Aliados de la arqueozoología: estudio de la dieta Paleolítica mediante análisis isotópicos y de micro-restos vegetales
Domingo Carlos Salazar García
Amanda Henry
2013
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ALIADOS DE LA ARQUEOZOOLOGÍA: ESTUDIO DE LA DIETA
PALEOLÍTICA MEDIANTE ANÁLISIS ISOTÓPICOS Y DE
MICRO-RESTOS VEGETALES
Domingo Carlos Salazar-García y Amanda Henry
Durante la última década, los análisis arqueozoológicos que pretenden reconstruir los
patrones de subsistencia paleolítica han encontrado aliados en la aplicación de nuevas
técnicas: los análisis isotópicos y el estudio de micro-restos vegetales. Los análisis de
isótopos estables del carbono y del nitrógeno en colágeno óseo dan información sobre
el origen de la proteína consumida de forma constante durante varios años antes de la
muerte de los individuos, así como sobre el peldaño trófico de la cadena alimentaria en
que los especímenes de estudio se sitúan. El estudio de micro-restos vegetales (fitolitos
y granos de almidón) conservados en cálculos dentales y útiles líticos da información
sobre el probable consumo de diferentes tipos de plantas por los individuos estudiados.
Son ya muchos los especímenes paleolíticos a los que se ha realizado análisis isotópicos
para reconstruir la dieta, aunque menos sobre los que se ha aplicado el estudio de microrestos vegetales en cálculos dentales. Se pretende dar a conocer las bases y el potencial
de estos dos tipos de técnicas en la reconstrucción de la subsistencia de Neandertales y
humanos modernos paleolíticos, así como ilustrar su aplicación utilizando varios yacimientos sobre los que se ha realizado estas técnicas analíticas.
Introducción
Las formas de subsistencia paleolíticas han sido inferidas tradicionalmente a través de
métodos indirectos como el estudio de restos de fauna y de industria preservados en
los yacimientos, así como mediante el análisis de restos orgánicos y ocasionalmente de
material vegetal. Este tipo de análisis ha sugerido casi siempre que la caza de mamíferos
de medio y gran tamaño fue un elemento clave en la subsistencia de los Neandertales,
y que los humanos modernos del Pleistoceno superior debían de incluir una amplia variedad de recursos animales y vegetales. En cualquier caso, mediante estas técnicas de
estudio resulta muy difícil estimar adecuadamente la importancia relativa y específica
Animals i arqueologia hui. I Jornades d’arqueozoologia.
Museu de Prehistòria de València (2013): 133-158.
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DOMINGO CARLOS SALAZAR-GARCÍA Y AMANDA HENRY
de cada uno de los tipos de alimentos. Que aparezca en un yacimiento una acumulación
importante de recursos marinos, ¿significa que los humanos consumían éstos de forma
regular, que hicieron un día un festín y el resto del tiempo se alimentaban de otro tipo de
recursos, o que los tomaban de forma constante pero en proporciones bajas y lo que vemos es el resultado del depósito de múltiples generaciones? Para responder a este tipo de
preguntas se pueden realizar los análisis de isótopos estables de carbono y nitrógeno en
colágeno óseo, que proporcionan una medida directa del tipo de ingesta predominante
al dar resultados sobre el tipo de alimento consumido durante los últimos años de vida
del individuo. De esta forma se permite individualizar o aislar fenómenos con escalas
temporales y espaciales muy precisas, y a partir de ahí evidenciar situaciones y dinámicas
difíciles de conocer mediante otros medios.
Otro caso es el del consumo de recursos vegetales por parte de las poblaciones paleolíticas, cuyos restos son casi invisibles en el registro arqueológico y que es algo de lo
que tampoco pueden informar claramente los análisis isotópicos; para llenar esta laguna concreta se realizan los estudios de micro-restos-vegetales, que se comentan en
otro apartado. Desafortunadamente en paleoantropología es mucha la atención que se
ha prestado al origen y evolución de la caza y del consumo de carne, y poca la que se
ha dado al consumo de recursos vegetales. A pesar de todo, estudios de nutrición han
demostrado que las plantas son alimentos densos en nutrientes que contienen importantes vitaminas, minerales y aminoácidos (Lindeberg et al., 2003), a la vez que estudios
etnográficos han demostrado que en la mayoría de grupos cazadores-recolectores los
recursos vegetales suponen hasta un 85% de la dieta (Kelly, 1995). De hecho, los alimentos vegetales se han relacionado con rasgos relevantes de grupos cazadores modernos
como la organización social (Bliege Bird, 1999), los patrones de migración (Thomas,
1981) o el desarrollo tecnológico (Revedin et al., 2010). También se cree que la selección
de recursos vegetales por nuestros ancestros desempeñó un papel importante en episodios evolutivos, como por ejemplo en la separación entre los llamados australopitecinos
robustos por un lado, y los australopitecinos gráciles y primeros Homo por otro (Laden
y Wrangham, 2005). Se ha sugerido que el uso de tubérculos es una de las causas de
la evolución del cuerpo humano moderno y de la estructura social del Homo erectus
(O’Connell et al., 1999), y que el tratamiento culinario de los recursos vegetales fue una
contribución importante al habilitar a los humanos pre-modernos a obtener la energía
necesaria para incrementar su población (Carmody y Wrangham, 2009).
Siempre será fundamental la combinación de estas dos nuevas aproximaciones (análisis
isotópicos y estudio de micro-restos vegetales) con los métodos tradicionales, incluidas las
diversas ramas de la arqueozoología, para así poder tener una idea más clara y global sobre
los grupos humanos del pasado, sus prácticas de subsistencia y la repercusión de éstas en su
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La dieta paleolítica mediante análisis isotópicos y de micro-restos vegetales
estructura social. El uso conjunto de todas estas técnicas de reconstrucción alimentaria permitirá generar un más completo conocimiento sobre la dinámica socioeconómica del pasado.
Isótopos estables como complemento de estudios
arqueozoológicos
El análisis de isótopos estables del carbono y del nitrógeno sobre colágeno óseo es una
de las técnicas directas más usadas para la reconstrucción de la paleodieta. Aunque
este tipo de analítica se lleva aplicando en la prehistoria europea desde la década de los
ochenta del siglo pasado, ha visto potencialmente incrementado su uso durante el siglo
XXI. El principio básico sobre el que se basan estos estudios es el de que “somos lo que
comemos”, es decir, que las unidades básicas que conforman todos los tejidos corporales
de cualquier animal, incluyendo los huesos, provienen de los alimentos que éstos han
ingerido a lo largo de la vida. La proporción entre los distintos isótopos estables del
carbono (12C, 13C) y del nitrógeno (14N, 15N) cambian de una manera específica y conocida
durante el proceso de incorporación de los átomos de la dieta al hueso; proceso conocido
como fraccionamiento isotópico (Schoeller, 1999). Hay que tener en cuenta que los valores sobre colágeno óseo reflejan sobretodo la ingesta de proteínas, lo cual resulta en un
enmascaramiento de la parte de la dieta procedente de los vegetales al poseer éstos poca
cantidad de ellas (Ambrose y Norr, 1993; Jim et al., 2006), por lo que habrá que recurrir
a otras técnicas para obtener mayor información sobre el consumo de plantas. Tampoco
hay que perder de vista que los valores obtenidos proporcionan información sobre la
media del tipo de dieta que el individuo ha consumido durante sus últimos años de vida,
de 2 a 15 años según el tipo de hueso del que se extraiga el colágeno en bruto (Robins y
New, 1997; Hedges y Reynard, 2007; Katzenberg, 2008). Esto último presenta la ventaja
de que aporta una imagen realista de la alimentación de los individuos a medio y largo
plazo, pero presenta también el inconveniente que su resolución no permite discernir
variaciones estacionales de la dieta que podrían llegar a ser relevantes para comprender
mejor la economía de una población.
Para visualizar mejor qué tipo de información sobre la dieta nos pueden dar los análisis isotópicos sobre colágeno óseo se puede consultar en la figura 1 un esquema teórico
de los valores δ13C y δ15N (en ‰) de distintos ecosistemas. En ella se puede apreciar cómo
el uso combinado de los valores δ13C (proporción isotópica entre 13C y 12C de la muestra en
relación a la proporción de éstos en el carbono fósil marino) y δ15N (proporción isotópica
entre 15N y 14N de la muestra en relación a la proporción de éstos en el nitrógeno atmosférico) aporta información sobre el origen terrestre o acuático (marino o lacustre-fluvial)
de los principales recursos alimentarios proteicos (De Niro y Epstein, 1978, 1981; Tauber,
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Figura 1. Valores δ13C y δ15N
tipo de diversos ecosistemas.
1981; Chisholm et al., 1982; Richards y Van Klinken, 1997). De forma independiente, los
isótopos estables del carbono son capaces también de discriminar entre la presencia en la
dieta de plantas con rutas fotosintéticas diferentes: plantas C3 de regiones templadas y frías
con valores en torno a -26 ‰ como el trigo, y plantas C4 de regiones tropicales, áridas o semiáridas con valores en torno a -12,5 ‰ como el mijo (Deines, 1980). Los isótopos estables
del nitrógeno, por su cuenta, ayudan a situar a los humanos en la cadena trófica al experimentar δ15N un incremento de entre 3 y 5 ‰ por nivel trófico (Minagawa y Wada, 1984).
Como se puede imaginar, una de las ventajas que tiene esta técnica aplicada a cronologías paleolíticas es que es capaz de detectar el consumo de proteína acuática. Esto
es especialmente útil al no preservarse habitualmente igual de bien los restos óseos de
ictiofauna en comparación con los de mamíferos. También hay que tener en cuenta que
la gran mayoría de las plantas nativas europeas son plantas C3 (Mateu-Andrés, 1993) que
tienen valores δ13C similares (Vogel, 1978; Van der Merwe y Medina, 1989), por lo que la
posibilidad de poder discernir entre el consumo de plantas C3 o C4 para cronologías paleolíticas no es de mucha utilidad. Es por ello que, además de ser especialmente útil para
detectar el consumo de proteína acuática, este tipo de analíticas nos podrá dar, a diferencia de los restos de fauna que sólo son capaces de indicar episodios puntuales de caza o
carroñero (Stiner, 1994; Mellars, 1996; Gamble, 1999), información sobre los alimentos
predominantes a largo plazo.
Micro-restos y consumo de recursos vegetales
Como mediante los análisis arqueozoológicos e isotópicos apenas se obtiene información sobre el consumo de recursos vegetales, hay que buscar otros métodos comple-
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mentarios que nos ayuden a hacerlo. Desafortunadamente las plantas se descomponen
rápidamente y tan sólo rara vez son preservadas, como por ejemplo en el caso de semillas o madera carbonizada. Sin embargo los restos microscópicos de vegetales, llamados
micro-restos o microfósiles vegetales, a veces sobreviven y son capaces de documentar el
uso de plantas en el pasado (Piperno, 2006; Torrence y Barton, 2006). Entre los microrestos vegetales se incluyen los granos de polen, los fitolitos y los granos de almidón. Los
granos de polen son los gametos reproductivos masculinos de las plantas. Los fitolitos
son pequeños cuerpos silíceos que se encuentran mayormente en las hojas, troncos y
frutos de las plantas, aunque también pueden aparecer en otras partes como las raíces,
los rizomas o los tubérculos. Los granos de almidón son los gránulos donde las plantas
almacenan su energía, y aparecen en mayor número y con un mayor potencial diagnóstico en los órganos de almacenamiento de las plantas como por ejemplo las semillas o los
tubérculos. De entre estos tres tipos de micro-restos vegetales, son los granos de almidón y los fitolitos los más útiles a la hora de reconstruir la dieta de nuestros ancestros, ya
que son producidos en las partes de las plantas que habitualmente son consumidas (por
ejemplo en las hojas y frutos).
Se sabe desde por lo menos mediados del siglo XIX, que fue cuando se comenzaron
a realizar estudios microscópicos sistemáticos de plantas, que los fitolitos y granos de
almidón varían entre distintos tipos de plantas. Sin embargo, no fue hasta las décadas de
los setenta y los ochenta del siglo pasado cuando algunos investigadores comenzaron a
utilizar los micro-restos vegetales para aproximarse a las dietas de grupos humanos para
los cuáles no había datos directos disponibles, principalmente centrándose en el uso y/o
domesticación de ciertas cosechas (Ugent et al., 1982, 1986). Hoy en día, los micro-restos
vegetales se utilizan para documentar el uso de plantas en contextos arqueológicos de
distintos periodos cronológicos y áreas del mundo (Perry et al., 2007; Piperno y Dillehay,
2008; Li et al., 2010; Henry et al., 2011, 2012).
