Los visigodos ante el espejo de la historia
Cristina Godoy Fernández
2019
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Los visigodos ante
el espejo de la historia
Cristina Godoy Fernández
Facultat Antoni Gaudí d’Història, Arqueologia i Arts Cristianes
Tras la desaparición del reino visigodo en el 711, en la derrota sufrida por las tropas del rey Rodrigo en el río Guadalete,
los diversos periodos históricos se mirarán en el reflejo de
una época que enlaza el esplendor del mundo clásico con
el origen de la nación española. La unificación territorial
y religiosa conseguida por los visigodos, sobre todo en
época de Leovigildo y Recaredo, y más tarde con Suintila,
constituirá un reclamo constante para los monarcas posteriores desde la Alta Edad Media. Ya en la temprana época
del reino asturleonés, los monarcas se reivindicaban como
legítimos sucesores de los reyes godos, propiciando la forja de un mito —el mito gótico— al que se remitirá una y
otra vez, siempre que en la historia de España se quiera
poner de relieve la unidad territorial y religiosa. Es un espejo frente al que se contemplarán todos los monarcas de
los reinos peninsulares para hacer frente a los musulma◁ Francisco de Vogue. Leovigildo, rey visigodo (568-586), 1750.
Piedra caliza, 285 x 120 x 110 cm. Plaza de Oriente, Madrid.
© Foto: Antonello Dellanotte.
nes, durante la llamada «Reconquista»; los mismos Reyes
Católicos y hasta los monarcas del Imperio español de la
Casa de Austria se presentarán como sucesores directos
de los reyes godos: Rex Hispaniae, Rex Gothorum. La unificación de las diferentes coronas hispánicas, así como la
vinculación con el Sacro Imperio y la hegemonía en distintos territorios europeos configuraban una nueva idea
de España que debía estar territorialmente cohesionada.
Y para ello se optó por el modelo de la «España visigoda».
El mito del goticismo adquirió en tiempos de Felipe II
plena relevancia para justificar la legitimización de la nación
española y de la «hispanidad», como doctrina oficial de la corte y para fortalecer el poder de la realeza. En ello se esforzaron
personajes como Juan de Mariana y Ambrosio de Morales. El
propio rey sentía una gran devoción por Hermenegildo —el
hijo díscolo de Leovigildo— quien, convertido al catolicismo,
se rebeló contra la «tiranía» de su padre arriano. Esta postura,
defendida por Jiménez de Rada, contravenía la versión isidoriana y oficial visigoda, y se fundamentaba en la versión de
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como Dios ungía a los reyes en el Antiguo Testamento, los
reyes visigodos también se hacían investir por el metropolitano de Toledo en la solemne ceremonia de la unción regia.
Pero, en definitiva, la monarquía visigoda no inventó nada
nuevo, sino que reeditó los presupuestos de la teología política que Eusebio de Cesarea ideó para el primer emperador
cristiano Constantino. Este referente lo tomó el rey Recaredo
en la ceremonia de la conversión del pueblo visigodo al catolicismo en el III Concilio de Toledo, firmando como nuevo Constantino, como Flavio Recaredo, el praenomen de la
dinastía constantiniana. Para Felipe II, Hermenegildo había
sido el mártir de la verdadera fe y modelo de su hermano
Recaredo quien afianzó su poder en tanto era rey «católico». Este era el espejo en el que se miraba el monarca español: una legitimización religiosa en los tiempos convulsos
del siglo xvi de la Reforma católica y protestante.
Felipe III nació en la madrugada de la festividad de
san Hermenegildo y por esa razón su padre le puso el
nombre de Felipe Hermenegildo. El interés por «lo visigoAtaulfo en Retratos de los reyes de España desde Atanarico hasta
nuestro católico monarca don Cárlos III ..., García de la Huerta,
Vicente Rodríguez (1734-1787), Manuel Mariano (1729-1802),
grab. Ibarra. © Biblioteca Nacional de España.
Gregorio Magno que fue el primer defensor del martirio de
Hermenegildo. La veneración de Felipe II por Hermenegildo
como mártir de la catolicidad hizo que el papa Sixto V, autorizara su fiesta litúrgica en toda España en el milenario de su
muerte, en 1586; finalmente Hermenegildo fue canonizado,
para su culto universal, en 1639 por el papa Urbano VIII.
