Publicacions diverses
Nociones de Prehistoria
Domingo Fletcher Valls
1977
, ISBN 84-500-1903-6
978-84-500-1903-2 , 92 p.
[page-n-1]
[page-n-2]
1
[page-n-3]
[page-n-4]
NOCIONES DE PREHISTORIA
[page-n-5]
I.S.B. N. 84·500·1903·6. 11177. -
Depósito Legal V. 996·1977
Editorial F. Domenech, S. A. -
Mar, 31. -
Valencia
[page-n-6]
DOMINGO FLETCHER
NOCIONES DE
PREHISTORIA
50 ANIVERSARIO DE LA FUNDACION
DEL
SERVICIO DE INVESTIGACION PREHISTORICA
DIPUTACION PROVINCIAL
V ALENCIA
1977
[page-n-7]
[page-n-8]
NOTA
PRELIMINAR
A LA PRIMERA EDICION
E
stas NociONES DE PREHISTORIA son la cristalización
de una necesidad sentida desde hace muchos años,
1'eflefada en los arts. 64 y 85 del Reglamento de 16 de
abril de 1936 y más recientemente en la 1 Asamblea N(J¡cional de Comisa1'ios de Excavaciones A1·queológicas, celebrada en Mad'tid el pasado enero, en la que se propuso
la preparación de una cartilla y cuestionario de arqueología. El SERVICIO DE I NVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA de la
E xcma. Diputación de Valencia, que ha sabido llevar a
cabo estudios monográficos y excavaciones de gmn trascendencia científica inte'rnacional, haciéndose eco de esta
necesidad y siempre en vanguardia en las ta1·eas cultur(J¡les, p1·esenta estas N OCIONES DE PREHISTORIA, completándolas con un extracto de la Legislación Vigente sobre
excavaciones y un cuestionario que el S. l. P. ruega y
espera sea cumplimentado por el mayor número posible
de personas.
No p?·etendemos que estas NOCIONES DE PREHISTORIA
sc.an un manual de iniciación, puesto que ya los hay
y buenos en nuestra Patria; ciframos nuest'ros deseos
y p?·opósitos en que las páginas que siguen sirvan para
llamar la atención y despertar el interés del p1·ofano hacia
la.s espléndidas riquezas m·queológicas que encierran nues7
[page-n-9]
tras tierras y que po1· igno·rancia, despreocupación o codicia, se pierden diariamente pam el acervo cultural español. Nuestro esfuerzo se encamina, pues, a adve1·ti1 al
·
no iniciado que existen unas pied1·ecitas, unos t1·ozos de
cacharro, unos restos de bronce o hier-ro que, careciendo
de todo valor monetario, lo tienen, y mucho, científico.
Pretendemos así defendet· el patrimonio arqueológico nacional que, tanto por se1· "el recueTdo de familia" de nuestros remotos abuelos, como por la aportación que significa
para el conocimiento de las vicisitudes pm· que pasaron los
prime·ros hombres y los lentos progresos que llevaron a
cabo en lucha contra toda suerte de advet·sidades hasta
alcanzar la meta actual, debemos Scblvagua?·dar de la pérdida o destrucción.
Si al lector le ab1·en las siguientes 1Jáginas nuevos horizontes hasta aho1·a desconocidos pa·t a él y, en su inquietud intelectual, quiet·e profundiza¡· en este emocionante
campo de la Pt·ehistotia, es entonces cuando podrá bucear
en los magníficos manuales que le concreta·rán y ampliarán cada uno de los problemas de esta joven ciencia, tan
a1-raigada ya en todos los cent1·os cvJtu1·ales del mundo.
Si con estas NOCIONES DE PREHISTORIA despertamos
una corriente de inte·rés y 'respeto hacia los restos a?·queológicos, habremos cumplido la misión qu. nos p?·oe
pusimos al redactm·las, llevados del ca1"iño a los estudios
prehistóricos. y a la cultura de nuestra Patria.
D.F. V.
Valencia, 24 de mayo de 1951.
S
[page-n-10]
NOTA
PRELIMINAR
A LA SEGUNDA EDICION
En 1952 publicaba la Excma. Diputación Provincial
de Valencia unas N OCIONES DE P RE HISTOR IA, que 1'edactarnmos en 1951 , con el ¡wopósito de hacerlas llegar al
mayo1· número posible de lectores y despertcw en ellos la
r.uriosidad e interés 1JOI' los temas 1Yrehistóricos.
A quella edición de S .000 ejemplares, profusamente ?'epartida entre escolares, maestros, sacerdotes, médicos,
Guardia Civil, etcétera de todos los pueblos de nuestra
provincia y también adqui1'ida 110r buen número de comp1·ado1·es, se agotó 1·ápidamente. No obstante lct insistente
demanda de estas NOCIONES no se ?Jrogmmó una segunda
edición 1>01· considemr más oportuno destinar las 1JOsibilidades económicas del S. l . P. ct la publicación ele algunos de los muchos tmbajos de investigación qtte teníamos
en cartera, de los que en el pei'Íodo 1952-1977 hcm visto la
luz 92, más 11 volúmenes de la revista A1·chivo de Prehishorúz. L evantina.
Es ahora, al cumplirse el cincuentenario de la fundación del SERVICIO DE I NVESTIGACIÓN P REHISTÓR ICA, cuando
ent1·e los actos conmemorativos de esta efemérides y teniendo en cuenta tos 1>0sitivos 1·esultados que con ellas
se logmron, figura el de la 1·eedición de estas NOCIONES.
Como ex¡>licábamos en nuestm Nota Prelimincw de
[page-n-11]
1951, no erct nuestro propósito redactar un manual sino
interesa?· al p1·otano en los estudios de prehistoria, po1·
lo que p1·ocummos da1· al tema un t1·atamiento sencillo,
e~•.: ento de erudición, 11ero, eso sí, con el máximo 1·igor
científico. TmnscuiTidos 25 años, es lógico que algunas
cuestiones o/?·ezcan nuevos puntos de vista, por cuya razón hemos efectuado algunas, muy pocas, mortificaciones
rtl texto primitivo.
Si con esta nueva edición de NOCIONES DE PREH ISTORIA logmmos atmer el interés del lectot· hacia los restos
úrqueológicos y su p1·otección considem1·emos que se ha
cu,mplido el p1"01>Ósito que las motivó, en beneficio de la
wltum y ciencia de nuest1·a Pat1-ia.
D. F. V.
l1alencia, marzo de 19 77.
10
[page-n-12]
G E NE R AL ID A.D ES
Q UÉ ES
PREHISTORIA
Se denomina PREHiSTORIA la ciencia que estudia las
r1rimeras manifestaciones culturales de la Humanidad, lleg:mdo en sus investigaciones hasta el momento en que
~parecen documentos escritos.
Por ello la Prehistoria no tiene idéntica extensión en
todas las partes del mundo ya que las noticias escritas
no surgen a la vez en todos los pueblos y así, por ejemplo, mientras los del Cercano Oriente entran relativamente pronto en el campo de la Historia, los pueblos del
noroeste de Europa lo hacen mucho más tarde y aun hoy
existen gentes que desarrollan sus actividades dentro de
culturas de carácter prehistórico.
Esta diferencia cronológica que distancia unos pueblos
de otros en su entrada en el campo de la Historia, origina
una etapa mixta en la que algunos de ellos nos son conoci~
dos históricamente a través·de las noticias ·e scritas que nos
proporcionan los autores de otros países. Este período
mixto en la vida de un pueblo se denomina PROTOHISTORIA, la cual, por utilizar fundamentalmente el método
arqueológico, se considera como una etapa dentr o de la
Prehistoria.
11
[page-n-13]
MÉTODOS QUE UTILIZA LA PREHISTORIA
El estudio de la vida de la Humanidad en sus primeros
momentos tiene que hacerse a base de los restos de toda
índole que nos ha dejado el hombre de aquellas edades.
Sus útiles, sus Jugares de habitación, sus sepulturas, los
n!stos de su alimentación, su arte y aun sus propios
restos óseos, sirven para que deduzcamos sus creencias,
organización social, régimen económico, técnicas industr~ales, y, en fin, cómo era la vida de nuestros remotos
antepasados.
Pero el estudio de todos estos restos requiere métodos especiales de trabajo, el primero de los cuales es el
llamado método arqueológico, ya que son imprescindibles
las tareas preliminares de rigurosa excavación para el
acopio de los datos que luego han de servir de estudio
a los investigadores.
Otros métodos los proporcionan un buen número de
otras ciencias relacionadas más o menos directamente con
los estudios prehistóricos. Así, la GEOLOGÍA, dándonos
por las que ha pasado la Tierra y época a que pertenecen los niveles en que aparecen las manifestaciones de
la presencia humana; la PALEONTOLOGÍA, clasificando los
r('stos de plantas y animales, explicándonos cómo eran
los seres vivos que rodearon, sirvieron de alimento y
fueron enemigos del hombre primitivo; la ANTROPOLOGíA,
que estudia el aspecto físico de éste; la ETNOLOGÍA, que
nos da a conocer, por comparación con los primitivos
¡:·ueblos actuales, cuál era el estado social, religioso, etc.
en que se encontraba el hombre fósil; la LINGÜÍSTICA,
~yudándonos a localizar, a través del estudio de las lenguas, los movimientos migratorios de los pueblos, sus
relaciones e influencias; y aun entre otras más, la As12
[page-n-14]
TRONOMIA, la FISICA y la QUÍMICA, que prestan sus colaboración para poder dar fechas a los períodos y hallazgos
prehistóricos.
L UGARES DE HALLAZGO
Los r estos de interés arqueológico pueden hallarse:
AL ai1·e lib1·e, sin ningún otro material que los cubra. Frecuentemente se dan estos hallazgos en las terrazas de los ríos, zonas habitadas en los períodos de clima
benigno, por el hombre primitivo. Las terrazas con posibles hallazgos se encuentran, normalmente, a relativa distancia de los actuales cauces de los ríos, debido a que estos han ahondado su lecho y disminuido su caudal, restringiendo la anchura de aquel. Por ello, los hallazgos
de época más antigua se efectúan en las terrazas más
elevadas, si los materiales no han sufrido arrastre o remoción. (Fig. 1.)
En cuevas, en las que, por la persistente utilización por
el hombre, se han formado diversos niveles superpuestos,
encontrándose en ellos los restos típicos de cada época
lo que nos permite la comprobación de las secuencias técnicas e industriales de cada momento. Cuanto más antiguos sean los restos a mayor profundidad se hallarán, si
los niveles no están revueltos. (Fig. 2) En las paredes de
las cuevas, covachas o abrigos de las laderas de barrancos,
pueden hallarse pinturas o grabados de época prehistórica.
En sepulturas, bien en campo abierto, cavadas en la
tierra o dentro de urnas de cerámica, o bajo amontonamientos de piedras; bien en construcciones funerarias de
diversa factura, según la época; bien en grietas de las
rocas o dentro de las cuevas, etc. etc.
En despoblados, 1·estos de antiguas poblaciones abandonadas voluntaria o involutariamente por sus habitantes. En el transcurso del tiempo estos restos han ido cu13
[page-n-15]
briéndose por la tiel'I'a y la· - egetación hasta tal punto
v
que es dificilísimo muchas veces dist·i·tiguh:los a simple vista y solamente, después de la excavación, pueden poilerse
al descubierto las cimentaciones de las casas y sacar los
ajuares, que a veces aparecen a la profundidad de varios
metros. También en los poblados pueden darse diversos
nivel~s por construcción de viviendas superpuestas en el
transcurso del tiempo de ocupación. Generalmente los
poblados se asientan en lugares elevados con 1·elación a
las tierras circundantes, de·difícil acceso, cerca de los cursos de agua, frecuentemente en la confluencia de dos barrancos o riachuelos.
Cada uno de l6s puntos de hallazgo o yacimiento ·se
llama estación arqueológica.
La búsqueda y excavación de yacimientos prehistóricos
por aficionados, ha causad·o la ·pérdida ii·reparabi'e, para
eí estudio, de gran número de piezas que, por no efectuarse su hallazgo con los requisitos que la ciencia exige,
carecen de todo valor científico. De ahí los esfuerzos
de las Autoridades españolas para evitar estas continuas pérdidas, esfuerzos que han cristalizado en la vigente legislación, de la cual damos un resumen· :!1 fin dé
estas NOCIONES. Aparte de la terminante prohibfción de
excavar ningún yacimiento por quien no esté autorizado
por la Ley, todo ciudadano tiene la obligación moral de
dar a conocer cualquier hallazgo arqueológico, del · que
tenga noticia, a lás entidades especializadas en. estos estudios, las cuales disponen de medios adecuados · para practicar los trabajos necesarios y lograr así el mayor provecho científico del · hallazgo.
-
ETAPAS DE LA PREHISTORIA
A mediados del siglo pasado, al constituirse la Prehistoria como verdadera ciencia, se estableció "la · división
l4
[page-n-16]
fundamental en tres edades: de la PIEDRA, del BRO
NCE y
del HIERRO.
Después de varias tentativas y modificaciones se llegó
a la subdivisión de la Prehistoria en diversos períodos
que han quedado como clásicos y a p~sar de que esta
clasificación no es exacta para todos los puntos del Munpo, ni siquiera para toda Europa, puede decirse que todavía está vigente, a unque con algunas modi{icaciones. Por
ello la seguimos aquí, de acuerdo con los resultados de la
moderna investigación:
)
\
PALEOLITICO INFERIOR
PALEOLITICO MEDIO
PALEOLITICO SUPERIOR
MESOLITICO
(=EPIPALEOLITICO)
{
'
CHELENSEABBEVJLLENSE
CLACTONIENSE
ACHEULENSE
LEVALLOISIENSE
¡
LEVALLOISIENSE
MUSTERIENSE
l
A URI& ACIENSC
GRAVETIENSE
SOLUTRENSE
MAGDALENIENSE
{
'
BRONCE VALENCIANO
BRONCE ARGARICO
BRONCE DEL S. O.
PENINSULAR
BRONCE .ATLANTICO
NEO LITIGO
ENEÓLITICO
EDAD DEL BRONCE
(
EDAD DEL HIERRO
~
CELTICO ~ Halls:att
( La Tene
CULTURA IBERICA
TIEMPOS ROMANOS
15
[page-n-17]
CRONOLOGÍAS
Otra de las grandes dificultades que ha de salvar la
Prehistoria es la de señalar fechas para cada uno de sus
períodos. En esta tarea colaboran todas las ciencias con
ella relacionada, pero las discrepancias a que se llega son
lo suficientemente grandes para que ninguna de ellas
pueda tomarse como única y definitiva.
Aquí, dejando de lado las múltiples tablas cronológicas que se han confecionado y las razones que avalan cada
una de ellas, damos la cronologia actualmente más aceptada, con la advertencia de su aproximación y estar referida básicamente a la región valenciana.
PALEOLÍTICO INFERIOR y MEDIO, durarían hasta el
40.000 a. C.
En el PALEOLÍTICO SUPERIOR, las diversas etapas del
Solut1·ense del Parpalló oscilarían entre 18.500 y 15.900
y el Magdaleniense III de esta misma cueva, se fecharía
hacia el 12.000 a. C. Entre esta fecha y el 9.000, se encuadraría el Magdaleniense IV, y paralelamente, la primera
etapa del MESOLÍTICO valenciano, cuya evolución posterior
llegaría hasta el 5.000 a. C.
El NEOLÍTICO se extendería desde el V milenio hasta
mediados del III y el ENEOLÍTICO, entre la segunda mitad
del III y primera mitad del 11 milenio.
La EDAD DEL BRONCE desde dicha fecha hasta mediados
c!el primer milenio.
La EDAD DEL HIERRO en sus diversas modalidades, desde el 700 a. C. hasta el cambio de era, extendiéndose en
nuestra región la característica Cultura ibérica, entr e el
siglo V a. C. y el primero de nuestra era.
16
[page-n-18]
EL
PAL E OLITI C O
SUS CARACTERÍSTICAS
La era Cuaternaria comprende dos grandes períodos,
diferenciados por el clima, flora y fauna. El primero de
estos períodos recibe el nombre de Pleistoceno, Diluvium,
Cuaternario propiamente dicho o Era Glaciar, por ser su
característica especial las grandes transformaciones climáticas llamadas glaciaciones, las cuales ocasionaron radicales cambios en la flora y fauna y con ellos en la vida
del hombre, la presencia del cual sobre la tierra está
comprobada a partir de este primer momento de la Era
Cuaternaria.
a) .-Los Glacim'es.-No son bien conocidas las causas
que motivaron estas oleadas de hielo que transformaron
la superficie de la Tierra, rebajando montes y originando
l;~.gos en distintas partes de Europa Central y Oriental.
Las teorías explicativas de este fenómeno (alteración
de la órbita terrestre; distinta intensidad de la r adiación
solar; cambios en el con tenido de ácido carbónico de la
atmósfera; desplazamiento de los polos y continentes, etc.
etc.) pecan de insuficientes, por lo que las causas originarias de los glaciares no están establecidas con claridad.
Sólo se ha llegado a la conclusión de que en la Eur opa Occidental pueden señalarse cuatro períodos glaciares
separados por épocas interglaciares (Fig. 3). Estos períodos reciben el nombre de cuatro ríos alpinos y su correspondencia con las etapas culturales sería como sigue:
17
[page-n-19]
.....
CX>
Primer Glaciar-GUNZ (de poca extensión)
Chelense = Abbevillense.
Integlaciar
Segundo Glaciar-MINDEL (el más extenso)
Chelense y Acheulense.
Interglaciar
Acheulense.
Tercer Glaciar-RISS (más extenso que el primero) Acheulense.
Interglaciar
. Acheulense y Musteriense.
Cuarto Glaciar-WURM (con varias fluctuaciones)
Post-glaciar
Musteriense y P. Superior.
. Mesolítico y culturas posteriores hasta los tiempos actuales.
[page-n-20]
El clima del centro de España en las épocas glaciares
sería como el actual de Polonia; el de la costa norte como
el de Escocia y el del sur semejante al actual del mediodía de Francia. En los períodos interglaciares en el reino
de Valencia habría un clima sub-desértico.
b) .-Flora y Fauna.-En reiación directa con el clima están la flora y fauna. La primera, en los períodos glac:ares, estaría representada en las tierras valencianas,
por bosques y en los períodos integlaciares por especies
actualmente africanas. En cuanto a la fauna, el levante
es pañol presentaría pocas variaciones, ya que aparte del
gran número de animales indiferentes al clima, los cambios climáticos no fueron tan bruscos como en el norte.
Muchas especies vivieron indistintamente en un momento
u otro del paleolítico; algunas de ellas (rinocerontes, elefantes, etc.) han desaparecido de las tierr as valencianas;
otras (jabalí, ciervo, caballo, toro) han llegado hasta
nuestros días.
e) .-El hombt·e.-A base de las características generales que presentan los restos óseos humanos, se ha formado un tipo racial para el Paleolítico Medio, denominado
Horno neanderthalensis. Sus rasgos distintivos serían:
una estatura media de 1'60; piernas cortas y musculosas, arqueadas en las rodillas y caderas; tronco achaparrado; manos cortas y anchas; cabeza voluminosa con
cráneo de gruesas paredes; frente baja y deprimida, dirigida hacia atrás; fuertes arcos superciliares; mandíbula
inferior robusta, carente de barbilla (la cual se va formando durante el musteriense), etc. etc.
Al iniciarse el segundo momento del Paleolítico, desaparece este hombre neanderthalense dando paso a un
nuevo tipo, caracterizado por su frente alta y abombada,
neentón prominente, dolicocefalia, nariz derecha, o sea, en
general, con características semejantes al hombre moder19
[page-n-21]
no. Este tipo racial se ha llamado de Cromagnon; aunque
se señalan otros tipos raciales dentro del Paleolítico Superior (Chancelade, Grimaldi, etc.) podemos considerar
el Hombre de Cromagnon como el más típico del segundo
momento del paleolítico.
En las posteriores etapas culturales de la Humanidad
no hay cambios fundamentales en el tipo humano.
d).-Vida material.-El hombre paleolítico vivió un
númadismo que podríamos denominar circulante, desplazándose de un lugar a otro obligado por las necesidades
alimenticias, pero girando siempre dentro de las coma1·cas
que le eran más favorables, y ocupando los mismos Jugares de habitación, lo que da origen a Jos diversos niveles
estratigráficos y al desarrollo de variantes técnicas regionales.
Acampaba en las proximidades de las corrientes fluviales, al aire libre en épocas de clima benigno y frecuentemente en cuevas en las de bajas temperaturas, aunque
t ;..mbién solía vivir al aire libre en los períodos fríos.
Desconocíase la agricultura, ganadería, obtención de
los metales, escritura, la cerámica, etc. o sea todos los elementos formativos de culturas superiores. El hombre y el
animal son enemigos en la lucha por la existencia. El primero vivía de la caza, pesca y recolección de frutos, tallos
y raíces; de los animales cazados aprovechaba la piel, cerdas y tendones para confeccionar sus vestidos; la carne
para su alimento; la grasa para alumbrarse; la sangre
como aglutinante para sus pinturas y Jos huesos para confeccionar sus útiles (puñales, arpones, agujas, etc.). La recolección se encomendaba, sin duda alguna, a las mujeres
y niños.
En épocas de buen clima vivirían desnudos o semidesnudos, cubriéndose con pieles en tiempo frío, aunque su
capacidad de resistencia a las bajas temperaturas les permitiría ir poco vestidos en zonas algo alejadas de los
20
[page-n-22]
hielos. Aparte de la indumentaria imprescindible por el
clima o razones de rudimentaria moral y defensa contra
el medio ambiente, cubrían el cuerpo con adornos y tatuajes que en ocasiones hay que considerar al propio tiempo
como indumento.
La difícil existencia del hombre prehistórico se refleja
E.n sus restos óseos, en los que puede observarse la mena
que en él hacía la vida en constante lucha con la naturaleza; sufría reumatismo, caries dental y otr as varias enfermedades derivadas de su deficiente alimentación y luga1·es de habitación, dando todo e11o como resultado que el
índice de longevidad fuera inferior al del hombre actual,
rebasando muy raramente los cuarenta años en el Paleolítico Inferior y no pasando de los 60 en el Superior, lo que
motivó un escaso potencial humano que explica los muchos miles de años que necesitó la Humanidad par a superar las primeras etapas de su existencia.
Es muy posible que el hombre en su vida social, conshtuida en familia monogámica y en horda, sostuviera relaciones mutuas por medio del intercambio, como se deduce del hallazgo de conchas procedentes de las costas
atlánticas en yacimientos italianos y otras típicas del
Mediterráneo en cuevas de Austria, Suiza, etc., aunque
muchos de estos hallazgos pueden obedecer no a simple
intercambio sino a posibles migr aciones de pueblos.
En cuanto al utillaje para su diaria lucha por la existencia, en primer término, el hombre utilizó simplemente
sus manos, ayudándose con ramas, huesos, asta y piedra,
tal como la naturaleza se lo ofrecía; después fueron modificándose estos útiles adaptándolos a las necesidades
cotidianas, siendo entonces cuando puede hablarse de verdadera cultura ya que es a partir de dicho momento
cuando el hombre impone, conscientemente, modificaciones a la naturaleza en provecho propio.
Entre las piedras principalmente utilizadas por el hombre primitivo están la cuar cita ~ el sílex. La primera, por
21
[page-n-23]
la rudeza de su trabajo, ha pasado desapercibida durante
mucho tiempo para los invest igadores, que buscaban los
más llamativos y claros útiles de sílex. La técnica de trabajo de éste ha podido ser estudiada gracias a los pueblos
primitivos actuales y a los experimentos llevados a cabo
por los prehistoriadores. En líneas generales podemos
considerar las siguientes técnicas fundamentales para la
obtención de los útiles:
Percusión, dando golpes en un núcleo de
sílex.
Temperatura, por calentamiento del núcleo
de sílex y rápido enf riamiento mediante
agua, lo que produce cuarteamientos y
largas fracturas en el núcleo.
Presión, utilizada mucho durante el solutr ense y posteriormente en el eneolítico. Con
un pequeño hueso espatulado se sacaban
esquirlas presionando desde el centro a
la periferia, a lo largo de la superficie
de la lasca desgajada, por percusión o
temperatura, del nódulo.
A base de estas técnicas confeccionó el hombre cuaternal'io variadísimos tipos de ar mas y útiles, de acuerdo
con sus necesidades, desde grandes hachas hasta pequeños buriles.
