La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja (Málaga, España) : salas del Vestíbulo y la Mina
Pablo García Borja
Joan Emili Aura Tortosa
Jesús Francisco Jordá Pardo
Domingo Carlos Salazar García
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Archivo de Prehistoria Levantina
Vol. XXX, Valencia, 2014, p. 81-131
Pablo GARCÍA BORJA a, Joan Emili AURA TORTOSA b,
Jesús F. JORDÁ PARDO c y Domingo Carlos SALAZAR-GARCÍA d
La cerámica neolítica
de la Cueva de Nerja (Málaga, España):
salas del Vestíbulo y la Mina
RESUMEN: La Cueva de Nerja es uno de los yacimientos arqueológicos de referencia a la hora de explicar
el Neolítico andaluz y peninsular. Partiendo de la caracterización de sus cerámicas, su estratigrafía y sus
dataciones radiocarbónicas, presentamos una propuesta de secuencia evolutiva neolítica. Dicha secuencia
se contextualiza en los marcos andaluz y peninsular, y también en un marco mediterráneo más amplio para
explicar la llegada del Neolítico a la costa malagueña. Asimismo, se da validez al concepto de Cultura de las
Cuevas, entidad arqueológica con la que tradicionalmente se ha relacionado la Cueva de Nerja.
PALABRAS CLAVE: Neolítico, secuencia cerámica, Andalucía, dataciones radiocarbónicas, Cultura de
las Cuevas.
Neolithic pottery from the Cave of Nerja (Málaga, Spain):
the ‘Vestíbulo’ and ‘Mina’ galleries
ABSTRACT: The Cave of Nerja is a key site for an understanding of the Neolithic period in the Iberian
Peninsula and specifically in Andalusia. In this paper we present the sequence for the Neolithic occupation
of the cave based on the study of pottery, the stratigraphy and radiocarbon dates. The occupation sequence
is contextualized in the regional area and we argue that neolithization was driven by a process with
distinctive Mediterranean traits. Moreover, we support that the concept of Culture of Caves is useful as an
archaeological entity and that the Cave of Nerja fits well in this framework.
KEY WORDS: Neolithic, pottery sequence, Andalusia, radiocarbon dating, Culture of Caves.
a
b
c
d
Investigador independiente.
paucanals@hotmail.com
Departament de Prehistòria i Arqueologia, Universitat de València.
emilio.aura@uv.es
Departamento de Prehistoria e Historia Antigua, Universidad Nacional de Educación a Distancia-Madrid.
jjorda@geo.uned.es
Department of Human Evolution, Max-Planck Institute for Evolutionary Anthropology.
Department of Archaeology, University of Cape Town.
Departament de Prehistòria i Arqueologia, Universitat de València.
domingo_carlos@eva.mpg.de
Recibido: 10/03/2014. Aceptado: 27/03/2014.
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P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
1. INTRODUCCIÓN
Las intervenciones arqueológicas realizadas en la Cueva de Nerja a lo largo de la segunda mitad del siglo XX
constituyen un referente a la hora de valorar la aparición del Neolítico en el sur de la península Ibérica. De
hecho, la interpretación de la documentación obtenida ha abierto diversos debates que siguen manteniendo
actualidad. En este contexto, los estudios que se vienen realizando sobre los materiales arqueológicos
recuperados en las intervenciones dirigidas por F. Jordá Cerdá en las salas del Vestíbulo y la Mina, entre los
años 1979-1987, aportan importantes datos a esta discusión.
En este trabajo se presentan los resultados del estudio de los materiales cerámicos procedentes de la Sala
de la Mina y los nuevos recuentos establecidos tras la revisión de un mayor número de materiales de la Sala
del Vestíbulo. En la medida de lo posible, estos materiales han sido equiparados a los de los cortes NM80A
y NM80B de la Sala de la Mina, en su momento publicados por M. Pellicer y P. Acosta (1997), parte de los
cuales también hemos examinado. La puesta en común del estudio cerámico, la secuencia estratigráfica y
las dataciones radiocarbónicas ha permitido establecer una propuesta de periodización para el Neolítico de
Nerja. En todo momento se ha intentando discriminar aquellos aspectos de la cultura material que podrían
no encontrarse en su posición originaria, así como correlacionar las ocupaciones de las salas del Vestíbulo
y la Mina, entendidas como espacios de un mismo hábitat.
Una vez expuestos los datos, pasaremos a revisar el marco de aparición de las primeras producciones
cerámicas de Nerja en el proceso de expansión del Neolítico en el Mediterráneo occidental, valorando su
aportación al Neolítico andaluz y más concretamente al de la costa malagueña.
2. LA CUEVA DE NERJA
Está situada en el extremo occidental de la provincia de Málaga, cerca del pueblo de Maro, término
municipal de Nerja (fig. 1A). Sus galerías externas contienen una importante secuencia litoestratigráfica
y arqueológica (salas de la Torca, la Mina y el Vestíbulo), abarcando el Pleistoceno superior final y gran
parte del Holoceno (Jordá Pardo y Aura, 2008). Esta secuencia está distribuida en las diferentes salas de
la cueva y plantea una cuestión que no conviene olvidar: se trata de un único yacimiento y las diferencias
que se aprecian entre los depósitos conservados en sus salas, contemporáneos en términos geológicos y
arqueológicos, deben ser vinculadas al uso de un gran espacio.
Los materiales que se presentan de las salas de la Mina y el Vestíbulo corresponden a las campañas de
1982 a 1985. La cerámica de la Sala del Vestíbulo ha sido objeto de publicaciones detalladas (García Borja
et al., 2010 y 2011a), por lo que en este trabajo expondremos los datos que han sufrido alguna modificación
estadística o tipológica. Las cerámicas de la Sala de la Mina se ofrecen con detalle por primera vez.
La Cueva de Nerja cuenta con una amplia serie de dataciones radiocarbónicas (Jordá Pardo y Aura, 2008).
En este trabajo únicamente se considerarán las realizadas por AMS sobre restos singulares identificados como
domésticos y que ofrecen un margen de error inferior a 100 años (tabla 1). De toda la serie obtenida, se ha
separado la fecha proveniente de un resto de ovicaprino de NM-8 (OxA-X-2457-57) por no ser coherente ni
con la sucesión estratigráfica ni con el contexto arqueológico (Aura et al., 2013). Sí incluimos el resultado de
una semilla fechada en NV-2 (Beta-284149), aunque tras el estudio estadístico y comparativo de las cerámicas
de esta sala (Vestíbulo) con las de la Mina y la relación de fechas sobre fauna de la propia Sala del Vestíbulo,
es evidente que no puede ser considerada válida a la hora de acotar su contexto material. Sin embargo, esta
última fecha refuerza la hipótesis que apunta a una ocupación de la Sala del Vestíbulo durante el Neolítico
medio, de la que no nos ha quedado rastro más allá de algunos elementos de la cultura material de fácil
percolación estratigráfica. Las fechas obtenidas presentan una gradación coherente que, de algún modo,
refuerza la secuencia de fases de ocupación de Nerja que aquí se propone.
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La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
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Fig. 1. Localización geográfica de la Cueva de Nerja y planta del primer tramo (A). Planimetría de las salas de la Mina,
el Vestíbulo y la Torca con zonas de excavación (B). Secuencia estratigráfica de los cuadros F5/E5 de la sala de la Mina
y B5/C4 de la Sala del Vestíbulo (C).
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P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
Tabla 1. Dataciones radiocarbónicas AMS sobre elemento identificado como doméstico de las salas de la Mina y el
Vestíbulo calibradas a 2 sigmas mediante curva INTCAL 2013 (Reimer et al., 2013), utilizando el software CalPal
(versión 2013) (Weniger y Jöris, 2004).
Estrato
Soporte
Ref. Lab.
Fecha BP
SD
Cal. BC (95%)
Cal. BP (95%)
NM-5
Ovis/Capra
OxA-26077
5998
31
4990 - 4790
6940 - 6740
NM-5
NM-5
Hordeum sp
Beta-284147
6070
40
5100 - 4860
7050 - 6810
Ovis aries
OxA-26078
6149
31
5250 - 4970
7200 - 6920
NM-6
Ovis/Capra
OxA-26079
6207
32
5290 - 5010
7240 - 6960
NM-7
Ovis/Capra
OxA-26080
6196
31
5260 - 5020
7210 - 6970
NM-7
Ovis/Capra
OxA-26081
6219
33
5330 - 5010
7280 - 6960
NM-8
Ovis/Capra
OxA-26082
6214
35
5330 - 5010
7280 - 6960
NM-9
Ovis/Capra
OxA-26084
6254
33
5320 - 5160
7270 - 7110
NM-10
Ovis/Capra
OxA-26085
6342
37
5410 - 5250
7360 - 7200
NM-12
Ovis/Capra
OxA-26086
6466
33
5510 - 5350
7460 - 7300
NV-2
Hordeum vulgare
Beta-284149
5050
40
3990 - 3710
5940 - 5660
NV-2
Ovis/Capra
MAMS-20437
6185
21
5230 - 5030
7180 - 6980
NV-3
Ovis aries
Beta-369357
6300
40
5350 - 5190
7300 - 7140
NV-3 (fosa)
Ovis aries
Beta-131577
6590
40
5620 - 5460
7570 - 7410
3. LA SALA DEL VESTÍBULO
La Sala del Vestíbulo ocupa el extremo meridional de una amplia boca en forma de media luna que permitía
el acceso a las primeras salas (fig. 1B). Debido a las transformaciones producidas desde 1959 para facilitar
los accesos turísticos a las galerías interiores, resulta difícil reconstruir el talud, los posibles colapsos y
la topografía de todo el arco exterior. Posiblemente estas obras pudieron sellar el yacimiento externo,
como ya hemos señalado en alguna ocasión (Aura et al., 2010a). Definida la secuencia litoestratigráfica y
arqueológica holocena, no parece necesario extendernos en este punto.
Únicamente recordar que la cerámica se documentó en cuatro niveles (fig. 1C). El primero fue
considerado como superficial por ser el que encontramos en planta una vez retirado parte del sedimento de
la sala (NV-1), si bien la mayoría del material cerámico puede adscribirse al Neolítico antiguo. El segundo
sólo presentaba materiales arqueológicos del Neolítico antiguo (NV-2). En el tercero (NV-3), junto a los
materiales arqueológicos de indudable adscripción neolítica, se documentan otros de filiación epipaleolítica
y mesolítica, cuya presencia se considera intrusiva como consecuencia del contacto irregular entre NV-3 y
NV-2 (Aura et al., 2009; Aura et al., 2010a). En definitiva, las primeras evidencias neolíticas corresponden
a los materiales incluidos en una fosa que corta NV-4 y que finalmente hemos constatado que arranca de
NV-3 y no de NV-2, como habíamos publicado en un primer momento. De esta fosa procede un resto de
Ovis aries cuya datación mediante AMS ha proporcionado la fecha de 6590±40 BP (Beta-131577), que
calibrada a dos sigmas mediante la curva INTCAL 2013 (Reimer et al., 2013), incluida en el software
CalPal versión 2013 (Weniger y Jöris 2004), nos ofrece una horquilla de 5620-5460 cal BC. En este trabajo
se presenta una nueva datación AMS realizada sobre una fragmento de epífisis distal de un radio de Ovis
aries aparecido en la capa NV-3, con resultado de 6300±40 BP (Beta-369357), y cuya calibración a dos
sigmas ofrece los límites de 5350-5190 cal BC.
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La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
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3.1. La cerámica de la Sala del Vestíbulo
El total de fragmentos analizados respecto de los anteriores trabajos (Aura et al., 2005; García Borja et al.,
2010 y 2011a) ha sufrido variaciones significativas. Ello se debe a la revisión que hemos realizado de parte
de la colección de Nerja depositada en el Museo Arqueológico de Málaga, que ha ocasionado cambios
en los porcentajes de cerámicas decoradas, especialmente en las almagras. Además, creemos conveniente
definir de forma más específica el tipo de decoraciones, pues algunas técnicas sólo aparecen en momentos
puntuales de la secuencia neolítica de la cueva. La clasificación tipológica de algunos recipientes también
Tabla 2. Técnicas decorativas de la Sala del Vestíbulo.
NV-1
Cordones lisos
Cordones impresos
Impresiones concha no dentada
Impresiones punta múltiple
Impresiones punzón romo
Impresiones punzóm afilado obícuo
Impresiones espatula
Impresiones instrumento dos puntas
Impresiones indeterminadas
Incisiones
Almagras
Labios impresos
Incrustación pasta roja
Incrustación pasta blanca
Técnicas decorativas
Fragmentos decorados
Total fragmentos
14
26%
1
NV-2
2
1%
48
24%
2
NV-3
1
1%
23
28%
2
NV-4
Limp.
-
-
1
3
9%
-
2%
1%
2%
100%
1
1
-
-
-
-
-
-
2%
5
9%
2
4%
6
11%
1
2%
6
11%
6
11%
8
15%
4
17
8%
6
3%
12
6%
7
3%
3
1%
20
10%
60
30%
6
3%
17
7
9%
2
2%
3
4%
2
2%
1
1%
12
15%
15
19%
5
6%
8
-
2
18%
1
9%
-
-
-
-
-
2
18%
-
-
-
-
-
3
3
1%
88
25%
6
2%
2
1%
29
8%
10
3%
22
6%
9
3%
5
1%
40
12%
81
23%
19
6%
32
7%
8%
10%
-
1
-
-
-
-
81
1
-
3%
58
1
-
2%
100%
17
1448
54
16%
45
16%
575
40%
202
58%
165
60%
590
41%
23%
21%
253
17%
13
1%
27%
Total
11
6
1%
9%
1
347
100%
275
100%
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P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
Fig. 2. Selección de fragmentos decorados de NV-1.
Fig. 3. Selección de fragmentos decorados de NV-2.
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ha sufrido modificaciones. Ello se debe a la utilización de una tabla tipológica que consideramos más
operativa (García Borja et al., 2011b; García Borja y Pérez Jordà, 2012), con variaciones respecto de la
utilizada en anteriores trabajos (Bernabeu et al., 2009a).
Se han analizado 1.448 fragmentos cerámicos, repartidos del siguiente modo: 575 fragmentos en NV-1,
590 en NV-2, 253 en NV-3 y 13 en NV-4 (fosa), a los que se suman 17 fragmentos procedentes de diferentes
limpiezas. A excepción del apartado de técnicas decorativas (tabla 2), las características formales del conjunto
no han sufrido variaciones importantes respecto de lo ya publicado. El cambio más significativo en las
decoraciones (figs. 2, 3 y 4) viene motivado por el aumento porcentual de cerámicas a la almagra desde los
inicios de la secuencia. Ello provoca que sus porcentajes se igualen con los de impresiones sobre el cuerpo
del vaso y cordones. Sigue sin documentarse la técnica de la impresión cardial en la sala, siendo mayoritarias
las realizadas con instrumentos apuntados en diferente posición. También destaca la inexistencia de cerámicas
impresas con gradina hasta NV-1 (fig. 2, 3). La revisión de los casos inventariados como impresiones con
instrumento de punta múltiple no ha permitido identificar la presencia de impresiones de este tipo en NV-2 y
NV-3. Se ha clasificado un fragmento en NV-2 (fig. 3, 12), si bien la técnica es impresión y leve arrastre, no
descartando que se trate de una sucesión de impresiones con instrumento de punta única.
Por lo que respecta al estudio de los vasos, finalmente el número mínimo ha quedado establecido en
50 (tabla 3). Los vasos cerámicos de la Sala del Vestíbulo presentan una tecnología con grosor de paredes
medio y fino, y superficies en su mayoría erosionadas. La colección cerámica viene marcada por el alto
grado de fragmentación de las piezas, lo que ha provocado que 17 individuos (35,4% de los vasos) queden
encuadrados en la Clase F de recipientes indeterminados.
La imagen que se desprende es la de una vajilla heterogénea, con preferencia por los recipientes
hemisféricos simples pertenecientes a la Clase B y con poca representación de contenedores medios y grandes
de la Clase C (grupos 14 y 15).
Fig. 4. Selección de fragmentos decorados de NV-3 y NV-4.
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P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
Tabla 3. Grupos tipológicos clasificados en la Sala del Vestíbulo aplicando nuestra tabla
tipológica de referencia (García Borja y Pérez Jordà, 2012).
NV-1
NV-2
NV-3
NV-4
2
-
-
-
2
Cuencos abiertos (B.6.I)
-
3
2
-
5
Cuencos cerrados (B.6.II)
1
5
2
-
8
Jarras (C.10.I)
-
1
-
-
1
Pitorros (C.10.III)
1
-
2
-
3
Cubiletes (C.11.II)
-
2
-
-
2
Cántaros (C.12.I)
2
-
1
-
3
Ollas simples (C.13.I)
-
2
-
-
2
Ollas con borde (C.13.III)
1
3
-
-
4
Contenedores (C.14.I)
-
1
-
-
1
Botellitas (D.16)
-
2
-
-
2
Microvasos (D.18)
-
1
-
1
2
Indeterminados (Clase F)
4
7
6
-
17
Total
11
27
13
1
52
Escudillas (A.2)
Total
4. LA SALA DE LA MINA
Presenta una longitud máxima de 15 m y anchura de 10 m, alcanzando una altura que oscila entre los 2 y
los 0,5 m. Su forma es irregular, aunque sensiblemente rectangular. El acceso actual a la Sala de la Mina
se realiza por la escalera que sirve de salida al recorrido turístico. Desde esta sala se accede directamente
a la Sala de la Torca, pero, en la actualidad, carece de acceso directo practicable a la del Vestíbulo, a la
que se llega desde la escalera de entrada al circuito de visita. A la Sala de la Mina, y muy probablemente
también a la del Vestíbulo, se podía acceder desde el exterior en época neolítica, pues todavía no se habían
depositado los coluviones y el caos de bloques que, procedentes de la ladera, fueron cerrando la boca
durante el Holoceno.
La pared suroeste está constituida por formaciones columnares antiguas y recientes que fosilizan
una serie de derrubios procedentes de la primitiva entrada a la sala. La pared noreste es una superficie
rocosa cóncava que desciende hasta el centro de la sala y queda revestida en su parte superior por una
brecha encostrada en las últimas etapas del Holoceno, mientras que en su parte más basal aparecen coladas
estalagmíticas anteriores a los depósitos que rellenan la sala. Su techo es plano y está constituido por
una concreción tabular de unos 30 cm de espesor máximo, laminada y continua, que alterna con zonas
de mármoles diaclasados, apareciendo en algunos puntos restos de la brecha antigua formada por clastos
angulosos de mármol rodeados por un cemento rosáceo. Las formas de reconstrucción litoquímica son
escasas y consisten en formaciones columnares antiguas muy degradadas y estalactitas de pequeña entidad
asociadas a fracturas de techo. Esta sala se encuentra rellenada de depósitos arqueológicos que tienen una
potencia máxima visible de 4-5 m, sin conocerse hasta el momento su sustrato rocoso (Jordá Pardo, 1986).
En su extremo sureste encontramos una estrecha abertura desarrollada en plano inclinado que alcanza la
escalera actual por la que, tras 10 m de angosto recorrido, comunica con la Sala del Vestíbulo y la Sala del
Colmillo (Jordá Pardo, 1986).
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4.1. Secuencia sedimentológica-litoestratigráfica
Los depósitos holocenos conservados en la Sala de la Mina poseen una complejidad ligada a la intervención
de procesos erosivos. El corte estratigráfico efectuado en la sala del que provienen los materiales que
presentamos tiene una potencia de 3,50 m, sin alcanzar la roca del sustrato. Se compone de 19 niveles
estratigráficos y siete unidades litoestratigráficas (Jordá Pardo, Aura y Jordá Cerdá, 1990; Aura et al.,
2010b) que definen los grandes eventos de sedimentación (fig. 1C).
El muro de los niveles neolíticos puede ser descrito a partir de la arroyada identificada como NM-13,
sobre la que se reconoció un nivel de dispersión desigual con morfotipos líticos, óseos y elementos de adorno
epipaleolíticos y mesolíticos (NM-12). El siguiente nivel estaba afectado por intrusiones y alguna madriguera
que incluían materiales neolíticos (NM-11, y también NM-10 en alguna de las cuadrículas). Este contexto
arqueoestratigráfico puede ser considerado similar a las fosas excavadas en NV-4, aunque la documentación
no es tan resolutiva (Aura et al., 2009 y 2013). Las intrusiones de NM-11 y NM-10 incluyen los primeros
restos neolíticos de la sala (Aura et al., 2010a). A partir de este momento las interrupciones en el registro son
apenas perceptibles hasta NM-6, donde se documenta una cicatriz erosiva que da paso a la última unidad
sedimentaria. A techo de esta cicatriz se encuentran las últimas ocupaciones neolíticas, selladas por una brecha
coronada por una corteza estalagmítica desarrollada al final del Subboreal o hacia el cambio de era.
4.2. La cerámica de la Sala de la Mina
El volumen de material analizado para la sala es de 4.107 fragmentos repartidos de la siguiente forma:
144 en NM-2, 76 en NM-3, 146 en NM-4, 33 en NM-4/5, 373 en NM-5, 183 en NM-6, 691 en NM-7, 901
en NM-8, 694 NM-9, 194 en NM-10, 89 NM-11 y 583 en lo que hemos denominado “otros”, campo que
agrupa las diferentes limpiezas de perfil y los restos recuperados en 1983 tras el derrumbe de una gran losa
en la zona de excavación que afectó a los perfiles neolíticos.
Se ha podido revisar completamente el material de NM-11 a NM-7, mientras que el resto de niveles
queda representado por una selección entre la que no se encuentran los fragmentos informes. Considerando
el porcentaje de labios aparecidos en las capas en las que no hemos podido revisar todos los fragmentos, se
calcula que la colección que presentamos ascendería a más de 7.000 fragmentos.
Se han inventariado 941 fragmentos con labio, siendo los redondeados los mejor representados (tabla
4). También aparecen labios planos, biselados y engrosados. Como hecho más significativo, cabría destacar
el porcentaje de labios biselados en NM-6 y NM-7, así como la buena representación de los engrosados
dobles en NM-4 y NM-4/5. Los labios engrosados internos almendrados, asociados a platos, escudillas y
fuentes de borde vuelto, se concentran en NM-2.
Se han identificado 831 fragmentos de borde (tabla 5), siendo los no diferenciados los más abundantes,
seguidos de los salientes, rectos y vueltos. Por capas, existen algunas variaciones porcentuales significativas,
ya que en NM-6 y NM-7 el número de bordes no diferenciados decrece, alcanzando los salientes y rectos
su mayor representación. Desde NM-5, el porcentaje de estos últimos disminuye, documentándose ahora
bordes vueltos, que en NM-2 aparecen mejor representados.
De las 36 bases identificadas (tabla 6), 10 han quedado clasificadas como convexas y 14 como planas
(10 aplanadas y 4 de pie macizo). También se han catalogado dos bases cóncavas. Por niveles, destaca el
cambio observado en NM-2, que sólo presenta bases aplanadas en número superior al resto de niveles. Las
únicas bases de tendencia cónica se han documentado en NM-4.
Se han contabilizado 580 elementos de prensión, 50 de los cuales son arranques de asa que no han
podido ser clasificados (tabla 7). Por niveles, es NM-5 el que mayor número de elementos de prensión
concentra, vislumbrándose un claro retroceso desde este momento. Los niveles NM-9 a NM-6 reúnen
gran parte de estos elementos, siendo NM-8 el segundo nivel con mayor representación. Los cordones son
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90
P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
Tabla 4. Fragmentos de la Sala de la Mina con labio redondeado (1), plano (2), biselado (3), engrosado interno (4),
engrosado externo (5) y engrosado doble (6). El valor 1.1 corresponde a los labios redondeados con resalte u ondulación.
1
NM-2
NM-3
NM-4
NM-4/5
NM-5
NM-6
NM-7
NM-8
NM-9
NM-10
NM-11
Otros
Total labios
78
79%
42
79%
73
78%
18
86%
1.1
-
168
13
57
5
76
9
90
7
75
3
10
3
11
3
70
6
768
49
79%
78%
84%
86%
85%
77%
100%
86%
82%
2
5
5%
6
11%
2
3
7
7%
1
2%
8
2%
9%
-
-
13
6%
6
8%
1
1%
4
4%
5
6%
2
12
6%
8
11%
9
10%
4
4%
2
2%
1
15%
8%
-
-
2
2%
46
5%
4
5%
56
6%
4
2
2%
2
1%
2
2%
1
5
6
6%
4
8%
10
11%
3
14%
16
7%
2
3%
3
3%
4
4%
4
6
1
1%
3
1%
1
1%
1
1%
1
1%
5%
1%
-
-
-
-
-
-
7
1%
3
4%
55
6%
2
2%
9
1%
Total labios
Total frag.
99
144
53
76
93
146
21
33
214
373
73
183
90
691
105
901
88
694
13
194
11
89
81
583
941
4107
11%
6%
10%
2%
23%
8%
10%
11%
9%
1%
1%
9%
100%
los más utilizados, seguidos de asas de cinta, asas anulares y mamelones. Por niveles, destaca la elevada
proporción de cordones de NM-11 a NM-6. Desde este nivel, el porcentaje decrece, pasando en NM-4 a ser
éstos poco significativos, erigiéndose los mamelones como elemento de prensión más característico. Las
asas de cinta aparecen a lo largo de todo el Neolítico antiguo (NM-11 a NM-5). En NM-5 alcanzan notable
representación, si bien se detecta su progresiva desaparición en NM-4. Las grandes asas de cinta con resalte
basal aparecen en NM-9 y NM-8. Las asas anulares están presentes a lo largo de toda la secuencia neolítica,
si bien es en su fase final cuando ofrecen mayores porcentajes. Entre las particularidades a resaltar:
los mangos de vasos sólo aparecen al final de la secuencia en NM-4 y NM-3; los únicos agujeros de
suspensión asociados a un cuello se dan en NM-9; no se han documentado asas planas de tipo cazoleta en
los niveles del Neolítico antiguo; por último, las asas pitorro se constatan en el Neolítico antiguo y medio,
no documentándose ningún ejemplar desde NM-4/5.
Técnicas decorativas
Se han contabilizado un total de 901 decoraciones sobre 728 fragmentos decorados (tabla 8; fig. 5 a 13).
La técnica mejor representada es la impresión, alcanzando mayor significación sobre cordones que sobre
cuerpos o labios.
APL XXX, 2014
[page-n-91]
La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
Tabla 5. Fragmentos de la Sala de la Mina con borde no
diferenciado (0), recto (1), saliente (2) y vuelto (3).
0
NM-2
NM-3
NM-4
N M 4/5
NM-5
NM-6
NM-7
NM-8
NM-9
NM-10
NM-11
Otros
Total
65
77%
35
71%
52
61%
16
76%
105
55%
25
41%
42
48%
62
64%
50
64%
4
67%
5
63%
37
58%
498
60%
1
6
7%
3
6%
10
12%
3
14%
28
15%
14
23%
16
18%
20
21%
10
13%
2
25%
6
9%
118
14%
2
9
11%
10
20%
22
26%
2
10%
56
29%
22
36%
27
31%
15
15%
18
23%
2
33%
1
13%
20
31%
204
25%
3
4
5%
1
2%
1
1%
2
1%
2
2%
1
2%
11
1%
Tot. bordes
91
Tabla 6. Bases convexas (1), cóncavas (3), planas
aplanadas (4.1) y planas de pie macizo (4.2).
Tot. frag.
1
84
144
NM-2
49
76
NM-3
85
146
NM-4
21
33
NM-5
191
373
NM-6
61
183
NM-7
87
691
NM-8
97
901
NM-9
78
694
Otros
6
194
Total
8
-
-
-
Total
4107
10%
6%
10%
3%
23%
7%
10%
11%
9%
1%
1%
8%
99%
3
4
4.2
583
831
-
4.1
89
64
3
100%
1
100%
-
-
-
1
-
-
-
-
75%
1
50%
1
33%
3
75%
2
50%
10
38%
1
50%
2
8%
1
1
25%
2
33%
67%
-
-
2
67%
2
50%
10
39%
1
25%
4
15%
4
15%
1
4%
4
15%
1
4%
3
12%
2
8%
3
12%
4
15%
4
15%
26
100%
Los cordones impresos aparecen a lo largo de toda la secuencia, concentrándose en número y porcentaje
entre NM-9 y NM-5, siendo menos significativa su presencia en el resto de niveles. Los cordones lisos,
en cambio, aparecen de forma más modesta. La frecuencia de impresiones sobre el cuerpo del vaso varía
a lo largo de la secuencia, perdurando en el Neolítico medio (NM-4 y NM-3). Dentro de las impresiones
(tabla 9), las realizadas con punzón son las más abundantes, concentrándose entre NM-9 y NM-5. Las
impresiones con gradina ocupan el segundo lugar en representación. Aparecen en NM-9 y NM-8, si bien la
gran mayoría de fragmentos pertenecen a dos únicos vasos.