El término fitolito viene del idioma griego y significa “planta-roca”. Los fitolitos se
forman al concentrar y depositar las plantas el sílice soluble que toman de las aguas
dentro y entre sus células en forma sólida y no cristalina (Pearsall, 2000; Piperno, 2006).
De esta forma, los fitolitos confieren apoyo estructural a los tejidos vegetales. Además,
mientras algunos autores sostienen que son producidos como una forma de defensa mecánica contra los herbívoros ya que pueden desgastar el esmalte dental (Massey y Hartley, 2006; Massey et al., 2007a, b), otros mantienen una visión contraria sobre su función
(Sanson et al., 2007). En cualquier caso, se sabe que los fitolitos se forman principalmente en los órganos de la planta que se encuentran sobre la superficie, como es el caso de las
hojas, corteza o frutos, aunque algunas plantas son capaces de acumularlos también en
sus estructuras subterráneas. Lo que hace a los fitolitos muy interesantes de estudiar es
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que se preservan durante mucho tiempo, ya que son resistentes a la mayoría de ácidos y
tan sólo son solubles en condiciones de pH elevado (Piperno, 2006; Fraysse et al., 2009).
De hecho se han encontrado fitolitos en muestras que datan de hasta ~70 Ma (Prasad
et al., 2005), pero se sabe que pueden sobrevivir incluso durante más tiempo. Y esto,
sumado a que los fitolitos adquieren morfologías únicas dependiendo del taxón vegetal
y la parte de la planta en la que se forman, los convierte en un sustrato de interés para ser
analizado. De hecho habitualmente su morfología es diagnóstica a un nivel taxonómico
bastante elevado (género, tribu, sub-familia o familia), aunque a veces es factible incluso
averiguar la especie o el agrotipo (Rapp y Mulholland, 1992; Piperno, 2006). En cualquier
caso hay que tener en cuenta que las morfologías de los fitolitos varían mucho en tamaño, forma, textura y ornamentación, tanto entre plantas como entre distintas partes de
una misma planta, como se aprecia en la figura 2 (Madella et al., 2005; Piperno, 2006).
Además de los fitolitos, también se puede estudiar los granos de almidón que aparecen en el registro arqueológico con el objetivo de reconstruir el consumo de recursos
vegetales de poblaciones pasadas. Los granos de almidón son concentraciones de hidratos de carbono complejos formados en las plantas como medio de almacenamiento de
energía. Existen dos tipos principales, los granos de almidón transitorios y los de reserva.
Los granos de almidón transitorios se forman en las partes verdes de las plantas durante
el día, y son transformados en azúcares durante la noche (Cortella y Pochettino, 1994);
éste tipo de granos de almidón es habitualmente pequeño, y su uso es limitado en estudios de micro-restos vegetales (Shannon et al., 2009). Los granos de almidón de reserva
desempeñan la función de almacenes de energía, por lo que se forman sobre todo en las
áreas de la planta como las semillas, frutos o tubérculos, donde el almacenamiento de
energía a largo plazo es más necesario (Sivak y Preiss, 1998). Este segundo tipo de granos
de almidón es habitualmente diagnóstico a un nivel taxonómico preciso (Género), siendo
incluso a veces posible el diagnóstico de especies (Reichert, 1913; Seidemann, 1966; Piperno y Holst, 1998; Piperno et al., 2000; Torrence et al., 2004; Torrence y Barton, 2006). La
formación de los granos de almidón ocurre en los amiloplastos de las células vegetales,
y comienza en un punto central llamado hilum. Las cadenas de hidratos de carbono que
componen el grano de almidón se depositan de forma radial en lamellae alternas cristalinas y amorfas, que se cree son incrementos diarios de crecimiento (Blanshard, 1987; Pérez
et al., 2009). Esta estructura cristalina y amorfa es la que otorga a los granos de almidón
muchos de sus rasgos característicos, entre ellos su resistencia bajo ciertas condiciones
medioambientales y su debilidad en otras. También es la responsable del rasgo más característico de los granos de almidón: la cruz típica y distintiva que se aprecia cuando se
observan al microscopio bajo luz polarizada. En cualquier caso, hay que tener en cuenta
que los granos de almidón varían en tamaño, forma, lamellae, fisuras, decoraciones su-
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perficiales, apariencia bajo luz polarizada, y posición y apariencia del hilium (figura 2),
que es todo ello precisamente lo que ayuda a distinguir entre los de unas plantas y otras o
entre unas partes u otras de la misma planta. Aunque no se preservan durante tanto tiempo como los fitolitos, los granos de almidón pueden sobrevivir durante al menos 200 000
años en entornos protegidos como los cálculos dentales o los útiles líticos (Van Peer et al.,
2003; Henry, 2010). A pesar de ello, existen varias condiciones tafonómicas que pueden a
pesar de todo dañarlos o destruirlos, como por ejemplo las altas temperaturas, un pH bajo
o la exposición a enzimas (Haslam, 2004; Biliaderis, 2009; Robyt, 2009).
Son la naturaleza duradera y la morfología diagnóstica de los granos de almidón y
fitolitos, además de sus características, las que los convierten en una herramienta ideal
para estudiar el rol de las plantas en la dieta de poblaciones pasadas. Además, que tanto
los granos de almidón como los fitolitos puedan recuperarse de una variedad de fuentes
arqueológicas (cálculos dentales, útiles, coprolitos, muestras de sedimento) los hacen
idóneos para estudios alimentarios en los campos de la Prehistoria y la Arqueología. De
entre ellos son los cálculos dentales y las herramientas líticas las más útiles para el estudio de micro-restos vegetales. Veamos ahora el por qué.
Figura 2. Variación en la morfología de fitolitos (a) y granos de almidón (b). En la hilera
superior de (b) se observa los granos de almidón bajo luz normal; en su hilera inferior se los
observa bajo luz polarizada. Todas las imágenes tienen la misma escala, salvo el fitolito de
búgula almizclada. La escala es de 50 micrones.
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¿Qué son los cálculos dentales y por qué son uno de los sustratos favoritos para el
estudio de micro-restos vegetales arqueológicos? Los cálculos dentales no son ni más
ni menos que la placa mineralizada que se forma en la superficie del diente (Lieverse,
1999; Jin y Yip, 2002). Como la saliva está supersaturada de fosfato cálcico para poder
prevenir la disolución de los dientes durante el consumo de alimentos ácidos, y debido
a que las bacterias de la cavidad oral forman una película rugosa en la superficie de los
dientes que es un lugar para la precipitación del fosfato cálcico, los cálculos dentales son
formados por las capas de bacterias y por los precipitados minerales. Y tal y cómo se va
construyendo el cálculo dental, las partículas de alimentos, entre las que se incluyen los
micro-restos vegetales, quedan atrapadas en el contexto mineral y son entonces protegidas de las enzimas y otros materiales dañinos. Análisis recientes de cálculos dentales
han demostrado que sus elementos constituyentes son más similares al esmalte que a la
dentina (Henry et al., 2010), y un estudio de las proteínas atrapadas en cálculos dentales
arqueológicos ha demostrado que éstas son casi idénticas a las encontradas en la cavidad
oral de individuos vivos y muy diferentes a las proteínas que aparecen en el sedimento
que envuelve los enterramientos (Warinner et al., 2012), lo que significa que los granos
de almidón y los fitolitos preservados en cálculos dentales documentan por tanto los alimentos vegetales que el individuo consumió durante su vida (Piperno y Dillehay, 2008;
Henry et al., 2011). Y es que los depósitos de cálculos se construyen lentamente y por tanto representan la dieta global consumida durante un periodo extenso de tiempo. A pesar
de todo, hay que tener en cuenta que la formación de cálculos dentales es altamente
variable entre individuos (Lieverse, 1999), por lo que la duración exacta que representa
el depósito habitualmente no puede ser determinado aunque probablemente sea del
orden de varios meses o unos pocos años.
El otro sustrato arqueológico preferido para el estudio alimentario de los micro-restos
vegetales son los útiles líticos, ya que los micro-restos vegetales también se adhieren a la
superficie de los útiles empleados en el procesado de plantas (Loy et al., 1992; Piperno y
Holst, 1998; Piperno et al., 2000, 2004; Pearsall et al., 2004; Perry et al., 2007). Esto ocurre
ya que las grietas y los pequeños orificios de las superficies de dichas herramientas ofrecen resguardo a los restos vegetales de la degradación medioambiental (Kelso et al., 1995;
Barton y Matthews, 2006; Barton, 2007). Además de poder averiguar si un útil pudo ser
utilizado o no en el procesado de plantas, el patrón de distribución de los micro-restos vegetales en la superficie de un útil puede dar indicaciones de cómo se utilizó (Hardy et al.,
2008). Así pues, varios estudios de micro-restos vegetales recuperados de herramientas
han aportado nueva luz sobre comportamientos alimentarios a lo largo de la historia de
la humanidad, incluyendo el uso temprano de tecnología de molienda (Aranguren et al.,
2007) o la expansión y domesticación de cosechas (Fullagar et al., 2006).
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La dieta paleolítica mediante análisis isotópicos y de micro-restos vegetales
Ya hemos dicho que aunque los cálculos dentales y los útiles líticos son los materiales
arqueológicos idóneos para estudiar el consumo alimentario, existen otros tipos de sustratos donde potencialmente se pueden encontrar y estudiar micro-restos vegetales: los
coprolitos y los sedimentos. Aunque evidentemente los coprolitos nos darían información
sobre el consumo de plantas a corto plazo (días) al sobrevivir tanto fitolitos como granos
de almidón (especialmente los primeros) al sistema digestivo y poder ser recuperados en
muestras fecales (Horrocks et al., 2004), no son ideales ya que presentan el inconveniente
de que no suelen sobrevivir en el registro arqueológico. A pesar de ello los coprolitos humanos, que preservan regularmente fitolitos, han sido estudiados para documentar por
ejemplo desde el consumo de recursos vegetales salvajes y domesticados entre la población Maorí (Horrocks et al., 2002) hasta el consumo de plantas de desierto entre los cazadores-recolectores y primeros granjeros de Texas (Reinhard y Danielson, 2005). Y sobre el
sedimento arqueológico, si bien es cierto que en éste sí existen abundantes micro-restos
vegetales, éstos no tienen por qué estar asociados al consumo de plantas. No obstante, y
aunque las muestras de sedimentos son menos apropiadas para la reconstrucción de la
dieta, éstas pueden aportar valiosa información sobre el contexto medioambiental de un
yacimiento (Bamford et al., 2006), sobre la distribución espacial del comportamiento humano en un yacimiento (por ejemplo Balme y Beck, 2002), o sobre el cambio de uso de un
yacimiento con el paso del tiempo (por ejemplo en Parr y Carter, 2003).
Aproximación a la dieta paleolítica mediante el análisis
de isótopos de C y N
El análisis de isótopos estables (δ13C y δ15N) en colágeno óseo ha sido aplicado a varios
restos paleolíticos desde principios de la década de los noventa del siglo pasado. Las reconstrucciones de paleodietas en homininos europeos del Pleistoceno mediante estudios
de isótopos estables realizados sobre restos de Neandertales y de fauna asociados, que
datan aproximadamente de entre 120 000 y 30 000 años BP, han ido dando informaciones
precisas sobre la alimentación de estos homininos a lo largo de los últimos 18 años de
investigaciones. En total se cuentan con datos publicados de tan sólo 18 especímenes, lo
que sin duda es debido a que los restos fósiles de Neandertales son muy escasos y preciados. Los primeros análisis se realizaron sobre individuos Neandertales de la Cueva de Les
Pradelles (Charentes, France) (Fizet et al., 1995). Desde aquella investigación pionera, la
paleodieta de otros especímenes Neandertales ha sido estudiada utilizando los análisis
de isótopos estables en Europa (figura 3; cuadro 1): Neandertales de los yacimientos de
la Cueva de Scladina (Bocherens et al., 1999, 2001), la Cueva de Awirs (Bocherens et al.,
2001) y la Cueva de Spy (Bocherens et al., 2001) en Bélgica, de la Cueva Vindija (Smith et
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Figura 3. Yacimientos con
restos de Neandertales
analizados hasta la fecha.
al., 1999; Richards et al., 2000b; Higham et al., 2006) en Eslovenia, de los yacimientos de
Saint-Césaire (Bocherens y Drucker, 2003a), Rochers de Villeneuve (Beauval et al., 2006),
Jonzac (Richards et al., 2008) y nuevos especímenes de Les Pradelles (Bocherens et al.,
2005) en Francia, de dos especímenes del yacimiento Kleine Feldhofer Grotte del valle de
Neander (Richards y Schmitz, 2008) en Alemania, del Neandertal de Zeeland encontrado
bajo las aguas (Hublin et al., 2009) en Holanda, y del espécimen de Okladnikov (Krause
et al., 2007) en la Siberia rusa. Un intento por extender esta aproximación de estudio a un
Neandertal de Oriente Próximo falló debido a una deficiente conservación del colágeno
(Ambrose, 1998). Los resultados de los yacimientos de la fachada mediterránea peninsular
de Cova Negra y Abric del Salt (Salazar-García, 2012) están en trámites de ser publicados.
