Serie de Trabajos Varios 121
Cerámica ibérica con decoración compleja del Bajo Aragón (ss.III-I a.C): caracterización de estilos y grupos decorativos
María de las Mercedes Fuentes Albero
2018
Museu de Prehistòria de València , ISBN 978-84-7795-810-9 , 306 p. p.
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S E RV IC IO D E IN V ESTI GACI ÓN PREHI STÓRI CA
D E L MU S E O D E P REHI STORI A DE VALENCI A
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 121
Cerámica ibérica con decoración compleja
del Bajo Aragón (ss. III-I a.C.)
Caracterización de estilos y grupos decorativos
María de las Mercedes Fuentes Albero
DIPUTACIÓN DE VAL E NC IA
2018
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SERVICIO DE INVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA
DEL MUSEO DE PREHISTORIA DE VALENCIA
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 121
Cerámica ibérica con decoración compleja
del Bajo Aragón (ss. III-I a. C.).
Caracterización de estilos y grupos decorativos
María de las Mercedes Fuentes albero
DIPUTACIÓN DE VALENCIA
2018
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DIPUTACIÓN DE VALENCIA
SERVICIO DE INVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA
DEL MUSEO DE PREHISTORIA DE VALENCIA
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 121
La Serie de Trabajos Varios del SIP se intercambia con cualquier publicación dedicada a la Prehistoria, Arqueología en general y
ciencias o disciplinas relacionadas (Antropología cultural o Etnología, Antropología física o Paleoantropología, Paleontología,
Paleolingüística, Epigrafía, Numismática, etc.), a fin de incrementar los fondos de la Biblioteca del Museu de Prehistòria de València.
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(Cultural Anthropology or Ethnology, Physical Anthropology or Human Palaeontology, Palaeolinguistics, Epigraphy, Numismatics,
etc) in order to increase the batch of the Library of the Prehistory Museum of Valencia.
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ISBN: 978-84-7795-810-9
eISSN: 1989-540
Depósito legal: V 2523-2018
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Imprime: Grafimar / www.grafimar.com
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A mi familia,
por su apoyo incondicional
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Presentación
En 2007 tuve la satisfacción, y el honor, de escribir la primera presentación del primer libro escrito
por M.ª de las Mercedes Fuentes Albero. Se trataba en aquel momento de una primera y prometedora
publicación sobre las entonces llamadas tesis de licenciatura. Un primer trabajo que mereció el Premio
de Investigación de la Fundación Municipal José M.ª Soler de Villena, en su modalidad de Arqueología,
edici n de 00 . En ese estudio se sistemati la clasificaci n de moti os complejos pintados sobre la
cerámica de La Serreta (Alcoi, Cocentaina, Penàguila; Alacant) y constituyó el primer paso para emprender el camino de la tesis doctoral cuya publicación presentamos ahora.
La tesis titulada “Analizar imágenes: el caso de las cerámicas ibéricas con decoración compleja del Bajo
Aragón” y el libro que tienen entre sus manos o en su dispositivo digital va más allá de lo que el título
indica. Efectivamente, se analizan las imágenes, sí, pero la meticulosidad y buen hacer de Mercedes
la lle aron a fotografiar todos los fragmentos ue caían en sus manos por muy pe ue os ue fueran,
siempre y cuando tuvieran algún elemento vegetal, animal o humano. Y, aunque pueda parecer superuo, isit todos los yacimientos en los ue se dan estas cerámicas. e este modo, ha conseguido tener
y transmitir una visión global de los lugares de hallazgo y sus entornos, información que dice mucho
sobre las razones de porqué se encuentran estas cerámicas en unos sitios sí, en otros no, en unos lugares
muchas y en otros muy pocas.
Todo ello no hubiera sido posible, a pesar del buen hacer de Mercedes, sin la colaboración indispensable
del personal de las instituciones museísticas donde están depositadas estas colecciones. Por lo tanto,
también en esta presentación quiero dejar constancia de nuestro agradecimiento a todos ellas. Agradecimiento extensible también al Museo de Prehistoria de Valencia por acoger en su Serie de Trabajos Varios
la publicación de esta tesis.
En 1944 Juan Cabré Aguiló publicó las cerámicas de Azaila en la colección Corpus Vasorum Hispanorum siguiendo la estela de las cerámicas de Llíria. urante muchos a os constituy la publicaci n más
completa sobre esta producción pero que dejaba fuera otras muchas hasta que Manuel Pellicer Catalán
publica, en 1962, una síntesis de su tesis doctoral dedicada, esta vez sí, a la cerámica ibérica del valle del
Ebro. esde entonces y hasta esta tesis doctoral no se ha hecho un estudio integral de estas decoraciones
complejas, es decir, recogiendo toda la información de cronología, localización, tipología y motivos
decorativos. No quiere ello decir que no se haya escrito algo al respecto, claro que sí que se ha hecho.
Pero siempre desde el punto de vista de un único yacimiento, como la revisión sobre el Cabezo de Alcalá
aila) de Miguel Beltrán Lloris
6) o el estudio de la figura humana pintada en cerámica ib rica
de Elena M. Maestro (1989); o los diferentes trabajos dedicados a alguna pieza o yacimiento concreto
(vide bibliografía en este mismo libro).
VII
[page-n-9]
Todas las noticias publicadas, así como las piezas inéditas que Mercedes ha podido consultar, se recogen
en este volumen constituyendo un repertorio único e indispensable para seguir leyendo y releyendo las
decoraciones egetales y las escenas figuradas del Bajo rag n.
Se completa así (pero no se termina), la investigación sobre los grandes centros productores de cerámicas
ibéricas con decoraciones complejas: Edeta/Tossal de Sant Miquel (Llíria) y L’Alcúdia (Elx), saldando
la deuda ue habían dejado pendiente los proyectos de los a os
0 liderados por Ricardo lmos y
Carmen Aranegui sobre la iconografía de estos dos importantes núcleos. El conocimiento que tenemos actualmente de la cerámica con decoración compleja del Bajo Aragón es equiparable al del Tossal
de Sant Miquel, L’Alcúdia y La Serreta. Marcando el camino a seguir a otros que empiezan a tener una
caracterización incipiente como los conjuntos de Poble Nou (La Vila Joiosa) (Pérez Blasco 2011), Libisosa Le u a) Uro Rodrígue 0 ) y otros halla gos puntuales pero no menos interesantes como
los recogidos por Isabel Izquierdo y Helena Bonet (2004), todos ellos contemporáneos a las cerámicas
del Bajo Aragón.
urante los a os de in estigaci n, el trabajo de Mercedes se ha enri uecido y nos ha enri uecido gracias
a su colaboraci n en los proyectos e lo real a lo imaginario. pro imaci n a la ora y fauna ib ricas
de la Edad del ierro
UM 004 04 3 y
R 00 030 0), financiados por el Ministerio de Economía y Competitividad, de los que esta publicación se puede considerar su epílogo. Mercedes se convierte
así en un digno epígono de todos los investigadores que hemos trabajado en esta línea de investigación.
Pero al igual que sucede con todas las investigaciones bien desarrolladas, este trabajo es el punto de
partida para iniciar nuevas líneas de investigación. Algunas de ellas, las desarrollará la propia autora
pero también otras personas podrán seguirlas o emprender nuevas al tener a su disposición tal volumen
de datos y tan rigurosamente documentados. Lo que no encuentren ustedes en este libro, búsquenlo en
la publicación en red de la tesis (http://roderic.uv.es/handle/10550/41255) pues ningún editor publica la
totalidad de una tesis como esta: ¡sería ruinoso!
No puedo acabar estas líneas sin decir que es un orgullo para mí haber colaborado con Mercedes durante
estos a os y, sobre todo, por saber ue seguimos y amos a seguir trabajando juntas, siempre y cuando
sus nuevas obligaciones laborales y familiares lo permitan. Su meticulosidad y espíritu crítico son un
acicate para todos.
Consuelo Mata Parreño
Universitat de València
Febrero 2018
VIII
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Índice
PRESENTACIÓN
VII
INTRODUCCIÓN
1
I.
3
ESTUDIOS SOBRE CERÁMICA IBÉRICA CON DECORACIÓN COMPLEJA
I.1. Historia de las investigaciones
3
I.1.1. Finales del s. XIX-principios del s. XX: Lecturas en clave micénica
3
I. . .
4
40: In uencia helena sobre la ajilla ib rica y sus decoraciones
I. .3.
40
I. .4.
60
I. . . e
60: ltas o bajas cronologías, defensores y detractores
0: Un nue o impulso a las in estigaciones
0 a nuestros días: Viejos materiales versus nue as líneas de in estigaci n
I.2. El descubrimiento de la cerámica de Azaila y su repercusión
en los estudios de iconografía
9
II. ENTRE ÍBEROS Y CELTÍBEROS
13
13
II.1. Introducción al espacio geográfico
II.2. Descripción de los yacimientos
14
II. . . lto Chac n Teruel)
4
II. . . San Crist bal Mata de los lmos)
6
II. .3. Cabe o de la Guardia
6
II. .4. Mas de Moreno
II. . . El lmo
o Calanda)
o Calanda)
II. .6. Masada de la Cerrada
II. . . Los rtos
lcorisa)
o Calanda)
o Calanda)
II. . . Colina de Santa lora Mas de las Matas)
II. . . Torre Gachero Valderrobres)
IX
[page-n-11]
II. . 0. Els Castellans Cretas)
0
II. . . San ntonio Calaceite)
II. .
. El Palao
lca i )
II. . 3. Tiro de Ca
n o Cabe o Royo
II. . 4. Mas del Cerrojo
II. .
4
lca i )
. Cabe o del Moro
II. . 6. El Castelillo
lca i )
lca i )
llo a)
II. .
. El Sabinar
liete)
6
II. .
. El Palomar
liete)
6
II. .
. Cabe o de las bejas
lbalate del r obispo)
II. . 0. Cabe o de Cantalobos o de la Cru
lbalate del r obispo)
II. .
. Cabe o del Carrasco o El Ventanico Urrea de Ga n)
II. .
. Pe afresca Castelnou)
II. . 3. Cabe o de la Bo ina Vinaceite)
II. . 4. Cabe o de lcalá
II. .
aila)
. Castillejo de la Romana La Puebla de íjar)
3
II. . 6. Celsa Velilla de Ebro)
3
II. .
. La Corona
3
II. .
. Pi uete de la talaya
II. .
. Cabe o de las Minas Botorrita)
uentes de Ebro)
uara)
3
34
II. .30. ur n de Belmonte Belmonte de Gracián)
36
II. .3 . Valmes n
36
aroca)
II. .3 . La Caridad Caminreal)
3
III. TIPOLOGÍA DE LOS SOPORTES
39
III.1. Introducción
39
III.2. Grupo I
41
III. . . Recipiente con cierre herm tico
.I.4)
III.3. Grupo II
4
4
III.3. . Recipiente con resalte
III.3. . Tinajilla
.II. )
4
. II. )
III.3.3. Recipiente con cierre herm tico
III.3.4. Lebes
.II.6)
III.3.5. Kalathos
.II. )
.II.4)
4
63
6
III.4. Grupo III
III.4. . arro
.III. )
III.4. . Plato
.III. )
III.4.3. Cuenco
X
.III. )
6
06
[page-n-12]
III.5. Grupo V
106
III. . . Tapadera
.V. )
06
III.6. Grupo VI
125
III.6.1. Crateriskos
.VI.4)
III.6. . tras imitaciones
III.6.3. Thymiaterium
.VI. )
.VI. )
36
3
III.6.4. Informes
4
IV. CONSTRUIR IMÁGENES: DECORACIONES Y ESTILOS ORNAMENTALES
161
IV.1. Introducción
161
IV.2. Ubicación espacial
162
IV.2.1. Estructura externa
162
IV.2.2. Estructura interna
164
IV.3. Técnicas decorativas
165
IV.4. Motivos
166
IV.4. . Geom tricos
66
IV.4. . Vegetales
0
IV.4.3. Animales
215
IV.4.4. ntropomorfos
3
IV.4. . tros
44
IV.5. Temas
245
IV.5.1. Demostrativos
245
IV.5.2. Narrativos
245
IV.6. ¿Estilo o estilos pictóricos del Bajo Aragón?
IV.6. . Grupo Bajo rag n I
IV.6.2. Estilo Fontscaldes
259
IV.6.3. Grupo Bajo rag n II
IV.6.4. Estilo
V.
aila
60
CONTEXTUALIZACIÓN ARQUEOLÓGICA
265
V.1. Introducción
265
V.2. Espacios cultuales
265
V. . . Cabe o de lcalá
aila)
V.3. Contextos domésticos
6
V.3. . San ntonio Calaceite)
6
V.3. . lto Chac n Teruel)
V.3.3. El Castelillo
6
0
llo a)
V.3.4. Cabe o de la Guardia
lcorisa)
3
V.3. . Pi uete de la talaya
uara)
4
XI
[page-n-13]
V.3.6. Celsa Velilla de Ebro)
4
V.3. . Cabe o de lcalá
4
aila)
V.4. Zonas de paso
0
V.4. . lto Chac n Teruel)
V.5. Centros productores alfareros
0
V.6. Contextos funerarios
0
V.6. . ur n de Belmonte Belmonte de Gracián)
V.6. . Cales Co es
BIBLIOGRAFÍA
0
laior)
VI. CONSIDERACIONES FINALES
XII
0
3
[page-n-14]
Introducción
La cerámica constituye uno de los recursos materiales con los
que los arqueólogos contamos para aproximarnos al conocimiento de sociedades pretéritas. Dicho elemento, junto a otros,
cobra gran importancia en el estudio de ciertas culturas ágrafas
o, como sucede con la ibérica, que poseen ciertos registros escritos pero de los ue toda ía se desconocen sus significados.
En esos casos, el análisis de la cerámica es un modo de aproximación válido para conocer la cultura material de esas sociedades y, en un sentido más amplio, contribuye a indagar sobre lo
inmaterial, pues también aporta información sobre cuestiones
económicas, sociales e ideológicas. Así las cosas, a través de
ese producto nos adentramos en el conocimiento de ciertos aspectos como: el modo de producción y decoración de los vasos;
su capacidad y contenido; los usos a los que fueron destinados;
los contextos en los que se recuperaron; quiénes los produjeron
(artesanos) y consumieron (elite aristocrática); el simbolismo de
lo representado; la relevancia o importancia de su posesión, etc.
La zona del Bajo Aragón es una de las más prolíferas en
cuanto a producción de cerámicas ibéricas con decoración compleja se refiere. pesar de ello, adolece de una in estigaci n en
la que se aborde su análisis de manera conjunta, como se ha hecho para el territorio de Edeta o de la Contestania. No obstante,
en ambos casos, las investigaciones comenzaron con el estudio
de las cerámicas de un yacimiento en concreto, El Tossal de
Sant Miquel (Llíria) en el primer caso (Bonet, 1995; Aranegui,
1997b) y L’Alcúdia (Elx) en el segundo (Tortosa, 2004a), por
ser los que mayor volumen de material proporcionaban. En
este sentido, y para la zona que aquí estudiamos, cabe aludir a
dos obras de referencia centradas en el estudio del Cabezo de
Alcalá (Azaila), realizadas por Cabré (1944) y Beltrán Lloris
(1976), así como a la de Pellicer (1962) sobre la cerámica ibérica recuperada en el Valle del Ebro. A ellos les debemos una
primera aproximación al conjunto analizado en este libro, fruto
de la tesis doctoral que con el mismo título presentamos en la
Universitat de València en Enero de 2015. En ella planteamos
como objetivo fundamental la caracterización de dichas ornamentaciones para individualizar, dentro de un marco geográfico y cronol gico determinados el Bajo rag n durante los
ss. III-I a. C.), diferentes estilos, grupos y talleres decorativos.
El estudio se podría hacer extensivo a talleres de la zona más
tardíos que producen cerámica romana decorada según la tradición indígena (Abascal, 1986), o a piezas ibéricas con decoraciones in uenciadas por la est tica romana, como ocurre con
algunas cerámicas del Palomar (Oliete) (Beltrán Martínez,
1958a: 30-32), pero excede los límites de este trabajo.
La metodología empleada es esencialmente iconográfica,
entendiendo por tal la descripci n, identificaci n y clasificaci n
de imágenes espacial y temporalmente, a la vez que tratamos de
averiguar su origen y evolución, deteniéndonos en la forma en
que se representan (González de Zárate, 1991: 20-113; Castiñeiras, 1998). No obstante, debemos resaltar los límites que para la
comprensión de lo representado ofrecen las decoraciones ibéricas. En el acto comunicativo que se establece al estudiarlas
y tratar de entenderlas existe un handicap, la barrera temporal
que las ha descontextualizado y, en muchos casos, aislado de
significado uentes, 00 : 4
). El ejercicio de comprenderlas no está e ento de cierta dificultad B rard y urand,
4),
pudiendo recurrir a paralelos procedentes de culturas mediterráneas coetáneas mejor conocidas. No obstante, debemos evitar
caer en un reduccionismo que traslade literalmente esos contenidos al mundo ibérico, pues como se ha visto, existe todo
un proceso dialéctico de asimilación y reinterpretación de los
modelos transmitidos (Olmos, 1985, 1986, 1987b, 1988-1989).
El fin ue perseguimos, tras emplear distintos modos de
aproximación a las imágenes ibéricas, es determinar la existencia de normas que nos permitan entender la estructura que
siguen las composiciones, ese lenguaje reglado donde artista
y consumidor comparten el c digo necesario para identificar e
interpretar lo representado. En cualquier caso, y a pesar de las
barreras con las que nos encontramos al estudiar este tipo de
1
[page-n-15]
imágenes, pretendemos una aproximación, aunque sea inicial,
al significado de lo plasmado, enla ando, por tanto, con los objeti os ue persigue la Iconología. En este sentido identificamos las imágenes, al tiempo que buscamos determinar el significado ue tu ieron para sus consumidores y la sociedad en la
que estaban insertos, valorando el contexto en el que aparecieron (Panofsky, 1939; Esteban, 1990: 3-6; González de Zárate,
1991: 113; Olmos, 1991: 210-211; Tortosa, 2003). Iconografía
e Iconología, por tanto, resultan necesarias y complementarias
para la consecución del objetivo que aquí perseguimos. Recientemente esta última disciplina ha sido objeto de críticas feraces
debido al uso inadecuado que de ella se ha hecho, tratando de
ver intenciones más complejas de las que realmente llevaron
a confeccionar la obra de arte. Como solución a la problemática surgida, abogamos por adoptar una metodología mixta, que
conjugue los análisis estructuralistas con la vía interpretativa,
aunque esta última la desarrollamos en menor medida, pues en
muchos casos remitimos a estudios específicos ya publicados.
En cualquier caso, la perspectiva que utilizamos para estudiar
lo representado es fundamentalmente intrínseca (Castiñeiras,
1998: 21-23).
En el Capítulo I realizamos un breve recorrido por las distintas investigaciones publicadas sobre cerámicas ibéricas con
decoración compleja, realizando especial énfasis en aquellas
dedicadas al área del Bajo Aragón. Es una puesta a punto de
las distintas tendencias y corrientes de interpretación que han
ido sucediéndose en el tiempo desde su descubrimiento hasta
hoy en día.
En el Capítulo II presentamos los yacimientos que han proporcionado piezas con decoración compleja. Realizamos una
síntesis de las intervenciones e investigaciones practicadas en
ellos y sobre ellos. Describimos su morfología e indicamos los
materiales recuperados. Por otra parte, ofrecemos una cronología estimada de vida, deteniéndonos en las causas que proocaron su final. Por ltimo, apuntamos la posible funcionalidad que ejercieron dentro del espacio territorial en el que estaban insertos.
En el Capítulo III caracterizamos tipológicamente los soportes sobre los que se plasman las decoraciones. Para ello hemos
seguido la clasificaci n propuesta por Mata y Bonet
), reali ando las oportunas modificaciones. e cada tipo ofrecemos
una descripción morfológica e indicamos sus posibles usos. Señalamos el número de ejemplares que se pueden incluir dentro
de él y, por yacimientos, detallamos las piezas correspondientes.
Tras su descripción, aludimos a la ornamentación que presentan, indicando el sitio en el que aparece, su estructura y el tipo
de motivos que la componen.
El Capítulo IV constituye el eje central del trabajo. En él
abordamos el estudio de las decoraciones propiamente dichas.
En primer lugar, siguiendo con la presentación por tipos cerámicos, señalamos el espacio que éstas ocupan en el soporte, detallamos el número de registros que las componen y la naturaleza
de lo representado. A continuación examinamos cómo se estructura la ornamentación a nivel interno, es decir, si se dispone en
2
frisos continuos o metopados. Le sigue una alusión a las técnicas decorativas documentadas. Más tarde ofrecemos el corpus
de motivos individualizados, diferenciando entre: geométricos,
fitomorfos, oomorfos, antropomorfos y de otro tipo objetos).
De cada uno realizamos una breve descripción, detallamos el
tipo de soportes y yacimientos en los que se recuperaron, su
cronología de uso dentro del conjunto estudiado, buscamos paralelismos para los egetales y figurados e, incluso, se alamos
el tipo de escenas en los que aparecen, indicando el espacio que
ocupan, la funcionalidad que desempeñan y si existe alguna
asociación recurrente con otro tipo de motivos. Por otra parte, abordamos los temas representados por tipos cerámicos, que
como se erá, resultan recurrentes. inalmente, en base a todos
los parámetros expuestos, individualizamos estilos, grupos y talleres decorativos.
En el Capítulo V estudiamos los contextos en los que se
recuperaron las cerámicas ibéricas con decoración compleja
analizadas. No obstante, solamente hemos recogido los mejor
conocidos, pues cabe tener presente que la mayoría de materiales procede de excavaciones arqueológicas antiguas, en las que
los criterios aplicados provocaron la pérdida de datos. Hemos
clasificado los conte tos seg n su naturale a cultuales, dom sticos, funerarios, zonas de paso o centros productores) y especificado los yacimientos en los ue se ha documentado cada uno
de ellos. Además, describimos detenidamente el espacio en el
ue se locali aron los asos, especificando, en los casos en los
que es posible, los materiales con los que fueron recuperados
y ofrecemos una posible interpretación del mismo, además de
indicar una cronología estimada de uso.
Por último, en el Capítulo VI recogemos las conclusiones
del trabajo y ofrecemos una re e i n general sobre la figura del
artesano, los c digos iconográficos aplicados y la interacci n
ue debi e istir entre el artista y el comitente. En definiti a,
cómo a través de lo visible podemos indagar en lo invisible, es
decir, en ciertos aspectos socioculturales y en los imaginarios
colectivos transmitidos a través de este vehículo de expresión,
las decoraciones pintadas sobre cerámica.
No podemos terminar estar líneas sin hacer mención a todas aquellas instituciones, grupos de trabajo y personas que han
posibilitado llevar a cabo el presente trabajo: Departament de
Prehistòria i Arqueologia de la Universitat de València, Escuela
Española de Historia y Arqueología en Roma, Institut d’Estudis
Vallencs, Museu Arqueològic de Catalunya-Barcelona, Museo
Arqueológico Nacional, Museu de Menorca, Museu de Valls,
Museo Provincial de Huesca, Museo Provincial de Teruel, Museo Provincial de Zaragoza, Taller de Arqueología de Alcañiz,
Servicio de Investigación Prehistórica de Valencia, Equipo del
Proyecto de Investigación De lo real a lo imaginario. Aproximación a la flora ibérica durante la Edad del Hierro, Equipo
del Proyecto de Investigación De lo real a lo imaginario. II.
Aproximación a la fauna ibérica durante de Edad del Hierro,
Sil ia lfay , Carmen ranegui, Luis atás, Tomás urtado,
Luis Lozano, Consuelo Mata, José Pérez Ballester y Trinidad
Tortosa. A todos ellos ¡gracias!
[page-n-16]
I
Estudios sobre cerámica ibérica con decoración compleja
I.1. HISTORIA DE LAS INVESTIGACIONES
A continuación realizamos un breve recorrido por algunos de
los trabajos dedicados al estudio de las cerámicas ibéricas ornamentadas con moti os fitomorfos, antropomorfos o oomorfos,
junto a otros geométricos. No es nuestra pretensión realizar un
análisis pormenori ado de cada una de las obras, sino dar cuenta
de los estudios más significati os.
I.1.1. FInales del s. XIX-prIncIpIos del s. XX:
lecturas en clave MIcénIca
Entre finales del s. I y principios del s.
, el mundo científico comen a interesarse por la cultura ib rica a raí de una
serie de descubrimientos ue se atribuían a dicha cultura, tales
como: las esculturas del Cerro de los Santos (Montealegre del
Castillo), en 63 la ama d El El ), en
y las cerámicas con decoraci n compleja del Cabe o de lcalá
aila),
entre
y
0 fig. ).
Por tanto, desde el comien o de los estudios sobre la cultura
material de los iberos estuvo presente el interés por las piezas cerámicas ue presentaban ornamentaciones complejas. e hecho,
son esas decoraciones las que van a servir como hilo conductor
de las e plicaciones sobre el origen de la cultura ib rica.
No hacía demasiado tiempo, Schliemann y E ans habían
descubierto la ciudad de Troya
0
0) y una desconocida civilización prehistórica en Micenas. La repercusión de sus
trabajos fue tal, ue unas d cadas más tarde toda ía resonaba
su in uencia entre los ar ue logos espa oles, interpretando los
halla gos, actualmente atribuidos a la cultura ib rica, bajo el
prisma del mundo mediterráneo.
El primer investigador que hizo alusión a la autoría de las
cerámicas decoradas documentadas hasta el momento fue M lida
3). ste, desde unos planteamientos tnicos, consideraba
ue fueron los celtíberos los ue debieron reali arlas. Un poco
más tarde, los hermanos Gasc n de Gotor
0), en la misma
línea ue el anterior, consideraron ue las decoraciones egeta-
les ue aparecían en el yacimiento del Cabe o de lcalá
aila) podían atribuirse a los iberos. Por otra parte, Perrot y Chipie
4) consideraban ue el origen de esas pie as era mic nico,
a partir de las similitudes aparentes ue e istían entre el aso
del Cabezo de Alcalá (Azaila) dado a conocer por los hermanos
Gasc n de Gotor
0: Lám. III, Libro I) y los pertenecientes
a la cultura mic nica Perrot y Chipie ,
4) fig. ). Esta hip tesis cal rápidamente en el mundo de la in estigaci n, siendo asumida por renombrados ar ue logos, como Paris
03
04), Reinach
0 ) o Vasseur
0 , 0 ), entre otros.
En líneas generales podemos decir, a tenor de lo e puesto,
ue las cerámicas decoradas con moti os oomorfos, antropomorfos y fitomorfos resultaron de inter s en el mundo científico
desde los primeros momentos de su descubrimiento, dada su e cepcionalidad. No obstante, el desconocimiento de la cultura ib rica lle a intentar estudiarlas a partir del mundo conocido, ue
en este caso era el mic nico. Las in estigaciones, por tanto, se
basaban en la comparaci n, buscando paralelos ue autentificaran la antigüedad de las dataciones, atribuidas al II milenio a. C.
sí las cosas, eran temas centrales de estos trabajos, aun ue
se trataban de manera tangencial, aspectos relacionados con la
procedencia de las pie as, su atribuci n cultural y cronol gica,
así como las in uencias recibidas.
e especial importancia fueron los descubrimientos lle ados a cabo por lbertini en L lc dia El ), en 06. Gracias a
sus trabajos se cuestionaron las cronologías altas que se venían
proponiendo hasta el momento. Las e ca aciones practicadas
en dicho enclave demostraban que las decoraciones complejas
aparecían en los estratos situados inmediatamente debajo de los
de poca romana, por lo ue propuso su perduraci n hasta ese
momento lbertini, 06, 0 ).
En este mundo de controversias aparece la contribución de
Siret, uien definiti amente calificaba esas cerámicas con decoraci n compleja como ib ricas, abandonando así las hip tesis
mic nicas. No obstante, dejaba patente el in ujo ue sobre los
pueblos peninsulares ejercieron los p nicos y griegos. Parejo a
ello propuso una dataci n no anterior al 00 a. C. Siret, 0 ).
3
[page-n-17]
A
B
C
Fig. 1. Primeros hallazgos atribuidos a la
cultura ibérica:
A.-Escultura del Cerro de los Santos
(Montealegre del Castillo)
(Foto: R. Font).
B. ama d El El ) oto: R. ont).
C.-Piezas procedentes del
Cabezo de Alcalá (Azaila)
(Fotos: Museo de Zaragoza. J. Garrido).
En esta línea tambi n cabe destacar el trabajo de Pijoán
0 )
y el de Ca urro y Gandía
3
4). Estos ltimos confirmaron la baja cronología de las pie as a raí de las e ca aciones
efectuadas en mpurias L Escala), donde junto a las cerámicas
objeto de este estudio aparecían otras de origen griego.
De este modo quedaba aceptada la autoctonía de las cerámicas con decoraci n compleja, atribuy ndose su autoría a los
iberos y datándose, por tanto, en los a os anteriores a la ocupaci n romana, uedando superados a uellos trabajos ue las
consideraban coetáneas al mundo micénico.
I.1.2. 1915-1940: InFluencIa helena sobre
la vajIlla IbérIca y sus decoracIones
En esta nue a etapa se resalta la in uencia ue el mundo griego
en concreto sus artesanos y ceramistas) ejerci sobre las decoraciones objeto de nuestro interés.
El primer in estigador ue debemos destacar es Bosch,
quien publicó El problema de la cerámica ibérica Bosch,
). En esa obra aborda, de manera sistemática, la problemática e istente sobre la dataci n de las pie as cerámicas. Insiste
en la autoctonía de las producciones, aun ue hay ciertas similitudes que le permiten relacionarlas con la cerámica ática de
figuras rojas, la helenística y la campaniense.
Entre sus atribuciones, cabe tambi n se alar ue pauta
los pasos que toda investigación relativa al tema que abordamos debería seguir: en primer lugar, delimitar espacialmente
4
los marcos geográficos de los ue proceden las pie as para,
posteriormente, poderles atribuir una cronología. En este sentido, Bosch identifica la e istencia de cuatro regiones: la del
SE. lacant, Murcia y lbacete), la andalu a, la aragonesa
y la castellana, di idida en septentrional Valle del uero) y
meridional (Valle del Jalón). Las producciones de estos grupos
locales estarían datadas, grosso modo, entre los ss. V I a. C.
No obstante, en base a las particularidades de sus decoracio
nes establece dos periodos: el primero, ue abarcaba los
ss. VI IV a. C., se caracteri aba por la presencia de moti os
geom tricos, egetales y humanos el segundo, ue comprendía
los ss. III I a. C., por su similitud a las ornamentaciones de las
cerámicas griegas de figuras rojas.
Las e ca aciones practicadas en mpurias L Escala)
Ca urro y Gandía,
3
4), en concreto la secuencia estratigráfica obtenida, demostraban la eracidad de la cronología
propuesta por Bosch para estas pie as, lo ue hi o ue el autor
defendiera sus postulados en sucesi as publicaciones Bosch,
,
a,
).
Su propuesta de división regional de las producciones cerámicas fue muy pronto aceptada en el mundo de la in estigaci n.
demás, deri en la acu aci n de algunos t rminos ue fueron
bastante utili ados por la literatura posterior para referirse a dos
de los principales focos de producci n de cerámicas con decoración compleja: estilo Oliva-Liria Ballester, 3 : 46 Pericot,
36), para referirse a la propia de los edetanos, y grupo Elche-
[page-n-18]
ig. . Cerámica mic nica
(Foto: V. M. Dávila).
Archena bermaier y eiss,
Tortosa, 006: ), en el
caso de los contestanos. No corrió la misma suerte su propuesta
de dataci n de las cerámicas ib ricas, siendo objeto de crítica
en los a os 40.
I.1.3. 1940-1960: altas o bajas cronologías,
deFensores y detractores
En esta tercera etapa se producen grandes descubrimientos,
pues empie an a e humarse restos de encla es como El Tossal de Sant Mi uel Llíria), cuyas e ca aciones se iniciaron
en la d cada anterior, o la necr polis del Cabecico del Tesoro
Verdolay), donde abundan las pie as con decoraciones ege
tales y figuradas fig. 3).
Por otra parte, este período tambi n está marcado por la repercusión que la teoría pancéltica tuvo en el ámbito de la investigaci n. Encabe ada por Martíne Santa lalla, no aceptaba la
e istencia de un pueblo ibero con carácter propio, pues consideraba que quedaban incluidos dentro del mundo celta. No
obstante, sí reconocía la e istencia de ciertas diferencias, fruto
de los contactos mantenidos con los fenicios, griegos y p nicos
Martíne Santa lalla, 4 ).
En cuanto a los temas de debate que copaban el panorama
científico, cabe destacar las discusiones ue suscitaban la atribuci n cronol gica de las pie as y la identificaci n de las inuencias ue recibía el llamado arte ib rico .
El primero de ellos es abordado por Nieto
3
40), a
prop sito de la necr polis del Cabecico del Tesoro Verdolay).
En su trabajo se ala el parecido formal e istente entre las orna
mentaciones descubiertas en dicho encla e y las locali adas
en rchena. Ese dato, junto a la ausencia de cerámicas roma
nas, le lle a a datar el yacimiento entre la mitad del s. V a. C. y
la segunda mitad del s. III a. C., dejando patente ue posterio
res halla gos podrían modificar esta ltima fecha, pues apunta
que tal vez las cerámicas campanienses poseían una cronología más moderna de lo que hasta el momento se había pensado
Nieto, 3
40: 40).
La dataci n propuesta no difería de las ue se enían defendiendo hasta el momento. No obstante, pronto comien an
las controversias respecto a las cronologías aceptadas por el
a al ue representaba la secuencia estratigráfica de mpurias
L Escala). Una e se cuestiona el pilar central sobre el ue se
asentaban la inmensa mayoría de las dataciones, stas se tambalean y amena an con derrumbarse, al tomar como modelo otras
ue se consideran más fiables. e este modo, en la literatura
científica e isten dos posturas: una, defensora de la propuesta
crono estratigráfica de mpurias L Escala) Castillo, 4 ) y
otra que plantea cronologías más bajas.
El primer investigador que rompe con las cronologías que
hasta el momento se habían asumido es igueras
40), uien
dirigi las e ca aciones ar ueol gicas del Tossal de Manises
(Alacant). En el transcurso de las mismas pudo determinar que
[page-n-19]
A
B
Fig. 3. Cerámica ibérica:
A.-Procedente del Cabecico del Tesoro (Fotos: T. Tortosa). B.-Recuperada en Tossal de Sant Miquel (Fotos: E. Collado).
en ciertos ni eles aparecían, de manera conjunta, cerámicas
ib ricas y romanas. etallando más algunos aspectos, especific ue para el caso descrito, las cerámicas ib ricas decoradas
presentaban moti os geom tricos ue, en algunas ocasiones,
podían aparecer combinados con otros fitomorfos. Por otra
parte, los ni eles más recientes, datados en poca augustea,
también presentaban cerámicas de las dos procedencias apuntadas, si bien, en el caso de ue las ib ricas estu ieran decoradas
presentaban un repertorio más amplio de motivos (geométricos, fitomorfos, antropomorfos y/o oomorfos). e este modo,
establecía una relaci n entre la estratigrafía y los temas decorati os, planteando una e oluci n estilística, al mismo tiempo ue
proponía como fecha de inicio de esas producciones la segunda
mitad del s. III a. C. igueras,
: 3 0).
De este mismo momento es el trabajo sobre el poblado ibérico de Rot ina Sot de errer) letcher, 40). El hecho de ue
las e ca aciones se practicaran de manera rigurosa, junto a ue
nicamente se document un ni el de ocupaci n, hi o a ojos del
resto de in estigadores ue ste fuera un encla e mod lico a partir del cual datar las ornamentaciones que en él aparecían. Así
pues, letcher consideraba ue las decoraciones de tipo geom trico debían fecharse entre los ss. IV III a. C., mientras ue las
figuradas se iniciarían a finales del s. III a. C. y perdurarían hasta
el s. I a. C. o, incluso, s. I d. C. letcher, 40: 40, 43). icha
propuesta se io ratificada unos a os más tarde gracias a las e ca aciones reali adas en el Cabe o del Tío Pío rchena), donde
a las ornamentaciones egetales y figuradas se les atribuía una
cronología de finales del s. III a. C. San Valero y letcher, 4 ).
Poco a poco, en base a los nue os trabajos practicados en
otros yacimientos, fue calando entre los in estigadores la propuesta de datar las pie as con decoraciones figuradas y ege6
tales en poca romana. Entre ellos, cabe destacar la figura de
García y Bellido
43), uien, in extremis, consideraba ue el
resto de las artes figurati as ib ricas debía poseer tambi n una
cronología baja.
Unos a os más tarde, un nue o trabajo contribuirá a desterrar del panorama de la investigación las cronologías proporcionadas por la estratigrafía de mpurias L Escala). Se trata
del que Lamboglia realiza sobre las cerámicas campanienses
recuperadas en algunos yacimientos ib ricos y sobre las producciones cerámicas iberas e portadas fuera del ámbito peninsular
Lamboglia,
,
4). En base a ello, databa las decoraciones del tipo Elche rchena entre los a os 30 0 a. C.
nte este panorama científico, es l gico ue se suscitaran
debates entre los distintos investigadores dedicados al mundo
ib rico, si bien, a tenor de los resultados obtenidos en las ltimas e ca aciones practicadas, donde la metodología aplicada
era cada e más rigurosa, se fueron aceptando de manera incuestionable las cronologías bajas.
Por otra parte, en este período comien an a er la lu importantes compendios sobre las cerámicas ibéricas con decoración
compleja recuperadas en a os anteriores en di ersos yacimientos. La iniciativa surge a raíz del impulso que supuso la edición
de los fondos clásicos ue se estaba reali ando en otros países,
titulada Corpus Vasorum Antiquorum. sí las cosas, lo ue se
hi o en el ámbito peninsular fue trasladar la idea a los materiales
cerámicos ibéricos. La obra de conjunto recibió el nombre genérico de Corpus Vasorum Hispanorum, al ue posteriormente se
le a adía en el título el nombre del yacimiento al ue estaba dedicado el olumen. En principio se proyect la edici n de cuatro
ol menes, si bien no todos llegaron a buen t rmino, caso del
de Numancia Garray) o el de L lc dia El ) lmos,
a).
[page-n-20]
El primero de los ol menes estaba dedicado al Cabe o de
Alcalá (Azaila). En él se databan las decoraciones complejas
entre los ss. II I a. C. en base a la tipología de los asos y a los
conte tos en los ue se documentaron Cabr , 44). Sobre l
volveremos más adelante.
El segundo trataba sobre el Tossal de Sant Miquel (Llíria)
(Ballester et al.,
4). En dicha obra se clasificaban las pie as
en funci n de su tipología, se ofrecía el desarrollo de las ornamentaciones y se prestaba atenci n a las inscripciones pintadas.
En el pr logo, elaborado por Pericot, se ofrecía una rápida isi n de las diferentes posturas adoptadas por los in esti
gadores sobre las cerámicas con decoraci n compleja, desde su
descubrimiento hasta la publicaci n de la obra. Por otra parte,
se alaba ue el origen de ese tipo de producciones debía ser
griego y ue cronol gicamente podían establecerse dos períodos. El primero, fechado entre los ss. IV III a. C., correspon
día a las pie as con decoraci n egetal, mientras ue el segundo, acotado entre los ss. II I a. C., se caracteri aba por ue los
asos se ornamentaban tambi n con moti os animales y antropomorfos. Por tanto, las dataciones propuestas encajaban con
las cronologías bajas.
En el caso concreto de las decoraciones narrativas de Tossal
de Sant Mi uel Llíria), Pericot las dat entre el s. III a. C. y la
primera mitad del s. I a. C., en base a las importaciones asociadas, y consider ue el final del encla e se produjo a raí de las
Guerras Sertorianas 6 a. C.).
modo de apunte, y para dar por concluida esta etapa, sealar ue en este momento tambi n arrancaba otra corriente de
in estigaci n, la interpretati a, cuya presencia en el panorama
científico no resultaba más ue anecd tica en estos momentos,
siendo retomada unas décadas más tarde. El autor que la inaugura es García y Bellido
43), sigui ndole ernánde de il s
44: 6 ) y Blá ue
4).
I.1.4. 1960-1990: un nuevo IMpulso a las InvestIgacIones
En esta nueva etapa persisten los postulados anteriores sobre
la cronología atribuida a las decoraciones complejas. En este
sentido, destacan los trabajos de letcher
60) y Cuadrado
60), uienes marcan como fecha de inicio de estas pro
ducciones los ltimos a os del s. III a. C., perdurando hasta
finales del I a. C.
En la d cada de los 0 las in estigaciones tratan de tipificar
los soportes sobre los que se desarrollan estas ornamentaciones. Una e conseguido, el punto de análisis se centra en caracteri ar sus pautas de ubicaci n en el campo decorati o y su
e oluci n en el tiempo ranegui,
4 Beltrán Lloris,
6
El ira,
Pericot,
). En esta línea surgen trabajos ue
pretenden definir rasgos estilísticos característicos de un determinado territorio. Son pocos los que comparan los resultados
obtenidos con otras áreas geográficas para establecer in uencias, similitudes y diferencias Pericot,
). En este sentido
destaca el trabajo de Lillo
) sobre la ona murciana el
de Nordstr m sobre la alicantina
6
3), donde ofrece
un discurso ue combina la descripci n con la interpretaci n y
apunta la posibilidad de ue e istiera mayor di ersidad de talleres de producción que los asumidos hasta el momento (OlivaLlíria y Elche rchena) los de ranegui y Pla
) para la
ona alenciana y, por ltimo, los de Pellicer sobre el Valle del
Ebro
6 , 6
0).
Por otra parte se abordan otras cuestiones, como las in uencias recibidas por los iberos de otras culturas y ue plasmaron
en sus ornamentaciones, unas eces trasponiendo las imágenes
de manera más o menos fidedigna y otras reinterpretando los
moti os ad uiridos, pudiendo atribuirle nue os significados
lmagro Basch,
6 lmagro Gorbea y lmos,
).
Tambi n e isten in estigaciones centradas en un aspecto en
concreto de las decoraciones, sobrepasando en su análisis los
límites territoriales establecidos desde otros ámbitos de estudio.
Ello permite detectar pautas comunes y diferencias en aspectos
como el atuendo o el armamento. Sobre ambos aspectos destacan los estudios que Maestro realiza para las cerámicas del
Tossal de Sant Mi uel Llíria) Maestro,
4,
,
a,
b,
6), mientras ue el otro trabajo ue merece la pena
resaltar se centra en la estimenta de los iberos Bandera,
,
). En este ltimo caso, el análisis se reali a desde un punto
de ista supraterritorial, con el fin de detectar semejan as, establecer una cronología de uso, así como determinar su punto de
origen y centros de difusi n. Para lograrlo se recopilan todas las
representaciones humanas conocidas, independientemente del
soporte utilizado.
La d cada de los 0 se inaugura con una ieja pol mica,
la discutida cronología de las piezas con decoración compleja.
El problema surge cuando comienzan a revisarse los materiales
ar ueol gicos y los datos proporcionados por las e ca aciones
practicadas en d cadas anteriores, pues se ponen en entredicho
los resultados obtenidos. sí pues, por ejemplo, Bonet y Mata
proponen una nue a dataci n para el final de Tossal de Sant Miuel Llíria), a finales del s. III a. C. o principios del s. II a. C.,
quedando obsoleta la hipótesis que vinculaba su destrucción a
las Guerras Sertorianas Bonet y Mata,
). Por contrapo
sici n, otros autores consideran ue es ese acontecimiento his
t rico el ue e plica la iolenta destrucci n de ciertos yaci
mientos, como El Cabe o de lcalá
aila) Beltrán Lloris,
6,
b).
Por ltimo, destacar otra de las corrientes ue se retoma
en estos momentos. Se trata de la interpretación de las representaciones pintadas sobre cerámica, ue iene a completar la
descripci n meramente formal ue había estado en boga hasta
entonces García y Bellido,
4 u ahn, 6 ). e nue o,
esta corriente no irrumpi con toda la fuer a deseada hasta ue
en la d cada de los 0 recibi un nue o impulso de mano de uno
de los primeros in estigadores en adherirse a ella. Nos referimos a Blá ue , uien releyendo imágenes plante la hip tesis
de interpretar las representaciones como alusiones al ámbito
religioso Blá ue ,
). e nue o, estos planteamientos no
contaron con gran aceptaci n en el panorama científico del momento, si bien, serán retomados arias d cadas despu s y deriarán en una fecunda ía de in estigaci n, al frente de la cual se
encuentra, entre otros, lmos
a).
I.1.5. de 1990 a nuestros días: “vIejos” MaterIales versus
nuevas líneas de InvestIgacIón
Lejos de atenuarse el inter s por las decoraciones complejas, al
ser pocos los nuevos materiales que se recuperan en las recientes e ca aciones ar ueol gicas o en campa as practicadas en
yacimientos ya e plorados, en estos momentos nos encontramos ante un rea i amiento de los estudios iconográficos. El panorama de las in estigaciones es bastante complejo y completo,
[page-n-21]
pues fruto de los caminos e plorados durante los a os anteriores, los nue os trabajos intentan ser más holísticos. sí pues, en
un mismo estudio se anali an las decoraciones, la tipología de
los soportes sobre los ue se reali an y los conte tos ar ueol gicos en los ue fueron hallados, con el fin de poder establecer
ne os comunes entre ellos, así como conocer la sociedad ue
los produce y consume, iendo en ellos una forma de autorrepresentación grupal.
En t rminos generales, podemos agrupar a la inmensa mayoría de los in estigadores ue abordan el tema de estudio en
torno a dos escuelas: la de Madrid, encabe ada por lmos e
integrada, entre otros, por Tortosa y Santos y la de València, al
frente de la cual se encuentra ranegui, ue incluye a in estigadores como: Bonet, Mata y P re Ballester. mbas escuelas han
producido y siguen produciendo abundante literatura, si bien,
los planteamientos de los ue parten son ligeramente diferentes.
En el caso de los planteamientos metodol gicos, los de la
escuela de Madrid uedaron definidos por lmos unos a os
atrás
b,
,
6c). Este autor se ala ue en los estudios iconográficos anteriores predominaba la ía comparati a,
estableciendo paralelos entre los elementos aut ctonos y los
foráneos, en este caso reducidos al mundo heleno y oriental.
Lejos de abogar o atacar a esa corriente de in estigaci n, muestra
cuáles son las ventajas e inconvenientes que podían derivar de
su praxis. Con el fin de subsanar los fallos en los ue incurría la
citada ía de in estigaci n, ue en ocasiones de enía simplista,
Olmos propone analizar las decoraciones como algo propio de
la cultura ib rica y, posteriormente, siempre ue fuera posible,
establecer paralelismos con otras culturas mediterráneas contemporáneas. La praxis de esta doble vía se aplica por vez primera
en una e posici n ue sobre la cultura ib rica recorre Espa a
e Italia (Olmos et al.,
), seguida de otra obra ue recoge
diferentes in estigaciones sobre el imaginario ib rico reali ado
en diferentes tipos de soporte lmos,
6e). Se da prioridad
al análisis interno de las decoraciones, es decir, a su estructura o
sinta is compositi a, en el sentido de ue permite conocer lo intrínseco de las representaciones. Este modo de proceder permite
no solamente compatibili ar tipos de análisis di ersos, como son
la descripci n, la interpretaci n y la comparaci n, sino ue además se pueden delimitar asociaciones e istentes entre di ersos
moti os y rastrearlas en otros ámbitos culturales.
La escuela valenciana centra sus trabajos en las decoraciones pictóricas del poblado ibérico del Tossal de Sant Miquel
Llíria), capital del territorio de Edeta. El primer trabajo que
merece la pena destacar es el de Bonet sobre las cerámicas con
decoraci n compleja Bonet,
,
). icha autora resalta
la importancia de su conte tuali aci n, en tanto en cuanto contribuye a comprender la funcionalidad y simbolismo de la pie a.
Unos a os más tarde, el e uipo de in estigaci n de la Uni ersitat de València presenta los resultados de su in estigaci n en
el Coloquio Internacional Iconografía ibérica e Iconografía
Itálica: propuestas de interpretación y lectura, donde e ponen
la metodología aplicada para apro imarse al estudio de las ornamentaciones (Aranegui et al.,
). un ue en dicha publicaci n se alude e clusi amente a las cerámicas procedentes de
Tossal de Sant Mi uel Llíria), el m todo de trabajo resulta e tensivo a las piezas recuperadas en otros centros poblacionales
del territorio de Edeta Puntal dels Llops, Castellet de Bernab ,
etc.). Ese mismo a o,
, se publica Damas y caballeros en la
ciudad ibérica. Las cerámicas decoradas de Llíria (Valencia),
donde se presenta bre emente el yacimiento del Tossal de Sant
Mi uel Llíria) y se aborda el análisis de los soportes cerámicos
y las decoraciones pict ricas, a tra s de las cuales se apro iman al conocimiento de la sociedad representada. Todos estos
elementos han permitido identificar dos estilos pict ricos con
id ntica cronología y funcionalidad
ranegui,
b). Posteriormente publican un estudio sobre la funcionalidad de los
moti os fitomorfos en la sinta is decorati a del Tossal de Sant
Mi uel Llíria) P re Ballester y Mata,
). En l se demuestra la ersatilidad significati a de estos moti os, pues traspasan
lo meramente ornamental para servir de marcadores espaciales
y temporales en las escenas representadas.
Tras este breve recorrido por las escuelas que actualmente
están en boga en los estudios de iconografía ascular, apreciamos c mo a pesar de ue comparten el mismo objeto de estudio,
difieren en el modo de apro imarse a la sociedad representada
en las pinturas, ue las encarga y consume. sí pues, mientras
ue la escuela alenciana, como anteriormente hemos dicho,
limita su análisis a las decoraciones del círculo de Edeta, la madrile a tiene un espectro de mira más amplio, incluyendo en
el estudio otros ámbitos culturales y tipo de soportes. mbas
escuelas tratan de descifrar la sinta is constructi a de las deco
raciones, si bien, la escuela encabe ada por ranegui otorga
prioridad al estudio de las imágenes en relación al soporte sobre
el ue se representan y al conte to al ue pertenecen, mientras
que la que dirige Olmos prioriza aquellos trabajos encaminados
a descifrar el simbolismo de lo representado.
Por otra parte, en este período de tiempo, se a a producir
la atomi aci n de los estilos decorati os ue desde los a os 30
había calado en la bibliografía Ballester, 3 : 46 bermaier y
eiss,
). Nos referimos a las tradicionales denominaciones
de estilo Oliva-Liria, para las decoraciones de tipo narrati o, y
las de Elche-Archena para aquellas que tenían sentido simbólico
García y Bellido, 43:
Tarradell, 6 ). Estudios recientes
y pormenori ados sobre las decoraciones halladas en cada uno
de los encla es ep nimos, junto con otros ue uedan incluidos
dentro de sus círculos de in uencia y en los ue han aparecido
decoraciones asculares complejas, han permitido determinar
ue en realidad e isten más estilos de los ue hasta el momento
se había aceptado. En el caso del tradicional estilo Oliva-Liria
se ha visto cómo sólo entre las decoraciones procedentes del
Tossal de Sant Mi uel Llíria) se pueden diferenciar dos estilos
pict ricos ranegui,
a ranegui et al.,
Bonet,
:
440 443). Por otra parte, a pesar de las similitudes patentes entre
las decoraciones del Estilo II de ese círculo y las de La Serreta
lcoi), e isten elementos suficientes ue permiten diferenciar
las decoraciones procedentes de uno u otro ámbito uentes,
006, 00 Tortosa, 006: 0 0 ). En cual uier caso, ueda
superada la delimitación espacial que del estilo narrativo se hacía en pocas anteriores, al corroborarse su utili aci n desde onas situadas en el SE. peninsular hasta el alle del Ebro Bonet y
Mata, 00 :
). En el caso de las decoraciones pertenecientes
al convencionalmente denominado estilo Elche-Archena, Tortosa recientemente ha publicado arias obras 004a, 006),
deri adas de su tesis doctoral Tortosa,
), donde mediante
los temas plasmados, la composici n de las decoraciones y su
aspecto, ha podido identificar tres estilos diferentes dentro del
conjunto de asos recuperados en L lc dia El ). Todos ellos
[page-n-22]
habrían sido reali ados en un mismo centro productor, a pesar de
ue sus características son diferentes. ellos habría ue sumarle
la e istencia de otros dos talleres, incluidos dentro del grupo
del Sureste , ue tienen similitud con el Estilo I, pero difieren en
el aspecto de los tra os y en la forma de componer las decoraciones. Por otra parte, identifica otros cuatro estilos más: el del
Monastil, marejo, La Serreta y El Tolmo de Minateda Tortosa,
006:
04), si bien, la e istencia de este ltimo ya fue apuntada en a os anteriores por bad y San Gamo
). pesar
de lo innovador que pudiera parecer el diseminado panorama estilístico ue nos ofrece Tortosa, cabe recordar ue ya Nordstr m,
en los a os 60, apuntaba la posibilidad de ue e istieran más
talleres dentro de cada uno de los grandes estilos pict ricos definidos li a Liria o Elche rchena), lo ue e plicaría el por u
dentro de un mismo estilo e istían diferencias decorati as notables Nordstr m, 6
3).
Por ltimo, se alar ue en los ltimos a os, lejos de decaer
el interés por conocer el mundo ibérico a través de sus imágenes, se han puesto en marcha arios proyectos de in estigaci n
con perspectivas diversas.
Uno de ellos es el ue entre
y
lle a cabo uesada, junto a otros in estigadores, titulado: El caballo en la Cultura ibérica: estudio arqueológico, social e histórico uesada,
003). En l se anali aron distintas fuentes de informaci n, te tuales o ar ueol gicas restos ool gicos, monedas, cerámicas,
esculturas, etc.), ue permitieron desentra ar el papel jugado
por los uidos en la cultura ib rica. demás, los resultados se
relacionaron con conte tos culturales pr imos celtíberos, celtas y culturas mediterráneas) y sus resultados pueden consultarse en la web: http://www.ffil.uam.es/e uus.
Le sigue en el tiempo el proyecto: La imagen de la mujer en
el mundo ibérico, dirigido por Prados entre el 00 y el 004, en
el ue se estudiaron, desde una perspecti a de g nero, las representaciones femeninas reali adas en diferentes soportes Prados
e I uierdo, 00 003).
tro es el ue puso en marcha entre el 004 y el 00 el epartament de Prehistòria i r ueologia de la Uni ersitat de València, encabe ado por Mata y titulado: De lo real a lo imaginario Aproximación a la flora ibérica durante la Edad del Hierro
(Badal et al., 00 0 0 Mata y Badal, 00 Mata et al., 00 ,
00 , 0 0). El objeti o era conocer las plantas ue e istieron
durante ese período de tiempo en la fachada mediterránea peninsular y determinar cuál era el grado de conocimiento ue los iberos tenían de las mismas morfol gica y funcionalmente). Para
ello se contaba con el análisis de los restos orgánicos y con las
representaciones realizadas sobre distintos soportes materiales
cerámica, piedra y metal). Mediante la comparaci n de los ítems
identificados, se obser
ue e istía una clara alusi n a dos mundos diferenciados, uno, ue pertenece al ámbito de lo real, y el
otro al de lo irreal o simbólico. Los resultados obtenidos están recogidos en la página web: http://www. orayfaunaiberica.org
y han sido recientemente publicados en un libro editado por el
Servicio de Investigación Prehistórica (Badal et al., 0 0). Continuaci n de ste es el proyecto De lo real a lo imaginario II.
Aproximación a la fauna ibérica durante la Edad del Hierro,
tambi n dirigido por Mata y reali ado entre 00 0 . Los obje
ti os, metodología, límites geográficos, culturales y materiales
fueron los mismos, pero referidos a aspectos ool gicos, con el
fin de apro imarse a su uso y simbolismo Mata et al., 0 4).
inalmente, entre 00 y 0 , lmos, Rui y Tortosa han
puesto en marcha otro proyecto, titulado: Léxico de iconografía ibérica lmos, 00 a), cuyas bases se asentaron unos a os
antes lmos e I uierdo, 000). En l se anali a la iconografía
de los iberos reali ada sobre diferentes soportes entre el s. VI a. C.
y el cambio de era. Se trata de a eriguar u es propio de los
iberos y u elementos, simbolismos o significados son tomados de otros ámbitos mediterráneos y peninsulares) y tiempo
Edad del Bronce, poca orientali ante y otros coetáneos), pudiendo ser reelaborados por los propios iberos. sí mismo, se
apro iman al c digo interno ue estructura los mensajes repre
sentados y al ámbito territorial de utili aci n. La finalidad ltima del proyecto es elaborar un l ico com nmente adoptado
por los in estigadores ue se dedican a este campo de trabajo,
a fin de unificar los criterios denominadores y ue sir a para
plantear nue as formas de abordar el análisis de los materiales
en su conte to hist rico cultural.
Para concluir estas líneas, decir ue tras todo lo e puesto
emos c mo las diferentes líneas de interpretaci n obedecen,
más ue a nue os halla gos, a relecturas de las imágenes conocidas, así como a nue as formas de apro imarse a su estudio.
En este sentido, consideramos con eniente incidir en el hecho
de que los trabajos sobre el particular que aquí analizamos no
están olvidados o relegados a un segundo plano en el actual
panorama de la in estigaci n, donde parece ue tienen poca
cabida los análisis de materiales. Son varios los trabajos que
pretenden ahondar en el tema, releyendo antiguas pie as de sobra conocidas a tra s de la literatura Bonet e I uierdo, 00
Gon ále Reyero y Rueda, 0 0 Ronda y Tendero, 0 4) e,
incluso, aportando otras procedentes de nue as e ca aciones
(caso de las recuperadas en: Valentia, València Poble Nou, Vila
oiosa Libisosa, Le u a y Torre la Sal, Ribera de Cabanes)
(Marín Jordá et al., 004 P re Blasco, 0 a, 0 b Uro
Rodrígue , 0 , 0 3 lors, 0 0) o de las rebuscas en las
ol idadas cajas de los museos, procedentes de campa as antiguas parcialmente publicadas: caso de un oinochoe con decoraci n figurada procedente del Pe n de Ifach Calp) Verd ,
00 ) o del abundante material recuperado en los hornos de
ontscaldes Valls) Vergès y L pe Vilar, 00 ). En este sentido, cabe destacar el trabajo ue actualmente está en curso sobre
la cerámica pintada del Bajo Ebro iloli y Ro u , 00 ) o
el ue la ue suscribe estas líneas ofrece sobre las pie as adscribibles al círculo de Azaila. En ambos casos se pretende no
limitar el estudio a estas onas geográficas concretas, sino interrelacionar los resultados con los obtenidos en onas limítrofes,
a fin de e traer conclusiones sobre si e isten delimitadores culturales claros entre ellas que se puedan rastrear desde el ámbito
de la iconografía ascular.
I. . EL ESCUBRIMIENT
EL
CER MIC
E
IL
SU REPERCUSI N
EN L S ESTU I S E IC N GR
Las primeras inter enciones en el yacimiento del Cabe o de
lcalá
aila), iniciadas en 6 , las lle a cabo Gil y supusieron el comienzo de las investigaciones sobre el mundo ibérico en la ona aragonesa Beltrán Lloris,
6: ). Los datos
ue de ellas trascendieron al panorama científico son realmente
escasos, dado ue prácticamente toda la documentaci n pere-
[page-n-23]
ció en un incendio. Las pocas noticias que tenemos se deben a
Pijoán, uien al ad uirir para los Museos de arago a y Barcelona un lote de las pie as e traídas por Gil, con ers con su
iuda. sta es una de las causas ue lle a confundir, durante
un tiempo, la procedencia e acta de los materiales, atribuy ndolos a un yacimiento del municipio de La aida y no de aila
Beltrán Martíne ,
:
Vallespí,
).
partir de ese momento, los materiales recuperados en las
e ca aciones practicadas por Cabr ingresaron en el Museo rqueológico Nacional de Madrid. Las cerámicas ibéricas con decoraci n compleja lo hicieron en arios momentos, el primero
en 43, el segundo en
3 y por ltimo en
, entregadas
por sus descendientes Barril, 006: 4
). Muchas de esas
e cepcionales pie as fueron consolidadas por el propio Cabr ,
lo ue ha fa orecido su buena conser aci n.
La primera publicación de algunos de los vasos con decoraci n compleja se produce en
0, de mano de los hermanos
Gasc n de Gotor, uienes con acierto la denominaron cerámica
ib rica
0, Lám. III, Libro I). Pronto despertaron el inter s
y curiosidad de otros in estigadores, uienes fruto de la gran
repercusión que habían tenido los descubrimientos de Micenas
y Troya, consideraron ue debían ser obras mic nicas llegadas a
la península gracias al comercio Paris, 03 04 0 Perrot
y Chipie ,
4).
Unos a os más tarde, Pijoán public mayor n mero de
pie as e traídas durante las inter enciones de Gil, aun ue su
recopilaci n no se ci a las asijas con decoraci n compleja. El ámbito geográfico ue abarcaba era amplio, haciendo
alusión a las cerámicas ibéricas recuperadas en Aragón (Pijoán, 0 ). Como no edad, introdujo una bre e descripci n
de las decoraciones. Respecto a su atribuci n, el autor da un
paso adelante, pues aun ue no negaba la in uencia minoica en las ornamentaciones, destacaba ue se hallaban en sintonía con los gustos locales de la poca Pijoán, 0 : 0).
En este sentido, se alaba la e istencia de una escuela local
en rag n ue poseía moti os singulares propios, al tiempo ue tomaba otros de diferentes onas, y se caracteri aba
por su repetici n. sí mismo, apuntaba el área de dispersi n
de dicho estilo, circunscribi ndolo a Calaceite, Belmonte y La
aida, ue como ya hemos dicho, aludiría realmente a aila
Pijoán, 0 :
).
Retomando la idea de la e istencia de diferencias regionales,
Bosch, en su tesis doctoral, indi iduali a cuatro grupos con
cerámicas con decoraci n compleja, entre los ue se encuentra
el de rag n perfectamente caracteri ado Bosch,
).
A partir de este momento se intenta establecer paralelismos
entre las decoraciones procedentes de poblados ib ricos, dejando en un segundo plano las lecturas propiamente mediterráneas.
sí las cosas, será el propio Bosch el ue se ale la similitud
e istente entre las ornamentaciones de San ntonio Calaceite),
La aida, ue como en anteriores ocasiones se refiere al Cabe o
de lcalá
aila), y el Tossal de les Tenalles Sidamunt), poni ndose en relaci n, por tanto, dos de las regiones preestablecidas en su anterior publicaci n. Por otra parte, la sistemati aci n
de las e ca aciones ar ueol gicas y la práctica más metodol gica de las inter enciones fa orecía la obtenci n de cronologías
más precisas ue las propuestas hasta el momento, situando el
má imo apogeo de la cultura ib rica en el alle del Ebro en el
s. III a. C. Bosch,
:
4).
0
En
3 Bosch retoma el problema de la cultura ib rica
en dos artículos publicados en el Anuari de l’Institut d’Estudis Catalans Bosch,
3a,
3b). e nue o se ala la relaci n e istente entre las decoraciones del grupo del Ebro, las del
Cabe o de lcalá
aila) y Urgell. Tomando como ejemplo
comparativo las ornamentaciones recuperadas en San Antonio
Calaceite), establece la relaci n o parecido ue e iste entre determinados moti os empleados en dicha ona y otras, como la
valenciana (en alusión al motivo vegetal de la hoja de hiedra)
o la de Numancia por la figura masculina junto a un uido)
Bosch,
3b: 6 6 3). Por ltimo, establece como origen de
las decoraciones del valle del Ebro las procedentes del SE. peninsular, concretamente las del grupo Meca marejo, hip tesis
ue recoge posteriormente Bosch,
). La cronología ue les
atribuye está centrada en el s. III a. C.
La siguiente obra que merece ser resaltada es la que publica
Cabr sobre la cerámica pintada de aila Cabr ,
6a). En
ella rebate la cronología propuesta por Bosch para estos vasos
s. III a. C.), estableciendo una dataci n post quem del s. II a. C.
y ante quem de mediados del s. I a. C., basándose en los halla gos numismáticos.
Respecto a las ornamentaciones, ofrece el calco de gran
parte de las decoraciones y una descripci n detallada de cada
uno de los moti os utili ados, diferenciando entre figuras
humanas, animales, geom tricos y egetales. Se ala la e istencia de moti os ue califica como propiamente ib ricos
y otros ue surgen como resultado de la reinterpretaci n de
algunos griegos. Pueden aparecer no s lo en pie as diferentes
recuperadas en el mismo ni el ar ueol gico, sino tambi n entreme clados en el mismo soporte, por lo ue confirma la contemporaneidad de los moti os y ornamentaciones. sí mismo, trata
de establecer paralelismos entre las diferentes decoraciones asculares recuperadas en el mismo yacimiento, llegando a identificar, incluso, la presencia de alg n artista o mano. los criterios
estilísticos empleados con tal finalidad, cabe sumar la posible
identificaci n de la firma de un alfarero en arios ejemplares.
Por otra parte, hace alusi n a los conte tos en los ue fueron recuperados los asos, no s lo a ni el espacial o funcional,
sino que también detalla la relación de materiales que se recuperaron en cada uno de los departamentos. sí mismo, apunta
que los recipientes procedían tanto de la primera destrucción del
poblado como de la segunda, pero en cual uier caso ambos eran
niveles ibéricos.
Nos encontramos en un momento de prolífera producci n
bibliográfica por parte de Cabr sobre las decoraciones aparecidas en el poblado del Cabe o de lcalá
aila). En los a os
sucesi os aborda temas concretos, como la representaci n de
ciertos moti os faunísticos
uidos y a es) Cabr ,
6b) o
la identificaci n de un pintor ceramista Cabr , 34), así como
otros más generales Cabr ,
).
l margen de las producciones de Cabr , en
las decoraciones del citado yacimiento uel en a estar en el punto de
mira, en esta ocasi n a causa de la b s ueda de paralelos en el
mundo mediterráneo para los motivos decorativos empleados
en sus asos Bosch,
).
Un poco más tarde, en 43, se publica de nue o otro artículo sobre las cerámicas de aila, si bien, a pesar de ue en
este caso Cabr se centra en las c lticas, dedica algunos párrafos
a las ib ricas Cabr , 43). En l establece una periodi aci n
[page-n-24]
general, con la ue pretende e plicar la presencia de moti os
de la ona catalana, aun ue con ciertas ariaciones funcionales,
en las tierras del Bajo rag n, como consecuencia de los moimientos migratorios ue debieron e perimentar los ilergetes
a raíz de la llegada de los romanos a sus tierras. De este modo
ratificaba la hip tesis planteada por Bosch
3a: 6 ), en la
ue aludía a la relaci n e istente entre ambas onas geográficas
en cuanto a estilo pict rico se refiere, concretamente para los
materiales recuperados en Sidamunt (Lleida).
Un a o despu s e la lu la obra ue consideramos capi
tal en el estudio de las decoraciones complejas del Cabezo de
lcalá
aila), nos referimos al olumen del Corpus Vasorum
Hispanorum dedicado al encla e Cabr , 44). Naci como un
eco espa ol a la obra titulada Corpus Vasorum Antiquorum, ue
desde
3 había publicado una serie de ol menes con asos
clásicos destacados procedentes de diferentes países. En este
sentido, M lida escribi en 30 un primer fascículo sobre las
cerámicas orientales y griegas aparecidas en territorio peninsular y un poco más tarde, en 3 , un segundo en el ue aludía
a la cerámica prehist rica y griega, uedando relegado a un segundo plano la recopilación de piezas propiamente ibéricas.
ubo ue esperar hasta el a o 4 para ue arrancara
el proyecto hispánico, en el ue, como anteriormente hemos
comentado, se pretendía recoger en arios ol menes las pieas cerámicas más significati as pertenecientes a las culturas
indígenas iberos y celtas). pesar de ue, en principio, se
pens ue la obra estaría compuesta por arios ol menes,
nicamente salieron a la lu dos de ellos. Los criterios de edici n ue se siguieron fueron los mismos ue los aplicados en
el proyecto internacional.
Nos centraremos aquí en el volumen dedicado al Cabezo de
lcalá
aila). El pr logo de la obra lo reali a Taracena, uien
ofrece un bre e recorrido por la historia de las in estigaciones
de la cerámica ib rica, centrándose en las de este encla e.
Respecto a la informaci n presentada por Cabr , cabe destacar el cuadro cronol gico ue ofrece en las primeras páginas
del olumen. En l establece cuatro ciclos, di ididos a su e en
períodos. cada período le atribuye unos soportes, describe la
ornamentación desarrollada e indica las cerámicas importadas a
las ue se asocian, por lo ue resulta de gran utilidad.
Las decoraciones procedentes del Cabezo de Alcalá (Azaila)
ocuparían el ltimo ciclo, posterior en el tiempo al del Tossal de
les Tenalles (Sidamunt) o al del horno de Fontscaldes (Valls)
s. III a. C.), ue se e tendería en el tiempo entre el s. III a. C.
y el
a. C. por el NE. de Catalu a, SE. de rancia hasta la
desembocadura del R dano, por el . hasta la ona de nti ena
uesca) y por el alle del Ebro hasta Caspe y Calaceite. El
autor diferencia, en el caso de las ornamentaciones del Cabe o
de lcalá
aila), seis momentos fechados entre el
a. C. y
el a. C., ue corresponden a períodos ue el autor clasifica
de la a la , estando di idido el en cinco partes. sí mismo,
como ocurría en el caso anterior, el autor indica la ona por la
ue se e pande el estilo decorati o, ue en este caso sería: La
aida La aida), Cabe o de la Bo ina Vinaceite), Cabe o de
Cantalobos lbalate del r obispo) y Cabe o del Moro lca i ) hasta la necr polis de Belmonte Belmonte de Gracián).
En la publicaci n no solamente se recogen fotográficamente
las pie as más destacadas, sino ue tambi n se ofrece el calco
de las decoraciones, al tiempo ue se reali a una bre e descripci n del soporte y, en la medida de lo posible, se propone una
dataci n para la pie a y un conte to ar ueol gico, en el caso de
ue sea conocido. Casi todos los datos ofrecidos han sido utili ados por otros in estigadores, aun ue una de las cuestiones
ue ha suscitado mayor pol mica es la cronología atribuida a
las pie as y los distintos períodos establecidos Bosch,
Pellicer, 6
0).
En
Ramos presenta una comunicaci n al V Congreso
Nacional de Arqueología en la que trata de comparar algunas de
las pinturas que decoran las cerámicas procedentes del Cabezo
de lcalá
aila) y L lc dia El ). Sigue la hip tesis planteada por Cabré en la que propone como origen de ciertos motivos
ornamentales del círculo de Azaila el SE. peninsular (Ramos
ol u s,
:
). Muestra como ejemplo el caso de un arboriforme, de los roleos y las alas de a e. No obstante, teniendo
en cuenta ue la cronología de las decoraciones de uno y otro
encla e son similares, creemos ue se debería hablar más de
contactos o in uencias ue de deri aciones.
tra obra ue merece ser rese able es el artículo publicado
por Pellicer sobre la cerámica ibérica del poblado del Cabezo
de lcalá
aila) Pellicer, 6
0). En l reali a una se era crítica al criterio estilístico aplicado por Cabré para delimitar
los períodos en los ue se clasifican los asos con decoraci n
compleja recuperados. sí las cosas, Pellicer considera ue
para datar las pie as no se debe tener en cuenta nicamente el
criterio estilístico y tipol gico, sino ue deben ir acompa ados,
en los casos en los ue sea posible, del criterio estratigráfico
Pellicer, 6 : 4 ), apreciaci n recogida posteriormente por
Beltrán Lloris
6).
bordando ya el tema de las decoraciones pintadas, en su
publicación presenta los soportes sobre los que se pintan los
temas antropomorfos, oomorfos y fitomorfos y aísla los moti os utili ados, proponiendo posibles identificaciones. Por otra
parte, plantea la e istencia de contactos con otros yacimientos,
más o menos pr imos, en los ue se han documentado moti
os semejantes. Establece su propia periodi aci n, haciendo refe
rencia a las dataciones ofrecidas por Cabr y Bosch tabla ),
pero estableciendo las suyas propias. Tambi n cuestiona las
propuestas reali adas hasta el momento sobre las in uencias
Tabla 1. Cuadro-resumen de las cronologías propuestas para los periodos atribuidos a las cerámicas ibéricas con decoración compleja del
Cabezo de Alcalá (Azaila).
Periodo
A
B
C
Cabré
a. C.
Bosch
400 300 a. C.
300
Pellicer
ss. IV-III a. C.
s. III a. C.
D1
0 a. C.
0 34 a. C.
34
0 a. C.
0 34 a. C.
34
Mediados
s. III a. C.
E
a. C.
a. C.
s. II a. C.
a. C.
F
43 a. C.
43
a. C.
43 a. C.
43
a. C.
s. I a. C.
s. I a. C.
11
[page-n-25]
que reciben las decoraciones del círculo de Azaila e indaga
sobre el origen y difusi n de determinados moti os, teniendo en
cuenta su cronología de uso.
an ado el tiempo, llegamos a la ue consideramos la
segunda gran obra de referencia de nuestro estudio, la tesis
doctoral realizada sobre el Cabezo de Alcalá (Azaila) por
Beltrán Lloris
6). En ella ofrece un completo estudio sobre
los diferentes aspectos del encla e: historia de las in estigaciones, conte to hist rico, urbanismo, materiales, etc.
Respecto a los materiales que presentan decoración compleja, completa la documentaci n proporcionada por Cabr , pues
dibuja los perfiles de las pie as y elabora una tipología cerámica aplicable a otros vasos que no necesariamente presentan
decoraci n. Más allá de la clasificaci n y descripci n meramente formal, siempre ue resulta posible establece cronologías de
producción. Además indica el campo decorativo disponible para
ser pintado en cada uno de ellos.
Por otra parte, indi iduali a los moti os decorati os,1 aspecto ue hasta el momento nicamente había sido tratado de
manera parcial. Los sistemati a, describe formalmente, detalla
su disposici n en el aso y el tipo de soporte sobre el ue se
suelen pintar, establece la hor uilla temporal y espacial de su
utili aci n y determina la funci n ue desempe an. Este modo
de proceder le ha permitido hipotetizar sobre la intervención de
diferentes pintores en las decoraciones de los asos del Cabe o
de lcalá
aila), caso del pintor de las emes y el pintor de
las , apuntado por Cabr
34). demás, se ala la e istencia
arias escuelas Beltrán Lloris,
6:
).
La siguiente obra rese able es la de Pericot sobre la cerámica ib rica Pericot,
). Se trata de una obra general en
la ue, además de proporcionar unas e celentes fotografías de
las pie as más significati as, reali a una clasificaci n por onas
ue bien recuerda a la ue en su día estableciera Bosch
),
aun ue con diferencias. Propone las siguientes: ndalucía, SE.,
resto del País Valenciano li a, El Puig, La Serreta, La Escuera, El Molar y Liria) Castell n y el S. de Catalu a Soli ella,
Vinarragell, etc.), Catalu a, S. de rancia, rag n y la Celtiberia. El autor caracteriza las producciones de cada una de las
regiones y establece ínculos y paralelismos entre ellas.
En el caso de aila, resalta el barro uismo de sus decoraciones y las incula, como ya lo hiciera Bosch, a las halladas en
la ona de Urgell y Meca marejo, diferenciándolas de las locali adas en el Bajo rag n, ue resultan más similares a las del
Bajo Urgell. En cuanto a su cronología, recoge los postulados
planteados por Bosch, situando el inicio de su producci n en el
s. III a. C. y su final en el
a. C.
continuaci n se publican de manera muy seguida dos
obras generales sobre arte. La primera de ellas titulada Arte
ibérico en España García y Bellido,
0), en la ue se diferencia la e istencia de cuatro centros principales de produc
ci n de cerámica con decoraci n compleja: ndalucía, SE.,
un ue el autor los denomina temas , consideramos ue en realidad, en la mayoría de casos se hace referencia a moti os decoratios, como e plicaremos en el capítulo dedicado a las decoraciones.
Ebro y Numancia. demás se ofrece una bre e descripci n de
los rasgos ue caracteri an cada una de las onas, resultando
fácilmente diferenciables.
En el caso del grupo de aila, el autor se ala ue la denominación se debe a que dicho enclave es el que mejor encarna
las características ue se encuentran difundidas por todo el alle
medio del Ebro. Re e iona sobre el tipo de soportes utili ados y
destaca el gran tama o ue presentan, lo ue dificultaría su uso
tradicional como recipientes de cocina o mesa, siendo empleados más bien, a juicio del autor, como contenedores de materias
primas o manufacturas García y Bellido,
0: 03). Se resalta
la presencia de un tipo de soporte que no es habitual que presente decoración compleja en el resto de centros de producción ibéricos, el thymiaterium. Por otra parte, respecto a la decoraci n,
se ala el marcado sentido simb lico de las representaciones.
En
sale a la lu la segunda obra general ue destacábamos, en este caso sobre el arte hispánico en la Edad ntigua Blanco reijeiro,
). En ella se toman como criterios
delimitadores de las diferentes onas los temas plasmados en
las decoraciones pict ricas y los estilos ornamentales. En este
sentido se indi iduali an y caracteri an seis onas: ndalucía,
Elche rchena, Líria, Catalu a, aila y Numancia.
En el caso de las decoraciones procedentes de aila, Blanco
utili a el calificati o de las de mayor personalidad entre todos
los alfares conocidos en el alle del Ebro . Sinteti a bre emente sus rasgos más significati os, aludiendo al parecido e istente entre algunas de ellas y las de la ona alenciana, aun ue
resalta ue stas son ligeramente anteriores Blanco reijeiro,
: 6 ). e nue o destaca la presencia de los thymiateria
como uno de los soportes preferidos de este grupo para decorar
con variados motivos ornamentales.
inalmente, in estigaciones más recientes, abren el abanico de estudio a los materiales procedentes de otros yacimientos
ue, por la similitud estilística de las decoraciones ue aparecen sobre sus cerámicas ib ricas, consideran reali adas bajo el
mismo círculo productor ue las recuperadas en el yacimiento
del Cabe o de lcalá
aila) Beltrán Martíne ,
Sanmartí, 00 :
60) o tratan sobre aspectos concretos de
las ornamentaciones, como pueden ser: las temáticas pintadas
sobre un soporte determinado uentes, 0
Maestro, 0 ),
los moti os o temas plasmados Maestro,
4,
, 0 0
To ío,
6), o el simbolismo de algunas de sus representaciones ranegui,
b Le Meau , 004 Lucas,
0,
lmos,
0,
6b,
, 00 b).
Con todo, podemos concluir ue, a tenor de lo e puesto,
nos encontramos ante una producción cerámica que desde su
descubrimiento hasta nuestros días ha llamado la atención de
los distintos in estigadores dedicados a la materia, tal e no
nicamente por la espectacularidad de sus ornamentaciones,
sino por ue desde un principio estu ieron bien publicadas y han
sido objeto de re isiones. No obstante, a día de hoy el panorama
científico toda ía se halla en deuda con estos materiales, uedando pendiente una nue a re isi n, similar a la reali ada para
otros conjuntos como el edetano o el contestano, ue permita
determinar si e isten diferentes estilos, grupos y talleres decorati os en el n cleo del Cabe o de lcalá
aila) y el área por
el ue se distribuyen sus producciones.
[page-n-26]
II
Entre íberos y celtíberos
II.1. INTRODUCCIÓN AL ESPACIO GEOGRÁFICO
El marco geográfico en el ue se centra este trabajo ueda delimitado al N. por el río Ebro, al E. por la pro incia de Tarragona,
al S. por las estribaciones monta osas del Sistema Ib rico y al
. por el alle del río iloca.
Topográficamente se trata de una ona en la ue no e isten
grandes unidades de relie e ue desta uen sobre el llano, presentando una altitud media inferior a los 600 m sobre el ni el
del mar. No obstante, sí e isten algunos puntos de mayor altitud,
tales como la sierra de los rcos y la de Ginebrosa, pertenecientes al Sistema Ib rico, ue tienen una altitud media de 00 m
sobre el ni el del mar Sain ,
0: 36 ).
ni el hidrol gico destaca la presencia del río Ebro, principal eje ertebrador de la ona con las tierras de la costa mediterránea, así como las cuencas de ciertos ríos ue en su ma
yoría son tributarios del primero: lcho as, lfambra, lgás,
guas i as, Cámaras, Guadala iar, Guadalope, Guadalopillo,
iloca, uer a, Martín, Matarra a, Perejiles y Regallo, ue discurren por hondos y estrechos alles con buenas onas para
el culti o y el asentamiento humano Rui
apatero,
3
4: 3). sí mismo, tambi n sir en como e celentes ías
de comunicaci n ue articulan el amplio territorio por el ue
discurren, a lo ue habría ue sumar la serie de barran uillos
ue atra iesan la Sierra del Maestra go omíngue ,
:3
Magall n,
:
).
En cual uier caso, la ona objeto de estudio resulta interesante por ue se encuentra a caballo entre la franja territorial ue
separa a los celtiberos de los iberos, por lo ue la delimitaci n
cultural de los yacimientos no deja de ser, en muchos casos,
contro ertida Burillo,
:6 ,
a: 64). Los criterios ue
los distintos in estigadores han utili ado para definir la frontera
entre ambos mundos culturales son principalmente: los te tos
de autores clásicos piano, iodoro, Estrab n y Polibio, entre
otros), los elementos lingüísticos Beltrán Lloris,
3 To ar,
3a,
3b Untermann,
6) y los restos ar ueol gicos
producciones cerámicas, armamento, orfebrería, etc.) Beltrán
Lloris,
Lorrio,
).
En base a los datos disponibles se ha conseguido delimitar
la te rica e tensi n de la Celtiberia hist rica, ocupando sta el
Sistema Ib rico central, así como las cuencas del uero, Ebro
y Tajo, abarcando, por tanto, las actuales pro incias de Guadalajara, Soria y parte de las de Rioja, Burgos, Cuenca, arago a
y Teruel. No obstante, y a pesar de los datos aportados, arios
estudios ue han tocado el tema con mayor profundidad, han
puesto de manifiesto la ine istencia de una línea de frontera
clara o inamo ible entre los celtíberos e iberos Beltrán Lloris,
: 3 Lorrio,
). e este modo, resulta difícil catalogar ciertos yacimientos estudiados, pues si por un lado podrían
pertenecer al ámbito celtib rico por su posici n geográfica, por
otro podrían incluirse en el mundo ib rico atendiendo su cultura
material, y ice ersa, muestra de los uidos contactos mantenidos entre ambas culturas Burillo,
: 6 y 6).
Tema no menos contro ertido ue el anterior es el caso de la
etnicidad de los pobladores de estas tierras, sobre el ue tambi n
han corrido ríos de tinta. Lejos de entrar en las acaloradas discusiones e istentes al respecto, remitimos a las publicaciones más
destacadas lmagro Basch, 6 Beltrán Lloris,
6 Bosch,
,
4 Burillo,
0,
6,
b,
6, 00 00 ,
00 b, 00
atás Cabe a,
3 Gimeno,
6 acob,
Pericot, 34 Sanmartí,
4 Vilaseca,
3). e forma
sint tica podemos decir ue parece probable ue e istieran diersas etnias en el marco geográfico estudiado, si bien, no e iste
unanimidad en la identificaci n de las mismas ni en los límites
territoriales ue abarcarían. sí pues, las etnias propuestas son:
ausetanos, sedetanos e ilerca ones. En cual uier caso, lo ue sí
resulta e idente es ue e iste una conciencia de entidad grupal,
tal y como lo demuestra, por ejemplo, la presencia de pautas
comunes en los rituales funerarios, tal es el caso de las estelas
ib ricas conocidas por la literatura al uso como estelas del Bajo
13
[page-n-27]
ig. 4. acimientos ue poseen cerámica ib rica con decoraci n compleja: . lto Chac n Teruel) . San Crist bal Mata de los lmos)
3. La Guardia lcorisa) 4. Mas de Moreno o Calanda) . Masada de la Cerrada o Calanda) 6. El lmo o Calanda) . Los
rtos o Calanda) . Santa lora Mas de las Matas) . Torre Gachero Valderrobres) 0. Els Castellans Cretas)
. San ntonio
Calaceite)
. El Palao lca i ) 3. Tiro de Ca n lca i ) 4. Mas del Cerrojo lca i )
. Cabe o del Moro lca i ) 6.
El Castelillo llo a)
. El Sabinar liete)
. El Palomar liete)
. Cerro de las bejas lbalate del r obispo) 0. Cabe o
de Cantalobos lbalate del r obispo)
. Cabe o Carrasco Urrea de Ga n)
. Pe afresca Castelnou) 3. La Bo ina Vinaceite)
4. Cabe o de lcalá
aila)
. Castillejo de La Romana La Puebla de íjar) 6. Celsa Velilla de Ebro)
. La Corona uentes de
Ebro)
. Pi uete de la talaya
uara)
. Cabe o de las Minas Botorrita) 30. ur n de Belmonte Belmonte de Gracián) 3 . Valmes n aroca) 3 . La Caridad Caminreal).
rag n Burillo,
b: 0, 00 : 0 Cabr ,
0
ernánde uster,
Galán,
4 Marco,
6 uesada,
4,
000). Casi ninguna de ellas presenta te to inscrito,
el espacio se enmarca con orlas y se decora con grabados de
lan as y jinetes, inculados a la heroi aci n del difunto Burillo,
a: 6). un ue su carácter funerario no se cuestiona, sí es
objeto de discusi n su inculaci n directa a las necr polis, pues
pudieron tener un carácter meramente conmemorati o Burillo,
a:
Tomás, 60: ).
II. . ESCRIPCI N E L S
CIMIENT S
continuaci n presentamos los yacimientos en los ue se
ha documentado cerámica ib rica con decoraci n compleja
fig. 4). e ellos recogemos sus características generales y damos cuenta de las in estigaciones más rele antes ue se han
lle ado a cabo. El olumen de informaci n disponible no es
homog neo, pues algunos poseen abundante bibliografía, dada
su especial rele ancia o ni el de estudio, mientras ue de otros
nicamente tenemos noticia del halla go de alg n fragmento
4
con decoraci n compleja. Sir an estas bre es líneas como justificaci n del e tenso o reducido tama o del te to ue dedicamos
a cada uno de ellos.
II.2.1. alto chacón (teruel)
Se locali a sobre una ele aci n amesetada, a 00 m de altitud
sobre el ni el del mar, en la parte más occidental del maci o
monta oso de La Muela y tiene una e tensi n apro imada
de 3 00 m fig.
). Su situaci n es estrat gica, pues domi
na el punto en el ue con uyen los ríos Guadala iar y lfambra,
así como la ruta terrestre ue une València y arago a trián,
6: 6). demás, sus laderas N. y . presentan pendien
tes abruptas, lo ue las hace casi ine pugnables. En la ona
en la ue el acceso resulta más factible se e ca un foso
fig. B) y se dot al encla e de una muralla fig. C), ue
conser a una torre cuadrangular Beltrán Lloris,
6:
6
Moret,
6: 436).
El yacimiento fue descubierto en 6 por Esteras, uien
reali
arios uelos de reconocimiento sobre La Muela y obser
ue e istía una ele aci n artificial ue podría correspon-
[page-n-28]
A
B
C
ig. . lto Chac n Teruel): . Vista del poblado. B. oso. C. Restos de la muralla
der, por su e celente ubicaci n, a un yacimiento ar ueol gico.
Tras confirmarse la hip tesis, se e ca parcialmente, entre
6 y
6, bajo la direcci n de trián
6). Recientemente
ha sido museali ado, pudiendo acceder a l fácilmente y seguir
la isita mediante paneles e plicati os.
Su ocupaci n abarca desde finales del s. V a. C. hasta el II d. C.,
si bien, su poca de mayor esplendor se puede circunscribir a
los ss. III II a. C. trián,
6: 3 trián et al.,
0:
Escriche, 00 :
).
El es uema urbanístico del poblado resulta sencillo, pues se
organi a a partir de dos calles centrales ue se cru an, a ambos
lados de las cuales se construyen las i iendas ue, junto a las
calles secundarias, configuran man anas
trián,
: 6).
stas estaban formadas por uno o dos departamentos. l primero se accedía desde la calle, mientras ue en el segundo se solía
situar el hogar Beltrán Lloris,
6: 6).
e todos los departamentos e ca ados destacada el , de ma
yores dimensiones ue el resto, por interpretarse como un posi
ble lugar de culto lmagro Gorbea y Berrocal,
: 6
lma
gro Gorbea y Moneo, 000: 6 Moneo, 003: 3 Vil ,
:
3 y 6 ), pero los ltimos estudios al respecto apuntan a ue
más bien debería considerarse como un punto de igilancia desde el ue se controlaba el paso al poblado Escriche, 00 :
).
Los materiales recuperados son muy abundantes, entre ellos
destaca la presencia de monedas procedentes de las cecas de:
Arse, Cediesen, Damaniu 3), Secaisa 3), Iltirda, Celse, Be-
otos: M. M. uentes).
ligion ), Obulco y Saguntum Beltrán Lloris,
: ). Las
cerámicas importadas son: barni negro ático Lamboglia 4 ),
campaniense
Lamboglia , 6, 33 y 4 ), B Lamboglia
y ) y C fragmentos) y terra sigillata gálica ragendorf 3
y 46) e hispánica ragendorf
y 3 , Ritter ) trián et al.,
0:
). Entre las cerámicas aut ctonas e traídas, reali adas
a mano y a torno, e isten formas ue recuerdan a las celtib ricas y otras ue se apro iman más a las ib ricas, sucediendo lo
mismo en cuanto a la decoraci n se refiere Beltrán Martíne ,
0a:
To ío,
6:
).
Por otra parte, tambi n hay ue resaltar el halla go de armas
pu ales, escudos y falcatas) y adornos fíbulas) reali ados con
distintos metales hierro, bronce y cobre), así como la presencia
de un pun n de hueso ue lle a grabado, a cada uno de sus
lados, un antrop nimo en lengua ib rica balkar y urke) trián
y Untermann,
Untermann,
6: 3).
En cuanto a los restos humanos, hay ue se alar la presencia
de un fragmento de cráneo infantil ue podría corresponder a un
enterramiento Burillo,
a:
).
Por ltimo, hablar de la compleja adscripci n cultural del
yacimiento, pues se halla en el límite entre el mundo ib rico y
el celtib rico. En las primeras publicaciones sobre l se le consider ib rico trián,
6), si bien, nue os estudios permiten adscribirlo al ámbito celtib rico, aun ue resulta e idente la
fuerte in uencia ue posee del mundo ib rico Burillo,
:
Escriche, 00 :
).
[page-n-29]
ig. 6. San Crist bal
Mata de los lmos)
oto: M. M. uentes).
II.2.2. san crIstóbal (Mata de los olMos)
Está situado sobre una pe ue a ele aci n monta osa pr ima
al río lcho a, a
m de altitud sobre el ni el del mar, desde
donde e iste una buena isibilidad del llano fig. 6). asta el
momento no se ha reali ado ninguna campa a de e ca aci n,
por lo ue la informaci n disponible procede de los materia
les recogidos en superficie y durante los trabajos de limpie a de
los laterales del camino de acceso a la ermita Martíne Gon
ále ,
0). La superficie apro imada ue ocupa es considerable
000 m ) y en su ladera N. se ha identificado un lien o de
muralla, una posible torre y un foso Martíne Gon ále ,
0:
). La construcci n de dichos elementos defensi os
obedece a ue es esa la ladera ue ofrece menor dificultad de
acceso. Las construcciones e istentes en la parte más llana de la
muela están prácticamente arrasadas por el acondicionamiento
del camino, si bien, en las ue se conser an por el resto del
yacimiento se aprecia una adecuaci n al desni el del terreno.
Entre los materiales recuperados e isten cerámicas reali adas a mano y a torno. Las formas más documentadas de estas
ltimas son: los kalathoi, thymiateria, ollas, ta ones, platos de
doble reborde, jarros, etc. y pueden aparecer decoradas con moti os geom tricos, egetales y/o animales To ío,
6:
).
Entre las cerámicas importadas se han identificado: campanienses Lamb. 6) y B Lamb. , 3, , 6a y 0a), así como ánforas
romanas res. I) Martíne Gon ále ,
0:
).
En cuanto a su cronología, decir ue su construcci n se
inicia en el s. VI a. C., presentando una ocupaci n continuada hasta la primera mitad del s. I a. C., momento en el ue se
abandona con moti o de la dominaci n romana de la ona y la
construcci n de un nue o encla e, La Regadía trián et al.,
0, 6
Martíne Gon ále ,
0:
). Se ha planteado
la posibilidad de ue ejerciera, a partir del s. II a. C., el papel de
lugar central Martíne Gon ále ,
0: 4 ).
II.2.3. cabezo de la guardIa (alcorIsa)
Cabe o de cumbre amesetada fig.
), a 6 m de altitud sobre
el ni el del mar, ue pertenece a la cadena monta osa del Saso.
ista 6 m al NE. de lcorisa y los restos ar ueol gicos se e 6
tienden por la cima del cerro así como por sus laderas, sobre una
superficie apro imada de 000 m . Resulta accesible por todas
sus laderas, si bien, la ue ofrece mayores dificultades es la .
demás, posee una muralla ue discurre en direcci n NE. E. y
dos torreones, uno en la cima del cerro y el otro en el interior
del encla e, ue le sir en como elementos defensi os fig. B)
Martíne Gon ále ,
0: 3 0). Por su ubicaci n tiene perfecto
dominio isual sobre el alle del río Guadalopillo y las tierras
ue le rodean, estando en un punto pr imo a las ías de comunicaci n ue conectan la ona con el Maestra go.
Tenemos noticia de su e istencia desde
, cuando Tejeri o lo dio a conocer. Posteriormente el yacimiento despert el
inter s de Gil, uien public una bre e noticia en un libro dedicado a la historia de lcorisa Gil,
4). Transcurridos unos
a os, en
salieron a la lu , fruto de un derrumbe ocurrido en
el cabe o, numerosas estructuras y materiales ar ueol gicos ue
pusieron en boga el yacimiento Martíne Gon ále ,
3). En
6, Martíne y trián lle aron a cabo la primera campa a de
e ca aci n en el encla e. Se practic en la ladera N ., donde
se e humaron dos habitaciones y se documentaron cuatro nieles ar ueol gicos trián y Martíne Gon ále ,
6,
).
La siguiente campa a de e ca aci n se reali en
.
VV.,
b), bajo la direcci n de Martíne Martíne Gon ále ,
a). Las actuaciones, en este caso, se centraron en la parte
superior y la ladera NE. del cerro. Se puso al descubierto una
nue a habitaci n y una torre circular con contrafuertes adosados
fig. B y C) Moret, 006:
3). En la tercera campa a,
reali ada al a o siguiente, se continuaron los trabajos en la ona
NE., bajo el torre n. Se limpi el lien o de muralla y se sac a
la lu una de las calles del poblado Martíne Gon ále ,
).
La cuarta inter enci n se hi o en
3, a consecuencia de la
construcci n de un po o de agua en las inmediaciones del yacimiento. En ella se sacaron a la lu las termas de una illa r stica
romana, parcialmente destruidas por la construcci n de la carretera N
fig.
) Martíne Gon ále ,
0: 4 4 ). Más
tarde, la reforma de esa carretera oblig a inter enir con carácter
urgente en la parte baja del cerro, locali ándose conducciones de
agua relacionadas con las estructuras termales Martíne Gon ále , 00 :
). Por ltimo, recientemente se han lle ado a cabo
[page-n-30]
A
B
ig. . Cabe o de La Guardia
C
D
lcorisa): . Vista del poblado. B. Torre. C. Vi iendas. . Termas
tareas de allado del yacimiento, consolidaci n de las estructuras, acondicionamiento de los accesos y se ali aci n de la isita,
uedando incluido en La Ruta de los Iberos en el Bajo Aragón.
Los materiales recuperados son ariados. En cerámica se recogieron pie as ib ricas, reali adas a mano y a torno, algunas decoradas con moti os geom tricos, egetales y/o figurados. Los tipos
documentados son: ánforas, tinajas, tinajillas, kalathoi, crateriskoi, jarros, platos, cuencos, tapaderas, fusayolas, pondera, etc. Entre las importadas se han identificado: barni negro ático Lamb.
4 ), campaniense
Lamb. 3 y 4 , Morel 6c), B Lamb. )
y C, paredes finas, ánforas res. , lucernas res. , cerámica
com n romana, terra sigillata hispánica y africana), etc.
Tambi n se han recuperado, entre otros: pie as de síle , ruedas de molino, machacadores de piedra, utensilios reali ados en
hueso, terracotas de figuras humanas y animales, hoces de hierro, fíbulas en bronce y monedas trián y Martíne Gon ále ,
6: 6
trián et al.,
0:
Martíne Gon ále ,
3:
,
a).
tenor de los materiales e puestos, el poblado se ha datado
entre los ss. V IV a. C. y el I d. C. Ejerci un papel destacado
entre los yacimientos de la cuenca baja del río Guadalopillo y
se al con la capitalidad del territorio en el s. V a. C., aun ue
consigui su má imo esplendor durante los ss. II I a. C. finales de este ltimo comen su cenit, en parte por la progresi a
importancia ue iba ad uiriendo El Palao lca i ), del ue se
otos: M. M. uentes).
encuentra pr imo Martíne Gon ále ,
0: 3 ). inalmente
fue destruido en el s. I d. C., iniciándose un nue o hábitat en la
parte baja del cabe o ue perdur hasta el s. III d. C. trián y
Martíne Gon ále ,
6: 6 ).
II.2.4. Mas de Moreno (Foz-calanda)
Ubicado en una pe ue a ele aci n del terreno, a 0 m de altitud sobre el ni el del mar, ue destaca sobre la llanura ue
hay junto al río Guadalopillo. Se encuentra 4 m al . de o
Calanda y su nombre se lo debe a los restos de una masía ue
ueda en el encla e.
Se trata de un centro de producci n alfarero ue tiene unos
000 m de superficie, constituido por 0 hornos de diferente
tipología y tama o, así como por sus correspondientes testares
y edificaciones características Bena ente et al., 0 6 Gorgues
y Bena ente, 00 , 0 : 4).
El yacimiento fue descubierto en
, iniciándose las e caaciones en ese momento. El horno en el ue se inter ino contaba una planta alargada, ligeramente rectangular, en cuya parte
central presentaba una pared di isoria, en sentido longitudinal,
ue sustentaba la parrilla sobre la ue se disponían las pie as
a hornear. Su cubierta era abo edada y estaba hecha con adobes re estidos, interior y e teriormente, con una capa de barro
Martíne Gon ále ,
b).
[page-n-31]
principios del s.
I se retomaron los trabajos en la ona,
sacando a la lu otros 6 hornos, de los cuales el , 3, 4, y 6
presentan una planta elíptica, mientras ue la del parece cuadrangular Gorgues y Bena ente, 0 , fig. 3 y ). El resto se
conser an en peor estado y toda ía uedan algunos por e humar Bena ente et al., 0 6: 06).
ctualmente las in estigaciones siguen en curso, reali ándose e ca aciones peri dicas ue permiten conocer con mayor
precisi n el tránsito entre la producci n ib rica y la romana
Gorgues, 00 Gorgues y Bena ente, 00 , 0 ), pues el
alfar estu o en funcionamiento entre el
y el 30 a. C. Se han
identificado dos momentos de producci n, uno propiamente
ib rico y otro con in uencias romanas Bena ente et al., 0 6:
0 3).
La inter enci n en el testar proporcion gran cantidad de
materiales, siendo más abundantes las páteras, oinochoai,
kalathoi, cráteras, cuencos, ta ones y caliciformes Martíne
Gon ále ,
0: 330 33 ).
Por otra parte, cabe destacar el halla go de un as de la ceca
de Bolskan, dos pondera con la inscripci n BALCEI en el interior de una cartela y otro letrero impreso sobre un pondus y una
cerámica com n ue corresponde a TIN Martíne Gon ále ,
b: 3
Gorgues, 00 ).
Se ha inculado la producci n de cerámicas decoradas con
moti os egetales y figurados de este centro alfarero y la del
lmo o Calanda) con las halladas en poblados ib ricos del
entorno, como pudieran ser: El Pi uete de la talaya
uara),
El Cabe o de la Guardia
lcorisa) o El Cabe o de lcalá
aila) Beltrán Lloris,
6: 04 Burillo,
6: 6 Gorgues y Bena ente, 00 : 30 Martíne Gon ále ,
0: 33
Sanmartí, 00 :
).
II.2.5. el olMo (Foz-calanda)
Centro de producci n alfarero situado en un pe ue o talud, de
unos 00 m de altitud sobre el ni el del mar, junto al cauce
del río Guadalopillo, pr imo al n cleo urbano de o Calanda
a 3. m de distancia) y a 400 m al . del yacimiento anteriormente descrito. Su e tensi n era ligeramente mayor al alfar de
Mas de Moreno o Calanda), pues contaba con 000 m .
ue descubierto en
a tra s de unas prospecciones reali adas en el alle del río. Su e ca aci n se inici , con carácter
urgente, ese mismo a o, al frente de las cuales estaba Martíne
b: 3 4), uien un poco más tarde abord su estudio Martíne Gon ále ,
0: 3 34). Bena ente y Gorgues retomaron
las in estigaciones en el 004 y e ca aron un horno de planta
rectangular, correspondiente al tipo 3 de Coll 000, fig. 6).
Cabe relacionarlo con el conjunto de hornos locali ados en la
partida de Mas de Moreno y otros situados en el margen derecho
del río, en la partida de Mas de Cerrado
e Sus y Na arro,
Martíne Gon ále ,
b: 3 4,
0). Los materiales
recogidos en cada uno de ellos se encuentran en fase de estudio, por lo ue es poca la informaci n disponible. nicamente
ha trascendido el hecho de ue, tal e , estos sean los lugares
en los ue se producían las cerámicas decoradas recuperadas
en yacimientos como el Cabe o de la Guardia lcorisa), El
Castelillo llo a) o el Pi uete de la talaya
uara) Beltrán
Lloris,
6: 04). sí como ue estu ieron en funcionamiento
entre el s. II y I a. C.
II.2.6. Masada de la cerrada (Foz-calanda)
Situado en una terra a pr ima al río Guadalopillo, apro imadamente a 0 m de altitud sobre el ni el del mar, dista 4 m
al S . de o Calanda. orma parte del mismo conjunto ue
los dos centros de producci n alfarera anteriormente descritos,
aun ue es el ue peor suerte ha corrido, pues fue objeto de una
destrucci n casi total por parte del propietario del terreno al instalar en la ona, en
, riego por goteo Martíne Gon ále ,
0:
).
El alfar ocupaba una superficie apro imada de 000 m y
contaba con al menos cuatro hornos, estudiados por Martíne
en su tesis doctoral
0). El primero del ue se tu o noticia poseía planta circular, del tipo B de Coll 000, fig. 6).
escasa distancia del anterior, hoy en día desaparecido, se
descubrieron otros tres ue no corrieron mejor suerte. pesar
de ello, se sabe ue tambi n tenían el mismo tipo de planta
y ue los testares se encontraban muy pr imos Martíne
Gon ále ,
0: 30 3 ).
La tipología de las pie as allí elaboradas es la siguiente:
ta ones, jarros, asijas cilíndricas, platos, tapaderas y dolia
tipo Ilduratin, entre las más abundantes Martíne Gon ále ,
0: 3 ).
Martíne , en su trabajo, reali a un interesante análisis sobre
esta concentraci n de alfares y la ine istencia de otros centros
de producci n en toda la cuenca del río Guadalopillo, lo ue
le lle a a plantear la amplia ona de difusi n ue debieron tener los productos allí confeccionados, locali ándose algunos de
sus materiales en Tiro de Ca n lca i ) o la Colina de Santa
lora Mas de las Matas), aun ue guardaron una inculaci n
más estrecha con otros encla es situados a menor distancia:
Cabe o de la Guardia
lcorisa), Cerro de la Masada de la
Cerrada1 o Calanda) y San Crist bal Mata de los lmos)
Martíne Gon ále ,
0:
0). Como bien apunta la autora, la instalaci n de arias alfarerías en esa ona obedece a
una serie de condiciones ue fa orecieron dicha elecci n: cercanía a una cantera de arcilla de buena calidad, pro imidad a
puntos con abundante agua río Guadalopillo y un manantial de
la colina Masada de la Cerrada) y buena ubicaci n con respecto a las ías de comunicaci n ue permitieron dar salida a los
productos Martíne Gon ále ,
0:
0), tal sería el caso
del propio río Guadalopillo o el paso interior del barranco de
la Centenera, ue conecta esa ona y la de San Crist bal Mata
de los lmos) con la depresi n del Berge Martíne Gon ále ,
0: 4 3). todo ello habría ue sumar el fácil acceso a fuentes de combustible egetal, si bien, ste sería el aspecto ue condicionaría en menor medida la elecci n del encla e, pues puede
ser fácilmente transportado.
En cuanto al período de tiempo en el ue estu ieron en producci n los distintos centros alfareros a los ue estamos haciendo referencia, Martíne ha planteado, en base al estudio de las
cerámicas producidas y a la complejidad constructi a de los hornos, ue el primero en utili arse debi ser el de Masada de la CePoblado en el ue residirían los alfareros ue trabajaban en los alfares de la ona, pues desde allí hay poca distancia a ellos y e iste un
buen control isual de los mismos, aun ue estu ieran bajo la inuencia ejercida por el Cabe o de La Guardia lcorisa) Martíne
Gon ále ,
0:
).
[page-n-32]
ig. . Colina de Santa lora
Mas de las Matas)
oto: M. M. uentes).
rrada o Calanda) segunda mitad del s. II a. C. principios del
s. I a. C.), al ue le sigui el de Mas de Moreno o Calanda)
s. I a. C.) y, finalmente, el del lmo o Calanda) con una
primera fase fechable en el s. I a. C. y una segunda, ue corresponde a la del horno e ca ado, de poca romana). Por ltimo,
se alar ue el olumen de materiales cerámicos decorados con
moti os egetales y figurados, producidos en estos alfares, es
mayor en el primero de los citados, seguido del segundo y siendo más bien escasos en el tercero de ellos Martíne Gon ále ,
0: 3 333 y 34 3 ).
II.2.7. los artos (Foz-calanda)
acimiento situado a 60 m sobre el ni el del mar, en uno de
los ltimos cerros ue conforman la Sierra de la Galga. ista
0.6 m al N . de o Calanda y ocupa una e tensi n apro imada de 000 m , por lo ue no se trata de un n cleo de primer
orden. Sus laderas son pronunciadas, principalmente la N., y
desde l se tiene una buena isibilidad de la parte baja del alle
del río Guadalopillo. e este modo se completaba el control isual ue el encla e del Cabe o de la Guardia lcorisa) ejercía
sobre el territorio ue tenía bajo su in uencia en la ona de La
Vega, donde ya se ha se alado ue tambi n el n cleo poblacional de la Masada de la Cerrada ejercía funciones de este tipo
Martíne Gon ále ,
0:
).
ue descubierto en
, a raí de unas prospecciones sistemáticas practicadas en la ona. La reali aci n de unas anjas
para introducir el tendido telef nico proporcion un conjunto de
materiales ue estudi Martíne
0). Entre ellos predominan
las cerámicas, resultando más abundantes las tinajas, tinajillas,
jarros, platos, ta ones y fusayolas. Los asos decorados se inculan a los del Cabe o de la Guardia lcorisa) y a los hornos
de La Vega del río Guadalopillo, aun ue como ornamentaci n
de tipo complejo nicamente se han documentado moti os fitomorfos. Por otra parte, entre los materiales líticos e isten machacadores y molinos Martíne Gon ále ,
0: 3 4).
Recientemente se ha estipulado ue algunos de los hornos del
conjunto pudieron estar en funcionamiento ya en el
/ 00 a. C.,
perdurando la producci n alfarera hasta el 40/30 a. C. Gorgues y
Bena ente, 0 :
).
Respecto a la amplitud cronol gica ue abarca el poblado, decir ue se inicia en el s. II a. C. y concluye a finales del
s. I a. C., trasladándose su poblaci n al yacimiento de Prado de
los rtos o Calanda) Martíne Gon ále ,
0: 3 4).
II.2.8. colIna de santa Flora (Mas de las Matas)
acimiento situado sobre una colina aislada, a 3 m sobre
el ni el del mar, en el margen i uierdo del río Guadalope,
donde actualmente se encuentra la ermita dedicada a San
ta lora fig. ). esde ese punto se tiene cierto control sobre el río Bergantes, una de las ías de penetraci n a la Sierra
del Maestra go.
Posee una dilatada cronología, estando habitado ininterrumpidamente hasta mediados del s. III, si bien, debido a las distintas construcciones ue se han lle ado a cabo, nicamente se
conser an estructuras de poca ib rica, romana, isigoda, árabe
califal y cristiana segunda mitad del s. II) en la ladera S. y en
la base N.
El yacimiento fue descubierto en los a os 0 por Martín,
Serrano y
n, uienes reali aban prospecciones sistemáticas
en la depresi n de Mas de las Matas. Los materiales de cronología
ib rica ue recuperaron son: monedas de Bolskan, Orosis y Osicerda en bilingüe y monolingüe, cerámicas importadas de barni
negro ático y campanienses
Lamb. 4 y a) y B Lamb. ),
así como un gran n mero de cerámicas ib ricas kalathoi, dolia,
páteras, cuencos, oinochoai, etc.), algunas de las cuales presentan decoraci n geom trica y figurada estili aciones de a es y
figuras antropomorfas) trián et al.,
0: 6 Martín Costea,
3
4:
).
II.2.9. torre gachero (valderrobres)
sentamiento de grandes dimensiones, situado sobre un cerro
pr imo al río Matarra a, a 0 m de altitud sobre el ni el del
mar y con laderas no muy escarpadas Moret, 00 : 6).
asta el momento no se ha reali ado ninguna campa a
de e ca aci n, procediendo los datos ue presentamos de las
prospecciones efectuadas en
por trián y Puch trián,
:
).
El yacimiento ha sido publicado monográficamente por
trián
), si bien, unos a os más tarde Puch y rtono es
[page-n-33]
A
C
B
ig. . Els Castellans Cretas): . Muralla. B. Torre n. C. Puerta de entrada con escalera labrada
) dieron a conocer nue os materiales, recogidos in
situ, con moti o de la actuali aci n de la carta ar ueol gica del
municipio en el ue se encuentra.
pesar de ue los reconocimientos del lugar se reali aron
de manera superficial, se ha documentado la e istencia de restos de edificaciones, uedando isibles algunos de ellos por los
derrumbes de tierra producidos a causa de las precipitaciones.
demás, gracias a estos sucesos tambi n uedaron al descubierto gran cantidad de materiales: cerámicas a mano ollas grandes
y medianas), ib ricas a torno con o sin decoraci n geom trica
y/o egetal ánforas, tinajas, oinochoai, platos, caliciformes,
cuencos, etc.). Entre las cerámicas importadas e iste: barni negro ático, campanienses y B, así como terra sigillata aretina
e hispánica. tros materiales ue merece la pena destacar son:
dos hachas de piedra pulimentada, cuatro pondera, una fusayola, una anilla y una tapadera de piedra y tres estelas ib ricas
decoradas, propias de la ona bajoaragonesa.
Todo ello ofrece una dilatada cronología de ocupaci n,
ss. V a. C. III d. C.
trián,
Puch y rtono es,
). No obstante, su má imo apogeo lo alcan en
el s. III a. C., momento en el ue se al con la capitalidad del
territorio Bena ente et al., 003: 3 Moret et al., 006:
).
II.2.10. els castellans (cretas)
Se sit a sobre una pe ue a y alargada ele aci n monta osa, a
4 m sobre el ni el del mar, entre los t rminos municipales
de Cretas y Calaceite. Su e tensi n fue reducida, no superior
0
otos: M. M. uentes).
), por lo ue algunos ina los 000 m Moret et al., 006:
estigadores lo consideran un lugar de residencia aristocrático
Bena ente y atás, 00 : 34), concretamente un fortín, dada la
rele ancia de los elementos defensi os ue posee fig.
y B)
Melgui o y Moret, 00 : 3
Moret,
6: 4). ctualmente
se encuentra bastante afectado por procesos erosi os ue han
pro ocado la desaparici n de algunos de los muros de cierre.
ue e ca ado parcialmente por Bosch y P re entre los a os
0
y en
Bosch,
0), tras haber reali ado
Vidiella unas catas pre ias. Unos a os más tarde, en la d cada
de los 0, se reali otra bre e inter enci n en un departamento
pr imo al torre n ue permiti datar con mayor precisi n la
ocupaci n del encla e.
El acceso al poblado se reali a por el S ., aun ue tambi n
contaba con una poterna al N. labrada en la roca fig. C) atás
ernánde , 0 6:
). Su urbanismo es simple, pues las casas,
de planta rectangular, se disponen a ambos lados de una calle
central. Como sistema de defensa se construy en el s. III a. C.
una muralla, en el lado N., y un basti n cur ilíneo en el S .
Moret,
6: 4 6 4 , 006:
).
l se adosan arios
paramentos, separados por sendos fosos de escasa profundidad,
y en su parte E. aparecen dos departamentos absidiales geminados ue se han interpretado como posible casamatas Moret et
al., 006:
).
Entre el material mueble recuperado destaca la cerámica
a mano, los abundantes fragmentos de cerámica ib rica, pudiendo estar decorada con moti os geom tricos y/o egetales,
[page-n-34]
A
B
C
D
ig. 0. San ntonio Calaceite): . Vista general del poblado oto: M. M. uentes). B. Vista a rea del yacimiento
Patrimonio Ib rico de rag n). C. Torre n. . Balsa otos: M. M. uentes).
y alg n ue otro fragmento de cerámica importada, concretamente cerámica ática y barni negro del círculo de la B atás
ernánde , 0 6:
0 ). Tambi n se ha documentado un
buen n mero de fusayolas ornamentadas y pesas de telar, así
como di ersos elementos metálicos, algunos identificables con
armamento Bena ente y atás, 00 : 3
atás ernánde ,
0 6: 0
).
El poblado comen a habitarse en el s. VI a. C., documentándose dos fases de ocupaci n, una perteneciente al Ib rico
ntiguo y otra al Pleno atás ernánde , 0 6:
). Su final
no está claro, pues algunos autores defienden ue fue a inicios
del s. II a. C. trián et al.,
0: 4 ) y otros a finales del mismo Bena ente y atás, 00 : 3 ) o, incluso, el s. I a. C. Melgui o y Moret, 00 : 30 Moret et al., 006:
). día de hoy,
dado lo e iguo de los datos disponibles sobre su e ca aci n,
parece a enturado determinar la causa de abandono.
II.2.11. san antonIo (calaceIte)
Se sit a sobre un monte ue le da nombre y se encuentra en
la ona más meridional de la sierra de San Crist bal, a 60 m
de altitud sobre el ni el del mar fig. 0 y B). ista
m
al E. de Calaceite y sobre parte de los restos ar ueol gicos
e iste una ermita dedicada a San ntonio. esde la cima se
tienen amplias istas del terreno ue se e tiende entre el río
Matarra a y el lgás. Sus laderas resultan ine pugnables,
e cepto la E. y la N., por donde se accedía al poblado Bosch,
0: 6 6).
oto: Consorcio
Su estado de conser aci n no es del todo bueno, pues la erosi n
ha destruido parcialmente algunos departamentos, fundamental
mente en el lado S. Burillo,
b: 3 ). No obstante, las distintas
actuaciones lle adas a cabo para consolidar las estructuras, ini
ciadas en
3, así como los trabajos de limpie a y se ali aci n
de los restos, parejos a su inclusi n en La Ruta de Los iberos en
el Bajo Aragón, hacen ue el yacimiento pueda ser isitado.
En
6 Vidiella se al la e istencia de restos ar ueol gicos en el monte, pero las primeras e ca aciones, en la parte
baja del poblado, no se reali aron hasta 0 . En ellas interinieron Cabr , Vidiella y Ejeri ue Cabr , 0 a, 0 ). Tras
un pe ue o par ntesis, las in estigaciones fueron retomadas en
0 por Pijoán y continuadas, entre los a os
y
por
Bosch
0,
,
b). l finali ar las mismas, el poblado result prácticamente e humado fig. 0 B) Bena ente,
00 : 0). La nica monografía publicada sobre el yacimiento se debe a Pallar s, uien rescat de los fondos del Museu
d r ueologia de Barcelona los diarios de e ca aci n de Bosch
Pallar s, 6 ). lgunos autores le criticaron el no haber tenido
en cuenta el manuscrito de Cabr
4), la no consideraci n
de toda la informaci n gráfica aportada por Bosch, así como
la falta de re isi n completa de los materiales depositados en
el citado museo. pesar de todo, debemos destacar el esfuer o
reali ado por la autora para el momento de su edici n, así como
la aportaci n de una tipología de las cerámicas ib ricas recuperadas en el poblado ue facilita el establecimiento de paralelismos con pie as de otros yacimientos.
[page-n-35]
Posteriormente, el inter s de los in estigadores ha uelto a
centrarse en los materiales recuperados, así como en el urbanismo del poblado y su e oluci n a tra s del tiempo Moret et al.,
006 Sanmartí,
: 0
). En cual uier caso, consideramos ue el yacimiento debería ser objeto de una publicaci n
global y actuali ada ue permitiera dar una isi n de conjunto
y sir iera para comprender mejor otros asentamientos cercanos
de similares características.
En el transcurso de las e ca aciones de
6, Bosch dife
renci dos fases de ocupaci n Bosch,
0: 664). La primera se desarroll en la parte alta del cerro, entre los ss. V y
IV a. C. En esos momentos, el n cleo poblacional ocupaban
una superficie apro imada de 000 m y se ordenaba en torno a
una calle central, a ambos lados de la cual se disponían treinta
i iendas. El recinto estaba amurallado y contaba con dos torres
en la parte inferior . Moret et al., 006:
).
La segunda fase de ocupaci n se inici en el s. III a. C.,
momento en el ue el poblado alcan su má imo apogeo, e perimentando un aumento demográfico ue se materiali en
una ampliaci n del terreno construido Beltrán Martíne ,
). La soluci n adoptada era inno adora, pues ante tales
circunstancias, lo habitual en la ona era fundar un nue o
poblado Burillo, 0 : 0 ). Su superficie aument , llegando
casi a duplicarse. Las nue as edificaciones se situaron en las
terra as inferiores y se hicieron reformas en el n cleo primi
genio. Las i iendas eran menores en n mero, pero tenían
mayores dimensiones ue las anteriores. Se dot al poblado
de una nue a muralla y otros elementos defensi os, como
el foso o la torre de planta semicircular en la parte baja del
recinto fig. 0 C) Moret,
6: 4 4 4
Melgui o y Moret,
00 ). sta debi ser ir para proteger la entrada ue e iste junto a la gran balsa ue recoge las aguas plu iales fig. 0 )
Moret, 006: 6
).
Entre los materiales cerámicos recuperados abundan los ib ricos, reali ados a torno o a mano, pudiendo estar decorados con
moti os geom tricos, egetales y/o figurados. Los tipos identificados son: tinajas, kalathoi, escudillas, platos, copas, jarros,
anforitas, ungüentarios, tapaderas, fusayolas, pondera, etc. y
cerámica de cocina ollas). Entre las importadas, e isten:
cerámicas áticas, lisas o con figuras negras o rojas, barni negro
ático del taller de pe ue as estampillas y del de Rhode, cam
paniense
Lamb. 40, 4 y ) y, de manera anecd tica, campaniense B Lamb. ).
Por otra parte, tambi n se ha recuperado alguna figurita oomorfa de terracota.
Cabe destacar la recuperaci n parcial de es ueletos infantiles, inhumados en el interior de arios departamentos Pallar s,
6 ). icha práctica podría estar relacionada con ritos fundacionales o sacrificios rituales inculados a proteger la i ienda o
a propiciar las buenas cosechas Burillo,
a: 4).
Como hemos dicho anteriormente, el poblado posee una
dilatada cronología de ocupaci n ue abarca, al menos, los
ss. V III a. C. lmagro Basch, 6 : ), pues algunos autores
retrotraen su inicio al s. VI a. C. y prolongan su ocupaci n al
s. II a. C. en base a los materiales importados Moret et al., 006:
6 6 Sanmartí,
). Su poca de mayor esplendor corresponde al s. III a. C., momento para el ue e isten indicios ue
permiten plantear ue el poblado se al con la capitalidad del
territorio ue le rodeaba, tales son: su aumento de tama o, es-
pacial y demográfico las reformas lle adas a cabo el comien o
de nue as construcciones y, por ltimo, el halla go en sus pro imidades de algunas estelas decoradas típicas del Bajo rag n
Bena ente, 00 :
Moret et al., 006:
Sanmartí,
4).
Su destrucci n, a ju gar por el ni el de incendio documentado,
fue iolenta y tu o lugar en un momento indeterminado de principios del s. II a. C. Moret, 00 :
).
II.2.12. el palao (alcañIz)
acimiento situado sobre la cumbre y las laderas de una colina
de 4 m de altitud sobre el ni el del mar fig.
). estaca sobre el llano circundante y se encuentra
m al S . de
lca i . Sus laderas no poseen una fuerte pendiente, siendo
accesibles desde cual uier punto, aun ue la S . presenta mayor dificultad. La e tensi n ue ocupa es considerable si se la
compara con otros yacimientos de la ona, contando con una superficie apro imada de 30000 m Bena ente et al., 003: 3 ).
Su tama o, unido a otras características, ha lle ado a proponer
el encla e como uno de los más importantes del Bajo rag n,
si bien, no se al aría con la capitalidad del territorio hasta el
s. II a. C. lfay et al., 004: 4
Beltrán Lloris,
6:
Bena ente et al.,
:
Moret, 00 006: 6). Su emplaamiento, además, le permite controlar los accesos al río Guadalope, a las serranías montalbinas, los caminos ue comunican
los puertos de Beceite y el Maestra go con el alle medio del
Ebro y gran parte del llano ue le rodea, por lo ue su ubicaci n
resulta pri ilegiada Marco,
0: 64
:
).
Por distintos moti os, se ha identificado el encla e con la
ciudad de sicerda, mencionada por Plinio el Viejo N , III,
4) entre los oppida del Valle del Ebro, conocida tambi n por
sus acu aciones monetales bilingües, con la leyenda ib rica de
usekerte y la latina posterior de SI y Osicerda. icha atribuci n parece, hoy día, fuera de toda duda lfay et al., 004:
4
Bena ente et al., 003: 3 y 4 Burillo, 00 00 :
6 Marco, 00 :
3 Pina, 003:
).
Se conoce desde principios del s. I , siendo Colera el primero ue se al la e istencia de restos antiguos en el cabe o
Vallespí, 00 : ). Las e ca aciones ar ueol gicas comenaron en
, dirigidas por Barda íu y Thou enot
lfay
et al., 004: 4
Marco,
0: 3), en la parte NE. del poblado Barda iu y Thou enot, 30). Tras arias d cadas de ol ido, las actuaciones se retomaron en
de la mano de Marco,
uien continu con los trabajos hasta
6
. VV.,
a
Marco,
0,
3,
,
6). Posteriormente, desde 003
y de manera peri dica, los estudios sobre el yacimiento han continuado, reali ándose campa as de e ca aci n, limpie a y consolidaci n, al frente de las cuales se encuentra un nutrido grupo de ar ue logos, formado por: lfay , Bena ente, Gorgues,
Marco, Melgui o y Moret lfay et al., 004: 4 4 Bena ente
et al., 004 Bena ente y atás, 00 Moret, 00 006 Moret et al., 0 ). ctualmente ha sido consolidado y museali
ado, uedando incluido dentro de La Ruta de los Iberos en el
Bajo Aragón.
ju gar por los restos e humados hasta el momento, sus inestigadores se alan ue no parece e istir una planificaci n urbanística predeterminada en sus primeros momentos de ocupaci n
Bena ente et al.,
:
Marco,
:
), situaci n ue
aría durante el periodo republicano Bena ente et al., 003).
No obstante, el encla e sí cuenta con distintos elementos defen-
[page-n-36]
A
B
ig.
C
. El Palao
lca i ): . Vista general del yacimiento. B. Cisterna. C. Kalathos P L
si os ue comen aron a construirse durante los ss. VI V a. C.,
aun ue fueron modificándose en los a os posteriores. sí las
cosas, hace relati amente pocos a os se e hum la muralla defensi a identificada por Barda íu. Tambi n se ha documentado
la e istencia de un antemural paralelo a la muralla y dos torres.
Una de ellas poseía planta semicircular y estaba ane a a la muralla, la otra tenía forma o alada, estaba e enta y desde ella se
controlaba el acceso al poblado Moret, 00 006:
63).
Completando la defensa del n cleo e istía un foso, ue di idía
en dos el poblado, y ue tambi n se utili aba como camino de
acceso al mismo Bena ente et al.,
:
). urante el ib rico pleno se le ant un muro ue unía las citadas torres y se
juntaba con otro ue discurría frente a la torre, dando lugar a un
acceso en doble codo. Posteriormente, en el s. IV a. C., la torre
adosada a la muralla y el muro citado se destruyen, le antándose un siglo más tarde, al S . de la torre, un nue o muro ue
cerraba el recinto defensi o Moret, 00 006: 3).
raí de las distintas campa as efectuadas, tambi n se han
hallado grandes edificios p blicos ue corresponden a un período de reforma urbana ue tu o lugar a mediados del s. II a. C.
e ese momento destaca la construcci n, al S . del encla e,
otos: M. M. uentes).
de una cisterna fig.
B) ue fue e ca ada entre
y
Marco,
6,
, 003). sí mismo, tambi n cabe resaltar
la presencia de dos construcciones en la parte occidental del
yacimiento, identificadas como posibles templos, uno de poca
ib rica y otro romano lmagro Gorbea y Moneo, 000:
Barda íu y Thou enot, 30: 6 Marco,
3:
:
).
ctualmente los espacios ue suscitan mayor inter s entre
los in estigadores de la ona son unas habitaciones destinadas al
almacenamiento y transformaci n de productos agrícolas, en las
ue se documentan pa imentos, bancos corridos, así como cubetas y balsetas elaboradas en yeso o cal. Su tama o considerable y el halla go en distintos yacimientos del Bajo rag n San
ntonio, Calaceite Tiro de Ca n, lca i Cabe o de lcalá,
aila La Bo ina, Vinaceite El Castillejo de La Romana, La
Puebla de íjar El Palomar, liete El Castelillo, llo a etc.)
ha lle ado a incularlos con el comercio, pues superan con creces el olumen de consumo dom stico Bena ente et al., 0 6).
Los materiales recuperados en el curso de las inter enciones
son ariados. E iste abundante cerámica ib rica reali ada a torno, ue puede presentar decoraci n de tipo geom trico, egetal
y figurada Moret et al., 0 , fig. 3). Los tipos documenta3
[page-n-37]
ig. . Tiro de Ca n
oto: M. M. uentes).
dos son ariados: tinajas, tinajillas, kalathoi fig.
C), jarros,
escudillas, páteras, fusayolas, pondera, ollas, etc. En cuanto a las cerámicas importadas, se han recuperado fragmentos
de campaniense
Lamb. 6), B Lamb. 6 y ) y C, cerámica
com n romana, paredes finas Mayet I, II, IV, V,
Vy
aso de co), ánforas res. , terra sigillata itálica, gálica e
hispánica y cerámica idriada. Tambi n se ha documentado la
e istencia de idrio.
En metal se recuperaron arias monedas de plata y bronce,
algunas de ellas de poca romana as de Claudio, as de Tiberio
y as de la colonia Victrix Iulia Lépida) trián et al.,
0: ).
Tambi n aparecieron otros objetos b licos espadas, lan a, pual, soliferrum, etc.), de adorno anillo de bronce, frontalera
de caballo, chapita, anilla de bocado de caballo, etc.) y de uso
com n cucharilla de bronce, tijeras de hierro, an uelos, etc.)
Marco,
0:
64,
3: 4 4 ,
6: ).
Los materiales en hueso son más escasos o se han conser
ado en menor medida. Tenemos noticia de la recuperaci n de
dos cucharillas Marco,
6: ).
Por ltimo, destacar la e istencia de dos esculturas de uidos sobre piedra y cuatro estelas típicas del Bajo rag n Marco,
6,
3
4 Bena ente,
:
Burillo, 000). En
piedra, tambi n se han recuperado, entre otros, molinos y alisadores Marco,
0:
).
En cuanto a su cronología, sus primeros e ca adores indicaron ue e istían indicios de una ocupaci n del cerro en poca
neolítica Barda íu y Thou enot, 30), si bien, in estigaciones
más recientes lo ponen en duda Marco,
:
). Los restos
más antiguos, locali ados en la parte alta de la colina, no pueden
datarse en fechas anteriores a la I Edad del ierro Bena ente
et al., 003: 3 Moret et al., 0 : 6
). No obstante, el
grueso de los materiales debe adscribirse a la cultura ib rica,
aun ue posteriormente su ocupaci n perdura hasta la poca romana imperial Burillo, 00 00 : 4 Marco,
0: 4).
bjeto de nuestro inter s es el período ib rico, en el ue se
diferencian dos fases de ocupaci n. La primera de ellas debi
iniciarse en torno a los ss. VI V a. C., finali ando de manera iolenta a consecuencia de los acontecimientos b licos sucedidos
4
lca i )
en el s. III a. C. Marco,
0: 4). La segunda comen a mediados del s. II a. C., momento en el ue el encla e e periment
un aumento demográfico, tal e por ue acogi a poblaci n de
otros n cleos menores destruidos tras la llegada de los romanos,
y alcan su má imo esplendor, al ándose con la capitalidad de
un e tenso territorio ue comprendía el espacio central delimitado por el río Martín, el Matarra a y el Guadalope Bena ente
et al., 003: 3 ). inalmente, el poblado se abandon a finales
del s. I d. C. lfay et al., 004: 4
Marco,
3).
II.2.13. tIro de cañón o cabezo royo (alcañIz)
acimiento situado sobre un cerro amesetado y aislado a 3 0 m
de altitud sobre el ni el del mar), ue dista . m al N . de lca
i fig. ). esde su ubicaci n domina isualmente el entorno, en el ue tu o un papel destacado Bena ente,
4:
).
Se conoce desde 6 y en l se han practicado di ersas
campa as de e ca aci n. Las dos primeras fueron dirigidas
por Beltrán Martíne entre 6 y 6 , si bien, los resultados
obtenidos no fueron publicados hasta d cadas posteriores
Beltrán Martíne ,
0). Las estructuras ar uitect nicas
sacadas a la lu corresponden a parte de una calle y a una serie
de estancias de planta cuadrada, algunas con cubetas re estidas
de yeso, ue debieron estar destinadas a acti idades de transformaci n, tal e tenerías o relacionadas con el curtido de pieles.
Tambi n se document la e istencia de parte de la muralla en el
lado N . trián et al.,
0:
Beltrán Martíne ,
0:
30 Bena ente,
). Los materiales recuperados en el
curso de estas inter enciones fueron estudiados y se publicaron
a uellos más destacados unos a os más tarde Bena ente,
,
Bena ente et al.,
6 Perales et al.,
3
4).
En 0 3, la reali aci n de unos sondeos ar ueol gicos en
la partida de Tiro de Ca n, pre ios a puesta en marcha de los
trabajos de construcci n de una planta de hormig n y asfalto
por la empresa de rasfalto, puso al descubierto un conjunto de estructuras ib ricas ue mostraban ue el yacimiento
contaba con un tama o mayor al ue hasta el momento se le
había estimado. Las estancias sacadas a la lu en el transcurso
[page-n-38]
ig. 3. El Castelillo llo a)
oto: M. M. uentes).
de las e ca aciones corresponden a un barrio destinado a acti idades producti as y de almacenamiento de productos agrícolas
Bena ente et al., 0 6: 3 ).
ctualmente el yacimiento sufre la acci n de los e ca adores clandestinos y la erosi n del terreno. sí mismo, se está tratando de acondicionar para ue sea isitado dentro de La Ruta
de los iberos en el Bajo Aragón.
Los materiales conser ados son ariados. La cerámica pertenece, en su mayoría, a la cultura ib rica. Está elaborada a torno, aun ue hay algunos fragmentos a mano, y puede aparecer
decorada con moti os geom tricos, egetales y/o animales. La
ariedad tipol gica de las pie as es bastante reducida, documentándose: ánforas, dolia, recipientes con cierre herm tico,
tinajas, kalathoi, cuencos, platos, tapaderas, ollas, pondera y
fusayolas, entre otros Bena ente et al.,
6 Beltrán
Martíne ,
0:
). Las importaciones corresponden a
campaniense y B, ánforas res.
y B, paredes finas, etc.
Bena ente,
:
).
En metal, destaca la recuperaci n de un denario de Bolskan
Beltrán Martíne ,
0: 3 ).
La ocupaci n del poblado se inici en torno al s. II a. C.,
finali ándose en el primer cuarto del s. I a. C. con moti o
de las Guerras Sertorianas Martín Bueno,
: 33 trián
et al.,
0:
Beltrán Lloris,
6: 0 Beltrán Martíne ,
0: 30).
II.2.14. Mas del cerrojo (alcañIz)
Poblado del ue nicamente tenemos noticia oral, proporcionada por el padre escolapio Enri ue trián et al.,
0: 6). Se
ubica en un cerro a 3 6 m de altitud sobre el ni el del mar),
pr imo al curso del río Regallo y con fácil acceso a f rtiles
tierras de culti o.
II.2.15. cabezo del Moro (alcañIz)
Poblado situado sobre un cerro de cumbre amesetada, a 3 m
de altitud sobre el ni el del mar, situado a la derecha del río Regallo. ue e ca ado en
por Barda íu y Thou enot, publi-
cándose los resultados de las inter enciones un poco más tarde
Barda íu y Thou enot, 30).
ctualmente, a pesar de su estado de conser aci n, se puede
apreciar en el lado SE. del cerro la muralla ue debi protegerlo,
así como una serie de i iendas y otro tipo de construcciones
ue, por sus dimensiones, se han identificado con edificios p blicos. Por otra parte, el acceso al recinto se reali aría por el
lado E., a tra s de un camino ue bordeaba la muralla trián
et al.,
0: 0).
El material recuperado es ariado, si bien, destacan por su
mayor olumen las pie as cerámicas. stas pueden ser ib ricas o importadas. En el caso de las primeras, se ha documentado tanto la e istencia de pie as sin decoraci n como ornamentadas, entre las cuales destacan las ue presentan moti os
fitomorfos Barda íu y Thou enot, 30 Beltrán Lloris,
0a:
6). Entre los materiales importados hay fragmentos de cerámica ática, campaniense y B, com n romana y terra sigillata
aretina y sudgálica trián et al.,
0: ).
La cronología en la ue se puede encuadrar la ocupaci n del
poblado se sit a pro isionalmente entre los ss. IV a. C. I d. C.,
a falta de estudios actuali ados ue lo confirmen trián et al.,
0:
).
II.2.16. el castelIllo (alloza)
El yacimiento se sit a 0. m al N . de llo a, sobre un cerro
de 660 m. de altitud sobre el ni el del mar, cuya cima es muy
escarpada fig. 3). El espacio ocupado se limita a sus laderas,
concentrándose principalmente en la N. y S. Todas poseen bastante pendiente, resultando la S. la más c moda para acceder
al poblado. Su estado actual es lamentable, debido a la fuerte
erosi n ue padece y a la acci n de los clandestinos.
ue descubierto por rtego
4
46), uien lle
a
cabo junto a trián cinco campa as de e ca aci n entre
6y 6 .
La primera inter enci n se reali en la ladera N., la más escarpada trián,
). Se pusieron al descubierto un po o, diersas i iendas, calles pa imentadas con cantos rodados, una
[page-n-39]
de las cuales recorre el yacimiento de E. a ., y arios caminos
tallados en la roca ue permitían acceder a la cima y comunicar
las distintas terra as.
La segunda campa a se produjo en el a o
y la tercera al siguiente trián,
). Las actuaciones continuaron en
la ladera N. y se e tendieron por la ., e humando una serie
de habitaciones entre las ue destaca la , por poseer un horno
metal rgico Loscos et al., 00 ).
La cuarta inter enci n tu o lugar en 6 y la uinta un a o
más tarde trián, 66). Se centraron en la ladera S., concretamente en la ona más pr ima a la cima. e nue o se continuaron sacando a la lu arios departamentos, en uno de los cuales
había un horno y un silo comunitario.
inalmente, en
4 se lle a cabo una campa a de urgencia ue pretendía recuperar los materiales ar ueol gicos ue los
e ca adores furti os habían ido poniendo al descubierto, cubrir
las catas reali adas en inter enciones anteriores y documentar
fotográficamente el recinto Loscos et al.,
).
Entre los materiales reali ados en cerámica se ha constatado
la presencia de abundante cerámica ib rica, reali ada a mano o
a torno, ue puede aparecer lisa o decorada con moti os geom tricos, egetales y/o figurados. Entre sus formas destacan: tinajas, tinajillas, urnas de orejetas, kalathoi, toneles, sítulas, jarros,
platos, páteras, cuencos, ta as, tapaderas, crateriskoi, kantharoi,
guttus, thymiateria, fusayolas, morillos, una trompeta, etc. Tambi n se han recuperado cerámicas importadas, concretamente
campaniense Lamb. , , 6,
y 36).
Reali ados en otros materiales se recogieron molinos y morteros de piedra, figuritas de terracota, hachas de hierro y piedra,
cla os, cuchillos, una a uela, un pico, arias placas de hierro,
agujas, escoria de fundici n, etc. trián,
,
, 66
trián et al.,
0: 03 04 Loscos et al.,
00 ).
Su ocupaci n se inicia en el s. VI a. C. y se interrumpe en la
primera mitad del s. II a. C., alcan ando su má imo esplendor
en los ss. III II a. C. trián,
:
trián et al.,
0:
04). ued destruido por un incendio ue podría relacionarse
con las campa as lle adas a cabo por los romanos en la ona en
el s. II a. C. trián,
: 06 y
).
II.2.17. el sabInar (olIete)
Situado sobre una terra a u ial de escasa altitud 0 m sobre
el ni el del mar), ue dista 3. m al E. de liete. El asentamiento está enmarcado por dos cordilleras, una perteneciente a
la sierra de Cantalobos y la otra a la del Puerto de ri o.
asta el momento no se han practicado e ca aciones arueol gicas en l. La cronología ue se le atribuye corresponde
a la II Edad del ierro, e plicándose la aparici n de un fragmento de kalathos con decoraci n compleja como una aportaci n e gena al poblado o perteneciente a otra fase de ocupaci n toda ía no documentada Bena ente,
: 6 ).
II.2.18. el paloMar (olIete)
acimiento situado m al NE. de la poblaci n de liete, sobre una
de las terra as del río Martín ue se encuentra apro imadamen
te a unos 0 m de altitud sobre el ni el del mar fig. 4 ).
pesar de ue sus dimensiones son reducidas, 000 m de superficie Vicente, 00 :
), se ha podido constatar la e istencia de un urbanismo desarrollado en retícula. Su ubicaci n
6
resulta estrat gica, pues controla la ía de comunicaci n ue
pone en contacto el alle del Ebro con el interior a tra s del río
Martín. demás, contaba con un foso en el lado N. ue permitía
aislar completamente el cerro Vicente et al.,
0: ).
un ue en alguna ocasi n se ha propuesto su identificaci n
con la ciudad de Ildugoite Beltrán Lloris,
6: 4 ,
4, 43
Galiay, 4 :
y 4 4 Magall n,
: 3), actualmente esa hip tesis no tiene demasiada aceptaci n Vicente, 00 :
Vicente et al.,
0: ).
esde finales del s. I se sabe ue en el cabe o había cerámicas antiguas, si bien, las e ca aciones ar ueol gicas no
se iniciaron hasta 4 , de mano de Galiay. ste reali tres
campa as y public sus resultados Galiay,
). Se pusieron
al descubierto algunas calles pa imentadas ue delimitaban
una man ana de casas, de las cuales se e humaron arios departamentos. Los materiales recuperados fueron publicados por
Beltrán Martíne , así como los ue pertenecían a la colecci n
resan Beltrán Martíne ,
a).
Tras arios a os de inacti idad, las e ca aciones se retomaron en el
bajo la direcci n de trián, reali ándose
un total de cinco campa as, la ltima en
trián,
trián y Vicente,
Vicente et al.,
0). Su carácter era
de urgencia, pues eran numerosas las rebuscas ue los e poliadores lle aban a cabo en el yacimiento, pero sobre todo por
la amena a ue suponía la e tracci n de gra as en la misma
colina. Las actuaciones se centraron en la reali aci n de arios
sondeos para comprobar su secuencia estratigráfica, así como
en la e ca aci n de la man ana de casas delimitada por Galiay,
donde se han identificado once i iendas y cuatro almacenes
independientes fig. 4 B) Beltrán Lloris,
6:
Burillo,
000: 40 Vicente et al.,
0: 4). Posteriormente, en 00
se procedi a la e ca aci n de la necr polis isigoda y, en
los ltimos a os, los trabajos efectuados en el yacimiento han
sido de consolidaci n y puesta en alor, uedando incluido en
La Ruta de los iberos en el Bajo Aragón.
Los materiales cerámicos hallados en el yacimiento son
destacables. Se trata de pie as ib ricas, de mesa y de cocina, ue pueden aparecer sin decorar o con moti os geom
tricos, egetales y/o figurados fig. 4 C). Entre las formas
documentadas e isten: tinajas, platos, páteras, ta ones, thymiateria, fusayolas, pondera, imitaciones de cerámica campaniense, etc. Galiay,
trián y Vicente,
). Entre
las importadas son frecuentes las campanienses y B Lamb.
, 3, , 6, y 0) y, en menor medida, la C. Tambi n se reco gieron fragmentos de ánfora res.
y cubiletes de pare
des finas trián,
:3
trián et al.,
0:
Beltrán
Martíne ,
a).
En el subsuelo de las casas se han encontrado inhumacio
nes de animales e infantiles, concretamente eintitr s, algunas
de ellas con ajuar funerario trián y Vicente,
Vicente
et al.,
0).
En metal se han recuperado objetos de distinta natura
le a, si bien, el n mero de halla gos no es destacado, probable
mente por ue no se han conser ado. Entre otros, en hierro hay
cla os, picos y argollas, mientras ue en bronce e isten fíbu
las, es uilos, botones y pla uetas trián,
:3
trián y
Vicente,
).
Entre los restos líticos se han identificado alisadores, machacadores, pulidores, molinos, etc. trián,
: 3 ).
[page-n-40]
A
C
B
ig. 4. El Palomar liete): . Vista general del poblado. B. Man ana de casas e humadas
oto: Museo de arago a. . Garrido).
Por ltimo, cabe destacar la aparici n de un tesorillo monetal
oculto en el interior de una de las i iendas Beltrán Lloris,
6:
4
6: 44). Estaba compuesto por, al menos, no enta y cuatro denarios de Bolskan y arias monedas de bronce, habi ndose
identificado la procedencia de dos de Beligion y otras dos de
Contebacon trián et al.,
0:
Beltrán Lloris,
6: 43).
La ocupaci n del yacimiento se circunscribe a los ss. III I a. C.,
encontrado su final como consecuencia de las Guerras Sertorianas 4 a. C.) Beltrán Martíne ,
a: 3
trián et al.,
0:
Vicente, 00 :
). Más tarde fue ocupado, en poca isigoda, como necr polis Vicente et al.,
0: 3 y
).
II.2.19. cabezo de las abejas (albalate del arzobIspo)
acimiento situado 0.3 m al SE. de lbalate del r obispo, en
una colina de 3 m de altitud sobre el ni el del mar. Son pocos
los datos disponibles sobre el poblado, destacando la publicaci n
de su descubrimiento a principios del s.
por Barda íu
4:
4 ). icho in estigador consider ue su ocupaci n se produjo
simultáneamente a la del Cabe o de Cantalobos lbalate del robispo), aun ue pensaba ue sta comen aba en el s. VIII a. C.
El yacimiento fue re isado, posteriormente, por i
).
Entre los materiales documentados destaca la cerámica ib rica decorada y la campaniense trián et al.,
0: 0 ).
otos: M. M. uentes). C. Thymiaterium
II.2.20. cabezo de cantalobos o de la cruz
(albalate del arzobIspo)
acimiento situado en una de las colinas de la sierra de Cantalobos, a 3 3 m de altitud sobre el ni el del mar, pr imo al río
Martín y a la localidad de lbalate del r obispo, de la ue dista
0. m al SE.
La informaci n disponible es realmente escasa, pues nica
mente sabemos ue fue e ca ado parcialmente, en
3, por Bar
da íu
4) y ue en sus inmediaciones apareci cerámica ib rica
con decoraci n egetal y oomorfa Barda íu,
4: 4 Beltrán
Martíne ,
0a: 30 Pellicer, 66: 0 To ío,
6:
).
Entre el material recuperado destacan las cerámicas ib ricas, reali adas a torno, y las importadas. Respecto a las primeras, decir ue el tipo de recipientes identificados es muy ariado
ánforas, dolia, tinajillas, kalathoi, oinochoai, platos, ta ones,
pondera, fusayolas, etc.), pudiendo aparecer decorados con moti os geom tricos, egetales y/o figurados. En cuanto a las importadas, e isten fragmentos de campaniense y B.
Por otra parte, tambi n se documentan objetos reali ados en
otro tipo de materiales: cucharillas de hueso alisadores, hachas,
morteros y molinos de piedra fíbulas de bronce anillas de cobre rejas de arado, instrumental agrícola, puntas de lan a, anillas
y cla os de hierro, etc. trián et al.,
0: 6 0 Barda íu,
4: 4 44).
[page-n-41]
A
ig. . La Bo ina Vinaceite): . Vista general del yacimiento
arago a. . Garrido).
B
oto: M. M. uentes). B. Thymiaterium La Bo ina
Cronol gicamente, la ocupaci n del encla e se circunscribe
al período comprendido entre el s. IV y la primera mitad del I a. C.
Beltrán Lloris,
:
G me , 4 : 3).
II.2.21. cabezo del carrasco o el ventanIco
(urrea de gaén)
acimiento ib rico situado sobre una colina a 3 m del altitud sobre el ni el del mar), ue dista 0.4 m al S. de Urrea
de Ga n, del ue casi no se tienen noticias triá, et al.,
0:
3 Vallespí,
4:
6). Los restos constructi os a oran en
la superficie, pues a pesar de ue no se han practicado en l
e ca aciones oficiales sí ha sido objeto de di ersas rebuscas por
parte de los clandestinos, ue sacaron a la lu los paramentos de
una habitaci n completa y parte de otras.
Entre los restos recuperados destaca la cerámica ib rica, lisa
o decorada con moti os geom tricos y/o egetales, así como
la importada, integrada por barni negro ático y campanienses
, B y C, aun ue esta ltima aparece en menor n mero).
Las informaciones disponibles sobre su cronología nicamente hacen alusi n al final del poblado, datado en la primera
mitad del s. I a. C. trián et al.,
0: 3 ).
II.2.22. peñaFresca (castelnou)
acimiento situado sobre una colina a 3 m de altura sobre el
ni el del mar) en el margen derecho del río Martín, pr imo a la
desembocadura del arroyo Val de Lima a y a 4.6 m al NE. del
municipio de Castelnou. Por su ubicaci n, cuenta con una buena
defensa natural, a pesar de lo cual algunos autores han apuntado la posible e istencia de un recinto amurallado. En su parte
superior e isten ortostratos de gran tama o ue fueron utili ados como cantera y en uno de ellos se tall una escalera de tres
pelda os. En las laderas del cerro a oran restos constructi os
ue pertenecerían a las distintas i iendas ue compondrían el
poblado, si bien, el material ar ueol gico tambi n se e tiende
por el llano más inmediato.
oto: Museo de
No se conoce la práctica de e ca aciones en este lugar,
nicamente contamos con alguna noticia puntual, como la ue
proporciona Barda íu
: 3 ) o la de rtego
: 6 6 ).
Tambi n form parte de los yacimientos estudiados en la tesina
de i
), pero sus resultados toda ía están pendientes de
publicaci n. Recientemente ha sido objeto de una prospecci n
sistemática reali ada para el Plan General de rdenaci n Urbana3 del municipio en el ue se encuentra. raí de sta se ha
documentado la e istencia de dos momentos de ocupaci n, el
primero perteneciente a la Edad del Bronce y el segundo a la
cultura ib rica, cuya ocupaci n se e tendería desde el s. III a. C.
hasta principios del I a. C.
Entre los materiales recuperados destaca la presencia de cerámica a mano y a torno, pudiendo estar esta ltima decorada.
Se ha documentado la e istencia de grafitos y tituli picti sobre
algunas pie as. Entre los productos importados, e isten campanienses y B trián et al.,
0: 4 4 ).
II.2.23. cabezo de la bovIna (vInaceIte)
sentamiento situado sobre la cumbre amesetada y laderas
de un cerro aislado a 340 m de altura sobre el ni el del mar)
fig.
), en la margen derecha del río guas i as, ue dista
de Vinaceite . m al E. Todas sus laderas presentan una sua e
pendiente, a e cepci n de la ue da al río, ue está más escarpada. Su posici n en el territorio es pri ilegiada, pues desde l se
controla la ía de comunicaci n ue une la cuenca alta del río
guas i as con el alle del Ebro y las onas de culti o e istentes en el llano circundante P re y e Sus,
4: 6 ).
a sido objeto de numerosas actuaciones clandestinas, reali ándose la primera e ca aci n oficial en
0, dirigida por
Gil. Los resultados de las mismas no fueron publicados en su
momento, teniendo ue esperar a ue en los a os 0 del siglo
3
gradecemos al yuntamiento de Castelnou la informaci n facilitada al respecto.
[page-n-42]
A
B
C
D
ig. 6. Cabe o de lcalá
aila): . Vista general del poblado. B. Entrada principal. C. Torres de la parte superior de la acr polis. .
Termas otos: M. M. uentes).
pasado se re isaran los materiales obtenidos en ellas, así como
otros procedentes de prospecciones antiguas P re y e Sus,
4). Recientemente, en 004, ha sido objeto de una prospecci n sistemática ue incluía el estudio de su entorno inmediato
ía ri o et al., 00 ).
Se ha documentado la e istencia de dos momentos de ocupaci n, uno perteneciente a los ss. VII VI a. C., teniendo un
origen hallstático, y otro al s. II mediados del I a. C., correspondiendo a una etapa de fuerte iberi aci n de la ona.
E isten estructuras bien conser adas en la parte más ele ada
del cerro. Se trata de dos estancias con balsitas rectangulares
de yeso, destinadas a labores de almacenaje o fabricaci n e
Sus y P re ,
3
4:
). En la parte baja tambi n son
isibles restos de muros en peor estado de conser aci n.
Entre los materiales recuperados destacan las cerámicas:
a mano de la Primera Edad del ierro ib ricas a torno tinajas, dolia, crateriskoi, thymiateria, etc.) fig.
B), lisas o con
decoraci n geom trica y/o egetal, las grises y las imitaciones
Camp. , forma Lamb. 36) importadas, como campaniense
Lamb. , c, 3 b y Morel 6 ), B Lamb. , , 3 y ) y C, paredes finas Mayet ) y ánforas res.
trián et al.,
0 e
Sus y P re ,
3
4 P re y e Sus,
4:
). Por
otra parte, aparecieron pondera reali ados en distintos materiales cerámica, alabastro y yeso) y tapaderas elaboradas en yeso
e Sus y P re ,
3
4: 0).
II.2.24. cabezo de alcalá (azaIla)
acimiento ubicado en una colina aislada a 3 3 m de alti
tud sobre el ni el del mar), de cima amesetada, ue tiene una
m
superficie apro imada de 000 m y dista poco más de
al S. de la poblaci n de aila sensio Esteban,
). es
de allí controla la cuenca del río guas i as, por donde discurre
la ía Ilerda-Celsa, por lo ue su situaci n resulta estrat gica
fig. 6 ) Beltrán Martíne ,
). demás estaba prote
gido por una serie de murallas, dispuestas a distintas alturas, con
torres o bastiones, un foso en la ladera E., un campo de piedras
hincadas en la parte SE. y otras dos torres, de planta cuadrada,
en la parte más ele ada de la acr polis fig. 6 C), lo ue le permitía amplificar la isibilidad del territorio circundante Beltrán
Lloris,
6: 6 , 00 Romeo, 004).
En algunas ocasiones se ha propuesto la identificaci n del
encla e con la ciudad de Beligiom Beltrán Lloris,
3: ,
6: 3,
: 6), si bien, dicha atribuci n no está e enta
de pol mica Beltrán Lloris,
atás Cabe a,
0: 4
Villaronga,
: 4 ). ctualmente, como eremos más hacia
delante, está más aceptada la identificaci n de esa ceca con el
yacimiento de Pi uete de la talaya
uara).
Tras reali arse una serie de anjas en el encla e en 6 ), ue
confirmaron la e istencia de restos ar ueol gicos, comen a e ca arse en
, estando al frente de las distintas campa as, hasta
0, Gil Beltrán Martíne ,
: 30). espu s de un bre e par n
[page-n-43]
tesis, las actuaciones se retomaron en
bajo la direcci n de
Cabr Beltrán Lloris,
: ). ueron interrumpidas con moti o de la Guerra Ci il Cabr , 40 4 ), ol i ndose a reanudar los trabajos en 40 hasta 4 , e ca ándose gran parte
del yacimiento. Pasados unos a os, las in estigaciones fueron
retomadas en 64 por Barandiarán y Beltrán Martíne
64b).
pesar de la intensidad de los trabajos reali ados, pas
tiempo hasta ue se abord el análisis conjunto de todos los
aspectos relati os al encla e. En este sentido, cabe hacer referencia a la obra ue Cabr public sobre la cerámica de aila
44), así como al estudio reali ado por Beltrán Lloris, uien
anali a de forma e hausti a los restos ar uitect nicos e humados y los materiales ar ueol gicos documentados Beltrán
Lloris,
6). este esfuer o hay ue sumar el ue este ltimo
autor ha reali ado al releer e interpretar la documentaci n in dita de las e ca aciones practicadas por Cabr , pues ha permitido
esclarecer algunas de las inc gnitas latentes sobre el encla e
Beltrán Lloris,
, 0 3).
En 64 se reali un sondeo estratigráfico en la parte S. de
la acr polis para erificar la cronología del yacimiento Beltrán
Martíne , 64b). Los ni eles de ocupaci n identificados corresponden a:
Ciudad I: Pertenece a la cultura hallstática s. VII a. C.).
El poblado de ese momento estaba ertebrado por una calle central, a ambos lados de la cual se disponían las i iendas. Se conser a su necr polis, en la parte baja del cabe o, con una ariada
tipología de enterramientos. El final de esta primera ocupaci n
se produjo durante la Segunda Guerra P nica, hacia el
a. C.
Ciudad II: Edificada sobre los restos de la primera, se e tendía por toda la superficie de la colina. Estaba completamente
amurallada y el acceso se reali aba por el lado S. fig. 6 B). La
adscripci n cultural de la misma es ib rica.
un ue en un primer momento Beltrán Martíne diferenci la e istencia de esta fase de ocupaci n y la dat entre el
y el 6
a. C., posteriormente, al re isar los materiales
ar ueol gicos reconsider la cronología y elimin la distinci n
entre la ciudad II y III Beltrán Lloris,
4). E ca aciones recientes, practicadas entre el 00 00 , parecen ratificar la e istencia de dicha fase Beltrán Lloris, 0 3: 3 3 4 Loren o y
Chaut n, 0 3: 3 ).
Ciudad III: Se trata de la ltima ocupaci n del encla e.
ue construida sobre los restos de la anterior, pero ampliando
la superficie habitada mediante el aterra amiento de las laderas
Beltrán Lloris, 0 3: 36 ). sí mismo, se le dot de una gran
cisterna, ubicada al E., ue almacenaba las aguas plu iales.
Por otra parte, como más arriba hemos indicado, toda la
ona habitada estaba protegida por un foso, una doble línea de
muralla en la ue sobresalían di ersas torres y, en la cima de la
colina, se situaban otras dos.
En este momento la in uencia romana es indiscutible. Resulta e idente, por ejemplo, si se aprecia el sistema de construcci n de algunas de las i iendas, pues siguen el modelo itálico
en cuanto a la distribuci n de las estancias, así como en el gusto
por determinados pa imentos opus signinum) o t cnicas decorati as pintura mural) ernánde ía , 003: 4
Lasheras,
4). Tambi n en los edificios p blicos, tal es el caso de
las termas fig. 6 ) y del templo in antis fig.
).
Las termas se sit an en la parte baja de la colina y están
compuestas por: apodyterium, tepidarium, caldarium, frigida30
rium y laconicum. Una reciente inter enci n, de limpie a de la
ona y consolidaci n de las estructuras, ha puesto de manifiesto
la necesidad de lle ar a cabo nue os trabajos ue permitan definir su distribuci n interna y delimitar con e actitud sus dimensiones Loren o y Chaut n, 0 3: 34 34 ).
El templo se document en la parte superior de la acr polis,
al final de la calle principal, lo ue ha lle ado a Moneo 003:
3 ) a identificarlo como un santuario de entrada. Tiene planta
rectangular, dos columnas in antis y en la parte posterior de la
naos se recuper un grupo escult rico ubicado sobre un podium.
llí probablemente recibi culto un jefe local del ue se desconoce su identidad lmagro Gorbea y Berrocal,
:
3
Beltrán Lloris,
6:
60,
6: 60, 00 :
Nony,
6 Ramayo, 003:
). No es el nico edificio religioso
del ue se tiene noticia, pues pr imo a ste, pero en el e terior
de la ona amurallada superior, concretamente a la i uierda
de la entrada principal, se ha identificado otro, en este caso de
carácter indígena y pe ue o tama o Vil ,
: 3
). Por
otra parte, tambi n se ha apuntado como posible un edificio en
la ona S. del cabe o, aun ue su deficiente estado de conseraci n en el momento en el ue se descubri impide afirmarlo
con total seguridad lmagro Gorbea y Berrocal,
:
lmagro Gorbea y Moneo, 000:
Cabr ,
: 300 306).
ue abandonada entre los a os 0 y
a. C. con moti o de
las Guerras Sertorianas. Los habitantes de la ciudad, partidarios de Sertorio, fueron asediados, erigiendo para su defensa
un campo de piedras hincadas en el lado SE. No obstante, los
sitiadores no hallaron obstáculos ue se interpusieran a su objeti o, por lo ue reali aron una rampa de asalto en el lado S. ue
permiti perpetrar en la ciudad tras librar la muralla Beltrán
Lloris,
4 Romeo, 004)4. Consecuencia de ello, la ciudad
result arrasada e incendiada, teniendo sus habitantes ue trasladarse a otros lugares Beltrán Lloris, 00 : 00). La dataci n
del final de este ltimo momento de ocupaci n no está e enta
de problemas, tal y como se puede deducir con un simple repaso a la bibliografía disponible al respecto. ay un grupo de
in estigadores ue postulan como final las Guerras Sertorianas Beltrán Lloris,
4,
6: 4
06,
0,
, 00
Cabr ,
Romeo, 004 Villaronga,
: 4 ), mientras
ue otros abogan por las cesarianas Beltrán Lloris,
3: ,
6 Beltrán Martíne , 64b:
6, 66: 30 , Gorgues,
00 Pellicer, 6
0 Ribera y Marín ordá, 004 00
Ribera y Pascual, 0 : 4
0). En nuestro caso, hemos
aceptado las Guerras Sertorianas como final del encla e por
ser sta la propuesta más reciente defendida por Beltrán Lloris 00
0 3: 3 44 ), e perto en el poblado, si bien, los
datos y argumentos ue proporcionan Ribera, Marín y Pascual
no deben ser ol idados en futuras in estigaciones ue puedan
arrojar más lu al respecto y permitan delimitar más claramente
el final del encla e.
En 003 se lle a cabo una prospecci n y una serie de
catas en las pro imidades de las estructuras e humadas hasta el momento, pero en una ona más pr ima al río. e este
modo se demostr ue las dimensiones del encla e eran mayores de lo ue se pensaba ranco y ernánde , 003 004).
4
Recientemente ourcade 00 ) ha reali ado una lectura desmilitari ada de los restos y propone un abandono oluntario del poblado, tal e consecuencia de un pacto.
[page-n-44]
Posteriormente, en 00 se reali una re isi n de la ona de
El Puente .
pesar de haberla indi iduali ado del Cabe o
de lcalá
aila), se reconoce su inculaci n a ste, pues están muy pr imos y la funci n ue desempe parece ue fue
eminentemente comercial y/o artesanal. e este modo, se ha
propuesto ue podía tratarse de un barrio dependiente de dicho
poblado ía ri o et al., 00 :
).
E iste otro yacimiento pr imo al ue a uí nos ocupa, El
Pedre al , ue por su ubicaci n en un lugar de fácil defensa y
control de la ía ue da acceso al Cabe o de lcalá
aila)
por el . se ha identificado como un puesto de igilancia a su
ser icio ía ri o et al., 00 : 36).
Las ltimas inter enciones de las ue tenemos noticia se
practicaron entre 00 y 00 en la ona de los torreones del
poblado. llí se conser aban algunos testigos ue, tras su e caaci n, han permitido conocer mejor la secuencia estratigráfica
Loren o y Chaut n, 0 3).
Recientemente han sido objeto de restauraci n sus estructuras, con el fin de museali ar el yacimiento e incluirlo en La Ruta
de los Iberos en el Bajo Aragón.
Los materiales recuperados son ariados, má ime si tenemos en cuenta la amplitud cronol gica ue abarca el asentamiento. No obstante, por ra ones ob ias, nos centraremos en
los ib ricos.
En cuanto a las cerámicas obtenidas, e iste gran n mero
de procedencia indígena y otras importadas. Respecto a las
primeras, cabe decir ue están reali adas a torno y ue pueden
ser lisas o presentar decoraci n, bien sea geom trica, fitomorfa o, en el menor de los casos, figurada Beltrán Lloris,
6,
4,
Cabr ,
6a,
6b, 34, 44 García y Bellido,
0: 03 0 Pellicer, 6
0). Respecto a las importadas,
se han identificado campanienses Lamb. 6, 4b y b Morel
/ , c, 6 y / , entre otras), B y C. el ltimo momento
del poblado proceden ánforas de Campania y Brindisi, cerámica de paredes finas, barni rojo pompeyano, etc. trián et al.,
0: 0 3 Beltrán Lloris,
6,
4).
En metal, destaca el halla go de dos tesorillos de monedas
pertenecientes al ltimo ni el de ocupaci n Beltrán Lloris,
, 00 : 00 Beltrán Villagrasa, 4 Villaronga,
:
4 4 ). El primero de ellos fue encontrado sobre el pa imento
de una i ienda, lo ue lle a a pensar ue su p rdida fue casual, y está constituido por ciento once monedas de treinta y
ocho cecas. El segundo corresponde a una ocultaci n oluntaria
en las escaleras de la torre . y está formado por seiscientas
eintiuna monedas pertenecientes a einticuatro cecas Beltrán
Lloris,
6:
).
Cabe destacar tambi n el halla go de restos de catapultas
y scorpia ue, unido a otros elementos amorti aci n del pa imento para reali ar un campo de piedras hincadas, el abandono de la parte inferior del poblado, la presencia de una rampa
de asalto, etc.), resaltan su iolento final García íe , 00
Romeo, 004).
II.2.25. castIllejo de la roMana (la puebla de híjar)
Poblado situado sobre la cima y laderas de un cerro ue destaca
sobre el llano ue le rodea, con una cota de 0 m de altitud sobre el ni el del mar. ista m hacia el S. de La aida y su ubicaci n resulta pri ilegiada, dado ue controla la salida del alle
del río guas Vi as hacia el Ebro. Su superficie no ha podido ser
acotada hasta el momento, dada la gran dispersi n de materiales
ar ueol gicos, por lo ue se hace necesaria la reali aci n de catas ue ayuden a su delimitaci n sensio Esteban,
:
).
El acceso al mismo se reali aría por el lado E. de la colina,
con menos pendiente ue el resto. Como elemento defensi o
contaba con una muralla, en cuya parte N. se ha identificado un
torre n de planta cuadrada Beltrán Lloris,
a: ).
asta el momento solamente se han reali ado dos campa as
de e ca aci n, entre
y
6, gracias a las cuales se conoce ue el urbanismo del poblado era de calle central Beltrán
Lloris,
a: 0 ).
Entre los materiales recuperados destacan, por su abundancia, las cerámicas. Las ib ricas pueden estar decoradas con moti os geom tricos y/o fitomorfos, aun ue tambi n las hay sin
ornamentaci n. lgunas imitan a las campanienses. Entre las
importadas destaca la presencia de campaniense Lamb. , 6,
b y c, 30, 3 ,
y 36), B Lamb. , , 3, y ) y, de manera
testimonial, ánforas republicanas res. , cerámica de engobe
rojo pompeyano o las de tipo Megara.
Por otra parte, tambi n se ha constatado la e istencia de numerario procede de otros lugares, como el ejemplar de la ceca
de Sedeiscen trián et al.,
0: 04).
Respecto a los restos seos, cabe destacar el descubrimiento
de cuatro indi iduos infantiles inhumados bajo el suelo de una
i ienda Beltrán Lloris,
6
Burillo,
a:
).
tendiendo a la cronología, nos encontramos ante dos
poblados superpuestos. El primero datado en el s. III a. C. y
destruido a finales de dicho siglo. El segundo, construido a continuaci n del primero y abandonado con moti o de las Guerras
Sertorianas Beltrán Lloris,
a).
II.2.26. celsa (velIlla de ebro)
acimiento situado 0. m al SE. de Velilla de Ebro y pr imo
al cauce del río Ebro, por lo ue ocupa una ona relati amente
llana, de terra as alu iales, en las ue e iste alguna pe ue a
ele aci n, como la ue hoy acoge la Ermita de San Nicolás y
San os a unos 0 m sobre el ni el del mar). Su situaci n
resulta estrat gica, pues cabe recordar el importante papel ue
jug el Ebro como ía de comunicaci n en la antigüedad, así
como por lo f rtil de las tierras pr imas, muy aptas para el
culti o Beltrán Lloris et al.,
4: ).
E isten noticias sobre su e istencia como colonia romana en
los siguientes autores clásicos: Estrab n III, 4, 0), Ptolomeo
II, 6, 6 ) y Plinio NH, III, 3, 4) Beltrán Lloris,
: 6).
El yacimiento comen a e ca arse en
, si bien, los
trabajos se reali aron de una forma puntual y hubo ue esperar a
6 para ue se pusieran en marcha una serie de campa as sistemáticas ue finali aron en
6 Beltrán Lloris,
,
a,
b,
:
). ctualmente es isitable y cuenta con un
museo monográfico situado en las pro imidades del yacimiento.
ado lo e cepcional de los restos sacados a la lu , pertenecientes a la fase de ocupaci n romana, los ni eles correspondientes al período prerromano han sido a duras penas estudiados, practicándose nicamente algunas catas para determinar la
estratigrafía del yacimiento.
En la ocupaci n del encla e se han identificado tres fases,
datadas entre finales del s. III a. C. y el 4 d. C. Beltrán Lloris,
0b: 4 4 ). La ue a uí nos interesa es la primera, ue
corresponde al ni el prerromano. En l podemos diferenciar dos
31
[page-n-45]
momentos de ocupaci n: uno, ue abarcaría desde finales del
s. III a. C. hasta comien os del II a. C. y otro, ue comen aría
a mediados del s. I a. C. y ue perduraría hasta el ltimo tercio
de esa misma centuria, siendo ambos objeto de un iolento final.
Entre los materiales recuperados e isten cerámicas ib ricas lisas o con decoraci n geom trica pintada o incisa), ege
tal y/o figurada. Entre las importadas se ha identificado la
presencia de campanienses y B, cerámicas grises, lucernas
delfinoides, ánforas res.
y /4. Tambi n cabe destacar la
presencia de monedas con la leyenda de Kelse, ceca ue se
identifica con el encla e Beltrán Lloris,
Burillo, 00 a:
3
urtado, 0 3).
II.2.27. la corona (Fuentes de ebro)
acimiento ubicado 4 m al E. de uentes de Ebro, en un llano
pr imo al río Ebro y en dos pe ue os montículos, el Cabe o
Villar y Las Pe as, a
m de altitud sobre el ni el del mar.
Posee grandes dimensiones, ocupando una e tensi n apro imada de 460000 m , 0000 m si se incluyen en el c mputo los
pe ue os cerros citados Míngue y erreruela, 0 : 63), y
su entorno es muy ptimo para el desarrollo de la agricultura
Benito,
: 44 erreruela y García,
:
erreruela y
Míngue , 003: 4 erreruela y Sim n,
: 330). demás,
desde el encla e se controla un punto estrat gico, la intersecci n
entre el arroyo Ginel y el río Ebro sensio Esteban,
4: 33).
El yacimiento ha sido identificado con la ciudad sedetana de
Lagine, en base a los halla gos numismáticos reali ados en la
ona Burillo,
6: 4).
Sabemos de su e istencia desde
0, momento en el ue el
yuntamiento de la localidad dio noticia del halla go de restos
ar ueol gicos en la ona, si bien, su conocimiento en el mundo científico no se produjo hasta un poco más tarde Beltrán
Martíne ,
,
b). Entre todas las pie as recuperadas destacan los restos de una estatuilla femenina reali ada en bronce
erreruela,
: 46). raí del descubrimiento se reali
una prospecci n ue permiti recuperar, entre otras cosas, las
manos de la estatua. l a o siguiente se reali una campaa de e ca aci n, dirigida por Beltrán Martíne , en la ue se
e humaron restos constructi os y abundante material ar ueo
l gico Beltrán Martíne ,
b,
b). urante los a os siguientes los trabajos uedaron interrumpidos, resultando da ado el yacimiento a consecuencia de la reacti aci n de las e plotaciones de las gra eras de la ona en la d cada de los 0
erreruela y García,
:
). Las inter enciones se retomaron en
, fruto de la transformaci n de la ona en regadío.
En esta ltima campa a, dirigida por García Palacín y erreruela, se reali aron arios sondeos para comprobar la e istencia
de estratigrafías no alteradas erreruela y García,
). En
algunos de ellos se locali aron habitaciones, basureros, parte de
la muralla y un espacio sin restos constructi os ue debi estar
destinado a estabular el ganado o a recoger aguas erreruela y
García,
:
0). Recientemente, este ltimo se ha interpretado como un forum o pla a p blica, aun ue tambi n puede
ser ue en el momento en el ue el yacimiento fue destruido no
se hubiera ocupado toda la superficie sensio Esteban,
4:
36). Las tres ltimas inter enciones practicadas en el encla e
se reali aron entre el
y el 00
erreruela y Míngue ,
003). estaca la primera de ellas, pues se e hum una i ienda de grandes dimensiones y planta itálica. Las dos ltimas se
3
reali aron en la parte alta del yacimiento, con carácter de urgencia, hallándose restos de pa imento ue correspondían a diferentes dependencias Míngue y erreruela, 0 : 6 ).
La ubicaci n del n cleo urbano en el llano f rtil propici
ue e istiera una oreciente agricultura, en detrimento del carácter defensi o del encla e, por lo ue se le dot de un foso y
una muralla ue discurre paralela a ste sensio Esteban,
4:
3 36 erreruela,
: 4
erreruela y García,
: 0
erreruela y Sim n,
: 330). Recientemente, sensio
4)
ha re e ionado sobre los posibles moti os ue aconsejaron ese
empla amiento frente a lo ue enía siendo habitual en el Bajo
rag n para poca ib rica. Lo ue concluye el autor es ue ste
facilitaría el desarrollo de una planimetría reticular y su utiliaci n a modo de foro o mercado de la ona , bajo la clara
in uencia romana.
Entre el material ar ueol gico recuperado destaca, como
más arriba hemos apuntado, la estatuilla broncínea de la ama
de uentes .
En cuanto al material cerámico, se han recuperado abundantes fragmentos de cerámica ib rica, algunos decorados con
moti os fitomorfos fig. ). Se ha documentado la e istencia de importaciones, bien de campaniense
Lamb. ) y B
Lamb. 3, 4, y ), ánforas republicanas o cerámica com n
romana Beltrán Martíne ,
b Postigo,
). Por otra parte, tambi n hay restos de pondera y una inscripci n fechada en
la primera mitad del s. I a. C. Beltrán Martíne ,
b:
,
b: 30 ).
Su final fue iolento, consecuencia de un incendio ue tu o
lugar, tal e , en el primer cuarto del s. I a. C., como consecuencia de las acciones deri adas de las Guerras Sertorianas sensio Esteban,
4: 3
erreruela,
: 4
erreruela y García,
: 0 erreruela y Míngue , 003: 4
erreruela y
Sim n,
: 330 Royo y Minguell,
0: 3 ). No obstante,
e iste otro grupo de autores ue inculan su final con la batalla
de Ilerda, en el 4 a. C. Beltrán Lloris,
6: 00 Beltrán Martíne ,
a:
,
b: 304 atás Cabe a,
0: ). Tal afirmaci n se sustenta en ue en el ni el de destrucci n e isten cerámicas campanienses y ánforas republicanas, pero está ausente
la terra sigillata Beltrán Martíne ,
b: 00). En cual uier
caso, los habitantes de este encla e no abandonaron la ona tras
su destrucci n, sino ue trasladaron el lugar de hábitat al cerro
de El Villar Beltrán Martíne ,
a:
), donde perduraron
hasta finales del s. I Medrano y ía San ,
6:
)o
II d. C. erreruela y García,
: 0).
II.2.28. pIquete de la atalaya (azuara)
El asentamiento se e tiende sobre dos cerros pr imos con
una altitud de 6 y 63 m sobre el ni el del mar), junto al río
Cámaras, separados por un barranco fig.
). Su situaci n es
estrat gica, pues controla una amplia superficie, se halla en una
encrucijada de caminos conecta el Sistema Ib rico con el alle
medio del Ebro y de La uer a, así como el al n con la ona
del Bajo rag n), sus laderas son escarpadas y está casi totalmente circundado por un foso Burillo,
a: 3 40,
b:
6). demás, como elemento defensi o tambi n contaba con
una muralla en la parte . sensio Esteban,
:
).
Se conoce desde
, cuando fruto de un halla go casual,
Martín y ndr s recuperaron un lote de materiales en superficie, entre los ue destaca una moneda de la ceca de Beligiom
[page-n-46]
A
B
ig. . La Corona uentes de Ebro): . Recipiente con cierre herm tico
oto: Museo de arago a. . Garrido).
A
. 04.
B
ig. . Pi uete de la talaya
uara): . Vista general del poblado
oto: Museo de arago a. . Garrido).
Martín Bueno y ndr s,
). esde entonces ha sido
objeto de numerosas actuaciones de clandestinos, lo ue ha contribuido a su deterioro, pudiendo ser estudiados algunos de esos
materiales por Pa y guilera
4).
Solamente se han reali ado dos campa as de e ca aci n. La
primera, en
6, fue dirigida por na. Se actu en la parte baja
de los montículos y a orillas del río, documentándose restos datados entre los ss. II I a. C. La segunda se practic al a o siguiente,
consecuencia de la ampliaci n de la carretera ue une uara
con Moyuela, incorporándose a la direcci n de las mismas Royo.
Se sacaron a la lu restos constructi os ue pertenecían a un barrio de casas y a un área industrial, así como abundantes materiales ue confirmaban la cronología propuesta y la gran entidad del
encla e Royo,
:
Royo y Minguell,
0: 3 4).
esde hace alg n tiempo se ha identificado el yacimiento
con la ciudad celtib rica ue acu monetario con la leyenda
Beligiom Beltrán Lloris,
6: 6 Burillo,
a: 3 ,
b:
. 04. . B. Crateriskos
oto: M. M. uentes). B. Kalathos /6 /
6,
6: 44,
a:
,
b: ,
6: 0 atás Cabea,
0: ), situándose dicha ceca, en ocasiones anteriores, en
aila Beltrán Lloris,
6: 3 6 3 6 Beltrán Martíne , 64a:
3), Belchite Beltrán Lloris,
6: 6 atás Cabe a,
0:
) o, de una manera imprecisa, al N. del Ebro Villaronga,
6 : 36,
: 4 ). Un estudio reciente, centrado en trescientas setenta y siete pie as de esta ceca, recuperadas en tesorillos
o halla gos esporádicos, ha permitido delimitar el área de dispersi n de esas emisiones y establecer ue la mayoría de ellas,
independientemente del material empleado plata o bronce), se
concentran en el entorno de uara, lo ue permite afirmar la
identificaci n de Beligiom con el yacimiento de Pi uete de la
talaya
uara) Collado, 000).
Entre los distintos materiales recuperados hablaremos, en
primer lugar, de las cerámicas. E iste un grupo reducido de
recipientes reali ados a mano Royo y Minguell,
0: 3 3),
frente a la gran cantidad de pie as ib ricas reali adas a torno,
33
[page-n-47]
A
B
C
ig. . Cabe o de las Minas Botorrita): . Vista general del yacimiento
Botorrita
otos: Museo de arago a. . Garrido).
lisas o con alguna decoraci n, si bien, nicamente dos presentan moti os egetales y/o animales fig. B). Entre las formas
repertoriadas predominan las tinajas, dolia, kalathoi, oinochoai,
cuencos, cráteras, morteros, ollas, etc. Las cerámicas impor
tadas identificadas corresponden a campanienses
Lamb. 4,
y 3 ), B Lamb. , 3, y ) y C Lamb. , 3 y ). Tambi n
se ha constatado la presencia de imitaciones de la campaniense y B Lamb. ). Por otra parte, aparecieron pondera, fusa
yolas, glandes de plomo, un casco de bronce tipo Montefortino
C, dos regatones y una moneda ib rica de Beligiom Beltrán
Martíne ,
0a: 30 Burillo,
3a: 340 Martín Bueno y
ndr s,
: 4
Pa y guilera,
4:
6
Royo,
: 6 Royo y Minguell,
0: 3 3). En relaci n a
esta ltima, se alar ue en el t rmino municipal de uara se
han recuperado un total de tres tesorillos de denarios ib ricos,
con buena presencia de monedas pertenecientes a dicha ceca
Burillo,
3: 33 340 Collado, 000
omíngue ,
:
60 6 Villaronga, 6 ). Este hecho confiere mayor peso a
las propuestas ue la identifican con este encla e.
tenor de los materiales e puestos, podemos deducir ue la
ocupaci n del n cleo urbano comen a finales del s. III a. C. o
comien os del II a. C. sensio Esteban,
Royo y Minguell,
0: 3 4). lcan su má imo esplendor a finales de ese siglo
y comien os del siguiente, e perimentado en dicho momento
una e pansi n urbana, pues la ona de hábitat se e tiende por la
ona baja de los cerros hasta llegar al límite ue impone el curso
u ial Royo,
: 6). Su destrucci n se produjo como consecuencia de un incendio, pero no ueda claro si fue a principios
del s. I a. C., consecuencia de las Guerras Sertorianas Collado,
000: 6 Royo,
: 6 Royo y Minguell,
0: 3 ), o de
las campa as de C sar lle adas a cabo en el alle medio del Ebro,
ocurridas a mitad de dicha centuria Beltrán Lloris,
6: 4 0
Burillo,
a: 3 Martín Bueno y ndr s,
:
).
II.2.29. cabezo de las MInas (botorrIta)
acimiento situado apro imadamente
m al N. de Botorrita,
sobre la cumbre y laderas del Cabe o de las Minas a 3 m de
altitud sobre el ni el del mar) fig.
). cupa una e tensi n
34
oto: M. M. uentes). B. Kalathos 3.40.4. C. Thymiaterium
apro imada de 3 0000 m y se encuentra delimitado al N. por el
río uer a, al S. por el camino de aforas, al E. por el barranco
el Vicario y al . por el de las Minas. esde esta ubicaci n se
controla la amplia llanura circundante y una serie de caminos
La uer a, uara Belchite, el al n, Ebro y guas i as) ue
hacen del encla e un lugar pri ilegiado Beltrán Lloris, 00 :
3 Beltrán Martíne y To ar,
0: ).
lo largo de los a os ha tenido dos amena as persistentes:
la acci n de los clandestinos y la instalaci n de la fábrica Largo
Cem, ue destruy parte de la ona inferior del yacimiento Beltrán Martíne ,
Martín Bueno,
0).
esde
4 se ha identificado con la ciudad Contrebia Belaisca Beltrán Martíne ,
4). Tal atribuci n se basa en: la
gran cantidad de monedas recuperadas procedentes de la ceca
Contebacom Bel Beltrán Martíne ,
3a: 00) la alusi n a
Contrebias Belaiscas de la t sera r hner la cita como Contrebia Belaisca en la tabula contrebiense recuperada en el encla e
y su denominaci n como Contrebia en el an nimo de Rá ena
Beltrán Lloris,
:
Beltrán Martíne y To ar,
0:
Burillo,
6: 34).
ue descubierto en
, fruto de una prospecci n reali
ada en la margen derecha del río uer a, aun ue las primeras
noticias del mismo se publican unos a os más tarde Pamplona,
Pellicer,
: 46). Las campa as de e ca aci n se
iniciaron en los a os 0, como consecuencia del inicio de la
construcci n de la fábrica citada y del aterra amiento de parte
del terreno. ueron dirigidas por Beltrán Martíne y los trabajos
ar ueol gicos se centraron en esa ona hasta
6, poni ndose
al descubierto los restos de una casa romana de poca republicana junto a un espacio agrícola destinado a labores de transformaci n Beltrán Martíne y To ar,
0: 6 Beltrán Martíne ,
). En ese a o, Lostal reali una secci n en la ona
contigua por el lado N. y se e ca aron dos catas en la parte
superior del cabe o, descubri ndose un gran edificio de adobes.
Es precisamente en esta ltima ona en la ue se centraron los
trabajos de
y
, así como los de la d cada de los 0,
recuperándose más tarde los practicados en la ona baja de las
laderas del cerro. ía y Medrano se incorporaron a las campa-
[page-n-48]
as de actuaci n en
y los resultados de las mismas se han
publicado regularmente Beltrán Martíne ,
,
3a,
3b,
4 Beltrán Martíne et al.,
6a,
6b,
,
,
a,
b,
c ía San y Medrano,
6).
El edificio al ue hemos aludido tendría dos alturas y una
planta de
m di idida en cinco na es longitudinales y estrechas, cerradas con puertas, ue daban a un espacio porticado al N. Beltrán Martíne ,
). El uso al ue pudo estar
destinado ha sido objeto de contro ersias, pues si bien en un
primer momento se interpret como un templo o edificio ci il
Beltrán Martíne ,
), más tarde se incul con una serie de
instalaciones ue aparecieron en una ona contigua, destinadas
a acti idades industriales relacionadas con el curtido de pieles
Beltrán Martíne ,
4 Beltrán Martíne et al.,
6a,
6b
ía San y Medrano,
6). Las ltimas in estigaciones proponen identificarlo con un horreum ranegui, 004: 30 Beltrán Lloris, 00 : 3 Beltrán Martíne y Beltrán Lloris,
:
3 6 Ramayo, 003: 0), donde tal e se almacenara el tributo en especie entregado por los habitantes de la ona Burillo,
006: 6 ), con un mercado de carácter territorial Medrano et
al.,
) o con un edificio dedicado al almacenamiento de líuidos ernánde y Guti rre , 0 4: 3 ).
En los a os 0 continuaron las actuaciones en el yacimiento.
En este caso, una e e ca ado el gran edificio de adobes se
procedi a colocar una estructura ue lo cubriera para garanti ar su conser aci n. sí pues, los trabajos ar ueol gicos se
limitaron a controlar los puntos en los ue se iban a colocar los
anclajes y a e ca ar las onas utili adas como terreras. sí las
cosas, se delimit un foso ue discurría por el lado meridional
del cabe o y una muralla ue acababa uni ndose a otra hecha
con adobes, cuyo tra ado iba paralelo al lado S. del edificio descrito ía y Medrano,
4).
En 00 se reali una prospecci n electromagn tica ue
pretendía recuperar conte tuali adamente nue os documentos
grabados sobre metal Medrano y ía San , 003).
Las ltimas campa as de e ca aci n se lle aron a cabo entre 006 y 0 0. Se actu en la ona superior del cabe o, en las
laderas y el foso, lo ue ha permitido re isar la cronología del
yacimiento y la funcionalidad de ciertos espacios ernánde y
Guti rre , 0 4). e este modo, actualmente el inicio del enclae se data a finales del s. II a. C. y no antes, como otros autores
habían postulado ía San ,
b Villar et al., 00 : 6).
demás, se diferencian dos fases de ocupaci n, la primera de
poca romano republicana y la segunda de poca a ia ernánde y Guti rre , 0 4: 40 ).
Los restos mejor conocidos son los de la ona de la acr polis
Beltrán Martíne ,
: 3). La ciudad estaba protegida por
un foso en el lado S. y por arias líneas de murallas, algunas
de las cuales sir ieron para aterra ar el terreno. Coronando el
cabe o, y como ltimo punto defensi o, e istía una torre desde donde se tenía un amplio control del territorio circundante
Beltrán Lloris, 00 : 40 4 ).
pesar de ue el encla e se encuentra dentro de los límites territoriales celtiberos, está muy pr imo a tierras iberas.
Es precisamente esta cercanía la ue permite e plicar las peculiares características del material recuperado, pues muchos
objetos son adscribibles a la cultura ib rica cerámicas, monedas, signario de algunas inscripciones, etc.) Beltrán Martíne y
To ar,
0: 40).
Entre los restos cerámicos predominan los ib ricos dolia,
ánforas, tinajas, kalathoi, platos, ollas, etc., sin decoraci n o con
ella, concretamente con moti os geom tricos y/o fitomorfos)
fig.
B y C), a los ue hay ue sumar las producciones celtiberas ía San ,
a), las importaciones ánforas romanas,
paredes finas y campanienses) y las imitaciones Beltrán Martíne et al.,
:
ía San y Torralba,
0).