Solo un ejemplar presenta impresiones pivotantes realizadas con concha no dentada en NM-10 (fig. 13,
6). Al igual que en la vecina Sala del Vestíbulo, aparece en los niveles antiguos de la secuencia. A estas
decoraciones pivotantes con instrumento curvo no dentado también nos referiremos como impresiones en
rocker. Junto al ejemplar con rocker de NM-10, hallamos dos fragmentos pertenecientes a un mismo vaso
decorados con impresiones de pequeña concha dentada que finalmente hemos clasificado como cardiales (fig.
13, 3 y 5). Además de estos fragmentos, existe otro en NM-11 que incluso valoramos pudiera ser cardial (fig.
13, 11), aunque se ha clasificado finalmente como impresión indeterminada. La categoría indeterminados
agrupa una serie de impresiones cuya matriz no ha podido ser correlacionada con un instrumento concreto.
También se han identificado impresiones de espátula, digitaciones, impresiones de tubo y de punto y raya (fig.
10, 4 y 13; fig. 8, 4), que no deben confundirse con el boquique y sus derivados (Alday y Moral, 2011).
APL XXX, 2014
[page-n-92]
92
P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
Tabla 7. Sala de la Mina. Elementos de prensión: cordones (1), mamelones (3), mamelones perforados (4), lengüetas
(5), perforaciones de suspensión bajo el labio (6), asa pitorro (7), asa de túnel (8), mangos (9), asa plana tipo cazoleta
(10), asa de cinta (11), asa de cinta con resalte basal (13), asa anular (15) asa bi o trilobulada (16) y arranque de asa (17).
1
NM-2
NM-3
NM-4
NM-4/5
NM-5
NM-6
NM-7
NM-8
NM-9
NM-10
NM-11
Otros
Total
2
10%
2
18%
1
7%
4
36%
42
33%
17
40%
36
52%
77
65%
73
77%
8
67%
3
60%
31
56%
296
51%
3
10
50%
4
36%
1
4
1
7%
7%
-
-
15
12%
4
10%
5
7%
5
4%
2
1
2%
1
1%
6
2%
6%
-
-
1
20%
5
9%
55
9%
9
2%
5
1
5%
3
20%
1
9%
6
5%
6
14%
7
10%
10
8%
1
1%
2
17%
1
20%
3
5%
41
7%
6
7
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
1
1
8
4
20%
2
1%
2%
-
-
1
1%
1
1%
1
9
1
9%
1
7%
-
10
1
5%
1
1%
-
-
-
-
-
-
-
-
-
1
1%
2
2%
1%
1%
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
1
-
1%
9
2
-
4
2%
1
2%
3
1%
11
13
-
-
2
18%
5
45%
21
17%
2
5%
7
10%
11
9%
4
4%
1
8%
5
9%
58
10%
2
2%
1
15
1
5%
2
18%
4
27%
1
9%
19
15%
4
10%
6
9%
4
3%
3
16
4
3%
1
1%
-
1%
3%
-
-
-
-
-
-
3
1%
3
5%
47
8%
5
1%
17
1
5%
4
27%
15
12%
8
19%
6
9%
5
Total
Frag.
20
144
11
76
15
146
11
33
126
373
42
183
69
691
119
901
95
694
12
194
5
89
55
583
580
4107
3%
2%
3%
2%
22%
7%
12%
4%
21%
3
3%
1
16%
8%
7
13%
50
9%
2%
1%
9%
100%
La incisión está presente a lo largo de toda la secuencia, dándose en mayor porcentaje desde NM-4.
De los 147 fragmentos incisos recuperados en estratigrafía, 37 se encuentran combinados con la técnica de
la impresión. Las cerámicas inciso-impresas no hacen su aparición hasta NM-9. Su porcentaje es siempre
menor al de las incisas no combinadas hasta NM-5. En NM-4/5 y NM-4 no se han documentado cerámicas
inciso-impresas, apareciendo de nuevo un fragmento en NM-3 y dos en NM-2.
Otra de las técnicas que aparece en elevado porcentaje es el tratamiento a la almagra (fig. 7, 30 y 31;
fig. 8, 1 a 3; fig. 11, 4, 7, 10 y 28; fig. 12, 2; fig. 13, 10). Esta técnica alcanza su mayor representación
porcentual en NM-7. La ausencia de esta técnica en NM-4/5 a NM-3 debe ser valorada de forma más
detallada. Los fragmentos que hemos revisado de estos estratos corresponden en su mayoría a una selección
de formas y decoraciones realizada tras la excavación. En recientes revisiones sobre fragmentos informes
que se encuentran en el Museo Arqueológico de Málaga se ha detectado que esta selección no siempre es
completa, inventariándose nuevos fragmentos a la almagra tanto en Mina como en Vestíbulo. Por tanto,
aunque es incuestionable el decrecimiento porcentual de esta técnica y su menor calidad en los momentos
finales del Neolítico antiguo (fig. 7, 30 y 31), en próximas revisiones los porcentajes posiblemente variarán.
El tratamiento a la almagra puede aparecer combinado con labios impresos, cordones lisos y, sobre todo,
con incisiones e impresiones.
APL XXX, 2014
[page-n-93]
93
La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
Tabla 8. Sala de la Mina. Técnicas decorativas esenciales: mamelones (1), cordones lisos (2.1), cordones
impresos (2.2), impresiones (3/4), incisiones (5), peinada (7), almagra (8), pintada (9), labios impresos (10)
y relleno de colorante (11).
1
NM-2
NM-3
NM-4
NM-4/5
NM-5
-
NM-7
NM-8
NM-9
NM-10
NM-11
Otros
Total
13%
-
-
-
-
6
4%
NM-6
2.1
1
1
1%
7
1%
3
2.2
1
3/4
1
5
3
7
1
13%
13%
38%
2
4
10
1
4
52%
2
35
40
9
8
3%
6
27%
2
22%
15
22%
76
8%
2
8
1
19
5%
-
17
23
2
-
13
20%
2%
-
1
40%
7
-
59%
10%
14%
-
56%
39%
13%
12
24%
34
29%
70
38%
65
28%
2
9%
1
11%
16
23%
224
25%
24%
8
16%
27
23%
50
28%
13
27%
16
14%
25
27%
13%
59
17
25%
7
32%
1
11%
12
17%
221
25%
7%
3
14%
1
11%
7
10%
154
17%
-
22%
3%
13%
9
-
11%
30%
16%
-
8
1
3%
17%
1
2%
5
1%
6%
7
14%
31
26%
21
11%
49
21%
2
22%
12
17%
131
15%
2
2%
2
-
10
1
13%
1
6%
1
3%
11
-
-
-
6
5
4%
2
4%
3
3%
7
3%
3
3%
4
Total
8
1%
18
Frag. dec.
6
Frag.
144
17
76
1%
2%
2%
33
32
4%
10
4%
10
1%
1%
144
124
16%
49
5%
118
13%
186
183
103
691
144
901
14%
21%
20%
16
21
235
160
1
5%
1
11%
5
7%
44
5%
3
14%
1
11%
37
4%
26%
22
2%
9
1%
69
8%
901
100%
373
43
6%
2%
9%
33
17%
4%
7%
146
694
22%
18
194
7
89
64
583
728
4107
3%
1%
9%
100%
La utilización de colorante rojo en la decoración de los vasos cerámicos queda también constatada
con la utilización de pasta roja en el relleno de incisiones e impresiones, muy mayoritarias. 37 fragmentos
conservan restos de colorante rellenando el negativo de las decoraciones, todos de color rojo excepto
tres que presentan colorante blanco en NM-5, NM-7 y NM-11. El fragmento de NM-11 muestra también
tratamiento a la almagra (fig. 13, 10), con lo que la pasta blanca le confiere una mayor vistosidad.
Otra de las técnicas que aparece a lo largo de toda la secuencia es la impresión en los labios. Las matrices
resultantes son diversas, pudiendo interpretarse algunas como incisiones o impresiones con instrumento de
más de una punta. Se concentran entre NM-9 y NM-5. La combinación entre labios y cordones impresos
sólo se documenta en NM-9 y NM-8, ocupando un 65% de los fragmentos con labio impreso en NM-9.
Por último, destacar la presencia testimonial de decoración con mamelones en seis fragmentos de NM-5
y otro aparecido en las limpiezas del derrumbe de 1983, de dos fragmentos decorados con pintura negra en
NM-7 (fig. 9, 7) y de cinco fragmentos con superficies peinadas en NM-5 (fig. 7, 25), NM-4 (fig. 6, 2 y 3),
NM-3 (fig. 5, 10) y “Otros”. Además, en NM-3 existen superficies peinadas con una técnica poco cuidada.
Se trata de un tratamiento cuya ejecución nos recuerda a la que se documenta en el este peninsular durante
el Neolítico medio, si bien la matriz resultante es más profunda y menos cuidada.
APL XXX, 2014
[page-n-94]
94
P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
Tabla 9. Sala de la Mina. Decoraciones impresas: cardial (3.1), concha no dentada (4.1), gradina (4.2), punzón
en posición vertical (4.3.1), punzón en posición oblicua (4.3.2), punto y raya (4.4), espátula (4.5), digitaciones/
ungulaciones (4.6), tubo (4.7), indeterminadas (4.8), indeterminables (4.9).
3.1
NM-2
4.3.1
4.3.2
4.4
4.5
4.6
4.7
4.8
4.9
1
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
NM-9
-
-
NM-8
-
-
NM-7
-
-
NM-6
-
-
NM-5
-
-
NM-4/5
-
-
NM-4
-
2
1
5
10%
19
32%
-
29%
14%
-
-
-
-
-
-
2
1
-
11%
NM-11
Otros
Total
4.2
-
NM-3
NM-10
4.1
1%
24
2
50%
3
23%
3
75%
9
26%
1
13%
8
30%
11
22%
28
47%
1
14%
5
42%
72
33%
1
25%
4
31%
17
49%
3
38%
9
33%
18
36%
5
8%
3
38%
1
4%
2
4%
-
2
2
15%
1
6%
3%
-
-
1
4%
3
6%
5
2
4%
2
8%
3%
2
6%
1
13%
1
4%
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
4
33%
61
28%
6
3%
11
5%
Fig. 5. Selección de fragmentos de NM-2 (1-4) y NM-3 (5-11).
APL XXX, 2014
1
25%
8
4%
4
2%
1
8%
1
25%
3
3
23%
1
9%
3%
-
-
7
26%
6
3
12%
6%
-
-
3
43%
1
100%
3
25%
25
11%
7
3%
Frag. impr.
1
1%
4
2%
13
6%
4
2%
35
16%
8
4%
27
12%
50
23%
59
27%
7
3%
1
1%
12
5%
221
100%
[page-n-95]
La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
95
Fig. 6. Selección de fragmentos de NM-4.
Fig. 7. Selección de fragmentos de NM-5.
APL XXX, 2014
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P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
Fig. 8. Selección de fragmentos de NM-6 (1-12) y NM-7 (13-30).
Tipología de los vasos
El número mínimo de vasos diferenciados en la Sala de la Mina es de 175. A la hora de asignar a un
fragmento o grupo de fragmentos la categoría de vaso, se han aplicado criterios más restrictivos que en
otras ocasiones (García Borja et al., 2011b). El objetivo es definir la tendencia evolutiva de las formas
cerámicas a partir de parámetros formales y distintivos, siendo la posibilidad de orientar la pieza y establecer
sus características métricas los aspectos que más han primado. Como consecuencia, algunas decoraciones
singulares aparecidas en fragmentos informes no han quedado representadas. Pese a estas premisas, en
28 casos (16%) no se han podido establecer los parámetros necesarios para su clasificación tipológica,
quedando encuadrados en la Clase F o indeterminada (tabla 10).
En conjunto, la Clase C es la mejor representada con un 40% del total. Por niveles, presenta siempre los
porcentajes más elevados hasta NM-4, momento desde el que la tipología presenta cambios significativos
(tabla 11). Dentro de la Clase C, destaca la presencia de la mayoría de contenedores grandes (C.15) a partir
de NM-5, nivel en el que la variabilidad de la vajilla se corresponde con una intensa ocupación de la sala.
Anteriormente a este momento, sólo se documentó un gran contenedor en NM-9, siendo la mayoría de tamaño
medio (C.14), acompañados de cántaros para el almacenamiento de líquido (C.12). Las ollas (C.13) aparecen
desde los momentos iniciales de la secuencia de la sala, con importante presencia a lo largo de todo el Neolítico,
decreciendo su representación a partir de NM-5. Se han identificado tres vasos de pequeñas dimensiones y
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La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
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Fig. 9. Selección de fragmentos de NM-7.
perfil compuesto (C.9), dos ejemplares en NM-4 y uno en NM-7. El grupo de los cubiletes y cuencos pequeños
(C.11) aparece durante todo el Neolítico antiguo, clasificándose un ejemplar también en NM-2.
La Clase B es la segunda en representación, alcanzando los cuencos de perfil sencillo el porcentaje más
elevado. Éstos aparecen a lo largo de todo el Neolítico antiguo pleno, pero también en los niveles más recientes.
Los subtipos que presentan labio diferenciado no han proporcionado ninguna diferenciación cronológica,
documentándose en NM-8, NM-6, NM-5, NM-4 y NM-3. Los cuencos con borde diferenciado o perfil
compuesto (B.8) aparecen en número muy reducido desde NM-5, evidenciándose su ausencia ya en NM-3.
Los vasos de Clase A se documentan de forma testimonial en el Neolítico medio y antiguo, en esta
última fase únicamente en las excavaciones de Pellicer y Acosta, concentrándose la mayoría de los vasos
en NM-2. Los grupos tipológicos documentados son varios, existiendo escudillas (A.2.I), cazuelas (A.2.II)
y fuentes (A.4), algunas de ellas carenadas (A.3.II y A.5.I) y otras de borde vuelto (A.5.II).
La evolución de la tipología por niveles (figs. 14 a 25) presenta cambios significativos a partir del
Neolítico medio, cuestión que se recoge en el siguiente apartado.
5. LA SECUENCIA EVOLUTIVA DE LA CERÁMICA DE LA CUEVA DE NERJA
La puesta en común de los resultados del estudio de la cerámica, las secuencias estratigráficas de las
salas del Vestíbulo y la Mina, las dataciones radiocarbónicas sobre elementos domésticos, los materiales
arqueológicos no cerámicos y los trabajos realizados por Pellicer y Acosta en la Sala de la Mina, permiten
establecer una propuesta de ordenación cronocultural para las diferentes fases de ocupación de la Cueva de
Nerja en el marco de las periodizaciones de ámbito mediterráneo. En líneas generales discurre paralela a la
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P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
Fig. 10. Selección de fragmentos de NM-8.
Tabla 10. Clases tipológicas a lo largo de la secuencia neolítica en la Sala de la Mina.
2
Clase A
Clase B
Clase C
Clase D
Clase F
Total
APL XXX, 2014
18
53%
6
18%
2
6%
7
21%
1
3%
34
19%
3
1
10%
5
50%
3
30%
1
10%
10
6%
4
5
46%
5
4-5
1
50%
1
46%
50%
-
-
1
9%
11
6%
2
1%
5
6
7
8
9
10
11
Otros
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
11
24%
18
40%
4
9%
12
27%
45
26%
3
43%
4
57%
7
4%
1
6%
11
69%
1
6%
3
19%
16
9%
8
42%
9
47%
2
11%
19
11%
1
5%
12
63%
1
5%
5
26%
19
11%
1
2
3
43%
2
50%
67%
29%
-
-
-
1
50%
2
1%
1
33%
3
2%
2
29%
7
4%
Total
20
11%
43
25%
70
40%
14
8%
28
16%
175
100%
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La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
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Fig. 11. Selección de fragmentos de NM-9.
Fig. 12. Selección de fragmentos
de NM-10 (1) y NM-9 (2-6).
APL XXX, 2014
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P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
Tabla 11. Grupos y tipos de los vasos cerámicos diferenciados en los niveles neolíticos de la Sala de la Mina.
2
3
4
4/5
5
6
7
8
9
10
11
Otros
Escudillas/cazuelas
A.2.I
A.2.II
6
5
1
1
1
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
7
6
1
Cazuelas compuestas
A.3.II
2
2
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
2
2
Fuentes sencillas
A.4.I
5
5
-
-
1
1
-
-
-
-
-
-
-
-
6
6
Fuentes compuesta
A.5.I
A.5.II
5
3
2
-
-
-
-
5
3
2
Cuencos sencillos
B.6.I
B.6.II
5
3
2
6
3
3
4
3
1
-
2
2
-
40
19
21
3
1
1
1
-
-
-
-
-
-
-
-
10
4
6
3
1
2
1
1
8
3
5
1
1
-
1
1
-
-
-
-
-
-
-
1
1
-
Total
Cuencos compuestos
B.8.II
B.8.III
B.8.IV
-
-
1
1
-
Compuestos y profundos
C.9.I
C.9.III
-
-
2
1
1
-
-
-
1
1
-
-
-
-
-
3
1
2
Cubiletes
C.11.I
C.11.II
C.11.III
1
1
-
-
-
-
4
2
2
-
3
1
2
-
2
1
1
-
2
1
1
-
-
-
1
1
-
13
4
7
2
Cántaros
3
1
2
C.12.I
C.12.II
-
1
-
-
1
-
-
1
2
1
-
1
1
-
-
-
4
4
Ollas
C.13.I
C.13.II
C.13.III
-
1
1
-
2
1
1
-
7
5
2
4
1
3
3
2
1
3
2
1
5
2
1
2
-
2
1
1
1
1
-
28
16
1
11
Contenedores medios
C.14.I
C.14.II
C.14.III
C.14.IV
-
1
1
-
1
1
-
4
3
1
-
-
1
1
-
3
3
-
2
1
1
-
1
1
-
-
-
13
9
2
1
1
Contenedores grandes
C.15.I
C.15.II
C.15.III
1
1
-
-
-
3
1
2
-
-
-
1
1
-
-
-
-
5
1
1
3
APL XXX, 2014
1
1
8
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La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
101
Tabla 11. (cont.)
2
3
4
4/5
5
6
7
8
9
10
11
Otros
Total
Cucharas con mango
D.17.I
1
1
1
1
-
-
2
2
-
-
-
-
-
-
-
4
4
Microvasos
D.18
1
1
-
-
-
1
1
-
1
1
-
1
1
-
-
-
4
4
-
-
-
-
-
-
-
1
1
Tapaderas
D.19.II
-
-
-
-
1
1
Formas de barro cocido
D.20
5
5
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
5
5
Clase F
1
-
1
-
12
-
3
2
5
1
1
2
28
Total
33
11
11
2
45
7
16
19
19
2
3
7
175
Fig. 13. Selección de fragmentos de NM-10 (1-8) y NM-11 (9-13).
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P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
Fig. 14. Selección de vasos de NM-2.
Fig. 15. Selección de vasos de NM-2.
APL XXX, 2014
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La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
103
Fig. 16. Selección de vasos de NM-3.
Fig. 17. Selección de vasos de NM-4 y NM-4/5 (121-122).
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P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
Fig. 18. Selección de vasos de NM-5.
Fig. 19. Selección de vasos de NM-5.
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La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
105
Fig. 20. Selección de vasos de NM-5.
Fig. 21. Selección de vasos de NM-6.
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P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
Fig. 22. Selección de vasos de NM-7.
Fig. 23. Selección de vasos de NM-8.
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La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
107
Fig. 24. Selección de vasos de NM-9.
Fig. 25. Selección de vasos de NM-10 (3) y NM-11 (2 y 46).
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P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
propuesta para el Neolítico valenciano (García Borja et al., 2012), con unos límites cronológicos propios
adaptados al Neolítico de la costa malagueña: Neolítico antiguo (circa 5600-4800 cal BC); Neolítico medio
(circa 4800-3700 cal BC) y Neolítico final (circa 3700-2900 cal BC).
Las ocupaciones más intensas se documentan durante el Neolítico antiguo, que hemos subdividido en
4 fases: Neolítico antiguo arcaico (circa 5600-5475 cal BC); Neolítico antiguo inicial (circa 5475-5300
cal BC); Neolítico antiguo pleno (circa 5300-5100 cal BC); Neolítico antiguo final (circa 5100-4800 cal
BC). Durante el Neolítico medio, la cueva sigue siendo utilizada por grupos agricultores en dos fases
que hemos denominado Neolítico medio I (circa 4800-4300 cal BC) y Neolítico medio II (circa 43003700). Finalmente, distinguimos una última fase de ocupación en la Sala de la Mina asociada al Neolítico
final (circa 3700-2900 cal BC), equiparable con el horizonte de las cazuelas carenadas. Existen algunas
formas abiertas con labios almendrados que podrían fecharse en los momentos iniciales del Calcolítico
precampaniforme (circa 2900-2500 cal BC), si bien la gran mayoría remiten al Neolítico final.
Cada uno de los estratos diferenciados durante el proceso de excavación ha sido tratado como una unidad
homogénea, en cuya ordenación última se tendrán en cuenta los materiales cerámicos, dataciones radiocarbónicas
y características litoestratigráficas. La existencia de alteraciones entre los niveles de contacto ha sido una
cuestión que hemos tratado más detenidamente en anteriores publicaciones (Aura et al., 2010a: fig. 2a). Somos
conocedores de la existencia de alteraciones de origen antrópico y medioambiental en las secuencias neolíticas
de cuevas que presentan más de una ocupación (Fortea y Martí, 1984-85; Bernabeu, Pérez y Martínez, 1999;
Zilhão, 2011); Nerja, por tanto, no constituye ninguna excepción (Aura et al., 2010a y 2010b).
Un sencillo análisis de la dispersión estratigráfica de los fragmentos que forman parte de algunos
vasos cerámicos muestra que existe cierta movilidad. En la Sala del Vestíbulo, hay un vaso que presenta
fragmentos en los tres estratos neolíticos diferenciados. En el resto de casos en los que se documenta
movilidad de fragmentos de un mismo vaso, se produce entre NV-3/NV-2 o entre fragmentos de NV-2
y NV-1, nunca entre fragmentos de NV-3 y NV-1. En la Sala de la Mina únicamente se ha documentado
movimiento de fragmentos de un mismo vaso en 12 casos, concentrándose los movimientos entre NM-9
y NM-5. Los vasos 1, 6, 12, 33 y 49 presentan fragmentos cerámicos en NM-9 y NM-8, los vasos 8 y 42
en NM-8 y NM-7 y los vasos 14 y 63 en NM-7 y NM-5. En cuanto al vaso 7, cuatro de sus fragmentos
aparecieron en NM-9 y uno en NM-5, si bien este último presenta un alto grado de erosión y evidencias
de rodadura en su superficie. Existen fragmentos del vaso 24 en NM-8 y NM-5. Finalmente el vaso 30,
encuadrado en NM-8, presenta algún pequeño fragmento en NM-11.
Además, la cerámica de cada sala ofrece alguna particularidad, con porcentajes no siempre coincidentes
entre niveles equivalentes. Ello es debido a la muestra de materiales estudiada, las distintas posibles
funciones de las diferentes salas, la complicada estratigrafía de un yacimiento en cueva con múltiples
ocupaciones, pero, sobre todo, a las propias características del Neolítico antiguo andaluz y su indefinición.
5.1. Neolítico antiguo arcaico
Se ha incluido esta fase a pesar de que, hasta la fecha, no existe ninguna colección claramente asimilable a
ella en toda Andalucía. Los conjuntos peninsulares encuadrados en dicha fase son todavía escasos, si bien
contamos con alguna aproximación a la caracterización de su registro cerámico (Bernabeu et al., 2011a).
Conscientes de la dificultad existente a la hora de discriminar qué fragmentos cerámicos de la Cueva de Nerja
pertenecen a estos momentos arcaicos, únicamente podemos señalar que algunos de ellos y una datación
radiocarbónica de la Sala del Vestíbulo se asociarían a un momento de ocupación pionera. El fragmento de
oveja fechado se localizó en una fosa a la que denominamos NV-4 por encontrarse cortando a este nivel, si
bien arranca de NV-3. En ella se recuperaron escasos fragmentos cerámicos entre los que destaca uno impreso
(fig. 4, 18). Cabe plantearse que parte de los materiales de NV-3 pertenezcan a este momento arcaico y parte a
la fase posterior o Neolítico antiguo inicial, sin poder determinar con exactitud cuáles son.
APL XXX, 2014
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La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
109
NV-3 se caracteriza por la presencia de labios redondeados en su gran mayoría, documentándose
también planos, biselados y engrosados. Los bordes no diferenciados presentan porcentajes del 70%,
documentándose también bordes rectos y salientes. No se han identificado bases. Los elementos de prensión
más numerosos son los cordones, seguidos de las asas de cinta, asas anulares, lengüetas y asas pitorro.
Las técnicas decorativas están dominadas por la impresión (fig. 4), tanto en cordones como en el cuerpo
del vaso. Dentro de esta técnica encontramos gran variedad. Las impresiones realizadas con un punzón
romo en posición horizontal son las más numerosas, seguidas de las de espátula (una muy similar a las
realizadas con Pecten jacobaeus reconocidas en yacimientos arcaicos; fig. 4, 1), las pivotantes con concha
no dentada, las de punzón afilado en posición oblicua y las de instrumento de dos puntas. La segunda
técnica en representación es el baño a la almagra, seguida de las incisiones, incrustaciones de pasta roja y
cordones lisos.
Tipológicamente, NV-3 y NV-4 se caracterizan por la presencia de formas derivadas de la esfera,
principalmente cuencos (B.6). También se documentan microvasos (D.18), cántaros (C.12.) y jarras con
asa pitorro (C.10.III).
Para describir las temáticas decorativas utilizaremos la propuesta realizada para el País Valenciano
(Bernabeu et al., 2011b). Son poco complejas, formadas en su mayoría por un único motivo simple. Se
documentan mosaicos que ocupan toda la superficie del vaso, apliques de tendencia horizontal, bandas
simples o limitadas de lectura horizontal que en ocasiones aparecen seriadas, líneas y temáticas cubrientes
realizadas con pinturas (almagras).
No encontramos niveles atribuibles a esta fase en la Sala de la Mina (Pellicer y Acosta, 1997).
5.2. Neolítico antiguo inicial
Fase documentada en las salas del Vestíbulo (parte de los materiales de NV-3 y NV-2) y la Mina (NM-11
y NM-10). A las características descritas en el punto anterior se suman otras que permiten atribuir mayor
complejidad y variedad tanto en la tipología de las producciones como en su decoración. Se define por la
presencia de labios redondeados, documentándose también planos, biselados y engrosados. Los bordes son
en su mayoría no diferenciados, apareciendo en menor porcentaje los bordes rectos y salientes. Las bases
son convexas, con algunos ejemplares de base plana de talón. Los elementos de prensión están dominados
por cordones, acompañados de lengüetas, asas de cinta, asas anulares y asas pitorro.
La técnica decorativa más utilizada es la impresión (figs. 3, 4 y 13), tanto en cordones como en el
cuerpo del vaso. Dentro de esta técnica encontramos gran variedad en las matrices resultantes por la
utilización de numerosos instrumentos. Es significativa la presencia de algunas en particular, como las
realizadas con instrumento curvo o concha no dentada (rocker), que podría ser exclusiva de este horizonte.
Los únicos fragmentos impresos con concha dentada aparecen en estos momentos. En nuestro caso,
aunque consideramos que cualquier decoración realizada con la impresión de una concha dentada debe ser
clasificada como cardial, hay que admitir ciertas particularidades en los escasos fragmentos de Nerja (fig.
