre los pastos altos del verano y los bajos del
invierno. Ello confirmaría al río Mundo como una de las principales vías de penetración del litoral al interior de la Meseta, suponiendo siempre estos movimientos estacionales de las manadas
y la contemporaneidad de los yacimientos. La Cueva del Boquete de Zafarraya, para Medina et
alii (66) estaría relacionada con un hábitat principal en la costa dedicado a la recolección de
mariscos y a la caza menor durante gran parte del año. En cambio, en otras zonas de la Península
estos dos tipos de recursos no parecen tener gran importancia económica.
En el País Valenciano, las pistas para los patrones de asentamiento a partir de la estacionalidad de las .ocupaciones están muy limitadas: sólo existen datos concretos para la Cova Negra
de Xativa. Por los restos de quirópteros, al menos en algunos momentos de la secuencia, la ocupación humana no se produciría en primavera o verano, época de hibernación o reproducción
de estos animales, que aparece documentada por restos de individuos muy jóvenes, viejos o
fetos, incompatible con la presencia regular de humanos (67). Lo demás son indicios, como la
situación en zonas de valles estrechos y resguardados, donde los yacimientos no se enfrentan
directamente a espacios abiertos, y por tanto no tienen una gran visibilidad (Cova Negra,
Petxina). En otros casos, sí disponen de una buena panorámica (Beneito) sobre un lugar de paso.
No podemos concluir nada definitivo de estas afirmaciones por las especiales características de
la zona mediterránea, menos contrastada y rígida en su estacionalidad que otras regiones más
septentrionales.
Las posiciones de los yacimientos en zonas de contacto con el interior nos recuerdan los
patrones de movimientos estacionales del litoral a las tierras altas. Éste sería el tipo de desplazamiento que suponemos para el musteriense: corto y alternando biotopos distintos; la propuesta
no es rígida, no implica que los grupos siguieran un ciclo anual costa-interior en nuestras tierras: es muy probable que sus movimientos no se circunscribieran aquí, sino que fueran más
amplios, empleando más de un año en volver a frecuentar el territorio.
Los datos económicos, la diversidad observada (en entornos, áreas territoriales, altitudes), y
las situaciones poco confortables, vistos en el apartado anterior, nos llevan a pensar que la ubicación de los grupos musterienses obedece a un plan premeditado y específico que combina
ambientes distintos siguiendo el ciclo natural, aunque, como ya se ha comentado, los detalles de
esta combinación y las diferentes motivaciones son todavía muy oscuros. No parece, sin embargo,
que estemos hablando de una organización anual compleja de las actividades como la que se
seguiría sin duda en el Paleolítico Superior, con agregaciones y dispersiones de los grupos según
las estaciones y necesidades sociales, hechos que parecen muy aventurados para este momento.
Para Aura, Fernández y Fumanal (68), la fauna excavada indicaría patrones basados en
movimientos rotatorios sobre yacimientos similares ocupados de forma cíclica, con entornos
relativamente «generalizados». Esta interpretación se acercaría al modelo de Binford (69) de
movilidad
situación intencional en puntos altos y a veces incómodos, pero con buena visibilidad sobre
valles que debían frecuentar los ungulados apunta hacia un cierto interés en su intercepción, o
(66)
(67)
MEDINA et alii: Op. cit. nota 24.
VILLAVERDE y MARTÍNEZ: Op. cit. nota l.
(68)
AURA et alii: Op. cit. nota 53.
(69)
BINFORD: Op. cit. nota 60.
-35-
[page-n-36]
26
R. M.• MOCHALES SAN VICENTE
al menos en su control, lo que nos revela estrategias organizadas. Ello no significa, queremos
dejarlo claro, que hablemos de una «especialización» en la caza a nivel del Paleolítico Superior,
pero tampoco nos convence la imagen «oportunista». Ya hemos hablado de la cercanía a corrientes de agua (con mayores posibilidades de caza, carroñeo y abundancia vegetal), a llanos, corredores, «callejones sin salida», etc.
Las buenas posiciones para el oteo podrían convertirse en necesidad en un entorno en que
los desplazamientos animales no parecen largos y prefijados, como en otras zonas, por varias
razones: el clima no tendría grandes contrastes y la alternancia pudo ser más de humedad/sequedad estacional, y en segundo lugar, la diversidad del territorio permitiría que los ungulados
pudieran permanecer en umbrías o zonas húmedas, y no necesitaran recorrer largas distancias.
Estas particularidades mediterráneas hacen improbables las grandes manadas migratorias que
cubren cientos de kilómetros estacionalmente en busca de pastos, como ocurre en latitudes más
septentrionales. Incluso en el Cantábrico los autores abogan recientemente por movimientos cortos (70).
Aunque efectivamente, en el periodo estudiado nos hallemos más cerca de estrategias
mayor diversidad. Pese a todos los problemas relacionados con el muestreo, la «impresión» producida por el conjunto es de una complejidad evidente. Sin duda, en una generalización más
amplia esta complejidad se difumina un tanto al compararla con momentos posteriores, sobre
todo con fines del Paleolítico Superior.
La complejidad antes aludida se refleja, por ejemplo, en las diferencias diacrónicas: algunos yacimientos registran una larga secuencia, incluso con niveles posteriores al Würm antiguo
(Cava Beneito, Penya Roja, Cava Foradada) y otros un solo nivel. La zona del río Albaida, con
la Cava Negra, la Cava Samit y la Cava de la Petxina se frecuentó bastante durante el musteriense, pero esto parece cambiar en el Paleolítico Superior, que se documenta escasamente en el
Estret de les Aigües. También es interesante que en el núcleo más importante del Paleolítico
Superior, alrededor de la Marxuquera (Parpalló, Mallaetes, Cava dels Pares, Cava del Llop,
Barranc Blanc, etc.) no se hayan localizado yacimientos del Paleolítico Medio, a pesar de ser
una zona prospectada. Sin descartar del todo factores de conservación diferencial, procesos erosivos o destrucción de depósitos, la estrategia económica podría ser la responsable de estas diferencias.
Otras situaciones, como la de la Cava Beneito, siguieron siendo muy favorables en épocas
posteriores, aunque las ocupaciones no fueran de gran entidad. Sus investigadores remarcan sus
ventajas para la amplitud cinegética observada en los niveles musterienses, en función de la
diversidad, provisión de agua, materias primas y caza en tres entornos distintos (dos valles y la
zona montañosa), buena orientación y visibilidad (71). Quizá se trataría de un caso de hábitat
de propósitos especiales en situación estratégica: aunque la posición de la cueva es escarpada,
su territorio es muy variado, y dispone de buenas posibilidades de control de los animales.
(70) STRAUS: Op. cit. nota 11. L.G. STRAUS: «Comment. ·En: R. White. Husbandry and Herd Control. .. >>. Current
Anthropology, 30 (5), 1989, págs. 623-624.
(71) ITURBE et a/ii: Op. cit. nota l.
-36-
[page-n-37]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
27
Un tema interesante son las diferencias en la frecuentación de los asentamientos. Serna (72),
detecta en la cuenca del río Mundo (Albacete), que los situados en zonas llanas, con un territorio amplio, registran mayor cantidad de restos que los de áreas más quebradas. Nuestros yacimientos no presentan un panorama tan claro: algunos poseen territorios escarpados y ocupaciones muy poco relevantes (Abric del Pastor); otros, en parecida ubicación, registraron visitas, si
bien no muy intensas, al menos recurrentes (Cova Beneito ), y hay yacimientos con áreas amplias
donde los restos no son especialmente significativos. Hay varios factores que puéden explicar
estas divergencias, como la existencia de otros lugares de habitación cercanos, la destrucción
parcial de los depósitos, etc. De todos modos, la extensión del territorio no parece ser el único
factor a considerar: puede darse el caso de entornos con gran distorsión topográfica que son especialmente variados, y por tanto presentan una mayor diversidad, e incluso abundancia, de recursos. En tal caso, su ocupación se preferiría a la de otros lugares más llanos, pero biológicamente
uniformes. Este razonamiento no debe enmascarar la escasa densidad poblacional y la abundancia moderada de restos que caracterizan el Paleolítico Medio en su conjunto.
Como prueba tenemos el caso bien estudiado de un yacii:niento de larga secuencia, la Cova
Negra de Xativa, donde los autores reúnen (73) una serie de evidencias en favor de un modelo
de alta movilidad y baja densidad de población para el Musteriense regional:
1) El análisis tafonómico de la fauna indica una ocupación de la cavidad de carácter mixto,
caracterizado por la frecuente alternancia de aportes humanos y carnívoros.
2) Los quirópteros marcan unas visitas humanas cortas, episódicas y distanciadas, y como los
carnívoros, aparecen incluso en los niveles con mayores signos de ocupación antrópica.
3) Las pequeñas presas, de que ya hablamos. La explicación a su diferente papel con respecto
al Paleolítico Superior debe buscarse en la estructuración del territorio y la pauta de movilidad, o en la relación entre el tiempo invertido en su obtención y procesado y el producto final.
4) Las evidencias de ocupación humana de la cavidad: son cortas, esporádicas, con un reducido número de habitantes que limitan su presencia a una pequeña parte del espacio disponible, alternándose con largas etapas de abandono y ocupación carnívora.
La baja densidad de materiales se complementa, en los niveles inferiores, con una mayor
proporción de restos líticos que óseos, prueba, para Binford (74), de una escasa planificación en
la producción del utillaje y poca conservación del material después de fabricado. A ello hay que
añadir que buena parte de los huesos no serían aportados por el hombre, con lo que esta relación
aumenta. Lo mismo ocurre en el estrato I de Bolomor, mientras en los niveles del Paleolítico
Superior regional estos índices se invierten, además de que los conjuntos líticos y óseos se hacen
mucho más densos.
Incluso en los momentos con más señales de ocupación antrópica, la Cova Negra muestra
un registro de visitas cortas, y el escaso papel de las presas pequeñas o la fauna, de espectro
diversificado, apunta hacia una elevada movilidad, netamente distinta a la del Paleolítico
Superior, resultado de una estrategia dúctil y caracterizada por una escasa especialización cazadora. Para Villaverde (75), los neandertales tendrían en nuestra región un bajo nivel demográ(72)
(73)
(74)
(75)
1988, págs.
SERNA: Op. cit. nota 65.
VILLAVERDE et alii: Op. cit. nota l .
BINFORD: Op. cit. nota 12.
V. VILLAVERDE BONILLA: «Las sociedades cazadoras>>. Historia del Pueblo Valenciano, tomo I, Levante, Valencia,
2-20. VILLAVERDE, 1995: Op. cit. nota l.
-37-
[page-n-38]
28
R. M." MOCHALES SAN VICENTE
fico, consecuencia de la necesidad de explotar territorios muy amplios con continuos desplazamientos. Este modelo coincide con los presentados por otros yacimientos peninsulares y europeos, como ya vimos en el apartado del aprovisionamiento, y es coherente con la visión obtenida a partir del análisis de los asentamientos. Binford (76) afirma que el mayor contraste entre
el Paleolítico Medio y los caza-recolectores modernos, y por tanto, seguramente con el
Paleolítico Superior, estriba en la uniformidad en el tamaño pequeño de los grupos y la movilidad muy alta, sea cual sea el ambiente, en oposición a la flexibilidad de estos factores en épocas posteriores en función de los entornos. Relaciona esta falta de flexibilidad con la mínima
organización de la tecnología y su rápido desechado.
En resumen, de las evidencias arqueológicas y el análisis de los yacimientos, concluimos
que el modo de vida musteriense en el País Valenciano se caracterizaría por una gran variedad:
• En el aprovisionamiento, sobre diversas especies de ungulados, aunque las más importantes son équidos, cérvidos, cápridos y bóvidos. Los conjuntos existentes con predominio de
una sola especie no contradicen este carácter ecléctico general.
• En la estrategia económica, que sobre una base amplia de subsistencia, incluiría la caza de
estas especies, el carroñeo sobre las mismas e incluso, sobre restos alimenticios de carnívoros, animales con los que competirían por los ungulados y por el uso de las cavidades.
• En el asentamiento, con diversidad topográfica (altitudes absolutas y relativas, orientaciones solares) y territorial (amplitud de las áreas, regularidad del perímetro, proporción de
terreno llano a su alcance o situación en relación a los lugares de paso).
No obstante, podemos extraer también pautas generales: prefieren situarse a baja altura
sobre el terreno llano, con territorios pequeños, distorsionados por la topografía (en tomo al
25% del área teórica), en orientación soleada, con buen acceso al agua y cerca de lugares de
paso. Si bien no buscan grandes extensiones o valles muy amplios, disponen siempre de una zona
relativamente llana .cerca (quizá por el agua). Les atraen los biotopos diferenciados, seguramente
buscando una mayor diversidad de los recursos, y su táctica parece haberse basado en una alta
movilidad, con estancias de grupos reducidos y corta duración.
Remarcaremos el hecho de que existen ciertos estereotipos bastante arraigados que hay que
matizar. Sobre todo, en lo que respecta a la consideración general del musteriense como una economía basada en el aprovechamiento oportunístico y sin planificación de los recursos, con una
movilidad de tipo residencial entre yacimientos similares, que proporcionan conjuntos de fauna
uniformes reflejo del entorno. Estas características se acentúan más cuando establecemos diferencias con el Paleolítico Superior. A veces se tiende -creemos- a exagerar el salto entre uno
y otro momento, «rebajando» las «habilidades» neandertales frente al nuevo tipo humano (que
seguiría un modelo de movilidad logística, ocupando por primera vez entornos hostiles, escarpados, altitudes elevadas, practicando una caza especializada, etc.).
Aunque no hablamos de estrategias complejas para el musteriense, el choque no es tan radical entre un momento y otro; las actitudes enumeradas como propias del Paleolítico Superior tienen a menudo sus antecedentes en el Würm antiguo:
- Hemos visto pruebas de un aprovechamiento consciente y a veces planificado de los
recursos (eso sí, combinado con el uso oportunístico, en función de su disponibilidad). Como ya
hemos comentado, parece haber una amplia gama de modos de obtención del alimento, sin que
exista, aparentemente, una estrategia que caracterice todo el conjunto.
(76)
BINFORD: Op. cit. nota 12.
-38-
[page-n-39]
EL ASENTAMIENTO MUSTERIENSE EN EL TERRITORIO VALENCIANO
29
- Ocupaciones en altura, en entornos difíciles, escarpados y con buenas posibilidades de
oteo.
- Extensión a todos los biotopos, y, al contrario que en otras áreas, en el País Valenciano
una explotación consciente y sistemática del sílex frente a otras materias más accesibles.
Por tanto, debemos desechar la idea del Paleolítico Medio como un momento con pautas
simples y monótonas tanto en la base económica como en la elección del hábitat (77).
También es cierto que el gran «salto» evolutivo se suele incrementar porque las comparaciones normalmente no se establecen entre el Paleolítico Medio y los primeros momentos del
Superior, pues se dispone de menos datos. Se compara directamente con las fases finales del
Würm, olvidando que parte de sus características no soil extrapolables a todo el Paleolítico
Superior.
Esta visión «estereotipada» del Paleolítico Medio deriva de la investigación tradicional, centrada en los tipos líticos y las especies faunísticas identificadas: según estos datos, no hay señales de evolución diacrónica en el periodo. Pero los trabajos más recientes reclaman otras aproximaciones a los datos del registro, desde las cuales sí se aprecia una variabilidad (78). Es el
caso de Stiner y Kuhn en yacimientos italianos. A partir de la forma de explotación de la fauna
o las técnicas de reducción lítica advierten una evolución cronológica, que deriva hacia el45.000
B.P. en un principio de especialización cazadora anterior a la aparición de hombre moderno, con~
juntamente con una variación en las cadenas de reducción lítica, características ambas que continuarán en el Paleolítico Superior (79).
Indudablemente, en lo que coinciden los últimos datos es en resaltar una gran capacidad de
adaptación y complejidad de comportamiento ya dentro del Würm antiguo. La aparición, en la
industria de yacimientos antiguos con predominio de rocas locales, de materiales exógenos, en
forma de útiles ya elaborados o núcleos (80), también iría en contra de la idea oportunista.
Pero aún así existen diferencias claras con respecto al Paleolítico Superior, que concretaríamos en:
- La estrategia económica: los neandertales parecen utilizar indistintamente la caza o el
carroñeo en el aprovisionamiento de carne, frente a un uso casi exclusivo de la caza entre las
poblaciones superopaleolíticas.
- Las especies animales explotadas: en el Paleolítico Medio la representación de ungulados es más variada, frente a conjuntos más «especializados» del Wünn reciente, y sobre todo, el
aprovechamiento de pequeños mamíferos, aves y animales acuáticos experimenta un gran incremento, desde una posición de escasa o nula importancia económica (81).
-En los conjuntos faunísticos también hay una disminución importante de la presencia carnívora.
-Los yacimientos:
(77) Según FARIZY y DAVID (Op. cit. nota 20), quizá la aparente <
que no <
(79) STINER y KUHN: Op. cit. nota 13. STINER: Op. cit. nota 13 .
(80) JAUBERT et alii: Op. cit. nota 21.
(81 ) Como señalan VILLAVERDE et alii (Op. cit. nota 1), estas diferencias no se observan en zonas europeas más septentrionales hasta los momentos finales del Paleolítico Superior. En el Mediterráneo español el cambio está referido al comienzo mismo
del periodo (niveles Auriñacienses de Cova Beneito), y representa una distinción clara de actitudes con respecto a las dos etapas del
Würm.
-39-
[page-n-40]
30
R. M.• MOCHALES SAN VICENTE
• Los del Paleolítico Superior se encuentran en general a una altitud algo mayor sobre el
terreno circundante.
• Es posible que se extienda más la ocupación humana hacia áreas de difícil comunicación,
no asociadas a valles de paso, cuestión que comienza ya en el Medio y se intensifica en
este momento.
- Parece haber distintas preferencias por ciertos entqmos geográficos: en la cuenca del
Albaida los restos musterienses están bien documentados y son pocos los del Superior, y en el
macizo del Mondúber ocurriría lo contrario. Las causas pueden englobar diversos factores, entre
ellos los económicos y la posible acción de la erosión o conservación diferencial.
- La más significativa, a nuestro entender: la escasa densidad de la población musteriense,
acompañada de la poca intensidad de las ocupaciones, con series limitadas de restos, largos episodios de desocupación, abundantes huellas de carnívoros o quirópteros, en oposición a estratos
superopaleolíticos muy ricos. No hay ningún caso del Paleolítico Medio que registre estas acumulaciones de materiales líticos y óseos, lo que hace pensar que la magnitud de los grupos humanos no es grande, su movilidad es alta, y parecen dudosas las grandes agregaciones estacionales.
- En el aspecto demográfico y social, las notables diferencias con el Paleolítico Superior
se incrementan con la mayor flexibilidad de este periodo en cuanto al tamaño de los grupos, con
agregaciones y dispersiones que favorecen la interacción social, tendencia que no parece muy
probable en el Würm antiguo, o al menos se daría en un estadio muy incipiente.
Estos grupos del Paleolítico Medio serían, por tanto, muy móviles y de tamaño pequeño, y
realizarían estancias breves y esporádicas, basándose en desplazamientos cortos que quizá alternaran la costa y el interior. Parecen ubicarse según un plan premeditado, usando biotopos distintos siguiendo el ciclo natural, sin llegar, por supuesto, a la complejidad de momentos del
Würm reciente. La posición en puestos de control muestra un interés en la observación de las
manadas, que a su vez serían reducidas en número y recorrerían pequeñas distancias, como
parece indicar el clima mediterráneo.
La diversidad de conductas y la adaptatividad a las diferentes condiciones ambientales, que
se concretan en un comportamiento espacial coherente y un aprovechamiento de los recursos
bastante organizado y dirigido, que no excluye el oportunismo, sino que lo integra con otras actitudes más «desarrolladas» caracterizarían un musteriense regional que comienza muy tempranamente, sin clara solución de continuidad con el Riss, y parece alargarse temporalmente en el
Würm III, en momentos en que en otras regiones ya comienza el Auriñaciense antiguo. El sur
de la vertiente mediterránea peninsular se caracteriza por mantener la tónica de etapas anteriores sin ninguna evolución local hacia el Paleolítico Superior (Cova Negra, Beneito, El Salt,
Carigüela), que parece claramente un proceso externo con un comienzo en tomo al 30.000 B.P.,
según los últimos indicios (82).
No sólo esto, sino que incluso parece que aumenta la población o la frecuentación de los yacimientos a fmes del Würm antiguo, como se ve en Cova Negra, cuyos niveles musterienses finales registran un incremento en el número y la densidad de restos óseos y líticos, todo dentro, como
hemos visto, de unos conjuntos relativamente pobres en cuanto a la abundancia de sus materiales.
(82) VILLAVERDE y FUMANAL: Op. cit. nota l. VlLLAVERDE, 1995: Op. cit. nota l. VEGA et alii: Op. cit. nota 49 . VlLLAVERDE et alii: Op. cit. nota l.
-40-
[page-n-41]
ARCHIVO DE PREIDSTORIA LEVANTINA
Vol. XXII (Valencia, 1997)
Pere Miquel GVILLEM CALATAYUD*
ESTUDIO TAFONÓMICO DE LOS QUIRÓPTEROS DE COVA NEGRA
(XÁ.TIVA). UNA CONFIRMACIÓN DEL CARÁCTER CORTO Y
ESPORÁDICO DE LAS OCUPACIONES ANTRÓPICAS
l.
INTRODUCCIÓN
Los factores que van a influir en la formación de depósitos osíferos de micromamíferos en
un yacimiento arqueológico, ya sea en cueva o en abrigo rocoso, son muy diversos. En Cava
Negra (1), hemos distinguido dos modelos de aporte diferentes que van a explicar, en gran parte,
el origen de roedores, insectívoros y quirópteros:
1)
Utilización de las cavidades como hábitat. Es el caso de los murciélagos que, a pesar de no
tener predadores especializados que basen su dieta trófica en su consumo, desarrollan ciertos
hábitos que favorecen la acumulación de sus esqueletos. Utilizan las cuevas como refugios
de hibernación o de cría, momentos que coinciden con los periodos de mayor mortalidad. En
Cava Negra, hemos podido recuperar una cantidad considerable de restos óseos de quirópteros que confirman la ocupación de estos yacimientos cársticos en un mismo sentido. No
obstante, en la bibliografía aparecen reflejadas situaciones oportunistas de predación sobre
murciélagos que han provocado concentraciones parecidas a las producidas por la muerte
natural de estos mamíferos (2).
* Servei d'Investigació Prehistorica. e/ Corona, 36, Valencia 46003.
(1) En este artículo presentamos una pequeña parte de nuestra Tesis Doctoral.
(2) R. BAUER: <
as constituents of the food Garn olws Tyto alba in Poland>>. Ibis, 121 , 1979, pp. 489-494. G. SILVA TABOADA: Los murciélagos de
Cuba. Ed. Academia, La Habana, 1979, G. LESINSKI: «The tawny owl Strix a/uco L. hunts bats». Przeg/and Zoologiczny, XXVIT,
3, 1983, pp. 371-372.
-41-
[page-n-42]
2
2)
P. M. GUILLEM CALATAYUD
Aportación de esqueletos por parte de otros animales. Uno de los gestos que provoca importantes concentraciones de restos óseos de roedores e insectívoros en el interior de una cueva
es la regurgitación de egagrópilas de rapaces nocturnas o diurnas (3), y la formación de
letrinas por carnívoros en la misma (4). Así lo hemos podido comprobar en Cava de
Bolomor, Cava Negra, Cendres y Cova de Bolumini, conclusión a la que hemos llegado tras
un estudio tafonómico detallado (5). Primero, establecimos los distintos patrones de comportamiento que las estrigiformes o los carnívoros habían dejado plasmados después de
haber cazado, comido y digerido una presa. Luego, extrapolamos estos modelos a los conjuntos fósiles, para identificar la especie o especies responsables del origen de la acumulación de restos óseos de micromamíferos en yacimientos arqueológicos. El contraste entre
ambos permitió la identificación de las distintas interferencias postdeposicionales que habían
sufrido los huesos de micromamíferos, resultado de la intervención gradual y acumulativa de
diferentes agentes de modificación. De hecho, detectamos alteraciones físicas: pisadas,
transporte diferencial de las distintas partes anatómicas del esqueleto, alteración de los
huesos por el viento, el agua, etc.; y químicas: huesos quemados, la acción que provocan los
vegetales sobre la cortical del hueso, el esmalte y la dentina de los molares e incisivos y el
desarrollo de bacterias, entre otras. Tampoco olvidamos ningún otro posible tipo de aporte
de restos óseos de micromamíferos (muerte natural en el interior de la cueva, como ocurre
con los quirópteros de estos yacimientos).
Cava Negra tiene una de las colecciones más ricas de quirópteros fósiles de Europa. Los
miles de restos óseos así lo confirman. Las condiciones geológicas de la cueva unidas a su situación geográfica explican el motivo de su presencia. El yacimiento se encuentra situado en la
fachada central mediterránea, junto al río Albaida. Su latitud y altitud ha permitido que durante
las pulsaciones frescas del Pleistoceno superior los murciélagos encontraran refugio y pudieran
cubrir sus necesidades alimenticias. El río Albaida debió generar enormes recursos tróficos aprovechados por estos pequeños mamíferos. Las condiciones de humedad y temperatura más o
menos constantes en Cava Negra, así como la sedimentación continuada, consiguieron el enterramiento de los huesos y su buena conservación. Durante el mismo período cronológico en el
Norte de la Península Ibérica, la ocupación de cavidades por murciélagos sólo ha quedado constatada a lo largo de pulsaciones climáticas templadas: Lezetxiqui en el interestadial Arcy (6),
Erralla en el Bolling (7), Gabasa durante el interestadial Würm II-III alpino; o durante el
Holoceno: Urtiaga, Mariluzo, Santimamiñe, Payucas, Aitzbitarte IV (8). En el resto de la
(3) J. CHALINE: «Paléontologie animal. Les rongeurs au pilori? Analyse critique des reconstitutions paléoécologiques en
microthériodontologie>>. Approche Écologique de L'Home fossil , 1977, pp. 75-81. P. ANDREWS: Ow/s, Caves and Fossils. Ed.
Natural History Museum Publications, London, 1990.
(4) J.S. MELLET: «Scatological origin of microvertebrate fossil accumulationS>>. Science, 185, 1974, pp. 349-350. P.
ANDREWS y E.M. NESBIT-EVANS: <>. Paleobiology, 9, 1983,
pp. 287-307.
(5) P.M. GUILLEM: Micromamiferos cuaternarios del País Valencia: Tafonomía, Bioestratigrafia y reconstrucción paleoambiental. Tesis Doctoral inédita, Universitat de Valencia, 1996.
(6) J. ALTUNA : Fauna de mamiferos de los yacimientos prehistóricos de Guipúzcoa . Munibe, 24, 1972.
(7) E. PEMÁN: <
49-57.
(8) ALTUNA: Op. cit. nota 6.
-42-
[page-n-43]
ESTUDIO TAFONÓMICO DE LOS QUIRÓPTEROS DE COVA NEGRA
3
Península, durante el Pleistoceno medio y superior destacan los yacimientos de Pradera
(Segovia), Guardo (Palencia), El Higuerón (Málaga), Las Grajas (Málaga), Atapuerca (Burgos),
Cueva del Agua (Granada), Carihuela (Granada), El Reguerillo (Madrid) (9), Son Bou (Menorca)
(10), Torre del Diablo (Gibraltar) (11), Nerja (Málaga) (12), Cova de Bolumini, Cova de les
Cendres (13), etc.
Presentamos la ocupación antrópica de Cova Negra como uno de los factores que influirá de
modo determinante en la mayor o menor densidad de restos de quirópteros y, en este sentido,
intentaremos explicar por qué los murciélagos ocupan con distinta intensidad los niveles de Cova
Negra.
La identificación taxonómica de los murciélagos la hemos hecho fundamentalmente a partir
de caracteres morfológicos y métricos de los dientes, mandfbulas, articulación del codo, etc.; es
decir, con aquellos aspectos de la anatomía que indican especializaciones a nivel genérico e
incluso especffico (14). Pero no exponemos el estudio paleontológico de los restos óseos. La
variedad de especies -15- y la riqueza del yacimiento, requiere una presentación más detallada
que la que pudiéramos exponer en este artfculo. Orientaremos nuestro trabajo sólo desde el punto
de vista tafonómico.
2.
RESULTADOS
Los esqueletos de murciélago de Cova Negra han soportado el «stress» de la fosilización
favorablemente, habiendo llegado hasta nosotros en un estado de conservación relativamente
bueno. Sin embargo, los huesos han sufrido las mismas alteraciones que las observadas en roedores e insectfvoros, pero dada su débil estructura (huecos, alargados y de paredes finas), han
resistido mucho peor las distintas interferencias postdeposicionales.
En Cova Negra se llegó a la conclusión de que "las ocupaciones antrópicas debieron ser
cortas, localizadas y alternadas de prolongadas etapas de abandono y ocupación de la cavidad por
carnfvoros" (15) . Los mismos autores basaban el carácter corto y localizado de las ocupaciones
(9) P. SEVILLA: «Estudio paleontológico de los Quirópteros del Cuaternario español». Paleontologia i Evolució, 22, 1988,
pp. 3-233.
(lO) J.W. REUMER: «Somme remarks on the fossil vertebrates from Menorca, Spain». Proceedings Kmtinkliche Nederlanse
Akademie van Wettenschappen, B, 85 (1), 1982, pp. 77-87.
(11) D.M.A. BATE:
lnstitute, LVIll, 1928, pp. 92-102.
(12) P. M. GUILLEM (en prensa): Estudio preliminar de los micromamíferos (Rodentia, Insectívora y Quiroptera) de la cueva
de Nerja (Málaga).
(13) GUILLEM: Op. cit. nota 5.
(14) H. FELTEN, A. HELFRlCHT y G. STORCH: <
<
>
Paleovertebrata, 15 (2), 1985, pp. 71-128. P. SEVILLA: <
(15) V. VILLAVERDE y R. MARTÍNEZ VALLE: <
y Portugal, 1992, pp. 77-96.
-43-
[page-n-44]
4
P. M. GUILLEM CALATAYUD
a partir de la presencia de huesos con huellas de la propia actividad predadora de carnívoros y el
registro de restos óseos en los que convivían tanto señales antrópicas como zoológicas. La
máxima ocupación antrópica debió producirse entre los niveles VI a lll, como se desprende del
registro arqueológico (16).
Cova Negra registra en sus sedimentos multitud de huesos de quirópteros cuyo origen ya
hemos comentado anteriormente. La formación ·de estos agregados osíferos en un yacimiento
arqueológico puede quedar interrumpida por la misma actividad antrópica. Los murciélagos utilizaron estas cavidades para protegerse de condiciones climatológicas adversas (frío, lluvia,
viento), al actuar como una barrera física que los aislaba del ambiente exterior y también de los
predadores, favoreciendo su ocupación en los momentos más críticos de su ciclo biológico
(hibernación y/o reproducción). Como cualquier especie animal necesitan una tranquilidad absoluta para que su actividad reproductora (gestación, alumbramiento y desarrollo postnatal de las
crías) culmine con éxito. Lo mismo ocurre durante el periodo invernal, momento en el que pasan
por un estado de letargo sin ingerir ningún tipo de alimento y a expensas de las reservas acumuladas en forma de grasa durante el otoño. Cualquier visita antrópica a la cueva romperá el letargo;
con ello vendrá el desgaste de sus energías que no podrán reponer ante la escasez de alimentos
en el exterior y finalmente encontrarán la muerte. Si la presencia humana es frecuente y continuada se puede producir incluso la desaparición de toda la colonia de hibernación de murciélagos.
Como podremos comprobar más adelante, las concentraciones de huesos de quirópteros no
sólo quedan interrumpidas por los motivos etológicos de las distintas especies. Las mismas características tafonómicas del yacimiento pueden provocar la desaparición total de sus huesos,
mermar los conjuntos, etc.
2.1.
ESTADO DEL MATERIAL
Los huesos de los murciélagos no han escapado al paso del tiempo, siendo así que su estructura grácil ha contribuido en el proceso destructivo. No han pasado por ningún tubo digestivo, ni
tampoco han sido masticados por carnívoros; pero esto no ha impedido que pelvis, calcáneos,
astrágalos, cúbitos, escápulas, costillas, vértebras, metapodios y falanges hayan desaparecido
prácticamente en su totalidad. Los restos óseos de los murciélagos, al proceder de individuos
muertos en el interior de la cueva, deberían estar representados por todos los huesos del esqueleto y no ocurre así. La cavidad ha registrado una serie de interferencias postdeposicionales acumulativas, que han alterado los huesos de los murciélagos y explican este patrón de conservación.
Nuestro estudio tafonómico sólo se centrará en la representatividad de mandíbulas, maxilares, incisivos, molares, fémures, tibias, húmeros y radios, y en la fractura de húmeros y radios.
La corrosión postdeposicional de estos huesos es evidente y sólo aportará unos cuantos comentarios. Las marcas son muy escasas.
(16) V. VILLAVE!illE, R. MARTÍNEZ VALLE, P.M. GUILLEM y M.P. FUMAN AL (en prensa): Mobility and the role of small game
in the middle Paleolithic of the central regían of the Spanish mediterranean: a comparison of Cava Negra with other Paleotithic
deposits.
-44-
[page-n-45]
ESTUDIO TAFONÓMICO DE LOS QUIRÓPTEROS DE COVA NEGRA
2.1.1.
5
Representatividad
El total de huesos de quirópteros en Cava Negra es de 4.764. No se han tenido en cuenta calcáneos, astrágalos, cúbitos, escápulas, costillas, vértebras, metapodios y falanges que, por otra parte, no
son muy abundantes y apenas hubieran incrementado el cómputo fmal. Por sectores el que tiene menos
restos óseos es el Oeste -442-, el Centro cuenta ya con 739 huesos y el Sur con 3.493 (cuadro 1).
Niveles
I
SECTOR
II
III
Mandíbula
Maxilar
Incisivo
Molar
Húmero
Radio
Fémur
Tibia
12
1
7
46
13
2
5
o
16
4
4
107
10
2
6
3
9
2
7
64
1
3
3
Total
86
152
Niveles
Mandíbula
Maxilar
Incisivo
Molar
Húmero
Radio
Fémur
Tibia
Total
o
90
25
80
9
CENTRO
XI
XIIa
17
2
o
IX
X
3
3
21
22
6
6
177
16
4
15
4
8
1
1
52
5
1
1
1
2
37
7
2
6
o
1
51
10
6
14
5
6
1
2
59
7
5
6
2
2
o
o
37
108
88
250
76
25
4
1
1
o
SECTOR
IX
Total
1
o
4
o
o
5
Xllc
8
3
72
o
o
2
54
3
2
1
5
12
15
491
59
24
45
21
50
1
36
7
3
2
3
60
70
739
SUR
XI a
Xlb
XII
XIII
XIV
Total
4
54
10
7
396
80
41
56
7
651
21
2
3
113
21
9
28
7
27
2
4
134
30
14
24
5
414
50
55
131
317
179
281
66
204
240
128
8
9
577
48
26
34
15
845
2
3
2
73
22
1485
2
o
3
43
7
2
5
2
10
1
o
Cuadro 1.- Distribución de los restos óseos de quirópteros en Cova Negra.
-45-
Total
Xllb
X
171
26
27
858
130
87
131
28
9
54
14
19 .
291
34
9
17
4
442
o
o
o
o
o
o
VIII
o
Total
VI
8
7
1
52
8
2
2
SECTOR
5
OESTE
V
VII
Niveles
Mandíbula
Maxilar
Incisivo
Molar
Húmero
Radio
Fémur
Tibia
IV
3493
Total
C. Negra
540
76
89
2-913
410
212
343
91
4674
[page-n-46]
6
P. M. GUILLEM CALATAYUD
Los huesos más numerosos son los molares, con un total de 2.913 unidades. Le siguen las
mandíbulas -540-, húmeros ---410-, fémures -343-, radios -212-, tibias -91-, incisivos -89-, y por último los maxilares -73-.
Las mandíbulas son el hueso mejor representado en los tres sectores -100%-, le siguen
los húmeros -73 ,82- , fémures -53,95)- radios -30,68-, molares -30,44-, maxilares
-18,23-, tibias -17,51- e incisivos ---4,62- (cuadro 2).
SECTOR OESTE
Mandíbula
Maxilar
Incisivo
Molar
Húmero
Radio
Fémur
Tibia
54-100
14-25,93
19-7,04
29-28,36
17-31,48
4-7,41
34-62,96
9-16,67
SECTOR CENTRO
72-100
12-16,67
15-4,17
491-35,89
45-62,5
21-29,17
59-81,94
24-33,33
SECTOR SUR
Media
414-100
50-12,08
55-2,66
2131-27,09
281-67,87
66-15,94
317-76,57
174-42,03
100
18,23
4,62
30,44
53,95
17,51
73,82
30,68
Cuadro 2.· Representatividad de los distintos huesos de Cova Negra. En cada columna el
número de la izquierda indica la cantidad, el de la derecha se corresponde con el
índice Dodson y Wexlar (1979).
La lectura de estos datos pone de manifiesto la gran destrucción que han sufrido los huesos de
quirópteros en Cava Negra una vez depositados. Mandíbulas y húmeros son las unidades anatómicas
que mejor han soportado este proceso; su estructura mucho más sólida que la del resto de los huesos
ha influido en su conservación. Frente a estos huesos nos encontramos con maxilares y tibias que prácticamente han desaparecido. Los húmeros están mejor representados que los fémures, ya que los primeros tienen una estructura mucho más robusta que los segundos. El bajo número de incisivos está
relacionado con la misma destrucción postdeposicional que han sufrido y con su pérdida durante el
proceso de lavado tamizado del sedimento. Muchos incisivos han pasado a través del tamiz a pesar de
tener 0,5 mm de luz. De hecho, prácticamente sólo se conservan los de Myotis myotis, la especie con
los incisivos más grandes. Los molares también han desaparecido en número considerable.
Si comparamos los índices de representatividad de los huesos del Oeste con los del Centro
(cuadro 2), observamos que todos son más numerosos en este segundo sector, salvo maxilares e
incisivos. Por otra parte, los índices de representatividad del Centro son más elevados que los del
Sur, con excepción de fémures y radios, y están mucho más próximos entre sí que con los registrados en el Oeste. En este último sector, al igual que hemos observado durante el estudio tafonómico de roedores e insectívoros (17), las interferencias postdeposicionales han destruido
mayor número de restos óseos que en los otros dos sectores. Mandíbulas, molares y húmeros
serían los huesos que mejor las habrían resistido, ya que los índices de representatividad de estos
huesos son elevados y semejantes a lo largo de los tres sectores.
(17)
GUILLEM: Op. cit. nota 5.
-46-
[page-n-47]
ESTUDIO TAFONÓMICO DE LOS QUIRÓPTEROS DE COVANEGRA
7
La corrosión postdeposicional ha provocado la pérdida de numerosos huesos. La escasa osificación de muchos de ellos -tengamos en cuenta que gran parte de los mismos pertenecen a
individuos subadultos o nacidos en la misma cueva- ha acelerado su destrucción. Estos mismos
huesos han resistido mucho peor el proceso de lavado tamizado del sedimento.
El transporte diferencial ha contribuido a su fractura y destrucción. En el Sector Oeste los
niveles que menos restos óseos tienen son el VI -9-, IV -25- y el VII -37-, les siguen el
V -80-, 1-86-, III -90- y II -152-. Las muestras donde aparecieron los restos óseos
de quirópteros de los niveles 1 a VI proceden de un pequeño sondeo de apenas 0.5 metros cuadrados. Los niveles 1 y II tienen una potencia de unos 15 cm cada uno, el III 40 cm, el IV 10 cm,
el V 30 cm y el VI 1O cm. En el nivel VII se excavó un metro cuadrado de superficie con un
espesor de unos 8 cm. Las oscilaciones numéricas que sufren estos huesos podrían estar relacionadas con la mayor o menor cantidad de tierra extraída. Eliminaremos esta incertidumbre a partir
del Índice de Restos (IR) (18), capaz de proporcionar valores ponderados. Los índices más bajos
quedan registrados en los niveles m, IV, V y VI, los más elevados en el 1 y II (cuadro 3 y figura
1). La formación de colonias de cría e hibernación son causa directa de la concentración de los
huesos de estos mamíferos alados en Cava Negra, ya que son los momentos de mayor mortalidad
de individuos jóvenes. La merma de estas colonias, junto con las interferencias postdeposicionales que sufren los huesos, explican la mayor o menor cantidad de los mismos.
SECTOR
1
Il
Niveles
m
2,32 4,10 0,90
IR
OESTE
V
IV
1
VI
SECTOR
VIl VIII
CENTRO
1,06 0,03 0,46 0,90 0,88
Niveles
IX
X
SECTOR
XIa
IR
1,82
0,36
20,25
X
XI
xn
2,50
0,95
1,80
IX
SUR
X lb
XII
XIIl
XIV
5,42
2,04
1,71
0,78
Cuadro 3.- Distribución del Índice de Restos óseos (ffi) de quiróptero en Cova Negra.
Los niveles VI y VII tienen muy pocos restos óseos. Varios pueden ser los motivos que han
contribuido en este resultado. Su formación sedimentológica pudo ser rápida, con lo cual, se
redujo la posibilidad de concentraciones osíferas importantes. Las condiciones microambientales
de la cueva pudieron impedir su utilización, aspecto que debemos descartar, pues en los dos
niveles quedan registradas colonias de cría de quirópteros. El transporte diferencial pudo reducir
considerablemente los efectivos en este sector de la cueva, factor que como veremos más adelante ha jugado un papel muy importante en todo el yacimiento. En el nivel VII el estudio sedimentológico señala el desarrollo de una arroyada concentrada (19), proceso que hubiera podido
provocar el arrastre de los restos óseos de murciélagos; sin embargo, la fracción gruesa es muy
(18)
( 19)
IR= Nlm' donde N= número de restos; m' = metros cúbicos de sedimento.
1000
Los datos sedimentológicos de los niveles del sector Centro y Sur nos los ha proporcionado M' Pilar Fumanal (son inéditos).
-47-
[page-n-48]
8
P. M. GUILLEM CALATAYUD
30.----------------------------------------------------,
-....-
II
III
IV
V
IR
VI VII VIII IX-C X-C XI-CXll-CIX-S X-S Xla-SU:b-SXII-S XIII XIV
Fig. 1.- Representación gráfica del IR en Cova Negra.
abundante -65%-. Una situación semejante se ha podido observar en el nivel IX, pero hemos
podido establecer una clara relación entre fracción gruesa abundante y escaso transporte diferencial de huesos. La abundancia de gruesos (cantos y gravas) impide que los huesos sean arrastrados con menor intensidad que en aquellos niveles con finos predominantes.
En los niveles m, IV y V se han podido registrar los mismos procesos destructivos que en
los otros dos niveles. No negamos que el transporte diferencial haya influido en el escaso número
de restos óseos -seguro que algún hueso ha sido arrastrado hacia el Sur-, pero debemos tener
en cuenta que es durante estos momentos, junto con los niveles VI y VII, cuando mayor actividad
humana se registra en el yacimiento. La presencia esporádica del hombre ha alterado la tranquilidad de la que gozaban los murciélagos; las colonias de cóa e hibernación se han reducido o no
son tan constantes y, por tanto, el número de restos óseos pertenecientes a estas especies también
ha mermado. Además, las pisadas de los hombres, carnívoros y otros predadores sobre los huesos
de murciélagos han acelerado su destrucción. Por otra parte, diremos que en los niveles III y V
se han desarrollado arroyadas de competencia media y la fracción gruesa es considerable -6065%- (20). Situación que sin duda ha impedido el transporte considerable de huesos de quiróptero.
En los niveles 1 y Illa presencia humana es nula y, a juzgar por el IR de quirópteros, el transporte diferencial tampoco ha sido muy significativo. Ambos niveles tienen entre un 55 y un 60%
de fracción gruesa y sólo se registran arroyadas de discreta capacidad de carga en el l.
Los restos óseos de quirópteros del sector Centro proceden de un sondeo de un metro cuadrado
de extensión. El nivel VID tiene 12 cm de potenCia, el IX y el X 10 cm, el XI 8 cm y el XII 10 cm.
Los valores que ofrece el IR no son mucho más elevados que en el sector Oeste (cuadro 3).
(20) V. VILLAVERDE y M.P. FUMANAL:
méditerranéen espagnoh>. Paléolithique moyen récent et Paléolithique supérieur ancien en Europe, Mémoires du Musée de Préhist.
d'Ílle-de-France, 3, 1990, pp. 177- 183.
-48-
[page-n-49]
ESTUDIO TAFONÓMICO DE LOS QUIRÓPTEROS DE COVA NEGRA
9
En el nivel VIII todos los huesos están quemados. El fuego no pudo ser continuo o intermitente,
sino que tuvo que producirse después de la deposición de los restos óseos. La utilización de estructuras de combustión, continuadas en el tiempo, hubiese impedido la formación de colonias de cría e
hibernación y una concentración de restos óseos que no es nada despreciable -108-. El fuego
activó otro proceso de conservación diferencial que afectó a todo el esqueleto. Los molares de quirópteros resistieron mucho peor los efectos de la combustión, proceso ya observado en molares de
roedores e insectívoros. El resultado más inminente es la reducción del IR --0,90-- (figura 1).
En los niveles IX, XI, Xlla, XIIb y XIIc los restos óseos son escasos -88, 76, 50, 60 y 70
respectivamente.
El nivel IX no ha debido sufrir un transporte diferencial de huesos considerable. El IR de
este nivel en el Centro --0,88- es más bajo que en el Sur -1,82-. Es un estrato con abundante fracción y los gruesos -75%- debieron impedir el transporte de los mismos.
En el nivel XI constatamos un proceso contrario al anterior: en el Centro sólo hay 76 huesos,
mientras que en el Sur 2.109. El valor del IR en el Centro es mucho más pequeño -0,95- que
el del Sur -XIa 20;25 y XIb 5,42-. La cueva está actuando en este último sector como un gran
receptor de sedimentos y, con ello, de micromamíferos de todo el yacimiento. No obstante,
tenemos que hacer algunas aclaraciones. En el nivel XIa la fracción gruesa es mucho más escasa
--40%- que en el XIb -60%-. Esta dinámica sedimentológica se ha reflejado en el mismo
transporte diferencial: los flujos concentrados han arrastrado muchos más huesos en el XIa
-1.458- que en el XIb -651-.
El nivel XII -180 restos- coincide con una fase climática templada y húmeda (Würm III), que ha activado el mismo proceso físico de modificación, pero que de ningún modo ha sido
tan exagerado. De hecho, en el sur sólo tenemos 204 restos de quirópteros y los valores del IR
no presentan una diferencia tan marcada entre los dos sectores -1,80 en el Centro y 2,04 en el
Sur-. Los mismos estudios sedimentológicos confirman el desarrollo de arroyadas difusas
durante el nivel XII.
En el nivel X los huesos de murciélago son muy abundantes en el Centro -250-, mientras que en el Sur sólo hay 22. Este último nivel, junto al IX, ha registrado el transporte menos
importante de restos óseos en este sector; de haber sido al contrario, el IR del Sur -0,36hubiera sido superior al del Centro -2,50--. La fracción gruesa del nivel X es escasa --40%y sólo se registran procesos de arroyada difusa. Este nivel tiene intrínseca una fuerte connotación etológica. Los murciélagos formaron gran parte de sus colonias en el Oeste que, por otra
parte, era el sector que mejor refugio les proporcionaba, sin tener en cuenta el pequeño corredor
que se abre en el sector Sur, hoy prácticamente colmatado por sedimento.
El nivel XIII tiene un número considerable de huesos -240 e IR 1,71-, prueba evidente
de que los murciélagos encuentran un refugio ideal en Cova Negra. En el nivel XIV, el enorme
volumen de tierra muestreada no coincide con una de las mayores concentraciones de restos
óseos de quirópteros de Cova Negra -845 huesos e IR 0,87-. La habitabilidad de la cueva
durante este período no debió de favorecer la formación de colonias de cría de forma continuada,
de ahí el valot insignificante del IR. El transporte diferencial debió continuar acumulando parte
de los esqueletos dispersos por Cova Negra en el sector Sur. La fracción gruesa no es muy abundante en ambos niveles --40%- y las curvas granulométricas señalan procesos de arroyada
concentrada. Debemos considerar que en estos niveles la inclinación no es tan exagerada como
la que presenta el nivel XI, por lo que la capacidad de arrastre sería mucho menor.
-49-
[page-n-50]
10
P. M. GUILLEM CALATAYUD
Los valores del IR (cuadro 3 y figura 1) de los quirópteros obedecen a un comportamiento
semejante, en líneas generales, al documentado en los restos óseos de roedores e insectívoros (21).
2.1.2.
Fractura
Prácticamente el total de los huesos están fracturados. Como ya hemos indicado anteriormente, sólo nos fijamos en la fractura de húmeros y radios. Pues bien, de 410 húmeros sólo conservamos 32 sin modificación alguna, es decir, un 7,80%. Los radios todavía están mucho más
fracturados, ya que ninguno está entero.
Este enorme porcentaje de huesos fracturados, unido a su estructura grácil, es fruto de los
procesos que han conseguido alterarlos: corrosión postdeposicional, transporte diferencial,
pisadas antrópicas, pisadas de predadores, fuego, etc.
2.1.3.
Marcas
Tan sólo indicar que en algunos huesos hemos podido apreciar marcas de incisivos de algún
roedor que carroñeó o simplemente los mordió con el fm de desgastar sus incisivos en el nivel XN
(lámina 1, a y b). Fernández-Jalvo (22) considera que este tipo de marcas aparecen en aquellos huesos
que han quedado expuestos en superficie durante un período de tiempo relativamente largo. Esta
observación completa la dinámica de alteración que han sufrido los huesos de micromamíferos en este
nivel, ya que a la oscilación de humedad, uno de los factores que ha provocado en parte la destrucción del conjunto de huesos de rnicromamíferos, se une la alteración por agentes de meteorización.
2.1.4.
Discusión
En Cava Negra se han registrado 15 especies de quirópteros: Rhinolophus ferrumequinum,
R. hipposideros, R. euryale, R. mehelyi, Myotis capaccinii, M. daubentonii, M. beschsteinii, M.
nattereri, M. myotis, M. blythii, Barbastella barbastellus, Plecotus auritus-austriacus,
Pipistrellus sp., Miniopterus schreibersi, y Tadarida teniotis (cuadros 4 y 5). Este tipo de asociaciones interespecíficas sólo se pueden constituir si se ven favorecidas por la presencia, en un
territorio determinado, de especies de hábitos gregarios. Los murciélagos, dentro de los mamíferos, son las especies que mayor grado de gregarismo manifiestan, como resultado de la convergencia ecológica de las distintas especies que responde a múltiples requerimientos: temperatura, humedad, oscuridad, el beneficio recíproco que obtienen los individuos como la termorregulación (23), la pérdida de agua por transpiración (24), etc. En Cova Negra intervinieron,
además, otros factores: latitud, altitud, proximidad del río Albaida y características geológicas de
la misma cavidad. La formación de grandes colonias de cría estaba garantizada.
(21) GUU.LEM: Op. cit. nota 5.
(22) Y. FERNÁNDEZ-JALVO: <
(23) B.K. MACNAB: <
(24) M.B. FENTON: <
Press, Lubbock, 1977.
-50-
[page-n-51]
11
ESTUDIO TAFONÓMICO DE LOS QUIRÓPTEROS DE COVA NEGRA
SECTOR OESTE
1 II m IV V VI
Niveles
Especies
R. Ferrimequinum
R. hipposideros
R. euryale
R. mehelyi
R. euryale-meelyi
M. capaccinii
M. nattereri
M. myotis
M. blythii
M. myotis-blythii
B. barbastellus
P. auritus-austriacus
M. schreibersi
Pipistrellus sp.
Total
SECTOR CENTRO
vnvm IX x XI Xlla XIIb Xllc
o o o o
1 o o o
4 1* o o
o o o o
5 o 2 2
o o
2*
1
2*
o 3* 2 2 2
o o 1 1 1
1
1
o o o o o
o 1 o o 1 1 o 1
o o o o 3 4 o o
o o o o o 1 o o
o o o 2 1 3* o 1
9* 9*
8* 2*
4*
1
2
1
2
1
1
1
1
6* 4
2
1
7* 7* 12* 5*
3*
o 1 o 1 o o o o o o o o
o o o o o o o o o o o o
o 1 1 o o o o o 1 o o o
O 2
1 1 1 o o o o 1 o 1
1 2
1 1 3
4 1* 4 3* 1
1
3
o 1 1 1 o o 1 o 1 1 1 o
23 20
14 12 15
6
13
13 18 29 12
10
1
o
o o
o o
2
o
o o
o o
o o
Total
o o
o 1
o o
o 1
1
o
o
1
19
9
4
7
12
1
16
87
2
1
3
8
26
8
7
203
5*
11
6*
Cuadro 4.- Distribución del NMI de quirópteros de Cova Negra en los sectores Oeste y Centro. Los números
con asterisco señalan la presencia de individuos nacidos en la cavidad.
La presencia de dientes de leche, epífisis distales no soldadas a las diáfisis, y fetos (lámina
1, e y d), indican la formación de colonias de cría de R. ferrumequinum (murciélago grande de
herradura), R. euryale (murciélago mediterráneo de herradura), R. mehelyi (murciélago mediano
de herradura), M. daubentonii (murciélago ribereño), M. nattereri (murciélago de natterer), M.
myotis (murciélago ratonero grande) y Miniopterus schreibersi (murciélago de cueva). Éstas sólo
se han podido formar en momentos en que la presencia del hombre estuvo reducida a una mínima
expresión, por lo menos durante la instalación de las mismas, es decir, durante la época estival.
Hay evidencias de la formación de tales colonias en todos los estratos salvo en el IV. En los superiores (1 al VIII), M. myotis es prácticamente la única especie que con toda seguridad ocupa la
cueva como paridera, salvo R. euryale-mehelyi que también ha criado en los estratos 11 y VII. En
los niveles inferiores (IX a XIV) hay mayor número de especies que crían en Cava Negra.
Posiblemente, aparte de un mayor trasiego humano en los estratos superiores, la caída progresiva de la visera en Cava Negra llegó a influir en el mayor o rrienor número de especies que
estaban criando en la misma. La cueva, poco a poco quedó más abierta al exterior y las condiciones microambientales internas se fueron deteriorando. Algunas especies de murciélagos redujeron drásticamene su presencia (Myotis daubentoni y Miniopterus schreibersi) o ya no volvieron a ocupar la cavidad. No obstante, debemos ser conscientes de que la distinta cantidad de
restos óseos en los distintos sectores, junto a los agentes de modificación, puede estar sesgando
y falseando esta interpretación.
Colonias reproductivas han sido citadas en otros yacimientos cársticos, en Carihuela (25) y
las Grajas (26).
(25)
(26)
21-36.
SEVILLA: Op. cit. nota 9.
P. SEVILLA: <
-51-
[page-n-52]
P. M. GUILLEM CALATAYUD
12
SECTOR SUR
Niveles
Capas
R. ferrimequinum
R. hipposideros
R. euryale
R. mehelyi
R. euryale-mehelyi
M. capaccinii
M. daubentoni
M. bechsteinii
M. nattereri
M. myotis
M. blythii
M. myotis-blythii
P. auritus austriacus
M. scrheibersi
Pipistrellus sp.
T. teniotis
Total
Niveles
Capas
R. ferrimequinum
R. hipposideros
R. euryale
R. mehelyi
R. euryale-mehelyi
M. capaccinii
M. daubentoni
M. bechsteinii
M. nattereri
M. myotis
M. blythii
M. myotis-blythii
P. auritus austriacus
M. scrheibersi
Pipistrellus sp.
T. teniotis
Total
XIa
X
IX
Xlb
d
a
2
o
1
1
1
1
3
o
3
o
o
o
o
o
o
e
d
a
7*
1
3
2
3
3
o
o
4
o
6
7
6
1
O
2
1
1
1
O
O
o
o
o
o
o
o
o
1
2
3*
o
O
O
O
O
o
2
1
o
o
1
1
12*
1
13*
o
1
o
o
1
O
o
1
o
o
o
o
o
2
10
3
3
O
O
o
o
8
6
17
1
o
o
2
3
1
1
o
o
o
o
o
o
6*
11*
1
1
9*
o
o
a
2
1
O
O
1
O
O
O
O
3*
1
O
O
1
O
O
1
O
O
4*
o
o
O
O
O
1
2
1
O
1
O
O
1
O
O
5*
1
O
1
O
1
O
1
O
O
9
10
13
2*
3*
o
o
o
o
o
o
o
o
3*
1
6
7*
o
o
o
o
o
o
36
50
23
28
SECTOR SUR
XIII
b
e
d
a
b
11
1
1
3*
o
o
o
1
o
2
1
1
o
o
1
3*
o
o
o
o
o
1
o
o
o
25
13
6
9
d
e
Total
1
1
2
1
2
o
o
50
14
14
o
o
o
o
o
o
o
o
XN
e
1
o
o
2
1
2
2
2
o
o
1
o
o
o
2*
o
o
1
o
o
2
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
1
o
o
o
o
o
4*
o
o
40
e
o
o
o
1
o
o
o
16*
46
XII
o
o
o
o
d
9*
1
1
6
o
o
1
o
1
1
9*
1
4*
1
o
4
e
1
o
o
b
O
XII
b
e
a
o
3*
1
1
o
o
o
o
3*
2
22
26
2
25
2
4
162
4*
8*
1
10*
9*
17*
8*
11 *
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
o
12
4
2*
3
122
o
o
o
o
o
6
17
20
468
o
1
3*
2
7
11
o
o
o
o
o
o
o
1
9
20
5
o
21
o
o
27
27
3
3
1
Cuadro S.- Distribución del NMI de quirópteros de Cova Negra en el sector Sur. Los números con asterisco
señalan la presencia de individuos nacidos en la cavidad.
-52-
[page-n-53]
ESTUDIO TAFONÓMICO DE LOS QUIRÓPTEROS DE COVA NEGRA
13
Las enfermedades, congelación y la falta de acúmulo de reservas de grasa durante la hibernación provoca la muerte de los murciélagos más viejos y más jóvenes. Todos los murciélagos
europeos han adquirido mecanismos adaptativos no excluyentes durante la época desfavorable
de su ciclo biológico: emigran a zonas con condiciones climáticas más benignas o hibernan,
entrando en un estado de letargo al reducir sus constantes vitales a rninimos. Strelkov (27) ya
insinuó en su día que los géneros Rhinolophus, Myotis, Barbastella, Plecotus, Eptesicus y
Miniopterus eran sedentarios; sin embargo, a partir de los trabajos de Serra-Cobo y Balcells (28),
Miniopterus se consideró una especie migradora. Con ello insinuamos la formación de colonias
de hibernación de Rhinolophus y Plecotus, y no descartamos la utilización de la cueva por otras
especies con este mismo fin. No obstante, quede claro que los momentos de mayor aporte de
restos óseos de quirópteros en este yacimiento se registran durante la formación de colonias de
cría. La aparición de molares con cúspides gastadas puede estar indicando la formación de colonias de hibernación, pero este hecho queda difuminado ante la enorme cantidad de molares de
individuos jóvenes.
La presencia continuada del hombre en la cueva hubiese impedido su utilización como
refugio de hibernación o de cría. Las perturbaciones humanas directas (vandalismo, frecuencia
de visitas en periodos críticos) y la alteración de la estructura de los refugios, son las causas más
señaladas como responsables de la desaparición de las colonias actuales de cría e hibernación
(29) . La ocupación humana en Cava Negra debió ser muy esporádica, pudiendo incrementarse
el ritmo de visitas en los niveles III a VI, momentos en los que el IR tiene los valores más bajos
de la secuencia (figura 1). En la mitad inferior del nivel III se concentra el mayor número de
restos óseos de macromamíferos y las evidencias más claras de ocupación (estructuras de combustión e industria lítica) (30). Incluso durante este momento los murciélagos encontraron en
Cava Negra un refugio idóneo, confirmando el caracter corto, episódico y distanciado en el
tiempo que defendíamos tanto a partir de criterios tafonómicos en restos de ungulados, roedores
e insectívoros, como arqueológicos (31).
Únicamente el nivel IV carece de restos de individuos nacidos en Cava Negra, coincidiendo
en líneas generales con momentos en los que la presencia de carnívoros medianos (lobo y cuón),
vuelven a marcar la escasa actividad antrópica; la reducida muestra de restos de quirópteros a
podido influir en ello.
3. CONCLUSIONES
El registro de quirópteros en Cava Negra está íntimamente conectado con la utilización de
las cavidades por estos mamíferos como zona de refugio. A pesar de ello, el mayor o menor
(27) P.P. STRELKOV: <
<
(28) J. SERRA COBO y·E. BALCELLS:
(29) o . DE PAZ, J. BENZAL y R. FERNÁNDEZ: <
.
(30) VILLAVERDE y MARTÍNEZ VALLE: Op. cit. nota 15.
(31) VILLAVERDE et al. : Op. cit. nota 16.
-53-
[page-n-54]
14
P. M. GUILLEM CALATAYUD
número de restos óseos no obedece sólo a la formación de colonias de hibernación y/o de cría.
Su distinta intensidad puede ser resultado de diferentes aspectos tafonómicos de conservación.
La estructura grácil de sus huesos facilita muchísimo su destrucción; así, en yacimientos con alteraciones postdeposicionales importantes los huesos han quedado reducidos prácticamente a
algunos molares y mandíbulas (Bolomor). El transporte diferencial puede incrementar o reducir
el número de restos óseos, todo depende de la zona de donde procedan las muestras de tierra
(Cova Negra).
Cova Negra es un yacimiento aparte. Sus sedimentos han registrado distintas interferencias
postdeposicionales. No obstante, señalamos al hombre como uno de los principales obstáculos
que ha entorpecido a los murciélagos la utilización de esta cavidad. Prácticamente fueron los
principales moradores de esta cueva desde el inicio de la secuencia del Pleistoceno superior. Las
condiciones microambientales, latitud, altitud, contexto geográfico, etc. convirtieron este yacimiento en un refugio privilegiado para los quirópteros. Así, de las 25 especies que en la actualidad hay censadas en la Península Ibérica, 15 aparecen en los niveles sedimentológicos de Cova
Negra. Esta situación cambia cuando el hombre incrementa sus visitas esporádicas a la misma.
La presencia antrópica obliga a los murciélagos a abandonar la cavidad o reducir los períodos de
estancia, interrumpiéndose la acumulación de sus huesos.
La relación que hemos establecido entre presencia de restos de quirópteros nacidos en Cova
Negra y escasa actividad antrópica, junto al análisis tafonómico de restos de ungulados, roedores
e insectívoros, aporte de carnívoros de tamaño medio y el papel que juegan la pequeñas presas
(lagomorfos), permite confirmar una pauta elevada de movilidad antrópica durante el Paleolítico
medio. De este modo, Cova Negra no tuvo ningún problema para convertirse en un gran refugio
de quirópteros.
-54-
[page-n-55]
ESTUDIO TAFO ÓM ICO DE LOS QU IRÓPTEROS DE COVA NEGRA
2
3
Lám. 1.- 1 y 2) Falange roída por roedor. 3 y 4) Diente de leche de murciélago.
-55 -
15
[page-n-56]
[page-n-57]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XXII (Valencia, 1997)
José Luis SERNA LóPEZ*
CONSIDERACIONES SOBRE ECONOMÍA Y OCUPACIÓN
DEL TERRITORIO DURANTE LA PREHISTORIA INICIAL. EL CASO
DE LOS YACIMIENTOS PALEOLÍTICOS Y EPIPALEOLÍTICOS
DE LA CUENCA DEL RÍO MUNDO
l.
INTRODUCCIÓN
La cuenca del río Mundo (fig. 1) ocupa una extensa franja de terreno que, situada en la
mitad sur de la provincia de Albacete, corre en su curso medio y alto en dirección este-oeste a
lo largo de las estribaciones más septentrionales de los sistemas subbéticos, entrando, desde su
salida del Embalse de Talave, en la comarca de Hellín, donde toma dirección sureste hasta su
desembocadura en el río Segura. La región recorrida por el río Mundo presenta una importante
gradación topográfica, desde las sierras más agrestes de Alcaraz y el Calar del Mundo en su
curso alto, hacia otras cada vez más suaves y con valles más amplios en las cuencas media y
baja.
Este área (fig. 2) presenta la más importante concentración de yacimientos adscritos al
Paleolítico y Epipaleolítico de la provincia de Albacete (1), comenzando a conocerse en 1928,
cuando el abate H. Breuil (2) dio la primera noticia de un conjunto paleolítico (más concretamente musteriense) en el Canalizo del Rayo (Minateda, Hellín). Más tarde fue Ch. Montenat
quién localizó en 1963 el yacimiento achelense de La Fuente (3) en la cercanías del núcleo
urbano hellinero.
*
C/ Parra, 27 izq. 02002 Albacete.
J.L. SERNA: <
de Prehistoria Levantina, I, 1928, pp. 15-21.
(3) R. MONTES et al.: <
pp. 29-39. También en R. MONTES y T. RODRÍGUEZ: <
(1)
-57-
[page-n-58]
2
J. L. SERNA LÓPEZ
1·
PROVINCIA DE AlBACETE
l
r
Fig. 1.- Localización del área en estudio.
El descubrimiento a principios de los setenta por parte de unos excursionistas locales del
importante yacimiento de la Cueva del Niño (Ayna) supuso un revulsivo para relanzar las investigaciones en el área (4). Así, las amplias prospecciones llevadas a cabo en la cuenca media y alta
del río, por un equipo de investigadores anglosajones, mientras se realizaban las excavaciones en
el yacimiento antes mencionado y en la cercana Cueva de Moriscote (Liétor), pusieron al descubierto un buen número de localizaciones adscribibles al musteriense unas (5) y al Epipaleolítico
microlaminar otras. La multiplicidad de hallazgos y la escasez de piezas presentes en cada uno
de ellos nos han llevado a irlos agrupando en lo que hemos dado en llamar «áreas de ocupación»,
donde quedarían integrados varios yacimientos cercanos geográficamente.
Por otro lado, a finales de esa década J. Jordán Montes, para la elaboración de su Tesis de
Licenciatura (6), realizó un importante trabajo de prospección en la comarca de Hellín, localizándose esta vez hasta nueve conjuntos con industrias líticas pleistocenas, tres de ellos adscritos
(4) M. ALMAGRO GORBEA: <
(S) J.L. SERNA: <
(6) J.F. JORDÁN: El poblamiento prehistórico en la comarca de Hellín-Tobarra . Tesis de Licenciatura. Universidad de
Murcia, 1981.
-58-
[page-n-59]
YACIMIENTOS PALEOLÍTICOS Y EPIPALEOLÍTICOS DE LA CUENCA DEL RÍO MUNDO
3
o
..
o
(_)
o
...
riJ
z
=
~
:§
'=
"'
¡¡..
~
'O
ea
-;7
o
'"'
~
=
=
·o
=
·e
~
OJI
'0
,.Q
...
-~
~
1
M
tlÍi
1i:
3
~
-59-
¡
o
•
a
-=-=
:!:i
• e
11 1
[page-n-60]
4
J. L. SERNA LÓPEZ
al Paleolítico inferior y el resto al medio, además del hallazgo aislado de una pieza de tipología
epipaleolítica; periodo al que adscribiríamos también las piezas recogidas recientemente por
nosotros mismos junto a F. Javier López Precioso en un gran abrigo rocoso situado junto al Pico
Tienda (Hellín), muy cerca ya del límite con la provincia de Murcia.
Así, localizaciones de la comarca hellinera como El Pedemaloso (Isso, Hellín), Polope
(Tobarra) o El Navazo (Agramón, Hellín), no haún sino confirmarnos al río Mundo como una
de las principales vías de comunicación, o más bien de penetración, de las poblaciones cazadorasrecolectoras de la prehistoria inicial desde las áreas litorales de la península hacia el interior de
la meseta (7).
2.
LAS BASES TEÓRICAS
Tal como señala Jochim (8), los modelos de subsistencia y asentamiento de un grupo
humano estarían estructurados por una serie de variables que incluirían: la elección de recursos
potencialmente aprovechables y su uso proporcional, la organización demográfica y espacial con
el fin de acoplarse a la explotación de tales recursos, y el tiempo y energía empleados. Esto va a
suponer la incorporación de la arqueología exterior al yacimiento (off-site ), en la tradicional interior al yacimiento (on-site ), en la que el análisis artefactual clásico habrá de unirse a los datos
paleoecológicos suministrados por una actuación interdisciplinar (restos de paleofauna y paleoflora principalmente). Así mismo, el estudio de las relaciones entre los grupos humanos y su
ambiente físico implicará la identificación de los recursos alimenticios en un área y periodo
dados, con el establecimiento de su relativa importancia, probable distribución y abundancia;
teniendo en cuenta que estos factores van a afectar al tamaño de los grupos humanos, sus movimientos anuales y la localización de sus asentamientos.
Todo esto nos lleva directamente al estudio de la economía, que se concentra, al menos para
el Paleolítico, en la forma de utilización de los recursos de subsistencia (9). Ya en 1953, Graham
Clark destacó la importancia del estudio de «la relación entre la subsistencia y la tecnología, y
entre éstas y el hábitat y el biotopo». Este énfasis de Clark sobre las relaciones entre la economía
y la ecología, motivó la integración de los estudios sobre la economía prehistórica con los estudios del medio ambiente, y la incorporación de una perspectiva ecológica a la prehistoria. Ello
rompe la continuidad entre los períodos antiguos y recientes de la prehistoria, puesto que lo ecológico parece igualarse a lo económico para la prehistoria más antigua, mientras es considerado
sólo como un ambiente dentro del que opera la economía durante la prehistoria reciente, sin que
exista una determinación necesaria de lo económico por lo ecológico (10).
El primer problema con el que nos encontramos al estudiar las economías «móviles» es
que, aunque un simple grupo haya ocupado muchos yacimientos a la vez, carecemos de datos
(7) J.J. ESPADAS: <
(8) M.A. JOCIDM: Hunter-gatherer subsistence and settlement. A predictive model. Acade:rnic Press, New York, 1976.
(9) E.S. HIGGS y M.R. JARMAN: «Palaeoeconomy». En Palaeoeconomy. Cambridge University Press, 1975, pp. 1-7.
Desarrollan los AA el cuerpo teórico de la propuesta del enfoque económico como base del estudio arqueológico del hombre.
(10) l. DAVIDSON: Late Palaeolithic economy in Eastem Spain. Tesis Doctoral. Universidad de Cambridge, 1980. También
en l. DAVIDSON: La economía delfina/ del Paleolítico en la España Oriental. Trabajos Varios del SIP, n• 85, 1989.
-60-
[page-n-61]
YACIMIENTOS PALEOLÍTICOS Y EPIPALEOLÍTICOS DE LA CUENCA DEL RÍO MUNDO
5
suficientes para decir qué yacimientos fueron contemporáneos. Este problema es común en la
arqueología; siempre, en el estudio de grupos estilísticos definidos artefactualmente, hemos de
aceptar el mecanismo de considerarlos arqueológicamente, más que absolutamente, contemporáneos (11).
Es posible, no obstante, plantearnos la hipótesis de trabajo de que, aunque la gran mayoría
de yacimientos que existían se habrán perdido o son desconocidos, conocemos suficientes como
para indicar tendencias a largo término en la localización. Así pues, nuestro punto de partida es
que es posible estudiar la economía prehistórica mediante el análisis de secuencias diacrónicas y
también mediante un estudio regional, que permita identificar lugares con distintas funciones
dentro de la serie anual de actividades de los grupos locales. Así pues, sólo al estudiar un grupo
de yacimientos podremos comprobar si han cambiado las relaciones entre las actividades de los
distintos asentamientos.
Ahora bien, a la hora de plantearnos el análisis de las actividades económicas realizadas
desde uno o varios yacimientos, hemos de tener en cuenta el concepto de territorio, concepto que
no fue usado en arqueología hasta 1967 (12).
Los primeros análisis territoriales se denominaron de «Captación de yacimientos» (Site
Catchmen Analysis) y aspiraban al estudio de las relaciones entre la tecnología y los recursos
naturales que estaban al alcance económico de los yacimientos (13).
Bailey y Davidson (14) proponen la distinción entre, por un lado, la Zona de Captación del
Yacimiento, refiriéndose al Análisis de Captación (SCA) como el estudio empírico de esas zonas
a partir de los datos «on site», tendiendo por lo tanto a definir inductivamente el tamaño del área
de la cual derivan todos los materiales encontrados en el depósito arqueológico, y por otro lado,
el Territorio de Explotación del Yacimiento, definido arbitrariamente sobre consideraciones teóricas acerca del tamaño del área alrededor de un yacimiento que sería habitualmente explotada
por los habitantes de dicho yacimiento, concerniendo principalmente a la evaluación de recursos
alimenticios del SET.
Así pues, para estos autores al Análisis de Captación de Yacimientos (SCA) no es una técnica única, sino más bien una variedad de técnicas enlazadas, sólo de una manera general, por un
foco común sobre el estudio de los yacimientos arqueológicos en relación a sus medios ambientes
circundantes.
En los capítulos siguientes hemos intentado analizar estos objetivos a partir de una serie de
yacimientos adscritos a los periodos Paleolítico y Epipaleolítico en la cuenca del río Mundo, en
los que hemos aplicado el Análisis de Captación de los Yacimientos como forma de evaluación
del comportamiento económico de las sociedades cazadoras-recolectoras en diferentes periodos
de la prehistoria.
(11) E.S . IDGGS et al.: <
Society, 33, 1967 pp. 1-29.
(12) IDGGS et. al. : Op. cit. nota 11.
(13) c. VITA-FINZI y E.S. HIGOS: <
HIGOS: <
stone age ofthe South-east Mediterranean . Cambridge University Press, 1967, pp. 16-44.
(14) G. BAILEY e 1. DAVIDSON: <
-61-
[page-n-62]
6
J. L. SERNA LÓPEZ
Fig. 3.- Territorio de explotación de la Cueva del Niño: 10 kms. «ideal» y 2 hrs. «distorsionado».
-62-
[page-n-63]
YACIMIENTOS PALEOLÍTICOS Y EPIPALEOLÍTICOS DE LA CUENCA DEL RÍO MUNDO
3.
7
DELIMITACIÓN DE TERRITORIOS
Uno de los factores más importantes a la hora de evaluar el potencial de recursos aprovechables desde un yacimiento y, por tanto, su importancia económica en una región determinada,
es la delimitación de lo que se ha dado en llamar «Territorio de Explotación del Yacimiento»
(SET), que fue definido como el área habitualmente explotada por los ocupantes de un solo yacimiento (15).
Centrándonos sobre el Territorio de explotación como unidad básica de la interpretación
económica de un yacimiento, surge, como concepto crucial para su delimitación, el factor
tiempo-distancia, definido como el radio máximo de movimientos desde un yacimiento dado a
un área dada de explotación de recursos, tal que la energía gastada en dichos movimientos y la
extracción de los recursos, no exceda a la energía adquirida en forma de alimentos. Generalmente
se expresa en términos de tiempo acomodado a los impedimentos impuestos por la topografía,
vegetación u otros factores.
La metodología propuesta por Higgs y Vita-Finzi (16) y Higgs (17) para la delimitación del
tamaño del territorio en un terreno variable, implica el recorrido de una serie (generalmente un
mínimo de cuatro) de transectos de 2 horas arbitrariamente definidos. Ahora bien, como señalan
Bailey y Davidson (18), el procedimiento presenta, no obstante, numerosas desventajas, siendo
la primera el alto precio en tiempo y trabajo que requiere el recorrido de cuatro trayectos para un
sólo yacimiento.
Para evitar estas dificultades, los autores proponen una serie de métodos alternativos. El más
simple y menos satisfactorio es el uso de círculos de 5 ó 10 Kms. de radio sobre la proyección
de un mapa comercial. Inclinándose por último por un método de evaluación de las distorsiones
topográficas que sea independiente del conocimiento del terreno, las energías del investigador y
el tiempo válido para el trabajo de campo. Se trata de utilizar la fórmula de Naismith, cálculo
usado normalmente por los montañeros, que establece que el promedio de tiempo para andar 10
Kms. en llano es de 2 horas, y que por cada variación de altitud de 300 mts. debe ser añadido un
extra de 112 hora.
Partiendo de esto, ellos se refieren a un SET en el que 2 horas de camino (19) definan un círculo de 10 Kms. de radio como un territorio «ideal», en el sentido de que incluye la máxima área
posible de tierra dentro de su límite territorial; y a los SET en los que el límite territorial está
reducido por impedimentos al movimiento, como territorios «distorsionados». En una situación
donde los SET están severamente distorsionados, se debe esperar que el potencial de recursos sea
mucho menor que la situación ideal.
Se debe tener en cuenta también la posibilidad de que existan otros impedimentos para el
movimiento, como la naturaleza del territorio, vegetación y condiciones climáticas, aunque el
efecto de los impedimentos no topográficos en el movimiento es más difícil de evaluar para el
VITA-FINZI y HIGOS: Op. cit. nota 13 .
E.S. HIGOS y C. VITA-FINZI: <
>
Cambridge University Press, pp. 27-36
(17) E.S. HIGQS: Palaeoeconomy. Cambridge University Press, London, 1975.
(18) BAILEY y DAVIDSON: Op. cit. nota 14.
(19) Se han documentado distancias mayores pero referidas casi siempre a circunstancias escepcionales donde, por ejemplo,
(15)
(16)
el recurso en cuestión tiene una importancia crucial, ver l. HODDER y C. ORTON: Spatial Ana/ysis in Archaeology. Cambridge
University Press, London, 1976.
-63-
[page-n-64]
J. L. SERNA LÓPEZ
8
o
.. ..
o
)
Ll
z
o
~ 3 '
-64-
r
3
a
l;t 1
[page-n-65]
YACIMIENTOS PALEOLÍTICOS Y EPIPALEOLÍTICOS DE LA CUENCA DEL RÍO MUNDO
9
contexto prehistórico y estará mejor evaluado una vez establecida la estructura de variación topográfica. Así, por ejemplo, se debe tomar en cuenta la posibilidad de que los ríos formaran durante
las estaciones primaverales verdaderas barreras para el movimiento de los grupos humanos, restringiendo por tanto en gran medida el territorio de explotación de algunos yacimientos, como
ocurriría en el de la Cueva del Niño (fig. 3), que posee un territorio muy distorsionado ya de por
sí al encontrarse rodeado de montañas rocosas y abruptas, aumentándose estas limitaciones si
consideramos que el río Mundo pudo en algunos momentos suponer una barrera infranqueable
para dichos grupos.
Igualmente, en el caso de los yacimientos musterienses de la cuenca del río Mundo
podemos observar cómo los territorios de explotación de los mismos es altamente variable en
respuesta a su localización y a los efectos de la distorsión topográfica (fig. 4 ), existiendo
además una correlación general entre el tamaño de los SETs y las evidencias de ocupación de
los yacimientos. Así, los yacimientos localizados geográficamente en zonas más llanas y que
poseen lógicamente territorios más amplios, presentan generalmente mayor cantidad de restos
arqueológicos que aquellos situados en áreas más quebradas y de mayor distorsión topográfica,
donde las evidencias de ocupación son casi siempre muy restringidas. También es cierto que,
siguiendo con los conjuntos adscritos al musteriense, existen yacimiéntos tan cercanos entre sí
que poseen territorios de explotación virtualmente idénticos, por lo que deberíamos referimos
a ellos, como ya hizo Bailey (20), como a «agrupaciones de yacimientos». La razón del uso de
estos yacimientos tan cercanos entre los que puede existir cierta contemporaneidad arqueológica es difícil de discernir en tanto no existe ninguna técnica de datación válida que pueda
demostrar su exacta contemporaneidad, aunque podríamos apuntar la posibilidad de que fueran
utilizados sobre alguna base de ocupación rotatoria de los mismos (diacronía) o bien que
fueran el reflejo de un modelo de ocupación del territorio por parte de pequeños grupos más o
menos dispersos (sincronía).
Ahora bien, como señalan Higgs y Vita-Finzi (21), la excesiva superposición entre territorios adyacentes debe invitar a una reducción en el radio adoptado, aunque es aconsejable
aplazar tales ajustes hasta que la naturaleza de la economía está totalmente comprendida, ya
que de las áreas en conflicto puede emerger un significado por sí mismo. Por ejemplo, si dos
yacimientos no fueron usados contemporáneamente a lo largo de todo el año, es posible que lo
fueran en distintas estaciones. Si tomamos en cuenta los gastos de energía extra como el trabajo para la caza y traslado de los animales desde mayores distancias hasta el yacimiento,
resaltará la verdadera importancia de los recursos locales. Así, los mismos recursos pueden ser
explotados dentro de los territorios de dos yacimientos cercanos calculados a 2 horas ó 1O
Kms., pero a menores distancias y tiempos los recursos pueden ser muy diferentes, y si son a
la vez complementarios en el sentido de que cuando uno es explotable el otro no lo es, entonces
podría haber buenas razones para que el mismo grupo humano ocupara cada yacimiento para
diferentes propósitos y en diferentes momentos. En este sentido, podemos observar cómo los
territorios de las principales agrupaciones de yacimientos musterienses que se localizan en la
cuenca media y alta del río Mundo se van vertebrando a lo largo del mismo con territorios
BAILEY y DAVIDSON: Op. cit. nota 14.
(21) HIGGS y VITA·FINZI: Op. cit. nota 16. Ver también a este respecto KV. FLANNERY : <
(20)
-65-
[page-n-66]
o
~
r
(/]
~
0\
0\
;¡:..
r
o,
1
~
o
Fig. 5.- Territorios de explotación de las cuevas del Niño y Moriscote.
20 KM.
[page-n-67]
YACIMIENTOS PALEOLÍTICOS Y EPIPALEOLÍTICOS DE LA CUENCA DEL RÍO MUNDÓ
11
excluyentes de tan sólo una hora que podrían perfectamente indicamos el seguimiento de los
movimientos migratorios estacionales de las manadas de ungulados entre los pastos altos del
verano y los bajos del invierno.
Asimismo, dos yacimientos con evidencias de ocupación en el epipaleolítico como son la
Cueva del Niño y la Cueva de Moriscote, relativamente cercanos entre sí aunque con territorios
de explotación de dos horas mutuamente excluyentes (fig. 5), presentan localizaciones muy diferentes en el sentido de que el primero, con una situación totalmente dominada por escarpadas sierras, parece poseer un territorio ideal para la caza de la cabra y muy favorable para el tipo de
explotación mediante el control de manadas, mientras que el segundo controlaría los amplios
valles que se abren inmediatamente al norte del río Mundo, por lo que podría permitirse una economía más generalizada.
La causa de que en casi todos los casos de estudio se considere a la topografía como el principal factor limitante del territorio de explotación de los yacimientos, es que ésta tiene la ventaja
metodológica de que es uno de los aspectos más estables del medio ambiente y, por tanto, uno de
los que implica menos suposiciones en la extrapolación desde el presente al pasado prehistórico,
pudiendo proporcionar un acercamiento al potencial de recursos aprovechables desde un yacimiento dado, clarificar la naturaleza de las regularidades que influyen en la distancia entre yacimientos o grupos de yacimientos, y revelar la importante distinción entre consideraciones tácticas
y estratégicas en la elección de yacimientos (22).
4.
LOCALIZACIÓN, FUNCIÓN Y RELACIONES ENTRE LOS ASENTAMIENTOS
La localización de un yacimiento y la función desempeñada por el mismo, son aspectos
básicos para la comprensión de las relaciones existentes entre los diferentes asentamientos de un
mismo sistema y, por lo tanto, son factores que influyen de manera determinante en el conocimiento de la economía prehistórica de una región, íntimamente relacionada con los territorios de
explotación (como hemos visto en el apartado anterior) y con los modelos de captación de
recursos (aspecto que trataremos en el apartado siguiente). Según Roper (23) existe una relación
dírecta entre la función y la localización de un asentamiento al suponer que las sociedades prehistóricas tenían conciencia de la relación indirecta entre la distancia y beneficio para sus miembros,
de tal manera que adecuarían su sistema de asentamientos a la ley que minimiza la energía
empleada con el máximo de la obtenida; así pues, será posible obtener consecuencias acerca de
la función de un asentamiento si conocemos su localización.
Pero también la distribución de recursos no comestibles y, en general, todos los aspectos no
económicos, como evaluación de la topografía, suelos, vegetación, temperatura, precipitaciones,
presencia de cursos de agua y de afloramientos rocosos, cuevas y abrigos, llegan a ser relevantes
en el proceso de decisión de localización de un asentamiento.
(22) BAILEY y DAVIDSON: Op. cit. nota 14.
(23) D.C. ROPER: «The method and theory of site catchment analysis: a revieW>>. En Advances in Archaeological Method
and Theory, Vol. 2. Academic Press, New York, 1979, pp. 119-140.
-67-
[page-n-68]
12
J. L. SERNA LÓPEZ
>3000
fl.l
o
<3000
.....
""
Q,l
8
=
Q,l
...
<2000
C'IS
(,.1
=
.....
C'IS
fl.l
Q
<1000
<500
o
2
4
6
8
12
10
No de yacimientos
14
16
18
Gráfico 1.- Distancia de los yacimientos musterienses al curso de agua más cercano.
>3000
o
<3000
=
<2000
fl.l
.....
""
Q,l
8
Q,l
C'IS
(,.1
=
.....
C'IS
fl.l
Q
<1000
<500
No de yacimientos
Gráfico 2.- Distancia de los yacimientos musterienses a los ríos principales.
~68~
[page-n-69]
YACIMIENTOS PALEOLÍTICOS Y EPIPALEOLÍTICOS DE LA CUENCA DEL RÍO MUNDO
13
En base a esto, podemos observar cómo los asentamientos paleolíticos y epipaleolíticos distribuidos a lo largo de la cuenca del río Mundo presentan localizaciones siempre adyacentes a los
valles fluviales, ya sean el propio río Mundo, arroyos permanentes o ramblas de funcionamiento
estacional. Así, tomando en cuenta los hallazgos adscritos al Paleolítico medio, que siendo los
más numerosos nos van a permitir extraer conclusiones más válidas, el resultado es que más del
42% de estos asentamientos se sitúa a menos de 500 mts. del valle fluvial más cercano (gráf. 1);
por otro lado, calculando la relación entre yacimientos y valles principales o tributarios, considerando como valles principales el arroyo de Tobarra, la Rambla del Talave, el río de los Vadillos,
el río de la Vega y el río Mundo, los resultados siguen dando una mayoría de ocupaciones localizadas a menos de 1000 mts. de los valles principales (gráf. 2). Las razones que llevarían a la
población musteriense a seleccionar estas localizaciones parecen obvias: por una parte la cercanía
del agua en unos valles que concentrarían un mayor potencial de recursos; y por otra, la cercanía
a los valles principales resulta conveniente si consideramos que éstos son generalmente las vías
básicas de migración para las manadas de animales.
Por lo tanto, el análisis de las diferencias que presentan los yacimientos de una región determinada en cuanto a su localización, permite el acercamiento a lo que se ha dado en llamar
modelos de asentamiento, en los que se integran en un sólo sistema distintos yacimientos que
pudieron ejercer diferentes funciones, o bien fueron ocupados durante distintas estaciones a lo
largo del año por un mismo grupo.
En este sentido, como señala Binford (24), si consideramos representativo el caso de los
Nunamiut, resulta que la arqueología creada por una pequeña banda que se mueve a través de su
territorio, puede ser extremadamente compleja. El primer dato a resaltar es el tamaño del núcleo
residencial ocupado por un grupo de gente tan pequeño: cinco familias Nunamiut cubren un
espacio semejante al de la Dordoña, en Francia, lugar donde se localizan los yacimientos clásicos
del musteriense. Para este autor, una vez aceptado el hecho de que los grupos cazadores-recolectores operan normalmente en espacios a gran escala, es difícil sostener la tesis de Bordes de que
las diferencias en la composición de los útiles de piedra depositados en diversos niveles de estos
yacimientos son el reflejo de la presencia de cuatro grupos culturales distintos. Así, centrándonos
otra vez en el caso particular que tratamos aquí, podríamos perfectamente considerar que el conjunto de localizaciones musterienses distribuídas a lo largo de la cuenca podrían haber sido ocupadas por un pequeño grupo de gentes que se movieran en este espacio a lo largo del año.
De la misma manera, en su estudio sobre la economía prehistórica de la España Oriental,
Davidson (25) propone el llamado «modelo de dispersiones» para la integración de diferentes
yacimientos con evidencias de ocupación durante las fases finipaleolíticas, de tal manera que la
Cueva del Niño quedaría vertebrada dentro de este modelo como un yacimiento de uso estival;
periodo del año en el que la población, que generalmente permanecería concentrada en algún
asentamiento más cercano a la costa, se dispersaría en pequeños grupos sobre una gran área con
el fin de explotar óptimamente los recursos aprovechables durante esa estación en la que las
manadas, principalmente de ciervos, subirían hasta este área en busca de los pastos de verano.
(24) L.R. BINFORD: <
L.R. BINFORD: Nunamiut ethnoarchaeology. Academic Press, New York, 1978.
(25) DAVIDSON: Op. cit. nota 10.
-69-
[page-n-70]
J. L. SERNA LÓPEZ
14
La determinación de sistemas de asentamientos con localizaciones diferentes como manera
efectiva de combinar los recursos de tierras bajas y altas en un clima mediterráneo, o la tierra y
el mar en muchos marcos climáticos, y el análisis del «territorio anual» (26) resultante, aparecen
pues, como aspectos básicos para conocer el comportamiento económico de las sociedades cazadoras-recolectoras en la prehistoria.
Otro detalle importante a este respecto es que la arqueología de un lugar se complica básicamente porque ciertos espacios del territorio fueron ocupados repetidamente año tras año, mientras que en otros no sucedió lo mismo. El modelo de reutilización en estos yacimientos ha determinado en gran parte su tamaño, en términos de distribución de artefactos y estructuras; en consecuencia, los espacios ocupados repetidamente son considerablemente mayores que aquellos
ocupados sólo de forma esporádica. Ello implica que la variabilidad en la cantidad de espacio
ocupado en un yacimiento, cualidad registrada normalmente por los arqueólogos, no obedece
siempre a las diferencias en el tamaño u organización social del grupo que residió allí, sino que
puede reflejar simplemente el grado de repetición respecto a la utilización del medio por la
misma banda móvil. Este sería el caso, por ejemplo, del yacimiento de El Pedernaloso (27), en
donde el enorme conjunto de artefactos líticos allí depositados en comparación con el resto de
yacimientos de la comarca puede ser la evidencia arqueológica de una localización estacional
clave para un pequeño grupo, o grupos, a lo largo de un extenso periodo de tiempo, más que un
núcleo de concentración de población.
5.
CAPTACIÓN DE RECURSOS
Después de analizar los territorios de explotación de los yacimientos, así como los aspectos
referentes a la localización y función de los asentamientos y la influencia de estos factores sobre
el comportamiento económico de las sociedades cazadoras-recolectoras, pasaremos en este capítulo a abordar el estudio de los recursos explotados por tales sociedades.
Davidson (28) señala a este respecto que la fauna potencialmente aprovechable determinará
directamente la fauna explotada, incluyendo también la tecnología (útiles, métodos y técnicas de
caza) y algunos otros factores, más difíciles de evaluar, incluyendo los ideológicos.
Más difícil de solucionar es el problema de saber qué especies de un yacimiento han sido
aportadas por el hombre y cuales no. Esto debe averiguarse gracias a los caracteres extrínsecos
tales como fracturas intencionales, cremación, trazas de descarnado, por la representación de las
partes del esqueleto, su distribución en el área del yacimiento, etc. Un análisis cuidadoso de los
restos faunísticos nos permitirá también alcanzar conclusiones sobre lo que Binford (29) llama la
«anatomía económica» de las distintas especies, y que se basa en el uso diferencial de las distintas partes del cuerpo según el animal de que se trate. Así, por ejemplo, en la Cueva del Niño
(26) VITA-FINZI y HIGGS: Op. cit. nota 13.
(27) R. MONTES et al.: <
Paleoecología humana, 4, 1986, pp. 67-85.
(28) DAVIDSON: Op. cit. nota 10.
(29) BINFORD: Op. cit. nota 24. También se tratan estos aspectos en J. ESTÉVEZ:
(30) DAVIDSON: Op. cit. nota 10.
-70-
[page-n-71]
YACIMIENTOS PALEOLÍTICOS Y EPIPALEOLÍTICOS DE LA CUENCA DEL RÍO MUNDO
15
(30) se observa cómo el conjunto de los restos pertenecientes a Capra sp. están dominados por
los huesos de las patas y las extremidades, pudiéndose hablar entonces de una cierta selección en
cuanto a las partes del cadáver transportadas hasta la cueva, o bien de algún modo particular de
transporte de los restos (31 ).
Así mismo, se puede saber si un yacimiento estuvo ocupado en ciertas estaciones si contiene
restos de animales jóvenes que nacen en estaciones determinadas: los jabalíes entre Febrero y
Mayo, o los ciervos de Abril a Julio. Otras especies, raras en el territorio estudiado, pueden aparecer en ciertas estaciones durante las cuales es más probable que fueran cazadas.
A este respecto, los escasos datos de que disponemos en el área que nos ocupa proceden otra
vez de la Cueva del Niño, en donde los estudios faunísticos (32) confirmaron cierta especialización en la caza al no aparecer restos de animales ni muy viejos ni muy jóvenes, mientras que a
efectos de la estacionalidad del yacimiento la poca información conseguida parecía confirmar el
uso estival del mismo.
También en este yacimiento se ha podido observar cómo mientras en los niveles adscritos al
Paleolítico superior y al Epipaleolítico la gran mayoría de los restos óseos presentes en el yacimiento pertenecen a cabras y ciervos, en los niveles inferiores, con industrias de tipología musteriense, el principal aporte cárnico lo proporcionan especies tales cómo el rinoceronte, el
caballo, el uro y el oso. Lo que parece confirmar un sustancial cambio en las estrategias de explotación de los recursos durante el periodo final del paleolítico, tendente a una cierta especialización sobre algunas especies.
(31) Podría tratarse quizá del denominado efecto <
(32) DAVIDSON: Op. cit. nota 10.
-71-
[page-n-72]
[page-n-73]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XXII (Valencia, 1997)
Josep MENARGUES*
NOTICIA SOBRE EL YACIMIENTO DE LES CODOLLES
(CREVILLENT, ALACANT). ANÁLISIS Y APROXIMACIÓN
TECNOECONÓMICA DE SU INDUSTRIA
INTRODUCCIÓN
La necesidad de obtener información de orden espacial y gestión de recursos líticos en el
yacimiento paleolítico de la Ratlla del Bubo (Crevillent, Alacant) motivaron en 1991 el desarrollo
de una serie de prospecciones petrográficas en las unidades Mesozoicas Subbéticas y en la
cuenca Miocénica de las comarcas del Baix Vinalopó y Baix Segura.
En el transcurso de dichos trabajos se localizó una pequeña estación prehistórica sobre una
antigua terraza del Barranc de les Ermitetes (Crevillent, Alacant).
El asentamiento se encuentra en el paraje de les Codolles a una altitud de 170 m.s.n.m.,
orientado al NW y abrigado por un lienzo de calizas conglomeráticas tortonienses. Al parecer la
única zona con estratigrafía arqueológica se encuentra actualmente comprimida por una gran roca
desplomada de la cornisa. El resto de suelo ha sido desmantelado por efectos climáticos y aprovechado con posterioridad para uso agrícola, de tal forma que los materiales aparecieron esparcidos en el abanico deyectivo del abrigo y en un pequeño bancal adyacente. Sistemáticamente, se
procedió a la recogida de los mismos ante el grave peligro que suponía el ascenso de las aguas
de un embalse cercano. Queremos hacer constar que estas operaciones se realizaron bajo autorización y supervisión del Servicio Arqueológico municipal de Crevillent y, una vez finalizadas, el
conjunto quedó depositado en sus dependencias.
Los materiales de carácter lítico contabílizan un total de 188 piezas de las que, a excepción
de un útil, el resto es claramente paleolítico. Una gran parte del conjunto presenta graves alteraciones químicas debido a una dilatada exposición a los agentes erosivos. En menor número
hemos observado fracturas e intrusiones ferruginosas, cuyo origen se debería relacionar con per*
Passeig del Calvari, 6. 03330 Crevillent (Alacant).
-73-
[page-n-74]
J. MENARGUES
2
••••
• *:LES CODOLLES
•ELX
•CREVILLENT
e
triaslco
<±.) jurasico
e
Ü
Ü
cretacico
o
terciario indif.
km.
10
cuaternario
Fig. 1.- Contexto litológico comarcal simplificado.
cusiones y roces producidos por el instrumental agrícola. La mayor parte de los artefactos
corresponde a las fases iniciales de la talla lítica, es decir, lascas y desechos corticales. Es
importante destacar el elevado número de núcleos aparecidos, contabilizándose un total de 15.
Por su parte, los útiles retocados ascienden a 12. Ponderalmente el conjunto alcanza un valor de
1.840 grs.
A estos restos hay que añadir los 7 fragmentos que permitieron recomponer parcialmente un
vaso de cerámica. Por lo que respecta a materiales óseos, la ausencia ha sido absoluta.
CONTEXTO LITOLÓGICO LOCAL
El yacimiento de Les Codolles aparece ubicado en la margen meridional de una gran cuenca
sedimentaria de edad terciaria (fig. 1), alimentada por los detritos erosivos del substrato y por las
-74-
[page-n-75]
3
EL YACIMIENTO DE LES CODOLLES
alineaciones subbéticas. Son frecuentes en estos pisos las areniscas, las margas y los conglomerados de pudingas calizas.
Rodeando a la serie hacia el norte se hallan retazos de formaciones cretácicas, constituidas
fundamentalmente por margas blancas y calizas margosas.
Los materiales de un gran anticlinal calizo que aparece hacia el NW son de edad jurásica y
ocupan las cotas más elevadas de la comarca.
Entre los sedimentos mesozoicos y post-manto afloran los yesos y areniscas del diapiro triásico, responsable de manifestaciones tectónicas locales de gran relevancia durante todo el
Neógeno (1).
Casi todos los pisos geológicos, en menor o mayor medida, ofrecen materiales silíceos, principalmente almacenados en depósitos de carácter secundario. Recientemente descritos y testados
técnicamente (2), no creemos necesaria una exposición pormenorizada de sus cualidades -generalmente mediocre-, pero sí confirmar su exhaustiva y sistemática explotación por diversos
grupos humanos del Paleolítico local (3).
MATERIAS PRIMAS
Evaluar el potencial litológico y su aprovechamiento prehistórico fueron nuestros objetivos
para intentar comprender los comportamientos económicos y tecnológicos en este yacimiento. La
lectura litológica del conjunto revela la priveligiada posición que ocupan los materiales autóctonos en la manufacturación del utillaje (fig. 2). Ponderalmente el sílex se sitúa en primer lugar
en orden de preferencia, le sigue la caliza local y en una situación mucho más discreta la cuarcita y un solitario fragmento de ofita.
Nuestra metodología analítica se enmarca dentro de los criterios de la macroscopía comparada. Fuertemente criticada y denostada por corrientes cientifistas, ésta se revela como la más
económica, rápida y a la vez menos destructiva de las utilizadas. Pocas dudas ofrecen, en este
sentido, los estudios llevados a cabo desde inicios de los años ochenta a la actualidad, en la identificación y localización de los recursos líticos y con éstos nos alineamos plenamente (4).
Las prospecciones realizadas en diferentes campañas nos han permitido confeccionar una
cartografía comarcal de la geografía silícea y simultáneamente una litoteca referencial.
Por lo que respecta a la distinción y clasificación de las rocas empleadas en Les Codolles,
hemos establecido las siguientes:
Sílex de los conglomerados tortonienses (893 TI).
Calizas de los conglomerados tortonienses (893 T3).
Sílex andalucienses (893 Al).
(1) R. PIGNATELLI: Memoria y Mapa geológico de España, hoja no 893. IGME. Madrid, 1973.
(2) J. MENARGUES: «Oferta de materias líticas silíceas en el Subbético valenciano>>. Actas
Reunión Nacional de
Geoarqueología. AEQUA-IGM, Madrid, 1992, págs. 301-303.
(3) J. MENARGUES : Explotación de recursos líticos silíceos en el paleolítico superior del Baix Vinalopó. Memoria de una
ayuda a la investigación concedida por el IVEI (sin publicar), Valencia, 1994.
(4) P.Y. DEMARS: L'utilisation du si/ex au Paléolithique supérieur: choix, approvisionnement, circu/ation. L'exemple du
Bassin de Brive. Cahiers du Quatemaire, 5, CNRS, Bordeaux, 1982. J.M. GENESTE: Analyse lithique d'industries moustériennes du
Périgord: une approche technologique du comportement des groupes humains au Paléolithique moyen.Tesis doctoral, Bordeaux 1,
1985. A. TURQ: Le Paléolithique inferieur el moyen entre les Vallées de la Dordogne et du Lot. Tesis doctoral, Bordeaux 1, 1992.
za
-75-
[page-n-76]
.¡:.
VINALOPÓ?
.1 .
N
1,09%
. ¡·
1
·j·
.
•
+
-...)
0\
1
1
+
+
+
+
+
+
--
+
·¡1.
.
.
a
~
+
~
~
+
+ +
+
~
+
+
+
en
<±) triasico
(]) jurasico
E9
e
cretacico
mioceno indif.
8
tortoniense
Q
andaluciense
Q cuaternario
1
o
KM.
Fig. 2.- Origen geológico de las materias primas líticas y porcentajes de explotación.
[page-n-77]
EL YACIMIENTO DE LES CODOLLES
5
Cuarcitas andalucienses (893 A2).
Sílex senonienses (893 Cl).
La práctica totalidad de los materiales líticos se encuentran localizados en el área de frecuentación cotidiana del yacimiento. Porcentualmente podemos observar un aprovisionamiento
directamente proporcional a la distancia que se encuentren las fuentes del sitio.
De esta forma, el índice más elevado corresponde a las rocas conglomeráticas del
Tortoniense (893-T1) propias de los entornos inmediatos; ello es debido, en gran parte, a que los
nódulos de sílex afloran en las mismas paredes del abrigo, de tal modo que no es extraño que
representen un 47.82% del total del conjunto. Juntamente con las rocas silíceas, de los conglomerados también emergen calizas mesozoicas muy compactas y perfectamente aptas para la talla
(893 T3); su representación en el conjunto es moderada y alcanza el 06.85%. La suma de ambos
grupos asciende a un 54.67% e ilustra lo que podríamos denominar rocas locales, si por este
enunciado entendemos las materias primas que fueron transportadas al asentamiento desde un
origen cercano en distancia temporal; en este caso, no supondría más que una inversión de
escasos minutos para recorrer la totalidad de los afloramientos, todos situados en un radio de no
más de 300m. A continuación figuran los sílex (893 Al) y algún contado fragmento de cuarcita
andalucienses (893 A2), con un 41.20% y cuyos depósitos más inmediatos se ubican en pudingas
y areniscas distantes del yacimiento unos 2 km. aproximadamente. Con mucha menor entidad
hallamos los sílex cretácicos del Senoniense (893 Cl) provenientes del NW, en un territorio orográficamente diferente a los anteriores por su situación a 500 m.s.n.m. y a una distancia de 3 km.;
en este caso el porcentaje apenas sobrepasa el punto del conjunto, 1.09% . De la misma manera
testimonial, 1.09%, aparecen una serie de materiales no identificados y que hemos considerado
como de origen exógeno, aunque por sus afinidades macroscópicas podrían haber sido transportados desde los afloramientos miocénicos del valle medio del río Vinalopó.
Como se desprende de este análisis, la litología local interviene de una forma decisiva en el
aprovisionamiento de los grupos de Les Codolles. Ni siquiera cabe la calificación de alóctonas
para las supuestas rocas del Vinalopó, más alejadas geográficamente, ya que un posible desplazamiento para su obtención no requeriría más de media jornada caminando.
En general, la captación de estas rocas no es muy problemática, y tanto unas como otras son
fáciles de colectar. Nódulos, cantos rodados y fragmentos se disponen extensamente en alteritas
y superficies de erosión de los depósitos cretácicos y miocénicos.
Finalmente, restarían la ofita con un 1.08% y los restos de sílex inclasificables debido a su
reducido tamaño y, sobre todo, a la transformación cromática producida por la acción térmica,
0.87%. En cuanto a la primera, debemos decir que escapa a nuestro análisis determinar su origen
geológico; la existencia de metodologías específicas para su estudio hace preferible nuestra
reserva atributiva. No obstante, hemos podido constatar en nuestras exploraciones la presencia de
diversos afloramientos de rocas eruptivas, uno de ellos, el más cercano, es el localizado en el
Cerro Negro, en la vecina localidad de Albatera, entre contextos triásicos.
Tal y como se ha apuntado anteriormente, la calidad de estos materiales es generalmente
mediocre, no tanto por su estructura granular, que a excepción de los sílex senonienses, suele ser
fina y compacta, sino por las reducidas dimensiones y las numerosas fracturas y diaclasas que
entorpecen enormemente la talla.
A pesar de las aparentes inconveniencias que presentan las rocas autóctonas, lo cierto es que
su empleo ha sido casi exclusivo. El fuerte componente local es una circunstancia constatada en
-77-
[page-n-78]
J. MENARGUES
6
4
3
2
1
{ 1
6
5
[J
=
7
14
8
15
10
9
-.
13
12
17
16
o
Fig. 3.- Industria lítica recogida en superficie.
-78-
3
[page-n-79]
EL YACIMIENTO DE LES CODOLLES
7
un amplio repertorio de registros atribuidos al Magdaleniense reciente y sobre todo al
Epipaleolítico de la Europa occidental (5).
ESTUDIO DEL MATERIAL RETOCADO
Compuesto por un conjunto modesto númericamente, el material retocado asciende a un total
de 14 útiles, teniendo como base del soporte el sílex. Para su clasificación y descripción hemos
seguido la lista tipo de Sonneville-Bordes y Perrot (6).
Entre los tipos existentes dentro del conjunto son los raspadores los que están mejor representados, tanto en número como en tipologías, ascendiendo a 5. Así, hallamos 1 raspador simple
realizado sobre lasca con una excelente factura de retoque (fig. 3, no 1); 1 raspador circular sobre
lasca espesa, presentando extracciones en todo su perímetro, siendo irregulares y abruptas y provocando una pequeña prominencia en forma de hocico en su flanco izquierdo (fig. 3, no 2); 1 raspador ojival (fig. 2, n° 3); 1 raspador atípico al límite con la truncadura realizado sobre una tableta
laminar (fig. 3, no 4), y un raspador-muesca sobre lasca con retoques abruptos y semi-abruptos
en sus frentes y muesca lateral izquierda, presentando una gran extracción en el lado derecho
fruto, al parecer, de una acción mecánica (fig. 3, no 5). Por lo que respecta a los buriles tan sólo
aparecen dos ejemplares, uno de ellos claramente clasificable; se trata de un buril de ángulo sobre
fractura (fig. 3, no 6), presentando dos golpes, uno de ellos sobre la cara de lascado. En cuanto al
otro, se trata de una pieza problemática, ya que si bien se podría describir como un buril sobre
truncadura cóncava (fig. 3, no 7), lo cierto es que el golpe frontal es bastante dudoso y no se hallan
ondas de percusión bien definidas, por lo que podría tratarse de un fraccionamiento natural de la
roca. Esta circunstancia es factible y explicable cuando se examinan los nódulos de materia
prima, ya que en su gran mayoría aparecen con fisuras originadas por presiones tectónicas; no
obstante, no es menos cierto que una prolongada exposición a los agentes atmosféricos podría
enmascarar gravemente las trazas de manufactura antrópica.
Numéricamente, las larninitas de borde abatido aparecen como el segundo grupo más importante después del de raspadores. De éstas sólo hallamos una completa (fig. 3, n° 8), las otras dos
restantes son un fragmento proximal (fig. 3, no 9) y otro distal (fig. 2 no 10); el retoque en todos
los dorsos es abrupto y bipolar.
Las truncaduras contabilizan un total de tres piezas: una de ellas es recta, ejecutada sobre una
lasca (fig. 3; no 11); la otra es similar pero fragmentada por su parte distal (fig. 3, no 12); finalmente, la tercera muestra una fractura oblicua curvada, hallándose el dorso abatido mediante
retoques simples con tendencia a abruptos, siendo éstos en la cara ventral planos cubrientes (fig.
3, n° 13).
(S) DEMARS: Op. cit. nota 4. P.Y. DEMARS: «L'evolution de l'approvisionnement en matiere premiere au Magdalénien en
Périgord». Colloque de Chancelade, 1988, págs. 287-294. P.Y. DEMARS: <
Magdalénien et Paléolithique fmal en Renanie (Bassin de Neuwied)>>. Les Bassins du Rhin et du Danube au Paléolithique Supérieur:
environnement, habitat et systemes d'echange. Liege, 1992, págs. 104-113. J. GAUSSEN, C. HESAULT y S. JOYEL: «Parrain Nord.
Station magdalénienne de plein air». Paléo, 6, Les Eyzies de Tayac, 1994, págs. 115-160.
(6) D. DE SONNEVILLE-BORDES y J. PERROT: «Léxique typologique du Paléolithique Supérieur. Outillage Lithique». BSPF
SI, págs. 327-335; BSPF 52, págs.76-79; BSPF 53, págs. 408-412 y 547-559; 1954-1956.
-79-
[page-n-80]
8
J. MENARGUES
...
2
1
o
3
Fig. 4.- Núcleos.
Por último, cabría señalar la notable presencia de láminas y laminitas con algún retoque
mecánico; de ellas hemos representado las tres más singulares del conjunto (fig. 3, no 14, 15 y
16).
En un contexto cóntiguo apareció 1 punta de flecha con pedúnculo y aletas, realizada sobre
lasca, de retoque plano y cubriente (fig. 3, no 17).
LAS TÉCNICAS DE TALLA
En general, la base de estos productos se ha realizado alternativamente sobre cantos rodados
y fragmentos de apariencia poliédrica. Las dimensiones de los núcleos es realmente diminuta,
yendo de los 1'6 a los 6 cm. de eje máximo. Morfológicamente aparecen, junto a núcleos irregulares, indefinidos y sin una predeterminación aparente de talla, otros con una preparación verdaderamente elaborada, destinada a la obtención de finas laminitas. Estos primeros presentan una
talla desordenada y multidireccional en la que, buscando ángulos propicios, se han aprovechado
planos y fracturas naturales de la roca. El producto de esta técnica extractiva son lascas y espesas
tabletas. La concavidad de los negativos revela la posible utilización del percutor duro tanto en
la talla periférica como en la central.
Frente a este panorama tan sobrio aparece uno técnicamente exquisito, formado por núcleos
prismáticos (fig. 4, n° 1 y 2) en los que se observan cuidados planos de percusión, de los que se
han obtenido pequeñas lascas y laminitas con talones predominantemente lisos. Tanto en unos
como en otros núcleos sorprende el estado de agotamiento en que se encuentran. Testimonio de
-80-
[page-n-81]
EL YACIMIENTO DE LES CODOLLES
9
1
o
3
Fig. 5.- Vaso cerámico.
estas fases postreras de la producción son los sobrepasados intencionales y las tabletas de reavivado presentes en el conjunto.
De la misma forma están presentes accidentes de talla, como los de Siret, relacionados con
la calidad de la materia prima y ocasionados, en gran parte, por la textura basta característica de
los sílex senonienses sobre los que se producen (7).
OTROS MATERIALES
Situados inestablemente en el borde estratigráfico, se asomaban 7 fragmentos de cerámica.
Se recuperaron y se les practicó una ligera limpieza, posterior consolidación y pegado; el resultado fue un vaso de color castaño anaranjado con manchas grises (fig. 5, n° 1). Presenta un desgrasante grueso, y su acabado es irregular debido, probablemente, a una inadecuada cocción. La
superficie se encuentra gravemente afectada por la erosión y se disgrega con facilidad en un fino
polvo. Sus medidas son las siguientes: 7 cm. de diámetro en la base y aproximadamente 6'5 en
la boca.
Por otra parte, se halló un fragmento trapezoidal de roca ígnea básica u ofita.
(7) J. TIXIER et alii: Préhistoire de la pierre taillée l. Tenninologie et Technologie. Cercle de Recherches et Études
Préhistoriques, Antibes, 1980.
-81-
[page-n-82]
10
J. MENARGUES
ATRIBUCIÓN CULTURAL
Intentar establecer una atribución cultural sobre la base de conjuntos tan exiguos en número
y con el agravante de haber sido recuperados en un contexto puramente detrítico, es una tarea
siempre arriesgada y no exenta de múltiples alegaciones de toda índole.
Sin embargo, y a pesar de las diversas limitaciones que puedan existir, se tiene conocimiento
que en determinados periodos del Paleolítico la abundancia o indigencia de un grupo industrial
puede, en grandes líneas, contribuir al enmarque cultural de los materiales arqueológicos. A todo
ello se podría considerar la simple eliminación cultural por ausencia o presencia de marcadores
de orden técnico -como el retoque plano- o tipológico --como el instrumental óseo.
Al observar el contingente industrial, dos circunstancias nos llaman poderosamente la atención: el predominio de las láminas y larninitas -retocadas o no- sobre los otros grupos y el
marcado microlitismo de las piezas retocadas, que jamás sobrepasan los 4 cm. Si como hemos
apuntado anteriormente, utilizamos como valores cronológicos las hegemonías numéricas o porcentuales de unos grupos sobre los demás, el conjunto de Les Codolles se debería encuadrar,
genéricamente, en un lapso del mundo finipaleolítico.
Sirva a modo de referencia geográfica y sin excesivas pretensiones adscriptivas, la exposición y comparación de una serie de conjuntos paradigmáticos de distintos yacimientos mediterráneos. Dentro del ámbito costero valenciano nos encontramos con los materiales del
Magdaleniense Superior Mediterráneo (MSM) exhumados en Parpalló, donde se observa la relevancia jugada por los grupos de hojitas de borde abatido (34.4% ), así como por los raspadores
(20.8%) (8); estos últimos también son numerosos en el asentamiento crevillentino, una tendencia que se manifiesta en el caso de la Cava de les Cendres, donde la única variación significativa es la ligera supremacía de los buriles sobre el grupo de raspadores (9). Para los yacimientos
coetáneos del litoral murciano se repiten las mismas circustancias: alto índice de utillaje microlaminar y relevancia de los grupos de raspadores y buriles (10). Estas relaciones perduran incluso
en momentos más avanzados dentro de contextos calificados grosso modo como Epipaleolíticos,
bien sea en la Región Murciana (11) o en el País Valenciano (12).