El reflejo que los Austrias buscaban en los reyes visigodos era el del fundamento teocrático del poder real. Así
30 /
do» se extendió a lo largo de todo el siglo xvii como modelo de la unidad territorial, política y religiosa de España.
Con la entrada del siglo xviii, la dinastía de los Borbones se siguió proclamando sucesora de los reyes visigodos. Se estableció como primer monarca «español», el rey
Ataúlfo, cuya escultura encabeza la serie de veinte reyes españoles en la plaza de Oriente de Madrid, esculpidas a mediados de dicha centuria. La creación de la Real Academia
de la Historia en 1738, bajo los auspicios de Felipe V fue el
primer paso para la creación de una historiografía visigoda
desde un punto de vista científico, que trataba de depurar
los mitos y fábulas que tanto pábulo habían conseguido
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en el visigotismo. Una buena muestra de ello es la España
Sagrada del P. Enrique Flórez, publicada a partir de 1747.
La admiración que el Siglo de las Luces sintió por el pasado visigodo se dejó entrever también en la literatura y
sobre todo en el teatro neoclásico.
Con la guerra de la Independencia resurgió un inusitado sentimiento patrio que se afianzó en un ideario nacionalista con una fuerte impronta romántica que se había ido
construyendo desde el siglo xvi. La obra fundamental es la
de Modesto Lafuente (Historia General de España desde los
tiempos más remotos hasta nuestros días, 1851), en donde
define el concepto de nación ya en el reino visigodo sobre la
base de la conversión en el III Concilio de Toledo, objetivo alcanzado gracias a la predicación de los Padres visigóticos y el
mestizaje de romanos y germanos, gracias al consentimiento
Antonio Muñoz Degrain, La conversión de Recaredo, 1888.
Óleo sobre tela, 350 x 55 cm. Archivo del Senado. © Patrimonio
Histórico-Artístico del Senado. El cuadro muestra el momento de la
abjuración de Recaredo del arrianismo en el III Concilio de Toledo.
Estuvo en la Exposición Universal de París en 1889.
de contraer matrimonios mixtos, promulgado por Leovigildo.
También en el siglo xix —en 1858—, fue hallado el
toutes les questions archéologiques qui s’y rattachent, París
Tesoro de Guarrazar, cuyas coronas y cruces de oro y pie-
1860), que consideraba las coronas como distintivas de un
dras preciosas se convirtieron en un icono del visigotismo
origen germánico (francés) para no devolverlas a España.
como sinónimo del origen de la nación española. El tesoro
La disputa por el tesoro de Guarrazar enfrentó a ambos go-
estaba compuesto por doce coronas y ocho cruces, más al-
biernos, de manera que la reina Isabel II tomó cartas en el
gunas piezas sueltas. Algunas fueron vendidas en Toledo y
asunto con escaso resultado. Las coronas no fueron recu-
adquiridas por el gobierno francés; el resto pasó a formar
peradas hasta la España de Franco, en 1941, en el marco
parte de las colecciones reales gracias al tesón de José
del gobierno colaboracionista de Vichy.
Amador de los Ríos, quien además consiguió excavar el
Contemporáneamente al pensamiento conservador
lugar donde había aparecido el tesoro. En 1861 publicó El
del siglo xix, se desarrolló una corriente pictórico-histórica
arte latino-bizantino en España y las coronas visigodas de
que recalaba en los episodios medievales para fortalecer la
Guarrazar donde defendía un concepto de arte genuina-
idea de nación católica española. Muchas de las obras pro-
mente español como mezcla de los estilos romano y bizan-
ducidas formaron parte de la pinacoteca de Isabel II y otras
tino, ajeno a las pretensiones de F. de Lasteyrie (Description
se expusieron en edificios públicos, como el Senado. Uno de
du Trésor de Guarrazar, accompagnée des recherches sur
los más conocidos entre los de tema visigodo es el cuadro
Los visigodos ante el espejo de la historia. Cristina Godoy
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El Concilio III de Toledo de Martí y Monsó, que fue pintado para
versión al catolicismo, unión de los pilares sobre los que se
ser expuesto en la Exposición Nacional de 1862, o también el
asentaba el poder del «Caudillo por la gracia de Dios».