13, 3 y 5), que utilizan un tipo de concha poco común por su pequeño tamaño, pese a disponer de las usadas
más frecuentemente en el cardial franco-ibérico como atestiguan los estudios de malacofauna (Aura et al.,
2013). Cabe señalar que en la Sala de la Mina está atestiguada la presencia de, al menos, un fragmento
cardial realizado con concha dentada similar a las empleadas en el País Valenciano (García Borja et al.,
2010: fig. 9, 84), que creemos debe encuadrarse en esta fase si bien carece de contexto estratigráfico.
La diversidad de técnicas decorativas y la utilización de especies marinas poco comunes, llevó a M. Pellicer
a clasificar algunos ejemplares impresos como “cardialoides”. Este término ha introducido cierta confusión,
pues se trata de impresiones realizadas con gradinas, espátulas u otros instrumentos dentados, cuya impronta
resulta similar a la cardial (Pellicer y Acosta, 1997: 170). En la revisión de parte de los materiales cerámicos
recuperados por Pellicer y Acosta en la Sala de la Mina hemos podido localizar fragmentos “cardialoides”
APL XXX, 2014
[page-n-110]
110
P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
(fig. 26), comprobando que, en realidad, se trata de cerámicas impresas con instrumento de punta múltiple o
gradina, impresiones con instrumento curvo similar al microrocker e incluso con concha dentada de pequeñas
dimensiones (fig. 26, 2). Este último ejemplar forma parte del mismo vaso cardial que hemos diferenciado en
la Sala de la Mina fruto de las excavaciones de Jordá Cerdá. La gran mayoría de las cerámicas clasificadas
como “cardialoides” aparecen en la fase del Neolítico antiguo pleno.
Además de estas técnicas, se documentan impresiones realizadas con otros instrumentos, siendo las
de punzón en posición horizontal y oblicua las más numerosas. Los labios impresos están documentados.
La almagra ocupa el segundo lugar en porcentaje de representación. La utilización de colorante rojo en
la decoración de las cerámicas también es muy utilizado para rellenar impresiones e incisiones. Otras
decoraciones que aparecen frecuentemente son las incisiones, en contadas ocasiones combinadas con la
impresión y los cordones lisos.
Tipológicamente, la Clase C presenta mayor representación, siendo el grupo de las ollas (C.13) el más
numeroso, seguido de cubiletes (C.11), jarros (C.10), cántaros (C.12), jarras con asa pitorro (C.10.III)
y contenedores de tamaño medio (C.14). La Clase B está representada únicamente por cuencos (B.6).
También aparecen botellitas (D.16) y microvasos (D.18) de la Clase D.
Las temáticas decorativas están formadas en su mayoría por un único motivo simple. Las composiciones
de recorrido vertical quedan constatadas. Se observan apliques de tendencia horizontal y oblicua, bandas
simples o limitadas de lectura horizontal que en ocasiones aparecen seriadas, mosaicos, líneas seriadas,
temáticas cubrientes realizadas con pinturas (almagras), frisos que incorporan composiciones verticales y
las primeras metopas.
El nivel atribuible a esta fase en las excavaciones de Pellicer y Acosta (1997) en el corte NM-80A sería
NM-5, mientras que en el corte NM-80B serían NM-10A y NM-10B.
Fig. 26. Fragmentos cardialoides de la sala de la Mina recuperados en las excavaciones de Pellicer y Acosta (1997).
Todos pertenecientes a nuestra fase plena excepto el nº 4 que se localizó en un estrato de la fase inicial.
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La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
111
5.3. Neolítico antiguo pleno
Fase documentada en parte de NV-2 y de NV-1 de la Sala del Vestíbulo y en NM-9 a NM-6 de la Sala de la Mina
(figs. 2, 8, 9 y 10). Se corresponde con la ocupación más intensa, pasando la cueva a ser utilizada como espacio
en el que se realizan múltiples actividades domésticas, productivas o funerarias. Los labios son generalmente
redondeados, documentándose también planos, biselados y engrosados. Los bordes son mayoritariamente
no diferenciados, con buena representación de bordes salientes y rectos, siendo testimonial la presencia de
bordes vueltos. Las bases son aplanadas, con algún ejemplar de base plana de talón y perduración de bases
convexas. Casi la totalidad de los vasos muestran elementos de prensión, con amplia variabilidad en sus tipos.
Los cordones son los mejor representados, seguidos de asas de cinta verticales, algunas con resalte basal, y
asas anulares. También se documentan mamelones, lengüetas, asas de túnel y asas pitorro.
La técnica decorativa más utilizada es la impresión, en cordones, labios y en el cuerpo del vaso. La
impresión sobre cordones supone el porcentaje más elevado, observándose un cambio de tendencia en NM6, momento en el que los cordones lisos alcanzan mayor representación. Este cambio quedará constatado
en la fase posterior. El porcentaje de impresiones es elevado, superando a las incisiones hasta NM-6. Los
instrumentos utilizados para la realización de impresiones son variados: espátulas, peines, tubos, dedos, uñas
o punzones orientados en diferentes posiciones, incluyéndose la mayoría de las impresiones identificadas
por Pellicer y Acosta como “cardialoides”.
En esta fase se documentan por primera vez las impresiones realizadas con gradina. La cerámica cardial
desaparece, tendencia que también parece documentarse en las impresiones de concha no dentada. Los
porcentajes de tratamientos a la almagra y de relleno de pasta roja en la decoración se mantienen elevados,
constatándose en algún caso el relleno de pasta blanca. Existe algún ejemplo de decoración pintada
formando bandas de color negro.
Tipológicamente, se caracteriza por la elevada presencia de vasos pertenecientes a la Clase C. Los
tipos identificados responden a una vajilla doméstica en la que ollas (C.13), contenedores medios (C.14),
cántaros (C.12) y cubiletes (C.11) están bien representados. Los vasos de Clase B ocupan el segundo lugar
en importancia cuantitativa, documentándose únicamente cuencos de perfil sencillo (B.6). La Clase D es
testimonial, siendo los microvasos (D.18) el único tipo constatado.
Las temáticas decorativas se diversifican, encontrándose composiciones de recorrido horizontal y vertical
formadas por motivos simples y complejos. Los apliques de tendencia horizontal son mayoritarios, y también
aparecen bandas simples o limitadas, frisos formados por ángulos, un glifo representado por un motivo ramiforme
(fig. 10, 5), metopas, líneas, bandas limitadas y temáticas cubrientes realizadas con pinturas (almagras).
Los niveles atribuibles a esta fase en las excavaciones de Pellicer y Acosta (1997) en el corte NM-80A
serían NM-3 y NM-4, y en el corte NM-80B, NM-8 y NM-9.
5.4. Neolítico antiguo final
Localizado en NM-5 (figs. 7, 18, 19 y 20), se caracteriza por la presencia de labios redondeados, existiendo
también planos, biselados y engrosados. Los bordes son en su mayoría no diferenciados, con mayor
proporción de salientes que de rectos. Los bordes vueltos aparecen de forma testimonial.
Los elementos de prensión más utilizados son los cordones, si bien en menor número que en las fases
anteriores. Los mamelones están bien representados, así como las asas de cinta verticales y anulares. Se
documentan por primera vez las asas planas de tipo cazoleta. También hay presencia de asas de túnel, pitorro
y bilobuladas.
El porcentaje de cerámicas decoradas sigue siendo elevado, documentándose algunos cambios respecto
de la fase anterior, como la mayor abundancia de cordones lisos frente a los impresos, o el incremento de
incisiones con respecto a impresiones. Dentro de estas últimas, las realizadas con un instrumento de punta
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P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
única en posición oblicua son las mejor representadas, seguidas de las colocadas en posición horizontal.
También se observan impresiones de tubo y de espátula, y digitaciones. No aparecen impresiones cardiales,
de gradina, de concha no dentada o de punto y raya. La proporción de cerámicas a la almagra decrece,
pasando a ser engobes y aguadas, y también disminuyen las incrustaciones de pasta roja en las decoraciones.
Como novedad más significativa, hay que señalar la presencia por primera vez de superficies peinadas y la
decoración mediante pastillaje o mamelones.
Tipológicamente, esta fase se caracteriza por la buena representación de vasos de Clase C y el aumento
de la Clase D. Por grupos, dentro de la Clase C se contabilizan ollas (C.13), contenedores medios (C.14),
cubiletes (C.11), orzas y tinajas (C.15). En la Clase B, son los cuencos de perfil sencillo (B.6) los que siguen
apareciendo con mayor frecuencia, además de algún otro tipo de forma testimonial (B.8). La Clase D aumenta
en número, constatándose cucharas con mango (D.17.I), microvasos (D.18) o tapaderas (D.19). Finalmente,
aunque no ha podido ser clasificado ningún vaso completo, se documentan los primeros perfiles carenados.
Las temáticas decorativas se simplifican, con composiciones de recorrido horizontal y vertical. Las
bandas no limitadas realizadas con punzón en posición oblicua y localizadas en el borde del vaso son
las más numerosas. También se documentan bandas limitadas, metopas, mosaicos y frisos. Las temáticas
cubrientes a base de pintura son más escasas y de menor calidad.
El nivel atribuible a esta fase en las excavaciones de Pellicer y Acosta (1997) en el corte NM-80A sería
NM-2, y NM-7 en el corte NM-80B.
5.5. Neolítico medio I
Documentado en NM-4/5 y NM-4 (figs. 6 y 17), constituye uno de los momentos de cambio más significativos
en la evolución de la vajilla. Señalar que NM-4/5 presenta importantes alteraciones, pudiendo pertenecer
parte de sus materiales a NM-5.
Los labios reducen su variedad, siendo los redondeados los más numerosos, con la particularidad de que
ya no aparecen labios ondulados con apéndices de sujeción. Los labios engrosados externos pasan a ser los
segundos en representación, en un porcentaje superior al 10%. También se documentan labios biselados y
planos. Los bordes no diferenciados son mayoritarios, seguidos de los salientes, mientras que el porcentaje
de los rectos sigue decreciendo. Los bordes vueltos continúan apareciendo en porcentajes testimoniales.
Las bases son convexas y planas, documentándose también aplanadas y de talón.
Los elementos de prensión se reducen considerablemente. Asas anulares y lengüetas pasan a ser las más
utilizadas. Las asas de cinta tienden a desaparecer, pudiendo corresponder las registradas en NM-4/5 al
Neolítico antiguo final. También se constatan cordones, mamelones y mangos.
Las decoraciones incisas superan en porcentaje a las impresas. Los cordones y labios impresos están casi
ausentes. Las impresiones se realizan en su mayoría con punzones en posición oblicua, documentándose también
en posición horizontal, así como algunas digitaciones. Incrustaciones de pasta roja y almagras pasan a ocupar
un papel testimonial, si bien estas últimas podrían presentar porcentajes mayores como ya se ha explicado. La
tecnología de los vasos es menos cuidada, de paredes más gruesas y escasos tratamientos bruñidos.
Tipológicamente, lo más destacado es la aparición de fuentes de Clase A (A.4), que se consolidarán en
las fases posteriores. Las clases B y C son las mejor representadas. Entre la Clase B se han podido catalogar
cuencos carenados (B.8) y de borde no diferenciado (B.6). Entre los vasos de Clase C, destaca la desaparición
de microvasos y cubiletes, sustituidos por los vasos de perfil compuesto y reducidas dimensiones (C.9). Las
ollas (C.13), cántaros (C.12) y contenedores medios (C.14) quedan documentados.
Las temáticas decorativas se reducen en número y complejidad. Las más comunes responden a líneas
y bandas bajo el labio, realizadas con motivos simples mediante incisiones e impresiones. También se
documentan bandas limitadas y frisos, entre los que destacan las composiciones verticales en zigzag. Las
temáticas cubrientes pasan a realizarse con el peinando de la superficie del vaso.
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La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
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El nivel atribuible a esta fase en las excavaciones de Pellicer y Acosta (1997) en el corte NM-80A sería
NM-1, y en el corte NM-80B, NM-6.
5.6. Neolítico medio II
Identificado en NM-3 (figs. 5 y 16), presenta labios en su mayoría redondeados, y en menor medida planos,
biselados y engrosados externos. Los bordes son principalmente no diferenciados, seguidos de los salientes.
Los bordes rectos y vueltos son testimoniales. Las bases son planas. Los elementos de prensión se reducen
a mamelones y cordones, con presencia poco significativa de asas anulares y asas de cinta verticales. Los
mangos están atestiguados.
Los fragmentos decorados son escasos. La técnica decorativa mejor representada es la incisión,
documentándose también labios y cordones impresos, así como impresiones de punzón y digitaciones.
Entre los fragmentos incisos encontramos ejemplares que presentan superficies bruñidas y decoración
realizada con un instrumento de punta muy aguzada (fig. 5, 6) que recuerda a los motivos esgrafiados del
Neolítico medio valenciano. Algunas superficies muestran un tratamiento similar al peinado, si bien se trata
de una técnica poco cuidada, no contabilizada en las tablas.
Tipológicamente, la Clase C deja de ser la más numerosa en favor de la Clase B, constituida por cuencos
de perfil sencillo (B.6). También se documentan cántaros (C.12), ollas (C.13) y contenedores medios (C.14).
La Clase D está representada por cucharas con mango (D.17.I). Aunque no han podido ser clasificados
tipológicamente, existen algunos fragmentos que presentan carena y superficie bruñida.
Las temáticas decorativas se reducen a bandas no limitadas en el borde, líneas horizontales bajo el labio,
constatándose también bandas limitadas con ángulos.
Los niveles atribuibles a esta fase en las excavaciones de Pellicer y Acosta (1997) en NM-80B serían
NM-4 y NM-5.
5.7. Neolítico final
Identificado en NM-2 (figs. 5, 14 y 15), este horizonte puede ser asimilable al de las características cazuelas
carenadas en Andalucía. Presenta labios en su mayoría redondeados, si bien se documenta cierta variedad
en los tipos, apareciendo también labios planos, biselados y engrosados. Los bordes son mayoritariamente
no diferenciados, con escasa representación de los rectos y salientes. Destaca la presencia de bordes vueltos.
Las bases son planas. Los elementos de prensión son en su mayoría mamelones, documentándose también
lengüetas, cordones, asas de túnel, asas anulares y asas planas tipo cazoleta.
Las cerámicas decoradas aparecen en porcentajes testimoniales, utilizándose cordones lisos e impresos,
incisiones, alguna combinación de incisión e impresión, aguadas y labios impresos.
La tipología de la vajilla presenta cambios importantes. La Clase A pasa a ser la mejor representada, con
escudillas y cazuelas (A.2), algunas carenadas (A.3.II), así como fuentes sencillas (A.4) y de perfil compuesto
(A.5.). La segunda clase en importancia la constituye la Clase D, debido a la aparición de pesas de telar
de barro cocido (D.20), microvasos (D.18) y cucharas con mango (D.17.I). La Clase B está representada
por cuencos sencillos (B.6), mientras que de la Clase C se han identificado cubiletes (C.11) y contenedores
grandes (C.15). Estos cambios formales en la vajilla parecen deberse a maneras novedosas de “cocinar” los
cereales, y no a la introducción de nuevas especies. La presencia de formas vasculares abiertas iría ligada a
la preparación de gachas de cereales más espesas gracias al aumento de la producción cerealista, que genera
mayores excedentes que durante el Neolítico antiguo, periodo en que las gachas serían más líquidas.
Las temáticas decorativas se reducen a apliques, algún posible friso, bandas simples y limitadas.
NM-2 y NM-1 serían los niveles atribuibles a esta fase de las excavaciones de Pellicer y Acosta (1997)
en el corte NM-80B.
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P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
6. LAS PRIMERAS PRODUCCIONES CERÁMICAS DE LA CUEVA DE NERJA
EN EL CONTEXTO DEL NEOLÍTICO MEDITERRÁNEO
Los datos obtenidos en las salas del Vestíbulo y la Mina de Nerja muestran la existencia de potentes
ocupaciones epimagdalenienses y neolíticas. Ciertos indicios materiales (armaduras líticas trapeciales) y
algunas dataciones radiocarbónicas indican la probable presencia de ocupaciones mesolíticas que no han
podido ser aisladas estratigráficamente. Es una cuestión que hemos abordado más extensamente en otros
trabajos (Aura et al., 2009, 2010a y 2013). Las dataciones, en concreto, señalan un vacío ocupacional de al
menos 500 años entre estas ocupaciones mesolíticas y las primeras neolíticas. Este vacío se extiende, con
los datos actuales, a la mayor parte de Andalucía, y plantea problemas a cualquier discurso que quiera ver
en la neolitización regional un proceso autóctono o el resultado de una aculturación dilatada en el tiempo.
La aparición del Neolítico en Nerja, por tanto, va ligada a la expansión de la agricultura y la ganadería
por las costas mediterráneas, una expansión de dirección este-oeste en que la navegación y el pionerismo
resultan fundamentales para explicarla (Martí, 2008).
Las características propias de las cerámicas del Neolítico antiguo de la Cueva de Nerja y la datación
obtenida en la Sala del Vestíbulo permiten situar su origen en paralelo a un horizonte arcaico (Tiné, 1999;
Fugazzola, Pessina y Tiné, 2002), impresso (Manen, 2000; Binder y Maggi, 2001; Maggi, 2002; Guilaine
y Manen, 2002; Guilaine y Manen, 2007; Binder y Sénépart, 2010) o formativo (Bernabeu et al., 2009b),
similar al propuesto en diferentes yacimientos neolíticos de la península itálica (Prato Don Michelle,
Rendina, Coppa Nevigata, Torre Sabea, Favella, Grotta del Kronio o Grotta dell’Uzzo), ámbito ligur (Arene
Candide, Arma dell’Aquila, Arma di Nassino o Grota Pollera), sudeste francés (Peiro Signado, Grotte de
Bize, Grotte des Fées, Pont de Roque-Haute, Pendimoun), e incluso País Valenciano (El Barranquet, Mas
d’Is), que en gran parte del ámbito mediterráneo precede al cardial clásico.
Se trata de conjuntos poco definidos a escala peninsular, cuya identificación en los niveles de base de
cuevas con amplias secuencias es sumamente complicada, como venimos comprobando en las revisiones
realizadas sobre algunas de las más conocidas estaciones del País Valenciano. En el caso de las cuevas que
presentan alguna evidencia, se trata de ocupaciones de baja intensidad difíciles de aislar estratigráficamente.
Las cerámicas ligadas al mundo impresso ligur que debieran representar lo que denominamos “fase arcaica”
están ausentes en la Cova de l’Or (Martí, 1977; Martí et al., 1980; Martí, 1983; García Borja et al., 2011b),
la Cova de la Sarsa (Asquerino, 1978; Asquerino et al., 1998; Pérez Botí, 1999; García Borja y Casanova
2010) y en la Cova de les Cendres (Bernabeu y Molina, 2009), localizándose únicamente en yacimientos
al aire libre como El Barranquet y Mas d’Is (Bernabeu et al., 2009b). Una de las características principales
de estos conjuntos es la heterogeneidad de técnicas decorativas empleadas y la escasez de impresiones
cardiales, siempre presentes aunque en escaso porcentaje.
La preferencia por establecer los asentamientos en espacios al aire libre dificulta más el rastreo de
los materiales de estos horizontes en las cuevas, ocupadas de forma mucho más intensa durante las fases
posteriores. No es posible definir la vajilla de este horizonte en la Cueva de Nerja, si bien entre el 5600 y el
5300 cal BC la cerámica ya se caracteriza por: una notable presencia porcentual de la técnica de la incisión,
la utilización de colorante rojo en tratamientos a la almagra y en el relleno de las decoraciones, de técnicas
aplicadas (cordones), de asas pitorro, de decoraciones pivotantes con concha no dentada, la ausencia de
impresiones de punto y raya con arrastre, y la presencia testimonial de impresiones cardiales. Rasgos que
ofrecen escasa afinidad con los conjuntos impresos del Neolítico antiguo arcaico y cardial inicial del sur de
Francia y de la península Ibérica.
Para explicar la particular producción cerámica de los grupos que se asientan en Nerja barajamos
dos hipótesis (García Borja et al., 2010 y 2011a). La primera, ligar el conjunto a la tradición impressa
ligur, admitiendo la existencia de una importante mutación de su estilo en fechas muy tempranas. La
segunda, retomar la idea de una vía de expansión meridional, bordeando la costa norteafricana, que
ayudaría a contextualizar la aparición de colecciones impresas de cronología antigua, como la que
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La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
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presentamos, con paralelos en el sur de Italia (Fugazzola, Pessina y Tiné, 2002 y 2004) y cuya evolución
es poco afín al cardial franco-ibérico. En estos momentos de la investigación no es posible descartar
ninguna de las dos.
La propuesta de una vía norteafricana se ha planteado desde mediados del siglo XX (San Valero, 1942
y 1946; Balout, 1955; Camps, 1974), pero la escasez de información detallada en la costa mediterránea
magrebí condiciona cualquier planteamiento. Está documentada la presencia de cerámicas impresas en la
zona de Túnez (Vaufrey 1955: 250), cuya adscripción cronológica está en revisión (Ben Moussa, 2008).
También se han constatado contactos de esta zona con Sicilia para la obtención de obsidiana (Ammerman,
1985; Mulazzani, 2003). Otro aspecto a tener en cuenta es la presencia de decoraciones impresas pivotantes
típicas del centro-sur de Italia en toda la zona norte africana (Camps, 1974), y aunque estos materiales son
ligados a corrientes del Atlas (Aumassip, 1970), presentan características propias de un Neolítico impreso
mediterráneo. En la costa de Orán existe un buen número de yacimientos neolíticos con cerámica incisa e
impresa (Camps-Fabrer, 1966; Vaufrey 1955), cuya aparición puede ser explicada por difusión marítima.
Por último, en las costas marroquíes existen conjuntos impresos de similares características a los presentes
en Nerja: es el caso de la Fase C del yacimiento de Mugharet es Saifiya, con decoraciones en rocker no
dentado e impresas con instrumento (Gilman, 1975). En el territorio marroquí, A. El Idrissi (2001) detectó
la presencia de diferentes estilos cerámicos, unos vinculados al mundo cardial y otros a estilos incisoimpresos con gran variedad de matrices.
Algunos autores han ligado los datos que se vienen documentando en la zona de Marruecos y el sur de
Andalucía con un proceso de neolitización de la costa malagueña y norte de África por grupos neolíticos
de pastores pre-cardiales, que se expanden a través del Atlas y cuya economía se enfoca al ganado bovino
(Daugas et al., 2008; Daugas y El Idrissi, 2008; Cortés et al., 2012). Estos planteamientos no serán tomados
en consideración hasta ser corroborados, pues se sustentan en secuencias arqueológicas que precisan de
una revisión exhaustiva; en la presencia del haplogrupo T1 sobre ganado bovino en el norte de África, que
no se ha contrastado con material genético antiguo (Bonfiglio et al., 2012); en suposiciones climáticas no
correlacionadas con datos arqueológicos; y en dataciones realizadas casi en su totalidad sobre carbones.
Además, hasta el momento, las dataciones radiocarbónicas sobre elementos domésticos de
Marruecos y Portugal indican que las cerámicas impresas y las almagras son posteriores a las de
Nerja. La existencia de una vía de expansión neolítica a través del norte de África es una posibilidad
que también se ha retomado en los últimos años para explicar la posible coexistencia de dos estilos
cerámicos en la zona Portuguesa (Manen, Marchand y Carvalho, 2007; Marchand y Manen, 2010): el
estilo A, caracterizado principalmente por la presencia de cerámicas con decoración impresa cardial,
y el estilo B, caracterizado por cerámicas con decoración incisa e impresa utilizando diferentes
instrumentos, con gran variedad de matrices y donde el color rojo está muy presente (Manen,
Marchand y Carvalho, 2007). Estos estilos cerámicos vienen acompañados de una tecnología lítica
en la que el tratamiento térmico y la talla por presión resultan característicos (Carvalho, 2010).
Hasta que no contemos con más datos que corroboren o refuten las hipótesis africanistas, parece
aconsejable desviar el foco de esta corriente neolítica del norte de África a la costa malagueña, donde
se documenta gran parte de la cultura material que acompaña a dicho estilo B, aunque con ciertas
peculiaridades, como el diferente componente geométrico de las industrias líticas.
Tampoco los nuevos trabajos que se vienen realizando en yacimientos neolíticos norteafricanos
situados en la costa del mar de Alborán corroboran la vía de neolitización norteafricana. La datación de
una leguminosa identificada como Lens culinaris en el yacimiento de Ifri Oudadane (Marruecos) (Morales
et al., 2013), cuyo resultado es 6740±50 BP (Beta-295779), podría representar un punto intermedio en
la expansión neolítica entre ambas regiones. Los contextos a los que se asocia la legumbre fechada y la
dificultad que los propios arqueobotánicos admiten a la hora de identificar esta especie con seguridad,
generan cierto grado de incertidumbre sobre su consideración neolítica. La puesta en común del resultado
de la datación con el resto de las fechas radiocarbónicas obtenidas en el yacimiento (Morales et al., 2013:
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P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
tabla 2) resulta poco clarificadora y recuerda a otros casos analizados recientemente (Zilhão, 2011),
quedando insertada de forma coherente con el resto de fechas epipaleolíticas y alejándose 600 años de la
siguiente fecha obtenida para el mismo horizonte neolítico sobre un grano de Triticum sp. (Beta-318608:
6140±30 BP). La presencia en este mismo horizonte neolítico inicial de cerámicas impresas (Linstädter
et al., 2012) que son equiparadas a las del yacimiento de Zafrín (Rojo et al., 2010), aumenta las dudas
sobre el resultado, pues este último yacimiento se fecha en momentos más próximos al resultado de la
datación sobre Triticum.
Es una problemática que afecta a otros yacimientos de similares características, en los que se identifican
niveles “epipaleolíticos con cerámica” (Linstädter, 2003, 2004, 2008 y 2011; Linstädter et al., 2012).
La existencia de materiales neolíticos y epipaleolíticos en un mismo estrato no implica la convivencia
de estos dos grupos, siendo necesario un exhaustivo estudio tafonómico y taxonómico de la fauna y el
solapamiento de dataciones radiocarbónicas sobre elementos domésticos y salvajes. En su defecto, para
iniciar una discusión crítica del proceso de interacción que se viene defendiendo, bastaría una secuencia
de dataciones sobre restos de fauna con marcas antrópicas que sobrepasen el primer horizonte neolítico
identificado con claridad. En este sentido, el conjunto de materiales publicados en estos yacimientos y sus
dataciones recuerda la problemática con la que nos hemos encontrado en la propia Cueva de Nerja (Aura et
al., 2009, 2010a, 2010b y 2013).
7. LA CERÁMICA DE LA CUEVA DE NERJA
EN EL CONTEXTO DEL NEOLÍTICO ANDALUZ
Independientemente de cuál sea la vía de expansión neolítica hacia la costa malagueña, los datos presentados
confirman la existencia de una tendencia evolutiva en la cerámica de Nerja, desde fechas antiguas, poco
afín a la documentada en la región valenciana (Martí, 1977; Martí et al., 1980; Martí, 1983; Bernabeu,
1989; Bernabeu y Molina, 2009; García Borja et al., 2011b; Bernabeu et al., 2011a) y a la de algunos de los
yacimientos de la provincia de Granada que se enmarcan en la tradición cardial (Navarrete, 1976), siendo
difícil establecer una clara vinculación del neolítico de Nerja con el cardial franco-ibérico.
La significación cultural y cronológica de la cerámica cardial en Andalucía (Martí y Juan Cabanilles,
1997; Navarrete, 2004) ha sido objeto de discusión a lo largo de la historia de la investigación, constituyendo
el elemento principal a la hora de identificar el horizonte neolítico más antiguo y de definir la Cultura de las
Cuevas en Andalucía oriental, cuyo máximo exponente es la secuencia de la cueva de Carigüela (Navarrete,
1976). Con estas premisas, una parte de la investigación sitúa la neolitización de la zona occidental andaluza
en un momento tardío del Neolítico antiguo de Andalucía oriental (Molina, Cámara y López, 2012), postulado
del que nos hicimos eco en un primer momento (Aura et al., 2005). La escasez de cerámicas cardiales se
explica por la cronología avanzada de los conjuntos occidentales dentro de un horizonte epicardial regional
alejado del catalán o valenciano (Bernabeu, 1989). Su evolución particular sería la causante del aumento
porcentual en la producción de cerámicas a la almagra, asas pitorro, decoraciones inciso-impresas, etc.,
que caracterizan lo que se conoce como Neolítico antiguo de Andalucía Occidental, definido por Pellicer y
Acosta (1997), históricamente asimilado a la Cultura de las Cuevas que Bosch Gimpera empezara a definir
en los años 20 del siglo pasado (Bosch Gimpera, 1932 y 1956).