En piedra se han recuperado molinos giratorios y abundantes bolas de catapulta, testimonio de los actos b licos ue acabaron con la ida del poblado Beltrán Martíne ,
3b: 3
4:
Beltrán Martíne et al.,
: ).
En metal e isten restos de herrajes de puerta, elementos de sujeci n, adornos, armamento, monedas de distintas procedencias
Arse, Ildugoite, Belikom, Nertobriga, Bilbilis, Salduie, Bolskan, etc.), aun ue predominan las ue se acu aron in situ con
las ue presentan la inscripci n de Contebacom Beltrán Lloris,
:
Beltrán Martíne ,
3b: 3 ,
4:
Beltrán Martí
ne et al.,
: ). Pero sin duda, los halla gos más destacados
y ue más ríos de tinta han suscitado en la literatura científica
son el conjunto de bronces recuperados en el yacimiento. asta
el momento son cuatro y presentan diferentes características:
El primero, popularmente conocido como el Bronce de
Botorrita , se locali en el patio de la ona agrícola, en
0
Malu uer,
4 Beltrán Martíne ,
0b,
3). Su signario
es ib rico y estaba fragmentado en dos partes Beltrán Martíne ,
3). La más pe ue a se hall pr ima al muro E., mientras
ue la de mayores dimensiones se recogi junto a la calle . El
conte to ar ueol gico de ambos fragmentos es similar, estando
formado en el primer caso por: cerámicas comunes, ib ricas decoradas con moti os geom tricos y fragmentos de campaniense
en el segundo está integrado por: cerámicas comunes y grises,
ib rica decorada con moti os sencillos, una lucerna republicana
y campanienses B y C Beltrán Martíne y To ar,
0: 6 ).
Su forma era rectangular y no presenta marcas ue e idencien ue estu iera colgado o sujeto a alguna superficie, por lo
ue se cree ue su situaci n habitual sería la de estar apoyado
sobre una repisa o inserto en una hornacina. Está grabado por
ambas caras, si bien, la posterior o B se reali cuando la pie a
ya se encontraba fragmentada y se escribi de forma opuesta a
la
Beltrán Martíne ,
:
Beltrán Martíne y To ar,
0: 33 Motta,
0).
Son arios los intentos de lectura e interpretaci n ue se han
lle ado a cabo. estacando, entre otros, la propuesta de Beltrán Martíne
3
4) de utili ar el asco para descifrar
algunas de sus palabras o la de To ar
3b) de situarlo en el
mundo celtib rico. ctualmente parece com nmente aceptada
la interpretaci n ue propone ue la inscripci n corresponde a
una relaci n de nombres propios de arones, detallando su adscripci n a un determinado grupo tribal, el patronímico y la bintis, ue podría corresponder a miembro, compa ero o asociado
Beltrán Martíne y To ar,
0: 3 ).
El segundo fue hallado por e ca adores clandestinos, en
0, en la parte inferior del E. del cabe o, cayendo probablemente de la parte superior del asentamiento. Está escrito en latín
y se le conoce como tabula Contrebiensis Beltrán Martíne y
To ar,
0: 3 atás Cabe a,
0). Se data en el a. C. y en
l act a el senado contrebiense como jue ante un litigio sobre
el uso del agua entre los salluienses y los ala onenses Beltrán
Martíne y To ar,
0: 40).
3
[page-n-49]
tiempo, pudieron plantear una defensa ue, a tenor de los resultados, no result efecti a Beltrán Martíne ,
:
). Los hechos, seg n di ersos autores, deben relacionarse con la ictoria
de C sar sobre el ej rcito pompeyano tras la batalla de Ilerda,
en el 4 a. C. Beltrán Martíne ,
3: 4 ,
: 00 Beltrán
Martíne y To ar,
0: 6 Medrano et al.,
:
).
Posteriormente, en poca imperial, la ona continu habitada, pero en este caso las construcciones se situaron al E. de la
ciudad, en la parte baja, perdurando hasta mitad del s. III d. C.
Beltrán Lloris, 00 : 3 3 Medrano et al.,
:
).
II.2.30. durón de belMonte (belMonte de gracIán)
ig. 0. Crateriskos
Belmonte de Gracián)
6 de ur n de Belmonte
oto: Museo de arago a. . ragües).
El tercero apareci de forma casual en
. Está escrito en
lengua celtib rica pero utili a signario ib rico. Presenta arios
orificios de sujeci n, para ser e hibido p blicamente, y está cuidadosamente grabado Beltrán Lloris et al.,
6). Parece ue
fue coetáneo del primer bronce y pudo dejar de ser utili ado tras
alguno de los acontecimientos b licos ue afectaron al encla e
Beltrán Lloris,
6 ía San y Medrano,
4:
0).
Su importancia radica en ue en l aparece una lista de personas ue corresponde no s lo a nombres masculinos, sino tambi n femeninos y de personas e tranjeras Beltrán Lloris,
6:
0
e Bernardo, 0 3).
El cuarto tambi n se encontr de forma casual en
4.
Está escrito por ambas caras en lengua celtib rica y guarda ciertas coincidencias te tuales con el primer bronce hallado Beltrán Lloris, 00 Villar et al., 00 ).
Por ltimo, se alar ue tambi n se han recuperado restos
seos. lgunos pertenecen a humanos, concretamente a dos indi iduos infantiles. Uno de ellos muri como consecuencia de
ser alcan ado por una bola de catapulta o similar. el otro se desconocen las causas de su defunci n y fue hallado en el subsuelo
de una de las estancias Beltrán Martíne et al.,
:
6).
Por otra parte, y en relaci n a las acti idades de curtiduría de
pieles, se han identificado huesos pertenecientes a jabalíes, conejos y corderos ía San y Medrano,
6).
Respecto a su cronología, se ha determinado ue el cabe o
comen a ser ocupado en el s. IV a. C., documentándose indicios de hábitat en su ladera meridional ía San y Medrano,
4). lcan su má imo esplendor en el s. II a. C., momento
en el ue sufri una destrucci n parcial consecuencia de la campa a de Cat n
a. C.) Beltrán Martíne et al.,
:
Medrano et al.,
:
). Más tarde, en el primer cuarto
del s. I a. C. sufri las consecuencias las Guerras Sertorianas
Beltrán Martíne et al.,
6a: ).
Su destrucci n final fue iolenta, como demuestra el ni el
de incendio documentado y las abundantes bolas de piedra para
catapulta halladas en el interior del asentamiento. Los habitantes del poblado fueron íctimas de un ata ue pero, al mismo
36
Necr polis cercana al río Perejil ue pertenecía a la ciudad de
Segeda II, identificada con Sekeida Rodrígue Ramos, 00
00 ). ue descubierta por el conde Samitier, uien public
bre emente los halla gos
0 ). lgunos in estigadores han
planteado reticencias sobre dicha atribuci n, pues consideran
ue esa interpretaci n se bas más en la ubicaci n espacial de
los halla gos, fuera del recinto amurallado, ue en los materiales recuperados in situ Burillo y stale,
4: 30 30 ).
Son pocas las noticias ue tenemos sobre el yacimiento,
pues solamente se dieron a conocer algunas de las pie as recuperadas Beltrán Lloris,
b). Entre el material propiamente
ib rico se documentaron cerámicas de ariado tipo kalathoi,
cráteras, botellas, fusayolas, etc.), destacando las ue presentan
decoraciones complejas fig. 0), ue Cabr incula al círculo de aila Cabr , 44: ). En cuanto a la ajilla importada, nicamente se dice ue se encontr , en palabras del conde,
la griega o negra y no la roja saguntina , es decir, ue no se hallaron fragmentos de sigillata Conde de Samitier, 0 : 4 0).
Entre los materiales reali ados en hierro se identificaron
cla os, puntas de echa y lan as, mientras ue en bronce había
campanillas, cla os y anillos, entre otros. Tambi n se recuperaron collares de pasta ítrea.
Cronol gicamente, por paralelismo con lo ocurrido en el
poblado al ue está inculado, debi utili arse entre el fin de
las Guerras Celtib ricas
3 a. C.) y las Guerras Sertorianas
Burillo, 00 c: 04, 006: 03).
II.2.31. valMesón (daroca)
Ubicado en la cima de una colina alargada a 00 m de altitud
sobre el ni el del mar), sobre el arroyo del tajadero, pr imo
al iloca, del cual es tributario. Sus laderas presentan un fuerte
desni el, siendo más sua e la pendiente del e tremo N ., punto
por el ue se efectuaría el acceso al poblado. demás, cuenta
como elemento defensi o con un foso, en el lado SE., ue aísla
el cerro y apro echa para su construcci n el espacio surcado por
un barranco. pesar de ue a día de hoy no se ha confirmado
la e istencia de ninguna muralla, los in estigadores apuntan a
ue es posible ue se conser e en la ladera NE. Su e celente
situaci n le permite tener un control isual del alle medio del
iloca y de sus ías de comunicaci n.
El yacimiento fue locali ado en
6 gracias a las prospecciones sistemáticas ue lle aban a cabo en la ona Burillo y
Na arro, dando noticia de su e istencia unos a os más tarde
Burillo,
0: 06
). Posteriormente, en
, se reali
alguna prospecci n cuyos resultados fueron publicados parcialmente randa,
6).
[page-n-50]
Entre los materiales documentados se encuentra: cerámica a
mano, lisa u ornamentada, cerámica ib rica ue puede presentar
decoraci n geom trica y/o egetal, así como cerámica importa
da campaniense B).
Tambi n se han recuperado, en piedra, proyectiles de hon
da y molinos, así como otros objetos reali ados en distintos
metales por ejemplo, un aro de bronce y otros indeterminados
en hierro).
Su cronología resulta imprecisa, iniciándose probablemente
en el s. V a. C. y perdurando hasta finales del s. II o la primera
mitad del I a. C. Burillo,
0:
).
II.2.32. la carIdad (caMInreal)
narios de Bolskan), armamento scorpio, puntas de lan a, pila,
proyectiles de honda, falcatas, espadas, umbos, etc.), instrumen
tal agrícola a adas, hoces, tridentes, etc.) y ganadero tijeras
de es uilar, cardadores, campanillas, etc.), así como utensilios
ligados a ciertas acti idades artesanales yun ues, martillos, pi
cos, etc.) E uerra, 00 : 0
).
Su construcci n se data a finales del s. II a. C., probablemen
te por iniciati a romana, y su final iolento en el 4 a. C., con
secuencia de las Guerras Sertorianas sensio Esteban,
4:
6 33 E uerra, 00 : 06).
modo de conclusi n, podemos decir ue entre los ya
cimientos estudiados predominan los n cleos poblacionales,
tales como: lto Chac n Teruel), San Crist bal Mata de los
lmos), La Guardia lcorisa), Los rtos o Calanda), San
ta lora Mas de las Matas), Torre Gachero Valderrobres), Els
Castellans Cretas), San ntonio Calaceite), Cabe o del Moro
lca i ), El Palao lca i ), Tiro de Ca n lca i ), Mas del
Cerrojo lca i ), El Castelillo llo a), El Palomar liete),
El Sabinar liete), Valmes n aroca), Cabe o de Cantalobos
lbalate del r obispo), Cerro de las bejas lbalate del r
obispo), Cabe o Carrasco Urrea de Ga n), Pe afresca Caste
lnou), La Bo ina Bo ina), Cabe o de lcalá
aila), Castille
jo de La Romana La Puebla de íjar), Celsa Velilla de Ebro),
La Corona uentes de Ebro), Pi uete de la talaya
uara),
Cabe o de las Minas Botorrita) y La Caridad Caminreal). Si
bien, no todos tu ieron el mismo tama o, como hemos podido
er en la descripci n de cada uno de ellos, ni la misma funcio
nalidad, pues e isten n cleos de primer orden, ue ejercieron
la capitalidad de sus respecti os territorios San ntonio, Ca
laceite San Crist bal, Mata de los lmos Cabe o de la Guar
dia, lcorisa Cabe o de lcalá, aila Cabe o de las Minas,
Botorrita Castillejo de La Romana, La Puebla de íjar Celsa,
Velilla de Ebro La Corona, uentes de Ebro El Palao, lca i
Pi uete de la talaya, uara y La Caridad, Caminreal) Martí
ne Gon ále ,
0 sensio Esteban,
), y otra serie de en
cla es ue estarían subordinados a los primeros, tal sería el caso
de las poblaciones de segundo orden, a las ue habría ue sumar
los centros de producci n artesanal Mas de Moreno, Masada
de la Cerrada y El lmo, o Calanda) y las necr polis ur n
acimiento celtib rico ue dista
m al E. del municipio de
Caminreal. Se sit a en una meseta a 0 m sobre el ni el del
mar) cercana a la ona donde con uyen el arroyo Rija y el río
iloca. Su tama o es considerable, pues ocupa una e tensi n
sensio Esteban,
4:
)
apro imada de
000 m
y se caracteri a por ue la distribuci n urbanística de la ciudad,
fundada ex novo, es en retícula E uerra, 00 : 0 ). Su estado
de conser aci n es bueno, a pesar de ue se han practicado la
bores agrícolas ue han deteriorado parcialmente algunas onas.
La primera e ca aci n ar ueol gica, con carácter de urgen
cia, se reali en
, bajo la direcci n de trián trián et al.,
0: 3 40). Pero no fue hasta
4 cuando se iniciaron de
manera sistemática las campa as de e ca aci n y restauraci n
ue contin an hasta hoy en día, de las cuales se han publicado
noticias puntuales Punter,
Vicente,
6,
Vicente y
Punter,
a,
b Vicente et al.,
6,
,
a,
b,
c, 0 6). stas se han centrado en la parte N . del encla e,
sacando a la lu siete insulae, seis calles y un edificio portica
do ue pudo tener carácter p blico E uerra, 00 : 0 , 00 :
06). e entre las i iendas destaca la de Likine, pues ocupa
una gran superficie
m ) y se estructura al modo itálico, es
decir, alrededor de un atrio con peristilo. En el sal n principal
destaca un pa imento de opus signinum en el ue aparece una
inscripci n en lengua y alfabeto ib rico ue dice: Likinete ekiar
usekerteku, haciendo referencia el antrop nimo al propietario
de la casa E uerra, 00 : 0 0 Silgo,
3 Vicente et al.,
,
3). Llama la atenci n por ue el resto de inscripciones
conser adas en el yacimiento suelen formularse en celtib rico.
ig. . Gráfico en el ue se muestra, en porcentajes, el tipo de
Por otra parte, el encla e cuenta como elementos defensi os asentamientos descritos.
con una muralla en la parte N. y un foso en esa misma ona y en
la . E uerra, 00 : 0 ).
Entre los materiales recuperados e isten abundantes cerámi
3%
3%
9%
cas ib ricas dolia, kalathoi, cuencos, ta ones, thymiateria, etc.),
9%
POBLADOS
POBLADOS
con decoraci n geom trica y/o egetal o sin ella. Tambi n hay
cerámicas importadas: campaniense Lamb. ) y B Lamb. ,
, 3, 4 y / ), ánforas res. I y de Brindes, lucernas helenísticas,
CIUDADES
CIUDADES
asos de paredes finas Mayet II y III), así como cerámica com n
Vegas y ) trián et al.,
0: 40 E uerra, 00 : 0).
El metal se conser a de manera e cepcional, habi ndose re
53% 53%
CENTROS
CENTROS
35%
cuperado una t sera de hospitalidad Vicente y E uerra, 003),
35%
PRODUCTORES
PRODUCTORES
cuarenta y cinco monedas once pie as de Beligiom y tres de
ctualmente se e ponen en el Museo Pro incial de Teruel un kalathos y un thymiaterium con decoraci n fitomorfa ue se encuen
tran en fase de estudio.
NECRÓPOLIS
NECRÓPOLIS
3
[page-n-51]
de Belmonte, Belmonte de Gracián) fig. ). Por tanto, como
se ha podido comprobar en otras áreas territoriales como la de
Edeta Llíria)
ranegui et al.,
) o La Serreta
lcoi,
Pen guila, Cocentaina) Grau, 00 ), la presencia de cerámica
con decoraci n compleja no es e clusi a de los centros urbanos de primer orden, si bien es cierto ue el yacimiento
ue mayor olumen de pie as ha proporcionado para el área
geográfica anali ada corresponde a una ciudad, el Cabe o de
lcalá
aila).
3
Respecto a las ciudades, además se obser a c mo no e isten
pautas regulares de distribuci n, sino ue su pro imidad o lejanía aría en funci n del potencial de e plotaci n ue tienen los
territorios circundantes Burillo,
: 0). e este modo, si
el medio ofrece grandes posibilidades a ni el econ mico están
pr imas entre sí, como ocurre en las inmediaciones de la ribera
del Ebro y sus a uentes, y si es más hostil se encuentran más
distanciadas, ariando, por tanto, el tama o del territorio ue
cada una controla Burillo,
: , 00 : 3 ).
[page-n-52]
III
Tipología de los soportes
III.1. INTRODUCCIÓN
En este capítulo abordamos el estudio tipológico de las cerámicas ibéricas que acogen decoración compleja pintada, procedentes de los yacimientos descritos en el capítulo anterior fig. 4).
El volumen de piezas recuperadas es considerable si lo comparamos con otros conjuntos. Sólo en el yacimiento del Cabezo
de lcalá
aila) hemos contabili ado doscientos no enta y
seis vasos adscribibles a una forma determinada y doscientas
no enta y dos pie as fragmentadas, frente a los ochenta y siete recipientes más o menos completos del Tossal de Sant Miuel Llíria) Bonet,
ranegui,
b) o el centenar de
L lc dia El ) Tortosa, 004a, 006), a los ue se le suman
numerosos fragmentos. Junto a ese volumen de piezas debemos
considerar los recipientes localizados en yacimientos pertenecientes al mismo territorio o que mantuvieron algún tipo de relación con los asentamientos citados, bien sea de tipo comercial
Sanmartí, 00 Mata et al., 000 Ros et al., 00 ), personal
o de otro tipo, ue por sus rasgos estilísticos pueden identificarse como propios de uno de los estilos o grupos pictóricos
identificados en las áreas mencionadas. En este sentido, para el
caso que aquí nos ocupa, contamos con un total de trescientos
ochenta y tres asos identificados y trescientos cincuenta y dos
informes, asumiendo ue, sin suda, deben ser muchos más los
ue engrosen las cifras, pues no hemos tenido acceso a todo el
material recuperado en los yacimientos estudiados y, a tenor de
la re isi n bibliográfica efectuada, no siempre se publican todas
las pie as con decoraci n egetal y/o figurada tabla ).
En cuanto a la tipología propiamente dicha, son muchos los
estudios ue se han reali ado sobre cerámicas ib ricas desde los
a os 0 hasta nuestros días, si bien, desde finales de los 0 su
presencia en el panorama científico ha ido disminuyendo. Una
buena síntesis de ellos, en la que se valoran los aspectos positios de las propuestas más destacadas y se critican sus deficiencias o limitaciones es la que publicaron conjuntamente Ruiz y
Molinos
3: 3 3 ). llí se delimitan los parámetros a seguir
para abordar un análisis tipológico de manera estructurada. Así
pues, en primer lugar habría ue determinar el tiempo, es decir,
si se opta por un estudio sincrónico o diacrónico de los materiales, y en segundo lugar el espacio, pudiendo analizar únicamente las pie as e traídas en un yacimiento, hacerlo e tensi o a una
región determinada o a todo el espacio territorial ocupado por
un determinado grupo cultural. Por último, también se puede
optar por aplicar otra variable, centrada en el estudio de un tipo
cerámico concreto.
En nuestro caso, combinamos varias de las delimitaciones
señaladas, pues restringimos el trabajo a piezas cerámicas pertenecientes a la cultura ib rica del Bajo rag n ue presentan
decoración compleja. Por ello, de entre todas las tipologías al
uso, entre las que destacan algunas por su mayor aceptación
en el panorama científico ranegui y Pla,
Bel n y Pereira,
Cela,
4 Garc s, 000 Nordstr m, 6
3
Pereira,
,
, 006 Ros,
Tortosa, 006), hemos
empleado la ue hace ya algunas d cadas publicaran Mata y
Bonet
), por considerarla más apropiada. sta no es una
clasificaci n cerrada, sino ue a partir de los atributos formales,
presentes en cada pieza, podemos crear nuevos tipos, subtipos
o variantes y generalizar su aplicación a cualquier ámbito geográfico Bonet y Mata, 00 : 4 4 ). icha tipología tiene
en cuenta para describir formalmente las cerámicas, aspectos:
tecnológicos, métricos, morfológicos y funcionales que permiten, al mismo tiempo, perfilar la cronología de uso y, en ocasiones, observar su variación a través del tiempo. En este sentido,
y para el estudio que aquí realizamos, resulta de gran utilidad
prestar especial atención a las decoraciones que aparecen en los
diferentes soportes, diferenciando la técnica empleada así como
el repertorio de motivos representados, pues en base a ellos se
pueden establecer diferencias regionales y cronológicas útiles
para la clasificaci n de los materiales.
39
[page-n-53]
Tabla . Pie as estudiadas de cada yacimiento. Si tenemos noticia de su e istencia pero no se han publicado, los calificamos como
indeterminados Indet.).
Yacimiento
lto Chac n
Formas
Informes
Formas
El Palomar
4
La Guardia
4
Informes
3
El Sabinar
1
–
9
Cerro de las Abejas
Indet.
Indet.
San Cristóbal
Mas de Moreno
Indet.
Indet.
Cabezo de Cantalobos
Indet.
Indet.
Masada de la Cerrada
3
Indet.
Cabezo Carrasco
Indet.
Indet.
El Olmo
Indet.
Indet.
Peñafresca
Indet.
Indet.
Los Artos
Indet.
Indet.
La Bo ina
1
Indet.
Santa Flora
Indet.
Indet.
Cabezo de Alcalá
Torre Gachero
Indet.
Castillejo de la Romana
–
Els Castellans
–
Celsa
Indet.
San Antonio
El Palao
4
6
Tiro de Cañón
Mas del Cerrojo
Indet.
Indet.
Cabezo del Moro
Indet.
Indet.
El Castelillo
Cales Coves
6
1
0
6
1
La Corona
4
Piquete de la Atalaya
Indet.
Cabezo de las Minas
3
Indet.
ur n de Belmonte
1
1
Valmesón
–
1
La Caridad
Indet.
Indet.
–
Para el Bajo rag n, el inter s por los soportes ue acogen
decoración de tipo compleja no es nuevo ni reciente, sino que
cuenta con varios trabajos previos, si bien, fruto de las tendencias del momento en el que fueron producidos, las variables tenidas en cuenta para su descripci n y clasificaci n son diferentes a las adoptadas actualmente.
La primera de las obras que cabe citar es el Corpus Vasorum Hispanorum. Cerámica de Azaila Cabr , 44). En ella
se ofrece una descripción morfológica de las piezas, pero no se
pretende elaborar una clasificaci n tipol gica ni funcional de las
mismas. En cambio, sí se presta especial atención a cuestiones
como la cronología o la decoración de los vasos, estableciendo
paralelismos con áreas geográficas cercanas.
Unas d cadas más tarde Pellicer
6 ) estudia las cerámicas ib ricas del Valle del Ebro. Las clasifica atendiendo a su
cronología, pero no se detiene demasiado en la descripción formal. Un poco más tarde, retoma la publicación de Cabré sobre la
cerámica de aila
44) y re isa la cronología proporcionada,
estableciendo siete fases en la ocupación del poblado (Pellicer,
6
0). sí mismo, determina la duraci n cronol gica de
cada uno de esos períodos y les atribuye un conjunto de materiales. De nuevo queda relegado el interés por ofrecer una clasificaci n tipol gica de los asos.
Posteriormente se publicó un estudio global sobre el Cabeo de lcalá
aila) Beltrán Lloris,
6), en el ue Beltrán
Lloris propone una tipología aplicable a todos los materiales cerámicos allí documentados. icha clasificaci n ha tenido gran
aceptaci n entre los in estigadores de la ona y se ha empleado
para catalogar piezas recuperadas en otros yacimientos (Domíngue y Maestro,
6 Perales et al.,
3
4).
40
Yacimiento
Actualmente Sanz está realizando su tesis doctoral sobre
las cerámicas del NE. peninsular San Lacaba, 004). Uno de
los objetivos de su investigación es confeccionar una tipología
al uso que sea válida sensu stricto para todos los yacimientos
ibéricos del área aragonesa y que pueda ser extensible al resto de zonas. Para su elaboración, insiste en la importancia de
determinar entre otras variables más comunes, como la cronología o la morfología, la funcionalidad de las piezas. De momento solamente conocemos los resultados preliminares del
estudio, una declaración de intenciones, por lo que esperamos
que en breve se publiquen sus conclusiones y podamos ponerlas en práctica.
Respecto a los materiales aquí estudiados, cabe decir
ue se reali aron a torno, poseen una pasta dura y homog
nea, confeccionada con arcillas muy depuradas en las que
a duras penas resulta visible el desgrasante. La cocción a
la que fueron sometidas es variada, pues si bien es cierto que
la reductora resulta escasa, abundan tanto la oxidante como
la alternante. Por otra parte, la superficie e terior de las pare
des está muy cuidada y se suele recubrir con engobes muy
finos, resultado de aplicar una delgada capa de la misma arcilla con la ue se ha confeccionado la pie a pero más dilui
da, consiguiendo así una superficie lisa, uniforme y cuidada sobre las que aplicar la pintura. A tenor de las características técnicas descritas, las piezas analizadas pertenecen a
una producci n cerámica cuidada, definida como grupo tec
nol gico de Clase
o cerámica fina . Estaban destinadas, entre otros, a menesteres vinculados con lo doméstico
ser icio de mesa, transporte o almacenaje) o ritual Bonet y
Mata,
:
).
[page-n-54]
Torre Gachero
Els Castellans
San Antonio
El Palao
Tiro de Canón
El Castelillo
El Palomar
El Sabinar
La Bo ina
Cabezo de Alcalá
La Corona
Piquete de la Atalaya
Cabezo de las Minas
ur n de Belmonte
3
–
–
–
–
–
4
–
–
–
–
3
1
–
–
–
–
.II.
TOTAL
La Guardia
–
Cales Coves
Masada de la Cerrada
–
La Caridad
A.II.1
San Cristóbal
Tipos
cerámicos
.I.4
lto Chac n
Tabla 3. N mero de ejemplares ue pertenece a cada tipo cerámico identificado, seg n el yacimiento del ue proceden.
–
–
31
0
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
0
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
1
–
–
–
–
4
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
4
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
9
–
1
–
4
–
–
1
1
–
1
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
9
1
1
–
–
31
–
–
–
–
–
–
3
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
3
–
–
–
0
–
–
–
–
–
–
.II.4
–
–
–
.II.6
–
–
–
.II.
1
1
–
3
–
.III.
–
–
–
3
–
–
–
.III.
–
–
–
1
–
–
1
–
A.III.9
–
–
–
–
1
–
–
–
–
A.V.1
–
–
–
1
–
–
3
–
4
–
1
.VI.4
–
–
–
3
–
–
–
1
3
–
–
–
3
1
–
–
1
–
–
34
.VI.
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
A. VI.9
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
1
–
–
1
–
1
–
Otra cuestión a tratar sería el tipo de decoración que presentan, pues si bien es cierto que ésta es bastante común entre
las cerámicas finas, tambi n lo es el ue suele reducirse a líneas
o bandas. Más excepcionales, por tanto, serían las piezas que
aquí presentamos, pues además de ornamentarse con motivos
geom tricos tambi n poseen otros de tipo fitomorfo, oomorfo
y/o antropomorfo que, dada su escasez, las convierten en excepcionales. En este sentido, resulta interesante preguntarse por el
uso al que estuvieron destinadas, pues lo singular de las decoraciones ha lle ado a considerar ue debieron concebirse con otro
fin ue no fuera el meramente utilitario o continuado, estando
más vinculadas a usos conmemorativos o expositivos. Este tema
lo retomaremos en el quinto capítulo, dedicado al análisis de los
contextos en los que fueron recuperadas.
A continuación presentamos los grupos, tipos, subtipos y variantes identificados, siguiendo el mismo orden ue propusieron
Bonet y Mata
). e cada tipo cerámico describimos sus
atributos, matizamos algunas de sus características y añadimos
o modificamos lo necesario. La relaci n de pie as adscribibles a
cada uno de ellos la presentamos por yacimientos.
III. . GRUP I
En este grupo se incluyen recipientes caracterizados por tener
grandes dimensiones y ser utilizados, preferentemente, como
elementos de transporte o de almacenaje.
III.2.1. recIpIentes con cIerre herMétIco (a. I.4) (FIg. 22-44)
emos cambiado la denominaci n propuesta por Mata y Bonet
para este tipo
: 6), pues se refieren a l como tinaja o
urna de orejetas”, contemplando únicamente esa variedad. Entre
los materiales estudiados hemos identificado ariantes similares
a las del tipo recipientes con cierre herm tico del Grupo II,
por lo que denominamos subtipo 1 a las tinajas o urnas de orejetas y subtipo a las tinajas ue poseen un labio biselado simple.
Todas las pie as a uí incluidas pertenecen al subtipo
. I.4. ), ue hasta el momento, y a falta de e ca aciones ue
demuestren lo contrario, es una producci n propia del Bajo
Aragón. Se caracterizan por poseer gran tamaño (superan los
3 cm de altura) y bocas no muy amplias ninguna sobrepasa
los 30 cm de anchura), lo ue les con ierte en asos profundos.
De este modo, era necesario disponer de utensilios auxiliares
ue permitieran alcan ar el fondo del recipiente Bonet et al.,
00 :
). ebido a sus grandes dimensiones, pueden presentar un par de asas de arran ue hori ontal y ariado tipo de
secciones (acintadas u ovaladas con trenza sobrepuesta, geminadas, etc.), dispuestas en el hombro, para facilitar el transporte
del aso. ste se ería fa orecido por la presencia de una tapadera con labio biselado encajada herm ticamente sobre el aso,
lo ue dificultaría la p rdida de su contenido en el despla amiento Gu rin, 003: 4). pesar de ello, dadas sus grandes
dimensiones, resulta más probable que sirviera como recipiente
de almacenaje y ocupara un lugar fijo o semifijo en la estancia.
Las paredes de su cuerpo pueden dibujar una tendencia cilíndrica o troncocónica, siendo más común esta última. Las bases
son cóncavas y cuentan con unos diámetros que oscilan entre
los 6. y los 34 cm.
Se trata de uno de los tipos documentados en mayor número,
con un total de veinte vasos conservados relativamente completos y otros once fragmentados. Los yacimientos en los que se
han recuperado son: Masada de la Cerrada o Calanda), Tiro
de Ca n lca i ), Cabe o de lcalá
aila) y La Corona
uentes de Ebro) tabla 3).
4
[page-n-55]
ig. . Recipientes con cierre
herm tico . I.4) de Masada
de la Cerrada o Calanda)
(Dibujo a partir de
M. M. Martíne ) y Tiro de
Ca n lca i )
ibujos: M. M. uentes).
Masada de la Cerrada-1
TC23
Masada de la Cerrada-2
0
10 cm
Masada de la Cerrada-3
ig. 3. Recipiente con cierre
herm tico . I.4) procedente
de Tiro de Ca n lca i )
ibujo: M. M. uentes).
TCSN1
0
4
10 cm
[page-n-56]
Masada de la Cerrada (Foz-Calanda)
Masada de la Cerrada fig. ): Pie a de la ue solamente se conser a su parte superior, hasta el arran ue del hombro.
Cuenta con el característico labio biselado y un diámetro de
boca de 36 cm. La decoraci n conser ada, de tipo geom trico y
vegetal, se estructura en un registro.
Masada de la Cerrada
fig. ): Ejemplar del ue nos
ha llegado su parte superior. El diámetro de boca es de 36 cm
y la ornamentación presenta las mismas características que la
pieza anterior.
Masada de la Cerrada 3 fig. ): Parte superior de un aso
ue podría pertenecer a este tipo, pues no se ha publicado su
perfil Martíne ,
0, fig. 4. ). La decoraci n es similar a la
vista en las piezas anteriores.
Tiro de Cañón (Alcañiz)
TC 3 fig. ): Pie a conser ada parcialmente ue mediría
más de 3 cm de altura. Posee el labio biselado y su boca tiene
cm de diámetro. Bajo el hombro conser a un asa hori ontal,
geminada, de sección circular. Las paredes de su cuerpo marcan
una tendencia cilíndrica. La decoración se dispone en dos registros en los que se representan motivos geométricos, si bien, en
el inferior tambi n hay otros egetales. Las asas estaban ornamentadas con motivos del primer tipo indicado.
TCSN fig. 3): Recipiente de grandes dimensiones, con
3 .3 cm de altura, ue presenta el característico labio biselado.
El diámetro de su boca mide 3.3 cm. Posee dos asas hori ontales en la ona donde el cuerpo e perimenta una sua e in e i n.
Están compuestas por un elemento de sección acintada al que
se le sobrepone una trenza. Las paredes del cuerpo describen un
perfil troncoc nico y su base, c nca a, mide 34 cm de diámetro.
La ornamentación se estructura en tres registros, en los que se
combinan motivos geométricos y vegetales.
l obser ar la superficie del aso apreciamos ciertos fallos
de cocci n fig. 4), caso de los hinchamientos de la pasta Pastor Moreno,
: 3 ) y deformaciones en la boca por un secado
deficiente de la arcilla Leonardi y Penello,
: 6 Sempere,
: 0).
TCSN fig. ): Vaso de gran tama o, pues tiene una altura de 46 cm. Su labio es biselado y la boca tiene un diámetro
de
cm. Presenta un par de asas hori ontales en el hombro,
compuestas por un vástago de sección acintada al que se le sobrepone otro trenzado. El cuerpo tiene aspecto troncocónico y
presenta hinchamientos pro ocados por una cocci n defectuosa
fig. 6). La base es c nca a y mide 4 cm de diámetro. La
decoración se desarrolla en tres registros. El superior presenta
decoración geométrica y vegetal, el segundo geométrica y el
último geométrica, vegetal y animal.
TC 4 fig. ): Vasija de gran tama o, con 4 .6 cm de altura). El diámetro de su boca mide . cm y el labio es biselado.
En su tercio superior aparece un hombro de perfil redondeado
que da paso a un cuerpo de paredes rectas, por lo que adquiere
forma cilíndrica. En el lugar en el que el cuerpo experimenta esa
ligera in e i n reposaría el par de asas con el ue debi contar.
nicamente se conser a una, dispuesta en hori ontal, forma
da por un ástago al ue se le ha reali ado una incisi n precocción para simular la existencia de dos. De este modo parece que
se trata de un asa geminada con sección circular cuando realmente es acintada, por lo ue la denominamos falsa geminada fig.
). Tambi n resulta curiosa la presencia en la parte superior
del asa de un defecto de acabado, previo a la cocción, al que se
le sobrepone la decoraci n. La base es c nca a y mide 30. cm
de diámetro. La decoración se distribuye en dos registros, donde
se pintan motivos geométricos y vegetales. También aparece en
las asas, pero ahí es e clusi amente de tipo geom trica.
Cabezo de Alcalá (Azaila)
43 6 0 fig. ): Pie a de grandes dimensiones, pues
mide 46 cm de altura. Su boca posee un diámetro de
cm y
tiene el labio biselado. En el tercio superior de la vasija aparece
el hombro. La distancia entre la boca y ste es menor ue la
que presentan otros ejemplares procedentes del mismo enclave. No posee elementos de agarre. En cuanto a las paredes de
su cuerpo, presentan una tendencia troncocónica. La base tiene
forma c nca a y mide 6. cm de diámetro. La decoraci n se
estructura en dos registros, en los que se representan motivos
vegetales y geométricos.
Como ocurría en alguna de las piezas procedentes de Tiro de
Ca n lca i ), presenta ciertas deformaciones. El borde no
tiene una forma regular y está inclinado, al mismo tiempo que
las paredes de uno de sus lados presentan una ligera incurvación
no intencionada, pues no aparece en el resto de la pieza.
43 6 0 fig. 30): Vaso de gran tama o ue cuenta
con 4 .6 cm de altura. Posee el labio biselado y su boca mide
6.3 cm de diámetro. Cerca de sta conser a una marca precocción incisa, formada por una línea diagonal que no coincide
con las dos líneas verticales que presenta la tapadera con la que
se publica
43 6 6 , fig. 0 ) Cabr , 44, Lám. 30 3
uentes, 0 ). l re isar la relaci n de pie as ue fueron recuperadas en el mismo departamento en el que apareció este recipiente no se da cuenta de ella Cabr ,
6a: 0
Beltrán
Lloris,
, 0 3:
), por lo ue ponemos en duda dicha
inculaci n. En su tercio superior aparece el hombro desarrollado y las paredes de su cuerpo describen una forma ligeramente
troncoc nica. Carece de asas y su base, c nca a, mide cm de
diámetro. La decoración se estructura en tres registros, presentando los dos primeros únicamente motivos geométricos, mientras que el último incluye otros de tipo vegetal y animal.
43 6 0 fig. 3 ): Pie a de grandes dimensiones, pues
cuenta con 43. cm de altura. Su boca posee un diámetro de 6.
cm y su labio es biselado. En el tercio superior de la vasija aparece el hombro. Conser a el negati o de una de las asas con las ue
debi contar. stas se dispondrían en hori ontal, bajo el hom
bro, y su sección es ovalada. Las paredes del cuerpo presentan
una tendencia troncoc nica. La base es c nca a y tiene 4 cm
de diámetro. La ornamentación se estructura en dos registros en
los que se pintan motivos geométricos y vegetales, si bien, en el
inferior también aparecen otros de tipo faunístico.
43 6
0 fig. 3 ): Recipiente de grandes dimensiones
ue mide 4 . cm de altura. Tiene el labio biselado y su boca
posee cm de diámetro. Pr imo a esa ona conser a una incisión precocción que se prolonga a la tapadera con la que se asocia
43 6
6, fig. ) Cabr , 44, Lám. . ), por lo ue
indicaría el punto de encaje entre ambas pie as uentes, 0 ).
En el tercio superior presenta el hombro, al ue se le sobreponen
un par de asas geminadas dispuestas en hori ontal. nicamente
ha perdurado una de ellas, formada por dos ástagos de secci n
circular. Las paredes de su cuerpo son de tendencia troncocónica y su base, c nca a, mide 4. cm de diámetro. La decoraci n
43
[page-n-57]
ig. 4. efectos de secado y cocci n en la pie a TCSN
Tiro de Ca
se dispone en dos registros en los que se pintan motivos vegetales y geométricos. Las asas también estaban decoradas con
motivos de este último tipo.
43 6
fig. 33): Vaso de gran tama o, pues a pesar
de ue está incompleto cuenta con 43 cm de altura conser ados.
Posee el labio biselado y su boca mide . cm de diámetro.
Bajo el hombro arrancarían, en hori ontal, un par de asas, de las
ue nicamente se ha conser ado una, formada por un elemento
de sección ovalada al que se le sobrepone una trenza. Las paredes de su cuerpo dibujan un perfil ligeramente troncoc nico
y la decoración se estructura en tres registros. En todos ellos
se pintan motivos geométricos, si bien, en el primero y tercero
tambi n aparecen otros egetales, a los ue hay ue sumar algunos zoomorfos en el último registro.
43 6
fig. 34): Vasija de gran formato ue mediría
más de 4 . cm de altura, pues no está completa. Presenta el
labio biselado y su boca cuenta con un diámetro de 4 cm.
Próximo a ella aparece una incisión precocción que se prolongaría sobre la tapadera a la ue estaría asociada uentes, 0 ).
44
n, lca i )
oto: M. M. uentes).
En la ona inferior del hombro se dispondría un par de asas,
de las ue nicamente nos ha llegado una. Como en el caso
anterior, se sit a en hori ontal y está compuesta por un elemento de sección ovalada, al que se le sobrepone una trenza.
Las paredes del cuerpo describen un perfil ligeramente troncocónico y la decoración se compone de tres registros. El primero presenta exclusivamente motivos geométricos, mientras que en el resto también se pintan otros vegetales y en el
último zoomorfos.
43 6
3 fig. 3 ): Recipiente de grandes dimensiones,
conser ado incompleto, ue mediría más de 4 . cm de altura.
Su labio es biselado y su boca posee 4 cm de diámetro. Bajo el
hombro deberían aparecer las dos asas características, pero no
se han conser ado, siendo su restituci n meramente hipot tica.
partir del hombro, el perfil de la pie a es troncoc nico. La
ornamentación está muy deteriorada, pero aparentemente está
compuesta por cinco registros. El primero, tercero y cuarto se
decoran con motivos geométricos, mientras que en el resto también aparecen otros vegetales.
[page-n-58]
ig. . Recipiente con cierre
herm tico . I.4) procedente
de Tiro de Ca n lca i )
ibujo: M. M. uentes).
TCSN5
0
ig. 6. Recipiente TCSN Tiro de Ca n, lca i ),
con hinchamientos en su cuerpo oto: Museo de Teruel).
10 cm
43 6
4 fig. 36): Pie a de gran tama o, pues a pesar
de estar incompleta mide 46. cm de altura. Posee un labio biselado y el diámetro de su boca es de 3 cm. Bajo el hombro
aparecen dos asas, dispuestas en hori ontal, formadas por un
elemento de sección ovalada al que se le sobrepone una trenza.
Las paredes del cuerpo dibujan un perfil ligeramente troncoc nico. La decoración se estructura en tres registros. En todos aparecen motivos geométricos, si bien, en el segundo y tercero se
combinan con otros vegetales. Además, en el del medio también
aparecen motivos zoomorfos.
43 6
fig. 3 ): Vaso conser ado casi por completo,
ue mediría más de 4 . cm de altura. El labio es biselado y
su boca tiene
cm de diámetro. Pr imo a esa ona presenta
una incisión precocción que se prolonga en la tapadera a la que
aparece asociado
aila , fig. 0 ) Cabr , 44, Lám. 4
uentes, 0 ). Bajo el hombro se sit an dos asas, engar adas
hori ontalmente, compuestas por un elemento de secci n o alada y otro trenzado que aparece sobre el anterior. Las paredes
de su cuerpo dan forma a un perfil ligeramente troncoc nico. La
decoración se dispone en dos registros y los motivos pintados
son de tipo geométrico y vegetal.
4
[page-n-59]
ig. . Recipiente con cierre
herm tico . I.4) procedente de
Tiro de Ca n lca i ) ibujo:
M. M. uentes).
TC124
0
ig. . etalle del asa conser ada del recipiente TC
Ca n, lca i ) oto: M. M. uentes).
4 Tiro de
43 6
6 fig. 3 ): Recipiente ue mide 44.4 cm de
altura. El labio de su boca es biselado y ésta tiene un diámetro de
cm. Pr imo a ella aparece una incisi n precocci n
ue tambi n presentaría la tapadera ue encajaba herm tica
mente uentes, 0 ). Posee hombro y no porta asas. El perfil
de las paredes del cuerpo es troncocónico. La base está fraccionada y mide 6 cm de diámetro. La ornamentaci n se dispone
en tres registros. El superior se decora exclusivamente con motivos geométricos, mientras que en el resto se combinan con
otros vegetales.
46
10 cm
43 6 44 fig. 3 ): Recipiente ue contaría con, al
menos, 3 cm de altura. pesar de no conser arse el labio,
rasgo definitorio del tipo, lo hemos incluido a uí por su similitud morfológica con el resto de piezas. En el tercio superior del
cuerpo presenta un hombro desarrollado, a partir del cual las
paredes del cuerpo describen una tendencia troncocónica. La
pieza conserva dos registros decorativos. El superior está tan
perdido ue resulta imposible identificar el tipo de decoraci n,
mientras que en el inferior se combinan motivos geométricos,
vegetales y zoomorfos.
43 6 46 fig. 40): Vaso con una altura superior a 44
cm, pues le falta la base. Presenta el labio biselado y su diámetro
de boca mide
cm. En su tercio superior aparece el hombro
y las paredes de su cuerpo son cilíndricas. Respecto a la decoración, decir que está dividida en dos registros que acogen
motivos geométricos y vegetales.
43 6 3
fig. 40): Vaso ue posee el labio biselado y
tiene
cm de diámetro de boca. En uno de los fragmentos se
aprecia un orificio de reparaci n. La decoraci n ue ha perdurado se desarrolla en un registro en el que se combinan motivos
geométricos y vegetales.
43 6 3
fig. 40): ragmento con el labio biselado y
un diámetro de boca de 4 cm. nicamente podemos apreciar la
existencia de un registro con motivos geométricos y vegetales.
43 6 4
fig. 40): ragmento con labio biselado cuyo
diámetro de boca mide
cm. nicamente conser a un poco
de uno de los registros con los que estaba decorado. En él, los
motivos representados son de tipo geométrico y vegetal.
43 6
6 fig. 40): Pie a conser ada parcialmente.
Posee el típico labio biselado y el diámetro de su boca mi-
[page-n-60]
ig. . Recipiente con cierre
herm tico . I.4) procedente del
Cabe o de lcalá
aila).
1943-69-507
0
de
cm. Presenta un hombro desarrollado y la decoraci n se
distribuye en dos registros que acogen motivos geométricos
y vegetales.
43 6 3
fig. 40): ragmento ue posee el característico labio biselado. Su boca tiene un diámetro de cm y nicamente se ha conser ado un registro en el ue se pintan moti os
geométricos y vegetales.
43 6 3 6 fig. 40): Parte del hombro de un aso de
este tipo que está ornamentado con motivos geométricos y vegetales dispuestos en un mismo registro.
43 6 4
fig. 40): ragmentos ue corresponden al
hombro y cuerpo de la pie a. Presenta la decoraci n estructurada en dos registros, donde se combinan motivos geométricos
y vegetales.
43 6 4 0 fig. 40): Parte superior de un aso con labio
biselado. Su boca registra un diámetro de 4 cm. La ornamentación conservada se estructura en dos registros. En el primero
los motivos representados son geométricos, mientras que en el
segundo también aparecen otros vegetales.
aila 40 fig. 4 ): Recipiente ue actualmente se encuentra en paradero desconocido. Podemos describirlo morfológicamente gracias a las fotografías y dibujos publicados, aunque
con limitaciones. Posee gran tama o, pues mide 4 cm de altura. El labio es biselado y su boca tiene . cm de diámetro.
10 cm
En el hombro se sit an dos asas, colocadas hori ontalmente,
compuestas por un elemento de sección ovalada al que se le
sobrepone otro tren ado. Solamente se ha recuperado una de
ellas. Las paredes de su cuerpo dibujan un perfil cilíndrico y la
decoración se dispone en tres registros en la parte externa del
aso. En todos se emplean moti os geom tricos, a los ue hay
que sumar otros vegetales en el primer y tercer caso.
aila 4 fig. 4 ): Pie a de la ue se ha recuperado su mitad superior, aunque fruto de las restauraciones practicadas en
momentos posteriores a su extracción se restituyó, de manera
hipot tica, el resto del recipiente. Presenta el característico labio
biselado y su boca registra un diámetro de cm. En el hombro
se dispondrían dos asas hori ontales, compuestas por un elemento de sección ovalada al que se le sobrepone una trenza, de las
ue nicamente se ha logrado recuperar una. Las paredes del
cuerpo describen una tendencia ligeramente troncocónica y la
decoración, distribuida en dos registros, se compone de motivos
geométricos y vegetales, apareciendo en el registro inferior también algún zoomorfo.
43 / 0 fig. 43): Recipiente conser ado casi al completo,
ue cuenta con 3 . cm de altura. Posee el típico labio biselado y
el diámetro de su boca es de 6 cm. Pr imo a esa ona lle a tres
incisiones precocci n uentes, 0 ) y dos perforaciones de reparaci n. En el tercio superior del cuerpo presenta un hombro
4
[page-n-61]
ig. 30. Recipiente con
cierre herm tico . I.4)
procedente del Cabezo
de lcalá
aila).
1943-69-508
0
desarrollado. El cuerpo tiene una ligera tendencia troncocónica
y descansa sobre una base c nca a, de 6 cm de diámetro. La
decoración se estructura en dos registros, en los que se pintan
motivos geométricos, además de vegetales en el segundo.
La Corona (Fuentes de Ebro)
. 04. fig. 44): Pie a de gran tama o, de 0. cm de
altura, que cuenta con un diámetro de boca reducido, pues mide
3 cm. Posee el característico labio biselado. Pr imo a esa ona
presenta dos incisiones precocción, que también aparecerían en
la tapadera con la que quedaba cerrado el recipiente (Fuentes,
0 ). Bajo el hombro conser a dos asas hori ontales, formadas por un elemento de sección ovalada al que se le sobrepone una trenza. Las paredes de su cuerpo dibujan una tendencia
troncoc nica y su base, de 30 cm de diámetro, es c nca a. La
decoración del cuerpo se estructura en tres registros. El primero
acoge exclusivamente motivos geométricos, mientras que en los
dos restantes se combinan con otros vegetales. Las asas también
están decoradas con motivos geométricos.
4
10 cm
III.3. GRUP II
En este grupo se incluyen diferentes tipos de recipientes, de mediano tamaño, fácilmente transportables. Carecen de una funcionalidad específica, por lo ue son multifuncionales o poli alentes. Se ha se alado como usos más frecuentes los inculados
a actividades rituales, funerarias, domésticas y/o artesanales, si
bien, en el mundo ibérico, y dentro de la zona estudiada, son
más comunes estas dos últimas.
III.3.1. recIpIente con resalte (a. II.1) (FIg. 45-47)
Vasos que se caracterizan por ser profundos y presentar un resalte destacado en el cuello subtipo ) o cuerpo subtipo ).
Todos ejemplares aquí estudiados pertenecen al subtipo 1, es
decir, presentan el resalte en la zona próxima al cuello del recipiente. La literatura científica ha planteado di ersas hip tesis
sobre la funcionalidad ue debi tener dicho elemento. Se ha
publicado que el resalte serviría para crear un canal de agua que
[page-n-62]
Fig. 31. Recipiente con
cierre herm tico . I.4)
procedente del Cabezo
de lcalá
aila).
1943-69-509
0
actuaría como barrera, impidiendo el acceso de insectos a su
interior letcher,
3:
), al mismo tiempo ue e itaría ue
al e traer el producto miel o aceite), dada su iscosidad, resbalaran las gotas por sus paredes y atrajeran insectos Broncano
y Blá ue ,
: 3 Morais, 006:
). nuestro juicio, a
pesar de que ambas sugerencias nos parecen acertadas, consideramos que la presencia del resalte no exime del empleo, además,
de una tapadera para proteger el producto contenido, evitando
la entrada de elementos extraños no deseados y su evaporación.
Estos recipientes tienen gran tamaño y son muy cerrados,
pues su índice de profundidad, según los ejemplares conservados más completos, está alrededor de 3 . La morfología de sus
labios es ariada moldurado, engrosado, destacado, etc.) y el
diámetro de su boca es medio, ya ue oscila entre los
y los
3. cm, lo ue facilitaría la e tracci n de los productos ue
acogerían en su interior. Debido a sus grandes dimensiones,
cuentan con un par de asas dispuestas en vertical en el tercio
superior del cuerpo. stas pueden ser acintadas con resalte en
10 cm
su parte central o geminadas con sección circular. El cuerpo
dibuja un perfil bitroncoc nico y como no se ha recuperado
ninguna pieza completa no podemos describir el tipo de bases
que tendrían. En cualquier caso, la estabilidad de la pieza se
vería comprometida por el reducido diámetro de la base, por lo
que sería conveniente equilibrarla con soportes.
Se trata de uno de los tipos documentados en menor número,
pues nicamente hemos identificado con certe a die ejemplares, aun ue recientemente se ha dado noticia de la e istencia
de otros dos posibles de los ue no se publica su perfil Beltrán
Lloris, 0 3: 06, fig.
y 6). Todos proceden del mismo yacimiento, el Cabe o de lcalá
aila) tabla 3), por lo ue su
producción fue restringida.
Cabezo de Alcalá (Azaila)
43 6 03 fig. 4 ): Recipiente con un diámetro de boca
mediano, de . cm, ue tiene el labio moldurado. poca distancia del borde se desarrolla un resalte no muy pronunciado. Deba4
[page-n-63]
ig. 3 . Recipiente con
cierre herm tico . I.4)
procedente del Cabezo
de lcalá
aila).
1943-69-510
0
jo de éste arrancan las asas, que reposan en la parte superior del
cuerpo, justo antes de ue comience la ruptura de perfil. Se dispo
nen en vertical y tienen forma acintada con un resalte en su parte
central. La decoración se desarrolla en dos registros. En el primero los motivos que aparecen son geométricos y vegetales, mientras que en el segundo se pintan exclusivamente los primeros.
43 6 04 fig. 46): Vaso con un diámetro de boca de
tama o medio, pues mide 0. cm. Presenta un labio engrosado
y ligeramente apuntado por el exterior. Cerca del borde, pero
a menor distancia que en el caso anterior, se sitúa un resalte
muy destacado. Entre ambos aparece un grafito transcrito como
ba.r.ta Beltrán Lloris,
6: 3 ) o da.a.ba. Siles,
:
),
ue haría referencia al propietario. el par de asas con el ue
contaba nicamente se ha conser ado el negati o de su arranque, un poco más abajo del resalte, y el de reposo, justo en la
ona anterior a la ruptura del perfil. La ornamentaci n se estructura en dos registros y acoge motivos geométricos y vegetales.
43 6 60 fig. 46): Recipiente ue presenta el labio
engrosado por el interior y el borde recto. El diámetro de su
boca mide 0. cm, por lo ue tiene un tama o medio. El resalte
aparece a menor distancia del borde que en los ejemplares descritos y termina de forma redondeada, como apuntábamos para
0
10 cm
el caso de 43 6 03 y 43 6 3
fig. 4 y 4 ). el par
de asas con el que debía contar, únicamente conserva una de
forma parcial. sta es geminada y está formada por dos ástagos
de sección circular que se disponen en vertical. Arrancan del
tercio superior de la pieza, más abajo del resalte, y terminarían
un poco antes de la zona en la que las paredes del recipiente alcanzarían su diámetro máximo. Su cuerpo tendría posiblemente
forma bitroncocónica, aunque sus paredes aparecen más abombadas que en los casos anteriores. La ornamentación preservada
aparece estructurada en un registro, en él se combinan motivos
geométricos y vegetales.
43 6 6
fig. 4 ): Pie a ue posee un borde casi sin
destacar. El diámetro de su boca mide 0 cm, por lo ue se trata de un recipiente mediano. El resalte se halla más pr imo
al borde que en los dos primeros casos descritos y termina de
forma más apuntada. De las dos asas con las que debió contar
únicamente conserva una, de sección acintada con resalte en su
parte media, dispuesta en vertical. Arranca desde el tercio superior de la pieza, un poco más abajo del resalte, y terminaría
justo antes de ue comen ara la ruptura de perfil del cuerpo.
Únicamente se aprecia un registro decorativo con motivos de
tipo geométrico y vegetal.
[page-n-64]
Fig. 33. Recipiente con
cierre herm tico . I.4)
procedente del Cabezo
de lcalá
aila).
1943-69-511
0
10 cm
ig. 34. Recipiente con
cierre herm tico . I.4)
procedente del Cabezo
de lcalá
aila).
1943-69-512
0
10 cm
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ig. 3 . Recipiente con
cierre herm tico . I.4)
procedente del Cabezo
de lcalá
aila).
1943-69-513
0
43 6 3
fig. 4 ): Recipiente cuya boca tiene el labio
engrosado y posee un diámetro de apertura de cm, por lo ue
es de medianas dimensiones. El resalte acaba de forma redondeada, siendo muy similar al de la pie a 43 6 03 fig. 4 ).
La ornamentación conservada aparece dispuesta en un registro
en el que se pintan motivos geométricos y vegetales.
43 6 3 3 fig. 4 ): ragmento ue conser a en su pared el resalte que caracteriza a este tipo y termina de una forma
similar a la de la pie a 43 6 6
fig. 4 ), es decir, apuntada.
En cuanto a la decoraci n, se alar ue solamente ha perdurado
un registro con motivos geométricos y vegetales.
43 6 3
fig. 4 ): Pie a cuya boca posee un labio
moldurado y cuenta con
cm de diámetro, por lo ue sus dimensiones son medias. El resalte aparece a poca distancia del
borde y acaba de forma redondeada, como en otros ejemplares
ya vistos. No se conservan las asas y la decoración preservada se distribuye en un registro en el que se combinan motivos
geométricos y vegetales.
43 6 3
fig. 4 ): Recipiente ue tiene el labio engrosado y un diámetro de boca de 0 cm, por lo ue es de mediano
tamaño. El resalte se sitúa a una distancia similar a la del primero
de los ejemplares vistos en este grupo y su forma también es parecida fig. 4 ). No se ha recuperado ninguna de las asas con las
que debió contar y la ornamentación conservada se estructura en
un registro. Los motivos pintados son geométricos y vegetales.
43 6 3 4 fig. 4 ): Pie a ue posee una boca con labio moldurado y 0 cm de diámetro de apertura, por lo ue sus
dimensiones son medias. El resalte aparece muy destacado y
10 cm
termina de forma redondeada, similar al que aparece en otros
vasos. No se conserva ninguna las asas y la decoración, en un
registro, se compone de motivos geométricos y vegetales.
43 6 4
fig. 4 ): Vaso ue posee una boca con borde
saliente y labio engrosado. El diámetro de sta es de 3. cm, por
lo ue su tama o es mediano. No se ha recuperado ninguna de
las asas y la ornamentación conservada se dispone en un registro,
en el que se representan motivos de tipo geométrico y vegetal.
III.3.2. tInajIlla (a. II.2) (FIg. 48)
Se trata de recipientes profundos, cerrados y de medianas dimensiones, al no sobrepasar ning n ejemplar los 40 cm de
altura. No presentan uniformidad en cuanto a los bordes que
poseen, pues hemos documentado diferentes morfologías salientes, rectos y engrosados). Los diámetros de sus bocas osci
lan entre los 4.6 y cm. Todos los ejemplares presentan cuello,
si bien, éste puede estar indicado o destacado. Algunos llevan
un par de asas dispuestas en vertical, pero son de variado tipo
simples o compuestas). Por otra parte, en funci n de si presentan hombro o carecen de l se han establecido dos subtipos,
el para el primero de ellos y el para el segundo, predominando el primero de los señalados. En los ejemplares más
completos se aprecia que las paredes del cuerpo describen una
tendencia troncocónica.
Este tipo de vasos estaría destinado a contener productos,
bien fueran sólidos o líquidos, pero en menor cantidad que las
tinajas, lo ue los haría más id neos para el uso cotidiano.
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ig. 36. Recipiente con
cierre herm tico . I.4)
procedente del Cabezo
de lcalá
aila).
1943-69-514
0
De nuevo, es un tipo que está poco representado en este
conjunto, pues nicamente hemos identificado ocho pie as en
un reducido n mero de yacimientos: lto Chac n Teruel),
El Palao lca i ), Tiro de Ca n lca i ) y El Cabe o de
lcalá
aila) tabla 3).
Alto Chacón (Teruel)
lto Chac n 3 fig. 4 ) trián,
6, fig. c): Recipiente
de mediano tama o ue presenta una in e i n destacada entre el borde y el cuerpo de la pie a subtipo ). Posee un labio
engrosado y su boca mide 13 cm de diámetro, por lo que es de
medianas dimensiones. Cuenta con un par de asas verticales en
el tercio superior de la pieza, que arrancan del borde y acaban
un poco antes de que el cuerpo registre su diámetro máximo. En
la documentaci n disponible no se detalla su secci n. El perfil
de las paredes del cuerpo dibuja una tendencia bitroncocónica
y la decoración conservada aparece en un registro en el que se
combinan motivos geométricos y vegetales.
lto Chac n
fig. 4 ) trián,
6, fig. 4 a): Tinajilla
ue carece de hombro subtipo ) y tiene cuello destacado ariante ). Presenta una boca con labio saliente y su diámetro
mide 0 cm, por lo ue su tama o es medio. el labio surgen
10 cm
en vertical un par de asas trigeminadas, de sección circular, que
descansan en la parte inferior del cuello. La ornamentación aparece tanto en el interior como en el exterior de las paredes del
recipiente. La primera es de tipo geométrico y se desarrolla en
un único registro. La segunda, en el cuerpo de la pieza, se estructura también en un registro en el que junto a los motivos
geométricos se pintan otros vegetales.
El Palao (Alcañiz)
Pal 3 fig. 4 ): ragmento de la parte superior de una tinajilla sin hombro subtipo ) y con el cuello indicado ariante ).
Presenta el borde saliente y el diámetro de su boca es de cm.
La decoración conservada se pinta en las paredes externas del
vaso y se dispone en un registro, en el que se combinan motivos
geométricos y vegetales.
Tiro de Cañón (Alcañiz)
TC bj 3 fig. 4 ): Recipiente con labio saliente y un diámetro de boca de 4. cm. Posee hombro subtipo ) y las paredes de su cuerpo definen un perfil ligeramente abombado ariante 3). La decoraci n aparece distribuida en dos registros, en
el primero es geométrica y en el segundo se combinan motivos
geométricos y vegetales.
3
[page-n-67]
ig. 3 . Recipiente con
cierre herm tico . I.4)
procedente del Cabezo
de lcalá
aila).
1943-69-515
0
Cabezo de Alcalá (Azaila)
3 0 fig. 4 ): Tinajilla con borde saliente y un diámetro
de boca de cm, por lo ue es de medianas dimensiones. Entre
el cuerpo y el borde aparece un cuello indicado y, justo debajo,
se desarrolla un hombro muy marcado subtipo ). Carece de
elementos de prensión conservados. La decoración se dispone
en el exterior del vaso en, al menos, dos registros. El superior
acoge motivos de tipo geométrico, mientras que en el inferior
también se pintan otros vegetales.
3 0 4 fig. 4 ): Pie a de perfil muy similar a la anteriormente descrita. No se ha recuperado el borde, pero sí la parte del
cuerpo en la ue aparece el hombro muy destacado subtipo ).
Se conserva el negativo de una de las asas, dispuesta en vertical
y de sección acintada. De la ornamentación con la que debió
contar conserva dos registros. En el primero de ellos se pintan
motivos geométricos, mientras que en el segundo también aparecen vegetales y animales.
3 0
fig. 4 ): Vaso de reducidas dimensiones, pues s lo
cuenta con un diámetro de boca de cm. Su borde es recto
y conserva el arranque de un asa, de sección acintada, que
sale en ertical desde el hombro subtipo ). La decoraci n se
4
10 cm
estructura, al menos, en un registro. Se sitúa en la cara externa de la pieza y los motivos representados son geométricos
y vegetales.
aila 30 fig. 4 ) Cabr , 44, fig. , Lám. 4 . ): Tinajilla con hombro de pe ue as dimensiones, pues s lo mide
.3 cm de altura. Cuenta con un borde poco destacado y un
diámetro de boca de 4.6 cm. el hombro redondeado sub
tipo ) arrancan un par de asas erticales, de secci n acintada,
ue reposan justo antes de la ruptura de perfil ue e perimenta su cuerpo bitroncocónico. Descansa sobre una base anillada
cuyo diámetro coincide con el de la boca. La ornamentación
se desarrolla en un único registro, donde se combinan motivos
geométricos y vegetales.
III.3.3. recIpIente con cIerre herMétIco (a. II.4) (FIg. 49-53)
Tipo caracterizado por incluir recipientes que presentan un
cierre herm tico, independientemente de cuál sea su forma
biselada o dentada). E isten hasta el momento tres subtipos
establecidos: el primero agrupa las urnas o tinajillas de orejetas perforadas el segundo se refiere a la pyxis o tinajillas que
[page-n-68]
ig. 3 . Recipiente con
cierre herm tico . I.4)
procedente del Cabezo
de lcalá
aila).
1943-69-516
0
presentan el borde dentado y el tercero incluye nicamente las
tinajillas que poseen el labio biselado. A tenor de las piezas estudiadas, el único subtipo aquí representado es este último, si
bien, en funci n del perfil de los cuerpos hemos establecido dos
ariantes. La primera de ellas se refiere a pie as cuyas paredes
describen una tendencia globular, mientras que en las segundas
hay una ruptura de perfil marcada en el tercio superior de la
pieza, dando lugar a un cuerpo bitroncocónico. De acuerdo con
los ejemplares estudiados, consideramos que debería incluirse
una tercera ariante, compuesta por pie as ue poseen hombro
y cuerpos cilíndricos.
Entre sus características, cabe destacar que cuenta con tama os ue oscilan entre los . cm y los 3 .4 cm de altura, si
bien, son más comunes los de menor medida. El diámetro que
registra su boca a desde los . cm a los
cm, por lo ue es
de medianas dimensiones. Sólo en el caso de la tercera variante
es común la presencia de asas dispuestas en vertical, de sección
acintada con resalte. Por último, señalar que su base puede estar
indicada o ser c nca a, con diámetros ue oscilan entre los 0
y los
cm.
Se trata de uno de los tipos más representados, pues cuenta
con sesenta y una pie as, aun ue solamente se conser an ocho
ejemplares relativamente completos. Casi todos proceden del
10 cm
Cabe o de lcalá
aila), con cincuenta y seis pie as, pero
tambi n se han recuperado en La Guardia
lcorisa), San
ntonio Calaceite) y Tiro de Ca n lca i ) tabla 3). Los
más abundantes son los ue pertenecen a la ariante
once
asos), seguidos de la ariante 3 ocho asos) y, por ltimo, la
ariante tres asos).
La Guardia (Alcorisa)
LGSN fig. 4 ): ragmento ue posee el característico
labio biselado y cuenta con un diámetro de boca de
cm.
e la decoraci n con la ue debi contar, nicamente se ha
conservado un registro en el que se pintan motivos geométricos
y vegetales.
LGSN fig. 4 ): ragmento con el labio biselado y
cm
de diámetro de boca. Cuenta con motivos geométricos y vegetales pintados en el único registro conservado.
San Antonio (Calaceite)
San ntonio 4 fig. 4 ) Bosch,
3a, fig. 0): Pie a de
la ue no se ha publicado el perfil y ue actualmente se encuentra en paradero desconocido. Por las descripciones ofrecidas en diferentes publicaciones Bosch,
3a Cabr , 44:
Pallar s, 6 : 6 ), consideramos ue podría incluirse
dentro de este tipo, aunque no sin ciertas reservas. La orna-
[page-n-69]
Fig. 39. Recipiente con
cierre herm tico . I.4)
procedente del Cabezo
de lcalá
aila).
0
1943-69-2448
10 cm
1943-69-2385
1943-69-2569
1943-69-2382
1943-69-2465
1943-69-2471
1943-69-3289
0
1943-69-4199
1943-69-3826
ig. 40. Recipientes con cierre herm tico
6
1943-69-4207
. I.4) procedentes del Cabe o de lcalá
aila).
10 cm
[page-n-70]
mentación se distribuye en dos registros. En ambos se pintan
motivos geométricos, si bien, en el superior también aparecen
otros vegetales.
Cabezo de Alcalá (Azaila)
43 6 0 fig. 0): Recipiente de gran tama o, pues
mide 3 .4 cm de altura. Cuenta con el característico labio biselado y el diámetro de su boca mide . cm. Las paredes del
cuerpo describen una forma globular ariante ). parentemente no presenta elementos de suspensión. Su base está indicada y posee 11 cm de diámetro. Por último, señalar que la
decoración se distribuye en dos registros, contando ambos con
motivos geométricos y vegetales.
43 6 06 fig. ): Pie a con el característico labio biselado y un diámetro de boca de 0 cm. Su cuerpo tiene forma
globular ariante ). Presenta la ornamentaci n di idida en tres
registros. El superior acoge motivos exclusivamente geométricos, mientras que en los otros se pintan también vegetales.
43 6
fig. ): Vaso de reducidas dimensiones, pues
tiene una altura de cm. Presenta, como es propio, el labio biselado. Próximo a esa zona conserva dos incisiones precocción
en dos puntos diferentes y con orientaciones distintas (Fuentes,
0 ). Su boca mide .4 cm de diámetro. Su cuerpo tiene forma globular ariante ) y su base, c nca a, mide 0 cm de
diámetro. La ornamentación se desarrolla en dos registros. El
primero acoge exclusivamente motivos geométricos, mientras
que en el segundo aparecen también otros de tipo vegetal.
43 6 363 fig. ): Pie a con una marcada carena en
su tercio superior ariante ) y cuerpo con paredes cilíndricas.
La decoración conservada se dispone en un registro, donde se
combinan motivos geométricos y vegetales.
43 6
fig. ): Recipiente conser ado casi por completo que posee el característico labio biselado. El diámetro de
su boca mide
cm. En el tercio superior de su cuerpo aparece
una ruptura de perfil ariante ), a partir de la cual las paredes
del cuerpo ad uieren forma troncoc nica. No se ha recuperado
su base original, aunque en su restauración se le dotó de una. La
ornamentación aparece distribuida en dos registros, en los que
se emplean motivos de tipo geométrico y vegetal.
43 6
3 fig. ): Ejemplar de pe ue o formato, pues
mide solamente . cm de alto. Posee el típico labio biselado y
el diámetro de su boca es de . cm. Pr imo a esa ona conser a una incisi n precocci n uentes, 0 ). poca distancia
de la apertura de la pie a aparece una carena ariante ) y, a
partir de ésta, las paredes del cuerpo adoptan una forma ligeramente troncocónica. La base es cóncava y tiene un diámetro
de cm. Cuenta nicamente con dos registros decorati os ue
acogen motivos geométricos y vegetales.
43 6
3 fig. ): ragmento del cuerpo de un aso ue
posee una carena marcada ariante ). La ornamentaci n, distribuida en dos registros, combina motivos geométricos y vegetales.
43 6 3 4 fig. ): Recipiente con el típico labio biselado y un diámetro de boca de cm. Posee en la ona pr ima
a la boca una carena muy marcada ariante ). La ornamentación se distribuye en dos registros. El superior acoge exclusivamente motivos geométricos, mientras que en el inferior se
combinan con otros de tipo vegetal.
43 6 3 0 fig. ): ragmento fracturado en la ona
anterior a la boca ue presenta una marcada carena ariante ).
Cabe resaltar la existencia de una incisión precocción en la zona
próxima a la boca que, aparentemente, carece de funcionalidad.
La ornamentación conservada se estructura en dos registros.
En el superior aparecen exclusivamente motivos geométricos,
mientras que en el inferior se combinan con otros vegetales.
43 6 3 6 fig. ): ragmento ue posee una carena
ariante ) y presenta la decoraci n distribuida, al menos, en
dos registros. En ambos casos los motivos pintados son geométricos y vegetales, sin excluir la posibilidad de que aparecieran
otros de diferente naturaleza.
43 6 30 fig. ): Parte superior de un recipiente con
cierre herm tico, aun ue no se ha conser ado el labio. Presenta
una carena ariante ) y la decoraci n está estructurada en dos re
gistros en los que se combinan motivos geométricos y vegetales.
43 6 3 3 fig. ): Pie a de la ue se ha recuperado la
parte del cuerpo en la ue aparece una carena ariante ). Posee
una decoración distribuida, como mínimo, en dos registros. En
el superior se combinan motivos geométricos con otros vegetales, mientras que en el inferior los conservados son posiblemente de tipo vegetal.
43 6 3 0 fig. ): Parte superior de una pie a con carena en su tercio superior ariante ). La ornamentaci n se estructura en dos registros y está muy incompleta, aunque aparentemente está compuesta por motivos geométricos y vegetales.
43 6
3 fig. ): Tercio superior de una pie a ue
presenta una ruptura de perfil ariante ). Sus paredes se desarrollan con tendencia cilíndrica y se decoran con motivos
geométricos y vegetales distribuidos en dos registros.
43 6 333 fig. ): Pie a de la ue se conser a su
tercio superior. Como es propio, posee el labio biselado.
Su boca cuenta con un diámetro de 6 cm. Presenta una care
na ariante ), a partir de la cual parece ue las paredes describen una tendencia troncocónica. La decoración está muy
perdida, pero apreciamos que, al menos, debió contar con dos
registros. En el superior existen motivos geométricos y vegetales, mientras que en el inferior, fruto del mal estado de conservación, no podemos diferenciar su naturaleza.
43 6 4 0 fig. ): Recipiente con el característico
labio biselado y 4 cm de diámetro de boca. En su tercio superior tiene una carena ariante ) y las paredes del cuerpo describen una tendencia cilíndrica. Entre ambos espacios aparece
el negati o de una de las asas con las ue debi contar. sta
se dispone en vertical y tiene sección ovalada. La decoración
se estructura en tres registros. En todos ellos se pintan motios geom tricos, a los ue hay ue sumar otros egetales en el
segundo y tercer caso.
43 6 4 0 fig. ): Ejemplar ue presenta el labio biselado y un diámetro de boca de . cm. En el tercio superior
aparece una carena ariante ), a partir de la cual se desarrolla
el cuerpo cilíndrico. La ornamentación conservada se estructura
en dos registros. En el superior se pintan exclusivamente motivos geométricos, mientras que en el inferior se combinan con
otros vegetales.
3
fig. ): ragmento de un recipiente con
carena ariante ) ue conser a el labio biselado. Su boca mide
0 cm diámetro y la decoraci n se estructura en, al menos, un
registro, en el que se conservan motivos vegetales.
43 6
6 fig. ): En base a los fragmentos recuperados, apreciamos que el vaso debió contar con un tamaño considerable. Posee el característico labio biselado y su diámetro de
[page-n-71]
ig. 4 . Recipiente con
cierre herm tico . I.4)
procedente del Cabezo
de lcalá
aila).
Azaila-40
0
boca mide . cm. Pr imo a esa ona conser a parte de una
incisi n precocci n uentes, 0 ). Tras el hombro redondeado ariante 3) se desarrollan las paredes del cuerpo, de aspecto
cilíndrico. La ornamentación se estructura en cuatro registros y
en todos se emplean motivos geométricos, a los que en el segundo y ltimo caso habría ue sumar otros de tipo egetal.
43 6 3
fig. ): ragmento perteneciente al tercio
superior de la pie a. No conser a el labio, pero sí el hombro
redondeado ariante 3). Las paredes de su cuerpo tienen forma
cilíndrica y la decoración, distribuida en dos registros, se compone de motivos de tipo geométrico y vegetal.
43 6 466 fig. ): Recipiente ue contaría con un tamaño considerable. Posee el labio biselado y un diámetro de
boca de 6 cm. Pr imo a esa ona conser a dos líneas incisas
precocci n uentes, 0 ), una en ertical y la otra en diagonal, que surgen del mismo punto. Presenta elementos de prensión dispuestos en vertical, del tipo asa acintada con resalte, si
bien s lo ha perdurado una de las dos con las ue debi contar.
rranca del hombro y terminaría en la parte superior del cuerpo de la pie a. partir de la in e i n, las paredes del cuerpo
describen una tendencia cilíndrica ariante 3). La decoraci n
aparece distribuida en dos registros. El primero tiene motivos
geométricos y vegetales, mientras que el segundo únicamente
cuenta con los del primer tipo indicado.
43 6
6 fig. ): Vaso con el característico labio
biselado y un diámetro de boca de 0 cm. En el tercio superior aparece el hombro ariante 3). La ornamentaci n se
desarrolla en un registro en el que se pintan motivos geométricos y vegetales.
10 cm
43 6 3 0 fig. ): ragmento ue hemos incluido
en este tipo por la similitud morfol gica de su perfil. Posee el
hombro característico de la ariante 3 y las paredes del cuerpo
tienen tendencia rectilínea. La decoración que conserva se estructura en un registro, donde se combinan motivos geométricos y vegetales.
43 6 3 3 fig. ): pesar de no haberse recuperado
la boca de esta pie a, la hemos incluido a uí por la similitud
formal de su perfil. Presenta un hombro en su tercio superior
ariante 3) y las paredes de su cuerpo caen de forma rectilínea.
La ornamentación se estructura en, al menos, dos registros. El
primero de ellos acoge motivos geométricos y vegetales, mientras que el inferior está a duras penas conservado.
3
3 fig. ): Vaso con el característico labio biselado y un diámetro de boca de 4. cm. En el tercio superior
presenta un hombro ariante 3), a partir del cual se desarrollan
las paredes del cuerpo con tendencia cilíndrica. La decoración
conservada aparece distribuida en dos registros. En el superior
se pintan motivos geométricos y vegetales, mientras que en el
inferior la ornamentación está muy deteriorada.
3 04 fig. ): ragmento con el típico labio biselado
y hombro ariante 3). Pr imo al borde presenta una incisi n
precocci n uentes, 0 ). La ornamentaci n se estructura
en dos registros, en los que se pintan motivos geométricos
y vegetales.
aila 34 fig. ): ragmento de la parte superior de un
recipiente ue no ha conser ado el característico labio biselado.
Presenta una in e i n redondeada ariante 3), tras la cual se
desarrolla un cuerpo cilíndrico. La decoración se estructura en
[page-n-72]
ig. 4 . Recipiente con
cierre herm tico . I.4)
procedente del Cabezo
de lcalá
aila).
Azaila-41
0
10 cm
ig. 43. Recipiente con
cierre herm tico . I.4)
procedente del Cabezo
de lcalá
aila).
439-2/150
0
10 cm
[page-n-73]
ig. 44. Recipiente
con cierre herm tico
. I.4) de La Corona
uentes de Ebro).
87.104.1
0
dos registros. En el superior se emplean motivos geométricos,
egetales y figurados, mientras ue en el inferior nicamente no
se ha documentado el segundo tipo se alado.
43 6
0 fig. ): ragmento ue podría corresponder al tercio superior de un recipiente con cierre herm tico.
La decoración se estructura en, al menos, tres registros. En
el primero solamente aparecen motivos geométricos, mientras que en el segundo se combinan con otros vegetales.
El tercer registro está más incompleto, observándose únicamente motivos vegetales.
43 6 3 0 fig. ): ragmento ue posiblemente corresponde al cuerpo de un recipiente con cierre herm tico. La
decoración se dispone en dos registros y es de tipo geométrica
y vegetal.
43 6
fig. 3): ragmento con el labio biselado y
un diámetro de boca ue mide 3 cm. La decoraci n se desarrolla en dos registros. En el primero se emplean motivos geométricos, mientras ue en el segundo solamente se han conser ado
los de tipo vegetal.
60
10 cm
43 6 304 fig. 3): ragmento ue presenta el típico
labio biselado. Su boca mide 11 cm de diámetro. Conserva decoración en un registro, en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
43 6 44 b fig. 3): ragmento de posible recipiente
con cierre herm tico, ue tiene el cuerpo abombado. La ornamentación está distribuida en dos registros, en los que se pintan
motivos geométricos y vegetales.
43 6
04 fig. 3): ragmento de posible recipiente
con cierre herm tico con la ornamentaci n estructurada en dos
registros. En el primero se pintan motivos geométricos y vegetales, mientras que en el segundo solamente apreciamos los del
primer tipo.
43 6
0 fig. 3): Parte del tercio superior de un recipiente con cierre herm tico. Presenta decoraci n en un registro,
en el que se pintan motivos geométricos y vegetales.
43 6 60 fig. 3): ragmento ue no conser a el característico labio biselado. La ornamentación se dispone en un
registro en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
[page-n-74]
ig. 4 . Recipiente
con resalte . II. )
del Cabezo de Alcalá
aila).
1943-69-503
0
43 6 3 03 fig. 3): Parte superior de un aso ue tiene
el labio biselado y un diámetro de boca de cm. La decoraci n
se desarrolla en un registro en el que aparecen motivos geométricos y vegetales.
43 6 3 04 fig. 3): Parte superior de una pie a ue
conserva el característico labio biselado. El diámetro de su boca
mide 0. cm. La ornamentaci n se estructura en tres registros.
En todos aparecen motivos geométricos, si bien, en el del centro
se combinan con otros vegetales.
43 6 3 6 fig. 3): Parte del cuerpo de un posible recipiente con cierre herm tico con ornamentaci n estructurada en
dos registros. Del primero únicamente se conserva un posible
motivo vegetal, mientras que en el segundo los de ese tipo están
presentes junto a otros geométricos.
43 6 3 3 fig. 3): ragmento del cuerpo de un posible recipiente herm tico. Presenta hombro y las paredes de
su cuerpo parecen caer de forma rectilínea ariante 3). La ornamentación combina motivos geométricos y vegetales en el
registro conservado.
43 6 3 34 fig. 3): ragmento del tercio superior de
un posible recipiente con cierre herm tico. Conser a un registro
decorativo en el que se pintan motivos geométricos y vegetales.
43 6 3 40 fig. 3): ragmento del cuerpo de un posible recipiente con cierre herm tico. Presenta la ornamentaci n
dispuesta en un registro, en el que aparecen motivos vegetales.
10 cm
43 6 3
fig. 3): ragmento del tercio superior de
un posible recipiente con cierre herm tico. La decoraci n conser ada se desarrolla en dos registros en los ue podrían haberse
representado motivos vegetales junto a otros geométricos.
43 6 3 6 fig. 3): ragmento de la parte superior
del cuerpo del recipiente. Conserva el negativo del arranque
de una de las asas con las que debió contar. La decoración se
distribuye en un registro, en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
43 6 3
fig. 3): ragmento del tercio superior del
vaso. La ornamentación, en la parte externa de las paredes, se
estructura en un registro. En él se pintan motivos geométricos
y vegetales.
43 6 3
fig. 3): ragmento ue corresponde a la
parte superior de un posible recipiente con cierre herm tico. La
decoración conservada se dispone en un registro en el que aparece un motivo vegetal.
43 6 3
fig. 3): ragmento del cuerpo ue presenta
ornamentación desarrollada en dos registros. En el primero los
motivos representados podrían ser vegetales, mientras que en el
segundo aparecen también otros geométricos.
43 6 3
fig. 3): ragmento del cuerpo de un posible recipiente con cierre herm tico. La decoraci n aparece en
las paredes externas del cuerpo y se dispone en un registro en el
que se pintan motivos geométricos y vegetales.
6
[page-n-75]
1943-69-504
1943-69-601
0
ig. 46. Recipientes con resalte
6
. II. ) del Cabe o de lcalá
aila).
10 cm
[page-n-76]
1943-69-3512
1943-69-691
1943-69-3175
1943-69-4197
1943-69-3113
1943-69-3141
ig. 4 . Recipientes con resalte
. II. ) del Cabe o de lcalá
1943-69-3729
0
10 cm
aila).
43 6 33 6 fig. 3): ragmento con labio biselado.
El diámetro de su boca mide
cm, por lo ue es de me
dianas dimensiones. Como no posee carena podemos descartar ue pertene ca a la ariante . La ornamentaci n conservada se estructura en dos registros. En ambos se emplean
motivos geométricos, si bien, al segundo se le suman otros de
tipo vegetal.
43 6 33
fig. 3): ragmento del tercio superior del
recipiente. Posee el característico labio biselado y el diámetro
de apertura de su boca es de 6 cm. La decoraci n se desarro
lla en un registro en el que se combinan motivos geométricos
y vegetales.
43 6 3400 y 34
fig. 3): os fragmentos de las paredes de un posible recipiente con cierre herm tico. La ornamentación aparece en un registro y es de tipo vegetal.
3
fig. 3): ragmento de la parte superior de
un posible recipiente con cierre herm tico. La decoraci n se encuentra en muy mal estado, se dispone en un registro y combina
motivos geométricos y vegetales en el registro conservado.
3
3 fig. 3): ragmento con el labio biselado y
una boca ue posee un diámetro de 3 cm. Se conser a de manera parcial un registro decorativo en el que se pintan motivos
geométricos y vegetales.
3
4 fig. 3): ragmento ue presenta el típico
labio biselado. El diámetro de su boca mide 4 cm, por lo ue
es de mediano tamaño. La ornamentación se estructura en al
menos un registro, en el que se combinan motivos geométricos
y vegetales.
3
3 , , 3 fig. 3): Parte superior de un recipiente con el labio biselado. Conserva un registro decorativo en
el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
Tiro de Cañón (Alcañiz)
TCCjto
fig. ): Recipiente del ue se conser a apro imadamente el tercio superior. Posee el labio biselado que le permite cerrar herm ticamente con una tapadera del mismo tipo.
El diámetro de su boca mide .6 cm. Presenta hombro ariante 3) y las paredes de su cuerpo caen de forma rectilínea. La
decoración se estructura en, al menos, tres registros. El superior
acoge motivos exclusivamente geométricos, mientras que el
resto también presentan otros de naturaleza vegetal.
TCCjto b fig. ): ragmento perteneciente al cuerpo
de un recipiente de este tipo. Aunque no conserva el elemento definidor, es decir, el labio biselado, lo hemos incluido
aquí por las similitudes morfológicas que presenta con otros
ejemplares conocidos. En el tercio superior de la pieza aparece desarrollado un hombro ariante 3). Está más pronunciado
que en el caso anterior y a partir de él las paredes se desarrollan
con tendencia cilíndrica. La decoración conservada se estructura en un único registro que acoge motivos de tipo geométrico
y vegetal.
III.3.4. Lebes (a. II.6) (FIg. 54)
Este tipo engloba piezas que se caracterizan por ser abiertas,
tener una profundidad media y describir el perfil de sus paredes
una forma globular. Suelen tener el labio diferenciado y generalmente no poseen elementos de prensión. En función de si
presentan pie o no, se han establecido dos subtipos: el para el
primero de los casos y el para el otro. Cada uno de estos subtipos, a su vez, puede subdividirse en dos variantes atendiendo
a su tamaño. Así pues, por una parte estaría la variante de gran
formato, cuando el diámetro de su boca sobrepasa los
cm, y
la mediana, cuando se encuentra entre los 0 y
cm. Esa gran
63
[page-n-77]
37107
Alto Chacón-1
Pal-3
Azalia-30
Alto Chacón-3
37099
TCObj13
35074
0
10 cm
ig. 4 . Tinajillas
64
. II. ) de distintas procedencias: lto Chac n Teruel), El Palao
Tiro de Ca n lca i ) y El Cabe o de lcalá
aila).
lca i ),
[page-n-78]
LGSN8
LGSN9
0
10 cm
San Antonio-4
ig. 4 . Recipientes con cierre herm tico
. II.4) recuperados en La Guardia
apertura de boca está relacionada con la funcionalidad del recipiente, considerándose apropiado para la mezcla de sustancias
en estado líquido.
nicamente hemos documentado un ejemplar procedente
de Torre Gachero, por lo ue su presencia es más testimonial
ue significati a.
Torre Gachero (Valderrobres)
Torre Gachero fig. 4): Es poco lo ue podemos decir de
esta pie a, al no haberse publicado en su día su perfil, encontrarse en paradero desconocido y no tener la fotografía muy buena
calidad Puch y rtono es,
). Presenta pie destacado
subtipo ) y las paredes de su cuerpo ad uieren forma globular.
En la parte anterior a la ruptura del perfil aparecen un par de
asas geminadas, dispuestas en hori ontal, con secci n circular.
La presencia de éstas permite presuponer que debió contar con
un tamaño considerable. La decoración aparece dispuesta en un
único registro y combina motivos geométricos con otros vegetales. un ue no se ha publicado su desarrollo, parece tratarse
de una importación catalana.
III.3.5. KaLathos (a. II.7) (FIg. 55-91)
Este tipo se caracteriza por ser un recipiente abierto y relativamente profundo. Su tamaño es variable, pues existen ejemplares: grandes, ue miden más de 3 cm medianos, entre
0 y 3 cm y de pe ue o tama o, con una altura inferior
a los 0 cm. Puede presentar diferentes tipos de labio: ala plana,
ala plana con resalte, ala pendiente y saliente, aunque los que
más se documentan son los dos primeros. El mayor diámetro
de boca documentado es de 4 cm, mientras ue el inferior
mide 0. cm. Sus bases, en cambio, son por regla general
c nca as, con diámetros ue oscilan entre los
y 36. cm.
Los perfiles de sus paredes son sencillos, cilíndricos subtipo )
o troncoc nicos subtipo ). l igual ue ocurre en la gran
mayoría de zonas en las que se emplean los kalathoi, rara vez
portan asas, salvo algunos ejemplares de gran tamaño u otros
cuyas decoraciones entroncan con las del área catalana o ilicitana Conde,
a,
b). stas se disponen en hori ontal
y casi siempre son geminadas. Según el diámetro de su boca
se han establecido dos ariantes, la primera englobaría a los
recipientes grandes (con un diámetro de boca superior a los
lcorisa) y San ntonio Calaceite).
cm), resultando fácil manipular su contenido, y la segunda a los de mediano tamaño con un diámetro de boca inferior
a los
cm.
Se trata de uno de los pocos recipientes cerámicos ibéricos
que se exportaron fuera de sus territorios, entre mediados del
s. II a. C. y finales del s. I a C., documentándose en distintos puntos del Mediterráneo Benci enga,
4,
Bonet
y biri, 00 : 6 , fig. 3 4 Bonet y Mata, 00 : 6
Conde,
: 66,
6 Cuadrado,
ernánde I uierdo,
, fig.
García y Bellido,
,
4,
biri,
00 : 0 06 ouici, 00 Me uíri ,
3,
Muscolino, 006 Santos,
3). Se considera ue los usos
a los ue debi ser destinado fueron arios Mata y Bonet,
:
), destacando su utili aci n como posible contenedor
de miel Bonet y Mata,
: 3 4 ernánde Mateu, 000:
Gu rin, 003: 3 3 uan Tresserras, 000: 03 04). En
este sentido, es fácil imaginar que formaría parte de la carga
que adquirieron los barcos itálicos a su paso por la Península
Ibérica y que transportaron en su circuito de retorno (Fernánde I uierdo,
). Pudo, incluso, formar parte de los recipientes utilizados por la tripulación en esos desplazamientos,
siendo arrojados al mar tras su uso o rotura, lo que explicaría
el escaso número de ejemplares localizados en cada caso (Fernánde I uierdo,
:
). Por otra parte, una e llegado
al punto de destino y consumido el producto, el recipiente pudo
utili arse como contenedor de restos humanos Conde,
a:
3 3
e Nicolás y Conde,
3: ), formar parte del ajuar
funerario del difunto o entregarse como ofrenda en ciertos
lugares de culto, lo que denota el valor que la pieza tenía también per se Santos,
3: 4 Gornes y Plantalamor,
). En este sentido cabe aludir al nico ejemplar, de entre
los que abarca este estudio, documentado en un espacio funerario exógeno al área ocupada por los iberos, el de Cales Coves
laior) fig. ) Bel n y ernánde Miranda,
Cuadrado, 6
e Nicolás,
3).
Recientemente ha sido objeto de arios estudios encaminados a determinar si su capacidad está relacionada con el sistema métrico que utiliza la cótila griega como unidad de medida
ernánde Mateu, 000 legre y Cal o, 00 ). En el caso del
análisis llevado a cabo sobre los kalathoi ibéricos, usando como
prete to uno in dito procedente de Villena, se pudo confirmar
6
[page-n-79]
ig. 0. Recipiente con cierre
herm tico de perfil globular
. II.4.3. ) procedente del
Cabe o de lcalá
aila).
1943-69-505
0
10 cm
ue la capacidad de dicho recipiente era de 0. 3 l ernánde
Mateu, 000). El estudio reali ado con los ejemplares recuperados en el área 3 de Segeda I Mara) concluye en ue predominan
dos tipos de kalathoi, los grandes importados) y los pe ue os
de producci n local), teniendo los primeros una capacidad igual
a la suma de cuatro de los pequeños. De este modo, resulta obvio
que existió una unidad métrica de capacidad estipulada, que en
este caso e ui aldría a 0.
l, medida muy similar a la c tila
griega legre y Cal o, 00 :
Cal o García, 00 00 ).
Contamos entre los materiales estudiados con ochenta y un
ejemplares tabla 3), más unos cuantos posibles fragmentos,
por lo ue nos hallamos ante uno de los tipos más representados. Además, el número de yacimientos en los que aparece tambi n es amplio: lto Chac n Teruel), San Crist bal Mata de
los lmos), La Guardia lcorisa), Els Castellans Cretas), El
Palao lca i ), Tiro de Ca n lca i ), El Castelillo lloa), El Sabinar liete), Cabe o de lcalá
aila), La Corona
uentes de Ebro), Pi uete de la talaya
uara), Cabe o de
las Minas Botorrita), La Caridad Caminreal) y Cales Co es
laior), superando la característica restricci n geográfica ue
veíamos en los tipos anteriores.
un par de asas de secci n acintada, dispuestas en hori ontal,
a las ue se le sobrepone una tren a en la ona rehundida.
Solamente se conserva una de ellas completa, quedando poco
más del arranque de la segunda. Las paredes del cuerpo tienen
por el interior muy marcadas las líneas de torno. Su base, cónca a, tiene un diámetro de 3. cm. La decoraci n está distribuída en dos registros. El superior acoge exclusivamente motivos geométricos, mientras que en el inferior se combinan con
los vegetales y animales. También existen restos de pigmento
en las asas.
Alto Chacón (Teruel)
Els Castellans (Cretas)
IG
fig. ): Los fragmentos conser ados corresponden a la parte inferior del recipiente. El perfil de sus paredes
es bitroncoc nico subtipo ) y de la mitad del cuerpo surgen
3
fig. 6): Parte superior de un kalathos que posee
un diámetro de boca de 30 cm ariante ). Cuenta con un borde de ala plana con resalte, lo que facilitaría la disposición de
66
San Cristóbal (Mata de los Olmos)
SCRIS S
fig. ): ragmento de la parte superior de
un kalathos. Su estado de conservación, fracturado por diversas
partes, impide determinar cuál sería el diámetro de su boca, pero
a juzgar por sus dimensiones, no se trataría de un recipiente de
gran tamaño. Su borde es de ala plana y las paredes de su cuerpo describen una forma cilíndrica subtipo ). La decoraci n se
distribuye en un registro y los motivos que acoge son de tipo
geométrico, vegetal y zoomorfo. También se ornamenta el ala,
pero en ese caso los motivos son exclusivamente geométricos.
[page-n-80]
1943-69-363
1943-69-506
1943-69-2384
1943-69-522
1943-69-527
1943-69-523
0
1943-69-3110
1943-69-2193
10 cm
1943-69-3816
ig.
. Recipientes con cierre herm tico
. II.4) procedentes del Cabe o de lcalá
aila).
6
[page-n-81]
1943-69-2309
1943-69-2323
1943-69-2380
1943-69-2583
1943-69-3331
1943-69-4201
1995-38-Az-12
1943-69-4202
37047
1943-69-2596
1943-69-2296
1943-69-3790
Azalia-34
1943-69-2397
1943-69-3793
1943-69-2502
TCCjto25b
1943-69-2466
1943-69-3109
1995-38-Az-3
ig.
6
. Recipientes con cierre herm tico
TCCjto28
. II.4) hallados en El Cabe o de lcalá
0
aila) y Tiro de Ca
n
lca i ).
10 cm
[page-n-82]
1943-69-2188
1943-69-2304
1943-69-3157
1943-69-3104
1943-69-2507
1943-69-3126
1943-69-2602
1943-69-3219
1943-69-2448b
1943-69-3131
1943-69-3103
1943-69-2504
1943-69-3134
1943-69-3140
1943-69-3188
1943-69-3157
1943-69-3316
1943-69-3219
1943-69-3176
1943-69-3400 y 3412
1943-69-3322
1973-58-Az-29
1973-58-Az-31
1943-69-3182
1973-58-Az-4
0
1943-69-3197
1943-69-3316
1995-38-Az-31, 21, 37
10 cm
ig. 3. Recipientes con cierre herm tico
. II.4.) del Cabe o de lcalá
aila).
6
[page-n-83]
ig. 4. Lebes
. II.6. ) de Torre Gachero Valderrobres) Puch y rtono es,
, fig. ).
ig. . Kalathos . II. . )
de lto Chac n Teruel).
IG889
0
una tapadera para cubrir su contenido Gu rin, 003: 6), bien
fuera de material cerámico, tejido o piel Beltrán Lloris,
a:
43). Su cuerpo es cilíndrico subtipo ) y la ornamentaci n conservada aparece en un registro, en el que se combinan motivos
geométricos y vegetales. En el ala se pintan exclusivamente los
del primer tipo indicado.
3 344 fig. 6): ragmento con decoraci n desarrolla
da en un registro. En él se representan motivos geométricos
y vegetales.
0
10 cm
El Sabinar (Oliete)
El Sabinar fig. 6): ragmento ue corresponde a la parte superior de un kalathos. Posee un borde de ala plana y un diámetro de boca de
cm ariante ). Las paredes de su cuerpo
describen un perfil cilíndrico subtipo ). La decoraci n aparece
tanto en el cuerpo como en el ala. En el primero de los casos
se combinan motivos geométricos junto a otros vegetales en el
mismo registro. En el ala, en cambio, únicamente aparecen los
primeros señalados.
[page-n-84]
La Guardia (Alcorisa)
IG 3
fig. 6): ragmento de la parte superior de un
kalathos. Presenta un borde de ala plana con resalte. Su diámetro de boca mide 30 cm ariante ) y la morfología de sus
paredes es cilíndrica subtipo ). La decoraci n aparece en
el cuerpo, se distribuye en un registro y combina motivos
geométricos y vegetales. En el interior se pinta el signo “r” del
signario ibérico.
IG 4 fig. ): Recipiente de gran tama o, pues mediría
más de 3 cm de altura. Presenta un borde de ala plana con resalte. El diámetro de su boca mide 3 . cm ariante ) y el perfil de su cuerpo marca una tendencia cilíndrica subtipo ). La
ornamentación del cuerpo aparece en un único registro y combina moti os geom tricos, fitomorfos y oomorfos. Tambi n se
pintan motivos geométricos en el ala.
IG 3
fig. ): Vaso de mediano tama o, pues mide
33. cm de altura. Posee un borde de ala plana y su boca cuenta con un diámetro de 3 . cm ariante ). Las paredes de su
cuerpo describen una forma cilíndrica subtipo ) y termina en
una base c nca a, de
cm de diámetro. La decoraci n aparece en el cuerpo y en el ala. En el primer espacio se distribuye
en un único registro con motivos de variado tipo: geométricos,
egetales, animales y humanos. En el ala nicamente se pintan
motivos geométricos.
El Palao (Alcañiz)
Pal fig. ): Kalathos con el cuerpo cilíndrico subtipo )
y base c nca a, ue mide
cm de diámetro. Guarda cierto
parecido con una pie a recuperada en Tiro de Ca n lca i )
TCSN4, fig. 60). Es posible ue pro engan del mismo centro
productor, tanto por su morfología, acabado interno y externo,
así como por la sintaxis decorativa que presentan. La ornamentación se distribuye en dos registros. En el superior aparecen
motivos geométricos y vegetales, mientras que en el inferior
únicamente se pintan los primeros.
Pal 4 fig. 6): ragmento correspondiente a la parte inferior de un posible kalathos. Las paredes de su cuerpo describen
una tendencia cilíndrica y conserva un registro decorado con
motivos geométricos, vegetales y animales.
Tiro de Cañón (Alcañiz)
TC6 fig. 6): Recipiente de pe ue o formato, pues mide
6 cm de altura. Posee un borde de ala plana y un diámetro
de boca de 0. cm ariante ). Las paredes de su cuerpo son
ligeramente troncoc nicas subtipo ) y su base, c nca a, mide
cm de diámetro. La decoraci n del cuerpo se estructura en
un registro y es de tipo geométrico y vegetal, mientras que en el
ala únicamente se pinta la del primer tipo.
TCCjto
fig. 6): Pie a ue posee el borde de ala pla
na con resalte. El diámetro de su boca tiene gran anchura,
36. cm ariante ). Su cuerpo presenta una forma cilíndrica
subtipo ). demás, en el tercio superior del cuerpo aparecerían un par de asas geminadas, de sección circular, dispuestas en hori ontal, de las ue solamente se ha recuperado una.
La decoración, en el cuerpo, está distribuida en dos registros
con motivos geométricos y vegetales. En el ala sólo se emplean
los primeros.
TCCjto
fig. 6): ragmento de un kalathos con el cuerpo cilíndrico subtipo ). La decoraci n se distribuye en un nico registro, en el que se pintan motivos geométricos y vegetales.
TC
fig. 6): ragmento de un posible kalathos con
cuerpo cilíndrico subtipo ). La ornamentaci n está distribuida
en un registro y combina motivos geométricos y vegetales.
TCSN fig. 6): Kalathos de pequeño formato que cuenta
con 4.3 cm de altura. Se conser a casi entero, a e cepci n de
la parte inferior de la pieza, correspondiente a la base, que actualmente está restituida. Tiene el borde de ala plana, un poco
pendiente. El diámetro de su boca mide
cm ariante ) y
su cuerpo es cilíndrico subtipo ). La ornamentaci n, en las
paredes externas del cuerpo, aparece en un registro y es de tipo
geom trica y egetal. Tambi n hay restos de pigmento en el ala,
pero en este caso únicamente se pintan motivos geométricos.
TCSN fig. ): ragmento de un posible kalathos con
cuerpo rectilíneo subtipo ). La decoraci n aparece distribuida
en dos registros. En el superior aparecen exclusivamente motivos geométricos, mientras que en el inferior también se pintan
otros zoomorfos.
TCSN4 fig. 60): Pie a de mediano tama o, pues cuenta
con . cm de altura. Presenta un borde de ala plana, ligeramente pendiente, y un diámetro de boca de
cm ariante ).
Su cuerpo tiene forma cilíndrica subtipo ). En su tercio superior posee dos asas ue se disponen en hori ontal y aparecen pegadas al cuerpo, por lo ue recuerdan a las del grupo B 4 definido por Conde
a: 6). Se trata de falsas geminadas , pues
realmente están formadas por un vástago con incisión central
que simula la existencia de un asa geminada de sección circular
fig. 6 ). La base es c nca a y mide
cm de diámetro. La decoración que aparece en el cuerpo se distribuye en dos registros.
En el superior se representan motivos vegetales y geométricos,
mientras que en el inferior sólo se pintan estos últimos. También
se decoran el ala y las asas con motivos geométricos.
Por sus características, se cree ue fue producido en el horno de ontscaldes Valls) e Nicolás y Conde,
3: ), si
bien, dicha atribuci n responde más a su es uema y temática
decorativa que a otros criterios de tipo morfológico o técnico
Bruni y Conde,
:
3). En este sentido, decir ue los
kalathoi producidos en ontscaldes Valls) poseen unas paredes
ue describen un ligero ensanchamiento en la ona pr ima a la
base Lafuente Re uelto,
), ine istente en el caso de los recipientes que aquí describimos, tanto en el caso del Palao (Alcai ) como en el de Tiro de Ca n lca i ) fig.
y 60). demás, el tipo de borde que predomina en los ejemplares catalanes
es el plano, mientras que aquí el que se conserva es ligeramente
pendiente y carece del característico engrosamiento interno. La
presencia de asas del tipo “falsas geminadas” se documenta en
más ocasiones en este yacimiento, aunque también se emplean
en ontscaldes Valls). La pasta utili ada para su elaboraci n,
así como su acabado externo y la pintura empleada en las decoraciones son muy similares a las de otras piezas de Tiro de
Ca n lca i ). Por todo ello, consideramos ue la producci n
de la pieza debió realizarse en un alfar próximo a la zona, si
bien, el c digo iconográfico empleado denota la in uencia ue
los talleres catalanes irradiaron hacia otras onas ib ricas en su
época de máximo esplendor.
TC 0 fig. 6 ): Pie a ue pose un borde de ala plana con
resalte. Su diámetro de boca es grande, ya ue mide 3 . cm
ariante ). Las paredes de su cuerpo describen una forma cilíndrica subtipo ) y su superficie e terior está muy cuidada,
lo que contrasta con el interior, donde apreciamos la existencia
[page-n-85]
IG1358
TCCjto22
39292
39344
TCCjto27
TCSN2
El Sabinar-1
Pal-14
TC65
0
10 cm
TC2915
ig. 6. Kalathoi . II. ) hallados en Els Castellans Cretas) 3
IG 3 ), El Palao lca i ) Pal 4) y Tiro de Ca n
y 3 344), El Sabinar liete) El Sabinar ), La Guardia
lca i ) TCCjto , TCCjto , TCSN , TC
y TC6 ).
lcorisa)
[page-n-86]
ig. . Kalathos
. II. . . ) de
La Guardia lcorisa).
IG1547
0
10 cm
ig. . Kalathos
. II. . . ) recuperado
en La Guardia lcorisa).
IG1359
0
10 cm
3
[page-n-87]
ig. . Kalathos . II. . . )
del Palao lca i ).
PAL-1
0
10 cm
ig. 60. Kalathos
. II. . . ) de Tiro de
Ca n lca i ).
TCSN4
4
0
10 cm
[page-n-88]
ig. 6 . etalle del asa del kalathos TCSN4 procedente de Tiro de
Ca n lca i ) oto: M. M. uentes).
de hinchamientos. La decoraci n ue se desarrolla en el cuerpo
aparece estructurada en un registro, en el que se combinan motivos geométricos y vegetales. El labio también se decora, pero
únicamente con motivos del primer tipo señalado.
TCCjto
fig. 63): Recipiente con el borde de ala plana.
El diámetro de apertura de la boca es de 4 cm, por lo ue su
tama o es grande ariante ). Las paredes de su cuerpo describen una tendencia cilíndrica subtipo ) y la ornamentaci n ue
aparece en el cuerpo se estructura en, al menos, dos registros.
En el superior se pintan motivos geométricos y en el inferior
también aparecen algunos vegetales. En el ala únicamente existen motivos de tipo geométrico.
El Castelillo (Alloza)
IG 4 , 4 ,
fig. 64): Recipiente con un borde de ala
plana, bajo el ue e iste una fina moldura. Su boca tiene un diámetro de 44 cm ariante ) y las paredes de su cuerpo presentan
un aspecto cilíndrico subtipo ). Está decorado tanto el cuerpo
como el ala. En el cuerpo nicamente hay un registro conser ado
en el que se combinan motivos geométricos y zoomorfos, mientras que en el labio se pintan caracteres ibéricos junto a motivos
geom tricos. La inscripci n se ha transcrito como ]*ebantin.
kelsekite.iusti [ ]tir bankite Untermann,
0: 3 3 , E.4. ).
IG 0 fig. 64): Parte superior de un recipiente de este
tipo que presenta un borde de ala plana, bajo el que se desarrolla una fina moldura. El diámetro de su boca es de
cm ariante ). Las paredes de su cuerpo describen una tendencia
cilíndrica subtipo ). La decoraci n conser ada aparece tanto
en el cuerpo como en el ala. En el primer caso se estructura en
un registro, donde se combinan motivos geométricos, animales
y humanos, mientras ue en el ala nicamente aparecen los del
primer tipo diferenciado.
IG 3 fig. 64): Kalathos de gran tamaño, pues debió superar los 40 cm de altura. Presenta un borde de ala plana ue
tiene un diámetro de 4 cm ariante ). Las paredes de su cuerpo describen una tendencia cilíndrica subtipo ). un ue no
conserva ninguna de las dos asas con las que debió contar, sí
se puede apreciar el arranque de una de ellas en el cuerpo y estaría dispuesta en hori ontal. La ornamentaci n aparece tanto
en su cuerpo como en el ala. En el primer espacio se divide en,
al menos, dos registros. En el superior se combinan motivos
geom tricos, egetales, animales y humanos, mientras ue en
el segundo esa amplia variedad se reduce a los del primer y
segundo tipo señalado. En el ala se pintan motivos geométricos
y caracteres ibéricos transcritos como kaikotekilsenkite.s. (Untermann,
0: 330, E.4.3).
Castelillo
fig. 64): ragmento correspondiente a la parte superior de un kalathos. Actualmente se encuentra en paradero desconocido, por lo que únicamente tenemos conocimiento
de l a partir de la publicaci n de trián
, Lám. VIII.3).
Posee un borde de ala plana y su cuerpo tiene forma cilíndrica
subtipo ). La decoraci n, en el cuerpo, se dispone en un registro y está integrada por motivos geométricos y vegetales.
Castelillo SN fig. 64): Pe ue o fragmento ue presenta un
borde de ala plana y un diámetro de boca de 6 cm ariante ).
Las paredes de su cuerpo describen una forma cilíndrica (subtipo ). La decoraci n, muy perdida, aparece en el cuerpo y en el
ala. En el primero de esos espacios nicamente ha perdurado un
registro en el ue se combinan moti os geom tricos y humanos,
mientras que en el segundo se representan exclusivamente los
de tipo geométrico.
IG 4 fig. 6 ): Kalathos de mediano tamaño conservado
casi por completo, salvo la base. Posee un borde de ala plana,
su boca tiene . cm de diámetro ariante ) y las paredes
de su cuerpo describen una tendencia cilíndrica subtipo ).
La decoración se documenta tanto en el cuerpo como en el
ala. En el primer sitio indicado se estructura en un registro, en
el que se combinan una amplia variedad de motivos: geométricos, egetales, animales y humanos. En el ala solamente se
pintan los geométricos.
IG
fig. 66): Pie a de mediano tama o, pues supera los
0 cm de altura pero no alcan aría los 40 cm. Posee un borde
de ala plana, su boca tiene un diámetro de . cm ariante )
y el perfil de su cuerpo es cilíndrico subtipo ). La ornamentación aparece tanto en el cuerpo como en el ala. En el primer
espacio definido se estructura en dos registros. En el superior se
emplean motivos geométricos, mientras que en el inferior son
del tipo señalado así como vegetales y animales. En el ala únicamente se pintan motivos geométricos.
IG 43 fig. 6 ): Pie a de medianas dimensiones conser
vada parcialmente. Su borde es de ala plana, la boca tiene un
diámetro de
cm ariante ) y el cuerpo tiene forma cilíndrica subtipo ). La ornamentaci n del cuerpo aparece distribuida en un único registro, en el que se pintan motivos geométricos, vegetales y animales. En el ala aparecen exclusivamente motivos geométricos.
El Cabezo de Alcalá (Azaila)
4 004 fig. 6 ): Kalathos de medianas dimensiones,
pues mide 31 cm de altura. Cuenta con un borde de ala plana
con resalte y el diámetro de su boca mide cm ariante ). Su
cuerpo es cilíndrico subtipo ) y su base, c nca a, tiene
cm
de diámetro. La decoración aparece en el cuerpo y en el ala. En
el primer espacio indicado se dispone en un registro, utilizando
motivos de tipo geométrico y vegetal, mientras que en el ala se
pintan únicamente los geométricos.
[page-n-89]
ig. 6 . Kalathos
de Tiro de Ca n
TC110
43 6 4
fig. 6 ): Pie a de gran tama o, con 36 cm
de altura, que posee un borde de ala plana con resalte. La apertura de su boca tiene grandes dimensiones, pues mide 33.3 cm
ariante ). Las paredes de su cuerpo describen una tendencia
cilíndrica subtipo ). La incur aci n ue da origen a la base
comienza un poco antes que en el resto de ejemplares y está más
destacada. La base es c nca a y su diámetro es de
cm. La
ornamentación se pinta en el cuerpo y en el ala. En la primera
ubicación se estructura en dos registros. En el primero de ellos se
combinan los motivos geométricos con los vegetales y animales,
mientras que en el segundo únicamente aparecen los dos primeros se alados. En el ala nicamente hay moti os geom tricos.
43 6 4
fig. 6 ): Vaso con las paredes de su cuerpo
cilíndricas subtipo ). La ornamentaci n se distribuye en un
registro, en el que aparecen combinados motivos geométricos
y vegetales.
43 6 4 3 fig. 0): Recipiente de grandes dimensiones, pues cuenta con 3 . cm de altura. Presenta un borde de
ala plana con resalte y su boca tiene un diámetro de 33. cm
6
0
. II. . . )
lca i ).
10 cm
ariante ). Las paredes de su cuerpo describen una tendencia cilíndrica subtipo ) y en ellas apreciamos la e istencia de
unas marcas en la zona próxima al borde y a la base. Se trata de
huellas originadas por la acci n de ciertas herramientas ue el
alfarero utilizaba en el proceso de modelado de la pieza, con el
fin de uniformar el grosor de la superficie rtega rtega, 00 :
3 Romero y Cabasa, 00 : 334). La base no se ha conser ado
y la decoración se dispone en el cuerpo y en el ala. En el cuerpo se distribuye en un registro, en el que se combinan motivos
geométricos y vegetales, mientras que en el ala sólo aparecen
los primeros.
43 6 4 4 fig. ): Vaso de gran tama o, ue mide 4 cm
de altura. Tiene un borde de ala plana y cuenta con un diámetro
de boca de 33. cm ariante ). Su cuerpo tiene una forma cilíndrica subtipo ) y las paredes se incur an, en su parte inferior,
dando lugar a una base c nca a de . cm de diámetro. La
ornamentación se desarrolla en el cuerpo y se distribuye en un
registro. En él se combinan motivos geométricos, vegetales y, de
manera anecdótica, también aparece una representación animal.
[page-n-90]
TCCjto17
0
ig. 63. Kalathos
. II. . . ) de Tiro de Ca
n
10 cm
lca i ).
43 6 4
fig.
): Pie a de considerable tama o,
pues mide 40 cm de altura. Su boca cuenta con un diámetro de
3 cm ariante ). Posee un borde de ala plana y las paredes de su cuerpo marcan una tendencia cilíndrica subtipo ).
La incurvatura de éstas indica que la base sería cóncava, aunue no se ha recuperado al completo, y mide 36. cm de diámetro. La decoración se pinta en el cuerpo y se desarrolla en un
registro, en el que se incluyen motivos geométricos, vegetales
y animales.
43 6 4 6 fig. 3): Vaso de grandes dimensiones ue
posee un borde de ala plana y un diámetro de boca que mide
36 cm ariante ). Las paredes de su cuerpo describen una
forma cilíndrica subtipo ). La ornamentaci n aparece en el
cuerpo y se estructura en un registro, en el que se combinan
motivos geométricos, vegetales y animales. Entre ellos se pinta
al menos en dos ocasiones el signo H, que corresponde en el
ibérico nordoriental a una o Siles,
:
). Cabr propuso
identificar dicha marca con la firma del pintor del aso Cabr ,
34: 360 36 ), idea ue resulta plausible.
43 6 4
fig. 4): Recipiente de gran tama o, pues
mediría más de 43. cm de altura. Posee una boca de grandes
dimensiones, de 36. cm de diámetro ariante ). Su borde es
en ala plana con resalte. En una zona próxima a éste, pero por el
interior de la pie a, se ha pintado una estrella ue puede ser identificada con el signo bo del ib rico nordoriental Bena ente y
atás, 00 : ). Su cuerpo es ligeramente troncoc nico subtipo )
y, aun ue no se han recuperado, presentaría un par de asas dispuestas en hori ontal, como se deduce del arran ue conser ado
de una de ellas y del negativo de su zona de inserción. Existe ornamentación en el cuerpo y en el ala. En el primer espacio se distribuye en un registro y combina motivos geométricos y vegetales.
En el segundo únicamente se realizan motivos geométricos.
43 6 4
fig. ): Vaso de gran tama o, pues tiene
4 . cm de altura. Su borde es de ala plana con resalte. El diámetro de su boca es grande ariante ), pues mide 3 . cm. El cuer
po tiene forma cilíndrica subtipo ) y presentaría dos asas geminadas de secci n circular, dispuestas en hori ontal, de las ue solamente se ha recuperado una. La base es c nca a y tiene cm
de diámetro. La decoración aparece en el cuerpo, distribuida en un
registro en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
43 6 4
fig. 6): Pie a de gran tama o, con 4 cm de
altura. Presenta un borde de ala plana y su boca mide 33. cm
de diámetro ariante ). El cuerpo está formado por unas paredes ue describen una forma cilíndrica subtipo ). La base es
c nca a y tiene . cm de diámetro. La decoraci n se desarrolla en el cuerpo, en un registro en el que se combinan motivos
geométricos, vegetales y animales.
43 6 00 fig. ): Recipiente de grandes dimensio
nes ue cuenta con 4 .3 cm de altura. Posee un borde de ala
plana con resalte y el diámetro de su boca mide 40 cm, por
lo ue tiene gran tama o ariante ). Su cuerpo tiene forma
ligeramente troncoc nica subtipo ) y aun ue en su restauraci n se le pusieron un par de asas en el tercio superior, no hay
indicios que permitan dar por buena esta determinación.
La ornamentación aparece en el cuerpo y en el ala. En el primer espacio está distribuida en un registro y se combinan motivos geométricos y vegetales. En el segundo únicamente se
utilizan los geométricos.
43 6 0 fig. ): Kalathos de mediano formato, ya
ue tiene . cm de altura. Posee un borde en ala ligeramente
pendiente y el diámetro de su boca mide . cm ariante ).
Las paredes de su cuerpo describen una forma ligeramente troncoc nica subtipo ). La decoraci n se pinta en el cuerpo y en el
ala, si bien, mientras que en el primer espacio se combinan en el
mismo registro motivos geométricos y vegetales, en el segundo
sólo aparecen los primeros señalados.
43 6
fig. ): Pie a de grandes dimensiones, pues
la parte recuperada mide 3 cm de altura. Su boca cuenta con
un diámetro de 33 cm ariante ). Posee un borde de ala plana y labio moldurado. Las paredes de su cuerpo describen una
tendencia cilíndrica subtipo ) y la decoraci n se locali a en
la parte externa del cuerpo así como en el ala. Para la primera
ubicación se emplean motivos variados: geométricos, vegetales
y animales distribuidos en un único registro. En el ala solamente
aparecen los geométricos.
43 6 6 3 fig. 0): Kalathos del que se conserva solamente el tercio superior. Presenta un borde de ala plana y el
diámetro de su boca mide 3. cm ariante ). Las paredes de
[page-n-91]
Castelillo-11
IG150
Castelillo-SN
IG153
IG148, 149, 152
0
10 cm
Piquete de la Atalaya-1
ig. 64. Kalathoi . II. . . ) del Castelillo llo a) IG 4 , 4 ,
IG 3, Castelillo , Castelillo SN e IG
y Pi uete de la talaya
uara) Pi uete de la talaya ) ibujo: . Pa e I. guilera).
0)
[page-n-92]
ig. 6 . Kalathos
. II. . . ) del Castelillo
llo a).
IG154
0
10 cm
ig. 66. Kalathos
. II. . . ) del Castelillo
llo a).
IG151
0
10 cm
[page-n-93]
ig. 6 . Kalathos
. II. . . ) del Castelillo
llo a).
IG543
0
10 cm
ig. 6 . Kalathos
. II. . . ) del Cabe o de
lcalá
aila).
148-2004
0
0
10 cm
[page-n-94]
su cuerpo, en función de lo recuperado, describen una tendencia ligeramente troncoc nica subtipo ). Se registra ornamentación tanto en el cuerpo como en el ala. En el cuerpo se pintan
motivos geométricos y vegetales en el registro conservado,
mientras que en el ala únicamente se realizan los del primer
tipo señalado.
43 6
66 fig. 0): Pie a de mediano tama o con
cm de altura conser ados. El borde es de ala plana y la boca
cuenta con un diámetro de 3 cm ariante ). Las paredes
del cuerpo describen una forma troncoc nica subtipo ).
La ornamentación cubre el cuerpo, pero está muy deteriorada.
Se dispone en un registro, en el que se pintan motivos geométricos y vegetales.
43 6
6 fig. 0): Vaso de grandes dimensiones ue
cuenta con un borde de ala plana y una boca de cm de diámetro ariante ). Su cuerpo tiene forma cilíndrica subtipo ) y
presenta un pe ue o desconchado en la superficie ue se produjo en un momento anterior a la aplicaci n de la pintura. ste no
fue considerado moti o suficiente para desechar la pie a, pues
la tinta aparece por encima del desperfecto. La decoración se
dispone en el cuerpo y en el ala. En el primero de los espacios
se estructura en un registro y combina motivos geométricos con
vegetales. En el ala solamente aparece decoración geométrica.
43 6
6 fig. 0): Recipiente con el borde de ala plana y una boca de gran tama o, pues cuenta con 3 cm de diámetro ariante ). Su cuerpo adopta forma cilíndrica subtipo ) y
registra decoración dispuesta, como mínimo, en un registro. En
él se pintan motivos geométricos y vegetales. Por otra parte, el
ala también se decora, pero solamente con motivos geométricos.
43 6
6 y
fig. 0): Parte superior de un kalathos con borde de ala plana. Su boca mide 3 cm de diámetro
ariante ) y el perfil de su cuerpo es cilíndrico subtipo ). La
decoración conservada aparece en el cuerpo y se dispone en un
friso, en el que se pintan motivos geométricos y vegetales.
43 6
4 fig. 0): Parte superior de un aso ue posee un borde de ala plana y el diámetro de apertura de su boca
es grande, pues mide
cm de diámetro ariante ). Las paredes de su cuerpo describen una tendencia cilíndrica subtipo ).
La ornamentación aparece en el cuerpo, presumiblemente distribuida en un único registro, en el que se combinan motivos
geométricos y vegetales. También existen restos de pigmento en
el ala, si bien, en este espacio únicamente aparecen motivos del
primer tipo señalado.
43 6
fig. 0): Parte del cuerpo de un posible kalathos ue tiene forma cilíndrica subtipo ). La decoraci n se
dispone en un registro en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
43 6
6 fig. 0): ragmento correspondiente al
cuerpo de un kalathos. Las paredes describen una forma cilíndrica subtipo ). La decoraci n se dispone en un registro y se
compone de motivos geométricos y vegetales.
43 6
4 fig. 0): ragmentos del cuerpo de un kalathos que contaría con un tamaño considerable. Las paredes del
cuerpo tienen forma cilíndrica subtipo ). La ornamentaci n se
distribuiría probablemente en un registro, decorado con motivos
geométricos y vegetales.
43 6 30 fig. 0): Parte superior de un kalathos con
borde de ala plana y 30 cm de diámetro de boca ariante ).
La decoración conservada aparece en el cuerpo y en el ala. En
el primer espacio se pintan motivos geométricos y vegetales en
un mismo registro, mientras que en el ala únicamente se representan los primeros.
43 6 3 0 fig. 0): Parte inferior del cuerpo de un posible kalathos, aunque dadas sus características y estado fragmentario también podríamos considerarlo como parte de un
recipiente con cierre herm tico de gran tama o. Las paredes del
cuerpo adoptan forma cilíndrica subtipo ). La base es c nca a
y tiene 6 cm de diámetro. La decoraci n, en el cuerpo, aparecería probablemente distribuida en un registro, donde se combinan
motivos geométricos y vegetales.
43 6
fig. ): ragmento del cuerpo de un kalathos de tendencia cilíndrica subtipo ). La decoraci n conservada se dispone en un registro, en el que se combinan motivos
geométricos y vegetales.
43 6
fig. ): ragmento del cuerpo cilíndrico
subtipo ) de un kalathos. La decoración podría estar dispuesta
en un único registro, en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
43 6 30 fig. ): Parte inferior de un recipiente de
grandes dimensiones con el cuerpo cilíndrico subtipo ). La
ornamentación combina motivos geométricos y vegetales en el
mismo registro.
43 6 3 43 fig. ): Parte superior de un kalathos con
borde de ala plana y 34 cm de diámetro de boca ariante ). Las
paredes del cuerpo describen una forma cilíndrica subtipo ) y
conser an parte de la decoraci n dispuesta en un registro. sta
se compone de motivos geométricos y vegetales, aunque están
muy incompletos.
43 6 3 4 fig. ): Parte superior de un recipiente con
borde de ala plana y un diámetro de boca ue mide 40 cm ariante ). Las paredes del cuerpo adoptan un aspecto cilíndrico
subtipo ) y se ornamentan con moti os geom tricos y egetales dispuestos en, al menos, un registro.
43 6 3
y 330 fig. ): Posible kalathos, de mediano o pequeño tamaño, a juzgar por el grosor de sus paredes. Cuenta con un borde saliente y un diámetro de boca de
0 cm ariante ). La ornamentaci n, dispuesta en dos registros, se desarrolla en el cuerpo. En el primero se pintan moti os geom tricos, mientras ue en el segundo tambi n hay
otros figurados.
43 6 34 y 34 0 fig. ): Cuerpo de un kalathos
que es bastante diferente al resto de ejemplares estudiados en
cuanto a la pasta, acabado e terior de la superficie y tra os
decorativos, por lo que proponemos para él otro lugar de
origen, probablemente los talleres catalanes. La decoración
conservada combina en el mismo registro motivos geométricos
y vegetales.
43 6 364 fig. ): Cuerpo de un posible kalathos, cuyas paredes marcan una tendencia cilíndrica subtipo ). Para
ornamentar su superficie e terior se emplean moti os geom tricos y vegetales dispuestos en un registro.
43 6 36
fig. ): Cuerpo de un kalathos con paredes de forma cilíndrica subtipo ). La decoraci n conser ada
combina motivos geométricos y vegetales en el mismo registro.
43 6 3
fig. ): Cuerpo de un recipiente cuyas
paredes describen una tendencia cilíndrica subtipo ). Su pasta, así como el acabado e terior de la superficie y los tra os
decorati os difieren del resto, por lo ue consideramos ue su
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1943-69-491
1943-69-492
0
ig. 6 . Kalathoi
. II. . ) del Cabe o de lcalá
aila).
10 cm
[page-n-96]
ig. 0. Kalathos . II. . . )
del Cabe o de lcalá
aila).
1943-69-493
procedencia es exógena, pudiendo venir de los talleres catalanes. La decoración combina en un registro motivos geométricos y vegetales.
43 6 4 0 fig. ): Parte superior de un kalathos. El
borde es de ala plana y posee un diámetro de boca considerable,
pues mide 3 cm ariante ). Las paredes de su cuerpo describen una forma cilíndrica subtipo ). La ornamentaci n se localiza en el cuerpo y en el ala. En el primer lugar aparecen, en un
registro, moti os geom tricos, egetales y humanos, mientras
que en el ala únicamente se documentan los primeros señalados.
3
, 6 fig. ): Cuerpo cilíndrico subtipo )
de un recipiente de mediano tamaño. La decoración conservada
se distribuye en un registro, en el que aparecen motivos geométricos y vegetales.
3
4 fig. ): Cuerpo de un posible kalathos
decorado con motivos vegetales y animales que se disponen en
el mismo registro.
0
10 cm
3 0
fig. ): ragmento de la parte superior de un aso
de este tipo. Posee un borde de ala plana, ligeramente pendiente,
con labio interior. La boca mide cm de diámetro ariable )
y las paredes del cuerpo describen una forma cilíndrica (subtipo ). En stas aparece un registro en el ue se pintan moti os
geométricos y vegetales.
3 0
fig. ): ragmento ue corresponde a la parte superior del cuerpo de un kalathos. Tiene el borde de ala plana y el
diámetro de apertura de su boca es pe ue o, cm ariante ).
Su cuerpo es cilíndrico subtipo ). La decoraci n aparece en el
cuerpo y en el ala. En ambos casos se emplean motivos geométricos, aunque en el cuerpo se combinan con otros vegetales en
el mismo registro.
Tanto por su aspecto como por su decoración, pensamos
que su procedencia es exógena al ámbito estudiado, pudiendo haberse ad uirido de artesanos del círculo de Edeta Badal
et al., 0 0) o Ilici, pues motivos ornamentales parecidos al
3
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ig. . Kalathos . II. . . )
del Cabe o de lcalá
aila).
1943-69-494
0
10 cm
ig. . Kalathos . II. . . )
del Cabe o de lcalá
aila).
1943-69-495
4
0
10 cm
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ig. 3. Kalathos . II. . . )
del Cabe o de lcalá
aila).
1943-69-496
ue a uí se conser a or de tres p talos representados y cáli
diferenciado, con los extremos de la corola acabados en volutas, ue forma parte de un posible roleo) se han documentado
en: Tossal de Sant Mi uel Llíria) Bonet,
), Los Villares
Caudete de las uentes) Mata,
), El Castellar
li a)
Colominas,
44), Corral de Saus Moi ent) I uierdo,
6), La Solana
ti a) P re Ballester y Rodrígue Traer, 00 ), La Serreta lcoi, Pen guila, Cocentaina) uentes, 006, 00 ), Tossal de la Cala Benidorm) Bayo, 0 0
Belda,
3), El Monastil Elda) Po eda,
), Tossal de les
Basses
lacant) Rosser, 003), L lc dia El ) Ramos
ol u s,
0 Tortosa, 004a) y Libisosa Le u a) Uro
Rodrígue , 0 ). No obstante, atendiendo a lo meramente
iconográfico, e iste mayor parecido con los locali ados en el
círculo de Edeta.
40
VI 4 fig. ): Cuerpo de un kalathos con perfil cilín
drico subtipo ). La ornamentaci n conser ada se estructura en un
registro, en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
40
VI 430 fig. ): Cuerpo de un kalathos con forma
cilíndrica subtipo ). La ornamentaci n se dispone aparentemente en un registro, en el que se representan motivos geométricos y vegetales.
40
VI 430b fig. ): Posible kalathos con las paredes
del cuerpo cilíndricas subtipo ). Su base mide
cm de diámetro. La decoración es variada, pues combina motivos vegetales y animales en el mismo registro.
aila 33 fig. ): Parte superior de un recipiente ue actualmente se encuentra en paradero desconocido, por lo que únicamente hemos tenido acceso a los dibujos publicados Cabr ,
6a, fig. 0, 44: , fig.
B4, Lám. . ). La decoraci n,
dispuesta en un registro, presenta motivos geométricos, vegetales y animales.
0
10 cm
aila 43 fig. ): ragmentos del cuerpo de un kalathos que
actualmente está desaparecido, pero del que conocemos su existencia gracias a Cabr
44: 6 , fig. 3). Su estado de conseraci n era muy deficiente. No se ofrecen ni las dimensiones ni el
perfil de la pie a. La ornamentaci n, situada en un nico registro,
está formada por moti os geom tricos, egetales y figurados.
43 6 4 33 fig. 3): Kalathos de grandes dimensiones
ue posee un borde de ala plana y un diámetro de boca de 3 cm
ariante ). El cuerpo describe una tendencia ligeramente troncoc nica subtipo ) y presenta una incisi n precocci n en las
paredes externas. La decoración, pintada en éste, se desarrolla
en un registro y se compone de motivos geométricos, vegetales,
animales y humanos.
fig. 4): Kalathos de gran formato, pues mide 39 cm
de altura. Cuenta con un borde de ala plana con resalte y un diámetro de boca de 34 cm ariante ). Su cuerpo adopta una forma cilíndrica subtipo ) y en su tercio superior aparecen dos
asas geminadas, dispuestas en hori ontal, de secci n circular.
Su base es c nca a y tiene 3 cm de diámetro. La ornamentación se desarrolla en el cuerpo, en un registro en el que se
combinan motivos geométricos y vegetales.
aila 3 fig. ): Recipiente de grandes dimensiones, pues
cuenta con 4 cm de altura, a falta de la base, ue no se ha con
servado. Actualmente se encuentra en paradero desconocido (Cabr , 44: 6 66, fig. 46, Lám. 3 ). Posee un borde de ala pla
na y ligeramente pendiente. El diámetro de su boca mide 40 cm
ariante ) y las paredes de su cuerpo describen una tendencia
cilíndrica subtipo ). Presenta decoraci n en el cuerpo y en el
ala. En el primer espacio se distribuye en dos registros, en los
que se pintan motivos geométricos y vegetales, si bien, en el
superior tambi n aparecen otros figurados. En el caso del ala,
solamente se representan los de tipo geométrico.
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ig. 4. Kalathos . II. . . )
del Cabe o de lcalá
aila).
1943-69-497
aila 3 fig. 6): Kalathos que actualmente se encuentra
en paradero desconocido Cabr , 44: 3 4, fig. 63, Lám. 4
Beltrán Martíne ,
: 0 ). Tiene gran tama o, pues mide
40 cm de altura. Posee un borde de ala plana con resalte y el
diámetro de su boca es de 4 cm ariante ), por lo ue se trata
de un recipiente grande. Las paredes de su cuerpo describen una
tendencia ligeramente troncoc nica subtipo ), su base mide
cm de diámetro y probablemente fuera c nca a. La decoración se desarrolla en un registro, en el que se combinan motivos
geométricos y vegetales.
La Corona (Fuentes de Ebro)
La Corona
fig. ): Cuerpo de un posible kalathos del
ue no se ha publicado su perfil ni se han descrito sus carac6
0
10 cm
terísticas morfol gicas Beltrán Martíne ,
b, fig. 0). La
decoración que conserva se dispone en un registro, en el que se
representan motivos de tipo geométrico y vegetal.
La Corona
fig. ): Cuerpo de posible kalathos cuyas
características y limitaciones de estudio son compartidas con lo
e puesto en la pie a anterior Beltrán Martíne :
b, fig. 0).
La Corona 3 fig. ): Cuerpo de posible kalathos con las
mismas características ue en los dos casos anteriores Beltrán
Martíne ,
b, fig. ).
La Corona 4 fig. ): Cuerpo de posible kalathos con
paredes rectilíneas Beltrán Martíne ,
b, fig.
). Está
decorado con motivos geométricos y vegetales en el mismo registro.
[page-n-100]
ig. . Kalathos . II. . . )
del Cabe o de lcalá
aila).
1943-69-498
0
10 cm
ig. 6. Kalathos . II. . . )
del Cabe o de lcalá
aila).
1943-69-499
0
10 cm
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Piquete de la Atalaya (Azuara)
Pi uete de la talaya fig. 64): Pie a ue cuenta con un
borde de ala plana con resalte. Su boca posee un diámetro de
cm ariante ) y las paredes de su cuerpo marcan una tendencia ligeramente troncoc nica subtipo ). La ornamentaci n
se desarrolla tanto en el cuerpo como en el ala. En el primer
espacio se estructura en un registro que acoge motivos de tipo
geométrico y vegetal, mientras que en el segundo aparecen únicamente los geométricos.
/6 /
fig. ): Recipiente de tama o medio, ue mide
4 cm de altura. Tiene un borde de ala plana y el diámetro de la
boca es de 4. cm ariante ). Las paredes de su cuerpo describen una forma cilíndrica subtipo ) y la base, c nca a, mide 3
cm de diámetro. La decoración aparece en el cuerpo y en el ala.
La del primer espacio se estructura en dos registros: el superior,
donde se combinan moti os geom tricos y egetales y el inferior, en el que aparecen los dos anteriores junto a otros animales.
Por su parte, en el ala solamente se pintan motivos geométricos.
Cabezo de las Minas (Botorrita)
6 3 fig. ): Recipiente de medianas dimensiones, pues
cuenta con una altura de . cm. Posee un borde de ala plana,
con un ligero engrosamiento interno, y un diámetro de boca
de
cm ariante ). Las paredes de su cuerpo caen de forma rectilínea, dando lugar a un perfil cilíndrico subtipo ).
Su base, c nca a, mide 0 cm de diámetro. La decoraci n se
desarrolla en el cuerpo y en el ala. En el primer espacio se estructura en dos registros, acogiendo el primero motivos de tipo
geométrico y vegetal, mientras que en el segundo únicamente
aparecen los del primer tipo aludido. En el ala hay e clusi amente motivos geométricos.
3.40.4 fig. 0): Kalathos de mediano tama o, con 33. cm
de altura. Presenta un borde de ala plana con resalte y el diámetro de su boca es tambi n grande, pues mide cm ariante ).
Las paredes del cuerpo describen una tendencia cilíndrica (subtipo ), su base es c nca a y mide
cm de diámetro. La ornamentación aparece en el exterior del cuerpo y en el ala. En el
primer caso se combinan motivos geométricos y vegetales en un
mismo registro, mientras que en el segundo sólo aparecen los
del primer tipo indicado.
Cales Coves (Alaior)
400 fig. ): Parte superior de un kalathos con borde
de ala plana. El diámetro de su boca es de medianas dimensiones, pues mide 4 cm ariante ). ebajo del borde aparece una fina moldura, similar a la ista en algunos ejemplares del Castelillo llo a) IG 4 , 4 ,
e IG 0, fig. 64).
La tendencia que describen las paredes de su cuerpo se asemeja a la de los recipientes cilíndricos subtipo ). La decora
ción se pinta en el cuerpo y en el ala. En el primer espacio se
conservan motivos geométricos y animales en el mismo registro, mientras que en el segundo únicamente se utilizan los
primeros señalados.
La presencia de esta pie a en Menorca resulta significativa, pues se trata de uno de los pocos ejemplares que por sus
características morfológicas, así como por su pasta, acabado
superficial y temática, podemos considerarla como producida
en los talleres del Bajo rag n, siendo, por tanto, objeto de
exportación. La singularidad radica en que, para estos momentos, la presencia exógena de recipientes iberos con decoración
compleja suele ser más propia de otros centros de producción
como los de ontscaldes Valls) o del área ilicitana Cuadrado,
6 Conde,
a Lafuente Re uelto,
e Nicolás y
Conde,
3).
III.4. GRUP III
Grupo caracteri ado por incluir recipientes ue se utili an fundamentalmente para el servicio de mesa. Entre sus funciones
estaría la de contener y verter líquidos, así como presentar y
consumir tanto líquidos como sólidos.
III.4.1. jarro (a. III.2) (FIg. 92)
Los vasos pertenecientes a este tipo presentan, por regla general,
un tama o medio ue los hace aptos para el ser icio de mesa. Se
empleaban para contener líquidos y verterlos, acción que se veía
facilitada por la presencia de un asa vertical. Se caracterizan
por ser recipientes profundos y cerrados, así como por contar
con una boca ancha ue puede adoptar diferentes formas, bien
sea trilobulada subtipo ) o circular subtipo ). En ese ltimo
caso, en funci n de si el labio es saliente o recto se han establecido dos variantes. De la boca arranca el asa, que reposa en la
zona donde el cuerpo registra su mayor diámetro. La boca y el
cuerpo están separados por un cuello que, en ocasiones, puede
aparecer muy destacado. Los cuerpos pueden adoptar formas
cilíndricas, troncocónicas y piriformes, lo que en el caso de los
oinochoai sir e para clasificarlos dentro de las ariantes , y
3 respectivamente. Por último, los recipientes descansan sobre
bases cóncavas, planas o con pie indicado, registrando diámetros ue oscilan entre los y los 0 cm.
Entre las piezas analizadas existen nueve ejemplares que
fueron recuperados en: La Guardia
lcorisa), San ntonio
Calaceite), Tiro de Ca n lca i ), El Castelillo llo a) y
el Cabe o de lcalá
aila) tabla 3). Su presencia, aun ue
dispersa, se concentra en una misma ona geográfica.
La Guardia (Alcorisa)
LGSN fig. ): Galbo de un jarro cuyas paredes describen una forma piriforme y están decoradas con dos registros.
En el superior se combinan motivos geométricos, vegetales y
animales, mientras que del inferior, dado su estado, nos resulta
imposible definir el tipo de moti os empleados.
LGSN4 fig. ): Oinochoe del que únicamente se conserva su parte superior. La decoración aparece tanto en el cuello
como en el cuerpo y se desarrolla en dos registros. En el superior aparecen moti os figurados, mientras ue en el inferior son
geométricos.
IG 4 fig. ): Oinochoe de tamaño considerable, pues
cuenta con 0 cm de altura. Posee la típica boca trilobulada, de
la que arranca un asa vertical de sección acintada que descansa
al inicio del cuerpo. Entre ésta y el cuello aparece un baquetón.
Su cuerpo adopta un perfil troncoc nico, registrando el má imo
diámetro en el tercio superior. Su base es cóncava y cuenta con
cm de diámetro. La ornamentaci n se desarrolla en el e terior
del cuello y cuerpo de la pieza, así como por el interior del borde. En cuanto a la decoración externa, decir que se estructura en
cuatro registros. En el primero se combinan motivos geométricos y figurados, en el segundo y en el cuarto nicamente aparecen los primeros señalados, mientras que en el tercero se pintan
[page-n-102]
ig. . Kalathos
. II. . . )
del Cabe o de lcalá
aila).
1943-69-500
geométricos y vegetales. La ornamentación interna del borde
aparece desarrollada en un registro, en el que se pintan exclusivamente motivos geométricos.
San Antonio (Calaceite)
San ntonio 0 fig. , dibujo de . Pallar s): Oinochoe
ue actualmente está en paradero desconocido Pallar s, 6 :
, fig. 4 ). Presenta la característica boca trilobulada, de la
que sale un asa vertical que reposa en su cuerpo. En el cuello
se desarrolla un sua e ba uet n y su perfil tiene forma cilín
drica ariante ). escansa sobre una base plana. La decoración aparece en el exterior del cuello, en el cuerpo y en el borde. En este último espacio se desarrolla en un único registro
en el que se pintan motivos geométricos. En el exterior de las
paredes la ornamentación se distribuye en dos registros. En el
superior se emplean motivos geométricos que pueden ser con-
0
10 cm
siderados una abstracci n de otros figurados ojos) Nordstr m,
6
6
3: 6 Santos, 0 0:
3, fig. ). En el
inferior, desarrollado en el cuerpo, los únicos que aparecen son
de tipo geométrico.
San ntonio
fig. , dibujo de . Pallar s): Oinochoe
del ue hoy en día desconocemos su paradero Pallar s, 6 :
3 4, fig. 44). Tiene la típica boca trilobulada, de la ue arranca un asa vertical que reposa sobre el cuerpo. El cuello aparece bastante desarrollado y el cuerpo adopta un perfil piriforme
ariante 3). Su base es c nca a. La decoraci n, en el e terior
de las paredes del cuello y en el cuerpo, está distribuida en tres
registros. En el superior se emplean motivos geométricos, que
como en el caso anterior pueden interpretarse como figurados,
mientras que en los otros dos, situados en el cuerpo del recipiente, aparecen otros de naturaleza exclusivamente geométrica.
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ig. . Kalathos
. II. . . )
del Cabe o de lcalá
aila).
1943-69-501
0
10 cm
ig. . alathos . II. . . )
del Cabe o de lcalá
aila).
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0
0
10 cm
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1943-69-3520
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1943-69-2169 y 2171
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0
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ig. 0. Kalathoi
. II. ) del Cabe o de lcalá
10 cm
aila).
91
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1943-69-2298
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1943-69-2302
1943-69-3143
1943-69-3174
1943-69-3649
1943-69-3418 y 3420
1943-69-3295 y 3302
1943-69-3655
1943-69-3792
1995-38-Az-25, 26
1943-69-4205
0
1995-38-Az-145
10 cm
37077
ig.
. Kalathoi
. II. ) del Cabe o de lcalá
Tiro de Cañón (Alcañiz)
TC bj 6 fig. ): Olpe de grandes dimensiones que presenta un diámetro de boca de 3 cm y su labio es saliente ariante ).
Desde él surge un asa vertical, de sección acintada, que descansa
sobre el cuerpo de tendencia globular. La ornamentación se pinta
en el borde, en el asa, en el exterior del cuello y en el cuerpo. En los
dos primeros espacios se representan motivos geométricos. En el
resto se realizan dos registros, el superior, ubicado en el cuello, se
decora con motivos geométricos, mientras que en el inferior, dispuesto en el cuerpo, también aparecen otros vegetales.
El Castelillo (Alloza)
IG 4 fig. ): Pie a de tama o considerable, pues si se
conser ara al completo superaría los 4 cm de altura. Su perfil
es troncocónico y justo en la parte inferior del cuello, separándolo del cuerpo, aparece una sua e hendidura. Conser a dos
registros decorativos en el cuerpo. En el superior se combinan
motivos geométricos y vegetales, mientras que en el inferior se
suman los de tipo figurado.
IG 3 fig. ): Olpe de gran tamaño que se caracteriza
por presentar una boca circular de . cm de diámetro. El labio es saliente ariante ) y de la boca surge un asa ertical,
de sección acintada, que descansa justo donde la pieza regis-
37078
aila).
tra su máximo diámetro. El cuerpo adquiere forma globular. La
decoración aparece en el borde, en el asa y en el exterior del
cuello y del cuerpo. En los dos primeros lugares los motivos
que se emplean son geométricos. En el cuerpo, la decoración se
estructura en dos registros, apareciendo en el primero motivos
geométricos, vegetales y animales, mientras que en el segundo
únicamente se pintan los del primer tipo indicado.
Cabezo de Alcalá (Azaila)
aila
fig. , dibujo de M. Beltrán Lloris): arro de
considerables dimensiones, pues a pesar de faltarle la parte superior mide más de
cm de altura. No posee un cuello muy
desarrollado y en su parte inferior aparece una sua e hendidura.
El perfil de su cuerpo describe una forma troncoc nica y en la
parte anterior a la zona en la que registra su máximo diámetro
se aprecia el arranque del asa. La base sobre la que reposa mide
0 cm de diámetro y a pesar de ue no se conser a al completo,
se intuye que podría tener forma cóncava. Actualmente el jarro se encuentra en paradero desconocido Beltrán Lloris,
6,
fig. 6 ). La ornamentaci n se desarrolla en el cuerpo y se distribuye en, al menos, tres registros. En el primero y en el último
se representan motivos geométricos, mientras que en el segundo
también aparecen otros de tipo vegetal.
[page-n-106]
40-27-VI-428
40-27-VI-430
0
10 cm
Azaila-33
Azaila-43
ig.
. Kalathoi
. II. ) del Cabe o de lcalá
40-27-VI-430b
aila). Los dibujos de las pie as
aila 33 y
aila 43 son de . Cabr
44).
1943-69-4233
0
ig. 3. Kalathos
. II. . . ) del Cabe o de lcalá
10 cm
aila).
93
[page-n-107]
ig. 4. Kalathos . II. . . )
del Cabe o de lcalá
aila)
Material gráfico: M. Beltrán
Lloris y . Cabr ).
19895
0
10 cm
ig. . Kalathos . II. . . )
del Cabe o de lcalá
aila)
ibujo: . Cabr ).
Azaila-35
4
0
10 cm
[page-n-108]
ig. 6. Kalathos . II. . . )
del Cabe o de lcalá
aila)
ibujo: . Cabr ).
0
Azaila-38
10 cm
La Corona-2
La Corona-1
0
10 cm
La Corona-4
ig.
. ragmentos informes de posibles kalathoi
La Corona-3
. II. ) de La Corona
uentes de Ebro)
ibujos: . Beltrán Martíne ).
[page-n-109]
ig. . Kalathos . II. . . )
de Piquete de la Atalaya
uara).
9/69/78
0
III.4.2. plato (a. III.8) (FIg. 93-96)
Recipiente abierto y no muy profundo, cuya altura oscila entre
6.3 y 4. cm. Posee bocas con mediano y gran diámetro, pues
miden entre . y 4 cm. Seg n la forma de su borde podemos
establecer varios subtipos: el 1 para los que lo tienen exvasado,
que a su vez se subdivide en dos variantes (la 1, que engloba a
los ue poseen un diámetro de boca superior a
cm y la ,
para los ue lo tienen entre y
cm) el corresponde a los
bordes entrantes, es decir, a las páteras, pudiéndose subdividir
en las mismas ariantes ue las se aladas anteriormente por
último, el 3, con borde sin diferenciar, también conocido como
escudillas, que podemos subdividir en variantes atendiendo al
perfil ue presenta su cuerpo: cas uete ariante ), carenado
ariante ) o troncoc nico ariante 3). Las paredes del cuerpo
pueden caer de una forma más inclinada o rectilínea, lo que condiciona la profundidad del recipiente. Las bases sobre las que
descansa pueden ser de ariado tipo indicada, anillada o plana)
y sus diámetros oscilan entre los 3. y los 4 cm.
6
10 cm
Se trata de uno de los tipos que cuenta con mayor número de
ejemplares, concretamente treinta y siete. Los yacimientos en
los ue se han recuperado son: La Guardia lcorisa), San ntonio Calaceite), Tiro de Ca n lca i ), El Castelillo llo a),
El Palomar liete) y El Cabe o de lcalá
aila) tabla 3),
donde predominan. Existía, por tanto, un gusto particular entre
los clientes de este último enclave por este tipo de productos. Su
presencia es significati a y nos hace plantearnos cuál es el motivo que llevó a consumir este tipo de soportes frente a las pautas
detectadas en otros enclaves. En primer lugar, cabría pensar en
un mayor n mero de habitantes con acceso a este tipo de pie as
de distribuci n restringida, unido al hecho de la e istencia de
cambios en cuanto a los recipientes empleados para el consumo
y presentaci n de alimentos. En este sentido, huelga decir, ue
muchas de las pie as estudiadas poseen grandes dimensiones,
lo que nos permite vincular su uso más a la presentación de
alimentos, a modo de fuente, que a una utilización individual en
el consumo de productos Bats,
: 4). unto a estos platos
de uso colectivo aparecen otros de menores dimensiones (Moret
[page-n-110]
ig. . Kalathos . II. . . )
del Cabezo de las Minas
Botorrita).
7683
et al., 006: 00), en los ue probablemente se ser iría la raci n
individual de comida, no implicando necesariamente su atribuci n específica a una determinada persona, es decir, ue a falta
de marcas o elementos identificati os ue permitan plantear lo
contrario, un mismo recipiente pudo ser empleado por personas
distintas en momentos diferentes.
En cual uier caso, como hemos isto en otro tipo de piezas, el plato debió ser utilizado de forma polivalente, bien como
contenedor de alimentos, para el servicio de mesa de productos
elaborados o como tapaderas, entre otras funciones. No obstante, consideramos más inusual esta última entre las piezas aquí
tratadas, pues de emplearse de esta manera quedaría oculta la
decoración que les singulariza.
La Guardia (Alcorisa)
LG II
4 fig. 3): Parte superior de una escudilla ue
cuenta con un diámetro de boca de
cm. Su labio presenta
un ligero engrosamiento interno y externo. Por la tendencia que
describen las paredes de su cuerpo la clasificamos dentro de la
variante 3. La decoración conservada aparece distribuida, en el
interior del cuerpo, en dos registros. En el primero se representan
motivos geométricos y en el segundo aparecen también otros de
tipo vegetal.
0
10 cm
San Antonio (Calaceite)
San ntonio fig. 3, dibujo de . Cabr ): ragmento de
posible plato que actualmente se encuentra en paradero desconocido Cabr ,
4, fig. 4). La decoraci n conser ada en el
interior del recipiente se distribuye en un registro, en el que se
combinan motivos geométricos y vegetales.
Tiro de Cañón (Alcañiz)
TC
fig. 3): Escudilla ue tiene 6. cm de altura. Posee un labio saliente diferenciado y su boca mide 6 cm de
diámetro. Las paredes de su cuerpo tienen forma de casquete
ariante ) y reposan sobre una base anillada de cm de diámetro. La decoración, en el interior del cuerpo, está distribuida
en dos registros, en los que se combinan motivos geométricos
y vegetales.
TC bj fig. 3): Escudilla de cm de altura. Posee un borde sin diferenciar y el diámetro de su boca es de . cm. Las paredes de su cuerpo describen una forma hemisf rica ariante ).
escansa sobre una base anillada, de 3. cm de diámetro. Presenta decoración exclusivamente en la parte interior de su cuerpo, estructurada en dos registros, en los que se combinan motivos geométricos y vegetales.
[page-n-111]
ig. 0. Kalathos . II. . . )
del Cabezo de las Minas
Botorrita).
83.40.4
El Castelillo (Alloza)
Castelillo
fig. 3, dibujo de P. trián): Parte superior
de un posible plato que se encuentra en paradero desconocido
trián,
:
, Lám. VIII. ). Cuenta con un labio abombado y una carena que marca el inicio del cuerpo. Por su morfología se le puede considerar como una imitación de la campaniense Lamb. 36. La ornamentaci n aparece en el interior del
cuerpo, estructurada en dos registros. En el superior se pintan
moti os geom tricos, mientras ue en el inferior los ue han
perdurado son figurados.
El Palomar (Oliete)
IG6
fig. 3): Escudilla ue mide 6. cm de altura. Posee
un borde saliente y . cm de diámetro de boca. Las paredes
del cuerpo describen un perfil hemiesf rico ariante ). escansa sobre una base anillada ue tiene un diámetro de 3. cm.
La decoración aparece en el interior del cuerpo, estructurada en
0
10 cm
cuatro registros. Los dos primeros presentan combinados motivos geométricos y vegetales, mientras que los otros únicamente
tienen los del primer tipo señalado.
Cabezo de Alcalá (Azaila)
43 6
fig. 3): ragmento ue presenta un borde
entrante subtipo ) y labio engrosado. El diámetro de su boca es
de considerables dimensiones, ya que mide 39 cm. Su profundidad, como en el caso anterior, es reducida y también se trata de
una imitaci n de la forma Lamb. de la cerámica campaniense
Beltrán Lloris,
6:
), por lo ue podría incluirse dentro
del tipo . VI.6 Mata y Bonet,
: 40). La decoraci n conservada se desarrolla en el interior del cuerpo, en dos registros.
En el superior únicamente se emplean motivos geométricos,
mientras ue en el segundo aparecen tambi n otros figurados.
43 6
fig. 3): Plato conser ado parcialmente ue
tiene el borde de ala plana con resalte subtipo ). El diámetro de su boca mide 40 cm ariante ), por lo ue tiene gran
[page-n-112]
SCRIS-S-27
TCSN7
0
10 cm
400
Fig. 91. Kalathoi . II. ) de San Crist bal Mata de los lmos)
SCRIS S ), Tiro de Ca n lca i ) TCSN ) y Cales Co es
laior) 400).
tamaño. La ornamentación aparece en el interior de la pieza y
en el ala. En el primero de los espacios únicamente se aprecia
un registro, con la pintura muy perdida, en el que se combinan
motivos geométricos y vegetales. En el segundo solamente se
utilizan motivos del primer tipo señalado.
43 6 3 46 fig. 3): ragmento perteneciente al cuerpo
de un plato. Presenta decoración en su parte interior y se distribuye en, al menos, un registro. En él se combinan motivos
geométricos y vegetales.
43 6 3340 y 33
fig. 3): Parte inferior del cuerpo
con base anillada ue mide . cm de diámetro. La ornamentación conservada en la parte interior se distribuye en, al menos,
dos registros. En ambos se emplean motivos geométricos, a los
que en el caso del superior se suman otros vegetales.
43 6 336 fig. 3): ragmento perteneciente al cuerpo
de un plato ue tiene decoraci n en su parte interior. sta, al
menos, estaría distribuida en un registro, en el que se combinan
motivos geométricos y vegetales.
43 6 3363 fig. 3): ragmento correspondiente a las
paredes del cuerpo de un plato. Conserva ornamentación por la
parte interna, distribuida como mínimo en un registro en el que
aparecen motivos geométricos y vegetales.
43 6 3364 fig. 3): Parte del cuerpo de un plato decorado por su parte interior. Al menos cuenta con un registro en el
que se pintan motivos geométricos y vegetales.
43 6 3 3 fig. 3): Plato ue mide 6.3 cm de altura.
Tiene el borde e asado subtipo ) y es de ala plana con resalte. Cuenta con un gran diámetro de boca, pues mide 36 cm ariante ). Sus paredes configuran un cuerpo más profundo ue
el de otros ejemplares, aunque sigue siendo plano. Reposa sobre
una base plana, con pie indicado, ue mide 6 cm de diámetro.
Presenta motivos ornamentales geométricos en el ala. También
se decora la parte interior del cuerpo, en este caso con dos registros. En el primero se emplean los motivos citados junto a otros
de naturaleza vegetal, mientras que el segundo está muy perdido
y en él sólo se aprecian los geométricos.
43 6 3
fig. 3): ragmento perteneciente al cuerpo
de un plato. La decoración aparece en la cara interior del cuerpo
y se estructura en, al menos, un registro, en el que se combinan
motivos geométricos y vegetales.
43 6 3640 fig. 3): ragmento del cuerpo de un plato
que conserva decoración en su interior estructurada, como mínimo, en un registro, en el que se combinan motivos geométricos
y vegetales.
43 6 3 4 fig. 3): Parte superior de un plato con el
borde e asado subtipo ) y forma de ala plana con resalte. Tie
ne un gran diámetro de boca, pues mide 3 cm ariante ).
La ornamentación aparece en el ala y en la parte interior del
cuerpo. En ambos espacios se pintan motivos geométricos,
aunque en el cuerpo se combinan con otros vegetales en el registro conservado.
3
30 fig. 3): Parte superior de un plato con
borde e asado subtipo ). Posee el característico borde con
ala plana y resalte y cuenta con un gran diámetro de boca, pues
mide 3 cm ariante ). La decoraci n se pinta en el ala y en las
paredes interiores del cuerpo. En el primer espacio se emplean
únicamente motivos geométricos, mientras que en el segundo
tambi n los hay de tipo egetal en el registro ue se conser a.
3
304 fig. 3): Parte superior de un plato con
borde e asado subtipo ). ste es en ala ligeramente pendiente y con resalte. Su boca cuenta con un diámetro de
cm, por
lo ue se considera ue es grande ariante ). Por la inclinaci n
de las paredes de su cuerpo no se trataría de un recipiente muy
profundo. La decoración aparece en el interior de éste estructurada en, al menos, un registro. Los motivos que se representan
son geométricos y vegetales.
43 6
fig. 4): Pie a con borde entrante subtipo ),
que en este caso tiene una suave carena y labio engrosado.
Cuenta con un gran diámetro de boca, ue mide 4 cm ariante ). pesar de las grandes dimensiones ue presenta, es
poco profundo. Se trata de una imitaci n de la forma Lamb.
99
[page-n-113]
San Antonio-10
IG538
San Antonio-11
IG142
LGSN
LGSN4
Azaila-2
IG1545
TCObj16
0
ig. . arros . III. ) procedentes de: La Guardia lcorisa) LGSN, LGSN4 y IG 4 ), San ntonio Calaceite)
San ntonio 0 y San ntonio ), Tiro de Ca n lca i ) TC bj 6), El Castelillo llo a) IG 4 e IG 3 )
y Cabe o de lcalá
aila)
aila ).
00
10 cm
[page-n-114]
LG-II-D-2514
1943-69-3246
Castelillo-5
1943-69-3340 y 3359
San Antonio-9
1943-69-3362
1943-69-3513
1493-69-599
1943-69-3363
1943-69-3364
1493-69-3517
1943-69-598
TC72
IG688
TCObj1
1995-38-Az-304
1943-69-3640
1943-69-3742
0
10 cm
1995-38-Az-302
ig. 3. Platos . III. ) recuperados en: La Guardia lcorisa) LG II
4), San ntonio Calaceite) San ntonio ,
ibujo: . Cabr ), Tiro de Ca n lca i ) TC y TC bj ), El Castelillo llo a) Castelillo , ibujo: P. trián), El Palomar liete)
IG6 ) y Cabe o de lcalá
aila)
43 6
, 43 6
, 43 6 3 46, 43 6 3340 y 33 , 43 6 336 , 43 6 3363,
43 6 3364, 43 6 3 3, 43 6 3
, 43 6 3640, 43 6 3 4 ,
3
30 y
3
304).
0
[page-n-115]
1943-69-597
1993-160
1995-38-Az-303
Azaila-29
ig. 4. Platos
0
0
10 cm
. III. ) hallados en El Cabe o de lcalá
1943-69-3744
aila).
[page-n-116]
1995-38-Az-305
1943-69-689
1995-38-Az-307
1943-69-3745
1943-69-3746
1943-69-4268
1995-38-Az-310
0
ig.
. Platos
10 cm
. III. ) del Cabe o de lcalá
1995-38-Az-309
aila).
03
[page-n-117]
1995-38-Az-362
1995-163
37072
37028
37009
0
ig. 6. Platos
. III. ) procedentes del Cabe o de lcalá
de la cerámica campaniense Beltrán Lloris,
6:
), por lo
ue tambi n podríamos incluirla dentro del tipo . VI.6 Mata y
Bonet,
: 40). La ornamentaci n ue ha perdurado se pinta
en el borde y en el cuerpo interior del recipiente. En el primer
caso solamente se emplean motivos geométricos, mientras que
en el segundo, en el único registro conservado, se combinan con
otros vegetales.
43 6 3 44 fig. 4): Parte del cuerpo de un plato ue
conserva la decoración en la parte interna. Se dispone en un
registro y los motivos que se pintan son de tipo vegetal.
3
303 fig. 4): Plato del ue se ha conser
ado su parte superior. El borde es e asado subtipo ), en
ala pendiente con resalte. El diámetro de su boca mide
cm,
por lo ue tiene gran tama o ariante ). La ornamenta
ción aparece en el ala y en el cuerpo, por su parte interna.
En el primer espacio se emplean únicamente motivos geométricos. En el segundo, las pinturas se desarrollan, como mínimo, en un registro en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
04
10 cm
aila).
3 60 fig. 4): Plato de grandes dimensiones ue mide
. cm de altura. Por sus características se puede incluir dentro
de los recipientes de este tipo que cuentan con borde exvasado subtipo ). Concretamente, el borde ue presenta es de ala
plana con resalte. El diámetro de apertura de su boca es de gran
tama o, pues mide 3 cm ariante ). La inclinaci n de las
paredes del cuerpo da lugar a un recipiente profundo. La base,
indicada, tiene .3 cm de diámetro. La decoraci n aparece distribuida en el ala y en el interior del cuerpo. En el primero de
los espacios únicamente se utilizan motivos geométricos. En el
segundo, la ornamentación se estructura en dos registros. En
el más externo se combinan motivos geométricos y vegetales,
mientras que en el más interno únicamente se utilizan los del
primer tipo.
aila
fig. 4, dibujo de . Cabr ): Pie a ue actualmente está en paradero desconocido Pijoán, 0 , fig. y 0
Cabr , 44: ). Presenta borde e asado subtipo ), con ala
plana y resalte. El diámetro de su boca es de grandes dimensiones, pues mide 4 cm ariante ). La inclinaci n de las paredes
[page-n-118]
Torre Gachero-2
IG145
ig.
. Cuencos
0
10 cm
IG591
. III. ) hallados en: Torre Gachero Valderrobres) Torre Gachero ) y El Castelillo
de su cuerpo da lugar a un recipiente profundo, de
cm de
altura. La ornamentación se desarrolla en el interior del cuerpo y
se estructura en dos registros. En el primero se emplean motivos
geométricos y vegetales, mientras que en el segundo únicamente se utilizan los primeros.
43 6 6
fig. ): Pie a ue mide 4. cm de altura y
se clasifica dentro del subtipo , es decir, pertenece a los ejemplares con borde e asado. ste tiene ala plana, ligeramente
pendiente, con resalte. Destaca el gran tamaño de apertura de su
boca, de 4 cm de diámetro ariante ). La inclinaci n de las
paredes del cuerpo da lugar a un recipiente bastante profundo si
se le compara con los otros ejemplares vistos, aunque es plano.
La base es anillada y mide 6. cm de diámetro. La decoraci n
se desarrolla en el ala y en el interior del cuerpo. En el primer
caso se utilizan motivos geométricos. En el segundo existen dos
registros, en el superior se emplean motivos del tipo señalado
combinados con otros vegetales, mientras que en el inferior únicamente aparecen los geométricos.
43 6 3 4 fig. ): Parte inferior de un plato decorado
en su cara interna. Se conserva un registro en el que se pintan
motivos geométricos y vegetales.
43 6 3 46 fig. ): Paredes de un plato en cuya cara
e terna aparecen cuatro líneas hori ontales incisas precocci n.
La decoración se dispone en el interior y únicamente se conserva un registro con motivos vegetales.
llo a) IG 4 e IG
).
43 6 4 6 fig. ): ragmento correspondiente a las
paredes de un plato. Posee ornamentación en la cara interna del
cuerpo, estructurada como mínimo en un registro y compuesta
por motivos geométricos y vegetales.
3
30 fig. ): Parte superior de un plato con el
borde e asado subtipo ). ste tiene un ala plana con resalte.
El diámetro de su boca es de gran tama o, pues mide 3 cm ariante ). Las paredes de su cuerpo insin an un cuerpo no muy
profundo y se decoran interiormente con motivos geométricos y
vegetales dispuestos, como mínimo, en un registro.
3
30 fig. ): ragmento perteneciente a la parte superior de un plato con borde e asado subtipo ). ste cuenta con un ala plana y pendiente con resalte. Su boca es de grandes
dimensiones, ya ue mide 3 cm de diámetro ariante ). Pre
senta decoración en el ala y en la parte interior y exterior de su
cuerpo. En el ala únicamente se utilizan motivos geométricos. En
la parte interior del cuerpo se ha conser ado un registro, en el ue
se representan motivos geométricos y vegetales, mientras que
en el exterior únicamente se pintan los del primer tipo señalado.
3
30 fig. ): Parte del cuerpo de un plato con
ornamentación en su cara interna. Únicamente se conserva un
registro, en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
3
3 0 fig. ): Cuerpo de un plato con decoración en su parte interna estructurada en, al menos, un registro.
Los motivos representados son de tipo geométrico y vegetal.
0
[page-n-119]
3
36 fig. 6): Parte superior de un plato con
borde e asado subtipo ). Presenta el borde de ala plana
con resalte y un diámetro de boca de 3 cm ariante ).
La ornamentaci n ue ha perdurado aparece en un registro
en el interior del cuerpo, donde se pintan motivos geométricos
y vegetales.
63 fig. 6): Recipiente conser ado casi al completo
ue mide 4 cm de altura y presenta un borde e asado sub
tipo ). ste es en ala con resalte. Cuenta con un gran diámetro
de boca, de 40 cm ariante ). La inclinaci n de las paredes de
su cuerpo da lugar a un recipiente profundo, que reposa sobre
una base indicada de 4 cm de diámetro. La ornamentaci n se
desarrolla en el interior del cuerpo y se estructura en tres registros. En los dos primeros se combinan motivos geométricos y
vegetales, mientras que en el tercero únicamente aparecen los
del primer tipo señalado.
3 00 fig. 6): ragmento perteneciente al cuerpo de
un plato. La decoración que se conserva en su parte interna
se distribuye en un registro, donde solamente han perdurado
motivos vegetales.
3 0
fig. 6): Parte del cuerpo de un plato con ornamentaci n en su parte interna. sta se estructura en, al menos, un
registro, en el que se aprecian motivos vegetales.
3 0
fig. 6): Parte inferior de un plato ue cuenta con una
base anillada de cm de diámetro. Por la rectitud de sus paredes podría tratarse de una pátera subtipo ). La decoraci n apa
rece en el interior del cuerpo, conservándose dos registros. En el
superior se combinan motivos geométricos y vegetales, mientras
que en el inferior únicamente aparecen los del primer tipo.
III.4.3. cuenco (a. III.9) (FIg. 97)
Recipiente de medianas dimensiones, pues mide aproximadamente cm de altura y cuenta con unos diámetros de boca ue
oscilan entre los y 6 cm, por lo ue, por regla general resulta más profundo que los platos, páteras o escudillas. Su borde
no suele estar diferenciado, pero sí registra distintos tipos de
labio: engrosado, biselado y saliente. Las paredes del cuerpo
describen una forma hemiesf rica y descansan sobre una base
anillada ue tiene, en el caso en el ue se ha conser ado, un
diámetro de cm. Su morfología los hace apropiados para ser
utilizados como recipientes donde consumir líquidos, semilíquidos u otro tipo de alimentos con caldo bad y Sala,
3: 3 3
Sala,
: ), aun ue tambi n se ha apuntado la posibilidad
de que sirvieran como medidas o para extraer el contenido de
recipientes de tama o considerable Gu rin, 003:
). No es
un tipo muy com n y, aun ue se ha atestiguado su presencia
desde cronologías antiguas, el grueso de ejemplares pertenece
al ib rico pleno y al final.
Entre el repertorio cerámico estudiado únicamente existe
un ejemplar en Torre Gachero Valderrobres) y otros dos en
El Castelillo llo a) tabla 3), por lo ue se trata de un tipo
poco frecuente.
Torre Gachero (Valderrobres)
Torre Gachero fig. ): ragmento de la parte superior
de un cuenco cuyo paradero actual se desconoce trián,
:
66, fig. 3.6). Presenta el labio biselado. La ornamentaci n
aparece tanto en el exterior como en el interior del cuerpo. En
el primer espacio está distribuida en, al menos, un registro y
06
es de tipo geométrica. En el segundo cuenta con dos registros
conservados, empleándose en el superior únicamente motivos
geométricos, mientras que en el inferior también se pintan otros
de tipo vegetal.
El Castelillo (Alloza)
IG 4 fig. ): Cuenco con el típico borde sin diferenciar.
El diámetro de su boca mide
cm. La morfología de sus paredes da lugar a un cuerpo hemiesf rico ue se decora tanto
exterior como interiormente. Por fuera presenta, en un registro, motivos geométricos junto a una inscripción pintada que se
ha transcrito de la siguiente manera: ta.u.ti.n.co.n Siles,
:
), identificándose con un nombre propio, por lo ue se traduciría como “para ta.u.ti.n.”. En el interior del cuerpo aparecen
tres registros conservados, empleándose en el primero y último
motivos geométricos, mientras que en el segundo se combinan
los de ese tipo con otros vegetales.
IG
fig. ): Recipiente ue cuenta con cm de altura, posee un borde sin diferenciar y el diámetro de su boca
mide . cm. Las paredes de su cuerpo describen una forma
hemiesf rica y descansan sobre una base anillada, de cm de
diámetro. La ornamentación aparece, en el interior del cuerpo,
estructurada en cuatro registros. En el primero y tercero se pintan únicamente motivos geométricos, mientras que en los otros
dos combinan los de este tipo con otros vegetales.
III. . GRUP V
En este grupo se incluyen variados recipientes de distintos tamaños que fueron utilizados como objetos auxiliares de otros
tipos o en actividades domésticas y artesanales, aunque en rara
ocasi n tambi n se han documentado en lugares con funcionalidad ritual y simbólica, lo que los desmarcaría de la funcionalidad previa para la que fueron concebidos.
III.5.1. tapadera (a. v.1) (FIg. 98-112)
Tipo ue engloba pie as con perfiles hemiesf ricos o troncoc ni
cos que, en su parte superior, presentan un elemento de prensión
que facilita su desplazamiento. En función de la morfología de
ste se han establecido cinco subtipos: el para los pomos discoi
dales, el para los anillados, el 3 para los maci os, el 4 para los
c nicos y el para los ue presentan asa. Este tipo de recipientes
suele estar vinculado a otros, pues sirven para cubrir su contenido. En nuestro caso, en función del tipo de borde que presentan
establecemos dos variantes: la 1, caracterizada por poseer borde
biselado, inculada a recipientes con cierre herm tico la , ue
englobaría el resto de bordes y podría emplearse para cubrir otro
tipo de recipientes como tinajas, tinajillas, kalathoi, platos, etc.
Respecto a sus dimensiones, decir que son variadas, pudiéndose diferenciar ejemplares de pequeño y mediano tamaño
frente a otros mayores. Su altura está comprendida entre 4 y
6. cm. El diámetro de la boca oscila entre 0 y 4 cm y el del
pomo entre 4.3 cm y 3. cm. Como es l gico pensar, a a uellas
piezas que poseen mayor altura les corresponde mayor diámetro
de boca y de pomo.
Para el conjunto que aquí presentamos, se trata de uno de
los tipos más abundantes, pues se han identificado no enta y
ocho ejemplares, más o menos enteros, procedentes de ariados
yacimientos tabla 3). En su mayoría se han recuperado en el
[page-n-120]
1943-69-547
151-7396
1943-69-550
1943-69-586
1943-69-622
167-2002
0
ig.
. Tapaderas
. V. ) del Cabe o de lcalá
10 cm
aila).
0
[page-n-121]
ig.
. Tapadera
Cabe o de lcalá
aila), concretamente no enta de las pieas, aun ue tambi n se ha detectado su presencia en La Guardia
lcorisa), San ntonio Calaceite) y Tiro de Ca n lca i ).
Cabezo de Alcalá (Azaila)
3 6 fig.
): Tapadera ue tiene cm de altura.
Su pomo es discoidal y mide 6 cm de diámetro. En la base del
pomo e iste un orificio precocci n, alargado, ue pudo ser ir
para uniformi ar la cocci n Beltrán Lloris,
6: 44). Las paredes del cuerpo describen una tendencia troncocónica y termina en un labio biselado ariante ). La boca tiene un diámetro
de . cm. En la pared e terior de la pie a, pr ima al borde,
existe una incisión precocción compuesta por dos líneas diagonales enfrentadas, mientras que en el interior se pintó otra marca
formada por tres líneas ue con ergen hacia un mismo punto,
tratándose tal vez de una u. Identificamos esta ltima marca
como símbolo de propiedad o identidad del artesano, mientras
que la incisa señalaría el punto exacto en el que soporte y tapadera encajarían uentes, 0 ). Podría ir con el recipiente
de cierre herm tico 43 / 0 fig. 43). La decoraci n pintada
aparece en el exterior del cuerpo y en el pomo de la pieza. En el
primero de los espacios se distribuye en un único registro, en el
que se emplean motivos geométricos. En el segundo únicamente aparece un motivo vegetal.
6 00 fig. ): Pie a ue cuenta con una altura de 4 cm.
Su pomo es discoidal subtipo ), mide . cm de diámetro y
presenta un orificio precocci n, de forma alargada, en la base
de éste. Las paredes del cuerpo tienen forma troncocónica, de
tendencia plana, y terminan en un labio biselado que permitiría
el cierre herm tico de la pie a a la ue iría asociada ariante ).
El diámetro de su boca es de . cm. Pr imo a sta, pero en el
exterior de la tapadera, aparece una incisión precocción formada
por una línea. Su funcionalidad debió ser la misma que en el caso
anterior. La ornamentación se representa en las paredes externas
del cuerpo y en el pomo. En el primer espacio aparece distribuida en dos registros. En el inferior únicamente se utilizan motivos
geométricos, mientras que en el superior se combinan con otros
vegetales. En el pomo únicamente se pinta un motivo vegetal.
0
3 6, e terior e interior.
43 6 4 fig. ): Tapadera de cm de altura ue presenta un pomo discoidal subtipo ). El diámetro de ste es de
. cm. Las paredes de su cuerpo describen una tendencia troncoc nica y posee un borde sin diferenciar ariante ) ue mide
3 cm de diámetro. Se ha publicado inculada al alathos 43
6 4
fig. ) Cabr , 44, Lám. )1. A pesar del mal estado
de conservación de su decoración, situada en las paredes externas del cuerpo, se aprecia que está subdividida en dos registros.
En el superior únicamente se utilizan los motivos geométricos,
mientras que en el inferior se combinan con otros vegetales.
43 6
0 fig. ): Tapadera ue tiene una altura de
6 cm. Presenta un pomo discoidal subtipo ), de 6. cm de
diámetro. Las paredes de su cuerpo describen una tendencia
hemiesf rica y terminan en un borde entrante ariante ).
El diámetro de su boca mide 3 . cm. La ornamentaci n se desarrolla en la cara exterior del cuerpo y se estructura en tres registros. En el primero y el último únicamente se pintan motivos
geométricos, mientras que en el del medio también aparecen
otros vegetales.
43 6
6 fig. ): Tapadera ue mide . cm de altura, por lo que no se trata de las de mayor tamaño. Su pomo es
discoidal subtipo ), aun ue el centro del mismo casi no está
rehundido, y mide cm de diámetro. Su cuerpo tiene una forma troncoc nica y termina en un labio biselado ariante ). El
diámetro de su boca es de 4. cm. Pr imo a esa ona presenta
una incisión precocción, que sigue en la parte superior del recipiente con cierre herm tico con el ue se publica
43 6
0,
fig. 3 ) Cabr , 44, Lám. . ). a hemos aludido en ejemplares anteriores a la posible funcionalidad que pudieron desempe ar dichas marcas uentes, 0 ). Presenta decoraci n en
pesar de ue estas asimilaciones pudieran ser ciertas, hay ue
tener en cuenta que una misma tapadera se publica, en ocasiones,
vinculada a recipientes distintos, por lo que pensamos que Cabré
quiso dejar patente la no exclusividad existente entre estas piezas,
es decir, que una misma tapadera pudo emplearse en momentos
distintos para cubrir recipientes diferentes, siempre y cuando tuvieran medidas similares.
[page-n-122]
1943-69-603
1943-69-588
1943-69-626
1943-69-639
1943-69-640
1943-69-634
1943-69-628
0
ig. 00. Tapaderas
1943-69-635
10 cm
. V. ) recuperadas del Cabe o de lcalá
aila).
0
[page-n-123]
la cara externa de su cuerpo y en el pomo. En el primero de los
espacios citados se estructura en dos registros. En el superior
se utilizan únicamente motivos geométricos, mientras que en
el inferior se combinan con otros vegetales. Por su parte, en el
pomo se pinta un motivo que podría ser vegetal.
43 6 6
fig. ): Tapadera cuyas paredes del cuerpo
describen una forma troncocónica y terminan en un labio biselado ariante ), de . cm de diámetro. En el cuerpo, concretamente en la zona próxima al borde, aparecen dos incisiones
precocción. Presenta decoración en la cara externa del cuerpo
estructurada en, al menos, dos registros. En el superior se combinan los motivos geométricos y vegetales, mientras que en el
inferior únicamente aparecen los del primer tipo señalado.
43 6
fig. 00): Pie a ue cuenta con cm de altura.
Presenta un pomo anillado subtipo ) y un diámetro de . cm.
Las paredes de su cuerpo describen una forma troncocónica y
terminan en un borde entrante ariante ) ue posee un diámetro de grandes dimensiones, pues mide 3 cm. Se publica
como tapadera de los kalathoi 43 6 4
fig. 6 ) y 43 6
4 6 fig. 3) Cabr , 44, Lám. 6 y 33. ). La ornamentaci n,
bastante deteriorada, aparece en la cara externa del cuerpo y
en el pomo. En el primero de esos espacios se estructura en
dos registros. En el superior únicamente se emplean motivos
geométricos, mientras que en el inferior también se pintan otros
vegetales. En el pomo se aprecia cómo en el reborde del anillo
aparecen motivos geométricos, mientras que en la base no podemos identificarlos con certe a.
43 6 603 fig. 00): Tapadera ue mide cm de altu
ra. Presenta un pomo anillado subtipo ), de cm de diámetro.
La inclinación de sus paredes da lugar a un cuerpo troncocónico. Su borde es entrante ariante ) y mide 0 cm de diámetro. Se publica como tapadera de un kalathos con decoración
geom trica Cabr , 44, Lám. 3.4 y 3. ) y del crateriskos
43 6
0 fig.
) Cabr , 44, Lám. .4). Presenta decoración en las paredes exteriores del cuerpo y en el pomo. En el
primero de esos espacios se estructura en tres registros, de los
cuales únicamente el del medio combina motivos geométricos
y vegetales, mientras que en los otros solamente se emplean los
primeros. En el caso del pomo, en el reborde del anillo aparecen moti os geom tricos, ue tambi n se identifican en la base
de la pieza.
43 6 6 6 fig. 00): Tapadera ue presenta el cuer
po con forma troncoc nica. ste se decora en su parte e ter
na con dos registros en los que se representan motivos geométricos y vegetales.
43 6 6
fig. 00): Parte inferior de una tapadera con
forma troncocónica. Se caracteriza porque presenta el labio
biselado ariante ) y cuenta con
cm de diámetro de boca.
Presenta decoración en su cara externa, estructurada en al menos un registro, en el que se combinan motivos geométricos
y vegetales.
43 6 634 fig. 00): Parte inferior de una tapadera ue
presenta un labio biselado ariante ) y su boca cuenta con un
diámetro de 0 cm. La decoraci n se pinta en el e terior del
cuerpo y se estructura en al menos dos registros, en los que se
pintan motivos geométricos y vegetales.
43 6 63 fig. 00): Parte inferior de una tapadera ue
posee el labio biselado ariante ) y un diámetro de boca de cm.
La ornamentación conservada se desarrolla en la cara externa
0
del cuerpo y está estructurada en dos registros. En el superior se
combinan motivos geométricos y vegetales, mientras que en el
inferior únicamente se emplean los primeros.
43 6 63 fig. 00): ragmento ue pertenece al cuerpo
de una tapadera. La inclinaci n de las paredes describe un perfil
troncoc nico y su labio, biselado ariante ), mide 0. cm de
diámetro. La decoración aparece en la parte exterior del cuerpo
y se estructura en dos registros. En el superior se combinan moti os geom tricos y figurados, mientras ue en el inferior nicamente aparecen los geométricos.
43 6 640 fig. 00): Tapadera ue presenta un pomo
discoidal subtipo ) de 4.4 cm de diámetro. Las paredes de
su cuerpo describen una tendencia troncocónica y en una zona
pr ima al borde hay dos líneas incisas precocci n uentes,
0 ). Posee un labio biselado ariante ) ue mide 4 cm de
diámetro. Presenta la decoración en la cara externa del cuerpo y
en el pomo. En el primero de los espacios señalados se estructura en tres registros, en los que aparecen motivos geométricos,
si bien, en el del centro también se pintan vegetales. En cuanto
al pomo, la decoración está fracturada, por lo que no podemos
afirmar con certe a su tipo.
43 6 6
fig. 0 ): Tapadera ue mide . cm de
altura. Posee un pomo discoidal subtipo ) de 6 cm de diámetro y un orificio precocci n en la base de ste. Las paredes de
su cuerpo describen una tendencia troncocónica y en ellas es
visible alguna vacuola. En la cara exterior del cuerpo, próximo al borde, presenta dos incisiones precocción (Fuentes,
0 ). El labio es biselado ariante ) y el diámetro de su
boca mide cm. Se incula con el recipiente de cierre herm
tico 43 6 0 fig. 30) Cabr , 44, Lám. 30 y 3 ), aunue anteriormente ya hemos planteado nuestras reticencias a
dicha asociaci n. La ornamentaci n pintada aparece en la
cara externa del cuerpo así como en el pomo. En el primero
de esos espacios se estructura en dos registros, en los que se
emplean motivos geométricos, si bien, en el superior también se pintan otros vegetales. En el caso del pomo se plasman
los últimos señalados.
43 6 6
fig. 0 ): Parte inferior de una tapadera cuyas paredes describen una tendencia troncocónica. Cuenta con
un borde sin diferenciar ariante ) y un diámetro de boca de
40 cm. La ornamentaci n aparece en la cara e terna del cuerpo.
nicamente se ha conser ado un registro, en el ue se combinan
motivos geométricos y vegetales.
43 6 64 fig. 0 ): Parte inferior de una tapadera de
medianas dimensiones. Las paredes de su cuerpo describen una
forma troncoc nica y presenta un labio biselado ariante ). Su
diámetro de boca es de cm. La ornamentaci n se pinta en las
paredes exteriores del cuerpo y se estructura en dos registros. En
el inferior se emplean motivos geométricos, mientras que en el
superior también se pintan otros de tipo vegetal.
43 6 64 fig. 0 ): ragmento del cuerpo de una tapadera con decoración en su parte externa. Los motivos representados son geométricos y vegetales.
43 6 6
fig. 0 ): Pe ue a tapadera ue cuenta
con 4 cm de altura. Su pomo es discoidal subtipo ) y mide
4.3 cm de diámetro. Las paredes del cuerpo describen una
forma troncocónica y en la zona próxima al borde existe una
línea incisa precocci n uentes, 0 ). Su labio es bise
lado ariante ) y mide 0 cm de diámetro. La ornamen
[page-n-124]
1943-69-619
1943-69-680
1943-69-660
1943-69-659
1943-69-629
1943-69-645
1943-69-658 y 666
1943-69-655
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1943-69-675
1943-69-664
1943-69-668
0
ig. 0 . Tapaderas
. V. ) halladas en El Cabe o de lcalá
10 cm
aila).
111
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1943-69-684
1943-69-2301 y 2582
1943-69-682
1943-69-3178
1943-69-3373
1943-69-3410
1943-69-2308
1943-69-2576
1943-69-2581
1943-69-3181 y 3666
1943-69-2593
1943-69-3426
1943-69-2601
0
ig. 0 . Tapaderas
. V. ) del Cabe o de lcalá
aila).
10 cm
[page-n-126]
tación aparece en el exterior del cuerpo, distribuida en un
registro en el que aparecen combinados motivos geométricos y vegetales.
43 6 6 y 666 fig. 0 ): Tapadera con cuerpo troncoc nico y borde sin diferenciar ariante ). El diámetro de su
boca mide 4 cm. Presenta decoraci n en las paredes e ternas
del cuerpo, estructurada en un registro. Los motivos representados son de tipo geométrico y vegetal.
43 6 6 fig. 0 ): Pomo de forma discoidal subtipo )
ue cuenta con 6.3 cm de diámetro. En l aparece un orificio pre
cocción, ligeramente desplazado del centro. La ornamentación, en
la base del pomo, se compone únicamente de un motivo vegetal.
43 6 660 fig. 0 ): Pomo maci o subtipo 3) de reducidas dimensiones, pues mide 4.4 cm de diámetro. Presenta decoración de tipo vegetal.
43 6 664 fig. 0 ): Parte del cuerpo de una tapadera
que tiene forma troncocónica y está decorada exteriormente.
Solamente se conserva un registro, en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
43 6 66 fig. 0 ): Parte inferior de una tapadera con
cuerpo troncocónico. Presenta ornamentación en la cara externa
del cuerpo, estructurada en dos registros. En el primero se pintan motivos geométricos, mientras que en el segundo también
aparecen otros vegetales.
43 6 6
fig. 0 ): Parte inferior de una tapadera cuyas paredes describen un perfil troncoc nico y terminan en un
labio biselado ariante ). El diámetro de su boca mide
cm.
La decoración conservada aparece en la cara externa del cuerpo
y se estructura en dos registros. En el superior se combinan motivos geométricos y vegetales, mientras que en el inferior únicamente aparecen los del primer tipo señalado.
43 6 6 0 fig. 0 ): Tapadera conser ada en estado
muy fragmentario. Mide 3. cm de altura y cuenta con un
pomo discoidal subtipo ) de cm de diámetro. Las paredes
de su cuerpo tienen forma troncocónica y terminan en un borde
ligeramente saliente ariante ), ue mide 3 cm de diámetro.
Presenta ornamentación pintada en la cara exterior de las paredes del cuerpo y en el pomo. En el primero de esos espacios la
decoración se estructura en cuatro registros que acogen motivos
geométricos, si bien, en el segundo también se representan otros
de tipo vegetal. En el caso del pomo, únicamente se emplean
motivos geométricos.