La evidencia obtenida a partir de dichos análisis señala de manera clara a los Neandertales como carnívoros situados en la parte más alta de la pirámide trófica, ya que
según éstos obtenían casi toda su proteína dietética de recursos animales. En este sentido, los análisis isotópicos muestran la dieta Neandertal como relativamente uniforme,
salvo en el caso del subadulto de Okladnikov que presenta valores más positivos tanto
en carbono como en nitrógeno que podrían deberse al proceso de lactancia (figura 4). La
impronta isotópica de todos los demás es similar o ligeramente superior a la de animales
depredadores contemporáneos a ellos, indicando que la dieta de los Neandertales estaba
basada en el consumo de carne de grandes herbívoros (Bocherens y Drucker, 2003b).
Así pues, los resultados isotópicos de todos los especímenes de Neandertales estudiados hasta el momento muestran una ecología trófica similar independientemente de la
situación geográfica de éstos. Y es que en todos los casos los valores en neandertales de
δ15N son bastante más elevados que los de herbívoros europeos coetáneos a ellos como
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13
15
YACIMIENTO/INDIVIDUO
DATACIÓN
δ C
(‰)
δ N
(‰)
Cueva
de
Awirs
Jonzac
Les
Pradelles
9
Les
Pradelles
10
Les
Pradelles
M300
Les
Pradelles
M400
Les
Pradelles
M100
Kleine
Feldhofer
Grotte
Nea1
Kleine
Feldhofer
Grotte
NN1
Okladnikov
Les
Rochers
de
Villeneuve
Saint-‐Césaire
Scladina
SC18800
Scladina
MT500
Cueva
de
Spy
Vindija
207
Vindija
208
Zeeland
35000
-‐
40000
BP
ca.
40000
BP
40000
-‐
45000
BP
40000
-‐
45000
BP
40000
-‐
45000
BP
40000
-‐
45000
BP
40000
-‐
45000
BP
39900
±
620
BP
39240
±
670
BP
37800
±
450
BP
ca.
45000
BP
ca.
36000
BP
80000
-‐
130000
BP
ca.
40000
BP
35000
-‐
40000
BP
29080
±
400
BP
32400
±
800
BP
45000-‐25000
BP
-‐19.6
-‐19.7
-‐20.2
-‐19.1
-‐19.1
-‐19.5
-‐21.8
-‐21.5
-‐21.6
-‐19.1
-‐19.0
-‐19.8
-‐19.9
-‐21.2
-‐19.8
-‐20.5
-‐20.2
-‐20.6
12.6
11.2
9.3
11.6
11.5
11.4
8.4
9.0
7.9
12.9
11.6
11.4
10.9
11.8
11.0
10.8
10.3
10.1
Cuadro 1. Valores δ13C, δ15N y datación de restos de Neandertales (en letra itálica aparecen
los especímenes
que no reúnen los criterios de calidad del colágeno) [elaborada a partir de
las distintas fuentes mencionadas en el texto].
(Equus ferus), el reno (Rangifer tarandus), el ciervo (Cervus elaphus), la cabra
el caballo
(Capra
pyrenaica), el rebeco (Rupicapra rupicapra), el bisonte (Bison priscus) y el uro
(Bos primigenius), y similares o algo más elevados a los de depredadores también coetá
neos como el lobo (Canis lupus), la hiena (Crocuta spelaea) y el león (Panthera spelaea),
cuyos valores
se han analizado no sólo en los restos de los yacimientos con Neandertales
estudiados
(Richards
et al., 2000b; Bocherens et al., 2001, 2005), sino también en diver
sos lugares de Europa para poder reconstruir su ecología (Iacumin et al., 2000; Beazley
et al., 2002; Batts et al., 2004; García-García et al., 2009; Feranec et al., 2010).
Así
pues, los análisis de isótopos estables indican que la gran mayoría de proteína
consumida
por los Neandertales es de origen animal, y la única forma de tener una dieta
casi exclusivamente basada en ella es mediante una caza activa y constante en el tiempo
(Richards, 2002). Esto tiene importancia en las implicaciones para entender la organización del
territorio por parte de estos homininos, así como para comprender mejor su organización
social y comportamiento complejo. Además, estas conclusiones sobre la dieta
Neandertal son consistentes con los resultados de otras aproximaciones arqueológicas
como la arqueozoología (Gaudzinski, 1996) o el estudio de micro-huellas de desgaste
dentario
(Lalueza-Fox y Pérez-Pérez, 1993). Tampoco hay que olvidar que ciertas eviden
143
[page-n-12]
DOMINGO CARLOS SALAZAR-GARCÍA Y AMANDA HENRY
Figura 4. Valores δ15N y
δ13C de los especímenes
de Neandertales analizados
hasta la fecha.
cias arqueológicas, como las estudiadas en el yacimiento musteriense de Monte Carmelo
en Israel, apuntan a que los Neandertales de latitudes más meridionales usaban de forma
estacional semillas y otros recursos vegetales para alimentarse, pero exclusiva y precisamente en las etapas de menor cantidad potencial de recursos animales (Lev et al., 2005).
Por ello, y aunque hasta ahora la evidencia isotópica sigue definiendo la dieta de estos
homininos como basada en proteína animal y sin apenas consumo de recursos vegetales
(Richards y Trinkaus, 2009), es necesario poder complementar dicha información con la
obtenida mediante el estudio de micro-restos vegetales en material arqueológico.
En cuanto a los análisis isotópicos realizados sobre los humanos anatómicamente
modernos del Pleistoceno Superior, hasta la fecha, y debido tanto a la existencia de más
especímenes como a la mejor preservación del tejido esquelético, se han realizado en
Europa más análisis isotópicos a humanos del Paleolítico superior que a Neandertales.
Se cuenta con datos publicados de al menos 47 humanos del Paleolítico superior de 23
yacimientos de diversas zonas de Europa, de distintos entornos, y situados tanto en la
costa como en el interior (figura 5; cuadro 2). Cronológicamente se trata de 16 individuos
previos al último periodo máximo glacial (20 000 BP) de entre los que se incluyen dos de
antes del 30 000 BP, 14 individuos gravetienses, y 23 individuos del Paleolítico superior
final. En concreto, se han estudiado los individuos del Paleolítico superior de los yacimientos ingleses de Gough’s Cave, Sun Hole Cave, Kendrick’s Cave, Eel Point y Paviland
(Richards et al., 2000a, 2001, 2005; Schulting et al., 2005), los checos de Brno-Francouszká y Dolní Vĕstonice (Richards et al., 2001), los rusos de Kostenki, Mal’ta y Sunghir
(Richards et al., 2001), los italianos de Arene Candide (Pettitt et al., 2003) y Grotta del
Romito (Craig et al., 2010), los franceses de Duruthy, Cap Blanc, La Madelaine, SaintGermain-la-Rivière, Abri Pataud, La Rochette y Cro-Magnon (Hayden et al., 1987; Drucker y Henry-Gambier, 2005), el croata de Sandalja (Richards y Trinkaus, 2009), el alemán
144
[page-n-13]
La dieta paleolítica mediante análisis isotópicos y de micro-restos vegetales
Figura 5. Yacimientos
con humanos modernos
del Paleolítico superior
analizados hasta la fecha.
de Neuessing (Grupe et al., 2003), el rumano de Pestera cu Oase (Trinkaus et al., 2003),
y el catalán de Balma Guilanyà (García-Guixé et al., 2009). Los resultados de la fachada
mediterránea peninsular de Cova del Parpalló y Cueva de Nerja (Salazar-García, 2012)
están en vías de estudio y pronto podrán ser publicados.
Existen diferencias entre distintos momentos y distintos lugares dentro de la cronología y geografía del Paleolítico superior en el continente europeo. Entre los humanos
de las fases más antiguas del Paleolítico superior (hasta 20 000 años BP), los valores de
isótopos estables del carbono muestran que la mayoría de los humanos tenían una dieta
en la que toda la proteína era de origen terrestre. Por su parte, los análisis de isótopos
estables del nitrógeno de este mismo periodo muestran a algunos individuos (Kostenki
1, Oase, Dolní Vĕstonice y Brno-Francouszká) con unos valores más altos de los que se
esperaría para una dieta basada en herbívoros terrestres y que significaría que estos dos
individuos consumirían alimentos de agua dulce en grandes cantidades. Y, aunque escasa la evidencia, también hay algo de consumo de proteína marina en este periodo en el
yacimiento litoral de Paviland, su valor δ13C indica el consumo de recursos marinos en
un rango de entre el 10-15% de la proteína total ingerida (Richards et al., 2001). De los
momentos del Paleolítico superior posteriores a 20 000 años BP se cuenta con más individuos analizados. Los datos de los isótopos estables del carbono indican en general que
en esta fase la mayoría de los humanos consumían proteína de origen terrestre, como en
la fase anterior. No obstante los datos isotópicos indican también para un número mayor
de individuos que se consumían de forma importante recursos de origen marino, apreciándose asimismo una proporción mayor de proteína marina en la dieta en todos los
casos con respecto al periodo anterior, como en el caso de los restos de Kendrick’s Cave.
Por su parte, los análisis de isótopos estables del nitrógeno se expanden por un amplio
145
[page-n-14]
DOMINGO CARLOS SALAZAR-GARCÍA Y AMANDA HENRY
YACIMIENTO/INDIVIDUO
Abri
Pataud
Abri
Pataud
Abri
Pataud
Abri
Pataud
Arene
Candide
Balma
Guilanyà
Balma
Guilanyà
Brno-‐Francouzska
2
Cap
Blanc
Cro-‐Magnon
Cro-‐Magnon
Cro-‐Magnon
Cro-‐Magnon
Dolni
Vestonice
35
Duruthy
Eel
Point
Gough's
Cave
Gough's
Cave
Gough's
Cave
Gough's
Cave
Gough's
Cave
Grotta
del
Romito
2
Grotta
del
Romito
3
Grotta
del
Romito
4
Grotta
del
Romito
5
Grotta
del
Romito
6
Grotta
del
Romito
7
Grotta
del
Romito
8
Grotta
del
Romito
9
Kendrick's
Cave
Kendrick's
Cave
Kendrick's
Cave
Kendrick's
Cave
Kostenki
1
Kostenki
18
La
Madelaine
La
Rochette
Mal'ta
1
Neuessing
Pestera
cu
Oase
Paviland
1
Saint-‐Germain-‐la-‐Riviere
Sandalja
Sun
Hole
Cave
Sunghir
1
Sunghir
2
Sunghir
3
13
15
DATACIÓN
δ C
(‰)
δ N
(‰)
ca.
18000
BP
ca.
18000
BP
ca.
18000
BP
ca.
18000
BP
23440
±
190
BP
11095
±
195
BP
10195
±
255
BP
23680
±
200
BP
ca.
12000
BP
ca.
25-‐30000
BP
ca.
25-‐30000
BP
ca.
25-‐30000
BP
ca.
25-‐30000
BP
22840
±
200
BP
ca.
11150
BP
24470
±
110
BP
11820
±
120
BP
ca.
12000
BP
12300
±
100
BP
11700
±
100
BP
11480
±
100
BP
-‐
-‐
11340
±
90
BP
10862
±
70
BP
-‐
-‐
-‐
13915
±
70
BP
11760
±
90
BP
12090
±
90
BP
11930
±
90
BP
11880
±
90
BP
32600
±
1,100
BP
21020
±
180
BP
ca.
13000
BP
ca.