Uno de los hallazgos más trascendentes que r ealizó
el hombre prehistórico en su constante superación cultural, fue la obtención del f uego a su voluntad. Las dificultades para conseguirlo y conservarlo y la importancia que
tiene para la vida de la Humanidad a través de todas las
épocas, se reflejan en el culto que los pueblos le han rendido en todo tiempo. Cómo, cuándo y dónde se supo producir el fuego a voluntad son pr eguntas que no tendrán
22
[page-n-24]
nunca contestación, pero no hay duda de que era conocido
por el hombre cuaternario quien lo utilizó para calentarse,
condimentar sus alimentos y para alumbrarse en sus col'rerías por las sombrías galerías de las cuevas, pintando
y grabando en sus paredes las maravillosas obras de arte
que nos ha legado, a la luz de las lámparas de piedra de
las que conservamos ejemplares procedentes de cuevas
del norte de España.
e).-Vida espiTitual.-El intento de explicarse los hechos que están fuera del alcance de su inteligencia y el
deseo de dominar las fuerzas de la naturaleza, llevan al
hombre primitivo al campo de la magia, que reviste distintas formas. El hechicero con sus mandatos y transcendencia social es el verdadero dueño y señor y su «tabú» es la
primera ley que conoce la sociedad primitiva. Una de las
más importantes manifestaciones de la magia estaría en
relación con la caza; reproducían en escultura, bajo-relieve, grabado o pintura, en los más recónditos lugares
de las cuevas, las figuras de los animales que deseaban
cazar o exterminar, asaeteando o alanceando estas imágenes para hacer propicia la cacería, práctica que aún se encuentra entre los bosquimanos.
Por los hallazgos de restos humanos se comprueba que
rendían culto a los difuntos, mostrándose claramente la
existencia de prácticas funerarias a partir del musteriense.
Al cadáver acompañaban sus adornos, armas, representación del totem y tal vez alimentos, lo que prueba la creencia en otra vida. En algunas fosas aparecen restos de ocre
y los esqueletos coloreados por esta misma materia. Parece ser que el cráneo también fue motivo de culto, habiéndose encontrado depósitos de ellos dispuestos en círculo.
Por algunos restos humanos se deduce la práctica de la
antropofagia no como necesidad física sino con carácter
ritual para conservar el espíritu del difunto entr e sus familiares o para asimilarse su fuerza y valor.
23
[page-n-25]
A partir del P aleolítico Superior conocemos manifestaciones artísticas que desde el primer momento presentan
una asombrosa perfección. Por las condiciones en que se
ofrecen las obras de arte hay que desechar el mero goce
estético y admitir un fin utilitario relacionado con la magia, pero no debe excluirse un sentido artístico y unas
dotes de extraordinar ia maestría artística, sin las cuales no hubiera sido posible la r ealización de estas obras
de innegable belleza.
1/r.J S
.f--.-..;;;..,;¡;;,.;.¡._
'?1.1'11() Jt IASV:fdtJ.
Lasca ideal con indicación de la nomenclatura técnica de las
diversas partes de la misma
24
[page-n-26]
LAS INDUSTRIAS PALEOLITICAS
A.-PALEOLÍTICO INFERIOR
No todas las técnicas tuvieron idéntica duración ni
desarrollo paralelo en todo el Mundo. Frecuentemente las
técnicas del Paleolítico Inferior conviven en lugar de des}Jlazarse unas a otras. Hasta el musteriense, puede decirse
que se extienden por gran par te de la superficie de la
tierr a con características semejantes, pero a partir de éste
comienzan las variantes regionales.
Chelense ( = Abbevillense).-Denominado así por el yacimiento de Chelles en las proximidades de París. Hoy se
conoce más con el nombre de Abbevillense. En general la
técnica de trabajo es bastante defectuosa, caracterizándose por el hacha de mano de filo muy irregular y dimensiones variables, hasta de 25 centímetros (Fig. 4). r aederas,
cuchillos, buriles, etc., etc. En el oeste de Europa se encuentra otra industria paralelamente al chelense, es el
llamado clactoniense (de Clacton on Sea, en Inglaterra)
que se caracteriza por grandes lascas trabajadas por una
c;uoa, con plano de percusión muy oblicuo con respecto al
plano de lascado y con el bulbo de per cusión muy saliente.
Ambas técnicas, chelense y clactoniense, se encuentran a
veces en la misma pieza.
25
[page-n-27]
Acheulense.-Recibe el nombre de Saint-Acheul, en las
cer canías de París. Es un perfeccionamiento del chelense
sobre el que aparece estratigráficamente. El hacha de
mano es más plana que en el período anterior, con los
bordes más retocados y el filo más rectilíneo. La longit ud
media es de unos 15 centimetros; también aparecen raederas, raspadores, etc. (Fig. 5) .
P aralelamente sigue desarrollándose el clactoniense y
otra técnica derivada de éste, ellevalloisiense, caracterizacia por lascas grandes con talla superficial, pero sin r etoque inferior y con el bulbo de percusión poco acentuado.
B.-PALEOLÍTICO MEDIO
Musteriense.-Su nombre procede de Le Moustier, en
la Dordoña (Francia). Se le denomina Paleolítico Medio y
se caracteriza por el empleo de tipos más pequeños que en
las anteriores etapas, tt·abajados en lascas; así raederas,
buriles, puntas triangulares, etc. conservándose en los primeros momentos el hacha de mano de tipo acheulense.
Persisten las técnicas levalloisiense y tayaciense. Hacia el
fi n del musteriense el micoquiense marca clara evolución
al auriñaciense (Figs. 6, 7, y 8).
C.-PALEOLÍTICO S UPERIOR
En el Paleolítico Superior la industria del hacha de
n1ano deja paso a la de hojas que en algunos tipos se conserva a través de todo este período y siguientes. Otras características que pueden señalarse es el empleo del hueso
on gran escala y la apar ición del arte. La relativa uniformidad del primer paleolítico desaparece pa1·a dejar paso a
los r egionalismos aunque todavía perduren paralelismos
tecnicos y tipológicos en puntos alejados entre sí.
26
[page-n-28]
Auriñaciense.-Recibe el nombre de la cueva de Aurignac, alto Garona (Francia).
Se inicia con la perduración de elementos musterienses
y terminada esta fase de transición se halla el perigo?·diense o grav ettiense, caracterizado, entre otras cosas por las
puntas de la Gravette y Font Robert, puntas de muesca,
raspadores aquillados, etc. Paralelamente se desarrolla el
llamado auriñaciense medio, o aur iñaciense típico, con
grandes hojas bien retocadas, raspadores cónicos y aquillados; es típico de este momento el buril de punta arqueada y la punta de hueso de base hendida, primero
tJ·iangular, después en forma de losange y finalmente
subcilíndrica (Figs. 9 y 10).
Solut?·ense.-De la Solutré (Macon, departamento Saona-et-Loire, Francia).
Es una técnica que se introduce en cuña en la normal
evolución de las industrias del paleolítico superior, difundiéndose rápidamente. Se caracteriza por los retoques a
presión sobre toda la superficie de la pieza en sentido perpendicular al eje de la misma, técnica que se reproduce en
·~1 eneolítico. Son típicas las hojas denominadas de laurel,
las de sauce y la punta pedunculada con aletas (Figs. 11,
12 y 13).
El solutrense convive con el gravetiense el cual, a la des¡.:¡,parición de aquel continúa surgiendo en muchos yacimientos, lo que demuestra que el solutrense es una intrusión en el normal desarrollo de las técnicas del paleolítico
superior. La floración gravetiense, superpuesta a los niveles solutrenses, se denomina Epigravetiense y se caracteriza por la persistencia de tipos anteriores y la punta
de muesca.
Magdaleniense.-De la Madeleine (Tursac, Dordoña,
Francia).
Es un cambio radical con respecto al solulrense. Las
27
[page-n-29]
lascas de sílex son, a menudo, de pobre calidad y mal trabajadas; en contraposición, el hueso se utiliza abundantemente en forma de azagayas (con uno o dos extremos en
bisel)· de sección cilíndrica o cuadrada; arpones de dientes
rudimentarios o de una o dos hileras de dientes destacados; el denominado «bastón de mando» que ya se encontraba eh el auriñaciense; y el propulsor, frecuentemente
decorado con bellos grabados. El sílex se trabaja con
técnica gravetiense pero a partir de mediados del magdaleniense aparecen los llamados microlitos, pequeñas piezas de sílex, que van alcanzando mayor preponderancia
conforme avanza el periodo, hasta conve1'tirse en el objeto
más destacado de las culturas mesolíticas (Figs. 14 y 15).
Paralelamente a los momentos avanzados del magdalflniense, europeo, se desarrolla en Africa del Norte, una
cultura denominada Capsiense, caracterizada por útiles de
pequeño tamaño, adoptando perfiles geométricos que se
imponen, al finalizar el magdaleniense, dando origen a
una serie de culturas derivadas del mismo.
'
- - - '....
Lasca clactoniense con
indicación del ángulo que
forman los planos de
petcusión y de lascado
28
[page-n-30]
EL
MES O L I T I C O
Entre el final del paleolítico y comienzos del neolítico
hay una etapa en la que se opera la transición climáticog~ológica al mundo actual. Este período de tiempo está
ocupado culturalmente por el denominado Mesolítico, tél'mino que viene a ser equivalente al de Edad Media de la
Piedra. Durante él se estabiliza el clima y los grandes contrastes térmicos, ocasionados por las glaciaciones e intC'rglaciaciones, dejan paso a un año climático en el que
~e suceden las estaciones de un modo bastante semejante
al actual. La gran caza tanto la de clima cálido como la de
frío,· se retrae a determinadas comarcas, desapareciendo
algunas especies y teniendo que recurrir el hombre a la
caza menor y a la recolección creándose así una economía de pequeños cazadores que han de adaptar sus útiles
y armas a la nueva modalidad de vida. Materialmente ello
significa un retroceso, tanto en la técnica de obtención del
utillaje como en la economía; el hombre sufre las consecuencias de la adaptación a las nuevas condiciones, y los
cleficientes medios de subsistencia, repercutiendo en su
a!imentación, ocasionan un índice de longevidad ligeramente inferior al del paleolítico superior, a pesar de las
mejoras climáticas.
Desaparecen las bellas técnicas del trabajo del sílex,
quedando sólo las de retoque marginal de trayectoria gra29
[page-n-31]
V€tiense; predominan los microlitos y formas geométr icas
que ya hicieron su aparición en el magdaleniense; degenera la industria del hueso, siendo distintivo principal la pobreza y tosquedad de sus instrumentos, que r ecuerdan
técnicas primitivas.
El espléndido arte paleolítico desaparece, pero en contraposición, se atribuye a este período mesolítico el origen
del arte rupestre levantino.
Las industrias más características de nuestro Mesolítico son :
E n el norte y oeste de la península aparece una cultura excesivamente especializada, con una economía de tipo
marítimo costero, cuya base alimenticia la constituyen los
mariscos. Se caracteriza por la t alla de instrumentos en
c~ntos rodados de cuarcita, siendo el tipo principal el pico
o hendidor. Es la llamada cultura Astut'iense.
También en la zona pirenaica y cantábr ica se encuent ra la denominada cultura Aziliense, degeneración del antiguo magdaleniense, en la que el hueso continúa trabajándose, produciendo arpones con agujero en la base y
su industria de sílex se encuadra dentro de las formas
microliticas, pero sin piezas trapezoidales, que se dan en
el denominado Ta,rdenoisiense, con sílex microliticos geométricos, que aparecen por todo el ámbito de la Península.
En la región levantina la cultura mesolítica está perft>ctamente definida, encontrándose materiales que llevan
desde el epigravetiense hasta comienzos del Neolítico, de
acuerdo con las siguientes subdivisiones:
Un primer momento en el que dominan las puntas
triangulares, escalenas, con base casi horizontal, las trapezoidales de forma alargada con algo de pedúnculo y los
trapecios regulares de bordes r ectos o ligeramente curvados. Lo más típico de este momento es, sin embargo, la industria tosca labrada en caliza compacta.
30
[page-n-32]
El segundo estadio se caracteriza por puntas trianguescalenas y las trapezoidales, que abundan más que
en el período anterior, así como los microburiles. Aparecen cantos rodados con señales de pintura.
El tercer momento representa el pleno mesolítico y se
cnracteriza por la abundancia de microburiles, hojas de
muesca (que ya se daban en anteriores períodos paleolíticos), trapecios y puntas triangulares con pedúnculo lateral
que son típicas de este momento. Hay plaquitas de caliza
con grabados geométricos (series de rayas paralelas, raya~
de trazo punteado y zonas o fajas con rayado interno).
En los últimos momentos del Mesolítico aparecen los microlitos en forma de gajo de naranja. Esta industria
perdurará en el período siguiente, en el Neolítico, llegando
aigunas formas hasta los albores de la Edad del Bronce
(Figs. 16, 17, 18, 19 y Lám. III).
l~res
Sílex trapezoidales de la Cova.
de les Mal/aetes (Bárig)
31
[page-n-33]
Losa con diversos grabados procedente
del P urpalló (Gandia)
[page-n-34]
EL ARTE CUATERNARIO
En el Paleolítico Superior aparece un arte extraordinariamente perfecto tanto en estatuaria como en bajo relieve,
grabado y pintura. Esta floración está carente de antecedentes ya que, aunque es de suponer que las primeras inquietudes estéticas comenzarían sobre el propio cuerpo
humano, con mutilaciones y tatuajes, la realidad es que
no se encuentran balbuceos ni ensayos previos que nos
llc:ven lentamente al estadio de perfección artística que se
nos muestra en los hallazgos del período auriñaciense =
gravetiense, a partir del cual y a través de todo el Paleolítico Superior no faltarán las representacion~s artísticas.
Este arte se desarrolló por razones de índole mágica
pero no debe olvidarse el profundo sentido artístico del
hombre del paleolítico superior que no se conformaba con
simples y esquemáticos trazos, como hará el hombre del
neolítico, sino que se esfuerza y supera en la representación animal, esculpiendo, grabando o pintando en hueso,
asta, marfil o sobre losetas de piedt·a y aún en las mismas
paredes de las cuevas, maravillosas obras de ar te, valiéndose para ello de los más rudimentarios medios materiales.
En el arte mobiliar son célebres las estatuillas femeninas llamadas «Venus» que se consideran relacionadas con
ritos de la fecundidad. También deben mencionarse los
propulsores, bastones de mando, varillas, etc. con anima38
8
[page-n-35]
les esculpidos y grabados; las losetas de piedr a con grab1tdo y pintura de animales. En la gran escultura exenta,
se conservan figuras de oso y bisonte modeladas en arcilla; en bajo-relieve, se encuentran en las paredes de las
cuevas figuras humanas y animales de gran tamaño. Pero
de todo esto, a excepción de las losetas grabadas y pintadas, hay muy poco en nuestra P enínsula, donde más
frecuente es el hallazgo de pinturas y grabados en las par edes de las cuevas de ciertas comarcas.
Este arte parietal paleolítico denomínase fr anco-cantábrico, hispano-aquitano o altamirense y su área, dentro
de España, abar ca la zona cantábrica, zona de Burgos,
Guadalajara, Extremadura y zona malagueña. En la provincia de Valencia hay muestras de este arte, en las losetas del Parpalló.
El arte hispano-aquitano se caracteriza por la bella
rc
:.presentación de animales (bisonte, mamuth, elefante,
jabalí, reno, caballo, etc. según la fauna predominante en
cada zona) grabados o pintados en lugares recónditos y
d<> difícil acceso de algunas cuevas lo que prueba que no se
producían por el simple goce estético ya que no en todas
se encuentran y en las que hay pinturas, el llegar a ellas y
su contemplación es, aún hoy día, de suma dificultad, en la
mayoría de los casos. Las figuras aparecen generalmente,
en posición estática, aisladas, sin constituir, por tanto, escenas, superponíéndose unas a otr as, sin orden ni preocupación de conservar las ya existentes; la figura humana se
representa raramente y de manera torpe, en ocasiones disfrazada de animal, como si se tr atar a de un hechicero.
Grabados también en pequeñas losetas calizas se encuentran caballos, ciervos, toros, jabalíes, signos espiraliformes, serpentiformes, etc. (Fig. 20 y Lám. l) .
F rente a este arte, se encuentr a en toda la zona oriental
de la península, desde Lérida a Almería, otro arte pictórico
que teniendo sus raíces en el paleolítico super ior , se extiende cronológicamente a lo largo del Mesolítico. Este
34.
t
[page-n-36]
arte denominado Al·te ?'Upest?·e L evantino, presenta car acterísticas bien definidas que lo distinguen del hispanoaquitano, puramente paleolítico. El arte levantino no se da
en los ¡ugares recónditos de las cuevas, sino al aire libre,
e11 las covachas o abrigos de las rocas, en los barrancos o
acantilados, generalmente orientados al mediodía. La figura humana abunda y tanto ésta como la animal no están
m actitud de reposo sino dotadas de gran dinamismo,
formando expresivas escenas de caza o de guerra, recolc,:cción, etc. Los hombres se representan a veces con rohustas piernas y cuerpo grácil, otras con cuerpo y piernas
con trazos delicados y pequeños pero con gran expresión
y llenos de viveza, todo ello esbozando las características
artísticas del Mediterráneo español: mucha luz, mucho
dinamismo y un impresionismo típicamente levantinos.
Aunque este arte tiene un extraordinario valor narrativo
no hay que dejar de lado la posibilidad de un valor mágico.
(F'ig. 2l y Lám. II.)
36
[page-n-37]
A1·quero de las pinturas rupestres de estilo Levantino
[page-n-38]
EL
NEOLITICO
Hacia 4.500 a. C. se refleja en nuest1·a Península el
c&mbio transcendental que se había operado en el Oriente
Mediterráneao, donde se originan una serie de inventos
fundamentales para la Humanidad, que llegan a España
traídos por nuevas gentes que cambian los modos de vida
y economía de los indígenas.
Entre estos cambios destaca, en primer lugar y como
el más característico, el paso de simple recolector y depredador de la naturaleza que hasta entonces había sido
d hombre, al de colaborar con ella, asegUl·ándose así
una mayor estabilidad en el sustento, lo que logra mediante la domesticación y la agricultura, las que, junto
con la técnica del pulimento de la piedra, el nuevo utillaje
c!e hueso (Lám. IV) y piedra, la cerámica y las artes
textiles, constituyen los rasgos materiales más característicos del Neolítico.
La domesticación , que comenzó con el perro y siguió
con la cabra, oveja y cerdo, ofrece una mayor seguridad
en las reservas alimenticias lo mismo que el cultivo, aunque rudimentario, de la tierra, con lo cual el hombre es
cada vez más sedentario, aun cuando en ocasiones se vea
obligado a desplazarse a nuevos lugares, bien porque la
tierra se agotara, bien por ser insuficiente para alimentar
al grupo humano por crecimiento de éste.
37
[page-n-39]
La cerámica, desconocida por el hombre paleolítico, es
otra de las características de este período. Las primeras
vasijas se obtendrían recubriendo con barro cestos de
mimbre y calabazas; decorábase, a veces, con r esaltes
hechos con el mismo barro o con incisiones para las que
ut ilizan punzones y peines de mader a o hueso, y el borde
y natis de las conchas, principalmente la del ca1·dium, de
él.hí la denominación de «cardial» dada a la cerámica
decorada por este sistema (Láms. V y VI) .
Por lo que conocemos, a pesar de estos progresos, se
siguió habitando en las cuevas, a unque hay claras muestras de que también se vivió al aire libre.
Las creencias religiosas son más complejas, unas de
origen paleolítico-mesolítico; otras de carácter agrícola
que, en algún caso, han perdurado a través de los tiempos hasta las modernas sociedades agrícolas. Los enten·amientos, son inhumaciones de carácter individual, en el
interior de las cuevas, acompañando al difunto su ajuar.
Estas características básicas, ofrecen en nuestra región, matices distintos, según las peculiaridades del territorio y momento cronológico en que se desenvuelven. Así,
pueden constatar se tres facies, una con técnica de trabajo del sílex de tradición epigr avetiense, j unto con cerámica «cardial» ; otra, en la que el sílex sigue la técnica
del geometrismo y la cerámica no conoce la decoración
«C
ardial», y una tercera en que aparecen ambas técnicas
líticas acompañadas de la cerámica «cardial». Por el
momento es difícil dictaminar si estas variantes se deben
a razones geográficas o cronológicas o a ambas a la vez.
38
[page-n-40]
EL
ENE OLITICO
Etapa cultur al que se sitúa entre el Neolítico y la
Edad del Bronce, conociéndose también con las denominaciones de Calcolítico y Edad del Cobre, por hacer su
aparición el empleo de este metal. Algunos autores lo
engloban en la Edad del Bronce, pero las claras diferencias entre uno y otro período, al menos en la r egión valenciana, impiden esta unificación.
Se car acteriza, no sólo por la ut ilización del cobre
c pequeños puñales de empuñadura de lengüeta, puntas
m
de f lecha de largo vástago y «punzones de tatuar», sino
porque es ahora cuando el trabajo del sílex alcanza su
más alto grado de perfección, con puntas de flecha de
variadas formas (romboidales, cruciformes, de base cóncava, de pedúnculo y aletas, etc.) (Fig. 22), grandes cuchillos, puñales, láminas-hoz (Lám. VII) ; hachas y azuelas pulidas, de diferentes clases de piedras (fibrolita,
ofita) y «br azaletes de arquer o» (plaquetas rectangulares
generalmente de pizarra, con uno o los dos extremos
p<'rforados) (Lám. XIV) ; en hueso se confeccionan los
llamados «botones con perforación en V» colgantes acanalados (Lám. VIII), agujas, espátulas y los célebres
ídolos coculados» (Lám. IX) , decorados con grandes ojos
píntados o grabados, repr esentación de la llamada «Diosa de los Oj os de Lechuza». Eu piedra, hueso, concha
39
[page-n-41]
o callaita, se fabrican las cuentas de collar d€. diminuto
tamaño, que se encuentran en grandes cantidades en
los yacimientos de esta época (Lám. X).
Como práctica religioso-médica, típica exclusivamente de este período, es la trepanación de cráneos humanos,
hecha en vida del paciente, bien por rascado, bien por
percusión; en algunos casos parece ser que el «Operado»
sobrevivió a la trepanación.
En cuanto al ritual funerario, se supone la existencia
de segundos enterramientos, con una etapa previa de
E;xposición del cadáver a la intemperie o en una primera
inhumación, para en una segunda etapa, recogerse los
huesos más nobles y con el cráneo y ajuar del difunto
(puñales, punzones, brazaletes, collares, etc.) depositarlos
en cuevas destinadas a este fin o arr ojarlos por grietas
o simas, de muy difícil localización en la actualidad.
Los lugar es de habitación dejan de ser las cuevas,
para vivir en poblados al aire libre, basando su economía
en una agricultura cerealista y pastoreo, más desarrollados que en la etapa anterior.
Cabalgando cronológicamente entre el Eneolítico y la
Edad del Bronce, aparece un tipo cerámico que se conoce con el nombre de «vaso campaniforme», caracterizado
por su perfil en tulipa o de cazuela y la superficie decorG:da, preferentemente, con bandas horizontales, incisas
y punteadas, que recuerdan las decoraciones «cardiales»
del neolítico. Este nuevo tipo cerámico tuvo gran difusión por Europa, pero al menos en nuestra región no
se encuentra en todos los yacimientos de ese momento,
dando la impresión de que se tr ata de una moda intrusiva que no alcanza a todas las gentes. Sus hallazgos se
efectúan, en su mayor parte, en los lugares de enten·amiento, en los que el «vaso campaniforme» va acompañado por un típico ajuar, formado por el «brazalete de
arquero», botones con perforación en V, punzones y pufíales de cobre, paletas de piedra, puntas de flecha de
40
[page-n-42]
sílex o cobre, etc. siendo de advertir que no todos estos
acompañantes aparecen siempre en todos los enterramientos, ya que es frecuente que alguno de ellos, no se
encuentre en el ajuar del difunto por no haberse incluido
<::•1 el momento del enterramiento o por pérdida posterior.
41
[page-n-43]
Vaso decorado de Los Millares (Aimería)
[page-n-44]
LA EDAD DEL BRONCE
A comienzos del 11 milenio a. C. se sitúa el inicio de
la llamada Edad del Bronce, denominada así, no porque
H utilice esta aleación en la confección del utillaje, ya
que existen en mayor porcentaje las piezas hechas de
cobr e que de bronce, sino por ofrecer un conjunto de
r.uevos elementos que establecen una clara diferenciación
con el precedente período Eneolítico.
En la Edad del Bronce Peninsular pueden establecerse
V« ríos grupos característicos. El B1·once Valenciano, que
se extendería por todo el territorio valenciano, con extensiones hacia Aragón, limitado al sur por la cuenca
del río Segura; el B 1·once Argá1·ico, denominación que
recibe del yacimiento epónimo de El Argar en la provincia de Almería, que ocupa la Andalucía Oriental, Murcia y el extremo sur de la provincia de Alicante; el
B1·once del S. 0., ubicado en la Andalucía Occidental y
sur de P ortugal, y un cuarto grupo, el B1·once Atlántico,
cronológicamente posterior a los tres anteriores, y que
se extiende básicamente por el N. O. peninsular. Nosotros fijamos la atención sobre los dos primeros por
estar r elacionados directamente con nuestras tierras.