43 6 6
fig. 0 ): Parte del cuerpo de una tapa
dera con perfil troncoc nico cuya decoraci n, en el e terior,
se dispone en un registro que únicamente conserva motivos vegetales.
43 6 6 4 fig. 0 ): Parte inferior de una tapadera de
pequeñas dimensiones. Las paredes de su cuerpo marcan un
perfil troncoc nico ue termina en un labio biselado arian
te ), de 4 cm de diámetro. Presenta ornamentaci n pintada
en la cara exterior del cuerpo y se distribuye en dos registros.
En ambos se emplean motivos geométricos, si bien, en el superior también se representan otros vegetales.
43 6 30 y
fig. 0 ): Pie a ue superaría los
cm de altura. Tiene el cuerpo troncocónico y el borde entrante y
engrosado ariante ). Su boca registra un gran diámetro, pues
mide 43 cm. La decoraci n pintada en el e terior del cuerpo
se estructura en dos registros, en los que se combinan motivos
geométricos y vegetales.
43 6 30 fig. 0 ): Cuerpo de una tapadera con forma troncocónica que se decora exteriormente. Se conservan
tres registros. Los dos primeros presentan motivos geométricos,
mientras que en el tercero también aparecen otros vegetales.
43 6
6 fig. 0 ): Parte superior de una tapadera
ue presenta el pomo anillado subtipo ) y mide cm de diámetro. La decoración conservada aparece en la parte exterior
del cuerpo, donde ha perdurado un registro en el ue se pintan
motivos geométricos y vegetales.
43 6
fig. 0 ): Parte inferior de una tapadera.
Conser a el borde, ue aparece sin diferenciar ariante ),
y tiene un gran diámetro de boca, pues mide 43 cm. Las paredes de su cuerpo describen una tendencia troncocónica. En un
e tremo e isten restos de una tacha de reparaci n. La ornamentación se pinta en la cara exterior del cuerpo y solamente se
conserva un registro, donde se combinan motivos geométricos
y vegetales.
43 6
3 fig. 0 ): Parte inferior de una tapadera ue
presenta un borde ligeramente entrante ariante ) y cuenta con
4 cm de diámetro. Las paredes describen una forma hemiesf rica. En ellas se puede apreciar la presencia de una tacha de
reparación. La decoración aparece en la parte externa distribuida en dos registros. En el primero de ellos solamente se utilizan
motivos geométricos, mientras que en el segundo se combinan
con otros de tipo vegetal.
43 6 60 fig. 0 ): ragmento del cuerpo de una tapadera que presenta las paredes exteriores decoradas. Solamente se ha conser ado un registro en el ue se combinan moti os
geométricos y vegetales.
43 6 3
fig. 0 ): Parte del cuerpo de una tapadera
que está decorada en su cara externa con motivos geométricos y
vegetales en el mismo registro.
43 6 3
y 3666 fig. 0 ): ragmentos de una tapadera que presenta ornamentación en la cara exterior del
cuerpo, en un registro en el que se pintan motivos geométricos
y vegetales.
43 6 33 3 fig. 0 ): Cuerpo troncoc nico de una tapadera ue conser a decoraci n en su cara e terna. sta se distribuye en un registro, en el que se combinan motivos geométricos
y vegetales.
43 6 34 0 fig. 0 ): Parte del cuerpo de una tapadera
decorada exteriormente con motivos geométricos y vegetales
dispuestos en un mismo registro.
43 6 34 6 fig. 0 ): ragmento ue pertenece al cuerpo de una tapadera. En la parte superior presenta un ligero baquetón que no tiene forma regular. La decoración se pinta en el
exterior de las paredes del cuerpo y se estructura en un registro.
Los moti os ue se han conser ado son egetales.
43 6 3 0 fig. 03): Parte del cuerpo de una tapadera
decorada por su cara externa. La ornamentación conservada se
dispone en un registro, en el que se pintan motivos geométricos
y vegetales.
43 6 3643 fig. 03): ragmento del cuerpo de una
posible tapadera. La decoración se pinta en el exterior y se dispone en un registro en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
43 6 36
fig. 03): ragmento del cuerpo de una
tapadera que presenta su parte externa decorada con motivos
geométricos y vegetales dispuestos en un registro.
113
[page-n-127]
1943-69-3685
1943-69-4243
1943-69-3550
1943-69-4208
1943-69-3643
1943-69-4249
1995-38-Az-366
1995-38-Az-365
1995-38-Az-364
1995-38-Az-345
1995-38-Az-558
1995-38-Az-346
1995-38-Az-575 y 580
1995-38-Az-375
37016
37088
37085
0
ig. 03. Tapaderas
4
. V. ) procedentes del Cabe o de lcalá
aila).
10 cm
[page-n-128]
43 6 4 0 fig. 03): Parte inferior de una tapadera ue
posee un borde de 6 cm de diámetro y un labio biselado ariante ). La decoraci n aparece en la cara e terna del cuerpo y
se distribuye en dos registros. En el inferior únicamente se emplean motivos geométricos, mientras que en el superior también
se realizan otros de tipo vegetal.
43 6 4 43 fig. 03): Parte superior de una tapadera con
paredes de tendencia troncocónica. La cara externa del cuerpo
está decorada y conserva dos registros en los que se pintan motivos geométricos y vegetales.
43 6 4 4 fig. 03): ragmento del cuerpo de una tapadera ue presenta decoraci n en su e terior. sta se distribuye en, al menos, dos registros. El superior se encuentra muy
incompleto, pero en el inferior, mejor conservado, se aprecia la
combinación de motivos geométricos y vegetales.
3
34 fig. 03): Parte inferior de una tapadera
con las paredes de su cuerpo de forma troncocónica. Posee un
labio biselado ariante ) y un diámetro de boca de 3 cm. La
ornamentación que se conserva aparece en un registro, en el exterior del cuerpo, en el que se representan motivos geométricos
y vegetales.
3
346 fig. 03): Parte inferior de una tapadera
ue posee un borde entrante ariante ) y un diámetro de boca
de 4 cm, por lo ue es de grandes dimensiones. La decoraci n
conservada aparece en un registro en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
3
364 fig. 03): Tapadera con forma troncoc nica. Cuenta con un labio biselado ariante ) y un diámetro de
boca de 4 cm. La ornamentaci n aparece en la cara e terna de
la pieza estructurada en dos registros, pero está muy deteriorada. En ambos e isten moti os geom tricos, a los ue hay ue
añadir en el registro superior posibles representaciones zoomorfas y en el inferior motivos de naturaleza vegetal.
3
36 fig. 03): Parte inferior de una tapadera
con cuerpo troncoc nico. Su labio es biselado ariante ) y
cuenta con un diámetro de boca de 4 cm. Presenta decoraci n
en la cara externa de su cuerpo distribuida en, al menos, dos registros, en los que se combinan motivos geométricos y vegetales.
3
366 fig. 03): Tapadera de medianas dimensiones ue posee un perfil troncoc nico. En la ona pr ima al
borde presenta una línea incisa previa a la cocción de la pieza
uentes, 0 ). Su labio es biselado ariante ) y el diámetro
de su boca mide 4 cm. La ornamentaci n se desarrolla en la ca
ra exterior del cuerpo y se estructura en dos registros. En el superior se combinan motivos geométricos y vegetales, mientras que
en el inferior únicamente aparecen los del primer tipo señalado.
3
3
fig. 03): Parte inferior de una tapadera.
Conser a el labio biselado ariante ) y la apertura de su boca
mide
cm. Presenta una línea ertical incisa precocci n en la
ona pr ima al borde uentes, 0 ). Posee decoraci n pintada distribuida en dos registros. En el superior se combinan
motivos geométricos y vegetales, mientras que en el inferior
únicamente aparecen los primeros.
3
fig. 03): Parte inferior de una tapadera
de grandes dimensiones. Sus paredes describen un perfil troncoc nico. Presenta un borde ligeramente entrante ariante ), ue
mide 39 cm de diámetro. La ornamentación, en la cara externa
de las paredes, aparece en un registro en el que se combinan
motivos geométricos y vegetales.
3
y
0 fig. 03): ragmentos ue corresponden al cuerpo de una tapadera cuyas paredes externas
se decoran con motivos geométricos y vegetales dispuestos
en un registro.
3 0 6 fig. 03): ragmento del cuerpo de una tapadera
que presenta decoración en su parte externa estructurada en,
al menos, dos registros. En el superior se combinan motivos
geométricos y vegetales, mientras que en el inferior únicamente
aparecen los primeros.
3 0
fig. 03): Parte inferior de una tapadera de perfil
troncoc nico. Posee un borde entrante ariante ) ue mide
39 cm de diámetro. La decoración aparece en la cara externa del
cuerpo distribuida en dos registros. En el superior se combinan
motivos geométricos y vegetales, mientras que en el inferior
únicamente aparecen los primeros.
3 0
fig. 03): Parte inferior de una tapadera cuyas
paredes dibujan un perfil troncoc nico y presentan un desconchado ue se decor igualmente. Su borde es ligeramente
entrante ariante ) y mide
cm de diámetro. Conser a decoración en la cara externa de su cuerpo, estructurada en dos
registros en los que se utilizan motivos geométricos, si bien, en
el superior se intuye que se combinarían con otros de diferente
tipo, probablemente vegetales.
3 fig. 04, dibujo de . Cabr ): Tapadera ue mide 3. cm
de altura y posee un pomo discoidal subtipo ) ue tiene cm
de diámetro. La inclinación de las paredes de su cuerpo da lugar
a un perfil troncoc nico ue termina en un borde ligeramente
entrante ariante ). El diámetro de su boca es grande, pues
mide 40 cm. Presenta decoraci n en la cara e terna de las paredes del cuerpo y el pomo. En el primer caso cuenta con cinco
registros decorados, de los cuales solamente el inferior combina
motivos geométricos y vegetales, apareciendo en el resto únicamente los primeros señalados. La ornamentación del pomo es
exclusivamente geométrica.
00 fig. 04 y 0 ): Tapadera conser ada bastante entera, ue cuenta con una altura de 0. cm. Su pomo es discoidal
subtipo ) y mide . cm de diámetro. En l aparece un orificio
precocción, ligeramente desplazado del centro y de forma alargada. Las paredes de su cuerpo describen una tendencia troncocónica y en su parte interior presentan una marca pintada, tal
vez símbolo de propiedad o identidad del artesano. En este caso
o se trata de un numeral o de la repetición en tres ocasiones del
signo ba del ibérico nordoriental. Cuenta con un labio biselado
ariante ) y su boca mide
cm de diámetro. La ornamentación aparece en la cara externa del cuerpo y en el pomo. En
el primer espacio señalado se distribuye en un registro, donde
se combinan motivos geométricos y vegetales. En el pomo se
pintan los últimos señalados.
fig. 04 y 06): Tapadera conser ada en buen estado, ue mide . cm de alto. Posee un pomo discoidal subtipo )
ue tiene cm de diámetro. Presenta un orificio precocci n, de
forma alargada, ligeramente desplazado del centro. La tendencia de las paredes de su cuerpo describe una forma troncocónica. En la zona exterior, próxima al borde, aparece un aspa
incisa, mientras que en su interior presenta una marca pintada.
Esta última corresponde al valor tu, mientras que la incisa lo
hace a ta. El labio es biselado ariante ) y el diámetro de su
boca mide 3.6 cm. Presenta decoraci n pintada en las paredes
externas del cuerpo y en el pomo. En el primero de los espacios
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19800
7399
19812
37086
37111
0
ig. 04. Tapaderas
6
10 cm
. V. ) recuperadas en El Cabe o de lcalá
aila).
[page-n-130]
ig. 0 . Tapadera
00, e terior e interior.
ig. 06. Tapadera
, e terior e interior.
señalados se estructura en un único registro, en el que se combinan motivos geométricos y vegetales. En el segundo únicamente aparecen los últimos señalados.
E iste un desconchado en la superficie e terior de la pie a,
un poco más arriba de donde aparecen las marcas incisas. Se
produjo en un momento anterior a la ornamentación de la pieza,
pero no fue considerado moti o suficiente para desecharla.
3 0 6 fig. 04): Tapadera con cuerpo troncoc nico. Su
borde es entrante y el labio biselado ariante ). El diámetro de
su boca mide 4 cm. Presenta ornamentaci n en la parte e terior
de sus paredes, distribuida en un registro, en el que se combinan
motivos geométricos y vegetales.
3
fig. 04): Parte inferior de una tapadera cuyas paredes describen un perfil troncoc nico. Conser a el borde, ue
es ligeramente entrante ariante ) y mide 4 cm de diáme-
tro. La ornamentación aparece en la parte exterior del cuerpo y
se conserva un único registro, en el que se combinan motivos
geométricos y vegetales.
3 fig. 0 y 0 ): Tapadera conser ada al completo
y en muy buen estado, ue mide 4. cm de altura. Presenta un
pomo anillado subtipo ) ue tiene 6.6 cm de diámetro. En l
existe una incisión precocción, un poco desplazada del centro,
de forma alargada. El perfil de sus paredes es troncoc nico y
en la parte externa, próximo al borde, existen tres líneas incisas
previas a la cocción de la pieza, que podría ser la repetición por
tres veces del signo ba del ibérico nordoriental. En el interior se
ha constatado la presencia de dos orificios inconclusos, de los
que se desconoce su intencionalidad. Posee un labio biselado
ariante ) ue permitiría el cierre herm tico de la pie a a la
ue cubriría y su diámetro de boca mide .3 cm. La ornamenta-
[page-n-131]
ción se representa en la cara externa del cuerpo y en el pomo. En
el primero de esos espacios aparece distribuida en dos registros,
en los que se emplean motivos geométricos, si bien, en el inferior se combinan con otros vegetales. Estos últimos aparecen
también en el pomo.
3 0 0 fig. 0 ): Tapadera ue posee un pomo anillado
subtipo ), de
cm de diámetro, y conser a parte de sus paredes. La ornamentación se pinta en la parte exterior de la base,
en el anillo y en la cara externa del cuerpo. En los dos primeros
espacios los motivos que se emplean son geométricos, mientras
que en el otro aparecen combinados, en el mismo registro, con
otros vegetales.
40
VI 4
fig. 0 ): Tapadera con cuerpo de forma
troncoc nica y un borde ligeramente entrante ariante ) ue
tiene 4 cm de diámetro. Presenta decoraci n en la cara e terna
de las paredes del cuerpo, estructurada en dos registros. En el
superior aparecen únicamente motivos geométricos, mientras
que en el inferior se añaden también otros vegetales.
aila fig. 0 ): Tapadera ue actualmente se encuentra
en paradero desconocido Cabr , 44:
3, Lám. 4. Pericot,
, fig. 3). Mide 6.3 cm de altura y cuenta con un pomo
discoidal subtipo ) de cm de diámetro. Presenta un orificio
precocción, de forma alargada, un poco desplazado del centro.
Las paredes de su cuerpo describen una tendencia troncocónica
y cuenta con un diámetro de boca ue mide . cm. La ornamentación aparece en la parte externa del cuerpo y en el pomo.
En el primer espacio se estructura en dos registros, en los que
se utilizan motivos geométricos, si bien, en el superior también
aparecen otros vegetales. Respecto al pomo, decir que únicamente se ha pintado un moti o egetal.
aila 3 fig. 0 ): Tapadera de la ue actualmente se desconoce su ubicaci n. No se ha publicado su perfil Cabr , 44:
0, fig.
y Lám. 0. ), pero en las fotografías se aprecia ue
posee un pomo discoidal subtipo ). ste cuenta con 4. cm
de diámetro y la boca con 3. cm. La decoraci n se pinta en
la cara externa de las paredes del cuerpo y en el pomo. En el
primer espacio se estructura en dos registros, en los que se emplean los motivos geométricos, si bien en el inferior aparecen
tambi n otros figurados. En el caso del pomo solamente se pinta
un motivo vegetal.
aila 4 fig. 0 ): Tapadera ue mide . cm de altura.
Actualmente se encuentra en paradero desconocido (Cabré,
6a, fig. .4
44: , fig. 4. y Lám. .4). Su pomo es
aparentemente discoidal subtipo ) y tiene 6 cm de diámetro.
Su boca cuenta con 3 cm de diámetro. Presenta ornamentación en las paredes exteriores de su cuerpo y en el pomo. En
el primer espacio indicado aparecen dos registros con motivos
geométricos, si bien, en el superior también se pintan otros vegetales, aunque estilizados. En el pomo son precisamente estos
últimos los únicos que se realizan.
aila fig. 0 ): Tapadera ue actualmente está en paradero desconocido Cabr ,
6a, fig. 6, 44: 60 6 , fig. 43
y
y Lám. 4. ). Cuenta con un pomo de cm de diámetro y
una boca de 6 cm. Se publica como tapadera del recipiente con
cierre herm tico 43 6
4 fig. 36) Cabr , 44, fig. 43).
La decoración aparece en la cara externa de las paredes de su
cuerpo, distribuida en dos registros. En el inferior se emplean
motivos geométricos, mientras que en el superior se combinan
con otros de tipo egetal y figurado.
aila 6 fig. 0 ): Tapadera de la ue se desconoce
su paradero actual Cabr ,
6a, fig. , 44: 3, fig. .
y Lám. 4. ). Cuenta con una altura de cm, presenta un
pomo discoidal de 9 cm de diámetro y una apertura de boca
de 3 cm. Se publica como tapadera del recipiente con cierre herm tico 43 6 0 fig. 3 ) Cabr , 44, Lám. 36).
La ornamentación se desarrolla en la parte externa del cuerpo,
en un único registro en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
aila fig. 0 ): Tapadera ue actualmente está desaparecida Cabr ,
6a, fig. , 44: 3, fig. . y Lám. 4. ).
Cuenta con una altura de 9 cm y el diámetro de su boca es de
3 cm, mientras ue su pomo registra un diámetro de . cm.
Presenta una línea incisa precocción en la zona próxima al borde ue se prolonga en el recipiente con cierre herm tico con el
ue se publica, 43 6 0 fig. 3 ) Cabr , 44, Lám. 4
uentes, 0 ). Presenta decoraci n en la cara e terna de las
paredes del cuerpo y en el pomo. En cuanto a la que aparece en
el cuerpo, decir que se estructura en dos registros, en los que se
emplean motivos geométricos, si bien, en el caso del superior
también aparecen otros vegetales. En el pomo se combinan los
dos tipos de motivos señalados.
aila 0 fig. 0 ): Tapadera de la ue hoy en día desconocemos su lugar de dep sito Cabr ,
6a, fig. . ). Tiene en
el pomo dos líneas incisas antes de la cocción que se cruzan y
equivalen al signo ta del ib rico nordoriental. El pomo mide cm
de diámetro. La ornamentación se pinta en la parte externa de su
cuerpo y se estructura en dos registros. En el inferior se combinan motivos geométricos y vegetales, mientras que en el superior únicamente aparecen los del primer tipo señalado.
aila
fig. 0 ): Parte inferior de una tapadera ue actualmente está en paradero desconocido Cabr ,
6a, fig. .
y Lám. 3.3, 44: 3, fig. y Lám. . Beltrán Lloris,
6:
0 ). Cuando se dio a conocer se asoci a un kalathos con decoraci n geom trica Cabr , 44, Lám. 3.3). Su diámetro de
boca es de 4. cm. En una ona pr ima al borde biselado de
la pieza aparece una línea recta incisa precocción y una marca
pintada, formada por dos líneas que se cruzan y equivalen al
signo ta del ibérico nordoriental. Su pomo es discoidal. La decoración, pintada en la cara exterior del cuerpo, se distribuye
en tres registros en los que se emplean motivos geométricos, si
bien, en el del centro también aparece un motivo vegetal.
aila
fig. 0 ): Parte inferior de una tapadera en paradero desconocido Cabr ,
6a, fig. .4, 44, fig. 6). La
ornamentación se desarrolla en el exterior del cuerpo. Se estructura en cuatro registros, en los que se pintan motivos geométricos, incluyéndose en el último uno vegetal.
aila 3 fig. 0 ): Parte inferior de una tapadera ue se
halla en paradero desconocido Cabr ,
6a, fig. . , 44:
0 , fig. 4.4 y Lám. .3). Su diámetro de boca es de .
cm. La decoración conservada se desarrolla en la cara externa
del cuerpo, en dos registros. En el primero de ellos se combinan
motivos geométricos y vegetales, mientras que en el segundo
únicamente se pintan los del primer tipo.
aila 4 fig. 0 ): Parte inferior de una tapadera de la
ue hoy en día desconocemos su lugar de dep sito Cabr ,
6a, fig. .6, 44, fig. 4. ). Presenta ornamentaci n en la
parte exterior del cuerpo, estructurada en un registro en el que
se combinan motivos geométricos y vegetales.
[page-n-132]
19813
49-27-VI-427
37070
Azaila-3
Azaila-4
Azaila-1
0
ig. 0 . Tapaderas
. V. ) procedentes del Cabe o de lcalá
10 cm
aila).
119
[page-n-133]
ig. 0 . Tapadera
aila
fig. 0 ): Parte inferior de una tapadera de la
ue desconocemos su ubicaci n actual Cabr ,
6a, fig. . ,
44, fig. 4. ). En las paredes de su cuerpo, concretamente en
la zona próxima al borde, aparecen dos líneas oblicuas y opuestas incisas antes de cocer el recipiente. El diámetro de su boca
mide 0. cm. La decoraci n pintada aparece en el e terior del
cuerpo y se dispone en un registro en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
aila
fig. 0 ): Tapadera cuyo paradero hoy en día
nos es desconocido Cabr ,
6a, fig. .3, Lám. 3 , 44: ,
Lám. 3. ). El pomo mide cm de diámetro y su boca cm. Se
publica como tapadera del recipiente con resalte 43 6 03
fig. 4 ) Cabr , 44, Lám. 3. ). Posee decoraci n en la parte
externa de su cuerpo, distribuida en dos registros, en los que se
emplean motivos geométricos, si bien, en el inferior también se
representan otros de tipo vegetal. El pomo está ornamentado, si
bien, en él únicamente se pintan motivos vegetales.
aila 0 fig. 0 ): Tapadera cuyo paradero actual nos
es desconocido. No se ha publicado su perfil Cabr ,
6a,
fig. . , 44: , fig. . y Lám. 3 ), pero sabemos ue contaría con un pomo de 6 cm de diámetro y una boca de 4 cm,
aunque nos resulta imposible determinar su morfología en función de la documentación disponible. En el pomo lleva una
marca pintada, una H que equivale en el ibérico nordoriental
a una o . lgunos autores han considerado dicha marca como
la firma del artista ue decor la pie a Cabr ,
6a: 43,
44: ). Se publica como tapadera del recipiente con resalte
43 6 04 fig. 46) Cabr , 44, Lám. 3 ). Presenta decoración en la cara externa de sus paredes y en el pomo. En el
primero de los casos se estructura en tres registros, en los que
aparecen motivos geométricos, si bien, en el del centro también
se pinta otro vegetal. En el pomo solamente se representa decoración geométrica.
aila 3 fig. 0 ): Tapadera actualmente en paradero
desconocido Cabr , 44: 3, fig. 0. , Lám. 4.3). Cuenta con
escasa altura, pues no sobrepasa los . cm. Su pomo es discoidal subtipo ) y mide 4 cm de diámetro. Las paredes de su
0
3, e terior e interior.
cuerpo describen un perfil troncoc nico ue termina en un labio
biselado ariante ), de 4 cm de diámetro. Se publica como
tapadera de un crateriskos con decoración geométrica (Cabré,
44, Lám. .3). Presenta decoraci n en el pomo y en las paredes externas del cuerpo. En ambos espacios se pintan motivos
geométricos, si bien, en el registro del cuerpo también aparecen
otros figurados.
aila
fig. 0): Tapadera de la ue se conser a y
publica el perfil completo Cabr , 44, fig. . ), lo ue facilita su estudio, pues actualmente se encuentra en paradero
desconocido. Posee un pomo discoidal subtipo ) de . cm
de diámetro. Las paredes de su cuerpo describen una tendencia troncoc nica y terminan en un labio biselado ariante ).
El diámetro de su boca mide 3 cm. En el pomo lle a pintada, como en el caso anterior, la marca H Cabr ,
6a: 43,
44: ). Se identifica como tapadera del recipiente con cierre herm tico 43 6
fig. 33) Cabr , 44, Lám. ).
Presenta ornamentación pintada en la cara externa del cuerpo,
en el borde del pomo y en el pomo. En el primero de los casos se estructura en un registro, en el que se emplean motivos
geométricos y vegetales. En el segundo se utiliza decoración
exclusivamente geométrica y en el último solamente aparece
un motivo vegetal.
aila 3 fig. 0): Tapadera ue actualmente está perdida
Cabr ,
6a, fig. 3
44: 4 , fig.
y
y Lám. 6. ).
Mide 3 cm de altura y posee un pomo discoidal subtipo )
de 6 cm de diámetro. En ese espacio tiene pintada la marca H,
como hemos isto en ejemplares anteriores. Las paredes de su
cuerpo describen una forma troncocónica y el borde es entrante
y ligeramente engrosado ariante ). Cuenta con un diámetro
de boca de 3 cm y se publica como tapadera del kalathos 43
6
fig. ) Cabr , 44, fig. ). Presenta ornamentaci n
en la parte exterior de las paredes del cuerpo y en el pomo. En
el primero de los espacios aludidos aparecen cinco registros,
empleándose en todos ellos motivos geométricos que, en el inferior, se combinan con otro de tipo vegetal. En el pomo únicamente aparece uno de este último tipo.
[page-n-134]
Azaila-5
Azaila-6
Azaila-7
Azaila-13
Azaila-11
Azaila-10
Azaila-12
Azaila-14
Azaila-15
Azaila-39
Azaila-18
Azaila-20
0
ig. 0 . Tapaderas
. V. ) del Cabe o de lcalá
10 cm
aila) Material gráfico: . Cabr y . Pijoán).
[page-n-135]
Azaila-21
Azaila-23
Azaila-36
TC15
0
ig.
0. Tapaderas
. V. ) del Cabe o de lcalá
aila)
y Tiro de Ca n
aila , aila 3 y
lca i ) TC ).
10 cm
aila 36) Material gráfico: . Cabr )
[page-n-136]
Azaila-42
Azaila-37
TC21
TCObj5
TCObj30
LGSN1
0
ig.
10 cm
. Tapaderas . V. ) de: El Cabe o de lcalá
aila)
aila 3 y aila 4 ) Material gráfico: . Cabr ),
Tiro de Ca n lca i ) TC , TC bj y TCCjto30) y La Guardia lcorisa) LGSN ).
3
[page-n-137]
Azaila-8
Azaila-9
Azaila-17
Azaila-19
Azaila-22
Azaila-44
San Antonio-5
San Antonio-7
0
10 cm
San Antonio-8
ig.
. Tapaderas
. V. ) de: El Cabe o de lcalá
aila)
aila , aila , aila , aila ,
y San ntonio Calaceite) San ntonio , San ntonio y San ntonio ).
aila 36 fig. 0): Tapadera ue actualmente está desaparecida Cabr , 44: 3 4, Lám. . , 0, , , 6,
y
.3). Cuenta con una altura de 6. cm y su pomo es discoidal
subtipo ). ste mide cm de diámetro. Su cuerpo tiene forma
troncoc nica y termina en un labio biselado ariante ). Posee
un diámetro de apertura de boca de 3 cm. Cabr la asocia a
arios recipientes con cierre herm tico 43 6
fig. 34) y
43 6
4 fig. 36). Presenta decoraci n en las paredes e ternas del cuerpo, donde se estructura en un registro en el que
se combinan motivos geométricos y vegetales. Aparentemente
el anillo del pomo también presenta ornamentación del primer
tipo señalado.
aila 3 fig.
): Tapadera de la ue hoy en día desconocemos el lugar en el ue se encuentra Cabr , 44: 4, Lám.
4 y . ). Su tama o es considerable, pues cuenta con una altura de
cm. Posee un pomo discoidal subtipo ) de cm
de diámetro. Las paredes de su cuerpo describen una tendencia
troncoc nica y terminan en un borde entrante ariante ), de
40 cm de diámetro. La ornamentaci n se desarrolla en el e te4
aila
y
aila 44)
rior del cuerpo y se estructura en dos registros. En el superior se
pintan exclusivamente motivos geométricos, mientras que en el
inferior también aparece otro de tipo vegetal.
aila 4 fig.
): Tapadera actualmente perdida Cabr ,
44: , Lám. . ). Posee una altura considerable, pues mide
cm. Su pomo aparentemente es maci o subtipo 3) y mide
. de diámetro. Su boca cuenta con un diámetro de
cm y
próximo a su borde aparecen dos líneas paralelas e inclinadas
incisas en un momento anterior a la cocción. La ornamentación
se pinta en el exterior del cuerpo y se estructura en dos registros.
En ambos se emplean motivos geométricos, si bien, en el superior se combinan con otros vegetales.
aila
fig.
): Parte inferior de una tapadera de la
ue hoy en día desconocemos su paradero Cabr ,
6a, fig.
.6). Presenta dos líneas entrecru adas incisas, anteriores a la
cocción de la pieza, en la zona próxima al borde, que se podrían
identificar con el signo ta del ibérico nordoriental. La ornamentación se desarrolla en la parte exterior del cuerpo. Se estructura
en dos registros. En el superior se pintan motivos geométricos y
[page-n-138]
vegetales, mientras que en el inferior únicamente aparecen los
del primer tipo señalado.
aila
fig.
): Tapadera ue actualmente se encuentra en paradero desconocido Cabr ,
6a, fig. , 44: 6,
fig. ). La ornamentaci n se pinta en las paredes e ternas del
cuerpo y en el pomo. En el primer espacio señalado se estructura en tres registros, en los que se emplean motivos geométricos,
a los ue hay ue sumar otro egetal en el registro interme
dio. Respecto al pomo, únicamente se pinta un motivo geométrico que, visto desde arriba y junto a la decoración del primer
registro del cuerpo, pueden conformar un motivo vegetal de
tipo floral.
aila fig.
): Tapadera de la ue desconocemos d nde se encuentra hoy en día Cabr ,
6a, fig. ). La decoración que conserva aparece en la cara externa del cuerpo y en el
pomo. En el primer caso se distribuye en dos registros, en los
que únicamente aparecen motivos geométricos. Por su parte, en
el pomo, el motivo que se representa es vegetal.
aila
fig.
): ragmento ue corresponde a una tapadera que actualmente se encuentra en paradero desconocido
Cabr ,
6a, fig. . ). La ornamentaci n aparece en la cara
exterior del cuerpo y en el pomo. En el primero de los espacios
indicados se desarrolla en un único registro, en el que se emplean motivos geométricos, mientras que en el pomo solamente
se utilizan los vegetales.
aila
fig.
): Tapadera ue actualmente se encuentra en paradero desconocido. En este caso sí se publicó
el dibujo de su perfil, pero no sus dimensiones Cabr ,
6a,
fig. . ). Posee un pomo maci o subtipo 3), las paredes de
su cuerpo tienen una forma troncocónica y su labio es biselado
ariante ). La decoraci n se desarrolla en la parte e terna del
cuerpo y se estructura en dos registros en los que se emplean
motivos geométricos, si bien, en el inferior se suma otro de
tipo vegetal.
aila 44 fig.
): Tapadera cuyo paradero actual es incierto Pijoán, 0 , fig. 3). Las paredes e teriores del cuerpo
presentan la decoración estructurada en un registro y los motivos representados son de tipo geométrico y vegetal.
La Guardia (Alcorisa)
LGSN fig.
): Parte inferior de una tapadera con
cuerpo troncoc nico. Posee el labio biselado ariante ) y su
boca mide 0 cm de diámetro. La ornamentaci n aparece en
la parte e terna del cuerpo. Solamente se ha conser ado un
registro, en el que se combinan motivos geométricos, vegetales
y figurados.
San Antonio (Calaceite)
San ntonio fig.
): Tapadera de la ue desconocemos
su paradero actual Pallar s, 6 : 0). Cuenta con un pomo
discoidal subtipo ) y las paredes del cuerpo describen una
forma troncocónica. Su borde es en ala con labio biselado (variante ). Presenta decoraci n en la parte e terior del cuerpo, estructurada en un registro en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
San ntonio fig.
): Tapadera ue actualmente se encuentra en paradero desconocido Cabr ,
4, fig. . ). La
ornamentación pintada aparece en la cara externa del cuerpo,
distribuida en un registro en el que se pintan motivos geométricos y vegetales.
San ntonio
fig.
): Tapadera de la ue hoy en día
desconocemos d nde está depositada Cabr ,
4, fig. . ).
Las paredes de su cuerpo describen una forma troncocónica y el
pomo parece discoidal subtipo ). La decoraci n se desarrolla
en el exterior del cuerpo y se dispone en un registro, en el que se
representan motivos geométricos y vegetales.
Tiro de Cañón (Alcañiz)
TC
fig. 0): ragmento ue pertenece a la parte superior de una tapadera. Conser a el pomo, de 0.3 cm de diámetro,
con forma anillada subtipo ). Presenta decoraci n en la parte
exterior del cuerpo y en el pomo. El primer espacio se estructura
en dos registros, en los que se pintan motivos geométricos, si
bien, en el inferior también se realiza otro de tipo vegetal. En el
pomo se combinan motivos de los dos tipos citados.
TC
fig.
): Tapadera de grandes dimensiones, ue
cuenta con una altura de 6. cm. Su pomo es anillado subtipo )
y mide 0 cm de diámetro. Las paredes de su cuerpo describen
una forma troncocónica, que termina en un borde entrante (variante ), con labio engrosado, de 44 cm de diámetro. La ornamentación aparece en la parte externa del cuerpo, en el anillo y
en el pomo. En el primero de los casos está dividida en tres registros, en los que se emplean motivos geométricos, si bien, en
el del centro también se pintan otros de tipo vegetal. En los otros
dos espacios únicamente se representan motivos geométricos.
TCCjto30 fig.
): Pomo ue mide . cm de diámetro y
tiene forma discoidal subtipo ). Presenta un orificio alargado
realizado antes de la cocción de la pieza y la decoración pintada
es de tipo vegetal.
TC bj fig.
): Tapadera ue mide 6 cm de altura.
Cuenta con un pomo de 6.3 cm de diámetro y forma anillada
subtipo ). En ese lugar presenta, ligeramente despla ado del
centro, un orificio precocci n de forma alargada. Las paredes
del cuerpo describen un perfil troncoc nico ue termina en un
labio biselado ariante ). La boca mide
cm de diámetro.
La ornamentación aparece en la cara externa del cuerpo, en un
registro en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
III.6. GRUP VI
Este grupo incluye imitaciones de piezas procedentes de contextos exógenos a la cultura ibérica y a la Península Ibérica,
generalmente relacionados con el servicio de mesa.
III.6.1. CraterisKos (a. vI.4) (FIg. 113-121)
Recipiente de pe ue o y mediano formato, pues mide entre 0.
y
cm de altura. Se caracteri a por presentar bordes salientes
con diámetros ue oscilan entre . y 36 cm), cuello y portar un
par de asas erticales simples o compuestas) ue surgen del labio
y reposan en el cuerpo del recipiente. En la ona estudiada hemos
identificado dos subtipos. El primero, más documentado, presenta el cuello estrangulado, el perfil de su cuerpo puede adoptar
una forma troncocónica o cilíndrica y la base sobre la que reposa
siempre es cóncava. El segundo, por su parte, posee un cuello
destacado y cilíndrico, su cuerpo generalmente es troncocónico y
la base puede ser anillada o poseer pie , bien sea indicado o alto.
Los diámetros de las bases pueden medir entre y 3 cm.
Los ue portan pie son similares a los kantharoi.
[page-n-139]
LGSN13
IG536
IG1343
IG146
Pal-6
1943-69-521
0
Fig. 113. Crateriskoi
6
. VI.4) procedentes de: La Guardia lcorisa) LGSN 3, IG 36 y IG 343), El Castelillo
El Palao lca i ) Pal 6) y El Cabe o de lcalá
aila)
43 6
).
10 cm
llo a) IG 46),
[page-n-140]
ig. 4. Crateriskos . VI.4)
procedente de La Guardia lcorisa).
IG1546
A pesar de constituir uno de los tipos menos imitados en el
mundo ib rico, en el ámbito geográfico ue en este estudio abarcamos es bastante com n Beltrán Martíne ,
0a:
3).
Hemos contabilizado treinta y cuatro ejemplares pertenecientes
a diferentes yacimientos: La Guardia lcorisa), El Palao lcai ), Tiro de Ca n lca i ), El Castelillo llo a), El Cabe o
de lcalá
aila), La Corona uentes de Ebro) y ur n de
Belmonte Belmonte de Gracián) tabla 3).
La Guardia (Alcorisa)
LGSN 3 fig. 3): Pie a de gran tama o, pues mide cm
de altura. Presenta un borde saliente y un diámetro de boca de
cm. e sta surgen un par de asas, erticales, de secci n
acintada, que descansan en el cuerpo. Tras el típico cuello estrangulado subtipo ) se desarrolla un cuerpo troncoc nico ue
descansa sobre una base c nca a, de 0 cm de diámetro. La decoración aparece en el cuello y cuerpo de la pieza, estructurada
en un registro en cada uno de esos espacios. En ambos se pintan
motivos geométricos, si bien, en el cuerpo éstos se combinan
con otro de tipo vegetal.
0
10 cm
IG 36 fig. 3): Recipiente de reducido tama o, pues
mide 3. cm de altura. Tiene un borde saliente, del ue surgen
un par de asas verticales, de sección acintada, que se insertan
en el cuerpo. El diámetro de su boca es de . cm. Presenta el
típico cuello estrangulado y las paredes de su cuerpo describen
una forma cilíndrica subtipo ). No se ha conser ado su base,
aunque actualmente está restituida. Presenta ornamentación en
la parte interior del borde, en el cuello, cuerpo y en las asas. En
todos estos espacios se emplean motivos de tipo geométrico, si
bien, en el caso del cuerpo se combinan con otro de tipo vegetal
en el mismo registro. En el cuello la decoración también se estructura en un único registro.
IG 343 fig. 3): Pie a de medianas dimensiones, pues
cuenta con una altura de 13 cm. Presenta un borde saliente, del
que arrancan un par de asas verticales, de sección acintada, que
reposan en el cuerpo. El diámetro de la boca es de . cm. Tras
el cuello estrangulado, las paredes del cuerpo adoptan un perfil
troncoc nico subtipo ). La base es c nca a y mide
cm de
diámetro. Posee ornamentación en la parte interior del borde, en
el cuello, cuerpo y asas. Los motivos representados son de tipo
[page-n-141]
TC67
TCSN6
0
ig.
. Crateriskoi
. VI.4) hallados de Tiro de Ca
n
lca i ).
10 cm
[page-n-142]
geométrico, si bien, en el registro que se desarrolla en el cuerpo
aparecen combinados con otro vegetal. En el cuello, la decoración también se estructura en un registro.
IG 46 fig. 4): Crateriskos de grandes dimensiones que
cuenta con 6 cm de altura. Su borde es saliente y de l nacen
dos asas verticales, de sección acintada con un par de resaltes
exteriores, que reposan en el cuerpo de la pieza. El diámetro
de su boca mide
cm y presenta el típico cuello estrangulado
subtipo ). El cuerpo tiene forma troncoc nica y descansa sobre una base c nca a, de 0. cm de diámetro. La decoraci n se
desarrolla en el interior del borde, cuello, cuerpo y asas. En todos estos espacios aparecen motivos geométricos, si bien, en el
primero de los dos registros del cuerpo también se pintan otros
de tipo vegetal. La ornamentación del cuello se estructura en un
único registro.
IG 40 fig. 6): Pie a de grandes dimensiones, pues conser a .6 cm de altura. Presenta un borde saliente y un diámetro de boca de 3 .3 cm. e su labio arrancan un par de asas
verticales, de sección acintada, que terminan insertándose en
el cuerpo. Tras el cuello estrangulado, las paredes del cuerpo
describen un perfil troncoc nico subtipo ). un ue su base no
se ha conser ado, sí se ha podido determinar su diámetro, ue
sería de 3 cm. La decoraci n aparece en el interior del borde,
cuello, asas y cuerpo. En todos estos espacios se emplean motivos geométricos, si bien, en el cuerpo se combinan con otros
de tipo egetal. La distribuci n de las pinturas se hace en un
registro en el cuello y tres en el cuerpo, apareciendo en el intermedio de éste último espacio una inscripción ibérica pintada que se transcribe como ]ortintumbarsar Untermann,
0:
3 3 , E.4. ).
El Palao (Alcañiz)
El Cabezo de Alcalá (Azaila)
Pal 6 fig. 3): Crateriskos con el cuello destacado y cilíndrico. Su cuerpo es troncoc nico subtipo ). La decoraci n
conservada se distribuye en dos registros. En el superior únicamente apreciamos motivos vegetales, mientras que en el inferior
aparecen combinados con otros de tipo geométrico.
43 6
fig. 3): Recipiente de
cm de altura.
Tiene un borde saliente y el diámetro de su boca mide 0 cm.
Presenta el cuello estrangulado y las paredes de su cuerpo describen una tendencia cilíndrica subtipo ). No conser a el par
de asas con el que debió contar. La base sobre la que reposa es c nca a y mide . cm de diámetro. La ornamentaci n
se desarrolla en el cuello, en dos registros, y en el cuerpo, en
uno. En los dos primeros casos solamente se utilizan motivos
geométricos, mientras que en el tercero, se combinan con otros
de tipo vegetal.
43 6
fig. 6): Crateriskos de pequeñas dimensiones, ue mide 0. cm de altura. Tiene el borde saliente y cuenta
con un diámetro de boca de . cm. Su cuello está estrangulado
y su cuerpo ad uiere una forma troncoc nica subtipo ). No se
han recuperado sus asas y la base no se ha conser ado completa,
pero su diámetro es de . cm. La ornamentaci n se pinta en el
cuello y en el cuerpo. En ambos espacios se estructura en un
registro y se emplean motivos geométricos, si bien, en el cuerpo
también se representan otros de tipo vegetal.
4
66 363 fig. 6): Parte superior de un crateriskos con borde saliente y un diámetro de boca de
cm. e su
labio arrancan un par de asas, verticales, de sección acintada
con trenza sobrepuesta, que reposan en el cuerpo, justamente en la ona en la ue ste registra una sua e in e i n.
e las dos ue portaría nicamente se ha conser ado una. Su
cuello es destacado y el cuerpo sería troncoc nico subtipo ).
La decoración se pinta en el asa, cuello y cuerpo. En estos dos
últimos casos se estructura en tres registros cada uno. En todos
ellos se emplean motivos geométricos, si bien, en los tres del
cuello y en el segundo del cuerpo también aparecen otros de
tipo vegetal.
43 6
4 fig.
): Pie a ue mide 0 cm de altura.
Tiene el borde saliente y cuenta con cm de diámetro de boca.
De su labio surgen dos asas verticales, de sección acintada, que
reposan en el cuerpo. Presenta el cuello estrangulado, un poco
más destacado ue en los otros ejemplares con este perfil, y las
paredes del cuerpo tienen forma troncoc nica subtipo ). Su
base no se ha recuperado al completo, pero sí lo suficiente para
determinar que mide 11 cm de diámetro. Presenta decoración en
el cuello, distribuida en un registro, y en el cuerpo, en el que se
conserva otro. En ambos espacios se emplean motivos geométricos, pero en el cuerpo también se pintan otros vegetales, si
bien, su estado de conservación es lamentable.
Tiro de Cañón (Alcañiz)
TC6 fig.
): Parte superior de un recipiente con borde
saliente y un diámetro de boca de . cm. e su labio salen
dos asas verticales, de sección acintada, que se insertan en el
cuerpo. Tras el característico cuello estrangulado se desarrollan
las paredes del cuerpo, que describen una tendencia cilíndrica
subtipo ). Presenta ornamentaci n en el interior del borde, en
el cuello, asas y cuerpo. En todos estos espacios se emplean
motivos geométricos, si bien, en el caso del cuerpo se combinan
con otro de tipo vegetal. La estructuración de la decoración en
el cuello y cuerpo es de un registro en cada uno.
TCSN6 fig.
): Crateriskos de medianas dimensiones,
pues mide . cm de altura. Su borde es saliente y cuenta con
un diámetro de
cm. e ste surgen un par de asas erticales,
compuestas por un elemento acintado al que se le sobrepone
una trenza, que descansan sobre el cuerpo de la pieza. Presenta un cuello destacado y cilíndrico subtipo ). Su cuerpo es
troncoc nico y termina en una base anillada ue mide . cm
de diámetro. La decoración se pinta en el interior del borde, en
las asas, en las paredes externas del cuello y en el cuerpo. Se
estructura en un registro en el cuello y en dos en el cuerpo. Los
motivos empleados en todos ellos son geométricos, a los que en
el caso del cuello hay ue sumar otro egetal.
El Castelillo (Alloza)
IG 46 fig. 3): ragmento ue corresponde a la parte superior del recipiente. Posee un borde saliente y un diámetro de
boca de grandes dimensiones, pues mide 36 cm. No conser a
ninguna de las asas con las que debió contar. Presenta el cuello
estrangulado subtipo ) y las paredes del cuerpo tienen forma
cilíndrica. Tiene decoración en la parte interna del borde, en el
cuello y en el cuerpo. En el caso del cuello se distribuye en dos
registros, mientras ue en el cuerpo nicamente se ha conser ado uno. En todos estos espacios se emplean motivos geométricos, si bien, en el registro superior del cuello se combinan con
otro de tipo vegetal. En el registro del cuerpo se representan,
además, otros figurados.
[page-n-143]
IG540
1943-69-525
1947-1966-363
0
ig.
30
6. Crateriskoi . VI.4) recuperados en El Castelillo
y El Cabe o de lcalá
aila)
43 6
y 4
llo a) IG 40)
66 363).
10 cm
[page-n-144]
1943-69-524
0
10 cm
1943-69-585
ig.
. Crateriskoi
. VI.4) del Cabe o de lcalá
aila).
131
[page-n-145]
1943-69-590
0
1943-69-690
ig.
3
. Crateriskoi
. VI.4) procedentes del Cabe o de lcalá
aila).
10 cm
[page-n-146]
Fig. 119. Crateriskos
del Cabe o de lcalá
1943-69-592
43 6
fig.
): Recipiente ue mide .4 cm de
altura. Posee un borde saliente y su boca cuenta con un diámetro
de cm. En la parte interior del borde aparece una inscripci n
incisa, traducida por da.a.ba. Siles,
:
). el labio surgen un par de asas verticales, de sección acintada con dos resaltes, que descansan en el cuerpo. Tras el cuello estrangulado, las
paredes del cuerpo describen una forma ligeramente troncocónica subtipo ). La base es c nca a y mide cm de diámetro.
Presenta decoración en el interior del borde, en el cuello y en
el cuerpo. Su estructura varía entre el cuello, donde aparecen
dos registros, y el cuerpo, donde nicamente hay uno. En todos
estos espacios se emplean motivos geométricos, si bien, en el
cuerpo también se pintan otros de tipo vegetal.
43 6
0 fig.
): Crateriskos que tiene una altura de
0. cm. Posee un borde saliente y un diámetro de boca de . cm.
Del labio surgen un par de asas verticales, de sección acintada,
que reposan sobre el cuerpo. El cuello es destacado y su cuerpo
presenta una forma bitroncoc nica subtipo ). La base tiene
pie y mide . cm de diámetro. La ornamentaci n aparece en
el interior del borde, en el cuello, cuerpo y asas. En todos estos
0
. VI.4)
aila).
10 cm
espacios se emplean motivos geométricos, pero en el cuello se
combinan con otros de tipo vegetal. La estructura decorativa en
el cuello y cuerpo es de un registro.
43 6 6 0 fig.
): Parte superior de un crateriskos
ue posee un borde saliente y un diámetro de boca de 3 . cm.
De su labio arrancarían un par de asas verticales, de sección
acintada con trenza sobrepuesta, que descansan en el cuerpo del
recipiente. Presenta un cuello destacado y su cuerpo es troncoc nico subtipo ). La decoraci n se desarrolla en el interior del
borde, en el cuello y en el cuerpo. En estos dos últimos espacios
se estructura en dos registros en cada uno. En todos ellos, los
motivos utilizados son geométricos, si bien, en el caso del segundo registro del cuello se combinan con otro de tipo vegetal.
43 6
fig.
): Recipiente ue mide 6. cm de alto.
Cuenta con un borde saliente y un diámetro de boca de 30 cm.
De su labio salen dos asas verticales, de sección acintada con
trenza sobrepuesta, que descansan sobre el cuerpo. Su cuello es
destacado y el cuerpo troncoc nico subtipo ). Termina en una
base con pie alto, ue mide . cm de diámetro. La decoraci n
se pinta en el interior del borde, en el cuello y en el cuerpo. Se
133
[page-n-147]
37093
1943-69-2478
1943-69-618
1995-38-Az-7 y 20
1943-69-3306 y 3308
1943-69-3382
1943-69-692
1943-69-3288 y 3299
1943-69-4206
0
10 cm
155-2596
1943-69-3615
1943-69-3724
ig. 0. Crateriskoi . VI.4) hallados en El Cabe o de lcalá
aila)
43 6 6 , 43 6 3306 y 330 , 43 6 6 ,
43 6 3
y3
, 3 0 3, 43 6 4 ,
3
y 0, 43 6 33 , 43 6 4 06, 43 6 36 y 43 6 3 4)
y ur n de Belmonte Belmonte de Gracián)
6).
34
[page-n-148]
1943-69-3663
1943-69-2580
37101
0
87.104.8
10 cm
1943-69-4204
ig.
. Crateriskoi
. VI.4) recuperados en El Cabe o de lcalá
aila)
43 6 3663, 43 6
La Corona uentes de Ebro)
. 04. ) oto: M. Beltrán Lloris).
estructura en dos registros en el cuello y en tres en el cuerpo. En
todos los espacios señalados se utilizan motivos geométricos, si
bien, en el caso del segundo del cuello y en los dos inferiores del
cuerpo se combinan con otros vegetales. Además en el segundo
registro del cuello tambi n aparecen moti os figurados.
43 6 6
fig. 0): Parte superior de un crateriskos.
Presenta el borde saliente y el diámetro de su boca mide 0 cm.
Del labio arrancan un par de asas verticales, de sección acintada, que se engarzan en el cuerpo. Posee un cuello estrangulado
y el perfil de su cuerpo es ligeramente troncoc nico subtipo ).
La ornamentación se pinta en el interior del borde, en el cuello,
cuerpo y en las asas, aun ue en una de ellas se ha perdido. Se
estructura en un registro en el cuello y en dos en el cuerpo. En
todos estos espacios se utilizan motivos geométricos, si bien, en
el cuerpo se combinan con otros de tipo vegetal.
43 6 6 fig. 0): Crateriskos que tiene el borde saliente con labio ligeramente moldurado, del que surgen un par de asas
verticales, de sección trigeminada, que descansan en el cuerpo,
despu s de la in e i n ue ste e perimenta. Su diámetro de
boca es de
cm. El cuello es destacado y el cuerpo troncoc nico subtipo ). parece ornamentaci n en el labio, cuello y
cuerpo. En el caso del cuello se estructura en dos registros, mientras ue en el cuerpo lo hace en uno. En todos estos espacios se
utilizan motivos geométricos, si bien, en el segundo de los registros que decoran el cuello se emplea también un motivo vegetal.
43 6 4
fig. 0): ragmento ue corresponde al
cuello destacado de un crateriskos subtipo ). La decoraci n
0,
43 6 4 04 y 3
0 )y
conservada aparece distribuida en dos registros. En el superior
se emplean motivos geométricos, mientras que en el inferior son
egetales y figurados.
43 6 3
y3
fig. 0): Parte superior de un crateriskos que presenta el borde saliente y un diámetro de boca
de
cm. El cuello está estrangulado subtipo ). La ornamentación se desarrolla en el labio, cuello y cuerpo. En todos esos
espacios se utilizan motivos geométricos, si bien, en el cuerpo
se combinan con otros vegetales. En cuanto a la estructura decorativa, en el cuello aparecen dos registros, mientras que en el
cuerpo nicamente se ha conser ado uno.
43 6 3306 y 330 fig. 0): Vaso con borde saliente,
cuyo diámetro de apertura de boca mide
cm. Su cuello está
estrangulado subtipo ). La decoraci n aparece en el cuello y
en el cuerpo. En el primero de ellos se estructura en dos registros, en los que únicamente se emplean motivos geométricos.
En el segundo solamente se ha conser ado un registro, en el ue
junto a los motivos geométricos se pintan otros vegetales.
43 6 33
fig. 0): ragmento ue corresponde al
cuerpo de un crateriskos de cuello estrangulado subtipo ).
Conserva parte del cuerpo de tendencia troncocónica. Está
decorado con motivos geométricos y vegetales pintados en
un registro.
43 6 36
fig. 0): Parte superior de un crateriskos
de cuello estrangulado subtipo ). Tiene el borde saliente y el
diámetro de su boca mide . cm. Posee decoraci n pintada
en el cuello y en el cuerpo. En el primer espacio se estructura
3
[page-n-149]
Alto Chacón-4
ig.
. Imitaci n de copa campaniense recuperada en lto Chac n Teruel) trián,
6, fig. ).
se conserva aparece distribuida en tres registros. Uno de ellos
situado en el cuello y el resto en el cuerpo. En todos se emplean
motivos geométricos, si bien, en el primer registro del cuerpo
también se pintan otro de tipo vegetal.
43 6 4 04 fig.
): Parte superior de un crateriskos
de cuello destacado subtipo ). Tiene un borde saliente y el
diámetro de su boca mide 3 cm. Presenta decoraci n por la
parte interior del borde y en el cuello, donde se desarrolla en, al
menos, un registro. En ambos se emplean motivos geométricos,
aunque en el cuello se combinan con otros de tipo vegetal.
3 0 fig.
): Parte superior de un crateriskos que tiene
borde saliente y su diámetro de boca mide 6 cm. Posee el cuello estrangulado subtipo ). Presenta decoraci n en el cuello y
en el cuerpo, estructurada en un registro en el primer caso y en
el segundo es el único que se conserva. En ambos espacios se
pintan motivos geométricos, si bien, en el cuerpo se combinan
con otros vegetales.
La Corona (Fuentes de Ebro)
en un registro, como también ocurre en el segundo, si bien, en
este caso está incompleto. Los motivos empleados son de tipo
geométrico y, en el cuerpo, también vegetales.
43 6 3 4 fig. 0): Parte superior de un crateriskos
de cuello estrangulado subtipo ). Posee un borde saliente y
un diámetro de boca de 0 cm. La decoraci n se desarrolla en
el cuello y en el cuerpo. En el primer espacio se estructura en
un registro, mientras ue en el segundo solamente se ha conservado uno, lo que no quiere decir que fuera el único con el que
contaba. Los motivos utilizados son geométricos, aunque en el
cuerpo tambi n aparecen los figurados.
43 6 4 06 fig. 0): Parte superior de un crateriskos
de cuello destacado subtipo ). Posee el borde saliente y un
diámetro de boca de 3 cm. e su labio arranca un asa ertical,
de sección acintada con trenza sobrepuesta. De las dos con las
que debía contar solamente se conserva una. La ornamentación
se estructura en un registro que se dispone en el cuello. En él se
combinan motivos geométricos y vegetales.
3
y 0 fig. 0): Parte superior de un crateriskos de pequeñas dimensiones. Posee un borde saliente y un diámetro de boca de 6 cm. e su labio sale un asa ertical, acintada,
que reposa justo donde comienza el cuerpo. Su cuello es destacado subtipo ). Presenta decoraci n en el cuello, cuerpo y asas.
En el caso de la que aparece en el cuello, está distribuida en un
registro. De la del cuerpo únicamente se conserva un registro.
En todos los espacios definidos se utili an moti os geom tricos,
si bien en el cuello se combinan con otros figurados.
3 0 3 fig. 0): Crateriskos de cuello destacado y cuerpo tronco c nico subtipo ). La ornamentaci n aparece en el
cuello y en el cuerpo, estructurada en un registro en cada uno
de ellos, o al menos es lo que se conserva. Los motivos utilizados son geométricos, si bien, en el cuello también se pintan
otros vegetales.
43 6
0 fig.
): Parte superior de un crateriskos
con cuello destacado subtipo ). Posee un borde saliente y un
diámetro de boca de 30 cm. Presenta decoraci n en el cuello
estructurada en, al menos, un registro, en el que se combinan
motivos geométricos y vegetales.
43 6 3663 fig.
): ragmentos pertenecientes al
cuerpo de un crateriskos con cuerpo troncoc nico subtipo ) y
muy probablemente el cuello destacado. La ornamentación que
36
. 04. fig.
): Crateriskos que mide 9.9 cm de altura.
Cuenta con un borde saliente y un diámetro de boca de 11 cm.
De su labio arrancan un par de asas verticales, de sección acintada con acanaladura central, que descansan en el cuerpo. Posee
un cuello destacado y cilíndrico subtipo ). Su cuerpo es troncoc nico y termina en una base con pie indicado de cm de diámetro. La decoración está presente en el interior del borde, asas,
cuello y cuerpo. En todos ellos se utilizan motivos geométricos,
si bien, en el registro que aparece en el cuello se combinan con
otro de tipo vegetal. En el cuerpo las pinturas se estructuran
también en un registro.
Durón de Belmonte (Belmonte de Gracián)
6 fig. 0 y 0): Recipiente ue mide 0. cm de
altura. Cuenta con un borde saliente y su diámetro de boca mide
. cm. Posee un par de asas erticales, de secci n acintada,
que arrancan del labio y descansan sobre su cuerpo. El cuello
tiene forma cilíndrica y justo donde acaba aparece una ruptura de perfil ue da paso a un cuerpo troncoc nico subtipo ).
La pieza descansa sobre una base de pie alto que mide 11 cm
de diámetro. La ornamentación se pinta en la cara externa del
cuello y del cuerpo. En cada uno de esos espacios se estructura
en un registro, en el que se representan motivos geométricos, si
bien, en el cuello también aparece otro de tipo vegetal.
III.6.2. otras IMItacIones (a. vI.8) (FIg. 122)
Este tipo engloba diferentes piezas que, siendo también imitaciones, no se pueden incluir en ninguno de los grupos anteriores.
Únicamente contamos con un ejemplar adscribible a este tipo.
Alto Chacón (Teruel)
lto Chac n 4 fig.
): Parte superior de una copa ue se
asemeja a la 4 de Lamboglia, Morel 3
o Morel 33 ,
aunque en vez de llevar solamente una lengüeta en la parte superior del asa lleva dos, que se disponen de tal manera que enmarcan el asa conser ada. El perfil del cuerpo es más redondeado
ue el original, no estando marcada la ruptura de perfil por una
carena. En su día fue clasificada como una tacita trián,
6:
34, fig. c). El diámetro de su boca es de . cm. Conser a
decoración en el borde, en las asas y en el cuerpo, donde se
[page-n-150]
SCRIS-S-26
1943-69-2191
La Bovina-1
1943-69-2629
1943-69-2335
Azaila-25
Azaila-24
Azaila-31
ig. 3. Thymiateria
y El Cabe o de lcalá
Azaila-27
0
10 cm
Azaila-32
. VI. ) procedentes de San Crist bal Mata de los lmos) SCRIS S 6), La Bo ina Vinaceite) La Bo ina )
aila)
43 6
, 43 6 6 , 43 6 33 , aila 4, aila , aila 3 , aila
y aila 3 ).
3
[page-n-151]
179-1922
1943-69-584
1943-69-534
0
ig.
3
4. Thymiateria
10 cm
. VI. ) recuperados en El Cabe o de lcalá
aila)
y El Palomar liete)
).
43 6
4y
43 6
34)
[page-n-152]
distribuye en un registro. En todos estos espacios se emplean
motivos geométricos, si bien, en el caso del cuerpo se combinan
con otro vegetal.
III.6.3. thyMIaterIuM (a. vI.9) (FIg. 123-126)
En la tipología que seguimos no se menciona a los thymateria.
Realmente se trata de una imitaci n, por lo ue los hemos incluido en el Grupo VI pero como un nue o tipo.
Estas pie as poseen alturas comprendidas entre los 6 y los
6. cm, por lo ue tienen mediano y gran tama o. Se caracterizan por presentar dos partes diferenciadas: el cuerpo, que actúa
como soporte propiamente dicho, descansando sobre un pie y
la cazoleta, que es el receptáculo sobre el que se dispondrían
diferentes sustancias Blá ue ,
:
) o lucernas Cabr ,
44: 6, fig. ). Tanto uno como otro pueden tener perfiles
diferentes. tendiendo al primero de ellos, Beltrán Lloris estableci seis ariantes seg n la morfología del cuerpo Beltrán
Lloris,
6: 4 ). sí, la ariante se caracteri a por tener el
cuerpo troncoc nico y la base rebajada la B por tener el mismo
perfil ue el anterior pero con la base moldurada la C presenta
un anillo en la parte superior del cuerpo la posee el mismo
perfil ue la anterior, pero la base es moldurada y registra una
ruptura de perfil entre el final de la ca oleta y el arran ue del
soporte la E tiene dos cuerpos troncoc nicos dispuestos de manera invertida y, por último, la F, que se caracteriza por tener
mayor tamaño que el resto y portar en el cuerpo varios anillos.
En cuanto al platillo, se han documentado tanto bordes salientes como sin diferenciar, con diámetros que oscilan entre
los y los 0. cm, y su cuerpo puede adoptar formas ue an
desde las hemiesf ricas a las de perfil uebrado. Por ltimo, las
bases sobre las que reposan estas piezas poseen un diámetro de
entre . y . cm.
lgunas de las interpretaciones ue se han ofrecido sobre su
uso se encaminan a identificarlas como soportes para lucernas
trián y Martíne ,
6: 3 6 Galiay,
: 36). Es cierto
ue en algunos casos se han recuperado con lucernas ue así
parecen indicarlo Cabr , 44: 6, fig. ), pero su n mero es
escaso para el total de piezas y contextos analizados. De este
modo, consideramos que también es plausible la propuesta
que sostiene que el receptáculo acogería sustancias líquidas o
esencias para aromatizar el espacio en el que se encontraban
depositados Blá ue ,
:
), generalmente inculados
al ámbito religioso Marco,
3
4: ), al menos de una
forma más e tendida. icha idea se e refor ada por el hecho de
ue muchos de ellos se han recuperado en conte tos cultuales,
dep sitos rituales y necr polis Beltrán Lloris,
6: 66 Bonet
y Mata,
).
Se trata de un tipo que no está muy representado en el conjunto estudiado, si bien es cierto que resulta singular su presencia, pues constituye un recipiente propio de la zona, ya que es
poco frecuente o casi inexistente en otros repertorios con decoraci n compleja. e hecho, a día de hoy hay pocos ejemplares
conocidos fuera de la ona estudiada, como por ejemplo el hallado en el Tossal de Manises lacant) Pericot,
, fig. ),
L lc dia El ) Tortosa, 004a:
, fig. y 3) o La Carro a
mposta) García Rubert y Villalbí, 00 , fig. ).
En el Bajo rag n se han contabili ado diecisiete ejemplares procedentes de diferentes yacimientos tabla 3): San Crist bal Mata de los lmos), El Palomar liete), La Bo ina Vi-
naceite), El Cabe o de lcalá
aila), El Cabe o de las Minas
Botorrita) y La Caridad Caminreal). e nue o, el grueso de
los materiales procede de un único yacimiento, El Cabezo de
lcalá
aila). Sobre alguno de ellos se ha establecido un paralelismo morfol gico y temático con otros hallados en pulia y
Daunia, planteándose la posibilidad de que ese tipo fuera introducido a raí de la llegada al poblado de gentes itálicas García
y Bellido,
,
0: 0 ).
San Cristóbal (Mata de los Olmos)
SCRIS S 6 fig. 3): Parte del cuerpo de un thymiaterium, con perfil troncoc nico, ue conser a un registro decorati o en el ue aparecen moti os geom tricos y figurados.
El Palomar (Oliete)
fig. 4): Thymiaterium de medianas dimensiones, pues cuenta con . cm de altura. La ca oleta tiene un
borde sin diferenciar, su boca mide . cm de diámetro y el
cuerpo tiene forma hemiesf rica. El cuerpo del soporte es bitroncocónico, marcando el tránsito entre ambas zonas una moldura. Tras sta aparece un calado y bajo l una ruptura de perfil.
La base mide 6 cm de diámetro. En cuanto a la decoraci n, sta
aparece en el platillo y en la parte exterior del cuerpo. En el primero de los espacios se pintan motivos geométricos, pero están
muy deteriorados. En el segundo la ornamentación se estructura en diez registros que acogen motivos del mismo tipo que el
anteriormente indicado, si bien, en el sexto registro también se
pintan otros vegetales.
La Bovina (Vinaceite)
La Bo ina fig. 3): Cuerpo de un thymiaterium con perfil c nico ue ha sido incluido dentro de la ariante B de aila Beltrán Lloris,
6, fig. 6 , n 0 ,
y 3 60 e Sus y
P re ,
3
4: 6 ). La ornamentaci n conser ada aparece
estructurada en tres registros. En todos ellos se pintan motivos
geom tricos, si bien, en el del centro tambi n hay otro egetal.
Cabezo de Alcalá (Azaila)
43 6
fig. 3): ragmento ue corresponde a un
cuerpo troncocónico con decoración estructurada en, al menos,
un registro en el que se pintan motivos vegetales.
43 6 33 fig. 3): ragmento ue podría pertenecer
al cuerpo de un thymiaterium con ornamentación vegetal conservada en un registro.
43 6 6
fig. 3): Cuerpo con perfil bitroncoc nico
que se cuenta con, al menos, seis registros en los que se emplean
motivos geométricos, si bien, en el quinto también aparecen uno
de tipo vegetal.
aila 4 fig. 3): Thymiaterium de grandes dimensiones Cabr , 44, fig.
B ). Su cuerpo tiene forma troncoc nica y posee tres anillos. Se ha clasificado como perteneciente
a la ariante de aila Beltrán Lloris,
6, fig. 63, n
4).
Actualmente desconocemos su paradero. Posee ornamentación
en el exterior del cuerpo, distribuida en cinco registros. En todos
se utilizan motivos geométricos, si bien, en el inferior también
se pinta otro de tipo vegetal.
aila
fig. 3): Thymiaterium que actualmente está
desaparecido Cabr , 44, fig.
). Tiene medianas dimensiones, pues mide 6 cm de altura. Su receptáculo cuenta con un
borde sin diferenciar, un diámetro de boca de cm y un cuerpo
139
[page-n-153]
19814
Botorrita-1
ig. 6. Thymiaterium . VI. ) de Cabe o de las Minas Botorrita) ibujo: . Beltrán Martíne ).
19815
0
10 cm
ig.
40
. Thymiateria
. VI. ) del Cabe o de lcalá
aila).
con una carena marcada. El soporte propiamente dicho tiene un
cuerpo bitroncocónico y en su parte inferior, próxima a la base,
aparece una ruptura de perfil. El diámetro de su base mide 3 cm.
Se ha clasificado como perteneciente a la ariante E de aila
Beltrán Lloris,
6, fig. 63, n 04). La decoraci n aparece en
el exterior del cuerpo del soporte, estructurada en tres registros.
En todos ellos se emplean motivos geométricos, si bien, en los
dos superiores también se representan otros vegetales.
aila
fig. 3): Thymiaterium de medianas dimensiones,
pues mide 4 cm de altura Cabr , 44: , fig.
3). El recep
táculo, que aparece en su parte superior, tiene un borde sin diferenciar, un diámetro de boca de .4 cm y su cuerpo presenta un perfil
uebrado. El soporte propiamente dicho tiene forma troncoc nica y en su cuerpo nicamente se aprecia una ruptura de perfil en
la ona pr ima a la base. sta mide
cm de diámetro. Se ha
clasificado como perteneciente a la ariante B de aila Beltrán Lloris,
6, fig. 6 , n
). Su paradero actual es incierto.
Cuenta con ornamentación en el cuerpo del soporte, dispuesta en
ocho registros. En todos ellos se emplean moti os geom tricos,
si bien, en el segundo y cuarto se combinan con otros vegetales.
aila 3 fig.
3): Thymiaterium que actualmente se
encuentra en paradero desconocido Cabr , 44, fig.
B3).
Cuenta con medianas dimensiones, pues mide . cm de altura.
Su cazoleta tiene el borde sin diferenciar, un diámetro de boca de
0 cm y una marcada carena. En cuanto al soporte, decir ue su
cuerpo tiene forma troncocónica y que está interrumpido por varios anillos. En la zona próxima a la base aparece una ruptura de
perfil. La base mide
cm de diámetro. Se ha clasificado como
perteneciente a la ariante de aila Beltrán Lloris,
6,
fig. 63, n
6). Presenta decoraci n en el interior del platillo y
en el exterior del cuerpo. En el primer espacio se utilizan motivos geométricos, algunos de los cuales, unidos y según cómo se
miren, se pueden interpretar como egetales Santos, 0 0). En
cuanto al segundo espacio, la ornamentación está estructurada
en cuatro registros. En ellos se pintan motivos geométricos, a
los ue hay ue sumar otro de tipo egetal en el registro inferior.
43 6 34 fig. 4): Thymiaterium de mediano tamaño,
pues mide cm de altura. El receptáculo tiene un borde sin diferenciar, midiendo su diámetro de boca cm. El cuerpo de ste
[page-n-154]
19047
19848
San Antonio-3
19845
Pal-19
IG147
Castelillo-2
Castelillo-1
Castelillo-9
Castelillo-4
Castelillo-8
Castelillo-10
SCRIS-SN2
Belmonte-1
TCCjto25a
0
10 cm
SCRIS-S-28
ig.
Cabr ,
. ragmentos con decoraci n figurada de: San ntonio Calaceite) San ntonio 3, 04 ,
4 y
4 )
4) El Castelillo llo a) IG 4 , Castelillo , Castelillo , Castelillo 4, Castelillo , Castelillo y Castelillo 0)
trián,
,
, 66 rtego,
4
46) El Palao lca i ) Pal ) Moret et al., 0 , fig. 3)
Tiro de Ca n lca i ) TCCjto a) San Crist bal Mata de los lmos) SCRIS SN y SCRIS S ) y ur n de Belmonte
Belmonte de Gracián) Belmonte , sin escala) Bosch,
3b, fig. 0).
4
[page-n-155]
1943-69-2334
1943-69-2340
1943-69-4262
1943-69-2371
1943-69-2377
1943-69-4280
1943-69-4281
1943-69-4279
1943-69-2402
1943-69-4282
1943-69-4290
1943-69-4285
1943-69-4256
0
ig.
10 cm
. ragmentos con decoraci n figurada del Cabe o de lcalá
presenta un perfil uebrado y descansa sobre un pie. En cuanto
al soporte propiamente dicho, decir ue presenta un ba uet n en
la parte superior, tiene forma troncocónica y en la zona próxima
al borde aparece una ruptura de perfil. La base mide . cm de
diámetro. Se ha clasificado como perteneciente a la ariante
de aila Beltrán Lloris,
6, fig. 63, n
). La decoraci n
aparece en la parte superior del platillo, próxima al borde, y en
el soporte propiamente dicho. En este ltimo espacio se estructura en tres registros. En ambos espacios se emplean motivos
geométricos, si bien, en el registro del centro del cuerpo también aparece otro de tipo vegetal.
43 6
4 fig. 4): Thymiaterium de grandes dimensiones, pues mide 6. cm de altura. Su receptáculo tiene el borde ligeramente engrosado, una boca de . cm de diámetro y un
perfil hemiesf rico. El soporte propiamente dicho cuenta con
un cuerpo troncocónico, en cuya parte inferior experimenta dos
rupturas de perfil, y su base mide . cm de diámetro. Presenta
ornamentación tanto en el borde como en la cazoleta y en el exterior del cuerpo. En todos ellos se pintan motivos geométricos,
si bien, en el cuerpo también aparecen otros vegetales, concretamente en el primero, cuarto y sexto registro de los once en los
que se estructura la decoración.
4 fig.
): Thymiaterium con el cuerpo de forma
troncocónica que en su parte inferior presenta una ruptura de
perfil. La base cuenta con un diámetro de 3 cm. Presenta deco4
1943-69-4237
1943-69-4238
aila).
ración en el exterior del cuerpo, estructurada en seis registros.
En todos ellos se pintan motivos geométricos, si bien, en el segundo y tercero se combinan con otros de tipo vegetal.
fig.
): Thymiaterium con cuerpo troncocónico
en el ue hay dos anillos. La base mide . cm de diámetro. La
ornamentación se desarrolla en el cuerpo y se estructura en seis
registros. En ellos se utilizan motivos geométricos, si bien, en
el segundo y en el cuarto también se pintan otros de tipo vegetal
y figurado.
Cabezo de las Minas (Botorrita)
Botorrita
fig. 6): Thymiaterium conservado bastante
completo, pero del ue no se han publicado sus dimensiones
Beltrán Martíne ,
3b, fig. 0). El platillo tiene un borde con
resalte y un cuerpo de perfil en cas uete. Un anillo marca el tránsito entre la ca oleta y el soporte propiamente dicho. ste ltimo
tiene forma troncocónica. La ornamentación aparece en el cuerpo, estructurada en dos registros. Además de los motivos geométricos, en el primero de ellos también se emplea otro vegetal.
III.6.4. InForMes (FIg. 127-143)
A todos los tipos señalados debemos sumar un gran número de
fragmentos informes, difícilmente adscribibles a un tipo determinado, ue presentan decoraci n de tipo figurado fig.
)
o egetal fig.
43).
[page-n-156]
Alto Chacón-2
Alto Chacón-5
San Antonio-1
San Antonio-2
San Antonio-6
Pal-11
Pal-7
Pal-8
Pal-9
Pal-10
12J 1
El Palomar-1
El Palomar-2
El Palomar-3
96B 24
ig.
. ragmentos con decoraci n egetal hallados en: lto Chac n Teruel) trián,
) San ntonio Calaceite) Cabr ,
4)
El Palao lca i ) Marco,
) El Palomar liete) Beltrán Martíne ,
a) y Castillejo de la Romana La Puebla de íjar)
y 6B 4) ibujos: Beltrán Lloris).
A tenor de lo expuesto en las páginas anteriores, apreciamos una clara selección de los soportes destinados a acoger
decoraci n compleja fig. 44 y tabla 3). Entre ellos, destaca
la presencia de unos tipos que resultan poco frecuentes en
otros conjuntos cerámicos con decoración compleja, tal es el
caso de los recipientes con cierre herm tico, los crateriskoi y
los thymiateria.
pesar de ue a cada tipo cerámico se le ha atribuido una
función determinada, debemos tener presente que la multifuncionalidad, según las necesidades de cada momento, primaría sobre la exclusividad de uso de estos recipientes. En línea
con lo expuesto, resulta obvio decir que además de contar con
una “funcionalidad práctica”, el estar decorados con motivos
egetales y/o figurados, a los ue acompa an otros de tipo
geométrico, les dotaría de un sentido especial que permitiría
a su propietario hacer muestra del ele ado ni el socioecon mico al que pertenecía. Su ubicación, por tanto, correspondía
a una zona destacada del espacio en el que se depositaban, no
teniendo porqué resultar tan visibles en los lugares cultuales si
fueron entregados como ofrendas3 o actuaron como contenedo3
Caso del po o oti o de Tossal de Sant Mi uel Llíria) ranegui,
c Bonet,
: 3 33,
:
), o Valentia València)
Garibo, 00 ), donde se han recuperado pie as con e cepcional
ornamentaci n ue, en algunos casos, tienen representaciones figuradas de tipo narrativo.
res de stas bad, 00 : 6). En este sentido, la temática del
vaso resultaría de gran importancia, pues en el caso de que se
representaran escenas heroicas, míticas, religiosas, festi as u
otras alusivas a la comunidad, no tendrían la misma consideración que aquellas en las que la narración es inexistente. Sirvan
como ejemplo las pie as 43 6
fig. 34), 43 6
3
fig. 3 ), 43 6
fig. 3 ) y aila 40 fig. 4 ), recuperadas en el templo in antis del Cabe o de lcalá
aila) y
decoradas con motivos geométricos y vegetales, frente a la posible tinaja
. 4 y los lebetes
. 3 y 0, 0, 4 y 4
.
4 del Tossal de Sant Mi uel Llíria) Bonet,
: 30,
:
0 ), el kalathos 33 y la tinaja 4 de La Serreta lcoi,
Pen guila, Cocentaina) Grau,
6 uentes, 006), el lebes
3 de L lc dia El ) Tortosa, 004a: 4 4 , fig. 6 y
) o el fragmento de una posible tinaja de La Cue a de la
Nari La Umbría de Salchite) Tortosa, 006, Lám. 6), ue
presentan decoraciones singulares y fueron halladas en espacios sacros. La ubicación de este último grupo, por tanto, sería
en un lugar preferente del recinto, donde todos los asistentes
pudieran rememorar las historias allí narradas o identificar las
alusiones a la divinidad pertinente, tomando parte activa de la
memoria colectiva del grupo. Mientras tanto, otro conjunto de
materiales, como los platos de peces
. 4 y 0 . 4 o el
lebes con decoraci n fitomorfa 06 0 . 4, locali ados en el
templo de Tossal de Sant Mi uel Llíria), serían testimonio de
los ban uetes rituales practicados en ese espacio Bonet,
:
43
[page-n-157]
LG-SN10
LG-II-C-80, 27 y 29
LG-II-C-588
LG-II-D-900, 894 y LG-II-C-359
LG-SN3
LG-SN7
LG-SN11
LG-SN5
Catelillo-3
Catelillo-6
TC32
LG-SN6
0
10 cm
Catelillo-7
Valmesón-1
ig. 30. ragmentos con decoraci n egetal de La Guardia lcorisa) LG II C 0,
y
LG SN 0 LG II C
LG II 00,
y LG II C 3 , LG SN , LG SN3, LG SN , LG SN6 y LG SN ) Martíne Gon ále ,
0),
El Castelillo llo a) Castelillo 3, Castelillo 6 y Castelillo ) trián,
,
), Tiro de Ca n lca i ) TC3 )
y Valmes n aroca) Valmes n ) Burillo,
0).
30,
: 00 06). ueda patente, por tanto, la importancia
ue el conte to tiene para comprender el uso, significado y función al que estuvieron destinados este tipo de recipientes y sus
decoraciones. No obstante, el que la práctica totalidad de las
excavaciones arqueológicas de los yacimientos estudiados en
este trabajo sean antiguas, y el que en la mayoría de ocasiones
sea poca la informaci n ue ha trascendido sobre sus resultados, actúa como handicap para su correcta interpretación.
44
4
Por otra parte, sería interesante poder determinar el período de utilización de cada uno de los soportes con decoración
compleja estudiados, pero como en el caso anterior, nos encontramos de nuevo con el problema del estado de la documentación existente al respecto. En este sentido, en pocas ocasiones se
puede precisar más la hor uilla temporal de fabricaci n y uso,
comprendida, grosso modo, entre el s. III y el I a. C. fig. 44 y
4 , tabla 3 y 4).
[page-n-158]
Pal-4
Pal-16
IG8517
Pal-2
Pal-18
Pal-12
Pal-13
Pal-20
Pal-15
Pal-17
0
ig. 3 . ragmentos con decoraci n egetal recuperados en El Palao lca i ) Barda íu y Thou enot,
Marco,
0 Moret et al., 0 ).
1943-69-2361
ig. 3 . ragmentos con decoraci n egetal del Cabe o de lcalá
0
10 cm
30
10 cm
aila).
4
[page-n-159]
1943-69-2180
1943-69-2195
1943-69-2192
1943-69-2185
1943-69-2251
1943-69-2253
1943-69-2256
1943-69-2259
1943-69-2265
1943-69-2255
1943-69-2257
1943-69-2315
1943-69-2313
1943-69-2310
1943-69-2322
1943-69-2317
1943-69-2316
1943-69-2339
1943-69-2319
1943-69-2294, 4244 y 2571
0
10 cm
ig. 33. ragmentos con decoraci n egetal hallados en El Cabe o de lcalá
46
aila).
[page-n-160]
1943-69-2324
1943-69-2325
1943-69-2321
1943-69-2318
1943-69-2348
1943-69-2372
1943-69-2375
1943-69-2373
1943-69-2370
1943-69-2377
1943-69-2386
1943-69-2374
1943-69-2388
1943-69-2378
1943-69-2390
1943-69-2394
1943-69-2379
1943-69-2392
1943-69-2389
1943-69-2396
0
1943-69-2406
10 cm
ig. 34. ragmentos con decoraci n egetal documentados en El Cabe o de lcalá
aila).
4
[page-n-161]
1943-69-2398
1943-69-2399
1943-69-2400
1943-69-2410
1943-69-2401
1943-69-2403
1943-69-2407
1943-69-2409
1943-69-2414
1943-69-2415
1943-69-2420
1943-69-2421
1943-69-2404
1943-69-2411
1943-69-2416
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1943-69-2417
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1943-69-2423
1943-69-2424
1943-69-2425
1943-69-2427
1943-69-2433
1943-69-2431
1943-69-2432
1943-69-2430
0
1943-69-2428
10 cm
ig. 3 . ragmentos con decoraci n egetal recuperados en El Cabe o de lcalá
4
1943-69-2429
aila).
[page-n-162]
1943-69-2437
1943-69-2435
1943-69-2440
1943-69-2439
1943-69-2438
1943-69-2483
1943-69-2441
1943-69-2481
1943-69-2485
1943-69-2486
1943-69-2488
1943-69-2487
1943-69-2490
1943-69-2449
0
10 cm
ig. 36. ragmentos con decoraci n egetal del Cabe o de lcalá
aila).
4
[page-n-163]
1943-69-2496
1943-69-2497
1943-69-2489
1943-69-2491
1943-69-2492
1943-69-2500
1943-69-2498
1943-69-2508
1943-69-2499
1943-69-2503
1943-69-2514
1943-69-2516
1943-69-2527
1943-69-2525
1943-69-2529
1943-69-2530
1943-69-2531
1943-69-2534
1943-69-2528
1943-69-2535
1943-69-2536
1943-69-2537
1943-69-2538
1943-69-2539
1943-69-2540
1943-69-2541
1943-69-2543
1943-69-2548
1943-69-2549
0
1943-69-2544
1943-69-2545
1943-69-2546
1943-69-2550
1943-69-2553
1943-69-2554
10 cm
ig. 3 . ragmentos con decoraci n egetal hallados en El Cabe o de lcalá
0
aila).
[page-n-164]
1943-69-2558
1943-69-2552
1943-69-2559
1943-69-2557
1943-69-2566
1943-69-2570
1943-69-2607
1943-69-2561
1943-69-2585
1943-69-2608
1943-69-2609
1943-69-2610
1943-69-2611
1943-69-2612
1943-69-2614
1943-69-2615
1943-69-2618
1943-69-2616
1943-69-3122
1943-69-3106
1943-69-3107
1943-69-3108
1943-69-3124
1943-69-3112
1943-69-3118
1943-69-3117
1943-69-3119
0
1943-69-3123 y 3186
10 cm
ig. 3 . ragmentos con decoraci n egetal documentados en El Cabe o de lcalá
aila).
[page-n-165]
1943-69-3125
1943-69-3128
1943-69-3132
1943-69-3127
1943-69-3147
1943-69-3135
1943-69-3153
1943-69-3138
1943-69-3148
1943-69-3136
1943-69-3160
1943-69-3162
1943-69-3163
1943-69-3139
1943-69-3158
1943-69-3161
1943-69-3164
1943-69-3185
1943-69-3166
1943-69-3167
1943-69-3165
1943-69-3194
1943-69-3168
1943-69-3169
1943-69-3196
1943-69-3138
1943-69-3147
0
1943-69-3148
1943-69-3158
1943-69-3153
10 cm
ig. 3 . ragmentos con decoraci n egetal recuperados en El Cabe o de lcalá
aila).
[page-n-166]
1943-69-3162
1943-69-3164
1943-69-3160
1943-69-3161
1943-69-3163
1943-69-3222
1943-69-3223
1943-69-3224
1943-69-3368
1943-69-3369
1943-69-3239
1943-69-3403
1943-69-3551
1943-69-3376
1943-69-3404
1943-69-3523
1943-69-3627
1943-69-3558
1943-69-3626
1943-69-3641
1943-69-3650
1943-69-3654
1943-69-3647
1943-69-3653
1943-69-3666
1943-69-3656
1943-69-3671
1943-69-3674
1943-69-3673
0
1943-69-3669
1943-69-3679
1943-69-3680b
10 cm
ig. 40. ragmentos con decoraci n egetal del Cabe o de lcalá
aila).
3
[page-n-167]
1943-69-3676
1943-69-3678
1943-69-3683
1943-69-3677
1943-69-3680
1943-69-3686
1943-69-3689
1943-69-3684
1943-69-3687
1943-69-3748
1943-69-3691
1943-69-3791
1943-69-3810
1943-69-3818
1943-69-3795
1943-69-3814
1943-69-3807
1943-69-3819
1943-69-3820
1943-69-3815
1943-69-4248
1943-69-4258
1943-69-4245
1943-69-4242
1943-69-4275
1943-69-4247
0
1943-69-4250
10 cm
ig. 4 . ragmentos con decoraci n egetal hallados en El Cabe o de lcalá
4
1943-69-4253
aila).
[page-n-168]
1943-69-4254
1943-69-4259
1943-69-4255
1943-69-4283
1943-69-4263
1943-69-4269
1943-69-4261
1943-69-4284
1943-69-4271
1975-58-Az-19
1943-69-4285
1943-69-4287
1943-69-4288
1975-58-Az-20
1975-58-Az-46
1975-58-Az-32 y 57
1975-58-Az-32
1975-58-Az-50
1975-58-Az-59
1975-58-Az-54
1975-58-Az-355 y 360
37034
37032
37054
36997
1975-58-Az-592
37027
37022, 37024, 37025, 37026 y 37033
37030
0
10 cm
ig. 4 . ragmentos con decoraci n egetal documentados en El Cabe o de lcalá
aila).
[page-n-169]
37036
37039
37038
36990
37049
0
10 cm
86.1.3396
ig. 43. ragmentos con decoraci n egetal recuperados en El Cabe o de lcalá
aila) 36
Celsa Velilla de Ebro) 6. .33 6).
0, 3 036, 3 03 , 3 03 y 3 04 ) y
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
A.I.4
A.II.1
A.II.2 A.II.4.3 A.II.6
A.II.7 A.III.2 A.III.8 A.III.9 A.V.1 A.VI.4 A.VI.8 A.VI.9
ig. 44. Gráfico del c mputo total de recipientes con decoraci n compleja pintada, por tipos cerámicos.
ig. 4 . Gráfico en el ue se detalla, por tipos y en porcentajes, la estructura interna de las decoraciones.
6
[page-n-170]
Tabla 4. Relaci n de pie as conser adas más completas con el tipo cerámico al ue pertenecen, estructura decorati a, tipo de ornamenta
ción, estilo o grupo pictórico al que se adscriben, contexto en el que se recuperaron y cronología estimada. Las abreviaturas utilizadas son:
CIMIENT S
C.):
C
lto Chac n Teruel), B La Bo ina Vinaceite),
C El Castelillo
llo a), C Cabe o de lcalá
aila),
CM Cabe o de las Minas Botorrita), C La Corona uen
tes de Ebro), B ur n de Belmonte Belmonte de Gra
cián), LG La Guardia
lcorisa), P El Palao
lca i ),
P El Palomar
liete), S San ntonio Calaceite),
TC Tiro de Ca n lca i ), TG Torre Gachero Valderro
bres) y P Pi uete de la talaya
uara).
Bandas continuas, CN Conc ntrica, CNS Conc ntricas,
M-Metopada y MC-Motivo central.
Temas: L R e sobre or, R es afrontadas, RPV
es afrontadas picando un egetal, B Batalla, CE Certa
men, C Ca a,
epredaci n, ES esfiles,
esti o,
LT-Limitación territorial, PR-Propiciatoria, TA-Teoría de
aves y TAPV-Teoría de aves picando vegetales.
Motivos decorativos:
Ubicación: L. int.-Labio interior, L. ext.-Labio exterior, T.
sup.-Tercio superior, T. inf.-Tercio inferior, Int.-Interior,
Ext.-Exterior, A.-Asa, Cll.-Cuello y Pm.-Pomo.
Indi iduos IN .)
SOPORTE:
Decoración: G igurada, T itomorfa y G Geom trica.
DECORACIÓN:
Modo: M Mi to, P Perfilado y TP Tinta plana.
Grupo: B I Bajo rag n
Estructura Interna Estr. Int.): BC Banda continua, BCS
Decoración
Soporte
Motivos decorativos
Ubicación
Estructura externa
Pieza
Yac.
Tipo
Frisos
Decoración
TCSN1
TC
A. I.4.2
3
FT/FT/FT
TCSN5
TC
A. I.4.2
4
TC23
TC
A. I.4.2
2
TC124
TC
A. I.4.2
2
1943-69-507
CA
A. I.4.2
1943-69-508
CA
A. I.4.2
1943-69-509
CA
1943-69-510
CA
1943-69-511
Modo Estr. Int.
Temas L. int. L. ext. T. sup. T. inf. Int. Ext. A. 1 A. 2 Cll. Pm. Total Ind.
Estilo
Grupo
Contexto
Cronología
M
BCS
4
6
10
10
9
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
FT/G/FG
M
BCS (3)/M
6
44
50
50
21
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
G/FT
TP
BC/M
3
24
27
12
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
FT/FT
TP
BC/M
3
15
17
10
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
2
FT/FT
TP
BC/M
3
G/G/FG
TP BCS (2)/M
A. I.4.2
2
FT/FG
TP
BC/M
A. I.4.2
2
FT/FT
M
BCS
CA
A. I.4.2
3
FT/G/FT
M
BCS (2)/M
1943-69-512
CA
A. I.4.2
3
G/FT/FT
M
1943-69-513
CA
A. I.4.2
5
G/FT/G/G/FT
M
1943-69-514
CA
A. I.4.2
3
G/FG/FT
M
BCS (2)/M
1943-69-515
CA
A. I.4.2
2
FT/FT
TP
BC/M
1943-69-516
CA
A. I.4.2
3
G/FT/FT
1943-69-2448 CA
A. I.4.2
2
1943-69-2465 CA
A. I.4.2
2
1943-69-2569 CA
A. I.4.2
2
FT/FT
A. I.4.2
3
FT/G/FT
Azaila-40
CA
17
1
3
42
45
45
11
Azaila
40
50
90
90
26
Azaila
3
47
50
50
21
Azaila
3
8
11
11
10
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
5
14
19
19
13
Azaila
¿Dep. 1, calle H? s. II-1º 1/4 del I a. C.
BCS (2)/M
4
30
34
34
21
Azaila
Templo in antis
BCS (4)/M
7
42
49
49
26
Azaila
Templo in antis
s. II-1º 1/4 del I a. C.
39
61
100
100
41
Azaila
Templo in antis
s. II-1º 1/4 del I a. C.
CZ
AFR
TA
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Dep. 1, calle H
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
7
54
61
61
21
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
TP BCS (2)/M
4
55
59
59
13
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Indet.
M
BC/M
2
14
16
16
11
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
FT/FT
TP
BC/M
3
23
26
26
12
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
TP
BC/?
3
1
4
4
4
Azaila
4
60
64
64
17
Azaila
TP BCS (2)/M
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Templo in antis
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila-41
CA
A. I.4.2
2
FT/FT
M
BCS
3
8
11
11
10
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
439-2/150
CA
A. I.4.2
2
G/FT
M
BCS
3
28
31
30
12
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
87.104.1
CO
A. I.4.2
3
G/FT/FT
TP BCS (2)/M
4
81
85
85
21
Azaila
1943-69-503
CA
A. II.1.1
2
FT/G
TP
M/BC
21
1
22
22
7
Azaila
Dep. 1, calle H
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-504
CA
A. II.1.1
2
FT/FT
TP
M/BC
76
2
78
78
20
Azaila
Dep. 1, calle H
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-601
CA
A. II.1.1
¿1?
FT
M
BC
5
5
5
3
Azaila
1943-69-691
CA
A. II.1.1
¿1?
FT
M
BC
4
4
4
2
Azaila
1
FT
M
M
13
13
13
5
2
G/FT
TP
BCS
2
2
4
4
4
Azaila
Azaila
Alto Chacón-3 ACH A. II.2.1.1
TCObj13
TC
A. II.2.1.3
Azaila-30
CA
A. II.2.1.1
1
FT
TP
BC
17
17
17
3
A. II.4
2
FT/G
TP
M/M
28
33
61
61
12
San Antonio-4 SA
s. I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
BA II
Dep. 14
ss. II-I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
BA I
s. III-princip. del II a. C.
1943-69-505
CA
A. II.4.3.1
2
FT/FT
TP
BCS
3
2
5
5
4
Azaila
1943-69-506
CA
A. II.4.3.1
3
G/FT/FT
TP
BCS
3
3
6
6
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-522
CA
A. II.4.3.2
2
FT/FT
TP
BCS
3
2
5
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-523
CA
A. II.4.3.2
2
G/FT
TP
BCS
3
2
5
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-527
CA
A. II.4.3.1
2
G/FT
TP
BCS
4
1
5
5
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-2296 CA
A. II.4.3
4
G/FT/G/FT
TP BCS (3)/M
5
8
13
13
10
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-2466 CA
A. II.4.3.3
2
FT/G
TP
BCS
4
1
5
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-4201 CA
A. II.4.3.2
3
G/FT/FT
TP
BCS
4
1
5
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila
Azaila-34
CA
A. II.4.3
2
FG/FG
TP
¿?
5
4
9
9
6
IG889
ACH
A. II.7.2
2
G/FG
M
BC/M
9
25
34
34
15
IG1358
LG
A. II.7.1.1
1
FT
TP
M
8
8
5
IG1547
LG
A. II.7.1.1
1
FG - G (ala)
TP
M
CZ
1
35
35
IG1359
LG
A. II.7.1.1
1
FG
TP
BC
PR/LT/CZ
1
55
56
1
7
11
7
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
BA II
Calle 1 B
ss. II-I a. C.
Azaila
Estrato II-III
ss. III-II a. C.
21
Azaila
Dep. B, nivel III
ss. II-I a. C.
28
Azaila
Dep. B, nivel III
125-50 a. C.
Pal-1
P
A. II.7.1
2
FT/G
M
M/M
18
18
10 Fontscaldes
TC65
TC
A. II.7.2.2
1
FT - G (ala)
TP
BC
1
3
4
3
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1/2 s. II-I a. C.
TCSN2
TC
A. II.7.1.2
1
FT - G (ala)
TP
BC
2
3
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
[page-n-171]
Decoración
Soporte
Motivos decorativos
Ubicación
Estructura externa
Pieza
Yac.
Tipo
Frisos
Decoración
TCSN4
TC
A. II.7.1.1
2
FT/G - G (ala)
Modo Estr. Int.
M
M/BC
Temas L. int. L. ext. T. sup. T. inf. Int. Ext. A. 1 A. 2 Cll. Pm. Total Ind.
1
30
31
12 Fontscaldes
Estilo
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Grupo
Contexto
Cronología
TC110
TC
A. II.7.1.1
1
FT - G (ala)
TP
M
1
29
30
12
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
TCCjto17
TC
A. II.7.1.1
2
G/FT - G (ala)
M
M
4
18
22
10
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
TCCjto22
TC
A. II.7.1.1
2
FT/FT - G (ala)
TP
BC/M
1
13
14
9
Azaila
IG148, 149, 152 C
A. II.7.1.1
1 FG - G/Letrero (ala) TP
3
9
s. II-1º 1/4 del I a. C.
M
CZ/D
4
14
18
11
Azaila
Dep. lado N.
ss. III-II a. C.
IG151
C
A. II.7.1.1
2
G/FG - G (ala)
M
BC/M
AFLOR/
CZ/D
1
47
48
20
Azaila
C, calle D
Dep. lado N.
ss. III-II a. C.
IG153
C
A. II.7.1.1
2
FG/FT - G/
Letrero (ala)
M
¿?
BT/CE
1
18
19
17
Azaila
Dep. lado N.
ss. III-II a. C.
IG154
C
A. II.7.1.2
1
FG - G (ala)
M
M
DES/CZ
1
42
42
31
Azaila
IG543
C
A. II.7.1.1
1
FG - G (ala)
M
M
D
1
25
25
14
Azaila
Dep. 8
ss. III-II a. C.
AFR/TA
1
148-2004
CA
A. II.7.1.2
1
FT - G (ala)
M
M
1943-69-491
CA
A. II.7.1.1
2
FG/FT - G (ala)
M
BCS
1943-69-492
CA
A. II.7.1
1
FT
M
M
1943-69-493
CA
A. II.7.1.1
1
FT - G (ala)
M
BC
1943-69-494
CA
A. II.7.1.1
1
FT
M
M
1943-69-495
CA
A. II.7.1.1
1
FG
M
M
1943-69-496
CA
A. II.7.1.1
1
FG
TP
M
1943-69-497
CA
A. II.7.2.1
1
FT - G (ala)
M
M
1943-69-498
CA
A. II.7.1.1
1
FT
TP
M
1943-69-499
CA
A. II.7.1.1
1
FG
TP
M
1943-69-500
CA
A. II.7.2.1
1
FT - G (ala
TP
M
1943-69-501
CA
A. II.7.2.1
1
FT - G (ala)
TP
BC
1943-69-587
CA
A. II.7.1.1
1
FG - G (ala)
M
M
1943-69-693
CA
A. II.7.2.2
1
FT - G (ala)
TP
BC
1943-69-4233 CA
A. II.7.2.1
1
FG - G (ala)
TP
BC
1
14
3
1
CZ/CZ
1
CZ
1
1
42
41
16
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
16
18
12
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
7
7
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
7
8
8
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
33
33
16
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
28
28
14
Azaila
47
47
32
Azaila
48
49
17
Azaila
23
23
12
Azaila
46
46
29
Azaila
70
71
16
Azaila
3
4
4
Azaila
79
79
44
Azaila
CZ
1
1
2
3
3
Azaila
PR/¿?/CZ
1
39
40
30
Azaila
20
20
13
Azaila
39
39
20
Azaila
53
53
15
Azaila
28
26
19
Azaila
19895
CA
A. II.7.1.1
1
FT
M
M
Azaila-35
CA
A. II.7.1.1
2
FG/FT
TP
BCS
Azaila-38
CA
A. II.7.2.1
1
FT
TP
BC
Azaila-43
CA
A. II.7
1
FG
TP
BC
D/¿?
CZ
PR/LT/CZ
37
2
ss. III-II a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Dep. 3, calle B
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Casa 2, Dep.
C, calle D
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Casa 2, Dep.
C, calle D
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Casa 2, calle G
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Casa 2, calle G
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Dep. 3, calle B
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
9/69/78
PA
A. II.7.1.2
2
FT/FG - G (ala)
M
BC/M
20
30
50
23
Azaila
Casa del sector 19 s. II-1º 1/4 del I a. C.
7683
CM
A. II.7.1.1
2
FG/FT - G (ala)
M
BC/M
1
56
57
9
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
83.40.4
CM
A. II.7.1.1
1
FT - G (ala)
TP
BC
1
4
5
5
Azaila
IG1545
LG A. III.2.1.2
4
FG/G/FT/G
TP
BCS
1
15
16
8
Azaila
San Antonio-10 SA
A. III.2.1.1
3
FG/G/G
P
BCS
San Antonio-11 SA
A. III.2.1.3
1
FG
P
BCS
TP
BCS
3
TCObj16
TC
A. III.2.2.1
2
G/FT
IG142
C
A. III.2
3
FT/G/FG
IG538
C
A. III.2.2.1
2
FG/G
Azaila-2
CA
A. III.2
3
G/FT/G
TP BCS (2)/M
TCObj1
TC
A. III.8.3.1
2
FT/FT
TP
CN/MC
TC72
TC
A. III.8.3.1
2
FT/FT- G (ala)
TP
CN/MC
IG688
PO
A. III.8.3.1
4
FT/FT/G/G
TP CN (3)/MC
1943-69-597
CA
A. III.8.2.1
1
FT - G (ala)
TP
CN
1943-69-598
CA
A. III.8.2.1
2
G/FG
TP
CNS
1943-69-599
CA
A. III.8.1.1
1
FT - G (ala)
TP
CN
1
1943-69-689
CA
A. III.8.1.1
2
FT/G - G (ala)
TP
CN/MC
1943-69-3513 CA
A. III.8.1.1
2
FT/G - G (ala)
TP
TP
TP BCS (2)/¿?
TP
M/BC
Indet.
1
Indet.
AFRPV
1
Indet.
Indet. 5
BA I
Indet.
Indet. 5
BA I
4
2
4
6
18
3
22
4
Indet.
Indet.
1
1
6
6
Azaila
6
6
Azaila
23
16
Azaila
Indet. Indet.
Dep. 3
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. III-princip. del II a. C.
s. III-princip. del II a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
ss. III-II a. C.
ss. III-II a. C.
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
4
4
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
4
5
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
6
6
5
Azaila
2
3
3
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
6
6
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
2
3
3
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1
4
5
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
CN/MC
1
4
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
CN/MC
1
4
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
6
6
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
22
23
7
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
4
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1
1
CZ
1993-160
CA
A. III.8.1.1
2
FT/G - G (ala)
1995-163
CA
A. III.8.1.1
3
FT/FT/G
Azaila-29
CA
A. III.8.1.1
2
FT/G - G (ala)
TP
CN/MC
A. III.9
4
G/FT/G/FT
TP
CNS
2
CNS
5
5
5
Azaila
9
9
6
Azaila
Torre Gachero-2 TG
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Dep. B, nivel III
TP CNS (2)/MC
1
2
ss. III-II a. C.
IG145
C
A. III.9
4
G/FT/G/FT
TP
IG591
C
A. III.9
4
G/FT/G/FT
TP CNS (3)/MC
San Antonio-7 SA
A. V.1
1
FT
TP
CN
1
5
6
6
2
BA I
San Antonio-8 SA
A. V.1
1
FT
TP
CN
1
1
2
2
2
BA I
63
14
Azaila
2
2
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
2
ss. III-II a. C.
Dep. 8
ss. III-II a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Dep. 5
s. III-princip. del II a. C.
TC21
TC
A. V.1.2.2
3 G/FT/G - G (pomo) TP CNS (2)/MC
61
TCObj5
TC
A. V.1.2
1
FT
TP
CN
2
s. II-1º 1/4 del I a. C.
151-7396
CA
A. V.1.1.1
1
G - FT (pomo)
TP
CN
14
1
15
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1
167-2002
CA
A. V.1.1.1
2 G/FT - FT (pomo) TP
CNS
4
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-547
CA
A. V.1.1.2
2
FT/G
TP
CNS
5
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-550
CA
A. V.1.1.2
3
G/FT/G
TP
CNS
6
6
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-586
CA
A. V.1.1.1
2
FT/G - G (pomo) TP
CNS
3
1
4
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-588
CA
A. V.1.2.2
2
FT/G - G (pomo) TP
CNS
5
2
7
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
[page-n-172]
Decoración
Soporte
Motivos decorativos
Ubicación
Estructura externa
Pieza
Yac.
Tipo
1943-69-603
CA
A. V.1.2.2
3 G/FT/G - G (pomo) TP
CNS
5
3
7
6
Azaila
1943-69-619
CA
A. V.1.1.1
2 G/FT - FT (pomo) TP
CNS
4
1
5
5
Azaila
1943-69-622
CA
A. V.1
2
G/FT
TP
CNS
4
4
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-626
CA
A. V.1.1
3
G/FT/FT
M
CNS
6
6
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-634
CA
A. V.1
2
G/FT
TP
CNS
3
3
3
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-635
CA
A. V.1
2
G/FT
TP
CNS
4
4
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-639
CA
A. V.1.1
2
G/FG
TP
CNS
39
39
3
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-640
CA
A. V.1.1.1
3 G/FT/G - G (pomo) TP
CNS
6
7
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-645
CA
A. V.1
2
G/FT
M
CNS
4
4
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-647
CA
A. V.1
1
FT
TP
CN
2
2
2
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-655
CA
A. V.1.1.1
1
FT
TP
CN
3
3
3
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-658
y 666
CA
A. V.1
1
FT
TP
CN
3
3
2
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1995-38-Az-364 CA
1943-69-680
CA
1995-38-Az-366 CA
Frisos
Decoración
Modo Estr. Int.
Temas L. int. L. ext. T. sup. T. inf. Int. Ext. A. 1 A. 2 Cll. Pm. Total Ind.
A. V.1
2
FT/?
TP
CNS
3
A. V.1.1.2
4
G/G/FT/G
M
CNS
11
1
2
Estilo
Grupo
Contexto
Cronología
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Dep. 1, calle H
s. II-1º 1/4 del I a. C.
3
3
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
13
7
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
A. V.1
2
G/FT
TP
CNS
3
3
3
Azaila
37085
CA
A. V.1
2
G/FT
TP
CNS
4
4
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
7399
CA
A. V.1.1.2
5
FT/G/G/G(G
M
CNS
8
2
10
10
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
19800
CA
A. V.1.1.1
1
FT - FT (pomo)
TP
CNS
3
1
4
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
19812
CA
A. V.1.1.1
1
FT - FT (pomo)
TP
CN
3
1
4
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
19813
CA
A. V.1.2.1
2 FT/G - FT (pomo) TP
CNS
3
1
4
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
40-27-VI-427
CA
A. V.1
2
TP
CNS
5
5
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila-1
CA
A. V.1.1
2 G/FT - FT (pomo) TP
CNS
4
1
5
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila-3
CA
A. V.1.1
2 FG/G - FT (pomo) TP
CNS
22
1
23
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila-4
CA
A. V.1.1
2 G/FT - FT (pomo) TP
CNS
4
1
Azaila-5
CA
A. V.1
2
G/FG
TP
CNS
Azaila-6
CA
A. V.1
1
FT
TP
Azaila-7
CA
A. V.1
2 G/FT - FT (pomo) TP
Azaila-8
CA
A. V.1
3
G/FT/G - G
TP
CNS
5
1
6
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila-9
CA
A. V.1
2
G/G
TP
CNS
5
1
6
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila-10
CA
A. V.1
2
FT/G
TP
CNS
5
5
4
Azaila
Azaila-11
CA
A. V.1
3
G/FT/G
TP
CNS
7
7
7
Azaila
Azaila-12
CA
A. V.1
4
FT/G/G/G
TP
CNS
5
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila-13
CA
A. V.1
2
G/FT
TP
CNS
3
3
3
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila-14
CA
A. V.1
1
FT
TP
CN
10
10
2
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila-15
CA
A. V.1
1
FT
TP
CN
2
2
2
Azaila
Azaila-17
CA
A. V.1
2
G/FT
TP
CNS
4
4
4
Azaila
Azaila-18
CA
A. V.1.1
2 FG/G - FT (pomo) M
CNS
4
7
7
Azaila
Azaila-19
CA
A. V.1
1
TP
CN
3
3
3
Azaila
Azaila-20
CA
A. V.1
3 G/FT/G - G (pomo) TP
CNS
5
1
6
6
Azaila
Dep. 1, calle H
Azaila-21
CA
A. V.1
1
FT - FT
TP
CN
4
1
Dep. 1, calle H
Azaila-22
CA
A. V.1.3.1
2
FT/G
TP
CNS
5
Azaila-23
CA
A. V.1.1.2
4
FT/G/G/G
TP
CNS
9
Azaila-36
CA
A. V.1.1.1
1
FT
TP
CN
3
Azaila-37
CA
A. V.1.1.2
2
FT/G
TP
CNS
5
Azaila-39
CA
A. V.1.1.1
1
FG - G
TP
CN
34
Azaila-42
CA
A. V.1.3.1
2
G/FT
TP
CNS
4
San Antonio-5 SA
A. V.1.1.1
1
FT
TP
CN
FT/G
G - FT
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
9
9
7
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
CN
3
3
2
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
CNS
5
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
TAPV
1
1
3
3
LG
A. VI.4.1
2
G/FT
TP
BCS
IG536
LG
A. VI.4.1
2
G/FT
TP
BCS
IG1546
LG
A. VI.4.1
3
G/FT/G
TP
BCS
1
5
9
1
IG1343
LG
A. VI.4.1
2
G/FT
TP
BCS
1
2
7
1
1
5
1
1
3
8
1
1
5
9
1
1
1
3
5
2
6
1
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
¿Casa 2, Dep.
C, calle D?
s. III-II a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
5
5
Azaila
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
2
11
11
Azaila
Casa 2, Dep. C, calle D s. II-1º 1/4 del I a. C.
1
4
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1
35
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
4
3
Azaila
3
3
1
LGSN13
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Dep. 1, calle H
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
BA I
s. III-princip. del II a. C.
2
5
4
Azaila
2
7
6
Azaila
1
2
10
9
Azaila
Dep. B, nivel III
ss. II-I a. C.
1
3
8
5
Azaila
Dep. B, nivel III
ss. II-I a. C.
2
6
4
Azaila
9
6
Azaila
2
9
8
Azaila
Dep. 8
ss. III-II a. C.
5
29
24
Azaila
Dep. lado N.
ss. III-II a. C.
1
ss. II-I a. C.
Dep. 8
ss. III-II a. C.
TC67
TC
A. VI.4.1
2
G/FT
TP
BCS
1
TCSN6
TC
A. VI.4.2
3
FT/G/G
TP
BCS
1
IG540
C
A. VI.4.1
3
G/FT/FT
TP
BCS
1
IG146
C
A. VI.4.1
3
FT/G/FT
M
BCS
1943-69-521
CA
A. VI.4.1
3
G/G/FT
TP
BC (2)/M
62
3
62
16
Azaila
1943-69-524
CA
A. VI.4.1
2
G/FG
TP
BCS
5
2
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-525
CA
A. VI.4.1
2
G/FT
TP
BC/M
20
2
20
10
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-585
CA
A. VI.4.1
3
G/G/FT
1943-69-590
CA
A. VI.4.2
2
FT/G
1943-69-592
CA
A. VI.4.2
4
FG/G/FT/FT
TP
BCS
1943-69-618
CA
A. VI.4.1
3
G/G/FT
TP
BCS
1943-69-690
CA
A. VI.4.2
4
G/FT/G/G
TP
BCS
F/CZ
3
2
27
TP BCS (2)/M
1
75
TP
1
16
1
32
1
6
M/BC
TA
1
7
3
1
1
1
2
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
76
16
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
17
7
Azaila
Casa 6, Dep. 4, calle A s. II-1º 1/4 del I a. C.
33
17
Azaila
Casa 3-H, calle C s. II-1º 1/4 del I a. C.
7
7
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
8
7
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
[page-n-173]
Decoración
Soporte
Motivos decorativos
Ubicación
Estructura externa
Pieza
Yac.
Tipo
Frisos
Decoración
1943-69-692
CA
A. VI.4.2
4
G/FT/G/G
Modo Estr. Int.
M
BCS
155-2596
DB
A. VI.4.2
2
FT/G
TP
BCS
87.104.8
C
A. VI.4.2
2
FT/G
TP
BCS
179-1922
PO
A. VI.9
10
G/G/G/G/G/
FT/G/G/G/G
G/FT (cazoleta)
TP
BCS (5)/
M/BCS (4)
La Bovina-1
B
A. VI.9
3
G/FT/G
TP
BCS
1943-69-534
CA
A. VI.9
3
G/FT/G
G (cazoleta)
TP
BCS
1943-69-584
CA
A. VI.9
11
G/G/G/G/FT/ TP
BCS
G/FT/G/G/G/
M/BCS (4)
G G/G (cazoleta)
1943-69-2629 CA
Temas L. int. L. ext. T. sup. T. inf. Int. Ext. A. 1 A. 2 Cll. Pm. Total Ind.
1
1
1
2
1
1
6
Estilo
6
7
6
Azaila
3
3
3
Azaila
6
7
6
Azaila
21
24
13
Azaila
Grupo
Contexto
Cronología
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. I a. C.
s. I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
6
6
6
Azaila
1º 1/2 del s. I a. C.
7
8
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
23
30
17
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
A. VI.9
6
G/G/G/G/FT/G
TP
BCS
10
10
7
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
19814
CA
A. VI.9
5
G/FT/FT/G/G
TP
BCS (4)/
M/BC
30
30
8
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
19815
CA
A. VI.9
5
G/FT/G/FG/G
TP
BCS
11
11
6
Azaila
Azaila-24
CA
A. VI.9
5
G/G/G/G/FT
TP
BCS
6
6
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila-25
CA
A. VI.9
3
FT/FT/G
TP
BCS
6
6
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila-27
CA
A. VI.9
8
G/F/G/G/
G/G/G/G
TP
BCS
16
16
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila-31
CA
A. VI.9
6
G/G/G/G/G/FT
G (cazoleta)
TP
BCS
2
7
9
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila-32
CA
A. VI.9
10
G/G/G/FT/G/
FT/G/G/G/
G G (cazoleta)
TP
BCS
2 Indet.
Indet. 11
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Botorrita-1
CM
A. VI.9
2
FT/FT
TP
BCS
60
TA/TA
6
6
5
Azaila
s. I a. C.
[page-n-174]
IV
Construir imágenes: decoraciones y estilos ornamentales
IV.1. INTRODUCCIÓN
En esta ocasión, el objeto de análisis se centra en las decoraciones complejas pintadas sobre los recipientes descritos
en el capítulo anterior. Cabe incidir en que el estudio se limita a las protagoni adas por moti os fitomorfos, oomorfos
y/o antropomorfos.
Se trata de un tipo de ornamentación que, desde su hallazgo, ha sido objeto de admiración y estudio por parte de los investigadores dedicados al mundo ibérico. En el área del Bajo
Aragón, los trabajos al respecto están presentes casi desde su
descubrimiento, como hemos apuntado en el primer capítulo,
pero hubo ue esperar unos cuantos a os para ue fueran publicados los primeros compendios que, en breve periodo de tiempo, adquirieron renombrado prestigio (Cabré, 1944; Pellicer,
1969-1970; Beltrán Lloris, 1976). No obstante, en esos casos,
el objeto de análisis se centró en el yacimiento del Cabezo de
lcalá
aila), si bien, se establecieron paralelismos y diferencias con los materiales conocidos de otras onas geográficas. Gracias a ellos se determinó la evolución estilística de las
ornamentaciones y se les atribuyó una cronología aproximada
Cabr , 44). Posteriormente, sta fue re isada y rectificada,
teniendo en cuenta el ni el ar ueol gico en el ue fueron recuperadas las piezas (Pellicer, 1962, 1969-1970: 41; Beltrán Lloris, 1976, 1995). Dicha periodización ha seguido vigente hasta
hoy en día, pues el que el yacimiento se encuentre prácticamente excavado y que las intervenciones se realizaran a principios
del s.
, impide ue se puedan refrendar dichas dataciones.
En las líneas ue siguen ofrecemos un análisis detallado de
las decoraciones catalogadas. Atendiendo a los límites impuestos por la propia percepción visual del ser humano (Dondis,
1976), en primer lugar estudiamos la estructura externa, o lo
que es lo mismo, su disposición en el campo decorativo, para
posteriormente pasar a la estructura interna, ue hace referencia
a la continuidad o fraccionamiento del espacio decorado uentes, 2007: 51-56).
A continuación incidimos en las distintas técnicas decorativas utilizadas y empleamos el método aproximativo de la “desestructuración compositiva”1 para indi iduali ar los diferentes
temas y motivos que componen las decoraciones y, así, proceder
a su clasificaci n y estudio uentes, 00 : 0 ). En la medida de lo posible buscamos paralelos, tanto a nivel espacial como
temporal, con el fin de identificar las in uencias recibidas y determinar aquellos rasgos que singularizan a las decoraciones del
Bajo Aragón. Es obvio que, en un determinado momento de la
historia y dentro de la misma cultura, la ibérica, se compartieron gustos estéticos, mensajes y simbolismos, si bien, como se
ha demostrado en otros estudios, cada zona poseía una peculiar
forma de plasmarlos, lo ue permite identificar su cronología,
lugar de procedencia e, incluso, el taller que las produjo.
Por otra parte, en los casos en los ue es factible, comprobamos si el conte to ar ueol gico en el ue fueron descubiertas las cerámicas pudo condicionar la lectura de las imágenes.
Huelga decir que, en un acto comunicativo, como lo es la representaci n pict rica de escenas uentes, 00 : 4 0), resulta
fundamental el conte to en el ue uedan insertas, pues determina la interpretación que de ellas se realiza.
inalmente, teniendo presentes los resultados obtenidos en
cada uno de los niveles de análisis señalados, y tras su interrelación, determinaremos si existen uno o varios estilos pict ricos en el área de estudio. Este aspecto supone el fin ltimo
perseguido con este trabajo, fruto de las nue as corrientes de
investigación que han superado los postulados decimonónicos que agrupaban las decoraciones complejas en dos grandes
estilos decorativos: el narrativo de Oliva-Liria y el simbólico
de Elche-Archena. Revisiones relativamente recientes de esos
materiales han permitido establecer diferencias estilísticas más
1
En el sentido de que cuando se observa una decoración, en primer
lugar se aprecia el conjunto y luego se identifican y aislan las escenas, motivos y elementos que los componen, por ese orden de prelación (Dondis, 1976: 30). En este caso, se utiliza el orden inverso,
pues partimos de los motivos y terminamos con las escenas.
161
[page-n-175]
precisas que las meramente regionales o temporales e, incluso,
determinar áreas de difusi n e in uencia, así como acotar cronológicamente su periodo de producción (Bonet, 1995; Abad y
San Gamo,
Tortosa, 006 uentes, 00 P re Blasco,
2011b). En esta línea, y hasta el momento, las producciones del
Bajo Aragón carecen de un estudio unitario que interrelacione
los datos entre los distintos yacimientos que presentan cerámicas ibéricas con decoraciones complejas. De este modo, tal y
como se ha realizado en otros conjuntos, podremos determinar
si tambi n es con eniente rectificar la gen rica clasificaci n de
“decoraciones cerámicas del círculo de Azaila” o “Azaila-Alcorisa” (Conde, 1998: 325-326; Sanmartí, 2007: 259-260).
IV.2. UBICACIÓN ESPACIAL
Iv.2.1. estructura eXterna
A continuación analizamos la distribución externa2 de las decoraciones en funci n de los tipos cerámicos ue las acogen,
con el fin de establecer si e isten pautas comunes entre ellos o
si, por el contrario, su disposición es aleatoria. Para ello hemos
establecido dos categorías, dependiendo de si la decoración
aparece en el exterior o en el interior de la pieza. Por regla
general, la del primer tipo suele darse tanto en los recipientes
cerrados (con cierre hermético, con resalte, tinajillas, jarros y
thymiateria) como en los abiertos (lebetes, kalathoi, crateriskoi
y la imitación de la copa Lamboglia 49), mientras que la del
segundo nicamente se registra sobre soportes abiertos platos
y cuencos).
La distribución de las ornamentaciones se realiza en registros, ue son espacios físicamente diferenciados. En la mayoría
de casos, dicha delimitación se realiza con un motivo geométrico, de disposición continua, que suele tratarse de una banda
B N ) fig. 4 ). En menor n mero de pie as, es su propia
morfología la ue configura la presencia de frisos diferentes,
sin necesidad de que existan bandas que delimiten su separación, si bien es cierto que esa opción nunca aparece en exclusiva, es decir, que se combina en el mismo soporte con la
utilización de bandas delimitadoras. Al mismo tiempo, en gran
n mero de casos, las rupturas de perfil coinciden con el límite
de un registro, si bien, es tónica general el remarcarlo mediante
el empleo de bandas.
El n mero de registros y su disposici n puede ser ariable,
independientemente del tipo de soporte sobre el que aparecen,
si bien es cierto que aquellos registros que acogen la decoración
principal suelen tener mayores dimensiones y ocupan un lugar
preferente en el aso ue, además, corresponde al ue resulta más fácilmente isible por parte del espectador ranegui,
: 0 uentes, 00 :
).
Decoración exterior
En este apartado anali amos, por tipos cerámicos, la forma
en que se disponen las ornamentaciones en las paredes externas
de los asos, el n mero y tama o de los registros, así como la
2
Seguimos la lógica de la percepción visual, pues al contemplar una
decoraci n primero percibimos lo superficial y tras un análisis,
aun ue sea sencillo, lo estructural uentes, 00 : ).
162
naturale a de la decoraci n pintada, con el fin de determinar
si existen pautas regulares de comportamiento (tabla 4). Para
que las conclusiones resulten representativas, hemos tenido en
cuenta los recipientes que se encuentran más completos, si bien,
en algunos casos también hemos considerado otros conservados
en un estado más deficiente para e itar errores interpretati os.
Recipientes con cierre herm tico . I.4) fig.
44):
pesar de que constituyen un grupo bastante numeroso, las decoraciones no presentan una distribución unitaria.
Resulta bastante frecuente ue cuenten con dos registros,
arrancando el primero de la zona del borde y terminando en la
del hombro. El segundo registro, de mayor tama o, finali a un
poco antes de la base de la pieza y acoge la decoración principal.
La naturale a de las ornamentaciones puede ser: G/ T3, T/ T
y T/ G, aun ue predomina la segunda.
En el caso de que existan tres registros, el primero siempre
arranca del borde de la pieza y su ancho es variable. El segundo puede situarse a la altura del espacio ocupado por las asas,
resultando un tanto estrecho, o bien ser más ancho y extenderse
desde un poco más abajo del borde hasta el arranque del hombro. El tercer registro, de mayores dimensiones, termina antes
de la base del recipiente y acoge la decoración principal. Las
combinaciones posibles de las decoraciones son variadas, por
registros y empezando desde el borde de la pieza hasta la base
son: T/ T/ T, T/G/ G, G/G/ G, T/G/ T, G/ T/ T y G/ G/
T. La composici n ue predomina es la pen ltima, seguida de
la antepen ltima.
De manera excepcional, existe un ejemplar en el que el espacio se ha compartimentado en cinco registros decorados de la
siguiente manera: G/ T/G/G/ T fig. 3 ). El principal, de mayor tamaño, es el que se desarrolla bajo el hombro.
Recipientes con resalte . II. ) fig. 4 4 ): Son pocos
los ejemplares que hemos podido tener en consideración, pero
comparten ciertas pautas decorativas. Poseen dos registros ornamentales, el primero de los cuales arranca bajo el resalte y se
desarrolla hasta un poco más abajo de la zona donde terminan
las asas y la pieza registra su diámetro máximo. El segundo
aparece a continuación, sin llegar a la base. El tamaño del primero es claramente superior y acoge la decoraci n principal, fitomorfa T), mientras ue en el segundo puede ser geom trica
G) o fitomorfa T).
Tinajillas . II. ) fig. 4 ): Se han recuperado pocas relati amente completas. E iste un grupo reducido con un nico
registro. Éste se desarrolla entre el hombro y la zona en la que la
pieza alcanza su diámetro máximo, por lo que tiene un tamaño
considerable. La decoraci n ue presenta es fitomorfa T).
Por otra parte, otros ejemplares tienen, al menos, dos registros. El primero se desarrolla entre el marcado hombro de la pieza y el cuello, mientras que el segundo aparece a continuación,
posee mayores dimensiones y acoge la decoración principal. La
naturale a de sta es G/ T o G/ G.
Recipientes con cierre herm tico . II.4) fig. 4 3): También en este caso son pocos los vasos que podemos tener en consideración. En primer lugar existe un grupo que presentan dos
registros, si bien, apreciamos ciertas diferencias ornamentales
en relación a la variante tipológica a la que pertenecen las piezas.
3
Utilizamos como abreviaturas: G para la decoración de tipo geométrico, T para la fitomorfa y G para la figurada.
[page-n-176]
Las clasificadas dentro de la ariante pueden presentar
registros que tienen tamaños similares: el primero arranca del
borde y se extiende hasta la zona en la que el vaso alcanza su
diámetro máximo, mientras que el segundo aparece a continuación y termina hacia la mitad del cuerpo. En otros casos, las
dimensiones de los registros son diferentes. sí las cosas, el primero es estrecho y se sit a pr imo al borde, mientras ue el
segundo se desarrolla a continuación y llega hasta lo que sería el
tercio superior del recipiente. Las combinaciones ornamentales
documentadas son G/ T o T/ T.
Las pie as incluidas en la ariante presentan un friso superior que ocupa desde el borde del recipiente hasta la ruptura
de perfil y el inferior, de mayor tama o, desde ese ltimo punto
hasta un poco antes de la base. El tipo de ornamentación que
se pinta es igual a la del caso anterior, es decir, G/ T o T/ T.
Los ejemplares pertenecientes a la variante 3 están incompletos, por lo que se deben tomar con reservas las apreciaciones
ue ofrecemos. El primero de los registros a desde el borde del
recipiente hasta el hombro y el siguiente comienza donde termina el anterior. La naturaleza de las ornamentaciones es variada:
T/G, T/ T o G/ G.
Otro grupo de piezas presentan tres registros. El primero de
ellos es de reducidas dimensiones y se halla próximo al borde.
El segundo, de mayor tamaño, se extiende desde donde termina
el anterior hasta la altura del hombro. El tercero, que sería el
más grande, se desarrolla a partir de la in e i n, sin ue podamos determinar su límite inferior. La temática decorati a, por
orden de aparici n, es G/ T/G o G/ T/ T.
El ltimo grupo de asos presenta un mínimo de cuatro registros. El primero, de pequeño tamaño, arranca del borde de
la pieza y termina antes de empezar el hombro. El que le sigue
finali a un poco antes de terminar el hombro. El tercero se inicia
tras el anterior y a hasta el punto en el ue acaba la in e i n,
su tama o está entre el segundo y el tercero. inalmente, el
cuarto ocupa el cuerpo del recipiente y es el más grande. La ornamentaci n ue presenta cada uno de los frisos es G/ T/G/ T.
-Kalathoi . II. ) fig.
): Tipo cerámico ue cuenta
con un grupo bastante nutrido de ejemplares conservados en
buen estado. Muchos de ellos solamente tienen un registro decorado que recorre toda o casi toda la anchura del cuerpo. La
naturale a de lo representado puede ser fitomorfa T) o figurada G), si bien, la ue resulta más abundante es la primera.
Algunas de estas piezas, además, presentan ornamentación de
tipo geométrico o inscripciones en el ala, como ya hemos visto
en el apartado dedicado a la descripción de los soportes.
tras pie as presentan dos registros de similar o diferente
tamaño, aunque en ese caso el que acoge la decoración principal
siempre posee mayores dimensiones. El tipo de ornamentación
pintada puede ser: T/G, G/ T, G/ T o G/ G.
Cabe destacar la presencia de un ejemplar que combina
en sus paredes arias de las características descritas fig. ),
si bien, en el espacio en el que aparece un registro recorriendo toda la anchura del cuerpo, la decoración es estrictamente
geométrica.
arros
. III. ) fig. ): Son pocos los ejemplares de
ue disponemos y las pautas decorati as identificadas no
son uniformes en cuanto al n mero de registros ni al tipo
de ornamentación.
En el caso de los que solamente poseen un registro, éste ocupa todo el recipiente y el tipo de ornamentación pintada
es figurada G).
Si son dos los frisos en los ue se di ide el campo decorativo, el primero tiene mayores dimensiones. Éste se desarrolla
desde el cuello hasta un poco antes del punto en el que la pieza
registra el diámetro máximo, y a partir de ahí aparece el segundo, que se extiende hasta un poco antes de la base. El tipo de ornamentaci n pintada es G/G, pudiendo estar tambi n decorado
el borde con motivos exclusivamente geométricos (G).
Por otra parte, si son tres los registros, el primero se pinta en
el cuello, el segundo entre éste y el punto en el que el recipiente
alcanza su diámetro máximo, a partir de donde se desarrolla el
tercero. El de mayor tama o es el inferior, seguido del primero
y, en ltimo lugar, el segundo. La ariabilidad de las ornamentaciones registradas es: G/ T/G o G/G/G.
inalmente, en el caso de ue los jarros presenten cuatro
registros, tienen diferente tama o y se pintan en el e terior de
las paredes. El primero arranca del borde y termina bajo el pico
vertedor. El segundo se desarrolla en el cuello. El tercero en la
parte superior del cuerpo hasta un poco más debajo de donde
la pieza registra el mayor diámetro. A continuación se pinta el
ltimo, en la ona inferior del cuerpo, sin alcan ar la base. El
registro de mayor tamaño es el segundo, seguido del primero,
mientras que los dos restantes son similares. La naturaleza de
las ornamentaciones es G/G/ T/G. demás, en la ona interior
del borde aparece otro pequeño registro con decoración exclusivamente geométrica (G).
Tapaderas . V. ) fig.
): Son muy abundantes entre
el material anali ado y el n mero de registros ue decoran sus
cuerpos oscila entre uno y cinco, independientemente de que
también pueda aparecer ornamentado el pomo.
En el caso de que solamente exista un registro en el cuerpo y el elemento de prensión esté pintado, la decoración puede
ser: geom trica G) en el cuerpo y fitomorfa T) en el asidero,
fitomorfa T) en el cuerpo y en el pomo o figurada G) en el
cuerpo y geométrica (G) en el asidero.
Si son dos los registros que decoran el cuerpo, pueden
poseer igual o diferente tama o. Cuando el tama o es similar, el
tipo de decoraci n ue se pinta es T/G. En los casos en los ue
el inferior presenta menor tama o, la ornamentaci n es G/ T,
G/ G o T/G, mientras ue si el pomo está decorado, los motios pintados son fitomorfos T). Por el contrario, si el registro
de menor tamaño es el que aparece próximo al asidero, el tipo
de ornamentaci n documentado es T/G, T/ T y G/G. demás, si presentan decoraci n en el pomo puede ser fitomorfa
T) o geom trica G).
Cuando son tres los registros superpuestos, pueden: contar
con similares dimensiones; tener uno de ellos un tamaño claramente superior (el de en medio) y, además, presentar la ornamentaci n principal o tener tama os gradados, siendo el inferior el más pequeño. En cualquier caso, si el pomo se pinta, la
ornamentación es de tipo geométrico (G).
En el caso de que las tapaderas posean cuatro registros, son
de diferente tama o y solamente uno de ellos acoge la decoración principal, aunque no tiene porqué corresponder con el que
presenta mayores dimensiones. El tipo de ornamentación representado es G/G/ T/G o T/G/G/G. Tambi n puede decorarse el
pomo con motivos geométricos (G).
163
[page-n-177]
Solamente hemos documentado un ejemplar con cinco registros ornamentales 3 , fig. 04). El de mayores dimensiones es el inferior y el tipo de decoraci n representada es
T/G/G/G/G. Por otra parte, el pomo se decora con moti os
exclusivamente geométricos (G).
-Crateriskoi . VI.4) fig. 3
): Son bastante abundantes y se conservan en relativo buen estado. La mayoría tiene
la decoraci n distribuida en dos registros. Su diferente tama o
está relacionado con la morfología de la pie a, apareciendo la
decoración principal en el que tiene mayores dimensiones. El
tipo de ornamentación que presentan acoge las siguientes variables: G/ T, G/ G o T/G. En el caso de ue el interior del borde
y las asas también estén decoradas, solamente se pintan motivos
geométricos (G).
Es bastante numeroso el grupo de crateriskoi que tienen tres
registros ornamentales. Sus tama os difieren, si bien es cierto
ue la decoraci n principal se pinta en el friso más fácilmente
visible por el espectador, que corresponde al que posee mayores dimensiones. La variabilidad decorativa documentada es:
G/ T/G, G/ T/ T, G/G/ T, T/G/G o T/G/ G. El interior del
borde y las asas también pueden estar ornamentadas con motivos geométricos (G).
En algunos ejemplares son cuatro los registros presentes en
el campo ornamental, disponiéndose la decoración principal en
el cuello de la pieza. La naturaleza de lo representado puede ser,
por orden de aparici n: G/G/ T/ T o G/ T/G/G. El interior
del borde también puede contar con decoración geométrica (G).
-Thymiateria . VI. ) fig. 3 6): pesar de ue no son
muchos, la casuística es tan variada que casi se podría decir que
e isten tantos casos como ejemplares identificados, por lo ue
su estructuraci n ornamental no la consideramos significati a.
Decoración interior
Aparece en los recipientes abiertos (platos y cuencos) y la
disposición de los registros es concéntrica.
Platos . III. ) fig. 3 6): Están bastante presentes en
el conjunto anali ado y el n mero de registros ue pueden presentar aría entre uno y cuatro, siendo sus tama os diferentes.
El tipo de ornamentación pintada contempla las siguientes variables: T, G/ G, T/G, T/ T, T/ T/G o T/ T/G/G. El
registro de mayor tamaño es el que habitualmente acoge la decoración principal y en el caso de que presenten ornamentación
en el ala ésta siempre es geométrica (G). Cabe apuntar que, de
manera excepcional, existe un ejemplar que también tiene decoración geométrica (G) en la cara exterior del cuerpo (1995-3830 , fig. ).
Cuencos . III. ) fig. ): El n mero de pie as a uí incluido es escaso y guardan gran uniformidad compositi a. Presentan cuatro registros y la ornamentación se dispone del siguiente modo: G/ T/G/ T, teniendo tama o más reducido los
frisos ue acogen decoraci n geom trica. En alguna ocasi n, en
la cara externa del recipiente se pinta un letrero junto a un motivo geométrico (IG145) o simplemente motivos geométricos
(Torre Gachero-2).
Iv.2.2. estructura Interna
En este apartado hacemos referencia al tipo de subdi isi n ue
pueden presentar los espacios decorados. En este sentido, son
dos las opciones posibles. Por una parte estarían los registros
164
continuos, a los ue denominaremos frisos, ue se caracteri an
por presentar la ornamentación de manera ininterrumpida, independientemente de que se utilicen ciertos motivos para ordenar
el espacio, como por ejemplo, algunos vegetales dispuestos de
determinada manera para separar escenas, como se observó en
el caso de las decoraciones del Tossal de San Miquel (Llíria)
(Pérez Ballester y Mata, 1998) y La Serreta (Alcoi, Penàguila,
Cocentaina) uentes, 00 ). Por otra parte se encuentran los
registros fraccionados, donde la compartimentaci n interna se
realiza a base de elementos verticales que dividen el campo decorativo. Dichos espacios pueden ser de variado tipo: estrechos,
que permiten realizar la subdivisión del espacio propiamente
dicha; o de anchura variable, en los que se desarrolla la decoración principal.
Analizados los ejemplares abordados en este trabajo (tabla 4),
y teniendo en cuenta nicamente a uellos ue están más completos, se aprecia que predomina la disposición de las decoraciones en frisos continuos 63 ), seguidas de las ue combinan
ese tipo con los registros metopados
) distribuci n mi ta)
y, finalmente, los registros metopados
), aun ue la diferencia entre estas dos ltimas resulta mínima. En cual uier caso,
hemos considerado con eniente detallar los datos referentes a
cada tipo de soporte, pues proporcionan informaci n rele ante
acerca de las pautas distributi as fig. 4 ).
Recipientes con cierre herm tico . I.4) fig.
44): En
ellos predomina la distribución mixta, seguida de la continua.
Los frisos ininterrumpidos suelen aparecer en la parte superior
del vaso y las metopas en el cuerpo propiamente dicho, bajo el
hombro. No obstante, en algunos ejemplares en los que existe
más de un friso, uno de ellos puede disponerse justo en el hombro fig. 3, , 33 y 4 ).
Recipientes con resalte . II. ) fig. 4 4 ): Lo ue sucede con este tipo cerámico es lo contrario a lo anteriormente
señalado, es decir, que en el caso en el que sean varios los registros superpuestos, el primero siempre presentará una estructura
metopada y el segundo continua.
Tinajillas . II. ) fig. 4 ): En este caso hay dos formas
posibles de distribuci n: la metopada, ue es la más frecuente,
y la continua, en clara inferioridad num rica. En cual uier caso,
el escaso n mero de ejemplares ue integran el grupo y su deficiente estado de conser aci n hace tomar con reser as las cifras
proporcionadas.
Recipientes con cierre herm tico
. II.4) fig. 4 3):
Prefieren la distribuci n continua de los registros, seguida de la
mi ta y, en menor n mero, de la metopada. La pauta ue siguen,
por tanto, difiere de la de los recipientes con cierre herm tico de
mayor formato.
-Lebetes . II.6) fig. 4): Este caso no resulta significati o,
pues nicamente e iste un ejemplar en el ue se da una distribución metopada.
-Kalathoi . II. ) fig.
): Presenta una subdi isi n
interna del espacio muy variada, aunque por orden de importancia, en primer lugar están los registros metopados, seguidos
por poca diferencia de los continuos y, un poco por debajo, los
de tipo mixto, pues son pocos los ejemplares que cuentan con
varios registros decorados. El caso del kalathos /6 /
fig. )
es un poco peculiar, pues aparecen juntas cuatro metopas, de
similares anchuras, tras las cuales el espacio se compartimenta
[page-n-178]
horizontalmente en dos registros. En el superior la estructura es
en friso corrido y en el inferior en metopas, de mayor formato
que las anteriores.
arros . III. ) fig. ): En ellos resulta ine istente la distribución metopada. De los otros dos tipos, la que predomina es
la continua.
Platos . III. ) fig. 3 6): Independientemente del tipo
de compartimentaci n ue posean, es frecuente ue en el fondo
aparezca un motivo central, en torno al cual se estructuran el
resto de registros. En éstos hay un claro predominio de la distribución continua, seguida a mucha distancia de la metopada y
resultando inexistente la mixta.
Cuencos . III. ) fig. ): La composici n escogida en
todos ellos es la de friso corrido, si bien, como ya hemos dicho
en el caso anterior, en el fondo del recipiente aparece un moti o
central en torno al cual se estructura el espacio.
Tapaderas . V. ) fig.
): La tendencia ue presentan es bastante uniforme, pues en casi todos los ejemplares la
estructura elegida es la de friso corrido, estando documentadas
de manera testimonial la mixta y la metopada.
-Crateriskoi . VI.4) fig. 3
): La dinámica pautada
en este caso es bastante similar al anterior. Predomina la disposición continua, resultando anecdótica la mixta y meramente
testimonial, y no exenta de dudas, la metopada, pues los dos
posibles ejemplares que podrían tenerla están muy incompletos
43 6 4 06 y 43 6 4 04, fig. 0 y
), por lo ue no
los hemos tenido en consideración en el cómputo general.
-Thymiateria . VI. ) fig. 3 6): En ellos predominan
los frisos continuos, seguidos muy por debajo de los mi tos y
resultando inexistentes los metopados propiamente dichos. No
obstante, el ue el ejemplar
fig. 4) presente calados decorados con moti os diferentes permite reconsiderar o
discutir su presencia. iferente es el caso de la pie a aila 3
fig. 3), pues aun ue en una ona de su cuerpo cuenta con
calados, los motivos pintados se repiten, transmitiendo una sensación de continuidad.
Por otra parte, teniendo presente el tipo de decoración que
acogen los registros, hemos obser ado una clara preferencia de
los frisos para el caso de las de tipo egetal 6 ), seguidos a
cierta distancia de los mi tos 6 ) y con un alor cercano a
ste, los metopados
). Por su parte, entre las decoraciones
figuradas tambi n está más presente la distribuci n continuada
), con poca diferencia respecto a la metopada 6 ) y, por
ltimo, la mi ta 3 ).
Los motivos que se utilizan para compartimentar verticalmente el campo decorativo, generando espacios de lectura hori ontal, tienen en com n su disposici n, pues ocupan todo el
ancho del registro, si bien, difieren en la forma ue adoptan.
Lo más com n es ue se trate de simples líneas rectas en solitario o pareadas LINE . , fig. 4 ), pero en algunas ocasiones
esa separación se hace más compleja, combinando las líneas
anteriores, que ahora aparecen ligeramente distanciadas, con
otros moti os: LINE . fig. 4 ), LINE , LINE . , LINE
0, LINE 3.3 fig. 4 ). Tambi n se utili an como separadores otros moti os en solitario: LINE 3.3 fig. 4 ), LINE 3. ,
LINE 3. , LIN
y RETI . fig. 4 ) o combinados: LINE
. LINE 0 LINE . LINE 0 LINE . fig. 66), aun ue
son menos frecuentes. Independientemente de la opci n utilizada, en un mismo recipiente podemos ver combinadas varias
de las alternativas posibles, sin que hayamos podido determinar
ninguna pauta distributiva que explique la razón a la que obedecen dichas elecciones.
La anchura de las metopas es variable, existiendo unas
realmente amplias ue acogen la decoraci n principal, frente a
otras muy estrechas que sirven como separadores de otras que
presentan una ornamentación más destacada. Además, rara vez
esas estrechas metopas aparecen agrupadas sin tener como objeto separar otras de mayores dimensiones, de hecho, solamente
hemos documentado una excepción de este tipo en un kalathos
de Pi uete de la talaya
uara) fig. ).
Atendiendo a la decoración que presentan los espacios
metopados, hay que destacar los que poseen un motivo central,
a modo de emblema. En esos casos, solamente aparece un motivo en él representado o hay uno principal, que ocupa casi todo el
espacio disponible, y otros secundarios, siendo pocos los que lo
complementan o guardan relación con él. Por otra parte, estarían
aquellas metopas en las que se pintan escenas variadas o una
misma escena pero en la que los protagonistas son varios, por
lo que la atención se divide, debiendo recorrerla en su totalidad
para entender el significado.
Debemos tener en cuenta que en algunas ocasiones existen
elementos verticales, que pueden estar unidos a otros motivos,
ue cumplen tambi n la funci n de compartimentar el espacio,
si bien, en esos casos se realiza con la intención de marcar el inicio y final de lo representado fig. 3 , 4 , 43, , 0 y 6
43
6 4 , fig. 6 ). Todos ellos proceden del mismo yacimiento,
El Cabezo de Alcalá (Azaila), menos un ejemplar recuperado en
La Guardia lcorisa) fig. ).
También es curioso el caso en el que aparentemente la distribuci n decorati a del aso es en friso continuo, pero la compartimentación real del campo decorativo es de metopas de gran
formato, generando una cara y otra B ue aparecen separadas
por elementos delimitadores fig. 4). No obstante, se trata de
un recurso tremendamente escaso entre las piezas estudiadas.
Iv.3. técnIcas decoratIvas
Son muchas las técnicas decorativas con las que los iberos ornamentaron sus cerámicas: pintura, engobe, incisión, aplicaci n, impresi n, estampillado, esgrafiado, peinado y bru ido,
pudiendo combinarse varias de ellas en un mismo recipiente.
Este estudio se centra en las que poseen pintura, si bien, en
el caso de que se hayan empleado otras técnicas decorativas
también las analizamos, aunque la variabilidad documentada
es reducida. Solamente existe una pieza, procedente de San
ntonio Calaceite) fig. 46), sobre la ue se ha practicado
una incisión parcial en uno de los motivos pintados. Aparece
en lo que debió ser el brazo, pero su presencia obedece, como
e plicaremos más adelante, a una rectificaci n del dise o y no
a un deseo expreso de emplear dicha técnica para indicar la
extremidad. En cualquier caso, se realizó en el momento en el
que la arcilla había alcanzado cierta dureza tras haberse secado
parcialmente (Coll, 2000: 196).
En el resto de ejemplares, como hemos apuntado más arriba, la técnica empleada es exclusivamente la pictórica. La pintura se aplicaba, por regla general, cuando la pieza se había
secado de manera natural, es decir, en un momento previo a
su introducci n en el horno para la cocci n anlo y P re
Lamban, 2012: 299), aunque posteriormente se realizaran
165
[page-n-179]
IV.4. MOTIVOS
En este apartado abordamos el análisis de los motivos presentes en las cerámicas ibéricas con decoración compleja del Bajo
rag n. e cada uno de ellos ofrecemos una bre e introducción, detallando sus principales características y los estudios
o proyectos dedicados a ellos. A continuación realizamos una
primera clasificaci n, a la ue denominamos moti o o tipo.
e sta ofrecemos una descripci n formal ue sir e, en función sus particularidades, para establecer nuevas subdivisiones
(variantes y subvariantes).4 En ellas incidimos en las características que las singularizan de la generalidad. A continuación
aludimos a los tipos cerámicos en los que se representan y los
yacimientos en los ue se han documentado, con el fin de dibujar cuál fue la distribuci n del moti o dentro del espacio
geográfico estudiado. sí mismo, tambi n se alamos su ubicación dentro de la decoración del vaso, si aparece asociado
a otros moti os de manera recurrente y la funcionalidad ue
desempe a. inalmente, establecemos paralelos con otras onas geográficas y, en la medida de lo posible, les atribuimos
una cronología de uso.
Iv.4.1. geoMétrIcos (FIg. 147-150)
ig. 46. ragmento recuperado en San ntonio Calaceite) con
incisi n precocci n en un bra o del personaje masculino oto: M.
M. uentes).
algunas rectificaciones Martíne Gon ále ,
0: 6 6 ).
La decoraci n se podía aplicar de diferentes maneras, empleando un pincel simple, de diferentes grosores, o m ltiple. sí mismo, dependiendo del tipo de motivo que se iba a representar y
también, en cierta medida, del resultado que se buscaba obtener, se escogía entre aplicar la pintura a mano alzada o a torno
Coll, 000:
). Los pigmentos utili ados para confeccionar
la pintura, sometidos a la acci n del fuego, y dependiendo del
titanio que se encuentre presente, dan como resultado unos tonos que oscilan entre el rojo vinoso, en ocasiones violáceo, y
el marrón achocolatado (Sánchez Real y Ramírez, 1954). Sus
densidades son variables, dependiendo de la cantidad de diluyente que se les aplicara. Entre las piezas analizadas predominan las pinturas densas y compactas, aunque también se atestiguan las del otro tipo.
En cuanto a las técnicas de ejecución empleadas para
realizar las decoraciones, hemos documentado: la tinta plana
o silueteado, el perfilado o contorneado y la mi ta, ue com
bina las dos anteriores. La de la tinta plana es la que se utili a en mayor n mero de ocasiones, seguida de la mi ta y,
por ltimo, la del perfilado. Para cuestiones más específicas,
referentes a las t cnicas de estructuraci n de las ornamentaciones, remitimos a un trabajo anterior uentes, 00 : 6 ),
donde las descripciones generales del ámbito de la iconografía
se aplican a las representaciones ibéricas. Las generalidades
allí expuestas son también aplicables a las decoraciones que
aquí tratamos.
166
Hasta el momento es poca la atención prestada a los motivos
geométricos en las publicaciones dedicadas a la ornamentación
pintada sobre cerámica ibérica. En la mayoría de casos su estudio resulta tangencial, otorgándoles un relativo protagonismo,
pues se analizan como meros acompañantes de otros motivos
principales de tipo oomorfo, fitomorfo y/o antropomorfo, pero
en rara ocasión constituyen el eje central del trabajo (Pastor,
1998; 2010). En este sentido, debemos destacar una publicación
de Santos (2010) en la que recoge postulados anteriores sobre
las posibilidades interpretativas de algunos de esos motivos (Ballester et al., 1954; Nordström, 1969-1973: 69; Olmos, 1992a:
P re Ballester,
). En ella se centra fundamentalmente
en el motivo “S”, sobre el que realiza un minucioso análisis a niel formal, espacial y funcional, al mismo tiempo ue establece
asociaciones con otros moti os de diferente naturale a. e nuevo, el estudio se restringe a recipientes que poseen decoración
compleja, si bien, en este caso el interés se centra en un motivo
geométrico en concreto. Pudiera parecer el mismo planteamiento ue el efectuado en a os anteriores por otros in estigadores,
pero realmente la óptica de estudio ha variado. De este modo,
consideramos ue Santos ha abierto una lan a a fa or del estudio pormenorizado de los motivos geométricos, atribuyéndoles
el protagonismo que se merecen.
También debemos indicar que existe una investigación en
curso, llevada a cabo en la Universidad de Jaén (Moreno, 2013,
2015a y b), que busca dilucidar el protagonismo que los motivos geométricos y abstractos desempeñan en las imágenes que
decoran los vasos cerámicos ibéricos, así como el simbolismo
de que se les dota dentro de la sociedad que los consume. El
análisis se circunscribe al Alto Guadalquivir y se realiza tanto
desde una perspectiva sincrónica (contextual) como diacrónica.
Una vez sentadas las bases metodológicas, la investigación se
hará extensible a otros territorios ibéricos. Así pues, esperamos
4
Para una descripción detalla de cada una de las subvariantes remitimos a nuestra tesis doctoral uentes, 0 ).
[page-n-180]
ACIR 1
ACIR 2
BAND 1.1
BAND 1.2
BAND 1.3
BAND 2.1
BAND 2.2
BAND 3.1
BAND 3.2
BAND 3.3
BAND 3.4
BAND 4.1
BAND 4.2
BAND 5
BAND 6.1
BAND 6.2
BAND 6.3
BAND 6.4
BAND 6.5
BAND 6.6
BAND 7.1
BAND 7.2
BAND 7.3
BAND 7.4
BAND 7.5
BAND 7.6
BAND 8
BAND 9
ig. 4 . Moti os geom tricos.
ue estas propuestas germinen, en un futuro no muy lejano, en
otros tantos trabajos sobre este amplio particular, logrando sistemati ar su presencia y pautar su uso y significado.
Los motivos geométricos están presentes en todos los vasos
con decoración compleja estudiados, si bien, su presencia y variabilidad cambia seg n la pie a de la ue se trate. emos identificado eintitr s moti os, con sus correspondientes ariantes y
subvariantes, sin que exista una relación de exclusividad entre
ellos y la naturaleza ornamental del registro en el que aparecen.
A continuación describimos cada uno de ellos:
CIR fig. 4 ): Cuarto de círculo compuesto por arias
líneas conc ntricas de igual o diferente grosor. Contabili amos
un mínimo de doce representaciones de este tipo pintadas sobre
tinajillas, kalathoi y oinochoai, si bien, en este ltimo es en el
ue se pintan con mayor frecuencia. Los yacimientos en los ue
se recuperaron son: Alto Chacón (Teruel), La Guardia (Alcorisa) y San Antonio (Calaceite), por lo que su dispersión geográfica es amplia y la dataci n cronol gica ue le atribuimos comprende los ss. III I a. C. emos podido definir dos ariantes:
+ACIR 1: Cuando las líneas concéntricas descansan sobre
un trazo transversal. El motivo se sería en horizontal, si bien,
su ubicaci n en el campo decorati o y funcionalidad pueden
ser diferentes. Si se pintan en el registro principal act an como
moti os secundarios, refor ando el límite superior del espacio
a decorar, mientras que si aparecen en un registro secundario
act an como moti os principales. Lo hemos identificado en
once ocasiones, si bien es cierto que debió contar con más ejemplares, pues no se han publicado enteros todos los desarrollos
decorativos. Los soportes seleccionados son los mismos que los
indicados para el tipo, así como la cronología, pero proceden exclusi amente de lto Chac n Teruel) fig. y lto Chac n 3,
fig. 4 ) y San ntonio Calaceite) San ntonio , fig. ).
+ACIR 2: Se caracteriza porque las líneas concéntricas que
lo integran no reposan sobre otra y alguna de ellas tiene mayor
grosor. Existe un ejemplar pintado sobre el cuello de un oinochoe de La Guardia lcorisa) LGSN4, fig. ), pero está muy
incompleto. Se le atribuye una amplia cronología, pues abarca
los ss. III-I a. C.
167
[page-n-181]
B N fig. 4 ) Beltrán Lloris,
6: 6 , fig. 0): Líneas hori ontales ue contornean el aso y sir en para fraccionar su espacio verticalmente, generando zonas de lectura
horizontal. Se pintan en primer lugar, es decir, en un momento
anterior a la plasmación de otros motivos, por lo que en muchas
ocasiones el tipo de pintura te tura y color) difiere del empleado en el resto de la ornamentación. Lo hemos documentado en
un total de seiscientas veintidós ocasiones, tratándose por tanto
de uno de los motivos más representados. Está presente en todos los recipientes, yacimientos y cronologías (ss. III-I a. C.).
No obstante, llama la atención que en un mismo soporte suelan
combinarse diferentes ariantes y sub ariantes. Seg n su morfología hemos diferenciado:
+BAND 1: Se caracteriza porque independientemente del
n mero de líneas ue integran el moti o de una a tres, correspondiendo cada uno de los casos a una sub ariante diferente), todas tienen similar grosor. Está muy representado, pues
lo hemos contabilizado en trescientas veinticuatro ocasiones
sobre casi todos los tipos de soportes, excepto el lebes, y en
gran n mero de yacimientos: lto Chac n Teruel), San Cristóbal (Mata de los Olmos), La Guardia (Alcorisa), San Antonio (Calaceite), El Palao (Alcañiz), Tiro de Cañón (Alcañiz),
El Castelillo (Alloza), El Palomar (Oliete), El Sabinar (Oliete),
El Cabe o de lcalá
aila), La Corona uentes de Ebro), Piquete de la Atalaya (Azuara), Cabezo de las Minas (Botorrita) y
Cales Coves (Alaior). El marco temporal que abarca es amplio,
ss. III-I a. C., aunque en el caso de la subvariante BAND 1.3
éste se ciñe al periodo comprendido entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
B N : ormada por dos líneas, una de ellas notablemente más ancha que la otra, lo que ha servido para establecer dos
subvariantes. Está menos representada que la variante anterior,
pues nicamente cuenta con ochenta y ocho ejemplares. El tipo
de soportes en los que se pinta es variado: recipientes con cierre hermético grandes y medianos, lebetes, kalathoi, oinochoai,
platos, tapaderas, crateriskoi y thymiateria. Los yacimientos en
los que se han recuperado son: La Guardia (Alcorisa), Masada de la Cerrada o Calanda), Torre Gachero Valderrobres),
San Antonio (Calaceite), Tiro de Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), La Bovina (Vinaceite), Cabezo de Alcalá (Azaila)
y Cabezo de las Minas (Botorrita). El marco cronológico que
abarca es amplio, pues se extiende entre los ss. III-I a. C.
+BAND 3: Cuando las líneas con las que cuenta el motivo
son tres y no todas tienen el mismo grosor. Seg n su ariabilidad formal hemos establecido cuatro sub ariantes. Se ha representado en ciento ochenta y nueve ocasiones sobre: recipientes
con cierre hermético de grandes y medianos, vasos con resalte,
tinajillas, lebetes, kalathoi, oinochoai, olpai, platos, tapaderas,
crateriskoi y thymiateria. Los yacimientos en los que se localizaron son: Alto Chacón (Teruel), La Guardia (Alcorisa), San
Cristóbal (Mata de los Olmos), Torre Gachero (Valderrobres),
Els Castellans (Cretas), San Antonio (Calaceite), El Palao (Alcañiz), Tiro de Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), La Boina Vinaceite), Cabe o de lcalá
aila), La Corona uentes de Ebro), Piquete de la Atalaya (Azuara) y Cabezo de las
Minas (Botorrita). Su cronología de uso es amplia, ss. III-I a. C.
No obstante, en el caso de la subvariante BAND 3.3 podemos
restringir su datación al s. II- principios del I a. C.
168
+BAND 4: Motivo integrado por cuatro líneas, una de las
cuales tiene mayor grosor. Seg n la ubicaci n de sta hemos
definido dos sub ariantes. Solamente e isten die representaciones pintadas sobre recipientes con cierre hermético de distinto tamaño, kalathoi, platos y tapaderas del Cabezo de Alcalá
(Azaila). Su datación abarca el periodo de tiempo comprendido
entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
B N : ormada por cinco líneas de diferente grosor. La
línea más ancha aparece en el centro, apareciendo antecedida y
seguida por otras dos de similares dimensiones. Contabilizamos
cuatro ejemplares sobre un recipiente con cierre hermético de
mediano tamaño, un jarro y un thymiaterium procedentes de La
Guardia (Alcorisa) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). Su cronología de uso abarca los ss. II-I a. C.
B N 6: Integrada por un n mero ariable de líneas ue,
además, adoptan formas diferentes. Como pauta com n presenta una línea recta de grosor considerable y entre ésta y otra más
estrecha aparecen, al menos en una de las ocasiones, elementos seriados. emos definido seis sub ariantes atendiendo a sus
características morfol gicas. Cada una de ellas está integrada
por un nico ejemplar y, e cepto la primera, ue aparece en un
kalathos del Castelillo (Alloza) y se data entre los ss. III-II a. C.,
el resto se pintan sobre tapaderas del Cabezo de Alcalá (Azaila)
y su cronología oscila entre el s. II y principios del I a. C.
+BAND 7: Banda que cuenta con dos líneas rectas y estrechas que delimitan su anchura, sucediéndose en su interior
elementos de ariado tipo ue nos han permitido definir seis
subvariantes. Está escasamente representada, pues solamente
existen catorce ejemplares. Los soportes sobre los que se pinta
se limitan a: tinajillas, kalathoi, olpai y tapaderas recuperados
en La Guardia (Alcorisa), Tiro de Cañón (Alcañiz) y El Cabezo
de Alcalá (Azaila). Su datación se ciñe al periodo de tiempo
comprendido entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
+BAND 8: Integrada por dos líneas rectas en horizontal,
de similar grosor, que se disponen en paralelo. Entre ambas se
dibuja una línea ondulada, realizada de manera continua. Solamente existe un ejemplar sobre una tapadera recuperada en El
Cabe o de lcalá
aila)
aila , fig.
), datada entre el
s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
+BAND 9: También se compone de dos líneas rectas horizontales y paralelas, pero entre ambas se realiza una línea horiontal discontinua, formada por una sucesi n de puntos. E isten
dos ejemplares pintados sobre sendas tapaderas del Cabezo de
lcalá
aila)
43 6 66 y 43 6 6 , fig. 0 ), por lo
que su datación es la misma que en el caso anterior.
CIR fig. 4 ): Se trata de circunferencias aisladas. No está
muy representado, pues nicamente lo hemos documentado en
trece ocasiones sobre recipientes de gran tamaño con cierre hermético, kalathoi y platos. Además, los yacimientos en los que
fueron recuperados uedan restringidos al Castelillo llo a) y
el Cabezo de Alcalá (Azaila), por lo que su cronología es amplia, pudiéndose datar entre el s. III a. C. y el primer cuarto
del I a. C. emos identificado las siguientes ariantes con sus
correspondientes subvariantes:
CIR : Incluye a uellas circunferencias, simples sub ariante 1) o compuestas (subvariante 2), en las que el elemento
central aparece relleno de tinta.
[page-n-182]
*CIR 1.1: Se ha plasmado en cinco ocasiones sobre un
recipiente con cierre hermético del Cabezo de Alcalá (Azaila)
fig. 3 ). Todos se ubican en la misma metopa, protagoni ada
por moti os oomorfos, por lo ue ad uieren un alor secundario.5 parecen agrupados entre dos pares de a es afrontadas,
bajo la cola de una de ellas, por lo que se trata de representaciones intencionadas. En este sentido, cabe apuntar la posibilidad
de que se tratara de huevos, cuyo consumo está atestiguado en
El Cabezo de Alcalá (Azaila) (Beltrán Lloris, 1996: 103), donde
tambi n se emplearon en rituales de fundaci n Belarte y Sanmartí, 1997: 21). No obstante, es realmente inusual su presencia
entre las decoraciones ibéricas (Olmos, 2000: 64; Pérez Blasco, 0 : 3 Pericot,
, fig. 0 Tortosa, 006 ), aun ue sí
se han recuperado en algunos yacimientos huevos de avestruz
ornamentados. En cualquier caso, consideramos que su presencia en ese aso haría alusi n a la naturale a fecunda Blá ue ,
1977: 83). Cronológicamente la situamos entre el s. II a. C. y el
primer cuarto del I a. C.
CIR . : Lo hemos identificado en cuatro ocasiones sobre
el mismo kalathos recuperado en El Castelillo llo a) fig. 6 ).
La metopa en la que se representan vuelve a estar protagonizada
por moti os oomorfos, aun ue a uí son peces. e nue o, se
agrupan y disponen de manera alineada, ante la parte delantera
de un pez. Su papel es secundario y, en este caso, parece que
refuer an el límite espacial de la metopa ue ocupan. Su cronología se circunscribe a los ss. III-II a. C.
CIR : ormado por una línea en cuyo espacio interior
aparece una cru CRU
. , fig. 4 ). Solamente se ha documentado en una ocasión sobre un recipiente de grandes dimensiones y cierre hermético hallado en El Cabezo de Alcalá
aila) fig. 30). En este caso posee un tama o considerable
y se sit a en una metopa protagoni ada por diferentes tipos de
animales, justo bajo la cola de un ave, lo que lleva a plantear la
misma hipótesis propuesta en el caso de CIR 1.1. Su datación
cronológica está entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
+CIR 3: Compuesto por varios elementos, de exterior a interior: una línea de puntos envuelve a otra lisa, que a su vez engloba a un he ágono formado por otro conjunto de líneas. Este ltimo ha lle ado a identificar el moti o con una tela de ara a
(Cabré, 1944: 73). Se corresponde con el tema 110 de Beltrán
Lloris
6, fig. 3), y se ha pintado en dos ocasiones sobre
el mismo kalathos del Cabe o de lcalá
aila) fig. 4). Se
disponen alineados en vertical y separados por otros motivos,
ocupando una metopa que se desarrolla bajo una de las asas. Su
papel dentro de ésta es principal, pero secundario con respecto a
la ornamentación del vaso. Su datación comprende del s. II a. C.
al primer cuarto del I a. C.
+CIR 4: Creado con un trazo grueso que en su interior presenta tres líneas entrecruzadas en el centro. Dos de ellas son
lisas y la otra ondulada. Además, en los espacios que se generan
entre las dos líneas lisas aparece un triángulo relleno de pintura.
5
Se han localizado motivos de este tipo decorando por completo el
cuerpo de una tapadera hallada en El Cabezo de Alcalá (Azaila).
ct an como moti os principales, si bien, la naturale a de la ornamentaci n es estrictamente geom trica Beltrán Lloris,
6, fig.
64. 0), por lo ue su significado es diferente.
E iste un ejemplar sobre el fondo de un plato del Cabe o de
lcalá
aila), donde act a como moti o principal
aila ,
fig. 4). Su cronología coincide con la ariante anterior.
CU R fig. 4 ): Cuadrado formado por elementos de
variado tipo. Se trata de un motivo que casi no se encuentra
representado, contando con tres ejemplares sobre kalathoi procedentes de Tiro de Cañón (Alcañiz) y del Cabezo de Alcalá
(Azaila). Su cronología se centra entre el s. II a. C. y el primer
cuarto del I a. C.
CU R : Las líneas ue lo componen tienen forma arueada y en funci n de los elementos ue lo integran hemos establecido dos sub ariantes. mbas se han representado una nica vez sobre el mismo kalathos del Cabezo de Alcalá (Azaila)
fig. 4). Se disponen en una metopa con decoraci n fitomorfa y
act an como moti o de relleno.
CU R : ormado por líneas rectilíneas, siendo la e terior más fina ue la interior. El espacio ue genera esta ltima
se rellena con un círculo CIR . , fig. 4 ). Se ha documentado
una vez sobre el ala de un kalathos de Tiro de Cañón (Alcañiz)
fig. 63).
CRU fig. 4 ) Beltrán Lloris,
6:
, fig. 3): Motio formado por líneas rectas ue se cru an o elementos ue aduieren forma triangular y con ergen hacia el centro del moti o.
Existen treinta y dos representaciones pintadas sobre grandes
recipientes con cierre hermético, kalathoi, thymiateria, platos
y tapaderas, aun ue predominan estos dos ltimos. Los yacimientos en los que las hemos documentado son: Tiro de Cañón
(Alcañiz), El Palomar (Oliete) y El Cabezo de Alcalá (Azaila).
Su cronología abarca desde el s. III a. C. hasta la primera mitad
del I a. C. (Beltrán Martínez, 1980a: 133), si bien, el grueso de
materiales se data entre el s. II y la primera mitad del I a. C.
CRU : ormada por dos líneas rectas ue interseccionan
en un punto. En funci n de si presentan o no más elementos,
y de su morfología, hemos establecido tres sub ariantes. Está
bastante representado, pues lo hemos identificado en dieciocho
ocasiones sobre grandes recipientes con cierre hermético, kalathoi, platos y tapaderas recuperadas en Tiro de Cañón (Alcañiz) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). El papel que desempeña en
la decoración es de relleno, si bien, existe un ejemplar en el que
su disposici n en una ona preferente del aso, bajo el asa, y la
no continuidad con el resto de motivos representados, nos lleva
a pensar ue pudo tener mayor protagonismo TC 3, fig. ).
CRU : ormada por cuatro haces de líneas rectas ue
convergen hacia el mismo punto. Solamente existe un ejemplar
pintado sobre el fondo de un plato recuperado en el Cabe o de
lcalá
aila)
43 6 6 , fig. ). ct a como protagonista de ese espacio, pero su papel resulta secundario si consideramos el total de la ornamentación.
+CRUZ 3: Compuesta generalmente por cuatro triángulos,
y excepcionalmente por ocho, que convergen hacia un mismo
punto y que pueden estar acompañados de otros elementos.
Son precisamente estos ltimos, así como la morfología de
los triángulos, lo que nos ha permitido establecer ocho subvariantes. Hay doce representaciones pintadas sobre tapaderas, platos y thymiateria hallados en Tiro de Cañón (Alcañiz),
El Palomar (Oliete) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). Aparecen
dispuestas en un espacio central, bien sea en los pomos si se
trata de las tapaderas, en el fondo del aso si son platos o en
el interior del platillo si hablamos de los thymiateria. En cual169
[page-n-183]
CIR 1.1
CIR 1.2
CUADR 2
CRUZ 3.4
ESE 1.2
GEOM 1
MEDIAL 1.1
CIR 2
CRUZ 1.1
CIR 3
CRUZ 1.2
CRUZ 3.5
ESES 1
GEOM 2.1
MEDIAL 1.2
CRUZ 1.3
CRUZ 3.6
ESTR 1.1
ESTR 1.2
GEOM 2.2
LINE 3.1
LINE 1.2
LINE 3.2
CRUZ 2
CRUZ 3.1
CRUZ 3.7
ESTR 1.3
CUADR 1.2
CRUZ 3.2
CRUZ 3.8
ESTR 1.4
GREC 1.1
LINE 1.3
MEDIAL 3.1
LINE 2.1
CRUZ 3.3
ESE 1.1
ESCALS 1
GREC 1.2
LINE 3.3
MEDIAL 3.2
LINE 2.2
LINE 4
ig. 4 . Moti os geom tricos.
170
CUADR 1.1
MEDIAL 1.3
MEDIAL 2
LINE 1.1
CIR 4
MEDIAL 3.3
LINE 2.3
LINE 5
LINE 6.1
[page-n-184]
uier caso, act an como moti o principal de ese espacio, pero
si consideramos globalmente la decoración, su papel resulta
más bien secundario.
ESE fig. 4 ): Moti o formado por una ese aislada ue se
caracteriza por presentar sus extremos terminados en roleo. En
funci n del aspecto ue adopta el cuerpo hemos diferenciado
dos ariantes. pesar de ue tradicionalmente se ha identificando como un motivo de naturaleza geométrica, recientemente se
ha propuesto ue pudiera ser una simplificaci n o abstracci n
vegetal (Santos, 2010: 161), así como un recurso para transmitir el dinamismo de ciertas escenas plasmadas en vasos con
decoraci n figurada o el sonido ue generan sus protagonistas
(Pastor, 1998: 116-123, 2010). Conocemos once representaciones pintadas sobre: recipientes de mediano y gran tamaño con
cierre hermético, vasos con resalte, kalathoi, tapaderas y crateriskoi. Los yacimientos en los que se recuperaron son: Tiro de
Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), La Guardia (Alcorisa)
y El Cabezo de Alcalá (Azaila), por lo que no posee una dispersi n geográfica muy amplia y su cronología se ci e al periodo
comprendido entre los ss. III a. C.-I a. C.
Se dispone en el registro que acoge la decoración principal,
mayoritariamente de tipo figurado, pero su papel es secundario.
En los registros en los ue se pinta el n mero de moti os secundarios es reducido.
Cabe destacar el caso del aso 43 6 03 fig. 4 ), pues
la temática del registro principal es de tipo egetal y es el nico
motivo que aparece en la metopa en la que se le pinta. Ésta,
además, se sit a bajo una de las asas. Su papel, por tanto, es
principal dentro de la metopa y secundario con respecto al conjunto de la ornamentación.
ESES
fig. 4 ): Sucesi n de eses ue no necesaria
mente aparecen dispuestas en línea recta. Se corresponde con
los temas
y
de Beltrán Lloris
6, fig. 3). En alguna ocasión se han interpretado como “cisnes estilizados”
(Cabré, 1926a: 225) o “ideogramas musicales u onomatopéyicos Pastor,
: 0
, 0 0), pero lo com nmente aceptado entre los investigadores de la zona es que se trata de signos
geométricos (Pellicer, 1962; Beltrán Lloris, 1976). En línea con
lo que venimos exponiendo en este trabajo, parece más plausible
esta ltima interpretaci n, si bien, se reconoce lo sugerente de
la interpretación de Pastor. No obstante, una de las objeciones
que planteamos a su propuesta es que solamente aborda el motio en escenas figuradas, sin ofrecer interpretaci n para a uellos
casos en los ue la decoraci n es fitomorfa. No ueda claro, por
tanto, si en ese ltimo supuesto aceptaría su identificaci n como
motivo geométrico.
Se ha representado en treinta y dos ocasiones sobre recipientes herméticos de mediano tamaño, lebetes, kalathoi y crateriskoi. Dichos soportes se recuperaron en: La Guardia (Alcorisa),
Torre Gachero (Valderrobres), San Antonio (Calaceite), El Castelillo (Alloza) y el Cabezo de las Minas (Botorrita). Su distribuci n geográfica es amplia, así como su cronología ss. III I a. C.),
pero destaca el hecho de que no está presente en la zona de
Azaila ni de Alcañiz.
Suele aparecer en los registros principales, aun ue hay alg n
caso en el ue lo hace en el secundario San ntonio 4, fig. 4 ),
si bien, siempre act a como moti o de relleno. demás, cabe
presentar la excepcionalidad del lebes hallado en Torre Gachero
Valderrobres) fig. 4), pues aparece bajo el asa, espacio destacado dentro del vaso.
ESTR fig. 4 ) Beltrán Lloris,
6:
, fig. 3): Estrella compuesta por diferente n mero de líneas ue interseccionan
en un mismo punto. emos definido una ariante con cuatro
sub ariantes, en funci n del n mero de líneas ue integran el
moti o y su aspecto. Lo hemos identificado en ocho ocasiones
sobre recipientes de gran tamaño con cierre hermético, kalathoi,
tapaderas y thymateria procedentes de Tiro de Cañón (Alcañiz),
El Palao (Alcañiz) y el Cabezo de Alcalá (Azaila), por lo que el
área en el que aparece es muy concreta. La cronología que se le
atribuye oscila entre el s. II a. C. y la primera mitad del I a. C.
El papel que desempeña no siempre es el mismo. La variante ESTR 1.1 aparece en uno de los registros principales, con
decoraci n fitomorfa, y tiene un papel secundario. En cambio,
en el resto de ariantes siempre act a como moti o principal
del espacio en el que se pinta. En ESTR 1.2 éste es el pomo de
las tapaderas, en ESTR 1.3 es bajo las asas de los kalathoi y en
ESTR 1.4 es el interior del platillo de un thymiaterium.
ESC LS
fig. 4 ): Moti o escaleriforme formado por
la seriación de conjuntos integrados por dos líneas rectas, paralelas y dispuestas en vertical, de cuyos extremos externos y
opuestos inferior i uierdo y superior derecho) sale un roleo.
En el espacio que queda entre dichas líneas, además, se suceden
rayas rectas en horizontal.
Solamente tenemos noticia de una representación sobre un
kalathos hallado en El Castelillo llo a) fig. 66). Se sit a en
un friso secundario, donde act a como moti o principal, pues es
el nico ue se pinta. Su cronología apro imada de uso abarca
los ss. III-II a. C.
GE M fig. 4 ): Conjunto de moti os, de difícil atribución, que se han pintado en doce ocasiones sobre: recipientes
de gran tamaño y cierre hermético, tinajillas y kalathoi. Estos
soportes fueron recuperados en lto Chac n Teruel) y Tiro
de Cañón (Alcañiz), yacimientos que se encuentran a bastante
distancia el uno del otro. Su cronología comprende desde el
s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C. emos identificado
dos variantes y varias subvariantes. La variante GEOM 2 recuerda al moti o ESES fig. 4 ), pero con la parte inferior
más gruesa, y la sub ariante GE M . ha sido definida en publicaciones anteriores como “meandros encadenados” (Perales
et al., 1983-1984: 236).
El motivo puede ubicarse en un registro secundario y actuar
como motivo principal, siendo su papel secundario si consideramos todo el conjunto ornamental, o bien funcionar como moti o
de relleno en el friso ue acoge la decoraci n principal.
GREC fig. 4 ): ranja ornamental integrada por meandros rectilíneos que se suceden y entrelazan. Se corresponde
con el tema de Beltrán Lloris
6: 6 , fig. 0), con uien
coincidimos en atribuirle un valor secundario. Dentro de este
tipo hemos definido una nica ariante integrada por dos subvariantes. Puede aparecer dispuesto tanto en horizontal como
en ertical, aun ue es más com n el primero. Por otra parte,
si se dispone en frisos secundarios o metopas act a como protagonista de los mismos, pero al considerar toda la decoración
del vaso pasa a desempeñar un papel secundario. Consideración
esta ltima ue tambi n tiene si se le pinta en un friso principal.
171
[page-n-185]
El grueso de los ejemplares procede del Cabezo de Alcalá (Azaila), aunque de manera testimonial también hay uno en
La Guardia (Alcorisa). En total hay ocho representaciones de
este motivo pintadas sobre: recipientes de gran tamaño y cierre
hermético, tapaderas, crateriskoi y thymiateria. Su cronología
puede ceñirse al periodo comprendido entre el s. II a. C. y la
primera mitad del I a. C.
ME I L fig. 4 ) Beltrán Lloris,
6:
0
,
fig. 4): Moti o caracteri ado por contar con una o arias medialunas que pueden aparecer asociadas a otros elementos, lo
que ha permitido que establezcamos tres variantes con sus correspondientes subvariantes. No está muy representado, pues
existen dieciséis ejemplares sobre recipientes de gran tamaño
con cierre hermético, vasos con resalte, kalathoi, tapaderas y
thymiateria, recuperados todos ellos en El Cabezo de Alcalá
(Azaila). Su cronología abarca desde el s. II a. C. hasta el primer
cuarto del I a. C.
ME I L : Variante ue nicamente cuenta con una medialuna. tendiendo a su aspecto formal, hemos establecido tres
subvariantes. Los soportes sobre los que se representa son kalathoi, tapaderas y thymiateria. Puede aparecer en el registro
principal, actuando como relleno, o en un registro secundario
con un papel destacado que se diluye si consideramos el total
de la ornamentación, así como desempeñando directamente un
papel accesorio en él.
+MEDIAL 2: Compuesto por tres medialunas dispuestas de
tal forma ue dan lugar a un triángulo, de cuyo rtice surge una
línea ondulada. Lo hemos documentado, de manera testimonial,
sobre un recipiente con resalte
43 6 04, fig. 46). parece
como motivo principal de una estrecha metopa, en la que es el
nico moti o representado. No obstante, si se considera el global de la decoraci n, se aprecia c mo su funci n es secundaria,
actuando como separador entre una metopa principal y el asa
del vaso.
ME I L 3: Variante formada por dos medialunas orientadas en sentido opuesto, unidas en los extremos por unas líneas
ar ueadas y en el centro por otra de diferente tipo ue puede ir
acompañada de otro elemento. Siempre se dispone en vertical y
el soporte elegido para su representación son los recipientes de
gran tamaño con cierre hermético, así como las tapaderas que
se le encajan. En base a su morfología, hemos establecido tres
sub ariantes, una de las cuales, la ME I L 3.3, fue identificada
como una esquematización de un ara (Cabré, 1944: 62). Todas
ellas se pintan en el registro que acoge la decoración principal y
act a como delimitador de su comien o o fin.
LINE fig. 4 4 ): Línea recta ue puede aparecer dispuesta en horizontal o vertical y estar integrada por uno o varios
elementos. Se caracteri a por ue su funci n es la de delimitar o
fraccionar espacios. tendiendo a su morfología hemos establecido trece variantes con sus correspondientes subvariantes. La
hemos contabilizado en mil seiscientas setenta y nueve ocasiones, por lo que se trata del motivo más empleado entre las decoraciones analizadas. Además, está presente en todos los soportes
y yacimientos, aunque hay algunos en los que no se ha podido
erificar su utili aci n dado lo incompleto de las pie as conseradas. Su dispersi n geográfica, por tanto, es amplia, así como
su cronología, ue abarca los ss. III I a. C. Por ltimo, destacar
el hecho de que la variabilidad de líneas presentes sobre un mismo soporte es reducida.
172
LINE fig. 4 ): Línea recta ue, en funci n de su morfología, hemos clasificado en tres sub ariantes diferentes. Se pinta
sobre todos los soportes y yacimientos, por lo que suscribimos
las apreciaciones generales realizadas.
Cabe señalar que hemos documentado la subvariante LINE 1.2
sobre un conjunto limitado de soportes (kalathoi, olpai, platos, cuencos y crateriskoi) y yacimientos (La Guardia, Alcorisa; Tiro de Cañón, Alcañiz; El Castelillo, Alloza; El Cabezo
de Alcalá, Azaila; Piquete de la Atalaya, Azuara y el Cabezo
de las Minas, Botorrita), siendo su cronología más propia del
periodo de tiempo comprendido entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. Además, tras analizar detenidamente las
representaciones de esta sub ariante, hemos identificado ue
existen ciertas pautas de uso y ubicación. Así pues, en el caso
de que los recipientes porten asas verticales (olpai y crateriskoi), esta línea se suele pintar en vertical sobre ellas, bien en
el hundimiento que presentan las de sección acintada, en cada
uno de los ástagos ue conforman las de ese tipo o marcando los contornos de las tren adas. sí mismo, tambi n se sit a
en los bordes de los kalathoi, crateriskoi y platos, donde se
disponen tanto en hori ontal como en ertical. En este ltimo
caso, documentado sobre kalathoi, además sir e para fraccionar el espacio. Es precisamente esa funci n la ue predomina
entre los ejemplares analizados, si bien, suele actuar de manera unitaria junto a otros motivos, existiendo las siguientes
variables: LINE 1.1+LINE 1.2, LINE 1.1+LINE 1.2+LINE
1.1, LINE 1.1+ LINE 1.1+ LINE 1.2+LINE 1.1+ LINE 1.1,
LINE 1.1+LINE 10+ LINE 1.2+LINE 10+LINE 1.1 y LINE
1.2+ROMBO 1.3+LINE 1.2.
Respecto a la sub ariante LINE .3, decir ue nicamente
la hemos identificado en una ocasi n sobre un fragmento de San
ntonio Calaceite) San ntonio 6, fig.
), por lo ue debemos tomar con reservas las conclusiones extraídas al respecto.
ct a, junto con el moti o R LE . fig. 4 ), como separador vertical del espacio y se data entre los ss. III-II a. C.
LINE
fig. 4 ): Línea integrada por una sucesi n de
tra os, de pe ue o tama o, más o menos e uidistantes. Seg n
su aspecto hemos podido establecer tres subvariantes. Está bastante representada, pues la hemos contabilizado en, al menos,
cuarenta y dos ocasiones, sobre recipientes de gran tamaño con
cierre hermético, lebetes, kalathoi, olpai, tapaderas, copas, crateriskoi y thymiateria. Dichos recipientes se recuperaron en:
Alto Chacón (Teruel), La Guardia (Alcorisa), Torre Gachero
(Valderrobres), El Palao (Alcañiz), Tiro de Cañón (Alcañiz), El
Castelillo (Alloza), El Palomar (Oliete), El Cabezo de Alcalá
aila) y La Corona uentes de Ebro), por lo ue su dispersi n geográfica es amplia. En cuanto a su cronología, oscila entre el s. III a. C. y el I a. C.
*LINE 2.1: Se representa mayoritariamente sobre las asas
de los recipientes. Este recurso no es exclusivo de la zona estudiada, pues tambi n aparece en gran n mero de materiales
con decoración compleja hallados en: El Amarejo (Bonete),
Hoya de Santa Ana (Chinchilla), El Tolmo de Minateda (Hellín), Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla), El Cabecico del
Tesoro (Verdolay), Torre Ciega (Cartagena), El Cigarralejo
Mula), El Monastil Elda), Santa Pola lacant), ont Calent
lacant) Tortosa, 006), L lc dia El ) Tortosa, 004a), La
Serreta lcoi, Pen guila, Cocentaina) uentes, 00 ), Tossal de Manises lacant) Pericot,
, fig. ), Tossal de la
[page-n-186]
LINE 6.2
LINE 8.7
LINE 13.1
LINE 7
LINE 8.1
LINE 8.8
LINE 8.2
LINE 8.3
LINE 9.1
LINE 13.2 LINE 13.3
LINE 13.4
LINE 9.2
LINO 1
ROLE 1.3
ROLE 1.4
ROLE 1.5
LINE 8.4
LINE 10
ONDA 1
RETI 1
LINE 8.5
LINE 8.6
LINE 11
LINE 12
ROLE 1.1
ROLE 1.2
ROLE 2.1
ROLE 2.2 ROLE 2.3
ROLE 2.4
ROLE 2.5
ROLE 2.6 ROLE 2.7
ROLE 2.8
ROLE 1.7
ROLE 1.6
ROMBO 1.1
ROLE 3
ROLE 4
ROLE 5
ROLE 6
ROMBO 1.3
ROMBO 1.5 ROMBO 1.2
SCIR1.1
SCIR1.2
SCIR1.3
SCIR 2
SCIR 3
ROMBO 1.6
ROMBO 1.4
SCIR 4
ig. 4 . Moti os geom tricos.
Cala (Benidorm) (Belda, 1953), Poble Nou (Villajoiosa) (Pérez
Blasco, 0 a, 0 b), Los Villares Caudete de las uentes)
Pla,
0, fig.
), Tossal de Sant Mi uel Llíria) Bonet,
1995), Valentia (València) (Serrano y Martínez García, 2000),
Molí d Espígol Tornabous) Cura y Garc s,
0) y ontscaldes (Valls) (Vergès y López, 2008).
*LINE 2.2: También suele ubicarse en las asas de los recipientes, aun ue en una pie a se sit a en el cuello para remarcarlo
43 6
, fig.
).
*LINE 2.3: La hemos documentado tanto dispuesta en horizontal como en vertical, si bien, las del primer tipo siempre se
pintan sobre thymiateria, siendo el nico moti o ue aparece en
el espacio e istente entre dos anillos. En esos casos act a como
protagonista de esa zona, pero adquiere un valor secundario con
respecto al conjunto ornamental. En los recipientes de gran tamaño con cierre hermético y kalathoi siempre se dispone en
ertical y act a como separador de metopas, si bien, en uno de
los ejemplares hallado en El Castelillo llo a) IG 3, fig. 64)
puede ue su funci n est más inculada a la separaci n tem173
[page-n-187]
poral, independientemente de que, al mismo tiempo, también
funcionara como delimitador espacial. Lo incompleto del fragmento impide realizar apreciaciones más exactas al respecto.
LINE 3 fig. 4 ): Sucesi n de pe ue as líneas, cuyo n mero puede ariar entre tres y cuatro. En funci n de su morfología hemos definido tres sub ariantes. Este moti o no fue muy
utilizado, pues existen veintisiete representaciones sobre: recipientes de gran tamaño con cierre hermético, vasos con resalte,
kalathoi, tapaderas y thymiateria. Los yacimientos en los que se
recuperaron son: Tiro de Cañón (Alcañiz), El Palomar (Oliete)
y El Cabezo de Alcalá (Azaila). Su cronología, por tanto, abarca
desde el s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C.
Respecto a su funcionalidad, decir ue suele actuar como
motivo principal del espacio en el que se le pinta, si bien, al considerar el conjunto decorativo su importancia pasa a ser relativa.
También ha sido utilizado, en alguna ocasión, como separador
de metopas al disponerse en ertical fig. ).
LINE 4 fig. 4 ): Sucesi n de pe ue as líneas diagonales
dispuestas en paralelo. Únicamente se ha representado en una
ocasión sobre un thymiaterium del Cabezo de Alcalá (Azaila)
aila 3 , fig. 3). Se dispone en hori ontal, en una de las
rupturas de perfil del soporte. Su papel es secundario dentro de
la decoración y se puede datar entre el s. II a. C. y el primer
cuarto del I a. C.
LINE fig. 4 ): Integrada por una línea recta hori ontal
de la ue cuelgan otras, más cortas, formadas por un tra o inclinado hacia la izquierda seguido de otro a la derecha. Se ha pintado en una ocasi n sobre un fragmento locali ado en El Castelillo (Alloza). Su datación corresponde al periodo comprendido
entre los ss. III-II a. C. y el papel que ejerce es secundario.
LINE 6 fig. 4 y 4 ): Sucesi n de tra os cur os ue se
disponen en paralelo. Seg n su grosor hemos definido dos subvariantes. Solamente se ha representado en tres ocasiones sobre
un fragmento, un recipiente de grandes dimensiones con cierre
hermético y una tapadera recuperados en La Guardia (Alcorisa)
y El Cabezo de Alcalá (Azaila). Su cronología se ciñe al periodo comprendido entre los ss. II I a. C. En cuanto a su funcionalidad, decir que es variada, pues sirve para separar metopas,
rellenar espacios o protagoni arlos, si bien, en este ltimo caso,
al considerar el conjunto de la decoración se aprecia cómo su
importancia es secundaria.
LINE fig. 4 ): ormada por una sucesi n de puntos. Se
ha pintado en veintitrés ocasiones sobre: recipientes de mediano
y gran tamaño con cierre hermético, vasos con resalte, kalathoi,
oinochoai, platos, tapaderas y thymiateria. Los yacimientos en
los que se recuperaron son La Guardia (Alcorisa), El Palomar
(Oliete) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). Su utilización abarca el
periodo de tiempo comprendido entre los ss. III-I a. C.