Dejando a un lado hipotéticos paralelos, en estos momentos, el interés que pueda despertar
Les Codolles, quizás no sea tanto las noticias sobre sus materiales como la constatación de que
este sector del mediodía valenciano ocupa una posición privilegiada para el estudio de la población paleolítica. En efecto, una secuencia cultural cada día más completa y un número creciente
de sitios lo prueban. Concentrados en un radio aproximado de diez kilómetros, se hallan: La
Ratlla del Buba (Crevillent), cuya cronología relativa ofrece datos referentes al Auriñaciense
evolucionado (13), así como una importante serie Gravetiense y Solútreo-gravetiense, este último
(8) J.E. AURA: El Magda/eniense Mediterráneo: La Cova del Parpalló (Gandía, Valencia). SIP. TV. 9l,Val(mcia, 1995.
(9) M'.P. FUMAN AL, V. Vll..LAVERDE y J. BERNABEU: <
(lO) M. MARTÍNEZ ANDREU: El Magdaleniense superior en la costa de Murcia. Edit. Regional, Murcia, 1989.
(11) M. MARTINEZ ANDREU: <
Arqueología. Zaragoza, 1983, págs. 39-5 l.
(12) E. DOMÉNECH: «Aportaciones al Epipaleolítico en la región central del norte de la Provincia de Alicante». Alberri, 3,
Cocentaina, 1991
(13) G. !TURBE y E. CORTELL: «El Auriñaciense evolucionado en el País Valenciano: Cova Beneito y Ratlla del Bubo»,
Aragón Litoral/Mediterráneo: Intercambios culturales durante la Prehistoria. Zaragoza, 1992, págs. 129-138.
-82-
[page-n-83]
EL YACIMIENTO DE LES CODOLLES
11
nivel con dataciones. absolutas (14). En segundo lugar, habría que hablar del yacimiento de La
Cova del Sol (el Fondó de les Neus), del que se poseen materiales Gravetienses (15); también de
El Xorret (Crevillent), con posibles niveles de Magdaleniense superior (16), y por último del
Abric del Castell Vell (Crevillent) (17), localizado en el curso superior del Barranc de Les
Errnitetes, es decir, apenas dos kilómetros arriba de Les Codolles.
En lo concerniente a la existencia de una punta de pedúnculo y aletas, parece clara su adscripción holocénica; otras de características similares fueron recuperadas en el cercano poblado
eneolítico de Les Moreres (18), lo cual nos indica la posibilidad de que el lugar hubiera servido
como enterramiento. Tal vez la flecha guarde algun tipo de relación con el vaso cerámico, ya que
tanto una como otro son frecuentes en los ajuares de este periodo.
CONCLUSIONES
La limitación impuesta por la escasez numérica del utillaje nos disuade de entrar en contundentes aseveraciones atributivas; al contrario, nos obliga a relativizar y a manejar un dilatado
periodo cultural situado entre los momentos finales de la última crisis glaciar y el inicio holocénico.Tanto estratigráfica como industrialmente este terreno transitorio aún presenta numerosas
lagunas evolutivas de orden local. Es un periodo caracterizado por una gran diversidad de los
conjuntos, que se hace mucho más patente en los momentos tardíos del MSM. Hasta la fecha son
escasas y sesgadas las noticias referentes a esta secuencia. Son reducidos los yacimientos estudiados desde una perspectiva multifactorial que permitan formular hipótesis explicativas de esta
variabilidad industrial (19).
Magdaleniense superior fmal o Epipaleolítico inicial, la adscripción podría ser válida para
ambos ámbitos, habida cuenta que la diferencia entre ellos, en algunos casos y aparentemente,
sólo la motiva las manifestaciones o ausencias de utillaje óseo. Como apunta Aura (20), en
general, la sola distinción de carácter industrial que se observa es la inversión de índices que
asumen los grupos de utillaje, ya que la tipología es casi idéntica.
La parquedad de datos culturales la podemos compensar ofreciendo una primera visión paleoeconómica desde la logística silícea. Efectivamente, y desde esta perspectiva, se comprueba la
enorme trascendencia operada por las rocas locales en el abastecimiento productivo del yacimiento. A pesar de la condición preliminar de estas noticias, solicitadas en repetidas ocasiones
(14) B. SOLER, E. BADAL, V. Vll..LAVERDE y J.E. AURA: «Nota sobre un hogar Solútreo-gravetiense del Abric de la Ratlla
del Bubo (Crevillent, Alicante)». APL, XX, Valencia, 1990, págs. 79-93.
(15) J.L. MIRALLES: <
(16) J.L. SERNA GÓMEZ: <
(17) Según nos comunicó Julio Trelis, director del Museo Arqueológico de Crevillent, las piezas que se disponen de este
yacimiento son poco representativas como para establecer una determinación más precisa que la de un paleolítico superior.
(18) A. GONZÁLEZ PRATS: «El poblado calcolítico de Les Moreres en la sierra de Crevillente, Alicante». El Eneolítico en
el País Valenciano. Alcoi, 1986, págs. 88-99. A. GONZÁLEZ PRATS: En comunicación oral, 1996.
(19) V. Vll..LAVERDE y R. MARTÍNEZ: <
Holoceno en el ámbito mediterráneo. Alicante, 1995, págs. 79-117.
(20) J.E. AURA: <
-83-
[page-n-84]
12
J. MENARGUES
desde la bibliografía (21), quizás contribuyan a desentrañar un poco más el diversificado mundo
finipaleolítico. No creemos, sin embargo, que este modelo sea un fenómeno global y extensible
a todos los casos, pero a tenor de los paralelos examinados anteriormente podría considerarse un
factor óptimo a la hora de abordar las variables industriales y económicas de este vasto espacio
temporal.
Indudablemente, sólo la excavación arqueológica podrá aportar información culturalmente
más fiable y segura de la que mostramos en este trabajo.
Nota: La concesión por parte del IVEI, en 1993, de una subvención económica nos permitió
costear gran parte de nuestras prospecciones. Queremos expresar por ello nuestro sincero agradecimiento. De la misma forma queremos reconocer el valioso apoyo científico y personal que
nos ha proporcionado el Profesor Valentín Villaverde.
(21) AURA: Op. cit. nota 20. J.E. AURA y M. PÉREZ RIPOLL: <
-84-
[page-n-85]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XXll (Valencia, 1997)
Amparo SEBASTIÁN*
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS (1892-1992)
l.
INTRODUCCIÓN
La investigación sobre el arte levantino ha cumplido ya su primer centenario, sin que le
hayamos dedicado una atención especial; sin embargo creemos que merece que lo recordemos,
precisamente cuando se trata de uno de los hechos históricos y culturales más atractívos y vitales
que se niega a darnos todas las claves que los arqueólogos necesitamos para llegar a una comprensión mayor que la que hasta ahora hemos alcanzado.
Cumplir con un siglo de trabajos requería realizar un análisis de lo hecho hasta ahora.
Por cuestiones obvias nos limitaremos a analizar lo que en un lenguaje psicoanalítico entenderíamos como los picos que se han sobreelevado en la línea de ese largo discurso, desarrollado por tantos estudiosos durante tan largo período. No intentaremos por tanto detallar
todos los descubrimientos de cualquier período, sino que destacaremos todo aquello que han
supuesto novedades· substanciales, especialmente de planteamientos de hipótesis, sistemas
de trabajo, haciendo especial hincapié en aquellos que parecieron más coherentes, sin evitar
algún comentario sobre los que lo fueron menos o con seguridad pudieran haber sido
mejores.
Después de haber dedicado más de diez años al estudio de las pinturas levantinas, especialmente a las existentes entre el Pirineo Aragonés y el Río Júcar, creo estar en condiciones de analizar lo que hemos sido capaces de aprehender de él mientras sigue jugando mágicamente con
nosotros en 1994. Sin duda su resistencia a ser absolutamente comprendido le da mayor interés,
y sigue obligándonos a intentar responder al reto que su conocimiento ha planteado desde su primera publicación.
*
Museo Nacional de Ciencia y Tecnología, Madrid.
-85-
[page-n-86]
A. SEBAST1ÁN
2
2.
HISTORIA DE LA INVESTIGACIÓN DE ARTE RUPESTRE:
ARTE PALEOLÍTICO Y ARTE LEVANTINO
2.1.
ARTE PALEOLÍTICO: PRIMEROS ESTUDIOS
Realizar una breve síntesis de los estudios de arte rupestre de cualquier período o lugar,
sin referirnos al arte paleolítico y especialmente a trabajos como los de H. Breuil, es impensable, ya que en ellos marcó las principales líneas de investigación durante la primera mitad
de nuestro siglo. Defendió como es bien conocido el contenido religioso y mágico de los
paneles que estudió, dejándolo reflejado en 1952 en una de sus obras más importantes, fruto
de muchos trabajos anteriores: "Quatre cents siecles d'art parietal" (BREUIL, 1974).
Otros trabajos teóricos muy conocidos sobre el arte paleolítico se han debido durante
muchos años a la escuela francesa, que contó más tarde con nuevas ideas en gran parte motivadas por el trabajo de Laming-Emperaire, en el que se valoró la organización de las figuras
dentro de los paneles (LAMING EMPERAIRE, 1962). Algo después Leroi-Gourhan analizó la
organización de los paneles de más de cien cuevas paleolíticas de Europa Occidental (LEROIGOURHAN, 1971) y sus ideas en relación con las asociaciones de los distintos animales que
encuentra en determinadas zonas de las cuevas, le llevaron a plantear hipótesis muy enraizadas
con las tesis estructuralistas que provocaron gran interés en distintos medios . No obstante, a
pesar de su búsqueda de nuevas vías Leroi-Gourhan no se desprendió del enfoque mágico-religioso, y mantuvo su pensamiento enlazado con la idea de la magia y de la religión (LEROIGOURHAN, 1964, p. 275).
La escuela española estuvo muy influida por los trabajos de Breuil en la primera mitad de
siglo, pero el hecho de que apareciera en la Península Ibérica un arte nuevo (el arte levantino),
tan distinto del paleolítico, creó una gran confusión y planteó nuevas preguntas, ya que era difícil
en principio definirlo y adjudicarle una cronología segura. Esa dificultad iba unida en principio
a la de enfrentarse con "el hecho del arte rupestre" que tantos problemas causó a los pioneros en
estos temas, hasta su reconocimiento como arte paleolítico.
Precisamente la cronología del arte levantino provocó grandes discusiones entre autores de gran
prestigio y gran formación como Obermaier, Hemández Pacheco, Bosch Gimpera y Cabré durante
muchos años, a las que se añadirían las de la siguiente generación de estudiosos: Jordá, Beltrán,
Ripoll y Almagro. Los resultados de los trabajos y de sus hipótesis fueron muy variados y desiguales.
2.2.
2.2.1.
ARTE LEVANTINO: PRIMEROS ESTUDIOS
Los pioneros
Los primeros descubrimientos de arte levantino datan de finales del siglo pasado. En 1892
se dan a conocer algunas de las pinturas de Albarracín: Cocinilla del Obispo y Los Toros del
Navazo (MARCONELL, 1892, pp. 160 y 180), las cuales fueron estudiadas más tarde por H. Breuil
y J. Cabré (BREUIL y CABRÉ, 1911, pp. 641-648; OBERMAIER y BREUIL, 1927, pp. 511-531),
continuando los descubrimientos en esa zona en los años cuarenta y cincuenta, (ALMAGRO, 1949
y 1953, pp. 113-122).
-86-
[page-n-87]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
3
Entre la primera fecha citada y los primeros años del siglo XX se multiplicaron importantes
descubrimientos en otras áreas como los de Cogul (ROCAFORT, 1908, pp. 65-75; BREUIL y
CABRÉ, 1909, pp. 1-21), y de Calapatá (BREUIL y CABRÉ, 1909), que daban lugar más tarde a
muchas publicaciones y a las primeras discusiones. El análisis de alguno de estos lugares provocaría un sinfín de discusiones teóricas, como sucede con los abrigos de la zona de Albacete, especialmente Alpera y Minateda (BREUIL, SERRANO y CABRÉ, 1912; CABRÉ, 1915, pp. 187-207;
BREUIL, 1920) o con Cantos de La Visera, en Murcia (CABRÉ, 1915, pp. 208-216), discusiones
que eran fruto de la misma novedad conceptual que este arte suponía. No hay que olvidar que
eran unas fechas muy tempranas y, en esos momentos, se acumulaban muchas novedades difíciles de asimilar por parte de una ciencia todavía muy joven.
2.2.2.
Primeras publicaciones de síntesis al comienzo del siglo xx
Los trabajos más completos de los autores que escribieron sobre estos temas a principios de
nuestro siglo fueron un intento de análisis global de aquellas novedades. Algunas de sus teorías
siguen siendo respetadas, aunque no puedan ser ya en muchos casos admitidas en la actualidad.
Sus análisis se veían a menudo mediatizados por las premisas admitidas que se transferían desde
el arte paleolítico al levantino, especialmente señaladas en las publicaciones de H. Breuil y H.
Obermaier, así como en las de todos aquellos que siguieron las pautas que estos estudiosos
marcaban.
Algunas de las obras de síntesis surgían ya en el primer cuarto de este siglo, como "El Arte
Rupestre en España" de Juan Cabré (CABRÉ, 1915), "Exploració arqueologica del Barranc de la
Valltorta (província de Castelló)" de Durán i Sampere i Pallarés (DURÁN I SAMPERE y
PALLARÉS, 1915-1920, pp. 444-457), el estudio de las pinturas de Morella la Vella (HERNÁNDEZ
PACHECO, 1918), "Las pinturas rupestres del Barranco de la Valltorta (Castellón)" de Rugo
Obermaier y Paul Wernert (OBERMAIER y WERNERT, 1919), "Las pinturas rupestres de las
Cuevas de la Araña (Valencia). Evolución del Arte Rupestre en España" (HERNÁNDEZ PACHECO,
1924) y "El Hombre Fósil" (OBERMAIER, 1925). En esta obra realizó Obermaier su primer planteamiento sobre la tipología de las figuras: cestosomáticas, paquípodas y nematomorfas que
aunque en la actualidad no se utilizan deben ser valoradas como el primer intento de agrupación
de características formales de las figuras humanas.
2.2.2.1.
Juan Cabré: Algunas hipótesis acertadas
En "El arte rupestre en España" documentaba Juan Cabré la historia de la investigación hasta
ese momento, haciendo un acopio de información importante, al tiempo que clasificaba los hallazgos
por grandes regiones: "Las pinturas y grabados de las cavernas del Norte de España" y "Las pinturas
y grabados rupestres del Este de España". Ello da como resultado que lo que se llamaría "Arte
Levantino" queda en esta obra diferenciado del arte paleolítico del Norte de España, aunque Cabré
no pudiera imaginar que tuviera una cronología posterior al de las pinturas paleolíticas.
Recordaba cómo en 1903 tuvo la suerte de ir a ver el conjunto de Calapatá (Cretas, Teruel),
pinturas que serían publicadas por H. Breuil y él mismo en 1909 (BREUIL y CABRÉ,. 1909), año
-87-
[page-n-88]
4
A. SEBASTIÁN
en el que C. Rocafort publicaba también las de Cogul (ROCAFORT, 1909). Un año antes también
el Abate Breuil había publicado un artículo sobre Cogul (BREUIL, 1908).
En "El arte rupestre en España" señalaba Cabré las novedades que le sorprendían: " .. .fuera
de cavernas, una manifestación nueva de arte paleolítico, desconocida en España y en Europa".
Se refiere a cómo las descubrió: "Al aire libre y en una irregular pared vertical, de unos
gigantescos peñascos aislados", " ... varias figuras de ciervo y un toro, pintadas de rojo, con un
movimiento, expresión y arte jamás superados. Solamente estaban guarecidas por un saliente de
la roca" (CABRÉ, 1915, p. 73), y comentaba tanto el gran interés que producían sus peculiaridades, como la necesidad de que se realizaran estudios para intentar comprenderlas y conocer la
finalidad para las que se crearon (CABRÉ, 1915, p. 130).
Sus conclusiones eran un avance sobre problemas sobre los que la comunidad científica
siguió discutiendo cuarenta años. Cabré veía la homogeneidad existente, en su opinión, en las
pinturas de "la región Oriental española"; y señala "cierta unidad dentro de los diferentes
aspectos que se observan en las diversas estaciones arqueológicas", a lo que añadía cuestiones de
interés que los hacían afines: "todos los monumentos artísticos están en abrigos, al aire libre",
"uniformidad en el tamaño de las figuras", "la manera de comprender la perspectiva de las extremidades de los animales, vistas de frente", etc. (CABRÉ, 1915, p. 229). Además se refería a la
"personalidad propia" de este arte, "particularmente por las representaciones de figuras humanas
de estilo realista, las cuales no existen en las cavernas cantábricas" (CABRÉ, 1915, p. 229).
Respecto a su cronología decía taxativamente que " . .. pertenece claramente a la época paleolítica", añadiendo frases que eran fruto de un pensamiento claro y avanzado para su tiempo:" .. .la
fauna representada en el Oriente de nuestra Península es la actual y sólo se citan dos sitios con
animales cuaternarios, pero muy dudosos por el estado de conservación y falta de realismo,
cuando en el Norte de España y Francia predominan el bisonte y el reno y se ven otros animales
extinguidos antes del neolítico .. ." (CABRÉ, 1915, p. 229). Terminaba las conclusiones defendiendo el sentido mágico de las pinturas.
Aunque no observaba hechos que hoy conocemos bien (falta de uniformidad, cronología
postpaleolítica, etc.), es importante señalar que las dudas sobre la cronología quedaban planteadas y se debe valorar que los aspectos que otros autores tendrán en cuenta más tarde para fechar
este arte con una cronología postpaleolítica, se encuentran en el contenido de sus conclusiones.
2.2.2.2.
Los trabajos de Durán i Sampere y Pallarés, Hernández Pacheco, y los de Obermaier
y Wernert sobre La Valltorta y otras zonas castellonenses
En el trabajo de Durán i Sampere y Pallarés sobre La Valltorta se destaca de forma abreviada
el contenido pictórico de siete de sus abrigos (Montegordo, L'Errnita, El Civil, Els Cavalls, Mas
d'en Josep, El Llidoner y La Saltadora). Además señalaban que a pesar de que otros investigadores como Breuil, Obermaier, Wemert, Cabré, consideraban que las pinturas de la Valltorta son
paleolíticas, ellos apreciaban determinadas particularidades culturales que no encajaban totalmente con las hipótesis de los anteriores: " ... els nivells inferiors d'aquestes caves no ens han
donat altra cosa que material postpaleolític".
"Per altra part essent evident la permanencia de l'home neolític a la Valltorta fa estrany no
trobar-hi, barrejada amb !'abundosa pintura que és suposada anterior ni una sola mostra de la pin..:..__ 88-
[page-n-89]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
5
tura esquematica atribu'ida a 1' epoca neolítica, que tan copiosament es troba en altres indrets de
la península" (DURÁN I SAMPERE y PALLARÉS, 1915-1920, p. 453).
Siendo muy conscientes del problema de la falta de yacimientos en la mayoría de los abrigos
de suelo rocoso en los que se encuentran las pinturas, observaban que en otros covachas próximos más apropiados como refugio, existían materiales arqueológicos. En la Cova de l'Estaró
(junto a la Cova del Puntal) apareció algo de material muy revuelto: puntas de flecha, cerámica
de cordones, así como huesos de cabra, ciervo y bóvido, y también había materiales en covachos
próximos a ésta, especialmente en La Rabosa, muy próxima a la Cova Alta del Llidoner. El material de L'Estaró, El Puntal y La Rabosa tenían un contenido arqueológico del que si bien no se
podía asegurar con absoluta certeza que fueran contemporáneos, señalan estos autores que:
" ... cal tenir en compte per a 1' estudi d' aquest problema la coincidencia en el barranc d' un sol
estil de pintures i una sola tecnica d'utillatge" (DURÁN I SAMPERE y PALLARÉS, 1915-1920, p.
455). Entre esos yacimientos hay que destacar La Rabosa, dado que en L'Estaró encontraron
restos de fauna (cabra y ciervo en mayor abundancia, y menos cantidad de conejo y bóvidos),
siendo, en su opinión, los restos de sílex escasos y de poco interés.
La Rabosa sin embargo proporcionó un material más significativo, que aunque estaba
revuelto, parece homogéneo y perteneciente en su opinión al neolítico-calcolítico, junto al que
aparecen unos trapecios que dicen podrían quizá pertenecer a otro momento anterior (DURÁN I
SAMPERE y PALLARÉS, 1915-1920, p. 456 y figs. 64 a 67). Además existían cerámicas, algunas
de las cuales pudieran pertenecer a la Edad del Bronce (DURÁN I SAMPERE y PALLARÉS, 19151920, fig. 67). Aunque hablen de un sólo período y quizá sea discutible, habría que entenderlo
probablemente (a partir de los materiales encontrados), en un sentido amplio de continuidad entre
un epipaleolítico fmal o un neolítico y la Edad de Bronce. A pesar de la falta de estratigrafías
claras en los lugares analizados por Durán i Sampere y Pallarés parece que hay una cultura material en unos casos y una fauna en otros que se repite y que coincide años más tarde en otros yacimientos del Maestrazgo, lo que podía confirmar la ocupación de los períodos señalados en zonas
próximas a los conjuntos levantinos.
La publicación de Hemández Pacheco sobre las pinturas de Morella la Vella surgió ya con
la vocación de ser completada más tarde con otras publicaciones, especialmente por los problemas técnicos con los que se encontraron para realizar calcos completos (HERNÁNDEZ
PACHECO, 1918, pp. 4-5). Su indicación acerca de la cronología "del paleolítico o epipaleolítico"
realizada en 1918 no deja de sorprendemos, aunque se apoye tan sólo en un seguimiento de huellas que realiza uno de los personajes. Habría que destacar también el estudio de las superposiciones de diferentes lugares, lo que aprovechó para desarrollar algunas ideas en relación con la
evolución del arte del Levante (HERNÁNDEZ PACHECO, 1918, pp. 19-20). Además analizó
algunas de las composiciones más conocidas, como la escena bélica de "El Roble", en la que se
fijó especialmente en las correctas posiciones de los personajes, lo que acentúa el sentido narrativo de la composición (HERNÁNDEZ PACHECO, 1918, pp. 10-11, figs. 6 y 7). Otros de los conjuntos que define como escenas son más conflictivos y presentan menor evidencia de intención
compositiva (HERNÁNDEZ PACHECO, 1918, figs. 8 y 9).
H. Obermaier y P. Wemert por su parte publicaron su trabajo sobre "Las pinturas rupestres
del Barranco de La Valltorta (Castellón)", el cual va más allá del contenido que indica su título.
Como es bien conocido hubo una pugna entre diferentes grupos de investigadores de distintas
procedencias, que dieron como resultado que Obermaier y Wemert trabajaran tan sólo en los
-89-
[page-n-90]
6
A. SEBASTIÁN
abrigos situados en el NW del Barranco de La Valltorta (El Civil, Cova dels Tolls, Rull, Los
Caballos y El Arco). En un apartado de ese trabajo recogían, como los anteriores, la información
arqueológica de los yacimientos próximos a los abrigos con pinturas, dado que ellos no encontraban en éstos ningún tipo de material. Aunque lo que hallaron fue bien poco: una hojita y un
raspador, justificaron su cronología en su capítulo ill: "La edad paleolítica de las pinturas naturalistas de España oriental y Sureste. Consideraciones generales" (OBERMAIER y WERNERT,
1919, pp. 79-92), en el que la defendían principalmente apoyándose en las similitudes pictóricas
formales y conceptuales, entre muchos de los grandes animales de los abrigos levantinos y los de
las cuevas paleolíticas del N de la Península (OBERMAIER y WERNERT, 1919, p. 80).
Señalaban su desacuerdo con Hemández Pacheco y cuestionan con gran acierto sus hipótesis
sobre la evolución de las pinturas del Levante, especialmente las relacionadas con la mayor antigüedad de todas las figuras naturalistas de animales, al observar que existen en La Valltorta
(Abrigo dels Caballs) superposiciones de animales naturalistas sobre unos pequeños arqueros, y
otras en las que los animales naturalistas son posteriores a las de algunas de las figuras humanas
que forman escenas (OBERMAIER y WERNERT, 1919, p. 82).
Sin embargo, en su opinión, no había duda sobre la fauna pleistocena representada en las pinturas del Levante, identificando algunas especies, lo que aprovechaban para decir que había que
poner en duda las reproducciones de Cabré, al que atacaron con suma dureza, avisando a los investigadores de la poca fiabilidad de sus trabajos (OBERMAIER y WERNERT, 1919, p. 84). Señalaban
la necesidad de realizar excavaciones para obtener datos en relación con la fauna, arte mueble, e
inciden especialmente respecto a la falta de animales domésticos representados, cuya ausencia les
servía para apoyar su cronología, haciendo además hincapié en el hecho de que no aparezcan
escenas de agricultura ni. de ganadería, así como en la presencia de representaciones de huellas
muy similares, en su opinión, a las que aparecen en las pinturas paleolíticas cantábricas.
Señalaban también que nadie dudaba ya de la existencia del arco y las flechas en el
Peleolítico, apoyándose en el material en piedra y hueso que conocemos y en la existencia del
relieve masculino de Laussel, que en su opinión pudiera ser un arquero (OBERMAIER y WERNERT, 1919, p. 85).
En el mismo trabajo analizaban brevemente los adornos, armas, utensilios, etc. y dedicaban
un brevísimo y poco detallado apartado a las "Composiciones y Supraposiciones", indicando de
antemano que "Son relativamente raras en el Barranco de La Valltorta las composiciones en el
verdadero sentido de la palabra" (OBERMAIER y WERNERT, 1919, p. 117).
2.2.3.
Algunos nuevos planteamientos sobre la cronología. Generalidades
Como ya hemos ido viendo H. Obermaier y H. Breuil fueron los principales defensores de
una cronología paleolítica, teorías que principalmente se apoyaban en la existencia a su juicio de
fauna pleistocena en estos paneles (OBERMAIER y WERNERT, 1919, p. 113 y OBERMAIER, 1925,
p. 281). Obermaier interpretaba que aunque la mayoría de las escenas son cinegéticas, no son históricas, dada la normalidad que debía suponer la caza de unos animales tan poco peligrosos; pero
sin embargo creía que tenía un sentido ritual y mágico, mediante el que deseaban propiciar determinadas situaciones y perpetuar ideas (OBERMAIER, 1925, p. 290). Algunos de sus principales
seguidores, como P. Bosch Gimpera, todavía mantenían esa hipótesis en los años sesenta (BOSCH
-90-
[page-n-91]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
7
GIMPERA, 1964, pp. 124-129). Otros seguidores de esa teoría fueron J.B . Parear y L. Pericot,
defendiendo el primero la existencia de paralelos entre las pinturas de La Valltorta y La Gasulla
con las representaciones de las plaquetas paleolíticas de Parpalló en los mismos años en que
Bosch Gimpera seguía defendiendo la cronología paleolítica del arte levantino (PORCAR, 1964,
pp. 159-164). Por su parte Pericot seguía manteniendo en los años sesenta la cronología paleolítica para las figuras naturalistas de gran tamaño (PERICOT, 1964, pp. 151-156).
Durán i Sampere y Pallarés habían señalado la ausencia de arte esquemático en los barrancos
de La Valltorta en los que sin embargo encontraban evidencias de utilización por parte del
hombre neolítico, dejando planteada intrínsecamente la posibilidad de una cierta relación entre el
arte de la zona y los materiales neolíticos (DURÁN 1 SAMPERE y PALLARÉS, 1915-1920, pp. 453454). Publican materiales de La Rabosa entre los que además de las puntas de flecha de pedúnculo y aletas, otras puntas bifaciales, hojas y geométricos de retoque abrupto, existen las cerámicas lisas.
Una opinión similar expresaba J. Colominas al clasificar los materiales de Cogul, entre los
que existen geométricos y hojitas retocadas (BOSCH GIMPERA y COLOMINAS, 1921-1926, pp.
19-20, figs. 38 y 39).
Las industrias de La Valltorta serían también estudiadas años más tarde por Maluquer
(MALUQUER, 1939, p. 108 y ss.), y M. Almagro dedicó también un trabajo a los problemas cronológicos de esos mismos materiales (ALMAGRO, 1944, pp. 1-38).
2.2.3.1.
Las primeras hipótesis sobre una cronología postpaleolítica
A pesar de que la cronología paleolítica tuvo grandes defensores, que estuvieron muy
influenciados por las tesis de H. Breuil, algunos estudiosos comenzaron muy pronto a plantear
hipótesis sobre una cronología postpaleolítica, apoyándose principalmente en las ideas de F.
Hernández Pacheco (HERNÁNDEZ PACHECO, 1924, pp. 161-173), quien refiriéndose a las pinturas de La Araña había escrito que había que encuadrar ese arte "en el largo período de los
tiempos mesolíticos" (HERNÁNDEZ PACHECO, 1924, p. 161). Años antes Cabré había planteado
ya en 1915 las primeras dudas (CABRÉ, 1915, p. 163 y 229), como lo hicieron Durán i Sampere
y Pallarés al estudiar, como lo hizo él primero, las pinturas de La Valltorta (DURÁN 1 SAMPERE
y PALLARÉS, 1915-20). Cabré planteó además unos años después que el inicio del arte levantino
se dio "en el tiempo que media entre el paleolítico y el neolítico" (CABRÉ, 1925, p. 229).
Las características que separan al "Arte del Levante Peninsular" del paleolítico habían sido
observadas claramente por Hernández Pacheco en 1918, y aunque como en otros. casos todas ellas
son aceptadas en la actualidad, hay que reconocer el sentido de aquellas hipótesis. Hacía referencia a cuestiones que se valorarían años más tarde: importancia de la figura humana y grandes
diferencias con los escasos antropomorfos cantábricos, representación de escenas frente al modo
aislado en que aparecen preferentemente los animales en el arte cantábrico, y el aspecto conmemorativo de las escenas. Además de esto valora como vimos las superposiciones, defendiendo la
mayor antigüedad de los animales aislados respecto a las escenas complejas (HERNÁNDEZ
PACHECO, 1918, pp. 17-24).
Años más tarde, en trabajos posteriores mantenía algunos de sus análisis sobre las características del Arte del Levante Español e incorporaba otros nuevos, señalando otras características:
-91-
[page-n-92]
8
A. SEBASTIÁN
tintas planas, tendencia a la estilización, al movimiento y al impresionismo, presencia en covachas
y abrigos al aire libre, ausencia de fauna cuaternaria, tamaño pequeño en muchas figuras, predominio de las tintas planas, figuras humanas de variado concepto que va desde lo más proporcionado a lo más tosco y con un carácter sintético generalizado; posición de las cuernas y pezuñas
(perspectiva torcida), expresión armónica del movimiento y de la ligereza de los cuerpos de los
personajes (HERNÁNDEZ PACHECO, 1924, pp. 129-157). Insistiría sobre las superposiciones pictóricas y la fauna representada, ya que fueron sus principales puntos de apoyo para la defensa de
su idea, acerca de la cronología postpaleolítica de las pinturas levantinas. A partir de su estudio
realizó su primera sistematización en 1924 (HERNÁNDEZ PACHECO, 1924, pp. 158-163).
El trabajo realizado por Parear, Obermaier y Breuil sobre Cueva Remigia fue uno de los más
importantes publicados en los años treinta, aunque su título poco tiene que ver con su contenido:
"Excavaciones en la Cueva Remigia (Castellón)" (PORCAR, OBERMAIER y BREUIL, 1935), ya
que lo que se estudia es el contenido pictórico desde distintos puntos de vista, y supuso un intento
riguroso de documentación de gran valor científico. Obermaier era consciente de esto y dejó testimonio de su valoración del trabajo de Parear, así como del de documentación fotográfica.
Aun así, la documentación gráfica de Cueva Remigia ha sido controvertida, dado que la mentalidad de Parear, como pintor, le llevó a completar la imagen de algunas figuras; pero no habría
que dejar de valorar que, precisamente porque era pintor, fue el primero que intuyó la posibilidad
de analizar las perspectivas, los movimientos de las figuras y las relaciones entre distintos personajes, más seriamente de lo que se había hecho hasta aquel momento (PORCAR, en PORCAR, OBERMAIER y BREUIL, 1935, pp. 61-87). Ese mismo interés es el que anteriormente le había impulsado
a escribir algún artículo de interés desigual sobre pinturas que él dio a conocer (PORCAR, 1934,
pp. 343-347). Su trabajo mejoró sin duda bajo la dirección de Obermaier en Cueva Remigia.
Parear planteó en aquellos análisis que algunas de las más extrañas figuras de los paneles
debían ser posteriores a las figuras más naturalistas (PORCAR, 1953, pp. 53-57). Algunos de sus
comentarios tienen una lógica sencilla y sorprendente. En su opinión estos lugares de funcionalidad cinegética dejarían .de tener uso en el momento que los poblados, necrópolis y otro tipo de
vida ocuparon la zona, por lo que las pinturas de mayor calidad se deben en su opinión a los períodos anteriores; atribuyendo algunas de las pinturas más torpes y menos característicamente
levantinas a un mundo pastoril que ya no guarda relación con el de los cazadores que pintaron
las figuras de mejor calidad.
Después de esos años la investigación sufrió las consecuencias de una guerra civil, así como
las de la segunda guerra mundial, lo que produjo una ralentización de los estudios sobre estos
temas. Las discusiones científicas asociadas a ellos serían reanudadas años más tarde, cuando una
cierta calma permitió que la vida universitaria, aunque resentida, pudiera intentar recobrar unos
cauces más normales que los vividos al final de los años treinta.
2.2.4.
Los trabajos más significativos de los años cuarenta y cincuenta: Martínez SantaOlalla, Almagro, Beltrán y Ripoll
Los años cuarenta y cincuenta tuvieron como principales impulsores de estos estudios a J.
Martínez Santa-Olalla (MARTÍNEZ SANTA-OLALLA, 1946) y M. Almagro Basch (ALMAGRO
BASCH, 1946, pp. 443-485; 1947, pp. 65-89; 1952a, pp. 1-89 y 1952b).
-92-
[page-n-93]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
2.2.4.1.
9
Martínez Santa-Ola/la
En el "Esquema Paletnológico de la Península Hispánica" dejó claramente defmidas sus
ideas sobre las pinturas. En su capítulo V: "Mesolítico o Neolítico Antiguo", decía: "En este neolítico antiguo, y como debido al pueblo de cultura microlítica de facies tardenoisiense es donde
hay que situar el arte rupestre impresionista del Levante de España, sin precedentes claros, que
posiblemente esté influenciado por ideas paleolíticas, pero que en su evolución está perfectamente establecido hasta llegar a la edad de bronce, en que tiene sus últimas consecuencias, sincronizándose en parte con culturas del neolítico reciente, que tienen otro carácter, o bien influyendo y mezclándose con ellas en lo que tienen de elementos artísticos e industriales líticos.
Estas pinturas rupestres neolíticas demuestran una organización social de cazadores a
quienes el pastoreo y ganadería no es desconocida y que por su inferioridad social se ven arrinconados y confinados a las zonas montañosas por las culturas del neolítico reciente, que introducen la agricultura y, al fin, el laboreo de los metales (MARTÍNEZ SANTA-OLALLA, 1946, p. 49).
2.2.4.2.
Almagro
Almagro ya se había inclinado por unas teorías distintas a las que habían sido dominantes,
en las publicaciones mencionadas de 1946 y 1947 apoyándose para ello principalmente en la opinión de Hemández Pacheco al que no siempre menciona (HERNÁNDEZ PACHECO, 1924). En su
trabajo arqueológico sobre Albarracín se lee: "Nuestras recientes excavaciones en los abrigos con
pinturas de Albarracín y nuestro estudio de los hallazgos de Cogul y La Valltorta, nos han proporcionado una industria plenamente epipaleolítica, hallada al pie mismo de las pinturas, a veces
en las mismas covachas y abrigos donde estas se pintaron. Así, argumentos arqueológicos se unen
a otros estilísticos, y no olvidemos el ambiente de las escenas creadas por estos artistas levantinos, tan completamente diferentes a cuanto refleja el arte paleolítico franco-español"
(ALMAGRO, 1946, p. 480).
Lástima que no podamos contar con la publicación de esas excavaciones y sólo nos hayan
llegado comentarios que evidenciaban la existencia de yacimientos en varios lugares. Haciendo
referencia a Cocinilla del Obispo (Albarracín) nos escribía: " ... al pie de estas creaciones, al
parecer las más antiguas del arte levantino, hemos hallado en 1943 un yacimiento arqueológico
cuya cronología epipaleolítica es más que probable. Se trata de finísimos sílex, de ésos que se
denominan genéricamente con el nombre de rnicrolitos. Las formas de medias lunas muy finamente retocadas son en ellos las más características; las hallamos también en otros yacimientos
próximos, con pinturas de este estilo" (ALMAGRO, 1947, p. 77).
En 1949 publicó uno de los abrigos más peculiares de Albarracín (ALMAGRO, 1949, pp. 91116), al que da el nombre de su mujer: "Abrigo de Doña Clotilde", que fue uno de los últimos en
descubrirse en esos años en Albarracín. En el estudio de Doña Clotilde publicó los materiales que
le proporcionó ese yacimiento (hojas, raspadores unguiformes, geométricos, microburiles, etc.) y
que en su opinión se relacionaban con las pinturas; y les adjudicó una cronología muy amplia:
" ... no dudamos en relacionar las pinturas rupestres con esta industria sobre todo al comprobar
que en todos los abrigos de Albarracín, más en Cogul, La Valltorta, Calapatá, Alacón, etc., se
hallaba siempre una industria lítica parecida, cuya cronología epipaleolítica y hasta contempo-93-
[page-n-94]
10
A. SEBASTIÁN
ránea a culturas neolíticas y con metalurgia en la Península, nos parece indudable" (ALMAGRO,
1949, p. 115).
"Aquí las medias lunas son más bellas y abundantes, y de un tipo más evolucionado, que al
parecer permite establecer estrechos paralelos con piezas del Eneolítico y comienzos de la Edad
de Bronce de la región catalana".
"Este completo conjunto artístico de Albarracín, con sus abrigos pintados y sus industrias
líticas, apunta, a nuestro juicio, la solución del problema concerniente a la época y significación
de todo el arte levantino. Su edad epi paleolítica parece indiscutible . .. ".
En las líneas siguientes a estos párrafos de tan interesante contenido de información arqueológica que pudo haber sido fundamental para la investigación, hace referencia al origen capsiense de estas culturas, sobre el que ni siquiera entraremos, dado que en el momento actual son
temas que la investigación ya no considera.
En su trabajo sobre Cogul (ALMAGRO, 1952a), Almagro realizaba en los primeros años de
la década de los cincuenta una revisión sobre el estado de la cuestión sobre el arte levantino, y
defendía más claramente su postura en relación con la cronología postpaleolítica de esas pinturas,
esbozada en anteriores trabajos, basándose entre otras cosas, como ya anteriormente habían
hecho otros autores, en el análisis de la fauna (ALMAGRO, 1952a, pp. 49-82).
Seguía manteniendo las teorías planteadas por Hernández Pacheco, extrayendo conclusiones
derivadas de algunos materiales líticos hallados, como ya había hecho en los trabajos mencionados de 1946 y 1947. Critica la subjetividad de las reproducciones de H. Breuil, quien había
publicado en varias ocasiones diferentes representaciones de una misma figura, generalmente
animales, muchos de los cuales eran en opinión de Breuil de cronología paleolítica. Este hecho
es sin embargo, como todos sabemos, un tema delicado, y podemos decir después de haber revisado la mayor parte de las publicaciones sobre arte levantino que casi nadie escaparía a la crítica
de trabajar con mayor o menor subjetivismo sus calcos o sus reproducciones de imágenes y,
desde luego, las de M. Almagro son frecuentemente muy discutibles (ALMAGRO, 1952a, pp. 5663).
La objetividad en la reproducción de las pinturas es un honrado intento, en el que actualmente estamos empeñados la mayoría de los estudiosos de arte rupestre, conscientes de las dificultades que plantean. El empleo de métodos indirectos cuyo uso ha parecido más aconsejable:
proyecciones de diapositivas de alta calidad, fotogrametrías, etc., no aseguran una mayor objetividad, especialmente si finalmente se traslada la información gráfica a otro soporte. De hecho
Lorblanchet señaló hace algunos años la importancia que sigue manteniendo una documentación
adecuada, especialmente el calco, a pesar de la carga de subjetivismo que cada interpretación gráfica pueda llevar (LORBLANCHET, 1988, p. 257) y recuerda que: "Une figuration non relevée est
un vestige non exhumé" (LORBLANCHET, 1984).
En el trabajo que Almagro realizó sobre Cogul seguía mostrando su desacuerdo con H.
Breuil y Obermaier, sobre cuestiones relacionadas con las perspectivas utilizadas para la ejecución de los cuernos y de las pezuñas de los animales, ya que en su opinión son homogéneas en
el arte paleolítico y el levantino, no por pertenecer al mismo período, sino por ser fruto de un arte
primitivo que encuentra en esas vías las mejores soluciones a sus problemas de representación
(ALMAGRO, 1952, pp. 63-68).
En su apartado "Las analogías sobre ciertas composiciones de escenas del arte rupestre
paleolítico y el levantino", casi todos los ejemplos de composiciones paleolíticas que mencionaba
-94-
[page-n-95]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
11
son conflictivos y difícilmente aceptables como escenas. Los problemas surgen incluso con el
ejemplo que más valora: la del pozo de Lascaux, que, como es sabido, presenta graves problemas,
ya que el conjunto de ese pozo es muy peculiar y no se ha estudiado al parecer suficientemente
la relación entre sus figuras.
Por un lado los conceptos manejados evidencian las tremendas diferencias existentes entre
el bisonte y la figura con cabeza de pájaro; por otro no hay que olvidar que no existe en el arte
paleolítico francés ni en el español ningún paralelo conceptual ni formal con ese personaje del
que se dice que parece que es derribado por el bisonte, ni con el trazo en cuya parte superior
existe un ave. Todo parece indicar que no es fácil aceptar ese conjunto como la composición más
conocida e importante del arte paleolítico.
Podría plantarse, y me disculpo de antemano al no ser especialista en arte paleolítico, que el
conjunto fuera realizado en varios momentos, siendo posiblemente la presencia y la postura del
bisonte las que sugirieran a otro pintor de un período indeterminado la incorporación de las otras
figuras. Es algo que hemos analizado como fenómeno respecto al arte levantino (SEBASTIÁN,
1986-87, pp. 377-397) y que podría responder a un concepto similar.
De todos los conjuntos citados como composiciones en el trabajo de Almagro, los más interesantes son en mi opinión los renos de Teyjat y los caballos de Chaffaud, además de las sorprendentes agrupaciones de ciervos y caballos de Lascaux. Los de Teyjat y Chaffaud muestran una de
las soluciones más inteligentes de todo el arte paleolítico y podrían ser la representación de una
manada (ALMAGRO, 1952a, figs. 42 y 44), y en cualquier caso son unos de los ejemplos que se
encuentran más próximos a una verdadera composición. Su sentido narrativo y su capacidad de
expresión muestran que son fruto de un artista con un comportamiento pictórico muy evolucionado.
2.2.4.3.
Un trabajo en común de algunos de los autores que marcaron una época: Almagro,
Beltrán y Ripoll
En su trabajo realizado en 1956 sobre las pinturas del Bajo Aragón (ALMAGRO, BELTRÁN y
RIPOLL, 1956) documentaron de un modo simplificado los conjuntos conocidos hasta aquel momento
en esa zona. "La Prehistoria del Bajo Aragón" de Almagro, Beltrán y Ripoll (1956) presenta además
algunos de los materiales líticos encontrados en determinados abrigos y en algunas zonas. próximas.
Además señalaron la falta de yacimientos paleolíticos en la zona. De este trabajo se realizó también
una tirada aparte del capítulo en el que Almagro estudiaba las pinturas (ALMAGRO, 1956).
Ripoll recorrió los supuestos yacimientos paleolíticos mencionados en antiguas publicaciones, especialmente los recogidos por V. ·Bardaviu, muchos de cuyos materiales se encontraban
en el Museo de Zaragoza, así como los mencionados por Obermaier y Bosch Gimpera (RIPOLL,
1956, pp. 7-13), a partir de lo cual confirmaba que no existían datos para hablar con rigor científico, ni de los yacimientos, ni de los materiales supuestamente paleolíticos a los que se refirieron unos y otros. Como siempre, lamentamos que no se publicaran las excavaciones a las que
aluden (RIPOLL, en ALMAGRO, BELTRÁN y RIPOLL, 1956, pp. 25-42), ya que el variado material
que se reproduce en el mencionado trabajo de Almagro, Beltrán y Ripoll es poco definitorio.
Años más tarde la zona ha proporcionado en distintos momentos algunos materiales paleolíticos,
que son indicativos de las ocupaciones de dicho período en la zona del Bajo Aragón (UTRILLA,
1990, pp. 32-33).
-95-
[page-n-96]
12
A. SEBASTIÁN
La mayoría de las pinturas del Bajo Aragón que publicaron Ripoll, Beltrán y Almagro ya lo
habían sido calcadas por T. Ortega, al parecer por encargo de Almagro. Los resultados del trabajo de Ortega no fueron todo lo correctos que cabía esperar, por lo que las reprodujeron de
nuevo sin mejorarlas de modo notable (ALMAGRO, en ALMAGRO, BELTRÁN y RIPOLL, 1956, pp.
43-90 y figs. 26 a 59).
2.2.5.
2.2.5.1.
Los años sesenta. Symposium de Waartenstein: la reafirmación de una cronología.
Nuevos descubrimientos. Nuevas publicaciones
EL Symposium de Waartenstein
A partir de los años sesenta los trabajos sobre arte levantino se multiplicaron, dado que
muchos hallazgos se produjeron en esas fechas. Muchos años habían pasado entre los primeros
yacimientos y este Symposium de Waartenstein (1960). En él participaron los autores que
entonces trabajaban más intensamente sobre estos temas, y fue a partir de ese momento cuando
la hipótesis de la cronología postpaleolítica, planteada como ya vimos por otros autores con
anterioridad, se impuso sobre las demás y fue aceptada por la mayor parte de la comunidad científica. Dicha teoría fue defendida de nuevo en aquel momento en algún trabajo como en los de
Almagro (ALMAGRO, 1964, pp. 167-173) y Ripoll (RIPOLL, 1964, pp. 83-98). Almagro mantuvo
sin aportar novedades teóricas esenciales que: " . . .lo lógico es hacerlo derivar del arte rupestre
perigordiense mediterráneo, que en España representa una cultura esencial que no desapareció
del todo a lo largo del Paleolítico superior en extensas regiones de la Península y que fue la base
de nuestra población preistórica" " ... mas la personalidad de esta provincia artística creemos que
se ha formado en época mucho más moderna, postpaleolítica, a lo largo del epipaleolítico e
incluso ha durado hasta los tiempos de las culturas colonizadoras agrícolas y metalúrgicas, a las
cuales corresponde ya el arte esquemático .. ." (ALMAGRO, 1964, p. 108). A lo anterior añadía:
"Este arte rupestre esquemático nos parece seguro que convivió en algunas comarcas, al menos
durante cierto tiempo, con el arte naturalista que habían conservado los retrasados pueblos cazadores de las regiones montañosas del levante español" (ALMAGRO, 1964, pp. 108-109).
Mientras tanto Parear (PORCAR, 1964, pp. 159-164), Lantier (LANTIER, 1964, pp. 145-149)
y Bosch Gimpera (BOSCH GIMPERA, 1964, pp. 125-129), seguían manteniendo, como siempre
habían hecho, una cronología más antigua. Según Parear y Bosch Gimpera existían paralelos
entre algunas figuras levantinas y el arte mueble paleolítico de la Cueva de Parpalló, datando el
segundo a las escenas más características de "batallas" no mucho más tarde: "The classic phases
with hunting and battle scenes, cannot be dated much later ... " (BOSCH GIMPERA, 1964, pp. 126).
A esto añadía: "I still belíeve that Obermaier and Wernert were right when they insisted on
the Paleotíthic hunter milieu as the apropiate frame for the hunting scenes of the Levantine art"
(BOSCH GIMPERA, 1964, p. 127).
La aportación de H. Breuil al mencionado symposium no se publicó, pero sin embargo aparece en las actas de dicho symposium la correspondencia mantenida dos meses antes entre el
Abate Breuil, Pericot y Ripoll (SYMPOSIUM DE WAARTENSTEIN, 1964, pp. 255-262). En ella
defendía Breuil que el arte levantino tiene su mejor representación en los hallazgos más septentrionales y una tendencia degenerativa hacia el sur. Mantenía también su cronología en torno a
-96-
[page-n-97]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
13
siete u ocho mil años a.C. y aseguraba que no observa que exista ninguna prueba que reflejara la
existencia de la vida agrícola o pastoril: "Cornrne on a maintenant tendance a rejeter la fin du
Magdalénien franfaise jusqu'a peut etre sept a huit mille ans, je ne vois pas d'inconvenient a la
faire aussi, pour una partie du Levant, mais il n'y a aucune preuve, dans l'art de Levante, de vie
agricole ou pastorale, ni d'animal domestique, meme le chien, sauf dans les toutes demieres couches (Neo) de Minateda (BREUIL, 1964, p. 256). Mantenía también su cronología la existencia de
fauna paleolítica en los paneles levantinos de Cogul, Tormón, Minateda y La Gasulla (BREUIL,
1964, p. 256). Sus opiniones fueron contestadas por Pericot y Ripoll, quienes defendieron una
cronología más reciente, en el Mesolítico o el Neolítico arcaico, con escenas cerámicas y utillaje
lítico pobre y geométrico (PERICOT y RIPOLL, 1964, p. 260).
H. Breuilles contestó a Pericot y Ripoll diciéndoles que sus posturas no estaban tan alejadas,
e incluía entonces el Mesolítico como posible fecha de las pinturas, lo que realmente parecía un
acercamiento a las nuevas teorías: "El arte levantino típico se desarrolló del Norte al Sur del
Levante, bajo una influencia de un arte gravetiense adelantado -paralelamente a los varios
niveles de Parpalló--- y acaso algo después, en el Mesolítico, coincidiendo algo con el arte esquemático en sus últimas manifestaciones (series de Breuil de Minateda, dos o tres últimas). Así,
creo el arte levantino paralelo a la tercera facies del Paleolítico superior occidental incluyendo
todo el Magdaleniense y probablemente algo más tarde" (BREUIL, 1964, p. 261).
Respecto a la postura sobre la nula existencia de alguna fauna atribuida generalmente al
Paleolítico, H. Breuil replicaba en la misma carta que, alguna de esa fauna vivía todavía en el sur
de Francia en el Aziliense y siguieron haciéndolo hasta la Edad Media, puntualizando que eta
necesario conocer el Mesolítico regional, así como su fauna e industria, pues mientras tanto no
se podía decir, en su opinión, que los alces, el gamo, los grandes felinos y unos dudosos saigas,
así como el bisonte, habían desaparecido en un período determinado (BREUIL, 1964, p. 261).
2.2.5.2.
Una publicación de síntesis. Cuatro años más tarde, en 1968, saldría a.[a luz el conocido trabajo de Beltrán: "Arte Rupestre Levantino"
En esta publicación se encuentra una breve síntesis de teorías, pero se centró principalmente
en la descripción (no siempre correcta) de los contenidos de los abrigos levantinos. En ella
defendió que la cronología de estas pinturas abarcaría desde el6.000 a.C., con una tradición auriñaco-perigordiense, hasta el1.200 a.C. (Pleno Bronce), justificando esta última por la existencia
del polémico y cronológicamente impreciso "Jinete de la Gasulla". Defendía, como reiteradamente habían hecho otros autores, las raíces del arte levantino en viejas ideas paleolíticas, a las
que aportaban un aire original y autóctono completamente nuevo (BELTRÁN, 1968). Más tarde
amplió ese trabajo manteniendo la misma línea de recopilación y divulgación, incorporando los
nuevos descubrimientos de la siguiente década (BELTRÁN, 1968-1978).
2.2.5.3.
Jordá
Por su parte Jordá siempre mantuvo que la cronología del arte levantino era más reciente y
mantuvo que las pinturas levantinas eran fruto de gentes de una economía agrícola y ganadera,
-97-
[page-n-98]
A. SEBASTIÁN
14
como años antes lo había defendido Martínez Santa-Olalla (MARTÍNEZ SANTA-OLALLA, 1946, p.
49 y 50). Defendió la influencia oriental entre los períodos que ocupan el Bronce I al Bronce m y
apoyó sus hipótesis sobre cronología e influencias en análisis de carácter etnológico y socio-cultural que fueron pioneros. Aunque sus hipótesis y conclusiones sobre la cultura material representada son en algunos casos muy polémicos, hay que reconocerles todo el mérito de ser las primeras
en esa línea (JORDÁ, 1970-71, pp. 35-72; 1971, pp. 241-248; 1974, pp. 209-223; 1975a, pp. 219226; 1975b, pp. 7-9; 1975c, pp. 159-183).
2.2.5.4.
Ripoll
En esos mismos años se publicaron las monografías con las pinturas de los alrededores de
Santolea y de El Cingle de La Gasulla (RIPOLL, 1961, 1963 y 1968). Las dos zonas son importantes
para el conocimiento de dos de las áreas con mayores claves para el conocimiento del arte levantino. En esos mismos años se ocupó de otros lugares, publicando las problemáticas figuras de La
Moleta de Cartagena, de cronología muy discutida y lamentablemente destruidas poco después de
su publicación. Según la documentación de Ripoll eran un toro y un supuesto arquero que su autor
atribuía al ciclo auriñaco-perigordiense y a una fase muy antigua del arte levantino respectivamente
(RIPOLL, 1964, pp. 2-6).
Otro de sus intereses fue intentar aclarar el panorama de la distribución geográfica de las pinturas levantinas y esquemáticas. Establecía que la ubicación del arte levantino es coincidente con
el de los yacimientos del Neolítico cardial (RIPOLL PERELLÓ, 1968, pp. 181-185). Su preocupación por los problemas cronológicos seguiría reflejándose años más tarde en otros trabajos
(RIPOLL, 1970b, pp. 57-67).
2.2.6.
Los años setenta. Nuevos enfoques. Algunas relaciones entre el arte rupestre
levantino y la arqueología
En estos años se agudiza la preocupación por la falta de conexión real entre el arte rupestre
levantino y la cultura material que le acompañó. Todo ello produjo una bibliografía considerable y muchos problemas teóricos de reajuste y ordenación de los datos con los que se
contaba.
2.2.6.1.
Algunos trabajos de J. Fortea
Nos han interesado principalmente aquellos trabajos dedicados al estudio de las industrias
que se asociaban de algún modo con las pinturas. Para ello rastreó en materiales y publicaciones
y llegó a realizar algunas asociaciones de gran interés (PORTEA, 1973, pp. 393-406; 1974,
pp. 225-257 y 1975, pp. 185-197), aunque, desgraciadamente, no pudo contar para ello con materiales bien documentados que fueran fruto de excavaciones bien publicadas, en las que se pudiera
revisar todo el material extraído y su adscripción precisa a estratos concretos bien estudiados y
fechados. Uno de sus principales trabajos, el primero de los citados, supuso un avance en el
-98-
[page-n-99]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
15
estudio del Epipaleolítico de nuestro territorio peninsular así como una aproximación a las relaciones existentes entre el arte levantino y los yacimientos de dicho período.
Sin embargo en otro trabajo (FORTEA, 1974, pp. 225-257) comenzaba diciendo que: "La cualidad y valoración global que hoy pueden darse a los diversos conjuntos epipaleolíticos conservados, nos forzó a realizar un primer intento de aproximación desde los planos tipológico y estratigráfico. Pero si tipología y estratigrafía pudieron ser un día algo especial en la Prehistoria,
actualmente sólo son una parte, importante, pero no la más por sus muchos peligros" (FORTEA,
1974, pp. 226-227), planteamiento de difícil aceptación, especialmente cuando se refiere a la
estratigrafía como un método peligroso ya que los profesionales sabemos que el problema está
siempre en el excavador, en su método, en la capacidad de análisis de su estratigrafía y de sus
materiales, es decir, en su buen hacer como arqueólogo.
Algunas de las conclusiones a las que llegaba tras analizar los materiales asociados de algún
modo a representaciones levantinas, están hoy pendientes de revisión, dado que existen en la
actualidad varios y significativos yacimientos de cronología epipaleolítica asociados directamente o situados muy próximos a lugares con arte levantino, especialmente en el Bajo Aragón,
como Botiquería dels Moros, Costalena, El Pontet, Els Secaos y el Abrigo de Ángel, este último
con pinturas naturalistas de distintas fases y con fechas de C-14 que encuadran una de sus fases
en un epipaleolítico geométrico final.
Es difícil mantener lo que se planteaba en 1974, especialmente, cuando el estudio está realizado sobre lo que al parecer sólo es una parte del material descontextualizado. Portea propuso la
fecha del5 .000 b.c. como "gozne" entre el arte lineal geométrico y el levantino, basándose en las
superposiciones de figuras naturalistas sobre los conocidos zig-zag de Cantos de La Visera, La
Araña y La Sarga; y la relación de algunos de estos diseños con los de las plaquetas de Cocina ll
(como ya había apuntado A. Beltrán (BELTRÁN, 1968, p. 67), así como con las de Rates Penaes
y Pilador. Parece que en la actualidad está comúnmente aceptado que esas representaciones
pueden identificarse con el arte macroesquemático (HERNÁNDEZ, 1983, pp. 63-75).
Más tarde se especularía con los paralelos entre ese arte macroesquemático, en el que existen
figuras humanas, y algunas decoraciones de la cerámica cardial de la Cova de l'Or, ya que en esas
cerámicas aparecen algunas extrañas figuras que en algún caso guardan gran semejanza con esas
representaciones, lo que no sucedía en las plaquetas de Cocina II, Rates Penaes o La Sarsa, donde
la figura humana es al parecer inexistente. Quizá no habría que olvidar que tampoco se habla de
la existencia de figuras humanas en las pinturas murales reticuladas y en zig-zag de Cantos de La
Visera, La Sarga y La Araña.
J. Portea continuó investigando sobre estos temas en otros trabajos, y uno de ellos tuvo también una gran repercusión (FORTEA, 1975, pp. 185-197). Otro, es quizá menos conocido, pero
desde nuestro punto de vista tiene un gran interés por los problemas que plantea (FORTEA, 1976,
pp. 121-131), concretamente respecto a las pinturas de Cocina y sus problemas derivados a los
que nos referiremos. Según este autor, el conjunto allí existente: "Lo forman unas pocas líneas,
quebradas, y vagamente trapezoidales, de color rojo claro, una mancha del mismo color y un
trozo de color rojo oscuro amoratado. Pero la pobreza de las pinturas se compensa ampliamente
por tres hechos: en primer lugar, allí no hay nada de arte levantino; en segundo lugar, según
pudimos comprobar personalmente in si tu y según se anota repetidamente en los diarios 'de excavaciones de L. Pericot, las pinturas de Cocina estuvieron tapadas por el nivel cerámico del yacimiento; en tercer lugar, La Cocina conoció en sus niveles no cerámicos un episodio artístico
mobiliar expresado en plaquetas calizas y grabadas con un estilo lineal geométrico.
-99-
[page-n-100]
16
A. SEBASTIÁN
Así pues, tendríamos el caso de que las pinturas más viejas de La Araña, La Sarga y Cantos
de la Visera serían unos signos abstractos que englobaríamos, junto con las pinturas parietales de
La Cocina, en un horizonte artístico lineal geométrico (quede bien entendido que para proceder
así nos fijamos fundamentalmente en el concepto estilístico, y no en la pura y exacta analogía
formal). Pero es que, además, este arte se encuentra por debajo de algunas figuras naturalistas
pertenecientes a las fases más antiguas de las actuales clasificaciones para el arte levantino»
(FORTEA, 1976, p. 125).
En el mismo trabajo citado Portea publica un calco de las pinturas parietales de Cocina
(FORTEA, 1976, fig. 4), en el que se puede apreciar que una de esas figuras al menos podría clasificarse como naturalista y levantina, aunque no haya sido reconocida como tal hasta ahora. Nos
referimos a la figura de un cuadrúpedo (posible cuadrúpedo, sin número), situado en el nivel inferior y en el extremo izquierdo de las pinturas. Aunque es difícil asegurarlo no habiendo visitado
este yacimiento, podría haberse representado también alguna figura humana, pues algunos de los
trazos situados en la parte superior de este calco y a la derecha del cuadrúpedo citado podrían ser
restos de personajes.
Otro dato de gran interés es que estas pinturas estaban cubiertas por niveles cerámicos.
Suponemos que el cuadrúpedo sin número al que hemos aludido, dada su situación en el nivel
inferior de ese panel, tal como figura en el calco, fue una de las pinturas cubiertas por los niveles
cerámicos de Cocina y por lo tanto anterior a estos niveles. Siguiendo las palabras de Portea:
" ... el hecho de que La Cocina fuera cubierto por los niveles cerámicos de la cueva nos proporciona un precioso testimonio ante quem, pues nos indica que las pinturas debieron ser realizadas
en algún momento de la ocupación epipaleolítica de la cueva, tanto en su sentido cronológico
como cultural" (FORTEA, 1976, p. 125). De todo ello se desprende una aparente relación epipaleolítico-arte naturalista levantino, que sin duda debiera revisarse, dado que el dato es de gran
importancia para el estudio de la cronología y la evolución del arte que estudiamos.
En relación con las plaquetas de Cocina II, señala Portea que corresponden al nivel 6, el cual
es inmediatamente precardial y sin solución de continuidad con el nivel 5, el cual contiene ya
cerámicas cardiales. Ese nivel 6, como indica el autor, se encontraba sin embargo separado de los
niveles 8 al 10 por un hiatus (nivel 7). No existe ninguna cronología absoluta, pero está identificado por el autor, quien afirma que: "la cronología de las plaquetas es inmediatamente precardial" (FORTEA, 1975, p. 189). Portea incluye a ese nivel6 dentro de lo que él consideró Cocina
II, a pesar del hiatus, por lo tanto epipaleolítico geométrico (FORTEA, 1971).
En el mismo trabajo hace referencia a las industrias con origen en algunos de los abrigos con
pinturas, cuyos materiales ya había estudiado en su tesis doctoral; y señala que "los conjuntos
líticos de componente geométrico" de Cogul, Valltorta, Cocinilla del Obispo, Doña Clotilde y
Cocina no pueden ser anteriores a la recepción del Neolítico y que " .. .su cultura es epipaleolítica, pero en vías de aculturación; su cronología sobradamente cerámica".
Los "conjuntos líticos de componente no geométrico" de Alacón, El Pudial, Val del Charco,
Calapatá, Caídas del Salbime y Els Secans, todos ellos del Bajo Aragón, más los de Albarracín
(El Prado del Navazo y Las Balsillas), seguían ofreciendo en su opinión "una clara tipología no
epipaleolítica ... ", aunque añade que sus materiales " ...obligan a no poder fecharlos antes del
Neolítico como data más antigua".
"Pero subsiste el problema de si no representan una tradición epipaleolítica en vías de aculturación, que discurriera sincrónicamente al Neolítico y Eneolítico en otros lugares'' (FORTEA,
1975, p. 192).
-100-
[page-n-101]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
17
No insistiremos más aquí sobre los problemas que plantean los materiales de esos lugares
cuya metodología de excavación y documentación adicional no está publicada; ni sobre lo resbaladizo que puede ser intentar extraer conclusiones en dichas circunstancias.
Los hallazgos y los estudios de la zona del Bajo Aragón continuaron y, en contra de lo que
pensaba Portea en aquel momento (FORTEA, 1975, p. 193), no sólo los yacimientos de Pabara
(El Serdá y El Sol de la Piñera) proporcionaron materiales epi paleolíticos, como ya dijimos anteriormente, sino que en el "Bajo Aragón" se están encontrando los yacimientos con niveles epipaleolíticos mejor documentados.
Lo analizado respecto a Cocina y a estos últimos yacimientos debía llevarnos a intentar
potenciar las excavaciones en abrigos con pinturas, y la revisión estratigráfica, siempre que existiera la posibilidad, de todos aquellos a los que pertenecen las industrias extraídas en otros
momentos, especialmente los incluidos por Portea en los trabajos mencionados.
2.2.6.2.
La Sarga
En esos mismos años se publicaron otros importantes conjuntos de pinturas, como La Sarga,
estudiado por A. Beltrán (BELTRÁN, 1974), que es citado constantemente en las publicaciones de
los años 70 y 80, dado que sirve, junto a Cantos de la Visera y La Araña, para que algunos autores
apoyen más tarde sus tesis sobre cuestiones evolutivas.
Debajo de algunas de sus figuras naturalistas, como sucedía en Cantos de la Visera y La
Araña, entre otros, aparecían unos trazos en zig-zag que serían identificados como arte macroesquemático en los años ochenta. Aunque estos abrigos se encuentran al sur del Júcar y fuera de la
zona que ahora nos ocupa, nos referiremos puntualmente a ellos, dada su conexión con un tema
que parece importante para el estudio de aspectos concretos del arte levantino y su evolución.
2.2.6.3.
Algunos análisis de carácter arqueo-etnológico
También se publican en los años setenta un conjunto de trabajos innovadores de F. Jordá que
analiza gran parte del contenido antropológico de las pinturas, intentando llegar a la comprensión de sus aspectos religiosos, rituales, de organización social, jerárquica, etc. (JORDÁ, 197071, 1971, 1974, 1975a, 1975b, 1975c, 1976).
Algunas hipótesis sobre las representaciones de los objetos diversos que llevan las figuras
(puntas de flecha, bastones de cavar, adornos de los personajes, etc.), nos impulsaron en su día
al estudio de la cultura material representada en las pinturas, lo que finalmente se convirtió en
nuestra Memoria de Licenciatura (inédita), defendida en 1986, cuyo título: "Adornos, atributos,
vestidos y objetos relacionados con las figuras humanas del arte levantino" (SEBASTIÁN, 1986)
ya muestra que nuestra investigación estaba influenciada por la que había realizado diez años
antes F. Jordá, aunque no compartiéramos generalmente sus teorías. Sus trabajos supusieron un
enfoque innovador que no olvida el problema de la cronología, pero se mostraba más interesado
por comprender los aspectos más vitales de los personajes representados y de su cultura.
Cuando Jordá escribió sobre los bastones de cavar, layas y arados, lo justificó apoyándose
en la opinión generalizada de la existencia de "representaciones propias de pueblos agricultores"
-101-
[page-n-102]
18
A. SEBASTIÁN
(JORDÁ, 1971, p. 241), lo que, en general, iba bien con sus teorías de una cronología muy tardía.
Creemos que hay algunas representaciones tardías que abren serias dudas pero, como veremos
en el análisis del contenido de los abrigos, nada nos permite asegurar veinte años después que
los objetos sobre los que Jordá trabajaba en este artículo fueran realmente layas o arados. En
cuanto a los bastones de cavar, aunque los objetos a los que se refería son de gran interés, la realidad es que no son identificables como tales por el momento.
En otro trabajo analizaba la vida económica representada en las pinturas (JORDÁ, 1974, pp.
209-223) y hacía hincapié en su interpretación como elementos narrativos y descriptivos de la
vida en aquellos momentos. Incidiendo más en la presencia de elementos religiosos (danzas
fálicas, etc.) que en su interpretación como elementos mágicos.
Apoyándose en la significativa cantidad de representaciones de flechas, realiza un atrevido
análisis de difícil aceptación sobre las puntas de varios paneles, defendiendo la presencia de diferentes tipos, analizando sus siluetas.
Las escenas con rituales relacionados con el culto al toro fueron otro tema muy atractivo al
que Jordá dedicó dos trabajos (JORDÁ, 1975b y 1976).
En otro de ellos en los mismos años (JORDÁ, 1975c) planteaba la posibilidad de realizar un
estudio sociológico a través del arte rupestre levantino, aludiendo como siempre a estas pinturas
como "las manifestaciones culturales más interesantes de nuestra Protohistoria" (JORDÁ, 1975c,
p. 159). Planteaba en él cuestiones que siempre nos preocupan a quienes trabajamos en estos
temas: el mayor número de figuras masculinas respecto a las femeninas, la falta de relación entre
la nula participación de las mujeres en la caza y la importancia de su papel social; la mayor o
menor importancia de determinados personajes dentro de los grupos de cazadores o guerreros,
etc.
A partir de ahí analizaba algunas escenas; estudiaba la organización de los guerreros en el
combate en Les Dogues, en el Cingle de la Gasulla, el Roure, etc., lo que era un interesante punto
de arranque, aunque nunca planteó que en la mayor parte de estas escenas hay incorporaciones
de figuras en distintos momentos. Son cuestiones lógicamente derivadas de la falta de requisitos
metodológicos "a priori", para realizar dichos análisis, y son problemas que enlazan con las
líneas por las que transcurría la investigación en aquellos momentos. Destacaríamos sin embargo
el gran interés de algunos planteamientos, como la existencia de una cierta organización social
y una cierta jerarquización entre los personajes, que justificaba apoyándose en esa organización
observable en los grupos, en la presencia de algunos personajes destacados entre ellos como
"jefes" y en las escenas de "ejecución" (JORDÁ, 1975c, pp. 170-171).
Más difícil de demostrar es el significado real de las agrupaciones de figuras que interpretaba como escenas religiosas, lo que hace en este trabajo sólo respecto al conocido grupo de Los
Grajos (JORDÁ, 1975c, pp. 171-172 y fig. 11). Nos dice que la figura femenina por lo general ''se
representa integrada en una escena", lo que no siempre sucede así. Como todos sabemos, extraer
el sentido religioso o mágico de una escena de estas escenas es, cuanto menos, muy arriesgado
y casi siempre indemostrable. Asegurar con una cierta seriedad que determinadas figuras femeninas sean "deas", mujeres dedicadas a actividades agrícolas o danzantes, es prácticamente
imposible en la mayor parte de las ocasiones. El movimiento dado a las figuras nos permite identificarlas como "danzantes" en algún caso, como Cogul y Los Grajos (plasmadas estas últimas
con un concepto artístico muy peculiar); siendo difícil ir más allá por el momento, incluso en
esos abrigos (JORDÁ, 1975c, figs. 11 y 18).
-102-
[page-n-103]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
19
Más adelante, ya en 1980, Jordá publicó un nuevo artículo en el que se centraba especialmente en el estudio de determinados objetos: arcos, posibles objetos metálicos y algunas superposiciones. Algunas de las cuestiones que se planteaba le llevan a hipótesis con las que, como
siempre, intenta demostrar la joven cronología del arte levantino, asociado a la edad de los
metales (JORDÁ, 1980, pp. 87-105).
No dudamos sin embargo que algunas de las siluetas generalmente ignoradas de objetos aislados que aparecen en algunas ocasiones en los abrigos en los que hay pinturas levantinas, sean
reproducciones de objetos bastante extraños que pudieran ser más tardíos, como sucede con los
que porta el jinete del Cingle de la Gasulla, para el que no existe paralelo alguno, y con otros elementos que se analizan en otro trabajo en preparación.
2.2.6.4.
Otras publicaciones en la línea de los trabajos de F. Jordá
Aunque no se. proponían realizar un estudio riguroso de las composiciones, C. Blasco e l.
Molinos recogieron temáticamente algunas de ellas (BLASCO, 1975; MOLINOS, 1975).
Concepción Blasco se ocupó de algunas representaciones en las que sus personajes parecen
estar recolectando. Señala cómo siendo ésta una actividad que los hombres paleolíticos también
efectuarían, sólo en el arte levantino hay personajes realizándola (BLASCO, 1975, p. 49).
Siguiendo a Ripoll señalaba que sus creadores entrarían en contacto con los "productores neolíticos en un momento avanzado del desarrollo de su arte", siendo en sus primeras fases gentes de
economía cazadora y recolectora pertenecientes al Mesolítico (BLASCO, 1975, p. 49).
Indicaba que las escenas de recolección son dudosas en la mayor parte de las ocasiones, pero
nos dice que "existen varios casos de domesticación de animales y de faenas agrarias que,
aunque no muy abundantes, son suficientemente expresivas de la neolitización" (BLASCO, 1975,
p. 50); sin embargo todos los casos citados como escenas de "recolección de miel" son cuanto
menos dudosos y es prácticamente imposible asegurar que los personajes que trepan o se descuelgan por algún elemento sean recolectores de miel.
Estudiaba la recolección de frutos y señalaba en él la novedad de la representación de vegetales en el arte levantino, frente a su inexistencia en el arte paleolítico y la imposibilidad de identificar las especies representadas. En la mayor parte de los casos señalados-no se observan, sin
embargo, claras evidencias de que los personajes recojan vegetales o se dediquen a cualquier tipo
de actividad agrícola (BLASCO, 1975, p. 56).
C. Blasco dedicó un trabajo al estudio de la caza en el arte levantino, donde asegura aparece
en veinticuatro abrigos, aseveración que sin duda anda un poco descaminada (BLASCO, 1974, pp.
29-55), puesto que sólo en la zona estudiada en este trabajo tenemos identificados cuarenta y dos
abrigos en el que este tema aparece representado, a lo que habría que añadirles las veces que este
tema aparece en la zona levantina que continúa desde el Júcar hacia la zona andaluza.
Isabel Molinos por su parte analizó las huellas de animales pintadas en algunos paneles
levantinos, indicando algunos de los casos existentes así como su posible valor mágico. Su opinión sobre la valoración que hace de las huellas cualquier cazador es incuestionable, y el hecho
de que existan huellas que no están asociadas a ningún animal ni a ningún personaje podría permitimos pensar que puede ser indicativo de un cierto pensamiento mágico, que puede no estar
muy alejado del sentido real que tuvo para sus pintores (MOLINOS, 1975, pp. 60-62). En la
-103-
[page-n-104]
20
A. SEBASTIÁN
misma línea de trabajo, I. Molinos publicó otro artículo centrado en el análisis de las composiciones bélicas (MOLINOS, 1986-1987, pp. 295-310).
2.2.6.5.
Nuevos hallazgos en el litoral mediterráneo septentrional
En los años setenta siguieron apareciendo nuevos abrigos con pinturas en la zona septentrional de la franja costera levantina. Se publicó algún importante conjunto, como el de La Pietat
(Ulldecona) (VIÑAS et alii, 1975 y VIÑAS, 1977, pp. 21-43), y se revisan otros conjuntos de la
zona de Castellón (VIÑAS et alii, 1979), que dieron como fruto resultados a veces extraños al arte
levantino, pero de gran interés (VIÑAS et alii, 1979, pp. 97-120).
También se dieron a conocer las pinturas que fueron encontrándose en la zona de Huesca
(BALDELLOU, 1979, pp. 31-37; BELTRÁN y BALDELLOU, 1981, pp. 131-139 y BALDELLOU,
1984-85, pp. 111-137), que aportó muchas novedades, especialmente el hecho de la proximidad
física en algunos barrancos del arte paleolítico, levantino y esquemático, como indicadores de
la continuidad en el uso de la zona. Aunque hay figuras naturalistas, especialmente de animales,
muchas de las figuras humanas de la zona del Río Vero son de difícil clasificación, ya que presentan una marcada tendencia a la tosquedad y a la simplicidad y carecen en la mayoría de los
casos de cualquier paralelo en otras zonas, lo que invita a considerarlo como un fenómeno concreto sin extrapolación posible, como sucede de momento con el "arte macroesquemático".
2.2.7.
2.2. 7.1.
Los años ochenta. Nuevos descubrimientos y algunas revisiones. Nuevos planteamientos
Algunas novedades en la zona de Albacete
La zona de Nerpio (Albacete) y Moratalla (Murcia) presentó novedades de variado interés.
La primera había sido estudiada en parte con anterioridad (SÁNCHEZ CARRTI.,ERO, 1956;
GARCÍAGUINEA, 1961-1962 y 1975; SANTOS y ZORNOZA, 1973), pero fue a partir de esos años
cuando se intensificó su estudio (ALONSO, 1980; ALONSO y GRIMAL, 1982, pp. 28-33). Ahí se
encuentran figuras naturalistas con paralelos formales y estilísticos en otros lugares y otras en las
que su tendencia a la simplicidad y tosquedad es muy peculiar, como sucede en la zona oscense,
que puede ser analizado como un hecho artístico local.
2.2. 7.2.
Un trabajo de divulgación sobre La Valltorta
También en los primeros años de la década de los ochenta sale a la luz una publicación sobre
La Valltorta (VIÑAS et alii, 1982) que no intenta llegar a ser la revisión global de carácter analítico y documental que la zona sigue necesitando.
2.2. 7.3.
Un nuevo estudio sobre la zona de Albarracín
Fernando Piñón revisó esta zona apoyándose principalmente en las fotografías que se realizaron para analizar el contenido de los paneles, intentando conocer la evolución de cada uno de los
-104-
[page-n-105]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
21
lugares (PIÑÓN, 1982). Además pudo utilizar, como yo misma hice años más tarde (gracias a la
información que me proporcionó C. de la Casa), el archivo fotográfico de arte levantino conservado
por el Instituto de Prehistoria (CSIC), realizado en los años sesenta bajo la dirección de Almagro.
Su directora en aquel instante (Pilar López) facilitó en todo momento el acceso a dicho material.
Lo más interesante fue que de nuevo se consiguió publicar en una monografía analítica las
pinturas de una zona. Esto es una cuestión tan importante y necesaria en otros lugares, como lo
es la publicación del Corpus de Arte Levantino y la necesidad de poder utilizar imágenes informatizadas, como esperamos poder hacer cuando el Centro de Estudios Históricos (CSIC) haya
terminado un proyecto que aconsejamos se hiciera hace algunos años y que nos consta debe estar
muy avanzado, ya que ello permitirá entre otras cosas revisar trabajos que se realizaron hace
muchos años.
El trabajo de Piñón le llevó a identificar en su particular opinión al conjunto de Albarracín
como fruto de una misma "comunidad ideológico conceptual, en la que permanecerán vigentes
unos usos y costumbres a lo largo de las fases que jalonan el desarrollo pictórico del núcleo
rupestre deAlbarracín" (PIÑÓN, 1982, p. 196); sin embargo, como él mismo señalaba, hay varias
fases en la mayoría de los abrigos, y en cada una de ellas hay intereses temáticos y conceptos
estilísticos bastante variados, lo que es especialmente notorio en las escenas que se van completando en varios momentos, como ya indicábamos en otro trabajo (SEBASTIÁN, 1986-87, pp. 386388 y 396, más figs. 10 y 11).
Esas variaciones parecen responder a intenciones e intereses diferenciados, lo que se aprecia,
por ejemplo, al observar el contenido temático y el tratamiento del conjunto de Los Toros del
Navazo y Doña Clotilde, o el de éstos y el de Figuras Diversas, Figuras Amarillas o Los Caballos.
Esa variedad parece apuntar en mi opinión a unas motivaciones variadas, lo que podría cuestionar
la existencia de esa comunidad ideológico-conceptual, cuya idea habría quizá que sustituir por la
de comunidades muy diferentes culturalmente, aunque haya existido en la zona un sustrato más
uniforme del período más antiguo, en el que sus pintores debieron estar principalmente interesados en la representación de bóvidos (Prado del Navazo, etc.)
2.2. 7.4.
Un nuevo concepto artístico: El Macroesquemático
Una de las novedades más sorprendentes para los estudiosos de arte rupestre en los
comienzos de los años ochenta fue el descubrimiento de lo que, en principio, parecía un arte
nuevo al que sus descubridores llamaron Macroesquemático, y que fue presentado a la comunidad científica en el Congreso de Arte Esquemático celebrado en Salamanca en 1982
(HERNÁNDEZ y C.E.C., 1983, pp. 63-75).
La zona en la que se identificó se encuentra en las sierras interiores que sirven de límite entre
la provincia de Valencia con la de Alicante, zona en la que además se encuentran muestras de arte
levantino y esquemático, ocupando en algunas ocasiones al mismo panel, hecho que señala,
como sucede en otras zonas, que esas áreas tuvieron un interés para los grupos de diferentes períodos, los cuales mantuvieron la funcionalidad de estos paneles, como receptores-emisores de sus
ideas.
Tanto su existencia como los problemas cronológicos que planteaba supuso un gran impacto
en su ámbito. M. Hemández y el C.E.C. defendieron que este arte, en el que aparece la figura
humana, no era paralelizable al arte epipaleolítico de las plaquetas de Cocina, donde la figura
-105-
[page-n-106]
22
A. SEBASTIÁN
humana no existe. Observando unos finos trazos pintados, que en opinión de A. Beltrán podrían
ser restos de una figura de arte levantino, en un desconchado de una de las figuras macroesquemáticas, intentaban centrar su cronología, viendo sus paralelos más próximos en el definido por
Portea como "arte lineal geométrico", anterior al levantino.
Siguiendo a Portea defendían que si el arte levantino comenzaba a partir del 5.000 b.C., el
macroesquemático o lineal geométrico era anterior. Años más tarde, al final de la década de los
ochenta surgieron nuevas ideas que hemos adelantado parcialmente en las que apoyar esa hipótesis (MARTÍ y HERNÁNDEZ, 1988).
2.2.7.5.
Un intento global de análisis del arte levantino poco acertado
L. Dams publicó en 1984 un trabajo dedicado al estudio del arte rupestre del levante español
en el que defendía que este arte se desarrolló entre el final del Paleolítico hasta la aparición del
Arte Esquemático (Neolítico). Comparaba y definía al arte levantino apoyándose en el arte paleolítico, ya que, en su opinión, aunque son ciclos diferentes, tienen una misma motivación, la caza,
aunque pueden diferenciarse especialmente por la importancia de la figura humana en el levantino (DAMS, 1984).
Publicó el inventario de doscientos treinta y cinco abrigos a los que separa en dos grandes
conjuntos, cuya línea divisoria sitúa en el Júcar. Describía en pocas líneas su contenido y aportaba alguna información geográfica, dimensiones, etc., e incluía una reproducción personal, imaginativa, y poco real del contenido de cada uno de los paneles. En otros capítulos escribió sobre
aspectos sociales, étnicos, religiosos, etc., así como sobre las características de algunos de sus
artistas y sobre las especies representadas y los signos.
Proponía una evolución cronológica que iría desde el 11.000, fecha en que aparece el
utillaje microlítico en el magdaleniense valenciano, hasta el4.000, en el que sitúa el tránsito
a la esquematización. Su último capítulo lo dedicó al estudio de las circunstancias ecológicas
que, en su personalísima opinión, llevaron a la realización de composiciones y a la expresión
del movimiento, surgiendo ambas de la necesidad de representar sus diferentes actividades.
El trabajo se presentó en una publicación de apariencia espectacular que científicamente no
puede convencer en casi ningún aspecto al especialista por diferentes motivos, ya que los
aspectos polémicos que en él se plantean lo son principalmente por falta de solidez en sus argumentos, así como por los grandes errores en el comprobados.
Los problemas de base principales pueden ir desde la falta de fundamentos para defender la
cronología que propone, hasta la falta absoluta de rigor en su documentación gráfica. Sus reproducciones son demasiado a menudo inexactas (citaremos casos concretos) y a menudo parecen
extraídas de otras más antiguas, a las que no hace referencia, por ejemplo en El Ramat. Las más
graves irregularidades se observan en las reproducciones de Cabra Peixet, El Polvorín, Los
Cápridos, Cañada de Marco, El Garroso (donde curiosamente no reproduce las figuras que
Almagro olvidó a la hora de realizar sus calcos), El Arquero (Ladruñán), La Vacada, Cueva
Rernigia, Racó Molero, Racó Gasparo, Racó de Nando, La Saltadora, Cingle de !'Ermita, Doña
Clotilde, Los Toros (Navazo), El Arquero (Callejones Cerrados), El Pajarejo, por citar algunos
ejemplos (DAMS, 1984, figs. 20, 30, 37, 39, 42 a 44, 65, 66, 85, 103, 104, 111).
-106-
[page-n-107]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
23
Además menciona las escenas más conocidas, aceptándolas como tales sin revisar profundamente ninguna de ellas. La inexactitud de sus reproducciones afecta en demasiadas ocasiones
a parte de las figuras de mayor calidad del arte levantino. La delicadeza de muchas de las mejores
figuras desaparece, convirtiéndolas en grotescos personajes, como sucede con el arquero de
Cabra Feixet, el conocido arquero del Abrigo del Arquero (Ladruñán), el peculiar arquero de El
Arquero (Callejones Cerrados) o el de La Saltadora, cuya imagen se ha reproducido infinitas
veces; y no dejaremos de citar las cuidadas figuras humanas de El Cingle de !'Ermita.
Determinadas figuras han sido incluso cambiadas de lugar en las reproducciones que esta autora
publicó, o simplemente no se incorporaron a sus reproducciones, como sucede en el Abrigo de
Doña Clotilde.
En algunos casos, como cuando se refiere a las pinturas de Alacón, menciona las superposiciones existentes e incluso da cronologías: Neolítico final a Bronce I, sin siquiera haber analizado
profundamente las superposiciones a las que se refiere (DAMS, 1984, p. 51). Por último, hay que
añadir como elemento fundamental que no se explica en la publicación la metodología empleada.
Lo señalado impide que gran parte de sus conclusiones sean, a su vez, fiables, puesto que
necesitamos documentos de trabajo ajustados al máximo a la realidad para que el método científico elegido pueda ayudarnos a plantear hipótesis sólidas. En definitiva, siguiendo a P. Utrilla,
dejamos este trabajo a un lado "para evitar hundirnos en la más absoluta confusión" (UTRILLA,
1986-1987' p. 325).
2.2.7.6.
Hacia una nueva metodología para el estudio del arte levantino
En 1985 publiqué "Arte rupestre levantino: Metodología e informática", en el que mostraba
mi inquietud por la falta de una buena documentación del contenido de los paneles
(SEBASTIÁN, 1985, pp. 23-35). En ese artículo se proponía el método de documentación y
estudio que utilizaba, con el que podía superarse la barrera de los trabajos meramente descriptivos, así como las barreras intuitivas a la hora de realizar las interpretaciones; así mismo planteaba los requisitos imprescindibles para definir a un grupo de figuras como una escena.
En 1986 incidí en un problema específico de algunas composiciones: "Escenas acumulativas en el Arte Rupestre Levantino". En este artículo (SEBASTIÁN, 1986-87, pp. 377-397)
se estudiaban algunos de los casos evidentes de escenas formadas a lo largo del tiempo por
incorporaciones de diversas figuras al lugar en el que, previamente, había algún motivo que
otro pintor había representado, lo que explica la formación de muchas composiciones (de las
que hasta ahora no se comprendía muy bien que estuvieran formadas a veces por figuras muy
diferenciadas formal y estilísticamente) y posiblemente el nacimiento de las primeras
escenas, así como algunas de las motivaciones principales que llevaron a ese hito artístico.
Es un tema que, de haberse estudiado con anterioridad, hubiera ayudado a realizar unas interpretaciones más acertadas sobre la composición, como hecho innovador en el arte levantino.
En 1986 defendí mi Memoria de Licenciatura: "Adornos, atributos, vestidos y objetos relacionados con las figuras humanas del arte levantino (del Pirineo al Júcar)". El análisis sistemático del contenido de los paneles de la zona elegida proporcionó, ya en aquel trabajo, una información detallada de algunas de las costumbres de los personajes de cada una de las zonas, así
como de gran parte de su cultura material.
-107-
[page-n-108]
24
A. SEBASTIÁN
Al analizar la evolución de los paneles a través de las incorporaciones y superposiciones de
figuras, se vio que determinados peinados, vestuario e incluso armas u otros objetos perduraban
en algunas zonas, mientras que eran inexistentes en otras, etc. La ordenación de esos datos proporcionó una información arqueológica y etnológica que permanece inédita, dada la dificultad
que hemos encontrado para publicarlo, por abarcar lugares arqueológicos que en la actualidad
afectan a varias comunidades autónomas (SEBASTIÁN, 1986).
Otra preocupación inevitable y presente en mis trabajos ha sido el acercamiento a cronologías más concretas que las que se habían propuesto, apoyadas en criterios más seguros que las
especulaciones realizadas hasta entonces con mayor o menor fortuna. A ese nivel tuve la suerte
de localizar en 1985 y comenzar a excavar en 1986 el Abrigo de Ángel, en Ladruñán (Teruel),
siendo consciente de lo importante que podía ser para la comunidad científica el hecho de contar
con un material fechable que provenía del mismo abrigo que contenía figuras levantinas de características definidas y generalizadas en otras zonas.
Aunque la dificultad de relacionar los materiales de estos abrigos con sus pinturas es una
realidad conocida, trabajamos por conseguir una excavación bien documentada, de la que
extraer datos fiables y contextualizados pendientes ahora de publicación definitiva (por falta de
subvención).
En su día se publicó un avance sobre los primeros resultados de estratigrafía y sobre los
materiales del Abrigo de Ángel (SEBASTIÁN, 1989, pp. 133-146), y otro en el que se plantearon
novedades de la zona del Guadalope, en el que se incluían las primeras fechas de C-14 del Abrigo
de Ángel (SEBASTIÁN, 1988), publicación que salió con demasiados años de retraso, aunque la
revista en que aparece lleve fecha de 1988, año en el que en teoría debía haber sido publicado ese
número.
Ahora añadimos las últimas fechas que el yacimiento proporcionó. No nos detendremos a
explicar la estratigrafía, ya que existe el primer avance al que nos hemos referido y en mi tesis
doctoral (SEBASTIÁN, 1989 y 1992). En el primero aparece una de las unidades estratigráficas
fechadas: la 8. Otra de ellas, la unidad 13, se encontraba bajo la 12, la cual aparece en la publicación citada, aunque no se había excavado todavía en aquel momento. Son unidades sin solución de continuidad, con material microlítico y geométrico y con ausencia absoluta de cerámica.
Los resultados de esas muestras son:
-Muestra 8A, de unidad 8 (Grn-18212): 7950 ± 300 BP
-Muestra 8B, de unidad 8 (Grn-18213): 8070 ± 160 BP
-Muestra 8C, de unidad 8 (Grn-15518): 8060 ± 270 BP
-Muestra 13D, de unidad 13 (Grn- 15519): 8210 ± 210 BP
-Muestra 13E, de unidad 13 (Grn-15520): 8150 ± 170 BP
La serie permite asegurar que la unidad 8 está bien fechada y es, junto a la 12, la que recoge
la ocupación más intensiva. Los datos hay que valorarlos por sí mismos, pero no olvidar que las
pinturas del Abrigo de Ángel existen en ese lugar y que, yacimiento y pinturas, reflejan un
momento determinado de un mundo de cazadores, para el que tenemos ya un período enmarcado
ahora cronológicamente. Son datos que encajan con las de otros lugares de la zona en los que se
trabajó en las mismas fechas (UTRILLA, 1986-87 y 1990).
-108-
[page-n-109]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
25
Sabiendo que la zona tenía más pinturas, publicadas hace ya muchos años, quisimos llevar
adelante prospecciones sistemáticas en la cuenca media del Guadalope, que ya han proporcionado resultados positivos y en alguna ocasión sorprendentes, como fueron los grabados naturalistas de los ciervos del Barranco Hondo (SEBASTIÁN, 1988).
2.2. 7. 7.
Algunas novedades en torno al arte macroesquemático, planteadas a finales de los
años ochenta
Al final de esa década B. Martí y M. Hernández publicaron un importante y polémico trabajo, en el que analizaban las relaciones posibles entre el arte macroesquemático y algunas decoraciones de las cerámicas cardiales levantinas (MARTÍ y HERNÁNDEZ, 1988), reforzando la idea
que ya planteaba M. Hemández en 1983 sobre la mayor antigüedad del arte macroesquemático
respecto al levantino, defendible en su opinión, al menos, para la zona valenciana.
Además planteaban la posibilidad de que el macroesquemático sea anterior al lineal-geométrico de Cocina, considerando que éste puede haberse producido en un momento del neolítico cardial, hipótesis que parece que estos autores mantienen en los últimos años (HERNÁNDEZ, 1990,
pp. 145-148).
Habría que ser posiblemente muy cauto a la hora de generalizar estas ideas, pues aunque es
posible que sus hipótesis puedan ser comprobadas con mayor seguridad algún día y, tal como
ellos indican, respecto a la zona del sur del Júcar (sur de la provincia de Valencia-AlicanteAlbacete ), de momento, parece más oportuno esperar nuevos resultados.
El principal problema lo presentan las figuras que presentan algún rasgo naturalista, puesto
que del estudio del contenido de la evolución de muchos paneles realizada para este trabajo, se
desprende que dicho concepto se ha manejado en muchos períodos. Es indudable que los trazos
naturalistas pintados en un desconchado de una figura macroesquemática son significativos de la
mayor antigüedad de la segunda (macroesquemática) en ese lugar, pero habría que intentar
conocer algo más de su entorno arqueológico.
Es cierto que existen similitudes entre algunos personajes macroesquemáticos y algunas de
las figuras impresas en las cerámicas cardiales valencianas, y sería lógico pensar que si se está
representando el mismo tema se aplicara la misma cronología absoluta a ambas con cierta seguridad; sin embargo, aunque esto parece que es muy probable, no dejamos de preguntarnos acerca
de la rigidez de estas figuras en la cerámica, pues a pesar de la tosquedad que muestran las figuraciones humanas macroesquemáticas de los abrigos, la sinuosidad de su trazado en la pintura
mural es casi una constante que podría haberse conseguido también y con mayor facilidad en la
arcilla húmeda, como de hecho se observa en otros diseños impresos de algunas cerámicas cardiales (MARTÍ y HERNÁNDEZ, 1988, figs. 11, 16 y 26 a 28).
Otra diferencia, en este caso conceptual, es la que existe entre la delicadeza y la sofisticación de los objetos cerámicos del neolítico cardial valenciano y la tosquedad manifiesta de las
figuras macroesquemáticas.
Afortunadamente, conociendo la línea de trabajo de B. Martí y M. Hernández sabemos que
se habrán planteado estas cuestiones y muchas más, antes de formular sus hipótesis sobre el
macroesquemático y sus relaciones con las cerámicas cardiales, y que para ellos tampoco es una
cuestión cerrada.
-109-
[page-n-110]
26
A. SEBASTIÁN
A. Beltrán ha señalado también algunos problemas que plantea esa asociación:" ... si la datación deducida de la cerámica fuera cierta encontraríamos un arte neolítico del V milenio que
luego negaría toda manifestación plástica ... ", lo que en su opinión desorganiza la idea aproximada que tenemos de la evolución del arte rupestre post-paleolítico.
Señala además su desacuerdo con la posibilidad de que el arte levantino proceda del macroesquemático, al ser tan dispares, dada la dificultad de derivar el naturalismo de un mundo cultural que, sin duda, responde a motivos muy diversos a los que producen las escenas cotidianas
del arte levantino (BELTRÁN, 1989, p. 36).
Respecto a la influencia de estos motivos señala que, aunque se haya dicho que las pinturas
macroesquemáticas de los abrigos pudieron motivar las decoraciones cerámicas cardiales, también pudo ser al revés (BELTRÁN, 1989, p. 36), lo que quizá explicaría mejor algunas diferencias
conceptuales. La presencia en Chaves de dos fragmentos cerámicos de su neolítico inicial, con
una decoración muy similar, al menos en un caso, a las que en Or presentan paralelos con las
representaciones macroesquemáticas hacen que Baldellou plantee dudas muy lógicas sobre esa
relación, dada la nula presencia de arte macroesquemático en la zona aragonesa (BALDELLOU,
1988, pp. 253-266).
2.2.7.8.
Últimos hallazgos en los años ochenta
En esos años se publicó algún conjunto interesante, como "Los Chaparros" en la zona aragonesa (en el río Martín, en el término de Albalate del Arzobispo, Teruel), sobre el que su autor,
A. Beltrán, ya había presentado alguna noticia. En opinión de su autor existen figuras pertenecientes al "linear geométrico"" ... seguidas por otras de aspecto clásico "levantino" que se superponen sobre aquéllas presentando estas últimas diferentes conceptos" (BELTRÁN, 1989, p. 84).
Como sucede en el Abrigo de Ángel (SEBASTIÁN, 1989) o en el del Barranco Hondo
(SEBASTIÁN, 1988), las pinturas de los Chaparros también se encuentran en un muro sin visera
ni ningún tipo de protección. La variedad de las pinturas es uno de los aspectos más interesantes
del contenido de estos paneles, pues la existencia de paralelos con el de otros abrigos próximos
es notorio.
Nuestras prospecciones de 1988 en el Río Guadalope dieron un sorprendente e inesperado
resultado que compensó el gran esfuerzo realizado en una zona tan dura. Allí encontramos los
grabados del Barranco Hondo (SEBASTIÁN, 1988). Éstos son los primeros grabados no acompañados de pintura y de características absolutamente naturalistas, encontrados en un abrigo al aire
libre, con características formales y estilísticas que permiten asociarlos al arte levantino.
Dada la rareza del hallazgo, se siguió prospectando la zona y se pudo comprobar que existen
algunos restos de otros grabados de fina incisión como los del Barranco Hondo en los alrededores, aunque siempre muy deteriorados La zona aportó también otros hallazgos que se encuentran en estudio por el momento, entre los que existen motivos de arte esquemático y otros de
difícil clasificación.
En los últimos años están apareciendo pinturas con características naturalistas, en algunos
casos, en zonas alejadas del área costera oriental de la península. Algunos de estos hallazgos
como el de las pinturas de Torrelodones (Madrid), clasificadas como postpaleolíticas ha supuesto
una sorpresa (LUCAS, 1991, pp. 10-13) que espera de otros hallazgos que permita ir más allá en
-110-
[page-n-111]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
27
el conocimiento de un fenómeno cultural tan inesperado. Su autora defiende la existencia de
algunos paralelos entre estas pinturas y otras de las de la provincia de Cuenca que, como
sabemos, también tienen en muchos casos una gran tendencia a la tosquedad. Alguno de los conjuntos de Torrelodones es definido como escena, lo que al menos en un caso parece probable. No
obstante habría que conocer una documentación de mejor calidad que la divulgada.
En la zona catalana no se han producido importantes novedades en los últimos años, pero los
autores que trabajan en esa área han revisado sus contenidos (FULLOLA 1 PERICOT y VIÑAS,
1988; VIÑAS , 1990, pp. 93-121) y han colaborado en la realización de un Corpus, del que ya se
ha publicado el primer tomo.
Por último, en la zona aragonesa se han producido también en los últimos años nuevos descubrimientos que están pendientes de publicación detallada, alguno de los cuales ha sufrido ya
brutales agresiones como pudimos comprobar hace ya varios años, dado su acceso fácil, su falta
de protección y dado el salvajismo destructor tantas veces denunciado.
Como hemos visto, los hallazgos y los estudios sobre arte levantino han producido un importante corpus científico, en el que el conjunto de ideas aportadas ha sido en muchos momentos sorprendente, destacando sin duda las que surgieron entre 1915 y 1936, base de cualquier polémica
mantenida muchas veces sin suficiente substrato de trabajo científico entre los años 1940 y 1970,
en las que se arrastraban frecuentemente las mismas ideas sin que las aportaciones fueran en
muchos casos demasiado coherentes.
A partir de ese momento surgen afortunadamente nuevas preguntas y una nueva corriente por
llegar a respuestas más seguras, período en el que como hemos visto surgen novedades, especialmente en los años ochenta que sirven para que impulsemos revisiones y nuevos estudios que
escapan ya de las enquilosadas polémicas de algunos autores que se habían formado en los años
treinta y cuarenta. Sin duda los que en los años ochenta intentamos nuevas vías no hemos alcanzado las respuestas absolutas que desearíamos, pero probablemente las nuevas cuestiones planteadas y los nuevos caminos iniciados, abiertos a los que ahora empiezan, podrán acercarnos a
respuestas soportadas en metodologías y procesos que intentamos sean más objetivos. Para ello
hay que estudiar de nuevo los contenidos de nuestros paneles con pinturas y evitar la aceptación
de los análisis anteriores. Es un largo y difícil camino que conocemos bien y por el que iniciar
cualquier nuevo trabajo, pero sin duda el bagaje de otros va a servirnos muy poco en el iniciado
con unos ojos limpios que tendremos que mantener hasta el final de nuestro recorrido.
La tendencia es a exigir un mayor rigor en estos estudios que debe continuar. Los ejemplos
hacia esa tendencia dentro del estudio del arte prehistórico de otros períodos es ahora palpable y
sólo este camino puede llevarnos a superar las vías intuitivas y románticas en las que es tan fácil
caer al analizar temas tan vinculados con la emoción que transmiten las pinturas rupestres de
cualquier fase.
El talante crítico no puede faltarnos, pero la comprensión hacia los que por diversas circunstancias trabajaron en una línea menos rigurosa hace varias décadas no está ausente en este
trabajo. Tan sólo en aquellos casos en que consta que existía la consciencia de lo necesario, unida
a la falta de rigor, no ha sido fácil evitar una mayor aspereza, que espero será entendida por todos
los que con espíritu comprensivo pero crítico se enfrentan constantemente a revisiones de éstos
u otros hechos culturales con un espíritu abierto.
-111-
[page-n-112]
28
A. SEBASTIÁN
BIBLIOGRAFÍA
ALMAGRO BASCH, M. (1944): «Los problemas del Epipaleolítico y Mesolítico en España». Ampurias, VI,
Barcelona, pp. 1-38.
- (1946): «El arte rupestre naturalista del levante español y el arte rupestre esquemático». En Historia de
España, de Ramón Menéndez Pidal, tomo 1, pp. 443-485 .
- (1947): «El arte rupestre del levante español ». En Ars Hispaniae, 1, pp. 65-89.
- (1949): «Un nuevo grupo de pinturas rupestres en Albarracín, La Cueva de Doña Clotilde, Teruel».
Teruel, I, 2, pp. 91-116.
- (1952a): El covacha con pinturas ruoestres de Cogul (Lérida). Instituto de Estudios Ilerdenses, Lérida,
89 págs.
- (1952b): «Tres nuevos covachos con pinturas en la comarca de Albarracín». En li Congreso de
Arqueología Nacional, Zaragoza, pp. 113-122. (Reproducido en Publicaciones del Seminario de
Arqueología y Numismática Aragonesas, 1953, pp. 7- 14.)
- (1953): «Tres nuevos covachos con pinturas en la Comarca de Albarracín». En li Congreso Nacional
de Arqueología, Zaragoza, 1952, reproducido en Publicaciones del Seminario de Arqueología y
Numismática Aragonesas, 1953, pp. 7-14.
- (1956): «Las pinturas rupestres del Bajo Aragón» . En Prehistoria del Bajo Aragón. Instituto de
Estudios Turolenses, Zaragoza, pp. 43-95 .
- (1964): «El problema de la cronología del arte rupestre español». En Pericot García, L. y Ripoll Perelló,
E. (ed.): The Chronology ofWesternMediterranean and the Sahara. Barcelona, pp. 103-109.
ALMAGRO, M.; BELTRÁN, A. y RIPOLL, E. (1956) : Prehistoria del Bajo Aragón. Instituto de Estudios
Turolenses, Zaragoza, 159 págs. y 10 figs.
ALONSO, A. (1980): El conjunto rupestre de la Solana de las Covachas. Nerpio (Albacete). Instituto de
Estudios Albacetenses, Ensayos Históricos y Científicos, 6, Albacete, 238 págs., 191 figs . y 6 tablas.
ALONSO, A. y GRIMAL, A. (1982): «Las pinturas rupestres de la Fuente del Sabuco ll (Moratalla-Murcia)».
Ampurias, 44, Barcelona, pp. 28-33.
BALDELLOU, V. (1979): «El descubrimiento de los abrigos pintados de Villacantal, en Asque (ColungoHuesca)». Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonense, 6, Castellón, pp. 31-137.
- (1984-1985): «El arte rupestre post-paleolítico de la zona del Río Yero (Huesca)». Ars Praehistorica,
Ill-IV, pp. 111-137.
- (1988): «Algunas reflexiones sobre el arte rupestre, a través de dos fragmentos impresos de la Cueva
de Chaves (Huesca)». Espacio, Tiempo y Forma, Serie/, Prehistoria, t. 1, Madrid, pp. 253-267.
BELTRÁN MARTÍNEZ, A. (1968): Arte Rupestre Levantino. Seminario de Prehistoria de la Facultad de
Filosofía y Letras, Monografías ArqueolÓgicas, IV, Zaragoza, 256 págs. y 156 figs . que incluyen 11
1áms.
- (1968-1978): Arte Rupestre Levantino (Adiciones). Zaragoza, 1979, 41 págs. y 13 figs . s/n.
- (1974a): La Cueva del Charco del Agua Amarga y sus pinturas levantinas. Monografías Arqueológicas,
Vil, Zaragoza, 117 págs. y 63 figs.
- (1989): El arte rupestre aragonés. Aportaciones de las pinturas prehistóricas de Alba/ate del Arzobispo
y Estadilla. Zaragoza, 178 págs. y varias figuras s/n.
BLASCO BOSQUED, C. (1974): «La caza en el arte rupestre del levante español». Cuadernos de Prehistoria
y Arqueología, 1, Madrid, pp. 29-55 .
- (1975): «La recolección en el Arte Rupestre Levantino». En Miscelánea Arqueológica en Homenaje a
A. Beltrán, Zaragoza, pp. 49-58.
BOSCH GIMPERA, P. (1964): «The chronology of the Rock-paintings of the Spanish Levant». En Pericot
García, L. y Ripoll Perelló, E. (ed.): Prehistoric Art of the Western Mediterranean and the Sahara.
Barcelona, pp. 125-129.
-112-
[page-n-113]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
29
y COLOMINAS, J. (1921-1926): «Pintures i gravats rupestres: Pintures rupestres de la
Roca deis Moros de Cogul». Annuari de l'Institut d'Estudis Catalans, VII, Barcelona, pp. 3-27.
BREUIL, H. (1908): «Les peintures quaternaires de la Roca de Cogul». Butlletí del Centre Excursionista de
Lleyda, I, 1O, Lérida, p. 1O.
- (1920): «Les roches peintes de Minateda (Albacete)». En Les peintures rupestres de la Péninsule
Ibérique, XI, L'Anthropologie, XXX, pp. 1-50.
- (1974): Quatre cents siecles d'art parietal. París, 413 págs. y 531 figs.
BREUIL, H. y CABRÉ, J. (1909): «Les peintures rupestres du bassin inferieur de l'Ebre. l. Les rochers peints
de Calapatá a Cretas (Bas Aragon)». L'Anthropologie, XX, París, pp. 1-21.
- (1911): «Les peintures rupestres d'Espagne. III. Los Toricos de Albarracín (Teruel)». L'Anthropologie,
XXII, París, pp. 641-648.
BREUIL, H.; SERRANO P. y CABRÉ, J. (1912): «Les peintures rupestres d'Espagne». L'Anthropologie, XXII.
CABRÉAGUILÓ, J. (1915): El arte rupestre en España, regiones Septentrional y Oriental. Memoria de la
Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, núm. 1, 229 págs. y 104 figs.
- (1925): «Las pinturas rupestres de Valltorta. Escena bélica de la Cova del Civil». Sociedad Española de
Antropología, Etnografía y Prehistoria, IV, XVI, Madrid, pp. 201-233.
DAMS, L. (1984): Les peintures rupestres du Levant espagnol. París, 334 págs., 232 figs. y 49láms.
DURÁN I SAMPERE, A. y PALLARÉS, M. (1915-1920): «Exploració arqueologica del Barranc de la Valltorta
(província de Castelló)». Annuari de l'Institut d'Estudis Catalans, VI, Barcelona, pp. 444-457.
FORTEA PÉREZ, J. (1971): La Cueva de La Cocina. Ensayo de cronología del Epipaleolítico (Facies geométrica). Trabajos Varios del S.I.P., 40, Valencia.
- (1973): Los complejos Microlaminares y Geométricos del Epipaleolítico Mediterráneo Español.
Memorias del Seminario de Prehistoria y Arqueología, 4, Salamanca, 550 págs., XV láms. y 2 mapas.
- (1974): «Algunas aportaciones a los problemas del Arte Levantino». Zephyrus, XXV, Salamanca, pp.
225-257.
- (1975): «En torno a la cronología relativa del Arte Levantino (Avance sobre las plaquetas de La
Cocina)». En El Aniversario de la Fundación del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 19241974, Papeles l/, Valencia, pp. 185-197.
- (1976): «El arte parietal epipaleolítico del 6. 0 al 5. 0 milenio y su sustitución por el arte levantino». En
IX Congres Union International des Sciences Préhistoriques et Protohistoriques, Colloque XIX Pretirage-, Nize, pp. 121-131.
FULLOLA I PERICOT, J.M. y VIÑAS, R. ( 1988): «Dernieres découvertes dans 1' art préhistorique de Catalogne
(Espagne)». L'Anthropologie, 92, 1, pp. 123-132.
GARCÍAGUINEA, M.A. (1961-1962): «Nuevos abrigos con pinturas rupestres en las proximidades de Nerpio
(Albacete)». En Homenaje al Profesor Cayetano de Mergelina, Valencia, 196~.
GARCÍA GUINEA, M .A. y SAN MIGUEL, J.A. (1975): «Los abrigos rupestres con pinturas levantinas de
Nerpio. Nuevos hallazgos». Sautuola, I, Santander, pp. 75-80.
HERNÁNDEZ PACHECO, E. (1918): Estudios de Arte Prehistórico. Prospección de las pinturas rupestres de
Morella la Vella. Evolución de las ideas madres de las pinturas rupestres. Comisión de
Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, Madrid, 24 págs. y 3 láms.
- (1919): «Problemas y método del estudio del Arte Rupestre». Boletín de la Real Sociedad Española de
Historia Natural, XIX. (Extracto en Boletín de la Sociedad Ibérica de Ciencias Naturales, mayo-junio
1920, pp. 407-418.)
- ( 1924): Las pinturas prehistóricas de las Cuevas de la Araña (Valencia). Evolución del arte en España.
Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, Memoria 34, Madrid, 221 págs., 24
láms. y 86 figs.
HERNÁNDEZ PÉREZ, M. (1990): «Arte rupestre en la región central del Mediterráneo peninsular». En Aragón/Litoral Mediterráneo: Intercambios culturales durante la Prehistoria, Homenaje a J. Maluquer
de Motes, Zaragoza, pp. 141-160.
BOSCH GIMPERA, P.
-113-
[page-n-114]
30
A. SEBASTIÁN
HERNÁNDEZ PÉREZ, M. y C.E.C. (1983): «Arte esquemático en el País Valenciano. Recientes aportaciones».
Zephyrus, XXXVI, Salamanca, pp. 63-75.
JORDÁ CERDÁ, F. (1970-1971): «Los tocados de plumas en el Arte Rupestre Levantino». Zephyrus, XXI-
XXII, Salamanca, pp. 35-72.
(1971): «Bastones de cavar, layas y arado en el arte rupestre levantino». Munibe, 2-3, San Sebastián,
pp. 241-248.
- (1974): «Formas de vida económica en el Arte Rupestre Levantino». Zephyrus, XXV, Salamanca, pp.
209-223.
- (1975a): «Las puntas de flecha en el Arte Levantino>>. En XIII Congreso Nacional de Arqueología,
Huelva, 1973, pp. 219-226.
- (1975b): «La Peña del Escrito (Villar del Humo, Cuenca) y el culto al toro». Cuadernos de Prehistoria
y Arqueología Castellonense, 2, Castellón, pp. 7-9.
- (1975c): «La sociedad en el arte rupestre levantino». Papeles del Laboratorio de Arqueología de
Valencia (1924-1974), Valencia, pp. 159-183.
- (1976): «¿Restos de un culto al toro en el Arte Levantino?». Zephyrus, XXVI-XXVII, Salamanca, pp.
187-216.
- (1980): «Reflexiones en tomo al Arte Levantino». Zephyrus, XXX-XXXI, Salamanca, pp. 87-105.
LAMING-EMPERAIRE, A. ( 1962): La signification de l' art rupestre paléolithique. París, 424 págs., 50 figs.
y 24láms.
LANTIER, R. (1964): «Propos sur l'art rupestre de l'Espagne Orientale». En Pericot García, L. y Ripoll
Perelló, E. (ed.): Prehistoric Art ofthe Western Mediterranean and the Sahara, Barcelona, pp. 145149.
LEROI-GOURHAN, A. (1964): Le geste et la paro/e. París, 323 págs. y 105 figs.
- (1971): Préhistoire de l'art occidentale. París, 499 págs., 804 figs. más 38 fotos complementarias.
LORBLANCHET, M. (1984): «Les relevés d'art préhistoriques. L'art des cavemes». Ministere de la Culture, París,
pp. 41-51.
- (1988): «De l'art pariétal des. chasseurs de rennes a l'art rupestre des chasseurs de kangourous».
L'Anthropologie, 92, l,. pp. 271-316.
LUCAS PELLICER, R. (1991): «Arte rupestre en Torrelodones». Revista de Arqueología, Madrid, pp. 10-13.
MALUQUER DE MOTES, J. (1939): «Las industrias con microburiles de la Valltorta». Ampurias, 1,
Barcelona.
MARCONELL, E. (1892): «Los Toros de la Losilla». En Miscelánea Turolense, núms. 9 y 10, Madrid, pp.
160 y 180.
MARTÍ OLIVER, B. y HERNÁNDEZ PÉREZ, M. (1988): El Neolític Valencia. Art rupestre i cultura material.
Valencia, 114 págs., 30 figs. y XVI láms.
MARTÍNEZ SANTA-OLALLA, J. (1946): Esquema paletnológico de la Península Hispánica. Madrid, 156
págs. y 64 láms.
MOLINOS SAURAS, M.I. (1975): «Las huellas de animales en el arte rupestre levantino». En Miscelánea
Arqueológica en Homenaje a A. Beltrán, Zaragoza, pp. 59-68.
- (1986-1987): «Representaciones de carácter bélico en el Arte Rupestre Levantino». En I Congreso
Internacional de Arte Rupestre, en Bajo Aragón Prehistoria, VII-VID, pp. 295-310.
OBERMAIER, H. (1925): El hombre fósil. Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas,
Memoria núm. 9, Madrid, 457 págs. y 180 figs.
- (1927): «Pinturas rupestres descubiertas en los alrededores de Tormón (Teruel)». Investigación y
Progreso, I, 1, Madrid, pp. 1-2.
OBERMAIER, H. y BREUIL, H. (1927): «Pinturas rupestres de los alrededores de Tormón (Teruel)». Boletín
de la Real Academia de la Historia, XC, Madrid, pp. 511-531.