25000
BP
19880
±
160
BP
16200
cal
BC
34950
+
990/890
BP
25840
±
280
BP
15780
±
200
BP
11025
±
60
BP
12210
±
160
BP
22930
±
200
BP
23830
±
220
BP
24100
±
240
BP
-‐20.4
-‐19.9
-‐20.3
-‐20.0
-‐17.6
-‐19.6
-‐19.9
-‐19.0
-‐18.8
-‐19.4
-‐19.5
-‐19.6
-‐19.9
-‐18.8
-‐19.4
-‐19.7
-‐18.6
-‐18.5
-‐18.6
-‐19.1
-‐19.2
-‐20.0
-‐19.3
-‐19.6
-‐19.7
-‐19.5
-‐19.1
-‐19.5
-‐18.9
-‐18.1
-‐17.7
-‐18.0
-‐17.9
-‐18.2
-‐19.1
-‐20.0
-‐17.1
-‐18.4
-‐19.7
-‐18.8
-‐18.4
-‐19.2
-‐20.8
-‐19.8
-‐19.2
-‐19.0
-‐18.9
*
*
*
*
12.4
6.7
6.8
12.3
*
*
*
*
*
12.3
*
11.4
8.0
7.1
6.5
5.4
6.2
10.3
10.1
10.0
9.3
8.9
9.7
9.7
12.4
13.7
13.9
13.4
13.8
15.3
13.1
*
11.2
12.2
11.6
14.2
9.3
10.2
13.0
7.2
11.3
11.2
11.3
Cuadro 2. Valores δ13C, δ15N y datación de humanos del Paleolítico superior europeo
(elaborada a partir de las distintas fuentes mencionadas en el texto).
intervalo entre los humanos de este periodo. Van, desde valores muy altos por el aporte
de proteína marina como en Kendrick’s Cave o el aporte de proteína de agua dulce en
Sandalja, hasta valores muy bajos como en Gough’s Cave o Sun Hole Cave que implican
la ausencia de ésta. En cuanto al único yacimiento de estas cronologías de la Península
Ibérica del que se han publicado los valores isotópicos hasta la fecha, Balma Guilanyà,
146
[page-n-15]
La dieta paleolítica mediante análisis isotópicos y de micro-restos vegetales
muestra que la mayoría de la proteína alimentaria deriva del consumo de herbívoros
terrestres como el ciervo o la cabra, y que los recursos vegetales fueron sólo un aporte
menor de la proteína total consumida.
Todas estas diferencias internas vistas para el Paleolítico superior, especialmente durante su fase final, indican que las pautas económicas de las poblaciones de humanos
anatómicamente modernos del Pleistoceno superior varían tanto entre zonas geográficas como entre poblaciones cercanas. Ello implica tanto una capacidad de adaptación
importante de éstos al medio a medida que avanzaba el Paleolítico superior, como una
variabilidad nada despreciable en sus pautas alimentarias y de actividad, lo que sin duda
permitiría al humano moderno adaptarse mejor a los cambios climáticos, de flora y de
fauna, permitiendo así un “triunfo” adaptativo frente al hombre de Neandertal en el
tránsito del Paleolítico medio al Paleolítico superior en Eurasia, así como su posterior
expansión por todo el planeta. A pesar de ello, los datos isotópicos indican que la proteína animal obtenida mediante la caza, especialmente la de herbívoros terrestres, fue el
principal aporte de proteína dietética para la mayoría de los humanos de este periodo.
De hecho, en la figura 6 se observa que muchos humanos modernos tienen valores δ15N
todavía más elevados que los Neandertales, lo que se puede interpretar como que los
primeros eran al menos igual de dependientes de la carne animal que los segundos (LeeThorp y Sponheimer, 2006). Es por esto último por lo que es necesario reconsiderar el
papel de la alimentación como factor decisivo en la sustitución de unos homininos por
otros en el continente eurasiático. Y es que, si los humanos modernos consumían una
mayor variedad de recursos que los Neandertales (diferencia en términos cualitativos)
pero sin embargo el grueso de su dieta seguía siendo el aporte de grandes y medianos
herbívoros como en el caso de los Neandertales (similitud en términos cuantitativos),
¿hasta qué punto es apropiado cargar al tipo de alimentación la responsabilidad de
la “victoria” de unos y la “derrota” de otros? Veamos a continuación si estudiando los
micro-restos vegetales de estas cronologías puede o no observarse una diferencia en el
consumo de otro tipo de recursos (los vegetales) entre las dos especies de homininos.
Micro-restos vegetales como marcadores de la
alimentación paleolítica
Basándose en una variedad de métodos entre los cuáles se incluyen los ya comentados
análisis de isótopos estables del carbono y del nitrógeno (Richards y Trinkaus, 2009), los
estudios de huesos de fauna de yacimientos arqueológicos (Stiner et al., 2000), y los análisis comparativos de útiles (Shea, 2006), varios investigadores han reconstruido lo que los
Neandertales y primeros humanos modernos comían. En general, y como ya hemos visto,
147
[page-n-16]
DOMINGO CARLOS SALAZAR-GARCÍA Y AMANDA HENRY
Figura 6. Gráfica con valores
δ15N y δ13C de Neandertales
del Paleolítico medio y
humanos modernos del
Paleolítico superior europeos.
estos métodos sugieren que los Neandertales tuvieron una dieta restringida a tan sólo
unos pocos alimentos, mayoritariamente animales de mediano y gran tamaño, mientras
que los humanos modernos consumieron una amplia variedad de recursos que les habría
otorgado una ventaja adaptativa frente a los primeros (O’Connell, 2006; Stiner y Kuhn,
2009). Ya hemos comentado que este modelo se centra en recursos cárnicos, y muy poco
es todavía conocido sobre los recursos vegetales que pudieron haber consumido ambos
grupos de homininos. Se desconoce todavía si las plantas fueron alimentos importantes
para ambos grupos, o si el consumo de recursos vegetales imita los patrones observados
entre ambos grupos para otros tipos de alimentos. En otras palabras, no sabemos si los
Neandertales consumieron menos especies de plantas que los primeros humanos modernos, y lo que ello supondría para el comportamiento de ambos grupos.
Para poder reconstruir cómo los Neandertales y los primeros humanos modernos
utilizaron los recursos vegetales, los autores han recogido muestras de útiles líticos y
cálculos dentales de 20 yacimientos de Europa, Oriente Próximo y África. Entre estos
yacimientos se incluyen algunos relacionados con grupos Neandertales y otros relacionados con humanos modernos paleolíticos. De todas estas muestras se ha obtenido un
gran número de micro-restos vegetales, incluyendo tanto fitolitos como granos de almidón (Henry, 2010). Utilizaremos aquí a modo explicativo los resultados obtenidos en dos
de los yacimientos de Oriente Próximo, Shanidar y Skhul, que son representativos del
patrón global observado en todos los yacimientos estudiados.
El yacimiento de Shanidar en Irak ha proporcionado varios esqueletos Neandertales
(Solecki, 1963), de entre los cuáles se tomó muestras de tres cálculos dentales de un individuo adulto masculino para este estudio (Shanidar III). De estos cálculos dentales se obtuvo
un número considerable de micro-restos vegetales, tanto de fitolitos como de granos de almidón, de al menos 43 diferentes tipos de plantas. De entre los fitolitos recuperados, destaca la abundante presencia de fitolitos típicos de los dátiles, fruto de la palmera. Por otra
148
[page-n-17]
La dieta paleolítica mediante análisis isotópicos y de micro-restos vegetales
Figura 7. Número de especies
vegetales consumidas por
diferentes grupos, medido con el
Índice de Menhinick. a: muestras
agrupadas por taxón (MannWhitney U p=0.22); b: muestras
agrupadas por área geográfica
(Kruskal-Wallis p=0.002).
parte, de entre los 73 granos de almidón recuperados, 10 poseían una morfología única y
diagnóstica que los identificaba como procedentes de semillas de hierbas del género Hordeum, dentro del cual se encuentran la cebada y sus parientes cercanos (Henry et al., 2011).
Además, otros 15 granos de almidón presentaban el patrón morfológico de daño típico que
aparece en las plantas de la tribu Triticeae tras procesos de cocción, tribu que incluye el trigo, la cebada, el arroz o el centeno entre otras hierbas de grandes semillas. La presencia de
ambos tipos de grano de almidón indican que este individuo recogía y consumía semillas
de cebada salvaje y probablemente también de otras hierbas filogenéticamente próximas
a ella. Aunque otros tipos de granos de almidón fueron también recuperados, a día de hoy
aún no han podido ser identificados.
En cuanto a Skhul, éste es un yacimiento de humanos modernos paleolíticos de Israel
(McCown, 1937) del cual se tomaron muestras de 23 útiles líticos. De estas muestras se recuperó una cantidad numerosa de micro-restos vegetales que demuestran que la población
de Skhul consumía también semillas de hierbas de la tribu Triticeae, así como dátiles y otros
49 tipos de vegetales cuyas especies aún no se han identificado. Como vemos, los humanos
modernos de Skhul y los Neandertales de Shanidar poseían dietas similares desde el punto
de vista del aporte vegetal: ambas poblaciones consumían un similar tipo y número de recursos vegetales. Y esto es algo representativo de lo que ocurre en todo el resto de yacimientos
que estamos estudiando. De hecho, y tomando todas las muestras analizadas, existe muy
poca diferencia en cuanto a la variedad de especies de plantas que los Neandertales y humanos modernos consumieron (Henry et al., en revisión), tal y cómo se ve estadísticamente
utilizando el Índice de Menhinick (los valores de dicho índice son una medición del número
de especies de plantas diferentes que una población consumió, controlado por tamaño de
muestra, significando altos valores que más especies de plantas fueron consumidas). Como
se puede observar en la figura 7a, no existe diferencia estadística significativa ni en las medias
149
[page-n-18]
DOMINGO CARLOS SALAZAR-GARCÍA Y AMANDA HENRY
ni en los rangos de los índices de Menhinck entre las poblaciones estudiadas de Neandertales
y de humanos anatómicamente modernos. No obstante, dentro de cada uno de los propios
grupos (Neandertales y humanos modernos) existe variación. Estas variaciones internas en
el consumo de recursos vegetales podrían ser el fruto de factores como por ejemplo la zona
geográfica y no la especie humana. De hecho, al agrupar las poblaciones por región geográfica
en vez de por especies se ve en la figura 7b cómo los grupos de Oriente Próximo consumían
un mayor número de especies de plantas que los grupos europeos o africanos, sugiriendo este
patrón que ambas especies humanas adaptaron el uso de recursos vegetales a los entornos
locales en los que vivieron.
En resumen, estos resultados del estudio de micro-restos vegetales muestran que existen pocas diferencias entre cómo los Neandertales y los humanos modernos paleolíticos
usaban los recursos vegetales. Ambos grupos consumían una gran variedad de plantas,
e incluso usaban los mismos tipos de recursos como en el caso de las semillas de hierbas
de la tribu Triticeae o los dátiles, y variaban el consumo de recursos vegetales según su
entorno medioambiental. Estos resultados contrastan con los observados en el registro
zooarqueológico, que sugiere que los Neandertales consumían un menor abanico de recursos que los humanos modernos. Así pues, estudiar los recursos vegetales es sumamente
importante al proporcionar éstos información de consumo de plantas que no podríamos
obtener mediante muchos de los otros métodos utilizados para reconstruir la dieta de
nuestros antepasados. Complementar diferentes estudios como los análisis tradicionales
de fauna, los análisis isotópicos y los estudios de micro-restos vegetales permite ampliar la
visión de la dieta de nuestros antepasados y comprender mejor su comportamiento.
Agradecimientos
Los autores quisieran agradecer a V. Villaverde, M. P. Richards, A. Brooks y D. Piperno por ofrecer y
apoyar la opción de trabajar en esta temática. A su vez, agradecen el acceso a las muestras al Smithsonian National Museum of Natural History (R. Potts, M. Zeder, J. Clark) y al Peabody Museum de
Harvard (O. Bar-Yosef). Agradecer a los organizadores de las I Jornades d’arqueozoologia del Museu de Prehistòria de València su invitación a participar. Este trabajo ha podido ser realizado gracias
al apoyo económico del extinto Ministerio de Ciencia e Innovación español, al US NSF, a la Smithsonian Institution, a la Wenner-Gren Foundation y a la Sociedad Max-Planck (Dr. J. J. Hublin).