Respecto a la funcionalidad ue puede desempe ar, hemos
documentado arias opciones: o bien act a como moti o principal del friso en el ue aparece, pero al considerar el global de
la ornamentación pasa tener un papel secundario en recipientes
con cierre hermético, platos, tapaderas y thymiateria; o se dispone en vertical en el cuerpo del vaso y junto al motivo LINE 1.1
fig. 4 ) sir e para separar metopas, funci n ue se da en los
recipientes herméticos y kalathoi por ltimo, en los oinochoai
y platos también puede actuar como motivo de relleno.
174
LINE
fig. 4 ): Línea ue tiene forma ondulada. En
funci n de su aspecto hemos definido ocho sub ariantes. Se
ha representado en ciento una ocasiones sobre variado tipo
de soportes: recipientes de mediano y gran tamaño con cierre
hermético, tinajillas, lebetes, kalathoi, olpai, cuencos, tapaderas, crateriskoi y thymiateria. Los yacimientos en los que se
recuperaron son abundantes y se extienden por una amplia zona
geográfica: lto Chac n Teruel), San Crist bal Mata de los
Olmos), La Guardia (Alcorisa), Torre Gachero (Valderrobres),
San Antonio (Calaceite), El Palao (Alcañiz), Tiro de Cañón
(Alcañiz), El Castelillo (Alloza), El Palomar (Oliete), El Cabeo de lcalá
aila) y La Corona uentes de Ebro). Su cronología, por consiguiente, también es amplia, abarcando desde el
s. III a. C. hasta el I a. C.
*LINE 8.1: Equivale, en parte, al motivo 29 de Perales et al.
(1983-1984). Lo hemos documentado dispuesto tanto en horiontal como en ertical, de manera aislada o formando grupos.
Las funciones ue desempe a son di ersas, pues puede pintarse como moti o protagonista de un friso secundario, ser ir de
relleno en un registro principal, utilizarse solo o junto a otros
motivos como delimitador espacial, aparecer en metopas ejerciendo un papel principal o secundario y, de manera testimonial,
tambi n se ha empleado como moti o principal en frisos en los
ue nicamente se representan moti os geom tricos. Su datación es más restringida que la apuntada para la variante, pues
se ciñe al periodo de tiempo comprendido entre los ss. II-I a. C.
LINE . : nicamente se ha identificado en una ocasi n
sobre un kalathos hallado en El Castelillo llo a) fig. 66). Se
le pinta en una de las metopas principales y act a como moti o
de relleno. Su cronología de uso comprende los ss. III-II a. C.
LINE .3: Lo hemos identificado una e sobre un kalathos del Cabe o de lcalá
aila) fig. ), donde sir e de
relleno de una de las metopas. Su cronología iría del s. II a. C. al
primer cuarto del I a. C.
*LINE 8.4: Los tres ejemplares pintados sobre dos kalathoi
y una tapadera proceden del Cabezo de Alcalá (Azaila). Se disponen en horizontal, en una zona próxima al borde de la pieza.
Puede aparecer en un friso principal, actuando como moti o
delimitador superior del mismo, o bien, en un friso secundario,
pero en el que desempeña un papel protagonista. Su cronología
coincide con la subvariante anterior.
*LINE 8.5: Coincide con el tema 112 de Beltrán Lloris
6, fig. 3) y guarda cierto parecido con el tema 33 definido por Perales et al. (1983-1984). Se pinta sobre recipientes
con cierre hermético de gran tamaño, kalathoi, tapaderas y crateriskoi recuperados en: Tiro de Cañón (Alcañiz), El Palomar
liete), El Cabe o de lcalá
aila) y La Corona uentes de
Ebro). Se ha representado mayoritariamente en vertical y suele
ser el nico moti o ue aparece en la metopa, por lo ue act a
como protagonista de la misma, aunque en el caso de que se pinten otros motivos en el mismo espacio comparte protagonismo.
Su cronología abarca los ss. II-I a. C.
*LINE 8.6: Corresponde al tema 19 de Beltrán Lloris (1976:
6 , fig. 0) y al tema 3 de Perales et al. (1983-1984). Se representa sobre el mismo recipiente con cierre hermético de Tiro
de Ca n lca i ) fig. ), donde se dispone en ertical y
funciona como separador de metopas. Se data entre el s. II a. C.
y el primer cuarto del I a. C.
[page-n-188]
*LINE 8.7: Guarda cierto parecido con el tema 13 de Beltrán Lloris
6: 6 , fig. 0) y el tema 3 de Perales et al.
(1983-1984). Se representa sobre recipientes de grandes dimensiones con cierre hermético, tapaderas, crateriskoi y thymiateria
hallados en Tiro de Cañón (Alcañiz), El Palomar (Oliete) y El
Cabezo de Alcalá (Azaila). En cuanto a su disposición, decir
que se ha plasmado tanto en horizontal como en vertical. En el
primero de los casos suele actuar como protagonista o coprotagonista del friso en el ue aparece, si bien, ste ad uiere un
valor secundario en el conjunto ornamental. Cuando se orienta
en ertical, siempre act a como protagonista de la metopa, si
bien, ocurre como en el caso anterior al considerar el global de
la decoración. Su cronología oscila entre el s. II a. C. y el primer
cuarto del I a. C.
*LINE 8.8: Pintada sobre una tapadera del Cabezo de Alcalá
aila)
aila , fig. 0 ), se dispone en hori ontal y sir e
para ordenar el espacio. Guarda gran parecido con el motivo
T LL
fig.
) y funcionalmente, como eremos más adelante, presentan coincidencias, aun ue su inculaci n formal
con el mundo vegetal resulta menos evidente que en otros casos.
Cronológicamente abarca el periodo de tiempo comprendido
entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
LINE
fig. 4 ): ormada por líneas diagonales ue
cambian de orientaci n. En funci n de su aspecto hemos podido identificar dos sub ariantes, una sobre un recipiente de
gran tama o con cierre herm tico fig. ) y otra en un kalathos
fig. 6 ). Los yacimientos en los ue aparecen son Tiro de Cañón (Alcañiz) y El Castelillo (Alloza), por lo que su cronología
de uso va desde el s. III a. C. hasta el primer cuarto del I a. C.
*LINE 9.1: Se dispone, en horizontal, en el ala de un kalathos hallado en El Castelillo llo a). Es el nico moti o ue
ahí se representa, por lo ue act a como protagonista de ese
espacio. Su cronología abarca los ss. III-II a. C.
*LINE 9.2: Se corresponde con el tema 8 de Beltrán Lloris
6, fig. 0). Se pinta en un recipiente con cierre herm tico
de Tiro de Ca n lca i ), en ertical, y act a como separador
de metopas. Su cronología de uso iría del s. II a. C. al primer
cuarto del I a. C.
LINE 0 fig. 4 ): Línea recta integrada por una sucesi n
de eses. Se ha representado en ciento quince ocasiones sobre
casi todos los tipos de soporte documentados: recipientes de
mediano y gran tamaño con cierre hermético, vasos con resalte,
tinajillas, kalathoi, oinochoai, olpai, platos, cuencos, tapaderas,
crateriskoi y thymiateria. La lista de yacimientos en los que
fueron recuperados tambi n es amplia: La Guardia lcorisa),
San Antonio (Calaceite), El Palao (Alcañiz), Tiro de Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), El Palomar (Oliete), La Corona
uentes de Ebro), Cabe o de lcalá
aila), Pi uete de la
Atalaya (Azuara), Durón de Belmonte (Belmonte de Gracián),
Valmesón (Daroca) y Cales Coves (Alaior). El periodo de tiempo que abarca comprende los ss. III-I a. C.
Para abordar los temas relativos a su ubicación, orientación
y funcionalidad, dada su ariada casuística, hemos preferido
presentar los resultados por tipos cerámicos.
En el caso de los recipientes de gran tamaño con cierre hermético se ha dispuesto tanto en horizontal como en vertical. En
la primera de las situaciones puede aparecer: junto al borde de
la pie a, actuando como moti o secundario del friso en la parte
superior del cuerpo, como protagonista de un friso secundario
o en el cuerpo del vaso, en alguna de las metopas principales,
pero desempeñando un papel de relleno. Si por el contrario se
dispone en vertical, normalmente aparece en el cuerpo del vaso
como moti o principal de una fina metopa ue sir e para separar otras de mayor importancia, aunque en algunas ocasiones
también pueda ejercer como coprotagonista de la misma.
En los recipientes con resalte siempre se dispone en vertical, en la ona del cuerpo. ct a como moti o principal de una
metopa secundaria utili ada para separar espacios, funci n ue
también está muy presente entre los kalathoi. En ellos, además,
puede aparecer en la metopa principal, actuando como motivo
de relleno o en una secundaria como coprotagonista. También se
ha documentado su disposición horizontal en el ala, donde comparte protagonismo con otros motivos de naturaleza geométrica.
La casuística documentada en los recipientes de mediano
tamaño con cierre hermético queda reducida a una disposición
hori ontal del moti o. ste se sit a cerca del borde de la pie a y
aparece como protagonista de un friso secundario.
Solamente contamos con un ejemplar sobre un plato y otro
sobre un cuenco, en los ue se dispone en hori ontal y act a
como moti o principal de un friso secundario.
En los jarros se pinta en horizontal en la zona del cuello y en
el cuerpo. En los olpai delimita parcialmente el espacio superior
del registro en el que aparece y, también, puede protagonizar o
coprotagoni ar un friso. Esta ltima funci n, además, la hemos
atestiguado para los oinochoai.
En las tapaderas siempre se dispone en hori ontal. undamentalmente se sit a en la ona del cuerpo más pr ima al
pomo y act a mayoritariamente como moti o principal de un
friso secundario, aun ue tambi n e iste alg n ejemplar en el
ue se le ubica en el friso principal, empleándose para remarcar
su límite superior.
Entre los crateriskoi predomina la disposición horizontal
en la zona del cuello, aunque también puede aparecer en el
cuerpo. En esas situaciones suele actuar como protagonista o
coprotagonista de un friso secundario. En los casos en los ue
se dispone en ertical puede funcionar como protagonista de
la metopa y cumplir, al mismo tiempo, la funci n de separar
metopas principales.
Por ltimo, en los thymiateria siempre se dispone en horizontal, en el cuerpo del soporte y puede actuar de dos maneras:
como moti o principal en un friso secundario o como moti o
secundario en un friso principal.
LINE
fig. 4 ): Línea recta formada por tra os independientes, similares a “M”, que se suceden. Corresponde al
tema 00 de Beltrán Lloris
6:
, fig. 3). No es muy frecuente, pues solamente lo hemos atestiguado en ocho ocasiones sobre tapaderas, thymiateria y otras piezas que no se han
conservado completas. Los yacimientos de los que proceden
quedan limitados al Palomar (Oliete) y El Cabezo de Alcalá
(Azaila). Su cronología se ciñe al periodo comprendido entre el
s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. En casi todos los casos
se dispone en horizontal y puede actuar como protagonista o
coprotagonista de un friso secundario, así como moti o secundario en uno principal.
LINE
fig. 4 ): Gruesa línea diagonal ue no recorre
todo el espacio disponible para ornamentar. Su presencia resulta anecd tica, pues nicamente la hemos identificado sobre un
175
[page-n-189]
lebes de Torre Gachero Valderrobres) fig. 4), donde act a
como motivo principal de la metopa en la que se le pinta. Se
data entre los ss. III-II a. C.
LINE 3 fig. 4 ): ormado por una línea recta, en ertical, de la ue surgen pe ue os roleos. Seg n su morfología y
disposición hemos establecido cuatro subvariantes. No se trata
de un moti o frecuente, pues nicamente se ha pintado en die
ocasiones sobre recipientes de gran tamaño con cierre hermético y kalathoi. Todos ellos fueron recuperados en El Cabe o
de Alcalá (Azaila), excepto uno hallado en Celsa (Velilla de
Ebro). Su cronología abarca desde el s. II a. C. hasta el I a. C.
parece siempre en el registro principal y su funci n es la de
delimitar metopas.
LIN
fig. 4 ): Sucesi n de líneas onduladas ue aparecen agrupadas y dispuestas en ertical. No es muy frecuente, pues nicamente cuenta con diecis is representaciones. Los
soportes sobre los que aparece son recipientes de gran tamaño
con cierre hermético, kalathoi y tapaderas. Los yacimientos en
los que lo hemos documentado son: Alto Chacón (Teruel), La
Guardia (Alcorisa), El Palao (Alcañiz) y El Cabezo de Alcalá
(Azaila). Su cronología abarca el periodo comprendido entre los
ss. III-I a. C.
Siempre se dispone en vertical y, dependiendo del registro
en el ue aparece, desempe a una funci n u otra. sí pues, si
el registro en el ue se le pinta es el principal, act a como separador de metopas, en cambio, si es secundario, comparte el
protagonismo con otros motivos.
N
fig. 4 ): Resultado de rellenar con tinta cada
uno de los espacios laterales que genera una línea ondulada, dejando su contorno en reserva, y uniéndolos con unas líneas, más
o menos erticales, ue delimitan la figura. Solamente e iste un
ejemplar sobre un recipiente con resalte del Cabezo de Alcalá
aila)
43 6 04, fig. 46), donde se dispone en ertical y
sirve para separar metopas que acogen la decoración principal.
Se utiliza entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
RETI fig. 4 ): Integrado por una serie de líneas erticales que en su parte superior aparecen cortadas por rayas hori ontales. Lo hemos identificado en tres ocasiones sobre una
tinajilla lto Chac n 3, fig. 4 ) y un kalathos de Alto Chacón
Teruel) fig. ). Siempre se dispone en ertical y sir e para
separar metopas. Su cronología abarca los ss. II-I a. C. y recientemente se ha tipificado su uso como característico de ciertas
producciones del “estilo simbólico levantino” (Pérez Blasco,
2011b: 104-110).
R LE fig. 4 ): ormado por olutas ue pueden aparecer aisladas o en sucesión. Se trata de uno de los motivos
que se encuentra más representado, pues lo hemos contabilizado en ciento cincuenta y cuatro ocasiones. Los soportes sobre
los que aparece son variados: recipientes de mediano y gran
tamaño con cierre hermético, vasos con resalte, tinajillas, kalathoi, jarros, platos, tapaderas, crateriskoi y thymiateria. Los
yacimientos en los que se recuperaron también son abundantes:
La Guardia (Alcorisa), San Antonio (Calaceite), Tiro de Cañón
(Alcañiz), El Castelillo (Alloza), El Palomar (Oliete), El Cabe o de lcalá
aila), La Corona uentes de Ebro), Pi uete
de la Atalaya (Azuara) y Cabezo de las Minas (Botorrita). Su
cronología, por tanto, es amplia ss. III I a. C.). En funci n de
su morfología hemos establecido seis ariantes con sus correspondientes subvariantes.
176
R LE : ormado por olutas de similares tama os ue se
suceden y aparecen unidas por la base. Se conocen ciento veinte
representaciones de esta variante sobre los soportes indicados
anteriormente y su dispersi n geográfica es amplia, pues lo hemos documentado en todos los yacimientos citados excepto El
Palomar (Oliete) y el Cabezo de las Minas (Botorrita).
*ROLE 1.1: Se corresponde con el tema 37 de Beltrán Lloris
6: 64, fig. 0). parece dispuesto tanto en hori ontal
como en vertical, mayoritariamente en el cuerpo del vaso. En
el primero de los casos puede actuar como protagonista o coprotagonista del friso en el ue aparece y, en el caso de colocarse junto a alguna de las bandas ue delimitan el friso o frisos principales, su presencia refuer a dicha demarcaci n. Por
otra parte, cuando se orienta en ertical puede funcionar como
motivo protagonista de una metopa (principal o secundaria) o
secundario de una metopa principal, caso en el ue refuer a el
límite espacial de ésta.
*ROLE 1.2: Coincide con el tema 38 de Beltrán Lloris
6: 64, fig. 0). Se pinta sobre recipientes herm ticos, con
resalte, tinajillas, kalathoi, jarros, tapaderas y crateriskoi procedentes de Tiro de Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza) y El
Cabezo de Alcalá (Azaila). Se dispone en horizontal o vertical y
se sit a en el cuerpo o cuello de las pie as. Las funcionalidades
que puede desempeñar coinciden con las señaladas en la subvariante anterior.
*ROLE 1.3: Se trata del tema 39 de Beltrán Lloris (1976:
64, fig. 0). Son pocos los ejemplares pintados sobre recipientes con cierre hermético procedentes de Tiro de Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), El Cabezo de Alcalá (Azaila) y La
Corona uentes de Ebro). Se orienta en ertical y hori ontal y
se ubica tanto en la parte superior del cuerpo como en la inferior. En el caso en el que se dispone en vertical, es protagonista
de la metopa en la que aparece, mientras que si aparece en horizontal puede actuar como protagonista o coprotagonista de un
friso secundario.
*ROLE 1.4: Solamente lo hemos documentado en El Cabezo de Alcalá (Azaila) sobre recipientes de gran tamaño con
cierre hermético, kalathoi y crateriskoi. Podemos ceñir su cronología al periodo de tiempo comprendido entre el s. II a. C. y
el primer cuarto del I a. C. Siempre se representa en vertical, en
el cuerpo del vaso, y puede actuar como motivo principal de la
metopa en la que aparece o como delimitador espacial de la que
acoge la decoración principal.
*ROLE 1.5: Mismas apreciaciones que las indicadas en la
subvariante anterior, salvo porque solamente se pinta sobre un
kalathos fig. 6) y la funcionalidad ue desempe a es la de
actuar como motivo principal de la metopa en la que aparece.
*ROLE 1.6: Se corresponde con el tema 4 de Beltrán Lloris
6: 6 , fig. 0). Solamente lo hemos locali ado en una
ocasión sobre una tapadera hallada en El Cabezo de Alcalá
aila)
aila , fig. 0 ). Se dispone en hori ontal, en un
friso pr imo al borde, donde act a como moti o principal,
si bien, si consideramos el global de la ornamentación pasa a
tener un valor secundario. Su cronología coincide con las subvariantes anteriores.
R LE fig. 4 ): Moti o integrado por olutas aisladas
con diferentes aspectos, lo ue nos ha permitido diferenciar ocho
subvariantes. Se ha documentado en veintiocho ocasiones sobre
kalathoi, crateriskoi y thymiateria recuperados en La Guardia
[page-n-190]
(Alcorisa), Tiro de Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), El
Cabezo de Alcalá (Azaila) y el Cabezo de las Minas (Botorrita),
por lo que está ampliamente distribuido en la zona estudiada y
su cronología abarca los ss. III-I a. C. La subvariante más antigua es ROLE 2.4 (ss. III-II a. C.), datándose el resto entre los
ss. II-I a. C. El papel que desempeña es en casi todas las ocasiones secundario, siendo bastante com n ue se le pinte colgando
de la banda que delimita superiormente el registro principal. De
manera testimonial también hemos atestiguado su utilización
como motivo principal o elemento de cierre de una metopa.
Por ltimo, se alar ue la sub ariante R LE .6 tal e pudiera tratarse de una estilización vegetal.
R LE 3 fig. 4 ): Compuesto por cuatro olutas conectadas mediante una línea cur a. Se disponen de tal forma ue
generan un espacio interior, en reserva, en el que se pinta un
elemento cuadrangular relleno de tinta. Se corresponde con el
tema 3 de Beltrán Lloris
6, fig. 4). Solamente lo hemos
documentado en una ocasión sobre un kalathos del Cabezo de
lcalá
aila) fig. 3). parece en el registro principal como
motivo de relleno. Su cronología va desde el s. II a. C. hasta el
primer cuarto del I a. C.
R LE 4 fig. 4 ): ormado por dos olutas, orientadas
en sentido opuesto, que se disponen a la misma distancia de un
elemento central, de forma sinuosa y relleno de pintura, ue en
alguna ocasi n está perfilado. E isten cinco ejemplares pintados sobre un kalathos de La Guardia lcorisa) fig. ) y otro
del Cabe o de lcalá
aila) fig. ). parece colgando de la
banda superior ue delimita el friso principal. Su papel resulta
secundario, de relleno, y lo datamos entre el s. II a. C. y la primera mitad del I a. C.
R LE
fig. 4 ): os olutas, orientadas en sentidos
opuestos, salen de la misma base y están perfiladas, en su parte
más e terna, por una fina línea. Solamente conocemos una representación sobre un olpe recuperado en El Castelillo (Alloza)
IG 3 , fig. ). Se dispone en hori ontal, en la parte inferior de
una metopa secundaria, donde act a como coprotagonista. Su
cronología va del s. III a. C. al II a. C.
R LE 6 fig. 4 ): Pares de olutas opuestas, ue se suceden y salen de un mismo punto central. Se conoce un nico
ejemplar pintado sobre un thymiaterium hallado en El Palomar
liete)
, fig. 4) y datado entre el s. II a. C. y el
primer cuarto del I a. C. Se dispone en vertical y aparentemente
desempeña un papel principal en la decoración. Tal vez se trate
de una estilización vegetal.
R MB fig. 4 ): Moti o con forma romboide ue no
está muy representado, pues solamente se ha pintado en nueve
ocasiones sobre kalathoi y thymiateria. Los yacimientos en los
que se recuperaron esos soportes son: La Guardia (Alcorisa),
San Antonio (Calaceite), El Palao (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), El Cabezo de Alcalá (Azaila) y Piquete de la Atalaya (Azuara). Su cronología es amplia, pues abarca desde el s. III a. C.
al primer cuarto del s. I a. C. Seg n su morfología hemos definido seis sub ariantes, correspondiendo R MB
. al tema
de Beltrán Lloris
6: 6 63, fig. 0). Las más antiguas
son ROMBO 1.3, ROMBO 1.5 y ROMBO 1.6 (ss. III-II a. C.),
comenzándose a representar el resto a partir del s. II a. C. En
cuanto a su funcionalidad, decir ue por regla general act a
como moti o principal de un friso o metopa secundarios, aunque esporádicamente también se ha utilizado como separador de
espacios decorativos (ROMBO 1.6).
SCIR fig. 4 ): Moti o con forma semicircular compuesto
por un n mero ariable de líneas ue pueden tener diferentes
grosores o aparecer completamente relleno de pintura. Se reali a en más de cuarenta y cuatro ocasiones sobre diferente tipo
de soportes: recipientes de mediano tamaño con cierre hermético, kalathoi, oinochoai, tapaderas y thymiateria procedentes
de: Alto Chacón (Teruel), La Guardia (Alcorisa), San Antonio
(Calaceite), El Palao (Alcañiz), Tiro de Cañón (Alcañiz) y El
Cabezo de Alcalá (Azaila). Su cronología de uso, por tanto, es
amplia ss. III I a. C.). tendiendo a la morfología ue presentan los ejemplares definidos, hemos establecido cuatro ariantes
con sus respectivas subvariantes.
SCIR : Compuesto por arias líneas de similar o diferente
grosor. Seg n su aspecto, hemos diferenciado tres sub ariantes. Se ha pintado en treinta y una ocasiones sobre recipientes
de mediano tamaño con cierre hermético, kalathoi y tapaderas
halladas en Alto Chacón (Teruel), San Antonio (Calaceite), El
Palao (Alcañiz), Tiro de Cañón (Alcañiz) y El Cabezo de Alcalá
aila), por lo ue posee una dispersi n geográfica amplia. Los
ejemplares más antiguos (SCIR 1.2 y SCIR 1.3) corresponden
a los ss. III-II a. C., mientras que el más moderno (SCIR 1.1) lo
datamos entre los ss. II-I a. C. Siempre se dispone en horizontal
y suele pender de una banda. Entre las funcionalidades ue puede desarrollar tenemos: la de actuar como coprotagonista en el
friso en el ue se le pinta SCIR . y SCIR .3) tener un papel
secundario dentro de la metopa en la que aparece, al tiempo
que sirve para delimitarla en su parte superior (SCIR 1.2); o ser
motivo principal de una metopa que tiene importancia relativa
en el conjunto ornamental (SCIR 1.2 y SCIR 1.3).
SCIR : ormado por semicírculos secantes, integrados
por cinco líneas concéntricas de similar grosor y un punto central. Solamente lo hemos documentado en una ocasión, pintado
sobre un oinochoe de San Antonio (Calaceite) (San Antonio-11,
fig. ). Se dispone en hori ontal y act a como moti o principal
en un friso secundario. Su cronología comprende desde el s. III
hasta comienzos del II a. C.
+SCIR 3: Semicírculo, relleno de pintura, del que se conservan diez ejemplares pintados sobre un thymiaterium del Cabeo de lcalá
aila)
4, fig.
). parece como moti o
principal de varias metopas secundarias y su cronología va del
s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C.
SCIR 4: Sucesi n de semicírculos formados por dos líneas,
la primera de mayor grosor que la segunda, de la que penden
cortos trazos verticales. Se ha representado en una ocasión sobre un fragmento hallado en La Guardia lcorisa) LG SN3,
fig. 30). Se dispone en hori ontal, pendiendo de una banda, y
act a como delimitador espacial del friso ue acoge la decoración principal.
TE
fig. 0): Sucesi n de líneas onduladas, reali adas
con pincel m ltiple, ue pueden aparecer en n mero ariable.
Seg n su morfología hemos establecido tres sub ariantes. No
está muy representado, pues solamente lo hemos identificado
en veintiuna ocasiones. Los soportes sobre los que se pinta quedan limitados a los recipientes con cierre hermético, grandes o
medianos, y a las tapaderas, recuperados en San Antonio (Calaceite), Tiro de Cañón (Alcañiz) y El Cabezo de Alcalá (Azaila).
177
[page-n-191]
TEJA 1.1
TEJA 1.2
TEJA 1.3
TRIA 1
TRIA 2
TRIO 1.1
TRIO 1.2
TRIO 1.3
TRIO 1.4
TRIO 2.4
TRIO 2.5
TRIO 3.1
TRIO 3.2
TRIA 3.1
TRIO 2.1
TRIO 3.3
TRIA 3.2
TRIO 2.2
TRIO 3.4
TRIO 2.3
TRIO 4.1
TRIS 1.1
TRIO 4.2
TRIO 5
TRIO 6.1
TRIO 6.2
TRIS 1.2
TRIS 2.2
TRIS 2.3
TRIS 2.4
ig.
TRIO 7
TRIS 2.5
TRIO 8
TRIS 2.1
TRIS 2.6
0. Moti os geom tricos.
Su cronología abarca desde el s. III a. C. hasta el primer cuarto
del I a. C., aunque las subvariantes TEJA 1.2 y TEJA 1.3 se
utilizan entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. Por otra
parte, hemos visto cómo la orientación del motivo condiciona
su funcionalidad, pues si se dispone en ertical generalmente
act a como separador de metopas, mientras ue si lo hace en
horizontal coprotagoniza aquella en la que aparece.
TRI fig. 0): Moti o con forma de triángulo ue se encuentra escasamente representado, pues nicamente cuenta con
trece individuos pintados sobre recipientes de mediano y gran
tamaño con cierre hermético, kalathoi y crateriskoi. El conjunto
de yacimientos en los ue fueron recuperados se limita a: Tiro
de Ca n lca i ), El Palomar liete), La Corona uentes
de Ebro) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). Su cronología de uso
es amplia, dado que abarca desde el s. III a. C. hasta el primer
cuarto del I a. C. En funci n de su morfología hemos definido
tres variantes con sus correspondientes subvariantes.
178
TRIO 6.3
TRI : Triángulo con una gran base y lados perfilados por
una línea. Únicamente se conoce un ejemplar sobre un recipiente de gran tamaño con cierre hermético hallado en La Corona
uentes de Ebro) fig. 44). Se dispone en ertical, en una metopa en la ue act a como moti o de relleno. Su cronología a del
s. II a. C. al primer cuarto del S. I a. C.
+TRIA 2: Triángulo de cuyos lados salen una serie de pequeños trazos. Se ha documentado en nueve ocasiones sobre
recipientes con cierre herm tico de mediano o gran formato y
kalathoi procedentes en Tiro de Cañón (Alcañiz), El Cabezo de
lcalá
aila) y La Corona uentes de Ebro). Su cronología
se ciñe al periodo de tiempo comprendido entre el s. II a. C. y el
primer cuarto del I a. C. En cuanto a su funcionalidad, decir ue
puede actuar como relleno en el friso o metopa ue acoge la decoración principal, así como de motivo principal de un espacio
secundario. Además, también se utiliza para encuadrar las asas,
pintando uno a cada lado de éstas.
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TRI 3: Triángulo is sceles cuyos laterales están perfilados por dos líneas que no llegan a unirse en el vértice de la
figura. Lle a asociado a cada lado una oluta de la ue cuelgan elementos diferentes, lo ue nos ha permitido diferenciar
dos sub ariantes. Se ha identificado en tres ocasiones sobre el
mismo tipo de soporte, el crateriskos, y un fragmento informe
recuperados en El Palomar (Oliete) y en El Cabezo de Alcalá
(Azaila). Su utilización se data entre el s. III a. C. y el primer
cuarto del I a. C., si bien, la subvariante más antigua es TRIA 3.2
(ss. III-II a. C.) y la más moderna TRIA 3.1 (s. II-primer cuarto
del I a. C.). Siempre se dispone en hori ontal y act a como motivo principal de la metopa en la que se le representa. Es posible
ue se trate de una estili aci n egetal
ores fecundadas ), a
ju gar por la similar morfología ue presentan el resto de motivos que aparecen en el registro principal.
TRI fig. 0): Moti o formado por dos triángulos is sceles que se oponen, estando ambos en conexión por su vértice. Se
ha representado, al menos, en noventa y cinco ocasiones sobre
variado tipo de soportes: recipientes de gran tamaño con cierre
hermético, vasos con resalte, tinajillas, recipientes de pequeñas dimensiones con cierre hermético, lebetes, kalathoi, jarros,
tapaderas y crateriskoi. También son muchos los yacimientos
en los que se recuperaron: Torre Gachero (Valderrobres), San
Antonio (Calaceite), El Palao (Alcañiz), El Castelillo (Alloza),
El Cabe o de lcalá
aila), La Corona uentes de Ebro)
y Cabezo de las Minas (Botorrita). Su cronología es amplia,
ss. III I a. C., y en funci n de su morfología hemos definido
ocho variantes con sus correspondientes subvariantes.
TRI
: Los triángulos no están perfilados y entre ambos se puede representar un elemento con diferente morfología
seg n la sub ariante a la ue hagamos referencia. Lo hemos
identificado en cuarenta y cinco ocasiones sobre los soportes indicados más arriba, excepto los jarros. En este caso, los
yacimientos en los que se hallaron son pocos: Torre Gachero
(Valderrobres), San Antonio (Calaceite), El Palao (Alcañiz), El
Castelillo (Alloza) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). Cronológicamente, excepto la primera subvariante, se utiliza entre el
s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. Se dispone en vertical,
diagonal y hori ontal, si bien, la forma más habitual es esta
ltima. Es posible ue apare ca de manera aislada, como protagonista del espacio a decorar (TRIO 1.3), o bien seriado en vertical y actuando, en conjunto, como separador de metopas que
acogen la decoración principal (TRIO 1.1, TRIO 1.2 y TRIO
1.4) e, incluso, en ciertas ocasiones puede indicar el principio/
fin de la decoraci n TRI . ).
TRI : Los triángulos ue conforman el moti o están rellenos de pintura y se encuentran perfilados, al menos, por dos
de sus lados. Seg n su morfología hemos definido cinco sub ariantes. Se conservan diecisiete representaciones pintadas sobre: piezas de gran tamaño con cierre hermético, recipientes con
resalte, lebetes y kalathoi recuperados en Torre Gachero (Valderrobres), El Cabe o de lcalá
aila) y La Corona uentes de
Ebro). Su cronología es amplia, pues abarca los ss. III-I a. C., si
bien, podemos acotar un poco más la de las subvariantes TRIO
2.1, TRIO 2.2, TRIO 2.4 y TRIO 2.5 entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. Siempre se dispone en horizontal y puede
aparecer seriado o aislado. Las funcionalidades ue desempe a
son variadas. En unas ocasiones protagoniza una metopa secun-
daria (TRIO 2.1, 2.2, 2.3 y 2.5) o principal (TRIO 2.3), mientras que en otras separa dos motivos que se repiten en la misma
metopa y act a como coprotagonista de ese espacio TRI .4).
+TRIO 3: Motivo compuesto por dos triángulos opuestos
por el vértice que están enmarcados por dos o más líneas. Atendiendo a su aspecto hemos establecido cuatro subvariantes. Se
ha pintado en veintitrés ocasiones sobre: recipientes con cierre
hermético de gran tamaño, kalathoi, jarros y crateriskos. Casi
todos proceden del Cabezo de Alcalá (Azaila), excepto uno recuperado en el Cabezo de las Minas (Botorrita). Su cronología
se ciñe al periodo comprendido entre el s. II a. C. y el primer
cuarto del I a. C. Puede aparecer orientado en horizontal, diagonal o ertical, si bien, la forma más frecuente es esta ltima.
Además, como ocurría en casos anteriores, se representa tanto
aislado como seriado y entre las funcionalidades ue desempeña están la de actuar como motivo de relleno de la decoración
principal TRI 3. ) o protagoni ar una metopa de un friso secundario (TRIO 3.2, TRIO 3.3 y TRIO 3.4).
+TRIO 4: Compuesto por dos pares de triángulos rellenos
de pintura y opuestos por el vértice. Se orientan en vertical y se
serían en horizontal, resultando entre ambos un espacio romboidal ue está atra esado por una línea ondulada. En funci n
de su aspecto morfol gico hemos definido dos sub ariantes. Se
ha identificado en dos ocasiones sobre el mismo kalathos del
Cabe o de lcalá
aila) fig. 6 ), datado entre el s. II a. C. y
el primer cuarto del I a. C. Siempre se dispone en horizontal y
coprotagoniza, junto a otros motivos, una de las metopas con las
que se decora el vaso.
TRI
: os grupos formados por triángulos rellenos de
pintura, orientados en sentidos opuestos, que conectan por el
vértice. El primero de ellos, en horizontal, está enmarcado superior e inferiormente por una línea ligeramente cur ada.
ste le
sigue otro conjunto, no enmarcado, que se orienta en vertical. Se
conoce solamente una representación pintada sobre un kalathos
del Cabe o de lcalá
aila) fig. 6 ), fechado entre el s. II a. C.
y el primer cuarto del I a. C. Se dispone en la parte inferior de
una metopa, en la ue act a como coprotagonista.
+TRIO 6: Sucesión de varios triángulos, rellenos de tinta,
opuestos por el rtice. tendiendo a su morfología, hemos
definido tres sub ariantes. emos identificado esta ariante en
cinco ocasiones sobre un kalathos y algunos fragmentos recuperados en El Cabezo de Alcalá (Azaila). Su cronología se ciñe
al periodo de tiempo comprendido entre el s. II a. C. y el primer
cuarto del I a. C. Por ltimo, se alar ue act a como protagonista de una metopa secundaria.
TRI
: Conjunto formado por cuatro triángulos, cuyos
laterales están enmarcados por una línea curva. Se orientan de
tal forma ue con ergen hacia un punto central, donde se unen
sus rtices. El resultado final es una es uemati aci n o geometri aci n de una or cuatrip tala representada en ista cenital. Ejemplos similares han sido recientemente recogidos en un
estudio sobre la naturaleza y abstracción presente en las decoraciones pintadas sobre cerámica ibérica (Santos, 2010: 150),
en el que se recopilan también asimilaciones planteadas anteriormente (Ballester et al., 1954: 107; Olmos, 1992a: 27; Tortosa, 1996c: 153). Solamente hemos documentado un ejemplar,
dispuesto en la parte superior de una metopa pintada sobre un
179
[page-n-193]
kalathos del Cabe o de lcalá
aila) fig. 6 ). En ella act a
como motivo principal junto a otros de naturaleza geométrica.
Se data entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
+TRIO 8: Motivo integrado por cuatro triángulos. En la
parte inferior aparecen dos, situados uno al lado del otro y apoyados sobre el vértice. Entre ambos se pinta una línea recta en
vertical. De su base surge un conjunto de nueve líneas rectas
que conectan esos dos triángulos con los otros de más arriba. Su
base act a como límite del ha de líneas y están separados por
un trazo ondulado culminado por un elemento indeterminado,
pues está incompleto. Su presencia resulta meramente testimonial, pues nicamente tenemos noticia de una representaci n
pintada sobre un kalathos del Castelillo llo a) fig. 6 ). Se
dispone en ertical, en una metopa principal, en la ue act a
como moti o secundario, delimitando la parte final de la misma.
Su cronología abarca el periodo comprendido entre el s. III y la
primera mitad del II a. C.
TRIS fig. 0): Serie de triángulos, rellenos de pintura,
que pueden aparecer orientados en sentido vertical u horizontal,
aun ue es más com n este ltimo. tendiendo a su morfología,
hemos identificado dos ariantes con sus respecti as sub ariantes. Se trata de un motivo bastante representado, pues lo hemos
contabilizado en ciento setenta y seis ocasiones. Aparece sobre
casi todos los tipos de soportes identificados, e cepto sobre el
lebes y la copa, si bien, el que predomina es el kalathos. Su
dispersi n geográfica resulta amplia, documentándose en casi
todos los yacimientos estudiados: Alto Chacón (Teruel), San
Cristóbal (Mata de los Olmos), La Guardia (Alcorisa), Els Castellans (Cretas), San Antonio (Calaceite), Tiro de Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), El Palomar (Oliete), Cabezo de
La Bovina (Vinaceite), Cabezo de Alcalá (Azaila), La Corona
uentes de Ebro), Pi uete de la talaya
uara), Cabe o de
las Minas (Botorrita), Durón de Belmonte (Belmonte de Gracián) y Cales Coves (Alaior). Su cronología, por tanto, también
es amplia, ss. III-I a. C.
TRIS : Los triángulos ue forman el moti o son escalenos. Pueden aparecer con los vértices hacia arriba o hacia abajo.
Existen ciento diecisiete representaciones de este tipo pintadas
sobre recipientes con cierre hermético, tinajillas, kalathoi, olpai, platos, tapaderas, crateriskoi y thymiateria. Los yacimientos en los que se recuperaron coinciden con los citados más
arriba, excepto Alto Chacón (Teruel), compartiendo también la
cronología. entro de este tipo se identifican dos sub ariantes:
*TRIS 1.1: Se corresponde con el tema 33 de Beltrán Lloris
6: 63 64, fig. 0), uien apunta ue en los ejemplares
más antiguos los triángulos aparecen más juntos, mientras que
en los que se pintan a partir de la segunda decena del s. II a. C.
están más distanciados. Casi siempre se dispone en horizontal
y puede cumplir di ersas funciones: ser moti o principal en un
friso o metopa secundarios ser ir como relleno en una metopa
principal o utili arse para marcar rupturas de perfil, como apreciamos en algunos thymiateria.
TRIS . : Siempre se orienta en ertical y se sit a en espacios pr imos a las asas. ct a como moti o principal de la
metopa en la que aparece, si bien, ésta puede desempeñar un
papel principal o secundario. Su cronología está restringida al
lapso de tiempo comprendido entre los ss. II-I a. C.
180
TRIS : Cuando los triángulos son is sceles. En funci n
de sus características formales hemos establecido seis sub ariantes, algunas de las cuales coinciden con los temas definidos
por Beltrán Lloris
6: 63, fig. 0), tal es el caso de TRIS
2.1 con el 29, TRIS 2.3 con el 30 y TRIS 2.5 con el 31. Se ha
representado en cincuenta y seis ocasiones sobre casi todos los
tipos cerámicos identificados en la descripci n general del motivo, excepto en recipientes de gran tamaño con cierre hermético y olpai. Los yacimientos en los ue fueron recuperados se
limitan a: Alto Chacón (Teruel), La Guardia (Alcorisa), Tiro de
Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), La Bovina (Vinaceite),
El Cabe o de lcalá
aila) y La Corona uentes de Ebro). Su
cronología de uso coincide con la general del motivo, aunque en
algunos casos puede ceñirse al periodo de tiempo comprendido
entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. (TRIS 2.2, TRIS
2.3, TRIS 2.4 y TRIS 2.6).
Casi siempre se dispone en hori ontal, aun ue hay alg n
caso en ertical TRIS .3). Suele representarse en un friso secundario, donde act a como moti o principal todas las sub ariantes excepto TRIS 2.4), al tiempo que puede utilizarse como
delimitador espacial de un friso o metopa principal TRIS . ,
TRIS 2.3, TRIS 2.4 y TRIS 2.5), así como protagonizar una
metopa secundaria dentro del registro más destacado (TRIS 2.3).
Iv.4.2. vegetales (FIg. 151-163)
pesar de ue son frecuentes los soportes cuyas decoraciones
están protagonizadas por motivos vegetales y muy abundantes
aquellos en los que éstos acompañan a otro tipo de ornamentación, el mundo de la investigación les ha otorgado poco protagonismo, datándose los primeros estudios dedicados en exclusiva a su análisis en la década de los noventa del siglo pasado
(Tortosa, 1995, 1996b; Pérez Ballester y Mata, 1998). Ello se
debe a lo e cepcional y singular de las decoraciones figuradas,
donde fácilmente se podía identificar a sus protagonistas, cosa
que no sucede en el mundo vegetal, donde la reinterpretación
ue el artista hace de la realidad dificulta, en muchas ocasiones,
su identificaci n. Recientemente se ha lle ado a cabo, en la Universitat de València, un proyecto de investigación titulado De lo
real a lo ima inario Aproximación a la flora ibérica durante la
Edad del Hierro, dirigido por Mata, en el que ha trabajado un
e uipo interdisciplinar con el fin de catalogar cada uno de los
ítems, tanto orgánicos como inorgánicos, representados en distintos tipos de soportes escultura, pintura y metal), identificar
la especie botánica a la que pertenecen y desentrañar el posible
uso y significado ue tu ieron en la sociedad ib rica, considerando tambi n las referencias escritas ue e isten de los autores
clásicos alusivas a los vegetales (Mata et al., 2007, 2009; Badal
et al., 2008, 2010; Mata y Badal, 2009). El trabajo ha sido arduo, sobre todo por la reinterpretación que hacen los iberos de
la realidad a la hora de plasmarla artísticamente. Los resultados
finales de la in estigaci n se han recogido en un libro de reciente publicación (Badal et al., 2010).
En el conjunto de materiales estudiados hemos identificado
catorce tipos, de los cuales solamente hemos podido asimilar
unos pocos a una especie botánica determinada. Como veremos
un poco más adelante, hay alguna de las variantes y subvariantes
ue están integradas por un nico ejemplar ue, aun ue guarda
similitudes con otros, se puede identificar como diferente. Eso
se debe a la genialidad con la que los artistas iberos realizaban
[page-n-194]
ESEV 1.1
ESEV 1.2
ESEV 2
ESTIL 1.4
ESTIL 1.5
ESTIL 2.1
ESTIL 2.2
ESTIL 3.1
ESTIL 4.1
ESTIL 4.2
ESTIL 4.3
ESTIL 4.4
ESTIL 4.5 ESTIL 5.1
ESTIL 5.4
ESTIL 5.5
ESTIL 5.12
ESTIL 5.6
ESTIL 5.13
ESTIL 1.1
ESTIL 1.2
ESTIL 3.2
ESTIL 5.7
ESTIL 5.8
ESTIL 5.9
ESTIL 5.14
ESTIL 6
ESTIL 7.1
ig.
ESTIL 1.3
ESTIL 3.3
ESTIL 5.2
ESTIL 5.10
ESTIL 7.2
ESTIL 5.3
ESTIL 5.11
ESTIL 7.3
. Moti os egetales.
las decoraciones complejas, pues aunque comparten la misma
idea, el modo de representación está abierto a licencias individuales que buscan la singularidad ornamental.
A continuación describimos cada uno de los motivos, señalamos el tipo de soportes sobre los que aparecen, si existe
alguna asociación recurrente con otros motivos decorativos, la
funci n ue desempe an y tratamos de locali ar paralelos entre las cerámicas ibéricas pintadas con decoración compleja de
otros ámbitos territoriales.
ESEV fig.
): ado el grado de abstracci n con el ue
los iberos realizaron los motivos vegetales, en muchas ocasiones resulta tremendamente difícil discernir si realmente se trata
de un moti o de tipo fitomorfo o si, por el contrario, deberíamos clasificarlo dentro de los geom tricos Santos, 0 0). El
que aquí presentamos, de hecho, está integrado por ESE 1.1
fig. 4 ), más ciertos elementos egetales hojas oblongas o
or). E ui ale al tema 36a y b de Beltrán Lloris
6: 0,
fig. 4) y no está muy representado, pues solamente lo hemos
identificado en tres ocasiones sobre dos kalathoi del Cabezo
de lcalá
aila) fig. 3 y ) y un olpe recuperado en El
Castelillo llo a) IG 3 , fig. ). La ariante más antigua
(ESEV 2) corresponde a los ss. III-II a. C., mientras que la más
moderna (ESEV 1) va desde el s. II a. C. hasta el primer cuarto
del I a. C. Siempre act a como moti o secundario o de relleno
en la decoración principal.
ESTIL fig.
): Con esta denominaci n se recogen
tipos de difícil clasificaci n por su grado de abstracci n. ada
su amplia variabilidad y peculiaridades que acoge cada variante,
preferimos reali ar un análisis detallado para cada una de ellas y
no una valoración de conjunto.
181
[page-n-195]
ESTIL
fig.
): Todos los ejemplares a uí incluidos
tienen en com n el ue el centro del moti o lo constituye un
elemento similar a un triángulo pero con los laterales incurvados ligeramente hacia adentro. En el vértice se pinta una serie
de cortas líneas rectas en horizontal y de los extremos de su base
surgen dos olutas ue lo enmarcan. Seg n Cabr
34: 3 ) se
trata de palmetas muy estilizadas. Por nuestra parte, también lo
consideramos como un motivo vegetal, pues en alguna ocasión
aparece como elemento integrante de un motivo más complejo
L
. , fig.
), donde se aprecia la similitud e istente con
el ápice de la hoja y los zarcillos que la contornean.
Suelen aparecer varios en el mismo espacio, en seriación
vertical, pero generalmente orientados por parejas, es decir,
que se ubica uno hacia arriba y el otro hacia abajo, separándose del siguiente par con dos líneas rectas. Ocupan una estrecha metopa que sirve para separar otras de mayores dimensiones. Así las cosas, aunque en su metopa ejerzan un papel
principal, en el conjunto de la decoraci n funcionan como elementos separadores nos referimos al conjunto de ellos) y, por
tanto, son secundarios.
Existen doscientas cuarenta y tres representaciones de esta
variante pintadas sobre: recipientes de mediano y gran tamaño
con cierre hermético, vasos con resalte, kalathoi y crateriskoi
recuperados en Tiro de Cañón (Alcañiz), El Cabezo de Alcalá
aila) y La Corona uentes de Ebro). Su dataci n estriba
entre los ss. II-I a. C.
*ESTIL 1.1: Se asemeja al motivo 11 de las decoraciones
compuestas identificadas por Pellicer
6
0, fig. ). Tambi n e ui ale al tema 6 de Beltrán Lloris
6: 63, fig. 0)
y recuerda al 40 Beltrán Lloris,
6:
, fig. 4), siendo el
primero, a nuestro juicio, una estilización del segundo. El precedente de esta subvariante lo encontramos en El Castelillo (Alloa) ESTIL 3. , ESTIL 3. y ESTIL 3.3, fig.
), como acertadamente apunt Beltrán Lloris hace ya alg n tiempo
6:
263). Su cronología abarca desde el s. II a. C. hasta el primer
cuarto del I a. C.
*ESTIL 1.2: Corresponde al tema 56 de Perales et al. (19834: 4, fig. 6). Se puede disponer en hori ontal, seriándose
en vertical, o bien en vertical, repitiéndose de la misma manera,
pero en este caso forman parejas separadas por una línea horizontal. Excepcionalmente, en una ocasión se ha pintado sin
seriar, pero su papel sigue siendo secundario, en ese caso de
relleno. Su datación coincide con la subvariante anterior.
*ESTIL 1.3: Como ocurría en los casos anteriores, aparece
seriado en vertical y se agrupa por parejas, estando una de ellas
hacia arriba y la otra hacia abajo. Su cronología coincide con
las anteriores.
ESTIL .4: En este caso no forma parejas y aparece seriado
en vertical, separándose los unos de los otros por una línea horizontal sencilla. Su cronología se ciñe al s. I a. C.
*ESTIL 1.5: Se trata de la más compleja de las subvariantes.
ct a como moti o principal de la decoraci n y se data entre el
s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
ESTIL fig.
): Está formado por un triángulo relleno
de tinta y perfilado por una línea. En el rtice aparecen arias
líneas rectas, en vertical. Se orienta de tal manera que apoya sobre uno de los lados más largos del triángulo. Solamente hemos
identificado tres ejemplares sobre un recipiente de gran tama o
con cierre herm tico fig. ) y un crateriskos (1943-69-585,
182
fig.
) recuperados en Tiro de Ca n lca i ) y El Cabe o
de Alcalá (Azaila). Su cronología se centra entre el s. II a. C. y
el primer cuarto del I a. C.
*ESTIL 2.1: Corresponde al tema 57 de Perales et al. (19834: 4, fig. 6). Se dispone en una metopa, donde ejerce de
motivo de relleno.
*ESTIL 2.2: Se pinta, en vertical, en una metopa en la que
aparecen otros moti os egetales y act a como coprotagonista
de la misma.
ESTIL 3 fig.
): e cierta complejidad compositi a,
pues resulta de la combinación de varios elementos (triángulos, círculos y volutas). Varía con respecto a los anteriores en la
forma de culminar el rtice del triángulo, pues se hace con un
círculo. Se ha pintado en muy pocas ocasiones, concretamente
tres, sobre el mismo olpe del Castelillo llo a) IG 3 , fig. ),
datado entre los ss. III-II a. C. Se utiliza para marcar el inicio
ESTIL 3. ) y fin de la decoraci n ESTIL 3. ), así como motivo principal de una metopa en la que aparece junto a otros
motivos, si bien, éste separa y ordena lo representado, por lo que
sirve como eje vertebrador del espacio ornamentado.
ESTIL 4 fig.
): Integrado por arios elementos, entre
los ue identificamos la presencia de hojas. Podemos agrupar
dichos elementos en tres grupos: dos que son iguales o muy
similares y se disponen de manera opuesta, enfrentados, y otro
que sirve de unión entre los anteriores. Conocemos seis representaciones de esta variante pintadas sobre recipientes de gran
tamaño con cierre hermético y kalathoi hallados en La Guardia
(Alcorisa) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). Podemos centrar su
cronología de uso en el periodo comprendido entre el s. II a. C. y
el primer cuarto del I a. C. Siempre se pinta en el friso principal,
pero act a como moti o de relleno.
ESTIL fig. 3 3 ): Representaciones de ariado tipo
ue tienen en com n el contar con un par de olutas seguidas de
un par de hojas lanceoladas, separadas de su parejo y opuesto por
una serie de elementos ue ad uieren, en conjunto, una forma
globular. Su identificaci n resulta difícil, pero las distintas interpretaciones coinciden en subrayarlos como moti os fitomorfos
Lucas,
0:
), concretamente ores Maestro,
: )
o brotes (Olmos, 1996d: 15), aunque en cierta ocasión la subariante ESTIL . fue publicada, a nuestro juicio err neamente, como una representaci n ictiomorfa Pellicer, 6
0,
fig. ). La sub ariante ESTIL . coincide con el tema
de
Beltrán Lloris y la ESTIL 5.5 con el 127b (Beltrán Lloris, 1976:
0, fig. 3 4). Lo hemos identificado en treinta ocasiones
sobre kalathoi, tapaderas y crateriskoi de La Guardia (Alcorisa)
y El Cabezo de Alcalá (Azaila). Su cronología corresponde al
periodo comprendido entre el s. II y el primer cuarto del I a. C.
Si el registro en el ue aparece presenta decoraci n figurada, se
utiliza mayoritariamente para rellenar espacios, siendo su papel
secundario (ESTIL 5.1, ESTIL 5.2, ESTIL 5.3, ESTIL 5.4, ESTIL 5.5, ESTIL 5.8, ESTIL 5.10, ESTIL 5.11 y ESTIL 5.13),
aunque también hemos documentado su uso como separador de
grupos de motivos (ESTIL 5.11, ESTIL 5.12 y ESTIL 5.13).
En cambio, en los casos en los que la ornamentación es de tipo
fitomorfo act a como protagonista de la metopa en la ue se le
pinta (ESTIL 5.6, ESTIL 5.7 y ESTIL 5.9), alguna de las cuales,
además, ocupa un lugar destacado en el aso, pues se sit a bajo
el asa. Singular es el caso de la subvariante ESTIL 5.14, pues se
ubica entre dos parejas de hombres fig. ). Su importancia en
[page-n-196]
la escena resulta evidente, pero no lo es tanto su interpretación
y funcionalidad. En cual uier caso, pensamos ue no se trataría
de un simple separador.
ESTIL 6 fig.
): Guarda cierto parecido formal con la
ariante ESTIL fig.
) y en algunas ocasiones se ha interpretado como una posible ánfora trián y Martíne ,
6: 4
Marco,
3
4:
Maestro,
: 6 ). En su parte inferior,
tras una corta línea recta, aparece un círculo. A partir de ahí
surgen dos líneas ue se an engrosando conforme ascienden y
se recogen en un punto, dando lugar a una forma cordiforme. En
el espacio interno que ambas generan aparecen otras dos líneas
de similar aspecto y en el eje central se pinta una línea vertical
y ondulada. Tras este conjunto surgen una serie de líneas combadas y opuestas, a partir de una central de mayor grosor que el
resto. Todas ellas quedan unidas en la parte superior mediante
un trazo horizontal. Se ha contabilizado en tres ocasiones sobre
dos kalathoi, uno procedente de La Guardia lcorisa) fig. )
y el otro del Cabe o de lcalá
aila) fig. 3). Siempre aparece entre dos personajes masculinos y su cronología se centra
entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
ESTIL fig.
y
): Se trata de moti os tremendamente estilizados, lo que lleva a plantearnos si realmente deberíamos clasificarlos como egetales o geom tricos. En este
caso, isto el alto grado de abstracci n de otros moti os fitomorfos y dado ue aparecen en frisos en los ue no se pintan
otros motivos geométricos que no sean las bandas, hemos decidido incluirlos a uí, no sin ciertas reser as. En funci n de su
morfología hemos definido cuatro sub ariantes. Se ha pintado
en cuatro ocasiones sobre un recipiente de gran tamaño con cierre herm tico del Cabe o de lcalá
aila) fig. 36) y un jarro
del Castelillo llo a) IG 4 , fig. ). Su cronología es amplia
ss. III primer cuarto del I a. C.), aun ue diferenciamos dos
momentos: el primero, entre los ss. III-II a. C. (ESTIL 7.4), y el
segundo, entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. (ESTIL
7.1, ESTIL 7.2 y ESTIL 7.3). Las subvariantes pertenecientes a
ese momento final desempe an un papel de relleno en la ornamentaci n, mientras ue la del primero funciona como separador del campo decorativo.
Existen representaciones similares a ESTIL 7.4 en un cuenco hallado en La Carro a mposta), datado a finales del s. II a. C.
García Rubert y Villalbí, 00 , fig. 6. 0). El proyecto De lo
real a lo ima inario Aproximación a la flora durante la Edad
del Hierro al que se viene haciendo alusión en estas líneas lo
ha interpretado como posibles estili aciones orales, donde las
volutas serían los pétalos y el triángulo el cáliz. A pesar de su
parecido formal, la funcionalidad ue desempe a es diferente,
pues en el cuenco ampostano el motivo aparece varias veces
repetido, actuando como protagonista de la metopa en la que se
le pinta, así como del recipiente en general.
ESTIL fig.
): Moti o ue se orienta en hori ontal y
está formado por una línea ondulada, terminada en dos pares de
rayas diagonales, de la que surge una medialuna. A continuación aparecen seriados otros elementos del mismo tipo que el
ltimo se alado, pero ue an reduciendo su tama o. Le sigue
una línea recta y lisa ue, en su parte final, posee un conjunto
de tra os en V ue podrían ser hojas oblongas. inalmente,
cierra el motivo un triángulo invertido. Tal vez se trate de una
estili aci n oral. E iste una nica representaci n sobre un ka-
lathos del Cabe o de lcalá
aila) fig. ), donde desempe a
un papel de relleno. Su cronología abarca el periodo de tiempo
comprendido entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
L
fig.
3): continuaci n presentamos un motio compuesto por hojas y ores, de ahí su denominaci n combinada L R
L . Las hojas pueden ser cordiformes6
o lanceoladas, mientras ue las ores son tubulares o aparecen
en forma de capullo. La diferencia entre ambas, además de la
meramente formal, estriba en el lugar del ue surgen las ores.
demás, la t cnica empleada en su reali aci n tambi n difiere.
En el primero de los casos es mixta, pues se combina la tinta
plana de la hoja con el perfilado de las ores, mientras ue en
la segunda nicamente se utili a la tinta plana. En funci n de la
forma ue adoptan las hojas hemos establecido tres ariantes
con sus correspondientes subvariantes, si bien, la primera y la
ltima coinciden en el tipo de hoja empleada pero difieren en el
modo de representarla una aislada o dos cordiformes conectadas por el ápice).
emos identificado treinta y dos representaciones de este
motivo pintadas sobre recipientes de gran tamaño con cierre
hermético, vasos con resalte y kalathoi. Solamente se han recuperado en El Palao (Alcañiz), Tiro de Cañón (Alcañiz), El
Cabezo de Alcalá (Azaila) y El Castillejo de La Romana (La
Puebla de Híjar), por lo que cuentan con una cronología que
abarca los ss. II-I a. C.
L
fig.
): Integrado por una hoja cordiforme ista frontalmente y un par de ores. En este caso, a diferencia de
lo que observamos en El Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet,
) y en La Serreta lcoi, Pen guila, Cocentaina) uentes,
2006, 2007), poseen un peciolo más desarrollado que surge de
la axila de la hoja (Badal et al., 2010: 97-98). En algunas publicaciones se ha situado el origen del moti o en el foco de
Elche-Archena”, donde tendría gran aceptación y desde donde
se difundiría hacia otras onas como la alenciana, catalana y
el Bajo Aragón (Cabré, 1944: 10-19; Beltrán Lloris, 1976: 273275; Perales et al., 1983-1984: 252; Vilaseca et al., 1949). Si
atendemos exclusivamente al diseño, las que guardan mayor
parecido con las representaciones aragonesas son las de producción catalana. Así las cosas, aunque se comparte la misma
idea, ligada al simbolismo de lo representado, cambia el modo
de representación.
En el Bajo Aragón se ha pintado en veintitrés ocasiones sobre recipientes de gran tamaño con cierre hermético, vasos con
resalte y kalathoi recuperados en Tiro de Cañón (Alcañiz), El
Cabezo de Alcalá (Azaila) y El Castillejo de La Romana (La
Puebla de Híjar), a los que habría que sumar un posible ejemplar sobre un kalathos del Palao (Alcañiz) que está incompleto
fig. ). No obstante, tambi n deberíamos tomar en consideración el ejemplar de HOJA 2.5 de San Antonio (Calaceite), catalogado de forma diferente por su mayor parecido formal con
.3 y
.4 fig.
). e este modo, su cronología
iría del s. III a. C. al primer cuarto del s. I a. C. El que las excavaciones arqueológicas practicadas en estos yacimientos sean
antiguas dificulta la acotaci n cronol gica del moti o y la determinación de si su evolución estilística va pareja a la evolución
6
Recientemente se ha re e ionado sobre la tradicional identificación botánica de este tipo de hoja con la hiedra Hedera elix o
zarzaparrilla milax a pera (Badal et al., 2010: 105-108).
183
[page-n-197]
ESTIL 7.4
ESTIL 8
FLHO 1.1
FLHO 1.2
FLHO 1.3
FLHO 1.4
FLHO 1.5
FLHO 1.6
FLHO 1.7
FLHO 1.8
FLHO 1.9
FLHO 1.10
FLHO 1.11
FLHO 1.12
FLHO 1.13
FLHO 1.14
FLHO 1.15
FLHO 1.16
FLHO 1.17
FLHO 1.19
FLHO 2.1
ig.
184
. Moti os egetales.
FLHO 1.18
FLHO 2.2
[page-n-198]
temporal. En cualquier caso, el primer enclave del Bajo Aragón
en el ue se emple esta ariante fue San ntonio Calaceite)
(s. III a. C.-principios del II a. C.). Su vía de penetración estaría
asociada al río Ebro y a los Llanos de Urgell, por donde lograría
llegar a las tierras del interior aragonés desde la zona catalana.
En ese caso, el modelo que se pinta es muy similar al del Tossal
de les Tenalles (Sidamunt), en cambio, el del Cabezo de Alcalá
(Azaila) tiene rasgos estilísticos propios y es más tardío (s. II a. C.
hasta el primer cuarto del I a. C.).
En cuanto a su ubicación en el soporte, decir que suele aparecer dispuesto en horizontal en el cuerpo del vaso, ocupando
toda la altura del registro en el ue se le pinta, y act a como
protagonista o coprotagonista del mismo. Atendiendo a sus características formales hemos definido diecinue e sub ariantes,
si bien, nicamente nos detendremos en alguna de ellas.
L
. fig.
): E ui ale al tema
de Perales et
al.
3
4:
4, fig. 6), pero a uí consideramos ue
tambi n forman parte del moti o ciertos elementos ue están
conectados directamente. Existen ejemplares similares en: Mas
Castelar Pont s) Pons y Ro ira,
, fig.
) y Pla de les
Tenalles Granyanella) P re Conill,
0: 0
) finales
del s. III a. C. principios del II a. C.) Margalef Torregrosa)
segunda mitad del s. III a. C.) unyent,
, fig. ), con
representaciones un poco diferentes, pues las in orescencias
son dobles y no están directamente conectadas a la hoja, como
también ocurre en el Molí d’Espígol (Tornabous) (ss. III-I a. C.)
Conde,
a, fig. ) Tossal de les Tenalles Sidamunt) segunda mitad del s. III a C.) (Ribes, 2002), que comparte estilismo
con los dos casos anteriores, aun ue las in orescencias pueden
aparecer completamente rellenas de pintura y contornear el limbo, dibujándose zarcillos simples por la parte más externa del
conjunto o bien contando con in orescencias dobles ue no están
directamente conectadas a la hoja, como eíamos en Margalef
Torregrosa), aun ue tambi n hay alg n ejemplar ue sigue la
norma generali ada Missatges T rrega) finales del s. II a. C.
principios del I a. C.) (Badías et al., 00 , fig. ) Tarraco Tarragona) s. II a. C.) el mo,
, fig. 30) Gebut Soses)
s. II a. C.) Ribes, 00 , fig. 3) ontscaldes Valls) ss. III
I a. C.)
. VV., 003:
Lafuente Re uelto,
: 4 3,
fig. 3a) El Vilar Valls) finales del s. III a. C. comien os del
II a. C.) abra, 003: 6 ) La Vispesa Bin far) s. II I a. C.),
aunque el ejemplar está un poco incompleto (Domínguez y Maestro,
4, fig. 6 ) Torrell del Bo erot lmassora) s. II a. C.)
(Clausell et al., 000) y, por ltimo, Tossal de Manises lacant) (s. I a. C.) (Tortosa, 2006, CD 201-208), donde comparte
protagonismo con otro moti o fitomorfo en el friso.
Tambi n hemos rastreado su presencia en yacimientos foráneos al territorio ibérico, tal es el caso de: Puig d’En Canals
S ller) finales del s. III a. C. primera mitad del II a. C.) e
Nicolás y Conde,
3:
30) osso delle Canelle Toscana, Italia) (ss. III-I a. C.) (Bruni y Conde, 1991: 568); Castiglioncello (Castiglioncello, Italia) (ss. II-I a. C.) (Lamboglia,
1954: 117-118); Albintimilium (Ventimiglia, Italia) (s. II a. C.)
Conde,
6:
), Ruscino Ch teau Roussillon, rancia) (ss. II-I a. C.) (Guérin, 1986: 49) y Kuass (Asilah, Marruecos) ltimo tercio del s. II principios del I a. C.) biri, 00 :
0 0 , fig. 66).
Tradicionalmente se ha asignado como centro productor de
este tipo de decoraciones al taller de ontscaldes Valls), apareciendo fundamentalmente sobre el mismo soporte, el kalathos.
Además, el esquema compositivo en todas estas piezas es similar. El campo decorativo del cuerpo del vaso está dividido
en dos frisos. El inferior acoge decoraci n de tipo geom trico,
mientras que en el superior también se pintan motivos vegetales
hojas con ores, roleos orales o herbáceas). demás, suele
haber dos caras (A y B) en las que se repite el mismo diseño.
El caso del Pla de les Tenalles (Granyanella) es un poco diferente, pues el campo decorati o se di ide en tres regitros. Las
hojas con in orescencias aparecen en el superior, junto a otros
moti os geom tricos y, en alguna ocasi n, oomorfos.
A tenor de lo expuesto y argumentado en el tercer capítulo
de este trabajo, cabe barajar la posibilidad de que el modelo y
dise o decorati o de ontscaldes Valls) fuera imitado por otros
centros productores, como hemos visto en El Palao (Alcañiz) y
Tiro de Cañón (Alcañiz). A nuestro juicio, la imitación no consistiría en una simple cuestión estética o de moda, sino que estaría relacionada con el simbolismo de lo representado, así como
con el contenido de los asos y sus diferentes calidades.
L
.
fig.
): e esta sub ariante llama nuestra
atención el extremo de la hoja, pues está recorrido por un conjunto un tanto singular. La parte central tiene forma apuntada y
en medio aparece un ojo, con lo que se podría estar representando la cabeza de un ave. De este modo, las supuestas hojas
lanceoladas que salen a cada uno de sus lados serían realmente sus alas desplegadas y no elementos fitomorfos. Estamos
ante una simple abstracción vegetal o más bien se trata de una
metamorfosis del tipo isto, por ejemplo, en La Serreta lcoi,
Pen guila, Cocentaina) uentes, 006, fig.
L
S . )
L
fig.
3): Moti o complejo cuya base está
compuesta, casi siempre, por dos ores con corolas tubulares
unidas por el cáliz. A partir de ellas se desarrollan dos grandes
roleos orientados de forma opuesta. Entre ellos, y de ellos, surgen estilizaciones vegetales de variado tipo que corresponden a
hojas. Siempre se dispone en horizontal y se realiza con la técnica de la tinta plana. Solamente hemos identificado tres representaciones sobre recipientes de gran tamaño con cierre hermético
procedentes del Cabe o de lcalá
aila) fig.
y 34). Cada
una corresponde a una sub ariante diferente, datadas entre el
s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. Suelen ocupar la casi totalidad de la metopa en la que se les pinta y en ella desempeñan
un papel protagonista.
L
3 fig. 3): Todas las representaciones ue a uí
incluimos tienen en com n el estar formadas por un par de hojas
cordiformes, istas de frente y unidas por sus ápices, ue se disponen en ertical. Sus limbos están rodeados por in orescencias
estilizadas, simuladas con dos pares de líneas paralelas entre las
que se pintan grupos de trazos rectos, en diagonal, orientados
de maneras opuestas. demás, pueden formar parte del moti o
otras representaciones vegetales, más o menos estilizadas, que
surgen de su parte superior y/o lateral. La técnica empleada en
su realización es la mixta, apareciendo siempre las hojas cordiformes rellenas de pintura. Conocemos seis ejemplares de esta
variante sobre recipientes de gran tamaño con cierre hermético
y kalathoi hallados en El Cabezo de Alcalá (Azaila). Cada uno
corresponde a una sub ariante diferente y su cronología abarca
185
[page-n-199]
FLHO 2.3
FLHO 3.1
FLHO 3.4
FLHO 3.5
FLOR 3.1
FLOR 3.2
FLHO 3.6
FLOR 3.3
FLOR 3.4
FLOR 3.7
FLOR 3.8
FLOR 3.9
FLOR 4.1
FLOR 4.4
FLOR 5.1
FLOR 5.2
FLOR 5.3
FLOR 5.5
FLOR 5.6
FLOR 5.7
FLOR 5.8
ig.
186
FLHO 3.2
3. Moti os egetales.
FLHO 3.3
FLOR 1
FLOR 2
FLOR 3.5
FLOR 3.6
FLOR 4.2
FLOR 4.3
FLOR 5.4
FLOR 5.9
FLOR 5.10
[page-n-200]
desde el s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C. Siempre se
pintan en el registro que acoge la decoración principal, en una
metopa en la ue act an como protagonistas o coprotagonistas.
L R fig. 3 4): Representaciones de ores ue pueden aparecer de manera aislada, asociadas a otros elementos o,
incluso, formar una unidad a base de repeticiones. Las hay cruciformes, tubulares, pintadas con ista cenital o longitudinal,
perfiladas o rellenas completamente de pintura, etc. pero en lo
ue todas ellas coinciden es en ue resulta muy fácil reconocerlas y no tanto identificarlas con una especie en concreto.
En funci n de la morfología de la or hemos establecido catorce variantes, con sus respectivas subvariantes. En cualquier
caso, las hemos contabilizado en ciento setenta ocasiones, más o
menos completas, a las que debemos sumar otras tantas incompletas. Los soportes sobre los que se pintan son variados: recipientes de gran tamaño con cierre hermético, vasos con resalte,
tinajillas, kalathoi, jarros, olpai, tapaderas y crateriskoi procedentes de un amplio repertorio de yacimientos: Alto Chacón
(Teruel), San Cristóbal (Mata de los Olmos), San Antonio (Calaceite), Tiro de Cañón (Alcañiz), El Palao (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), El Palomar (Oliete), El Cabezo de Alcalá (Azaila) y Celsa (Velilla de Ebro). Su cronología es amplia, pues los
ejemplares más antiguos se datan en el s. III a. C., mientras que
los más modernos son del s. I a. C.
L R
fig. 3): os ores entrela adas ue se representan con vista longitudinal. La de mayor tamaño se realiza
con una línea cur a y lisa ped nculo) ue, llegado a un determinado punto, se bifurca en otras dos ue terminan en roleo.
Estas dos líneas simulan el cáliz. Del punto en el que termina el
ped nculo surgen dos líneas onduladas, ue identificamos como
posibles estambres. Además, el de la derecha se corona con un
elemento circular relleno de líneas diagonales que se cruzan,
dándole un aspecto reticular. Ese conjunto podría identificarse como una or fecundada con fruto representado. La or de
menores dimensiones arranca de la voluta de la derecha de la
anterior. Se realiza con una línea ligeramente curvada, opuesta a la voluta. Entre ambos elementos surge otra línea ondulada (estambre). La técnica empleada en su realización es la del
perfilado y solamente se ha representado en una ocasi n, sobre
un kalathos del lto Chac n Teruel) fig. ). Se dispone en
ertical y es el nico elemento figurado de la metopa en la ue
aparece, por lo que ejerce un papel protagonista. Se data entre
los ss. II-I a. C.
L R fig. 3): Varias ores entrela adas, de diferente tipo, representadas en sección longitudinal. La central es de
mayores dimensiones que el resto y no se ha conservado completa. Está formada por una línea recta ped nculo) ue aparece
recorrida por otras, más cortas, que se orientan en horizontal.
A continuación aparece un elemento circular relleno de líneas
reticuladas, como el isto en la or anterior. el e terior del
círculo, pero en línea con el ped nculo, surge un tra o ondulado
que se remata con otro elemento circular del mismo tipo que el
anterior, pero de menor tamaño. A cada uno de sus lados se pinta
una corta línea recta. Volviendo al círculo central, de grandes
dimensiones, se aprecia cómo de cada uno de sus lados arrancan
dos líneas curvas, terminadas en volutas, de las que surgen otras
ores. La de la i uierda repite el es uema de la ariante anterior (línea ligeramente curvada, opuesta a la voluta, y entre ellas
un tra o ondulado). La or de la derecha tiene un e tremo de la
corola formado por una oluta y el otro por un tra o recto. Entre
ellos, dos pares de líneas curvas (posibles estambres). Se ha utili ado la t cnica del perfilado en su ejecuci n. Solamente se ha
pintado una vez sobre un kalathos recuperado en Alto Chacón
Teruel) fig. ). Se dispone en ertical, bajo una de las asas, y
es el nico moti o figurado de la metopa, por lo ue desempe a
un papel principal en la decoración. Comparte cronología con la
variante anterior.
L R 3 fig. 3): Variante parecida al tema 4 de Beltrán Lloris
6:
, fig. 4). Se trata de un moti o compuesto
ue, como característica definitoria, presenta un ped nculo del
ue surgen de manera opuesta dos capullos orales, en secci n
longitudinal, con uno de los extremos de la corola acabados en
voluta. Puede aparecer solamente una pareja asociada a otros
elementos decorativos, pero lo habitual es que se representen
varias en horizontal y se sucedan en vertical, independientemente de que la composición la integren también otros elementos.
Precisamente, en base a ello, hemos definido nue e sub ariantes. La técnica pictórica empleada es la de la tinta plana. Hemos constatado su representación en dieciséis ocasiones sobre
recipientes de gran tamaño con cierre hermético, vasos con resalte, kalathoi, olpai y crateriskoi recuperados en El Castelillo
(Alloza) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). Su cronología abarca
desde el s. III a. C. hasta el primer cuarto del I a. C., si bien, podemos diferenciar dos momentos: el primero, entre los ss. III II
a. C. L R 3.6, L R 3. y L R 3. ), y el segundo, entre el
s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. L R 3. , L R 3. ,
L R 3.3, L R 3.4, L R 3. y L R 3. ). Entre las funcionalidades que puede desempeñar está la de ser protagonista
o coprotagonista de la metopa en la que se le pinta, así como la
de delimitar el espacio que acoge la ornamentación principal,
aun ue esta ltima es claramente minoritaria L R 3. ).
L R 4 fig. 3): lores solitarias, de cuatro p talos
crucíferas), representadas como si fueran istas cenitalmente.
Se reali an con la t cnica de la tinta plana y en funci n de sus
características morfol gicas hemos definido cuatro sub ariantes. Los ejemplares incluidos ascienden a un total de sesenta
y nueve, pintados sobre una reducida variabilidad de soportes:
recipientes de gran tamaño con cierre hermético, kalathoi, tapaderas y crateriskoi. Los yacimientos en los que se recuperaron
se limitan a: San Cristóbal (Mata de los Olmos), Tiro de Cañón
(Alcañiz), El Castelillo (Alloza) y El Cabezo de Alcalá (Azaila).
Su cronología abarca desde el s. III a. C. hasta el primer cuarto
del I a. C.
L R 4. : Se corresponde con el moti o 4 de los orales
definidos por Pellicer
6
0, fig. 0) y el tema 0 de Beltrán Lloris
6:
, fig. 3), uien lo considera como deri ado de representaciones estelares. Las metopas o frisos en los ue
aparecen suelen estar ricamente decorados y los protagonistas
pueden ser de tipo fitomorfo, oomorfo o antropomorfo. Suelen
tener pequeñas dimensiones, estar repetidas y aparecer como
motivo de relleno, aunque también debemos tener en cuenta
ue, en ocasiones, sobre todo en las tapaderas, es el nico motivo pintado en el pomo, donde cobra un protagonismo que no
tiene en el resto de situaciones.
L R 4. : Su cronología se ci e al periodo comprendido entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. Siempre se
representa en los pomos de las tapaderas, donde el papel que
desempeña es principal.
187
[page-n-201]
Hemos localizado motivos similares en Labitolosa (La Puebla de Castro). Se pintan arias ores sobre una tinajilla, tanto
en espacios en los ue nicamente aparecen moti os geom tricos y vegetales como en otros donde, además, hay un équido
(Maestro et al., 0 0). En el primer caso se sit a en las asas del
aso y act a como moti o principal de ese espacio, aun ue secundario con respecto a la ornamentación general. En el segundo caso aparece en una de las metopas que acoge la decoración
principal, pero su papel es secundario. La cronología de esta
pieza es del s. I a. C.
L R 4.3: parece en un friso en el ue se pintan arias
escenas protagoni adas por humanos IG 46, fig. 3), por lo
que el papel que desempeña en la ornamentación es secundario.
Se utiliza entre los ss. III-II a. C.
L R 4.4: atada entre el s. II a. C. y el primer cuarto
del I a. C.
L R
fig. 3): lores solitarias de las ue se ofrece
una sección longitudinal. Se caracterizan porque tienen la corola tubular y al menos uno de sus extremos termina en voluta.
En funci n de sus características formales hemos definido die
subvariantes. La técnica pictórica que se emplea en su realizaci n puede ser la tinta plana de L R . a L R .6), la del
perfilado L R .6, L R . , L R . y L R . 0) o
mi ta L R . ). emos contabili ado sesenta y tres representaciones de esta variante sobre: recipientes de gran tamaño
con cierre hermético, vasos con resalte, tinajillas, kalathoi, jarros y crateriskoi. Dichos soportes se hallaron en: Alto Chacón
(Teruel), San Antonio (Calaceite), El Palao (Alcañiz), Tiro de
Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), El Cabezo de Alcalá
(Azaila) y Celsa (Velilla de Ebro), por lo que su cronología
abarca un amplio periodo de tiempo (ss. III-I a. C.).
L R . : Corresponde a la decoraci n egetal .g de Pellicer
6
0, fig. 6) y al tema 0 de Beltrán Lloris
6:
, fig. ). ste comparte con Cabr la idea de ue el modelo
del moti o procede del SE. peninsular, habi ndose simplificado
su representación a base de la supresión de ciertos elementos
y/o estili aci n de otros Cabr , 44: 0, fig. 4B). e nue o,
si atendemos a criterios meramente estilísticos vemos cómo se
comparten las ideas, pero cambian los modos de representación.
sí las cosas, gracias a la re isi n de los moti os fitomorfos
realizada por el proyecto De lo real a lo imaginario. Aproximación a la flora durante la Edad del Hierro, hemos podido ver
cómo las representaciones más parecidas a las aquí tratadas se
encuentran dispersas tanto a ni el geográfico como cronol gico, situándose los ejemplares más antiguos, del s. III a. C., tanto
en la zona catalana como en la alicantina. Los yacimientos en
los que hemos documentado esta subvariante son: Mas Castelar Pont s) y El Vilar Valls) finales del s. III a. C. principios
del II a. C.) ontscaldes Valls) ss. III I a. C.) Castellet de
Banyoles (Tivissa) (segunda mitad del s. III a. C.-principios del
II a. C.) Margalef Torregrossa) segunda mitad del s. III a. C.)
Torrelló del Boverot (Almassora) (primera mitad del s. II a. C.);
Castellar de Pina (Pina) (ss. III-II a. C.); Tossal de Sant Miquel
(Llíria) (primer cuarto del s. II a. C.); Corral de Saus (Moixent)
(s. II a. C.); Cerro Lucena (Enguera) (ss. III-I a. C.); La Serreta
(Alcoi, Penàguila, Cocentaina) (s. III a. C.-primer tercio del s.
II a. C.) Tossal de les Basses lacant) finales del s. III a. C.
principios del II a. C.); Tossal de Manises (Alacant) (s. I a. C.);
188
Cabecico del Tesoro (Verdolay) (s. II a. C.); Gorham’s Cave
Gibraltar) ss. III II a. C.) y Puig d En Canals S ller) finales
del s. III a. C.-primera mitad del II a. C.).
El moti o siempre se dispone en hori ontal y resulta com n
que aparezca varias veces en el mismo soporte, sucediéndose en
ertical y ocupando toda la altura del friso. demás, suele ser el
nico moti o ue se representa en la metopa, aun ue hay alg n
vaso en el que aparece acompañado por otros. En el primero de
esos casos, ejerce la funci n de ser moti o principal de la decoración, mientras que en el segundo depende de la naturaleza
de los otros motivos. De ese modo, si los motivos son de tipo
geom trico o fitomorfo act a como protagonista, pero si son
oomorfos se con ierte en secundario.
L R . : Se dispone en hori ontal y desempe a un papel
principal. Su cronología se ciñe al periodo de tiempo comprendido entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
L R .3: parece dispuesto en hori ontal y se data entre
los ss. III-II a. C. Pudo actuar como protagonista de la metopa en
la ue se le pinta, pero solamente conser amos un pe ue o fragmento del aso al ue pertenecería San ntonio , fig.
).
L R .4: Se dispone en hori ontal y ocupa casi todo el
ancho de la metopa en la que aparece, donde se pintan otras
posibles figuraciones Pal 4, fig. 6). ebi ejercer un papel
principal y se data entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
L R . : Se dispone en hori ontal y en la misma metopa
se suceden arias de ellas en ertical 6. .33 6, fig. 43). En
sta aparece tambi n alg n moti o geom trico. La funci n ue
desempeña es la de ser motivo principal de la decoración y se
data entre finales del s. II a. C. y principios del I a. C.
L R .6: Puede aparecer dispuesto en hori ontal o ertical. Se corresponde con el tema 79 de Beltrán Lloris (1976:
3, fig. ), uien data el comien o de su representaci n, en El
Cabe o de lcalá
aila), entre finales del s. III a. C. y principios del II a. C. En base a los ejemplares que conocemos (Alto
Chac n 3, fig. 4 y aila , fig. ), consideramos más con eniente encuardar su cronología entre los ss. II-I a. C. En cuanto
a su funcionalidad, decir ue puede ser protagonista o coprotagonista del espacio en el que se le pinta.
L R . : Reali ada de una manera es uemática, act a
como coprotagonista de la metopa en la que aparece (Alto Chac n 3, fig. 4 ). Su dataci n se centra en los ss. II I a. C.
L R . : La t cnica empleada en su reali aci n es la
mi ta, pues se utili a la del perfilado para la or y la de la tinta
plana para los elementos que surgen de su corola (peciolo y
hoja lobulada, similar al palmito). Se dispone en vertical y se le
pinta surgiendo del motivo con el que se separan dos metopas
fig. 6 ). Su papel es secundario en la ornamentaci n y su cronología abarca los ss. III-II a. C.
L R . : Se dispone en ertical, con la corola hacia abajo, y surge de la línea ue delimita una metopa fig. ). En sta
desempeña un papel de relleno y su datación va desde el s. II a. C.
hasta el primer cuarto del I a. C.
L R . 0: Mismas características, funci n y cronología
que la subvariante anterior.
L R 6 fig. 4): Se trata de un moti o compuesto. Está
integrado por, al menos, un par de capullos orales representados en sección longitudinal, separados por un triángulo y dispuestos de forma opuesta. Las corolas tienen forma tubular y
uno de sus extremos termina en voluta, mientras que el otro lo
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hace de forma puntiaguda. Recuerdan, en cierto modo, a la ariante L R 3 fig. 3), si bien, su principal diferencia estriba
en ue en este caso cada or tiene su propio ped nculo o las
corolas son independientes, pues no surgen de un elemento central. Seg n su morfología hemos establecido dos sub ariantes.
La técnica empleada en su realización es la tinta plana y hasta
el momento lo hemos identificado en cuatro ocasiones sobre un
kalathos fig. 6), un crateriskos
43 6
0, fig.
) y un
fragmento informe El Palomar , fig.
) recuperados en El
Palomar (Oliete) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). Su cronología
comprende desde el s. III a. C. hasta el primer cuarto del I a. C.,
si bien, la ariante L R 6. comien a a representarse a partir
del s. II a. C. Por ltimo, se alar ue la funci n ue desempe a
es la de ser protagonista de la decoración.
L R fig. 4): lor solitaria y crucífera, representada
con perspectiva cenital. En su interior tiene un aspa que podría
simular los estambres o nervios de los pétalos. Se realiza mediante la t cnica del perfilado. Solamente se ha documentado
en una ocasi n, sobre un fragmento hallado en el lto Chac n
Teruel) lto Chac n , fig.
). pesar de su anecd tica
presencia entre los materiales estudiados, se trata de uno de los
moti os fitomorfos ue aparece con mayor frecuencia sobre
cerámica ib rica. E isten ejemplares en gran n mero de yacimientos, como: Hoya de Santa Ana (Chinchilla de Montearagón) (Sánchez Jiménez, 1943; Sanz Gamo, 1997); El Tolmo
(Minateda) (Abad y Sanz Gamo, 1995); Pozo de la Nieve de
Torreuchea (Hellín) (Sanz Gamo, 1997); El Cabecico del Tesoro
Verdolay) Tortosa, 006) L lc dia El ) Ramos ol u s,
1990; Tortosa, 2004a); La Serreta (Alcoi, penàguila, Cocentaina) uentes, 006, 00 ) Corral de Saus Moi ent) I uierdo,
1996) y Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet, 1995). También
se ha constatado su uso en otros yacimientos, en los que al moti o base se le a aden otros elementos olutas y/o ped nculo),
como ocurre en el caso de Tossal de la Cala (Benidorm) (Belda,
3 Bayo, 0 0, fig. 4 . ) o el ya citado de L lc dia El ).
Su cronología, por tanto, comprende desde el s. III a. C. al primer cuarto del I a. C., si bien, el grueso de las representaciones
se centra entre los ss. II I a. C. Son pocas las ores de este tipo
ue aparecen en decoraciones e clusi amente fitomorfas, siendo más com n su presencia junto a ciertos moti os oomorfos,
fundamentalmente a es, y antropomorfos. Su papel, por tanto,
es secundario, pues act a como moti o de relleno.
L R
fig. 4): lor solitaria con nue e p talos indiiduali ados monocotiled nea), representada como si fuera
vista cenitalmente. En el centro de ésta se realiza un punto, que
simula el ovario (Badal et al., 2010: 109). La técnica pictórica
empleada en su reali aci n es la del perfilado. Solamente hemos documentado una representación de este tipo sobre el pomo
de una tapadera del Cabezo de Alcalá (Azaila) (Azaila-18,
fig. 0 ). Tiene pe ue as dimensiones y aparece junto a otros
moti os fitomorfos. Uno de ellos es una gran or ue ocupa el
centro del pomo, por lo que consideramos que la aquí descrita
desempeñaría un papel secundario. Su datación comprende desde el s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C.
L R
fig. 4): lor solitaria, con ocho p talos definidos (dicotiledóneas), representada con vista cenital y con los
nervios de la corola indicados. Se realiza con la técnica del perfilado y en funci n de la forma de simular sus p talos hemos
diferenciado dos sub ariantes. Solamente contamos con dos
ejemplares pintados sobre el pomo de una tapadera fig. ) y
un fragmento informe del Cabe o de lcalá
aila) 3 036,
fig. 43). Su cronología coincide con la de la ariante anterior
(s. II a. C.-primer cuarto del I a. C.). En el ejemplar que se conser a entero act a como moti o principal de la ornamentaci n.
L R . : Este tipo de or no es muy frecuente en las
cerámicas ibéricas decoradas, si bien, hemos documentado
ejemplares similares en: El Tolmo (Minateda) (Sanz Gamo,
, fig. 6. 4 ) y La Serreta lcoi, Pen guila, Cocentaina)
uentes, 006, 00 ). ellos habría ue sumar otro recuperado en Santa Catalina del Monte (Verdolay) (Pericot, 1979,
fig. 3 Tortosa, 006, Lám. ), ue guarda gran parecido formal con los anteriores pero que, además, tiene indicado en el
centro el órgano reproductor. La representación de este tipo de
ores comprende los ss. III I a. C.
L R . : Como hemos dicho en el caso de la L R
fig. 4), este modelo de or aparece muy representado en las
pinturas ib ricas sobre cerámica, si bien, aun ue formalmente
son muy parecidas, la diferencia entre ellas estriba en el n mero
de pétalos individualizados. Así pues, de los cuatro vistos en
el ejemplo al que hemos hecho alusión, existen otros que van
desde los seis a los diecisiete. De nuevo, suelen servir de relleno de espacios acíos y estar asociadas a moti os oomorfos,
mayoritariamente a es, y antropomorfos, aun ue tambi n hay
algunos casos ue aparecen entre decoraciones fitomorfas o,
incluso, son los nicos moti os representados en una metopa,
por lo que tienen un papel protagonista. De ellas se ha llegado a decir que podrían ser el símbolo de la Gran Diosa Madre
(Kukahn, 1962: 83). El conjunto de yacimientos en los que se ha
documentado es amplio: T tugi Galera) Pereira et al., 2004:
43 44, fig. .3 y ), La Piedra de Pe arrubia Elche de la
Sierra) Lillo,
, Lám. I y II), L lc dia El ) Ramos olqués, 1990; Tortosa, 2004a), Tossal de Manises (Alacant) (Pericot,
), Tossal de la Cala Benidorm) Belda,
3, fig.
), La Serreta lcoi, Pen guila, Cocentaina) uentes, 006,
2007), El Monastil (Elda) (Tortosa, 2006), Corral de Saus (Moixent) (Izquierdo, 2000), La Coroneta (Rotglà i Corberà) (Pérez
Ballester, 2006: 148), Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet,
) y La Morranda Ballestar) lors y Marcos,
: 300).
El elenco de yacimientos es variado, como también lo es el tipo
de soportes sobre los que aparece, si bien, predomina en Tossal
de Sant Miquel (Llíria). Su cronología de uso es amplia, datándose el ejemplar más antiguo, locali ado en T tugi Galera),
entre la segunda mitad del s. IV a.C. y la primera del III a. C.,
y los ejemplares más modernos en el s. I a. C. No obstante, el
grueso de las representaciones se centra entre el s. II a. C. y
comienzos del I a. C.
L R 0 fig. 4): lor solitaria, de seis p talos, pintada
con vista cenital. La técnica empleada en su ejecución es la tinta plana. Solamente conocemos una representación sobre una
tapadera del Cabe o de lcalá
aila)
43 6
6, fig. ),
concretamente sobre su pomo. En ese espacio es el nico motivo representado, por lo que su papel es protagonista. Su datación va desde el s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C.
L R
fig. 4): lor solitaria, con dos p talos detallados y dispuestos de forma opuesta. Entre ellos sale un corto
tra o, terminado de forma apuntada posible pistilo). cierta
distancia, dos pares de líneas en “V” tal vez simulan los estambres. Se ofrece una ista longitudinal de la or. La t cnica
189
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FLOR 6.1
FLOR 11
FRUT 1.1
FRUT 2.7
FRUT 1.2
FRUT 2.8
FLOR 6.2
FRUT 2.1
FRUT 2.9
FLOR 7
FLOR 8
FLOR 9.1
FLOR 9.2
FLOR 10
FLOR 12
FLOR 13.1
FLOR 13.2
FLOR 14.1
FLOR 14.2
FRUT 2.3
FRUT 2.4
FRUT 2.5
FRUT 2.6
FRUT 3.1
FRUT 3.2
FRUT 3.3
FRUT 4
FRUT 5
FRUT 2.2
HERB 1.1
HERB 1.2
HERB 1.3
HERB 1.4
HERB 2.1
HERB 2.2
HERB 3.1
HERB 3.2
HERB 4
HERB 5.1
HERB 5.2
HERB 6
HERB 7
HERB 8
HERB 9.1
HERB 9.2
HERB 9.3
HERB 10.1
HERB 10.2
HERB 10.3
ig.
190
HERB 11.1
4. Moti os egetales.
HERB 11.2
HERB 12
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empleada en su reali aci n es la tinta plana. E iste una nica
representación sobre un kalathos del Cabezo de Alcalá (Azaila)
fig. 4). Se sit a, en diagonal, junto a una de las asas del recipiente. Aparece en una metopa en la que se pintan otros motivos
de tipo geométrico y vegetal. Su reducido tamaño, así como su
ubicación desplazada, indican que se trata de un motivo de relleno. Su cronología se centra en el periodo comprendido entre
el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
L R
fig. 4): Capullo oral, en solitario, del ue se
ofrece una ista longitudinal. La corola es tubular, está perfilada
por una línea lisa y termina en uno de sus extremos en voluta.
De ésta surge una línea integrada por cortos trazos rectos en vertical. El motivo se dispone en horizontal y la técnica pictórica
empleada para su realización es la de la tinta plana. Es similar
a la decoraci n egetal .c de Pellicer
6
0, fig. 6). Lo
hemos identificado en seis ocasiones, una sobre un crateriskos
del Castelillo llo a) IG 46, fig. 3) y las otras seriadas en
vertical en la misma metopa de un kalathos del Cabezo de Alcalá
aila) fig. 4). Su funcionalidad aría, pues en el primero
de los casos aparece en una zona próxima al límite superior del
friso, rellenando el espacio acío entre los personajes humanos y animales que protagonizan las escenas. En cambio, en la
segunda situaci n es el nico moti o representado, aun ue en
varias ocasiones, y además ocupa todo el ancho de la metopa,
por lo que desempeña un papel principal en la ornamentación.
Se utiliza durante el periodo de tiempo comprendido entre el
s. III a. C. y el primer cuarto del I a. C.
L R 3 fig. 4): Caracteri ada por tener una corola
de tipo tubular, aunque no tan alargada como las vistas en la
ariante L R fig. 3). e la parte superior de sta salen
pequeñas y cortas líneas rectas (estambres). Se proporciona una
ista longitudinal de la or y se reali a mediante la t cnica de
la tinta plana. Su representación es escasa, pues solamente la
hemos atestiguado en dos ocasiones sobre un fragmento de San
ntonio Calaceite) fig. 46) y una tapadera del Cabe o de
lcalá
aila)
aila , fig.
). El periodo temporal ue
abarca es amplio, pues la primera representación se data entre
el s. III y comienzos del II a. C. y la segunda entre el s. II a. C.
y el primer cuarto del I a. C. La funcionalidad ue desempe an
ambas ariantes tambi n difiere, pues mientras L R 3. act a como moti o de relleno, la L R 3. es protagonista del
espacio en el que se le pinta.
Los paralelos que podemos establecer son pocos. Existe un
ejemplar de Los Villares Caudete de las uentes) donde aparecen arias ores formando parte de una liana y se datan en el
primer cuarto del s. II a. C. Mata,
: 0 y 4 , fig. 4. ).
Tambi n podemos aludir a cierto n mero de ores ue aparecen
repetidas sobre un friso en La Escuera San ulgencio), aunque en ese caso los extremos de las corolas terminan en volutas
Nordstr m, 6 , fig. 33). La dataci n de ste ltimo es anterior, concretamente del s. III a. C., por lo que podría tratarse del
modelo original que más tarde se expande. Recientemente se ha
publicado un fragmento de L lc dia El )7 en el que se aprecia
un ejemplar ue guarda gran parecido con el ltimo descrito y
conocemos otro procedente del mismo yacimiento muy similar
a L R 3. Ramos ol u s,
0, fig. 43), ambos datados
entre los ss. II-I a. C.
Consultar CMP0
en www. orayfaunaiberica.org/ ora.
L R 4 fig. 4): lor de aspecto campaniforme, orientada hacia abajo. Tiene alguna oluta en la parte inferior de
la corola y ésta es más estrecha que la boca. Se representa en
sección longitudinal y se realiza con la técnica de la tinta plana L R 4. ) o la del perfilado L R 4. ). E isten pocos
ejemplares en la zona estudiada, concretamente dos. Se pintan
sobre un fragmento recuperado en San ntonio Calaceite)
San ntonio 6, fig.
) y un kalathos del Castelillo (Alloza)
IG 3, fig. 64), por lo ue se datan entre los ss. III II a. C. La
funci n ue desempe a en la ornamentaci n, al menos en el
caso mejor conservado, es secundaria.
RUT fig.
4): Bajo esta denominaci n agrupamos
a uellas representaciones ue por su aspecto formal pueden
ser asimiladas a frutos. Por lo general tienen aspecto redondeado, aun ue tambi n los hay o oides y de una forma angulosa.
Aunque algunos de ellos aparecen asociados a hojas, éstas no
ayudan a su identificaci n botánica Badal et al., 2010, 126).
En cualquier caso, su variedad no es muy amplia, pues solamente hemos definido cinco ariantes con sus correspondientes subvariantes. Se ha pintado en, al menos, cincuenta y cinco
ocasiones sobre: recipientes de mediano y gran tamaño con
cierre hermético, kalathoi, jarros, platos, tapaderas, crateriskoi y thymiateria. Los yacimientos en los que se recuperaron
son: Alto Chacón (Teruel), San Cristóbal (Mata de los Olmos),
La Guardia (Alcorisa), El Palao (Alcañiz), Tiro de Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), El Palomar (Oliete), El Cabezo
de lcalá
aila) y La Corona uentes de Ebro). Su dataci n
cronológica es amplia, pues abarca el periodo comprendido
entre los ss. III-I a. C.
RUT : ruto de aspecto redondeado, del ue se ofrece
una sección longitudinal, cuyo interior se rellena con un reticulado. La sub ariante RUT . podría clasificarse tambi n
como L R si atendemos a los paralelismos e istentes en El
Torrell
nda) Gusi,
4, fig. 3. ). Si bien, dada su similitud
con RUT . , identificada en el mismo yacimiento, lto Chac n Teruel), hemos preferido incluirla a uí.
Esta variante está escasamente representada, pues solamente conocemos tres ejemplares pintados sobre un kalathos
fig. ) y un fragmento lto Chac n , fig.
). La t cnica
empleada en su reali aci n es la del perfilado RUT . ) o la
mi ta RUT . ) y en los ejemplares conser ados más enteros
se pinta ante un ave, verdadera protagonista de la metopa, por lo
que su papel es secundario.
RUT : rutos de aspecto redondeado ue aparecen en
solitario y se representan como si fueran istos de frente. tendiendo a su aspecto formal hemos establecido nue e sub ariantes que no están muy representadas, pues solamente las hemos
contabilizado en catorce ocasiones. Los soportes sobre los que
aparecen son variados: recipientes de gran tamaño con cierre
hermético, kalathoi, jarros y tapaderas, aunque predominan
claramente los segundos. Los yacimientos en los que se recuperaron quedan limitados a: La Guardia (Alcorisa), San Cristóbal (Mata de los Olmos), El Castelillo (Alloza) y El Cabezo de
Alcalá (Azaila). La técnica empleada en su realización puede
ser la de la tinta plana RUT . , RUT .3 y RUT . ) o la
mi ta RUT . , RUT .4, RUT . , RUT .6, RUT .
y RUT . ). Su dataci n se centra en el periodo comprendido
entre el s. III a. C. y el primer cuarto del I a. C., si bien, podemos diferenciar dos momentos. El primero comprendería los
191
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ss. III II a. C. de RUT . , RUT . , RUT .3 y RUT . )
y el segundo desde el s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C.
de RUT .4 a RUT . ). Respecto a su funcionalidad, siempre act a como moti o de relleno en la decoraci n principal.
Además, algunas subvariantes aparecen vinculadas a determinados moti os oomorfos RUT . y RUT . a los lobos)
o fitomorfos RUT .4 a L
3. y L
3.6, fig. 3, o a
R LEVEG . y R LEVEG .6, fig.
).
Por ltimo, se alar ue Beltrán Lloris interpret la sub ariante RUT .4, correspondiente al tema 0 a Beltrán Lloris,
6:
, fig. 3), como un moti o estelar, mientras ue para
Maestro la RUT .6 sería la caetra del jinete que le precede (Maestro, 2010: 225-227). A nuestro juicio, la cercanía del
hombro y codo del personaje masculino desaconsejan dicha interpretación (taparía casi completamente la extremidad), pues
se considera que la disposición del brazo de éste estaría más
en sintonía con la sujeción de una posible lanza (representada
mediante una línea diagonal a la altura de la parte inferior del
cuello del caballo)
aila 43, fig. ).
RUT 3: rutos de aspecto redondeado u o oide, representados de frente, ue se suceden en ertical y tienen hojas
asociadas. En funci n de su morfología hemos establecido tres
subvariantes, realizándose todas ellas con la técnica de la tinta
plana. Se trata de la variante que está más presente en el conjunto analizado, pues se ha contabilizado en treinta ocasiones.
Los soportes en los que aparece son: recipientes de gran tamaño con cierre hermético, kalathoi, platos, tapaderas, crateriskoi
y thymiateria recuperados en: La Guardia (Alcorisa), El Palao
(Alcañiz), El Castelillo (Alloza), Tiro de Cañón (Alcañiz), El
Palomar (Oliete), El Cabezo de Alcalá (Azaila) y La Corona
uentes de Ebro). Su cronología, por tanto, es amplia, pues
abarca el periodo comprendido entre los ss. III-I a. C.
RUT 3. : ace algunos a os fue identificado por Beltrán
Martíne
a: 3 ) como un tronco con frutos. Se corresponde con la decoración “vegetal diversa” 3 de Pellicer (1969-1970,
fig. ), el tema de Perales et al.
3
4: 4 , fig. ) y el
6a de Beltrán Lloris
6:
, fig. 3). Los ejemplares sobre
los que se representa están datados entre el s. III a. C. y el primer
cuarto del I a. C., por lo que su cronología es más amplia de lo
que se venía apuntando hasta el momento.
Se dispone tanto en horizontal como en vertical. En el primero de los casos, si es el nico moti o fitomorfo en el friso
act a como protagonista del mismo, aun ue su papel al considerar el total de la decoración puede pasar a ser secundario. Por
otra parte, si son varios los motivos vegetales pintados comparte
protagonismo con ellos. En el caso de que se disponga en vertical, circunstancia más ocasional, ocupa el ancho de la metopa
en la que aparece y desempeña un papel principal.
RUT 3. : Se corresponde con la decoraci n egetal diersa de Pellicer
6
0, fig. ). Puede aparecer dispuesto en ertical u hori ontal. Si es el nico moti o representado
en el friso o metopa, act a como moti o principal, aun ue su
protagonismo también se aprecia en los casos en los que aparecen más motivos pintados en la metopa, siempre y cuando sean
de tipo geométrico. Su datación se encuentra en sintonía con la
general apuntada para la variante.
RUT 3.3: Coincide con la decoraci n egetal di ersa
de Pellicer
6
0, fig. ) y el tema 4 de Beltrán Lloris
6: 0, fig. 4), uien lo sit a en la fase final del yacimiento
192
del Cabezo de Alcalá (Azaila). Se dispone siempre en vertical y
ocupa todo el ancho de las estrechas metopas en las que aparece,
por lo que ejerce un papel principal en éstas.
RUT 4: Se corresponde con el tema
de Perales et al.
3
4: 4 , fig. ) y el 6b de Beltrán Lloris
6:
,
fig. 3), uienes acertadamente lo consideran una es uemati aci n del moti o ue a uí denominamos RUT 3. . Su parecido
a ni el formal resulta e idente, si bien, su principal diferencia
estriba en ue a uí los posibles frutos ad uieren un aspecto anguloso. Están unidos por el peciolo y entre ellos se pintan dos
o tres pares de líneas horizontales que podrían corresponder a
hojas oblongas y opuestas. La técnica pictórica empleada en
su reali aci n es la tinta plana. Solamente hemos identificado
su representación en seis ocasiones sobre recipientes con cierre hermético de mediano y gran tamaño, platos, crateriskoi
y thymiateria hallados en La Guardia (Alcorisa), El Palomar
liete), El Cabe o de lcalá
aila) y La Corona uentes
de Ebro). Puede aparecer dispuesto tanto en horizontal como
en ertical. Si se trata del nico moti o representado en el friso
o metopa, act a como principal, pero si son arios los moti os
fitomorfos pintados comparte protagonismo con ellos. Respecto a la cronología, cabe apuntar que los ejemplares más antiguos proceden de La Guardia (Alcorisa) y se datan entre los
ss. III-II a. C., mientras que el resto son más recientes, utilizándose durante el s. I a. C.
RUT : ruto de aspecto o oide, relleno completamente de pintura, en cuyo e tremo inferior aparecen perfiladas dos
hojas oblongas y opuestas. Se ofrece ista frontal del moti o
y la técnica empleada en su realización es la mixta. Solamente
tenemos constancia de la existencia de un ejemplar sobre un kalathos del Palao lca i ) Pal 4, fig. 6). parece en la parte
inferior de una metopa de la ue no se conser a casi nada, por lo
ue es difícil apuntar mayores precisiones al respecto.
Existe una representación que guarda cierto parecido con
la a uí descrita y ue procede de L lc dia El ) Ramos olu s,
0, Lám. . , fig. 6 .3 Tortosa, 004a: 6, n
,
fig. 4 y 4). Se interpreta como una representaci n oral en la
ue se detallan tres p talos, pues es el tipo más com n en ese
yacimiento. Su aspecto difiere le emente del a uí presentado,
pues los p talos contorneados, ue se sit an en los e tremos,
están más cerrados y próximos al central, que se rellena de pintura y adquiere un aspecto más redondeado. Se data entre los
ss. II-I a. C., cronología que coincide con la que planteamos
para la variante descrita.
ERB fig. 4
): Generalmente se trata de representaciones completas de diferentes herbáceas, aun ue tambi n
las hay parciales. Tienen en com n ue en cada una siempre
aparece el mismo tipo de hoja y que éstas salen de un tallo liso,
realizado mayoritariamente mediante una línea más o menos
recta. En funci n de su morfología hemos indi iduali ado uince variantes, con sus correspondientes subvariantes, y la técnica
pictórica empleada en su realización es la tinta plana.
Se trata de un moti o ue resulta bastante frecuente entre los
pintados en las decoraciones complejas del Bajo Aragón, pues
lo hemos contabilizado en ciento cuarenta ocasiones. El tipo de
soportes sobre los que aparece es variado: recipientes de mediano y gran tamaño con cierre hermético, kalathoi, jarros, platos,
tapaderas, copas, crateriskoi y thymiateria. Los yacimientos de
los que proceden son: Alto Chacón (Teruel), La Guardia (Al-
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corisa), San Antonio (Calaceite), El Palao (Alcañiz), Tiro de
Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), El Palomar (Oliete), El
Cabezo de Alcalá (Azaila), Celsa (Velilla de Ebro), La Corona
uentes de Ebro), Pi uete de la talaya
uara), Cabe o de
las Minas (Botorrita) y Durón de Belmonte (Belmonte de Gracián). Por tanto, está presente en un amplio marco territorial y
también cronológico, pues se da entre los ss. III-I a. C.
ERB fig. 4): Cuenta con un tallo formado por una
línea recta, de la que surgen hojas oblongas o aciculadas, realizadas mediante cortas rayas lisas que se curvan en su extremo. Éstas pueden aparecer a un lado o a los dos. La visión que
se ofrece del moti o es longitudinal. Resulta bastante com n
entre el conjunto anali ado, pues lo hemos identificado en setenta y siete ocasiones sobre todos los soportes indicados al
describir el tipo, salvo las copas, y yacimientos, excepto en
Alto Chacón (Teruel). Su cronología, por tanto, coincide con la
apuntada anteriormente.
*HERB 1.1: Se corresponde con la decoración “vegetal diersa 6 de Pellicer
6
0, fig. ), el tema
de Beltrán
Lloris
6, fig. 3) y el 40 de Perales et al. (1983-1984: 251,
fig. ). Puede aparecer orientado en ertical, hori ontal o diagonal, aun ue esta ltima opci n resulta poco frecuente. Generalmente aparece en solitario y act a como moti o principal
de la decoración. En el caso de que esté acompañado de otros
moti os, funciona como coprotagonista si son de tipo egetal,
pero si son figurados sir e para recrear el entorno natural en el
que sucede la acción. Su cronología de uso es amplia, iniciándose en el s. III a. C. y llegando hasta la primera mitad del s. I a. C.
(Beltrán Lloris, 1976: 275; Perales et al., 1983-1984: 251).
Ampliando el espectro de mira a toda la decoración pintada sobre cerámica ibérica, observamos cómo resulta muy
abundante su representaci n. El n mero de yacimientos en los
que lo hemos documentado es amplio, así como su dispersión
geográfica: El marejo Bonete) Broncano,
: 6, fig. 4 ,
Lám. LXXX); Cerro del río Turrilla (Lorca) (Lillo, 1997: 68,
fig. 3 ) El Cigarralejo Mula) Cuadrado,
3 Tortosa,
006) L lc dia El ) Ramos ol u s,
0) Tossal de Manises (Alacant) (Pericot, 1979); El Puntal (Salinas) (Hernández
y Sala,
6, fig. 4 ) La Serreta lcoi, Pen guila, Cocentaina)
uentes, 006, 00 ) El Rabat Rafelcofer) Bonet e I uierdo, 00 , fig. . ) Tossal de Sant Mi uel Llíria) Bonet,
)
y Tossal de les Tenalles (Sidamunt) (Pellicer, 1966). No obstante, si tomamos en consideraci n el n mero de eces ue se
ha pintado, vemos que no es muy elevado. Los ejemplares más
antiguos son del s. IV a. C. y corresponden al Puntal (Salinas) y
El Cigarralejo (Mula), mientras que el grueso de representaciones está datado entre los ss. III-II a. C. Solamente unos pocos
penetran en la siguiente centuria, tal es el caso de L lc dia
(Elx) y Tossal de Manises (Alacant).
Entre las funciones ue puede desempe ar e iste una ariada casuística: moti o principal uentes, 00 : 6 y ), moti o
secundario, elemento de relleno, separador espacial y evocador
del paisaje natural que rodea las escenas representadas (Pérez
Ballester,
: 3 P re Ballester y Mata,
). Por ltimo,
señalar que en ocasiones la herbácea cuelga del pico de un ave,
esquema usual y repetitivo en El Cabezo de Alcalá (Azaila),
Tossal de Manises lacant) y L lc dia El ), pudiendo tratarse de una gramínea o una rama de olivo (Badal et al., 2010,
129). Por otra parte, en Cerro del río Turrilla (Lorca) aparece
sobre el pecho de un individuo masculino que se encuentra entre dos caballos, interpretado como posible e pote Hippon.
De ser eso cierto, la presencia de este motivo, destacado en su
vestimenta, adquiriría un valor simbólico.
*HERB 1.2: Puede aparecer orientado en vertical o en horiontal y su principal funci n es la de delimitar: metopas o escenas, si aparece en ertical o frisos, si se dispone en hori ontal.
Su cronología coincide con la apuntada para la variante.
En el ámbito ibérico solamente se ha documentado un ejemplar que guarda cierto parecido con esta subvariante. Aparece
sobre un recipiente, carente de contexto, del Campillo (Calasparra) y su cronología se sit a entre los ss. V IV a. C. Lillo,
0). Presenta ligeras diferencias a ni el formal, pues
sus hojas no son tan regulares, tienen mayor tamaño y aparecen
ligeramente cur adas hacia bajo. En ese caso su funcionalidad
es la de recrear, junto a otras herbáceas, el entorno natural en el
que trascurre lo representado.
ERB .3: Se orienta en ertical y aparece en un friso ricamente decorado con motivos geométricos, vegetales y animales.
Se sit a entre dos a es, saliendo del límite inferior del friso, por
lo ue sir e para recrear el entorno natural fig. 36). Su dataci n
abarca desde el s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C.
*HERB 1.4: Se dispone en diagonal, en la zona próxima
al límite superior del friso, por lo ue parece ue su papel es
secundario, de relleno fig. 36). Posee la misma cronología ue
la subvariante anterior.
ERB fig. 4): Las herbáceas ue a uí incluimos tienen en com n el ue los tra os ue simulan sus hojas están más
desarrollados o, lo que es lo mismo, son más largos y tienen un
aspecto más próximo a las hojas aciculadas que a las oblongas. Se ofrece de ellas una isi n longitudinal y en funci n de
su morfología hemos diferenciado dos sub ariantes. asta el
momento conocemos seis representaciones pintadas sobre recipientes herméticos de gran tamaño y kalathoi. Los yacimientos en los que se recuperaron son: Tiro de Cañón (Alcañiz), El
Cabe o de lcalá
aila) y La Corona uentes de Ebro). Se
utilizan entre los ss. II-I a. C.
*HERB 2.1: Se corresponde con la decoración “vegetal
di ersa
de Pellicer
6
0, fig. ), el tema 4 de Beltrán Lloris
6, fig. 3) y el 4 de Perales et al. (1983-1984,
, fig. ). Siempre se dispone en ertical y ocupa toda la
metopa en la ue se le representa, por lo ue act a como motivo principal.
*HERB 2.2: Se dispone junto a la línea vertical que delimita
las metopas, por lo ue sir e para refor ar el límite del espacio
a decorar.
ERB 3 fig. 4): partir de un eje central, formado por
una línea recta, salen hojas alargadas y oblongas, dispuestas de
manera alterna. stas carecen de la uniformidad y regularidad
ue se eía en las ariantes anteriores. La ista ue se ofrece del
motivo es longitudinal y está escasamente representado, pues
solamente lo hemos identificado en tres ocasiones. Los soportes
en los ue se pinta son un plato San ntonio , fig. 3), una
copa fig.
) y un fragmento informe
43 6 3 3, fig. 40)
recuperados en Alto Chacón (Teruel), San Antonio (Calaceite) y
El Cabezo de Alcalá (Azaila). La variante más antigua es HERB
3.2 y se data en el s. III y comienzos del II a. C., mientras que
193
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la HERB 3.1 abarca los ss. II-I a. C. El papel que ejerce en la
decoración es siempre principal y puede aparecer dispuesto en
horizontal (HERB 3.2) o en vertical (HERB 3.1).
ERB 4 fig. 4): Moti o egetal formado por una línea
recta y ancha de la que surgen, a cierta distancia y de manera
opuesta, trazos curvos. En la tercera de la izquierda, empezando
por abajo, el tra o presenta una bifurcaci n, por lo ue realmente da origen a dos. La ista ue de l se ofrece es longitudinal y
se dispone en vertical.
un ue a ni el formal se aprecia el parecido ue e iste con
el resto de las herbáceas, se ha interpretado como un árbol dentro del proyecto De lo real a lo imaginario. Aproximación a la
flora durante la Edad del Hierro, por lo que la línea recta central
sería el tronco y las curvas las ramas. En cualquier caso, dadas
sus características estilísticas y su escaso tamaño, consideramos
más conveniente incluirlo dentro de este grupo.
Se ha documentado en una ocasión, sobre un kalathos hallado en El Pi uete de la talaya
uara) fig. ). parece en
una metopa ricamente decorada con motivos vegetales y animales. Se sit a delante de un cier o, al ue no supera en tama o.
Su presencia se utiliza para recrear el ambiente natural, al aire
libre, en el que discurre la escena. Se data entre el s. II a. C. y
principios del I a. C.
ERB fig. 4): El moti o está constituido por un eje
central, formado por una línea recta y lisa, de la ue salen a
uno o a ambos lados otras diagonales (HERB 5.2 y HERB 5.1
respectivamente), en la misma dirección, que terminan en un
tra o ertical. Se ofrece una ista longitudinal del moti o y
se orienta en vertical. Únicamente conocemos dos representaciones de esta variante sobre el mismo kalathos del Castelillo llo a) fig. 6 ), datado entre los ss. III II a. C. Entre los
papeles que puede desempeñar dentro de la decoración está el de
ser motivo principal (HERB 5.1) o servir para separar metopas
(HERB 5.2).
ERB 6 fig. 4): Posible herbácea compuesta por un tallo vertical del que surgen líneas diagonales, de manera alterna,
que presentan pequeños trazos lisos y alternos con los que se
simulan las hojas. Se ofrece una ista longitudinal del moti o y
solamente existe un ejemplar pintado sobre un recipiente cilíndrico del Palao lca i ) Pal 0, fig. 3 ). Se orienta en ertical y ocupa toda la metopa en la ue aparece, por lo ue act a
como motivo principal. Está datado entre el 150 y el 50 a. C.
(Moret et al., 2012: 208-209).
ERB
fig. 4): ormada por una línea ertical, ue
act a de tallo, de la ue nacen otras rayas diagonales, de forma
alterna, que terminan en círculo, por lo que podría tratarse de
frutos. Se ofrece una ista longitudinal del moti o y hasta el momento se tiene noticia de una nica representaci n sobre un aso
cilíndrico locali ado en El Palao lca i ) Pal 0, fig. 3 ).
parece, en ertical, en una metopa y ocupa toda su superficie,
por lo ue act a como moti o principal de sta. Se le atribuye
una cronología que abarca el periodo de tiempo comprendido
entre el 150 y el 50 a. C. (Moret et al., 2012: 208-209).
ERB
fig. 4): En este caso, de una línea ertical y
recta salen, a ambos lados y de manera alterna, volutas que
simulan hojas cur adas hacia abajo. La ista ue se ofrece del
moti o es longitudinal y solamente lo hemos identificado en
una ocasi n sobre un fragmento del Cabe o de lcalá
aila)
43 6 4 6, fig. 3 ). Se dispone en ertical, ocupa todo el
194
ancho de la metopa en la ue se le pinta y funciona como motivo principal. Su cronología va del s. II a. C. al primer cuarto
del I a. C.
Existen paralelos de este motivo en distintos yacimientos
del ámbito ibérico: Tossal de Manises (Alacant) (Pericot, 1979,
fig. 0 y ) El Tossal de Sant Mi uel Llíria) Bonet,
, fig.
4y
) ontscaldes Valls) Lafuente Re uelto,
: 4 3,
fig. 3a) Tur de la Ro ira Barcelona) Colominas, 4
46,
fig. ) e incluso fuera de l, resultado de las e portaciones,
como ocurre en Puig d’En Canals (Sóller) (De Nicolás y Conde, 1993: 129-130). También se han documentado ejemplares
similares a este motivo, pero con las volutas más hacia abajo:
L lc dia El ) Ramos ol u s,
0:
, fig. 0) y El Tossal
de Sant Mi uel Llíria) Bonet,
, fig.
). En cual uier
caso, el n mero de representaciones no es muy abundante y el
grueso de ellas se centra entre los ss. III-II a. C., aunque también
hay algunas más recientes, del s. I a. C., como las de Tossal de
Manises lacant) y L lc dia El ). Las funciones ue puede desempe ar son ariadas. Por una parte, act a como moti o
principal del espacio en el que se le representa. Por otra, recrea
la naturaleza en la que se produce lo narrado. Su ubicación, saliendo del límite inferior de la banda, contribuye a dar realismo
a este motivo vegetal que surge del suelo.
ERB fig. 4): erbáceas con tallo rectilíneo del ue
surgen pares de hojas opuestas. Se ofrece una ista longitudinal del motivo, que se dispone casi siempre en vertical. Hasta
el momento, hemos documentado dieciocho representaciones
de esta variante pintadas sobre recipientes de gran tamaño con
cierre hermético, kalathoi, tapaderas y crateriskoi, aunque predominan los primeros señalados. Los yacimientos en los que se
recuperaron quedan restringidos a: Tiro de Cañón (Alcañiz), El
Cabe o de lcalá
aila), La Corona uentes de Ebro) y Piquete de la Atalaya (Azuara). Su cronología de uso abarca desde
el s. II a. C. hasta la primera mitad del I a. C.
En base a su morfología, hemos establecido tres sub ariantes diferentes.
*HERB 9.1: Se corresponde con el tema 94 de Beltrán Lloris
6:
, fig. 3) y el 3 de Perales et al. (1983-1984: 250,
fig. ). En ambas publicaciones se le considera como un motio de naturale a egetal pero de identificaci n indeterminada.
parece ocupando todo el ancho de la metopa o friso en el ue
se le pinta y funciona como moti o principal. Suele estar orientado en vertical, pero existen algunos ejemplares en horizontal
sobre unas pocas tapaderas.
ERB . : Se dispone en ertical y act a como moti o
principal de la metopa en la ue aparece fig. ).
*HERB 9.3: Se coloca, en vertical, al inicio de una metopa
junto a arios moti os animales. Parece surgir del suelo y act a
como motivo secundario, ayudando a recrear el espacio al aire
libre en el ue acaecen los hechos fig. ).
Resulta poco frecuente en el resto de ámbito ib rico, donde
nicamente se ha documentado un ejemplar paraleli able y tomado siempre con ciertas reservas. Se trata de la herbácea que
aparece junto a un personaje femenino personificaci n de una
divinidad) de La Cueva de la Nariz (La Umbría de Salchite)
(Lillo, 1982). El espacio en el que se pinta, próximo al límite
inferior de la banda decorati a, sugiere ue surge de la tierra,
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por lo que contribuiría a indicar el espacio abierto y natural en
el que sucede lo narrado. Su datación coincide con la de la subvariante anterior.
ERB 0 fig. 4): El moti o guarda cierto parecido con
ERB
fig. 4). El tallo es rectilíneo y de l salen, a uno
o ambos lados, hojas oblongas o aciculadas. Aunque presentan cierto grado de abstracción, son más realistas que las de la
variante anterior. La herbácea se dispone siempre en vertical
y se ofrece de ella una ista longitudinal. Conocemos catorce
representaciones de esta variante, que corresponden a tres subariantes diferentes, definidas en funci n de sus diferentes características formales. Los soportes sobre los ue aparece son:
recipientes herméticos de mediano tamaño, kalathoi, tapaderas
y thymiateria. Solamente se han recuperado en dos yacimientos,
Tiro de Cañón (Alcañiz) y El Cabezo de Alcalá (Azaila), si bien,
el grueso de los materiales estudiados procede de este ltimo.
Su cronología va del s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C.
*HERB 10.1: Se dispone tanto en horizontal como en vertical, dependiendo del tipo de soportes en los que aparece. De este
modo, es frecuente encontrarlo con el primer tipo de orientaci n
entre las tapaderas y los thymiateria, aunque también lo hemos
documentado en alg n recipiente con cierre herm tico. En cualuier caso, siempre act a como moti o principal del espacio
ue ocupa, bien sea una metopa o un friso.
En el ámbito ibérico, solamente se hemos encontrado un
ejemplar asimilable a esta sub ariante. Procede de L lc dia
El ) y se data entre los ss. II I a. C. Su funcionalidad no disiente de la anteriormente apuntada.
ERB 0. : Se pinta siempre en ertical y act a como motivo principal de la metopa en la que aparece.
*HERB 10.3: Se realiza en una metopa junto a un motivo
egetal ue se repite L R . , fig. 6 y 3). Se sit a al lado
del delimitador vertical del espacio y debió servir como relleno
del espacio decorado.
ERB
fig. 4): erbácea ue cuenta con un tallo rectilíneo, formado por una línea ertical lisa. e l salen pares
de hojas oblongas que se disponen de manera opuesta. Intercalándose con stas aparece otro elemento, ue aría seg n la
sub ariante de la ue se trate arcillos en ERB . e in orescencias en ERB . ). Se dispone en hori ontal y se ofrece
de ella una vista longitudinal. Solamente tenemos noticia de su
representaci n en dos ocasiones, una sobre un fragmento de La
Guardia lcorisa) LG SN3, fig. 30) y la otra sobre una tapadera del Cabe o de lcalá
aila)
3
364, fig. 03).
Su cronología es amplia, pues abarca desde el s. III a. C. hasta
el primer cuarto del I a. C., pero la subvariante HERB 11.1 se da
entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. mientras que la
HERB 11.2 lo hace entre los ss. III-II a. C. En cualquier caso, el
papel que desempeña es principal en la ornamentación.
ERB
fig. 4): ormada por una línea lisa, más o
menos recta, de la que salen en uno de sus lados otras curvas que
simulan hojas. No queda claro si todos esos elementos surgirían
de una línea recta, a modo de tallo, donde se seriarían o si, por
el contrario, cada uno de ellos constituiría un motivo propio.
Se dispone en horizontal y se pinta sobre un kalathos de Tiro
de Ca n lca i ) fig. 6 ). La ista ue se ofrece del moti o
es longitudinal y no ueda muy clara su funcionalidad, pues la
metopa en la que aparece está incompleta. El ejemplar está datado entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
ERB 3 fig.
): Moti o formado por una línea cur a y
lisa de la ue salen hojas con los diferentes l bulos marcados y
peciolo liso. Solamente nacen al lado derecho del tallo. La sección representada es longitudinal y el motivo se dispone en vertical. Se ha representado una nica e en un kalathos del Castelillo llo a) fig. 6 ), datado en los ss. III II a. C. Se orienta
en diagonal y parece ue act a como moti o de relleno en una
metopa ricamente decorada con motivos vegetales y animales.
ERB 4 fig.
): erbácea ue cuenta con un tallo
recto del que surgen, a ambos lados, hojas lanceoladas más o
menos estili adas. La ista ue se ofrece de ellas es longitudinal
y puede aparecer orientada en vertical, horizontal o diagonal.
tendiendo a sus características formales hemos identificado
cinco subvariantes. Conocemos hasta el momento once representaciones de esta variante, pintadas sobre kalathoi, tapaderas
y crateriskoi recuperados en San Antonio (Calaceite) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). El periodo cronológico que abarca es amplio, desde el s. III a. C. hasta el primer cuarto del I a. C., aunque
podemos diferenciar dos momentos: el primero, datado entre el
s. III y principios del II a. C. (HERB 14.1), y el segundo entre el
s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. (de HERB 14.2 a HERB
4. ). En cuanto a la funci n ue desempe a en la decoraci n,
puede actuar como motivo principal de la misma (HERB 14.1)
o ser accesorio y servir de relleno (HERB 14.2 y HERB 14.3).
En algunos casos nos ha sido imposible determinar su funcionalidad porque es poco lo que se conserva de la ornamentación.
Solamente hemos documentado paralelos para la subvariante HERB 14.1 en Labitolosa (La Puebla de Castro), pintado
en dos ocasiones sobre la misma tinajilla del s. I a. C. (Maestro
et al., 2010). En ella aparece en las dos caras del vaso, concretamente en cada una de las metopas principales. Se sit a entre
las piernas de un cuadr pedo, por lo ue su papel es secundario y contribuye a recrear el ambiente natural de la escena. De
este modo, aun ue formalmente guarda mayor parecido con la
sub ariante más antigua, funcionalmente se relaciona con las
más modernas.
ERB
fig.
): erbácea compuesta por un triángulo con la base de forma con e a, de cuyos laterales salen,
de manera alterna, hojas que parecen oblongas. Algunas de las
del lado i uierdo, además, están perfiladas completa o parcialmente por una línea de puntos. Se ofrece una ista longitudinal
del motivo y solamente la hemos documentado en una ocasión,
sobre un crateriskos hallado en El Cabezo de Alcalá (Azaila)
fig.
) y datado entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
Se orienta en ertical y en el friso en el ue se pinta aparecen
abundantes moti os fitomorfos y oomorfos. El ue a uí se describe está delante de un ave, pero tiene menor tamaño que ésta.
Su presencia contribuye a recrear el entorno natural en el que
sucede la escena.
fig.
6): Se trata de uno de los moti os más
abundantes pintados sobre vasos que acogen decoración tanto
egetal como figurada. Lo hemos contabili ado en, al menos,
ochenta y siete ocasiones y hemos podido definir once ariantes, en funci n de la morfología ue presenta la hoja, con sus
correspondientes sub ariantes. El n mero de hojas pintadas ue
conforman cada moti o aría, pues las hay aisladas y ue aparecen en grupo, independientemente de que puedan pertenecer
a tipos diferentes. No obstante, todas ellas coinciden en ue la
técnica empleada para su representación es la tinta plana.
195
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HERB 13
HERB 14.1
HOJA 1.1
HOJA 1.2
HERB 14.2
HOJA 2.2
HOJA 2.3
HOJA 3.1
HOJA 5.1
HOJA 5.2
HOJA 6.5
HOJA 6.6
HOJA 9.2
HERB 14.4
HOJA 2.1
HOJA 2.5
HOJA 8.5
HERB 14.3
HOJA 5.3
HOJA 7.1
HOJA 8.6
HOJA 3.2
HOJA 5.4
HOJA 6.1
HERB 15
HOJA 2.4
HOJA 3.3
HOJA 3.4
HOJA 4
HOJA 6.2
HOJA 6.3
HOJA 6.4
HOJA 7.2
HOJA 8.1
HOJA 8.2
HOJA 8.3
HOJA 8.4
HOJA 8.7
HOJA 8.8
HOJA 8.9
HOJA 8.10
HOJA 9.1
HOJA 9.3
HOJA 9.4
ig.
196
HERB 14.5
. Moti os egetales.
HOJA 9.5
HOJA 9.6
[page-n-210]
Los tipos de soporte sobre los que se representa son variados: piezas de mediano y gran tamaño con cierre hermético, vasos con resalte, tinajillas, kalathoi, tapaderas y crateriskoi recuperados en diversidad de yacimientos: Alto Chacón (Teruel), La
Guardia (Alcorisa), Els Castellans (Cretas), San Antonio (Calaceite), El Castelillo (Alloza) y El Cabezo de Alcalá (Azaila).
Su cronología de uso es amplia, pues abarca el tramo de tiempo
comprendido entre los ss. III-I a. C.
fig.
): Variante ue integra representaciones
de hojas solitarias, cordiformes, con dos l bulos se alados y
terminados de forma más o menos picuda. El ápice es apuntado,
pero no aparece muy destacado. De la base de la hoja salen una
o más líneas que simulan el peciolo, característica que junto a su
aspecto formal nos sir e para diferenciar dos sub ariantes. La
ista ue se ofrece de las hojas es frontal y en total hemos contabilizado siete representaciones sobre una tinajilla del Cabezo
de lcalá
aila) y un fragmento de La Guardia lcorisa). Su
cronología no difiere de la general apuntada en la descripci n
de moti o, si bien, su final puede delimitarse en el primer cuarto
del s. I a. C.
. : Se dispone en hori ontal y es el nico moti o
representado en cada una de las metopas en las que se divide el
espacio decorado, por lo ue act a como moti o principal. Se
data entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
*HOJA 1.2: Se corresponde con la decoración “vegetal diersa 3.c de Pellicer
6
0, fig. ) y el tema 3b de
Beltrán Lloris
6: 0, fig. 4), uien se ala ue forma parte
de las decoraciones de las tapaderas y que normalmente se pinta
entre triángulos TRISVEG . , fig. 6 ). Esa circunstancia se
da en época más tardía, pues la cronología de esta subvariante
se centra en los ss. III-II a. C. y la de las piezas que acogen el
motivo compuesto está entre el s. II a. C. y el primer cuarto del
I a. C. Por otra parte, los ejemplares que conocemos se disponen
en diagonal, penden de la banda superior ue delimita el friso y
ejercen un papel protagonista.
fig.
): ojas cordiformes de cuya base salen,
al menos, una o dos líneas lisas, simulando la primera el peciolo
y las segundas los arcillos. Se representan como si fueran istas de frente. Seg n su aspecto formal hemos establecido cinco
sub ariantes diferentes. Las hemos contabili ado en cinco ocasiones sobre recipientes con cierre hermético de mediano tamaño, tinajillas y crateriskoi recuperados en Alto Chacón (Teruel),
San Antonio (Calaceite) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). La datación que proponemos abarca los ss. III-I a. C.
. : parece en la parte central de friso, enmarcado
por otros motivos geométricos. Se dispone en vertical y ejerce
la funci n de ser el moti o principal de la decoraci n lto
Chac n , fig. 4 ).
Entre las cerámicas pintadas ibéricas resulta un motivo
bastante frecuente. Se ha documentado en Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet, 1995), donde aparece muy representado,
y en La Serreta lcoi, Pen guila, Cocentaina) uentes, 006,
2007), datados entre el s. III a. C. y el primer tercio del II a. C.
Su funcionalidad difiere con la ue se da en rag n, pues suele
representarse en escenas protagonizadas por humanos, ejerciendo un papel meramente secundario, de relleno. En otras ocasiones contribuye a ambientar las escenas en el entorno natural
en el ue suceden, pero marcando la diferencia temporal en la
que se producen respecto a otras escenas presentes en el mismo
aso Bonet,
: 3 , fig. 6 P re Ballester y Mata,
:
3 ). Tambi n conocemos ejemplares de hojas cordiformes con
un par de zarcillos abiertos que se suceden en vertical (Bonet,
, fig. .
y 43.04 0 uentes, 006, Lám. VIII N In .
6 ), y act an como coprotagonistas de la metopa en la ue se
les pinta junto a otros motivos geométricos, entre los que destacan los esteliformes.
En El Castellet de Bernabé (Llíria) aparece una hoja de este
tipo en una escena con oomorfos, lo incompleto de la misma impide determinar el papel que desempeña (Guérin, 2003,
fig. 3 ). Se data entre el ltimo cuarto del s. III a. C. y el primero del II a. C.
uncionalidad más parecida a la del caso aragon s es la
identificada en una tinaja de Coll del Moro Gandesa), donde
en una metopa existe una hoja representada, en solitario, en la
que ejerce de motivo principal y se data en la segunda mitad del
s. III a. C. Rafel,
3, fig. ). En esta línea se encuentran también dos ejemplares de Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet,
, fig. y 6) y otro del Puntal dels Llops locau) Bonet
y Mata, 00 , fig. 3. 0 ), pero en esos casos son arias las
hojas que se suceden, incluso entrelazan, y su cronología es un
poco más tardía, del primer cuarto del s. II a. C. También podríamos considerar como perteneciente a este grupo un ejemplar de
Masies de Sant Miquel (Banyeres del Penedès) (Adserias et al.,
00 00 , fig. ), datado entre finales del s. III a. C. y comienzos del II a. C., donde las hojas se disponen en horizontal y están
conectadas por una línea recta.
En La Torre del Mal Paso (Castellnovo), con una cronología
ue abarca desde el s. III a. C. hasta el I a. C. letcher,
4,
fig. ), e isten ejemplares con largo peciolo ue se suceden en
un friso hori ontal, del ue son protagonistas.
En Arse (Sagunto) las hemos documentado protagonizando
un friso en el ue se orientan de forma alterna y en el ue tambi n se pinta alg n ue otro esteliforme ranegui,
:
6, fig. 4). Su cronología es del primer cuarto del s. II a. C.
. : parece en un friso en el ue se combinan moti os geom tricos, fitomorfos y oomorfos. Se dispone en ertical y sir e recrear un espacio al aire libre fig.
). Se data
entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
Podemos encontrar paralelos de esta subvariante en Tossal
de Sant Miquel (Llíria), donde aparecen en horizontal, sobre un
mismo recipiente, varias hojas que se suceden en vertical. En
el caso de ue la temática del aso sea fitomorfa, estos motios desempe an un papel principal Bonet,
, fig. 30. 303,
0.30 y
.0 0), mientras ue si es figurada, act an como
separadores erticales de las escenas Bonet,
: , fig.
Pérez Ballester y Mata, 1998: 235). Todos estos ejemplares se
datan en el primer cuarto del s. II a. C. También cabe hacer alusión a un ejemplar pintado sobre un kalathos del Tossal de les
Tenalles Sidamunt), donde la hoja surge de la base del friso y
aparece junto a otros motivos de naturaleza geométrica.
*HOJA 2.3: Se dispone en horizontal y aparece en una
metopa en la ue es el nico moti o representado, por lo ue
act a como protagonista San ntonio 4, fig. 4 ). Su cronología
abarca los ss. III-II a. C.
*HOJA 2.4: Mismas características que la subvariante anterior en cuanto a disposici n, funcionalidad y cronología.
197
[page-n-211]
*HOJA 2.5: Mismas consideraciones que en el caso anterior. Salvadas las distancias, guarda cierto parecido con algunas
de las representaciones del Tossal de les Tenalles (Sidamunt).
3 fig.
): ojas cordiformes representadas como
si fueran istas de frente, de cuya base sale una línea recta ue
puede lle ar hojas oblongas o posibles in orescencias. tendiendo a su aspecto formal hemos indi iduali ado cuatro sub ariantes, pero son pocos los ejemplares pintados, concretamente
cinco. Los soportes sobre los que aparecen son: recipientes de
gran tamaño con cierre hermético, kalathoi y crateriskoi procedentes del Castelillo llo a) IG 46, fig. 3) y El Cabe o de
lcalá
aila) fig. 3
43 6
6 , fig. 0 y 43 6 4 3,
fig. 36). Su dataci n es amplia, pues abarca desde el s. III a. C.
hasta el primer cuarto del I a. C., aun ue podemos diferenciar
un momento inicial, que comprende los ss. III-II a. C. (HOJA
3. ), y otro final, entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
(de HOJA 3.2 a HOJA 3.4). En cualquier caso, siempre se utiliza
como motivo de relleno.
4 fig.
): Moti o integrado por dos hojas cordiformes, con sus l bulos un poco apuntados, ue surgen de un
elemento que no se ha conservado al completo, por lo que no
se puede identificar con certe a. Se representan frontalmente y
se suceden en vertical, insertándose en la base de la primera
hoja el ápice de la siguiente. Solamente conocemos un ejemplar
de esta subvariante sobre un recipiente de grandes dimensiones
con cierre hermético hallado en El Cabezo de Alcalá (Azaila)
fig. 3 ). parece en una metopa ricamente ornamentada con
moti os geom tricos y oomorfos conser ados. Se dispone en
ertical y sir e como elemento de separaci n a dos a es afrontadas, por lo que su papel es secundario. Su cronología va del s.
II a. C. al primer cuarto del I a. C.
fig.
): ojas de tipo lanceolado, representadas
con vista longitudinal y de manera opuesta. Tienen el peciolo
detallado, aun ue puede presentar distintas formas recta, triangular, “V” invertida, etc.). No están muy representadas, pues
solamente las hemos contabilizado en diez ocasiones. Se pintan
sobre recipientes con cierre hermético de gran tamaño, así como
kalathoi procedentes de La Guardia (Alcorisa) y El Cabezo de
Alcalá (Azaila). Su cronología comprende desde el s. II a. C.
hasta el primer cuarto del I a. C. Puede aparecer dispuesto tanto
en horizontal, como en vertical o diagonal, si bien, el papel que
desempeña en la decoración siempre es accesorio, de relleno.
La subvariante HOJA 5.1 corresponde al motivo 15 de las
a es identificadas por Pellicer
6
0, fig. 6), uien considera que se trata de una abstracción animal. El parecido resulta
sugerente, si bien, por paralelismo con otras representaciones
incluidas en esta variante, así como por su presencia en motivos
fitomorfos más complejos, hemos considerado más con eniente
interpretarlo como una representación vegetal.
Por ltimo, se alar el parecido e istente entre la sub ariante
. y el moti o ESTIL . fig.
).
6 fig.
): Representaciones compuestas por dos
hojas lanceoladas, colocadas de forma opuesta, ue no tienen el
peciolo destacado. Se ofrece una ista longitudinal de ellas y en
base a su aspecto formal, así como a si aparecen en solitario o
seriadas, hemos establecido seis subvariantes. Hasta el momento hemos identificado once representaciones sobre recipientes
de gran tamaño con cierre hermético y kalathoi hallados en El
Cabezo de Alcalá (Azaila). Su cronología se ciñe al periodo de
198
tiempo comprendido entre el s. II a. C. y el primer cuarto del
I a. C. Entre sus funcionalidades se encuentra la de ser moti o
principal de una metopa (de HOJA 6.2 a HOJA 6.6) o actuar
como relleno en la decoración (HOJA 6.1).
fig.
): Moti o formado por pares de hojas,
lanceoladas y alargadas, ue se disponen de forma opuesta. Se
les representa como si fueran istas longitudinalmente y están
escasamente representadas, pues solamente hemos identificado
seis ejemplares. Los soportes sobre los que se pintan son recipientes con resalte, kalathoi y crateriskoi procedentes del Cabezo de Alcalá (Azaila). El periodo cronológico que abarcan es
desde el s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C. Siempre se
disponen en ertical y act an de relleno. demás, la sub ariante
. suele estar asociada al moti o L R . fig. 3),
mientras ue la
. lo está a L
fig.
).
fig.
): Moti os más o menos complejos ue
tienen en com n el contar, al menos, con un par de hojas lanceoladas, representadas de una forma más o menos realista, y un
peciolo liso, reali ado mediante una línea recta. Se ofrece una
ista longitudinal de las hojas y en funci n de la morfología del
conjunto, así como de los elementos que se le asocian, hemos
definido die sub ariantes. Suelen aparecen en recipientes de
gran tamaño que poseen cierre hermético, aunque de manera
testimonial también existen kalathoi y crateriskoi. Todos ellos
se han recuperado en El Cabezo de Alcalá (Azaila) y se datan
entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. Con respecto
al papel que juegan estos motivos en la decoración, hemos documentado su uso como: protagonista (HOJA 8.7, HOJA 8.8 y
HOJA 8.9), coprotagonista (HOJA 8.5 y HOJA 8.6), motivo de
relleno (HOJA 8.1), delimitador espacial junto a otros motivos
ME I L 3. y ME I L 3. , fig. 4 ) ue se ubican al comienzo de lo representado (HOJA 8.2) o también como enmarcador del moti o principal
.3 y
.4). Por ltimo,
señalar que la subvariante HOJA 8.8 coincide con el tema 138
de Beltrán Lloris
6: 0, fig. 4) y
. con el tema
Beltrán Lloris,
6, fig. 4).
fig.
): Moti o cuya principal característica
es ue está formado por dos grupos de hojas lanceoladas, más
o menos estili adas, ue se orientan de forma opuesta, dando
lugar a un moti o compuesto y sim trico. Se ofrece una ista
longitudinal de lo representado y guarda parecido con ESTIL 4
fig.
). asta el momento hemos documentado seis ejemplares pertenecientes a sub ariantes diferentes. Podemos identificar
.4,
. y
.6 con el tema 3 de
Beltrán Lloris
6:
, fig. 4), uien lo interpreta como un
arboriforme, aun ue nosotros consideramos ue está más pr imo a las herbáceas. Los soportes sobre los que se le pinta son
los recipientes herméticos de gran tamaño y, en mayor medida,
los kalathoi. Todos ellos se recuperaron en El Cabezo de Alcalá
(Azaila) y tienen una cronología que abarca desde el s. II a. C.
hasta el primer cuarto del I a. C. Los ejemplares de esta variante
aparecen orientados en ertical u hori ontal y entre las funciones que pueden ejercer dentro de la decoración están: la de ser
motivo principal (HOJA 9.4, HOJA 9.5 y HOJA 9.6), cuando es
el nico representado en la metopa ser ir de relleno en frisos
ricamente ornamentados (HOJA 9.1 y HOJA 9.2) y, además,
contribuir a establecer una separación entre motivos principales
.3), por lo ue el sentido de su utili aci n difiere del
isto en el caso de ESTIL 4 fig.
).
[page-n-212]
0 fig. 6): El moti o se caracteri a por contar
con hojas que en su parte superior presentan cortos trazos rectos (posibles segmentos), por lo que podría tratarse de hojas de
palmáceas. Se ofrece una ista longitudinal de las mismas y en
funci n de sus características morfol gicas hemos establecido
seis sub ariantes, ue corresponden al n mero de ejemplares
identificados. Solamente se ha pintado sobre recipientes de gran
tamaño con cierre hermético y kalathoi recuperados en El Cabezo de Alcalá (Azaila) (s. II a. C.-primer cuarto del I a. C.), aunque hay un ejemplar de Els Castellans (Cretas) (ss. III-II a. C.).
Mayoritariamente act a como moti o de relleno en la decoración principal y contribuye a recrear el espacio natural en el que
sucede lo representado. No obstante, es muy probable que la
sub ariante
0.6 funcione como moti o principal, aunue la pie a está muy incompleta 3 44, fig. 6).
fig. 6): ojas con peciolos se alados ue
con ergen hacia un mismo punto y se disponen de tal forma
ue generan una cru . En funci n de la morfología de las hojas
hemos establecido tres sub ariantes, de las ue se ofrece una
ista frontal. Son pocos los ejemplares contabili ados, en concreto tres, y el tipo de soportes sobre los que se representa
se limita a kalathoi y tapaderas. Los yacimientos en los que
se recuperaron son El Castelillo (Alloza) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). Se utilizan durante un amplio periodo de tiempo
(s. III a. C.-primer cuarto del I a. C.) y ejerce un papel protagonista en la decoración.
*HOJA 11.1: Su cronología abarca desde el s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C. y guarda cierto parecido con un
ejemplar de Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet, 1995: 253,
fig. 4), dispuesto en el pomo de una tapadera y datado en el
primer cuarto del s. II a. C.
. : Corresponde al moti o
de los orales definidos por Pellicer
6
0, fig. 0) y al tema 0 de Bel
trán Lloris
6:
, fig. 3), uien lo considera una ariante de un motivo estrellado. Coincide en cronología con la subvariante anterior.
.3: un ue está clasificada como
, tambi n
podría tratarse de ores con tres p talos indicados. Su dataci n
es algo anterior a los casos vistos, pues abarca los ss. III-II a. C.
P LM fig. 6): Con esta denominaci n agrupamos representaciones ue tienen en com n el poseer como eje ertebrador
una línea vertical lisa (estípite), de la que salen hojas alargadas y
ligeramente curvadas hacia abajo, con los segmentos detallados
reali ados con cortos tra os rectos). Se ofrece una isi n longitudinal del motivo y siempre se orienta en vertical. La técnica
empleada en su reali aci n es la tinta plana y se ha identificado como posible palmera (Phoenix) (Mata et al., 2007). En
realidad se trata de una herbácea, pero dado que hemos podido
reconocer la especie a la que corresponde, consideramos más
conveniente individualizarla como un motivo propio. En base
a sus características morfol gicas hemos diferenciado nue e
subvariantes. Todas ellas comparten el tipo de soporte en el que
aparecen, el kalathos. El yacimiento en el que hemos identificado die de las once representaciones con ue contamos es
El Cabezo de Alcalá (Azaila), hallándose la otra en El Palao
(Alcañiz). Estos ejemplares están datados entre el s. II a. C. y el
primer cuarto del I a. C.
La alusi n a las palmeras en las fuentes clásicas es escasa. E iste alguna referencia proporcionada por Teofrasto en su
Hi toria de la lanta (I, 4, 3 y V, 3, 6), donde alude a la necesidad de agua que tiene este vegetal, adaptándose casi a cualquier medio, siempre y cuando, con sus raíces, logre alcanzar
un punto de agua. Así mismo, indica la escasa dureza de su madera, lo que la hace idónea para trabajar pero, al mismo tiempo,
poco resistente.
Su representaci n iconográfica resulta com n en el riente
mediterráneo, si bien, en el ámbito peninsular es poco frecuente. Pintada sobre cerámica ibérica aparece, al menos, en quince ocasiones, de las que diez proceden del Cabezo de Alcalá
aila). El resto se han locali ado en L lc dia El )8 y Zama
(Hellín), a las que habría que sumar otras tres posibles halladas
sobre una tinajilla del Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet,
: 3, fig. 4.
Mata et al., 00 :
, fig. . ). Como hemos visto en un reciente estudio, realizado dentro del proyecto
e lo real a lo ima inario Aproximación a la flora durante la
Edad del Hierro (Mata et al., 2007: 107-111), distinguimos claramente la existencia de dos tipos de representaciones. Por una
parte estarían a uellas más inculadas con lo real, pues ofrecen
una recreación natural de la palmera, detallando cada uno de sus
elementos tallo, hojas, brácteas y frutos), como se puede er en
el caso de ama ellín) bad y San Gamo,
, fig. . 3).
Por otra parte, se encuentran las imágenes más esquematizadas
de la misma, fruto de un proceso de abstracci n, asimilaci n y
reproducción libre del modelo aprehendido (Badal et al., 2010:
55-56). Los mejores ejemplos de este segundo grupo estarían en
L lc dia El ) Ramos ol u s,
0, fig. ) y El Cabe o de
lcalá
aila) Cabr , 44, fig. 63).
*PALM 1.1: Las hojas surgen desde la base del tallo, por lo
que se trata de una palmera joven que todavía no ha perdido las
primeras hojas que salen y que se caen al envejecer la herbácea,
dando lugar al falso tronco. Coronando el tallo aparece un elemento ovoide que está precedido por una línea curva a la derecha. Podríamos interpretar el conjunto como una bráctea que se
ha abierto al salir el meristemo apical. Si tenemos en cuenta la
decoración general del vaso, observamos que en ella adquiere
un papel principal fig. 6).
*PALM 1.2: Se corresponde con el tema 119 de Beltrán Lloris
6:
, fig. 4). La base del moti o está constituida por
un objeto ue semeja una peana. parece en una metopa anueada por un grupo de a es ue se suceden en ertical fig. ).
Esa asociación ha llevado a distintos autores a interpretarlo
como una representación del Árbol de la Vida (Cabré, 1944: 70;
García y Bellido, 1963: 660; Blázquez, 1998-1999: 114; Uroz
Rodríguez, 2006), si bien, gracias a la reciente revisión que hemos hecho del motivo dentro del proyecto De lo real a lo imainario Aproximación a la flora durante la Edad del Hierro,
hemos podido er c mo su identificaci n está más pr ima a las
palmáceas (Mata et al., 2007; Badal et al., 2010: 45-55). El papel que ejerce en la decoración, en esta ocasión, es secundario.
8
Aunque se ha apuntado como posible una representación que existe sobre un fragmento de L lcudia El ) Ramos ol u s,
0,
Lám. 48.3; Mata et al., 2007), consideramos que al no tener los
segmentos indicados no debe incluirse aquí y, además, guarda parecido con otro tipo de herbáceas ya vistas.
199
[page-n-213]
HOJA 10.1
HOJA 10.2
HOJA 11.2
HOJA 10.3
HOJA 10.4
HOJA 10.5
HOJA 10.6
HOJA 11.1
PALM 1.2
PALM 1.3
PALM 1.4
HOJA 11.3
PALM 1.1
PALM 1.5
PALM 1.7
PETAL 1
ROLEVEG 1
PALM 1.9
PALM 1.6
ROLEVEG 2
ROLEVEG 4.2
ROLEVEG 3
ROLEVEG 4.3
ROLEVEG 4.1
ROLEVEG 4.4
ig.
200
PALM 1.8
ROLEVEG 5.1
6. Moti os egetales.
ROLEVEG 5.2
ROLEVEG 6.1
[page-n-214]
*PALM 1.3: Coincide con la decoración “vegetal diversa” 8
de Pellicer
6
0, fig. ) y el tema 6 de Beltrán Lloris
6:
, fig. 4). ct a como moti o principal de la metopa
en la ue se le pinta fig. ).
*PALM 1.4: Representación parcial de una palmera que se
sit a al comien o de una metopa con decoraci n figurada y no
ocupa toda su altura fig. 6). El papel ue tiene es secundario,
pues contribuye a refor ar el límite espacial de la metopa así
como a recrear el lugar abierto en el que se desarrolla lo narrado.
*PALM 1.5: Se pinta en una metopa ricamente decorada con
moti os de todo tipo fig. 3). parece delante de un cier o,
siendo el tamaño de éste mayor que el de la herbácea, por lo que
podríamos estar ante un ejemplar joven, de poca altura, o ante
un intento de representar distintos planos, como ocurre en Zama
(Hellín) (Mata et al., 2007: 110). En cualquier caso, su disposici n pr ima al límite inferior del registro indica ue surgiría
del suelo y su papel es secundario, pues se utiliza para recrear
el entorno natural.
P LM .6: Tambi n se sit a ante un cier o al ue aparentemente no supera en tama o 40
VI 430b, fig. ). Su función parece secundaria, sirviendo para recrear el espacio abierto
en el que sucede lo representado, si bien, lo incompleto del vaso
impide realizar más apreciaciones al respecto.
P LM . : Está incompleta y se ha locali ado en un fragmen
to Pal , fig. 3 ), por lo ue no podemos decir más sobre ella.
*PALM 1.8: Ejemplar joven que corresponde al tema 126 de
Beltrán Lloris
6, fig. 4). Es el nico moti o ue se pinta en
la metopa en la ue aparece, por lo ue act a como protagonista
de la misma fig. 6).
*PALM 1.9: Incluimos esta subvariante como posible palmera, no sin ciertas reticencias. La herbácea cuenta con el característico tallo rectilíneo, a partir del cual salen, de manera
alterna, líneas incurvadas hacia abajo con pequeños trazos rectos a ambos lados. La duda recae en si lo representado son hojas con segmentos, como las vistas en el caso anterior, o si por
el contrario son ramas recorridas por hojas oblongas. Por otra
parte, parece que está asociada, aunque no queda claro, a una
hoja cordiforme con in orescencia saliendo de su base
43
6 4 3, fig. 36), lo ue recuerda, sal ando las diferencias, a
lo visto en PALM 1.2.
PET L
fig. 6): Representaci n parcial de una or,
concretamente del p talo. ste tiene forma o oidea, se reali a
con la técnica de la tinta plana y se orienta en vertical. Hemos
identificado seis ejemplares pintados sobre el mismo kalathos
de Tiro de Ca n lca i ) TCCjto , fig. 6). Es el nico motivo representado en cada una de las metopas en las que aparece,
por lo ue act a como protagonista. Se data entre el s. II a. C. y
el primer cuarto del I a. C.
R LEVEG fig. 6
): La base del moti o está formada por roleos iguales o muy similares a los descritos en el apartado dedicado a los moti os geom tricos R LE, fig. 4 ). La
diferencia estriba en ue junto a ellos aparecen representaciones fitomorfas, por lo ue de la combinaci n de ambos resulta
un moti o complejo. En funci n de la forma ue adoptan y del
tipo de elemento vegetal al que se asocian, hemos establecido
ocho variantes con sus correspondientes subvariantes. En total
hay cuarenta y tres ejemplares de este motivo pintados sobre
diferentes tipos de soporte: recipientes con cierre herm tico de
mediano y gran tamaño, vasos con resalte, tinajillas, kalathoi,
olpai, tapaderas y thymiateria. Los yacimientos en los que se
recuperaron son: El Castelillo (Alloza), Tiro de Cañón (Alcañiz)
y El Cabezo de Alcalá (Azaila). Su datación abarca desde el
s. III a. C. hasta el primer cuarto del I a. C.
+ROLEVEG 19 fig. 6): Conser ado parcialmente, está
formado por ores entrela adas mediante olutas. Los tres p talos representados se rellenan de líneas verticales, en paralelo,
y el extremo del de la derecha termina con una pequeña voluta.
En la corola se distingue un espacio recorrido por líneas horizontales, concretamente cinco, que generan cuatro bandas. Tres
de ellas están recorridas por líneas rectas verticales, mientras
que la otra lo está por una ondulada en horizontal. Bajo éstas,
aparecen dos líneas cur as en ertical. La isi n ue se ofrece
de lo representado es longitudinal y la técnica empleada es la del
perfilado. Solamente e iste una representaci n de este tipo pintada sobre un kalathos hallado en El Cabezo de Alcalá (Azaila)
3 0 , fig. ). Está muy incompleto, por lo ue lo nico ue
podemos añadir es que se dispone en horizontal. Se data entre el
s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
R LEVEG
fig. 6): La base del moti o e ui ale a
R LE . fig. 4 ). el punto en el ue las olutas comien an
a e perimentar una ligera incur aci n salen ores entrela adas
del tipo L R . fig. 3). Se ofrece una ista longitudinal de
lo representado y la técnica empleada en su realización es la de
la tinta plana. E iste un nico ejemplar pintado en una tapadera
del Cabe o de lcalá
aila)
aila 3 , fig.
). Se dispone
en hori ontal y el roleo, junto con las ores, se orientan hacia
abajo. unciona como moti o principal de la decoraci n y la
cronología que le asignamos coincide con la del caso anterior.
R LEVEG 3 fig. 6): El roleo sobre el ue se desarrolla
el moti o es semejante a R LE .3 fig. 4 ), pero se diferencia
en ue su parte inferior no está rellena de tinta. Es precisamente,
en la base, donde aparecen los elementos vegetales. Una línea
horizontal recta, de la que salen otras más cortas en vertical, lo
que podría simular una rama con hojas oblongas o una herbácea.
El otro elemento vegetal, ubicado en la parte curva de la base
del roleo, es un RUT . fig. 4). La ista ue se ofrece del
motivo es longitudinal y la técnica empleada en su realización
es la tinta plana. Solamente conocemos un ejemplar pintado sobre un thymiaterium del Cabezo de Alcalá (Azaila) (1943-69, fig. 3). Se dispone, en ertical, en un friso en el ue
aparecen otros moti os fitomorfos y el papel ue desempe a
es el de ser coprotagonista de la decoración. Posee la misma
cronología que los casos anteriores.
R LEVEG 4 fig. 6): La base del moti o es un R LE
.4 fig. 4 ). e l surgen elementos de ariado tipo: hojas
lanceoladas y opuestas, sucesiones de cortos trazos rectos dispuestos en paralelo, líneas onduladas y/o estili aciones orales
L R . , fig. 3). tendiendo a sus características formales
hemos establecido cuatro sub ariantes. La ista ue se ofrece
del motivo es longitudinal y la técnica pictórica empleada en
su realización es la tinta plana. Se dispone en vertical y es el
nico moti o ue aparece en la metopa, por lo ue act a como
protagonista de la misma. No está muy representado, pues con9
Recordar que en el capítulo dedicado a los soportes hemos planteado su procedencia exógena, si bien, lo hemos incluido en el análisis
de los motivos porque abarcamos todos aquellos pintados sobre
cerámicas ibéricas recuperadas en el Bajo Aragón.
201
[page-n-215]
tamos con cinco ejemplares sobre varios kalathoi del Cabezo de
lcalá
aila) fig. , y 6) y su cronología abarca desde el
s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C.
R LEVEG fig. 6): ormado por ores del tipo L R
. fig. 3) ue están unidas por la base. Se ofrece una ista longitudinal de las mismas y se emplea la tinta plana para
su realización. Atendiendo a si presentan otros elementos en el
extremo apuntado de la corola o no, hemos establecido dos subariantes. Las hemos identificado en diecisiete ocasiones sobre:
tinajillas, recipientes herméticos de mediano tamaño, kalathoi y
olpai procedentes del Castelillo (Alloza) y El Cabezo de Alcalá
(Azaila). Se datan entre el s. III a. C. y el primer cuarto del
I a. C., si bien, la segunda de las variantes tiene una cronología
más restringida (s. II a. C.- primer cuarto del I a. C.). Siempre
se dispone en ertical y si es el nico moti o representado en
la metopa en la ue aparece act a como protagonista de sta
R LEVEG . y R LEVEG . ). En alg n caso puntual se
utiliza para cerrar una de las metopas con las que cuenta la ornamentación (ROLEVEG 5.2), por lo que su papel es secundario,
de delimitador espacial, independientemente de que también
acompañe a la decoración principal.
R LEVEG 6 fig. 6 y
): Moti o muy complejo ue
presenta variados diseños, si bien, existen ciertas características
que dan unidad al grupo. Cuenta, al menos, con un triángulo
is sceles ue act a como eje central del moti o. partir de ste
se disponen el resto de elementos, entre los que resultan comunes los roleos y las estili aciones de hojas lanceoladas. Seg n
su morfología hemos establecido doce sub ariantes, ue corresponden a cada uno de los ejemplares identificados. El moti o
se dispone en vertical y la técnica empleada en su realización
es la tinta plana. Los soportes sobre los que se pinta son: recipientes herméticos de gran tamaño, vasos con resalte, tinajillas
y kalathoi recuperados en Tiro de Cañón (Alcañiz) y El Cabezo
de Alcalá (Azaila). Su cronología queda restringida al periodo
de tiempo comprendido entre el s. II a. C. y el primer cuarto del
I a. C. unciona como protagonista o coprotagonista en la decoraci n y es recurrente, en ese ltimo caso, su asociaci n al moti o L
fig.
). demás, de manera e cepcional, sir e
también para delimitar el campo decorativo (ROLEVEG 6.7).
La subvariante ROLEVEG 6.2 corresponde al tema 60 definido por Perales et al.
3
4: 4, fig. 6), uienes lo
datan entre el s. III y el primer cuarto del I a. C., teniendo en
cuenta que resulta de la evolución de un motivo más sencillo
originario del Cabezo de Alcalá (Azaila). Por nuestra parte, y
en base al parecido e istente entre las sub ariantes definidas,
consideramos ue la fecha inicial de su representaci n debe llevarse al s. II a. C.
R LEVEG fig.
): Se caracteri a por su disposición horizontal y por estar distribuido en dos pisos. En él abundan los roleos, de hecho constituyen la base del motivo, y las
estili aciones egetales. emos identificado cuatro sub ariantes diferentes en funci n de sus características morfol gicas. La
t cnica empleada en su reali aci n es la tinta plana y es frecuente erlo asociado a alg n moti o oomorfo a e o pe ). En total
conocemos cuatro representaciones pintadas sobre recipientes
de gran tamaño con cierre hermético y kalathoi, recuperados
en El Cabezo de Alcalá (Azaila), que están datados entre el
202
s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. El papel que desempeñan
en la decoración es casi siempre principal, aunque en el caso de
ROLEVEG 7.3 el protagonismo se comparte con otros motivos.
La subvariante ROLEVEG 7.4 coincide, salvo por ciertos detalles, con el tema 91 de Beltrán Lloris (1976: 273-275,
fig. ), pues consideramos ue solamente forma parte del motivo aquello que está conectado directamente. Beltrán Lloris sigue la hip tesis de Cabr
44, fig. . ), uien lo considera
una estilización de la hoja de hiedra. Por nuestra parte, consideramos que el motivo es más complejo, pues en él se combinan
diferentes tipos de hoja, no tratándose de una representaci n
realista de una especie vegetal en concreto.
R LEVEG
fig.
): Caracteri ado por presentar en
el centro del motivo roleos de cuerpo alargado (ROLE 2.7,
fig. 4 ) ue se cru an, dando como resultado un aspa. El resto de elementos que lo componen (estilizaciones vegetales de
variado tipo y roleos) salen del punto en el que interseccionan
dichos roleos o de sus olutas, lo ue nos ha permitido definir
seis subvariantes que cuentan con un ejemplar cada una. Siempre se dispone en vertical y la técnica pictórica empleada en su
reali aci n es la tinta plana. La ista ue se ofrece del moti o
es longitudinal, aunque algunos elementos pueden aparecer de
manera frontal hojas de base plana con ápice apuntado y laterales recorridos por trazos cortos). Los soportes sobre los que
se pinta son recipientes herméticos de gran tamaño y kalathoi
del Cabezo de Alcalá (Azaila), datados entre el s. II a. C. y el
primer cuarto del I a. C. Por ltimo, se alar ue en la decoraci n
siempre tiene un papel principal.
R SE
fig.
): Posible estili aci n oral de un disco
estigmático de papaverácea (Mata et al., 00 : , fig. .3). Está
formada por un círculo, perfilado e teriormente por una línea
de puntos, que en su interior presenta cuatro trazos rectos que
se cru an en el centro posibles estambres ). Se reali a con
la t cnica del perfilado y se ofrece una ista cenital del motivo. Equivale al tema 25 de Perales et al. (1983-1984: 248,
fig. ), uienes lo consideran una ariante de un moti o estelar.
No está muy representado, pues solamente lo hemos documentado en dos ocasiones sobre un recipiente hermético de gran
tama o hallado en Tiro de Ca n lca i ) fig. ). mbos
ejemplares se disponen en la misma metopa, cada uno tras la
cabe a y las alas de un VE 3 fig. 64), por lo ue su papel
es secundario. Su cronología abarca desde el s. II a. C. hasta el
primer cuarto del I a. C.
Existen motivos similares en El Castellar (Oliva) (Colominas, 1944: 157-158, Lám. V y VII.1), L’Alcudia (Elx) (Ramos
ol u s,
0, fig. 60) y Libisosa (Lezuza) (Uroz Rodríguez,
0 , fig. 6
), si bien, entre los posibles estambres y la
línea de puntos no hay un trazo continuo que dibuje el círculo.
En el primero de los yacimientos aparece entre representaciones
vegetales y la cronología que se le atribuye comprende desde
finales del s. III a. C. a principios del II a. C., mientras ue en
los otros dos se data entre el s. II a. C. y mediados del s. I a. C.,
situándose el ejemplar de Libisosa (Lezuza) entre las patas de
un carnassier Uro Rodrígue , 0 : 3 6 3 , fig. 3). También debemos establecer paralelismo con un ejemplar del Puig
de Sant ndreu Ullastret) li a, 6 , fig. 6), aun ue pintado
en blanco y sin línea de puntos ue contornee la or.
[page-n-216]
ROLEVEG 6.2
ROLEVEG 6.3
ROLEVEG 6.4
ROLEVEG 6.5
ROLEVEG 6.7
ROLEVEG 6.8
ROLEVEG 6.9
ROLEVEG 6.6
ROLEVEG 6.12
ROLEVEG 6.10
ROLEVEG 6.11
ROLEVEG 7.2
ROLEVEG 7.1
ROLEVEG 7.3
ig.
. Moti os egetales.
203
[page-n-217]
ROLEVEG 8.3
ROLEVEG 7.4
ROLEVEG 8.1
ROLEVEG 8.4
ROLEVEG 8.5
ROLEVEG 8.6
ROSE 1
ROLEVEG 8.2
TALLO 1.4
TALLO 1.1
TALLO 2.1
TALLO 1.2
TALLO 2.2
TALLO 1.3
TALLO 1.7
TALLO 2.3
ig.
204
TALLO 3.1
TALLO 1.5
TALLO 3.2
. Moti os egetales.
TALLO 1.6
TALLO 1.8
TALLO 3.3
TALLO 3.4
[page-n-218]
T LL fig.
6 ): Todas las representaciones ue a uí
incluimos tienen en com n el ue la base del moti o es una línea
ondulada tallo) de la ue surgen diferentes elementos arcillos
con forma de olutas, ores, frutos, hojas, herbáceas, etc.), siendo más correcto hablar, en términos botánicos, de lianas (Badal
et al., 0 0:
). En funci n del aspecto formal del tallo, así
como de los elementos que se le asocian, hemos establecido catorce variantes con sus correspondientes subvariantes. Hasta el
momento hay doscientas treinta y una representaciones de este
motivo, a las que debemos sumar las documentadas en San Cristóbal (Mata de los Olmos), cuyo desarrollo no se ha reproducido
(Martínez González, 1990: 689-690). Estamos, por tanto, ante
uno de los motivos más utilizados. Los soportes sobre los que
se pinta son variados, de hecho están presentes casi todos los
tipos, excepto las tinajillas, oinochoai y copas que, en cualquier
caso, no son muy comunes entre los vasos estudiados. Los yacimientos en los que se recuperaron también son abundantes: San
Cristóbal (Mata de los Olmos), La Guardia (Alcorisa), Masada
de la Cerrada o Calanda), El Palao lca i ), Tiro de Ca n
lca i ), El Castelillo llo a), La Corona uentes de Ebro),
La Bovina (Vinaceite), El Cabezo de Alcalá (Azaila), Piquete de
la Atalaya (Azuara), Cabezo de las Minas (Botorrita) y Durón
de Belmonte (Belmonte de Gracián). La cronología que abarca,
por tanto, es amplia (ss. III-I a. C.).
T LL
fig.
): Puede estar formado por una o arias
líneas, de igual o distinto grosor, de las que surgen volutas. Aparece tanto en horizontal como en vertical, se realiza mediante la
t cnica del perfilado o la tinta plana y la ista ue se ofrece del
motivo es longitudinal. El cómputo total de ejemplares pertenecientes a esta variante asciende a treinta y nueve. Se pintan sobre recipientes herméticos de mediano y gran tamaño, vasos con
resalte, kalathoi, platos, crateriskoi y thymiateria hallados en:
Tiro de Cañón (Alcañiz), Cabezo de Alcalá (Azaila), La Corona
uentes de Ebro) y Pi uete de la talaya
uara). Su cronología, por tanto, se circunscribe al periodo comprendido entre los
ss. II-I a. C. y puede actuar como protagonista o coprotagonista
de la ornamentación, así como servir de separador o delimitador
espacial. ormalmente coincide con el moti o 6 y de los tallos
serpenteantes ue define Pellicer
6
0, fig. 0), con los
temas 3, a y 6 de Beltrán Lloris
6:
, fig. ) y el 4
y 55 de Perales et al.
3
4:
, fig. 6).
Se alar ue las pie as TC
fig. 6) y La Corona fig. )
coinciden en la repetición de ciertos motivos en las metopas
contiguas a la representación de la liana, tales como HERB 1.1
o ERB . más ERB . fig. 4), separados por LINE .
fig. 4 ). El aso TC 0 fig. 6 ) comparte la asociaci n de
la liana con la ERB . fig. 4) y el empleo del mismo tipo
de separador.
A continuación nos detendremos en algunas de las subvariantes identificadas:
*TALLO 1.1: En clave botánica, interpretamos el motivo como una liana ramiforme simple de la ue salen posibles arcillos.
Existen representaciones similares en otros yacimientos
ibéricos: Libisosa Le u a) Uro Rodrígue , 0 , fig. 4
M a), El Cigarralejo Mula) Cuadrado,
:
,
fig. ), El Cabecico del Tesoro Verdolay) Pericot,
,
fig.
Tortosa, 006, Lám. 0), La Escuera San ulgencio)
(Nordström, 1969-1973), Hacienda Botella (Elx) (Martínez
Lledó, 2001), Tossal de la Cala (Benidorm) (Belda, 1953,
fig.
Tarradell,
, fig. 3), Tossal de Manises lacant)
Pericot,
, fig. 46), Corral de Saus Moi ent) I uierdo,
000, fig. y
. ), El Castellar de Meca yora) Broncano
y lfaro,
: 0 , fig. . ), El Puntal dels Llops locau)
Bonet y Mata, 00 , fig. 4 . 0 ) y Tossal de Sant Mi uel
(Llíria) (Bonet, 1995), donde más abunda. Su distribución geográfica es amplia, pero al mismo tiempo restringida, pues no
está generalizada a todo el mundo ibérico, quedando excluidas
zonas como las de Cataluña, Huesca, Castellón y Andalucía. Su
cronología de uso también es extensa, pues los ejemplares más
antiguos podrían datar del s. IV a. C. (El Cigarralejo, Mula),
aunque con toda seguridad están presentes desde el s. III a. C.,
y los más recientes llegan hasta el s. I a. C. (Tossal de la Cala,
Benidorm y Tossal de Manises, Alacant). No obstante, la mayoría pertenecen al s. II a. C., momento en el que el motivo
alcanzó su máxima expansión.
En cuanto a su disposición en los vasos ibéricos, decir que
no e iste una preferencia clara, pues se documenta igualmente
en ertical y hori ontal, en frisos o metopas. En este ltimo caso
suele ser el nico moti o representado y actuar como protagonista. En los frisos puede aparecer en solitario, ejerciendo de
motivo principal, o junto a otros motivos, estando condicionada
su funcionalidad por la naturale a de estos: si son geom tricos
se utiliza como separador/delimitador de espacios (Bonet, 1995:
6, fig. ) si acompa a a otros moti os egetales comparte
protagonismo con ellos mientras ue si son oomorfos o, incluso, antropomorfos, su papel es meramente ornamental.
*TALLO 1.2: Existe una representación similar en Libisosa
Le u a) Uro Rodrígue , 0 , fig. 4 M c).
T LL
fig.
): Las tres sub ariantes ue lo integran
tienen en com n ue la base del moti o está formada por una
gruesa línea ondulada que hace de tallo, a partir de la cual surgen estili aciones de hojas lanceoladas. demás, seg n la subvariante de la que hablemos, puede presentar volutas, líneas
onduladas y/o frutos surgiendo del elemento central. Coincide
con la decoraci n egetal 6 y de Pellicer
6
0, fig. 6)
y el tema 66, 6 y 6 de Beltrán Lloris
6: 0, fig. ). La
técnica pictórica empleada en su realización es la tinta plana y
está escasamente representado, pues solamente lo hemos identificado en tres ocasiones sobre un recipiente de gran tama o
con cierre hermético y un kalathos recuperados en El Cabezo
de lcalá
aila) fig. 3 y 6 ). Su cronología se estima entre
el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. El papel que desempeña en el espacio ornamental en el que se dispone es principal,
aunque en ocasiones su importancia pasa a ser relativa si se
utiliza para separar metopas más anchas que acogen decoración
más destacada.
T LL 3 fig.
): Está formado por una línea ondulada (tallo) de la que surgen varios trazos curvos (peciolos),
en paralelo, que terminan en una hoja, mayoritariamente de tipo
cordiforme, aun ue tambi n e iste alg n ejemplar lanceolado
o que omite este elemento pero mantiene el mismo esquema
compositivo (TALLO 3.3 y TALLO 3.12). Puede estar orientado tanto en ertical como en hori ontal y aun ue se ofrece
una vista longitudinal del motivo, las hojas aparecen como si
fueran istas de frente. En funci n de su morfología, así como
de los elementos que se le asocian (líneas onduladas, líneas
onduladas terminadas en posibles alas o garras, olutas, ores,
frutos, etc.), hemos establecido eintisiete sub ariantes. stas
205
[page-n-219]
se corresponden con los temas 4 , 4 , 4 y 3 definidos por
Perales et al.
3
4:
, fig. 6), el moti o egetal de
Pellicer
6
0, fig. 6) y los temas 6,
y 64 de Beltrán
Lloris
6: 6
0, fig. ). Esta ariante se representa, al
menos, en setenta y dos ocasiones, por lo que se trata de uno
de los moti os más frecuentes dentro del conjunto anali ado.
Los soportes sobre los ue se pinta son m ltiples: recipientes de
mediano y gran tamaño con cierre hermético, vasos con resalte,
tinajillas, kalathoi, oinochoai, olpai, platos, cuencos, tapaderas y crateriskoi. Estos se recuperaron en: La Guardia (Alcorisa), El Palao (Alcañiz), Tiro de Cañón (Alcañiz), El Castelillo
llo a), El Cabe o de lcalá
aila), La Corona uentes de
Ebro) y Durón de Belmonte (Belmonte de Gracián). Además,
también tenemos noticias de que se representaron en El Cabezo
del Moro (Alcañiz) y El Cabezo de Cantalobos (Albalate del Arzobispo) (Cabré, 1944: 19). El marco cronológico que abarca,
por tanto, es amplio (ss. III-I a. C. para TALLO 3.9 y TALLO
3. 3), aun ue podemos diferenciar dos momentos. El primero,
centrado en los ss. III-II a. C. (TALLO 3.1 y TALLO 3.17), y
el segundo, ue arrancaría en esa ltima centuria e iría hasta el
s. I a. C. (de TALLO 3.2 a TALLO 3.8, TALLO 3.11, TALLO
3.12, de TALLO 3.14 a TALLO 3.16 y de TALLO 3.18 a TALL 3. ), datándose alguna de las sub ariantes en ese ltimo
siglo (TALLO 3.10). La técnica pictórica utilizada en su representación es la tinta plana y en la decoración puede actuar como
protagonista del espacio en el que aparece (TALLO 3.2, de TALLO 3.7 a TALLO 3.11, TALLO 3.13, TALLO 3.14, TALLO
3.16, de TALLO 3.18 a TALLO 3.25 y TALLO 3.27), aunque en
ciertas ocasiones, al considerar el conjunto de la ornamentación
del vaso su importancia pasa a ser relativa, utilizándose para separar metopas de mayor tamaño que acogen la decoración principal (TALLO 3.1, de TALLO 3.3 a TALLO 3.8, TALLO 3.13
y T LL 3. ) o en frisos secundarios T LL 3. , T LL
3.9, TALLO 3.15 y TALLO 3.26). En alguna ocasión también
hemos visto que el protagonismo lo comparte con otros motivos
ue se pintan en el mismo friso T LL 3. ) o en otro diferente (TALLO 3.17), aunque son las menos.
A continuación debemos hacer una breve alusión a la subariante T LL 3. 4 fig.
), pues recientemente Moret y
Benavente (2014) han querido ver en él una posible antropomorfi aci n, proponiendo una lectura al re s del moti o. unque la idea resulta sugerente, la consideramos poco probable,
pues los ejemplos de metamorfosis ue conocemos pintados sobre cerámica ibérica son menos sutiles y más evidentes o claros.
Además, para apreciar la abstracción, el vaso debe colocarse en
sentido in erso al habitual de uso fig. 63). Es cierto ue e iste
un mal cálculo del espacio para confeccionar de igual forma
todos los elementos que componen el motivo, pero pese a ello,
se podría haber pintado la voluta completa, aunque un poco más
apretada. En cual uier caso, no era e tra o ue ante la falta de
espacio para encajar bien un moti o se modificara le emente
su diseño, tal y como hemos podido comprobar en algunas de
las decoraciones anali adas en nuestra tesis doctoral uentes,
2015). Por otra parte, en esa misma representación vemos cómo
el artesano no tiene demasiado cuidado en el acabado, pues la
ona ondulada del tallo debería estar siempre perfilada por una
línea lisa y no es así. En una de las ondulaciones de la derecha se
inicia el trazo adecuadamente, pero en vez de cerrarse en el tallo
206
se une a uno de los moti os ue fraccionan el registro decorativo. Por todo ello, consideramos más acertada la adscripción del
moti o como fitomorfo.
T LL 4 fig.
60): Se caracteri a por ue el eje central del motivo es una línea ondulada (tallo). De ella surgen
trazos lisos y curvos (peciolos) que terminan en una hoja cordiforme. En funci n del aspecto del tallo, las hojas presencia/
ausencia de estípulas o con el ápice más o menos apuntado)
y de si tienen o no otros elementos asociados arcillos, ores
o frutos), hemos establecido diecis is sub ariantes. El moti o
se puede disponer en ertical u hori ontal. Se ofrece una ista
frontal de lo representado y la t cnica utili ada en su reali aci n
es básicamente la de la tinta plana, aun ue tenemos alg n ejemplar con mi ta T LL 4. 4, fig. 60). asta el momento hemos contabilizado cincuenta y siete ejemplares pintados sobre
variado tipo de soportes: recipientes de mediano y gran tamaño
con cierre hermético, kalathoi, platos, tapaderas, crateriskoi y
thymiateria. Los yacimientos en los que los hemos documentado son: La Guardia lcorisa), Masada de la Cerrada o Calanda), Tiro de Cañón (Alcañiz), La Bovina (Vinaceite), Cabezo
de lcalá
aila), La Corona uentes de Ebro) y Cabe o de
las Minas (Botorrita). El periodo cronológico que abarca, por
tanto, es amplio ss. III I a. C.), aun ue podemos diferenciar
varios momentos: el primero, que comprende los ss. III-II a. C.
(TALLO 4.14); el segundo, datado entre el s. II a. C. y el primer
cuarto del I a. C. (de TALLO 4.1 a TALLO 4.13, TALLO 4.15
y T LL 4. 6) y el final, ue corresponde al s. I a. C. T LLO 4.10). En cuanto al papel que tiene dentro de la decoración
general del aso, decir ue puede funcionar como protagonista
(TALLO 4.1, de TALLO 4.5 a TALLO 4.12 y TALLO 4.14)
o coprotagonista (de TALLO 4.3 a TALLO 4.5, TALLO 4.10,
T LL 4. 3 y T LL 4. 6), indicador del principio/fin de la
ornamentación (TALLO 4.1) o como motivo secundario, aunque en el espacio en el que se dispone ejerza un papel principal
(TALLO 4.2, TALLO 4.5 y TALLO 4.6).
A continuación aludimos a alguna de las subvariantes:
T LL 4. fig.
): E isten arias representaciones ue
guardan cierto parecido con la que aquí presentamos y proceden
de: el Puig de Sant Andreu (Ullastret) (s. III a. C.), aunque con
pintura blanca li a, 6 , fig. 3) ontscaldes Valls)
.
VV., 003: ) y Torre del Mal Paso Castellno o) letcher,
4, fig. ) ss. III I a. C.) Castellet de Bernab Llíria) ltimo cuarto del s. III a. C.-primero del II a. C.) (Guérin, 2003: 32 y
4 , fig. 3. 6 y 6.6 6) Corral de Saus Moi ent) s. II a. C.),
aun ue con peciolos ondulados I uierdo, 000:
6, fig.
3. ) L lc dia El ) Ramos ol u s,
0, fig. .3 Sala,
, fig. 6. E 63 y . E 3) ss. II I a. C.) El Campillo Calasparra) (ss. V-IV a. C.), con tallo rectilíneo (Lillo, 1989-1990; Tortosa,
6c: 46, fig. 6 ) El Cigarralejo Mula) ss. IV II a. C.)
(Tortosa, 2006, Lám. 89) y Carthago Nova (Cartagena) (s. III a. C.primera mitad del I a. C.). En todos estos ejemplares, el motivo
se dispone en horizontal y desempeña un papel principal en el
friso en el ue se pinta, aun ue al considerar el total de la ornamentación puede pasar a ser secundario.
T LL 4.4 fig.
): l re isar las pinturas reali adas
sobre otros soportes cerámicos ibéricos encontramos un posible paralelo en L lc dia El ), representado en hori ontal
sobre un kalathos ss. II I a. C.) Sala,
, fig. 6 E 63). Es
el nico moti o fitomorfo ue aparece en el friso, donde ejerce
[page-n-220]
TALLO 3.5
TALLO 3.6
TALLO 3.7
TALLO 3.8
TALLO 3.9
TALLO 3.10
TALLO 3.11
TALLO 3.12
TALLO 3.16
TALLO 3.13
TALLO 3.17
TALLO 3.27
TALLO 3.15
TALLO 3.18
TALLO 3.19
TALLO 3.22
TALLO 3.14
TALLO 3.20
TALLO 3.23
TALLO 4.1
ig.
TALLO 3.21
TALLO 3.24
TALLO 3.25
TALLO 3.26
TALLO 4.2
TALLO 4.3
TALLO 4.4
. Moti os egetales.
207
[page-n-221]
un papel principal. Morfol gicamente presenta ciertas diferencias con nuestro ejemplar, pues las hojas cuentan con un par
de zarcillos abiertos. También hay una representación similar
en El Cabecico del Tesoro (Verdolay) (s. II a. C.), dispuesta en
hori ontal Pericot,
, fig. 3 y 3 ). Las hojas cuelgan en
vertical y, como en el caso anterior, tienen un par de zarcillos
abiertos. En ese caso, comparte protagonismo con una serie de
a es. Por ltimo, cabe tambi n hacer alusi n a un kalathos exportado a Ebusus (Eivissa) (ss. III-II a. C.) (De Nicolás y Conde, 1993: 143-144). En él el motivo se dispone en horizontal y
es el nico ue se pinta en el friso, por lo ue desempe a un
papel protagonista.
T LL 4. fig. 60): Coincide con el tema
de Beltrán Lloris
6: 6 , fig. ) y en alguna ocasi n las hojas
pueden estar contorneadas por una línea discontinua de puntos
fig.
).
T LL 4. fig. 60): Cabe se alar el gran parecido ue
guarda con el motivo pintado sobre una tinajilla de La Vispesa
Bin far) Marco y Baldellou,
6: 4, fig.
omíngue et
al.,
4, fig. 4 ). En ambos casos, el friso en el ue aparece
el tallo tiene gran formato y las hojas cordiformes destacan por
su considerable tama o. Por otra parte, e iste un fragmento de
kalathos recuperado en Lixus, en el que se conserva parcialmente un moti o similar ranegui y assini, 0 0: 40, fig. 4. ).
Ambos casos se datan entre el s. II a. C. y principios del I a. C.
T LL 4.
fig. 60): Se corresponde con la decoraci n
egetal de Pellicer
6
0, fig. 6) y el tema 3 de Beltrán
Lloris
6: 6 , fig. ).
T LL 4. 4 fig. 60): Recuerda a un moti o pintado sobre un kalathos recuperado en Margalef Torregrossa), donde
act a como protagonista del friso en el ue aparece, aun ue no
es el nico ue e iste sobre las paredes del aso unyent,
,
fig. ). Se data en la segunda mitad del s. III a. C. y la principal
diferencia ue obser amos es ue las hojas tienen los arcillos
pegados al limbo. Similar es el caso del Molí d’Espígol (Tornabous) (ss. III-I a. C.), donde aparecen en la misma disposición
y con la misma funcionalidad, aun ue los limbos de las hojas
presentan ojos.
T LL 4.
fig. 60): Coincide con el tema 6 de Beltrán
Lloris
6: 0, fig. ). Sal ando las distancias, y teniendo
en cuenta los particularismos zonales, podemos apuntar como
similar una representación de una guirnalda realizada mediante
los peciolos de unas hojas cordiformes ue aparecen unidas. El
motivo se ha documentado en Tossal de Sant Miquel (Llíria)
Bonet,
: 6 , fig. ) y la línea de puntos ue contornea
las hojas se ha interpretado como posibles espinas (Pérez Ballester, 1997: 137; Badal et al., 0 0: , fig. . y . ). El
ejemplar se data en el primer cuarto del s. II a. C. y aparece con
la misma disposici n, ubicaci n y funci n ue la sub ariante
aquí tratada.
Procedente del mismo yacimiento, Tossal de Sant Miquel
Llíria), e iste otro ejemplar Bonet,
: 4, fig. 44.6), con
idéntica cronología, que se dispone en vertical en el margen
izquierdo de una escena protagonizada por seres humanos que
recolectan granadas. Lo singular de lo representado ha llevado a
plantear que la asociación entre ambos motivos vegetales (Smilax y Punica granatum) reviste a la escena de un valor simbólico (Pérez Ballester y Mata, 1998: 235).
208
T LL
fig. 60): Tallo ondulado, de cierto grosor, del
ue salen hojas cordiformes. Presentan la peculiaridad de ue
en sus lóbulos se deja un espacio circular en reserva, en el que
se pinta un punto para simular ojos. La técnica empleada en su
realización es la tinta plana, se dispone tanto en horizontal como
en ertical y siempre se ofrece una ista frontal del moti o. La
morfología del tallo y las hojas, así como la presencia de ciertos
elementos, nos han servido para establecer siete subvariantes.
Hasta el momento conocemos diecisiete ejemplares sobre un
reducido tipo de soportes: recipientes de gran tamaño con cierre
hermético, kalathoi, tapaderas, crateriskoi y thymiateria. Casi
todos ellos fueron recuperados en el Cabe o de lcalá
aila),
excepto un ejemplar de La Guardia (Alcorisa). La cronología de
los primeros se circunscribe al periodo de tiempo comprendido
entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C., mientras que el
de La Guardia (Alcorisa) se data entre los ss. III-II a. C. El tipo
de papel que ejerce el motivo en la decoración general del vaso
es variado, pues hemos documentado su uso como: protagonista
(de TALLO 5.1 a TALLO 5.4 y TALLO 5.7) o coprotagonista
(TALLO 5.1, TALLO 5.2 y TALLO 5.6), marcador del inicio
de la decoración (TALLO 5.1), motivo secundario (aunque en
su metopa act e como principal) T LL
. ) y tambi n para
recrear el entorno natural en el que discurre lo representado
(TALLO 5.1).