-
-114-
[page-n-115]
ARTE LEVANTINO: CIEN AÑOS DE ESTUDIOS
31
y WERNERT, H. (1919): Las pinturas rupestres del Barranco de la Valltorta, Castellón.
Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, Memoria 23, Madrid, 132 págs., XXV
láms. y 69 figs.
PERICOT GARCÍA, L. (1964): «Sobre algunos problemas del arte rupestre del Levante Español». Burg
Wartenstein Symposium, Viena, 1960. Reproducido en Pericot García, L. y Ripoll Perelló, E. (ed.):
Prehistoric Art ofWestem Mediterranean and the Sahara, Barcelona, pp. 151-158.
PERICOT, L. y RIPOLL, E. (1964): «Correspondence between Abbé H. Breuil and profs. Pericot and Ripoll,
previous to the symposium». En Pericot García, L. y Ripoll Perelló, E. (ed): Prehistoric Art of the
Westem Mediterranean and the Sahara, Barcelona, pp. 258-260.
PIÑÓN VARELA, F. (1982): Las pinturas rupestres de Albarracín (Teruel). Centro de Investigación y Museo
de Altamira, Monografías, núm. 6, Santander, 241 págs., XXXIll láms. y 63 figs.
PORCAR RIPOLLÉS, J.B. (1934): «Pintures rupestres al Barranc de Gasulla». Boletín de la Sociedad
Castellonense de Cultura, XV, 6, Castellón, pp. 343-347.
- (1953): «Las pinturas rupestres del Barranco de Les Dogues». Archivo de Prehistoria Levantina, 4,
Valencia, pp. 75-80.
- (1964): «Impresiones sobre el arte rupestre existente en el Maestrazgo». En Pericot García, L. y Ripoll
Perelló, E. (ed.): Prehistoric Art ofthe Westem Mediterranean and the Sahara, Barcelona, pp. 159164.
PORCAR, J.B.; OBERMAIER, H. y BREUIL, H. (1935): Excavaciones en Cueva Remigia (Castellón). Junta Superior
del Tesoro Artístico, Sección de Excavaciones, Memoria General 136, Madrid, 95 págs. y 75láms.
RIPOLL PERELLÓ, E. (1956): «Historia de la investigación y bibliografía arqueológica del Bajo Aragón».
En Almagro, M.; Beltrán, A. y Ripoll, E.: Prehistoria del Bajo Aragón. Instituto de Estudios
Turolenses, Zaragoza, pp. 7-21.
- (1961): Los abrigos pintados de los alrededores de Santolea, Teruel. Monografías de Arte Rupestre
Levantino, Arte Levantino, 1, Barcelona.
- (1963): Pinturas rupestres del Barranco de la Casulla (Castellón). Monografías de. Arte Rupestre, Arte
Levantino, 2, Barcelona, 58 págs. y 35 láms.
- (1964): «Une peinture de type paléolithique sur le littoral méditerranéen de Tarragone (Espagne)».
Instituto de Prehistoria y Arqueología, Barcelona. (Estratto dalla: Rivista di Scienze Preistoriche,
XIX, fase. 1-4, pp. 2-6.)
- (1964): «Para una cronología relativa del arte levantino español». En Pericot García, L. y Ripoll Perelló,
E. (ed.): Prehistoric Art ofthe Westem Mediterranean and the Sahara, Barcelona, pp. 167-173.
- (1968): The painted shelters of La Casulla (Castellón). Monographs on Cave Art, Levantine Art núm.
2, Barcelona, 58 págs. y 35 láms.
- (1968): «Cuestiones en tomo a la cronología del arte rupestre postpaleolítico en la Península Ibérica».
En Simposio Internacional de Arte Rupestre, Barcelona, pp. 165-192.
- (1970): «A cerca del problema de los orígenes del arte levantino». En Valcamónica Symposium, Capo
di Ponte, pp. 57-67.
ROCAFORT, C. (1908): «Les pintures rupestres de Cogul». Butlletí del Centre Excursionista de Catalunya,
XVIII, núm. 156, pp. 65-75.
SÁNCHEZ CARRILERO, J. (1962): «Avance al estudio de las pinturas rupestres de la Solana de las Covachas,
pedanía del Río Moral (Nerpio ), Albacete». Noticiario Arqueológico Hispánico, V, Madrid, pp. 1-12
y 35láms.
DE LOS SANTOS, S. y ZORNOZA, B. (1973): «Estudio de la pintura rupestre en la zona de Nerpio». En XII
Congreso Nacional de Arqueología, pp. 203-218.
SEBASTIÁN, A. (1985): «Arte rupestre levantino: Metodología e informática». Boletín del Museo
Arqueológico Nacional, m, Madrid, pp. 22-35.
OBERMAIER, H.
-115-
[page-n-116]
32
A. SEBASTIÁN
- (1986): Adornos, atributos, vestidos y objetos relacionados con las figuras humanas del arte levantino.
Memoria de licenciatura inédita, 302 págs. y 22 cuadros.
- (1986-1987): «Escenas acumulativas en el Arte Rupestre Levantino». Bajo Aragón Prehistoria, VIIVIIl, pp. 377-397.
- (1988): «Nuevos datos sobre la cuenca media del Río Guadalope. El Abrigo del Barranco Hondo y el
Abrigo de Ángel». Teruel, 79-II, pp. 77-92.
- (1989): «Avance sobre el Abrigo de Ángel, Ladruñán (Teruel)». En XIX Congreso Nacional de
Arqueología, volumen TI: Arte rupestre y Aragón, pp. 133-146.
- (1992): Estudio sobre la composición en el Arte Levantino. Tesis doctoral inédita.
- (en prensa): «¿Singularizaciones fisionómicas en el arte levantino?». En Homenaje a Purificación
Atrián.
SYMPOSIUM DE WAARTENSTEINS (1964): «Correspondence between H. Breuil, and profs. Pericot and
Ripoll previous to the symposium». En Pericot García, L. y Ripoll Perelló, E. (ed.): Prehistoric Art
ofthe Western Mediterranean and the Sahara, Barcelona, pp. 255-258 y 261-262.
UTRILLA, P. (1986-1987): «Nuevos datos sobre la relación entre el arte rupestre y yacimientos arqueológicos del Valle del Ebro». Bajo Aragón Prehistoria, VII-VIII (I Congreso Internacional de Arte
Rupestre), Caspe (Zaragoza), pp. 323-339.
- (1990): «Estado actual de la arqueología en Aragón: del Paleolítico al Neolítico». En Estado Actual de
la Arqueología en Aragón, Ponencias, Zaragoza, pp. 55-66 más 4 láms.
UTRILLA, P. et alii (1986-1987): «Algunas figuras inéditas en abrigos rupestres del Bajo Aragón». Bajo
Aragón Prehistoria, VII-VIIl (I Congreso Internacional de Arte Rupestre), Caspe (Zaragoza), pp.
211-221.
VIÑAS, R. (1990): «El arte rupestre en Catalunya: estado de la cuestión sobre las manifestaciones pictográficas». En Aragón/Litoral Mediterráneo: Intercambios culturales durante la Prehistoria,
Homenaje a J. Maluquer de Motes, Zaragoza, pp. 93-121.
VIÑAS, R.; SARRIÁ, E. y MONZONÍS, F. (1979): «Nuevas manifestaciones de arte rupestre en el Maestrazgo
(Castellón de la Plana). Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonense, 6, Castellón, pp. 97120.
VIÑAS, R. et alii (1975): «El conjunto rupestre de la Serra de la Pietat, Ulldecona-Tarragona». Speleon,
Monografía 1, V Symposium de Espeleología, Barcelona, pp. 115-159.
- et alii (1982): La Val/torta. Sin lugar de edición, 191 págs. y 264 figs.
-116-
[page-n-117]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XXTI (Valencia, 1997)
Norberto MESADO*, Emest BARREDA** y Joaquín ANDRÉS**
LAS PINTURAS RUPESTRES DEL ABRIGO DEL MAS DE BARBERA
(FORCALL, CASTELLÓN)
EL MARCO GEOGRÁFICO Y SU PAISAJE ARQUEOLÓGICO
Un nuevo abrigo con arte rupestre «Levantino» fue hallado por el espeleólogo E. Barreda
Sancho el día 27 de Marzo de 1995 cuando se encontraba explorando las cavidades del Cingle de
la Mola de Sant Cristüfol, línea natural divisoria entre los términos de los municipios de Forcall
y La Todolella, en la comarca de Els Ports. Tal cavidad se encuentra en los inicios, por el SO, del
«cingle» o riscal que hacia la vertiente del Río Caldés o «Calders», puesto que con ambos topónimos se le distingue, configura dicha muela, denominada, también, de «Sant Cristüfol de
Saranyana». Su cota más elevada, «Saranyana», alcanza los 1107 m.s.n.m. en las cercanías del
ermitorio con hospedería de San Cristóbal, del cual existen mandas en 1332, sobrio complejo
arquitectónico (dignamente restaurado por el musicólogo argentino R. Pelinski), cuya espadaña
aún encumbra una campana gótica. Centro cultual al que acuden en romería los vecinos de las
localidades de La Todolella, Cinctorres, La Mata y Forcall.
El ermitorio se alza sobre la carena de «La Mola de Roe», punto desde el cual se domina un
vasto y bello paisaje hundido por la riera del Caldés, corredor natural entre la propia Mola de
Saranyana y el sinclinal colgado de la Mola de Garumba, que en buena parte, por el E, cierra un
dilatado escenario litológico de materiales calcáreos del Cretácico, el cual configura el área subtabular de Morella, con una cobertura forestal importante; pero con una sociedad rural en crisis, centrada --con anterioridad al decenio de los años setenta- en «els masos», cuyo vacío demográfico
ha dado lugar a unos suelos de baja capacidad de uso hoy convertidos en unas tierras de pan.
«La Mola de Sant Cristüfol forma parte de la geomorfología característica de esta parte de
Els Ports, la cual consiste en un conjunto de muelas más o menos planas, separadas por anchos
*
**
Museo Arqueologic Comarcal de la Plana Baixa - Burriana.
Centre Espeleologic «ESPEMO» - Morella.
-117-
[page-n-118]
2
N. MESADO, E. BARREDA y J. ANDRÉS
valles. Este tipo de relieve viene dado por el comportamiento diferencial frente a la erosión de
los materiales que forman las muelas y los valles.
Así los valles están excavados en materiales margosos y arcillosos de la «Formación Margas
del Forcall», depositados durante el Aptiense inferior (Cretácico inferior), hace unos 115-116
millones de años, en un mar más o menos profundo.
Los materiales que forman la Mola de Sant Cristüfol, así como las muelas vecinas (Garumba,
Encamaras) son de naturaleza caliza (grainstones bioclásticos y peletoidales, boundstones y
packstones), dispuestos en dos unidades superpuestas, separadas por una unidad discontinua y
poco potente de margas. Dichos materiales fueron depositados durante una época de bajo nivel
del mar, que dio lugar al crecimiento de diferentes unidades de arrecifes. Esto ocurría durante el
Gargasiense (Cretácico inferior), hace unos 114 millones de años.
Los conjuntos arrecifales del Gargasiense dieron lugar a la Formación «Calizas de Villarroya
de los Pinares», por estar descritos por primera vez en esta localidad turolense. Los organismos
cuyo crecimiento construyó los arrecifes no fueron los corales, tal y como ocurre en la actualidad,
si bien pueden observarse algunos ejemplares; los principales arquitectos de los arrecifes durante
todo el Cretácico fueron los «rudistas», que son un tipo de bivalvos que presentan una valva plana
y la otra con forma enroscada, con un tamaño medio de unos 1O cm.
El abrigo que nos ocupa, geológicamente se encuentra en la unidad arrecifal inferior, de las
dos que forman la Mola de Sant Cristüfol, en un abrigo formado en un pequeño resalte, a un
metro más o menos de la base de la unidad, en contacto con las margas. Los estratos calizos presentan un buzamiento de unos 5o hacia el SSE, estando fracturados por una familia de diaclasas
de dirección NW-SE y fuertemente inclinadas.
En cuanto al origen del abrigo, éste se puede atribuir a una meteorización diferencial del
estrato en el que se encuentra, debido a pequeñas diferencias en la composición litológica, que
provocan una disolución mayor, y a su vez una disgregación de la roca, que origina la cavidad»
(J. Segura-Geólogo).
Desde Sant Cristüfol divisaremos el cercano pueblo de Forcall, en la propia hoz o «forca»,
de ahí su topónimo, que abren los ríos Caldés y Cantavieja, a partir de cuya unión nace el
Bergantes de meandros encajados. Son cuencas de régimen pluvial mediterráneo, tributarias del
Guadalope/Ebro en tierras de Aragón, dentro el Sistema Ibérico en su derrame oriental. En sentido opuesto, hacia el S, alcanzaremos a divisar la localidad de Cinctorres.
En la propia ribera del Bergantes, aguas a bajo, a 1O km. de Forcall, el río vadea el cingle
del Romeral con sus recién publicadas balmas con arte rupestre naturalista (1). De momento,
pues, junto con las también cercanas de Morella la Vella, las del Mas de Barbera van a constituir
la manifestación «levantina» más noroccidental del País.
Hoy podremos alcanzar cómodamente esta nueva balma si desde Forcall seguimos hacia
Cantavieja y en el mismo puente gótico de La Todolella (ese menudo pueblo que aparece ennoblecido y como coronado por el castillo que perteneció a los Vinatea, cuyo folklore conserva la
danza arcaizante con argumento guerrero más significativa del País), tomamos, sin cruzarlo, el
camino ascendente de La Saranyana, cuya carta de población data de 1233. Lugar muerto en el
cual aún podremos contemplar el único ábside románico de nuestra Comunidad que, milagrosa(1) N. MESADO y A. HORNERO : "Las pinturas rupestres del Abrigo «B >> del Cingle de Palanques (CasteUóh)". B.S.C.C.,
LXVI, Julio-Septiembre, Castellón, 1990, págs. 491-509.
-118-
[page-n-119]
LAS PINTURAS RUPESTRES DEL ABRIGO DEL MAS DE BARBERA
3
mente, sigue en pie, puesto que la mayor parte de su conjunto monumental fue demolido para
terraplenar el firme de la carretera comarcal adjunta.
Ya en las cercanías del ermitorio de San Cristóbal descenderemos hacia el Mas de Barbera
por el camino viejo de Forcall. El covacha quedará a mano izquierda, en la base del acantilado
que aquí se inicia, apenas a unos 250 m. de haber comenzado el descenso.
Desde la balma, que por innominada hemos convenido en llamarla «del Mas de Barbera» por
encontrarse la masía a unos doscientos metros y pertenecer, según su propio masovero D. Manuel Monfort Guardiola, a tal predio -hoy propiedad de las hermanas Angelita y Jovita Amela
Ferrer-, se sigue dominando un vasto paisaje (lám. I, B; lám. II, A y B), por lo que este abrigo
difiere de la mayoría de las estaciones rupestres cuyas ubicaciones controlan pasos angostos,
sitios de aguada o fuentes, lugares cómodos para la acción cinegética; aunque existen otros (caso
de la Cava dels Cavalls, por más espectacular), que parecen «Un inaccesible nido de águilas» (2).
Nada de lo primero tiene la cárcava de Mas de Barbera, antes al contrario. Su paisaje es elevado
sobre el Caldés, de dilatados horizontes y sin ninguna fuente que sirva de reclamo a los animales,
puesto que la más cercana es la «Font de Santa Creu» a espaldas del cingle.
Si desde el abrigo recorremos visualmente este paisaje, la Masía de Barbera, a unos 200 m.,
está a 240°; a 260°, en el horizonte, advertiremos el imponente acantilado rojizo, horadado por
múltiples cárcavas de erosión, de la Mola d 'En Camaras; a 270°, «Mola Garumba» o «Balumba»
elevando el paredón calizo de la <
de Barbera, «La Roca de l'Heurera».
Las pinturas, en el pasado, serían advertidas con facilidad por los transeúntes que hiciesen la
ruta Forcall-Cinctorres-Portell, puesto que este medieval camino, de tres metros de calzada, pasa
tan sólo a 14m. de ellas. El abrigo que las contiene está a pocos pasos de un mojón que delimita
por el S con el término municipal de Cinctorres, y ya hemos dicho que el propio cingle es frontera con los de Forcall y La Todolella, por lo que nuevamente estamos ante un caso de «propiedad
territorial» no del todo claro, que ya vimos en las propias pinturas de Palanques, puesto que
ambos riscales son «rayas» delimitadoras de sus respectivos términos municipales.
Coordenadas de la balma: Long. 3o 28' O"; Lat. 40° 37' 10" (Instituto GeQgráfico y Catastral,
hoja no 544, «Forcall» - 1a Ed. 1932).
Enfrente de la Balma de Mas de Barbera, a su izquierda, se abre «l'Ombria de l'Heurera»,
con una menuda cueva denominada «La Coveta de l'Ombria de l'Heurera», sin restos arqueológicos, la cual delimita por levante con «La Roca de l'Heurera» en cuya cima existen los restos
de un torreón ibérico, posiblemente de «guaita» puesto que su función, por la propia topografía
del terreno, pudo ser la de vigilar e intercomunicar los asentamientos humanos de los valles fluviales de Forcall y Cinctorres.
(2)
(3)
municipal
(4)
(5)
R. VIÑAS: La Valltorta. Arte Rupestre del Levante Español. Ediciones Castell, 1984, pág. 128.
J. ANDRÉS: "Aportaciones a la arqueología de Els Ports. Hallazgos y yacimientos arqueológicos inéditos del término
de Morella". Archivo de Prehistoria Levantina, XXI, Valencia, 1995, págs. 155-186.
N. MESADO: "Dólmenes y Petroglifos en la «Dena del Moll>> (Morella-Castellón)". Saguntum, 29 (en prensa).
S. GAMUNDI y C. SANGÜESA: Morella, guía del antiguo télmino. Ajuntament de Morella, 1991, pág. 259.
-119-
[page-n-120]
4
N. MESADO, E. BARREDA y J. ANDRÉS
*
Abrigo con pinturas rupestres del Mas de Barbera de Sant CristOfol
•
Neo-eneolítico
@Ibérico
@
Edad del Bronce
•
-120-
Romano
[page-n-121]
LAS PINTURAS RUPESTRES DEL ABRIGO DEL MAS DE BARBERA
5
Junto a «La Roca de l'Heurera» perdura un topónimo que pudiera haberle pertenecido en un
principio: «La Moleta de la Torre». Dos cortos barrancos, el de «Barbera» y el de «La Torre»,
también llamado de «Torre Zurita» o <
adentra en la cubeta del Caldés, la cual tiene en su piedemonte la masía con tal antropónimo ,
cerca ya de la actual carretera comarcal de Forcall a Cinctorres.
Otras estaciones arqueológicas, relativamente cercanas (fig. 1), son las de la propia Mola
d'En Camaras, con la estación neolítica de «La Cova de la Roca Roja de la Mola de Cosme», y
la citada de la «Roca deMigdia», en la «Mola de Garumba», topónimo que muchos forcallanos
permutan por «Balumba», con restos de la Edad del Bronce, ibéricos y romanos, destacando de
los segundos una posible inscripción ibérica (advertida por F. Arasa), de difícil lectura por aparecer incisa a considerable elevación sobre el impresionante hastial del roquedo.
Entre la citada masía de Fraixemeno y la de Carceller se señalan, también, restos ibéricos, y
hacia Forcall, junto al Caldés y carretera, sobre un escaso espolón del que los masoveros del lugar
no conocen topónimo alguno, otros restos de la Edad del Bronce. Pero conviene anotar como hábitat
que pudo ser del autor de las pinturas de la balma del Mas de Barbera, aunque lo consideramos excesivamente alejado, la citada cavidad de «La Cova de la Roca Roja de la Mola d'en Cosme», prospectada por Díaz, de cuyos trabajos no conocemos resultado alguno, aunque uno de nosotros (J.A.),
su descubridor, recogía del cono de deyección, frente a la propia entrada, con anterioridad a las
citadas excavaciones, cerámicas inequívocamente Neolíticas. Y puesto que su distancia en línea recta
queda a algo más de 9 km., distinguiéndose desde ella el «cingle» con el ermitorio de S. Cristóbal, a
solo 300 m. de la nueva cárcava con pinturas, es por lo que creemos que sus propios habitantes, si
no fueron los autores, pudieron tener en esta balma uno de sus centros esotéricos.
También sobre la terraza del propio abrigo del Mas de Barbera existen algunas cimentaciones de muros, entre las cuales se advierten restos cerámicos prehistóricos así como medievales, y esquirlas de silex, destacando el fragmento de una hojita.
EL ABRIGO
De inmediato, cuando por el viejo camino de Forcall alcanzamos la estación rupestre,
impactan dos cárcavas gerninadas y simétricas en la base del cantil calizo, rojizo por la oxidación, separadas por un breve saliente rocoso que ensancha hacia Ja base. Su parecido con dos
fosas oculares humanas, con su tabique nasal centrándolas, es asombroso (fig. II y lám. III, A),
hecho que no debió de pasar desapercibido a los hombres del pasado, y pensamos que tal vez a
este parecido se deba el que en la fosa izquie_da, que se abre hacia el SE, y junto a su paramento
r
lateral derecho, que lo hará hacia el S, se halle este novedoso friso con pinturas.
La cavidad derecha no presenta resto alguno, y la de la izquierda, como terminamos de
anotar, tan sólo lo hará en su tabique derecho, recordándonos el similar caso de las dos cavidades gerninadas conocidas por el topónimo de «La Covatina del Mas de la Rambla»,
Vilafranca; pero tanto entonces como ahora advertimos que es justamente en sus zonas pintadas
en donde más rato incide la luz solar, que no lo hace en las cárcavas derechas de estas estaciones
rupestres, pudiendo ser El Sol, ese astro donador de la vida, el centro de las creencias esotéricas
del pintor levantino.
-121-
[page-n-122]
6
N. MESADO, E. BARREDA y J. ANDRÉS
Fig. 11.- Apunte a mano alzada de las balmas del Mas de Barbera,
conteniendo la de la izquierda las pinturas rupestres.
Las cavidades geminadas de Forcall/La Todolella (fig. III), tienen un eje horizontal de 4,12
m., con una separación (el supuesto tabique nasal) de sólo 0,70 m. La izquierda, con las pinturas,
alcanza una profundidad máxima de sólo 1,20 m., y una altura, en la vertical de la visera, de 1,25
m., presentando un techo de escamaciones calcáreas recubiertas por débiles coladas. La base
caliza de la oquedad presenta una inclinación irregular de unos 30°, por lo que es incómodo permanecer en ella (fig. IV).
En el friso pintado sólo observamos la ya clásica tinta plana del pintor de nuestros abrigos,
con el no menos reiterativo pigmento rojo-vinoso que el tiempo y la erosión natural degradan, a
veces dentro de una misma figura, hacia tonos más o menos compactados de tendencia añil en su
máxima concentración y castaño-rojizo, o anaranjado, en su mínima.
Como venimos asiduamente comentando la zona pintada es, también ahora, tectónicamente
la mejor de la balma (lám. III, B). Retazo calizo de sólo 92 cm. de ancho que, por mirar al S,
como ha sido dicho, es el de mayor insolación del abrigo.
El consiguiente estudio de esta nueva estación rupestre con arte naturalista fue aprobado
por Resolución de fecha 26 de abril de 1995 de la Dirección General de Patrimonio Artístico,
en cumplimiento de la Orden de 31 de Julio de· 1987 de la Conselleria de Cultura Educación y Ciencia, por la cual se regula la realización de actividades arqueológicas en la Comunidad.
-122-
[page-n-123]
LAS PINTURAS RUPESTRES DEL ABRIGO DEL MAS DE BARBERA
'
''
'
'
' .... .,
7
......
.......
.......
......
......
'
'
......
......
NM
o
2
3
m
Fig. m.- Sección vertical del abrigo con pinturas.
DESCRIPCIÓN Y ANÁLISIS
Si comenzamos la descripción de las figuras de este paramento por la derecha, la primera de
ellas está a 0,60 m. del inicio del covacha.
Fig. l.-Extraño animal mirando a la derecha. Su zoometría es a todas luces incorrecta
puesto que sus patas traseras, muy inclinadas y en actitud de salto, duplican a las delanteras, prácticamente verticales. Sobre ellas, sin mediar cuello alguno, se dibuja la cabeza del animal, detallando bien una boca abierta, sin morro que la prolongue, y una nariz humanoide. Sobre un frontal
inclinado surgen unas correctas orejas. El pescuezo dibuja, alzadas, sus crines. El lomo, recto, y
con una ligera inclinación, remata con el inicio de la nalga de los cuartos traseros, a no ser que
un trazo grueso que no toca el cuerpo, pueda ser el rabo. La arcada de la pata trasera inferior se
prolonga configurando el abdomen, cuyo final estrangula en busca de las patas delanteras las
cuales presentan unas raras garras en forma de pies humanoides, detalle que no plasman las patas
traseras. Eje máximo, 11 cm.
Fig. 2.-Sobre la figura anterior, con un ligero desplazamiento hacia el centro del panel, a
11 cm., tendremos a otro animal, ahora, orientado hacia la izquierda, el cual presenta una cabeza
-123-
[page-n-124]
8
N. MESADO, E. BARREDA y J. ANDRÉS
o
,
........,
h......t
......
.......
1
.......
m
Fig. IV.- Planta de los abrigos geminados con la señalización de las pinturas.
-124-
[page-n-125]
¡.
lj
f
•41J
\
...
•
\
~
··.· .
. ..
'· :.::":::·~ .
·. '
,;-:.'::::-. .
..
\
;0K
::·.:·-
[page-n-126]
[page-n-127]
LAS PINTURAS RUPESTRES DEL ABRIGO DEL MAS DE BARBERA
9
de équido (aunque sobre su morro dibuja un cuemecillo) cuya frente detalla el pelaje. Su cuello,
correcto para un potrillo, señalará, igualmente, onduladas crines.
Las patas delanteras, sin cascos, aparecen estiradas (en posición de correr), y su dibujo es
bastante impreciso. Mientras la descripción de la parte delantera del animal, caso de tratarse de
un caballo joven, diremos que es lógica, no va a ocurrir lo mismo con la posterior , aunque la pérdida de la pintura en gran parte, por saltado de la placa caliza, pudiera ser la causa. Prolongando
el lomo perdura un grueso trazo excesivamente alzado para ser la grupa del animal, por lo que
pensamos que pueda tratarse de la cola, por lo que de nuevo su zoometría sería, también, anómala. Debajo del abdomen, algo caídos, existen restos informes de pintura. Eje máximo, 1Ocm.
Fig. 3.-Con ella se alcanza la figura más sobresaliente del abrigo, verdadera novedad, junto
con su contigua, la no 4, dentro de la iconografía del Arte Rupestre Levantino. ¿Estamos ante un
antropoide revestido con una piel de oso, o ante un monstruo fantasmagórico? Repetidamente
hemos escrutado esta enigmática pintura del Mas de Barbera, y cada vez gana fuerza la idea de
que sea una representación icono-mítica del círculo cultural del pintor. En modo alguno, pese a
la apariencia formal que en un primer impacto cause en el espectador de hoy, podemos paralelizar esta pintura, por sus brazos en alto y manos abiertas, con las de un «orante», y menos
hacerlo con las Contestanas. El mensaje de ambas es claramente opuesto. Mientras las alicantinas
pueden alzar múltiples filacterias tremoladas terminadas en diminutas manos (símbolo de la «oración» o, tal vez, rayos solares al estilo del dios atón), nuestra figura parece hacerlo, simplemente,
para asustar (en actitud de un ataque simulado), como lo puede hacer la fig. n° 1 con la que podría
formar escena.
Su cuerpo, bastante mal conservado por descostrados (aunque la pintura que perdura es
potente), es voluminoso, aunque no en exceso, y presenta una ligera inclinación hacia la derecha.
Remata con una cabeza redonda, con desprendidos circulares en buena parte de su tinta plana,
por lo que no se advierte en su silueta (salvo unas posibles crines en el arranque de su lado
izquierdo) detalle anatómico alguno. Sin demarcar el cuello, esta cabeza se asienta sobre el arco
de los brazos en alto. Su izquierdo remata con una mano abierta, en la que se dibujaron cuatro
dedos, al igual que los suelen computar la mayor parte de las representaciones humanoides, tanto
del arte Paleolítico como del Neolítico Cardial.
Esta figura presenta un rabo, grueso, corto e irsuto, y una gran pata, la trasera, rematada por
una garra; mientras la otra extremidad se halla muy perdida por saltados del pigmento (lám. IV).
Eje máximo, 22 cm.
Fig. 4.-Colindando por la derecha con la figura precedente, advertiremos ahora una no
menos enigmática pintura subrealista, onírica tal vez, puesto que no tiene parecido con nada que
pueda ser real.
Una gruesa pincelada, con la misma inclinación que la figura anterior, remata con otra
cabeza-esférula, perdida en buena parte de su lateral derecho por saltados de la caliza soporte. El
resto de la figura dibujará una delgada línea recta, inclinada, que por nacer del supuesto tronco
habremos de interpretar como un apéndice de la propia figura, o más bien un brazo, que casi
alcanza el abdomen de la mayor a la que parece preceder en importancia. El grueso trazo o
«cuerpo», en su zona inferior, se encuentra muy saltado; pero parece finalizar con dos cortos
apéndices a modo de mandíbula de hormiga (lám. IV).
-125-
[page-n-128]
10
N. MESADO, E. BARREDA y J. ANDRÉ~
Tanto la figura 3 como la 4, reposan o nacen de una mancha rojiza, informe y degradada por
encontrarse sobre el peralte que inicia la base del abrigo. Eje máximo, 10 cm.
Fig. 5.-Con ella alcanzaremos el centro de este pequeño panel pintado. Ahora no hay lugar
a duda alguna: un cazador filiforme, sobre un plano de sustentación imaginario totalmente vertical, se halla flechando hacia la base del covacha. Su realización artística es ínfima, puesto que
el trazo lineal empleado es el mismo para el cuerpo y su arma; sólo la cabeza posee una mancha
mayor, distinguiéndose la barbilla y una nariz achatada. De su vestimenta tan sólo la pierna adelantada presenta, hacia su mitad, una posible jarretera de extremo bífido, y casi en la unión del
tronco con las piernas abiertas en zancada, sin modelar pies, otro apéndice inclinado, desproporcionado, pudiera interpretarse como un faldellín o como el miembro viril del cazador, aunque
su situación anatómica, en este ultimo caso, sería incorrecta. La poca calidad artística la observaremos, también, en la indecisión del pintor a la hora de trazar la flecha sobre un arco sencillo
que parece tensado, puesto que ha sido representada con un trazo no menos burdo debajo del
brazo que sostiene el arco, modo incorrecto para el disparo; pero con un lejano paralelo en el gran
risco de rodeno de la «Peña del Escrito», en Villar del Humo (Cuenca), en donde Benítez
Mellado, bajo la dirección de E. H. Pacheco, en 1918, dibujaba un cazador de estilo muy similar
al nuestro (6).
El astil no es recto sino que aparece ligeramente caído en su mitad hiriente. En la dirección
del tiro no existe animal alguno, a no ser la «cola» (que tampoco alcanza) de la figura no 6 (lám.
V, A). Eje máximo del cazador, 12,5 cm.
Fig. 6.-Esta representación vuelve a ser enigmática. Una línea algo serpentiforme, irregular, de eje ascendente hacia la izquierda, termina con una larga «cabeza» (?) muy apuntada que
parece presente en vacío su centro, posible representación, de tratarse de una serpiente, del ojo,
detalle anatómico que ya observamos en la «vípera latasti» que el cazador del abrigo bajo de
Palanques lleva colgando del brazo (7). El pigmento para su realización debió de ser excesivamente líquido puesto que en dos zonas del supuesto «cuerpo viperino» presenta unos corrimientos típicos de tal circunstancia, e incluso podremos observar hacia su «cola» un punto
regruesado del que tanto hacia su zona alta como baja ramificó el color, posiblemente por una
sopladura del pintor para un secado rápido. De haberse querido pintar un ofidio -su representación y captura ya la vimos en esta zona norteña del País (8)-, cosa que no creemos, podría ser
cazado por la figura precedente, aunque sería rara su captura con arco.
Otros restos de pigmento existen debajo del serpentiforme, posiblemente ya desde su origen
manchas o chorreados sin lectura. Eje máximo, 20,5 cm.
Fig. 7.-Sobre la supuesta cabeza de la figura anterior volveremos a hallar los restos de otra
figura enigmática, muy erosionada y rota en su centro por lo que hay un vacío de pintura de
(6) E.E. PACHECO: Prehistoria del solar Hispano. Orígenes del Arte Pictórico. Memorias de la Real Academia de Ciencias.
Exactas, Físicas y Naturales, Madrid, 1959, pág. 427, fig. 362.
(7) MESADO y HORNERO: Op. cit. nota l.
(8) N. MESADO: "Las pinturas rupestres de la <
Luncentum, VII-VIII, Alicante, 1988-89, págs. 35-56.
-126-
[page-n-129]
LAS PINTURAS RUPESTRES DEL ABRIGO DEL MAS DE BARBERA
11
3 cm. de separación. Se trata de un ancho trazo tremolado que apunta hacia la base, teniendo a
modo de dos cuernecillos en los extremos superiores, en donde su ancho llega a los 6,3 cm. Eje
máximo, 1O cm.
Fig. 8.-Corto trazo que pudiera prolongar, en sentido ascendente, la línea serpentifonne o
figura 6. Eje máximo, 6 cm.
Fig. 9.-Sobre una pequeña línea, ahora casi horizontal, que pudiera proceder o ser la prolongación de las figuras 6 y 8 (en cuyo caso podría tratarse de la representación de un suelo irregular ascendente, o menuda alcudia), se yergue un extraño arboriforme de cuya propia cepa nace
una corta rama que curva a la derecha y remata con un grueso botón a modo de hoja-flor, la cual
presenta dos delgados apéndices, casi paralelos, hacia el tronco, el cual asciende, ahora bastante
perdido por la erosión, no sin antes dejar, en su lado izquierdo, otro manchón redondo a la altura
de la «flor» primera. El «tronco» del arboriforme alcanza una cruz indefinida, tanto por saltados
del pigmento como por lavados erosivos, por lo que no estamos seguros de nuestra propia interpretación; pero algo no ofrece duda alguna: en la copa del árbol, a su izquierda, un cazador se
sostiene cogido a una especie de semicírculo cuya cuerda incide en la cumbre del vegetal, presentando un ensanchamiento a modo de «escoba» invertida, apreciándose un grupo de cortos
trazos verticales. Su pierna avanzada, encogida, apoya sobre dicho arboriforme, mientras su
mano izquierda sostiene, o blande, un gran arco simple mientras la pierna izquierda parece estar
en el aire.
El cuerpo de este pequeño cazador, de pésimo dibujo, apenas permite distinguir un pie triangular, el de su extremidad adelantada, y un cabello que pudiera adornar con plumas, figura que
adolece, como el conjunto del panel, de repetidos descostres por saltado, descomposición de la
caliza soporte, lavados y finas coladas. Son males endémicos de todo descubrimiento rupestre
sobre los que rápidamente, tras cada publicación, va a incidir la acción antrópica puesto que la
protección de un Arte europeo único o no llega o lo hace tarde, caso de las principales cavidades
de La Valltorta, como la «Cova del Cavall» declarada en 1924 Monumento Histórico Artístico y
hoy repleta de grafismos o «recordatorios» de excursionistas sin escrúpulos que han dado al traste
con unas escenas únicas.
INTERPRETACIÓN ICONOLÓGICA
En cierto modo este corto conjunto de figuras del Mas de Barbera parece tener unas lejanas
connotaciones formales con el Arte Rupestre del Neolítico Cardial, caso de la figura no 3, esa
especie de «falso» orante que alza los brazos, pero no en señal de oración o súplica, sino como
«monstruo» prehistórico, como queriendo impresionar o dar un impacto de terror. De no aceptar
tal sugerencia podría interpretarse, pensamos, más que como un «orante» como «Un grito», recordando una de las figuras (la de la derecha) de ese otro grito de impotencia, indignación y muerte
que es el «Guernica» de Pablo Ruiz Picasso; o la expresionista pintura de «El grito en el puente»,
de Georges Roault.
La lectura que tenemos en el paramento rupestre de Mas de Barbera parece ser la de un relato
roto del cual sólo quedan unos símbolos u palabras-objeto, al modo pictográfico, sin conexión
-127-
[page-n-130]
12
N. MESADO, E. BARREDA y J. ANDRÉS
aparente, por lo que no emana de los pictogramas una «lectura>> lógica. En modo alguno podemos
etiquetar el contexto simbólico-naturalista que nos ha llegado, dentro de un hacer cotidiano del
hombre Neolítico.
El corto panel horizontal se nos aparece como un muestreo de «rarezas»: un cazador levantando su arco sobre lo más alto de un arboriforme está haciendo, tan sólo, una exhibición, a no
ser que se refugie en un ejemplar casi onírico huyendo de ese trazo serpentiforme (no menos onírico) que nos extraña represente a un ofidio por lo rígido de su propio cuerpo, que un cazador filiforme pudiera flechar, aunque en el supuesto animal no ha impactado saeta alguna, cosa bien rara
pues en el lenguaje artístico de estos momentos las presas, de serlo, siempre aparecerán asaetadas.
Otras figuras-símbolos, sin duda el mayor aporte de esta balma al Arte Rupestre Levantino,
es el conjunto compuesto por la no 3 y 4. Dichas representaciones diríase que son formas sobrenaturales, elementos simbólicos o monstruos fantasmagóricos, posible mitomanía de esa fase tan
final del Arte Rupestre del Neolítico Inciso, inserta dentro del contexto de la Fase III de Remigia,
en un momento de simbologías, iconos inconexos o de difícil integración en una escena racional
como siempre acontece con la Fase II. Ambas figuras son las dominantes en el friso, a las que
acudirán de inmediato las miradas de cualquier espectador. Se trata, la no 3, de un temible monstruo de cabeza redonda que alza los brazos para hacer más eficaz su presencia. Su rabo irsuto y
en especial sus patas-garras no dejan lugar a duda. Pero aún es de más hermética lectura la figura
que tiene en su lateral izquierdo, la n° 4. Parece otro monstruo de cabeza igualmente esférica, a
no ser que se trate de un gigantesco abdomen de alguna especie de arácnido pues en su extremo
inferior, basal, se pintaron unas posibles mandíbulas en actitud de ataque; aunque un delgado
apéndice, oblicuo, surge de su lado izquierdo pudiendo indicar que, como la figura mayor, levantaba también los «brazos», ahora filiformes pese a ser el resto de la figura de voluminosa rnasa.
Por la degradación de la zona basal, no sabemos de donde emergen tan inquietantes representaciones. Teniendo en cuenta que es en esta pedrela o banco del retablo rupestre donde los
restos de pintura no llegan a individualizar figura alguna, habría que suponer que las manchas
que han alcanzado nuestros días hayan sido sólo eso, restregones de los propios pinceles o un
intento de dar una base firme (representación del suelo) a las figuras que se le superponen;
aunque es, también, por iniciarse aquí t:l peralte de la cavidad, la zona más erosionada por los
animales que buscan refugio en ella.
En el lado derecho del panel, dos animales igualmente oníricos (fig. 1 y 2), se contraponen:
un extraño potro y una especie de zorra o lobo en actitud de ataque, cuya cabeza no sabemos si
es de animal o de homínido. Creemos que ni su propio autor, con posibilidad mitógrafo, lo supo,
puesto que también le importaría poco, limitándose a plasmar en esta cárcava del Mas de Barbera
un mensaje pictográfico que hoy nos resulta bastante hermético.
En su conjunto el lenguaje artístico de la balma es el reverso de las Fases I y 11 de Remigia,
las cuales conllevarán un inmenso respeto hacia la fauna que se intenta copiar. En la Fase Ill, la
propia del Mas de Barbera, puede dominar sobre la realidad lo burlesco; las caricaturas son, también, normales, llegando al desprecio total de los cánones artísticos del arte del pasado, prueba
inequívoca de un debilitamiento de la inspiración. Ahora hay, como venimos comentando en
otros trabajos, un desprecio por las creencias anteriores y una clara reinterpretación (o «profanación») de ellas, siempre con una calidad artística menor, aunque a veces con claros atisbos sobrealistas, lo que hace no menos sugestiva esta última faceta del Arte Rupestre del Neolítico Inciso.
-128-
[page-n-131]
LAS PINTURAS RUPESTRES DEL ABRIGO DEL MAS DE BARBERA
13
Contemplando este «novedoso» panel del Mas de Barbera nos hace el efecto de estar ante un
paramento con exvotos en una de esas ermitas perdidas por esa agreste comarca de Els Ports, en
el que el único nexo entre ellos es el de su propio esoterismo, puesto que al lado de unas viejas
muletas existe un traje de novia o un recipiente de vidrio conteniendo una indefinida víscera
humana y cuyo nexo de unión está en la propia vida, ese grito continuado por existir. Ahora, en
el hombre del final del Neolítico hay un claro cambio del pensamiento, la mentalidad del pasado,
reflejada en esos totémicos animales estáticos de la Fase 1, toros/ciervos, siempre entronizados
en los paramentos más óptimos de los abrigos, por lo general en el interior de hornacinas dominantes (caso del gran bóvido de la Cava deis Cavalls), ha sido deliberadamente despreciada.
Igualmente acontecerá con las complejas escenas cinegéticas de la Fase II.
CONCLUSIÓN
Son escasos los abrigos levantinos que presenten animales pertenecientes a la fauna menor.
Cuando lo hacen, ésta suele ser, en la mayoría de los casos, poco definida. Ya hemos visto lo difícil
que resulta escrutar las figuras 1, 2 y 6 del Mas de Barbera. Para la primera tendríamos, en un abrigo
relativamente cercano, el de Rossegadors, cierto parecido con el »bichejo» que definimos como un
posible cánido o felino en la escena -no levantina- del Panel VIII; para la segunda, de tratarse de
la parte delantera de un équido, veremos, igualmente, lo lejos que queda del grupo de supuestos
potrillas del Racó de Nando, Benassal (9); e igualmente nos ocurre con la interpretación de la fig.
6, una posible serpiente o, tan sólo, la línea basal, ascendente, del «paisaje» sobre el que se desarrollan unas escenas cuanto menos anómalas, incluyendo la figura de más cómoda lectura: el
cazador que flecha el propio suelo de la balma, en la cercanía de la «cola» del supuesto ofidio,
cazador al que podríamos hallar cierto paralelo, tanto estilístico como formal, con el grupo bélico de
la escena más popular de Morella la Vella, a escasos kilómetros; aunque se trata de una de las representaciones más tipificadas de la fase fmal del Arte Levantino; pero, como hemos citado, con claros
paralelos con el cazador de «Peña del Escrito», en el que advertimos la misma técnica de disparo.
Otra composición, inconexa (?) en el contexto de las figuras del Mas de Barbera, será la del
cazador subido a la copa de un grandioso arboriforme que, con sus aspavientos, parece querer
llamar la atención; o, tal vez, se esté refugiando de esa gran serpiente cercana, portadora de muerte.
No ocurre lo mismo con otras representaciones de arboriformes, a veces posibles escaleras, caso de
la estación de «Los Trepadores», por más significativa, de Alacón, en las cuales si asciende algún
nativo lo hace por alguna causa justificada, generalmente la recolección de los productos naturales,
y no por el simple hecho de llamar la atención. La representación de árboles de gran porte en el
registro del Arte Neolítico, caso del arboriforme de Forcall, es muy escaso. En Castellón, pese a
contener los dos focos más importantes (Gasulla y Valltorta), es la primera vez que lo computamos.
En el caso del citado abrigo turolense de Los Trepadores, con escenas de recolección, monta,
y de los «posibles trabajos agrícolas», estaríamos, una vez más, y ahora en opinión del
Dr. Beltrán, «ante temas de carácter neolítico o, al menos, evidentes escenas de recolección» (10).
(9) A. GONZÁLEZ PRATS: Carta Arqueológica del Alto Maestrazgo. S.I.P., Trabajos Varios n.o 63 , Valencia, 1979, pág. 15 y
lám. IV.
(lO) A. BELTRÁN: Arte Prehistórico en Aragón. lberCaja, Obra Cultural, Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza,
Aragón y Rioja, Zaragoza, 1993, pág. 130.
-129-
[page-n-132]
N. MESADO, E. BARREDA y J. ANDRÉS
14
O
~'
20cm
- ~~ ; --
~. ~ · · · ··
'-i.'-l . .... , .
.(;. . ·, ,,.
......
,
••
1
:
'
~
e
- ·~--- "'"'
D
Fig. V.- Grupo de supuestos «orantes». Procedencia: Grecia, A y B; Chipre, C; Alicante,
D (Barranc de l'lnfern); y Castellón, E (Abric del Mas de Barbera, fig. 3).
-130-
E
[page-n-133]
LAS PINTURAS RUPESTRES DEL ABRIGO DEL MAS DE BARBERA
15
Y si todo ello es de por sí raro, no lo serán menos las novedosas «figuras de cabeza redonda»,
no 3 y 4, con los brazos en alto, que tanto podríamos interpretar, si se quiere, como «orantes» o
como monstruos oníricos de un relato mítico-legendario de nuestra prehistoria. La figura 3a
pudiera cubrir su cuerpo con una piel de oso. A este respecto, Chevalier y Gheerbrant nos dicen
que «Como todas las grandes fieras, el oso forma parte de los símbolos de lo inconsciente ctónico: lunar y por ende nocturno, pertenece a los paisajes internos de la tierra madre» (11).
Pero parece ser, ya lo hemos dicho, que la misión de tan novedosas representaciones en
nuestro panel rupestre sea la de impactar en el espectador indígena; quizás la representación de
la propia muerte a la que pudieran pertenecer, como reencarnaciones anímicas, los animales que,
en actitud de eminente ataque (en particular la fig. no 1), tiene enfrente, puesto que el zorro, de
serlo, en la mitología es símbolo del diablo, y en el Extremo Oriente toma un carácter satánico;
mientras que el caballo (fig. no 2), de serlo, es un animal ctónico-funerario.
De inclinamos por una «nueva» representación de «orantes» --en este caso la primera detectada en el septentrión del País-, su origen nuclear, como el de su propia Cultura, se viene detectando en el Mediterráneo Oriental. Así, Beltrán ha iniciado esta búsqueda dándonos a conocer
una figura de orante procedente del yacimiento neolítico chipriota de Kalavassos Tanta, «con
datación del V milenio» (fig. V, C) (12). Otras dos figuras de «orantes», sobre fragmentos cerámicos, hemos examinado en el Museo Nacional de Atenas (13). Se trata de las piezas inventariadas con los números 8774 y 8775. La primera (fig. V, A), trazada con una pigmentación negrorojiza, aparece sobre un fragmento de bol de cerámica delgada y superficie fma. Un antropomorfo, de líneas geométricas, presenta los brazos en alto. Su izquierdo, el único completo, remata
con tres dedos que siguen el estilo geométrico de la figura. La cabeza se representa por un grueso
círculo, recordando las del Arte del Neolítico Cardial alicantino (fig. V, D).
La segunda de las representaciones antropomorfas citadas (lám. V, B), aparece sobre un fragmento de cerámica basta, con desengrasante visible, presentando una figura esquemática en
relieve, la cual aparece «cortada» por lo que sería el tronco, que no presenta, con objeto de
sujetar, entre los relieves horizontales de los. brazos y las piernas, una soga que circunvalaría el
voluminoso recipiente. Este antropomorfo, con los antebrazos verticales, presenta las manos
abiertas, distinguiéndose los apuntados dedos. Llama la atención, sobre un mismo eje vertical, su
cuello-cabeza y su voluminoso pene. Tales piezas griegas aparecen expuestas en la vitrina no 50
de la sa Sala, con materiales Neolíticos (procedentes de Tesalia) y Premicénicos. Su cartela
(«NEOLITHIC FIGURINES FRON VARIDUS PLACES OF GREECE»), poco más dirá, posi. blemente por proceder de viejos fondos; pero por los recientes trabajos de Milojcic y Ceojaris,
sabremos que en Grecia el Neolítico Antiguo es del VI milenio, siendo del V el Neolítico Medio.
La curiosidad de estos dos fragmentos con temas figurativos es evidente, puesto que son los
únicos que los presentan dentro de un vasto conjunto de cerámicas con decoración geométrica.
Pero, volviendo a nuestro escenario rupestre, no olvidemos el parecido físico de estas balmas
geminadas con la visión frontal de un cráneo humano, auténtica personificación de la muerte y
su propio ideograma. La fosa «ocular» derecha, sin pinturas, no recibía en los días que las visitamos (meses de Abril y Mayo) la luz solar, por lo que la sombra es lo oculto y negativo; en
(11)
(12)
(13)
J. CHEVALIER y A. GHEERBRANT: Diccionario de los Símbolos. Editorial Herder, Barcelona, 1986, pág. 791.
BELTRÁN: Op. cit. nota 10.
SEMNI KARUSU: Museo Nacional. Guía Ilustrada del Museo. Ekdotike Athenon, S.A., Atenas, 1992, pág. 14.
-131-
[page-n-134]
16
N. MESADO, E. BARREDA y J. ANDRÉS
cambio la izquierda, con el panel pintado, bañaba su luz las propias pinturas. De ello, pues, pudiéramos sacar una lectura ya esbozada al principio: El Sol, en las creencias de todos los pueblos del
lejano pasado, es fuente de vida por ser símbolo de la fuerza creadora y de la energía cósmica;
símbolo, a su vez, de lo inmutable e inmortal, por lo que tal Astro pudo centrar unas primarias
creencias anímicas en las sociedades neolíticas.
Reconocemos lo hermético del «mensaje» que nos legó el pintor rupestre del Mas de
Barbera, posiblemente nada más lejos de esa interpretación que hemos querido realizar; pero creemos que estamos ante un relato simbolista, posiblemente el más claro, por hermético, de cuantos
de aquellos lejanos tiempos hayan alcanzado nuestros días; pero como en arte, con atisbos de
surrealismo, todo es posible y subjetivo, hemos querido intentar, pese a la gran profundidad cronológica que nos separa, un acercamiento a esas pocas figuras que, pese a ello, por el simple
hecho de encontrarse cerca de ese centro nuclear creativo que es Gasulla y Valltorta, presentarán,
dentro del registro temático «levantino», nuevos y sorprendentes motivos, enriqueciendo con ello
nuestro propio pasado.
Burriana-Morella, diciembre de 1995
-132-
[page-n-135]
LAS PINTURAS RUPESTRES DEL ABRIGO DEL MAS DE BARBERA
17
A
B
Lám. 1.- A: Panorámica del «cingle» con el abrigo estudiado. En su cima la ermita de Sant CristOfol,
y en el lado derecho el Mas de Barbera. El camino que se advierte es el de Forcall a Cinctorres.
B: Desde el abrigo, panorámica NE sobre el Caldés.
-133-
[page-n-136]
18
N. MESADO. E. BARREDA y J. A DRÉS
A
B
Lám. ll.- A: Vista S del enclave del Mas de Barbera.
B: Desde el abrigo con pinturas, panorámica SE.
-134-
[page-n-137]
LAS PINTURAS RUPESTRES DEL ABRIGO DEL MAS DE BARBERA
19
B
Lám. ill.- A: Visión frontal de los abrigos geminados.
B: Conjunto del panel rupestre con la escena estudiada.
-
135-
[page-n-138]
20
N. ME SADO, E. BARREDA y J. ANDRÉS
Lám. IV.- Detalle de las novedosas figuras de cabeza redonda, n° 3 y 4.
-
136 -
[page-n-139]
LAS PINTURAS RUPESTRES DEL ABRIGO DEL MAS DE BARBERA
21
A
B
Lám. V.- A: El cazador filiforme no 5. B: Detalle de la fig. no 9,
con el arquero en la cima del arboriforme.
-137-
[page-n-140]
[page-n-141]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XXII (Valencia, 1997)
Philippe liAMEAu* et Daniel VAll..LANT**
L' ABRI No 2 DE PIERRE ROUSSE (BEAUREGARD-BARET, DRÓME)
Résumé: L' abri no 2 de Pierre Rousse est un site orné de peintures schématiques au pied desquelles
un sondage a restitué du mobilier archéologique. La figure qui domine est la ligne brisée, caractéristique
des abris peints de la Drome. Plusieurs autres figures montrent un cas d'association de signes qui n'est
connu que dans une cavité peinte du Var. Le matériel lithique et céramique semble constituer les vestiges
d'un rituel assez proche des pratiques funéraires.
Resumen: El abrigo núm. 2 de Pierre Rousse (Piedra Roja) es una estación con pinturas esquemáticas. Un sondeo efectuado al pie de las pinturas ha proporcionado materiales arqueológicos. La figura
dominante es la línea quebrada, característica de los abrigos pintados de la Drome. Otras varias figuras
muestran un caso de asociación de signos que sólo se conoce en una cavidad ornada del Var. Los materiales líticos y cerámicos recuperados parecen constituir los vestigios de un ritual ligado a las prácticas
funerarias.
l. PRESENTATION
l.
LE SITE
L'abri no 2 de Pierre Rousse est un petit porche creusé au pied de la barre sommitale qui
surplombe le ravin de Tete d'Homme sur la commune de Beauregard-Baret (Dróme). Le site est
exposé au sud. La falaise mesure une cinquantaine de metres de haut et est composée des calcaires du Valanginien supérieur. L'altitude du site est de 750 m, au-dessus d' un talweg a 550 m
enviran. On y accede par un sentier étroit et escarpé qui s' écarte du chernin goudronné quelques
centaines de metres en arnont du Passage du Tour.
*
**
E.R.A. 36 du C.R.A du C.N.R.S., 14. av. Frédéric Mistral F83136 Forca!queiret.
SAVOIR, Le Logisson F07000 Saint-Julien en Saint-Alban.
-139-
[page-n-142]
2
Ph. HAMEAU et D. VAILLANT
o
KM
50
•
ABRI D'ESON
BAUME
•
LEVANT DU LEAUNIER
Fig. 1.- Localisation du site de Pierre Rousse et des trois abrís ornés
de lignes brisées du département de la Drome.
-
140-
[page-n-143]
L' ABRI N. o 2 DE PIERRE ROUSSE
3
Le porche proprement dit mesure 1O m de large et 8 m de profondeur pour une hauteur sous
auvent de 3 m. Devant cette partie couverte, un éboulis s' est formé avec les blocs tombés de la
falaise. Cet amas de pierres a du etre grossierement arrangé pour accro1tre la surface abritée et
constituer une limite autant qu'un moyen de canaliser le troupeau en cas de parcage des betes.
Les parois de l'abri sont de teinte grise. Elles sont orangées des que l'on sort du surplomb, accidentées dans la partie occidentale du pied de la falaise et lisses du cóté oriental. Les figures ont
été peintes sur support orangé uniquement tant accidenté que lisse. On les observe done a droite
et agauche du renfoncement. On compte deux autres porches a l'est de l'abri no 2, aux parois
également lisses et orangées, mais qui n'ont pas été omées.
2. LES PEINTURES
Les figures a 1' ouest de 1' abri sont résiduelles. Elles se sont estompées avec le temps et il
n' est pas évident que leur disparition soit dfie a une desquamation de la paroi. On en donne 1' inventaire par le tableau suivant.
Tableau A
n. fig.
description
tein tes
Pantone
hauteur
au sol
01
02
03
04
05
06
07
support
traces
traces
traces
traces
traces
traces
traces
?*
1,70m
1,70m
1,70m
1,20m
l,lOm
0,60m
0,60m
0
?
?
?
?
?
?
156U
* Les pigments sont trop absorbés par le support pour que 1' on puisse les
analyser avec le Pantone.
Les figures peintes a 1' est du renfoncement sont les plus completes bien que le support soit
fortement desquamé au-dessus et au centre du panneau. Les parois sont lisses a légerement striées
a la suite du frottement de la paroi par les blocs qui peu a peu s' en sont détachés. La paroi représente en quelque sorte un miroir de faille. Cette paroi est oblique a 2SO par rapport a la verticale
et est parcourue de plusieurs coulées de calcite, agauche du panneau notamment. Celui-ci représente une surface omée de 3 m de large sur 2,20 m de hauteur. L' inventaire des figures est donné
comme suit:
-141-
[page-n-144]
4
Ph. HAMEAU et D. VAILLANT
/
.- · . . . ·· ..
... . ..
A
___,.... .
)
J
PAROI :
y
~
o
GRISE
ORANGEE
3
Fig. 2.- Plan du site de Pierre Rousse. Localisation des sondages 1 et 2 et des deux zones ornées A et B.
-142-
[page-n-145]
L' ABRI N. o 2 DE PIERRE ROUSSE
5
A-B
C·D
o
m
3
Fig. 3.- Coupes de l'abri n• 2 de Pierre Rousse.
-143-
[page-n-146]
6
Ph. HAMEAU et D. VAILLANT
Fig. 4.- Transcription du panneau B de Pierre Rousse.
A: paroi desquamée.
B: dépots de calcite.
-144-
[page-n-147]
7
L'ABRI N.o 2 DE PIERRE ROUSSE
Tableau B
tein tes
Pantone
description
n. fig.
0
170U/
ponctuations disposées selon une forme
ovale
1775U/
traits borizontaux droits ou courbes et
02
ponctuation
1775U/1655U
signe scalariforme, signe en U et
03
ponctuations
1775U/
ligne brisée horizontale
04
1775U/
ligne brisée horizontale
05
1775U/
trait vertical et forme quadrangulaire
06
1775U/
trajt vertical et forme quadrangulaire
07
1775U/
trait oblique et figures non interprétable
08
1775U/
trait curviligne et traits verticaux
09
1775U/
signe en U
10
1775U/
figure non interprétable
11
1775U/
ligne brisée horizontale
12
1775U/
lignes brisées horizontales, ponctuation et
13
signe en U
1775U/
trait oblique
14
1775U/
ligne brisée horizontale sous une ligne
15
horizontale
1775U/
trait courbe
16
1775U/
série de ponctuations
17
156U/
support
01
dév. vert
dév. hor.
bauteur
au sol
13cm
17 cm
2,30m
14cm
24cm
2,05 m
19 cm
17 cm
1,90m
30cm
62cm
5,5 cm
20,5 cm
11,5 cm
1,75m
1,65 m
1,55 m
1,55 m
1,40 m
1,40 m
1,50 m
1,30m
1,05 m
1m
21cm
0,90m
0,80m
8cm
0,85 m
0,65 m
20cm
21cm
14cm
9,5 cm
5cm
7,5 cm
13 cm
6,5 cm
11 cm
11 cm
14cm
6,5 cm
3. LE CONTEXTE ARCHÉOLOGIQUE
Nous avons procédé aun sondage de 1,50 m de coté au centre de la zone abritée et un second
de 1 m x 1,50 m sous les figures de la paroi orientale.
Le premier n' a restitué aucun vestige archéologique. Nous 1' avons entrepris jusqu' a la profondeur de 0,60 m bien qu ' il ait été évident des le sommet de la couche 3 que nous atteignions
le niveau stérile immédiatement sus-jacent au substrat calcaire.
La stratigraphie relevée est la suivante:
l.
2a.
sédiment btun a gris tres pulvérulent
sédiment brun moyen melé de cendres
-145-
[page-n-148]
8
Ph. HAMEAU et D . VAILLANT
--.._.
•
•. J
Fig. 5.- l<'l~·~ 2,3 et4 du panneauB.
~a¡;.... ...,
Fig. 6.- Figures no5,6et7du panneauB.
-146-
[page-n-149]
L' ABRI N.o 2 DE PIERRE ROUSSE
9
J
-
1
Fig. 7.- Figures no 13, 15 et 17 du panneau B.
-147-
[page-n-150]
10
Ph. HAMEAU et D. VAILLANT
t
Fig. 8.- Figures n" 1, 9 et 8 du panneau B.
-148-
[page-n-151]
L'ABRI N.o 2 DE PIERRE ROUSSE
2b.
3.
11
sédiment brun tres clair tres compacté a l'ouest de la couche 2a, on observe une
lentille ou altement cendres et charbons
argile claire melée de petits graviers dans sa partie supérieure
Le deuxieme sondage montre un mélange de cendres, de quelques charbons de bois et d' une
matrice pulvérulente ou doivent se meler poussieres d'origine éolienne et humus. Les pierres de
modules divers, issues de la dégradation de la paroi, sont extremement abondantes. Certaines présentent des traces de rubéfaction voire se fracturent, sans doute pour avoir été au contact d'un feu
violent. L'hétérogénéité des sédiments supérieurs du sondage no 2 est peut-etre dile a des superpositions multiples de petites poches cendreuses, a des petits amas juxtaposés, et dont la texture
est trop lache pour permettre l'individualisation a la fouille. Ces sédirnents d'une puissance de
0,30 m environ reposent sur une couche brun clair tres compacte correspondant a la couche 3
observée dans le prernier sondage.
Le matériel archéologique a été recueilli dans la couche pulvérulente du sondage no 2.
Industrie lithique
Ont été mis au jour, une lamelle brute et treize lamelles retouchées, deux éclats bruts et
quatre éclats retouchés. Deux fragments d'une meme lamelle recollent. Le débitage lamellaire
par pression est le mode de débitage le rnieux représenté puisqu'il conceme 11 éléments sur 14.
Toutefois, certaines pieces débitées par pression portent aussi les stigmates d' enlevements par
percussion ; il s' agit sans doute plus de réfections de la table larninaire que de 1' existence de plusieurs stades d' exploitation du nucléus. Il n' apparait en effet aucune chronologie dans les modes
de débitage. Aucune des lamelles n'a fourni les preuves d'un traitement therrnique du nucléus initial. En revanche, les 6 éclats sont difficiles a replacer dans la cha!ne opératoire.
L'une des lamelles porte les traces d'un rnicropoli bifacial sur l'arete gauche et, moins évident, sur 1' arete droite. Le rnicropoli du bord gauche est typique du travail des végétaux et les
stries paralleles au bord pourraient indiquer un mouvement longitudinal. Le sciage est probable
(HELMER, 1983). L'examen au rnicroscope de toutes les pieces nous fait supposer l'utilisation de
quatre autres éléments lithiques, deux éclats et deux lames. Le rnicropoli y est trop peu développé
pour que 1' on puisse en tirer quelque conclusion.
Céramique
Nous avons retrouvé 20 tessons dont 2 bords et un fragment de carene légere. Nous estimons a 6 le nombre minimal de récipients. Aucune forme n' est reconstituable graphiquement.
On compte néanmoins un pot de petite taille (10,5 cm de diametre a l'embouchure), probablement une tasse, dont la levre est biseautée coté interne. La pate est cuite de far;on homogene jusqu'au coeur. Les épidermes ont une teinte beige et présentent un polissage soigné. Un second
récipient de taille moyenne (18 cm de diametre a l'embouchure) a sans doute une fonction culinaire, supposée par ses parois droites et sa panse épaisse. La pate grossierement dégraissée a la
calcite est cuite de fas;on homogene. La teinte noire des épidermes est rehaussée par un lissage
correct non suivi de polissage. Il n'y a pas de récipient de stockage. Les tessons expriment les
restes de 3 récipients de petite taille et 3 récipients de taille moyenne. C'est une vaisselle d'u-149-
[page-n-152]
12
Ph. HAMEAU et D. VAILLANT
o
3
50
Fig. 9.- Coupe stratigraphique du sondage 1 de Pierre Rousse.
¡t 10.5
.
.
-~
4
3
Fig. 10.- Matériel recueilli dans le sondage 2 de Pierre Rousse:
1 et 2 lames en silex, 3 perle en os, 4 céramique fine.
-150-
[page-n-153]
L' ABRI N. o 2 DE PIERRE ROUSSE
13
sage courant, tres fragmentée, ayant subi l'érosion de ses surfaces et meme de ses aretes, peutétre a la suite d'un séjour prolongé a l'air libre.
Parure
Il a été retrouvé une perle en os, fac;onnée sur une esquille que 1' on a biseautée puis polie.
La perforation a été faite a partir des deux surfaces. On note aussi un éclat de quartz hyalin de
1,2 cm de long.
Faune
On dénombre 27 os ou fragments osseux animaux dont 4 sont bríHés. Ces os présentent un
émoussé de leurs aretes et aucun ne porte de traces de découpe.
L'abri no 2 de Pierre Rousse constitue un nouveau jalon de l'art schématique postglaciaire
dans le sud de la France. Cette expression artistique est désormais connue dans une quarantaine
de sites dont l'analyse a permis d'exprimer les principales caractéristiques (HAMEAU, 1989).
Toutefois, c'est dans la Péninsule ibérique que les sites omés de telles figures sont les plus nombreux. L' emplacement du site n' est pas fortuit. Il répond a de nombreuses exigences, qu' elles
soient d'organisation des terroirs ou simplement de configuration du terrain. Les figures exprimées par la peinture sont issues d'un corpus restreint et répondent a une symbolique régie par des
lois rigoureuses. La connaissance de ces principes permet de formuler quelques hypotheses interprétatives. Le mobilier censément associé aux peintures donne quelques indications chronologiques sur celles-ci mais doit essentiellement permettre d' évoquer les pratiques cultuelles qui lui
sont liées.
II.
IMPLANTATION DU SANCTUAIRE
L'abri no 2 de Pierre Rousse est en position élevée. L'expression "sites remarquables" est
souvent employée pour exprimer la situation de tels sanctuaires mais elle ne correspond en fait
qu'a 17% d'entre eux. En revanche, la vue est dégagée vers le sud, de l'est a }'ouest, comme c'est
le cas pour 98% des sites peints. Cette exigence d'une orientation en fonction du soleil explique
que toutes les cavités d'une meme vallée ou d'une meme barre sommitale ne soient pas systématiquement choisies pour l'omementation. Elle nous rappelle l'orientation des dolmens. Bien
entendu, d'autres contraintes, de parois notamment, peuvent contribuer a la désaffection de certains abris.
La prédilection des Préhistoriques va en effet aux supports de teinte ocrée. Le toponyme
Pierre Rousse est a ce titre révélateur tout comme celui des Roches Rouges qui signale 1' abri
peint d'Eson (Pont-de-Barret, Dróme). La coloration est naturelle dans la plupart des cas.
Toutefois, 1' analyse des pigments a confirmé que la paroi grise de 1' abri A des Eissartenes (Le
Val, Var) a été badigeonnée d'ocre préalablement a la réalisation des figures (HAMEAU, 1995).
Le site de Pierre Rousse est picturalement un site de pied de falaise et non un abri au sens littéral du terme puisque les parois grises du renfoncement n'ont pas été omées. La zone abritée
n'a pas été occupée pour autant. C'est la une caractéristique des abris peints, réservés a l'art et
-151-
[page-n-154]
14
Ph. HAMEAU et D. VAILLANT
ses manifestations annexes, et éloignés des habitats. Bien que la prospection des abords de
l'abri n° 2 de Pierre Rousse ait été superficielle, la localisation du site nous laisse imaginer un
abri entouré de bois et éloigné des habitats permanents de la plaine et de leurs champs. Les abris
voisins de 1' abri peint ne présentent eux-m emes aucun remplissage ou mobilier susceptibles
d'évoquer une occupation des lieux fut-elle ponctuelle. Comme on le constate pour la plupart
des abris peints, Pierre Rousse était sans doute au coeur d'une zone prioritairement dévolue aux
activités cynégétiques. Le resserrement du vallan que constitue le Passage du Trou est
aujourd'hui encare le passage obligé du gibier vers les points d'eau en meme temps que le poste
d'observation des chasseurs.
111. ORNEMENTATION DU SANCTUAIRE
On ne peut pas tirer beaucoup d' enseignements des figures du panneau A, a 1' ouest de 1' abri.
11 est surprenant que certaines d'entre elles soient peintes si pres du sol a moins que celui-ci ait
été beaucoup plus basa l'origine. C'est peu probable. Le support se prete mal a l'extension des
figures mais il présente l'avantage de compartimenter celles-ci. Le meme découpage est observable pour les figures de l'abri d'Eson (Pont-de-Barret, Dróme) (HAMEAU, 1992).
Le panneau B offre en revanche de nombreux éléments a notre analyse.
Les peintures ont été réalisées sur un support en cours de desquamation, observation qui.
résulte de la position de la figure no 10. On constate par ailleurs qu'il y a peu de figures dont une
partie soit manifestement tombée en meme temps que le support. Les figures partielles ou difficilement reconstituables sont plutót, soit altérées par 1' érosion, soit masquées ou absorbées par le
concrétionnement. L'ensemble des figures a été réalisé semble-t'il au doigt avec un pigment de
meme nature (hématite ?) ce que traduit la régularité des observations chromatiques. 11 s'agit d'un
rouge carmin qui fonce peu en le mouillant (essai sur la figure no 3 uniquement). Seule la figure
n°1 s'écarte du groupe par sa teinte rosée.
La figure qui domine est la ligne brisée (o u zigzag) horizontale. Elle est simple dans trois
cas. Elle est triple, en un emboitement vertical, pour la figure no 13. Elle est ordonnée en fonction d'une ligne droite horizontale pour la figure no 15.
Ce motif est connu, sans etre fréquent, en Espagne ou existent meme des exemples de lignes
brisées emboitées (Covacha de Laborta ou Covacha de Barfaluy 1, province de Huesca). En
France, il constitue une des caractéristiques des sites peints du département de la Dróme puisqu'on le connait a Baume Ecrite (Pommerol), a l'abri d'Eson (Pont-de-Barret) et a la grotte du
Levant du Leaunier (Malaucene, nord du Vaucluse). Pierre Rousse est done le quatrieme site orné
de lignes brisées en meme temps que le plus septentrional du groupe. Les lignes brisées emboitées existent aussi a l'abri d'Eson (figure no 16 notamment) et les lignes brisées en pendentif
d'une ligne horizontale sont présentes a Baume Ecrite (figure e du panneau 1).
Ces figures se retrouvent encare sur les steles dites a chevrons de Provence et sur les plaquettes de schiste des structures sépulcrales collectives de la Péninsule ibérique. Leur association
ou leur substitution systématique au signe soléiforme nou~ ont amené a envisager une signification commune aux deux signes. Au sein d'un cycle philosophique dont les trois póles seraient la
Vie (active), la Mort et la Fécondité, la ligne brisée aurait un sens eschatologique (HAMEAU,
1989 et 1992).
-152-
[page-n-155]
L' ABRI N.o 2 DE PIERRE ROUSSE
15
Si cette fa~on d'exprimer picturalement la Mort est a mettre au compte des populations
préhistoriques de la Drome, d'autres signes et associations de signes élargissent l'aire culturelle.
En effet, Pierre Rousse partage avec la grotte Dalger (Ollioules, Var) la représentation du signe
scalariforme et du carré. Dans les deux cas, ces signes accompagnent d'autres figures dans une
relation que nous exprimons comme suit :
+
o
+~
•
+
+
D
+
•
+
1
o
PIERRE ROUSSE
GROTTE DALGER
La seule différence entre les deux associations de signes réside dans la derniere figure. ll
s'agit a Pierre Rousse d'un simple batonnet qui représente, a notre sens, la simplification extreme
du personnage masculin (HAMEAU, 1989). Par contre, la grotte Dalger exprime l'"idole", cet etre
plus connu par les statues-menhirs et autres dalles anthropomorphes, figurée sous une forme également simplifiée. C'est qu'il s'agit d'un art schématique, c'est-a-dire d'une expression ou les
figures réalistes sont transformées en de simples pictogrammes. Conformément a nos
hypotbeses, la disparité des deux chaines associatives viendrait de ce que Pierre Rousse place le
discours philosophique sur un plan terrestre tandis que la grotte Dalger met le sien --ou du moins
la partie du sien qui nous intéresse- au niveau supranaturel. Pierre Rousse a l'homme pour vecteur de son expression philosophique tandis que la grotte Dalger prend pour catalyseur de la
sienne un etre supérieur a l'homme.
De nombreux sites ornés, gravés ou peints, expriment l'existence de ces deux niveaux d'expression. Dans le détail, les deux formules associatives sont difficiles a interpréter. André Glory
pensait que le carré était la représentation d'une ciste (GLORY, 1948), c'est-a-dire d'un petit
coffre de dalles rocheuses a usage sépulcral. Henri Breuil voyait dans le signe scalariforme 1' "axe
du monde" (13REUIL, 1933/35), cette échelle dont beaucoup de mythologies expliquent I'existence pour aller de la terre au ciel. Cette explication, pour séduisante qu' elle soit et en quelque
sorte conforme a notre hypothese des deux niveaux sémantiques, n' est appuyée sur aucun agencement significatif des figures dans !'un et 1' autre site.
IV.
FREQUENTATION DU SANCTUAIRE
Les parois de Pierre Rousse portent peu de signes. Ceux-ci sont en apparence réalisés avec
le meme pigment. On n'observe aucun cas de superpositions. On ne peut done déduire l'intensité
-153-
[page-n-156]
16
Ph. HAMEAU et D. VAILLANT
de fréquentation du si te par 1' ornementation de la paroi. Le contexte archéologique est a ce titre
plus évocateur.
Le sondage au centre de l'abri lui-meme n'a restitué, ni matériel, ni indice du passage de
l'homme. La lentille blartchatre entre les couches 1 et 2b correspond sans doute a des fumiers animaux, fumiers que l'on pourrait attribuer a des chamois aussi bien qu'a des moutons ou des
chevres. Une occupation humaine -au sens d'habitat- merne ponctuelle, nous aurait d'ailleurs
surpris car nous n'en connaissons aucun exemple a proximité irnmédiate des peintures dans le
sud-est de la France. Une sépulture aurait pu, a la rigueur, s'y trouver.
Le matériel trouvé au pied du panneau B est intéressant.
La plupart des sites peints qui ont donné quelque mobilier archéologique sont attribuables a
un Chalcolithique régional antérieur au Campaniforme. Les pratiques liées aux peintures se poursuivent toutefois jusqu' aux débuts de 1' Age du Bronze comme le prouve la céramique retrouvée
aux abris Perret (Blauvac, Vaucluse) (HAMEAU, 1989).
On observe cependant pour certains sites les indices matériels d'une "tradition chasséenne".
L'abri no 2 de Pierre Rousse est de ceux-la. La finition de la céramique, le débitage des lamelles
a la pression sont deux traits culturels ordinairement attribués aux Chasséens. Nous n'en faisons
pas des indices chronologiques qui donneraient une datation haute aux peintures de Pierre
Rousse. Nous constatons simplement, une fois de plus, que les .expressions artistiques du
Chalcolithique ont leur genese au Néolithique moyen.
L' aspect de la céramique et de la faune nous fait penser que le mobilier est resté quelque
temps a l'air libre. Ce mobilier est tres fragmenté et rares sont les recollages possibles. A l'exception d'un fragment de lame a réserve corticale, seules les lamelles de "plein-débitage" sont
représentées. Les matériaux utilisés sont diversifiés. 11 semble done qu'il s'agisse d'un matériel
apporté et non d'un matériel réalisé sur place. C'est un matériel qui a été piétiné comme nous
l'indiquent les fines retouches, anarchiques et ponctuelles, relevées sur la plupart despieces lithiques (PROST, 1988) et l'état d'esquilles allongées par lequel nous parv:ient la faune. 11 est vrai
que 1' on pourrait assigner de tels faits a 1' action mécanique d' enfouissement des vestiges. Les
sédiments sont en effet remaniés et melés de pierres de différents modules. Parmi ces sédiments
nous avons relevé des cendres et de rares et minuscules charbons de bois. Nous avons de fortes
présomptions d'un lien entre ces matieres organiques brulées et le matériel d'autant que lafaune
et les pierres sorties du sondage ont manifestement subi 1' action du feu.
Ce mobilier partiel n' est pas nécessairement le témoignage d' une mauvaise conservation des
vestiges sur le site a la suite de leur abandon. La zone oii nous les avons trouvés a fonctionné
comme une fosse naturelle, délimitée et protégéé par les gros blocs de l'éboulis. Le matériel n'a
pu glisser sur la pente. En revanche, nous pourrions supposer qu'il s'agit d'objets dont la valeur
votive n'exige pas qu'ils soient représentés dans leur intégralité. On peut imaginer que ces objets
aient été brisés sur le site, en dehors de la zone ornée et done de notre sondage, ou en tout autre
lieu, et déposé au pied au pied des peintures dans un état fragmentaire.
La petite perle, le fragment de quartz hyalin, la thématique des figures, 1' orientation de 1' abri,
nous conduisent a la comparaison de ces restes mobiliers avec ceux que 1' on met au jour dans les
sépultures collectives contemporaines des peintures. Les lamelles et les éclats bruts, les lamelles
et lames retouchées et manifestement utilisées mais souvent brisées et partielles, les récipients
incomplets, sont autant de vestiges qui accompagnent les sépultures au meme titre que les armatures de fleches , poignards et autres haches palies. Si les derniers peuvent etre con<¡:us comme des
~154-
[page-n-157]
L' ABRI N.o 2 DE PIERRE ROUSSE
17
outils quotidiens, voire de prestige, propres a singulariser rindividu et l'accompagner dans l'audela, les éclats bruts et les tessons céramiques lui sont d'une utilité moins évidente. Sont-ce les
vestiges d'un rituel funéraire, les témoignages de pratiques que l'on réitere lors de chaque ensevelissement ? n nous est impossible de répondre précisément a une telle interrogation par le seul
mobilier de Pierre Rousse. Nous pouvons toutefois arguer d'un sens religieux a donner a ces vestiges partiels par la constatation de leur présence commune dans les sépultures et sur les sites
arnés.
BIBLIOGRAPHIE
BREUIL, H. (1933/35): Les Peintures schématiques de la Péninsule ibérique. Paris, Imp. de Lagny, 4 vol.
GLORY, A. ; SANZ-MARTÍNEZ, J.; GEORGEOT, P. et NEUKIRCH, H. (1948): «Les Peintures del' Áge du Métal
en France méridionale». Préhistoire, X, pp. 7-135.
HAMEAU, Ph. (1989): Les Peintures Postglaciaires en Provence (inventaire, étude chronologique, stylis-
tique et iconographique). Documents d' Archéologie
Fran~aise,
22, Paris, 124 p.
HAMEAU, Ph. et PACCARD, M. (1989): «Un nouveau témoin de l'art schématique postglaciaire : les abris
Perret (Blauvac, Vaucluse)».Bulletin de la Société Préhistorique Franr;aise, 86/4, pp. 119-128.
HAMEAU, Ph. (1991 ): «Las pinturas postglaciares del Sudeste de Francia». Revista de Arqueología, 127, pp.
26-37.
HAMEAU, Ph. (1992): «Trois nouveaux jalons de l'art postglaciaire entre Provence et Dauphiné». Bulletin
de la Société Préhistorique Franr;aise, 89/5, pp. 137-157.
HAMEAU, Ph.; MENU, M. ; POMIÉS, M.P. et WALTER, Ph. (1995): «Les peintures schématiques postglaciaires
dans le sud-est de la France: analyses pigmentaires». Bulletin de la Société Préhistorique Franr;aise,
aparaitre.
HELMER, D. (1983): «Les faucilles et les gestes de la moisson». In M.C. CAUVIN, (ed.): Traces d'utilisation
sur les outils néolithiques du Proche Orient. Table ronde C.N.R.S., 8-10 juin 1982, Travaux de la
maison de l'Orient, 5, Maison de l'Orient, Lyon.
PROST, D.C. (1988): «Essai d'étude sur les mécanismes d'enlevement produits par les fa~ons agriéoles et le
piétinement humain sur des sílex expérimentaux». In S. BEYRIES (ed.): Industries lithiques.
Tracéologie et technologie. Vol. 2. Aspects méthodologiques. B.A.R., 411, pp. 49-63 .
Note
Nous devons la découverte de ce site a nos amis Géraldine et Christian Lanthelme. Ont participé a l'intervention archéologique, M.Ch.Vaillant, A. Acovitsioti-Hameau, C. Chopin, S. Wallet, M . Delefosse et nousmemes. La municipalité de Beauregard-Baret a assuté notre hébergement. L'industrie lithique a été étudiée
avec C. Chopin.
-155-
[page-n-158]
[page-n-159]
ARCHIVO DE PREffiSTORIA LEVANTINA
Vol. XXII (Valencia, 1997)
Eva RIPOLLÉS ADELANTADO*
LA ERETA DEL CASTELLAR (VILAFRANCA): AVANCE A LA REVISIÓN DE
UN YACIMIENTO DEL BRONCE VALENCIANO
«El término de Villafranca tiene de sur a norte cerca de dos horas entre los de Benassal e
Jglesuela, y dos y media de oriente a poniente entre los de Ares y Mosqueruela: es el último del
Reino por esta parte, y análogo al de Ares, sembrado de montes o peñas con poca tierra, de modo
que apenas se cultiva el tercio, que se destina a granos».
Este párrafo de A.J. Cavanilles sirve para situar físicamente el yacimiento de la Ereta del
Castellar (Vilafranca del Maestrat) dentro del Alto Maestrazgo, siendo la zona un paso natural
hacia el interior de la Sierra de Gúdar (1), a la vez que comunica a través del Río Bergantes con
la zona del Bajo Aragón (2) (fig. 1).
El yacimiento se ubica sobre un abrupto espolón cuyas vertientes sur y este recaen al
barranco de La Fo~, que se une un poco más abajo al Riu Sec, y que es profundo y muy encajado
en esta zona. Hacia el norte el espolón es una continuidad de la elevada altiplanicie, por encima
de los 1.100 m. s.n.m., en la que se ubica en la actualidad el pueblo de Vilafranca.
Sus coordenadas U.T.M. son (3): 33 4 78 8.
Este espacio constituye una divisoria de aguas: hacia el sur el Barranc de la Fo~ se dirige
hacia el Riu Sec que a su vez desagua en el Riu Montlleó, afluente del Millars; hacia el norte
conecta con la cuenca del Río Bergantes que a través del Guadalope confluirá en el Ebro.
Su situación de área de paso queda evidenciada por las vías existentes en época romana, así
como por los numerosos caminos de ganado que desde los pastos de la alta montaña turolense se
dirigían a zonas de menor altura en época de frío (4).
*
Servei d'lnvestigació Prehistórica. C/ Corona, 36. 46003 Valencia.
Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, Población y Frutos del Reino de
Valencia. Vol. 1, segunda edición, Zaragoza, 1958 p. 117.
(2) G. RUIZ ZAPATERO: Los Campos de Urnas del noreste de la Península Ibérica. Tesis Doctoral 1983/85, Madrid, 1985,
(1)
p . 676.
(3)
(4)
A. J. CAVANILLES:
Hoja no 569 (Villafranca del Cid) de la Cartografía militar de España. E. 1:50.000. ¡• Edición, 1981.
F. ARASA: <
-157-
[page-n-160]
2
E.~POLLÉSADELANTADO
11
La Erala del Castellar
Cuencas hidrográficas
~
Fig. 1.- Mapa de situación del yacimiento.
-158-
Terrenos de cultivo
[page-n-161]
3
LA ERETA DEL CASTELLAR
'''
A1
''
.......__,
L..._,
\
\ \ ?e:.
1l
\ o~
\
\
f
H
o
/
"<7
o
\
\
[
r:
e
E
H.ll
H.lll .
A2
""')
-1f(?~
~o~
o......,
~
.............
o · """==_ __
1m. .
Fig. 2.- Planta del yacimiento según la publicación.
Las características de su situación son muy similares a las del cercano yacimiento de Les
Planetes (Mas d'En Serrans, Benassal) (5), ubicado en el mismo cauce del Riu Sec, con el que
también tiene bastantes puntos en común en cuanto a la tipología de los materiales.
Por tanto en el ambiente cultural que durante la Edad del Bronce se desarrolla en este espacio
físico, es donde intentaremos ubicar el yacimiento de la Ereta, dado que participa de los procesos
que se desarrollarán durante la Edad del Bronce en la zona del Alto Mijares, en tomo a la Sierra
de Gúdar (6).
EL YACIMIENTO Y SU PROBLEMÁTICA
El yacimiento de la Ereta del Castellar fue excavado en una corta campaña de verano en
1957, tras ser localizado fortuitamente hacia 1954 por el arqueólogo francés H. Prades (7). Se
excavaron inicialmente cinco cuadros contiguos de 1 m2 en la parte superior del yacimiento que
fueron ampliados posteriormente siguiendo las estructuras localizadas hasta configurar lo que
denominaron habitaciones I, II y III (fig. 2).
(5) A. GONZÁLEZ PRATS: <
(6) J.V. PICAZO MILLÁN: La Edad del Bronce en el Sur del Sistema Ibérico Turolense, 1: Las Materiales Cerámicos.
Monografías Arqueológicas del S.A.E.T., 7, Terne!, 1993.
(7) E. PLA: «Actividades del Servicio de Investigación Prehistórica (1956-60)>>. A.PL., IX, Valencia, 1961, p. 217.
-159-
[page-n-162]
E. RWOLLÉSADELANTADO
4
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
18.
19.
20.
21 .
22.
23.
24.
25.
26.
27.
28.
29.
30.
31 .
32.
33.
...___..._ _. 40 Km.
Ereta del Castellar (Vilafranca, Castellón)
Genó (Aitona, Lérida)
Sosa (Huesca)
Escondines (Mazaleón, Teruel)
Cabezo del Cuervo (Aicañiz, Teruel)
Cabezo Sellado (Aicañiz, Teruel)
Zafranales (Fraga, Huesca)
Masada de Ratón (Fraga, Huesca)
Cueva de los Encantados (Belchite, Zaragoza)
Moncín (Borja, Zaragoza)
Castellet de Borriol (Borriol, Castellón)
Castillo de Frías (Aibarracín, Teruel)
Sima del Ruidor (Aldehuela, Teruel)
Hoya Quemada (Mora de Rubielos, Teruel)
Les Planetes (Benassal, Castellón)
Peña de la Dueña (Teresa, Castellón)
Puntal de Cambra (Villar del Arzobispo, Valencia)
Pie deis Corbs (Sagunt, Valencia)
Les Raboses (Aibalat deis Tarongers, Valencia)
Vinarragell (Burriana, Castellón)
Torrelló d'Onda (Onda, Castellón)
Orpesa la Vella (Orpesa del Mar, Castellón)
Cabezo Monleón (Caspe, Zaragoza)
La Pedrera (Vallfogona de Balaguer, Lérida)
Lloma de Betxí (Paterna, Valencia)
Muntanya Assolada (Aizira, Valencia)
Mola d'Agres (Agres, Alicante)
Cabezo Redondo (Villena, Alicante)
Agullana (Lérida)
La Bartolina (Calatayud, Zaragoza)
lllescas (Calatayud, Zaragoza)
Monte Ardid (Aicañiz, Teruel)
Cabecico de la Heredad (Bordón, Teruel)
Fig. 3.- Mapa de ubicación de los yacimientos citados en el texto.
-160-
[page-n-163]
LA ERETA DEL CASTELLAR
5
Tras su publicación en 1968 por J. Arnal, H. Prades y D. Fletcher (8), quienes lo incluyeron
«en el conjunto de poblados de la denominada Edad del Bronce Valenciano», el yacimiento ha
pasado en la bibliografía como uno más de los muchos existentes.
No obstante, el yacimiento de la Ereta se ha considerado, dentro de los círculos de investigación en la zona, como un yacimiento de cronología avanzada, y de hecho así aparece en el
nuevo montaje de las colecciones del Museo de Prehistoria de Valencia.
En este artículo nos proponemos dar a conocer algunos de los resultados obtenidos del
estudio tanto de los materiales publicados como de los que se conservan inéditos en el Museo de
Prehistoria de Valencia, y que tuvimos oportunidad de revisar para su inclusión en nuestra Tesis
Doctoral (9). El ofrecer este avance se debe a que consideramos de sumo interés, en el contexto
actual de la investigación sobre la Edad del Bronce en Valencia, fijar los elementos que permiten
hablar con claridad de un encuadre cronológico para el yacimiento, sobre la base de comparaciones tipológicas, teniendo siempre presente el entorno físico y cultural en el que se encuentra.
A las conclusiones que más adelante avanzaremos han contribuido tanto la revisión desde
una perspectiva actual de los materiales ya publicados, como el estudio de los materiales inéditos,
de los que daremos a conocer una selección.
Destaca, en primer lugar, del yacimiento su posición física marginal respecto a los que
bibliográficamente se han venido manejando en los estudios del denominado Bronce Valenciano,
hecho que tal vez haya influido en la poca atención que tras su publicación se le ha prestado, a
pesar de que entre los materiales publicados existían elementos suficientes como para plantear
cuestiones de interés.
Así como los yacimientos más meridionales han sido objeto de polémica sobre su inclusión
o no dentro del círculo de influencia argárica, el yacimiento de la Ereta del Castellar, siendo uno
de los más septentrionales, no ha sido objeto de polémica alguna. Tal vez este hecho se deba a
que el límite norte del denominado Bronce Valenciano no cuenta con un referente tan definido
como la cultura del Argar (fig. 3).
De la lectura detallada de la publicación, deducimos algunas cuestiones que consideramos
de interés a la hora de realizar el estudio del material.
Parecen existir varios momentos de construcción en el yacimiento. La primera unidad la
constituirían lo que los autores denominan niveles 1, 2 y 3, el último de los cuales parece quedar
limitado por un enlosado de base al que se asocian los grandes vasos publicados, que según se
observa en las fotografías antiguas aparecen prácticamente en superficie, por lo que hay que
pensar en una desaparición de los niveles superiores bien por la erosión o por las labores agrícolas. La segunda unidad la constituiría fundamentalmente el nivel4 en el que habría que incluir,
según la publicación, los muros de arcilla, los muros de piedra en seco y una serie de depósitos.
El nivel 5 debe corresponder con la base o preparación del asentamiento, aunque se cita la aparición de algunos materiales.
Sin embargo existen muchos elementos poco claros que no encajan en este esquema general:
Los muros de arcilla y el muro C (de piedra en seco) que en la publicación se atribuyen al nivel
4, son los que delimitan las habitaciones en las que se ubican los grandes vasos con cordones del
(8) J. ARNAL, H. PRADES, D. FLETCHER: La Ereta del Castellar (Villafranca del Cid, Castellón). Serie de Trabajos Varios n°
35, Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación de Valencia, Valencia, 1968.
(9) Agradecemos al personal del S.I.P. y a su director por entonces, D. Bernardo Martí, las facilidades que nos dieron para
el estudio del material.
-161-
[page-n-164]
6
E. RIPOLLÉS ADELANTADO
nivel superior (nivel 1); por tanto o bien los muros de arcilla no son exclusivamente del nivel 4
o la atribución de los vasos del nivel superior a las diferentes habitaciones se hace a posteriori. A
esta falta de claridad contribuyen algunos detalles como que en el cuadro 5 el muro de arcilla
tiene unos 45 cm. de altura, según la publicación, mientras que el nivel 4 del mismo cuadro solo
tiene 35 cm. de potencia. También se comenta que los muros de arcilla no parecen del momento
inicial de la construcción, puesto que el piso del nivel 4 pasa por debajo de ellos.
Del muro de piedra en seco (muro e) comentan: «... parece más reciente. Da la sensación de
que hubo un muro muy antiguo que fue reparado posteriormente».
Nos parece sin embargo que la construcción del muro de piedra es anterior a la ubicación de
los depósitos, que tal vez coincidirían con la construcción de los muros de arcilla. Esto es lo que
parece desprenderse tanto de la observación de las fotografías antiguas (lám. m, 4) en las que el
depósito se ve apoyado sobre el muro de piedra, como de algunos comentarios de la publicación,
cuando se habla por ejemplo del Depósito T.2: «Detrás de las piedras antes citadas hay otras dos
puestas de canto y apoyándose sobre el muro e que fue modificado, por no decir destruido para
ello». También en el Depósito T.3 señalan: «está protegido por múltiples piedras, muchas de las
cuales se apoyaban sobre el muro de piedra en seco». En el Depósito T.4 se dice: «Está protegido
el depósito por seis piedras groseramente dispuestas en círculo, dando la impresión de que el vaso
principal se colocó sobre el nivel 4, ligeramente excavado para asegurarle equilibrio, reforzándolo, además, con gruesas piedras alrededor».
Por otra parte el análisis del material también apoyaría esta idea, ya que como veremos es en
los niveles superiores y en los conjuntos formados por los depósitos donde se localizan los materiales que denotan cronologías más avanzadas.
En la Ereta la planta publicada muestra una estructura de habitación rectangular delimitada
por muros de arcilla. Al describir estos muros se dice: « ... no es un simple bloque de arcilla, pues
contiene en la masa cierto número de piedras medianas dispuestas sin orden aparente ... ». El muro
A y E crean una zona de paso a un espacio interior limitado por un murete medianero (muro B)
que según se señala está enlucido en los laterales y la parte superior, y que tiene unas dimensiones
de 30 cm. de ancho por 2 '90 m. de largo y 45 cm. de altura. Este murete crea un pasillo entre su
extremo norte y el muro e (de piedra) que comunica con lo que denominan Habitación II, separada a su vez también mediante un muro de arcilla (muro F) de la Habitación m.
Entendemos que al menos la habitación I y II debieron de crear una unidad, funcionando la
primera como espacio de vivienda y la segunda como espacio de almacenamiento (presencia de
grandes vasos), en el supuesto de que los grandes vasos de almacenamiento aparecidos puedan
relacionarse con estos muros de arcilla.
Todos los materiales que podemos considerar por sus dimensiones como de almacenaje, se
concentran en los espacios de las habitaciones II y III, según la publicación y las referencias de
los materiales revisados, con lo cual tanto si el espacio quedaba definido por los muros B y F del
nivel N como si no, la zona debió ser sin lugar a dudas un espacio de almacenamiento, ya que
se documentan al menos cuatro recipientes en un espacio de 1 '60 x 1 '60 m. comprendido entre
el muro B y F, y ocho entre el muro F y el final de la excavación. Hay que tener en cuenta que
los diámetros máximos de los recipientes exceden en algunos casos los 50 cm., con lo que el
espacio disponible de paso sería mínimo. El carácter de espacio de almacenamiento queda evi-162-
[page-n-165]
LA ERETA DEL CASTELLAR
8
7
1
1
1
1
\-1.1
1
1
Fig. 4.- Dispersión de los recipientes de almacenaje que conservan referencia de ubicación
sobre la planta de las estructuras localizadas en la excavación.
denciado por la capacidad de los recipientes, que hemos calculado en torno a los 120 Kg de grano
para los más grandes (10) (fig. 4).
Respecto a otros elementos constructivos a destacar, estaría la mención que se hace en la
habitación 11 de la presencia de adobes, aunque no sabemos si se refieren a fragmentos de pellas
de barro o a auténticos adobes. Hay que tener en cuenta que la primera referencia clara a construcción con adobes en la zona de Castellón es la del yacimiento de Vinarragell-11 (11), poblado
del Bronce Final 11 (12), según la secuencia establecida por M. Gil-Mascaren, que en fechas próximas al 700-600 a.C. entra en contacto con los Campos de Urnas del Hierro (13).
(lO) El cálculo experimental para la conversión de volumen a peso (l Kg.= 1.225 l.) lo hemos realizado con trigo · actual,
cuya densidad no es equivalente a la del trigo prehistórico ni por supuesto a la cebada. Este cálculo difiere aproximadamente en un
kilo respecto a la equivalencia establecida en el s. XV en Aragón: 1 Pie cúbico (16.841.)=1 Arroba ponderada (12.629 Kg.) .
P. LARA IZQUIERDO: Sistema aragonés de pesos y medidas. La metrología histórica aragonesa y sus relaciones con la castellana. Colección básica aragonesa 45, Ed. Guara, Zaragoza, 1984.
(11) N. MESADO, O. ARTEAGA: Vinarragell (Burriana, Castellón). Serie de Trabajos Varios no 61, Servicio de Investigación
Prehistórica de la Diputación de Valencia, Valencia, 1979.
.
(12) M. GIL-MASCARELL BOSCÁ: <
no 1, Valencia, 1981 p. 31.
(13) La nomenclatura que vamos a utilizar al referimos a cuestiones de cronología sigue la que se maneja para la zona de
Aragón y Cataluña, basada por su parte en el modelo tripartito utilizado en la zona francesa (Guilaine, 1972) con sucesivas modificaciones (Ruiz Zapatero, 1985; Rodanés Vicente, 1992; J.L. Maya, 1992):
Bronce Final 1 o Bronce Reciente- 1250-1100 a.C.
Bronce Final II- 1100-900 a.C. (Campos de Urnas Antiguos).
Bronce Final IIIA - 900-800/750 a.C.
Bronce Final IIIB - 800/750-650 a.C.
-163-
[page-n-166]
8
E. RIPOLLÉS ADELANTADO
No obstante también se señala la presencia de adobes, aunque no con mucha claridad, en los
yacimientos de Orpesa la Vella (Orpesa, Castellón) y Torrelló d'Onda (Onda, Castellón). En el
primero se citan en el N.ill, nivel que debe ser posterior a la primera ocupación del yacimiento,
posterior por tanto al 1260±70 a.C., y que los autores llevan el final incluso hasta el s. X a.C. En
el Torrelló se señala la presencia de fragmentos de adobes mal cocidos en la cimentación de la
vivienda A (Cuadro Q-2, N.II); la fecha de C14 (1315 a.C.) se tomó por debajo de este nivel, y
el autor lo sitúa a finales del II e inicios del I milenio (14).
Adobes sobre un basamento de piedra se utilizan en la construcción de yacimientos como La
Pedrera Ila (Vallfogona de Balaguer) o Cabezo Monleón (Caspe), con cronologías que están en
tomo al Bronce Final ID (950-9001750-700 a.C.) (15).
Otros elementos de construcción interesantes son restos de barro con improntas de acanaladuras paralelas en el interior que corresponden a fragmentos de ángulos, en algunos casos con
restos de cal.
La construcción de muretes ·de barro, como los localizados en la Ereta, suele ser habitual en
yacimientos del Bronce Pleno, tal como se documenta por ejemplo en el yacimiento de la Hoya
Quemada (16). También plantas rectangulares bien definidas, como se observa en los dibujos
publicados de la Ereta del Castellar, quedan bien documentadas en el Bronce Pleno (Muntanya
Assolada, LLama de Betxí, entre otros) (17), a la vez que recuerdan a la serie de yacimientos que
en tomo al 1100 a.C. se desarrollan en las confluencias de los ríos Cinca y Segre, en el llano
oscense y leridano (18). Yacimientos como Carretela y Genó en Lérida y Masada de Ratón o los
Zafranales en Huesca se ubican en espolones sobre el valle de un río, ubicación muy similar a la
de la Ereta, o en montículos que dominan los llanos próximos, muy adecuados para el cultivo
cerealista. Estos yacimientos parecen marcar claramente el desarrollo de un urbanismo estable en
la zona, a la vez que se inicia una territorialización con el establecimiento de límites entre diferentes clanes y tribus (19), proceso que se verá intensificado con la llegada de los primeros
Campos de Urnas (20).
(14) F. GUSI JENER: «Excavaciones en el recinto fortificado del Torrelló d'Onda (Castellón)». Cuadernos de Prehistoria y
Arqueología Castellonense, 1, Castellón, 1974, pp. 19-62. F. GUST JENER: «Ürpesa la Vella, Orpesa (La Plana Alta)>>. Membries
Arqueolbgiques a la Comunitat Valenciana 1984-85, Valencia, 1988, pp. 152-154.
(15) RUIZ ZAPATERO: Op. cit. nota 2 , t. l., pp. 295-31 l. A. BELTRÁN, A. ÁLVAREZ: <
6, Zaragoza, 1987, p. 67.
(16) F. BURTLLO, J. PICAZO: El poblado del Bronce Medio de la Hoya Quemada (Mora de Rubielos, Teruel). Seminario de
Arqueología y Etnología Turolense, Colegio Universitario de Teruel, Teruel, 1986.
(17) M".J. DE PEDRO: Modela tradicional y nuevas evidencias sobre los poblados del Bronce Valenciano: La Muntanya
Assolada (Alzira) y La Llama de Betxí (Paterna). Tesis Doctoral, inédita, Valencia, 1995. B. MARTÍ OLIVER, M'. J. DE PEDRO MTCHÓ:
<
(18) J.L. MAYA: <
<
(19) J.L. MAYA GONZÁLEZ: «Primera Edad del Hierro>>. Historia de España, Tomo 1, Cap. 4. Ed. Planeta, Barcelona, 1990,
pp. 295-378.
(20) E. JUNYENT, A. LAFUENTE, J.B. LÓPEZ: «L'origen de !'arquitectura en pedra i J'urbanisme a la Catalunya Occidental>>.
Cota Zero, 10, Barcelona, 1994, pp.73-89.
-164-
[page-n-167]
LA ERETA DEL CASTELLAR
9
ESTUDIO DEL MATERIAL
El yacimiento de la Ereta del Castellar, tanto por el conjunto general de los materiales como
por algunos elementos aislados, resulta de sumo interés para entender el tránsito entre el final del
Bronce Pleno y el Bronce Final.
En el estudio de los materiales, tanto los publicados como los que permanecían inéditos en
los fondos del Museo de Prehistoria, hemos intentado separar, siempre que ha sido posible, los
que por localizarse juntos, depósitos, o por conservar la referencia de excavación pueden ayudar
a su ubicación cronológica. No obstante, dado que las referencias estratigráficas no suelen ser
claras, serán las asociaciones de materiales en los denominados depósitos las que nos sirvan
como referencia válida.
En los materiales revisados se mantenía como unidad la numeración de los cajones, suponemos que según el orden de recogida, que hemos mantenido de cara a que pudiesen responder
a proximidad física del material. En algunos casos había referencias a su ubicación espacial, bien
cuadros o cabañas, y en menos ocasiones a estratigrafía.
Del material ya publicado hemos dibujado las piezas que consideramos más interesantes y
que pudimos manejar sin dificultad, a la vez revisamos todo el bloque de materiales que se conservaban en los almacenes y que nos ha permitido reconstruir el perfil de 62 formas, de las cuales
presentarnos las que consideramos más significativas, a la vez que también se muestran algunos
fragmentos destacados.
Dentro de los vasos de perfil sencillo abierto predominan los de tendencia troncocónica, en
algunos casos con el borde marcadamente exvasado, que no presentan decoración. Se ha reconstruido el perfil de 23 piezas.
Las formas sencillas de perfil cerrado son algo más escasas, hemos reconstruido el perfil de
5 piezas, todas sin decoración.
Las formas de perfil en <
Los carenados presentan una tipología bastante variada, habiéndose reconstruido el perfil de
15 piezas, todas sin decoración.
Por lo que respecta a los elementos de prensión predominan las asas anulares sobre las asas
en cinta, siendo también importante la presencia de mamelones sobre cuencos de perfil sencillo.
Aunque como hemos señalado predomina la decoración plástica, aparece algún fragmento
con decoración incisa en zig-zag, impresa y acanalada.
Consideramos que una constante en este yacimiento es la perduración de formas del Bronce
Pleno que aparecen junto a otras ajenas al contexto formal de dicha etapa en la zona, aunque la
falta de claridad en la estratigrafía no nos permite definir si se debe a la existencia de varios
niveles de ocupación o a pervivencias de elementos del Bronce Pleno en un momento más avanzado. Esta pervivencia o mezcla de formas parece darse en lo que los excavadores denominan
nivel 4, quedando bastante claro que tanto los materiales de los depósitos como los que se localizan en los niveles superiores forman un conjunto bastante uniforme.
.
Una de las características más significativas del yacimiento son las decoraciones plásticas
que se centran en cordones aplicados, sobre todo lisos, de sección triangular en la mayoría de los
casos, o en asociaciones de cordones y mamelones (fig. 5). Estas decoraciones se desarrollan
-165-
[page-n-168]
10
E. RIPOLLÉS ADELANTADO
L'
<)
"
~
Q
~
- .- - -.
CJ
·\ .
~
i
i.
i
i
1
1
j
!
1
1
i
!
1
:::L _
_
"1
1
1
-4 -
-
a
Fig. 5.- Los núms. 1 y 3, materiales procedentes de la revisión de fondos (Cabaña m, Cabaña ID/capa 1);
el núm. 2, ya publicado (Habitación TI, nivel 1).
-166-
[page-n-169]
LA ERETA DEL CASTELLAR
11
sobre grandes recipientes de almacenaje de perfil en «S», excepto en algún caso en que aparecen
sobre formas de tendencia cerrada. Según los datos de la excavación se localizan en los niveles
superiores, apoyadas sobre un enlosado que sella el nivel donde aparecen los denominados depósitos, con lo cual su cronología debe ser posterior a la que apuntan los materiales de estos depósitos.
Las decoraciones plásticas, tal como ya señaló Tarradell (21 ), son frecuentes en yacimientos
de la zona norte de Valencia como Pie dels Corbs (Sagunt) (22), Les Raboses (Albalat dels
Tarongers) (23), Peña la Dueña (Teresa) (24) o Puntal de Cambra (Villar del Arzobispo) (25)
entre otros, si bien en estos casos suelen ser cordones impresos que desarrollan motivos en guirnalda fundamentalmente. También se localizan profusamente este tipo de decoraciones en yacimientos próximos de la zona de Teruel, donde los recientes trabajos muestran una tradición que
desde el Bronce Antiguo se desarrollará hacia el Bronce Pleno en decoraciones barrocas. Esta
tendencia a la aparición de decoraciones barrocas se observa perfectamente en el yacimiento de
la Hoya Quemada, donde se localizan formas muy similares a las de Ereta. En un caso aparecen
cordones lisos, y en otro cordones impresos peribucales asociados a mamelones que recuerda
también a una pieza de Ereta (fig. 6, 4), aunque diferente en la forma (26). Sin embargo se
observa en el Torrelló d'Onda una pieza idéntica a la que hemos mencionado de la Hoya
Quemada que se localiza por encima del nivel datado en 1315 a.C. (N.II) (27). También aparece
una pieza muy similar en el yacimiento de Sosa I (Huesca) datado en el Bronce Medio Reciente
o Bronce Final I.
La pieza de Ereta bien podría ser una evolución de este tipo de formas que serán frecuentes
después en contextos de C.V.
En el yacimiento del Cabezo del Cuervo (28) también se documentan materiales con decoración de cordones lisos sobre grandes recipientes de almacenaje, aunque no podamos ver su
forma, muy similares a los de Ereta. También en el yacimiento de la Cueva de los Encantados
(Belchite, Zaragoza) (29), se dan paralelos muy claros, tanto por la decoración plástica en
grandes recipientes de almacenaje como por la presencia de algunas carenas y una punta de
flecha de metal idéntica a la localizada en la Ereta. Su cronología, a pesar de la falta de estratigrafía, podría ser similar a la de la Sima del Ruidor (1230±50, 1090±50 a.C.) (30), dada la similitud de sus formas carenadas.
(21) M. TARRADELL: <
Arqueologfa de Valencia, 6, Miscelánea Perico!, Valencia, 1969, p. 26.
(22) TARRADELL: Op. cit. nota 21, lám. V.
(23) E. RIPOLLÉS ADELANTADO: <
(24) J. ALCÁCER: «Dos estaciones argáricas en la región levantina». Archivo de Prehistoria Levantina, 2, Valencia, 1945, pp.
151-163.
(25) J. ALCÁCER: <
(26) PICAZO: Op. cit. nota 6, p. 113, fig. 77 (Hq 21).
(27) GUSI: Op. cit. nota 14, lám. XV.
(28) J.A. BENAVENTE SERRANO: <
(29) 1. BARANDIARÁN MAESTU : <
(30) F. BURII.LO MOZOTA, J.V. PICAZO MILLÁN: <
-167-
[page-n-170]
12
E. RIPOLLÉS ADELANTADO
J)
1
1
1
1
1
i
i
1
1
'
l
, --- . ___ __ _
JI
--- -- -- - --- - - - --
-®-
__ ,-'
2
',
4
Fig. 6.- Los núms. 1, 3 y 5, materiales ya publicados (Depósito T.6/nivel 4, 2" sondeo/nivellll,
Depósito T.S/nivel 4); los núms. 2 y 4, procedentes de la revisión de fondos (Depósito T.6, carré 1-2 aut).
-168-
[page-n-171]
LA ERETA DEL CASTELLAR
13
Cordones lisos finos, similares a los de Ereta, se localizan en yacimientos de cronología
Bronce Final, asociados a cordones impresos (31) o sogueados, típicos de los C. U. del Hierro. En
el poblado de Mola (Tarragona) (32) aparece una forma lisa similar a la publicada de la Ereta (fig.
6, 4) que suele ser frecuente en yacimientos de esta cronología, junto a cordones lisos y decoración de círculos impresos que también aparece en un fragmento de Ereta. En Agullana se localizan también formas similares a ésta, así como formas en «S» exvasadas y de base plana muy
próximas a las de Ereta con una cronología en tomo al 750-500 a.C. (33).
Ruiz Zapatero habla de que podrían diferenciarse los cordones de C.V. de los del Bronce
Medio de tradición local en que los últimos son cordones pellizcados y no aplicados, más gruesos
y de sección trapezoidal, mientras que los de C.V. son siempre aplicados (34). En el caso de la
Ereta son cordones aplicados y finos, casi de sección triangular, pero este tipo de cordones sí se
documentan en el Bronce Pleno en la zona. Al hablar de los diseños dice que suelen ser cordones
peribucales o cordones paralelos y en zig-zag que recorren toda la vasija, no obstante este tipo de
diseños, aunque escasos, también se documentan con anterioridad. Lo que sí parece claro es que
los cordones lisos suelen ser bastante escasos en contextos de Bronce Pleno, donde predominan
los cordones impresos, mientras que en Ereta, aun existiendo cordones impresos, las vasijas más
características presentan decoración a base de cordones lisos.
En todo caso esta decoración plástica sobre recipientes de almacenaje, dada la presencia de
claros paralelos en yacimientos de la zona con cronología del Bronce Pleno, hace que haya que
entender este tipo de decoración como el desarrollo final de una rica tradición local anterior que
desde la zona del Jalón, con yacimientos como La Bartolina e lllescas (35) se extiende hasta las
serranías turolenses en yacimientos como Castillo de Frías (Albarracín) (36) y la Hoya Quemada
hasta alcanzar los rebordes montañosos del Sistema Ibérico en Valencia (Puntal de Cambra, Peña
la Dueña, Les Raboses, Pie dels Corbs), y que quizá en los momentos finales del desarrollo del
Bronce Pleno y en contactq con nuevas influencias se decanten más hacia desarrollos decorativos
que recuerdan, por la proximidad de los cordones, acanalados verticales, o a desarrollos en zigzag, que aunque presentes en momentos anteriores son bastante escasos.
Dentro de las formas de perfil en «S», las ollas ovales con cuello cerrado y asas (fig. 6, 3)
que en el yacimiento del Pie dels Corbs (Sagunt) podrían corresponder a un Bronce Pleno (37),
aquí aparecen en un caso al menos claramente asociadas a otras formas que evidentemente en la
zona no pueden vincularse al Bronce Antiguo/Pleno (recipiente de almacenaje de perfil entrante,
con base plana y cordones), aunque sí se documentan sin embargo en contextos antiguos en la
zona catalana con diferente desarrollo decorativo (38).
(31) N. MESADO OLIYER: Vinarragell (Burriana, Castellón). Trabajos Varios del S.I.P, no 46, Valencia, 1974, lárn. XVll, 5.
(32) J. MALUQUER DE MOTES: <
Praehistorica Hispana, vol. 1, Madrid, 1958, tabla VID, 21 , 107.
(34) RUIZ ZAPATERO: Qp. cit. nota 2, pp. 797-798.
(35) A. GIMENO, M'.P. GALINDO: <
(36) P. ATRIÁN JORDÁN: <
(38) M.A. PETIT MENDIZÁBAL: Contribución al estudio de la Edad del Bronce en Cataluña (Mares, Vallés oriental, Vallés
occidental, Maresme, Barcelonés, Baix Llobregat). Tesis Doctoral, Barcelona, 1985.
-169-
[page-n-172]
14
E.RWOLLÉSADELANTADO
---'
JQ
2
-@-
i
1
i
i
i
1
i
i
i
i
___ _j _____ _
•
Fig. 7.- Los núms. 2, 3, 4 y 6, materiales procedentes de la revisión de fondos (Cabaña 111/capa 1,
sin referencia clara, Cabaña 11, Cabaña 11);1os núms. 1 y S, ya publicados (Depósito T.3, cuadro 4/nivel4).
-170-
[page-n-173]
LA ERETA DEL CASTELLAR
15
Formas muy similares a éstas aparecen en la Sima del Ruidor (Aldehuela), que en la zona de
Teruel es un yacimiento de cronología avanzada, aunque parecen tener su precedente en el yacimiento de la Hoya Quemada (39). También se encuentran en este yacimiento piezas de tendencia
abierta y ligero perfil en «S» muy similares a una de la Ereta (fig. 7, 184).
Otra pieza a destacar dentro de las formas de perfil en «S» es un pequeño vasito de borde
claramente exvasado (fig. 6, 194) que encuentra un paralelo muy próximo en el yacimiento de
Monte Ardid (Alcañiz) en un ambiente cultural de los C. U. del Hierro (40). Aparecen también en
este mismo yacimiento bordes biselados, de los que se localizan en Ereta dos ejemplares (fig. 9,
302 y 392).
En cuanto a las formas carenadas, aunque encontramos algunas que se vinculan perfectamente con las habituales en el Bronce Pleno (fig. 8, 164) incluso avanzado (41), en general se
alejan de los tipos carenados que aparecen en yacimientos como la Hoya Quemada o Torrelló
d 'Onda, con fechas que alcanzarían hasta un 1300 a.C. aproximadamente, por cuanto éstas son
piezas mayoritariamente planas en las que el exvasamiento bastante marcado de la parte superior
del cuerpo es progresivo desde la línea de carena, mientras que en la Ereta encontramos piezas
en las que el exvasamiento no tan pronunciado se sitúa a nivel del borde, teniendo la parte superior del cuerpo una tendencia recta (fig. 8, 18 y 52), conectando de esta manera con yacimientos
situados más al norte como Masada de Ratón o Sosa I (Huesca), en las confluencias de los ríos
Cinca y Segre. En estos yacimientos se localizan también, al igual que en los Zafranales (Huesca)
o en el yacimiento de Genó (Lérida), formas carenadas de tendencia bitroncocónica y borde exvasado con las que podríamos relacionar una de las piezas publicadas de la Ereta (fig. 8, 9), que
tiene además un paralelo próximo en el yacimiento de Orpesa la Vella (Castellón) cuya referencia
de excavación (C.4, E.III) hace que haya que situarla con posterioridad a la fecha publicada de
1260±70 a.C. (42).