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ALIADOS DE LA ARQUEOZOOLOGÍA: ESTUDIO DE LA DIETA
PALEOLÍTICA MEDIANTE ANÁLISIS ISOTÓPICOS Y DE
MICRO-RESTOS VEGETALES
Domingo Carlos Salazar-García y Amanda Henry
Durante la última década, los análisis arqueozoológicos que pretenden reconstruir los
patrones de subsistencia paleolítica han encontrado aliados en la aplicación de nuevas
técnicas: los análisis isotópicos y el estudio de micro-restos vegetales. Los análisis de
isótopos estables del carbono y del nitrógeno en colágeno óseo dan información sobre
el origen de la proteína consumida de forma constante durante varios años antes de la
muerte de los individuos, así como sobre el peldaño trófico de la cadena alimentaria en
que los especímenes de estudio se sitúan. El estudio de micro-restos vegetales (fitolitos
y granos de almidón) conservados en cálculos dentales y útiles líticos da información
sobre el probable consumo de diferentes tipos de plantas por los individuos estudiados.
Son ya muchos los especímenes paleolíticos a los que se ha realizado análisis isotópicos
para reconstruir la dieta, aunque menos sobre los que se ha aplicado el estudio de microrestos vegetales en cálculos dentales. Se pretende dar a conocer las bases y el potencial
de estos dos tipos de técnicas en la reconstrucción de la subsistencia de Neandertales y
humanos modernos paleolíticos, así como ilustrar su aplicación utilizando varios yacimientos sobre los que se ha realizado estas técnicas analíticas.
Introducción
Las formas de subsistencia paleolíticas han sido inferidas tradicionalmente a través de
métodos indirectos como el estudio de restos de fauna y de industria preservados en
los yacimientos, así como mediante el análisis de restos orgánicos y ocasionalmente de
material vegetal. Este tipo de análisis ha sugerido casi siempre que la caza de mamíferos
de medio y gran tamaño fue un elemento clave en la subsistencia de los Neandertales,
y que los humanos modernos del Pleistoceno superior debían de incluir una amplia variedad de recursos animales y vegetales. En cualquier caso, mediante estas técnicas de
estudio resulta muy difícil estimar adecuadamente la importancia relativa y específica
Animals i arqueologia hui. I Jornades d’arqueozoologia.
Museu de Prehistòria de València (2013): 133-158.
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DOMINGO CARLOS SALAZAR-GARCÍA Y AMANDA HENRY
de cada uno de los tipos de alimentos. Que aparezca en un yacimiento una acumulación
importante de recursos marinos, ¿significa que los humanos consumían éstos de forma
regular, que hicieron un día un festín y el resto del tiempo se alimentaban de otro tipo de
recursos, o que los tomaban de forma constante pero en proporciones bajas y lo que vemos es el resultado del depósito de múltiples generaciones? Para responder a este tipo de
preguntas se pueden realizar los análisis de isótopos estables de carbono y nitrógeno en
colágeno óseo, que proporcionan una medida directa del tipo de ingesta predominante
al dar resultados sobre el tipo de alimento consumido durante los últimos años de vida
del individuo. De esta forma se permite individualizar o aislar fenómenos con escalas
temporales y espaciales muy precisas, y a partir de ahí evidenciar situaciones y dinámicas
difíciles de conocer mediante otros medios.
Otro caso es el del consumo de recursos vegetales por parte de las poblaciones paleolíticas, cuyos restos son casi invisibles en el registro arqueológico y que es algo de lo
que tampoco pueden informar claramente los análisis isotópicos; para llenar esta laguna concreta se realizan los estudios de micro-restos-vegetales, que se comentan en
otro apartado. Desafortunadamente en paleoantropología es mucha la atención que se
ha prestado al origen y evolución de la caza y del consumo de carne, y poca la que se
ha dado al consumo de recursos vegetales. A pesar de todo, estudios de nutrición han
demostrado que las plantas son alimentos densos en nutrientes que contienen importantes vitaminas, minerales y aminoácidos (Lindeberg et al., 2003), a la vez que estudios
etnográficos han demostrado que en la mayoría de grupos cazadores-recolectores los
recursos vegetales suponen hasta un 85% de la dieta (Kelly, 1995). De hecho, los alimentos vegetales se han relacionado con rasgos relevantes de grupos cazadores modernos
como la organización social (Bliege Bird, 1999), los patrones de migración (Thomas,
1981) o el desarrollo tecnológico (Revedin et al., 2010). También se cree que la selección
de recursos vegetales por nuestros ancestros desempeñó un papel importante en episodios evolutivos, como por ejemplo en la separación entre los llamados australopitecinos
robustos por un lado, y los australopitecinos gráciles y primeros Homo por otro (Laden
y Wrangham, 2005). Se ha sugerido que el uso de tubérculos es una de las causas de
la evolución del cuerpo humano moderno y de la estructura social del Homo erectus
(O’Connell et al., 1999), y que el tratamiento culinario de los recursos vegetales fue una
contribución importante al habilitar a los humanos pre-modernos a obtener la energía
necesaria para incrementar su población (Carmody y Wrangham, 2009).
Siempre será fundamental la combinación de estas dos nuevas aproximaciones (análisis
isotópicos y estudio de micro-restos vegetales) con los métodos tradicionales, incluidas las
diversas ramas de la arqueozoología, para así poder tener una idea más clara y global sobre
los grupos humanos del pasado, sus prácticas de subsistencia y la repercusión de éstas en su
134
[page-n-3]
La dieta paleolítica mediante análisis isotópicos y de micro-restos vegetales
estructura social. El uso conjunto de todas estas técnicas de reconstrucción alimentaria permitirá generar un más completo conocimiento sobre la dinámica socioeconómica del pasado.
Isótopos estables como complemento de estudios
arqueozoológicos
El análisis de isótopos estables del carbono y del nitrógeno sobre colágeno óseo es una
de las técnicas directas más usadas para la reconstrucción de la paleodieta. Aunque
este tipo de analítica se lleva aplicando en la prehistoria europea desde la década de los
ochenta del siglo pasado, ha visto potencialmente incrementado su uso durante el siglo
XXI. El principio básico sobre el que se basan estos estudios es el de que “somos lo que
comemos”, es decir, que las unidades básicas que conforman todos los tejidos corporales
de cualquier animal, incluyendo los huesos, provienen de los alimentos que éstos han
ingerido a lo largo de la vida. La proporción entre los distintos isótopos estables del
carbono (12C, 13C) y del nitrógeno (14N, 15N) cambian de una manera específica y conocida
durante el proceso de incorporación de los átomos de la dieta al hueso; proceso conocido
como fraccionamiento isotópico (Schoeller, 1999). Hay que tener en cuenta que los valores sobre colágeno óseo reflejan sobretodo la ingesta de proteínas, lo cual resulta en un
enmascaramiento de la parte de la dieta procedente de los vegetales al poseer éstos poca
cantidad de ellas (Ambrose y Norr, 1993; Jim et al., 2006), por lo que habrá que recurrir
a otras técnicas para obtener mayor información sobre el consumo de plantas. Tampoco
hay que perder de vista que los valores obtenidos proporcionan información sobre la
media del tipo de dieta que el individuo ha consumido durante sus últimos años de vida,
de 2 a 15 años según el tipo de hueso del que se extraiga el colágeno en bruto (Robins y
New, 1997; Hedges y Reynard, 2007; Katzenberg, 2008). Esto último presenta la ventaja
de que aporta una imagen realista de la alimentación de los individuos a medio y largo
plazo, pero presenta también el inconveniente que su resolución no permite discernir
variaciones estacionales de la dieta que podrían llegar a ser relevantes para comprender
mejor la economía de una población.
Para visualizar mejor qué tipo de información sobre la dieta nos pueden dar los análisis isotópicos sobre colágeno óseo se puede consultar en la figura 1 un esquema teórico
de los valores δ13C y δ15N (en ‰) de distintos ecosistemas. En ella se puede apreciar cómo
el uso combinado de los valores δ13C (proporción isotópica entre 13C y 12C de la muestra en
relación a la proporción de éstos en el carbono fósil marino) y δ15N (proporción isotópica
entre 15N y 14N de la muestra en relación a la proporción de éstos en el nitrógeno atmosférico) aporta información sobre el origen terrestre o acuático (marino o lacustre-fluvial)
de los principales recursos alimentarios proteicos (De Niro y Epstein, 1978, 1981; Tauber,
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DOMINGO CARLOS SALAZAR-GARCÍA Y AMANDA HENRY
Figura 1. Valores δ13C y δ15N
tipo de diversos ecosistemas.
1981; Chisholm et al., 1982; Richards y Van Klinken, 1997). De forma independiente, los
isótopos estables del carbono son capaces también de discriminar entre la presencia en la
dieta de plantas con rutas fotosintéticas diferentes: plantas C3 de regiones templadas y frías
con valores en torno a -26 ‰ como el trigo, y plantas C4 de regiones tropicales, áridas o semiáridas con valores en torno a -12,5 ‰ como el mijo (Deines, 1980). Los isótopos estables
del nitrógeno, por su cuenta, ayudan a situar a los humanos en la cadena trófica al experimentar δ15N un incremento de entre 3 y 5 ‰ por nivel trófico (Minagawa y Wada, 1984).
Como se puede imaginar, una de las ventajas que tiene esta técnica aplicada a cronologías paleolíticas es que es capaz de detectar el consumo de proteína acuática. Esto
es especialmente útil al no preservarse habitualmente igual de bien los restos óseos de
ictiofauna en comparación con los de mamíferos. También hay que tener en cuenta que
la gran mayoría de las plantas nativas europeas son plantas C3 (Mateu-Andrés, 1993) que
tienen valores δ13C similares (Vogel, 1978; Van der Merwe y Medina, 1989), por lo que la
posibilidad de poder discernir entre el consumo de plantas C3 o C4 para cronologías paleolíticas no es de mucha utilidad. Es por ello que, además de ser especialmente útil para
detectar el consumo de proteína acuática, este tipo de analíticas nos podrá dar, a diferencia de los restos de fauna que sólo son capaces de indicar episodios puntuales de caza o
carroñero (Stiner, 1994; Mellars, 1996; Gamble, 1999), información sobre los alimentos
predominantes a largo plazo.
Micro-restos y consumo de recursos vegetales
Como mediante los análisis arqueozoológicos e isotópicos apenas se obtiene información sobre el consumo de recursos vegetales, hay que buscar otros métodos comple-
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[page-n-5]
La dieta paleolítica mediante análisis isotópicos y de micro-restos vegetales
mentarios que nos ayuden a hacerlo. Desafortunadamente las plantas se descomponen
rápidamente y tan sólo rara vez son preservadas, como por ejemplo en el caso de semillas o madera carbonizada. Sin embargo los restos microscópicos de vegetales, llamados
micro-restos o microfósiles vegetales, a veces sobreviven y son capaces de documentar el
uso de plantas en el pasado (Piperno, 2006; Torrence y Barton, 2006). Entre los microrestos vegetales se incluyen los granos de polen, los fitolitos y los granos de almidón. Los
granos de polen son los gametos reproductivos masculinos de las plantas. Los fitolitos
son pequeños cuerpos silíceos que se encuentran mayormente en las hojas, troncos y
frutos de las plantas, aunque también pueden aparecer en otras partes como las raíces,
los rizomas o los tubérculos. Los granos de almidón son los gránulos donde las plantas
almacenan su energía, y aparecen en mayor número y con un mayor potencial diagnóstico en los órganos de almacenamiento de las plantas como por ejemplo las semillas o los
tubérculos. De entre estos tres tipos de micro-restos vegetales, son los granos de almidón y los fitolitos los más útiles a la hora de reconstruir la dieta de nuestros ancestros, ya
que son producidos en las partes de las plantas que habitualmente son consumidas (por
ejemplo en las hojas y frutos).
Se sabe desde por lo menos mediados del siglo XIX, que fue cuando se comenzaron
a realizar estudios microscópicos sistemáticos de plantas, que los fitolitos y granos de
almidón varían entre distintos tipos de plantas. Sin embargo, no fue hasta las décadas de
los setenta y los ochenta del siglo pasado cuando algunos investigadores comenzaron a
utilizar los micro-restos vegetales para aproximarse a las dietas de grupos humanos para
los cuáles no había datos directos disponibles, principalmente centrándose en el uso y/o
domesticación de ciertas cosechas (Ugent et al., 1982, 1986). Hoy en día, los micro-restos
vegetales se utilizan para documentar el uso de plantas en contextos arqueológicos de
distintos periodos cronológicos y áreas del mundo (Perry et al., 2007; Piperno y Dillehay,
2008; Li et al., 2010; Henry et al., 2011, 2012).