Por ltimo, se alar ue en el estudio ue Martíne reali
sobre la cultura ibérica y la romanización en la Sedetania Sudoriental apunt como propia de los alfares de Mas de Moreno
o Calanda) la sub ariante T LL
. Martíne Gon ále ,
0: 6 0, fig. 0 . ).
T LL 6 fig. 60): Se caracteri a por ue el tallo no es
continuo, pues sale de uno de los lóbulos de la hoja y se recoge
en el otro. demás, está formado por dos líneas lisas ue guardan cierta distancia entre sí. El espacio existente entre ellas se
rellena con tra os de di erso tipo. Las hojas ue forman parte
del conjunto son cordiformes y tienen un par de arcillos abiertos que las contornean, se realizan de la misma manera que el
tallo y terminan en oluta. Se dispone en hori ontal y se ofrece
una ista frontal de lo representado. La t cnica pict rica empleada en su confecci n es la mi ta. tendiendo a la morfología del tallo y los zarcillos hemos establecido dos subvariantes,
la primera de las cuales coincide con el tema 81 de Beltrán
Lloris
6:
, fig. ), identificado ya en su momento por
Cabr
44, fig. . ). Solamente se ha representado en cuatro ocasiones, siempre sobre tapaderas del Cabezo de Alcalá
(Azaila). Su datación abarca el periodo de tiempo comprendido
entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. En los ejemplares
ue se conser an más completos se aprecia ue es el nico moti o ue aparece en el friso, por lo ue tienen un papel destacado. Si se considera el conjunto ornamental del vaso, se aprecia
c mo comparte protagonismo con otros frisos decorados con
moti os fitomorfos.
T LL
fig. 60): pesar de ue la base del moti o es
compartida con los anteriores gruesa línea ondulada ue act a
como tallo), la particularidad de esta variante es que se representa su arran ue, de forma triangular. el tallo surgen peciolos
lisos con hojas cordiformes, más o menos realistas, rodeadas
por una línea de puntos. El motivo siempre se dispone en vertical, aun ue por su morfología, mayormente discurre en horizontal. Se utiliza la técnica de la tinta plana en su realización
[page-n-222]
TALLO 4.6
TALLO 4.5
TALLO 4.7
TALLO 4.9
TALLO 4.8
TALLO 4.11
TALLO 4.12
TALLO 4.14
TALLO 4.10
TALLO 4.13
TALLO 4.15
TALLO 4.16 TALLO 5.1
TALLO 5.4
TALLO 5.5
TALLO 5.6
TALLO 5.2
TALLO 5.3
TALLO 5.7
TALLO 6.1
TALLO 8.2
TALLO 6.2
TALLO 8.3
TALLO 7
TALLO 8.1
TALLO 8.4
ig. 60. Moti os egetales.
209
[page-n-223]
y la ista ue se ofrece de l es frontal. Lo hemos identificado
en cinco ocasiones sobre el mismo crateriskos del Cabezo de
lcalá
aila) fig.
), datado entre el s. II a. C. y el primer
cuarto del I a. C. Concretamente aparecen en un friso junto a
otros moti os fitomorfos y oomorfos. Se disponen pr imos al
límite inferior del friso, intentando simular ue surgen del suelo.
Su funci n decorati a es la de intentar recrear el entorno natural
en el que todo sucede.
T LL
fig. 60): estaca el alto grado de es uemati aci n de las hojas ue salen del tallo, lo ue dificulta su identificaci n. Podría tratarse de hojas cordiformes, pero su indefinici n
ha hecho ue en la literatura se las denomine ancoriformes .
En cualquier caso, cuentan con peciolos lisos que arrancan del
tallo y éste siempre se dispone en horizontal. La técnica pictórica empleada en su realización es la de la tinta plana y la vista
ue se ofrece del moti o es frontal. tendiendo a su morfología,
así como a los elementos ue tenga asociados arcillos, in orescencias o frutos), hemos definido cuatro sub ariantes, cada
una de ellas representada en una ocasión sobre variado tipo de
recipientes: herméticos de mediano tamaño, kalathoi y thymiateria recuperados en El Cabezo de Alcalá (Azaila) y El Piquete
de la Atalaya (Azuara). La cronología de uso que proponemos
abarca desde el s. II a. C. hasta la primera mitad del I a. C. En
cuanto al papel que desempeña en la decoración, éste puede ser
ariado. Por una parte, tenemos casos en los ue act a como
moti o principal de un friso ue, al considerar toda la ornamentación del vaso puede seguir actuando como protagonista (TALLO 8.2) o pasar a tener una importancia relativa (TALLO 8.1,
TALLO 8.3 y TALLO 8.4).
A continuación presentamos alguna de las subvariantes definidas:
*TALLO 8.2: Se corresponde con el motivo 7 de los tallos
serpenteantes ue define Pellicer
6
0, fig. 0) y con el
tema
de Beltrán Lloris
6, fig. ).
*TALLO 8.3: Coincide con la decoración vegetal 3 de
Pellicer
6
0, fig. 6) y el tema 4 de Beltrán Lloris
6: 6 , fig. ).
*TALLO 8.4: Una reciente revisión del motivo, realizada
dentro del proyecto De lo real a lo imaginario. Aproximación
a la flora ibérica durante la Edad del Hierro, propone su identificaci n con una rama de id Vitis vinifera). En ella se detallan las hojas palmatilobuladas, los zarcillos con los que trepa
y los frutos, ue se disponen en racimos Badal et al., 2010:
3 , fig. ). Lo nico ue no se corresponde con la descripci n formal de la id es la or con la ue termina el tortuoso
tallo. De ser la propia del arbusto debería tener menor tamaño y
no aparecer en solitario, sino junto a un grupo del mismo tipo,
formando una in orescencia. No obstante, esto no es moti o
suficiente para refutar la hip tesis planteada, pues como se e pone en la publicación aludida, los iberos rara vez representan
de manera realista las especies vegetales pintadas, resultando
las imágenes libres interpretaciones de los modelos tomados de
la realidad o heredados del contacto con otras culturas (Badal
et al., 2010: 127).
Realmente son escasos los motivos pintados sobre cerámica ibérica con los que podemos establecer paralelos. Únicamente se han documentado con cierta seguridad en L lc dia
(Elx), concretamente en ejemplares que pertenecen al Estilo
III ilicitano, pero su cronología es bastante posterior, pues co210
rresponden al alto imperio romano (Tortosa, 2004a, 164-177,
n 3 y 3 , fig.
). En esos casos nicamente se pintan las hojas pecioladas, como si fueran istas de frente y en
solitario. Con ciertas reservas deberíamos considerar un ejemplar hallado en El Monastil Elda) Po eda,
, fig. ), ue
guarda cierto parecido con las representaciones de L lc dia
(Elx) y se data entre el s. III y mediados del I a. C. (Badal et al.,
0 0, fig. 3, 6 ).
T LL
fig. 6 ): Tallo ondulado del ue surgen pares
de hojas lanceoladas, dispuestas de forma opuesta y reali adas
mediante la t cnica de la tinta plana. Se ofrece una ista frontal del tallo y de las hojas. En funci n del aspecto ue stas
tengan (más o menos realistas, con o sin estípulas, etc.), de los
elementos ue las acompa an olutas, frutos, líneas ondula
das sencillas o terminadas en otro tipo de hoja, etc.) y del
aspecto del tallo liso o perfilado, con elementos asociados: hojas con diferente morfología, herbáceas o triángulos), hemos
definido einte sub ariantes. La primera de ellas, T LL
. ,
se corresponde con la decoración “vegetal diversa” 9 de Pellicer
6
0, fig. ) y con el tema 3 de Beltrán Lloris
6:
, fig. 3).
El motivo se ha pintado en veinticuatro ocasiones sobre variado tipo de soportes: recipientes de mediano y gran tamaño
con cierre hermético, kalathoi, platos, tapaderas y crateriskoi,
aunque predominan los dos primeros. Los yacimientos en los
que se recuperaron son: El Palao (Alcañiz), Tiro de Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza) y El Cabezo de Alcalá (Azaila),
por lo que su datación es amplia, ss. III-I a. C. La subvariante
más antigua corresponde a los ss. III-II a. C. (TALLO 9.3), desarrollándose el resto entre el s. II a C. y el primer cuarto del
I a. C. Se representa como moti o principal de un friso o metopa, pero al considerar el conjunto ornamental éste puede desempeñar un papel secundario (TALLO 9.1, TALLO 9.2, TALLO
9.10 y TALLO 9.11), ser protagonista (TALLO 9.15 y TALLO
9.18) o coprotagonista (TALLO 9.3, TALLO 9.5, TALLO 9.7,
TALLO 9.8, TALLO 9.12, TALLO 9.13, TALLO 9.18, TALLO
9.19 y TALLO 9.20).
T LL 0 fig. 6 ): Tallos gruesos y ondulados ue describen un movimiento serpenteante, por lo que generan espacios que son susceptibles de acoger decoración de variado tipo.
En este caso, en esos espacios se pintan elementos triangulares
combinados con hojas lanceoladas más o menos estilizadas. Seg n su morfología, hemos definido tres sub ariantes. Se disponen en hori ontal y se ofrece una ista frontal del moti o. La
técnica empleada en su realización es la tinta plana y hasta el
momento lo hemos identificado en cinco ocasiones sobre recipientes con cierre hermético procedentes del Cabezo de Alcalá
aila). Son los nicos moti os ue se representan en el friso
en el que aparecen, por lo que cumplen un papel protagonista en
él. No obstante, al considerar la decoración del resto del vaso
apreciamos que comparte el protagonismo con otros motivos
vegetales. Su cronología abarca desde el s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C.
T LL
fig. 6 ): Tallo grueso ue describe un moimiento serpentiforme, generando en su recorrido espacios
susceptibles de ser decorados. En este caso, los conjuntos que
los rellenan los identificamos como posibles herbáceas ERB
. y ERB . , fig. 4). Se orientan tanto en ertical como
en hori ontal y la t cnica empleada para su confecci n es la
[page-n-224]
TALLO 9.3
TALLO 9.1
TALLO 9.4
TALLO 9.2
TALLO 9.5
TALLO 9.6
TALLO 9.7
TALLO 9.12
TALLO 9.9
TALLO 9.8
TALLO 9.13
TALLO 9.11
TALLO 9.15
TALLO 9.10
TALLO 9.14
TALLO 9.16
TALLO 9.18
TALLO 10.2
TALLO 11.3
TALLO 12.1
TALLO 9.17
TALLO 9.19
TALLO 9.20
TALLO 10.1
TALLO 10.3
TALLO 11.1
TALLO 11.2
TALLO 12.2
TALLO 13.1
TALLO 13.2
TALLO 13.3
TALLO 14.1
TALLO 14.2
ig. 6 . Moti os egetales.
211
[page-n-225]
tinta plana. Se ofrece una ista frontal del moti o y hasta el
momento hay identificados tres ejemplares, ue corresponden
a tres sub ariantes diferentes, la primera de las cuales coincide con el tema
definido por Perales et al. (1983-1984: 251,
fig. 6). Se pintan sobre kalathoi y platos hallados en Tiro de
Ca n lca i ) fig. 6 y TC bj , fig. 3) y El Cabe o de las
Minas Botorrita) fig. 0). Su cronología abarca los ss. II I a. C.,
si bien, las subvariantes TALLO 11.1 y TALLO 11.2 se datan
entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. y la TALLO 11.3
en el s. I a. C. Es el nico moti o ue se pinta en el friso o metopa en la que aparece, por lo que desempeña un papel principal
en esos espacios, si bien, al considerar el resto de la decoración
del vaso puede compartir ese protagonismo con otros motivos
(TALLO 11.2).
T LL
fig. 6 ): El eje central del moti o es un tallo
grueso, de recorrido serpenteante. De él surgen trazos curvos
con series de abultamientos (estilizaciones vegetales), en hori ontal, junto a otros elementos arcillos). Se ofrece una ista frontal de lo representado. El tallo se dispone en hori ontal
o vertical y la técnica empleada en su realización es la tinta
plana. emos definido dos sub ariantes en funci n del aspecto
que tienen los elementos que acompañan al tallo, la segunda de
las cuales (TALLO 12.2) coincide con el tema 63 de Beltrán
Lloris
6:
, fig. ). No están inculadas, en e clusia, a una forma de soporte concreta, pero sí a un yacimiento,
El Cabezo de Alcalá (Azaila). En total se han representado en
tres ocasiones sobre un kalathos
43 6 3 0, fig. 0), una
tapadera
aila , fig. 0 ) y un crateriskos (1943-69-521,
fig. 3) datados entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
Es el nico moti o ue se pinta en el friso o metopa en la ue
aparece, por lo que en ese espacio ejerce un papel protagonista
que puede hacerse extensible al resto de la decoración del vaso
T LL
. ) o ue comparte con otros moti os fitomorfos
(TALLO 12.1).
T LL 3 fig. 6 ): Tallo ondulado del ue surgen ores
de ariado tipo. Se dispone en hori ontal o ertical y se ofrece
una ista longitudinal de las ores. La t cnica empleada en su
realización puede ser la tinta plana o la mixta. No está muy representado, pues nicamente e isten tres ejemplares de esta ariante y corresponden a tres sub ariantes diferentes. emos definido stas en funci n del aspecto de la corola de la or tubular
o con uno de los extremos terminados en voluta y el otro con
un p talo detallado) y tambi n de si el tallo es liso o está perfilado, pudiendo surgir de éste algunas volutas (TALLO 13.2) y
tener asociadas representaciones de alas o garras, frutos y hojas
esquematizadas (TALLO 13.3). El tipo de soporte sobre el que
se pinta es diferente aso de gran tama o con cierre herm tico
TC 4, fig.
tapadera 43 6 66 , fig. 0 y crateriskos
43 6 6 , fig. 0) y se ha locali ado de manera puntual
en Tiro de Cañón (Alcañiz) y en El Cabezo de Alcalá (Azaila).
Su cronología aborda el periodo temporal comprendido entre el
s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. Es el nico moti o ue
aparece en el friso o metopa en el ue se le pinta, donde act a
como protagonista. No obstante, al considerar el conjunto ornamental del vaso, apreciamos que en ocasiones ese protagonismo
lo comparte con otros moti os fitomorfos T LL 3. ).
212
T LL
4 fig. 6 6 ): Tallo ondulante del ue brotan capullos ores con corola tubular Badal et al., 2010: 109,
fig. 00 , , 4 y 6 ). Se ofrece una ista longitudinal de la or
y se dispone tanto en horizontal como en vertical. La técnica
empleada en su realización es la de la tinta plana.
En estudios anteriores se ha planteado la posibilidad de que
el modelo es uemati ado en el moti o a uí anali ado fuera tomado de representaciones más realistas, como las documentadas en la ona del SE peninsular Cabr , 44: 0, fig. 4a).
Tras haber revisado minuciosamente los conjuntos cerámicos
con decoraciones pintadas de tipo fitomorfo conocidos hasta
el momento, obser amos c mo la representaci n de estas ores unip talas o capullos orales además de en el Bajo rag n
también está presente en: La Piedra de Peñarrubia (Elche de la
Sierra) (Lillo, 1988, Lám. I y II); Hoya de Santa Ana (Chinchilla de Montearag n) Pericot,
, fig. 3 ) Libisosa (Lezuza) (Uroz Sáez et al., 00 , fig. a Uro Rodrígue , 0 ,
fig. 4 ) Carthago Nova (Cartagena) (Tortosa, 2006, Lám. 97);
Cabecico del Tesoro Verdolay) Pericot,
, fig. 3 y 4)
El Cigarralejo Mula) Tortosa, 006) L lc dia El ) Tortosa, 004a) La Serreta lcoi, Pen guila, Cocentaina) uentes, 006, fig. 6) Tossal de la Cala Benidorm) Belda,
3,
fig. 0 y ) Poble Nou Villajoiosa) P re Blasco, 0 a
0 b) El Monastil Elda) Po eda,
, fig.
Tortosa,
006) Corral de Saus Moi ent) I uierdo, 000, fig. 6. y
105.4); La Coroneta (Rotglà i Corberà) (Pérez Ballester, 2006:
148); Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet, 1995); La Morranda Ballestar) lors y Marcos,
: 300) La Carro a mposta) García Rubert y Villalbí, 00 , fig. 33 y 4. ) y Kese
Tarragona) el mo,
, fig. 4). El grueso de las representaciones se datan entre los ss. II-I a. C., si bien es cierto que
los ejemplares más antiguos podrían tener una cronología ante
quem del s. IV a. C., caso del Cigarralejo (Mula). Es por ello
que se considera el motivo como propio de un momento determinado, fruto de la moda o gusto imperante, más ue e clusi o
de una ona geográfica en concreto, aun ue las formas de representar la idea sí arían dependiendo del lugar en el ue se fuera
a consumir el producto (pueden aparecer en guirnaldas, saliendo
de los pedicelos de otra or, estar entrela ados, etc.). Por otra
parte, se considera que estos capullos deben estar íntimamente
relacionados con un tipo de representaciones orales en las ue
se detallan varios pétalos, uno de los cuales tiene aspecto muy
similar a los capullos a los que se alude en este motivo. Se han
documentado en: Carthago Nova (Cartagena) (Ros, 1989: 113, fig. 44) El Cigarralejo Mula) Tortosa, 006) L lc dia
(Elx) (Tortosa, 2004a); Tossal de Manises (Alacant) (Pericot,
, fig. 6) Tossal de la Cala Benidorm) Belda,
3) El
Monastil (Elda) (Tortosa, 2006); El Castellar (Oliva) (Colominas, 1944) y Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet, 1995). El
problema es que ambos modelos coexisten cronológica y espacialmente, por lo que realmente, a tenor de los datos disponibles, no podemos hablar de una evolución en cuanto al diseño,
sino que es más conveniente considerar que nos encontramos
ante representaciones de distintos estadios del desarrollo de una
or Badal et al., 2010: 108-109).
En el Bajo Aragón se ha representado en treinta y cinco ocasiones. Dependiendo de los elementos que acompañan al tallo
triángulos y líneas diferentes) y a las ores olutas, triángulos
y líneas de ariado tipo) las hemos clasificado en ocho sub a-
[page-n-226]
riantes, correspondiendo TALLO 14.2 a la decoración vegetal
.d de Pellicer
6
0, fig. 6) y T LL 4.3 al tema 0 de
Beltrán Lloris
6:
, fig. ). El moti o no está asociado
a un soporte específico, pues aparece en: recipientes herm ticos
de mediano y gran formato, kalathoi, platos, tapaderas, crateriskoi y thymiateria localizados en El Cabezo de Alcalá (Azaila). Su cronología estimada de uso se iniciaría en el s. II a. C.
y perduraría hasta el primer cuarto del s. I a. C. Se pinta en
frisos y metopas, siendo el nico moti o representado en ellos,
por lo ue desempe a una papel destacado. icha funcionalidad puede variar si consideramos el global de la ornamentación,
pues en ella además de actuar como protagonista (TALLO 14.1
y de TALLO 14.3 a TALLO 14.5), puede desempeñar un papel
coprotagonista (TALLO 14.3, TALLO 14.6 y TALLO 14.8) o
secundario (de TALLO 14.2 a TALLO 14.4).
TRIVEG fig. 6 ): Moti o cuya base es un triángulo is sceles asociado a distintos elementos (volutas, líneas onduladas o
curvas y hojas de variado tipo, alguna de las cuales podrían ser
ores). Solamente hemos identificado una ariante, con tres subvariantes, orientada en diagonal, horizontal y vertical. La vista
ue se ofrece del moti o es frontal y la t cnica pict rica empleada es la de la tinta plana. Conocemos tres ejemplares pintados
sobre kalathoi fig. 6 , 66 y 4), si bien, su procedencia aría
entre El Castelillo (Alloza) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). En
el primero de los casos se data entre los ss. III-II a. C. (TRIVEG
1.3) y en el segundo entre el s. II a. C. y el primer cuarto del
I a. C. (TRIVEG 1.1 y TRIVEG 1.2). En la decoración general
del vaso puede actuar como motivo principal (TRIVEG 1.3) o
secundario, de relleno (TRIVEG 1.1 y TRIVEG 1.2).
TRISVEG fig. 6 63): Compuesto por triángulos is sceles que aparecen seriados, entre los cuales puede haber diferentes elementos, algunos de ellos de naturale a egetal. En
funci n de su tipo y asociaciones hemos establecido cuatro
ariantes con sus correspondientes sub ariantes. Se ofrece una
ista frontal de lo representado y mayoritariamente se dispone
en horizontal. La técnica empleada en su realización es la de la
tinta plana. No se trata de un motivo muy abundante, pues solamente se ha representado en dieciséis ocasiones. El tipo de soportes sobre los que se pinta son los recipientes de gran tamaño
con cierre hermético, los kalathoi y las tapaderas procedentes
del Cabezo de Alcalá (Azaila) y El Piquete de la Atalaya (Azuara). Su cronología abarca desde el s. II a. C. hasta el primer
cuarto del I a. C.
TRISVEG fig. 6 ): El tipo de hoja ue lo caracteri a
es de ápice apuntado y base plana, pudiendo tener detalladas
las estípulas y contar con zarcillos. Tenemos cuatro ejemplares ue hemos clasificado como pertenecientes a sub ariantes
diferentes, de las ue TRISVEG . e ui ale a la decoraci n
“vegetal diversa” 13.a de Pellicer (1969-1970) y al tema 121 de
Beltrán Lloris
6: 0, fig. 4). Los soportes sobre los ue
se pinta quedan reducidos a los kalathoi y las tapaderas, siendo
recuperados en los dos yacimientos anteriormente aludidos. Es
siempre el motivo principal del espacio en el que se le pinta,
si bien, al considerar el resto de la decoración del vaso apreciamos que en alguna ocasión su papel pasa a ser secundario
(TRISVEG 1.3).
TRISVEG
fig. 6 ): En este caso las hojas ue lo definen son lanceoladas más o menos estili adas) y pueden ir
acompa adas de otras de diferente tipo, así como estar asociadas
a variados elementos (volutas, líneas onduladas, posibles alas o
garras, ores o frutos). Se ha representado en ocho ocasiones,
correspondiendo cada una de ellas a una subvariante. Señalar
que la TRISVEG 2.5 coincide con la decoración “vegetal diversa” 13.d de Pellicer (1969-1970) y el tema 120 de Beltrán Lloris
6: 0, fig. 4). Los soportes escogidos para su plasmaci n
son los recipientes herméticos de gran tamaño y las tapaderas,
recuperados en El Cabezo de Alcalá (Azaila). Siempre se dispone en horizontal y ejerce un papel principal en el espacio en el
que se le pinta, aunque en alguna ocasión, al considerar toda la
decoración del vaso comparte protagonismo con otros motivos
(TRISVEG 2.7 y TRISVEG 2.8).
TRISVEG 3 fig. 6 ): En esta ariante son arias las
hojas opuestas que discurren por una línea recta y lisa (tallo),
semejando herbáceas. Seg n su aspecto lanceolado u oblongo) y disposici n al final del tallo o recorri ndolo entero) hemos establecido tres subvariantes, con un ejemplar cada una.
La TRISVEG 3.2 coincide con la decoración “vegetal diversa”
13.b de Pellicer (1969-1970) y el tema 122 de Beltrán Lloris
6: 0, fig. 4). El moti o se pinta e clusi amente sobre
tapaderas halladas en El Cabe o de lcalá
aila) y es el nico
ue aparece en el friso en el ue se dispone, por lo ue tiene un
papel principal en éste que podemos hacer extensible al conjunto del soporte.
TRISVEG 4 fig. 63): Los elementos egetales ue se
pintan entre los triángulos seriados corresponden a ores solitarias dispuestas hacia abajo. stas surgen al final de una línea lisa
y recta (peciolo), donde se suceden cortas rayas rectas (posibles
hojas oblongas y opuestas o espinas). Próximo a su corola aparecen otras del mismo tipo pero en diagonal (sépalos). La corola
se realiza con un cuarto de luna, en cuya parte superior se pintan
una serie de cortas líneas rectas en ertical. e las ores se ofrece una sección longitudinal y la técnica empleada en su realización es la tinta plana. Hemos documentado esta variante en dos
ocasiones sobre tapaderas recuperadas en El Cabezo de Alcalá
aila)
43 6 634, fig. 00 y
3
36 , fig. 03).
esempe a un papel principal en el friso en el ue se pinta y se
utiliza entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
TRI VEG fig. 63): Moti o integrado por triángulos
opuestos que están unidos por el vértice. Todos son isósceles,
pero pueden presentar diferentes aspectos estar perfilados, tener decoración interna, etc.). En el eje central del motivo aparecen diferentes elementos herbáceas, olutas, hojas oblongas
y/o estípulas) que nos han permitido establecer, junto a otras variables, cinco sub ariantes. La disposici n más com n es en hori ontal, aun ue hay alg n caso en ertical TRI VEG . ). Se
ofrece una ista frontal de lo representado y la t cnica empleada en su realización es la tinta plana. No es muy abundante en
el conjunto estudiado, pues solamente se ha realizado en ocho
ocasiones. El tipo de soportes sobre los que aparece tampoco es
muy variado: recipientes con resalte, kalathoi, tapaderas y platos. Los yacimientos en los que se recuperaron son: San Antonio
(Calaceite), Tiro de Cañón (Alcañiz), El Palomar (Oliete) y El
Cabezo de Alcalá (Azaila). Su cronología de uso, por tanto, abarca desde el s. III a. C. hasta el primer cuarto del I a. C., si bien la
mayoría de subvariantes se circunscriben al periodo de tiempo
comprendido entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
de TRI VEG . a TRI VEG . ). En cuanto a su funcionalidad dentro de la decoración, decir que puede desempeñar un pa213
[page-n-227]
TALLO 14.3
TALLO 14.6
TRIVEG 1.2
TRIVEG 1.3
TALLO 14.7
TALLO 14.4
TALLO 14.5
TALLO 14.8
TRIVEG 1.1
TRIVEG 1.1
TRISVEG 1.4
TRISVEG 2.1
TRISVEG 2.4
TRISVEG 2.5
TRISVEG 1.2
TRISVEG 2.2
TRISVEG 2.6
TRISVEG 2.7
TRISVEG 2.3
TRISVEG 3.1
TRISVEG 3.2
TRISVEG 3.3
TRISVEG 2.8
ig. 6 . Moti os egetales.
214
TRISVEG 1.3
[page-n-228]
TRISVEG 4
TRIOVEG 1.1
TRIOVEG 1.2
TRIOVEG 1.3
TRIOVEG 1.4
TRIOVEG 1.5
ig. 63. Moti os egetales.
pel destacado en el espacio en el que se pinta, pero al considerar
el conjunto ornamental del vaso comparte ese protagonismo con
otros motivos (de TRIOVEG 1.1 a TRIOVEG 1.3). También
funciona como moti o secundario, de relleno TRI VEG .4 y
TRI VEG . ), pero en menor n mero de ocasiones.
Por ltimo, se alar ue la sub ariante TRI VEG . coincide con el tema definido por Perales et al. (1983-1984: 248,
fig. ), uienes lo denominan bipenne , la TRI VEG .3 con
el tema 20 (Perales et al.,
3
4: 4 , fig. ) y la TRI VEG .4 forma parte del tema
definido por Beltrán Lloris
6, fig. ).
Iv.4.3. anIMales (FIg. 164-166)
Las representaciones oomorfas son relati amente frecuentes
si las comparamos con las antropomorfas, si bien, su n mero
resulta bastante inferior a las fitomorfas e indudablemente a las
geom tricas. pesar de eso, es com n er combinados los cuatro tipos de motivos sobre el mismo soporte. Las especies pintadas suelen repetirse (ciervos, jabalíes, perros, lobos, buitres,
b hos, caballos, gallos, etc.), pero su identificaci n no siempre
resulta sencilla (Mata et al., 2014). Por una parte, existen representaciones faunísticas parciales huellas, hue os o alas sueltas), lo ue dificulta su atribuci n a una especie determinada.
Por otra, la reinterpretación que el artista realiza de la realidad,
así como el grado de subjetividad que impone en su plasmación
plástica limita la filiaci n, no pudiendo detallar, en muchos casos, su clasificaci n más allá del g nero al ue pertenecen. En
esas ocasiones se ha optado por utili ar un gen rico para referirse a ellas: a es, serpientes, lagomorfos, cánidos o peces.
Tras analizar el conjunto, apreciamos un claro predominio
de las especies salvajes sobre las domésticas. Las primeras
se representan en su entorno natural y silvestre, por contraposición a las domésticas (toro/buey, caballo y perro), que aparecen asociadas a personajes humanos, aunque con ello no
queremos decir que el medio en el que se les pinta esté necesariamente antropizado.
Entre los materiales estudiados hemos identificado once
moti os, clasificados en ariantes y sub ariantes diferentes seg n sus características morfol gicas. La ariabilidad de soportes seleccionados para su plasmación es alta, aunque predominan los kalathoi.
Como ocurría en el caso de la vegetación, hay que aludir al
proyecto de investigación De lo real a lo imaginario. II. Aproximación a la fauna ibérica de la Edad del Hierro, dirigido por
Mata en la Universitat de València. El equipo de investigación
es multidisciplinar y pretende, al igual que en el proyecto anterior, catalogar todos los ítems, orgánicos e inorgánicos, pertene-
cientes a especies reales e imaginarias que se han documentado en la cultura ib rica sobre diferente tipo de soporte metal,
moneda, cerámica, terracota y piedra). Así mismo, también se
utili an las fuentes clásicas para e traer informaci n sobre el
posible uso al que estuvieron destinados, así como su simbolismo. Actualmente se puede consultar la base de datos on-line
(www. orayfaunaiberica.org/fauna), actualizada regularmente,
y el libro en el que se recogen los resultados de las investigaciones (Mata et al., 2014).
A continuación describimos cada uno de los motivos, indicamos el tipo de soportes sobre los que se representan, si
existen asociaciones recurrentes con otros motivos ornamentales, la funci n ue ejercen en la decoraci n y si e isten paralelos realizados en pintura sobre cerámica ibérica procedente de
otros yacimientos.
L fig. 64): Representaci n parcial de un animal integrada por una línea curvilínea y gruesa de la que cuelgan entre
dos y seis tra os. Se ofrece una ista frontal del moti o y se
realiza mediante la técnica de la tinta plana. La hemos interpretado como una estilización de las extremidades superiores de
las a es Cabr , 44: 0 Ramos ol u s,
:
Marco,
1983-1984: 82), pues guarda cierta similitud con las de algunos
pájaros pintados en la zona, pero también cabe llamar la atenci n sobre la forma ue adopta el plumaje de la cola en alguno
de ellos así como las garras fig. 64 6 ) Lucas,
: 4),
resultando evidente su parecido.
Se ha representado en ciento treinta y cinco ocasiones sobre kalathoi, tapaderas, crateriskoi y thymiateria procedentes
de: San Cristóbal (Mata de los Olmos), La Guardia (Alcorisa),
El Palao (Alcañiz), El Castelillo (Alloza) y Cabezo de Alcalá
(Azaila), donde se recuperó la mayoría. La naturaleza de las
ornamentaciones de los vasos en los que aparece pintado varía
desde las fitomorfas en siete casos), oomorfas y antropomorfas en uno cada uno) a a uellos en los ue está repetido el moti o en el friso principal, solo en cinco casos) o acompa ado
de otros moti os secundarios en uno). La funci n ue suele
desempeñar es la de relleno de las ornamentaciones principales,
si bien, si aparece de manera e clusi a en el friso pasa a asumir
un papel primordial dentro del mismo. Su cronología de uso es
amplia, pues existen ejemplares con una datación post quem del
s. III a. C. y otros con una ante quem del s. I a. C.
Hemos localizado motivos similares: en un kalathos de San
Miguel (Vinebre), donde se vinculan a cursos de agua (Sanz
Martínez, 1979: 38); en un kalathos de Poble Nou (Vilajoiosa),
aunque algunos están más próximos a garras que a alas (Pérez
Blasco, 0 a: 3 , fig. ) y en un lágynos de Tossal de Manises (Alacant), donde se pinta entre varias aves (Lucas, 1981:
215
[page-n-229]
ALA 1
AVE 1.1
AVE 1.2
AVE 2
AVE 3
AVE 4.1
AVE 4.2
AVE 4.3
AVE 5.1
AVE 5.2
AVE 5.3
AVE 6.1
AVE 6.2
AVE 7
AVE 8
AVE 9
AVE 10
AVE 11.1
AVE 12
AVE 13
AVE 16.1
AVE 16.2
AVE 11.2
AVE 14.1
AVE 16.3
AVE 11.3
AVE 14.2
AVE 17.1
ig. 64. Moti os oomorfos.
216
AVE 14.3
AVE 17.2
AVE 11.4
AVE 15
AVE 18.1
[page-n-230]
4, fig. 3. Verd y lcina, 0 ). Por otra parte, aun ue estilísticamente no se parezcan a las nuestras, existen representaciones de alas aisladas: en una tinajilla hallada en Bolbax (Cieza) (Lillo, 1981: 284-285, Bol. XVII), en una tinaja del Cabezo
del Tío Pío rchena) García y Bellido, 4 , fig. 30 ) y en
otra del mismo tipo y sobre un kalathos del Tossal de la Cala
Benidorm) Tarradell,
, fig. Tortosa, 006, Lám. ). Todos ellos se datan entre los ss. II-I a. C.
La principal diferencia entre los ejemplares aludidos estriba
en que en el ámbito aragonés suelen tener reducidas dimensiones y aparecen arias sobre el mismo soporte, incluso forman
parte de moti os compuestos R LEVEG 6. , fig.
de T LLO 3.5 a TALLO 3.12, TALLO 3.17, TALLO 3.20, TALLO
3. , T LL 3. 6, fig.
TRISVEG .6 y TRISVEG . ,
fig. 6 ). En el resto de yacimientos citados poseen unas dimensiones considerables y, en la mayoría de ocasiones, se les pinta
como si se tratara de un motivo principal, caso, por ejemplo
del de Bolbax (Cieza) o el del kalathos de Tossal de la Cala
(Benidorm). En otras ocasiones, a pesar de su considerable tamaño aparece como mero relleno de la ornamentación (Cabezo
del Tío Pío, rchena). Sea como fuere, habría ue hablar de
un recurso sintético en el que se sustituye la parte por el todo.
A ojos de los iniciados en la lectura de este tipo de códigos resultaría fácilmente identificable el moti o con la totalidad de lo
no representado, pero ante miradas no instruidas, resulta difícil
entender su significado. En algunas ocasiones podríamos pensar
que alude a lo divino y ascensional, si bien, el contexto en el que
fueron locali ados los asos no apunta en ese sentido, pues en
la mayoría de casos es doméstico, a excepción del ejemplar de
la necrópolis de Poble Nou (Vilajoiosa), donde sí podría tener
cabida esa lectura.
-AVE: Existen numerosas representaciones de pájaros entre
las decoraciones estudiadas, concretamente, sesenta y seis, aunue la deficiente conser aci n de algunas pinturas deja entre er
que habría otras tantas que engrosarían el cómputo total.
Su morfología es ariada, si bien, las diferentes características que presentan no siempre se detallan con realismo,
lo ue dificulta su identificaci n con una especie en concreto.
En este sentido, es muy com n en la literatura atribuir esas
representaciones al genérico de palomas por la carga simbólica que tienen en el mundo ibérico y mediterráneo, si bien es
cierto ue los datos morfol gicos y formales disponibles son
insuficientes para reali ar objeti amente tal atribuci n Mata
et al., 0 4: 6 6 ). En cual uier caso, la ariabilidad formal
ue presentan esas a es nos ha permitido establecer diferentes
variantes y subvariantes.
Pueden aparecer solas o acompañadas por otras aves y/o
animales de diferente naturale a, si bien, lo más frecuente es
que se pinten varias de ellas dispuestas en hilera. Además, no
siempre están volando, sino que en el medio terrestre también
adquieren cierto protagonismo.
A pesar de su amplia representación, el tipo de soportes sobre
los que se pinta no es muy variado: recipientes grandes y medianos con cierre hermético, kalathoi, olpai, tapaderas, crateriskoi
y thymiateria, aunque predominan los kalathoi. Estos vasos se
recuperaron en Alto Chacón (Teruel), La Guardia (Alcorisa),
Tiro de Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), El Cabezo de
Alcalá (Azaila), Piquete de la Atalaya (Azuara), Durón de Belmonte (Belmonte de Gracián) y Cales Coves (Alaior). Por otra
parte, el marco cronológico que abarca es amplio (ss. III-I a. C.),
si bien, e isten diferencias geográficas y temporales en el modo
de representación, como veremos más adelante.
VE
fig. 64): e representada de perfil, mirando a
la derecha, que posee gran tamaño. La cabeza es pequeña y el
pico corto y recto. Destaca su cuello alargado y el cuerpo baruiforme. En la cabe a y el cuello se disponen, de manera alterna, líneas pintadas con espacios en reserva, lo que podría ser
indicativo de las distintas tonalidades del plumaje. La técnica
pictórica empleada en su realización es la mixta y contamos con
dos ejemplares. En ellos se aprecia la diferente forma de reali ar
y disponer sus alas. En una de las aves aparecen tras la nuca,
mientras ue en la otra están a diferentes alturas, una más pr ima a la nuca y la otra al manto. Seg n sus características hemos
establecido dos subvariantes, representadas en un kalathos de
lto Chac n Teruel) ss. II I a. C.) fig. ). La decoraci n ue
presenta dicho recipiente es de tipo figurada y la funci n ue
desempeñan las aves es la de ser motivo principal de la metopa
en la que se les pinta. A pesar de que tienen las alas explayadas,
en el ejemplar conservado más entero se aprecia cómo la pata
derecha está ligeramente levantada, lo que indica que el ave se
encuentra iniciando el vuelo o en pleno desplazamiento terrestre, cuesti n esta ltima ue enla a mejor con la presencia de un
fruto frente al pico.
E isten algunas representaciones de a es picando frutos,
si bien, normalmente los egetales se identifican con Papaver
(Mata et al., 2007), con el consiguiente valor simbólico que ello
conlle a. tendiendo estrictamente a la morfología del fruto
que aquí aparece, resulta evidente que pertenece a una especie
diferente. En cual uier caso, no es una asociaci n ue resulte muy com n entre las decoraciones pintadas sobre cerámica
ibérica, pues solamente conocemos un ejemplo en un kalathos
de La Serreta lcoi, Pen guila, Cocentaina) uentes, 00 ,
fig. ), otro en una crátera del Tolmo de Minateda
ellín)
(Abad y Sanz Gamo, 1995; Tortosa, 2006) y uno más en una
tinaja de Libisosa Le u a) Uro Rodrígue , 0 , fig. 3 ).
El ejemplar más antiguo sería el alicantino, correspondiendo el
resto al ib rico final.
VE fig. 64): e de reducido tama o, representada de
perfil, ue mira a la i uierda. Su cabe a es pe ue a y gruesa, al
igual que su cuello. El pico es robusto, ancho y recto. El ojo se
encuentra destacado, pues se ha dejado un espacio circular en reserva en el que se ha pintado un punto. Toda la cabeza y el cuerpo
están rellenos de tinta, e cepto una pe ue a franja ue marca el
tránsito del cuello al cuerpo y que podría indicar un cambio en
el plumaje. Su cuerpo es fornido y su cola está formada por dos
gruesos tra os ue se disponen formando una V muy acusada,
por lo que es del tipo ahorquillada. No se representan las alas,
pero sí se detallan las cortas patas y las garras, estando una de las
extremidades ligeramente levantada, lo que muestra que el ave
se estaría desplazando por vía terrestre. La técnica pictórica empleada para su ejecución es la mixta y coincide con el tema 69
definido por Perales et al.
3
4, fig. 6).
Se ha representado en una ocasión sobre un recipiente de
gran tamaño y cierre hermético procedente de Tiro de Cañón
lca i ) fig. ). Se dispone en una metopa en la ue se pinta
un gran motivo vegetal a cuyo otro lado, y en sentido opuesto,
aparece otra ave, incompleta, que podría ser del mismo tipo que
la a uí tratada. La funci n ue desempe a es la de ser moti o
217
[page-n-231]
principal, aunque su tamaño es notablemente más reducido que
el del vegetal al que acompaña. Cronológicamente encuadramos
la representación entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
VE 3 fig. 64): e representada de perfil, mirando a
la derecha. Su cabeza no es de gran tamaño y el pico es largo,
recto y robusto. El grueso cuello se diferencia del cuerpo por un
espacio dejado en reserva que se rellena con triángulos y líneas
onduladas y/o rectas. Con un trazo curvo se representan las alas
surgiendo de la nuca, una un poco antes que la otra, ligeramente
separadas del cuerpo. Las patas aparecen sua emente e ionadas y con las garras detalladas. La cola podría ser cuadrada, aunue presenta una línea ligeramente combada en forma de U ),
y tambi n hay alg n ejemplar en el ue está más pr ima a las
ahorquilladas, pues se realiza con dos trazos rectos y separados
en forma de V ). La t cnica empleada en su reali aci n es la
mixta y se corresponde con el tema 67 de Perales et al. (19834:
, fig. 6). Se ha pintado en seis ocasiones sobre el
mismo recipiente de gran tamaño y cierre hermético recuperado
en Tiro de Ca n lca i ) fig. ), fechado entre el s. II a. C.
y el primer cuarto del I a. C. Dependiendo de la posición de las
patas, así como de la mayor o menor elevación de las alas y la
inclinación del cuerpo, el ave estaría volando o en una actitud
más reposada. La funci n ue ejerce en la composici n es la de
ser motivo principal y, por tanto, protagonista de la escena.
VE 4 fig. 64): e de reducidas dimensiones ue se
representa de perfil, mirando mayoritariamente a la derecha. Posee una pe ue a cabe a ue en alg n ejemplar tiene, en su parte
superior, cuatro trazos que indican la existencia de una cresta
(AVE 4.2). El pico es corto y ligeramente curvo. Su cuello no es
largo y el cuerpo se caracteriza por ser menudo, lo que contrasta
con la pronunciada cola que posee. En el caso de que las alas
estén pintadas, surgen de la nuca, se separan del cuerpo y se
reali an con un tra o cur o. Las patas están e ionadas o no se
representan. Las garras parece que salen directamente de la parte inferior del ientre. La cola puede adoptar diferentes formas:
cuadrada pero acabada en “U”, realizarse con tres trazos curvos
ue simulan las plumas rectrices o estar enroscada. En funci n
de las características morfol gicas de las a es hemos establecido tres subvariantes y en su realización se ha empleado la técnica pictórica mixta. Los soportes sobre los que se han pintado
los cuatro ejemplares que conocemos quedan limitados a un recipiente de grandes dimensiones con cierre herm tico fig. 30)
y a un kalathos fig. 6), recuperados en El Cabe o de lcalá (Azaila) y datados entre el s. II a. C. y el primer cuarto del
I a. C. Estas aves aparecen en escenas de acoso de lobos a ciervos y suelen situarse próximas a los herbívoros, en ocasiones
sobre su grupa, como presagio de su muerte (Olmos y Tortosa,
2010: 245-246). Por tanto, desempeñan un papel destacado en la
decoración, aunque secundario y complementario en la escena.
Por ltimo, indicar las correspondencias e istentes entre las
sub ariantes a uí identificadas y los estudios sobre este particular realizados con anterioridad. Así las cosas, AVE 4.1 equivale
al moti o
de las a es identificadas por Pellicer y VE 4.3 al
Pellicer, 6
0, fig. 6), mientras ue VE 4. corresponde al tema 6 de Beltrán Lloris
6: 3, fig. ), uien
acertadamente lo identifica con una gallinácea.
VE
fig. 64): e representada de perfil, ue puede
estar mirando a la derecha o a la izquierda. El pico es corto,
estrecho y está ligeramente curvado hacia abajo, pudiendo tener
218
asociado alg n elemento egetal. El cuello no está muy desarrollado. La realización de sus alas se hace mediante dos trazos
curvilíneos que salen de la parte posterior de la cabeza y de la
nuca, estando separadas del cuerpo. Este ltimo puede presentar
alg n espacio en reser a decorado de diferentes formas con ores crucíferas en ista cenital, puntos, líneas onduladas o rayas
rectas). Las patas, muy cortas, casi no asoman bajo el vientre,
apreciándose en la mayoría de ocasiones directamente las garras. La cola pertenece a las de tipo cuadrado, aunque en algunas
ocasiones termina en forma de U , recurso estilístico al ue ya
hemos hecho mención anteriormente. La técnica empleada en
su confecci n puede ser la tinta plana o la mi ta. No está muy
representada, pues solamente hemos identificado siete ejemplares ue, en funci n de sus características específicas, agrupamos
en tres sub ariantes diferentes. El tipo de soportes escogidos
para su plasmación se limita a los kalathoi fig. ) y crateriskoi IG 46, fig. 3). Los yacimientos en los ue se recuperaron son La Guardia (Alcorisa) y El Castelillo (Alloza). Los
ejemplares más antiguos están datados entre los ss. III-II a. C.
(AVE 5.2 y AVE 5.3) y los más modernos entre los ss. II-I a. C.
VE . ). En cuanto a la funcionalidad ue pueden desempeñar en la decoración, decir que las aves incluidas en la subvariante AVE 5.1 se representan sobre la grupa de unos ciervos
que están siendo perseguidos por lobos, por lo que vuelan al
ritmo de su carrera. La funci n ue ejercen dentro de esa escena es la de anunciar el inminente fallecimiento de los c r idos
(Olmos y Tortosa, 2010: 245-246), por lo que tienen un papel
destacado en el sentido de la escena aunque secundario en la
decoración. En el caso de las subvariantes AVE 5.2 y AVE 5.3,
se representan pr imas a personajes masculinos y act an como
motivo de relleno.
VE 6 fig. 64): e de mediano o pe ue o tama o ue
se representa de perfil, mirando a la derecha o a la i uierda. La
cabeza es pequeña y tiene un espacio circular en reserva en el
ue se indica el ojo con un punto. El pico es fino, corto y recto,
pudiendo aparecer entreabierto. No tiene cuello diferenciado, si
bien, a la altura de éste hay en ocasiones un espacio en reserva
que se rellena con líneas rectas (en horizontal o vertical). Las
alas, que surgen de la nuca y del manto, están separadas del
cuerpo y se realizan con un trazo rectilíneo del que cuelgan una
serie de pequeñas rayas con las que se simula el plumaje. El
cuerpo es de reducidas dimensiones y termina en una cola graduada en la que se detallan las plumas rectrices. Las patas tienen
las garras indi iduali adas y aparecen e ionadas. Siempre está
en actitud de vuelo y en su realización predomina la técnica de
la tinta plana, aunque en algunos ejemplares se utiliza la mixta.
Hasta el momento conocemos cuatro representaciones de este
tipo ue clasificamos en dos sub ariantes diferentes. Se pintan
en dos kalathoi recuperados en El Castelillo (Alloza) (IG148,
4 ,
, fig. 64 y 66) y en un fragmento de Tiro de Ca n
lca i ) TCCjto a, fig.
). La cronología de los primeros
abarca los ss. III-II a. C. (AVE 6.1 y AVE 6.2), mientras que la
del ltimo a del s. II a. C. al primer cuarto del I a. C. VE 6. ).
Aparece en metopas con escenas de captura y muerte de cérvidos por parte de una manada de lobos. En ellas las aves presagian la inminente muerte de los primeros (Olmos y Tortosa,
2010: 245-246), por lo que en esos casos su papel es destacado
en el sentido de lo representado y secundario en cuanto a la
decoración general del vaso. Por otra parte, también puede pin-
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tarse en metopas ornamentadas con motivos vegetales de gran
tama o. En esos casos, se sit a pr imo a ellos, con la intenci n
de posarse o tocar con el pico alguno de sus elementos.
VE fig. 64): e representada de perfil, mirando a la
derecha, que tiene mediano tamaño. Posee una cabeza de reducidas dimensiones y está parcialmente rellena de tinta plana.
En ella se deja un espacio circular en reserva en el que se pinta
el ojo con un punto. El pico es corto, fino y cur o. El cuello se
indica con un par de líneas curvas y de la nuca surge un ala, con
el perfil contorneado, en cuyo interior se detallan tres cortos
trazos. Está separada del cuerpo, elevada, indicando que el ave
uela. El cuerpo tiene forma bar uiforme, se deja en reser a y
en su interior aparecen puntos. En la cola, realizada con la técnica de la tinta plana, se indican las plumas rectrices. Destaca el
hecho de que no se detallan ni las patas ni las garras y resultan
curiosos dos pe ue os tra os erticales, de difícil identificación, realizados bajo la cola. La técnica pictórica empleada es
la mixta y solamente la hemos documentado en una ocasión,
sobre un kalathos del Pi uete de la talaya
uara) fig. ).
En la metopa en la que se pinta, aparece el ave sobre el lomo
de un ciervo, volando a la misma velocidad que éste. Ejerce un
papel destacado, pues anuncia el inminente fallecimiento del
animal con el que se relaciona directamente (Olmos y Tortosa,
2010: 245-246). La pieza sobre la que se pinta está datada entre
el s. II a. C. y la primera mitad del I a. C.
VE fig. 64): e representada de perfil, mirando a la
derecha. Su cabe a es pe ue a, está perfilada y se ha pintado el
ojo haciendo un círculo y colocando un punto en su interior. El
pico, corto y recto, aparece relleno de tinta. Para separar la cabeza del cuerpo, en lo que sería un cuello a duras penas marcado,
se puede realizar una línea horizontal y lisa, seguida de otra del
mismo tipo, salvo porque de ella cuelgan pequeños triángulos
invertidos. Tras ésta, el cuerpo se rellena total o parcialmente
con pintura, tiene forma bar uiforme y termina en una cola en
la que se detallan dos o tres plumas rectrices. Las patas salen
de la parte inferior del ientre, están e ionadas y no tienen las
garras definidas. parentemente las alas no están representadas,
apareciendo la parte superior del a e perfilada con una línea
curva. La técnica empleada en su realización es de tipo mixto y
contamos con dos ejemplares sobre un fragmento de ur n de
Belmonte Belmonte de Gracián) Belmonte , fig.
). Las
aves se pintan en un entorno natural, donde parece que son las
protagonistas de la escena. Su cronología es del s. I a. C.
VE fig. 64): e representada de perfil, mirando a la
derecha. Su cabeza es pequeña y el pico, recto, aparece inclinado hacia abajo. Del cuello surge un ala, realizada con un trazo
curvo. Está separada del cuerpo, por lo que indica que el animal
está volando. El cuerpo no presenta gran tamaño y termina en
una cola de tipo ahorquillada, pues se realiza con dos líneas rectas ue forman una V . La t cnica pict rica empleada en su
realización es la de la tinta plana y lo hemos documentado en
cinco ocasiones sobre un thymiaterium del Cabezo de Alcalá
aila)
, fig.
), datado entre el s. II a. C. y el primer
cuarto del I a. C. Se dispone en un friso junto a otras a es, con
las que comparte protagonismo, o bien entre un tallo vegetal,
actuando como motivo principal de ese espacio.
VE 0 fig. 64): e representada de perfil, mirando a
la derecha. Se encuentra en muy mal estado de conservación, lo
que explicaría que hasta el momento haya pasado desapercibida
a los ojos de los investigadores que han estudiado la pieza sobre
la que aparece representada. Tiene gran tamaño, en comparación con el resto de motivos que la acompañan. En la cabeza
se deja un espacio en reserva, circular, en el que se pinta un
punto para simular el ojo. De la nuca salen dos alas, separadas
entre sí y del cuerpo, realizadas con un trazo rectilíneo. A duras
penas se aprecia la existencia de cuello. El cuerpo está casi todo
relleno de pintura, excepto su parte superior, donde se deja un
espacio en reserva en el que se disponen unos puntos. La cola,
le antada, se reali a con dos tra os rectos ue adoptan forma
de “V”, por lo que podría ser de tipo ahorquillada. De la parte
inferior del ientre surgen sus largas patas, terminadas en garras
y ligeramente e ionadas. Podría estar olando. La t cnica pictórica empleada en su realización es de tipo mixto y el ejemplar
que conocemos aparece sobre un thymiaterium procedente del
Cabe o de lcalá
aila)
, fig.
). Se dispone en un
friso en el ue tambi n se pintan otra serie de a es y no e isten
motivos secundarios que vayan más allá de marcar los límites
del campo decorativo, por lo que su papel es principal en la
ornamentación. Su cronología abarca el periodo comprendido
entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
VE
fig. 64): e de mediano tama o, representada
de perfil y mirando a la derecha. En la cabe a siempre aparece
un espacio circular en reserva en el que se dispone un punto para
indicar el ojo. El pico es corto, robusto y curvo, pero sin llegar a
presentar la forma de gancho propia de las a es de rapi a. Tiene
el cuello diferenciado, aun ue no es muy largo. Entre el pecho y
el abdomen se deja en reserva un espacio más o menos circular
ue se decora de diferentes maneras or cuatrip tala en ista
cenital, cuartos de luna, triángulos y/o líneas onduladas). En el
caso de ue se representen las alas, nicamente se pinta una de
ellas. Ésta aparece explayada y se realiza mediante una serie
de trazos paralelos, quebrados en la zona próxima a la nuca,
de donde surgen. La cola puede terminar de diferentes formas:
en “U” o línea recta, simulando una de tipo cuadrado; tener las
plumas rectrices indicadas o en forma de V , por lo ue correspondería a las ahor uilladas. Las patas aparecen e ionadas,
con las garras definidas. Se le representa olando y, en alguna
ocasi n, sostiene alg n elemento con su pico una herbácea, un
fruto o una posible hoja). La t cnica pict rica empleada en su
realización es mixta, aunque predominan los espacios completamente rellenos de pintura. Seg n su ariabilidad formal hemos definido cuatro sub ariantes, a las ue pertenecen un total
de setenta y cuatro individuos. La AVE 11.1 se corresponde con
el moti o 4, y de las a es identificadas por Pellicer
6
0, fig. 6) y con el tema
. de Beltrán Lloris
6: 3,
fig. ), para uien se trata de una paloma, mientras ue VE
11.3 coincide con el motivo 2 de las aves de Pellicer (19690, fig. 6) y el tema
. de Beltrán Lloris
6: 3,
fig. ), uien la uel e a identificar con una paloma, atribuci n
que, como hemos señalado, debe ser tomada con reservas (Mata
et al., 2014: 68-69). Los soportes sobre los que se pinta son: recipientes de gran tamaño con cierre hermético, kalathoi, tapaderas y crateriskoi, aunque predominan claramente los segundos.
Los yacimientos en los que se recuperaron quedan limitados a
La Guardia (Alcorisa) y El Cabezo de Alcalá (Azaila) y su cronología abarca desde el s. II a. C. hasta mediados del I a. C.
Suelen aparecer varias de estas aves en la misma escena, donde
desempeñan un papel destacado. Se las ha representado entre
219
[page-n-233]
las ramas de una palmera, en escenas de acoso protagonizadas
por lobos y ciervos (AVE 11.1) o sucediéndose en horizontal
VE . a VE .3). Por otra parte, es t nica com n entre
ellas estar dispuestas en hilera y afrontadas, utili ándose como
delimitadores o separadores espaciales y/o temporales (AVE
11.1). También contribuyen a recrear el espacio abierto en el
que sucede lo representado (AVE 11.3).
VE
fig. 64): e de tama o medio ue se representa
de perfil, mirando a la derecha o a la i uierda, aun ue predomina esta ltima. Se caracteri a por tener una cabe a pe ue a,
en la que se realiza el ojo mediante un punto. El pico es corto y
un poco curvo. El cuello, destacado, aparece en reserva, relleno
con una serie de líneas perpendiculares y horizontales que, en
ocasiones, se prolongan por el cuerpo. De la nuca surgen dos
trazos curvos y paralelos entre los que se desarrollan toda una
serie de líneas diagonales. Se trata de las alas, que aparecen levantadas y separadas del cuerpo. Éste está más estilizado que en
las variantes anteriores y en la cola se individualizan algunas de
sus plumas. Las largas patas salen de la parte inferior del ientre, están e ionadas y tienen las garras detalladas. La t cnica
pictórica empleada para su realización es la mixta y coincide
con el moti o 6 y de las a es identificadas por Pellicer
6
0, fig. 6). E isten, al menos, siete representaciones de esta
variante sobre un kalathos del Cabezo de Alcalá (Azaila) (19436 4 , fig. 6 ) datado entre el s. II a. C. y el primer cuarto
del I a. C. Aparecen en sucesión, una tras otra. No obstante, esa
seriación se interrumpe en algunos casos porque dos de ellas
están afrontadas y separadas por un moti o ue surge de abajo.
Esta cuestión, junto a que se les pinta con las patas en el límite inferior del friso, nos lle a a plantear la posibilidad de ue
realmente se trate de un desplazamiento terrestre y no aéreo.
En cual uier caso, la funci n ue ejercen las a es es la de ser
motivos principales en la ornamentación.
VE 3 fig. 64): e representada de perfil, mirando a la
derecha, que posee un tamaño mediano. La cabeza es pequeña y
en ella se pinta el ojo con un punto. El pico es corto y recto. Solamente se representa una de sus alas mediante una línea curva
que surge de la nuca. El cuello, largo y grueso, está en reserva
y se rellena interiormente con una línea horizontal, ligeramente
combada, y otras verticales y onduladas. El cuerpo, repleto de
pintura, es corto y termina en una cola en la que se detallan las
plumas. Bajo el pecho salen dos patas cortas, terminadas en garras. Una de ellas, la izquierda, está ligeramente levantada. La
t cnica empleada en su reali aci n es la mi ta. emos identificado un nico ejemplar sobre un kalathos
43 6 4 , fig. 6 ),
recuperado en el Cabe o de lcalá
aila), fechado entre el
s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. parece en un friso en
el que se representan otras aves con las que comparte protagonismo. La ue a uí tratamos se dispone afrontada a otra de mayores dimensiones, quedando separadas por un motivo geométrico. Su funci n es la de ser moti o principal en la decoraci n.
VE 4 fig. 64): e representada de perfil, mirando a
la derecha. La cabeza es pequeña y en ella se suele dejar un espacio circular en reserva en el que se pinta el ojo con un punto.
El pico es corto, robusto y curvo. Aparece más pronunciado que
en otros ejemplares, pero sigue sin tener la forma de gancho ue
caracteri a a las a es de rapi a. estaca su largo y fino cuello,
en ocasiones decorado con trazos perpendiculares. De la parte
posterior de ste, hacia la nuca o en su tercio inferior, pueden
220
surgir una o dos alas. Se realizan con trazos curvos y paralelos,
emergiendo en ciertos ejemplares, de su parte superior, pequeñas
rayas rectas para simular las plumas. En el interior del cuerpo se
deja un espacio circular en reserva en el que se pintan distintos
elementos or cuatrip tala ista cenitalmente, líneas onduladas
o triángulos opuestos). La cola suele terminar en forma de U ,
aunque en algunos casos es más corta y tiene plumas detalladas.
Posee largas patas, bajo el ientre, ligeramente e ionadas y
con las garras señaladas. La técnica empleada en su realización
es la mi ta y en funci n de sus características formales hemos
diferenciado tres sub ariantes. La VE 4. e ui ale al moti o
3 de las a es identificadas por Pellicer
6
0, fig. 6) y
al tema
.3 de Beltrán Lloris
6: 3, fig. ), mientras
que la AVE 14.3 corresponde al motivo 10 de las aves de Pellicer
6
0, fig. 6). En total se ha representado en nue e
ocasiones, sobre kalathoi del Cabezo de Alcalá (Azaila) datados
entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. La funci n ue
puede ejercer en el espacio en el que se le pinta es la de ser protagonista, aunque normalmente ese protagonismo lo comparte
con otro tipo de motivos, bien sean de tipo vegetal y/o animal.
En ocasiones aparece en escenas de caza, contribuyendo a recrear el espacio natural en el que se practica (AVE 14.2 y AVE
4.3), si bien, si se sit a sobre el lomo de un c r ido ad uiere un
valor simbólico (AVE 14.1 y AVE 14.3), pues anuncia su muerte
(Olmos y Tortosa, 2010: 245-246).
VE
fig. 64): e de mediano tama o representada
de perfil, mirando a la i uierda. En su pe ue a cabe a aparece
un espacio circular dejado en reserva en el que se pinta un punto
para marcar el ojo. El pico es fino, corto y ligeramente cur ado.
Entre la cabeza y el cuello se deja un espacio rectangular sin rellenar de pintura. De la nuca surgen las alas, que están separadas
del cuerpo. Se realizan con dos trazos curvos que se quiebran en
su parte superior y se juntan hacia el final. El cuello es corto y el
cuerpo no es muy robusto. La cola tiene marcadas algunas de las
plumas que la integran. Bajo el vientre aparecen las patas, cortas y sin garras detalladas. La técnica pictórica empleada en su
reali aci n es la mi ta y se corresponde con el tema 6 definido
por Perales et al.
3
4:
, fig. 6). asta el momento
conocemos dos ejemplares procedentes de un fragmento recuperado en Tiro de Ca n lca i ) TCSN , fig. ), aun ue es
probable que hubiera otro más. Aparecen en una metopa, sucediéndose en vertical, sin que medien entre ellas otros motivos,
por lo ue act an como protagonistas. Su cronología se sit a
entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
VE 6 fig. 64): Conjunto integrado por a es ue se representan de perfil, pudiendo mirar a la derecha o a la i uierda.
En la cabeza se deja un espacio en reserva, circular, en el que se
pinta el ojo con un punto. En su parte superior se detalla la cresta, al menos en el ejemplar mejor conservado. El pico es corto
y ligeramente curvo. Tiene indicada la barbilla y el cuello es
largo, pudiendo dejarse parcialmente en reserva para decorarlo
con diferentes elementos líneas rectas en ertical o una línea
horizontal de la que penden pequeños triángulos). En el cuerpo
también se deja sin rellenar de pintura un espacio circular en el
ue se disponen líneas onduladas o una or crucífera ista cenitalmente. No se detallan las alas y la cola se reali a de diferente
manera. Las patas son largas, aparecen ligeramente e ionadas
y tienen el espolón marcado. Se les representa en una actitud
tran uila, en tierra firme. La t cnica pict rica empleada para su
[page-n-234]
confecci n es la mi ta. Es muy probable ue se trate de gallináceas (Beltrán Lloris, 1976: 282-283; Cabré, 1944), como ha
podido comprobar el equipo interdisciplinar del proyecto De lo
eal a lo ma inario
Aproximación a la fauna bérica durante la Edad del Hierro en el caso que se conserva más completo VE 6.3), identificándolo concretamente con un gallo
(Gallus gallus) (Mata et al., 0 4: , fig. 04).
Seg n sus características formales hemos establecido tres
subvariantes, correspondiendo AVE 16.1 y AVE 16.2 al motivo
0 de las a es identificadas por Pellicer, mientras ue VE 6.3
lo hace con el moti o
de ste Pellicer, 6
0, fig. 6),
así como con el tema
de Beltrán Lloris
6: 3, fig. ).
Hasta el momento, conocemos seis representaciones pintadas
sobre recipientes de mediano y gran tamaño con cierre hermético, así como kalathoi recuperados en El Cabezo de Alcalá
(Azaila) y datados entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
Se les suele representar en parejas, afrontadas la una a la otra
y separadas por otro motivo decorativo (geométrico, vegetal o
de otro tipo, como son un posible thymiaterium o ara), en una
disposición que recuerda a las heráldicas (Mata et al., 2014: 58).
En cual uier caso, ejercen la funci n de ser moti os principales
en la ornamentación.
Existen imágenes de gallos realizadas en soporte cerámico,
como es el caso de un askos recuperado en el Cabecico del Tesoro (Verdolay) (García Cano y Page, 2004: 149-150) y otro en Libisosa (Lezuza) (Uroz y Uroz, 2016: 286-287). Pintados sobre
cerámica aparecen en un kalathos del Tossal de Manises (Alacant) Tortosa, 006, Lám. 3 ), en un fragmento de L lc dia
El ) Ramos ol u s,
0: 4 , Lám. 0.4), en una tinaja de
Valentia (València) lmos, 000: 60, fig. ) y en el fondo de
una copa o thymiaterium de La Paeria (Lleida) (Garcés, 2000:
55). Como se aprecia, su representación es realmente escasa, a
pesar de tener elementos característicos de fácil identificaci n
como la cresta, la barbilla, etc. El modo de plasmación y el tipo
de escenas en las ue aparecen tambi n difieren. continuaci n
presentamos las más completas:
*En el vaso de Valentia (València), el gallo se dispone entre
la cola y la pata posterior de una yegua que está siendo atacada
por un lobo (Mata et al., 2014: 58). La escena es cinegética,
encontrándose el carnívoro al ataque y los otros dos animales en
plena huida, habiéndose interpretado como una representación
del ciclo de la vida (Olmos y Serrano, 2000).
*En el Tossal de Manises (Alacant) el gallo aparece inmerso
en un uni erso fecundo, repleto de rebosante naturale a animal
y vegetal). De nuevo, aquí parece que se encuentra a la carrera.
El a e tiene las alas e playadas y las piernas e ionadas, estando la izquierda levantada. En medio de este paraje natural todo
uye, está en mo imiento, no se detiene ante nada.
Llama la atención el que, a pesar de tratarse de un ave doméstica, se le plasma en entornos que corresponden a la naturaleza salvaje, sin domesticar. En contraposición a lo dicho, habría
ue aludir a un ejemplar del Cabe o de lcalá
aila) fig. 3),
donde la pareja de gallos afrontados aparece en la parte inferior
de una escena de caza, protagonizada por un jinete que se ayuda de un grupo de perros amaestrados. Por lo tanto, aunque el
espacio sea silvestre sí hay una clara alusión a la domesticidad.
En cualquier caso, en lo que sí coinciden todos los ejemplares es en su datación tardía, entre los ss. II-I a. C., aunque
el grueso de ellos pertenece más bien a principios de esta l-
tima centuria (Mata, 2000: 25). ¿Simple coincidencia o es que
en esos momentos contaba con un nue o alor simb lico La
interpretaci n resulta arriesgada, pues tampoco las fuentes escritas clásicas ayudan a su esclarecimiento. Una primera opción
es ue act en como demarcadores temporales, encuadrando las
escenas en el amanecer (Marcuzzi, 1989). No obstante, también
se les considera como símbolo de la fecundidad y de la resurrecci n Blá ue ,
). En este ltimo sentido podría apuntar la
presencia de restos de gallos y gallinas como ofrendas en algunas necrópolis, como la de Castellones de Ceal (Hinojares) o la
del Turó de dos Pins (Cabrera de Mar). En cualquier caso, su
valor simbólico queda patente no solo por su presencia en conte tos funerarios, sino tambi n en sacrificios dom sticos, como
sucede en La Seña (Villar del Arzobispo) o El Puntal dels Llops
(Olocau) entre otros (Iborra, 2004: 364-365), si bien, sus cronologías son anteriores a las que se constatan en las decoraciones
complejas. Así pues, si es cierto que tuvieron un valor simbólico
y ritual en la sociedad ibera desde un momento relativamente
temprano (ss. V-IV a. C. en el caso de La Seña, Villar del Arzobispo) por u su representaci n resulta tan tardía
A tenor de lo expuesto, no debemos considerar que se tratara
de un animal nicamente asociado a rituales funerarios o dom sticos, sino ue tambi n se ha constatado ue fue consumido
de manera habitual en contextos domésticos (García y Pons,
2010: 226).
Ampliando las miras, se sabe que en el mundo heleno el
gallo se vinculaba indistintamente a los dioses Apolo, Hermes y
Esculapio, siendo también símbolo del dios del sol, Atis (García
y Pons, 2010: 225-226; Mata, 2000: 25). Así las cosas, en todos
esos casos, se ve que el gallo guarda relación con el tiempo y
el buen hacer.
VE
fig. 64): Se trata de un conjunto reducido de
aves de gran tamaño que se caracterizan por tener la cabeza representada de frente, mientras ue el cuerpo se hace de perfil.
Se les pinta hacia la derecha. En la parte superior de la cabeza
aparecen los penachos auriculares, puntiagudos, que están levantados. Los ojos se realizan mediante un punto en el centro
de un espacio circular dejado en reserva y, en ocasiones están
resaltados o enmarcados por otros elementos. El pico es corto
y recto. El cuello aparece diferenciado, es robusto y está decorado de diferente manera. En los ejemplares ue se encuentran
más completos, de su parte posterior surge un ala, separada del
cuerpo, realizada mediante un conjunto de líneas curvas y paralelas que se quiebran un poco antes del punto del que arrancan.
Podrían estar volando. Los cuerpos son robustos y en su interior
se deja un espacio en reserva que se rellena a base de líneas onduladas en ertical. La cola termina en forma de U y bajo el
ientre aparecen las patas e ionadas, en las ue se detallan las
garras. Se han identificado como posibles b hos To ío,
6:
591; Mata et al., 0 4: 64, fig. 4). La t cnica empleada en
su reali aci n es de tipo mi to y seg n sus características de
representación hemos establecido dos subvariantes. La AVE
. se corresponde con el moti o 3 de las a es definidas por
Pellicer
6
0, fig. 6) y con el tema 6 de Beltrán Lloris
6: 3, fig. ). Solamente lo hemos identificado en cuatro ocasiones sobre kalathoi de La Guardia lcorisa) fig. ),
El Castelillo llo a) fig. 6 ) y El Cabe o de lcalá
aila)
fig. 6 y ). El ejemplar más antiguo VE . ) procedente
del segundo de los yacimientos citados (ss. III-II a. C.), siendo
221
[page-n-235]
el resto más modernos (s. II a. C.-primer cuarto del I a. C.). En
los asos suele ubicarse en la parte inferior de la decoraci n y
act an, junto a otros moti os, como moti os principales.
Sobre cerámica ib rica nicamente se ha constatado la representación de esta especie en una ocasión, sobre una gran tinaja
recuperada en El Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet, 1995:
, fig. 44). un ue su reali aci n es más sint tica, llama la
atenci n, de nue o, el ue la cabe a se pinte de frente.
lgunos in estigadores han re e ionado, precisamente, sobre la intencionalidad de representar los rostros de estas aves
de frente lmos,
6d Tiemblo,
). Su penetrante y fija
mirada, especialmente potenciada en la nocturnidad, hace que
ésta esté revestida de cierto valor simbólico, tal vez sagrado,
relacionado con la abundante y fecunda naturale a en la ue
se inserta e, incluso, se ha llegado a vincular con el allende. Es
precisamente la ruptura con el resto de motivos representados
lo que lleva a atravesar la barrera que existe entre lo pintado y
el espectador, actuando como una invitación a que éste se involucre en la escena, participe de ella (Tiemblo, 1999: 183-188).
VE
fig. 64 6 ): e representada de perfil, de tamaño considerable, que puede aparecer hacia la derecha o izquierda. Se caracteriza por tener una cabeza pequeña, en la que
se deja un espacio circular en reserva para pintar un punto, a
modo de ojo. Cuenta con un pico robusto, de aspecto ganchudo, que aparece entreabierto. El cuello es largo, suele aparecer
incurvado y puede estar decorado con líneas lisas. El cuerpo
no es muy grande y si se deja un espacio en reserva en él se
pintan diferentes elementos or cuatrip tala en ista cenital,
líneas onduladas o perpendiculares que se entrecruzan). La cola
tiene aspecto diferente seg n el ejemplar del ue hablemos en
“U”, “V”, una línea recta o varias para indicar las plumas). En el
caso de que el ave esté realizando un desplazamiento terrestre,
no aparecen las alas, en cambio, si está volando éstas surgen
de la parte posterior e inferior del cuello y están desplegadas,
pudi ndose reali ar de diferentes maneras. Las patas suelen ser
largas, están e ionadas y tienen las garras detalladas. El tipo de
técnica pictórica empleada en su realización puede ser la tinta
plana o la del perfilado.
Seg n las características apuntadas, identificamos esta ariante con buitres leonados (Gyps fulvus) (Mata et al., 2014:
62-63), aves carroñeras que cuando detectan un animal muerto
descienden en picado, con las patas extendidas, alertando al resto de la colonia de que existe alimento. Dichas características
explican las actitudes en las que se les plasma.
En el conjunto estudiado está bastante representado, pues se
ha pintado en, al menos, quince ocasiones. No obstante, su variabilidad formal no es muy amplia, pues hemos establecido cuatro subvariantes, de las que AVE 18.3 coincide con el motivo 1
y 4 de las a es identificadas por Pellicer
6
0, fig. 6) y
con el tema 60. y 60. de Beltrán Lloris
6: 3, fig. ).
El tipo de soporte sobre el que aparece queda reducido al kalathos. Los yacimientos en los que está presente son: El Castelillo (Alloza), El Cabezo de Alcalá (Azaila), Piquete de la Atalaya
(Azuara) y Cales Coves (Alaior). Su cronología abarca desde el
s. III a. C. hasta el I a. C., siendo las subvariantes más antiguas
AVE 18.1 y AVE 18.2 (ss. III-II a. C.) y las más modernas AVE
18.4 (s. II a. C.-principios del I a. C.) y AVE 18.3 (ss. II-I a. C.).
El papel que desempeña en la ornamentación es el de ser motivo
222
principal, pintándose pr imo a alg n c r ido ue le ser irá de
sustento (Olmos y Tortosa, 2010: 245-246) y siendo habitual
que aparezcan varios de ellos participando en la escena.
En cerámica ib rica con decoraci n compleja nicamente
conocemos un posible ejemplar sobre una imitación de crátera
procedente de Libisosa (Lezuza) (Mata et al., 2014: 62-63). En
este caso se pinta en una escena bélica, en la que aparece un
hombre herido o muerto. El ave vuela en picado, dispuesta a darle alcance y de orarlo. Su dataci n se sit a entre los ss. II I a. C.
Temáticamente está próxima a la decoración que presenta una
estela del Palao (Alcañiz), en la que un jinete ha alcanzado con
una lanza a un personaje masculino derrotado que yacen en tierra. Rodean a éste tres buitres y un cánido, con la intención de
engullirlo (Marco, 2007; Mata et al., 2014: 63).
VE
fig. 6 ): Representada de perfil y caracteri ada por presentar un pico corto, robusto y curvo, propio de las
aves de rapiña, pues permite desgarrar la carne de sus presas.
diferencia de la ariante anterior, los cuellos son cortos, por
lo ue pertenecen a especies diferentes, aun ue en este caso no
somos capaces de identificarla. El ojo se indica con un punto.
De la nuca y la parte posterior del cuello surgen dos alas, levantadas y separadas del cuerpo. Se realizan con dos trazos rectos
y paralelos, de los que cuelgan otros más pequeños en vertical
que simulan el plumaje, al menos en el ejemplar que se conserva más completo. El cuerpo no es muy grande y en la cola se
individualizan algunas de las plumas que la integran. Las patas
están e ionadas y tiene las garras detalladas. La t cnica pictórica empleada en su realización puede ser la de la tinta plana
o la del perfilado. No está muy representada, pues solamente
e isten dos ejemplares pintados sobre diferentes kalathoi del
Castelillo llo a) fig. 6 y 66), datados entre los ss. III II a. C.
ct a como moti o principal en la decoraci n, situándose en
una ocasi n tras un jinete, en lo ue podría ser un desfile triunfal, mientras ue en el otro aparece despu s de un lobo al ue se
ha enfrentado un infante.
VE 0 fig. 6 ): e rapa ue tiene pintado el cuerpo desde una perspecti a cenital, es decir, como si fuera isto
desde arriba, mientras ue la cabe a aparece de perfil. La elección de ese tipo de representación también se ha documentado
para algunas rapaces en Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet,
, fig. 6 y 3) y Libisosa (Lezuza) (Uroz Rodríguez, 2012,
fig. 46), si bien, esta práctica es realmente escasa. En cual uier
caso, la cabeza del ave aquí descrita es pequeña y en ella se deja
un espacio circular en reserva en el que se pinta el ojo mediante
un punto. El pico es corto y cur o. El cuello está diferenciado
y es corto. Tiene las dos alas representadas, separadas del cuerpo, con algunos trazos cortos pendiendo de ellas, a modo de
plumas. La cola está formada por arias líneas lisas dispuestas
en forma de abanico y en el caso de ue se representen las patas, están e ionadas y tienen las garras detalladas. La t cnica
empleada en su realización es la de la tinta plana. La hemos
identificado en dos ocasiones sobre un kalathos del Castelillo
llo a) datado en los ss. III II a. C. fig. 6 ). parecen en la
misma metopa, olando en picado hacia un lagomorfo al ue
también intenta dar presa un carnívoro. Su papel, por tanto, es
principal en la ornamentación.
VE
fig. 6 ): e representada de perfil, con la cabeza y el cuello dejados en reserva. En la cabeza se pinta el ojo,
con un punto, mientras que en el corto cuello aparecen varias
[page-n-236]
AVE 18.2
AVE 18.3
AVE 21.1
AVE 21.2
CIERVO 1.4
FELINO 1
LAGOMORFO 2
LOBO 4
AVE 18.4
CIERVO 1.1
CIERVO 2
HUELLA 1
LOBO 1.1
AVE 19
CIERVO 1.2
CIERVO 3.1
JABALÍ 1
LOBO 1.2
PERRO 1
CIERVO 3.2
LAGOMORFO 1.1
AVE 20
CIERVO 1.3
CIERVO 4
LAGOMORFO 1.2
LOBO 2
LOBO 3
PERRO 2
CÁNIDO 1
ig. 6 . Moti os oomorfos.
223
[page-n-237]
líneas curvas que pueden indicar un cambio de tonalidad en el
plumaje. El pico es corto, robusto y curvo. El cuerpo se rellena
de pintura y puede tener una o las dos alas representadas, aspecto ue nos ha ser ido para definir dos sub ariantes. En el primero de los casos aparece explayada y se realiza con varias líneas
paralelas que se quiebran un poco antes de llegar al punto de
arranque, mientras que en el segundo surgen de la nuca y se realizan con una línea lisa de la que penden pequeñas rayas rectas
con las que se indica el plumaje. En la cola también se detallan
las plumas. Las patas son cortas, están e ionadas y tienen las
garras señaladas, pudiendo aparecer una de ellas un poco más
levantada que la otra. Está volando y la técnica pictórica empleada en su realización es de tipo mixto. Únicamente la hemos
identificado en dos ocasiones sobre un olpe del Castelillo (Alloa) datado entre los ss. III II a. C. IG 3 , fig. ).Se disponen
de forma heráldica, la una frente a la otra, pero separadas por un
moti o egetal alrededor del cual parecen re olotear. ct an,
por tanto, como protagonistas de la decoración.
CIERV fig. 6 ): Los cier os Cervus elaphus) son animales herbívoros y gregarios, es decir, que tanto machos como
hembras suelen permanecer en grupos. No obstante, durante la
época de celo, los machos, que presentan en esos meses una cornamenta ramificada de tama o ariable seg n su edad, luchan
entre ellos para conseguir mayor n mero de hembras a las ue
cubrir y protegerlas frente a sus competidores. No e iste entre
la iconografía ascular ib rica ninguna representaci n de esa
lucha entre indi iduos adultos, pero sí resulta bastante frecuente
la reali aci n de manadas, aun ue no es muy com n ue se entreme clen machos y hembras fig. 6, y ), por lo ue en la
mayoría de los casos la escena puede hacer alusión al invierno,
cuando se mueven en grupos separados. Además, son animales nocturnos, lo que no quita que en la época de celo también
aparezcan por los bosques, zonas arbustivas y praderas durante
el día Castells y Mayo,
3: 4 Reichholf,
0: 06). Esa
dicotomía entre el día y la noche se e refor ada por alguno de
los motivos que les acompañan, como podrían ser los jinetes
durante el día) IG 4 , 4 ,
, fig. 64 y 3) o los b hos por
la noche) fig. 6 , 6 y ).
Entre las decoraciones estudiadas existe un total de veinticinco representaciones de este moti o. Resulta fácilmente
identificable, pues se trata de una de las especies oomorfas
plasmadas con mayor realismo. La morfología de su cuerpo, la
presencia de cornamenta y el detalle de las pezuñas son elementos ue permiten dicha clasificaci n sin dudas. El tipo de
soporte sobre el que se pintan se limita a los recipientes de
gran tamaño con cierre hermético y los kalathoi, predominando claramente estos ltimos. Su procedencia es ariada, documentándose en: La Guardia (Alcorisa), El Castelillo (Alloza),
El Cabezo de Alcalá (Azaila), Piquete de la Atalaya (Azuara) y
Cales Coves (Alaior). Su cronología, por tanto, es amplia, pues
abarca el periodo de tiempo comprendido entre los ss. III-I a. C.
En funci n de sus características, así como de la actitud en la
ue se les representa, hemos definido cuatro ariantes con sus
correspondientes subvariantes.
CIERV : Cier os y cier as pintados de perfil, marchando hacia la derecha. Se realizan con la técnica de la tinta plana,
dejando en la cabeza un espacio circular en reserva en el que
se señala el ojo con un punto. Tienen el hocico detallado y la
boca cerrada. Las orejas se pintan levantadas, como vistas de
224
frente, perspecti a ue tambi n se utili a para representar la
cornamenta de los machos. El cuello aparece definido, aun ue
en algunos ejemplares es más largo y estilizado que en otros. El
cuerpo es robusto y la cola, corta, acaba en punta y puede estar
ligeramente caída. Sus patas son largas, estilizadas y terminan
en pe u as. Están un poco e ionadas y separadas, lo ue indica que marchan a la carrera, aunque en algunos ejemplares se
plasma el momento en el ue el c r ido frena en seco ante una
amena a, un grupo de lobos CIERV
. , fig. 30), por lo ue
el cuerpo del herbívoro se dispone ligeramente inclinado, con la
parte delantera más baja y las patas anteriores más e ionadas.
Esta ariante está bastante representada, pues la hemos identificado en quince ocasiones, si bien, sus características particulares nos han permitido definir cuatro sub ariantes. La CIERV
. coincide con el moti o .a de los cier os identificados por
Pellicer
6
0, fig. 3) y con el tema
de Beltrán Lloris
6: 3, fig. ), mientras ue la CIERV
. lo hace con
el motivo 2.b de los ciervos de Pellicer y la CIERVO 1.3 con el
.e Pellicer, 6
0, fig. 3). El tipo de soportes sobre los
que aparece quedan limitados a los recipientes de gran tamaño
con cierre hermético y a los kalathoi recuperados en La Guardia
(Alcorisa), El Castelillo (Alloza), El Cabezo de Alcalá (Azaila)
y Piquete de la Atalaya (Azuara) (ss. III-I a. C.). Siempre aparecen varios ciervos en el mismo espacio decorativo, mostrando
que se desplazan en manada. Se les representa en escenas cinegéticas, donde uno o varios jinetes, ayudados de perros, tratan
de abatirlos, o bien, acosados por un grupo de lobos. En ambos
casos, como hemos apuntado anteriormente, resulta frecuente
que los cérvidos presenten sobre su lomo un ave que vuela al
mismo ritmo ue ellos marchan, presagio del fatal desenlace de
las escenas en las que participa y desempeña un papel principal.
CIERV
: Macho representado de perfil, mirando hacia
la izquierda. En este caso solamente se pinta una de las orejas.
Se detalla el hocico y la nariz. La boca está cerrada. El cuerpo,
robusto, aparece descansando sobre las patas, que están recogidas. Se corresponde con el moti o .b de los cier os identificados por Pellicer
6
0, fig. 3). ay un ejemplar pintado
sobre un recipiente con cierre hermético de gran tamaño hallado en El Cabe o de lcalá
aila) fig. 30), datado entre el
S. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. La escena en la que se le
representa es de predación, protagonizada por lobos y ciervos.
Su actitud es totalmente plácida, pues se encuentra paciendo,
sin darse cuenta de ue sufre la amena a de la manada de lobos,
lo ue le con ierte en una presa fácil. uega un papel importante en la decoración, aunque resulta un individuo pasivo en la
escena representada.
CIERV 3: C r idos cuyo principal rasgo diferenciador es
que sus depredadores les han dado alcance. Uno de ellos lleva
cla ada una echa en la parte posterior del cuello y un lobo y un
buitre empiezan a devorarlo (CIERVO 3.1). En el otro ejemplar,
su disposición vertical, como caído tras haber sido abatido, y la
presencia de dos lobos mordiéndole el cuello y los cuartos traseros (CIERVO 3.2) apuntan en este sentido. Se les representa
de perfil, mirando a la derecha, y están uietos. Su boca puede
aparecer abierta (CIERVO 3.1), con la lengua entresacada como
muestra de su agonía o cerrada (CIERVO 3.2). La técnica empleada en su realización es la tinta plana o la mixta y están escasamente representados, pues nicamente e isten dos ejemplares
ue, además, corresponden a sub ariantes diferentes. Ello se
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debe a que en la mayoría de las decoraciones bajoaragonesas se
representa el momento previo a la captura, es decir, predomina
el gusto por plasmar la persecución y ataque de los predadores
a los cérvidos, resultando ciertamente singulares los motivos
aquí tratados. El soporte sobre el que aparecen estos herbívoros
es el kalathos, si bien, uno de ellos procede del Castelillo (Alloa) fig. 66) y el otro de Cales Co es laior) 400, fig. ),
por lo que la cronología que abarca es amplia (ss. III-I a. C.),
correspondiendo al primero los ss. III-II a. C. y al segundo los
ss. II I a. C. Los ejemplares ue conocemos act an como motivos principales de la ornamentación, aunque comparten protagonismo con otros oomorfos.
+CIERVO 4: Motivo compuesto por una cierva y su cría, a
la que amamanta. Se corresponde con el motivo 3.b de los cieros identificados por Pellicer
6
0, fig. 3) y con el tema
155.2 de Beltrán Lloris (1976: 283).
El indi iduo adulto aparece representado de perfil, mirando
a la derecha. En la cabeza se detalla el hocico y se aprecia que la
boca está cerrada. Ambas orejas aparecen pintadas y tienen un
tamaño mayor al visto en los machos. El ojo se simula con un
punto en el centro de un círculo dejado en reserva. Su cuerpo es
menos robusto que el de los ciervos, haciendo clara alusión al
dimorfismo se ual e istente entre los c r idos. Su cola es corta y aun ue sus patas traseras uedan ligeramente e ionadas,
estaría parada, pues así lo indica el que esté amamantando a su
cría. Llama la atenci n ue las mamas, elemento fundamental
en la acción, están pintadas en ambos casos. No obstante, no se
indica en ellas la leche, como sí aparece en una tinaja hallada en
Valentia (València) (principios del s. I a. C.) (Olmos y Serrano,
2000) o en un olpe y una microtinaja de la necrópolis de Poble
Nou (Vilajoiosa) (ss. II-I a. C.) (Pérez Blasco, 2011b: 100-101,
fig. y ), por lo ue son más parecidas a las mamas de una
cierva pintada sobre un kalathos de La Morranda (Ballestar)
finales del s. II a. C. principios del I a. C.) lors y Marcos,
1998: 300).
El cer atillo aparece tambi n de perfil, pero mirando a la i quierda. Su tamaño es bastante menor que el de la madre. Tiene
la cabeza inclinada, asegurándose que alcanza las mamas para
succionarlas. En el cuerpo se marca el característico moteado
del pelaje. Las colas son cortas y las patas están ligeramente
e ionadas, buscando llegar con ito a las mamas ue saciarán su apetito. No es muy com n contar con representaciones
de c r idos ue permitan identificar indi iduos infantiles. ctualmente, el mejor ejemplar conocido procede de Cerro Lucena (Enguera) (ss. III-I a. C.), donde a su pequeño tamaño se le
suma el elemento identificador por e celencia de los cer atillos,
el moteado al que aludíamos (Castellano et al., 2005: 203).
Entre las decoraciones estudiadas, nicamente se ha representado en dos ocasiones sobre kalathoi procedentes del Piuete de la talaya
uara) fig. ) y El Cabe o de lcalá
aila) fig. ). Su cronología abarca desde el s. II a. C. hasta
principios del I a. C. La técnica empleada en su realización es
la de la tinta plana o la mi ta y la funci n ue ejercen en la
decoración es la de ser motivos principales, pues madre y cría
an a ser sorprendidos por una serie de fieros lobos ue tratan
de darles captura.
El ciervo es uno de los animales más pintados sobre cerámica ibérica, con un total de cincuenta y seis ejemplares seguros,
más otros posibles. No obstante, el que habitualmente aparezca
en manada hace ue el n mero de asos sobre los ue se representa sea más limitado. Los yacimientos en los que se ha
documentado son:
Emp ries L Escala) ss. III II a. C.): En un kalathos aparecen, al menos, dos machos, pero es muy poco lo que se conserva
de ellos (Puig et al.,
: 40, fig. ).
*Burriac (Cabrera de Mar) (ss. III-I a. C.): De nuevo, sobre
un kalathos se conservan parcialmente dos individuos masculinos, en alusión a su marcha en manada (Zamora, 2006-2007:
275, Lám. 8).
La Morranda Ballestar) finales del s. II a. C. y principios
del I a. C.): Aparece sobre un kalathos una cierva, en solitario,
ue uel e su cabe a hacia atrás lors y Marcos,
: 300).
Destaca el hecho de que se indican sus mamas, por lo que se alude a la reproducción, continuidad de la especie y alimentación
entre iguales. La cierva es símbolo de vida.
Los Villares Caudete de las uentes) ss. III I a. C.):
Se conser a parcialmente una cier a sobre un fragmento de
tinaja Mata,
: 3 4, fig. 4), por lo ue poco podemos apuntar al respecto.
*Tossal de Sant Miquel (Llíria) (s. III-primera mitad del
II a. C.): Yacimiento en el que aparecen representados los cieros en mayor n mero de ocasiones y tambi n sobre más tipos
de soportes (tinajas, tinajillas y kalathoi, aunque predominan
las primeras). Además, se plasma en una amplia variedad de actitudes. En primer lugar, cabe se alar ue resulta frecuente pintar manadas mixtas, es decir, integradas por machos y hembras,
cosa ue, como hemos se alado más arriba, es poco com n en
el ámbito bajoaragonés. Se les representa en su entorno natural,
relajados, alimentándose de pastos o, incluso, de la leche materna Bonet,
, fig. 44.6 . ). En ocasiones da la sensación de que la manada avanza a paso tranquilo, en otras existe
alg n sobresalto ue les empuja a acelerar la marcha Bonet,
, fig. ). Por otra parte, son objeto de ca a, aun ue a tenor
de los estudios ar ueofaunísticos practicados en el yacimiento, se observa cómo debió constituir un recurso cinegético de
tipo l dico ue, a su e , aportaba distintos recursos carne,
pieles, astas, tendones, huesos, etc.), como el consumo directo
por parte de los habitantes o su empleo en la fabricaci n de
distintos utensilios (Iborra, 2004: 367). Por lo que muestran las
imágenes, son capturados tanto los machos como las hembras,
si bien es cierto ue e iste una cierta preferencia por utili ar la
t cnica del trampeo en el caso de las cier as Bonet,
, fig.
44.7-D.15 y 88), mientras que la caza protagonizada por jinetes
con lanza o jabalina se practica en ambos casos (Bonet, 1995,
fig. 44.6 . , 0 y 4).
*La Monravana (Llíria) (ss. III-II a. C.): Se ha localizado
un fragmento con dos indi iduos representados, aparentemente
de distinto sexo. Marchan a la carrera, huyendo de una amena a ue resulta refor ada por el a e rapa ue uela en picado hacia el primer cérvido (www. orayfaunaiberica.org/fauna,
DQS0125).
*Cerro Lucena (Enguera) (ss. III-I a. C.): Aparece sobre un
fragmento un indi iduo ue no está entero. etrás tiene un caballo enjaezado, por lo que podría ser una escena de caza. El
punteado que aparece en el cuerpo, dentro de una retícula, indica que se trata de un cervatillo (Castellano et al., 2005: 203).
225
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Representa el modelo de cabeza vuelta hacia atrás que se veía
en La Morranda Ballestar) y tambi n en alg n caso de Tossal
de Sant Mi uel Llíria) Bonet,
, fig. 44 y ).
*La Serreta (Alcoi, Penàguila, Cocentaina) (s. III-primer
tercio del II a. C.): Sobre una tinaja se pinta un cérvido alcanzado por una lanza que ha sido arrojada por uno de los jinetes
que participan en la persecución y cacería. Sobre su lomo se han
preservado las garras de un ave indeterminada, presagio de su
inminente muerte uentes, 00 , Lám. II).
*Samperius (Alcoi) (ss. III-II a. C.): Solamente se conserva
un fragmento en el ue aparece una posible cier a con la cabe a
vuelta hacia atrás (Visedo, 1952: 157-158).
*Tossal de Manises (Alacant) (ss. II-I a. C.): En un lágynos
se pintan tres posibles representaciones de ciervas que marchan
a la carrera Tortosa, 006, Lám. 3 ), huyendo de su fero enemigo, que pretende darles alcance. Una de ellas vuelve la cabea para cerciorarse de la efecti idad de su huída.
*Hacienda Botella (Elx) (primera mitad del s. II a. C.): En
una tinaja aparecen, entre otros motivos, una hilera de ciervos
machos, a modo de manada, en una actitud reposada, tal vez
pastando Martíne Lled , 00 , n ).
L lc dia El ) ss. III I a. C.): Cuenta con escasos ejemplares y, además, la mayoría de ellos están conservados de manera parcial Ramos ol u s, 66: 3, Lám. VII,
0, .3
y 117.1). El ejemplar más entero corresponde a un macho que
aparece solo, pintado con gran esquematismo sobre una tinajilla
Ramos ol u s,
0: , fig. 46.3).
Tossal de les Basses lacant) finales del s. II a. C. principios del I a. C.): Son pocos los ejemplares documentados en
este yacimiento, uno sobre una tinajilla y el otro en una tinaja.
El primero de ellos aparece aislado, pero en su entorno natural,
rodeado de vegetación (Rosser, 2003: 65 y 112). El segundo,
tambi n macho, se pinta en uelto de un ambiente fecundo, repleto de egetaci n y otro tipo de animales Rosser y uentes,
2007: 110).
Libisosa Le u a) ss. II I a. C.): Sobre un crateriforme
se pintan dos c r idos afrontados, separados por un elemento
egetal indeterminado Uro Rodrígue , 0 , fig. 46 y
).
Sobre sus lomos aparecen sendas aves.
*Liétor (ss. III-I a. C.): Necrópolis de la que procede un
ejemplar bastante realista, astado, que se representa en medio
de un entorno natural no domesticado (Sanz Gamo, 1997: 141,
fig. .4 ).
*Tolmo de Minateda (Hellín) (ss. II-I a. C.): Se conserva
una representación sobre una crátera y otro en un lebes (Sanz
Gamo, 1997: 53; www. orayfaunaiberica.org/fauna, DQS0164
y DQS0172). Ambos animales comparten el modelo compositivo de ciervo en actitud de reposo, con el cuello y la cabeza
inclinados hacia abajo, como si estuvieran pastando.
todos ellos hay ue sumar un fragmento depositado en
el Museo Municipal de Borriana (Castelló) (ss. III-II a. C.), de
procedencia desconocida, en el que hay una cierva a la carrera,
perseguida por un lobo. Un lagomorfo y otros moti os de tipo
vegetal contribuyen a situar la escena al aire libre (Aranegui,
1987: 102).
226
En vista de todo el material analizado, se aprecia que el yacimiento ue ha proporcionado mayor n mero de representaciones de cérvidos ha sido El Tossal de Sant Miquel (Llíria), pero si
se amplía el espectro se observa cómo el grueso de las pinturas
procede de la zona aragonesa.
Los temas pintados son recurrentes: escenas de caza, manadas de ciervos que pacen plácidamente, escenas de amamantamiento o del ciclo de la vida y otras donde los cérvidos huyen
de sus depredadores, a las ue hay ue sumar el menos com n
de dos c r idos afrontados. Los soportes utili ados preferentemente para su representación han sido los kalathoi y las tinajas,
si bien, de nue o e isten diferencias regionales, pues el primero
de ellos predomina claramente en Aragón mientras que el segundo lo hace en otros lugares. colaci n con esas diferencias
regionales, también hay que aludir a ciertos aspectos, como es
el modo de colocación de los individuos en la banda decorativa
en el caso de que aparezcan en manada. Mientras que en la zona
aragonesa se suelen disponer en ertical, a modo de filas y repitiendo los modelos, en el resto de sitios habitualmente se representan en horizontal. Por otra parte, como hemos visto, muchos
de los cérvidos están relacionados con aves que les sobrevuelan,
cuesti n ue se re eja sobre todo en la ona aragonesa y en
yacimientos como La Serreta (Alcoi, Penàguila, Cocentaina) y
la Monravana (Llíria). La lectura simbólica que se ha hecho de
ello lleva a asociar a las aves como portadoras de un mensaje divino que, en este caso, presagia la inminente muerte del animal
al que acompaña (Olmos y Tortosa, 2010: 245-246).
Atendiendo a los contextos, decir que predominan claramente los dom sticos frente a los cultuales La Serreta, lcoi,
Pen guila, Cocentaina Tossal de les Basses, lacant) o funerarios (Hacienda Botella, Elx; Liétor; Tolmo de Minateda, Hellín).
Esta ariedad no es más ue re ejo de la cantidad de lugares en
los que se han recuperado restos orgánicos. Así pues, resultan
inusuales en conte tos funerarios, habi ndose documentado
solamente en La Serreta (Alcoi, Penàguila, Cocentaina) (Iborra, 2004: 367), El Molar (Guardamar de Segura) (Monraval
y López, 1984) y El Cigarralejo (Mula) (Morales et al., 1983:
142). Lo mismo ocurre en los de tipo cultual, existiendo restos
en La Cueva del Sapo (Chiva) (Sarrión, 1990: 180, cuadro 2), la
Cueva II del Puntal del Horno Ciego (Villargordo del Cabriel)
(Sarrión, 1990, 181, cuadro 1), El Puntal dels Llops (Olocau)
(Iborra, 2004: 367) y El Amarejo (Bonete) (Morales y Moreno,
1989: 65), mientras que donde realmente predominan es en los
conte tos dom sticos er yacimientos e informaci n más detallada en www. orayfaunaiberica.org/fauna) (Mata et al., 2014:
18). En ellos encontramos huesos con marcas de descarnado,
colgantes, mangos, manos de mortero y punzones elaborados en
asta o hueso. Todo ello nos muestra que se trataba de un animal
muy presente entre los iberos y que, en ciertos casos, pudo estar
re estido de un significado simb lico o sagrado Marco,
3
4: 4 lors y Marcos,
:
).
Por ltimo, cabe hacer alusi n a su cronología de representación. Entre las cerámicas ibéricas con decoración compleja
está presente desde el s. III a. C. hasta el I a. C., si bien, el grueso
de ellas se centra en los ss. III-II a. C.
ELIN
fig. 6 ): Posible representaci n de felino conser ada de manera fragmentaria Cabr , 0 b: 406). El animal aparece de perfil, mirando a la derecha. Para su dibujo se
emplea la t cnica del perfilado, reali ándose en primer lugar el
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contorno del cuerpo de la fiera, seguido de las e tremidades y
de un conjunto de puntos que recorren su cuerpo, cuello y piernas. Precisamente son estos ltimos los ue han lle ado a identificar la figura con un felino Pallar s, 6 : 6). Solamente
se ha documentado en una ocasi n sobre un fragmento procedente del poblado de San Antonio (Calaceite) (San Antonio-3,
fig.
), datado entre el s. III a. C. y comien os del II a. C. demás constituye un unicum entre las pinturas cerámicas ibéricas,
pues hasta el momento no conocemos ning n paralelo.
UELL
fig. 6 ): Posible representaci n en perspectiva cenital de una huella animal, si bien, también podría tratarse
de un ala aislada. Se realiza mediante la técnica de la tinta plana
y se individualizan cinco trazos a modo de dedos o plumas. La
hemos identificado en dos ocasiones sobre el mismo kalathos,
recuperado en Tiro de Ca n lca i ) TCSN , fig. ), situadas a ambos lados de la parte posterior de un ave. Se considera
más plausible la primera de las identificaciones, pues el tipo de
alas que aparecen representadas sobre las cerámicas de este yacimiento tienen un aspecto diferente. La funci n ue desempe a
es la de relleno.
Entre todos los materiales estudiados, procedentes de otras
áreas geográficas diferentes a la aragonesa, no hemos locali ado posibles paralelos, salvo unas impresiones realizadas sobre
cuatro pesas de telar halladas en Puig Castellar (Santa Coloma
de Gramenet), interpretadas como posibles huellas de aves (Machause, 0 : 6, fig. . .3).
B L
fig. 6 ): Cuadr pedo representado de perfil,
que puede mirar a derecha o izquierda. Se realiza mediante la
técnica de la tinta plana, aunque en ocasiones alguna parte del
cuerpo puede estar perfilada, como las orejas. stas son cortas,
apuntadas y se presentan levantadas. En la cabeza se deja un
espacio circular en reserva en el que se pinta un punto para indicar el ojo. Se detalla el hocico y la boca aparece entreabierta,
lo que permite ver sus dientes. El cuello es corto y ancho. El
cuerpo, robusto, tiene en la parte superior del lomo una serie de
cortos y rectos trazos pintados, simulando el pelaje hirsuto del
animal. Las patas son cortas y terminan en pezuñas unguladas.
Las delanteras están ligeramente levantadas, indicando que el
jabalí se encuentra en pleno desplazamiento. El que la cola termine de forma enroscada ha lle ado a cuestionar ue realmente
se trate de representaciones de jabalí, vinculándolas más bien
a cerdos (Iborra, 2004: 345), pero tras ser analizada la imagen
dentro del Proyecto de Investigación De lo real a lo imaginario.
Aproximación a la fauna ibérica durante la Edad del Hierro,
hemos considerado más con eniente identificarlos con jabalíes
(Mata et al., 0 4), pues además de su parecido morfol gico,
suelen aparecer en escenas de caza. Se corresponde con los moti os ue an del al de los jabalíes identificados por Pellicer
6
0, fig. ) y con el tema 6 de Beltrán Lloris
6:
3, fig. ).
Se ha pintado en trece ocasiones sobre siete kalathoi diferentes, seis procedentes del Cabezo de Alcalá (Azaila) y uno de
La Guardia (Alcorisa), datados entre el s. II a. C. y el primer
cuarto del I a. C. Suelen aparecer en grupo, al menos en los
casos en los que la decoración se ha conservado más completa,
dispuestos en hilera, uno bajo el otro. Siempre están en su entorno natural, rodeados de matorrales y otros animales. Avanzan
en un frente hacia jinetes armados con lan a y huyen de su enemigo natural, el lobo, que les persigue en manada.
La representación de esta especie también está presente en
otro tipo de soportes procedentes del ámbito aragonés. Tal es el
caso de una pesa de telar de alabastro con dos jabalíes incisos
Cabr , 44, fig.3), y un ponderal de bronce y plomo con forma
de jabalí recostado sobre sus patas (Beltrán Lloris, 1976: 166,
fig. 4 ). mbas pie as se recuperaron en El Cabe o de lcalá
(Azaila) y están datadas en el primer cuarto del s. I a. C. El contexto en el que aparecieron es doméstico para el primer caso y
cultual para el segundo. Además, en el s. II a. C., Sekaiza (Poyo
de Mara) acuñó monedas en bronce en las que aparece un jabalí
en el reverso (Mata et al., 2014: 23-24). En todos esos casos, el
modo de representación de los suidos guarda parecido con los
pintados sobre cerámica, aun ue difieren en el grado de detalle.
Los jabalíes (Sus scrofa) son animales fácilmente reconocibles gracias a su aspecto: son oluminosos y fuertes, su cabe a
posee considerables dimensiones y lo que resulta más característico es que presentan el cuerpo recubierto por cerdas. Por otra
parte, e iste dimorfismo se ual, por lo ue las hembras tienen
menores dimensiones y carecen de colmillos visibles a ambos
lados de la boca.
abitan en cual uier tipo de biotopo, aun ue prefieren las
zonas con espesa vegetación. Tienen costumbres crepusculares
y nocturnas, lo que no evita que también puedan ser vistos a plena luz del día en alguna ocasión. Viven y se mueven en grupo,
si bien, es com n ue los grandes machos aguen solitarios. Su
dieta es variada, alimentándose tanto de vegetales como de animales, por lo que son omnívoros (Castells y Mayo, 1993: 264).
No se trata de una de las especies faunísticas más pinta
das sobre cerámica ib rica, pues cuenta casi con el mismo n mero de representaciones que las del ámbito aragonés, doce
concretamente. Los yacimientos en los que se han localizado
son los siguientes:
Los Villares Caudete de las uentes) ss. II I a. C.): Pitorro
ertedor de una tinaja de gran tama o ue tiene forma de cabe a
de jabalí (Mata et al., 0 4: 4, fig. 4 ). En l se combinan las
aplicaciones plásticas (en ojos y orejas) con la pintura (hocico y
labios), contribuyendo así a darle mayor realismo. Aparece con
la boca abierta, los dientes individualizados y la lengua sacada.
*Tossal de Sant Miquel (Llíria) (s. III-primera mitad del
II a. C.): Yacimiento que tras El Cabezo de Alcalá (Azaila)
cuenta con mayor n mero de representaciones de jabalíes, concretamente con cuatro. En la más incompleta de ellas aparece un
suido con fiero aspecto, posiblemente atra esado por una lan a,
ante un caballo que estaría montado por un jinete (Bonet, 1995,
fig. 63). Por otra parte, sobre un lebes se pintan tres jabalíes
Bonet,
, fig. 6 ). El primero de ellos aparece en solitario
y está siendo atacado por un grupo de lobos que le acechan por
delante y por detrás, lo que hace que la captura sea inminente. A
continuación se pintan otros dos jabalíes que parecen acudir en
ayuda del primero, pues visto el peligro de los depredadores no
huyen despavoridos en otra dirección.
*Corral de Saus (Moixent) (ss. II-I a. C.): Solamente hemos
atestiguado su presencia en una ocasi n sobre un fragmento.
Poco podemos decir de él, dado su estado de conservación. La
técnica empleada en su realización es mixta y el cuerpo se ha
dejado en reserva para indicar, a través de unas líneas onduladas, su pelaje I uierdo, 000, fig.
. ).
227
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Penyal d Ifach Calp) finales del s. III a. C. principios del
II a. C.): En el cuerpo de un oinochoe se pinta un jabalí, en
medio de la naturale a, frente a un jinete bastante incompleto
Verd , 00 , fig. y ).
*Tossal de la Cala (Benidorm) (ss. II-I a. C.): Solamente existe una representación de este motivo sobre una tinaja
Maestro,
:
, fig. 0). En la escena en la ue aparece existe abundante vegetación, lo que recrea el entorno natural
en el ue sucede. rente a l, un jinete armado con lan a pretende darle captura. Estamos, por tanto, ante una escena cinegética.
L lc dia El ) ss. II I a. C.): acimiento ue cuenta con
dos ejemplares. Uno de ellos, pintado sobre un jarro, marcha a
la carrera al tiempo que huye del jinete que le persigue (Ramos
ol u s,
0: 60, Lám. 63). El otro se pinta sobre un plato,
corriendo, pues un grupo de lobos trata de darle alcance (AA.
VV., 2004: 185 y 276). En ambos casos la naturaleza es desbordante y fecunda.
*Cabezo del Tío Pío (Archena) (s. III a. C.): Sobre un tarro
aparecen dos jabalíes en fila. mbos preceden a un jinete ue a
armado con una jabalina y parece perseguirlos, de hecho uno de
ellos ya lle a una cla ada Maestro,
: 304, fig. 0 ).
Tras revisar el conjunto de imágenes, apreciamos ciertas
pautas comunes a la hora de representar los jabalíes. En todos
los casos se pretende mostrar su fuer a y fiere a, por eso aparecen con las fauces entreabiertas, donde se puede er sus dientes
y, en algunos casos, hasta los colmillos ue les salen por fuera.
Las orejas están levantadas, en señal de alerta. Los cuerpos son
robustos y en su lomo se se alan las p as ue conforman su
duro pelaje. Las colas son largas y están enroscadas. Por otra
parte, suelen aparecer en grupo, pero también hay casos en los
que lo hacen en solitario. Todas las escenas recrean un espacio
abierto, en el ue es com n ue apare can otros seres i os. Las
hay de tres tipos: representaci n de la cadena tr fica, en la ue
uno o varios jabalíes son atacados por sus predadores, los lobos;
escena cinegética, donde los suidos son perseguidos y cazados
por hombres pertenecientes a las clases altas de la sociedad ibérica por ltimo, el enfrentamiento directo, tal e de tipo ritual,
entre un jinete y un jabalí.
Los contextos en los que se recuperaron estos vasos son casi
todos domésticos, a excepción del Cabezo del Tío Pío (Archena) y el Corral de Saus (Moixent), donde las escenas pueden
adquirir un valor simbólico y ritual. De hecho, en algunos casos se ha vinculado el jabalí con el mundo de ultratumba, teniendo por tanto un alor psicopompo o funerario ue tambi n
está presente en el mundo mediterráneo (Blázquez, 1977: 227;
Olmos, 1987a: 38; Quesada, 1990: 47; Izquierdo, 1996: 251;
Tortosa, 1996a: 132). De este modo, para comprender el papel
que los jabalíes desempeñan en cada caso debemos considerar
tanto el contexto en el que se recuperaron los vasos como lo
narrado en ellos.
Por ltimo, se alar ue su cronología de representaci n es
amplia, pues abarca desde el s. III a. C. hasta el I a. C., siendo
más comunes en las dos ltimas centurias.
L G M R
fig. 6 ): emos optado por esta denominación genérica dado que en la mayoría de casos no existen
elementos suficientes para diferenciar si se trata de un conejo
(Oryctolagus cuniculus) o una liebre (Lepus sp.). De reducido
tama o, siempre se les representa de perfil, mirando a la derecha. Independientemente de sus características particulares,
228
tienen las orejas largas, el hocico estrecho, el rabo levantado
y el ojo se realiza con un punto. La técnica pictórica empleada
en su realización es la de la tinta plana. Están poco presentes
en el conjunto estudiado, pues nicamente los hemos identificado en tres ocasiones y pertenecen a dos ariantes diferen
tes. El tipo de soportes escogidos para pintarlos son kalathoi
fig. 6 y ) y crateriskoi IG 46, fig. 3), procedentes del
Castelillo (Alloza) y Piquete de la Atalaya (Azuara). Cronológicamente su representación se encuadra entre el s. III a. C. y
principios del I a. C.
L G M R
: En este caso las orejas son apuntadas y
rectas, pudiendo estar ligeramente echadas hacia atrás y aparecer perfiladas. Se diferencia el hocico y en una de las dos ocasiones se detallan los bigotes, realizados mediante tres líneas
rectas en paralelo. El cuerpo puede ser delgado y terminar en
una cola sobredimensionada o tener un aspecto más rechoncho
y próximo a los conejos (Oryctolagus cuniculus). Las patas aparecen e ionadas, indicando ue el animal está recogido o ue
se encuentra en pleno desplazamiento si tiene una de ellas ligeramente más le antada ue el resto. Seg n sus características
específicas, hemos diferenciado dos sub ariantes, ue se pintan
sobre sendos kalathoi hallados en los yacimientos apuntados en
la descripción general del tipo. Ambas subvariantes aparecen
en metopas ue recrean un espacio al aire libre, pero la funci n ue desempe an dentro de la decoraci n es diferente. El
L G M R
. se pinta junto a otros moti os egetales y
animales, entre ellos algunos depredadores (aves de rapiña y un
perro), y tiene un papel protagonista en la escena. En cambio,
L G M R
. se sit a al comien o de la escena, bajo un
lobo que ataca, junto a otro de su misma especie y un buitre
leonado, a una cierva que amamanta a su cervatillo. Está como
agazapado, escondiéndose, siendo su papel secundario.
L G M R
: Tiene indi iduali ado el hocico, pero
en él no se detallan los elementos que lo integran. Las orejas
están levantadas y se representan con cierta incurvación hacia
atrás. El cuello es corto y el cuerpo prolongado y delgado. La
cola es corta y está levantada. Las patas son alargadas y delgadas. Las traseras aparecen ligeramente e ionadas, mientras
que se estiran las delanteras. Se aprecian las garras.
El ejemplar identificado está datado en los ss. III II a. C. y
se pinta en un friso en el ue aparecen moti os de ariado tipo.
El conejo se dispone delante de un humano, que trata de clavarle
una jabalina tras haberlo conducido hacia una trampa. Aunque
e isten noticias en las fuentes clásicas, concretamente en Plinio
( H, VIII, 226), de que se solían cazar con la ayuda de la viverra, consideramos más acertada la identificaci n del animal ue
sujeta el hombre con un perro, que se emplearía para perseguir
al conejo (Mata et al., 0 4: 3, fig. 6).
Entre las pinturas ibéricas realizadas sobre cerámica, existen
abundantes ejemplos de lagomorfos, pero como apuntábamos
más arriba, es difícil diferenciar con e actitud si se trata de conejos o liebres, pues se les representa sin gran detalle. De hecho, entre todo el conjunto de ítems catalogados en el proyecto
e lo real a lo ima inario
Aproximación a la fauna ibérica
durante la Edad del Hierro, solamente hemos podido clasificar
con seguridad como conejo una de las representaciones pintadas
sobre cerámica, ue corresponde a nuestro L G M R
.
(www. orayfaunaiberica.org/fauna).
[page-n-242]
Se sabe ue las liebres, a diferencia de los conejos, no son
gregarias, ni excavan madrigueras, pues suelen construir sus nidos entre la vegetación. Tienen un tamaño ligeramente superior
al de los conejos, sus patas traseras son más largas y las orejas, más grandes, aparecen manchadas de negro en la punta. Su
constituci n es atl tica, con e tremidades largas y finas, pero
dotadas de m sculos poderosos. mbos son una pie a básica
de la alimentaci n de gran n mero de animales ue pueden ser
considerados como sus enemigos naturales, se trata de un amplio grupo que abarca desde cualquier tipo de carnívoro a aves
(especialmente las rapaces) y reptiles (culebras, lagartos, etc.)
ernánde ,
).
Así las cosas, y en vista de los ejemplares pintados conservados, pensamos que uno de los elementos que podría ayudar
a diferenciarlos sería er si aparecen en grupo o en solitario,
aun ue ob iamente no se trata de algo definitorio per se.
El n mero de yacimientos en los ue se ha documentado la
representaci n de lagomorfos es más bien escaso. Predominan
en L lc dia El ) Ramos ol u s,
0), donde se hallan en
mayor n mero, seguidos del Tossal de Manises lacant) Tortosa, 2006), El Monastil (Elda) (Poveda y Uroz, 2007; Tortosa, 2006) y el Tossal de la Cala (Benidorm) (Tarradell, 1985,
fig. ). continuaci n comentamos los rasgos más significativos de cada uno de ellos:
En L lc dia El ) ss. II I a. C.), la mayoría de los lagomorfos comparten el recurso estilístico de indicar el pelaje del
cuerpo mediante un reticulado interior. Se les suele representar
en pleno mo imiento, a la carrera o, incluso, saltando. orman
parte de ariadas escenas con diferentes significados: por una
parte, están presentes en escenas de caza protagonizadas por
jinetes que persiguen a distinto tipo de presas, por lo que en
ese caso los lagomorfos indican ue la acci n se produce en un
entorno al aire libre; por otra parte, aparecen entre depredadores
de diferente tipo carní oros, a es de rapi a o carro eras e, incluso, alguna que otra serpiente), actuando como coprotagonistas; también, rellenando espacios entre otros animales o, incluso, entre humanos, indicando que lo narrado se produce en un
entorno natural (Sala, 1992: 116); en el caso de que los lagomorfos est n afrontados, ad uirieren el protagonismo de la escena
también existe una posible representación del ciclo de la vida,
pues aparece una madre, con las ubres marcadas, que acoge y
protege a su cría entre sus piernas. Las escenas en las que se les
representa, por tanto, son muy verosímiles, propias del ámbito
real en el que estos animales viven y se mueven. Mención especial merece el caso de un par de conejos que comparten la cabea Ramos ol u s,
0, Lám. 63), ue incluimos dentro del
tipo conejos afrontados . E istieron realmente, capricho de
la naturale a, o se trata de una síntesis decorati a y e presi a
*En Tossal de Manises (Alacant) (ss. II-I a. C.) es más reducido el volumen de representaciones, pero se aprecian ciertas
pautas que enlazan con las anteriormente descritas. Por ejemplo, se sigue empleando el convencionalismo de realizar el pelaje mediante un reticulado interno en el cuerpo. No obstante, el
repertorio de escenas en las que se pintan es más limitado. Se le
suele representar en su entorno natural y fecundo, apareciendo
arios en el mismo friso. Tambi n pueden pintarse junto a sus
depredadores, pero en ning n caso sufren un ata ue directo por
parte de stos, sino ue más bien act an como moti o de relleno
de la escena.
En El Monastil Elda) finales del s. III a. C. I a. C.) el
es uema iconográfico no difiere de los anteriores, si bien, lo
fragmentado e incompleto de las pie as impide ue realicemos
mayores apreciaciones.
*En el Tossal de la Cala (Benidorm) (ss. III-I a. C.) se han
documentado cinco ejemplares en el mismo friso. parecen en
su entorno natural y fecundo, rodeando a toda una serie de animales depredadores (carnívoros y aves), en casi todos los casos
en conexión anatómica con éstos, si bien, sólo uno de ellos aparece atacado directamente.
*A todos ellos hay que sumar otra representación esquemática pintada sobre un fragmento ss. III II a. C.), de procedencia
desconocida, que se exhibe hoy día en el Museo Municipal de
Borriana (Castelló). En esa ocasión contribuye a recrear el entorno al aire libre en el que sucede una persecución de un lobo a
un ciervo (Aranegui, 1987: 102).
El alor ue se les atribuye a los lagomorfos está más inculado al mundo real, por lo que debieron carecer de los valores
simbólicos que sí apreciamos en otros animales. No obstante, si
tu i ramos ue atribuirle alguno sería el de la fecundidad, dada
su prolífera reproducci n y el ue siempre se les represente en
un paisaje fecundo, repleto de moti os animales y egetales.
En este sentido apuntan también los contextos domésticos en
los ue fueron recuperados los asos, así como el halla go de
restos seos ue les corresponden e indican ue fueron procesados y consumidos por humanos (Iborra, 2004: 372-373; Mata
et al., 2014: 27).
L B fig. 6 ): La identificaci n de las representaciones
de carnívoros como lobos (Canis lupus) es complicada, pues
resulta difícil diferenciarlos de los perros en base nicamente
de los rasgos anatómicos detallados en las pinturas cerámicas.
La revisión exhaustiva de las imágenes disponibles sobre dicho
soporte y otros ha permitido, al equipo interdisciplinar que integra el proyecto De lo real a lo imaginario. II. Aproximación
a la fauna ibérica durante la Edad del Hierro, definir las características propias de unos y otros (Mata y Soria, 2012). Dada la
dificultad e istente para asimilar una imagen a una determinada
especie, ha sido de gran utilidad considerar el conjunto de la
escena en la que los cánidos eran representados para detectar
pautas de comportamiento que arrojaran más luz al respecto. De
este modo se ha visto que, en los casos en los que anatómicamente presentaban características asimilables al tipo lobo (orejas cortas, puntiagudas y triangulares, cráneo alargado, gruesa
cola, etc.) y, además, aparecían varios de ellos representados, a
modo de manada, podía efecti amente tratarse de representaciones de esa especie. Los perros, por su parte, tienen un tamaño
más reducido y no suelen actuar agrupados. Además, pueden ir
acompañados de humanos, participando en actividades cinegéticas. En los casos de difícil definici n se ha optado por utili ar
el genérico cánido.
Este motivo se encuentra muy representado entre las piezas
estudiadas, pues existen hasta el momento treinta y ocho ejemplares. El tipo de soportes sobre los que se pinta son mayoritariamente los kalathoi, aunque también hay algunos ejemplares
sobre recipientes de pequeño y gran tamaño con cierre hermético, jarros, platos y thymiateria. Los yacimientos de los que
proceden son: San Cristóbal (Mata de los Olmos), La Guardia
(Alcorisa), El Castelillo (Alloza), El Cabezo de Alcalá (Azaila), Piquete de la Atalaya (Azuara) y Cales Coves (Alaior). Su
229
[page-n-243]
cronología es amplia, pues abarca los ss. III-I a. C., si bien, la
mayoría de casos corresponde al periodo comprendido entre el
s. II a. C. y principios del I a. C. La técnica pictórica empleada
en su realización es la tinta plana y, en base a las características
formales ue presentan, hemos establecido cuatro ariantes.
L B : parece de perfil, hacia la derecha o la i uierda.
En la cabeza se deja un espacio circular en reserva en el que se
pinta un punto, para simular el ojo. Las orejas, cortas, aparecen
tiesas. El hocico está marcado y la boca entreabierta, dejando visible su afilada dentadura y ense ando la lengua. El cuello, largo
y robusto, en ocasiones está recorrido por una serie de cortos y
rectos trazos que simulan el pelaje. El cuerpo está proporcionado y finali a en una larga cola enroscada. Las patas terminan en
garras. Las delanteras están levantadas, mientras que el peso del
cuerpo se sostiene en las traseras, ue aparecen e ionadas. e
manera excepcional, en uno de los ejemplares aparece el sexo
marcado, que corresponde a un macho. Dependiendo de si tiene
la cabeza vuelta hacia atrás o no hemos establecido dos subvariantes. La LOBO 1.1 coincide con el motivo 4 de los carnívoros identificados por Pellicer
6
0, fig. 4) y con el tema
3. de Beltrán Lloris
6: 3, fig. ), mientras ue la
LOBO 1.2 corresponde al motivo 2.d y 2.e de los carnívoros de
Pellicer
6
0, fig. 4) y al tema 3. de Beltrán Lloris
6: 3, fig. ). emos identificado seis representaciones
de lobos pintados sobre recipientes de gran tamaño con cierre
hermético y kalathoi. Los yacimientos de procedencia son La
Guardia (Alcorisa) y El Cabezo de Alcalá (Azaila), por lo que su
cronología abarca los ss. II I a. C. La funci n ue cumplen en la
decoración es la de motivo principal. Aparecen en espacios naturales, no domesticados, junto a otros animales. Protagonizan
escenas de ataque directo a cérvidos que pacen tranquilamente
(LOBO 1.1), así como otras en las que marchan a la carrera y
vuelven la cabeza para controlar lo que dejan atrás, momento en
el ue descubren a sus posibles presas y se supone ue rectificarían su marcha para darles alcance (LOBO 1.2).
L B
: Se representa de perfil, hacia la derecha o la i quierda, y se caracteriza por ir a la carrera, por lo que tiene las
patas delanteras ligeramente más levantadas. En la cabeza hay
un espacio circular en reserva, donde se pinta un punto para
indicar el ojo, y en algunos ejemplares las orejas se perfilan.
Éstas son cortas y pueden aparecer rectas, echadas hacia atrás o
ligeramente inclinadas hacia delante. Tiene el hocico detallado
y la boca está abierta, apreciándose su afilada dentadura y ue
le cuelga la lengua, aun ue esta ltima característica no está
presente en todos los ejemplares. La cola, lisa, se pinta separada
del cuerpo y, en algunas ocasiones, en vez de recta aparece con
una pequeña incurvación. Se corresponde con el motivo 1.c,
.b, .c y 3 de los carní oros identificados por Pellicer
6
0, fig. 4) y con el tema 3. , 3.3 y 3.4 de Beltrán
Lloris
6: 3, fig. ).
Existen veintiuna representaciones de esta variante, por lo
ue es la ue se pinta en mayor n mero de ocasiones. La mayoría de ellas proceden del Cabezo de Alcalá (Azaila), aunque
también hay ejemplares en La Guardia (Alcorisa). Se realizan
sobre recipientes de pequeño tamaño con cierre hermético
y kalathoi datados entre el s. II y comienzos del I a. C. En la
ornamentación tienen un papel principal, pues protagonizan
escenas de acoso a cérvidos o jabalíes en un entorno natural,
siendo com n ue apare can arios lobos dispuestos en hilera
230
vertical, como si de una manada se tratara. En ocasiones, entre
ellos se aprecia una gradaci n de tama os fig.
y ), lo ue
ha llevado a plantear que el ejemplar que aparece más arriba,
con mayores dimensiones y características un poco diferentes al
resto, podría ser un macho, mientras que el resto serían hembras
(Mata y Soria, 2012: 62), tal vez, de distintas edades por la variabilidad de dimensiones.
+LOBO 3: Bastante similar a la variante anterior en cuanto a cuestiones formales, sal o por ue en este caso las orejas
siempre van rellenas de pintura y tienen aspecto triangular. La
principal diferencia estriba en la actitud en la ue se les representa, más fiera y iolenta, pues tras la persecuci n de la presa,
consiguen alcanzarla y comienzan a devorarla. En total hay siete representaciones pintadas sobre kalathoi, jarros y thymiateria
recuperados en: San Cristóbal (Mata de los Olmos), La Guardia
(Alcorisa), El Castelillo (Alloza), Piquete de la Atalaya (Azuara) y Cales Coves (Alaior). Su cronología es bastante amplia,
pues abarca los ss. III-I a. C., y en la decoración cumplen la
funci n de ser moti os principales de la escena, dado ue son
los ejecutores de la misma.
L B 4: El nico ejemplar ue a uí incluimos está incompleto, pero a pesar de ello hemos considerado conveniente
definirlo como otra ariante, pues el tipo de acci n ue protagoni a es diferente y presenta ciertas características estilísticas
que lo individualizan del resto. En primer lugar cabe señalar
que posee grandes proporciones, estando sobredimensionado.
Se le representa de perfil, mirando a la i uierda. Posee unas
orejas puntiagudas que aparecen ligeramente inclinadas hacia
atrás. La boca está muy abierta, i ndose la afilada dentadura
y saliendo de ella una larga lengua. Para representar el ojo se
ha dejado un espacio circular en reserva en el que se pinta un
círculo y en el centro del mismo se pone un punto. El cuello es
muy robusto. Únicamente existe un ejemplar sobre un kalathos
del Castelillo llo a) IG 0, fig. 64). parece junto a un a e y
un infante, ue le toca la lengua. En este caso, el enfrentamiento
se ha producido entre el lobo y el humano, saliendo victoriosa
la fiera. e nue o, el papel ue ejerce en la decoraci n es el de
ser motivo principal.
Existen representaciones de lobo pintadas sobre cerámica ibérica en los siguientes yacimientos: La Serreta (Alcoi, Cocentaina, Penàguila), con una cronología que abarca desde el s. III a. C.
hasta el primer tercio del s. II a. C.; Tossal de Sant Miquel (Llíria), datado entre el s. III a. C. y la primera mitad del II a. C.;
Cabecico del Tesoro Verdolay), del ltimo tercio del s. III a. C.
al II a. C.; El Monastil (Elda), El Castellar de Meca (Ayora) y
Los Villares Caudete de las uentes), entre los ss. III I a. C.
Cueva de la Nariz (Moratalla), El Tolmo de Minateda y Zama
(Hellín), Libisosa (Lezuza), La Piedra de Peñarrubia (Elche de
la Sierra), L lc dia El ), Tossal de Manises y Tossal de las
Basses (Alacant), Tossal de la Cala (Benidorm), La Coroneta
(Rotglà i Corberà) y Torre la Sal (Cabanes), datados entre los
ss. II-I a. C.; Valentia (València), de principios del s. I a. C. y
otro ejemplar representado sobre una pieza de procedencia desconocida que actualmente se expone en el Museo de Burriana y
se data entre ss. III-II a. C. (www. orayfaunaiberica.org/fauna).
No obstante, donde están más presentes es en L lc dia El ),
Tossal de Sant Miquel (Llíria), El Cabezo de Alcalá (Azaila) y
La Guardia lcorisa), ue corresponden a tres destacados focos de producción de cerámicas con decoración compleja (Mata
[page-n-244]
et al., 2014: 126-127), si bien, el grado de realismo o abstracci n de las representaciones difiere. En este sentido, apuntar ue
los lobos confeccionados con mayor objeti idad corresponden
al foco edetano y al bajoaragon s, mientras ue los más fantásticos se vinculan al ilicitano, acogiendo entre sus producciones
lo que en la literatura al uso ha venido llamándose carnassier.
El repertorio de escenas en que se les representa es limitado
y, en muchos casos, repetitivo:
Enfrentamientos rituales e indi iduales entre personaje
masculino y lobo. Podrían formar parte de las distintas pruebas
que debe superar un joven para alcanzar la categoría de adulto, con las que se adquiere el valor y ánimo de lucha que le
será crucial en su nueva condición de ciudadano y, por tanto, de
defensor de la poblaci n en la ue reside Gon ále lcalde y
Chapa, 1993: 171; Mainoldi, 1984: 27).
entro de este grupo debemos diferenciar entre las acti idades relacionadas con la ca a y los enfrentamientos directos,
cara a cara, entre el ar n y la fiera. En el primero de los casos
es el personaje masculino el que sale victorioso, tal y como se
narra en el “Vas dels Guerrers” de La Serreta (Alcoi, Penàguila,
Cocentaina) uentes, 00 , Lám. II), mientras ue en el segundo la casuística es más variada: el varón resulta vencedor en el
enfrentamiento o se intuye su inminente triunfo urt ,
3
Mata y Soria, 2012); el desenlace no queda resuelto en la escena
narrada, como en Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet, 1995,
fig. 6 , 66 y
) o en L lc dia El ) Pericot,
, fig. 6
Ramos ol u s,
0: 6 , fig.
. ) o bien, el personaje masculino aparentemente ha sido derrotado por el lobo, caso de un
kalathos del Castelillo llo a) IG 0, fig. 64).
-Escenas en las que se le representa en su medio natural,
como en: El Cabecico del Tesoro (Verdolay) (Tortosa, 1996c,
fig. 6 ) Libisosa Le u a) Uro Rodrígue , 0 , fig. 3 y
36) L lc dia El ) Ramos ol u s,
0, fig. 6 Pericot,
, fig. 6, 0 0 ,
y 6 6 , entre otros) Tossal de
la Cala Benidorm) Bayo, 0 0, fig. 3 ) Tossal de Manises
lacant) Pericot,
, fig. 46 y 6) Tossal de les Basses
lacant) Rosser y uentes, 00 : 0) La Coroneta Rotgl i
Corberà) (Pérez Ballester, 2006: 148, 1 y 2); Torre la Sal (Cabanes) lors, 0 0, Lám. VIII.3) Piedra de Pe arrubia Elche
de la Sierra) (Lillo, 1988), donde además se hace alusión a la
fecundidad y, c mo no, tambi n está entre los materiales procedentes del Bajo Aragón que acabamos de describir.
-Escenas de ataque, donde persiguen a posibles presas hasta darles alcance. Generalmente se trata de grandes herbívoros,
como hemos dado buena cuenta en los ejemplares de Bajo Aragón, estando también presentes en otros conjuntos, como en Valentia València) Serrano y Martíne , 000), L lc dia El ),
El Monastil Elda) Po eda,
, fig. ) y Tossal de Manises
lacant) Pericot,
, fig. ). No obstante, de manera más
e cepcional, tambi n hay alg n ue otro jabalí Bonet,
,
fig. 6 ) o conejo Pericot,
, fig. 6 ) ue padece su acoso
e, incluso, alg n humano, como ocurre en una pie a del Tossal
de Manises lacant) Verd y lcina, 0 ), hecho realmente
inusual, pues el lobo no suele atacar a las personas.
-Tal vez la más insólita y, por tanto, excepcional, es la que
se representa sobre un fragmento procedente de la Cue a de la
Nariz (Moratalla). En él aparece un personaje probablemente
femenino, de frente, identificado con una diosa Lillo,
Griñó, 1992: 205; Tiemblo 1995: 30-31). Se caracteriza por te-
ner alas y estar sus brazos cubiertos con pieles que terminan en
forma de lobo,10 indicándose su cabeza y patas delanteras (Mata
et al., 0 4: 0 ). La inculaci n con el inframundo parece e idente, si bien, no está tan clara su lectura en clave divina (González Alcalde y Chapa, 1993; Tortosa, 2007: 240-241). En cualquier caso, la temática representada y el contexto en el que se
halló el vaso permiten hipotetizar sobre la celebración de ciertos
ritos iniciáticos en la cueva-santuario, donde habría un doble
protagonista, el joven y el lobo (Mata y Soria, 2012: 60). El
individuo masculino, tras superar las distintas pruebas a las que
era sometido, y vencer a su rival, se apropiaba de sus ventajosas
cualidades astucia, poder, fiere a, organi aci n corporati a y
fidelidad). La posible asociaci n ue establecen algunos autores
entre el lobo y las ceremonias de iniciación se basa en paralelos
mediterráneos e indoeuropeos (Almagro-Gorbea, 1997; González Alcalde y Chapa, 1993).
Su representación se dilata en el tiempo, pues comienza a
pintarse sobre cerámica en el s. III a. C. y perdura hasta el I a. C.
Los contextos en los que se han recuperado son variados, desde dom sticos a funerarios Cabecico del Tesoro, Verdolay El
Tolmo de Minateda, Hellín; Tossal de les Basses, Alacant; Torre
la Sal, Cabanes y Cales Coves, Alaior) y cultuales (Cueva de la
Nariz, Moratalla; La Serreta, Alcoi, Penàguila, Cocentaina y el
Tossal de Sant Miquel, Llíria). Es precisamente su presencia en
estos dos ltimos tipos de conte to lo ue permite incular su
imagen al mundo de ultratumba y conferirle un alor simb lico
Blanco reijeiro,
3 Blá ue ,
3). El lobo, como hemos
visto, aparece asociado a rituales de iniciación que protagonizan los jóvenes, probablemente como una prueba para poder
acceder al grupo de los guerreros, capitaneados por el varón que
tu iera más alor y fortale a, cualidades ue recuerdan al lobo y
que llevaba, en ocasiones, a sentirse como uno de ellos, siempre
bajo la protección divina (Almagro-Gorbea, 1997: 111-115).
PERR fig. 6 ): a hemos e puesto anteriormente la dificultad ue e iste para identificar correctamente a estos animales (Canis familiaris), dado el gran parecido formal ue guardan
con otros cánidos, como los lobos (Canis lupus). En este sentido, resulta de gran importancia contextualizar el motivo dentro
de la decoración que aparece en el vaso, pues ayuda a su interpretación. Así las cosas, en el caso de que su aspecto no resulte
muy fiero, se represente solo, es decir, sin otros indi iduos del
mismo tipo, y/o acompañando a un personaje humano, los hemos identificado como perros.
Son pocos los ejemplares pintados, concretamente cinco, y
el tipo de soporte sobre el que aparecen siempre es el kalathos.
Tenemos constancia de su hallazgo en El Castelillo (Alloza)
(ss. III-II a. C.) y El Cabezo de Alcalá (Azaila) (s. II a. C.-primer
cuarto del I a. C.). La técnica pictórica empleada en su representaci n es la tinta plana y en base a sus características formales,
así como a su disposición y actividad en la escena, hemos establecido dos variantes.
10 Recientemente ha sido cuestionada tal atribución, asumida desde
ue fuera publicada la pie a. charán propone interpretar las terminaciones de los brazos con gallináceas (Ocharán, 2013: 299),
planteamiento que nos parece menos plausible, habida cuenta de
las similitudes formales e istentes entre las representaciones de
lobos y las que aparecen en este vaso, entre ellas las que porta la
f mina en sus bra os.
231
[page-n-245]
PERR : Cánido representado de perfil, mirando a la derecha. Se realiza mediante la técnica de la tinta plana, dejando
en la cabeza un círculo sin rellenar de pintura, en cuyo centro
aparece un punto para simular el ojo. Tiene el hocico alargado y
la boca entreabierta, dejando entre er su afilada dentadura. Las
orejas, pequeñas, son puntiagudas y están echadas hacia atrás.
El cuerpo está inclinado, en diagonal. La cola puede ser larga o
corta, pero siempre está separada del cuerpo. Las patas aparecen
e ionadas y acaban en garras. Coincide con el moti o .f de los
carní oros identificados por Pellicer
6
0, fig. 4) y con
el tema 4 de Beltrán Lloris
6: 3, fig. ). esta ariante
pertenecen cuatro de los cinco ejemplares identificados en los
dos yacimientos citados. El papel que desempeña en la decoración es el de motivo principal. Puede participar en una escena
de acoso, en la ue tras perseguir a un lagomorfo le da alcance,
o cinegética, acompañando a un grupo de jinetes en la cacería.
+PERRO 2: Representación en perspectiva cenital de un
cánido. La cabe a tiene forma romboidal y el cuello sería corto,
pero no se ha conservado. El cuerpo es delgado, estrechándose
en su parte posterior. Las patas terminan en garras, están separadas del cuerpo y e ionadas. Por ltimo, se alar ue no
tiene la cola detallada. Se ha pintado en una ocasión sobre un
kalathos recuperado en el Cabe o de lcalá
aila) fig. 6).
parece en un friso ue plasma una naturale a fecunda, en la
que el perro está siendo devorado por una serpiente que le ataca
por su parte posterior.
En cuanto a los paralelos que le podemos atribuir, hasta el
momento no se ha documentado una representación similar
pintada sobre cerámica en el mundo ibérico, pero sí en el celtibérico (Romero Carnicero, 2010; Romero Carnicero y Sanz,
). Sir a como ejemplo una figuraci n de una fiera, de difícil identificaci n, hallada en un fragmento de Numancia Garray) lfay , 003:
, fig. y ). En algunas ocasiones ha
sido interpretada como una representación del dios Cernunnos
(Blázquez, 1957: 294-298, 1975: 55, 1977: 361-364, 1983: 262;
Jimeno, 2005: 273; Wattemberg, 1963: 218), aunque hoy en día
esa atribución no está exenta de polémica, originada en parte
por la err nea orientaci n de la pie a ernánde de
il s,
1944: 173; Romero Carnicero, 1977: 37-50, 2010). Procedente
del mismo yacimiento, y pintados en el mismo oinochoe, aparecen tres perros en perspectiva cenital. En este caso, su interpretación es aceptada unánimamente (Wattemberg, 1963: 209,
Tabla XLII-1109). La atención se centra en los cánidos, pues no
van acompañados de otro tipo de motivos (salvo a ambos lados
del pico vertedor). El otro ejemplar que guarda mayor parecido
con el aquí descrito procede de Segovia (Romero Carnicero y
San ,
: 4 6, fig. , n 6). En la bibliografía cal su lectura
en clave humana (Ortega y González, 1975: 22-25), si bien, hoy
día parece superada lfay , 003:
).
Es escasa la representación de perros en otras áreas del mundo ib rico, contando nicamente con siete ejemplares identificados de manera segura, todos ellos procedentes del yacimiento
de Tossal de Sant Mi uel Llíria) Bonet,
, fig. 6 y
),
más uno posible de L lc dia El )
. VV., 004:
y 6).
Las posiciones en las que se les pinta varían desde las relajadas
(sentados o incluso recostados) a las que aparecen en plena carrera. No suelen ser motivos principales, a excepción del posible
ejemplar de L lc dia El ), sino ue más bien ayudan a ambientar el entorno natural, al aire libre, en el que sucede la es232
cena, que además es de variado tipo: jinetes con perros (Bonet,
: 36, fig. 6 ) o enfrentamiento entre un indi iduo masculino y un posible lobo de gran tama o Bonet,
, fig.
).
Su presencia en estos ambientes indica que podía actuar como
ayudante para la caza, animal de compañía y/o guardianes de
los rebaños, cultivos y casas (Iborra, 2004: 361-363). También
se sabe ue pudieron tener un significado ritual Plinio, H, VII,
), como parecen confirmar algunas ofrendas de perros a los
dioses, caso del depósito votivo del Amarejo (Bonete) (Broncano,
) o su sacrificio ritual, como así parece estar indicado
en el caso de la estancia 3 de Mas Castellar (Pontòs) (Casellas
y Saña, 1997).
C NI
fig. 6 ): Con esta denominaci n general agrupamos una representaci n de cánido, con aspecto poco fiero, ue
no ha sido posible determinar si se trata de un lobo o un perro.
Se pinta de perfil, mirando a la derecha, y se reali a mediante la
técnica de la tinta plana. En la cabeza se deja un espacio circular
en reserva en el que se pinta un punto, a modo de ojo. Las orejas
son largas y aparecer echadas hacia atrás. Tiene el hocico y la
nariz detallados y la boca se pinta cerrada. El cuello es corto, el
cuerpo delgado y la cola no se representa. Las patas aparecen
ligeramente e ionadas, estando las delanteras le antadas, indicando que el animal marcha a la carrera. Se corresponde con
el moti o .f de los carní oros identificados por Pellicer
6
0, fig. 4) y solamente hemos documentado uno sobre un
kalathos del Cabe o de lcalá
aila) fig. ). Su cronología
abarca desde el s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C. En
la metopa en la que aparece hay una pareja de lobos que gira la
cabeza al darse cuenta de la presencia de unos jabalíes. El cánido parece ajeno a lo ue sucede y contin a con su marcha hacia
delante. ct a como moti o principal de la decoraci n.
Son pocos los ejemplares ue bajo la denominaci n e indefinición de CÁNIDO se han documentado entre las pinturas vasculares ibéricas. Un total de diez, algunas de las cuales se han
agrupado aquí por lo incompleto de la imagen conservada. Ello
es muestra del detallismo alcanzado por los artistas a la hora de
representar de una manera más bien fidedigna los tipos de perro
y lobo o, al menos, de c mo se les dota de los elementos suficientes y característicos para su reconocimiento. Los ejemplares
conservados bastante completos proceden de: El Cabezo del Tío
Pío (Archena), datado en el s. III a. C. (Maestro, 1989: 304,
fig. 0 Mata y Soria, 0 : 64, fig. . .3) Tossal de Sant Miuel Llíria) s. III primera mitad del s. II a. C.) Bonet,
, fig.
4 ) L lc dia El ) Ramos,
0, fig. . Tortosa, 004a,
fig. 03.3 ), El Monastil Elda) Po eda,
, fig. 3 a), Los
Villares Caudete de las uentes) Mata,
, fig.
Mata y
Soria, 0 : 64 6 , fig. . .4) y El Castellet de Banyoles Ti issa), datados en los ss. II-I a. C. (Asensio et al.,
6, fig. .6).
Resulta complejo realizar apreciaciones comunes a todos
ellos, más teniendo en cuenta ue el criterio de clasificaci n del
grupo es, precisamente, la imposibilidad de ubicarlos dentro de
otro más preciso. Así pues, hemos considerado más conveniente
abordar los ejemplares más completos para explicar su problemática intrínseca.
*Cabezo del Tío Pío (Archena): En este tarro aparece el animal en medio de las dos escenas ue conforman la batalla representada uentes y Mata, 00 ): primero, el enfrentamiento
entre un peón y un jinete, con otro individuo caído; segundo, la
lucha cuerpo a cuerpo entre dos infantes. El cánido se sit a en
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la parte superior del friso, como espectador y testigo de lo ue
en l se narra. ormalmente podría parecer un lobo, si bien, al
hallarse entre humanos y no estar acompañado de otros de su
mismo tipo nos lle a a plantear ciertas reser as. Su identificación como lobo se ha vinculado más al contexto de lo representado (combates entre individuos que pueden terminar con
la muerte) y al lugar del hallazgo (una necrópolis), pues se cree
que los lobos son animales psicopompos, símbolo del tránsito
hacia el allende (Olmos, 1987a; Almagro-Gorbea, 1997: 122).
No obstante, hay otro grupo de autores que, en la misma línea
interpretan ue ese anuncio funesto y ínculo entre el mundo
terrenal y el ultraterrenal lo protagonizan los perros (Marco,
1976: 88-89). Poco más podemos apuntar al respecto para aclarar la naturaleza de lo representado, pues además no contamos
con más ejemplares del tipo perro o lobo en el yacimiento que
pudieran servir de comparación.
Los Villares Caudete de las uentes): Sobre una tinajilla
se representan dos animales ue pueden ser clasificados como
cánidos. La escena en la ue aparecen es de difícil catalogaci n,
más bien fantástica ue real. En ella se pintan una serie de personajes masculinos, nadando y enfrentándose algunos de ellos,
entremezclados con animales de diverso tipo y elementos vegetales. En ambos casos, el cánido aparece entre las extremidades
de los gigantes que son atacados. Aunque aparezcan pintados en
la misma escena, y guarden cierto parecido estilístico, no existen
elementos suficientes para mostrar la inculaci n e istente entre
ambos. De nuevo, aunque se señala la mayor similitud de uno de
ellos con los lobos (Mata y Soria, 2012: 65), el tipo de composición en el que aparece nos lleva a mostrar ciertas reticencias.
L lc dia El ) Ramos ol u s,
0, fig. . ): Sobre
una tinaja se representa un cánido junto a motivos vegetales y
oomorfos. Entre ellos destaca el ue protagoni a la cara del
vaso en la que se pinta el cánido, un prótomo de lobo de grandes
dimensiones. unto a ste, un lagomorfo ue es perseguido por
el cánido. Se trata de una escena en la ue no inter iene la figura
humana. Como va acompañado de un lobo, se podría plantear
la posibilidad de que el carnívoro que aquí se trata también lo
fuera, si bien, su aspecto poco fiero y su actuaci n solitaria en la
persecución lo desaconsejan.
Por otra parte, se conser a pintada sobre un tarro una figura
aislada de un cánido Tortosa, 004a, fig. 03.3 ). Su aspecto resulta poco fiero y marcha a la carrera, si bien, el ue se
encuentre inconexo con otros motivos que no han perdurado,
impide ue lo identifi uemos correctamente.
PE fig. 66): Se trata de un moti o de fácil clasificaci n,
pues anat micamente los peces son muy diferentes al resto de
animales plasmados, si bien, no ocurre lo mismo a la hora de
definir de u especie se trata Mata et al., 2014). Pueden estar
de perfil o de frente, pero casi siempre con uno de los ojos
detallado (se deja un espacio circular en reserva en el que se
dispone un punto). La mayoría de los ejemplares se pintan enteros, pero hay otros de los que solamente aparecen las raspas
¿nos encontramos ante otro ejemplo de representación de la
parte por el todo En cual uier caso, las colas están bien definidas, por lo que no es objeto de dudas su atribución. La técnica
pictórica empleada en su realización puede ser la tinta plana
o la mi ta y atendiendo a sus características formales hemos
definido cinco ariantes.
Este motivo está bastante presente, pues contamos con diecinueve ejemplares pintados sobre recipientes de gran tamaño
con cierre hermético y kalathoi. Se hallaron en Alto Chacón
(Teruel), La Guardia (Alcorisa), El Castelillo (Alloza) y El Cabezo de Alcalá (Azaila), siendo su cronología de representación
amplia, pues abarca los ss. III-I a. C.
PE
: Se representa como si fuera isto de frente. La
cabe a termina de forma apuntada y se decora con una serie
de líneas ue, además de ser ir para diferenciarla del cuerpo,
podrían indicar las branquias. El cuerpo, alargado, presenta dos
gruesas franjas erticales, separadas por un espacio ue se rellena con finas líneas entrecru adas, o una amplia franja central
y líneas diagonales a uno de sus lados. El vientre y el dorso
están resaltados con un trazo de mayor grosor que el resto. Se
indican las aletas dorsales, la pélvica, la anal y la caudal. La
t cnica empleada en su reali aci n es la mi ta. emos identificado tres ejemplares pintados sobre el mismo kalathos de Alto
Chac n Teruel) ss. II I a. C.) fig. ). parecen en solitario
en la metopa correspondiente, actuando como motivo principal
de la misma.
PE : Se caracteri a por estar representado de perfil, mirando a la derecha. Tiene marcadas y diferenciadas la cabe a, la
cola y las aletas (dorsales, caudales, pélvica y anal). En la zona
de la cabeza se deja un espacio en reserva en el que se pinta el
ojo, mediante un punto. Tras el ojo aparece alguna línea curva
sin pintura para indicar las branquias. La técnica empleada en
su realización es la tinta plana y existen once representaciones
que pertenecen a esta variante. Se corresponde con el motivo 4,
y 6 de los peces identificados por Pellicer
6
0, fig. )
y con el tema 164.1, 164.2 y 164.3 de Beltrán Lloris (1976,
fig. ). Los soportes sobre los ue se pintan son los mismos
que los indicados en la descripción general del tipo y casi todos
ellos proceden del Cabezo de Alcalá (Azaila), excepto uno de
La Guardia (Alcorisa). Están datados entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
En cuanto al papel que juegan en la decoración, decir que
es variado. Por una parte, existen ejemplares que aparecen descontextualizados, en metopas ricamente ornamentadas con moti os fitomorfos, en las ue desempe an un papel secundario
fig. 33, 34, 4 y ). En otros casos se pintan en metopas donde aparece representado el medio acuático (peces), el terrestre
(lobos o serpientes) y el aéreo (aves), todo ello envuelto de alg n ue otro moti o egetal fig. 36,
y aila 43, fig. ),
y ejerciendo un papel protagonista. También hay piezas en las
ue se alude nicamente a dos medios, el acuático junto al terrestre fig. ) o a reo fig. ), en los ue tambi n se le dota
de un papel principal.
PE 3: Se pinta de perfil, mirando a la derecha, y en su realización se emplea la técnica de la tinta plana. Se caracteriza porue tiene la boca muy pronunciada y por ue el ojo se sit a hacia
la mitad del cuerpo. Éste se elabora dejando un espacio circular
en reserva y pintando dentro un punto. El cuerpo es alargado y se
estrecha hacia la zona de la cola. Tiene representadas las aletas
dorsales, la pélvica, la anal y las caudales. Se corresponde con
el moti o de los peces identificados por Pellicer
6
0,
fig. ) y con el tema 64.4 de Beltrán Lloris
6, fig. ).
E iste un nico ejemplar sobre un kalathos recuperado en El
Cabezo de Alcalá (Azaila). En este caso aparece en la parte superior de un friso en el ue se pintan otra serie de animales ue
233
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no tienen nada que ver con el medio acuático, mezclados con
moti os egetales
aila 43, fig. ). Su papel es de tipo secundario y su cronología corresponde al periodo de tiempo comprendido entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
+PEZ 4: Se representan las raspas del pez (con líneas hori ontales o en forma de V ), detallándose el cráneo, la espina central y la cola. No es muy com n, pues nicamente se ha
pintado en tres ocasiones sobre recipientes de gran tamaño con
cierre hermético y kalathoi procedentes del Cabezo de Alcalá
(Azaila). Su cronología coincide con la del caso anterior. Estos
peces pueden aparecer pr imos a a es fig. 36), ue tal e los
han consumido, o estar desconte tuali ados, fuera de su hábitat
natural fig. ). Su alor es secundario.
PE : Representado de perfil, mirando a la derecha, ue
se encuentra bastante incompleto. La técnica empleada en su
realización es mixta. La cabeza aparece rellena de tinta plana,
sin que se aprecie si se representa el ojo o no. El cuerpo tiene
forma alargada, estrechándose en los e tremos. parece perfilado, con unas líneas irregulares en su interior que podrían simular las escamas, y se detallan las aletas caudales. Solamente se
ha documentado en una ocasión, sobre un kalathos del Castelillo llo a) fig. 6 ). Se le pinta en un friso muy incompleto, en
el que se ve, al menos, un ave que se posa sobre su dorso. También aparecen otra serie de motivos geométricos. Sus grandes
dimensiones y su posici n en la parte central del friso, indican
ue debi tratarse de un moti o principal. Por ltimo, se alar
que se da entre los ss. III-II a. C.
La representación de peces pintados sobre recipientes cerámicos es muy com n, de hecho se ha contabili ado sobre
noventa y un vasos procedentes, además del área de Aragón,
de los siguientes yacimientos: Covalta (Albaida) (Raga, 1995:
118-119) y Masies de Sant Miquel (Banyeres del Penedès)
(Adserias et al., 00 00 , fig. ), del s. III a. C. L lc dia
El ) Ramos ol u s,
0 Sala,
, fig. 3 y
. VV.,
2004: 185 y 276), Corral de Saus (Moixent) (Izquierdo, 2000,
fig. 4.3 y
. ), Cerro Lucena Enguera) Castellano et
al., 00 ), Los Villares Caudete de las uentes) Mata,
,
fig. , . y 4. ), Pe a de las Majadas El Toro) Sarri n,
1978, Lám. III) y La Moleta del Remei (Alcanar) (Conde, 1998,
fig. . ), datados entre los ss. III I a. C. La Serreta lcoi,
Penàguila, Cocentaina), con una cronología comprendida entre
el s. III y el primer tercio del I a. C. (Tortosa, 2006); Cabecico
del Tesoro (Verdolay) (Nieto, 1939-1940, Lám. II, 1943, Lám.
I ), Castillo del Río sp) Verd y lcina, 0 : 6 , fig. 6),
La Solana (Xàtiva) (Pérez Ballester y Rodríguez Traver, 2008:
330) y La Torre del Mal Paso Castellno o) letcher,
4:
, fig. 0), con una cronología ue abarca los ss. III II a. C.
oya de Santa na Chinchilla de Montearag n), fechado entre el s. III y el primer cuarto del II a. C. (Sanz Gamo, 1997,
fig. 0) Tossal de Sant Mi uel Llíria), datado entre el s. III y
la primera mitad del II a. C. (Bonet, 1995); El Monastil (Elda),
de finales del s. III a. C. al I d. C. Tortosa, 004a, C
400
Po eda y Uro , 00 , fig. 6,
y 3 Po eda, 00 , fig. )
Mas Gusó (Bellcaire d’Empordà), que corresponde a la segunda mitad del s. II a. C. (Nolla et al., 0 0, fig. . ) Bolba
(Cieza) (Lillo, 1981: 284-285), Cabezo del Tïo Pío (Archena)
García y Bellido, 4 , fig. 30 ), Cerro de los Santos Montealegre del Castillo) bad y San Gamo,
, fig. . ), Tossal
de Manises (Alacant), Tossal de la Cala (Benidorm) (Tortosa,
234
006), Poble Nou La Vila oiosa)
. VV., 0 , fig. ),
San Crist bal Villena) Tortosa, 006, Lám. ), ont Calent
ont Calent) Tortosa, 006) y Puig de la Misericordia Vinaròs) li er,
4, fig. 0), con una cronología ue abarca
los ss. II-I a. C.; Torre d’Onda (Borriana) (Arasa, 1987: 47), del
s. I a. C., y Torrelló del Boverot (Almassora) (Clausell et al.,
000, fig. ), de la primera mitad de esa misma centuria.
A pesar de su amplia representación y variado diseño (los
hay alargados, globulares, más o menos realistas, con o sin escamas, con aletas detalladas o que carecen de ellas, etc.), se ha
podido determinar en contados casos la especie a la que pertenecen (Mata et al., 0 4: 6 , fig. 6 ). Son poco comunes
los que se realizan mediante la técnica de la tinta plana, habiéndose localizado solamente en: Hoya de Santa Ana (Chinchilla de Montearag n) San Gamo,
, fig. 0), L lc dia
El ) Ramos ol u s, 64,
0: 4 , Lám. 4 .4), Tossal de
Manises (Alacant) (Tortosa, 2006, Lám. 39), La Covalta (Albaida) (Raga, 1995: 118-119), Tossal de Sant Miquel (Llíria)
Bonet,
, fig. 3 y 0), Los Villares Caudete de las uentes) Mata,
, fig. ) y el Puig de la Misericordia Vinaròs)
li er,
4, fig. 0), mientras ue en el área de rag n son
bastante frecuentes.
Pueden aparecer en solitario o en grupo. En ese ltimo caso
o se les representa sin cone i n directa entre ellos o formando
un banco de peces. Cuando se les pinta aislados, siempre están
desconte tuali ados
. VV., 0 , fig. ) o en un entorno natural que no les es propio, pero en clara alusión al medio acuático (Aranegui, 1996: 402), lo que nos lleva a plantear un posible
significado simb lico. ste endría refor ado por el hecho de
que algunas veces se representan bajo un asa (Lillo, 1981: 284Ramos ol u s,
0, Lám. 6
dserias et al., 2001-2002,
fig. ), espacio ue en ocasiones se ha interpretado como reservado a la divinidad; y también por aparecer próximo a los humanos en escenas de variado tipo: danza (Poveda y Uroz, 2007,
fig. 6), ca a Ramos ol u s,
0, Lám. 63), cruentas Bonet,
, fig. 0 ), desfile de guerreros Bonet,
, fig. 3)
y fantásticas o mitol gicas Mata,
, fig. ), acompa ando
tambi n a jinetes Ramos ol u s,
0, fig.
. y Lám. 63).
En otras ocasiones, aunque las menos, se pintan en medio de
una rica ornamentaci n de tipo egetal, siendo el nico moti o
oomorfo ue se representa Nieto, 43, Lám. I Sánche iménez, 1943, Lám. VI), como se ha visto en algunos vasos del
Bajo Aragón. Su presencia resulta inaudita, por lo que también
nos lle a a cuestionar cuál fue la erdadera intencionalidad del
artista al pintarlo. No creemos que sea una simple cuestión de
relleno de espacios acíos, pues para ese fin se podría haber
escogido otro tipo de motivos vegetales acorde con el resto de
la decoración. Su ubicación también destaca, aunque en el caso
aragon s no ocupa un lugar preferente, sino más bien marginal.
Su funci n real, de momento, se nos escapa, pero nos lle a a
plantear las siguientes hipótesis: ¿podría tratarse de una marca
del pintor del aso una alusi n a la familia o indi iduo ue
lo encarga En este sentido, resulta de especial importancia la
presencia del mismo tipo de pe , a ni el de representaci n formal y estilística, en dos kalathoi fig.
y 3) recuperados en
yacimientos diferentes La Guardia, lcorisa y El Cabe o de
Alcalá, Azaila) que, además, presentan decoraciones parecidas.
Tambi n se ha isto ue en algunos casos, en el ltimo yaci-
[page-n-248]
miento señalado, aparece el mismo tipo de pez sobre distintos
recipientes de cierre herm tico fig. 34 y 36) recuperados en el
mismo contexto, el templo in antis.
En la segunda situación planteada se alude a la presencia
de varios peces. En ese caso, como hemos visto anteriormente,
tambi n pueden aparecer sin un conte to definido Lillo,
:
4
Ramos ol u s,
0, Lám. 3 ), pero lo más com n
es ue e ista una con uencia de medios representados, es decir,
que en el mismo espacio aparezcan animales propios del medio acuático, terrestre y/o a reo, sin ue se definan los espacios
como propios y exclusivos de uno u otro (Llobregat, 1972: 187).
Aunque existen algunos ejemplos de esa asociación recurrente
entre las pie as en las ue hay arios peces Ramos ol u s,
0, fig. 60, 6 , 4. , .4 y 33.
. VV., 004:
Tortosa, 004a, C
400 006, Lám. 3 ), es más com n en los
casos en los que los peces están en solitario (García y Bellido,
4 , fig. 30 Ramos ol u s,
0, fig. 63.3, 64.3, . , ,
. , . , 33. , 34. y Lám.
Sala,
, fig.
Po eda
y Uro , 00 , fig. ).
En el caso de que lo representado sea un conjunto de peces en fila, a modo de banco, suele e istir parecido entre los
diferentes indi iduos, aun ue no se les pinta de manera id ntica, lo que contribuye a transmitir una sensación de unidad. No
obstante, hemos podido ver cómo algunos ejemplares coinciden
en el aspecto formal, pero presentan mayores licencias en su
decoraci n interna Bonet,
, fig. 44 Nieto, 3
40,
Lám. II I uierdo, 000, fig. 4.3 Mata,
, fig. 4.
Ramos ol u s,
0, Lám. 6 ). En estos casos parece ue el
entorno que les acompaña es más realista (Nieto, 1939-1940,
Lám. II Ramos ol u s,
0, Lám.
Bonet,
, fig.
I uierdo, 000, fig.
. ), aun ue hay e cepciones Tortosa,
2006, Lám. 39). También se pueden pintar casi sin detalles de
referencia conte tual Nieto, 3
40, Lám. III Bonet,
,
fig.
y 0 Raga,
:
).
Por otra parte, existe un grupo reducido de ejemplares, exclusivamente representados en platos o phialai, en los que los
peces aparecen dispuestos en ertical, de forma radial hacia el
centro de la pieza, o en horizontal, dibujando círculos concéntricos en relación al centro interno del soporte (Aranegui, 1996).
Se trata de motivos principales que suelen ir acompañados de
otros moti os ue podrían re ejar su entorno natural, acuático,
como en La Hoya de Santa Ana (Chinchilla de Montearagón)
San Gamo,
, fig. 0), o ideal, como en El Tossal de Sant
Mi uel Llíria) Bonet,
, fig. 3 ), pues la egetaci n ue
les acompaña es bastante similar a la que recrea ambientes terrestres. Sobre el posible vínculo existente entre los peces en el
mundo ibérico y el Más Allá, en relación a la imitación de los
platos de peces áticos y phialai decorados con la misma temática, hay que aludir al estudio que realizó hace ya algunos años
Aranegui (1996).
También llama la atención la esporádica representación de
las raspas de los peces. Además, los escasos ejemplos de que
disponemos proceden del mismo yacimiento, El Cabezo de Alcalá
aila) PE 4). un ue se sit an pr imos a las a es, no
se re eja e plícitamente su consumo, ni tan si uiera la intención de ingerirlos. En cualquier caso, tenemos constancia de que
el consumo de peces fue habitual en los asentamientos ib ricos
próximos a la costa, ríos, lagos y estanques (Buxó, 2006; Mata
et al., 0 4:
3, fig. 66), aun ue en muchos casos no se
han conservado sus restos biológicos (Genera et al., 2010: 2606 ), y tambi n fueron ingeridos en ban uetes rituales ranegui, 1996; Buxó et al., 2010: 95; García y Pons, 2010: 228). Por
todo ello, consideramos que los ejemplos de raspas de peces
aquí presentados deben ser tomados como una representación
de la parte por el todo.
Para el particular que en estas líneas nos ocupa, los contextos en los que se han recuperado piezas con decoraciones
ictiomorfas son ariados, documentándose tanto en ámbitos
dom sticos 3 ) como cultuales
) y funerarios 0 ), si
bien predomina claramente el primero de ellos. Los soportes
más elegidos para su representación son las tinajas, recuperadas en exclusiva en contextos de hábitat, y el plato, presente
en todos ellos, seguido por el kalathos, hallado en ámbitos dom sticos y funerarios. el resto de soportes locali ados tinaja,
tinajilla, lebes, jarro, phiale, kernos y thymiaterium) contamos
con pocos individuos.
En cuanto a su cronología de representación, la datación
más antigua remite al s. III a. C. y la más moderna al I d. C.,
si bien, el grueso de los materiales se circunscribe al periodo
comprendido entre los ss. II-I a. C.
SERP fig. 66): Son muy pocas las representaciones ue
tenemos de serpientes, pues solamente las hemos identificado
en ocho ocasiones. Se les pinta con el cuerpo isto de frente
y la cabe a de perfil. sta termina de forma apuntada y tiene
el ojo indicado con un punto. Además, en algunos ejemplares
se aprecia c mo sobresale de la boca la lengua bífida. El cuerpo, alargado y cilíndrico, adopta forma sinuosa y puede estar
decorado interior (con líneas rectas en paralelo, indicando los
distintos tramos de la piel escamada, puntos o rellenándolo de
pintura) y e teriormente con el perfil contorneado con puntos).
La técnica empleada para su realización es variada, desde la tinta plana hasta el perfilado, e istiendo tambi n alg n ejemplo
mi to. tendiendo a sus características, hemos diferenciado tres
subvariantes, pero a pesar del realismo con el que se realizan no
hemos podido determinar a qué especie pertenecen. La SERP
. se corresponde con los moti os , y 3 de los ofidios identificados por Pellicer
6
0, fig. ) y con el tema 6 .
y 6 . de Beltrán Lloris
6, fig. ). Los soportes sobre los
que se representan son: recipientes de pequeño y gran tamaño
con cierre hermético, tinajillas y kalathoi, aunque predominan
estos ltimos. Todos los ejemplares proceden del mismo yacimiento, El Cabezo de Alcalá (Azaila), excepto uno de La Guardia (Alcorisa). Están datados entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. Siempre se pintan en un entorno silvestre, junto a
otros animales, aunque en alguna ocasión no parece que repten
por el suelo (licencia decorativa). Habitualmente comparten
protagonismo con otros motivos decorativos, pero destacan las
escasas escenas en las que se disponen a acechar o ingerir otro
animal, bien sea un perro sin ida fig. 6) o un poyuelo ue ha
caído del nido fig. ) lmos y Tortosa, 0 0: 44).
Son pocos los ejemplares pintados sobre cerámica ibérica
que se conocen. De hecho, solamente los tenemos documentados en L lc dia El ) ss. II I a. C.) y El Tossal de Manises
(Alacant), aunque la inmensa mayoría de ellos provienen del
primer yacimiento citado. El modo de representaci n difiere
del que hemos visto en el área del Bajo Aragón. Por una parte,
se reali an mediante la t cnica de la tinta plana, con un fino y
largo tra o ondulado Ramos ol u s,
0, fig. .6 y
.
235
[page-n-249]
PEZ 1
SERP 1.1
PEZ 2
PEZ 4
PEZ 3
PEZ 5
SERP 1.2
TORO 1
SERP 1.3
ig. 66. Moti os oomorfos.
Tortosa, 2006, Lám. 39). Por otra, los cuerpos aparecen menos
contorneados, se dejan en reserva y en ellos se detallan las escamas Pericot,
, fig. 64 Tortosa, 004a, fig.
y
). Las
serpientes suelen estar representadas en su medio natural, reptando, próximas a posibles presas, como conejos (Pericot, 1979,
fig. 64 Ramos ol u s,
0, fig.
. ), pero desempe ando
un papel secundario. En otros vasos aparecen en medios entremezclados, es decir, con animales terrestres, acuáticos y aves
(Tortosa, 2006, Lám. 39), dando muestra de la existencia de una
naturale a fecunda. Tambi n es frecuente su asociaci n a a es
de gran tama o Ramos ol u s,
0, fig.
. ). Singular es
el caso en el que aparecen entrelazadas, entre dos rostros masculinos, ocupando todo el ancho de la banda y con ciertas licencias
en su modo de representación, como puede ser la presencia de
protuberancias, las antenas o el acabado de la boca en forma de
pico (Olmos, 2010).
T R
fig. 66): Bo ino Bos taurus) pintado de perfil,
mirando a la derecha. Para su realización se ha utilizado la técnica de la tinta plana, dejando en reserva un círculo en la cabeza,
en el que se dispone un punto para simular el ojo. A pesar de
estar de perfil, los cuernos aparecen como si se ieran de frente.
De su testuz sale un elemento (tal vez una cuerda) que lo mantiene sujeto a otro vertical (un palo de sujeción). Por la altura a
la que se dibuja el sostén, podemos deducir que el animal llevaría la cuerda alrededor de los cuernos, pudiendo así mantenerlo
controlado. Carece de cuello definido y posee una pechera muy
desarrollada. Las cuatro patas aparecen ligeramente e ionadas
y terminan en pezuñas bien representadas. La cola se realiza con
un trazo diagonal, que se separa de los cuartos traseros del animal y termina en cortas líneas orientadas en sentidos opuestos
(para simular las cerdas).
Solamente hemos identificado como tal un ejemplar pintado sobre un kalathos del Castelillo llo a) IG 3, fig. 64), si
bien, también deberíamos tener en cuenta la pareja de bueyes
que tiran de un arado en un kalathos de La Guardia (Alcorisa)
fig. ) y otro del Cabe o de lcalá
aila) fig. ). Todos
ellos aparecen domesticados y las escenas en las que se les representa tienen un sentido más bien ritual o simbólico. En cual236
quier caso, siempre se encuentran vinculados directa o indirectamente a los humanos, quienes los utilizan como herramienta
de trabajo o fuer a de tiro y tracci n, así mismo se alora su potencial a nivel económico y de consumo alimenticio, resultando
su posesión un bien de prestigio (Iborra, 2004: 337-343; Mata
et al., 2014: 49). En cualquier caso, el papel que desempeñan en
estas decoraciones figuradas es secundario.
Por otra parte, tenemos constatada la representación de esta
especie sobre otro tipo de soportes en el ámbito aragonés. Nos
referimos a una figurita de bronce e enta, en la ue aparece un
toro en actitud de embestir (Beltrán Lloris, 1976: 166, Lám. 6), y
a un remate de timón de carro, hecho en el mismo material pero
con forma de pr tomo Beltrán Lloris,
6: 6 , fig. 4 ). mbas piezas proceden del Cabezo de Alcalá (Azaila) y corresponden al primer cuarto del s. I a. C. El contexto en el que se recuperaron es cultual para el primero y doméstico para el segundo.
Las representaciones de bovinos, pintados sobre cerámicas
ib ricas fuera del área aragonesa, son realmente escasas. E iste
un ejemplar en El Tossal de San Miquel (Llíria) (ss. III-II a. C.)
(Mata et al., 2014: 211), aunque dado su gran tamaño y su desarrollada cornamenta, en alguna ocasión se ha planteado la
posibilidad de que se trate más bien de un uro (Bonet, 1995:
36, fig. 6 Iborra, 004: 34 ). El otro se pinta sobre un lebes
recuperado en El Campillo (Calasparra) (ss. IV-III a. C.) (Lillo,
1989-1990: 141). En este caso posee también gran tamaño, pero
es el nico moti o figurado ue aparece en el friso, acompa ado
de ciertos vegetales. Su actitud es de parada.
Se han documentado nicamente en conte tos dom sticos,
no ocurriendo lo mismo con otros ejemplares realizados en cerámica, como el pitorro ertedor finales del s. III a. C.) y el
aso plástico con forma de toro finales del s. IV a. C.) hallados en la necrópolis del Cabecico del Tesoro (Verdolay) (Nieto,
1944, Lám. XIV; García Cano y Page, 2004: 153).
En t rminos generales se puede afirmar ue se prefiere representar a los bóvidos en actitudes dóciles, incluso relajadas,
al aire libre, en su entorno natural, si bien, en la mayoría de los
casos la figura humana se encuentra presente, pues se trata de
un animal domesticado. Al mismo tiempo guarda cierta rela-
[page-n-250]
ci n con la fecundidad y es símbolo de la inmortalidad, alores
que también se encuentran presentes en el mundo mediterráneo
Blá ue ,
). Un poco diferente sería la representaci n del
Tossal de San Miquel (Llíria), pues con apariencia silvestre y
gran tama o se encuentra frente a dos personajes masculinos
ue interact an con l ranegui,
b: 0
P re Ballester
y Mata, 1998: 238), mostrando así su valentía. En este sentido encontramos también la escena del kalathos del Castelillo
llo a) al ue hemos hecho referencia IG 3, fig. 64), donde
el toro aguarda a ser inmolado o entregado como trofeo al personaje ue resulte encedor del enfrentamiento representado un
poco más arriba (Mata et al., 2014: 211).
Iv.4.4. antropoMorFos (FIg. 167)
En este grupo incluimos moti os ue pueden ser asimilados a figuras humanas, particular sobre el ue ha trabajado la profesora
Maestro (1984; 1989). Llama la atención el hecho de que solamente existen imágenes masculinas en el periodo cronológico
acotado en nuestra investigación, lo que no quiere decir que el
uni erso femenino est ausente, pero sí ue su representaci n
no es explícita.
El c mputo total de indi iduos identificados asciende a
treinta y cuatro, mientras que la variedad de actitudes plasmadas se reduce a nue e. En funci n de las características formales
que presentan y el tipo de acción que protagonizan, hemos definido diferentes ariantes y sub ariantes. Se pintan mayoritariamente sobre kalathoi, aun ue tambi n hay alg n ejemplar en
crateriskos y jarro. Los yacimientos en los que se recuperaron
son: San Antonio (Calaceite), El Palao (Alcañiz), La Guardia
(Alcorisa), El Castelillo (Alloza) y El Cabezo de Alcalá (Azaila), si bien, donde se han documentado con mayor frecuencia es
en estos tres ltimos lugares. El encla e en el ue más abundan
y, además, aparecen en diferentes tipos de asos y actitudes es
en El Castelillo (Alloza). Cronológicamente abarcan un amplio
periodo de tiempo, pues se datan entre el s. III a. C. y el primer
cuarto del I a. C.
Huelga decir que su presencia en la decoración centra
el protagonismo, actuando como figuras principales de lo representado, independientemente de si se plasma una o más
escenas en el mismo vaso. No obstante, en ocasiones el protagonismo se comparte con otros moti os oomorfos con los
ue, incluso, interact an.
La técnica pictórica que predomina en estos motivos es la
del silueteado, si bien, existen algunos ejemplares en los que se
utili a la mi ta IN NTE y INETE 3).
A continuación presentamos cada una de las variantes
diferenciadas:
MBRE : igura masculina ue mira a la derecha o a la
i uierda y se representa de perfil, e cepto el torso, ue aparece
de frente. Se reali a con la t cnica de la tinta plana, dejando
en reserva un espacio circular en la cara, en el que se pinta,
mediante un punto, el ojo. Estos personajes presentan la singular característica de poseer uno de los brazos levantados, con la
mano sobredimensionada, mientras que el otro queda recogido
a la altura de la cintura. Esa hipertrofia de la mano tambi n se
aprecia en algunas estelas del Bajo Aragón (Burillo, 2000: 8284), tal es el caso de las del Palao (Alcañiz) (Marco, 1976) o
Bin far uesca) Marco y Baldellou,
6: 0). No se detalla
ni su vestimenta ni el órgano sexual.
Se pintan varios de ellos en el mismo soporte, por parejas,
afrontados y separados por un elemento egetal ue, en ocasiones, semeja un ánfora ESTIL 6, fig.
N R , fig. 6 ).
l estar un indi iduo frente al otro, el bra o ue ele an es el ue
se halla más próximo al elemento separador.
Hasta el momento hemos contabilizado diez ejemplares pintados sobre kalathoi fig. y ) y crateriskoi IG 46, fig. 3)
recuperados en El Castelillo (Alloza), La Guardia (Alcorisa) y
El Cabezo de Alcalá (Azaila). Están datados entre el s. III a. C.
y el primer cuarto del s. I a. C., si bien, los ejemplares más antiguos corresponden a los ss. III-II a. C. (HOMBRE 1.3) y los más
modernos al periodo de tiempo comprendido entre el s. II a. C.
y el primer cuarto del I a. C. (HOMBRE 1.1 y HOMBRE 1.2).
MBRE . : En este caso la figura masculina presenta en la frente lo ue podría ser un tocado o remate del casco
Maestro,
: 60), bajo el ue se insin an la nari , los labios
y la barbilla. El ojo se pinta ligeramente desplazado, centrado en
el rostro. El cuello es corto, sus hombros anchos y el torso parece fornido y corto, ligeramente desproporcionado con respecto
a las dimensiones del resto del cuerpo. Uno de los brazos está
e ionado, recogido a la altura de la cintura, en un mo imiento
centrípeto. Se le marca el bíceps y la mano aparece cerrada, sin
que en ella se detallen los dedos. Por contraposición, el otro
brazo está levantado. Se realiza con una técnica mixta, pues el
bra o propiamente dicho está perfilado, mientras ue la mano
se realiza con la técnica de la tinta plana. En ésta se detallan los
dedos y está hipertrofiada. Son precisamente esas dimensiones
desproporcionadas de la mano lo que lleva a proponer a algunos
investigadores que se trata de una escena de salutación (Aranegui, 1998: 187 y 249; Beltrán Lloris, 1976: 281; García Quintela, 1999-2000: 202; Lucas, 1990: 295; Maestro, 1989: 62), de
propiciaci n de la fecundidad de la egetaci n lmos,
b:
43; 1996d: 15; 2000: 71) o que se representan orantes (Beltrán
Lloris, 1996: 167; Marco, 1983-1984: 79).
Las piernas, bien definidas, con gl teos, rodillas y gemelos
marcados, aparecen ligeramente separadas, con los pies bien
apoyados sobre la planta, por lo que da la impresión de que la
actitud es estática, serena, produciéndose la acción ante la quietud de los protagonistas.
+HOMBRE 1.2: De este motivo no se conserva un ejemplar
completo, por lo que realizamos su descripción a través de las
representaciones parciales ue han perdurado. La figura tiene la
cabeza bien proporcionada, con la nariz, boca y barbilla detallados. Se representa el pelo, puntiagudo, que termina en la parte
posterior en un roleo. El cuello es de corto recorrido, por lo que
la cabeza aparece casi pegada a los hombros. Uno de los brazos, realizado completamente con la técnica de la tinta plana, en
contraposición a la subvariante anterior, se levanta, apareciendo
la típica mano hipertrofiada con los dedos se alados. El otro
bra o, e ionado, se recoge en el ientre fig. ). e nue o, el
torso es fornido y la cintura estrecha. Se le detallan los gl teos
y los gemelos. Las piernas están separadas y los pies reposan
sobre la línea imaginaria del suelo, en un estado de quietud.
Coincide con el moti o de las figuras humanas identificadas
por Pellicer
6
0, fig. ) y el tema
. definido por
Beltrán Lloris
6:
3, fig.
).
Aunque solamente se han conservado tres ejemplares sobre
el mismo recipiente fig. ), presuponemos, por el es uema
seguido en otras piezas, que debían ser cuatro los individuos
237
[page-n-251]
HOMBRE 1.1
HOMBRE 1.2
HOMBRE 1.3
HOMBRE 3
HOMBRE 4
INFANTE 1.1
HOMBRE 5
INFANTE 1.2
INFANTE 1.3
HOMBRE 2
INFANTE 1.4
JINETE 1.1
INFANTE 1.5
INFANTE 2
JINETE 1.2
OJO 1.1
OJO 1.3
JINETE 2
JINETE 3
MÚSICO 1
SEDENTE 1
OJO 1.2
ig. 6 . Moti os antropomorfos.
representados. En alguna publicación se ha interpretado uno
de ellos como de naturale a femenina, basándose en el peinado que presenta (Pijoán, 1908: 251). No obstante, y dado que
la figura se halla incompleta, consideramos más adecuado
identificarlo con un ar n por paralelismo con las otras representaciones conocidas.
+HOMBRE 1.3: En su cabeza apreciamos una serie de traos, cortos y erticales, ue identificamos como posibles representaciones del cabello o de un casco con cresta uentes y Mata,
2009: 21-22; Maestro, 1989: 64; Quesada, 1997: 468), también
presente en ciertos personajes pintados del Tossal de Sant Miquel (Llíria) (s. III a. C. y primera mitad del II a. C.) (Bonet,
, fig. 3, 44, , 6 , .33 .3 , .3
.30, 3, .
D.40 y 82) y El Tossal de la Cala (Benidorm) (ss. II-I a. C.)
Belda,
3:
6, fig. . ). Entre los yacimientos ue en
este trabajo estudiamos se ha documentado en La Guardia (Alcorisa), El Castelillo (Alloza) y El Cabezo de Alcalá (Azaila).
238
El que sea portado por personajes que participan en escenas bélicas o de carácter militar, al tiempo que aparece en otras de
distinto cariz, como pueda ser la de los personajes masculinos
afrontados de los ue a uí hablamos, o en el caso de Tossal
de Sant Miquel (Llíria) en la recolección de granadas (Bonet,
, fig. 44), lle a a plantear la disyunti a de si realmente es
un modo de representar el cabello o es un casco. Como siempre,
el contexto de la temática pintada es lo que nos puede ayudar a
dilucidar su interpretación.
El cuello está señalado y es más alargado que en los casos
anteriores. El torso tiene forma de triángulo in ertido y su aspecto es fornido. El bra o más pr imo a su compa ero aparece
ele ado, sin ue se haya conser ado la mano. El otro, e ionado y a la altura de la cintura, tiene el bíceps representado. La
mano presenta el dedo pulgar separado del resto, que permanecen juntos y e ionados, de tal modo ue la palma de la mano
queda vuelta hacia atrás.
[page-n-252]
Uno de los gl teos aparece definido, las rodillas tienen aspecto puntiagudo y los gemelos se marcan. Ambas piernas están
ligeramente e ionadas, lo ue unido al hecho de ue una de
ellas esté levantada, contribuye a dar sensación de movimiento,
por lo que el personaje parece que iría a la carrera.
En comparación con los ejemplares de las otras dos subvariantes, más próximos entre sí a nivel estilístico, decir que aquí
el canon empleado es más estilizado y los personajes transmiten
sensación de movimiento. Además, el motivo que se interpone
entre ambos indi iduos se asemeja más a un ánfora ue a un
moti o fitomorfo Lucas,
:
). Por otra parte, tambi n
destaca el hecho de ue nicamente aparece representada una
pareja de hombres afrontados, mientras ue en los otros ejemplares son dos.
MBRE : igura masculina, representada de perfil, mirando a la derecha. Se realiza mediante la técnica de la tinta
plana. En apariencia está desnudo, pues no hay detalle de la
vestimenta, pero tampoco se marca su órgano sexual.
La cabeza, bien proporcionada, presenta en la parte superior
una serie de trazos cortos y rectos que, como se ha visto anteriormente, podría tratarse del cabello o del remate de un casco.
En la frente se detalla un elemento en forma de U , tambi n
presente en los personajes del motivo HOMBRE 1.1. El ojo se
realiza con un gran punto inserto en un espacio circular, dejado
en reserva, en el centro del rostro. La boca y la barbilla aparecen
se alados, pero con peor definici n ue en los casos anteriores.
Esa imperfecci n lle a a ue entre la barbilla y el torso a duras
penas quede espacio para el cuello, que está más destacado en
la parte posterior.
Los hombros son anchos y el torso robusto. El brazo derecho está e ionado y tiene el bíceps se alado. Con la mano, en
la que no se detallan los dedos, sostiene una vara curva que el
personaje emplearía para azotar al buey o bueyes que arrastran
el arado. El otro brazo no está bien ejecutado, siendo más escuálido y corto que el derecho, además, la posición de la mano
sosteniendo la mancera del arado tampoco está conseguida.
El torso, voluminoso y musculado, aparece representado de
frente. La cintura es estrecha y las e tremidades inferiores, de
perfil, están separadas. En stas se se alan los gemelos y ambos
pies apoyan sobre una superficie imaginaria.
El moti o tambi n está formado por el arado y el buey o
bueyes que tiran de él. El arado consta de las siguientes partes:
reja, dental, esteva, mancera, cama y timón, todas ellas bien indi iduali adas ernánde Montes,
: 6 6 ). Por su parte, los dos bueyes aparecen de perfil, mirando hacia la derecha.
La cabeza se realiza de una manera mixta, pues la cornamenta
y las orejas aparecen de frente, mientras ue el resto lo hace de
perfil. En el centro de la cabe a se deja un espacio circular en
reserva, donde se pinta un círculo para simular el ojo. Se detalla
el hocico. El cuerpo está proporcionado y la cola, larga, cuelga
de sus cuartos traseros. Las patas terminan en pezuñas bien detalladas. No se les señala el sexo. El yugo, que sirve para unir la
yunta de bueyes y arrastrar el timón del arado, es de tipo cornil
ernánde Montes,
: 0).
En conjunto, parece ue las figuras están en actitud de parada, aunque son protagonistas de una acción, arar el terreno.
Se corresponde con el motivo 6 de las decoraciones de anima-
les identificados por Pellicer
6
0, fig. ) y con el tema
de Beltrán Lloris
6: 3, fig. ), uienes lo interpretan
como un toro.
Entre todos los ejemplares a uí estudiados, nicamente hemos documentado este motivo en dos ocasiones sobre dos kalathoi, uno procedente de La Guardia lcorisa) fig. ) y el otro
del Cabe o de lcalá
aila) fig. ). No obstante, este ltimo
se conser a de manera parcial y se diferencia del anterior en ue
sobre la cabe a, si lle a casco, aparece perfectamente ajustado
al cuero cabelludo, sin ning n tipo de remate. Su cronología
abarca desde el s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C.
-HOMBRE 3: Personaje masculino que mira a la derecha y
se representa de perfil, e cepto el torso. El canon utili ado en
su realización es estilizado y se emplea la técnica de la pintura
plana. La cabeza, redondeada, lleva un posible casco ajustado,
rematado con una serie de trazos cortos y rectos. En el centro
del rostro aparece un espacio circular en reserva, en el que se
pinta un punto para simular el ojo. Se detalla, en el perfil, la
nariz puntiaguda, los labios y el mentón. El cuello es alargado.
Los bra os están desproporcionados y denotan una deficiencia
técnica, por parte del pintor, a la hora de plasmarlos. El derecho
es demasiado corto, se marcan sus m sculos y termina en una
mano abierta con los cinco dedos detallados, en dos de los cuales lleva enganchada una cadena con la que retiene a un perro.
El cánido se representa de perfil, mirando a la derecha y
dispuesto en ertical. Sus orejas son puntiagudas, las fauces están abiertas, dejando er su afilada dentadura y la lengua. En el
centro de la cabeza se pinta el ojo, realizado con un punto de
tinta sobre un espacio circular en reserva. La cola es bastante
larga y aparece caída. Las cuatro patas, ligeramente e ionadas,
tienen detalladas las garras. Recientemente se ha propuesto la
identificaci n de este moti o con un hur n Garc s, 0 ), pero
el equipo interdisciplinar que participa en el proyecto De lo real
a lo ima inario
Aproximación a la fauna ibérica de la Edad
del Hierro sigue considerando más apropiado identificarlo con
un perro, tanto por su aspecto como por su participación en la
ca a de lagomorfos al aire libre Mata et al., 2014: 29-30).
El brazo izquierdo del humano aparece levantado y con un
ligero engrosamiento en el antebrazo. Presenta la mano abierta,
individualizándose cuatro dedos, que con la punta tocan una jabalina ue porta con la intenci n de cla ársela a un lagomorfo.
El torso es ancho y la cintura está definida. Se detalla la nalga
de la pierna derecha y los gemelos de ambas extremidades inferiores. Las dos están separadas, apareciendo la i uierda adelantada y la derecha ligeramente e ionada, lo ue contribuye a
dar la idea de que el personaje va a la carrera. Está en apariencia
desnudo y no se determina, de manera explícita, su sexo.
Solamente se ha representado en una ocasión, sobre un crateriskos del Castelillo llo a) IG 46, fig. 3) ue tiene una
cronología situada entre los ss. III-II a. C.