Otra forma de interés dentro de los materiales revisados de la Ereta es una fuente de carena
alta (fig. 7, 134) que podría encontrar paralelos en yacimientos como Cabezo del Cuervo o
Cabezo Sellado (43), situados al norte en las cuencas del Guadalope y Regallo. Estos yacimientos
parecen tener una dinámica común, en cuanto a que son yacimientos que con un desarrollo anterior reciben influencias de Cogotas I y de los C.U. antiguos (44), mostrando así el tránsito entre
el Bronce Medio y el Bronce Tardío (45). En el Cabezo del Cuervo, si bien en las recientes excavaciones no se ha documentado en estratigrafía los niveles correspondientes a este momento, en
los materiales publicados de la colección de los Padres Escolapios (46) aparecen formas carenadas, sobretodo algunas fuentes de carena alta asimilables a la tradición final de Cogotas I muy
similares a la pieza de la Ereta. Según Ruiz Zapatero estas fuentes troncocónicas de carena alta
(39) PICAZO MILLÁN: Op. cit. nota 6, pp. 112-113.
(40) BENAVENTE SERRANO: Op. cit. nota 28, p. 119.
(41) M. GIL-MASCARELL BOSCÁ: <>. Saguntum, 15, Valencia,
1980, pp. 93-98.
(42) F. GUSI, C. OLARIA: «El poblado de la Edad del Bronce de Oropesa la Vella (Orpesa del Mar, Castellón)> Cuadernos
>.
de Prehistoria y Arqueología Castellonense, 4, Castellón, 1979, pp. 79-100, fig. 6, 15.
(43) J.A. BENAVENTE SERRANO: <
pp. 9-31.
(44) BENAVENTE SERRANO: Op. cit. nota 28, pp. 109 y 113.
(45) BURILLO MOZOTA, PICAZO MILLÁN: Op. cit. nota 30.
(46) J.A. BENAVENTE SERRANO, M. GASCA : Catálogo de la Colección de los Padres Escolapios de Alcañiz (Teruel).
Diputación General de Aragón, Zaragoza, 1989, pp. 25-38, fig . 6, l.
-171-
[page-n-174]
16
E.RWOLLÉSADELANTADO
______________ j1______________ _
-@4
Fig. 8.- Los núms. 1, 2 y 4, materiales procedentes de la revisión de fondos
(sin referencia, Cabaña 11 C.7, Cabaña 11); el núm. 3, ya publicado (Depósito T.2).
-172-
[page-n-175]
LA ERETA DEL CASTELLAR
17
sin decoración que se localizan en el Cabezo del Cuervo responden más a perduraciones durante
la primera Edad del Hierro que a una auténtica penetración de Cogotas 1 en su momento de
expansión (47).
Otra pieza interesante es una forma muy poco profunda con el cuerpo superior de tendencia
recta e inflexión marcada del borde, que en el interior aparece biselado (fig. 7, 361). La pasta es
gris porosa, y en el bloque de materiales revisados apareció junto a dos fragmentos de cerámica
ibérica. Una forma muy próxima a ésta aparece en el yacimiento del Cabecico de la Heredad
(Bordón, Teruel), con un inicio en 1 Respecto a los cuencos de perfil sencillo y abierto predominan las formas troncocónicas, tal
como se observa también en la Hoya Quemada o la Sima del Ruidor, si bien aparece una clara
tendencia al exvasamiento del borde (fig. 10, 16). En este último yacimiento se documentan, al
igual que en la Ereta y en el yacimiento de Orpesa la Vella (49) cuencos cerrados y poco profundos, siendo éstos ajenos al mundo del Bronce Antiguo-Pleno.
Otro elemento de sumo interés para acercarnos a la cronología del yacimiento es el soporte
carrete que apareció según la publicación en el depósito T-3 (fig. 10, 8). Junto a él se localizó,
según se describe, un gran vaso de almacenaje con cordones peribucales con abundante trigo, una
cazuela troncocónica y una olla de perfil en «S» c-on-cuello similar a las publicadas. En el ámbito
valenciano este tipo de formas se documentan en la Mola de Agres (50) y en la Peña Negra de
Crevillent (51).
Los soportes carrete son bien conocidos por ser habituales en los ambientes orientalizantes
del Bronce Final del sur, donde conviven los de perfil continuo, similares a los de Ereta, con los
de nervadura central. Son piezas que imitan prototipos metálicos y que se fechan a partir del 800
a.C. (52).
También se localizan este tipo de piezas en la Meseta en contextos avanzados de Cogotas 1,
momento expansivo donde aparecen formas nuevas como los soportes-carrete (53).
Sin embargo, por proximidad geográfica, los paralelos más razonables para la pieza de la
Ereta son los que se encuentran en yacimientos de Lérida y Huesca. Nos referimos a El Genó
(Aitona, Lérida) y Zafranales (Fraga, Huesca) (54), yacimientos que no ofrecen dudas en cuanto
(47) G. RUIZ ZAPATERO, A. LORRIO ALVARADO: «Elementos e influjos de tradición C.U. en la Meseta Sudorienta!». 1
Congreso de Historia de Casti/la.-la Mancha, Tomo lll: Pueblos y culturas prehistóricas y protohistóricas (2), Toledo, 1988, pp.
257-267.
(48) A. OLIVER FOIX, J. BOVER PUIG: «El Cabecico de la Heredad, yacimiento Ibérico en Bordón (Teruel)». Bajo Aragón
Prehistoria, VI, Caspe, 1985, pp. 245-252.
(49) GUSI, OLARIA: Op. cit. nota 42, fig. 5, 14 y 15, fig . 16, 6 a 12.
(50) J.L. PEÑA SÁNCHEZ et alii: El poblado de la Mola d'Agres. Homenaje a Milagro Gil-Mascare/[ Boscá. Generalitat
Valenciana, Conselleria de Cultura, Educació i Ciencia, Valencia, 1996, p. 114.
(51) A. GONZÁLEZ PRATS : «La tipología cerámica del horizonte D de Crevillente». Saguntum-PlAV, 14, Valencia, 1979,
pp. 74-75.
(52) LP. GARRIDO ROIG, E.M'. ORTA GARCÍA: «Excavaciones en la necrópolis de la Joya, Huelva». Excavaciones Arqueológicas en España, 96, Madrid, 1978, lám. XVI y XLIV. J.M'. BLÁZQUEZ MARTÍNEZ, J. VALIENTE MAYA: <
Excavaciones Arqueológicas en España, 117, Madrid, 1981, pp. 118 y 161. C. MARTÍNEZ, M. BOTELLA: <
Historia de España, 1, Prehistoria, Ed. Gredos, Madrid, 1989, p. 420. '
(53) M. ALMAGRO:
<
Madrid, 1952, fig. 181 y 196. M.O. FERNÁNDEZ POSSE: <
Seminario de H• Antigua II, Universidad de Alcalá, pp. 11-44, fig . 3, 23.
(54) MAYA: Op. cit. nota 18. MAYA: Op. cit. nota 19, p. 327. MONTÓN BROTO: Op. cit. nota 18, fig. 17.
-173-
[page-n-176]
18
E. RIPOLLÉS ADELANTADO
i
i
i
i
________ l_______
_
3
4
Fig. 9.- Los números 2, 3 y 4, materiales procedentes de la revisión de fondos (Cabaña lli!Capa 1
Cajón 11, Cabaña II/C.4, Cabaña IIIC.4 Cajón 8); el núm. 1, ya publicado (Cuadro 4/nivel 3).
- 174 -
[page-n-177]
LA ERETA DEL CASTELLAR
19
a su cronología por presentar secuencias muy cortas en el tiempo y bien definidas, con presencia
de materiales de C.V. antiguos y asas de apéndice de botón. La cronología de El Genó se sitúa
en el Bronce Final U, y la de Zafranales en el final del Bronce Final 1 o Bronce Reciente inicios
del Bronce Final 11, en tomo por tanto al 1100 a.C.
Tanto desde la Meseta como desde Cataluña se ha intentado relacionar este tipo de piezas
con el mundo Campaniforme por la pieza localizada en el yacimiento de Los Aleares (Sevilla),
pero los mismos excavadores señalan que esta forma resulta absolutamente extraña en el contexto
campaniforme, de modo que no descartan la idea de relacionarla con las conocidas de época posterior (Cogotas 1). También se ha hablado de vincularlas a paralelos centroeuropeos, aunque no
conocemos piezas similares en contextos de C.V.
Nos parece que la explicación a la aparición de estas piezas, sin . star clara, dada su escasa
e
frecuencia, debe relacionarse con los movimientos que tanto a nivel peninsular como extrapeninsular se dan a partir del Bronce Final 1-ll, teniendo en cuenta que cronológicamente serían tan antiguas las piezas localizadas en Aragón y Cataluña como, al parecer, algunos soportes a tomo de
procedencia mediterránea que se documentan en algunos yacimientos andaluces como Llanete de
los Moros (Montara, Córdoba), Cuesta del Negro (Purullena, Granada) o Carmona (Sevilla) (55).
Un elemento a considerar, a pesar de su presencia meramente testimonial, es la aparición entre
los materiales revisados de un fragmento cerámico con decoración de acanaladuras paralelas en la
parte superior e inicio de un desarrollo de arcos concéntricos en la inferior. La pasta es compacta,
de color gris-ocre al exterior y gris en el interior, con desgrasante fino y bien repartido, observándose algunas partículas brillantes. Presenta restos de espatulado o bruñido (fig. 9, 9).
La referencia de ubicación que se conserva sitúa este fragmento en los niveles superiores
(Cajón 11, Cabane III, Capa 1).
Para el País Valenciano los contextos más antiguos de C. U. se sitúan en la primera fase de
los C. U. Recientes (950/900-800 a.C.), caracterizándose por la presencia intrusiva de materiales
de C.V. en contextos del Bronce Valenciano. Los elementos más antiguos serían los de la Mola
d'Agres, situados poco después del 1000 a.C., Castellet de Borriol, finales del s. X inicios del s.
IX a.C., y Pie deis Corbs, finales del s. IX a.C. (56). Sin embargo en la zona del N/E peninsular
los primeros elementos de C.V. se sitúan en la transición de los s. XII-XI a.C., señalándose la
fecha de 1100 a.C. como inicio de apertura a los nuevos elementos en Cataluña (57) y Bajo
Aragón (58). Sería el caso de El Genó (Aitona, Lérida), Masada de Ratón o Zafranales (Fraga,
Huesca), y Cabezo del Cuervo o Cabezo Sellado (Alcañiz, Teruel). En relación con esto podemos
señalar que el fragmento de C. U. localizado en Ereta presenta un diseño decorativo similar a un
fragmento de Zafranales (59) y a otro de El Genó (60).
(55) C. MARTÍN DE LA CRUZ: <
Córdoba, 1994, pp. 111-146.
(56) RUIZ ZAPATERO: Op. cit. nota 2.
(57) J.L. MAYA: <
1986, pp. 7-50.
(58) A. ÁLVAREZ GRACIA: <
Aragón. Prehistoria, IX-X, Caspe, 1986, pp. 51-62.
(59) MONTÓN BROTO: Op. cit. nota 18, fig. 18, 36.
(60) MAYA: Op. cit. nota 57, Cuadro I, n° 4.
-175-
[page-n-178]
20
E. RIPOLLÉS ADELANTADO
Teniendo en cuenta que al parecer en la zona del Segre-Cinca se dan elementos más antiguos
de C. U. que en Tarragona, parece lógico pensar, tal como ya señaló Ruiz Zapatero, en una vía que
siguiendo el curso del Guadalope y del Bergantes penetrara en la zona del Alto Maestrazgo, constituyéndose el yacimiento de la Ereta como un punto intermedio que conectaría con las referencias
más septentrionales que en el País Valenciano se tiene de los C. U. La importancia de la zona como
vía de penetración de influencias queda patente en la abundancia de referencias a yacimientos relacionados con los C.U. Recientes y del Hierro: Mas del Rosco (Benassal), Moleta dels Frares
(Forcall), Hostal Nou (Ares del Maestre), El Polsegué ( Rossell) (61).
Otra pieza que podría apuntar hacia la cronología avanzada del yacimiento sería la fusayola
publicada con la referencia segundo Sondeo, nivel 3 (fig. 9, 3). Se trata de una fusayola de tipo
discoidal con gruesa perforación central que no suele aparecer en contextos de Bronce Pleno.
Esta pieza aparece recogida en un trabajo de síntesis donde se observa que los tipos discoidales
no se dan en yacimientos del Bronce Final-Hierro (62), coincidiendo con la apreciación de Ruiz
Zapatero quien indica que los tipos básicos de los contextos de C.U. son las cilíndricas y bitroncocónicas (63).
Sin embargo fusayolas discoidales como la de Ereta aparecen en el Cabezo Redondo
(Villena) asociadas a tipos bicónicos (64), y en el yacimiento de Moncín (Botja, Zaragoza) en los
niveles superficiales (65). Ambos yacimientos de cronología avanzada.
En la revisión de los materiales de Ereta nos apareció otra pieza interesante. Se trata de un
fragmento de costilla dentada como las que aparecen también en el yacimiento de Moncín (66)
correspondientes al nivel ll A del Bronce Final (950-850 a.C.), aunque al parecer en la zona de
Madrid se documentan desde el Bronce Medio. Su funcionalidad estaría relacionada con el aserrado de materias blandas, ya que en algunos casos presentan pátina de cereal, o bien como peine
de alfarero (67) (fig. 9, 286).
CONCLUSIONES
Después de todo lo analizado, y aun teniendo en cuenta la posibilidad de la existencia en el
yacimiento de la Ereta de niveles de base que podrían situarse en un Bronce Pleno, cabe plantear
que el bloque general de los materiales y la presencia de elementos puntuales nos remite hacia
una cronología avanzada.
En el contexto de la zona norte del denominado Bronce Valenciano estaría entre lo que podríamos considerar como Bronce Pleno, representado en el yacimiento de Torrelló d'Onda (Onda,
A. GONZÁLEZ PRATS: Carta Arqueológica del Alto Maestrazgo. Trabajos Varios del S.I.P, n• 63 , Valencia, 1979.
Z. CASTRO CUREL: <
J. M. SOLER GARCÍA: Excavaciones arqueológicas en el Cabezo redondo (Villena, Alicante). Instituto de Estudios Juan
Alicante, 1987, lám. 54, 2 y 6, fig . 39, 1 y 3.
G. MORENO LÓPEZ: <
Zaragoza, 3, Zaragoza, 1984, pp. 277-283, fig. 2. R.J. HARRJSON, G. MORENO, A.J. LEGGE: <
(66) R. HARRJSON, G. MORENO, J.M. RODANÉS : <
(67) J.M". RODANÉS : La industria ósea prehistórica en el valle del Ebro (Neolítico-Edad del Bronce). Dirección General de
Arqueología, Zaragoza, 1986, p. 124.
(61)
(62)
(63)
(64)
Gil-Albert,
(65)
-176-
[page-n-179]
LA ERETA DEL CASTELLAR
21
Castellón) con paralelos extremadamente próximos, tanto en tipología como en fechas C 14, a la
Hoya Quemada (Mora de Rubielos, Teruel), cuyo límite podría estar en tomo al 1300 a.C., y la
fecha inicial del yacimiento de Vinarragell (Borriana, Castellón) de mediados del s. VIII a.C. El
yacimiento de Vinarragell coincidiría tanto en tipología como en cronología con el yacimiento de
Escondines Baixes (Bajo Aragón), que se encuadra en la primera fase de los C.U. del Bajo
Aragón (C. U. Recientes), y cuyas características formas carenadas no aparecen evidentemente en
la Ereta.
Esto supone un lapsus temporal de unos cinco siglos, algo más si se consideran fechas calibradas (68), que es difícil de cubrir por el momento con la documentación existente, y en el que
deberían desarrollarse lo que se viene denominando Bronce Tardío y Bronce Final I en Valencia,
según la terminología de M. Gil-Mascaren, o Bronce Final I, TI y IIIA en la zona noreste.
Habría que situar por tanto el yacimiento en el tránsito del Bronce Final I o Bronce Reciente
al Bronce Final TI, con fechas muy próximas al cambio de milenio, abriendo la posibilidad de
alargar algo más el final si atendemos a la presencia del fragmento de C. U. y consideramos
posible un ligero desfase cronológico por su posición geográfica respecto a los yacimientos del
norte.
Aun así, desde este límite forzado, quedaría un periodo de dos siglos, s. X-IX a.C., en el que
es difícil precisar qué sucede: si hay una continuidad de estos elementos del Bronce Reciente que
se observan en la Ereta y que son diferenciables, a pesar de las posibles perduraciones, del contexto material del Bronce Pleno, o si se aprecian elementos que permitan diferenciar un Bronce
Final inicial tal como ocurre en otras zonas.
Consideramos, tal como se señala para la zona del Bajo Aragón, que en las zonas en las que
la llegada de elementos de C.U. se produce débilmente es difícil llegar a identificar un Bronce
Final anterior a la primera Edad del Hierro, puesto que es el Bronce Reciente el que ocupa su
lugar, y éste a su vez en algunos casos resulta también difícil de distinguir del Bronce Medio.
Desde este punto de vista, aparte de la posible falta de documentación para este periodo en
nuestra zona de estudio, es posible que el vacío cronológico, difícil de explicar, se deba a que está
ocupado por yacimientos que a pesar de su cronología avanzada presentan una cultura material
con bastantes elementos de la tradición del Bronce Pleno y sin los elementos característicos que
permiten en otras zonas definir las etapas finales del Bronce. Quizas la publicación detallada de
algunos yacimientos actualmente en estudio pueda dar la clave para entender esta etapa.
El problema que se plantea de cara al futuro es deslindar, a partir de la base que en su día
estableció M. Gil-Mascaren lo que ella denominó Bronce Tardío (Bronce Reciente o Bronce
Final I en otras zonas) del Bronce Final I, si esto es posible, dado que esta diferencia material, de
apreciarse, se produce sin un cambio en la tipología de los emplazamientos que mantienen las
características de ubicación generalizadas desde el Bronce Antiguo-Pleno.
Quizas sea más lógico pensar, en una etapa de final de un proceso como debió de ser ésta,
en una vía de desarrollo paralela antes que en un proceso lineal uniforme. En algunos casos
desembocaría en una evolución más clara con la introducción de nuevos elementos; en otros,
(68) Hemos utilizado fechas convencionales (a.C.) por cuanto no contamos con series de fechas calibradas para todas las
zonas a las que hacemos referencia. No obstante somos conscientes de que la validez del método Cl4 pasa por la calibración de las
fechas obtenidas. Sin embargo hemos observado cómo para el tramo de la curva correspondiente a los últimos siglos del II milenio
las diferencias entre las fechas convencionales y las calibradas no son demasiado importantes, aumentando estas diferencias en los
periodos más antiguos.
-177-
[page-n-180]
22
E. IDPOLLÉSADELANTADO
donde los contactos fueron más escasos, asistiríamos a perduraciones más marcadas. En esta
línea parecen situarse también otros autores (69).
Tal vez los elementos que hemos manejado para definirnos sobre la cronología del yacimiento puedan considerarse escasos o muy puntuales, y evidentemente habrá que establecer tipológicamente las bases de este desarrollo, pero son lo suficientemente significativos como para
que nos sirvan de punto de reflexión sobre el desarrollo final de la Edad del Bronce en nuestras
tierras.
Valencia, 7 de octubre de 1996
(69) M. GIL-MASCARELL BOSCÁ, R. ENGUIX ALEMANY: <
.
Homenaje a Luis Siret (1934-1984), Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Madrid, 1986, pp. 41 8-424.
-178-
[page-n-181]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XXII (Valencia, 1997)
J. L. SIMóN
GARCÍA
*
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
(ALBERIC, VALENCIA): EXCAVACIONES DE L. SIRET EN LA
COMUNIDAD VALENCIANA
l. INTRODUCCIÓN
Con motivo de la realización de nuestra Tesis Doctoral tuvimos ocasión de conocer en el
Museo Arqueológico Nacional (1) la existencia de un conjunto de materiales pertenecientes a la
Colección Siret que procedían del yacimiento «La Loma de la Terrera (Alberique, Valencia)». Se
conserva, asimismo, en el citado Museo el Cuaderno n° 25 con las anotaciones del ingeniero
belga, efectuado por el propio autor mediante la unión de una serie de hojas de diversa procedencia. En su tapa se indica el título del mismo, Notas de sitios antiguos de la provincia de
Murcia y Alicante, bajo el cual se hace relación de una serie de yacimientos entre los que aparece
Albrique, Loma de la Terrera.
El cuaderno se inicia con una relación de lugares con el siguiente título: Nota de los puntos
que tengo reconocidos empezando el día JO de mayo de 1906. Esta fecha es la única que aparece
en el diario, por lo que debemos de suponer que por aquellos años se efectuó la excavación, bien
con anterioridad, lo cual le permitió adjuntar las notas al cuaderno o bien con posterioridad
haciendo uso del mismo hasta su agotamiento. Por ello debemos suponer que la excavación se
realizó en la primera década del siglo, entre la fundación del S.I.P., en 1927, y las últimas actividades de la Sociedad Arqueológica Valenciana, entre 1883 y 1886 (2), en la misma época de las
actividades de J. Furgús en la Vega Baja (1902-1908) o la exploración y posterior excavación de
* C/ Gabriel Miró, 3. 03630 SAX (Alicante).
(1) Queremos expresar nuestro agradecimiento a la Dra. Dña. Carmen Cacho por las facilidades dadas para poder efectuar
este trabajo, así como los comentarios sobre las actuaciones de L. Siret del cual es una profunda conocedora. A Dirk Bradherm le
debemos el habemos puesto sobre la pista del yacimiento.
(2) M'.V. GOBERNA: «La sociedad arqueológica valenciana». Archivo de Prehistoria Levantina, XVI, Valencia, 1981, pp. 575-608.
M'.V. GOBERNA: «Los estudios de prehistoria durante la segunda mitad del siglo XIX y primeros años del XX. La obra de Luis
Sireb>. Homenaje a Luis Siret 1934-1984, Cuevas de Almanzora, 1986, pp. 28-34.
-179-
[page-n-182]
2
J. L. SIMÓN GARCÍA
...
8
....,
' ::J
-~
"'
e
t
~
E
QJ
-o
e
VI
QJ
-a
~
~
VI
QJ
-o
e
."!:!
E
o
...J
o
QJ
0:
Oí
-o
.
E
e:
8 e
o
o
...J
o
-180-
•
LJ
.....
oiJ
ri:
[page-n-183]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
3
Isidro Ballester en Covalta ( 1908-191 O) (3 ), en un momento donde la investigación arqueológica
en la Comunidad Valenciana se reduce a actividades individuales y esporádicas.
De la amplia y diversa actividad arqueológica de L. Siret (4) queda constancia en sus múltiples publicaciones. Sin embargo, muchas de sus actuaciones, o las de su capataz Pedro Flores,
han permanecido inéditas, como es el caso de la que ahora nos ocupa, o de las que realizó en
Alicante, de las que trataremos en otra ocasión.
Su interés por la zona puede proceder por la admiración que profesaba a Vilanova y Piera
(5), a juzgar por sus publicaciones, tanto las editadas como las inéditas, en las cuales cuando hace
referencia a Valencia las copia literalmente. L. Siret dejó algunas obras inacabadas y quizás en el
momento de proyectarlas consideró necesario poseer datos de primera mano de zonas de las
cuales tenía un menor conocimiento, lo cual puede justificar la excavación de la Loma de la
Terrera.
En el diario y en las notas manuscritas el nombre del yacimiento, cuando la letra es de L.
Siret, es «La Loma de la Terrera», aunque en ocasiones, cuando las anotaciones son de Pedro
Flores, aparece como <
en 1903, como consecuencia del ml!ndato que establece la Ley de 27 de marzo de 1900. De dicho
plano, a escala 1:25.000, parte el topónimo y Siret cambió el término «Pedrera» por el de
«Terrera». El nombre del lugar pudo también tomarlo de una muy cercana cueva conocida como
«la Cova de la Terrera», hoy desaparecida por las transformaciones agrícolas efectuadas para la
plantación de naranjos (6).
Un dato problemático es que siempre aparece el yacimiento adscrito a Albrique, un topónimo
inexistente, sobre cuya identificación con Alberique (actualmente Alberic, restituido el nombre
en valenciano) no quedan dudas si tenemos en cuenta que al describir el lugar se señala que se
encuentra «A 1 kilómetro al poniente y a 6 leguas entre sur y poniente de Valencia Loma de la
Perrera (7) ...... este sitio está a orilla del río Júcar al norte y a la vista de 15 pueblos dominando
al norte y poniente» (8) (fig. 1). En todas las páginas comienza la descripción de la excavación,
que posteriormente analizaremos, con el siguiente texto «A un kilómetro de Albrique al poniente
la Loma de la Terrera.... ».
La inexistencia del topónimo Albrique y la propia descripción de Siret nos ha permitido identificar el yacimiento excavado con el conocido actualmente como «la Coroneta del Reí» (fig. 1).
Se trata de un pequeño cerro que forma parte del Pla de Cristóbal (9), sito junto a la Acequia Real
(3) L. PERICOT: <
(4) M. PELLICER GALÁN: «Perlil bibliográfico de Luis Siret>>. Homenaje a Luis Siret 1934-1984, Cuevas de Almanzora,
1986, pp. 13-18. J. MAIER: «El epistolario de Jorge Bonsor: correspondencia con Luis Siret>>. Historiografía de la Arqueología y de
la Historia Antigua eil España (Siglos XVIII-XX) . Ministerio de Cultura, Madrid, 1991, pp. 149-156.
(5) J. VILANOVA Y PIERA: Origen, naturaleza y antigüedad del hombre. Madrid, 1872.
(6) El dato sobre el topónimo de la cueva, su ubicación y las circunstancias de su desaparición se lo debemos a la labor
investigadora de Assumpta Galán Grau entre los agricultores, guardas rurales y ancianos de la zona.
(7) Obsérvese el cambio de Perrera por el de Pedrera
(8) Cuaderno 25, página 8, hoja 5 vuelto.
(9) A. MARTÍNEZ PÉREZ: «El núcleo de poblamiento de Alberic-Antella-Tous durante la Cultura del Bronce Valenciano>>.
Archivo de Prehistoria Levantina, XVIII, Valencia, 1988, pp. 251-278.
-181-
[page-n-184]
J. L. SIMÓN GARCÍA
4
--3m-
E
o
-~
4
·~~
E
o
,o
'!S>~
~\
z'60m
,..,
'
~\
180m
\/
Sm
4m
1\
7m
o
Sm.
E
o
,o
-"
3
'
isom
\
-2,Sm--
~~
5
·~<;;;~
3"00m
~\
~
7m
~
20m
17m
~
Fig. 2
-182-
[page-n-185]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
5
del Xúquer (10). De dicho lugar, además de los materiales pertenecientes a la Edad del Bronce,
Martínez Pérez (11) señala la existencia de unos «pocos fragmentos torneados», refiriéndose a los
momentos ibéricos. En la Colección Siret existen cuatro fragmentos de cerámica gris ibérica y un
fragmento de TSH (fig. 11), los cuales creemos que reafirman nuestra identificación.
El citado yacimiento (12) ha sido objeto de varios estudios (13) en los cuales se señalan las
características del asentamiento -en un cerro de escasa altura y sin aparentes elementos defensivos- y restos de construcciones, interpretados como cabañas dispuestas escalonadamente en la
ladera oriental y en la cumbre (14). Del yacimiento siempre se ha destacado la abundancia y
variedad tipológica de sus materiales, que en el caso de las cerámicas destacan por la calidad de
las pastas y tratamientos, los elementos de decoración y suspensión y en especial por las formas,
abundando los vasos carenados, un posible geminado, y un gran vaso elipsoide horizontal que se
ha relacionado con los vasos bicónicos del SE (15), si bien este tipo de vasos posee paralelos en
otros yacimientos y comarcas como la del Corredor de Almansa (16).
..
11. LA EXCAVACIÓN
Los trabajos de campo fueron efectuados bajo la dirección de Pedro Flores, según se desprende de los diarios, dibujos, esquemas y símbolos utilizados, idénticos a los que podemos encontrar en otros cuadernos de excavaciones del SE. En ocasiones, cuando la pieza era muy significativa, dibuja su silueta a escala 1:1, poniéndola sobre la hoja del diario y perfilándola (fig. 15).
Pedro Flores realizó 6 cortes que denomina como casas, numeradas al parecer de forma
aleatoria. Indica su longitud, anchura y, en casi todas, la profundidad alcanzada. También hace
referencia a la orientación aproximada y la distancia de algunas de ellas respecto a una o a
varias «casas», lo que nos ha permitido confeccionar un croquis de su excavación (fig. 2). Si
trasladamos éste al yacimiento de la Coroneta del Rei observamos que se ajusta a las dimensiones del cerro y a otros croquis realizados del mismo yacimiento por Martínez ( 17) o Galán
(18). Flores debió excavar diferentes estancias a lo largo de la ladera y la cumbre, planteando
los cortes en función de las estructuras que observaba en superficie, de ahí que las denominase
«casas». Sólo recogió aquellos materiales que consideró más significativos, indicando su ubicación en cada casa. La relación y transcripción de los diarios y su relación con las «casas» es
la siguiente:
(lO)
A. GALÁN GRAU: <
Alzira, 1993 (e.p.).
(11)
(12)
Varios del
(13)
(14)
Archivo de
(15)
(16)
(17)
(18)
MARTÍNEZ PÉREZ: Op. cit. nota 9.
D. FLECHER y E. PLA: Cincuenta años de actividades del Servicio de Investigación Prehistórica ( 1927-1977). Trabajos
S.l.P., n" 57, Valencia, 1977. E. PLA BALLESTER: Enciclopedia de la Región Valenciana, t. 1, Valencia, 1973, p. 91.
MARTÍNEZ PÉREZ: Op. cit. nota 9 y GALÁN GRAU: Op. cit. nota 10.
M'.J. DE PEDRO MICHÓ: <
Prehistoria Levantina, XIX, Valencia, 1990, pp. 327-350 .
MARTÍNEZ PÉREZ: Op. cit. nota 9.
J.L. SIMÓN GARCÍA: La Edad del Bronce e.n Almansa. Instituto de estudios Albacetenses, n" 34, Albacete, 1987.
MARTÍNEZ PÉREZ: Op. cit. nota 9.
GALÁN GRAU: Op. cit. nota 10.
-183-
[page-n-186]
J. L. SIMÓN GARCÍA
6
-@-
2
-- --
o
3
Fig.3
-184-
[page-n-187]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
7
La casa n° 1 (fig. 2) mide 3m de largo, 2'60 de ancho y 1 m de profundidad. En algún lugar
debió aflorarle la roca natural, conformando con unas piedras una especie de banco donde localizó un gran puñal de metal (fig. 13), una ficha cerámica (fig. 6:12) y un diente de hoz sobre
lámina (fig. 8:6). Junto al banco o «aposento}}, como lo denomina Flores, se señala el hallazgo
de «16 vasijas rotas, una tinaja y las demás tazas y pucheros con asas y un trinchante de hueso>}.
Seguramente a este conjunto pertenezcan las vasijas semiesféricas registradas (fig. 4), el vaso con
asas de implantación vertical (fig. 5:2) y quizás alguno de los vasos de mayor tamaño (fig. 3:1 y
2). El croquis efectuado muestra un muro rectangular donde dibujó cuatro vasos, uno con asas y
un punzón (fig. 7:3).
En la casa n° 2 (fig. 2), de 3m de largo, 2m de ancho y 0'90 m de profundidad, se localizó
un «escoplo de cobre}} (fig. 14:2), un fragmento de sierra (fig. 14:1), un punzón de cobre (fig.
14:5) y un cuenco semiesférico (fig. 4). En el croquis aparece un dibujo que se asemeja al utilizado para los muros, siendo éste de forma semicircular, aunque también podría hacer referencia
a los dientes de hoz.
La casa n° 3 (fig. 2), de 4 m de largo y 2' 5 m de ancho, proporcionó una punta de flecha de
metal (fig. 12:2), un fragmento de cuchillo de sílex con los ejes dentados (fig. 8:7), dos punzones
(fig. 7:1-2), 7 cardium, unos colmillos de jabalí y «11 vasijas en una tinaja pequeña y tazas y
pucheros}} (fig. 3 y 4).
De la n° 4 (fig. 2) sólo se menciona sus dimensiones-3m de largo, 1'80 m de ancho y 0'80
m de profundidad- y la presencia de un punzón de metal que por el croquis podemos identificar
como el que presenta una cierta curvatura (fig. 14:3). Junto al dibujo del punzón aparece el
mismo dibujo curvo señalado para la casa no 2.
La n° 5 (fig. 2), situada en la parte central de la actuación, medía 4 m de largo, 3m de ancho
y 1 m de profundidad. En ella se documentó una hacha de metal (fig. 12:1), tres punzones (fig.
7: 4-8), el extremo distal de un cuchillo de sílex (fig. 8:8), las bellotas, «11 vasijas tazas y
pucheros con asas}} y una azuela (fig. 8:1). Aparece nuevamente el anagrama curvo.
Finalmente, en la casa D 0 6 (fig. 2), de 4 m de largo, por 3 de ancho y 0'90 m de profundidad, se señala la presencia de dos brazaletes de arquero (fig. 8:3-4), un punzón de metal (fig.
14:4) y «tiestos de 14 vasijas 5 ollas y 4 pucheros con asas y los demás tazas}} (fig. 3 y 4).
El cuaderno y los datos de las excavación finalizan en este punto. Suponemos que Flores
cubriría nuevamente las catas y se llevaría los materiales que a continuación describimos, y se
conservan en la actualidad en el Museo Arqueológico Nacional, formando parte de la Colección
de L. Siret, de la cual otros autores han dado cuenta de sus vicisitudes (19).
(19)
PELUCER GALÁN: Op. cit. nota 4.
-185-
[page-n-188]
8
J. L. SIMÓN GARCÍA
2
4
3
6
5
9
o
5
Fig. 4
-186-
10
[page-n-189]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORO NETA DEL REI
9
III. INVENTARIO
CERÁMICA
-Vaso carenado de labio plano, borde exvasado, cuello troncocóníco, carena media, cuerpo semiesférico y base convexa.
Dispone de un asa de implantación vertical que se sitúa desde el cuello hasta la carena y presenta una sección ovalada.
Superficie exterior e interiór alisadas. Pasta de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción oxidante. Diámetro
de la boca: 15'2 cm, altura 15'9 cm (fig. 3:1).
-Vaso de labio apuntado, borde entrante, cuerpo esférico y posiblemente base convexa. Dispone de un asa de implantación vertical que se sitúa en el tercio superior del vaso y presenta una sección cuadrangular. Superficie exterior
alisada e interior alisada y erosionada. Pasta de buena calidad con desengrasante mediano y cocción reductora.
Diámetro de la boca: 16'4 cm (fig. 3:2).
-Vaso carenado de labio curvo, borde exvasado, cuello hiperbólico, carena media, cuerpo semiesférico y base posiblemente. Dispone de un asa de implantación vertical que se sitúa desde el borde hasta la carena y presenta una
sección ovalada. En la inserción del asa en el vaso, tanto en la parte superior como en la inferior posee un pequeño
mamelón con carácter puramente decorativo. Superficie exterior e interior alisadas y espatulada. Pasta de buena
calidad con desengrasante pequeño y cocción reductora. Diámetro de la boca: 13'8 cm (fig. 3:3).
-Vaso de labio curvo, borde recto, cuerpo semiesférico y base convexa. Superficie exterior e interior alisadas. Pasta
de buena calidad con desengra:sante pequeño y cocción oxidante. Diámetro de la boca: 12'7 cm, altura 7'6 cm (fig.
4:1).
-Vaso de labio curvo, borde recto, cuerpo de casquete esférico y base convexa. Superficie exterior alisada y
erosionada e interior alisada. Pasta de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción oxidante y reductora.
Diámetro de la boca: 10'7 cm, altura 4'3 cm (fig. 4:2).
-Vaso de labio curvo, borde recto, cuerpo semiesférico y base convexa. Superficie exterior e interior alisadas. Pasta
de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción oxidante. Diámetro de la boca: 9 cm (fig. 4:3).
-Vaso de labio curvo, borde recto, cuerpo semiesférico con cierta inflexión en la unión de este con el borde y base
convexa. Superficie exterior e interior alisadas. Pasta de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción
oxidante. Diámetro de la boca: 8'9 cm, altura 5'7 cm (fig. 4:4).
-Vaso de labio curvo, borde entrante, cuerpo semiesférico y base convexa. Superficie exterior e interior alisada. Pasta
de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción oxidante y reductora. Diámetro de la boca: 9'8 cm, altura
6'2 cm (fig. 4:5).
-Vaso de labio curvo, borde recto, cuerpo semiesférico y base convexa. Superficie exterior alisada e interior
erosionada. Pasta de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción reductora. Diámetro de la boca: 9'3 cm,
altura 4'4 cm (fig. 4:6).
-Vaso de labio curvo, borde recto, cuerpo semiesférico y base convexa. Presenta al menos un pequeño mamelón
cerca del borde. Superficie exterior alisada y erosionada e interior alisada. Pasta de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción reductora. Diámetro de la boca: 10'3 cm (fig. 4:7).
-Vaso de labio apuntado, borde entrante, cuerpo semiesférico y base convexa. Superficie exterior e interior alisada.
Pasta de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción oxidante. Diámetro de la boca: 7'8 cm, altura 5'8 cm
(fig. 4:8).
-Vaso de labio apuntado, borde entrante, cuerpo esférico y base convexa. Superficie exterior e interior alisada. Pasta
de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción oxidante. Diámetro de la boca: 6 cm, altura 6' 4 cm (fig.
4:9).
-Vaso de labio curvo, borde entrante, cuerpo semiesférico y base convexa. Presenta un pequeño mamelón cerca del
borde. Superficie exterior e interior alisada. Pasta de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción oxidante.
Diámetro de la boca: 8'3 cm, altura 5'8 cm (fig. 4: 10).
-Fragmento de vaso de labio curvo, borde exvasado y cuello hiperbólico, donde presenta cuatro tríos de mamelones
muy esféricos. Superficie exterior e interior alisada. Pasta de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción
oxidante. Diámetro de la boca: 23'9 cm (fig. 5:1).
-187-
[page-n-190]
10
J. L. SIMÓN GARCÍA
u
w4
·.. ·
3
-------
o
5
Fig. 5
-188-
5
[page-n-191]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
11
2
7
6
5
8
10
9
\..\ \..: \,\. \.~ \:<9
\'t.
·.
'1<
..~
"~
\,
~-.-~:......~.~-~~·~-~~~-;..,.;.;.~~~-
11
o
5
Fig. 6
-189-
[page-n-192]
12
J. L. SIMÓN GARCÍA
. .
' .
·. :
) .:.
-~-
-®-
-Y-
-u3
o
5
o
.
.
2
4
-Y-~-
6
9
5
11
10
8
12
Fig. 7
-190-
[page-n-193]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
13
-Vaso de labio curvo, borde recto, cuello troncocónico, cuerpo esférico y posiblemente base convexa. Conserva al
menos tres asas de implantación vertical y de sección ovalada, las cuales arrancan desde el borde hasta la unión del
cuello con el cuerpo. Superficie exterior e interior espatulada. Pasta de buena calidad con desengrasante mediano
y cocción reductora. Diámetro de la boca: 9'6 cm (fig. 5:2).
-Fragmento de vaso carenado del cual se conserva la parte central. Posee un cuello hiperbólico y un cuerpo semiesférico. Superficie exterior bruñida e interior alisada. Pasta de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción
oxidante. Diámetro de la carena 15'6 cm (fig. 5:3).
-Vasito de labio curvo, borde recto, cuerpo troncocónico y base plana. Presenta un apéndice perforado que se
encuentra fragmentado. Superficie exterior e interior alisada. Pasta de buena calidad con desengrasante pequeño y
cocción oxidante. Diámetro de la boca: 3'4 cm, altura 2'5 cm (fig. 5:4).
-Fragmento de vaso de labio curvo, borde exvasado y cuello hiperbólico, donde presenta tres cordones dispuesto en
paralelo al borde y de secciones diferentes. Superficie exterior e interior alisada. Pasta de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción oxidante. Diámetro de la boca: 28 cm (fig. 5:5).
-Fragmento de vaso en el cual se conserva un mamelón en forma de botón. Superficie exterior e interior alisada.
Pasta de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción oxidante (fig. 6:1).
-Fragmento de vaso de labio curvo, borde recto y cuerpo semiesférico. Superficie exterior e interior alisada. Pasta
de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción oxidante (fig. 6:2).
-Fragmento de vaso en el cual se conserva un asa de lengüeta. Superficie exterior e interior alisada. Pasta de buena
calidad con desengrasante pequeño y cocción oxidante (fig. 6:3).
-Fragmento de vaso de labio plano, borde recto y cuerpo semiesférico. Presenta un asa de implantación vertical y
de sección ovalada. Arranca desde el borde hasta la mitad del cuerpo del vaso. Superficie exterior e interior alisada.
Pasta de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción oxidante (fig. 6:4).
-Fragmento de vaso carenado de cuello hiperbólico y cuerpo semiesférico. Presenta un asa de implantación vertical
y de sección ovalada. Arranca desde el borde hasta la carena del vaso. Superficie exterior e interior alisada. Pasta
de buena calidad con desengrasante pequeño y cocción oxidante (fig. 6:5).
-Asa de implantación vertical de sección ovalada. Superficie exterior alisada erosionada e interior alisada. Pasta de
buena calidad con desengrasante pequeño y cocción reductora (fig. 6:6).
-Asa de cinta de implantación vertical de sección ovalada. Superficie exterior alisada e interior alisada. Pasta de
buena calidad con desengrasante pequeño y cocción reductora (fig. 6:7).
-Asa de cinta de implantación vertical de sección circular. Superficie exterior e interior alisada. Pasta de buena
calidad con desengrasante pequeño y cocción reductora (fig. 6:8).
-Asa de cinta de implantación vertical de sección ovalada. Superficie exterior e interior alisada. Pasta de buena
calidad con desengrasante pequeño y cocción reductora (fig. 6:9).
-Asa de cinta de implantación vertical de sección ovalada. Presenta en la superficie exterior una serie de incisiones
muy profundas en sentido vertical. Superficie exterior grosera e interior espatulada y grosera. Pasta de buena calidad
con desengrasante mediano y cocción reductora (fig. 6:10).
-Fragmento de vaso, perteneciente a la parte del cuerpo, donde se observa una decoración consistente en una línea
horizontal y varias oblicuas realizadas con un objeto de punta muy roma. Superficie exterior e interior alisada,
desengrasan te pequeño y cocción oxidante. El fragmento se encuentra muy rodado (fig. 6:11 ).
-Fragmento cerámico de forma circular o «ficha» de superficies alisadas y cocción oxidante (fig. 6:12).
ÓSEO
-Punzón sobre soporte óseo realizado sobre media caña de hueso de tibia de ovicaprino, el cual fue aserrado longitudinalmente y posteriormente pulido mediante abrasión con el fin de configurar y regularizar el extremo distal, el
cual se encuentra en la actualidad fracturado y desaparecido. La sección conservada en el fuste es semicircular con
extremos planos. Largo actual: 16'9 cm. Ancho en la sección del fuste: 1'4 cm. Grosor en la sección del fuste: 0'3
cm (fig. 7:1).
-Punzón sobre soporte óseo realizado sobre radio de ovicaprino, el cual fue aserrado transversalmente desde la parte
media hacia uno de los extremos y posteriormente pulido mediante abrasión con el fin de configurar y regularizar
-191-
[page-n-194]
J. L. SIMÓN GARCÍA
14
3
azzzzzzzzzzz¡
-
o
5
7
8
Fig. 8
-192-
[page-n-195]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
15
el extremo distal. La sección conservada del fuste es semicircular con extremos planos. Largo actual: 14' 5 cm.
Ancho en la sección del fuste: 1'6 cm. Grosor en la sección del fuste : 0'9 cm (fig. 7:2).
-Punzón sobre tibia de ovicraprino. El extremo próxima! se encuentra ligeramente trabajado para redondear las
aristas de la epífisis y el distal apuntado mediante abrasión, estando en la actualidad fracturado. El fuste posee una
sección ovalada. Largo actual: 8'2 cm. Ancho en la sección del fuste: 1' 1 cm. Grosor en la sección del fuste: 0' 9
cm (fig. 7 :3).
-Dos fragmentos de punzón realizados sobre media caña de tibia de ovicaprino, el cual fue aserrado longitudinalmente y posteriormente pulido mediante abrasión con el fin de configurar y regularizar el extremo distal.
Actualmente posee fracturados el extremo proximal y el centro de la caña. La sección conservada en el fuste es
semicircular con extremos planos. Largo actual y aproximado: 16 cm. Ancho en la sección del fuste: 1'5 cm. Grosor
en la sección del fuste : 0' 3 cm (fig. 7:4).
-Punzón sobre tibia de ovicraprino. Los extremos se encuentran fracturados, si bien el distal fue apuntado mediante
abrasión. El fuste posee una sección ovalada. Largo actual : 12'5 cm. Ancho en la sección del fuste: 1'4 cm. Grosor
en la sección del fuste: 1'6 cm (fig. 7:5).
-Fragmento de punzón sobre media caña de hueso de tibia de ovicaprino, el cual fue aserrado longitudinalmente y
posteriormente pulido mediante abrasión con el fin de configurar y regularizar el extremo distal. La sección conservada
en el fuste es semicircular con extremos planos. Largo actual : 2'8 cm. Ancho en la sección del fuste: 1' 1 cm. Grosor
en la sección del fuste: 0'2 cm (fig. 7:6).
-Fragmento de punzón realizado sobre media caña de hueso de tibia de ovicaprino, el cual fue aserrado longitudinalmente y posteriormente pulido mediante abrasión con el fin de configurar y regularizar el extremo distal. La
sección conservada en el fuste es semicircular con extremos planos en el extremo distal. Largo actual: 3 cm. Ancho:
1' 1 cm. Grosor en la sección del fuste: 0'2 cm (fig. 7:7).
-Fragmento de punzón realizado sobre media caña de hueso de tibia de ovicaprino, el cual fue aserrado longitudinalmente y posteriormente pulido mediante abrasión con el fin de configurar y regularizar el extremo distal. La
sección conservada en el fuste es semicircular con extremos planos en el extremo distal. Largo actual: 3' 2 cm.
Ancho: 1 cm. Grosor en la sección del fuste : 0'2 cm (fig. 7:8).
-Fragmento de punzón sobre tibia de ovicaprino, el cual fue aserrado transversalmente desde la parte media hacia
uno de los extremos y posteriormente pulido mediante abrasión con el fin de configurar y regularizar el extremo
distal. La sección conservada en el fuste es semicircular con extremos planos. Largo actual: 7'6 cm. Ancho en la
sección del fuste: 1' 1 cm. Grosor en la sección del fuste: 0' 9 cm (fig. 7:9).
-Fragmento de punzón realizado sobre media caña de hueso de tibia de ovicaprino, el cual fue aserrado longitudinalmente y posteriormente pulido mediante abrasión con el fin de configurar y regularizar el extremo distal. La
sección conservada en el fuste es semicircular con extremos planos en el extremo distal. Largo actual: 4 cm. Ancho:
1' 2 cm. Grosor en la sección del fuste: 0' 3 cm (fig. 7:10).
LÍTICO
-Azuela trapezoidal realizada en ofita, de fllo convexo e inutilizado, sección ovalada, talón plano y completamente
pulida en el filo y con un pequeño piqueteado en el resto. Longitud: 8'2 cm. Ancho 5'2 cm. Grosor: 2'6 cm (fig.
8: 1).
-Azuela trapezoidal realizada en mármol, de filo plano convexo, sección ovalada, talón curvo y completamente
pulida. Longitud: 4' 8 cm. Ancho 2'7 cm. Grosor: 1'1 cm (fig. 8:2).
-Brazalete de arquero realizado en pizarra rosácea, de sección rectangular, con señal de una perforación en un
extremo. Longitud: 10' 3 cm. Ancho 2 cm. Grosor: 0' 8 cm (fig. 8:3).
-Brazalete de arquero realizado en arenisca, de sección semirectangular, con sendas perforaciones bitroncocónicas
en ambos extremos. Longitud: 5'6 cm. Ancho 1'7 cm. Grosor: 0'5 cm (fig. 8:4).
-Fragmento de una gran placa de esquisto con uno de los laterales trabajado mediante un pulido a doble bisel. Largo
actual: 8'3 cm. Ancho actual: 5'8 cm. Grosor: 0'4 (fig. 8:5).
-Diente de hoz sobre lámina, realizado en sílex beige claro, translúcido y de grano fino. El eje denticulado posee
pátina en ambas caras y un retoque simple, bifacial y profundo. No conserva el talón. Longitud: 3'7 cm. Ancho:
1' 7 cm. Grosor: 0'6 cm (fig. 8:6).
-193-
[page-n-196]
J. L. SIMÓN GARCÍA
16
Cj'~U ti~~ E3~a
1
.---···---~-.
9
2
-···--·---~
~o
~
-- -· --····~--...
3
---.
--- ---- ··.
------...
.-- - ----····· - ··· - ~. .. _
5
.
6
QjlJ ·o~~ o~tJ'
8
9
o-- ~o··
~~LJ
~~o
10
11
12
CJ~0l'94o ~~~
19
______ ,
.f~t:Jjp,:;;:;>~ ~ f;3 ~~ ~
4
7
__.
20
Fig. 9
-194-
21
[page-n-197]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
17
-Diente de hoz sobre gran lámina de sílex, reaprovechando un cuchillo, de color marrón oscuro, translúcido y grano
fino. Ambos ejes, denticulados, poseen pátina en ambas caras y un retoque simple y bifacial en un eje y simple
bifacial y alterno en otro. Conserva el talón. Longitud: 8'5 cm. Ancho: 2 cm. Grosor: 0'5 cm (fig. 8:7).
-Extremo distal de una gran lámina. Sílex beige claro de grano fino. El extremo de un eje conserva retoques para
crear algunos denticulados, mientras que el resto posee un retoque por presión simple y poco profundo. No presenta
pátina y ni restos del talón. Longitud: 8'4 cm. Ancho: 2'6 cm. Grosor: 0'4 cm (fig. 8:9).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex negro, opaco, de grano grueso y con partes deshidratadas. El eje denticulado posee
pátina, un retoque simple, bifacial y profundo. Conserva el talón y restos de cortex. Longitud: 1'9 cm. Ancho: 2'3 cm.
Grosor: 0'8 cm (fig. 9:1).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex marrón oscuro, opaco y de grano fmo. El eje denticulado posee pátina, un retoque
simple, bifacial y profundo y el eje contrario, retoque abrupto y directo. No conserva talón. Longitud: 1'6 cm.
Ancho: 2'3 cm. Grosor: 0'7 cm (fig. 9:2).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex blanco, opaco y de grano fino. El eje denticulado posee pátina, un retoque simple,
bifacial y profundo y el eje contrario, retoque abrupto y directo. No conserva el talón. Longitud: 1'5 cm. Ancho:
2' 1 cm. Grosor: 0' 3 cm (fig. 9:3).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex blanco. El eje denticulado posee pátina, un retoque simple, continuo en una cara
y alterno en el opuesta. No conserva el talón. Longitud: 1'8 cm. Ancho: 2'1 cm. Grosor: 0'7 cm (fig. 9:4).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex gris y de grano fino. El eje denticulado posee pátina, un retoque simple, bifacial y
alterno. No conserva el talón y conserva restos de cortex. Longitud: 1' 8 cm. Ancho: 2' 3 cm. Grosor: 0'5 cm (fig. 9:5).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex gris veteado, opaco y de grano fino. El eje denticulado posee pátina, un retoque simple,
bifacial y profundo y el eje contrario, retoque abrupto y directo. No conserva el talón. Longitud: 1'4 cm. Ancho: 3' 5 cm.
Grosor: 0'7 cm (fig. 9:6).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex marrón claro, opaco y de grano fino. El eje denticulado posee pátina, un retoque
simple, bifacial y profundo y el eje contrario, retoque abrupto y directo. No conserva el talón. Longitud: 2'6 cm.
Ancho: 1'6 cm. Grosor: 0'6 cm (fig. 9:7).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex marrón y de grano fino. El eje denticulado posee pátina, un retoque simple, bifacial
y profundo. No conserva el talón y en algún punto se conserva parte del cortex. Longitud: 1'6 cm. Ancho: 2'3 cm.
Grosor: 0'4 cm (fig. 9:8).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex marrón, opaco y de grano fino. El eje denticulado posee pátina, un retoque simple,
bifacial, alternante y profundo y el eje contrario, retoque abrupto y directo. No conserva el talón. Longitud: 1'5 cm.
Ancho: 2'2 cm. Grosor: 0'5 cm (fig. 9:9).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex blanco y gris veteado, opaco y de grano fino. El eje denticulado posee pátina, un
retoque simple, bifacial y profundo y el eje contrario, retoque abrupto y directo. No conserva el talón. Longitud:
1'3 cm. Ancho: 2'1 cm. Grosor: 0'7 cm (fig. 9:10).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex gris de grano fmo. El eje denticulado posee pátina, un retoque simple, bifacial y
muy desgastado. El eje contrario posee un retoque abrupto y directo. No conserva el talón. Longitud: 1'5 cm. Ancho:
1'5 cm. Grosor: 0'9 cm (fig. 9:11).
-Diente de hoz en lamina, realizado en sílex gris muy deshidratado. El eje denticulado no posee pátina y presenta
un retoque simple, bifacial y profundo. Longitud: 1'3 cm. Ancho: 1'9 cm. Grosor: 0'3 cm (fig. 9: 12).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex rosado, translúcido y de grano fmo. El eje denticulado se reduce a un extremo en
el cual se aprecia la pátina, un retoque simple, bifacial y profundo y el eje contrario, retoque abrupto y directo. No
conserva el talón. Longitud: 1'2 cm. Ancho: 2'6 cm. Grosor: 0'9 cm (fig. 9:13).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex blanco muy granuloso. El eje denticulado posee pátina, un retoque simple, bifacial
y profundo. Longitud: 1'8 cm. Ancho: 3'3 cm. Grosor: 0'5 cm (fig. 9:14).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex marrón, opaco y de grano fino. El eje denticulado posee pátina, un retoque simple,
bifacial y profundo. No conserva el talón. Longitud: 1'8 cm. Ancho: 1'6 cm. Grosor: 0'7 cm (fig. 9:15).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex gris, opaco y de grano fino. El eje denticulado pátina, un retoque simple, bifacial
y profundo. El eje contrario posee restos de cortex. No conserva el talón. Longitud: 2'2 cm. Ancho: 1'3 cm. Grosor:
0'8 cm (fig. 9:16).
-195-
[page-n-198]
18
J. L. SIMÓN GARCÍA
. - . .... -
~
-
1
. ... . .
2
3
4
~~ v~~~~~
5
6
~,: ~:
. 7
8
án: ID;
~~O~t;1~
18
19
1)~ ~~
22
23
o
24
5
Fig. 10
-196-
[page-n-199]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
19
2
3
1
q_
5
J
5
4
Fig. 11
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex gris y de grano fino. El eje posee pátina, un retoque simple, bifacial y profundo y
el eje contrario, retoque abrupto y directo. No conserva el talón. Longitud: 1' 5 cm. Ancho: 1'5 cm. Grosor: 0' 9 cm
(fig. 9: 17).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex negro, opaco, de grano grueso y con restos de cortex. El eje denticulado posee
pátina, un retoque simple, bifacial y profundo. Longitud: 1'8 cm. Ancho: 2 '7 cm. Grosor: O' 5 cm (fig. 9: 18).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex gris claro y de grano grueso. El eje denticulado posee un retoque simple y alternante. Longitud: 1'6 cm. Ancho: 3'6 cm. Grosor: 058 cm (fig. 9:19).
-Diente de hoz en lamina, realizado en sílex gris y con grano fino. El eje denticulado posee un retoque simple y
bifacial. Longitud: O' 8 cm. Ancho: 1'4 cm. Grosor: O' 4 cm (fig. 9:20).
-Diente de hoz sobre lasca·. Sílex gris, opaco y de grano grueso. El eje denticulado posee pátina,. un retoque simple
y bifacial. Longitud: 139 cm. Ancho: 2' 3 cm. Grosor: 0' 6 cm (fig. 9:21).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex marrón de grano fino. El eje denticulado posee pátina, un retoque simple, bifacial
y profundo y el eje contrario, retoque abrupto y directo. No conserva el talón. Longitud: 2'3 cm. Ancho: 2' 1 cm.
Grosor: 0'7 cm (fig. 9:22).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex blanco muy deshidratado. El eje denticulado posee pátina, un retoque simple,
bifacial y profundo. Longitud: 1'4 cm. Ancho: 1' 8 cm. Grosor: O' 6 cm (fig. 9:23).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex marrón claro de grano fino. El eje denticulado posee pátina, un retoque símple,
bifacial, profundo y muy desgastado. El eje contrario conserva restos de cortex. Longitud: 1' 5 cm. Ancho: 2' 3 cm.
Grosor: 0'5 cm (fig. 9a4).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex marrón de grano fino. El eje denticulado posee un retoque simple y unifacial.
Longitud: 1'1 cm. Ancho: 1' 8 cm. Grosor: 0'3 cm (fig. 10:1).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex blanco de grano fino . El eje denticulado posee un retoque simple y unifacial.
Longitud: 0'9 cm. Ancho: 2'1 cm. Grosor: 0'4 cm (fig. 10:2).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex negro de grano fino. El eje denticulado solo posee un retoque simple y unibifacial.
Longitud: 1'8 cm. Ancho: 2'5 cm. Grosor: 0'4 cm (fig. 10:3).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex gris deshidratado. El eje denticulado posee un retoque simple y unifacial. Longitud:
2 cm. Ancho: 2'8 cm. Grosor: 0'6 cm (fig. 10:4).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex blanco de grano grueso. El eje denticulado posee pátina, un retoque simple y
unifacial. Longitud: 2' 5 cm. Ancho: 2'6 cm. Grosor: 0' 3 cm (fig. 10:5).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex gris de grano fino. El eje denticulado posee un retoque simple y unifacial. Longitud:
2'1 cm. Ancho: 3'1 cm. Grosor: 0'6 cm (fig. 10:6).
-197-
[page-n-200]
20
J. L. SIMÓN GARCÍA
o
5
•
2
Fig. 12
-198-
[page-n-201]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
21
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex marrón de grano fino. El eje denticulado posee un retoque simple y unifacial.
Longitud: 1'2 cm. Ancho: 1'8 cm. Grosor: 0'5 cm (fig. 10:7).
-Diente de hoz sobre lasca. Sflex marrón de grano fino. El eje denticulado posee un retoque simple y unifacial.
Longitud: 1 '6 cm. Ancho: 1'3 cm. Grosor: 0'3 cm (fig. 10:8).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex gris de grano fino. El eje denticulado posee un retoque simple y unifacial. Un eje
lateral presenta un retoque abrupto y directo. Longitud: 1'2 cm. Ancho: 2' 4 cm. Grosor: O' 4 cm (fig. 10:9).
-Diente de hoz sobre lasca. Sflex marrón de grano fmo. El eje denticulado posee un retoque simple y unifacial.
Longitud: 1'2 cm. Ancho: 3'4 cm. Grosor: 0'7 cm (fig. 10:10).
-Diente de hoz sobre lasca. Sflex blanco muy deshidratado. El eje denticulado posee un retoque simple y unifacial.
Longitud: 1'3 cm. Ancho: 1'6 cm. Grosor: 0'8 cm (fig. 10:11).
-Diente de hoz sobre lasca. Sílex gris. El eje denticulado posee un retoque simple y unifacial. Longitud: 1'2 cm.
Ancho: 1'5 cm. Grosor: 0'6 cm (fig. 10:12).
-Diente de hoz sobre lasca. Sflex blanco muy deshidratado. El eje denticulado posee un retoque simple y unifacial.
Longitud: 1' 2 cm. Ancho: 1'6 cm. Grosor: 0'6 cm (fig. 10:13).
-Trapecio efectuado en lámina, en sílex gris y con retoque abatido. Longitud: 2'1 cm. Ancho: 1 cm. Grosor: 0'3 cm
(fig. 10:14).
-Fragmento de lámina de sección triangular, efectuado en sílex gris y con algún retoque en los ejes. Conserva el
talón. Longitud: 2'6 cm. Ancho: 0'9 cm. Grosor: 0'3 cm (fig. 10:15).
-Fragmento de lámina de sección trapezoidal realizada en sflex marrón y de grano fino. Conserva el talón. Longitud:
2' 1 cm. Ancho: 1'2 cm. Grosor: 0'4 cm (fig. 10:16).
-Fragmento de lámina de sección trapezoidal realizada en sílex marrón. Conserva el talón. Longitud: 1'9 cm. Ancho:
0'9 cm. Grosor: 0'2 cm (fig. 10: 17).
-Lasca preparada para efectuar un diente de hoz, realizada en sílex marrón. Longitud: 1'9 cm. Ancho: 2'4 cm. Grosor: 0'5
cm (fig. 10:18).
-Lasca preparada para efectuar un diente de hoz, realizada en sílex gris. Longitud: 1'3 cm. Ancho: 1'9 cm. Grosor: 0'5
cm (fig. 10:19).
-Lasca preparada para efectuar un diente de hoz, realizada en sílex marrón. Longitud: 1' 8 cm. Ancho: 1'8 cm. Grosor: O' 5
cm (fig. 10:20).
-Lámina realizada en sílex blanco-marrón. En Jos ejes presenta una S'erie de retoques denticulados de carácter
unifacial, simple y discontinuos. Longitud: 3'4 cm. Ancho: 1'3 cm. Grosor: 0'3 cm (fig. 10:21).
-Lasca preparada para efectuar un diente de hoz, realizada en sflex marrón. Longitud: 1' 5 cm. Ancho: 1'4 cm.
GroSor: 0'3 cm (fig. 10:22)
-Lasca preparada para efectuar un diente de hoz, realizada en sílex blanco. Longitud: 2 cm. Ancho: 2'7 cm. Grosor:
0'9 cm (fig. 10:23).
-52 lascas y desechos de talla de sílex.
-1 núcleo de sfiex.
-1 núcleo de sflex agotado con señales de extracciones laminares.
METAL
-Hacha plana de sección rectangular. Tipometría según Lull: ángulo: 0'24; exvasamiento: O' 50; área: 57'04. Tipo IG.
Largo: 12'4 cm; ancho máximo: 6'1 cm; ancho de la base: 3'1 cm; grosor: 3'9 cm; peso: 468'4 gr (fig. 12:1).
-Puñal de hoja triangular con nervadura en ambas caras, sección aplanada y tres perforaciones para remaches dis"
puestos de forma triangular. La base posee una forma semicircular. Largo: 18'2 cm; ancho a la altura del enmangue:
6'3 cm; grosor en el nervio: 0'5 cm; grosor en la hoja: 0'2 cm; peso: 118' 1 gr (fig. 13).
-Punta de flecha del tipo foliforme. Hoja posee una forma ovalada y una sección con tendencia romboidal. El pedúnculo es menor en longitud al de la hoja y posee una sección cuadrangular. Largo: 5' 4 cm; ancho de la hoja: 1'2 cm;
grosor de la hoja: 0'3 cm; ancho del pedúnculo: 0'2 cm; peso: 4'3 gr (fig. 12:2).
-199-
[page-n-202]
22
J. L. SIMÓN GARCÍA
5
Fig. 13
-200-
[page-n-203]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
23
1
~?!
S
5
4
2
3
o
5
Fig.14
-Punzón biapuntado, de sección cuadrangular en el centro y en uno de los extremos ya que el opuesto posee una sección circular por el desgaste del uso rotativo de la pieza. Largo: 13'4 cm; ancho: 0'5 cm; grosor: 0'5 cm; peso: 22
gr (fig. 14:2).
-Punzón biapuntado, de sección cuadrangular en el centro, romboidal en un extremo y circular en el opuesto por el
desgaste del uso rotativo de la pieza, la cual presenta en la actualidad una curvatura. Largo: 8'7 cm; ancho: 0'3 cm;
grosor: 0'2 cm; peso: 3'4 gr (fig. 14:3).
-Punzón biapuntado, de sección cuadrangular. Largo: 4' 8 cm; ancho: 0'3 cm; grosor: 0'2 cm; peso: 1'7 gr (fig. 14:4).
-Fragmento de punzón de sección circular con ambos extremos fracturados. Lrugo actual: 1'5 cm; ancho: 0'4 cm; peso:
0'5 gr (fig. 14:5).
-Fragmento de sierra de forma rectangular, habiéndose perdido la zona del enmangue. Largo actual: 6 cm; ancho
máximo: 1'5 cm; grosor: 0'2 cm; peso: 4'2 gr (fig. 14:1).
MALACOLOGÍA
-Pectúnculo con el natis pulido (fig. 7: 11).
-Pectúnculo con el natis pulido (fig. 7:1 1).
-Pecten de Cardium edule sin el natis pulido.
-Caracola sin el natis pulido.
-Caracol sin el natis pulido.
-201-
[page-n-204]
24
J. L. SIMÓN GARCÍA
Fig. 15
-202-
[page-n-205]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
25
FAUNA
-Incisivo de equino.
-Incisivo de equino.
-Incisivo de suido.
SEMILLAS
-Tres semillas completas de bellota.
CERÁMICA A TORNO
-Fragmento de borde de cerámica gris ibérica (fig. 11:1).
-Fragmento de borde de cerámica gris ibérica (fig. 11 :2).
-Fragmento de cerámica medieval con una banda de esmaltado en verde claro en el exterior, en la zona del cuello
(fig. 11 :3).
-Fragmento de cuello de vaso de cerámica gris ibérica (fig. 11 :4).
-Fragmento de Terra Sigillata Hispánica (TSH) con motivo decorativo de círculos acotados por metopas (fig. 11 :5).
IV. ANÁLISIS DEL MATERIAL
De los diarios de Pedro Flores se desprenden algunas asociaciones en el material que parecen
confirmar la existencia de un sólo nivel en el yacimiento. El gran puñal de metal se asocia a un
elemento de hoz en lámina y a la ficha cerámica, mientras la sierra y el gran punzón metálico se
encontraron juntos con otro de los punzones, lo que en el caso de los dos primeros elementos es
significativo por sus tipologías, ambas muy meridionales. La punta de flecha, el gran fragmento
de cuchillo con ejes dentados y dos de los grandes punzones de hueso, uno abierto en su totalidad
y el efectuado en tibia, junto a varios Cardium con el natis perforado, pertenecen a una misma
zona. El hacha apareció junto al fragmento de cuchillo de sílex, la azuela y los punzones de hueso
abiertos (fig. 15), y finalmente los brazaletes de arquero se relacionan con uno de los punzones
metálicos. En el poblado, por tanto, se conbinan en un determinado momento elementos de tradición local con otros cuyo origen es claramente meridional, lo cual plantea una serie de cuestiones que más adelante trataremos.
El conjunto cerámico conservado en la Colección Siret del M.A.N. de la Loma de la Terrera
o Coroneta del Rei confirma algunas de las opiniones señaladas para el mismo yacimiento en
base al estudio de las colecciones del Museu d' Alzira (20): predominio de vasos carenados,
pastas y tratamientos de muy buena calidad y abundancia de elementos de prensión, como mamelones, asas de cinta y cordones, tanto en vasos de formas simples como compuestas.
Los vasos de formas compuestas presentan tratamientos en los que predomina la técnica del alisado
en ambas superficies, las pastas de muy buena calidad, el desengrasante pequeño y la cocción oxidante
y, en menor medida, la reductora. Casi todos los vasos de tamaño medio poseen asas de cinta de implan~
tación vertical, siendo ésta de diversas secciones. Destaca un vaso que posee un asa decorada con
pequeños mamelones en las zonas de inserción con la pared del vaso (fig. 3:3), para el que disponemos
de un paralelo exacto en el yacimiento albacetense de la Morra de la Cueva de la Paja (21), donde se
registró en un vaso cilindrico de base plana formando parte del ajuar de un enterramiento.
(20)
(21 )
MARTÍNEZ PÉREZ: Op. cit. nota 9 y GALÁN GRAU: Op. cit. nota 10.
M. HERNÁNDEZ PÉREZ y J.L. SIMÓN GARCÍA: «La Edad del Bronce en el Corredor de Almansa (Aibacete). Bases
para su estudio>>. La Edad del Bronce en Castilla-La Mancha. Actas del Simposio: 1990. Diputación Provincial de Toledo, Toledo,
1994, pp. 201-242.
-203-
[page-n-206]
26
J. L. SIMÓN GARCÍA
También se documenta un vaso con cuatro asas de cinta e implantación vertical, uno con
cuatro tríos de mamelones en el cuello y otro vaso de gran tamaño con tres cordones paralelos al
borde que pueden tener tanto una finalidad decorativa como funcional, ésta última relacionada
con el cierre mediante un cuero ceñido por una cuerda entre dos cordones.
Los vasos de formas simples, esencialmente los semiesféricos, son los dominantes en todos
los yacimientos de la Edad del Bronce, por lo que no consideramos necesario realizar aquí la relación de paralelos. Destacan en este conjunto la calidad técnica de las pastas y tratamientos, la tendencia a poseer los bordes entrantes y en algún caso presentar pequeños mamelones decorativos.
Finalmente señalar la presencia de una ficha cerámica, habitual en estos yacimientos, y un
pequeño vasito de forma troncocónica, base plana y asa efectuada mediante una lengüeta perforada. Fichas cerámicas las encontramos en el yacimiento próximo de la Rambla de la Senyora (La
Garrofera, Alzira) (22) y un vasito similar en el Puntal del Barranc de Camallos (Catadau) (23).
De la descripción de Flores se deduce que las cerámicas aparecen formando conjuntos de
varios recipientes, destacando la casa no 3 en la cual señala que «11 vasijas en una tinaja pequeña
y tazas y pucheros». Esta circunstancia, la de vasos de menor tamaño en el interior de otros, se
ha señalado en la Liorna de Betxí de Paterna (24).
En general, la cerámica de este yacimiento es similar a la de otros conjuntos de La Ribera,
como en la Muntanya Assolada (25) donde se documentan vasos esféricos con asa de cinta e
implantación vertical y mamelones cerca del borde de carácter decorativo, vasos carenados con
asas de cinta verticales y cuencos semiesféricos. En la Coroneta del Rei se registra, asimismo, un
fragmento con decoración, también presente en la Muntanya As solada y en la Font de 1' Almaguer
(Alfarb) (26), en La Ribera, y en otros poblados más alejados como la Liorna de Betxí (27).
El material óseo tan sólo se compone de punzones, realizados en tibia o en radio de ovicaprino, con señales de endurecimiento al fuego en varios casos. Se agrupan esencialmente en dos
tipos, los de canal abierto, usando media caña del hueso y los de soporte robusto, aserrado asímétricamente para, con posterioridad, efectuar el pulido con el fin de apuntarlo.
Los punzones realizados sobre tibia y aserrados sólo en su parte inferior (fig. 7:3) están presentes en la Muntanya Assolada de Alzira (28) y en la Liorna de Betxí de Paterna (29), en la provincia de Valencia, y en las Laderas del Castillo de Callosa de Segura (30), en zonas más meridionales. Los punzones efectuados en tibia abierta longitudinalmente se documentan en La
Atalayuela de Losa del Obispo (31), en el área valenciana, y en El Tabayá, El Cabezo Redondo
(32), San Antón y LadeJ;"as del Castillo (33) en yacimientos alicantinos.
MARTÍNEZ PÉREZ: Op. cit. nota 9.
A. MARTÍNEZ PÉREZ: <
M' .J. DE PEDRO MICHÓ: <
(25) B. MARTÍ OLIVER: <
Congreso Nacional de Arqueología (Murcia-Cartagena, 1982), Zaragoza, 1983, pp. 259-268. B. MARTÍ OLIVER: <
(26) F. BELTRÁN LÓPEZ: <
Alzira, 1992, pp. 31-48.
d'Arqueología. Alfás del Pi, Valencia, 1995, pp. 61-88.
(28) MARTÍ OLIVER: Op. cit. nota 25.
(29) DE PEDRO: Op. cit . nota 24.
(30) P. FURGÚS: Col./ecció de treballs del P. Furgús sobre Prehistoria Valenciana. Valencia, 1937.
(31) J. ALCÁCER: <
pp. 151-163.
(32) J.M'. SOLER GARCÍA: Excavaciones arqueológicas en el Cabezo Redondo (Vi/lena, Alicante). Instituto Juan Gil-Albert,
Alicante, 1987.
(33) FURGÚS: Op. cit. nota 30.
(22)
(23)
(24)
-204-
[page-n-207]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORO NETA DEL REI
27
Según los estudios de J.A. López Padilla (34), el primer tipo posee una amplia representación en yacimientos valencianos con cronologías que abarcan desde el Neolítico hasta los inicios
de la Edad del Bronce, momento en el cual disminuyen en número y son sustituidos por los de
canal abierto, los cuales se centran esencialmente en momentos del Bronce Antiguo y Medio. Los
realizados en radio de ovicaprino son escasos por el tipo de soporte utilizado, no pudiéndose
determinar por el momento su adscripción cronológica. En opinión del citado investigador, este
conjunto es de una alta calidad técnica y con una adscripción antigua dentro del II milenio a.C.,
posiblemente de su primera mitad.
Finalmente el punzón efectuado sobre radio de ovicaprino y aserrado únicamente en un
extremo posee, debido al soporte, un número menor de paralelos, encontrándose sólo por el
momento en el Cabezo Navarro (35) y en el Cabezo Redondo (36).
El conjunto lítico es más variado en tipos y número de elementos, destacando las piezas efectuadas en sílex, unas utilizando, o mejor dicho reutilizando, grandes láminas que en su día fueron
cuchillos de sílex y que en los momentos de ocupación del poblado se emplean para realizar
grandes elementos de hoz, dentados en las dos caras (fig. 8:7), en una (fig. 8:6) o tal como fueron
tallados (fig. 8:8). Sin embargo, el mayor número de elementos de hoz corresponde a los realizados en lasca, con diversos tipos de secciones, formas, retoques y características de la materia
prima empleada (fig. 9). También se han constatado elementos de hoz en proceso de elaboración
(fig. 10:14-23), señales de lustre en la mayoría de ellos y en ocasiones con la parte dentada extremadamente desgastada por el uso (fig. 9:24).
El material pulimentado se compone de dos brazaletes de arquero, uno de ellos sin perforaciones (fig. 8:3) y otro con perforaciones bitroncocónicas en los extremos, y de un fragmento
de placa de pizarra en cuyo eje conservado se aprecia un pulido en bisel. Este ejemplar podría
tratarse de una gran brazalete de arquero, similar a otros inventariados en áreas meridionales de
la Comunidad Valenciana, como el de la Illeta deis Banyets de El Campello (37). La materia
prima de las tres piezas es ajena a la comarca, al igual que el mármol empleado en realizar una
de las dos azuelas (fig. 8:2). La otra azuela es de ofita y presenta el filo completamente gastado,
pudiendo haber sido empleada en los últimos momentos de utilización como mano de mortero
(fig. 8:1).
Para J. Jo ver Maestre el conjunto lítico de la Loma de la Terrera o Coroneta del Rei presenta
las mismas características, composición de los elementos, tipos y técnicas, que otros yacimientos
valencianos como la Muntanya Assolada (38), Muntanyeta Cabrera (39), Els Germanells (40) o
la Llama de Betxí (41), donde destaca la presencia de elementos de hoz reutilizando antiguos
cuchillos de sílex calcolíticos y un mayor número de los efectuados en lasca.
(34) Las observaciones sobre el material óseo y lítico nos han sido facilitadas verbalmente por D. J.A. López Padilla y D.
F.J. Jover Maestre, Jos cuales se encuentran actualmente efectuando sus Tesis Doctorales sobre dichos materiales.
(35) R. ENGUIX: <
(37) J.L. SIMÓN GARCÍA: «Colecciones de la Edad del bronce en el Museo Arqueológico Provincial de Alicante: Ingresos de
1967 a 1985 e llleta deis Banyets de El Campello». Ayudas a la Investigación 1984-1985. Vol. 11. Instituto de Estudios Juan GilAlbert, Alicante, 1988, pp. 111-134.
(38) MARTÍ OLIVER: Op. cit. nota 25.
(39) D. FLECHER y E. PLA: El poblado de la Edad del Bronce de la Montanyeta de Cabrera (Vedar de Torrente, Valencia).
Trabajos Varios del S.I.P., n" 18, Valencia, 1956.
(40) E. PLA BALLESTER:
(41) DE PEDRO : Op. cit. nota 24.
-205-
[page-n-208]
28
J. L. SIMÓN GARCÍA
El metal es, sin duda, un excepcional conjunto por su número, calidad técnica y tipología.
Están representados casi todos los tipos ergológicos de la Edad del Bronce herramientas, donde
se situarían el gran punzón o escoplo, los otros tres punzones y la sierra; y armas, como el puñal
y la punta de flecha. El hacha podría situarse por su doble función en ambos grupos.
El hacha, por su perfil y la relación existente entre filo y talón, se situaría entre las de la Ereta
del Pedregal (42), más paralepípedas, y las del Castellet del Parquet (43), con una diferenciación
entre filo-talón más acusada que la de la Loma de la Terrera o Coroneta del Rei. Sus paralelos
más próximos serían los de la Cava de la Penya Banyada en Cocentaina (44) o el del Pie dels
Corbs (45) en Sagunto, ésta última de menor tamaño.
El puñal, por su tamaño (fig. 13), forma de la hoja y la ligera nervadura central, se relaciona
con el grupo de puñales-alabardas (46), estando vinculado por su tamaño, forma y sección con
los de La Atalayuela, Els Germanells, El Mortorum, el Cercat de Gayanes y, por supuesto, con
los procedentes de yacimientos como San Antón de Orihuela y las Laderas del Castillo de Callosa
de Segura, con los que presenta un estrecho paralelismo.
La punta de flecha (fig. 12:2) es similar a otra localizada en el mismo yacimiento y a un
ejemplar documentado en la Muntanaya Assolada de Alzira.
El gran punzón o escoplo (fig. 14:2), por su longitud y grosor, no posee por el momento paralelos concretos. Si bien a primera vista podría relacionarse con los grandes punzones biapuntados
de los enterramientos campaniformes, se aleja notablemente de los mismos por sus características
y sobre todo por las señales de uso que presenta en uno de los extremos, donde existen señales
de su empleo en forma rotatoria. El resto de los punzones son métrica y tipológicamente propios
de la zona y hasta la deformación que presenta uno de ellos (fig. 14:3) la podemos encontrar en
yacimientos como la Cueva de la Ladera del Castillo de Chiva (47) o la Ereta del Pedregal (48).
La sierra, junto con el puñal, es el elemento más exótico del conjunto ya que hasta la fecha
este tipo sólo se registraba en la Comunidad Valenciana en yacimientos meridionales, como el
Cap Prim, Mas de Menente, la lileta dels Banyets, San Antón y las Laderas del Castillo (49),
recordando por su forma longitudinal a las de la llleta dels Banyets (50), San Antón y Laderas
del Castillo (51). Por el momento es el ejemplar más septentrional.
Se trata, pues, de un conjunto que presenta unos elementos con características muy meridionales (52), como el hacha, el puñal, la sierra y el gran punzón, y otros más locales, como la punta
de flecha y los punzones de menor tamaño. Resulta sorprendente que, pese a las evidentes diferencias regionales que refleja la tipología de estos objetos, todo el conjunto presenta una campo-
D. FLECHER, E. PLAy E. LLOBREGAT: La Ereta del Pedregal. Excavaciones Arqueológicas en España, 42, Madrid, 1964.
l. BALLESTER TORMO: <
años 1940-1948, Valencia, 1949, pp. 101-103.
{44) J.Ll. PASCUAL BENITO: <
JJI, Alicante, 1990, pp. 83-103.
(45) A. BARRACHINA: <
Valenciana 1984-1985. Genera:litat Valenciana, Valencia, 1988, pp. 226-229.
(46) J.L. SIMÓN GARCÍA: La metalurgia prehistórica en el País Valenciano. Tesis Doctoral (inédita), Alicante, 1995.
(47) D. FLECHER: «La covacha sepulcral de la ladera del Castillo de Chiva>>. Archivo de Prehistoria Levantina, 11, Valencia,
!957' pp. 13-26.
{48) FLETCHER et al.: Op. cit. nota 42.
(49) SIMÓN: Op. cit. nota 46.
(50) SIMÓN: Op. cit. nota 37.
(51) FURGÚS: Op. cit. nota 30
(52) l. MONTERO RUIZ. : El origen de la metalurgia en el Sureste Peninsular. Instituto de Estudios Almerienses, Almería, 1994.
(42)
(43)
-206-
[page-n-209]
29
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
TABLA l. Análisis por Fluorescencia de Rayos X de objetos metálicos de la Loma de la Terrera o Coroneta del Reí
(I.C.R.B.C. Ministerio de Cultura). Valores expresados en % en peso; nd = no detectado, tr = trazas. (Análisis realizados por S. Rovira e l. Montero dentro del Programa de Investigación Paleometalúrgica de la Península Ibérica
dirigido por M. Fernández-Miranda y G. Delibes.)
Análisis
Objeto
AA 1126
AA1127
AA1128
AA1129
AA1130
AA 1131
P.Palmela
Punzón
Sierra
Punzón
Puñal
Hacha
Fe
Ni
Cu
Zn
As
0.080
0.257
0.269
0.187
0.033
0.107
0.050
0.136
nd
0.086
0.059
0.079
98.48
98.65
99.23
96.79
94.89
99.32
nd
nd
nd
nd
nd
nd
0.358
0.646
0.343
2.683
4.610
0.093
Ag
0.006
0.002
0.005
nd
0.001
0.003
Sn
nd
0.085
nd
nd
0.012
0.005
Sb
0.011
nd
0.010
nd
0.007
0.007
p
b
n
n
n
n
n
n
d
d
d
d
d
d
TABLA 2. Análisis por Microscopía Electrónica de Barrido (Z>9) de objetos metálicos de diversos yacimientos valencianos,
según SIMóN GARCÍA: Op. cit. nota 46. Espectómetro de Energía Dispersiva de Rayos X (Universidad de Alicante.
Servicios Técnicos).
Análisis Yac. Objeto
Fe
Ni
V0964
V0965
V0978
V0979
V0980
V0981
Vl008
V1009
V1012
V1013
Vl022
V1023
V1024
Vl025
V1027
Vl028
V1029
Vl031
V1034
Vl036
V1043
0.04
0.04
0.02
0.02
nd
0.01
nd
0.04
0.07
0.09
0.17
nd
0.10
nd
0.04
0.04
0.09
0.02
0.05
nd
0.01
nd
nd
nd
nd
nd
nd
0.23
0.10
nd
nd
0.08
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
0.09
nd
0.28
CA
CA
CG
CG
CG
CG
MC
MC
MC
MC
LB
LB
LB
LB
LB
LB
LB
GE
GE
GE
GE
P.Flecha
P.Flecha
Puñal
P.Flecha
P.Flecha
Punzón
P.Flecha
P.Flecha
P.Flecha
P.Flecha
Puñal
P.Flecha
P.F1echa
P.Flecha
Punzón
Punzón
Lámina
Hacha
Puñal
P.Flecha
Cincel
Cu
88.14
95 .96
96.44
95.69
91.69
94.79
96.44
95.46
96.12
96.31
95.48
97 .79
96.91
97.77
88.14
96.23
93.11
93.74
92.53
96.51
96.32
Zn
1.77
1.51
1.05
1.21
1.64
2.06
0.97
1.25
1.25
1.63
0.84
0.59
0.57
0.47
1.77
0.91
1.42
1.77
1.03
1.18
0.11
As
Ag
Sn
1.62
2.85
2.95
3 .. 05
6.55
3.34
1.93
2.91
2.59
2.28
3.34
2.15
1.93
2.17
1.62
3.44
5.04
4.31
6.57
2.98
3.10
0.34
nd
nd
nd
nd
0.18
0.16
0.19
nd
nd
0.19
nd
0.11
0.09
0.34
0.11
nd
nd
0.05
nd
nd
8.71
0.16
0.07
0.09
nd
nd
0.07
0.01
0.07
nd
0.07
0.01
0.12
nd
8.71
nd
0.19
0.25
nd
nd
0.17
Sb
nd
nd
nd
nd
0.44
0.09
0.13
0.09
0.10
0.01
nd
nd
0.23
nd
nd
nd
0.43
0.09
nd
nd
0.12
p
b
0.33
nd
nd
nd
0.09
nd
0.08
0.04
0.12
0.09
nd
0.06
0.11
0.06
0.33
n
n
d
d
0.03
n
d
d
n
d
n
CA: Cova de 1' Aigua de Gandia. CG: Cova deis Gats de Alzira. MC: Montanyeta Cabrera de Torrent. LB: Liorna de Betxí de
Paterna. GE: Els Gerrnanells de Rafelbunyol.
-207-
[page-n-210]
J. L. SIMÓN GARCÍA
30
TABLA 3. Análisis espectográfico de objetos metálicos de la Muntaya Assolada de Alzira. Datos extraídos de MARTi OLIVER:
Op. cit. nota 25, Lucentum II.
N° Inv. Objeto
982a
982b
993
985
986
987
988
991
992
Puñal
Remache
Escoria
P. Flecha
P. Flecha
P. Flecha
Punzón
Escoplo
Remache
Fe
Ni
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
0.05
0.00
0.00
0.39
0.86
0.06
0.06
0.03
0.91
Cu
91.01
90.63
85.81
99.85
99.06
95.52
99.58
99.22
98.84
Bi
0'31
0'37
0'53
0'20
0'40
0'40
0'39
0'71
0'36
As
0.17
0.15
0.15
0.15
0.18
0.63
0,63
0.71
0.97
Ag
Sn
0.10
0.006
0.07
0.59
0.96
0.15
0.11
0.03
0.21
8.18
8.56
8.24
0.11
0.10
0.76
0.87
0.77
0.11
Sb
Pb
0.10
0.01
0.08
0.77
0.18
0.12
0.81
0.13
0.34
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
nd
TABLA 4. Análisis espectográfico de algunos objetos metálicos del Museo de Prehistoria de Valencia. Datos extraídos de
BLANCE: Op. cit. nota 55.
N° Inv. Yac. Objeto
1112
1113
1114
1036
1008
1128
AT
AT
AT
GE
MC
CM
Puñal
Puñal
Puñal
P. Flecha
P. Flecha
Puñal
Fe
Ni
Cu
Zn
97.04
98.33
98.55
99.34
99.15
98.08
As
2.60
1.65
1.42
0.64
0.80
1.90
Ag
Sn
Sb
Pb
0.016
0.02
0.019
0.045
0.01
AT: La Atalayuela de Losa del Obispo. GE: Els Germanells de Rafelbunyol. MC: Montanyeta Cabrera de Torrent. CM: Castillarejo
de los Moros de Andilla.
sición de cobre arseniado (53), que, con la excepción del puñal (fig. 13) y del punzón de gran
tamaño (fig. 14:2), donde los valores de arsénico se sitúan entre el 2'6 y el4'6 %, el resto presenta
unos porcentajes por debajo del 1 % de As. Se constata en todos, menos en la sierra, la presencia
de níquel, mientras que las proporciones del resto de los elementos son las propias de esta tecnología (tabla 1). Estos porcentajes los podemos encontrar en las piezas de cobre arseniado de la
Muntanyeta Cabrera, de la Liorna de Betxí, de Els Germanells (54) o La Atalayuela (55) (tabla 2
y 4) y en las piezas de composición similar de la MuntanyaAssolada (56) (tabla 3), donde a diferencia del conjunto aquí tratado se documenta un puñal con aleación binaria de estaño.
No se tiene constancia, ni a partir de las prospecciones efectuadas por Martínez Pérez (57) y
el Museo de Alzira (58), ni en los diarios o piezas de la Colección Siret, de la presencia de objetos
(53) Los análisis fueron realizados por D. Salvador Rovira y D. Ignacio Montero dentro del programa Proyecto de
Arqueometalurgia de la Península Ibérica.
(54) SIMÓN: Op. cit. nota 46.
(55) B. BLANCE. : <
(56) MARTÍ OLNER: Op. cit. nota 25.
(57) MARTÍNEZ PÉREZ: Op. cit. nota 9.
(58) M.D. LLAVADOR y A. FERRER.: «Aproximación al estudio del poblamiento en la zona sur de la Ribera del Xúquer
durante la Cultura del Bronce Valenciano». Al-Gezira, 3, Alzira, 1987, pp. 9-30.
-208-
[page-n-211]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
31
relacionados con los procesos de fabricación de estos elementos metálicos. Teniendo en cuenta
que el yacimiento se sitúa en una zona con total ausencia de menas susceptibles de explotación
(59), creemos que este utillaje metálico procede de intercambios de bienes, debidos a relaciones
comerciales, políticas o sociales (60).
Finalmente el conjunto ergológico se complementa con colgantes sobre caparazones de
moluscos, unos pocos restos de fauna -suidos y ovicápridos- , bellotas y unas pocas cerámicas
ibéricas y romanas, constatadas en prospecciones anteriores (61).
V. CONSIDERACIONES FINALES
De la documentación y los materiales estudiados en el M.A.N., podemos deducir que en la
primera década del siglo XX L. Siret realizó una excavación arqueológica en la provincia de
Valencia, por motivos que desconocemos, aunque como señala Maier (62) «es quizá en esta
época (1905-1910) (63) donde realiza Siret su lucha más encarnizada en defensa de sus teorías,
que llegaban a ser incluso una obsesión para él». Quizás por esa necesidad de datos de primera
mano envió a Pedro Flores a la Coroneta del Reí. El por qué de la elección del yacimiento y si
para ello contó con información de alguien de la zona, es un interrogante que no podemos desvelar por el momento.
El topónimo lo tomaron de los datos que les facilitarían los lugareños, que se recoge en el
mapa que el Instituto Geográfico efectúa en 1903 del término de "Alberique". Por las limitaciones de Pedro Flores y por el conocimiento que de ellas tenía Siret, en los diarios se cambia
Pedrera por Terrera y se suprime una vocal de Alb( e)rique.
El yacimiento se ubica en un lugar clave dentro de La Ribera, en el punto donde finalizan
los relieves montañosos que delimitan el llano litoral de Valencia, donde el Río Júcar abandona
las angosturas y escarpes para adentrarse en la llanura litoral, confluyendo en este lugar con el
Río Albaida. De este modo el asentamiento dispone de una zona montañosa de suaves perfiles
por la parte occidental y de una de las llanuras cuaternarias más fértiles de la Península por la
parte oriental, con nichos ecológicos peculiares, como la Albufera, los cauces de los ríos y las
zonas boscosas de las elevaciones próximas, que complementan un entorno óptimo para su
explotación y por el cual transcurren diversas vías de comunicación (64).
El lugar elegido, una suave loma perteneciente a las últimas estribaciones montañosas,
apenas se eleva unos 30 metros sobre la llanura ribereña (lám. l), lo que le protege de las periódicas inundaciones y avenidas del Júcar, pero ninguna de sus laderas presenta pendientes o
(59) STMÓN: Op. cit. nota 46.
(60) M.L. RUIZ-GÁLVEZ PRIEGO (ed.): Ritos de paso y puntos de paso: La ría de Huelva en el mundo del Bronce Final
Europeo. Comp1utum, Extra 5, Madrid, 1995.
(61) MARTÍNEZ PÉREZ: Op. cit. nota 9.
(62) MAIER: Op. cit. nota 4.
(63) El periodo cronológico lo hemos establecido nosotros a partir de las fechas de las publicaciones y excavaciones que en
esa época realiza L. Siret, como Villaricos y Herrerías, de 1906, Orientaux et Occidentaux en Espagne aux temps préhistoriques,
Essai sur la chronologie préhistorique de l'Espagne, A propos des pote ríes pseudo-myceniennes, de 1907, Origine de la civilisation
néolithique, Turdetans et Egéens, Religions néolithiques de l'lbérie, de 1908, y Tyriens et Ce/tes en. Espagne, de 1909, o la excavación de Villaricos iniciada en 1906 ó 1907 con Pedro Flores como capataz, entre otras.
(64) Por las proximidades transcurre la antigua Vereda de Sumacárcer y al pie del yacimiento la actual carretera nacional
N-430.
-209-
[page-n-212]
32
J. L. SIMÓN GARCÍA
escarpes acusados, hasta el punto de que por la zona de contacto con el resto de los relieves montañosos lo hace de forma casi llana (lám. II).
Actualmente apenas se aprecian restos constructivos y P. Flores en sus diarios no hace referencias a los mismos, salvo en una ocasión que parece describir un banco de piedra. La roca
natural aflora en varios puntos, sobre todo en la ladera meridional. Disponemos de un croquis de
Martínez (65) y una planimetría de Grau (66); el primero apunta la existencia de una serie de
departamentos escalonados por la plataforma superior y por la ladera oriental, mientras que el
segundo indica la existencia de un muro que rodea la parte alta del poblado. Ninguno de estos
autores, tal y como se puede apreciar actualmente, apunta la existencia de murallas o restos constructivos de cierta envergadura, a diferencia de lo que ocurre con la mayoría (67), sino en la totalidad, de los poblados de La Ribera (68).
El conjunto ergológico responde perfectamente a las características observadas para la zona
por otros autores (69). Destacan, no obstante, una serie de elementos con características muy
meridionales y que se extienden tanto a la cerámica, donde abundan los vasos carenados, las
pastas y tratamientos de buena calidad y las formas simples con borde entrante, lo cual se apreció
ya en piezas como el vaso lenticular y en algunos cuencos carenados publicados por Martínez
(70), como al material óseo y lítico, donde aparecen piezas elaboradas en materias primas foráneas. Es en el conjunto metálico donde existen piezas -puñal, hacha, sierra y gran punzón- cuya
tipología refuerza el carácter meridional del conjunto.
Todos los materiales proceden de niveles de habitación, no documentándose hasta la fecha
tumba alguna (71), por lo que las piezas metálicas señaladas anteriormente fueron adquiridas
para su empleo como útiles o para destacar un determinado estatus social que, al menos en las
formas y posiblemente en los contenidos, es diferente al que poseen estos objetos en el SE, en
especial el gran puñal, que deberá situarse dentro de los mismos contextos socioculturales que
los de La Atalayuela, Els Germanells y El Mortorum (72).
La ubicación del poblado, su falta de estructuras defensivas y la diversidad y riqueza del
material registrado, que por la tipología de todos los objetos y la composición metalográfica debe
situarse en la primera mitad del TI milenio, aporta una excelente información para plantear cuestiones sobre los modelos y las relaciones de ocupación del territorio (73), las relaciones económicas, sociales y políticas de estos grupos con otros de áreas próximas o distantes y finalmente
su evolución cronocultural (74), donde sería necesario valorar los elementos de tradición local
con los alóctonos, fruto de los contactos existentes. Todas estas cuestiones sobrepasan con mucho
los objetivos de este trabajo y estamos seguros que los equipos de investigación que en la actualidad trabajan en la zona los irán resolviendo paulatinamente.
(65) MARTÍNEZ PÉREZ: Op. cit. nota 9.
(66) GALÁN GRAU: Op. cit. nota lO.
(67) J. FERNÁNDEZ y D. SERRANO: "El poblamiento del Bronce Valenciano en Alfarb". Al-Gezaira, 6, Alzira, 1990, pp. 11-34.
(68) LLAVADOR y FERRER: Op. cit. nota 58.
(69) MARTÍ OLJVER: Op. cit. nota 25.
(70) MARTÍNEZ PÉREZ: Op. cit. nota 9.
(71) B. MARTÍ OLNER, M.•J. DE PEDRO MICHÓ y R. ENGUIX ALEMANY: <
(72) SIMÓN GARCÍA: Op. cit. nota 46.
(73) B. MARTÍ OLNER y M.•J. DE PEDRO MICHÓ: «Los poblados de la Cultura del Bronce Valenciano: Modelo tradicional
y nuevas excavaciones>>. XX!Ve Congres Préhistorique de France. Carcassonne, 1994 (e.p.).
(74) M.•J. DE PEDRO MICHÓ: <
d 'Arqueologia. Alfos del Pi. Valencia, 1995, pp. 61-88. M.S. HERNÁNDEZ PÉREZ: <
OLIVER y J. BERNABEU AUBAN: <
-210-
[page-n-213]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
Lám. 1
Lám. 11
- 211 -
33
[page-n-214]
J. L. SIMÓN GARCÍA
34
Informe metalográfico de varios objetos metálicos de la Loma de la Terrera
(Alberic, Valencia)*
AA1126. Punta foliácea de tipo Palmela. Cobre con 0,36 % de arsénico.
Se han practicado dos metalografías, una en el filo de la hoja y la otra en el pedúnculo. La primera
(Diapo 1) comesponde a una estructura fibrosa producida por martilleo en frío del metal. La segunda
(Diapo 2) es similar a la anterior. Se trata de una pieza obtenida por moldeo pero forjada en frío, probablemente para acabar de darle la forma conveniente y para endurecer el metal.
AA1127. Punzón. Cobre con 0,65 % de arsénico.
Se ha practicado una metalografía en el talón. Muestra una estructura de fundición deformada por
forja en frío poco intensa. La colada es sucia, con abundantes inclusiones de óxidos e impurezas, apreciándose algunas vacuolas gaseosas (Diapo 3). Es una pieza moldeada y posteriormente forjada en frío.
Es probable que la parte de la punta haya recibido un tratamiento más intenso que en el talón.
AA1129. Punzón. Cobre con 2,68% de arsénico.
Se ha practicado una metal ografía en el talón. La microestructura presenta granos poligonales de recorrido con macias de deformación en frío (Diapo 4). La pieza, probablemente obtenida por moldeo, fue
forjada en frío y recocida térmicamente hasta cristalizar el metal y homogeneizar la aleación. Finalmente
sufrió un ligero tratamiento de forja.
AA1128. Puñal de tres remaches. Cobre con 4,61% de arsénico.
Metalografía realizada en el filo de la hoja. La imagen obtenida es de poca calidad pero permite identificar un metal homogeneizado con una estructura de cristales poligonales (Diapo 6). Ello indica que el
producto de fundición fue forjado en frío y posteriormente recocido hasta recristalizar. La colada contiene
numerosas inclusiones escoriáceas oscuras y otras impurezas.
AA1131. Hacha plana. Cobre con 0,09% de arsénico.
Metalografía en el talón: sin ataque, muestra una estructura de intenso martilleo en frío que ha
producido importantes deformaciones del metal, produciendo grietas y movimientos en bandas (Diapo 7).
Este trabajo iba probablemente encaminado a igualar la forma del talón, afectada por el bebedero del
molde.
Metalografía en la zona lateral del filo: estructura de fundición levemente afectada por un martilleado
en frío (Diapo 8).
La colada contiene abundantes impurezas.
Todos Jos ataques de los pulidos metalográficos han sido efectuados con persulfato amónico e
hidróxido amónico.
*
Informe realizado por S. Rovira Lloréns (Museo Arqueológico Nacional).
-212-
[page-n-215]
LA LOMA DE LA TERRERA O CORONETA DEL REI
1
2
3
4
S
6
7
8
- 2 13 -
35
[page-n-216]
[page-n-217]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XXII (Valencia, 1997)
Enrique
DÍES,
Helena BoNET*, Nuria ÁLVAREZ y Guillem PÉREZ
JORDA
LA BASTIDA DE LES ALCUSES (MOIXENT): RESULTADOS DE LOS
TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN. AÑOS 1990-1995
El yacimiento de La Bastida de les Alcuses está situado en la confluencia de dos vías naturales que permiten el acceso a la Meseta desde el litoral mediterráneo: el corredor de Montesa
(lám. II, B), que corresponde a la comarca de la Costera y el curso del río Vinalopó. Se levanta
en el extremo occidental de la Serra Grossa (741 m.s.n.m.) y con sus casi ocho hectáreas de
superficie (láms. I y II, A) es uno de los grandes yacimientos valencianos perteneciente al área
ibérica contestana (figs. 1 y 2).
En 1909, D. Luis Tortosa comunicó a D. Isidro Ballester Tormo la presencia en la loma de
La Bastida, en el Pla de les Alcuses, de restos antiguos de un gran poblado. Su elección, en
1928, como primera intervención oficial del Servicio de Investigación Prehistórica (S.I.P.) y los
hallazgos que se produjeron a lo largo de cuatro campañas sucesivas, desde 1928 a 1931
(BALLESTER y PERICOT, 1929), convirtieron a este yacimiento en un hito básico de la investigación arqueológica valenciana, no sólo por sus características intrínsecas sino porque fue clave,
junto a los hallazgos en el Tossal de Sant Miquel de Llíria, para iniciar una dinámica de investigación que ha durado hasta nuestros días.
Salvo un pequeño sondeo realizado en 1952 por Lamboglia (1954), no se han hecho nuevas
excavaciones en el yacimiento hasta 1993 siendo, por tanto, la publicación de los cien primeros
departamentos (FLETCHER et alii, 1965 y 1969) prácticamente la única documentación que ha
permitido que la bibliografía especializada no olvidase su existencia. A excepción de los trabajos
de Llobregat (1972) y Santos Velasco (1986) sobre hipótesis de organización social y espacial
de las estructuras, apenas ha habido aportaciones nuevas a los datos obtenidos por Ballester y
Pericot en el momento de la excavación.
*
Servicio de Investigación Prehistórica. Diputación de Valencia.
-215-
[page-n-218]
2
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
EDETANOS
~. ...... A l ~·
ll.tittlda
Fig. 1.- Mapa de situación de La Bastida de les Alcuses (Moixent).
-216-
[page-n-219]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
3
Fotografías conservadas en el archivo del S.I.P., tomadas en el curso de una visita en 1962,
muestran el estado en que se encontraba el yacimiento treinta años después de su excavación y
cómo la vegetación enmascaraba completamente los restos. En 1975, el S.I.P. tomó la decisión
de construir un camino de acceso de gran envergadura que permitiese la visita al poblado, así
como su vallado, para impedir los reiterados saqueos que venía sufriendo. Dos años después, se
iniciaron los trabajos de limpieza, desbrozando gran parte de la zona excavada y poniendo al
descubierto todo el perímetro de la muralla. También se levantaron de nuevo los muros,
mediante piedras del derrumbe colocadas en seco, más como medida preventiva que como
intento de consolidación o restauración.
Sin embargo, La Bastida de les Alcuses es un asentamiento de grandes dimensiones, cuya
interpretación de las estructuras es aún problemática, con una muralla en precario estado de conservación (lám. IV) de más de un kilómetro de recorrido, jalonada por tres torres conservadas y
cuatro puertas, sin contar el amplio recinto en el extremo oeste, denominado tradicionalmente
como albacara. Todo ello obligaba a que cualquier intervención fuera precedida por la determinación de unos criterios coherentes con los objetivos, características y límites de los trabajos de
consolidación y restauración, cuestiones que desarrollamos en la última parte de este trabajo.
l.
TRABAJOS DE CONSOLIDACIÓN Y PUESTA EN VALOR
1.1. SITUACIÓN DEL YACIMIENTO E INTERVENCIONES ANTERIORES AL PROYECTO
La zona no excavada se encuentra cubierta por una densa capa de vegetación, tanto arbórea
(pinos, fundamentalmente) como arbustiva, apreciándose la existencia de gran cantidad de
estructuras por excavar, especialmente en las partes más altas del recinto.
En el sector excavado, durante los más de sesenta años transcurridos desde su excavación
ha crecido mucha vegetación que afecta a la conservación de los muros. Por ello, en la zona
objeto de las intervenciones se talaron los pinos y las grandes raíces de algunas plantas arbustivas que afectaban a las estructuras.
Como mencionábamos, entre 1975 y 1986, se llevaron a cabo una serie de trabajos en el
yacimiento que tuvieron como finalidad el vallado, la construcción del camino de acceso, el descubrimiento de todo el perímetro amurallado y la limpieza del área excavada (APARICIO, 1984).
Para la realización del vallado fue necesario delimitar previamente el yacimiento, algo que se
consiguió poniendo al descubierto el paramento exterior de la muralla, por considerarse que no
había evidencias de estructuras fuera de él. Esta excavación no se realizó mediante catas perpendiculares sino mediante una zanja corrida paralela al paramento exterior, lo que imposibilitó
la observación de cualquier resto de trinchera de fundación. Una vez delimitada toda la muralla,
el estrato de derrumbe fue retirado mediante una pala excavadora (lám. V, B) y empleado para
realizar la nivelación sobre la que se construyó la valla.
Al retirarse el nivel original del suelo, unos 30-50 cm más alto del existente actualmente,
dejaron sin protección exterior los cimientos de la muralla, que quedan ahora a la vista, y también desaparecieron las rampas de tierra que permitirían el acceso a las puertas del poblado.
Finalmente, se aprecian en el paramento de la muralla una serie de elementos verticales
(lám. V, A) que sobresalen ligeramente de ella, agrupados de dos en dos a distancias más o
-217-
[page-n-220]
4
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
'
.
y~
lmt:ml CANTERA
CAMINO DE
CARRO
o
CAMINO DE
-HERRADURA
500m
Fig. 2.- Localización de La Bastida de les Alcuses con indicación de los caminos de acceso y cantera.
-218-
[page-n-221]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
5
menos regulares (entre 12 y 15 m) y con una distancia entre ellos de 5'2/5'8 m. Dado que esta
última distancia es similar a la de las torres conservadas, creemos que la única interpretación
posible es que se trata de los restos de una serie de torres -siete en total- que jalonaban el
frente oeste, la parte más accesible del poblado que estudiaremos más adelante (fig. 4).
Fuera del área vallada quedan el camino ibérico de acceso y un muro vinculado a su defensa.
No es descartable que una prospección más cuidadosa ofrezca nuevos elementos exteriores.
La limpieza de la zona excavada afectó a los 174 departamentos, en los cuales se cortó la
vegetación y se talaron algunos pinos y arbustos. Sobre los muros originales se levantó un paramento de unos 50170 cm de altura realizado en piedra seca, empleando para ello piedra del
derrumbe. No se realizó señalización alguna que indicase el alzado del nuevo muro por lo que
ha resultado en algún caso bastante difícil diferenciar la parte nueva de la vieja, que sólo
mediante las señales de la meteorización de la roca o por la inexistencia de tierra entre los bloques podía determinarse. Como parte de los elementos constructivos empleados en esta actuación hallamos tanto fragmentos de molino como restos de adobes, molduras y revestimientos
que han sido de gran interés para la interpretación del alzado y cubierta de las casas.
1.2.
LA INTERVENCIÓN EN EL YACIMIENTO ENTRE 1990 Y 1995 (l)
Desde el inicio del proyecto de consolidación y restauración se puso en evidencia que había
una gran cantidad de información sin analizar de las primeras excavaciones, especialmente en
lo referente a arquitectura, urbanismo y localización in situ de materiales. Asímismo, todavía
estaba pendiente un estudio de explotación del entorno para situar el yacimiento, en una zona
que presenta desde antiguo un poblamiento muy denso. El proyecto de restauración y consolidación de La Bastida ha sido realizado por los arquitectos Julián Esteban y Ricardo Sicluna,
junto a los arqueólogos Helena Bonet y Enrique Díes.
Hasta el momento se han ejecutado tres fases del proyecto. En la primera (1990-1991), se
realizó un informe sobre el estado de las estructuras y una propuesta de consolidación y restauración, así como el diseño de un itinerario de visita. A partir de todos estos datos se llevó a cabo
la limpieza del mencionado recorrido así como la consolidación y restauración de las casas 1, 2
y 3. Finalmente, se colocaron ocho carteles (lám. XI, B) en los que se enmarcaba el yacimiento
dentro de la cultura ibérica, en su entorno geográfico, y se hacía especial hincapié en el sistema
defensivo, en las técnicas constructivas y en el urbanismo. En la segunda fase (1991-1992) se
acometió la consolidación y restauración de las casas 4, 6, 7, 8 y 9, diseñándose nuevos carteles
explicativos referentes a la funcionalidad de las viviendas. Finalmente, se llevó a cabo la tercera
fase ( 1993-1995) en el frente oeste de la muralla, para lo cual se realizaron dos sondeos en el
interior de la Muralla Oeste y uno en el exterior de la Torre Este, ya que era el único lugar donde
se conservaba el derrumbe exterior (fig. 4 y lám. I).
(1) Las intervenciones arqueológicas que aquí se resumen forman parte de un amplio proyecto de investigación del yacimiento
ibérico y de su entorno que se viene desarrollando desde 1992. A la espera de la publicación definitiva de los resultados, queremos mencionar y agradecer el esfuerzo de todos aquellos que han colaborado en su desarrollo: Francisca Rubio, Josep Castelló, Luis Gi.rneno,
Pascual Costa, arqueólogos, y M• José López y Amparo Garnir, estudiantes; así como de aquellos que participaron en la excavación de
1995: Ángeles Badía, Elsa Pacheco, Aurora López, José Medart. Finalmente, aquellos que han colaborado en la realización de prospecciones, entre los que queremos agradecer especialmente la ayuda de Ricardo González Villaescusa y Pilar Fumanal, así como a Pérez
Ballester, director del proyecto de Prospección que se viene realizando sobre el poblamiento ibérico en el Valle de Montesa.
-219-
[page-n-222]
0\
~
c¡.,::·:·~ry"::~
f
~·~\~:'
...-----::.:·~
~
..
.
~e;-~·..;: -~~i
B
rtl
o
m
'
y>
;¡::
b:l
o
~
:-l
N
N
o
~~;
:z
F:'
~
~
~
~
1
N
'<
p
"'
~
tTl'
N
.....
o
~
o
>-'
lOO m
Fig. 3.- Planimetría de La Bastida de les Alcuses y detalles de las torres 11 y ill del lienzo oeste (A),
de la Puerta Norte (B) y de la Torre Este (C) (según E. Corten y J.M" Segura).
[page-n-223]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
7
N
* --r
Recinto Oeste
TI
100m
Recorridos de carro documentados en el yacimiento
n
Torres desaparecidas de la Muralla Oeste
rvm
Número de torre
N
*
CasaS
Conjunto4
o
Casa 10
SO m
Fig. 4.- Planta de La Bastida de les Alcuses con indicación de las manzanas restauradas
y de los sondeos de excavación. Años 1990-1995.
En 1995 se realizó una campaña de excavación ordinaria, en los departamentos 248, 249
y 250, que ha confirmado las hipótesis constructivas planteadas durante los trabajos de consolidación y restauración, y ha permitido precisar la datación de las estructuras. Al mismo tiempo
que la localización de los materiales in situ ha servido para conocer nuevos datos sobre la funcionalidad interna de las viviendas y sobre la economía de los moradores de La Bastida de les
Alcuses.
2.
2.1.
DATOS URBANÍSTICOS Y ARQUITECTÓNICOS
LA INFLUENCIA DEL ENTORNO: PROCEDENCIA DE LOS MATERIALES Y ACCESOS
AL POBLADO
La mayor parte de la piedra utilizada en los muros proviene de la misma montaña, especialmente de las vetas que afloran en la parte superior donde se asienta el poblado. Es una piedra
caliza de muy mala calidad, con abundantes vetas interiores que dificultan su trabajo ya que
-221-
[page-n-224]
8
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
tienden a la fragmentación. Hay, sin embargo, un escaso porcentaje de piedra caliza de mejor
calidad, de tono gris azulado, empleada mayoritariamente en escalones, jambas y cantoneras que
proviene de unas vetas que afloran en la vecina loma situada al sur de la de La Bastida (fig. 2)
y en las cuales hay evidencias de haberse realizado extracción de piedra. Se encuentra apenas a
500 m en línea recta, aunque el tamaño de algunos bloques obligó a los habitantes del poblado
a seguir caminos que pudieran utilizar los carros, lo que suponen casi 3 Km reales.
La tierra arenosa con la que se realizaron los adobes es la que se halla en el lado norte y
que aparece ya desde media ladera. Hay también algunas vetas de arcilla rojiza que fue utilizada para algunos revestimientos.
De un área mayor provendría gran parte de la madera utilizada tanto en la construcción
como en la diferentes labores, suministrada por los cercanos montes que rodean la loma, especialmente por sus lados sur y este.
Ya un poco más alejadas, posiblemente en la zona de Montesa, se encuentran las vetas de
piedra arenisca con la que fueron construidos los molinos hallados en el yacimiento.
Todos estos materiales se llevarían mediante carros, los más pesados, por animales y personas. El yacimiento es accesible sobre todo por el este y el oeste, es decir, las prolongaciones
de la cresta del monte que son las que presentan una pendiente relativamente más suave (fig. 2).
El lado oeste era la subida utilizada tradicionalmente antes de la construcción del nuevo
camino y ya en las primeras campañas se observaron señales de carriladas (FLETCHER et alii,
1965, p. 13) (lám. m, 3). Éste era el acceso más sencillo y también el más transitado ya que fue
acondicionado para el paso de vehículos, carros con apenas 135/140 cm de eje, como se ha comprobado en las mencionadas carriladas. La erosión ha convertido este antiguo camino en una
torrentera, desapareciendo la tierra original y las nivelaciones que debieron realizarse, aflorando
la roca del terreno en la mayor parte de su trazado. Con todo, los escasos restos de huellas de
carriladas y los recortes en las paredes de piedra evidencian sus antiguas características.
Así, apenas abandonada la llanura, el camino debía de cruzar una serie de afloramientos
rocosos bastante importantes, por lo que fue necesario recortar la roca en una profundidad que
varía entre 0'5 y 2m, con una anchura en torno a los 2m y a lo largo de unos 120m. A partir
de aquí el camino continúa en una marcada pendiente de 9 grados durante otros 250 m hasta
alcanzar un amplio espacio nivelado a partir del cual el trazado se hace mucho más suave,
siempre por la cresta de la montaña hasta llegar, 75 m más adelante, a un muro de 32m de longitud y 1'5 m de anchura que bloquea el paso. Se abre en él un vano de 2 m por el que podrían
pasar los carros, cuyo paso parece controlar ya que se limita a cerrar la zona llana por donde
éstos podrían circular. El camino continua idéntico al tramo anterior a lo largo de 350 m hasta
llegar al pie del muro del recinto oeste donde se abre la puerta que da acceso al interior de este
recinto y, 150m más adelante, a la Puerta Oeste en la muralla del poblado (figs. 3 y 4).
Hay también algunas evidencias de caminos en sus lados norte, sur y este, aunque todo
parece indicar que se trataría de caminos de herradura, por tanto no accesibles a los carros (fig. 2).
