Espacios sociales en la Edad del Bronce: la cubeta de Villena como caso de estudio
Francisco Javier Jover Maestre
Juan Antonio López Padilla
Sergio Martínez Monleón
2015
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ESPACIOS SOCIALES EN LA EDAD DEL BRONCE:
LA CUBETA DE VILLENA COMO CASO DE ESTUDIO
Francisco Javier Jover Maestre, Juan Antonio López Padilla, Sergio Martínez Monleón
Universidad de Alicante
El espacio social como unidad de observación y análisis
constituye una de las vías esenciales para inferir y representar las sociedades del pasado. Se conceptúa como el
conjunto de los lugares donde toda sociedad concreta
lleva a cabo todas las actividades de producción, distribución, intercambio y consumo, reguladas y establecidas en
cada momento de su devenir histórico; es el medio físico
donde cada sociedad articula el conjunto de relaciones
sociales que permiten su sostenibilidad y desarrollo. En
arqueología, su determinación se realiza a través de la
constatación de ciertas prácticas sociales singulares, concretadas en un tiempo y espacio determinado.
En este sentido, en relación con la Edad del Bronce
se puede indicar que después de más de un siglo de investigaciones en el Sureste peninsular se ha propuesto,
con bastantes argumentos justificativos, la inferencia del
espacio social de El Argar. El grupo argárico se puede ca-
< Huso de madera con hilo de junco (Terlinques, Villena).
talogar como una sociedad con un importante grado de
desarrollo sociopolítico (Lull et al., 2009; 2013), cuyos límites septentrionales estarían situados en la orla montañosa del Subbético alicantino (Jover y López, 1997) (Fig. 1).
Más al norte de estas elevaciones, de forma coetánea, se
desarrollarían diversas sociedades concretas todavía no
inferidas espacialmente, manteniéndose todavía, desde
la perspectiva culturalista, la idea de la existencia del área
del «Bronce Valenciano» (Jover, 1999). En uno de estos
grupos arqueológicos se integraría la cubeta de Villena.
No estamos lejos de la realidad si afirmamos que
las familias que habitaron en la cubeta de Villena durante
la Edad del Bronce tuvieron un modo de vida campesino
de base cerealista (Jover y López, 1999; 2004). La gestión
de los espacios apropiados, debió regirse, por un lado, por
la articulación de cada una de las unidades domésticas
con el medio físico transformado o no, y por otro, por las
relaciones intragrupales e intergrupales. Las relaciones sociales establecidas en el seno de aquella sociedad concreta de la que formarían parte serían las que determinarían
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Fig. 1. Mapa del este peninsular con indicación de los principales
yacimientos argáricos, de la zona valenciana y del área en estudio.
En línea blanca discontinua se muestra la propuesta de delimitación
territorial del espacio social argárico.
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tanto la distribución y asignación de las tierras y recursos
entre las distintas unidades domésticas sobre el espacio
social, como el modo de ejecutar las tareas y de gestionar
los recursos y lo producido. A modo de hipótesis, hace
años propusimos (Jover y López, 1999) que, al tratarse de
comunidades antropológicamente identificadas como tribales, los procesos de asignación y gestión del territorio, de
sus recursos y de lo producido seguirían principios de equidad en cuanto a su distribución y asignación, al ser todos
los miembros de la comunidad copropietarios del objeto
de trabajo (Sarmiento, 1992), así como de racionalidad y
sostenibilidad ecológica (Toledo, 1993). De este modo, se
tendería a garantizar la sostenibilidad social de todas las
unidades domésticas con un reparto de recursos y tierras,
a la que se uniría una planificación y gestión ordenada de
los mismos con el fin de no agotarlos e incrementarlos. Así,
se garantizaría la continuidad de cada unidad doméstica
en los espacios asignados, sancionando socialmente la
propiedad de la tierra y de lo producido, asegurando la
transmisión de la misma de generación en generación y
reforzando los lazos intrasociales por reciprocidad.