MBRE 4: Personaje masculino, representado de perfil,
mirando a la derecha, aun ue el torso aparece de frente. No se
conserva entero, por lo que la descripción que de él podemos
realizar resulta parcial. En su ejecución se emplea la técnica de
la tinta plana y se le representa aparentemente desnudo. Tiene
la parte superior de la cabeza terminada en unos ligeros abultamientos, de aspecto más circular que en los casos anteriores,
por lo que podría tratarse de la cabellera. El rostro está relleno
de tinta, sin que se haya conservado el ojo ni los detalles de la
239
[page-n-253]
nariz, la boca o el mentón. El cuello es casi inexistente, dando la
sensación de que la cabeza engarza directamente con los hombros. El torso no está muy desarrollado y tiene forma redondeada. Solamente se conserva el brazo izquierdo, que aparece ligeramente e ionado y recogido a la altura del ientre. La cadera
tiene aspecto sinuoso, la pierna derecha está ligeramente e ionada y parece ue en la parte inferior trasera lle a un adorno.
E iste un nico ejemplar sobre un jarro del Castelillo llo a)
IG 4 , fig. ), datado entre los ss. III II a. C.
MBRE : Personaje masculino, representado de perfil,
mirando a la derecha. La técnica empleada para su realización
es mi ta, pues combina la tinta plana con la del perfilado.
El rostro cuenta con una frente muy desarrollada, la nari
destacada y el mentón prominente. La cabeza se cubre con un
casco ajustado, recorrido exteriormente por una serie de puntos.
En medio de la cara se pinta el ojo, con un punto circunscrito en
un círculo que, a su vez, está parcialmente contorneado por una
serie de líneas oblicuas, similares a las que llevan los protagonistas del “vaso de los guerreros” de la necrópolis del Cigarralejo Mula) s. II a. C.), interpretadas como pinturas faciales o
máscaras (Cuadrado, 1982). En la zona del ojo más próxima a la
nariz aparece una línea, tal vez vinculada a la sujeción del casco.
El cuello no está muy desarrollado y el torso se representa
de frente, destacando por su amplitud. Se cubre con lo ue podría ser una coraza de pectoral ornamentada con líneas y roleos
(Maestro, 2010: 218).
La representación del brazo que se conserva, el izquierdo,
plantea cierta contro ersia. En principio, y seg n han planteado algunos autores (Maestro, 1989: 76), parece que el artista lo
pintó levantado y con la mano abierta, individualizándose los
dedos. En funci n del tronco del personaje, la postura uedaba
antiestética y poco natural, lo que podría explicar que el pintor
tratara de eliminar tal torpeza practicando una ligera incisión y
pintando de nuevo el brazo, acorde con la caída natural del hombro, sobrepuesto al cuerpo y recogido a la altura de su vientre
(ese segundo tempo se aprecia al observar el ritmo compositio de la decoraci n). rrepentimientos o rectificaciones se han
documentado testimonialmente en un tarro del Cabezo del Tío
Pío rchena) y en un fragmento de rchena Murcia) lmos,
1987a: 28-40). Aunque la hipótesis resulta plausible, cabe preguntarse, entonces, porqué no se eliminó también la mano, lo
ue lle a a una re e i n sobre el particular y abre un debate
sobre la verdadera intencionalidad del artista. La clave para una
correcta interpretación pasa por el análisis directo de la pieza.
De este modo, observamos que la incisión debió realizarse en un
momento anterior a la cocción del recipiente, pero posterior a la
aplicación de la pintura, pues se aprecian restos de pigmento en
la parte inferior y superior de la derecha. No obstante, lo ue no
aclara el momento de su realización es si realmente se trata de
un detalle intencionado o de un arrepentimiento del artista cuando la pieza todavía estaba en crudo. Así las cosas, se plantea un
nuevo interrogante ¿por qué se pinta en dos ocasiones el mismo
bra o en distintas actitudes
tenor de los ejemplos conocidos
de representaciones humanas pintadas sobre cerámica ibérica,
queda descartada la intención de querer representar simultaneidad de acciones, pero es cierto que se podrían plasmar dos momentos consecuti os uentes, 006: 6 ).
240
Sea como fuere, ambas interpretaciones plantean problemas
no fáciles de resol er. e hecho, incluso, por la pro imidad
del indi iduo y su mano a un cuadr pedo situado delante, se
ha propuesto que participara en una escena de doma (Marco,
1983-1984: 85), también documentada en Tossal del Sant Miuel Llíria) Bonet,
: 3 , fig. 6
ranegui,
a: 0
Olmos, 2003: 89-91) y El Monastil (Elda) (Poveda, 1996: 321;
Po eda y Uro , 00 : 6, fig. ). Por otra parte, habitualmente
se ha identificado al fragmentado cuadr pedo con un uido,
si bien, destaca el escaso espacio que existe entre su lomo y el
cuello, similar a un ejemplar del El Castellet de Bernabé (Llíria)
Gu rin, 003: 33 , fig. 3 ), y su escaso realismo.
Las e tremidades inferiores, representadas de perfil, se isten con un jub n. parecen separadas y ligeramente e ionadas, marcando levemente la rodilla y los gemelos. Entre la parte
trasera de la rodilla y el pubis del personaje existe una línea ondulada de difícil interpretaci n. Cabe traer a colaci n una imagen escatológica recuperada en la ciudad celtibérico-romana de
Tiermes (Montejo de Tiermes) (s. I d. C.). En ella aparece un
hombre con las piernas separadas y e ionadas, mientras ue
las manos se apoyan en los muslos. De la zona próxima a sus
nalgas surge una línea discontinua de puntos que se ha interpretado como una hemorragia o defecaci n, en lo ue pudo ser
una representaci n caricaturesca del momento lfay , 0 4:
175-177). Tomando en consideración el paralelismo, creemos
más plausible que en nuestro caso estemos ante un personaje
herido, pues el individuo porta coraza y se lleva la mano al costado opuesto del tronco. En ese caso, la línea ondulada a la que
hacíamos referencia simularía la sangre ue brota de la herida.
No obstante, como recogimos en un trabajo anterior dedicado
a la representación de la violencia sobre soporte vascular, los
iberos son poco dados a recrearse en lo cruento de este tipo de
escenas uentes y Mata, 00 ).
Solamente e iste un ejemplar de esta ariante sobre un fragmento recuperado en San ntonio Calaceite) fig. 46), datado
entre el s. III y el principio del II a. C.
IN NTE: E isten ocho indi iduos masculinos ue podemos incluir en este epígrafe, aun ue alguno de ellos con ciertas
reser as dado su deficiente estado de conser aci n. Tienen en
com n el portar armamento, bien sea ofensi o lan a, espada
o falcata) o defensi o casco y scutum). No obstante, en base a
sus características particulares hemos establecido dos variantes,
con sus correspondientes sub ariantes. La diferencia fundamental entre ambas estriba en ue en el primer caso los infantes se
encuentran a la espera de entrar en combate o están luchando
en ese momento, mientras que en el segundo han librado ya el
enfrentamiento y han resultado encidos. El tipo de soportes
sobre los que se representan se limita a kalathoi procedentes del
Castelillo llo a) ss. III II a. C.) IG 0 y IG 3, fig. 64) y El
Cabezo de Alcalá (Azaila) (s. II a. C.-primer cuarto del I a. C.)
43 6 4 0 , fig. ), aun ue predominan claramente en el
primero. La técnica empleada en su realización puede ser la tinta plana IN NTE ) o la mi ta IN NTE ).
IN NTE : Indi iduos masculinos ue marchan a pie, a
derecha o i uierda, y se representan de perfil, e cepto el torso, ue aparece de frente. El ojo se reali a dejando un espacio circular en reserva, en el que se pinta un punto, aunque en
un ejemplar ste se contornea con un círculo IN NTE . ).
Llama la atención, como en casos anteriores, la posición des-
[page-n-254]
plazada del ojo, pues se representa en el centro del rostro, y su
tamaño es mayor del que debiera tener. Sin duda estamos ante
un convencionalismo de estilo, dado que, además, poseen gran
uniformidad. Representaciones despla adas del ojo tambi n se
dan en Tossal de la Cala Benidorm) Maestro,
, fig. ) y
en Tossal de Sant Mi uel Llíria) Bonet,
, fig. 30.40
D.116), aunque constituyen casos excepcionales. Sobre la cabeza porta lo que podría ser un casco ajustado, con abultamientos
en la parte superior. En la zona de la cara aparece un posible
tocado IN NTE . e IN NTE . ), similar al del moti o
HOMBRE 1.1, o un pequeño saliente que correspondería a la
isera del casco IN NTE .3). En algunos casos no se detalla
la nari , ni la boca, ni el ment n IN NTE . e IN NTE
1.2), en otro el rostro resulta un tanto peculiar, pues recuerda al
de un a e IN NTE . ). El cuello es corto, igual ue el tronco, lo que contrasta con las largas extremidades, principalmente
las piernas. El bra o derecho está e ionado, pudiendo sostener
una o dos lanzas, así como empuñar una espada. El izquierdo
aparece ligeramente doblado y sujeta un escudo oblongo tipo
La Tène (Kurtz, 1992: 210), anteponiéndolo a su cuerpo y, por
tanto, protegiéndolo. En la parte central se ha dejado un espacio ovalado en reserva, que podría ser el umbo (Maestro, 1989:
6 ). En el cuerpo no se aprecia ning n detalle de su estimenta, tampoco en las piernas. Éstas están separadas y ligeramente
e ionadas, pudiendo pintarse una de ellas más ele ada para
indicar movimiento, como ocurría en el caso de HOMBRE 1.3
y HOMBRE 3. Los pies se calzan con una bota que posee un
pequeño tacón.
La actitud en la que se les representa puede ser de parada
IN NTE . e IN NTE . ), a la espera de ser llamado para
participar en el combate uentes y Mata, 00 : 0), o de enfrentamiento directo con otro indi iduo IN NTE .3).
IN NTE : Se representa de frente, e cepto la cabe a,
ue está girada hacia un lado, y los bra os, pintados de perfil.
La técnica con la que se ha realizado es la mixta. En el centro
de la cabeza se deja un espacio circular en reserva en el que se
pinta un punto para simular el ojo. También está sin rellenar
de pintura un espacio triangular en el tronco, lo que permite
detallar algunos adornos del pectoral que le protegía el cuerpo
(líneas rectas que penden de la parte superior). La cabeza tiene
una forma poco frecuente IG 0 y Castelillo SN, fig. 64), pues
se asemeja más a un a e ue a una figura humana Lucas,
:
257; Beltrán Lloris, 1996: 134; Olmos, 1996a). El uso de máscaras y disfraces en determinadas festi idades o con carácter
ritual está documentado en el mundo celtibérico, como queda
representado en algunas cerámicas numantinas (Arlegui, 1992:
12). Es posible que dicha práctica estuviera también aceptada en
el mundo ibérico, como nos lo sugiere la imagen del personaje
masculino con rasgos animalísticos plasmado en un vaso del
Torrelló del Boverot (Almassora) (Clausell et al., 2000).
En la parte superior de la cabeza aparecen unos cuantos trazos ligeramente curvados, de distinto aspecto a los que se apreciaban en lo ue hasta el momento se identificaba como posible
casco o representaci n del cabello. Semeja una cresta y forma
parte del penacho con el ue se remataría el casco del infante
Maestro,
: ). No tiene frente, naciendo la prominente
nariz del punto en el que debería situarse ésta. Tampoco se detallan la boca ni el mentón. El cuello es robusto y proporcionado.
El bra o derecho se encuentra ligeramente e ionado y girado hacia el interior del cuerpo. Llama la atención el hecho de
que termina con aspecto de garra más que de mano y, además,
tiene un tamaño desproporcionado, mayor de lo habitual. El brao i uierdo aparece le antado y e ionado, contando el antebrazo con una longitud superior a la que debería tener. Como en
el caso anterior, termina en garras, individualizándose cuatro.
Con ellas coge la lengua de un lobo ue tiene abiertas sus fauces, mostrando su afilada dentadura.
El tronco tiene forma de triángulo in ertido, resultando los
hombros más anchos que la cintura. De su costado derecho pende un arma, representada parcialmente, que bien podría tratarse
de una falcata, espada o cuchillo. El ue a ambos lados de ella
aparezcan dos círculos rellenos de tinta ha llevado a considerar
a algunos autores que se trata de una representación de tipo itifálico Lucas,
:
Maestro,
: ), si bien, se debe
tener en cuenta que, como veremos más adelante, los personajes
pintados procedentes de otras áreas geográficas pero con la misma temática, aparecen dotados de armas ofensi as con las ue
enfrentarse a la fiera. Es por ello ue consideramos más apropiada la interpretación de esos elementos como una representación
del armamento. Además, los puntos están muy distanciados entre sí y separados del cuerpo.
A pesar de que los artistas iberos que pintaban los vasos eran
poco dados a reali ar representaciones figuradas con ista cenital, en este caso se representa el cuerpo del infante en posici n
supino y la pierna que se conserva aparece arqueada. La actitud
en la que se le plasma es, por tanto, yacente, si bien también
cabe tener en cuenta la vinculación directa que tiene con el lobo,
pues indicaría ue el enfrentamiento se había librado con l,
actuando como testigo del desenlace un ave (Olmos y Tortosa,
2010: 245).
-JINETE: En este caso agrupamos representaciones de indi iduos masculinos montados a caballo. Se pintan de perfil,
mirando a la derecha o a la i uierda aun ue estos ltimos son
menos frecuentes), y la t cnica utili ada para su reali aci n es
fundamentalmente la tinta plana.
Cabe tener en cuenta la distinción social de los personajes
así representados (Grau, 2007: 117-118). El simple hecho de
aparecer en estas decoraciones es una muestra clara de su pertenencia a una lite social restringida, hecho ue se refuer a al
pintarlos montados sobre caballo. Este animal distingue a su
propietario, pues su posesi n implica una fuerte in ersi n económica en comparación con el rendimiento que de él se puede
obtener (Quesada, 1992: 237; Gabaldón y Quesada, 1998). La
aristocracia ibérica de nuestra área de estudio también gusta
representarse a caballo sobre otro tipo de soportes característicos de la zona, como son las conocidas como “estelas del Bajo
Aragón” (Quesada, 1997; Beltrán Lloris, 1996). Con esta temática se han localizado en Camino de Santa Ana 1 (Calaceite),
El Acampador (Caspe), Palermo (Caspe) y El Palao (Alcañiz).
Están datadas entre los ss. II-I a. C. y son muestra del proceso de
reafirmaci n de identidad ue i e la lite aristocrática ib rica
de la zona ante la mayor presencia de Roma en el territorio.
continuaci n dedicamos unas líneas a anali ar la figura
del caballo, pues no lo hemos abordado en el apartado destinado
a moti os oomorfos por formar un mismo moti o junto al jinete. No hace mucho tiempo, se realizó un pormenorizado estudio
centrado en el análisis de las representaciones de caballos en el
241
[page-n-255]
mundo ibérico sobre distintos tipos de soporte. Su investigador
principal fue uesada y parte de los resultados se publicaron
on-line (http://www.ffil.uam.es/e uus). Son muchas las ocasiones en las que dicho animal se ha pintado sobre cerámica, estando presentes en casi todos los yacimientos en los que se han
documentado decoraciones complejas pintadas sobre cerámica
(por evitar una extensa sucesión de nombres, remitimos a la web
www. orayfaunaiberica.org/fauna, donde bajo el ítem CABALLO se recogen todos ellos). En cualquier caso, el yacimiento
en el que predominan es en Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet,
), seguido con bastante diferencia de L lc dia El )
Ramos ol u s,
0 Tortosa, 004a). Seg n la naturale a
de las escenas representadas ca a, desfiles, enfrentamientos,
comercio, cabalgata nupcial, etc.), los caballos aparecen más o
menos ataviados. El tipo de escenas mayoritario es el de la caza.
En ellas el jinete suele portar lanza o jabalina, disponiéndose a
arrojarla para dar captura al animal al que persigue. Le siguen
a uellas en las ue se producen enfrentamientos de diferente
tipo, en esos casos el caballo es un poderoso arma, no sólo para
llegar con prontitud al lugar del combate y huir ante una amenaa insal able, sino tambi n por la superioridad y confian a ue
otorga al ue lo monta. El ltimo tipo de escenas ue cabe destacar por su mayor plasmación entre las cerámicas ibéricas es la
del desfile de jinetes, ue se producen en un ambiente festi o, en
muchas ocasiones acompañando a otras escenas.
Los caballos suelen estar montados por jinetes, pero en alguna ocasi n ste ha descabalgado para participar en un enfrentamiento Maestro,
, fig. a Bonet,
, fig. 44 y 66
uentes y Mata, 00 : 6 0 y 4 , fig. y ). Tambi n hay
ejemplos en los que lo conduce a pie otro personaje que no es
el jinete, tal e por ue ste hubiera fallecido Pericot,
,
fig. 0
Bonet e I uierdo, 00 :
, fig. .
lmos
y Tortosa, 2010: 245-246). Otra opción es que el caballo se
encuentre en su entorno natural Martín rtega,
, fig.
Lillo,
0: 40 Ramos ol u s,
0, fig. . Bonet
e I uierdo, 004, fig. 3.I Garibo, 00 :
Po eda y Uro ,
00 , fig. ).
El tipo de soporte que más se ha utilizado para plasmar escenas con caballos es la tinaja, seguida del kalathos, lebes, jarro
y tinajilla, junto a otros muchos escasamente representados. Los
conte tos son ariados: dom sticos, funerarios, cultuales y de
otro tipo (artesanales y silos), aunque predominan claramente
los primeros, además con unas cronologías comprendidas entre
los ss. IV a. C.-I d. C., aunque la mayoría de las decoraciones
con équidos se desarrollan entre los ss. III-II a. C.
Volviendo al ítem JINETE representado entre el conjunto
cerámico que aquí analizamos, decir que está bastante presente,
pues lo hemos documentado en diez ocasiones bien conservadas y otras tres incompletas. Atendiendo a sus características
morfol gicas, hemos establecido tres ariantes con sus correspondientes subvariantes. El tipo de soportes sobre los que se
pintan queda limitado al kalathos. Los yacimientos en los que
se recuperaron son: La Guardia (Alcorisa), El Palao (Alcañiz),
El Castelillo (Alloza) y El Cabezo de Alcalá (Azaila), con una
cronología que comprende desde el s. III a. C. hasta principios
del I a. C.
+JINETE 1: El individuo masculino y el caballo se representan de perfil, hacia la derecha. La t cnica utili ada en su realización es la tinta plana, si bien, existen dos espacios circulares
242
en reserva, uno en el rostro del jinete y otro en la cabeza del
équido, en los que se pinta un círculo y se rellena de tinta para
simular el ojo.
La figura humana está bien proporcionada. La cabe a podría
estar cubierta por un casco con tocado o con elementos cortos y
rectos en su parte externa y visera. La boca se halla representada
mediante una línea sinuosa que termina en un mentón indicado.
El cuello tiene corto recorrido. El torso, musculado, se representa de frente. El bra o derecho está e ionado y sostiene una
lanza que se dispone a arrojar, pues participa en una cacería.
En uno de los casos se ve que hay un error de ejecución (jinete
superior, fig. ), pues la direcci n de la lan a ue sostiene el
jinete es diferente a la ue se representa delante del uido. Con
el otro bra o, tambi n e ionado, agarra las riendas del caballo.
No se detallan las e tremidades inferiores del personaje ni tampoco hay rasgo alguno de su vestimenta.
El caballo puede ir enjaezado, pues en ocasiones porta un
adorno en la testera, tal e una or, y en la parte superior de la
cabe a, enganchado a la frontalera, una pluma o rama INETE
1.2). Las crines del caballo se realizan mediante semicírculos
secantes perfilados INETE . ) o con unas líneas rectas ue
se dejan ver en un espacio sin rellenar de pintura en el cuello
del animal (JINETE 1.2). La cola, en los casos en los que se ha
conservado, se realiza con un trazo ondulado. En las extremidades del animal se detallan: el codillo, el menudillo, la corona, el
espolón y el pie (Lillo et al., 004, fig. 4). Seg n la disposici n
de las patas, se indica ue marcha a la carrera e ionadas y
levantadas las delanteras) o está parado (a la misma altura).
Se corresponde con el moti o y 3 de las figuras huma
nas identificadas por Pellicer
6
0, fig. ) y con el
tema
.3 y
.4 definido por Beltrán Lloris
6:
3,
fig.
).
Existen ocho representaciones de esta variante procedentes de todos los yacimientos anteriormente citados, excepto del
Palao (Alcañiz). La datación ante quem de las pinturas puede
definirse en el primer cuarto del s. I a. C., siendo la post quem la
misma que la indicada en el caso del motivo. Aparecen protagonizando escenas de caza, bien sea de ciervos o jabalíes, siendo
habitual que participen varios jinetes.
INETE : igura masculina cuya cabe a presenta, en su
parte exterior, una serie de pequeños trazos que, como ya hemos
dicho, podría representar un casco o el cabello del personaje.
En la parte delantera del rostro, a la altura de la frente, se aprecia una visera. Tiene una nariz muy prominente. La cabeza se
inserta directamente en el tronco, sin que se pinte el cuello. El
bra o derecho está e ionado, tiene los bíceps marcados y con
la mano sostiene una lanza, que aparece elevada. El brazo izuierdo, tambi n e ionado, está le antado y en su mano porta
un elemento vegetal, tal vez una palma (Maestro, 1989: 66). Su
cintura es estrecha, en comparación con el torso, y se marca uno
de los gl teos, sin ue se detallen las piernas. l lle ar las dos
manos ocupadas, el jinete no sostiene las riendas del caballo.
Es frecuente la representaci n de jinetes con palma en el
monetario ibérico, tal y como se puede ver en las monedas procedentes de Kese (Tarragona) (ss. II-I a. C.), en la que porta
la palma en la mano derecha y con la izquierda sostiene las
riendas. Las palmas, en esos casos, son más largas que la de
la imagen que aquí tratamos. También en Iltirta (Lleida), del
s. II- I a. C., con las mismas características. Alaun (Alagón),
[page-n-256]
Kelse (Velilla de Ebro), Lakine uentes de Ebro), Ieso (Guissona) y Saltuie (Zaragoza), con la misma cronología, así como
Ausesken (Vic), Baitolo (Badalona), Sakaisa (Poyo de Mara) y
Arekorata (Ágreda), datados en el s. II a. C. A todos ellos hay
que sumar el caso de: Saitabi/Saiti (Xàtiva), con una cronología
que abarca desde la segunda mitad del s. II a. C. hasta mediados
s. I a. C.; Kili (Torís), de la segunda mitad s. I a. C. y Nertobis La lmunia), de finales s. II a. C., entre otros. Pero las
que guardan mayor similitud con la palma aquí descrita son las
procedentes de Laelia (Olivares), del s. II a. C., si bien, en ese
caso no son portadas por ning n jinete y los foliolos están más
abiertos que en los casos anteriores.
También hay un jinete con palma pintado sobre cerámica ibérica, pero más cercano a lo que aparece en las monedas, en Tossal de Manises lacant) Lafuente Vidal, 34: 44,
Lám. XVII.I).
El equino se conserva parcialmente. En la testera lleva el
mismo adorno que se veía en JINETE 1.2 y se indica la crin
de la misma manera. A pesar de que se le dibujan las riendas,
como hemos explicado, no son utilizadas por el jinete. La cola
se realiza con tres líneas más o menos rectilíneas. Solamente
han perdurado las extremidades traseras y son muy robustas.
Solamente se ha pintado una vez sobre un kalathos del Castelillo llo a) fig. 6 ), datado entre los ss. III II a. C. Por el
elemento que lleva el jinete en su mano izquierda, se piensa que
podría formar parte de un desfile, tal e de ictoria. En este
sentido, Maestro apunta como determinante la presencia de un
ave tras el jinete (Maestro, 2010: 221).
+JINETE 3: Personaje masculino montado sobre un caballo del que solamente se conserva la parte trasera de su cuello
(Marco y Royo, 2012: 316). Se le representa con la cabeza de
perfil, mirando a la i uierda. Está cubierta por un casco de tipo
Montefortino, destacándose la isera, el guardanucas y el bot n
superior. ado el deficiente estado de conser aci n en el ue se
encuentra la pintura, no es posible afirmar si dicho casco contaría con carrilleras, como se ha documentado en un fragmento informe del Tossal de Sant Mi uel Llíria) Pericot,
, fig.
)
y en una tinaja de la Libisosa (Lezuza) (Uroz Rodríguez, 2012,
fig. 43), o con una barba, ue se prolongaría por la te del
varón hasta terminar en una perilla (Moret et al., 2012: 208). El
nico ojo representado se conser a en muy mal estado, pero se
aprecia c mo se ha perfilado el espacio ocular y en su interior
se ha pintado un punto. Su nariz es recta, solamente se detalla
uno de los labios a través de un trazo sinuoso y a continuación
aparece una prominente barbilla. El cuello del individuo es robusto y está ligeramente inclinado hacia delante. Más abajo, un
trazo semicircular que puede ser interpretado de diversas maneras: por una parte, podría tratarse de una caetra por su aspecto,
disposición y similitud con otros ejemplares; por otra, podría
ser el cuerpo del jinete, ue aparecería de frente. Por nuestra
parte, consideramos más plausible esta ltima opci n, pues de
tratarse de un escudo portado por el jinete éste se pintaría por
delante del caballo, por lo que le taparía en parte. Son buenos
ejemplos de lo expuesto el jinete atacado por un lobo de Tossal de Manises lacant) Pericot,
, fig. ) y el grupo de
jinetes pintados en la conocida como “tinaja de los caballeros”
de Libisosa Le u a) Uro Rodrígue , 0 , fig. 43). Todos
ellos poseen cronologías que abarcan desde el s. II a. C. hasta
mediados del I a. C.
La técnica pictórica empleada en la realización del motivo
es mixta, pues el caballo se ejecuta con la de la tinta plana mientras ue el jinete se reali a con esa y con la del perfilado.
Se ha representado en una ocasión y aparece sobre un
fragmento del Palao lca i ) Pal , fig.
) datado entre
el s. II a. C. y principios del I a. C.
M SIC
: Personaje masculino representado de perfil,
mirando a la derecha, e cepto el cuerpo, ue se aparece de frente. La técnica con la que se realiza es la tinta plana, aunque en el
centro del rostro se deja un espacio en reserva en el que se pinta
un punto para simular el ojo. En la parte externa de la cabeza
aparecen los típicos abultamientos a los ue en m ltiples ocasiones hemos hecho referencia. En la parte superior del rostro
parece llevar la típica visera de casco. Pegado a lo que sería la
boca se pinta un instrumento musical de viento, incompleto, que
se ha identificado con un cuerno o trompa trián,
: 3
Pastor,
:
0 0), por lo ue podría tratarse de un m sico
o guerrero que avisa a sus compañeros para que se preparen para
la lucha uentes y Mata, 00 : 0). Presenta la barbilla definida. El cuello es corto. mbos bra os se encuentran e ionados, sosteniendo el instrumento. El tronco también es corto, lo
que contrasta con sus largas piernas, que aparecen ligeramente
e ionadas, con las rodillas y gemelos marcados. inalmente,
los pies se calzan con unas ajustadas botas con tacón.
E iste un nico ejemplar representado sobre un kalathos del
Castelillo llo a) IG 3, fig. 64), ue posee una cronología
centrada en los ss. III-II a. C.
SE ENTE : Personaje masculino, pintado de perfil y mi
rando a la derecha, realizado sobre un kalathos del Castelillo
llo a) IG 3, fig. 64) ue se data entre los ss. III II a. C.
Aparece sentado sobre una silla con cuatro patas altas y un
respaldo elevado (Ruano, 1992: 80). En el mundo ibérico no
es muy com n este tipo de representaciones pintadas, y menos entre personajes masculinos, existiendo otro posible caso
en El Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Maestro, 1989: 164; Bonet,
, fig. 3 ). La t cnica con la ue se reali a el moti o
es la tinta plana.
La parte superior de la figura no se conser a en muy buen
estado, pero se aprecia que en la parte central del rostro se deja
un espacio en reserva para pintar el ojo con un punto. En el perfil de la cara se detalla la nari y el ment n. El cuello es corto y
el tronco robusto. mbos bra os están e ionados y sostienen
un bastón de gran tamaño (Atrián, 1957: 223), lo que ha llevado
a proponer que podría tratarse de un juez que proclamaría al
vencedor del certamen individual que se celebra y plasma en el
mismo vaso (Olmos, 1992a: 137; Ruano, 1992: 111). Las piernas están e ionadas, marcándose los gemelos, y parece ue
calza botas ajustadas con el talón indicado.
-OJO 1: Representación parcial y aislada de un elemento,
el ojo, que podría pertenecer tanto a un ser humano como a un
animal. Se caracteri a por aparecer de frente y por la geometri aci n de su forma, es decir, no se busca una representaci n
realista del ojo, sino ue sufre un proceso de abstracci n y simplificaci n Nordstr m, 6 , 6
3). Por ello, es difícil
en algunos casos diferir entre si se trata de un simple moti o
geom trico o si, por el contrario, tiene otro tipo de significado
(Santos, 2010: 152-153). En este sentido, resulta de suma im243
[page-n-257]
ARA 1
ÁNFORA 1
RED 1
ig. 6 . Moti os ariados.
portancia la ubicación del motivo, pues aquellos que se pintan
a ambos lados de un pico vertedor, generalmente en los oinochoai, se interpretan como ojos apotropaicos.
No están muy representados en el conjunto analizado, pues
solamente los hemos identificado sobre cuatro oinochoai, dos de
ellos procedentes de San Antonio (Calaceite) (San Antonio-10
y San ntonio , fig. ) y los otros de La Guardia lcorisa)
LGSN4 e IG 4 , fig. ). En funci n de sus características
formales hemos establecido tres sub ariantes. Su cronología de
utilización es amplia, pues abarca los ss. III-I a. C.
+OJO 1.1: Se realiza mediante un grueso trazo que describe
un círculo, en cuyo interior se inserta otro de menores dimensiones y que aparece relleno de pintura. Como paralelo, citar
el ojo del IN NTE . fig. 6 ), si bien, el tra o ue sir e
de contorno a la esfera ocular es más fino. Se fecha entre los
ss. III-I a. C.
. : Se confecciona con un punto, rodeado de un
círculo de grueso trazado que, a su vez, está contorneado por
una línea de puntos de tamaño considerable. Se data entre los
ss. II-I a. C.
+OJO 1.3: Consta de dos círculos concéntricos, próximos
entre sí, en cuyo centro aparece otro, de menores dimensiones,
que puede estar relleno de pintura. Su cronología corresponde al
s. III-comienzos del II a. C.
Iv.4.5 otros (FIg. 168)
En este epígrafe incluimos moti os ue pueden ser identificados
con objetos de diversa índole:
R : Representaci n tradicionalmente identificada con
un thymiaterium realizado en cerámica (Cabré, 1944: 20; Beltrán Lloris, 1976: 280; Tovío, 1986: 592; Olmos, 2007b: 369).
Se distingue el soporte propiamente dicho formado por dos
cuerpos troncocónicos dispuestos de manera invertida, con un
par de anillos cada uno) y la ca oleta. No obstante, morfol gicamente también podría corresponder a un ara votiva similar a las recuperadas en El Cabezo de Alcalá (Azaila) (Beltrán
Lloris,
, fig. 40.
0 3: 30 3 0 Sim n, 00 ). Se ubica
entre dos gallos afrontados, lo ue ensal a su alor simb lico
fig. 3) lmos, 00 b: 36 ), aun ue tiene un papel secundario en la decoración. Corresponde al tema 142 de Beltrán Lloris
6: 0, fig. 4).
244
La técnica con la que se realiza es la de la tinta plana. Se ha
pintado sobre un kalathos del Cabezo de Alcalá (Azaila), datado entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C., y existe otro
posible ejemplar sobre un recipiente de gran tamaño con cierre
hermético procedente del mismo yacimiento y con la misma
cronología fig. 36).
N R : Representaci n frontal de un objeto con cuello y cuerpo fusiforme. La t cnica con la ue se reali a es la tinta
plana. Se pinta entre dos individuos masculinos que parece que
lo están transportando, por lo ue, en funci n de su forma y del
conte to en el ue aparece se ha interpretado como un ánfora,
aunque no se ha conservado al completo (Maestro, 1989: 65;
Marco, 1983-1984: 93; Beltrán Lloris, 1996: 153).
No es com n la representaci n de objetos cerámicos entre las decoraciones pintadas ibéricas, si bien es cierto que sí
existen algunos casos: por ejemplo, el posible thymiaterium anteriormente citado del Cabezo de Alcalá (Azaila), la sítula de
Tossal de Sant Miquel/Edeta Llíria) Bonet,
, fig. 3 ), la
pátera de L lcudia El ) Tortosa, 006, fig. ), las ánforas
transportadas en carreta de Elche de la Sierra (Albacete) (Eiroa,
6 lmos,
6b:
) y un ánfora en Los Villares (Caudete
de las uentes) Pla,
0, p ndice II lmos,
b: 4 0,
2000: 68). De entre todos ellos, el que más parecido guarda a
ni el formal/estructural con el caso ue a uí planteamos es el
ltimo aludido, pues el ánfora aparece entre otros dos moti os
afrontados, en este caso hipocampos, si bien, su sentido es heráldico y mitológico.
Se ha documentado en una ocasión, sobre un crateriskos del
Castelillo llo a) IG 46, fig. 3) y su imagen guarda cierto
parecido con el moti o ESTIL 6 fig.
). Se data entre los
ss. III-II a. C. y su papel en la ornamentación es secundario.
RE : Retícula cuadrangular formada mediante una serie
de líneas horizontales y verticales que se cruzan. La técnica de
reali aci n es el perfilado. El moti o se ha identificado con una
red o trampa, pues pr imo a l se encuentra un lagomorfo al
que un hombre trata de dar captura (Valiente, 1975: 5; Maestro,
4: 4 Lucas,
: 0), por lo ue probablemente formaría parte de su estrategia de caza.
E iste un nico ejemplar pintado sobre un crateriskos del
Castelillo llo a) IG 46, fig. 3), datado en los ss. III II a. C.
[page-n-258]
Las representaciones de este tipo de motivos son más bien
escasas en el mundo ib rico, contando nicamente con paralelos
en el yacimiento de Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet, 1995,
fig. 44 y ). Las escenas en las ue aparecen son tambi n de
caza, si bien, disiente en el tipo de presa a conseguir, pues son
cérvidos en el vaso valenciano (Valiente, 1975: 5).
IV.5. TEMAS
Con esta denominación aludimos a un conjunto de motivos que
están interrelacionados y forman parte de una misma unidad
temática. Su naturale a puede ser ariada geom trica, fitomorfa, oomorfa o antropomorfa) y, dependiendo de las caracte
rísticas e intencionalidad de lo representado, podemos diferenciar dos tipos de temas: demostrativos y narrativos (Tortosa,
2006: 185-188).
Iv.5.1. deMostratIvos
A él pertenecen las imágenes en las que aparecen distintos moti os representados, de igual o diferente naturale a, entre los
cuales no existe una interacción directa o explícita. Así las cosas, parece que lo que predomina en ellas es una intencionalidad
demostrativa y descriptiva, pues aluden a un momento concreto
pero sin referencias claras al espacio y tiempo en el ue se produce, por lo que tienen un valor atemporal.
Dentro de este grupo incluimos casi todas las representaciones fitomorfas, pues no hemos documentado la intencionalidad
de recrear en un mismo vaso los distintos estadios de desarrollo de la vegetación, como sí ocurre en otros conjuntos (Badal
et al., 2010: 91). Bien al contrario, plasman un momento concreto, representándose moti os fitomorfos aislados hojas, ores, frutos o herbáceas) o interconectados, pudiendo coincidir
en un mismo motivo varios elementos vegetales (sirvan como
ejemplo los tallos, donde se pintan en un mismo espacio hojas y
ores o frutos entrela ados). En cual uier caso, lo ue se representa no alude a ese ciclo vital y regenerativo, encarnado en el
surgir y brotar vegetal, que está tan presente entre las cerámicas
del SE. peninsular y del Tossal de Sant Miquel (Llíria), donde
dichos estadios vegetales se pueden contemplar en un mismo
vaso (Olmos et al., 1994: 84; Badal et al., 0 0, fig.
4).
Por otra parte estarían aquellas representaciones en las que
los protagonistas son moti os oomorfos ue aparecen descontextualizados, sin otros motivos secundarios que aludan al medio en el ue se encuentran o ue re ejen la acti idad ue están
reali ando, por lo ue se considera ue su finalidad carece de
intencionalidad ejecutora, es decir, que no protagonizan ninguna escena, sino que son agentes más bien pasivos. Tal es el caso
de un kalathos recuperado en el lto Chac n Teruel) fig.
y
191), donde se pintan aves y peces en espacios bien delimitados
(con líneas onduladas, semicírculos o cuartos de círculo) pero
en los que, como hemos dicho, no aparecen motivos secundarios
asociados. También debemos incluir aquí dos tapaderas halladas
en El Cabe o de lcalá
aila)
43 6 63 , fig. 00 y aila 3 , fig. 0 ), en las ue se pintan gran cantidad de alas o garras. Del mismo yacimiento existen cinco piezas con decoración
fitomorfa entre la ue aparece alg n moti o oomorfo peces y
pájaros), de un tama o bastante inferior al de los egetales a los
que acompaña, por lo que resultan claramente desproporciona-
dos, lo ue lle a a plantear ue tal e fueran alusi os al artista
que decora la pieza o al aristócrata que encarga el vaso, por lo
ue tendrían ciertas connotaciones heráldicas fig. 33, 34, 4 ,
71 y 72) (Clausell et al., 2000: 89). Por otra parte, aunque con
ciertas reser as por el estado fragmentario de la pie a, tambi n
podríamos incluir un vaso de Tiro de Cañón (Alcañiz) (TCSN7,
fig. ). En l aparece un conjunto de a es ue se suceden en
vertical y protagonizan una de las metopas que componen la
pieza. Ninguna de las aves tiene asociado elemento alguno ni
tampoco existen motivos secundarios que ambienten el espacio
en el que aparecen. No obstante, se debe tener en cuenta el handicap con el que nos encontramos los investigadores al analizar
este tipo de representaciones, pues en muchos casos, el desconocimiento del simbolismo de lo representado puede llevarnos
a una clasificaci n err nea de las imágenes.
Por ltimo, considerar las representaciones de ojos sobre oinochoai fig. ). Su presencia se ha definido como profiláctica
y, en arias ocasiones, es el nico moti o figurado ue aparece
en la pieza (San Antonio-10 y San Antonio-11). Queda patente
el valor simbólico y mostrativo de su presencia, sin alusión alguna a una actividad concreta.
Iv.5.2. narratIvos
Con esta designación aludimos a escenas en las que participan
un conjunto de figuras, oomorfas y/o antropomorfas, interrelacionadas entre sí. Se pueden plasmar una o varias acciones
desarrolladas de manera individual o conjunta, compartiendo
espacio en un mismo vaso, si bien, dicha agrupación no implica
necesariamente una sucesión o correlación espacial o temporal.
Generalmente, en las decoraciones vasculares ibéricas las
escenas suelen estar protagoni adas por seres antropomorfos, si
bien, en este espacio geográfico resulta más com n ue los protagonistas sean los animales. Su variedad temática no es muy
amplia, predominando claramente las escenas cinegéticas, bien
sean de caza aristocrática o de depredación entre animales.
Respecto al tiempo plasmado en este tipo de temas, y siguiendo los postulados de Snodgrass para el mundo antiguo (1987),
hemos identificado el monoesc nico, cuando se re eja un momento concreto de lo narrado, y el sinóptico, pues en ocasiones
advertimos entre las escenas una temporalidad concatenada.
Si se tienen en cuenta las preferencias temáticas, se aprecia cómo existe un claro predominio de las descriptivas, con
un 3 del total considerando en el c mputo a uellos recipientes en los ue lo conser ado es suficiente para incluirlos en
un determinado grupo), frente a las narrati as, con un .4 .
El resto corresponde a un grupo mi to .6 ), en el ue en el
mismo vaso aparecen varios registros decorativos y en cada uno
de ellos se representa un tema, si bien, como apreciamos por
los valores porcentuales, su elección es meramente testimonial.
En cualquier caso, independientemente de la naturaleza de
la temática pintada, se observa que no existe una preselección
tipológica de los vasos a decorar que sea exclusiva de un determinado grupo. icha preferencia a más ligada al apro echamiento de las buenas características ue ofrecen las paredes de
algunas piezas para la plasmación de imágenes.
A continuación abordamos el estudio de las escenas narrativas recreadas atendiendo al tipo de soportes en los que aparecen, por seguir un orden clasificatorio y inculante en cuanto a
la lectura del aso se refiere, es decir, por no desconte tuali ar
245
[page-n-259]
imágenes ue aparecen en el mismo soporte y ue forman parte
de un mismo mensaje. Por ltimo, se alar ue solamente aludimos a los ejemplares más completos.
ecipiente con cierre ermético A
TCSN fig. ): Solamente aparece decoraci n figurada
en tres de sus metopas. En ellas se representan varias aves con
peculiaridades propias en cuanto al tamaño, tipo de cola, relleno
del cuerpo y cuello, etc. que permiten individualizarlas y podrían indicar diferencia de se o o edad.
En la primera metopa aparecen dos aves que debieron
contar con similar morfología, a pesar de ue una de ellas se
conserva de manera parcial. Se les pinta en la parte superior
de un gran moti o egetal L
. , fig.
), en sentidos
opuestos. Destaca, precisamente, el que se den la espalda, pues
como se verá más adelante en las representaciones del Cabezo
de lcalá
aila), el tema de a es afrontadas, documentado en
varias ocasiones y con ligeras variantes, se caracteriza porque
stas siempre aparecen de frente. En este caso las a es tienen
pequeño tamaño y, en la medida en que no se detallan sus alas,
parece que están en una actitud de reposo, posadas sobre la
egetaci n fecunda.
En la segunda metopa se pintan dos aves de gran tamaño,
una encima de otra, asociadas a sendas R SE fig.
), situadas justo detrás de ellas. Al detallarles las alas, separadas y
ligeramente elevadas, así como por la disposición de sus patas,
parece que tras un desplazamiento indeterminado en tiempo y
espacio, van a tomar tierra.
En la tercera metopa el n mero de a es se multiplica, pues
ahora se pintan cuatro. De nuevo, el modelo descrito en la metopa anterior se repite. Aparecen dos de ellas con un tamaño considerable, morfol gicamente muy parecidas a las anteriores. Sus
alas también están ligeramente levantadas, indicando el vuelo,
y sus patas aparecen un poco e ionadas. Les siguen dos a es
de menores dimensiones tal e sus crías En ese caso sí ueda
más clara la intencionalidad de representarlas en movimiento,
en pleno desplazamiento volátil, pues las alas están separadas
del cuerpo, que se inclina, y sus patas aparecen recogidas. Así
pues, las aves vuelan en un medio abierto en el que las adultas
guían y protegen a las pequeñas, enseñándoles los dones y peligros ue ofrece la naturale a.
l leer estas imágenes figurati as en conjunto, podemos interpretar que con lo representado se alude al ciclo natural de
todo ser vivo. Así pues, en un primer momento aparecen las
a es j enes, ine pertas e indefensas, protegidas por la naturaleza, en la que claramente intervendrían las adultas, aunque en
esa metopa no se haga alusión directa a ellas. A continuación se
les representa como adultas, vinculadas a un elemento vegetal
que, en ciertas ocasiones se ha considerado como un símbolo
de la fecundidad, lo ue enla aría con la siguiente metopa, en
la que aves adultas y crías comparten espacio y se alude a la
perpetuación de la especie.
43 6 0 fig. 30 y
): En este caso, la escena aparece en una metopa de gran tamaño. En ella se pintan un grupo de
ciervos paciendo tranquilamente en su hábitat natural, recreado
por unos pocos motivos vegetales y algunas aves que sobrevuelan el espacio. Uno de ellos se recuesta en ese espacio abierto,
ajeno completamente al peligro inminente que les acecha, pues
está de espaldas a éste. Los otros dos ciervos muestran una reacci n de sorpresa, frenando en seco su marcha al erse sorpren246
didos por una manada de lobos. Al menos se pintan tres carnívoros, que avanzan a la carrera para dar alcance a sus presas. En
este caso, se recrea directamente el ataque a los herbívoros, sin
ue medie entre el encuentro y el fatal desenlace la persecuci n
propia y característica de este tipo de escenas tr ficas presente
entre las cerámicas ibéricas del Bajo Aragón.
En cualquier caso, se aprecia cómo en el mismo espacio los
tres cier os encarnan actitudes diferentes ue podrían re ejar la
secuencia lógica de los acontecimientos: reposo, sorpresa ante
la llegada de los depredadores e intento de huida y, finalmente,
la rendición ante la imposibilidad de escapar victoriosos del ataque. Así las cosas, queda claro que el primero de los herbívoros
al que se le dará captura es el que se pinta más arriba que, además, posee mayor tamaño que el resto ¿en un intento de aproximar al espectador la escena principal Cabr , 44: 63 6 ).
43 6 0 fig. 3 ): En una metopa un poco más ancha
ue el resto aparecen dos pares de a es afrontadas y superpuestas, aun ue la conser aci n de la pintura es tan deficiente ue
en algunos casos ha desaparecido parte del motivo. Las hemos
identificado como gallináceas y entre cada pareja e iste un elemento que las separa.
La pareja ue se conser a más completa es la inferior, donde
se pinta a un indi iduo masculino, un gallo, con una or en el
círculo dejado en reser a en la ona de su ientre. Enfrente, la
otra ave lleva el mismo tipo de decoración. Entre ambas, una
posible peana de la ue salen hojas
4, fig.
).
Resultaría sugerente considerar que uno de los individuos
afrontados corresponde al se o masculino y el otro al femenino, pues si se relaciona con la posible representación de huevos
CIR . , fig. 4 ) en la pareja superior y el elemento ue separa
a las gallináceas, podríamos estar ante una escena alusiva a la
fecundidad y, por ende, a la prosperidad. En cambio, si fueran
dos pares de machos, el sentido variaría ligeramente, pues en
ese caso se haría referencia a una disputa por el lidera go. En
t rminos reproducti os, de ese enfrentamiento librado entre
cada pareja saldría el macho que cubriría a un conjunto de gallinas y garantizaría la continuidad de la especie. En ambos casos,
la alusión al marco temporal en el que suceden los hechos queda patente, pues estas aves elevan su canto al amanecer (Mata,
2000: 25; Olmos, 2000: 62-63).
43 6
4 fig. 36): En esta ocasi n la decoraci n singular aparece sobre un friso ue se dispone en la parte superior del
vaso. En él las protagonistas son las aves, un total de once. Se
suceden una tras otra en un espacio abierto, al aire libre, recreado con ciertos motivos vegetales. Todas tienen un ala levantada
y las patas ligeramente e ionadas, indicando ue están olando, aun ue en alg n caso, por su pro imidad al límite inferior
de la banda, del ue surgen algunas plantas, parece re ejar el
momento inicial en el que el ave toma impulso para ascender
y comenzar el vuelo. De algunos de sus picos cuelgan tallos
de herbáceas, del mismo tipo que las que se pintan para recrear
el espacio natural en el que todo sucede. Puede que las aves
las sostengan por diversas razones: son parte de su alimento,
fundamentalmente si corresponden a gramíneas las emplearán
para forjar su nido, donde criarán a su descendencia o tienen
valor simbólico.
orman parte de la escena dos serpientes pintadas en la ona
superior del friso entre dos a es. Se trata de animales ue reptan, por lo ue se han superpuesto planos diferentes.
[page-n-260]
ig. 6 . Kalathos IG148, 149, 152 recuperado en El Castelillo
llo a) oto: Museo de Teruel).
También se pintan dos peces, uno de ellos en la parte inferior del friso, en alusi n al medio acuático. El otro, del ue
se representan las raspas, sobre un posible pebetero o altar, indicando que su consumo estuvo vinculado a un banquete ritual
o sacrificio.
Valorando el conjunto ornamental del friso, con los dife
rentes motivos que lo integran, se aprecia una alusión al consumo, a lo terreno y perecedero, representado por las herbáceas que cuelgan del pico de las aves y el pez, que aparece entero y consumido.
La presencia del ara resulta significati a, pues alude al sacrificio, entrega a la di inidad y consumo ritual de ciertos alimentos (vegetales o animales). Esta lectura en clave simbólica
cobra sentido si se considera el contexto en el que se recuperó el
vaso, el templo in antis (Cabré, 1944: 60). Así las cosas, resultaría sugerente identificar las a es representadas con palomas,
mensajeras divinas y atributo de la diosa ibérica asimilada a la
Tanit p nica lmos y Tortosa, 0 0: 4 ). En esa línea, las
serpientes actuarían como conectoras entre el mundo terrenal
y el Más llá.
stas se les atribuye, entre sus m ltiples cualidades, una funci n fecundadora y tambi n salutífera Marco,
1983-1984: 87; Prada, 1992: 247; Blanco García, 1997: 196).
El primero de los atributos encajaría bien con las palomas y la
egetaci n representada, pues aludirían a la fuer a benefactora
de la Diosa Madre como propiciadora de los bienes alimenticios
de consumo.
Como ya apuntamos en el capítulo dedicado a los soportes, el gran tamaño de la pieza y su recuperación en un espacio
sacro, nos lle a a plantear ue su funci n estu o inculada al
almacenaje de í eres ofrendados por los fieles de otos, de ahí
su relación con las hipótesis planteadas.
alat o A
IG 4 , 4 ,
fig. 64 y 6 ): Escena de ca a protagonizada por, al menos, un par de personajes masculinos que montan sendos caballos enjaezados. En el ejemplar que se conserva
más completo se aprecia cómo el individuo va armado con una
lanza. El caballo marcha a gran velocidad, pues persigue a una
manada de ciervos, de los que solamente se representan dos ma-
chos. Tras la persecución, en la que se ayudan de perros, y una
vez alcanzada la distancia óptima para darles presa, los jinetes
arrojarían la lanza. Sobre uno de los cérvidos vuela un ave (AVE
. , fig. 6 ), identificada con un posible buitre trián,
:
222; Tovío, 1986: 591), lo que presagia su inminente muerte
(Olmos, 1992a: 143; Olmos y Tortosa, 2010: 246), aunque también se ha querido ver en ella una representación de un águila
Marín Ceballos,
:
), defendiendo la i acidad del c rido. ni el formal, no e isten diferencias entre esa imagen y
las otras aves que aparecen en el vaso, por lo que consideramos
más apropiada la primera de las interpretaciones (Mata et al.,
2014: 62-63).
Estamos ante un acto cinegético grupal, pues son varios
los jinetes que participan en la persecución y cacería de los
c r idos. Esta práctica formaría parte de una acti idad l dica
que ayudaba a la cohesión del grupo y constituía un escenario
adecuado para demostrar las virtudes de los aristócratas, tales
como: dominar al caballo al que montan, calcular con destreza
la distancia a la que deben atacar al animal deseado para abatirlo
sin correr riesgos innecesarios y, tambi n, controlar la fuer a
y dirección con la que debían arrojar las armas para conseguir
herir a las presas y acabar con sus vidas. Al mismo tiempo, era
una excelente manera de tener entrenados y preparados a los indi iduos masculinos para el momento en el ue fuera necesario
hacer frente a alg n con icto b lico lmagro Gorbea,
:
214). No obstante, no quiere decir que tras la cacería las presas no fueran trasladadas a los poblados para ser consumidas y
aprovechar las distintas partes sus cuerpos (astas, carne y huesos), así como sus pieles (Iborra, 2004: 367).
Espacialmente separada de la escena anterior, pero a continuación, aparece un ciervo, del que solamente se conservan
los cuartos traseros, y un conjunto de aves que, en distintas direcciones, sobrevuelan la escena. Algunas de ellas son buitres,
claro indicativo de que el cérvido pintado o bien está muerto
o herido, por lo que en breve les servirá de alimento. En base
a la presencia de otras a es de diferente tipo, a la ausencia de
carnívoros y a la disposición del ciervo, nos inclinamos por considerar que éste está malherido, tratándose lo representado de
una narración episódica.
Cabe destacar la actitud con la que aparece un buitre pintado a la izquierda del cérvido. Su ubicación resulta inconexa
con el tema principal de la escena, debiendo relacionarlo con la
imagen incompleta de otro buitre, del que se conserva el pico,
las garras y la cola. mbos se en ar an en un enfrentamiento
directo y frontal, pre io al ata ue del herbí oro.
IG 0 fig. 64): La escena representada se encuentra muy
incompleta, pero a pesar de ello e isten elementos suficientes
para intuir su temática: el enfrentamiento de un indi iduo jo en,
de la clase aristocrática, a un lobo.
El personaje masculino aparece a la izquierda, en posición
supino. Posee rasgos que vinculan su apariencia con un ave,
tal es el caso del penacho en forma de cresta, la nari picuda
y los bra os terminados en garras. Va armado con una falcata
o cuchillo Maestro, 0 0: 3), pero lo mantiene enfundado.
Probablemente el lobo lo cogió desprevenido, produciéndose el
enfrentamiento a cuerpo. El resultado es funesto para el humano, quien agarra con su “mano” izquierda la lengua del lobo,
quedando conectados ambos íntimamente. El lobo, por su parte,
muestra su afilada dentadura, tiene resaltados sus ojos y posee
247
[page-n-261]
ig. 0 Kalathos IG
Museo de Teruel).
hallado en El Castelillo
llo a)
oto:
mayores dimensiones, en un intento de destacar su importancia
en el desenlace de los acontecimientos. Cierra la escena, o mejor dicho, lo que se conserva de ella, un ave rapaz que presagia
la inminente muerte del humano. Ésta, tras devorar sus restos,
conseguiría trasladar su alma al Allende (Marco, 1983-1984: 92;
Olmos y Tortosa, 2010: 245).
Conviene relacionar la escena con los distintos ritos iniciáticos que protagonizaban los jóvenes iberos al alcanzar la edad
adulta, para formar parte de la ida urbana y de las acti idades
que como ciudadanos de la élite aristocrática les eran propias.
Las decoraciones pintadas sobre cerámica han recogido varias
de las pruebas que debieron superar, tales como: la caza de cieros, el enfrentamiento a un animal sal aje, bien sea un lobo
urt ,
3) o un jabalí Verd , 00 ), culminando finalmente
en el combate heroico, frente a frente, entre dos indi iduos masculinos. Cabe aludir a la famosa tinaja recuperada en el poblado de La Serreta (Alcoi, Penàguila, Cocentaina), popularmente
conocida como “Vas dels Guerrers”, por presentar en el mismo
friso los distintos ritos de paso por los ue atra esaba un joven ibero, con los que, tras ser superados, alcanzaba la madurez
uentes, 00 :
0). No obstante, dicho aso presenta la
singularidad de ue el enfrentamiento entre el hombre y la fiera
no se produce de manera directa, sino que lo que se plasma corresponde a una escena de caza en la que el lobo ha sido herido
por una lanza (Badal et al., 2010: 77). La victoria del personaje
masculino, en ese caso, se representa de una manera diferente
a la de L’Alcudia (Elx), donde ésta se inmortaliza con el héroe
tirando de la lengua del lobo (Kurtz, 1993: 240). Por lo tanto, el
ejemplar ilicitano comparte esquema compositivo con la escena
del El Castelillo (Alloza), si bien, por lo anteriormente expuesto, los significados son diferentes. En el primero, el encedor
sería el ar n, ue con audacia ha logrado rendir a la fiera, representada con un gesto de sometimiento, mientras que en el
segundo no ha sido capaz de doblegarlo, en virtud a la posición
yacente del indi iduo y al arma enfundada.
La recurrencia de este tema en concreto, el enfrentamiento
directo entre un individuo masculino y un lobo (Mata y Soria, 2012), ha llevado a plantear la posibilidad de que entre los
248
iberos e istiera alg n relato mítico ue aludiera a tal circunstancia (Kurtz, 1993: 242). Por nuestra parte, aunque sin descartar dicha hipótesis (por el aspecto sobrenatural que adquieren
algunos de los lobos), consideramos más plausible que lo representado aluda a una de las fases de aprendi aje a las ue se
enfrentaban los j enes iberos para alcan ar la condici n de
ciudadano, bien repertoriada en otros soportes y áreas geográficas (Mata y Soria, 2012).
Por otra parte, existen otras escenas con temática similar en
las que el animal protagonista alude a un mundo irreal y simbólico. El enfrentamiento se produce tambi n de manera directa,
uno contra uno, pero resulta vencedor el individuo masculino.
En esos casos, parece más clara la representación de una hazaa, identificándose al ar n con un h roe y inculando el relato
al ámbito mitológico. En este sentido, cabe hacer alusión a la tinajilla recuperada en la necrópolis de Corral de Saus (Moixent)
I uierdo,
). En ella aparece un enfrentamiento protagonizado por un joven, armado con lanza y puñal, que se opone
a una esfinge. Se plasman dos secuencias de la lucha mítica,
en la que resulta victorioso el varón, de ahí su representación e
inmortalización en el imaginario ibérico.
IG
fig. 66 y 0): Vaso singular ue presenta decoraci n figurada en tres de las cinco metopas conser adas. Esas
tienen un tamaño considerable, pero alguna no se conserva al
completo, lo ue dificulta su lectura e interpretaci n.
En la primera metopa que analizaremos predomina la ornamentaci n de tipo fitomorfo, si bien, destaca en la parte superior
izquierda un ave de pequeñas dimensiones, similar a otra que
aparece en otra metopa VE 6. , fig. 64). Tiene las alas desplegadas y las patas e ionadas, pues acaba de posarse en uno
de los elementos vegetales que inundan la metopa, concretamente sobre un conjunto oral.
De la segunda metopa se conserva poco. Aparentemente en
la escena intervendrían un ave de dimensiones considerables y
un par de cánidos, por lo que se puede intuir que se trataría de
una escena de caza protagonizada por animales.
En la ltima metopa se pinta una escena de ca a protagonizada por dos lobos y un ciervo. El momento concreto que se
plasma es aquel en el que los carnívoros comienzan a devorar al
herbívoro, tal y como se deduce del contacto directo que existe
entre las bocas de los lobos y el cuerpo del ciervo. Para resaltar
la fiere a de los carní oros se les detallan los afilados dientes. El
ciervo, por su parte, carece de cornamenta y está tumbado en el
suelo, donde yace muerto (Atrián, 1957: 221). No hay voluntad,
por parte del artista, de plasmar rasgos cruentos (sangre, mutilaciones anat micas propias del de orar, etc.), sino ue se prefiere
dejar implícito, recreando el instante anterior al comienzo del
despiece de la presa. Cierra la escena la presencia de un ave de
pe ue o tama o VE 6. , fig. 64), probablemente una rapa
(Marín Ceballos, 1995: 272), con las alas y una de sus patas
levantadas, por lo que estaría a punto de iniciar el vuelo. Su
presencia se relaciona con la anunciación o, mejor dicho, certificaci n de la muerte del c r ido.
IG 3 fig. 64 y
): En el friso superior de este kalathos
aparece una compleja escena. A la izquierda se representan dos
caballos, uno de ellos montado por un jinete. A marcha rápida,
llegan al espacio en el que se está librando una posible batalla
uentes y Mata, 00 : 0). elante de ellos aparecen cuatro
individuos masculinos. El de más arriba, situado próximo a uno
[page-n-262]
ig.
. Kalathos IG
de Teruel).
3 del Castelillo
llo a)
oto: Museo
de los jinetes, toca un instrumento musical, identificado con
una trompa o cuerno, con el que llamaría a sus compañeros,
indicando el momento en el que deben estar preparados para
entrar en combate. A su lado, situado un poco más hacia delante,
otro individuo marcha a pie, armado con dos lanzas y un escudo
oblongo, con el que protege su cuerpo. Bajo los anteriores se
sit a otro infante, ue a armado con un escudo del mismo tipo
que el anterior y en la mano izquierda parece portar una espada.
Por ltimo, se pinta otro infante más abajo y un poco más atrasado que el personaje anteriormente descrito. Va armado con
una espada y un scutum. No es extraño que los tres personajes
que aparecen en la primera línea de choque con el adversario
cuenten con un escudo, pues serviría para proteger su cuerpo del
ataque del enemigo, si bien, se les representa en una actitud de
espera, sin belicismo aparente. Como hemos apuntado anteriormente, lo representado corresponde a esos momentos previos a
ue el enfrentamiento se produ ca.
Bajo el grupo anteriormente descrito aparece un individuo
masculino, sentado sobre una silla, que sostiene entre sus manos un bastón o cetro. Su presencia se suele relacionar con la
escena que aparece a la derecha, separada de la anterior por un
moti o oral, de cuya corola surge una línea escaleriforme ue
termina en el límite inferior del friso. Resulta sugerente incular ambos espacios, pero el personaje sedente queda inserto en
el de la parte izquierda. De este modo, debemos plantearnos si
realmente existe una voluntad divisoria del campo decorativo
y de las escenas al representar el moti o escaleriforme. En este
sentido, cabe tener en cuenta que en lo descrito hasta ahora no
hemos hecho alusi n a la presencia de ning n enemigo con el
ue protagoni ar un enfrentamiento, por lo ue consideramos
apropiadas las interpretaciones que toman lo representado como
parte integrante del mismo conjunto.
la derecha del moti o escaleriforme aparecen dos indi iduos masculinos, armados con scutum y, en el caso conservado al completo, espada. El enfrentamiento es directo, cuerpo a
cuerpo, del que solamente resultará victorioso uno, por lo que
constituye una demostración de la agudeza, ingenio, agilidad,
destre a, alor y fortale a del indi iduo, irtudes dignas de un
ciudadano que se precie y valore dentro de la sociedad a la que
pertenece. El tamaño de ambos es muy superior al de los otros
personajes masculinos, por lo que se plantean dos posibilidades: o bien ue se deba a un intento de re ejar su pro imidad
espacial y la lejanía de los personajes de la izquierda; o que se
haya aplicando la ley de rango-tamaño, gracias a la cuál es posible identificar a los protagonistas de lo narrado en irtud de sus
mayores dimensiones. Así pues, se destaca la escena que se está
ejecutando en ese preciso instante, poseyendo menor tamaño lo
que está por llegar.
Como apuntamos en una publicación anterior, lo representado en esta zona de la derecha podría corresponder a una
sucesión de certámenes individuales que tendrían lugar en un
espacio abierto, sugerido por la presencia de un toro y el moti o fitomorfo conser ado uentes y Mata, 00 : 0), cuya
relación con la escena anterior no queda clara, tal vez por lo
incompleto de la pieza. La imagen del individuo sentado se ha
identificado con un jue , encargado de otorgar la ictoria a uno
de los dos personajes ue se enfrentan, pudiendo ser el toro el
trofeo ue obtu ieran, pues es bien sabido ue se trata de un
bien de prestigio entre los iberos (Ruiz Bremón, 1991; Pastor,
1998: 112), o bien estar aguardando a ser inmolado tras la celebración de los certámenes rituales (Mata et al., 2014). La presencia del bóvido también ha sido objeto de otra interpretación,
considerándolo alusivo al territorio por el que combaten ambos
indi iduos, representantes de dos comunidades diferentes I quierdo et al., 2004: 95).
IG 4 fig. 6 y
): En este caso son tres las escenas
representadas, cada una en una metopa diferente. La primera
de ellas está protagonizada por un jinete que monta un caballo
adornado con frontalera, por lo ue transmite un aire festi o o
conmemorativo a la escena. El individuo masculino lleva en su
mano derecha una lanza, pero ésta no se dispone en horizontal,
sino en diagonal, lo que indica que no la transporta con intenci n de arrojarla de manera inmediata, lo ue refuer a ue no
nos encontramos ante una escena de caza ni lucha. Con la mano
izquierda alza una palma (Atrián, 1957: 224), lo que se ha interpretado como un signo de victoria (Lucas, 1995: 888). Cabe
recordar, en este sentido, algunos cuños de monedas ibéricas
en los que aparecen imágenes similares (Maestro, 2010: 221).
Por ello, consideramos que lo representado corresponde a un
desfile ictorioso.
Tras la figura humana aparece un a e de tama o considerable. Su presencia, o mejor dicho, la representación de aves
solitarias en uno de los extremos de la metopa decorada viene
siendo com n en algunas de las pie as recuperadas en El Castelillo llo a) IG
, fig. 66 y 0). Su presencia se ha relacionado con la práctica de la cetrería (Marín Ceballos, 1995),
propuesta realmente sugerente, aunque no exenta de críticas
ranegui, 000:
), así como con el anuncio del triunfo del
jinete (Lucas, 1995: 888), cuestión que compartimos. No obstante, también deberíamos considerar su presencia como un recurso estilístico del artista que pintó estos vasos.
249
[page-n-263]
ig.
. Kalathos IG
de Teruel).
4 del Castelillo
llo a)
oto: Museo
Completan la escena una serie de motivos vegetales que se
han conser ado de manera parcial y cuya clasificaci n e identificaci n, especialmente del ue aparece delante del caballo,
resulta complicada. Por ltimo, se alar la presencia de una posible ala aislada u hoja similar a la de las palmas, que recuerda
a las ue aparecen formando el moti o ERB 3 fig.
), tras
los cuartos traseros del équido.
La segunda metopa está ambientada con una serie de motivos vegetales y protagonizada por una escena de caza. En ella
aparecen dos aves rapaces volando a gran velocidad. Caen en
picado con el objetivo de dar alcance a su presa, un lagomorfo ue, al mismo tiempo, es perseguido por un perro fam lico.
Bajo el lagomorfo aparece otro cuadr pedo incompleto, tal e
otro perro. En la parte inferior i uierda de la escena hay un
b ho mirando al espectador de frente, como si buscara su complicidad a través de la narración de los hechos. Su presencia es
un marcador temporal, pues indica que la escena cinegética se
produciría al anochecer, momento en el que los conejos y liebres salen de sus madrigueras o nidos en busca de alimento. A
continuaci n aparece una línea ondulada ue fracciona el campo decorati o. No ueda claro si la separaci n tambi n afecta al
sentido de lo representado o si, en cambio, la lectura debe ser
continua. En cualquier caso, se mantiene la proporcionalidad
entre los motivos que aparecen en ambos. De nuevo, en un espacio abierto, donde no es muy abundante la cubierta vegetal, se
muestra a un ciervo que marcha a la carrera, como huyendo de
un peligro, de ahí que se pueda relacionar con lo anteriormente
representado. Sobre ste aparece la parte inferior de un a e de
grandes dimensiones.
IG 43 fig. 6 ): un ue son arias las escenas ue debió acoger esta pieza, solamente se ha conservado una relatiamente completa. Está protagoni ada por animales de diferentes especies, entre ellos aves y cérvidos. De izquierda a de250
ig. 3. Kalathos IG
de Teruel).
4 del Castelillo
llo a)
oto: Museo
recha, lo primero ue aparecen son dos cier os en fila, uno
sobre otro. En el lomo del que está más arriba se pinta un ave
rapaz. Marchan a la carrera, como si se apresuraran por huir de
alg n predador ue trata de de orarlos. continuaci n, seis
buitres se aproximan, rodean y acechan a un cérvido del que
solamente se conservan las astas. La presencia de esas aves carroñeras indica que el herbívoro debía estar muerto. La escena,
por tanto, es de depredación.
IG 4 fig.
y 3): En este aso los pigmentos se encuentran bastante deteriorados, lo ue dificulta su correcta lectura e interpretación. Solamente existe un registro, en el que la
temática plasmada corresponde a una escena de caza. Son muchos los ciervos machos pintados en sucesiones verticales que
se repiten en horizontal. La escena discurre en un espacio abierto, sin domesticar, propio del entorno natural en el que habitan
los cérvidos. Los integrantes de la manada corren a la derecha,
huyendo de una jauría de lobos que les persiguen a toda velocidad y están próximos a darles captura. Tras éstos aparecería otro
conjunto de ciervos, de los que solamente se intuye la presencia
de uno. Les acechan un grupo de lobos que todavía se encuentra
relativamente lejos. Es por ello que, al darse cuenta los carnívoros de que un poco más atrás aparece otro grupo de posibles
presas, ciervos machos y hembras, giran su cabeza hacia ellos,
percibiendo que esos se encuentran más cercanos que los que
les anteceden. Llama la atención el hecho de que los ciervos que
preceden a los lobos están asociados a pequeñas aves que sobrevuelan su lomo. Como en otros casos hemos explicado, son
el anuncio de su inminente captura y muerte, sentido que viene
ratificado por la presencia de una serpiente ue repta sigilosa.
IG 3
fig. y 4): Se trata de una de las pie as ue se
encuentra en mejor estado de conservación y que ha despertado
mayor interés entre los investigadores, pues se han hallado otros
dos kalathoi con ornamentaciones muy similares en El Cabezo
[page-n-264]
ig. 4. Kalathos IG1359
de La Guardia (Alcorisa)
oto: M. M. uentes).
de lcalá
aila). El programa iconográfico en ellos representado ha sido objeto de arios estudios monográficos ranegui,
1999b; Lucas, 1990; Olmos, 1996d), sin que exista unanimidad
en torno a la interpretación del mismo.
La decoraci n discurre en un friso en el ue son arias las
escenas narradas. No se puede determinar con exactitud con
cuál de ellas se inicia el relato, pues no existen delimitadores
espaciales con encionales ue fraccionen el espacio ornamentado, utili ando para tal fin la disposici n ertical de moti os
ue se repiten. icha indefinici n es intencionada e ser así,
indicaría la ambivalencia de su lectura, no teniendo el relato una
temporalización continua, sino que las escenas representadas
harían referencia a tiempos indeterminados García uintela,
1999-2000: 203).
Seg n nuestra propuesta, planteamos comen ar la lectura
por la ona en la ue se pintan tres pares de a es afrontadas, de
similares características, que se suceden en vertical. Están volando, a diferentes alturas, en un entorno abierto, sin ue medie
entre ellas ning n elemento egetal. Bajo la ltima de la fila
i uierda se pinta una ESE . fig. 4 ) con la intenci n de
separar el espacio aéreo, representado sobre ella, del acuático,
justo debajo. La correspondencia de medios no se mantiene en
la hilera de la derecha, donde el a e ue aparece en ltimo t rmino toca con sus garras el límite inferior del friso. Es por ello
ue debemos cuestionarnos cuál es la erdadera finalidad de la
presencia ictiomorfa tal e identificar al artesano
ludir al
comitente ue encarg el aso
es un símbolo inculado a la
naturale a fecunda
El gran tamaño de las aves, desproporcionado si se las compara con los varones que aparecen a continuación, indica que
pertenecen a composiciones diferentes. Por tanto, consideramos
ue su funci n, además de recrear el entorno natural en el ue
todo sucede, sir e para delimitar el inicio/fin de lo narrado.
Le siguen dos parejas de varones, erguidos y quietos, que
tienen uno de sus brazos doblado y el otro levantado, mostrando
la mano abierta. estaca la hipertrofia de sta, lo ue resalta su
importancia dentro de la escena (Maestro, 1989: 62). Entre los
indi iduos, afrontados y separados, aparece el moti o ESTIL
6 fig.
) estili aci n egetal o abstracci n de un ánfora
(Atrián y Martínez, 1976: 84; Marco, 1983-1984: 79; Maestro,
: 6 ). Esa ltima propuesta casaría bien con un ambiente festi o, en el ue los personajes masculinos irían tocados.
El elemento central, además de separar a los individuos, tiene
una importancia significati a en lo representado, pues el conjunto ornamental podría estar aludiendo a la realización de un
tratado o pacto comercial, propio de las sociedades que generan excedentes. Se debe tener presente que el consumo de vino
resultaba frecuente entre las clases ele adas de ese momento,
fundamentalmente en las celebraciones. Pero no todos los individuos podían ingerir este tipo de bebidas, sino que en el mundo
251
[page-n-265]
mediterráneo estaba reservado para los adultos, constituyendo
el acceso a esa costumbre un rito iniciático reglado (Zamora,
2000: 577).
La fecundidad de la tierra no es casual, sino resultado del
esfuer o y trabajo humano. En la siguiente escena aparece, entre un grupo de aves que sobrevuelan el espacio, un hombre
dirigiendo un arado tirado por una pareja de bueyes. Con éste se
prepara la tierra que acogerá la simiente, cuyos cuidados posteriores garantizarán la producción de alimento para su consumo
y, en el caso de que se trate de una buena cosecha, comercio.
Como hasta el momento no se han documentado representaciones de escenas cotidianas entre las decoraciones pintadas
ibéricas, se han planteado diversas hipótesis interpretativas:
+Las que vinculan la escena al ámbito mítico y divino, correspondiendo lo relatado a un rito fundacional Lucas,
:
255; 1990; Marco, 1983-1984; Olmos, 1996d; 1998: 154; Tiemblo, 1999; García Quintela, 1999-2000: 202-205; Izquierdo et
al., 2004: 134; Moneo, 2003: 419).
+Otras consideran que lo narrado es real, por tanto se trata
de un varón que trabaja el campo (Maestro, 1984, 1989), interpretaci n ue re ne pocos adeptos.
Por otra parte, hay uien relaciona la e altaci n de la figura del labrador con la nue a situaci n de ispania frente a la
conquista y ocupación romana, como suministradora de trigo
(Olmos, 2000: 72).
Por ltimo, tambi n se incula con acti idades propias de
la aristocracia, tales como marcar el límite territorial de la ciudad y reglar la utilización del suelo (Aranegui, 1999b).
De entre todas ellas, y en base al tipo de escenas que gustan
ver representadas a las élites sociales que encargan este tipo de
vasos en el ámbito territorial abordado, consideramos más plausible esta ltima propuesta. demás, se debe tener presente ue
la idea que subyace en lo pintado alude al orden, que equilibra
las relaciones humanas con el medio, a través del establecimiento de límites entre lo natural (silvestre) y lo cultivado, así como
entre comunidades diferentes, estipulando los espacios ue pueden ser trabajados para e itar con ictos.
Más abajo de la escena anterior aparecen dos aves de gran
tama o, una de ellas identificada con un b ho ue mira directamente al espectador, invitándolo a sumergirse en lo narrado
acaso la otra es una paloma
e nue o, el gran tama o de
ambas, en comparaci n con el resto de moti os ue forman
el conjunto, llama la atención. Eso permite plantear que existe una voluntad intencionada, por parte del artista, de marcar
dicha desproporci n. sta no se incula a una diferencia de
planos, en un intento de conseguir profundidad en la escena,
sino que se quiere remarcar la atemporalidad de su presencia,
es decir, que no se relacionan en exclusiva con la escena inmediatamente anterior. En este sentido, resulta curiosa la presencia del moti o ESE . fig. 4 ), como más arriba hemos
señalado en el caso del pez, interpretada por Pastor como una
representación del movimiento del arado (Pastor, 2010: 477).
Cierra el conjunto una hilera vertical de pequeñas aves que se
dirigen a la izquierda.
continuaci n, dos jinetes armados con lan a se enfrentan
a un par de jabalíes ue han encontrado de frente. Los caballos no parece que marchen a la carrera, sino que más bien se
encuentran parados, a la espera, tras unos arbustos. La captura
sucederá en breve, pues los suidos están siendo acosados por
252
una jauría de lobos. Éstos les persiguen a gran velocidad entre
la naturaleza salvaje. La distinta gradación de tamaño de los
cinco lobos nos ha llevado a considerar que se trata de una loba
con su camada y, por tanto, una iniciación de las crías en la captura de presas. Los jabalíes, por su parte, se ven arrinconados,
pues por detrás les persiguen sus depredadores naturales, pero
delante se encuentran los jinetes, quienes también les quieren
dar muerte. La escena no se resuelve, quedando sin aclarar si
son los lobos o los jinetes quienes consiguen alcanzar en primer
término a las presas.
En conjunto, en el vaso se aprecia una contraposición entre
el mundo salvaje, sin domesticar, y el civilizado, donde el orden
y la razón humanas están presentes y se imponen. Coincidimos
con la propuesta interpretativa de Aranegui (1999b), quien ve
en las escenas representadas una plasmación de las actividades
propias de la élite aristocrática, como ocurre en otros ámbitos.
Resulta singular la presencia de otros dos kalathoi con similar decoraci n en El Cabe o de lcalá
aila) fig. 3 y ), si
bien es cierto que, en uno de ellos, no se conserva la escena del
arado. En relación a la coincidencia temática y decorativa entre
los conservados más enteros, Aranegui propuso como hipótesis
que dicha similitud aludía a un pacto entre iguales (Aranegui,
1999b: 113), en el que se garantizaba la explotación sostenible
del medio, respetando tanto las zonas de bosque como las agrícolas (Aranegui, 2012: 196). La idea resulta sugerente y para
nada desdeñable, máxime si se tiene en cuenta la presencia de
téseras de hospitalidad en la zona. No obstante, el sentido que le
otorga dicha autora a los vasos es similar al de esos documentos (Aranegui, 1999b), de modo que cada parte implicada en el
pacto agrícola conservaría el testigo documental del acuerdo, en
este caso el kalathos. Los problemas que suscita dicha interpretación son tres:
En primer lugar, el n mero de ejemplares ue se decoran
con temáticas similares, pues presumiblemente no son dos, sino
tres, aunque poseen un ligero margen de interpretación en la
ornamentación.
En segundo lugar, el ue dos de ellos fueran recuperados
en el mismo yacimiento y, es más, en la misma casa, como veremos en el quinto capítulo, dedicado a la contextualización de
las piezas.
En tercer lugar, la fragilidad del soporte como garante de
un pacto.
Otra hipótesis que se podría plantear es la de que los propietarios pertenecieran a la misma familia aristocrática, siendo el vaso un distintivo de su linaje. De esta manera, no sería
de e tra ar ue formara parte de la dote de las mujeres ue, al
contraer matrimonio con un varón perteneciente a otro enclave
lo llevaran consigo, recordando así su procedencia. De nuevo,
refuta dicha hip tesis la presencia de dos asos similares en la
misma vivienda.
Por tanto, consideramos que la explicación más plausible
es, como hemos apuntado anteriormente, la representación de
escenas alusivas a actividades que le son propias a la élite aristocrática. Como hemos podido ver en muchos de los casos descritos, la variedad temática no es muy amplia y algunos de los
temas se repiten de manera recurrente, llegando a convertirse
en estereotipos.
[page-n-266]
En cualquier caso, en el ejemplar que aquí analizamos queda patente la alusión a la prosperidad a través de la presencia
de una naturale a fecunda, de la ue se apro echan los recursos
ue ofrece y los ue puede generar si se le cuida y e plota. sí
las cosas, se alude a lo agrícola (la delimitación del territorio tiene como finalidad, entre otras, apro echar el suelo para trabajarlo), a los excedentes y a la caza como complemento alimenticio.
/6 /
fig.
y ): En la metopa en la ue aparecen los
moti os figurados se representa una escena de ca a. Los hechos
narrados suceden en un entorno natural, recreado mediante la
representación de vegetación que, al mismo tiempo, contribuye
a delimitar la escena espacialmente.
Los protagonistas son animales de diferente tipo, entre los
ue destacan dos fieros lobos ue acometen a una pareja de ciervos. El derribo parece inminente, a juzgar por la boca abierta
de uno de los depredadores que alcanza la parte trasera de la
hembra y por las garras del lobo que aparece más arriba, pues
ya han entrado en contacto con el cuerpo y cuello de la misma,
lo que provocará el desgarro y posterior muerte de la cierva.
Acompaña a esos depredadores un buitre leonado, quien aprovechará sin duda los despojos que los lobos dejen de la víctima.
Se le representa volando, participando del acecho a los herbívoros. La rapidez o el movimiento que se intenta transmitir en
lo descrito hasta el momento contrasta con la quietud y sosiego
de los otros protagonistas de la escena, los ciervos. En primer
lugar aparece una hembra, con las mamas marcadas, que está
dando de mamar a su cer atillo. Por su situaci n, ambos fueron
sorprendidos por los depredadores, sin posibilidad de reaccionar al ataque. Les precede un ciervo macho que aparentemente
escapa de los lobos, si bien, la presencia de un ave sobrevolando
su lomo indica que será el próximo alcanzado y devorado. Entre
sus patas aparece otro ave, pero su conservación parcial impide
interpretar el papel que juega dentro de la escena, como también
ocurre con otra situada detrás del buitre.
Como complemento a la escena aparece un lagomorfo en la
parte inferior i uierda de la metopa, junto a un moti o egetal.
Aparece agazapado, recogido, intentando pasar desapercibido
a los depredadores y recreando el entorno abierto en el que suceden los hechos. Resulta obvio que ante unas posibles presas
de gran tama o y fácil captura cier os en una actitud relajada
y confiada, caso de la madre y la cría), los lobos prefirieran acosar a stas frente a los lagomorfos, ue constituirían un recurso
más abundante pero de menor aporte alimenticio. En cualquier
caso, consideramos que la intención de la escena es mostrar la
contraposición existente entre la vida (encarnada por el conejo
que se libra del ataque de los lobos y por la escena de amamantamiento entre la madre y la cría) y la muerte (representada por
el inminente fallecimiento de los c r idos tras el ata ue de los
depredadores) (Olmos, 2000-2001: 375, 2001-2002: 213, 2004:
66), integrantes del ciclo de la vida, en el que la supervivencia de unas especies pasa por el sacrificio y consumo de otras,
manteniendo así un equilibrio ecológico donde la procreación
asume un papel tan importante como la depredación.
Otra oposición que resulta visible son los tiempos plasmados: uno, rápido (propio del ataque), y el otro, lento (como el que
reina entre un grupo de animales que no esperan ser atacados).
43 6 4
fig. 6 ): La decoraci n figurada aparece en el
friso superior. El protagonismo lo tienen en este caso un conjunto de, al menos, nueve aves. Todas presentan las alas desplega-
das, pero sus patas se encuentran pr imas al límite inferior del
friso, por lo ue aparentemente caminan o tienen la intenci n de
posarse. Podemos clasificarlas en dos grupos:
+Aquellas que reproducen un esquema compositivo bastante recurrente entre las decoraciones estudiadas, sobre todo en El
Cabe o de lcalá
aila). Nos referimos a las parejas de a es
afrontadas y separadas por un moti o ertical, concretamente
una línea ondulada. Llama la atención el hecho de que alguna
de ellas presenta características ligeramente diferentes al resto.
+Por otra parte están las que se pintan en sucesión, concretamente tres ejemplares. Se desplazan hacia la izquierda, hasta
ue se encuentran con una de las parejas afrontadas.
De momento se nos escapa el verdadero sentido de lo representado. El conte to en el ue fue recuperado el aso nos es
desconocido, por lo que tampoco puede arrojar luz al respecto.
43 6 4 6 fig. 3): l menos son dos las metopas en las
que se distribuye el registro decorativo y en las que aparece ornamentaci n figurada. La primera de ellas, de menores dimensiones, presenta una escena de caza protagonizada por varios
lobos que corren tras unos jabalíes para darles captura. Ambientan la escena una serie de motivos vegetales que reproducen el
entorno abierto en el que todo sucede.
En la segunda metopa, de mayor tamaño, aparece un jinete
armado con lanza, cuyo caballo galopa para dar alcance a un grupo de ciervos que también marchan a la carrera, pues se encuentran en plena persecución. Llama la atención que en esta escena
cineg tica nicamente participe un indi iduo masculino, por lo
que se ayuda de dos perros de caza para llevar a cabo el acoso
y derribo de las futuras íctimas. e hecho, uno de ellos está a
punto de alcanzar los cuartos traseros de uno de los ciervos.
Los dos primeros herbívoros están asociados, cada uno de
ellos, a un a e de dimensiones considerables ue se sit a sobre
su lomo (la desproporción existente entre jinete, ciervos y aves
es e idente). El tercero ue forma parte de la manada sufre el
acecho de un buitre, que aparece un poco más retrasado que el
resto y anuncia su captura e inminente muerte.
El ambiente en el que sucede lo narrado corresponde a un
entorno abierto, recreado por distintos moti os fitomorfos, entre
ellos una palmera (Mata et al., 00 :
, fig. y . ), y alg n
ue otro oomorfo, especialmente a es de diferentes especies.
En la parte inferior i uierda de esta segunda metopa se
pinta una pareja de gallos afrontados, separados por un ara o
thymiaterium. Su presencia ha sido interpretada con sentido
simbólico (Olmos, 2007b: 369-371), y además constituyen un
indicativo temporal del momento en el que se desarrolla la escena, al salir el sol (Mata, 2000: 25).
Más hacia delante aparecen arios lobos ue frenan su marcha, al tiempo que giran su cuello al advertir la llegada de la
manada de ciervos. No queda claro si en el espacio no conservado se pintarían otros o si se deben relacionar con los que huyen
del jinete.
Al comparar las escenas representadas se aprecia que ambas
suceden en un paisaje sin domesticar, natural, en el que habitan
las especies salvajes que las protagonizan. No obstante, se contrapone la caza racional, llevada a cabo por el personaje humano
ayudado de perros, y el acoso natural, propio de la cadena trófica, caso de los carní oros ue acometen a sus posibles presas
(ciervos y jabalíes).
253
[page-n-267]
ig.
. Kalathos 1943-69-499 del Cabezo de Alcalá (Azaila)
oto: Museo r ueol gico Nacional. . Martíne Le as).
El desarrollo que en su día publicó Cabré es ligeramente
diferente al ue a uí presentamos Cabr , 44, fig. 4 y Lám.
33 ), pues en la ltima restauraci n de la pie a se comprob
ue ciertos fragmentos no le pertenecían y fueron e cluidos.
Por ltimo, se alar la presencia de la posible firma del artista en la primera de las metopas descritas (Cabré, 1934: 361).
43 6 4
fig. 6 y
): La decoraci n principal se desarrolla en una metopa de gran tamaño, en la que la temática
representada es de caza y está protagonizada por animales de
diferentes especies. El espacio en el ue sucede lo narrado es
natural y salvaje, no domesticado, pues la presencia humana no
está representada de manera explícita ni implícita. Contribuyen
a recrear ese entorno sil estre los diferentes moti os animales y
vegetales que se pintan.
En primer lugar aparece, de manera parcial, un motivo vegetal que corresponde a una palmera (Mata et al., 2007: 107111). Sobre ésta un buitre acompaña a tres lobos que se suceden
en vertical y a otra ave de su misma especie que está un poco
más adelantada. Todos ellos protagonizan una persecución a
una manada de ciervos, integrada por, al menos, tres individuos
machos, con cornamenta desarrollada, y dos hembras (Cabré,
44: fig. ). La cier a ue aparece más arriba gira su cabeza, al intuir la presencia de los depredadores. Ninguna de las
hembras están asociadas a aves. La presencia de éstas, así como
la de los buitres, indica que los cérvidos acabarán siendo capturados y devorados por los lobos, aprovechando los buitres la
carroña restante. Por otra parte, bajo uno de los ciervos machos
se representa un pez, aunque está muy incompleto (Cabré, 1934:
36 ). Se ubica fuera de su medio natural, en clara alusi n a la fecunda naturale a ue, de forma constante, se re eja en el aso.
254
Entre los lobos y los ciervos aparece una escena singular,
pues se representa a un perro visto cenitalmente, al que se le
apro ima, sigilosa, una serpiente. Por la forma en la ue aparece el cuadr pedo, se intuye ue estaría muerto y ue, en bre e,
podría ser devorado por la serpiente (Cabré, 1944: 68).
Delante de los ciervos se disponen en vertical tres aves,
dos de ellas muy similares mientras que la tercera, situada en
la parte inferior del friso, es un b ho actualmente perdido casi
al completo). Como viene siendo habitual entre las aves de dicha especie, aparecen mirando al frente, haciendo partícipe al
espectador de lo que se narra en el vaso. Su presencia también
sirve como marcador temporal en el que sucede la cacería, al
anochecer, momento en el que la mayoría de los animales representados salen en busca de alimento.
continuaci n aparecen dos cuadr pedos ue aparentemente tienen la cabeza vuelta, por lo que siguiendo los modelos
utilizados en las representaciones del Cabezo de Alcalá (Azaila), nos lleva a pensar que se trataría de lobos. Como se ha visto
en otros vasos, los carnívoros van a la carrera, pero al advertir
la presencia de una manada de cier os detrás de ellos frenan su
marcha para redireccionarla. Delante de ellos, otros tres lobos
se suceden en vertical. Persiguen a varios jabalíes, que también
se serían en vertical, por lo que cada carnívoro centra su persecución y posterior ataque en uno de ellos, el que tiene inmediatamente delante.
un ue no se ha conser ado la posible firma del artista decorador del vaso, Cabré se lo atribuye al pintor de las H (Cabré,
1934: 361-362).
43 6
fig. ): Este aso cuenta con tres metopas
en las que se plasman escenas de tipo narrativo, teniendo cada
una de ellas un tamaño variable, si bien, existen ciertas coincidencias temáticas entre algunas de ellas.
La primera metopa se delimita con un tallo ondulante con
hojas cordiformes, dispuesto en ertical. pesar de ue se le
incluye en la metopa, su funcionalidad es delimitadora y, por
tanto, no participa de la escena representada. A continuación
aparece, como viene siendo habitual, una hilera de aves, sucediéndose cuatro de ellas con un aspecto muy similar, salvo por
la decoración que aparece en su vientre, pues en dos casos se representa una or crucífera y en los otros dos arias líneas onduladas. Todas están volando, pues tienen un ala desplegada y las
patas aparecen e ionadas. Su presencia se debe relacionar con
la palmera que aparece a continuación (Mata et al., 2007: 107117), a cuyo otro extremo aparecen, también en hilera vertical,
otras cuatro aves de características similares a las descritas. Por
su disposición, ese conjunto de aves podría estar reposando en
las diferentes ramas de la palmera, pero algo les interrumpe el
descanso ¿acaso el cántico desesperado de la cría que intenta
huir de la serpiente ue le acecha
De manera recurrente se ha interpretado el motivo central de
la escena, la palmera (Mata et al., 2007: 111), como una representación del árbol de la vida (Cabré, 1944: 70; Olmos, 1992a:
44; Tiemblo, 1995: 81-84; Izquierdo et al., 2004: 75; Olmos y
Tortosa, 2010: 251-252). Queda clara la alusión a la naturaleza
fecunda conjunto numeroso de a es entre las ue se representa
una cría) (Olmos, 1992a: 44) y a la contraposición entre la vida
y la muerte, esta ltima representada por el ata ue del ofidio
a una de las aves. Dicha contraposición se aprecia en la escena que aparece a continuación, donde tres lobos marchan a la
[page-n-268]
carrera, acompañados por tres aves carroñeras, alguna de ellas
muy incompleta, persiguiendo a una pareja de ciervos. Éstos
aparecen en una actitud tranquila, pues la hembra, incluso, está
dando de mamar a su cervatillo. Nada les hace pensar que, en
breve, serán alcanzados por una jauría. Los restos de los herbívoros que dejen los lobos serán aprovechados por los buitres
que completan la escena.
Por ltimo, cerrando la metopa aparecen tres a es en ertical. Las dos primeras están volando, pues tienen una de las
alas le antada y las patas están e ionadas. irigen su uelo
a la derecha, donde de la línea divisoria del registro salen unas
herbáceas del mismo tipo de las que, en otros vasos, portan las
a es colgando de su pico ERB . , fig. 4). ebajo de esas
dos a es aparece un b ho con un ala desplegada, las patas tocando el límite inferior del friso y cabe a de frente, mirando al
espectador. De nuevo, su presencia puede ser tomada como una
referencia temporal de lo narrado, el anochecer. Todas ellas contribuyen a delimitar la escena y ambientarla, fin este ltimo ue
tambi n persiguen los diferentes moti os fitomorfos pintados.
La segunda metopa, la más estrecha de todas, tiene representados los tres medios: aéreo, terrestre y acuático. El primero
de ellos está integrado por tres aves, sin alas detalladas, pero que
se encuentran en pleno movimiento, a juzgar por la disposición
de sus patas y la inclinación con la que se les pinta. Se disponen
en vertical y delante de ellas aparece una manada de lobos, integrada por tres individuos que marchan a la carrera. Entre las
patas de los dos ltimos aparece un pe , en clara alusi n al medio acuático, conexión totalmente descontextualizada que debe
interpretarse como una alusión a la exuberante y rica naturaleza,
aunque algunos autores proponen una interpretación mítica (Cabr ,
6a: 3 Beltrán Lloris,
6: 3). inalmente, diferentes moti os fitomorfos ayudan a recrear el espacio abierto en
el que se encuadra la escena.
La ltima metopa tiene como protagonistas a un conjunto
de jabalíes, concretamente tres, que se encuentran en un espacio sal aje recreado por diferentes moti os fitomorfos. parecen superpuestos en vertical, a modo de hilera, y quietos,
tratando de pasar desapercibidos, entre la naturaleza vegetal
(recreada por una sucesión de tres pares de hojas), a los ojos
de una pareja de lobos. Éstos, al detectar la presencia de los
suidos, bien por el ruido que provocan con su desplazamiento
o bien por su inconfundible olor, detienen su paso aparecen en
una actitud rampante) y vuelven su cabeza hacia las posibles
presas. Están acompañados por un cánido de pequeñas dimensiones y difícil clasificaci n, mientras ue sobre los jabalíes
aparece un pe fuera de conte to. e nue o, nos encontramos
ante una representaci n de la cadena tr fica, donde ciertos animales serán sacrificados a fa or de la super i encia de otros,
sus depredadores naturales.
Se ha identificado como posible autor del aso al pintor de
las H (Cabré, 1934). Los rasgos que permiten establecer dicha
asociación, en base a similitudes estilísticas, son: la palmácea
y otras herbáceas, el mismo modo de representar a los buitres,
b hos y resto de a es, así como a los cier os y cier as, jabalíes
y lobos, entre los que destaca el modelo con la cabeza vuelta.
También los temas representados en un mismo vaso: acoso de
lobos a una manada de ciervos, ataque del mismo tipo de depredadores a un grupo de jabalíes y, por ltimo, la serpiente ue
trata de devorar a otro animal.
43 6 4 33 fig. 3): pesar de ue la pie a está muy
fragmentada, se aprecia una gran similitud con otra recuperada
en El Cabe o de lcalá
aila) fig. ) y en La Guardia lcorisa) fig.
y 4), con la ue el parecido es a n mayor.
La restituci n del desarrollo decorati o ue ofrecemos en
este trabajo es apro imati a, pues son pocos los fragmentos
conservados.
En primer lugar aparece un ave con un ala desplegada que se
dirige hacia la izquierda. Junto a ella se representa un personaje
masculino, del que solamente se conservan sus extremidades
inferiores. Está afrontado a otro indi iduo similar, separados
ambos por un posible fruto o ánfora, a ju gar por el parecido
existente con el ejemplo de La Guardia (Alcorisa). A continuaci n una gran a e frente a un moti o egetal ESTIL . ,
fig.
). Bajo sta, un pe , tal e alusi o a la familia ue encargó el vaso o al artesano, pues uno con las mismas características aparece también sobre la pieza anteriormente aludida. Al
analizar los motivos empleados y su disposición en el campo
decorati o, ueda patente ue ambas pie as fueron obra de la
misma mano (Morris, 1993). También, como hemos señalado
en otras ocasiones, su presencia responde a una voluntad expresa de representar los tres medios de la naturaleza (acuático,
terrestre y a reo), destacando su abundancia y fecundidad.
A continuación aparece una teoría de aves, compuesta por
dos hileras superpuestas erticalmente y afrontadas a la ue tienen delante. Siguen en el friso más a es y moti os fitomorfos
que se utilizan para recrear el espacio abierto en el que discurre
lo que se cuenta.
La ltima escena representada está protagoni ada por dos
jinetes, armados con lanza, que pretenden cazar a un grupo de
jabalíes que a su vez huyen de un lobo que iría en manada.
aila 3 fig. ): La decoraci n se encuentra más deteriorada que la del kalathos de La Guardia lcorisa) fig.
y 174), con el que guarda gran parecido.
En el friso continuo aparecen en primer lugar, seg n la restituci n de Cabr
44, fig. 46), dos parejas de arones afrontados, con una de las manos sobredimensionadas, y un motivo
egetal entre ellos ESTIL . 4, fig.
). En este caso parece
más clara su vinculación con la naturaleza, de ahí que algunos
autores hayan considerado que con la disposición de sus manos
tratan de fa orecer el crecimiento egetal y propiciar la obtención de excedentes (Olmos, 1996d: 15).
Les sigue la figura del labrador guiando el arado ue, en
este caso, tira un nico buey. El moti o está rodeado por un
conjunto de aves. A la derecha se disponen en hilera, se dirigen
hacia la izquierda y sirven, además de para ambientar la escena,
para acotarla.
A continuación dos jinetes, armados con una lanza, se disponen a cazar a una pareja de jabalíes en un espacio silvestre.
Éstos a su vez son perseguidos por un grupo de lobos.
De nuevo, como separador de escenas se emplea el recurso
de disponer una sucesión de aves en vertical, algunas de las cuales aparecen volando.
inalmente, se conser a parcialmente un a e de gran tamaño que vuela hacia la derecha, pero está muy incompleta.
Los recursos estilísticos y el simbolismo de lo representado son semejantes a los del ejemplar aparecido en La Guardia
lcorisa). Si bien, en este caso, bajo el friso principal aparece otro secundario decorado con un tallo vegetal (TALLO 3.9,
255
[page-n-269]
ig. 6. Olpe IG538 del Castelillo (Alloza)
oto: Museo de Teruel).
fig.
). l comparar ambos asos con el otro recuperado en
El Cabe o de lcalá
aila) fig. 3), se aprecia ue todos
fueron producidos en un mismo taller, dadas las similitudes
e, incluso, e actitudes en el c digo iconográfico empleado, si
bien, las manos ue inter inieron es su reali aci n fueron diferentes, coincidiendo en dos de los casos fig.
y 3), como
anteriormente hemos expuesto.
La interpretación simbólica de la decoración es la misma
que la proporcionada en los casos anteriores.
Cabe destacar la singularidad de que los dos ejemplares recuperados en El Cabe o de lcalá
aila) formaran parte del
ajuar de una misma casa, situada en la parte alta de la ciudad
(Cabré, 1944: 65-66).
arro A
IG 3 fig. y 6): En este olpe se representan dos aves
similares alzando el vuelo, con las alas levantadas y las patas
recogidas. mbas están afrontadas y separadas por una estili aci n egetal ue parecen tocar con el pico ESTIL 3.3, fig.
),
envueltas en una vegetación desbordante.
El tema de las a es afrontadas picando un egetal es bastante recurrente en el imaginario ibérico, representándose sobre distinto tipo de soportes, siendo más amplio el repertorio de
aves en solitario que aparecen en esta actitud (Uroz Rodríguez,
2006: 115-122, 2012: 360-365).
apadera A
aila fig. 0 ): Teoría de pájaros ue se suceden ocupando los espacios generados por una línea serpenteante que podríamos asimilar a una liana LINE . , fig. 4 ). Todas guardan
entre sí gran parecido formal. Se les representa con una de las
alas e playadas y las patas e ionadas, pero pr imas a la base
sobre la que estaban posadas, indicando que están iniciando el
vuelo. Eso se produce una vez han conseguido hacerse con un
elemento egetal frutos y hojas) ue agarran con su pico y lo
transportan. De nuevo, nos encontramos ante una alusión a la
naturale a fecunda.
rateri o A
IG 46 fig. 3 y
): un ue la pie a está incompleta, se
conser an dos escenas ue no están físicamente diferenciadas
con motivos delimitadores. A la izquierda aparecen dos indivi256
duos masculinos, afrontados y separados por una posible ánfora
N R , fig. 6 ). mbos tienen el bra o más pr imo al
contenedor levantado e inclinado, como si lo sostuvieran. La disposición de sus piernas indica que estarían en movimiento. Ambientan la escena un conjunto de ores crucíferas y una pe ue a
a e ue se sit a entre las piernas del personaje de la i uierda.
El modelo decorativo plasmado en esta escena guarda gran
similitud con las parejas de arones afrontados descritos en el
caso de La Guardia lcorisa) fig.
y 4) y El Cabe o de
lcalá
aila) fig. 3 y ), así como con una placa de bronce
recuperada en el santuario de La Cueva de los Jardines (Santa
Elena) Cabr , 44, fig. 4 . ). No obstante, frente a la solemnidad y estatismo de aquellas, la del Castelillo (Alloza) muestra a
sus personajes en pleno desplazamiento y, por tanto, en contacto
con el recipiente que transportan. La temática abordada en ellos
es similar, aun ue difiere ligeramente el modo de representación. El tipo de escenas que se pintan en los vasos y acompañan
a la aquí descrita también varía. En cualquier caso, en todos
ellos se hace referencia al mundo aristocrático, protagonista de
este tipo de decoraciones, y el ambiente recreado es de tipo festivo, ceremonial.
En este ejemplar, y a diferencia de los descritos anteriormente, la escena que le sigue es de caza, por lo que lo representado apunta a una celebraci n en la ue los j enes festejarían
su acceso a la condición de ciudadanos tras haber superado distintas pruebas iniciáticas (Lucas, 1995: 884). En dicha celebración el consumo de vino tendría especial importancia, producto
controlado y consumido por la clase aristocrática (Beltrán Lloris, 1996: 153), así como las danzas.
En la siguiente escena se representa un individuo masculino
practicando la caza menor. Marcha a pie, en solitario, y se ayuda
de un perro que lleva atado a una cadena. De nuevo, su actitud
es dinámica, llena de movimiento y vitalidad (Arcediano et al.,
: 4 ), pues corre para dar alcance al lagomorfo ue tiene
delante. Su rapidez le ha permitido capturarlo antes de que el
animal llegue a la trampa ue aparece enfrente. La escena se
completa con otros motivos que recrean el entorno abierto en el
ue sucede lo representado hojas, ores, a es...).
43 6
fig.
): En un friso continuo aparece un
conjunto de ocho a es ue se suceden. orman una hilera horizontal en la que se intercalan motivos vegetales (TALLO 7,
[page-n-270]
ig.
. Crateriskos IG146
del Castelillo (Alloza)
oto: Museo de Teruel).
fig. 60). Ninguna de ellas tiene detalladas las alas, lo ue unido
a ue algunas de sus patas tocan el límite inferior del campo decorativo, o están muy próximas a éste, de donde surgen los motivos vegetales, indica que se encuentran en el espacio terrestre.
En el friso ue se pinta debajo se desarrolla otro tallo T LL ,
4. , fig. 60), del mismo tipo ue el ue se asocia a algunas de
las a es, aun ue se representa de distinta forma. inalmente, en
el ltimo friso aparece el fruto ue se incula a ese tipo de planta. El conjunto ornamental, por tanto, alude a una naturaleza
abundante y fecunda.
miaterium A
fig.
y
): En este caso son dos los frisos ue
acogen la decoración principal. En el superior se suceden, en
hori ontal, una serie de a es de diferente tama o. Las tres grandes, dos de las cuales no se conservan en buen estado, marchan
rápido, con las alas desplegadas, pero sin iniciar el vuelo. Cada
una de ellas está seguida por un ave de menor tamaño, realizadas de una manera esquemática, que aparecen con las alas
separadas del cuerpo, volando, intentando seguir el ritmo de
la adulta. Lo representado alude a la fecundidad, utili ando el
tema de la continuidad de la vida, representado por los progenitores con sus crías.
El segundo friso está recorrido por un tallo egetal ue
describe una forma ondulada, entre el ue aparecen un par
de aves de pequeño tamaño, con las mismas características
ue las anteriormente referidas es uemáticas, sobre olando el
espacio terrestre).
IV.6. ¿ESTILO O ESTILOS PICTÓRICOS
EL B
R G N
La utilización del término “estilo” no está exenta de problemas
(Schapiro, 1999), pues durante un largo periodo de tiempo ha
e istido un importante debate, entre diferentes in estigadores,
sobre su amplitud11 y significado. Las posturas difieren seg n la
óptica adoptada, por lo que el sentido varía si se trata de historiadores del arte, fil sofos de la est tica, antrop logos, ar ue logos u otras disciplinas al uso. No es nuestro objetivo realizar
en estas líneas una recopilación de cada una de las tendencias,
pues recientemente Tortosa (2003, 2004a, 2006) y Santos (2010:
4
0) han ofrecido una buena síntesis de la problemática
e istente. El con icto, a día de hoy, no está resuelto de manera
satisfactoria ni holística, si bien es cierto ue e iste una cierta
unanimidad de posturas dentro de cada una de las disciplinas.
De este modo, hemos considerado conveniente adherirnos a la
redefinici n ue del concepto efectu Tortosa 004a) para el
mundo ibérico, actualmente en boga entre los arqueólogos que
estudian las decoraciones complejas pintadas sobre recipientes
cerámicos uentes, 006, 00 P re Blasco, 0 b Uro Rodrígue , 0 ). sí las cosas, como criterios fiables para definir
11 Resulta primordial acotar la dimensión que aborda el concepto,
pues en sentido amplio todas las decoraciones pintadas de la cultura ibérica pertenecerían a un mismo estilo artístico, en el que
se podrían definir escuelas y talleres. En este sentido, dentro de
las ornamentaciones ib ricas sería posible establecer diferencias
regionales escuelas) e, incluso, en una misma regi n identificar
diferentes talleres Schapiro,
).
257
[page-n-271]
criterio cuantitativo, así pues, se indica el yacimiento con los
ejemplares más antiguos y el ue los presenta en mayor n mero
(primera propuesta).
Por nuestra parte, el efectuar un estudio pormenori ado de
las ornamentaciones, procedentes de diferentes encla es y momentos cronol gicos, nos ha permitido identificar la e istencia
de varios estilos pictóricos en la zona de estudio, a los cuales se
pueden adscribir uno o varios talleres en los que trabajarían un
grupo de artesanos que, a pesar de asumir el pertinente código
iconográfico, desarrollaron ciertas licencias. Ello ha ofrecido la
posibilidad, en algunos casos, de identificar diferentes manos,
sirva como ejemplo el conocido “pintor de las H” del Cabezo de
Alcalá (Azaila) (Cabré, 1934).
continuaci n presentamos los diferentes estilos ornamentales identificados en el conjunto estudiado, independientemente de si son propios del área geográfica anali ada o si por
el contrario su presencia obedece a la existencia de relaciones
culturales entre diferentes onas. La tarea clasificatoria ha sido
ardua, pues en muchas ocasiones de lo nico de ue disponemos
es de fragmentos informes, lo ue dificult a n más el trabajo. Es por ello que, en la medida de lo posible, hemos tenido
en cuenta los recipientes más enteros o, en su defecto, a uellos
fragmentos ue presentan indicios suficientes para considerar
que pertenecen a un estilo determinado (tabla 4).
Iv.6.1. grupo bajo aragón I
ig.
. Thymaterium
M. M. uentes).
del Cabe o de lcalá
aila)
oto:
y diferenciar los estilos pict ricos se utili an las siguientes ariables: la morfología de las pie as, la temática representada, el
tipo de composición (“analítica, abigarrada o esquemática”) y la
técnica empleada para ejecutar las pinturas (“trazo”).
Entre los diferentes estudios dedicados a las decoraciones
cerámicas de la zona del Bajo Aragón, ha existido una cierta
unanimidad en cuanto a la idea de ue nicamente e isti un
estilo pictórico en las ornamentaciones complejas del Cabezo
de Alcalá (Azaila) (Cabré, 1926a, 1934, 1944; Beltrán Lloris,
6). La conformidad se rompe al proponer una periodi aci n
para la producción (Cabré, 1944), pues no es compartida por
todos los investigadores (Bosch, 1958; Pellicer, 1969-1970;
Beltrán Lloris, 1976). Por lo que respecta a la denominación
del estilo, como los estudios más destacados se centraron en
ese encla e, no fue preciso acu ar un t rmino específico hasta unos años más tarde, cuando empieza a ampliarse la red de
yacimientos en los que se constata su presencia. Bencivenga se
refiere a l como estilo aila llo a
:
), mientras
que Conde propone llamarlo “Estilo Azaila” (1998: 325-326) y
Sanmartí “taller de Azaila-Alcorisa” (2007: 259-260). Aunque
las denominaciones sean dispares, stas responden al diferente
criterio aplicado para su designación, bien sea la mayor popularidad de los vasos recuperados (tercera propuesta), el superior volumen de piezas encontradas en los yacimientos (caso
de la segunda) o la amplitud cronológica de los vasos junto al
258
Constituye el primero de los grupos pict ricos definidos en el Bajo
Aragón. Hasta el momento las piezas que a él adscribimos se han
recuperado exclusivamente en San Antonio (Calaceite) y cuentan con una cronología comprendida entre el s. III a. C. y principios del s. II a. C. Aunque el volumen de vasos es escaso, existen
elementos suficientes para considerarlos como pertenecientes a
un estilo propio, si bien es cierto ue, alguno de los fragmentos,
por estar muy incompleto, se ha dejado sin clasificar.
El tipo de soportes sobre los que se ha plasmado es reducido: un posible recipiente mediano con cierre hermético (San
ntonio 4, fig. 4 ), dos oinochoai (San Antonio-10 y San Antonio-11, fig. ), un plato San ntonio , fig. 3), tres tapaderas San ntonio , San ntonio y San ntonio , fig.
), y
alg n ue otro fragmento informe o del ue no se ha publicado
su perfil y ue actualmente se encuentra en paradero desconocido
4 , fig.
y 46).
La técnica empleada en las decoraciones es la tinta plana
o la mixta, aunque predominan los motivos realizados con la
primera de ellas, y el estilo es sintético.
A continuación se exponen las características que singularizan a este grupo pictórico, aludiendo a las piezas más destacadas. La primera de ellas, San ntonio 4 fig. 4 ), podría corresponder a un recipiente de mediano tamaño con cierre hermético,
aun ue como anteriormente hemos e puesto, no podemos afirmarlo categóricamente. En cualquier caso, actuaría como contenedor de diferente tipo de productos. La decoraci n se estructura en dos registros subdivididos en metopas. En el superior los
tama os de stas son diferentes, resultando protagonistas unos
motivos vegetales que recuerdan a los del estilo de Nueva Catalu a
.3
. , fig.
) Conde,
), si bien,
presentan diferencias e identes Cabr , 44, fig. ). En el friso
inferior solamente se pintan moti os geom tricos. La compartimentaci n en metopas de este ltimo espacio es realmente ge-
[page-n-272]
nuina, pues no se conoce en otro ejemplar de ese tipo cerámico
o de su homónimo de mayor tamaño en la zona estudiada. Por
otra parte, aunque siempre se ha vinculado esta pieza con las
cerámicas del Tossal de les Tenalles (Sidamunt) (Cabré, 1944:
), resultando e idente su in uencia, el tipo de composici n
escogida en el ejemplar turolense y los motivos representados
tienen rasgos propios.
Respecto a los oinochoai fig. ), cabe decir ue es un
tipo escaso entre los soportes escogidos para pintar decoraciones complejas en el Bajo rag n. Tipol gicamente son diferentes, como hemos expuesto en el capítulo dedicado a los soportes, pero ambos coinciden en poseer un cuerpo decorado
con motivos exclusivamente geométricos y a ambos lados del
pico vertedor tener pintados círculos concéntricos para simular
ojos profilácticos.
El posible plato fig. 3) lo tomamos con interrogante porue solamente se conser a un pe ue o fragmento y actualmente
está desaparecido. En él se representa una herbácea (HERB 3.2,
fig. 4), moti o ue a a estar muy presente, aun ue con formas
diferentes más o menos realistas), sobre las tapaderas fig.
ERB . , fig. 4 y ERB 4. , fig.
), donde act a como
protagonista. Se trata de un motivo característico del enclave y,
como veremos más adelante, aparece también entre las decoraciones del Cabezo de Alcalá (Azaila).
tra pie a destacable es la
4 fig.
y 46). Corresponde a un fragmento informe ue debi formar parte de un
vaso de considerable tamaño, a juzgar por el grosor de sus paredes. En él se combinan dos técnicas decorativas: la pintura y
la incisión. En el caso de la primera se utiliza una técnica mixta
aun ue predomina el perfilado) en la reali aci n del indi iduo
masculino, mientras que en el resto del vaso se emplea más la
tinta plana. Respecto a la incisión, señalar que solamente la hemos documentado en este ejemplar. Por otra parte, los motivos
pintados son completamente nuevos para la zona estudiada y,
hasta el momento, exclusivos de San Antonio (Calaceite).
La temática representada parece corresponder al adiestramiento de un caballo, o al menos así se ha expuesto mayoritariamente en la literatura existente al respecto, como hemos
apuntado anteriormente. Dicha temática se ha considerado de
tradición edetana, estando también presente en el estilo del Monastil (Tortosa, 2006: 101).
Iv.6.2. estIlo Fontscaldes
Aunque entre las piezas estudiadas solamente hemos propuesto dos casos como de posible origen exógeno (1943-69-3418 y
34 0, fig.
y 43 6 3
, fig. ), al anali ar la decoraci n
de un kalathos recuperado en El Palao lca i ) fig. ) y otro
en Tiro de Ca n lca i ) fig. 60) hemos isto la relaci n
e istente entre el c digo iconográfico plasmado en ellos y el
empleado en el centro productor de ontscaldes Valls), de ahí
ue los clasifi uemos como pertenecientes al estilo decorati o
que en él se desarrolla (Conde, 1998: 319-320). No obstante, debemos tener presente que el conjunto material procedente del citado alfar está siendo actualmente re isado por abra, por lo ue
es probable ue la caracteri aci n del estilo se ea modificada.
La morfología de las pie as estudiadas, ligeramente diferente a la de las producciones de ontscaldes Valls) Lafuente
Revuelto, 1992), así como las cuestiones relativas a su acabado,
han sido apuntadas en el capítulo dedicado a los tipos cerámi-
cos, por lo que para evitar repeticiones innecesarias remitimos
al lector a las páginas correspondientes. Además, la observación
directa de los vasos, tanto de los procedentes de Alcañiz como
de una muestra representati a de ontscaldes Valls), nos permite plantear con mayor seguridad la hip tesis de ue fueron
producidos en un alfar pr imo a los yacimientos aragoneses, si
bien es cierto ue para ratificarla sería necesario practicar análisis químicos a las pastas.
En cuanto a la decoración, hemos visto cómo se repiten
los mismos esquemas de distribución que los documentados
en ontscaldes Valls). sí pues, la estructura compositi a de
la ornamentación del cuerpo de los kalathoi se divide en dos
registros (Conde, 1992a; Burguete, 2004). En el superior aparece la decoración compleja, en la que se combinan motivos
geom tricos y fitomorfos estructurados en metopas de diferente
tama o. En la parte inferior se presenta otro friso decorado con
motivos exclusivamente geométricos. La gran protagonista de
los registros superiores es una hoja cordiforme, de considerable
tama o, con capullos orales L
. , fig.
) Badal et al.,
0 0: ). rente a sta suele pintarse, al menos en una de las
caras del vaso, otro motivo vegetal (Conde, 1992a: 122-129).
Esta ltima característica no parece estar presente en el ejemplar
de Tiro de Cañón (Alcañiz), pues a pesar de estar incompleto,
no e iste espacio suficiente para la típica hoja, el roleo egetal
y la herbácea. Además, las líneas diagonales que componen la
herbácea ERB . , fig. 4) se orientan en sentido in erso al
que aparece en los ejemplares catalanes conocidos.
La técnica pictórica empleada es de tipo mixto, aunque predomina el uso de la tinta plana en la mayor parte de los motivos.
Seg n lo e puesto, se trataría de recipientes ue morfol gicamente no corresponden a los producidos en el alfar de
ontscaldes Valls), pero su decoraci n sí reproduce el c digo
iconográfico allí utili ado, por lo ue hay ue plantear la e istencia de un taller local con una producción tremendamente inuida por el programa ornamental característico del citado alfar.
Lo planteado no resulta extraño, pues se ha documentado también en Ampurias (L’Escala), donde sobre recipientes que son
propios de esa ona se plasma la decoraci n fitomorfa característica de ontscaldes Valls) entre el s. II a. C. y principios del
I a. C. Conde justifica esa unidad decorati a como consecuencia
de la “intervención romana en las artesanías indígenas” (Conde,
1991: 164-165).
La producci n de ontscaldes Valls) se inicia a finales del
s. III a. C., si bien es cierto que el tipo de envases y ornamentaciones que se relacionan con los del Bajo Aragón corresponden a un segundo momento de acti idad en el alfar, datado en el
s. II a. C. Conde,
a:
,
Lafuente Re uelto,
:
0). La difusi n de sus productos fue amplia, pues se han recuperado ejemplares allí elaborados tanto en yacimientos ibéricos
como en otros foráneos, e trapeninsulares, recogidos casi todos
ellos en el trabajo que realizó Conde sobre los kalathoi ibéricos Conde,
a, fig. ), a los ue hay ue sumar nue os
hallazgos, como el de Tossal de les Basses (Alacant) (Rosser y
uentes, 00 ) o el de uass biri, 00 , fig. 66).
Iv.6.3. grupo bajo aragón II
Es escaso el volumen de piezas que podemos incluir dentro de
este grupo pictórico, pues son pocos los recipientes ibéricos con
decoración compleja recuperados en Alto Chacón (Teruel) e
259
[page-n-273]
Jarro mediano
Hermético
Kalathos
Plato
Jarro
Cuenco
Plato
Crateriskos
Cuenco
Thymiaterium
Crateriskos
Tapadera
Thymiaterium
Tapadera
4%
8% 12%
36% 12%
12% 8%
12% 12%
8%
4%
12%
4% 8%
8%
4%
8%
8%
8%
Hermé.co mediano
8%
Hermé.co mediano
12% 12%
36%
8% 8%
12%
Kalathos
Jarro
Jarro
Plato
Plato
Cuenco
Cuenco
Crateriskos
Crateriskos
Thymiaterium
12%
12%
36%
Kalathos
12%
Tapadera
inexistentes, hasta el momento, los que con similares características pudieran proceder de otros yacimientos, resultado de las
relaciones comerciales establecidas entre ellos. Así las cosas,
resulta a enturado definir sus características como propias de
un estilo, si bien es cierto, como veremos más adelante, que las
características de los recipientes que en él se incluyen son muy
diferentes a las de los otros estilos o grupos pict ricos identificados en la zona de estudio.
El tipo de recipientes en los que se ha documentado queda reducido a dos: las tinajillas y los kalathoi, identificándose hasta el momento una pieza de cada tipo (Alto Chacón-3,
fig. 4 y ). En cuanto a su morfología, cabe destacar ue en el
primer caso se trata de un recipiente de medianas dimensiones,
que se caracteriza por presentar hombro, un par de asas que
arrancan del borde y un cuerpo con tendencia bitroncocónica.
En el segundo caso, el kalathos posee gran tamaño y es uno de
los pocos ejemplares cuyas paredes del cuerpo presentan forma
bitroncocónica y, además, tienen una inclinación más pronunciada. La disposición de las asas, hacia la mitad del cuerpo,
también resulta singular.
La técnica pictórica utilizada es de tipo mixto, pues se combinan moti os perfilados con otros rellenos de pintura.
La decoración se dispone en uno o dos registros, localizándose el principal en la parte más visible del vaso. Además, éste
se estructura en metopas, más o menos amplias, definidas por
motivos geométricos: unos en vertical, que sirven para acotar
su amplitud RETI y LIN
, fig. 4 ) y otros ue cuelgan
de la banda superior del friso, remarcando el espacio disponible
CIR , fig. 4 y SCIR . , fig. 4 ). Como moti os fitomorfos nicamente se pintan ores en diferentes estadios, con aspecto más o menos realista, y los moti os oomorfos se limitan
a peces y aves. El estilo es sintético, pues son pocos los motivos
que se representan en cada uno de los registros y aparentemente
no existe hilo narrativo que los relacione. Recuerda, en parte, al
recientemente definido estilo simb lico le antino y al estilo
simbólico del área valenciana” (Pérez Blasco, 2011b: 106), con
los que comparte rasgos de un código pictórico propio del periodo cronológico en el que se encuadran dichas producciones
ss. II-I a. C. No obstante, las particularidades señaladas en las
líneas anteriores permiten individualizar los ejemplares de Alto
Chacón (Teruel).
260
Thymiaterium
ig.
. Gráfico en el ue se muestra, en tanto por
el tipo de soportes con decoración compleja
pertenecientes al primer momento del Estilo Azaila.
Tapadera ciento,
Iv.6.4. estIlo azaIla
Se trata del estilo al que pertenece el mayor conjunto de piezas
estudiadas, lo que ha permitido alcanzar un buen conocimiento
del mismo. Se ha optado por denominarlo “Estilo Azaila” por
ser éste el enclave que ha proporcionado la mayor parte de las
cerámicas, representar el periodo de esplendor del estilo (en sentido artístico y de volumen de producción) y por estar presente
en todas las propuestas existentes para la denominación de éste.
Cabe situar sus comienzos en el s. III a. C., localizándose
en los siguientes yacimientos: San Cristóbal (Mata de los Olmos), La Guardia (Alcorisa), El Castelillo (Alloza), El Palomar
(Oliete) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). 12 Todos ellos se hallan
bastante próximos entre sí y se concentran en la parte central de
la ona estudiada fig. 4).
emos identificado, al menos, cuatro talleres: uno en El
Castelillo (Alloza); otro en San Cristóbal (Mata de los Olmos), al cual tambi n pertenece un fragmento recuperado en
La Guardia lcorisa) LGSN, fig. ) un tercero en El Cabe o
de Alcalá (Azaila) y del cuarto hemos localizado ejemplares en
La Guardia (Alcorisa) y El Palomar (Oliete). La pericia de los
artesanos ue en ellos trabajaron es muy diferente, sir a como
ejemplo el caso de la pie a IG 46 fig. 3), de gran refinamiento artístico, frente la burda pintura de SCRIS S 6 fig. 3) o
IG 43 fig. 6 ), lo ue denota el trabajo de manos diferentes,
correspondiendo las del segundo grupo, tal vez, a aprendices.
Los soportes escogidos para representar decoraciones complejas son: recipientes con cierre hermético de mediano tamaño,
kalathoi, jarros, platos, cuencos, tapaderas, crateriskoi y thymiateria fig.
), ue constituyen un conjunto reducido de
pie as einte ejemplares con tipo definido, más uince fragmentos informes) si las comparamos con las ue forman parte
del segundo momento del estilo.
En ese primer tiempo, la técnica que predomina es, indiscutiblemente, la de la tinta plana, si bien, en algunos motivos se
combina con la del perfilado.
12 La publicación del Diario de Excavación de Cabré, correspondiente al año 1942, permite encuadrar cronológicamente algunas piezas
en un momento de ocupaci n anterior al de la fase final del encla e
(Beltrán Lloris, 2013: 244-245).
[page-n-274]
En cuanto a la estructuración de los registros decorativos, se
constata la utilización indistinta del continuo y del metopado, si
bien es cierto que, dependiendo del tipo de soporte escogido se
atestigua uno u otro. De este modo, en el caso de los kalathoi y
el olpe se emplea el metopado, mientras que en los crateriskoi,
platos y cuencos se documenta el continuo.
Los protagonistas de la ornamentación pueden ser tanto los
moti os fitomorfos como los oomorfos o antropomorfos representados de forma más o menos realista), e istiendo combinaciones posibles entre ellos en el caso de que el espacio decorativo esté metopado. Las composiciones, por su parte, aunque
cuentan con motivos secundarios, no resultan abigarradas.
La temática representada es recurrente en el caso de los vasos con decoración de tipo vegetal, pues está muy presente el
tallo ondulado del ue surgen diferentes elementos egetales.
Tambi n destacan: las ores con corola tubular, ue pueden
pintarse de diferentes maneras en solitario, formando parte de
un roleo, etc.) los frutos, ue aparecen en solitario, seriados y
entrela ados por una línea recta o formando parte del moti o
T LL fig.
6 ) y las herbáceas, moti o ue estará muy
presente en el siguiente periodo.
En el caso de las escenas protagonizadas por animales, el
tema ue se ha identificado en mayor n mero es el del ata ue de
lobos a cérvidos, pudiendo intervenir en la escena algunas aves,
fundamentalmente carro eras. Tambi n se ha documentado una
escena con dos a es afrontadas, separadas por una estili aci n
vegetal, de marcado valor simbólico, y otra incompleta en la que
los protagonistas serían un grupo de peces. Cabe tener presente
que en una de las piezas del Castelillo (Alloza) se documenta
la primera representaci n de un b ho mirando directamente al
espectador fig. 6 ), por la repercusi n ue en la historiografía
ha tenido dicho motivo.
Respecto a las escenas en las ue aparece la figura humana,
señalar que los protagonistas siempre son individuos masculinos y van encaminadas a exaltar las virtudes y destrezas de
stos, bien sea mediante la ca a o el enfrentamiento indi idual
o colectivo. En cualquier caso, la valía queda recompensada
presa capturada, trofeo, heroi aci n, etc.). Tampoco faltan las
representaciones alusi as a posibles celebraciones p blicas,
aun ue resultan poco frecuentes.
Tras analizar las piezas, hemos podido individualizar la actuación del mismo pintor en algunos vasos. Por una parte IG150
y Castelillo SN fig. 64) corresponde al mismo artista, como se
aprecia por la forma de reali ar la cabe a del indi iduo masculino, así como por los motivos con los que decora las alas de los
recipientes, su disposición y acabado. Por otra estarían las pieas IG 4 , 4 ,
y IG 3 fig. 64), IG
fig. 66) e IG 4
fig. 6 ). e nue o, apreciamos el mismo modo de reali ar las
cabezas de los personajes masculinos en todos los ejemplares,
la casi inexistente presencia de cuello y los cuerpos robustos, en
ocasiones desproporcionados. Los caballos presentan la misma
frontalera, el acabado de las pe u as es similar y, en el caso de
que se les represente a la marcha aparecen con las patas dispuestas de manera muy parecida IG 4 , 4 ,
y IG 3, fig. 64).
Por otra parte, también existe similitud entre los carnívoros (perros y lobos), las aves (buitres y otras indeterminadas de pequeño tamaño) y unos motivos vegetales compuestos por el mismo
tipo de or L R 3.6 y 3. , fig. 3).
Por ltimo, cabe hablar de la presencia de letreros pintados en algunas de las piezas aquí incluidas. En el caso de los
kalathoi aparecen sobre el ala, mientras que en los crateriskoi
y cuencos se disponen en las paredes externas del cuerpo. Los
primeros están decorados con escenas figuradas, mientras ue
en el resto la temática es fitomorfa. La longitud de los te tos es
considerable, más si los comparamos con otros ejemplares del
Cabezo de Alcalá (Azaila) a los que hemos hecho alusión en el
capítulo dedicado a los soportes, y todos se han documentado en
El Castelillo (Alloza).
El resto de las decoraciones se encuadran entre los ss. II-I a. C.,
momento de má imo orecimiento artístico, producci n de
gran volumen de piezas (trescientos sesenta y dos vasos y trescientos once fragmentos recuperados) y mayor e pansi n del
estilo, pues se localiza en casi todos los yacimientos indicados
en el mapa del Capítulo II fig. 4), a e cepci n de: lto Chac n
(Teruel) y San Antonio (Calaceite), que pertenecen a un grupo pictórico cada uno; San Cristóbal (Mata de los Olmos) y El
Castelillo llo a), por pertenecer a la primera fase del estilo
Azaila; Valmesón (Daroca), del que desconocemos su adscripci n estilística por ue solamente se ha publicado un fragmento
con decoración compleja; y Els Castellans (Cretas), por considerar ue dada su ubicaci n, y teniendo en cuenta los fragmentos conocidos con el tipo de decoración que analizamos en este
trabajo, es más posible que su decoración estuviera relacionada
con la de San Antonio (Calaceite) y con la de la zona catalana.
Como se puede obser ar, la dispersi n geográfica del estilo no
es muy amplia, pues se encuentra muy focali ada, presentando
como límite superior el cauce u ial del Ebro solamente superado por Celsa, Velilla de Ebro) y desarrollándose en zonas irrigadas por sus a uentes, como hemos especificado en el capítulo
dedicado a la descripción de los yacimientos.
Los soportes sobre los que se plasma son variados y amplían
el repertorio escogido por los primeros talleres fig. 0), con un
claro predominio de las tapaderas, los kalathoi y los recipientes
de mediano tamaño con cierre hermético. No obstante, los tipos
que resultan más característicos de este estilo, por estar poco
presentes en otros conocidos, son: los recipientes de gran tamaño con cierre hermético, los vasos con resalte, los crateriskoi y
los thymiateria.
La técnica pictórica que predomina en la realización de las
decoraciones es la mixta, pues aunque la mayor parte de los
moti os se confeccionan con la de la tinta plana, es com n ue
alguno de los elementos ue los conforman apare ca perfilado.
La estructuración de los registros es variada, documentándose tanto los frisos continuos como los metopados y apareciendo, incluso, combinados en el mismo aso. Las preferencias por
seleccionar una determinada manera u otra están relacionadas
con el tipo cerámico en el ue se desarrollan fig. 4 ). sí pues,
retomando los datos expuestos anteriormente, en el caso de los
recipientes de gran formato con cierre herm tico presentan mayoritariamente la distribución mixta, seguida de la continua y
es inexistente la metopada. En los recipientes con resalte solamente se ha documentado la mixta. En las tinajillas abunda
la metopada, seguida a cierta distancia de la continua. Los tres
tipos de estructuración de registros se documenta en los recipientes de mediano tamaño con cierre hermético, aunque predomina la continua. En los kalathoi se utili an en mayor n mero
los metopados, aunque también hay estructuras continuas. Los
261
[page-n-275]
Hermético grande
Hermético
Hermético
grandemediano
Hermético mediano
R. con resalte
Tinajilla
Kalathos
R. con resalte
Kalathos
Jarro Tinajilla
Jarro
Hermé/co grande
4,2 8,4
2,8
8,68
8,68
4,2 8,4
2,8
1,96
1,96
Hermé/co grande
R. con resalte
R. con resalte
Tinajilla
Tinajilla
Hermé/co mediano
Hermé/co mediano
16,24
26,89
16,24
26,89
Kalathos
Jarro
Plato
9,8 9,8
19,88 19,88
0,28 0,28
0,84 0,84
Jarro
Plato
Cuenco Cuenco
Tapadera Tapadera
ig. 0. Gráfico en el ue se muestra, en tanto por
ciento, el tipo de soportes con decoración compleja
pertenecientes al segundo momento del Estilo Azaila.
Thymaterium
Thymaterium
Crateriskos
Crateriskos
jarros presentan distribuciones de tipo mixta y continua, si bien,
predomina la primera de ellas. En el caso de los platos, lo que
más abunda es la estructuración continua, seguida de la metopada. Aunque en las tapaderas está atestiguada la utilización de
los tres tipos de registro, el metopado y el mixto están presentes
de manera meramente testimonial. Los crateriskoi escogen mayoritariamente el friso para distribuir su decoraci n, si bien es
cierto que existe un ejemplar en el que se utiliza el tipo mixto.
Por ltimo, en el caso de los thymiateria se aprecia el uso principal del friso, si bien, tambi n e iste alg n ejemplar con una
distribuci n mi ta. Seg n lo e puesto, a pesar de no e istir una
distribución exclusiva en el estilo, sí apreciamos ciertas pautas
de regularidad por tipos.
El protagonismo de las ornamentaciones recae tanto en los
moti os fitomorfos como en los oomorfos y antropomorfos,
pudiendo aparecer combinados en un mismo vaso. No obstante,
el grueso de las piezas aquí estudiadas presenta decoración de
tipo vegetal, que es la gran protagonista del estilo, si bien, lo
espectacular de las otras dos ha ensombrecido y distorsionado
la visión que se tiene de él.
En las composiciones se ad ierte una clara diferencia entre
las de tipo egetal y las figuradas. En algunos ejemplares de
las primeras, la composición pude resultar abigarrada a primera
vista, si bien, esa sensación se consigue no por presentar una
amplia cantidad de motivos, sino por la complejidad que aduieren los plasmados. Por su parte, en el caso de las figuradas,
aun ue e iste alg n ejemplar sencillo, lo normal es ue el es
pacio disponible para ser decorado esté repleto de motivos de
diferente naturale a.
Como ocurría en el momento anterior del estilo, la temática egetal es bastante uniforme. estacan los tallos ondulados
integrados por diferentes elementos, las hojas cordiformes con
capullos orales y los roleos egetales, aun ue tambi n están
presentes las ores, los frutos y las herbáceas. La presencia de
“ojos” en ciertos motivos ha llevado a relacionarlos con Tossal
de les Tenalles (Sidamunt) y a proponer una cronología ligeramente más antigua para esos ejemplares (Cabré, 1944), del
mismo modo ue la característica hoja cordiforme se relaciona
con las producciones de Nueva Cataluña (Conde, 1998: 326).
No obstante, la presencia de esos “ojos” en ejemplares tardíos
262
Kalathos
indica que se trata de una reminiscencia de la decoración propiamente catalana, pero no debe tomarse con criterio cronológico de antigüedad.
La rigurosidad de los esquemas compositivos aplicados lleva a plantear que se trata de un código bien aprendido, donde
queda poco margen para una improvisación que vaya más allá
de la ligera modificaci n de ciertos elementos. Coincidimos con
Tortosa (2004a; 2006) en que, para este momento, las decoraciones de este tipo se reali aron semi en serie y ue no fueron
fruto de un encargo personali ado.
Entre los es uemas compositi os se dan asociaciones dife
rentes en n mero y ariables) entre los siguientes moti os e
getales: T LL
L
y R LEVEG L
y T LL R LE
y T LL T LL y T LL
L , R LE y
R LE
VEG,
y T LL
L , R LEVEG,
y T LL
L ,
, L R y R LE fig. 4 6 ).
Los vasos en los que las escenas están protagonizadas por
animales son mayoritariamente kalathoi, si bien, también existen ejemplares pintados sobre recipientes herméticos de gran
tama o y alg n ue otro ejemplar sobre pie as de mediano
tamaño con cierre hermético, platos, tapaderas, crateriskoi y
thymiateria, aunque son los menos. El horror vacui de los kalathoi se aprecia también en los crateriskoi, mientras que en
el resto de soportes los motivos secundarios están menos presentes, quedando reducidos a lo mínimo imprescindible para
ambientar la escena.
Los temas plasmados son bastante recurrentes. El que está
más presente es el de la persecución de los predadores (lobos)
a sus víctimas (ciervos y jabalíes), a las cuales acosan hasta
conseguir darles alcance y muerte. Tras la ingesta de alimento, los despojos de los capturados quedan a merced de las aves
carroñeras (buitres) que merodean el escenario con bajo vuelo.
Dichas escenas, en ciertas ocasiones, están contrapuestas directamente con las de preservación de la vida (amamantamiento),
en una muestra clara del ciclo de la vida (nacimiento-crecimiento fallecimiento)
lmos y Blá ue , 006: 3 3 ). tros
de los temas habituales están protagonizados por aves. Resulta
frecuente ue sean del mismo tipo o similar y ue apare can
en actitudes parejas, bien afrontadas a alg n elemento egetal
o ritual (posible altar o thymiaterium), bien formando parte de
una sucesión de aves o sobrevolando el espacio. También están
presentes las serpientes y los peces, aun ue en menor n mero y
[page-n-276]
en disposiciones ue no siempre son l gicas. Por ltimo, se alar
el protagonismo ue ejercen determinados moti os con forma
de ala sobre algunos de los recipientes. En ese caso se trataría
de la sustitución de la parte por el todo, entendiendo que su
presencia hace referencia a un a e en concreto con un alor o
sentido simbólico.
El n mero de asos en los ue está presente la figura humana es realmente escaso en este momento, insistiendo en que las
verdaderamente protagonistas del estilo Azaila son las decoraciones fitomorfas. Solamente se ha documentado sobre kalathoi
en La Guardia (Alcorisa), El Cabezo de Alcalá (Azaila) y en
un fragmento informe del Palao lca i ), si bien, dadas las
singulares características de ese ltimo ejemplar, y a la espera
de que aparezcan otros que permitan determinar si realmente
se debe incluir en este estilo o pertenece a otro grupo pictórico,
no se tiene en consideración para las apreciaciones de conjunto
que planteamos.
Las pie as a las ue a uí hacemos referencia sí responden
al prototipo de vaso de encargo planteado por Olmos (1987a),
pues su producci n se reali de forma indi iduali ada. Los
temas tienen una variabilidad reducida, estando presentes: la
caza, el trabajo ritual de la tierra y la ceremonia. Estos temas,
aunque el primero también aparece junto a otros protagonizados
por animales, se pintan en el mismo recipiente, formando parte
del mismo mensaje: la abundancia ue ofrece la naturale a, cuyos frutos gestiona la clase aristocrática. La presencia e clusi a
de varones en este tipo de escenas indica que el protagonismo
de las mujeres era visible en otras actividades que no se testimonian en la decoración pintada.
Tras analizar las piezas hemos podido individualizar varios
talleres en funci n de las características morfol gicas de los
soportes, acabados de las piezas, composición decorativa, estructuración interna de la ornamentación, temas y motivos representados. Son los siguientes: La Guardia (Alcorisa), Masada
de la Cerrada o Calanda), Tiro de Ca n lca i ), El Palao (Alcañiz), Cabezo de Alcalá (Azaila), Piquete de la Atalaya
uara), La Corona uentes de Ebro), Cabe o de las Minas
(Botorrita) y Durón de Belmonte (Belmonte de Gracián). Cada
uno de ellos alude a las piezas que en el yacimiento epónimo se
han recuperado, salvo las del Cabezo de Alcalá (Azaila), cuya
difusi n fue más amplia, abarcando al resto de yacimientos
pertenecientes a este segundo momento del estilo Azaila.
263
[page-n-277]
[page-n-278]
V
Contextualización arqueológica
V.1. INTRODUCCIÓN
Las cerámicas ibéricas con decoración compleja constituyen
un bien escaso, pues su distribución fue restringida. En el Bajo
Aragón, el número de yacimientos en los que se han documentado es reducido, ya que casi no superan la treintena. Además, en
el caso de que se localicen varias piezas en uno de ellos, tienden
a concentrarse en unos pocos espacios, siendo frecuente el hallazgo de diversos vasos de ese tipo en el mismo departamento.
Todo ello dibuja un panorama en el que un reducido número de
personas, pertenecientes al grupo de los privilegiados, tuvo acceso a ese tipo de productos, considerados un bien de prestigio.
La naturaleza de los yacimientos en los que se han documentado, en la zona estudiada, se limita a poblados, necrópolis
y centros artesanales, si bien, en el primero de los casos podemos diferenciar entre espacios domésticos y cultuales. Conocer el tipo de contexto en el que se recuperaron las piezas es
esencial para poder interpretar correctamente su funcionalidad
y relacionarlo con las decoraciones que presentan, pues resulta
primordial para comprender su significado Bonet e I uierdo,
2001: 306; Marín Jorda et al., 2004: 131; Olmos, 1996c: 82). La
importancia de llevar a cabo dicha praxis ueda re ejada en los
ltimos estudios reali ados al respecto ranegui,
a Bonet, 1992, 1995; Fuentes, 2006; Grau, 1996; Grau et al., 2008;
lmos,
a P re Blasco, 0 a, 0 b Tortosa, 00 Uro
Rodríguez, 2012, 2013). No obstante, los contextos conocidos
son escasos, ya que la mayoría de cerámicas proceden de excavaciones antiguas en las que no se detallaba, de manera precisa,
el espacio en el que se recogieron ni se referenciaban estratigráficamente. sí mismo, el paso del tiempo y el trasiego de las
piezas de unos museos, cajas o estantes a otros, ha contribuido
a la pérdida de información relevante. Sirva como ejemplo el
problema suscitado con un grupo de materiales recuperados por
Gil. Éste nunca publicó los resultados de sus intervenciones y,
tras su fallecimiento, la iuda los identific como pertenecientes
a La aida Teruel), hasta ue a os más tarde Cabr , basándose
en la trayectoria profesional de aquél y en las características ornamentales de las piezas, dedujo que debía tratarse de una confusión de términos, correspondiendo los materiales, realmente,
al Cabe o de lcalá
aila) Cabr ,
6a:
6).
En las líneas que siguen abordamos exclusivamente aquellos contextos bien conocidos, ofreciendo una recopilación de
lo publicado hasta el momento.
V. . ESP CI S CULTU LES
Los contextos religiosos no son muy comunes entre las piezas
estudiadas, pues solamente se conoce un edificio al ue se le
atribuyen funciones religiosas en El Cabe o de lcalá
aila).
Éste queda inserto en el núcleo habitado, tratándose, por tanto,
de un templo urbano Moneo,
: 4 4 ).
v.2.1. cabezo de alcalá (azaIla) (FIg. 181 y 182)
pesar de ue e isten tres posibles edificios sacros en el poblado, solamente se han identificado con certe a pie as con decoración compleja en el templo in antis. Éste se sitúa en la parte S.
del cabezo, concretamente en el extremo NW. de una manzana
de casas con las que limita a ambos lados, no quedando exento.
Su ubicación es singular, pues se encuentra en un cruce de calles
frente al acceso principal del poblado, por lo que resultaba fácilmente visible. El ingreso al mismo se realizaba directamente
desde la vía.
Contaba con una planta rectangular y una superficie apro imada de 29 m2, por lo ue dado su modesto tama o, a pesar de
estar dedicado al culto público no albergaría en su interior gran
número de devotos.
Los materiales constructivos empleados fueron variados. Se
utilizó la piedra para realizar la cimentación y el zócalo. Las paredes se levantaron con tapial, revestido en su parte interior con
265
[page-n-279]
0
50 m
ig.
. Plano del Cabe o de lcalá
aila), elaborado a partir del publicado por Cabr
): . Casa 6 de la calle
. Templo in
antis 3. epartamento 3 de la calle B 4. Casa 3 de la calle C . Casa de la calle 6. Casa de la calle G . Cámara de la calle
8.-Casa 6 de la calle G; 9.-Casa 1 de la calle E.
una capa de estuco decorada con pinturas del primer estilo pompeyano Beltrán Lloris,
0: 4 Mostalac y Guiral,
).
Ese material también se empleó en la decoración del entablamento y las molduras de la cornisa y el frontón. La cubierta,
no conservada, sería a dos aguas y los pavimentos, realizados
con opus signinum, fueron decorados con sencillos mosaicos
geom tricos ue contribuían a diferenciar espacios Cabr ,
1925: 309-310).
El edificio contaba con arias partes: la pronaos del templo,
de pe ue as dimensiones y con dos columnas in antis; y la naos,
que a su vez se subdividía en un espacio al mismo nivel que
el de la antesala y otro, al fondo, sobreelevado por un podium
realizado con piedra caliza. Sobre éste se situaba un grupo escultórico, en bronce, formado por un caballo, un personaje masculino de pie y una figura femenina, de la ue no e iste acuerdo
sobre cuál sería su ubicación concreta ni tampoco sobre la identificaci n del conjunto Cabr ,
Beltrán Lloris,
6:
lmagro Gorbea y Berrocal,
:
). En cual uier caso, el
personaje principal del grupo escultórico era el varón, pues es el
que está centrado en el espacio y frente a él, pero bajo el podium,
se situaba un ara de piedra Cabr ,
, fig. 3).
Entre los diferentes objetos que se recuperaron en su interior
se encuentran:
En cerámica: Cuatro recipientes de gran tama o y cierre
herm tico fig. 34 36 y 4 ) ue irían acompa ados por sus respectivas tapaderas, aunque no todas se han conservado. Estas
266
piezas poseen grandes dimensiones, lo que las convierte en
idóneas para almacenar productos. En el momento de su hallazgo estaban muy fracturadas y no se pudo detallar el lugar
exacto de procedencia. Consideramos que se dispondrían directamente sobre el pavimento de la naos y se utilizarían para
almacenar los productos ofrendados, pudiendo constituir ellos
mismos, per se, una ofrenda uentes, 0 : 343). Por otra parte, nos llama la atención que en ese espacio sagrado no se haya
documentado ninguna cerámica importada.
La ornamentación que predomina en estos recipientes es la
fitomorfa, plasmándose en ellos la e istencia de una abundante
y fecunda vegetación. Solamente en una pieza aparece otro friso
decorado con una serie de aves, entre las que se intercala alguna
ue otra serpiente y pe entero o consumido), en ueltos por una
rica naturale a fig. 36). Es curiosa la asociaci n escogida por
el artista para ornamentar dicho friso, pues cada tipo de representaci n faunística pertenece a un medio natural diferente a reo, terrestre y acuático). La oposición entre estos seres resulta
e idente, tanto en la forma de despla amiento uelan, reptan y
nadan), como los medios en los que se mueven y las asociaciones de las ue son objeto las a es se relacionan con lo di ino y
celestial, mientras que las serpientes lo hacen con el inframundo.
Al mismo tiempo, uno de los peces, el consumido, aparece sobre
una posible ara oti a, por lo ue pudo haber sido sacrificado).
Resulta sugerente aludir aquí a la vinculación existente entre las aves, los humanos y las divinidades, pues actúan como
[page-n-280]
Fig. 182. Templo in antis del Cabe o de lcalá
aila) y alguna de las pie as con decoraci n compleja en l recuperadas:
43 6
3 y 43 6
4 otos: Museo r ueol gico Nacional. . Martíne Le as) y aila 40 oto: . Cabr ).
intermediarias entre esos dos mundos, el real y el sobrenatural
lmos y Tortosa, 0 0: 43).
Cabe tambi n hacer menci n a otro recipiente de los se alados fig. 34), pues en l aparece un a e y un pe aislados en
un entorno vegetal fecundo. El primero de ellos está enmarcado por una estilización vegetal que podría ser una abstracción de palmera, representando de manera más clara la parte
ue corresponde a la corona Mata et al., 00 Mata et al.,
2010), en cuya zona superior aparece un fruto. En este caso,
la disposición recogida de sus dos brazos inferiores podría hacer alusión al cobijo que la palmácea proporciona al ave, pues
anida en ella. En este sentido, cabe recordar que hemos visto la
asociación entre aves y palmera en otro ejemplar del Cabezo
de lcalá
aila) fig. ). Los autores clásicos identifican esa
herbácea con el árbol de la vida, con las consiguientes connotaciones que conlleva, resultando evidente su relación con la
fertilidad y abundancia Mata et al., 00 : 6). Por otra parte,
el pez aparece en una metopa repleta con un motivo vegetal
complejo y es uemati ado R LEVEG . , fig.
). Se sit a
en la parte inferior de éste, entre dos roleos de los que surge el
resto de la composición.
El programa iconográfico re ejado en los asos alude a una
naturaleza fecunda, por lo que las ofrendas entregadas y depo-
43 6
,
sitadas en ellos irían acompa adas de s plicas propiciatorias de
la abundancia.
En bronce Cabr ,
): Un pe ue o jabalí. Restos de
otra escultura zoomorfa, concretamente de un cuadrúpedo ungulado, sin que se pueda detallar la especie a la que pertenece. Una placa de la que Cabré dice que por una de sus caras
recuerda a la palma de una mano humana, por lo que podría
tratarse de una t sera. Por ltimo, dos posibles mangos de un
instrumento indeterminado.
-Materiales varios, como: hierro, bronce y madera están
presentes en una catapulta que se halló en la naos del templo, a
la derecha del ara votiva. Su presencia obedece a la defensa de
este espacio sacro frente al ataque sufrido en el último momento de la ciudad. Tras la resistencia fallida, los habitantes iniciarían la huída, abandonando allí el arma, que acabó carbonizada
Beltrán Lloris,
6: 44 y ). tros autores han interpretado
su presencia como un trofeo de guerra ofrendado lmagro
Gorbea y Berrocal,
:
ourcade, 00 : 0 ).
El periodo de uso del templo abarcaría la horquilla temporal comprendida entre el s. II a. C. y el primer cuarto
del I a. C., momento en el ue se produciría el iolento final
del poblado.
6
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0
50 m
ig. 3. Plano de San ntonio Calaceite), elaborado a partir del publicado por Moret et al. 006), en el ue se detallan las estancias en
las que se recuperaron cerámicas con decoración compleja: 1.- Departamento 1; 2.-Departamento 2; 3.-Departamento 3; 4.-Estancia F de
la vivienda 5; 5.-Departamento 9.
V.3. CONTEXTOS DOMÉSTICOS
Se trata del contexto que resulta más frecuente entre las cerámicas estudiadas, si bien, el tipo de dependencias en las que
aparecen puede tener funcionalidades diferentes almac n,
cocina, pasillo, departamento principal, etc.). Al analizar su
distribución espacial en los yacimientos, apreciamos que el
número de viviendas en las que se recuperaron piezas con decoración compleja es escaso. Además, si tenemos en cuenta el
volumen de vasos hallados en cada una de ellas, apreciamos
cómo existe una clara concentración en un reducido grupo de
unidades habitacionales.
v.3.1. san antonIo (calaceIte) (FIg. 183)
Son varias las piezas que se han localizado en diferentes viviendas de la zona del poblado correspondiente a la segunda
fase constructiva, datada en el s. III a. C. Dichas residencias
tenían un tama o superior a las de la primera fase, su planta era
rectangular y contaban con dos alturas, pues aprovechaban el
desnivel de terreno. La superior se dedicaba a vivienda propiamente dicha, mientras que la inferior se destinaba al almacenaje
de productos de variado tipo.
En su construcción se empleó mampostería de piedra para el
zócalo, mientras que las paredes se levantaban con adobe o tapial y se les aplicaba una capa de cal. El piso existente entre una
y otra planta se forjaba con vigas de madera, entramado vegetal
y barro apisonado. Finalmente, el techo se realizaba de manera
similar, con madera, materia egetal y barro Cabr ,
4: ).
268
El final del poblado se produjo en un momento indeterminado del s. II a. C. de forma violenta, a juzgar por el importante
nivel de incendio documentado y el nutrido número de armas
que se recuperaron en sus calles y casas, claro indicativo de que
esos espacios fueron escenario de un acto bélico que acabó con
la ida del encla e Moret et al., 2006).
A continuación se describe cada una de las estancias en las
que se recuperaron piezas con decoración compleja, siguiendo
las anotaciones de Cabr
4), y se conte tuali an dentro de
la vivienda a la que pertenecieron:
-Departamento 1: Solamente se conserva el nivel inferior de
la casa almac n).
l se accedía mediante una escalera compuesta por nueve escalones. Recorriendo sus paredes existía un
banco de adobe en el que aparecían incrustadas unas veintinueve
tinajas, cubiertas con tapaderas para proteger su contenido. En
el centro de la estancia había una banqueta rectangular de mampostería con otras diez tinajas y, en medio de ésta, sobreelevada,
una pilastra con tres pie as importadas apoyadas una copa de
barniz negro, un skyphos del tipo Morel 4342a y otra copa de
Camp. , forma Ba)1 Moret et al., 2006: 161-162). Contaba,
Por su e cepcionalidad, algunos autores lo han interpretado como
una posible mesa de ofrendas Pallar s, 6 : 3 36 Bonet y
Mata,
:
), por lo ue en dicho espacio se practicarían cultos
de carácter doméstico y familiar dedicados a sus antepasados. La
carencia de hogar, así como de otro tipo de materiales vinculados
directamente al culto, lle a a cuestionar tal atribuci n. Cabe se alar que en el departamento contiguo, el 2, aparece otra estructura
de similares características.
[page-n-282]
por tanto, con una gran capacidad de almacenaje2 y con unas
piezas de circulación restringida atesoradas por la familia, dado
el amplio periodo temporal ue abarcan la más antigua datada
en el 400 a. C. y la más moderna entre el 225-115 a. C.), aspectos
que denotan el elevado status económico de los residentes de
la vivienda. Recientemente Burillo ha cuestionado que el poder
económico de esa familia agrícola, dedicados al comercio del
vino, como los residentes en la vivienda contigua, tuviera otro
tipo de connotaciones sociales o políticas Burillo, 0 : 0 ).
Los materiales recuperados son abundantes, si bien, no se
ofrece de ellos una relación detallada. Según Cabré, en el espacio existente entre los bancos corridos y el poyo se hallaron
gran cantidad de vasos cerámicos propios del servicio de mesa,
objetos auxiliares, pondera, fusayolas, afiladores de piedra, restos de fauna y diversos instrumentos de hierro.
Respecto a la cerámica con decoración compleja, únicamente se tiene noticia de un fragmento informe, en el que los
moti os pintados son de tipo geom trico y egetal San ntonio 6, fig.
). Lo incompleto de la pie a impide hacer mayores precisiones.
epartamento : Este semi s tano almac n) forma parte
de una vivienda que contaba con otra estancia, comunicadas
mediante una escalera. Era de planta rectangular y compartía
medianera con la vivienda anteriormente descrita.
En este almacén aparecían bancos adosados a las paredes,
en algunos casos discontinuos, en los que se habían practicado
unas oquedades para insertar veintiséis recipientes cerámicos.
Además, en la parte central de la estancia, pero más próximo
al lado N., aparecía una banqueta rectangular de argamasa, con
tres filas de asijas catorce en total), una de las cuales se decor con un moti o figurado San ntonio 3, fig.
) Cabr ,
1908: 220-221).
Junto al banco corrido del lado S. había un ara con un
skyphos de barniz negro y un pondus ornamentado con estampillas impresas. En el suelo, junto a la grada en la que reposaba el
ara, apareci una lan a Cabr ,
4: ).
Se tiene noticia de que en esa zona de almacenaje, pero en
un lugar impreciso, se recogieron otras piezas cerámicas con
decoraci n compleja San ntonio y San ntonio , fig.
),
si bien, lo incompleto de las mismas impide realizar apreciaciones de conjunto.
En la estancia superior de la residencia se hallaron dos lanzas, dos posibles falcatas y una tinaja, de cuyo interior se extrajo
un aso de menores dimensiones Cabr , 0 : 0 Moret et
al., 006, fig.
).
De nuevo, la gran capacidad de almacenaje de la estancia
subterránea3 denota la importancia económica que debía tener
la familia que residía en la vivienda. A ello hay que sumar la
existencia de cerámica importada, un artículo de lujo entre la
sociedad ibérica del momento, aunque en este caso no es muy
abundante. Por ltimo, aludir a la presencia de diferentes armas
dentro de la casa, que se deben vincular al momento convulso
de destrucción del poblado al que pertenece el contexto descrito.
-Departamento 3: En este caso, la vivienda tiene una planta rectangular y estrecha, subdividida en dos estancias que
se encuentran a diferentes niveles, pues la más interna está
pro imadamente unos . 3 litros Burillo, 0
3
Estimada en .600 litros Burillo, 0
: 0 ).
: 0 ).
casi prácticamente excavada en la roca. La comunicación entre ambas se producía a través de una escalera compuesta por
cinco pelda os.
En la estancia superior únicamente se hallaron dos mandíbulas de ovicáprido y una pieza de cerámica probablemente destinada a la cocina, pues de ella se dice que es tosca.
La escasez de materiales de dicha estancia contrasta con los
recogidos en la inferior, dedicada al almacenaje de productos
Cabr , 0 : 3 4, 0
0). En cerámica se recuper : la
parte inferior de un recipiente indeterminado; una copa; cuatro
tapaderas; una taza; una botella; una imitación de guttus Morel
0), interpretada como lucerna Burillo,
3
4) y un oinochoe con ojos apotropaicos pintados fig. ). Por tanto, gran
parte ellos se utilizaban para el servicio de mesa, mientras que el
resto se incula al almacenaje de productos como contenedores
u objetos auxiliares que protegían el contenido de esos recipientes). En cuanto a las producciones importadas, resultan escasas,
pues únicamente se da noticia de una copa de barniz negro.
Por otra parte, apareci gran cantidad de pondera en barro,
entre los que destacan tres por estar ornamentados. Del mismo
material se recuper una pe ue a bolita completamente decorada con puntos y líneas incisos.
En hierro se documentó una lanza y dos rejas de arado,
mientras que en cobre se hallaron unas pinzas.
En hueso se identific un disco con un orificio central de
difícil atribución.
Por ltimo, en piedra, un pulidor y tres cantos trabajados.
El ajuar, por tanto, no es de los más destacados del poblado, correspondiendo a una familia modesta, como también se
deduce de las dimensiones y características de la vivienda en la
que residían.
-Departamento 5: Corresponde a la vivienda de mayor tamao del poblado. La planta de sta, rectangular, está subdi idida
en ocho estancias de desiguales dimensiones. Contaba con dos
accesos diferentes, situados a ambos extremos de la fachada
principal, y la comunicación entre las diferentes alturas de la
vivienda se realizaba a través de escaleras.
Son pocas las descripciones disponibles sobre la estancia
a uí tratada, lo ue dificulta su interpretaci n. Seg n Cabr , es
el departamento más rico en cuanto a materiales arqueológicos
y restos ar uitect nicos se refiere, pero en cambio no se detallan de manera e hausti a los objetos ue albergaba Cabr ,
4:
3). Para reali ar una restituci n del contenido de la
i ienda lo más fiel posible, se han completado sus descripciones con las que aparecen en el diario de excavación de Bosch
Pallar s, 6 ), cuya numeraci n de estancias se utili a en las
líneas que siguen.
En la estancia 9I apareció escasa cerámica, una espada
tipo La Tène y restos de otra posible. En la contigua, la 12, se
extrajo una espada del mismo tipo que la primera apuntada y
restos cerámicos, que también se localizaron, aunque en reducido número, en el pasillo que daba acceso a los diferentes nieles de la i ienda. Por el contrario, en la estancia
se dice
que había gran cantidad de cerámica y en ella también se recuperó un botón de bronce. La habitación contigua, la 9II, proporcionó restos de hierro que podrían corresponder a dos espadas,
algunos fragmentos de cerámica y un broche de cinturón realizado en bronce. En un nivel inferior se encuentra la estancia
J, objeto de intervenciones anteriores, no detallándose nada de
269
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lo allí recuperado. Por ltimo, el semi s tano estaba di idido
en dos estancias, la E y la F, parcialmente excavadas por Cabré. En la F salieron cerámicas ricamente ornamentadas, alguna de ellas con decoraci n compleja de tipo fitomorfo San
ntonio y San ntonio , fig.
), una punta de echa y
un anillo de bronce, pondera y fusayolas en número indeterminado, tro os de hierro y un molino de granito de pe ue as
dimensiones,4 por lo que esta estancia sería utilizada como una
zona de producción o de reserva de los instrumentales dedicados a tales fines. inalmente, en la E aparecieron restos de un
ánfora, que pudo estar incrustada en una oquedad practicada en
la roca, y muchas cerámicas, tratándose, tal vez, de una zona
de almacenaje.
En base a las características de la vivienda y a los materiales
en ella recuperados, se sabe que perteneció a uno de los personajes destacados del poblado. La gran presencia de armas se
relaciona con el momento final del encla e, cuando fue atacado
de forma violenta y sufrió un incendio parcial, aunque recientemente se ha planteado la hipótesis de que realmente el poblado
no sufriera asalto alguno, sino que la presencia de armas en los
vestíbulos de las casas, próximos a la puerta de acceso, deba
relacionarse con una práctica ritual documentada en algunos
yacimientos ibéricos del NE. peninsular, consistente en su exhibici n Moret et al., 2006: 164).
-Departamento 9: Corresponde a una de las estancias de una
i ienda estrecha, de planta rectangular y arias alturas Cabr ,
1984: 23-24). La habitación que aquí se describe limitaba al W.
con la muralla y no era la de mayor tama o de la casa. Casi
todo su perímetro estaba recorrido por un banco de barro con
oquedades, si bien, y a diferencia de lo que ocurría en otros casos, no albergaban vasijas contenedoras. Además, en esa habitación aparecían varias cubetas, utilizadas en la transformación
de productos que contenían líquido. En la estancia, además, se
recuperaron: un plato con decoraci n fitomorfa San ntonio ,
fig. 3), un aso de barni negro, pondera, una fíbula de cobre, un mortero de granito, restos óseos y otros objetos que no
se detallan. La estancia, por tanto, parece que se utilizó como
zona de transformación y producción, al mismo tiempo que de
almacenaje, aunque éste también pudo realizarse en materiales
perecederos madera o fibras egetales). La i ienda presenta
características más modestas que la anteriormente descrita y result incendiada en el momento final del poblado.
Con lo expuesto en este y anteriores capítulos, se aprecia cómo la élite aristocrática del enclave residía en el barrio bajo del poblado, construido en el s. III a. C. Moret et al., 2006: 160). Las
i iendas de esa ona eran de mayor tama o, tenían gran capacidad de almacenaje, cerámicas con decoración compleja e importaciones, lo que denotaba su poderío económico con respecto al
resto de habitantes. Por otro lado, el ue la mayor concentraci n
de armas se encuentre en esa zona no es baladí, sino que es otra
muestra del elevado nivel económico de esas familias. Además,
dado que contaban con abundantes víveres y allí residían los
personajes más destacados, se defendió la zona con especial insistencia, lo que no les libró de las llamas que acabaron con el
poblado entre finales del s. III a. C. e inicios del II a. C.
4
Su tama o permitiría trasladarlo de una estancia a otra, sin precisar
una ubicaci n fija.
0
Llama la atención el hecho de que las cerámicas con ornamentación compleja no se localicen en las zonas más visibles de
las viviendas, sino en las estancias más interiores y menos frecuentadas por los residentes de las mismas, así como por las personas ajenas a la familia que accedieran al interior de las casas.
En este sentido, debemos tener en cuenta que su excepcionalidad ornamental no siempre va vinculada a su exhibición inmediata, es decir, que su uso no era frecuente, sino que considerada
como ajilla de lujo, solamente se utili aría en ocasiones se aladas. Lo anteriormente indicado ata e a las pie as destinadas al
servicio de mesa, no ocurriendo lo mismo con las de almacenaje
u objetos auxiliares asociados a ellas que, además, no suelen
ornamentarse con moti os figurados. stas ltimas, debido a su
gran peso y tama o, uedarían en el mismo sitio de almacenaje.
v.3.2. alto chacón (teruel)
Son varios los espacios en los que se han recuperado cerámicas
con decoración compleja, principalmente viviendas y calles del
poblado. El urbanismo de éste es sencillo, articulado alrededor
de dos calles principales, a cuyos lados se desarrollan las diferentes casas. Los materiales empleados en su construcción son
similares a los descritos en el caso anterior: piedra para el zócalo; adobe o tapial para el alzado, que se revestía de una capa
de enlucido; y, por último, madera, materia vegetal y barro para
la techumbre. Sus dimensiones no eran muy grandes y solían
contar con una, dos o tres estancias trián,
6: 6 Escriche,
00 : 4). ctualmente, en base a los datos disponibles, resulta difícil definir las ue conforman una i ienda. En el caso de
que ésta contara con un único departamento, sería multifuncional, pues serviría como estancia principal en la que se desarrollaban todas las actividades propias de una vivienda. De contar
con más de una estancia, era común que la del fondo actuara
como despensa, mientras que en la principal se ubicaba el hogar.
A continuación detallamos los materiales que componen los
ajuares recuperados en cada uno de los departamentos en los
que se documentaron cerámicas ibéricas con decoración compleja. Para ello, seguimos la publicaci n monográfica ue hasta
el momento e iste sobre el yacimiento trián,
6).
epartamento 6: Posee planta rectangular, un hogar en la
zona central y parece que forma una unidad habitacional junto
al epartamento , al ue se entraba por la calle I. Pr imo al
hogar apareció un grupo de pondera, lo que indicaría que en ese
espacio existía un telar, muy próximo a la pared.
A continuación detallamos otros materiales recuperados.
En cerámica a torno se recogieron: dos tinajas, una tinajilla, un
lebes, una cantimplora, una jarra, un plato, un soporte, un colador, un crateriskos, un cántaro, ocho fragmentos informes, un
jarrito de cerámica gris ampuritana y una imitación de copa de
barni negro con decoraci n fitomorfa fig.
). En barro se
documentaron varios pondera, aun ue en un deficiente estado
de conser aci n. En hierro: un pu al, cla os y dos placas decoradas que probablemente corresponden a un broche de cinturón.
En bronce, dos fragmentos de fíbulas. En plomo se hallaron dos
placas de pe ue as dimensiones, sujetas por pasadores, y una
lámina. En cobre: varias anillas y dos agujas, una para coser y la
otra para recoger el cabello. Finalmente, en hueso: un punzón,
cuatro astrágalos y un hueso seccionado en sus extremos.
El material recogido alude a un contexto doméstico multifuncional, en el que se realizarían actividades de mantenimien-
[page-n-284]
to, producción y almacenaje. Su datación corresponde a la etapa
de mayor esplendor del poblado, que abarca el periodo comprendido entre los ss. II-I a. C.
-Departamento 14: Corresponde a una habitación de planta
rectangular en la que se han documentado varios hogares, uno
pr imo al muro final de la estancia y otro frente a la puerta de
entrada al menos en dos de los casos), testimonio del desplazamiento del área de cocción y de la fuente de calor/luz en ese
espacio Gu rin, 003: 6). El acceso a la i ienda se reali aba
por la calle II.
A continuación ofrecemos una relación de los materiales en
él recuperados. Aparecieron fragmentos de cerámica a mano y
pie as reali adas a torno dos tinajas, un plato y una tinajilla con
decoraci n compleja, lto Chac n 3, fig. 4 ), así como algunas
cerámicas importadas Camp. y B). Por otra parte, se recogieron tres clavos de hierro, dos anillas y una fíbula de cobre, un
punzón de hueso, dos astrágalos y dos fusayolas. El material,
aunque escaso, es el habitual de una estancia doméstica.
-Departamento 20: Corresponde a un espacio abierto situado junto al acceso al poblado, contiguo al puesto de vigilancia
epartamento ). En l se recuperaron fragmentos de cerámica a mano, a torno una tinaja, tres tinajillas, un ta n, tres
platos, una crátera y unos cuantos fragmentos informes, algunos
correspondientes a tejuelos y otros con decoraci n fitomorfa,
lto Chac n y lto Chac n , fig.
) e importadas una pátera precampaniense, un cubilete de paredes finas y un fragmento de terra sigillata hispánica, de la forma Ritterling 8), además
de una fusayola. En metal aparecieron: un pu al de hierro, ocho
anillas de cobre, una campanita y un as de bronce. En hueso:
dos agujas fragmentadas, un machacador, una horquilla y un
fragmento indeterminado ue estaba ornamentado. Por ltimo,
en piedra se halló un machacador y dos molinos.
Los materiales remiten al puesto de vigilancia, en el que
existirían instrumentos para el servicio de mesa, el almacenaje
y la transformación de ciertos alimentos, así como algunos relacionados con la defensa personal. El hallazgo de otros objetos
alude a la presencia femenina fusayola, agujas y hor uillas).
Por tanto, es un espacio en el ue al tiempo ue se cuidaba la
entrada al poblado se practicaban otro tipo de actividades. El
periodo de uso de este departamento fue amplio, pues abarca el
margen temporal comprendido entre el s. III a. C. y el II d. C.,
si bien, según lo visto en otros contextos, resulta plausible proponer como término ante quem para la cerámica ibérica con decoraci n compleja los primeros a os del s. I a. C.
-Departamento 23: De planta rectangular, se sitúa frente al
Departamento 19 y junto al 22. Cuando se publicó se diferenciaron dos niveles, cada uno de ellos con un hogar, por lo que
ese espacio se hace corresponder con una unidad habitacional.
Los materiales recuperados se adscriben al nivel en que fueron
recuperados trián,
6: 3 6).
La única pieza de cerámica con decoración compleja, una
tinajilla lto Chac n , fig. 4 ), apareci en el segundo ni el,
por lo tanto, el más antiguo de la estancia. Junto a ella se recuperó gran cantidad de fragmentos de ollas realizadas a mano, así
como otras piezas a torno: una tinaja de grandes dimensiones,
dos tinajillas, dos kalathoi, dos copas, un plato,5 un soporte, un
Seg n la clasificaci n de
copa con asas.
trián, aun ue podría tratarse de una
crateriskos, un cubilete, alguna pieza indeterminada y numerosos fragmentos informes trián,
6: 3). ichas pie as corresponden a actividades de almacenamiento y servicio de mesa.
De procedencia indeterminada, se recuperaron: parte de un
escudo de hierro, un cuchillo y ocho clavos del mismo material,
tres horquillas y un punzón de hueso, así como un tejuelo de
cerámica a torno.
Llama la atención el hecho de que en este departamento
no se halló ninguna cerámica importada. Su cronología de uso
debió corresponder al periodo comprendido entre el s. III a. C.
y comienzos del I a. C.
v.3.3. el castelIllo (alloza)
En este poblado se ha recuperado un número considerable
de cerámicas ibéricas con decoración compleja, si bien, en
muchos de los casos únicamente se ha detallado que se extrajeron de la ladera N. trián,
), lugar en el ue se situaban las viviendas de la aristocracia local. A continuación presentamos cada uno de esos departamentos, dando cuenta de los
materiales que componían los diferentes ajuares domésticos
trián,
, 66).
-Departamento 4: Este espacio cuenta con una planta cuadrangular de medianas dimensiones. Los materiales empleados
en su construcción son la piedra para el zócalo y el adobe para
las paredes. Como elemento distintivo presenta, al comienzo de
la pared de la derecha, un elemento de refuer o trián,
:
239), permitiéndole soportar mejor el peso de la cubierta.
Entre los materiales recuperados existen fragmentos de cerámicas a mano y a torno, algunas de ellas con decoración compleja: un kalathos Castelillo SN, fig. 64) y arios fragmentos
informes Castelillo y Castelillo , fig.
Castelillo 3,
fig. 30). e las pocas formas identificadas, cabe hacer alusi n
a un recipiente con resalte y tapadera. Además se recogió parte
de una figurita animal en barro, una piedra de afilar y arios
fragmentos de cerámica campaniense A, algunos de los cuales pertenecían a la misma pie a, una copa Lamb.
trián,
1959: 240-242).
El ajuar doméstico con el que contaba la estancia, por tanto,
no era abundante, pero sí distinguido cerámicas con decoraci n
compleja e importadas), lo que denota la posición social destacada de sus propietarios.
epartamento fig. 4): Posee planta rectangular y gran
tama o, el mayor de entre las diferentes estancias e ca adas
hasta el momento. El zócalo se realizó con mampostería de piedra, sobre el que se elevaban las paredes de tapial revestidas de
estuco. l final de la pared de la derecha apareci un pe ue o
banco de adobe recubierto también de estuco. En el centro de la
habitación hay una zona rectangular remarcada por una hendidura practicada en el barro ue, a juicio de trián
66: 63),
no corresponde a un hogar, aunque hay evidencias de fuego
como en el resto del departamento, pues fue un incendio el que
provocó el abandono del poblado. La techumbre se realizaría
con troncos, materia vegetal y barro.
De las piezas recuperadas solamente se da noticia de las
más significati as, por lo ue desconocemos el conte to material real que formó parte del último momento de la estancia
trián, 66: 6
6 Loscos et al., 00 :
). En cual uier
caso, es una de las más ricas del poblado en cuanto a materiales
ar ueol gicos se refiere.
[page-n-285]
ig. 4. Bodeg n de pie as cerámicas con ornamentaci n compleja recuperadas en el departamento
Museo de Teruel).
En cerámica hay testimonios de piezas realizadas a mano,
aunque no eran muy abundantes, y a torno: una tinaja, una tinajilla, un recipiente de mediano tama o y cierre herm tico,
un kalathos con decoración compleja, una sítula, un tonel, dos
olpai uno de ellos con ornamentaci n figurada), un oinochoe,
un jarro, cuatro tazas, tres platos, cuatro páteras, dos cuencos
uno de ellos con decoraci n egetal), tres tapaderas, un guttus,
cinco crateriskoi dos de ellos con ornamentaci n fitomorfa),
dos kantharoi y un cubilete. Un grupo de estas piezas, por tanto, se emplearía para almacenar líquidos, mezclarlos, servirlos e
ingerirlos, correspondiendo cada uno de ellos a tipos diferentes.
El resto cumplirían funciones relacionadas con el almacenaje
de productos sólidos. A ellos hay que sumar la presencia de una
pieza excepcional relacionada con la música y que ha sido identificada con una trompeta.
Por otra parte, en terracota se recuperaron un n mero indeterminado de fusayolas, pondera, bolas decoradas y una figurita
de caballo. El hallazgo de varios fragmentos de morillo lleva a
replantear la utilización de la zona rectangular del centro de la
estancia, con restos de fuego, como un hogar.
En hierro se localizaron varios fragmentos indeterminados y
un anillo, mientras que en hueso se extrajo un punzón.
A tenor de los datos disponibles, observamos cómo existen
ciertos elementos que denotan el carácter singular de la estancia Bonet y Mata,
:
): sus dimensiones destacadas la
presencia de vajilla con decoración compleja en número considerable, alguna de ellas, además, con una inscripción pintada;
del Castelillo
llo a)
oto:
recipientes relacionados con fines lit rgicos sítula y guttus) y
el consumo del ino crateriskoi); la presencia de un posible
hogar cuadrangular, remarcado por una línea incisa, en el centro de la estancia y la utili aci n de morillos lmagro Gorbea,
1993-1994: 126; Almagro-Gorbea y Moneo, 2000: 129), lo que
indica que en su interior probablemente se practicaran banquetes rituales, constituyendo un espacio de culto pri ado Gracia
et al., 1994: 92). No obstante, su catalogación como lugar sacro, no doméstico, debe ser tomada con reservas, habida cuenta
de la dificultad ue entra a la lectura del registro ar ueol gico
disponible, máxime si se considera que las excavaciones son
antiguas y que no se ha publicado todo su repertorio material. Es
por ello ue consideramos más con eniente identificarlo como
un espacio doméstico en el que, en determinadas ocasiones, se
celebraban ciertas actividades religiosas.
Tras analizar las decoraciones complejas del contexto, obser amos ue el 60 presenta temática de tipo egetal los dos
crateriskoi y el cuenco se ornamentan con tallos serpenteantes
que transmiten una sensación de continuidad), mientras que en
el 40 restante es figurada el olpe y el kalathos). Los protagonistas de stas ltimas son animales, no estando presente la figura humana. En el caso del olpe aparecen dos aves afrontadas a
una estili aci n egetal posible moti o heráldico ), mientras
que en el kalathoi se pinta una escena de depredaci n un par de
ciervos marchan a la carrera, como huyendo de un peligro inminente, mientras otro está siendo atacado por un grupo de buitres)
y otra ambientada en un medio acuático, que está incompleta.
[page-n-286]
Fig. 185. Bodegón con diferentes cerámicas con decoración compleja halladas en el nivel III de la estancia B del Cabezo de la Guardia
lcorisa) oto: Museo de Teruel).
La dataci n final de uso de la estancia, a la ue corresponden los materiales enumerados, es de finales del s. III a. C. o
comienzos del II a. C.
-Departamento 9: Se sitúa al lado derecho de la habitación
anteriormente descrita y posee una planta rectangular de dimensiones más reducidas.
En su interior se recuperaron diferentes recipientes de cerámica, tanto hechos a mano como a torno. Los primeros están documentados de manera testimonial, habi ndose identificado un
único microvaso. Los segundos son más abundantes y variados,
entre los ue hay: un recipiente de mediano tama o con cierre
hermético y tapadera, un crateriskos, un ungüentario, un tazón,
un plato, una tapadera, un thymiaterium y algunos fragmentos
informes, presentando uno de ellos decoraci n compleja Castelillo , fig.
). demás se hallaron ocho fusayolas y una
bola de barro. En piedra aparecieron dos morteros, de uno de los
cuales también se conservaba la mano empleada para machacar,
y un molino de mano trián, 66: 6
).
La cantidad de recipientes que conforman el ajuar doméstico es escasa. Debió tratarse de un espacio multifuncional, pues
hemos constatado la existencia de actividades dedicadas a la
transformación, almacenaje y consumo de productos, pero no
a su preparación.
v.3.4. cabezo de la guardIa (alcorIsa)
(atrIán y Martínez, 1976)
El grueso de las piezas cerámicas que presentan decoración
compleja fue recuperado en la estancia B, que formaba una unidad habitacional con la E1 y E2, destinadas al almacenamiento
de productos, y el torreón de vigilancia, en el que se documentó
un horno dom stico Martíne Gon ále ,
0: 4 466).6 La
vivienda tenía planta rectangular y contaba con una doble al6
Martíne
0: 4 ) plantea sus dudas sobre si la planta de la
vivienda era más compleja, debiéndole anexionar las estancias A
espacio principal), posible corral), C y
habitaciones), al no
haber documentado ningún hogar en la primera de ellas.
tura, a juzgar por la presencia en su interior de unas escaleras
de piedra. Los materiales utilizados para su construcción eran:
la piedra para el zócalo, el adobe para las paredes y la madera,
junto a otro tipo de materia vegetal y barro para la cubierta.
En la estancia B, la principal de la vivienda, se han diferenciado varios niveles, entre los que cabe destacar:
-El III, correspondiente al último momento de uso. En él
se recuperaron algunos vasos con decoración compleja: dos kalathoi con decoraci n figurada, así como tres crateriskoi y un
oinochoe con decoraci n fitomorfa fig.
).
La vivienda de esos momentos tenía un hogar en la parte central de esta estancia y un banco corrido, de arena apisonada, en la
pared del fondo. Es precisamente sobre éste donde se disponían
las pie as se aladas Martíne Gon ále ,
0: 46 ). unto a ellas
tambi n aparecieron cerámicas importadas arios fragmentos
de campaniense y B, entre los ue hay una Lamb. paredes
finas, morteros de dediles y olpai romanos) y otras ibéricas
finas: un recipiente de medianas dimensiones y cierre herm tico, un lebes de gran tama o, un kalathos, un oinochoai, un
olpe, un tazón, una escudilla, un cuenco, una tapadera, siete
crateriskoi; de cocina: una olla y un recipiente indeterminado, parcialmente conservado). A todo ello hay que sumar dos
fusayolas y tres bolas de barro decoradas trián y Martíne ,
6: 4 ).
La riqueza de los materiales recuperados en esta estancia
indica el elevado rango social que poseía la familia que residía
en la vivienda. Las piezas decoradas, como ya hemos dicho, se
exponían en un lugar destacado de la habitación, sobre el banco corrido. En él se entremezclaban las que tenían ornamentaci n fitomorfa y figurada, por lo ue a la hora de almacenarlas
primaba la funcionalidad a la que iban destinadas, así como el
tipo de productos que contenían. Además, en destacadas ocasiones adquirían mayor protagonismo, pues se utilizaban en
determinados festejos.
Al analizar las ornamentaciones se aprecia cómo se ha escogido la temática vegetal para los crateriskoi y el oinochoe, siendo recurrente el tema principal tallos continuados), sal ando
las licencias expresivas que se aprecian en cada uno de ellos. En
3
[page-n-287]
cambio, en el caso de los kalathoi se pintan diferentes escenas,
en uno de los casos protagonizada exclusivamente por la fauna
y en el otro por ésta y el ser humano, conjugándose sus quehaceres en alguna de ellas.
El contexto de uso de la vivienda, en base a los materiales
localizados, se sitúa entre el s. II a. C. y comienzos del I a. C.
El inferior ni el IV) corresponde al primer ni el de uti
lización de la vivienda, sobre el que se dispuso el pavimento de tierra apisonada del siguiente. Los restos exhumados
son propios del derrumbe de la construcción y en él se recuperaron varias piezas destacadas, como un oinochoe LGSN4,
fig.
) y un fragmento informe con decoraci n fitomorfa
LGSN3, fig. 30) junto a las siguientes cerámicas ib ricas:
dos tapaderas y un embudo realizados a mano; un plato,
una tapadera, una taza, un cuenco y un soporte hechos a torno. En sílex se documentaron gran cantidad de lascas sin retocar, un cuchillo y una punta de echa. En hueso, un instru
mento de difícil clasificaci n y restos de fauna ariada. Por
último, en cobre, una bolita con una perforación, una fíbula y
un objeto indeterminado.
Este nivel corresponde al periodo comprendido entre los
ss. III-II a. C.
También se recuperaron fragmentos de piezas con decoración compleja en diferentes niveles de las habitaciones C y D
LGSN , fig.
LG II
4, fig. 3 LGSN , LG II C
,
LG II
00, 4 y LG II C 3 , fig. 30), empleados como
almacenes, ue junto a la y la posible corral) formarían una
nica i ienda Martíne Gon ále ,
0: 4 ).
v.3.5. pIquete de la atalaya (azuara)
Aunque no se detalla la vivienda exacta en la que apareció el
kalathos con decoraci n figurada fig.
y ), sí se sabe ue
sta correspondía al sector
y se publica su conte to Royo y
Minguell, 1990).
Las casas del poblado eran de planta rectangular, el zócalo
era de piedra y el alzado de adobe o tapial, mientras que para la
construcción de la cubierta se empleaban troncos, materia vegetal y barro.
La vivienda a la que aquí hacemos referencia contaba con
un banco corrido, pegado a la pared, en el que se disponían una
serie de objetos cerámicos: el citado kalathos y otro con decoración geométrica, una dolia, fusayolas y pondera en número
indeterminado, una imitaci n de un plato de barni negro Lamboglia ), cerámica importada campaniense B, Lamboglia ),
una jarra de tipo romanizado y otros fragmentos informes. Toda
ella remite a un ajuar propiamente doméstico.
El abandono de la vivienda se produjo como consecuencia del incendio que asoló el poblado en un momento indeterminado del s. I a. C., entre comienzos y mediados de éste, como
ya se ha explicado en el capítulo dedicado a la descripción
de los yacimientos.
v.3.6. celsa (velIlla de ebro)
(beltrán llorIs, 1991b, FIg. 54)
Yacimiento que cuenta con diferentes niveles de ocupación,
unos pertenecientes a la poca ib rica el primero entre finales
del s. III a. C. y comienzos del I a. C., mientras que el segundo
va desde mitad del S. I a. C. hasta el 44 a. C.), que terminaron
4
de forma iolenta, y otros a la romana entre el 44 a. C. y el
4 d. C.) Beltrán Lloris,
0b).
El único fragmento con decoración compleja que se ha publicado 6. .33 6, fig. 43) se data entre finales del s. II a. C.
y principios del I a. C. y se recogió en el Departamento
4 , ni el a , de la casa de la Tortuga Beltrán Lloris,
1998: 22). Esa vivienda posee una planta propiamente itálica, pues cuenta con un atrium central cubierto, en torno al
cual se disponían los diferentes cubicula. Además, tenía un
tablinum de tama o considerable y un gran vestibulum, a
través del cual se accedía al triclinum y al hortus Beltrán Lloris, 1991a: 218). La existencia de una escalera indica que la
vivienda dispondría de un piso superior. La fachada principal
se adaptaba a la irregularidad del terreno, por lo ue no definía
un rectángulo perfecto.
El fragmento ibérico con decoración geométrica y vegetal
apareció en una de las estancias del fondo de la casa, junto a
materiales cerámicos propios del servicio de mesa y a otros que
se utilizaban como auxiliares. Respecto a las cerámicas importadas, se recuperaron piezas de: terra sigillata hispánica, terra
sigillata gálica, paredes finas, lucernas romanas y ánforas tarraconenses que dibujan un nivel de abandono fechado a mediados
del s. I d. C. Beltrán Lloris,
a:
).
v.3.7. cabezo de alcalá (azaIla) (FIg. 181)
De este yacimiento proceden el grueso de materiales analizados, si bien, muchos de ellos aparecen descontextualizados y
del resto existen vagas noticias, por lo que la recomposición de
los ajuares constituye una ardua tarea, en ocasiones imposible,
dificultando la interpretaci n funcional de los espacios.
Llama la atención el hecho de que son pocas las viviendas en
las que se han recuperado cerámicas con decoración compleja.
Además, todas ellas se concentran en la parte alta de la ciudad,
entre las calles C y , donde las casas poseen grandes dimensiones e, incluso, tienen almacenes e ternos asociados Beltrán
Lloris,
6: 33). Cabe e ceptuar el caso de la cámara 3, pues
cuenta con reducido tama o y da a la calle B, encontrándose
próxima al templo in antis.
Independientemente de su ubicación espacial, dimensiones,
número de dependencias y si poseen almacenes externos asociados o no, todas estas viviendas tienen en común que presentan
una planta más o menos rectangular, adaptada a las irregularidades del terreno. El zócalo está elaborado en piedra, las paredes
se confeccionan con adobes o tapial y la techumbre se compone
de vigas de madera, entramado vegetal y barro.
A continuación describimos de manera más detallada cada
una de ellas:
epartamento 3 de la calle B Beltrán Lloris, 0 3: 6
Cabr , 34: 360): Es de modesto tama o, pues su superficie
aproximada es de 25 m2, y su muro final limita con el del templo
in antis. El acceso a la estancia se efectuaba por la calle B y sus
paredes estaban recorridas por un banco, en el que probablemente se dispondrían los diferentes recipientes cerámicos que
conformaban el ajuar. En el centro se conservaba un poyete cuadrangular, similar a los descritos en otros yacimientos. Además,
también aparece una cubeta cuadrada revestida de yeso, lo que
indica que en esa estancia se manipulaban líquidos.
Aunque aparentemente no está conectada directamente con
ninguna de las casas adyacentes, consideramos que se debió
[page-n-288]
utilizar como zona de almacenaje de alguna vivienda próxima
o del propio templo, lo que podría explicar la inexistencia de
importaciones en dicho edificio cultual.
En esta estancia se tiene noticia del hallazgo de dos kalathoi
con decoraci n compleja fig. 3 y 6
aila 43, fig. ). unto
a ellos se recuperaron un número indeterminado de recipientes
cerámicos ornamentados, varias tinajas con tapaderas de yeso,
un conjunto de pondera de alabastro y terracota, una palmatoria
y un peso pe ue o de piedra. ello hay ue a adir el siguiente
material importado: vasos y platos de barniz negro campaniense
un total de seis, pero sin especificar la proporci n de ejemplares que corresponde a cada tipo), un ánfora Dressel 1C, otra de
Brindisi y una urna romana posiblemente de plomo. Todo ello
configura un ajuar destacado, ligado a un propietario distinguido.