2.2. EL SISTEMA DEFENSIVO
Subiendo desde el oeste se llega hasta un primer muro del recinto, una pared de piedra realizada con un doble paramento de grandes bloques, provenientes del terreno, relleno de tierra y
-222-
[page-n-225]
1
:
~
~
1::0
)>
(/)
Muro sur
~
Murooet*e
)>
~
¡;;
(/)
)>
~
¡::;
e:
(/)
trl
(/)
Muro norte
Departanwnto 204
O
2m
~
2::
o
(/)
N
N
~
VJ
Nivel de recrecimiento
TOfT81V
(~)
--- /- -,---------:
--------------i
,
~
~-:: ~-~-~-:: ~-:::::: ~-:: ~-:: ::~: --~-:;_-:
1
_u~~
~
~
Q
o,
z
><:
Si
(/)
;;!
e:
~
o
o,
z
TORRE 111
......
\D
-a
'?
-a
~
o·
Sm
Fig. 5.- A: Levantamiento ortofotográfico de los muros del departamento 204 (según R. González). B: Aparejo del frente oeste
de la muralla donde se aprecia el tapiado de la puerta y la Torre 11. Levantamiento ortofotográfico (según R. González).
~
-a
[page-n-226]
10
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
cascajo, y de una anchura variable, pero siempre en tomo a los 1'5-2 m. No hay señales de
derrumbe ni evidencias de que haya tenido un alzado de adobe. A todo ello hay que añadir que
este muro, que rodea un espacio de 1'5 Ha., no tiene ningún elemento defensivo como torres o
foso, ni siquiera junto a la puerta. El muro sólo está completo en la parte frontal y se interrumpe
unos metros antes de llegar a la Puerta Sur y varias decenas de metros antes de la Puerta Norte.
En estos tramos sólo se conserva, en ocasiones, el paramento exterior (fig. 3).
Aunque en el interior de este recinto apenas ha aparecido material cerámico ni restos de
viviendas, una prospección cuidadosa ha puesto de relieve la existencia de dos estructuras hasta
ahora inéditas: un departamento de 5 x 4 m, aproximadamente, junto a la puerta del recinto y,
a 60 m de la muralla, un muro de más de 1 m de anchura que cruza transversalmente el espacio
del recinto oeste, formando dos retranqueos en su parte central y con lo que parecen ser restos
de dos contrafuertes en su tramo sur. Este último está construido con bloques de tamaño
mediano y grande, muy semejante en su construcción y características al muro identificado en
el camino de acceso del lado oeste, si bien la densidad de la vegetación no permite su interpretación con claridad.
Por paralelos con el mundo islámico este recinto se ha interpretado corno una posible albacara, y así es denominada en la bibliografía, para el refugio del ganado. Sin embargo, el estudio
de sus características constructivas parecen evidenciar dos hechos: que esta estructura no debió
de terminarse y que, además, protegía las tres puertas más accesibles obligando a quien entrase
a cruzar esta zona, algo que no se sucede nunca en el caso de las verdaderas albacaras.
El área habitada propiamente dicha, de 6'3 Ha. de superficie, estaba defendida por una
muralla de trazado lineal, sin retranqueo alguno y cuyos cambios de dirección son progresivos
y suaves. Sólo presenta elementos de defensa activa en sus extremos este y oeste, coincidiendo
con los caminos de acceso, con mayor importancia en el segundo, donde no sólo se ha concentrado la mayor cantidad de estructuras sino también donde los elementos constructivos alcanzan
una mayor vistosidad y cuidado.
Tres han sido los sondeos realizados en la muralla, dos en el interior de la muralla oeste
(Sondeos MOS 1 y MOS2) y uno en el exterior de la Torre Este (Sondeo TE), en el único punto
donde quedaban restos del derrumbe (fig. 4).
El sector oeste de la muralla es una construcción que varía entre 3' 5 y 4 m de anchura, con
la adición de un elemento de 1'2 m en algunos puntos y que podría tratarse de un sistema de
escaleras de mampostería para acceder al adarve, aunque es una hipótesis pendiente de comprobación. Esta gran amplitud responde no tanto a una necesidad defensiva como a un imperativo técnico que precisa de una base muy ancha para obtener cierta altura (fig. 6).
Tan sólo fue enterrada la hilada inferior, con una profundidad que nunca superó los 50 cm,
sin alcanzar la roca más que en aquellos lugares en los que afloraba, como se ha podido comprobar en los sondeos realizados. Al sur de la Torre m (fig. 6), por ejemplo, la hilada que hace
las veces de cimiento quedó a menos de 20 cm de la roca, que de haberse alcanzado hubiese
garantizado un asentamiento mucho más sólido de la estructura. Por el contrario, las torres sí
profundizan hasta alcanzar terreno estable, lo que estaría justificado por su mayor altura.
Como se ha podido comprobar en el Sondeo MOS 1 (figs. 4 y 6), el zócalo de piedra es un
paramento exterior de contención de los estratos de tierra apisonada que colmatan el espacio
interior de recinto hasta crear una superficie plana a nivel de los afloramientos interiores de roca.
Este desnivel varía entre 1 y 1'5 m. A partir de esta superficie (Sondeos MOS 1 y MOS2) se
-224-
[page-n-227]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
11
SOndeo 1
·· -·-··· ········ · ·· ·· ······ ··············· · ·· ·· ···.
SOndeoll
o
Fig. 6.- Secciones de los Sondeos 1 y 11 realizados en el frente oeste de la muralla. Año 1993.
-225-
2m
[page-n-228]
12
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
levantaba el paramento interior de la muralla propiamente dicha hasta alcanzar el zócalo una
altura de unos 3' 5 m.
En el relleno interior de la muralla, según se ha podido apreciar al desbrozar su coronamiento, a distancias regulares de unos 11 m se han hallado hiladas de piedra perpendiculares. a
la muralla formadas por un paramento de mampuestos de tamaño mediano/grande. No parece
tratarse de tirantes, sino de limites de «cajaS» en la construcción de la muralla para ir subiendo
en altura tramos completos. No es descartable que fuera la obra realizable en un día, lo que daría
para todo el perímetro una duración de las obras, como mínimo, de 3 meses y medio para la
construcción del zócalo.
Sobre él, como puede desprenderse de los estratos de derrumbe localizados en los sondeos
MOS 1 y 2, sobre todo, en el TE (figs. 4 y 7), se elevaba un paramento de adobe hasta alcanzar
una altura total igual a dos veces la del zócalo. Esta técnica mixta de pared de adobes sobre
zócalo de piedra en los sistemas defensivos se documenta desde el s. VI a.C. desde Andalucía
a Cataluña, entre otros en los yacimientos de Puente Tablas (Jaén) (RUIZ y MOLINOS, 1993, p.
202), El Oral (San Fulgencio) (ABAD y SALA, 1993, p. 198), o Els Vilars (Arbeca, Lleida)
(JUNYENT et alii, 1994, p. 86). El derrumbe en el sondeo TE ha permitido comprobar que sobre
este alzado habría una estructura de piedra, probablemente un solado para el adarve, que era la
misma muralla, dada su anchura, y un parapeto, coronado por almenas realizadas esta vez en
adobe, posiblemente con el extremo superior redondeado (fig. 14) como se viene documentado
para las fortificaciones fenicio-púnicas del Mediterráneo occidental (ACQUARO, 1974, p. 182).
Toda la estructura estaría revestida interna y externamente por una capa de arcilla que homogeneizaba el aspecto exterior de la muralla y justificaba el empleo de bloques tan toscamente
tallados (fig. V, B). No es descartable tampoco, aunque no hay evidencias de ello por el momento,
que toda la muralla y especialmente el extremo oeste, estuviese encalada exteriormente. Es un
sistema decorativo de numerosos paralelos en el mundo mediterráneo cuando se emplea este tipo
de material constructivo, como se ha podido documentar, entre otros, en el Próximo Oriente en
los yacimientos de Tell'Arqa (THALMANN, 1979) y Tel Dor (STERN, 1991); en el Mediterráneo
central en Cartago (RAKOB, 1985, 1987a y 1987b), Mozia (OASCA, 1986) y Kerkouane
(FANTAR, 1984); y ya en la península Ibérica, en los yacimientos de Tejada la Vieja (Huelva)
(FERNÁNDEZ TIJRADO, 1987), o Puente Tablas (Jaén) (RUIZ y MOLINOS 1985; 1988), Puig de la
Nau (Benicarló) (OLIVER y GUSI, 1995, pp. 222-223) por citar los casos más antiguos. La altura
total, incluido el parapeto, sería de unos 10 m para la muralla y 12 m para las torres (fig. 14).
El resto de la muralla parece presentar una técnica constructiva similar a la del sector oeste,
aunque su anchura es de sólo 2 m. Esto se explica porque defiende las laderas norte y sur, mucho
más pronunciadas y de difícil acceso. La altura total aquí no superaría los cinco metros, a los
que habría que añadir un parapeto similar al anteriormente descrito.
Si la hipótesis de la rutina de trabajo es correcta, el tiempo de realización del total de la
obra no excedería los 14 meses y supondría la dedicación diaria de unas cincuenta personas, de
las cuales sólo la tercera parte deberían tener ciertos conocimientos constructivos, dedicándose
el resto al acarreo de piedras y tierra para el relleno.
Como se dijo más arriba, el lado oeste debió de estar protegido por una sucesión de torres
que garantizaban tanto la defensa como la solidez de la muralla y su función como elemento de
prestigio. Se ha podido determinar la situación y dimensiones de las posibles torres desaparecidas, mostrando algunas de ellas evidencias de la retirada mecánica de su derrumbe (fig. 4).
-226-
[page-n-229]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
l3
.,.\
.
· ·· · ·:;; •.•. •
MURAllA
-
1
• U>
':,o
~
A'
A
Á_
_A
1
...............
2m
.O
3
O
2m
Fig. 7.- 1 y 2. Secciones del sondeo de la Torre Este. 3. Planta del sondeo de la Torre Este. Año 1995.
La distancia entre las torres varía entre 11 '7 y 16'3 m, dejando aparte el tramo entre las
torres III y IV, que corresponde a la Puerta Oeste y tiene, por tanto, características especiales.
Es una distancia habitual en la fortificación antigua, ya que permite ser batida con facilidad
mediante armas arrojadizas. Las torres tienen unas dimensiones entre 5'2 y 5'8 m de longitud
(siendo de mayor tamaño la Torre Ill por tratarse de una construcción posterior y de menor
tamaño la Torre VID, que cubre un espacio entre torres mucho menor, posiblemente residual en
el trazado) y una anchura, documentada sólo en las Torres II y m, de unos 3' 5 m.
Esta torres enmarcarían la Puerta Oeste extendiéndose a ambos lados hasta las dos Puertas
Norte y Sur (figs. 3 y 4) y protegerían este punto más accesible, coincidiendo con el camino de
acceso principal. Esta demostración de esfuerzo constructivo concentrado, a la vez que economizado, limitándolo a la zona observable por los visitantes es una combinación de ornato y
defensa, típica de toda muralla de ciudad.
El lado este, como queda dicho, tan sólo era defendido por un bastión (fig. 3; lám. Xll, B),
aunque de grandes dimensiones, 10 x 7 m frente a los 5'2 x 3'5 m habituales, sin tener en cuenta
las respectivas anchuras de la muralla. En el resto de la muralla tan sólo se aprecia la existencia,
en la parte central del lado norte, de una estructura de 6 x 1'5 m que parece que puede interpretarse como una posible rampa de acceso a una poterna que daba sobre el camino de ronda y
en las cercanías de una de las mayores plazas junto a él abiertas.
La puerta principal muestra señales de al menos tres fases constructivas, si bien hasta que
se realice una excavación no es posible precisar más sobre ello. En cualquier caso, parece claro
-227-
[page-n-230]
14
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
que fue tapiada con materiales variados entre los que predominan los de tamaño pequeño o
medio, formando un muro de 2 m de anchura (fig. 4). Todo parece indicar que este tapiado
corresponde al momento inmediatamente anterior al ataque y destrucción del poblado, ya que
este sistema es bastante corriente en la poliorcética del mundo antiguo y del que hay ya bastantes ejemplos en el mundo ibérico (GUÉRIN y BONET, 1993; ALFARO, 1991; LILLO, 1993, p.
74). En la actualidad ha sido tapiada, de forma provisional, con piedras de tamaño mediano para
impedir el acceso al interior del recinto por esta zona (lám. VI, B).
De este ataque quedan bastantes evidencias en el sistema defensivo, así como en las señales
de incendio y de saqueo de algunas casas. Junto al tapiado de la puerta hay que mencionar la
reconstrucción de la Torre III, que fue desplazada algunos metros hacia la Puerta Oeste para
mejorar su defensa. En el sondeo MOS 1, además, el derrumbe presentaba un aspecto distinto al
del MOS2. En éste se podía apreciar una destrucción lenta por erosión, mientras que en el primero los elementos se entremezclaban como evidencia de una caída violenta. En el exterior,
varias piedras desplazadas podrían ser consecuencia de la actividad tradicional de los zapadores
que provocaban la ruina de las murallas asediadas mediante palancas con las que iban sacando
bloques del zócalo. Un poco más allá, la puerta sur también muestra señales de incendio.
De todo ello cabe concluir que el poblado sufrió un primer ataque al cual sobrevivió pero
que supuso la realización de obras de refuerzo para las defensas. Entre ellas, creemos que debe
incluirse el perímetro amurallado denominado albacara y que, quizá por fuerza mayor, nunca
llegó a terminarse. Es probable, incluso, que los materiales que estaban acumulando para la
construcción fueran usados por los atacantes para establecer defensas desde las cuales asediar
la ciudad, posible explicación de las líneas de muros irregulares ante la muralla antes descritas.
2.3.
EL SISTEMA VIAL Y EL ACONDICIONAMIENTO HÍDRICO
El sistema vial interno del poblado está condicionado por la necesidad de facilitar la circulación de carros hasta determinadas áreas (fig. 4). Los ejes fundamentales son la Calle Central (2), que parte desde la Puerta Oeste atravesando la ciudad en casi toda su longitud, y los dos
caminos de ronda, al norte y al sur, que se unen en la Calle Central un poco más al este de la
zona excavada. A partir de este punto la montaña se estrecha quedando reducido el espacio a
dos ejes que enmarcan un solo grupo de casas. Pueden ser calles o plazas, pero ambas tienen en
común que no sufren ningún tipo de variación apreciable a lo largo de su historia.
Por el contrario, las calles y plazas que no están vinculadas al tráfico rodado sino al de peatones y ganado, ven reducidas progresivamente sus dimensiones por sucesivas ampliaciones de
viviendas, que se hacen siempre a expensas de estas áreas, o por la construcción de nuevos edificios. Esto podría indicar que la principal funcionalidad de las calles era la de permitir el paso
y el acceso a las casas, por lo que lo único que hay que garantizar es el mantenimiento de la
anchura mínima necesaria, el de un carro en unos casos y el de una persona en otros.
Los datos obtenidos sobre el Conjunto 3 confirman particularmente estas hipótesis. En esta
manzana, tres de las cuatro casas -6, 7 y 8-, presentan entradas que permitirían el paso de
(2) Esta calle aparece citada en la bibliografía como Calle Principal o incluso Calle Mayor. Hemos decidido prescindir de
denominaciones subjetivas en favor del único hecho cierto, que cruza longitudinalmente el poblado por el centro.
-228-
[page-n-231]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
15
carros (fig. 9). La limpieza del espacio 230 ha permitido comprobar que el camino de ronda
mantenía siempre un ancho mínimo de 2 m para permitir el paso de vehículos, siendo recortada
la roca allí donde fue necesario. Al lado del camino de ronda se ha encontrado una plataforma,
junto al departamento 247, que parece ser un muelle de descarga; pero, además, el desnivel existente entre el camino de ronda y el nivel de las casas del Conjunto 3, situadas en la cresta del
cerro, se solucionó mediante la construcción de una rampa que permite llegar hasta un espacio
abierto donde la roca fue recortada para permitir el paso hasta las casas 7 y 8. Desde aquí el
carro podía continuar su camino para buscar la entrada de la casa 6; para ello fue necesario construir un muro de contención que determinó así el espacio 231 y que tiene un ancho mínimo de
3'25 m, ensanchándose luego ante la puerta de la casa 6 donde llega a tener 4'25 m para permitir el giro de 90 grados del vehículo para poder enfilar la puerta.
Como sucedía con el conjunto 1, también la calle denominada espacio 207 sólo permite el
paso de vehículos hasta el departamento habilitado para su entrada, el 197, en cuya esquina hay
un guardacantón. Tampoco es posible el paso a través del espacio 240, que delimita la manzana
3 por el este, ya que todo parece indicar que desde aquí los carros podían descender por una
nueva rampa para volver al camino de ronda.
Otro dato interesante lo ha aportado un sondeo realizado en la Calle Central, frente a la Casa
9, con el cual se intentaba comprobar la estratigrafía de la calle. El suelo, de tierra fuertemente
apisonada de color blanquecino, presenta una ligera pendiente hacia el norte donde, en contacto
con las fachadas de las casas 2 y 9, hay sendos elementos de protección. En el primer caso es
un pequeño zócalo de piedra -apenas dos hiladas- sobre el que hay una capa de tierra amasada o adobe descompuesto; el segundo es un afloramiento rocoso que ha sido recortado y sobre
el que se ha dispuesto igualmente una capa del mismo material que el anterior, a fin de regularizar la superficie. Su anchura varía entre 65 y 80 cm y la altura máxima conservada es de 35
cm. Estos elementos suelen tener como función la protección. de las fachadas, tanto de la escorrentía como de los vehículos, sin que podamos considerarlos como aceras propiamente dichas.
También algunas de las pequeñas callejas muestran algún tipo de escalón de contención para
facilitar el paso, así como de elementos de piedra para proteger los edificios de la escorrentía y
canalizar las aguas hacia el centro de la calle.
En este sentido, es necesario hacer una pequeña referencia al acondicionamiento hídrico del
poblado, tanto en lo que se refiere a su obtención como a su distribución y evacuación. La
Bastida de les Alcuses dispone de una gran cisterna (lám. Ill, B) en su parte central, construida
aprovechando una grieta natural que ha sido acondicionada con esta finalidad (fig. 4 ). Tiene unas
dimensiones de 12 x 2 m y una profundidad mínima de 2'5 m, ya que sólo ha sido excavada
parcialmente. Esto da una capacidad total mínima de 60m3 • No hemos encontrado evidencias
del sistema de cubierta, aunque parece que hay que descartar la bóveda, que no se documenta
en el poblado. Dada la anchura de la boca, no es descartable que tuviese una sistema similar al
de las casas, aunque quizá con un solado. La cisterna, a su vez, determina la organización de
una amplia plaza en uno de cuyos lados se encuentra un gran edificio que hemos denominado
provisionalmente como Casa 10.
Esta cisterna está colmatada de piedras y tierra, siendo destacable la aparición de un gran
bloque en su extremo oeste proveniente de uno de los muros. Debemos indicar, además, que
ciertos elementos nos hacen pensar que la cisterna podría estar parcialmente integrada en la Casa
1O, de cuyo techo podría recoger el agua de lluvia, ya que está situada en el punto más elevado
-229-
[page-n-232]
16
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
de la plaza. Además, contaban con las cercanas fuentes, a lo que hay que añadir que el Pla de
les Alcuses es una de las áreas más húmedas de la zona.
No hay elementos de conducción de aguas ni al interior ni al exterior, ni desagües, ni tuberías de piedra, metal o cerámica. Tan sólo se ha comprobado la existencia de acondicionamientos
para evitar la entrada en las casas del agua de lluvia que baja por las fuertes pendientes; para
ello se colocan elementos en bisel, bien artificiales, bien tallando afloramientos rocosos. Los
caminos de ronda y posibles desagües de la muralla servirían para facilitar la definitiva salida
de las aguas sobrantes fuera del poblado. Precisamente, en el sondeo realizado en la TE (fig. 7,
3; lám. XII, A) hemos encontrado un acondicionamiento parecido, mediante la colocación de un
gran bloque cuya función podría haber sido la de desviar las aguas para evitar la erosión de la
base de la muralla. Ello viene a confirmarnos que los que construyen no hacen sino aplicar los
conocimientos que tienen para la construcción de las casas aunque aumentando proporcionalmente las dimensiones de los bloques y la anchura de la estructura. No puede decirse que tengan
una técnica específica para las casas y otra para la muralla. Esto, por supuesto, supone un
esfuerzo mayor de trabajo ya que con mejores cimientos y una mejor disposición y uso de los
materiales constructivos, hubiera sido posible levantar una muralla igual de sólida pero menos
masiva y, por tanto, menos costosa en cuanto a tiempo y esfuerzos se refiere.
2.4.
ADAPTACIÓN AL TERRENO Y URBANISMO
En lo que a la adaptación al terreno se refiere hay que hacer una diferenciación. Por debajo
de las estructuras ahora observables se han evidenciado restos de un urbanismo anterior -Fase
I- distinto en su concepción y realización (lám. VII, A) y cuya línea de fachadas sigue rigurosamente los afloramientos rocosos, que son tallados y completados con piedra trabajada sacada
del terreno. Los accesos se producen así desde el lado más bajo, mediante escaleras recortadas
en la roca, algo totalmente distinto a lo que sucederá más adelante. El tamaño y forma de las
viviendas parece mucho más pequeño y sí bien en algunas zonas es más regular, en otras las
viviendas están aisladas, sin integrarse en manzanas. Sin embargo, las reducidas dimensiones y
extensión de las estructuras identificadas como pertenecientes a esta Fase I no permiten adelantar muchas hipótesis hasta que no se obtengan nuevos datos.
En la Fase II, que en algunas casas podemos dividir hasta en tres subfases, se replantea todo
el urbanismo, con la construcción de casas que se alzan sobre pequeñas nivelaciones que sirven
de base a las distintas habitaciones (figs. 8 y 9). El zócalo de los muros es así a la vez cimiento
y muro de contención (fig. 5, A), realizándose rellenos de hasta 60 cm de profundidad que es,
en su mayor parte, la única superficie conservada de las viviendas. Las casas se estructuran hasta
en tres niveles distintos que son salvados mediante escaleras de dos o tres peldaños. Cuando se
realizan ampliaciones nunca se perforan las paredes para comunicar las nuevas estructuras, algo
que debilitaría los muros, sino que sus puertas se abren al exterior, como sucede en la Casa 2,
convirtiéndose así la calle no sólo en un acceso a las casas sino en un elemento de circulación
entre sus diferentes partes. Por el contrario, sí se conoce al menos un caso de una puerta tapiada
resultado de la primera transformación de la Casa 2.
En el Conjunto 3 (fig. 9; lám. I), su situación en la cresta de la montaña ocasiona que al
menos tres de las casas se dispongan hacia ambas vertientes. Los desniveles son salvados, como
-230-
[page-n-233]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
17
en todos los casos, con pequeñas nivelaciones, pero también deben solucionar el problema de
los afloramientos rocosos que coinciden con la parte más alta de la montaña. Esta roca raras
veces es recortada y cuando lo hacen se aprovecha como base de poste, parte de un enlosado o
un escalón. Sin embargo, es frecuente que esta zona sea aprovechada como patio central al cual
abren todas las habitaciones, como es el caso de los departamentos 202, 232 y 238.
La Casa 11 (fig. 4) está atravesada por la cresta de la montaña, lo que hace que los departamentos 248 y 249 se encuentren en la ladera sur y el 250 en la ladera norte. Creemos que esto
se debe a que la línea divisoria de aguas sigue un trazado irregular lo que provoca que, para
mantener la secuencia de viviendas, algunas coincidan con ella mientras que otras, como la que
nos ocupa, estén dispuestas a horcajadas, por así decirlo.
El urbanismo de La Bastida de les Alcuses está marcado por los ejes principales que hemos
visto y por las comunicaciones secundarias entre ellos. Se delimitan así manzanas de viviendas
que, según el tamaño, pueden estar compuestas hasta por cuatro casas.
En general, podemos decir que en La Bastida se aprecia no sólo una distinción de actividades
en las viviendas, sino una posible distribución socio-funcional de sus habitantes. Con todo, no
hay diferenciación constructiva evidente ya que en todas las casas encontramos las mismas técnicas constructivas, las mismas soluciones prácticas como el predominio de casas de planta baja,
la ausencia de escaleras exteriores, la preferencia en situar las entradas en calles perpendiculares
a las curvas de nivel, salvo necesidad (entrar el carro en la Casa 2) o condición especial (pequeña
nivelación con acceso en rampa ante la puerta norte del departamento 37). Las puertas siempre
están colocadas en una de las esquinas, liberando así una de las jambas de su función, que recoge
la esquina del edificio. Es esta idea la que parece haberse recogido en la Puerta Oeste, con lo que
podría considerarse no sólo una solución sino un verdadero modelo constructivo que se aplica en
las obras comunes. Ya hemos dicho que la muralla parece un reflejo de las técnicas constructivas
de las viviendas, sin que se aprecie una verdadera arquitectura especializada en la poliorcética.
2.5.
ANÁLISIS DE LAS VIVIENDAS
2.5.1.
Descripción de las estructuras
La investigación realizada en estos años se ha concentrado en los tres conjuntos de casas
que han sido objeto de consolidación y restauración y en la vivienda hallada en el curso de la
excavación ordinaria de 1995 (Casa 11). Para el estudio de los conjuntos 2 y 3, cuyos equipamientos domésticos y ajuares están inéditos, se han consultado los diarios de excavación y los
inventarios depositados en el S.I.P.
2.5.1.1.
El Conjunto 1 (fig. 8; lám. IX, A)
Es una sola vivienda (Casa 1) de 150 m2 formada por tres cuerpos. Se entra al central por
un vestíbulo (D. 21) con vanos al norte y al sur; la puerta de la primera apareció quemada en el
suelo del departamento, junto con abundantes herramientas agrícolas. De aquí se pasaba a la sala
principal (D. 20), donde la recuperación de restos de fundición de plomo evidencia actividades
-231-
[page-n-234]
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ.
18
D. 231>
AIMN:EN
D. 23
PATlO
D. 19
INWXlN
0.20
SAlA
CONJUNTO 1 . CASA 1
CONJUNTO 2
~
D. 181
SAlA
........................................ J
--- --
o
D.
:
187 :
CASAS
10m
CASA2
...
EN1RA!lA.
.& Entrada
•
Hogar
IEl IIC
ESlAilLO
SIMBOLOS
lllue
D. 188
EVOLUCJON
CONSlRI.ICCIONES
FASE 11
.iJA
0.186
vmiiUO
0
Molino
.. .... .CMRO .... .... .. .. .. .... ..
Fig. 8.- Planta de los Conjuntos 1 y 2 restaurados en donde se indican las fases constructivas
y áreas funcionales.
-232-
[page-n-235]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
19
metalúrgicas. Tuvo originalmente una puerta en el extremo este de la pared sur, que luego fue
tapiada para construir el departamento antes descrito. Desde aquí se accedía a los departamentos
20a y 22, en los cuales se hallaron, respectivamente, un molino y un hogar. Al norte se abría un
gran patio (3) (D. 23) al que se entraba por una puerta enfrentada a la del vestíbulo y por una
gran entrada de carro. Una habitación alargada (D. 23b), con funciones de almacén, cerraba la
vivienda por este lado. Posteriormente, y dado que el carro llegaba sólo hasta el departamento
23, se invadió la calle dejando el espacio justo para el paso de una persona construyendo un
departamento (D. 19) que sólo dio unos pocos objetos de uso personal.
2.5.1.2.
El Conjunto 2 (fig. 8; lám. VID)
Está formado por las viviendas 2, 3 y 4. La Casa 2, de 120 m2 de superficie, presenta un
primer cuerpo formado por una entrada de carro (D. 186) y el establo (D. 188) (4), tras las que
se abre, bajando unos escalones, la sala de trabajo (D. 175) y el hogar (D. 174). Originalmente,
la habitación 186 comunicaba con la 187, pero posteriormente se tapió y la casa se amplió hacia
el oeste, invadiendo la plaza al sur de la calle central. Se construyeron tres departamentos, dos
de ellos dedicados al almacenamiento (D. 185) y la molienda (D. 176) y el tercero con un telar
(D. 169). Como en el caso anterior, no se abrió puerta de comunicación con la casa sino que se
entraba desde la calle. Finalmente, la casa se amplió con la construcción de un taller destinado
al trabajo de la plata (D. 159).
La Casa 3, de 84 m\ abre directamente a la sala (D. 181) donde hay evidencias de todo tipo
de actividades productivas y, tras ella, encontramos, una vez más, una pequeña habitación destinada a la molienda (D. 180). La habitación 179 parece que tenía el hogar y en ella se halló un
antiguo muro de la fase anterior transformado en un banco corrido. Los dos departamentos restantes (D. 178 y 177) son poco claros ya que los materiales se mezclaron durante el proceso de
excavación.
La Casa 4 tiene una superficie de 72m2 y está dividida en dos áreas. La zona norte tiene
un área semiabierta (D. 154), en la cual se hallaron restos de un hogar, y luego la gran sala propiamente dicha (D. 163/168) que durante la excavación se dividió en dos al descubrirse un muro
que corresponde, en realidad, a la primera fase. En esta sala se encuentran restos de todo tipo
de actividades, tanto domésticas como de producción. Al sur de esta zona encontramos, en
primer lugar un departamento sin resto alguno de materiales (D. 170) y que cabe asociar posiblemente con un establo, y otra habitación destinada a la molienda de cereales, como indica la
presencia de un molino (D. 171), que mereció la construcción de un pasillo (D. 172) para llegar
hasta ella sin tener que cruzar por el departamento 170.
(3) La experiencia ha demostrado que en La Bastida de les Alcuses la crujía entre paredes no supera los 3' 75 m, distancia
a partir de la cual necesitan colocar postes. Por ello, creemos que no es descabellado considerar q11e los espacios que superan esta
medida y en los que no hay huellas de postes y en los que, además, suelen aparecer escasos materiales, son patios. La presencia de
casas con patio, se documenta a lo largo de toda la época ibérica desde Andalucía hasta el Languedoc (RUIZ y MOLINOS, 1993,
pp. 152-154; BONET y GUÉRJN, 1995, p. 99; ABAD y SALA, 1993, p. 193; DEDET, 1994, pp. 140-142).
(4) Se han interpretado como posibles establos aquellos departamentos de planta alargada que suelen aparecer en casas con
entrada de carro, junto a una habitación de grandes dimensiones o un patio, y en las cuales no se ha hallado resto alguno de material.
La excepción que confirmaría la regla sería el departamento 170, que no se asocia a una entrada de carro, pero hay otros factores,
que se describen en su momento, que podrían apuntar a esta funcionalidad .
-233-
[page-n-236]
,.
-·······----······-·---·· -- ·------- --- ·---- --------, -----·--------------------------------------------------------!
1:5
CASA9
D. 237
ZONA DE
IJI:S11BULO
1--
o.
1
234
SAlA
•
1RAIIAJO
D 236
.
IWIITIOJN
D. 196
m
IMJCION
@
j
f
tJ
o.
199
IJI:S111ULO
t:a'
¡:¡:
Y'
o. 238
IWIO
D. 2ll2
[>
MliO
'=-~..
l.. z._
N
w
CASA 8
ESPACIO 203
~
• ~1\~!I~ J
'
~
¡
L
¡
CASA 7 ESPACI·
¡--...................... ............................ .. ~ -~~~--- -'
CARRO
m
m
m
CONJUNTO 3
1
¡
~
~
trl'
~
._
El
;¡:..,
~'
-- -- --·---- -·
o
.Á Entrada
lllns
10m
SIMBOLOS
.IIA
N
~
~
;¡:..,
p
.,
EVOI.UClON
CONSlRUCCIONES
FASE 11
o
~
'<
i
:........ .. ...... .... .. ...... .... ···· ····· · --· --· ·· ·
to
•
Hogar
W IIC
0
Molino
Fig. 9.- Planta del Conjunto 3 con evolución de las fases constructivas y áreas funcionales.
[page-n-237]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
21
La Casa 5, de sólo 58m2 , es en origen un espacio abierto al cual se abren dos habitaciones
(D. 183 y 187) que corresponde, respectivamente, a las casas 3 y 2. Posteriormente el espacio
es cerrado por un muro y se construye otro recinto, tapiándose el acceso a la Casa 3. Luego el
espacio es subdividido por un muro este-oeste delimitándose en el lado sur dos departamentos
(D. 183 y 182) llegándose a éste último mediante un vestíbulo (D. 184); también es demolido
el recinto noreste que es sustituido por una estructura cuadrangular semiexcavada. Finalmente
se tapió la puerta entre el departamento 187 y la Casa 2. En el lado sur, se cerró la entrada del
184 y se cegó el paso al departamento 182, abriéndose una puerta entre éste y el183. El espacio
noreste quedó ahora amortizado y sin ninguna estructura ya que la que había se rellenó de piedras y se niveló. Ignoramos las razones de todas estas transformaciones, pero parece claro que,
pese a la denominación inicial, no puede hablarse de una casa, sino de espacios secundarios,
posiblemente dependientes de las casas cercanas.
2.5.1.3.
El Conjunto 3 (fig. 9; lám. IX, B)
Está compuesto por las casas 6, 7, 8 y 9. La Casa 6 tiene una superficie de 110m2 y se abre
al exterior mediante una entrada de carro que da a un amplio espacio (D. 238) en el cual apareció un amasijo de hierros con remaches. A esta sala se abren tres habitaciones, una (D. 239)
de pequeñas dimensiones pero que concentró gran cantidad de hallazgos, especialmente metálicos, otra (D. 237) con material metálico también abundantísimo, entre el que cabe destacar el
exvoto de bronce de un pequeño buey uncido al yugo y, finalmente, el departamento 236 en el
cual apareció un verdadero cúmulo de herramientas y objetos de hierro. En el 237 aparecieron
señales de la existencia de un posible horno (5) en la pared noroeste. El departamento 244, que
no aportó apenas materiales, presenta un empedrado en su mitad norte.
La Casa 7, de 120m2, está formada, en un primer momento, por una serie de habitaciones que
dan a un espacio abierto, que luego será delimitado por muros y transformado en un patio (D. 232).
A éste se entraba por dos puertas que daban a la Calle Central y al espacio 231, y una tercera
puerta, de carro, que daba al departamento 203. Hay dos habitaciones con funcionalidad de trabajo: el departamento 246, con restos de un horno y de un banco de trabajo, y el 233 con restos
metálicos y otro posible horno. Al primero puede que correspondan las pellas de plata que, durante
la excavación, se incluyeron dentro del espacio 232. El departamento 234 tiene una estrecha
entrada a la calle y un amplia abertura al patio, aunque cabe destacar la existencia un hogar ritual
en el centro, con improntas de cuerdas en su borde, similar a los aparecidos en otros yacimientos,
como en el Castellet de Bemabé (Llíria) (GUÉRIN, 1995, p.16). A ella se abre una pequeña habitación (D. 235) con abundante material entre el que cabe destacar una pieza de bronce, formada
por dos cuerpos paralelepipédicos de diferente ancho y altura, apreciándose en su parte superior
una oquedad de sección cuadrada y que los excavadores interpretaron como «una peana».
(5) Distinguimos los homos de los hogares porque éstos últimos sólo presentan una mancha de planta más o menos circular
con la superficie rubefacta, sin señales de haber tenido cubierta ni estructura alguna asociada. Dadas las circunstancias en que fueron
excavados, es difícil determinar si los hornos tienen carácter doméstico o metalúrgico; de algunos, incluso, sólo quedan algunas
huellas o únicamente se infiere su existencia por la aparición de escoria de metal.
-235-
[page-n-238]
22
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ.
La Casa 8, tiene una superficie original de 80 m2 que luego amplía con la construcción de
un establo (D. 204) y un almacén (D. 247) al que se une un muelle de descarga, hasta alcanzar
una superficie total de 100m2 • La casa propiamente dicha tenía una entrada de carro que, posiblemente, se dejaría en la primera habitación (D. 199) a la que se abría un pequeño departamento (D. 200) destinado al almacén, aunque es semejante a aquéllos que servían como zona
de molienda en las casas vistas anteriormente. Más allá tenemos una gran sala enlosada en su
cuadrante noroeste y cuya cubierta estaría sostenida por un poste central. Los materiales son
poco significativos. Finalmente, la habitación 196 dio escaso material.
La Casa 9 tiene una evolución bastante compleja y llegó a tener una superficie de 128m2 •
Parte de una construcción homogénea, los departamentos 205 y 206, cuya actividad, al menos
en la última fase, es el trabajo del metal. Da a un espacio abierto en el cual se construyeron posteriormente los departamentos 201, 192 y 193. Finalmente, el espacio se cerró mediante un muro
que terminaba en un pequeño horno (D. 202).
2.5.1.4.
La Casa 11 (figs. 10 y 11; lám. XIII)
La finalidad de la excavación realizada en 1995 en la zona este era tratar de obtener la estratigrafía de una vivienda, tanto para analizar las posibles fases constructivas como para obtener
información actualizada del alzado de las paredes y de los techos, con el fin de comprobar la
validez de las hipótesis planteadas para llevar a cabo la restauración de las viviendas. Por ello,
se buscó una zona no afectada por excavaciones clandestinas y que, además, pudiera conservar
una cierta potencia estratigráfica.
Así pues, en la zona este se determinó abrir una cata junto a un muro de buena fábrica que
parecía asociarse a restos de estructuras que determinarían una habitación de unos 5 x 5 m. Tras
retirar el primer estrato superficial (Nivel 0) se pudo comprobar que, en realidad, se trataba de
dos departamentos de dimensiones similares y orientados norte-sur que pasaron a denominarse
248 y 249 (6). Al aparecer una puerta en la pared norte del departamento 248 y delimitarse otro
departamento, que cerraba ambos por este lado, se decidió ampliar la zona excavada con esta
nueva habitación, que pasó a denominarse 250.
En los tres departamentos se excavó hasta el suelo de tierra batida y en dos de ellos -249
y 250- se realizaron pequeños sondeos para comprobar la potencia y características del relleno
mediante el cual se realizaron estos suelos.
Finalmente, terminada la excavación y ante la imposibilidad material de llevar a cabo trabajos de consolidación, se decidió volver a tapar las estructuras halladas a fin de protegerlas de
la erosión, tanto natural como antrópica.
(6) Durante los trabajos de restauración y consolidación llevados a cabo el año 1992 se denominaron departamentos 246 y
247 -el último número dado en 1931 fue el 245- a dos pequeños espacios que habían quedado sin numerar durante los trabajos
de excavación.
-236-
[page-n-239]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
23
Muro 1 Tramo B - - - - - - - - i
DEPTO. 250
e
j
...
e
::1
::1
DEPTO.
248
DEPTO.
249
e·
B
.__
_.A
f--.s-j
N
o
2m
Fig. 10.- Planta de la Casa 11. Año 1995.
-237-
*
[page-n-240]
24
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
A'
A
Á
Á
8
8'
4
Á
bepto. 249
Depto. 248
Capa3
o
1m
Fig. 11.- Secciones y secuencia estratigráfica de la Casa 11. Año 1995.
Departamento 248
Es de planta rectangul
cm en su punto más alto. Presenta dos puertas: una en el centro de la pared sur y otra en el
extremo este de la pared norte, de 1' 2 y 1 m, respectivamente. No se halló elemento alguno asociable con el sistema de cierre.
Junto a la puerta norte, adosado al muro lA, se halló un poyo de 1'2 x 0'36 x 0'35 m, construido mediante un paramento de piedras de tamaño medio trabadas con tierra y piedras
pequeñas a modo de cuñas.
La estratigrafía documentada es la siguiente (fig. 11):
- Capa 0: Estrato superficial, que cubre los tres departamentos, resultado de la alteración producida por las raíces y por la acumulación de materia orgánica. Compuesto
por una tierra oscura y muy suelta, en la que ya aparece abundante material cerámico,
con un espesor que varía entre 5 y 20 cm. Apareciendo algunas piedras junto a los
muros.
- Capa 1: Estrato de tierra oscura similar al anterior pero mucho más compactado, con
nódulos de adobe descompuesto y abundante material arqueológico (cerámica, metal,
pondera,. semillas y escasos fragmentos de huesos). El espesor varía también entre 10 y
20 cm. Corresponde al derrumbe de las paredes y del techo.
-238-
[page-n-241]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
25
-
Capa 2: Estrato de tierra clara con nódulos de adobe rubefactos y restos de cenizas y
algunos carbones, consecuencia del incendio. El material arqueológico fue muy abundante, con piezas conservadas in situ, así como restos de clavos y remaches de hierro
entre cenizas que podrían haber pertenecido a una pieza de madera.
-Capa 3: Suelo del departamento formado por la roca natural acondicionada mediante la
tierra gris clara empleada habitualmente y piedras pequeñas.
Departamento 249
También es de de planta rectangular y sus muros delimitan un espacio interno de 3' 82 x 2
m. Del alzado original de las paredes, tan sólo se conservan los zócalos hasta una altura máxima
de 75 cm en su punto más alto. Están construidos mediante un doble paramento de bloques de
tamaño medio trabados con tierra y piedras pequeñas, con hiladas regulares de unos 20 cm de
media. Presenta una puerta en el centro del muro N, de 1m de anchura.
La estratigrafía documentada es la siguiente (fig. 11):
- Capa 1: Estrato de tierra oscura, con nódulos de adobe descompuesto y abundante material arqueológico (cerámica, metal, pondera, semillas y escasos fragmentos de huesos).
El espesor varía entre 20 y 40 cm. Corresponde al derrumbe de las paredes y del techo.
-Capa 2: Estrato que se asimila a la capa 1 y que está rellenando un agujero realizado en
el suelo del departamento, junto al hogar. En él se hallaron fragmentos de un ánfora PE14 -que ya aparecía en la capa 1-, junto con restos de otros vasos.
-Capa 3: Capa de tierra blanquecina compactada, localizada únicamente recubriendo las
paredes del agujero, sin material arqueológico y que podría ser el resultado de la descomposición de la roca.
- Capa 4: Suelo del departamento, formado por un relleno de tierra gris compacto que iguala
las hendiduras del terreno natural en la mitad sur del departamento ya que en la mitad norte
ya aparece la roca. En el centro se halló un hogar de tierra rubefacta y planta irregular.
-Capa 5: Terreno natural formado por una tierra arcillosa roja y abundante cascajo, resultado de la descomposición de la roca.
Departamento 250
Transversal a los anteriores, es un departamento de planta rectangular cuyos muros delimitan un espacio interno de 4' 36 x 2' 16m. Del alzado original de las paredes sólo se conservan
los zócalos hasta una altura máxima de 42 cm en su punto más alto. Están construidos mediante
un doble paramento de bloques de tamaño medio trabados con tierra y piedras pequeñas, con
hiladas regulares de unos 20 cm de media. La puerta (ver D. 248) salva un desnivel de 26 cm;
no se conservan escalones, aunque la roca presenta huellas de haber sido ligeramente recortada.
La estratigrafía documentada es la siguiente (fig. 11 ):
- Capa 1: Estrato de tierra oscura bien compactada con nódulos de adobe y con abundante
material cerámico que corresponde al derrumbe de las paredes y del techo. Espesor
variable también entre 5 y 20 cm.
-239-
[page-n-242]
26
E. DÍES , H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
-Capa 2: Estrato de tierra clara resultado de la descomposición de los adobes en los que
aparecen abundantes restos constructivos (adobes con restos de revestimiento y enlucido,
improntas de techo, etc.) en la base del cual se observa una capa de cenizas que cubre
el suelo del departamento. En este nivel aparecieron 22 piezas prácticamente enteras
entre las que cabe destacar unas trébedes de hierro, varias ollas toscas, dos ánforas PE14, un plato, tinajas, tinajillas, etc.
-Capa 3: Suelo del departamento formado por un relleno de tierra gris clara compactada
que se apoya en gran parte sobre el terreno natural y, en algunos puntos, en la roca. Espesor
variable entre 4 y 6 cm. Pasa por debajo del muro norte y se adosa a los otros tres.
- Capa 4: Estrato de tierra gris compactada que aparece sólo en el lado este del departamento y en cual se halló un hogar de planta ligeramente rectangular y que corresponde
a un suelo de un nivel de ocupación anterior. Sólo llega hasta el niuro norte, que lo cubre.
-Capa 5: Terreno natural formado por una tierra rojiza y cascajo resultado de la descomposición de la roca.
Características de los muros (7)
En lo que a las estructuras se refiere, pueden resumirse de la siguiente manera:
N"
Tramo
Dls.
Long.
Ancho
Alto
Función
Descripción
Cimientos
A
248-250
TI
0"53/
0' 46
0"72/
0"28
Pared
maestra
Doble paramento de bloques de tamaño medio, toscamente
trabajados exteriormente, trabados con tierra y piedras
pequeñas. Hiladas poco regulares con una media de altura
de unos 20 cm. Conserva revestimiento en el D. 250
B
250
5'4
0"561
0 ' 42
0'4/
0"42
Pared
maestr
Doble paramento de bloques de tamaño medio, toscamente
trabajados exteriormente, trabados con tierra y piedras
pequeñas. Hiladas poco regulares con una media de altura
de unos 20 cm. Conserva revestimiento
En su paramento interno.
descasa sobre el nivel 3 del D.
5, sin zanja alguna ni
preparación
e
249-250
8
0'44/
0" 58
0'75/
0"6
Pared
maestra
Doble paramento de bloques de tamaño medio, toscamente
trabajados exteriormente, trabados con tieria y piedras
pequeñas. Hiladas poco regulares con una m~dia de altura
de unos 20 cm. Afectado en su extremo norte por un pino
En el D . 250 se asienta sobre
la roca, pero en el 249 lo hace
sobre el nivel 3. No hay zanja
ni preparación
248-249250
3"46
0"52/
0"54
0 '42
Pared
maestra
Doble paramento de bloques de tamaño medio, toscamente
trabajados exteriormente, trabados con tierra y piedras
pequeñas. Hiladas poco regulares con una media de altura
de unos 20 cm. Conserva revestimiento en el D. 250
En los D. 248 y 249 descansa
sobre la roca, mientras qu~ el
250 lo hace sobre el nivel 3.
No hay zanja ni preparación.
A
248-249
1"12
0"401
0"31
0"52
Tabique
Doble paramento de bloques pequeños, toscamente
trabajados exteriormente, trabados con tierra. Termina en
un posible post{! semienca.strado
Se asienta sobre la roca sin
z- nja ni preparación.
a
B
248-249
1'42
0"26
0"52
Tabique
Paramento de bloques de tamaño medio toscamente
trabajados exteriormente, trabados con tierra. Se inicia en
un posible poste semiencastrado
Se asienta sobre la roca en el
D 248 y sobre el Nivel 2 en el
D. 249
e
248-249
1"22
0"21
0 "26
¿Puerta?
¿Tabique?
Paramento de bloques trabajados sólo en su cara este,
trabados con tierra. Restos de adobe en el extremo sur del
D. 249
Se as.ienta directamente sobre
la roca sin zanja ni
preparación
4
24&
0'52
0"68
0'32
Jamba
Doble paramento de bloques de tamaño mediano y grande,
toscamente trabajados exteriormente, trabados con tierra y
piedras pequeñas.
Se asienta s.obre la ra:ca sin
zanja ni preparación alguna.
5
248-249
0"54
0'58/
0'55
0'35
Jamba
Doble paramj!nto de bloques de tamaño medio, toscamente
trabajados exteriormente
Se asienra sobre la roca sin
zanja ni preparación alguna.
6
249
0'4
o·5
0' 40
Jamba
Doble paramento de bloques de tamaño mediano y grande,
toscamente trabajados exteriormente
Se asienta sobre la roca sin
zanja ni prepardción alguna
1
2
3
(7)
Dimensiones de los muros en metros.
-240-
Se asienta directamente sobre
la roca, sin zanja alguna ni
preparación
[page-n-243]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
2.5.2.
2.5.2.1.
27
Análisis de los datos arquitectónicos
La arquitectura de las viviendas
El estudio de los zócalos y de los elementos constructivos hallados en el curso de los trabajos han aportado gran cantidad de datos sobre las técnicas arquitectónicas de las casas (figs.
12 y 13). Las paredes se elevan sobre un zócalo de piedra que, como hemos dicho, sirve a la
vez de muro de contención para la realización de los suelos. La anchura de los muros es variable,
predominando los de 50 y 60 cm, aunque parece claro que el ancho variaba en función de si el
muro tenía que sostener los rollizos del techo o no, puesto que las vigas maestras descansaban
sobre postes en la mayor parte de los casos. Las anchuras inferiores a estas dimensiones suelen
corresponder a medianeras -hay curiosas excepciones- e incluso a simples tabiques que no
ejercen función alguna de soporte. La altura de los zócalos varían entre los 60 y 120 cm, siendo
más altos aquéllos que son paralelos a la pendiente, por cuanto al tener que servir de muro de
contención de la habitación anterior, o de la calle, deben tener mayor altura.
Como en la muralla, no hay una preocupación excesiva por los cimientos, de forma que tan
sólo se entierra la primera hilada, aunque aprovechan los afloramientos rocosos para, en los
muros perpendiculares a las curvas de nivel, hacer cambios de nivel en la cota superior del
zócalo. No es raro que este quiebro coincida con la aparición de grandes bloques que alternan
con la piedra de tamaño medio/pequeño.
Los muros son un doble paramento de piedra trabada con tierra, con un relleno de tierra y
cascajo cuando excede los 40 cm de anchura ya que los paramentos vienen a tener un tamaño
de unos 20 cm cada uno. Con todo, junto a paredes bien construidas, con bloques bastante regulares y de trazado más o menos rectilíneo, encontramos muros construidos con piedras de gran
tamaño pero muy irregulares y de recorrido tortuoso (fig. 5, A). Todo parece indicar la intervención de varias personas en la edificación de una misma vivienda, cada una con su técnica y
disponiendo de la materia prima según su saber y conocimientos.
Sobre este zócalo, y nivelado mediante una capa de tierra amasada para preparar una cama
rectangular, se alzaba una pared de adobes cuyas dimensiones habituales eran 35 x 25 x 10 cm
(frente a los 40 x 31 x 10 de la muralla). Esto permitía combinar su disposición según la anchura
de los muros: un muro de 60 cm se realizaba con los adobes colocados a soga en uno de los
paramentos y a tizón en el otro, los de 50 presentaban ambos a soga y los escasos de 70 -que
suelen corresponder a reparaciones- tendrían los adobes colocados a tizón en los dos paramentos. Esta pared, que alcanzaría una altura mínima superior a los 2'2 m, estaba totalmente
revestida de arcilla o barro y, en algunos casos, enlucida de cal. En el curso de los trabajos apareció un fragmento de enlucido de color verde-azulado que confirma la existencia de enlucidos
pintados en algunas habitaciones, como también se ha constatado en el Puig de la Nau, con
paredes decoradas con motivos geométricos de color ocre (OLIVER y GUSI, 1995, p. 213), o los
revocos pintados de rojo y azul del poblado de La Quéjola (San Pedro, Albacete) (BLÁNQUEZ,
1995, p. 197). No se ha podido documentar pero, por paralelos constructivos, no es descartable
que la última o últimas hiladas de las paredes fuesen de piedra. Este sistema protege de la erosión y, además, refuerza los mechinales de vigas y rollizos. En ocasiones, se convierten en
pequeños parapetos para la terraza. Los datos obtenidos de la muralla así lo parecen indicar y
ya hemos hablado de la semejanza de modelos constructivos entre la muralla y las casas.
-241-
[page-n-244]
28
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
Fig. 12.- Hipótesis de restitución de la sección longitudinal del Conjunto 2 y de la calle principal donde se
aprecia el escalonamiento de los departamentos al adaptarse al terreno (según E. Díes y F. Chiner).
Los suelos son mayoritariamente de tierra batida. Los dos enlosados localizados en el
ángulo noroeste del departamento 191 y en la mitad sur del 244, son de tipos similares: losas
de piedra caliza, de un grosor en tomo a los 9 cm y asentadas sobre tierra. Las juntas entre estas
losas son muy amplias, incluso de varios centímetros, por lo que hay que descartar su empleo
como superficie estanca.
Los restos interpretados como pertenecientes a los techos muestran una disposición semejante a la hallada en otros poblados ibéricos. Las cubiertas, planas (fig. 12), están realizadas con
tierra amasada mezclada con cerámica y gravas, alcanzando un grosor entre 9 y 12 cm; este
material descansaba sobre un entramado vegetal muy variado (gramíneas sobre todo), cañas o
ramas, sostenido por rollizos que descansaban sobre vigas maestras. De la zona del techo que
correspondería a la parte superior de los muros se han recuperado restos de la moldura que recorrería el borde de la terraza. En el caso que nos ocupa (Casa 11) parece que ésta sería de sección semicircular y con un altura no superior a los 1O cm, sin llegar hasta el borde exterior del
muro. Este reborde tendría como misión conducir el agua de lluvia hacia un punto determinado
para, mediante una gárgola de madera -puesto que no se han hallado restos en piedra o terracota-, verterla hacia la calle o patio o hacia un contenedor cerámico, como se ha sugerido en
las reconstrucciones de yacimientos protohistóricos del Languedoc (ARCELIN, 1987, p. 73, fig
41; CHAUSSERIE-LAPRÉE y NIN, 1990, p. 81 ). Por paralelos de la arquitectura bereber, parece
probable que este reborde se combinara con un voladizo como las restituciones propuestas en
el Camp de Túria (GUÉRIN y BONET, 1995, figs. 7, 11 y 12) que evitara la erosión de los muros.
Con todo, no creemos que hubiera un sólo modelo de techo, sino que éste variaría según las
características y necesidades de la vivienda. Aunque parece predominar la terraza plana, también pudo haber tejados a un agua realizados con elementos vegetales, sobre todo el porche o
estructuras sencillas; del mismo modo, el acabado de la terraza puede haber sido con o sin
reborde, con alero o sin él, o incluso con algún tipo de pared o parapeto hasta media altura para
protegerse del viento o de las miradas.
Como decíamos en el apartado anterior, en el Conjunto 3 los afloramientos de roca son
mayores por lo que no es raro que fueran aprovechados como bases de poste. Estos elementos, a
diferencia de otras bases de poste realizadas mediante la colocación de losas planas en el suelo, no
pudieron ser desplazados o removidos durante la excavación y todavía pueden ser objeto de estudio.
-242-
[page-n-245]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
29
Se han documentado cinco posibles bases de poste en el Conjunto 3. La que está situada
en el centro del departamento 191 se explica por la necesidad de cubrir un amplio espacio de
5'25 x 4'5 m, en el cual se realizaba alguna actividad de tipo industrial, posiblemente relacionada con el solado que apareció en el cuadrante noroeste; se trataba de una pilastra de cierto
grosor -posiblemente en torno a los 20 cm- que sostenía todo el entramado de vigas. Es,
junto con el posible poste del departamento 23, el único caso que hemos documentado de
soporte central en una habitación.
Los postes adosados a las paredes son un sistema habitual de soporte de cubierta en el
Castellet de Bernabé, por lo cual partíamos de la hipótesis de que sucediese lo mismo en La
Bastida. Efectivamente, se ha podido comprobar la existencia de recortes planos en los afloramientos rocosos junto a algunos muros, generalmente en la parte central de su trazado, y con
una superficie de 20 x 20 cm.
Los vanos son escasos. Las puertas, enmarcadas la mayoría de las veces por jambas monolíticas, aprovechan siempre una de las esquinas de la casa. En el caso de tratarse de adosamientas no perforan el muro más antiguo para colocar el dintel, sino que construyen un pequeña
jamba manteniendo la disposición descentrada de la puerta. La anchura media de las puertas
ronda los 70/80 cm, aunque en algunos casos puede alcanzar los 100 cm. Y la de aquéllas que
han de atravesar carros varían entre 170 y 180 cm, lo que parece confirmar que el ancho máximo
de los carros, de cubo a cubo, no superaría los 1551160 cm, puesto que a los vanos de las puertas
hay que restar la anchura de las hojas, entre 5 y 7 cm., medidas que se corresponden con el
estudio de los carros realizados en el Castellar de Meca (Ayora) (BRONCANO y ALFARO 1990,
pp. 194-195).
Todo lo que podemos concluir sobre las ventanas es, por el momento, tan sólo hipótesis a
partir de los pocos datos de que disponemos. Pensamos que las ventanas debieron de ser escasas
ya que todos los talleres metalúrgicos han aparecido frente a las puertas, convertidas así en fuente
de luz para actividades que debían realizarse dentro de las casas y necesitaban de iluminación.
Por los hallazgos de hojas de hierro remachadas, generalmente cerca de las entradas,
parece que las puertas -y las pocas ventanas- estarían cerradas por postigos de madera reforzados con estos elementos metálicos. No se han hallado sistemas de cierre como pestillos o
chumaceras, aunque existen soluciones que no dejan resto alguno de estos elementos. También
parece que la única puerta cerrada con este sistema sería la de la calle y que las subdivisiones
internas se harían con telas o esteras, salvo en el caso de almacenes o corrales (JODIN, 1987,
pp. 158 y ss.).
2.5.2.2.
Estudio de la funcionalidad de las estructuras consolidadas
Como hemos dicho en el apartado anterior, si algo se aprecia claramente en La Bastida de les
Alcuses es la distinta funcionalidad de las construcciones. Hay edificios de carácter privado o
doméstico, como los Conjuntos 1 (Casa 1) y 2 (Casas 2, 3, 4, y 5) y otros con una actividad claramente productiva, al menos en la fase final, como el Conjunto 3 (Casas 6, 7, 8 y 9). Otros parecen
tener una categoría diferente, sea de tipo civil o religioso, como el Conjunto 5 (D. 61-65) que se
halla en la parte más alta del yacimiento (DÍES y ÁLVAREZ, e.p.), o el Conjunto 4, al sur de la cisterna, del que ya hemos hablado, donde se halló la figurilla del Guerrer de Moixent (fig. 4).
-243-
[page-n-246]
30
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
Pero también dentro de las viviendas se aprecian diferenciaciones de tipo social, con casas
de más de 150m2 de superficie construida, o parcelas subdivididas en áreas semejantes en torno
a los 80m2 • Incluso dentro de éstas se aprecian diferencias atribuibles a la funcionalidad o a las
actividades de la familia o grupo que las habitaba (fig. 8). La Casa 2 tiene una entrada de carro,
como la Casa 1, algo que no sucede en las Casas 3, 4 y 5. Cada casa muestra, además, una dinámica propia en su evolución y así, si la Casa 1 parece tener al menos dos fases con reestructuraciones internas, las Casas 2 y 5 tienen dos sucesivas ampliaciones sobre la planta inicial. Por
el contrario, las Casas 3 y 4 no parecen tener variaciones a lo largo del tiempo, pero se superponen sobre estructuras más antiguas de las cuales hemos hablado. En suma, no parece que
exista un modelo de casa, ni siquiera entre habitantes de un nivel social semejante, al menos en
lo que se refiere a la superficie ocupada por cada vivienda.
El estudio de la manzana que forma el Conjunto 3 (fig. 9) parece confirmar también esta
hipótesis. Ya antes de comenzar los trabajos de restauración este grupo de casas llamaba la atención por no haber aparecido allí ni un solo molino y por la enorme cantidad de metal hallado,
así como escoria de plomo y hierro. Estos hallazgos, junto a abundantes cenizas y un banco de
trabajo llevaron durante la excavación a identificar el departamento 206 como una posible
fragua. Durante los trabajos de consolidación se ha podido comprobar que en tres de las Casas
6, 7 y 9, hay restos de hornos de planta circular y zócalo de piedra, mientras que la Casa 8 parece
tener también una función de almacenaje. Su cercanía a lo que parece ser la casa de mayor
tamaño del poblado (Casa 1O) y a la única cisterna localizada nos hace pensar en una fuerte relación entre el propietario de esta vivienda y la producción metalúrgica.
Estos talleres son sensiblemente distintos de los integrados por pequeñas habitaciones individuales, como el 159, perteneciente a la Casa 2. Parece que ello puede explicarse porque este
conjunto fue, en origen, zona de viviendas, lo que explica la distribución interna de las Casas 6
y 8, muy semejante al esquema general de casa. En cambio, las Casas 7 y 9, con continuas
ampliaciones, sí parecen responder a un modelo de taller de grandes dimensiones.
Desgraciadamente, los materiales hallados corresponden sólo a este momento final de produc- .
ción metalúrgica, por lo que resulta problemático adscribir funcionalidades a las diferentes habitaciones de las Casas 6 y 8.
En esencia, la vivienda se compone de una habitación central de mayores dimensiones, iluminada directa o indirectamente desde el exterior, donde se realizan la mayor parte de las actividades, excepto algunas como la cocina o molienda que quedan relegadas a pequeñas habitaciones interiores, muchas de ellas de reducidísimas dimensiones. Pese a lo dicho, no se puede
hablar de una pauta general habiendo casos particulares que sólo pueden explicarse dentro de la
evolución propia de cada casa. Establos y almacenes, aunque integrados en las casas, están claramente separados de la zona habitada, llegando a tener en algún caso una entrada propia.
2.5.2.3.
Evolución constructiva de las viviendas consolidadas
Durante los trabajos se han puesto de manifiesto, como hemos visto, distintas fases constructivas (fig. 8):
De la Fase 1 apenas han aparecido algunos escasos muros que delimitan una línea de
fachada con acceso desde el lado norte por debajo de los niveles de suelo de los departamentos
-244-
[page-n-247]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
31
. 4 - - - - - - - - - r t - - etlblerta de tierra
~~~~--~~~------~Ram~e
~~~4-~~~~----------~·
~-~~~L-----Emuddo
~7~~~~~~------A~
Fig. 13.- Hipótesis de restitución del Conjunto 1 (según E. Díes y F. Chiner).
159, 177, 179 y 163/168 (lám. VII, A). En el Espacio 190 también han aparecido restos de pavimentos y muros muy arrasados adaptados también a los dos niveles en que la zona es dividida
por un escalonamiento natural del terreno. También se han hallado restos de un muro y de una
estructura circular bajo el departamento 169 y en el espacio 161, así como evidencias de actividad metalúrgica en este departamento y en el 181.
La Fase JI corresponde, como hemos dicho, al urbanismo que se conserva actualmente y
significa un cambio total en los sistemas constructivos, con una menor adaptación al terreno y
la realización de pequeñas nivelaciones en los departamentos empleando los muros perimetrales
como muros de contención, a la vez que como zócalos. La orientación de los muros de esta fase
es sensiblemente distinta, unos 9 grados, con respecto a los de la fase anterior.
Ha sido en la Casa 2 (fig. 8) donde se ha hallado la mayor cantidad de remodelaciones que
nos han permitido definir tres subfases para la vivienda, sin que por el momento podamos extrapolarlas al resto del poblado. En la Fase Ila la casa está formada por los departamentos 174,
175, 186, 188 y, presumiblemente, 187. La Fase IIb supone, por una parte, el tapiado de la puerta
que comunicaba 188 y 187, pasando éste último a formar parte de la Casa 5, sin restaurar. Por
-245-
[page-n-248]
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
32
...
"""
--.....__.
"\.~
:
-~ ...
---
..
--
- ~·
.
.
~
\~
•L
~
.... .
-..,
.•
. ~~r~~ - ~~~-
~~ ~~ ~~ ,
~·
e~
_v_
~
-
t ~ .
.
-,
~ ~~
Fig. 14.- Hipótesis de restitución del lienzo de muralla con torres (según E. Díes).
otra, la casa es ampliada por el oeste mediante la construcción de un anexo de 11 ' 5 x 2' 5 m que
es subdividido en los departamentos 169, 176 y 185, todos ellos con función de almacenaje y
trabajo doméstico, y al que se accede desde la calle oeste. Finalmente, en la Fase Ilc la Casa 2
es nuevamente ampliada con la construcción de otro anexo, el departamento 159, dedicado a la
producción metalúrgica, también abierto a la calle oeste y ante el cual han de realizar un ligero
acondicionamiento para impedir la entrada de agua de lluvia en el interior.
En el Conjunto 3 sólo la Casa 6 mantiene su planta sin cambios a lo largo de toda su existencia. Las restantes son objeto de sucesivas ampliaciones. No hay evidencias de la Fase 1 del
poblado.
A la Fase Ila corresponden la totalidad de la Casa 6, los departamentos 190, 191, 199 y 200
de la Casa 8 y los departamentos 205 y 206 de la Casa 9. Son estructuras de planta muy regular
y construidas al parecer con una funcionalidad de vivienda. Posteriormente -Fase Ilb- se
construyen los primeros departamentos de la Casa 7 (D. 233, 234, 235 y 246), así como una
pequeña estructura en el ángulo sureste. La Casa 8 es ampliada mediante la construcción del
departamento 204, posiblemente un establo, así como la Casa 9 mediante la construcción de los
departamentos 192, 193 y 201, quedando el espacio central como un patio abierto a la cisterna.
-246-
[page-n-249]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
33
Finalmente, durante la Fase Ilc la Casa 7 cierra totalmente su perímetro regularizando la
fachada sur, para lo cual se desmonta la estructura suroeste y se cierra el acceso a la Calle
Central. Algo parecido sucede en la Casa 9, donde el patio se cierra y se construye un horno.
En la Casa 8 se construye un pequeño almacén (D. 247) con un empedrado ante él que podría
tratarse de un muelle de descarga que da al camino de ronda.
Resulta interesante comprobar que esta subdivisión en tres fases coincide con la de la Casa
2, sin que por el momento podamos establecer hipótesis alguna vinculada con este hecho.
3.
ESTUDIO DE LOS MATERIALES PROCEDENTES DE LA EXCAVACIÓN. AÑOS
1993-95
El realizar nuevas excavaciones en La Bastida de les Alcuses después de 70 años, aunque éstas
se hayan reducido a tres sondeos en la muralla y a una vivienda en el intelior del poblado, permite obtener una información de primera mano así como documentación inédita sobre temas referentes a técnicas constructivas y a materiales, debido, sin duda, a los nuevos métodos de excavación y al avance que ha tenido durante todos estos años la investigación sobre la Cultura Ibérica.
Los materiales arqueológicos recuperados en las excavaciones realizadas entre 1990 y 1995
completan y corroboran las tipologías y cronologías ya ampliamente publicadas y conocidas. Sin
embargo, hay aspectos novedosos como la identificación de nuevas cerámicas de importación,
los análisis carpológicos o el estudio funcional de la Casa 11 que merecen un estudio más detallado de los mismos.
Durante la limpieza de las terreras acumuladas al sur del Conjunto 2 se halló un plomo
enrollado que resultó estar escrito por las dos caras. Dado su interés y por tratarse de un
hallazgo fuera de contexto, se publicó de inmediato como el plomo BASTIDA VI (FLETCHER
y BONET, 1994).
3.1. MATERIALES CERÁMICOS
3.1.1.
3.1.1.1.
Cerámica de importación
Cerámicas áticas
Por lo que se refiere a las cerámicas áticas hemos seguido los estudios tipológicos que, tradicionalmente, se vienen utilizando para su clasificación. Así, aceptamos la propuesta terminológica de Lamboglia (1952) por ser el pionero en la catalogación de estos vasos, junto a la numeración propia de Morel (1981) y la monografía del Ágora de Atenas de Sparkes y Talcott (1970).
Cerámica ática de figuras rojas
Entre los restos de cerámicas áticas, aquéllas que fueron decoradas con el estilo de figuras
rojas se han registrado de forma minoritaria en comparación al barniz negro, identificando entre
las mismas las siguientes formas:
-247-
[page-n-250]
34
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
-Crátera de campana. En el nivel IV del MOS1 efectuado en la muralla (1993) se halló un
fragmento de crátera de campana -«Bell-Krater»- (SPARKES y TALCOIT, 1970: Vol. I,
pp. 54-55; Vol. II, fig. 2, no 59-62 y pl. 3, n° 59-61) que llegaron a ser más comunes y tardías que las cráteras de columnas -«Colum-Krater»-. Fue en la primera mitad del s. IV
a.C. (TRÍAS, 1967-1968) y, más concretamente, entre el 375-350 a.C. (ROUILLARD, 1991,
pp. 163-165) cuando estos vasos se importaron de forma generalizada, especialmente, en
el sur y sureste peninsular, decorados con una única hilada de personajes lo que los hacía
idóneos para la representación figurada de escenas de cortejo o symposium (sin dibujar).
- Kylix-skyphos. En el departamento 249 se halló un fragmento de borde de kylix-skyphos
(fig. 19, 1). Estos vasos suelen presentar una dualidad en cuanto a la técnica decorativa,
alternando la decoración incisa y estampada en el interior del vaso con el estilo de
figuras rojas en el exterior del mismo (URE, 1944, pp. 67-77) y, a la vez, presentan dos
variantes atendiendo al grosor de sus paredes, siendo nuestro ejemplar el perteneciente
a la variante de paredes gruesas - «heavy-walled»- (SPARKES y TALCOIT, 1970: Vol.
I, pp. 109 y lll-112; Vol. II, fig. 6, n.0 621 y pl. 27, n° 617-623), fechado entre el420
y el 380 a.C. , que pasó a ser muy popular entre algunos pintores del s. IV a.C., tales
como el Pintor de Jena y el Pintor Q (BEAZLEY , 1968).
- Kylix. Del mismo modo, se ha hallado en el MOSl, en su nivel superficial, un fondo de
kylix de figuras rojas (fig. 15, 4) en cuyo interior parece divisarse una decoración de
grecas. Presentes en casi todos los yacimientos ibéricos de la primera mitad del s. IV
a.C. (420/375-340 a.C.), Rouillard los individualizó en algunas variantes atendiendo a
sus motivos estilísticos (ROUILLARD, 1975) a partir de los hallazgos de Andalucía.
Cerámica ática de barniz negro
El grueso del material de importación hallado en el transcurso de los recientes trabajos está
compuesto, esencialmente, de vasos áticos de barniz negro; cerámicas que venían denominándose,
hasta hace algunos años, como «precampaniense» a partir de la clasificación preliminar realizada
por Lamboglia (1952), para lo cual utilizó, sobre todo, materiales de este poblado. Definiendo, bajo
aquel término, a formas propias de la cerámica ática de figuras rojas producidas en la Campania
antes del 300 a.C. (LAMBOGLIA, 1954) cuando, en realidad, se trataba de formas verdaderamente
áticas que venían apareciendo en poblados del Mediterráneo occidental durante el s. IV a.C.
Yacimientos del sur de Francia, norte de África, así como del Levante peninsular tienen como
denominador común estas cerámicas, que pudieron llegar a través de dos posibles vías: la más
normal, partiendo de las colonias griegas de la Magna Grecia o de Sicilia, o bien, debido a la
escasa incidencia que debió tener Atenas en estas colonias tras la guerra del Peloponeso, de forma
directa desde Atenas a Aleria y costas levantinas (PÉREZ BALLESTER, 1986, p. 27).
Las formas de barniz negro ático aparecidas son las siguientes:
· - Kylix de pie bajo. A esta forma atribuimos un fragmento de fondo con decoración estampillada de ovas y el inicio de una roseta (fig.l5, 5), en concreto, a la variante denominada Clase Delicada (SPARKES y TALCOIT, 1970: Vol. I, pp. 102-105; Vol. II, fig. 5,
no 483-517, pl. 22-23), con una datación que se inicia en el tercer cuarto del s. V hasta
el segundo cuarto del s. IV a. C.
-248-
[page-n-251]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
35
3
o
O
Fig. 15.- Materiales procedentes de los sondeos de las Casa 5 ( n° 1 y 2), Sondeo 11,
capa IV ( n° 3, 5 y 6) y del Sondeo 1, superficial (n° 4). Año 1993.
-249-
5cm
5cm
[page-n-252]
36
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
-Copa de borde reentrante o F. 21 Lamb. 1 F.2771. Una de las formas más típicas del s.
IV a.C. (375-330 a.C.) (SPARKES y TALCOTT, 1970: Vol. I, pp. 131-132; Vol. 11, fig. 8,
n. 0 830-837, pi. 33, n. 0 834) (fig. 17, 3; fig. 19, 3).
- Copa de borde exvasado o F. 22 Lamb. 1 F. 2681. Sobre la misma, aun siendo una forma
propia del s. IV a.C. (400-350 a.C.), también se ha documentado a finales del s. V a.C.
0
0
(SPARKES y TALCOTT, 1970: Vol. I, pp. 128-132; Vol. 11, fig. 8, n. 806-808, pl. 32, n.
806-807) (fig. 15, 3).
-Plato de pescado o F. 23 Lamb. 1 F. 1121. Esta forma tomó su nombre de la decoración
que aparecía en un primer momento en la cara interna de estos platos representando
peces u otros animales marinos y, que posteriormente siguió produciéndose, ya sin estos
motivos, en barniz negro ático entre el 350-325 a.C. (SPARKES y TALCOTT, 1970: Vol.
I, pp. 147-148; Vol. U, fig. 10, n. 0 1072-1076, pl. 37, n. 0 1061-1073) (sin dibujar).
- Salero con pie anillado o F. 24a Lamb 1 F. 2786. Aparecidas durante el segundo y tercer
cuarto del s. IV a.C. (400-375 a.C.) (SPARKES y TALCOTI,. 1970: Vol. I, pp. 137-138;
Vol. 11, fig. 9, n. 0 949, pi. 34, n. 0 948-950) (fig. 19, 2).
- Kantharoi de labio moldurado o F. 40 Lamb. 1 F. 4162. Se trata de piezas pertenecientes al
s. IV a.C. (350-325 a.C.), pudiendo tener un cuerpo liso o decorado con gallones, decoración ésta que aparece en el segundo cuarto de esta centuria (SPARKES y TALCOIT, 1970:
Vol. I, p. 122; Vol. ll, fig. 7, n. 0 700, 701 y 704, pi. 29, n.o 700, 703 y 704) (fig. 17, 1 y 2).
- Bolsal o F. 42B Lamb. 1 F. 4162. Son propios del s. IV a.C. (375-350 a.C.), aunque los
primeros pueden fecharse en el tercer cuarto del s. V a.C. (SPARKES y TALCOTT, 1970:
Vol. I, pp. 107-108; Vol. U, fig. 6, n. 0 561) (fig. 19, 4; fig. 21, 1).
En lo que se refiere a las cerámicas finas de importación -ática de figuras rojas y barniz
negro-, su lectura nos desvela el ambiente cultural, y más concretamente comercial, en el que
este yacimiento, junto a otros coetáneos, estuvo inmerso. Por tanto, dentro de esta dinámica
comercial, la existencia de la vajilla ática en nuestros yacimientos ibéricos nos habla de la presencia de productos griegos, que bien pudieron llegar a través de comerciantes púnicos, a modo
de intermedi
fue el resultado de un compendio de causas. Por un lado, la Guerra del Peloponeso con sus respectivas pérdidas en los mercados de la Magna Grecia, obligó a los artesanos atenienses a abrir
nuevos mercados, en donde el cliente ibérico fue un óptimo receptor, recibiendo una producción
a gran escala aunque baja en calidad. Otra causa estuvo en el cambio que se produjo en los controladores del comercio marítimo, antes en manos de focenses y fenicios, luego en posesión de
ampuritanos y púnicos. A lo que habría que añadir, el mejor conocimiento de las rutas comerciales
presentes en estas costas por parte de los comerciantes (BARCELÓ, 1987-1988, pp. 179-180).
Pero en el caso particular que nos atañe, la llegada de estas cerámicas áticas de forma
masiva a tierras contestanas vino precedida de todo un proceso (SALA, 1994, p. 288) que arrancó
en el s. VI-inicios del s. V a.C., momento en el que se documentan las primeras importaciones
griegas circunscritas al área del río Segura (ROUILLARD, 1976). Hasta que, posteriormente,
cobrarán más protagonismo en un mayor número de hábitats en el último cuarto del s. V a.C.
como preludio del verdadero apogeo que esta vajilla ática tuvo, definitivamente, hacia fines del
s. V a.C. y, sobre todo, ya en el s. IV a.C.
-250-
[page-n-253]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
2
O
5cm
3
Fig. 16.- Materiales del departamento 248 de la Casa 11. Año 1995.
-251-
37
[page-n-254]
38
3.1.1.2.
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
Ánforas púnicas
Por vez primera y, como resultado de los recientes trabajos efectuados en La Bastida de Les
Alcuses, se ha podido identificar material anfórico de importación contextualizado, con el
correspondiente valor cronológico que ello comporta; ánforas que, a pesar de presentar una reducida variedad, nos hablan de un ámbito de producción y distribución esencialmente púnico.
Ánforas púnico-ebusitanas
Ya en los sondeos que se efectuaron en la muralla en 1993, concretamente en el nivel I del
MOS2, el hallazgo de un total de 12 fragmentos de cuerpo con las acanaladuras tan características de estas ánforas púnico-ebusitanas y, aún careciendo de sus bordes, nos puso sobre la pista
de la posibilidad de que, también, en este yacimiento contestano del s. IV a.C. llegaron estos
recipientes púnico-ebusitanos. Hecho que ha sido totalmente ratificado en la excavación (campaña de 1995) de los departamentos 249 y 250, con el hallazgo de parte de un galbo en el primero y un ánfora completa en el segundo (fig. 24, 1).
En líneas generales, estos envases de transporte y almacenaje representaron una importante
producción local en la isla de Ibiza entre el s. VI a.C. y el s. I de nuestra Era. Y dentro de la
misma, con una cronología entre el 400/390-300 a.C., el tipo PE-14 (RAMÓN, 1991, pp. 106108, fig. 5) o T. 8. l. l. l. (RAMÓN, 1995, pp. 220-222, fig. 95) hizo que esta producción alcanzara su punto más álgido al ser distribuido a lo largo de las costas peninsulares desde el norte
de Cataluña hasta Murcia. De modo que con el hallazgo de estos ejemplares, La Bastida viene
a sumarse a la relación de yacimientos poseedores de estas ánforas importadas.
En cuanto a sus centros productores, dejando a un lado la incuestionabilidad de la isla de
Ibiza, de donde tenemos conocimiento de los lugares concretos de producción, todos ellos sitos
en la misma isla y, aparentemente, en la ciudad, no debemos dejar de mencionar la posible existencia de otros puntos de producción ajenos a ella, como Adarró (Vilanova i la Geltrú) (LÓPEZ
y FIERRO, 1987-1988, pp. 60-61; LÓPEZ, 1993, pp. 65-68, fig. 9, no 1-4 y 7-10) y Ampurias
(RAMÓN, 1991, p. 72).
Aún habiéndose mantenido el aceite como el posible contenido que debieron envasar estas
ánforas púnico-ebusitanas (RAMÓN, 198la), por otro lado un producto importante en la economía ibicenca, un reciente estudio del mismo autor ha dejado una puerta entreabierta al respecto. Se trata del análisis de cuatro ánforas PE-13 (predecesoras de las nuestras) halladas en el
depósito de Es Palmer (Ibiza), fechado en la segunda mitad del s. V a.C. (RAMÓN, 1993), cuyo
principal interés estriba en los goterones de una sustancia que pudiera ser brea o resina de pino,
necesaria para la contención de vino. Evidencia que, hasta el momento, tan sólo se ha repetido
en el fondeadero de Na Guardis en Mallorca (GUERRERO, 1993, p. 786, fig. 125).
Y, por último, el pecio de Binisafúller (Menorca) (GUERRERO et alii, 1991), nos habla de
la proyección comercial que adquirió la isla a mediados del s. IV a.C., coincidiendo con la producción a gran escala de las PE-14, al hallarse en él restos de un cargamento compuesto, entre
otros materiales, por ánforas PE-14 tardías y las primeras PE-15.
Brevemente podemos mencionar otros yacimientos del País Valenciano igualmente poseedores de estas ánforas, como son: Torre la Sal (Ribera de Cabanes) (FERNÁNDEZ, 1987-1988,
-252-
[page-n-255]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
~,-
~
1
¿-
)
3
«)
4
5
1
o
2
·-====='===~
-·-0
.....
6
2cm
7
9
8
-
¡
'
-
o
11
10
-
Fig. 17.- Materiales del departamento 248 de la Casa 11.
-253-
5cm
íííííííííí
39
[page-n-256]
40
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
pp. 261-262, fig. 13, 1), Punta de l'Orleyl (Vall d'Uixó) (OLIVER et alii, 1984, p. 76, fig. 12,
n. 0 2-3), la Illeta deis Banyets (El Campello) (ÁLVAREZ, e.p., fig. 7, 1) y en Cap Negret (Altea)
(RAMÓN, 1991, p. 87).
Ánfora tipo G
Del mismo modo, hemos podido identificar tres fragmentos de borde correspondientes al
ánfora tipo G de Ribera (1982, pp. 118-119, fig. 36) (fig. 15, 1 y 2), asimilable al tipo X de
Florido (1984, p. 428, fig. 1), a la forma E-2 de Pellicer (1978, pp. 386-388, fig. 8) y al tipo
T.8.2.1.1. de Ramón (1995, pp. 225-226, fig. 101); forma que ya en su día fue identificada, con
motivo de su tabla tipológica, por Ribera en varios yacimientos valencianos, con cronologías
entre el s. N y II a.C., encontrando paralelos en Andalucía, sur de Francia y norte de África.
Son dos los yacimientos claves que nos hablan tanto de la ubicación de sus posibles centros productores como de sus contenidos. Acerca de la primera cuestión, se podría pensar en el
área gaditana, seguramente entre otras, como zona productora, al evidenciarse estas ánforas en
los alfares del yacimiento de Torre Alta (San Fernando, Cádiz) (PERDIGONES y MUÑOZ, 1988,
p. 110, fig. 5, 3) con una cronología de inicios del s. IV hasta fines III o comienzos del II a.C.
Y, en segundo lugar, puesto que estos envases se han hallado de forma abundante en la factoría
de Las Redes (Puerto de Santa María, Cádiz) (DE FRUTOS et alii, 1988, p. 300, fig . 3, 73, 456,
462, 499, 509, 516; fig. 4, 75, 265, 1174) se podría deducir que contenían algún producto relacionado con la industria salazonera.
Esta forma se corresponde con el llamado tipo Carmona (RODERO, 1991, pp. 290-295, fig .
14, A), al ser en este yacimiento donde se dio la cronología más alta (fines del s. V-inicios del
s. N a.C.). Dicha autora nos afirma que la evolución de estas ánforas está en otras de bordes
verticales pero con bases planas, reafirmando así la individualización que ya había señalado
Sanmartí para este tipo: una antigua con base apuntada y otra, más reciente, con base plana y
sucesora inmediata de la anterior, denominada Campos Numantinos (C.C.N.N.) (SANMARTÍ,
1985a; ídem, 1985b, p. 150), o también llamada T.9.1.1.1. (RAMÓN, 1995, pp. 226-227, fig. 103).
La presencia de estas ánforas de importación nos habla de un único ámbito comercial, el
púnico, poseedor de centros de producción y rutas comerciales. Y, a la vez, éstas (PE-14 y tipo G)
nos transportan a un momento muy determinado en el tiempo, desde la primera mitad del s. IV
hasta inicios del s. m a.C., siempre en el plano económico-comercial. Puesto que fue a inicios del
s.IV a.C. cuando en el Mediterráneo occidental la presencia de las ánforas del Estrecho de
Gibraltar, como las Mañá-Pascual A4 (PASCUAL, 1969; RAMÓN, 1981b, p. 15), van siendo cada
vez mas minoritarias hasta su práctica desaparición, siendo reemplazadas por las púnico-ebusitanas
y, en concreto, la forma PE-14 o T.8.1.1.1. sobre la que se manifestó el punto más álgido de la
proyección comercial de Ibiza. Acompañadas, como queda patente en nuestro registro, de la perduración de envases del entorno del Estrecho de Gibraltar con el tipo G o T.8.2.1.1.
Con estos hallazgos anfóricos, este núcleo contestano queda incluido, como otros tantos, en
la época media (s. V-III a. C.) de un reciente trabajo acerca de la revisión y actualización de las
ánforas fenicio-púnicas en el País Valenciano (RIBERA y FERNÁNDEZ, e.p.). Fase que, en líneas
generales, se caracteriza por la proliferación de yacimientos poseedores de importaciones
púnicas procedentes de tres distintos centros productores: el Estrecho,Jbiza y Túnez.
-254-
[page-n-257]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
O
10cm
4
3
O
Fig. 18.- Materiales del departamento 248 de la Casa 11.
-255-
5cm
41
[page-n-258]
42
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
El documentar ánforas púnicas en La Bastida ha supuesto, sin duda alguna, un dato
importante por su indiscutible valor cronológico apoyando las dataciones de las cerámicas
áticas . Pero su importancia, hasta el momento, debemos de considerarla relativa, pues todavía
el registrar ánforas púnicas en yacimientos no costeros como éste, sigue siendo una noticia
excepcional. Habrá, por tanto, que esperar al conocimiento de similares hallazgos en núcleos
del interior que puedan ayudarnos a desvelar interrogantes como la llegada de estas ánforas
hasta estas tierras, las rutas seguidas, sus posibles intermediarios y los productos con los que
comerciaban.
3.1.2.
Cerámica ibérica
Los sondeos de la muralla y de la Torre Este sólo proporcionaron fragmentos sin forma y
escasos bordes muy rodados de ánforas, tinajas, platos y caliciformes. El interés de estos sondeos, como se ha visto en los anteriores apartados, es documentar y datar los niveles fundacionales del sistema defensivo, así como de su derrumbe, en la primera mitad del siglo IV a.C.
Sin embargo en la Casa 11 se recuperaron numerosos vasos completos in situ correspondientes al momento de destrucción y abandono del poblado, en torno al último cuarto del siglo
IV a.C. (cuadro 1). Para su estudio se ha seguido la tipología de Mata y Bonet (1992) diferenciándose los siguientes grupos.
3.1.2.1.
Cerámica fina o clase A
Grupo l. Recipientes de almacenaje
De los grandes recipientes no hay ninguna pieza completa, unicamente contamos con
bordes y asas. Las ánforas (A.I.1.2.) son todas ellas de hombro redondeado con bordes rectos,
ligeramente aplanados o salientes del tipo 1.2. de Ribera (1982, p. 104) aunque podrían también
encuadrarse en el tipo 1.6 pues resulta difícil adscribirlas a un tipo u otro sólo por el borde (fig.
20, 4; fig. 23, 3).
En cuanto a las tinajas, la forma más frecuente es la de cuerpo ovoide con cuello diferenciado y borde saliente y moldurado (A.I.2.2) decorada con bandas y filetes, mientras que la
tinaja con hombro (A.1.2.1) y borde recto, o pithos, tan común en otros yacimientos del siglo
IV a.C., como El Cigarralejo (Mula, Murcia) (CUADRADO y QUESADA, 1989) o Los Molinicos
de Moratalla (Murcia) (LILLO, 1993), está escasamente representada.
Grupo II. Vasos de despensa y preparación de alimentos
Dentro de este grupo las formas más frecuentes son: la tinajilla sin hombro y sin asas, de
borde saliente o de «ánade» (A.II.2.2), y la tinajilla con hombro de perfil quebrado y de labio
recto o ligeramente saliente (A.II.2.1) decorada con motivos geométricos (fig. 16, 1). Esta última
con idénticos paralelos en yacimientos coetáneos como Los Molinicos, El Cigarralejo y Cabezo
Lucero (Guardamar del Segura) (ARANEGUI et alii, 1993, pp. 110-113) o, ya con fechas que
-256-
[page-n-259]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
CERÁMICAS
Dpt. 248
TIPOS
P. enteras
Importaciones Áticas Lamb. 21
Lamb. 24
Lamb. 40
Lamb. 42 B
Skyphos
In de t.
Púnicas T.8.1.1.1
Ibéricas
Tipo A. A.I. l.2
A.I.2.1
A.I.2.2
A.l.2/A.II.6
A.II.l.l
A.II.2.1
A.II.2.2
A.II.3
A.II.6
A.ill.1.1
A.III.1.2
A.ill.2
A.III.4.3
A.III.8.1
A.III.8.2
A.III.8.3
A.IV.l.l
A.IV.1.2
A.IV.3
A.IV.5.2
A.V.1
A.V.6.3
A.V.7.1
A.V.7.3
A.V.7.4
A.V.8.1.1
A.V.8.1.2
A.V.8.1.4
A.V.8.1.5
A.VI.1
A.VI.2
Tipo B. B.l
B.l.1
B.l.2
B.4
B.6.2
B.7.4
TOTAL
Dpt. 249
P. incompletas
1
1
1
P. enteras
Dpt. 250
P. incompletas
P. enteras
P. incompletas
2
5
1
2
1
43
1
1
1
1
12
2
1
1
3
6
2
7
15
8
1
9
1
1
5
1
1
1
13
6
l
1
1
1
4
2
2
1
1
2
8
1
1
1
1
1
1
2
2
1
2
3
2
1
3
1
1
6
2
1
1
41
1
6
1
2
9
34
109
1
1
41
68
9
21
1
1
25
35
20
Cuadro 1.- Tipología de los materiales de los departamentos 248, 249 y 250 (Casa 11).
-257-
[page-n-260]
44
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
~
?
1
2
t(
-
~-
O
5cm
Fig. 19.- Materiales de importación del departamento 249 de la Casa 11. Año 1995.
entran en siglo III a.C., como Covalta (Albaida) (RAGA, 1994), la Illeta dels Banyets (El
Campello) (ÁLVAREZ, 1995) o la necrópolis de La Serreta de Alcoi (CORTELL et alii, 1992).
Otra forma muy común, de la que desgraciadamente sólo conservamos los bordes, son los
lebetes sin pie (A.II.6.2), o lebrillos como se les denomina en el área murciana, todos ellos con
el labio moldurado. Los grandes lebetes, de hasta 40 cm de diámetro, debieron utilizarse, muy
probablemente, también como recipientes de almacenaje. Normalmente no se decoran y de
estarlo se limitan a bandas y filetes. Los ejemplares de pequeño y mediano tamaño son más raros
y sólo hay un ejemplar de lebes con asas horizontales pegadas al cuerpo. En La Bastida y en
los yacimientos coetáneos arriba apuntados no se da el lebes con pie, tan característico del área
edetana a partir del siglo III a.C.
Los dos fragmentos de pitorros vertedores (A.I.3) indican la presencia de tinajas destinadas
a la decantación de líquidos.
Grupo III. Servicio de mesa
Dentro de este grupo se dan prácticamente todos los tipos: las botellas de cuerpo ovoide
(A.IILl.l) y las de cuerpo troncocónico (A.III.1.2) (fig. 19, 6); los caliciformes de cuerpo globular (A.III.4.1); los platos de ala (A.III.8.1) (fig. 22, 2; fig. 20, 1), los de borde reentrante o
-258-
[page-n-261]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
45
)
2
.,6
tJ5
C)7 tus
tD.
3
o
ID
10
5cm
Fig. 20.- Materiales del departamento 249 de la Casa 11.
páteras (A.ill.8.2) (fig. 21, 3); las escudillas con borde sin diferenciar (A.ill.8.3) (fig. 16, 2); y
también los cuencos (A.Ill.9), aunque resultan difíciles de diferenciarlos de los bordes de escudillas al carecer de ejemplares completos. Todas estas piezas presentan una decoración simple,
de bandas y filetes y sólo los platos de ala amplían su repertorio decorativo con círculos y segmentos concéntricos. En esta línea estaría el plato de ala (fig. 20, 2) pintado con motivos geométricos de bandas, filetes, rombos, puntos y reticulados de color marrón sobre un fondo, a
bandas, de color blanco. Esta técnica decorativa se repite en otros yacimientos del siglo IV a.C.
como dos platos de Covalta (RAGA, 1994, figs. 61 y 64) o las urnas con engobe blanco del Punto
77a y de la Zona U-estructura E de la necrópolis de Cabezo Lucero fechada en tomo al400-325
a.C. (ARANEGUI et alii, 1993, p. 246). Decoración que perdura en el siglo m a.C. en los yacimientos cercanos del Corral de Saus (Moixent) (IZQUIERDO, 1995, p. 170, figs. 66-67) y de El
Amarejo (Bonete, Albacete) (BRONCANO y BLÁNQUEZ, 1985, p. 156, fig. 103).
Grupo IV. Microvasos
La Bastida tiene una gran variedad de pequeños recipientes, e incluso miniaturas, que no
han faltado en la campaña de 1995, como son las botellitas (A.IV.l), copitas (A.IV.3), o los
tarritos (A.IV.5.2) (fig. 20, 2; fig. 21, 2; fig. 17, 6, 7 y 8). Son vasitos relacionados con.actividades de aseo personal, de carácter religioso o infantil, con paralelos idénticos en las tumbas
-259-
[page-n-262]
46
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
·.
c. . . .,. . . J~~;;:;3~J
4
o
Fig. 21.- Materiales del departamento 250 de la Casa 11. Año 1995.
-260-
[page-n-263]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
O
47
!icm
Fig. 22.- Materiales del departamento 250 de la Casa 11.
bien fechadas en la primera mitad del siglo IV a.C. (CUADRADO y QUESADA, 1986, pp, 61-64,
figs. 26 y 29) (SALA, 1994, fig. 289).
Grupo V. Cerámica auxiliar y relacionada con tareas domésticas y artesanales
Una tapadera de pomo discoidal y dos bordes, también de tapaderas, (A.V.1) (fig. 16, 3) son
las únicas piezas de cerámica no vascular halladas durante la excavación, echándose en falta los
soportes, morteros y manos de mortero. En cuanto a actividades artesanales, las fusayolas son
todas ellas acéfalas de tipo troncocónico (A.V.8.1.4), bitroncocónico (A.V.8.1.5), discoidal
(A.V.8.1.2) o esférico (A.V.8.1.1) (fig. 20, n.o 5 y 10) propias de los poblados del Ibérico
Antiguo y Pleno, ya que las fusayolas con cabeza aparecen ya de forma mayoritaria en contextos
-261-
[page-n-264]
48
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
2
4
/
3
O
Fig. 23.- Materiales del departamento 250 de la Casa 11.
-262-
5cm
[page-n-265]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
49
de cronología más avanzada, a partir del siglo III a.C. Las pesas de telar son del tipo troncopiramidal (A.V.7.1) paralelepipédica (A.V.8.1.3) y discoidal (A.V.7.4) (fig. 17, n.o 10 y 11) siendo
este último tipo poco corriente con ejemplares aislados en Los Villares (Caudete de las Fuentes)
(MATA, 1991, fig. 53) o en la Illeta deis Banyets (ÁLVAREZ, 1995, fig 65).
Para el estudio funcional de la vivienda hemos distinguido la cerámica no vascular (A.Va),
de las fusayolas y pesas de telar (A.Vb) (gráfs. 1 y 2), ya que éstas indican una actividad claramente relacionada con el tejido.
Grupo VI. Imitaciones
Las imitaciones de vasos griegos de La Bastida ya han sido motivo de estudio dada la
gran variedad de piezas recuperadas en este poblado (PAGE, 1984). Las formas más imitadas,
como ocurre en El Cigarralejo, Cabezo Lucero, La Albufereta de Alicante (RUBIO, 1986) o el
Puntal de Salinas (HERNÁNDEZ y SALA, 1996, fig. 30), son los kylices, los kylices-skyphoi y
las cráteras, sin olvidar que las páteras, escudillas y oenochoes copian igualmente modelos
gnegos.
Los dos skyphoides (A.VI.2), pintados con bandas, semicírculos concéntricos y puntos (fig.
21, 4 y 5) responden a los tipos ya estudiados por Page y datados en la 1a mitad del siglo IV
a.C. (1984, pp. 86-88), mientras que el kylix (A.VI.l), decorado con bandas y filetes (fig. 22,
1), es una copia más libre ya que en realidad es un plato de ala con asas.
3.1.2.2.
Cerámica tosca o clase B
En La Bastida, la cerámica tosca presenta un porcentaje muy alto respecto a la cerámica
fina (graf. 1). Por ejemplo, la Casa 11 presenta un 48% de cerámica tosca o clase B y un 52%
de cerámica fina o clase A. Dentro de la cerámica de cocina, la olla (B .l), de tamaño mediano
y grande, es la forma más representada (fig. 16; fig. 21, 1) mientras que las tapaderas de pomo
(B.6) (fig. 21, 2) y los toneles (B.7.4) (fig. 24, 3) completan el repertorio de cerámicas toscas
de esta última campaña. Las cerámicas a mano están prácticamente ausentes, no habiéndose
recuperado ninguna base plana y sólo dos bordes que corresponderían a esta producción, el resto
de piezas están hechas a torno. Las pastas y calidades varían desde los ejemplares más toscos
de bordes salientes y gruesos hasta las piezas mejor elaboradas con bordes subtriangulares y en
menor medida moldurados. La decoración de muchas de estas ollas, con cordones aplicados en
el cuello y decorados con incisiones o impresiones (fig. 20, 3; fig. 18, 3 y 4), así como su aspecto
tosco recuerda las producciones a mano del Hierro I, de ahí que recibieran el nombre de cerámicas arcaizantes (BALLESTER, 1947, pp. 50-51).
El hecho de que los toneles se realizasen tanto en cerámica fina como en tosca indica que
esta producción (grupo B) no se hacía exclusivamente para uso culinario puesto que los toneles
son claramente recipientes de almacenaje para contener o transportar líquidos. Los dos ejemplares de la Casa 11 son de boca central con dos asas y acanaladuras en el cuerpo para pasar la
cuerda de suspensión (fig. 24, 3). Tienen un orificio en la parte inferior para desagüar, característica que se da en alguna pieza de La Bastida (FLETCHER, 1957, p. 138) pero no lo tienen los
toneles del área murciana (LILLO, 1981, pp. 367-369).
-263-
[page-n-266]
50
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
2
----o
Fig. 24.- Materiales del departamento 250 de la Casa 11.
-264-
3
20cm
[page-n-267]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
51
IMPORT
CER. COCINA
GRUPO VI
GRUPO V b
GRUPO V a
GRUPO IV
GRUPO 111
GRUPO 11
GRUPO 1
o
10
20
30
40
50
Gráfica 1.- Porcentaje de los grupos de cerámica fina, cerámica tosca e importaciones
de los departamentos 248, 249 y 250 (Casa 11).
3.2.
EL METAL Y OTROS
Aunque no procede de la Casa 11 , cabe destacar del Sondeo MSO 2, capa 4, una gran hoz
de hierro que conserva los remaches para el enmangue de madera (fig. 15, 6).
La Casa 11 no ha proporcionado piezas destacadas de metal, a diferencia de otros departamentos del poblado que parecen corresponder a habitaciones destinadas a guardar instrumentos
de trabajo, como los departamentos 21, 75 o 80. Sin embargo, no hay que descartar que la
vivienda puede tener anexos o habitaciones adosadas a la casa que no han sido excavadas.
El hallazgo más interesante del conjunto de los metales son unas trébedes de hierro (fig. 24,
2), similar a las publicadas en el departamento 49, que aparecieron in situ en el rincón noreste
del 250 (lám. XIV, B). El resto de objetos de hierro son varillas, remaches, clavos, anillas, un
fragmento de hoz, y dos varillas de hoja estrecha y larga con un espigón doblado en ángulo recto
(fig. 23, 4) como los recuperados en los departamentos 24 y 100 que describen como posibles
estrígilos (FLETCHER et alii, 1965, p. 134). De bronce sólo mencionar un pequeño pendiente
(fig. 17, 5) y de plomo destacar, en el departamento 249, una gran plancha, un peso discoidal y
numerosos goterones del mismo metal.
Dos piedras afiladoras, un fragmento de pasta vítrea (fig. 17, 4), seis conchas y caracoles y
cinco fragmentos testimoniales de fauna son los únicos objetos recuperados entre la gran cantidad de material cerámico.
-265-
[page-n-268]
52
3.3.
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
LOS RESTOS CARPOLÓGICOS
Desde finales de los años 60, Pla (1968 y 1970) realizó una serie de trabajos sobre la agricultura valenciana prehistórica y protohistórica en donde los útiles de labranza recuperados en
La Bastida serían, en lo que concierne al mundo ibérico, la base y punto de referencia para sus
estudios sobre economía. La riqueza del instrumental agrícola y su excelente grado de conservación le permitieron, a través de la comparación etnográfica, realizar una reconstrucción de las
diferentes tareas agrícolas desarrolladas por los habitantes del poblado. Esquema de funcionamiento que, en la actualidad, continúa siendo válido en su mayor parte y del cual este trabajo
sólo pretende ser una actualización a partir de la obtención de nuevos datos carpológicos, que
el mismo Pla ya señaló corno imprescindibles.
Siguiendo este propósito, con el inicio de las nuevas campañas de excavación realizamos
un muestreo sistemático de las diferentes unidades excavadas, con la finalidad de recuperar los
restos de semillas y frutos que nos permitieran definir los cultivos practicados (fig. 25). Proyecto
que ha quedado en parte limitado por haber intervenido sólo en un área muy reducida.
Dpt. 248
Hordeum vulgare
Trit. aestivum-durum
Panicum miliaceum
Setaria italica cf
Leguminosae
Vicia sp.
Amygdalus communis
Olea europaea
Vitis vinifera
Bifora testiculata
Cruciferae
Dpt. 249
Dpt. 250
2
2
3
3
7
3
2
2
1
1
4
1
2
1
31
1
9
26
La importancia del cultivo de los cereales ya quedó constatada por las frecuentes hoces
recuperadas, aunque el único cereal que estaba documentado hasta el momento era el trigo desnudo (TÉLLEZ y CIFERRI, 1954, pp. 30-31). El análisis carpológico nos ha señalado la presencia
de tres especies de cereal: la cebada vestida (Hordeum vulgare L.), el trigo desnudo (Triticum
aestivum-durum) y el mijo (Panicum miliaceum). La cebada vestida es el cereal que se documenta con más frecuencia en los diferentes yacimientos ibéricos de la franja rnediterranea peninsular (PÉREZ y BUXÓ, 1995, p. 62) lo que podría estar relacionado con su rusticidad. Junto a
ésta, el siguiente cereal en importancia es el trigo desnudo, que por contra es más exigente en
cuanto a la calidad de los suelos y los agota antes, lo cual podría ser un factor limitante. De
mijos sólo hemos recuperado dos restos, aunque también se han conservado lo que podría
corresponder a unos fragmentos de tortas elaboradas a partir de granos de mijo parcialmente
molidos en los departamentos 248 y 249.
-266-
[page-n-269]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
o
3mm
53
2
o
O
2mm
'-----~-~
2mm
n
y
~----~--~·
3
4
o
O
2mm
'---~-~
0
'-----'------'---3_,mm
6
5
Fig. 25.- Restos carpológicos de la Casa 11. 1 Vitis vinifera. 2. Amygdalus communis.
3. Bifora testiculata. 4. Panicum miliaceum. 5. Olea europaea. 6. Triticum aestinum-durum.
La recuperación de leguminosas en los asentamientos es normalmente menor que la que se
produce en el caso de los cereales, hecho que ha estado habitualmente relacionado con las modalidades de tratamiento para el almacenamiento y consumo (DENNELL,1974). En el trabajo de Pla
(1972, p. 337) se señala la presencia de yeros (Vicia ervilia), aunque no han estado determinados
por ningún especialista. Los últimos muestreos sólo han aportado restos de Vicia, sin que
podamos precisar la especie a la cual pertenecen, ni si son cultivadas o no. Pero a partir de los
-267-
[page-n-270]
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
54
datos aportados por otros poblados ibéricos (PÉREZ JORDA, 1995; BUXÓ et alii, 1995) se constata el cultivo de diferentes leguminosas como las habas, lentejas, guisantes, etc.
Pla señaló que se produciría con seguridad el cultivo de la viña, olivo, higuera, granado y
palmera datilera (PLA, 1972, p. 338). Nosotros sólo hemos documentado la presencia de los dos
primeros, aunque la higuera y el granado están determinados en otros poblados (8) (CASTRO y
HOPF, 1982). Sin embargo, no tenemos constancia de que se haya documentado la palmera datilera con anterioridad a la romanización. A estos habría que añadir el almendro (Amygdalus communis) del cual también se han hallado restos en el Castellet de Bernabé (9) y en El Amarejo
(BRONCANO, 1989, p. 58).
Estos datos nos muestran un sistema tradicional de agricultura mediterránea, en el que la
aparición del arado de hierro permitiría la explotación de amplias extensiones de tierra para cultivos de secano como cereales y frutales. Practicarían una agricultura extensiva, en la que no
podemos afirmar con certeza el recurso a la rotación de cultivos, pero donde cabe suponer el
uso del barbecho como medio para asegurar la recuperación de las tierras. Frente al secano, en
las zonas de ramblas y en los bordes de los ríos, donde las tierras son más apropiadas para cultivos de huerta, y es posible el recurso al regadío, se daría un sistema de agricultura intensiva
con las leguminosas y otros cultivos hortícolas, recurriendo en estos casos al abonado como
medio para mantener la productividad de las tierras. Para el trabajo de estas tierras se utilizarían
los legones, herramientas que no se usan para cavar, sino para la remoción de las tierras y la
construcción de los caballones de las huertas.
Los únicos elementos destinados a la transformación de los alimentos que se han recuperado en el yacimiento son los molinos rotatorios, aunque también se ha documentado alguno
barquiforme, que estarían destinados principalmente a la elaboración de la harina a partir de los
cereales y de las leguminosas.
La revisión de la documentación de las antiguas excavaciones (diarios y archivo fotográfico) así como el estudio de las estructuras domésticas de las manzanas restauradas no nos ha
permitido identificar en La Bastida la presencia de estructuras destinadas a la fabricación de vino
como las atestiguadas en el Alt de Benimaquia (Dénia) en el s. VII-VI a.C. (GÓMEZ BELLARD
et alii, 1993), ni tampoco almazaras y lagares como los del Camp de Túria, datados desde el s.
IV-ID a.C. (BONET y GUÉRIN, 1989; PÉREZ JORDÁ, 1993).
4.
4.1.
CONCLUSIONES Y RESULTADOS DE LA CAMPAÑA DE EXCAVACIÓN DE 1995
ESTUDIO ESPACIAL DE LA CASA 11
La Casa 11 corresponde a una de las viviendas situadas en la vertiente sur de la zona este,
donde ya no aparece la Calle Central, dado que la estrechez del espacio no lo hace posible. Por
ello encontramos manzanas de casas a ambos lados de una medianera que sigue la cresta de la
montaña y el acceso a éstas se realiza desd~ los dos caminos de ronda (fig. 4).
La prospección superficial indica que en los lados este y oeste de la casa excavada habría
sendas viviendas cuyas características no podemos, por el momento, determinar, aunque es probable que sean similares a las de estos departamentos.
(8)
(9)
Pérez Jorda, G., en estudio.
Pérez Jordii, G., en esrudio.
-268-
[page-n-271]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
55
O
2m
-----
1
N
@®
Depto. 250 fDI\
1 ~
(Q)®
w
® @@~
®®
([¡
®
®
@
Depto. 249
®
@
Depto. 248
@
LEYENDA
@ Anfora ® Pitera
@ Olla tosca @ Tinaja
® Hogar @ Skypholde ® Trébedes @Tlnajllla @
@Anfora PE-14 @Hierro @) Olllta tosca
Vaso bltroncocónlco
© Lebes
®J
Plato
@ Revestimiento
Fig. 26.- Planta de la Casa 11 con la dispersión de los materiales in situ. Año 1995.
-269-
[page-n-272]
56
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
Ocupa un espacio rectangular compartimentado en tres habitaciones (fig. 26; lám. XIII) con
una superficie excavada de 60m2 • Los departamentos 248 y 249, con sendas puertas abiertas a
un espacio anterior que no ha sido excavado, presentan una planta rectangular. El 250 se halla
situado, transversalmente a los otros dos, en la parte posterior de la vivienda y se comunica con
el departamento 248 a través de un vano. Los muros exteriores, este y oeste, de la vivienda se
prolongan hacia el sur, por lo que suponemos que las puertas de los departamentos 248 y 249
comunicarían con una estancia delantera, más que con un espacio abierto o calle.
El estudio de los ajuares recuperados y de los elementos urbanísticos de cada departamento
permite hacemos una idea de las actividaddes que se practicaban en esta vivienda, con la pre~
caución que exige el hecho de que probablemente no esté excavada en su totalidad.
El departamento 250 no presenta ninguna estructura de carácter doméstico que permita
definir la funcionalidad del espacio, sin embargo el gran número de vasos in situ (lám. XIV, A)
y el elevado porcentaje de recipientes de almacenamiento (25%) (gráfs. 2 y 3), como son las
ánforas, las tinajas, los lebetes, el tonel o las grandes ollas, muestran claramente que se trata de
un almacén o despensa. Además, es la habitación que proporcionó más restos metálicos, destacando las trébedes del rincón noreste (lám. XIV, B) que parecen estar guardadas, fuera de uso,
ya que no se encontraron restos de estructuras de combustión en sus proximidades. Por otra parte
la misma ubicación de la estancia, en la parte posterior y más oscura de la vivienda apoyaría
esta interpretación.
La presencia de un hogar en el departamento 249 (fig. 26) nos indica que estamos en el
principal ambiente doméstico, o espacio colectivo, en donde se desarrollarían las actividades
relacionadas con la cocina, tejido, descanso o acontecimientos familiares (BONET y GUÉRIN,
1995, p. 93). A pesar del estado fragmentado y la dispersión de los vasos recuperados en esta
habitación, se observa un número importante de cerámicas de cocina, de piezas relacionadas con
la actividad textil, así como el mayor porcentaje de vajilla de mesa y de lujo (cerámicas de
importación) (gráf. 2, 2).
El departamento 248, de las mismas dimensiones que el 249, no tiene ninguna estructura
doméstica que ayude a definir su funcionalida9, exceptuando el banco corrido situado junto a
la puerta del 250. Tampoco entre sus ajuares destaca ningún grupo de cerámicas ni otros
objetos que indiquen una actividad concreta (gráf. 2, 1). Unicamente la cerámica de cocina,
con un porcentaje del 54 %, y un número considerable de piezas relacionadas con el tejido
indican que nos hallamos ante un espacio con actividades complementarias de la habitación
contigua, el 249.
Así, la Casa 11 se compone de tres habitaciones y, posiblemente, de un vestíbulo anterior
sin excavar. De momento tiene los dos espacios básicos que definen la vivienda familiar ibérica,
es decir, el espacio colectivo o del hogar (D. 249) y la despensa o almacén (D. 250), mientras
que faltan otras áreas, casi siempre presentes, como son los espacios destinados a la molienda
o zonas de trabajo con hornos domésticos.
4.2.
CRONOLOGÍA Y CONTEXTO CULTURAL DE LOS MATERIALES
La publicación de Lamboglia sobre las importaciones griegas de La Bastida así como los
estudios posteriores de Trías (1967-68) y de Rouillard (1991) datan el yacimiento entre los siglos
-270-
[page-n-273]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
Dept. 248
IMPORT
5%
57
Dept. 249
IMPORT
GRUPO 1
15%
8%
GRUPO 1
18%
GRUPO 11
2%
CER.COCINA
GRUPO 111
5%
GRUPO IV
30%
GRUPO 11
8%
3%
GRUPO V a
3%
CER. COCINA
54%
20%
13%
GRUPO V b GRUPO V a GRUPO IV
2%
2%
12%
2
Dept. 250
IMPORT
3%
GRUPO 1
CER.COCINA
30%
GRUPO JI
6%
GRUPO VI ''GRUPO V b
1%
3
7%
GRUPO V a
%
1%
3~----------------------------------~
Gráfica 2.- Porcentaje de las cerámicas. l. Departamento 248. 2. Departamento 249. 3. Departamento 250.
V-N a.C. con una única ocupación y sitúan la destrucción y abandono del poblado en el último
cuarto del siglo IV a.C.
Como hemos podido ver, los sondeos previos a los trabajos de restauración realizados en la
muralla y en las viviendas corroboran estas fechas con pequeñas precisiones, distinguiéndose
dos fases constructivas.
En el sector de las viviendas, la Fase I corresponde a restos de pavimentos y muros localizados por debajo de los departamentos que, desgraciadamente, no proporcionaron cerámicas de
importación por lo que se fechan, por relación estratigráfica, anteriores a la Fase II. En la
muralla, el nivel fundacional se ha podido datar en la primera mitad del siglo IV a.C. por un
fragmento de crátera de campana hallado en el estrato 4 del sondeo I.
-271-
[page-n-274]
58
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
La Fase II, que corresponde a la etapa de máximo auge y a la vez al momento final del
yacimiento, se fecha a lo largo del siglo IV a.C., tanto por las cerámicas griegas como por los
recientes hallazgos de ánforas púnicas. Las primeras, con las formas Lamb. 21, Lamb. 22, Lamb.
23, Lamb. 24, Lamb. 40, y Lamb. 42 B, aparecen bien datadas entre el 400 y el 325 a.C., destacando tan sólo el kylix-skyphos de figuras rojas y el kylix de pie bajo de clase delicada por
adentrarse en el s. V a.C. (420-380 a.C.). Una vez más han sido estas cerámicas áticas las que
han proporcionado la datación absoluta de este poblado, con la particularidad de que en esta ocasión los recientes hallazgos de ánforas de importación (PE-14 o T.8.1.1.1. y el tipo G) no han
hecho más que apoyar el dato cronológico obtenido de aquéllas, pues las primeras se sitúan entre
el 375-300 a.C. y las segundas a lo largo del s. IV a.C. Por tanto la ciudad debió de vivir entre
75 y 100 años como máximo, sin que se hayan documentado, por el momento, niveles fundacionales con materiales exclusivamente del siglo V a.C.
Las cerámicas ibéricas recuperadas en la Casa 11, como las del resto del yacimiento, se
fechan entre el 400 y el 325 a.C. El corto período de vida del poblado permite datar con gran
precisión su amplio repertorio de cerámica ibérica, siendo clave para el conocimiento del siglo
IV, como ocurre con los cercanos poblados del Puntal de Salinas (SOLER, 1992; HERNÁNDEZ y
SALA, 1996) o El Puig de Alcoi (RUBIO, 1985) así como con la mayoría de las tumbas del siglo
IV de El Cigarralejo (CUADRADO y QUESADA, 1986), de Cabezo Lucero (ARANEGUI et alii,
1993), la tumba 70 de Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla, Murcia) (INIESTA et alii, 1987) o
con las necrópolis del área albaceteña de El Tesorico (Hellín) (BRONCANO et alii, 1985), Los
Villares (Hoya de Gonzalo) o la Hoya de Santa Ana (Chinchilla) (BLÁNQUEZ, 1992, p. 259).
Aunque La Bastida fue coetánea a Covalta (VALL DE PLA, 1971; RAGA, 1994), a la necrópolis de La Serreta (CORTELL et allí, 1992), a la Illeta dels Banyets (ÁLVAREZ, 1995) o a La
Escuera (NORDSTROM, 1967, pp. 54-55), estos yacimientos perduran hasta mediados del siglo
III a.C. y, por tanto, presentan ya algunas formas y, sobre todo, decoraciones que se alejan de
los ejemplares de La Bastida.