de La conversión de Recaredo de Muñoz Degrain —con la re-
Durante el primer periodo franquista se produjo una
presentación de algunos elementos del tesoro de Guarrazar,
gran influencia de los nazis en el estudio y la recuperación
para darle un cariz más «histórico-arqueológico»— y que fue
del patrimonio visigodo. Muchos especialistas se formaron
llevado a la Exposición Universal de París de 1888.
en las universidades alemanas, como Antonio Tovar, filólo-
La unificación de la Iglesia y el Estado, el altar y el tro-
go e historiador que fue nombrado subsecretario de Prensa
no, eran las bases sobre las que la monarquía había susten-
y Propaganda en 1941, y para quien los visigodos habían
tado su poder hasta principios del primer cuarto del siglo xx,
sido los fundadores de un imperio racial que marcó el des-
—teniendo como modelo a los reyes visigodos— hasta que
tino de España por su conversión al catolicismo. También
el triunfo de la II República en 1931, hizo que Alfonso XIII
en el campo de la historia del arte y la arqueología, hay que
marchara al exilio. Con el alzamiento de Franco y la Guerra
destacar a Julio Martínez Santa Olalla, nombrado director
Civil, entre 1936 y 1939, el pensamiento conservador se re-
general de la Comisaría de Excavaciones Arqueológicas, si-
activó de manera que caló muy hondo en la propaganda
guiendo los modelos alemanes del Instituto Arqueológico
del Caudillo. La alianza entre la Iglesia y el Estado llevarían
Nacional e Imperial (precursor del Instituto Arqueológico
a España al denominado «nacionalcatolicismo» que actua-
Alemán de Madrid). Martínez Santa-Olalla centró sus inves-
ba a la par entre el Ejército y la Iglesia contra unos enemigos
tigaciones en el estudio de los ajuares funerarios de los lla-
comunes: el comunismo y el bolchevismo. Esta ideología
mados enterramientos germánicos en necrópolis visigodas
se transmitía a la población a través de un férreo sistema
como la de Castiltierra (Segovia). Pretendía demostrar las
educativo que defendía los principios del Régimen.
relaciones entre España y Europa central durante el periodo
En la utilización del período visigodo por parte del fran-
visigodo, para establecer un pasado común en los estados
quismo hay que distinguir dos etapas: una primera, entre
fascistas, base ideológica y racial de la política del momen-
1939 y 1944, en la que se pretendía probar el germanismo de
to. Hay que destacar a este respecto el papel que jugó la
España y la pureza de la «raza», y, una segunda, en la que ante
Anhenerbe, una sociedad pseudocientífica fundada en 1935
la inminente derrota del Eje ítalo-alemán a partir de 1945, el
por los dirigentes e ideólogos del Partido Nacionalsocialista
régimen de Franco se retrajo, iniciando el periodo conocido
Obrero Alemán con el fin de investigar y enseñar la heren-
con el nombre de «autarquía». Si en el primer franquismo
cia ancestral alemana, en particular sobre la raza aria y su
se primaban los estudios arqueológicos sobre la llegada de
paralelismo con la raza germana. La Ahnenerbe estaba go-
estos ancestros germánicos para emparentar España con la
bernada por Wolffram von Sievers —condenado en los jui-
Alemania nazi, tras la derrota del III Reich en 1945 la mirada a
cios de Nuremberg—, y en 1940 pasó a depender de la SS
los visigodos se sublimaría para destacar su papel por la con-
(Schutzstaffel) dirigida por el Reichsfürer Heinrich Himmler.