El Bronce Valenciano, nombre dado por la escuela
~.rqueológica valenciana y aceptado en los medios científico nacionales, se iniciaría hacia 1900/ 1800 a. C. y
43
[page-n-45]
tiene como características básicas, un mayor desarrollo
de la agricultura y ganadería; la utilización del sílex para
las armaduras de las hoces de madera, para puntas de
flecha y grandes cuchillos; el empleo de otras clases de
piedras para confeccionar las hachas pulidas, los «brazaletes de arquero», los molinos barquiformes (Lám. XIII) ;
el cobre para flechas, hachas planas, puñales, punzones;
la cerámica, hecha a mano, generalmente sin decorar, con
vasijas de cuello corto y cuerpo grande, en casquete, proporción que va cambiando en el transcurso del tiempo,
siendo más alto el cuello y más reducido el cuerpo en los
ejemplares más modernos; también es típica la gran
tinaja, decorada con cordones en relieve o con acanaladuras, y las «queseras» o escurrideras (Láms. XI, XII
y XIII) .
Exponente de la existencia de dificultades sociales
y económicas sería la aparición de los poblados en lo alto
de montículos fuertemente defendidos con potentes murallas, aun en los casos de simples caseríos; motivado ello,
tal vez, por padecerse períodos de escaseces que obligarían a defender las propiedades y alimentos contra los
peor dotados económicamente o contra gentes foráneas.
En nuestra región son numerosísimos los lugares de
habitación de este período, siendo frecuente el topónimo
Castellar, Castillarejo, Castillico, Castellet, etc. que delttta la existencia de restos de la Edad del Bronce.
El rito funerario deja, normalmente, de efectuarse en
cuevas, utilizándose las cistas o cajas hechas de grandes
lajas de piedra en las que se deposita el cadáver (en
ocasiones dos), acompañado de su ajuar, que es menos
rico y variado que en el Eneolítico.
P arece ser que este Bronce Valenciano se mantiene
con idénticas o muy parecidas características a lo largo
de casi 1.500 años, con débiles influjos tardíos del Bronce
Argárico. Las características de este Bronce Argárico,
que es algo posterior cronológicamente al Valenciano,
44
[page-n-46]
pueden resumirse en los siguien tes puntos : Los poblados
son de grandes proporciones y de muy fuertes defensas;
en el ritual funerario, aparece la utilización de grandes
tinajas en las que se entierr a al difunto, depositándose
é~tas, en ocasiones, en el subsuelo de las viviendas; en
cobre, la confección de alabardas, hachas planas de
filo en abanico, puñales de hoja de doble vertiente
(Lám. XIV) ; en oro, las diademas; en cerámica, las vasijas, hechas a mano, de cerámica de buena calidad, sin
c!~::corar y superficie espatulada, adoptando formas como
la de cuello alto y casquete reducido, y las copas de pie
alto (Lám. XV) ; etc. Todo este complejo no sobrepasa
la zona meridional de nuestra región y sólo algún e~e
mento aislado (alabarda, puñal, vasija de alto cuello) alcanza más al norte, como prueba de los contactos que,
entre ambas facies de la Edad del Bronce, se mantienen
en estas comarcas.
45
[page-n-47]
Botón con perforación en V
procedente de La Ereta del
Pedregal (Naval't'és)
[page-n-48]
LA E DAD DEL HIERRO
El hierro es conocido desde mucho antes de que en
r~alidad podamos hablar de una verdadera Edad del HielTO, existiendo en época muy anterior al año lOOÓ a. J. C.
documentos en los que se hace mención a este metal, más
como precioso que como utilitario. Cuando se emplea en
este sentido no presupone la automática desaparición del
bronce y de sus tradiciones espirituales, artísticas e industriales, sino que la tipología de este período pervive
en armas, cerámica, motivos omamentales, ritos funerar ios, etc., desapareciendo todo ello muy lentamente al
dejar paso a los nuevos elementos característicos de la
Edad del Hierro.
Por los prototipos predominantes en cada mo~ento se
l'.a dividido ésta en dos grandes etapas Hctllstatt y La Tene, siendo suplantada la primera por la segunda en Eur opa Occidental, a excepción del Sur de Francia y gran parte de España eh que aquella vive evolucionan~o sobre sus
propios elementos dando origen a la cultura típica de
los pueblos celtibéricos.
Concretándonos al Levante de España, hacia el 650 a.
J C. nuevos cambios comienzan a producirse en las
culturas de la Edad del Bronce, cambios ocasionados por
corrientes venidas, como en épocas anteriores, de 1Juropa
~ del Mediterráneo. A fines de la Edad del Bronce se in-
47
[page-n-49]
tensifican los influjos europeos que se habían dejado
sentir desde 1200 a. J . C.; las nuevas aportaciones nos
tl'aerán el conocimiento del hierro, pero, como se ha
indicado antes, no determina ello el fin de la utilización
del bronce que continúa empleándose dentro de la Edad
del Hierro.
LOS INFLUJOS EUROPEOS
La primera de estas etapas europeas, la ballstáttica,
tiene como más destacadas características el incinerar a
los difuntos y enterrar sus cenizas, metidas en urnas bitl'oncocónicas hechas a mano, lisas o decoradas con acanaladuras e incisiones paralelas en zigzag (Lám. XVI) ;
las urnas suelen ir acompañadas del ajuar del difunto
(espada de empuñadura de antenas, brazaletes, fíbulas,
broches de cinturón, puñal, etc., en bronce). De esta etapa
s~: señalan algunos hallazgos en tierras valencianas, entre
los que cabe destacar el famoso «Tesoro de Villena», que
debe situarse, cronológicamente, hacia el 750 a. C. (Lám.
XVII).
A partir del 450 a. C., aproximadamente, se enriquece con nuevos elementos procedentes de La Time; en esta
segunda etapa se construyen importantes ciudades, la ceI·ámica se enriquece con las nuevas técnicas del torno, y
la pintura, aprendidas ambas de las costas mediterráneas
y la ofebr ería y metalurgia alcazan un alto grado de desarrollo. Hay fíbulas de caballito, espadas de empuñadura
doble globular, etc.
LOS INFLUJOS MEDITERRÁNEOS
Las otras corrientes que modifican la vida de las gentes del litoral levantino tienen sus raíces en el Mediterráneo oriental y central. Estas aportaciones mediterráneas,
48
[page-n-50]
llamadas impropiamente colonizaciones, darán fin a la
prehistoria española, que termina virtualmente al llegar
a nuestras costas navegantes de otros países que dejan
noticias escritas de sus viajes a España, iniciándose con
ellas nuestra Protohistoria.
De estas navegaciones históricas de los pueblos colonizadores hasta las costas españolas, las más antiguas
parecen ser las de los fenicios, quienes para algunos investigadores, llegaron antes del año 1000 a. J. C., aunque las
excavaciones sólo pr oporcionan materiales clasificables,
los más antiguos, como del siglo VIII a. J. C. Objeto del
comercio fenicio serían sortijas con chatón grabado, braserillos, brazaletes de plata, escarabeos, plaquitas y peines
de· marfil, vasos trípodes, ánforas de perfil de odre, etc.
Pueden considerarse como cartagineses buen número de
f1gurillas de arcilla, vasijas, pendientes amorcillados, monedas, etc., siendo en muchos casos copias comerciales de
originales helénicos.
También desde .muy antiguo, llegan a nuestras costas
;os navegantes gTiegos, siendo f recuentes los hallazgos de
tal procedencia, datables a partir del 550 a. J. C. ; así,
esculturas, bronces, cerámica, procedentes de la Grecia
propia y Magna Grecia, que se hallan no sólo en los poblados indígenas costeros sino también muy al interior,
1 que prueba la intensidad y potencia del comercio he'>
lénico (Láms. XVIII y XIX).
J unto a estas dos fuertes corrientes comerciales e indirectamente culturales (ya que el propósito de los navegantes era exclusivamente el comercio y no el propagar
cultura) podrían señalarse, tal vez, las de otras procedencias llegadas, bien directamente, bien a través de fen !cios, griegos y cartagineses.
Todo este mundo mediterráneo, junto con las aportaciones europeas ya indicadas, al entrar en contacto con
las étnias indígenas del S. E. y Levante transforman tan
fuertemente su complejo cultural que, hacia mediados
49
4
[page-n-51]
del primer milenio a. J. C. dan lugar a una nueva floración
típicamente costera mediterránea, denominada Cultu1·a
l bé?·ica, por desarrollarse en las tier ras ocupadas, en
parte, por los pueblos que los a utor es griegos y romanos
C
t>nocieron bajo el nombre de Iberos.
LA CULTURA ffiÉRICA
Las gentes de estil"pe mediterránea asentadas en estas
costas por lo menos desde el neolítico, conocidas en los
textos clásicos con el nombre de «iberos», influidas culturalmente por los contactos con fenicios, gr iegos y car tagineses, comienzan a desarrollar a partir del s. V a. C.
hasta la época de Augusto, en la estrecha faja litoral que
va del Segura al Ródano, la llamada Culture~ Ibérica.
Se caracteriza ésta principalmente por la construcción
de ciudades en lugares de difícil acceso, frecuentemente en
los espolones montañosos for mados por la confluencia de
corrientes de agua, con fuertes defensas en los puntos más
débiles; casas de planta rectangular o cuad1·ada, edificadas con sillar ejos irregulares, enlucidos por la cara recayente al interior de las habitaciones; joyas (pendientes,
sortijas, diademas, cadenillas, fíbulas, pinzas de depilación, etc.) de clara ascendencia o procedencia mediterránea y céltica (Fig. 23 y Láms. XX, XXI y XXII) ; armas
típicamente ibéricas son la «falcata», copia del sable griego, con empuñadura rematada en cabeza de pájar o o caballo, adornada con hilos de plata incrustados, y la jabalina, provista muchas veces de «amentum» ; en estatuaria
en bronce macizo existen innumerables figurillas r epresentando damas (Lám. XXIII), guerreros a pie o a caballo,
animales diversos, brazos, piernas, ojos, dientes, etc., todo
ello con carácter de exvotos ; en la escultura en piedra
abundan las llamadas «bichas», «leones» y también la
r epresentación humana como por ejemplo ias ce!ebérrimas
50
1
[page-n-52]
Damas de Elche y Baza; se sigue incinerando los cadáveres, encerrándose las cenizas en urnas hechas a torno,
con tapadera ajustada, provista de apéndices perforados
( «Orejetas») par a sujetarla, yendo acompañadas del ajuar
del difunto (Lám. XXIV). Pero lo más característico de
la cultura ibérica es, sin duda alguna, :m cerámica; hecha
a torno, de diversos perfiles y tamaños, decorada corrientemente con temas geométricos y, las más ricas, con temas
de flores, animales y humanos y hasta inscripciones
(Fig. 24 y Láms. XXV, XXVI, XXVII y XXVIII), pudiendo conocerse a través de estas ornamentaciones algtmos de los modos de vida de aquellas gentes : sns danzas,
la guerra, la recolección, la navegación y otros varios aspectos coincidentes muchos de ellos con las narraciones
que de los iberos nos dej aron los escritores griegos y romanos. En algunas de estas cerámicas y también sobre
piedra, hueso y finas laminillas de plomo y bronce, se
encuentran escritos con caracteres ibéricos, textos cuyo
contenido todavía no ha podido descifrarse, aw1que ya conocemos el valor de los signos, algunos de los cuales son
silábicos (Figs. 25 y 26).
Acuñan moneda; las más antiguas emisiones son las
de Játiva (Saitabi) y Sagunto (Arse) , multiplicándose las
cecas con la llegada de los romanos, acuñándose entonces
la característica moneda con el jinete llevando lanza o
palma, y el nombre de la ciudad con caracteres ibéricos,
para ser luego bilingües, apareciendo el nombre en ibérico
y latín, y desaparecer a fines del s. I a. C., las acuñaciones indígenas.
Esta cu;tura costera, va adentrándose lentamente en
la península, hasta ocupar, con los romanos, amplias zon:!s de la misma.
51
[page-n-53]
Plato ibérico decorado con peces,
procedente del poblado ibérico del
cerro de San Miguel (Liria)
[page-n-54]
LA
ROMANIZACION
La toma de Sagunto, el 218 a. C., por las tropas de
Aníbal, da origen a la segunda Guerra Púnica y con ella
a la presencia en territorio español, de los ejércitos romanos, quienes logran imponer, al menos externamente,
después de un largo período de luchas de más de dos
siglos, su cultura que se muestra en los nuevos modos de
vida que los indígenas van adoptando lentamente, y es
precisamente, en este lapso de tiempo que media entre la
entrada de los romanos y la pacificación total cuando
la cultura ibérica alcanza una extraordinaria floración
y personalidad.
Una detallada relación de cuanto caracteriza en todo
orden de cosas los tiempos romanos sería excesivo para
nuestros propósitos, por lo que sólo mencionaremos algunas de las más destacadas muestras.
Las tierras valencianas, no obstante haber sido prontamente romanizadas, no ofrece la monumentalidad de
restos que otras r egiones. Podemos, sin embargo, recordar e~ teatro y circo de Sagunto ; los acueductos de Ribarroja y Villajoyosa; las múltiples villas rústicas, algunas
con bellos mosaicos (Moneada, Liria, Onda, Petrel) ; hornos de cerámica (Olocau) (Lám. XXIX) ; factorías pesqueras (Jávea); necrópolis (La Boatella, en Valencia; Les
Foies, Manuel); las numerosísimas lápidas funerarias y
53
[page-n-55]
conmemorativas (abundantísimas en Játíva, Sagunto, Jérica, Liria, Valencia) (Lám. XXX), monedas (Lám. XXXI),
entre las que deben destacarse las acuñaciones de Valencia, y la cerámica, desde la tosca y de uso corriente, hasta
la de paredes finas y formas variadísimas (Lám. XXXII)
y la de barniz r ojo (llamada «terra sigillata») que es ;a
más típica y conocida de tiempos romanos y que por los
talleres de procedencia, pasta cerámica, perfihs, tonalidad
del barniz rojo y motivos ornamentales, es fundamental para la datación de los hallazgos en que aparece
(Lám. XXX).
Bajo el reinado de Augusto, entra de lleno la península
en su etapa plenamente histórica, con lo que -llegamos a:l
término de estas esquemáticas NoCIONES, pues aunque
todavía para los períodos posteriores el método arqueológico tiene vigencia y los hallazgos trascendental valor
científico, su estudio queda fuera del propósito de estas
páginas.
Desarrollo de la decoración de un «Sombrero
de copa>> ibero-romano, hallado al abrir los
cimientos de la nueva torre del Palacio de la
Generalitat (Valencia)
54
[page-n-56]
INDICE
DE ALGUNAS VOCES TECNICAS
USADAS EN EL TEXTO
ALABARDA.-Arma de bronce, plana, de punta triangular alargada y base abierta en forma semilunar, a la que se fijaba
perpendicularmente el astil o mango, mediante pequeños
clavos.
AMENTUM.-Correa sujeta al astil del dardo o jabalina, formando un pequeño lazo por el que se pasaban los dedos a l
disponerse a lanzarlo, para darle mayor impulso.
ARPON AZILIENSE.-Arpón de hueso o asta, de varios dientes,
con agujero en la base.
ARTE MOBILIAR.-El realizado sobre losetas, huesos, asta, etcétera. Se manifestaba en grabados, pinturas y esculturas.
ARTE PARIETAL.-El realizado sobre las paredes o techos de
cuevas o abrigos. Se manifestaba en pinturas, grabados
y bajorelieves.
A ZAGA YA.-Punta de hueso o asta, que se unía a un astil de
madera; suele tener uno o ambos extremos en bisel y su
sección es cilíndrica o aplanada.
BASTON DE MANDO.-Bastoncillo hecho de hueso o asta, con una
perforación en un extremo y que en ocasiones lleva grabada ornamentación zoomorfa.
BICHA.-Escultura ibérica en piedra representando un animal
más o menos fabuloso.
BIFAZ.-V. Hacha de mano.
BOTON CON PERFORACION EN V.-De piedra, concha o hueso, generalmente de sección hemiesférica y perfil redondeado o cuadrado, lleva en su base plana dos perforaciones
que se unen en forma de V.
BRAZALETE DE ARQUERO.-Pieza rectangular, de pizarra o
esquisto, con una o varias perforaciones en ambos extremos. Recibe esta denominación por habérsele atl"ibuido
función protectora del antebrazo del arquero, pero lo más
probable es que se trate de un colgante de collar.
BULBO DE PERCUSION.- Convexidad o abultamiento que queda
en el plano de lascado. Si se produce pol" percusión es cónico,
y si por temperatura, semiesférico.
55
[page-n-57]
BULBO REBAJADO.-Se denomina así el bulbo que a pequeños
golpes, ha sido eliminado.
BURIL.-Hoja de sílex en uno de cuyos bordes se ha producido,
mediante golpes, una muesca muy afilada que sirve para
grabar. Según su forma y tamaño recibe los nombres de
central, lateral, en pico de loro, en pico de flauta, microburil, etc.
CALLAITA.-Mineral cuya fórmula es A1Po2'5HO.
CAMPANIFOR.ME.-Vasos cerámicos, que tienen generalmente forma de tulipa, con decoración incisa, formando zonas paralelas horizontales rellenas de trazos oblicuos.
CARDIAL.-Cerámica cuya decoración consiste en diversos motivos
formados por la impresión, sobre la pasta blanda, del borde
y natis de la concha del «cardium».
CIST A.-Caja formada por seis losas de regular tamaño, una sirviendo de base, otra de tapa y las cuatro restantes de
paredes, que servía de sepultura.
DIENTE DE HOZ.-Pieza de sílex, de perfil aproximadamente
rectangular y sección triangular, con uno de sus lados
largos retocado en denticulado que, encajadas en un armazón de madera, servían para segar cereales. Es pieza
típica de la Edad del Bronce.
ESCARABEO.-Piedra generalmente preciosa, o pasta vítrea, de
forma semiesférica, en cuya superficie plana se grababa
el nombre de un faraón o un motivo ornamental.
ESPADA DE ANTENAS.-La que tiene la empuñadura terminada
en dos cuernecillos separados en forma de U.
ESPADA DOBLE GLOBULAR-Aquella cuya empuñadura termina en dos esferas más o menos en contacto.
EXCISA.-Llámase así la decoración que se hace sobre la vasija
aún blanda, sacándole pasta a punta de cuchillo y quedando el tema ornamental como en relieve.
FALCATA.-Sable de hoja curva y empuñadura en forma de cabeza
de pájaro o caballo, típico de los iberos, que tiene su precedente y origen en el sable griego.
FIBULA.-Imperdible de diversas formas y mecanismo de cierre
según la época.
HACHA DE MANO.-Util de piedra, generalmente hecho sobre
núcleo, que se talla por ambas caras, para sacarle bordes
cortantes y forma más o menos de almendra, con un extremo apuntado y el otro, llamado talón, redondeado, y que
frecuentemente se desbasta. El borde cortante dibuja una
línea sinuosa, siendo las hachas más modernas cuanto más
recto sea el filo.
HACHA PULIDA.-De superficie lisa, conseguida mediante frotamiento, no presentando más arista que la del filo. Suelen
tener la sección oval o cilíndrica.
HENDEDOR-V. Pico asturiense.
HOJA DE DORSO REBAJADO.-Hoja desprendida de un nódulo,
a la que se ha tallado uno de sus bordes para producirle
filo mientras que el otro se ha retocado para rebajarlo,
adoptando las características de una hoja de cuchillo.
56
[page-n-58]
LAMINA HOZ.-Hoja plana de sllex, con retoque lateral que, utilizada manualmente, servía par a segar cereales. Es típica
del Eneolítico.
J.ASCA.-Porción delgada desprendida del nódulo, mediante presión, percusión o temperatura.
LASCA CLACTONIENSE.- Aquella cuyo plano de percusión, sin
preparar, es grande, y forma un ángulo extremadamente
abierto con el plano lascado.
LASCA LEVALLOISIENSE.- De gran tamaño, retocada por una
cara y de superficie plana por la otra. Su característica
fundamental es la de presentar el plano de percusión preparado en el nódulo, antes de ser separada, mediante finos
retoques, que se notan después en la lasca definitiva.
LASCA MUSTERIENSE.-La que presenta generalmente retoques
en el bulbo de percusión, para rebajar lo.
LA Y A.- Instrumento agrícola consistente en una especie de bastón,
que se introducía en la tierra y servía pa.r a removerla.
LUCERNA.-Candil o lamparilla de aceite, hecha de barro o bronce.
MARTILLO.-Piedra o madera con que se golpeaba el nódulo para
sacarle lascas.
MEGALITO.-Construcción hecha de grandes piedras sin desbastar
y que adopta diversas formas.
MICROBURIL.-Pequeña pieza de sílex, procedente del residuo de
la fabricación de útiles de perfil trapezoidal y triangular
(los llamados geométricos).
MICROLITO.-Instrumento de s ílex de pequeño tamaño.
NOD ULO.-Masa de piedra de poco volumen de donde se sacan las
lascas para tranformarlas en útiles.
PATINA.-Alteración que suf re el sílex al estar en contacto con
el aire, detritus, tierras, etc., produciéndose una fina película de diversa coloración. Las descomposiciones a nimales
patinan el silex en negro, la potasa en blanco, etc.
P ERCUTOR- V. Martillo.
PERFORADOR-Hoja de s ílex terñünada · en -punta aguzada.
PICO ASTURI ENSE.-Instrumento tallado en un canto rodado de
cuarcita, al que se le ha producido, mediante percusión,
un extremo aguzado, dejando la base sin retocar.
PLANO DE LASCADO.-Superficie que se origina en la lasca al
separarse el nódulo.
PLANO DE PERCUSION.-EI que se produce sobre la lasca a
partir del punto de percusión, f ormando ángulo más o menos abierto con el plano de lascado.
PROPULSOR-Artefacto de madera o hueso, con un extremo en
gancho, que servía para dar mayor impulso a los dardos.
P UNTA.-Hoja o lasca, con retoques en los bordP.s, que le da n
f orma alargada.
PUNTA DE BASE HENDIDA.-Punta de flecha o dardo, de hueso, con escotadura en la base en forma de ángulo muy
cerrado para sujetarla al astil.
PUNTA DE CHATELPERRON. -Punta de perfil semilunar con
el borde convexo rebajado.
PUNTA DE LA FONT ROBERT. -Punta biconvexa, con pedúnculo
destacado.
57
[page-n-59]
PUNT-A DE LA GRA VETTE.-Punta alargada con el extremo superior muy aguzado mediante pequeños retoques en sentido
paralelo al eje de la pieza, y con el dorso rebajado.
PUNTA DE MUESCA.-La que, por golpe, se le ha producido una
escotadura en la parte basal, que deja un pedúnculo lateral.
PUNTA SOLUTRENSE.-Punta de talla bifacial, que adopta las
formas de hoja de sauce, hoja de laurel, punta con pedúnculo y aletas, etc.
P UNTO DE PERCUSION.-Lugar del nódulo en donde se da ·el
golpe para producir la lasca.
RAEDERA.-Lasca con un borde tallado.
RASPADOR.- Lasca u hoja con un extremo tallado en bisel, mediante múltiples retoques. ·Según la ·forma y la talla denomínanse nucleiformes, discoidales, en e::-.1.remo de hoja,
aquillados; etc.
SOMBRERO DE· COPA.-Denominaci6n vulgar del ckalathos»; vasija de forma cilíndrica con borde revuelto en ala horizontal, decorada con temas geométricos, florales y escenas
de baile, caza, etc. Es típico de época. ibérica avanzada.
TERRA SIGILLATA.-Cerámica romana, de pasta roja bt·illante
y con decoración en reli.eve.
TUMULO.-Montón semiesférico de tierra o piedra, que servía para
cubrir o guardar uno o varios enterramientos.
YUNQUE.-Gran piedra sobre la que se golpea un nódulo con
mazo de piedra o madera, o directamente sobre él para
sacar lascas.
l..._~-:--.----:._,___~~:.__.,..
!
1
1
r-..0 -
'
1
l
1
-
1
~
XXV.-Alcotonos
.
l.De leñodor.-2.0 e albañil
(Dib. E. Pla.)
58
[page-n-60]
EXTRACTO DE LA LEGISLACION VIGENTE
SOBRE EXCAVAClONES
LEY DE 7 DE JULIO DE 1911
(Gc~ccta
de Madrid de 8-7-11 )
Art. 1."- Se entiende por excavaciones, las remociones deliberadas
y metódicas de terrenos respecto a los cuales existan indicios de yacimientos arqueológicos, ya sean t•estos de construcciones o ya antigüedades.