El término fitolito viene del idioma griego y significa “planta-roca”. Los fitolitos se
forman al concentrar y depositar las plantas el sílice soluble que toman de las aguas
dentro y entre sus células en forma sólida y no cristalina (Pearsall, 2000; Piperno, 2006).
De esta forma, los fitolitos confieren apoyo estructural a los tejidos vegetales. Además,
mientras algunos autores sostienen que son producidos como una forma de defensa mecánica contra los herbívoros ya que pueden desgastar el esmalte dental (Massey y Hartley, 2006; Massey et al., 2007a, b), otros mantienen una visión contraria sobre su función
(Sanson et al., 2007). En cualquier caso, se sabe que los fitolitos se forman principalmente en los órganos de la planta que se encuentran sobre la superficie, como es el caso de las
hojas, corteza o frutos, aunque algunas plantas son capaces de acumularlos también en
sus estructuras subterráneas. Lo que hace a los fitolitos muy interesantes de estudiar es
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[page-n-6]
DOMINGO CARLOS SALAZAR-GARCÍA Y AMANDA HENRY
que se preservan durante mucho tiempo, ya que son resistentes a la mayoría de ácidos y
tan sólo son solubles en condiciones de pH elevado (Piperno, 2006; Fraysse et al., 2009).
De hecho se han encontrado fitolitos en muestras que datan de hasta ~70 Ma (Prasad
et al., 2005), pero se sabe que pueden sobrevivir incluso durante más tiempo. Y esto,
sumado a que los fitolitos adquieren morfologías únicas dependiendo del taxón vegetal
y la parte de la planta en la que se forman, los convierte en un sustrato de interés para ser
analizado. De hecho habitualmente su morfología es diagnóstica a un nivel taxonómico
bastante elevado (género, tribu, sub-familia o familia), aunque a veces es factible incluso
averiguar la especie o el agrotipo (Rapp y Mulholland, 1992; Piperno, 2006). En cualquier
caso hay que tener en cuenta que las morfologías de los fitolitos varían mucho en tamaño, forma, textura y ornamentación, tanto entre plantas como entre distintas partes de
una misma planta, como se aprecia en la figura 2 (Madella et al., 2005; Piperno, 2006).
Además de los fitolitos, también se puede estudiar los granos de almidón que aparecen en el registro arqueológico con el objetivo de reconstruir el consumo de recursos
vegetales de poblaciones pasadas. Los granos de almidón son concentraciones de hidratos de carbono complejos formados en las plantas como medio de almacenamiento de
energía. Existen dos tipos principales, los granos de almidón transitorios y los de reserva.
Los granos de almidón transitorios se forman en las partes verdes de las plantas durante
el día, y son transformados en azúcares durante la noche (Cortella y Pochettino, 1994);
éste tipo de granos de almidón es habitualmente pequeño, y su uso es limitado en estudios de micro-restos vegetales (Shannon et al., 2009). Los granos de almidón de reserva
desempeñan la función de almacenes de energía, por lo que se forman sobre todo en las
áreas de la planta como las semillas, frutos o tubérculos, donde el almacenamiento de
energía a largo plazo es más necesario (Sivak y Preiss, 1998). Este segundo tipo de granos
de almidón es habitualmente diagnóstico a un nivel taxonómico preciso (Género), siendo
incluso a veces posible el diagnóstico de especies (Reichert, 1913; Seidemann, 1966; Piperno y Holst, 1998; Piperno et al., 2000; Torrence et al., 2004; Torrence y Barton, 2006). La
formación de los granos de almidón ocurre en los amiloplastos de las células vegetales,
y comienza en un punto central llamado hilum. Las cadenas de hidratos de carbono que
componen el grano de almidón se depositan de forma radial en lamellae alternas cristalinas y amorfas, que se cree son incrementos diarios de crecimiento (Blanshard, 1987; Pérez
et al., 2009). Esta estructura cristalina y amorfa es la que otorga a los granos de almidón
muchos de sus rasgos característicos, entre ellos su resistencia bajo ciertas condiciones
medioambientales y su debilidad en otras. También es la responsable del rasgo más característico de los granos de almidón: la cruz típica y distintiva que se aprecia cuando se
observan al microscopio bajo luz polarizada. En cualquier caso, hay que tener en cuenta
que los granos de almidón varían en tamaño, forma, lamellae, fisuras, decoraciones su-
138
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La dieta paleolítica mediante análisis isotópicos y de micro-restos vegetales
perficiales, apariencia bajo luz polarizada, y posición y apariencia del hilium (figura 2),
que es todo ello precisamente lo que ayuda a distinguir entre los de unas plantas y otras o
entre unas partes u otras de la misma planta. Aunque no se preservan durante tanto tiempo como los fitolitos, los granos de almidón pueden sobrevivir durante al menos 200 000
años en entornos protegidos como los cálculos dentales o los útiles líticos (Van Peer et al.,
2003; Henry, 2010). A pesar de ello, existen varias condiciones tafonómicas que pueden a
pesar de todo dañarlos o destruirlos, como por ejemplo las altas temperaturas, un pH bajo
o la exposición a enzimas (Haslam, 2004; Biliaderis, 2009; Robyt, 2009).
Son la naturaleza duradera y la morfología diagnóstica de los granos de almidón y
fitolitos, además de sus características, las que los convierten en una herramienta ideal
para estudiar el rol de las plantas en la dieta de poblaciones pasadas. Además, que tanto
los granos de almidón como los fitolitos puedan recuperarse de una variedad de fuentes
arqueológicas (cálculos dentales, útiles, coprolitos, muestras de sedimento) los hacen
idóneos para estudios alimentarios en los campos de la Prehistoria y la Arqueología. De
entre ellos son los cálculos dentales y las herramientas líticas las más útiles para el estudio de micro-restos vegetales. Veamos ahora el por qué.
Figura 2. Variación en la morfología de fitolitos (a) y granos de almidón (b). En la hilera
superior de (b) se observa los granos de almidón bajo luz normal; en su hilera inferior se los
observa bajo luz polarizada. Todas las imágenes tienen la misma escala, salvo el fitolito de
búgula almizclada. La escala es de 50 micrones.
139
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DOMINGO CARLOS SALAZAR-GARCÍA Y AMANDA HENRY
¿Qué son los cálculos dentales y por qué son uno de los sustratos favoritos para el
estudio de micro-restos vegetales arqueológicos? Los cálculos dentales no son ni más
ni menos que la placa mineralizada que se forma en la superficie del diente (Lieverse,
1999; Jin y Yip, 2002). Como la saliva está supersaturada de fosfato cálcico para poder
prevenir la disolución de los dientes durante el consumo de alimentos ácidos, y debido
a que las bacterias de la cavidad oral forman una película rugosa en la superficie de los
dientes que es un lugar para la precipitación del fosfato cálcico, los cálculos dentales son
formados por las capas de bacterias y por los precipitados minerales. Y tal y cómo se va
construyendo el cálculo dental, las partículas de alimentos, entre las que se incluyen los
micro-restos vegetales, quedan atrapadas en el contexto mineral y son entonces protegidas de las enzimas y otros materiales dañinos. Análisis recientes de cálculos dentales
han demostrado que sus elementos constituyentes son más similares al esmalte que a la
dentina (Henry et al., 2010), y un estudio de las proteínas atrapadas en cálculos dentales
arqueológicos ha demostrado que éstas son casi idénticas a las encontradas en la cavidad
oral de individuos vivos y muy diferentes a las proteínas que aparecen en el sedimento
que envuelve los enterramientos (Warinner et al., 2012), lo que significa que los granos
de almidón y los fitolitos preservados en cálculos dentales documentan por tanto los alimentos vegetales que el individuo consumió durante su vida (Piperno y Dillehay, 2008;
Henry et al., 2011). Y es que los depósitos de cálculos se construyen lentamente y por tanto representan la dieta global consumida durante un periodo extenso de tiempo. A pesar
de todo, hay que tener en cuenta que la formación de cálculos dentales es altamente
variable entre individuos (Lieverse, 1999), por lo que la duración exacta que representa
el depósito habitualmente no puede ser determinado aunque probablemente sea del
orden de varios meses o unos pocos años.
El otro sustrato arqueológico preferido para el estudio alimentario de los micro-restos
vegetales son los útiles líticos, ya que los micro-restos vegetales también se adhieren a la
superficie de los útiles empleados en el procesado de plantas (Loy et al., 1992; Piperno y
Holst, 1998; Piperno et al., 2000, 2004; Pearsall et al., 2004; Perry et al., 2007). Esto ocurre
ya que las grietas y los pequeños orificios de las superficies de dichas herramientas ofrecen resguardo a los restos vegetales de la degradación medioambiental (Kelso et al., 1995;
Barton y Matthews, 2006; Barton, 2007). Además de poder averiguar si un útil pudo ser
utilizado o no en el procesado de plantas, el patrón de distribución de los micro-restos vegetales en la superficie de un útil puede dar indicaciones de cómo se utilizó (Hardy et al.,
2008). Así pues, varios estudios de micro-restos vegetales recuperados de herramientas
han aportado nueva luz sobre comportamientos alimentarios a lo largo de la historia de
la humanidad, incluyendo el uso temprano de tecnología de molienda (Aranguren et al.,
2007) o la expansión y domesticación de cosechas (Fullagar et al., 2006).
140
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La dieta paleolítica mediante análisis isotópicos y de micro-restos vegetales
Ya hemos dicho que aunque los cálculos dentales y los útiles líticos son los materiales
arqueológicos idóneos para estudiar el consumo alimentario, existen otros tipos de sustratos donde potencialmente se pueden encontrar y estudiar micro-restos vegetales: los
coprolitos y los sedimentos. Aunque evidentemente los coprolitos nos darían información
sobre el consumo de plantas a corto plazo (días) al sobrevivir tanto fitolitos como granos
de almidón (especialmente los primeros) al sistema digestivo y poder ser recuperados en
muestras fecales (Horrocks et al., 2004), no son ideales ya que presentan el inconveniente
de que no suelen sobrevivir en el registro arqueológico. A pesar de ello los coprolitos humanos, que preservan regularmente fitolitos, han sido estudiados para documentar por
ejemplo desde el consumo de recursos vegetales salvajes y domesticados entre la población Maorí (Horrocks et al., 2002) hasta el consumo de plantas de desierto entre los cazadores-recolectores y primeros granjeros de Texas (Reinhard y Danielson, 2005). Y sobre el
sedimento arqueológico, si bien es cierto que en éste sí existen abundantes micro-restos
vegetales, éstos no tienen por qué estar asociados al consumo de plantas. No obstante, y
aunque las muestras de sedimentos son menos apropiadas para la reconstrucción de la
dieta, éstas pueden aportar valiosa información sobre el contexto medioambiental de un
yacimiento (Bamford et al., 2006), sobre la distribución espacial del comportamiento humano en un yacimiento (por ejemplo Balme y Beck, 2002), o sobre el cambio de uso de un
yacimiento con el paso del tiempo (por ejemplo en Parr y Carter, 2003).
Aproximación a la dieta paleolítica mediante el análisis
de isótopos de C y N
El análisis de isótopos estables (δ13C y δ15N) en colágeno óseo ha sido aplicado a varios
restos paleolíticos desde principios de la década de los noventa del siglo pasado. Las reconstrucciones de paleodietas en homininos europeos del Pleistoceno mediante estudios
de isótopos estables realizados sobre restos de Neandertales y de fauna asociados, que
datan aproximadamente de entre 120 000 y 30 000 años BP, han ido dando informaciones
precisas sobre la alimentación de estos homininos a lo largo de los últimos 18 años de
investigaciones. En total se cuentan con datos publicados de tan sólo 18 especímenes, lo
que sin duda es debido a que los restos fósiles de Neandertales son muy escasos y preciados. Los primeros análisis se realizaron sobre individuos Neandertales de la Cueva de Les
Pradelles (Charentes, France) (Fizet et al., 1995). Desde aquella investigación pionera, la
paleodieta de otros especímenes Neandertales ha sido estudiada utilizando los análisis
de isótopos estables en Europa (figura 3; cuadro 1): Neandertales de los yacimientos de
la Cueva de Scladina (Bocherens et al., 1999, 2001), la Cueva de Awirs (Bocherens et al.,
2001) y la Cueva de Spy (Bocherens et al., 2001) en Bélgica, de la Cueva Vindija (Smith et
141
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DOMINGO CARLOS SALAZAR-GARCÍA Y AMANDA HENRY
Figura 3. Yacimientos con
restos de Neandertales
analizados hasta la fecha.
al., 1999; Richards et al., 2000b; Higham et al., 2006) en Eslovenia, de los yacimientos de
Saint-Césaire (Bocherens y Drucker, 2003a), Rochers de Villeneuve (Beauval et al., 2006),
Jonzac (Richards et al., 2008) y nuevos especímenes de Les Pradelles (Bocherens et al.,
2005) en Francia, de dos especímenes del yacimiento Kleine Feldhofer Grotte del valle de
Neander (Richards y Schmitz, 2008) en Alemania, del Neandertal de Zeeland encontrado
bajo las aguas (Hublin et al., 2009) en Holanda, y del espécimen de Okladnikov (Krause
et al., 2007) en la Siberia rusa. Un intento por extender esta aproximación de estudio a un
Neandertal de Oriente Próximo falló debido a una deficiente conservación del colágeno
(Ambrose, 1998). Los resultados de los yacimientos de la fachada mediterránea peninsular
de Cova Negra y Abric del Salt (Salazar-García, 2012) están en trámites de ser publicados.