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En ese marco de colaboracionismo y camaradería,
Martínez Santa-Olalla jugó un papel fundamental en la
visita que Himmler realizó a España en 1940. Visitaron El
Escorial; Toledo, como capital visigoda y su alcázar, maltrecho durante la Guerra Civil, y, en Madrid, los museos
del Prado y el Arqueológico Nacional; en el MAN pudo
contemplar los materiales procedentes de las necrópolis
visigodas, especialmente de Castiltierra, muchos de los
cuales acabaron en Austria, al ser enviados como presente por Santa-Olalla para complacer a Himmler, y aún no
han podido ser recuperados.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, con la victoria
de los aliados, la influencia de la ideología nazi disminuye y el régimen franquista se readapta. La mirada hacia lo
visigodo había de subrayar el peso de su conversión al catolicismo como modelo teocrático para la autoridad del
Caudillo. Se inicia el nacionalcatolicismo donde la Iglesia
católica tuvo un protagonismo especial en la recristiani-
Julio Martínez Santa-Olalla y el Reichsfürer Heinrich Himmler en octubre
de 1940 en el Museo Arqueológico Nacional, contemplando las piezas
visigodas de la necrópolis de Castiltierra, Segovia. © Wikimedia Commons.
zación de la población y la exaltación del Jefe del Estado,
El sistema educativo se impregnó de la ideología na-
cuyo poder emanaba directamente de Dios. Los intelec-
cionalcatólica a través la Revista Nacional de Educación
tuales volvieron la mirada a la historiografía romántica
que se publicaba mensualmente y era distribuida a todas
de la segunda mitad del siglo xix, recuperando discursos
las instituciones educativas, los ministerios, las universi-
como los de Marcelino Menéndez Pelayo o incluso el uni-
dades y las escuelas. Los visigodos se hacían familiares
verso pictórico historicista que recreaba el nacimiento y
al universo de los españoles —¡la necesidad de aprender-
el bautismo de la nación en el III Concilio de Toledo. La
se la lista de los reyes godos!— a través de los manuales
misma ciudad fue objeto de un programa de conservación
escolares, las revistas infantiles, postales, naipes, vitolas,
y promoción patrimonial, como el Alcázar donde, para la
sellos de correos, almanaques y hasta los envoltorios de
historiografía fascista, se había escenificado la unidad es-
productos alimenticios como los chocolates. Las ilustra-
pañola en época visigoda. Poco tiempo después, en 1960,
ciones, inspiradas en la iconografía romántica decimonó-
se inauguró el Museo de los Concilios para conmemorar la
nica, eran las mismas que muchos de nosotros conserva-
ciudad donde había nacido «la unidad moral de España».
mos aún en la retina al pensar en los visigodos.
Los visigodos ante el espejo de la historia. Cristina Godoy
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el espejo de la historia
Cristina Godoy Fernández
Facultat Antoni Gaudí d’Història, Arqueologia i Arts Cristianes
Tras la desaparición del reino visigodo en el 711, en la derrota sufrida por las tropas del rey Rodrigo en el río Guadalete,
los diversos periodos históricos se mirarán en el reflejo de
una época que enlaza el esplendor del mundo clásico con
el origen de la nación española. La unificación territorial
y religiosa conseguida por los visigodos, sobre todo en
época de Leovigildo y Recaredo, y más tarde con Suintila,
constituirá un reclamo constante para los monarcas posteriores desde la Alta Edad Media. Ya en la temprana época
del reino asturleonés, los monarcas se reivindicaban como
legítimos sucesores de los reyes godos, propiciando la forja de un mito —el mito gótico— al que se remitirá una y
otra vez, siempre que en la historia de España se quiera
poner de relieve la unidad territorial y religiosa. Es un espejo frente al que se contemplarán todos los monarcas de
los reinos peninsulares para hacer frente a los musulma◁ Francisco de Vogue. Leovigildo, rey visigodo (568-586), 1750.
Piedra caliza, 285 x 120 x 110 cm. Plaza de Oriente, Madrid.
© Foto: Antonello Dellanotte.
nes, durante la llamada «Reconquista»; los mismos Reyes
Católicos y hasta los monarcas del Imperio español de la
Casa de Austria se presentarán como sucesores directos
de los reyes godos: Rex Hispaniae, Rex Gothorum. La unificación de las diferentes coronas hispánicas, así como la
vinculación con el Sacro Imperio y la hegemonía en distintos territorios europeos configuraban una nueva idea
de España que debía estar territorialmente cohesionada.
Y para ello se optó por el modelo de la «España visigoda».
