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Este libro se editó con motivo de la
exposición temporal «Prehistoria y
Cómic», inaugurada en junio de 2016.
DIPUTACIÓN DE VALENCIA
Presidente
Jorge Rodríguez Gramage
Animaciones 3D
Ángel Sánchez Molina
Audiovisuales
Grabación, edición y montaje
Render Comunicación, SL
Empresas colaboradoras de la producción
Diputado de Cultura
Xavier Rius i Torres
Diseño gráfico de la exposición
Vanesa Mora Casanova
MUSEO DE PREHISTORIA DE VALENCIA
Diseño del material impreso
Marc Granell Artal
Directora
Helena Bonet Rosado
Jefe de la Unidad de Difusión, Didáctica y
Exposiciones
Santiago Grau Gadea
EXPOSICIÓN
Proyecto expositivo
Museo de Prehistoria de Valencia
Comisariado
Helena Bonet Rosado
Álvaro Pons Moreno
Equipo de trabajo
Francisco Chiner Vives
Eva Ferraz García
Santiago Grau Gadea
Vanesa Mora Casanova
Begoña Soler Mayor
Con la colaboración de
Josep Lluís Pascual Benito
Bernat Martí Oliver
Alfred Sanchis Serra
Diseño, instalación y montaje
Francisco Chiner Vives
Imagen del cartel y cubierta del catálogo
Paco Roca
Didáctica
Laura Fortea Cervera
Eva Ripollés Adelantado
Ayudante de montaje
Amadeo Moliner Blay
Fondos expuestos
Museo de Prehistoria de Valencia
Colección Helena Bonet Rosado
Emmanuel Roudier
Miguel Quesada
Antonio Fraguas «Forges»
Mikel Begoña e Iñaki Martínez «Iñaket»
Ortifus
Mireia Pérez
Philuc
Museo Arqueológico Municipal Camil
Visedo Moltó de Alcoi
Impresión del material de difusión
Imprenta Provincial de la Diputación de
Valencia
Transporte de la obra
TTI
Seguros
Muñiz y Asociados. Generali Seguros
Traducciones inglés y francés
Lambe & Nieto
Marc Tiffagom
Producción
Museo de Prehistoria de Valencia
Reinadecorazones Espacios para el Ocio y
la Cultura
PUBLICACIÓN
Proyecto editorial y coordinación
Museo de Prehistoria de Valencia
Agradecimientos
Cecilio Alonso Alonso
Emili Aura Tortosa
Jorge Iván Arguiz
Suresh Ariaratnam
Gilles Bourgarel
Adam Brockbank
Maggie Calt
Chantal Chéret
Lora Fountain & Associates
Judit Foz Povill
Gloria García
Manuel Gozalbes Fernández de Palencia
Manel Granell
Ben Haggarty
Tanino Liberatore
Cristina Rihuete
Jose María Segura Martí
Museu Arqueològic Son Fornés
Dude Comics
Editorial Toxosoutos
El Patio editorial
Grupo Planeta
Nota de los editores
Los autores y los editores de este libro
comunican a los derechohabientes de las
ilustraciones o de otro tipo de imágenes
no encontradas, que pueden ponerse en
contacto con la editorial para acreditar su
propiedad intelectual o de otra índole.
Contacto: Museo de Prehistoria de Valencia,
tel: 963 883 627 y gestio.exposicio@dival.es.
Equipo de edición
Joaquín Abarca Pérez
ISBN: 978-84-7795-762-1
Autores de los artículos
Helena Bonet Rosado
Ernestina Badal García
Santiago Grau Gadea
Antoni Guiral Conti
Vicky Menor Cuenca
Didier Pasamonik
Álvaro Pons Moreno
Pedro Porcel Torrens
Emmanuel Roudier
Gonzalo Ruiz Zapatero
Begoña Soler Mayor
Joaquín Soler Navarro
© de los textos: los autores, 2016.
Traducción al valenciano y corrección
Unitat de Normalització Lingüística de la
Diputació de València
Diseño y maquetación
Marc Granell Artal
Impresión
Pentagraf
DL: V 1292-2016
© de las imágenes: los autores, 2016.
© de la edición: Museo de Prehistoria de
Valencia. Diputación de Valencia, 2016.
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presentación
Helena Bonet Rosado
Prehistoria y cómic: La magia de la imagen
Helena Bonet Rosado
Primero la ciencia… después, la ficción
Ernestina Badal García y Joaquín Soler Navarro
Ilustración prehistórica y tebeo de prehistoria:
¿Caminos divergentes o convergentes?
Gonzalo Ruiz Zapatero
La prehistoria en el tebeo infantil
Antoni Guiral Conti
BARBAS, GARROTES Y DINOSAURIOS:
LOS CAVERNÍCOLAS DE PAPEL
Pedro Porcel Torrens
Prehistoria en los cómics americanos
Álvaro Pons Moreno
ENTRE PEDAGOGÍA Y PARODIA, LA PREHISTORIA EN
EL CÓMIC FRANCÓFONO
Didier Pasamonik
¡GRACIAS LUCY!
Begoña Soler Mayor
El cómic como recurso didáctico para el
aprendizaje de la prehistoria en los museos
Santiago Grau Gadea
Conversaciones con Emmanuel Roudier
Helena Bonet Rosado
Catálogo de selección de cómics
Vicky Menor Cuenca
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La prehistoria en los cómics americanos
125
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126
Álvaro Pons Moreno
La paleontología supuso para el ciudadano americano de finales del siglo
xix
una excelente forma de evasión para olvidar las profundas heridas
abiertas tras la Guerra Civil. La competencia entre Othniel Charles Marsh y
Edward Drinker Cope en la búsqueda de yacimientos de fósiles dinosaurios
fue explotada por la prensa reconvertida en una apasionante «guerra de
los huesos», que despertó el interés del público por una disciplina apenas
conocida. Los gigantescos monstruos atraían la atención y despertaban el
imaginario colectivo de una Edad de Piedra que olvidaba las raíces de los
aborígenes americanos para abrazar sin prejuicios los estudios que llegaban
desde Europa, mientras instituciones como la Smithsonian compraban
ingentes colecciones de fósiles y creaban los primeros dioramas de los
terribles lagartos y los habitantes de aquellas épocas, que comenzaban a
trasladarse a la fértil imaginación de los escritores.
La dinomanía se disparaba, pero siempre en detrimento de cualquier intento
de fidelidad científica hacia la prehistoria. Ya sea porque los dinosaurios
generaban mucho más atractivo que el hombre prehistórico, o porque poner
el foco en esa época de la humanidad sería aceptar una realidad aborigen
que se recluía y ocultaba. Lo cierto es que en la cultura popular americana
y, específicamente en el cómic, no se encuentran demasiados intentos de
utilizar el medio como reflejo histórico, sino como simple y pura evasión,
donde la fantasía y la imaginación se ven contaminadas por la paleontología.
Una situación que, curiosamente, se extenderá durante el tiempo sin que
encuentre solución o alternativa: frente al interés que va naciendo poco a
poco en el cómic europeo, sobre todo en el último cuarto del siglo xx, por
una representación fidedigna de la realidad prehistórica, en el cómic americano prácticamente no se va a encontrar ningún ejemplo importante de
veracidad histórica trasladada a las viñetas. Se usarán elementos históricos
recurrentes (dinosaurios, la figura del hombre prehistórico, representaciones
tribales…), pero siempre desde la perspectiva de su utilidad como elemento
de digresión respecto a la realidad.
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127
La prehistoria en los cómics americanos
Aparecida por primera vez en la prensa americana en 1905, Little Nemo in
Slumberland certificó en pocas entregas la mayoría de edad del medio. Su
creador, Winsor McCay, tomó los sueños de un pequeño niño como vehículo
para deplegar un mundo de imaginación desbordante, pero también para
desarrollar todas las herramientas narrativas fundamentales del lenguaje de
la historieta. Las bellas planchas que se publicaron en el New York Herald deslumbraban a un lector fascinado por unas aventuras cada vez más complejas y
barrocas, en las que McCay exploraba las posibilidades de la narración gráfica
incluso rompiendo sus elementos y configurando brillantes experiencias
metanarrativas. Tras cambiar de periódico en 1911 para pasar al New York
American con el título de Little Nemo in the Land of the Wonderful Dreams
hasta 1914
1
, el derroche onírico de McCay visitaría el lejano pasado en Flip
in the Land of the Antediluvians, una aventura que comenzó en septiembre
de 1913 y se prolongó hasta las navidades de ese año. Durante su visita a la
ciudad prehistórica de Cliffville, preservada en el tiempo en un hueco de la
tierra -en una justificación verniana que sería recurrente en el futuro, sobre
todo a partir de El Mundo Perdido de Conan Doyle y del ciclo de Pellucidar
del Tarzán de Edgard Rice Burroughs-, Nemo y sus amigos asisten a un antecedente referencial directo de Los Picapiedra. Los hombres prehistóricos
viven en una ciudad de piedra donde los dinosaurios son fuerza de trabajo
que arrastra coches, hace de ascensor, de grúa o incluso de sustitutos de los
renos de Santa Claus. Con su habitual fantasía, McCay describe un mundo
ucrónico de convivencia entre los dinosaurios y el hombre, mostrando la
creencia de la época en esa coincidencia cronológica. McCay no solo mostraría este mundo perdido en esa saga: su interés por los nacientes dibujos
animados le llevaría a utilizar en 1914 a un dinosaurio para protagonizar
uno de los primeros cortos de animación de la historia: Gertie the Dinosaur.