La evidencia obtenida a partir de dichos análisis señala de manera clara a los Neandertales como carnívoros situados en la parte más alta de la pirámide trófica, ya que
según éstos obtenían casi toda su proteína dietética de recursos animales. En este sentido, los análisis isotópicos muestran la dieta Neandertal como relativamente uniforme,
salvo en el caso del subadulto de Okladnikov que presenta valores más positivos tanto
en carbono como en nitrógeno que podrían deberse al proceso de lactancia (figura 4). La
impronta isotópica de todos los demás es similar o ligeramente superior a la de animales
depredadores contemporáneos a ellos, indicando que la dieta de los Neandertales estaba
basada en el consumo de carne de grandes herbívoros (Bocherens y Drucker, 2003b).
Así pues, los resultados isotópicos de todos los especímenes de Neandertales estudiados hasta el momento muestran una ecología trófica similar independientemente de la
situación geográfica de éstos. Y es que en todos los casos los valores en neandertales de
δ15N son bastante más elevados que los de herbívoros europeos coetáneos a ellos como
142
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La dieta paleolítica mediante análisis isotópicos y de micro-restos vegetales
13
15
YACIMIENTO/INDIVIDUO
DATACIÓN
δ C
(‰)
δ N
(‰)
Cueva
de
Awirs
Jonzac
Les
Pradelles
9
Les
Pradelles
10
Les
Pradelles
M300
Les
Pradelles
M400
Les
Pradelles
M100
Kleine
Feldhofer
Grotte
Nea1
Kleine
Feldhofer
Grotte
NN1
Okladnikov
Les
Rochers
de
Villeneuve
Saint-‐Césaire
Scladina
SC18800
Scladina
MT500
Cueva
de
Spy
Vindija
207
Vindija
208
Zeeland
35000
-‐
40000
BP
ca.
40000
BP
40000
-‐
45000
BP
40000
-‐
45000
BP
40000
-‐
45000
BP
40000
-‐
45000
BP
40000
-‐
45000
BP
39900
±
620
BP
39240
±
670
BP
37800
±
450
BP
ca.
45000
BP
ca.
36000
BP
80000
-‐
130000
BP
ca.
40000
BP
35000
-‐
40000
BP
29080
±
400
BP
32400
±
800
BP
45000-‐25000
BP
-‐19.6
-‐19.7
-‐20.2
-‐19.1
-‐19.1
-‐19.5
-‐21.8
-‐21.5
-‐21.6
-‐19.1
-‐19.0
-‐19.8
-‐19.9
-‐21.2
-‐19.8
-‐20.5
-‐20.2
-‐20.6
12.6
11.2
9.3
11.6
11.5
11.4
8.4
9.0
7.9
12.9
11.6
11.4
10.9
11.8
11.0
10.8
10.3
10.1
Cuadro 1. Valores δ13C, δ15N y datación de restos de Neandertales (en letra itálica aparecen
los especímenes
que no reúnen los criterios de calidad del colágeno) [elaborada a partir de
las distintas fuentes mencionadas en el texto].
(Equus ferus), el reno (Rangifer tarandus), el ciervo (Cervus elaphus), la cabra
el caballo
(Capra
pyrenaica), el rebeco (Rupicapra rupicapra), el bisonte (Bison priscus) y el uro
(Bos primigenius), y similares o algo más elevados a los de depredadores también coetá
neos como el lobo (Canis lupus), la hiena (Crocuta spelaea) y el león (Panthera spelaea),
cuyos valores
se han analizado no sólo en los restos de los yacimientos con Neandertales
estudiados
(Richards
et al., 2000b; Bocherens et al., 2001, 2005), sino también en diver
sos lugares de Europa para poder reconstruir su ecología (Iacumin et al., 2000; Beazley
et al., 2002; Batts et al., 2004; García-García et al., 2009; Feranec et al., 2010).
Así
pues, los análisis de isótopos estables indican que la gran mayoría de proteína
consumida
por los Neandertales es de origen animal, y la única forma de tener una dieta
casi exclusivamente basada en ella es mediante una caza activa y constante en el tiempo
(Richards, 2002). Esto tiene importancia en las implicaciones para entender la organización del
territorio por parte de estos homininos, así como para comprender mejor su organización
social y comportamiento complejo. Además, estas conclusiones sobre la dieta
Neandertal son consistentes con los resultados de otras aproximaciones arqueológicas
como la arqueozoología (Gaudzinski, 1996) o el estudio de micro-huellas de desgaste
dentario
(Lalueza-Fox y Pérez-Pérez, 1993). Tampoco hay que olvidar que ciertas eviden
143
[page-n-12]
DOMINGO CARLOS SALAZAR-GARCÍA Y AMANDA HENRY
Figura 4. Valores δ15N y
δ13C de los especímenes
de Neandertales analizados
hasta la fecha.
cias arqueológicas, como las estudiadas en el yacimiento musteriense de Monte Carmelo
en Israel, apuntan a que los Neandertales de latitudes más meridionales usaban de forma
estacional semillas y otros recursos vegetales para alimentarse, pero exclusiva y precisamente en las etapas de menor cantidad potencial de recursos animales (Lev et al., 2005).
Por ello, y aunque hasta ahora la evidencia isotópica sigue definiendo la dieta de estos
homininos como basada en proteína animal y sin apenas consumo de recursos vegetales
(Richards y Trinkaus, 2009), es necesario poder complementar dicha información con la
obtenida mediante el estudio de micro-restos vegetales en material arqueológico.
En cuanto a los análisis isotópicos realizados sobre los humanos anatómicamente
modernos del Pleistoceno Superior, hasta la fecha, y debido tanto a la existencia de más
especímenes como a la mejor preservación del tejido esquelético, se han realizado en
Europa más análisis isotópicos a humanos del Paleolítico superior que a Neandertales.
Se cuenta con datos publicados de al menos 47 humanos del Paleolítico superior de 23
yacimientos de diversas zonas de Europa, de distintos entornos, y situados tanto en la
costa como en el interior (figura 5; cuadro 2). Cronológicamente se trata de 16 individuos
previos al último periodo máximo glacial (20 000 BP) de entre los que se incluyen dos de
antes del 30 000 BP, 14 individuos gravetienses, y 23 individuos del Paleolítico superior
final. En concreto, se han estudiado los individuos del Paleolítico superior de los yacimientos ingleses de Gough’s Cave, Sun Hole Cave, Kendrick’s Cave, Eel Point y Paviland
(Richards et al., 2000a, 2001, 2005; Schulting et al., 2005), los checos de Brno-Francouszká y Dolní Vĕstonice (Richards et al., 2001), los rusos de Kostenki, Mal’ta y Sunghir
(Richards et al., 2001), los italianos de Arene Candide (Pettitt et al., 2003) y Grotta del
Romito (Craig et al., 2010), los franceses de Duruthy, Cap Blanc, La Madelaine, SaintGermain-la-Rivière, Abri Pataud, La Rochette y Cro-Magnon (Hayden et al., 1987; Drucker y Henry-Gambier, 2005), el croata de Sandalja (Richards y Trinkaus, 2009), el alemán
144
[page-n-13]
La dieta paleolítica mediante análisis isotópicos y de micro-restos vegetales
Figura 5. Yacimientos
con humanos modernos
del Paleolítico superior
analizados hasta la fecha.
de Neuessing (Grupe et al., 2003), el rumano de Pestera cu Oase (Trinkaus et al., 2003),
y el catalán de Balma Guilanyà (García-Guixé et al., 2009). Los resultados de la fachada
mediterránea peninsular de Cova del Parpalló y Cueva de Nerja (Salazar-García, 2012)
están en vías de estudio y pronto podrán ser publicados.
Existen diferencias entre distintos momentos y distintos lugares dentro de la cronología y geografía del Paleolítico superior en el continente europeo. Entre los humanos
de las fases más antiguas del Paleolítico superior (hasta 20 000 años BP), los valores de
isótopos estables del carbono muestran que la mayoría de los humanos tenían una dieta
en la que toda la proteína era de origen terrestre. Por su parte, los análisis de isótopos
estables del nitrógeno de este mismo periodo muestran a algunos individuos (Kostenki
1, Oase, Dolní Vĕstonice y Brno-Francouszká) con unos valores más altos de los que se
esperaría para una dieta basada en herbívoros terrestres y que significaría que estos dos
individuos consumirían alimentos de agua dulce en grandes cantidades. Y, aunque escasa la evidencia, también hay algo de consumo de proteína marina en este periodo en el
yacimiento litoral de Paviland, su valor δ13C indica el consumo de recursos marinos en
un rango de entre el 10-15% de la proteína total ingerida (Richards et al., 2001). De los
momentos del Paleolítico superior posteriores a 20 000 años BP se cuenta con más individuos analizados. Los datos de los isótopos estables del carbono indican en general que
en esta fase la mayoría de los humanos consumían proteína de origen terrestre, como en
la fase anterior. No obstante los datos isotópicos indican también para un número mayor
de individuos que se consumían de forma importante recursos de origen marino, apreciándose asimismo una proporción mayor de proteína marina en la dieta en todos los
casos con respecto al periodo anterior, como en el caso de los restos de Kendrick’s Cave.
Por su parte, los análisis de isótopos estables del nitrógeno se expanden por un amplio
145
[page-n-14]
DOMINGO CARLOS SALAZAR-GARCÍA Y AMANDA HENRY
YACIMIENTO/INDIVIDUO
Abri
Pataud
Abri
Pataud
Abri
Pataud
Abri
Pataud
Arene
Candide
Balma
Guilanyà
Balma
Guilanyà
Brno-‐Francouzska
2
Cap
Blanc
Cro-‐Magnon
Cro-‐Magnon
Cro-‐Magnon
Cro-‐Magnon
Dolni
Vestonice
35
Duruthy
Eel
Point
Gough's
Cave
Gough's
Cave
Gough's
Cave
Gough's
Cave
Gough's
Cave
Grotta
del
Romito
2
Grotta
del
Romito
3
Grotta
del
Romito
4
Grotta
del
Romito
5
Grotta
del
Romito
6
Grotta
del
Romito
7
Grotta
del
Romito
8
Grotta
del
Romito
9
Kendrick's
Cave
Kendrick's
Cave
Kendrick's
Cave
Kendrick's
Cave
Kostenki
1
Kostenki
18
La
Madelaine
La
Rochette
Mal'ta
1
Neuessing
Pestera
cu
Oase
Paviland
1
Saint-‐Germain-‐la-‐Riviere
Sandalja
Sun
Hole
Cave
Sunghir
1
Sunghir
2
Sunghir
3
13
15
DATACIÓN
δ C
(‰)
δ N
(‰)
ca.
18000
BP
ca.
18000
BP
ca.
18000
BP
ca.
18000
BP
23440
±
190
BP
11095
±
195
BP
10195
±
255
BP
23680
±
200
BP
ca.
12000
BP
ca.
25-‐30000
BP
ca.
25-‐30000
BP
ca.
25-‐30000
BP
ca.
25-‐30000
BP
22840
±
200
BP
ca.
11150
BP
24470
±
110
BP
11820
±
120
BP
ca.
12000
BP
12300
±
100
BP
11700
±
100
BP
11480
±
100
BP
-‐
-‐
11340
±
90
BP
10862
±
70
BP
-‐
-‐
-‐
13915
±
70
BP
11760
±
90
BP
12090
±
90
BP
11930
±
90
BP
11880
±
90
BP
32600
±
1,100
BP
21020
±
180
BP
ca.