Respecto a la decoración compleja de ambos recipientes, resulta difícil establecer paralelismos debido al deficiente
estado de conservación de uno de ellos. No obstante, se aprecia ue una de las escenas estaba protagoni ada por la figura
del jinete armado que persigue a una manada de ciervos para
cazarlos. Al mismo tiempo, aparece un grupo de lobos que también tratan de dar alcance a los herbívoros, pero pertenecen a
otra de las secuencias plasmadas. Por otra parte, las a es y motivos de tipo vegetal contribuyen en la recreación del espacio
abierto en el que todo sucede. Además, ciertos pájaros, fundamentalmente los carro eros, anuncian la muerte inminente de
alguno de los cérvidos.
Al revisar los ejemplos disponibles en iconografía vascular
ibérica sobre el tema de la caza de ciervos protagonizada por
jinetes, apreciamos cómo se trata de una actividad fundamentalmente grupal,8 que ayudaba a forjar, entre los participantes,
una conciencia de pertenencia a un mismo grupo social. Por
eso llama la atención la representación de un único jinete en el
kalathos aludido. ste aparece acompa ado de perros de ca a,
lo que no imposibilitaría la presencia de otros jinetes, como se
aprecia en un ejemplar del Castelillo llo a) IG 4 , 4 ,
,
fig. 64). sí las cosas, e iste una oluntad e presa de destacar a
dicho personaje y la acción que protagoniza. Además, a ello hay
que sumar la presencia de dos gallináceas afrontadas ante un
thymaterium, ue confieren a la escena ciertas connotaciones religiosas. Por todo ello consideramos ue lo representado alude a
una prueba iniciática, en la que el jinete dará muestra de una valía digna de pertenecer a la comunidad de la que formará parte.
Casa 3 de la calle C: Vi ienda de grandes dimensiones circa
m2) y planta irregular, situada en una de las calles principales del poblado Cabr ,
, Lám. II), aun ue seg n propone
Beltrán Lloris su forma sería más bien rectangular
6: 4 ,
fig. 3 ), pues no incluye las estancias e I en el plano. Está
formada por varias habitaciones de diferente dimensión y uso,
entre las ue destacan la y la por su gran tama o. Contaba
con dos accesos, uno en la calle principal, la C, y otro en la parte
trasera. El estíbulo de entrada se identifica con la letra , la cocina con la C, junto a una pe ue a estancia, la B, situada al lado
de la entrada Cabr ,
, Lám. II Beltrán Lloris,
6: 4 ).
Se han documentado escenas cineg ticas de este tipo en: Tossal de
Sant Mi uel Llíria), La Serreta lcoi, Pen guila, Cocentaina), El
Castelillo llo a) y El Cabe o de lcalá
aila).
8
Existe una representación similar en una tinaja del Tossal de Sant
Mi uel Llíria) Bonet,
, fig. 4).
Fig. 186. Kalathos 43 6 4 6, con decoraci n figurada, e humado en el departamento 3 de la calle B del Cabe o de lcalá
aila)
oto: Museo r ueol gico Nacional. . Martíne Le as).
El departamento es el nico en el ue se ha locali ado
una pieza con decoración compleja, un crateriskos atribuido
al pintor de las
fig.
) Cabr , 34: 36 Beltrán Lloris,
1995). Dicha estancia se encuentra al fondo de la casa y es de
mediano tama o. No se conocen los materiales con los ue fue
recuperado, pero la disposición de la habitación, alejada de la
entrada principal y próxima al acceso secundario de la vivienda,
nos lleva a plantear que posiblemente se trataba de un almacén.
La decoración que presenta el crateriskos se alado recuerda a la del friso superior de un recipiente con cierre hermético hallado en el templo in antis fig. 36). En ambos casos, las
protagonistas de lo representado son un conjunto de aves que
marchan hacia la derecha VE . y . , fig. 64), sumidas
en una frondosa vegetación, entre la que destaca una misma herbácea T LL
, fig. 60). En este caso, el carácter simb lico
que pudieran tener éstas no viene marcado por su contexto, sino
por el tipo de recipiente en el que se les pinta, vinculado al consumo ritual del vino.
Casa de la calle
Beltrán Lloris,
6: 4 44,
:
, 0 3: 4 4 ): Se trata de una i ienda de grandes di4: 6 ), situamensiones, de unos 290 m2 sensio Esteban,
da en el centro del poblado, concretamente en la esquina donde
interseccionan la calle D y la E, quedando su parte posterior
limitada por la F. De planta rectangular, cuenta con dos puertas
de entrada, la principal, situada en la calle D, y otra subsidiaria.
Seg n Cabr
, Lám. II), sta se encontraba en la estancia
C y daba acceso a la vía E, si bien, tras la revisión que Beltrán
Lloris practica al yacimiento
6, fig. 40), se sit a en el departamento LL. Esta última propuesta parece más lógica, pues daba
acceso directo a las dependencias propias del servicio, sin tener
que frecuentar otras zonas.
[page-n-289]
ig.
. Crateriskos 43 6
, con decoraci n figurada, recuperado en el departamento
lcalá
aila) oto: Museo r ueol gico Nacional. . Martíne Le as).
En su estructuraci n interna resulta e idente la in uencia
romana, pues se organiza entorno a un atrium central, de gran
tama o y forma rectangular, alrededor del cual aparecen una
serie de estancias de dimensiones y funcionalidades dispares
dormitorios principales o para el ser icio, cocina, almac n, triclinum, tablinum, etc.).
En la estancia C de la vivienda se recuperaron varias piezas de cerámica con decoración compleja: dos kalathoi, uno
de ellos con su tapadera fig. 6 y
fig.
y
y aila 3, fig. 0), todos obra del pintor de las
Cabr , 34:
358), pero no se detalla el resto de objetos que formarían parte del ajuar. El departamento, de tama o considerable, cuenta
con una planta irregular, de forma trapezoidal, y es uno de los
primeros espacios a los que se accede tras atravesar el umbral
de la vivienda, por lo que probablemente fuera utilizada como
zona de estar.
Volviendo a las piezas que presentan ornamentación destacada, cabe resaltar que coinciden en el tipo de soporte seleccionado, el kalathos, que como recipiente contenedor tendría
6
de la casa 3 de la calle C del Cabe o de
asociada una tapadera para proteger su contenido. Sus tama os
y dimensiones son casi idénticos, por lo que sus capacidades
serían muy similares. La decoraci n es de tipo figurado, estando
protagonizada por un conjunto variado de animales. La idea general ue se intenta trasmitir a tra s de dichas figuraciones es
una exaltación al ciclo de la vida, en la que todo ser vivo nace,
crece, se reproduce y muere. Momentos, todos ellos, en los que
la pertenencia a un grupo facilita la supervivencia.
Al realizar un análisis comparado de las decoraciones de
ambos kalathoi, apreciamos ciertas recurrencias temáticas y
asociativas que resultan sugerentes. En primer lugar aludiremos
a las temáticas pintadas:
+Acoso de un grupo de lobos a otro de jabalíes. Los modelos representados son dos: o bien los carnívoros persiguen a los
suidos, siguiendo su inconfundible rastro o, una vez advertida
su presencia, uel en su cabe a para confirmarla.
Persecuci n de una jauría de lobos a una manada de ciervos integrada por machos y hembras. Curiosamente, a una
de ellas se le representa amamantando a su cría, ajena al pe-
[page-n-290]
Fig. 188. Kalathos 43 6
, con decoraci n figurada, hallado
en el departamento C de la casa 3 de la calle C del Cabezo de Alcalá
aila) oto: Museo r ueol gico Nacional. . Martíne Le as).
ligro ue le acecha. Pre alece el cuidado de la descenden
cia a la salvaguarda individual, pues resulta obvio que en el
ataque resultará capturado el más frágil que, en este caso, es
la cría. Cuenta de ello se da en otra de las escenas que a continuación describimos.
+Ataque de una serpiente a una cría desvalida. Como apuntábamos anteriormente, resulta más fácil atacar al miembro más
indefenso del grupo, esto se aprecia con mayor claridad en uno
de los ejemplos fig.
y
), en el ue un pajarillo aparece
como caído del nido, sin que sus parejos se percaten del acecho que supone la sigilosa serpiente, que acabará por devorarlo.
No obstante, la idea también está presente en el otro kalathos,
apareciendo en ese caso la serpiente atacando a un cuadrúpedo
fig. 6 y
).
La adquisición por parte del consumidor de dos recipientes con representaciones temáticas muy similares soslaya
lo meramente casual, debiendo existir la voluntad de exaltar
una misma idea. Ésta iría más allá de lo evidente, que sería
plasmar la riqueza natural del entorno. Se da la circunstancia de que la mayoría de animales pintados van en manadas
e cepto la orfidia), lo ue les reporta ciertos beneficios
protecci n, b s ueda y ad uisici n de alimento, perpetuaci n
de la especie, etc.). Extrapolando esa idea, lo representado
podría vincularse con la importancia que para el ibero tiene
pertenecer a un grupo y sentirse miembro de él. De ese modo,
el individuo se siente protegido y puede hacer frente a todo
aquello que le depara el destino, teniendo mayores garantías de
éxito que si funcionara individualmente. No obstante, se debe
tener presente que la pertenencia al grupo llevaba asociado un
proceso evolutivo ligado a ciertos rituales de tránsito, no por
todos superado.
Por otra parte, cabe hacer alusi n a las recurrencias formales:
+La sucesión vertical de un conjunto de aves que se utilizan
como elemento de separación. Se da la circunstancia de que en
ambos recipientes las aves que aparecen en la parte superior del
friso son de igual tipo, mientras que la inferior corresponde a un
b ho ue mira de frente Cabr , 44, fig.
y 6).
Como moti os de relleno se pintan en ambos asos o
res cuatrip talas L R 4. , fig. 3) y egetales similares
ERB 4. y
. , fig.
).
Por ltimo, se indican asociaciones de moti os:
+Se ha visto que en ambos kalathoi aparecen pintadas palmáceas P LM . y .4, fig. 6) muy pr imas al
T LL . fig. 60).
Por ltimo, recordar ue en esta estancia, pero en un ni el
inferior, aparecieron arias pocetas. En la de mayor tama o, formando parte del relleno se recuperaron un plato, una tapadera
y arios fragmentos cerámicos con decoraci n compleja
43
6 6 , fig. 3
43 6 4 4 y 43 6 4 0, fig. 4 ). En
ese mismo nivel, pero en uno de los extremos de la estancia, se
depositó una catapulta, cuyo destacado valor ha llevado a plantear a Beltrán Lloris que pudiera tratarse de un trofeo o formar
parte de un botín Beltrán Lloris, 0 3: 44 4 ).
Casa de la calle G Cabr , 34: 363): Casa de grandes dimensiones apro imadamente de unos 00 m2), aunque
ligeramente menor que la anterior. Su planta tiene un aspecto
casi cuadrangular y da a la calle G, uedándole al frente la
y lindando al S. con las dos torres de vigilancia situadas en la
parte alta del poblado. En su interior existen varias estancias
definidas, de tama o ariable y funcionalidad presumiblemente
diferente, aun ue no se ha especificado en ninguna de las publicaciones existentes.
Se tiene noticia de la recuperaci n de una catapulta ourcade, 00 : 0 Romeo, 004, fig. 4), dos kalathoi con decoraci n compleja ue guardan gran parecido fig. 3 y ), pero de
los que no se detalla la estancia concreta en la que se localizaron,9 y un conjunto de pondera en la estancia E.
Por lo ue respecta a las decoraciones, hay ue se alar ue
uno de los recipientes se conserva parcialmente, por lo que no
es posible afirmar con rotundidad ue la coincidencia entre lo
representado sea exacta, si bien, al existir otro kalathoi en La
Guardia lcorisa), con decoraci n muy similar al ue está más
entero fig.
y 4), nos permite hipoteti ar sobre la posible
coincidencia en lo representado, si bien es cierto que en cada
uno de ellos existen licencias que permiten individualizarlos. A
pesar de todo, parecen estar realizados por la misma mano y se
recuperaron en un contexto doméstico.
Como apuntábamos en el caso anterior, lo importante es la
idea que se quiere transmitir a través de lo plasmado. Remitimos
al lector a la interpretación que hemos ofrecido de la ornamentación en el capítulo anterior.
epartamento de la calle
Cabr ,
6a: 0,
Beltrán Lloris,
, 0 3:
): Estancia de planta rectangular, estrecha y alargada, cuya superficie ronda los 40 m2. Sus
paredes están recorridas por un banco, al mismo tiempo que el
espacio central queda dividido por otro alargado.
Parte de la pie a aila 3 fue e traída durante las inter enciones
de Gil, en lo que Cabré interpreta como la zona de la calle donde se
produce la intersecci n con la ía
Cabr ,
6: 0).
[page-n-291]
ig.
. Recipiente 43 6 0 , de gran tama o y con cierre herm tico, recuperado en el departamento de la calle del Cabe o
de lcalá
aila) oto: Museo r ueol gico Nacional. . Martínez Levas).
En el momento en el que se puso al descubierto se encontraba intacto, lo que ha permitido detallar con precisión los materiales en él depositados. En cerámica ibérica se hallaron, sin
pintar: arias tinajas, alguna de ellas con su tapadera stas son
muy frecuentes y destaca una ue presenta una figura humana estampillada); dos platos; tres copas; un jarrito; un dolium y
cinco ánforas. Con decoración compleja había un recipiente de
gran tama o y cierre herm tico fig. 30 y
), dos asos con
resalte fig. 4 y 43 6 04, fig. 46 y 0) y tres tapaderas
aila
y aila 0, fig. 0 y aila , fig. 0). demás,
si tomamos como acertada la publicación conjunta de algunos
materiales ue reali a Cabr
44, Lám. , 30 y 3 ), debemos
incluir otro recipiente con cierre herm tico fig. 33) y una tapadera
43 6 6 , fig. 0 ).
Entre las cerámicas importadas destacan, en barniz negro
campaniense: cuatro platos Lamb. ) y tres copas dos Lamb.
y una Lamb. 4). Por otra parte, se recuperaron die ánforas
romanas siete ressel C, dos ressel 4 y una Lamb. ) y
cuatro proyectiles de honda romanos, realizados en plomo, que
remiten al momento final del poblado.
En yeso se hallaron tapaderas en un número indeterminado.
A ello hay que sumar la presencia de cinco pondera, dos mangos y varias cucharas, de los que no se detalla el material.
Por las características morfol gicas de la estancia, así como
por los materiales en ella recuperados, estuvo destinada al almacenamiento de productos, así como de cierto ajuar doméstico de
prestigio, como es el caso del barni negro Cabr ,
6:
Beltrán Lloris,
6: 3 ).
Respecto a la decoración compleja que presentan los recipientes se alados, debemos incidir en el hecho de ue, dado ue
se trata de una zona de almacenaje, las temáticas que predominan son de tipo egetal. Por su parte, todas las tapaderas tienen
en común la presencia, en el friso principal, de un tallo serpenteante del que pueden salir diferentes elementos. Las piezas con
resalte comparten similares es uemas compositi os, pero difieren en los motivos escogidos para ser pintados.
El nico ejemplar en el ue se documenta decoraci n figurada corresponde a un recipiente de gran tama o y cierre
herm tico fig. 30 y
). sta se sit a en una de las caras del
vaso, la frontal. En ella se pinta una escena natural, en la que
un grupo de ciervos se encuentran paciendo tranquilamente,
en el momento en el que varios lobos irrumpen en el espacio,
presos a protagonizar un ataque repentino sobre los herbívoros.
Sobre uelan la escena arias a es, confiriendo naturalidad al
espacio, junto a los motivos vegetales que surgen de la parte
inferior del friso.
Por ltimo, cabe hacer alusi n al otro recipiente de grandes
dimensiones y cierre hermético, en el que la temática representada es de tipo vegetal, si bien, en una de las metopas se pintan dos peces entre una gran estili aci n fitomorfa ue ocupa
prácticamente todo el espacio fig. 33). Su presencia tambi n se
ha atestiguado, con similares características, en otras piezas del
mismo tipo fig. 34, 36 y 4 ).
Casa 6 de la calle G Cabr ,
6 Beltrán Lloris,
6,
, 0 3: 6
): Vi ienda de planta rectangular, situada
en la es uina donde cru a la calle G con la . Sus dimensiones, en comparación con otras viviendas situadas en la parte
alta de la acrópolis, son modestas, pues mide aproximadamente
45 m2 sensio Esteban,
4: 6 ). La entrada a la misma se
sit a en la calle G y en su interior se identifican cinco estancias
diferentes, siendo la central la de mayor tama o. l fondo aparecen dos, de similares dimensiones, que fueron utilizadas como
almacenes. En la de la izquierda, la C, existía un banco que
recorría sus paredes. La estancia A, situada junto a la puerta de
entrada, se ha identificado como la cocina Cabr ,
6: 4).
Los materiales documentados corresponden al último momento de ocupaci n de la i ienda, datado entre finales del
s. II a. C. y comienzos del I a. C., cuando como consecuencia de
un incendio fue abandonada. No se detalla la estancia en la que se
recuperaron las pie as con decoraci n figurada dos tinajas con
resalte similares a 43 6 03, fig. 4 y 0 y 43 6 04,
fig. 46 y 0, y dos platos con decoraci n egetal)10 Beltrán
Lloris, 1995), pero sí se indica alguno de los restos que aparecieron en el departamento A: 49 pondera en barro y alabastro)
y restos de fauna seos y caracoles) Beltrán Lloris,
6: 3 ).
En la estancia B se recuperaron en cerámica ibérica: una
tapadera, un vaso cilíndrico, dos platos, una fuente, soportes en
número indeterminado y varios pondera. En cerámica de barni negro campaniense se recogieron un plato Lamb. / ), una
copa Lamb. 3) y un jarro. demás, tambi n había una lucerna
romana tipo delfín. Por ltimo, en yeso, apareci una tapadera
Beltrán Lloris,
).
0
e uno de ellos se dice ue es similar a la pie a aila
fig. 4),
pero no se publica ni su perfil ni el desarrollo de su decoraci n.
[page-n-292]
Fig. 190. Recipientes con doble reborde, 1943-69-503 y 19436 04, locali ados en el departamento de la calle del Cabe o
de lcalá
aila) oto: Museo r ueol gico Nacional. . Martínez Levas).
No se detalla al completo el contenido de la estancia C, pero
sí se da cuenta de que en ella se recogieron, en cerámica: tres
grandes tinajas, cuatro ánforas vinarias, cerámica de cocina y
quince soportes de yeso.
El resto de materiales recuperados se dan a conocer de manera general. En cerámica fina se documentan: ánforas, dolia,
un kalathos, seis platos, cinco tapaderas, cinco copas, un mortero y dos fusayolas, a los que hay que sumar dos ollas, tres orzas,
un mortero y un número indeterminado de tapaderas de cocina.
En barro se recogió una bola y algunos pondera, que también se
reali aron en alabastro ciento treinta y nue e más). En yeso, ta-
paderas en número indeterminado y quince soportes. En bronce,
una campanilla y un objeto circular indeterminado. Por ltimo,
en piedra, un molino y afiladores.
Entre el material importado, aparecen piezas en barniz negro Campaniense B: dos cuencos Lamb. y otro indeterminado), una copa Lamb. ), un aso con pie Lamb. 3), cuatro
platos Lamb. / ) y un jarro así como cerámica romana cuatro
ánforas Dr. 1 y un mortero).
El contexto material de la vivienda, así como las características
de sta, re ejan el ele ado poder ad uisiti o de sus residentes.
Casa de la calle E Cabr ,
6 Beltrán Lloris,
6,
1995): Vivienda de planta cuadrangular, ubicada en una zona
donde interseccionan las calles E y G, por lo que se sitúa en
una es uina y tiene acceso por esas dos ías. Su tama o es
considerable, pues cuenta con unos 110 m2 de superficie y en
su interior existen diferentes estancias de dimensiones y función variable.
Al hablar del contexto, se debe diferenciar entre el general de
la i ienda y el específico de la estancia B, en la ue se recuper un
recipiente de medianas dimensiones con cierre hermético y
decoraci n egetal
43 6
3, fig. ). Cabr indica ue
dicho departamento se sitúa a continuación del primero, al que
se accede desde la calle el ), y junto a la cocina el ). En
él se recuperó cerámica ibérica decorada y sin decorar, concretamente dos ánforas, un conjunto de tinajas de las que no
se detalla la cantidad, cuatro platos y dos fusayolas. Entre las
cerámicas importadas se computan tres platos, un tarrito y un
vaso gallonado de barniz negro campaniense, así como tres ánforas romanas. Por otra parte, se recogieron seis tapaderas de
yeso. La estancia, por tanto, parece corresponder a un área de
almacenaje Cabr ,
6:
).
En la estancia principal, la A, se halló cerámica ibérica,
concretamente: dos ánforas, un jarro, cinco platos, diecisiete
pondera, dos fusayolas y una olla. Debió constituir el espacio
principal de la vivienda, pues es de mayores dimensiones que el
resto, se sitúa frente a la puerta de entrada y los materiales en él
recuperados remiten a actividades de almacenaje, consumo de
alimentos y producción textil.
En la cocina, departamento D, se recuperó un ajuar variado
entre el que destacan: en cerámica, algunos objetos de barniz negro campaniense Beltrán Lloris,
6: 0 0 y 3 ,
)
en hierro, varios clavos, una reja de arado y un soliferrum. Cabe
resaltar los bronces recuperados en esta estancia: un anaclyterium Cabr ,
: 30 304, fig. ), un tesoro compuesto por
ciento once monedas no enta y nue e ib ricas, una griega, dos
púnicas y nueve romanas), una jarra decorada con una cabeza de
Sileno en el asa, un disco, un brazalete y un anillo.
La importancia del tesoro numismático radica en la delimitación cronológica que proporciona de las piezas recuperadas
en la vivienda, que deben datarse en un momento no anterior a
finales del s. II a. C. y posterior a principios del s. I a. C. Cabr ,
1926: 259), por lo que correspondería al último momento de
ocupación del poblado.
Por otra parte, se tiene noticia del halla go de ciertos mate
riales de la vivienda de los que no se detalla su procedencia exacta. En cerámica se documentaron: dos ánforas, tres kalathoi, tres
jarras, cuatro jarritos, ocho copas, dos platos, un embudo y dos
asos de tipo indeterminado, uno de gran tama o. demás, hay
ue a adir dos ollas reali adas en cerámica de cocina y arias
[page-n-293]
Fig. 191. Kalathos IG
hallado en una ona de paso en lto Chac n Teruel)
importaciones de cerámica de barni negro campaniense dieciocho piezas en toda la vivienda, estando representadas las siguientes formas: Lamb. 1, con tres ejemplares; Lamb. 4, con uno;
Lamb. , con tres Lamb. / , con seis Lamb. , con dos Lamb.
, con dos y Lamb. 0, con uno) Beltrán Lloris,
) y ánforas
romanas dos r. C, una r. , tres r. y una Brind.).
V.4.
N S EP S
Con esta denominación aludimos a contextos que hacen referencia a zonas de circulación, concretamente a calles, no incluyéndose aquí los pasillos interiores que existieron en algunas
viviendas. Únicamente se ha localizado un contexto de este tipo,
lo cuál es obvio, ya que las piezas de prestigio debían guardarse en el interior de las construcciones, bien fueran viviendas,
almacenes o templos. Su presencia, por tanto, en vías de paso
alude al momento de destrucción y/o abandono del enclave, por
lo que su análisis no revelará datos funcionales de las piezas,
pero sí cronológicos.
v.4.1 alto chacón (teruel)
-Departamentos 1A y 1B: Denominados así por su excavadora
trián,
6: ), debieron ser una ona de paso entre la muralla de la primera fase y la de la segunda. El espacio generado
entre ambas es realmente estrecho y no hay división física entre
las dos zonas individualizadas, ni otros elementos constructivos que permitan diferenciarlas, por lo que debieron funcionar
como uno.
Los materiales recuperados son los siguientes: cerámica
a mano una olla), a torno de almacenaje: dos tinajas, tres
tinajillas y dos kalathoi, uno de ellos con decoraci n figurada, fig.
y
de ser icio de mesa: un plato y una crátera
un objeto auxiliar de cocina, como es un colador; una olla de
cocina y un ungüentario, junto a fragmentos informes) e importada Camp. , Lamb.
y 3 Camp. B, Lamb. ), una aguja
de hierro, un punzón de hueso y, en ese mismo material, otro
objeto indeterminado.
Como se aprecia, la variedad de materiales recuperados es
amplia, así como su funcionalidad. La mayoría están incompletos y fragmentados, recuperándose parte de algunos de ellos en
otros departamentos, por lo que como hemos apuntado anteriormente corresponden al nivel de abandono del poblado.
280
otos: Museo de Teruel).
V. . CENTR S PR
UCT RES L
RER S
Aunque son varias las alfarerías cuya producción se vincula a las decoraciones complejas estudiadas: Mas de Moreno,
El lmo y Masada de la Cerrada o Calanda), hasta el momento solamente han sido estudiadas las cerámicas con ornamentación de este tipo halladas en la última. Las piezas corresponden a recipientes de gran tama o con cierre herm tico,
con decoración de tipo geométrico y vegetal, siendo el motivo
principal un tallo serpenteante T LL 4. , fig. 60). Su recuperación en el centro alfarero demuestra la vinculación que
existe entre éste y otros núcleos poblacionales en los que se
han documentado recipientes del mismo tipo y dise os parecidos. Además, la cronología de utilización de este centro productor abarca un periodo de tiempo relativamente corto, que
iría desde la segunda mitad del s. II a. C. hasta principios del
I a. C. Martíne Gon ále ,
0: 3 333), por lo ue las piezas a las que aquí hacemos referencia quedarían inscritas en
dicha horquilla temporal.
V.6. CONTEXTOS FUNERARIOS
Este tipo de contexto se encuentra escasamente representado
entre los yacimientos estudiados, pues únicamente pueden adscribirse a l dos ur n de Belmonte, Belmonte de Gracián y
Cales Coves, Alaior). Además, el número de recipientes con
decoración compleja documentados es reducido, resultando su
presencia meramente testimonial. A pesar de todo, su recuperación en contextos de este tipo denota el elevado valor que para
la sociedad ibérica tenían este tipo de piezas, distinguiéndose en
tumbas ue poseían un rico ajuar, re ejo de la importancia ue
tendría el personaje allí enterrado.
v.6.1. durón de belMonte (belMonte de gracIán)
Son pocas las noticias que se tienen de este yacimiento, resultando desconocido el contexto concreto en el que fueron
recuperadas las pie as
6, fig. 0 y 0 Belmonte ,
fig.
). Este encla e ha sido interpretado tradicionalmente
como una necrópolis, desde que se publicaran los resultados
de las primeras inter enciones practicadas en l Conde de
Samitier, 0 ), si bien, dicha atribuci n ha sido cuestionada por Burillo y stale
4: 30 30 ), pues consideran ue
ésta obedece más a un criterio basado en su ubicación que
a los resultados obtenidos en el transcurso de los trabajos.
[page-n-294]
Fig. 192. Kalathos 400 recuperado en Cales Co es
M. M. Fuentes).
laior)
oto:
Por nuestra parte, a falta de nue as in estigaciones ue permitan descartar la hipótesis inicial, seguimos catalogándolo
como necrópolis.
Los materiales recuperados son variados. En cerámica ibérica a torno se recogieron: kalathoi, botellas y cráteras, entre
otros. Entre las cerámicas importadas se indica la presencia
de diferentes piezas en barniz negro campaniense. En barro se
localizaron fusayolas en número indeterminado. En hierro se
recogieron puntas de echa y lan as, mientras ue en bronce
se hallaron campanillas y anillos. Por ltimo, hay ue hacer referencia a un grupo de collares realizados en pasta vítrea.
El poblado con el que se le vincula corresponde a la ciudad
de Segeda II Rodrígue Ramos, 00 00 ) y se le atribuye
un período de utili aci n entre el final de las Guerras Celtib ricas
3 a. C.) y las Guerras Sertorianas Burillo, 00 c: 04,
2006: 203).
En cuanto a las dos piezas con decoración compleja que
se han publicado, decir que de una de ellas solamente se conserva un fragmento con decoración vegetal y zoomorfa, lo que
dificulta la interpretaci n de lo representado Belmonte , fig.
). La otra, muy completa, corresponde a un crateriskos con
decoraci n geom trica y egetal
6, fig. 0 y 0). sta
pudo formar parte del ajuar funerario del difunto o, también, ser
utilizada para el consumo de vino durante el banquete funerario.
Su datación, grosso modo, iría de mitad del s. II a. C. al primer
cuarto del I a. C.
v.6.2. cales coves (alaIor)
Ensenada natural destinada a diferentes usos y actividades: necrópolis, pozo ritual, asentamiento defensivo, santuario y fondeadero rfila et al., 2010). La utilización que aquí nos interesa es la funeraria, presentando en sus acantilados una serie de
cavidades que estuvieron en uso desde el s. VII a. C. hasta el
I a. C. como cue as funerarias Cuadrado, 6 : 3
Bel n y
ernánde Miranda,
Veny,
).
Solamente se tiene noticia de la recuperación de un kalathos
ib rico 400, fig. y
), con decoraci n compleja, procedente de uno de los talleres del Bajo rag n Cuadrado, 6 ). Es
posible que en su interior acogiera las cenizas del difunto, práctica muy documentada en necrópolis no peninsulares en las que se
ha recuperado material ib rico e Nicolás y Conde,
3: ),
o que formara parte del ajuar funerario depositado junto a éstas.
Las informaciones al respecto no son claras y, además, hay que
tener en cuenta que solamente se conserva parte del vaso.
La cronología de la pie a se ci e a los ss. II I a. C. Bel n y ernánde Miranda,
) y la escena representada es de
caza y depredación. Esas temáticas resultan bastante comunes
entre las cerámicas del Bajo Aragón, habiéndose atestiguado en
La Guardia lcorisa), San Crist bal Mata de los lmos), El
Castelillo llo a), El Cabe o de lcalá
aila) y Pi uete de
la talaya
uara). La decoraci n, en este conte to, posee un
especial significado por su clara alusi n a la muerte del cier o,
doblemente atacado por humanos como se deduce de la punta
de lan a ue tiene cla ada en el cuello) y animales predadores,
caso del lobo, y carro eros, como el buitre leonado). La derrota
de éste, por tanto, resulta inminente, como ocurre con el difunto
ante la muerte. No obstante, no sabemos si la temática plasmada
condicionó la elección de este kalathos para un fin para el ue,
en origen, no había sido concebido o si, por el contrario, lo que
primó fue que se trataba de un bien de prestigio, independientemente de la decoración en él pintada.
modo de conclusi n, se alar ue el principal objeti o de
este capítulo era contextualizar espacio-temporalmente las piezas que presentan decoración compleja. Como anteriormente
hemos expuesto, la tarea ha resultado ardua, máxime si se tiene
en cuenta que la mayoría de materiales fueron recuperados en
excavaciones antiguas de las que se conserva documentación
e igua. El análisis, por tanto, se ha ce ido a a uellos conte tos
y pie as de los ue disponemos de datos más concretos y fiables.
Los hemos podido clasificar en dos grupos, dependiendo de si
hacen referencia a la producci n de los materiales descritos alfares) o a su consumo dom sticos, cultuales o funerarios). La
identificaci n y diferenciaci n de estos ltimos resulta importante, pues pueden in uir en la lectura de las imágenes pintadas
y en su significado caso, 006:
). Sir a como ejemplo la interpretación que se puede ofrecer de una representación
en la que aparece un personaje masculino montando a caballo
según el contexto en el que sea recuperado. En el caso de tratarse de uno doméstico, la lectura más plausible sería que se
ha pintado a un personaje de la aristocracia, mientras que si se
hubiera depositado en una tumba podría aludir a la heroización
del difunto, recurso habitual en el mundo mediterráneo coetáneo Blá ue ,
:4 6 y
6 Marco,
3
4: ).
Entre los materiales estudiados en este trabajo hemos constatado ue la mayoría de los conte tos definidos son dom sticos, predominando el hallazgo de este tipo de vasos en departamentos destinados al almacenaje de productos. Su ubicación
en espacios poco circulados de las viviendas, en muchos de los
casos junto a cerámicas de importación destacadas, lleva a pensar que se trataba de piezas muy apreciadas que se expondrían
al público en ocasiones especiales, muy probablemente en la
estancia principal del hogar, lo que las reviste de un valor significati o. mbos tipos de cerámica constituían, por tanto, la ajilla de lujo familiar y pudieron traspasarse entre generaciones.
281
[page-n-295]
Otro grupo de vasos decorados, recuperados en las habitaciones más utilizadas de las viviendas, fueron empleados con
mayor frecuencia. A pesar de formar parte de los instrumentos
cotidianos de la residencia, ocuparían un lugar preferente por su
decoración, disponiéndolos en lugares fácilmente visibles con
el fin de mostrar el ele ado poder ad uisiti o de sus propietarios
Bonet e I uierdo, 00 : 30 ).
En el caso de los contextos mejor conocidos, y en los que los
vasos se encuentran más enteros, apreciamos ciertas pautas de
regularidad en cuanto al tipo de decoración que presentan. Así
las cosas, en El Cabe o de lcalá
aila) hemos isto c mo en
las diferentes viviendas en las que se han recuperado recipientes con decoración compleja, el tipo de ornamentación que predominantemente se plasma en ellos es la figurada. Por contra,
en uno de los espacios definido como almac n independiente
departamento de la calle ), lo ue pre alecen son las decoraciones vegetales.
En el caso del Castelillo llo a), llama la atenci n el hecho de que los ajuares son de tipo mixto, es decir, que existen
asos con decoraci n figurada, fundamentalmente los kalathoi,
junto a otros con decoración vegetal, como es el caso de los
crateriskoi y cuencos, asociándose la ornamentación al tipo
de soporte en el que aparece y al uso que se le daba más que
al espacio para el que estaba destinado. En cualquier caso, la
selección soportual responde a recipientes utilizados en banquetes rituales, como también ocurre en el caso de La Guardia
lcorisa) fig. 4 y
).
En cuanto al conjunto de materiales recuperados en el único
espacio cultual definido con claridad, el templo in antis del Cabe o de lcalá
aila), obser amos c mo el tipo de decoraci n
que se pinta es casi exclusivamente vegetal. Este hecho es claramente puntual en el mundo ibérico, pues se ha visto cómo en
dichos espacios resultan frecuentes las decoraciones figuradas,
caso de Tossal de Sant Mi uel Llíria) Bonet,
) o Libisosa
Le u a) Uro Rodrígue , 0 ).
Por otra parte, en los espacios funerarios predomina la temática figurada, aun ue tambi n está presente, de manera puntual,
la fitomorfa. En el caso de las del primer tipo, es probable ue
la interpretación de lo pintado tuviera una lectura diferente a la
que se proporcionaba de esos temas en contextos domésticos,
como hemos apuntado anteriormente.
Por ltimo, se alar ue no resulta significati o el tipo de decoraci n identificado en los alfares de la ona, pues la temática
representada obedece al encargo recibido y corresponde a un
momento concreto, si bien es cierto que pudo existir una relación de exclusividad en la plasmación de algunas temáticas por
un determinado alfar. e este modo, las decoraciones figuradas
presentes en los asos singulares cobraban significado real en el
espacio al que iban destinadas.
282
Respecto a la cronología de las piezas, decir que su acotación no ha resultado sencilla, pues en la mayoría de los casos
lo único que hemos podido proporcionar es una horquilla temporal relativamente amplia, que en ocasiones abarca casi una
centuria. Ésta comprende momentos diferentes, como es el de
la producci n de las pie as, su periodo de uso y, finalmente, su
amortización. Actualmente, en el punto en el que se encuentran
las investigaciones arqueológicas no es posible precisar con mayor grado de detalle la datación de estos vasos, resultando cuestionable la cronología propuesta por Cabr
44) para cada uno
de los estilos pict ricos definidos en El Cabe o de lcalá
aila), pues en su periodización primaron los criterios estilísticos y
no los estratigráficos Pellicer, 6
0: 6 ).
Las representaciones más antiguas entre los materiales estudiados proceden de San ntonio Calaceite), el ni el IV de
La Guardia lcorisa) y El Castelillo llo a), ue tienen como
datación post quem el s. III a. C. y ante quem el final de dicha
centuria o comienzos de la siguiente,11 siendo contemporáneas
de las documentadas en el territorio de Edeta y La Serreta lcoi, Pen guila, Cocentaina), con las ue se han relacionado. El
grueso de las ornamentaciones complejas se encuadran entre
el s. II y principios del I a. C., tal es el caso de Alto Chacón
Teruel), el ni el III de La Guardia lcorisa), Masada de la Cerrada o Calanda), El Cabe o de lcalá
aila), Celsa Velilla de Ebro), ur n de Belmonte Belmonte de Gracián) y Cales
Co es laior). Los testimonios más recientes de este tipo de
decoraciones muestran un programa iconográfico propiamente
ibérico, en el que no se aprecian diferencias notables con respecto a la etapa anterior, uedando re ejada, por tanto, una continuidad en los gustos a pesar de tratarse, en algunos casos, de
una población muy romanizada. Ese comportamiento disiente
de lo ue sucede en otras áreas geográficas, donde los lenguajes
pictóricos se transforman a medida que avanza el tiempo y cambian las mentalidades, tal y como se ha documentado entre los
materiales de L lcudia El ) ranegui,
a: 3 Tortosa,
2004a, 2006) y otros procedentes de diferentes yacimientos de
la ona alenciana: Los Villares Caudete de las uentes), La
Carència Turís) lmos,
b P re Blasco, 0 3), Valentia
València) Bonet e I uierdo, 00 Bonet y Mata, 00 :
) y Poble Nou Vilajoiosa) P re Blasco, 0 a, 0 b).
11 Excede los límites de este trabajo abordar los acontecimientos históricos que marcan la etapa de uso de las cerámicas con decoración
compleja, por lo ue se remite a las obras pertinentes rasa,
6
Beltrán Lloris,
6,
3,
,
6, 003 Beltrán Lloris et al.,
000 Beltrán Martíne ,
Bena ente y atás, 00 Burillo,
0, 000, 00 , 0
atás Cabe a,
3 Martíne Gon ále ,
0 Pallar s, 6 ).
[page-n-296]
VI
Consideraciones finales
La cerámica ibérica con decoración compleja constituía un
bien de prestigio, de circulación restringida y escaso volumen,
al que solamente tenía acceso un número reducido de personas
pertenecientes a la aristocracia, elite rectora de la sociedad que
preferentemente residía en las ciudades. En un primer momento ss. III II a. C.), correspondiente al periodo de afirmaci n
del poder de las ciudades frente a otros núcleos poblacionales
(Grau, 2007: 120), estas manifestaciones fueron escasamente
consumidas, no porque fueran poco valoradas, sino porque eran
un producto suntuario que comenzaba a abrirse paso entre un
grupo de consumidores que hasta el momento tenía otro tipo de
objetos de prestigio. El máximo volumen de piezas corresponde
a los ss. II-I a. C., época de mayor esplendor de este tipo de ornamentaciones en el área geográfica estudiada, coincidente con
el incremento de la presencia romana. No es de extrañar que sea
precisamente ese momento el de su mayor auge, pues sirve para
fortalecer la identidad ibérica y marcar las diferencias frente a
la romana, si bien es cierto que las interferencias entre ambas
culturas se dieron, calando algunas de ellas y provocando transformaciones y adaptaciones de lo propio. Sirva como ejemplo
de esto último la presencia de los gustos decorativos indígenas
en talleres de producción cerámica plenamente romanizados
(Abascal, 1986), el cambio experimentado por los soportes escogidos para acoger decoraciones complejas o la importancia
continuada de ciertos motivos, como ocurre con las aves.
Entre el tipo de yacimientos en los que se han recuperado
estos materiales predominan los poblados frente a los centros
de producción y a las necrópolis, a los que hay que sumar los
contextos cultuales insertos en las zonas de hábitat, que también
constituyen una minoría. Su presencia en los espacios menos
privados de las viviendas, así como en las zonas de almacenaje,
indica que su uso no era continuado, sino que la mayoría de
veces se utilizarían en ocasiones especiales, festivas y/o conmemorativas. Por otra parte, en el momento de su exhibición
debieron situarse en un espacio bien visible de la estancia, indicando el poder económico del que gozaba su propietario. No
debemos pasar por alto su recurrente asociación a otros bienes
de prestigio, como puedan ser las cerámicas importadas, pues
realza el hecho de que su uso excedía lo meramente cotidiano.
Respecto a la funcionalidad desempeñada por los yacimientos estudiados dentro de su territorio, apreciamos que las cerámicas con decoración compleja no se han recuperado exclusivamente en las ciudades, sino que también aparecen en un buen
número de centros de segundo orden, como también se ha constatado en otros ámbitos territoriales ibéricos (Kelin, Arse, Edeta, Ilici, La Serreta, etc.). Atendiendo a las cifras, predominan
claramente el número de yacimientos que corresponden a poblados, si bien, el volumen de materiales documentados es muy
superior en las ciudades. Dicha circunstancia es lógica, pues
su posesión indicaba la pertenencia a la clase privilegiada y,
además, las ue presentan decoraci n figurada humana ser ían
como vehículo de cohesión grupal, pues reforzaban la memoria
colectiva a través de lo plasmado en ellas (Olmos, 2008: 255).
En buena medida seguimos siendo incapaces de acercarnos
certeramente al simbolismo de lo representado, pues el tiempo
de creación, de uso y el plasmado en las pinturas dista mucho
del nuestro, actuando como un handicap que limita su interpretación y entendimiento, si bien es cierto que se han realizado
importantes avances. Además, debemos tener en cuenta que en
las imágenes figuradas e iste una oluntad e presa, por parte
de la aristocracia, de mostrarse de una determinada manera, es
decir, que se seleccionaba cuidadosamente la forma en la que
quería ser vista por el espectador (Olmos e Izquierdo, 2000:
30 ). Se trata, por tanto, de una imagen construida ue no re eja la totalidad de la sociedad, integrada también por miembros
ue no tu ieron la categoría suficiente para consumir este tipo
de producciones. Dichas estrategias de visibilidad, sesgadas a
nivel social, estuvieron en manos de los grupos privilegiados,
como hemos señalado, pues eran los que detentaban el poder y
encargaban este tipo de vasos (Olmos, 1987a).
A pesar de que las decoraciones complejas están presentes
en distintas áreas geográficas en las ue se desarroll la cultura
ibérica, es extraño constatar su comercio supraterritorial, debido
283
[page-n-297]
a que lo que en ellas se representaba aludía a un mundo simbólico propio, aunque en ocasiones compartido, y se plasmaba
siguiendo unas pautas o normas específicas ue respondían al
gusto de una zona concreta (Tortosa, 2004b: 179), de ahí que
se hayan podido individualizar diferentes estilos, existiendo
también zonas de contacto (Pérez Blasco, 2013: 133-134). En
este sentido, es lógico pensar que los centros de producción que
confeccionaban este tipo de productos se hallaran próximos a
los enclaves que los demandaban y consumían (Bonet e Izquierdo, 2001: 305), caso de los ya citados alfares de Foz-Calanda,
aunque todavía quedan muchos por localizar.
Como hemos visto en el capítulo dedicado a los soportes, no
existe una relación de exclusividad entre las decoraciones complejas y un tipo cerámico concreto, sino que más bien lo que inuye en su elecci n es ue posean un campo decorati o c modo
para ornamentar. Entre los tipos repertoriados, el que está más
presente es el de las tapaderas, seguido de los kalathoi, recipientes con cierre hermético de mediano formato, platos, crateriskoi, recipientes de gran tamaño y cierre hermético, thymiateria,
asos con resalte, jarros, tinajillas, cuencos y, finalmente, los
lebetes y la imitación de la copa Lamboglia 49, representados de
manera testimonial. Con todo, lo que predomina en el conjunto
son los recipientes que desempeñan una función de reserva doméstica, incluyendo aquí los que están asociados a ella, como es
el caso de las tapaderas. En menor número aparecen los que se
utilizaban como vajilla para el servicio de mesa y, por último,
estarían aquellos que tendrían otro tipo de funciones, como es el
caso de los thymiateria.
Entre todos los soportes destacamos los recipientes con cierre hermético, los crateriskoi y los thymiateria, pues resultan
poco frecuentes en otros conjuntos bien estudiados. La funcionalidad que se les atribuye es diferente, pues como hemos
dicho, los primeros están vinculados al almacenaje de víveres,
mientras que los otros dos se relacionan con prácticas rituales.
Los crateriskoi se utilizaban para consumir vino en reuniones
colectivas similares a los symposia griegos (Page, 1984: 59;
Burillo, 2010: 137), con la consabida exclusividad social que
envolvía dicha práctica, mientras que los thymiateria se empleaban para ofrendar a la divinidad esencias o, simplemente, para
iluminar espacios singulares.
La considerable diferencia de tamaño entre los crateriskoi
recuperados permite hipotetizar sobre la existencia de distintos
usos en función de sus dimensiones. En este sentido, los grandes pudieron servir para mezclar el agua y el vino, añadiéndose
en algunas ocasiones también miel y hierbas, mientras que los
pequeños se utilizarían como recipientes para el consumo individual de los líquidos, debiendo introducirlos en los de grandes
bocas para obtenerlos, facilitando dicha acción la posesión de
asas (Le Meaux, 2004: 145).
Por otra parte, cabe destacar la presencia en algunas de las
pie as de fallos de cocci n, secados defectuosos, perfiles notablemente asimétricos o bocas irregulares, lo que nos lleva a
plantear no pocas cuestiones difíciles de resolver, en parte, por
la inexistencia de contextos asociados bien documentados. Nos
referimos, por ejemplo, a Tiro de Cañón (Alcañiz), donde Beltrán Martínez propone que pudo haber un centro de producción
cerámico (Beltrán Martínez, 1989-1990: 132). Las irregularidades presentes en algunas piezas con decoración compleja así
llevaría a pensarlo, pero la coherencia en cuanto a la elección de
284
los enclaves alfareros (próximos a los recursos hídricos, a la materia vegetal, a las canteras de arcilla y a las vías de comunicación, entre otros) y los gases que de su producción se derivaban,
dificultaba el ue stos se hallaran en onas pr imas a las ue
estaban habitadas (Coll, 2000: 192-193). Por otra parte, si no
se desecharon a pesar de las imperfecciones, visibles a simple
vista, ¿por qué motivo se consumieron?
Casos similares, concretamente de desconchados en la superficie de las pie as, reparados con pintura, los hemos documentado en el mismo yacimiento citado y en el poblado del Cabezo de
Alcalá (Azaila), pero también carentes de un contexto arqueológico preciso. En este sentido, debemos tener en cuenta que
nos encontramos ante bienes de acceso restringido que llevaban
implícita una cuidada elaboración, por lo que ¿acaso existían segundas calidades, producciones menos cuidadas, o es que dado
que la funcionalidad del soporte permanecía intacta se restaba
importancia a esos pe ue os detalles La primera afirmaci n
resulta arriesgada, pues realmente son pocos los ejemplares en
los que se aprecia la casuística tratada, aunque hemos visto que
sí existe cierta estandarización de las producciones, así como
de determinadas temáticas decorativas. Por ese motivo consideramos más probable la segunda propuesta, al menos en el caso
de los desconchados repintados, pues realmente podrían pasar
desapercibidos dado su tamaño y disposición en el recipiente o
el tipo de soporte sobre el que aparecen (tapaderas). Además, a
la distancia a la que se observarían a duras penas se apreciaría
y se podría disponer el vaso para que mostrara la cara buena,
resultando la tara poco visible. Queremos destacar que dichas
imperfecciones las documentamos, mayoritariamente, sobre
recipientes ue acogen decoraci n fitomorfa fig. 4,
y
43 6
6 , fig. 0
, fig. 04 y 06 3 0 , fig. 03),
más com n ue la figurada. Cabe traer a uí a colaci n el hecho
de que algunas piezas con decoración compleja fueron reparadas tras su rotura para continuar usándolas, muestra de la elevada estima que se sentía por ellas, así como su alto valor económico, si bien es cierto que estamos hablando de dos momentos
diferentes: el primero, en pleno proceso de producción, previo
a su consumo; y el segundo, tras su adquisición y uso, siendo el
propio valor de la pieza lo que lleva a su reparación.
tro cari ad uiriría el aso TCSN fig. 6), con decoraci n oomorfa, donde las deformaciones de la superficie
resultan evidentes. En este caso, al hilo con lo expuesto, nos
planteamos otra pregunta ¿si este tipo de vasos se encargaban
y no eran aptos para el consumo por su deterioro en el proceso productivo, por qué no se ha documentado una repetición
del diseño en piezas con buenas calidades? Somos conscientes de las condiciones particulares de conservación del registro
arqueológico, así como del estado de desarrollo en el que se
encuentran las investigaciones de los enclaves en los que se han
documentado este tipo de productos, pero no deja de llamarnos
la atención el hecho de que no se haya documentado hasta el
momento esa correspondencia entre desechos de producción y
productos finales más allá del horno de ontscaldes Valls) para
las decoraciones vegetales.
Respecto a las ornamentaciones y su relación con el tipo de
recipientes sobre los que se pintan, decir que todos presentan
decoraci n fitomorfa, si bien, la selecci n de soportes es más
restricti a en el caso de los ue poseen figuras humanas kalathoi, jarros, oinochoai y crateriskoi) y zoomorfas (recipientes
[page-n-298]
herméticos grandes y medianos, tinajillas, kalathoi, olpai, platos, tapaderas, crateriskoi y thymiateria) que, además, cuentan
con menor número de ejemplares.
a trascendido a la bibliografía específica ue las decoraciones de este área geográfica se caracteri aban por su horror
vacui, si bien es cierto, como hemos isto, ue tal afirmaci n no
es válida para todo el conjunto estudiado, sino que, dependiendo del estilo o grupo pictórico, el taller y el momento concreto
de la producción pictórica, ese barroquismo puede estar o no
presente. Por otra parte, aunque los paralelismos con las producciones de determinadas zonas resulten evidentes, caso de Tossal
de Sant Miquel (Llíria) y Tossal de les Tenalles (Sidamunt), nos
encontramos ante estilos diferentes, de marcada personalidad,
que responden a los gustos propios de cada momento y zona. De
hecho, en el Bajo Aragón no se detecta el fuerte cambio que sufren las representaciones figuradas a partir del s. II a. C. en otras
áreas geográficas, momento en el ue lo ue se plasma en las
pinturas alude a un mundo irreal y fantástico plagado de simbolismo (Pérez Blasco, 2013). Esa concepción no está presente en
nuestras cerámicas, donde podemos hablar de una continuidad
de las temáticas naturalistas que enlazan con el periodo anterior,
aunque no por ello carentes de simbolismo, y de una evolución
en los talleres productores.
En el transcurso de este trabajo hemos enfatizado que consideramos fundamental no abordar el análisis de las decoraciones
de forma aislada, por lo que hemos interrelacionado los resultados obtenidos con otros coetáneos, obteniendo así información
sobre el origen, difusión y evolución de los motivos pintados.
Así mismo, una vez individualizados los temas representados,
hemos buscado paralelismos en otros ámbitos ibéricos y, en la
medida de lo posible, interpretado su simbolismo atendiendo al
contexto en el que los vasos fueron recuperados. Insistimos en
la necesidad de conjugar la vía interpretativa de las representaciones con análisis más estructuralistas, incluyendo referencias
tipológicas, espaciales y contextuales, así como a la sociedad
que las produce y consume (Olmos e Izquierdo, 2000: 312).
Todo ello permitirá superar el desprestigio al que durante cierto
tiempo ha estado condenada la disciplina a la que nos dedicamos, acusada de escaso rigor científico.
Por evitar repeticiones innecesarias sobre las decoraciones
estudiadas, remitimos a las páginas anteriores, especialmente
las dedicadas a los grupos y estilos decorativos, pues ahí recogemos resumidamente las características más importantes
de cada uno de ellos. Tener presente que no hemos pretendido
desarrollar la vertiente interpretativa, pues los trabajos que nos
preceden la han tratado debidamente en numerosas ocasiones,
aunque la hemos abordado someramente para poder conjugar lo
tratado con el análisis estructural realizado.
Queda por tratar un aspecto de gran importancia para el
entendimiento del tipo de cerámicas a uí estudiadas, la figura
de quienes las producen (los artesanos) y su relación con quienes las encargan (el comitente) y consumen (Denoyelle, 2005:
108), pues tomando prestadas las palabras de Sankot (2003):
“El arte es una expresión de su sistema social y de su mundo
de las ideas”.
Los artesanos corresponden a un grupo social visible en la
sociedad ibérica, pero invisible en las decoraciones pintadas
estudiadas, pues no pertenecen a la clase aristocrática en ellas
representada. Por tanto, el modo de que disponemos para acercarnos a su conocimiento es a través de sus producciones.
asta el momento no contamos con datos suficientes para
poder determinar si la elaboración de los soportes y las decoraciones recaía sobre la misma persona o si, por el contrario,
dentro de un mismo taller existía una especialización artesanal
en determinados procesos de la producción (Bonet, 1995: 448;
Verd , 00 : ). Ese tema sigue siendo una inc gnita en el
mundo ibérico, habiéndose realizado algunas aproximaciones
sobre la antigua Grecia (Bianchi, 1980; Bron y Lissarrague,
1989). Tampoco existen datos disponibles sobre si existía una
continuidad familiar o no en el oficio, si bien es cierto ue resulta bastante probable que así fuera. El taller estaría compuesto
de varios operarios, entre los cuales existiría una jerarquización
en cuanto al conocimiento y dominio de los procesos productivos (Bonet e Izquierdo, 2001: 306). La fabricación, por tanto,
sería casi tan importante como el asegurar la continuidad del
taller cuando sus primeros artesanos ya no pudieran hacerse cargo, por lo ue la figura del aprendi cobra cierta importancia.
Ese proceso de enseñanza-aprendizaje sería complejo, pues el
aprendi debía aprehender el c digo iconográfico aplicado a las
representaciones. Como hemos visto en los ejemplares descritos
en este trabajo, las normas de plasmación eran rígidas, si bien
es cierto que siempre existía cierto margen de improvisación
o interpretación que nos permite establecer diferencias en las
ornamentaciones a pesar de que se represente la misma temática. Es precisamente la existencia de esos rígidos patrones lo
que hizo que la producción mantuviera gran unidad estilística
durante bastante tiempo, siendo de suma importancia su trasmisión entre los diferentes artistas.
Este oficio debi contar con escaso reconocimiento social
(Blech y Ruano, 1998: 302), pues como hemos indicado, además
de no auto representarse en las decoraciones figuradas, tampoco ha trascendido el nombre de los artistas que confeccionaron
las pinturas (Aranegui, 2007: 177). Las inscripciones presentes
en algunos de los vasos hacen referencia mayoritariamente al
comitente Vi caíno, 0 ), aun ue ciertas marcas se han interpretado como firmas del artesano Cabr , 34), lo ue a adiría
valor a la obra e implicaría un reconocimiento de la maestría del
autor (Aranegui, 2007: 177). La diferencia existente con respecto al mundo griego es evidente, pues se conserva alguna imagen
de los decoradores de piezas y ciertas inscripciones diferencian
entre los artistas que confeccionaron los recipientes y los que
los pintaron.
En la primera aproximación que hemos realizado para identificar algunas de las manos ue inter inieron en la decoraci n
de estos vasos, hemos visto cómo no existe una relación de exclusividad en cuanto al tipo de soporte sobre el que trabajaban.
Además, el haber localizado varios de ellos confeccionados
por la misma mano en diferentes departamentos indica que la
relación entre el comitente y el artesano, como es obvio para
la época, no resultaba exclusiva, es decir, un mismo artesano
producía vasos que después adquirían diferentes individuos de
la élite aristocrática. Así mismo, también hemos constatado la
presencia en una misma unidad habitacional de vasos decorados
285
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por diferentes manos, de lo que se deduce que pudieron trabajar
varios operarios en el mismo taller artesano o que fueron adquiridos en distintos momentos.
Dado el volumen total de vasos con decoración compleja
documentados y el periodo de producción de los talleres, podríamos cuestionar si los trabajos de alfarero y pintor recaían
sobre la misma persona o si, por el contrario, estaban disociados.
En el primero de los casos, la acti idad sería lo suficientemente
intensa para permitir la subsistencia del artista, sin necesidad
de practicar otro tipo de actividades o compaginarlas en determinadas épocas del año en las que el trabajo de la alfarería era
menos intenso (Coll, 2000: 203). En cambio, si nos acogemos
a la segunda propuesta, esa especialización productiva necesariamente requeriría de una itinerancia, como se ha planteado en
otros ámbitos (Chapa e Izquierdo, 2012; Quesada, 1989: 118;
Quesada et al., 000), pero los c digos iconográficos empleados en las ornamentaciones son muy específicos de cada ona
y, aunque hay conexiones entre algunas de ellas, por ejemplo
entre La Serreta (Alcoi, Penàguila, Cocentaina) y Tossal de Sant
Miquel (Llíria) (Fuentes, 2007), hasta el momento no hemos
identificado elementos suficientemente inculantes para afirmar
que se trata de los mismos artesanos desplazados a otros lugares. Tampoco lo hemos visto entre el gran grupo de materiales
que aquí hemos estudiado, pues aunque hay vasos “gemelos”, la
distancia existente entre los yacimientos en los que se recuperaron es escasa, por lo que consideramos que se produjeron en el
mismo lugar, por el mismo artesano, y que su diferente paradero
es fruto del comercio o de la pertenencia a la dote femenina de
miembros de un mismo linaje.
286
Por último, señalar que la relación del artesano con el comitente debió ser compleja, pero resulta difícil de recomponer en
la actualidad con los datos de ue disponemos Vidale, 00 :
). ebemos diferenciar entre las decoraciones complejas fitomorfas y las figuradas, pues consideramos ue en las primeras
a duras penas se daba la intervención del consumidor de estos
productos. Recordar que en el taller de Azaila consideramos
que muchas de ellas se realizaban “semi en serie”, representándose los motivos de forma muy recurrente sobre los mismos
soportes. No sucedía lo mismo en el caso de las ornamentaciones figuradas, donde sería la aristocracia la ue determinaría
directamente el contenido del vaso singular, si bien, el artista
era el encargado de plasmarlo siguiendo el c digo iconográfico
pertinente, aprehendido por él y comprendido por el espectador
de las decoraciones, pues sólo así era posible entender el sentido último de lo representado (Tortosa, 1996a: 133-141). De
este modo cobra gran importancia el traspaso de la palabra a la
imagen y de la imagen a la palabra, en un proceso constructivo
en donde la coparticipación del cliente resultaba necesaria en la
creación de la decoración (Olmos, 1987a). Así las cosas, debemos ver la imagen como un constructo social e ideológico que
se utili a como mecanismo de discurso del poder, con el fin de
legitimar y perpetuar el orden social establecido (Abad, 2007:
15; Grau, 2007), careciendo por tanto de inocuidad.
De nosotros depende el seguir desentrañando las imágenes
para llegar a comprender su sentido último, así como los detalles de su proceso productivo, por lo que animamos a presentes
y futuros investigadores a adentrarse en el apasionante mundo
de las imágenes, pues las distintas vías de aproximación que se
abren prometen seguir sacándoles jugo.
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S E RV IC IO D E IN V ESTI GACI ÓN PREHI STÓRI CA
D E L MU S E O D E P REHI STORI A DE VALENCI A
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 121
Cerámica ibérica con decoración compleja
del Bajo Aragón (ss. III-I a.C.)
Caracterización de estilos y grupos decorativos
María de las Mercedes Fuentes Albero
DIPUTACIÓN DE VAL E NC IA
2018
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SERVICIO DE INVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA
DEL MUSEO DE PREHISTORIA DE VALENCIA
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 121
Cerámica ibérica con decoración compleja
del Bajo Aragón (ss. III-I a. C.).
Caracterización de estilos y grupos decorativos
María de las Mercedes Fuentes albero
DIPUTACIÓN DE VALENCIA
2018
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DIPUTACIÓN DE VALENCIA
SERVICIO DE INVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA
DEL MUSEO DE PREHISTORIA DE VALENCIA
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 121
La Serie de Trabajos Varios del SIP se intercambia con cualquier publicación dedicada a la Prehistoria, Arqueología en general y
ciencias o disciplinas relacionadas (Antropología cultural o Etnología, Antropología física o Paleoantropología, Paleontología,
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A mi familia,
por su apoyo incondicional
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Presentación
En 2007 tuve la satisfacción, y el honor, de escribir la primera presentación del primer libro escrito
por M.ª de las Mercedes Fuentes Albero. Se trataba en aquel momento de una primera y prometedora
publicación sobre las entonces llamadas tesis de licenciatura. Un primer trabajo que mereció el Premio
de Investigación de la Fundación Municipal José M.ª Soler de Villena, en su modalidad de Arqueología,
edici n de 00 . En ese estudio se sistemati la clasificaci n de moti os complejos pintados sobre la
cerámica de La Serreta (Alcoi, Cocentaina, Penàguila; Alacant) y constituyó el primer paso para emprender el camino de la tesis doctoral cuya publicación presentamos ahora.
La tesis titulada “Analizar imágenes: el caso de las cerámicas ibéricas con decoración compleja del Bajo
Aragón” y el libro que tienen entre sus manos o en su dispositivo digital va más allá de lo que el título
indica. Efectivamente, se analizan las imágenes, sí, pero la meticulosidad y buen hacer de Mercedes
la lle aron a fotografiar todos los fragmentos ue caían en sus manos por muy pe ue os ue fueran,
siempre y cuando tuvieran algún elemento vegetal, animal o humano. Y, aunque pueda parecer superuo, isit todos los yacimientos en los ue se dan estas cerámicas. e este modo, ha conseguido tener
y transmitir una visión global de los lugares de hallazgo y sus entornos, información que dice mucho
sobre las razones de porqué se encuentran estas cerámicas en unos sitios sí, en otros no, en unos lugares
muchas y en otros muy pocas.
Todo ello no hubiera sido posible, a pesar del buen hacer de Mercedes, sin la colaboración indispensable
del personal de las instituciones museísticas donde están depositadas estas colecciones. Por lo tanto,
también en esta presentación quiero dejar constancia de nuestro agradecimiento a todos ellas. Agradecimiento extensible también al Museo de Prehistoria de Valencia por acoger en su Serie de Trabajos Varios
la publicación de esta tesis.
En 1944 Juan Cabré Aguiló publicó las cerámicas de Azaila en la colección Corpus Vasorum Hispanorum siguiendo la estela de las cerámicas de Llíria. urante muchos a os constituy la publicaci n más
completa sobre esta producción pero que dejaba fuera otras muchas hasta que Manuel Pellicer Catalán
publica, en 1962, una síntesis de su tesis doctoral dedicada, esta vez sí, a la cerámica ibérica del valle del
Ebro. esde entonces y hasta esta tesis doctoral no se ha hecho un estudio integral de estas decoraciones
complejas, es decir, recogiendo toda la información de cronología, localización, tipología y motivos
decorativos. No quiere ello decir que no se haya escrito algo al respecto, claro que sí que se ha hecho.
Pero siempre desde el punto de vista de un único yacimiento, como la revisión sobre el Cabezo de Alcalá
aila) de Miguel Beltrán Lloris
6) o el estudio de la figura humana pintada en cerámica ib rica
de Elena M. Maestro (1989); o los diferentes trabajos dedicados a alguna pieza o yacimiento concreto
(vide bibliografía en este mismo libro).
VII
[page-n-9]
Todas las noticias publicadas, así como las piezas inéditas que Mercedes ha podido consultar, se recogen
en este volumen constituyendo un repertorio único e indispensable para seguir leyendo y releyendo las
decoraciones egetales y las escenas figuradas del Bajo rag n.
Se completa así (pero no se termina), la investigación sobre los grandes centros productores de cerámicas
ibéricas con decoraciones complejas: Edeta/Tossal de Sant Miquel (Llíria) y L’Alcúdia (Elx), saldando
la deuda ue habían dejado pendiente los proyectos de los a os
0 liderados por Ricardo lmos y
Carmen Aranegui sobre la iconografía de estos dos importantes núcleos. El conocimiento que tenemos actualmente de la cerámica con decoración compleja del Bajo Aragón es equiparable al del Tossal
de Sant Miquel, L’Alcúdia y La Serreta. Marcando el camino a seguir a otros que empiezan a tener una
caracterización incipiente como los conjuntos de Poble Nou (La Vila Joiosa) (Pérez Blasco 2011), Libisosa Le u a) Uro Rodrígue 0 ) y otros halla gos puntuales pero no menos interesantes como
los recogidos por Isabel Izquierdo y Helena Bonet (2004), todos ellos contemporáneos a las cerámicas
del Bajo Aragón.
urante los a os de in estigaci n, el trabajo de Mercedes se ha enri uecido y nos ha enri uecido gracias
a su colaboraci n en los proyectos e lo real a lo imaginario. pro imaci n a la ora y fauna ib ricas
de la Edad del ierro
UM 004 04 3 y
R 00 030 0), financiados por el Ministerio de Economía y Competitividad, de los que esta publicación se puede considerar su epílogo. Mercedes se convierte
así en un digno epígono de todos los investigadores que hemos trabajado en esta línea de investigación.
Pero al igual que sucede con todas las investigaciones bien desarrolladas, este trabajo es el punto de
partida para iniciar nuevas líneas de investigación. Algunas de ellas, las desarrollará la propia autora
pero también otras personas podrán seguirlas o emprender nuevas al tener a su disposición tal volumen
de datos y tan rigurosamente documentados. Lo que no encuentren ustedes en este libro, búsquenlo en
la publicación en red de la tesis (http://roderic.uv.es/handle/10550/41255) pues ningún editor publica la
totalidad de una tesis como esta: ¡sería ruinoso!
No puedo acabar estas líneas sin decir que es un orgullo para mí haber colaborado con Mercedes durante
estos a os y, sobre todo, por saber ue seguimos y amos a seguir trabajando juntas, siempre y cuando
sus nuevas obligaciones laborales y familiares lo permitan. Su meticulosidad y espíritu crítico son un
acicate para todos.
Consuelo Mata Parreño
Universitat de València
Febrero 2018
VIII
[page-n-10]
Índice
PRESENTACIÓN
VII
INTRODUCCIÓN
1
I.
3
ESTUDIOS SOBRE CERÁMICA IBÉRICA CON DECORACIÓN COMPLEJA
I.1. Historia de las investigaciones
3
I.1.1. Finales del s. XIX-principios del s. XX: Lecturas en clave micénica
3
I. . .
4
40: In uencia helena sobre la ajilla ib rica y sus decoraciones
I. .3.
40
I. .4.
60
I. . . e
60: ltas o bajas cronologías, defensores y detractores
0: Un nue o impulso a las in estigaciones
0 a nuestros días: Viejos materiales versus nue as líneas de in estigaci n
I.2. El descubrimiento de la cerámica de Azaila y su repercusión
en los estudios de iconografía
9
II. ENTRE ÍBEROS Y CELTÍBEROS
13
13
II.1. Introducción al espacio geográfico
II.2. Descripción de los yacimientos
14
II. . . lto Chac n Teruel)
4
II. . . San Crist bal Mata de los lmos)
6
II. .3. Cabe o de la Guardia
6
II. .4. Mas de Moreno
II. . . El lmo
o Calanda)
o Calanda)
II. .6. Masada de la Cerrada
II. . . Los rtos
lcorisa)
o Calanda)
o Calanda)
II. . . Colina de Santa lora Mas de las Matas)
II. . . Torre Gachero Valderrobres)
IX
[page-n-11]
II. . 0. Els Castellans Cretas)
0
II. . . San ntonio Calaceite)
II. .
. El Palao
lca i )
II. . 3. Tiro de Ca
n o Cabe o Royo
II. . 4. Mas del Cerrojo
II. .
4
lca i )
. Cabe o del Moro
II. . 6. El Castelillo
lca i )
lca i )
llo a)
II. .
. El Sabinar
liete)
6
II. .
. El Palomar
liete)
6
II. .
. Cabe o de las bejas
lbalate del r obispo)
II. . 0. Cabe o de Cantalobos o de la Cru
lbalate del r obispo)
II. .
. Cabe o del Carrasco o El Ventanico Urrea de Ga n)
II. .
. Pe afresca Castelnou)
II. . 3. Cabe o de la Bo ina Vinaceite)
II. . 4. Cabe o de lcalá
II. .
aila)
. Castillejo de la Romana La Puebla de íjar)
3
II. . 6. Celsa Velilla de Ebro)
3
II. .
. La Corona
3
II. .
. Pi uete de la talaya
II. .
. Cabe o de las Minas Botorrita)
uentes de Ebro)
uara)
3
34
II. .30. ur n de Belmonte Belmonte de Gracián)
36
II. .3 . Valmes n
36
aroca)
II. .3 . La Caridad Caminreal)
3
III. TIPOLOGÍA DE LOS SOPORTES
39
III.1. Introducción
39
III.2. Grupo I
41
III. . . Recipiente con cierre herm tico
.I.4)
III.3. Grupo II
4
4
III.3. . Recipiente con resalte
III.3. . Tinajilla
.II. )
4
. II. )
III.3.3. Recipiente con cierre herm tico
III.3.4. Lebes
.II.6)
III.3.5. Kalathos
.II. )
.II.4)
4
63
6
III.4. Grupo III
III.4. . arro
.III. )
III.4. . Plato
.III. )
III.4.3. Cuenco
X
.III. )
6
06
[page-n-12]
III.5. Grupo V
106
III. . . Tapadera
.V. )
06
III.6. Grupo VI
125
III.6.1. Crateriskos
.VI.4)
III.6. . tras imitaciones
III.6.3. Thymiaterium
.VI. )
.VI. )
36
3
III.6.4. Informes
4
IV. CONSTRUIR IMÁGENES: DECORACIONES Y ESTILOS ORNAMENTALES
161
IV.1. Introducción
161
IV.2. Ubicación espacial
162
IV.2.1. Estructura externa
162
IV.2.2. Estructura interna
164
IV.3. Técnicas decorativas
165
IV.4. Motivos
166
IV.4. . Geom tricos
66
IV.4. . Vegetales
0
IV.4.3. Animales
215
IV.4.4. ntropomorfos
3
IV.4. . tros
44
IV.5. Temas
245
IV.5.1. Demostrativos
245
IV.5.2. Narrativos
245
IV.6. ¿Estilo o estilos pictóricos del Bajo Aragón?
IV.6. . Grupo Bajo rag n I
IV.6.2. Estilo Fontscaldes
259
IV.6.3. Grupo Bajo rag n II
IV.6.4. Estilo
V.
aila
60
CONTEXTUALIZACIÓN ARQUEOLÓGICA
265
V.1. Introducción
265
V.2. Espacios cultuales
265
V. . . Cabe o de lcalá
aila)
V.3. Contextos domésticos
6
V.3. . San ntonio Calaceite)
6
V.3. . lto Chac n Teruel)
V.3.3. El Castelillo
6
0
llo a)
V.3.4. Cabe o de la Guardia
lcorisa)
3
V.3. . Pi uete de la talaya
uara)
4
XI
[page-n-13]
V.3.6. Celsa Velilla de Ebro)
4
V.3. . Cabe o de lcalá
4
aila)
V.4. Zonas de paso
0
V.4. . lto Chac n Teruel)
V.5. Centros productores alfareros
0
V.6. Contextos funerarios
0
V.6. . ur n de Belmonte Belmonte de Gracián)
V.6. . Cales Co es
BIBLIOGRAFÍA
0
laior)
VI. CONSIDERACIONES FINALES
XII
0
3
[page-n-14]
Introducción
La cerámica constituye uno de los recursos materiales con los
que los arqueólogos contamos para aproximarnos al conocimiento de sociedades pretéritas. Dicho elemento, junto a otros,
cobra gran importancia en el estudio de ciertas culturas ágrafas
o, como sucede con la ibérica, que poseen ciertos registros escritos pero de los ue toda ía se desconocen sus significados.
En esos casos, el análisis de la cerámica es un modo de aproximación válido para conocer la cultura material de esas sociedades y, en un sentido más amplio, contribuye a indagar sobre lo
inmaterial, pues también aporta información sobre cuestiones
económicas, sociales e ideológicas. Así las cosas, a través de
ese producto nos adentramos en el conocimiento de ciertos aspectos como: el modo de producción y decoración de los vasos;
su capacidad y contenido; los usos a los que fueron destinados;
los contextos en los que se recuperaron; quiénes los produjeron
(artesanos) y consumieron (elite aristocrática); el simbolismo de
lo representado; la relevancia o importancia de su posesión, etc.
La zona del Bajo Aragón es una de las más prolíferas en
cuanto a producción de cerámicas ibéricas con decoración compleja se refiere. pesar de ello, adolece de una in estigaci n en
la que se aborde su análisis de manera conjunta, como se ha hecho para el territorio de Edeta o de la Contestania. No obstante,
en ambos casos, las investigaciones comenzaron con el estudio
de las cerámicas de un yacimiento en concreto, El Tossal de
Sant Miquel (Llíria) en el primer caso (Bonet, 1995; Aranegui,
1997b) y L’Alcúdia (Elx) en el segundo (Tortosa, 2004a), por
ser los que mayor volumen de material proporcionaban. En
este sentido, y para la zona que aquí estudiamos, cabe aludir a
dos obras de referencia centradas en el estudio del Cabezo de
Alcalá (Azaila), realizadas por Cabré (1944) y Beltrán Lloris
(1976), así como a la de Pellicer (1962) sobre la cerámica ibérica recuperada en el Valle del Ebro. A ellos les debemos una
primera aproximación al conjunto analizado en este libro, fruto
de la tesis doctoral que con el mismo título presentamos en la
Universitat de València en Enero de 2015. En ella planteamos
como objetivo fundamental la caracterización de dichas ornamentaciones para individualizar, dentro de un marco geográfico y cronol gico determinados el Bajo rag n durante los
ss. III-I a. C.), diferentes estilos, grupos y talleres decorativos.
El estudio se podría hacer extensivo a talleres de la zona más
tardíos que producen cerámica romana decorada según la tradición indígena (Abascal, 1986), o a piezas ibéricas con decoraciones in uenciadas por la est tica romana, como ocurre con
algunas cerámicas del Palomar (Oliete) (Beltrán Martínez,
1958a: 30-32), pero excede los límites de este trabajo.
La metodología empleada es esencialmente iconográfica,
entendiendo por tal la descripci n, identificaci n y clasificaci n
de imágenes espacial y temporalmente, a la vez que tratamos de
averiguar su origen y evolución, deteniéndonos en la forma en
que se representan (González de Zárate, 1991: 20-113; Castiñeiras, 1998). No obstante, debemos resaltar los límites que para la
comprensión de lo representado ofrecen las decoraciones ibéricas. En el acto comunicativo que se establece al estudiarlas
y tratar de entenderlas existe un handicap, la barrera temporal
que las ha descontextualizado y, en muchos casos, aislado de
significado uentes, 00 : 4
). El ejercicio de comprenderlas no está e ento de cierta dificultad B rard y urand,
4),
pudiendo recurrir a paralelos procedentes de culturas mediterráneas coetáneas mejor conocidas. No obstante, debemos evitar
caer en un reduccionismo que traslade literalmente esos contenidos al mundo ibérico, pues como se ha visto, existe todo
un proceso dialéctico de asimilación y reinterpretación de los
modelos transmitidos (Olmos, 1985, 1986, 1987b, 1988-1989).
El fin ue perseguimos, tras emplear distintos modos de
aproximación a las imágenes ibéricas, es determinar la existencia de normas que nos permitan entender la estructura que
siguen las composiciones, ese lenguaje reglado donde artista
y consumidor comparten el c digo necesario para identificar e
interpretar lo representado. En cualquier caso, y a pesar de las
barreras con las que nos encontramos al estudiar este tipo de
1
[page-n-15]
imágenes, pretendemos una aproximación, aunque sea inicial,
al significado de lo plasmado, enla ando, por tanto, con los objeti os ue persigue la Iconología. En este sentido identificamos las imágenes, al tiempo que buscamos determinar el significado ue tu ieron para sus consumidores y la sociedad en la
que estaban insertos, valorando el contexto en el que aparecieron (Panofsky, 1939; Esteban, 1990: 3-6; González de Zárate,
1991: 113; Olmos, 1991: 210-211; Tortosa, 2003). Iconografía
e Iconología, por tanto, resultan necesarias y complementarias
para la consecución del objetivo que aquí perseguimos. Recientemente esta última disciplina ha sido objeto de críticas feraces
debido al uso inadecuado que de ella se ha hecho, tratando de
ver intenciones más complejas de las que realmente llevaron
a confeccionar la obra de arte. Como solución a la problemática surgida, abogamos por adoptar una metodología mixta, que
conjugue los análisis estructuralistas con la vía interpretativa,
aunque esta última la desarrollamos en menor medida, pues en
muchos casos remitimos a estudios específicos ya publicados.
En cualquier caso, la perspectiva que utilizamos para estudiar
lo representado es fundamentalmente intrínseca (Castiñeiras,
1998: 21-23).
En el Capítulo I realizamos un breve recorrido por las distintas investigaciones publicadas sobre cerámicas ibéricas con
decoración compleja, realizando especial énfasis en aquellas
dedicadas al área del Bajo Aragón. Es una puesta a punto de
las distintas tendencias y corrientes de interpretación que han
ido sucediéndose en el tiempo desde su descubrimiento hasta
hoy en día.
En el Capítulo II presentamos los yacimientos que han proporcionado piezas con decoración compleja. Realizamos una
síntesis de las intervenciones e investigaciones practicadas en
ellos y sobre ellos. Describimos su morfología e indicamos los
materiales recuperados. Por otra parte, ofrecemos una cronología estimada de vida, deteniéndonos en las causas que proocaron su final. Por ltimo, apuntamos la posible funcionalidad que ejercieron dentro del espacio territorial en el que estaban insertos.
En el Capítulo III caracterizamos tipológicamente los soportes sobre los que se plasman las decoraciones. Para ello hemos
seguido la clasificaci n propuesta por Mata y Bonet
), reali ando las oportunas modificaciones. e cada tipo ofrecemos
una descripción morfológica e indicamos sus posibles usos. Señalamos el número de ejemplares que se pueden incluir dentro
de él y, por yacimientos, detallamos las piezas correspondientes.
Tras su descripción, aludimos a la ornamentación que presentan, indicando el sitio en el que aparece, su estructura y el tipo
de motivos que la componen.
El Capítulo IV constituye el eje central del trabajo. En él
abordamos el estudio de las decoraciones propiamente dichas.
En primer lugar, siguiendo con la presentación por tipos cerámicos, señalamos el espacio que éstas ocupan en el soporte, detallamos el número de registros que las componen y la naturaleza
de lo representado. A continuación examinamos cómo se estructura la ornamentación a nivel interno, es decir, si se dispone en
2
frisos continuos o metopados. Le sigue una alusión a las técnicas decorativas documentadas. Más tarde ofrecemos el corpus
de motivos individualizados, diferenciando entre: geométricos,
fitomorfos, oomorfos, antropomorfos y de otro tipo objetos).
De cada uno realizamos una breve descripción, detallamos el
tipo de soportes y yacimientos en los que se recuperaron, su
cronología de uso dentro del conjunto estudiado, buscamos paralelismos para los egetales y figurados e, incluso, se alamos
el tipo de escenas en los que aparecen, indicando el espacio que
ocupan, la funcionalidad que desempeñan y si existe alguna
asociación recurrente con otro tipo de motivos. Por otra parte, abordamos los temas representados por tipos cerámicos, que
como se erá, resultan recurrentes. inalmente, en base a todos
los parámetros expuestos, individualizamos estilos, grupos y talleres decorativos.
En el Capítulo V estudiamos los contextos en los que se
recuperaron las cerámicas ibéricas con decoración compleja
analizadas. No obstante, solamente hemos recogido los mejor
conocidos, pues cabe tener presente que la mayoría de materiales procede de excavaciones arqueológicas antiguas, en las que
los criterios aplicados provocaron la pérdida de datos. Hemos
clasificado los conte tos seg n su naturale a cultuales, dom sticos, funerarios, zonas de paso o centros productores) y especificado los yacimientos en los ue se ha documentado cada uno
de ellos. Además, describimos detenidamente el espacio en el
ue se locali aron los asos, especificando, en los casos en los
que es posible, los materiales con los que fueron recuperados
y ofrecemos una posible interpretación del mismo, además de
indicar una cronología estimada de uso.
Por último, en el Capítulo VI recogemos las conclusiones
del trabajo y ofrecemos una re e i n general sobre la figura del
artesano, los c digos iconográficos aplicados y la interacci n
ue debi e istir entre el artista y el comitente. En definiti a,
cómo a través de lo visible podemos indagar en lo invisible, es
decir, en ciertos aspectos socioculturales y en los imaginarios
colectivos transmitidos a través de este vehículo de expresión,
las decoraciones pintadas sobre cerámica.
No podemos terminar estar líneas sin hacer mención a todas aquellas instituciones, grupos de trabajo y personas que han
posibilitado llevar a cabo el presente trabajo: Departament de
Prehistòria i Arqueologia de la Universitat de València, Escuela
Española de Historia y Arqueología en Roma, Institut d’Estudis
Vallencs, Museu Arqueològic de Catalunya-Barcelona, Museo
Arqueológico Nacional, Museu de Menorca, Museu de Valls,
Museo Provincial de Huesca, Museo Provincial de Teruel, Museo Provincial de Zaragoza, Taller de Arqueología de Alcañiz,
Servicio de Investigación Prehistórica de Valencia, Equipo del
Proyecto de Investigación De lo real a lo imaginario. Aproximación a la flora ibérica durante la Edad del Hierro, Equipo
del Proyecto de Investigación De lo real a lo imaginario. II.
Aproximación a la fauna ibérica durante de Edad del Hierro,
Sil ia lfay , Carmen ranegui, Luis atás, Tomás urtado,
Luis Lozano, Consuelo Mata, José Pérez Ballester y Trinidad
Tortosa. A todos ellos ¡gracias!
[page-n-16]
I
Estudios sobre cerámica ibérica con decoración compleja
I.1. HISTORIA DE LAS INVESTIGACIONES
A continuación realizamos un breve recorrido por algunos de
los trabajos dedicados al estudio de las cerámicas ibéricas ornamentadas con moti os fitomorfos, antropomorfos o oomorfos,
junto a otros geométricos. No es nuestra pretensión realizar un
análisis pormenori ado de cada una de las obras, sino dar cuenta
de los estudios más significati os.
I.1.1. FInales del s. XIX-prIncIpIos del s. XX:
lecturas en clave MIcénIca
Entre finales del s. I y principios del s.
, el mundo científico comen a interesarse por la cultura ib rica a raí de una
serie de descubrimientos ue se atribuían a dicha cultura, tales
como: las esculturas del Cerro de los Santos (Montealegre del
Castillo), en 63 la ama d El El ), en
y las cerámicas con decoraci n compleja del Cabe o de lcalá
aila),
entre
y
0 fig. ).
Por tanto, desde el comien o de los estudios sobre la cultura
material de los iberos estuvo presente el interés por las piezas cerámicas ue presentaban ornamentaciones complejas. e hecho,
son esas decoraciones las que van a servir como hilo conductor
de las e plicaciones sobre el origen de la cultura ib rica.
No hacía demasiado tiempo, Schliemann y E ans habían
descubierto la ciudad de Troya
0
0) y una desconocida civilización prehistórica en Micenas. La repercusión de sus
trabajos fue tal, ue unas d cadas más tarde toda ía resonaba
su in uencia entre los ar ue logos espa oles, interpretando los
halla gos, actualmente atribuidos a la cultura ib rica, bajo el
prisma del mundo mediterráneo.
El primer investigador que hizo alusión a la autoría de las
cerámicas decoradas documentadas hasta el momento fue M lida
3). ste, desde unos planteamientos tnicos, consideraba
ue fueron los celtíberos los ue debieron reali arlas. Un poco
más tarde, los hermanos Gasc n de Gotor
0), en la misma
línea ue el anterior, consideraron ue las decoraciones egeta-
les ue aparecían en el yacimiento del Cabe o de lcalá
aila) podían atribuirse a los iberos. Por otra parte, Perrot y Chipie
4) consideraban ue el origen de esas pie as era mic nico,
a partir de las similitudes aparentes ue e istían entre el aso
del Cabezo de Alcalá (Azaila) dado a conocer por los hermanos
Gasc n de Gotor
0: Lám. III, Libro I) y los pertenecientes
a la cultura mic nica Perrot y Chipie ,
4) fig. ). Esta hip tesis cal rápidamente en el mundo de la in estigaci n, siendo asumida por renombrados ar ue logos, como Paris
03
04), Reinach
0 ) o Vasseur
0 , 0 ), entre otros.
En líneas generales podemos decir, a tenor de lo e puesto,
ue las cerámicas decoradas con moti os oomorfos, antropomorfos y fitomorfos resultaron de inter s en el mundo científico
desde los primeros momentos de su descubrimiento, dada su e cepcionalidad. No obstante, el desconocimiento de la cultura ib rica lle a intentar estudiarlas a partir del mundo conocido, ue
en este caso era el mic nico. Las in estigaciones, por tanto, se
basaban en la comparaci n, buscando paralelos ue autentificaran la antigüedad de las dataciones, atribuidas al II milenio a. C.
sí las cosas, eran temas centrales de estos trabajos, aun ue
se trataban de manera tangencial, aspectos relacionados con la
procedencia de las pie as, su atribuci n cultural y cronol gica,
así como las in uencias recibidas.
e especial importancia fueron los descubrimientos lle ados a cabo por lbertini en L lc dia El ), en 06. Gracias a
sus trabajos se cuestionaron las cronologías altas que se venían
proponiendo hasta el momento. Las e ca aciones practicadas
en dicho enclave demostraban que las decoraciones complejas
aparecían en los estratos situados inmediatamente debajo de los
de poca romana, por lo ue propuso su perduraci n hasta ese
momento lbertini, 06, 0 ).
En este mundo de controversias aparece la contribución de
Siret, uien definiti amente calificaba esas cerámicas con decoraci n compleja como ib ricas, abandonando así las hip tesis
mic nicas. No obstante, dejaba patente el in ujo ue sobre los
pueblos peninsulares ejercieron los p nicos y griegos. Parejo a
ello propuso una dataci n no anterior al 00 a. C. Siret, 0 ).
3
[page-n-17]
A
B
C
Fig. 1. Primeros hallazgos atribuidos a la
cultura ibérica:
A.-Escultura del Cerro de los Santos
(Montealegre del Castillo)
(Foto: R. Font).
B. ama d El El ) oto: R. ont).
C.-Piezas procedentes del
Cabezo de Alcalá (Azaila)
(Fotos: Museo de Zaragoza. J. Garrido).
En esta línea tambi n cabe destacar el trabajo de Pijoán
0 )
y el de Ca urro y Gandía
3
4). Estos ltimos confirmaron la baja cronología de las pie as a raí de las e ca aciones
efectuadas en mpurias L Escala), donde junto a las cerámicas
objeto de este estudio aparecían otras de origen griego.
De este modo quedaba aceptada la autoctonía de las cerámicas con decoraci n compleja, atribuy ndose su autoría a los
iberos y datándose, por tanto, en los a os anteriores a la ocupaci n romana, uedando superados a uellos trabajos ue las
consideraban coetáneas al mundo micénico.
I.1.2. 1915-1940: InFluencIa helena sobre
la vajIlla IbérIca y sus decoracIones
En esta nue a etapa se resalta la in uencia ue el mundo griego
en concreto sus artesanos y ceramistas) ejerci sobre las decoraciones objeto de nuestro interés.
El primer in estigador ue debemos destacar es Bosch,
quien publicó El problema de la cerámica ibérica Bosch,
). En esa obra aborda, de manera sistemática, la problemática e istente sobre la dataci n de las pie as cerámicas. Insiste
en la autoctonía de las producciones, aun ue hay ciertas similitudes que le permiten relacionarlas con la cerámica ática de
figuras rojas, la helenística y la campaniense.
Entre sus atribuciones, cabe tambi n se alar ue pauta
los pasos que toda investigación relativa al tema que abordamos debería seguir: en primer lugar, delimitar espacialmente
4
los marcos geográficos de los ue proceden las pie as para,
posteriormente, poderles atribuir una cronología. En este sentido, Bosch identifica la e istencia de cuatro regiones: la del
SE. lacant, Murcia y lbacete), la andalu a, la aragonesa
y la castellana, di idida en septentrional Valle del uero) y
meridional (Valle del Jalón). Las producciones de estos grupos
locales estarían datadas, grosso modo, entre los ss. V I a. C.
No obstante, en base a las particularidades de sus decoracio
nes establece dos periodos: el primero, ue abarcaba los
ss. VI IV a. C., se caracteri aba por la presencia de moti os
geom tricos, egetales y humanos el segundo, ue comprendía
los ss. III I a. C., por su similitud a las ornamentaciones de las
cerámicas griegas de figuras rojas.
Las e ca aciones practicadas en mpurias L Escala)
Ca urro y Gandía,
3
4), en concreto la secuencia estratigráfica obtenida, demostraban la eracidad de la cronología
propuesta por Bosch para estas pie as, lo ue hi o ue el autor
defendiera sus postulados en sucesi as publicaciones Bosch,
,
a,
).
Su propuesta de división regional de las producciones cerámicas fue muy pronto aceptada en el mundo de la in estigaci n.
demás, deri en la acu aci n de algunos t rminos ue fueron
bastante utili ados por la literatura posterior para referirse a dos
de los principales focos de producci n de cerámicas con decoración compleja: estilo Oliva-Liria Ballester, 3 : 46 Pericot,
36), para referirse a la propia de los edetanos, y grupo Elche-
[page-n-18]
ig. . Cerámica mic nica
(Foto: V. M. Dávila).
Archena bermaier y eiss,
Tortosa, 006: ), en el
caso de los contestanos. No corrió la misma suerte su propuesta
de dataci n de las cerámicas ib ricas, siendo objeto de crítica
en los a os 40.
I.1.3. 1940-1960: altas o bajas cronologías,
deFensores y detractores
En esta tercera etapa se producen grandes descubrimientos,
pues empie an a e humarse restos de encla es como El Tossal de Sant Mi uel Llíria), cuyas e ca aciones se iniciaron
en la d cada anterior, o la necr polis del Cabecico del Tesoro
Verdolay), donde abundan las pie as con decoraciones ege
tales y figuradas fig. 3).
Por otra parte, este período tambi n está marcado por la repercusión que la teoría pancéltica tuvo en el ámbito de la investigaci n. Encabe ada por Martíne Santa lalla, no aceptaba la
e istencia de un pueblo ibero con carácter propio, pues consideraba que quedaban incluidos dentro del mundo celta. No
obstante, sí reconocía la e istencia de ciertas diferencias, fruto
de los contactos mantenidos con los fenicios, griegos y p nicos
Martíne Santa lalla, 4 ).
En cuanto a los temas de debate que copaban el panorama
científico, cabe destacar las discusiones ue suscitaban la atribuci n cronol gica de las pie as y la identificaci n de las inuencias ue recibía el llamado arte ib rico .
El primero de ellos es abordado por Nieto
3
40), a
prop sito de la necr polis del Cabecico del Tesoro Verdolay).
En su trabajo se ala el parecido formal e istente entre las orna
mentaciones descubiertas en dicho encla e y las locali adas
en rchena. Ese dato, junto a la ausencia de cerámicas roma
nas, le lle a a datar el yacimiento entre la mitad del s. V a. C. y
la segunda mitad del s. III a. C., dejando patente ue posterio
res halla gos podrían modificar esta ltima fecha, pues apunta
que tal vez las cerámicas campanienses poseían una cronología más moderna de lo que hasta el momento se había pensado
Nieto, 3
40: 40).
La dataci n propuesta no difería de las ue se enían defendiendo hasta el momento. No obstante, pronto comien an
las controversias respecto a las cronologías aceptadas por el
a al ue representaba la secuencia estratigráfica de mpurias
L Escala). Una e se cuestiona el pilar central sobre el ue se
asentaban la inmensa mayoría de las dataciones, stas se tambalean y amena an con derrumbarse, al tomar como modelo otras
ue se consideran más fiables. e este modo, en la literatura
científica e isten dos posturas: una, defensora de la propuesta
crono estratigráfica de mpurias L Escala) Castillo, 4 ) y
otra que plantea cronologías más bajas.
El primer investigador que rompe con las cronologías que
hasta el momento se habían asumido es igueras
40), uien
dirigi las e ca aciones ar ueol gicas del Tossal de Manises
(Alacant). En el transcurso de las mismas pudo determinar que
[page-n-19]
A
B
Fig. 3. Cerámica ibérica:
A.-Procedente del Cabecico del Tesoro (Fotos: T. Tortosa). B.-Recuperada en Tossal de Sant Miquel (Fotos: E. Collado).
en ciertos ni eles aparecían, de manera conjunta, cerámicas
ib ricas y romanas. etallando más algunos aspectos, especific ue para el caso descrito, las cerámicas ib ricas decoradas
presentaban moti os geom tricos ue, en algunas ocasiones,
podían aparecer combinados con otros fitomorfos. Por otra
parte, los ni eles más recientes, datados en poca augustea,
también presentaban cerámicas de las dos procedencias apuntadas, si bien, en el caso de ue las ib ricas estu ieran decoradas
presentaban un repertorio más amplio de motivos (geométricos, fitomorfos, antropomorfos y/o oomorfos). e este modo,
establecía una relaci n entre la estratigrafía y los temas decorati os, planteando una e oluci n estilística, al mismo tiempo ue
proponía como fecha de inicio de esas producciones la segunda
mitad del s. III a. C. igueras,
: 3 0).
De este mismo momento es el trabajo sobre el poblado ibérico de Rot ina Sot de errer) letcher, 40). El hecho de ue
las e ca aciones se practicaran de manera rigurosa, junto a ue
nicamente se document un ni el de ocupaci n, hi o a ojos del
resto de in estigadores ue ste fuera un encla e mod lico a partir del cual datar las ornamentaciones que en él aparecían. Así
pues, letcher consideraba ue las decoraciones de tipo geom trico debían fecharse entre los ss. IV III a. C., mientras ue las
figuradas se iniciarían a finales del s. III a. C. y perdurarían hasta
el s. I a. C. o, incluso, s. I d. C. letcher, 40: 40, 43). icha
propuesta se io ratificada unos a os más tarde gracias a las e ca aciones reali adas en el Cabe o del Tío Pío rchena), donde
a las ornamentaciones egetales y figuradas se les atribuía una
cronología de finales del s. III a. C. San Valero y letcher, 4 ).
Poco a poco, en base a los nue os trabajos practicados en
otros yacimientos, fue calando entre los in estigadores la propuesta de datar las pie as con decoraciones figuradas y ege6
tales en poca romana. Entre ellos, cabe destacar la figura de
García y Bellido
43), uien, in extremis, consideraba ue el
resto de las artes figurati as ib ricas debía poseer tambi n una
cronología baja.
Unos a os más tarde, un nue o trabajo contribuirá a desterrar del panorama de la investigación las cronologías proporcionadas por la estratigrafía de mpurias L Escala). Se trata
del que Lamboglia realiza sobre las cerámicas campanienses
recuperadas en algunos yacimientos ib ricos y sobre las producciones cerámicas iberas e portadas fuera del ámbito peninsular
Lamboglia,
,
4). En base a ello, databa las decoraciones del tipo Elche rchena entre los a os 30 0 a. C.
nte este panorama científico, es l gico ue se suscitaran
debates entre los distintos investigadores dedicados al mundo
ib rico, si bien, a tenor de los resultados obtenidos en las ltimas e ca aciones practicadas, donde la metodología aplicada
era cada e más rigurosa, se fueron aceptando de manera incuestionable las cronologías bajas.
Por otra parte, en este período comien an a er la lu importantes compendios sobre las cerámicas ibéricas con decoración
compleja recuperadas en a os anteriores en di ersos yacimientos. La iniciativa surge a raíz del impulso que supuso la edición
de los fondos clásicos ue se estaba reali ando en otros países,
titulada Corpus Vasorum Antiquorum. sí las cosas, lo ue se
hi o en el ámbito peninsular fue trasladar la idea a los materiales
cerámicos ibéricos. La obra de conjunto recibió el nombre genérico de Corpus Vasorum Hispanorum, al ue posteriormente se
le a adía en el título el nombre del yacimiento al ue estaba dedicado el olumen. En principio se proyect la edici n de cuatro
ol menes, si bien no todos llegaron a buen t rmino, caso del
de Numancia Garray) o el de L lc dia El ) lmos,
a).
[page-n-20]
El primero de los ol menes estaba dedicado al Cabe o de
Alcalá (Azaila). En él se databan las decoraciones complejas
entre los ss. II I a. C. en base a la tipología de los asos y a los
conte tos en los ue se documentaron Cabr , 44). Sobre l
volveremos más adelante.
El segundo trataba sobre el Tossal de Sant Miquel (Llíria)
(Ballester et al.,
4). En dicha obra se clasificaban las pie as
en funci n de su tipología, se ofrecía el desarrollo de las ornamentaciones y se prestaba atenci n a las inscripciones pintadas.
En el pr logo, elaborado por Pericot, se ofrecía una rápida isi n de las diferentes posturas adoptadas por los in esti
gadores sobre las cerámicas con decoraci n compleja, desde su
descubrimiento hasta la publicaci n de la obra. Por otra parte,
se alaba ue el origen de ese tipo de producciones debía ser
griego y ue cronol gicamente podían establecerse dos períodos. El primero, fechado entre los ss. IV III a. C., correspon
día a las pie as con decoraci n egetal, mientras ue el segundo, acotado entre los ss. II I a. C., se caracteri aba por ue los
asos se ornamentaban tambi n con moti os animales y antropomorfos. Por tanto, las dataciones propuestas encajaban con
las cronologías bajas.
En el caso concreto de las decoraciones narrativas de Tossal
de Sant Mi uel Llíria), Pericot las dat entre el s. III a. C. y la
primera mitad del s. I a. C., en base a las importaciones asociadas, y consider ue el final del encla e se produjo a raí de las
Guerras Sertorianas 6 a. C.).
modo de apunte, y para dar por concluida esta etapa, sealar ue en este momento tambi n arrancaba otra corriente de
in estigaci n, la interpretati a, cuya presencia en el panorama
científico no resultaba más ue anecd tica en estos momentos,
siendo retomada unas décadas más tarde. El autor que la inaugura es García y Bellido
43), sigui ndole ernánde de il s
44: 6 ) y Blá ue
4).
I.1.4. 1960-1990: un nuevo IMpulso a las InvestIgacIones
En esta nueva etapa persisten los postulados anteriores sobre
la cronología atribuida a las decoraciones complejas. En este
sentido, destacan los trabajos de letcher
60) y Cuadrado
60), uienes marcan como fecha de inicio de estas pro
ducciones los ltimos a os del s. III a. C., perdurando hasta
finales del I a. C.
En la d cada de los 0 las in estigaciones tratan de tipificar
los soportes sobre los que se desarrollan estas ornamentaciones. Una e conseguido, el punto de análisis se centra en caracteri ar sus pautas de ubicaci n en el campo decorati o y su
e oluci n en el tiempo ranegui,
4 Beltrán Lloris,
6
El ira,
Pericot,
). En esta línea surgen trabajos ue
pretenden definir rasgos estilísticos característicos de un determinado territorio. Son pocos los que comparan los resultados
obtenidos con otras áreas geográficas para establecer in uencias, similitudes y diferencias Pericot,
). En este sentido
destaca el trabajo de Lillo
) sobre la ona murciana el
de Nordstr m sobre la alicantina
6
3), donde ofrece
un discurso ue combina la descripci n con la interpretaci n y
apunta la posibilidad de ue e istiera mayor di ersidad de talleres de producción que los asumidos hasta el momento (OlivaLlíria y Elche rchena) los de ranegui y Pla
) para la
ona alenciana y, por ltimo, los de Pellicer sobre el Valle del
Ebro
6 , 6
0).
Por otra parte se abordan otras cuestiones, como las in uencias recibidas por los iberos de otras culturas y ue plasmaron
en sus ornamentaciones, unas eces trasponiendo las imágenes
de manera más o menos fidedigna y otras reinterpretando los
moti os ad uiridos, pudiendo atribuirle nue os significados
lmagro Basch,
6 lmagro Gorbea y lmos,
).
Tambi n e isten in estigaciones centradas en un aspecto en
concreto de las decoraciones, sobrepasando en su análisis los
límites territoriales establecidos desde otros ámbitos de estudio.
Ello permite detectar pautas comunes y diferencias en aspectos
como el atuendo o el armamento. Sobre ambos aspectos destacan los estudios que Maestro realiza para las cerámicas del
Tossal de Sant Mi uel Llíria) Maestro,
4,
,
a,
b,
6), mientras ue el otro trabajo ue merece la pena
resaltar se centra en la estimenta de los iberos Bandera,
,
). En este ltimo caso, el análisis se reali a desde un punto
de ista supraterritorial, con el fin de detectar semejan as, establecer una cronología de uso, así como determinar su punto de
origen y centros de difusi n. Para lograrlo se recopilan todas las
representaciones humanas conocidas, independientemente del
soporte utilizado.
La d cada de los 0 se inaugura con una ieja pol mica,
la discutida cronología de las piezas con decoración compleja.
El problema surge cuando comienzan a revisarse los materiales
ar ueol gicos y los datos proporcionados por las e ca aciones
practicadas en d cadas anteriores, pues se ponen en entredicho
los resultados obtenidos. sí pues, por ejemplo, Bonet y Mata
proponen una nue a dataci n para el final de Tossal de Sant Miuel Llíria), a finales del s. III a. C. o principios del s. II a. C.,
quedando obsoleta la hipótesis que vinculaba su destrucción a
las Guerras Sertorianas Bonet y Mata,
). Por contrapo
sici n, otros autores consideran ue es ese acontecimiento his
t rico el ue e plica la iolenta destrucci n de ciertos yaci
mientos, como El Cabe o de lcalá
aila) Beltrán Lloris,
6,
b).
Por ltimo, destacar otra de las corrientes ue se retoma
en estos momentos. Se trata de la interpretación de las representaciones pintadas sobre cerámica, ue iene a completar la
descripci n meramente formal ue había estado en boga hasta
entonces García y Bellido,
4 u ahn, 6 ). e nue o,
esta corriente no irrumpi con toda la fuer a deseada hasta ue
en la d cada de los 0 recibi un nue o impulso de mano de uno
de los primeros in estigadores en adherirse a ella. Nos referimos a Blá ue , uien releyendo imágenes plante la hip tesis
de interpretar las representaciones como alusiones al ámbito
religioso Blá ue ,
). e nue o, estos planteamientos no
contaron con gran aceptaci n en el panorama científico del momento, si bien, serán retomados arias d cadas despu s y deriarán en una fecunda ía de in estigaci n, al frente de la cual se
encuentra, entre otros, lmos
a).
I.1.5. de 1990 a nuestros días: “vIejos” MaterIales versus
nuevas líneas de InvestIgacIón
Lejos de atenuarse el inter s por las decoraciones complejas, al
ser pocos los nuevos materiales que se recuperan en las recientes e ca aciones ar ueol gicas o en campa as practicadas en
yacimientos ya e plorados, en estos momentos nos encontramos ante un rea i amiento de los estudios iconográficos. El panorama de las in estigaciones es bastante complejo y completo,
[page-n-21]
pues fruto de los caminos e plorados durante los a os anteriores, los nue os trabajos intentan ser más holísticos. sí pues, en
un mismo estudio se anali an las decoraciones, la tipología de
los soportes sobre los ue se reali an y los conte tos ar ueol gicos en los ue fueron hallados, con el fin de poder establecer
ne os comunes entre ellos, así como conocer la sociedad ue
los produce y consume, iendo en ellos una forma de autorrepresentación grupal.
En t rminos generales, podemos agrupar a la inmensa mayoría de los in estigadores ue abordan el tema de estudio en
torno a dos escuelas: la de Madrid, encabe ada por lmos e
integrada, entre otros, por Tortosa y Santos y la de València, al
frente de la cual se encuentra ranegui, ue incluye a in estigadores como: Bonet, Mata y P re Ballester. mbas escuelas han
producido y siguen produciendo abundante literatura, si bien,
los planteamientos de los ue parten son ligeramente diferentes.
En el caso de los planteamientos metodol gicos, los de la
escuela de Madrid uedaron definidos por lmos unos a os
atrás
b,
,
6c). Este autor se ala ue en los estudios iconográficos anteriores predominaba la ía comparati a,
estableciendo paralelos entre los elementos aut ctonos y los
foráneos, en este caso reducidos al mundo heleno y oriental.
Lejos de abogar o atacar a esa corriente de in estigaci n, muestra
cuáles son las ventajas e inconvenientes que podían derivar de
su praxis. Con el fin de subsanar los fallos en los ue incurría la
citada ía de in estigaci n, ue en ocasiones de enía simplista,
Olmos propone analizar las decoraciones como algo propio de
la cultura ib rica y, posteriormente, siempre ue fuera posible,
establecer paralelismos con otras culturas mediterráneas contemporáneas. La praxis de esta doble vía se aplica por vez primera
en una e posici n ue sobre la cultura ib rica recorre Espa a
e Italia (Olmos et al.,
), seguida de otra obra ue recoge
diferentes in estigaciones sobre el imaginario ib rico reali ado
en diferentes tipos de soporte lmos,
6e). Se da prioridad
al análisis interno de las decoraciones, es decir, a su estructura o
sinta is compositi a, en el sentido de ue permite conocer lo intrínseco de las representaciones. Este modo de proceder permite
no solamente compatibili ar tipos de análisis di ersos, como son
la descripci n, la interpretaci n y la comparaci n, sino ue además se pueden delimitar asociaciones e istentes entre di ersos
moti os y rastrearlas en otros ámbitos culturales.
La escuela valenciana centra sus trabajos en las decoraciones pictóricas del poblado ibérico del Tossal de Sant Miquel
Llíria), capital del territorio de Edeta. El primer trabajo que
merece la pena destacar es el de Bonet sobre las cerámicas con
decoraci n compleja Bonet,
,
). icha autora resalta
la importancia de su conte tuali aci n, en tanto en cuanto contribuye a comprender la funcionalidad y simbolismo de la pie a.
Unos a os más tarde, el e uipo de in estigaci n de la Uni ersitat de València presenta los resultados de su in estigaci n en
el Coloquio Internacional Iconografía ibérica e Iconografía
Itálica: propuestas de interpretación y lectura, donde e ponen
la metodología aplicada para apro imarse al estudio de las ornamentaciones (Aranegui et al.,
). un ue en dicha publicaci n se alude e clusi amente a las cerámicas procedentes de
Tossal de Sant Mi uel Llíria), el m todo de trabajo resulta e tensivo a las piezas recuperadas en otros centros poblacionales
del territorio de Edeta Puntal dels Llops, Castellet de Bernab ,
etc.). Ese mismo a o,
, se publica Damas y caballeros en la
ciudad ibérica. Las cerámicas decoradas de Llíria (Valencia),
donde se presenta bre emente el yacimiento del Tossal de Sant
Mi uel Llíria) y se aborda el análisis de los soportes cerámicos
y las decoraciones pict ricas, a tra s de las cuales se apro iman al conocimiento de la sociedad representada. Todos estos
elementos han permitido identificar dos estilos pict ricos con
id ntica cronología y funcionalidad
ranegui,
b). Posteriormente publican un estudio sobre la funcionalidad de los
moti os fitomorfos en la sinta is decorati a del Tossal de Sant
Mi uel Llíria) P re Ballester y Mata,
). En l se demuestra la ersatilidad significati a de estos moti os, pues traspasan
lo meramente ornamental para servir de marcadores espaciales
y temporales en las escenas representadas.
Tras este breve recorrido por las escuelas que actualmente
están en boga en los estudios de iconografía ascular, apreciamos c mo a pesar de ue comparten el mismo objeto de estudio,
difieren en el modo de apro imarse a la sociedad representada
en las pinturas, ue las encarga y consume. sí pues, mientras
ue la escuela alenciana, como anteriormente hemos dicho,
limita su análisis a las decoraciones del círculo de Edeta, la madrile a tiene un espectro de mira más amplio, incluyendo en
el estudio otros ámbitos culturales y tipo de soportes. mbas
escuelas tratan de descifrar la sinta is constructi a de las deco
raciones, si bien, la escuela encabe ada por ranegui otorga
prioridad al estudio de las imágenes en relación al soporte sobre
el ue se representan y al conte to al ue pertenecen, mientras
que la que dirige Olmos prioriza aquellos trabajos encaminados
a descifrar el simbolismo de lo representado.
Por otra parte, en este período de tiempo, se a a producir
la atomi aci n de los estilos decorati os ue desde los a os 30
había calado en la bibliografía Ballester, 3 : 46 bermaier y
eiss,
). Nos referimos a las tradicionales denominaciones
de estilo Oliva-Liria, para las decoraciones de tipo narrati o, y
las de Elche-Archena para aquellas que tenían sentido simbólico
García y Bellido, 43:
Tarradell, 6 ). Estudios recientes
y pormenori ados sobre las decoraciones halladas en cada uno
de los encla es ep nimos, junto con otros ue uedan incluidos
dentro de sus círculos de in uencia y en los ue han aparecido
decoraciones asculares complejas, han permitido determinar
ue en realidad e isten más estilos de los ue hasta el momento
se había aceptado. En el caso del tradicional estilo Oliva-Liria
se ha visto cómo sólo entre las decoraciones procedentes del
Tossal de Sant Mi uel Llíria) se pueden diferenciar dos estilos
pict ricos ranegui,
a ranegui et al.,
Bonet,
:
440 443). Por otra parte, a pesar de las similitudes patentes entre
las decoraciones del Estilo II de ese círculo y las de La Serreta
lcoi), e isten elementos suficientes ue permiten diferenciar
las decoraciones procedentes de uno u otro ámbito uentes,
006, 00 Tortosa, 006: 0 0 ). En cual uier caso, ueda
superada la delimitación espacial que del estilo narrativo se hacía en pocas anteriores, al corroborarse su utili aci n desde onas situadas en el SE. peninsular hasta el alle del Ebro Bonet y
Mata, 00 :
). En el caso de las decoraciones pertenecientes
al convencionalmente denominado estilo Elche-Archena, Tortosa recientemente ha publicado arias obras 004a, 006),
deri adas de su tesis doctoral Tortosa,
), donde mediante
los temas plasmados, la composici n de las decoraciones y su
aspecto, ha podido identificar tres estilos diferentes dentro del
conjunto de asos recuperados en L lc dia El ). Todos ellos
[page-n-22]
habrían sido reali ados en un mismo centro productor, a pesar de
ue sus características son diferentes. ellos habría ue sumarle
la e istencia de otros dos talleres, incluidos dentro del grupo
del Sureste , ue tienen similitud con el Estilo I, pero difieren en
el aspecto de los tra os y en la forma de componer las decoraciones. Por otra parte, identifica otros cuatro estilos más: el del
Monastil, marejo, La Serreta y El Tolmo de Minateda Tortosa,
006:
04), si bien, la e istencia de este ltimo ya fue apuntada en a os anteriores por bad y San Gamo
). pesar
de lo innovador que pudiera parecer el diseminado panorama estilístico ue nos ofrece Tortosa, cabe recordar ue ya Nordstr m,
en los a os 60, apuntaba la posibilidad de ue e istieran más
talleres dentro de cada uno de los grandes estilos pict ricos definidos li a Liria o Elche rchena), lo ue e plicaría el por u
dentro de un mismo estilo e istían diferencias decorati as notables Nordstr m, 6
3).
Por ltimo, se alar ue en los ltimos a os, lejos de decaer
el interés por conocer el mundo ibérico a través de sus imágenes, se han puesto en marcha arios proyectos de in estigaci n
con perspectivas diversas.
Uno de ellos es el ue entre
y
lle a cabo uesada, junto a otros in estigadores, titulado: El caballo en la Cultura ibérica: estudio arqueológico, social e histórico uesada,
003). En l se anali aron distintas fuentes de informaci n, te tuales o ar ueol gicas restos ool gicos, monedas, cerámicas,
esculturas, etc.), ue permitieron desentra ar el papel jugado
por los uidos en la cultura ib rica. demás, los resultados se
relacionaron con conte tos culturales pr imos celtíberos, celtas y culturas mediterráneas) y sus resultados pueden consultarse en la web: http://www.ffil.uam.es/e uus.
Le sigue en el tiempo el proyecto: La imagen de la mujer en
el mundo ibérico, dirigido por Prados entre el 00 y el 004, en
el ue se estudiaron, desde una perspecti a de g nero, las representaciones femeninas reali adas en diferentes soportes Prados
e I uierdo, 00 003).
tro es el ue puso en marcha entre el 004 y el 00 el epartament de Prehistòria i r ueologia de la Uni ersitat de València, encabe ado por Mata y titulado: De lo real a lo imaginario Aproximación a la flora ibérica durante la Edad del Hierro
(Badal et al., 00 0 0 Mata y Badal, 00 Mata et al., 00 ,
00 , 0 0). El objeti o era conocer las plantas ue e istieron
durante ese período de tiempo en la fachada mediterránea peninsular y determinar cuál era el grado de conocimiento ue los iberos tenían de las mismas morfol gica y funcionalmente). Para
ello se contaba con el análisis de los restos orgánicos y con las
representaciones realizadas sobre distintos soportes materiales
cerámica, piedra y metal). Mediante la comparaci n de los ítems
identificados, se obser
ue e istía una clara alusi n a dos mundos diferenciados, uno, ue pertenece al ámbito de lo real, y el
otro al de lo irreal o simbólico. Los resultados obtenidos están recogidos en la página web: http://www. orayfaunaiberica.org
y han sido recientemente publicados en un libro editado por el
Servicio de Investigación Prehistórica (Badal et al., 0 0). Continuaci n de ste es el proyecto De lo real a lo imaginario II.
Aproximación a la fauna ibérica durante la Edad del Hierro,
tambi n dirigido por Mata y reali ado entre 00 0 . Los obje
ti os, metodología, límites geográficos, culturales y materiales
fueron los mismos, pero referidos a aspectos ool gicos, con el
fin de apro imarse a su uso y simbolismo Mata et al., 0 4).
inalmente, entre 00 y 0 , lmos, Rui y Tortosa han
puesto en marcha otro proyecto, titulado: Léxico de iconografía ibérica lmos, 00 a), cuyas bases se asentaron unos a os
antes lmos e I uierdo, 000). En l se anali a la iconografía
de los iberos reali ada sobre diferentes soportes entre el s. VI a. C.
y el cambio de era. Se trata de a eriguar u es propio de los
iberos y u elementos, simbolismos o significados son tomados de otros ámbitos mediterráneos y peninsulares) y tiempo
Edad del Bronce, poca orientali ante y otros coetáneos), pudiendo ser reelaborados por los propios iberos. sí mismo, se
apro iman al c digo interno ue estructura los mensajes repre
sentados y al ámbito territorial de utili aci n. La finalidad ltima del proyecto es elaborar un l ico com nmente adoptado
por los in estigadores ue se dedican a este campo de trabajo,
a fin de unificar los criterios denominadores y ue sir a para
plantear nue as formas de abordar el análisis de los materiales
en su conte to hist rico cultural.
Para concluir estas líneas, decir ue tras todo lo e puesto
emos c mo las diferentes líneas de interpretaci n obedecen,
más ue a nue os halla gos, a relecturas de las imágenes conocidas, así como a nue as formas de apro imarse a su estudio.
En este sentido, consideramos con eniente incidir en el hecho
de que los trabajos sobre el particular que aquí analizamos no
están olvidados o relegados a un segundo plano en el actual
panorama de la in estigaci n, donde parece ue tienen poca
cabida los análisis de materiales. Son varios los trabajos que
pretenden ahondar en el tema, releyendo antiguas pie as de sobra conocidas a tra s de la literatura Bonet e I uierdo, 00
Gon ále Reyero y Rueda, 0 0 Ronda y Tendero, 0 4) e,
incluso, aportando otras procedentes de nue as e ca aciones
(caso de las recuperadas en: Valentia, València Poble Nou, Vila
oiosa Libisosa, Le u a y Torre la Sal, Ribera de Cabanes)
(Marín Jordá et al., 004 P re Blasco, 0 a, 0 b Uro
Rodrígue , 0 , 0 3 lors, 0 0) o de las rebuscas en las
ol idadas cajas de los museos, procedentes de campa as antiguas parcialmente publicadas: caso de un oinochoe con decoraci n figurada procedente del Pe n de Ifach Calp) Verd ,
00 ) o del abundante material recuperado en los hornos de
ontscaldes Valls) Vergès y L pe Vilar, 00 ). En este sentido, cabe destacar el trabajo ue actualmente está en curso sobre
la cerámica pintada del Bajo Ebro iloli y Ro u , 00 ) o
el ue la ue suscribe estas líneas ofrece sobre las pie as adscribibles al círculo de Azaila. En ambos casos se pretende no
limitar el estudio a estas onas geográficas concretas, sino interrelacionar los resultados con los obtenidos en onas limítrofes,
a fin de e traer conclusiones sobre si e isten delimitadores culturales claros entre ellas que se puedan rastrear desde el ámbito
de la iconografía ascular.
I. . EL ESCUBRIMIENT
EL
CER MIC
E
IL
SU REPERCUSI N
EN L S ESTU I S E IC N GR
Las primeras inter enciones en el yacimiento del Cabe o de
lcalá
aila), iniciadas en 6 , las lle a cabo Gil y supusieron el comienzo de las investigaciones sobre el mundo ibérico en la ona aragonesa Beltrán Lloris,
6: ). Los datos
ue de ellas trascendieron al panorama científico son realmente
escasos, dado ue prácticamente toda la documentaci n pere-
[page-n-23]
ció en un incendio. Las pocas noticias que tenemos se deben a
Pijoán, uien al ad uirir para los Museos de arago a y Barcelona un lote de las pie as e traídas por Gil, con ers con su
iuda. sta es una de las causas ue lle a confundir, durante
un tiempo, la procedencia e acta de los materiales, atribuy ndolos a un yacimiento del municipio de La aida y no de aila
Beltrán Martíne ,
:
Vallespí,
).
partir de ese momento, los materiales recuperados en las
e ca aciones practicadas por Cabr ingresaron en el Museo rqueológico Nacional de Madrid. Las cerámicas ibéricas con decoraci n compleja lo hicieron en arios momentos, el primero
en 43, el segundo en
3 y por ltimo en
, entregadas
por sus descendientes Barril, 006: 4
). Muchas de esas
e cepcionales pie as fueron consolidadas por el propio Cabr ,
lo ue ha fa orecido su buena conser aci n.
La primera publicación de algunos de los vasos con decoraci n compleja se produce en
0, de mano de los hermanos
Gasc n de Gotor, uienes con acierto la denominaron cerámica
ib rica
0, Lám. III, Libro I). Pronto despertaron el inter s
y curiosidad de otros in estigadores, uienes fruto de la gran
repercusión que habían tenido los descubrimientos de Micenas
y Troya, consideraron ue debían ser obras mic nicas llegadas a
la península gracias al comercio Paris, 03 04 0 Perrot
y Chipie ,
4).
Unos a os más tarde, Pijoán public mayor n mero de
pie as e traídas durante las inter enciones de Gil, aun ue su
recopilaci n no se ci a las asijas con decoraci n compleja. El ámbito geográfico ue abarcaba era amplio, haciendo
alusión a las cerámicas ibéricas recuperadas en Aragón (Pijoán, 0 ). Como no edad, introdujo una bre e descripci n
de las decoraciones. Respecto a su atribuci n, el autor da un
paso adelante, pues aun ue no negaba la in uencia minoica en las ornamentaciones, destacaba ue se hallaban en sintonía con los gustos locales de la poca Pijoán, 0 : 0).
En este sentido, se alaba la e istencia de una escuela local
en rag n ue poseía moti os singulares propios, al tiempo ue tomaba otros de diferentes onas, y se caracteri aba
por su repetici n. sí mismo, apuntaba el área de dispersi n
de dicho estilo, circunscribi ndolo a Calaceite, Belmonte y La
aida, ue como ya hemos dicho, aludiría realmente a aila
Pijoán, 0 :
).
Retomando la idea de la e istencia de diferencias regionales,
Bosch, en su tesis doctoral, indi iduali a cuatro grupos con
cerámicas con decoraci n compleja, entre los ue se encuentra
el de rag n perfectamente caracteri ado Bosch,
).
A partir de este momento se intenta establecer paralelismos
entre las decoraciones procedentes de poblados ib ricos, dejando en un segundo plano las lecturas propiamente mediterráneas.
sí las cosas, será el propio Bosch el ue se ale la similitud
e istente entre las ornamentaciones de San ntonio Calaceite),
La aida, ue como en anteriores ocasiones se refiere al Cabe o
de lcalá
aila), y el Tossal de les Tenalles Sidamunt), poni ndose en relaci n, por tanto, dos de las regiones preestablecidas en su anterior publicaci n. Por otra parte, la sistemati aci n
de las e ca aciones ar ueol gicas y la práctica más metodol gica de las inter enciones fa orecía la obtenci n de cronologías
más precisas ue las propuestas hasta el momento, situando el
má imo apogeo de la cultura ib rica en el alle del Ebro en el
s. III a. C. Bosch,
:
4).
0
En
3 Bosch retoma el problema de la cultura ib rica
en dos artículos publicados en el Anuari de l’Institut d’Estudis Catalans Bosch,
3a,
3b). e nue o se ala la relaci n e istente entre las decoraciones del grupo del Ebro, las del
Cabe o de lcalá
aila) y Urgell. Tomando como ejemplo
comparativo las ornamentaciones recuperadas en San Antonio
Calaceite), establece la relaci n o parecido ue e iste entre determinados moti os empleados en dicha ona y otras, como la
valenciana (en alusión al motivo vegetal de la hoja de hiedra)
o la de Numancia por la figura masculina junto a un uido)
Bosch,
3b: 6 6 3). Por ltimo, establece como origen de
las decoraciones del valle del Ebro las procedentes del SE. peninsular, concretamente las del grupo Meca marejo, hip tesis
ue recoge posteriormente Bosch,
). La cronología ue les
atribuye está centrada en el s. III a. C.
La siguiente obra que merece ser resaltada es la que publica
Cabr sobre la cerámica pintada de aila Cabr ,
6a). En
ella rebate la cronología propuesta por Bosch para estos vasos
s. III a. C.), estableciendo una dataci n post quem del s. II a. C.
y ante quem de mediados del s. I a. C., basándose en los halla gos numismáticos.
Respecto a las ornamentaciones, ofrece el calco de gran
parte de las decoraciones y una descripci n detallada de cada
uno de los moti os utili ados, diferenciando entre figuras
humanas, animales, geom tricos y egetales. Se ala la e istencia de moti os ue califica como propiamente ib ricos
y otros ue surgen como resultado de la reinterpretaci n de
algunos griegos. Pueden aparecer no s lo en pie as diferentes
recuperadas en el mismo ni el ar ueol gico, sino tambi n entreme clados en el mismo soporte, por lo ue confirma la contemporaneidad de los moti os y ornamentaciones. sí mismo, trata
de establecer paralelismos entre las diferentes decoraciones asculares recuperadas en el mismo yacimiento, llegando a identificar, incluso, la presencia de alg n artista o mano. los criterios
estilísticos empleados con tal finalidad, cabe sumar la posible
identificaci n de la firma de un alfarero en arios ejemplares.
Por otra parte, hace alusi n a los conte tos en los ue fueron recuperados los asos, no s lo a ni el espacial o funcional,
sino que también detalla la relación de materiales que se recuperaron en cada uno de los departamentos. sí mismo, apunta
que los recipientes procedían tanto de la primera destrucción del
poblado como de la segunda, pero en cual uier caso ambos eran
niveles ibéricos.
Nos encontramos en un momento de prolífera producci n
bibliográfica por parte de Cabr sobre las decoraciones aparecidas en el poblado del Cabe o de lcalá
aila). En los a os
sucesi os aborda temas concretos, como la representaci n de
ciertos moti os faunísticos
uidos y a es) Cabr ,
6b) o
la identificaci n de un pintor ceramista Cabr , 34), así como
otros más generales Cabr ,
).
l margen de las producciones de Cabr , en
las decoraciones del citado yacimiento uel en a estar en el punto de
mira, en esta ocasi n a causa de la b s ueda de paralelos en el
mundo mediterráneo para los motivos decorativos empleados
en sus asos Bosch,
).
Un poco más tarde, en 43, se publica de nue o otro artículo sobre las cerámicas de aila, si bien, a pesar de ue en
este caso Cabr se centra en las c lticas, dedica algunos párrafos
a las ib ricas Cabr , 43). En l establece una periodi aci n
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general, con la ue pretende e plicar la presencia de moti os
de la ona catalana, aun ue con ciertas ariaciones funcionales,
en las tierras del Bajo rag n, como consecuencia de los moimientos migratorios ue debieron e perimentar los ilergetes
a raíz de la llegada de los romanos a sus tierras. De este modo
ratificaba la hip tesis planteada por Bosch
3a: 6 ), en la
ue aludía a la relaci n e istente entre ambas onas geográficas
en cuanto a estilo pict rico se refiere, concretamente para los
materiales recuperados en Sidamunt (Lleida).
Un a o despu s e la lu la obra ue consideramos capi
tal en el estudio de las decoraciones complejas del Cabezo de
lcalá
aila), nos referimos al olumen del Corpus Vasorum
Hispanorum dedicado al encla e Cabr , 44). Naci como un
eco espa ol a la obra titulada Corpus Vasorum Antiquorum, ue
desde
3 había publicado una serie de ol menes con asos
clásicos destacados procedentes de diferentes países. En este
sentido, M lida escribi en 30 un primer fascículo sobre las
cerámicas orientales y griegas aparecidas en territorio peninsular y un poco más tarde, en 3 , un segundo en el ue aludía
a la cerámica prehist rica y griega, uedando relegado a un segundo plano la recopilación de piezas propiamente ibéricas.
ubo ue esperar hasta el a o 4 para ue arrancara
el proyecto hispánico, en el ue, como anteriormente hemos
comentado, se pretendía recoger en arios ol menes las pieas cerámicas más significati as pertenecientes a las culturas
indígenas iberos y celtas). pesar de ue, en principio, se
pens ue la obra estaría compuesta por arios ol menes,
nicamente salieron a la lu dos de ellos. Los criterios de edici n ue se siguieron fueron los mismos ue los aplicados en
el proyecto internacional.
Nos centraremos aquí en el volumen dedicado al Cabezo de
lcalá
aila). El pr logo de la obra lo reali a Taracena, uien
ofrece un bre e recorrido por la historia de las in estigaciones
de la cerámica ib rica, centrándose en las de este encla e.
Respecto a la informaci n presentada por Cabr , cabe destacar el cuadro cronol gico ue ofrece en las primeras páginas
del olumen. En l establece cuatro ciclos, di ididos a su e en
períodos. cada período le atribuye unos soportes, describe la
ornamentación desarrollada e indica las cerámicas importadas a
las ue se asocian, por lo ue resulta de gran utilidad.
Las decoraciones procedentes del Cabezo de Alcalá (Azaila)
ocuparían el ltimo ciclo, posterior en el tiempo al del Tossal de
les Tenalles (Sidamunt) o al del horno de Fontscaldes (Valls)
s. III a. C.), ue se e tendería en el tiempo entre el s. III a. C.
y el
a. C. por el NE. de Catalu a, SE. de rancia hasta la
desembocadura del R dano, por el . hasta la ona de nti ena
uesca) y por el alle del Ebro hasta Caspe y Calaceite. El
autor diferencia, en el caso de las ornamentaciones del Cabe o
de lcalá
aila), seis momentos fechados entre el
a. C. y
el a. C., ue corresponden a períodos ue el autor clasifica
de la a la , estando di idido el en cinco partes. sí mismo,
como ocurría en el caso anterior, el autor indica la ona por la
ue se e pande el estilo decorati o, ue en este caso sería: La
aida La aida), Cabe o de la Bo ina Vinaceite), Cabe o de
Cantalobos lbalate del r obispo) y Cabe o del Moro lca i ) hasta la necr polis de Belmonte Belmonte de Gracián).
En la publicaci n no solamente se recogen fotográficamente
las pie as más destacadas, sino ue tambi n se ofrece el calco
de las decoraciones, al tiempo ue se reali a una bre e descripci n del soporte y, en la medida de lo posible, se propone una
dataci n para la pie a y un conte to ar ueol gico, en el caso de
ue sea conocido. Casi todos los datos ofrecidos han sido utili ados por otros in estigadores, aun ue una de las cuestiones
ue ha suscitado mayor pol mica es la cronología atribuida a
las pie as y los distintos períodos establecidos Bosch,
Pellicer, 6
0).
En
Ramos presenta una comunicaci n al V Congreso
Nacional de Arqueología en la que trata de comparar algunas de
las pinturas que decoran las cerámicas procedentes del Cabezo
de lcalá
aila) y L lc dia El ). Sigue la hip tesis planteada por Cabré en la que propone como origen de ciertos motivos
ornamentales del círculo de Azaila el SE. peninsular (Ramos
ol u s,
:
). Muestra como ejemplo el caso de un arboriforme, de los roleos y las alas de a e. No obstante, teniendo
en cuenta ue la cronología de las decoraciones de uno y otro
encla e son similares, creemos ue se debería hablar más de
contactos o in uencias ue de deri aciones.
tra obra ue merece ser rese able es el artículo publicado
por Pellicer sobre la cerámica ibérica del poblado del Cabezo
de lcalá
aila) Pellicer, 6
0). En l reali a una se era crítica al criterio estilístico aplicado por Cabré para delimitar
los períodos en los ue se clasifican los asos con decoraci n
compleja recuperados. sí las cosas, Pellicer considera ue
para datar las pie as no se debe tener en cuenta nicamente el
criterio estilístico y tipol gico, sino ue deben ir acompa ados,
en los casos en los ue sea posible, del criterio estratigráfico
Pellicer, 6 : 4 ), apreciaci n recogida posteriormente por
Beltrán Lloris
6).
bordando ya el tema de las decoraciones pintadas, en su
publicación presenta los soportes sobre los que se pintan los
temas antropomorfos, oomorfos y fitomorfos y aísla los moti os utili ados, proponiendo posibles identificaciones. Por otra
parte, plantea la e istencia de contactos con otros yacimientos,
más o menos pr imos, en los ue se han documentado moti
os semejantes. Establece su propia periodi aci n, haciendo refe
rencia a las dataciones ofrecidas por Cabr y Bosch tabla ),
pero estableciendo las suyas propias. Tambi n cuestiona las
propuestas reali adas hasta el momento sobre las in uencias
Tabla 1. Cuadro-resumen de las cronologías propuestas para los periodos atribuidos a las cerámicas ibéricas con decoración compleja del
Cabezo de Alcalá (Azaila).
Periodo
A
B
C
Cabré
a. C.
Bosch
400 300 a. C.
300
Pellicer
ss. IV-III a. C.
s. III a. C.
D1
0 a. C.
0 34 a. C.
34
0 a. C.
0 34 a. C.
34
Mediados
s. III a. C.
E
a. C.
a. C.
s. II a. C.
a. C.
F
43 a. C.
43
a. C.
43 a. C.
43
a. C.
s. I a. C.
s. I a. C.
11
[page-n-25]
que reciben las decoraciones del círculo de Azaila e indaga
sobre el origen y difusi n de determinados moti os, teniendo en
cuenta su cronología de uso.
an ado el tiempo, llegamos a la ue consideramos la
segunda gran obra de referencia de nuestro estudio, la tesis
doctoral realizada sobre el Cabezo de Alcalá (Azaila) por
Beltrán Lloris
6). En ella ofrece un completo estudio sobre
los diferentes aspectos del encla e: historia de las in estigaciones, conte to hist rico, urbanismo, materiales, etc.
Respecto a los materiales que presentan decoración compleja, completa la documentaci n proporcionada por Cabr , pues
dibuja los perfiles de las pie as y elabora una tipología cerámica aplicable a otros vasos que no necesariamente presentan
decoraci n. Más allá de la clasificaci n y descripci n meramente formal, siempre ue resulta posible establece cronologías de
producción. Además indica el campo decorativo disponible para
ser pintado en cada uno de ellos.
Por otra parte, indi iduali a los moti os decorati os,1 aspecto ue hasta el momento nicamente había sido tratado de
manera parcial. Los sistemati a, describe formalmente, detalla
su disposici n en el aso y el tipo de soporte sobre el ue se
suelen pintar, establece la hor uilla temporal y espacial de su
utili aci n y determina la funci n ue desempe an. Este modo
de proceder le ha permitido hipotetizar sobre la intervención de
diferentes pintores en las decoraciones de los asos del Cabe o
de lcalá
aila), caso del pintor de las emes y el pintor de
las , apuntado por Cabr
34). demás, se ala la e istencia
arias escuelas Beltrán Lloris,
6:
).
La siguiente obra rese able es la de Pericot sobre la cerámica ib rica Pericot,
). Se trata de una obra general en
la ue, además de proporcionar unas e celentes fotografías de
las pie as más significati as, reali a una clasificaci n por onas
ue bien recuerda a la ue en su día estableciera Bosch
),
aun ue con diferencias. Propone las siguientes: ndalucía, SE.,
resto del País Valenciano li a, El Puig, La Serreta, La Escuera, El Molar y Liria) Castell n y el S. de Catalu a Soli ella,
Vinarragell, etc.), Catalu a, S. de rancia, rag n y la Celtiberia. El autor caracteriza las producciones de cada una de las
regiones y establece ínculos y paralelismos entre ellas.
En el caso de aila, resalta el barro uismo de sus decoraciones y las incula, como ya lo hiciera Bosch, a las halladas en
la ona de Urgell y Meca marejo, diferenciándolas de las locali adas en el Bajo rag n, ue resultan más similares a las del
Bajo Urgell. En cuanto a su cronología, recoge los postulados
planteados por Bosch, situando el inicio de su producci n en el
s. III a. C. y su final en el
a. C.
continuaci n se publican de manera muy seguida dos
obras generales sobre arte. La primera de ellas titulada Arte
ibérico en España García y Bellido,
0), en la ue se diferencia la e istencia de cuatro centros principales de produc
ci n de cerámica con decoraci n compleja: ndalucía, SE.,
un ue el autor los denomina temas , consideramos ue en realidad, en la mayoría de casos se hace referencia a moti os decoratios, como e plicaremos en el capítulo dedicado a las decoraciones.
Ebro y Numancia. demás se ofrece una bre e descripci n de
los rasgos ue caracteri an cada una de las onas, resultando
fácilmente diferenciables.
En el caso del grupo de aila, el autor se ala ue la denominación se debe a que dicho enclave es el que mejor encarna
las características ue se encuentran difundidas por todo el alle
medio del Ebro. Re e iona sobre el tipo de soportes utili ados y
destaca el gran tama o ue presentan, lo ue dificultaría su uso
tradicional como recipientes de cocina o mesa, siendo empleados más bien, a juicio del autor, como contenedores de materias
primas o manufacturas García y Bellido,
0: 03). Se resalta
la presencia de un tipo de soporte que no es habitual que presente decoración compleja en el resto de centros de producción ibéricos, el thymiaterium. Por otra parte, respecto a la decoraci n,
se ala el marcado sentido simb lico de las representaciones.
En
sale a la lu la segunda obra general ue destacábamos, en este caso sobre el arte hispánico en la Edad ntigua Blanco reijeiro,
). En ella se toman como criterios
delimitadores de las diferentes onas los temas plasmados en
las decoraciones pict ricas y los estilos ornamentales. En este
sentido se indi iduali an y caracteri an seis onas: ndalucía,
Elche rchena, Líria, Catalu a, aila y Numancia.
En el caso de las decoraciones procedentes de aila, Blanco
utili a el calificati o de las de mayor personalidad entre todos
los alfares conocidos en el alle del Ebro . Sinteti a bre emente sus rasgos más significati os, aludiendo al parecido e istente entre algunas de ellas y las de la ona alenciana, aun ue
resalta ue stas son ligeramente anteriores Blanco reijeiro,
: 6 ). e nue o destaca la presencia de los thymiateria
como uno de los soportes preferidos de este grupo para decorar
con variados motivos ornamentales.
inalmente, in estigaciones más recientes, abren el abanico de estudio a los materiales procedentes de otros yacimientos
ue, por la similitud estilística de las decoraciones ue aparecen sobre sus cerámicas ib ricas, consideran reali adas bajo el
mismo círculo productor ue las recuperadas en el yacimiento
del Cabe o de lcalá
aila) Beltrán Martíne ,
Sanmartí, 00 :
60) o tratan sobre aspectos concretos de
las ornamentaciones, como pueden ser: las temáticas pintadas
sobre un soporte determinado uentes, 0
Maestro, 0 ),
los moti os o temas plasmados Maestro,
4,
, 0 0
To ío,
6), o el simbolismo de algunas de sus representaciones ranegui,
b Le Meau , 004 Lucas,
0,
lmos,
0,
6b,
, 00 b).
Con todo, podemos concluir ue, a tenor de lo e puesto,
nos encontramos ante una producción cerámica que desde su
descubrimiento hasta nuestros días ha llamado la atención de
los distintos in estigadores dedicados a la materia, tal e no
nicamente por la espectacularidad de sus ornamentaciones,
sino por ue desde un principio estu ieron bien publicadas y han
sido objeto de re isiones. No obstante, a día de hoy el panorama
científico toda ía se halla en deuda con estos materiales, uedando pendiente una nue a re isi n, similar a la reali ada para
otros conjuntos como el edetano o el contestano, ue permita
determinar si e isten diferentes estilos, grupos y talleres decorati os en el n cleo del Cabe o de lcalá
aila) y el área por
el ue se distribuyen sus producciones.
[page-n-26]
II
Entre íberos y celtíberos
II.1. INTRODUCCIÓN AL ESPACIO GEOGRÁFICO
El marco geográfico en el ue se centra este trabajo ueda delimitado al N. por el río Ebro, al E. por la pro incia de Tarragona,
al S. por las estribaciones monta osas del Sistema Ib rico y al
. por el alle del río iloca.
Topográficamente se trata de una ona en la ue no e isten
grandes unidades de relie e ue desta uen sobre el llano, presentando una altitud media inferior a los 600 m sobre el ni el
del mar. No obstante, sí e isten algunos puntos de mayor altitud,
tales como la sierra de los rcos y la de Ginebrosa, pertenecientes al Sistema Ib rico, ue tienen una altitud media de 00 m
sobre el ni el del mar Sain ,
0: 36 ).
ni el hidrol gico destaca la presencia del río Ebro, principal eje ertebrador de la ona con las tierras de la costa mediterránea, así como las cuencas de ciertos ríos ue en su ma
yoría son tributarios del primero: lcho as, lfambra, lgás,
guas i as, Cámaras, Guadala iar, Guadalope, Guadalopillo,
iloca, uer a, Martín, Matarra a, Perejiles y Regallo, ue discurren por hondos y estrechos alles con buenas onas para
el culti o y el asentamiento humano Rui
apatero,
3
4: 3). sí mismo, tambi n sir en como e celentes ías
de comunicaci n ue articulan el amplio territorio por el ue
discurren, a lo ue habría ue sumar la serie de barran uillos
ue atra iesan la Sierra del Maestra go omíngue ,
:3
Magall n,
:
).
En cual uier caso, la ona objeto de estudio resulta interesante por ue se encuentra a caballo entre la franja territorial ue
separa a los celtiberos de los iberos, por lo ue la delimitaci n
cultural de los yacimientos no deja de ser, en muchos casos,
contro ertida Burillo,
:6 ,
a: 64). Los criterios ue
los distintos in estigadores han utili ado para definir la frontera
entre ambos mundos culturales son principalmente: los te tos
de autores clásicos piano, iodoro, Estrab n y Polibio, entre
otros), los elementos lingüísticos Beltrán Lloris,
3 To ar,
3a,
3b Untermann,
6) y los restos ar ueol gicos
producciones cerámicas, armamento, orfebrería, etc.) Beltrán
Lloris,
Lorrio,
).
En base a los datos disponibles se ha conseguido delimitar
la te rica e tensi n de la Celtiberia hist rica, ocupando sta el
Sistema Ib rico central, así como las cuencas del uero, Ebro
y Tajo, abarcando, por tanto, las actuales pro incias de Guadalajara, Soria y parte de las de Rioja, Burgos, Cuenca, arago a
y Teruel. No obstante, y a pesar de los datos aportados, arios
estudios ue han tocado el tema con mayor profundidad, han
puesto de manifiesto la ine istencia de una línea de frontera
clara o inamo ible entre los celtíberos e iberos Beltrán Lloris,
: 3 Lorrio,
). e este modo, resulta difícil catalogar ciertos yacimientos estudiados, pues si por un lado podrían
pertenecer al ámbito celtib rico por su posici n geográfica, por
otro podrían incluirse en el mundo ib rico atendiendo su cultura
material, y ice ersa, muestra de los uidos contactos mantenidos entre ambas culturas Burillo,
: 6 y 6).
Tema no menos contro ertido ue el anterior es el caso de la
etnicidad de los pobladores de estas tierras, sobre el ue tambi n
han corrido ríos de tinta. Lejos de entrar en las acaloradas discusiones e istentes al respecto, remitimos a las publicaciones más
destacadas lmagro Basch, 6 Beltrán Lloris,
6 Bosch,
,
4 Burillo,
0,
6,
b,
6, 00 00 ,
00 b, 00
atás Cabe a,
3 Gimeno,
6 acob,
Pericot, 34 Sanmartí,
4 Vilaseca,
3). e forma
sint tica podemos decir ue parece probable ue e istieran diersas etnias en el marco geográfico estudiado, si bien, no e iste
unanimidad en la identificaci n de las mismas ni en los límites
territoriales ue abarcarían. sí pues, las etnias propuestas son:
ausetanos, sedetanos e ilerca ones. En cual uier caso, lo ue sí
resulta e idente es ue e iste una conciencia de entidad grupal,
tal y como lo demuestra, por ejemplo, la presencia de pautas
comunes en los rituales funerarios, tal es el caso de las estelas
ib ricas conocidas por la literatura al uso como estelas del Bajo
13
[page-n-27]
ig. 4. acimientos ue poseen cerámica ib rica con decoraci n compleja: . lto Chac n Teruel) . San Crist bal Mata de los lmos)
3. La Guardia lcorisa) 4. Mas de Moreno o Calanda) . Masada de la Cerrada o Calanda) 6. El lmo o Calanda) . Los
rtos o Calanda) . Santa lora Mas de las Matas) . Torre Gachero Valderrobres) 0. Els Castellans Cretas)
. San ntonio
Calaceite)
. El Palao lca i ) 3. Tiro de Ca n lca i ) 4. Mas del Cerrojo lca i )
. Cabe o del Moro lca i ) 6.
El Castelillo llo a)
. El Sabinar liete)
. El Palomar liete)
. Cerro de las bejas lbalate del r obispo) 0. Cabe o
de Cantalobos lbalate del r obispo)
. Cabe o Carrasco Urrea de Ga n)
. Pe afresca Castelnou) 3. La Bo ina Vinaceite)
4. Cabe o de lcalá
aila)
. Castillejo de La Romana La Puebla de íjar) 6. Celsa Velilla de Ebro)
. La Corona uentes de
Ebro)
. Pi uete de la talaya
uara)
. Cabe o de las Minas Botorrita) 30. ur n de Belmonte Belmonte de Gracián) 3 . Valmes n aroca) 3 . La Caridad Caminreal).
rag n Burillo,
b: 0, 00 : 0 Cabr ,
0
ernánde uster,
Galán,
4 Marco,
6 uesada,
4,
000). Casi ninguna de ellas presenta te to inscrito,
el espacio se enmarca con orlas y se decora con grabados de
lan as y jinetes, inculados a la heroi aci n del difunto Burillo,
a: 6). un ue su carácter funerario no se cuestiona, sí es
objeto de discusi n su inculaci n directa a las necr polis, pues
pudieron tener un carácter meramente conmemorati o Burillo,
a:
Tomás, 60: ).
II. . ESCRIPCI N E L S
CIMIENT S
continuaci n presentamos los yacimientos en los ue se
ha documentado cerámica ib rica con decoraci n compleja
fig. 4). e ellos recogemos sus características generales y damos cuenta de las in estigaciones más rele antes ue se han
lle ado a cabo. El olumen de informaci n disponible no es
homog neo, pues algunos poseen abundante bibliografía, dada
su especial rele ancia o ni el de estudio, mientras ue de otros
nicamente tenemos noticia del halla go de alg n fragmento
4
con decoraci n compleja. Sir an estas bre es líneas como justificaci n del e tenso o reducido tama o del te to ue dedicamos
a cada uno de ellos.
II.2.1. alto chacón (teruel)
Se locali a sobre una ele aci n amesetada, a 00 m de altitud
sobre el ni el del mar, en la parte más occidental del maci o
monta oso de La Muela y tiene una e tensi n apro imada
de 3 00 m fig.
). Su situaci n es estrat gica, pues domi
na el punto en el ue con uyen los ríos Guadala iar y lfambra,
así como la ruta terrestre ue une València y arago a trián,
6: 6). demás, sus laderas N. y . presentan pendien
tes abruptas, lo ue las hace casi ine pugnables. En la ona
en la ue el acceso resulta más factible se e ca un foso
fig. B) y se dot al encla e de una muralla fig. C), ue
conser a una torre cuadrangular Beltrán Lloris,
6:
6
Moret,
6: 436).
El yacimiento fue descubierto en 6 por Esteras, uien
reali
arios uelos de reconocimiento sobre La Muela y obser
ue e istía una ele aci n artificial ue podría correspon-
[page-n-28]
A
B
C
ig. . lto Chac n Teruel): . Vista del poblado. B. oso. C. Restos de la muralla
der, por su e celente ubicaci n, a un yacimiento ar ueol gico.
Tras confirmarse la hip tesis, se e ca parcialmente, entre
6 y
6, bajo la direcci n de trián
6). Recientemente
ha sido museali ado, pudiendo acceder a l fácilmente y seguir
la isita mediante paneles e plicati os.
Su ocupaci n abarca desde finales del s. V a. C. hasta el II d. C.,
si bien, su poca de mayor esplendor se puede circunscribir a
los ss. III II a. C. trián,
6: 3 trián et al.,
0:
Escriche, 00 :
).
El es uema urbanístico del poblado resulta sencillo, pues se
organi a a partir de dos calles centrales ue se cru an, a ambos
lados de las cuales se construyen las i iendas ue, junto a las
calles secundarias, configuran man anas
trián,
: 6).
stas estaban formadas por uno o dos departamentos. l primero se accedía desde la calle, mientras ue en el segundo se solía
situar el hogar Beltrán Lloris,
6: 6).
e todos los departamentos e ca ados destacada el , de ma
yores dimensiones ue el resto, por interpretarse como un posi
ble lugar de culto lmagro Gorbea y Berrocal,
: 6
lma
gro Gorbea y Moneo, 000: 6 Moneo, 003: 3 Vil ,
:
3 y 6 ), pero los ltimos estudios al respecto apuntan a ue
más bien debería considerarse como un punto de igilancia desde el ue se controlaba el paso al poblado Escriche, 00 :
).
Los materiales recuperados son muy abundantes, entre ellos
destaca la presencia de monedas procedentes de las cecas de:
Arse, Cediesen, Damaniu 3), Secaisa 3), Iltirda, Celse, Be-
otos: M. M. uentes).
ligion ), Obulco y Saguntum Beltrán Lloris,
: ). Las
cerámicas importadas son: barni negro ático Lamboglia 4 ),
campaniense
Lamboglia , 6, 33 y 4 ), B Lamboglia
y ) y C fragmentos) y terra sigillata gálica ragendorf 3
y 46) e hispánica ragendorf
y 3 , Ritter ) trián et al.,
0:
). Entre las cerámicas aut ctonas e traídas, reali adas
a mano y a torno, e isten formas ue recuerdan a las celtib ricas y otras ue se apro iman más a las ib ricas, sucediendo lo
mismo en cuanto a la decoraci n se refiere Beltrán Martíne ,
0a:
To ío,
6:
).
Por otra parte, tambi n hay ue resaltar el halla go de armas
pu ales, escudos y falcatas) y adornos fíbulas) reali ados con
distintos metales hierro, bronce y cobre), así como la presencia
de un pun n de hueso ue lle a grabado, a cada uno de sus
lados, un antrop nimo en lengua ib rica balkar y urke) trián
y Untermann,
Untermann,
6: 3).
En cuanto a los restos humanos, hay ue se alar la presencia
de un fragmento de cráneo infantil ue podría corresponder a un
enterramiento Burillo,
a:
).
Por ltimo, hablar de la compleja adscripci n cultural del
yacimiento, pues se halla en el límite entre el mundo ib rico y
el celtib rico. En las primeras publicaciones sobre l se le consider ib rico trián,
6), si bien, nue os estudios permiten adscribirlo al ámbito celtib rico, aun ue resulta e idente la
fuerte in uencia ue posee del mundo ib rico Burillo,
:
Escriche, 00 :
).
[page-n-29]
ig. 6. San Crist bal
Mata de los lmos)
oto: M. M. uentes).
II.2.2. san crIstóbal (Mata de los olMos)
Está situado sobre una pe ue a ele aci n monta osa pr ima
al río lcho a, a
m de altitud sobre el ni el del mar, desde
donde e iste una buena isibilidad del llano fig. 6). asta el
momento no se ha reali ado ninguna campa a de e ca aci n,
por lo ue la informaci n disponible procede de los materia
les recogidos en superficie y durante los trabajos de limpie a de
los laterales del camino de acceso a la ermita Martíne Gon
ále ,
0). La superficie apro imada ue ocupa es considerable
000 m ) y en su ladera N. se ha identificado un lien o de
muralla, una posible torre y un foso Martíne Gon ále ,
0:
). La construcci n de dichos elementos defensi os
obedece a ue es esa la ladera ue ofrece menor dificultad de
acceso. Las construcciones e istentes en la parte más llana de la
muela están prácticamente arrasadas por el acondicionamiento
del camino, si bien, en las ue se conser an por el resto del
yacimiento se aprecia una adecuaci n al desni el del terreno.
Entre los materiales recuperados e isten cerámicas reali adas a mano y a torno. Las formas más documentadas de estas
ltimas son: los kalathoi, thymiateria, ollas, ta ones, platos de
doble reborde, jarros, etc. y pueden aparecer decoradas con moti os geom tricos, egetales y/o animales To ío,
6:
).
Entre las cerámicas importadas se han identificado: campanienses Lamb. 6) y B Lamb. , 3, , 6a y 0a), así como ánforas
romanas res. I) Martíne Gon ále ,
0:
).
En cuanto a su cronología, decir ue su construcci n se
inicia en el s. VI a. C., presentando una ocupaci n continuada hasta la primera mitad del s. I a. C., momento en el ue se
abandona con moti o de la dominaci n romana de la ona y la
construcci n de un nue o encla e, La Regadía trián et al.,
0, 6
Martíne Gon ále ,
0:
). Se ha planteado
la posibilidad de ue ejerciera, a partir del s. II a. C., el papel de
lugar central Martíne Gon ále ,
0: 4 ).
II.2.3. cabezo de la guardIa (alcorIsa)
Cabe o de cumbre amesetada fig.
), a 6 m de altitud sobre
el ni el del mar, ue pertenece a la cadena monta osa del Saso.
ista 6 m al NE. de lcorisa y los restos ar ueol gicos se e 6
tienden por la cima del cerro así como por sus laderas, sobre una
superficie apro imada de 000 m . Resulta accesible por todas
sus laderas, si bien, la ue ofrece mayores dificultades es la .
demás, posee una muralla ue discurre en direcci n NE. E. y
dos torreones, uno en la cima del cerro y el otro en el interior
del encla e, ue le sir en como elementos defensi os fig. B)
Martíne Gon ále ,
0: 3 0). Por su ubicaci n tiene perfecto
dominio isual sobre el alle del río Guadalopillo y las tierras
ue le rodean, estando en un punto pr imo a las ías de comunicaci n ue conectan la ona con el Maestra go.
Tenemos noticia de su e istencia desde
, cuando Tejeri o lo dio a conocer. Posteriormente el yacimiento despert el
inter s de Gil, uien public una bre e noticia en un libro dedicado a la historia de lcorisa Gil,
4). Transcurridos unos
a os, en
salieron a la lu , fruto de un derrumbe ocurrido en
el cabe o, numerosas estructuras y materiales ar ueol gicos ue
pusieron en boga el yacimiento Martíne Gon ále ,
3). En
6, Martíne y trián lle aron a cabo la primera campa a de
e ca aci n en el encla e. Se practic en la ladera N ., donde
se e humaron dos habitaciones y se documentaron cuatro nieles ar ueol gicos trián y Martíne Gon ále ,
6,
).
La siguiente campa a de e ca aci n se reali en
.
VV.,
b), bajo la direcci n de Martíne Martíne Gon ále ,
a). Las actuaciones, en este caso, se centraron en la parte
superior y la ladera NE. del cerro. Se puso al descubierto una
nue a habitaci n y una torre circular con contrafuertes adosados
fig. B y C) Moret, 006:
3). En la tercera campa a,
reali ada al a o siguiente, se continuaron los trabajos en la ona
NE., bajo el torre n. Se limpi el lien o de muralla y se sac a
la lu una de las calles del poblado Martíne Gon ále ,
).
La cuarta inter enci n se hi o en
3, a consecuencia de la
construcci n de un po o de agua en las inmediaciones del yacimiento. En ella se sacaron a la lu las termas de una illa r stica
romana, parcialmente destruidas por la construcci n de la carretera N
fig.
) Martíne Gon ále ,
0: 4 4 ). Más
tarde, la reforma de esa carretera oblig a inter enir con carácter
urgente en la parte baja del cerro, locali ándose conducciones de
agua relacionadas con las estructuras termales Martíne Gon ále , 00 :
). Por ltimo, recientemente se han lle ado a cabo
[page-n-30]
A
B
ig. . Cabe o de La Guardia
C
D
lcorisa): . Vista del poblado. B. Torre. C. Vi iendas. . Termas
tareas de allado del yacimiento, consolidaci n de las estructuras, acondicionamiento de los accesos y se ali aci n de la isita,
uedando incluido en La Ruta de los Iberos en el Bajo Aragón.
Los materiales recuperados son ariados. En cerámica se recogieron pie as ib ricas, reali adas a mano y a torno, algunas decoradas con moti os geom tricos, egetales y/o figurados. Los tipos
documentados son: ánforas, tinajas, tinajillas, kalathoi, crateriskoi, jarros, platos, cuencos, tapaderas, fusayolas, pondera, etc. Entre las importadas se han identificado: barni negro ático Lamb.
4 ), campaniense
Lamb. 3 y 4 , Morel 6c), B Lamb. )
y C, paredes finas, ánforas res. , lucernas res. , cerámica
com n romana, terra sigillata hispánica y africana), etc.
Tambi n se han recuperado, entre otros: pie as de síle , ruedas de molino, machacadores de piedra, utensilios reali ados en
hueso, terracotas de figuras humanas y animales, hoces de hierro, fíbulas en bronce y monedas trián y Martíne Gon ále ,
6: 6
trián et al.,
0:
Martíne Gon ále ,
3:
,
a).
tenor de los materiales e puestos, el poblado se ha datado
entre los ss. V IV a. C. y el I d. C. Ejerci un papel destacado
entre los yacimientos de la cuenca baja del río Guadalopillo y
se al con la capitalidad del territorio en el s. V a. C., aun ue
consigui su má imo esplendor durante los ss. II I a. C. finales de este ltimo comen su cenit, en parte por la progresi a
importancia ue iba ad uiriendo El Palao lca i ), del ue se
otos: M. M. uentes).
encuentra pr imo Martíne Gon ále ,
0: 3 ). inalmente
fue destruido en el s. I d. C., iniciándose un nue o hábitat en la
parte baja del cabe o ue perdur hasta el s. III d. C. trián y
Martíne Gon ále ,
6: 6 ).
II.2.4. Mas de Moreno (Foz-calanda)
Ubicado en una pe ue a ele aci n del terreno, a 0 m de altitud sobre el ni el del mar, ue destaca sobre la llanura ue
hay junto al río Guadalopillo. Se encuentra 4 m al . de o
Calanda y su nombre se lo debe a los restos de una masía ue
ueda en el encla e.
Se trata de un centro de producci n alfarero ue tiene unos
000 m de superficie, constituido por 0 hornos de diferente
tipología y tama o, así como por sus correspondientes testares
y edificaciones características Bena ente et al., 0 6 Gorgues
y Bena ente, 00 , 0 : 4).
El yacimiento fue descubierto en
, iniciándose las e caaciones en ese momento. El horno en el ue se inter ino contaba una planta alargada, ligeramente rectangular, en cuya parte
central presentaba una pared di isoria, en sentido longitudinal,
ue sustentaba la parrilla sobre la ue se disponían las pie as
a hornear. Su cubierta era abo edada y estaba hecha con adobes re estidos, interior y e teriormente, con una capa de barro
Martíne Gon ále ,
b).
[page-n-31]
principios del s.
I se retomaron los trabajos en la ona,
sacando a la lu otros 6 hornos, de los cuales el , 3, 4, y 6
presentan una planta elíptica, mientras ue la del parece cuadrangular Gorgues y Bena ente, 0 , fig. 3 y ). El resto se
conser an en peor estado y toda ía uedan algunos por e humar Bena ente et al., 0 6: 06).
ctualmente las in estigaciones siguen en curso, reali ándose e ca aciones peri dicas ue permiten conocer con mayor
precisi n el tránsito entre la producci n ib rica y la romana
Gorgues, 00 Gorgues y Bena ente, 00 , 0 ), pues el
alfar estu o en funcionamiento entre el
y el 30 a. C. Se han
identificado dos momentos de producci n, uno propiamente
ib rico y otro con in uencias romanas Bena ente et al., 0 6:
0 3).
La inter enci n en el testar proporcion gran cantidad de
materiales, siendo más abundantes las páteras, oinochoai,
kalathoi, cráteras, cuencos, ta ones y caliciformes Martíne
Gon ále ,
0: 330 33 ).
Por otra parte, cabe destacar el halla go de un as de la ceca
de Bolskan, dos pondera con la inscripci n BALCEI en el interior de una cartela y otro letrero impreso sobre un pondus y una
cerámica com n ue corresponde a TIN Martíne Gon ále ,
b: 3
Gorgues, 00 ).
Se ha inculado la producci n de cerámicas decoradas con
moti os egetales y figurados de este centro alfarero y la del
lmo o Calanda) con las halladas en poblados ib ricos del
entorno, como pudieran ser: El Pi uete de la talaya
uara),
El Cabe o de la Guardia
lcorisa) o El Cabe o de lcalá
aila) Beltrán Lloris,
6: 04 Burillo,
6: 6 Gorgues y Bena ente, 00 : 30 Martíne Gon ále ,
0: 33
Sanmartí, 00 :
).
II.2.5. el olMo (Foz-calanda)
Centro de producci n alfarero situado en un pe ue o talud, de
unos 00 m de altitud sobre el ni el del mar, junto al cauce
del río Guadalopillo, pr imo al n cleo urbano de o Calanda
a 3. m de distancia) y a 400 m al . del yacimiento anteriormente descrito. Su e tensi n era ligeramente mayor al alfar de
Mas de Moreno o Calanda), pues contaba con 000 m .
ue descubierto en
a tra s de unas prospecciones reali adas en el alle del río. Su e ca aci n se inici , con carácter
urgente, ese mismo a o, al frente de las cuales estaba Martíne
b: 3 4), uien un poco más tarde abord su estudio Martíne Gon ále ,
0: 3 34). Bena ente y Gorgues retomaron
las in estigaciones en el 004 y e ca aron un horno de planta
rectangular, correspondiente al tipo 3 de Coll 000, fig. 6).
Cabe relacionarlo con el conjunto de hornos locali ados en la
partida de Mas de Moreno y otros situados en el margen derecho
del río, en la partida de Mas de Cerrado
e Sus y Na arro,
Martíne Gon ále ,
b: 3 4,
0). Los materiales
recogidos en cada uno de ellos se encuentran en fase de estudio, por lo ue es poca la informaci n disponible. nicamente
ha trascendido el hecho de ue, tal e , estos sean los lugares
en los ue se producían las cerámicas decoradas recuperadas
en yacimientos como el Cabe o de la Guardia lcorisa), El
Castelillo llo a) o el Pi uete de la talaya
uara) Beltrán
Lloris,
6: 04). sí como ue estu ieron en funcionamiento
entre el s. II y I a. C.
II.2.6. Masada de la cerrada (Foz-calanda)
Situado en una terra a pr ima al río Guadalopillo, apro imadamente a 0 m de altitud sobre el ni el del mar, dista 4 m
al S . de o Calanda. orma parte del mismo conjunto ue
los dos centros de producci n alfarera anteriormente descritos,
aun ue es el ue peor suerte ha corrido, pues fue objeto de una
destrucci n casi total por parte del propietario del terreno al instalar en la ona, en
, riego por goteo Martíne Gon ále ,
0:
).
El alfar ocupaba una superficie apro imada de 000 m y
contaba con al menos cuatro hornos, estudiados por Martíne
en su tesis doctoral
0). El primero del ue se tu o noticia poseía planta circular, del tipo B de Coll 000, fig. 6).
escasa distancia del anterior, hoy en día desaparecido, se
descubrieron otros tres ue no corrieron mejor suerte. pesar
de ello, se sabe ue tambi n tenían el mismo tipo de planta
y ue los testares se encontraban muy pr imos Martíne
Gon ále ,
0: 30 3 ).
La tipología de las pie as allí elaboradas es la siguiente:
ta ones, jarros, asijas cilíndricas, platos, tapaderas y dolia
tipo Ilduratin, entre las más abundantes Martíne Gon ále ,
0: 3 ).
Martíne , en su trabajo, reali a un interesante análisis sobre
esta concentraci n de alfares y la ine istencia de otros centros
de producci n en toda la cuenca del río Guadalopillo, lo ue
le lle a a plantear la amplia ona de difusi n ue debieron tener los productos allí confeccionados, locali ándose algunos de
sus materiales en Tiro de Ca n lca i ) o la Colina de Santa
lora Mas de las Matas), aun ue guardaron una inculaci n
más estrecha con otros encla es situados a menor distancia:
Cabe o de la Guardia
lcorisa), Cerro de la Masada de la
Cerrada1 o Calanda) y San Crist bal Mata de los lmos)
Martíne Gon ále ,
0:
0). Como bien apunta la autora, la instalaci n de arias alfarerías en esa ona obedece a
una serie de condiciones ue fa orecieron dicha elecci n: cercanía a una cantera de arcilla de buena calidad, pro imidad a
puntos con abundante agua río Guadalopillo y un manantial de
la colina Masada de la Cerrada) y buena ubicaci n con respecto a las ías de comunicaci n ue permitieron dar salida a los
productos Martíne Gon ále ,
0:
0), tal sería el caso
del propio río Guadalopillo o el paso interior del barranco de
la Centenera, ue conecta esa ona y la de San Crist bal Mata
de los lmos) con la depresi n del Berge Martíne Gon ále ,
0: 4 3). todo ello habría ue sumar el fácil acceso a fuentes de combustible egetal, si bien, ste sería el aspecto ue condicionaría en menor medida la elecci n del encla e, pues puede
ser fácilmente transportado.
En cuanto al período de tiempo en el ue estu ieron en producci n los distintos centros alfareros a los ue estamos haciendo referencia, Martíne ha planteado, en base al estudio de las
cerámicas producidas y a la complejidad constructi a de los hornos, ue el primero en utili arse debi ser el de Masada de la CePoblado en el ue residirían los alfareros ue trabajaban en los alfares de la ona, pues desde allí hay poca distancia a ellos y e iste un
buen control isual de los mismos, aun ue estu ieran bajo la inuencia ejercida por el Cabe o de La Guardia lcorisa) Martíne
Gon ále ,
0:
).
[page-n-32]
ig. . Colina de Santa lora
Mas de las Matas)
oto: M. M. uentes).
rrada o Calanda) segunda mitad del s. II a. C. principios del
s. I a. C.), al ue le sigui el de Mas de Moreno o Calanda)
s. I a. C.) y, finalmente, el del lmo o Calanda) con una
primera fase fechable en el s. I a. C. y una segunda, ue corresponde a la del horno e ca ado, de poca romana). Por ltimo,
se alar ue el olumen de materiales cerámicos decorados con
moti os egetales y figurados, producidos en estos alfares, es
mayor en el primero de los citados, seguido del segundo y siendo más bien escasos en el tercero de ellos Martíne Gon ále ,
0: 3 333 y 34 3 ).
II.2.7. los artos (Foz-calanda)
acimiento situado a 60 m sobre el ni el del mar, en uno de
los ltimos cerros ue conforman la Sierra de la Galga. ista
0.6 m al N . de o Calanda y ocupa una e tensi n apro imada de 000 m , por lo ue no se trata de un n cleo de primer
orden. Sus laderas son pronunciadas, principalmente la N., y
desde l se tiene una buena isibilidad de la parte baja del alle
del río Guadalopillo. e este modo se completaba el control isual ue el encla e del Cabe o de la Guardia lcorisa) ejercía
sobre el territorio ue tenía bajo su in uencia en la ona de La
Vega, donde ya se ha se alado ue tambi n el n cleo poblacional de la Masada de la Cerrada ejercía funciones de este tipo
Martíne Gon ále ,
0:
).
ue descubierto en
, a raí de unas prospecciones sistemáticas practicadas en la ona. La reali aci n de unas anjas
para introducir el tendido telef nico proporcion un conjunto de
materiales ue estudi Martíne
0). Entre ellos predominan
las cerámicas, resultando más abundantes las tinajas, tinajillas,
jarros, platos, ta ones y fusayolas. Los asos decorados se inculan a los del Cabe o de la Guardia lcorisa) y a los hornos
de La Vega del río Guadalopillo, aun ue como ornamentaci n
de tipo complejo nicamente se han documentado moti os fitomorfos. Por otra parte, entre los materiales líticos e isten machacadores y molinos Martíne Gon ále ,
0: 3 4).
Recientemente se ha estipulado ue algunos de los hornos del
conjunto pudieron estar en funcionamiento ya en el
/ 00 a. C.,
perdurando la producci n alfarera hasta el 40/30 a. C. Gorgues y
Bena ente, 0 :
).
Respecto a la amplitud cronol gica ue abarca el poblado, decir ue se inicia en el s. II a. C. y concluye a finales del
s. I a. C., trasladándose su poblaci n al yacimiento de Prado de
los rtos o Calanda) Martíne Gon ále ,
0: 3 4).
II.2.8. colIna de santa Flora (Mas de las Matas)
acimiento situado sobre una colina aislada, a 3 m sobre
el ni el del mar, en el margen i uierdo del río Guadalope,
donde actualmente se encuentra la ermita dedicada a San
ta lora fig. ). esde ese punto se tiene cierto control sobre el río Bergantes, una de las ías de penetraci n a la Sierra
del Maestra go.
Posee una dilatada cronología, estando habitado ininterrumpidamente hasta mediados del s. III, si bien, debido a las distintas construcciones ue se han lle ado a cabo, nicamente se
conser an estructuras de poca ib rica, romana, isigoda, árabe
califal y cristiana segunda mitad del s. II) en la ladera S. y en
la base N.
El yacimiento fue descubierto en los a os 0 por Martín,
Serrano y
n, uienes reali aban prospecciones sistemáticas
en la depresi n de Mas de las Matas. Los materiales de cronología
ib rica ue recuperaron son: monedas de Bolskan, Orosis y Osicerda en bilingüe y monolingüe, cerámicas importadas de barni
negro ático y campanienses
Lamb. 4 y a) y B Lamb. ),
así como un gran n mero de cerámicas ib ricas kalathoi, dolia,
páteras, cuencos, oinochoai, etc.), algunas de las cuales presentan decoraci n geom trica y figurada estili aciones de a es y
figuras antropomorfas) trián et al.,
0: 6 Martín Costea,
3
4:
).
II.2.9. torre gachero (valderrobres)
sentamiento de grandes dimensiones, situado sobre un cerro
pr imo al río Matarra a, a 0 m de altitud sobre el ni el del
mar y con laderas no muy escarpadas Moret, 00 : 6).
asta el momento no se ha reali ado ninguna campa a
de e ca aci n, procediendo los datos ue presentamos de las
prospecciones efectuadas en
por trián y Puch trián,
:
).
El yacimiento ha sido publicado monográficamente por
trián
), si bien, unos a os más tarde Puch y rtono es
[page-n-33]
A
C
B
ig. . Els Castellans Cretas): . Muralla. B. Torre n. C. Puerta de entrada con escalera labrada
) dieron a conocer nue os materiales, recogidos in
situ, con moti o de la actuali aci n de la carta ar ueol gica del
municipio en el ue se encuentra.
pesar de ue los reconocimientos del lugar se reali aron
de manera superficial, se ha documentado la e istencia de restos de edificaciones, uedando isibles algunos de ellos por los
derrumbes de tierra producidos a causa de las precipitaciones.
demás, gracias a estos sucesos tambi n uedaron al descubierto gran cantidad de materiales: cerámicas a mano ollas grandes
y medianas), ib ricas a torno con o sin decoraci n geom trica
y/o egetal ánforas, tinajas, oinochoai, platos, caliciformes,
cuencos, etc.). Entre las cerámicas importadas e iste: barni negro ático, campanienses y B, así como terra sigillata aretina
e hispánica. tros materiales ue merece la pena destacar son:
dos hachas de piedra pulimentada, cuatro pondera, una fusayola, una anilla y una tapadera de piedra y tres estelas ib ricas
decoradas, propias de la ona bajoaragonesa.
Todo ello ofrece una dilatada cronología de ocupaci n,
ss. V a. C. III d. C.
trián,
Puch y rtono es,
). No obstante, su má imo apogeo lo alcan en
el s. III a. C., momento en el ue se al con la capitalidad del
territorio Bena ente et al., 003: 3 Moret et al., 006:
).
II.2.10. els castellans (cretas)
Se sit a sobre una pe ue a y alargada ele aci n monta osa, a
4 m sobre el ni el del mar, entre los t rminos municipales
de Cretas y Calaceite. Su e tensi n fue reducida, no superior
0
otos: M. M. uentes).
), por lo ue algunos ina los 000 m Moret et al., 006:
estigadores lo consideran un lugar de residencia aristocrático
Bena ente y atás, 00 : 34), concretamente un fortín, dada la
rele ancia de los elementos defensi os ue posee fig.
y B)
Melgui o y Moret, 00 : 3
Moret,
6: 4). ctualmente
se encuentra bastante afectado por procesos erosi os ue han
pro ocado la desaparici n de algunos de los muros de cierre.
ue e ca ado parcialmente por Bosch y P re entre los a os
0
y en
Bosch,
0), tras haber reali ado
Vidiella unas catas pre ias. Unos a os más tarde, en la d cada
de los 0, se reali otra bre e inter enci n en un departamento
pr imo al torre n ue permiti datar con mayor precisi n la
ocupaci n del encla e.
El acceso al poblado se reali a por el S ., aun ue tambi n
contaba con una poterna al N. labrada en la roca fig. C) atás
ernánde , 0 6:
). Su urbanismo es simple, pues las casas,
de planta rectangular, se disponen a ambos lados de una calle
central. Como sistema de defensa se construy en el s. III a. C.
una muralla, en el lado N., y un basti n cur ilíneo en el S .
Moret,
6: 4 6 4 , 006:
).
l se adosan arios
paramentos, separados por sendos fosos de escasa profundidad,
y en su parte E. aparecen dos departamentos absidiales geminados ue se han interpretado como posible casamatas Moret et
al., 006:
).
Entre el material mueble recuperado destaca la cerámica
a mano, los abundantes fragmentos de cerámica ib rica, pudiendo estar decorada con moti os geom tricos y/o egetales,
[page-n-34]
A
B
C
D
ig. 0. San ntonio Calaceite): . Vista general del poblado oto: M. M. uentes). B. Vista a rea del yacimiento
Patrimonio Ib rico de rag n). C. Torre n. . Balsa otos: M. M. uentes).
y alg n ue otro fragmento de cerámica importada, concretamente cerámica ática y barni negro del círculo de la B atás
ernánde , 0 6:
0 ). Tambi n se ha documentado un
buen n mero de fusayolas ornamentadas y pesas de telar, así
como di ersos elementos metálicos, algunos identificables con
armamento Bena ente y atás, 00 : 3
atás ernánde ,
0 6: 0
).
El poblado comen a habitarse en el s. VI a. C., documentándose dos fases de ocupaci n, una perteneciente al Ib rico
ntiguo y otra al Pleno atás ernánde , 0 6:
). Su final
no está claro, pues algunos autores defienden ue fue a inicios
del s. II a. C. trián et al.,
0: 4 ) y otros a finales del mismo Bena ente y atás, 00 : 3 ) o, incluso, el s. I a. C. Melgui o y Moret, 00 : 30 Moret et al., 006:
). día de hoy,
dado lo e iguo de los datos disponibles sobre su e ca aci n,
parece a enturado determinar la causa de abandono.
II.2.11. san antonIo (calaceIte)
Se sit a sobre un monte ue le da nombre y se encuentra en
la ona más meridional de la sierra de San Crist bal, a 60 m
de altitud sobre el ni el del mar fig. 0 y B). ista
m
al E. de Calaceite y sobre parte de los restos ar ueol gicos
e iste una ermita dedicada a San ntonio. esde la cima se
tienen amplias istas del terreno ue se e tiende entre el río
Matarra a y el lgás. Sus laderas resultan ine pugnables,
e cepto la E. y la N., por donde se accedía al poblado Bosch,
0: 6 6).
oto: Consorcio
Su estado de conser aci n no es del todo bueno, pues la erosi n
ha destruido parcialmente algunos departamentos, fundamental
mente en el lado S. Burillo,
b: 3 ). No obstante, las distintas
actuaciones lle adas a cabo para consolidar las estructuras, ini
ciadas en
3, así como los trabajos de limpie a y se ali aci n
de los restos, parejos a su inclusi n en La Ruta de Los iberos en
el Bajo Aragón, hacen ue el yacimiento pueda ser isitado.
En
6 Vidiella se al la e istencia de restos ar ueol gicos en el monte, pero las primeras e ca aciones, en la parte
baja del poblado, no se reali aron hasta 0 . En ellas interinieron Cabr , Vidiella y Ejeri ue Cabr , 0 a, 0 ). Tras
un pe ue o par ntesis, las in estigaciones fueron retomadas en
0 por Pijoán y continuadas, entre los a os
y
por
Bosch
0,
,
b). l finali ar las mismas, el poblado result prácticamente e humado fig. 0 B) Bena ente,
00 : 0). La nica monografía publicada sobre el yacimiento se debe a Pallar s, uien rescat de los fondos del Museu
d r ueologia de Barcelona los diarios de e ca aci n de Bosch
Pallar s, 6 ). lgunos autores le criticaron el no haber tenido
en cuenta el manuscrito de Cabr
4), la no consideraci n
de toda la informaci n gráfica aportada por Bosch, así como
la falta de re isi n completa de los materiales depositados en
el citado museo. pesar de todo, debemos destacar el esfuer o
reali ado por la autora para el momento de su edici n, así como
la aportaci n de una tipología de las cerámicas ib ricas recuperadas en el poblado ue facilita el establecimiento de paralelismos con pie as de otros yacimientos.
[page-n-35]
Posteriormente, el inter s de los in estigadores ha uelto a
centrarse en los materiales recuperados, así como en el urbanismo del poblado y su e oluci n a tra s del tiempo Moret et al.,
006 Sanmartí,
: 0
). En cual uier caso, consideramos ue el yacimiento debería ser objeto de una publicaci n
global y actuali ada ue permitiera dar una isi n de conjunto
y sir iera para comprender mejor otros asentamientos cercanos
de similares características.
En el transcurso de las e ca aciones de
6, Bosch dife
renci dos fases de ocupaci n Bosch,
0: 664). La primera se desarroll en la parte alta del cerro, entre los ss. V y
IV a. C. En esos momentos, el n cleo poblacional ocupaban
una superficie apro imada de 000 m y se ordenaba en torno a
una calle central, a ambos lados de la cual se disponían treinta
i iendas. El recinto estaba amurallado y contaba con dos torres
en la parte inferior . Moret et al., 006:
).
La segunda fase de ocupaci n se inici en el s. III a. C.,
momento en el ue el poblado alcan su má imo apogeo, e perimentando un aumento demográfico ue se materiali en
una ampliaci n del terreno construido Beltrán Martíne ,
). La soluci n adoptada era inno adora, pues ante tales
circunstancias, lo habitual en la ona era fundar un nue o
poblado Burillo, 0 : 0 ). Su superficie aument , llegando
casi a duplicarse. Las nue as edificaciones se situaron en las
terra as inferiores y se hicieron reformas en el n cleo primi
genio. Las i iendas eran menores en n mero, pero tenían
mayores dimensiones ue las anteriores. Se dot al poblado
de una nue a muralla y otros elementos defensi os, como
el foso o la torre de planta semicircular en la parte baja del
recinto fig. 0 C) Moret,
6: 4 4 4
Melgui o y Moret,
00 ). sta debi ser ir para proteger la entrada ue e iste junto a la gran balsa ue recoge las aguas plu iales fig. 0 )
Moret, 006: 6
).
Entre los materiales cerámicos recuperados abundan los ib ricos, reali ados a torno o a mano, pudiendo estar decorados con
moti os geom tricos, egetales y/o figurados. Los tipos identificados son: tinajas, kalathoi, escudillas, platos, copas, jarros,
anforitas, ungüentarios, tapaderas, fusayolas, pondera, etc. y
cerámica de cocina ollas). Entre las importadas, e isten:
cerámicas áticas, lisas o con figuras negras o rojas, barni negro
ático del taller de pe ue as estampillas y del de Rhode, cam
paniense
Lamb. 40, 4 y ) y, de manera anecd tica, campaniense B Lamb. ).
Por otra parte, tambi n se ha recuperado alguna figurita oomorfa de terracota.
Cabe destacar la recuperaci n parcial de es ueletos infantiles, inhumados en el interior de arios departamentos Pallar s,
6 ). icha práctica podría estar relacionada con ritos fundacionales o sacrificios rituales inculados a proteger la i ienda o
a propiciar las buenas cosechas Burillo,
a: 4).
Como hemos dicho anteriormente, el poblado posee una
dilatada cronología de ocupaci n ue abarca, al menos, los
ss. V III a. C. lmagro Basch, 6 : ), pues algunos autores
retrotraen su inicio al s. VI a. C. y prolongan su ocupaci n al
s. II a. C. en base a los materiales importados Moret et al., 006:
6 6 Sanmartí,
). Su poca de mayor esplendor corresponde al s. III a. C., momento para el ue e isten indicios ue
permiten plantear ue el poblado se al con la capitalidad del
territorio ue le rodeaba, tales son: su aumento de tama o, es-
pacial y demográfico las reformas lle adas a cabo el comien o
de nue as construcciones y, por ltimo, el halla go en sus pro imidades de algunas estelas decoradas típicas del Bajo rag n
Bena ente, 00 :
Moret et al., 006:
Sanmartí,
4).
Su destrucci n, a ju gar por el ni el de incendio documentado,
fue iolenta y tu o lugar en un momento indeterminado de principios del s. II a. C. Moret, 00 :
).
II.2.12. el palao (alcañIz)
acimiento situado sobre la cumbre y las laderas de una colina
de 4 m de altitud sobre el ni el del mar fig.
). estaca sobre el llano circundante y se encuentra
m al S . de
lca i . Sus laderas no poseen una fuerte pendiente, siendo
accesibles desde cual uier punto, aun ue la S . presenta mayor dificultad. La e tensi n ue ocupa es considerable si se la
compara con otros yacimientos de la ona, contando con una superficie apro imada de 30000 m Bena ente et al., 003: 3 ).
Su tama o, unido a otras características, ha lle ado a proponer
el encla e como uno de los más importantes del Bajo rag n,
si bien, no se al aría con la capitalidad del territorio hasta el
s. II a. C. lfay et al., 004: 4
Beltrán Lloris,
6:
Bena ente et al.,
:
Moret, 00 006: 6). Su emplaamiento, además, le permite controlar los accesos al río Guadalope, a las serranías montalbinas, los caminos ue comunican
los puertos de Beceite y el Maestra go con el alle medio del
Ebro y gran parte del llano ue le rodea, por lo ue su ubicaci n
resulta pri ilegiada Marco,
0: 64
:
).
Por distintos moti os, se ha identificado el encla e con la
ciudad de sicerda, mencionada por Plinio el Viejo N , III,
4) entre los oppida del Valle del Ebro, conocida tambi n por
sus acu aciones monetales bilingües, con la leyenda ib rica de
usekerte y la latina posterior de SI y Osicerda. icha atribuci n parece, hoy día, fuera de toda duda lfay et al., 004:
4
Bena ente et al., 003: 3 y 4 Burillo, 00 00 :
6 Marco, 00 :
3 Pina, 003:
).
Se conoce desde principios del s. I , siendo Colera el primero ue se al la e istencia de restos antiguos en el cabe o
Vallespí, 00 : ). Las e ca aciones ar ueol gicas comenaron en
, dirigidas por Barda íu y Thou enot
lfay
et al., 004: 4
Marco,
0: 3), en la parte NE. del poblado Barda iu y Thou enot, 30). Tras arias d cadas de ol ido, las actuaciones se retomaron en
de la mano de Marco,
uien continu con los trabajos hasta
6
. VV.,
a
Marco,
0,
3,
,
6). Posteriormente, desde 003
y de manera peri dica, los estudios sobre el yacimiento han continuado, reali ándose campa as de e ca aci n, limpie a y consolidaci n, al frente de las cuales se encuentra un nutrido grupo de ar ue logos, formado por: lfay , Bena ente, Gorgues,
Marco, Melgui o y Moret lfay et al., 004: 4 4 Bena ente
et al., 004 Bena ente y atás, 00 Moret, 00 006 Moret et al., 0 ). ctualmente ha sido consolidado y museali
ado, uedando incluido dentro de La Ruta de los Iberos en el
Bajo Aragón.
ju gar por los restos e humados hasta el momento, sus inestigadores se alan ue no parece e istir una planificaci n urbanística predeterminada en sus primeros momentos de ocupaci n
Bena ente et al.,
:
Marco,
:
), situaci n ue
aría durante el periodo republicano Bena ente et al., 003).
No obstante, el encla e sí cuenta con distintos elementos defen-
[page-n-36]
A
B
ig.
C
. El Palao
lca i ): . Vista general del yacimiento. B. Cisterna. C. Kalathos P L
si os ue comen aron a construirse durante los ss. VI V a. C.,
aun ue fueron modificándose en los a os posteriores. sí las
cosas, hace relati amente pocos a os se e hum la muralla defensi a identificada por Barda íu. Tambi n se ha documentado
la e istencia de un antemural paralelo a la muralla y dos torres.
Una de ellas poseía planta semicircular y estaba ane a a la muralla, la otra tenía forma o alada, estaba e enta y desde ella se
controlaba el acceso al poblado Moret, 00 006:
63).
Completando la defensa del n cleo e istía un foso, ue di idía
en dos el poblado, y ue tambi n se utili aba como camino de
acceso al mismo Bena ente et al.,
:
). urante el ib rico pleno se le ant un muro ue unía las citadas torres y se
juntaba con otro ue discurría frente a la torre, dando lugar a un
acceso en doble codo. Posteriormente, en el s. IV a. C., la torre
adosada a la muralla y el muro citado se destruyen, le antándose un siglo más tarde, al S . de la torre, un nue o muro ue
cerraba el recinto defensi o Moret, 00 006: 3).
raí de las distintas campa as efectuadas, tambi n se han
hallado grandes edificios p blicos ue corresponden a un período de reforma urbana ue tu o lugar a mediados del s. II a. C.
e ese momento destaca la construcci n, al S . del encla e,
otos: M. M. uentes).
de una cisterna fig.
B) ue fue e ca ada entre
y
Marco,
6,
, 003). sí mismo, tambi n cabe resaltar
la presencia de dos construcciones en la parte occidental del
yacimiento, identificadas como posibles templos, uno de poca
ib rica y otro romano lmagro Gorbea y Moneo, 000:
Barda íu y Thou enot, 30: 6 Marco,
3:
:
).
ctualmente los espacios ue suscitan mayor inter s entre
los in estigadores de la ona son unas habitaciones destinadas al
almacenamiento y transformaci n de productos agrícolas, en las
ue se documentan pa imentos, bancos corridos, así como cubetas y balsetas elaboradas en yeso o cal. Su tama o considerable y el halla go en distintos yacimientos del Bajo rag n San
ntonio, Calaceite Tiro de Ca n, lca i Cabe o de lcalá,
aila La Bo ina, Vinaceite El Castillejo de La Romana, La
Puebla de íjar El Palomar, liete El Castelillo, llo a etc.)
ha lle ado a incularlos con el comercio, pues superan con creces el olumen de consumo dom stico Bena ente et al., 0 6).
Los materiales recuperados en el curso de las inter enciones
son ariados. E iste abundante cerámica ib rica reali ada a torno, ue puede presentar decoraci n de tipo geom trico, egetal
y figurada Moret et al., 0 , fig. 3). Los tipos documenta3
[page-n-37]
ig. . Tiro de Ca n
oto: M. M. uentes).
dos son ariados: tinajas, tinajillas, kalathoi fig.
C), jarros,
escudillas, páteras, fusayolas, pondera, ollas, etc. En cuanto a las cerámicas importadas, se han recuperado fragmentos
de campaniense
Lamb. 6), B Lamb. 6 y ) y C, cerámica
com n romana, paredes finas Mayet I, II, IV, V,
Vy
aso de co), ánforas res. , terra sigillata itálica, gálica e
hispánica y cerámica idriada. Tambi n se ha documentado la
e istencia de idrio.
En metal se recuperaron arias monedas de plata y bronce,
algunas de ellas de poca romana as de Claudio, as de Tiberio
y as de la colonia Victrix Iulia Lépida) trián et al.,
0: ).
Tambi n aparecieron otros objetos b licos espadas, lan a, pual, soliferrum, etc.), de adorno anillo de bronce, frontalera
de caballo, chapita, anilla de bocado de caballo, etc.) y de uso
com n cucharilla de bronce, tijeras de hierro, an uelos, etc.)