La lectura crítica del número total de fragmentos impresos cardiales aparecidos en el conjunto de
yacimientos de Andalucía (Jiménez y Conejo, 2006), relativiza la importancia del número de vasos que
presentan esta técnica decorativa fuera del círculo granadino, que aglutina más del 90% de los fragmentos
diferenciados. Si bien la representación cartográfica de los enclaves con cerámica cardial muestra una
amplia distribución de esta técnica a lo largo de Andalucía (fig. 27), al estudiar las colecciones de forma
detenida y contabilizar los fragmentos cardiales con los que cuenta cada yacimiento, se percibe la escasa
representatividad estadística de esta técnica.
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La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
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Las dataciones neolíticas de Nerja no permiten mantener una cronología tardía para sus ocupaciones
iniciales (Navarrete, 1976; Aura et al., 2005; Molina, Cámara y López, 2012). La serie de 10 dataciones
sobre Ovis aries y Ovis/Capra sitúan sus ocupaciones en paralelo al Cardial. No es posible discriminar de
forma clara el contexto material de cada uno de los episodios correspondientes a las muestras fechadas, pero
existen tantos fragmentos de cerámica con decoración cardial como fechas sobre domésticos anteriores a
5200 cal BC: únicamente dos fragmentos pertenecientes a un mismo vaso en la Sala de la Mina y ningún
fragmento en la Sala del Vestíbulo. Una aproximación cuantitativa del número de fragmentos cardiales
respecto del total en la Cueva de Nerja ofrece resultados muy reveladores. De los cerca de 8.000 fragmentos
cerámicos pertenecientes al Neolítico antiguo recuperados entre las excavaciones de Jordá y Pellicer,
únicamente tres son cardiales y además pertenecen a un mismo vaso. Podríamos estar frente a dos vasos
y cuatro fragmentos si aceptamos que el que encontramos fotografiado en los diarios de Jordá y Arribas
de intervenciones realizadas en la Sala de la Mina entre 1965 y 1966 (García Borja et al., 2010: fig. 9, 84)
no pertenece al borde del mismo vaso ya contabilizado. Por tanto, si aceptamos que en Nerja existieron
ocupaciones neolíticas, esporádicas o no, anteriores al 5200 cal BC, debemos abrir la posibilidad a que lo
que caracteriza sus producciones cerámicas sea la decoración impresa-almagra y no la cardial.
Desconocemos en qué grado las características del conjunto cerámico inicial de Nerja son propias
del núcleo de partida de los colonos que llegan a la costa malagueña o son adquiridas como rasgo propio
diferenciador a medida que avanza la secuencia, pero lo cierto es que desde 5500 cal BC, la Cueva de Nerja
es habitada por grupos neolíticos que presentan una tendencia evolutiva en sus producciones cerámicas
(fig. 28), cuyo valor identitario no es posible asimilar al mundo cardial. La industria lítica tallada también
posee algunos rasgos distintivos entre los que destaca la obtención de láminas por presión, el tratamiento
térmico sobre materias primas de calidad y el predominio de trapecios sobre segmentos (Aura et al., 2013).
Fig. 27. Yacimientos arqueológicos de Andalucía en los que se documenta cerámica impresa cardial: 1, La Dehesa; 2,
Los Pozos; 3, Lebrija; 4, Bustos; 5, Retamar; 6, Parralejo; 7, Esperilla; 8, Hortales; 9,Cueva de la Dehesilla; 10, Los
Álamos; 11, Ronda; 12, El Charcón; 13, Goteras; 14, Cueva del Toro; 15, Cueva del Higuerón; 16, Humo; 17, Cueva de
Nerja, 18, Cueva del Capitán; 19, Peña de la Grieta; 20, Los Castillejos; 21, Cueva de Malalmuerzo; 22, Majolicas; 23,
Cueva de las Ventanas; 24, Cueva de Carigüela; 25, Cerro de las Ánimas; 26, Cabecicos Negros.
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P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
N. A. FINAL
N. A. PLENO
N. A. ARCAICO E INICIAL
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Fig. 28. Tendencia evolutiva de la cerámica durante el Neolítico antiguo en la Cueva de Nerja.
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Las dataciones de Nerja no generan excesivos problemas a la hora de valorar el proceso de
expansión del Neolítico por la costa mediterránea, insertándose de forma coherente entre las fechas
más antiguas sobre elementos domésticos publicadas (fig. 29A). La importancia de los datos expuestos
reside en la presencia desde los niveles inferiores de la cueva, de buena parte de las características que
definen el Neolítico andaluz o la Cultura de las Cuevas de Andalucía, planteándose la posibilidad de
correlacionar las fases antiguas de la Cueva de Nerja con su formación y desarrollo. Resulta complicado
no vincular parte de la cultura material de Nerja con conocidos yacimientos como la Cueva de la
Fig. 29. A) Gradación cronológica de la llegada del Neolítico. Las fechas corresponden a la media cal BC de dataciones
sobre cereales, excepto Nerja, Chaves (Baldellou, 2011) y Guixeres de Vilobí (Oms et al., 2014) que son sobre sobre ovis
aries y Almonda sobre adorno.
B) Coexistencia de diferentes estilos decorativos en cerámicas neolíticas de la península Ibérica y norte de África entre
5450-5100 cal BC.
C) Expansión del neolítico desde dos de las Culturas neolíticas regionales ubicadas en la costa malagueña y en el
País Valenciano entre 5450-5300 cal BC: 1, Cueva de Nerja (punto que incluye los yacimientos 47 a 51 de Cortés
et al., 2010: 162); 2, Cueva del Capitán; 3, Complejo Humo; 4, Hoyo de la Mina; 5, Cueva del Higuerón (punto que
incluye los yacimientos 34 a 45 de Cortés et al., 2010: 162); 6, Cueva de los Botijos; 7, Bajondillo (punto que incluye
los yacimientos 9 a 30 de Cortés et al., 2010: 162); 8, Cueva del Toro; 10, Cueva del Agua; 11, Cueva de la Mujer;
12, Sima del Conejo; 13, Sima Rica; 14, Parralejo; 15, Dehesilla; 16, Cueva Chica de Santiago; 17, Murcielaguina;
18, Murciélagos de Zuheros; 19, Mármoles; 20, Inocentes; 21, Tocino; 22, Los Castillejos; 23, Malalmuerzo; 24,
Majolicas; 25, Ventanas; 26, Carigüela.
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Dehesilla, Parralejo o Cueva Chica (Pellicer y Acosta, 1981; Acosta, 1987; Acosta y Pellicer, 1990) que
difícilmente pueden ser asimilados a una tradición cardial, aunque también presentan algún fragmento
decorado con esta técnica entre su vajilla (Amores, 2009). También los materiales neolíticos de la
Cueva de los Murciélagos de Zuheros (Vicent y Muñoz, 1973) poseen mayor similitud con los de Nerja
que con los definidos para la tradición cardial granadina. La constitución de una o varias comunidades
neolíticas en sus inmediaciones puede vincularse con la expansión de grupos neolíticos desde la costa
malagueña (fig. 30). En anteriores publicaciones (García Borja et al., 2010) señalamos la existencia
de materiales arqueológicos que jalonan este proceso de expansión hacia el interior en las cuevas de
Tocino, Inocentes o Mármoles (Gavilán, 1986 y 1987). En estas cavidades se documentan cerámicas
decoradas con impresiones pivotantes de instrumento no dentado, impresiones en lágrima, cerámicas
a la almagra, cerámicas que combinan la impresión y la incisión, si bien con menor presencia de
aplicaciones plásticas. Estos conjuntos recuerdan a los que se vienen definiendo en la costa malagueña,
vinculándose de forma directa el Neolítico cordobés a un proceso de expansión costa-interior. La
existencia de decoraciones pivotantes también está documentada en Murciélagos de Zuheros (Vicent
y Muñoz, 1973), aunque en este caso el resultado es algo diferente, observándose pequeños círculos al
final de cada impresión que podrían indicar menos antigüedad.
Fig. 30. Dataciones radiocarbónicas publicadas sobre elemento identificado como doméstico o hueso humano más
antiguas de Andalucía (Fernández et al., 2007; Carvalho, Peña-Chocarro y Gibaja, 2010; Martínez et al., 2010; Cortés et
al., 2012; Carvalho, Gibaja y Gavilán, 2012; Aura et al., 2013; Medved, 2013: 217; Peña-Chocarro et al., 2013): 1, Roca
Chica; 2, Hostal Guadalupe; 3, Cueva de Nerja; 4, Cueva de los Mármoles; 5, Murciélagos de Zuheros; 6, Los Castillejos;
7, Cueva de Carigüela.
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Cabe aquí realizar un pequeño inciso sobre la elección de las muestras a fechar, que en Andalucía ha
experimentado una notable mejora en los últimos años, con nuevas dataciones sobre cereales obtenidas
tanto en yacimientos de tradición cardial (Martínez et al., 2010: tabla 1, fechas lab. UA) como no cardial
(Peña-Chocarro y Zapata, 2010; Carvalho, Peña-Chocarro y Gibaja, 2010; Cortés et al., 2012; Carvalho,
Gibaja y Gavilán, 2012). La mayoría de ellas quedan encuadradas en lo que para Nerja hemos denominado
como Neolítico antiguo pleno (circa 5300-5100 cal BC); un umbral cronológico que hasta ahora sólo han
rebasado las dataciones sobre huesos de fauna de Nerja, haciéndose necesario contar con más dataciones
sobre muestras directas neolíticas.
8. LA CULTURA DE LAS CUEVAS CON CERÁMICA DECORADA EN ANDALUCÍA:
LA COSTA MALAGUEÑA
El modelo de neolitización para el área mediterránea integra dos tipos distintos, si bien sincrónicos, de
desplazamiento de población desde comunidades ya afianzadas territorialmente a zonas deshabitadas (según
el registro arqueológico actual), que resultan fundamentales a la hora de explicar la difusión neolítica. Estos
desplazamientos provocados por el progresivo aumento demográfico en el seno de cada grupo, no parecen
estar ligados al agotamiento de los recursos disponibles en la zona de partida, sino más bien a pautas intrínsecas
de comportamiento de las pequeñas comunidades agrícolas (Martí, 2008) en las que la responsabilidad de
la elección de nuevas zonas de hábitat y la disgregación de parte del grupo reside en las familias que las
conforman. La ocupación exitosa de un nuevo territorio por un grupo de neolíticos implica su visibilidad
arqueológica, expresada en la rápida aparición de diferentes enclaves en torno a una zona nuclear. En función
de en qué momento se produzca cada nuevo desplazamiento, la cultura material que lleven consigo será
más o menos afín a la del grupo de origen, existiendo la posibilidad de que parte de un mismo grupo sufra
disgregaciones en diferentes momentos, no necesariamente unidireccionales. Por una parte, se documentan
largos desplazamientos a territorios ubicados junto a la costa (Zilhão, 1993 y 2001). Producido el asentamiento,
estos largos desplazamientos pueden repetirse hacia puntos del interior o de la misma costa. Paralelamente
se combinan con otros a corta distancia ocupando territorios aledaños, formando nuevas comunidades que
utilizan un buen número de enclaves desde los que se explota un territorio concreto. La interacción exitosa de
estas comunidades provoca la formación de una Cultura Regional Neolítica.
El Neolítico de la costa malagueña queda perfectamente integrado en este modelo de expansión (fig.
30). La presencia de un buen número de yacimientos neolíticos de diferentes características que ocupan
dicha área costera de forma ordenada (Cortés et al., 2010: 162) apuntaría a una cultura regional similar
a la propuesta para el área centro-meridional valenciana (García Borja et al., 2011b, 2011c y 2012). El
surgimiento de una nueva comunidad en territorios cercanos se relaciona con la disgregación de una o
varias familias desde otra comunidad consolidada. La publicación de los materiales de estos yacimientos
y la revisión de las antiguas colecciones permitirá la contrastación de estas propuestas preliminares, en las
que la Cueva de Nerja deberá insertarse de manera coherente.
El mejor conocimiento de los grupos costeros malagueños, su caracterización industrial, económica y
social, posibilitará evaluar el grado de relación de dichos grupos con la Cultura de las Cuevas con cerámica
decorada, denominación a la que damos validez por su peso en la historiografía de Andalucía. Puede asumirse
que la Cultura de las Cuevas de Andalucía, como entidad cultural, posee unos rasgos característicos en su
cultura material, cuya descripción más aproximada sería la de Pellicer y Acosta (1997) para el Neolítico
antiguo de Andalucía Occidental, con importantes matices en la interpretación de la aparición del Neolítico
y su propuesta de perduración de industrias líticas. Esta Cultura de las Cuevas Andaluza especialmente
visible en los enclaves de Cádiz, Córdoba y Málaga, se aleja de la clásica concepción oriental definida por
Navarrete (1976). Debe aceptarse, al menos por ahora, la mayor antigüedad de los grupos que se instalan en
la costa de Málaga, parte de cuya cultura material cerámica sí aparece en los niveles cardiales de Carigüela.
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Es una problemática tratada en diferentes ocasiones, buscando en cada caso ofrecer una caracterización
aproximada y un listado de yacimientos asimilables a la Cultura de las Cuevas, sugiriendo su convivencia
no necesariamente sucesiva con la tradición impresa cardial en el territorio andaluz (Muñoz, 1975 y 1984;
Pellicer y Acosta, 1997; Gavilán, 1997; Asquerino, 2004; Gavilán y Escacena, 2009).
La expansión del Neolítico desde la costa malagueña se hace más notoria a partir de 5350 cal BC, con
el surgimiento de nuevos enclaves y la documentación de cerámicas impresas, incisas y almagras en gran
parte del territorio andaluz, siendo una tradición duradera que conservará algunas de sus características en
el Neolítico medio. Cabe plantearse la existencia de diferentes culturas regionales en el Neolítico antiguo
andaluz. Para el cardial franco-ibérico es posible identificar varias de estas culturas en el noreste italiano,
sur de Francia, Cataluña, País Valenciano y quizás en la zona de Granada, Marruecos y Portugal. Las de
estos tres últimos territorios deben ser valoradas nuevamente, intentando discriminar qué cultura material
proviene de la tradición cardial clásica y cuál de la que podría asimilarse a la Cultura de las Cuevas, para
la que creemos es posible identificar entidades regionales en Málaga y Córdoba, quedando el resto de
Andalucía a expensas de próximos estudios que permitan definir otras de forma más precisa.
En la definición del Neolítico andaluz debe tenerse en cuenta la existencia de contactos con las diferentes
tradiciones neolíticas que se consolidan en la península Ibérica entre 5400 y 5100 cal BC (fig. 29B), así
como entre las propias comunidades que forman cada cultura regional, contactos sin los cuales no es posible
la supervivencia de éstas. En un trabajo anterior propusimos la posible existencia en la península Ibérica
de, al menos, tres diferentes tradiciones alfareras entre el 5400 y el 5100 cal BC (García Borja et al., 2010:
fig. 11.B y 11.C) que en el registro cerámico de Andalucía aparecen representadas de diferente forma: una
que comporta un elevado porcentaje de cerámicas impresas cardiales (Navarrete, 1976); otra que incorpora
entre sus técnicas decorativas las impresiones de tipo boquique (Alday, 2009; Alday y Moral, 2011); y,
finalmente, las colecciones que presentan cerámicas con decoraciones impresas utilizando multitud de
instrumentos, con escasa incidencia de la técnica cardial y con notable importancia de la utilización de
colorante rojo, a la que también denominamos tradición de cerámica Impresa-Almagra y que consideramos
es equiparable a la tradicional Cultura de las Cuevas.
Los datos expuestos y los bibliográficos son contundentes a la hora de señalar la tradición dominante
en la costa malagueña. La presencia de cerámicas decoradas con punto y raya asimilables al boquique
queda atestiguada (Navarrete, 1976; Olaria, 1977; Cortés et al., 2007: fig. 3, 8), si bien, a excepción del
registro de la Cueva de los Botijos (Navarrete, 1976; Olaria, 1977), con poca significación. Esta técnica se
asocia en el norte peninsular a un tipo de poblado (García Gazólaz y Sesma, 2007), un ritual de inhumación
(García Gazólaz y Sesma, 2007; García Gazólaz, 2007; Rojo y Kunst, 1999), una cultura material (Rojo et
al., 2008; García Gazólaz et al., 2011; García Martínez de Lagrán et al., 2011) y a determinadas especies
de cereales (Stika, 2005), todo en conjunto poco afín a lo conocido en Andalucía o el País Valenciano, y
que recuerda a tradiciones más continentales. Es una “cultura” neolítica que merece una reflexión similar
a la que proponemos para el origen y desarrollo del Neolítico andaluz. La lectura que realizamos de la
constatación de elementos de esta tradición en Andalucía es la existencia de contactos e intercambios con
grupos de la meseta.
La tradición cardial sí que parece asentarse de forma estable en la zona granadina (fig. 29C), siendo el
País Valenciano el probable foco de origen, cuya afinidad parece estar fuera de duda. En estos momentos
de la investigación parece más lógico plantear que la llegada de influencias cardiales a la zona granadina es
incluso algo posterior a la de los primeros grupos que se instalan en Nerja. La presencia de cerámica cardial
en yacimientos como la Cueva de las Goteras (Navarrete, 1976), Higuerón (Navarrete, 1976; López y Cacho,
1979), la propia Nerja o Complejo Humo (Ramos y Aguilera, 2005), la interpretamos como consecuencia
de contactos entre la zona malagueña y granadina. La existencia de almagras asociadas a la técnica cardial
en los estratos XV y XVI de la Cueva de Carigüela (Navarrete, 1976; Atoche, 1985-87) podría explicarse
a través de estos intercambios (objetos, técnicas, personas, etc.). Recientes publicaciones incluso matizan
la importancia del componente cardial en Los Castillejos de Montefrío, identificándose gran variedad de
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La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
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técnicas decorativas en sus niveles iniciales (Blázquez, 2011). La coexistencia de aspectos característicos
del Neolítico malagueño como almagras o tratamiento térmico y talla por presión en el sílex (Martínez et
al., 2010; Morgado y Pelegrin, 2012), junto a otros del mundo cardial valenciano desde los inicios de la
secuencia de Carigüela y la de Castillejos, debe ser objeto de una futura reflexión sobre el origen del círculo
granadino y sus relaciones. Estos dos yacimientos concentran buena parte de las dataciones sobre restos
domésticos más antiguas de Andalucía (Martínez et al., 2010; Medved, 2013). Cabe recordar al respecto
que en la discusión sobre la llegada del Neolítico a cualquier región únicamente deben ser utilizadas las
dataciones sobre elementos domésticos cuya identificación no haya generado dudas en los especialistas que
la han realizado. En el caso de Carigüela, las últimas series de dataciones sobre huesos de animales deben
ser tomadas con suma cautela, pues la identificación de las especies ha generado bastantes de esas dudas,
especialmente en lo que respecta al estatus doméstico o silvestre de los bóvidos. Incluso aceptando que las
muestras identificadas como Ovis/Capra puedan ser realmente restos de animales domésticos, todavía no
es posible aceptar fechas por encima del 5500 cal BC para el Neolítico de Carigüela.
También cabe una revisión profunda del final del Neolítico de este yacimiento y la región donde se
ubica, pues a medida que avanza el Epicardial granadino, la cultura material de este núcleo se asemeja cada
vez más a la de la Cultura de las Cuevas occidental. En este sentido, el concepto “epicardial” sólo puede ser
utilizado para el final del Neolítico antiguo en el círculo granadino o en aquellas regiones en las que se ha
documentado una fase previa cardial, no siendo operativo para definir la fase final del Neolítico antiguo en
zonas para las que no se ha descrito una fase cardial anterior.
Los contactos entre la zona malagueña y granadina tienen también su equivalente entre el este de
Andalucía y el País Valenciano, al reconocerse en esta última zona materias o productos de origen andaluz
como herramientas de piedra pulida (Orozco, 2000) o brazaletes de esquisto (Pascual Benito, 1998).
También podrían explicar estos contactos la presencia de asas pitorro (Martí et al., 2009), de verdaderas
almagras en la Cova de l’Or (Domingo et al., 2007) y la Cova de la Sarsa (Asquerino et al., 1998: 71) o la
semejanza en los utensilios de siega (Gibaja et al., 2010). Otro de estos ejemplos lo constituye la aparición
de decoración pivotante con instrumento no dentado asociada a cerámicas “impresas antiguas” (Bernabeu
y Molina, 2009) en contextos cardiales entre 5450-5300 cal BC, en la Cova de la Sarsa (García Borja y
Casanova, 2010), la Cova de l’Or (Martí et al., 1980; Martí, 1983; García Borja et al., 2011b) o la Cova de
les Cendres (Bernabeu et al., 2009b).
En Andalucía, los momentos finales del Neolítico antiguo se caracterizan por la asimilación en casi
todo el territorio de las producciones cerámicas impresas, incisas y almagras. En la Cueva de Nerja, el
Neolítico medio y el Neolítico final no quedan tan bien articulados en fases como el Neolítico antiguo,
si bien es indudable la ocupación de la cueva ligada a una intensa actividad agrícola, especialmente en el
Neolítico medio, que difiere del modelo de explotación de las grandes cuevas de hábitat valencianas, que
en estos momentos pasan a ser utilizadas como corrales (García Borja et al., 2011b). La tendencia evolutiva
de la cerámica en Nerja muestra cambios significativos en la vajilla, cuyo valor estrictamente funcional se
impone al estético, con una clara tendencia a la abertura de las formas que culminará en el Neolítico final.
9. CONCLUSIONES
Los datos presentados corroboran la antigüedad y extensión cronológica de la secuencia neolítica de
la Cueva de Nerja. Su ordenación ha permitido establecer diferentes fases de ocupación durante el
Neolítico: antiguo, medio y final, utilizándose cada sala en función de las necesidades de sus habitantes.
A su vez, se han diferenciado cuatro horizontes en el Neolítico antiguo: arcaico, inicial, pleno y final. El
Neolítico medio ha quedado dividido en dos fases más. Finalmente, unas ocupaciones eneolíticas que
se extienden hasta el horizonte de las cazuelas carenadas y que constituyen los momentos finales de la
secuencia de la Sala de la Mina.
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El conjunto cerámico de Nerja va ligado a una intensa ocupación, especialmente en el Neolítico antiguo
pleno y final, momento en el que la vajilla presenta mayor heterogeneidad, siendo la técnica de la impresión
sobre el cuerpo del vaso y sobre cordones la que presenta los porcentajes más elevados, seguida de la
almagra. Estas características están ya presentes en la fase inicial. Los datos plantean una escasa ocupación
durante los horizontes inicial y arcaico, sobre todo en comparación con el Neolítico antiguo pleno y final.
El horizonte arcaico presenta demasiadas incertidumbres, pues no existen elementos de comparación
en Andalucía y son todavía escasos a escala peninsular, resultando complicado su individualización
estratigráfica en cueva.
Las ocupaciones se prolongan durante el Neolítico medio, ligadas a una intensa actividad agraria,
al contrario de lo que se viene documentando en grandes cuevas habitadas intensamente durante el
Neolítico antiguo en el País Valenciano. Las cerámicas pierden vistosidad, imponiéndose la técnica de la
incisión sobre la impresión, hecho documentado en gran parte del ámbito mediterráneo. Las ocupaciones
en la Sala de la Mina finalizan en el Neolítico final, documentándose un buen número de vasos que
conforman una amplia y heterogénea vajilla, consolidándose los notables cambios tipológicos que se
inician en el Neolítico medio.
Las características propias del conjunto y su antigüedad, nos llevan a relacionarlo con la llegada por
vía marítima de grupos plenamente neolitizados, siendo imposible desligar una filiación mediterránea en
los orígenes de los niveles neolíticos de la Cueva de Nerja. Sin embargo, el estudio de la cultura material
no permite distinguir con claridad una filiación impressa ligur para estas primeras ocupaciones. Si a ello
añadimos que la tendencia evolutiva de la cerámica se aleja de la constatada en el País Valenciano y
tenemos en cuenta la imposibilidad de ligar las primeras ocupaciones de Nerja a un horizonte epicardial,
cabe admitir también como posible una vía de expansión desde el sur de Italia por la costa norteafricana,
que deberá ser contrastada en futuros trabajos.
Con los datos actuales, no es posible defender que el Neolítico antiguo medio-final de Carigüela equivale
al inicial de Nerja. Hasta que no se documenten yacimientos más antiguos, el foco de expansión hacia gran
parte del interior andaluz queda establecido en la costa malagueña. La constatación de la antigüedad y
continuidad de la secuencia, lo es también del Neolítico andaluz y la Cultura de las Cuevas definida en su
día por Muñoz, Asquerino, Gavilán o Pellicer y Acosta, si bien con importantes matices.
La influencia de otras tradiciones neolíticas será absorbida por esta Cultura de las Cuevas occidental
que también hemos denominado Neolítico de cerámicas Impresas-Almagras. A falta de mayores datos en la
bahía de Cádiz, la tradición cardial únicamente arraigaría en el entorno inmediato de la Cueva de Carigüela,
presentando en su fase epicardial igual o mayor número de similitudes con la tradición de cerámicas a la
almagra que con la valenciana.
La Cueva de Nerja forma parte de un conjunto mayor de yacimientos que parecen conformar una
Cultura Regional Neolítica cuyo origen, consolidación y expansión no supone alteraciones dentro del
modelo de referencia que explica la llegada del Neolítico a los diferentes puntos de la costa mediterránea.
La distribución de estos yacimientos neolíticos y su heterogeneidad recuerda al modelo de comunidades
propuesto para el País Valenciano. La Cueva de Nerja, como gran espacio habitado a lo largo de toda la
etapa neolítica, jugaría un papel importante en el desarrollo de esta cultura regional cuya expansión no solo
afecta al interior de Andalucía, sino también a la costa portuguesa y marroquí, conformando una cultura
material diferenciada de la cardial.
Si aceptamos que la cerámica cardial posee un alto valor identitario (Martí y Juan Cabanilles, 2002;
Martí, 2008; Martí, Capel y Juan Cabanilles, 2009), cabe plantearse si otras producciones cerámicas pueden
alcanzar un rango similar. Las producciones de Nerja, y de gran parte de Andalucía, abren esta segunda
posibilidad. La gran cantidad de yacimientos cuyos materiales son más afines a los descritos en Nerja que
al cardial, posibilita plantear la existencia de una entidad cultural de rango superior, diferenciada del cardial
franco-ibérico, que a su vez podría estar constituida por varias culturas regionales y a la que denominamos
Cultura de las Cuevas Andaluza.
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AGRADECIMIENTOS
Parte de las dataciones sobre fauna han contado con la financiación de la Fundação para a Ciência e Tecnologia,
Ministério da Educação e Ciência, República Portuguesa (SFRH/BD/44089/2008).
Las dataciones sobre cereales han sido financiadas por el proyecto de investigación “Origins and Spread of
Agriculture in the western Mediterranean region (ERC-2008-AdG 230561)” y “Stable isotopes in Mediterranean natural and agricultural ecosystems: from a mechanistic understanding of isotope fractionation processes in plants to the
application in paleoenvironmental research (DGI CGL2009-13079-C02-01)”.
A Michael P. Richards y Jean-Jacques Hublin, del Max-Planck Institute for Evolutionary Anthropology, el apoyo
económico y técnico para la realización de parte de las dataciones radiocarbónicas sobre fauna.