13000
BP
ca.
25000
BP
19880
±
160
BP
16200
cal
BC
34950
+
990/890
BP
25840
±
280
BP
15780
±
200
BP
11025
±
60
BP
12210
±
160
BP
22930
±
200
BP
23830
±
220
BP
24100
±
240
BP
-‐20.4
-‐19.9
-‐20.3
-‐20.0
-‐17.6
-‐19.6
-‐19.9
-‐19.0
-‐18.8
-‐19.4
-‐19.5
-‐19.6
-‐19.9
-‐18.8
-‐19.4
-‐19.7
-‐18.6
-‐18.5
-‐18.6
-‐19.1
-‐19.2
-‐20.0
-‐19.3
-‐19.6
-‐19.7
-‐19.5
-‐19.1
-‐19.5
-‐18.9
-‐18.1
-‐17.7
-‐18.0
-‐17.9
-‐18.2
-‐19.1
-‐20.0
-‐17.1
-‐18.4
-‐19.7
-‐18.8
-‐18.4
-‐19.2
-‐20.8
-‐19.8
-‐19.2
-‐19.0
-‐18.9
*
*
*
*
12.4
6.7
6.8
12.3
*
*
*
*
*
12.3
*
11.4
8.0
7.1
6.5
5.4
6.2
10.3
10.1
10.0
9.3
8.9
9.7
9.7
12.4
13.7
13.9
13.4
13.8
15.3
13.1
*
11.2
12.2
11.6
14.2
9.3
10.2
13.0
7.2
11.3
11.2
11.3
Cuadro 2. Valores δ13C, δ15N y datación de humanos del Paleolítico superior europeo
(elaborada a partir de las distintas fuentes mencionadas en el texto).
intervalo entre los humanos de este periodo. Van, desde valores muy altos por el aporte
de proteína marina como en Kendrick’s Cave o el aporte de proteína de agua dulce en
Sandalja, hasta valores muy bajos como en Gough’s Cave o Sun Hole Cave que implican
la ausencia de ésta. En cuanto al único yacimiento de estas cronologías de la Península
Ibérica del que se han publicado los valores isotópicos hasta la fecha, Balma Guilanyà,
146
[page-n-15]
La dieta paleolítica mediante análisis isotópicos y de micro-restos vegetales
muestra que la mayoría de la proteína alimentaria deriva del consumo de herbívoros
terrestres como el ciervo o la cabra, y que los recursos vegetales fueron sólo un aporte
menor de la proteína total consumida.
Todas estas diferencias internas vistas para el Paleolítico superior, especialmente durante su fase final, indican que las pautas económicas de las poblaciones de humanos
anatómicamente modernos del Pleistoceno superior varían tanto entre zonas geográficas como entre poblaciones cercanas. Ello implica tanto una capacidad de adaptación
importante de éstos al medio a medida que avanzaba el Paleolítico superior, como una
variabilidad nada despreciable en sus pautas alimentarias y de actividad, lo que sin duda
permitiría al humano moderno adaptarse mejor a los cambios climáticos, de flora y de
fauna, permitiendo así un “triunfo” adaptativo frente al hombre de Neandertal en el
tránsito del Paleolítico medio al Paleolítico superior en Eurasia, así como su posterior
expansión por todo el planeta. A pesar de ello, los datos isotópicos indican que la proteína animal obtenida mediante la caza, especialmente la de herbívoros terrestres, fue el
principal aporte de proteína dietética para la mayoría de los humanos de este periodo.
De hecho, en la figura 6 se observa que muchos humanos modernos tienen valores δ15N
todavía más elevados que los Neandertales, lo que se puede interpretar como que los
primeros eran al menos igual de dependientes de la carne animal que los segundos (LeeThorp y Sponheimer, 2006). Es por esto último por lo que es necesario reconsiderar el
papel de la alimentación como factor decisivo en la sustitución de unos homininos por
otros en el continente eurasiático. Y es que, si los humanos modernos consumían una
mayor variedad de recursos que los Neandertales (diferencia en términos cualitativos)
pero sin embargo el grueso de su dieta seguía siendo el aporte de grandes y medianos
herbívoros como en el caso de los Neandertales (similitud en términos cuantitativos),
¿hasta qué punto es apropiado cargar al tipo de alimentación la responsabilidad de
la “victoria” de unos y la “derrota” de otros? Veamos a continuación si estudiando los
micro-restos vegetales de estas cronologías puede o no observarse una diferencia en el
consumo de otro tipo de recursos (los vegetales) entre las dos especies de homininos.
Micro-restos vegetales como marcadores de la
alimentación paleolítica
Basándose en una variedad de métodos entre los cuáles se incluyen los ya comentados
análisis de isótopos estables del carbono y del nitrógeno (Richards y Trinkaus, 2009), los
estudios de huesos de fauna de yacimientos arqueológicos (Stiner et al., 2000), y los análisis comparativos de útiles (Shea, 2006), varios investigadores han reconstruido lo que los
Neandertales y primeros humanos modernos comían. En general, y como ya hemos visto,
147
[page-n-16]
DOMINGO CARLOS SALAZAR-GARCÍA Y AMANDA HENRY
Figura 6. Gráfica con valores
δ15N y δ13C de Neandertales
del Paleolítico medio y
humanos modernos del
Paleolítico superior europeos.
estos métodos sugieren que los Neandertales tuvieron una dieta restringida a tan sólo
unos pocos alimentos, mayoritariamente animales de mediano y gran tamaño, mientras
que los humanos modernos consumieron una amplia variedad de recursos que les habría
otorgado una ventaja adaptativa frente a los primeros (O’Connell, 2006; Stiner y Kuhn,
2009). Ya hemos comentado que este modelo se centra en recursos cárnicos, y muy poco
es todavía conocido sobre los recursos vegetales que pudieron haber consumido ambos
grupos de homininos. Se desconoce todavía si las plantas fueron alimentos importantes
para ambos grupos, o si el consumo de recursos vegetales imita los patrones observados
entre ambos grupos para otros tipos de alimentos. En otras palabras, no sabemos si los
Neandertales consumieron menos especies de plantas que los primeros humanos modernos, y lo que ello supondría para el comportamiento de ambos grupos.
Para poder reconstruir cómo los Neandertales y los primeros humanos modernos
utilizaron los recursos vegetales, los autores han recogido muestras de útiles líticos y
cálculos dentales de 20 yacimientos de Europa, Oriente Próximo y África. Entre estos
yacimientos se incluyen algunos relacionados con grupos Neandertales y otros relacionados con humanos modernos paleolíticos. De todas estas muestras se ha obtenido un
gran número de micro-restos vegetales, incluyendo tanto fitolitos como granos de almidón (Henry, 2010). Utilizaremos aquí a modo explicativo los resultados obtenidos en dos
de los yacimientos de Oriente Próximo, Shanidar y Skhul, que son representativos del
patrón global observado en todos los yacimientos estudiados.
El yacimiento de Shanidar en Irak ha proporcionado varios esqueletos Neandertales
(Solecki, 1963), de entre los cuáles se tomó muestras de tres cálculos dentales de un individuo adulto masculino para este estudio (Shanidar III). De estos cálculos dentales se obtuvo
un número considerable de micro-restos vegetales, tanto de fitolitos como de granos de almidón, de al menos 43 diferentes tipos de plantas. De entre los fitolitos recuperados, destaca la abundante presencia de fitolitos típicos de los dátiles, fruto de la palmera. Por otra
148
[page-n-17]
La dieta paleolítica mediante análisis isotópicos y de micro-restos vegetales
Figura 7. Número de especies
vegetales consumidas por
diferentes grupos, medido con el
Índice de Menhinick. a: muestras
agrupadas por taxón (MannWhitney U p=0.22); b: muestras
agrupadas por área geográfica
(Kruskal-Wallis p=0.002).
parte, de entre los 73 granos de almidón recuperados, 10 poseían una morfología única y
diagnóstica que los identificaba como procedentes de semillas de hierbas del género Hordeum, dentro del cual se encuentran la cebada y sus parientes cercanos (Henry et al., 2011).
Además, otros 15 granos de almidón presentaban el patrón morfológico de daño típico que
aparece en las plantas de la tribu Triticeae tras procesos de cocción, tribu que incluye el trigo, la cebada, el arroz o el centeno entre otras hierbas de grandes semillas. La presencia de
ambos tipos de grano de almidón indican que este individuo recogía y consumía semillas
de cebada salvaje y probablemente también de otras hierbas filogenéticamente próximas
a ella. Aunque otros tipos de granos de almidón fueron también recuperados, a día de hoy
aún no han podido ser identificados.
En cuanto a Skhul, éste es un yacimiento de humanos modernos paleolíticos de Israel
(McCown, 1937) del cual se tomaron muestras de 23 útiles líticos. De estas muestras se recuperó una cantidad numerosa de micro-restos vegetales que demuestran que la población
de Skhul consumía también semillas de hierbas de la tribu Triticeae, así como dátiles y otros
49 tipos de vegetales cuyas especies aún no se han identificado. Como vemos, los humanos
modernos de Skhul y los Neandertales de Shanidar poseían dietas similares desde el punto
de vista del aporte vegetal: ambas poblaciones consumían un similar tipo y número de recursos vegetales. Y esto es algo representativo de lo que ocurre en todo el resto de yacimientos
que estamos estudiando. De hecho, y tomando todas las muestras analizadas, existe muy
poca diferencia en cuanto a la variedad de especies de plantas que los Neandertales y humanos modernos consumieron (Henry et al., en revisión), tal y cómo se ve estadísticamente
utilizando el Índice de Menhinick (los valores de dicho índice son una medición del número
de especies de plantas diferentes que una población consumió, controlado por tamaño de
muestra, significando altos valores que más especies de plantas fueron consumidas). Como
se puede observar en la figura 7a, no existe diferencia estadística significativa ni en las medias
149
[page-n-18]
DOMINGO CARLOS SALAZAR-GARCÍA Y AMANDA HENRY
ni en los rangos de los índices de Menhinck entre las poblaciones estudiadas de Neandertales
y de humanos anatómicamente modernos. No obstante, dentro de cada uno de los propios
grupos (Neandertales y humanos modernos) existe variación. Estas variaciones internas en
el consumo de recursos vegetales podrían ser el fruto de factores como por ejemplo la zona
geográfica y no la especie humana. De hecho, al agrupar las poblaciones por región geográfica
en vez de por especies se ve en la figura 7b cómo los grupos de Oriente Próximo consumían
un mayor número de especies de plantas que los grupos europeos o africanos, sugiriendo este
patrón que ambas especies humanas adaptaron el uso de recursos vegetales a los entornos
locales en los que vivieron.
En resumen, estos resultados del estudio de micro-restos vegetales muestran que existen pocas diferencias entre cómo los Neandertales y los humanos modernos paleolíticos
usaban los recursos vegetales. Ambos grupos consumían una gran variedad de plantas,
e incluso usaban los mismos tipos de recursos como en el caso de las semillas de hierbas
de la tribu Triticeae o los dátiles, y variaban el consumo de recursos vegetales según su
entorno medioambiental. Estos resultados contrastan con los observados en el registro
zooarqueológico, que sugiere que los Neandertales consumían un menor abanico de recursos que los humanos modernos. Así pues, estudiar los recursos vegetales es sumamente
importante al proporcionar éstos información de consumo de plantas que no podríamos
obtener mediante muchos de los otros métodos utilizados para reconstruir la dieta de
nuestros antepasados. Complementar diferentes estudios como los análisis tradicionales
de fauna, los análisis isotópicos y los estudios de micro-restos vegetales permite ampliar la
visión de la dieta de nuestros antepasados y comprender mejor su comportamiento.
Agradecimientos
Los autores quisieran agradecer a V. Villaverde, M. P. Richards, A. Brooks y D. Piperno por ofrecer y
apoyar la opción de trabajar en esta temática. A su vez, agradecen el acceso a las muestras al Smithsonian National Museum of Natural History (R. Potts, M. Zeder, J. Clark) y al Peabody Museum de
Harvard (O. Bar-Yosef). Agradecer a los organizadores de las I Jornades d’arqueozoologia del Museu de Prehistòria de València su invitación a participar. Este trabajo ha podido ser realizado gracias
al apoyo económico del extinto Ministerio de Ciencia e Innovación español, al US NSF, a la Smithsonian Institution, a la Wenner-Gren Foundation y a la Sociedad Max-Planck (Dr. J. J. Hublin).
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