Sin embargo, durante los años siguientes, el interés por el mundo prehistórico
no deja de ser un elemento anecdótico dentro de las tramas argumentales,
centrado siempre en la sorprendente y anecdótica aparición de monstruos
antediluvianos, en clara referencia a los mundos perdidos de Conan Doyle o
Verne, pero sin profundizar en su desarrollo. De hecho, se deberá esperar hasta
1932 para encontrar una serie que realmente explote la prehistoria de forma
más amplia con Alley Oop, una tira diaria creada por V. T. Hamlin protagonizada por un hombre prehistórico
2
. Con una representación casi canónica,
taparrabos de piel de leopardo y un gigantesco basto de fiel compañero, Alley
Oop recreaba el día a día de la prehistórica ciudad de Moo. Lógicamente, los
habitantes de Moo tenían dinosaurios como animales de compañía y desarrollaban una cotidianeidad en su vida cavernaria terriblemente familiar y
asimilable a la sociedad americana de los años 30. El interés de Hamlin por
una representación fidedigna del pasado terminaba ahí, y pronto, en las
aventuras de Alley Oop, comenzaron a aparecer todo tipo de anacronismos
que incluso incluyeron viajes en el tiempo para poder desarrollar el choque
Las primeras referencias
de las organizadas
sociedades prehistóricas
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Álvaro Pons Moreno
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La prehistoria en los cómics americanos
1
Página de Flip in the Land of the Antediluvians,
de la serie Little Nemo in the Land of the
Wonderful Dreams, de Winsor McCay,1913.
Portada de Alley Oop n.º 1,
Dell Publishing,1962.
2
de la sociedad primitiva con la actual. Como serie, Alley Oop ha demostrado
su capacidad de supervivencia al pasar por diferentes formatos, editoriales y
autores, que mantuvieron la serie viva hasta 2012 en formato de cómic digital.
La serie de Hamlin se convertiría en único referente de la prehistoria en
el cómic americano durante décadas, con excepciones puntuales como el
viaje al pasado de Yankee Longago, de Dick Briefer (1943), en el que el joven
protagonista pasa una jornada entre hombres prehistóricos y dinosaurios
en animada convivencia.
Dentro de esas aportaciones puntuales, quizás la más interesante durante
estas primeras décadas del siglo xx en el cómic sea Glob (1949) una historieta de la serie The Spirit de Will Eisner
3
, que cuenta la aparición de
un hombre prehistórico vivo preservado milagrosamente en una cueva
durante miles de años. Publicada en 1949, muestra a un homínido, Glob,
que ha dedicado su larga cautividad al arte, con tan mala fortuna que su
129
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130
Álvaro Pons Moreno
Primera página de Glob, de la serie
The Spirit, de Will Eisner, 1949.
primer contacto con la civilización, tras ser liberado por un providencial
terremoto, es un estafador de poca monta que intentará hacer pasar la
obra del hombre prehistórico como propia. Eisner aprovecha para hacer
una denuncia tanto del mercado del arte como de la explotación de los
jóvenes e ingenuos artistas, pero intenta representar a su hombre de las
cavernas con cierta base, sobre todo en lo que a la representación del arte
rupestre se refiere. Físicamente, lo dibuja con una representación próxima
a los dioramas que poblaban los museos (aunque con la inevitable piel de
leopardo), pero de acuerdo con el conocimiento que se tenía en la época,
Glob pinta y talla sobre piedra su arte, con una cierta intención de veracidad, e incluso su lenguaje es tosco y primitivo, buscando representar esos
comienzos titubeantes de la humanidad.
3
[page-n-134]
131
La prehistoria en los cómics americanos
Tras la efusión de los géneros aventureros que vivió el cómic durante los años
30 y principios de los 40, el auge y éxito del comic book y, en particular, del género de superhéroes, centenares de series y publicaciones buscaban de forma
recurrente un nuevo héroe indomable con el que atraer al público. El éxito de
las películas de Tarzán protagonizadas por Johnny Weissmüller se trasladó a
otros medios, dando lugar a todo un subgénero de tarzánidos que, ante la dificultad de encontrar nuevas aventuras en una jungla sobreexplotada en el cine,
miraban a la fantasía para potenciar nuevas series. Paradójicamente, muchas de
estas series apostaron por mundos perdidos anclados en la prehistoria, quizás
siguiendo el modelo de Conan Doyle, pero en el fondo siendo casi canónicos
con el mundo de Pellucidar* que el propio Edgard Rice Burroughs creara para
su selvático personaje apenas unos años antes.
En 1952 el gran dibujante Frank Frazetta crearía Thun’da, una serie protagonizada por un oficial de la fuerza aérea americana que cae en un perdido valle
en el continente africano donde debería enfrentarse tan solo con su fuerza e
intelecto a hombres mono y otros elementos prehistóricos que, curiosamente,
nunca fueron del agrado de su editor, más interesado en hacer un facsímil de
Tarzán. Pero pese a la oposición editora, los elementos de fantasía no dejaron
de ser elementos de inspiración prehistórica, que ganaron importancia hasta
el punto de que, ya en su segundo número, una de las historias complementarias daría lugar a otro personaje de inspiración antediluviana: Cave Girl, una
chica de orígenes aristocráticos que fue recogida de niña, como el personaje
de Borroughs, para ser criada por el lobo Kattu en unas Tierras Bajas paradas
en la época de los dinosaurios. Las aventuras de Cave Girl fueron desarrolladas
por Gardner Fox (guionista fundamental años más tarde en el relanzamiento
del cómic de superhéroes en lo que se llamaría «la Edad de Plata» del género)
y el dotado Bob Powell. Como su colega masculino, Cave Girl se enfrentaba a
todo tipo de peligros para defender a su pueblo de adopción, desde cazadores
modernos a amazonas, pasando, por supuesto, por los necesarios dinosaurios
diabólicos. Los personajes aparecerían en diferentes series durante la década
de los 50.
Sin embargo, uno de los personajes selváticos prehistóricos más famoso de
los cómics nacería en 1953, cuando se publicó la historieta 1,000,000 Years
Ago!, publicada por St. John Publications. Guionizada por Norman Maurer y
dibujada por Joe Kubert, la serie presentaba las aventuras de Tor
4
, un hombre
prehistórico de poderoso parecido con Tarzán que tenía que luchar por su
supervivencia ante las amenazas de una naturaleza poco adecuada para los
débiles humanos. Evidentemente, el necesario dramatismo heroico exagerado
obligaba a no enfrentar al protagonista a la difícil realidad histórica de su época,
* Pellucidar era un reino que se encontraba en el interior de la Tierra, iluminado por un pequeño sol
interior que alumbra una sociedad de hombres primitivos que conviven con dinosaurios y otros
monstruos variados.
La moda de los pre
y postarzánidos
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132
4
Álvaro Pons Moreno
Portada del primer número de la serie Tor,
de Joe Kubert.
DC Comics, 1975.
de su época, sino a todo tipo de aventuras fantásticas que incluían, lógicamente, dinosaurios especialmente interesados en la carne humana. Eran los
anacronismos ya habituales que, en el elegante y virtuoso dibujo de Kubert,
se transformaban en una experiencia épica. Aunque la serie original solo duró
cinco números, Tor volvería a los kioscos americanos dos veces más, en 1975
de la mano de la editorial DC y, en 1993, por iniciativa de Marvel, en ambos
casos con Joe Kubert a los lápices.
Apenas un año después aparecería otra serie de temática prehistórica,
aunque quizás más exactamente habría que hablar de una subtemática
dinosaurística: Turok, Son of Stone (Western Publishing, 1954)
5
. Un indio
americano precolombino atrapado junto a su hermano Andar en un valle de
fieros dinosaurios. La serie se prolongó durante décadas con bastante éxito,
aunque con un curioso recorrido editorial que le llevó de Dell a finales de
los 50 a Gold Key Comics durante los 60 y 70, para terminar en los años 80
en Western’s Whitman Comics e incluso a protagonizar su propia saga de
videojuegos con el nombre de Turok: Dinosaur Hunter. Evidentemente, nos
encontramos de nuevo ante un cómic donde cualquier atisbo de rigurosidad
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La prehistoria en los cómics americanos
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Portada de la edición
mexicana de Turok.
Novaro, 1976.
es pura coincidencia, aunque hay que destacar que el continuo desfile de
dinosaurios que aparecían en las viñetas de la serie intentara tener una
mínima correlación con la realidad histórica.
También de los años 50 es la adaptación al cómic de la película The Land
Unknown, dirigida por Virgil W. Vogel, una producción que tuvo bastante éxito
popular y que en su versión dibujada tiene la curiosidad de estar firmada por
Alex Toth, uno de los grandes maestros del noveno arte.
El final de los 60 y principios de la década siguiente viviría un especial relanzamiento del mito de Tarzán. En la prensa, el gran dibujante Russ Manning se
encargaría de desarrollar una de las etapas más recordadas en cómic, adaptando
el ciclo de Pellucidar en las sagas Tarzan in The Land That Time Forgot y The
Pool of Time. Apenas unos años más tarde, la editorial DC Comics comenzaría
a adaptar también en su colección de comic books Weird Worlds los relatos
originales del Tarzán de E. R. Borroughs. La serie posteriormente pasaría a
llamarse Tarzan y tendría su producto secundario en Korak, Son of Tarzan,
donde se publicaría de nuevo el famoso ciclo del mundo prehistórico de Pellucidar, dibujado ahora por Alan Weiss, Michael Kaluta y Dan Green en 1972
6
.
5
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134
Álvaro Pons Moreno
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La prehistoria en los cómics americanos
135
Si en la serie principal Tarzán se dedicaba a protagonizar historias a medio
camino entre el original fantástico de Burroughs y el canon selvático impuesto
por las películas de Weissmüller, paradójicamente su hijo Korak se dedicaría a
menesteres más centrados en el mundo primitivo. Una curiosa incoherencia
que daría, contradictoriamente, mucho más interés a esta segunda serie, en
la que hay que destacar las colaboraciones de autores como Len Wein, Robert
Kanigher, Frank Thorne, Murphy Anderson y Rudy Florese.