El mito del goticismo adquirió en tiempos de Felipe II
plena relevancia para justificar la legitimización de la nación
española y de la «hispanidad», como doctrina oficial de la corte y para fortalecer el poder de la realeza. En ello se esforzaron
personajes como Juan de Mariana y Ambrosio de Morales. El
propio rey sentía una gran devoción por Hermenegildo —el
hijo díscolo de Leovigildo— quien, convertido al catolicismo,
se rebeló contra la «tiranía» de su padre arriano. Esta postura,
defendida por Jiménez de Rada, contravenía la versión isidoriana y oficial visigoda, y se fundamentaba en la versión de
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como Dios ungía a los reyes en el Antiguo Testamento, los
reyes visigodos también se hacían investir por el metropolitano de Toledo en la solemne ceremonia de la unción regia.
Pero, en definitiva, la monarquía visigoda no inventó nada
nuevo, sino que reeditó los presupuestos de la teología política que Eusebio de Cesarea ideó para el primer emperador
cristiano Constantino. Este referente lo tomó el rey Recaredo
en la ceremonia de la conversión del pueblo visigodo al catolicismo en el III Concilio de Toledo, firmando como nuevo Constantino, como Flavio Recaredo, el praenomen de la
dinastía constantiniana. Para Felipe II, Hermenegildo había
sido el mártir de la verdadera fe y modelo de su hermano
Recaredo quien afianzó su poder en tanto era rey «católico». Este era el espejo en el que se miraba el monarca español: una legitimización religiosa en los tiempos convulsos
del siglo xvi de la Reforma católica y protestante.
Felipe III nació en la madrugada de la festividad de
san Hermenegildo y por esa razón su padre le puso el
nombre de Felipe Hermenegildo. El interés por «lo visigoAtaulfo en Retratos de los reyes de España desde Atanarico hasta
nuestro católico monarca don Cárlos III ..., García de la Huerta,
Vicente Rodríguez (1734-1787), Manuel Mariano (1729-1802),
grab. Ibarra. © Biblioteca Nacional de España.
Gregorio Magno que fue el primer defensor del martirio de
Hermenegildo. La veneración de Felipe II por Hermenegildo
como mártir de la catolicidad hizo que el papa Sixto V, autorizara su fiesta litúrgica en toda España en el milenario de su
muerte, en 1586; finalmente Hermenegildo fue canonizado,
para su culto universal, en 1639 por el papa Urbano VIII.
El reflejo que los Austrias buscaban en los reyes visigodos era el del fundamento teocrático del poder real. Así
30 /
do» se extendió a lo largo de todo el siglo xvii como modelo de la unidad territorial, política y religiosa de España.
Con la entrada del siglo xviii, la dinastía de los Borbones se siguió proclamando sucesora de los reyes visigodos. Se estableció como primer monarca «español», el rey
Ataúlfo, cuya escultura encabeza la serie de veinte reyes españoles en la plaza de Oriente de Madrid, esculpidas a mediados de dicha centuria. La creación de la Real Academia
de la Historia en 1738, bajo los auspicios de Felipe V fue el
primer paso para la creación de una historiografía visigoda
desde un punto de vista científico, que trataba de depurar
los mitos y fábulas que tanto pábulo habían conseguido
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en el visigotismo. Una buena muestra de ello es la España
Sagrada del P. Enrique Flórez, publicada a partir de 1747.
La admiración que el Siglo de las Luces sintió por el pasado visigodo se dejó entrever también en la literatura y
sobre todo en el teatro neoclásico.
Con la guerra de la Independencia resurgió un inusitado sentimiento patrio que se afianzó en un ideario nacionalista con una fuerte impronta romántica que se había ido
construyendo desde el siglo xvi. La obra fundamental es la
de Modesto Lafuente (Historia General de España desde los
tiempos más remotos hasta nuestros días, 1851), en donde
define el concepto de nación ya en el reino visigodo sobre la
base de la conversión en el III Concilio de Toledo, objetivo alcanzado gracias a la predicación de los Padres visigóticos y el
mestizaje de romanos y germanos, gracias al consentimiento
Antonio Muñoz Degrain, La conversión de Recaredo, 1888.
Óleo sobre tela, 350 x 55 cm. Archivo del Senado. © Patrimonio
Histórico-Artístico del Senado. El cuadro muestra el momento de la
abjuración de Recaredo del arrianismo en el III Concilio de Toledo.
Estuvo en la Exposición Universal de París en 1889.
de contraer matrimonios mixtos, promulgado por Leovigildo.