En cuanto a otros yacimientos cuyo nivel de ocupación está fechado entre los siglos V/IV
a.C., como Los Molinicos (LILLO, 1993), los niveles V y VI del Puig de la Nau (OLIVER y GUSI,
1995, pp. 146-166), el nivel 4 de la Moleta del Remei (Alcanar, Tarragona) (GRACIA et alii ,
1988), el nivel fundacional del Tossal de Sant Miguel y yacimientos cercanos (BONET, 1995, p.
404) o los niveles fundacionales de la muralla de Sagunto (ROUILLARD, 1979, p. 67), encontramos formas y elementos decorativos que no se dan en La Bastida y cuya tipología está bien
estudiada en el horno del Pla de Piquer, cerca de Sagunto (ARANEGUI y MARTÍ, 1995). Este
hecho plantea una doble problemática. Por un lado, si estos yacimientos son de la primera mitad
del siglo IV, existe una clara diferenciación cultural entre las áreas edetana e ilercavona (tierras
de Castellón y norte de Valencia) y el área contestana (sur de Valencia y Alicante), pues si comparamos los repertorios tipológicos y decorativos de ambas zonas, siendo teóricamente de la
misma cronología, son muy diferentes. Otra posibilidad es que los yacimientos arriba mencionados sean de la segunda mitad o finales del siglo V a.C., sin llegar a entrar en el siglo IV, con
lo cual no existiría dicha diferenciación geográfica sino que nos estaríamos moviendo en períodos distintos. En tal caso, los yacimientos del área septentrional serían más antiguos que La
Bastida, Puntal de Salinas, El Cigarralejo, etc., y el período que estaría mal representado en la
zona edetano-ilercavona sería precisamente la primera mitad del siglo IV a.C. Con todo ello lo
que queremos señalar es la necesidad de ir definiendo, con mayor presición, las producciones
-272-
[page-n-275]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
59
ibéricas de la segunda mitad, o finales, del siglo V a.C., de las de la primera mitad del siglo IV
a.C. siendo para ello esencial los conjuntos bien datados con las importaciones.
De cualquier forma, lo que resulta evidente es que La Bastida de les Alcuses, tanto por sus
cerámicas ibéricas como por el conjunto de importaciones y hallazgos epigráficos, queda claramente enmarcada en el círculo comercial, artístico y, en definitiva, cultural del área del sudeste
(Alicante, Murcia y Albacete).
ANEXO. RESUMEN DEL PROYECTO DE CONSOLIDACIÓN Y RESTAURACIÓN
CRITERIOS DE INTERVENCIÓN
Como ya señalamos en el apartado 1.2., las tres fases de intervención del proyecto de restauración y puesta en valor del yacimiento de La Bastida de les Alcuses se ha llevado a cabo
por el equipo formado por los arquitectos Julián Esteban y Ricardo Sicluna y los arqueólogos
Helena Bonet y Enrique Díes, dentro de un proyecto de coordinación entre la Consellería de
Cultura y Diputación de Valencia. Damos a conocer a continuación, de forma resumida, los criterios y aspectos técnicos más relevantes de dicho proyecto.
Al iniciar el proyecto se tuvieron en cuenta tres factores, fundamentalmente:
a) La necesidad urgente de consolidar las estructuras excavadas, dado que la degradación
era cada vez mayor.
b) La puesta en valor del yacimiento para su visita, lo que implicaba planificar una consolidación que fuese además restauración parcial, para que las estructuras pudieran ser
comprensibles.
e) La exigencia de que toda la intervención fuese reversible, ya que muchos de los datos
constructivos son incompletos y deben de ser confirmados por excavaciones futuras.
Dado que las únicas estructuras conservadas eran los muros y algunos enlosados, la consolidación debía ir dirigida a la protección vertical de las estructuras, mediante el recrecimiento
de los zócalos con una o varias hiladas de piedra y un elemento aislante. La restitución de los
pavimentos excavados en su totalidad era necesaria dado que la mayor parte de los muros
estaban completamente desfalcados o apoyados sobre un estrato de tierra que de seguir erosionándose supondrían la ruina total de la estructura.
La necesidad de combinar protección con didáctica exigía una solución que, a la vez, diese información sobre los límites de las casas y su distribución interna, diferenciase los pavimentos de las
habitaciones del suelo de la calle, hiciese comprensible la técnica de construcción de las casas ibéricas y, fmalmente, facilitase la visión del urbanismo del poblado, todo ello con el apoyo de carteles
explicativos. Además, era necesario desbrozar y habilitar una zona de paso para el recorrido de la
visita.
La escasez de información de partida, que se fue completando a lo largo de los trabajos,
exigía una gran prudencia en las soluciones a adoptar y, sobre todo, que tuviese en cuenta la
reversibilidad de la actuación, documentado el estado previo de la estructura y facilitando la
diferenciación entre la parte original y la restaurada en caso de que fuese necesario retirarla.
Por todo ello, la actuación se limitó tan sólo a los suelos y los zócalos, sin restauración
alguna del alzado de adobe, ni tipo alguno de cubierta. Con lo realizado creemos se respeta el
-273-
[page-n-276]
60
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
tierra del yacimiento -?"""=r-r~r7~r-r-r:;;.....-'\-- cota de coronamiento del zócalo del muro
cribada i compactada
_ J . . . -última hilada de piedra
con agua
capa de cemento, cal y arena, (1:2:8)
~~~~~~~<5i.~~- con pendiente
cinta plástica de señalización
A
roca
-5 cm
-25 cm
8
Fig. 27.-A. Sección de la propuesta de restauración de los muros (según proyecto de J. Esteban, R. Sicluna y
J.M. Espinosa). B. Propuesta del relleno y acabado de los suelos de las viviendas.
resto arqueológico en sí, puesto que se ha restaurado sólo en la medida en que lo añadido podía
aportar una protección a lo conservado a la vez que lo hacía comprensible, siendo posible retirarlo si nuevos datos así lo aconsejaran.
INTERVENCIÓN EN LA ZONA DE VIVIENDAS
- Limpieza: Se retiró manualmente la abundante vegetación crecida a lo largo de toda la
zona a recorrer por la visita, así como la de las áreas adyacentes.
- Retirada de los alzados en piedra seca: Antes de iniciar los trabajos de consolidación y
restauración fue necesario retirar los modernos alzados levantados entre 1983 y 1985 para poder
documentar las estructuras originales. Dada la ausencia de referencias documentales sobre el
alcance y características de estos trabajos se tomó como criterio respetar sólo aquellos para-274-
[page-n-277]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
61
mentos que mostrasen restos de trabazón de tierra entre los bloques. En caso de duda se consultó el plano realizado en 1931 por D. Mariano Jomet, que resultó excepcionalmente correcto.
Una vez los muros recuperaban su aspecto original fueron dibujados completando la planimetría realizada en 1990 por Emili Cortell y Josep Ma Segura. Los alzados de la muralla oeste
y de los muros a consolidar fueron documentados por Ricardo González Villaescusa mediante
ortofotografía (fig. 5).
-Retirada de terreras: Durante los trabajos se retiraron una serie de terreras provenientes
de las excavaciones realizadas entre 1928 y 1931, cuya tierra se empleó en parte para acondicionar el recorrido y como relleno parcial de los suelos.
- Consolidación y restitución de los muros: Se empleó la piedra de los alzados en piedra seca
antes descritos y la de los derrumbes hallada en las terreras, siguiendo esta secuencia (fig. 27, A):
a) Sobre los restos conservados se colocó una cinta plástica de señalización (a franjas rojas
y blancas). La primera hilada de piedra se colocaba en seco y, cuando no era posible, se
colocaba una capa de arena previa.
b) Sobre esta capa se elevaba un doble paramento de piedra cuyo interior estaba reforzado
mediante un mortero de cal y arena muy pobre (1:4) que no es apreciable desde el exterior.
e) Una hilada antes de alcanzar la altura definitiva se colocaba una capa de cemento blanco,
cal y arena (1:2:8). A ésta se le daba una inclinación en talud para favorecer el drenaje.
d) Sobre esta nivelación se colocaba la última hilada de piedra trabada con tierra del yacimiento, cribada y compactada con agua, sin mezcla química alguna.
- Restitución de los suelos y escalones de acceso: Para la restitución de los suelos, cuya
cota original se estableció basándose en parte en los datos de los diarios de excavación y en
parte por las evidencias de los restos constructivos, se siguió la siguiente secuencia de trabajo
(fig. 27, B; lám. VII, B):
a) Relleno con tierra proveniente de las terreras, sin cribar, hasta alcanzar una cota de -25
cm por debajo del nivel a restituir.
b) Relleno con zahorra hasta una cota de -5 cm.
e) Nivelación final con arena morterenca, regada y compactada manualmente con pisón.
Respecto a los enlosados, en el departamento 191 la intervención se limitó a la reposición
de algunas losas desaparecidas de pequeño tamaño y a nivelar las que, por efecto del peso del
derrumbe y la acción de las raíces habían basculado ligeramente. En el departamento 244 se
levantaron una a una todas las losas saneándose la base de tierra, retirando las raíces y nivelándolas hasta devolverlas a su cota original. En ningún caso se empleó trabazón de mortero.
La trabazón entre las piedras de los escalones de acceso contiene una ligera proporción de
cemento blanco ya que tiene que soportar el paso de personas.
INTERVENCIÓN EN EL SECTOR OESTE DE LA MURALLA
Los trabajos en esta zona tuvieron tres objetivos: tapiado de la Puerta Oeste, restitución del
zócalo y protección de la base.
El tapiado de la Puerta Oeste se debió a su uso continuado como acceso al interior del yacimiento por las visitas, lo que provocaba una lenta pero continuada destrucción del nivel arque-275-
[page-n-278]
62
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
ológico puesto que no está todavía excavada. A esto hay que añadir, como hemos dicho, la constatación, durante los trabajos de limpieza, de que esta puerta fue efectivamente tapiada en la fase
final de poblado. El nuevo tapiado se realizó con piedra mediana colocada en seco fácilmente
retirable (lám. VI).
Tras la limpieza y retirada de bloques caídos o que habían perdido la trabazón se restituyó
el zócalo de la muralla del frente oeste y el de las torres II y m (lám. X, A), según los siguientes
criterios:
a) Zócalo: Se restituyó hasta la altura máxima conservada en el interior, a fin de impedir
la erosión del borde del coronamiento.
b) Torres II y m: Se restituyó hasta la altura de la última hilada original conservada.
En ambos casos, los datos de excavación confirmaron que la altura real era mucho mayor
que la cota final de consolidación --entre 50 y 100 cm más alta, según los casos- por lo que
se decidió dar un acabado irregular.
El proceso de consolidación afectó sólo al paramento exterior, puesto que la muralla no ha
sido excavada por su lado interno, a excepción de los dos pequeños sondeos realizados en 1993,
donde sí se consolidó en toda su anchura. Por ello, la secuencia de consolidación fue la siguiente:
a) Colocación de una cinta plástica sobre la pared original.
b) Colocación de una fina capa de arena anaranjada -la tierra original de traba es gris
clara- sobre la piedra original.
e) Colocación de la primera hilada de piedra nueva sobre la original en hueso, sin traba.
d) Alzado del paramento exterior hasta la altura prevista con bloques de similar tamaño y
disposición a los del aparejo original. Estos bloques estaban trabados con una mezcla
de cal y arena muy pobre (1:4).
e) Relleno de interior con piedra pequeña y casquijo.
f) Colocación de un pequeño talud al pie de la muralla y las torres con el fin de proteger
el cimiento. Este talud se realizó con tierra cribada del terreno y compactada manualmente (lám. VI, B).
g) El coronamiento y acabado de la muralla se hizo mediante un relleno de piedra mediana
suelta, mientras que en las torres II y ID se colocó encima una capa de grava (lám. X, B).
El tramo de lienzo donde sólo se conservan los arranques de las desaparecidas torres IV, V
y VI, fue restaurado como el resto de la muralla, remarcándose tan sólo dichos arranques
mediante la colocación de bloques dispuestos hacia el exterior y mostrando la cara trabajada en
la disposición correspondiente a la de la pared original.
Finalmente, toda la estructura, tanto la parte original como la nueva, fue objeto de un rejuntado (lám. XI, A) entre los bloques mediante una mezcla de tono similar a la existente, compuesta por una parte de cal, tres de arena y una de tierra del terreno cribada, cuya consistencia
es similar a la descrita anteriormente.
-276-
[page-n-279]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
63
BffiLIOGRAFÍA
El poblado ibérico de El Oral (San Fulgencio, Alicante). Trabajos Varios del
S.l.P., 90, Valencia.
ACQUARO, E. (1974): «Krossai de Mozia». Rivista di Studi Fenici, II, 2, Roma, pp. 179-185.
ALFARO ARREGUI, M.•M. (1991): «El sistema defensivo de la puerta de entrada a la ciudad ibérica de Meca
(Ayora, Valencia)». Fortificacions. La problematica de l7beric Pie (Segles /V-III a.C.). Mamesa,
pp. 147-152.
ÁLVAREZ, N. (1995): El Almacén del Templo A de La /lleta deis Banyets (El Campe/lo, Alicante): aproximación a espacios constructivos especializados y su significación socio-económica. Tesis de
Licenciatura, inédita, Universitat de Valencia.
- (en prensa): «El Almacén del Templo A: Aproximación a espacios constructivos especializados y su
significación socio-económica, en La llleta dels Banyets». Estudios de la Edad del Bronce y Mundo
Ibérico, no 1 de la serie Investigación y Recuperación del Patrimonio Arqueológico, Diputación de
Alicante.
APARICIO, J. (1984): «Tres monumentos ibéricos valencianos: Bastida, Meca y el Corral de Saus». Varia,
m, Departamento de Historia Antigua, Valencia, pp. 146-160.
ARANEGUI, C. y MARTÍ, M.•A. (1995): «Cerámicas procedentes de un alfar ibérico localizado en el Pla de
Piquer (Alfara d'Algímia) cerca de Sagunt (Valencia)». Saguntum, 28, Valencia, pp. 131-149.
ARANEGUI, C.; JODIN, A.; LLOBREGAT, E.; ROUILLARD, P. y UROZ, J. (1993): La nécropole ibérique de Cabezo
Lucero (Guardamar del Segura, Alicante). Collection de la Casa de Velázquez, 41, Madrid-Alicante.
ARCELIN, P. (1987): «L'habitat d'Entremont: urbanisme et modes architecturaux». Archéologie
d'Entremont au Musée Granet. Aix-en-Provence, pp. 57-100.
BALLESTER, l. (1947): «Cerámicas ibéricas arcaizantes valencianas». Trabajos Varios del S.I.P., 10,
Valencia, pp. 47-56.
BALLESTER, I. y PERICOT, L. (1929): «La Bastida de les Alcuses (Mogente)». Archivo de Prehistoria
Levantina, 1, Valencia, pp. 179-213.
BARCELÓ, P. (1987-88): «Notas sobre la presencia griega en el litoral hispano». Cuadernos de Prehistoria
y Arqueología Castellonenses, 13, Castellón, pp. 171-180.
BEAZLEY, J.D. (1968): Attic Red-Figure Vase Painters. Vols. 1, Il y m, Oxford.
BLÁNQUEZ, J.J. (1992): «Las necrópolis ibéricas en el sureste de la Meseta». Las Necrópolis: Congreso
de Arqueología Ibérica (Madrid, 1992). Madrid, pp. 235-278.
BONET, H. (1995): El Tossal de Sant Miquel de Llíria: la antigua Edeta y su territorio. Servicio de
Investigación Prehistórica, Diputación de Valencia.
BONET, H. y GUÉRIN, P. (1989): «Techniques de construction et aménagement des espaces domestiques
ibériques en région valencienne». Habitats et structures domestiques en Méditerranée accidenta/e
durant la protohistoire (Aries 1989). Pre-actes, Arles-sur-Rhóne, pp. 128-132.
BONET, H . y GUÉRIN, P. (1995): «Propuestas metodológicas para la definición de la vivienda ibérica en el
área valenciana». Ethno-archéologie Méditerranéenne: finalités, démarches et résultats (Madrid,
1990). Casa de Velázquez, Madrid, pp. 85-104.
BRONCANO, S. y ALFARO, M.•M. (1990): Los caminos de ruedas de la ciudad ibérica de El Castellar de
Meca (Ayora, Valencia). Excavaciones Arqueológicas en España, 162, Madrid.
BRONCANO, S. y BLÁNQUEZ, J.J. (1985): El Amarejo (Bonete, Albacete). Excavaciones Arqueológicas en
España, 139, Madrid.
BRONCANO, S.; MARTÍN, A. ; NEGRETE, M.A. y PUCH, E. (1985): «La necrópolis ibérica del Tesorico
(Agramon-Hellín, Albacete)». Noticiario Arqueológico Hispánico, 20, Madrid, pp. 43-181.
BUXÓ, R.; ALONSO, N.; CANAL, D.; CATALA, M.; ECHAVE, C. y GONZÁLEZ, l. (1995): «Estudios recientes sobre
agricultura y alimentación vegetal a partir de semillas y frutos en Catalunya (Neolí~co-2• Edad del
Hierro)». Actas dos Trabalhos de Antropofagia e Etnologia, vol. XXXV, fase. 1, Porto, pp. 467-483.
CASTRO, Z. y HOPF, M. (1982): «Estudio de restos vegetales en el poblado protohistórico de l'Illa d'en
Reixac (Ullastret, Girona)». Cypsela, IV, Girona, pp. 103-112.
ABAD, L. y SALA, F. (1993):
-277-
[page-n-280]
64
E. DÍES, H . BONET, N . ÁLVAREZ y G . PÉREZ JORDÁ.
CIASCA, A. (1986): «Fortificazioni di Mozia (Sicilia). Dati tecnici e proposta prelinúnari di periodizza-
zione». Lafortification dans l'Histoire du Monde Grec. Paris, pp. 221-227.
CORTELL, E.; JUAN MOLTÓ, J.; LLOBREGAT, E.; REIG, C.; SALA, F. y SEGURA, J.M. (1992): «La necrópolis
ibérica de la Serreta: resumen de la campaña de 1987». Trabajos Varios del S.!. P., 89, Valencia, pp.
83-116.
CUADRADO, E. y QUESADA, F. (1989): «La ceránúca ibérica del Cigarralejo (Murcia)». Verdolay, I,
Murcia, pp. 49-115 .
CHAUSSERIE-LAPRÉE, J. y NIN, N. (1990): «Le village protohistorique du quartier de l'llle a Martigues
(B.-du-Rhóne). Les espaces domestiques de la fase prinútive (début V s.-début II s. av.d.J.C.)».
Documents d"Archéologie Meridiana/e, 13, Lattes, pp. 35-136.
DE FRUTOS, G. ; CHIC, G. y BERRIATUA, N. (1988): «Las ánforas de la factoría prerromana de salazones de
«Las Redes» (Puerto de Santa María, Cádiz)». Actas del 1 Congreso Peninsular de Historia
Antigua, Vol. 1, Santiago de Compostela, pp. 295-306.
DEDET, B. (1994): «Visió general de l'habitació i lnabítat al Llenguadoc i al Rosselló durant la protohistoria». Cota Zero, 10, Vic, pp.l31-145.
DENNELL, R. (1974): «Botanical evidence for prehistoric crop processing activites». Journal of
Archeological Science, 3, London, pp. 229-247.
DÍES, E. y ÁLVAREZ, N. (en prensa): «Análisis del conjunto 5 de La Bastida de les Alcuses (Moixent,
Valencia): un edificio con posible funcionalidad cultual». Cuadernos de Prehistoria y Arqueología
Castellonenses, 17, Castellón.
DÍES, E. y BONET, H. (1996): «La Bastida de les Alcuses (Moixent, Valencia). Trabajos de restauración e
investigación. 1990-1995». Revista de Arqueología, 185, Madrid, pp. 14-21.
FANTAR, M. (1984): Kerkouane. Cité punique du Cap Bon, J. Túnez.
FERNÁNDEZ, A. (1987-1988): «El poblado ibérico de Torre la Sal (Ribera de Cabanes, Castellón):
Campaña de excavación 1985-1988». Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonenses, 13,
Castellón, pp. 227-274.
FERNÁNDEZ JURADO, J. ( 1987): Tejada la Vieja: Una ciudad Protohistórica. Huelva Arqueológica, IX, 2
vols., Huelva.
FLETCHER, D. (1957): «Toneles cerámicos ibéricos». Archivo de Prehistoria Levantina, VI, Valencia, pp.
113-148.
FLETCHER, D . y BONET, H. (1994): «Bastida VI: nuevo plomo escrito de La Bastida de les Alcuses
(Mogente, Valencia)». Anales de Prehistoria y Arqueología, 7-8, Murcia, pp. 143-150.
FLETCHER, D.; PLA, E. y ALCÁCER, J. (1965): La Bastida de les Alcuses (Mogente, Valencia). Trabajos
Varios del S.I.P., 24, Valencia.
FLETCHER, D.; PLA, E. y ALCÁCER, J. (1969): La Bastida de les Alcuses (Mogente, Valencia) . Trabajos
Varios del S.I.P., 25, Valencia.
FLORIDO, C. (1984): «Ánforas prerromanas sudibéricas». Habis, 15, Sevilla, pp. 419-436.
GÓMEZ BELLARD, C. ; GUÉRIN, P.; DÍES, E. y PÉREZ JORDA., G . (1993): «El vino en los inicios de la Cultura
Ibérica. Nuevas excavaciones en l' Alt de Benimaquia. Dénia». Revista de Arqueología, 142,
Madrid, pp. 16-27.
GRACIA ALONSO, F. ; MUNILLA, G. y GARCÍA, E. (1988): La Moleta del Remei. Alcanar; Montsia.
Campañas 1985-1986. Publicacions de la Diputació de Tarragona.
GUÉRIN, P. (1995): El poblado del Castellet de Bernabé (Llíria) y el período ibérico pleno edetano.
Tesis Doctoral, inédita, Universitat de Valencia.
GUÉRIN, P. y BONET, H. (1993): «Un dispositivo de entrada en el poblado ibérico del Castellet de Bemabé
(Llíria, Valencia)». Homenatge a Miquel Tarradell . Estudis Universitaris Catalans, XXIX,
Barcelona, pp. 449-462.
GUERRERO, V.M. (1993): La colonización púnica de Mallorca. Bases arqueológicas para su sistematización. Tesis Doctoral, inédita, U.N.E.D., Madrid.
GUERRERO, V.M.; MIRÓ, J. y RAMÓN , J. (1991): «El pecio de Binisafúller (Menorca), un mercante púnico
del s. III a.C.» Meloussa, 2, Mahón, pp. 9-30.
-278-
[page-n-281]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
65
HERNÁNDEZ, L. y SALA, F. (1996): El Puntal de Salinas. Un hábitat ibérico del siglo IV aC. en el Alto
Vinalopó. Villena.
INIESTA, A.; PAGE, V. y CARCÍA CANO, J.M. (1897): Excavaciones arqueológicas en Coimbra del Barranco
Ancho (Jumilla). La Sepultura 70 de la necrópolis del poblado. Catálago de exposición, Murcia.
IZQUIERDO, I. (1995): El contexto arqueológico de la necrópolis ibérica del Corral de Saus (Moixent,
Valencia). Tesis de Licenciatura, inédita, Universitat de Valencia.
JODIN, A. (1987): Volubilis Regia Iubae. Ed. Boccard, Paris.
JUNYENT, E.; LAFUENTE, A. y LÓPEZ, J.B . (1994): «L'origen de !'arquitectura en pedra i l'urbanisme a la
Catalunya Occidental». Cota Zero, 10, Vic, pp. 73-89.
LAMBOGLIA, N. (1952): «Per una classificazione preliminare della ceramica campana». I Congresso
Internazionale di Studi Liguri. Bordighera, pp. 139-206.
- (1954): «La ceramica «precampana» della Bastida». Archivo de Prehistoria Levantina, V, Valencia, pp.
105-139.
LILLO, P. (1981): El poblamiento ibérico en Murcia. Universidad de Murcia, Academia Alfonso X el
Sabio, Murcia.
- (1993): El poblado ibérico fortificado de Los Molinicos, Moratalla (Murcia). Murcia.
LÓPEZ, A. (1993): «Los talleres anfóricos de Darró (Vilanova i la Geltrú, Barcelona). Noticia de su
hallazgo». Empúries, 48-50, TI (1986-1987), Barcelona, pp. 64-76.
LÓPEZ, A. y FIERRO, J. (1987-1988): «Darreres intervencions a l'assentament iberic i la vila romana de
Darró (Vilanova i la Geltrú, Garraf)». Tribuna d'Arqueologia, 1987-88, Barcelona, pp. 53-68.
LLOBREGAT, E. (1972): Contestania Ibérica. Instituto de Estudios Alicantinos, 2, Serie TI, Alicante.
MATA, C. (1991): Los Villares (Caudete de las Fuentes, Valencia). Orígenes y evolución de la Cultura
Ibérica. Trabajos Varios del S.I.P., 88, Valencia.
MATA, c. y BONET, H. (1992): «La cerámica ibérica: ensayo de tipología». Trabajos Varios del S.l.P, 89,
Valencia, pp. 117-173.
MOREL, J.P. (1981): Céramique Campana. Les formes. Bibliotheque des Écoles Francyaises d' Athenes et
de Rome, 244, Roma.
NORDSTROM, S. (1967): Excavaciones en el poblado ibérico de La Escuera (San Fulgencio, Alicante).
Trabajos Varios del S.I.P., 34, Valencia.
OLIVER, A. y GUSI, F. (1995): El Puig de la Nau, Benicarló, Castelló. Un habitat fortificado ibérico en el
ambiente mediterráneo peninsular. Monografies de Prehistoria i Arqueología Castellonenques, 4,
Castelló.
OLIVER, A.; BLASCO, M.; FREIXA, A. y RODRÍGUEZ, P. (1984): «Proceso de iberización en la plana litoral
sur de Castellón». Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonenes, 10, Castellón, pp. 63109.
PAGE, V. (1984): Imitaciones de influencia griega en la cerámica ibérica de Valencia, Alicante y Murcia.
Iberia Graeca, Serie Arquelogía, 1, Madrid.
PASCUAL, R. (1969): «Un nuevo tipo de ánfora púnica». Archivo Español de Arqueología, 42, Madrid, pp.
12-19.
PELLICER, M. (1978): «Tipología y cronología de las ánforas prerromanas del Guadalquivir, según el
Cerro Macareno (Sevilla)». Habis, 9, Sevilla, pp. 365-400.
PERDIGONES, L. y MUÑOZ, A. (1988): «Excavaciones arqueológicas de urgencia en los hornos púnicos de
Torre Alta, San Fernando, Cádiz». Anuario Arqueológico de Andalucía, (ill Actividades de
Urgencia), Sevilla, pp. 106-1 12.
PÉREZ BALLESTER, P. (1986): «Las cerámicas de barniz negro campanienses: estado de la cuestión».
Boletín del Museo Arqueológico Nacional, IV, Madrid, pp. 27-45.
PÉREZ JORDA. G. (1993): La producció d'oli al món Iberic: l'exemple del Camp de Túria. Tesi de
Llicenciatura, inedita, Universitat de Valencia.
- (1995): «Los restos carpológicos». En: Bonet Rosado, H.: El Tossal de Sant Miquel de Llíria. La
-279-
[page-n-282]
66
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
280
antigua Edeta y su territorio. Servicio de Investigación Prehistórica, Diputación de Valencia, pp.
485-488.
PÉREZ JORDA, G. y Bt.TXÓ, R. (1995): «Estudi sobre una concentració de llavors de la 1 Edat del Ferro del
jaciment de Vinarragell (Borriana, La Plana Baixa)». Saguntum, 29, Valencia, pp. 57-64.
PLA BALLESTER, E. (1968): «Instrumentos de trabajo ibéricos de la región valenciana». Estudios de economía antigua de la Península Ibérica. Ed. Vicens Vives, Barcelona, pp. 143-190.
- (1972): «Aportaciones al conocimiento de la agricultura antigua en la región de Valencia». Rivista di
Studi Liguri (Omaggio a Fernant Benoit), XXXIV (vol. 2), Bordiguera, pp. 319-354.
RAGA, M . (1994): Los materiales del poblado ibérico de La Covalta (Albaida, Valencia). Tesis de licenciatura, inédita, Universitat de Valencia.
RAKOB, F. ( 1985): «Carthage punique. Fouilles et prospections archéologiques de la miss ion allemande».
R.E.P.P.A.L., 1, Carthage, pp. 132-156.
- (1987a): «Mission allemande a Carthage: La muraille du Quartier Magon». CEDAC. Cartaghe
Bulletin, 8, Charthage, pp. 6-7.
- (1987b): «Sondages de sauvement. Man;-Avril1987». CEDAC. Carthage Bulletin, 8, Carthage, pp. 8-
10.
RAMÓN, J. (l98la): Producción anfórica púnico-ebusitana. Delegació del Ministeri de Cultura d'Eivissa,
Eivissa.
(1981 b ): Ibiza y la circulación de ánforas fenicias y púnicas en el Mediterráneo Occidental. Trabajos
del Museo Arqueológico de Ibiza, 5, Eivissa.
(1991): Las ánforas púnicas de Ibiza. Trabajos del Museo Arqueológico de Ibiza, 23, Eivissa.
(1993): «Un depósito de cerámicas del s. V a.C. en Es Palmer (Ibiza)». Homenatge a Miquel
Tarradell. Estudis Universitaris Catalans, XXIX, Barcelona, pp. 291-302.
(1995): Las áriforas fenicio-púnicas del Mediterráneo central y occidental. Col.lecció Instrumental,
2, Barcelona.
RIBERA, A. (1982): Áriforas prerromanas valencianas (fenicias, ibéricas y púnicas). Trabajos Varios del
S.I.P., 73, Valencia.
RIBERA, A. y FERNÁNDEZ, A. (en prensa): «Las ánforas del mundo fenicio-púnico en el País Valenciano».
IV Congreso Internacional de estudios Fenicios y Púnicos (Cádiz, 2-6 Octubre, I995).
RODERO, A. (1991): «Las ánforas del Mediterráneo Occidental en Andalucía». Trabajos de Prehistoria,
48, Madrid, pp. 257-298.
ROUILLARD, P. (1975): «Les coupes attiques a figures rouges du IV siecle en Andalousie». Mélanges de
la Casa Velázquez, XI, París, pp. 21-49.
- (1976): «Fragmentos de cerámica griega arcaica en la antigua Contestania». Revista del Instituto de
Estudios Alicantinos, 18, Alicante, pp. 7-16.
- (1979): Investigaciones sobre la muralla de Sagunto (Valencia). Trabajos Varios del S.I.P., 62,
Valencia.
- (1991): Les Grecs et la Peninsule Ibérique du VIIIe. au Ir. si(xle avant Jésus-Christ. Publications du
Centre Pi erre Paris, 21, Paris.
RUBIO, F. (1985): «El yacimiento ibérico del Puig (Alcoy)>>. Noticiario Arqueológico Hispánico, 24,
Madrid, pp. 91-157.
- (1986): La necrópolis ibérica de la Albufereta de Alicante (Valencia, España). Academia de Cultura
Valenciana, Serie Arquelogía, ll, Valencia.
RUIZ, A. y MOLINOS, M . (1985): «Informe de la Campaña de Excavaciones en el Cerro de la Plaza de
Armas de Puente Tablas (Jaén)». Anuario Arqueológico de Andalucía, Ill, pp. 345-352.
- (1988): «Informe de la Campaña de Excavaciones en el Cerro de la Plaza de Armas de Puente Tablas
(Jaén)». Anuario Arqueológico de Andalucía, 11, pp. 179-184.
- (1993). Los iberos. Análisis arqueológico de un proceso histórico. Ed. Crítica. Madrid.
-280-
[page-n-283]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
67
SALA, F. (1993): «La cerámica de importación de los siglos VI-IV a.C. en Alicante y su repercusión en el
mundo indígena». Huelva Arqueológica, XIII, 1, Huelva, pp. 275-296.
(1994): La Cultura Ibérica de los s. VI al II a.C. en las comarcas meridionales de la Contestania. Una
propuesta de evolución a partir de los yacimientos de El Oral, El Puntal y La Escuera. Tesis
Doctoral, inédita, Universitat d' Alacant.
SANMARTÍ, E. (1985a): «Sobre un nuevo tipo de ánfora de época republicana, de origen presumiblemente
hispánico». Ceramiques gregues i helenístiques a la Península Iberica, Taula Rodona 7SO Aniversari
de les excavacions d'Empúries (Empúries, I8-20 mar({, 1983). Barcelona, pp. 133-141.
(1985b): «Las ánforas romanas del campamento numantino de Peña Redonda (Garray-Soria)».
Empúries, 47, Barcelona, pp. 130-161.
SANTOS VELASCO, J.A. (1986): «Vivienda y distribución desigual de la riqueza en La Bastida de les
Alcuses». Arqueología Espacial, 9, Teruel, pp. 339-348.
SPARKES, E. y TALCOTT, L. ( 1970): Black and plain pottery of 6th, 5th and 4th centuries B. C. The Athenian
Agora, XII, Princeton.
SOLER, J.M.• (1992): «El poblado ibérico del Puntal de Salinas (Alicante)». Trabajos Varios del S.I.P., 89,
Valencia, pp. 51-72.
STERN, E. (1991): «Phoenician Finds from Tel Don>. Rivista di Studifenici, XIX, 1, Roma, pp. 97-105.
TÉLLEZ, R. y CIFERRI, F. (1954): Trigos arqueológicos de España. Instituto Nacional de Investigaciones
Agronómicas, Madrid.
THALMANN, J.P. (1979): «Tell 'Arqa. Rapport provisoire». Bulletin du Musée de Beyrout, 29-30, Beyrout,
pp. 61-75.
TRÍAS DE ARRIBAS, M.•G. (1967-1968): Cerámicas griegas de la Península Ibérica, Vol. I y //. The
William Bryant Foundation, Valencia.
URE, A.D. (1944): «Red-figure cups with lncised and Stamped Decoration 11». Journal of Hellenic Studies,
LXIV, London.
VALL, M .•A. (1971): El poblado ibérico de Covalta (Albaida, Valencia). Trabajos Varios del S.I.P., 41,
Valencia.
-
-281-
[page-n-284]
68
E. DfES. H. BONET.
. ÁLVA REZ y G. PÉREZ JORDÁ
Lám. 1.- Vistas aéreas de La Bastida de les Alcuses donde se aprecia el recinto amurallado,
la calle central y el sector donde se han restaurado los conjunto 1, 2 y 3. Año 1995.
-282-
[page-n-285]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAYACIÓ
Y RESTA URACIÓN ( 1990-95)
69
A
B
Lám. 11.- A: La Bastida desde el Pla de les Alcuses. Año 1991. B: El Pla de les Alcuses
desde el yacimiento, al fondo el corredor de Montesa. Año 1991.
-283-
[page-n-286]
70
E. DÍES. H. BONET,
. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
A
B
Lám. Ill.- A: Restos de carriladas en la ladera oeste, principal acceso al poblado. Año 1991.
8: Cisterna retallada en la roca aprovechando una grieta. Hoy parcialmente
colmatada de tierra y vegetación. Año 1991.
-284-
[page-n-287]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y R ESTA URACJÓN ( 1990-95)
71
A
B
Lám. IV.- A: Estado de la muralla oeste y de la torre 111 antes de la restauración. Año 1990.
B: Lienzo de la muralla antes de la restauración con evidentes muestJ·as de su deterioro. Año 1990.
-285 -
[page-n-288]
72
E. DÍES. H. BONET, N. ÁLVA REZ y G. PÉREZ JORDÁ
A
B
Lárn. V.- A: Lienzo de muralla donde se aprecian los elementos verticales que marcan los
arranques o ángulos de una posible torre (Torre X), hoy desaparecida. Año 1991.
B: Detalle del arranque de la misma torre y restos de marcas de pala excavadora junto al jalón. Año 1991.
- 286 -
[page-n-289]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVAC IÓN Y RESTAURAC IÓN (1990-95)
73
A
B
Lám. VI.- A: Limpieza del tramo central del ft·ente oeste de la muraUa donde aparece
la entrada principal. Año 1991. B: Lienzo oeste de la muralla, una vez restaurado, con la puerta
principal tapiada mediante piedras de menor tamaño para indicar claramente su provisionalidad. Año 1995.
-287-
[page-n-290]
74
E. DLES. H. BONET. N. Á LVAREZ y G. PÉREZ JORDA
A
B
Lám. VII.- A: Superposición de estructuras de habitación del departamento 159, los muros inferiores
corresponden a la Fase l. Año 1991. B: Colocación de los suelos del Conjunto l. Año 1991.
- 288-
[page-n-291]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : T RABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN ( 1990-95)
75
A
B
Lám. VIII.- A: Conjunto 2 antes de la restauración. Año 1991. B: El Conjunto 2,
visto desde la calle central, tras la restauración. Año 1991.
- 289-
[page-n-292]
76
E. DÍES. H. BONET. N. ÁLYAREZ y G. PÉREZ JORDA
A
B
Lám. IX.- A: Conjunto 1 tras la restauración. Año 1991. 8: Conjunto 3 restaurado,
en primer término la Casa 7. Año 1993.
-290-
[page-n-293]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAU RACJÓN ( 1990-95)
77
A
B
Lám. X.- A: Vista de la cara sur de la Torre 11, una vez restaurada. Año 1995.
B: Acabado del coronamiento de la muralla y de las toiTes. Año 1995.
-291-
[page-n-294]
78
E. DÍES. H. BO ET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
A
B
Lám. XI.- A: Los obreros trabajando en el rejuntado de las piedras de la muralla y Torre 111. Año 1995.
B: Cartel explicativo de las técnicas constructivas de la Casa l. Año 1992.
-292-
[page-n-295]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓ N Y RESTAURACIÓ N ( 1990-95)
79
A
Lám. XII.- A: Sondeo realizado en el ángulo de la Torre Este y el lienzo de la muralla. Año 1995.
B: Zócalo de la cara norte de la Torre Este. Año 1995.
-293-
[page-n-296]
80
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
A
B
Lám. XJI1.- A y B: Vistas generales de la Casa 11. Año 1995.
-294-
[page-n-297]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAYACIÓ
Y RESTAURACIÓN ( 1990-95)
81
A
B
Lám. XIV.- A: Materiales in situ del departamento 250. Año 1995. B: Detalle de las trébedes
del departamento 250. Año 1995.
-295-
[page-n-298]
[page-n-299]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XXll (Valencia, 1997)
Consuelo MATA PARREÑO* y Lucía SüRIA COMBADIERA **
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA ffiÉRICA
La costumbre de marcar ánforas con algún tipo de símbolo o epígrafe, antes de la cocción, ha
generado una amplia bibliografía, sobre todo, por parte de los investigadores del mundo romano.
Por ello, existen, en la actualidad, importantes repertorios de marcas latinas que han permitido
extraer interesantes conclusiones tanto sobre el comercio como sobre la sociedad. No sucede, sin
embargo, lo mismo con el material al que nos enfrentamos en este trabajo, pues el estudio de marcas y epígrafes sobre recipientes de transporte y almacenaje de época ibérica, a pesar de haberse
señalado su existencia hace ya bastante tiempo (1), sólo ha suscitado un cierto interés cuando se trataba de epígrafes, mientras que las marcas anepigráficas han quedado relegadas, en el mejor de los
casos sin más que su mera mención, a los catálogos de materiales de una excavación.
Varias son las razones que, a nuestro entender, han motivado este limitado interés. En primer
lugar, se trata de un material poco numeroso si se compara con el conjunto de materiales procedente de cualquier excavación o prospección; a ello hay que sumar el estado de fragmentación en
que normalmente se recuperan los recipientes de mayor tamaño lo que, sin duda, dificulta su
identificación e interpretación; y, por último, quisiéramos destacar el estudio de epígrafes totalmente descontextualizados no sólo de su lugar de hallazgo sino, sobre todo, de su pieza, algo que
en nuestra opinión es perjudicial en todos los sentidos, pues se está obviando una información de
gran interés.
El material que presentamos aquí todavía es escaso, local y globalmente considerado, pero
esperamos que este trabajo preliminar sirva para rescatar de las catacumbas (2) unos materiales
que, aunque modestos numéricamente, tienen un gran potencial informativo.
De todos modos, no debemos esperar que estas marcas formen conjuntos numerosos pues,
en todos los ámbitos cronológicos y culturales conocidos, los recipientes marcados son minori*
**
Departament de Prehistoria i Arqueologia. Universitat de Valencia.
Centro Superior de Humanidades de Albacete. Universidad de Castilla-La Mancha.
(1) OLIVA, 1955, 89-90; GARCÍA GUINEA, 1960, 731-736.
(2) Léase almacenes de museos.
-297-
[page-n-300]
2
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
tarios, aunque la publicación de trabajos monográficos y listas de marcas inclinan a pensar todo
lo contrario. Sin embargo, muchos investigadores señalan explícitamente que las marcas afectan,
salvo raras excepciones, a un conjunto limitado de las producciones estudiadas (3).
l.
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE ÁNFORAS NO IBÉRICAS
No es nuestra intención en este apartado hacer un recorrido exhaustivo de las publicaciones
existentes sobre marcas anfóricas no ibéricas, sino situar cronológicamente este hábito y señalar
los diferentes significados propuestos, haciendo especial hincapié en los hallazgos, con una cronología similar, efectuados en la misma área geográfica ocupada por los iberos.
El fenómeno de marcar las ánforas surge casi simultáneamente con la invención del tipo
cerámico así conocido, pues uno de los sellos más antiguo conocido procede de un ánfora egipcia del siglo XIV a.C. (4). Los grandes hitos históricos sobre el origen y evolución de esta costumbre en el Mediterráneo han sido recogidos por González Prats en alguna de sus publicaciones sobre las ánforas de Penya Negra (Crevillent, Alacant) (5), lo que nos exime de hacer el
mismo recorrido y a ellas remitimos al lector interesado.
Por otro lado, dejamos al margen de estas reflexiones los letreros pintados, conocidos tanto
sobre ánforas púnicas como, sobre todo, romanas, puesto que plantean una problemática propia
y, por el momento, son desconocidos sobre las ánforas ibéricas.
1.1. ÁNFORAS FENICIAS Y PÚNICAS
Los sellos y marcas conocidos sobre ánforas fenicias y púnicas son, hasta ahora, bastante puntuales. Suelen aparecer recogidos entre los listados de materiales de excavación (6) y apenas han
sido objeto de algún estudio de conjunto (7). Sin embargo, y al menos a nivel de península Ibérica,
un repaso a la bibliografía más reciente nos muestra un número creciente de ánforas fenicias, indígenas orientalizantes y púnicas con marcas de diversa tipología. Vamos a detenemos sobre alguno de estos hallazgos por la influencia que hayan podido ejercer sobre las marcas ibéricas.
En la actualidad, el conjunto más numeroso de marcas sobre ánforas indígenas de tipología
fenicia se encuentra en Penya Negra (8) con un total de catorce ejemplares, todos ellos precocción. A ellos hay que añadir, cinco ánforas fenicias importadas con sendas marcas, una de ellas
esgrafiada (9). Casi todas ellas proceden de la fase IIB cuya cronología es del600-550 a.C., etapa
que podría clasificarse como ibérica antigua tal y como sucede en otros yacimientos (10). Por
(3) DESY, 1989, 15 y nota 37; GARLAN, 1988, 14-15; MIRÓ, 1988, 209; RAMÓN, 1981, 17; y 1995, 245g.
(4) GRACE, 1961, fig. 17.
(5) GONZÁLEZ PRATS, 1983, 228-230; GONZÁLEZ PRATS y RUIZ SEGURA, 1990-1991, 71.
(6) BORDREUIL, 1982; MAYNOR BIKAI, 1987, pi. XXIT, 594; entre otros.
(7) FUENTES, 1986, donde se incluyen las ánforas pero sin ningún tratamiento específico; RAMÓN, 1981 , 17-18; y 1995,
245-255.
(8) GONZÁLEZ PRATS, 1983, 228; GONZÁLEZ PRATS y RUTZ SEGURA, 1990-1991, figs. 6 y 7.
(9) GONZÁLEZ PRATS, 1982, fig . 28, 5571; 1990, fig. 12, 11434; GONZÁLEZ PRATS y RUIZ SEGURA, 1990-1991,71, fig.
7, 10945.
(10) Aunque González Prats siempre ha publicado Penya Negra 11 como perteneciente al Hierro Antiguo, creemos que
existen elementos suficientes como para considerar la última fase de ocupación como ibérica antigua, tal y como parece desprenderse además del libro publicado por este mismo autor en 1990, págs. 104-105. Ahora bien, nosotras no podemos asegurar que todas
las ánforas con marca procedan de la última fase.
-298-
[page-n-301]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IDÉRICA
3
otro lado, también podría considerarse como una marca precocción el aspa aislada que aparece
pintada sobre alguna tinaja (11). Un signo similar se encuentra en una tinaja del Cerro Macareno
(La Rinconada, Sevilla) (fig. 6, O1.062), y, aunque se trata de un paralelo lejano geográficamente,
es bastante común en la cerámica griega del Hierro Antiguo (12).
En las ánforas de Penya Negra no existe ninguna regla fija en cuanto a la ubicación y tipología de las marcas, pero se puede observar alguna regularidad. La mayoría se sitúa en el asa 7- pero también las hay sobre el hombro - 5 - y en menor medida en el galbo -3-, borde2- o fondo -1-. Tan sólo una de ellas es doble, formada por sendas incisiones en el borde y
en el tercio inferior. En cuanto a su técnica, el conjunto más numeroso son los signos o letras
incisas -12-, frente a seis impresiones anepigráficas y un único letrero esgrafiado.
Un segundo lote importante procede de El Monastil (Elda, Alacant), de donde se han publicado tres marcas (una incisa y dos impresas), iguales a las encontradas en Penya Negra y realizadas sobre ánforas importadas de este mismo lugar (13). Su interés no sólo radica en su número,
sino también en el hecho de haber podido establecer una procedencia segura para las mismas.
En otros yacimientos peninsulares las marcas publicadas sobre ánforas fenicias oscilan entre
uno y siete ejemplares como máximo, tanto pre como postcocción: Cádiz -1-, Cerro del Villar
(Guadalhorce, Málaga) -1-, Medellín (Badajoz) -1-, Villaricos (Almería) - 1 - (14),
Carmona (Sevilla) - 1 - (15), L'Alt de Benimaquia (Dénia, Alacant) - 1 - (16), Moleta del
Remei (Alcanar, Tarragona) - 1 - (17), Camara (Elda, Alacant) - 2 - (18), Morro de
Mezquitilla (Toscanos, Málaga) - 3 - (19), Huelva --4- (20) y Castillo de oa Blanca (Puerto
de Sta. María, Cádiz) - 7 - (21).
La mayoría son signos o letras, posiblemente postcocción (22) sobre el hombro o el galbo,
pues sellos sólo se han documentado en Cádiz, Penya Negra, El Monastil y Moleta del Remei.
Algo más abundantes son las marcas sobre ánforas púnicas, muchas de ellas recogidas por
Fuentes (23), en un corpus de inscripciones púnicas, y Ramón (24) en su monograña sobre las
ánforas fenicio-púnicas. A ellas habría que añadir al menos cuatro ánforas Mañá/Pascual A4, con
signos diversos, de Cerro Macareno (25), dos de El Monastil (26) y una de Can Jordi (Sant
Vincen~ de Montalt, Barcelona) (27). En este contexto no deja de ser interesante señalar la
escasez de sellos y epígrafes documentados sobre las producciones ebusitanas, pues sólo aparecen en cuatro de los dieciseis tipos diferenciados (28), aunque como señala Ramón las marcas
(11) GONZÁLEZ PRATS, 1983, 172 y fig. 37.
(12) PAPADOPOULOS,l994.
(13) POVEDA, 1994, 490-492, láms. 1-3.
(14) GUERRERO y ROLDÁN, 1992, 25-35.
(15) BELÉN et alii, 1993, fig . 10, 25.
(16) Signo precocción sobre ánfora importada, según comunicación oral de C. GÓMEZ BELLARD y P. GUÉRIN.
(17) GRÁCIA y MUNILLA, 1993, nota 46, fig 4, 7.
{18) POVEDA, 1994, 492,láms. 6 y 7.
(19) RÓLLIG, 1983, fig. 1, a, i, k, taf. 10, 4, 8 y 11.
(20) FERRON et alii, 1975; FERNÁNDEZ JURADO y CORREA, 1988-1989.
(21) CUNCHILLOS, 1994.
(22) Esta última circunstancia. no siempre queda clara en las publicaciones. En el Castillo de o• Blanca sólo dos marcas, de
las siete publicadas, son precocción (Cunchillos, 1994).
{23) FUENTES, 1986.
(24) RAMÓN,l995, 245-255.
(25) FERNÁNDEZ GÓMEZ et alii, 1979, figs. 42, 543-4 y 548-1 ; 43, 546-3 y 548-3.
(26) POVEDA, 1994, láms 14 y 15.
(27) AA.VV., 1995, fig. 7, 3.
(28) RAMÓN, 1991, PE-17, PE-18, PE-22 y PE-25.
-299-
[page-n-302]
4
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADlERA
sobre ánfora púnica parecen ser un hábito común en Cartago y minoritario en el resto de las
áreas (29).
De todo el conjunto púnico nos interesa destacar aquellos yacimientos donde también aparecen
marcas ibéricas, es decir, Cerro Macareno, L' Alcúdia (Elx, Alacant) y Puig de SantAndreu (Ullastret,
Girona) (30).
Al contrario de lo que sucedía con anterioridad, la mayoría de las marcas púnicas conocidas
son sellos epigráficos precocción impresos sobre las asas, de los que hay repertoriados un total
de 350 en el Mediterráneo central y occidental (31). Los grafitos son poco conocidos y pueden
pasar fácilmente desapercibidos si no se trata de epígrafes o letras sueltas.
1.2. ÁNFORAS GRIEGAS
Se conocen bien algunos centros alfareros griegos en donde se acostumbraba a marcar sistemáticamente las ánforas producidas. Este es el caso de Thasos (32), en donde las ánforas suelen llevar, sobre las asas, uno o dos sellos con un emblema y una leyenda; todos ellos hacen referencia al
origen étnico, al nombre del magistrado epónimo y/o al fabricante. En otros lugares de Grecia, el
emblema utilizado hace referencia al nombre de la polis como sucede con los sellos rodios (33).
Pero, a pesar del conocimiento detallado que se tiene de algunos hornos y de sus marcas, se
desconoce con exactitud el significado de las mismas, el porqué se sellaban algunas ánforas y no
todas, así como la razón de que se utilizaran los mismos sellos para marcar las tejas (34).
En España, las ánforas griegas con marca son escasas, destacando las aparecidas en los
pecios de Lazareto (Menorca) y El Sec (CalvUt, Mallorca) (35), a las que hay que añadir al menos
una del Puig de Sant Andreu (36) y otra del Cerro del Villar (37).
La mayor parte de las marcas griegas catalogadas, tanto fuera como dentro de España, está
compuesta por sellos epigráficos o anepigráficos, con enmarques circulares o cuadrangulares,
situados generalmente sobre las asas.
Como tantas otras cosas, los colonos griegos también trasladaron a los nuevos asentamientos el hábito de sellar ánforas. De entre todas ellas, nos interesa mencionar aquí por proximidad
geogn\fica, el caso de las ánforas masaliotas, aunque ninguna de las aparecidas en España lleva
marca (38). En el volumen recientemente publicado sobre este tipo de ánforas se pueden ver conjuntos de sellos, la mayoría circulares y epigráficos, situados casi siempre sobre el cuello (39).
(29)
(30)
figs . 2 y 3;
(31)
(32)
(33)
(34)
(35)
(36)
(37)
(38)
(39)
RAMÓN, 1995, 254.
FERNÁNDEZ GÓMEZ et alii, 1979, figs. 42, 543-4 y 548-1; 43, 546-3 y 548-3; RAMOS FOLQUÉS, 1968, 364-365,
OLIVA, 1955, fig . Xlll, 5; 1959, 381, fig . 23; 1961-1962, 368, fig . 34, 15.
RAMÓN, 1995, 245-254.
GARLAN, 1988.
CALVET, 1982, 13-14.
PAPADOPOULOS, 1994, 473-485; TSETSKHLADZE y VNUKOV, 1992, 372-373.
FERNÁNDEZ-MIRANDA et alii, 1977, 91-92; ARRIBAS et a/ii 1987, 613.
OLIVA, 1958, 335, fig. 32.
MARTÍN RUIZ, 1995, fig. 137.
BATS, 1990, 161-188.
LONG, 1990; PASSELAC et alii, 1990, figs. 7, 1; 11-14.
-300-
[page-n-303]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
5
1.3. ÁNFORAS ETRUSCAS
También los etruscos tuvieron la costumbre de sellar algunos ejemplares anfóricos pero, como en
los casos anteriores, tampoco existen amplios repertorios sobre estas marcas. Hay que recurrir a las
publicaciones sobre excavaciones o conjuntos de materiales para constatar su existencia (40).
El conjunto más numeroso que conocemos es el de la necrópolis de Nuceria (41). A través
del inventario de materiales publicado se puede observar que la mayoría de las marcas son epigráficas y/ o numerales precocción, situadas mayoritariamente sobre las asas o debajo de ellas y,
en menor medida, sobre el hombro o la panza. La cronología proporcionada por los ajuares funerarios abarca desde finales del s. VI hasta el s. V a.C.
Ninguna de las ánforas etruscas de la Península Ibérica publicadas hasta ahora lleva marca (42).
1.4. ÁNFORAS ROMANAS
Como señalábamos al principio, el estudio de las llamadas «marcas de alfarero» sobre ánforas de origen romano ha sido muy prolífico, de forma que pueden encontrarse estudios de yacimientos (43), de alfares (44), de áreas concretas (45) y de conjunto (46), por lo que en la actualidad poseemos un conocimiento bastante preciso de las mismas.
Los conjuntos publicados muestran una gran variedad de tipos, aunque con un mayor dominio de los sellos epigráficos. La interpretación de los mismos es muy variable y los diferentes
autores distan mucho de estar de acuerdo. En general, las hipótesis más firmes se basan en los
epígrafes que recogen palabras completas o numerales, dejando al margen de cualquier explicación las marcas que sólo llevan letras sueltas o símbolos (47). El libro de Callender sobre ánforas romanas que recoge una tipología de sellos, así como todas las posibilidades de interpretación
barajadas hasta ese momento, mantiene toda su vigencia a pesar de haber sido publicado hace
más de veinticinco años (48).
La ubicación de las marcas varía según la tipología del ánfora y su cronología; en consecuencia, pueden marcarse las asas, el labio, el cuello, la panza o el pie, alcanzando una variabilidad desconocida hasta entonces (49).
A la vista de los trabajos publicados, podemos llegar a la conclusión de que sólo el estudio
detallado de amplios conjuntos procedentes del mismo yacimiento o de la misma área permite
elaborar una hipótesis de interpretación de los sellos con cierta fiabilidad y que ésta puede ser
diferente según el conjunto al que se refiera (50).
(40) ALBORE LIVADIE, 1978; AA.VV., 1985; PERKINS y WALKER, 1990, 41 y 43; entre otros.
(41) ALBORE LIVADIE, 1978.
(42) REMESAL Y MUSSO, 1991.
(43) BLÁZQUEZ et alii, 1994; etc.
(44) ENGUIX et alii, 1977; etc.
(45) eme, 1985; DESY, 1989; RODRÍGUEZ ALMEIDA, 1989; etc.
(46) eALLENDER, 1970; eARRE et alii, 1995.
(47) BLÁZQUEZ et alii, 1994, 130; e ALLENDER, 1970, XXV; MIRÓ, 1988, 210.
(48) eALLENDER, 1970, XXV-XXVTI.
(49) BLÁZQUEZ et alii, 1994, 147; DESY, 1989, 15 y 19; ENGUIX et alii, 1977, 33-36; MIRÓ, 1988, 209.
(50) BLÁZQUEZ et alii, 1994, 130-147; DESY, 1989, 187-188; ENGUIX et a/ii, 1977, 33-36; MIRÓ, 1988, 229-232.
-301-
[page-n-304]
6
C. MATA PARREÑO y L. S ORlA COMBADlERA
De entre el importante volumen de mateas romanas conocidas tanto en la península como fuera
de ella, nos interesa hacer especial mención de una serie de letreros ibéricos impresos sobre ánforas romanas. El más antiguo conocido, aunque ha pasado bastante desapercibido, es un sello situado sobre el asa de un ánfora greco-itálica de producción occidental (51) encontrada en Ensérune y
que Jannoray (52) ya publicó en su día como una importación procedente de la costa catalana.
Un hallazgo más reciente se ha realizado en Zaragoza y consiste en un sello rectangular
incompleto situado en el labio de un ánfora de producción hispánica (Tarraconense o Layetana
1), en un contexto datado entre el 50 y el40 a.C. (53). Sobre este tipo de ánforas se conocían ya
letreros con nombres latinos pero es el primero con caracteres ibéricos que, aunque incompleto,
se puede interpretar, por analogía, como un nombre propio. En esta misma publicación se cita la
posibilidad de que exista otro sello ibérico sobre ánfora romana (54).
Finalmente, quisiéramos citar aquí un sello, sobre ánfora greco-itálica, procedente de Sant
Josep (La Vall d'Uixó, Castelló) (55). En el estudio se interpretan los caracteres como ibéricos
leídos a la inversa, lo cual puede ser factible. Ahora bien, el problema reside en que dicha ánfora se identifica claramente como de procedencia sur-itálica, por lo que resulta bastante complejo
explicar que un sello con caracteres ibéricos se utilice para marcar ánforas de origen itálico. En
el libro de Desy sobre sellos de la Apulia aparece el antropónimo griego Andronicus (56), nombre cuyas primeras letras coinciden con las del sello de Sant Josep si éste se leyera con caracteres griegos, lo cual también es posible.
Flors (57) recoge también otras dos ánforas itálicas cuyos sellos interpreta como ibéricos,
aunque las publicaciones realizadas sobre las mismas no los consideran como tales. Una procede de Peña Redonda (Garray, Soria) y la otra de Torre la Sal (Cabanes, Castelló) (58). En el primer caso, la existencia de un sello latino con un diseño similar en La Miranda (Badalona,
Barcelona) (59) nos sirve para poner en duda la interpretación propuesta por Flors. Además, el
origen itálico de ambas piezas y el estado fragmentario de los sellos obliga a ser escrupulosos a
la hora de su interpretación y no desestimar otras posibilidades.
II.
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES IDÉRICOS
El interés que desde hace unos años venimos manifestando por la caracterización de la cerámica ibérica decorada con impresiones (60), nos ha llevado a ir recopilando todos los soportes
cerámicos ibéricos sobre los que aparece este tipo de decoración: pondera, fusayolas y cerámica.
Ello nos ha permitido diferenciar, por su homogeneidad funcional primero, y por la especificidad
de sus impresiones después, el conjunto de recipientes dedicados al transporte y almacenaje en
el mundo ibérico. Nuestra intención ha sido realizar un catálogo lo más exhaustivo posible de las
(51) LAUBENHEIMER, 1990, 33 y 35.
(52) JANNORAY, 1955, 437, nota 1, pl. LID, 3.
(53) AGUAROD, 1992.
(54) AGUAROD, 1992, 114.
(55) FLORS, 1995.
(56) DESY, 1989, 171.
(57) FLORS, 1995.
(58) SANMARTÍ, 1985, 131 y 142, figs. 25 y 26; FERNÁNDEZ IZQUIERDO, 1980, 161, fig. 5, 1-2 y 1ám. ID, F.
(59) RÍO-MIRANDA y DE LA PINTA, 1979, 49, 1ám. Il, 12.
(60) MATA, 1985; SORIA, 1994.
-302-
[page-n-305]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
7
marcas publicadas, pero somos conscientes de las carencias bibliográficas que podamos tener,
sobre todo a nivel de publicaciones locales. También, y siempre que ello nos ha sido posible,
hemos revisado personalmente las piezas (61).
Las impresiones presentes en estos recipientes carecen de intención decorativa, puesto que
son siempre elementos aislados y, con pocas excepciones, aparecen sobre cerámicas sin ninguna
o escasa decoración. Por ello, deben recibir un tratamiento diferente al del resto de las cerámicas
impresas conocidas.
Junto a estas marcas hay que considerar de forma indisociable otros signos, también precocción, que aparecen sobre estos mismos recipientes y cuyo estudio se ha realizado siempre
que se han podido identificar con letras o numerales. Estos letreros han quedado recogidos en
los numerosos repertorios existentes sobre epígrafes ibéricos, cuya enumeración aquí sería ociosa.
También hemos incluido en este repertorio los signos postcocción hechos sobre ánforas y
tinajas. Su significado es diferente puesto que no se puede asegurar el momento en que se han
marcado dichos recipientes; pero, dado que se trata de un conjunto poco numeroso, hemos preferido incluirlos en este catálogo aunque convenientemente separados del resto.
11.1.
LOS RECIPIENTES: FUNCIONALIDAD, FORMA, CRONOLOGÍA
Como ya hemos señalado, las vasijas estudiadas aquí se han individualizado de acuerdo con
su supuesta funcionalidad específica, es decir el transporte y el almacén. En efecto, por su gran
tamaño y sus características técnicas, son recipientes que se transportaban en contadas ocasiones
y permanecían inmóviles en la vivienda (62). Ello no es óbice para que se pudieran utilizar subsidiariamente para otros usos, como por ejemplo el de urna cineraria (63).
De los cinco tipos identificados en este grupo funcional, sólo las ánforas y las tinajas muestran martas de alguna clase. A ellas hay que añadir un recipiente con resalte de gran tamaño, con
una funcionalidad más especializada que la de los dos anteriores (64) pero que hemos incluido
por tratarse, hoy por hoy, de un caso único (fig. 13, 20.013).
11.1.1.
Las ánforas
Las ánforas se caracterizan por carecer de pie y tener un diámetro de boca pequeño en relación a su tamaño. Estos atributos las hacen idóneas para el transporte, pues permiten almacenarlas y taparlas con facilidad. La boca pequeña está señalando un contenido predominantemente
líquido, pero ello no excluye otros contenidos, como los áridos y frutos secos.
Tenemos catalogadas ánforas con hombro carenado (1.1.1.) y, sobre todo, con hombro redondeado (!.1.2.), distinción importante por las implicaciones cronológicas que conlleva.
(61) Agradecemos a los directores/as y personal de los museos de Alacant, Albacete, Alcoi, Murcia y Valencia las facilidades prestadas para la consulta de estas piezas.
(62) MATA y BONET, 1992, 124.
(63) CORTELL et alii,1992, fig. 4, 1; entre otros.
(64) MATA y BONET, 1992, 127; FLETCHER, 1953.
-303-
[page-n-306]
8
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADlERA
Las ánforas con hombro carenado derivan de las fenicias occidentales y se fabrican desde la
segunda mitad del s. VII a. C., aunque sólo tenemos marcas documentadas desde el s. VI a.C.
Sólo tres ejemplares pertenecen con seguridad a este subtipo, procedentes todas ellas de El
Castellón (figs. 9, 09.036; 10, 09.034 y 09.057), pero ninguna ha conservado el borde.
El ánfora de Los Almadenes (fig. 10, 10.049), aunque sin contexto, debe proceder del único
nivel conocido en el asentamiento, fechado en la primera mitad del s. VI a.C. En las excavaciones realizadas se ha encontrado un almacén de ánforas todas ellas de hombro carenado, por lo
que debemos suponer que la estudiada aquí también pertenezca al mismo subtipo (65).
También debió tener hombro carenado el ánfora de El Patojo, pues su perfil y cronología de
la segunda mitad del s. VI a.C. así parecen indicarlo (fig. 14, 50.194).
Desde el s. VI a.C. se empieza a fabricar, también, el subtipo con hombro redondeado, que
será el único que encontremos a partir del s. IV a.C. perdurando hasta el s. I a.C. Dentro de este
amplio margen cronológico, sólo el contexto permitirá datar estas ánforas con mayor precisión,
puesto que los intentos de clasificación realizados sobre los bordes no ha proporcionado resultados satisfactorios (66).
De este subtipo, encontramos marcas sobre las variantes fusiforme (1.1.2.3.) y cilíndrica (1.1.2.4.). La primera es la más numerosa y todos los ejemplos proceden de Catalunya
(figs. 15, 27.145 y 27.146; 17, 32.166 y 32.167) pues también el cargamento de Binisafuller
puede proceder de esta región (fig. 14, todas menos 50.194 y 53.197); por analogía, la mayoría de las ánforas encontradas en Catalunya podría asimilarse a esta variante, aunque estudios recientes están demostrando que dichas ánforas también tienen lugares de producción
fuera de esta región (67).
El perfil cilíndrico tiene una dispersión más amplia y se le pueden atribuir con seguridad
ejemplares procedentes de El Oral, Castellar de Meca y Los Villares (figs. 7, 04.040; 11, 14.138
y 16.003). Como en el caso anterior, podríamos suponer que la mayor parte de las ánforas al sur
del Ebro pertenecen a esta variante.
Pero, todo ello son generalizaciones poco concluyentes, pues la mayoría de los elementos
catalogados son asas, bordes y fondos que, hoy por hoy, no dan pie a una clasificación más detallada que nos permita avanzar hipótesis sobre lugares de fabricación y contenidos.
La escasez de ejemplares completos impide, por tanto, cualquier aproximación fiable a
su distribución geográfica, pero es interesante llamar la atención sobre las ánforas ibéricas
con marca localizadas en el pecio de Binisafuller, porque demuestran la existencia de un
comercio de productos ibéricos, a larga distancia, entre finales del s. IV y primera mitad del
111 a.C. (68).
Si consideramos globalmente todas las ánforas con marca, observamos una distribución geográfica bastante uniforme entre los ríos Segura y Tordera (fig. 1), con concentraciones significativas en Murcia/Albacete, en La Plana de Utiel y, sobre todo, en el Valles y el Maresme. En estas
tres últimas comarcas, tal y como veremos en el estudio de los yacimientos, algunas marcas se
han encontrado asociadas a hornos alfareros.
(65) BLÁNQUEZ et alii,1995, 63; SALA y LÓPEZ PRECIOSO, 1995.
(66) FLORIDO, 1985.
(67) ÁLVAREZ GARCÍA, 1997. Y Mesa Redonda sobre ánforas ibéricas de los ss. V y IV a.C., celebrada en Madrid, en
Enero de 1997.
(68) FERNÁNDEZ MIRANDA et alii, 1977, 76 y 78, figs. 33, 36-38; GUERRERO et alii, 1989, 122.
-304-
[page-n-307]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA illÉRICA
9
11.1.2. Las tinajas
Las tinajas con marca son menos numerosas que las ánforas, fenómeno que puede tener su
explicación en el carácter doméstico y no comercial de estas piezas. Se pueden encontrar en el
interior de las viviendas, junto a las ánforas, formando parte de las estancias o espacios dedicados
al almacenaje. Se trata de un tipo cuya precisión cronológica a lo largo de toda la etapa ibérica
depende, con escasas excepciones, del contexto en que se encuentra.
Tenemos pocos perfiles completos de estos recipientes por lo que no podemos precisar
mucho más allá del subtipo. El conjunto más numeroso es el de las tinajas con hombro (1.2.1.),
frente a dos ejemplos seguros sin hombro (1.2.2.). De entre las primeras, la mayor parte pertenece
a la variante conocida como Jlduradin, con una localización preferente a lo largo del valle del
Ebro y una cronología centrada en los ss. II-I a.C. (69).
La distribución geográfica de las tinajas es, dentro de su escasez, significativa pues la mayor
concentración se produce a lo largo del Ebro y en las comarcas catalanas del Valles y el Maresme,
destacando también el grupo de marcas hallado en Ensérune (fig. 2). También la cronología es
bastante homogénea, pues la mayoría se datan entre los ss. II y I a.C. (fig. 4, 2).
Excepcionalmente, y como ya hemos señalado, contemplamos en este apartado un gran recipiente con resalte en el galbo (II.l.2.) por tratarse del único ejemplar de este tipo documentado
con marca y porque su gran tamaño lo aproxima a las tinajas convencionales.
ll.2.
LOS YACIMIENTOS
Este apartado, dedicado a los yacimientos en los que se encuentran marcas sobre contenedores, tiene el propósito de dar a conocer los contextos en los que éstas han aparecido y poder
establecer, si ello es posible, una relación entre las marcas y la categoría, la funcionalidad y la
cronología del lugar.
Tenemos catalogados un total de 53 yacimientos ibéricos, a los que hemos añadido uno celtibérico porque en él se ha encontrado una tinaja tipo Ilduradin con marca. Por otro lado, y
aunque no las hemos recogido aquí, habría que tener en cuenta la posibilidad de que algunas
marcas, si no todas, de Penya Negra, El Monastil y Camara puedan pertenecer al horizonte ibérico antiguo a tenor de lo señalado en el apartado l. l.
Para facilitar la localización, los yacimientos se han numerado correlativamente, siguiendo
una dirección aproximada de Sur a Norte. Este mismo número es el que aparece en los mapas presentados. En los inventarios y figuras, las piezas están numeradas con cinco dígitos, correspondiendo los dos primeros al yacimiento y los otros tres al orden de introducción en la base de datos.
La bibliografía reseñada incluye sólo trabajos de carácter general sobre el yacimiento y
aquéllos que hacen referencia a las piezas estudiadas; en ningún caso se ha pretendido citar la
totalidad existente.
01. Cerro Macareno (La Rinconada, Sevilla). Es un asentamiento de unas. 5 ha y con una
amplia secuencia estratigráfica que abarca desde la segunda mitad del s. VIII a. C. hasta principios del s. I a.C. Se han catalogado diez marcas sobre ánfora y una sobre tinaja, todas ellas pre(69) BURILLO,l980, 218-219.
-305-
[page-n-308]
10
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
o
• 1
• 2-5
• 6-10
.+10
Fig. 1.- Distribución de ánforas ibéricas con marca.
cocción; la mayoría están incisas sobre el galbo (fig. 6). Parece que se pueden relacionar con un
conjunto de hornos, cuya cronología oscila entre el s. V y principios del s. III a.C. en función de
la tipología de las ánforas. En el mismo yacimiento existen marcas de origen púnico.
Bibliografía: Fernández Gómez et alii, 1979, 70-74; Pellicer et alii, 1983.
02. Villasviejas del Tamuja (Botija, Cáceres). Poblado fortificado de mediano tamaño en
el que se ha documentado la presencia de una destacada actividad minera. Se han diferenciado
dos fases, una entre inicios del s. IV hasta el II a.C. y otra de mediados del s. II hasta la primera
mitad del I a.C. Las dos marcas aquí recogidas pertenecen a la primera fase (70), ambas son precocción y se sitúan en el hombro (fig. 7, 02.175 y 02.176).
Bibliografía: Hernández Hernández et alii, 1989.
03. Los Nietos (Cartagena, Murcia). Necrópolis ibérica situada en la ribera meridional del
mar Menor, de la que se han descubierto 191 incineraciones, correspondiente a un poblado localizado al NO. de la misma. La necrópolis se fecha entre mediados del s. V y la primera mitad del
II a.C. La pieza que estudiamos aquí se encontró en la tumba 10, fechable entre los siglos V-IV
a.C. (fig. 7, 03.012).
Bibliografía: Cruz, 1990.
(70) Aunque en la monografía no se clasifican como ánforas, nosotras los hemos catalogado como tales por semejanza con
otros ejemplares.
-306-
[page-n-309]
11
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
o
•
1
•
2-5
• 6-10
.+10
Fig. 2.- Distribución de tinajas ibéricas con marca.
04. El Oral (San Fulgencio, Alacant). Asentamiento ibérico de 1 ha de extensión, que
debió pertenecer al hinterland de un núcleo mayor, probablemente L' Alcúdia. Nos interesa destacar, además, su ubicación a menos de 2 km de la línea de costa y su vinculación a la necrópolis
de El Molar, donde también se ha recuperado una marca de ánfora. El poblado tiene un solo nivel
de ocupación fechado entre la segunda mitad del s. VI y la primera del s. V a.C., pero su continuidad parece asegurada pues, probablemente, la población se trasladó a La Escuera.
En la habitación 5 de la casa IIIL se encontró un ánfora con una marca precocción (71)
(fig. 7, 04.040). Esta dependencia es la prolongación de otra mayor, a través de la cual se accede
a una alacena, lo que podría explicar la situación allí de este ánfora. La vivienda tiene una extensión de 53'9 mZ, aunque puede ser ligeramente mayor pues en el momento de la publicación no
se había completado su excavación.
Bibliografía: Abad y Sala, 1993.
05. El Molar (San Fulgencio, Alacant). Necrópolis asociada al asentamiento anterior,
aunque su cronología, entre mediados del s. VI y primer cuarto del s. IV a.C., ligeramente más
amplia permite suponer que sería utilizada también desde La Escuera, poblado que se inicia des(71) En este yacimiento existe otra marca impresa, de diseño complejo, sobre la pared de una tinaja o ánfora. Comunicación
oral de F. Sala.
-307-
[page-n-310]
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
12
pués del abandono de El Oral (72). El ánfora estudiada aquí se encontró en un conjunto de materiales interpretado como los restos de un ustrinum y un silicemium del s. V a.C., interpretación
que se ha puesto en duda recientemente (73). En el momento de su publicación se decía textualmente que se trataba de «una posible ánfora púnica con letras en griego», contradicción -letras
griegas sobre ánfora púnica- que nos llevó a revisar la pieza (74), pudiendo comprobar que se
trataba de un ánfora ibérica con letras que pueden leerse perfectamente mediante los signarías
ibéricos (fig. 7, 05.039; lám. I, 1).
Bibliografía: Monraval, 1992; Monraval y López Piñol, 1984.
06. L' Alcúdia (Elx, Alacant) . Es un gran asentamiento conocido y excavado de antiguo,
lugar central de un territorio que todavía está por delimitar. Su estratigrafía abarca todo el período
ibérico, llegando a época imperial. El asa de ánfora que recogemos aquí se encontró en el nivel
E fechado entre los ss. III y I a.C. (fig. 7, 06.020) . En este mismo yacimiento se han encontrado
otras marcas sobre ánforas púnicas.
Bibliografía: Ramos Femández, 1969, fig. 2, lám. I, 2; Ramos Folqués, 1962; Ribera, 1982,
84, fig. 26, 7.
07. El Macalón (Nerpio, Albacete). Asentamiento fortificado con varios niveles de ocupación. La datación de los mismos ha variado conforme ha avanzado la investigación. Almagro
Garbea establece tres fases entre el s. VII y los siglos V-IV a.C. En la actualidad, este yacimiento
está siendo reestudiado por una de nosotras (L. Soria) en el marco de su tesis doctoral (75) . De
las cuatro marcas que se estudian, tres pertenecen a las excavaciones de García Guinea y la cuarta
a una intervención más reciente realizada en 1986 (fig. 8, 07.021, 07.030,07 .022 y 07 .029; láms.
I, 2 y 3; II). Todas son precocción y tres de ellas aparecen en el galbo. Las tres primeras se encontraron en la llamada «habitación de las cerámicas», con una datación del s. VI a.C., mientras que
la cuarta pertenece a la unidad estratigráfica 2003, cuyo contexto exacto no podemos precisar
todavía. García Guinea recoge en su publicación otras tres marcas que, después de su revisión,
hemos desechado y aparecen recogidas en el apartado ll.3.3 ..
Bibliografía: Almagro Garbea, 1976-1978, 115-118; García Guinea, 1960; García Guinea y
San Miguel, 1964.
08. Los Molinicos (Moratalla, Murcia). Asentamiento de medianas dimensiones ocupado
desde el Eneolítico y abandonado en el s. IV a.C. Se conocen siete sellos anepigráficos sobre
ánforas con una cronología que debe oscilar entre los ss. V y IV a.C. (figs. 8, 08.017, 08.177,
08.015, 08.018 y 08.178; 9, 08.179 y 08.016; láms. III y IV, 1). Debieron aparecer en un contexto
doméstico, aunque desconocemos el lugar exacto y si todas estaban juntas. Los sellos están aplicados tanto sobre el hombro como sobre el arranque de asa.
Bibliografía: Lillo, 1993 (76).
09. El Castellón (Hellín-Aibatana,Aibacete). Asentamiento de pequeñas dimensiones con
una ocupación inicial de la Edad del Bronce. El nivel ibérico se data en el s. V a.C., momento al
que pertenecen dos de las estructuras de habitación excavadas. Las ocho marcas sobre ánfora se
(72)
(73)
SANTOS VELASCO, 1994, 67-68.
ABAD y SALA, 148 y 158.
(74) Reproducimos un nuevo dibujo, pues pudimos comprobar que en el artículo original se representa invertida.
(75) Agradecemos a la directora del Museo Provincial de Albacete las gestiones realizadas para recuperar los materiales que
no se encontraban depositados en el Museo y las facílidades prestadas para su estudio.
(76) Lillo publica 5, pero en la revisión del material se encontraron otras dos.
-308-
[page-n-311]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA ffiÉRICA
13
han encontrado en las excavaciones, aunque alguna de ellas procede de la capa superficial (figs.
9, 09.058, 09.031, 09.032, 09.036, 09.035 y 09.033; 10, 09.034 y 09.057; láms. IV, 2-4; V, 1-4).
Común a todas ellas es su ubicación en el tercio superior y hombro y sólo una de ellas es postcocción. ·
Bibliografía: Soria, 1994.
10. Los Almadenes (Hellín, Albacete). Poblado fortificado, de medianas dimensiones, ubicado sobre un cerro al pie del cañón de Camarillas, lo que le facilita el control visual del terreno
circundante. Las excavaciones, que se han realizado, han sacado a la luz un solo nivel de ocupación en el que se ha individualizado una gran vivienda con varias habitaciones, una de las cuáles
era un almacén. La cronología se puede fijar entre finales del s. VII y mediados del VI a.C. La
marca estudiada aquí procede de una prospección previa, pero en las campañas de excavación se
han recuperado algunas más (77) (fig. 10, 10.049; lám. I, 4).
Bibliografía: López Precioso et alii, 1993, 52-53; Sala y López Precioso, 1995.
11. Zama (Hellín, Albacete). Poblado ibérico de pequeñas dimensiones conocido sólo a
través de prospección. La cronología de los materiales recogidos se encuadra dentro del Ibérico
Pleno. Las dos marcas estudiadas se encontraron en prospección y, por lo tanto, están descontextualizadas (fig. 10, 11.072 y 11.056; láms. VI, 1 y 2; IX, 2). La amplia cronología del yacimiento
impide una precisión mayor, pues tampoco el subtipo anfórico y la variable del labio aportan dato
alguno. A nivel relativo podríamos considerar que el epígrafe esgrafiado (fig. 10, 11.056) pueda
ser más tardío, pues la mayoría de los letreros se fechan entre los ss. II-I a.C. (fig. 4, 2).
Bibliografía: López Precioso et alii,1993.
12. La Serreta (Alcoi-Cocentaina-Penaguila, Alacant). La Serreta es un conjunto arqueológico formado por un gran asentamiento de unas 3-4 ha, en cuyo interior hay un santuario y, en
el exterior, junto a la entrada, una necrópolis. Todo ello, junto con su larga secuencia estratigráfica (78), sus cerámicas decoradas y la presencia de plomos escritos, permite suponer que este
asentamiento actuaría como lugar central de las comarcas de 1' AlcoUt y el Comtat. Las cuatro
marcas recogidas están impresas en el nervio del asa y dos de ellas son iguales (figs. 10, 12.109,
12.014, 12.110 y 12.186; lám. VII); tres proceden de las excavaciones de 1968 --dos se encontraron en las «cámaras» 4 y 5, la tercera en la calle entre las «cámaras» 31 y 39- y la cuarta de
un departamento excavado en 1995. Aunque los materiales todavía no se han estudiado en profundidad, los conjuntos que se han publicado permiten suponer una cronología del s. III y primer
cuarto del s. II a.C.
Bibliografía: Abad, 1983; Llobregat et alii, 1992; Ribera, 1982, 53, fig. 12.
13. Heretat de Valiente (Manuel, Valencia). En este asentamiento de tamaño mediano se
realizó una pequeña intervención de salvamento en la que se encontró un solo nivel de ocupación
con una cronología entre el s. IV y principios del s. II a.C. (fig. 11, 13.037; lám. VI, 4). Aunque,
como ya se publicó en su día, el asa que estudiamos aquí procede de superficie no hay indicios
para pensar que su cronología sea diferente a la proporcionada por la excavación. Otros conjuntos
de materiales publicados, sin contexto estratigráfico, no modifican esta datación
(77) Comunicación oral de F.J. López Precioso y F. Sala.
(78) Se han podido encontrar cerámicas fenicias en superficie (MARTÍ BONAFÉ yMATA, 1992, 104). La revisión realizada
sobre el material nos ha permitido corregir la dirección de la marca publicada con anterioridad. Agradecemos a E. Llobregat y M.
Olcina que nos hayan permitido estudiar una de las marcas, encontrada en las excavaciones de 1995.
-309-
[page-n-312]
14
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
Bibliografía: Mata, 1985, 165 y 167; Pla, 1985, 63-65; García Román y Serrano, 1986;
Serrano, 1984.
14. Castellar de Meca (Ayora, Valencia). Ciudad ibérica de unas 10 ha de extensión conocida, sobre todo, por su red de caminos excavados en la roca. Algunos materiales publicados
recientemente permiten suponer una cronología inicial entre los ss. VII y VI a.C. De las dos
ánforas estudiadas, una de ellas procede de un nivel fechado entre mediados del s. III y primer
cuarto del s. II a.C. (fig. 11, 14.138; lám. VIII, 1 y 2), mientras que la otra se encontró durante la
limpieza del can:íino (fig. 11, 14.038) (79). El arranque del asa es el lugar escogido en ambos
casos para marcar las ánforas.
Bibliografía: Broncano, 1986; Broncano y Alfaro Arregui, 1990.
15. Umbría de la Esterilla (Requena, Valencia). Yacimiento inédito, sólo conocido a
través de prospección, de superficie indeterminable. La visita realizada al mismo se hizo en el
marco de un proyecto de investigación dirigido al estudio del territorio de Los Villares/ Kelin
(80). La marca impresa se encuentra sobre el arranque de un asa de ánfora de sección acintada
(fig. 11, 15.027; lám. VI, 3). El material que se recoge en superficie no incluye ninguna importación de los ss. II-1 a.C. por lo que podemos considerar una cronología centrada entre los ss. lVIII a.C.
Bibliografía: Inédito.
16. Los Villares (Caudete de las Fuentes, Valencia). Importante ciudad ibérica identificada con la ceca de Kelin. Su cronología abarca desde mediados del s. VII a.C. hasta época islámica, aunque el lugar sufre una considerable decadencia desde inicios del s. I a.C. Los materiales
incluidos en este estudio proceden tanto de excavaciones como de prospecciones superficiales,
ampliándose considerablemente el catálogo publicado con anterioridad. De las diecisiete marcas
catalogadas, catorce se ubican en el asa y, en su mayoría, son anepigráficas y precocción (figs.
11, 16.007, 16.009, 16.002, 16.006, 16.091 y 16.003; 12; láms. Vlll, 3-5; IX, 1, 4-7; X y XI).
Todas las marcas encontradas en estratigrafía se pueden datar entre la segunda mitad del s. III y
el primer cuarto del s. II a.C., por lo que probablemente estas mismas fechas se puedan extender
a todas las piezas.
Bibliografía: Mata, 1985, 161; Mata, 1991; Mata et alii, 1993, 266, fig. 7, 13.
17. Casilla del Cura (Venta del Moro, Valencia). Yacimiento de superficie indeterminable
cuyo mayor interés radica en el hecho de haberse localizado un área de producción alfarera (81).
Las cuatro marcas recogidas son impresas anepigráficas, situadas sobre el arranque de sendas
asas de ánfora (fig. 13, 17.023; lám. XII, 1-4). Los materiales cerámicos son abundantísimos en
el área de los hornos y su cronología oscila entre los ss. V y IV a.C.
Bibliografía: Inédito.
18. El Moluengo (Villargordo del Cabriel, Valencia). Asentamiento de amplia cronología
y tamaño indeterminable. Tras sucesivas visitas realizadas al yacimiento se han recuperado materiales fechados entre los ss. V a.C. y 1 d.C., así como cerámicas con defecto de cocción, aunque
(79) Agradecemos a S. Broncano el que nos haya permitido estudiar ambas ánforas.
(80) Proyecto de investigación dirigido por C. Mata con el título <
y la Conselleria d'Educació i Ciencia de la Generalitat Valenciana GV/94-2603 (1995/97). La marca de ánfora nos fue proporcionada
por A. Martínez Valle, a quién agradecemos su colaboración.
(81) Ver nota 80. Marcas encontradas por A. Martínez Valle y J. Vázquez, a quiénes agradecemos su colaboración.
-310-
[page-n-313]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
15
no se encuentran a la vista restos de horno (82). La similitud de una de las marcas del Moluengo
con alguna de las encontradas en Los Villares permite suponer una datación del s. III a.C. y principios del S. ll a.C. para las mismas (fig. 13, 18.010 y 18.011).
Bibliografía: Mata, 1985, 167.
19. Alarcón (Cuenca). Como ya publicamos en su día, desconocemos el lugar exacto de
procedencia de esta marca (fig. 13, 19.001).
Bibliografía: Mata, 1985, 169.
20. Tossal de Sant Miquel (Liíria, Valencia). Ciudad ibérica de unas 15 ha identificada
con la antigua Edeta. Los ajuares más importantes pertenecen a una fase de destrucción fechada
entre finales del s. III y el primer cuarto del s. II a.C., aunque una revisión reciente de los fondos
antiguos ha puesto en evidencia la presencia de materiales fechados en el s. VI a.C. Las marcas
recogidas aquí pertenecen a la fase de destrucción, ambas son precocción y se sitúan en el
arranque del asa (fig. 13, 20.013 y 20.143; lám. IX, 3).
Bibliografía: Ballester et alii, 1954; Bonet, 1995 (83).
21. Les Forques (Albocasser, Castelló). Yacimiento en llano conocido sólo a través de
materiales recogidos en superficie. Por las importaciones publicadas se puede fechar entre los ss.
II y 1 a.C. (fig. 13, 21.080).
Bibliografía: Oliver, 1986, 64.
22. Cormulló deis Moros (Aibocasser, Castelló). Asentamiento ibérico de 1 ha con restos
de muralla. No ha sido objeto de excavaciones, pero se conoce un importante lote de materiales
que permite fecharlo entre la segunda mitad del s. II y principios del 1 a.C. (fig. 13, 22.180).
Bibliografía: Oliver, 1995.
23. Binisafuller (Menorca). Barco hundido en las cercanías del litoral menorquín en el que
se encontraron, entre otros, restos de 150 ánforas Mañá B3, de las que al menos 21 llevaban
marcas precocción en el galbo (fig. 14, todas menos 50.194 y 53.197). La cronología del hundimiento se puede precisar en tomo a la primera mitad del s. III a.C. Desde su publicación en 1977,
la filiación de estas ánforas y sus marcas ha sido polémica, pues si bien se reconocía un origen
ibérico para las piezas, las marcas se leían como letras púnicas, lo que no siempre era posible;
además creaba un desfase entre la datación del ánfora y la escritura púnica considerada más
tardía. Los estudios más recientes sobre estas ánforas confirman tanto su cronología como su
filiación ibérica, por lo que nos parece lógico considerar también como ibéricos los signos.
Muchos de ellos pueden leerse como letras y otros son simples marcas anepigráficas.
Bibliografía: Femández-Miranda et alii, 1977, 76 y 78, figs. 33, 36-38; Díaz Esteban y
Femández-Miranda, 1977, 202-210; Guerrero et alii, 1989; Miró, 1983-1984, 165-166, 178 y 187.
24. Les Toixoneres (Calafell, Tarragona). Asentamiento de pequeño tamaño cercano a la
costa, con varias fases de hábitat desde el s. VII hasta el primer cuarto del II a.C. La marca que
publicamos se encontró en un departamento de la última fase (fig. 15, 24.055).
Bibliografía: Sanmartí y Santacana, 1992.
25. La Bassa (Els Monjos, Barcelona). Yacimiento del que sólo conocemos algunos materiales recuperados en el interior de unos silos. Se desconoce si tenían relación con algún asentamiento, pues su descubrimiento fue fortuito. La fecha de colmatación del silo 2, donde se
encontró el ánfora que nos interesa, oscila entre los ss. II y 1 a.C. (fig. 15, 25 .142).
(82)
(83)
Ver nota 80.
Agradecemos a H. Bonet que nos haya permitido estudiar estas marcas.
-311-
[page-n-314]
16
C. MATA PARREÑO y L. S ORlA COMBADlERA
Bibliografía: Giró, 1944.
26. L' Aubreda (Sant Martí de Tous, Barcelona). Apenas se publican datos sobre las
características de este yacimiento, pero su cronología parece bien establecida entre los ss. II y 1
a.C. (fig. 15, 26.149).
Bibliografía: Panosa, 1993, 214-215.
27. Camí Vell del Llor (Sant Boi de Llobregat, Barcelona). Yacimiento cuyas excavaciones permanecen inéditas. Tiene varias fases de habitación, pero sólo conocemos la cronología
de la V (150-125 a.C.) y la VII (100-75 a.C.), de donde proceden los fragmentos que nos interesan. Todas las marcas son epigráficas, postcocción y, excepto una, se localizan en el hombro
(fig. 15, 27.145, 27.146, 27.148 y 27.147).
Bibliografía: Panosa, 1991 y 1993, 198-200.
28 . Can Fatjó (Rubí, Barcelona). Untermann publica una marca procedente de este yacimiento pero no aporta muchos más datos al respecto de su cronología y circunstancias del
hallazgo. Sólo podemos suponer que procede del campo de silos del mismo nombre. En las cercanías se encontró también un horno cerámico. La cronología aportada por las cerámicas importadas oscila entre la segunda mitad del s. V y la primera del 1 a.C. (fig. 15, 28.140).
Bibliografía: Barberá y Sanmartí, 1986; Untermann, 1990, C.11.11., 109.
29. Thró de ca n'Oiivé (Cerdanyola del Valles, Barcelona). Asentamiento con tres fases
de ocupación. La más antigua está fechada entre el525 y el425/400 a.C.; la segunda, entre esta
última fecha y el 400-300 y la tercera, de la que sólo se conocen silos, entre el 300 y el 50 a.C ..
La marca que se publica carece de contexto (fig. 16, 29.106).
Bibliografía: Barrial y Francés, 1991; Pérez Orozco, 1991.
30. Camí de Vista Alegre (Mataró, Barcelona). Vertedero de grandes dimensiones y larga
utilización, excavado en el transcurso de una actuación de salvamento. El nivel donde se localizaron las marcas de ánfora está fechado en la primera mitad del s. m a.C. Se desconoce el asentamiento con el que estaría relacionado, aunque en las proximidades se documentan diversos
yacimientos ibéricos, incluso hornos cerámicos. Los materiales más abundantes son ánforas ibéricas, algunas de ellas con defectos de cocción. Todas las marcas son precocción y se sitúan en
el arranque o en la base del asa (84) (figs. 16, 30.084, 30.085, 30.087, 30.086, 30.088, 30.190,
30.192 y 30.194; 18, 30.191 y 30.194).
Bibliografía: Codex SCCL, 1992, 157-163; AA.VV., 1995, 109, 113-114, figs. 21; 22; 29, 4;
32,5 y 6.
31. Burriac (Cabrera de Mar, Barcelona). Asentamiento de gran tamaño cuya cronología
abarca desde el s. VI al 1 a.C., identificado con la antigua Ilduro . Se conoce también su necrópolis y un conjunto de silos. Tres de las marcas publicadas están fechadas entre los ss. II y 1 a.C.
(fig. 16, 31.078, 31.079 y 31.139).
Bibliografía: Aguilar y Pons, 1988, 146; Ribas y Lladó, 1977-1978; Untermann 1990, C.7.7., 96.
32. Can Miralles/Can Modolell (Cabrera de Mar, Barcelona). Campo de silos asociado
al poblado de Burriac. En los silos 30, 33 y 35 se encontraron fragmentos de ánforas con marcas
precocción. El silo 35 se abandona en la segunda mitad del s. III a.C., pero el nivel de donde proceden las ánforas está fechado en la primera mitad del s. m a.C.; el30 se abandonó entre el225
(84) Aunque todas se publican situadas en el arranque del asa, por la forma del dibujo creemos que alguna de ellas debe
estar situada en la base, por lo que reproducimos nuestra hipótesis en las figuras.
-312-
[page-n-315]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
17
y el175 a.C. aunque hay materiales que se pueden fechar desde principios del s. III a.C.; mientras que el33 debió abandonarse entre 175 y ell40 a.C., aunque el material más antiguo se puede
fechar en el último cuarto del s. Ill a.C. Las dos marcas impresas se sitúan en el arranque o base
del asa, mientras que las incisas están en el galbo (fig. 17, 32.165, 32.167, 32.166, 32.168 y
32.169).
Bibliografía: Garcia i Rosselló et alii, 1981; Pujol y Garcia i Rosselló, 1982-1983.
33. Can Balem;ó (Argentona, Barcelona). Asentamiento ibérico situado en el llano, excavado mediante una intervención de salvamento. Se diferenciaron dos niveles constructivos
fechados desde mediados del s. II hasta el último decenio del s. 1 a.C. En la publicación de los
materiales no se señala a cual de las dos fases pertenecen las ánforas con marca. Se recogen dos
impresiones en el arranque del asa y una letra, probablemente incisa, en un fragmento de galbo
(fig. 17, 33.089, 33.090 y 33.189).
Bibliognúía: Codex SCCL, 1992, 163-169; AA.VV., 1995, 57-88, figs. 28, 9; 36, 1; 42, 5.
34. Can Bordoi (Liinars del Valles, Barcelona). Probable campo de silos del que desconocemos si se asocia o no a un asentamiento. La cronología se sitúa entre los ss. 111 y I a.C. (fig.
17, 34.096).
Bibliografía: Panosa, 1987, 77 y 81-9; 1992, 64.
35. Pont de Rialbs (Llinars del Valles, Barcelona). Al igual que en el caso anterior se trata
de un campo de silos del que carecemos de mayor información. La cronología también se
encuentra entre los ss. III y 1 a.C. (fig. 17, 35.097).
Bibliografía: Panosa, 1987, 77 y 81-14; 1992, 65.
36. Turó del Vent (Llinars del Vallés, Barcelona). Se trata de un yacimiento con una primera fase constituida por un campo de silos, fechado entre el s. IV y fmales del Ill a.C., sobre el
que se construyó un poblado de corta duración, entre finales del s. Ill a.C. y principios del s. II
a.C. Las ánforas con marca proceden de sendos silos, cuya cronología precisa desconocemos.
Ambas están marcadas sobre el nervio del asa, presentando además una digitación en su arranque
(fig. 18, 36.098 y 36.095).
Bibliografía: López Mullor et alii, 1982; Panosa, 1987, 77 y 82-16 y 17; 1992, 65.
37. PuigAlt de Can Viver (Caldes de Montbuí, Barcelona). Yacimiento en el que se localiza un campo de silos de donde procede la tinaja con estampilla que recogemos en este trabajo
(fig. 18, 37.150). La cronología de los materiales asociados oscila entre el s. V y el Ill a.C.
Bibliografía: Sanmartí, 1993, 198.
38. Can Badell o Vedell (Bigues-Riells del Fay, Barcelona). Asentamiento de tamaño indeterminado en el que se excavaron una serie de silos, hornos cerámicos y los testares asociados.
La cronología oscila entre el s. IV y finales del ll a.C. (fig. 18, 38.162, 38.051, 38.052 y 38.161).
Bibliografía: Hernández Yllán, 1981, 1983 a y by 1990; Miró, 1983-1984, 172-173; Panosa,
1992.
39. Puig del Castell (Castellgalí, Barcelona). Asentamiento de pequeño tamaño con una
posible funcionalidad estratégica. Los restos ibéricos están muy destruidos por construcciones
posteriores de época medieval. Los materiales de importación recogidos apuntan hacia una cronología del s. 11 a.C. (fig. 18, 39.042).
Bibliografía: Sánchez i Campoy, 1987, 151-152.
40. Boades (Castellgalí, Barcelona). Yacimiento en llano del que se han localizado silos,
un horno cerámico y monumentos funerarios romanos con una cronología que abarca desde el
-313-
[page-n-316]
18
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
s. VI a.C. hasta el IV d.C. La marca que recogemos aquí procede de un silo fechado a finales del
S. ll a.C. (fig. 19, 40.183)
Bibliografía: Daura et alii, 1987; Sánchez i Campoy, 1987, 95-124.
41. La Caraza (Alcañiz, Teruel). Poblado de grandes dimensiones cuyos orígenes se
pueden remontar a un momento indeterminado del Bronce Final. Las cerárnicas campanienses A
y B encontradas en las laderas permiten prolongar su vida hasta el s. I a.C. La pieza recogida en
este trabajo procede de un hallazgo descontextualizado, por lo que resulta difícil atribuirlo a un
momento concreto, aunque la tipología de la tinaja y de la marca postcocción inclinan la balanza
hacia los ss. ll-I a.C. (fig. 19, 41.076).
Bibliografía: Benavente, 1989, 116-129; Gasea, 1987; Gasea y Fletcher, 1989-1990, 140-141 .
42. Cabezo de Alcalá (Azaila, Teruel). Ciudad ibérica cuyos niveles más antiguos de ocupación datan de mediados del s. VII a.C. En un primer momento, su destrucción fue fechada tras
la batalla de !lerda en el año 49 a.C., pero una revisión posterior ha adelantado dicha fecha a inicios del s. I a.C. La mayor parte de los materiales publicados pertenecen al s. II a.C. (fig. 19,
42.050, 42.044, 42.083, 42.081, 42.028, 42.046 y 42.082).
Bibliografía: Beltrán Lloris, 1976 y 1984; Beltrán Martínez, 1964; Cabré, 1944.
43. Monte de Valderrando (Burbáguena, Teruel). Asentanúento de pequeñas dimensiones y funcionalidad defensiva. A pesar de no se han practicado excavaciones, las ceránúcas
recogidas son cronológicamente uniformes, pudiéndose situar entre finales del s. II y la primera
mitad del s. I a.C. Aunque resulta difícil clasificar la pieza con marca publicada, hemos optado
por catalogarla como una tinaja por sinúlitud con otros hallazgos próximos geográfica y cronológicamente hablando, corrigiendo la orientación del dibujo publicado (fig. 19, 43.041).
Bibliografía: Burillo, 1980, 116-119.
44. La Oruña (Vera, Zaragoza). Cerro elevado en el que se ha localizado un horno alfarero. Aunque no se trata de un yacimiento ibérico, lo hemos incluido aquí por haberse encontrado
una tinaja tipo llduradin con marca, abundante en asentanúentos ibéricos de Aragón (fig. 19,
44.094). La cronología del asentamiento se encuentra entre el s. IV y el I a.C.
Bibliografía: Bona, 1983, 21 y 25-81.
45. Puig de Sant Andreu (Uilastret, Girona). Ciudad ibérica identificada con la antigua
Cypsela. Su cronología abarca desde la primera mitad del s. VI basta inicios del s. II a.C. Una de
las piezas ha sido publicada por Fuentes (1983, 281) como una marca púnica, mientras que
Untermann (1990) la recoge como un sello ibérico. Todas las piezas recogidas en este estudio,
probablemente, procedan del momento de máximo esplendor del yacimiento, es decir los ss. VIV a.C. Las tres marcas sobre ánfora se sitúan en las asas (fig. 20, 45.144, 45.163, 45.111 y
45.112). De este yacimiento se han publicado otras marcas púnicas y griegas.
Bibliografía: Fuentes, 1983, 281; Martín i Ortega, 1985; Oliva, 1955, 89-90;1960, 389-390;
Untermann, 1990, 77.
46. Illa d'En Reixac (UUastret, Girona). Asentamiento de 6'4 ha situado en una antigua
laguna desecada. Las excavaciones que se están desarrollando desde 1965 han puesto al descubierto Un enclave OCUpado desde finales del S. Vil hasta el S. ffi a.C. (85) (fig. 20, 46.164).
Bibliografía: Oliva, 1976, 780, fig. 40; López i Melción et alii, 1986-1989; Martín i Ortega
y Sanmartí, 1976-1978.
(85) Además del asa publicada por Oliva, M.A. Martín nos ha informado amablemente que, durante las excavaciones de
1994, se ha encontrado una nueva marca procedente de un nivel del s. III a.C.
-314-
[page-n-317]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA lliÉRICA
19
47. Ensérune (Nissan-lez-Ensérune). Asentamiento de 16 ha en su momento de máximo
esplendor (s. m a.C.). Su primera ocupación data del s. VI y se abandona definitivamente a principios
de la era. Se conoce su necrópolis y un gran campo de silos. Todas las marcas se sitúan en el galbo de
las tinajas y la mayoría es precocción (flg. 20, todas menos 45.114, 45.163, 45.111,45.112 y 46.164).
Bibliografía: Gallet de Santerre, 1980; Jannoray, 1955.
48. L'Alberri o Pie Negre (Cocentaina, Alacant). Asentamiento de pequeño tamaño
situado en alto en el que no se han practicado excavaciones arqueológicas oficiales, pero del que
se conoce un importante lote de materiales. La ocupación ibérica se puede datar en el s. IV a.C.,
aunque también hay cerámicas tardo-republicanas, alto-imperiales y medievales (fig. 10, 48.185).
Bibliografía: Abad et alii, 1993.
49. Arse/Saguntum (Sagunt, Valencia). Asentamiento ibérico de grandes dimensiones más
conocido por sus restos monumentales romanos, como el foro y el teatro. Las excavaciones que
se vienen realizando en los últimos años están sacando a la luz niveles de relleno en los que se
asientan las construcciones romano-imperiales. De uno de estos rellenos, fechado en el primer
tercio del s. II a.C., procede el fragmento de ánfora con letrero inciso que recogemos aquí (fig.
8, 49.187) (86). Es interesante señalar que en la misma excavación se localizaron tres marcas
estampilladas, dos epigráficas romanas y una anepigráfica indeterminada, por lo que no descartamos la posibilidad de que su número pueda aumentar en breve.
Bibliografía: Aranegui, 1995.
50. El Patojo (La Recueja, Albacete). Yacimiento descubierto a mediados de 1980 al
ensanchar un camino agrícola que une las localizarles de Casas Ibáñez y La Recueja. Las obras
pusieron al descubierto manchas cenicientas y diversos materiales entre los que destaca un conjunto compuesto por una tinaja con hombro, en cuyo interior había restos de una cremación, un
plato que hacía de tapadera y un fragmento de fíbula de puente romboidal. De este lugar, identificado como necrópolis, procede también un ánfora con una marca incisa en el tercio inferior (fig.
14, 50.194; lám. V, 5). El conjunto está fechado en la segunda mitad del s. VI a.C.
Bibliografía: Sanz Gamq, 1984; López Precioso, 1994.
51. La Escuera (San Fulgencio, Alacant). Asentamiento de 2,5 ha aproximadamente
situado cerca de la desembocadura del río Segura que, como ya hemos señalado, puede interpretarse como la continuidad de El Oral. Se excavó por primera vez en 1960, reanudándose nuevamente los trabajos en 1985. La marca esgrafiada que se incluye en este estudio se recogió en
superficie durante las campañas más recientes (fig. 13, 51.195), habiéndose localizado también
otras sobre ánforas greco-itálicas. El poblado se inicia en un momento indeterminado de la
segunda mitad del s. V a.C., abandonándose entre finales del s. III y principios del s. II a.C.,
siendo de este último momento el grueso de los materiales conocidos.
Bibliografía: Nordstrom, 1967; Sala, 1994 y 1995, 211-260.
52. El Puntal (Salinas, Alacant). Poblado de mediano tamaño situado en alto del que se
conoce también su necrópolis. Se excavó en. 1955 pero con anterioridad había sido objeto de
remociones clandestinas. En el llamado departamento del torreón se encontró una marca impresa
sobre ánfora (fig. 13, 52.196) (87). Una revisión reciente de los materiales ha servido para fechar
en poblado en la primera mitad del s. IV a.C.
(86) Se publica como pre y postcocción, pero C. Aranegui nos confirmó amablemente que se trata de un letrero precocción.
(87) Marca dibujada en la base del asa, aunque por la forma del dibujo no se puede descartar que se encuentre en el arranque.
Ante la imposibilidad de revisarla personalmente mantenemos la propuesta de la autora, teniendo en cuenta que ello supondría un
perfil odriforme para el ánfora en cuestión.
-315-
[page-n-318]
20
C. MATA PARREÑO y L. SORlA COMBADlERA
Bibliografía: Hemández Alcaraz y Sala, 1996; Soler, 1992.
53. Morra de los Castillejos (Nerpio, Albacete). Asentamiento de mediano tamaño situado
en la margen derecha del río Taibilla. Se trata de un yacimiento inédito muy afectado por excavaciones clandestinas. En la visita que realizamos al mismo recogimos, además del ánfora que
aquí se publica, una gran cantidad de cerámica ibérica e importada, destacando un fragmento de
figuras rojas, ánforas republicanas y un fragmento de Terra Sigillata. La cronología, por lo tanto,
oscila entre el s. IV a.C. y el I d. C. A pesar de esta amplia cronología, creemos que el ánfora es
prerromana, pues su perfil se asemeja a algunas ánforas de Cerro Macareno, fechadas entre la
segunda mitad del s. V y la primera del s. II a.C. (88) (fig. 14, 53.197; lam. I, 5).
Bibliografía: Inédito (89)
54. Canto Tortoso (Gorafe, Granada). Yacimiento de la segunda mitad del s. VI a.C. del
que, estando en prensa este trabajo, se ha publicado una marca incisa sobre el galbo de un ánfora.
Sólo la recogemos a nivel de catálogo.
Bibliografía: González Román et alii, 1995, fig. 8,11.
II.3.
LAS MARCAS
El análisis específico de las marcas recogidas en este trabajo nos ha llevado a distinguir entre
dos clases y tres técnicas de realización. Con el fin de facilitar la comprensión del texto, pasamos
a definir los distintos términos tal y como los hemos utilizado (90).
Las marcas pueden ser de dos clases:
- Anepigráfica: signo o marca que no puede leerse como letra o numeral.
- Epigráfica: signo que se puede leer como letra o numeral.
En cuanto a la técnica de realización, tenemos constatadas tres:
- Incisa: marca o signo realizado antes de la cocción con un instrumento apuntado.
- Impresa: marca hecha precocción mediante una matriz de forma variada en cuyo interior
puede grabarse, en negativo o en positivo, un motivo epigráfico o anepigráfico; éste último puede
ser geométrico, figurativo o indeterminado.
- Esgrafiada: marca o signo realizado después de la cocción con un instrumento cortante.
En la figura 3 se recogen a modo de resumen las cifras globales referidas a las marcas estudiadas aquí.
11.3.1.
Precocción
Son aquéllas realizadas cuando la arcilla está todavía blanda y, por tanto, hechas por el alfarero lo que no implica que todas ellas correspondan a una marca propia o de su taller. Son cuantitativamente las más numerosas, localizándose en cuarenta y tres de los cincuenta y cuatro yacimientos catalogados (figs. 3 y 4, 1). Sus diseños, como veremos a continuación, también son muy
variados, lo que nos inclina a considerar, como ya hemos señalado, que no se trata de marcas de
(88)
(89)
(90)
PELLICER, 1978, figs. 5 y 6.
Agradecemos a A. Carreño, vecino de Nerpio, la información sobre este yacimiento.
Definiciones basadas en el Diccionario de la Lengua Española, edición de 1992.
-316-
[page-n-319]
21
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA ffiÉRICA
PRECOCCIÓN
MARCAS
Impresa
POSTCOCCIÓN
Incisa
Esgrafiada
anepigráf. epigráfica anepigráf. epigráfica anepigráf. epigráfica
5
7
Borde
1
-
Hombro
6
-
Galbo
7
lndet.
3
-
2
3
23
Asa
(/)
....
ni
.E
e
1<(
Yacimientos
Asa
(/)
«:1
Borde
·n;-
Hombro
i=
Galbo
e
lndet.
Yacimientos
Marcas
Total
Yacim.
38
21
1
2
3
3
7
6
5
3
16
1
3
71
27
26
7
2
2
12
1
5
3
2
14
1
12
-
-
6
2
1
-
-
3
4
36
15
2
39
14
1
6
-
1
4
3
1
1
-
TOTAL
TOTAL
Anepigrat Epigráfica
46
3
9
31
5
29
2
2
3
4
7
2
10
-
1
1
2
7
7
2
22
16
112
35
2
2
1
16
4
6
17
2
25
1
9
62
7
15
48
7
44
3
11
7
10
18
5
10
85
32
22
12
14
197
53
Fig. 3.- Cuadro-resumen de las marcas estudiadas.
taller estrictamente hablando, aunque algunas de ellas están asociadas a hornos alfareros (figs. 1
y 2, núms. 1, 17, 38, 44 y probablemente 18 y 30).
Las marcas precocción inventariadas son impresas o incisas, pues el único signo pintado que
conocemos procede de Penya Negra II, asentamiento que no hemos considerado aquí respetando
la adscripción protoibérica dada por su excavador.
l/.3.1.1.
Marcas impresas
Las marcas impresas son las más abundantes tanto en ánforas como en tinajas, aunque esta
última cifra es algo equívoca pues hay que tener en cuenta que veintisiete de ellas se concentran
en un solo yacimiento (fig. 20, 47). Entre las dos clases diferenciadas, son más numerosas las
anepigráficas que las epigráficas (figs. 3 y 4, 1).
La cronología de las mismas ocupa todo el período ibérico, ya que las más antiguas se fechan
en el s. VI a.C. en El Macalón (fig. 8, 07.021, 07.029 y 07.030; láms. 1, 2 y 3; II, 1, 2 y 4) y las
más modernas pueden llegar hasta el s. 1 a.C. (figs. 7, 06.020; 15, 25.142; 16, 31.078 y 31.079;
17, 33.089 y 33.090; 19, 42.081, 42.046 y 44.094; 20, 47). Aunque el número mayor se concentra en los tres siglos finales se trata de un fenómeno claramente prerromano (fig. 4, 2).
Se distribuyen entre treinta y un yacimientos, de los que siete tienen tinajas con sello, veinticuatro ánforas y dos los dos tipos, produciéndose una concentración mayor de tinajas en menos
yacimientos (ocho) (figs. 1-3). Suele haber una única marca por recipiente y en los casos en que
se encuentran dos o tres, éstas pueden estar repetidas o no. Un problema a considerar en relación
-317-
[page-n-320]
22
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
con este aspecto es la casi total ausencia de ejemplares completos que puedan ilustrar con certeza
sobre el número real de marcas por pieza. Hecha la excepción de algunas tinajas de Cabezo de
Alcalá y Ensérune, las dos ánforas completas que conocemos presentan las dos modalidades:
Castellar de Meca repetición de la misma en sendas asas y Los Villares una sola marca (fig. 11,
14.138 y 16.003; láms. VIII, 1 y 2; IX, 6).
Las impresiones pueden ser de dos tipos:
- Simple: Marca realizada con un instrumento que deja su huella. Se incluyen aquí también
unas impresiones hechas con matriz pero que, a diferencia de las estampillas, no presentan
ningún grabado en el interior.
- Sello o estampilla: Impresión realizada con un instrumento al que se le ha dado una forma
determinada y en cuyo interior se ha grabado algún motivo en negativo o en positivo.
De estos dos tipos el más frecuente es el segundo tanto en ánforas como en tinajas (fig. 5).
En las ilustraciones, y siempre que hemos podido revisar las piezas, hemos utilizado la
misma convención: las zonas en negativo están rellenas de negro o punteadas, mientras que
quedan en blanco los motivos en positivo. En el caso de no haber visto la pieza personalmente se
mantiene el dibujo publicado.
JI. 3.1.1.1.
Anepigráficas
Dado que los diseños entre las impresiones anepigráficas en ánforas y tinajas es muy similar
los estudiaremos conjuntamente, pero antes señalaremos las diferencias más significativas entre
ambos recipientes.
Como se puede ver en las figuras 3 y 4, las marcas sobre ánfora son más abundantes y su
dispersión geográfica también es mayor. La cronología es otro de los elementos que diferencian
los sellos de ánforas y tinajas, pues éstas últimas se encuentran ante todo en yacimientos fechados
entre finales del s. III y el I a.C. (núms. 31, 38, 44 y 47), mientras que las ánforas se datan desde
el s. VI (no 07) hasta el s. I a.C. (n° 33) (fig. 4, 2).
Entre las ánforas destaca la ubicación en las asas sobre todo en el arranque, aunque existen
ejemplos situados en la base (figs. ll, 16.091; 13, 52.196; 17, 32.169; lám. IX, 4) y en el nervio
(figs. 10, 12.109, 12.186 y 12.110; 11, 13.037 y 16.009; 20, 45.144; láms. VI, 4; VII; XI, 4) (fig.
3). Se puede establecer una filiación directa entre estas marcas ibéricas y las que aparecen sobre
ánforas fenicias y púnicas de la península Ibérica. Descartamos una influencia griega o romana
sobre las mismas, puesto que las ánforas griegas son minoritarias en la península y las romanas
son más tardías que los primeros ejemplos ibéricos conocidos (fig. 4, 2). En las tinajas no observamos ninguna regularidad en la ubicación de los sellos, pues existe un número relativamente
importante sin datos sobre su localización en la pieza (fig. 3).
Los diseños, como veremos a continuación, son similares y pueden vincularse, casi todos
ellos, a una estética indígena pues la mayoría se encuentra también entre las impresiones sobre
cerámica y pondera.
Para la clasificación de estas impresiones hemos seguido la propuesta hecha hace unos años
por Ruiz Rodríguez y Nocete (91) para las estampillas sobre cerámica ibérica.
(91)
RUIZ RODRÍGUEZ y NOCETE. 1981.
-
318-
[page-n-321]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
23
- Enmarque cuadrangular (A): Esta impresión simple se encuentra en tres ánforas y una
tinaja, todas ellas diferentes (fig. 5, 1). Dos ánforas de El Castellón presentan sendas marcas rectangulares, en cuyo interior no se aprecia nada grabado; el tamaño de ambas es distinto por lo que
no se trata del mismo instrumento, además una de ellas presenta un perfil a doble línea en cuyo
interior hay una serie de pequeños trazos inclinados (fig. 9, 09.036 y 09.058; lám. V, 1). En Los
Villares, una espátula o varilla ha dejado una profunda huella en el arranque de un asa de ánfora
(fig. 12, 16.137; lám. IX, 1). Una marca semejante se encuentra en el borde de una tinaja de Can
Vedell, pero en este caso se han dejado cuatro improntas consecutivas (fig. 18, 38.161) (92).