Sin duda, el tarzánido más famoso de los años 70 fue Ka-Zar
7
, una creación
de Stan Lee y Jack Kirby para Marvel Comics que, aunque tuvo sus primeras
apariciones como secundario en diferentes colecciones como Daredevil o
Spider-Man a finales de los años 60, fue adquiriendo más y más popularidad
entre los lectores hasta conseguir sus propias aventuras en la revista Astonishing
Tales de la mano de diferentes autores, entre los que destacan los propios Lee
y Kirby o Barry Windsor-Smith, George Tuska, Herb Trimpe, John Buscema o
Neal Adams. Aunque basado inicialmente en un personaje de las novelas pulp
de los años 30, Lee y Kirby reconvirtieron a Ka-Zar en el señor de la Tierra Salvaje, la particular revisión de El Mundo Perdido de Conan Doyle del Universo
Marvel. Acompañado siempre de su fiel tigre de dientes de sable Zabu, Ka-Zar
se enfrenta a todo tipo de peligros y monstruosos dinosaurios y derivados, en
espectaculares lances para los que contaría habitualmente con el apoyo de
otros superhéroes del universo creado por Stan Lee. El personaje llegaría a
tener serie propia en 1974, con el título de Ka-Zar, Lord of the Hidden Jungle
que tendría un recorrido limitado de apenas tres años, en el que Lee intentaría
ligar la historia del joven señor de la Tierra Salvaje con el personaje clásico de
Burroughs, dotándolde también de un pasado aristocrático. Evidentemente,
ninguna de las muchas encarnaciones del personaje durante esta década y la
siguiente tendría el más mínimo interés de fidelidad histórica, más allá de la
representación de diferentes tipos de dinosaurios.
El habitual enfrentamiento entre Marvel y DC no podía dejar de lado la réplica
de este personaje: aprovechando el paso de Jack Kirby de Marvel a DC, el gran
dibujante creó toda una galería de personajes entre las que se encontraba
Kamandi, the last boy on Earth (1972). Aunque físicamente Kamandi era
prácticamente igual que Ka-Zar, la serie de DC se apartaba del típico reino
perdido selvático-prehistórico para narrar un futuro apocalíptico derivado
de las adaptaciones al cómic de El planeta de los simios. Esta particular moda
tuvo también su versión femenina con Shanna the She-devil. Una heroína selvática creada por Carole Seuling y George Tuska en 1972 para Marvel Comics
que sonaba por nombre y temática a Sheena, una recordada creación de Will
Eisner. Aunque este personaje no compartía el escenario prehistórico de sus
compañeros masculinos, su relanzamiento en el año 2005 de la mano del Frank
Cho la relacionaría con dinosaurios y un mundo perdido al estilo del Jurassic
Park de Steven Spielberg.
Portada de Korak, son of Tarzan.
Gold Key Comics, 1971.
6
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Álvaro Pons Moreno
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7
Portada de X-Men, n.º 10, con la primera
aparición de Ka-Zar.
Marvel, 1965.
El humor primitivo
también llega al cómic
El final de la década de los 50 y el comienzo de los 60 aportó una versión novedosa de la temática prehistórica en el cómic americano con la aparición de
las primeras series de humor. Aunque Alley Oop ya se podía etiquetar como
serie de humor, su vocación de sátira aventurera y de desarrollar sagas de
«continuará» lo aparta de ese concepto de la tira de humor clásica que quizás tiene su máximo referente en el Peanuts de Charles Schultz. Sin duda, la
primera serie de motivación primitiva que entronca con ese modelo es B. C.,
de Johnny Hart
8
. Se comenzó a publicar en febrero de 1958 y mostraba la
vida diaria de grupo de hombres de las cavernas. B. C.**, el protagonista, y sus
amigos Peter, Wiley, Clumsy Carp, Curls o Thor, así como toda una particular
fauna de animales prehistóricos reflexionan sobre una vida con evidentes
referencias a la sociedad moderna. Aunque no había, evidentemente, ningún intento de fidelidad histórica, los apenas esbozados de la serie siempre
parecían referenciar una época pretecnológica donde el hombre todavía no
había comenzado a desarrollar la civilización. Hart dibujó la serie hasta su
** El nombre del protagonista y de la serie es una referencia clara a Before Christ, ‘antes de Cristo’ en
inglés.
[page-n-140]
La prehistoria en los cómics americanos
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muerte en 2007, convirtiéndola en una de las más longevas y reconocidas de
Tira diaria de B.C., de Johnny Hart,
Field Newspaper Sindicate ,1981.
la historia, que incluso se ha continuado posteriormente con la supervisión
de sus herederos. Como anécdota, la serie vivió durante sus dos últimas
décadas no pocas polémicas debido a las opiniones religiosas que el autor
plasmaba en las viñetas. Reconocido por sus ideas religiosas conservadoras,
Hart se vió atacado durante los años 90 y principios de los 2000 por asociaciones judías e islámicas.
Los hombres prehistóricos solían aparecer en series de humor como por
ejemplo Bob Hope, una colección protagonizada por el famoso cómico que
se vería reconvertido, en el número 43 de 1957, en hombre de las cavernas.
Pero sin duda, la serie que tendría más reconocimiento popular fue la adaptación al cómic del gran éxito televisivo de Hanna-Barbera, Los Picapiedra
(The Flintstones)
9
. La serie de animación se emitía por primera vez en
septiembre de 1960 y, apenas un año después, comenzaron a editarse sus
aventuras en comic book. Publicadas inicialmente por Dell Comics y, desde
1962, por Gold Key Comics, los cómics de Los Picapiedra apenas aportaban
ningún valor añadido a lo que se veía en la pequeña pantalla. En el fondo,
estas historietas explotaban ya el concepto de mercadotecnia asociada a una
poderosa franquicia televisiva, con historias realizadas por encargo por un
reguero de dibujantes y guionistas que, en la mayoría de los casos, ni eran
acreditados. Los cómics tuvieron respuesta popular, pero nunca alcanzaron
8
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Álvaro Pons Moreno
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9
Portada de The Flintstones,
de Hanna-Barbera.
Dell Comics, 1962.
el éxito de la serie de TV. Los personajes creados por Hanna-Barbera sobrevivieron a sus cinco primeras temporadas. Aparecieron de nuevo en diferentes
versiones y formatos durante las décadas de los 70, 80 y 90, y dieron lugar a
las consecuentes apariciones de adaptaciones al cómic, que pasaron por una
larguísima lista de editoriales que fueron desde Charlton Comics a Archie
Comics o DC Comics, e incluso la Marvel Comics en horas bajas de los años
70, abierta al empujón de cualquier éxito de televisión.
La representación de elementos prehistóricos ha sido una constante en muchas series de prensa y de humor gráfico, con presencia repetida en obras
como Frank and Ernest, de Bob y Tom Thaves (1972); Strange Brew, de John
Deering; Bizarro, de Dan Piraro, o Speed Bump, de Dave Coverly.
Los primeros
prehistóricos serios
Posiblemente, el primer personaje con un mayor interés por aportar datos
correctos de la prehistoria, dentro del necesario escenario fantástico, sea
Kona, una creación del dibujante Sam Glanzman y del guionista Don Seagall,
[page-n-142]
La prehistoria en los cómics americanos
en Korak, Monarch of Monster Isle para Dell Comics de 1961. La serie narraba
las aventuras del Dr. Henry Dodd, un arqueólogo que llega a Australia con
sus hijos para terminar perdido en una isla detenida en el tiempo donde además de los obligados monstruos antediluvianos, los hombres prehistóricos
son correctamente identificados como neandertales o cromañones, por lo
menos en la primera saga de aventuras de clara inspiración en el clásico de
Conan Doyle. La entrada en los guiones de Paul S. Newman liberaría el lado
más fantástico, olvidando cualquier referencia mínimamente científica. Tras
apenas un año de vida, la serie finalizaría, pero curiosamente el guionista de
la última etapa sería el encargado de crear un nuevo personaje de inspiración
tarzánido-prehistórica para Dell Comics, Naza, Stone Age Warrior (1968), esta
vez con dibujos de Jack Sparling. Naza era un guerrero del Paleolítico en el
que se cuidaron con mayor esmero las referencias a la forma de vida en la
Edad de Piedra, como las grandes migraciones, siendo una de las pocas series
de la época que evitaron la convivencia entre hombres y dinosaurios, lo que
no impidió que por los nueve números de la colección aparecieran arañas,
hormigas y otros monstruos gigantes.
En 1968, la revista Showcase de DC Comics presentaría en sociedad las aventuras de Anthro, otro personaje prehistórico que era presentado aquí como
«el primer niño»: el primer cromañón nacido de padres neandertales
10
. Con
guión de Howard Post y dibujos de Wallace Wood, tras esta primera aparición
se editaría una serie de seis números, en las que se intentaron desarrollar
tramas de cierta veracidad científica más allá de la inusual premisa del título,
con enfrentamientos tribales y muestras de la vida diaria. Anthro parecía
destinado a permanecer en ese extraño limbo de los personajes olvidados,
pero curiosamente ha ido apareciendo de forma recurrente en minieries de
la editorial como Crisis en las Tierras Infinitas 2 o Final Crisis.
A medio camino entre la fidelidad histórica y la fantasiosa teoría conspiranoica de los antiguos astronautas se encontraría Tragg and the Sky Gods,
una serie de Gold Key creada por Donald F. Glut y Jesse Santos en 1972, que
exploraba las relaciones entre alienígenas y neandertales, proponiendo que
los cromañones fueron un experimento genético de los extraterrestres. La
serie tuvo una razonable acogida que dio lugar a otra colección derivada
que compartía personajes prehistóticos y guionista, Dagar the Invincible.
DC seguiría explotando la figura del hombre prehistórico con Kong the Untamed, una serie efímera creada por el guionista Jack Oleck y el dibujante
Alfredo P. Alcala que narraba las aventuras de un hombre de las cavernas
descendiente de Anthro
11
.