At·t. 2."-Se consideran ·como antigüedades todas las obras de arte y
productos industt·iales pertenecientes a las edades pr ehistóricas antigua y media. Dichos preceptos se aplicarán
de igual modo a las ruinas de edificios ant iguos que se
descubran, a las hoy exist entes que entrañen importancia
arqueológica y a Jos edificios de interés at·tístico abandonados a los estragos del tiempo.
Art. 4."- Las ruinas, ya se e ncuentren bajo tierra o sobr e el suelo,
asi como las antigüedades utilizadas como material de construcción en cualquier clase de obras, podrán pasar a propiedad del Estado, mediante expediente de utilidad pública
y previa la correspondiente indemnización al dueño del
terreno y al explorador si existiere.
Art. 5."-Serán p1·opiedad del Estado a partir de la promulgación
de esta Ley, las antigüedades descubiertas casualmente en
e l subsuelo o encontradas al demoler antiguos edificios.
El descubridor l'ecibirá... como indemnización, la mitad
del importe de la tasación legal de dichos objetos, correspondiendo la otra mitad... al dueño del terreno.
Art. 6."-Cuando los hallazgos se r ealicen en obt·as públicas o subvencionadas por el Estado, éste dará al descubl'idor como
premio una equivalencia de. su valor intrínseco, si el
objeto es de metal o piedras preciosas y en los demás
casos un quinto del valor l'eferido.
59
[page-n-61]
Art. s.•-El Estado concede a los descubridores españoles, autorizados por él, la propiedad de los objetos descubiertos en
sus excavaciones.
Art. 10.-Estarán sujetos a re.s ponsabilidad, indemnización y pérdida de las antigüedades descubiertas, según los casos, los
exploradores no autorizados y los que oculten, deterioren
o destruyan ruinas o antigüedades.
REGLAMENTO PROVISIONAL DE 1.• DE MARZO DE 1912
(Gaceta de Madrid de 5-8-12)
Art. 3.•-Se prohíbe en absoluto, aun a los propietarios, el deterioro
intencionado de las ruinas y antigüedades, a tenor de lo
dispuesto en la Ley, por las Sanciones que en ella y en
este Reglamento se establecen, en relación con el Código
Penal.
Art. 8.•-El Estado se reserva el derecho de hacer excavaciones en
propiedades particulares, ya adquiriéndolas por expediente de utilidad pública, ya indemnizando al propietario
de los daños y perjuicios que la excavación ocasiones en
su finca, según tasación legal. La parte de indemnización
correspondiente a Jos daños y perJuicios que puedan ser
apreciados antes de comenzar las excavaciones se abonará
previamente al propietario, y a su debido tiempo, y sin
demora, la parte de indemnización que no haya sido
prevista antes.
Art. 13.-EI Estado puede otorgar autorización a las Cor poraciones
oficiales de la nación para hacer excavaciones en terrenos
públicos y privados sin gravámen alguno sobre lo que
se descubriese, siempre que los objetos hallados se conserven expuestos al público decorosamente; pero pasando
éstos, en caso contrario, al dominio y posesión del Estado.
Art. 14.-Los particulares y las Sociedades científicas e.s pañolas
y extranjeras podrán obtener autorización para practicar
excavaciones en terrenos públicos y de particulares, bajo
la Inspección del Estado, el cual anulará la concesión si
los trabajos no se practican del modo científico adecuado.
Art. 27.-EI cumplimiento de la Ley y de este Reglamento quedará
encomendado al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas
Artes (hoy Ministerio de Educación y Ciencia). Las Autoridades provinciales y locales del orden gubernativo habrán de prestar siempre el apoyo de su autoridad cuando
a ello se les requiera.
60
[page-n-62]
Art. 33.-En toda solicitud habt•á de constar, además de las condiciones particulares del solicitante, un croquis o plano en
el que se fije claramente la situación topográfica de lo
descubierto o que se vaya a excavar o explorar, una sucinta relación del descubrimiento, manifestando el fin
que se persiga, arqueológico, paleontológico o artístico; el
plan de la exploración y sistema a observar en los estudios de lo que se vaya descubriendo, los ofrecimientos o
reconocimientos de derechos que se hagan y las garantías
que se ofrezcan. De toda solicitud se dará recibo en el
que conste el día y hora de su presentación.
Art. 34.-Dentro de los quince días de solicitada la inscripción se
entregará, si pt·ocediere, al solicitante la autorización que
se haya acordado. Esta autorización basta para el reconocimiento de la legítima adquisición de los objetos hallados, a l tenor de lo dispuesto en la Ley.
LEY DE 13 DE MAYO DE 1933
(Gaceta de Madrid ele 25-5-38)
Art. 39.-Se prohíbe la excavación a los particulares que no hayan
obtenido permiso especial mediante las condiciones y garantías que para cada caso se fijen por la Junta Superior del Tesoro Artístico (hoy Inspección Técnica de
Excavaciones Arqueológicas). Las excavaciones hechas
por particulares sin el permiso debido, se declararán
fraudulentas, decomisándose los objetos que en ellas se
hubieren hallado.
REGLAMENTO DE 16 DE ABRIL DE 1936
(Gaceta ele Madrid de 17-/¡-86)
Art. 61.-La Junta (hoy Inspección Técnica de Excavaciones Arqueológicas), podrá conceder autorización para efectuar
excavaciones arqueológicas en terrenos públicos y privados a las Sociedades y Corporaciones eientificas, y a
particulares nacionales o extranjeros, siempre que cumplan con los preceptos de la Ley del Tesoro Artístico,
de la de Excavaciones Vigente y los de este Reglamento.
61
[page-n-63]
Art. G2.-Las peticiones de. autorización para hacer excavaciones
arqueológicas irán acompañadas de un plano topográfico
o por lo menos de un croquis, en el que ·se fijarán
escrupulosamente los límites del yacimiento y el propiet ario o propietarios de los t errenos.
Art. 53.-Los solicit ante:; promoverán, si no están previamente concertados con el dueño del terreno, el expediente a que
hace r efer encia el artículo 4 de la Ley de Excavaciones,
abonando la parte de indemnización apreciable.
Art. 55.-Los particulares españoles al formular su petición, indicarán el modo en que van a r ealizar los trabajos y podrán,
o indicar el nombre de la persona que ha de dirigirlos,
que apt•obará o r echazará la Junta (hoy Inspección Técnica de Excavaciones Arqueológicas), o. bien solicitarán de
ésta el nombramiento de un técnico a quien abonará el
concesionario los emolumentos, dietas y gastos de locomoción conespondientes, que serán los mismos de los
Delegados Directores.
Art. 64.-De acuerdo con la Sección de <~Difusión de la Cultura
Artística», de la Jun ta, se procurará llegue a conocimiento
dE>l mayor número posi ble de individuos el valor científico de los hallazgos y se invitará a todos los españoles
y especialmente a los Maestros Nacionales y a las Autoridades Municipales, Provinciales, r egionales y naciona les,
a qne tlen cwmtn a. la bmtn Stt71erior clel Tesoro A?·tístico (actnalmente Tuspección T écnica de Excavaciones A?·qtwológicc¡,.s) de t oda clnse de lml/a.zgos nrqueológicos y
f ormnlen las corresp01ultentes denuncias cuando t engan
c01wcimiento de ltnúer¡¡e vnlnentllo lo dis1mcsto po1· las
Leyes del T esoro Art:í.~tico, Excavaciones y· el presente
Reglamento.
•••
Desarrollo del vaso de la danza, procedente del poblado ibérico
. de l Ceno de San Miguel (Lil·ia)
62
[page-n-64]
CUESTIONARIO DE ARQUEOLOGIA
l.-Pueblo.
2.-Pat·tida.
3.-Luga·1' del hallazgo o yacimiento.
a).- Cueva.
b) .- Abrigo.
e) .- Al aire libre.
d) .-En antiguos poblados en ruinas.
e) .- En necrópolis.
4.'---Nombt·e con que se conoce el lugar de hallazgo o
yacimiento.
5.-Camcterísticas geogt·áficas del lugat· ele hallazgo o
yacimiento.
6.-Nom. t·e del pt·opietario del ten·eno donde se pt·odujo
b
el hallazgo o está el yacimiento.
7.-Ct·oquis del lugar de hallazgo o yacimiento.
8.- Croquis de su emplazamiento y vías de comunicación.
9.-Descripción de los hallazgos.
10.-Dibujo o fotografía ele los hallazgos (con indicación
de medidas).
11.-Caso de habet·se t?·asladado los objetos desde el luga1·
del hallazgo ¿en pode·r de quién se hallan actualmente?
G3
[page-n-65]
12.-¿ Quién fue el descub1'idor?
13.-¿ En qué fecha?
14.-¿Se han hecho exploraciones o excavac·iones en el
luga1· del hallazgo o ·yacimiento?
15.-¿ Por quién?
16.-¿ Ouándo?
17 .-¿Se sabe el 1·esultado de dichos trabajos?
18.-¿ Existen yacimientos de pedernal?
19.-¿ E xisten minas en explotación actualmente? ¿De qué?
20.-¿ E xiste memoria de antiguas minas hoy abandonadas?
21.-¿ Existen cueva.s o ab· igos? lndíquense las que se
r
conozcan, aunque no hayan proporciorw(lo ?'estos p1·ehistó1'icos.
22.-¿ Hay alguna leyenda sobre las cuev(ts o algún pamie
del término?
23.-¿Hay algún pamje del té?·mino denominado «bastida», ~~. castellet», «castellet
moros», «castillejo», «castillico ele los m01·os», «e1'eta de los mO?'OS», «algar», «cova de les calave1·eh,
«Cueva de los let·¡·eros», «Campo de las ollas», etc.,
etc.?
24.-¿Se tiene notici
hallado huesos, cacha?TOS, espadas, sillares, tejas,
sepultu1·as, monedas, etc.?
25.-¿Hay memo1·ia ele 1-uinas de antiguas poblaciones?
26.-¿Se sabe que haya alguna publicación sobre hallazgos a1·queológicos del té'l·mino?
27.-Algún ot1·o dato que se considere de interés.
28.-Nombre y apellido de quien cumplimenta este cuestionario.
29.-Domicilio.
30.-Fecha.
64
[page-n-66]
INSTRUCCIONES PARA COMPLEMENTAR
EL PRESENTE CUESTIONARIO
1.'-El CUESTIONARIO ha de servir únicamente como
pauta para su cumplimentación, debiendo contestarse en papel aparte, empleando la hoja u hojas
necesarias para cada hallazgo o yacimiento, sin
que en ningún caso se consigne más de un
asunto en una misma contestación.
2.•-NO es necesario anteponer a cada contestación el
enunciado. Basta con consignar el número (y en
su caso la letra) del apartado que se conteste.
:~ .·-Los apartados que no tengan contestación se suprimirán en la respuesta.
4.•-Las respuestas serán lo más concretas posible, sin
salirse de la claridad y concisión imprescindibles
para un positivo resultado.
5.•-Diríj anse las consultas y contestaciones al
DIRECTOR DEL SERVICIO DE
INVESTIGACION PREHISTORICA
DE LA EXCMA. DIPUT ACION PROVINCIAL
DE VALENCIA
CABALLEROS, 2
VALENCIA
65
5
[page-n-67]
Perfil y desarrollo de la decoración cardial de
un vaso de la Cova de la Sarsa (Bocairente)
[page-n-68]
INDICE
Págs.
NOTA PRELIMINAR A LA PRIMERA EDICION ...
NOTA PRELIMINAR A LA SEGUNDA EDICION
7
9
GBNERALIDADES
Qué es Prehistoria . . . . . . . . . . . . . ..
Métodos que utiliza la Prehistoria
Lugares de hallazgo ........... .
Etapas de la Prehistoria . . . . ..
Cronologías ............ .. .
11
12
13
14
16
EL PALEOLITICO
Sus ca1·acterísticas . . . . . . . . . . ..
a).-Los glaciares ........... .
b).-Flora y Fauna ........ .
c).-El hombre . .. . .. . ..
d).-Vida material . . . . ..
e ).-Vida espiritual .. .. . .
17
17
19
19
20
23
LAS INDUSTRIAS PALEOLITICAS
A.- Paleolítico Inferior ........ .
D.-Paleolítico Medio ... ........ .
C.-Paleolítico Superior ........ .
EL
EL
EL
EL
LA
25
26
26
MESOLITICO . . . ... . .. . ....... .
ARTE CUATERNARIO ........ .
NEOLITICO ................ . .
ENEOLITICO .... .. ........ .
EDAD DEL BRONCE ... ..... .
29
33
37
39
43
[page-n-69]
Págs.
LA EDAD DEL HIERRO
Influjos europeos
00. 00.
Influjos mediterráneos
La Cultura Ibérica
o o o
48
48
50
o o.
LA ROi\'lANIZACION
oo•
I NDICE DE ALGUNAS VOCES TECNICAS USADAS
EN EL TEXTO oo• oo• oo• oo • oo• oo• oo• oo•
E XTRACTO DE LA LEGISLACION VIGENTE SODRE
E XCAVACIONES .. . .. . .. . .. . .. . .. .
CUESTIONARIO DE ARQUEO LOGIA ............... oo•
000
000
..... .
53
55
59
63
[page-n-70]
.,.
eh.elense, llcltele!l
se
y Ylvsferie
cí _ < e
: Pclrte
VALLE
cultivJ.tb.
.-,1 NILO.-
Cod(l
es711err¡6f,"co
Fig. 1.-Corte esquemático de unas t errazas f luviales
(Dib. E. Pla.)
<
<
[page-n-71]
Co..r"'"
ele .....-,illa., <•!.:
A URI ÍiACI EI'I SE'. l"lE.'IHO
~.l ~s,., :l:h OI.~~~~~~~~~~~~~~~
M liSTERIEMlSE SIJ PE RtoR.
q_..
Co..¡• o.. J~ ....,.éill.... , ,~¡ esht,.il
M~5n R t E N5 € 5U fE¡:t tOR.
c""r"'"
C.\Cl.8rrii h c0l.
ACHELE'.N~E IN FE R tO~-~~~~
A,-, ;11.:..
'o"
ho~a..-es
i"skuMtn~us
y fosdes
tle i'Qn
Pi<,o noo.l"u..-QO.I ·de la C\J ~IIA.
(OR r E.
E STRATI &RAFI C O·
Fig. 2. -Esquema de la superposición de niveles arqueológicos en
una cueva.
(Dib. E. Pla.)
[page-n-72]
..
..1
..,.
A
y.
'%
.
~
i1
..J
...
p.
N
:z:
.,.,
':>
'S:
"
-;
,
1
Doul4
'i
~
...
...
..
....
T
%
·· •.
MtH)'t..
"
<
·· • ·· •
~ 1 $$
Fig. J.-Esquema de la correspondencia entre los periodos glaciares
y las etapas del Paleolitico.
(Dib. E. Pla.)
[page-n-73]
Fig. 4.-Tipicas hachas chelenses ( =abbevillenses)
Fig. 5.-1 : Bifaz ovoide, acheulense. - 2: Bifaz triangular lanceolada
acheulense avanzado. - 3: Bifaz ovoide, acheulense medio. 4 a 8: Lascas levalloisienses.
(Dib. E. Pla.)
[page-n-74]
6
."
ar;
tS
ID
rtJI1
Fig. 6.- Piezas de sllex del periodo musterlense
[page-n-75]
Fig. 7.-lnstrumentos varios del período musteriense
[page-n-76]
~.
~--~.
·,
~
/4
Fig. S.-Instrumentos musterienses de transición al Paleolitico Superior. - 1: Lasca con muesca. - 2 a 7: Cuchillos. - 8 a 10:
Raspadores en extremo de lasca. - 11 y 12: Raspadores. 13: Raspador aquillado. - 14: Buril lateral.
(Dib. F. Jordfl.)
[page-n-77]
::
.
.
.
.
.
. ~f? ,.. . .
9
Fig. 9.-lndustria auriñaciense-gravettiese. - 1. 2 y 3: Puntas gravetienses. - 4 y 5: Puntas tipo Font Robert. - 6: Punta
de muesca. - 7, 8 y 9: Diversos tipos de raspador. - 10
y 11 : Buriles. - 12 y 13: Puntas de hueso. de base hundida.
(Dib. E. Pla.)
[page-n-78]
Fig. 10.-Hoja de dorso rebajado, gravettiense
(Dib. F. Jord{i.)
[page-n-79]
Fig. 11 .-Diversos instrumentos solutrenses. - 1 y 4: Hojas de laurel. - 2, 7 y 8: Puntas de muesca. - 3: Hoja de sauce. 5: Hoj a con retoques marginales. - 6: Punta t rapezoidal.
- 9: Punta de pedúnculo. - 10 y 11 : Punzones de hueso. - 12: Raspador en extremo de hoja. - 13: Punt a en
curso de ejecución. - 14: Raspador con ret oque unifa·
cial. - 15: M icroburil. - 16: Hoj ita de dorso rebajado. 17: Perforador.
(Dib. E. Pla.)
[page-n-80]
Fig. 12.-Punta con aletas y pedúnculo; hoja con escotadura y raspador, solutrenses.
(Dib. F. Jordé.)
Fig. 13.-Puntas solutrenses de pedúnculo y aletas, y de laurel.
(Dib. F. J ordé.)
[page-n-81]
,
2o
Fig. 14.-Piezas características de magdaleniense. 1: Hojita cuchillo, de dorso rebajado. - 2: Raedera. - 3 y 4: Buriles
de pico de loro. - 5: Buril raspador. - 6 a 9: Puntas
geométricas. - 10 a 14: Diversos tipos de arpón. - 15:
Buril lateral. - 16: Raspador nucleiforme. - 17: Hoja dentada, de dorso rebajado. - 18: Microburil. - 19: Aguja
de c oser, de hueso. - 20 a 22: Puntas de hueso.
(Dib. E. Pla.)
[page-n-82]
ll
..
3
r4
'
~
1
:
!
f
.
f
.)0
40
. .,
.
43
.38
J7
if¡
,)1
f
~
.
'
§
" ,, ; ··· 8
J2
Fig. 15.-Piezas magdalenienses
(Dibujo M . Benítez.)
[page-n-83]
Fig. 16.- Trapecios y triángulos micro!lt icos
(Dib . F. J ordé.)
[page-n-84]
~ ~ ~~ ~ ~
~(f~~
~~ rt~ 1(@\~
¡Jj-tJ
..
()~
Fig. 17.-Puntas microllticas y microburiles
(Oib. F. Jordá.)
[page-n-85]
"\7'Dc-t7~C7
1
Fig. 18.-Medias lunas y microliticas
(Dib. F. Jord6.)
[page-n-86]
~·
215
~-~ ~-t;
31
32
' '1
34
35
2~
27
~-~
29
33
d] ~-~
38
28
37
38
Fig. 19.-0iferentes tipos de piezas de perfil geométrico, del Mesolítico Valenciano.
(Dib. J . Fortea.)
7
30
[page-n-87]
Fig. 20.-Toro y ciervo grabados sobre losetas; proceden de Les
Mallaetes y del Parpall6.
(Dib. F. Jordá.)
[page-n-88]
Fig. 21.-Arquero andando; pintura de estilo levantino
(Dib. J . B. Porcar.)
[page-n-89]
2
6
5
8
Fig. 22.-Puntas de flecha, de sílex, del periodo Eneolitico
(Dib. E. Pla.)
[page-n-90]
~
~~
.~1
· 1
1
'
!
1
305
301-303
9
'
.
1
o
..¡.
~Al
~
306
-'
'
'8
··-·-
304
-.·)\
1\11
Fig. 23.-Pesas, fíbulas anulare.s, campanilla, sortijas y otras piezas,
en bronce, plata y hierro, típicas de la Cultura Ibérica.
(Dib. E. Pta. )
[page-n-91]
Fig. 24.-0etalle de las decoraciones pintadas sobre vasos ibéñcos. con escenas de recolección
de granadas y combate.
[page-n-92]
[page-n-93]
Fig. 26.-Escritura ibérica sobre cerámica y piedra
[page-n-94]
O. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
l osetas con ciervo pintado y grabado y caballo
pintado, procedentes del Parpalló
LAM. 1
[page-n-95]
O. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
LAM. 11
o
e:
·z
e:
"'
>
.!!
S
en
Q)
Q)
"t)
..
~
en
Q)
o.
2
[page-n-96]
D . FLETCHER. -NOCIONES DE PREHISTORIA
Plaquitas de cáliza con grabados
geométricos. del Mesolítico
LAM. 111
[page-n-97]
D. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
Objetos de hueso del periodo Neolítico
LAM. IV
[page-n-98]
D. FLETCHER. -NDCIONES DE PREHISTORIA
Fragmentos de vasijas, con decoración ucardial))
LAM. V
[page-n-99]
D. FLETCHER.- NOCIONES DE PREHISTORI A
Vasijas con decoración cardial
LAM. V I
[page-n-100]
O. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORI A
Lámina-hoz, en sllex, típica del Eneolitico
LAM. VIl
[page-n-101]
D. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
Colgantes acanalados, de hueso, de época encolít ica
LAM. VIII
[page-n-102]
O. FLETCHER. -NOCIONES DE PREHISTORIA
ldol o oculado grabado sobre hueso
LAM. IX
[page-n-103]
D. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
LAM. X
o
"'
o
o
.,
e:
.,
:€
...
..!!!
o
o
.,
"O
.,~
'.
...,
"'
" .
"'
E
.,
j
o
.,
"O
o
"'
.go
"'
~
.,
>
e
L~-
[page-n-104]
D. FLETCHER. -NOCIONES DE PREHISTORIA
r:
Vaso de perfil escorado y decoración punteada
y tinaja con asas y apéndices de sustentación.
de la E. del B . Valenciano
LAM. XI
[page-n-105]
D. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
LAM. XII
Formas diversas de vasijas cerá micas de la Edad del Bronce
[page-n-106]
D. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
M olinos de mano y <
LAM. XIII
[page-n-107]
D. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
uBrazalete de ¡;¡rquero)) y puñal de cobre
procedentes de un enterramiento de 1¡:¡
E. del Bronce
LAM. XIV
[page-n-108]
D. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
Diversos tipos cerámicos del Bronce A rgárico
LAM. XV
[page-n-109]
O. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
Urna cineraria de la Edad del Hierro 1
LAM. XVI
[page-n-110]
D. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
Cuencos de oro. procedentes del célebre
«Tesoro de Villena>>
LAM. XVII
[page-n-111]
D. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
LAM. XVIII
Cerámicas áticas de barniz negro, llegadas a los poblados ibéricos. por
comercio con los navegantes griegos
[page-n-112]
D. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
L
Oenochoe (jarrita) ático de barniz negro hallado
en el poblado ibérico de La Bast ida de les Alcuses
LAM. XIX
[page-n-113]
Broches de cinturón y fíbula, de los primeros siglos
de la Cultura Ibérica
[page-n-114]
O. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORI A
r
Pinzas. campanillas y compás
de época romana
LAM. XXI
[page-n-115]
[page-n-116]
D . FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
LAM. XXIII
Cl>
u
e
o
.D
[page-n-117]
D. FLETCHER.-NOC IONES DE PREHISTO RIA
LAM. XXIV
Cll
"O
[page-n-118]
O. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
LAM. XXV
>0)
o
·¡:
...
•Ql
E
o
c:n
Q)
e:
·O
·o
m
..
o
<.>
Q)
"
e:
o
o
vi
.,
o
·¡:
'41
:f!
tJl
m
:~
.,
>
[page-n-119]
D. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
Vasos ibéri cos decorados con temas florales y zoomorfos
LAM. XXVI
[page-n-120]
D. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
Vasos ibéricos con decoración de escenas
de tocador y combate
LAM. XXV II
[page-n-121]
D. FLETCHER. -NOCIONES DE PREHISTORIA
LAM. XXVIII
..
'iij
>
e:
Q)
1ú
.D
E
o
(,)
"'
"'
..
e:
"'
.,
(,)
Q)
e:
o
(,)
"'
·~
:e
"'
o
·o»
Q.
(,)
e:
~
(!)
[page-n-122]
D . FLETC HER.-NOCIONES DE PREHISTORI A
Horno romano y detalle del p iso de la sala de cocción
LAM . XXIX
[page-n-123]
D . FLETCHER.- NOCIONES DE PREHISTORIA
Fragmento de «terra sigillata11 y lápida
de época romana
LAM. XXX
[page-n-124]
LAM. XXXI
D. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
,
e:
"'
"'
E
e
,
"O
"'
O>
e:
o
~
..-
N
~
::.. -..
••.
.. . '\
'..;~ · .
.J ,,
...