Para contrastar y refutar o validar dicha hipótesis se
inició un programa de investigación donde se prospectó
ampliamente el espacio en estudio, determinando la extensión superficial de todos los yacimientos, y se estudiaron las evidencias materiales (Jover, López y López, 1995)
para caracterizar las unidades de asentamiento (Jover y
López, 1999); pero sobre todo se inició un programa de
excavaciones en diversas unidades de asentamiento con
el fin de concretar, no sólo su estructura, organización y
funcionalidad, sino también determinar la (su) historia de
ocupación, para extrapolarla, a modo de hipótesis, al resto de unidades similares.
Hace unos años, a partir del conjunto de los yacimientos analizados, algo más de medio centenar si sumamos los documentados en Caudete (Pérez, 1997) y en el
valle de Alhorines (García, 2006), y sin tener en cuenta las
cuevas que en otros valles colindantes sí tienen una mayor
frecuentación y usos diversos (Palomar, 1995; Fairén, 2001),
se pudo determinar la existencia de 3 grandes agrupaciones para el periodo 2100-1500 cal BC (Jover y López, 1999):
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Fig. 2. Mapa con la aplicación de los polígonos de Thyessen,
priorizando el tamaño de los asentamientos.
significativo lo viene mostrando las recientes excavaciones
de Polovar (Fig. 3), donde además de un lugar de residencia,
también se ha localizado lo que podría considerarse como
un cobertizo aislado. Las dataciones disponibles aseguran
que su construcción se produciría a partir de la segunda de
las fases determinadas en Terlinques, en torno a 1930 cal
BC. En este grupo se incluirían asentamientos como Cabezo
de Penalva, Peñicas (Hernández, Pérez y Menargues, 2004) o
Pedruscales (García, 2004), junto a una treintena más.
Grupo C. Asentamiento de tipo Terlinques. Se trata de los núcleos de mayor tamaño en la zona en estudio, en torno a los 1.200-3.500/4.000 m2, con la excepción
de Cabezo Redondo (Hernández, Jover y López, 2013).
Responden a las mismas características de ubicación que
los anteriores, pero distribuyéndose de forma equidistante,
Espacios sociales en la Edad del Bronce. F. J. Jover, J. A. López, S. Martínez
Grupo A. Asentamientos de tipo Barranco Tuerto.
En esta agrupación se engloban yacimientos de muy pequeña extensión superficial, de no más de 200 m2, ubicados en puntos encumbrados de las sierras, lo que les
otorga una gran visibilidad territorial. En el registro material del Barranco Tuerto (Jover y López, 2005) no se documentó vasos cerámicos de gran tamaño, ni dientes de hoz,
ni molinos activos, pero si fragmentos empleados como
mampostería; y entre los restos faunísticos, preferentemente extremidades de especies domésticas. La datación
disponible, aunque sobre muestra de vida larga, permite
considerar que su fundación se efectuaría a partir de 1850
cal BC, perdurando hasta más allá del 1600 cal BC.
Grupo B. Asentamientos de tipo Polovar. Se trata
de núcleos de muy pequeño tamaño, inferiores a 800 m2.
Ocupan la cima y laderas de grandes cerros aislados ubicados en medio del corredor o en estribaciones montañosas
adelantadas de las sierras que delimitan la cubeta de Villena,
con una altura sobre el fondo del valle inferior a los 90 m, disponiendo de una amplia visibilidad y buenas tierras en su
entorno para la práctica agrícola. Un análisis del vecino más
próximo corregido hasta el tercer vecino, unido a un estudio
de polígonos de Thyessen permitió inferir un patrón agrupado en torno a los yacimientos de mayor tamaño y uniforme
respecto a sí mismos (Jover y López, 1999) (Fig. 2). El registro
material muestra prácticas de carácter doméstico y agropecuario, pero siempre con una enorme escasez de evidencias y sin muestras de producción metalúrgica. Un ejemplo
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Fig. 3. Área occidental de Polovar en proceso de excavación.
En primer término se observa la plataforma de aterrazamiento.