Es posible que la única serie de cómics creada en esta década con verdadero
espíritu divulgativo fuera Korg: 70,000 B.C., creada por Pat Boyette y editada
139
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140
Álvaro Pons Moreno
por Charlton Comics en 1975. La serie era la adaptación de un atípico programa televisivo educativo de Hanna-Barbera que mostraba con actores
reales la vida de una familia de neandertales, por lo que la veracidad y fidelidad histórica era un objetivo en sí mismo, alejándose por completo de
todas las series habituales publicadas hasta el momento y convirtiéndose
en una excepción en toda regla.
En 1976, Jack Kirby daría su aportación a la visualización del mundo prehistórico gracias a la serie de cómics derivada de la película de Stanley
Kubrick 2001: una odisea del espacio. Tras hacer una adaptación fiel a la
película, Kirby desarrolló los conceptos e ideas de la película en una serie
mensual en la que se alternaban las acciones situadas en la prehistoria y
en el futuro. Tras esta serie, Kirby volvió a Marvel, donde creó otra serie
fantástica ambientada en la prehistoria: Devil Dinosaur (1978). En una
época pretérita indeterminada, donde conviven hombres y dinosaurios,
[page-n-144]
La prehistoria en los cómics americanos
10
Portada de Showcase, n.º 74, con la primera
aparición de Anthro.
DC Comics, 1968.
Portada de Kong the Untamed,
n.º 3, por Bill Draut.
DC Comics, 1975.
11
Kirby contaba las aventuras de un pequeño homínido llamado Luna que
domaba un fiero Tyrannosaurus rex. Pura imaginación que usaba el referente primitivo como una excusa para que Kirby desarrollara su portentoso
talento gráfico en escenas de una potencia y fuerza que rozaban el delirio
gráfico. La serie tuvo una deriva durante los años siguientes tan caótica
y delirante como la propia idea del personaje, hasta que en 2015 Marvel
anunció una nueva colección basada en su gran dinosaurio: Moon Girl and
Devil Dinosaur, escrita por Amy Reeder y con la española Natacha Bustos
a los lápices, en la que se cambiaba la época y la responsabilidad del rex
pasaba a la joven Lunella Lafayette.
Con carácter claramente didáctico y, por tanto, bastante respetuoso con
los conocimientos históricos, aunque desde la perspectiva humorística,
podemos encontrar The Cartoon History of the Universe- From the Big Bang
to Alexander the Great, de Larry Gonick, publicada en 1990
12
.
141
[page-n-145]
Álvaro Pons Moreno
142
12
Portada de The Cartoon History of the Universe,
vol. 2, Sticks and Stones, de Larry Gonick, 1979.
Otra de las series de comic books que intentó un mínimo respeto a los conocimientos que se tienen de la prehistoria ha sido Frank Frazetta’s Neanderthal, de Chris Ryall, Tim Vigil y Jay Fotos
13
. Publicada por la editorial
Image en 2009, nace como un homenaje a una de las portadas clásicas del
gran ilustrador americano del que toma el nombre para la revista Creepy,
más concretamente la de su número 15, que incluía la clásica historieta The
terror beyond time, una historia corta dibujada por Neal Adams de viajes en
el tiempo en el que aparecían dinosaurios y neandertales, pero que Frazetta
ilustró con una composición ya clásica de varios hombres de neandertal. En
el único número que se publicó, los autores intentaron hacer una plasmación
realista de la vida de una tribu neandertal, pero con tantas concesiones a la
épica (la obligatoria lucha con un tigre de dientes de sable con grandes dobles
páginas) que apenas podía reconocerse ninguna referencia clara.
La prehistoria también se
hace independiente
La prolífica escena alternativa del cómic americano, conocida como indie, ha
tenido pocas relaciones con la época prehistórica, siempre alejadas de cualquier atisbo de fidelidad, pero importantes si nos fijamos en sus responsables.
[page-n-146]
La prehistoria en los cómics americanos
13
Página de Frank Frazetta’s Neanderthal.
Image Comics, 2009.
Sin duda, la primera obra que cabe citar sería Bloodstar, un clásico de Richard
Corben que muchos consideran como una de las primeras novelas gráficas
del cómic americano (por lo menos, fue la primera que se autopublicitó
como tal), que si bien transitaba por el imaginario fantástico de Robert E.
Howard adaptando su famoso relato El valle del gusano, tiene interesantes
aportaciones de la representación preshistórica. Aunque la historia de la
hazaña de este héroe es de naturaleza fantástica, se enmarca dentro de la
leyenda de las tribus pictas del norte de Escocia, que representa diferentes
143
[page-n-147]
144
Álvaro Pons Moreno
rituales tribales. Corben narra la lucha por la jefatura de la tribu, los rituales
paganos y otras tradiciones con cierto afán de veracidad que, si bien no son
estrictamente fidedignos, por lo menos resultan creíbles.
Diez años después, el dibujante Mark Schultz crearía para Kitchen Sink
otro de los clásicos del cómic independiente, Xenozoic Tales, una obra de
temática fantástica que narra un mundo postapocalíptico donde los últimos
supervivientes de la humanidad tiene que enfrentarse contra dinosaurios
que han vuelto a poblar la Tierra.
En 1988 Robert Crumb publicaría en Zap Comix n.º 12 una de sus historietas
más famosas, Cave Wimp
14
. Una historia corta que traslada a un supuesto
Neolítico del año 111.989 a. C. las habituales neurosis con las mujeres del
creador, narrando las dificultades de su alter ego prehistórico para conseguir
los favores sexuales de las féminas y, de paso, certificando la perpetuidad
de los problemas entre hombres y mujeres. Para muchos críticos y autores,
Cave Wimp es una de las obras maestras de Crumb.
También dentro del panorama independiente se puede encuadrar Caveman,
de Tayyar Özkan. Una serie publicada inicialmente en la revista Heavy Metal
que sería posteriormente publicada en forma de novela gráfica por NBM
que usa a un hombre de las cavernas como vehículo para la crítica de la
vida moderna.
Aunque no sea una obra de historieta específicamente, uno de los grandes
ilustradores y autores de cómic americanos, William Stout, conocido por trabajar en series como Little Annie Fanny para Playboy, comenzó a desarrollar
a mediados de los 80 una línea de ilustración basada en reconstrucciones
paleontológicas que le hizo, si cabe, más famoso. En 1993 se publicó la colección de cromos William Stout’s Lost Worlds, que recopilaba todos sus trabajos
previos. Esta serie, fue sin duda, la inspiración de Ricardo Delgado para crear
Age of reptiles para Dark Horse Comics en 1997. Una serie que narra la vida
de los dinosaurios de la era Mesozoica con un gran interés por el realismo
y la representación verosímil de lo que pudo ser la vida de estos animales.
Otro de los autores que se fijaría en la vida en las cavernas sería Brian Ralph
que, en 1999, crearía la novela gráfica Cave in (High Water Books), donde
narra la incursión en las profundidades de una cueva de un joven chico,
aparentemente un hombre prehistórico.
En 2005, Daniel Clowes publicó su reconocida novela gráfica Ice Haven, una
ambiciosa obra conformada por diferentes series de fición entre las que se
encontraba Rocky 100,000 B.C., una serie humoristica ambientada en el
14
Primera página de Cave Wimp,
de Robert Crumb, 1988.
pasado con claras referencias tanto a Los Picapiedra como a Peanuts, que
sirve como contraste de la historia principal.
[page-n-148]
La prehistoria en los cómics americanos
145
[page-n-149]
Álvaro Pons Moreno
146
Portada de World’s Finest en el que aparece
la historia «The Caveman from Krypton!».
DC Comics, 1959.
El delirio del anacronismo
superheroico
No se puede acabar este recorrido por la prehistoria sin hacer una mínima
referencia a la continua presencia del elemento prehistórico en los cómics
de superhéroes de los años 50 y 60. Tras la instauración del llamado «Comics
Code», un sistema de autoregulación de contenidos que se convirtió en casi
una censura inquisitorial, los cómics de superhéroes tuvieron que optar por
argumentos que dejaban de lado cualquier tendencia más adulta y tenían
que volver a dedicarse al mundo infantil y juvenil, evitando cualquier sospecha de contaminación de las jóvenes y supuestamente inocentes mentes
de los lectores. Eso llevó a que diferentes escritores como Otto Binder o Jerry
Coleman a desarrollar guiones de pura fantasía para los personajes, donde
Superman, Batman y otros se enfrentaron contra todo tipo de monstruos o
habitantes del pasado. Así, por ejemplo, en el número 93 de Batman (1955), el
Hombre Murciélago se encuentra con su equivalente prehistórico, el Hombre
Tigre y, apenas un año después en el número 102 (1956), la Batcueva sería
invadida por hombres de las cavernas. No le iría mucho mejor a Superman,
que debería enfrentarse en 1959 a un auténtico hombre de las cavernas…
15
[page-n-150]
La prehistoria en los cómics americanos
¡del planeta Krypton! El superpoderoso hombre prehistórico, llegado dentro
de un meteorito, casi consigue derrotar al hombre de acero si no llega a ser
por la radiación de la kriptonita
15
.
Más extraña es la amenaza de los superhombres de las cavernas del año 15000
a. C. subidos a bordo de esquís voladores (sic) contra los que tuvieron que
luchar los intrépidos aviadores de Blackhawk en 1963. Una alucinación suficientemente fantástica como para que resulte natural que uno de los primeros
villanos de Iron Man fuera el prehistórico Gargantus (que finalmente resultó
ser un robot creado por alienígenas, ahí es nada) o que el tímido profesor
Koravyk se transformase en Kor the Conqueror, un peligroso hombre de las
cavernas que tiene la aviesa intención de controlar el mundo ante la única
oposición de la Doom Patrol (1967).
Pura locura argumental tan inocente como disparatada, que solo hace que
incrementar el encanto de estas populares series, pero que certifica el poco
interés que la prehistoria ha tenido para el cómic americano.