·-w·~·""
, ... · ...•··.~
;
[page-n-125]
D. FLETCHER.-NOCIOi\IES DE PREHISTORIA
Lucernas de época romana
LAM. XXXII
[page-n-126]
[page-n-127]
[page-n-128]
[page-n-129]
[page-n-2]
1
[page-n-3]
[page-n-4]
NOCIONES DE PREHISTORIA
[page-n-5]
I.S.B. N. 84·500·1903·6. 11177. -
Depósito Legal V. 996·1977
Editorial F. Domenech, S. A. -
Mar, 31. -
Valencia
[page-n-6]
DOMINGO FLETCHER
NOCIONES DE
PREHISTORIA
50 ANIVERSARIO DE LA FUNDACION
DEL
SERVICIO DE INVESTIGACION PREHISTORICA
DIPUTACION PROVINCIAL
V ALENCIA
1977
[page-n-7]
[page-n-8]
NOTA
PRELIMINAR
A LA PRIMERA EDICION
E
stas NociONES DE PREHISTORIA son la cristalización
de una necesidad sentida desde hace muchos años,
1'eflefada en los arts. 64 y 85 del Reglamento de 16 de
abril de 1936 y más recientemente en la 1 Asamblea N(J¡cional de Comisa1'ios de Excavaciones A1·queológicas, celebrada en Mad'tid el pasado enero, en la que se propuso
la preparación de una cartilla y cuestionario de arqueología. El SERVICIO DE I NVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA de la
E xcma. Diputación de Valencia, que ha sabido llevar a
cabo estudios monográficos y excavaciones de gmn trascendencia científica inte'rnacional, haciéndose eco de esta
necesidad y siempre en vanguardia en las ta1·eas cultur(J¡les, p1·esenta estas N OCIONES DE PREHISTORIA, completándolas con un extracto de la Legislación Vigente sobre
excavaciones y un cuestionario que el S. l. P. ruega y
espera sea cumplimentado por el mayor número posible
de personas.
No p?·etendemos que estas NOCIONES DE PREHISTORIA
sc.an un manual de iniciación, puesto que ya los hay
y buenos en nuestra Patria; ciframos nuest'ros deseos
y p?·opósitos en que las páginas que siguen sirvan para
llamar la atención y despertar el interés del p1·ofano hacia
la.s espléndidas riquezas m·queológicas que encierran nues7
[page-n-9]
tras tierras y que po1· igno·rancia, despreocupación o codicia, se pierden diariamente pam el acervo cultural español. Nuestro esfuerzo se encamina, pues, a adve1·ti1 al
·
no iniciado que existen unas pied1·ecitas, unos t1·ozos de
cacharro, unos restos de bronce o hier-ro que, careciendo
de todo valor monetario, lo tienen, y mucho, científico.
Pretendemos así defendet· el patrimonio arqueológico nacional que, tanto por se1· "el recueTdo de familia" de nuestros remotos abuelos, como por la aportación que significa
para el conocimiento de las vicisitudes pm· que pasaron los
prime·ros hombres y los lentos progresos que llevaron a
cabo en lucha contra toda suerte de advet·sidades hasta
alcanzar la meta actual, debemos Scblvagua?·dar de la pérdida o destrucción.
Si al lector le ab1·en las siguientes 1Jáginas nuevos horizontes hasta aho1·a desconocidos pa·t a él y, en su inquietud intelectual, quiet·e profundiza¡· en este emocionante
campo de la Pt·ehistotia, es entonces cuando podrá bucear
en los magníficos manuales que le concreta·rán y ampliarán cada uno de los problemas de esta joven ciencia, tan
a1-raigada ya en todos los cent1·os cvJtu1·ales del mundo.
Si con estas NOCIONES DE PREHISTORIA despertamos
una corriente de inte·rés y 'respeto hacia los restos a?·queológicos, habremos cumplido la misión qu. nos p?·oe
pusimos al redactm·las, llevados del ca1"iño a los estudios
prehistóricos. y a la cultura de nuestra Patria.
D.F. V.
Valencia, 24 de mayo de 1951.
S
[page-n-10]
NOTA
PRELIMINAR
A LA SEGUNDA EDICION
En 1952 publicaba la Excma. Diputación Provincial
de Valencia unas N OCIONES DE P RE HISTOR IA, que 1'edactarnmos en 1951 , con el ¡wopósito de hacerlas llegar al
mayo1· número posible de lectores y despertcw en ellos la
r.uriosidad e interés 1JOI' los temas 1Yrehistóricos.
A quella edición de S .000 ejemplares, profusamente ?'epartida entre escolares, maestros, sacerdotes, médicos,
Guardia Civil, etcétera de todos los pueblos de nuestra
provincia y también adqui1'ida 110r buen número de comp1·ado1·es, se agotó 1·ápidamente. No obstante lct insistente
demanda de estas NOCIONES no se ?Jrogmmó una segunda
edición 1>01· considemr más oportuno destinar las 1JOsibilidades económicas del S. l . P. ct la publicación ele algunos de los muchos tmbajos de investigación qtte teníamos
en cartera, de los que en el pei'Íodo 1952-1977 hcm visto la
luz 92, más 11 volúmenes de la revista A1·chivo de Prehishorúz. L evantina.
Es ahora, al cumplirse el cincuentenario de la fundación del SERVICIO DE I NVESTIGACIÓN P REHISTÓR ICA, cuando
ent1·e los actos conmemorativos de esta efemérides y teniendo en cuenta tos 1>0sitivos 1·esultados que con ellas
se logmron, figura el de la 1·eedición de estas NOCIONES.
Como ex¡>licábamos en nuestm Nota Prelimincw de
[page-n-11]
1951, no erct nuestro propósito redactar un manual sino
interesa?· al p1·otano en los estudios de prehistoria, po1·
lo que p1·ocummos da1· al tema un t1·atamiento sencillo,
e~•.: ento de erudición, 11ero, eso sí, con el máximo 1·igor
científico. TmnscuiTidos 25 años, es lógico que algunas
cuestiones o/?·ezcan nuevos puntos de vista, por cuya razón hemos efectuado algunas, muy pocas, mortificaciones
rtl texto primitivo.
Si con esta nueva edición de NOCIONES DE PREH ISTORIA logmmos atmer el interés del lectot· hacia los restos
úrqueológicos y su p1·otección considem1·emos que se ha
cu,mplido el p1"01>Ósito que las motivó, en beneficio de la
wltum y ciencia de nuest1·a Pat1-ia.
D. F. V.
l1alencia, marzo de 19 77.
10
[page-n-12]
G E NE R AL ID A.D ES
Q UÉ ES
PREHISTORIA
Se denomina PREHiSTORIA la ciencia que estudia las
r1rimeras manifestaciones culturales de la Humanidad, lleg:mdo en sus investigaciones hasta el momento en que
~parecen documentos escritos.
Por ello la Prehistoria no tiene idéntica extensión en
todas las partes del mundo ya que las noticias escritas
no surgen a la vez en todos los pueblos y así, por ejemplo, mientras los del Cercano Oriente entran relativamente pronto en el campo de la Historia, los pueblos del
noroeste de Europa lo hacen mucho más tarde y aun hoy
existen gentes que desarrollan sus actividades dentro de
culturas de carácter prehistórico.
Esta diferencia cronológica que distancia unos pueblos
de otros en su entrada en el campo de la Historia, origina
una etapa mixta en la que algunos de ellos nos son conoci~
dos históricamente a través·de las noticias ·e scritas que nos
proporcionan los autores de otros países. Este período
mixto en la vida de un pueblo se denomina PROTOHISTORIA, la cual, por utilizar fundamentalmente el método
arqueológico, se considera como una etapa dentr o de la
Prehistoria.
11
[page-n-13]
MÉTODOS QUE UTILIZA LA PREHISTORIA
El estudio de la vida de la Humanidad en sus primeros
momentos tiene que hacerse a base de los restos de toda
índole que nos ha dejado el hombre de aquellas edades.
Sus útiles, sus Jugares de habitación, sus sepulturas, los
n!stos de su alimentación, su arte y aun sus propios
restos óseos, sirven para que deduzcamos sus creencias,
organización social, régimen económico, técnicas industr~ales, y, en fin, cómo era la vida de nuestros remotos
antepasados.
Pero el estudio de todos estos restos requiere métodos especiales de trabajo, el primero de los cuales es el
llamado método arqueológico, ya que son imprescindibles
las tareas preliminares de rigurosa excavación para el
acopio de los datos que luego han de servir de estudio
a los investigadores.
Otros métodos los proporcionan un buen número de
otras ciencias relacionadas más o menos directamente con
los estudios prehistóricos. Así, la GEOLOGÍA, dándonos
la presencia humana; la PALEONTOLOGÍA, clasificando los
r('stos de plantas y animales, explicándonos cómo eran
los seres vivos que rodearon, sirvieron de alimento y
fueron enemigos del hombre primitivo; la ANTROPOLOGíA,
que estudia el aspecto físico de éste; la ETNOLOGÍA, que
nos da a conocer, por comparación con los primitivos
¡:·ueblos actuales, cuál era el estado social, religioso, etc.
en que se encontraba el hombre fósil; la LINGÜÍSTICA,
~yudándonos a localizar, a través del estudio de las lenguas, los movimientos migratorios de los pueblos, sus
relaciones e influencias; y aun entre otras más, la As12
[page-n-14]
TRONOMIA, la FISICA y la QUÍMICA, que prestan sus colaboración para poder dar fechas a los períodos y hallazgos
prehistóricos.
L UGARES DE HALLAZGO
Los r estos de interés arqueológico pueden hallarse:
AL ai1·e lib1·e, sin ningún otro material que los cubra. Frecuentemente se dan estos hallazgos en las terrazas de los ríos, zonas habitadas en los períodos de clima
benigno, por el hombre primitivo. Las terrazas con posibles hallazgos se encuentran, normalmente, a relativa distancia de los actuales cauces de los ríos, debido a que estos han ahondado su lecho y disminuido su caudal, restringiendo la anchura de aquel. Por ello, los hallazgos
de época más antigua se efectúan en las terrazas más
elevadas, si los materiales no han sufrido arrastre o remoción. (Fig. 1.)
En cuevas, en las que, por la persistente utilización por
el hombre, se han formado diversos niveles superpuestos,
encontrándose en ellos los restos típicos de cada época
lo que nos permite la comprobación de las secuencias técnicas e industriales de cada momento. Cuanto más antiguos sean los restos a mayor profundidad se hallarán, si
los niveles no están revueltos. (Fig. 2) En las paredes de
las cuevas, covachas o abrigos de las laderas de barrancos,
pueden hallarse pinturas o grabados de época prehistórica.
En sepulturas, bien en campo abierto, cavadas en la
tierra o dentro de urnas de cerámica, o bajo amontonamientos de piedras; bien en construcciones funerarias de
diversa factura, según la época; bien en grietas de las
rocas o dentro de las cuevas, etc. etc.
En despoblados, 1·estos de antiguas poblaciones abandonadas voluntaria o involutariamente por sus habitantes. En el transcurso del tiempo estos restos han ido cu13
[page-n-15]
briéndose por la tiel'I'a y la· - egetación hasta tal punto
v
que es dificilísimo muchas veces dist·i·tiguh:los a simple vista y solamente, después de la excavación, pueden poilerse
al descubierto las cimentaciones de las casas y sacar los
ajuares, que a veces aparecen a la profundidad de varios
metros. También en los poblados pueden darse diversos
nivel~s por construcción de viviendas superpuestas en el
transcurso del tiempo de ocupación. Generalmente los
poblados se asientan en lugares elevados con 1·elación a
las tierras circundantes, de·difícil acceso, cerca de los cursos de agua, frecuentemente en la confluencia de dos barrancos o riachuelos.
Cada uno de l6s puntos de hallazgo o yacimiento ·se
llama estación arqueológica.
La búsqueda y excavación de yacimientos prehistóricos
por aficionados, ha causad·o la ·pérdida ii·reparabi'e, para
eí estudio, de gran número de piezas que, por no efectuarse su hallazgo con los requisitos que la ciencia exige,
carecen de todo valor científico. De ahí los esfuerzos
de las Autoridades españolas para evitar estas continuas pérdidas, esfuerzos que han cristalizado en la vigente legislación, de la cual damos un resumen· :!1 fin dé
estas NOCIONES. Aparte de la terminante prohibfción de
excavar ningún yacimiento por quien no esté autorizado
por la Ley, todo ciudadano tiene la obligación moral de
dar a conocer cualquier hallazgo arqueológico, del · que
tenga noticia, a lás entidades especializadas en. estos estudios, las cuales disponen de medios adecuados · para practicar los trabajos necesarios y lograr así el mayor provecho científico del · hallazgo.
-
ETAPAS DE LA PREHISTORIA
A mediados del siglo pasado, al constituirse la Prehistoria como verdadera ciencia, se estableció "la · división
l4
[page-n-16]
fundamental en tres edades: de la PIEDRA, del BRO
NCE y
del HIERRO.
Después de varias tentativas y modificaciones se llegó
a la subdivisión de la Prehistoria en diversos períodos
que han quedado como clásicos y a p~sar de que esta
clasificación no es exacta para todos los puntos del Munpo, ni siquiera para toda Europa, puede decirse que todavía está vigente, a unque con algunas modi{icaciones. Por
ello la seguimos aquí, de acuerdo con los resultados de la
moderna investigación:
)
\
PALEOLITICO INFERIOR
PALEOLITICO MEDIO
PALEOLITICO SUPERIOR
MESOLITICO
(=EPIPALEOLITICO)
{
'
CHELENSEABBEVJLLENSE
CLACTONIENSE
ACHEULENSE
LEVALLOISIENSE
¡
LEVALLOISIENSE
MUSTERIENSE
l
A URI& ACIENSC
GRAVETIENSE
SOLUTRENSE
MAGDALENIENSE
{
'
BRONCE VALENCIANO
BRONCE ARGARICO
BRONCE DEL S. O.
PENINSULAR
BRONCE .ATLANTICO
NEO LITIGO
ENEÓLITICO
EDAD DEL BRONCE
(
EDAD DEL HIERRO
~
CELTICO ~ Halls:att
( La Tene
CULTURA IBERICA
TIEMPOS ROMANOS
15
[page-n-17]
CRONOLOGÍAS
Otra de las grandes dificultades que ha de salvar la
Prehistoria es la de señalar fechas para cada uno de sus
períodos. En esta tarea colaboran todas las ciencias con
ella relacionada, pero las discrepancias a que se llega son
lo suficientemente grandes para que ninguna de ellas
pueda tomarse como única y definitiva.
Aquí, dejando de lado las múltiples tablas cronológicas que se han confecionado y las razones que avalan cada
una de ellas, damos la cronologia actualmente más aceptada, con la advertencia de su aproximación y estar referida básicamente a la región valenciana.
PALEOLÍTICO INFERIOR y MEDIO, durarían hasta el
40.000 a. C.
En el PALEOLÍTICO SUPERIOR, las diversas etapas del
Solut1·ense del Parpalló oscilarían entre 18.500 y 15.900
y el Magdaleniense III de esta misma cueva, se fecharía
hacia el 12.000 a. C. Entre esta fecha y el 9.000, se encuadraría el Magdaleniense IV, y paralelamente, la primera
etapa del MESOLÍTICO valenciano, cuya evolución posterior
llegaría hasta el 5.000 a. C.
El NEOLÍTICO se extendería desde el V milenio hasta
mediados del III y el ENEOLÍTICO, entre la segunda mitad
del III y primera mitad del 11 milenio.
La EDAD DEL BRONCE desde dicha fecha hasta mediados
c!el primer milenio.
La EDAD DEL HIERRO en sus diversas modalidades, desde el 700 a. C. hasta el cambio de era, extendiéndose en
nuestra región la característica Cultura ibérica, entr e el
siglo V a. C. y el primero de nuestra era.
16
[page-n-18]
EL
PAL E OLITI C O
SUS CARACTERÍSTICAS
La era Cuaternaria comprende dos grandes períodos,
diferenciados por el clima, flora y fauna. El primero de
estos períodos recibe el nombre de Pleistoceno, Diluvium,
Cuaternario propiamente dicho o Era Glaciar, por ser su
característica especial las grandes transformaciones climáticas llamadas glaciaciones, las cuales ocasionaron radicales cambios en la flora y fauna y con ellos en la vida
del hombre, la presencia del cual sobre la tierra está
comprobada a partir de este primer momento de la Era
Cuaternaria.
a) .-Los Glacim'es.-No son bien conocidas las causas
que motivaron estas oleadas de hielo que transformaron
la superficie de la Tierra, rebajando montes y originando
l;~.gos en distintas partes de Europa Central y Oriental.
Las teorías explicativas de este fenómeno (alteración
de la órbita terrestre; distinta intensidad de la r adiación
solar; cambios en el con tenido de ácido carbónico de la
atmósfera; desplazamiento de los polos y continentes, etc.
etc.) pecan de insuficientes, por lo que las causas originarias de los glaciares no están establecidas con claridad.
Sólo se ha llegado a la conclusión de que en la Eur opa Occidental pueden señalarse cuatro períodos glaciares
separados por épocas interglaciares (Fig. 3). Estos períodos reciben el nombre de cuatro ríos alpinos y su correspondencia con las etapas culturales sería como sigue:
17
[page-n-19]
.....
CX>
Primer Glaciar-GUNZ (de poca extensión)
Chelense = Abbevillense.
Integlaciar
Segundo Glaciar-MINDEL (el más extenso)
Chelense y Acheulense.
Interglaciar
Acheulense.
Tercer Glaciar-RISS (más extenso que el primero) Acheulense.
Interglaciar
. Acheulense y Musteriense.
Cuarto Glaciar-WURM (con varias fluctuaciones)
Post-glaciar
Musteriense y P. Superior.
. Mesolítico y culturas posteriores hasta los tiempos actuales.
[page-n-20]
El clima del centro de España en las épocas glaciares
sería como el actual de Polonia; el de la costa norte como
el de Escocia y el del sur semejante al actual del mediodía de Francia. En los períodos interglaciares en el reino
de Valencia habría un clima sub-desértico.
b) .-Flora y Fauna.-En reiación directa con el clima están la flora y fauna. La primera, en los períodos glac:ares, estaría representada en las tierras valencianas,
por bosques y en los períodos integlaciares por especies
actualmente africanas. En cuanto a la fauna, el levante
es pañol presentaría pocas variaciones, ya que aparte del
gran número de animales indiferentes al clima, los cambios climáticos no fueron tan bruscos como en el norte.
Muchas especies vivieron indistintamente en un momento
u otro del paleolítico; algunas de ellas (rinocerontes, elefantes, etc.) han desaparecido de las tierr as valencianas;
otras (jabalí, ciervo, caballo, toro) han llegado hasta
nuestros días.
e) .-El hombt·e.-A base de las características generales que presentan los restos óseos humanos, se ha formado un tipo racial para el Paleolítico Medio, denominado
Horno neanderthalensis. Sus rasgos distintivos serían:
una estatura media de 1'60; piernas cortas y musculosas, arqueadas en las rodillas y caderas; tronco achaparrado; manos cortas y anchas; cabeza voluminosa con
cráneo de gruesas paredes; frente baja y deprimida, dirigida hacia atrás; fuertes arcos superciliares; mandíbula
inferior robusta, carente de barbilla (la cual se va formando durante el musteriense), etc. etc.
Al iniciarse el segundo momento del Paleolítico, desaparece este hombre neanderthalense dando paso a un
nuevo tipo, caracterizado por su frente alta y abombada,
neentón prominente, dolicocefalia, nariz derecha, o sea, en
general, con características semejantes al hombre moder19
[page-n-21]
no. Este tipo racial se ha llamado de Cromagnon; aunque
se señalan otros tipos raciales dentro del Paleolítico Superior (Chancelade, Grimaldi, etc.) podemos considerar
el Hombre de Cromagnon como el más típico del segundo
momento del paleolítico.
En las posteriores etapas culturales de la Humanidad
no hay cambios fundamentales en el tipo humano.
d).-Vida material.-El hombre paleolítico vivió un
númadismo que podríamos denominar circulante, desplazándose de un lugar a otro obligado por las necesidades
alimenticias, pero girando siempre dentro de las coma1·cas
que le eran más favorables, y ocupando los mismos Jugares de habitación, lo que da origen a Jos diversos niveles
estratigráficos y al desarrollo de variantes técnicas regionales.
Acampaba en las proximidades de las corrientes fluviales, al aire libre en épocas de clima benigno y frecuentemente en cuevas en las de bajas temperaturas, aunque
t ;..mbién solía vivir al aire libre en los períodos fríos.
Desconocíase la agricultura, ganadería, obtención de
los metales, escritura, la cerámica, etc. o sea todos los elementos formativos de culturas superiores. El hombre y el
animal son enemigos en la lucha por la existencia. El primero vivía de la caza, pesca y recolección de frutos, tallos
y raíces; de los animales cazados aprovechaba la piel, cerdas y tendones para confeccionar sus vestidos; la carne
para su alimento; la grasa para alumbrarse; la sangre
como aglutinante para sus pinturas y Jos huesos para confeccionar sus útiles (puñales, arpones, agujas, etc.). La recolección se encomendaba, sin duda alguna, a las mujeres
y niños.
En épocas de buen clima vivirían desnudos o semidesnudos, cubriéndose con pieles en tiempo frío, aunque su
capacidad de resistencia a las bajas temperaturas les permitiría ir poco vestidos en zonas algo alejadas de los
20
[page-n-22]
hielos. Aparte de la indumentaria imprescindible por el
clima o razones de rudimentaria moral y defensa contra
el medio ambiente, cubrían el cuerpo con adornos y tatuajes que en ocasiones hay que considerar al propio tiempo
como indumento.
La difícil existencia del hombre prehistórico se refleja
E.n sus restos óseos, en los que puede observarse la mena
que en él hacía la vida en constante lucha con la naturaleza; sufría reumatismo, caries dental y otr as varias enfermedades derivadas de su deficiente alimentación y luga1·es de habitación, dando todo e11o como resultado que el
índice de longevidad fuera inferior al del hombre actual,
rebasando muy raramente los cuarenta años en el Paleolítico Inferior y no pasando de los 60 en el Superior, lo que
motivó un escaso potencial humano que explica los muchos miles de años que necesitó la Humanidad par a superar las primeras etapas de su existencia.
Es muy posible que el hombre en su vida social, conshtuida en familia monogámica y en horda, sostuviera relaciones mutuas por medio del intercambio, como se deduce del hallazgo de conchas procedentes de las costas
atlánticas en yacimientos italianos y otras típicas del
Mediterráneo en cuevas de Austria, Suiza, etc., aunque
muchos de estos hallazgos pueden obedecer no a simple
intercambio sino a posibles migr aciones de pueblos.
En cuanto al utillaje para su diaria lucha por la existencia, en primer término, el hombre utilizó simplemente
sus manos, ayudándose con ramas, huesos, asta y piedra,
tal como la naturaleza se lo ofrecía; después fueron modificándose estos útiles adaptándolos a las necesidades
cotidianas, siendo entonces cuando puede hablarse de verdadera cultura ya que es a partir de dicho momento
cuando el hombre impone, conscientemente, modificaciones a la naturaleza en provecho propio.
Entre las piedras principalmente utilizadas por el hombre primitivo están la cuar cita ~ el sílex. La primera, por
21
[page-n-23]
la rudeza de su trabajo, ha pasado desapercibida durante
mucho tiempo para los invest igadores, que buscaban los
más llamativos y claros útiles de sílex. La técnica de trabajo de éste ha podido ser estudiada gracias a los pueblos
primitivos actuales y a los experimentos llevados a cabo
por los prehistoriadores. En líneas generales podemos
considerar las siguientes técnicas fundamentales para la
obtención de los útiles:
Percusión, dando golpes en un núcleo de
sílex.
Temperatura, por calentamiento del núcleo
de sílex y rápido enf riamiento mediante
agua, lo que produce cuarteamientos y
largas fracturas en el núcleo.
Presión, utilizada mucho durante el solutr ense y posteriormente en el eneolítico. Con
un pequeño hueso espatulado se sacaban
esquirlas presionando desde el centro a
la periferia, a lo largo de la superficie
de la lasca desgajada, por percusión o
temperatura, del nódulo.
A base de estas técnicas confeccionó el hombre cuaternal'io variadísimos tipos de ar mas y útiles, de acuerdo
con sus necesidades, desde grandes hachas hasta pequeños buriles.