Fig. 4. Vista de Terlinques desde Polovar.
entre 5 y 7 km de distancia y con similares áreas de explotación. Entre el repertorio material destaca la presencia de
grandes cantidades de instrumentos de molienda de distintos tamaños, vasos cerámicos de gran capacidad y dientes
de hoz, además de evidencias de instrumentos metálicos
y, en algunos casos, prácticas de fundición. Asentamientos
como Terlinques (Fig. 4) fueron fundados ex novo hacia el
2100 cal BC, modificados en torno al 1930, transformados
plenamente hacia el 1750 y abandonados en torno al 1500
cal BC (Jover y López, 2009; Hernández, Jover y López,
2013). Esta misma secuencia podría ser extensible al resto
de asentamientos de similares características.
La excepción, como ya hemos señalado anteriormente, la constituye Cabezo Redondo. No sólo por las
características de emplazamiento, ocupando la ladera de
un cerro con menor visibilidad que el resto y siendo el más
oculto en el territorio, sino también por su extensión superficial –más de 1 ha– y por sus prácticas funerarias que responden a la norma argárica, efectuadas desde momentos
previos a mediados del II milenio cal BC (Hernández, 2009;
2012). Por tanto, si bien hace unos años considerábamos
que se trataba de un yacimiento exclusivamente del bronce tardío (Soler, 1987; Jover y López, 1999; 2004), las recientes excavaciones y dataciones, muestran una fundación
próxima al 1750 cal BC y una ocupación continuada hasta
el 1300 cal BC (Hernández, 2009; 2012). Así, una parte de
su ocupación –del 1750 al 1500 cal BC– fue coetánea a los
grupos anteriormente señalados, con prácticas funerarias
y elementos materiales no coincidentes, abriendo nuevos
interrogantes sobre la dinámica social y política de estos
territorios y su relación con la sociedad argárica (Jover y
López, 2009; Hernández, Jover y López, 2013).
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Con estos datos, podemos inferir:
1. Los asentamientos tipo Terlinques parecen fundarse al unísono hacia el 2100 cal BC, a tenor de las
dataciones obtenidas en Terlinques y Cabezo de
la Escoba1. En esos momentos, se habría llevado
1. Agradecemos los datos facilitados por Rubén Cabezas Romero sobre el
Cabezo la Escoba, autor de un reciente Trabajo de fin de Máster efectuado
bajo la tutela de uno de nosotros –FJJM–.
Fig. 5. Vista de Cabezo Redondo.
Fotografía cedida por M.S. Hernández Pérez.
cubeta de Villena, a aumentar la capacidades productivas, crecer demográficamente y a nuclearizar
parte de la población en un asentamiento ubicado
en el centro de los ejes de comunicación: Cabezo
Redondo (Fig. 5).
En este sentido, quedarían por determinar, entre
otras, dos cuestiones de especial relevancia. La primera, si
los pobladores del Cabezo Redondo inhumados siguiendo
la norma argárica eran o no de origen local, o si simplemente trataron de imitar las prácticas funerarias argáricas
por razones de posición social. La segunda, determinar
cuál sería el tamaño de Cabezo Redondo con anterioridad
y posterioridad al 1500 cal BC, momento a partir del cual,
buena parte de los asentamientos de la cubeta de Villena
fueron abandonados (Hernández, Jover y López, 2013).
Espacios sociales en la Edad del Bronce. F. J. Jover, J. A. López, S. Martínez
a cabo un reparto y distribución del territorio entre el conjunto de la comunidad, al parecer bajo
principios de equidad entre distintas unidades domésticas.
2. Una vez entrado el II milenio cal BC se produciría la
consolidación de la entidad social y del proyecto político iniciado, con la fundación de nuevos
asentamientos de menores dimensiones en torno
a los núcleos iniciales. Es el caso, entre otros, de
Polovar, ubicado en el entorno de Terlinques.
3. Las presiones externas ejercidas por los grupos dominantes argáricos en relación con el dominio y
control de determinados recursos y productos necesarios para la reproducción social de las entidades sociales periféricas, pero también las tensiones internas y conflictos generados por la mayor
presión ejercida sobre los recursos disponibles,
explicarían la necesidad de fundar asentamientos
logísticos de control territorial, al parecer, con anterioridad al 1750 cal BC, como Barranco Tuerto.