Su distribución geográfica no aporta datos de interés al ser escasos los ejemplares y de procedencias tan variadas.
La cronología tampoco es homogénea pues las ánforas de El Castellón se pueden fechar en el s.
V a.C.; la de Los Villares se encontró en un almacén de ánforas destruido entre finales del s. m y el
primer cuarto del II a.C.; y la de Can Vedell procede de un sector fechado entre los ss. m y II a.C.
-Enmarque cuadrangular y motivo en eje (A-1): Es una impresión más utilizada en tinajas
(cinco) que en ánforas (una) (fig. 5, 1). Las cinco tinajas proceden de Ensérune: tres presentan el
mismo diseño en forma de dobles volutas situadas longitudinalmente (47.102, 47.105 y 47.114);
en otra se ve una columna jónica (47.103), mientras que la quinta tiene un motivo lineal mucho
más sencillo (47.100) (93). La marca sobre ánfora de Heretat de Valiente comparte el asa con otra
de enmarque circular (fig. 11, 13.037; lám. VI, 4).
A nivel de distribución sólo interesa destacar la concentración de marcas semejantes sobre
tinajas del mismo asentamiento.
Como ya se ha señalado al hablar de los yacimientos, el asa de Heretat de Valiente puede
tener una cronología entre el s. IV y principios del s. II a.C., acorde con los hallazgos mayoritarios para este tipo de marcas sobre ánforas ibéricas (fig. 4, 2). La cronología de Ensérune es más
tardía, fechándose entre finales del s. III y primer tercio del s. 1 a.C.
-Enmarque cuadrangular con motivo radial (A-II): Lo encontramos utilizado sobre tres
ánforas (fig. 5, 1). Dos de ellas, procedentes de la misma comarca, tienen la marca en el arranque
del asa pero difieren ligeramente en el diseño (fig. 11, 16.007; láms. XI, 5; XII, 3). Muy distinta
es la estampilla de El Castellón pues se localiza en el galbo y en el enmarque rectangular se han
grabado dos rosetas de cuatro pétalos y botón central (fig. 9, 09.033; lám. V, 4).
De la distribución geográfica cabe destacar la procedencia de todas ellas de un área geográfica próxima, sobre todo, las dos ánforas de La Plana de Utiel.
La cronología más precisa la aporta El Castellón, pues la marca se encontró en el interior de
la habitación II datada en el s. V a.C. La fecha de la Casilla del Cura se sitúa entre los ss. V y IV
a.C., mientras que la amplia cronología de Los Villares no permite asignar una datación precisa
a esta marca, dado que se trata de un hallazgo descontextualizado.
-Enmarque cuadrangular con líneas quebradas no cerradas (A-VI): Encontramos este sello
en una sola tinaja de Ensérune procedente de un silo, cuya cronología es la misma que para las
demás marcas del yacimiento (94).
(92) Esta marca no la hemos examinado directamente por lo que no podemos saber si se trata de una repetición de la impresión
o de un intrumento con cuatro púas. En la publicación tampoco se aclara esta cuestión (HERNÁNDEZ YLLÁN, 1990, lám. 64, 4).
(93) JANNORAY, 1955, pi. LIV, 2; GALLET DE SANTERRE, 1980, 133, pis. XXXll, 2; XXXlll, l, 4 y 5.
(94) GALLET DE SANTERRE, 1980, pi. XXXlll, 2.
-319-
[page-n-322]
24
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADlERA
-Enmarque cuadrangular con motivo no representativo (A-VII): Clasificamos dentro de este
tipo dos ánforas, una de Los Molinicos y otra del Puig de Sant Andreu (fig. 5, 1). El sello de Los
Molinicos se localiza en el hombro y tiene un perfil bien señalado, cosa que no sucede con el
diseño del interior del que apenas se distinguen algunos elementos (fig. 9, 08.179; lám. III, 5 y
6). En cambio, la catalogación de la marca del Puig de Sant Andreu, hecha a través del dibujo
publicado por Oliva y que reproducimos en este trabajo, la consideramos provisional (95) (fig.
20, 45.144).
La localización geográfica no es significativa dada la escasez de ejemplares.
La primera se fecha entre finales del s. V y el primer tercio del s. IV a.C., mientras que la
segunda se encontró descontextualizada.
- Enmarque cuadrangular con motivo figurativo (A-VIII): Sólo conocemos un sello procedente de El Macalón que podemos calificar de extraordinario tanto por su diseño como por su
cronología (fig. 8, 07.021; lám. II, 1 y 2). Está ubicado en el tercio superior de un ánfora ibérica,
junto a una de sus asas. Aunque está roto por la parte inferior y la impresión no es profunda, se
puede ver un jinete que sujeta a su caballo de las riendas; otros detalles del atuendo del caballero
apenas son perceptibles, tales como el tocado y el calzado; en el extremo superior, a las espaldas
de la figura humana, hay un motivo geométrico de forma romboidal.
Los jinetes son representaciones comunes en el mundo ibérico, tanto en escultura y exvotos
como en cerámica, pero como marca se trata de un caso único. Suponemos que el instrumento
utilizado no fue elaborado expresamente para marcar cerámicas, sino que debió utilizarse de
forma ocasional para ello. Podría tratarse de una plaquita de bronce similar a la procedente de
L' Alberri (96).
-Enmarque circular (B): Documentado en cinco ánforas y una tinaja (fig. 5, 2). El diseño
más simple es el de Cerro Macareno, pues se trata de la impresión de un dedo o de un intrumento de punta roma sobre el borde de un ánfora (fig. 6, 01.059). En un asa de Los Villares se
han impreso varios puntos dispuestos longitudinalmente, de los que se conservan tres (fig. 11,
16.009; lám. XI, 4). Un circulo que no llega a cerrar se imprimió en la base de un ánfora de El
Puntal (fig. 13, 52.196) (97). Algo más elaborada es la marca impresa sobre sendas ánforas de
El Castellón, pues aquí el instrumento empleado es un cilindro con dos muescas situadas diametralmente; en las dos ánforas se ha repetido la impresión tres veces, con el mismo instrumento, en el tercio superior, lo que aboga por una procedencia y significado comunes (figs. 9,
09.035; 10, 09.057; lám. IV, 3 y 4). Una marca similar se encuentra sobre una tinaja de Los
Villares, aunque el tamaño de los círculos es menor y carecen de muescas (fig. 12, 16.008;
lám. X, 4).
La localización geográfica más significativa es la existencia de dos marcas iguales de El
Castellón, la proximidad a éstas de la tinaja de Los Villares y del ánfora de El Puntal, aunque ésta
última sea mucho más simple.
La cronología aportada por la marca de Cerro Macareno es poco precisa, pues oscila entre
finales del s. V e inicios del III a.C. Mucho más interesante es la fecha del s. V a.C. que propor-
(95) OLIVA, 1955, 89-90, fig. XLVI.
(96) ABAD et alii, 1993, fig . 003, 3. Una marca similar' aparece sobre mortero púnico, fechado en el s. VI a.C., de Tharros;
en la publicación también se indica la rareza del diseño (MANFREDI, 1991 , 192-193, fig. la).
(97) Ver nota 87.
-320-
[page-n-323]
25
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA ffiÉRICA
~ Ánforas
•
Tinajas
1
ó.
Q)
...:
C)
ns
·a
ó.
ó.
e::
§
Q)
§
ó.
Q)
e::
ns
ns
...:
C)
·a
Q)
ó.
Q)
ns
·a
.....:
ce
VJ
VJ
VJ
.ü
.E
.....:
ns
VJ
.ü
.E
VJ
UJ
ns
...:
C)
e::
....
C)
Q)
....
C)
VJ
UJ
2
Fig. 4.- 1, Técnicas y clases de marcas sobre ánforas y tinajas; 2, Cronología de las marcas precocción.
-321-
[page-n-324]
26
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
~
•
Ánforas
Tinajas
14
~
•
12
10
Ánforas
Tinajas
8
6
4
2
o
A
A-JI
A-1
m
A-VI A-VIl A-VIII
1
m
.....
m
1
m
>
1
m
>
1
m
>
1
m
>
2
1
6
~ Ánforas
5
4
3
2
1
o
e
C-11
D
1
m
D-11
D-VJJ
O-VIII
3
Fig. 5.- Marcas impresas anepigráficas sobre ánforas y tinajas: 1, Tipo A; 2, Tipo B; 3, Tipos C y D.
-322-
[page-n-325]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
27
ciona el nivel II de El Castellón donde apareció uno de los fragmentos, datación que por lógica
debe aplicarse al segundo, procedente de superficie. Cerca de esta datación, es decir en la primera
mitad del s. IV a.C., se encuentra El Puntal. Las asas de Los Villares no nos informan sobre su
cronología, pues la tinaja es un hallazgo superficial y el ánfora se encontró en el relleno de una
fosa de época islámica.
-Enmarque circular u oval con motivo en eje (B-I): Sello catalogado en ocho ánforas pero
que se puede agrupar en cinco diseños distintos (fig. 5, 2).
La marca más interesante es la localizada sobre el arranque de dos asas y la base de una tercera de Los Villares (fig. 11, 16.003, 16.006 y 16.091; lám. IX, 4-6); además, se puede relacionar
con ella una de las encontradas en El Moluengo pues aunque presenta sólo seis puntos impresos
frente a los ocho de Los Villares, esta diferencia puede explicarse tanto por un defecto de impresión como de desgaste de la matriz (fig. 13, 18.011) (98). Las otras tienen diseños diferentes: una
palmeta de hojas triangulares en Los Molinicos (fig. 9, 08.016; lám. IV, 1); dos líneas en forma
de espina de pez más un punto en Alarcón (fig. 13, 19.001); un círculo con cuatro líneas horizontales en su interior, aunque en el dibujo publicado no se aprecia bien (99), en el Camí de Vista
Alegre (fig.16, 30.088); y una cuarta de Los Molinicos de impresión muy defectuosa (fig. 8,
08.178; lám. m, 1 y 2).
La concentración de tres ejemplares iguales y otro similar en la comarca de La Plana de Utiel
es uno de las aspectos más destacables de esta marca.
Las asas de Los Molinicos se fechan entre finales del s. V y el primer tercio del s. IV a.C.;
la del Camí de Vista Alegre está fechada en la primera mitad del s. III a.C.; y, finalmente, dos de
las marcas de Los Villares proceden de excavaciones pero de capas afectadas por las labores agrícolas, aunque la mayor parte del material se puede fechar entre la segunda mitad del s. III y el
primer cuarto del s. JI a.C. (100); sólo por similitud, podríamos considerar de la misma cronología el ánfora de El Moluengo.
-Enmarque circular u oval con motivo radial (B-JI): Es la marca más abundante tanto en
ánforas (doce) como en tinajas (siete), pudiéndose dividir en tres diseños básicos: cruz o aspa,
estrella y roseta (fig. 5, 2).
El sello más simple es el de la cruz o aspa en relieve inscrita en un círculo en negativo.
Aparece sobre tres ánforas y tres tinajas (figs. 7, 02.176; 8, 07.030; 18, 37.150; 20, 45.163 y
46.164; lám. JI, 4) (47.104) (101). Las más parecidas entre sí, según los dibujos de Oliva, son las
de llla d'En Reixac y Puig de SantAndreu (fig. 20,45.163 y 46.164) (102). Es interesante resaltar
la localización mayoritaria en la Catalunya norte, aunque la cronología más antigua sea la de El
Macalón. En Penya Negra hay unas ánforas importadas que presentan marcas iguales y de cronología similar a la de El Macalón (103). Las restantes se escalonan entre el s. IV a.C. en Illa
d'En Reixac y entre finales del s. III y primer tercio del s. I a.C. para Ensérune.
(98) En su día esta marca fue catalogada como B-Vll, pero los ejemplares hallados en Los Vil! ares nos han inclinado a
reconsiderar su clasificación (MATA, 1985, 167).
(99) La sección publicada también parece indicar que la marca se encuentra en la base y no en el arranque del asa, por lo
que esa es la orientación que proponemos.
(100) MATA y MARTÍ, 1990; MATA ez alii, 1996.
(101) GALLET DE SAN1ERRE, 1980, pl. XXXIll, 6.
(102) Estas dos últimas fueron publicadas por Oliva (1960, 390; 1976, 780) como púnicas, pero M• A. Martín, a quien agradecemos la información, nos ha confirmado que se trata de ánforas ibéricas.
(103) GONZÁLEZ PRATS y RUIZ SEGURA, 1990-1991, 62, fig. 7.
-323-
[page-n-326]
28
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
\
1
)
1
1
01.059
01.067
---01.071
o
.5
01.062
Fig. 6.- Marcas según Fernández et alii: 01.059, anepigráfica impresa tipo B; 01.060, 01.073, 01.064, 01.068 y
01.063 anepigráficas incisas; 01.067, 01.071, 01.061, 01.074 y 01.062, epigráficas incisas.
Todo ánforas excepto 01.062.
-324-
[page-n-327]
29
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
03.012
---
o
25
04.040
o
5
06.020
Fig. 7.- Ánforas: 02.175, anepigráfica incisa (según Hernández et alii); 02.176, anepigráfica impresa
tipo B-ll (según Hernández et alii); 03.012, anepigráfica incisa (según Cruz); 04.040, e
pigráfica incisa (según Abad y Sala); 05.039, epigráfica impresa tipo B; 06.020,
epigráfica impresa tipo A (sin escala, según Ramos).
-325-
[page-n-328]
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBAD!ERA
30
/
y
o
07.022
®
08.017
o
5
)
1
4
08.177 - ·-
08.178
1
49.187
'
08.018
a
08.015
Fig. 8.- Ánforas: 07.021, anepigráfica impresa tipo A-VID (marca según Cortell); 07.030,
anepigráfica impresa tipo B-II; 07.022, anepigráfica incisa; 07.029,
anepigráfica impresa tipo D-II; 08, 177, anepigráfica impresa tipo B-II; 08.178,
anepigráfica impresa tipo B-1; 08,017, anepigráfica impresa tipo B-II (sin escala, según Lillo);
08.018, anepigráfica impresa tipo D-II (sin escala, según Lillo); 08.015, anepigráfica impresa
tipo D (sin escala, según Lillo); 49.187, epigráfica incisa (según Aranegui).
-326-
[page-n-329]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
31
Las cuatro estrellas catalogadas presentan algunas diferencias: la de Los Villares es una
estrella de nueve puntas dibujadas en negativo (fig. 11, 16.002; lám. IX, 7); mientras que en Can
Miralles/Can Modolell y Can Vedell aparecen dos aspas superpuestas que diseñan una estrella
lineal de ocho puntas (figs. 17, 32.168 y 32.169; 18, 38.051), siendo muy similares entre sí. Las
dos marcas de Can Miralles/Can Modolell, a pesar de su semejanza, tienen dataciones distintas:
una en la primera mitad del s. III y la otra entre finales del mismo siglo y primer cuarto del II
a.C.; la escombrera de Can Vedell tiene una cronología parecida a ésta última. Las tres ánforas
tienen la marca en el arranque de asa.
Las siete rosetas muestran mayor variedad, siendo todas ellas diferentes si tenemos en cuenta
el número de pétalos (cuatro, seis, siete y ocho), la existencia de botón central (dos) o no (cinco)
y si se encuentran inscritas en un círculo (cuatro) o exentas (tres) (figs. 8, 08.017 y 08.177; 11,
13.037; 15, 24.055; 17, 33.089 y 33.090; 19, 44.094; láms. III, 3 y 4; VI, 4). Excepto una que se
encuentra sobre el borde de una tinaja (fig. 19, 44.094), todas aparecen sobre el hombro o el asa
de ánforas. Como en los casos anteriores, también las rosetas proporcionan una variada cronología desde finales del s. V y principios del IV a.C. en Los Molinicos, hasta el s. I a.C. en Can
Balen9ó y La Oruña.
A estos tres diseños hay que añadir dos marcas de Burriac en cuyo interior se dibujan
motivos geométricos diversos con un dominio de la disposición radial (fig. 16,31.078 y 31.079);
proceden de un departamento fechado entre los ss. II y I a.C.
-Enmarque circular u oval con motivo reticulado (B-lli): Sólo una marca sobre el arranque
de un asa de ánfora de Castellar de Meca corresponde a esta clasificación (fig. 5, 2). Aunque se
encontró durante una campaña de limpieza del camino, desconocemos su contexto exacto por lo
que no podemos aportar una cronología para la misma (fig. 11, 14.038).
-Enmarque circular u oval con motivo concéntrico (B-IV): Hemos clasificado dentro de este
tipo un sello sobre una tinaja de Can Vedell, a pesar de que en el centro aparece una cruz (figs.
5, 2; 18, 38.052). Aunque en la publicación no queda muy claro, parece que esta marca podría ir
acompañada de una decoración, también impresa, algo más elaborada. La cronología es de
finales del s. III e inicios del II a.C.
- Enmarque circular u oval con motivo en líneas quebradas no cerradas (B-VI): El tipo de
esta marca, situada en el arranque del asa de un ánfora de Umbría de la Esterilla, es de atribución
probable pues está incompleta (figs. 5, 2; 11, 15.027; lám. VI, 3). La cronología de la misma es
la que proporcionan los materiales encontrados en prospección superficial, es decir ss. IV-ID a.C.
-Enmarque circular u oval con motivo no representativo (B-VII): Las tres marcas recogidas,
dos sobre ánfora y una sobre tinaja, tienen diseños totalmente diferentes (fig. 5, 2). Una de perfil
oval aparece sobre el hombro de un ánfora de Zama (fig. 10, 11.072; lám. IX, 2); otra, en el
arranque de un asa de ánfora de la Casilla del Cura, es de clasificación más imprecisa pues la
marca está rota y muy desgastada (fig. 13, 17.023; lám. XII, 1); y la tercera se encuentra sobre el
tercio superior de una tinaja de Ensérune (fig. 20, 47.116).
La distribución geográfica es tan variada como la cronología, pues ésta oscila desde los ss.
V-IV de la Casilla del Cura hasta el primer tercio del s. I a.C. de Ensérune.
- Enmarque circular u oval con motivo figurativo (B-VIII): Como sucede en todos los
enmarques, los motivos figurativos son escasos (fig. 5, 2). Sólo conocemos un sello de forma
ovalada en cuyo interior se aprecia en relieve un cuadrúpedo. Tanto por el tamaño, como por la
forma y el diseño interior creemos que el instrumento utilizado para marcar este asa de ánfora ha
-327-
[page-n-330]
32
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
09.035
09.033
Fig. 9.- Ánforas: 08.179, anepigráfica impresa tipo A-Vll; 08.016, anepigráfica impresa tipo B-1; 09.058
y 09.036, anepigráfica impresa tipo A; 09.031, epigráfica esgrafiada; 09.032,
epigráfica incisa; 09.035, anepigráfica impresa tipo B; 09.033, anepigráfica impresa tipo A-ll.
-328-
[page-n-331]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA ffiÉRICA
33
sido un anillo-sello, El animal representado, un león o un cánido, es una imagen que podemos
encontrar en los diversos soportes y técnicas del arte ibérico y con una variada cronología. En
este caso, la fecha de finales del s. III y primer cuarto del s. II a.C. es la que aporta el contexto
donde se encontró esta marca (fig. 10, 12.110; lám. VII, 3).
- Enmarque triangular (C): Los enmarques triangulares son los más escasos sobre cualquier
tipo de recipiente (fig. 5, 3). Cinco de las seis ánforas catalogadas proceden del mismo yacimiento, un vertedero, en el que las ánforas eran abundantes y algunas tenían defecto de cocción.
El diseño es el mismo para las cinco y se trata de una impresión triangular con tres muescas a
modo de trébol (30.087 y 30.171-30.174); la única pieza ilustrada presenta el sello en el arranque
del asa (fig. 16, 30.087). La sexta marca se encontró en el horno cerámico de la Casilla del Cura
en el arranque de un asa; su perfil está realizado con doble línea en los lados y entre ambas
pequeños trazos oblicuos; en el centro se dibuja, en relieve, la mediana (lám. XII, 4).
El nivel ibérico del vertedero del Camí de Vista Alegre, de donde proceden la mayoría de las
ánforas, está fechado en la primera mitad del s. III a.C. Algo más antiguos son los materiales de
la Casilla del Cura que, como hemos señalado al estudiar los yacimientos, se pueden datar entre
los ss. V y IV a.C.
- Enmarque triangular con motivo radial (C-II): Esta marca de la Casilla del Cura está
situada en el arranque de un asa de ánfora (fig. 5, 3; lám. XII, 2). La cronología es igual a la señalada en el tipo anterior para el mismo yacimiento.
-Enmarque complejo (D): Se trata de impresiones difíciles de clasificar, pues en muchas
ocasiones componen en sí mismas un motivo. Sólo tenemos dos sobre ánfora, una de Los
Molinicos y la otra de El Castellón (fig. 5, 3). La de Los Molinicos es una matriz trabajada en
forma de estrella de ocho puntas sin nada en el interior (fig. 8, 08.015). La del Castellón, que se
encuentra en el tercio superior de un ánfora con hombro, es una especie de cruz griega, de la que
se conservan dos brazos, con los extremos acabados en forma de flor de lis; el perfil muestra
líneas dobles (fig. 10, 09.034; lám. IV, 2).
Ambas proceden de zonas próximas y su cronología es casi coincidente, el s. V a.C. para El
Castellón y algo más precisa, entre finales del s. V y el primer tercio del s. IV a.C., para Los
Molinicos.
- Enmarque con forma adaptada al motivo y motivo radial (D-II): Los tres sellos tienen
diseños diferentes, aunque los tres están sobre ánfora y con una distribución geográfica próxima
(fig. 5, 3). El ánfora del Castellar de Meca está completa y presenta una marca en el arranque de
cada asa. Sobre una pequeña pella de arcilla se ha impreso un motivo en forma de roseta y en el
interior de una de ellas apenas se aprecia un triángulo; esta diferencia entre ambas asas, creemos
que se debe o bien a una deficiente impresión o bien a un desgaste de la matriz (fig. 11, 14.138;
lám. VIII, 1 y 2). Se encontró en un contexto doméstico de finales del s. III y primer cuarto del
s. II a.C.
El ánfora más antigua es la de El Macalón y tiene una profunda marca sobre el arranque del
asa (fig. 8, 07.029; lám. I, 2 y 3); en Los Molinicos encontramos una estrella o flor de ocho puntas
o pétalos de doble línea, fechada entre los ss. V y IV a. C. (fig. 8, 08.018).
- Enmarque con forma adaptada al motivo y motivo no representativo (D-VII): Recogemos
en este tipo dos asas de ánfora de La Serreta con una impresión profunda en el nervio realizada
con el mismo sello. Su cronología tambén es la misma pues proceden de contextos fechados entre
finales del s. III e inicios del II a.C. (figs. 5, 3; 10, 12.109 y 12.186; lám. VII, 2 y 4). Por su
-329-
[page-n-332]
34
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
enmarque irregular se podría relacionar con el sello en forma de pie de El Moluengo que clasificamos a continuación.
-Enmarque con forma adaptada al motivo y motivo figurativo (D-VIII): Como acabamos de
señalar, este sello y el anterior se asemejan en el enmarque, pero mantenemos la diferente clasificación en base a las diferencias existentes entre ambas. En el caso de la marca de El Moluengo,
creemos que ha habido una clara intención de imprimir un pie calzado pues se pueden distinguir
sendos puntos en el lugar de los dedos y las líneas del interior recuerdan el trenzado de una sandalia (figs. 5, 3; 13, 18.010).
Dada la amplia cronología del yacimiento no podemos asegurar su datación, pero lo que sí
podemos asegurar es que no existe relación alguna con las marcas in planta pedis de la terra sigillata.
II.3 .1.1.2.
Epigráficas
Las impresiones epigráficas aparecen ante todo sobre tinajas y su concentración geográfica
es enorme, pues se localizan en tres únicos yacimientos de los cuales uno sólo concentra el 86%
de éstas (figs. 2 y 3, núms. 42,45 y 47). Por el contrario, las cinco marcas sobre ánfora proceden
de cinco yacimientos distintos de diferentes zonas (figs. 1 y 3, núms. 05, 06, 12, 25 y 45).
También existen diferencias notables si consideramos el lugar de ubicación, el enmarque y
la cronología. Así, la mayor parte de los epígrafes en tinajas aparecen sobre el galbo, mientras
que las ánforas están marcadas sobre el asa, siguiendo la tradición anepigráfica (fig. 3).
En las tinajas, todas las matrices conocidas son cuadradas o rectangulares mientras que entre
las ánforas las hay también ovaladas y adaptadas al motivo. En su interior puede haber desde una
o dos letras hasta un letrero más largo formando una palabra.
A nivel cronológico se trata de un fenómeno característico del Ibérico Final entre las tinajas,
lo que parece apuntar hacia una influencia latina (fig. 4, 2). Pero, sin dejar de ser ello cierto, los
sellos de El Molar, del s. V a.C., y La Serreta, de finales del s. III y primer cuarto del s. II a.C.
(figs. 7, 05.039; 10, 12.014; láms. 1, 1; VII, 1) permiten matizar esta afirmación en el caso de las
ánforas (fig. 4, 2).
Dada la concentración geográfica y similitud de diseños de estas marcas, hemos preferido
abordar su estudio por yacimientos.
- El Molar: Sello ovalado apenas marcado en la parte inferior del asa de un ánfora, en cuyo
interior se pueden ver dos letras ibéricas (l.ba. o l.i.). Las hipótesis de interpretación pueden ser
varias, o bien se trata de una abreviatura de nombre propio, origen o contenido, o bien estamos
ante una medida de capacidad o indicación de precio (fig. 7, 05.039; lám. 1, 1). De esta pieza interesa destacar no tanto su deposición en una necrópolis, hecho que consideramos totalmente fortuito, como su datación en el s. V a.C.
- L' Alcúdia: De este yacimiento procede un asa con un letrero impreso en el interior de
una cartela oblonga (fig. 7, 06.020). Existen diversas interpretaciones sobre su lectura ya que
Ramos Femández, Llobregat y Siles (104) transcriben como e.ca.n.cu. o cu.n.ca.e; mientras
que Untermann (105) lee ti.n.ka.s. Todos están de acuerdo en utilizar el signario meridional.
(104)
(105)
RAMOS FERNÁNDEZ, 1969; LLOBREGAT, 1972, 129; SILES, 1985, 214, n• 896.
UNTERMANN, 1990, 612-613, G.12.3.
-330-
[page-n-333]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
09.034
A
o
o
5
í
5
~ A!'~;.
~
10.049
09.057
5
!f ~
~ ~~~
1
11.056
12.014
12.110
Fig. 10.- Ánforas: 09.034, anepigráfica impresa tipo D; 09.057, anepigráfica impresa tipo B; 10.049,
epigráfica incisa; 11.072, anepigráfica impresa tipo B-Vll; 11.056, epigráfica esgrafiada; 12.186,
anepigráfica impresa tipo D-VII; 12.109, anepigráfica impresa tipo D-Vll (marca según CorteU);
12.014, epigráfica impresa tipo D (marca según CorteU); 12.110, anepigráfica impresa tipo B-VIII
(marca según CorteU); 48.185, anepigráfica incisa (según Abad et alii).
-331-
35
[page-n-334]
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADlERA
36
-·-
o
13.037
\\
5
16.007
~
5
14.138
25
o
5
5
16.006
o
5
Fig.ll.- Ánforas: 13.037, anepigráfica impresa tipos B-II y A-1; 14.138, anepigráfica impresa
tipo D-II; 14.038, anepigráfica impresa tipo B-m (según Martínez y López); 16.007, anepigráfica
impresa tipo A-II; 16.009, anepigráfica impresa tipo B; 15.027, anepigráfica impresa tipo B-VI;
16.002, anepigráfica impresa tipo B-II; 16.006 y 16.091, anepigráficas impresas tipo B-1;
16.003, anepigráfica impresa tipo B-1 (marca sin escala, según Ribera).
-332-
[page-n-335]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA ffiÉRICA
37
-...,-
16.093
'
-
16.004
'
- · - 16.183
o
'
5
e:;] Pintura roja
16.181
16.008
~o
\
16.184
16.182
5
Fig. 12.- 16.005, 16.004, 16.183, 16.181, 16.182 y 16.184, anepigráficas incisas; 16.137,
anepigráfica impresa tipo A; 16.093 y 16.092,.epigráficas esgrafiadas; 16.136, epigráfica incisa;
16.008, anepigráfica impresa tipo B. Todo ánforas excepto 16.093 y 16.008. tipo B.
-333-
[page-n-336]
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBAD!ERA
38
~
1
17.023
o
o
/~
5
18.011
a
~19.001
~1
~
20.143
o
5
o
10
¡~/
,-
O¡y 1"\1
o
21.080
o
15
22.180
5
Fig. 13.- 17.023, anepigráfica impresa tipo B-VTI; 18.010, anepigráfica impresa tipo D-VITI (según Ribera);
18.011, anepigráfica impresa tipo B-1 (según Ribera); 19.001, anepigráfica impresa tipo B-1; 20.013,
anepigráfica incisa (marca sin escala, según Bonet); 20.143, epigráfica incisa; 21.080,
epigráfica esgrafiada (marca sin escala, según Oliver); 22.180, anepigráfica esgrafiada (sin escala,
según Oliver) 52.196, anepigráfica impresa tipo B (según Sala); 51.195,
anepigráfica esgrafiada (según Sala). Todo ánforas excepto 20.013.
-334-
[page-n-337]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
39
Sea cual sea su transcripción creemos que nos encontramos ante un antropónimo como sucede
en La Bassa (fig. 15, 25.142), aunque Untermann no lo recoge en su repertorio de 1987. Se
encuentra dentro de la tradición latina de marcar con un nombre propio algunas ánforas, pues
la cronología entre finales del s. III y el s. I a.C. que se da para esta marca es compatible con
esta hipótesis. La influencia púnica tampoco se puede descartar del todo, pues no en vano en
el mismo asentamiento se han encontrado varias marcas impresas epigráficas de esta filiación.
- La Serreta: En el interior de un enmarque que recuerda una planta de pie hay dos letras en
relieve, que se pueden leer como ba.n. (fig. 10, 12.014; lám. VII, 1). Un enmarque de forma
similar se encuentra en el mismo yacimiento, aunque con un diseño geométrico en su interior
(fig. 10, 12.109 y 12.186; lám. VII, 2 y 4). El epígrafe forma una agrupación de letras bastante
común en el léxico ibérico, interpretándose como procedencia, valor o propiedad (106).
Cualquiera de estas tres hipótesis puede ser válida para interpretar el significado de esta marca.
Su cronología es importante al situarse entre finales del s. m y primer cuarto del s. II a.C., puesto
que en este caso la consideramos ajena a la influencia latina, aproximándose más a la tradición
púnica donde las impresiones con letreros abreviados de una a tres letras son más comunes.
- La Bassa: Letrero en relieve impreso en el interior de un sello rectangular sobre el nervio
de un asa de ánfora ibérica (fig. 15, 25.142). Su transcripción no ofrece ninguna discusión y se
interpreta como un nombre propio (107). Un ejemplo parecido hemos visto en L' Alcúdia (fig. 7,
06.020). La cronología propuesta del s. II-I a. C. la pone en relación con la tradición latina.
- Cabezo de Alcalá: Hay dos tinajas con sendos letreros en relieve en el interior de un
enmarque rectangular sobre el borde. En ambos casos la lectura es la misma: i.l.tu.r.a.ti.n, interpretada como un antropónimo (fig. 19, 42.046 y 42.081). Esta marca ha servido para denominar
a las tinajas del mismo tipo que éstas, aunque no siempre llevan letrero (108). La cronología del
yacimiento nos inclina a considerar la influencia latina para estos epígrafes. En cuanto al significado de los mismos es interesante señalar la repetición tanto del nombre como del recipiente,
lo que aboga por una marca de propiedad. Descartamos que se trate de una marca de taller porque
consideramos que en tal caso habría más tinajas con el mismo sello, sin embargo en el mismo
yacimiento y fuera de él se encuentran contenedores de la misma tipología con otras marcas, epigráficas o no (42.043; fig . 19, 42.044, 42.050 y 44.094) (109).
- Puig de Sant Andreu: De este yacimiento proceden dos marcas epigráficas de lectura dextrógira, ku.s. o ku.n. y o.e.ba. respectivamente, interpretadas como nombres del fabricante (110)
(fig. 20,45.111 y 45.112). Estamos de acuerdo en que se trata de antropónimos completos o abreviados pero, por las razones que expondremos más adelante, no creemos que sean marcas de
alfar. No se aportan datos sobre su cronología.
- Ensérune: El conjunto de marcas de este asentamiento es el más abundante y homogéneo,
pudiéndose encontrar grupos con diseños muy similares.
En primer lugar, tenemos dos de composición simple sin decoración adicional en la cartela
(fig. 20,47.122 y 47.134). Los dos epígrafes son diferentes y uno de ellos se corresponde con un
nombre latino (111).
(106) SILES, 1985, 95-97, núms . 317-327; VELAZA, 1991, 44-45, núms . 115 y 116; VILLARONGA, 1979, 76.
(107) SILES, 1985, 62; UNTERMANN, 1987, 297; 1990, 125-126, C.J9.2.
(108) BELTRÁN MARTÍNEZ, 1964; UNTERMANN, 1987, 298 y 303; 1990, 183-184, E.l.l..
(109) BURILLO, 1993-1995.
(110) UNTERMANN, 1990,77, C.2.51. y C.5.52.
(lll) UNTERMANN,1980, 290 y 293, B.l.351 y 355.
-335-
[page-n-338]
40
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADlERA
11
23.019
23 .161
~
A\
1 ll
23.168
.
50.194
A~
¡r/)y ~
23.066
23.053
23.069
V )
r
23.065
23.159
23.167
j>-..\
/~64
(/ 23.108
X
.
;:¡ ~ l
23 · 1
23.160
23.166
0
23m
~
23.162
23.107
53.197
Fig. 14.- 23.066, 23.054, 23.108, 23.161, 23.019, 23.158, 23.159, 23.162, 23.160, 23.107, 23.166, 23.163,23.164
y 23.065 anepigráficas incisas (según Fernández et alii); 23.077, 23.069, 23.070, 23.165, 23.167, 23.168 y
23.053, epigráficas incisas (según Fernández et alii); 50.194 y 53.197, anepigráficas incisas.
-336-
[page-n-339]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
~
0~-==--===--5
24.055
25.142
a
27.145
[)
. . .-••--~-:~=======::'
27.148
27.146
27.147
28.140
Fig. 15.- 24.055, anepigráfica impresa tipo B-II (según Sanmartí y Santacana); 25.142, epigráfica
impresa tipo A (sin escala, según Untermann); 26.149, epigráfica esgrafiada (según Panosa);
27.145, 27.146 (sin escala), 27.147 27.148, epigráficas esgrafiadas (según Panosa);
28.140, epigráfica esgrafiada (según Untermann). Todo ánforas excepto 28.140.
-337-
41
[page-n-340]
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADlERA
42
~~30.190
29.106
Q?
30.084
---30.192
...... .
30.085
30.087
o
5
·30.086
30.088
31.139
Fig. 16.- 29.106, epigráfica esgrafiada (según Pérez Orozco); 30.190 y 30.192, epigráficas incisas
(según AA.VV., 1995); 30.084 epigráfica incisa (según Codex, corregida); 30.085, anepigráfica incisa
(según Codex, corregida); 30.087, anepigráfica impresa tipo C (según Codex); 30.086, epigráfica incisa
(según Codex); 30.194, anepigráfica incisa (misma escala que 30.192, según AA.VV.1995, corregida);
30.088, anepigráfica impresa tipo B-1 (según Codex); 31.078 y 31.079, anepigráficas impresas tipo B-II
(según Ribas y Lladó); 31.139, epigráfica incisa (sin escala, según Untermann).
Todo ánforas excepto 31.078, 31.079 y 31.139.
-338-
[page-n-341]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
43
Un segundo conjunto es el formado por seis cartelas orladas con motivos geométricos simples, con el letrero en el centro. Tres marcas recogen un antropónimo que Untermann relaciona
también con un nombre latino (fig. 20, 47.115,47.121 y 47 .123); y otras tres, incompletas, de las
que dos recogen un mismo epígrafe (fig. 20, 47.118,47.119 y 47.120) (112).
Otro interesante conjunto es el constituido por ocho marcas con motivos vegetales y geométricos complejos combinados entre sí, en los que la leyenda puede ir rodeándolos o bien
situarse en un lateral. Seis tienen un diseño similar pero con tres letreros distintos (fig. 20,
47.124, 47.125, 47.126, 47.127, 47.130 y 47.131); las otras dos presentan el mismo diseño y
el mismo letrero, formado por cuatro letras sueltas de lectura controvertida (fig. 20, 47 .132 y
47 .133) (113).
Otras dos las hemos agrupado porque ambas tienen el epígrafe en un lateral y, aunque una
de ellas está muy incompleta, podrían tener un motivo similar (fig. 20, 47.128 y 47.129) (114).
El sello más original es el que tiene una figura femenina desnuda en relieve en el interior de
un enmarque rectangular y en la parte inferior un letrero leido como bo.ti.r.o.r. por Jannoray y
como a.ti.ru. por Unterrnann (115). Como no somos epigrafistas no estamos en condiciones de
inclinamos por una lectura u otra, pero creemos más acertado interpretarlo con un significado de
contenido o propiedad, como señala Jannoray, que como una marca de fabricante.
Untermann interpreta casi todos los epígrafes como nombres de alfareros, aunque en
algunos casos nombres y diseños no coinciden. Si ello fuera así tendríamos en Ensérune al
menos trece nombres distintos, de cronología similar, relacionados con la alfarería. Y, ¿cómo
deberíamos interpretar tales nombres? ¿como alfareros trabajando en el mismo taller? o
¿como talleres diferentes? Ninguna de estas posibilidades nos parece razonable no sólo por el
elevado número de nombres diferentes sino porque, además, no parece lógico que un taller
marque sólo tinajas y no otro tipo de producto salido de sus manos, cuando precisamente es
la tinaja un recipiente para estar en el interior de una vivienda y, en muchos casos, enterrado.
Si aceptamos que sean antropónimos, podrían ser los compradores de las piezas, pero tampoco descartamos la posibilidad de que se trate, al menos en algunos casos, de una referencia
al contenido.
l/.3.1.2.
Marcas incisas
Son menos numerosas que las impresas, estando repartidas casi al 50% entre epigráficas y anepigráficas (figs. 3 y 4, 1). Cronológicamente es un fenómeno amplio, que ya se documenta esporádicamente en el s. VI a.C. en El Macalón, Los Almadenes, Canto Tortoso y El Patojo (figs. 8, 07 .022;
1O 10.049; 14, 50.194; láms. 1, 4; 11, 3; V, 5) y llega hasta el s. 1 a.C. (fig. 4, 2). La distribución geo,
gráfica también es amplia, sobre todo en el caso de las ánforas, pero no podemos dejar de destacar
la importancia del lote de marcas encontradas en el pecio de Binisafuller (fig. 14, todas menos 50.194
y 53.197).
(112) UNTERMANN, 1980, 291-294, 8 .1.352, 353, 354 y 356.
(113) JANNORAY, 1955, 436; MALUQUER, 1968, 126, no 210; UNTERMANN, 1980, 295-298, 301-302, 8.1.357, 358, 359,
360, 361 , 364 y 365.
(114) UNTERMANN, 1980, 302-304, 8 .1.366 y 368.
(115) JANNORAY,1955, 436;UNTERMANN, 1980, 299, 8 .1.362.
-339-
[page-n-342]
44
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADlERA
o
34.096
5
---
o
5
35.097
Fig. 17.- Ánforas: 32.165, epigráfica incisa (según Garcia et alii); 32.167, epigráfica incisa
(según Pujol y Garcia); 32.166, anepigráfica incisa (según Garcia et alii); 32.168, anepigráfica impresa
tipo B-II (según Pujol y Garcia); 33.189, epigráfica incisa (según AA. VV., 1995); 32.169,
anepigráfica impresa tipo B-II (según Garcia et alii); 33.089, anepigráfica impresa tipo B-II
(según Codex, corregida); 33.090, anepigráfica impresa tipo B-II (según Codex); 34.096,
anepigráfica incisa (según Panosa); 35.097, epigráfica esgrafiada (según Panosa).
-340-
[page-n-343]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA illÉRICA
II.3 .1.2.1.
45
Anepigráficas
Constituyen el grupo menos numeroso entre las tinajas. La ubicación preferente es el galbo,
aunque no siempre nos ha sido posible establecer si se trata del tercio superior o del inferior (fig.
3). La distinción, aparentemente intranscendente, podría tener alguna relación en cuanto al significado de la marca, que puede variar si el signo se encuentra en un lugar visible o no.
La variedad de diseños es mucho mayor que en otro tipo de marcas, con lo que es mucho
más difícil acercarse a su significado. Creemos que esta diversidad se debe a que nos encontramos ante una marca interpretable por los que la veían, pero que no estaba estandarizada al no
existir un instrumento específico para llevarla a cabo.
Dado que existen pocas repeticiones en los signos utilizados, haremos su estudio, como en
el caso anterior, teniendo en cuenta el lugar de aparición y el recipiente.
Las ánforas con marcas anepigráficas incisas se encuentran en doce yacimientos (116):
- Cerro Macareno: Se conocen cinco marcas sobre ánfora, tres de ellas situadas en el galbo,
una en el hombro y la quinta se encuentra entre el borde y el hombro (fig. 6, 01.060, 01.063,
01.064, 01.068, 01.073). La cronología es del s. V y principios del m a.C. y, como todas las
marcas de este yacimiento, se encontraron asociadas a un horno alfarero. Dos de los signos son
similares a otros tres de Binisafuller, aunque dos de estos últimos son dobles (figs. 6, 01.068 y
01.073; 14, 23.161, 23.162 y 23.108); otra, aunque incompleta, se parece en cuanto a diseño a la
marca encontrada en Morra de los Castillejos (figs. 6, 01.064; 14, 53.197).
- Villasviejas del Tamuja: El mismo signo aparece repetido tres veces sobre el hombro de
una posible ánfora, cuya cronología oscila entre los ss. IV y II a.C. (fig. 7, 02.175).
-Los Nietos: La marca incisa en el galbo de este ánfora, aunque incompleta, parece tener un
diseño complejo a modo de flor (fig. 7, 03.012). La tumba donde se encontró se fecha entre el
s. V y el IV a. C.
- El Macalón: En el tercio superior, bajo una de las asas, aparece un reticulado de trazo irregular formado por seis líneas incisas. Se encontró en una habitación donde las ánforas formaban
un conjunto relativamente importante, datado en el s. VI a.C. (fig. 8, 07 .022; lám. II, 3).
- Los Villares: Tenemos recogidas cuatro marcas realizadas sobre el nervio del asa y otras
dos sobre el tercio superior. Cuatro de ellas proceden de contextos domésticos que se pueden
fechar entre la segunda mitad del s. m a.C. y el primer cuarto del s. II a. C. (fig. 12, 16.004,
16.005, 16.181 y 16.182; láms. X, 1 y 2; XI, 1-3).
Una de ellas aparece con un diseño semejante y la misma ubicación en Camí de Vista Alegre,
fechada en la primera mitad del s. m a.C., y en Can Bordoi, entre los ss. m y el I a.C. (figs. 12,
16.005; 16, 30.085; 17, 34.096; lám. XI, 3). En este último yacimiento, Panosa identifica esta
marca con la letra ibérica o., considerándola una posible medida de capacidad (117). Nosotras,
teniendo en cuenta que la dirección de la letra en cuestión sería distinta a la encontrada en estas
ánforas, no la hemos clasificado como epigráfica.
Las dos ánforas marcadas sobre el tercio superior presentan el mismo signo y, curiosamente,
se encontraron en una misma habitación (fig. 12, 16.181 y 16.182; láms. X, 1 y 2; XI, 1 y 2)
(116)
(117)
Ver yacimiento 54.
PANOSA, 1992, 64.
-341-
[page-n-344]
46
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADlERA
---
o
5
o
o
><
36.095
(Y
111111
5
38.162
o
5
38.052
38.051
o
20
·~
39.042
~
o
-
- 10 38.161
Fig. 18.- 36.098 y 36.095, epigráficas esgrafiadas (según Panosa); 37.150, anepigráfica impresa tipo B-II
(según Sanmartí); 38.162, epigráfica esgrafiada (según Hernández); 38.051, anepigráfica impresa tipo B-TI
(según Hernández); 38.052, anepigráfica impresa tipo B-IV (según Hernández); 38.161, anepigráfica
impresa tipo A (según Hernández); 39.042, epigráfica incisa (según Sánchez); 30.191 y 30.194,
anepigráficas incisas (según AA.VV., 1995). Todo ánforas excepto 37.150, 38.051, 38.052 y 38.161.
-342-
[page-n-345]
47
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
~
;;¡
42.050
5
[W orc1~
42.044
-::::::::-
~
41.076
-
J' ~o ~ \fA{<'~~
1222Z2Z2s
¡v
)(
42.083
42.046
42.081
-o
42.028
5
1::1 ~
10
q o
5
40.183
Fig. 19.- 41.076, epigráfica esgrafiada (según Gasea); 42.050, 42.044, 42.083, 42.028, epigráficas incisas
(sin escala, según Cabré); 42.081, epigráfica impresa tipo A (sin escala, según Beltrán); 42.046,
epigráfica impresa tipo A (marca sin escala, según Cabré); 44.094, anepigráfica impresa tipo B-II
(según Bona); 43.041, epigráfica incisa (según Durillo, corregida); 40.183, epigráfica esgrafiada
(según Sánchez); 42.082, epigráfica esgrafiada (sin escala, según Cabré). Todo tinajas excepto 40.183.
-343-
[page-n-346]
48
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
·~
.tíS/1
d
..¿
___
45.111
~~
-45.112
45.163
* U{' '( \--\
-47.117
{
\\\ /
-
1~ ~1\D.l
~/
47.132
~
47.134
-47.116
-47.121
;\;,f·
· -,fa\+~
-~
·:~~:~~;y:
47.133
Fig. 20.- 45.144, anepigráfica impresa tipo A-VIT (sin escala, según Oliva); 45.163, anepigráfica impresa
tipo B-IT (sin escala, según Oliva); 45.111 y 45.112, epigráficas impresas tipo A (sin escala, según Untermann);
46.164, anepigráfica impresa tipo B-IT (sin escala, según Oliva); 47.117, epigráfica esgrafiada
(sin escala, según Jannoray); 47.134, 47.132, 47.119, 47.118, 47.123, 47.125, 47.122, 47.127, 47.121, 47.120,
47.126, 47.128, 47.115, 47.131, 47.130, 47.133, 47.129 y 47.124, epigráficas impresas tipo A
(sin escala, según Jannoray); 47.116, anepigráfica impresa tipo B-VIT (sin escala, según Jannoray).
Todo tinajas excepto 45.144, 45.163, 45.112 y 46.164.
- 344 -
[page-n-347]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
49
(118); otras dos tienen también un diseño semejante entre sí, pero una de ellas está muy deteriorada como para poder afirmar que se trata de la misma marca (fig. 12, 16.183 y 16.184; lám. X,
3 y 5).
- Binisafuller: De este pecio hemos considerado catorce marcas como anepigráficas (fig. 14,
23.019, 23 .054, 23.065, 23.066, 23.107, 23.108,23.158-164 y 23.166). Once están hechas en el
galbo, una en el hombro y de las otras no se indica nada al respecto. Las opiniones más recientes
consideran una fecha de la primera mitad del s. III a.C. para este hallazgo. Como ya hemos señalado al hablar de los yacimientos, todos los signos encontrados en el pecio se intentaron leer
como letras púnicas, e incluso fenicias. Ello, además de crear una clara contradicción cronológica, obligaba a no transcribir muchos signos o, simplemente, señalar que se trataba de letroides.
En nuestra opinión es más lógico leer unas marcas como letras ibéricas y las otras considerarlas
como signos anepigráficos, puesto que se trata de un fenómeno contrastado ya en otros yacimientos.
Tres de las marcas se parecen a signos del Cerro Macareno (fig. 6, 01.068 y 01.073), pero
mucho más interesantes son las repeticiones que se encuentran sobre un ánfora de Can Miralles/
Can Modolell, con la misma ubicación y cronología (fig. 14, 23.159; 17, 32.166) y sobre otra de
Camí de Vista Alegre, con la misma cronología (fig. 14, 23.161 y 23.162; 18, 30.194).
- Can Bordoi: De la marca recogida en este yacimiento simplemente recordar su semejanza
a una de las encontradas en Los Villares y remitir al comentario realizado allí (figs. 12, 16.005;
17, 34.096; lám. XI, 3).
- Camí de Vista Alegre: Las cuatro marcas de este vertedero son diferentes entre sí. Lo más
interesante es destacar las semejanzas de dos de ellas con otras de Birusafuller (figs. 14, 23.161
y 162; 18, 30.194) y Los Villares y Can Bordoi (figs. 12, 16.005; 16, 30.085; 17, 34.096).
- L' Alberri o Pie Negre: Marca sobre el galbo de un ánfora formada por cuatro trazos inclinados que, al estar incompleta, no puede compararse con otras (fig. 10, 48.185).
- El Patojo: Una marca en el tercio inferior con un diseño único; aunque semejante a uno de
Binisafuller (fig. 14, 2'3.164 y 50.194; lám. V, 5), la cronología de ambas piezas es muy diferente.
-Morra de los Castillejos: La marca de este asentamiento está sobre el borde y tiene forma
de V con trazos en el interior. Como ya se ha señalado, este signo se puede asimilar a uno de los
encontrados en Cerro Macareno (fig. 6, 01.064; 14, 53.197).
Tinajas con signos anepigráficos incisos sólo las encontramos en dos asentamientos.
- Tossal de Sant Miquel: A modo de dos «uves» incisas sobre una de las asas de un recipiente
de doble cuerpo. La cronología es de finales del s. III y primer cuarto del s. II a.C. (fig. 13,
20.013).
- Ensérune: Esta marca incisa se encuentra en el tercio superior de una tinaja encontrada in
situ. El diseño de doble voluta recuerda a alguna de las marcas impresas de este mismo asentamiento (47.135) (119). La cronología es de finales del s. III y primer tercio del s. I a.C.
(118) Existe la posibilidad que pertenezcan a la misma pieza, pero dado su estado de fragmentación no estamos en condiciones de asegurarlo.
(119) JANNORAY, 1955, pi. LN, 5.
-345-
[page-n-348]
50
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADlERA
11.3.1.2.2.
Epigráficas
Al contrario de lo que ocurría con las marcas epigráficas impresas, éstas son más numerosas
en ánforas que en tinajas (figs. 3 y 4, 1). En el primero de los recipientes mencionados se detecta
un gran concentración de este tipo de marcas sobre piezas de un tipo determinado (Mañá B3) procedentes de Catalunya. Se advierte una gran dispersión para las ánforas mientras que las tinajas
se localizan en tan sólo cuatro yacimientos, si bien ocho proceden del Cabezo de Alcalá (42.043,
42.045, 42.047, 42.048; fig. 19, 42.028, 42.044, 42.050 y 42.083).
Otra diferencia detectada entre ánforas y tinajas es la ubicación de estos letreros. En las primeras, éstos se localizan preferentemente en el galbo, mientras que en las tinajas es en el borde
(fig. 3).
Los epígrafes incisos sobre ánfora son bastante homogéneos, pues en su mayoría se trata de
una sola letra -23-, en un caso de Binisafuller aparecen dos letras (fig. 14, 23.070) y en otro
un letrero más largo aunque incompleto (fig. 8, 49.187), mientras que sobre tinaja suelen ser
letreros más largos, excepto cinco casos formados por una o dos letras.
Cronológicamente se advierte, en términos generales tanto para ánforas como para tinajas, que
la costumbre de realizar incisiones epigráficas se generaliza a mediados del s. m a.C. (fig. 4, 2).
Antes de abordar el análisis de estas marcas, hemos de señalar que interpretamos el aspa
como la letra ibérica da. o ta. Somos conscientes de que se trata de una hipótesis polémica, pues
estamos ante un signo sumamente sencillo, muy utilizado por todo el Mediterráneo con una
variada cronología (120), al que se le adjudica un significado comercial cuando se trata de marcas
postcocción (121). Panosa en un reciente trabajo elabora un estado de la cuestión sobre la interpretación de este signo, para aceptar fmalmente su significado comercial (122).
Nosotras, con todas las precauciones, lo incluimos como signo epigráfico por su repetida utilización, tanto pre como postcocción, a diferencia de lo que sucede con otras marcas anepigráficas, lo que nos lleva a suponer que su significado era ampliamente conocido. Además, se utiliza en muchos tipos de recipientes y, por supuesto, se puede identificar con una letra ibérica.
-Letras aisladas: En este grupo lo más frecuente es la utilización de una sola letra, pues sólo
conocemos cuatro casos con dos.
La letra más repetida es la da./ta., apareciendo incluso en uno de los epígrafes dobles de
Binisafuller (figs. 6, 01.061, 01.062, 01.071 y 01.074; 7, 04.040; 9, 09.032; 10, 10.049; 12,
16.136; 13, 20.143; 14, 23.069; 16, 30.084, 30.190 y 30.192; 17, 32.165, 32.167 y 33.189; 18,
39.042; láms. 1, 4; V, 2; Vill, 5; IX, 3). El significado de valor o numeral de esta letra no parece
muy probable si tenemos en cuenta los signos identificados como tales en ibérico (123).
Todos los demás ejemplos de letras aisladas no encuentran repetición. Así tenemos recogidas
una posible letra de./te. en Cerro Macareno (fig. 6, 01.067) y cuatro más en Binisafuller, ca. o 1.,
di., du. y u. (fig. 14, 23.077, 23.165, 23.167 y 23.168). Las letras bo. de Binisafuller (fig. 14,
23.053), a. de Camí de Vista Alegre (fig. 16, 30.086) y ko. de Monte de Valderrando (fig. 19,
(120) PAPADOPOULOS, 1994, 439.
(121) JOHNSTON, 1979.
(122) PANOSA, 1992, 58.
(123) Vll.LARONGA, 1979, 75-76; DE HOZ, 1981.
-346-
[page-n-349]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
51
43.041), se interpretan en otro tipo de soporte (monedas, plomos) con significado de capacidad,
valor y numeral (124).
Dos signos asociados aparecen en Binisafuller (da./ta. ba.) y en Cabezo de Alcalá (42.047;
figs. 14, 23.070; 19,42.028 y 42.083). La letra ba. del letrero de Binisafuller se puede interpretar
también como un numeral, mientras que los de Cabezo de Alcalá se consideran abreviaturas de
nombres propios (125).
-Letreros: Excepto el procedente de Arse/Saguntum (fig. 8, 49.187), todos los epígrafes
largos se encuentran en tinajas y la mayor parte se localizan en Cabezo de Alcalá (42.043, 42.045
y 42.048; figs. 16, 31.139; 19, 42.044 y 42.050). Algunos son considerados como antropónimos
(42.045; fig. 19, 42.044) (126).
ll.3.2.
Postcocción
Las marcas realizadas con la técnica del esgrafiado son las menos frecuentes, siendo más
abundantes en ánforas que en tinajas (fig. 3). De todos los signos esgrafiados que tenemos recogidos sólo dos son anepigráficos, siendo las asas el lugar escogido mayoritariamente para situar
estas marcas.
Estos signos se localizan en dieciocho de los cincuenta y cuatro yacimientos catalogados
(figs. 1 y 2, 09, 11, 16, 21, 22, 26, 27, 28, 29, 31, 35, 36, 38, 40, 41, 42, 47 y 51), advirtiéndose
una gran profusión en el área catalana, donde se localizan nueve de los dieciocho asentamientos
mencionados. El resto no muestra una dispersión significativa.
Su interpretación puede. ser similar a la de las marcas precocción, pero con la diferencia de
que el esgrafiado se puede haber hecho en el mismo taller -marcando lotes adquiridos-, en
cualquier punto de su ruta o incluso en su destino definitivo.
Dado que sólo existen dos signos anepigráficos, para su estudio hemos hecho una agrupación similar a las marcas epigráficas precocción.
-Signos anepigráficos: Uno de ellos se encuentra en el galbo de un ánfora (fig. 13, 22.180)
y, por el dibujo publicado, parece que está incompleto. El segundo está sobre el nervio de un asa
de ánfora y muestra una serie de trazos transversales, orientación que dificulta su interpretación
como numerales (fig. 13, 51.195).
-Letras aisladas: Conocemos siete piezas procedentes de cinco yacimientos (31.170; figs. 9,
09.031; 12, 16.092 y 16.093; 17, 35.097; 18, 36.095 y 36.098; láms. V, 3; Vlli, 3 y 4) con una sola
letra y dos en las que aparecen dos letras (27.184; fig. 19, 40.183). De las siete primeras, todas
excepto una presentan el mismo motivo, el aspa, que como ya hemos señalado interpretamos como
la letra ibérica da./ta. Ésta se localiza en cinco ánforas y una tinaja, siendo la ubicación preferente
el asa. La séptima es una tinaja que presenta la letra ibérica ku. en el galbo (31.170).
También sobre las asas de sendas ánforas se encuentran las dos letras leídas como ba. ba. y
ba.r. respectivamente (27.184; fig. 19, 40.183). Sólo en este caso, tenemos un significado
numeral reconocido en el signo ba.
(124)
(125)
(126)
FLETCHER, 1972, 121; DE HOZ, 1981, 476; OROZ, 1985-1986, 359; VILLARONGA, 1979, 76.
VELAZA, 1991, 107-108.
SlLES, 1985, 26; UNTERMANN, 1990, 192.
-347-
[page-n-350]
52
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
La cronología de la primera letra es amplia e imprecisa, datándose la más antigua en el s. V
a.C. y el resto entre los ss. III y 1 a.C. La ku. está fechada en el s. 1 a.C. y las asas con dos letras
son de la segunda mitad del s. 11 a.C.
-Letreros completos o incompletos: En este grupo se incluyen diez piezas, seis sobre ánfora
y cuatro sobre tinaja (figs. 13, 21.080; 15, 26.149, 27.145-27.148 y 28.140; 16, 29.106; 19,
42.082; 20, 47.117).
La interpretación de su significado es difícil dado que cinco de ellos aparecieron incompletos, aunque la mayoría se relacionan con marcas de propiedad y antropónimos. Sólo en un
caso se considera que los signos corresponden a una marca de taller o numeral (fig. 15, 27.146)
(127).
La ubicación de estas marcas no parece significativa, pues cuatro aparecen en el hombro,
cuatro en el galbo y una sobre asa. Mucho más interesante es su concentración en Catalunya así
como su cronología, pues todos los signos con datación precisa se localizan entre los ss. 11-1 a.C.,
excepto el de Ensérune que se fecha en el último cuarto del s. III a.C..
-Letras y numerales: Este conjunto está constituido por tres marcas, dos sobre ánfora y
una sobre tinaja. En Can Vedell hay un ánfora con letrero leído como a.r.ba.n. o ka.r.ba.n. y
debajo serie de un mínimo de ocho trazos verticales que indicarían un número (fig. 18, 38.162).
Aunque Hemández Yllán (128) lo interpreta como una ostraka, debemos señalar el parecido
entre este letrero y el que aparece en el plomo 1 del Pico de los Ajos (Yátova, Valencia), entre
otros (129).
Sobre el borde de un ánfora de Zama se puede leer una palabra de tres letras seguida de tres
trazos verticales. La primera palabra tiene dos signos claros, mientras que el tercero admite varias
posibilidades, así tendríamos I.e.bi., I.e.a. o Le. más un signo semejante a la gamma griega. Todas
las hipótesis de lectura pueden tener un significado de valor o numeral en plomos, monedas y
ánforas romanas (130) (fig. 10, 11.056; lám. VI, 1 y 2).
En el borde de una tinaja de La Caraza aparece el letrero e.ba. seguido de tres signos interpretados como cantidades referidas al peso o capacidad de la vasija (fig. 19, 41.076) (131).
De los tres letreros recogidos sólo hay uno bien datado, el procedente de una escombrera de
Can Vedell, fechada entre los ss. III-11 a.C.
Todas estas marcas en las que aparecen numerales pueden interpretarse como una referencia
al contenido más la indicación de cantidad, peso o precio.
11.3.3.
Otras
Ante la imposibilidad de revisar todos los materiales conocidos, hemos incluido en este
apartado todas aquellas marcas de las que tenemos escasas referencias, así como otras que se
han publicado como tales pero que, una vez revisadas, hemos desestimado. Por otro lado,
(127) VELAZA, 1991 , 69, no 236.
(128) HERNÁNDEZ YLLÁN,I983 b, 17, 111, 112 y 115.
(129) FLETCHER, 1980, 13; SILES, 1985, 154; VELAZA, 1991 , 33 y 88.
(130) FLETCHER, 1972, 121; 1980, 96-97; OROZ, 1985-1986, 362, 364-365.
(131) GASCA y FLETCHER, 1989.
-348-
[page-n-351]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
53
hemos dejado, conscientemente, fuera de este estudio recipientes ibéricos con epígrafes latinos
(132) y ánforas romanas con letreros ibéricos (133).
En este apartado, las marcas más numerosas son las epigráficas, pues es bastante habitual
encontrarse con la publicación de letreros ibéricos en los que tan sólo se indica que su soporte es
la cerámica o, especificando algo más, un ánfora. Es evidente que esta falta de concreción merma
la capacidad informativa de cualquier fuente arqueológica, incluso la del mismo epígrafe.
Probablemente su número sea mayor, pero sirvan las recogidas aquí para llamar la atención sobre
la necesidad de clasificar las piezas con una mayor precisión a la hora de publicar las marcas.
Entre las impresiones anepigráficas, incluímos dos procedentes de El Macalón que consisten
en una impronta digital realizada en el arranque de sendas asas de ánfora (134). Aunque este tipo
de impresión no aparece siempre, sí que es lo suficientemente abundante como para que no lo
consideremos como marca precocción sino como una forma de colocar las asas (figs. 10, 12.186;
18, 30.194, 36.098 y 36.095; láms. VII, 4; XI, 1 y 3). Ello no quiere decir que, con el tiempo,
nuevos hallazgos corroboren o desestimen esta hipótesis, puesto que en otros lugares del
Mediterráneo si que las interpretan como tales (135).
También de El Macalón se cita otra marca, de la que no se reproduce dibujo ni foto, que no
hemos considerado como tal después de examinarla directamente (136).
En La Coroneta (RotgH1-Corbera, Valencia) se cita la presencia de un asa de ánfora con
marca pero, al parecer, se trata de signos fortuitos (137).
En Sant Antoni (Calaceit, Teruel) hay una marca impresa rectangular en negativo en cuyo
interior aparecen unos signos en positivo aparentemente epigráficos, pero de los que sólo se ha
podido identificar una posible r. ibérica (138). A través de la fotografía resulta imposible determinar el origen del ánfora y su orientación, por lo que en este segundo caso hemos optado por
reproducirla según el dibujo de Pallarés. En cuanto al origen no descartamos la posibilidad de que
se trate de un ánfora ibérica, puesto que entre los materiales publicados hasta el momento no se
conocen ánforas romanas (139) (lám. XII, 5).
Ánforas publicadas como indeterminadas aparecen en diversos lugares como en Cabezo
Lucero (Guardamar del Segura, Alacant) con un letrero precocción (140), en Punta de la Sal
(Alacant) (141), en Sagunt (142), en Benicarló (143), en Mas Llivi (Pacs) (144) y en Cabezo de
Alcalá (145).
(132) BERROCAL, 1989, 16, fig . 30.
(133) LEUJEUNE, 1983; VIDAL y MAGNOL, 1983.
(134) GARCÍAGUINEA, 1960, fig . 8, 3 y 4.
(135) PAPADOPOULOS, 1994, 440 y 471.
(136) GARCÍA GUINEA, 1960, 736.
(137) Información oral de A. Velasco, conservador del Museu de L'Almodí de Xiltiva (Valencia) (MATEU, 1990, 187).
(138) Aunque no hemos podido ver la pieza personalmente, el director del Museo Arqueológico de Catalunya tuvo la amabilidad de enviarnos la foto que publicamos y que tuvimos ocasión de mostrar a J. de Hoz. A ambos les agradecemos su colaboración.
(139) PALLAJUÉS, 1965, 101 , fig . 147.
(140) ARANEGUI et alii, 1993, 103, 235, fig . D.
(141) En el Museo Arqueológico Provincial de Alacant no consta ninguna marca procedente de un yacimiento con ese
nombre (UNTERMANN, 1990, 608).
(142) FLETCHER y SILGO, 1987, 51 ; SlLGO, 1989, Sag. XLVill.
(143) SILGO, 1992, 135.
(144) UNTERMANN, 1990, 126.
(145) BELTRÁN LLORIS, 1976, 307, no 215 .
-349-
[page-n-352]
54
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
Finalmente, quisiéramos mencionar la marca epigráfica impresa sobre una tinaja tipo ilduradin de Piquete de la Atalaya (Azuara, Zaragoza) publicada recientemente. La estampilla se
interpreta como celtibérica y en ella se recoge un nombre propio y el origen (146).
m.
CONSIDERACIONES FINALES
Como se puede ver a través del catálogo publicado, no existe una pauta ni cronológica ni
jerárquica o funcional para el hallazgo de contenedores con marca. Sin embargo, existen algunas
constantes que nos parecen especialmente interesantes.
En primer lugar, los conjuntos más numerosos se concentran en alguno de los asentamientos
mayores, tales como Cerro Macareno, Los Villares, Cabezo de Alcalá y Ensérune (figs. 1 y 2, 01,
16,42 y 47), con escasas excepciones. También es significativo el hallazgo de marcas en lugares
donde se señala la existencia de un horno cerámico, en cuyo caso se encuentran los yacimientos
de Cerro Macareno, Casilla del Cura, El Moluengo, Can Fatjó, Can Badell o Vedell, Boades y La
Oruña (figs. 1 y 2, 01, 17, 18, 28, 38,40 y 44), en algunos casos con conjuntos significativos. En
este sentido, hay que tener en cuenta que apenas se conocen centros alfareros donde se marquen
sistemáticamente la totalidad de las producciones, pues en un mismo alfar aparecen recipientes
con marca y sin ella.
A través de los mapas (figs. 1 y 2), se pueden diferenciar tres grandes áreas donde se concentra la mayor parte de los hallazgos: Albacete y el interior de la región murciana; la zona comprendida entre los ríos Magro y Xúquer; y las comarcas catalanas del Maresme y el Valles. A
pesar de esta constatación, no podemos afirmar que estas tres áreas tengan centros productores y
las restantes sean receptoras de sus productos, pues no deja de ser extraño que el importante conjunto de ánforas del Cerro Macareno no haya dejado huellas en su territorio.
La diferencia numérica constatada entre las marcas sobre ánforas y sobre tinajas se debe, casi
con seguridad, al carácter fundamentalmente comercial de las primeras frente a la función
doméstica de las segundas y, por lo tanto, su significado puede ser sensiblemente distinto.
Además, la costumbre de marcar tinajas es más tardía y con una dispersión limitada al cuadrante
NE. de la península (figs. 2 y 4, 2).
En cuanto a la interpretación de las marcas sólo podemos, en el estado actual de la cuestión,
aportar una serie de posibilidades, sin que podamos decantamos por alguna en concreto.
En primer lugar hay que diferenciar claramente entre las marcas pre y postcocción. Entre las
primeras, y como ya hemos señalado en otro lugar, creemos que se trata de marcas hechas por el
alfarero pero que no están relacionadas con el taller. Si se tratara de marcas de taller, habría un
número mayor de repeticiones, sobre todo en los grandes conjuntos como Binisafuller, Cabezo
de Alcalá o Ensérune; además sigue sin parecernos lógico que un taller marque ánforas, tinajas,
fusayolas y pondera y deje sin identificar otros recipientes. Por lo tanto, vemos en estas marcas
un deseo de individualizar determinadas piezas aunque su verdadero significado se nos escape.
Las marcas anepigráficas pueden señalar simbólicamente el origen del contenido (ciudad,
región) o su propietario (individuo, familia), más que el producto o la cantidad, pues la escasez
de repeticiones así parece indicarlo. Los productos que puede contener un recipiente son limi(146)
BURJLLO, 1993-1995.
-350-
[page-n-353]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
55
tados (cereal, vino, aceite, miel, sal, salsas, frutos secos) y lo mismo sucede en el caso de las cantidades; además, hoy por hoy, sólo determinados signos epigráficos se identifican con numerales
y muy pocos de ellos aparecen en las marcas precocción (figs. 7, 05.039; 10, 12.014; 14, 23.070
y 23.053; 16, 30.086; 19, 43.041; láms. 1, 1; VII, 1).
Las repeticiones más significativas o bien proceden del mismo yacimiento (figs. 10, 12.109
y 12.186; 12, 16.181 y 16.182; 20, 47.118 y 47.119, 47.133 y 47.132, 47.125 y 47.127, 47.115,
47.121 y 47.123, entre otras) o bien de la misma área (figs. 11, 16.003, 16.006 y 16.091; 13,
18.011), aunque se hayan encontrado en puntos distantes como sucede con las ánforas de
Binisafuller (figs. 14, 23.159; 17, 32.166).
Dentro del conjunto estudiado existen dos marcas claramente personalizadas, una de El
Macalón y otra de La Serreta, puesto que sus diseños son excepcionales. En el primer caso
podemos suponer que el objeto utilizado sería algo semejante a la plaquita de bronce encontrada
en L' Alberri (147) que, de forma totalmente esporádica, se utilizó para individualizar el ánfora
(fig. 8, 07.021; lám. 11, 1 y 2). En La Serreta se trata casi con seguridad de un anillo-sello, joya
que también ha servido para marcar ánforas en otros lugares (fig. 10, 12.110; lárn. VII, 3) (148).
Los epígrafes son siempre más clarificadores puesto que los paralelos procedentes de otras
regiones y cronologías ayudan a su interpretación. En la mayor parte de los casos nos encontramos ante antropónimos o sus abreviaturas que hay que relacionar con los propietarios de las
piezas, y por lo tanto de su contenido, y no con los alfareros (149). Otra posibilidad es que se
trate de nombres de lugar, contenidos o cantidades. En este último caso recordar, una vez más,
que muy pocos de los letreros recogidos se pueden relacionar con numerales (figs. 7, 05.039; 10,
12.014; 14, 23.070 y 23.053; 16, 30.086; 19, 43 .041; láms. I, 1; VII, 1).
Los posibles significados se amplían cuando se trata de los signos postcocción, pues además
de los ya citados podemos añadir todo tipo de marca comercial como señal de comprador o vendedor, precio, recalificación del contenido y del origen, etc. De hecho, los únicos epígrafes claramente numerales se han hecho mediante el esgrafiado (figs. 10, 11.056; 18, 38.162; 19, 41.076;
lám. VI, 1 y 2).
Las ánforas ofrecen una cronología inicial del s. VI a.C. aunque el grueso de las mismas se
centra entre entre la segunda mitad del s. V y el s. 111 a.C., vinculándolas con la tradición fenicia
primero y púnica después. Entre las tinajas, aunque existen ejemplares puntuales anteriores, la
mayoría se localiza entre finales del s. 111 y el s. I a.C., lo que parece relacionarlas más con el
mundo romano (fig. 4, 2).
En definitiva, esta recopilación de marcas sobre ánforas y tinajas ibéricas nos ha mostrado
la existencia de un fenómeno bastante arraigado en determinadas regiones ibéricas que, hasta
ahora, había pasado desapercibido y, lo que es más importante, anterior a la conquista romana
(fig. 4, 2).
(147)
(148)
(149)
ABAD et alii, 1993, fig. 003, 3.
GARLAN, 1986, 248.
ARANEGUI, 1995, 247 y 248.
-351-
[page-n-354]
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADlERA
56
IV.
CATÁLOGO INVENTARIO (150)
Número
Yacimiento
01.059
01.()60
01.061
01.062
01.063
01.064
01.067
01.068
01.071
01.073
01.074
02.175
02.!76
03.012
04.040
05.039
06.020
07.021
07.022
07.029
07.030
08.015
08.016
08.017
08.018
08.177
08.178
08.179
09.031
09.032
09.033
09.034
09.035
09.036
09.057
09.058
Cerro Macareno
Cerro Macareno
Cerro Macareno
Cerro Macareno
Cerro Macareno
Cerro Macareno
Cerro Macareno
Cerro Macareno
Cerro Macareno
Cerro Macareno
Cerro Macareno
Villasviejas del Tamuja
Villasviejas del Tamuja
Los Nietos
El Oral
El Molar
L'Alcúdia
El Macalón
El Macalón
El Macalón
El Macalón
Los Molinicos
Los Molinicos
Los Molinicos
Los Molinicos
LosMolinicos
LosMolinicos
LosMolinicos
El Castellón
El Castellón
El Castellón
El Castellón
El Castellón
El Castellón
El Castellón
El Castellón
Los Almadenes
Zama
lama
La Serreta
La Serreta
La Serreta
La Serreta
Heretal de Valiente
Castellar de Meca
Castellar de Meca
Umbría de la Esterilla
Los Villares
Los Villares
Los Villares
Los Villares
Los Villares
Los Villares
Los Villares
Los Villares
10.049
11.056
11.072
12.014
12.109
12.1!0
12.186
13.037
14.038
14.138
!5.027
16.002
16.003
16.004
16.005
16.006
16.007
16.008
16.009
Municipio
La Rinconada (Sevilla)
La Rinconada (Sevilla)
La Rinconada (Sevilla)
La Rinconada (Sevilla)
La Rinconada (Sevilla)
La Rinconada (Sevilla)
La Rinconada (Sevilla)
La Rinconada (Sevilla)
La Rinconada (Sevilla)
La Rinconada (Sevilla)
La Rinconada (Sevilla)
Botija (Cáceres)
Botija (Cáceres)
Cartagena (Murcia)
San Fulgencio (Alacant)
San Fulgencio (Aiacant)
Elx (Alacant)
Nerpio (Aibacete)
Nerpio (Aibacete)
Nerpio (Albacete)
Nel]lio (Aibacete)
Moratalla (Murcia)
Moratalla (Murcia)
Moralalla (Murcia)
Moratalla (Murcia)
Moralalla (Murcia)
Moratalla (Murcia)
Moratalla (Murcia)
Hellín- Albatana (Albacete)
He!Un- Albatana (Aibacete)
Hellln- Albatana (Aibacete)
Hellín- Albatana (Albacete)
Hellín- Al batana (Aibacete)
Hellín- Albatana (Albacete)
He!Un- Albatana (Albacete)
Hellín- Albatana (Aibacete)
Hellín (Albacete)
Hellín (Aibacete)
Hellín (Albacete)
Alcoi-Cocentaina-Penaguila (Alacant)
Alcoi-Cocentaina-Penaguila (Alacant)
Alcoi-Cocentaina-Penaguila (Aiacant)
Alcoi-Cocentaina-Penaguila (Alacant)
Manuel (Valencia)
Ayora (Valencia)
Ayora (Valencia)
Requena (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Forma
Técnica
1.1.2.
1
.1.
1.1.
1 1.
.2.
1.1.
1.1.
1.1.
1.1.
1.1.2.
1.1.
1.1.
1.1.
1.1.
1.1.
1.1.2.4.
1.1.
1.1.
1.1.
1.1.
1.1.
1.1.
1.1.
1.1.2.
1.1.
!.l.
1.1.2.
1.1.2.
1.1.2.
1
.1.
1.1.
1
.1.
1.1.1.
1.1.
1.1.1.
1.1.1.
1.1.
1.1.
1.1.2.
1.1.2.
1.1.
T.!.
1.1.
1.1.
1.1.
1.1.
l.1.2.4.
!.l .
1.1.2.
1.1.2.4.
1.1.
1.1.
1.1.2.
1.1.2.
1.2.1.
1.1.2.
Impresa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Impresa
Incisa
Incisa
Impresa
Impresa
Impresa
Incisa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Esgrafiada
Incisa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Incisa
Esgrafiada
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Incisa
Incisa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Clase
Tipo
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
B
B-Il
B
A
A-VID
D-11
B-11
Cant. Ubicación
Borde
Borde-Homb.
Tercioinf.
Hombro
Galbo
Galbo
Ten:io inf.
Ten:ioinf.
Hombro
Hombro
Ga!bo
Hombro
Hombro
Galbo
Borde
Asa
Asa
Tercio sup.
Tercio sup.
Asa
Tercio sup.
D
B-1
B-11
D-11
B-11
B-1
A-VII
A-Il
D
B
A
B
A
B-Vll
D
D-Vll
B-VIII
O-VII
B-ll.A-1
B-m
D-ll
B-Vl
B-ll
B-1
B-I
A-l!
B
B
Asa
Hombro
Asa
Hombro
Tercio sup.
Hombro
Tercio sup.
Tercio sup.
Hombro
Tercio sup.
Tercio sup.
Ten:io sup.
Borde
Borde
Hombro
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Hombro
Asa
Cronología
s. V- principios Ili a. C.
S. y. principiOS Ili a. C.
S. V- principios Ili a. C.
S. V- principios Ili a. C.
S. V principios Ili a. C.
s. y. principios ma. c.
s. V- principios Ili a. C.
s. V principios Ili a. C.
S. y. principios Ili a. C.
s. V- principios Ili a. C.
S. y. principios Ili a. C.
ss. IV- Il a. C.
ss. IV- ll a. C.
ss. V-IVa. C.
212 s. VI- 1/2 s. Va. C.
s. Va. C.
ss. Ili-Ia. C.
s. V! a.C.
s. VI a. C.
s. VI a. C.
fin s. V- 113 s. IV a. C.
fin s. V- 1/3 s. IV a. C.
fin s. V- 1/3 s. IV a. C.
fin s. V- 1/3 s. IV a. C.
fin s. V- 1/3 s. IV a. C.
fin S. V- l/3 S. IV a. C.
fin s. V- 113 s. IV a. C.
s. Va. C.
s. Va. C.
s. Va. C.
s. Va. C.
s. Va. C.
s. Va. C.
s. V a. C.
s. Va. C.
s. VI a.C.
212 s. Ill- 1/4 s. na. c.
212 s. Jll. 1/4 s. li a. C.
212 S. Ili· 1/4 S li a. C.
.
V2s.lll-l/4s.lla.C.
SS. IV- 1/4 s. 11 a. C.
s. ma. C.- 1/4 s. Il a. C.
SS.
IV- ma. c.
212 S. lll· 1/4 S, 11 a. C.
212 S. Ill- 1/4 S, 11 a. C.
1J2 S. lll- 1/4 S. 11 a. C.
(ISO) Los interrogantes que aparecen en el inventario indican que los datos no están confirmados, pero que los aceptamos
manteniendo nuestras dudas al respecto.
-352-
[page-n-355]
57
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA illÉRICA
Número
Yacimiento
16.091
16.092
16.093
16.1 36
16.137
16.181
16.182
16.183
16.184
17.023
17.024
17.025
17.026
18.010
18.0ll
19.001
20.013
20.143
21.080
22.180
23.019
23.053
23.054
23.065
23.066
23.069
23.070
23.077
23.107
23.108
23.158
23.159
23.160
23.161
23.162
23.163
23.164
23.165
23.166
23.167
23.168
24.055
25.142
26.149
27.145
27.146
27.147
27.148
27.184
28.140
29.106
30.084
30.085
30.086
30.087
30.088
30.171
30.172
30.173
30.174
30.190
30.191
Los Villares
Los Villares
Los ViUares
Los ViUares
Los Villares
Los Villares
Los Villares
Los Villares
Los Villares
Casilla del Cura
Casilla del Cura
Casilla del Cura
Casilla del Cura
E!Moluengo
El Moluengo
Tossal de Sant Miquel
Tossal de Sant Miquel
Les Forques
Corrnulló deis Moros
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Binisafuller
Les Toixoneres
La Bassa
L'Aubreda
Camí Vell del Llor
Camí Vell del Llor
Cami Vell del Llor
Camí Ve!! del Llor
Camí Vell del Llor
Can Fatjó
Turó de Ca n'Olivé
Camí de Vista Alegre
Camí de Vista Alegre
Camí de Vista Alegre
Camí de Vista Alegre
Camí de Vista Alegre
Camí de Vista Alegre
Camí de Vista Alegre
Camí de Vista Alegre
Camí de Vista Alegre
Camí de Vista Alegre
Camí de Vista Alegre
Municipio
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Caudete de las Fuentes (Valencia)
Venta del Moro (Valencia)
Venta del Moro (Valencia)
Venta del Moro (Valencia)
Venta del Mora (Valencia)
Villargordo del Cabriel (Valencia)
Villargordo del Cabriel (Valencia)
Alarcón (Cuenca)
Llíria (Valencia)
Llíria (Valencia)
Albocasser (Castelló)
Albocasser (Castelló)
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Menorca
Calafell (Tarragona)
Els Monjos (Barcelona)
Sant Martí de Tous (Barcelona)
Sant Boí de Llobregat (Barcelona)
Sant Boí de Llobregat (Barcelona)
Sant Boí de Llobregat (Barcelona)
Sant Boí de Llobregat (Barcelona)
Sant Boí de Llobregat (Barcelona)
Rubí (Barcelona)
Cerdanyola del Valles (Barcelona)
Mataró (Barcelona)
Mataró (Barcelona)
Mataró (Barcelona)
Mataró (Barcelona)
Mataró (Barcelona)
Mataró (Barcelona)
Mataró (Barcelona)
Mataró (Barcelona)
Mataró (Barcelona)
Mataró (Barcelona)
Mataró (Barcelona)
Forma
Técnica
1.1.2.
1.1.2.
!.2.
1.1.
1.1.
1.1.2.
1.1.2.
1.1.
1.1.
1.1 .
1.1.2.
Ll.2.
Impresa
Esgrafiada
Esgrafiada
Incisa
Impresa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Incisa
Incisa
Esgrafiada
Esgrafiada
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Incisa
Impresa
Impresa
Esgrafiada?
Esgrafiada
Esgrafiada?
Esgrafiada
Esgrafiada?
Esgrafiada
Esgrafiada
Esgrafiada
Incisa
Incisa
Incisa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Incisa
Incisa
Ll.
1
.1.
1.1.
U.
II.I.2.
1.1.
1.1.2.
1.1.
1.1.2.3.
1.1.2.3.
1.1.2.3.
1.1.2.3.
1.1.2.3.
U.2.3.
Ll.2.3.
1.1.2.3.
l. 1.2.3.
1.1.2.3.
Ll.2.3.
1.1.2.3.
Ll.2.3.
1.1.2.3.
1.1.2.3.
1.1.2.3.
1.1.2.3.
1.1.2.3.
1.1.2.3.
1.1.2.3.
1.1.2.3.
1.1.2.
1.1 .
1.1.
Ll.2.3.
1.1.2.3.
1.1.2.
l.l .2.
1.1.
1.2.
1.2.
1.1.2.
1.1.2.
1.1.
1.1.2.
Ll .
!.1.2.
1.1.2.
1.1.2.
1.1.2.
1.1.
1.1.
-353-
Clase
Tipo
Cant Ubicación
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
B-1
Asa
Asa
Cronología
Asa
A
B-VII
A-II
C-II
e
D-Vm
B-1
B-1
Asa
Asa
Tercio sup.
Tercio sup.
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Galbo
Galbo
Tercio inf.
Hombro
Tercio sup.
Tercio inf.
Tercio sup.
Galbo
Tercio sup.
Tercio inf.
Galbo
Tercio inf.
Tercio inf.
Tercio inf.
Tercio inf.
Tercioinf.
B-U
A
e
B-1
e
e
e
e
Tercio sup.
Galbo
Tercio sup.
Hombro
Asa
Galbo
Hombro
Hombro
Hombro
Hombro
Asa
Galbo
Hombro
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Galbo
'112s. m-1/4 S. na. C.
212 s. m- 1/4 s. ll a. c.
212 s. m-114s. TI a. C.
s. V-IVa. C.
s. V- IV a. C.
s. V- !Va. C.
s. V-IV a. C.
212 S. m- 1/4 S. IJ a. C.
2/2 s. m- 1/4 s. TI a. C.
ss. TI-la. C.
212 s. U-inicios s. 1 a. C.
112 s. ma. c.
112 s. m a. C.
l/2s. m a. C.
112s.ma.C.
112 s. m a. c.
112 s. Ill a. C.
l/2s.ma.C.
l/2 s. Ill a. C.
l/2s.ma.C.
1/2 s.IIl a. C.
l/2s.ma.C.
112 s. Ill a. C.
l/2 s. m a. é.
l/2s.IIla.C.
l/2 s. Ill a. C.
l/2s.ma.C.
1/2 s. Illa. C.
l/2s. m a.C.
l/2s.ma. C.
l/2 S. ma. C.
l/2s.ma.C.
SS. m- 1/4 S. II a. C.
ss. ll- 1a. C.
ss. TI-1 a. C.
!50- 125 a. C.
!50- 125 a. C.
100-75 a. C.
100- 75 a. C.
!50- 125 a. C.
ss. TI- la. C.?
ss. ll- 1a. C. ?
1/2 s. Ill a. C.
l/2s. ma. c.
1/2s.ma.C.
1/2 s. m a. c.
1/2 s. Ill a. C.
1/2 s. Ill a. C.
U2 s. ma. c.
1/2 s. ma. c.
1/2 s. Ill a. C.
!/2s.ma.C.
112 s. ma. c.
[page-n-356]
58
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBAD lERA
Número
Yacimiento
30.192
30.193
30.194
31.078
31.079
31.139
31.170
32.165
32.166
32.167
32.!68
32.169
33.089
33.090
33.189
34.096
35.097
36.095
36.098
37.150
38.051
38.052
38.161
38.162
39.042
40.183
41.076
42.028
42.043
42.044
42.045
42.046
42.047
42.048
42.050
42.081
42.082
42.083
43.041
44.094
45.lll
45.ll2
45.144
45.163
46.164
47.100
47.101
47.102
47.103
47.104
47.105
47.113
47.!14
47.11S
47.116
47.117
47.118
47.119
47.120
47.121
41.122
47.123
Camí de Vista Alegre
Camí de Vista Alegre
Camí de Vista Alegre
Burriac
Burriac
Burriac
Burriac
Can Mira11es/ Can Modolell
Can Miralles/ Can Modolell
Can Miralles/ Can Modolell
Can Miralles/ Can Modolell
Can Miralles/ Can Modolell
CanBalen~ó
Can Balen~ó
Can Balen~ó
Can Bordoi
Pont de Rialbs
Turó del Vent
Turó del Vent
Pnig Alt de Can Vi ver
Can BadeU o Vedell
Can Badell o VedeU
Can BadeU o Vedell
Can BadeU o Vedell
Pnig del Castell
Boades
LaCaraza
Cabezo de Alcalá
Cabezo de Alcalá
Cabezo de Alcalá
Cabezo de Alcalá
Cabezo de Alcalá
Cabezo de Alcalá
Cabezo de Alcalá
Cabezo de Alcalá
Cabezo de Alcalá
Cabezo de Alcalá
Cabezo de Alcalá
Monte de Valderrando
La bruña
Puig de Sant Andreu
Puig de Sant Andreu
Pnig de Sant Andreu
Puig de Sant Andreu
IUa d'En Reixac
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Munlcipio
Matará (Barcelona)
Mataró (Barcelona)
Mataró (Barcelona)
Cabrera de Mar (Barcelona)
Cabrera de Mar (Barcelona)
Cabrera de Mar (Barcelona)
Cabrera de Mar (Barcelona)
Cabrera de Mar (Barcelona)
Cabrera de Mar (Barcelona)
Cabrera de Mar (Barcelona)
Cabrera de Mar (Barcelona)
Cabrera de Mar (Barcelona)
Argentona (Barcelona)
Argentona (Barcelona)
Argentona (Barcelona)
Llinars del Valles (Barcelona)
Llinars del Valles (Barcelona)
Llinars del Valles (Barcelona)
Llinars del Valles (Barcelona)
Caldes deMontbuf (Barcelona)
Bigues- Riells del Fay (Barcelona)
Bigues- Riells del Fay (Barcelona)
Bigues- Riells del Fay (Barcelona)
Bigues- Riells del Fay (Barcelona)
Castellgalí (Barcelona)
Castellgalí (Barcelona)
Alcañiz (Teruel)
Azaila (Teruel)
Azaila (Teruel)
Azaila (Teruel)
Azaila (Teruel)
Azaila (Teruel)
Azaila (Teruel)
Azaila (Teruel)
Azaila (Teruel)
Azaila (Teruel)
Azaila (Teruel)
Azaila (Teruel)
Burbáguena (Teruel)
Vera (Zaragoza)
Ullastret (Girona)
Ullastret (Girona)
UUastret (Girona)
Ullastret (Girona)
Ullastret (Girona)
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-1ez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Forma
Técnica
1.1.
1.1.2.
1.1.2.
1.2.
1
.2.
1.2.
1.2.
l. l.
1.1.2.3.
1.1.2.3.
l. l.
1.1.
1.1.2.
1.1.
1
.1.
Incisa
Incisa
Incisa
Impresa
Impresa
Incisa?
Esgrafiada
Incisa
Incisa
Incisa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Incisa?
Incisa
Esgrafiada
Esgrafiada?
Esgrafiada?
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Esgrafiada
Incisa?
Esgrafiada
Esgrafiada
Incisa?
Incisa?
Incisa?
Incisa ?
Impresa
Incisa
Incisa ?
Incisa?
Impresa
Esgrafiada?
Incisa ?
Incisa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Esgrafiada
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
1.1.
ll.2.
1.1.2.
1.1.2.
1.2.
1
.2.
1.2.
1.2.
l. l.
1.1 .
1.1.2.
1.2.1.
1.2.
1.2.1.
1.2.1.
1.2.
1.2.1.
1.2.
1.2.
1.2.1.
1.2.1.
!.2.
1.2.
!.2.
1.2.
1.2.
1.1.
1.1.
1.1 .
1.1.
1.2.
1.2.
1.2.
1.2.
!.2.
1.2.
1.2.1.
1.2.1.
1.2.1.
!.2.2.
!.2.1.
1.2.
1.2.
1.2.
1.2.
1
.2.
1.2.
-354-
Clase
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Tipo
Cant. Ubicación
Galbo
Asa
Galbo
B-ll
B-ll
B-ll
B-ll
B-II
B-ll
B-ll
B-ll
8-IV
A
Borde
Galbo
Galbo
Tercio inf.
Tercio inf.
Asa
Asa
Asa
Asa
Galbo
Asa
Asa
Asa
Asa
Asa
Hombro
Borde
Galbo
Borde
Borde
Borde
Borde
Borde
A
Borde
A
Borde
Borde
B-ll
A
A
A-Vll
B-ll
B-ll
A-l
A-VI
A-1
A-1
B-ll
A-1
A-Vlll
A-l
A
B-Vll
A
A
A
A
A
Borde
Hombro
Borde
Galbo
Asa
Asa
Asa
Asa
Galbo
Galbo
Hombro
Hombro
Hombro
Tercio sup.
Hombro
Galbo
Galbo
Galbo
Galbo
Galbo
Galbo
Cronología
1/2s. ma. c.
1/2 S. ffi a. C.
1/2 S. ffia. C.
ss.ll-la.C.
ss.ll- 1a.C.
s.l a.C.
l/2s. m a. C.
1/2 S. ffi a. C:
s.lla.C.
225- 175 a. C.
112 s. ma. c.
2/4 s. 1a. C.
2/2 s. ll- 1a. C.
2/2 S. ll- 1/4 S. l a. C.
ss. fi-la. C.
ss.ffi-Ia.C.
ss. m-la. c.
ss. m- la. c.
ss. V- ffia.C.
ss.ffi-lla.C.
ss.m-na.C.
ss. m-na. c.
ss. ffi-ll a. C.
s.lla. C.
fmales s. ll a. C.
ss.ll- 1 a. C.?
ss. ll-1 a. C.
ss.ll-1 a. C.
ss.ll-1 a. C.
ss.ll-1 a. C.
ss.ll- 1a. C.
ss. ll-1 a. C.
ss.ll-1 a. C.
ss.ll-1 a. C.
ss.ll-Ia. C.
ss.II- 1a. C.
ss.ll-1 a. C.
fin s. ll a.C.- 1/2 s. 1 a.C.
ss.IV-Ia.C.
s.IV a. C.
230- 1/3 s. 1a. C.
230- 1/3 s. 1a. C.
230- 1/3 S. la. C.
230- 1/3 S. Ja. C.
230- 1/3 s. 1a. C.
230- 1/3 s. 1a. C.
414 s. ma. c.
230- 1/3 s. l a. C.
230- 113 s. 1 a. C.
230- 1/3 S. 1a. C.
230- 113 s. 1 a. C.
230- 1/3 s. 1a. C.
23(}. 1/3 s. 1 a. C.
230- 1/3 S. Ja. C.
230- 1/3 S. 1a. C.
230- 1/3 s. 1 a. C.
230- 1/3 s. 1 a. C.
[page-n-357]
59
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
Número
YacimJento
47. 124
47. 125
47. 126
47.127
47.128
47.129
47.130
47.131
47.132
47.1 33
47.134
47.135
48.185
49. 187
50.194
51.195
52.I96
53.197
54.198
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
Ensérune
L' Alberri o Pie Negre
Arsel Saguntum
El Patojo
La Escuera
El Puntal
Morra de los Castillejos
Canto Tortoso
Municipio
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-lez-Ensérune
Nissan-J
ez-Ensérune
Cocentaina (Aiacant)
Sagunt (Valencia)
La Recueja (Aibacete)
San Fulgencio (Alacant)
Salinas (Aiacant)
Nerpio (Aibacete)
Gorafe (Granada)
Forma
Técnica
1.2.
1.2.
1.2.
1.2.
I.2.
I.2.
I.2.
1.2.
1.2.
1.2.
1.2.1.
1.2.2.
1.1.
I.l.
1.1.
1.1.
!.1 .
1.1.
l. l.
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Impresa
Incisa
lncisa
Incisa
Incisa
Esgrafiada
Impresa
Incisa
Incisa
Clase
Tipo
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Epigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
Anepigráfica
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
A
B
Cant. Ubicación
Galbo
Galbo
Galbo
Galbo
Galbo
Galbo
Galbo
Galbo
Galbo
Hombro
Tercio sup.
Galbo
Galbo
Tercio inf.
Asa
Asa
Borde
Galbo
Cronología
230- 1/3 s. l a. C.
230- 113 s. l a. C.
23(). 1 s. I a. C.
/3
230- 1/3 s. I a. C.
230- 1/3 s. I a. C.
230- 1/3 s. l a. C.
230- 113 s. 1 a. C.
230- 1/3 s. I a. C.
230- 1 s. 1a. C.
/3
230- 1/3 s. 1 a. C.
230- 1/3 s. I a. C.
230- 1/3 s. 1a. C.
s. IV a. C.
1/3 s. na. c.
212 s. VI a. C.
212 s. ill-1/4 s. ll a. C.
1/2 s. IV a. C.
ss.JV-Jd. C.
212 s. VI a. C.
V. BffiLIOGRAFÍA
AA.VV. (1985): Jl commercio etrusco arcaico. Incontro di Studio (Roma, 1983), Quaderni del Centro di
Stu dio per 1' Archeologia Etrusco-Italica, Roma.
AA.VV. (1995): Autopistas i arqueología. Memoria de les excavacions en la prolongació de !'autopista A-
19. Barcelona.
Alcoy». Lucentum, II, Alacant, 173-197.
de Levante». Congreso de Arqueología
Ibérica. Las necrópolis (Madrid, 1991), Serie Varia I, Madrid,l45-167.
ABAD, L.; SALA, F. (1993): El poblado ibérico de El Oral (San Fulgencio, Alicante). Trabajos Varios del
Servicio de Investigación Prehistórica, 90, Valencia.
ABAD, L. ; SALA, F.; SÁNCHEZ DE PRADO, M.D. (1993): «Materiales ibéricos y romanos del poblado de El
Alberri (Cocentaina) conservados en la colección del Centre d'Estudis Contestans». Alberri, 6,
Cocentaina, 45-73.
AGUAROD, M.C. (1992): «Un ánfora Tarraconense 1/Layetana 1 con sello ibérico procedente de Salduie».
Museo de Zaragoza. Boletín, 11 , Zaragoza, 109-116.
AGUILAR, A.; PONS, E. (1988): «Epigrafia iberica». Laietania, 4, Mataró, 146-148.
ALBORE LIVADIE, C. (1978): «Les amphores étrusques des nécropoles de Nuceria». Rivista di Studi Liguri,
anuo XLIV, num. 1-4, Gennaio-Dicembre, Bordighera, 71-135.
ALMAGRO GORBEA, M. (1976-1978): «La iberización en las zonas orientales de la Meseta». Ampurias, 3840, Barcelona, 93-156.
ÁLVAREZ GARCÍA, N. (1997): «El almacén del templo A: aproximación a espacios constructivos especializados y su significación socio-económica». En La Illeta deis Banyets (El campello, Alicante).
Estudios de la Edad del Bronce y época Ibérica, Alacant, 133-174.
ARANEGUI, C. ( 1995): «Un ánfora de TR. LOISÍO en Sagunto (Valencia)». Extremadura Arqueológica, V,
Cáceres-Mérida, 247-263.
ARANEGUI, C.; JODIN, A.; LLOBREGAT, E.A.; ROUILLARD, P.; UROZ, J. (1993): La nécropole ibérique de
Cabezo Lucero. Guardamar del Segura, Alicante. Madrid-Alacant.
ARRIBAS, A.; TRÍAS, G.; CERDÁ, D.; HOZ, J. DE (1987): El barco de El Sec (Calvia, Mallorca). Estudio de
los materiales. Mallorca.
ABAD, L. (1983): <
-355-
[page-n-358]
60
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBAD lERA
BALLESTER, 1.; FLETCHER, D.; PLA, E.; JORDÁ, F.; ALCÁCER, J. (1954): Cerámica del Cerro de San Miguel
de Liria. Corpus Vasorum Hispanorum, Madrid.
BARBERÁ, J.; SANMARTÍ, J. (1986): Can Fatjó (Rubí), 1918: les ceramiques fines d'importació d'epoca
pre-imperial. Buttletí, Grup de col.laboradors Museu de Rubí, 23, Desembre, Rubí.
BARRIAL, O.; FRANCÉS, J. (1991): «Noves excavacions al poblat iberic del Turó de Ca N'Olivé (Cerdanyola
del Valles, Valles Occidental)». Arraona, 9, Tardor, Sabadell, 9-33.
BATS, M. (dir.) (1990): Les amphores de Marseille grecque. Chronologie et diffusion. Mesa Redonda
(Lattes, 1989), Travaux du Centre Camille Jullien, 7, col. Études Massalietes, 2, Lattes.
BELÉN, M.; ESCACENA, J.L.; ANGLADA, R.; JIMÉNEZ, A.; PARDO, M.R.; PASCUAL DEL POBIL, A. (1993):
«Arquitectura de tradición fenicia en Carmona (Sevilla)». SPAL. Revista de Prehistoria y
Arqueología, 2, Sevilla, 219-242.
BELTRÁN LLORIS, M. (1976): Arqueología e historia de las ciudades antiguas del Cabezo de Alcalá de
Azaila (Teruel). Monografías Arqueológicas, XIX, Zaragoza.
BELTRÁN LLORIS, M. (1984): «Nuevas aportaciones a la cronología de Azaila». Museo de Zaragoza.
Boletín, 3, Zaragoza,l25-152.
BELTRÁN MARTÍNEZ, A. (1964): «Sobre el rótulo ilduradin en una estampilla de Azaila (Teruel)».
Caesaraugusta, 21-22, Zaragoza, 19-45.
BENAVENTE, J.A. (coord.) (1989): Catálogo de la colección arqueológica de los padres escolapios de
Alcañiz (Teruel). Zaragoza.
BERROCAL, L. (1989): «El asentamiento céltico del Castrejón de Capote (Higuera la Real, Badajoz)».
Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, 16, Madrid, 245-295.
BLÁNQUEZ, J.; SANZ GAMO, R.; MUSAT, M.T. (dirs.) (1995): El Mundo Ibérico: una nueva imagen en los
albores del año 2000. Colección Imágenes y Palabras, 18, Toledo.
BLÁZQUEZ, J.M.; REMESAL, J.; RODRÍGUEZ ALMEIDA, E. (1994): Excavaciones arqueológicas en el Monte
Testaccio (Roma). Memoria campaña 1989. Informes Arqueológicos, Madrid.
BONA, J.F. (1983): «Catálogo de la colección arqueológica del Monasterio de Veruela». Turiaso, IV,
Tarazana, 9-92.
BONET, H. (1995): El Tossal de Sant Miquel de LUria. La antigua Edeta y su territorio . Valencia.
BORDREUIL, P. (1982): «Deux épigraphes phéniciennes provenant des fouilles de Rachidieh». Annales
d'Histoire et d'Archéologie, vol. 1, Beyrouth,137-140.
BRONCANO, S. (1986): El Castellar de Meca. Ayora (Valencia). Excavaciones Arqueológicas en España,
147, Madrid.
BRONCANO, S.; ALFARO ARREGUI, M.M. (1990): Los caminos de ruedas de la ciudad ibérica de El
Castellar de Meca (Ayora, Valencia). Excavaciones Arqueológicas en España, 162, Madrid.
BURILLO, F. (1980): El valle medio del Ebro en época ibérica. Contribución a su estudio en los ríos Huerva
y Jiloca medio. Zaragoza.
BURILLO, F. (1993-1995): «memo: be!. Una estampilla celtibérica aparecida en Azuara». Kalathos, 13-14,
Teruel, 339-346.
CABRÉ, J. (1944): Cerámica de Azaila. Corpus Vasorum Hispanorum, Madrid.
CALVET, Y. (1982): Kition-Bamboula. l. Les timbres amphoriques. Maison de l'Orient Méditerranéen,
mém. 13, Paris.
CALLENDER, M.H. (1970): Roman Amphorae with index of Stamps. Oxford.
CARRE, M.B.; GAGGADIS-ROLIN, V.; HESNARD, A.; TCHERNIA, A. (1995): Recueil de timbres sur amphores
romaines (1987-1988). Travaux du Centre Camille Jullien, 16, Aix-en-Provence.
-356-
[page-n-359]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
61
(1985): Epigrafía anfórica de la Bética. /. Sevilla.
CODEX SCCL. (1992): «Excavacions a !'autopista A-19, variant de Matará. Tres exemples del poblament
del Maresme: de l'Iberic Ple a la Romanització». Laietimia, 7, Mataró,l57-189.
CORTELL, E. ; JUAN MOLTÓ, J.; LLOBREGAT, E.A.; REIG SEGUÍ, C.; SALA, F.; SEGURAMARTÍ, J.M. (1992): «La
necrópolis ibérica de La Serreta: resumen de la campaña de 1987». Trabajos Varios del Servicio de
Investigación Prehistórica, 89, Homenaje a E. Pla, Valencia, 83-116.
CRUZ, M.L. (1990): Necrópolis ibérica de Los Nietos (Cartagena, Murcia). Excavaciones Arqueológicas en
España, 158, Madrid.
CUNCHILLOS, J.L. (1994): <
DAURA, A.; SÁNCHEZ I CAMPOY, E.; PARDO, D.; GALOBART, J. (1987): El jaciment ibero-roma de Boades.
Castellgalí, Bagés. Associació Cultural Dovella, Monografíes, 1, Manresa.
DESY, P. (1989): Les timbres amphoriques de l'Apulie républicaine. Documents pour une histoire économique et socia/e. British Archaeological Reports, International Series, 554, Oxford.
DÍAZ ESTEBAN, F.; FERNÁNDEZ-MIRANDA, M. (1977): «Nuevas estampillas e incisiones púnicas halladas
en Menorca». Anuario de Filología, 3, Barcelona,195-2ll.
ENGUIX, R.; ARANEGUI, C.; ALONSO PASCUAL, J. (1977): Taller de ánforas romanas de Oliva (Valencia).
Trabajos Varios del Servicio de Investigación Prehistórica, 54, Valencia.
FERNÁNDEZ GÓMEZ, F.; CHASCO, R.; OLIVA ALONSO, D. (1979): «Excavaciones en el Cerro Macareno. La
Rinconada. Sevilla (Cortes E-F-G). Campaña de 1974». Noticiario Arqueológico Hispánico, 7,
Madrid, 7-93.
FERNÁNDEZ IZQUIERDO, A. (1980): «Estudio de los restos arqueológicos submarinos en las costas de
Castellón». Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonenses, 7, Castelló,l35-195.
FERNÁNDEZ JURADO, J.; CORREA, J.A. (1988-1989): «Nuevos grafitos hallados en Huelva». Huelva
Arqueológica, X-XI, 3, Huelva,l21-142.
FERNÁNDEZ-MIRANDA, M.; BELÉN, M.; CERDÁ, J.; NICOLÁS, J. DE (1977): Arqueología submarina en
Menorca. Madrid.
FERRON, J.; FERNÁNDEZ-MIRANDA, M; GARRIDO, J.P. (1975): <
FLETCHER, D. (1953): <
FLETCHER, D. (1972): «Nuevas inscripciones ibéricas de la región valenciana». Archivo de Prehistoria
Levantina, XIII, Valencia, 103-126.
FLETCHER, D. (1980): Plomos escritos de Yátova. Trabajos Varios del Servicio de Investigación
Prehistórica, 66, Valencia.
FLETCHER, D.; SILGO, L. (1987): «Repertorio de inscripciones ibéricas procedentes de Sagunto (Valencia)».
Arse, 22, Sagunt, 45-55.
FLORIDO, c. (1985): «Las ánforas del poblado orientalizante e iberopúnico del Carambolo (Sevilla)».
Habis, 16, Sevilla, 487-516.
FLORS, E. (1995): «Nova estampilla iberica sobre arnfora greco-italica». Quaderns de Prehistoria i
Arqueología de Castelló, 16, Caste1ló, 273-279.
FUENTES, M.J. (1983): «Dos inscripciones y dos símbolos fenicios en Ullastret (Gerona)». Aula Orientalis,
I, 2, Julio, Sabadell, 280-283.
FUENTES, M.J. (1986): Corpus de las inscripciones fenicias, púnicas y neopúnicas de España.
Barcelona.
CHIC, G.
-357-
[page-n-360]
62
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADlERA
GALLET DE SANTERRE, H. (1980): Ensérune: les silos de la terrasse est. Suppl. Gallia, 39, Paris.
GARCÍA GUINEA, M.A. (1960): «Excavaciones y estratigrafías en el poblado ibérico de El Macalón (Nerpio,
Albacete)». Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 68, 2, Madrid, 709-755.
GARCÍA GUINEA, M.A.; SAN MIGUEL, J.A. (1964): Poblado ibérico de El Macalón (Albacete)
(Estratigrafías). 2a campaña. Excavaciones Arqueológicas en España, 25, Madrid.
GARCIA I ROSSELLÓ, J.; PUJOL I DEL HORNO, J.; ESTEBAN I SALVADOR, R. (1981): «Les sitges del poblat
iberic de Burriac. II (Cabrera de Mar)». Laietiinia, 1, Mataró, 15-63.
GARCÍAROMÁN, F.M.; SERRANO, D. (1986): «Poblado ibérico del Alt de Valiente (Manuel, Valencia)». Al-
Gezira, 2, Alzira, 87-106.
a Thasos». Bulletin de Correspondance
Hellenique, suppl. XIII, París, 201-276
GARLAN, Y. (1988): Vin et amphores de Thasos. École Fran9aise d' Athenes, Sites et Monuments, V, Paris.
GASCA, M. (1987): «Un posible numeral ibérico procedente del yacimiento de La Caraza (Alcañiz)».
Museo de Zaragoza. Boletín, 6, Zaragoza, 475-483.
GASCA, M.; FLETCHER, D. (1989-1990): «Grafitos y letras ibéricos de Alcañiz (Teruel)». Kalathos, 9-10,
Teruel, 135-146.
GIRÓ, P. (1944): «Una estación ibérica en Els Monjos». Ampurias, VI, Barcelona, 330-333.
GONZÁLEZ PRATS, A. ( 1982): «La Peña Negra IV. Excavaciones en el sector VII de la ciudad orientalizante,
1980-81». Noticiario Arqueológico Hispánico, 13, Madrid, 309-418.
GONZÁLEZ PRATS, A. (1983): Estudio arqueológico del poblamiento antiguo de la Sierra de Crevillente
(Alicante). Anejo I de la Revista Lucentum, Alacant.
GONZÁLEZ PRATS, A. (1990): Nueva luz sobre la Protohistoria del Sudeste. Alacant.
GONZÁLEZ PRATS, A.; RUIZ SEGURA, E. (1990-1991): «Nuevos datos sobre urbanística y cultura material
en el Hierro Antiguo del Sudeste». Lucentum, IX-X, Alacant, 51-75.
GONZÁLEZ ROMÁN, G.; ADROHER, A.; LÓPEZ MARCOS, A.: «El yacimiento de Canto Tortoso (Gorafe,
Granada): un enclave comercial del s. VI a.C. en el Guadiana menor». Verdolay, 7, Murcia, 159-176.
GRACE, V. R. ( 1961 ): Amphoras and the ancient wine trade. Col. Excavations of the Athenian Agora, Picture
Books, 6, Princeton.
GRACIA, F.; MUNILLA, G. (1993): «Estructuración cronoocupacional del poblamiento ibérico en las
comarcas del Ebro». Laietimia, 8, Mataró, 207-256.
GUERRERO, V.; MIRÓ, J. ; RAMÓN, J. (1989): «L'épave de Binisafuller (Minorque). Un bateau de commerce
punique du ille siecle av. J.C.». Punic Wars (Antwerpen, 1988), Studia Phoenicia, X, Leuven,115-125.
GUERRERO, V.; ROLDÁN, B. (1992): Catálogo de las ánforas prerromanas. Museo Nacional de Arqueología
Marítima, Cartagena.
HERNÁNDEZ ALCARAZ, L.; SALA, F. (1996): El Puntal de Salinas. Un hábitat ibérico del siglo IV a. C. en
el Alto Vinalopó. Villena.
HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ, F.; RODRÍGUEZ LÓPEZ, M.D.; SÁNCHEZ SÁNCHEZ, M.A. (1989): Excavaciones
en el castro de Villasviejas del Tamuja (Botija, Cáceres). Mérida.
HERNÁNDEZ YLLÁN, M. (1981): «Nuevos yacimientos ibéricos en el Vallés Oriental (Bigues-Riells del
Fai)». Informació Arqueologica, 36-37, Maig-Desembre, Barcelona, 176-179.
HERNÁNDEZ YLLÁN, M . (1983a): Un horno ibérico Can Badell. Bigues-Riells del Fay, Vallés Oriental.
Museo Arqueológico de Bigues-Riells del Fay.
HERNÁNDEZ YLLÁN, M. (1983b): Yacimiento ibérico Can Badell. Bigues-Riells del Fay, Vallés Oriental.
Museo Arqueológico de Bigues-Riells del Fay.
HERNÁNDEZ YLLÁN, M . (1990): Yacimiento ibérico Can Badell. Bigues-Riells del Fay, Vallés Oriental
(Barcelona). Formas cerámicas (Il). Cuadernos de Arqueología, 4, Barcelona.
GARLAN, Y. (1986): «Quelques nouveaux ateliers amphoriques
-358-
[page-n-361]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
63
(1981): «Algunas precisiones sobre textos metrológicos ibéricos». Archivo de Prehistoria
Levantina, XVII, Valencia, 475-486.
JANNORAY, J. (1955): Ensérune. Contribution al'étude des civilisations préromaines de la Gaule méridionale. Paris, 2 vols.
JOHNSTON, A.W. (1979): Trademarks on Greek Vases. Aris & Phillips, Ltd, Warminster.
LAUBENHEIMER, F. (1990): Le temps des amphores en Gaule. Vtns, huiles et sauces. Ed. Errance, Col. des
Hespérides, Paris.
LEJEUNE, M. (1983): «Vieille-Toulouse et la métrologie ibérique». Revue Archéologique de Narbonnaise,
XIV, Paris, 29-37.
LILLO, P.A. (1993): «El poblado ibérico fortificado de Los Molinicos. Moratalla (Murcia)». Colección
Documentos Serie Arqueología, 3, Murcia.
LLOBREGAT, E.A. (1972): Contestania Ibérica. Instituto de Estudios Alicantinos, Alacant.
LLOBREGAT, E.A.; CORTELL, E.; JUAN MOLTÓ, J.; SEGURA, J.M. (1992): «El urbanismo ibérico en La
Serreta». Recerques del Museu d'Alcoi, 1, Alcoi, 37-70.
LONG, L. (1990): «Amphores massalietes: objets isolés et gisements sous-marins du Iittoral méditerranéen». Études Massalietes, 2, Lattes, 27-70.
HOZ, J. DE
LÓPEZ 1 MELCIÓN, J.; LLORENS I RAMS, J.M.; MARTÍN 1 ORTEGA, M.A.; MATARÓ, M.; PONS I BRUN, E.;
(1986-1989): «Illa d'En Reixac-Ullastret: campanyes d'excavació 1987 i 1988».
Empúries, 50, II, Barcelona, 50-63.
LÓPEZ MULLOR, A.; ROVIRA PORT, J.; SANMARTÍ, E. (1982): Excavaciones en el poblado layetano del Turó
del Vent, Llinars del Valles. Campañas 1980 y 1981. Monografies Arqueologiques, 3, Barcelona.
LÓPEZ PRECIOSO, F.J. (1994): «El enterramiento orientalizante de La Casa del Monte (La Recueja,
Albacete)». Al-Basit, 35, Albacete, 51-62.
LÓPEZ PRECIOSO, F.J.; JORDÁN MONTES, J.F.; SORIA, L. (1993): «Asentamientos ibéricos en el Campo de
Hellín. Su relación con el trazado viario y la red comercial». Verdolay, 4, Murcia, 51-62.
MALUQUER, J. (1968): Epigrafía prelatina de la Península Ibérica. Publicaciones Eventuales, 12,
Barcelona.
MANFREDI, L.I. (1991): «Repertorio decorativo dei bacini punici di Tharros. Campagne 1988-90». Rivista
di Studi Fenici, XIX, 2, Roma, 191-213.
MARTÍ BONAFÉ, M .A.; MATA, C. (1992): «Cerámicas de tipo fenicio occidental en las comarcas del' Alcoia
y el Comtat (Alacant)». Saguntum. Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 25,
Valencia, 103-117.
MARTÍN I ORTEGA, M.A. (1985): Ullastret, poblat iberic. Guíes de jaciments arqueologics, Barcelona.