Uno de los hallazgos más trascendentes que r ealizó
el hombre prehistórico en su constante superación cultural, fue la obtención del f uego a su voluntad. Las dificultades para conseguirlo y conservarlo y la importancia que
tiene para la vida de la Humanidad a través de todas las
épocas, se reflejan en el culto que los pueblos le han rendido en todo tiempo. Cómo, cuándo y dónde se supo producir el fuego a voluntad son pr eguntas que no tendrán
22
[page-n-24]
nunca contestación, pero no hay duda de que era conocido
por el hombre cuaternario quien lo utilizó para calentarse,
condimentar sus alimentos y para alumbrarse en sus col'rerías por las sombrías galerías de las cuevas, pintando
y grabando en sus paredes las maravillosas obras de arte
que nos ha legado, a la luz de las lámparas de piedra de
las que conservamos ejemplares procedentes de cuevas
del norte de España.
e).-Vida espiTitual.-El intento de explicarse los hechos que están fuera del alcance de su inteligencia y el
deseo de dominar las fuerzas de la naturaleza, llevan al
hombre primitivo al campo de la magia, que reviste distintas formas. El hechicero con sus mandatos y transcendencia social es el verdadero dueño y señor y su «tabú» es la
primera ley que conoce la sociedad primitiva. Una de las
más importantes manifestaciones de la magia estaría en
relación con la caza; reproducían en escultura, bajo-relieve, grabado o pintura, en los más recónditos lugares
de las cuevas, las figuras de los animales que deseaban
cazar o exterminar, asaeteando o alanceando estas imágenes para hacer propicia la cacería, práctica que aún se encuentra entre los bosquimanos.
Por los hallazgos de restos humanos se comprueba que
rendían culto a los difuntos, mostrándose claramente la
existencia de prácticas funerarias a partir del musteriense.
Al cadáver acompañaban sus adornos, armas, representación del totem y tal vez alimentos, lo que prueba la creencia en otra vida. En algunas fosas aparecen restos de ocre
y los esqueletos coloreados por esta misma materia. Parece ser que el cráneo también fue motivo de culto, habiéndose encontrado depósitos de ellos dispuestos en círculo.
Por algunos restos humanos se deduce la práctica de la
antropofagia no como necesidad física sino con carácter
ritual para conservar el espíritu del difunto entr e sus familiares o para asimilarse su fuerza y valor.
23
[page-n-25]
A partir del P aleolítico Superior conocemos manifestaciones artísticas que desde el primer momento presentan
una asombrosa perfección. Por las condiciones en que se
ofrecen las obras de arte hay que desechar el mero goce
estético y admitir un fin utilitario relacionado con la magia, pero no debe excluirse un sentido artístico y unas
dotes de extraordinar ia maestría artística, sin las cuales no hubiera sido posible la r ealización de estas obras
de innegable belleza.
1/r.J S
.f--.-..;;;..,;¡;;,.;.¡._
'?1.1'11() Jt IASV:fdtJ.
Lasca ideal con indicación de la nomenclatura técnica de las
diversas partes de la misma
24
[page-n-26]
LAS INDUSTRIAS PALEOLITICAS
A.-PALEOLÍTICO INFERIOR
No todas las técnicas tuvieron idéntica duración ni
desarrollo paralelo en todo el Mundo. Frecuentemente las
técnicas del Paleolítico Inferior conviven en lugar de des}Jlazarse unas a otras. Hasta el musteriense, puede decirse
que se extienden por gran par te de la superficie de la
tierr a con características semejantes, pero a partir de éste
comienzan las variantes regionales.
Chelense ( = Abbevillense).-Denominado así por el yacimiento de Chelles en las proximidades de París. Hoy se
conoce más con el nombre de Abbevillense. En general la
técnica de trabajo es bastante defectuosa, caracterizándose por el hacha de mano de filo muy irregular y dimensiones variables, hasta de 25 centímetros (Fig. 4). r aederas,
cuchillos, buriles, etc., etc. En el oeste de Europa se encuentra otra industria paralelamente al chelense, es el
llamado clactoniense (de Clacton on Sea, en Inglaterra)
que se caracteriza por grandes lascas trabajadas por una
c;uoa, con plano de percusión muy oblicuo con respecto al
plano de lascado y con el bulbo de per cusión muy saliente.
Ambas técnicas, chelense y clactoniense, se encuentran a
veces en la misma pieza.
25
[page-n-27]
Acheulense.-Recibe el nombre de Saint-Acheul, en las
cer canías de París. Es un perfeccionamiento del chelense
sobre el que aparece estratigráficamente. El hacha de
mano es más plana que en el período anterior, con los
bordes más retocados y el filo más rectilíneo. La longit ud
media es de unos 15 centimetros; también aparecen raederas, raspadores, etc. (Fig. 5) .
P aralelamente sigue desarrollándose el clactoniense y
otra técnica derivada de éste, ellevalloisiense, caracterizacia por lascas grandes con talla superficial, pero sin r etoque inferior y con el bulbo de percusión poco acentuado.
B.-PALEOLÍTICO MEDIO
Musteriense.-Su nombre procede de Le Moustier, en
la Dordoña (Francia). Se le denomina Paleolítico Medio y
se caracteriza por el empleo de tipos más pequeños que en
las anteriores etapas, tt·abajados en lascas; así raederas,
buriles, puntas triangulares, etc. conservándose en los primeros momentos el hacha de mano de tipo acheulense.
Persisten las técnicas levalloisiense y tayaciense. Hacia el
fi n del musteriense el micoquiense marca clara evolución
al auriñaciense (Figs. 6, 7, y 8).
C.-PALEOLÍTICO S UPERIOR
En el Paleolítico Superior la industria del hacha de
n1ano deja paso a la de hojas que en algunos tipos se conserva a través de todo este período y siguientes. Otras características que pueden señalarse es el empleo del hueso
on gran escala y la apar ición del arte. La relativa uniformidad del primer paleolítico desaparece pa1·a dejar paso a
los r egionalismos aunque todavía perduren paralelismos
tecnicos y tipológicos en puntos alejados entre sí.
26
[page-n-28]
Auriñaciense.-Recibe el nombre de la cueva de Aurignac, alto Garona (Francia).
Se inicia con la perduración de elementos musterienses
y terminada esta fase de transición se halla el perigo?·diense o grav ettiense, caracterizado, entre otras cosas por las
puntas de la Gravette y Font Robert, puntas de muesca,
raspadores aquillados, etc. Paralelamente se desarrolla el
llamado auriñaciense medio, o aur iñaciense típico, con
grandes hojas bien retocadas, raspadores cónicos y aquillados; es típico de este momento el buril de punta arqueada y la punta de hueso de base hendida, primero
tJ·iangular, después en forma de losange y finalmente
subcilíndrica (Figs. 9 y 10).
Solut?·ense.-De la Solutré (Macon, departamento Saona-et-Loire, Francia).
Es una técnica que se introduce en cuña en la normal
evolución de las industrias del paleolítico superior, difundiéndose rápidamente. Se caracteriza por los retoques a
presión sobre toda la superficie de la pieza en sentido perpendicular al eje de la misma, técnica que se reproduce en
·~1 eneolítico. Son típicas las hojas denominadas de laurel,
las de sauce y la punta pedunculada con aletas (Figs. 11,
12 y 13).
El solutrense convive con el gravetiense el cual, a la des¡.:¡,parición de aquel continúa surgiendo en muchos yacimientos, lo que demuestra que el solutrense es una intrusión en el normal desarrollo de las técnicas del paleolítico
superior. La floración gravetiense, superpuesta a los niveles solutrenses, se denomina Epigravetiense y se caracteriza por la persistencia de tipos anteriores y la punta
de muesca.
Magdaleniense.-De la Madeleine (Tursac, Dordoña,
Francia).
Es un cambio radical con respecto al solulrense. Las
27
[page-n-29]
lascas de sílex son, a menudo, de pobre calidad y mal trabajadas; en contraposición, el hueso se utiliza abundantemente en forma de azagayas (con uno o dos extremos en
bisel)· de sección cilíndrica o cuadrada; arpones de dientes
rudimentarios o de una o dos hileras de dientes destacados; el denominado «bastón de mando» que ya se encontraba eh el auriñaciense; y el propulsor, frecuentemente
decorado con bellos grabados. El sílex se trabaja con
técnica gravetiense pero a partir de mediados del magdaleniense aparecen los llamados microlitos, pequeñas piezas de sílex, que van alcanzando mayor preponderancia
conforme avanza el periodo, hasta conve1'tirse en el objeto
más destacado de las culturas mesolíticas (Figs. 14 y 15).
Paralelamente a los momentos avanzados del magdalflniense, europeo, se desarrolla en Africa del Norte, una
cultura denominada Capsiense, caracterizada por útiles de
pequeño tamaño, adoptando perfiles geométricos que se
imponen, al finalizar el magdaleniense, dando origen a
una serie de culturas derivadas del mismo.
'
- - - '....
Lasca clactoniense con
indicación del ángulo que
forman los planos de
petcusión y de lascado
28
[page-n-30]
EL
MES O L I T I C O
Entre el final del paleolítico y comienzos del neolítico
hay una etapa en la que se opera la transición climáticog~ológica al mundo actual. Este período de tiempo está
ocupado culturalmente por el denominado Mesolítico, tél'mino que viene a ser equivalente al de Edad Media de la
Piedra. Durante él se estabiliza el clima y los grandes contrastes térmicos, ocasionados por las glaciaciones e intC'rglaciaciones, dejan paso a un año climático en el que
~e suceden las estaciones de un modo bastante semejante
al actual. La gran caza tanto la de clima cálido como la de
frío,· se retrae a determinadas comarcas, desapareciendo
algunas especies y teniendo que recurrir el hombre a la
caza menor y a la recolección creándose así una economía de pequeños cazadores que han de adaptar sus útiles
y armas a la nueva modalidad de vida. Materialmente ello
significa un retroceso, tanto en la técnica de obtención del
utillaje como en la economía; el hombre sufre las consecuencias de la adaptación a las nuevas condiciones, y los
cleficientes medios de subsistencia, repercutiendo en su
a!imentación, ocasionan un índice de longevidad ligeramente inferior al del paleolítico superior, a pesar de las
mejoras climáticas.
Desaparecen las bellas técnicas del trabajo del sílex,
quedando sólo las de retoque marginal de trayectoria gra29
[page-n-31]
V€tiense; predominan los microlitos y formas geométr icas
que ya hicieron su aparición en el magdaleniense; degenera la industria del hueso, siendo distintivo principal la pobreza y tosquedad de sus instrumentos, que r ecuerdan
técnicas primitivas.
El espléndido arte paleolítico desaparece, pero en contraposición, se atribuye a este período mesolítico el origen
del arte rupestre levantino.
Las industrias más características de nuestro Mesolítico son :
E n el norte y oeste de la península aparece una cultura excesivamente especializada, con una economía de tipo
marítimo costero, cuya base alimenticia la constituyen los
mariscos. Se caracteriza por la t alla de instrumentos en
c~ntos rodados de cuarcita, siendo el tipo principal el pico
o hendidor. Es la llamada cultura Astut'iense.
También en la zona pirenaica y cantábr ica se encuent ra la denominada cultura Aziliense, degeneración del antiguo magdaleniense, en la que el hueso continúa trabajándose, produciendo arpones con agujero en la base y
su industria de sílex se encuadra dentro de las formas
microliticas, pero sin piezas trapezoidales, que se dan en
el denominado Ta,rdenoisiense, con sílex microliticos geométricos, que aparecen por todo el ámbito de la Península.
En la región levantina la cultura mesolítica está perft>ctamente definida, encontrándose materiales que llevan
desde el epigravetiense hasta comienzos del Neolítico, de
acuerdo con las siguientes subdivisiones:
Un primer momento en el que dominan las puntas
triangulares, escalenas, con base casi horizontal, las trapezoidales de forma alargada con algo de pedúnculo y los
trapecios regulares de bordes r ectos o ligeramente curvados. Lo más típico de este momento es, sin embargo, la industria tosca labrada en caliza compacta.
30
[page-n-32]
El segundo estadio se caracteriza por puntas trianguescalenas y las trapezoidales, que abundan más que
en el período anterior, así como los microburiles. Aparecen cantos rodados con señales de pintura.
El tercer momento representa el pleno mesolítico y se
cnracteriza por la abundancia de microburiles, hojas de
muesca (que ya se daban en anteriores períodos paleolíticos), trapecios y puntas triangulares con pedúnculo lateral
que son típicas de este momento. Hay plaquitas de caliza
con grabados geométricos (series de rayas paralelas, raya~
de trazo punteado y zonas o fajas con rayado interno).
En los últimos momentos del Mesolítico aparecen los microlitos en forma de gajo de naranja. Esta industria
perdurará en el período siguiente, en el Neolítico, llegando
aigunas formas hasta los albores de la Edad del Bronce
(Figs. 16, 17, 18, 19 y Lám. III).
l~res
Sílex trapezoidales de la Cova.
de les Mal/aetes (Bárig)
31
[page-n-33]
Losa con diversos grabados procedente
del P urpalló (Gandia)
[page-n-34]
EL ARTE CUATERNARIO
En el Paleolítico Superior aparece un arte extraordinariamente perfecto tanto en estatuaria como en bajo relieve,
grabado y pintura. Esta floración está carente de antecedentes ya que, aunque es de suponer que las primeras inquietudes estéticas comenzarían sobre el propio cuerpo
humano, con mutilaciones y tatuajes, la realidad es que
no se encuentran balbuceos ni ensayos previos que nos
llc:ven lentamente al estadio de perfección artística que se
nos muestra en los hallazgos del período auriñaciense =
gravetiense, a partir del cual y a través de todo el Paleolítico Superior no faltarán las representacion~s artísticas.
Este arte se desarrolló por razones de índole mágica
pero no debe olvidarse el profundo sentido artístico del
hombre del paleolítico superior que no se conformaba con
simples y esquemáticos trazos, como hará el hombre del
neolítico, sino que se esfuerza y supera en la representación animal, esculpiendo, grabando o pintando en hueso,
asta, marfil o sobre losetas de piedt·a y aún en las mismas
paredes de las cuevas, maravillosas obras de ar te, valiéndose para ello de los más rudimentarios medios materiales.
En el arte mobiliar son célebres las estatuillas femeninas llamadas «Venus» que se consideran relacionadas con
ritos de la fecundidad. También deben mencionarse los
propulsores, bastones de mando, varillas, etc. con anima38
8
[page-n-35]
les esculpidos y grabados; las losetas de piedr a con grab1tdo y pintura de animales. En la gran escultura exenta,
se conservan figuras de oso y bisonte modeladas en arcilla; en bajo-relieve, se encuentran en las paredes de las
cuevas figuras humanas y animales de gran tamaño. Pero
de todo esto, a excepción de las losetas grabadas y pintadas, hay muy poco en nuestra P enínsula, donde más
frecuente es el hallazgo de pinturas y grabados en las par edes de las cuevas de ciertas comarcas.
Este arte parietal paleolítico denomínase fr anco-cantábrico, hispano-aquitano o altamirense y su área, dentro
de España, abar ca la zona cantábrica, zona de Burgos,
Guadalajara, Extremadura y zona malagueña. En la provincia de Valencia hay muestras de este arte, en las losetas del Parpalló.
El arte hispano-aquitano se caracteriza por la bella
rc
:.presentación de animales (bisonte, mamuth, elefante,
jabalí, reno, caballo, etc. según la fauna predominante en
cada zona) grabados o pintados en lugares recónditos y
d<> difícil acceso de algunas cuevas lo que prueba que no se
producían por el simple goce estético ya que no en todas
se encuentran y en las que hay pinturas, el llegar a ellas y
su contemplación es, aún hoy día, de suma dificultad, en la
mayoría de los casos. Las figuras aparecen generalmente,
en posición estática, aisladas, sin constituir, por tanto, escenas, superponíéndose unas a otr as, sin orden ni preocupación de conservar las ya existentes; la figura humana se
representa raramente y de manera torpe, en ocasiones disfrazada de animal, como si se tr atar a de un hechicero.
Grabados también en pequeñas losetas calizas se encuentran caballos, ciervos, toros, jabalíes, signos espiraliformes, serpentiformes, etc. (Fig. 20 y Lám. l) .
F rente a este arte, se encuentr a en toda la zona oriental
de la península, desde Lérida a Almería, otro arte pictórico
que teniendo sus raíces en el paleolítico super ior , se extiende cronológicamente a lo largo del Mesolítico. Este
34.
t
[page-n-36]
arte denominado Al·te ?'Upest?·e L evantino, presenta car acterísticas bien definidas que lo distinguen del hispanoaquitano, puramente paleolítico. El arte levantino no se da
en los ¡ugares recónditos de las cuevas, sino al aire libre,
e11 las covachas o abrigos de las rocas, en los barrancos o
acantilados, generalmente orientados al mediodía. La figura humana abunda y tanto ésta como la animal no están
m actitud de reposo sino dotadas de gran dinamismo,
formando expresivas escenas de caza o de guerra, recolc,:cción, etc. Los hombres se representan a veces con rohustas piernas y cuerpo grácil, otras con cuerpo y piernas
con trazos delicados y pequeños pero con gran expresión
y llenos de viveza, todo ello esbozando las características
artísticas del Mediterráneo español: mucha luz, mucho
dinamismo y un impresionismo típicamente levantinos.
Aunque este arte tiene un extraordinario valor narrativo
no hay que dejar de lado la posibilidad de un valor mágico.
(F'ig. 2l y Lám. II.)
36
[page-n-37]
A1·quero de las pinturas rupestres de estilo Levantino
[page-n-38]
EL
NEOLITICO
Hacia 4.500 a. C. se refleja en nuest1·a Península el
c&mbio transcendental que se había operado en el Oriente
Mediterráneao, donde se originan una serie de inventos
fundamentales para la Humanidad, que llegan a España
traídos por nuevas gentes que cambian los modos de vida
y economía de los indígenas.
Entre estos cambios destaca, en primer lugar y como
el más característico, el paso de simple recolector y depredador de la naturaleza que hasta entonces había sido
d hombre, al de colaborar con ella, asegUl·ándose así
una mayor estabilidad en el sustento, lo que logra mediante la domesticación y la agricultura, las que, junto
con la técnica del pulimento de la piedra, el nuevo utillaje
c!e hueso (Lám. IV) y piedra, la cerámica y las artes
textiles, constituyen los rasgos materiales más característicos del Neolítico.
La domesticación , que comenzó con el perro y siguió
con la cabra, oveja y cerdo, ofrece una mayor seguridad
en las reservas alimenticias lo mismo que el cultivo, aunque rudimentario, de la tierra, con lo cual el hombre es
cada vez más sedentario, aun cuando en ocasiones se vea
obligado a desplazarse a nuevos lugares, bien porque la
tierra se agotara, bien por ser insuficiente para alimentar
al grupo humano por crecimiento de éste.
37
[page-n-39]
La cerámica, desconocida por el hombre paleolítico, es
otra de las características de este período. Las primeras
vasijas se obtendrían recubriendo con barro cestos de
mimbre y calabazas; decorábase, a veces, con r esaltes
hechos con el mismo barro o con incisiones para las que
ut ilizan punzones y peines de mader a o hueso, y el borde
y natis de las conchas, principalmente la del ca1·dium, de
él.hí la denominación de «cardial» dada a la cerámica
decorada por este sistema (Láms. V y VI) .
Por lo que conocemos, a pesar de estos progresos, se
siguió habitando en las cuevas, a unque hay claras muestras de que también se vivió al aire libre.
Las creencias religiosas son más complejas, unas de
origen paleolítico-mesolítico; otras de carácter agrícola
que, en algún caso, han perdurado a través de los tiempos hasta las modernas sociedades agrícolas. Los enten·amientos, son inhumaciones de carácter individual, en el
interior de las cuevas, acompañando al difunto su ajuar.
Estas características básicas, ofrecen en nuestra región, matices distintos, según las peculiaridades del territorio y momento cronológico en que se desenvuelven. Así,
pueden constatar se tres facies, una con técnica de trabajo del sílex de tradición epigr avetiense, j unto con cerámica «cardial» ; otra, en la que el sílex sigue la técnica
del geometrismo y la cerámica no conoce la decoración
«C
ardial», y una tercera en que aparecen ambas técnicas
líticas acompañadas de la cerámica «cardial». Por el
momento es difícil dictaminar si estas variantes se deben
a razones geográficas o cronológicas o a ambas a la vez.
38
[page-n-40]
EL
ENE OLITICO
Etapa cultur al que se sitúa entre el Neolítico y la
Edad del Bronce, conociéndose también con las denominaciones de Calcolítico y Edad del Cobre, por hacer su
aparición el empleo de este metal. Algunos autores lo
engloban en la Edad del Bronce, pero las claras diferencias entre uno y otro período, al menos en la r egión valenciana, impiden esta unificación.
Se car acteriza, no sólo por la ut ilización del cobre
c pequeños puñales de empuñadura de lengüeta, puntas
m
de f lecha de largo vástago y «punzones de tatuar», sino
porque es ahora cuando el trabajo del sílex alcanza su
más alto grado de perfección, con puntas de flecha de
variadas formas (romboidales, cruciformes, de base cóncava, de pedúnculo y aletas, etc.) (Fig. 22), grandes cuchillos, puñales, láminas-hoz (Lám. VII) ; hachas y azuelas pulidas, de diferentes clases de piedras (fibrolita,
ofita) y «br azaletes de arquer o» (plaquetas rectangulares
generalmente de pizarra, con uno o los dos extremos
p<'rforados) (Lám. XIV) ; en hueso se confeccionan los
llamados «botones con perforación en V» colgantes acanalados (Lám. VIII), agujas, espátulas y los célebres
ídolos coculados» (Lám. IX) , decorados con grandes ojos
píntados o grabados, repr esentación de la llamada «Diosa de los Oj os de Lechuza». Eu piedra, hueso, concha
39
[page-n-41]
o callaita, se fabrican las cuentas de collar d€. diminuto
tamaño, que se encuentran en grandes cantidades en
los yacimientos de esta época (Lám. X).
Como práctica religioso-médica, típica exclusivamente de este período, es la trepanación de cráneos humanos,
hecha en vida del paciente, bien por rascado, bien por
percusión; en algunos casos parece ser que el «Operado»
sobrevivió a la trepanación.
En cuanto al ritual funerario, se supone la existencia
de segundos enterramientos, con una etapa previa de
E;xposición del cadáver a la intemperie o en una primera
inhumación, para en una segunda etapa, recogerse los
huesos más nobles y con el cráneo y ajuar del difunto
(puñales, punzones, brazaletes, collares, etc.) depositarlos
en cuevas destinadas a este fin o arr ojarlos por grietas
o simas, de muy difícil localización en la actualidad.
Los lugar es de habitación dejan de ser las cuevas,
para vivir en poblados al aire libre, basando su economía
en una agricultura cerealista y pastoreo, más desarrollados que en la etapa anterior.
Cabalgando cronológicamente entre el Eneolítico y la
Edad del Bronce, aparece un tipo cerámico que se conoce con el nombre de «vaso campaniforme», caracterizado
por su perfil en tulipa o de cazuela y la superficie decorG:da, preferentemente, con bandas horizontales, incisas
y punteadas, que recuerdan las decoraciones «cardiales»
del neolítico. Este nuevo tipo cerámico tuvo gran difusión por Europa, pero al menos en nuestra región no
se encuentra en todos los yacimientos de ese momento,
dando la impresión de que se tr ata de una moda intrusiva que no alcanza a todas las gentes. Sus hallazgos se
efectúan, en su mayor parte, en los lugares de enten·amiento, en los que el «vaso campaniforme» va acompañado por un típico ajuar, formado por el «brazalete de
arquero», botones con perforación en V, punzones y pufíales de cobre, paletas de piedra, puntas de flecha de
40
[page-n-42]
sílex o cobre, etc. siendo de advertir que no todos estos
acompañantes aparecen siempre en todos los enterramientos, ya que es frecuente que alguno de ellos, no se
encuentre en el ajuar del difunto por no haberse incluido
<::•1 el momento del enterramiento o por pérdida posterior.
41
[page-n-43]
Vaso decorado de Los Millares (Aimería)
[page-n-44]
LA EDAD DEL BRONCE
A comienzos del 11 milenio a. C. se sitúa el inicio de
la llamada Edad del Bronce, denominada así, no porque
H utilice esta aleación en la confección del utillaje, ya
que existen en mayor porcentaje las piezas hechas de
cobr e que de bronce, sino por ofrecer un conjunto de
r.uevos elementos que establecen una clara diferenciación
con el precedente período Eneolítico.
En la Edad del Bronce Peninsular pueden establecerse
V« ríos grupos característicos. El B1·once Valenciano, que
se extendería por todo el territorio valenciano, con extensiones hacia Aragón, limitado al sur por la cuenca
del río Segura; el B 1·once Argá1·ico, denominación que
recibe del yacimiento epónimo de El Argar en la provincia de Almería, que ocupa la Andalucía Oriental, Murcia y el extremo sur de la provincia de Alicante; el
B1·once del S. 0., ubicado en la Andalucía Occidental y
sur de P ortugal, y un cuarto grupo, el B1·once Atlántico,
cronológicamente posterior a los tres anteriores, y que
se extiende básicamente por el N. O. peninsular. Nosotros fijamos la atención sobre los dos primeros por
estar r elacionados directamente con nuestras tierras.