4. No obstante, la necesidad de incrementar la producción y la productividad ante las relaciones de
producción establecidas por los grupos dominantes argáricos, llevaría a los grupos humanos de la
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ESPACIOS SOCIALES EN LA EDAD DEL BRONCE:
LA CUBETA DE VILLENA COMO CASO DE ESTUDIO
Francisco Javier Jover Maestre, Juan Antonio López Padilla, Sergio Martínez Monleón
Universidad de Alicante
El espacio social como unidad de observación y análisis
constituye una de las vías esenciales para inferir y representar las sociedades del pasado. Se conceptúa como el
conjunto de los lugares donde toda sociedad concreta
lleva a cabo todas las actividades de producción, distribución, intercambio y consumo, reguladas y establecidas en
cada momento de su devenir histórico; es el medio físico
donde cada sociedad articula el conjunto de relaciones
sociales que permiten su sostenibilidad y desarrollo. En
arqueología, su determinación se realiza a través de la
constatación de ciertas prácticas sociales singulares, concretadas en un tiempo y espacio determinado.
En este sentido, en relación con la Edad del Bronce
se puede indicar que después de más de un siglo de investigaciones en el Sureste peninsular se ha propuesto,
con bastantes argumentos justificativos, la inferencia del
espacio social de El Argar. El grupo argárico se puede ca-
< Huso de madera con hilo de junco (Terlinques, Villena).
talogar como una sociedad con un importante grado de
desarrollo sociopolítico (Lull et al., 2009; 2013), cuyos límites septentrionales estarían situados en la orla montañosa del Subbético alicantino (Jover y López, 1997) (Fig. 1).
Más al norte de estas elevaciones, de forma coetánea, se
desarrollarían diversas sociedades concretas todavía no
inferidas espacialmente, manteniéndose todavía, desde
la perspectiva culturalista, la idea de la existencia del área
del «Bronce Valenciano» (Jover, 1999). En uno de estos
grupos arqueológicos se integraría la cubeta de Villena.
No estamos lejos de la realidad si afirmamos que
las familias que habitaron en la cubeta de Villena durante
la Edad del Bronce tuvieron un modo de vida campesino
de base cerealista (Jover y López, 1999; 2004). La gestión
de los espacios apropiados, debió regirse, por un lado, por
la articulación de cada una de las unidades domésticas
con el medio físico transformado o no, y por otro, por las
relaciones intragrupales e intergrupales. Las relaciones sociales establecidas en el seno de aquella sociedad concreta de la que formarían parte serían las que determinarían
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Fig. 1. Mapa del este peninsular con indicación de los principales
yacimientos argáricos, de la zona valenciana y del área en estudio.
En línea blanca discontinua se muestra la propuesta de delimitación
territorial del espacio social argárico.
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tanto la distribución y asignación de las tierras y recursos
entre las distintas unidades domésticas sobre el espacio
social, como el modo de ejecutar las tareas y de gestionar
los recursos y lo producido. A modo de hipótesis, hace
años propusimos (Jover y López, 1999) que, al tratarse de
comunidades antropológicamente identificadas como tribales, los procesos de asignación y gestión del territorio, de
sus recursos y de lo producido seguirían principios de equidad en cuanto a su distribución y asignación, al ser todos
los miembros de la comunidad copropietarios del objeto
de trabajo (Sarmiento, 1992), así como de racionalidad y
sostenibilidad ecológica (Toledo, 1993). De este modo, se
tendería a garantizar la sostenibilidad social de todas las
unidades domésticas con un reparto de recursos y tierras,
a la que se uniría una planificación y gestión ordenada de
los mismos con el fin de no agotarlos e incrementarlos. Así,
se garantizaría la continuidad de cada unidad doméstica
en los espacios asignados, sancionando socialmente la
propiedad de la tierra y de lo producido, asegurando la
transmisión de la misma de generación en generación y
reforzando los lazos intrasociales por reciprocidad.