MARTÍN 1 ORTEGA, M.A.; SANMARTÍ, E. (1976-1978): «Aportación de las excavaciones de la Illa d'En
Reixach al conocimiento del fenómeno de la iberización en el norte de Cataluña». Ampurias, 38-40,
Barcelona, 431-447.
MARTÍN RUIZ, J.A. (1995): Catálogo documental de los fenicios en Andalucía. Sevilla.
MATA, C. (1985): «Algunas cerámicas ibéricas con decoración impresa de la provincia de Valencia».
Saguntum. Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 19, Valencia, 153-181.
MATA, C. (1991): Los Vtllares (Caudete de las Fuentes, Valencia): origen y evolución de la Cultura Ibérica.
Trabajos Varios del Servicio de Investigación Prehistórica, 88, Valencia.
MATA, C.; BONET, H. (1992): «La cerámica ibérica: ensayo de tipología». Trabajos Varios del Servicio de
Investigación Prehistórica, 89, Homenaje a E. Pla, Valencia, 117-173.
MATA, C.; MARTÍ, M.A. (1990): Memoria de excavaciones 1987-89. Los Vtllares (Caudete de las Fuentes,
Valencia). Valencia.
TOLEDO, A.
-359-
[page-n-362]
64
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBAD lERA
(1996): Los Vi/lares (Caudete de las Fuentes,
Valencia). Memoria de excavaciones 1990/95. Valencia.
MATA, C.; MARTÍ, M.A.; VIDAL, X. (1993): «Procesos postdeposicionales antrópicos en Los Villares
(Caudete de las Fuentes, Valencia)>>. IV Coloquio Internacional de Arqueología Espacial, 16-17,
Teruel, 259-278.
MATEU, c. (1990): «La Coroneta. RotgUt-Corbera, la Costera». Excavacions arqueologiques de salvament
a la Comunitat Valenciana 1984-1988. Il. Intervencions rurals, Valencia,186-188.
MAYNOR BIKAI, P. (1987): The phoenician pottery ofCyprus. Nicosia.
MIRÓ, J. (1983-1984): «Algunas consideraciones sobre las ánforas Mañá B3». Pyrenae, 19-20, Barcelona,
157-189.
MIRÓ, J. (1988): La producción de ánforas romanas en Catalunya. Un estudio sobre el comercio del vino
de la Tarraconense (siglos I a.C-I d.C.) . British Archaeological Reports, Intemational Series, 473,
Oxford.
MONRAVAL, M. (1992): La necrópolis ibérica de El Molar (San Fulgencio-Guardamar del Segura,
Alicante). Catálogo de Fondos del Museo V, Alacant.
MONRAVAL, M. ; LÓPEZ PIÑOL, M. (1984): «Restos de un silicemio en la necrópolis ibérica de El Molar».
Saguntum. Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 18, Valencia, 145-162.
NORDSTROM, S. (1967): Excavaciones en el poblado ibérico de La Escuera (S. Fulgencio, Alicante).
Trabajos Varios del Servicio de Investigación Prehistórica, 34, Valencia.
OLIVA, M. (1955): Excavaciones arqueológicas en la ciudad ibérica de Ullastret (Gerona). Instituto de
Estudios Gerundenses, Girona.
OLIVA, M . (1958): «Excavaciones en la ciudad ibérica de Ullastret (Gerona)». Instituto de Estudios
Gerundenses, XII, Girona, 319-337.
OLIVA, M. (1959): «Excavaciones arqueológicas en la ciudad ibérica de Ullastret (Gerona)». Instituto de
Estudios Gerundenses, XIII, Girona, 365-389.
OLIVA, M . (1960): «Excavaciones arqueológicas en la ciudad ibérica de Ullastret (Gerona)». Instituto de
Estudios Gerundenses, XIV, Girona, 341-416.
OLIVA, M. (1961-1962): «Resultado de algunos cortes estratigráficos en Ullastret (Gerona)». Instituto de
Estudios Gerundenses, XV, Girona, 331-376.
OLIVA, M. (1976): «Excavaciones arqueológicas en el yacimiento prerromano de Ullastret. Bajo Ampurdán
(Gerona)». Noticiario Arqueológico Hispánico, Arqueología, 4, Madrid, 733-799.
OLIVER, A. (1986): «Grafitos ibéricos de Albocácer». Centro de Estudios del Maestrazgo. Boletín, 16,
Octubre-Diciembre, Benicarló, 63-66.
OLIVER, A. (1995): «Material procedente del yacimiento ibérico del Cormulló dels Moros (Albocácer,
Castellón). l. Características generales y material ibérico». Quaderns de Prehistoria i Arqueología de
Castelló, 16, Castelló, 115-124.
OROZ, F.J. (1985-1986): «Sobre los epígrafes ibéricos de las ánforas de Vieille-Toulouse». Veleia, 2-3,
Vitoria-Gasteiz, 355-370.
PALLARÉS, F. (1965): El poblado ibérico de S. Antonio de Calaceite. Colección de Monografías
Prehistóricas y Arqueológicas, V, Bordighera-Barcelona.
PANOSA, M.l. (1987): «Recull d'epígrafs iberics al Valles Oriental. Aportacions a la comprensió de !'estructura indígena en el proces de romanització». Jornades Internacionals d'Arqueologia Romana
(Granollers, 1987), Granollers, 76-84.
PANOSA, M.l. (1991): L'escriptura iberica al Nord-Est peninsular i el seu marc socio-economic entre els
segles IV i I a.C. Tesis Doctoral, Barcelona.
MATA, C. ; FERRERO, J.L. ; PÉREZ JORDA, G.; !BORRA, M.P.
-360-
[page-n-363]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
65
(1992): «Cathleg i anlüisi dels epígrafs iberics del Valles Oriental». Limes, 2, Cerdanyola, 57-75.
PANOSA, M.l. (1993): «Nuevas inscripciones ibéricas de Cataluña». Complutum, 4, Madrid, 175-222.
PAPADOPOULOS, J.K. (1994): «Early lron Age potters' marks in the Aegean». Hesperia, 63, no 4, OctoberDecember, Princeton, 437-507.
PASSELAC, M.; RANCOULE, G.; SOLIER, Y. (1990): «La diffusion des amphores massalietes en Languedoc
occidental et sur l'axe Aude-Garonne et ses abords». Études Massalietes, 2, Lattes, 131-152.
PELUCER, M. (1978): «Tipología y cronología de las ánforas prerromanas del Guadalquivir, según el Cerro
Macareno. Habis, 9, Sevilla, 365-400.
PELLICER, M.; ESCACENA, J.L.; BENDALA, M. (1983): El Cerro Macareno. Excavaciones Arqueológicas en
España, 124, Madrid.
PÉREZ OROZCO, S. (1991): «Estudi d'un grafit iberic trobat al Turó de Ca n'Olivé (Cerdanyola del Valles,
Valles Occidental)». Limes, l, Cerdanyola del Valles, 134-136.
PERKINS, P.; WALKER, L. (1990): «Survey of an etruscan city at Doganello in the Albegna valley». Papers
ofthe British School at Rome, LVIII, London, l-143.
PLA, E. (1985): Labor del S. l. P y su museo el año 1983. Valencia.
POVEDA, A.M. (1994): Primeros datos sobre las influencias fenicio-púnicas en el corredor del Vinalopó
(Alicante). Biblioteca Básica Murciana, extra 4, Murcia, 489-502.
PUJOL, J.; GARCIAI ROSSELLÓ, J. (1982-1983): «El grup de sitges de Can Miralles-Can Modolell (Cabrera
de Mar, Maresme). Un jaciment d'epoca iberica situat en la rodalia del poblat iberic de Burriac».
Laietania, 2-3, Matará, 46-145.
RAMÓN, J. (1981): «Ibiza y la circulación de ánforas fenicias y púnicas en el Mediterráneo occidental».
Trabajos del Museo Arqueológico de Ibiza, 5, Eivissa.
RAMÓN, J. (1991): Las ánforas púnicas de Ibiza. Trabajos del Museo Arqueológico de Ibiza, 23, Eivissa.
RAMÓN, J. (1995): Las ánforas fenicio-púnicas del Mediterráneo central y occidental. Col.lecció
Instrumenta, 2, Barcelona.
RAMOS FERNÁNDEZ, R. (1969): «Inscripciones ibéricas de La Alcudia (Elche)». Archivo de Prehistoria
Levantina, XII, Valencia, 169-176.
RAMOS FOLQUÉS, A. (1962): «Excavaciones en La Alcudia». Noticiario Arqueológico Hispano, V, 19561961, Madrid, 91-97.
RAMOS FOLQUÉS, A. (1968): «El nivel ibero-púnico en La Alcudia de Elche». Rivista di Studi Liguri,
XXXN, 1-3, Bordighera, 364-386.
REMESAL, J.; MUSSO, O. (coords.) (1991): La presencia de material etrusco en la Península Ibérica. Mesa
Redonda (Barcelona, 1990), Barcelona.
RIBAS, M.; LLADÓ, J. (1977-1978): «Excavació d'unes habitacions pre-romanes a Burriac (Cabrera de
Matará)». Pyrenae, 13-14, Barcelona, 153-180.
RIBERA, A. (1982): Las ánforas prerromanas valencianas (fenicias, ibéricas y púnicas). Trabajos Varios del
Servicio de Investigación Prehistórica, 73, Valencia.
RÍO-MIRANDA, J.; PINTA, J.L. DELA (1979): «Nueva aportación al conocimiento arqueológico de los alrededores de Sant Jeroni de la Murtra (Badalona): el yacimiento romano de La Miranda». Puig
Castellar, 2, 3" época, Sta. Coloma de Gramanet, 44-60.
RODRÍGUEZ ALMEIDA, E. (1989): Los tituli picti de las ánforas de la Bética. J. Tituli Picti de los Severos y
la Ratio fisci. Madrid.
RÓLUG, W. (1983): «Phonizische geHissinschriften vom Morro de Mezquitilla». Madrider Mitteilungen,
24, Mainz am Rhein, 132-144.
PANOSA, M.l.
-361-
[page-n-364]
66
C. MATA PARREÑO y L. SORIA CQMBADIERA
(1981): «Un modelo sincrónico para el análisis de la producción de cerámica ibérica estampillada del Alto Guadalquivir». Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de
Granada, 6, Granada, 355-383.
SALA, F. (1994): La Cultura Ibérica de los siglos VI al III a.C. en las comarcas meridionales de la
Contestania. Una propuesta de evolución a partir de los yacimientos de El Oral, El Puntal y La
Escuera. Tesis doctoral, Alacant.
SALA, F. (1995): La cultura ibérica de las comarcas meridionales de la Contestania entre los siglos VI y
III a. C. Alacant.
SALA, F.; LÓPEZ PRECIOSO, F.J. (1995): «El poblado ibérico de Los Almadenes (Hellín, Albacete)».
Colección Imágenes y Palabras, 18, Toledo,l86-191.
SÁNCHEZ 1 CAMPOY, E. (1987): El poblament pre-romO. al Bages. Manresa.
SANMARTÍ, E. (1985): «Las ánforas romanas del campamento numantino de Peña Redonda (Garray,
Soria).» Empúries, 47, Barcelona, 130-161.
SANMARTÍ, J. (1993): «Els jaciments iberics de la vall mitjana de la Ribera de Caldes». Gala, 2, Sant Feliu
de Codines,159-207.
SANMARTÍ, J.; SANTACANA, J. (1992): El poblat iberic d'Alorda Park. Calafell, Baix Penedes. Excavacions
Arqueologiques a Catalunya, 11, Barcelona.
SANTOS VELASCO, J.A. (1994): «Reflexiones sobre la sociedad ibérica y el registro arqueológico funerario». Archivo Español de Arqueología, 67, núms. 169-170, Madrid, 63-70.
SANZ GAMO, R. (1984): «Aportación a la carta arqueológica de la provincia de Albacete. Asentamientos
ibéricos situados al norte del río Júcar». Anales de la U.N.E.D., 6, Albacete, 227-256.
SERRANO, D. (1984): «Poblado ibérico del Alto del Valiente en Manuel (Valencia)». Boletín de la
Asociación dtJ Amigos de la Arqueología, 19, Junio, Madrid, 15-22.
SILES, J. (1985): Léxico de las inscripciones ibéricas. Madrid.
SILGO, L. (1989): «Tres inscripciones ibéricas». Arse, 24, Sagunt, 833-836.
SILGO, L. (1992): Textos ibéricos valencianos (Contestania, Edetania e Ilercavonia). Tesis doctoral,
Valencia.
SOLER, J.M. (1992): «El poblado ibérico del Puntal de Salinas (Alicante)». Trabajos Varios del Servicio de
Investigación Prehistórica, 89, 51-72.
SORIA, L. (1994): El horizonte ibérico de El Castellón (Hellín-Albatana, Albacete). Tesis de licenciatura,
Valencia.
TSETSKHLADZE, G.R.; VNUKOV, S.Y. (1992): «Colchian amphorae: typology, chronology, and aspects of
production». The Annual ofthe British School at Athens, 87, London, 357-386.
UNTERMANN, J. (1980): Die inschriften in iberischer schrift aus südfrankreich. Monumenta Linguarum
Hispanicarum. Band II, Wiesbaden.
UNTERMANN, J. (1987): «Repertorio antroponímico ibérico». Archivo de Prehistoria Levantina, XVII,
Valencia, 289-318.
UNTERMANN, J. (1990): Die iberischen inschriften aus Spanien. Monumenta Linguarum Hispanicarum.
Band m. 2 vols., Wiesbaden.
VELAZA, J. (1991): Léxico de inscripciones ibéricas (1976-1989). Aurea Saecula, 4, Barcelona.
VIDAL, M.; MAGNOL, J.P. (1983): «Les inscriptions peintes en caracteres ibériques de Vieille-Toulouse
(Haute Garonne)». Revue Archéologique de Narbonnaise, XIV, Paris, 1-28.
VILLARONGA, L. (1979): Numismática Antigua de Hispania. Barcelona.
RUIZ RODRÍGUEZ, A.; NOCETE, F.
-362-
[page-n-365]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IB ÉRICA
1
Lám. 1.- 1, Marca impresa sobre la parte inferior de asa de ánfora de El Molar (05.039), ampliada;
2, Asa de ánfora con marca impresa sobre el arranque de El Macalón (07.029); 3, Marca ampliada;
4, Marca incisa sobre borde de ánfora de Los Almadenes (10.049), ampliada. S, Marca incisa sobre
borde de la Morra de los Castillejos (53.197).
-
363-
67
[page-n-366]
C. MATA PAR RE - O y L. SORIA COMBAD lERA
68
1
4
Lám. II.- Ánforas de El Macalón: 1, Marca impresa sobre galbo (07.021); 2, Marca ampliada;
3, Marca incisa debajo del asa (07.022); 4, Marca impresa sobre galbo (07.030).
- 364 -
[page-n-367]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
4
6
Lám. 111.- Ánforas de Los Molinicos: 1, Asa con marca impresa en el arranque (08.178);
2, Marca ampliada; 3, Marca impresa sobre hombro (08.177); 4, Marca ampliada;
S, Marca impresa sobre hombro (08.179); 6, Marca ampliada.
-365-
69
[page-n-368]
70
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADlERA
2
Lám. IV.- 1, Marca impresa sobre arranque de asa de ánfora de Los Molinicos (08.016);
2, Marca impresa sobre galbo de ánfora de El Castellón (09.0034), ampliada;
3, Marca impresa sobre hombro de ánfora de El Castellón (09.035), ampliada;
4, Marca impresa sobre galbo de ánfora de El Castellón (09.057),
ampliada al mismo tamaño que la anterior.
-366-
[page-n-369]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA JBÉRICA
Lám. V.- Ánforas de El Castellón: 1, Marca impresa sobre galbo (09.036);
2, Marca incisa sobre hombro (09.032); 3, Marca esgrafiada sobre galbo (09.031);
4, Marca impresa sobre galbo (09.033); S, Marca incisa sobre tercio inferior de ánfora
de El Patojo (50.194). Todas ampliadas.
-
367-
71
[page-n-370]
C. MATA PARREÑO y L. SORlA COMBADLERA
72
2
4
Lám. VI.- 1, Letrero esgrafiado sobre borde de ánfora de Zama (11.056); 2, Ampliación del mismo;
3, Marca impresa sobre arranque de asa de ánfora de Umbría de la Esterilla (15.027), ampliada;
4, Marcas impresas sobre asa de ánfora de Heretat de Valiente (13.037), ampliada.
-368 -
[page-n-371]
73
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IB ÉRlCA
2
1
3
Lám. VII.- Marcas impresas sobre asas de ánforas de La Serreta:
1, 12.014; 2, 12.109; 3, 12.110; 4, 12.186. Todas ampliadas.
-369-
4
[page-n-372]
74
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADfERA
1
2
5
Lám. VIII.- 1 y 2, Marcas impresas sobre el arranque de sendas asas de un ánfora de
Castellar de Meca (14.138) (fotos S.I.P.); 3, Marca esgrafiada sobre asa de tinaja
de Los Villares (16.093) 4, Marca esgrafiada sobre asa de ánfora de Los Villares (16.092);
S, Marca incisa sobre asa de ánfora de Los ViJiares (16.136). Todas ampliadas.
-370-
[page-n-373]
75
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA IBÉRICA
~
6
3
7
Lám. IX.- 1, Marca impresa sobre arranque de asa de ánfora de Los Villares (16.137), ampliada;
2, marca impresa sobre hombro de ánfora de Zama (11.072); 3, Marca incisa sobre arranque
de asa de ánfora del Tossal de Sant Miquel (20.143); 4, Marca impresa en base de asa de ánfora
de Los Villares (16.091); 5, Marca impresa en arranque de asa de ánfora de Los ViHares (16.006);
6, Marca impresa en aranque de asa de ánfora de Los Villares (16.003), foto A. Ribera;
7, Marca impresa sobre arranque de asa de ánfora de Los Villares (16.002).
-371 -
[page-n-374]
76
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
3
Lám. X.- Los ViJiares: 1, Marca incisa sobre galbo de ánfora (16.181); 2; Marca ampliada;
3, Marca incisa sobre asa de ánfora (16.184); 4, Marca impresa sobre hombro de tinaja (16.008);
S, Marcas incisas sobre arranque y nervio de asa de ánfora (16.183).
-
372 -
[page-n-375]
MARCAS Y EPÍGRAFES SOBRE CONTENEDORES DE ÉPOCA illÉRICA
-~
\
-. . . - - - -
\1
¡·
r.'~
1
2
5
Lám. XI.- Ánforas de Los Villares: 1, Marca incisa sobre galbo (16.182); 2, Marca ampliada;
3, Marca incisa sobre asa (16.005), ampliada (foto Gil-Caries); 4, Marcas impresas sobre asa (16.009);
S, Marca impresa sobre arranque de asa (16.007), ampliada.
-373-
77
[page-n-376]
C. MATA PARREÑO y L. SORIA COMBADIERA
78
1
Lám. XII.- 1, Marca impresa sobre arranque de asa de ánfora de La Casilla del Cura (17.023), ampliada;
2, Marca impresa sobre arranque de asa de ánfora de La Casilla del Cura (17.025);
3, Marca impresa sobre arranque de asa de ánfora de La Casilla del Cura (17.024);
4, Marca impresa sobre arranque de asa de ánfora de La Casilla del Cura (17.026);
S, Marca impresa sobre ánfora de Sant Antoni (Calaceit), orientada según dibujo de Pallarés (foto M.A.C.).
-374-
[page-n-377]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XXll (Valencia, 1997)
Ferran ARASA I GIL* i Norberto MESADO ÜLNER**
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT IBERIC DE LA TORRE
D'ONDA (BORRIANA, LA PLANA BAIXA)
L'antic cabec;ol de la Torre d'Onda esta situat a la vara de la mar, a uns 400 m. al sud del
port de Borriana (fig. 1), i s'assenta sobre una plataforma de conglomerat fossil (pinyó) que
queda un poc elevada sobre les terres contigües d'antiga marjal, a la part interior de la restinga
litoral. Actualment esta delimitat a 1' est pel camí de la Serratella que transcorre sobre aquesta restinga, al nord perla senda de la Torre d'Onda i a l'oest i bona part del sud per una séquia de drenatge anomenada el Rajolí (MESADO, 1989). El lloc no té condicions defensives i la seua localització s'explica únicament perla posició que ocupa a la vara de la mar. La zona esta parcel·lada
i cultivada i parcialment urbanitzada. La superfície per on s'estenen les restes té una forma lleugerament trapezoidal, amb un eix major de 200 m. al costat sud i un eix menor de 170 m. al costat
est, amb una superfície aproximada de 3 ha.
Les terres que ocupa foren plantades de vinya possiblement en la segona meitat del segle
XIX, cultiu que fou substitult al principi del present segle pel de la taronja. A causa d'aquesta
transformació, el jaciment va sofrir una important destrucció. En la decada dels 70 la zona va
experimentar una nova transformació, ara de caire urbanístic: part de la séquia de drenatge que
delimita el jaciment per ponent fou reblida, mentre que les velles alqueries eren transformades en
moderns xalets i s'obrien nous carnins particulars perpendiculars a la mar. Una part considerable
de les parcel·les, pero, segueix dedicada encara a }'agricultura. L'ajuntament va instal-lar l'any
1976 la xarxa d' aigua potable i aleshores es van malmetre nombrases restes arqueologiques.
D'aleshores enc;a les transformacions han continuat, perla qual cosa el Museu de Borriana hi ha
realitzat di verses campanyes d' excavacions.
*
**
Universitat de Valencia.
Museu Arqueologic Comarcal de la Plana Baixa-Borriana.
-375-
[page-n-378]
2
F. ARASA
N. MESADO
(
·,
~\!.,-~......
r>\
<'
\. ...
'·}
/
.
r
La Torre
d'Onda
Fig.l
-376-
[page-n-379]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT ffiERIC DE LA TORRE D'ONDA
l.
3
HISTORIA DEL JACIMENT
El jaciment es coneix des del segle XVI per una referencia de Viciana (1564, p. 49): «( ... )
hay junto a la mar un alto que nombramos, el Cabe~ol, por otro nombre, el Cargador de Onda,
en el parage del qual ay en el mar cierta hondura que le nombran la Olla, donde navíos muy
gruesos surgen junto a tierra, y en este Cabe<;ol aun ay vestigios de edificios que en otro tiempo
fueron para el effecto de cargador» . Segons aquestes referencies -que també arreplega Escolano
(1611, p. 588)- i el mateix toponim actual, ellloc degué ser utilitzat coma desembarcador per
la població d'Onda, situada a 19 km. cap a !'interior.
Al principi del present segle, Sarthou (s/a, p. 775) cita «unas lámparas romanas, ánforas y
dolíums que se encontraron en la playa, y sitio que fué el antiguo cargador de Onda». Pocs anys
després, Peris (1915, pp. 2-3) esmenta la troballa de grans quantitats de ceramica: amfores, de les
quals en reprodueix una del tipus Dr. 1, copes caliciformes, pateres, ll~nties, pitxers de boca trilobulada i decoració pintada amb ones i filets i «fragmentos negros con incisiones circulares, continuas y punteadas, ornamentación polícroma y estampados hendidos que afectan figuras simbólicas, conteniendo algunas signos alfabéticos ininteligibles de factura íbera o fenicia, y barros, en
fin, con charolado negro». Posteriorment, el mateix Peris (1931, pp. 8-10) cita uns «productos
helenísticos, cerámicos y alfareros» en aquest lloc. Pel mateix temps, Roca y Alcaide (1932, pp.
32 i 42-43) afegeix a les referencies anteriors «una crátera romana del siglo II antes de J. C. (imitación por su barníz negro al barro campaniense ... )». Aquestes mateixes notícies foren arreplegades per Rull (1943, p. 38) i Fletcher i Alcácer (1956, pp. 148, 152, 154 i 160), que parlen de
!'existencia d'un possible poblat en aquest lloc on es trobaven amfores i monedes.
A mitjan dels seixanta, U trilla (1964, pp. 10-11; 1965, pp. 13-15) va fer un resum de les no tícíes arqueologiques sobre el lloc, amb interessants testimonis dírectes de gent coneixedora del
terreny i de les transformacions que hi havia sofert. Posteriorment, Mesado (1973) realitza una
síntesi del jaciment, a la qual cal afegir la d' Arasa (1987, pp. 45-49). D'altra banda, els grafits
iberics sobre ceramica han estat publicats en part per Fletcher (1972, p. 107), Oliver (1978, p.
272) i Untermann (1990, p. 375, F. 8. 1), mentre que les troballes monetaries han estat publicarles
en part per Ripolles (1980, p. 105; 1982, p. 161). Al seu torn, Ribera (1982, p. 37) va estudiar les
troballes amforiques submarines, que posteriorment han revisat Ramos, Wagner i Fernández
Izquierdo (1991). Recentment hem publicat un breu resum sobre el jaciment (Arasa, a
ARANEGUI, 1996, pp. 165-166).
Les notícies deis vells marjalers, arreplegades per Utrilla, són de gran interés per a fer una
reconstrucció aproximada del jaciment. El poblat estava organitzat en diversos carrers, amb cases
de reduYdes dimensions i, almenys per la part que mira a la mar, estava protegit per una muralla.
Quan al principi de segle es va comen<;ar a substituir la vinya per tarongers, tots els horts es van
cavar uns 60 cm. En aquesta capa de terra era freqüent trobar «canters acabats en punta, plats de
color terra amb dibuixos que semblaven flors». Les parets que apareixien formaven habitacions
de mides semblants a les velles alqueries, «uns quatre per cinc metres». Formaven «com si fos
un poblat. Fileres de cases amb parets de cal<; i codols llu"ides per dins. Donava la impressió que
foren deposits o magatzems. Als racons ijunt a les parets s'alineaven els cossis». L'extensió del
poblat era gran, «dos o tres fileres de cases paral·leles a la mar». Les obres de transformació agrícola van traure a la llum nombrases restes arqueologiques, sobretot cedtmica, pero també
monedes, en la seua majoria de bronze i de diferents seques iberiques.
-377-
[page-n-380]
4
F. ARAS A i N. MESADO
D' altra banda, en la zona SE del jaciment, a 1' antiga Sénia de Melüt, es va trobar una construcció amb murs d'opus quadratum i 1,50 m d'al9aria, amb grans carreus de pedra calcana que
en part encara es conserven. Perla mateixa zona s'han trobat algunes bases de columna i almenys
un capitell corinti molt erosionat, també d' aquesta pedra. Tot i que resulta difícil establir la funció
exacta d' aquestra construcció, sembla evident el seu caracter monumental. Tampoc és possible
adscriure-la amb seguretat a alguna de les dues fases d'ocupació del jaciment.
2.
LES EXCAVACIONS
Entre els anys 1977 i 1991 s'hi han realitzat set campanyes d'excavacions sobre una superfície total de 332m2 • D' aquestes, només ha estat publicat un breu resum de la tercera (ARASA,
1987, pp. 46-47). Tots els sondeigs oberts fins al moment es localitzen en la part septentrional
deljaciment. Les estructures descobertes fins ara no permeten completar la planta de cap habitatge. L' arrasament de molts murs, la pedra dels quals ha estat reaprofitada en construccions
posteriors, dificulta aquesta tasca. En les dues primeres campanyes no es van trabar estructures.
En la tercera es va descobrir, a 35 cm. de fondana, el que sembla ser un mur de tan ca de l' assentament pel costat est que descansa sobre la capa de graves de 1' antiga restinga. El tram descobert, amb una ah;aria maxima de 160 cm., té una grossaria de 95-120 cm. en la base i de 5060 cm. en la part superior, presenta un parament de pedra travada amb argamassa de cals; i
arena, amb grans pedres en la seua meitat inferior, i devia continuar en la seua part superior amb
un parament de tovots o tapia. A !'interior d'aquest mur hi havia part d' un habitatge adossat
amb parets de 60 cm. de grossana, fetes de codols travats amb fang. En la quarta campanya es
va descobrir part d'un altre habitatge amb parets de les mateixes característiques i orientat NOSE que devia abrir-se a un carrer de tras;at NE-SO. Particularment interessant resulta la setena
campanya, en la qual es va descobrir part d'un gran edifici amb murs de més de 5 m. de
llargana i 75 cm. de grossana que devia estar obert a un carrer ambla mateixa orientació i una
amplaria de 3,20 m.
L' estratigrafía obtinguda en tots els sondeigs oberts fins ara és molt homogenia, amb un sol
nivell d'ocupació de 25-30 cm. de potencia format per argila clara, possiblement producte de la
descomposició deis murs de tovots, ric en materials arqueologics. Els talls que presenten una
seqüencia completa, com ara el de la cinquena campan ya, presenten la següent estratigrafía: 1)
nivell agrícola (30 cm.); 2) argila clara amb materials arqueologics (25 cm.); 3) argila fosca, amb
escassos materials arqueologics (20 cm.); 4) argila negra (35 cm.); 5) conglomerat (50 cm.); 6)
nivell freatic. Els sondeigs oberts en la part més proxima a la costa, on s'ha trobat la possible
muralla, presenten un potent nivell de grava de l'antiga restinga i el nivell freatic apareix a 175
cm. de fondana.
Els materials arqueologics apareixen distribults de manera molt irregular, ja que són molt
abundants en alguns sondeigs i ben escassos en altres. Així, en el sondeig obert en la quarta campanya es va trabar un gran deposit de ceramica a 1' exterior del que podria ser la part posterior
d'un habitatge; aquests amuntegaments també es van trabar en la cinquena i sisena campanyes,
sempre davant d'obertures i ambla presencia de monedes iberiques. Contranament, en els sondeigs oberts en la setena campanya, la més extensa, els materials arqueologics foren estranyament escassos.
-378-
[page-n-381]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT ffiERIC DE LA TORRE D' ONDA
5
La troballa de ceramiques alto-imperials, localitzades sobretot a la zona SE del jaciment,
pero documentades també en la tercera campanya a la zona NE, mostra la continu1tat de l'ocupació del lloc, si bé amb una important reducció de superfície. Resulta impossible, pel moment,
determinar si hi ha un hiatus cronologic entre les dues fases d'ocupació o si aquestes s'esdevenen
sense solució de continu1tat. Aixo no obstant, 1' estratigrafía permet comprovar clarament que en
els nivells tardo-iberics no apareix mai TS, ceramica que es troba només en els nivells superficials. També resta oberta la possibilitat que alguna zona dels sectors central o meridional del jaciment presente una ocupació anterior, de manera que aquest hauria pogut créixer a partir d'un
nucli inicial situat més cap al sud, encara que ho considerem poc probable perque en general és
ben conegut i les restes trobades són for9a uniformes.
En la ceramica poden distingir-se tres grans grups: 1) ceramica de cuina, de pasta grollera,
ambles olles coro a tipus majoritari; 2) ceramica a tom, amb tipus característics del període Iberic
Final: olles ambla vara en forma de cap d'anec, calatos de grans dimensions, grans tenalles amb
la vara engrossida i plana del tipus A 1.2.1. de Mata i Bonet (1992, 125), amfores, etc. La decoració pintada pateix les condicions del medi humit en que s'ha conservat, pero s'hi poden distingir temes marins amb peixos, genets, motius vegetals i geometrics; 3) ceramica d'importació,
amb tres grups: vaixella de taula (campaniana i parets fines), ceramica comuna (morters i llanties) i recipients de transport (amfores).
El monetari és prou variat i abundant, amb 19 peces catalogades de procedencia segura. Hi
destaquen les encunyacions de la vall de l'Ebre que, amb nou exemplars, suposen quasi la meitat;
segueixen les de les seques valencianes, amb cinc exemplars, les romano-republicanes amb tres
i les andaluses i l'ebussitana, amb una cadascuna. La cronología correspon en general al segle II
a.C., particularment a la seua segona meitat; només algun exemplar, com el semis d' Ebusus, s'inclou en un període d'encunyació més ampli que s'endinsa en el segle I a.C.
Denari
Bolskan
As
Semis
Quadrant
TOTAL
1
1
Kelse
5
5
Tamaniu
1
1
Be ligio
1
1
Bilbilis
1
1
Arse
1
2
3
Saiti
1
1
2
Castulo
1
1
Ebusus
Roma
1
1
1
1
1
3
19
TOTAL
Troballes monetaries.
-379-
[page-n-382]
F. ARASA i N. MESADO
6
3.
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ
En conjunt, s'han estudiat 137 peces i fragments: 126 de cerarnica de vemís negre, 8 d'amfores, 1 de parets fines, 1 llantia i 1 morter. La cerarnica de vernís negre esta constituida de manera
quasi absoluta per campaniana B tardana de Cales (124); a més d' aquesta hi ha una base de campaniana A i una gran patera d' aretina de vernís negre. De cerarnica de parets fines hi ha un gobelet.
Entre la cerarnica comuna hi ha una llantia i un morter italic. Quant a les amfores, hi ha 8 exemplars, dels quals 7 són del tipus Dr. lA i 1 del tipus Tarraconense l. En general és alt el nombre de
peces completes o bastant completes, bona part de les quals ha estat objecte de restauracions.
La informació essencial sobre les diferents produccions cerarniques presents, sintetitzada a
partir deis inventaris, es reflecteix en un quadre on s'inclouen tots els materials, tant els trobats
en superfície com els procedents d'excavacions. S'hi especifiquen en set columnes la producció,
forma, nombre mínim d'individus (NMI), dimensions, observacions (decoració i grafits), figura
i nombre total de fragments (TF) de cada producció i el total del jaciment. Pel que fa a la campaniana B, en la columna referida a les dimensions, expressades sempre en centímetres, s'inclouen els diametres de la vora (V) i de la base (B) i l'alc;aria de la pec;a (H) dels exemplars
incomplets. En el cas de les peces més completes o restaurades, les dimensions de les quals es
presenten en un quadre a part, s' afegeix la proporció entre 1' alc;aria i el diametre de la vora (HN).
D'altra banda, en l'estudi de les produccions i formes presents més comunes les referencies
bibliografiques s'han abreujat forc;a a causa de les lirnitacions d'espai.
Producció
Forma
Carnpaniana A Lamb. 31
Campaniana B
NMl
1
Lamb. 1
18
Dimensions frag.
Observacions
Figura
B=6
Filet pintat
2, núm. 1
V= 8,5; 13 i 18
B= 8,5 i 11,2
2/4 canaletes
Grafits: X; ke. ? i t
2, núm. 2-5; 3, núm. 12; 7, núm. 4
4 canaletes
NF
1
3, núm. 3-5
Lamb. 2
4
V= 10,5; B= 5,8
Larnb. 3
5
B= 5,2; 8,7; 9 i lO
Lamb. 4b
5
V= 9,5; lO; 10,5 i 11,6
2/3 canaletes
4, núm. 3-5
Lamb. 5
31
V= 17; 18; 19; 22; 23;
24; 25; 30 i 40
1/4 canaletes i estries;
grafits: X (2)
4, núm. 6; 5, núm. l -5;
6, núm. 1-5
Lamb. 10
4
¡_
4, núm. 1-2
7, núm. 1-3
B= 6; 6,3; 6,6; 9 i 9,4
lndeter.
2/4 canaletes i estries;
grafits: X; n.; s.e.
8, núm. 1-2
6 canaletes i 8 estampilles geometriques
8, núm. 3
l
8, núm. 4
1
8, núm. 5
1
1
Aretina de
vemís negre
Lamb. 7F 2286
1
V= 50; B= 13,9; H=
6,5; HN= 0,13
Parets fines
Mayet II
1
V=7,2
Llantia
Ricci H
1
2,7
Morter
Campa
1
V=25
8, núm. 6
Dr.1A
7
V= 16; 17; 18 i 20
9, núm. l-2; 10, núm. 1
Tarrac. 1
1
V=16cm
124
X
4,5
X
6,9
Ámfora
TOTAL
Segell: [... ]eno/eano
10, núm. 2
8
1.37
80
-380-
[page-n-383]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT IDERIC DE LA TORRE D' ONDA
3.1.
7
CAMPANIANA A
D'aquesta producció només s'ha trobat un fragment de base procedent de superfície, de
pasta roig amarronit, vernís mat amb zones marró rogenques, que sembla conservar un filet
blanc pintat al fans interior (fig. 2, núm. 1). Pertany a la producció tardana, que es data a partir
de la darreria del segle II i en la primera meitat de l'I a.C. (MOREL, 1962-65, p. 116; 1980, p.
10; 1981a, p. 47). A Hispania, un referent fonamental pera la datació d'aquesta producció és
Emporiae, on apareix a l'estrat IV de la Muralla Robert (80170-50/40) (SANMARTÍ, 1978, 11,
pp. 450-451 ). Pel que fa al repertori tipologic, els estudis de jaciments de la Proven~a i del
Llenguadoc oriental han permés ampliar-lo a partir de les formes assenyalades inicialment per
MOREL (Lamb. 1, 517a i Morel 113), amb altres considerarles inicialment característiques de la
producció mitjana: Lamb. 6, 8Bc, 27B, 31 i 36 (ARCELIN i CHABOT, 1980, pp. 161-165).
Pel que fa a la data final de les importacions, Morel (1992, p. 223) ha assenyalat que en
quasi tates les regions que voregen el Mediterrani occidental, a excepció de la de Massalia,
aquesta ceramica és rara en epoca republicana tardana. En els jaciments del litoral catala, com
ara Emporiae, en nivells del segle 1 a.C. aquesta producció és substituida progressivament per
la campaniana B tardana de Cales: si en l'estrat V de la muralla Robert (100-80170) encara
suposa el 32,3%, en l'estrat IV (80170-50/40) suposa només el 9,8% (SANMARTÍ, 1978, I, p.
310). Aquesta facies sembla que és la dominant en el litoral peninsular i a les Illes Balears.
Tanmateix, les investigacions realitzades al Llenguadoc oriental i a la Proven<;a occidental han
proporcionat dates més baixes que la resta dels jaciments del Mediterrani occidental, jaque la
producció tardana és predominant en la primera meitat del segle 1 a. C. (ARCELIN, 1978;
DEDET i PY, 1979).
Per a la baixa vall del Rodan, inicialment Arcelin (1978, pp. 118-119) va propasar una
datació peral final de les importacions cap al 30/20 a.C., amb un període d'ús que es prolongaría fins al canvi d'era. Posteriorment, amb l'estudi dels conjunts de La Cloche i de La
Vayede, va situar aquest final cap a 40/30 a.C. (ARCELIN i CHABOT, 1980, p. 195). Aquesta
perduració de les importacions fins a una data tan avan~ada contradiu obertament la hipotesi
del final de la producció cap al 80 a.C. mantinguda per Morel (1981b, p. 91), que ha fet veure
la irregularitat que suposal'existencia d'aquests «clients retardataris», i per explicar aquest fet
ha plantejat la possibilitat d'una llarga perduració dels materials, hipotesi que ha estat contestada per autors com Py i Arcelin.
Pel que fa a la forma a que devia pertanyer aquest fragment, pot tractar-se d'un bol
Lamb. 31. La seua aparició en contextos del segle 1 a.C. és freqüent, jaque la trobem en diferents assentaments hispanics i del migdia francés: el nivell 11 del deposit del sector occidental de B urriac (90-70), 1' estrat IV de la Muralla Robert i el ni vell inferior de la cisterna
de la terrassa inferior de la casa núm. 1 d'Emporiae, el Pou D-18 de Pollentia (segon quart
del segle I a.C.), la fase 3C1 de Lattara (75-25), la fase lB de Le Marduel (75-25), la fase 11
de La Cloche (90/80-55/45) i el nivell maurita 2 de Dchar Jdid (80-40). El peu pertany al
tipus P 221b2, que Motel data en el primer ter~ del segle I a.C. La presencia de decoració
pintada als fons interior és propia de la forma Lamb. 31 i perdura en la producció tardana al
llarg de la primera meitat del segle I a.C. (ARCELIN, 1978, p. 110). A més dels jaciments
esmentats (Burriac, Emporiae, Pollentia i La Cloche), la trobem també en el nivell III mitja
de Les Castels (Nages) (70-30).
-381-
[page-n-384]
8
F. ARASA i N. MESADO
o
5
X
Fig. 2
-382-
[page-n-385]
LA CERAMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT IBERIC DE LA TORRE D'ONDA
9
3.2. CAMPANIANA B
El conjunt ceramic de campaniana B presenta una gran homogene"itat en les seues característiques: pasta ocre clar, beix o beix ataronjat, homogenia i blana; vernís marró rogenc, poques
vegades negre, poc lluent, fi i d'escassa qualitat. En les bases són freqüents les marques de subjecció al voltant del peu i el fans exterior en reserva. La decoració és escassa i pobra, normalment amb canaletes i cercles concentrics d'estries amb aquestes oblíqües al fans interior. Deis
124 fragments i peces, n'han pogut ser classificats 70. El repertori de formes inclou quasi totes
les propies d'aquesta producció: Lamb. 1, 2, 3, 4b, 5 i 10. La forma predominant és la patera
Lamb. 5, amb 31 exemplars; segueix la copa Lamb. 1, amb 18 í, a molta distancia, la resta de
formes : la píxide Lamb. 3, amb 5 exemplars; la patera Lamb. 4b, amb 5 i la copa Lamb. 2 i la
gerreta Lamb. 10, amb 4 exemplars cadascuna.
Forma
V
UN
H
12
9,5
4 ,1
0,34
16
-
5
0,31
Forma
11,5
9
4
0,34
Lamb. 3
12,3
9,5
4,1
12,6
10,2
12,7
Lamb. 1
8
8
H
UN
9,6
10
5,8
0,60
0,33
6,9
8,6
5,4
0,78
4,4
0,34
7
8,4
4,9
0,70
9,8
4,6
0,36
Lamb. 4
9,2
5,5
4,9
0,53
14
10,4
4,1
0,29
Lamb. 5
17,2
6,5
2,5
0,14
14,7
10,3
4,8
0,32
21,9
7,1
3,8
0,17
15
11,4
5,1
0,34
24,8
8,1
3,2
0,12
10
5,9
6
0,60
7,2
5,1
10,1
1,40
10
6
5,1
0,51
8
4,6
9,5
1,18
10,2
Lamb. 2
V
5,5
4,2
0,41
8,2
4,8
10
1,21
Lamb. 10
Dimensions de les peces senceres o restaurades.
Tot el conjunt pertany a la producció denominada «B-o"ide» per Morel (1978, p. 162; 1980,
p. 103; 1981a, pp. 46-47; 1981b, pp. 82 i 95-96; 1986, pp. 469-470; 1992, p. 225), terme que es
refereix a aquells productes semblants a la campaniana B, tant en la tecnica com en les formes i
motius decoratius, que provenen en gran part d'obradors situats a la Campama septentrional i al
Laci meridional, particularment de Cales (PEDRONI, 1986 i 1990), que nosaltres hem proposat
denominar producció tardana de Cales (ARASA, 1995, pp. 137-140; en premsa).
L'inici d'aquesta producció pot datar-se entre la darreria del segle Il i el principi de 1'1 a.C.
Es caracteritza per la reducció del repertori tipologic, la simplificació deis motius decoratius
(canaletes concentriques i cercles concentrics d' estries) i el desenvolupament d' al tres particu1ars
(«losanges») i la perdua notable de qualitat en 1' acabat i en el vernís. Pel que fa al final de les
importacions, Morel (1978, pp. 160-161) ha assenyalat una data cap al 50 a.C. Al sud de Fran¡;a,
-383-
[page-n-386]
F. ARASA i N. MESADO
10
,o
Fig. 3
-384-
[page-n-387]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT IBERIC DE LA TORRE D'ONDA
11
35
30
25
20
15
10
5
o
Lamb.1
Lamb.2 Lamb.3 Lamb.4 Lamb.5 Lamb.1o
Grafica de formes de campaniana B.
Arcelin situa aquest final cap a 40/30 (ARCELIN i CHABOT, 1980, p. 195; ARCELIN, 1981a, p. 7;
ARCELIN, 1991, p. 214). Amb posterioritat, la seua difusió és merament local i conviu ambla producció d'engalba roja (sigil·lata), fins a desaparéixer defmitivament en epoca d'August.
En diverses regions del Mediterrani, com ara la península Iberica i el Marroc, esdevé majoritma a partir de 90/80 i constitueix una facies caracteritzada perla seua progressiva hegemonía,
que desplaqa la campaniana A fins a reduir-la en el segon quart del segle a una presencia testimonial. Al Llenguadoc oriental i la Provenqa occidental, contranament, com ja hem vist es dóna al
llarg del segle I a.C. unafacies regional caracteritzada pel píedomini de la campanianaA tardana.
Les referencies cronologiques pera fixar-ne el momént d' aparició són escasses. A Valentia
les produccions «B-o"ides» comencen a aparéixer en el nivell IV, al final del segle II, i en el nivell
V, en el primer quart del segle I, arriben a suposar el 47,3% de les ceramiques de vernís negre
(RIBERA, 1993, p. 741). A Burriac l'aparició dels tipus «B-o"ides» emporitans (F, G i H) se situa
en la primerá fase del deposit del sector occidental (90-80), amb un 1,5%, i la seua presencia augmenta en el nivell I (70-40) (MIRÓ, PUJOL i GARCÍA, 1988, pp. 99-103). A Emporiae aquests
tipus caracteritzen l'estrat IV de la muralla Rubert (SANMARTÍ, 1978, I, p. 304), apareixen en el
nivell ill del jardí del peristil de la casa núm. 1 i en el nivell inferior del reompliment de la cisterna de la terrassa inferior d' aquesta casa en el segon quart avanqat del segle I a.C., i són un component característic dels contextos ceramics dels nivells que es daten amb posterioritat al 75
(SANMARTÍ i SANTOS, 1986-89, pp. 297 i 300).
3.2.1. Les formes
Lamboglia 1: esta representada per 18 exemplars amb 17 diametres que es distribueixen de la
següent manera: 1 d' ll cm., 5 de 12,2 de 13,3 de 14,4 de 15, 1 de 16 i 1 de 18 cm. Les altures
varien entre 4 i 5,1 cm. i la proporció HIV oscil·la entre 0,29 i 0,36, amb una mitjana de 0,33. Pel
que fa als trets morfologics, alguns exemplars presenten un lleuger engrossiment del llavi i
només un solc acanalat en la part inferior externa d' aquest (fig. 2, riúm. 5). Les parets són incli-385-
[page-n-388]
F. ARASA i N. MESADO
12
2
o
5
Fig.4
-386-
[page-n-389]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT ffiERIC DE LA TORRE D'ONDA
13
nades i els peus són oblics i en general baixos. Un exemplar presenta un solc en la unió de la paret
amb el peu (fig. 3, núm. 2), que en un altre arriba a ser una lleugera depressió. Quant a la decoració del fons interior, un exemplar no en té (fig. 2, núm. 2), un altre té 2 canaletes concentriques
amples (fig. 3, núm. 1) i la resta acompanya aquestes amb un petit cercle al centre (fig. 2, núm.
3-5; fig. 3, núm. 2).
La decoració més freqüent consisteix en dos soles davall 1' exterior del llavi i 3 canaletes
concentriques al fons intem. En els exemplars més antics les parets són més verticals i la proporció HN evoluciona des de 0,35 fms a 0,30 entre la darreria del segle ll i mitjan del segle I
a.C. Entre els exemplars d'Emporiae, Sanmartí (1978, I, p. 303) ha assenyalat que els peus són
molt oblics i de vegades prou alts en la producció tardana. Pel que fa als diametres, Py
(DICOCER, p. 151) assenyala tres series de 12/13, 15116 i 20/21 cm. A la baixa vall del Rodan
s'agrupen en dues series de 11,5/13 i 14,5/15 cm. A La Vayede hi ha dues series de 12 i 14 cm.
En el derelicte de La Madrague de Giens s'agrupen en dues series de 11,6/13,5 cm. i de 14,8116
cm. A Olbia hi ha dues series majoritanes de 12/13 i 15/16 cm., sense que falten series intermedies de 14 cm., o fins i tot majors de 18 cm.
Aquesta copa és una de les formes més freqüents des del final del segle II (MOREL, 1965, p.
87; 1968, p. 60, núm. 8; PY, 1978, p. 229). En el derelicte de Sant Ferreol, que es data cap a mitjan
del segle I a.C., representa un 35% del total. Apareix en nombrosos jaciments amb datacions del
segle I a.C.: l'estrat IV de la Muralla Robert i el nivell III del jardí del peristil de la casa núm. 1
d' Emporiae (segon quart avanc;:at del segle I a.C.), el nivell II del deposit del sector occidental de
Burriac, el Pou D-18 de Pollentia, La Galere (100/90-40/30), la fase II de La Cloche; La Vayede
(55/50-40), el nivell maurita 2 de Ochar Jdid i els derelictes de La Madrague de Giens (60/50), San
Ferreol, Titan, Planier 3 i Ile Plane (ca. 50) i Fos 1 (principi de la segona meitat del segle I a.C.).
Lamboglia 2: d'aquesta forma hi ha 4 exemplars que presenten uns diametres que varíen entre
10 i 10,5 cm. i 3 amb altures entre 4,2 i 6 cm. La proporció HN varia entre 0,41 i 0,60. Pel que
fa als trets morfologics, la vora exvasada és quasi plana en un exemplar (fig. 3, núm. 4) i en un
altre es gira cap avall (fig. 3, núm. 3). La paret és més recta i la seua inclinació és major segons
disminueix la profunditat. Un exemplar presenta una depressió en la part inferior de la paret
interna (fig. 3, núm. 3). El peu presenta una altura irregular: baix en un cas (fig. 3, núm. 5) i alt
en un altre (fig. 3, núm. 4).
En general, la proporció HIV sembla molt variable i deu correspondre a l' existencia de
diverses series (BATS, 1988, p. 141), sense que hom puga determinar amb seguretat un criteri evolutiu: en el derelicte d'Spargi és de 0,46 i 0,48, en el de La Madrague de Giens se situa entre 0,32
i 0,44, mentre que a La Cloche se situa majoritariament entre 0,46 i 0,59. Quant al diametre, a La
Cloche se situa entre 8,5 i 10 cm. i a La Madrague de Giens entre 9,5 i 11,6 cm.
Aquesta forma apareix en nombrosos jaciments amb datacions del segle I a.C.: l'estrat IV de
la Muralla Robert i el nivell inferior de la cisterna de la terrassa inferior de la casa núm. 1
d'Emporiae, el nivell I del deposit del sector occidental de Burriac, el Pou D-18 i el nivell ill del
carrer Porticat (50-20) de Pollentia, la fase II de La Cloche i els derelictes de La Madrague de
Giens, San Ferreol, Titan, Planier 3, lle Plane i Fos l.
Lamboglia 3: d'aquesta forma hi ha 5 exemplars amb diametres compresos entre 6,9 i 9,6 cm.
i altures que oscil·len entre 4,9 i 5,8 cm. La proporció HN varia entre 0,60 i 0,78. La base de
-387-
[page-n-390]
14
F. ARAS A i N. MESADO
11)
..,
11)
o
-388-
[page-n-391]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT IBERIC DE LA TORRE D'ONDA
15
!'única miniatura present, incompleta, té un dütmetre de 5,2 cm. i una altura aproximada de 3 cm.
Pel que fa als trets morfologics, en la major part deis casos el peu presenta un engrossiment que
forma una lleugera depressió en la seua unió ambla paret (fig. 4, núm. 2), pero en alguns exemplars el peu forma una prolongació de la paret dibuixant un are (fig. 4, núm. 1). Dos exemplars
presenten una lleugera depressió en la unió del peu amb el fans exterior.
Pel que fa als aspectes formals, en ocasions hi apareix un lleuger ressalt entre el fans extem
i la paret interna del peu. Quant als dütmetres, en el derelicte de La Madrague de Giens i a la vall
del Rbdan hi ha dues series de 4,1/4,7 i 617,5 cm. (DICOCER, p. 151), i a Olbia hi ha una tercera
serie de 8,5/9 cm. La proporció HIV és pdtctícament identica a La Cloche i en el derelicte de La
Madrague de Giens: 0,72-0,91. Una variant d'aquesta forma són les miniatures, presents, entre
altres, en el derelicte de La Madrague de Giens.
Aquesta pixis apareix majoritanament en la producció tardana i la trobem en nombrosos
jaciments amb datacions del segle I a.C.: l'estrat IV de la Muralla Robert i el nivell m deljardí
del peristil de la casa núm. 1 d' Emporiae, el deposit del sector occidental de Burriac (90-40), La
Galere, la fase m mitjana de Les Castels (Nages) (70-30), la fase 11 de La Cloche, el nivell maurita 2 de Dchar Jdid, La Vayede i els derelictes de La Madrague de Giens, Titan, Planier 3, San
Ferreol i Fos l.
Lamboglia 4: d'aquesta patera amb peana hi ha 4 exemplars amb diametres que varíen entre 9,2
i 11,6 cm.; l'únic exemplar sencer té una al<¡:ana de 4,9 cm. i una proporció HIV de 0,53. Pel que
fa als trets morfologics, en dos exemplars el llavi s 'al<¡:a lleugerament formant una petita
depressió en la part superior de la vara (fig. 3, núm. 5). En un d'aquests, la unió del cos ambla
peana esta marcada per una lleugera depressió i el fans interior no és pla com en la resta sinó que
esta bombat. Quant a la decoració del fans interior, és mólt variable: en el cas anteriorment
esmentat no n'hi ha i en la resta les canaletes concentriques apareixen en nombre de 2, 3 i 4 (fig.
4, núm. 3-5); en aquests dos darrers casos sempre n'hi ha una de petita al centre.
La forma deis peus sembla seguir una evolució cronologica: els més alts solen ser més antics
i els més baixos i amples són de datació més recent (SANMARTÍ, 1978, 11, pp. 448-449;
TCHERNIA, POMEY i HESNARD, 1978, p. 55). Pel que fa al diametre, sembla presentar una sola
talla de 9/10 cm.
Aquesta forma apareix majoritariament en la producció tardana. Pera algunes series, particularment les F 1413 i 1416, Morel (1981a, pp. 111-112) assenyala la seua presencia característica en la periferia del món mediterrani, especialment la península lberica i el Marroc, i en la
majar párt deis casos indica que es tracta d'una producció «B-o"ide» local o regional. Apareix en
nombrososjaciments amb datacions del segle I a.C.: l'estrat IV de la Muralla Robert d' Emporiae,
el nivell II del deposit del sector occidental de Burriac, el Pou D-18 de Pollentia, el nivell maurita 2 de Dchar Jdid, La Vayede i els derelictes de La Madrague de Giens, San Ferreol, Planier 3
i Fos l.
Lamboglia 5: és, amb diferencia, la forma més nombrosa. Hi ha 31 exemplars amb uns formats
compresos entre 17 i 40 cm. que poden agrupar-se en quatre mbduls: 17-19, 21-23, 30 i 40 cm.;
l' altura, només amb 3 valors, oscil·la entre 2,5 i 3,8 cm. La proporció HIV varia entre O, 12 i O, 17.
Pel que fa als trets morfologics, la vora és un poc engrossida i en alguns casos lleugerament concava (fig. 5, núm. 1), pero majoritanament és recta i quasi vertical (fig. 5, núm. 5) o sobretot
-389-
[page-n-392]
16
F. ARASA
N. MESADO
.,
-390-
[page-n-393]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT IBERIC DE LA TORRE D'ONDA
17
inclinada (fig. 4, núm. 6; 5, núm. 2 i 4; 6, núm. 1). La carena és arrodonida, sense que en cap cas
arribe a ser un angle marcat. L' exemplar de 30 cm. de dHunetre presenta dos fins graons en la part
interior de la vora. En els tres exemplars més complets, la base presenta un engrossiment característic en el peu -l'anomenat «peu de bota»- més o menys marcat (fig. 4, núm. 6; 5, núm. 2).
Altres bases semblants deuen perümyer també a aquest tipus. La major part presenta una decoració en el fons interior consistent en un nombre variable de 2 a 4 canaletes concentriques acompanyades en molts casos de cercles concentrics d'estries curtes i oblíqües de factura poc acurada;
en un cas aquestes apareixen sense canaletes.
Aquesta patera és la forma més freqüent d'aquesta producció (LAMBOGLIA, 1952, pp. 146147; ARCELIN, 1978, p. 112; DICOCER, p. 152). No sempre resulta facil diferenciar-la de les
formes Lamb. 7 i 517 (MOREL, 1968, p. 63, nota 2; TCHERNIA, POMEY i HESNARD, 1978, p. 55;
BELTRÁN LLORIS, 1979, p. 171), perla qual cosa sovint són estudiades conjuntament (cf SOLIER,
1980, p. 231; BATS, 1988, pp. 137-138). Aixo passa en el derelicte de San Ferreol, on el grup de
les pateres planes suposa el 53% de la vaixella. Al Cabezo de Alcalá (Azaila) el grup format per
aquesta forma i afins (Lamb. 517) constitueix el 41%. Sanmartí (1978, I, p. 303) ha assenyalat,
entre els exemplars d' Emporiae de la producció tardana, que el fons extern sol estar situat a més
altura que el punt d'unió entre les parets externes del peu i del cos; així mateix, la vora sol ser
prou oberta i lleugerament concava. Aquesta forma sol anar decorada al fons interior amb canaletes concentriques i una franja de rodet (ARCELIN, 1978, p. 114), disposades segons el següent
esquema: al centre un petit cercle i, a continuació, dues series espaiades i formades per una o dues
canaletes a }'interior i altres dues a l'exterior, amb cercles concentrics d'estries, sovint amb quatre
series d'estries oblíqües.
Pel que fa als diametres, en el derelicte de La Madrague de Giens s'agrupen en tres series:
16/17,4, 19,8/22 i 27/34 cm. A La Cloche la proporció HN és constant i proxima a 0,16, mentre
que els diametres presents són 17119,22/23,25/27,34 i 42 cm. ALa Vayede hi ha una sola serie
de 21/23 cm. A Olbia el grup de les formes Lamb. 5 i 7 ha proporcionat 3 series de 19, 23 i 32/34
cm., a més d'un cas excepcional de 44 cm. A Burriac, en el nivell ll del deposit del sector occidental, hi ha tres grups: 18/25, 30/32 i 48/50 cm.
12
10
8
6
4
2
o
17
18
19
22
23
Gratica de diametres de la forma Lamboglia 5.
-391-
24
25
30
40
[page-n-394]
18
F. ARASA i N. MESADO
o
Fig. 7
-392-
5
[page-n-395]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT IBERIC DE LA TORRE D'ONDA
19
Aquesta patera apareix en nombrosos jaciments amb datacions del segle 1 a.C.: l'estrat IV de
la Muralla Robert i el nivell 111 del jardí del peristil de la casa núm. 1 d' Emporiae, el deposit del
sector occidental de Burriac, el Pou D-18 de Pollentia, La Galere, la fase 11 de La Cloche, la fase
lB de Le Marduel, La Vayede, el nivell maurita 2 de Dchar Jdid i els derelictes de La Madrague
de Giens, San Ferreol, Planier 3 i Ile Plane.
Lamboglia 10: hi ha 4 exemplars, amb 3 diametres que varien entre 7,2 i 8,2 cm. Tres exemplars
es conserven complets i presenten una proporció HN que oscil·la entre 1,18 i 1,40. Cal destacar
la seua gran homogeneltat formal. Pel que fa als trets morfologics, un deis dos exemplars sense
anses presenta una carena marcada en la part inferior de la paret (fig. 7, núm. 1). L'exemplar amb
anses (fig. 7, núm. 3) té un perfil més suau, amb la vora menys exvasada, i un engrossiment en
el fons interior.
Aquesta gerreta de perfil en S apareix amb i sense anses. La trobem en nombrosos jaciments
amb datacions del segle 1 a.C.: 1' estrat IV de la Muralla Robert d 'Emporiae, el deposit del sector
occidental de Burriac, La Galere, la fase m de Le Marduel i els derelictes de La Madrague de
Giens, San Ferreol, Planier 3, Titan i Ile Plane.
3.2.2.
La decoració
Els motius decotatius són en general molt simples: les canaletes concentriques que apareixen
en el fons interior de les formes Lamb. 1, 4 i 5 i els cercles concentrics d'estries que apareixen
en la forma Lamb. 5 -la que més freqüentment va decorada- normalment en combinació amb
aquells i amb un petit cercle al centre; en els exemplars més tardans a penes estan marcats (ej.
TCHERNIA, POMEY i HESNARD, 1978, p. 51). La decoració combinada de canaletes concentriques i cercles concentrics d'estries a !'interior apareix ja en la segona meitat del segle 11 a.C. i
continua fins al final de la producció; aquestes són curtes, molt fines, sovint a penes marcades i
estan inclinades uns 45° sobre 1'eix del vas.
Aquests motius apareixen en nombrosos jaciments amb datacions del segle 1 a.C.: el deposit
del sector occidental de Burriac, La Galere, la fase m de Le Marduel, La Vayede i els derelictes
de San Ferreol, Planier 3 i Fos l.
3.2.3.
Grafits
Es tracta de signes geometrics i textos breus que apareixen incisos sobre la superfície deis recipients i que de maneta general s'interpreten com inscripcions de propietat. La seua presencia a partir
del segle m se situa en un període de generalització de l'ús de l'escriptura i d'auge de les importacions, quan aquestes passen de ser béns de prestigi a ser béns de consum. El grafit sobre l' objecte
importat és possiblement un distintiu de propietat. La progressió en l'ús de l'escriptura amb aquesta
funció alllarg del període roma és patenten la seua important presencia sobre campaniana A, sobretot
alllarg del segle 11, i el seu espectacular augment sobre campaniana B tardana, ja en el segle 1 a.C.
-393-
[page-n-396]
20
F. ARASA i N. MESADO
Producció
Forma
Localització
Text/motiu
Campaniana B
Lamboglia la
Fons exterior
X
Campaniana B
Lamboglia la
Fons exterior
ke. ?
Campaniana B
Lamboglia la
Fons exterior
T
Campaniana B
Lamboglia 1a
Fons exterior
t
Campaniana B
Lamboglia 5
Paret interior del peu
X
Campaniana B
Lamboglia 5
Exterior paret
X
Campaniana B
Indeterminada
Fons exterior
n.
Campaniana B
Indeterminada
Fons exterior
s.e.
Un total de 8 peces de campaniana B presenten grafits incisos. Pel que fa al contingut, 5 són
signes de caracter geometric i 3 són textos. Els signes de caracter geometric són 3: X, Ti t, dels
quals el primer apareix en 3 ocasions. Pel que fa als textos (n.; s. e.; ke. ?), un apareix incomplet i
la seua lli~ó és insegura; quant al nombre de signes, dels altres dos un en té un i l'altre dos.
Finalment, la localització dels grafits es concentra en dues parts dels recipients: 6 al fons exterior, 1 a la paret interior del peu i 1 a 1' exterior de la paret.
3.3.
ARETINA DE VERNÍS NEGRE
D'aquesta producció hi ha una patera de la torma Lamb. 7 de pasta taronja ciar, homogenia,
vernís poc lluent, d' aplicació irregular en la paret exterior proxima a la base, marques de subjecció
i fons exterior en reserva, amb empremptes digitals. La decoració del fons interior esta formada
per 3 series de 2 canaletes concentriques i 8 estampilles geometriques amb dues e contraposades:
7 disposades en cercle entre les dues series exteriors de canaletes i 1 al centre (fig. 8, núm. 3). Pel
que fa a les dimensions, el seu diametre és de 50 cm., la seua al~aria de 6,5 cm. i la proporció HN
de 0,13 .
Identificada inicialment per Lamboglia (1952, p. 206) coma «campaniana B pre-aretina»,
Morel ha descrit les seues característiques en diverses ocasions (MOREL, 1963, pp. 38-39; 1965,
pp. 228-230, 237 i 241; 1968, p. 60; 1980, pp. 103-104; 1981a, p. 46; 1981b, p. 82). Molt proxima a la campaniana B per les seues característiques tecniques, cosa per la qual no sempre
resulta facil d'identificar, pot distingir-se d'aquesta per alguns detalls morfologics, com ara la
forma dels peus, entre els quals hi ha un tipus (P 141c) que presenta un ressalt característic en la
paret interna. La forma més característica d'aquesta cerarnica és una patera de gran diametre del
tipus Lamb. 7, la vora i el peu de la qual presenten una es treta relació amb els de la forma de ceramica aretina de vernís roig que Goudineau (1968, pp. 239, 252-253 i 279-281) anomena «precursora» (forma 1), ésa dir, la més antiga. D'altra banda, aquestes pateres solen anar decorades
amb estampilles geometriques en forma de «dues e contraposades» (LAMBOGLIA, 1952, p. 153)
que apareixen també en la cerarnica pre-aretina (GOUDINEAU, 1968, p. 332). Aquestes grans
pateres corresponen, almenys en part, ambles que apareixen en la producció que Morel (1965,
p. 16) va anomenar «campaniana B de pasta pesant». Aquesta cerarnica va ser produ"ida alllarg
-394-
[page-n-397]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT ffiERIC DE LA TORRE D'ONDA
21
del segle II i sobretot de l'I a.C. en la regió d'Arretium. La seua exportació, sempre en volum
molt inferior al de la campaniana B tardana de Cales, es data cap a mitjan del segle l. Morel
(1992, p. 228) ha assenyalat que es tracta d'un cas excepcional de gran producció de vernís negre
amb una important difusió terrestre.
Encara que no sempre és possible determinar amb seguretat que es tracta de peces d'aquesta
producció, hem reunit algunes referencies a grans pateres decorades amb aquest ti pus d' estampilles que possiblement hi pertanyen o almenys hi deuen estar relacionades. Pel que fa a Hispania,
en alguns jaciments destrui"ts en la guerra de Sertori s'esmenten pateres que possib1ement pertanyen a aquesta producció, que d'aquesta manera hauria comen¡;at a exportar-se ja en el primer
quart del segle I a.C. A El Cabezo de Alcalá (Azaila) Beltrán Lloris (1979, pp. 189-190, núm.
223, fig. 20-21) estudia una base amb el peu característic que atribueix a la producció de «pasta
pesant». A La Caridad (Caminreal, Terol) s'esmenta una patera de la forma Lamb. 517 (F 2286a)
amb 9 estampilles d'aquest tipus (VICENTE etalii, 1991, p. 93). Aquest motiu apareix a Burriac
en el nivell II del deposit del sector occidental (MIRÓ, PUJOL i GARCÍA, 1988, p. 57, núm. 360).
A Emporiae hi ha diverses bases semblants, majoritanament de la forma Lamb. 7 i de la producció de «pasta pesant», decorades amb estampilles de la «familia de les dues e contraposades»,
que es daten en la primera meitat del segle I a.C. (SANMARTÍ, 1978, I, pp. 149, núm. 366, lam.
27 i 112; i 213, núm. 546, lam. 43). Támbé es coneixen bases amb peus i estampilles simi1ars a
Corduba (VENTURA, 1992, p. 150, núm. 34-35, fig. 14).
En el derelicte d'Íle Plane hi ha alguns exemplars d'aquesta producció amb estampilles
nominals conegudes tant en cetamica pre-atetina de vernís negre com en aretina de vernís roig i
atribu'ides als obradors de la regió d'Arretium (LEQUÉMENT i LIOU, 1976, pp. 591-592, fig. 6 i
8, D). En el derelicte Planier 3 es va trabar una patera de la forma Lamb. 5 amb el peu característic i la decoració desgastada formada per 4 estampilles (TCHERNIA, 1968-70, p. 71, fig. 16,
núm. 1 i 3). També es coneixen bases amb peus similars i estampilles nominals a Olbia (BATS,
1988, p. 138, Pl. 24, núm. 768-769), Ruscino (SOLIER, 1980, pp. 228-230, fig. 5, núm. 120, 122123) i en l'estrat VIA (100/90-30/20) d'Albintimilium (LAMBOGLIA, 1950, p. 65, fig. 27, núm.
9). A Roma, Morel (1965, p. 148, núm. 352, pl. 25, núm. 61) assenyala la presencia d'un exemplar que atribueix a un taller etrusco llatí i data cap al final del segle II o cap al lOO a.C.; un altre,
amb estampilles nominals, el data cap a mitjan del segle 1 a.C. (MOREL, 1965, p. 189, núm. 501,
pl. 33). A Magdalensberg aquesta producció és abundant, amb nombrases pateres de les formes
Lamb. 5 i 7 i alguns estrets paral·lels amb l'exemplar estudiat quant a la forma, grandana i decoració, i altres amb motius semblants (SCHINDLER, 1967, p. 14, Taf. 1, núm. 4 = F 2287a1; Taf.
1, núm. 8; 2, núm. 2-3; i 4, b, e id). A Dchar Jdid aquest tipus d'estampilles apareix sobre una
patera de la forma Lamb. 7 en el nivell maurita 2 (AKERRAZ et alii, 1981-82, p. 204, pl. XIX,
78.1639). Finalment, a Delos es coneix el fans d'una gran patera, amb un diametre superior a 47
cm. i decoració formada per 1 estampilla central i al tres 9 radials a 1' interior de 3 series dobles
de canaletes concentriques (MOREL, 1986, p. 477, fig. 18, núm. 117, i fig. 28).
3.4.
CERÁMICA DE PARETS FINES
Només s'han trobat dos fragments d'un mateix exemplar del tipus Mayet ll de procedencia
italica. La pasta és de color roig fose i la superfície és negre ro gene. El seu diametre és de 7,2 cm.
(fig. 8,. núm. 4).
-395-
[page-n-398]
22
F. ARASA i N. MESADO
)
o
5
5
Fig. 8
-396-
[page-n-399]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT IBERIC DE LA TORRE D'ONDA
23
Aquesta cedunica, originaria en la seua majar part de l'Etrúria marítima, fou estudiada inicialrnent per Marabini (1973) a partir deis exemplars trobats a Cosa. Posteriorment, Mayet (1975)
en va realitzar un estudi més ampli i va establir una tipología a partir dels productes hispanics.
Darrerament ha estat estudiada per Ricci (ATLANTE, 1986) i, a Catalunya, per López Mullor
(1989), a qui ens remetem en general pera les troballes en contextos ben datats. Aquesta producció
tingué una amplia difusió per tot el Mediterrani occidental. De manera general, la seua exportació
va comens;ar cap a la meitat del segle II i va perdurar almenys fins al segon quart de 1'1 a.C.
Pel que fa al gobelet de la forma Mayet 11, els exemplars més antics són del primer quart
del segle 11, pero la seua majar difusió se situa entre el darrer quart d'aquest segle i el primer
de 1'1 a.C., amb una presencia més esporadica en el segon quart i fins a l'epoca augustal
(MARABINI, 1973, pp. 58-62; MAYET, 1975, pp. 26-27; LÓPEZ MULLOR, 1989, pp. 99-103).
Entre les datacions més tardanes podem incloure el nivell 11 del deposit del sector occidental de
Burriac i el pou D-18 de Pollentia.
3.5. LLÁ.NTIA
L'únic exemplar trobat és de cerarnica comuna i pertany al tipus H de Ricci (1974, pp. 223226, figs. 32-34). La pasta és ocre i presenta indicis de combustió en el bec. Les seues dimensions són: 2,7 x 6,9 x 4,5 cm. El seu cos és cilíndric, el disc és ample i pla, la base també és plana,
1' orifici d' alimentació és ample, el rostrum és també ample i té forma de cua d' oroneta i presenta
un petit apendix un poc trencat en el costat dret (fig. 8, núm. 5).
Es tracta d'una producció del Laci, prou simple i sense pretensions estetiques. La seua
datació se situa entre rnitjan segle 11 i rnitjan de 1'1 a.C. (PAVOLINI, 1981, p. 152). A la península lberica, aquest ti pus apareix sovint en ambients relacionats amb la guerra sertoriana. Encara
que és prou freqüent, els exemplars ben datats són escassos. Trobem alguns paral·lels a El
Cabezo de Alcalá (Azaila) (BELTRÁN LLORIS, 1979, pp. 156-158 i 180, núm. 147-150, fig. 7 i
15), Cáceres el Viejo (ante 80) (ULBERT, 1984, pp. 155-157 i 241-242, Taf. 41-42), Lomba do
Canho (75-25) (DE CASTRO, GUERRA i FABLÓ..O, 1990, pp. 74-75, núm. 1-2), Albintimilium
(epoca de Sil·la) i Roma (48-46) (RICCI, 1974, pp. 225-226). Sense datació precisa la trobem a
Lucentum (OLCINA, REGINARD i SÁNCHEZ, 1990, p. 19, núm. 3-4) i Pollentia (PALANQUES,
1992, pp. 20-21, lam. 1, 8).
3.6.
MORTER
L' exemplar estudiat és de ti pus campa, de la forma Aguarod l. Té la pasta ocre i 1' engalba
beix, amb un diametre de 25 cm. La vara té secció triangular, amb una lleugera depressió central; la base és plana i el vessador esta molt desenvolupat (fig. 8, núm. 6).
Descrit en el tipus 7 de Vegas (1973, pp. 28-34, figs. 8-10), Bats (1988, pp. 162-164) el va
definir coma «morter italic» i en va diferenciar dos grups tipologics. Recentment, Aguarod (1991,
pp. 123-126), que ha estudiat els exemplars de la Tarraconense, distingeix tres tipus entre els morters tardo-republicans: el morter campa, el morter centro-italic i les irnitacions tarraconenses.
Hom ha assenyalat que els obradors que fabriquen els morters campans són els mateixos que els
-397-
[page-n-400]
24
F. ARASA i N. MESADO
2
o
Fig. 9
-398-
5
[page-n-401]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT IBERIC DE LA TORRE D'ONDA
25
de les armares, donada la identitat de pastes, i poden situar-se a la Campania septentrional o al
Laci meridional (PY, 1978, p. 249; ARCELIN, 1981b, p. 117). Aquest tipus inclou al seu torn
diverses variants que pareixen conviure sense datacions particulars. S'ha assenyalat la semblanc;a
del seu perfil amb el de les amfores Dr. lA (PY, 1978, p. 249). Pel que fa a la datació, Bats (1988,
p. 163) ha situat l'inici de la difusió cap al 150, amb un final en el primer quart del segle 1 a.C.
Segons les referencies arreplegades, aquesta forma encara és freqüent en els jaciments amb
nivells de destrucció d'epoca sertoriana i sembla desaparéixer a partir de rnitjan segle 1 a.C.
Entre les datacions més tardanes, trobem aquest tipus en el pou D-18 de Pollentia, en el
deposit del sector occidental de Burriac, en la fase III antiga i rnitjana de Les Castels (Nages)
(100-30), en la fase m de Le Marduel, en les fases 4nE (75-50) i 4nD (50-25) de Lattara i a La
Vayede.
3.7. Á.MFORES
3.7.1.
DressellA
D'aquest tipus s'han trobat 7 exemplars; la pasta és taronja, roig-amarronida o beix, amb desgreixant negre d'origen volcanic en alguns casos; l'engalba és beix, amb diferents tonalitats. Els
diametres s'escalonen en quatre formats de 16, 17, 18 i 20 cm. La proporció als;ana/grossaria de
la vora és d'1; 1,6; 1,8; 2 i 2,3. Les vares presenten perfils variats que van des deis més pronunciats ----en ellírnit ambles greco-italiques tardanes- fins als més suaus, amb als;anes compreses
entre 3,4 i 4,9 cm. (fig. 9, núm. 1-2; 10, núm. 1). La procedencia campana és segura almenys en
tres exemplars i probablement italica en altres dos; no pot descartar-se que algun deis dos restants
siga tarraconense.
Les límitacions de la divisíó tripartita establerta per Lamboglia ( 1955) ha estat assenyalades
per diversos autors (LAUBENHEIMER, 1980; SANMARTÍ GREGO, 1985; EMPEREUR i HESNARD,
1987, pp. 30-31; MIRÓ, PUJOL i GARCIA, 1988, p. 25; GATEAD, 1990, pp. 166-167). Aquestes
són evidents quan es treballa només amb fragments de vora. Pel que fa a la seua caracteritzacíó,
Empereur i Hesnard fixen dos trets morfologics fonamentals: l'als;ana total inferior als 110 cm.
i l'als;ana delllavi menor de 5,5 cm.; l'aplicació d'aquest darrer criteri ha deterrninat la classificació dels exemplars ací estudiats. La seua producció s' estén per la costa tirrenica de la Italia
central, des de l'Etrúria meridional, el Laci, la Campania i probablement fins a Calabria
(TCHERNIA, 1986, pp. 45-47). Entre les Dr. lA coexisteixen llavis amb detalls diversos, com
hom pot veure aAlbintimilium (LAMBOGLIA, 1955, figs. 10-11) i ha confirmat Sanmartí (1985,
pp. 134-140) al campament de Peña Redonda.
La seua aparició es data de manera aproximada cap a mítjan del segle II a.C. En la revisió
deis materials de les excavacions de Schulten en els campaments d'Escipió de Numantia i,
sobretot, en l' estudi del material de superfície arreplegat al campament de Peña Redonda,
Sanmartí (1985) va situar el període d'aparició de les Dr. lA entre la destrucció de Carthago el
146, on apareixen alguns exemplars (MOREL, 1988, 92-94), i l'abandonament d'aquest campament el 133. Segons Tchernía (1986, pp. 42-44), les Dr. 1 apareixen a partir de l'inici del darrer
terc; d'aquest segle. Pera Empereur i Hesnard (1987, p. 31) les primeres Dr. 1 apareixen en el
tercer quart del segle II a.C. Entre les datacions més tardanes, que arriben fins a la meitat del
-399-
[page-n-402]
26
F. ARASA i N. MESADO
2
Fig. 10
-400-
[page-n-403]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT ffiERIC DE LA TORRE D'ONDA
27
segle I a.C., podem esmentar el nivell II del deposit del sector occidental de Burriac, el Pou
D-18 de Pollentia, la fas.e IB de Le Marduel, el nivell maurita 2 de Dchar Jdid i La Vayecte.
3. 7.2.
Tarraconense 1
L'únic exemplar d'aquest tipus té la pasta taronja, amb punts blancs en el desgreixant, l'engalba beix groguenc, el diametre de 16 cm. i la vora de 7,8 cm. d'al9aria (fig. 10, núm. 2).
Presenta un segell imprés davall del llavi en forma de creixent amb els extrems arrodonits, de
3,1 cm. de llargaria i 0,9 cm. d'amplaria maximes, del qual només es pot llegir -amb dubtesla terminació -]eno o -]eano. Les estampilles que apareixen sobre aquestes amfores són de ti pus
arcaic, de forma rectangular, només amb el prenom i el nom, pero no n' ha estat publicada cap
amb aquesta forma i un nom semblant.
Aquest tipus d' amfora vinaria fou anomenat Laietana 1 per Comas (1985, pp. 65-66).
Posteriorment ha estat estudiat de manera més amplia per Nolla (1987), que l'anomena
Tarraconense 1 per produir-se en un territori més extens que l'estrictament laieta, i per Nolla i
Salias (1984-85) a partir de les troballes d'Empúries. Darrerament, Miró (1988, pp. 63-69) i
Comas i Casas (1989) n'han ampliat l'estudi. Molt probablement va fabricar- se en el territori de
la Laieü'mia, a les vil·les de la Salut de Sabadell i del Roser de Calella (MIRÓ, 1988, pp. 28-29;
COMAS i CASAS, 1989, pp. 581-583), pero també en altres llocs com Fenals (Lloret de Mar)
(NOLLA i SOLlAS, 1984-85, pp. 130-131) i probablement a la mateixa Baetulo. En els darrers
anys, la seua presencia s'ha documentat en diversos jaciments de Catalunya, per exemple a
/lerda (MORÁN, 1994, p. 208, fig. 7, núm. 1-2). Ellloc més meridional on fms ara s'ha documentat aquest tipus d'amfora és Tarraco, i els més occidentals Contrebia Belaisca, sense datació
(DÍAZ i TORRALBA, 1989-1990, p. 36, lam. IV, núm. 15-16), i Salduie (50-40) (AGUAROD,
1992), on es coneix un exemplar amb segell iberic. El període de fabricació se situa des del segon
quart del segle I i en la segona meitat del segle I a.C. També hi ha notícia d'un exemplar
a Valentia, d' atribució insegura, que es dataria en el primer quart del segle I i seria el més antic
dels coneguts fins ara (RIBERA, 1993, pp. 743-744).
Altres troballes s'han efectuat a la basílica i cúria d' Emporiae (darreria del segle I a.C.)
(AQUILUÉ et alii, 1984, pp. 147-149 i 152-159), Can Portell (Mataró) (des d' almenys rnitjan del
segle I a.C. fms al 15/20) (PERA et alii, 1992, pp. 170-171, fig. 14, núm. 52-54), la sitja del carrer
Pujol (abans del30 a.C.) de Baetulo (COMAS, 1985, pp. 17-22,40-42, 65-66 i 155-156), el barri
de Saint-Romain-en-Gal deVienna (30-20) (DESBAT, 1987, p. 408, fig. 4, núm. 6-8) i els derelictes de Cap Béar 3 (50-30) (COLLS, 1986, pp. 205-206, figs. 38-40) i Palamós (segona meitat
del segle l a.C.) (FOERSTER, PASCUAL i BARBERÁ, 1987, pp. 83-89).
4.
CONCLUSIONS
La precisió cronologica en els jaciments hispanics de la primera meitat del segle I a.C. té
una referencia fonamental en aquells que foren destru"its durant la guerra de Sertori, com Valentia
(LÓPEZ et alii, 1994, pp. 99-100; RIBERA, 1993), La Caridad (Carninreal) (VICENTE et alii,
1991, pp. 92-93) i El Cabezo de Alcalá (Azaila) (BELTRÁN LLORIS, 1979). Lafacies cerarnica
-401-
[page-n-404]
28
F. ARASA i N. MESADO
constituida per les importacions italiques, amb el predomini de la campaniana B tardana, el
caracter minoritari de la campaniana A i la presencia de nous motius decoratius i noves produccions, caracteritza el primer quart de segle. Aquest panorama, pero, no és molt diferent del que
trobem en jaciments que s'endinsen en el segon quart del segle, com el deposit del sector occidental de Burriac (MIRÓ, PUJOL i GARCÍA, 1988), l'estrat IV de la Muralla Robert d'Emporiae
(SANMARTÍ, 1978) i el Pou D-18 de Pollentia (EQUIP DE POLLENTIA, 1993). La presencia en
ambdós grups de jaciments de nous motius decoratius sobre campaniana B tardana com les
losanges, o de noves produccions com l'aretina de vernís negre, la cronología dels quals encara
no és molt ben coneguda, no dóna més seguretat a les datacions. Només hi contribueix la
presencia d'alguns tipus de llanties i de les produccions de vemís roig (pre-sigil·lata i pre-aretina). La numismatica no ajuda a causa de la practica desaparició de les encunyacions a partir de
la guerra de Sertori.
La facies ceramica que trobem a la Torre d'Onda es caracteritza perla presencia quasi exclusiva de campaniana B tardana de Cales, amb un repertori tipologic molt redult i una gran pobresa
de motius decoratius, i és semblant a la que trobem en nivells que es daten fonamentalment des
del 80170. La presencia testimonial de campaniana A indica que la vaixella importada esta constituida per les adquisicions fetes en un període en que aquella practicament ha desaparegut del
mercat. Aquest fet i la seua composició homogenia són propis d'un assentament de nova creació
i de curta existencia. La presencia de dues produccions minoritaries recalza la datació propasada:
l'aretina de vemís negre i sobretot l'amfora Tarraconense 1 que comenc;a a produir-se en el segon
quart del segle. Pel que fa al final de l'ocupació, l'absencia de TSI permet fixar un terminus ante
quemen el50/40, si ens atenem a la datació anterior al47 del derelicte de Planier 3 (TCHERNIA,
1968-70). En conclusió, l'ocupació de la Torre d'Onda creiem que pot situar-se en el segon quart
del segle I a.C.
Diversos assentaments de Catalunya, les illes Balears, el SE de Franc;a, Italia i el nord d' Africa presenten nivells o conjunts que es daten en aquest segle, alguns dels quals prolonguen la
seua cronología fins a passada la meitat de segle. Pel que fa als derelictes, els exemples són nombrosos i una part considerable es data de manera aproximada al voltant de la meitat de segle. Un
dels paral·lels més estrets és 1' oppidum de Burriac, on el reblit del deposit del sector occidental
es data entre els anys 90 i 40, amb 3 fases, de les quals la darrera (70-40) presenta una datació
proxima a la propasada pera la Torre d'Onda (MIRÓ, PUJOL i GARCÍA, 1988). Altres contexts
amb datacions similars els trobem en l'estrat IV de la Muralla Robert, el nivell III del jardí del
peristil i el nivell inferior de la cisterna de la terrassa inferior de la casa núm. 1 d' Emporiae
(SANMARTÍ i SANTOS, 1986-89); i en el nivell IV del carrer Porticat (principi del segle I-30 a.C.)
(ARRIBAS, TARRADELL i WOODS, 1973) i el Pou D-18 de Pollentia. De manera general, també
les ciutats de Baetulo, Iluro i Gerunda presenten datacions proximes; recentment, Olesti (1994)
ha situat la seua fundació en el segon quart del segle, en el marc de les actuacions de Pompeu a
Hispania. Finalment, aquestafacies és la que trobem en el derelicte de San Ferreol (MAS, 1985).
Al SE de Franc;a, encara que amb una facies ceramica diferent, tenim nivells proxims cronologicament a La Galere (BRUN, 1991), en la fase III mitjana de Les Castels (Nages) (PY, 1978),
a La Vayede (ARCELIN, 1981b), en la fase lB de Le Marduel (PY i LEBEAUPIN, 1986), en la fase
TI de La Cloche (ARCELIN i CHABOT, 1980) i en les fases 3C1, 4nE i 4nD de Lattara (PY et alii,
1990). Cap a l'est, en la costa italiana tenim l'estrat VIA d'Albintimilium (LAMBOGLIA, 1950).
Finalment, al nord d' África ens trobem amb el nivell maurita 2 de Ochar Jdid (AKERRAZ et alii,
-402-
[page-n-405]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT lliERIC DE LA TORRE D'ONDA
29
1981-82). Pel que fa als derelictes, són nombrosos en els decennis centrals del segle: La
Madrague de Giens (TCHERNIA, POMEY i HESNARD, 1978), Titan (TAILLIEZ, 1961), Planier 3
(TCHERNIA, 1968-70), lle Plane (LEQUÉMENT i LIOU, 1976), Fos 1 (GIACOBBI-LEQUÉMENT,
1987) i Cap Béar 3 (COLLS, 1986).
A les comarques septentrionals del litoral valencia, diversos assentaments poden prolongar
la seua ocupació més enlla del 75 (ARASA, en premsa): el Castell (la Vilavella), la Curolla (Xert),
el Puigpedró (Vilanova d' Alcolea), el Tossal de la Balaguera (la Pobla Tornesa), el Tossal de
1' Assut (Borriol), Montnegre (Borriol), el Poaig (Peníscola) i el Pujol de Gasset (Castelló de la
Plana). La dificultat de datar conjunts ceramics d'aquesta epoca i, sobretot, el coneixement
superficial de la majar part d'aquests assentaments, expliquen el seu redu"it nombre i la inseguretat de les datacions. En la resta del País Valencia, trobem materials d'aquesta epoca en l'estrat
E d' Ilici (entre el segle III i mitjan de l'I a.C.) (RAMOS FERNÁNDEZ, 1975). Tot i que és insuficientrnent conegut, també és possible que l'ocupació del Tossal de la Cala (Benidorm) es prolongue fins a un moment avan¡;at del segle I a.C. (TARRADELL, 1985).
Les ceramiques d'importació, les característiques i la datació del jaciment plantegen
diversos interrogants. Pel que fa a les primeres, la presencia d'un exemplar de morter i de gobelet
de ceramica de parets fmes, 1' absencia de ceramica comuna de cuina, la redu"ida quantitat d' amfores trobades i en generall'escassa diversificació de les produccions presents, no pareixen normals en contextos ceramics del segon quart del segle I a.C. L'absencia d'altres produccions ceramiques com la pre-sigil·lata, pre-aretina, de vernís roig pompeia, bols hel·lenístics de relleus,
lagynoi pintats, amfores Dr. lB i 1C i Dr. 2-4 italiques, etc., pot explicar-se en part per !'arribada
escassa i selectiva deis productes d'importació als assentaments rurals. Hom pot afegir, entre les
estructures arquitectoniques trobades, 1' absencia de tecniques constructi ves d' origen italic, com
els paviments d' opus signinum que trobem en nombrosos jaciments que poden datar-se en el
període 150-75, així com de material ceramic de construcció. Quant al desfase cronologic que hi
ha entre la datació que proporciona la ceramica d'importació i el conjunt monetari, pot explicarse per la perduració del numari.
En relació amb aquestes qüestions, cal destacar el caracter plenament iberic de 1' assentament en un període que se situa en el segon quart del segle I a.C. Aquest iberisme es palesa
tant en les tecniques constructives utilitzades comen el material moble, amb l'excepció de les
cedtmiques i altres materials d'importació. De les plantes descobertes fins ara tampoc pot
deduir-se la presencia de models italics en la construcció deis habitatges, com els coneguts a
La Caridad. Aixo no obstant, cal destacar el caracter quasi-urba d'aquest assentament, tant per
la xarxa de carrers com per la superfície, prou considerable en el context del poblament tardoiberic de les comarques septentrionals del País Valencia, pero sense que puga comparar-se amb
l'urbanisme ortogonal de les fundacions republicanes documentades a Aragó (ASENSIO,
1994). Les restes trobades tampoc es corresponen amb un assentamente castrense. D'altra
banda, !'existencia d'un sol nivell d'ocupació i l'homogene"itat deis materials trobats sembla
que permeten parlar d'una fundació ex nouo d'ocupació relativament curta. Per la seua
situació en la mateixa línia de costa, pot deduir-se la seua relació amb les activitats marítimes,
tant pesqueres com de tipus comercial. Pel que fa a les causes del final de l'ocupació, els resultats de les excavacions no han permes identificar indicis d'incendi, ni tampoc han proporcionat
elements que puguen fer pensar en una destrucció produ"ida per una acció beJ.lica. Només les
troballes de grans bosses de ceramica trencada davant d'obertures permeten plantejar la possiblitat d'un abandonament sobtat acompanyat de saqueig.
-403-
[page-n-406]
30
F. ARASA i N . MESADO
Amb les reserves que imposa la continu'itat de la investigació en el jaciment, sembla que es
tracta d'un gran assentament ibero-roma de nova creació, ben diferent d'un altre semblant pero
de major antiguitat com la Torre de la Sal (Cabanes) (FERNÁNDEZ IZQUIERDO, 1987-88). La
seua datació tardana ha d'explicar-se en el context del canvi en el patró d'assentament que per
influencia romana s'esdevé en la cultura iberica en el segle JI a.C., quan l'ocupació del pla
comen~a a ser freqüent, com s'ha comprovat a les comarques del Camp de Túria (BERNABEU,
BONET i MATA, 1985) i el Maresme (Barcelona) (PUJOL i GARCIAROSSELLÓ, 1994). Pel que fa
a les raons que expliquen la seua datació cap al segon quart del segle 1 a.C., creiem que pot
tractar-se d'un reassentament de població després de les convulsions a que va estar sotmés el
litoral valencia durant la guerra de Sertori. Quant a la seua desaparició, creiem que 1' absencia
d'indicis de destrucció i l'allunyament del litoral valencia dels escenaris de la guerra civil entre
César i Pompeu a partir de l'any 49 permeten desvincular-la de qualsevol episodi bel·lic.
Possiblement, la causa del seu abandonament també és un canvi en el patró d'assentament, tal
vegada en relació amb les actuacions de César a Hispania. Un nou i transcendent reassentament
de la població en aquesta epoca va posar les bases per al desenvolupament del sistema de uillae
en les comarques septentrionals del País Valencia. La curta durada de 1' ocupació de la Torre
d'Onda, dones, podria explicar-se perles característiques del període historie en que es data, una
epoca de canvis, de transició, de conflictes intems al final de la República que van produir importants reestructuracions en el poblament. Sens dubte ens trobem amb el que degué ser la més
important de les darreres manifestacions del poblament iberic a la Plana de Castelló, ja en el
llindar del model de poblament alto-imperial.
BIBLIOGRAFIA
(1991): Cerámica romana importada de cocina en la Tarraconense. Zaragoza.
(1992): «Un ánfora Tarraconense !!Layetana l con sello ibérico procedente de Salduie» . Boletín del
Museo de Zaragoza, 11, Zaragoza, pp. 109-116.
AKERRAZ, A.; EL KHATIB-BOUIJIBAR, N .; HESNARD, A.; KERMORVANT, A.; LENO IR, E. i LENO IR, M. (1981-82):
«Fouilles de Dchar Jdid 1977-1980». Bulletin d 'Archéologie Marocaine, XIV, Rabat, pp. 169-244.
AQUILUÉ, J. ; MAR, R. ; NOLLA, J.M. ; RUIZ DEARBULO, J. i SANMARTÍ, E. (1984): Elforum roma d'Empúries.
Barcelona.
ARANEGUI GASCÓ, C. (Coord.) (1996): Els romans a les terres valencianes. IVEI, Valencia.
ARASA 1 GIL, F. (1987): «L'epoca romana». Borriana en su Historia, 1, Burriana, pp. 43-59.
- (1995): «Material provinent deljaciment iberic del Cormulló dels Moros (Albocasser, Castelló). 11. Els
materials d'importació i les imitacions». Quaderns de Prehistoria i Arqueología de Castelló, 16,
Castelló, pp. 125-155.
- (en premsa): La romanització a les comarques septentrionals de/litoral valencia. Territori i poblament en
el període republica (segles II-1 a.C.). Monografies de Prehistoria i Arqueologia Castellonenques, 5.
ARCELIN, P. (1978): «Note sur les céramiques a vemis noir tardives en Provence Occidentale». Archéologie
en Languedoc, 1, Sete, pp. 105-125.
- (1981a): «Apropos des cérarniques italiques tardives a vemis noir du groupe B. Note de mission a Cosa
et a Cales». Travaux du Laboratoire d'Anthropologie, de Préhistoire et d'Ethnologie des pays de la
Méditerranée Occidentale, Aix-en-Provence, pp. 1-9.
AGUAROD OTAL, C.
-
-404-
[page-n-407]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT IBERIC DE LA TORRE D'ONDA
31
(1981b): «Recherches archéologiques au col de la Vayede, les Baux-de-Provence». Documents
d'Archéologie Méridionale, 4, Lambesc,. pp. 83-136.
- (1991): «Céramiques campaniennes et dérivées régionales tardives de Glanum (Saint-Rémy-deProvence, B.-du-Rh.). Questions culturelles et chronologiques». Documents d'Archéologie
Méridionale, 14, Lambesc, pp. 205-238.
ARCELlN, P. i CHABOT, L. (1980): «Les céramiques avernis noir du village préromain de La Cloche, commune des Pennes-Mirabeau (Bouches-du-Rhone, France)». Mélanges de l'Ecole Franr;aise de Rome.
Archéologie, 92, 1, Rome, pp. 109-197.
ARRIBAS, A.; TARRADELL, M. i WOODS, D.E. (1973): Pollentia l. Excavaciones en Sa Portella, Alcudia,
Mallorca . Excavaciones Arqueológicas en España, 75, Madrid.
ASENSIO ESTEBAN, J.A. (1994): «Primeras manifestaciones del urbanismo romano-republicano en el valle
medio del Ebro: una nueva interpretación sobre las ciudades en llano de planta ortogonal en Aragón
de finales del siglo 11 y comienzos del I a.E.». Zephyrus, XLVll, Salamanca, pp. 219-253.
ATLANTE (1986): Atlante delle forme ceramiche, !/: Ceramica fine romana nel Bacina Mediterraneo
(Tardo Ellenismo e primo Impero) . Roma.
BATS, M . (1988):Vaisselle et alimentation a Olbia de Provence (v.350-v.50 av. J.-C.). Modeles culturels et
catégories céramiques. Revue Archéologique de Narbonnaise, Supplément 18, Paris-Montpellier.
BELTRÁN LLORlS, M. (1979): «La cerámica campaniense de Azaila. Problemas de cronología del valle
medio del Ebro». Caesaraugusta, 47-48, Zaragoza, pp. 141-232.
BERNABEU, J.; BONET, H. i MATA, C.: (1985): «Hipótesis sobre la organización del territorio edetano en
época ibérica plena: el ejemplo del territorio de Edeta/Llíria». Iberos. Actas de las 1 Jornadas sobre
el Mundo Ibérico, Jaén, pp.137-156.
BRUN, J.-P. (1991): «Le village massaliote de La Galere (Íle de Porquerones, Hyeres, Var)». Documents
d 'Archéologie Méridionale, 14, Lambesc, pp. 239-276.
COLLS, D. (1986): «Les amphores léetaniennes de l'épave Cap Béar ill». Revue d'Études Anciennes,
LXXX:Vill, Bordeaux, pp. 201-213.
COMAS, M. (1985): Baetulo. Les amfores. Monografies Badalonines, 8, Badalona.
COMAS, M. i CASAS, T. (1989): «Nuevas aportaciones para el conocimiento del ánfora Laietana 1: cronología, difusión y producción». Amphores romaines et Histoire Économique. Dix ans de recherche,
Collectibn de l'École Franc;:aise de Rome, 114, Rome, pp. 580-585.
DE CASTRO, J:; GUERRA, A. i FABIÁO, c. (1990): «As lucernas romanas do acampamento militar romano da
Lomba do Canho (Arganil)». Conimbriga, XXIX, Coirnbra, pp. 69-90.
DEDET, B. i PY, M . ( 1979): «A propos du facies de la campanienne A du Ier s. avant J.-C. dans la basse vallée
du Rhone». Archéologie en Languedoc, 2, Sete, pp. 115-126.
DESBAT, A. ( 1987): «Les irnportations d' amphores vi naires aLyon et Vienne au debut de 1' empire (Rapport
préliminaire)». El vi a l'antiguitat, Badalona, pp. 407-416.
DÍAZ, M.-A. i TORRALBA, J. (1989-90): «Las ánforas de Contrebia Belaisca: precisiones cronológicas».
Caesaraugusta, 66-67, Zaragoza, pp. 29-56.
-
Dictionnaire des Céramiques Antiques (VI/eme S. av. n. e. - vueme S. de n. e.) en
Méditerranée nord-occidentale (Provence, Languedoc, Ampurdan). Lattara, 6, Lattes.
EMPEREUR, J.-Y. i HESNARD, A. (1987): «Les amfores hellénistiques». Cerámiques hellénistiques et
romaines, II, Paris, pp. 9-71.
EQUIP D'EXCAVACIÓ DE POLLENTIA (1993): «Un conjunt de materials d' epoca tardo-republicana de la ciutat
romana de Pollentia (Alcúdia, Mallorca)». Pyrenae, 24, Barcelona, pp. 227-267.
ESCOLANO, G. (1611): Décadas de la Insigne y Coronada ciudad y Reino de Valencia, II. Valencia.
FERNÁNDEZ IZQUIERDO, A. (1987-88): «El poblado ibérico de Torre la Sal (Ribera de Cabanes-Castellón).
Campañas de excavaciones 1985-88». Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonenses, 13,
Castellón, pp. 227-274.
DICOCER (1993):
-405-
[page-n-408]
32
F. ARASA i N. MESADO
FLETCHER VALLS, D. (1972): «Nuevas inscripciones ibéricas de la región valenciana». Archivo de
Prehistoria Levantina, XIII, Valencia, pp. 103-137.
FLETCHER, D. i ALCÁCER, J. (1956): «Avance a una arqueología romana de la provincia de Castellón».
Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura, XXXII, Castellón, pp. 135-164.
FOERSTER, F.; PASCUAL R. i BARBERÁ, J. (1987): El derelicte de Palamós. Barcelona.
GATEAU, F. (1990): «Amphores irnportés durant le lle s. av. J.-C. dans trois habitats de Provence occiden-
tale: Entremont, le Baou-Roux et Saint Blaise». Documents d'Archéologie Méridionale, 13,
Lambesc, pp. 163-183.
GIACOBBI-LEQUÉMENT, M.-F. (1987): «La céramique de l'épave Fos 1». Archaeonautica, 7, Paris, pp. 167-191.
GOUDINEAU, CH. (1968): La céramique arétine lisse. Mélanges de I'École Fran~aise de Rome/Antiquité,
Sup. 6, Rome.
LAMBOGLIA, N. (1950): Gli scavi di Albintimilium e la cronologia del/a ceramica romana. Bordighera.
- (1952): «Per una classificazione preliminare della ceramica campana». Atti del 1 Congresso
Internazionale di Studi Liguri, Bordighera, pp. 139-206.
- (1955): «Sulla cronologia delle anfore romane de eta republicana». Rivista di Studi Liguri, XXI,
Bordighera, pp. 241-270.
LAUBENHEIMER, F. (1980): «A propos de deux amphores de Ruscino: définition d'un nouveau type d' amphores». Ruscino, 7e suppl. aRAN, pp. 303-325.
LÉQUEMENT, R. i LIOU, B. (1976): «Céramique étrusco-campanienne et céramique arétine, a propos d'une
nouvelle épave de Marseille». Mélanges offerts aJ. Heurgon, IT, Paris, pp. 587-603.
LÓPEZ MULLOR, A. (1989): Las cerámicas romanas de paredes finas en Cataluña. Barcelona.
LÓPEZ, 1.; MARÍN, C.; MARTÍNEZ, R. i MATAMOROS, C. (1994): Hallazgos arqueológicos en el Palau de les
Corts. Valencia.
MARABINI MOEUS, M.T. (1973): The roman thin walled pottery from Cosa (1948-1954). Memoirs at
American Academy at Rome, XXX:ll, Rome.
MAS, J. (1985): «Excavaciones en el yacimiento suomarino de «San Ferreoh> (Costa de Cartagena)». VI
Congreso Internacional de Arqueología Submarina, Madrid, pp. 189-224.
MAYET, F. (1975): Les céramiques aparois fines dans la Péninsule lbérique. Paris.
MESADO OLIVER, N. (1973): «Torre d'Onda». Gran Enciclopedia de la Región Valenciana, XI, Valencia,
p. 267.
- (1989): «VI campaña de excavaciones». El Pla, agost, Borriana, pp. 14-17.
MIRÓ, J. (1988): La producción de ánforas romanas en Catalunya. Un estudio sobre el comercio del vino de
la Tarraconense (siglos I a.C. -! d. C.). BritishArchaeological Reports. International Series, 473, Oxford.
MIRÓ, J.; PUJOL, J. i GARCIA, J. (1988): El diposit del sector occidental del poblat iberic de Burriac
(Cabrera de Mar. El Maresme). Una aportació al coneixement de /'epoca iberica tardana al
Maresme (s. I a. C.). Laietania, 4, Mataró.
MORÁN, M. (1994): «Ánforas romanas en /lerda y Aeso». Revista d'Arqueologia de Ponent, 4, Lleida, pp.
205-215.
MOREL, J.-P. (1963): «Notes sur la céramique étrusco-campanienne. Vases a vernis noir de Sardaigne et
d 'Arezzo». Mélanges de l'École Fram;aise de Rome. Archéologie, LXXV, 1, Rome, pp. 7-58.
- (1962-65): «Céramiques d'Hippone» . Bulletin d'Archéologie Algérienne, 1, Paris, pp. 107-139.
- (1965): Céramiques a vernís noir du Forum romain et du Palatin. Mélanges de l'École Frans;:aise de
Rome. Archéologie, Supplément 3, Rome.
- (1968): «Céramique a vernis noir du Maroc». Antiquités Africaines, 2, Paris, pp. 55-76.
- (1978): «Á propos des céramiques campaniennes de France et d'Espagne». Journées d'étude de
Montpellier sur la céramique campanienne, Archéologie en Languedoc, 1, Sete, pp. 148-168.
- (1980): «La céramique campanienne: Acquis et problemes». Céramiques hellénistiques et romaines,
Besan~on, pp. 86-125.
-406-
[page-n-409]
LA CERÁMICA D'IMPORTACIÓ DEL JACIMENT ffiERIC DE LA TORRE D'ONDA
33
(198la): Céramique campanienne: les formes. Rome.
(198lb): <
CX, 1, Rome, pp. 461-493.
- (1988): «Nouvelles données sur le commerce de Carthage punique entre les Vlle siecle et le lle siecle
avant J.-C.». Actes du /Ve Colloque Intern_fllional sur l'Histoire et l'Archéologie de l'Afrique du
Nord, 1, Strasbourg, pp. 67-100.
- (1992): «La céramique avemis noir du Maroc: unerevision». Lixus, Collection de l'École Fran~aise de
Rome, 166, Rome, pp. 217-233.
N OLLA, J.M. (1987): «Una nova arntora catalana: la Tarraconense 1». El vi a l'antiguitat, Badalona, pp. 217-223.
NOLLA, J.M. i SOLlAS, J.M. (1984-85): «L'amfora Tarraconense l. Característiques, procedencia, arees de
producció, cronología». ButlletíArqueologic, 6-7, Tarragona, pp. 107-144.
OLCINA, M.; REGINARD, H. i SÁNCHEZ, M.J. (1990): Tossal de Manises (Albufereta, Alicante). Fondos antiguos: lucernas y sigillatas. Alicante.
OLESTI, O. (1994): «Les actuacions pompeianes a la Cata1unya central: reorganització del territori i fundació de noves ciutats». La ciutat en el món roma. Actes del X/Ve Congrés Internacional
d'Arqueologia Classica, Tarragona, pp. 316-317.
OLIVER FOIX, A. (1978): «Epigrafía ibérica de la provincia de Castellón». Cuadernos de Prehistoria y
Arqueología Castellonense, 5, Castellón, pp. 265-291.
PALANQUES, M.• L. (1992): Las lucernas de Pollentia. Palma de Mallorca.
PALLARÉS SALVADOR, F. (1979): «La nave romana di Spargi. Relazione prelirninare delle campagne 197780». Rivista di Studi Liguri, XLV, Bordighera, pp. 147-182.
- (1986): «ll relitto della nave romana di Spargi. Campagne di scavo 1958-1980». Archeologia
Subacquea, 3, Roma, pp. 37-38 i 89-102.
PAVOLINI, C. (1981): «Le luceme nell'Italia romana». Societa romana e produzione schiavistica. II: Merci,
mercati e scambi nel Mediterraneo, 11, Roma-Bari, pp. 139-184 i 278-288.
PEDRONI, L. (1986): La ceramica de vernice nera di Cales. Napoli.
- (1990): La ceramica de vernice nera di Cales. /l. Napoli.
PERA, J. et alii (1992): Can Xammar (Matará, El Maresme). Campanya d'excavació de 1987. Laietania,
7, Mataró.
PERIS Y FUENTES, M. (1915): «Los barros saguntinos». Artes y letras. Revista de Castellón, 3, Castellón,
pp. 1-3.
- (1931): Burriana histórica. Guía comercial de Burriana. Valencia.
PUJOL, J. i GARCÍA ROSSELLÓ, J. (1994): «El poblament iberic dispers al Maresme central: l'exemple de
Can Bada (Mataró), i el procés de romanització des de l'inici de la colonització agrícola fms al naixement d' Iluro». Laietania, 9, Mataró, pp. 89-129.
PY, M. (1978): L'oppidum des Castels a Nages (Gard) (Fouilles 1958-1974). XXXVe supplément a Gallia,
Paris.
PY, M. i LEBEAUPIN, D. (1986): «Stratigraphie du Marduel (Saint-Bonnet-du-Gard). III. Les niveaux des
Heme et ler s. av. n. e. sur le Chantier Central». Documents d'Archéologie Méridionale, 9, Lambesc,
pp. 9-80.
PY, M. et alii (1990): «Fouilles dans la ville antique de Lattes. Les ílots 1, 3 et 4-nord du quartirer SaintSauveur». Lattara, 3, Lattes.
RAMOS FERNÁNDEZ, R. (1975): La ciudad romana de Ilici. Alicante
RAMOS, J.E.; WAGNER, J. i FERNÁNDEZ IZQUIERDO, A. (1991): «Los contactos comerciales en la antigüedad, a través del material arqueológico submarino». Burriana en su historia, 11, Burriana, pp.
29-46.
-
-407-
[page-n-410]
34
F. ARASA i N. MESADO
RIBERA LACOMBA, A. (1982): Las ánforas prerromanas valencianas (fenicias, ibéricas y púnicas). Serie
de Trabajos Varios del SIP, 73, Valencia.
(1993): Estudi arqueologic de Valencia a !'epoca romano-republicana. Tesi Doctoral, Universitat de
Valencia.
RICCI, A.M. (1974): «Per una crortologia delle luceme tardo-republicane». Rivista di Studi Liguri, XXXIX,
2-4, Bordighera, pp. 168-234.
RIPOLLES ALEGRE, P. P. ( 1980): La circulación monetaria en las tierras valencianas durante la antigüedad.
Barcelona.
- (1982): La circulación monetaria en la Tarraconense mediterránea. Serie de Trabajos Varios del SIP,
77, Valencia.
ROCA Y ALCAYDE, F. (1932): Historia de Burriana. Castellón.
RULL VILLAR, B. (1943): Noticiario histórica de Onda. Alcira.
SANMARTÍ GREGO, E. ( 1978): La cerámica campaniense de Emparian y Rhode. Monografies Emporitanes,
IV, Barcelona.
- (1985): «Las ánforas romanas del campamento numantino de Peña Redonda (Garroy, Soria)».
Empúries, 47, Barcelona, pp. 130-161.
SANMARTÍ, E. i SANTOS, M. (1986-89): «Algunes observacions entom deis nivells tardo-republicans
d'Empúries». Empúries, 48-50, Barcelona, pp. 292-309.
SARTHOU CARRERES, C. (s/a): Provincia de Castellón. Geografía General del Reino de Valencia,
Barcelona.
SCHINDLER, M. (1967): Die «Schwarze Sigillata» des Magdalensberges. Klirntner Museumschriften,
XLIII, Klagenfurt.
SOLIER, Y. (1980): «La cérarnique campanienne a Ruscinno». Ruscino !, supplément 7 a Revue
Archéologique de Narbonnaise, Paris-Montpellier, pp. 217-244.
TARRADELL, M. (1985): «El poblat iberic del Tossal de la Cala de Benidorm. Notes d'excavació».
Fanaments, 5, Barcelona, pp. 113-128.
TAILLIEZ, PH. (1961): «Travaux de l'été 1958 sur l'épave du «Titan» a l'ile du Levant (Toulon)». Atti del
JI Cmzgressa Internazionale di Archealogia Sattamarina, Bordighera, pp. 175-198.
TCHERNIA, A. (1968-70): Premiers résultats des fauilles de juin 1968 sur l'épave 3 de Planier. Études
Classiques, III, Aix-en-Provence, pp. 51-82.
- (1986): Le vin de l'Italie romaine. Essai d 'histoire ecanomique d 'apres les amphores. BEFAR, 261,
Roma.
TCHERNIA,A.; POMEY, P. i HESNARD, A. (1978): L 'épave romtline de La Madrague de Giens (Var). XXXIV
supplément a Gallia, Paris.
ULBERT, G. (1984): Cáceres el Vieja. Madrider Beitrlige, 11, Mainz am Rhein.
UNTERMANN, J. (1990): Monumenta Linguarum Hispanícarum. IIJ. Die iberischen Inschriften aus
Spanien. 2. Die lnscchriften. Wiesbaden.
UTRILLA, T. (1964): «Sobre los orígenes de Burriana. Investigaciones en la partida de Torre d' Onda».
Buris-Ana, 84, Burriana, pp. 10-11.
- (1965): «Sobre los orígenes de Burriana. Investigaciones en la partida de Torre d' Onda». Buris-Ana, 89,
Burriana, pp. 13-15.
VEGAS, M. (1973): Cerámica común romana del Mediterránea Occidental. Barcelona.
VENTURA MARTÍNEZ, J.J. (1992): «Cerámica campaniense en la Corduba romana». Anales de Arqueología
Cordobesa, 3, Córdoba, pp, 137-170.
VICENTE, J.D.; PUNTER, M.P.; ESCRICHE, C. i HERCE, A.I. (1991): «La Caridad (Carninreal, Teruel)». La casa
urbana hispano-romana, Zaragoza, pp. 81-129.
VICIANA, R.M. DE (1564): Chrónica de la Indita y Coronada Ciudad de Valencia. Valencia.
-
-408-
[page-n-411]
Este Servicio de Investigación Prehistórica remite sus publicaciones para
establecer y mantener intercambio con los centros científicos y señores
investigadores en esta especialidad. Por ello espera ser correspondido
con el envío de las publicaciones del receptor, entendiendo, caso contrario, que no se desea sostener intercambio y suspenderá ulteriores envíos.
Toda la correspondencia diríjase al Director del Servicio de Investigación
Prehistórica de la Excma. Diputación Provincial, calle de La Corona,
número 36. 46003 Valencia (España).
[page-n-412]
LAS OPINIONES VERTIDAS EN LOS TRABAJOS INSERTOS EN ESTE VOLUMEN DEBEN ESTIMARSE COMO JUICIOS PERSONALES DE LOS RESPECTIVOS AUTORES
[page-n-413]
[page-n-414]
[page-n-415]
[page-n-416]
El asentamiento musteriense en el territorio valenciano
Rosa María Mochales San VicentePag. 11-40descargarEstudio tafonómico de los quirópteros de Cova Negra (Xàtiva). Una confirmación del carácter corto y esporádico de las ocupaciones antrópicas
Pere Miquel Guillem CalatayudPag. 41-56descargarLas pinturas rupestres del abrigo del Mas de Barberà (Forcall, Castellón)
Norbert Mesado Oliver / E. Barreda / Joaquín Andrés BoschPag. 117-138descargarL’abri nº 2 de Pierre Rousse (Beauregard-Baret, Drôme)
Philippe Hameau / D. VaillantPag. 139-156descargarLa Ereta del Castellar (Vilafranca): avance a la revisión de un yacimiento del Bronce Valenciano
Eva Ripollés AdelantadoPag. 157-178descargarLa Loma de la Terrera o Coroneta del Rei (Alberic, Valencia): excavaciones de L. Siret en la Comunidad Valenciana
José Luis Simón GarcíaPag. 179-214descargarLa Bastida de les Alcuses (Moixent): resultados de los trabajos de excavación y restauración. Años 1990-1995
Enrique Díes Cusí / Helena Bonet Rosado / Nuria Álvarez García / Guillem Pérez JordàPag. 215-296descargarMarcas y epígrafes sobre contenedores de época ibérica
Consuelo Mata Parreño / Lucia Soria CombadieraPag. 297-374descargarLa ceràmica d’importació del jaciment ibèric de la Torre d’Onda (Borriana, la Plana Baixa.)
Ferran Arasa Gil / Norbert Mesado OliverPag. 375-408descargar