El Bronce Valenciano, nombre dado por la escuela
~.rqueológica valenciana y aceptado en los medios científico nacionales, se iniciaría hacia 1900/ 1800 a. C. y
43
[page-n-45]
tiene como características básicas, un mayor desarrollo
de la agricultura y ganadería; la utilización del sílex para
las armaduras de las hoces de madera, para puntas de
flecha y grandes cuchillos; el empleo de otras clases de
piedras para confeccionar las hachas pulidas, los «brazaletes de arquero», los molinos barquiformes (Lám. XIII) ;
el cobre para flechas, hachas planas, puñales, punzones;
la cerámica, hecha a mano, generalmente sin decorar, con
vasijas de cuello corto y cuerpo grande, en casquete, proporción que va cambiando en el transcurso del tiempo,
siendo más alto el cuello y más reducido el cuerpo en los
ejemplares más modernos; también es típica la gran
tinaja, decorada con cordones en relieve o con acanaladuras, y las «queseras» o escurrideras (Láms. XI, XII
y XIII) .
Exponente de la existencia de dificultades sociales
y económicas sería la aparición de los poblados en lo alto
de montículos fuertemente defendidos con potentes murallas, aun en los casos de simples caseríos; motivado ello,
tal vez, por padecerse períodos de escaseces que obligarían a defender las propiedades y alimentos contra los
peor dotados económicamente o contra gentes foráneas.
En nuestra región son numerosísimos los lugares de
habitación de este período, siendo frecuente el topónimo
Castellar, Castillarejo, Castillico, Castellet, etc. que delttta la existencia de restos de la Edad del Bronce.
El rito funerario deja, normalmente, de efectuarse en
cuevas, utilizándose las cistas o cajas hechas de grandes
lajas de piedra en las que se deposita el cadáver (en
ocasiones dos), acompañado de su ajuar, que es menos
rico y variado que en el Eneolítico.
P arece ser que este Bronce Valenciano se mantiene
con idénticas o muy parecidas características a lo largo
de casi 1.500 años, con débiles influjos tardíos del Bronce
Argárico. Las características de este Bronce Argárico,
que es algo posterior cronológicamente al Valenciano,
44
[page-n-46]
pueden resumirse en los siguien tes puntos : Los poblados
son de grandes proporciones y de muy fuertes defensas;
en el ritual funerario, aparece la utilización de grandes
tinajas en las que se entierr a al difunto, depositándose
é~tas, en ocasiones, en el subsuelo de las viviendas; en
cobre, la confección de alabardas, hachas planas de
filo en abanico, puñales de hoja de doble vertiente
(Lám. XIV) ; en oro, las diademas; en cerámica, las vasijas, hechas a mano, de cerámica de buena calidad, sin
c!~::corar y superficie espatulada, adoptando formas como
la de cuello alto y casquete reducido, y las copas de pie
alto (Lám. XV) ; etc. Todo este complejo no sobrepasa
la zona meridional de nuestra región y sólo algún e~e
mento aislado (alabarda, puñal, vasija de alto cuello) alcanza más al norte, como prueba de los contactos que,
entre ambas facies de la Edad del Bronce, se mantienen
en estas comarcas.
45
[page-n-47]
Botón con perforación en V
procedente de La Ereta del
Pedregal (Naval't'és)
[page-n-48]
LA E DAD DEL HIERRO
El hierro es conocido desde mucho antes de que en
r~alidad podamos hablar de una verdadera Edad del HielTO, existiendo en época muy anterior al año lOOÓ a. J. C.
documentos en los que se hace mención a este metal, más
como precioso que como utilitario. Cuando se emplea en
este sentido no presupone la automática desaparición del
bronce y de sus tradiciones espirituales, artísticas e industriales, sino que la tipología de este período pervive
en armas, cerámica, motivos omamentales, ritos funerar ios, etc., desapareciendo todo ello muy lentamente al
dejar paso a los nuevos elementos característicos de la
Edad del Hierro.
Por los prototipos predominantes en cada mo~ento se
l'.a dividido ésta en dos grandes etapas Hctllstatt y La Tene, siendo suplantada la primera por la segunda en Eur opa Occidental, a excepción del Sur de Francia y gran parte de España eh que aquella vive evolucionan~o sobre sus
propios elementos dando origen a la cultura típica de
los pueblos celtibéricos.
Concretándonos al Levante de España, hacia el 650 a.
J C. nuevos cambios comienzan a producirse en las
culturas de la Edad del Bronce, cambios ocasionados por
corrientes venidas, como en épocas anteriores, de 1Juropa
~ del Mediterráneo. A fines de la Edad del Bronce se in-
47
[page-n-49]
tensifican los influjos europeos que se habían dejado
sentir desde 1200 a. J . C.; las nuevas aportaciones nos
tl'aerán el conocimiento del hierro, pero, como se ha
indicado antes, no determina ello el fin de la utilización
del bronce que continúa empleándose dentro de la Edad
del Hierro.
LOS INFLUJOS EUROPEOS
La primera de estas etapas europeas, la ballstáttica,
tiene como más destacadas características el incinerar a
los difuntos y enterrar sus cenizas, metidas en urnas bitl'oncocónicas hechas a mano, lisas o decoradas con acanaladuras e incisiones paralelas en zigzag (Lám. XVI) ;
las urnas suelen ir acompañadas del ajuar del difunto
(espada de empuñadura de antenas, brazaletes, fíbulas,
broches de cinturón, puñal, etc., en bronce). De esta etapa
s~: señalan algunos hallazgos en tierras valencianas, entre
los que cabe destacar el famoso «Tesoro de Villena», que
debe situarse, cronológicamente, hacia el 750 a. C. (Lám.
XVII).
A partir del 450 a. C., aproximadamente, se enriquece con nuevos elementos procedentes de La Time; en esta
segunda etapa se construyen importantes ciudades, la ceI·ámica se enriquece con las nuevas técnicas del torno, y
la pintura, aprendidas ambas de las costas mediterráneas
y la ofebr ería y metalurgia alcazan un alto grado de desarrollo. Hay fíbulas de caballito, espadas de empuñadura
doble globular, etc.
LOS INFLUJOS MEDITERRÁNEOS
Las otras corrientes que modifican la vida de las gentes del litoral levantino tienen sus raíces en el Mediterráneo oriental y central. Estas aportaciones mediterráneas,
48
[page-n-50]
llamadas impropiamente colonizaciones, darán fin a la
prehistoria española, que termina virtualmente al llegar
a nuestras costas navegantes de otros países que dejan
noticias escritas de sus viajes a España, iniciándose con
ellas nuestra Protohistoria.
De estas navegaciones históricas de los pueblos colonizadores hasta las costas españolas, las más antiguas
parecen ser las de los fenicios, quienes para algunos investigadores, llegaron antes del año 1000 a. J. C., aunque las
excavaciones sólo pr oporcionan materiales clasificables,
los más antiguos, como del siglo VIII a. J. C. Objeto del
comercio fenicio serían sortijas con chatón grabado, braserillos, brazaletes de plata, escarabeos, plaquitas y peines
de· marfil, vasos trípodes, ánforas de perfil de odre, etc.
Pueden considerarse como cartagineses buen número de
f1gurillas de arcilla, vasijas, pendientes amorcillados, monedas, etc., siendo en muchos casos copias comerciales de
originales helénicos.
También desde .muy antiguo, llegan a nuestras costas
;os navegantes gTiegos, siendo f recuentes los hallazgos de
tal procedencia, datables a partir del 550 a. J. C. ; así,
esculturas, bronces, cerámica, procedentes de la Grecia
propia y Magna Grecia, que se hallan no sólo en los poblados indígenas costeros sino también muy al interior,
1 que prueba la intensidad y potencia del comercio he'>
lénico (Láms. XVIII y XIX).
J unto a estas dos fuertes corrientes comerciales e indirectamente culturales (ya que el propósito de los navegantes era exclusivamente el comercio y no el propagar
cultura) podrían señalarse, tal vez, las de otras procedencias llegadas, bien directamente, bien a través de fen !cios, griegos y cartagineses.
Todo este mundo mediterráneo, junto con las aportaciones europeas ya indicadas, al entrar en contacto con
las étnias indígenas del S. E. y Levante transforman tan
fuertemente su complejo cultural que, hacia mediados
49
4
[page-n-51]
del primer milenio a. J. C. dan lugar a una nueva floración
típicamente costera mediterránea, denominada Cultu1·a
l bé?·ica, por desarrollarse en las tier ras ocupadas, en
parte, por los pueblos que los a utor es griegos y romanos
C
t>nocieron bajo el nombre de Iberos.
LA CULTURA ffiÉRICA
Las gentes de estil"pe mediterránea asentadas en estas
costas por lo menos desde el neolítico, conocidas en los
textos clásicos con el nombre de «iberos», influidas culturalmente por los contactos con fenicios, gr iegos y car tagineses, comienzan a desarrollar a partir del s. V a. C.
hasta la época de Augusto, en la estrecha faja litoral que
va del Segura al Ródano, la llamada Culture~ Ibérica.
Se caracteriza ésta principalmente por la construcción
de ciudades en lugares de difícil acceso, frecuentemente en
los espolones montañosos for mados por la confluencia de
corrientes de agua, con fuertes defensas en los puntos más
débiles; casas de planta rectangular o cuad1·ada, edificadas con sillar ejos irregulares, enlucidos por la cara recayente al interior de las habitaciones; joyas (pendientes,
sortijas, diademas, cadenillas, fíbulas, pinzas de depilación, etc.) de clara ascendencia o procedencia mediterránea y céltica (Fig. 23 y Láms. XX, XXI y XXII) ; armas
típicamente ibéricas son la «falcata», copia del sable griego, con empuñadura rematada en cabeza de pájar o o caballo, adornada con hilos de plata incrustados, y la jabalina, provista muchas veces de «amentum» ; en estatuaria
en bronce macizo existen innumerables figurillas r epresentando damas (Lám. XXIII), guerreros a pie o a caballo,
animales diversos, brazos, piernas, ojos, dientes, etc., todo
ello con carácter de exvotos ; en la escultura en piedra
abundan las llamadas «bichas», «leones» y también la
r epresentación humana como por ejemplo ias ce!ebérrimas
50
1
[page-n-52]
Damas de Elche y Baza; se sigue incinerando los cadáveres, encerrándose las cenizas en urnas hechas a torno,
con tapadera ajustada, provista de apéndices perforados
( «Orejetas») par a sujetarla, yendo acompañadas del ajuar
del difunto (Lám. XXIV). Pero lo más característico de
la cultura ibérica es, sin duda alguna, :m cerámica; hecha
a torno, de diversos perfiles y tamaños, decorada corrientemente con temas geométricos y, las más ricas, con temas
de flores, animales y humanos y hasta inscripciones
(Fig. 24 y Láms. XXV, XXVI, XXVII y XXVIII), pudiendo conocerse a través de estas ornamentaciones algtmos de los modos de vida de aquellas gentes : sns danzas,
la guerra, la recolección, la navegación y otros varios aspectos coincidentes muchos de ellos con las narraciones
que de los iberos nos dej aron los escritores griegos y romanos. En algunas de estas cerámicas y también sobre
piedra, hueso y finas laminillas de plomo y bronce, se
encuentran escritos con caracteres ibéricos, textos cuyo
contenido todavía no ha podido descifrarse, aw1que ya conocemos el valor de los signos, algunos de los cuales son
silábicos (Figs. 25 y 26).
Acuñan moneda; las más antiguas emisiones son las
de Játiva (Saitabi) y Sagunto (Arse) , multiplicándose las
cecas con la llegada de los romanos, acuñándose entonces
la característica moneda con el jinete llevando lanza o
palma, y el nombre de la ciudad con caracteres ibéricos,
para ser luego bilingües, apareciendo el nombre en ibérico
y latín, y desaparecer a fines del s. I a. C., las acuñaciones indígenas.
Esta cu;tura costera, va adentrándose lentamente en
la península, hasta ocupar, con los romanos, amplias zon:!s de la misma.
51
[page-n-53]
Plato ibérico decorado con peces,
procedente del poblado ibérico del
cerro de San Miguel (Liria)
[page-n-54]
LA
ROMANIZACION
La toma de Sagunto, el 218 a. C., por las tropas de
Aníbal, da origen a la segunda Guerra Púnica y con ella
a la presencia en territorio español, de los ejércitos romanos, quienes logran imponer, al menos externamente,
después de un largo período de luchas de más de dos
siglos, su cultura que se muestra en los nuevos modos de
vida que los indígenas van adoptando lentamente, y es
precisamente, en este lapso de tiempo que media entre la
entrada de los romanos y la pacificación total cuando
la cultura ibérica alcanza una extraordinaria floración
y personalidad.
Una detallada relación de cuanto caracteriza en todo
orden de cosas los tiempos romanos sería excesivo para
nuestros propósitos, por lo que sólo mencionaremos algunas de las más destacadas muestras.
Las tierras valencianas, no obstante haber sido prontamente romanizadas, no ofrece la monumentalidad de
restos que otras r egiones. Podemos, sin embargo, recordar e~ teatro y circo de Sagunto ; los acueductos de Ribarroja y Villajoyosa; las múltiples villas rústicas, algunas
con bellos mosaicos (Moneada, Liria, Onda, Petrel) ; hornos de cerámica (Olocau) (Lám. XXIX) ; factorías pesqueras (Jávea); necrópolis (La Boatella, en Valencia; Les
Foies, Manuel); las numerosísimas lápidas funerarias y
53
[page-n-55]
conmemorativas (abundantísimas en Játíva, Sagunto, Jérica, Liria, Valencia) (Lám. XXX), monedas (Lám. XXXI),
entre las que deben destacarse las acuñaciones de Valencia, y la cerámica, desde la tosca y de uso corriente, hasta
la de paredes finas y formas variadísimas (Lám. XXXII)
y la de barniz r ojo (llamada «terra sigillata») que es ;a
más típica y conocida de tiempos romanos y que por los
talleres de procedencia, pasta cerámica, perfihs, tonalidad
del barniz rojo y motivos ornamentales, es fundamental para la datación de los hallazgos en que aparece
(Lám. XXX).
Bajo el reinado de Augusto, entra de lleno la península
en su etapa plenamente histórica, con lo que -llegamos a:l
término de estas esquemáticas NoCIONES, pues aunque
todavía para los períodos posteriores el método arqueológico tiene vigencia y los hallazgos trascendental valor
científico, su estudio queda fuera del propósito de estas
páginas.
Desarrollo de la decoración de un «Sombrero
de copa>> ibero-romano, hallado al abrir los
cimientos de la nueva torre del Palacio de la
Generalitat (Valencia)
54
[page-n-56]
INDICE
DE ALGUNAS VOCES TECNICAS
USADAS EN EL TEXTO
ALABARDA.-Arma de bronce, plana, de punta triangular alargada y base abierta en forma semilunar, a la que se fijaba
perpendicularmente el astil o mango, mediante pequeños
clavos.
AMENTUM.-Correa sujeta al astil del dardo o jabalina, formando un pequeño lazo por el que se pasaban los dedos a l
disponerse a lanzarlo, para darle mayor impulso.
ARPON AZILIENSE.-Arpón de hueso o asta, de varios dientes,
con agujero en la base.
ARTE MOBILIAR.-El realizado sobre losetas, huesos, asta, etcétera. Se manifestaba en grabados, pinturas y esculturas.
ARTE PARIETAL.-El realizado sobre las paredes o techos de
cuevas o abrigos. Se manifestaba en pinturas, grabados
y bajorelieves.
A ZAGA YA.-Punta de hueso o asta, que se unía a un astil de
madera; suele tener uno o ambos extremos en bisel y su
sección es cilíndrica o aplanada.
BASTON DE MANDO.-Bastoncillo hecho de hueso o asta, con una
perforación en un extremo y que en ocasiones lleva grabada ornamentación zoomorfa.
BICHA.-Escultura ibérica en piedra representando un animal
más o menos fabuloso.
BIFAZ.-V. Hacha de mano.
BOTON CON PERFORACION EN V.-De piedra, concha o hueso, generalmente de sección hemiesférica y perfil redondeado o cuadrado, lleva en su base plana dos perforaciones
que se unen en forma de V.
BRAZALETE DE ARQUERO.-Pieza rectangular, de pizarra o
esquisto, con una o varias perforaciones en ambos extremos. Recibe esta denominación por habérsele atl"ibuido
función protectora del antebrazo del arquero, pero lo más
probable es que se trate de un colgante de collar.
BULBO DE PERCUSION.- Convexidad o abultamiento que queda
en el plano de lascado. Si se produce pol" percusión es cónico,
y si por temperatura, semiesférico.
55
[page-n-57]
BULBO REBAJADO.-Se denomina así el bulbo que a pequeños
golpes, ha sido eliminado.
BURIL.-Hoja de sílex en uno de cuyos bordes se ha producido,
mediante golpes, una muesca muy afilada que sirve para
grabar. Según su forma y tamaño recibe los nombres de
central, lateral, en pico de loro, en pico de flauta, microburil, etc.
CALLAITA.-Mineral cuya fórmula es A1Po2'5HO.
CAMPANIFOR.ME.-Vasos cerámicos, que tienen generalmente forma de tulipa, con decoración incisa, formando zonas paralelas horizontales rellenas de trazos oblicuos.
CARDIAL.-Cerámica cuya decoración consiste en diversos motivos
formados por la impresión, sobre la pasta blanda, del borde
y natis de la concha del «cardium».
CIST A.-Caja formada por seis losas de regular tamaño, una sirviendo de base, otra de tapa y las cuatro restantes de
paredes, que servía de sepultura.
DIENTE DE HOZ.-Pieza de sílex, de perfil aproximadamente
rectangular y sección triangular, con uno de sus lados
largos retocado en denticulado que, encajadas en un armazón de madera, servían para segar cereales. Es pieza
típica de la Edad del Bronce.
ESCARABEO.-Piedra generalmente preciosa, o pasta vítrea, de
forma semiesférica, en cuya superficie plana se grababa
el nombre de un faraón o un motivo ornamental.
ESPADA DE ANTENAS.-La que tiene la empuñadura terminada
en dos cuernecillos separados en forma de U.
ESPADA DOBLE GLOBULAR-Aquella cuya empuñadura termina en dos esferas más o menos en contacto.
EXCISA.-Llámase así la decoración que se hace sobre la vasija
aún blanda, sacándole pasta a punta de cuchillo y quedando el tema ornamental como en relieve.
FALCATA.-Sable de hoja curva y empuñadura en forma de cabeza
de pájaro o caballo, típico de los iberos, que tiene su precedente y origen en el sable griego.
FIBULA.-Imperdible de diversas formas y mecanismo de cierre
según la época.
HACHA DE MANO.-Util de piedra, generalmente hecho sobre
núcleo, que se talla por ambas caras, para sacarle bordes
cortantes y forma más o menos de almendra, con un extremo apuntado y el otro, llamado talón, redondeado, y que
frecuentemente se desbasta. El borde cortante dibuja una
línea sinuosa, siendo las hachas más modernas cuanto más
recto sea el filo.
HACHA PULIDA.-De superficie lisa, conseguida mediante frotamiento, no presentando más arista que la del filo. Suelen
tener la sección oval o cilíndrica.
HENDEDOR-V. Pico asturiense.
HOJA DE DORSO REBAJADO.-Hoja desprendida de un nódulo,
a la que se ha tallado uno de sus bordes para producirle
filo mientras que el otro se ha retocado para rebajarlo,
adoptando las características de una hoja de cuchillo.
56
[page-n-58]
LAMINA HOZ.-Hoja plana de sllex, con retoque lateral que, utilizada manualmente, servía par a segar cereales. Es típica
del Eneolítico.
J.ASCA.-Porción delgada desprendida del nódulo, mediante presión, percusión o temperatura.
LASCA CLACTONIENSE.- Aquella cuyo plano de percusión, sin
preparar, es grande, y forma un ángulo extremadamente
abierto con el plano lascado.
LASCA LEVALLOISIENSE.- De gran tamaño, retocada por una
cara y de superficie plana por la otra. Su característica
fundamental es la de presentar el plano de percusión preparado en el nódulo, antes de ser separada, mediante finos
retoques, que se notan después en la lasca definitiva.
LASCA MUSTERIENSE.-La que presenta generalmente retoques
en el bulbo de percusión, para rebajar lo.
LA Y A.- Instrumento agrícola consistente en una especie de bastón,
que se introducía en la tierra y servía pa.r a removerla.
LUCERNA.-Candil o lamparilla de aceite, hecha de barro o bronce.
MARTILLO.-Piedra o madera con que se golpeaba el nódulo para
sacarle lascas.
MEGALITO.-Construcción hecha de grandes piedras sin desbastar
y que adopta diversas formas.
MICROBURIL.-Pequeña pieza de sílex, procedente del residuo de
la fabricación de útiles de perfil trapezoidal y triangular
(los llamados geométricos).
MICROLITO.-Instrumento de s ílex de pequeño tamaño.
NOD ULO.-Masa de piedra de poco volumen de donde se sacan las
lascas para tranformarlas en útiles.
PATINA.-Alteración que suf re el sílex al estar en contacto con
el aire, detritus, tierras, etc., produciéndose una fina película de diversa coloración. Las descomposiciones a nimales
patinan el silex en negro, la potasa en blanco, etc.
P ERCUTOR- V. Martillo.
PERFORADOR-Hoja de s ílex terñünada · en -punta aguzada.
PICO ASTURI ENSE.-Instrumento tallado en un canto rodado de
cuarcita, al que se le ha producido, mediante percusión,
un extremo aguzado, dejando la base sin retocar.
PLANO DE LASCADO.-Superficie que se origina en la lasca al
separarse el nódulo.
PLANO DE PERCUSION.-EI que se produce sobre la lasca a
partir del punto de percusión, f ormando ángulo más o menos abierto con el plano de lascado.
PROPULSOR-Artefacto de madera o hueso, con un extremo en
gancho, que servía para dar mayor impulso a los dardos.
P UNTA.-Hoja o lasca, con retoques en los bordP.s, que le da n
f orma alargada.
PUNTA DE BASE HENDIDA.-Punta de flecha o dardo, de hueso, con escotadura en la base en forma de ángulo muy
cerrado para sujetarla al astil.
PUNTA DE CHATELPERRON. -Punta de perfil semilunar con
el borde convexo rebajado.
PUNTA DE LA FONT ROBERT. -Punta biconvexa, con pedúnculo
destacado.
57
[page-n-59]
PUNT-A DE LA GRA VETTE.-Punta alargada con el extremo superior muy aguzado mediante pequeños retoques en sentido
paralelo al eje de la pieza, y con el dorso rebajado.
PUNTA DE MUESCA.-La que, por golpe, se le ha producido una
escotadura en la parte basal, que deja un pedúnculo lateral.
PUNTA SOLUTRENSE.-Punta de talla bifacial, que adopta las
formas de hoja de sauce, hoja de laurel, punta con pedúnculo y aletas, etc.
P UNTO DE PERCUSION.-Lugar del nódulo en donde se da ·el
golpe para producir la lasca.
RAEDERA.-Lasca con un borde tallado.
RASPADOR.- Lasca u hoja con un extremo tallado en bisel, mediante múltiples retoques. ·Según la ·forma y la talla denomínanse nucleiformes, discoidales, en e::-.1.remo de hoja,
aquillados; etc.
SOMBRERO DE· COPA.-Denominaci6n vulgar del ckalathos»; vasija de forma cilíndrica con borde revuelto en ala horizontal, decorada con temas geométricos, florales y escenas
de baile, caza, etc. Es típico de época. ibérica avanzada.
TERRA SIGILLATA.-Cerámica romana, de pasta roja bt·illante
y con decoración en reli.eve.
TUMULO.-Montón semiesférico de tierra o piedra, que servía para
cubrir o guardar uno o varios enterramientos.
YUNQUE.-Gran piedra sobre la que se golpea un nódulo con
mazo de piedra o madera, o directamente sobre él para
sacar lascas.
l..._~-:--.----:._,___~~:.__.,..
!
1
1
r-..0 -
'
1
l
1
-
1
~
XXV.-Alcotonos
.
l.De leñodor.-2.0 e albañil
(Dib. E. Pla.)
58
[page-n-60]
EXTRACTO DE LA LEGISLACION VIGENTE
SOBRE EXCAVAClONES
LEY DE 7 DE JULIO DE 1911
(Gc~ccta
de Madrid de 8-7-11 )
Art. 1."- Se entiende por excavaciones, las remociones deliberadas
y metódicas de terrenos respecto a los cuales existan indicios de yacimientos arqueológicos, ya sean t•estos de construcciones o ya antigüedades.