Para contrastar y refutar o validar dicha hipótesis se
inició un programa de investigación donde se prospectó
ampliamente el espacio en estudio, determinando la extensión superficial de todos los yacimientos, y se estudiaron las evidencias materiales (Jover, López y López, 1995)
para caracterizar las unidades de asentamiento (Jover y
López, 1999); pero sobre todo se inició un programa de
excavaciones en diversas unidades de asentamiento con
el fin de concretar, no sólo su estructura, organización y
funcionalidad, sino también determinar la (su) historia de
ocupación, para extrapolarla, a modo de hipótesis, al resto de unidades similares.
Hace unos años, a partir del conjunto de los yacimientos analizados, algo más de medio centenar si sumamos los documentados en Caudete (Pérez, 1997) y en el
valle de Alhorines (García, 2006), y sin tener en cuenta las
cuevas que en otros valles colindantes sí tienen una mayor
frecuentación y usos diversos (Palomar, 1995; Fairén, 2001),
se pudo determinar la existencia de 3 grandes agrupaciones para el periodo 2100-1500 cal BC (Jover y López, 1999):
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Fig. 2. Mapa con la aplicación de los polígonos de Thyessen,
priorizando el tamaño de los asentamientos.
significativo lo viene mostrando las recientes excavaciones
de Polovar (Fig. 3), donde además de un lugar de residencia,
también se ha localizado lo que podría considerarse como
un cobertizo aislado. Las dataciones disponibles aseguran
que su construcción se produciría a partir de la segunda de
las fases determinadas en Terlinques, en torno a 1930 cal
BC. En este grupo se incluirían asentamientos como Cabezo
de Penalva, Peñicas (Hernández, Pérez y Menargues, 2004) o
Pedruscales (García, 2004), junto a una treintena más.
Grupo C. Asentamiento de tipo Terlinques. Se trata de los núcleos de mayor tamaño en la zona en estudio, en torno a los 1.200-3.500/4.000 m2, con la excepción
de Cabezo Redondo (Hernández, Jover y López, 2013).
Responden a las mismas características de ubicación que
los anteriores, pero distribuyéndose de forma equidistante,
Espacios sociales en la Edad del Bronce. F. J. Jover, J. A. López, S. Martínez
Grupo A. Asentamientos de tipo Barranco Tuerto.
En esta agrupación se engloban yacimientos de muy pequeña extensión superficial, de no más de 200 m2, ubicados en puntos encumbrados de las sierras, lo que les
otorga una gran visibilidad territorial. En el registro material del Barranco Tuerto (Jover y López, 2005) no se documentó vasos cerámicos de gran tamaño, ni dientes de hoz,
ni molinos activos, pero si fragmentos empleados como
mampostería; y entre los restos faunísticos, preferentemente extremidades de especies domésticas. La datación
disponible, aunque sobre muestra de vida larga, permite
considerar que su fundación se efectuaría a partir de 1850
cal BC, perdurando hasta más allá del 1600 cal BC.
Grupo B. Asentamientos de tipo Polovar. Se trata
de núcleos de muy pequeño tamaño, inferiores a 800 m2.
Ocupan la cima y laderas de grandes cerros aislados ubicados en medio del corredor o en estribaciones montañosas
adelantadas de las sierras que delimitan la cubeta de Villena,
con una altura sobre el fondo del valle inferior a los 90 m, disponiendo de una amplia visibilidad y buenas tierras en su
entorno para la práctica agrícola. Un análisis del vecino más
próximo corregido hasta el tercer vecino, unido a un estudio
de polígonos de Thyessen permitió inferir un patrón agrupado en torno a los yacimientos de mayor tamaño y uniforme
respecto a sí mismos (Jover y López, 1999) (Fig. 2). El registro
material muestra prácticas de carácter doméstico y agropecuario, pero siempre con una enorme escasez de evidencias y sin muestras de producción metalúrgica. Un ejemplo
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Fig. 3. Área occidental de Polovar en proceso de excavación.
En primer término se observa la plataforma de aterrazamiento.