147
[page-n-151]
[page-n-126]
Este libro se editó con motivo de la
exposición temporal «Prehistoria y
Cómic», inaugurada en junio de 2016.
DIPUTACIÓN DE VALENCIA
Presidente
Jorge Rodríguez Gramage
Animaciones 3D
Ángel Sánchez Molina
Audiovisuales
Grabación, edición y montaje
Render Comunicación, SL
Empresas colaboradoras de la producción
Diputado de Cultura
Xavier Rius i Torres
Diseño gráfico de la exposición
Vanesa Mora Casanova
MUSEO DE PREHISTORIA DE VALENCIA
Diseño del material impreso
Marc Granell Artal
Directora
Helena Bonet Rosado
Jefe de la Unidad de Difusión, Didáctica y
Exposiciones
Santiago Grau Gadea
EXPOSICIÓN
Proyecto expositivo
Museo de Prehistoria de Valencia
Comisariado
Helena Bonet Rosado
Álvaro Pons Moreno
Equipo de trabajo
Francisco Chiner Vives
Eva Ferraz García
Santiago Grau Gadea
Vanesa Mora Casanova
Begoña Soler Mayor
Con la colaboración de
Josep Lluís Pascual Benito
Bernat Martí Oliver
Alfred Sanchis Serra
Diseño, instalación y montaje
Francisco Chiner Vives
Imagen del cartel y cubierta del catálogo
Paco Roca
Didáctica
Laura Fortea Cervera
Eva Ripollés Adelantado
Ayudante de montaje
Amadeo Moliner Blay
Fondos expuestos
Museo de Prehistoria de Valencia
Colección Helena Bonet Rosado
Emmanuel Roudier
Miguel Quesada
Antonio Fraguas «Forges»
Mikel Begoña e Iñaki Martínez «Iñaket»
Ortifus
Mireia Pérez
Philuc
Museo Arqueológico Municipal Camil
Visedo Moltó de Alcoi
Impresión del material de difusión
Imprenta Provincial de la Diputación de
Valencia
Transporte de la obra
TTI
Seguros
Muñiz y Asociados. Generali Seguros
Traducciones inglés y francés
Lambe & Nieto
Marc Tiffagom
Producción
Museo de Prehistoria de Valencia
Reinadecorazones Espacios para el Ocio y
la Cultura
PUBLICACIÓN
Proyecto editorial y coordinación
Museo de Prehistoria de Valencia
Agradecimientos
Cecilio Alonso Alonso
Emili Aura Tortosa
Jorge Iván Arguiz
Suresh Ariaratnam
Gilles Bourgarel
Adam Brockbank
Maggie Calt
Chantal Chéret
Lora Fountain & Associates
Judit Foz Povill
Gloria García
Manuel Gozalbes Fernández de Palencia
Manel Granell
Ben Haggarty
Tanino Liberatore
Cristina Rihuete
Jose María Segura Martí
Museu Arqueològic Son Fornés
Dude Comics
Editorial Toxosoutos
El Patio editorial
Grupo Planeta
Nota de los editores
Los autores y los editores de este libro
comunican a los derechohabientes de las
ilustraciones o de otro tipo de imágenes
no encontradas, que pueden ponerse en
contacto con la editorial para acreditar su
propiedad intelectual o de otra índole.
Contacto: Museo de Prehistoria de Valencia,
tel: 963 883 627 y gestio.exposicio@dival.es.
Equipo de edición
Joaquín Abarca Pérez
ISBN: 978-84-7795-762-1
Autores de los artículos
Helena Bonet Rosado
Ernestina Badal García
Santiago Grau Gadea
Antoni Guiral Conti
Vicky Menor Cuenca
Didier Pasamonik
Álvaro Pons Moreno
Pedro Porcel Torrens
Emmanuel Roudier
Gonzalo Ruiz Zapatero
Begoña Soler Mayor
Joaquín Soler Navarro
© de los textos: los autores, 2016.
Traducción al valenciano y corrección
Unitat de Normalització Lingüística de la
Diputació de València
Diseño y maquetación
Marc Granell Artal
Impresión
Pentagraf
DL: V 1292-2016
© de las imágenes: los autores, 2016.
© de la edición: Museo de Prehistoria de
Valencia. Diputación de Valencia, 2016.
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presentación
Helena Bonet Rosado
Prehistoria y cómic: La magia de la imagen
Helena Bonet Rosado
Primero la ciencia… después, la ficción
Ernestina Badal García y Joaquín Soler Navarro
Ilustración prehistórica y tebeo de prehistoria:
¿Caminos divergentes o convergentes?
Gonzalo Ruiz Zapatero
La prehistoria en el tebeo infantil
Antoni Guiral Conti
BARBAS, GARROTES Y DINOSAURIOS:
LOS CAVERNÍCOLAS DE PAPEL
Pedro Porcel Torrens
Prehistoria en los cómics americanos
Álvaro Pons Moreno
ENTRE PEDAGOGÍA Y PARODIA, LA PREHISTORIA EN
EL CÓMIC FRANCÓFONO
Didier Pasamonik
¡GRACIAS LUCY!
Begoña Soler Mayor
El cómic como recurso didáctico para el
aprendizaje de la prehistoria en los museos
Santiago Grau Gadea
Conversaciones con Emmanuel Roudier
Helena Bonet Rosado
Catálogo de selección de cómics
Vicky Menor Cuenca
[page-n-128]
La prehistoria en los cómics americanos
125
[page-n-129]
126
Álvaro Pons Moreno
La paleontología supuso para el ciudadano americano de finales del siglo
xix
una excelente forma de evasión para olvidar las profundas heridas
abiertas tras la Guerra Civil. La competencia entre Othniel Charles Marsh y
Edward Drinker Cope en la búsqueda de yacimientos de fósiles dinosaurios
fue explotada por la prensa reconvertida en una apasionante «guerra de
los huesos», que despertó el interés del público por una disciplina apenas
conocida. Los gigantescos monstruos atraían la atención y despertaban el
imaginario colectivo de una Edad de Piedra que olvidaba las raíces de los
aborígenes americanos para abrazar sin prejuicios los estudios que llegaban
desde Europa, mientras instituciones como la Smithsonian compraban
ingentes colecciones de fósiles y creaban los primeros dioramas de los
terribles lagartos y los habitantes de aquellas épocas, que comenzaban a
trasladarse a la fértil imaginación de los escritores.
La dinomanía se disparaba, pero siempre en detrimento de cualquier intento
de fidelidad científica hacia la prehistoria. Ya sea porque los dinosaurios
generaban mucho más atractivo que el hombre prehistórico, o porque poner
el foco en esa época de la humanidad sería aceptar una realidad aborigen
que se recluía y ocultaba. Lo cierto es que en la cultura popular americana
y, específicamente en el cómic, no se encuentran demasiados intentos de
utilizar el medio como reflejo histórico, sino como simple y pura evasión,
donde la fantasía y la imaginación se ven contaminadas por la paleontología.
Una situación que, curiosamente, se extenderá durante el tiempo sin que
encuentre solución o alternativa: frente al interés que va naciendo poco a
poco en el cómic europeo, sobre todo en el último cuarto del siglo xx, por
una representación fidedigna de la realidad prehistórica, en el cómic americano prácticamente no se va a encontrar ningún ejemplo importante de
veracidad histórica trasladada a las viñetas. Se usarán elementos históricos
recurrentes (dinosaurios, la figura del hombre prehistórico, representaciones
tribales…), pero siempre desde la perspectiva de su utilidad como elemento
de digresión respecto a la realidad.
[page-n-130]
127
La prehistoria en los cómics americanos
Aparecida por primera vez en la prensa americana en 1905, Little Nemo in
Slumberland certificó en pocas entregas la mayoría de edad del medio. Su
creador, Winsor McCay, tomó los sueños de un pequeño niño como vehículo
para deplegar un mundo de imaginación desbordante, pero también para
desarrollar todas las herramientas narrativas fundamentales del lenguaje de
la historieta. Las bellas planchas que se publicaron en el New York Herald deslumbraban a un lector fascinado por unas aventuras cada vez más complejas y
barrocas, en las que McCay exploraba las posibilidades de la narración gráfica
incluso rompiendo sus elementos y configurando brillantes experiencias
metanarrativas. Tras cambiar de periódico en 1911 para pasar al New York
American con el título de Little Nemo in the Land of the Wonderful Dreams
hasta 1914
1
, el derroche onírico de McCay visitaría el lejano pasado en Flip
in the Land of the Antediluvians, una aventura que comenzó en septiembre
de 1913 y se prolongó hasta las navidades de ese año. Durante su visita a la
ciudad prehistórica de Cliffville, preservada en el tiempo en un hueco de la
tierra -en una justificación verniana que sería recurrente en el futuro, sobre
todo a partir de El Mundo Perdido de Conan Doyle y del ciclo de Pellucidar
del Tarzán de Edgard Rice Burroughs-, Nemo y sus amigos asisten a un antecedente referencial directo de Los Picapiedra. Los hombres prehistóricos
viven en una ciudad de piedra donde los dinosaurios son fuerza de trabajo
que arrastra coches, hace de ascensor, de grúa o incluso de sustitutos de los
renos de Santa Claus. Con su habitual fantasía, McCay describe un mundo
ucrónico de convivencia entre los dinosaurios y el hombre, mostrando la
creencia de la época en esa coincidencia cronológica. McCay no solo mostraría este mundo perdido en esa saga: su interés por los nacientes dibujos
animados le llevaría a utilizar en 1914 a un dinosaurio para protagonizar
uno de los primeros cortos de animación de la historia: Gertie the Dinosaur.