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La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
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Archivo de Prehistoria Levantina
Vol. XXX, Valencia, 2014, p. 81-131
Pablo GARCÍA BORJA a, Joan Emili AURA TORTOSA b,
Jesús F. JORDÁ PARDO c y Domingo Carlos SALAZAR-GARCÍA d
La cerámica neolítica
de la Cueva de Nerja (Málaga, España):
salas del Vestíbulo y la Mina
RESUMEN: La Cueva de Nerja es uno de los yacimientos arqueológicos de referencia a la hora de explicar
el Neolítico andaluz y peninsular. Partiendo de la caracterización de sus cerámicas, su estratigrafía y sus
dataciones radiocarbónicas, presentamos una propuesta de secuencia evolutiva neolítica. Dicha secuencia
se contextualiza en los marcos andaluz y peninsular, y también en un marco mediterráneo más amplio para
explicar la llegada del Neolítico a la costa malagueña. Asimismo, se da validez al concepto de Cultura de las
Cuevas, entidad arqueológica con la que tradicionalmente se ha relacionado la Cueva de Nerja.
PALABRAS CLAVE: Neolítico, secuencia cerámica, Andalucía, dataciones radiocarbónicas, Cultura de
las Cuevas.
Neolithic pottery from the Cave of Nerja (Málaga, Spain):
the ‘Vestíbulo’ and ‘Mina’ galleries
ABSTRACT: The Cave of Nerja is a key site for an understanding of the Neolithic period in the Iberian
Peninsula and specifically in Andalusia. In this paper we present the sequence for the Neolithic occupation
of the cave based on the study of pottery, the stratigraphy and radiocarbon dates. The occupation sequence
is contextualized in the regional area and we argue that neolithization was driven by a process with
distinctive Mediterranean traits. Moreover, we support that the concept of Culture of Caves is useful as an
archaeological entity and that the Cave of Nerja fits well in this framework.
KEY WORDS: Neolithic, pottery sequence, Andalusia, radiocarbon dating, Culture of Caves.
a
b
c
d
Investigador independiente.
paucanals@hotmail.com
Departament de Prehistòria i Arqueologia, Universitat de València.
emilio.aura@uv.es
Departamento de Prehistoria e Historia Antigua, Universidad Nacional de Educación a Distancia-Madrid.
jjorda@geo.uned.es
Department of Human Evolution, Max-Planck Institute for Evolutionary Anthropology.
Department of Archaeology, University of Cape Town.
Departament de Prehistòria i Arqueologia, Universitat de València.
domingo_carlos@eva.mpg.de
Recibido: 10/03/2014. Aceptado: 27/03/2014.
[page-n-82]
82
P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
1. INTRODUCCIÓN
Las intervenciones arqueológicas realizadas en la Cueva de Nerja a lo largo de la segunda mitad del siglo XX
constituyen un referente a la hora de valorar la aparición del Neolítico en el sur de la península Ibérica. De
hecho, la interpretación de la documentación obtenida ha abierto diversos debates que siguen manteniendo
actualidad. En este contexto, los estudios que se vienen realizando sobre los materiales arqueológicos
recuperados en las intervenciones dirigidas por F. Jordá Cerdá en las salas del Vestíbulo y la Mina, entre los
años 1979-1987, aportan importantes datos a esta discusión.
En este trabajo se presentan los resultados del estudio de los materiales cerámicos procedentes de la Sala
de la Mina y los nuevos recuentos establecidos tras la revisión de un mayor número de materiales de la Sala
del Vestíbulo. En la medida de lo posible, estos materiales han sido equiparados a los de los cortes NM80A
y NM80B de la Sala de la Mina, en su momento publicados por M. Pellicer y P. Acosta (1997), parte de los
cuales también hemos examinado. La puesta en común del estudio cerámico, la secuencia estratigráfica y
las dataciones radiocarbónicas ha permitido establecer una propuesta de periodización para el Neolítico de
Nerja. En todo momento se ha intentando discriminar aquellos aspectos de la cultura material que podrían
no encontrarse en su posición originaria, así como correlacionar las ocupaciones de las salas del Vestíbulo
y la Mina, entendidas como espacios de un mismo hábitat.
Una vez expuestos los datos, pasaremos a revisar el marco de aparición de las primeras producciones
cerámicas de Nerja en el proceso de expansión del Neolítico en el Mediterráneo occidental, valorando su
aportación al Neolítico andaluz y más concretamente al de la costa malagueña.
2. LA CUEVA DE NERJA
Está situada en el extremo occidental de la provincia de Málaga, cerca del pueblo de Maro, término
municipal de Nerja (fig. 1A). Sus galerías externas contienen una importante secuencia litoestratigráfica
y arqueológica (salas de la Torca, la Mina y el Vestíbulo), abarcando el Pleistoceno superior final y gran
parte del Holoceno (Jordá Pardo y Aura, 2008). Esta secuencia está distribuida en las diferentes salas de
la cueva y plantea una cuestión que no conviene olvidar: se trata de un único yacimiento y las diferencias
que se aprecian entre los depósitos conservados en sus salas, contemporáneos en términos geológicos y
arqueológicos, deben ser vinculadas al uso de un gran espacio.
Los materiales que se presentan de las salas de la Mina y el Vestíbulo corresponden a las campañas de
1982 a 1985. La cerámica de la Sala del Vestíbulo ha sido objeto de publicaciones detalladas (García Borja
et al., 2010 y 2011a), por lo que en este trabajo expondremos los datos que han sufrido alguna modificación
estadística o tipológica. Las cerámicas de la Sala de la Mina se ofrecen con detalle por primera vez.
La Cueva de Nerja cuenta con una amplia serie de dataciones radiocarbónicas (Jordá Pardo y Aura, 2008).
En este trabajo únicamente se considerarán las realizadas por AMS sobre restos singulares identificados como
domésticos y que ofrecen un margen de error inferior a 100 años (tabla 1). De toda la serie obtenida, se ha
separado la fecha proveniente de un resto de ovicaprino de NM-8 (OxA-X-2457-57) por no ser coherente ni
con la sucesión estratigráfica ni con el contexto arqueológico (Aura et al., 2013). Sí incluimos el resultado de
una semilla fechada en NV-2 (Beta-284149), aunque tras el estudio estadístico y comparativo de las cerámicas
de esta sala (Vestíbulo) con las de la Mina y la relación de fechas sobre fauna de la propia Sala del Vestíbulo,
es evidente que no puede ser considerada válida a la hora de acotar su contexto material. Sin embargo, esta
última fecha refuerza la hipótesis que apunta a una ocupación de la Sala del Vestíbulo durante el Neolítico
medio, de la que no nos ha quedado rastro más allá de algunos elementos de la cultura material de fácil
percolación estratigráfica. Las fechas obtenidas presentan una gradación coherente que, de algún modo,
refuerza la secuencia de fases de ocupación de Nerja que aquí se propone.
APL XXX, 2014
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La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
83
Fig. 1. Localización geográfica de la Cueva de Nerja y planta del primer tramo (A). Planimetría de las salas de la Mina,
el Vestíbulo y la Torca con zonas de excavación (B). Secuencia estratigráfica de los cuadros F5/E5 de la sala de la Mina
y B5/C4 de la Sala del Vestíbulo (C).
APL XXX, 2014
[page-n-84]
84
P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
Tabla 1. Dataciones radiocarbónicas AMS sobre elemento identificado como doméstico de las salas de la Mina y el
Vestíbulo calibradas a 2 sigmas mediante curva INTCAL 2013 (Reimer et al., 2013), utilizando el software CalPal
(versión 2013) (Weniger y Jöris, 2004).
Estrato
Soporte
Ref. Lab.
Fecha BP
SD
Cal. BC (95%)
Cal. BP (95%)
NM-5
Ovis/Capra
OxA-26077
5998
31
4990 - 4790
6940 - 6740
NM-5
NM-5
Hordeum sp
Beta-284147
6070
40
5100 - 4860
7050 - 6810
Ovis aries
OxA-26078
6149
31
5250 - 4970
7200 - 6920
NM-6
Ovis/Capra
OxA-26079
6207
32
5290 - 5010
7240 - 6960
NM-7
Ovis/Capra
OxA-26080
6196
31
5260 - 5020
7210 - 6970
NM-7
Ovis/Capra
OxA-26081
6219
33
5330 - 5010
7280 - 6960
NM-8
Ovis/Capra
OxA-26082
6214
35
5330 - 5010
7280 - 6960
NM-9
Ovis/Capra
OxA-26084
6254
33
5320 - 5160
7270 - 7110
NM-10
Ovis/Capra
OxA-26085
6342
37
5410 - 5250
7360 - 7200
NM-12
Ovis/Capra
OxA-26086
6466
33
5510 - 5350
7460 - 7300
NV-2
Hordeum vulgare
Beta-284149
5050
40
3990 - 3710
5940 - 5660
NV-2
Ovis/Capra
MAMS-20437
6185
21
5230 - 5030
7180 - 6980
NV-3
Ovis aries
Beta-369357
6300
40
5350 - 5190
7300 - 7140
NV-3 (fosa)
Ovis aries
Beta-131577
6590
40
5620 - 5460
7570 - 7410
3. LA SALA DEL VESTÍBULO
La Sala del Vestíbulo ocupa el extremo meridional de una amplia boca en forma de media luna que permitía
el acceso a las primeras salas (fig. 1B). Debido a las transformaciones producidas desde 1959 para facilitar
los accesos turísticos a las galerías interiores, resulta difícil reconstruir el talud, los posibles colapsos y
la topografía de todo el arco exterior. Posiblemente estas obras pudieron sellar el yacimiento externo,
como ya hemos señalado en alguna ocasión (Aura et al., 2010a). Definida la secuencia litoestratigráfica y
arqueológica holocena, no parece necesario extendernos en este punto.
Únicamente recordar que la cerámica se documentó en cuatro niveles (fig. 1C). El primero fue
considerado como superficial por ser el que encontramos en planta una vez retirado parte del sedimento de
la sala (NV-1), si bien la mayoría del material cerámico puede adscribirse al Neolítico antiguo. El segundo
sólo presentaba materiales arqueológicos del Neolítico antiguo (NV-2). En el tercero (NV-3), junto a los
materiales arqueológicos de indudable adscripción neolítica, se documentan otros de filiación epipaleolítica
y mesolítica, cuya presencia se considera intrusiva como consecuencia del contacto irregular entre NV-3 y
NV-2 (Aura et al., 2009; Aura et al., 2010a). En definitiva, las primeras evidencias neolíticas corresponden
a los materiales incluidos en una fosa que corta NV-4 y que finalmente hemos constatado que arranca de
NV-3 y no de NV-2, como habíamos publicado en un primer momento. De esta fosa procede un resto de
Ovis aries cuya datación mediante AMS ha proporcionado la fecha de 6590±40 BP (Beta-131577), que
calibrada a dos sigmas mediante la curva INTCAL 2013 (Reimer et al., 2013), incluida en el software
CalPal versión 2013 (Weniger y Jöris 2004), nos ofrece una horquilla de 5620-5460 cal BC. En este trabajo
se presenta una nueva datación AMS realizada sobre una fragmento de epífisis distal de un radio de Ovis
aries aparecido en la capa NV-3, con resultado de 6300±40 BP (Beta-369357), y cuya calibración a dos
sigmas ofrece los límites de 5350-5190 cal BC.
APL XXX, 2014
[page-n-85]
La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
85
3.1. La cerámica de la Sala del Vestíbulo
El total de fragmentos analizados respecto de los anteriores trabajos (Aura et al., 2005; García Borja et al.,
2010 y 2011a) ha sufrido variaciones significativas. Ello se debe a la revisión que hemos realizado de parte
de la colección de Nerja depositada en el Museo Arqueológico de Málaga, que ha ocasionado cambios
en los porcentajes de cerámicas decoradas, especialmente en las almagras. Además, creemos conveniente
definir de forma más específica el tipo de decoraciones, pues algunas técnicas sólo aparecen en momentos
puntuales de la secuencia neolítica de la cueva. La clasificación tipológica de algunos recipientes también
Tabla 2. Técnicas decorativas de la Sala del Vestíbulo.
NV-1
Cordones lisos
Cordones impresos
Impresiones concha no dentada
Impresiones punta múltiple
Impresiones punzón romo
Impresiones punzóm afilado obícuo
Impresiones espatula
Impresiones instrumento dos puntas
Impresiones indeterminadas
Incisiones
Almagras
Labios impresos
Incrustación pasta roja
Incrustación pasta blanca
Técnicas decorativas
Fragmentos decorados
Total fragmentos
14
26%
1
NV-2
2
1%
48
24%
2
NV-3
1
1%
23
28%
2
NV-4
Limp.
-
-
1
3
9%
-
2%
1%
2%
100%
1
1
-
-
-
-
-
-
2%
5
9%
2
4%
6
11%
1
2%
6
11%
6
11%
8
15%
4
17
8%
6
3%
12
6%
7
3%
3
1%
20
10%
60
30%
6
3%
17
7
9%
2
2%
3
4%
2
2%
1
1%
12
15%
15
19%
5
6%
8
-
2
18%
1
9%
-
-
-
-
-
2
18%
-
-
-
-
-
3
3
1%
88
25%
6
2%
2
1%
29
8%
10
3%
22
6%
9
3%
5
1%
40
12%
81
23%
19
6%
32
7%
8%
10%
-
1
-
-
-
-
81
1
-
3%
58
1
-
2%
100%
17
1448
54
16%
45
16%
575
40%
202
58%
165
60%
590
41%
23%
21%
253
17%
13
1%
27%
Total
11
6
1%
9%
1
347
100%
275
100%
APL XXX, 2014
[page-n-86]
86
P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
Fig. 2. Selección de fragmentos decorados de NV-1.
Fig. 3. Selección de fragmentos decorados de NV-2.
APL XXX, 2014
[page-n-87]
La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
87
ha sufrido modificaciones. Ello se debe a la utilización de una tabla tipológica que consideramos más
operativa (García Borja et al., 2011b; García Borja y Pérez Jordà, 2012), con variaciones respecto de la
utilizada en anteriores trabajos (Bernabeu et al., 2009a).
Se han analizado 1.448 fragmentos cerámicos, repartidos del siguiente modo: 575 fragmentos en NV-1,
590 en NV-2, 253 en NV-3 y 13 en NV-4 (fosa), a los que se suman 17 fragmentos procedentes de diferentes
limpiezas. A excepción del apartado de técnicas decorativas (tabla 2), las características formales del conjunto
no han sufrido variaciones importantes respecto de lo ya publicado. El cambio más significativo en las
decoraciones (figs. 2, 3 y 4) viene motivado por el aumento porcentual de cerámicas a la almagra desde los
inicios de la secuencia. Ello provoca que sus porcentajes se igualen con los de impresiones sobre el cuerpo
del vaso y cordones. Sigue sin documentarse la técnica de la impresión cardial en la sala, siendo mayoritarias
las realizadas con instrumentos apuntados en diferente posición. También destaca la inexistencia de cerámicas
impresas con gradina hasta NV-1 (fig. 2, 3). La revisión de los casos inventariados como impresiones con
instrumento de punta múltiple no ha permitido identificar la presencia de impresiones de este tipo en NV-2 y
NV-3. Se ha clasificado un fragmento en NV-2 (fig. 3, 12), si bien la técnica es impresión y leve arrastre, no
descartando que se trate de una sucesión de impresiones con instrumento de punta única.
Por lo que respecta al estudio de los vasos, finalmente el número mínimo ha quedado establecido en
50 (tabla 3). Los vasos cerámicos de la Sala del Vestíbulo presentan una tecnología con grosor de paredes
medio y fino, y superficies en su mayoría erosionadas. La colección cerámica viene marcada por el alto
grado de fragmentación de las piezas, lo que ha provocado que 17 individuos (35,4% de los vasos) queden
encuadrados en la Clase F de recipientes indeterminados.
La imagen que se desprende es la de una vajilla heterogénea, con preferencia por los recipientes
hemisféricos simples pertenecientes a la Clase B y con poca representación de contenedores medios y grandes
de la Clase C (grupos 14 y 15).
Fig. 4. Selección de fragmentos decorados de NV-3 y NV-4.
APL XXX, 2014
[page-n-88]
88
P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
Tabla 3. Grupos tipológicos clasificados en la Sala del Vestíbulo aplicando nuestra tabla
tipológica de referencia (García Borja y Pérez Jordà, 2012).
NV-1
NV-2
NV-3
NV-4
2
-
-
-
2
Cuencos abiertos (B.6.I)
-
3
2
-
5
Cuencos cerrados (B.6.II)
1
5
2
-
8
Jarras (C.10.I)
-
1
-
-
1
Pitorros (C.10.III)
1
-
2
-
3
Cubiletes (C.11.II)
-
2
-
-
2
Cántaros (C.12.I)
2
-
1
-
3
Ollas simples (C.13.I)
-
2
-
-
2
Ollas con borde (C.13.III)
1
3
-
-
4
Contenedores (C.14.I)
-
1
-
-
1
Botellitas (D.16)
-
2
-
-
2
Microvasos (D.18)
-
1
-
1
2
Indeterminados (Clase F)
4
7
6
-
17
Total
11
27
13
1
52
Escudillas (A.2)
Total
4. LA SALA DE LA MINA
Presenta una longitud máxima de 15 m y anchura de 10 m, alcanzando una altura que oscila entre los 2 y
los 0,5 m. Su forma es irregular, aunque sensiblemente rectangular. El acceso actual a la Sala de la Mina
se realiza por la escalera que sirve de salida al recorrido turístico. Desde esta sala se accede directamente
a la Sala de la Torca, pero, en la actualidad, carece de acceso directo practicable a la del Vestíbulo, a la
que se llega desde la escalera de entrada al circuito de visita. A la Sala de la Mina, y muy probablemente
también a la del Vestíbulo, se podía acceder desde el exterior en época neolítica, pues todavía no se habían
depositado los coluviones y el caos de bloques que, procedentes de la ladera, fueron cerrando la boca
durante el Holoceno.
La pared suroeste está constituida por formaciones columnares antiguas y recientes que fosilizan
una serie de derrubios procedentes de la primitiva entrada a la sala. La pared noreste es una superficie
rocosa cóncava que desciende hasta el centro de la sala y queda revestida en su parte superior por una
brecha encostrada en las últimas etapas del Holoceno, mientras que en su parte más basal aparecen coladas
estalagmíticas anteriores a los depósitos que rellenan la sala. Su techo es plano y está constituido por
una concreción tabular de unos 30 cm de espesor máximo, laminada y continua, que alterna con zonas
de mármoles diaclasados, apareciendo en algunos puntos restos de la brecha antigua formada por clastos
angulosos de mármol rodeados por un cemento rosáceo. Las formas de reconstrucción litoquímica son
escasas y consisten en formaciones columnares antiguas muy degradadas y estalactitas de pequeña entidad
asociadas a fracturas de techo. Esta sala se encuentra rellenada de depósitos arqueológicos que tienen una
potencia máxima visible de 4-5 m, sin conocerse hasta el momento su sustrato rocoso (Jordá Pardo, 1986).
En su extremo sureste encontramos una estrecha abertura desarrollada en plano inclinado que alcanza la
escalera actual por la que, tras 10 m de angosto recorrido, comunica con la Sala del Vestíbulo y la Sala del
Colmillo (Jordá Pardo, 1986).
APL XXX, 2014
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La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
89
4.1. Secuencia sedimentológica-litoestratigráfica
Los depósitos holocenos conservados en la Sala de la Mina poseen una complejidad ligada a la intervención
de procesos erosivos. El corte estratigráfico efectuado en la sala del que provienen los materiales que
presentamos tiene una potencia de 3,50 m, sin alcanzar la roca del sustrato. Se compone de 19 niveles
estratigráficos y siete unidades litoestratigráficas (Jordá Pardo, Aura y Jordá Cerdá, 1990; Aura et al.,
2010b) que definen los grandes eventos de sedimentación (fig. 1C).
El muro de los niveles neolíticos puede ser descrito a partir de la arroyada identificada como NM-13,
sobre la que se reconoció un nivel de dispersión desigual con morfotipos líticos, óseos y elementos de adorno
epipaleolíticos y mesolíticos (NM-12). El siguiente nivel estaba afectado por intrusiones y alguna madriguera
que incluían materiales neolíticos (NM-11, y también NM-10 en alguna de las cuadrículas). Este contexto
arqueoestratigráfico puede ser considerado similar a las fosas excavadas en NV-4, aunque la documentación
no es tan resolutiva (Aura et al., 2009 y 2013). Las intrusiones de NM-11 y NM-10 incluyen los primeros
restos neolíticos de la sala (Aura et al., 2010a). A partir de este momento las interrupciones en el registro son
apenas perceptibles hasta NM-6, donde se documenta una cicatriz erosiva que da paso a la última unidad
sedimentaria. A techo de esta cicatriz se encuentran las últimas ocupaciones neolíticas, selladas por una brecha
coronada por una corteza estalagmítica desarrollada al final del Subboreal o hacia el cambio de era.
4.2. La cerámica de la Sala de la Mina
El volumen de material analizado para la sala es de 4.107 fragmentos repartidos de la siguiente forma:
144 en NM-2, 76 en NM-3, 146 en NM-4, 33 en NM-4/5, 373 en NM-5, 183 en NM-6, 691 en NM-7, 901
en NM-8, 694 NM-9, 194 en NM-10, 89 NM-11 y 583 en lo que hemos denominado “otros”, campo que
agrupa las diferentes limpiezas de perfil y los restos recuperados en 1983 tras el derrumbe de una gran losa
en la zona de excavación que afectó a los perfiles neolíticos.
Se ha podido revisar completamente el material de NM-11 a NM-7, mientras que el resto de niveles
queda representado por una selección entre la que no se encuentran los fragmentos informes. Considerando
el porcentaje de labios aparecidos en las capas en las que no hemos podido revisar todos los fragmentos, se
calcula que la colección que presentamos ascendería a más de 7.000 fragmentos.
Se han inventariado 941 fragmentos con labio, siendo los redondeados los mejor representados (tabla
4). También aparecen labios planos, biselados y engrosados. Como hecho más significativo, cabría destacar
el porcentaje de labios biselados en NM-6 y NM-7, así como la buena representación de los engrosados
dobles en NM-4 y NM-4/5. Los labios engrosados internos almendrados, asociados a platos, escudillas y
fuentes de borde vuelto, se concentran en NM-2.
Se han identificado 831 fragmentos de borde (tabla 5), siendo los no diferenciados los más abundantes,
seguidos de los salientes, rectos y vueltos. Por capas, existen algunas variaciones porcentuales significativas,
ya que en NM-6 y NM-7 el número de bordes no diferenciados decrece, alcanzando los salientes y rectos
su mayor representación. Desde NM-5, el porcentaje de estos últimos disminuye, documentándose ahora
bordes vueltos, que en NM-2 aparecen mejor representados.
De las 36 bases identificadas (tabla 6), 10 han quedado clasificadas como convexas y 14 como planas
(10 aplanadas y 4 de pie macizo). También se han catalogado dos bases cóncavas. Por niveles, destaca el
cambio observado en NM-2, que sólo presenta bases aplanadas en número superior al resto de niveles. Las
únicas bases de tendencia cónica se han documentado en NM-4.
Se han contabilizado 580 elementos de prensión, 50 de los cuales son arranques de asa que no han
podido ser clasificados (tabla 7). Por niveles, es NM-5 el que mayor número de elementos de prensión
concentra, vislumbrándose un claro retroceso desde este momento. Los niveles NM-9 a NM-6 reúnen
gran parte de estos elementos, siendo NM-8 el segundo nivel con mayor representación. Los cordones son
APL XXX, 2014
[page-n-90]
90
P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
Tabla 4. Fragmentos de la Sala de la Mina con labio redondeado (1), plano (2), biselado (3), engrosado interno (4),
engrosado externo (5) y engrosado doble (6). El valor 1.1 corresponde a los labios redondeados con resalte u ondulación.
1
NM-2
NM-3
NM-4
NM-4/5
NM-5
NM-6
NM-7
NM-8
NM-9
NM-10
NM-11
Otros
Total labios
78
79%
42
79%
73
78%
18
86%
1.1
-
168
13
57
5
76
9
90
7
75
3
10
3
11
3
70
6
768
49
79%
78%
84%
86%
85%
77%
100%
86%
82%
2
5
5%
6
11%
2
3
7
7%
1
2%
8
2%
9%
-
-
13
6%
6
8%
1
1%
4
4%
5
6%
2
12
6%
8
11%
9
10%
4
4%
2
2%
1
15%
8%
-
-
2
2%
46
5%
4
5%
56
6%
4
2
2%
2
1%
2
2%
1
5
6
6%
4
8%
10
11%
3
14%
16
7%
2
3%
3
3%
4
4%
4
6
1
1%
3
1%
1
1%
1
1%
1
1%
5%
1%
-
-
-
-
-
-
7
1%
3
4%
55
6%
2
2%
9
1%
Total labios
Total frag.
99
144
53
76
93
146
21
33
214
373
73
183
90
691
105
901
88
694
13
194
11
89
81
583
941
4107
11%
6%
10%
2%
23%
8%
10%
11%
9%
1%
1%
9%
100%
los más utilizados, seguidos de asas de cinta, asas anulares y mamelones. Por niveles, destaca la elevada
proporción de cordones de NM-11 a NM-6. Desde este nivel, el porcentaje decrece, pasando en NM-4 a ser
éstos poco significativos, erigiéndose los mamelones como elemento de prensión más característico. Las
asas de cinta aparecen a lo largo de todo el Neolítico antiguo (NM-11 a NM-5). En NM-5 alcanzan notable
representación, si bien se detecta su progresiva desaparición en NM-4. Las grandes asas de cinta con resalte
basal aparecen en NM-9 y NM-8. Las asas anulares están presentes a lo largo de toda la secuencia neolítica,
si bien es en su fase final cuando ofrecen mayores porcentajes. Entre las particularidades a resaltar:
los mangos de vasos sólo aparecen al final de la secuencia en NM-4 y NM-3; los únicos agujeros de
suspensión asociados a un cuello se dan en NM-9; no se han documentado asas planas de tipo cazoleta en
los niveles del Neolítico antiguo; por último, las asas pitorro se constatan en el Neolítico antiguo y medio,
no documentándose ningún ejemplar desde NM-4/5.
Técnicas decorativas
Se han contabilizado un total de 901 decoraciones sobre 728 fragmentos decorados (tabla 8; fig. 5 a 13).
La técnica mejor representada es la impresión, alcanzando mayor significación sobre cordones que sobre
cuerpos o labios.
APL XXX, 2014
[page-n-91]
La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
Tabla 5. Fragmentos de la Sala de la Mina con borde no
diferenciado (0), recto (1), saliente (2) y vuelto (3).
0
NM-2
NM-3
NM-4
N M 4/5
NM-5
NM-6
NM-7
NM-8
NM-9
NM-10
NM-11
Otros
Total
65
77%
35
71%
52
61%
16
76%
105
55%
25
41%
42
48%
62
64%
50
64%
4
67%
5
63%
37
58%
498
60%
1
6
7%
3
6%
10
12%
3
14%
28
15%
14
23%
16
18%
20
21%
10
13%
2
25%
6
9%
118
14%
2
9
11%
10
20%
22
26%
2
10%
56
29%
22
36%
27
31%
15
15%
18
23%
2
33%
1
13%
20
31%
204
25%
3
4
5%
1
2%
1
1%
2
1%
2
2%
1
2%
11
1%
Tot. bordes
91
Tabla 6. Bases convexas (1), cóncavas (3), planas
aplanadas (4.1) y planas de pie macizo (4.2).
Tot. frag.
1
84
144
NM-2
49
76
NM-3
85
146
NM-4
21
33
NM-5
191
373
NM-6
61
183
NM-7
87
691
NM-8
97
901
NM-9
78
694
Otros
6
194
Total
8
-
-
-
Total
4107
10%
6%
10%
3%
23%
7%
10%
11%
9%
1%
1%
8%
99%
3
4
4.2
583
831
-
4.1
89
64
3
100%
1
100%
-
-
-
1
-
-
-
-
75%
1
50%
1
33%
3
75%
2
50%
10
38%
1
50%
2
8%
1
1
25%
2
33%
67%
-
-
2
67%
2
50%
10
39%
1
25%
4
15%
4
15%
1
4%
4
15%
1
4%
3
12%
2
8%
3
12%
4
15%
4
15%
26
100%
Los cordones impresos aparecen a lo largo de toda la secuencia, concentrándose en número y porcentaje
entre NM-9 y NM-5, siendo menos significativa su presencia en el resto de niveles. Los cordones lisos,
en cambio, aparecen de forma más modesta. La frecuencia de impresiones sobre el cuerpo del vaso varía
a lo largo de la secuencia, perdurando en el Neolítico medio (NM-4 y NM-3). Dentro de las impresiones
(tabla 9), las realizadas con punzón son las más abundantes, concentrándose entre NM-9 y NM-5. Las
impresiones con gradina ocupan el segundo lugar en representación. Aparecen en NM-9 y NM-8, si bien la
gran mayoría de fragmentos pertenecen a dos únicos vasos.