Fig. 4. Vista de Terlinques desde Polovar.
entre 5 y 7 km de distancia y con similares áreas de explotación. Entre el repertorio material destaca la presencia de
grandes cantidades de instrumentos de molienda de distintos tamaños, vasos cerámicos de gran capacidad y dientes
de hoz, además de evidencias de instrumentos metálicos
y, en algunos casos, prácticas de fundición. Asentamientos
como Terlinques (Fig. 4) fueron fundados ex novo hacia el
2100 cal BC, modificados en torno al 1930, transformados
plenamente hacia el 1750 y abandonados en torno al 1500
cal BC (Jover y López, 2009; Hernández, Jover y López,
2013). Esta misma secuencia podría ser extensible al resto
de asentamientos de similares características.
La excepción, como ya hemos señalado anteriormente, la constituye Cabezo Redondo. No sólo por las
características de emplazamiento, ocupando la ladera de
un cerro con menor visibilidad que el resto y siendo el más
oculto en el territorio, sino también por su extensión superficial –más de 1 ha– y por sus prácticas funerarias que responden a la norma argárica, efectuadas desde momentos
previos a mediados del II milenio cal BC (Hernández, 2009;
2012). Por tanto, si bien hace unos años considerábamos
que se trataba de un yacimiento exclusivamente del bronce tardío (Soler, 1987; Jover y López, 1999; 2004), las recientes excavaciones y dataciones, muestran una fundación
próxima al 1750 cal BC y una ocupación continuada hasta
el 1300 cal BC (Hernández, 2009; 2012). Así, una parte de
su ocupación –del 1750 al 1500 cal BC– fue coetánea a los
grupos anteriormente señalados, con prácticas funerarias
y elementos materiales no coincidentes, abriendo nuevos
interrogantes sobre la dinámica social y política de estos
territorios y su relación con la sociedad argárica (Jover y
López, 2009; Hernández, Jover y López, 2013).
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Con estos datos, podemos inferir:
1. Los asentamientos tipo Terlinques parecen fundarse al unísono hacia el 2100 cal BC, a tenor de las
dataciones obtenidas en Terlinques y Cabezo de
la Escoba1. En esos momentos, se habría llevado
1. Agradecemos los datos facilitados por Rubén Cabezas Romero sobre el
Cabezo la Escoba, autor de un reciente Trabajo de fin de Máster efectuado
bajo la tutela de uno de nosotros –FJJM–.
Fig. 5. Vista de Cabezo Redondo.
Fotografía cedida por M.S. Hernández Pérez.
cubeta de Villena, a aumentar la capacidades productivas, crecer demográficamente y a nuclearizar
parte de la población en un asentamiento ubicado
en el centro de los ejes de comunicación: Cabezo
Redondo (Fig. 5).
En este sentido, quedarían por determinar, entre
otras, dos cuestiones de especial relevancia. La primera, si
los pobladores del Cabezo Redondo inhumados siguiendo
la norma argárica eran o no de origen local, o si simplemente trataron de imitar las prácticas funerarias argáricas
por razones de posición social. La segunda, determinar
cuál sería el tamaño de Cabezo Redondo con anterioridad
y posterioridad al 1500 cal BC, momento a partir del cual,
buena parte de los asentamientos de la cubeta de Villena
fueron abandonados (Hernández, Jover y López, 2013).
Espacios sociales en la Edad del Bronce. F. J. Jover, J. A. López, S. Martínez
a cabo un reparto y distribución del territorio entre el conjunto de la comunidad, al parecer bajo
principios de equidad entre distintas unidades domésticas.
2. Una vez entrado el II milenio cal BC se produciría la
consolidación de la entidad social y del proyecto político iniciado, con la fundación de nuevos
asentamientos de menores dimensiones en torno
a los núcleos iniciales. Es el caso, entre otros, de
Polovar, ubicado en el entorno de Terlinques.
3. Las presiones externas ejercidas por los grupos dominantes argáricos en relación con el dominio y
control de determinados recursos y productos necesarios para la reproducción social de las entidades sociales periféricas, pero también las tensiones internas y conflictos generados por la mayor
presión ejercida sobre los recursos disponibles,
explicarían la necesidad de fundar asentamientos
logísticos de control territorial, al parecer, con anterioridad al 1750 cal BC, como Barranco Tuerto.
4. No obstante, la necesidad de incrementar la producción y la productividad ante las relaciones de
producción establecidas por los grupos dominantes argáricos, llevaría a los grupos humanos de la
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