También en el siglo xix —en 1858—, fue hallado el
toutes les questions archéologiques qui s’y rattachent, París
Tesoro de Guarrazar, cuyas coronas y cruces de oro y pie-
1860), que consideraba las coronas como distintivas de un
dras preciosas se convirtieron en un icono del visigotismo
origen germánico (francés) para no devolverlas a España.
como sinónimo del origen de la nación española. El tesoro
La disputa por el tesoro de Guarrazar enfrentó a ambos go-
estaba compuesto por doce coronas y ocho cruces, más al-
biernos, de manera que la reina Isabel II tomó cartas en el
gunas piezas sueltas. Algunas fueron vendidas en Toledo y
asunto con escaso resultado. Las coronas no fueron recu-
adquiridas por el gobierno francés; el resto pasó a formar
peradas hasta la España de Franco, en 1941, en el marco
parte de las colecciones reales gracias al tesón de José
del gobierno colaboracionista de Vichy.
Amador de los Ríos, quien además consiguió excavar el
Contemporáneamente al pensamiento conservador
lugar donde había aparecido el tesoro. En 1861 publicó El
del siglo xix, se desarrolló una corriente pictórico-histórica
arte latino-bizantino en España y las coronas visigodas de
que recalaba en los episodios medievales para fortalecer la
Guarrazar donde defendía un concepto de arte genuina-
idea de nación católica española. Muchas de las obras pro-
mente español como mezcla de los estilos romano y bizan-
ducidas formaron parte de la pinacoteca de Isabel II y otras
tino, ajeno a las pretensiones de F. de Lasteyrie (Description
se expusieron en edificios públicos, como el Senado. Uno de
du Trésor de Guarrazar, accompagnée des recherches sur
los más conocidos entre los de tema visigodo es el cuadro
Los visigodos ante el espejo de la historia. Cristina Godoy
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El Concilio III de Toledo de Martí y Monsó, que fue pintado para
versión al catolicismo, unión de los pilares sobre los que se
ser expuesto en la Exposición Nacional de 1862, o también el
asentaba el poder del «Caudillo por la gracia de Dios».
de La conversión de Recaredo de Muñoz Degrain —con la re-
Durante el primer periodo franquista se produjo una
presentación de algunos elementos del tesoro de Guarrazar,
gran influencia de los nazis en el estudio y la recuperación
para darle un cariz más «histórico-arqueológico»— y que fue
del patrimonio visigodo. Muchos especialistas se formaron
llevado a la Exposición Universal de París de 1888.
en las universidades alemanas, como Antonio Tovar, filólo-
La unificación de la Iglesia y el Estado, el altar y el tro-
go e historiador que fue nombrado subsecretario de Prensa
no, eran las bases sobre las que la monarquía había susten-
y Propaganda en 1941, y para quien los visigodos habían
tado su poder hasta principios del primer cuarto del siglo xx,
sido los fundadores de un imperio racial que marcó el des-
—teniendo como modelo a los reyes visigodos— hasta que
tino de España por su conversión al catolicismo. También
el triunfo de la II República en 1931, hizo que Alfonso XIII
en el campo de la historia del arte y la arqueología, hay que
marchara al exilio. Con el alzamiento de Franco y la Guerra
destacar a Julio Martínez Santa Olalla, nombrado director
Civil, entre 1936 y 1939, el pensamiento conservador se re-
general de la Comisaría de Excavaciones Arqueológicas, si-
activó de manera que caló muy hondo en la propaganda
guiendo los modelos alemanes del Instituto Arqueológico
del Caudillo. La alianza entre la Iglesia y el Estado llevarían
Nacional e Imperial (precursor del Instituto Arqueológico
a España al denominado «nacionalcatolicismo» que actua-
Alemán de Madrid). Martínez Santa-Olalla centró sus inves-
ba a la par entre el Ejército y la Iglesia contra unos enemigos
tigaciones en el estudio de los ajuares funerarios de los lla-
comunes: el comunismo y el bolchevismo. Esta ideología
mados enterramientos germánicos en necrópolis visigodas
se transmitía a la población a través de un férreo sistema
como la de Castiltierra (Segovia). Pretendía demostrar las
educativo que defendía los principios del Régimen.