At·t. 2."-Se consideran ·como antigüedades todas las obras de arte y
productos industt·iales pertenecientes a las edades pr ehistóricas antigua y media. Dichos preceptos se aplicarán
de igual modo a las ruinas de edificios ant iguos que se
descubran, a las hoy exist entes que entrañen importancia
arqueológica y a Jos edificios de interés at·tístico abandonados a los estragos del tiempo.
Art. 4."- Las ruinas, ya se e ncuentren bajo tierra o sobr e el suelo,
asi como las antigüedades utilizadas como material de construcción en cualquier clase de obras, podrán pasar a propiedad del Estado, mediante expediente de utilidad pública
y previa la correspondiente indemnización al dueño del
terreno y al explorador si existiere.
Art. 5."-Serán p1·opiedad del Estado a partir de la promulgación
de esta Ley, las antigüedades descubiertas casualmente en
e l subsuelo o encontradas al demoler antiguos edificios.
El descubridor l'ecibirá... como indemnización, la mitad
del importe de la tasación legal de dichos objetos, correspondiendo la otra mitad... al dueño del terreno.
Art. 6."-Cuando los hallazgos se r ealicen en obt·as públicas o subvencionadas por el Estado, éste dará al descubl'idor como
premio una equivalencia de. su valor intrínseco, si el
objeto es de metal o piedras preciosas y en los demás
casos un quinto del valor l'eferido.
59
[page-n-61]
Art. s.•-El Estado concede a los descubridores españoles, autorizados por él, la propiedad de los objetos descubiertos en
sus excavaciones.
Art. 10.-Estarán sujetos a re.s ponsabilidad, indemnización y pérdida de las antigüedades descubiertas, según los casos, los
exploradores no autorizados y los que oculten, deterioren
o destruyan ruinas o antigüedades.
REGLAMENTO PROVISIONAL DE 1.• DE MARZO DE 1912
(Gaceta de Madrid de 5-8-12)
Art. 3.•-Se prohíbe en absoluto, aun a los propietarios, el deterioro
intencionado de las ruinas y antigüedades, a tenor de lo
dispuesto en la Ley, por las Sanciones que en ella y en
este Reglamento se establecen, en relación con el Código
Penal.
Art. 8.•-El Estado se reserva el derecho de hacer excavaciones en
propiedades particulares, ya adquiriéndolas por expediente de utilidad pública, ya indemnizando al propietario
de los daños y perjuicios que la excavación ocasiones en
su finca, según tasación legal. La parte de indemnización
correspondiente a Jos daños y perJuicios que puedan ser
apreciados antes de comenzar las excavaciones se abonará
previamente al propietario, y a su debido tiempo, y sin
demora, la parte de indemnización que no haya sido
prevista antes.
Art. 13.-EI Estado puede otorgar autorización a las Cor poraciones
oficiales de la nación para hacer excavaciones en terrenos
públicos y privados sin gravámen alguno sobre lo que
se descubriese, siempre que los objetos hallados se conserven expuestos al público decorosamente; pero pasando
éstos, en caso contrario, al dominio y posesión del Estado.
Art. 14.-Los particulares y las Sociedades científicas e.s pañolas
y extranjeras podrán obtener autorización para practicar
excavaciones en terrenos públicos y de particulares, bajo
la Inspección del Estado, el cual anulará la concesión si
los trabajos no se practican del modo científico adecuado.
Art. 27.-EI cumplimiento de la Ley y de este Reglamento quedará
encomendado al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas
Artes (hoy Ministerio de Educación y Ciencia). Las Autoridades provinciales y locales del orden gubernativo habrán de prestar siempre el apoyo de su autoridad cuando
a ello se les requiera.
60
[page-n-62]
Art. 33.-En toda solicitud habt•á de constar, además de las condiciones particulares del solicitante, un croquis o plano en
el que se fije claramente la situación topográfica de lo
descubierto o que se vaya a excavar o explorar, una sucinta relación del descubrimiento, manifestando el fin
que se persiga, arqueológico, paleontológico o artístico; el
plan de la exploración y sistema a observar en los estudios de lo que se vaya descubriendo, los ofrecimientos o
reconocimientos de derechos que se hagan y las garantías
que se ofrezcan. De toda solicitud se dará recibo en el
que conste el día y hora de su presentación.
Art. 34.-Dentro de los quince días de solicitada la inscripción se
entregará, si pt·ocediere, al solicitante la autorización que
se haya acordado. Esta autorización basta para el reconocimiento de la legítima adquisición de los objetos hallados, a l tenor de lo dispuesto en la Ley.
LEY DE 13 DE MAYO DE 1933
(Gaceta de Madrid ele 25-5-38)
Art. 39.-Se prohíbe la excavación a los particulares que no hayan
obtenido permiso especial mediante las condiciones y garantías que para cada caso se fijen por la Junta Superior del Tesoro Artístico (hoy Inspección Técnica de
Excavaciones Arqueológicas). Las excavaciones hechas
por particulares sin el permiso debido, se declararán
fraudulentas, decomisándose los objetos que en ellas se
hubieren hallado.
REGLAMENTO DE 16 DE ABRIL DE 1936
(Gaceta ele Madrid de 17-/¡-86)
Art. 61.-La Junta (hoy Inspección Técnica de Excavaciones Arqueológicas), podrá conceder autorización para efectuar
excavaciones arqueológicas en terrenos públicos y privados a las Sociedades y Corporaciones eientificas, y a
particulares nacionales o extranjeros, siempre que cumplan con los preceptos de la Ley del Tesoro Artístico,
de la de Excavaciones Vigente y los de este Reglamento.
61
[page-n-63]
Art. G2.-Las peticiones de. autorización para hacer excavaciones
arqueológicas irán acompañadas de un plano topográfico
o por lo menos de un croquis, en el que ·se fijarán
escrupulosamente los límites del yacimiento y el propiet ario o propietarios de los t errenos.
Art. 53.-Los solicit ante:; promoverán, si no están previamente concertados con el dueño del terreno, el expediente a que
hace r efer encia el artículo 4 de la Ley de Excavaciones,
abonando la parte de indemnización apreciable.
Art. 55.-Los particulares españoles al formular su petición, indicarán el modo en que van a r ealizar los trabajos y podrán,
o indicar el nombre de la persona que ha de dirigirlos,
que apt•obará o r echazará la Junta (hoy Inspección Técnica de Excavaciones Arqueológicas), o. bien solicitarán de
ésta el nombramiento de un técnico a quien abonará el
concesionario los emolumentos, dietas y gastos de locomoción conespondientes, que serán los mismos de los
Delegados Directores.
Art. 64.-De acuerdo con la Sección de <~Difusión de la Cultura
Artística», de la Jun ta, se procurará llegue a conocimiento
dE>l mayor número posi ble de individuos el valor científico de los hallazgos y se invitará a todos los españoles
y especialmente a los Maestros Nacionales y a las Autoridades Municipales, Provinciales, r egionales y naciona les,
a qne tlen cwmtn a. la bmtn Stt71erior clel Tesoro A?·tístico (actnalmente Tuspección T écnica de Excavaciones A?·qtwológicc¡,.s) de t oda clnse de lml/a.zgos nrqueológicos y
f ormnlen las corresp01ultentes denuncias cuando t engan
c01wcimiento de ltnúer¡¡e vnlnentllo lo dis1mcsto po1· las
Leyes del T esoro Art:í.~tico, Excavaciones y· el presente
Reglamento.
•••
Desarrollo del vaso de la danza, procedente del poblado ibérico
. de l Ceno de San Miguel (Lil·ia)
62
[page-n-64]
CUESTIONARIO DE ARQUEOLOGIA
l.-Pueblo.
2.-Pat·tida.
3.-Luga·1' del hallazgo o yacimiento.
a).- Cueva.
b) .- Abrigo.
e) .- Al aire libre.
d) .-En antiguos poblados en ruinas.
e) .- En necrópolis.
4.'---Nombt·e con que se conoce el lugar de hallazgo o
yacimiento.
5.-Camcterísticas geogt·áficas del lugat· ele hallazgo o
yacimiento.
6.-Nom. t·e del pt·opietario del ten·eno donde se pt·odujo
b
el hallazgo o está el yacimiento.
7.-Ct·oquis del lugar de hallazgo o yacimiento.
8.- Croquis de su emplazamiento y vías de comunicación.
9.-Descripción de los hallazgos.
10.-Dibujo o fotografía ele los hallazgos (con indicación
de medidas).
11.-Caso de habet·se t?·asladado los objetos desde el luga1·
del hallazgo ¿en pode·r de quién se hallan actualmente?
G3
[page-n-65]
12.-¿ Quién fue el descub1'idor?
13.-¿ En qué fecha?
14.-¿Se han hecho exploraciones o excavac·iones en el
luga1· del hallazgo o ·yacimiento?
15.-¿ Por quién?
16.-¿ Ouándo?
17 .-¿Se sabe el 1·esultado de dichos trabajos?
18.-¿ Existen yacimientos de pedernal?
19.-¿ E xisten minas en explotación actualmente? ¿De qué?
20.-¿ E xiste memoria de antiguas minas hoy abandonadas?
21.-¿ Existen cueva.s o ab· igos? lndíquense las que se
r
conozcan, aunque no hayan proporciorw(lo ?'estos p1·ehistó1'icos.
22.-¿ Hay alguna leyenda sobre las cuev(ts o algún pamie
del término?
23.-¿Hay algún pamje del té?·mino denominado «bastida», ~~. castellet», «castellet
«Cueva de los let·¡·eros», «Campo de las ollas», etc.,
etc.?
24.-¿Se tiene notici
sepultu1·as, monedas, etc.?
25.-¿Hay memo1·ia ele 1-uinas de antiguas poblaciones?
26.-¿Se sabe que haya alguna publicación sobre hallazgos a1·queológicos del té'l·mino?
27.-Algún ot1·o dato que se considere de interés.
28.-Nombre y apellido de quien cumplimenta este cuestionario.
29.-Domicilio.
30.-Fecha.
64
[page-n-66]
INSTRUCCIONES PARA COMPLEMENTAR
EL PRESENTE CUESTIONARIO
1.'-El CUESTIONARIO ha de servir únicamente como
pauta para su cumplimentación, debiendo contestarse en papel aparte, empleando la hoja u hojas
necesarias para cada hallazgo o yacimiento, sin
que en ningún caso se consigne más de un
asunto en una misma contestación.
2.•-NO es necesario anteponer a cada contestación el
enunciado. Basta con consignar el número (y en
su caso la letra) del apartado que se conteste.
:~ .·-Los apartados que no tengan contestación se suprimirán en la respuesta.
4.•-Las respuestas serán lo más concretas posible, sin
salirse de la claridad y concisión imprescindibles
para un positivo resultado.
5.•-Diríj anse las consultas y contestaciones al
DIRECTOR DEL SERVICIO DE
INVESTIGACION PREHISTORICA
DE LA EXCMA. DIPUT ACION PROVINCIAL
DE VALENCIA
CABALLEROS, 2
VALENCIA
65
5
[page-n-67]
Perfil y desarrollo de la decoración cardial de
un vaso de la Cova de la Sarsa (Bocairente)
[page-n-68]
INDICE
Págs.
NOTA PRELIMINAR A LA PRIMERA EDICION ...
NOTA PRELIMINAR A LA SEGUNDA EDICION
7
9
GBNERALIDADES
Qué es Prehistoria . . . . . . . . . . . . . ..
Métodos que utiliza la Prehistoria
Lugares de hallazgo ........... .
Etapas de la Prehistoria . . . . ..
Cronologías ............ .. .
11
12
13
14
16
EL PALEOLITICO
Sus ca1·acterísticas . . . . . . . . . . ..
a).-Los glaciares ........... .
b).-Flora y Fauna ........ .
c).-El hombre . .. . .. . ..
d).-Vida material . . . . ..
e ).-Vida espiritual .. .. . .
17
17
19
19
20
23
LAS INDUSTRIAS PALEOLITICAS
A.- Paleolítico Inferior ........ .
D.-Paleolítico Medio ... ........ .
C.-Paleolítico Superior ........ .
EL
EL
EL
EL
LA
25
26
26
MESOLITICO . . . ... . .. . ....... .
ARTE CUATERNARIO ........ .
NEOLITICO ................ . .
ENEOLITICO .... .. ........ .
EDAD DEL BRONCE ... ..... .
29
33
37
39
43
[page-n-69]
Págs.
LA EDAD DEL HIERRO
Influjos europeos
00. 00.
Influjos mediterráneos
La Cultura Ibérica
o o o
48
48
50
o o.
LA ROi\'lANIZACION
oo•
I NDICE DE ALGUNAS VOCES TECNICAS USADAS
EN EL TEXTO oo• oo• oo• oo • oo• oo• oo• oo•
E XTRACTO DE LA LEGISLACION VIGENTE SODRE
E XCAVACIONES .. . .. . .. . .. . .. . .. .
CUESTIONARIO DE ARQUEO LOGIA ............... oo•
000
000
..... .
53
55
59
63
[page-n-70]
.,.
eh.elense, llcltele!l
se
y Ylvsferie
cí _ < e
: Pclrte
VALLE
cultivJ.tb.
.-,1 NILO.-
Cod(l
es711err¡6f,"co
Fig. 1.-Corte esquemático de unas t errazas f luviales
(Dib. E. Pla.)
<
<
[page-n-71]
Co..r"'"
ele .....-,illa., <•!.:
A URI ÍiACI EI'I SE'. l"lE.'IHO
~.l ~s,., :l:h OI.~~~~~~~~~~~~~~~
M liSTERIEMlSE SIJ PE RtoR.
q_..
Co..¡• o.. J~ ....,.éill.... , ,~¡ esht,.il
M~5n R t E N5 € 5U fE¡:t tOR.
c""r"'"
C
ACHELE'.N~E IN FE R tO~-~~~~
A,-, ;11.:..
'o"
ho~a..-es
i"skuMtn~us
y fosdes
tle i'Qn
Pi<,o noo.l"u..-QO.I ·de la C\J ~IIA.
(OR r E.
E STRATI &RAFI C O·
Fig. 2. -Esquema de la superposición de niveles arqueológicos en
una cueva.
(Dib. E. Pla.)
[page-n-72]
..
..1
..,.
A
y.
'%
.
~
i1
..J
...
p.
N
:z:
.,.,
':>
'S:
"
-;
,
1
Doul4
'i
~
...
...
..
....
T
%
·· •.
MtH)'t..
"
<
·· • ·· •
~ 1 $$
Fig. J.-Esquema de la correspondencia entre los periodos glaciares
y las etapas del Paleolitico.
(Dib. E. Pla.)
[page-n-73]
Fig. 4.-Tipicas hachas chelenses ( =abbevillenses)
Fig. 5.-1 : Bifaz ovoide, acheulense. - 2: Bifaz triangular lanceolada
acheulense avanzado. - 3: Bifaz ovoide, acheulense medio. 4 a 8: Lascas levalloisienses.
(Dib. E. Pla.)
[page-n-74]
6
."
ar;
tS
ID
rtJI1
Fig. 6.- Piezas de sllex del periodo musterlense
[page-n-75]
Fig. 7.-lnstrumentos varios del período musteriense
[page-n-76]
~.
~--~.
·,
~
/4
Fig. S.-Instrumentos musterienses de transición al Paleolitico Superior. - 1: Lasca con muesca. - 2 a 7: Cuchillos. - 8 a 10:
Raspadores en extremo de lasca. - 11 y 12: Raspadores. 13: Raspador aquillado. - 14: Buril lateral.
(Dib. F. Jordfl.)
[page-n-77]
::
.
.
.
.
.
. ~f? ,.. . .
9
Fig. 9.-lndustria auriñaciense-gravettiese. - 1. 2 y 3: Puntas gravetienses. - 4 y 5: Puntas tipo Font Robert. - 6: Punta
de muesca. - 7, 8 y 9: Diversos tipos de raspador. - 10
y 11 : Buriles. - 12 y 13: Puntas de hueso. de base hundida.
(Dib. E. Pla.)
[page-n-78]
Fig. 10.-Hoja de dorso rebajado, gravettiense
(Dib. F. Jord{i.)
[page-n-79]
Fig. 11 .-Diversos instrumentos solutrenses. - 1 y 4: Hojas de laurel. - 2, 7 y 8: Puntas de muesca. - 3: Hoja de sauce. 5: Hoj a con retoques marginales. - 6: Punta t rapezoidal.
- 9: Punta de pedúnculo. - 10 y 11 : Punzones de hueso. - 12: Raspador en extremo de hoja. - 13: Punt a en
curso de ejecución. - 14: Raspador con ret oque unifa·
cial. - 15: M icroburil. - 16: Hoj ita de dorso rebajado. 17: Perforador.
(Dib. E. Pla.)
[page-n-80]
Fig. 12.-Punta con aletas y pedúnculo; hoja con escotadura y raspador, solutrenses.
(Dib. F. Jordé.)
Fig. 13.-Puntas solutrenses de pedúnculo y aletas, y de laurel.
(Dib. F. J ordé.)
[page-n-81]
,
2o
Fig. 14.-Piezas características de magdaleniense. 1: Hojita cuchillo, de dorso rebajado. - 2: Raedera. - 3 y 4: Buriles
de pico de loro. - 5: Buril raspador. - 6 a 9: Puntas
geométricas. - 10 a 14: Diversos tipos de arpón. - 15:
Buril lateral. - 16: Raspador nucleiforme. - 17: Hoja dentada, de dorso rebajado. - 18: Microburil. - 19: Aguja
de c oser, de hueso. - 20 a 22: Puntas de hueso.
(Dib. E. Pla.)
[page-n-82]
ll
..
3
r4
'
~
1
:
!
f
.
f
.)0
40
. .,
.
43
.38
J7
if¡
,)1
f
~
.
'
§
" ,, ; ··· 8
J2
Fig. 15.-Piezas magdalenienses
(Dibujo M . Benítez.)
[page-n-83]
Fig. 16.- Trapecios y triángulos micro!lt icos
(Dib . F. J ordé.)
[page-n-84]
~ ~ ~~ ~ ~
~(f~~
~~ rt~ 1(@\~
¡Jj-tJ
..
()~
Fig. 17.-Puntas microllticas y microburiles
(Oib. F. Jordá.)
[page-n-85]
"\7'Dc-t7~C7
1
Fig. 18.-Medias lunas y microliticas
(Dib. F. Jord6.)
[page-n-86]
~·
215
~-~ ~-t;
31
32
' '1
34
35
2~
27
~-~
29
33
d] ~-~
38
28
37
38
Fig. 19.-0iferentes tipos de piezas de perfil geométrico, del Mesolítico Valenciano.
(Dib. J . Fortea.)
7
30
[page-n-87]
Fig. 20.-Toro y ciervo grabados sobre losetas; proceden de Les
Mallaetes y del Parpall6.
(Dib. F. Jordá.)
[page-n-88]
Fig. 21.-Arquero andando; pintura de estilo levantino
(Dib. J . B. Porcar.)
[page-n-89]
2
6
5
8
Fig. 22.-Puntas de flecha, de sílex, del periodo Eneolitico
(Dib. E. Pla.)
[page-n-90]
~
~~
.~1
· 1
1
'
!
1
305
301-303
9
'
.
1
o
..¡.
~Al
~
306
-'
'
'8
··-·-
304
-.·)\
1\11
Fig. 23.-Pesas, fíbulas anulare.s, campanilla, sortijas y otras piezas,
en bronce, plata y hierro, típicas de la Cultura Ibérica.
(Dib. E. Pta. )
[page-n-91]
Fig. 24.-0etalle de las decoraciones pintadas sobre vasos ibéñcos. con escenas de recolección
de granadas y combate.
[page-n-92]
[page-n-93]
Fig. 26.-Escritura ibérica sobre cerámica y piedra
[page-n-94]
O. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
l osetas con ciervo pintado y grabado y caballo
pintado, procedentes del Parpalló
LAM. 1
[page-n-95]
O. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
LAM. 11
o
e:
·z
e:
"'
>
.!!
S
en
Q)
Q)
"t)
..
~
en
Q)
o.
2
[page-n-96]
D . FLETCHER. -NOCIONES DE PREHISTORIA
Plaquitas de cáliza con grabados
geométricos. del Mesolítico
LAM. 111
[page-n-97]
D. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
Objetos de hueso del periodo Neolítico
LAM. IV
[page-n-98]
D. FLETCHER. -NDCIONES DE PREHISTORIA
Fragmentos de vasijas, con decoración ucardial))
LAM. V
[page-n-99]
D. FLETCHER.- NOCIONES DE PREHISTORI A
Vasijas con decoración cardial
LAM. V I
[page-n-100]
O. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORI A
Lámina-hoz, en sllex, típica del Eneolitico
LAM. VIl
[page-n-101]
D. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
Colgantes acanalados, de hueso, de época encolít ica
LAM. VIII
[page-n-102]
O. FLETCHER. -NOCIONES DE PREHISTORIA
ldol o oculado grabado sobre hueso
LAM. IX
[page-n-103]
D. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
LAM. X
o
"'
o
o
.,
e:
.,
:€
...
..!!!
o
o
.,
"O
.,~
'.
...,
"'
" .
"'
E
.,
j
o
.,
"O
o
"'
.go
"'
~
.,
>
e
L~-
[page-n-104]
D. FLETCHER. -NOCIONES DE PREHISTORIA
r:
Vaso de perfil escorado y decoración punteada
y tinaja con asas y apéndices de sustentación.
de la E. del B . Valenciano
LAM. XI
[page-n-105]
D. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
LAM. XII
Formas diversas de vasijas cerá micas de la Edad del Bronce
[page-n-106]
D. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
M olinos de mano y <
LAM. XIII
[page-n-107]
D. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
uBrazalete de ¡;¡rquero)) y puñal de cobre
procedentes de un enterramiento de 1¡:¡
E. del Bronce
LAM. XIV
[page-n-108]
D. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
Diversos tipos cerámicos del Bronce A rgárico
LAM. XV
[page-n-109]
O. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
Urna cineraria de la Edad del Hierro 1
LAM. XVI
[page-n-110]
D. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
Cuencos de oro. procedentes del célebre
«Tesoro de Villena>>
LAM. XVII
[page-n-111]
D. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
LAM. XVIII
Cerámicas áticas de barniz negro, llegadas a los poblados ibéricos. por
comercio con los navegantes griegos
[page-n-112]
D. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
L
Oenochoe (jarrita) ático de barniz negro hallado
en el poblado ibérico de La Bast ida de les Alcuses
LAM. XIX
[page-n-113]
Broches de cinturón y fíbula, de los primeros siglos
de la Cultura Ibérica
[page-n-114]
O. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORI A
r
Pinzas. campanillas y compás
de época romana
LAM. XXI
[page-n-115]
[page-n-116]
D . FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
LAM. XXIII
Cl>
u
e
o
.D
[page-n-117]
D. FLETCHER.-NOC IONES DE PREHISTO RIA
LAM. XXIV
Cll
"O
[page-n-118]
O. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
LAM. XXV
>0)
o
·¡:
...
•Ql
E
o
c:n
Q)
e:
·O
·o
m
..
o
<.>
Q)
"
e:
o
o
vi
.,
o
·¡:
'41
:f!
tJl
m
:~
.,
>
[page-n-119]
D. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
Vasos ibéri cos decorados con temas florales y zoomorfos
LAM. XXVI
[page-n-120]
D. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
Vasos ibéricos con decoración de escenas
de tocador y combate
LAM. XXV II
[page-n-121]
D. FLETCHER. -NOCIONES DE PREHISTORIA
LAM. XXVIII
..
'iij
>
e:
Q)
1ú
.D
E
o
(,)
"'
"'
..
e:
"'
.,
(,)
Q)
e:
o
(,)
"'
·~
:e
"'
o
·o»
Q.
(,)
e:
~
(!)
[page-n-122]
D . FLETC HER.-NOCIONES DE PREHISTORI A
Horno romano y detalle del p iso de la sala de cocción
LAM . XXIX
[page-n-123]
D . FLETCHER.- NOCIONES DE PREHISTORIA
Fragmento de «terra sigillata11 y lápida
de época romana
LAM. XXX
[page-n-124]
LAM. XXXI
D. FLETCHER.-NOCIONES DE PREHISTORIA
,
e:
"'
"'
E
e
,
"O
"'
O>
e:
o
~
..-
N
~
::.. -..
••.
.. . '\
'..;~ · .
.J ,,
...
·-w·~·""
, ... · ...•··.~
;
[page-n-125]
D. FLETCHER.-NOCIOi\IES DE PREHISTORIA
Lucernas de época romana
LAM. XXXII
[page-n-126]
[page-n-127]
[page-n-128]
[page-n-129]