Sin embargo, durante los años siguientes, el interés por el mundo prehistórico
no deja de ser un elemento anecdótico dentro de las tramas argumentales,
centrado siempre en la sorprendente y anecdótica aparición de monstruos
antediluvianos, en clara referencia a los mundos perdidos de Conan Doyle o
Verne, pero sin profundizar en su desarrollo. De hecho, se deberá esperar hasta
1932 para encontrar una serie que realmente explote la prehistoria de forma
más amplia con Alley Oop, una tira diaria creada por V. T. Hamlin protagonizada por un hombre prehistórico
2
. Con una representación casi canónica,
taparrabos de piel de leopardo y un gigantesco basto de fiel compañero, Alley
Oop recreaba el día a día de la prehistórica ciudad de Moo. Lógicamente, los
habitantes de Moo tenían dinosaurios como animales de compañía y desarrollaban una cotidianeidad en su vida cavernaria terriblemente familiar y
asimilable a la sociedad americana de los años 30. El interés de Hamlin por
una representación fidedigna del pasado terminaba ahí, y pronto, en las
aventuras de Alley Oop, comenzaron a aparecer todo tipo de anacronismos
que incluso incluyeron viajes en el tiempo para poder desarrollar el choque
Las primeras referencias
de las organizadas
sociedades prehistóricas
[page-n-131]
128
Álvaro Pons Moreno
[page-n-132]
La prehistoria en los cómics americanos
1
Página de Flip in the Land of the Antediluvians,
de la serie Little Nemo in the Land of the
Wonderful Dreams, de Winsor McCay,1913.
Portada de Alley Oop n.º 1,
Dell Publishing,1962.
2
de la sociedad primitiva con la actual. Como serie, Alley Oop ha demostrado
su capacidad de supervivencia al pasar por diferentes formatos, editoriales y
autores, que mantuvieron la serie viva hasta 2012 en formato de cómic digital.
La serie de Hamlin se convertiría en único referente de la prehistoria en
el cómic americano durante décadas, con excepciones puntuales como el
viaje al pasado de Yankee Longago, de Dick Briefer (1943), en el que el joven
protagonista pasa una jornada entre hombres prehistóricos y dinosaurios
en animada convivencia.
Dentro de esas aportaciones puntuales, quizás la más interesante durante
estas primeras décadas del siglo xx en el cómic sea Glob (1949) una historieta de la serie The Spirit de Will Eisner
3
, que cuenta la aparición de
un hombre prehistórico vivo preservado milagrosamente en una cueva
durante miles de años. Publicada en 1949, muestra a un homínido, Glob,
que ha dedicado su larga cautividad al arte, con tan mala fortuna que su
129
[page-n-133]
130
Álvaro Pons Moreno
Primera página de Glob, de la serie
The Spirit, de Will Eisner, 1949.
primer contacto con la civilización, tras ser liberado por un providencial
terremoto, es un estafador de poca monta que intentará hacer pasar la
obra del hombre prehistórico como propia. Eisner aprovecha para hacer
una denuncia tanto del mercado del arte como de la explotación de los
jóvenes e ingenuos artistas, pero intenta representar a su hombre de las
cavernas con cierta base, sobre todo en lo que a la representación del arte
rupestre se refiere. Físicamente, lo dibuja con una representación próxima
a los dioramas que poblaban los museos (aunque con la inevitable piel de
leopardo), pero de acuerdo con el conocimiento que se tenía en la época,
Glob pinta y talla sobre piedra su arte, con una cierta intención de veracidad, e incluso su lenguaje es tosco y primitivo, buscando representar esos
comienzos titubeantes de la humanidad.
3
[page-n-134]
131
La prehistoria en los cómics americanos
Tras la efusión de los géneros aventureros que vivió el cómic durante los años
30 y principios de los 40, el auge y éxito del comic book y, en particular, del género de superhéroes, centenares de series y publicaciones buscaban de forma
recurrente un nuevo héroe indomable con el que atraer al público. El éxito de
las películas de Tarzán protagonizadas por Johnny Weissmüller se trasladó a
otros medios, dando lugar a todo un subgénero de tarzánidos que, ante la dificultad de encontrar nuevas aventuras en una jungla sobreexplotada en el cine,
miraban a la fantasía para potenciar nuevas series. Paradójicamente, muchas de
estas series apostaron por mundos perdidos anclados en la prehistoria, quizás
siguiendo el modelo de Conan Doyle, pero en el fondo siendo casi canónicos
con el mundo de Pellucidar* que el propio Edgard Rice Burroughs creara para
su selvático personaje apenas unos años antes.
En 1952 el gran dibujante Frank Frazetta crearía Thun’da, una serie protagonizada por un oficial de la fuerza aérea americana que cae en un perdido valle
en el continente africano donde debería enfrentarse tan solo con su fuerza e
intelecto a hombres mono y otros elementos prehistóricos que, curiosamente,
nunca fueron del agrado de su editor, más interesado en hacer un facsímil de
Tarzán. Pero pese a la oposición editora, los elementos de fantasía no dejaron
de ser elementos de inspiración prehistórica, que ganaron importancia hasta
el punto de que, ya en su segundo número, una de las historias complementarias daría lugar a otro personaje de inspiración antediluviana: Cave Girl, una
chica de orígenes aristocráticos que fue recogida de niña, como el personaje
de Borroughs, para ser criada por el lobo Kattu en unas Tierras Bajas paradas
en la época de los dinosaurios. Las aventuras de Cave Girl fueron desarrolladas
por Gardner Fox (guionista fundamental años más tarde en el relanzamiento
del cómic de superhéroes en lo que se llamaría «la Edad de Plata» del género)
y el dotado Bob Powell. Como su colega masculino, Cave Girl se enfrentaba a
todo tipo de peligros para defender a su pueblo de adopción, desde cazadores
modernos a amazonas, pasando, por supuesto, por los necesarios dinosaurios
diabólicos. Los personajes aparecerían en diferentes series durante la década
de los 50.
Sin embargo, uno de los personajes selváticos prehistóricos más famoso de
los cómics nacería en 1953, cuando se publicó la historieta 1,000,000 Years
Ago!, publicada por St. John Publications. Guionizada por Norman Maurer y
dibujada por Joe Kubert, la serie presentaba las aventuras de Tor
4
, un hombre
prehistórico de poderoso parecido con Tarzán que tenía que luchar por su
supervivencia ante las amenazas de una naturaleza poco adecuada para los
débiles humanos. Evidentemente, el necesario dramatismo heroico exagerado
obligaba a no enfrentar al protagonista a la difícil realidad histórica de su época,
* Pellucidar era un reino que se encontraba en el interior de la Tierra, iluminado por un pequeño sol
interior que alumbra una sociedad de hombres primitivos que conviven con dinosaurios y otros
monstruos variados.
La moda de los pre
y postarzánidos
[page-n-135]
132
4
Álvaro Pons Moreno
Portada del primer número de la serie Tor,
de Joe Kubert.
DC Comics, 1975.
de su época, sino a todo tipo de aventuras fantásticas que incluían, lógicamente, dinosaurios especialmente interesados en la carne humana. Eran los
anacronismos ya habituales que, en el elegante y virtuoso dibujo de Kubert,
se transformaban en una experiencia épica. Aunque la serie original solo duró
cinco números, Tor volvería a los kioscos americanos dos veces más, en 1975
de la mano de la editorial DC y, en 1993, por iniciativa de Marvel, en ambos
casos con Joe Kubert a los lápices.
Apenas un año después aparecería otra serie de temática prehistórica,
aunque quizás más exactamente habría que hablar de una subtemática
dinosaurística: Turok, Son of Stone (Western Publishing, 1954)
5
. Un indio
americano precolombino atrapado junto a su hermano Andar en un valle de
fieros dinosaurios. La serie se prolongó durante décadas con bastante éxito,
aunque con un curioso recorrido editorial que le llevó de Dell a finales de
los 50 a Gold Key Comics durante los 60 y 70, para terminar en los años 80
en Western’s Whitman Comics e incluso a protagonizar su propia saga de
videojuegos con el nombre de Turok: Dinosaur Hunter. Evidentemente, nos
encontramos de nuevo ante un cómic donde cualquier atisbo de rigurosidad
[page-n-136]
La prehistoria en los cómics americanos
133
Portada de la edición
mexicana de Turok.
Novaro, 1976.
es pura coincidencia, aunque hay que destacar que el continuo desfile de
dinosaurios que aparecían en las viñetas de la serie intentara tener una
mínima correlación con la realidad histórica.
También de los años 50 es la adaptación al cómic de la película The Land
Unknown, dirigida por Virgil W. Vogel, una producción que tuvo bastante éxito
popular y que en su versión dibujada tiene la curiosidad de estar firmada por
Alex Toth, uno de los grandes maestros del noveno arte.
El final de los 60 y principios de la década siguiente viviría un especial relanzamiento del mito de Tarzán. En la prensa, el gran dibujante Russ Manning se
encargaría de desarrollar una de las etapas más recordadas en cómic, adaptando
el ciclo de Pellucidar en las sagas Tarzan in The Land That Time Forgot y The
Pool of Time. Apenas unos años más tarde, la editorial DC Comics comenzaría
a adaptar también en su colección de comic books Weird Worlds los relatos
originales del Tarzán de E. R. Borroughs. La serie posteriormente pasaría a
llamarse Tarzan y tendría su producto secundario en Korak, Son of Tarzan,
donde se publicaría de nuevo el famoso ciclo del mundo prehistórico de Pellucidar, dibujado ahora por Alan Weiss, Michael Kaluta y Dan Green en 1972
6
.
5
[page-n-137]
134
Álvaro Pons Moreno
[page-n-138]
La prehistoria en los cómics americanos
135
Si en la serie principal Tarzán se dedicaba a protagonizar historias a medio
camino entre el original fantástico de Burroughs y el canon selvático impuesto
por las películas de Weissmüller, paradójicamente su hijo Korak se dedicaría a
menesteres más centrados en el mundo primitivo. Una curiosa incoherencia
que daría, contradictoriamente, mucho más interés a esta segunda serie, en
la que hay que destacar las colaboraciones de autores como Len Wein, Robert
Kanigher, Frank Thorne, Murphy Anderson y Rudy Florese.