relaciones entre España y Europa central durante el periodo
En la utilización del período visigodo por parte del fran-
visigodo, para establecer un pasado común en los estados
quismo hay que distinguir dos etapas: una primera, entre
fascistas, base ideológica y racial de la política del momen-
1939 y 1944, en la que se pretendía probar el germanismo de
to. Hay que destacar a este respecto el papel que jugó la
España y la pureza de la «raza», y, una segunda, en la que ante
Anhenerbe, una sociedad pseudocientífica fundada en 1935
la inminente derrota del Eje ítalo-alemán a partir de 1945, el
por los dirigentes e ideólogos del Partido Nacionalsocialista
régimen de Franco se retrajo, iniciando el periodo conocido
Obrero Alemán con el fin de investigar y enseñar la heren-
con el nombre de «autarquía». Si en el primer franquismo
cia ancestral alemana, en particular sobre la raza aria y su
se primaban los estudios arqueológicos sobre la llegada de
paralelismo con la raza germana. La Ahnenerbe estaba go-
estos ancestros germánicos para emparentar España con la
bernada por Wolffram von Sievers —condenado en los jui-
Alemania nazi, tras la derrota del III Reich en 1945 la mirada a
cios de Nuremberg—, y en 1940 pasó a depender de la SS
los visigodos se sublimaría para destacar su papel por la con-
(Schutzstaffel) dirigida por el Reichsfürer Heinrich Himmler.
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En ese marco de colaboracionismo y camaradería,
Martínez Santa-Olalla jugó un papel fundamental en la
visita que Himmler realizó a España en 1940. Visitaron El
Escorial; Toledo, como capital visigoda y su alcázar, maltrecho durante la Guerra Civil, y, en Madrid, los museos
del Prado y el Arqueológico Nacional; en el MAN pudo
contemplar los materiales procedentes de las necrópolis
visigodas, especialmente de Castiltierra, muchos de los
cuales acabaron en Austria, al ser enviados como presente por Santa-Olalla para complacer a Himmler, y aún no
han podido ser recuperados.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, con la victoria
de los aliados, la influencia de la ideología nazi disminuye y el régimen franquista se readapta. La mirada hacia lo
visigodo había de subrayar el peso de su conversión al catolicismo como modelo teocrático para la autoridad del
Caudillo. Se inicia el nacionalcatolicismo donde la Iglesia
católica tuvo un protagonismo especial en la recristiani-
Julio Martínez Santa-Olalla y el Reichsfürer Heinrich Himmler en octubre
de 1940 en el Museo Arqueológico Nacional, contemplando las piezas
visigodas de la necrópolis de Castiltierra, Segovia. © Wikimedia Commons.
zación de la población y la exaltación del Jefe del Estado,
El sistema educativo se impregnó de la ideología na-
cuyo poder emanaba directamente de Dios. Los intelec-
cionalcatólica a través la Revista Nacional de Educación
tuales volvieron la mirada a la historiografía romántica
que se publicaba mensualmente y era distribuida a todas
de la segunda mitad del siglo xix, recuperando discursos
las instituciones educativas, los ministerios, las universi-
como los de Marcelino Menéndez Pelayo o incluso el uni-
dades y las escuelas. Los visigodos se hacían familiares
verso pictórico historicista que recreaba el nacimiento y
al universo de los españoles —¡la necesidad de aprender-
el bautismo de la nación en el III Concilio de Toledo. La
se la lista de los reyes godos!— a través de los manuales
misma ciudad fue objeto de un programa de conservación
escolares, las revistas infantiles, postales, naipes, vitolas,
y promoción patrimonial, como el Alcázar donde, para la
sellos de correos, almanaques y hasta los envoltorios de
historiografía fascista, se había escenificado la unidad es-
productos alimenticios como los chocolates. Las ilustra-
pañola en época visigoda. Poco tiempo después, en 1960,
ciones, inspiradas en la iconografía romántica decimonó-
se inauguró el Museo de los Concilios para conmemorar la
nica, eran las mismas que muchos de nosotros conserva-
ciudad donde había nacido «la unidad moral de España».
mos aún en la retina al pensar en los visigodos.
Los visigodos ante el espejo de la historia. Cristina Godoy
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