Solo un ejemplar presenta impresiones pivotantes realizadas con concha no dentada en NM-10 (fig. 13,
6). Al igual que en la vecina Sala del Vestíbulo, aparece en los niveles antiguos de la secuencia. A estas
decoraciones pivotantes con instrumento curvo no dentado también nos referiremos como impresiones en
rocker. Junto al ejemplar con rocker de NM-10, hallamos dos fragmentos pertenecientes a un mismo vaso
decorados con impresiones de pequeña concha dentada que finalmente hemos clasificado como cardiales (fig.
13, 3 y 5). Además de estos fragmentos, existe otro en NM-11 que incluso valoramos pudiera ser cardial (fig.
13, 11), aunque se ha clasificado finalmente como impresión indeterminada. La categoría indeterminados
agrupa una serie de impresiones cuya matriz no ha podido ser correlacionada con un instrumento concreto.
También se han identificado impresiones de espátula, digitaciones, impresiones de tubo y de punto y raya (fig.
10, 4 y 13; fig. 8, 4), que no deben confundirse con el boquique y sus derivados (Alday y Moral, 2011).
APL XXX, 2014
[page-n-92]
92
P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
Tabla 7. Sala de la Mina. Elementos de prensión: cordones (1), mamelones (3), mamelones perforados (4), lengüetas
(5), perforaciones de suspensión bajo el labio (6), asa pitorro (7), asa de túnel (8), mangos (9), asa plana tipo cazoleta
(10), asa de cinta (11), asa de cinta con resalte basal (13), asa anular (15) asa bi o trilobulada (16) y arranque de asa (17).
1
NM-2
NM-3
NM-4
NM-4/5
NM-5
NM-6
NM-7
NM-8
NM-9
NM-10
NM-11
Otros
Total
2
10%
2
18%
1
7%
4
36%
42
33%
17
40%
36
52%
77
65%
73
77%
8
67%
3
60%
31
56%
296
51%
3
10
50%
4
36%
1
4
1
7%
7%
-
-
15
12%
4
10%
5
7%
5
4%
2
1
2%
1
1%
6
2%
6%
-
-
1
20%
5
9%
55
9%
9
2%
5
1
5%
3
20%
1
9%
6
5%
6
14%
7
10%
10
8%
1
1%
2
17%
1
20%
3
5%
41
7%
6
7
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
1
1
8
4
20%
2
1%
2%
-
-
1
1%
1
1%
1
9
1
9%
1
7%
-
10
1
5%
1
1%
-
-
-
-
-
-
-
-
-
1
1%
2
2%
1%
1%
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
1
-
1%
9
2
-
4
2%
1
2%
3
1%
11
13
-
-
2
18%
5
45%
21
17%
2
5%
7
10%
11
9%
4
4%
1
8%
5
9%
58
10%
2
2%
1
15
1
5%
2
18%
4
27%
1
9%
19
15%
4
10%
6
9%
4
3%
3
16
4
3%
1
1%
-
1%
3%
-
-
-
-
-
-
3
1%
3
5%
47
8%
5
1%
17
1
5%
4
27%
15
12%
8
19%
6
9%
5
Total
Frag.
20
144
11
76
15
146
11
33
126
373
42
183
69
691
119
901
95
694
12
194
5
89
55
583
580
4107
3%
2%
3%
2%
22%
7%
12%
4%
21%
3
3%
1
16%
8%
7
13%
50
9%
2%
1%
9%
100%
La incisión está presente a lo largo de toda la secuencia, dándose en mayor porcentaje desde NM-4.
De los 147 fragmentos incisos recuperados en estratigrafía, 37 se encuentran combinados con la técnica de
la impresión. Las cerámicas inciso-impresas no hacen su aparición hasta NM-9. Su porcentaje es siempre
menor al de las incisas no combinadas hasta NM-5. En NM-4/5 y NM-4 no se han documentado cerámicas
inciso-impresas, apareciendo de nuevo un fragmento en NM-3 y dos en NM-2.
Otra de las técnicas que aparece en elevado porcentaje es el tratamiento a la almagra (fig. 7, 30 y 31;
fig. 8, 1 a 3; fig. 11, 4, 7, 10 y 28; fig. 12, 2; fig. 13, 10). Esta técnica alcanza su mayor representación
porcentual en NM-7. La ausencia de esta técnica en NM-4/5 a NM-3 debe ser valorada de forma más
detallada. Los fragmentos que hemos revisado de estos estratos corresponden en su mayoría a una selección
de formas y decoraciones realizada tras la excavación. En recientes revisiones sobre fragmentos informes
que se encuentran en el Museo Arqueológico de Málaga se ha detectado que esta selección no siempre es
completa, inventariándose nuevos fragmentos a la almagra tanto en Mina como en Vestíbulo. Por tanto,
aunque es incuestionable el decrecimiento porcentual de esta técnica y su menor calidad en los momentos
finales del Neolítico antiguo (fig. 7, 30 y 31), en próximas revisiones los porcentajes posiblemente variarán.
El tratamiento a la almagra puede aparecer combinado con labios impresos, cordones lisos y, sobre todo,
con incisiones e impresiones.
APL XXX, 2014
[page-n-93]
93
La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
Tabla 8. Sala de la Mina. Técnicas decorativas esenciales: mamelones (1), cordones lisos (2.1), cordones
impresos (2.2), impresiones (3/4), incisiones (5), peinada (7), almagra (8), pintada (9), labios impresos (10)
y relleno de colorante (11).
1
NM-2
NM-3
NM-4
NM-4/5
NM-5
-
NM-7
NM-8
NM-9
NM-10
NM-11
Otros
Total
13%
-
-
-
-
6
4%
NM-6
2.1
1
1
1%
7
1%
3
2.2
1
3/4
1
5
3
7
1
13%
13%
38%
2
4
10
1
4
52%
2
35
40
9
8
3%
6
27%
2
22%
15
22%
76
8%
2
8
1
19
5%
-
17
23
2
-
13
20%
2%
-
1
40%
7
-
59%
10%
14%
-
56%
39%
13%
12
24%
34
29%
70
38%
65
28%
2
9%
1
11%
16
23%
224
25%
24%
8
16%
27
23%
50
28%
13
27%
16
14%
25
27%
13%
59
17
25%
7
32%
1
11%
12
17%
221
25%
7%
3
14%
1
11%
7
10%
154
17%
-
22%
3%
13%
9
-
11%
30%
16%
-
8
1
3%
17%
1
2%
5
1%
6%
7
14%
31
26%
21
11%
49
21%
2
22%
12
17%
131
15%
2
2%
2
-
10
1
13%
1
6%
1
3%
11
-
-
-
6
5
4%
2
4%
3
3%
7
3%
3
3%
4
Total
8
1%
18
Frag. dec.
6
Frag.
144
17
76
1%
2%
2%
33
32
4%
10
4%
10
1%
1%
144
124
16%
49
5%
118
13%
186
183
103
691
144
901
14%
21%
20%
16
21
235
160
1
5%
1
11%
5
7%
44
5%
3
14%
1
11%
37
4%
26%
22
2%
9
1%
69
8%
901
100%
373
43
6%
2%
9%
33
17%
4%
7%
146
694
22%
18
194
7
89
64
583
728
4107
3%
1%
9%
100%
La utilización de colorante rojo en la decoración de los vasos cerámicos queda también constatada
con la utilización de pasta roja en el relleno de incisiones e impresiones, muy mayoritarias. 37 fragmentos
conservan restos de colorante rellenando el negativo de las decoraciones, todos de color rojo excepto
tres que presentan colorante blanco en NM-5, NM-7 y NM-11. El fragmento de NM-11 muestra también
tratamiento a la almagra (fig. 13, 10), con lo que la pasta blanca le confiere una mayor vistosidad.
Otra de las técnicas que aparece a lo largo de toda la secuencia es la impresión en los labios. Las matrices
resultantes son diversas, pudiendo interpretarse algunas como incisiones o impresiones con instrumento de
más de una punta. Se concentran entre NM-9 y NM-5. La combinación entre labios y cordones impresos
sólo se documenta en NM-9 y NM-8, ocupando un 65% de los fragmentos con labio impreso en NM-9.
Por último, destacar la presencia testimonial de decoración con mamelones en seis fragmentos de NM-5
y otro aparecido en las limpiezas del derrumbe de 1983, de dos fragmentos decorados con pintura negra en
NM-7 (fig. 9, 7) y de cinco fragmentos con superficies peinadas en NM-5 (fig. 7, 25), NM-4 (fig. 6, 2 y 3),
NM-3 (fig. 5, 10) y “Otros”. Además, en NM-3 existen superficies peinadas con una técnica poco cuidada.
Se trata de un tratamiento cuya ejecución nos recuerda a la que se documenta en el este peninsular durante
el Neolítico medio, si bien la matriz resultante es más profunda y menos cuidada.
APL XXX, 2014
[page-n-94]
94
P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
Tabla 9. Sala de la Mina. Decoraciones impresas: cardial (3.1), concha no dentada (4.1), gradina (4.2), punzón
en posición vertical (4.3.1), punzón en posición oblicua (4.3.2), punto y raya (4.4), espátula (4.5), digitaciones/
ungulaciones (4.6), tubo (4.7), indeterminadas (4.8), indeterminables (4.9).
3.1
NM-2
4.3.1
4.3.2
4.4
4.5
4.6
4.7
4.8
4.9
1
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
NM-9
-
-
NM-8
-
-
NM-7
-
-
NM-6
-
-
NM-5
-
-
NM-4/5
-
-
NM-4
-
2
1
5
10%
19
32%
-
29%
14%
-
-
-
-
-
-
2
1
-
11%
NM-11
Otros
Total
4.2
-
NM-3
NM-10
4.1
1%
24
2
50%
3
23%
3
75%
9
26%
1
13%
8
30%
11
22%
28
47%
1
14%
5
42%
72
33%
1
25%
4
31%
17
49%
3
38%
9
33%
18
36%
5
8%
3
38%
1
4%
2
4%
-
2
2
15%
1
6%
3%
-
-
1
4%
3
6%
5
2
4%
2
8%
3%
2
6%
1
13%
1
4%
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
4
33%
61
28%
6
3%
11
5%
Fig. 5. Selección de fragmentos de NM-2 (1-4) y NM-3 (5-11).
APL XXX, 2014
1
25%
8
4%
4
2%
1
8%
1
25%
3
3
23%
1
9%
3%
-
-
7
26%
6
3
12%
6%
-
-
3
43%
1
100%
3
25%
25
11%
7
3%
Frag. impr.
1
1%
4
2%
13
6%
4
2%
35
16%
8
4%
27
12%
50
23%
59
27%
7
3%
1
1%
12
5%
221
100%
[page-n-95]
La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
95
Fig. 6. Selección de fragmentos de NM-4.
Fig. 7. Selección de fragmentos de NM-5.
APL XXX, 2014
[page-n-96]
96
P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
Fig. 8. Selección de fragmentos de NM-6 (1-12) y NM-7 (13-30).
Tipología de los vasos
El número mínimo de vasos diferenciados en la Sala de la Mina es de 175. A la hora de asignar a un
fragmento o grupo de fragmentos la categoría de vaso, se han aplicado criterios más restrictivos que en
otras ocasiones (García Borja et al., 2011b). El objetivo es definir la tendencia evolutiva de las formas
cerámicas a partir de parámetros formales y distintivos, siendo la posibilidad de orientar la pieza y establecer
sus características métricas los aspectos que más han primado. Como consecuencia, algunas decoraciones
singulares aparecidas en fragmentos informes no han quedado representadas. Pese a estas premisas, en
28 casos (16%) no se han podido establecer los parámetros necesarios para su clasificación tipológica,
quedando encuadrados en la Clase F o indeterminada (tabla 10).
En conjunto, la Clase C es la mejor representada con un 40% del total. Por niveles, presenta siempre los
porcentajes más elevados hasta NM-4, momento desde el que la tipología presenta cambios significativos
(tabla 11). Dentro de la Clase C, destaca la presencia de la mayoría de contenedores grandes (C.15) a partir
de NM-5, nivel en el que la variabilidad de la vajilla se corresponde con una intensa ocupación de la sala.
Anteriormente a este momento, sólo se documentó un gran contenedor en NM-9, siendo la mayoría de tamaño
medio (C.14), acompañados de cántaros para el almacenamiento de líquido (C.12). Las ollas (C.13) aparecen
desde los momentos iniciales de la secuencia de la sala, con importante presencia a lo largo de todo el Neolítico,
decreciendo su representación a partir de NM-5. Se han identificado tres vasos de pequeñas dimensiones y
APL XXX, 2014
[page-n-97]
La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
97
Fig. 9. Selección de fragmentos de NM-7.
perfil compuesto (C.9), dos ejemplares en NM-4 y uno en NM-7. El grupo de los cubiletes y cuencos pequeños
(C.11) aparece durante todo el Neolítico antiguo, clasificándose un ejemplar también en NM-2.
La Clase B es la segunda en representación, alcanzando los cuencos de perfil sencillo el porcentaje más
elevado. Éstos aparecen a lo largo de todo el Neolítico antiguo pleno, pero también en los niveles más recientes.
Los subtipos que presentan labio diferenciado no han proporcionado ninguna diferenciación cronológica,
documentándose en NM-8, NM-6, NM-5, NM-4 y NM-3. Los cuencos con borde diferenciado o perfil
compuesto (B.8) aparecen en número muy reducido desde NM-5, evidenciándose su ausencia ya en NM-3.
Los vasos de Clase A se documentan de forma testimonial en el Neolítico medio y antiguo, en esta
última fase únicamente en las excavaciones de Pellicer y Acosta, concentrándose la mayoría de los vasos
en NM-2. Los grupos tipológicos documentados son varios, existiendo escudillas (A.2.I), cazuelas (A.2.II)
y fuentes (A.4), algunas de ellas carenadas (A.3.II y A.5.I) y otras de borde vuelto (A.5.II).
La evolución de la tipología por niveles (figs. 14 a 25) presenta cambios significativos a partir del
Neolítico medio, cuestión que se recoge en el siguiente apartado.
5. LA SECUENCIA EVOLUTIVA DE LA CERÁMICA DE LA CUEVA DE NERJA
La puesta en común de los resultados del estudio de la cerámica, las secuencias estratigráficas de las
salas del Vestíbulo y la Mina, las dataciones radiocarbónicas sobre elementos domésticos, los materiales
arqueológicos no cerámicos y los trabajos realizados por Pellicer y Acosta en la Sala de la Mina, permiten
establecer una propuesta de ordenación cronocultural para las diferentes fases de ocupación de la Cueva de
Nerja en el marco de las periodizaciones de ámbito mediterráneo. En líneas generales discurre paralela a la
APL XXX, 2014
[page-n-98]
98
P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
Fig. 10. Selección de fragmentos de NM-8.
Tabla 10. Clases tipológicas a lo largo de la secuencia neolítica en la Sala de la Mina.
2
Clase A
Clase B
Clase C
Clase D
Clase F
Total
APL XXX, 2014
18
53%
6
18%
2
6%
7
21%
1
3%
34
19%
3
1
10%
5
50%
3
30%
1
10%
10
6%
4
5
46%
5
4-5
1
50%
1
46%
50%
-
-
1
9%
11
6%
2
1%
5
6
7
8
9
10
11
Otros
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
11
24%
18
40%
4
9%
12
27%
45
26%
3
43%
4
57%
7
4%
1
6%
11
69%
1
6%
3
19%
16
9%
8
42%
9
47%
2
11%
19
11%
1
5%
12
63%
1
5%
5
26%
19
11%
1
2
3
43%
2
50%
67%
29%
-
-
-
1
50%
2
1%
1
33%
3
2%
2
29%
7
4%
Total
20
11%
43
25%
70
40%
14
8%
28
16%
175
100%
[page-n-99]
La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
99
Fig. 11. Selección de fragmentos de NM-9.
Fig. 12. Selección de fragmentos
de NM-10 (1) y NM-9 (2-6).
APL XXX, 2014
[page-n-100]
100
P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
Tabla 11. Grupos y tipos de los vasos cerámicos diferenciados en los niveles neolíticos de la Sala de la Mina.
2
3
4
4/5
5
6
7
8
9
10
11
Otros
Escudillas/cazuelas
A.2.I
A.2.II
6
5
1
1
1
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
7
6
1
Cazuelas compuestas
A.3.II
2
2
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
2
2
Fuentes sencillas
A.4.I
5
5
-
-
1
1
-
-
-
-
-
-
-
-
6
6
Fuentes compuesta
A.5.I
A.5.II
5
3
2
-
-
-
-
5
3
2
Cuencos sencillos
B.6.I
B.6.II
5
3
2
6
3
3
4
3
1
-
2
2
-
40
19
21
3
1
1
1
-
-
-
-
-
-
-
-
10
4
6
3
1
2
1
1
8
3
5
1
1
-
1
1
-
-
-
-
-
-
-
1
1
-
Total
Cuencos compuestos
B.8.II
B.8.III
B.8.IV
-
-
1
1
-
Compuestos y profundos
C.9.I
C.9.III
-
-
2
1
1
-
-
-
1
1
-
-
-
-
-
3
1
2
Cubiletes
C.11.I
C.11.II
C.11.III
1
1
-
-
-
-
4
2
2
-
3
1
2
-
2
1
1
-
2
1
1
-
-
-
1
1
-
13
4
7
2
Cántaros
3
1
2
C.12.I
C.12.II
-
1
-
-
1
-
-
1
2
1
-
1
1
-
-
-
4
4
Ollas
C.13.I
C.13.II
C.13.III
-
1
1
-
2
1
1
-
7
5
2
4
1
3
3
2
1
3
2
1
5
2
1
2
-
2
1
1
1
1
-
28
16
1
11
Contenedores medios
C.14.I
C.14.II
C.14.III
C.14.IV
-
1
1
-
1
1
-
4
3
1
-
-
1
1
-
3
3
-
2
1
1
-
1
1
-
-
-
13
9
2
1
1
Contenedores grandes
C.15.I
C.15.II
C.15.III
1
1
-
-
-
3
1
2
-
-
-
1
1
-
-
-
-
5
1
1
3
APL XXX, 2014
1
1
8
[page-n-101]
La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
101
Tabla 11. (cont.)
2
3
4
4/5
5
6
7
8
9
10
11
Otros
Total
Cucharas con mango
D.17.I
1
1
1
1
-
-
2
2
-
-
-
-
-
-
-
4
4
Microvasos
D.18
1
1
-
-
-
1
1
-
1
1
-
1
1
-
-
-
4
4
-
-
-
-
-
-
-
1
1
Tapaderas
D.19.II
-
-
-
-
1
1
Formas de barro cocido
D.20
5
5
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
5
5
Clase F
1
-
1
-
12
-
3
2
5
1
1
2
28
Total
33
11
11
2
45
7
16
19
19
2
3
7
175
Fig. 13. Selección de fragmentos de NM-10 (1-8) y NM-11 (9-13).
APL XXX, 2014
[page-n-102]
102
P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
Fig. 14. Selección de vasos de NM-2.
Fig. 15. Selección de vasos de NM-2.
APL XXX, 2014
[page-n-103]
La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
103
Fig. 16. Selección de vasos de NM-3.
Fig. 17. Selección de vasos de NM-4 y NM-4/5 (121-122).
APL XXX, 2014
[page-n-104]
104
P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
Fig. 18. Selección de vasos de NM-5.
Fig. 19. Selección de vasos de NM-5.
APL XXX, 2014
[page-n-105]
La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
105
Fig. 20. Selección de vasos de NM-5.
Fig. 21. Selección de vasos de NM-6.
APL XXX, 2014
[page-n-106]
106
P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
Fig. 22. Selección de vasos de NM-7.
Fig. 23. Selección de vasos de NM-8.
APL XXX, 2014
[page-n-107]
La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
107
Fig. 24. Selección de vasos de NM-9.
Fig. 25. Selección de vasos de NM-10 (3) y NM-11 (2 y 46).
APL XXX, 2014
[page-n-108]
108
P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
propuesta para el Neolítico valenciano (García Borja et al., 2012), con unos límites cronológicos propios
adaptados al Neolítico de la costa malagueña: Neolítico antiguo (circa 5600-4800 cal BC); Neolítico medio
(circa 4800-3700 cal BC) y Neolítico final (circa 3700-2900 cal BC).
Las ocupaciones más intensas se documentan durante el Neolítico antiguo, que hemos subdividido en
4 fases: Neolítico antiguo arcaico (circa 5600-5475 cal BC); Neolítico antiguo inicial (circa 5475-5300
cal BC); Neolítico antiguo pleno (circa 5300-5100 cal BC); Neolítico antiguo final (circa 5100-4800 cal
BC). Durante el Neolítico medio, la cueva sigue siendo utilizada por grupos agricultores en dos fases
que hemos denominado Neolítico medio I (circa 4800-4300 cal BC) y Neolítico medio II (circa 43003700). Finalmente, distinguimos una última fase de ocupación en la Sala de la Mina asociada al Neolítico
final (circa 3700-2900 cal BC), equiparable con el horizonte de las cazuelas carenadas. Existen algunas
formas abiertas con labios almendrados que podrían fecharse en los momentos iniciales del Calcolítico
precampaniforme (circa 2900-2500 cal BC), si bien la gran mayoría remiten al Neolítico final.
Cada uno de los estratos diferenciados durante el proceso de excavación ha sido tratado como una unidad
homogénea, en cuya ordenación última se tendrán en cuenta los materiales cerámicos, dataciones radiocarbónicas
y características litoestratigráficas. La existencia de alteraciones entre los niveles de contacto ha sido una
cuestión que hemos tratado más detenidamente en anteriores publicaciones (Aura et al., 2010a: fig. 2a). Somos
conocedores de la existencia de alteraciones de origen antrópico y medioambiental en las secuencias neolíticas
de cuevas que presentan más de una ocupación (Fortea y Martí, 1984-85; Bernabeu, Pérez y Martínez, 1999;
Zilhão, 2011); Nerja, por tanto, no constituye ninguna excepción (Aura et al., 2010a y 2010b).
Un sencillo análisis de la dispersión estratigráfica de los fragmentos que forman parte de algunos
vasos cerámicos muestra que existe cierta movilidad. En la Sala del Vestíbulo, hay un vaso que presenta
fragmentos en los tres estratos neolíticos diferenciados. En el resto de casos en los que se documenta
movilidad de fragmentos de un mismo vaso, se produce entre NV-3/NV-2 o entre fragmentos de NV-2
y NV-1, nunca entre fragmentos de NV-3 y NV-1. En la Sala de la Mina únicamente se ha documentado
movimiento de fragmentos de un mismo vaso en 12 casos, concentrándose los movimientos entre NM-9
y NM-5. Los vasos 1, 6, 12, 33 y 49 presentan fragmentos cerámicos en NM-9 y NM-8, los vasos 8 y 42
en NM-8 y NM-7 y los vasos 14 y 63 en NM-7 y NM-5. En cuanto al vaso 7, cuatro de sus fragmentos
aparecieron en NM-9 y uno en NM-5, si bien este último presenta un alto grado de erosión y evidencias
de rodadura en su superficie. Existen fragmentos del vaso 24 en NM-8 y NM-5. Finalmente el vaso 30,
encuadrado en NM-8, presenta algún pequeño fragmento en NM-11.
Además, la cerámica de cada sala ofrece alguna particularidad, con porcentajes no siempre coincidentes
entre niveles equivalentes. Ello es debido a la muestra de materiales estudiada, las distintas posibles
funciones de las diferentes salas, la complicada estratigrafía de un yacimiento en cueva con múltiples
ocupaciones, pero, sobre todo, a las propias características del Neolítico antiguo andaluz y su indefinición.
5.1. Neolítico antiguo arcaico
Se ha incluido esta fase a pesar de que, hasta la fecha, no existe ninguna colección claramente asimilable a
ella en toda Andalucía. Los conjuntos peninsulares encuadrados en dicha fase son todavía escasos, si bien
contamos con alguna aproximación a la caracterización de su registro cerámico (Bernabeu et al., 2011a).
Conscientes de la dificultad existente a la hora de discriminar qué fragmentos cerámicos de la Cueva de Nerja
pertenecen a estos momentos arcaicos, únicamente podemos señalar que algunos de ellos y una datación
radiocarbónica de la Sala del Vestíbulo se asociarían a un momento de ocupación pionera. El fragmento de
oveja fechado se localizó en una fosa a la que denominamos NV-4 por encontrarse cortando a este nivel, si
bien arranca de NV-3. En ella se recuperaron escasos fragmentos cerámicos entre los que destaca uno impreso
(fig. 4, 18). Cabe plantearse que parte de los materiales de NV-3 pertenezcan a este momento arcaico y parte a
la fase posterior o Neolítico antiguo inicial, sin poder determinar con exactitud cuáles son.
APL XXX, 2014
[page-n-109]
La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
109
NV-3 se caracteriza por la presencia de labios redondeados en su gran mayoría, documentándose
también planos, biselados y engrosados. Los bordes no diferenciados presentan porcentajes del 70%,
documentándose también bordes rectos y salientes. No se han identificado bases. Los elementos de prensión
más numerosos son los cordones, seguidos de las asas de cinta, asas anulares, lengüetas y asas pitorro.
Las técnicas decorativas están dominadas por la impresión (fig. 4), tanto en cordones como en el cuerpo
del vaso. Dentro de esta técnica encontramos gran variedad. Las impresiones realizadas con un punzón
romo en posición horizontal son las más numerosas, seguidas de las de espátula (una muy similar a las
realizadas con Pecten jacobaeus reconocidas en yacimientos arcaicos; fig. 4, 1), las pivotantes con concha
no dentada, las de punzón afilado en posición oblicua y las de instrumento de dos puntas. La segunda
técnica en representación es el baño a la almagra, seguida de las incisiones, incrustaciones de pasta roja y
cordones lisos.
Tipológicamente, NV-3 y NV-4 se caracterizan por la presencia de formas derivadas de la esfera,
principalmente cuencos (B.6). También se documentan microvasos (D.18), cántaros (C.12.) y jarras con
asa pitorro (C.10.III).
Para describir las temáticas decorativas utilizaremos la propuesta realizada para el País Valenciano
(Bernabeu et al., 2011b). Son poco complejas, formadas en su mayoría por un único motivo simple. Se
documentan mosaicos que ocupan toda la superficie del vaso, apliques de tendencia horizontal, bandas
simples o limitadas de lectura horizontal que en ocasiones aparecen seriadas, líneas y temáticas cubrientes
realizadas con pinturas (almagras).
No encontramos niveles atribuibles a esta fase en la Sala de la Mina (Pellicer y Acosta, 1997).
5.2. Neolítico antiguo inicial
Fase documentada en las salas del Vestíbulo (parte de los materiales de NV-3 y NV-2) y la Mina (NM-11
y NM-10). A las características descritas en el punto anterior se suman otras que permiten atribuir mayor
complejidad y variedad tanto en la tipología de las producciones como en su decoración. Se define por la
presencia de labios redondeados, documentándose también planos, biselados y engrosados. Los bordes son
en su mayoría no diferenciados, apareciendo en menor porcentaje los bordes rectos y salientes. Las bases
son convexas, con algunos ejemplares de base plana de talón. Los elementos de prensión están dominados
por cordones, acompañados de lengüetas, asas de cinta, asas anulares y asas pitorro.
La técnica decorativa más utilizada es la impresión (figs. 3, 4 y 13), tanto en cordones como en el
cuerpo del vaso. Dentro de esta técnica encontramos gran variedad en las matrices resultantes por la
utilización de numerosos instrumentos. Es significativa la presencia de algunas en particular, como las
realizadas con instrumento curvo o concha no dentada (rocker), que podría ser exclusiva de este horizonte.