Sin duda, el tarzánido más famoso de los años 70 fue Ka-Zar
7
, una creación
de Stan Lee y Jack Kirby para Marvel Comics que, aunque tuvo sus primeras
apariciones como secundario en diferentes colecciones como Daredevil o
Spider-Man a finales de los años 60, fue adquiriendo más y más popularidad
entre los lectores hasta conseguir sus propias aventuras en la revista Astonishing
Tales de la mano de diferentes autores, entre los que destacan los propios Lee
y Kirby o Barry Windsor-Smith, George Tuska, Herb Trimpe, John Buscema o
Neal Adams. Aunque basado inicialmente en un personaje de las novelas pulp
de los años 30, Lee y Kirby reconvirtieron a Ka-Zar en el señor de la Tierra Salvaje, la particular revisión de El Mundo Perdido de Conan Doyle del Universo
Marvel. Acompañado siempre de su fiel tigre de dientes de sable Zabu, Ka-Zar
se enfrenta a todo tipo de peligros y monstruosos dinosaurios y derivados, en
espectaculares lances para los que contaría habitualmente con el apoyo de
otros superhéroes del universo creado por Stan Lee. El personaje llegaría a
tener serie propia en 1974, con el título de Ka-Zar, Lord of the Hidden Jungle
que tendría un recorrido limitado de apenas tres años, en el que Lee intentaría
ligar la historia del joven señor de la Tierra Salvaje con el personaje clásico de
Burroughs, dotándolde también de un pasado aristocrático. Evidentemente,
ninguna de las muchas encarnaciones del personaje durante esta década y la
siguiente tendría el más mínimo interés de fidelidad histórica, más allá de la
representación de diferentes tipos de dinosaurios.
El habitual enfrentamiento entre Marvel y DC no podía dejar de lado la réplica
de este personaje: aprovechando el paso de Jack Kirby de Marvel a DC, el gran
dibujante creó toda una galería de personajes entre las que se encontraba
Kamandi, the last boy on Earth (1972). Aunque físicamente Kamandi era
prácticamente igual que Ka-Zar, la serie de DC se apartaba del típico reino
perdido selvático-prehistórico para narrar un futuro apocalíptico derivado
de las adaptaciones al cómic de El planeta de los simios. Esta particular moda
tuvo también su versión femenina con Shanna the She-devil. Una heroína selvática creada por Carole Seuling y George Tuska en 1972 para Marvel Comics
que sonaba por nombre y temática a Sheena, una recordada creación de Will
Eisner. Aunque este personaje no compartía el escenario prehistórico de sus
compañeros masculinos, su relanzamiento en el año 2005 de la mano del Frank
Cho la relacionaría con dinosaurios y un mundo perdido al estilo del Jurassic
Park de Steven Spielberg.
Portada de Korak, son of Tarzan.
Gold Key Comics, 1971.
6
[page-n-139]
Álvaro Pons Moreno
136
7
Portada de X-Men, n.º 10, con la primera
aparición de Ka-Zar.
Marvel, 1965.
El humor primitivo
también llega al cómic
El final de la década de los 50 y el comienzo de los 60 aportó una versión novedosa de la temática prehistórica en el cómic americano con la aparición de
las primeras series de humor. Aunque Alley Oop ya se podía etiquetar como
serie de humor, su vocación de sátira aventurera y de desarrollar sagas de
«continuará» lo aparta de ese concepto de la tira de humor clásica que quizás tiene su máximo referente en el Peanuts de Charles Schultz. Sin duda, la
primera serie de motivación primitiva que entronca con ese modelo es B. C.,
de Johnny Hart
8
. Se comenzó a publicar en febrero de 1958 y mostraba la
vida diaria de grupo de hombres de las cavernas. B. C.**, el protagonista, y sus
amigos Peter, Wiley, Clumsy Carp, Curls o Thor, así como toda una particular
fauna de animales prehistóricos reflexionan sobre una vida con evidentes
referencias a la sociedad moderna. Aunque no había, evidentemente, ningún intento de fidelidad histórica, los apenas esbozados de la serie siempre
parecían referenciar una época pretecnológica donde el hombre todavía no
había comenzado a desarrollar la civilización. Hart dibujó la serie hasta su
** El nombre del protagonista y de la serie es una referencia clara a Before Christ, ‘antes de Cristo’ en
inglés.
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La prehistoria en los cómics americanos
137
muerte en 2007, convirtiéndola en una de las más longevas y reconocidas de
Tira diaria de B.C., de Johnny Hart,
Field Newspaper Sindicate ,1981.
la historia, que incluso se ha continuado posteriormente con la supervisión
de sus herederos. Como anécdota, la serie vivió durante sus dos últimas
décadas no pocas polémicas debido a las opiniones religiosas que el autor
plasmaba en las viñetas. Reconocido por sus ideas religiosas conservadoras,
Hart se vió atacado durante los años 90 y principios de los 2000 por asociaciones judías e islámicas.
Los hombres prehistóricos solían aparecer en series de humor como por
ejemplo Bob Hope, una colección protagonizada por el famoso cómico que
se vería reconvertido, en el número 43 de 1957, en hombre de las cavernas.
Pero sin duda, la serie que tendría más reconocimiento popular fue la adaptación al cómic del gran éxito televisivo de Hanna-Barbera, Los Picapiedra
(The Flintstones)
9
. La serie de animación se emitía por primera vez en
septiembre de 1960 y, apenas un año después, comenzaron a editarse sus
aventuras en comic book. Publicadas inicialmente por Dell Comics y, desde
1962, por Gold Key Comics, los cómics de Los Picapiedra apenas aportaban
ningún valor añadido a lo que se veía en la pequeña pantalla. En el fondo,
estas historietas explotaban ya el concepto de mercadotecnia asociada a una
poderosa franquicia televisiva, con historias realizadas por encargo por un
reguero de dibujantes y guionistas que, en la mayoría de los casos, ni eran
acreditados. Los cómics tuvieron respuesta popular, pero nunca alcanzaron
8
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138
9
Portada de The Flintstones,
de Hanna-Barbera.
Dell Comics, 1962.
el éxito de la serie de TV. Los personajes creados por Hanna-Barbera sobrevivieron a sus cinco primeras temporadas. Aparecieron de nuevo en diferentes
versiones y formatos durante las décadas de los 70, 80 y 90, y dieron lugar a
las consecuentes apariciones de adaptaciones al cómic, que pasaron por una
larguísima lista de editoriales que fueron desde Charlton Comics a Archie
Comics o DC Comics, e incluso la Marvel Comics en horas bajas de los años
70, abierta al empujón de cualquier éxito de televisión.
La representación de elementos prehistóricos ha sido una constante en muchas series de prensa y de humor gráfico, con presencia repetida en obras
como Frank and Ernest, de Bob y Tom Thaves (1972); Strange Brew, de John
Deering; Bizarro, de Dan Piraro, o Speed Bump, de Dave Coverly.
Los primeros
prehistóricos serios
Posiblemente, el primer personaje con un mayor interés por aportar datos
correctos de la prehistoria, dentro del necesario escenario fantástico, sea
Kona, una creación del dibujante Sam Glanzman y del guionista Don Seagall,
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La prehistoria en los cómics americanos
en Korak, Monarch of Monster Isle para Dell Comics de 1961. La serie narraba
las aventuras del Dr. Henry Dodd, un arqueólogo que llega a Australia con
sus hijos para terminar perdido en una isla detenida en el tiempo donde además de los obligados monstruos antediluvianos, los hombres prehistóricos
son correctamente identificados como neandertales o cromañones, por lo
menos en la primera saga de aventuras de clara inspiración en el clásico de
Conan Doyle. La entrada en los guiones de Paul S. Newman liberaría el lado
más fantástico, olvidando cualquier referencia mínimamente científica. Tras
apenas un año de vida, la serie finalizaría, pero curiosamente el guionista de
la última etapa sería el encargado de crear un nuevo personaje de inspiración
tarzánido-prehistórica para Dell Comics, Naza, Stone Age Warrior (1968), esta
vez con dibujos de Jack Sparling. Naza era un guerrero del Paleolítico en el
que se cuidaron con mayor esmero las referencias a la forma de vida en la
Edad de Piedra, como las grandes migraciones, siendo una de las pocas series
de la época que evitaron la convivencia entre hombres y dinosaurios, lo que
no impidió que por los nueve números de la colección aparecieran arañas,
hormigas y otros monstruos gigantes.
En 1968, la revista Showcase de DC Comics presentaría en sociedad las aventuras de Anthro, otro personaje prehistórico que era presentado aquí como
«el primer niño»: el primer cromañón nacido de padres neandertales
10
. Con
guión de Howard Post y dibujos de Wallace Wood, tras esta primera aparición
se editaría una serie de seis números, en las que se intentaron desarrollar
tramas de cierta veracidad científica más allá de la inusual premisa del título,
con enfrentamientos tribales y muestras de la vida diaria. Anthro parecía
destinado a permanecer en ese extraño limbo de los personajes olvidados,
pero curiosamente ha ido apareciendo de forma recurrente en minieries de
la editorial como Crisis en las Tierras Infinitas 2 o Final Crisis.
A medio camino entre la fidelidad histórica y la fantasiosa teoría conspiranoica de los antiguos astronautas se encontraría Tragg and the Sky Gods,
una serie de Gold Key creada por Donald F. Glut y Jesse Santos en 1972, que
exploraba las relaciones entre alienígenas y neandertales, proponiendo que
los cromañones fueron un experimento genético de los extraterrestres. La
serie tuvo una razonable acogida que dio lugar a otra colección derivada
que compartía personajes prehistóticos y guionista, Dagar the Invincible.