Los únicos fragmentos impresos con concha dentada aparecen en estos momentos. En nuestro caso,
aunque consideramos que cualquier decoración realizada con la impresión de una concha dentada debe ser
clasificada como cardial, hay que admitir ciertas particularidades en los escasos fragmentos de Nerja (fig.
13, 3 y 5), que utilizan un tipo de concha poco común por su pequeño tamaño, pese a disponer de las usadas
más frecuentemente en el cardial franco-ibérico como atestiguan los estudios de malacofauna (Aura et al.,
2013). Cabe señalar que en la Sala de la Mina está atestiguada la presencia de, al menos, un fragmento
cardial realizado con concha dentada similar a las empleadas en el País Valenciano (García Borja et al.,
2010: fig. 9, 84), que creemos debe encuadrarse en esta fase si bien carece de contexto estratigráfico.
La diversidad de técnicas decorativas y la utilización de especies marinas poco comunes, llevó a M. Pellicer
a clasificar algunos ejemplares impresos como “cardialoides”. Este término ha introducido cierta confusión,
pues se trata de impresiones realizadas con gradinas, espátulas u otros instrumentos dentados, cuya impronta
resulta similar a la cardial (Pellicer y Acosta, 1997: 170). En la revisión de parte de los materiales cerámicos
recuperados por Pellicer y Acosta en la Sala de la Mina hemos podido localizar fragmentos “cardialoides”
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P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
(fig. 26), comprobando que, en realidad, se trata de cerámicas impresas con instrumento de punta múltiple o
gradina, impresiones con instrumento curvo similar al microrocker e incluso con concha dentada de pequeñas
dimensiones (fig. 26, 2). Este último ejemplar forma parte del mismo vaso cardial que hemos diferenciado en
la Sala de la Mina fruto de las excavaciones de Jordá Cerdá. La gran mayoría de las cerámicas clasificadas
como “cardialoides” aparecen en la fase del Neolítico antiguo pleno.
Además de estas técnicas, se documentan impresiones realizadas con otros instrumentos, siendo las
de punzón en posición horizontal y oblicua las más numerosas. Los labios impresos están documentados.
La almagra ocupa el segundo lugar en porcentaje de representación. La utilización de colorante rojo en
la decoración de las cerámicas también es muy utilizado para rellenar impresiones e incisiones. Otras
decoraciones que aparecen frecuentemente son las incisiones, en contadas ocasiones combinadas con la
impresión y los cordones lisos.
Tipológicamente, la Clase C presenta mayor representación, siendo el grupo de las ollas (C.13) el más
numeroso, seguido de cubiletes (C.11), jarros (C.10), cántaros (C.12), jarras con asa pitorro (C.10.III)
y contenedores de tamaño medio (C.14). La Clase B está representada únicamente por cuencos (B.6).
También aparecen botellitas (D.16) y microvasos (D.18) de la Clase D.
Las temáticas decorativas están formadas en su mayoría por un único motivo simple. Las composiciones
de recorrido vertical quedan constatadas. Se observan apliques de tendencia horizontal y oblicua, bandas
simples o limitadas de lectura horizontal que en ocasiones aparecen seriadas, mosaicos, líneas seriadas,
temáticas cubrientes realizadas con pinturas (almagras), frisos que incorporan composiciones verticales y
las primeras metopas.
El nivel atribuible a esta fase en las excavaciones de Pellicer y Acosta (1997) en el corte NM-80A sería
NM-5, mientras que en el corte NM-80B serían NM-10A y NM-10B.
Fig. 26. Fragmentos cardialoides de la sala de la Mina recuperados en las excavaciones de Pellicer y Acosta (1997).
Todos pertenecientes a nuestra fase plena excepto el nº 4 que se localizó en un estrato de la fase inicial.
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La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
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5.3. Neolítico antiguo pleno
Fase documentada en parte de NV-2 y de NV-1 de la Sala del Vestíbulo y en NM-9 a NM-6 de la Sala de la Mina
(figs. 2, 8, 9 y 10). Se corresponde con la ocupación más intensa, pasando la cueva a ser utilizada como espacio
en el que se realizan múltiples actividades domésticas, productivas o funerarias. Los labios son generalmente
redondeados, documentándose también planos, biselados y engrosados. Los bordes son mayoritariamente
no diferenciados, con buena representación de bordes salientes y rectos, siendo testimonial la presencia de
bordes vueltos. Las bases son aplanadas, con algún ejemplar de base plana de talón y perduración de bases
convexas. Casi la totalidad de los vasos muestran elementos de prensión, con amplia variabilidad en sus tipos.
Los cordones son los mejor representados, seguidos de asas de cinta verticales, algunas con resalte basal, y
asas anulares. También se documentan mamelones, lengüetas, asas de túnel y asas pitorro.
La técnica decorativa más utilizada es la impresión, en cordones, labios y en el cuerpo del vaso. La
impresión sobre cordones supone el porcentaje más elevado, observándose un cambio de tendencia en NM6, momento en el que los cordones lisos alcanzan mayor representación. Este cambio quedará constatado
en la fase posterior. El porcentaje de impresiones es elevado, superando a las incisiones hasta NM-6. Los
instrumentos utilizados para la realización de impresiones son variados: espátulas, peines, tubos, dedos, uñas
o punzones orientados en diferentes posiciones, incluyéndose la mayoría de las impresiones identificadas
por Pellicer y Acosta como “cardialoides”.
En esta fase se documentan por primera vez las impresiones realizadas con gradina. La cerámica cardial
desaparece, tendencia que también parece documentarse en las impresiones de concha no dentada. Los
porcentajes de tratamientos a la almagra y de relleno de pasta roja en la decoración se mantienen elevados,
constatándose en algún caso el relleno de pasta blanca. Existe algún ejemplo de decoración pintada
formando bandas de color negro.
Tipológicamente, se caracteriza por la elevada presencia de vasos pertenecientes a la Clase C. Los
tipos identificados responden a una vajilla doméstica en la que ollas (C.13), contenedores medios (C.14),
cántaros (C.12) y cubiletes (C.11) están bien representados. Los vasos de Clase B ocupan el segundo lugar
en importancia cuantitativa, documentándose únicamente cuencos de perfil sencillo (B.6). La Clase D es
testimonial, siendo los microvasos (D.18) el único tipo constatado.
Las temáticas decorativas se diversifican, encontrándose composiciones de recorrido horizontal y vertical
formadas por motivos simples y complejos. Los apliques de tendencia horizontal son mayoritarios, y también
aparecen bandas simples o limitadas, frisos formados por ángulos, un glifo representado por un motivo ramiforme
(fig. 10, 5), metopas, líneas, bandas limitadas y temáticas cubrientes realizadas con pinturas (almagras).
Los niveles atribuibles a esta fase en las excavaciones de Pellicer y Acosta (1997) en el corte NM-80A
serían NM-3 y NM-4, y en el corte NM-80B, NM-8 y NM-9.
5.4. Neolítico antiguo final
Localizado en NM-5 (figs. 7, 18, 19 y 20), se caracteriza por la presencia de labios redondeados, existiendo
también planos, biselados y engrosados. Los bordes son en su mayoría no diferenciados, con mayor
proporción de salientes que de rectos. Los bordes vueltos aparecen de forma testimonial.
Los elementos de prensión más utilizados son los cordones, si bien en menor número que en las fases
anteriores. Los mamelones están bien representados, así como las asas de cinta verticales y anulares. Se
documentan por primera vez las asas planas de tipo cazoleta. También hay presencia de asas de túnel, pitorro
y bilobuladas.
El porcentaje de cerámicas decoradas sigue siendo elevado, documentándose algunos cambios respecto
de la fase anterior, como la mayor abundancia de cordones lisos frente a los impresos, o el incremento de
incisiones con respecto a impresiones. Dentro de estas últimas, las realizadas con un instrumento de punta
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P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
única en posición oblicua son las mejor representadas, seguidas de las colocadas en posición horizontal.
También se observan impresiones de tubo y de espátula, y digitaciones. No aparecen impresiones cardiales,
de gradina, de concha no dentada o de punto y raya. La proporción de cerámicas a la almagra decrece,
pasando a ser engobes y aguadas, y también disminuyen las incrustaciones de pasta roja en las decoraciones.
Como novedad más significativa, hay que señalar la presencia por primera vez de superficies peinadas y la
decoración mediante pastillaje o mamelones.
Tipológicamente, esta fase se caracteriza por la buena representación de vasos de Clase C y el aumento
de la Clase D. Por grupos, dentro de la Clase C se contabilizan ollas (C.13), contenedores medios (C.14),
cubiletes (C.11), orzas y tinajas (C.15). En la Clase B, son los cuencos de perfil sencillo (B.6) los que siguen
apareciendo con mayor frecuencia, además de algún otro tipo de forma testimonial (B.8). La Clase D aumenta
en número, constatándose cucharas con mango (D.17.I), microvasos (D.18) o tapaderas (D.19). Finalmente,
aunque no ha podido ser clasificado ningún vaso completo, se documentan los primeros perfiles carenados.
Las temáticas decorativas se simplifican, con composiciones de recorrido horizontal y vertical. Las
bandas no limitadas realizadas con punzón en posición oblicua y localizadas en el borde del vaso son
las más numerosas. También se documentan bandas limitadas, metopas, mosaicos y frisos. Las temáticas
cubrientes a base de pintura son más escasas y de menor calidad.
El nivel atribuible a esta fase en las excavaciones de Pellicer y Acosta (1997) en el corte NM-80A sería
NM-2, y NM-7 en el corte NM-80B.
5.5. Neolítico medio I
Documentado en NM-4/5 y NM-4 (figs. 6 y 17), constituye uno de los momentos de cambio más significativos
en la evolución de la vajilla. Señalar que NM-4/5 presenta importantes alteraciones, pudiendo pertenecer
parte de sus materiales a NM-5.
Los labios reducen su variedad, siendo los redondeados los más numerosos, con la particularidad de que
ya no aparecen labios ondulados con apéndices de sujeción. Los labios engrosados externos pasan a ser los
segundos en representación, en un porcentaje superior al 10%. También se documentan labios biselados y
planos. Los bordes no diferenciados son mayoritarios, seguidos de los salientes, mientras que el porcentaje
de los rectos sigue decreciendo. Los bordes vueltos continúan apareciendo en porcentajes testimoniales.
Las bases son convexas y planas, documentándose también aplanadas y de talón.
Los elementos de prensión se reducen considerablemente. Asas anulares y lengüetas pasan a ser las más
utilizadas. Las asas de cinta tienden a desaparecer, pudiendo corresponder las registradas en NM-4/5 al
Neolítico antiguo final. También se constatan cordones, mamelones y mangos.
Las decoraciones incisas superan en porcentaje a las impresas. Los cordones y labios impresos están casi
ausentes. Las impresiones se realizan en su mayoría con punzones en posición oblicua, documentándose también
en posición horizontal, así como algunas digitaciones. Incrustaciones de pasta roja y almagras pasan a ocupar
un papel testimonial, si bien estas últimas podrían presentar porcentajes mayores como ya se ha explicado. La
tecnología de los vasos es menos cuidada, de paredes más gruesas y escasos tratamientos bruñidos.
Tipológicamente, lo más destacado es la aparición de fuentes de Clase A (A.4), que se consolidarán en
las fases posteriores. Las clases B y C son las mejor representadas. Entre la Clase B se han podido catalogar
cuencos carenados (B.8) y de borde no diferenciado (B.6). Entre los vasos de Clase C, destaca la desaparición
de microvasos y cubiletes, sustituidos por los vasos de perfil compuesto y reducidas dimensiones (C.9). Las
ollas (C.13), cántaros (C.12) y contenedores medios (C.14) quedan documentados.
Las temáticas decorativas se reducen en número y complejidad. Las más comunes responden a líneas
y bandas bajo el labio, realizadas con motivos simples mediante incisiones e impresiones. También se
documentan bandas limitadas y frisos, entre los que destacan las composiciones verticales en zigzag. Las
temáticas cubrientes pasan a realizarse con el peinando de la superficie del vaso.
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La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
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El nivel atribuible a esta fase en las excavaciones de Pellicer y Acosta (1997) en el corte NM-80A sería
NM-1, y en el corte NM-80B, NM-6.
5.6. Neolítico medio II
Identificado en NM-3 (figs. 5 y 16), presenta labios en su mayoría redondeados, y en menor medida planos,
biselados y engrosados externos. Los bordes son principalmente no diferenciados, seguidos de los salientes.
Los bordes rectos y vueltos son testimoniales. Las bases son planas. Los elementos de prensión se reducen
a mamelones y cordones, con presencia poco significativa de asas anulares y asas de cinta verticales. Los
mangos están atestiguados.
Los fragmentos decorados son escasos. La técnica decorativa mejor representada es la incisión,
documentándose también labios y cordones impresos, así como impresiones de punzón y digitaciones.
Entre los fragmentos incisos encontramos ejemplares que presentan superficies bruñidas y decoración
realizada con un instrumento de punta muy aguzada (fig. 5, 6) que recuerda a los motivos esgrafiados del
Neolítico medio valenciano. Algunas superficies muestran un tratamiento similar al peinado, si bien se trata
de una técnica poco cuidada, no contabilizada en las tablas.
Tipológicamente, la Clase C deja de ser la más numerosa en favor de la Clase B, constituida por cuencos
de perfil sencillo (B.6). También se documentan cántaros (C.12), ollas (C.13) y contenedores medios (C.14).
La Clase D está representada por cucharas con mango (D.17.I). Aunque no han podido ser clasificados
tipológicamente, existen algunos fragmentos que presentan carena y superficie bruñida.
Las temáticas decorativas se reducen a bandas no limitadas en el borde, líneas horizontales bajo el labio,
constatándose también bandas limitadas con ángulos.
Los niveles atribuibles a esta fase en las excavaciones de Pellicer y Acosta (1997) en NM-80B serían
NM-4 y NM-5.
5.7. Neolítico final
Identificado en NM-2 (figs. 5, 14 y 15), este horizonte puede ser asimilable al de las características cazuelas
carenadas en Andalucía. Presenta labios en su mayoría redondeados, si bien se documenta cierta variedad
en los tipos, apareciendo también labios planos, biselados y engrosados. Los bordes son mayoritariamente
no diferenciados, con escasa representación de los rectos y salientes. Destaca la presencia de bordes vueltos.
Las bases son planas. Los elementos de prensión son en su mayoría mamelones, documentándose también
lengüetas, cordones, asas de túnel, asas anulares y asas planas tipo cazoleta.
Las cerámicas decoradas aparecen en porcentajes testimoniales, utilizándose cordones lisos e impresos,
incisiones, alguna combinación de incisión e impresión, aguadas y labios impresos.
La tipología de la vajilla presenta cambios importantes. La Clase A pasa a ser la mejor representada, con
escudillas y cazuelas (A.2), algunas carenadas (A.3.II), así como fuentes sencillas (A.4) y de perfil compuesto
(A.5.). La segunda clase en importancia la constituye la Clase D, debido a la aparición de pesas de telar
de barro cocido (D.20), microvasos (D.18) y cucharas con mango (D.17.I). La Clase B está representada
por cuencos sencillos (B.6), mientras que de la Clase C se han identificado cubiletes (C.11) y contenedores
grandes (C.15). Estos cambios formales en la vajilla parecen deberse a maneras novedosas de “cocinar” los
cereales, y no a la introducción de nuevas especies. La presencia de formas vasculares abiertas iría ligada a
la preparación de gachas de cereales más espesas gracias al aumento de la producción cerealista, que genera
mayores excedentes que durante el Neolítico antiguo, periodo en que las gachas serían más líquidas.
Las temáticas decorativas se reducen a apliques, algún posible friso, bandas simples y limitadas.
NM-2 y NM-1 serían los niveles atribuibles a esta fase de las excavaciones de Pellicer y Acosta (1997)
en el corte NM-80B.
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P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
6. LAS PRIMERAS PRODUCCIONES CERÁMICAS DE LA CUEVA DE NERJA
EN EL CONTEXTO DEL NEOLÍTICO MEDITERRÁNEO
Los datos obtenidos en las salas del Vestíbulo y la Mina de Nerja muestran la existencia de potentes
ocupaciones epimagdalenienses y neolíticas. Ciertos indicios materiales (armaduras líticas trapeciales) y
algunas dataciones radiocarbónicas indican la probable presencia de ocupaciones mesolíticas que no han
podido ser aisladas estratigráficamente. Es una cuestión que hemos abordado más extensamente en otros
trabajos (Aura et al., 2009, 2010a y 2013). Las dataciones, en concreto, señalan un vacío ocupacional de al
menos 500 años entre estas ocupaciones mesolíticas y las primeras neolíticas. Este vacío se extiende, con
los datos actuales, a la mayor parte de Andalucía, y plantea problemas a cualquier discurso que quiera ver
en la neolitización regional un proceso autóctono o el resultado de una aculturación dilatada en el tiempo.
La aparición del Neolítico en Nerja, por tanto, va ligada a la expansión de la agricultura y la ganadería
por las costas mediterráneas, una expansión de dirección este-oeste en que la navegación y el pionerismo
resultan fundamentales para explicarla (Martí, 2008).
Las características propias de las cerámicas del Neolítico antiguo de la Cueva de Nerja y la datación
obtenida en la Sala del Vestíbulo permiten situar su origen en paralelo a un horizonte arcaico (Tiné, 1999;
Fugazzola, Pessina y Tiné, 2002), impresso (Manen, 2000; Binder y Maggi, 2001; Maggi, 2002; Guilaine
y Manen, 2002; Guilaine y Manen, 2007; Binder y Sénépart, 2010) o formativo (Bernabeu et al., 2009b),
similar al propuesto en diferentes yacimientos neolíticos de la península itálica (Prato Don Michelle,
Rendina, Coppa Nevigata, Torre Sabea, Favella, Grotta del Kronio o Grotta dell’Uzzo), ámbito ligur (Arene
Candide, Arma dell’Aquila, Arma di Nassino o Grota Pollera), sudeste francés (Peiro Signado, Grotte de
Bize, Grotte des Fées, Pont de Roque-Haute, Pendimoun), e incluso País Valenciano (El Barranquet, Mas
d’Is), que en gran parte del ámbito mediterráneo precede al cardial clásico.
Se trata de conjuntos poco definidos a escala peninsular, cuya identificación en los niveles de base de
cuevas con amplias secuencias es sumamente complicada, como venimos comprobando en las revisiones
realizadas sobre algunas de las más conocidas estaciones del País Valenciano. En el caso de las cuevas que
presentan alguna evidencia, se trata de ocupaciones de baja intensidad difíciles de aislar estratigráficamente.
Las cerámicas ligadas al mundo impresso ligur que debieran representar lo que denominamos “fase arcaica”
están ausentes en la Cova de l’Or (Martí, 1977; Martí et al., 1980; Martí, 1983; García Borja et al., 2011b),
la Cova de la Sarsa (Asquerino, 1978; Asquerino et al., 1998; Pérez Botí, 1999; García Borja y Casanova
2010) y en la Cova de les Cendres (Bernabeu y Molina, 2009), localizándose únicamente en yacimientos
al aire libre como El Barranquet y Mas d’Is (Bernabeu et al., 2009b). Una de las características principales
de estos conjuntos es la heterogeneidad de técnicas decorativas empleadas y la escasez de impresiones
cardiales, siempre presentes aunque en escaso porcentaje.
La preferencia por establecer los asentamientos en espacios al aire libre dificulta más el rastreo de
los materiales de estos horizontes en las cuevas, ocupadas de forma mucho más intensa durante las fases
posteriores. No es posible definir la vajilla de este horizonte en la Cueva de Nerja, si bien entre el 5600 y el
5300 cal BC la cerámica ya se caracteriza por: una notable presencia porcentual de la técnica de la incisión,
la utilización de colorante rojo en tratamientos a la almagra y en el relleno de las decoraciones, de técnicas
aplicadas (cordones), de asas pitorro, de decoraciones pivotantes con concha no dentada, la ausencia de
impresiones de punto y raya con arrastre, y la presencia testimonial de impresiones cardiales. Rasgos que
ofrecen escasa afinidad con los conjuntos impresos del Neolítico antiguo arcaico y cardial inicial del sur de
Francia y de la península Ibérica.
Para explicar la particular producción cerámica de los grupos que se asientan en Nerja barajamos
dos hipótesis (García Borja et al., 2010 y 2011a). La primera, ligar el conjunto a la tradición impressa
ligur, admitiendo la existencia de una importante mutación de su estilo en fechas muy tempranas. La
segunda, retomar la idea de una vía de expansión meridional, bordeando la costa norteafricana, que
ayudaría a contextualizar la aparición de colecciones impresas de cronología antigua, como la que
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La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
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presentamos, con paralelos en el sur de Italia (Fugazzola, Pessina y Tiné, 2002 y 2004) y cuya evolución
es poco afín al cardial franco-ibérico. En estos momentos de la investigación no es posible descartar
ninguna de las dos.
La propuesta de una vía norteafricana se ha planteado desde mediados del siglo XX (San Valero, 1942
y 1946; Balout, 1955; Camps, 1974), pero la escasez de información detallada en la costa mediterránea
magrebí condiciona cualquier planteamiento. Está documentada la presencia de cerámicas impresas en la
zona de Túnez (Vaufrey 1955: 250), cuya adscripción cronológica está en revisión (Ben Moussa, 2008).
También se han constatado contactos de esta zona con Sicilia para la obtención de obsidiana (Ammerman,
1985; Mulazzani, 2003). Otro aspecto a tener en cuenta es la presencia de decoraciones impresas pivotantes
típicas del centro-sur de Italia en toda la zona norte africana (Camps, 1974), y aunque estos materiales son
ligados a corrientes del Atlas (Aumassip, 1970), presentan características propias de un Neolítico impreso
mediterráneo. En la costa de Orán existe un buen número de yacimientos neolíticos con cerámica incisa e
impresa (Camps-Fabrer, 1966; Vaufrey 1955), cuya aparición puede ser explicada por difusión marítima.
Por último, en las costas marroquíes existen conjuntos impresos de similares características a los presentes
en Nerja: es el caso de la Fase C del yacimiento de Mugharet es Saifiya, con decoraciones en rocker no
dentado e impresas con instrumento (Gilman, 1975). En el territorio marroquí, A. El Idrissi (2001) detectó
la presencia de diferentes estilos cerámicos, unos vinculados al mundo cardial y otros a estilos incisoimpresos con gran variedad de matrices.
Algunos autores han ligado los datos que se vienen documentando en la zona de Marruecos y el sur de
Andalucía con un proceso de neolitización de la costa malagueña y norte de África por grupos neolíticos
de pastores pre-cardiales, que se expanden a través del Atlas y cuya economía se enfoca al ganado bovino
(Daugas et al., 2008; Daugas y El Idrissi, 2008; Cortés et al., 2012). Estos planteamientos no serán tomados
en consideración hasta ser corroborados, pues se sustentan en secuencias arqueológicas que precisan de
una revisión exhaustiva; en la presencia del haplogrupo T1 sobre ganado bovino en el norte de África, que
no se ha contrastado con material genético antiguo (Bonfiglio et al., 2012); en suposiciones climáticas no
correlacionadas con datos arqueológicos; y en dataciones realizadas casi en su totalidad sobre carbones.
Además, hasta el momento, las dataciones radiocarbónicas sobre elementos domésticos de
Marruecos y Portugal indican que las cerámicas impresas y las almagras son posteriores a las de
Nerja. La existencia de una vía de expansión neolítica a través del norte de África es una posibilidad
que también se ha retomado en los últimos años para explicar la posible coexistencia de dos estilos
cerámicos en la zona Portuguesa (Manen, Marchand y Carvalho, 2007; Marchand y Manen, 2010): el
estilo A, caracterizado principalmente por la presencia de cerámicas con decoración impresa cardial,
y el estilo B, caracterizado por cerámicas con decoración incisa e impresa utilizando diferentes
instrumentos, con gran variedad de matrices y donde el color rojo está muy presente (Manen,
Marchand y Carvalho, 2007). Estos estilos cerámicos vienen acompañados de una tecnología lítica
en la que el tratamiento térmico y la talla por presión resultan característicos (Carvalho, 2010).
Hasta que no contemos con más datos que corroboren o refuten las hipótesis africanistas, parece
aconsejable desviar el foco de esta corriente neolítica del norte de África a la costa malagueña, donde
se documenta gran parte de la cultura material que acompaña a dicho estilo B, aunque con ciertas
peculiaridades, como el diferente componente geométrico de las industrias líticas.
Tampoco los nuevos trabajos que se vienen realizando en yacimientos neolíticos norteafricanos
situados en la costa del mar de Alborán corroboran la vía de neolitización norteafricana. La datación de
una leguminosa identificada como Lens culinaris en el yacimiento de Ifri Oudadane (Marruecos) (Morales
et al., 2013), cuyo resultado es 6740±50 BP (Beta-295779), podría representar un punto intermedio en
la expansión neolítica entre ambas regiones. Los contextos a los que se asocia la legumbre fechada y la
dificultad que los propios arqueobotánicos admiten a la hora de identificar esta especie con seguridad,
generan cierto grado de incertidumbre sobre su consideración neolítica. La puesta en común del resultado
de la datación con el resto de las fechas radiocarbónicas obtenidas en el yacimiento (Morales et al., 2013:
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P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
tabla 2) resulta poco clarificadora y recuerda a otros casos analizados recientemente (Zilhão, 2011),
quedando insertada de forma coherente con el resto de fechas epipaleolíticas y alejándose 600 años de la
siguiente fecha obtenida para el mismo horizonte neolítico sobre un grano de Triticum sp. (Beta-318608:
6140±30 BP). La presencia en este mismo horizonte neolítico inicial de cerámicas impresas (Linstädter
et al., 2012) que son equiparadas a las del yacimiento de Zafrín (Rojo et al., 2010), aumenta las dudas
sobre el resultado, pues este último yacimiento se fecha en momentos más próximos al resultado de la
datación sobre Triticum.
Es una problemática que afecta a otros yacimientos de similares características, en los que se identifican
niveles “epipaleolíticos con cerámica” (Linstädter, 2003, 2004, 2008 y 2011; Linstädter et al., 2012).
La existencia de materiales neolíticos y epipaleolíticos en un mismo estrato no implica la convivencia
de estos dos grupos, siendo necesario un exhaustivo estudio tafonómico y taxonómico de la fauna y el
solapamiento de dataciones radiocarbónicas sobre elementos domésticos y salvajes. En su defecto, para
iniciar una discusión crítica del proceso de interacción que se viene defendiendo, bastaría una secuencia
de dataciones sobre restos de fauna con marcas antrópicas que sobrepasen el primer horizonte neolítico
identificado con claridad. En este sentido, el conjunto de materiales publicados en estos yacimientos y sus
dataciones recuerda la problemática con la que nos hemos encontrado en la propia Cueva de Nerja (Aura et
al., 2009, 2010a, 2010b y 2013).
7. LA CERÁMICA DE LA CUEVA DE NERJA
EN EL CONTEXTO DEL NEOLÍTICO ANDALUZ
Independientemente de cuál sea la vía de expansión neolítica hacia la costa malagueña, los datos presentados
confirman la existencia de una tendencia evolutiva en la cerámica de Nerja, desde fechas antiguas, poco
afín a la documentada en la región valenciana (Martí, 1977; Martí et al., 1980; Martí, 1983; Bernabeu,
1989; Bernabeu y Molina, 2009; García Borja et al., 2011b; Bernabeu et al., 2011a) y a la de algunos de los
yacimientos de la provincia de Granada que se enmarcan en la tradición cardial (Navarrete, 1976), siendo
difícil establecer una clara vinculación del neolítico de Nerja con el cardial franco-ibérico.