DC seguiría explotando la figura del hombre prehistórico con Kong the Untamed, una serie efímera creada por el guionista Jack Oleck y el dibujante
Alfredo P. Alcala que narraba las aventuras de un hombre de las cavernas
descendiente de Anthro
11
.
Es posible que la única serie de cómics creada en esta década con verdadero
espíritu divulgativo fuera Korg: 70,000 B.C., creada por Pat Boyette y editada
139
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Álvaro Pons Moreno
por Charlton Comics en 1975. La serie era la adaptación de un atípico programa televisivo educativo de Hanna-Barbera que mostraba con actores
reales la vida de una familia de neandertales, por lo que la veracidad y fidelidad histórica era un objetivo en sí mismo, alejándose por completo de
todas las series habituales publicadas hasta el momento y convirtiéndose
en una excepción en toda regla.
En 1976, Jack Kirby daría su aportación a la visualización del mundo prehistórico gracias a la serie de cómics derivada de la película de Stanley
Kubrick 2001: una odisea del espacio. Tras hacer una adaptación fiel a la
película, Kirby desarrolló los conceptos e ideas de la película en una serie
mensual en la que se alternaban las acciones situadas en la prehistoria y
en el futuro. Tras esta serie, Kirby volvió a Marvel, donde creó otra serie
fantástica ambientada en la prehistoria: Devil Dinosaur (1978). En una
época pretérita indeterminada, donde conviven hombres y dinosaurios,
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La prehistoria en los cómics americanos
10
Portada de Showcase, n.º 74, con la primera
aparición de Anthro.
DC Comics, 1968.
Portada de Kong the Untamed,
n.º 3, por Bill Draut.
DC Comics, 1975.
11
Kirby contaba las aventuras de un pequeño homínido llamado Luna que
domaba un fiero Tyrannosaurus rex. Pura imaginación que usaba el referente primitivo como una excusa para que Kirby desarrollara su portentoso
talento gráfico en escenas de una potencia y fuerza que rozaban el delirio
gráfico. La serie tuvo una deriva durante los años siguientes tan caótica
y delirante como la propia idea del personaje, hasta que en 2015 Marvel
anunció una nueva colección basada en su gran dinosaurio: Moon Girl and
Devil Dinosaur, escrita por Amy Reeder y con la española Natacha Bustos
a los lápices, en la que se cambiaba la época y la responsabilidad del rex
pasaba a la joven Lunella Lafayette.
Con carácter claramente didáctico y, por tanto, bastante respetuoso con
los conocimientos históricos, aunque desde la perspectiva humorística,
podemos encontrar The Cartoon History of the Universe- From the Big Bang
to Alexander the Great, de Larry Gonick, publicada en 1990
12
.
141
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142
12
Portada de The Cartoon History of the Universe,
vol. 2, Sticks and Stones, de Larry Gonick, 1979.
Otra de las series de comic books que intentó un mínimo respeto a los conocimientos que se tienen de la prehistoria ha sido Frank Frazetta’s Neanderthal, de Chris Ryall, Tim Vigil y Jay Fotos
13
. Publicada por la editorial
Image en 2009, nace como un homenaje a una de las portadas clásicas del
gran ilustrador americano del que toma el nombre para la revista Creepy,
más concretamente la de su número 15, que incluía la clásica historieta The
terror beyond time, una historia corta dibujada por Neal Adams de viajes en
el tiempo en el que aparecían dinosaurios y neandertales, pero que Frazetta
ilustró con una composición ya clásica de varios hombres de neandertal. En
el único número que se publicó, los autores intentaron hacer una plasmación
realista de la vida de una tribu neandertal, pero con tantas concesiones a la
épica (la obligatoria lucha con un tigre de dientes de sable con grandes dobles
páginas) que apenas podía reconocerse ninguna referencia clara.
La prehistoria también se
hace independiente
La prolífica escena alternativa del cómic americano, conocida como indie, ha
tenido pocas relaciones con la época prehistórica, siempre alejadas de cualquier atisbo de fidelidad, pero importantes si nos fijamos en sus responsables.
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La prehistoria en los cómics americanos
13
Página de Frank Frazetta’s Neanderthal.
Image Comics, 2009.
Sin duda, la primera obra que cabe citar sería Bloodstar, un clásico de Richard
Corben que muchos consideran como una de las primeras novelas gráficas
del cómic americano (por lo menos, fue la primera que se autopublicitó
como tal), que si bien transitaba por el imaginario fantástico de Robert E.
Howard adaptando su famoso relato El valle del gusano, tiene interesantes
aportaciones de la representación preshistórica. Aunque la historia de la
hazaña de este héroe es de naturaleza fantástica, se enmarca dentro de la
leyenda de las tribus pictas del norte de Escocia, que representa diferentes
143
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Álvaro Pons Moreno
rituales tribales. Corben narra la lucha por la jefatura de la tribu, los rituales
paganos y otras tradiciones con cierto afán de veracidad que, si bien no son
estrictamente fidedignos, por lo menos resultan creíbles.
Diez años después, el dibujante Mark Schultz crearía para Kitchen Sink
otro de los clásicos del cómic independiente, Xenozoic Tales, una obra de
temática fantástica que narra un mundo postapocalíptico donde los últimos
supervivientes de la humanidad tiene que enfrentarse contra dinosaurios
que han vuelto a poblar la Tierra.
En 1988 Robert Crumb publicaría en Zap Comix n.º 12 una de sus historietas
más famosas, Cave Wimp
14
. Una historia corta que traslada a un supuesto
Neolítico del año 111.989 a. C. las habituales neurosis con las mujeres del
creador, narrando las dificultades de su alter ego prehistórico para conseguir
los favores sexuales de las féminas y, de paso, certificando la perpetuidad
de los problemas entre hombres y mujeres. Para muchos críticos y autores,
Cave Wimp es una de las obras maestras de Crumb.
También dentro del panorama independiente se puede encuadrar Caveman,
de Tayyar Özkan. Una serie publicada inicialmente en la revista Heavy Metal
que sería posteriormente publicada en forma de novela gráfica por NBM
que usa a un hombre de las cavernas como vehículo para la crítica de la
vida moderna.
Aunque no sea una obra de historieta específicamente, uno de los grandes
ilustradores y autores de cómic americanos, William Stout, conocido por trabajar en series como Little Annie Fanny para Playboy, comenzó a desarrollar
a mediados de los 80 una línea de ilustración basada en reconstrucciones
paleontológicas que le hizo, si cabe, más famoso. En 1993 se publicó la colección de cromos William Stout’s Lost Worlds, que recopilaba todos sus trabajos
previos. Esta serie, fue sin duda, la inspiración de Ricardo Delgado para crear
Age of reptiles para Dark Horse Comics en 1997. Una serie que narra la vida
de los dinosaurios de la era Mesozoica con un gran interés por el realismo
y la representación verosímil de lo que pudo ser la vida de estos animales.
Otro de los autores que se fijaría en la vida en las cavernas sería Brian Ralph
que, en 1999, crearía la novela gráfica Cave in (High Water Books), donde
narra la incursión en las profundidades de una cueva de un joven chico,
aparentemente un hombre prehistórico.
En 2005, Daniel Clowes publicó su reconocida novela gráfica Ice Haven, una
ambiciosa obra conformada por diferentes series de fición entre las que se
encontraba Rocky 100,000 B.C., una serie humoristica ambientada en el
14
Primera página de Cave Wimp,
de Robert Crumb, 1988.
pasado con claras referencias tanto a Los Picapiedra como a Peanuts, que
sirve como contraste de la historia principal.
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La prehistoria en los cómics americanos
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Portada de World’s Finest en el que aparece
la historia «The Caveman from Krypton!».
DC Comics, 1959.
El delirio del anacronismo
superheroico
No se puede acabar este recorrido por la prehistoria sin hacer una mínima
referencia a la continua presencia del elemento prehistórico en los cómics
de superhéroes de los años 50 y 60. Tras la instauración del llamado «Comics
Code», un sistema de autoregulación de contenidos que se convirtió en casi
una censura inquisitorial, los cómics de superhéroes tuvieron que optar por
argumentos que dejaban de lado cualquier tendencia más adulta y tenían
que volver a dedicarse al mundo infantil y juvenil, evitando cualquier sospecha de contaminación de las jóvenes y supuestamente inocentes mentes
de los lectores. Eso llevó a que diferentes escritores como Otto Binder o Jerry
Coleman a desarrollar guiones de pura fantasía para los personajes, donde
Superman, Batman y otros se enfrentaron contra todo tipo de monstruos o
habitantes del pasado. Así, por ejemplo, en el número 93 de Batman (1955), el
Hombre Murciélago se encuentra con su equivalente prehistórico, el Hombre
Tigre y, apenas un año después en el número 102 (1956), la Batcueva sería
invadida por hombres de las cavernas. No le iría mucho mejor a Superman,
que debería enfrentarse en 1959 a un auténtico hombre de las cavernas…
15
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La prehistoria en los cómics americanos
¡del planeta Krypton! El superpoderoso hombre prehistórico, llegado dentro
de un meteorito, casi consigue derrotar al hombre de acero si no llega a ser
por la radiación de la kriptonita
15
.
Más extraña es la amenaza de los superhombres de las cavernas del año 15000
a. C. subidos a bordo de esquís voladores (sic) contra los que tuvieron que
luchar los intrépidos aviadores de Blackhawk en 1963. Una alucinación suficientemente fantástica como para que resulte natural que uno de los primeros
villanos de Iron Man fuera el prehistórico Gargantus (que finalmente resultó
ser un robot creado por alienígenas, ahí es nada) o que el tímido profesor
Koravyk se transformase en Kor the Conqueror, un peligroso hombre de las
cavernas que tiene la aviesa intención de controlar el mundo ante la única
oposición de la Doom Patrol (1967).
Pura locura argumental tan inocente como disparatada, que solo hace que
incrementar el encanto de estas populares series, pero que certifica el poco
interés que la prehistoria ha tenido para el cómic americano.
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