La significación cultural y cronológica de la cerámica cardial en Andalucía (Martí y Juan Cabanilles,
1997; Navarrete, 2004) ha sido objeto de discusión a lo largo de la historia de la investigación, constituyendo
el elemento principal a la hora de identificar el horizonte neolítico más antiguo y de definir la Cultura de las
Cuevas en Andalucía oriental, cuyo máximo exponente es la secuencia de la cueva de Carigüela (Navarrete,
1976). Con estas premisas, una parte de la investigación sitúa la neolitización de la zona occidental andaluza
en un momento tardío del Neolítico antiguo de Andalucía oriental (Molina, Cámara y López, 2012), postulado
del que nos hicimos eco en un primer momento (Aura et al., 2005). La escasez de cerámicas cardiales se
explica por la cronología avanzada de los conjuntos occidentales dentro de un horizonte epicardial regional
alejado del catalán o valenciano (Bernabeu, 1989). Su evolución particular sería la causante del aumento
porcentual en la producción de cerámicas a la almagra, asas pitorro, decoraciones inciso-impresas, etc.,
que caracterizan lo que se conoce como Neolítico antiguo de Andalucía Occidental, definido por Pellicer y
Acosta (1997), históricamente asimilado a la Cultura de las Cuevas que Bosch Gimpera empezara a definir
en los años 20 del siglo pasado (Bosch Gimpera, 1932 y 1956).
La lectura crítica del número total de fragmentos impresos cardiales aparecidos en el conjunto de
yacimientos de Andalucía (Jiménez y Conejo, 2006), relativiza la importancia del número de vasos que
presentan esta técnica decorativa fuera del círculo granadino, que aglutina más del 90% de los fragmentos
diferenciados. Si bien la representación cartográfica de los enclaves con cerámica cardial muestra una
amplia distribución de esta técnica a lo largo de Andalucía (fig. 27), al estudiar las colecciones de forma
detenida y contabilizar los fragmentos cardiales con los que cuenta cada yacimiento, se percibe la escasa
representatividad estadística de esta técnica.
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La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
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Las dataciones neolíticas de Nerja no permiten mantener una cronología tardía para sus ocupaciones
iniciales (Navarrete, 1976; Aura et al., 2005; Molina, Cámara y López, 2012). La serie de 10 dataciones
sobre Ovis aries y Ovis/Capra sitúan sus ocupaciones en paralelo al Cardial. No es posible discriminar de
forma clara el contexto material de cada uno de los episodios correspondientes a las muestras fechadas, pero
existen tantos fragmentos de cerámica con decoración cardial como fechas sobre domésticos anteriores a
5200 cal BC: únicamente dos fragmentos pertenecientes a un mismo vaso en la Sala de la Mina y ningún
fragmento en la Sala del Vestíbulo. Una aproximación cuantitativa del número de fragmentos cardiales
respecto del total en la Cueva de Nerja ofrece resultados muy reveladores. De los cerca de 8.000 fragmentos
cerámicos pertenecientes al Neolítico antiguo recuperados entre las excavaciones de Jordá y Pellicer,
únicamente tres son cardiales y además pertenecen a un mismo vaso. Podríamos estar frente a dos vasos
y cuatro fragmentos si aceptamos que el que encontramos fotografiado en los diarios de Jordá y Arribas
de intervenciones realizadas en la Sala de la Mina entre 1965 y 1966 (García Borja et al., 2010: fig. 9, 84)
no pertenece al borde del mismo vaso ya contabilizado. Por tanto, si aceptamos que en Nerja existieron
ocupaciones neolíticas, esporádicas o no, anteriores al 5200 cal BC, debemos abrir la posibilidad a que lo
que caracteriza sus producciones cerámicas sea la decoración impresa-almagra y no la cardial.
Desconocemos en qué grado las características del conjunto cerámico inicial de Nerja son propias
del núcleo de partida de los colonos que llegan a la costa malagueña o son adquiridas como rasgo propio
diferenciador a medida que avanza la secuencia, pero lo cierto es que desde 5500 cal BC, la Cueva de Nerja
es habitada por grupos neolíticos que presentan una tendencia evolutiva en sus producciones cerámicas
(fig. 28), cuyo valor identitario no es posible asimilar al mundo cardial. La industria lítica tallada también
posee algunos rasgos distintivos entre los que destaca la obtención de láminas por presión, el tratamiento
térmico sobre materias primas de calidad y el predominio de trapecios sobre segmentos (Aura et al., 2013).
Fig. 27. Yacimientos arqueológicos de Andalucía en los que se documenta cerámica impresa cardial: 1, La Dehesa; 2,
Los Pozos; 3, Lebrija; 4, Bustos; 5, Retamar; 6, Parralejo; 7, Esperilla; 8, Hortales; 9,Cueva de la Dehesilla; 10, Los
Álamos; 11, Ronda; 12, El Charcón; 13, Goteras; 14, Cueva del Toro; 15, Cueva del Higuerón; 16, Humo; 17, Cueva de
Nerja, 18, Cueva del Capitán; 19, Peña de la Grieta; 20, Los Castillejos; 21, Cueva de Malalmuerzo; 22, Majolicas; 23,
Cueva de las Ventanas; 24, Cueva de Carigüela; 25, Cerro de las Ánimas; 26, Cabecicos Negros.
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N. A. FINAL
N. A. PLENO
N. A. ARCAICO E INICIAL
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Fig. 28. Tendencia evolutiva de la cerámica durante el Neolítico antiguo en la Cueva de Nerja.
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Las dataciones de Nerja no generan excesivos problemas a la hora de valorar el proceso de
expansión del Neolítico por la costa mediterránea, insertándose de forma coherente entre las fechas
más antiguas sobre elementos domésticos publicadas (fig. 29A). La importancia de los datos expuestos
reside en la presencia desde los niveles inferiores de la cueva, de buena parte de las características que
definen el Neolítico andaluz o la Cultura de las Cuevas de Andalucía, planteándose la posibilidad de
correlacionar las fases antiguas de la Cueva de Nerja con su formación y desarrollo. Resulta complicado
no vincular parte de la cultura material de Nerja con conocidos yacimientos como la Cueva de la
Fig. 29. A) Gradación cronológica de la llegada del Neolítico. Las fechas corresponden a la media cal BC de dataciones
sobre cereales, excepto Nerja, Chaves (Baldellou, 2011) y Guixeres de Vilobí (Oms et al., 2014) que son sobre sobre ovis
aries y Almonda sobre adorno.
B) Coexistencia de diferentes estilos decorativos en cerámicas neolíticas de la península Ibérica y norte de África entre
5450-5100 cal BC.
C) Expansión del neolítico desde dos de las Culturas neolíticas regionales ubicadas en la costa malagueña y en el
País Valenciano entre 5450-5300 cal BC: 1, Cueva de Nerja (punto que incluye los yacimientos 47 a 51 de Cortés
et al., 2010: 162); 2, Cueva del Capitán; 3, Complejo Humo; 4, Hoyo de la Mina; 5, Cueva del Higuerón (punto que
incluye los yacimientos 34 a 45 de Cortés et al., 2010: 162); 6, Cueva de los Botijos; 7, Bajondillo (punto que incluye
los yacimientos 9 a 30 de Cortés et al., 2010: 162); 8, Cueva del Toro; 10, Cueva del Agua; 11, Cueva de la Mujer;
12, Sima del Conejo; 13, Sima Rica; 14, Parralejo; 15, Dehesilla; 16, Cueva Chica de Santiago; 17, Murcielaguina;
18, Murciélagos de Zuheros; 19, Mármoles; 20, Inocentes; 21, Tocino; 22, Los Castillejos; 23, Malalmuerzo; 24,
Majolicas; 25, Ventanas; 26, Carigüela.
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Dehesilla, Parralejo o Cueva Chica (Pellicer y Acosta, 1981; Acosta, 1987; Acosta y Pellicer, 1990) que
difícilmente pueden ser asimilados a una tradición cardial, aunque también presentan algún fragmento
decorado con esta técnica entre su vajilla (Amores, 2009). También los materiales neolíticos de la
Cueva de los Murciélagos de Zuheros (Vicent y Muñoz, 1973) poseen mayor similitud con los de Nerja
que con los definidos para la tradición cardial granadina. La constitución de una o varias comunidades
neolíticas en sus inmediaciones puede vincularse con la expansión de grupos neolíticos desde la costa
malagueña (fig. 30). En anteriores publicaciones (García Borja et al., 2010) señalamos la existencia
de materiales arqueológicos que jalonan este proceso de expansión hacia el interior en las cuevas de
Tocino, Inocentes o Mármoles (Gavilán, 1986 y 1987). En estas cavidades se documentan cerámicas
decoradas con impresiones pivotantes de instrumento no dentado, impresiones en lágrima, cerámicas
a la almagra, cerámicas que combinan la impresión y la incisión, si bien con menor presencia de
aplicaciones plásticas. Estos conjuntos recuerdan a los que se vienen definiendo en la costa malagueña,
vinculándose de forma directa el Neolítico cordobés a un proceso de expansión costa-interior. La
existencia de decoraciones pivotantes también está documentada en Murciélagos de Zuheros (Vicent
y Muñoz, 1973), aunque en este caso el resultado es algo diferente, observándose pequeños círculos al
final de cada impresión que podrían indicar menos antigüedad.
Fig. 30. Dataciones radiocarbónicas publicadas sobre elemento identificado como doméstico o hueso humano más
antiguas de Andalucía (Fernández et al., 2007; Carvalho, Peña-Chocarro y Gibaja, 2010; Martínez et al., 2010; Cortés et
al., 2012; Carvalho, Gibaja y Gavilán, 2012; Aura et al., 2013; Medved, 2013: 217; Peña-Chocarro et al., 2013): 1, Roca
Chica; 2, Hostal Guadalupe; 3, Cueva de Nerja; 4, Cueva de los Mármoles; 5, Murciélagos de Zuheros; 6, Los Castillejos;
7, Cueva de Carigüela.
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Cabe aquí realizar un pequeño inciso sobre la elección de las muestras a fechar, que en Andalucía ha
experimentado una notable mejora en los últimos años, con nuevas dataciones sobre cereales obtenidas
tanto en yacimientos de tradición cardial (Martínez et al., 2010: tabla 1, fechas lab. UA) como no cardial
(Peña-Chocarro y Zapata, 2010; Carvalho, Peña-Chocarro y Gibaja, 2010; Cortés et al., 2012; Carvalho,
Gibaja y Gavilán, 2012). La mayoría de ellas quedan encuadradas en lo que para Nerja hemos denominado
como Neolítico antiguo pleno (circa 5300-5100 cal BC); un umbral cronológico que hasta ahora sólo han
rebasado las dataciones sobre huesos de fauna de Nerja, haciéndose necesario contar con más dataciones
sobre muestras directas neolíticas.
8. LA CULTURA DE LAS CUEVAS CON CERÁMICA DECORADA EN ANDALUCÍA:
LA COSTA MALAGUEÑA
El modelo de neolitización para el área mediterránea integra dos tipos distintos, si bien sincrónicos, de
desplazamiento de población desde comunidades ya afianzadas territorialmente a zonas deshabitadas (según
el registro arqueológico actual), que resultan fundamentales a la hora de explicar la difusión neolítica. Estos
desplazamientos provocados por el progresivo aumento demográfico en el seno de cada grupo, no parecen
estar ligados al agotamiento de los recursos disponibles en la zona de partida, sino más bien a pautas intrínsecas
de comportamiento de las pequeñas comunidades agrícolas (Martí, 2008) en las que la responsabilidad de
la elección de nuevas zonas de hábitat y la disgregación de parte del grupo reside en las familias que las
conforman. La ocupación exitosa de un nuevo territorio por un grupo de neolíticos implica su visibilidad
arqueológica, expresada en la rápida aparición de diferentes enclaves en torno a una zona nuclear. En función
de en qué momento se produzca cada nuevo desplazamiento, la cultura material que lleven consigo será
más o menos afín a la del grupo de origen, existiendo la posibilidad de que parte de un mismo grupo sufra
disgregaciones en diferentes momentos, no necesariamente unidireccionales. Por una parte, se documentan
largos desplazamientos a territorios ubicados junto a la costa (Zilhão, 1993 y 2001). Producido el asentamiento,
estos largos desplazamientos pueden repetirse hacia puntos del interior o de la misma costa. Paralelamente
se combinan con otros a corta distancia ocupando territorios aledaños, formando nuevas comunidades que
utilizan un buen número de enclaves desde los que se explota un territorio concreto. La interacción exitosa de
estas comunidades provoca la formación de una Cultura Regional Neolítica.
El Neolítico de la costa malagueña queda perfectamente integrado en este modelo de expansión (fig.
30). La presencia de un buen número de yacimientos neolíticos de diferentes características que ocupan
dicha área costera de forma ordenada (Cortés et al., 2010: 162) apuntaría a una cultura regional similar
a la propuesta para el área centro-meridional valenciana (García Borja et al., 2011b, 2011c y 2012). El
surgimiento de una nueva comunidad en territorios cercanos se relaciona con la disgregación de una o
varias familias desde otra comunidad consolidada. La publicación de los materiales de estos yacimientos
y la revisión de las antiguas colecciones permitirá la contrastación de estas propuestas preliminares, en las
que la Cueva de Nerja deberá insertarse de manera coherente.
El mejor conocimiento de los grupos costeros malagueños, su caracterización industrial, económica y
social, posibilitará evaluar el grado de relación de dichos grupos con la Cultura de las Cuevas con cerámica
decorada, denominación a la que damos validez por su peso en la historiografía de Andalucía. Puede asumirse
que la Cultura de las Cuevas de Andalucía, como entidad cultural, posee unos rasgos característicos en su
cultura material, cuya descripción más aproximada sería la de Pellicer y Acosta (1997) para el Neolítico
antiguo de Andalucía Occidental, con importantes matices en la interpretación de la aparición del Neolítico
y su propuesta de perduración de industrias líticas. Esta Cultura de las Cuevas Andaluza especialmente
visible en los enclaves de Cádiz, Córdoba y Málaga, se aleja de la clásica concepción oriental definida por
Navarrete (1976). Debe aceptarse, al menos por ahora, la mayor antigüedad de los grupos que se instalan en
la costa de Málaga, parte de cuya cultura material cerámica sí aparece en los niveles cardiales de Carigüela.
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P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
Es una problemática tratada en diferentes ocasiones, buscando en cada caso ofrecer una caracterización
aproximada y un listado de yacimientos asimilables a la Cultura de las Cuevas, sugiriendo su convivencia
no necesariamente sucesiva con la tradición impresa cardial en el territorio andaluz (Muñoz, 1975 y 1984;
Pellicer y Acosta, 1997; Gavilán, 1997; Asquerino, 2004; Gavilán y Escacena, 2009).
La expansión del Neolítico desde la costa malagueña se hace más notoria a partir de 5350 cal BC, con
el surgimiento de nuevos enclaves y la documentación de cerámicas impresas, incisas y almagras en gran
parte del territorio andaluz, siendo una tradición duradera que conservará algunas de sus características en
el Neolítico medio. Cabe plantearse la existencia de diferentes culturas regionales en el Neolítico antiguo
andaluz. Para el cardial franco-ibérico es posible identificar varias de estas culturas en el noreste italiano,
sur de Francia, Cataluña, País Valenciano y quizás en la zona de Granada, Marruecos y Portugal. Las de
estos tres últimos territorios deben ser valoradas nuevamente, intentando discriminar qué cultura material
proviene de la tradición cardial clásica y cuál de la que podría asimilarse a la Cultura de las Cuevas, para
la que creemos es posible identificar entidades regionales en Málaga y Córdoba, quedando el resto de
Andalucía a expensas de próximos estudios que permitan definir otras de forma más precisa.
En la definición del Neolítico andaluz debe tenerse en cuenta la existencia de contactos con las diferentes
tradiciones neolíticas que se consolidan en la península Ibérica entre 5400 y 5100 cal BC (fig. 29B), así
como entre las propias comunidades que forman cada cultura regional, contactos sin los cuales no es posible
la supervivencia de éstas. En un trabajo anterior propusimos la posible existencia en la península Ibérica
de, al menos, tres diferentes tradiciones alfareras entre el 5400 y el 5100 cal BC (García Borja et al., 2010:
fig. 11.B y 11.C) que en el registro cerámico de Andalucía aparecen representadas de diferente forma: una
que comporta un elevado porcentaje de cerámicas impresas cardiales (Navarrete, 1976); otra que incorpora
entre sus técnicas decorativas las impresiones de tipo boquique (Alday, 2009; Alday y Moral, 2011); y,
finalmente, las colecciones que presentan cerámicas con decoraciones impresas utilizando multitud de
instrumentos, con escasa incidencia de la técnica cardial y con notable importancia de la utilización de
colorante rojo, a la que también denominamos tradición de cerámica Impresa-Almagra y que consideramos
es equiparable a la tradicional Cultura de las Cuevas.
Los datos expuestos y los bibliográficos son contundentes a la hora de señalar la tradición dominante
en la costa malagueña. La presencia de cerámicas decoradas con punto y raya asimilables al boquique
queda atestiguada (Navarrete, 1976; Olaria, 1977; Cortés et al., 2007: fig. 3, 8), si bien, a excepción del
registro de la Cueva de los Botijos (Navarrete, 1976; Olaria, 1977), con poca significación. Esta técnica se
asocia en el norte peninsular a un tipo de poblado (García Gazólaz y Sesma, 2007), un ritual de inhumación
(García Gazólaz y Sesma, 2007; García Gazólaz, 2007; Rojo y Kunst, 1999), una cultura material (Rojo et
al., 2008; García Gazólaz et al., 2011; García Martínez de Lagrán et al., 2011) y a determinadas especies
de cereales (Stika, 2005), todo en conjunto poco afín a lo conocido en Andalucía o el País Valenciano, y
que recuerda a tradiciones más continentales. Es una “cultura” neolítica que merece una reflexión similar
a la que proponemos para el origen y desarrollo del Neolítico andaluz. La lectura que realizamos de la
constatación de elementos de esta tradición en Andalucía es la existencia de contactos e intercambios con
grupos de la meseta.
La tradición cardial sí que parece asentarse de forma estable en la zona granadina (fig. 29C), siendo el
País Valenciano el probable foco de origen, cuya afinidad parece estar fuera de duda. En estos momentos
de la investigación parece más lógico plantear que la llegada de influencias cardiales a la zona granadina es
incluso algo posterior a la de los primeros grupos que se instalan en Nerja. La presencia de cerámica cardial
en yacimientos como la Cueva de las Goteras (Navarrete, 1976), Higuerón (Navarrete, 1976; López y Cacho,
1979), la propia Nerja o Complejo Humo (Ramos y Aguilera, 2005), la interpretamos como consecuencia
de contactos entre la zona malagueña y granadina. La existencia de almagras asociadas a la técnica cardial
en los estratos XV y XVI de la Cueva de Carigüela (Navarrete, 1976; Atoche, 1985-87) podría explicarse
a través de estos intercambios (objetos, técnicas, personas, etc.). Recientes publicaciones incluso matizan
la importancia del componente cardial en Los Castillejos de Montefrío, identificándose gran variedad de
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La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
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técnicas decorativas en sus niveles iniciales (Blázquez, 2011). La coexistencia de aspectos característicos
del Neolítico malagueño como almagras o tratamiento térmico y talla por presión en el sílex (Martínez et
al., 2010; Morgado y Pelegrin, 2012), junto a otros del mundo cardial valenciano desde los inicios de la
secuencia de Carigüela y la de Castillejos, debe ser objeto de una futura reflexión sobre el origen del círculo
granadino y sus relaciones. Estos dos yacimientos concentran buena parte de las dataciones sobre restos
domésticos más antiguas de Andalucía (Martínez et al., 2010; Medved, 2013). Cabe recordar al respecto
que en la discusión sobre la llegada del Neolítico a cualquier región únicamente deben ser utilizadas las
dataciones sobre elementos domésticos cuya identificación no haya generado dudas en los especialistas que
la han realizado. En el caso de Carigüela, las últimas series de dataciones sobre huesos de animales deben
ser tomadas con suma cautela, pues la identificación de las especies ha generado bastantes de esas dudas,
especialmente en lo que respecta al estatus doméstico o silvestre de los bóvidos. Incluso aceptando que las
muestras identificadas como Ovis/Capra puedan ser realmente restos de animales domésticos, todavía no
es posible aceptar fechas por encima del 5500 cal BC para el Neolítico de Carigüela.
También cabe una revisión profunda del final del Neolítico de este yacimiento y la región donde se
ubica, pues a medida que avanza el Epicardial granadino, la cultura material de este núcleo se asemeja cada
vez más a la de la Cultura de las Cuevas occidental. En este sentido, el concepto “epicardial” sólo puede ser
utilizado para el final del Neolítico antiguo en el círculo granadino o en aquellas regiones en las que se ha
documentado una fase previa cardial, no siendo operativo para definir la fase final del Neolítico antiguo en
zonas para las que no se ha descrito una fase cardial anterior.
Los contactos entre la zona malagueña y granadina tienen también su equivalente entre el este de
Andalucía y el País Valenciano, al reconocerse en esta última zona materias o productos de origen andaluz
como herramientas de piedra pulida (Orozco, 2000) o brazaletes de esquisto (Pascual Benito, 1998).
También podrían explicar estos contactos la presencia de asas pitorro (Martí et al., 2009), de verdaderas
almagras en la Cova de l’Or (Domingo et al., 2007) y la Cova de la Sarsa (Asquerino et al., 1998: 71) o la
semejanza en los utensilios de siega (Gibaja et al., 2010). Otro de estos ejemplos lo constituye la aparición
de decoración pivotante con instrumento no dentado asociada a cerámicas “impresas antiguas” (Bernabeu
y Molina, 2009) en contextos cardiales entre 5450-5300 cal BC, en la Cova de la Sarsa (García Borja y
Casanova, 2010), la Cova de l’Or (Martí et al., 1980; Martí, 1983; García Borja et al., 2011b) o la Cova de
les Cendres (Bernabeu et al., 2009b).
En Andalucía, los momentos finales del Neolítico antiguo se caracterizan por la asimilación en casi
todo el territorio de las producciones cerámicas impresas, incisas y almagras. En la Cueva de Nerja, el
Neolítico medio y el Neolítico final no quedan tan bien articulados en fases como el Neolítico antiguo,
si bien es indudable la ocupación de la cueva ligada a una intensa actividad agrícola, especialmente en el
Neolítico medio, que difiere del modelo de explotación de las grandes cuevas de hábitat valencianas, que
en estos momentos pasan a ser utilizadas como corrales (García Borja et al., 2011b). La tendencia evolutiva
de la cerámica en Nerja muestra cambios significativos en la vajilla, cuyo valor estrictamente funcional se
impone al estético, con una clara tendencia a la abertura de las formas que culminará en el Neolítico final.
9. CONCLUSIONES
Los datos presentados corroboran la antigüedad y extensión cronológica de la secuencia neolítica de
la Cueva de Nerja. Su ordenación ha permitido establecer diferentes fases de ocupación durante el
Neolítico: antiguo, medio y final, utilizándose cada sala en función de las necesidades de sus habitantes.
A su vez, se han diferenciado cuatro horizontes en el Neolítico antiguo: arcaico, inicial, pleno y final. El
Neolítico medio ha quedado dividido en dos fases más. Finalmente, unas ocupaciones eneolíticas que
se extienden hasta el horizonte de las cazuelas carenadas y que constituyen los momentos finales de la
secuencia de la Sala de la Mina.
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P. García Borja, J. E. Aura Tortosa, J. F. Jordá Pardo y D. C. Salazar-García
El conjunto cerámico de Nerja va ligado a una intensa ocupación, especialmente en el Neolítico antiguo
pleno y final, momento en el que la vajilla presenta mayor heterogeneidad, siendo la técnica de la impresión
sobre el cuerpo del vaso y sobre cordones la que presenta los porcentajes más elevados, seguida de la
almagra. Estas características están ya presentes en la fase inicial. Los datos plantean una escasa ocupación
durante los horizontes inicial y arcaico, sobre todo en comparación con el Neolítico antiguo pleno y final.
El horizonte arcaico presenta demasiadas incertidumbres, pues no existen elementos de comparación
en Andalucía y son todavía escasos a escala peninsular, resultando complicado su individualización
estratigráfica en cueva.
Las ocupaciones se prolongan durante el Neolítico medio, ligadas a una intensa actividad agraria,
al contrario de lo que se viene documentando en grandes cuevas habitadas intensamente durante el
Neolítico antiguo en el País Valenciano. Las cerámicas pierden vistosidad, imponiéndose la técnica de la
incisión sobre la impresión, hecho documentado en gran parte del ámbito mediterráneo. Las ocupaciones
en la Sala de la Mina finalizan en el Neolítico final, documentándose un buen número de vasos que
conforman una amplia y heterogénea vajilla, consolidándose los notables cambios tipológicos que se
inician en el Neolítico medio.
Las características propias del conjunto y su antigüedad, nos llevan a relacionarlo con la llegada por
vía marítima de grupos plenamente neolitizados, siendo imposible desligar una filiación mediterránea en
los orígenes de los niveles neolíticos de la Cueva de Nerja. Sin embargo, el estudio de la cultura material
no permite distinguir con claridad una filiación impressa ligur para estas primeras ocupaciones. Si a ello
añadimos que la tendencia evolutiva de la cerámica se aleja de la constatada en el País Valenciano y
tenemos en cuenta la imposibilidad de ligar las primeras ocupaciones de Nerja a un horizonte epicardial,
cabe admitir también como posible una vía de expansión desde el sur de Italia por la costa norteafricana,
que deberá ser contrastada en futuros trabajos.
Con los datos actuales, no es posible defender que el Neolítico antiguo medio-final de Carigüela equivale
al inicial de Nerja. Hasta que no se documenten yacimientos más antiguos, el foco de expansión hacia gran
parte del interior andaluz queda establecido en la costa malagueña. La constatación de la antigüedad y
continuidad de la secuencia, lo es también del Neolítico andaluz y la Cultura de las Cuevas definida en su
día por Muñoz, Asquerino, Gavilán o Pellicer y Acosta, si bien con importantes matices.
La influencia de otras tradiciones neolíticas será absorbida por esta Cultura de las Cuevas occidental
que también hemos denominado Neolítico de cerámicas Impresas-Almagras. A falta de mayores datos en la
bahía de Cádiz, la tradición cardial únicamente arraigaría en el entorno inmediato de la Cueva de Carigüela,
presentando en su fase epicardial igual o mayor número de similitudes con la tradición de cerámicas a la
almagra que con la valenciana.
La Cueva de Nerja forma parte de un conjunto mayor de yacimientos que parecen conformar una
Cultura Regional Neolítica cuyo origen, consolidación y expansión no supone alteraciones dentro del
modelo de referencia que explica la llegada del Neolítico a los diferentes puntos de la costa mediterránea.
La distribución de estos yacimientos neolíticos y su heterogeneidad recuerda al modelo de comunidades
propuesto para el País Valenciano. La Cueva de Nerja, como gran espacio habitado a lo largo de toda la
etapa neolítica, jugaría un papel importante en el desarrollo de esta cultura regional cuya expansión no solo
afecta al interior de Andalucía, sino también a la costa portuguesa y marroquí, conformando una cultura
material diferenciada de la cardial.
Si aceptamos que la cerámica cardial posee un alto valor identitario (Martí y Juan Cabanilles, 2002;
Martí, 2008; Martí, Capel y Juan Cabanilles, 2009), cabe plantearse si otras producciones cerámicas pueden
alcanzar un rango similar. Las producciones de Nerja, y de gran parte de Andalucía, abren esta segunda
posibilidad. La gran cantidad de yacimientos cuyos materiales son más afines a los descritos en Nerja que
al cardial, posibilita plantear la existencia de una entidad cultural de rango superior, diferenciada del cardial
franco-ibérico, que a su vez podría estar constituida por varias culturas regionales y a la que denominamos
Cultura de las Cuevas Andaluza.
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La cerámica neolítica de la Cueva de Nerja: salas del Vestíbulo y la Mina
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AGRADECIMIENTOS
Parte de las dataciones sobre fauna han contado con la financiación de la Fundação para a Ciência e Tecnologia,
Ministério da Educação e Ciência, República Portuguesa (SFRH/BD/44089/2008).
Las dataciones sobre cereales han sido financiadas por el proyecto de investigación “Origins and Spread of
Agriculture in the western Mediterranean region (ERC-2008-AdG 230561)” y “Stable isotopes in Mediterranean natural and agricultural ecosystems: from a mechanistic understanding of isotope fractionation processes in plants to the
application in paleoenvironmental research (DGI CGL2009-13079-C02-01)”.
A Michael P. Richards y Jean-Jacques Hublin, del Max-Planck Institute for Evolutionary Anthropology, el apoyo
económico y técnico para la realización de parte de las dataciones radiocarbónicas sobre fauna.
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