Marco,
0:
64,
3: 4 4 ,
6: ).
Los materiales en hueso son más escasos o se han conser
ado en menor medida. Tenemos noticia de la recuperaci n de
dos cucharillas Marco,
6: ).
Por ltimo, destacar la e istencia de dos esculturas de uidos sobre piedra y cuatro estelas típicas del Bajo rag n Marco,
6,
3
4 Bena ente,
:
Burillo, 000). En
piedra, tambi n se han recuperado, entre otros, molinos y alisadores Marco,
0:
).
En cuanto a su cronología, sus primeros e ca adores indicaron ue e istían indicios de una ocupaci n del cerro en poca
neolítica Barda íu y Thou enot, 30), si bien, in estigaciones
más recientes lo ponen en duda Marco,
:
). Los restos
más antiguos, locali ados en la parte alta de la colina, no pueden
datarse en fechas anteriores a la I Edad del ierro Bena ente
et al., 003: 3 Moret et al., 0 : 6
). No obstante, el
grueso de los materiales debe adscribirse a la cultura ib rica,
aun ue posteriormente su ocupaci n perdura hasta la poca romana imperial Burillo, 00 00 : 4 Marco,
0: 4).
bjeto de nuestro inter s es el período ib rico, en el ue se
diferencian dos fases de ocupaci n. La primera de ellas debi
iniciarse en torno a los ss. VI V a. C., finali ando de manera iolenta a consecuencia de los acontecimientos b licos sucedidos
4
lca i )
en el s. III a. C. Marco,
0: 4). La segunda comen a mediados del s. II a. C., momento en el ue el encla e e periment
un aumento demográfico, tal e por ue acogi a poblaci n de
otros n cleos menores destruidos tras la llegada de los romanos,
y alcan su má imo esplendor, al ándose con la capitalidad de
un e tenso territorio ue comprendía el espacio central delimitado por el río Martín, el Matarra a y el Guadalope Bena ente
et al., 003: 3 ). inalmente, el poblado se abandon a finales
del s. I d. C. lfay et al., 004: 4
Marco,
3).
II.2.13. tIro de cañón o cabezo royo (alcañIz)
acimiento situado sobre un cerro amesetado y aislado a 3 0 m
de altitud sobre el ni el del mar), ue dista . m al N . de lca
i fig. ). esde su ubicaci n domina isualmente el entorno, en el ue tu o un papel destacado Bena ente,
4:
).
Se conoce desde 6 y en l se han practicado di ersas
campa as de e ca aci n. Las dos primeras fueron dirigidas
por Beltrán Martíne entre 6 y 6 , si bien, los resultados
obtenidos no fueron publicados hasta d cadas posteriores
Beltrán Martíne ,
0). Las estructuras ar uitect nicas
sacadas a la lu corresponden a parte de una calle y a una serie
de estancias de planta cuadrada, algunas con cubetas re estidas
de yeso, ue debieron estar destinadas a acti idades de transformaci n, tal e tenerías o relacionadas con el curtido de pieles.
Tambi n se document la e istencia de parte de la muralla en el
lado N . trián et al.,
0:
Beltrán Martíne ,
0:
30 Bena ente,
). Los materiales recuperados en el
curso de estas inter enciones fueron estudiados y se publicaron
a uellos más destacados unos a os más tarde Bena ente,
,
Bena ente et al.,
6 Perales et al.,
3
4).
En 0 3, la reali aci n de unos sondeos ar ueol gicos en
la partida de Tiro de Ca n, pre ios a puesta en marcha de los
trabajos de construcci n de una planta de hormig n y asfalto
por la empresa de rasfalto, puso al descubierto un conjunto de estructuras ib ricas ue mostraban ue el yacimiento
contaba con un tama o mayor al ue hasta el momento se le
había estimado. Las estancias sacadas a la lu en el transcurso
[page-n-38]
ig. 3. El Castelillo llo a)
oto: M. M. uentes).
de las e ca aciones corresponden a un barrio destinado a acti idades producti as y de almacenamiento de productos agrícolas
Bena ente et al., 0 6: 3 ).
ctualmente el yacimiento sufre la acci n de los e ca adores clandestinos y la erosi n del terreno. sí mismo, se está tratando de acondicionar para ue sea isitado dentro de La Ruta
de los iberos en el Bajo Aragón.
Los materiales conser ados son ariados. La cerámica pertenece, en su mayoría, a la cultura ib rica. Está elaborada a torno, aun ue hay algunos fragmentos a mano, y puede aparecer
decorada con moti os geom tricos, egetales y/o animales. La
ariedad tipol gica de las pie as es bastante reducida, documentándose: ánforas, dolia, recipientes con cierre herm tico,
tinajas, kalathoi, cuencos, platos, tapaderas, ollas, pondera y
fusayolas, entre otros Bena ente et al.,
6 Beltrán
Martíne ,
0:
). Las importaciones corresponden a
campaniense y B, ánforas res.
y B, paredes finas, etc.
Bena ente,
:
).
En metal, destaca la recuperaci n de un denario de Bolskan
Beltrán Martíne ,
0: 3 ).
La ocupaci n del poblado se inici en torno al s. II a. C.,
finali ándose en el primer cuarto del s. I a. C. con moti o
de las Guerras Sertorianas Martín Bueno,
: 33 trián
et al.,
0:
Beltrán Lloris,
6: 0 Beltrán Martíne ,
0: 30).
II.2.14. Mas del cerrojo (alcañIz)
Poblado del ue nicamente tenemos noticia oral, proporcionada por el padre escolapio Enri ue trián et al.,
0: 6). Se
ubica en un cerro a 3 6 m de altitud sobre el ni el del mar),
pr imo al curso del río Regallo y con fácil acceso a f rtiles
tierras de culti o.
II.2.15. cabezo del Moro (alcañIz)
Poblado situado sobre un cerro de cumbre amesetada, a 3 m
de altitud sobre el ni el del mar, situado a la derecha del río Regallo. ue e ca ado en
por Barda íu y Thou enot, publi-
cándose los resultados de las inter enciones un poco más tarde
Barda íu y Thou enot, 30).
ctualmente, a pesar de su estado de conser aci n, se puede
apreciar en el lado SE. del cerro la muralla ue debi protegerlo,
así como una serie de i iendas y otro tipo de construcciones
ue, por sus dimensiones, se han identificado con edificios p blicos. Por otra parte, el acceso al recinto se reali aría por el
lado E., a tra s de un camino ue bordeaba la muralla trián
et al.,
0: 0).
El material recuperado es ariado, si bien, destacan por su
mayor olumen las pie as cerámicas. stas pueden ser ib ricas o importadas. En el caso de las primeras, se ha documentado tanto la e istencia de pie as sin decoraci n como ornamentadas, entre las cuales destacan las ue presentan moti os
fitomorfos Barda íu y Thou enot, 30 Beltrán Lloris,
0a:
6). Entre los materiales importados hay fragmentos de cerámica ática, campaniense y B, com n romana y terra sigillata
aretina y sudgálica trián et al.,
0: ).
La cronología en la ue se puede encuadrar la ocupaci n del
poblado se sit a pro isionalmente entre los ss. IV a. C. I d. C.,
a falta de estudios actuali ados ue lo confirmen trián et al.,
0:
).
II.2.16. el castelIllo (alloza)
El yacimiento se sit a 0. m al N . de llo a, sobre un cerro
de 660 m. de altitud sobre el ni el del mar, cuya cima es muy
escarpada fig. 3). El espacio ocupado se limita a sus laderas,
concentrándose principalmente en la N. y S. Todas poseen bastante pendiente, resultando la S. la más c moda para acceder
al poblado. Su estado actual es lamentable, debido a la fuerte
erosi n ue padece y a la acci n de los clandestinos.
ue descubierto por rtego
4
46), uien lle
a
cabo junto a trián cinco campa as de e ca aci n entre
6y 6 .
La primera inter enci n se reali en la ladera N., la más escarpada trián,
). Se pusieron al descubierto un po o, diersas i iendas, calles pa imentadas con cantos rodados, una
[page-n-39]
de las cuales recorre el yacimiento de E. a ., y arios caminos
tallados en la roca ue permitían acceder a la cima y comunicar
las distintas terra as.
La segunda campa a se produjo en el a o
y la tercera al siguiente trián,
). Las actuaciones continuaron en
la ladera N. y se e tendieron por la ., e humando una serie
de habitaciones entre las ue destaca la , por poseer un horno
metal rgico Loscos et al., 00 ).
La cuarta inter enci n tu o lugar en 6 y la uinta un a o
más tarde trián, 66). Se centraron en la ladera S., concretamente en la ona más pr ima a la cima. e nue o se continuaron sacando a la lu arios departamentos, en uno de los cuales
había un horno y un silo comunitario.
inalmente, en
4 se lle a cabo una campa a de urgencia ue pretendía recuperar los materiales ar ueol gicos ue los
e ca adores furti os habían ido poniendo al descubierto, cubrir
las catas reali adas en inter enciones anteriores y documentar
fotográficamente el recinto Loscos et al.,
).
Entre los materiales reali ados en cerámica se ha constatado
la presencia de abundante cerámica ib rica, reali ada a mano o
a torno, ue puede aparecer lisa o decorada con moti os geom tricos, egetales y/o figurados. Entre sus formas destacan: tinajas, tinajillas, urnas de orejetas, kalathoi, toneles, sítulas, jarros,
platos, páteras, cuencos, ta as, tapaderas, crateriskoi, kantharoi,
guttus, thymiateria, fusayolas, morillos, una trompeta, etc. Tambi n se han recuperado cerámicas importadas, concretamente
campaniense Lamb. , , 6,
y 36).
Reali ados en otros materiales se recogieron molinos y morteros de piedra, figuritas de terracota, hachas de hierro y piedra,
cla os, cuchillos, una a uela, un pico, arias placas de hierro,
agujas, escoria de fundici n, etc. trián,
,
, 66
trián et al.,
0: 03 04 Loscos et al.,
00 ).
Su ocupaci n se inicia en el s. VI a. C. y se interrumpe en la
primera mitad del s. II a. C., alcan ando su má imo esplendor
en los ss. III II a. C. trián,
:
trián et al.,
0:
04). ued destruido por un incendio ue podría relacionarse
con las campa as lle adas a cabo por los romanos en la ona en
el s. II a. C. trián,
: 06 y
).
II.2.17. el sabInar (olIete)
Situado sobre una terra a u ial de escasa altitud 0 m sobre
el ni el del mar), ue dista 3. m al E. de liete. El asentamiento está enmarcado por dos cordilleras, una perteneciente a
la sierra de Cantalobos y la otra a la del Puerto de ri o.
asta el momento no se han practicado e ca aciones arueol gicas en l. La cronología ue se le atribuye corresponde
a la II Edad del ierro, e plicándose la aparici n de un fragmento de kalathos con decoraci n compleja como una aportaci n e gena al poblado o perteneciente a otra fase de ocupaci n toda ía no documentada Bena ente,
: 6 ).
II.2.18. el paloMar (olIete)
acimiento situado m al NE. de la poblaci n de liete, sobre una
de las terra as del río Martín ue se encuentra apro imadamen
te a unos 0 m de altitud sobre el ni el del mar fig. 4 ).
pesar de ue sus dimensiones son reducidas, 000 m de superficie Vicente, 00 :
), se ha podido constatar la e istencia de un urbanismo desarrollado en retícula. Su ubicaci n
6
resulta estrat gica, pues controla la ía de comunicaci n ue
pone en contacto el alle del Ebro con el interior a tra s del río
Martín. demás, contaba con un foso en el lado N. ue permitía
aislar completamente el cerro Vicente et al.,
0: ).
un ue en alguna ocasi n se ha propuesto su identificaci n
con la ciudad de Ildugoite Beltrán Lloris,
6: 4 ,
4, 43
Galiay, 4 :
y 4 4 Magall n,
: 3), actualmente esa hip tesis no tiene demasiada aceptaci n Vicente, 00 :
Vicente et al.,
0: ).
esde finales del s. I se sabe ue en el cabe o había cerámicas antiguas, si bien, las e ca aciones ar ueol gicas no
se iniciaron hasta 4 , de mano de Galiay. ste reali tres
campa as y public sus resultados Galiay,
). Se pusieron
al descubierto algunas calles pa imentadas ue delimitaban
una man ana de casas, de las cuales se e humaron arios departamentos. Los materiales recuperados fueron publicados por
Beltrán Martíne , así como los ue pertenecían a la colecci n
resan Beltrán Martíne ,
a).
Tras arios a os de inacti idad, las e ca aciones se retomaron en el
bajo la direcci n de trián, reali ándose
un total de cinco campa as, la ltima en
trián,
trián y Vicente,
Vicente et al.,
0). Su carácter era
de urgencia, pues eran numerosas las rebuscas ue los e poliadores lle aban a cabo en el yacimiento, pero sobre todo por
la amena a ue suponía la e tracci n de gra as en la misma
colina. Las actuaciones se centraron en la reali aci n de arios
sondeos para comprobar su secuencia estratigráfica, así como
en la e ca aci n de la man ana de casas delimitada por Galiay,
donde se han identificado once i iendas y cuatro almacenes
independientes fig. 4 B) Beltrán Lloris,
6:
Burillo,
000: 40 Vicente et al.,
0: 4). Posteriormente, en 00
se procedi a la e ca aci n de la necr polis isigoda y, en
los ltimos a os, los trabajos efectuados en el yacimiento han
sido de consolidaci n y puesta en alor, uedando incluido en
La Ruta de los iberos en el Bajo Aragón.
Los materiales cerámicos hallados en el yacimiento son
destacables. Se trata de pie as ib ricas, de mesa y de cocina, ue pueden aparecer sin decorar o con moti os geom
tricos, egetales y/o figurados fig. 4 C). Entre las formas
documentadas e isten: tinajas, platos, páteras, ta ones, thymiateria, fusayolas, pondera, imitaciones de cerámica campaniense, etc. Galiay,
trián y Vicente,
). Entre
las importadas son frecuentes las campanienses y B Lamb.
, 3, , 6, y 0) y, en menor medida, la C. Tambi n se reco gieron fragmentos de ánfora res.
y cubiletes de pare
des finas trián,
:3
trián et al.,
0:
Beltrán
Martíne ,
a).
En el subsuelo de las casas se han encontrado inhumacio
nes de animales e infantiles, concretamente eintitr s, algunas
de ellas con ajuar funerario trián y Vicente,
Vicente
et al.,
0).
En metal se han recuperado objetos de distinta natura
le a, si bien, el n mero de halla gos no es destacado, probable
mente por ue no se han conser ado. Entre otros, en hierro hay
cla os, picos y argollas, mientras ue en bronce e isten fíbu
las, es uilos, botones y pla uetas trián,
:3
trián y
Vicente,
).
Entre los restos líticos se han identificado alisadores, machacadores, pulidores, molinos, etc. trián,
: 3 ).
[page-n-40]
A
C
B
ig. 4. El Palomar liete): . Vista general del poblado. B. Man ana de casas e humadas
oto: Museo de arago a. . Garrido).
Por ltimo, cabe destacar la aparici n de un tesorillo monetal
oculto en el interior de una de las i iendas Beltrán Lloris,
6:
4
6: 44). Estaba compuesto por, al menos, no enta y cuatro denarios de Bolskan y arias monedas de bronce, habi ndose
identificado la procedencia de dos de Beligion y otras dos de
Contebacon trián et al.,
0:
Beltrán Lloris,
6: 43).
La ocupaci n del yacimiento se circunscribe a los ss. III I a. C.,
encontrado su final como consecuencia de las Guerras Sertorianas 4 a. C.) Beltrán Martíne ,
a: 3
trián et al.,
0:
Vicente, 00 :
). Más tarde fue ocupado, en poca isigoda, como necr polis Vicente et al.,
0: 3 y
).
II.2.19. cabezo de las abejas (albalate del arzobIspo)
acimiento situado 0.3 m al SE. de lbalate del r obispo, en
una colina de 3 m de altitud sobre el ni el del mar. Son pocos
los datos disponibles sobre el poblado, destacando la publicaci n
de su descubrimiento a principios del s.
por Barda íu
4:
4 ). icho in estigador consider ue su ocupaci n se produjo
simultáneamente a la del Cabe o de Cantalobos lbalate del robispo), aun ue pensaba ue sta comen aba en el s. VIII a. C.
El yacimiento fue re isado, posteriormente, por i
).
Entre los materiales documentados destaca la cerámica ib rica decorada y la campaniense trián et al.,
0: 0 ).
otos: M. M. uentes). C. Thymiaterium
II.2.20. cabezo de cantalobos o de la cruz
(albalate del arzobIspo)
acimiento situado en una de las colinas de la sierra de Cantalobos, a 3 3 m de altitud sobre el ni el del mar, pr imo al río
Martín y a la localidad de lbalate del r obispo, de la ue dista
0. m al SE.
La informaci n disponible es realmente escasa, pues nica
mente sabemos ue fue e ca ado parcialmente, en
3, por Bar
da íu
4) y ue en sus inmediaciones apareci cerámica ib rica
con decoraci n egetal y oomorfa Barda íu,
4: 4 Beltrán
Martíne ,
0a: 30 Pellicer, 66: 0 To ío,
6:
).
Entre el material recuperado destacan las cerámicas ib ricas, reali adas a torno, y las importadas. Respecto a las primeras, decir ue el tipo de recipientes identificados es muy ariado
ánforas, dolia, tinajillas, kalathoi, oinochoai, platos, ta ones,
pondera, fusayolas, etc.), pudiendo aparecer decorados con moti os geom tricos, egetales y/o figurados. En cuanto a las importadas, e isten fragmentos de campaniense y B.
Por otra parte, tambi n se documentan objetos reali ados en
otro tipo de materiales: cucharillas de hueso alisadores, hachas,
morteros y molinos de piedra fíbulas de bronce anillas de cobre rejas de arado, instrumental agrícola, puntas de lan a, anillas
y cla os de hierro, etc. trián et al.,
0: 6 0 Barda íu,
4: 4 44).
[page-n-41]
A
ig. . La Bo ina Vinaceite): . Vista general del yacimiento
arago a. . Garrido).
B
oto: M. M. uentes). B. Thymiaterium La Bo ina
Cronol gicamente, la ocupaci n del encla e se circunscribe
al período comprendido entre el s. IV y la primera mitad del I a. C.
Beltrán Lloris,
:
G me , 4 : 3).
II.2.21. cabezo del carrasco o el ventanIco
(urrea de gaén)
acimiento ib rico situado sobre una colina a 3 m del altitud sobre el ni el del mar), ue dista 0.4 m al S. de Urrea
de Ga n, del ue casi no se tienen noticias triá, et al.,
0:
3 Vallespí,
4:
6). Los restos constructi os a oran en
la superficie, pues a pesar de ue no se han practicado en l
e ca aciones oficiales sí ha sido objeto de di ersas rebuscas por
parte de los clandestinos, ue sacaron a la lu los paramentos de
una habitaci n completa y parte de otras.
Entre los restos recuperados destaca la cerámica ib rica, lisa
o decorada con moti os geom tricos y/o egetales, así como
la importada, integrada por barni negro ático y campanienses
, B y C, aun ue esta ltima aparece en menor n mero).
Las informaciones disponibles sobre su cronología nicamente hacen alusi n al final del poblado, datado en la primera
mitad del s. I a. C. trián et al.,
0: 3 ).
II.2.22. peñaFresca (castelnou)
acimiento situado sobre una colina a 3 m de altura sobre el
ni el del mar) en el margen derecho del río Martín, pr imo a la
desembocadura del arroyo Val de Lima a y a 4.6 m al NE. del
municipio de Castelnou. Por su ubicaci n, cuenta con una buena
defensa natural, a pesar de lo cual algunos autores han apuntado la posible e istencia de un recinto amurallado. En su parte
superior e isten ortostratos de gran tama o ue fueron utili ados como cantera y en uno de ellos se tall una escalera de tres
pelda os. En las laderas del cerro a oran restos constructi os
ue pertenecerían a las distintas i iendas ue compondrían el
poblado, si bien, el material ar ueol gico tambi n se e tiende
por el llano más inmediato.
oto: Museo de
No se conoce la práctica de e ca aciones en este lugar,
nicamente contamos con alguna noticia puntual, como la ue
proporciona Barda íu
: 3 ) o la de rtego
: 6 6 ).
Tambi n form parte de los yacimientos estudiados en la tesina
de i
), pero sus resultados toda ía están pendientes de
publicaci n. Recientemente ha sido objeto de una prospecci n
sistemática reali ada para el Plan General de rdenaci n Urbana3 del municipio en el ue se encuentra. raí de sta se ha
documentado la e istencia de dos momentos de ocupaci n, el
primero perteneciente a la Edad del Bronce y el segundo a la
cultura ib rica, cuya ocupaci n se e tendería desde el s. III a. C.
hasta principios del I a. C.
Entre los materiales recuperados destaca la presencia de cerámica a mano y a torno, pudiendo estar esta ltima decorada.
Se ha documentado la e istencia de grafitos y tituli picti sobre
algunas pie as. Entre los productos importados, e isten campanienses y B trián et al.,
0: 4 4 ).
II.2.23. cabezo de la bovIna (vInaceIte)
sentamiento situado sobre la cumbre amesetada y laderas
de un cerro aislado a 340 m de altura sobre el ni el del mar)
fig.
), en la margen derecha del río guas i as, ue dista
de Vinaceite . m al E. Todas sus laderas presentan una sua e
pendiente, a e cepci n de la ue da al río, ue está más escarpada. Su posici n en el territorio es pri ilegiada, pues desde l se
controla la ía de comunicaci n ue une la cuenca alta del río
guas i as con el alle del Ebro y las onas de culti o e istentes en el llano circundante P re y e Sus,
4: 6 ).
a sido objeto de numerosas actuaciones clandestinas, reali ándose la primera e ca aci n oficial en
0, dirigida por
Gil. Los resultados de las mismas no fueron publicados en su
momento, teniendo ue esperar a ue en los a os 0 del siglo
3
gradecemos al yuntamiento de Castelnou la informaci n facilitada al respecto.
[page-n-42]
A
B
C
D
ig. 6. Cabe o de lcalá
aila): . Vista general del poblado. B. Entrada principal. C. Torres de la parte superior de la acr polis. .
Termas otos: M. M. uentes).
pasado se re isaran los materiales obtenidos en ellas, así como
otros procedentes de prospecciones antiguas P re y e Sus,
4). Recientemente, en 004, ha sido objeto de una prospecci n sistemática ue incluía el estudio de su entorno inmediato
ía ri o et al., 00 ).
Se ha documentado la e istencia de dos momentos de ocupaci n, uno perteneciente a los ss. VII VI a. C., teniendo un
origen hallstático, y otro al s. II mediados del I a. C., correspondiendo a una etapa de fuerte iberi aci n de la ona.
E isten estructuras bien conser adas en la parte más ele ada
del cerro. Se trata de dos estancias con balsitas rectangulares
de yeso, destinadas a labores de almacenaje o fabricaci n e
Sus y P re ,
3
4:
). En la parte baja tambi n son
isibles restos de muros en peor estado de conser aci n.
Entre los materiales recuperados destacan las cerámicas:
a mano de la Primera Edad del ierro ib ricas a torno tinajas, dolia, crateriskoi, thymiateria, etc.) fig.
B), lisas o con
decoraci n geom trica y/o egetal, las grises y las imitaciones
Camp. , forma Lamb. 36) importadas, como campaniense
Lamb. , c, 3 b y Morel 6 ), B Lamb. , , 3 y ) y C, paredes finas Mayet ) y ánforas res.
trián et al.,
0 e
Sus y P re ,
3
4 P re y e Sus,
4:
). Por
otra parte, aparecieron pondera reali ados en distintos materiales cerámica, alabastro y yeso) y tapaderas elaboradas en yeso
e Sus y P re ,
3
4: 0).
II.2.24. cabezo de alcalá (azaIla)
acimiento ubicado en una colina aislada a 3 3 m de alti
tud sobre el ni el del mar), de cima amesetada, ue tiene una
m
superficie apro imada de 000 m y dista poco más de
al S. de la poblaci n de aila sensio Esteban,
). es
de allí controla la cuenca del río guas i as, por donde discurre
la ía Ilerda-Celsa, por lo ue su situaci n resulta estrat gica
fig. 6 ) Beltrán Martíne ,
). demás estaba prote
gido por una serie de murallas, dispuestas a distintas alturas, con
torres o bastiones, un foso en la ladera E., un campo de piedras
hincadas en la parte SE. y otras dos torres, de planta cuadrada,
en la parte más ele ada de la acr polis fig. 6 C), lo ue le permitía amplificar la isibilidad del territorio circundante Beltrán
Lloris,
6: 6 , 00 Romeo, 004).
En algunas ocasiones se ha propuesto la identificaci n del
encla e con la ciudad de Beligiom Beltrán Lloris,
3: ,
6: 3,
: 6), si bien, dicha atribuci n no está e enta
de pol mica Beltrán Lloris,
atás Cabe a,
0: 4
Villaronga,
: 4 ). ctualmente, como eremos más hacia
delante, está más aceptada la identificaci n de esa ceca con el
yacimiento de Pi uete de la talaya
uara).
Tras reali arse una serie de anjas en el encla e en 6 ), ue
confirmaron la e istencia de restos ar ueol gicos, comen a e ca arse en
, estando al frente de las distintas campa as, hasta
0, Gil Beltrán Martíne ,
: 30). espu s de un bre e par n
[page-n-43]
tesis, las actuaciones se retomaron en
bajo la direcci n de
Cabr Beltrán Lloris,
: ). ueron interrumpidas con moti o de la Guerra Ci il Cabr , 40 4 ), ol i ndose a reanudar los trabajos en 40 hasta 4 , e ca ándose gran parte
del yacimiento. Pasados unos a os, las in estigaciones fueron
retomadas en 64 por Barandiarán y Beltrán Martíne
64b).
pesar de la intensidad de los trabajos reali ados, pas
tiempo hasta ue se abord el análisis conjunto de todos los
aspectos relati os al encla e. En este sentido, cabe hacer referencia a la obra ue Cabr public sobre la cerámica de aila
44), así como al estudio reali ado por Beltrán Lloris, uien
anali a de forma e hausti a los restos ar uitect nicos e humados y los materiales ar ueol gicos documentados Beltrán
Lloris,
6). este esfuer o hay ue sumar el ue este ltimo
autor ha reali ado al releer e interpretar la documentaci n in dita de las e ca aciones practicadas por Cabr , pues ha permitido
esclarecer algunas de las inc gnitas latentes sobre el encla e
Beltrán Lloris,
, 0 3).
En 64 se reali un sondeo estratigráfico en la parte S. de
la acr polis para erificar la cronología del yacimiento Beltrán
Martíne , 64b). Los ni eles de ocupaci n identificados corresponden a:
Ciudad I: Pertenece a la cultura hallstática s. VII a. C.).
El poblado de ese momento estaba ertebrado por una calle central, a ambos lados de la cual se disponían las i iendas. Se conser a su necr polis, en la parte baja del cabe o, con una ariada
tipología de enterramientos. El final de esta primera ocupaci n
se produjo durante la Segunda Guerra P nica, hacia el
a. C.
Ciudad II: Edificada sobre los restos de la primera, se e tendía por toda la superficie de la colina. Estaba completamente
amurallada y el acceso se reali aba por el lado S. fig. 6 B). La
adscripci n cultural de la misma es ib rica.
un ue en un primer momento Beltrán Martíne diferenci la e istencia de esta fase de ocupaci n y la dat entre el
y el 6
a. C., posteriormente, al re isar los materiales
ar ueol gicos reconsider la cronología y elimin la distinci n
entre la ciudad II y III Beltrán Lloris,
4). E ca aciones recientes, practicadas entre el 00 00 , parecen ratificar la e istencia de dicha fase Beltrán Lloris, 0 3: 3 3 4 Loren o y
Chaut n, 0 3: 3 ).
Ciudad III: Se trata de la ltima ocupaci n del encla e.
ue construida sobre los restos de la anterior, pero ampliando
la superficie habitada mediante el aterra amiento de las laderas
Beltrán Lloris, 0 3: 36 ). sí mismo, se le dot de una gran
cisterna, ubicada al E., ue almacenaba las aguas plu iales.
Por otra parte, como más arriba hemos indicado, toda la
ona habitada estaba protegida por un foso, una doble línea de
muralla en la ue sobresalían di ersas torres y, en la cima de la
colina, se situaban otras dos.
En este momento la in uencia romana es indiscutible. Resulta e idente, por ejemplo, si se aprecia el sistema de construcci n de algunas de las i iendas, pues siguen el modelo itálico
en cuanto a la distribuci n de las estancias, así como en el gusto
por determinados pa imentos opus signinum) o t cnicas decorati as pintura mural) ernánde ía , 003: 4
Lasheras,
4). Tambi n en los edificios p blicos, tal es el caso de
las termas fig. 6 ) y del templo in antis fig.
).
Las termas se sit an en la parte baja de la colina y están
compuestas por: apodyterium, tepidarium, caldarium, frigida30
rium y laconicum. Una reciente inter enci n, de limpie a de la
ona y consolidaci n de las estructuras, ha puesto de manifiesto
la necesidad de lle ar a cabo nue os trabajos ue permitan definir su distribuci n interna y delimitar con e actitud sus dimensiones Loren o y Chaut n, 0 3: 34 34 ).
El templo se document en la parte superior de la acr polis,
al final de la calle principal, lo ue ha lle ado a Moneo 003:
3 ) a identificarlo como un santuario de entrada. Tiene planta
rectangular, dos columnas in antis y en la parte posterior de la
naos se recuper un grupo escult rico ubicado sobre un podium.
llí probablemente recibi culto un jefe local del ue se desconoce su identidad lmagro Gorbea y Berrocal,
:
3
Beltrán Lloris,
6:
60,
6: 60, 00 :
Nony,
6 Ramayo, 003:
). No es el nico edificio religioso
del ue se tiene noticia, pues pr imo a ste, pero en el e terior
de la ona amurallada superior, concretamente a la i uierda
de la entrada principal, se ha identificado otro, en este caso de
carácter indígena y pe ue o tama o Vil ,
: 3
). Por
otra parte, tambi n se ha apuntado como posible un edificio en
la ona S. del cabe o, aun ue su deficiente estado de conseraci n en el momento en el ue se descubri impide afirmarlo
con total seguridad lmagro Gorbea y Berrocal,
:
lmagro Gorbea y Moneo, 000:
Cabr ,
: 300 306).
ue abandonada entre los a os 0 y
a. C. con moti o de
las Guerras Sertorianas. Los habitantes de la ciudad, partidarios de Sertorio, fueron asediados, erigiendo para su defensa
un campo de piedras hincadas en el lado SE. No obstante, los
sitiadores no hallaron obstáculos ue se interpusieran a su objeti o, por lo ue reali aron una rampa de asalto en el lado S. ue
permiti perpetrar en la ciudad tras librar la muralla Beltrán
Lloris,
4 Romeo, 004)4. Consecuencia de ello, la ciudad
result arrasada e incendiada, teniendo sus habitantes ue trasladarse a otros lugares Beltrán Lloris, 00 : 00). La dataci n
del final de este ltimo momento de ocupaci n no está e enta
de problemas, tal y como se puede deducir con un simple repaso a la bibliografía disponible al respecto. ay un grupo de
in estigadores ue postulan como final las Guerras Sertorianas Beltrán Lloris,
4,
6: 4
06,
0,
, 00
Cabr ,
Romeo, 004 Villaronga,
: 4 ), mientras
ue otros abogan por las cesarianas Beltrán Lloris,
3: ,
6 Beltrán Martíne , 64b:
6, 66: 30 , Gorgues,
00 Pellicer, 6
0 Ribera y Marín ordá, 004 00
Ribera y Pascual, 0 : 4
0). En nuestro caso, hemos
aceptado las Guerras Sertorianas como final del encla e por
ser sta la propuesta más reciente defendida por Beltrán Lloris 00
0 3: 3 44 ), e perto en el poblado, si bien, los
datos y argumentos ue proporcionan Ribera, Marín y Pascual
no deben ser ol idados en futuras in estigaciones ue puedan
arrojar más lu al respecto y permitan delimitar más claramente
el final del encla e.
En 003 se lle a cabo una prospecci n y una serie de
catas en las pro imidades de las estructuras e humadas hasta el momento, pero en una ona más pr ima al río. e este
modo se demostr ue las dimensiones del encla e eran mayores de lo ue se pensaba ranco y ernánde , 003 004).
4
Recientemente ourcade 00 ) ha reali ado una lectura desmilitari ada de los restos y propone un abandono oluntario del poblado, tal e consecuencia de un pacto.
[page-n-44]
Posteriormente, en 00 se reali una re isi n de la ona de
El Puente .
pesar de haberla indi iduali ado del Cabe o
de lcalá
aila), se reconoce su inculaci n a ste, pues están muy pr imos y la funci n ue desempe parece ue fue
eminentemente comercial y/o artesanal. e este modo, se ha
propuesto ue podía tratarse de un barrio dependiente de dicho
poblado ía ri o et al., 00 :
).
E iste otro yacimiento pr imo al ue a uí nos ocupa, El
Pedre al , ue por su ubicaci n en un lugar de fácil defensa y
control de la ía ue da acceso al Cabe o de lcalá
aila)
por el . se ha identificado como un puesto de igilancia a su
ser icio ía ri o et al., 00 : 36).
Las ltimas inter enciones de las ue tenemos noticia se
practicaron entre 00 y 00 en la ona de los torreones del
poblado. llí se conser aban algunos testigos ue, tras su e caaci n, han permitido conocer mejor la secuencia estratigráfica
Loren o y Chaut n, 0 3).
Recientemente han sido objeto de restauraci n sus estructuras, con el fin de museali ar el yacimiento e incluirlo en La Ruta
de los Iberos en el Bajo Aragón.
Los materiales recuperados son ariados, má ime si tenemos en cuenta la amplitud cronol gica ue abarca el asentamiento. No obstante, por ra ones ob ias, nos centraremos en
los ib ricos.
En cuanto a las cerámicas obtenidas, e iste gran n mero
de procedencia indígena y otras importadas. Respecto a las
primeras, cabe decir ue están reali adas a torno y ue pueden
ser lisas o presentar decoraci n, bien sea geom trica, fitomorfa o, en el menor de los casos, figurada Beltrán Lloris,
6,
4,
Cabr ,
6a,
6b, 34, 44 García y Bellido,
0: 03 0 Pellicer, 6
0). Respecto a las importadas,
se han identificado campanienses Lamb. 6, 4b y b Morel
/ , c, 6 y / , entre otras), B y C. el ltimo momento
del poblado proceden ánforas de Campania y Brindisi, cerámica de paredes finas, barni rojo pompeyano, etc. trián et al.,
0: 0 3 Beltrán Lloris,
6,
4).
En metal, destaca el halla go de dos tesorillos de monedas
pertenecientes al ltimo ni el de ocupaci n Beltrán Lloris,
, 00 : 00 Beltrán Villagrasa, 4 Villaronga,
:
4 4 ). El primero de ellos fue encontrado sobre el pa imento
de una i ienda, lo ue lle a a pensar ue su p rdida fue casual, y está constituido por ciento once monedas de treinta y
ocho cecas. El segundo corresponde a una ocultaci n oluntaria
en las escaleras de la torre . y está formado por seiscientas
eintiuna monedas pertenecientes a einticuatro cecas Beltrán
Lloris,
6:
).
Cabe destacar tambi n el halla go de restos de catapultas
y scorpia ue, unido a otros elementos amorti aci n del pa imento para reali ar un campo de piedras hincadas, el abandono de la parte inferior del poblado, la presencia de una rampa
de asalto, etc.), resaltan su iolento final García íe , 00
Romeo, 004).
II.2.25. castIllejo de la roMana (la puebla de híjar)
Poblado situado sobre la cima y laderas de un cerro ue destaca
sobre el llano ue le rodea, con una cota de 0 m de altitud sobre el ni el del mar. ista m hacia el S. de La aida y su ubicaci n resulta pri ilegiada, dado ue controla la salida del alle
del río guas Vi as hacia el Ebro. Su superficie no ha podido ser
acotada hasta el momento, dada la gran dispersi n de materiales
ar ueol gicos, por lo ue se hace necesaria la reali aci n de catas ue ayuden a su delimitaci n sensio Esteban,
:
).
El acceso al mismo se reali aría por el lado E. de la colina,
con menos pendiente ue el resto. Como elemento defensi o
contaba con una muralla, en cuya parte N. se ha identificado un
torre n de planta cuadrada Beltrán Lloris,
a: ).
asta el momento solamente se han reali ado dos campa as
de e ca aci n, entre
y
6, gracias a las cuales se conoce ue el urbanismo del poblado era de calle central Beltrán
Lloris,
a: 0 ).
Entre los materiales recuperados destacan, por su abundancia, las cerámicas. Las ib ricas pueden estar decoradas con moti os geom tricos y/o fitomorfos, aun ue tambi n las hay sin
ornamentaci n. lgunas imitan a las campanienses. Entre las
importadas destaca la presencia de campaniense Lamb. , 6,
b y c, 30, 3 ,
y 36), B Lamb. , , 3, y ) y, de manera
testimonial, ánforas republicanas res. , cerámica de engobe
rojo pompeyano o las de tipo Megara.
Por otra parte, tambi n se ha constatado la e istencia de numerario procede de otros lugares, como el ejemplar de la ceca
de Sedeiscen trián et al.,
0: 04).
Respecto a los restos seos, cabe destacar el descubrimiento
de cuatro indi iduos infantiles inhumados bajo el suelo de una
i ienda Beltrán Lloris,
6
Burillo,
a:
).
tendiendo a la cronología, nos encontramos ante dos
poblados superpuestos. El primero datado en el s. III a. C. y
destruido a finales de dicho siglo. El segundo, construido a continuaci n del primero y abandonado con moti o de las Guerras
Sertorianas Beltrán Lloris,
a).
II.2.26. celsa (velIlla de ebro)
acimiento situado 0. m al SE. de Velilla de Ebro y pr imo
al cauce del río Ebro, por lo ue ocupa una ona relati amente
llana, de terra as alu iales, en las ue e iste alguna pe ue a
ele aci n, como la ue hoy acoge la Ermita de San Nicolás y
San os a unos 0 m sobre el ni el del mar). Su situaci n
resulta estrat gica, pues cabe recordar el importante papel ue
jug el Ebro como ía de comunicaci n en la antigüedad, así
como por lo f rtil de las tierras pr imas, muy aptas para el
culti o Beltrán Lloris et al.,
4: ).
E isten noticias sobre su e istencia como colonia romana en
los siguientes autores clásicos: Estrab n III, 4, 0), Ptolomeo
II, 6, 6 ) y Plinio NH, III, 3, 4) Beltrán Lloris,
: 6).
El yacimiento comen a e ca arse en
, si bien, los
trabajos se reali aron de una forma puntual y hubo ue esperar a
6 para ue se pusieran en marcha una serie de campa as sistemáticas ue finali aron en
6 Beltrán Lloris,
,
a,
b,
:
). ctualmente es isitable y cuenta con un
museo monográfico situado en las pro imidades del yacimiento.
ado lo e cepcional de los restos sacados a la lu , pertenecientes a la fase de ocupaci n romana, los ni eles correspondientes al período prerromano han sido a duras penas estudiados, practicándose nicamente algunas catas para determinar la
estratigrafía del yacimiento.
En la ocupaci n del encla e se han identificado tres fases,
datadas entre finales del s. III a. C. y el 4 d. C. Beltrán Lloris,
0b: 4 4 ). La ue a uí nos interesa es la primera, ue
corresponde al ni el prerromano. En l podemos diferenciar dos
31
[page-n-45]
momentos de ocupaci n: uno, ue abarcaría desde finales del
s. III a. C. hasta comien os del II a. C. y otro, ue comen aría
a mediados del s. I a. C. y ue perduraría hasta el ltimo tercio
de esa misma centuria, siendo ambos objeto de un iolento final.
Entre los materiales recuperados e isten cerámicas ib ricas lisas o con decoraci n geom trica pintada o incisa), ege
tal y/o figurada. Entre las importadas se ha identificado la
presencia de campanienses y B, cerámicas grises, lucernas
delfinoides, ánforas res.
y /4. Tambi n cabe destacar la
presencia de monedas con la leyenda de Kelse, ceca ue se
identifica con el encla e Beltrán Lloris,
Burillo, 00 a:
3
urtado, 0 3).
II.2.27. la corona (Fuentes de ebro)
acimiento ubicado 4 m al E. de uentes de Ebro, en un llano
pr imo al río Ebro y en dos pe ue os montículos, el Cabe o
Villar y Las Pe as, a
m de altitud sobre el ni el del mar.
Posee grandes dimensiones, ocupando una e tensi n apro imada de 460000 m , 0000 m si se incluyen en el c mputo los
pe ue os cerros citados Míngue y erreruela, 0 : 63), y
su entorno es muy ptimo para el desarrollo de la agricultura
Benito,
: 44 erreruela y García,
:
erreruela y
Míngue , 003: 4 erreruela y Sim n,
: 330). demás,
desde el encla e se controla un punto estrat gico, la intersecci n
entre el arroyo Ginel y el río Ebro sensio Esteban,
4: 33).
El yacimiento ha sido identificado con la ciudad sedetana de
Lagine, en base a los halla gos numismáticos reali ados en la
ona Burillo,
6: 4).
Sabemos de su e istencia desde
0, momento en el ue el
yuntamiento de la localidad dio noticia del halla go de restos
ar ueol gicos en la ona, si bien, su conocimiento en el mundo científico no se produjo hasta un poco más tarde Beltrán
Martíne ,
,
b). Entre todas las pie as recuperadas destacan los restos de una estatuilla femenina reali ada en bronce
erreruela,
: 46). raí del descubrimiento se reali
una prospecci n ue permiti recuperar, entre otras cosas, las
manos de la estatua. l a o siguiente se reali una campaa de e ca aci n, dirigida por Beltrán Martíne , en la ue se
e humaron restos constructi os y abundante material ar ueo
l gico Beltrán Martíne ,
b,
b). urante los a os siguientes los trabajos uedaron interrumpidos, resultando da ado el yacimiento a consecuencia de la reacti aci n de las e plotaciones de las gra eras de la ona en la d cada de los 0
erreruela y García,
:
). Las inter enciones se retomaron en
, fruto de la transformaci n de la ona en regadío.
En esta ltima campa a, dirigida por García Palacín y erreruela, se reali aron arios sondeos para comprobar la e istencia
de estratigrafías no alteradas erreruela y García,
). En
algunos de ellos se locali aron habitaciones, basureros, parte de
la muralla y un espacio sin restos constructi os ue debi estar
destinado a estabular el ganado o a recoger aguas erreruela y
García,
:
0). Recientemente, este ltimo se ha interpretado como un forum o pla a p blica, aun ue tambi n puede
ser ue en el momento en el ue el yacimiento fue destruido no
se hubiera ocupado toda la superficie sensio Esteban,
4:
36). Las tres ltimas inter enciones practicadas en el encla e
se reali aron entre el
y el 00
erreruela y Míngue ,
003). estaca la primera de ellas, pues se e hum una i ienda de grandes dimensiones y planta itálica. Las dos ltimas se
3
reali aron en la parte alta del yacimiento, con carácter de urgencia, hallándose restos de pa imento ue correspondían a diferentes dependencias Míngue y erreruela, 0 : 6 ).
La ubicaci n del n cleo urbano en el llano f rtil propici
ue e istiera una oreciente agricultura, en detrimento del carácter defensi o del encla e, por lo ue se le dot de un foso y
una muralla ue discurre paralela a ste sensio Esteban,
4:
3 36 erreruela,
: 4
erreruela y García,
: 0
erreruela y Sim n,
: 330). Recientemente, sensio
4)
ha re e ionado sobre los posibles moti os ue aconsejaron ese
empla amiento frente a lo ue enía siendo habitual en el Bajo
rag n para poca ib rica. Lo ue concluye el autor es ue ste
facilitaría el desarrollo de una planimetría reticular y su utiliaci n a modo de foro o mercado de la ona , bajo la clara
in uencia romana.
Entre el material ar ueol gico recuperado destaca, como
más arriba hemos apuntado, la estatuilla broncínea de la ama
de uentes .
En cuanto al material cerámico, se han recuperado abundantes fragmentos de cerámica ib rica, algunos decorados con
moti os fitomorfos fig. ). Se ha documentado la e istencia de importaciones, bien de campaniense
Lamb. ) y B
Lamb. 3, 4, y ), ánforas republicanas o cerámica com n
romana Beltrán Martíne ,
b Postigo,
). Por otra parte, tambi n hay restos de pondera y una inscripci n fechada en
la primera mitad del s. I a. C. Beltrán Martíne ,
b:
,
b: 30 ).
Su final fue iolento, consecuencia de un incendio ue tu o
lugar, tal e , en el primer cuarto del s. I a. C., como consecuencia de las acciones deri adas de las Guerras Sertorianas sensio Esteban,
4: 3
erreruela,
: 4
erreruela y García,
: 0 erreruela y Míngue , 003: 4
erreruela y
Sim n,
: 330 Royo y Minguell,
0: 3 ). No obstante,
e iste otro grupo de autores ue inculan su final con la batalla
de Ilerda, en el 4 a. C. Beltrán Lloris,
6: 00 Beltrán Martíne ,
a:
,
b: 304 atás Cabe a,
0: ). Tal afirmaci n se sustenta en ue en el ni el de destrucci n e isten cerámicas campanienses y ánforas republicanas, pero está ausente
la terra sigillata Beltrán Martíne ,
b: 00). En cual uier
caso, los habitantes de este encla e no abandonaron la ona tras
su destrucci n, sino ue trasladaron el lugar de hábitat al cerro
de El Villar Beltrán Martíne ,
a:
), donde perduraron
hasta finales del s. I Medrano y ía San ,
6:
)o
II d. C. erreruela y García,
: 0).
II.2.28. pIquete de la atalaya (azuara)
El asentamiento se e tiende sobre dos cerros pr imos con
una altitud de 6 y 63 m sobre el ni el del mar), junto al río
Cámaras, separados por un barranco fig.
). Su situaci n es
estrat gica, pues controla una amplia superficie, se halla en una
encrucijada de caminos conecta el Sistema Ib rico con el alle
medio del Ebro y de La uer a, así como el al n con la ona
del Bajo rag n), sus laderas son escarpadas y está casi totalmente circundado por un foso Burillo,
a: 3 40,
b:
6). demás, como elemento defensi o tambi n contaba con
una muralla en la parte . sensio Esteban,
:
).
Se conoce desde
, cuando fruto de un halla go casual,
Martín y ndr s recuperaron un lote de materiales en superficie, entre los ue destaca una moneda de la ceca de Beligiom
[page-n-46]
A
B
ig. . La Corona uentes de Ebro): . Recipiente con cierre herm tico
oto: Museo de arago a. . Garrido).
A
. 04.
B
ig. . Pi uete de la talaya
uara): . Vista general del poblado
oto: Museo de arago a. . Garrido).
Martín Bueno y ndr s,
). esde entonces ha sido
objeto de numerosas actuaciones de clandestinos, lo ue ha contribuido a su deterioro, pudiendo ser estudiados algunos de esos
materiales por Pa y guilera
4).
Solamente se han reali ado dos campa as de e ca aci n. La
primera, en
6, fue dirigida por na. Se actu en la parte baja
de los montículos y a orillas del río, documentándose restos datados entre los ss. II I a. C. La segunda se practic al a o siguiente,
consecuencia de la ampliaci n de la carretera ue une uara
con Moyuela, incorporándose a la direcci n de las mismas Royo.
Se sacaron a la lu restos constructi os ue pertenecían a un barrio de casas y a un área industrial, así como abundantes materiales ue confirmaban la cronología propuesta y la gran entidad del
encla e Royo,
:
Royo y Minguell,
0: 3 4).
esde hace alg n tiempo se ha identificado el yacimiento
con la ciudad celtib rica ue acu monetario con la leyenda
Beligiom Beltrán Lloris,
6: 6 Burillo,
a: 3 ,
b:
. 04. . B. Crateriskos
oto: M. M. uentes). B. Kalathos /6 /
6,
6: 44,
a:
,
b: ,
6: 0 atás Cabea,
0: ), situándose dicha ceca, en ocasiones anteriores, en
aila Beltrán Lloris,
6: 3 6 3 6 Beltrán Martíne , 64a:
3), Belchite Beltrán Lloris,
6: 6 atás Cabe a,
0:
) o, de una manera imprecisa, al N. del Ebro Villaronga,
6 : 36,
: 4 ). Un estudio reciente, centrado en trescientas setenta y siete pie as de esta ceca, recuperadas en tesorillos
o halla gos esporádicos, ha permitido delimitar el área de dispersi n de esas emisiones y establecer ue la mayoría de ellas,
independientemente del material empleado plata o bronce), se
concentran en el entorno de uara, lo ue permite afirmar la
identificaci n de Beligiom con el yacimiento de Pi uete de la
talaya
uara) Collado, 000).
Entre los distintos materiales recuperados hablaremos, en
primer lugar, de las cerámicas. E iste un grupo reducido de
recipientes reali ados a mano Royo y Minguell,
0: 3 3),
frente a la gran cantidad de pie as ib ricas reali adas a torno,
33
[page-n-47]
A
B
C
ig. . Cabe o de las Minas Botorrita): . Vista general del yacimiento
Botorrita
otos: Museo de arago a. . Garrido).
lisas o con alguna decoraci n, si bien, nicamente dos presentan moti os egetales y/o animales fig. B). Entre las formas
repertoriadas predominan las tinajas, dolia, kalathoi, oinochoai,
cuencos, cráteras, morteros, ollas, etc. Las cerámicas impor
tadas identificadas corresponden a campanienses
Lamb. 4,
y 3 ), B Lamb. , 3, y ) y C Lamb. , 3 y ). Tambi n
se ha constatado la presencia de imitaciones de la campaniense y B Lamb. ). Por otra parte, aparecieron pondera, fusa
yolas, glandes de plomo, un casco de bronce tipo Montefortino
C, dos regatones y una moneda ib rica de Beligiom Beltrán
Martíne ,
0a: 30 Burillo,
3a: 340 Martín Bueno y
ndr s,
: 4
Pa y guilera,
4:
6
Royo,
: 6 Royo y Minguell,
0: 3 3). En relaci n a
esta ltima, se alar ue en el t rmino municipal de uara se
han recuperado un total de tres tesorillos de denarios ib ricos,
con buena presencia de monedas pertenecientes a dicha ceca
Burillo,
3: 33 340 Collado, 000
omíngue ,
:
60 6 Villaronga, 6 ). Este hecho confiere mayor peso a
las propuestas ue la identifican con este encla e.
tenor de los materiales e puestos, podemos deducir ue la
ocupaci n del n cleo urbano comen a finales del s. III a. C. o
comien os del II a. C. sensio Esteban,
Royo y Minguell,
0: 3 4). lcan su má imo esplendor a finales de ese siglo
y comien os del siguiente, e perimentado en dicho momento
una e pansi n urbana, pues la ona de hábitat se e tiende por la
ona baja de los cerros hasta llegar al límite ue impone el curso
u ial Royo,
: 6). Su destrucci n se produjo como consecuencia de un incendio, pero no ueda claro si fue a principios
del s. I a. C., consecuencia de las Guerras Sertorianas Collado,
000: 6 Royo,
: 6 Royo y Minguell,
0: 3 ), o de
las campa as de C sar lle adas a cabo en el alle medio del Ebro,
ocurridas a mitad de dicha centuria Beltrán Lloris,
6: 4 0
Burillo,
a: 3 Martín Bueno y ndr s,
:
).
II.2.29. cabezo de las MInas (botorrIta)
acimiento situado apro imadamente
m al N. de Botorrita,
sobre la cumbre y laderas del Cabe o de las Minas a 3 m de
altitud sobre el ni el del mar) fig.
). cupa una e tensi n
34
oto: M. M. uentes). B. Kalathos 3.40.4. C. Thymiaterium
apro imada de 3 0000 m y se encuentra delimitado al N. por el
río uer a, al S. por el camino de aforas, al E. por el barranco
el Vicario y al . por el de las Minas. esde esta ubicaci n se
controla la amplia llanura circundante y una serie de caminos
La uer a, uara Belchite, el al n, Ebro y guas i as) ue
hacen del encla e un lugar pri ilegiado Beltrán Lloris, 00 :
3 Beltrán Martíne y To ar,
0: ).
lo largo de los a os ha tenido dos amena as persistentes:
la acci n de los clandestinos y la instalaci n de la fábrica Largo
Cem, ue destruy parte de la ona inferior del yacimiento Beltrán Martíne ,
Martín Bueno,
0).
esde
4 se ha identificado con la ciudad Contrebia Belaisca Beltrán Martíne ,
4). Tal atribuci n se basa en: la
gran cantidad de monedas recuperadas procedentes de la ceca
Contebacom Bel Beltrán Martíne ,
3a: 00) la alusi n a
Contrebias Belaiscas de la t sera r hner la cita como Contrebia Belaisca en la tabula contrebiense recuperada en el encla e
y su denominaci n como Contrebia en el an nimo de Rá ena
Beltrán Lloris,
:
Beltrán Martíne y To ar,
0:
Burillo,
6: 34).
ue descubierto en
, fruto de una prospecci n reali
ada en la margen derecha del río uer a, aun ue las primeras
noticias del mismo se publican unos a os más tarde Pamplona,
Pellicer,
: 46). Las campa as de e ca aci n se
iniciaron en los a os 0, como consecuencia del inicio de la
construcci n de la fábrica citada y del aterra amiento de parte
del terreno. ueron dirigidas por Beltrán Martíne y los trabajos
ar ueol gicos se centraron en esa ona hasta
6, poni ndose
al descubierto los restos de una casa romana de poca republicana junto a un espacio agrícola destinado a labores de transformaci n Beltrán Martíne y To ar,
0: 6 Beltrán Martíne ,
). En ese a o, Lostal reali una secci n en la ona
contigua por el lado N. y se e ca aron dos catas en la parte
superior del cabe o, descubri ndose un gran edificio de adobes.
Es precisamente en esta ltima ona en la ue se centraron los
trabajos de
y
, así como los de la d cada de los 0,
recuperándose más tarde los practicados en la ona baja de las
laderas del cerro. ía y Medrano se incorporaron a las campa-
[page-n-48]
as de actuaci n en
y los resultados de las mismas se han
publicado regularmente Beltrán Martíne ,
,
3a,
3b,
4 Beltrán Martíne et al.,
6a,
6b,
,
,
a,
b,
c ía San y Medrano,
6).
El edificio al ue hemos aludido tendría dos alturas y una
planta de
m di idida en cinco na es longitudinales y estrechas, cerradas con puertas, ue daban a un espacio porticado al N. Beltrán Martíne ,
). El uso al ue pudo estar
destinado ha sido objeto de contro ersias, pues si bien en un
primer momento se interpret como un templo o edificio ci il
Beltrán Martíne ,
), más tarde se incul con una serie de
instalaciones ue aparecieron en una ona contigua, destinadas
a acti idades industriales relacionadas con el curtido de pieles
Beltrán Martíne ,
4 Beltrán Martíne et al.,
6a,
6b
ía San y Medrano,
6). Las ltimas in estigaciones proponen identificarlo con un horreum ranegui, 004: 30 Beltrán Lloris, 00 : 3 Beltrán Martíne y Beltrán Lloris,
:
3 6 Ramayo, 003: 0), donde tal e se almacenara el tributo en especie entregado por los habitantes de la ona Burillo,
006: 6 ), con un mercado de carácter territorial Medrano et
al.,
) o con un edificio dedicado al almacenamiento de líuidos ernánde y Guti rre , 0 4: 3 ).
En los a os 0 continuaron las actuaciones en el yacimiento.
En este caso, una e e ca ado el gran edificio de adobes se
procedi a colocar una estructura ue lo cubriera para garanti ar su conser aci n. sí pues, los trabajos ar ueol gicos se
limitaron a controlar los puntos en los ue se iban a colocar los
anclajes y a e ca ar las onas utili adas como terreras. sí las
cosas, se delimit un foso ue discurría por el lado meridional
del cabe o y una muralla ue acababa uni ndose a otra hecha
con adobes, cuyo tra ado iba paralelo al lado S. del edificio descrito ía y Medrano,
4).
En 00 se reali una prospecci n electromagn tica ue
pretendía recuperar conte tuali adamente nue os documentos
grabados sobre metal Medrano y ía San , 003).
Las ltimas campa as de e ca aci n se lle aron a cabo entre 006 y 0 0. Se actu en la ona superior del cabe o, en las
laderas y el foso, lo ue ha permitido re isar la cronología del
yacimiento y la funcionalidad de ciertos espacios ernánde y
Guti rre , 0 4). e este modo, actualmente el inicio del enclae se data a finales del s. II a. C. y no antes, como otros autores
habían postulado ía San ,
b Villar et al., 00 : 6).
demás, se diferencian dos fases de ocupaci n, la primera de
poca romano republicana y la segunda de poca a ia ernánde y Guti rre , 0 4: 40 ).
Los restos mejor conocidos son los de la ona de la acr polis
Beltrán Martíne ,
: 3). La ciudad estaba protegida por
un foso en el lado S. y por arias líneas de murallas, algunas
de las cuales sir ieron para aterra ar el terreno. Coronando el
cabe o, y como ltimo punto defensi o, e istía una torre desde donde se tenía un amplio control del territorio circundante
Beltrán Lloris, 00 : 40 4 ).
pesar de ue el encla e se encuentra dentro de los límites territoriales celtiberos, está muy pr imo a tierras iberas.
Es precisamente esta cercanía la ue permite e plicar las peculiares características del material recuperado, pues muchos
objetos son adscribibles a la cultura ib rica cerámicas, monedas, signario de algunas inscripciones, etc.) Beltrán Martíne y
To ar,
0: 40).
Entre los restos cerámicos predominan los ib ricos dolia,
ánforas, tinajas, kalathoi, platos, ollas, etc., sin decoraci n o con
ella, concretamente con moti os geom tricos y/o fitomorfos)
fig.
B y C), a los ue hay ue sumar las producciones celtiberas ía San ,
a), las importaciones ánforas romanas,
paredes finas y campanienses) y las imitaciones Beltrán Martíne et al.,
:
ía San y Torralba,
0).
En piedra se han recuperado molinos giratorios y abundantes bolas de catapulta, testimonio de los actos b licos ue acabaron con la ida del poblado Beltrán Martíne ,
3b: 3
4:
Beltrán Martíne et al.,
: ).
En metal e isten restos de herrajes de puerta, elementos de sujeci n, adornos, armamento, monedas de distintas procedencias
Arse, Ildugoite, Belikom, Nertobriga, Bilbilis, Salduie, Bolskan, etc.), aun ue predominan las ue se acu aron in situ con
las ue presentan la inscripci n de Contebacom Beltrán Lloris,
:
Beltrán Martíne ,
3b: 3 ,
4:
Beltrán Martí
ne et al.,
: ). Pero sin duda, los halla gos más destacados
y ue más ríos de tinta han suscitado en la literatura científica
son el conjunto de bronces recuperados en el yacimiento. asta
el momento son cuatro y presentan diferentes características:
El primero, popularmente conocido como el Bronce de
Botorrita , se locali en el patio de la ona agrícola, en
0
Malu uer,
4 Beltrán Martíne ,
0b,
3). Su signario
es ib rico y estaba fragmentado en dos partes Beltrán Martíne ,
3). La más pe ue a se hall pr ima al muro E., mientras
ue la de mayores dimensiones se recogi junto a la calle . El
conte to ar ueol gico de ambos fragmentos es similar, estando
formado en el primer caso por: cerámicas comunes, ib ricas decoradas con moti os geom tricos y fragmentos de campaniense
en el segundo está integrado por: cerámicas comunes y grises,
ib rica decorada con moti os sencillos, una lucerna republicana
y campanienses B y C Beltrán Martíne y To ar,
0: 6 ).
Su forma era rectangular y no presenta marcas ue e idencien ue estu iera colgado o sujeto a alguna superficie, por lo
ue se cree ue su situaci n habitual sería la de estar apoyado
sobre una repisa o inserto en una hornacina. Está grabado por
ambas caras, si bien, la posterior o B se reali cuando la pie a
ya se encontraba fragmentada y se escribi de forma opuesta a
la
Beltrán Martíne ,
:
Beltrán Martíne y To ar,
0: 33 Motta,
0).
Son arios los intentos de lectura e interpretaci n ue se han
lle ado a cabo. estacando, entre otros, la propuesta de Beltrán Martíne
3
4) de utili ar el asco para descifrar
algunas de sus palabras o la de To ar
3b) de situarlo en el
mundo celtib rico. ctualmente parece com nmente aceptada
la interpretaci n ue propone ue la inscripci n corresponde a
una relaci n de nombres propios de arones, detallando su adscripci n a un determinado grupo tribal, el patronímico y la bintis, ue podría corresponder a miembro, compa ero o asociado
Beltrán Martíne y To ar,
0: 3 ).
El segundo fue hallado por e ca adores clandestinos, en
0, en la parte inferior del E. del cabe o, cayendo probablemente de la parte superior del asentamiento. Está escrito en latín
y se le conoce como tabula Contrebiensis Beltrán Martíne y
To ar,
0: 3 atás Cabe a,
0). Se data en el a. C. y en
l act a el senado contrebiense como jue ante un litigio sobre
el uso del agua entre los salluienses y los ala onenses Beltrán
Martíne y To ar,
0: 40).
3
[page-n-49]
tiempo, pudieron plantear una defensa ue, a tenor de los resultados, no result efecti a Beltrán Martíne ,
:
). Los hechos, seg n di ersos autores, deben relacionarse con la ictoria
de C sar sobre el ej rcito pompeyano tras la batalla de Ilerda,
en el 4 a. C. Beltrán Martíne ,
3: 4 ,
: 00 Beltrán
Martíne y To ar,
0: 6 Medrano et al.,
:
).
Posteriormente, en poca imperial, la ona continu habitada, pero en este caso las construcciones se situaron al E. de la
ciudad, en la parte baja, perdurando hasta mitad del s. III d. C.
Beltrán Lloris, 00 : 3 3 Medrano et al.,
:
).
II.2.30. durón de belMonte (belMonte de gracIán)
ig. 0. Crateriskos
Belmonte de Gracián)
6 de ur n de Belmonte
oto: Museo de arago a. . ragües).
El tercero apareci de forma casual en
. Está escrito en
lengua celtib rica pero utili a signario ib rico. Presenta arios
orificios de sujeci n, para ser e hibido p blicamente, y está cuidadosamente grabado Beltrán Lloris et al.,
6). Parece ue
fue coetáneo del primer bronce y pudo dejar de ser utili ado tras
alguno de los acontecimientos b licos ue afectaron al encla e
Beltrán Lloris,
6 ía San y Medrano,
4:
0).
Su importancia radica en ue en l aparece una lista de personas ue corresponde no s lo a nombres masculinos, sino tambi n femeninos y de personas e tranjeras Beltrán Lloris,
6:
0
e Bernardo, 0 3).
El cuarto tambi n se encontr de forma casual en
4.
Está escrito por ambas caras en lengua celtib rica y guarda ciertas coincidencias te tuales con el primer bronce hallado Beltrán Lloris, 00 Villar et al., 00 ).
Por ltimo, se alar ue tambi n se han recuperado restos
seos. lgunos pertenecen a humanos, concretamente a dos indi iduos infantiles. Uno de ellos muri como consecuencia de
ser alcan ado por una bola de catapulta o similar. el otro se desconocen las causas de su defunci n y fue hallado en el subsuelo
de una de las estancias Beltrán Martíne et al.,
:
6).
Por otra parte, y en relaci n a las acti idades de curtiduría de
pieles, se han identificado huesos pertenecientes a jabalíes, conejos y corderos ía San y Medrano,
6).
Respecto a su cronología, se ha determinado ue el cabe o
comen a ser ocupado en el s. IV a. C., documentándose indicios de hábitat en su ladera meridional ía San y Medrano,
4). lcan su má imo esplendor en el s. II a. C., momento
en el ue sufri una destrucci n parcial consecuencia de la campa a de Cat n
a. C.) Beltrán Martíne et al.,
:
Medrano et al.,
:
). Más tarde, en el primer cuarto
del s. I a. C. sufri las consecuencias las Guerras Sertorianas
Beltrán Martíne et al.,
6a: ).
Su destrucci n final fue iolenta, como demuestra el ni el
de incendio documentado y las abundantes bolas de piedra para
catapulta halladas en el interior del asentamiento. Los habitantes del poblado fueron íctimas de un ata ue pero, al mismo
36
Necr polis cercana al río Perejil ue pertenecía a la ciudad de
Segeda II, identificada con Sekeida Rodrígue Ramos, 00
00 ). ue descubierta por el conde Samitier, uien public
bre emente los halla gos
0 ). lgunos in estigadores han
planteado reticencias sobre dicha atribuci n, pues consideran
ue esa interpretaci n se bas más en la ubicaci n espacial de
los halla gos, fuera del recinto amurallado, ue en los materiales recuperados in situ Burillo y stale,
4: 30 30 ).
Son pocas las noticias ue tenemos sobre el yacimiento,
pues solamente se dieron a conocer algunas de las pie as recuperadas Beltrán Lloris,
b). Entre el material propiamente
ib rico se documentaron cerámicas de ariado tipo kalathoi,
cráteras, botellas, fusayolas, etc.), destacando las ue presentan
decoraciones complejas fig. 0), ue Cabr incula al círculo de aila Cabr , 44: ). En cuanto a la ajilla importada, nicamente se dice ue se encontr , en palabras del conde,
la griega o negra y no la roja saguntina , es decir, ue no se hallaron fragmentos de sigillata Conde de Samitier, 0 : 4 0).
Entre los materiales reali ados en hierro se identificaron
cla os, puntas de echa y lan as, mientras ue en bronce había
campanillas, cla os y anillos, entre otros. Tambi n se recuperaron collares de pasta ítrea.
Cronol gicamente, por paralelismo con lo ocurrido en el
poblado al ue está inculado, debi utili arse entre el fin de
las Guerras Celtib ricas
3 a. C.) y las Guerras Sertorianas
Burillo, 00 c: 04, 006: 03).
II.2.31. valMesón (daroca)
Ubicado en la cima de una colina alargada a 00 m de altitud
sobre el ni el del mar), sobre el arroyo del tajadero, pr imo
al iloca, del cual es tributario. Sus laderas presentan un fuerte
desni el, siendo más sua e la pendiente del e tremo N ., punto
por el ue se efectuaría el acceso al poblado. demás, cuenta
como elemento defensi o con un foso, en el lado SE., ue aísla
el cerro y apro echa para su construcci n el espacio surcado por
un barranco. pesar de ue a día de hoy no se ha confirmado
la e istencia de ninguna muralla, los in estigadores apuntan a
ue es posible ue se conser e en la ladera NE. Su e celente
situaci n le permite tener un control isual del alle medio del
iloca y de sus ías de comunicaci n.
El yacimiento fue locali ado en
6 gracias a las prospecciones sistemáticas ue lle aban a cabo en la ona Burillo y
Na arro, dando noticia de su e istencia unos a os más tarde
Burillo,
0: 06
). Posteriormente, en
, se reali
alguna prospecci n cuyos resultados fueron publicados parcialmente randa,
6).
[page-n-50]
Entre los materiales documentados se encuentra: cerámica a
mano, lisa u ornamentada, cerámica ib rica ue puede presentar
decoraci n geom trica y/o egetal, así como cerámica importa
da campaniense B).
Tambi n se han recuperado, en piedra, proyectiles de hon
da y molinos, así como otros objetos reali ados en distintos
metales por ejemplo, un aro de bronce y otros indeterminados
en hierro).
Su cronología resulta imprecisa, iniciándose probablemente
en el s. V a. C. y perdurando hasta finales del s. II o la primera
mitad del I a. C. Burillo,
0:
).
II.2.32. la carIdad (caMInreal)
narios de Bolskan), armamento scorpio, puntas de lan a, pila,
proyectiles de honda, falcatas, espadas, umbos, etc.), instrumen
tal agrícola a adas, hoces, tridentes, etc.) y ganadero tijeras
de es uilar, cardadores, campanillas, etc.), así como utensilios
ligados a ciertas acti idades artesanales yun ues, martillos, pi
cos, etc.) E uerra, 00 : 0
).
Su construcci n se data a finales del s. II a. C., probablemen
te por iniciati a romana, y su final iolento en el 4 a. C., con
secuencia de las Guerras Sertorianas sensio Esteban,
4:
6 33 E uerra, 00 : 06).
modo de conclusi n, podemos decir ue entre los ya
cimientos estudiados predominan los n cleos poblacionales,
tales como: lto Chac n Teruel), San Crist bal Mata de los
lmos), La Guardia lcorisa), Los rtos o Calanda), San
ta lora Mas de las Matas), Torre Gachero Valderrobres), Els
Castellans Cretas), San ntonio Calaceite), Cabe o del Moro
lca i ), El Palao lca i ), Tiro de Ca n lca i ), Mas del
Cerrojo lca i ), El Castelillo llo a), El Palomar liete),
El Sabinar liete), Valmes n aroca), Cabe o de Cantalobos
lbalate del r obispo), Cerro de las bejas lbalate del r
obispo), Cabe o Carrasco Urrea de Ga n), Pe afresca Caste
lnou), La Bo ina Bo ina), Cabe o de lcalá
aila), Castille
jo de La Romana La Puebla de íjar), Celsa Velilla de Ebro),
La Corona uentes de Ebro), Pi uete de la talaya
uara),
Cabe o de las Minas Botorrita) y La Caridad Caminreal). Si
bien, no todos tu ieron el mismo tama o, como hemos podido
er en la descripci n de cada uno de ellos, ni la misma funcio
nalidad, pues e isten n cleos de primer orden, ue ejercieron
la capitalidad de sus respecti os territorios San ntonio, Ca
laceite San Crist bal, Mata de los lmos Cabe o de la Guar
dia, lcorisa Cabe o de lcalá, aila Cabe o de las Minas,
Botorrita Castillejo de La Romana, La Puebla de íjar Celsa,
Velilla de Ebro La Corona, uentes de Ebro El Palao, lca i
Pi uete de la talaya, uara y La Caridad, Caminreal) Martí
ne Gon ále ,
0 sensio Esteban,
), y otra serie de en
cla es ue estarían subordinados a los primeros, tal sería el caso
de las poblaciones de segundo orden, a las ue habría ue sumar
los centros de producci n artesanal Mas de Moreno, Masada
de la Cerrada y El lmo, o Calanda) y las necr polis ur n
acimiento celtib rico ue dista
m al E. del municipio de
Caminreal. Se sit a en una meseta a 0 m sobre el ni el del
mar) cercana a la ona donde con uyen el arroyo Rija y el río
iloca. Su tama o es considerable, pues ocupa una e tensi n
sensio Esteban,
4:
)
apro imada de
000 m
y se caracteri a por ue la distribuci n urbanística de la ciudad,
fundada ex novo, es en retícula E uerra, 00 : 0 ). Su estado
de conser aci n es bueno, a pesar de ue se han practicado la
bores agrícolas ue han deteriorado parcialmente algunas onas.
La primera e ca aci n ar ueol gica, con carácter de urgen
cia, se reali en
, bajo la direcci n de trián trián et al.,
0: 3 40). Pero no fue hasta
4 cuando se iniciaron de
manera sistemática las campa as de e ca aci n y restauraci n
ue contin an hasta hoy en día, de las cuales se han publicado
noticias puntuales Punter,
Vicente,
6,
Vicente y
Punter,
a,
b Vicente et al.,
6,
,
a,
b,
c, 0 6). stas se han centrado en la parte N . del encla e,
sacando a la lu siete insulae, seis calles y un edificio portica
do ue pudo tener carácter p blico E uerra, 00 : 0 , 00 :
06). e entre las i iendas destaca la de Likine, pues ocupa
una gran superficie
m ) y se estructura al modo itálico, es
decir, alrededor de un atrio con peristilo. En el sal n principal
destaca un pa imento de opus signinum en el ue aparece una
inscripci n en lengua y alfabeto ib rico ue dice: Likinete ekiar
usekerteku, haciendo referencia el antrop nimo al propietario
de la casa E uerra, 00 : 0 0 Silgo,
3 Vicente et al.,
,
3). Llama la atenci n por ue el resto de inscripciones
conser adas en el yacimiento suelen formularse en celtib rico.
ig. . Gráfico en el ue se muestra, en porcentajes, el tipo de
Por otra parte, el encla e cuenta como elementos defensi os asentamientos descritos.
con una muralla en la parte N. y un foso en esa misma ona y en
la . E uerra, 00 : 0 ).
Entre los materiales recuperados e isten abundantes cerámi
3%
3%
9%
cas ib ricas dolia, kalathoi, cuencos, ta ones, thymiateria, etc.),
9%
POBLADOS
POBLADOS
con decoraci n geom trica y/o egetal o sin ella. Tambi n hay
cerámicas importadas: campaniense Lamb. ) y B Lamb. ,
, 3, 4 y / ), ánforas res. I y de Brindes, lucernas helenísticas,
CIUDADES
CIUDADES
asos de paredes finas Mayet II y III), así como cerámica com n
Vegas y ) trián et al.,
0: 40 E uerra, 00 : 0).
El metal se conser a de manera e cepcional, habi ndose re
53% 53%
CENTROS
CENTROS
35%
cuperado una t sera de hospitalidad Vicente y E uerra, 003),
35%
PRODUCTORES
PRODUCTORES
cuarenta y cinco monedas once pie as de Beligiom y tres de
ctualmente se e ponen en el Museo Pro incial de Teruel un kalathos y un thymiaterium con decoraci n fitomorfa ue se encuen
tran en fase de estudio.
NECRÓPOLIS
NECRÓPOLIS
3
[page-n-51]
de Belmonte, Belmonte de Gracián) fig. ). Por tanto, como
se ha podido comprobar en otras áreas territoriales como la de
Edeta Llíria)
ranegui et al.,
) o La Serreta
lcoi,
Pen guila, Cocentaina) Grau, 00 ), la presencia de cerámica
con decoraci n compleja no es e clusi a de los centros urbanos de primer orden, si bien es cierto ue el yacimiento
ue mayor olumen de pie as ha proporcionado para el área
geográfica anali ada corresponde a una ciudad, el Cabe o de
lcalá
aila).
3
Respecto a las ciudades, además se obser a c mo no e isten
pautas regulares de distribuci n, sino ue su pro imidad o lejanía aría en funci n del potencial de e plotaci n ue tienen los
territorios circundantes Burillo,
: 0). e este modo, si
el medio ofrece grandes posibilidades a ni el econ mico están
pr imas entre sí, como ocurre en las inmediaciones de la ribera
del Ebro y sus a uentes, y si es más hostil se encuentran más
distanciadas, ariando, por tanto, el tama o del territorio ue
cada una controla Burillo,
: , 00 : 3 ).
[page-n-52]
III
Tipología de los soportes
III.1. INTRODUCCIÓN
En este capítulo abordamos el estudio tipológico de las cerámicas ibéricas que acogen decoración compleja pintada, procedentes de los yacimientos descritos en el capítulo anterior fig. 4).
El volumen de piezas recuperadas es considerable si lo comparamos con otros conjuntos. Sólo en el yacimiento del Cabezo
de lcalá
aila) hemos contabili ado doscientos no enta y
seis vasos adscribibles a una forma determinada y doscientas
no enta y dos pie as fragmentadas, frente a los ochenta y siete recipientes más o menos completos del Tossal de Sant Miuel Llíria) Bonet,
ranegui,
b) o el centenar de
L lc dia El ) Tortosa, 004a, 006), a los ue se le suman
numerosos fragmentos. Junto a ese volumen de piezas debemos
considerar los recipientes localizados en yacimientos pertenecientes al mismo territorio o que mantuvieron algún tipo de relación con los asentamientos citados, bien sea de tipo comercial
Sanmartí, 00 Mata et al., 000 Ros et al., 00 ), personal
o de otro tipo, ue por sus rasgos estilísticos pueden identificarse como propios de uno de los estilos o grupos pictóricos
identificados en las áreas mencionadas. En este sentido, para el
caso que aquí nos ocupa, contamos con un total de trescientos
ochenta y tres asos identificados y trescientos cincuenta y dos
informes, asumiendo ue, sin suda, deben ser muchos más los
ue engrosen las cifras, pues no hemos tenido acceso a todo el
material recuperado en los yacimientos estudiados y, a tenor de
la re isi n bibliográfica efectuada, no siempre se publican todas
las pie as con decoraci n egetal y/o figurada tabla ).
En cuanto a la tipología propiamente dicha, son muchos los
estudios ue se han reali ado sobre cerámicas ib ricas desde los
a os 0 hasta nuestros días, si bien, desde finales de los 0 su
presencia en el panorama científico ha ido disminuyendo. Una
buena síntesis de ellos, en la que se valoran los aspectos positios de las propuestas más destacadas y se critican sus deficiencias o limitaciones es la que publicaron conjuntamente Ruiz y
Molinos
3: 3 3 ). llí se delimitan los parámetros a seguir
para abordar un análisis tipológico de manera estructurada. Así
pues, en primer lugar habría ue determinar el tiempo, es decir,
si se opta por un estudio sincrónico o diacrónico de los materiales, y en segundo lugar el espacio, pudiendo analizar únicamente las pie as e traídas en un yacimiento, hacerlo e tensi o a una
región determinada o a todo el espacio territorial ocupado por
un determinado grupo cultural. Por último, también se puede
optar por aplicar otra variable, centrada en el estudio de un tipo
cerámico concreto.
En nuestro caso, combinamos varias de las delimitaciones
señaladas, pues restringimos el trabajo a piezas cerámicas pertenecientes a la cultura ib rica del Bajo rag n ue presentan
decoración compleja. Por ello, de entre todas las tipologías al
uso, entre las que destacan algunas por su mayor aceptación
en el panorama científico ranegui y Pla,
Bel n y Pereira,
Cela,
4 Garc s, 000 Nordstr m, 6
3
Pereira,
,
, 006 Ros,
Tortosa, 006), hemos
empleado la ue hace ya algunas d cadas publicaran Mata y
Bonet
), por considerarla más apropiada. sta no es una
clasificaci n cerrada, sino ue a partir de los atributos formales,
presentes en cada pieza, podemos crear nuevos tipos, subtipos
o variantes y generalizar su aplicación a cualquier ámbito geográfico Bonet y Mata, 00 : 4 4 ). icha tipología tiene
en cuenta para describir formalmente las cerámicas, aspectos:
tecnológicos, métricos, morfológicos y funcionales que permiten, al mismo tiempo, perfilar la cronología de uso y, en ocasiones, observar su variación a través del tiempo. En este sentido,
y para el estudio que aquí realizamos, resulta de gran utilidad
prestar especial atención a las decoraciones que aparecen en los
diferentes soportes, diferenciando la técnica empleada así como
el repertorio de motivos representados, pues en base a ellos se
pueden establecer diferencias regionales y cronológicas útiles
para la clasificaci n de los materiales.
39
[page-n-53]
Tabla . Pie as estudiadas de cada yacimiento. Si tenemos noticia de su e istencia pero no se han publicado, los calificamos como
indeterminados Indet.).
Yacimiento
lto Chac n
Formas
Informes
Formas
El Palomar
4
La Guardia
4
Informes
3
El Sabinar
1
–
9
Cerro de las Abejas
Indet.
Indet.
San Cristóbal
Mas de Moreno
Indet.
Indet.
Cabezo de Cantalobos
Indet.
Indet.
Masada de la Cerrada
3
Indet.
Cabezo Carrasco
Indet.
Indet.
El Olmo
Indet.
Indet.
Peñafresca
Indet.
Indet.
Los Artos
Indet.
Indet.
La Bo ina
1
Indet.
Santa Flora
Indet.
Indet.
Cabezo de Alcalá
Torre Gachero
Indet.
Castillejo de la Romana
–
Els Castellans
–
Celsa
Indet.
San Antonio
El Palao
4
6
Tiro de Cañón
Mas del Cerrojo
Indet.
Indet.
Cabezo del Moro
Indet.
Indet.
El Castelillo
Cales Coves
6
1
0
6
1
La Corona
4
Piquete de la Atalaya
Indet.
Cabezo de las Minas
3
Indet.
ur n de Belmonte
1
1
Valmesón
–
1
La Caridad
Indet.
Indet.
–
Para el Bajo rag n, el inter s por los soportes ue acogen
decoración de tipo compleja no es nuevo ni reciente, sino que
cuenta con varios trabajos previos, si bien, fruto de las tendencias del momento en el que fueron producidos, las variables tenidas en cuenta para su descripci n y clasificaci n son diferentes a las adoptadas actualmente.
La primera de las obras que cabe citar es el Corpus Vasorum Hispanorum. Cerámica de Azaila Cabr , 44). En ella
se ofrece una descripción morfológica de las piezas, pero no se
pretende elaborar una clasificaci n tipol gica ni funcional de las
mismas. En cambio, sí se presta especial atención a cuestiones
como la cronología o la decoración de los vasos, estableciendo
paralelismos con áreas geográficas cercanas.
Unas d cadas más tarde Pellicer
6 ) estudia las cerámicas ib ricas del Valle del Ebro. Las clasifica atendiendo a su
cronología, pero no se detiene demasiado en la descripción formal. Un poco más tarde, retoma la publicación de Cabré sobre la
cerámica de aila
44) y re isa la cronología proporcionada,
estableciendo siete fases en la ocupación del poblado (Pellicer,
6
0). sí mismo, determina la duraci n cronol gica de
cada uno de esos períodos y les atribuye un conjunto de materiales. De nuevo queda relegado el interés por ofrecer una clasificaci n tipol gica de los asos.
Posteriormente se publicó un estudio global sobre el Cabeo de lcalá
aila) Beltrán Lloris,
6), en el ue Beltrán
Lloris propone una tipología aplicable a todos los materiales cerámicos allí documentados. icha clasificaci n ha tenido gran
aceptaci n entre los in estigadores de la ona y se ha empleado
para catalogar piezas recuperadas en otros yacimientos (Domíngue y Maestro,
6 Perales et al.,
3
4).
40
Yacimiento
Actualmente Sanz está realizando su tesis doctoral sobre
las cerámicas del NE. peninsular San Lacaba, 004). Uno de
los objetivos de su investigación es confeccionar una tipología
al uso que sea válida sensu stricto para todos los yacimientos
ibéricos del área aragonesa y que pueda ser extensible al resto de zonas. Para su elaboración, insiste en la importancia de
determinar entre otras variables más comunes, como la cronología o la morfología, la funcionalidad de las piezas. De momento solamente conocemos los resultados preliminares del
estudio, una declaración de intenciones, por lo que esperamos
que en breve se publiquen sus conclusiones y podamos ponerlas en práctica.
Respecto a los materiales aquí estudiados, cabe decir
ue se reali aron a torno, poseen una pasta dura y homog
nea, confeccionada con arcillas muy depuradas en las que
a duras penas resulta visible el desgrasante. La cocción a
la que fueron sometidas es variada, pues si bien es cierto que
la reductora resulta escasa, abundan tanto la oxidante como
la alternante. Por otra parte, la superficie e terior de las pare
des está muy cuidada y se suele recubrir con engobes muy
finos, resultado de aplicar una delgada capa de la misma arcilla con la ue se ha confeccionado la pie a pero más dilui
da, consiguiendo así una superficie lisa, uniforme y cuidada sobre las que aplicar la pintura. A tenor de las características técnicas descritas, las piezas analizadas pertenecen a
una producci n cerámica cuidada, definida como grupo tec
nol gico de Clase
o cerámica fina . Estaban destinadas, entre otros, a menesteres vinculados con lo doméstico
ser icio de mesa, transporte o almacenaje) o ritual Bonet y
Mata,
:
).
[page-n-54]
Torre Gachero
Els Castellans
San Antonio
El Palao
Tiro de Canón
El Castelillo
El Palomar
El Sabinar
La Bo ina
Cabezo de Alcalá
La Corona
Piquete de la Atalaya
Cabezo de las Minas
ur n de Belmonte
3
–
–
–
–
–
4
–
–
–
–
3
1
–
–
–
–
.II.
TOTAL
La Guardia
–
Cales Coves
Masada de la Cerrada
–
La Caridad
A.II.1
San Cristóbal
Tipos
cerámicos
.I.4
lto Chac n
Tabla 3. N mero de ejemplares ue pertenece a cada tipo cerámico identificado, seg n el yacimiento del ue proceden.
–
–
31
0
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
0
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
1
–
–
–
–
4
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
4
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
9
–
1
–
4
–
–
1
1
–
1
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
9
1
1
–
–
31
–
–
–
–
–
–
3
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
3
–
–
–
0
–
–
–
–
–
–
.II.4
–
–
–
.II.6
–
–
–
.II.
1
1
–
3
–
.III.
–
–
–
3
–
–
–
.III.
–
–
–
1
–
–
1
–
A.III.9
–
–
–
–
1
–
–
–
–
A.V.1
–
–
–
1
–
–
3
–
4
–
1
.VI.4
–
–
–
3
–
–
–
1
3
–
–
–
3
1
–
–
1
–
–
34
.VI.
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
A. VI.9
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
1
–
–
1
–
1
–
Otra cuestión a tratar sería el tipo de decoración que presentan, pues si bien es cierto que ésta es bastante común entre
las cerámicas finas, tambi n lo es el ue suele reducirse a líneas
o bandas. Más excepcionales, por tanto, serían las piezas que
aquí presentamos, pues además de ornamentarse con motivos
geom tricos tambi n poseen otros de tipo fitomorfo, oomorfo
y/o antropomorfo que, dada su escasez, las convierten en excepcionales. En este sentido, resulta interesante preguntarse por el
uso al que estuvieron destinadas, pues lo singular de las decoraciones ha lle ado a considerar ue debieron concebirse con otro
fin ue no fuera el meramente utilitario o continuado, estando
más vinculadas a usos conmemorativos o expositivos. Este tema
lo retomaremos en el quinto capítulo, dedicado al análisis de los
contextos en los que fueron recuperadas.
A continuación presentamos los grupos, tipos, subtipos y variantes identificados, siguiendo el mismo orden ue propusieron
Bonet y Mata
). e cada tipo cerámico describimos sus
atributos, matizamos algunas de sus características y añadimos
o modificamos lo necesario. La relaci n de pie as adscribibles a
cada uno de ellos la presentamos por yacimientos.
III. . GRUP I
En este grupo se incluyen recipientes caracterizados por tener
grandes dimensiones y ser utilizados, preferentemente, como
elementos de transporte o de almacenaje.
III.2.1. recIpIentes con cIerre herMétIco (a. I.4) (FIg. 22-44)
emos cambiado la denominaci n propuesta por Mata y Bonet
para este tipo
: 6), pues se refieren a l como tinaja o
urna de orejetas”, contemplando únicamente esa variedad. Entre
los materiales estudiados hemos identificado ariantes similares
a las del tipo recipientes con cierre herm tico del Grupo II,
por lo que denominamos subtipo 1 a las tinajas o urnas de orejetas y subtipo a las tinajas ue poseen un labio biselado simple.
Todas las pie as a uí incluidas pertenecen al subtipo
. I.4. ), ue hasta el momento, y a falta de e ca aciones ue
demuestren lo contrario, es una producci n propia del Bajo
Aragón. Se caracterizan por poseer gran tamaño (superan los
3 cm de altura) y bocas no muy amplias ninguna sobrepasa
los 30 cm de anchura), lo ue les con ierte en asos profundos.
De este modo, era necesario disponer de utensilios auxiliares
ue permitieran alcan ar el fondo del recipiente Bonet et al.,
00 :
). ebido a sus grandes dimensiones, pueden presentar un par de asas de arran ue hori ontal y ariado tipo de
secciones (acintadas u ovaladas con trenza sobrepuesta, geminadas, etc.), dispuestas en el hombro, para facilitar el transporte
del aso. ste se ería fa orecido por la presencia de una tapadera con labio biselado encajada herm ticamente sobre el aso,
lo ue dificultaría la p rdida de su contenido en el despla amiento Gu rin, 003: 4). pesar de ello, dadas sus grandes
dimensiones, resulta más probable que sirviera como recipiente
de almacenaje y ocupara un lugar fijo o semifijo en la estancia.
Las paredes de su cuerpo pueden dibujar una tendencia cilíndrica o troncocónica, siendo más común esta última. Las bases
son cóncavas y cuentan con unos diámetros que oscilan entre
los 6. y los 34 cm.
Se trata de uno de los tipos documentados en mayor número,
con un total de veinte vasos conservados relativamente completos y otros once fragmentados. Los yacimientos en los que se
han recuperado son: Masada de la Cerrada o Calanda), Tiro
de Ca n lca i ), Cabe o de lcalá
aila) y La Corona
uentes de Ebro) tabla 3).
4
[page-n-55]
ig. . Recipientes con cierre
herm tico . I.4) de Masada
de la Cerrada o Calanda)
(Dibujo a partir de
M. M. Martíne ) y Tiro de
Ca n lca i )
ibujos: M. M. uentes).
Masada de la Cerrada-1
TC23
Masada de la Cerrada-2
0
10 cm
Masada de la Cerrada-3
ig. 3. Recipiente con cierre
herm tico . I.4) procedente
de Tiro de Ca n lca i )
ibujo: M. M. uentes).
TCSN1
0
4
10 cm
[page-n-56]
Masada de la Cerrada (Foz-Calanda)
Masada de la Cerrada fig. ): Pie a de la ue solamente se conser a su parte superior, hasta el arran ue del hombro.
Cuenta con el característico labio biselado y un diámetro de
boca de 36 cm. La decoraci n conser ada, de tipo geom trico y
vegetal, se estructura en un registro.
Masada de la Cerrada
fig. ): Ejemplar del ue nos
ha llegado su parte superior. El diámetro de boca es de 36 cm
y la ornamentación presenta las mismas características que la
pieza anterior.
Masada de la Cerrada 3 fig. ): Parte superior de un aso
ue podría pertenecer a este tipo, pues no se ha publicado su
perfil Martíne ,
0, fig. 4. ). La decoraci n es similar a la
vista en las piezas anteriores.
Tiro de Cañón (Alcañiz)
TC 3 fig. ): Pie a conser ada parcialmente ue mediría
más de 3 cm de altura. Posee el labio biselado y su boca tiene
cm de diámetro. Bajo el hombro conser a un asa hori ontal,
geminada, de sección circular. Las paredes de su cuerpo marcan
una tendencia cilíndrica. La decoración se dispone en dos registros en los que se representan motivos geométricos, si bien, en
el inferior tambi n hay otros egetales. Las asas estaban ornamentadas con motivos del primer tipo indicado.
TCSN fig. 3): Recipiente de grandes dimensiones, con
3 .3 cm de altura, ue presenta el característico labio biselado.
El diámetro de su boca mide 3.3 cm. Posee dos asas hori ontales en la ona donde el cuerpo e perimenta una sua e in e i n.
Están compuestas por un elemento de sección acintada al que
se le sobrepone una trenza. Las paredes del cuerpo describen un
perfil troncoc nico y su base, c nca a, mide 34 cm de diámetro.
La ornamentación se estructura en tres registros, en los que se
combinan motivos geométricos y vegetales.
l obser ar la superficie del aso apreciamos ciertos fallos
de cocci n fig. 4), caso de los hinchamientos de la pasta Pastor Moreno,
: 3 ) y deformaciones en la boca por un secado
deficiente de la arcilla Leonardi y Penello,
: 6 Sempere,
: 0).
TCSN fig. ): Vaso de gran tama o, pues tiene una altura de 46 cm. Su labio es biselado y la boca tiene un diámetro
de
cm. Presenta un par de asas hori ontales en el hombro,
compuestas por un vástago de sección acintada al que se le sobrepone otro trenzado. El cuerpo tiene aspecto troncocónico y
presenta hinchamientos pro ocados por una cocci n defectuosa
fig. 6). La base es c nca a y mide 4 cm de diámetro. La
decoración se desarrolla en tres registros. El superior presenta
decoración geométrica y vegetal, el segundo geométrica y el
último geométrica, vegetal y animal.
TC 4 fig. ): Vasija de gran tama o, con 4 .6 cm de altura). El diámetro de su boca mide . cm y el labio es biselado.
En su tercio superior aparece un hombro de perfil redondeado
que da paso a un cuerpo de paredes rectas, por lo que adquiere
forma cilíndrica. En el lugar en el que el cuerpo experimenta esa
ligera in e i n reposaría el par de asas con el ue debi contar.
nicamente se conser a una, dispuesta en hori ontal, forma
da por un ástago al ue se le ha reali ado una incisi n precocción para simular la existencia de dos. De este modo parece que
se trata de un asa geminada con sección circular cuando realmente es acintada, por lo ue la denominamos falsa geminada fig.
). Tambi n resulta curiosa la presencia en la parte superior
del asa de un defecto de acabado, previo a la cocción, al que se
le sobrepone la decoraci n. La base es c nca a y mide 30. cm
de diámetro. La decoración se distribuye en dos registros, donde
se pintan motivos geométricos y vegetales. También aparece en
las asas, pero ahí es e clusi amente de tipo geom trica.
Cabezo de Alcalá (Azaila)
43 6 0 fig. ): Pie a de grandes dimensiones, pues
mide 46 cm de altura. Su boca posee un diámetro de
cm y
tiene el labio biselado. En el tercio superior de la vasija aparece
el hombro. La distancia entre la boca y ste es menor ue la
que presentan otros ejemplares procedentes del mismo enclave. No posee elementos de agarre. En cuanto a las paredes de
su cuerpo, presentan una tendencia troncocónica. La base tiene
forma c nca a y mide 6. cm de diámetro. La decoraci n se
estructura en dos registros, en los que se representan motivos
vegetales y geométricos.
Como ocurría en alguna de las piezas procedentes de Tiro de
Ca n lca i ), presenta ciertas deformaciones. El borde no
tiene una forma regular y está inclinado, al mismo tiempo que
las paredes de uno de sus lados presentan una ligera incurvación
no intencionada, pues no aparece en el resto de la pieza.
43 6 0 fig. 30): Vaso de gran tama o ue cuenta
con 4 .6 cm de altura. Posee el labio biselado y su boca mide
6.3 cm de diámetro. Cerca de sta conser a una marca precocción incisa, formada por una línea diagonal que no coincide
con las dos líneas verticales que presenta la tapadera con la que
se publica
43 6 6 , fig. 0 ) Cabr , 44, Lám. 30 3
uentes, 0 ). l re isar la relaci n de pie as ue fueron recuperadas en el mismo departamento en el que apareció este recipiente no se da cuenta de ella Cabr ,
6a: 0
Beltrán
Lloris,
, 0 3:
), por lo ue ponemos en duda dicha
inculaci n. En su tercio superior aparece el hombro desarrollado y las paredes de su cuerpo describen una forma ligeramente
troncoc nica. Carece de asas y su base, c nca a, mide cm de
diámetro. La decoración se estructura en tres registros, presentando los dos primeros únicamente motivos geométricos, mientras que el último incluye otros de tipo vegetal y animal.
43 6 0 fig. 3 ): Pie a de grandes dimensiones, pues
cuenta con 43. cm de altura. Su boca posee un diámetro de 6.
cm y su labio es biselado. En el tercio superior de la vasija aparece el hombro. Conser a el negati o de una de las asas con las ue
debi contar. stas se dispondrían en hori ontal, bajo el hom
bro, y su sección es ovalada. Las paredes del cuerpo presentan
una tendencia troncoc nica. La base es c nca a y tiene 4 cm
de diámetro. La ornamentación se estructura en dos registros en
los que se pintan motivos geométricos y vegetales, si bien, en el
inferior también aparecen otros de tipo faunístico.
43 6
0 fig. 3 ): Recipiente de grandes dimensiones
ue mide 4 . cm de altura. Tiene el labio biselado y su boca
posee cm de diámetro. Pr imo a esa ona conser a una incisión precocción que se prolonga a la tapadera con la que se asocia
43 6
6, fig. ) Cabr , 44, Lám. . ), por lo ue
indicaría el punto de encaje entre ambas pie as uentes, 0 ).
En el tercio superior presenta el hombro, al ue se le sobreponen
un par de asas geminadas dispuestas en hori ontal. nicamente
ha perdurado una de ellas, formada por dos ástagos de secci n
circular. Las paredes de su cuerpo son de tendencia troncocónica y su base, c nca a, mide 4. cm de diámetro. La decoraci n
43
[page-n-57]
ig. 4. efectos de secado y cocci n en la pie a TCSN
Tiro de Ca
se dispone en dos registros en los que se pintan motivos vegetales y geométricos. Las asas también estaban decoradas con
motivos de este último tipo.
43 6
fig. 33): Vaso de gran tama o, pues a pesar
de ue está incompleto cuenta con 43 cm de altura conser ados.
Posee el labio biselado y su boca mide . cm de diámetro.
Bajo el hombro arrancarían, en hori ontal, un par de asas, de las
ue nicamente se ha conser ado una, formada por un elemento
de sección ovalada al que se le sobrepone una trenza. Las paredes de su cuerpo dibujan un perfil ligeramente troncoc nico
y la decoración se estructura en tres registros. En todos ellos
se pintan motivos geométricos, si bien, en el primero y tercero
tambi n aparecen otros egetales, a los ue hay ue sumar algunos zoomorfos en el último registro.
43 6
fig. 34): Vasija de gran formato ue mediría
más de 4 . cm de altura, pues no está completa. Presenta el
labio biselado y su boca cuenta con un diámetro de 4 cm.
Próximo a ella aparece una incisión precocción que se prolongaría sobre la tapadera a la ue estaría asociada uentes, 0 ).
44
n, lca i )
oto: M. M. uentes).
En la ona inferior del hombro se dispondría un par de asas,
de las ue nicamente nos ha llegado una. Como en el caso
anterior, se sit a en hori ontal y está compuesta por un elemento de sección ovalada, al que se le sobrepone una trenza.
Las paredes del cuerpo describen un perfil ligeramente troncocónico y la decoración se compone de tres registros. El primero presenta exclusivamente motivos geométricos, mientras que en el resto también se pintan otros vegetales y en el
último zoomorfos.
43 6
3 fig. 3 ): Recipiente de grandes dimensiones,
conser ado incompleto, ue mediría más de 4 . cm de altura.
Su labio es biselado y su boca posee 4 cm de diámetro. Bajo el
hombro deberían aparecer las dos asas características, pero no
se han conser ado, siendo su restituci n meramente hipot tica.
partir del hombro, el perfil de la pie a es troncoc nico. La
ornamentación está muy deteriorada, pero aparentemente está
compuesta por cinco registros. El primero, tercero y cuarto se
decoran con motivos geométricos, mientras que en el resto también aparecen otros vegetales.
[page-n-58]
ig. . Recipiente con cierre
herm tico . I.4) procedente
de Tiro de Ca n lca i )
ibujo: M. M. uentes).
TCSN5
0
ig. 6. Recipiente TCSN Tiro de Ca n, lca i ),
con hinchamientos en su cuerpo oto: Museo de Teruel).
10 cm
43 6
4 fig. 36): Pie a de gran tama o, pues a pesar
de estar incompleta mide 46. cm de altura. Posee un labio biselado y el diámetro de su boca es de 3 cm. Bajo el hombro
aparecen dos asas, dispuestas en hori ontal, formadas por un
elemento de sección ovalada al que se le sobrepone una trenza.
Las paredes del cuerpo dibujan un perfil ligeramente troncoc nico. La decoración se estructura en tres registros. En todos aparecen motivos geométricos, si bien, en el segundo y tercero se
combinan con otros vegetales. Además, en el del medio también
aparecen motivos zoomorfos.
43 6
fig. 3 ): Vaso conser ado casi por completo,
ue mediría más de 4 . cm de altura. El labio es biselado y
su boca tiene
cm de diámetro. Pr imo a esa ona presenta
una incisión precocción que se prolonga en la tapadera a la que
aparece asociado
aila , fig. 0 ) Cabr , 44, Lám. 4
uentes, 0 ). Bajo el hombro se sit an dos asas, engar adas
hori ontalmente, compuestas por un elemento de secci n o alada y otro trenzado que aparece sobre el anterior. Las paredes
de su cuerpo dan forma a un perfil ligeramente troncoc nico. La
decoración se dispone en dos registros y los motivos pintados
son de tipo geométrico y vegetal.
4
[page-n-59]
ig. . Recipiente con cierre
herm tico . I.4) procedente de
Tiro de Ca n lca i ) ibujo:
M. M. uentes).
TC124
0
ig. . etalle del asa conser ada del recipiente TC
Ca n, lca i ) oto: M. M. uentes).
4 Tiro de
43 6
6 fig. 3 ): Recipiente ue mide 44.4 cm de
altura. El labio de su boca es biselado y ésta tiene un diámetro de
cm. Pr imo a ella aparece una incisi n precocci n
ue tambi n presentaría la tapadera ue encajaba herm tica
mente uentes, 0 ). Posee hombro y no porta asas. El perfil
de las paredes del cuerpo es troncocónico. La base está fraccionada y mide 6 cm de diámetro. La ornamentaci n se dispone
en tres registros. El superior se decora exclusivamente con motivos geométricos, mientras que en el resto se combinan con
otros vegetales.
46
10 cm
43 6 44 fig. 3 ): Recipiente ue contaría con, al
menos, 3 cm de altura. pesar de no conser arse el labio,
rasgo definitorio del tipo, lo hemos incluido a uí por su similitud morfológica con el resto de piezas. En el tercio superior del
cuerpo presenta un hombro desarrollado, a partir del cual las
paredes del cuerpo describen una tendencia troncocónica. La
pieza conserva dos registros decorativos. El superior está tan
perdido ue resulta imposible identificar el tipo de decoraci n,
mientras que en el inferior se combinan motivos geométricos,
vegetales y zoomorfos.
43 6 46 fig. 40): Vaso con una altura superior a 44
cm, pues le falta la base. Presenta el labio biselado y su diámetro
de boca mide
cm. En su tercio superior aparece el hombro
y las paredes de su cuerpo son cilíndricas. Respecto a la decoración, decir que está dividida en dos registros que acogen
motivos geométricos y vegetales.
43 6 3
fig. 40): Vaso ue posee el labio biselado y
tiene
cm de diámetro de boca. En uno de los fragmentos se
aprecia un orificio de reparaci n. La decoraci n ue ha perdurado se desarrolla en un registro en el que se combinan motivos
geométricos y vegetales.
43 6 3
fig. 40): ragmento con el labio biselado y
un diámetro de boca de 4 cm. nicamente podemos apreciar la
existencia de un registro con motivos geométricos y vegetales.
43 6 4
fig. 40): ragmento con labio biselado cuyo
diámetro de boca mide
cm. nicamente conser a un poco
de uno de los registros con los que estaba decorado. En él, los
motivos representados son de tipo geométrico y vegetal.
43 6
6 fig. 40): Pie a conser ada parcialmente.
Posee el típico labio biselado y el diámetro de su boca mi-
[page-n-60]
ig. . Recipiente con cierre
herm tico . I.4) procedente del
Cabe o de lcalá
aila).
1943-69-507
0
de
cm. Presenta un hombro desarrollado y la decoraci n se
distribuye en dos registros que acogen motivos geométricos
y vegetales.
43 6 3
fig. 40): ragmento ue posee el característico labio biselado. Su boca tiene un diámetro de cm y nicamente se ha conser ado un registro en el ue se pintan moti os
geométricos y vegetales.
43 6 3 6 fig. 40): Parte del hombro de un aso de
este tipo que está ornamentado con motivos geométricos y vegetales dispuestos en un mismo registro.
43 6 4
fig. 40): ragmentos ue corresponden al
hombro y cuerpo de la pie a. Presenta la decoraci n estructurada en dos registros, donde se combinan motivos geométricos
y vegetales.
43 6 4 0 fig. 40): Parte superior de un aso con labio
biselado. Su boca registra un diámetro de 4 cm. La ornamentación conservada se estructura en dos registros. En el primero
los motivos representados son geométricos, mientras que en el
segundo también aparecen otros vegetales.
aila 40 fig. 4 ): Recipiente ue actualmente se encuentra en paradero desconocido. Podemos describirlo morfológicamente gracias a las fotografías y dibujos publicados, aunque
con limitaciones. Posee gran tama o, pues mide 4 cm de altura. El labio es biselado y su boca tiene . cm de diámetro.
10 cm
En el hombro se sit an dos asas, colocadas hori ontalmente,
compuestas por un elemento de sección ovalada al que se le
sobrepone otro tren ado. Solamente se ha recuperado una de
ellas. Las paredes de su cuerpo dibujan un perfil cilíndrico y la
decoración se dispone en tres registros en la parte externa del
aso. En todos se emplean moti os geom tricos, a los ue hay
que sumar otros vegetales en el primer y tercer caso.
aila 4 fig. 4 ): Pie a de la ue se ha recuperado su mitad superior, aunque fruto de las restauraciones practicadas en
momentos posteriores a su extracción se restituyó, de manera
hipot tica, el resto del recipiente. Presenta el característico labio
biselado y su boca registra un diámetro de cm. En el hombro
se dispondrían dos asas hori ontales, compuestas por un elemento de sección ovalada al que se le sobrepone una trenza, de las
ue nicamente se ha logrado recuperar una. Las paredes del
cuerpo describen una tendencia ligeramente troncocónica y la
decoración, distribuida en dos registros, se compone de motivos
geométricos y vegetales, apareciendo en el registro inferior también algún zoomorfo.
43 / 0 fig. 43): Recipiente conser ado casi al completo,
ue cuenta con 3 . cm de altura. Posee el típico labio biselado y
el diámetro de su boca es de 6 cm. Pr imo a esa ona lle a tres
incisiones precocci n uentes, 0 ) y dos perforaciones de reparaci n. En el tercio superior del cuerpo presenta un hombro
4
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ig. 30. Recipiente con
cierre herm tico . I.4)
procedente del Cabezo
de lcalá
aila).
1943-69-508
0
desarrollado. El cuerpo tiene una ligera tendencia troncocónica
y descansa sobre una base c nca a, de 6 cm de diámetro. La
decoración se estructura en dos registros, en los que se pintan
motivos geométricos, además de vegetales en el segundo.
La Corona (Fuentes de Ebro)
. 04. fig. 44): Pie a de gran tama o, de 0. cm de
altura, que cuenta con un diámetro de boca reducido, pues mide
3 cm. Posee el característico labio biselado. Pr imo a esa ona
presenta dos incisiones precocción, que también aparecerían en
la tapadera con la que quedaba cerrado el recipiente (Fuentes,
0 ). Bajo el hombro conser a dos asas hori ontales, formadas por un elemento de sección ovalada al que se le sobrepone una trenza. Las paredes de su cuerpo dibujan una tendencia
troncoc nica y su base, de 30 cm de diámetro, es c nca a. La
decoración del cuerpo se estructura en tres registros. El primero
acoge exclusivamente motivos geométricos, mientras que en los
dos restantes se combinan con otros vegetales. Las asas también
están decoradas con motivos geométricos.
4
10 cm
III.3. GRUP II
En este grupo se incluyen diferentes tipos de recipientes, de mediano tamaño, fácilmente transportables. Carecen de una funcionalidad específica, por lo ue son multifuncionales o poli alentes. Se ha se alado como usos más frecuentes los inculados
a actividades rituales, funerarias, domésticas y/o artesanales, si
bien, en el mundo ibérico, y dentro de la zona estudiada, son
más comunes estas dos últimas.
III.3.1. recIpIente con resalte (a. II.1) (FIg. 45-47)
Vasos que se caracterizan por ser profundos y presentar un resalte destacado en el cuello subtipo ) o cuerpo subtipo ).
Todos ejemplares aquí estudiados pertenecen al subtipo 1, es
decir, presentan el resalte en la zona próxima al cuello del recipiente. La literatura científica ha planteado di ersas hip tesis
sobre la funcionalidad ue debi tener dicho elemento. Se ha
publicado que el resalte serviría para crear un canal de agua que
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Fig. 31. Recipiente con
cierre herm tico . I.4)
procedente del Cabezo
de lcalá
aila).
1943-69-509
0
actuaría como barrera, impidiendo el acceso de insectos a su
interior letcher,
3:
), al mismo tiempo ue e itaría ue
al e traer el producto miel o aceite), dada su iscosidad, resbalaran las gotas por sus paredes y atrajeran insectos Broncano
y Blá ue ,
: 3 Morais, 006:
). nuestro juicio, a
pesar de que ambas sugerencias nos parecen acertadas, consideramos que la presencia del resalte no exime del empleo, además,
de una tapadera para proteger el producto contenido, evitando
la entrada de elementos extraños no deseados y su evaporación.
Estos recipientes tienen gran tamaño y son muy cerrados,
pues su índice de profundidad, según los ejemplares conservados más completos, está alrededor de 3 . La morfología de sus
labios es ariada moldurado, engrosado, destacado, etc.) y el
diámetro de su boca es medio, ya ue oscila entre los
y los
3. cm, lo ue facilitaría la e tracci n de los productos ue
acogerían en su interior. Debido a sus grandes dimensiones,
cuentan con un par de asas dispuestas en vertical en el tercio
superior del cuerpo. stas pueden ser acintadas con resalte en
10 cm
su parte central o geminadas con sección circular. El cuerpo
dibuja un perfil bitroncoc nico y como no se ha recuperado
ninguna pieza completa no podemos describir el tipo de bases
que tendrían. En cualquier caso, la estabilidad de la pieza se
vería comprometida por el reducido diámetro de la base, por lo
que sería conveniente equilibrarla con soportes.
Se trata de uno de los tipos documentados en menor número,
pues nicamente hemos identificado con certe a die ejemplares, aun ue recientemente se ha dado noticia de la e istencia
de otros dos posibles de los ue no se publica su perfil Beltrán
Lloris, 0 3: 06, fig.
y 6). Todos proceden del mismo yacimiento, el Cabe o de lcalá
aila) tabla 3), por lo ue su
producción fue restringida.
Cabezo de Alcalá (Azaila)
43 6 03 fig. 4 ): Recipiente con un diámetro de boca
mediano, de . cm, ue tiene el labio moldurado. poca distancia del borde se desarrolla un resalte no muy pronunciado. Deba4
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ig. 3 . Recipiente con
cierre herm tico . I.4)
procedente del Cabezo
de lcalá
aila).
1943-69-510
0
jo de éste arrancan las asas, que reposan en la parte superior del
cuerpo, justo antes de ue comience la ruptura de perfil. Se dispo
nen en vertical y tienen forma acintada con un resalte en su parte
central. La decoración se desarrolla en dos registros. En el primero los motivos que aparecen son geométricos y vegetales, mientras que en el segundo se pintan exclusivamente los primeros.
43 6 04 fig. 46): Vaso con un diámetro de boca de
tama o medio, pues mide 0. cm. Presenta un labio engrosado
y ligeramente apuntado por el exterior. Cerca del borde, pero
a menor distancia que en el caso anterior, se sitúa un resalte
muy destacado. Entre ambos aparece un grafito transcrito como
ba.r.ta Beltrán Lloris,
6: 3 ) o da.a.ba. Siles,
:
),
ue haría referencia al propietario. el par de asas con el ue
contaba nicamente se ha conser ado el negati o de su arranque, un poco más abajo del resalte, y el de reposo, justo en la
ona anterior a la ruptura del perfil. La ornamentaci n se estructura en dos registros y acoge motivos geométricos y vegetales.
43 6 60 fig. 46): Recipiente ue presenta el labio
engrosado por el interior y el borde recto. El diámetro de su
boca mide 0. cm, por lo ue tiene un tama o medio. El resalte
aparece a menor distancia del borde que en los ejemplares descritos y termina de forma redondeada, como apuntábamos para
0
10 cm
el caso de 43 6 03 y 43 6 3
fig. 4 y 4 ). el par
de asas con el que debía contar, únicamente conserva una de
forma parcial. sta es geminada y está formada por dos ástagos
de sección circular que se disponen en vertical. Arrancan del
tercio superior de la pieza, más abajo del resalte, y terminarían
un poco antes de la zona en la que las paredes del recipiente alcanzarían su diámetro máximo. Su cuerpo tendría posiblemente
forma bitroncocónica, aunque sus paredes aparecen más abombadas que en los casos anteriores. La ornamentación preservada
aparece estructurada en un registro, en él se combinan motivos
geométricos y vegetales.
43 6 6
fig. 4 ): Pie a ue posee un borde casi sin
destacar. El diámetro de su boca mide 0 cm, por lo ue se trata de un recipiente mediano. El resalte se halla más pr imo
al borde que en los dos primeros casos descritos y termina de
forma más apuntada. De las dos asas con las que debió contar
únicamente conserva una, de sección acintada con resalte en su
parte media, dispuesta en vertical. Arranca desde el tercio superior de la pieza, un poco más abajo del resalte, y terminaría
justo antes de ue comen ara la ruptura de perfil del cuerpo.
Únicamente se aprecia un registro decorativo con motivos de
tipo geométrico y vegetal.
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Fig. 33. Recipiente con
cierre herm tico . I.4)
procedente del Cabezo
de lcalá
aila).
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0
10 cm
ig. 34. Recipiente con
cierre herm tico . I.4)
procedente del Cabezo
de lcalá
aila).
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0
10 cm
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ig. 3 . Recipiente con
cierre herm tico . I.4)
procedente del Cabezo
de lcalá
aila).
1943-69-513
0
43 6 3
fig. 4 ): Recipiente cuya boca tiene el labio
engrosado y posee un diámetro de apertura de cm, por lo ue
es de medianas dimensiones. El resalte acaba de forma redondeada, siendo muy similar al de la pie a 43 6 03 fig. 4 ).
La ornamentación conservada aparece dispuesta en un registro
en el que se pintan motivos geométricos y vegetales.
43 6 3 3 fig. 4 ): ragmento ue conser a en su pared el resalte que caracteriza a este tipo y termina de una forma
similar a la de la pie a 43 6 6
fig. 4 ), es decir, apuntada.
En cuanto a la decoraci n, se alar ue solamente ha perdurado
un registro con motivos geométricos y vegetales.
43 6 3
fig. 4 ): Pie a cuya boca posee un labio
moldurado y cuenta con
cm de diámetro, por lo ue sus dimensiones son medias. El resalte aparece a poca distancia del
borde y acaba de forma redondeada, como en otros ejemplares
ya vistos. No se conservan las asas y la decoración preservada se distribuye en un registro en el que se combinan motivos
geométricos y vegetales.
43 6 3
fig. 4 ): Recipiente ue tiene el labio engrosado y un diámetro de boca de 0 cm, por lo ue es de mediano
tamaño. El resalte se sitúa a una distancia similar a la del primero
de los ejemplares vistos en este grupo y su forma también es parecida fig. 4 ). No se ha recuperado ninguna de las asas con las
que debió contar y la ornamentación conservada se estructura en
un registro. Los motivos pintados son geométricos y vegetales.
43 6 3 4 fig. 4 ): Pie a ue posee una boca con labio moldurado y 0 cm de diámetro de apertura, por lo ue sus
dimensiones son medias. El resalte aparece muy destacado y
10 cm
termina de forma redondeada, similar al que aparece en otros
vasos. No se conserva ninguna las asas y la decoración, en un
registro, se compone de motivos geométricos y vegetales.
43 6 4
fig. 4 ): Vaso ue posee una boca con borde
saliente y labio engrosado. El diámetro de sta es de 3. cm, por
lo ue su tama o es mediano. No se ha recuperado ninguna de
las asas y la ornamentación conservada se dispone en un registro,
en el que se representan motivos de tipo geométrico y vegetal.
III.3.2. tInajIlla (a. II.2) (FIg. 48)
Se trata de recipientes profundos, cerrados y de medianas dimensiones, al no sobrepasar ning n ejemplar los 40 cm de
altura. No presentan uniformidad en cuanto a los bordes que
poseen, pues hemos documentado diferentes morfologías salientes, rectos y engrosados). Los diámetros de sus bocas osci
lan entre los 4.6 y cm. Todos los ejemplares presentan cuello,
si bien, éste puede estar indicado o destacado. Algunos llevan
un par de asas dispuestas en vertical, pero son de variado tipo
simples o compuestas). Por otra parte, en funci n de si presentan hombro o carecen de l se han establecido dos subtipos,
el para el primero de ellos y el para el segundo, predominando el primero de los señalados. En los ejemplares más
completos se aprecia que las paredes del cuerpo describen una
tendencia troncocónica.
Este tipo de vasos estaría destinado a contener productos,
bien fueran sólidos o líquidos, pero en menor cantidad que las
tinajas, lo ue los haría más id neos para el uso cotidiano.
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ig. 36. Recipiente con
cierre herm tico . I.4)
procedente del Cabezo
de lcalá
aila).
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0
De nuevo, es un tipo que está poco representado en este
conjunto, pues nicamente hemos identificado ocho pie as en
un reducido n mero de yacimientos: lto Chac n Teruel),
El Palao lca i ), Tiro de Ca n lca i ) y El Cabe o de
lcalá
aila) tabla 3).
Alto Chacón (Teruel)
lto Chac n 3 fig. 4 ) trián,
6, fig. c): Recipiente
de mediano tama o ue presenta una in e i n destacada entre el borde y el cuerpo de la pie a subtipo ). Posee un labio
engrosado y su boca mide 13 cm de diámetro, por lo que es de
medianas dimensiones. Cuenta con un par de asas verticales en
el tercio superior de la pieza, que arrancan del borde y acaban
un poco antes de que el cuerpo registre su diámetro máximo. En
la documentaci n disponible no se detalla su secci n. El perfil
de las paredes del cuerpo dibuja una tendencia bitroncocónica
y la decoración conservada aparece en un registro en el que se
combinan motivos geométricos y vegetales.
lto Chac n
fig. 4 ) trián,
6, fig. 4 a): Tinajilla
ue carece de hombro subtipo ) y tiene cuello destacado ariante ). Presenta una boca con labio saliente y su diámetro
mide 0 cm, por lo ue su tama o es medio. el labio surgen
10 cm
en vertical un par de asas trigeminadas, de sección circular, que
descansan en la parte inferior del cuello. La ornamentación aparece tanto en el interior como en el exterior de las paredes del
recipiente. La primera es de tipo geométrico y se desarrolla en
un único registro. La segunda, en el cuerpo de la pieza, se estructura también en un registro en el que junto a los motivos
geométricos se pintan otros vegetales.
El Palao (Alcañiz)
Pal 3 fig. 4 ): ragmento de la parte superior de una tinajilla sin hombro subtipo ) y con el cuello indicado ariante ).
Presenta el borde saliente y el diámetro de su boca es de cm.
La decoración conservada se pinta en las paredes externas del
vaso y se dispone en un registro, en el que se combinan motivos
geométricos y vegetales.
Tiro de Cañón (Alcañiz)
TC bj 3 fig. 4 ): Recipiente con labio saliente y un diámetro de boca de 4. cm. Posee hombro subtipo ) y las paredes de su cuerpo definen un perfil ligeramente abombado ariante 3). La decoraci n aparece distribuida en dos registros, en
el primero es geométrica y en el segundo se combinan motivos
geométricos y vegetales.
3
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ig. 3 . Recipiente con
cierre herm tico . I.4)
procedente del Cabezo
de lcalá
aila).
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0
Cabezo de Alcalá (Azaila)
3 0 fig. 4 ): Tinajilla con borde saliente y un diámetro
de boca de cm, por lo ue es de medianas dimensiones. Entre
el cuerpo y el borde aparece un cuello indicado y, justo debajo,
se desarrolla un hombro muy marcado subtipo ). Carece de
elementos de prensión conservados. La decoración se dispone
en el exterior del vaso en, al menos, dos registros. El superior
acoge motivos de tipo geométrico, mientras que en el inferior
también se pintan otros vegetales.
3 0 4 fig. 4 ): Pie a de perfil muy similar a la anteriormente descrita. No se ha recuperado el borde, pero sí la parte del
cuerpo en la ue aparece el hombro muy destacado subtipo ).
Se conserva el negativo de una de las asas, dispuesta en vertical
y de sección acintada. De la ornamentación con la que debió
contar conserva dos registros. En el primero de ellos se pintan
motivos geométricos, mientras que en el segundo también aparecen vegetales y animales.
3 0
fig. 4 ): Vaso de reducidas dimensiones, pues s lo
cuenta con un diámetro de boca de cm. Su borde es recto
y conserva el arranque de un asa, de sección acintada, que
sale en ertical desde el hombro subtipo ). La decoraci n se
4
10 cm
estructura, al menos, en un registro. Se sitúa en la cara externa de la pieza y los motivos representados son geométricos
y vegetales.
aila 30 fig. 4 ) Cabr , 44, fig. , Lám. 4 . ): Tinajilla con hombro de pe ue as dimensiones, pues s lo mide
.3 cm de altura. Cuenta con un borde poco destacado y un
diámetro de boca de 4.6 cm. el hombro redondeado sub
tipo ) arrancan un par de asas erticales, de secci n acintada,
ue reposan justo antes de la ruptura de perfil ue e perimenta su cuerpo bitroncocónico. Descansa sobre una base anillada
cuyo diámetro coincide con el de la boca. La ornamentación
se desarrolla en un único registro, donde se combinan motivos
geométricos y vegetales.
III.3.3. recIpIente con cIerre herMétIco (a. II.4) (FIg. 49-53)
Tipo caracterizado por incluir recipientes que presentan un
cierre herm tico, independientemente de cuál sea su forma
biselada o dentada). E isten hasta el momento tres subtipos
establecidos: el primero agrupa las urnas o tinajillas de orejetas perforadas el segundo se refiere a la pyxis o tinajillas que
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ig. 3 . Recipiente con
cierre herm tico . I.4)
procedente del Cabezo
de lcalá
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presentan el borde dentado y el tercero incluye nicamente las
tinajillas que poseen el labio biselado. A tenor de las piezas estudiadas, el único subtipo aquí representado es este último, si
bien, en funci n del perfil de los cuerpos hemos establecido dos
ariantes. La primera de ellas se refiere a pie as cuyas paredes
describen una tendencia globular, mientras que en las segundas
hay una ruptura de perfil marcada en el tercio superior de la
pieza, dando lugar a un cuerpo bitroncocónico. De acuerdo con
los ejemplares estudiados, consideramos que debería incluirse
una tercera ariante, compuesta por pie as ue poseen hombro
y cuerpos cilíndricos.
Entre sus características, cabe destacar que cuenta con tama os ue oscilan entre los . cm y los 3 .4 cm de altura, si
bien, son más comunes los de menor medida. El diámetro que
registra su boca a desde los . cm a los
cm, por lo ue es
de medianas dimensiones. Sólo en el caso de la tercera variante
es común la presencia de asas dispuestas en vertical, de sección
acintada con resalte. Por último, señalar que su base puede estar
indicada o ser c nca a, con diámetros ue oscilan entre los 0
y los
cm.
Se trata de uno de los tipos más representados, pues cuenta
con sesenta y una pie as, aun ue solamente se conser an ocho
ejemplares relativamente completos. Casi todos proceden del
10 cm
Cabe o de lcalá
aila), con cincuenta y seis pie as, pero
tambi n se han recuperado en La Guardia
lcorisa), San
ntonio Calaceite) y Tiro de Ca n lca i ) tabla 3). Los
más abundantes son los ue pertenecen a la ariante
once
asos), seguidos de la ariante 3 ocho asos) y, por ltimo, la
ariante tres asos).
La Guardia (Alcorisa)
LGSN fig. 4 ): ragmento ue posee el característico
labio biselado y cuenta con un diámetro de boca de
cm.
e la decoraci n con la ue debi contar, nicamente se ha
conservado un registro en el que se pintan motivos geométricos
y vegetales.
LGSN fig. 4 ): ragmento con el labio biselado y
cm
de diámetro de boca. Cuenta con motivos geométricos y vegetales pintados en el único registro conservado.
San Antonio (Calaceite)
San ntonio 4 fig. 4 ) Bosch,
3a, fig. 0): Pie a de
la ue no se ha publicado el perfil y ue actualmente se encuentra en paradero desconocido. Por las descripciones ofrecidas en diferentes publicaciones Bosch,
3a Cabr , 44:
Pallar s, 6 : 6 ), consideramos ue podría incluirse
dentro de este tipo, aunque no sin ciertas reservas. La orna-
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Fig. 39. Recipiente con
cierre herm tico . I.4)
procedente del Cabezo
de lcalá
aila).
0
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10 cm
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1943-69-2465
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ig. 40. Recipientes con cierre herm tico
6
1943-69-4207
. I.4) procedentes del Cabe o de lcalá
aila).
10 cm
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mentación se distribuye en dos registros. En ambos se pintan
motivos geométricos, si bien, en el superior también aparecen
otros vegetales.
Cabezo de Alcalá (Azaila)
43 6 0 fig. 0): Recipiente de gran tama o, pues
mide 3 .4 cm de altura. Cuenta con el característico labio biselado y el diámetro de su boca mide . cm. Las paredes del
cuerpo describen una forma globular ariante ). parentemente no presenta elementos de suspensión. Su base está indicada y posee 11 cm de diámetro. Por último, señalar que la
decoración se distribuye en dos registros, contando ambos con
motivos geométricos y vegetales.
43 6 06 fig. ): Pie a con el característico labio biselado y un diámetro de boca de 0 cm. Su cuerpo tiene forma
globular ariante ). Presenta la ornamentaci n di idida en tres
registros. El superior acoge motivos exclusivamente geométricos, mientras que en los otros se pintan también vegetales.
43 6
fig. ): Vaso de reducidas dimensiones, pues
tiene una altura de cm. Presenta, como es propio, el labio biselado. Próximo a esa zona conserva dos incisiones precocción
en dos puntos diferentes y con orientaciones distintas (Fuentes,
0 ). Su boca mide .4 cm de diámetro. Su cuerpo tiene forma globular ariante ) y su base, c nca a, mide 0 cm de
diámetro. La ornamentación se desarrolla en dos registros. El
primero acoge exclusivamente motivos geométricos, mientras
que en el segundo aparecen también otros de tipo vegetal.
43 6 363 fig. ): Pie a con una marcada carena en
su tercio superior ariante ) y cuerpo con paredes cilíndricas.
La decoración conservada se dispone en un registro, donde se
combinan motivos geométricos y vegetales.
43 6
fig. ): Recipiente conser ado casi por completo que posee el característico labio biselado. El diámetro de
su boca mide
cm. En el tercio superior de su cuerpo aparece
una ruptura de perfil ariante ), a partir de la cual las paredes
del cuerpo ad uieren forma troncoc nica. No se ha recuperado
su base original, aunque en su restauración se le dotó de una. La
ornamentación aparece distribuida en dos registros, en los que
se emplean motivos de tipo geométrico y vegetal.
43 6
3 fig. ): Ejemplar de pe ue o formato, pues
mide solamente . cm de alto. Posee el típico labio biselado y
el diámetro de su boca es de . cm. Pr imo a esa ona conser a una incisi n precocci n uentes, 0 ). poca distancia
de la apertura de la pie a aparece una carena ariante ) y, a
partir de ésta, las paredes del cuerpo adoptan una forma ligeramente troncocónica. La base es cóncava y tiene un diámetro
de cm. Cuenta nicamente con dos registros decorati os ue
acogen motivos geométricos y vegetales.
43 6
3 fig. ): ragmento del cuerpo de un aso ue
posee una carena marcada ariante ). La ornamentaci n, distribuida en dos registros, combina motivos geométricos y vegetales.
43 6 3 4 fig. ): Recipiente con el típico labio biselado y un diámetro de boca de cm. Posee en la ona pr ima
a la boca una carena muy marcada ariante ). La ornamentación se distribuye en dos registros. El superior acoge exclusivamente motivos geométricos, mientras que en el inferior se
combinan con otros de tipo vegetal.
43 6 3 0 fig. ): ragmento fracturado en la ona
anterior a la boca ue presenta una marcada carena ariante ).
Cabe resaltar la existencia de una incisión precocción en la zona
próxima a la boca que, aparentemente, carece de funcionalidad.
La ornamentación conservada se estructura en dos registros.
En el superior aparecen exclusivamente motivos geométricos,
mientras que en el inferior se combinan con otros vegetales.
43 6 3 6 fig. ): ragmento ue posee una carena
ariante ) y presenta la decoraci n distribuida, al menos, en
dos registros. En ambos casos los motivos pintados son geométricos y vegetales, sin excluir la posibilidad de que aparecieran
otros de diferente naturaleza.
43 6 30 fig. ): Parte superior de un recipiente con
cierre herm tico, aun ue no se ha conser ado el labio. Presenta
una carena ariante ) y la decoraci n está estructurada en dos re
gistros en los que se combinan motivos geométricos y vegetales.
43 6 3 3 fig. ): Pie a de la ue se ha recuperado la
parte del cuerpo en la ue aparece una carena ariante ). Posee
una decoración distribuida, como mínimo, en dos registros. En
el superior se combinan motivos geométricos con otros vegetales, mientras que en el inferior los conservados son posiblemente de tipo vegetal.
43 6 3 0 fig. ): Parte superior de una pie a con carena en su tercio superior ariante ). La ornamentaci n se estructura en dos registros y está muy incompleta, aunque aparentemente está compuesta por motivos geométricos y vegetales.
43 6
3 fig. ): Tercio superior de una pie a ue
presenta una ruptura de perfil ariante ). Sus paredes se desarrollan con tendencia cilíndrica y se decoran con motivos
geométricos y vegetales distribuidos en dos registros.
43 6 333 fig. ): Pie a de la ue se conser a su
tercio superior. Como es propio, posee el labio biselado.
Su boca cuenta con un diámetro de 6 cm. Presenta una care
na ariante ), a partir de la cual parece ue las paredes describen una tendencia troncocónica. La decoración está muy
perdida, pero apreciamos que, al menos, debió contar con dos
registros. En el superior existen motivos geométricos y vegetales, mientras que en el inferior, fruto del mal estado de conservación, no podemos diferenciar su naturaleza.
43 6 4 0 fig. ): Recipiente con el característico
labio biselado y 4 cm de diámetro de boca. En su tercio superior tiene una carena ariante ) y las paredes del cuerpo describen una tendencia cilíndrica. Entre ambos espacios aparece
el negati o de una de las asas con las ue debi contar. sta
se dispone en vertical y tiene sección ovalada. La decoración
se estructura en tres registros. En todos ellos se pintan motios geom tricos, a los ue hay ue sumar otros egetales en el
segundo y tercer caso.
43 6 4 0 fig. ): Ejemplar ue presenta el labio biselado y un diámetro de boca de . cm. En el tercio superior
aparece una carena ariante ), a partir de la cual se desarrolla
el cuerpo cilíndrico. La ornamentación conservada se estructura
en dos registros. En el superior se pintan exclusivamente motivos geométricos, mientras que en el inferior se combinan con
otros vegetales.
3
fig. ): ragmento de un recipiente con
carena ariante ) ue conser a el labio biselado. Su boca mide
0 cm diámetro y la decoraci n se estructura en, al menos, un
registro, en el que se conservan motivos vegetales.
43 6
6 fig. ): En base a los fragmentos recuperados, apreciamos que el vaso debió contar con un tamaño considerable. Posee el característico labio biselado y su diámetro de
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ig. 4 . Recipiente con
cierre herm tico . I.4)
procedente del Cabezo
de lcalá
aila).
Azaila-40
0
boca mide . cm. Pr imo a esa ona conser a parte de una
incisi n precocci n uentes, 0 ). Tras el hombro redondeado ariante 3) se desarrollan las paredes del cuerpo, de aspecto
cilíndrico. La ornamentación se estructura en cuatro registros y
en todos se emplean motivos geométricos, a los que en el segundo y ltimo caso habría ue sumar otros de tipo egetal.
43 6 3
fig. ): ragmento perteneciente al tercio
superior de la pie a. No conser a el labio, pero sí el hombro
redondeado ariante 3). Las paredes de su cuerpo tienen forma
cilíndrica y la decoración, distribuida en dos registros, se compone de motivos de tipo geométrico y vegetal.
43 6 466 fig. ): Recipiente ue contaría con un tamaño considerable. Posee el labio biselado y un diámetro de
boca de 6 cm. Pr imo a esa ona conser a dos líneas incisas
precocci n uentes, 0 ), una en ertical y la otra en diagonal, que surgen del mismo punto. Presenta elementos de prensión dispuestos en vertical, del tipo asa acintada con resalte, si
bien s lo ha perdurado una de las dos con las ue debi contar.
rranca del hombro y terminaría en la parte superior del cuerpo de la pie a. partir de la in e i n, las paredes del cuerpo
describen una tendencia cilíndrica ariante 3). La decoraci n
aparece distribuida en dos registros. El primero tiene motivos
geométricos y vegetales, mientras que el segundo únicamente
cuenta con los del primer tipo indicado.
43 6
6 fig. ): Vaso con el característico labio
biselado y un diámetro de boca de 0 cm. En el tercio superior aparece el hombro ariante 3). La ornamentaci n se
desarrolla en un registro en el que se pintan motivos geométricos y vegetales.
10 cm
43 6 3 0 fig. ): ragmento ue hemos incluido
en este tipo por la similitud morfol gica de su perfil. Posee el
hombro característico de la ariante 3 y las paredes del cuerpo
tienen tendencia rectilínea. La decoración que conserva se estructura en un registro, donde se combinan motivos geométricos y vegetales.
43 6 3 3 fig. ): pesar de no haberse recuperado
la boca de esta pie a, la hemos incluido a uí por la similitud
formal de su perfil. Presenta un hombro en su tercio superior
ariante 3) y las paredes de su cuerpo caen de forma rectilínea.
La ornamentación se estructura en, al menos, dos registros. El
primero de ellos acoge motivos geométricos y vegetales, mientras que el inferior está a duras penas conservado.
3
3 fig. ): Vaso con el característico labio biselado y un diámetro de boca de 4. cm. En el tercio superior
presenta un hombro ariante 3), a partir del cual se desarrollan
las paredes del cuerpo con tendencia cilíndrica. La decoración
conservada aparece distribuida en dos registros. En el superior
se pintan motivos geométricos y vegetales, mientras que en el
inferior la ornamentación está muy deteriorada.
3 04 fig. ): ragmento con el típico labio biselado
y hombro ariante 3). Pr imo al borde presenta una incisi n
precocci n uentes, 0 ). La ornamentaci n se estructura
en dos registros, en los que se pintan motivos geométricos
y vegetales.
aila 34 fig. ): ragmento de la parte superior de un
recipiente ue no ha conser ado el característico labio biselado.
Presenta una in e i n redondeada ariante 3), tras la cual se
desarrolla un cuerpo cilíndrico. La decoración se estructura en
[page-n-72]
ig. 4 . Recipiente con
cierre herm tico . I.4)
procedente del Cabezo
de lcalá
aila).
Azaila-41
0
10 cm
ig. 43. Recipiente con
cierre herm tico . I.4)
procedente del Cabezo
de lcalá
aila).
439-2/150
0
10 cm
[page-n-73]
ig. 44. Recipiente
con cierre herm tico
. I.4) de La Corona
uentes de Ebro).
87.104.1
0
dos registros. En el superior se emplean motivos geométricos,
egetales y figurados, mientras ue en el inferior nicamente no
se ha documentado el segundo tipo se alado.
43 6
0 fig. ): ragmento ue podría corresponder al tercio superior de un recipiente con cierre herm tico.
La decoración se estructura en, al menos, tres registros. En
el primero solamente aparecen motivos geométricos, mientras que en el segundo se combinan con otros vegetales.
El tercer registro está más incompleto, observándose únicamente motivos vegetales.
43 6 3 0 fig. ): ragmento ue posiblemente corresponde al cuerpo de un recipiente con cierre herm tico. La
decoración se dispone en dos registros y es de tipo geométrica
y vegetal.
43 6
fig. 3): ragmento con el labio biselado y
un diámetro de boca ue mide 3 cm. La decoraci n se desarrolla en dos registros. En el primero se emplean motivos geométricos, mientras ue en el segundo solamente se han conser ado
los de tipo vegetal.
60
10 cm
43 6 304 fig. 3): ragmento ue presenta el típico
labio biselado. Su boca mide 11 cm de diámetro. Conserva decoración en un registro, en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
43 6 44 b fig. 3): ragmento de posible recipiente
con cierre herm tico, ue tiene el cuerpo abombado. La ornamentación está distribuida en dos registros, en los que se pintan
motivos geométricos y vegetales.
43 6
04 fig. 3): ragmento de posible recipiente
con cierre herm tico con la ornamentaci n estructurada en dos
registros. En el primero se pintan motivos geométricos y vegetales, mientras que en el segundo solamente apreciamos los del
primer tipo.
43 6
0 fig. 3): Parte del tercio superior de un recipiente con cierre herm tico. Presenta decoraci n en un registro,
en el que se pintan motivos geométricos y vegetales.
43 6 60 fig. 3): ragmento ue no conser a el característico labio biselado. La ornamentación se dispone en un
registro en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
[page-n-74]
ig. 4 . Recipiente
con resalte . II. )
del Cabezo de Alcalá
aila).
1943-69-503
0
43 6 3 03 fig. 3): Parte superior de un aso ue tiene
el labio biselado y un diámetro de boca de cm. La decoraci n
se desarrolla en un registro en el que aparecen motivos geométricos y vegetales.
43 6 3 04 fig. 3): Parte superior de una pie a ue
conserva el característico labio biselado. El diámetro de su boca
mide 0. cm. La ornamentaci n se estructura en tres registros.
En todos aparecen motivos geométricos, si bien, en el del centro
se combinan con otros vegetales.
43 6 3 6 fig. 3): Parte del cuerpo de un posible recipiente con cierre herm tico con ornamentaci n estructurada en
dos registros. Del primero únicamente se conserva un posible
motivo vegetal, mientras que en el segundo los de ese tipo están
presentes junto a otros geométricos.
43 6 3 3 fig. 3): ragmento del cuerpo de un posible recipiente herm tico. Presenta hombro y las paredes de
su cuerpo parecen caer de forma rectilínea ariante 3). La ornamentación combina motivos geométricos y vegetales en el
registro conservado.
43 6 3 34 fig. 3): ragmento del tercio superior de
un posible recipiente con cierre herm tico. Conser a un registro
decorativo en el que se pintan motivos geométricos y vegetales.
43 6 3 40 fig. 3): ragmento del cuerpo de un posible recipiente con cierre herm tico. Presenta la ornamentaci n
dispuesta en un registro, en el que aparecen motivos vegetales.
10 cm
43 6 3
fig. 3): ragmento del tercio superior de
un posible recipiente con cierre herm tico. La decoraci n conser ada se desarrolla en dos registros en los ue podrían haberse
representado motivos vegetales junto a otros geométricos.
43 6 3 6 fig. 3): ragmento de la parte superior
del cuerpo del recipiente. Conserva el negativo del arranque
de una de las asas con las que debió contar. La decoración se
distribuye en un registro, en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
43 6 3
fig. 3): ragmento del tercio superior del
vaso. La ornamentación, en la parte externa de las paredes, se
estructura en un registro. En él se pintan motivos geométricos
y vegetales.
43 6 3
fig. 3): ragmento ue corresponde a la
parte superior de un posible recipiente con cierre herm tico. La
decoración conservada se dispone en un registro en el que aparece un motivo vegetal.
43 6 3
fig. 3): ragmento del cuerpo ue presenta
ornamentación desarrollada en dos registros. En el primero los
motivos representados podrían ser vegetales, mientras que en el
segundo aparecen también otros geométricos.
43 6 3
fig. 3): ragmento del cuerpo de un posible recipiente con cierre herm tico. La decoraci n aparece en
las paredes externas del cuerpo y se dispone en un registro en el
que se pintan motivos geométricos y vegetales.
6
[page-n-75]
1943-69-504
1943-69-601
0
ig. 46. Recipientes con resalte
6
. II. ) del Cabe o de lcalá
aila).
10 cm
[page-n-76]
1943-69-3512
1943-69-691
1943-69-3175
1943-69-4197
1943-69-3113
1943-69-3141
ig. 4 . Recipientes con resalte
. II. ) del Cabe o de lcalá
1943-69-3729
0
10 cm
aila).
43 6 33 6 fig. 3): ragmento con labio biselado.
El diámetro de su boca mide
cm, por lo ue es de me
dianas dimensiones. Como no posee carena podemos descartar ue pertene ca a la ariante . La ornamentaci n conservada se estructura en dos registros. En ambos se emplean
motivos geométricos, si bien, al segundo se le suman otros de
tipo vegetal.
43 6 33
fig. 3): ragmento del tercio superior del
recipiente. Posee el característico labio biselado y el diámetro
de apertura de su boca es de 6 cm. La decoraci n se desarro
lla en un registro en el que se combinan motivos geométricos
y vegetales.
43 6 3400 y 34
fig. 3): os fragmentos de las paredes de un posible recipiente con cierre herm tico. La ornamentación aparece en un registro y es de tipo vegetal.
3
fig. 3): ragmento de la parte superior de
un posible recipiente con cierre herm tico. La decoraci n se encuentra en muy mal estado, se dispone en un registro y combina
motivos geométricos y vegetales en el registro conservado.
3
3 fig. 3): ragmento con el labio biselado y
una boca ue posee un diámetro de 3 cm. Se conser a de manera parcial un registro decorativo en el que se pintan motivos
geométricos y vegetales.
3
4 fig. 3): ragmento ue presenta el típico
labio biselado. El diámetro de su boca mide 4 cm, por lo ue
es de mediano tamaño. La ornamentación se estructura en al
menos un registro, en el que se combinan motivos geométricos
y vegetales.
3
3 , , 3 fig. 3): Parte superior de un recipiente con el labio biselado. Conserva un registro decorativo en
el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
Tiro de Cañón (Alcañiz)
TCCjto
fig. ): Recipiente del ue se conser a apro imadamente el tercio superior. Posee el labio biselado que le permite cerrar herm ticamente con una tapadera del mismo tipo.
El diámetro de su boca mide .6 cm. Presenta hombro ariante 3) y las paredes de su cuerpo caen de forma rectilínea. La
decoración se estructura en, al menos, tres registros. El superior
acoge motivos exclusivamente geométricos, mientras que el
resto también presentan otros de naturaleza vegetal.
TCCjto b fig. ): ragmento perteneciente al cuerpo
de un recipiente de este tipo. Aunque no conserva el elemento definidor, es decir, el labio biselado, lo hemos incluido
aquí por las similitudes morfológicas que presenta con otros
ejemplares conocidos. En el tercio superior de la pieza aparece desarrollado un hombro ariante 3). Está más pronunciado
que en el caso anterior y a partir de él las paredes se desarrollan
con tendencia cilíndrica. La decoración conservada se estructura en un único registro que acoge motivos de tipo geométrico
y vegetal.
III.3.4. Lebes (a. II.6) (FIg. 54)
Este tipo engloba piezas que se caracterizan por ser abiertas,
tener una profundidad media y describir el perfil de sus paredes
una forma globular. Suelen tener el labio diferenciado y generalmente no poseen elementos de prensión. En función de si
presentan pie o no, se han establecido dos subtipos: el para el
primero de los casos y el para el otro. Cada uno de estos subtipos, a su vez, puede subdividirse en dos variantes atendiendo
a su tamaño. Así pues, por una parte estaría la variante de gran
formato, cuando el diámetro de su boca sobrepasa los
cm, y
la mediana, cuando se encuentra entre los 0 y
cm. Esa gran
63
[page-n-77]
37107
Alto Chacón-1
Pal-3
Azalia-30
Alto Chacón-3
37099
TCObj13
35074
0
10 cm
ig. 4 . Tinajillas
64
. II. ) de distintas procedencias: lto Chac n Teruel), El Palao
Tiro de Ca n lca i ) y El Cabe o de lcalá
aila).
lca i ),
[page-n-78]
LGSN8
LGSN9
0
10 cm
San Antonio-4
ig. 4 . Recipientes con cierre herm tico
. II.4) recuperados en La Guardia
apertura de boca está relacionada con la funcionalidad del recipiente, considerándose apropiado para la mezcla de sustancias
en estado líquido.
nicamente hemos documentado un ejemplar procedente
de Torre Gachero, por lo ue su presencia es más testimonial
ue significati a.
Torre Gachero (Valderrobres)
Torre Gachero fig. 4): Es poco lo ue podemos decir de
esta pie a, al no haberse publicado en su día su perfil, encontrarse en paradero desconocido y no tener la fotografía muy buena
calidad Puch y rtono es,
). Presenta pie destacado
subtipo ) y las paredes de su cuerpo ad uieren forma globular.
En la parte anterior a la ruptura del perfil aparecen un par de
asas geminadas, dispuestas en hori ontal, con secci n circular.
La presencia de éstas permite presuponer que debió contar con
un tamaño considerable. La decoración aparece dispuesta en un
único registro y combina motivos geométricos con otros vegetales. un ue no se ha publicado su desarrollo, parece tratarse
de una importación catalana.
III.3.5. KaLathos (a. II.7) (FIg. 55-91)
Este tipo se caracteriza por ser un recipiente abierto y relativamente profundo. Su tamaño es variable, pues existen ejemplares: grandes, ue miden más de 3 cm medianos, entre
0 y 3 cm y de pe ue o tama o, con una altura inferior
a los 0 cm. Puede presentar diferentes tipos de labio: ala plana,
ala plana con resalte, ala pendiente y saliente, aunque los que
más se documentan son los dos primeros. El mayor diámetro
de boca documentado es de 4 cm, mientras ue el inferior
mide 0. cm. Sus bases, en cambio, son por regla general
c nca as, con diámetros ue oscilan entre los
y 36. cm.
Los perfiles de sus paredes son sencillos, cilíndricos subtipo )
o troncoc nicos subtipo ). l igual ue ocurre en la gran
mayoría de zonas en las que se emplean los kalathoi, rara vez
portan asas, salvo algunos ejemplares de gran tamaño u otros
cuyas decoraciones entroncan con las del área catalana o ilicitana Conde,
a,
b). stas se disponen en hori ontal
y casi siempre son geminadas. Según el diámetro de su boca
se han establecido dos ariantes, la primera englobaría a los
recipientes grandes (con un diámetro de boca superior a los
lcorisa) y San ntonio Calaceite).
cm), resultando fácil manipular su contenido, y la segunda a los de mediano tamaño con un diámetro de boca inferior
a los
cm.
Se trata de uno de los pocos recipientes cerámicos ibéricos
que se exportaron fuera de sus territorios, entre mediados del
s. II a. C. y finales del s. I a C., documentándose en distintos puntos del Mediterráneo Benci enga,
4,
Bonet
y biri, 00 : 6 , fig. 3 4 Bonet y Mata, 00 : 6
Conde,
: 66,
6 Cuadrado,
ernánde I uierdo,
, fig.
García y Bellido,
,
4,
biri,
00 : 0 06 ouici, 00 Me uíri ,
3,
Muscolino, 006 Santos,
3). Se considera ue los usos
a los ue debi ser destinado fueron arios Mata y Bonet,
:
), destacando su utili aci n como posible contenedor
de miel Bonet y Mata,
: 3 4 ernánde Mateu, 000:
Gu rin, 003: 3 3 uan Tresserras, 000: 03 04). En
este sentido, es fácil imaginar que formaría parte de la carga
que adquirieron los barcos itálicos a su paso por la Península
Ibérica y que transportaron en su circuito de retorno (Fernánde I uierdo,
). Pudo, incluso, formar parte de los recipientes utilizados por la tripulación en esos desplazamientos,
siendo arrojados al mar tras su uso o rotura, lo que explicaría
el escaso número de ejemplares localizados en cada caso (Fernánde I uierdo,
:
). Por otra parte, una e llegado
al punto de destino y consumido el producto, el recipiente pudo
utili arse como contenedor de restos humanos Conde,
a:
3 3
e Nicolás y Conde,
3: ), formar parte del ajuar
funerario del difunto o entregarse como ofrenda en ciertos
lugares de culto, lo que denota el valor que la pieza tenía también per se Santos,
3: 4 Gornes y Plantalamor,
). En este sentido cabe aludir al nico ejemplar, de entre
los que abarca este estudio, documentado en un espacio funerario exógeno al área ocupada por los iberos, el de Cales Coves
laior) fig. ) Bel n y ernánde Miranda,
Cuadrado, 6
e Nicolás,
3).
Recientemente ha sido objeto de arios estudios encaminados a determinar si su capacidad está relacionada con el sistema métrico que utiliza la cótila griega como unidad de medida
ernánde Mateu, 000 legre y Cal o, 00 ). En el caso del
análisis llevado a cabo sobre los kalathoi ibéricos, usando como
prete to uno in dito procedente de Villena, se pudo confirmar
6
[page-n-79]
ig. 0. Recipiente con cierre
herm tico de perfil globular
. II.4.3. ) procedente del
Cabe o de lcalá
aila).
1943-69-505
0
10 cm
ue la capacidad de dicho recipiente era de 0. 3 l ernánde
Mateu, 000). El estudio reali ado con los ejemplares recuperados en el área 3 de Segeda I Mara) concluye en ue predominan
dos tipos de kalathoi, los grandes importados) y los pe ue os
de producci n local), teniendo los primeros una capacidad igual
a la suma de cuatro de los pequeños. De este modo, resulta obvio
que existió una unidad métrica de capacidad estipulada, que en
este caso e ui aldría a 0.
l, medida muy similar a la c tila
griega legre y Cal o, 00 :
Cal o García, 00 00 ).
Contamos entre los materiales estudiados con ochenta y un
ejemplares tabla 3), más unos cuantos posibles fragmentos,
por lo ue nos hallamos ante uno de los tipos más representados. Además, el número de yacimientos en los que aparece tambi n es amplio: lto Chac n Teruel), San Crist bal Mata de
los lmos), La Guardia lcorisa), Els Castellans Cretas), El
Palao lca i ), Tiro de Ca n lca i ), El Castelillo lloa), El Sabinar liete), Cabe o de lcalá
aila), La Corona
uentes de Ebro), Pi uete de la talaya
uara), Cabe o de
las Minas Botorrita), La Caridad Caminreal) y Cales Co es
laior), superando la característica restricci n geográfica ue
veíamos en los tipos anteriores.
un par de asas de secci n acintada, dispuestas en hori ontal,
a las ue se le sobrepone una tren a en la ona rehundida.
Solamente se conserva una de ellas completa, quedando poco
más del arranque de la segunda. Las paredes del cuerpo tienen
por el interior muy marcadas las líneas de torno. Su base, cónca a, tiene un diámetro de 3. cm. La decoraci n está distribuída en dos registros. El superior acoge exclusivamente motivos geométricos, mientras que en el inferior se combinan con
los vegetales y animales. También existen restos de pigmento
en las asas.
Alto Chacón (Teruel)
Els Castellans (Cretas)
IG
fig. ): Los fragmentos conser ados corresponden a la parte inferior del recipiente. El perfil de sus paredes
es bitroncoc nico subtipo ) y de la mitad del cuerpo surgen
3
fig. 6): Parte superior de un kalathos que posee
un diámetro de boca de 30 cm ariante ). Cuenta con un borde de ala plana con resalte, lo que facilitaría la disposición de
66
San Cristóbal (Mata de los Olmos)
SCRIS S
fig. ): ragmento de la parte superior de
un kalathos. Su estado de conservación, fracturado por diversas
partes, impide determinar cuál sería el diámetro de su boca, pero
a juzgar por sus dimensiones, no se trataría de un recipiente de
gran tamaño. Su borde es de ala plana y las paredes de su cuerpo describen una forma cilíndrica subtipo ). La decoraci n se
distribuye en un registro y los motivos que acoge son de tipo
geométrico, vegetal y zoomorfo. También se ornamenta el ala,
pero en ese caso los motivos son exclusivamente geométricos.
[page-n-80]
1943-69-363
1943-69-506
1943-69-2384
1943-69-522
1943-69-527
1943-69-523
0
1943-69-3110
1943-69-2193
10 cm
1943-69-3816
ig.
. Recipientes con cierre herm tico
. II.4) procedentes del Cabe o de lcalá
aila).
6
[page-n-81]
1943-69-2309
1943-69-2323
1943-69-2380
1943-69-2583
1943-69-3331
1943-69-4201
1995-38-Az-12
1943-69-4202
37047
1943-69-2596
1943-69-2296
1943-69-3790
Azalia-34
1943-69-2397
1943-69-3793
1943-69-2502
TCCjto25b
1943-69-2466
1943-69-3109
1995-38-Az-3
ig.
6
. Recipientes con cierre herm tico
TCCjto28
. II.4) hallados en El Cabe o de lcalá
0
aila) y Tiro de Ca
n
lca i ).
10 cm
[page-n-82]
1943-69-2188
1943-69-2304
1943-69-3157
1943-69-3104
1943-69-2507
1943-69-3126
1943-69-2602
1943-69-3219
1943-69-2448b
1943-69-3131
1943-69-3103
1943-69-2504
1943-69-3134
1943-69-3140
1943-69-3188
1943-69-3157
1943-69-3316
1943-69-3219
1943-69-3176
1943-69-3400 y 3412
1943-69-3322
1973-58-Az-29
1973-58-Az-31
1943-69-3182
1973-58-Az-4
0
1943-69-3197
1943-69-3316
1995-38-Az-31, 21, 37
10 cm
ig. 3. Recipientes con cierre herm tico
. II.4.) del Cabe o de lcalá
aila).
6
[page-n-83]
ig. 4. Lebes
. II.6. ) de Torre Gachero Valderrobres) Puch y rtono es,
, fig. ).
ig. . Kalathos . II. . )
de lto Chac n Teruel).
IG889
0
una tapadera para cubrir su contenido Gu rin, 003: 6), bien
fuera de material cerámico, tejido o piel Beltrán Lloris,
a:
43). Su cuerpo es cilíndrico subtipo ) y la ornamentaci n conservada aparece en un registro, en el que se combinan motivos
geométricos y vegetales. En el ala se pintan exclusivamente los
del primer tipo indicado.
3 344 fig. 6): ragmento con decoraci n desarrolla
da en un registro. En él se representan motivos geométricos
y vegetales.
0
10 cm
El Sabinar (Oliete)
El Sabinar fig. 6): ragmento ue corresponde a la parte superior de un kalathos. Posee un borde de ala plana y un diámetro de boca de
cm ariante ). Las paredes de su cuerpo
describen un perfil cilíndrico subtipo ). La decoraci n aparece
tanto en el cuerpo como en el ala. En el primero de los casos
se combinan motivos geométricos junto a otros vegetales en el
mismo registro. En el ala, en cambio, únicamente aparecen los
primeros señalados.
[page-n-84]
La Guardia (Alcorisa)
IG 3
fig. 6): ragmento de la parte superior de un
kalathos. Presenta un borde de ala plana con resalte. Su diámetro de boca mide 30 cm ariante ) y la morfología de sus
paredes es cilíndrica subtipo ). La decoraci n aparece en
el cuerpo, se distribuye en un registro y combina motivos
geométricos y vegetales. En el interior se pinta el signo “r” del
signario ibérico.
IG 4 fig. ): Recipiente de gran tama o, pues mediría
más de 3 cm de altura. Presenta un borde de ala plana con resalte. El diámetro de su boca mide 3 . cm ariante ) y el perfil de su cuerpo marca una tendencia cilíndrica subtipo ). La
ornamentación del cuerpo aparece en un único registro y combina moti os geom tricos, fitomorfos y oomorfos. Tambi n se
pintan motivos geométricos en el ala.
IG 3
fig. ): Vaso de mediano tama o, pues mide
33. cm de altura. Posee un borde de ala plana y su boca cuenta con un diámetro de 3 . cm ariante ). Las paredes de su
cuerpo describen una forma cilíndrica subtipo ) y termina en
una base c nca a, de
cm de diámetro. La decoraci n aparece en el cuerpo y en el ala. En el primer espacio se distribuye
en un único registro con motivos de variado tipo: geométricos,
egetales, animales y humanos. En el ala nicamente se pintan
motivos geométricos.
El Palao (Alcañiz)
Pal fig. ): Kalathos con el cuerpo cilíndrico subtipo )
y base c nca a, ue mide
cm de diámetro. Guarda cierto
parecido con una pie a recuperada en Tiro de Ca n lca i )
TCSN4, fig. 60). Es posible ue pro engan del mismo centro
productor, tanto por su morfología, acabado interno y externo,
así como por la sintaxis decorativa que presentan. La ornamentación se distribuye en dos registros. En el superior aparecen
motivos geométricos y vegetales, mientras que en el inferior
únicamente se pintan los primeros.
Pal 4 fig. 6): ragmento correspondiente a la parte inferior de un posible kalathos. Las paredes de su cuerpo describen
una tendencia cilíndrica y conserva un registro decorado con
motivos geométricos, vegetales y animales.
Tiro de Cañón (Alcañiz)
TC6 fig. 6): Recipiente de pe ue o formato, pues mide
6 cm de altura. Posee un borde de ala plana y un diámetro
de boca de 0. cm ariante ). Las paredes de su cuerpo son
ligeramente troncoc nicas subtipo ) y su base, c nca a, mide
cm de diámetro. La decoraci n del cuerpo se estructura en
un registro y es de tipo geométrico y vegetal, mientras que en el
ala únicamente se pinta la del primer tipo.
TCCjto
fig. 6): Pie a ue posee el borde de ala pla
na con resalte. El diámetro de su boca tiene gran anchura,
36. cm ariante ). Su cuerpo presenta una forma cilíndrica
subtipo ). demás, en el tercio superior del cuerpo aparecerían un par de asas geminadas, de sección circular, dispuestas en hori ontal, de las ue solamente se ha recuperado una.
La decoración, en el cuerpo, está distribuida en dos registros
con motivos geométricos y vegetales. En el ala sólo se emplean
los primeros.
TCCjto
fig. 6): ragmento de un kalathos con el cuerpo cilíndrico subtipo ). La decoraci n se distribuye en un nico registro, en el que se pintan motivos geométricos y vegetales.
TC
fig. 6): ragmento de un posible kalathos con
cuerpo cilíndrico subtipo ). La ornamentaci n está distribuida
en un registro y combina motivos geométricos y vegetales.
TCSN fig. 6): Kalathos de pequeño formato que cuenta
con 4.3 cm de altura. Se conser a casi entero, a e cepci n de
la parte inferior de la pieza, correspondiente a la base, que actualmente está restituida. Tiene el borde de ala plana, un poco
pendiente. El diámetro de su boca mide
cm ariante ) y
su cuerpo es cilíndrico subtipo ). La ornamentaci n, en las
paredes externas del cuerpo, aparece en un registro y es de tipo
geom trica y egetal. Tambi n hay restos de pigmento en el ala,
pero en este caso únicamente se pintan motivos geométricos.
TCSN fig. ): ragmento de un posible kalathos con
cuerpo rectilíneo subtipo ). La decoraci n aparece distribuida
en dos registros. En el superior aparecen exclusivamente motivos geométricos, mientras que en el inferior también se pintan
otros zoomorfos.
TCSN4 fig. 60): Pie a de mediano tama o, pues cuenta
con . cm de altura. Presenta un borde de ala plana, ligeramente pendiente, y un diámetro de boca de
cm ariante ).
Su cuerpo tiene forma cilíndrica subtipo ). En su tercio superior posee dos asas ue se disponen en hori ontal y aparecen pegadas al cuerpo, por lo ue recuerdan a las del grupo B 4 definido por Conde
a: 6). Se trata de falsas geminadas , pues
realmente están formadas por un vástago con incisión central
que simula la existencia de un asa geminada de sección circular
fig. 6 ). La base es c nca a y mide
cm de diámetro. La decoración que aparece en el cuerpo se distribuye en dos registros.
En el superior se representan motivos vegetales y geométricos,
mientras que en el inferior sólo se pintan estos últimos. También
se decoran el ala y las asas con motivos geométricos.
Por sus características, se cree ue fue producido en el horno de ontscaldes Valls) e Nicolás y Conde,
3: ), si
bien, dicha atribuci n responde más a su es uema y temática
decorativa que a otros criterios de tipo morfológico o técnico
Bruni y Conde,
:
3). En este sentido, decir ue los
kalathoi producidos en ontscaldes Valls) poseen unas paredes
ue describen un ligero ensanchamiento en la ona pr ima a la
base Lafuente Re uelto,
), ine istente en el caso de los recipientes que aquí describimos, tanto en el caso del Palao (Alcai ) como en el de Tiro de Ca n lca i ) fig.
y 60). demás, el tipo de borde que predomina en los ejemplares catalanes
es el plano, mientras que aquí el que se conserva es ligeramente
pendiente y carece del característico engrosamiento interno. La
presencia de asas del tipo “falsas geminadas” se documenta en
más ocasiones en este yacimiento, aunque también se emplean
en ontscaldes Valls). La pasta utili ada para su elaboraci n,
así como su acabado externo y la pintura empleada en las decoraciones son muy similares a las de otras piezas de Tiro de
Ca n lca i ). Por todo ello, consideramos ue la producci n
de la pieza debió realizarse en un alfar próximo a la zona, si
bien, el c digo iconográfico empleado denota la in uencia ue
los talleres catalanes irradiaron hacia otras onas ib ricas en su
época de máximo esplendor.
TC 0 fig. 6 ): Pie a ue pose un borde de ala plana con
resalte. Su diámetro de boca es grande, ya ue mide 3 . cm
ariante ). Las paredes de su cuerpo describen una forma cilíndrica subtipo ) y su superficie e terior está muy cuidada,
lo que contrasta con el interior, donde apreciamos la existencia
[page-n-85]
IG1358
TCCjto22
39292
39344
TCCjto27
TCSN2
El Sabinar-1
Pal-14
TC65
0
10 cm
TC2915
ig. 6. Kalathoi . II. ) hallados en Els Castellans Cretas) 3
IG 3 ), El Palao lca i ) Pal 4) y Tiro de Ca n
y 3 344), El Sabinar liete) El Sabinar ), La Guardia
lca i ) TCCjto , TCCjto , TCSN , TC
y TC6 ).
lcorisa)
[page-n-86]
ig. . Kalathos
. II. . . ) de
La Guardia lcorisa).
IG1547
0
10 cm
ig. . Kalathos
. II. . . ) recuperado
en La Guardia lcorisa).
IG1359
0
10 cm
3
[page-n-87]
ig. . Kalathos . II. . . )
del Palao lca i ).
PAL-1
0
10 cm
ig. 60. Kalathos
. II. . . ) de Tiro de
Ca n lca i ).
TCSN4
4
0
10 cm
[page-n-88]
ig. 6 . etalle del asa del kalathos TCSN4 procedente de Tiro de
Ca n lca i ) oto: M. M. uentes).
de hinchamientos. La decoraci n ue se desarrolla en el cuerpo
aparece estructurada en un registro, en el que se combinan motivos geométricos y vegetales. El labio también se decora, pero
únicamente con motivos del primer tipo señalado.
TCCjto
fig. 63): Recipiente con el borde de ala plana.
El diámetro de apertura de la boca es de 4 cm, por lo ue su
tama o es grande ariante ). Las paredes de su cuerpo describen una tendencia cilíndrica subtipo ) y la ornamentaci n ue
aparece en el cuerpo se estructura en, al menos, dos registros.
En el superior se pintan motivos geométricos y en el inferior
también aparecen algunos vegetales. En el ala únicamente existen motivos de tipo geométrico.
El Castelillo (Alloza)
IG 4 , 4 ,
fig. 64): Recipiente con un borde de ala
plana, bajo el ue e iste una fina moldura. Su boca tiene un diámetro de 44 cm ariante ) y las paredes de su cuerpo presentan
un aspecto cilíndrico subtipo ). Está decorado tanto el cuerpo
como el ala. En el cuerpo nicamente hay un registro conser ado
en el que se combinan motivos geométricos y zoomorfos, mientras que en el labio se pintan caracteres ibéricos junto a motivos
geom tricos. La inscripci n se ha transcrito como ]*ebantin.
kelsekite.iusti [ ]tir bankite Untermann,
0: 3 3 , E.4. ).
IG 0 fig. 64): Parte superior de un recipiente de este
tipo que presenta un borde de ala plana, bajo el que se desarrolla una fina moldura. El diámetro de su boca es de
cm ariante ). Las paredes de su cuerpo describen una tendencia
cilíndrica subtipo ). La decoraci n conser ada aparece tanto
en el cuerpo como en el ala. En el primer caso se estructura en
un registro, donde se combinan motivos geométricos, animales
y humanos, mientras ue en el ala nicamente aparecen los del
primer tipo diferenciado.
IG 3 fig. 64): Kalathos de gran tamaño, pues debió superar los 40 cm de altura. Presenta un borde de ala plana ue
tiene un diámetro de 4 cm ariante ). Las paredes de su cuerpo describen una tendencia cilíndrica subtipo ). un ue no
conserva ninguna de las dos asas con las que debió contar, sí
se puede apreciar el arranque de una de ellas en el cuerpo y estaría dispuesta en hori ontal. La ornamentaci n aparece tanto
en su cuerpo como en el ala. En el primer espacio se divide en,
al menos, dos registros. En el superior se combinan motivos
geom tricos, egetales, animales y humanos, mientras ue en
el segundo esa amplia variedad se reduce a los del primer y
segundo tipo señalado. En el ala se pintan motivos geométricos
y caracteres ibéricos transcritos como kaikotekilsenkite.s. (Untermann,
0: 330, E.4.3).
Castelillo
fig. 64): ragmento correspondiente a la parte superior de un kalathos. Actualmente se encuentra en paradero desconocido, por lo que únicamente tenemos conocimiento
de l a partir de la publicaci n de trián
, Lám. VIII.3).
Posee un borde de ala plana y su cuerpo tiene forma cilíndrica
subtipo ). La decoraci n, en el cuerpo, se dispone en un registro y está integrada por motivos geométricos y vegetales.
Castelillo SN fig. 64): Pe ue o fragmento ue presenta un
borde de ala plana y un diámetro de boca de 6 cm ariante ).
Las paredes de su cuerpo describen una forma cilíndrica (subtipo ). La decoraci n, muy perdida, aparece en el cuerpo y en el
ala. En el primero de esos espacios nicamente ha perdurado un
registro en el ue se combinan moti os geom tricos y humanos,
mientras que en el segundo se representan exclusivamente los
de tipo geométrico.
IG 4 fig. 6 ): Kalathos de mediano tamaño conservado
casi por completo, salvo la base. Posee un borde de ala plana,
su boca tiene . cm de diámetro ariante ) y las paredes
de su cuerpo describen una tendencia cilíndrica subtipo ).
La decoración se documenta tanto en el cuerpo como en el
ala. En el primer sitio indicado se estructura en un registro, en
el que se combinan una amplia variedad de motivos: geométricos, egetales, animales y humanos. En el ala solamente se
pintan los geométricos.
IG
fig. 66): Pie a de mediano tama o, pues supera los
0 cm de altura pero no alcan aría los 40 cm. Posee un borde
de ala plana, su boca tiene un diámetro de . cm ariante )
y el perfil de su cuerpo es cilíndrico subtipo ). La ornamentación aparece tanto en el cuerpo como en el ala. En el primer
espacio definido se estructura en dos registros. En el superior se
emplean motivos geométricos, mientras que en el inferior son
del tipo señalado así como vegetales y animales. En el ala únicamente se pintan motivos geométricos.
IG 43 fig. 6 ): Pie a de medianas dimensiones conser
vada parcialmente. Su borde es de ala plana, la boca tiene un
diámetro de
cm ariante ) y el cuerpo tiene forma cilíndrica subtipo ). La ornamentaci n del cuerpo aparece distribuida en un único registro, en el que se pintan motivos geométricos, vegetales y animales. En el ala aparecen exclusivamente motivos geométricos.
El Cabezo de Alcalá (Azaila)
4 004 fig. 6 ): Kalathos de medianas dimensiones,
pues mide 31 cm de altura. Cuenta con un borde de ala plana
con resalte y el diámetro de su boca mide cm ariante ). Su
cuerpo es cilíndrico subtipo ) y su base, c nca a, tiene
cm
de diámetro. La decoración aparece en el cuerpo y en el ala. En
el primer espacio indicado se dispone en un registro, utilizando
motivos de tipo geométrico y vegetal, mientras que en el ala se
pintan únicamente los geométricos.
[page-n-89]
ig. 6 . Kalathos
de Tiro de Ca n
TC110
43 6 4
fig. 6 ): Pie a de gran tama o, con 36 cm
de altura, que posee un borde de ala plana con resalte. La apertura de su boca tiene grandes dimensiones, pues mide 33.3 cm
ariante ). Las paredes de su cuerpo describen una tendencia
cilíndrica subtipo ). La incur aci n ue da origen a la base
comienza un poco antes que en el resto de ejemplares y está más
destacada. La base es c nca a y su diámetro es de
cm. La
ornamentación se pinta en el cuerpo y en el ala. En la primera
ubicación se estructura en dos registros. En el primero de ellos se
combinan los motivos geométricos con los vegetales y animales,
mientras que en el segundo únicamente aparecen los dos primeros se alados. En el ala nicamente hay moti os geom tricos.
43 6 4
fig. 6 ): Vaso con las paredes de su cuerpo
cilíndricas subtipo ). La ornamentaci n se distribuye en un
registro, en el que aparecen combinados motivos geométricos
y vegetales.
43 6 4 3 fig. 0): Recipiente de grandes dimensiones, pues cuenta con 3 . cm de altura. Presenta un borde de
ala plana con resalte y su boca tiene un diámetro de 33. cm
6
0
. II. . . )
lca i ).
10 cm
ariante ). Las paredes de su cuerpo describen una tendencia cilíndrica subtipo ) y en ellas apreciamos la e istencia de
unas marcas en la zona próxima al borde y a la base. Se trata de
huellas originadas por la acci n de ciertas herramientas ue el
alfarero utilizaba en el proceso de modelado de la pieza, con el
fin de uniformar el grosor de la superficie rtega rtega, 00 :
3 Romero y Cabasa, 00 : 334). La base no se ha conser ado
y la decoración se dispone en el cuerpo y en el ala. En el cuerpo se distribuye en un registro, en el que se combinan motivos
geométricos y vegetales, mientras que en el ala sólo aparecen
los primeros.
43 6 4 4 fig. ): Vaso de gran tama o, ue mide 4 cm
de altura. Tiene un borde de ala plana y cuenta con un diámetro
de boca de 33. cm ariante ). Su cuerpo tiene una forma cilíndrica subtipo ) y las paredes se incur an, en su parte inferior,
dando lugar a una base c nca a de . cm de diámetro. La
ornamentación se desarrolla en el cuerpo y se distribuye en un
registro. En él se combinan motivos geométricos, vegetales y, de
manera anecdótica, también aparece una representación animal.
[page-n-90]
TCCjto17
0
ig. 63. Kalathos
. II. . . ) de Tiro de Ca
n
10 cm
lca i ).
43 6 4
fig.
): Pie a de considerable tama o,
pues mide 40 cm de altura. Su boca cuenta con un diámetro de
3 cm ariante ). Posee un borde de ala plana y las paredes de su cuerpo marcan una tendencia cilíndrica subtipo ).
La incurvatura de éstas indica que la base sería cóncava, aunue no se ha recuperado al completo, y mide 36. cm de diámetro. La decoración se pinta en el cuerpo y se desarrolla en un
registro, en el que se incluyen motivos geométricos, vegetales
y animales.
43 6 4 6 fig. 3): Vaso de grandes dimensiones ue
posee un borde de ala plana y un diámetro de boca que mide
36 cm ariante ). Las paredes de su cuerpo describen una
forma cilíndrica subtipo ). La ornamentaci n aparece en el
cuerpo y se estructura en un registro, en el que se combinan
motivos geométricos, vegetales y animales. Entre ellos se pinta
al menos en dos ocasiones el signo H, que corresponde en el
ibérico nordoriental a una o Siles,
:
). Cabr propuso
identificar dicha marca con la firma del pintor del aso Cabr ,
34: 360 36 ), idea ue resulta plausible.
43 6 4
fig. 4): Recipiente de gran tama o, pues
mediría más de 43. cm de altura. Posee una boca de grandes
dimensiones, de 36. cm de diámetro ariante ). Su borde es
en ala plana con resalte. En una zona próxima a éste, pero por el
interior de la pie a, se ha pintado una estrella ue puede ser identificada con el signo bo del ib rico nordoriental Bena ente y
atás, 00 : ). Su cuerpo es ligeramente troncoc nico subtipo )
y, aun ue no se han recuperado, presentaría un par de asas dispuestas en hori ontal, como se deduce del arran ue conser ado
de una de ellas y del negativo de su zona de inserción. Existe ornamentación en el cuerpo y en el ala. En el primer espacio se distribuye en un registro y combina motivos geométricos y vegetales.
En el segundo únicamente se realizan motivos geométricos.
43 6 4
fig. ): Vaso de gran tama o, pues tiene
4 . cm de altura. Su borde es de ala plana con resalte. El diámetro de su boca es grande ariante ), pues mide 3 . cm. El cuer
po tiene forma cilíndrica subtipo ) y presentaría dos asas geminadas de secci n circular, dispuestas en hori ontal, de las ue solamente se ha recuperado una. La base es c nca a y tiene cm
de diámetro. La decoración aparece en el cuerpo, distribuida en un
registro en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
43 6 4
fig. 6): Pie a de gran tama o, con 4 cm de
altura. Presenta un borde de ala plana y su boca mide 33. cm
de diámetro ariante ). El cuerpo está formado por unas paredes ue describen una forma cilíndrica subtipo ). La base es
c nca a y tiene . cm de diámetro. La decoraci n se desarrolla en el cuerpo, en un registro en el que se combinan motivos
geométricos, vegetales y animales.
43 6 00 fig. ): Recipiente de grandes dimensio
nes ue cuenta con 4 .3 cm de altura. Posee un borde de ala
plana con resalte y el diámetro de su boca mide 40 cm, por
lo ue tiene gran tama o ariante ). Su cuerpo tiene forma
ligeramente troncoc nica subtipo ) y aun ue en su restauraci n se le pusieron un par de asas en el tercio superior, no hay
indicios que permitan dar por buena esta determinación.
La ornamentación aparece en el cuerpo y en el ala. En el primer espacio está distribuida en un registro y se combinan motivos geométricos y vegetales. En el segundo únicamente se
utilizan los geométricos.
43 6 0 fig. ): Kalathos de mediano formato, ya
ue tiene . cm de altura. Posee un borde en ala ligeramente
pendiente y el diámetro de su boca mide . cm ariante ).
Las paredes de su cuerpo describen una forma ligeramente troncoc nica subtipo ). La decoraci n se pinta en el cuerpo y en el
ala, si bien, mientras que en el primer espacio se combinan en el
mismo registro motivos geométricos y vegetales, en el segundo
sólo aparecen los primeros señalados.
43 6
fig. ): Pie a de grandes dimensiones, pues
la parte recuperada mide 3 cm de altura. Su boca cuenta con
un diámetro de 33 cm ariante ). Posee un borde de ala plana y labio moldurado. Las paredes de su cuerpo describen una
tendencia cilíndrica subtipo ) y la decoraci n se locali a en
la parte externa del cuerpo así como en el ala. Para la primera
ubicación se emplean motivos variados: geométricos, vegetales
y animales distribuidos en un único registro. En el ala solamente
aparecen los geométricos.
43 6 6 3 fig. 0): Kalathos del que se conserva solamente el tercio superior. Presenta un borde de ala plana y el
diámetro de su boca mide 3. cm ariante ). Las paredes de
[page-n-91]
Castelillo-11
IG150
Castelillo-SN
IG153
IG148, 149, 152
0
10 cm
Piquete de la Atalaya-1
ig. 64. Kalathoi . II. . . ) del Castelillo llo a) IG 4 , 4 ,
IG 3, Castelillo , Castelillo SN e IG
y Pi uete de la talaya
uara) Pi uete de la talaya ) ibujo: . Pa e I. guilera).
0)
[page-n-92]
ig. 6 . Kalathos
. II. . . ) del Castelillo
llo a).
IG154
0
10 cm
ig. 66. Kalathos
. II. . . ) del Castelillo
llo a).
IG151
0
10 cm
[page-n-93]
ig. 6 . Kalathos
. II. . . ) del Castelillo
llo a).
IG543
0
10 cm
ig. 6 . Kalathos
. II. . . ) del Cabe o de
lcalá
aila).
148-2004
0
0
10 cm
[page-n-94]
su cuerpo, en función de lo recuperado, describen una tendencia ligeramente troncoc nica subtipo ). Se registra ornamentación tanto en el cuerpo como en el ala. En el cuerpo se pintan
motivos geométricos y vegetales en el registro conservado,
mientras que en el ala únicamente se realizan los del primer
tipo señalado.
43 6
66 fig. 0): Pie a de mediano tama o con
cm de altura conser ados. El borde es de ala plana y la boca
cuenta con un diámetro de 3 cm ariante ). Las paredes
del cuerpo describen una forma troncoc nica subtipo ).
La ornamentación cubre el cuerpo, pero está muy deteriorada.
Se dispone en un registro, en el que se pintan motivos geométricos y vegetales.
43 6
6 fig. 0): Vaso de grandes dimensiones ue
cuenta con un borde de ala plana y una boca de cm de diámetro ariante ). Su cuerpo tiene forma cilíndrica subtipo ) y
presenta un pe ue o desconchado en la superficie ue se produjo en un momento anterior a la aplicaci n de la pintura. ste no
fue considerado moti o suficiente para desechar la pie a, pues
la tinta aparece por encima del desperfecto. La decoración se
dispone en el cuerpo y en el ala. En el primero de los espacios
se estructura en un registro y combina motivos geométricos con
vegetales. En el ala solamente aparece decoración geométrica.
43 6
6 fig. 0): Recipiente con el borde de ala plana y una boca de gran tama o, pues cuenta con 3 cm de diámetro ariante ). Su cuerpo adopta forma cilíndrica subtipo ) y
registra decoración dispuesta, como mínimo, en un registro. En
él se pintan motivos geométricos y vegetales. Por otra parte, el
ala también se decora, pero solamente con motivos geométricos.
43 6
6 y
fig. 0): Parte superior de un kalathos con borde de ala plana. Su boca mide 3 cm de diámetro
ariante ) y el perfil de su cuerpo es cilíndrico subtipo ). La
decoración conservada aparece en el cuerpo y se dispone en un
friso, en el que se pintan motivos geométricos y vegetales.
43 6
4 fig. 0): Parte superior de un aso ue posee un borde de ala plana y el diámetro de apertura de su boca
es grande, pues mide
cm de diámetro ariante ). Las paredes de su cuerpo describen una tendencia cilíndrica subtipo ).
La ornamentación aparece en el cuerpo, presumiblemente distribuida en un único registro, en el que se combinan motivos
geométricos y vegetales. También existen restos de pigmento en
el ala, si bien, en este espacio únicamente aparecen motivos del
primer tipo señalado.
43 6
fig. 0): Parte del cuerpo de un posible kalathos ue tiene forma cilíndrica subtipo ). La decoraci n se
dispone en un registro en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
43 6
6 fig. 0): ragmento correspondiente al
cuerpo de un kalathos. Las paredes describen una forma cilíndrica subtipo ). La decoraci n se dispone en un registro y se
compone de motivos geométricos y vegetales.
43 6
4 fig. 0): ragmentos del cuerpo de un kalathos que contaría con un tamaño considerable. Las paredes del
cuerpo tienen forma cilíndrica subtipo ). La ornamentaci n se
distribuiría probablemente en un registro, decorado con motivos
geométricos y vegetales.
43 6 30 fig. 0): Parte superior de un kalathos con
borde de ala plana y 30 cm de diámetro de boca ariante ).
La decoración conservada aparece en el cuerpo y en el ala. En
el primer espacio se pintan motivos geométricos y vegetales en
un mismo registro, mientras que en el ala únicamente se representan los primeros.
43 6 3 0 fig. 0): Parte inferior del cuerpo de un posible kalathos, aunque dadas sus características y estado fragmentario también podríamos considerarlo como parte de un
recipiente con cierre herm tico de gran tama o. Las paredes del
cuerpo adoptan forma cilíndrica subtipo ). La base es c nca a
y tiene 6 cm de diámetro. La decoraci n, en el cuerpo, aparecería probablemente distribuida en un registro, donde se combinan
motivos geométricos y vegetales.
43 6
fig. ): ragmento del cuerpo de un kalathos de tendencia cilíndrica subtipo ). La decoraci n conservada se dispone en un registro, en el que se combinan motivos
geométricos y vegetales.
43 6
fig. ): ragmento del cuerpo cilíndrico
subtipo ) de un kalathos. La decoración podría estar dispuesta
en un único registro, en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
43 6 30 fig. ): Parte inferior de un recipiente de
grandes dimensiones con el cuerpo cilíndrico subtipo ). La
ornamentación combina motivos geométricos y vegetales en el
mismo registro.
43 6 3 43 fig. ): Parte superior de un kalathos con
borde de ala plana y 34 cm de diámetro de boca ariante ). Las
paredes del cuerpo describen una forma cilíndrica subtipo ) y
conser an parte de la decoraci n dispuesta en un registro. sta
se compone de motivos geométricos y vegetales, aunque están
muy incompletos.
43 6 3 4 fig. ): Parte superior de un recipiente con
borde de ala plana y un diámetro de boca ue mide 40 cm ariante ). Las paredes del cuerpo adoptan un aspecto cilíndrico
subtipo ) y se ornamentan con moti os geom tricos y egetales dispuestos en, al menos, un registro.
43 6 3
y 330 fig. ): Posible kalathos, de mediano o pequeño tamaño, a juzgar por el grosor de sus paredes. Cuenta con un borde saliente y un diámetro de boca de
0 cm ariante ). La ornamentaci n, dispuesta en dos registros, se desarrolla en el cuerpo. En el primero se pintan moti os geom tricos, mientras ue en el segundo tambi n hay
otros figurados.
43 6 34 y 34 0 fig. ): Cuerpo de un kalathos
que es bastante diferente al resto de ejemplares estudiados en
cuanto a la pasta, acabado e terior de la superficie y tra os
decorativos, por lo que proponemos para él otro lugar de
origen, probablemente los talleres catalanes. La decoración
conservada combina en el mismo registro motivos geométricos
y vegetales.
43 6 364 fig. ): Cuerpo de un posible kalathos, cuyas paredes marcan una tendencia cilíndrica subtipo ). Para
ornamentar su superficie e terior se emplean moti os geom tricos y vegetales dispuestos en un registro.
43 6 36
fig. ): Cuerpo de un kalathos con paredes de forma cilíndrica subtipo ). La decoraci n conser ada
combina motivos geométricos y vegetales en el mismo registro.
43 6 3
fig. ): Cuerpo de un recipiente cuyas
paredes describen una tendencia cilíndrica subtipo ). Su pasta, así como el acabado e terior de la superficie y los tra os
decorati os difieren del resto, por lo ue consideramos ue su
[page-n-95]
1943-69-491
1943-69-492
0
ig. 6 . Kalathoi
. II. . ) del Cabe o de lcalá
aila).
10 cm
[page-n-96]
ig. 0. Kalathos . II. . . )
del Cabe o de lcalá
aila).
1943-69-493
procedencia es exógena, pudiendo venir de los talleres catalanes. La decoración combina en un registro motivos geométricos y vegetales.
43 6 4 0 fig. ): Parte superior de un kalathos. El
borde es de ala plana y posee un diámetro de boca considerable,
pues mide 3 cm ariante ). Las paredes de su cuerpo describen una forma cilíndrica subtipo ). La ornamentaci n se localiza en el cuerpo y en el ala. En el primer lugar aparecen, en un
registro, moti os geom tricos, egetales y humanos, mientras
que en el ala únicamente se documentan los primeros señalados.
3
, 6 fig. ): Cuerpo cilíndrico subtipo )
de un recipiente de mediano tamaño. La decoración conservada
se distribuye en un registro, en el que aparecen motivos geométricos y vegetales.
3
4 fig. ): Cuerpo de un posible kalathos
decorado con motivos vegetales y animales que se disponen en
el mismo registro.
0
10 cm
3 0
fig. ): ragmento de la parte superior de un aso
de este tipo. Posee un borde de ala plana, ligeramente pendiente,
con labio interior. La boca mide cm de diámetro ariable )
y las paredes del cuerpo describen una forma cilíndrica (subtipo ). En stas aparece un registro en el ue se pintan moti os
geométricos y vegetales.
3 0
fig. ): ragmento ue corresponde a la parte superior del cuerpo de un kalathos. Tiene el borde de ala plana y el
diámetro de apertura de su boca es pe ue o, cm ariante ).
Su cuerpo es cilíndrico subtipo ). La decoraci n aparece en el
cuerpo y en el ala. En ambos casos se emplean motivos geométricos, aunque en el cuerpo se combinan con otros vegetales en
el mismo registro.
Tanto por su aspecto como por su decoración, pensamos
que su procedencia es exógena al ámbito estudiado, pudiendo haberse ad uirido de artesanos del círculo de Edeta Badal
et al., 0 0) o Ilici, pues motivos ornamentales parecidos al
3
[page-n-97]
ig. . Kalathos . II. . . )
del Cabe o de lcalá
aila).
1943-69-494
0
10 cm
ig. . Kalathos . II. . . )
del Cabe o de lcalá
aila).
1943-69-495
4
0
10 cm
[page-n-98]
ig. 3. Kalathos . II. . . )
del Cabe o de lcalá
aila).
1943-69-496
ue a uí se conser a or de tres p talos representados y cáli
diferenciado, con los extremos de la corola acabados en volutas, ue forma parte de un posible roleo) se han documentado
en: Tossal de Sant Mi uel Llíria) Bonet,
), Los Villares
Caudete de las uentes) Mata,
), El Castellar
li a)
Colominas,
44), Corral de Saus Moi ent) I uierdo,
6), La Solana
ti a) P re Ballester y Rodrígue Traer, 00 ), La Serreta lcoi, Pen guila, Cocentaina) uentes, 006, 00 ), Tossal de la Cala Benidorm) Bayo, 0 0
Belda,
3), El Monastil Elda) Po eda,
), Tossal de les
Basses
lacant) Rosser, 003), L lc dia El ) Ramos
ol u s,
0 Tortosa, 004a) y Libisosa Le u a) Uro
Rodrígue , 0 ). No obstante, atendiendo a lo meramente
iconográfico, e iste mayor parecido con los locali ados en el
círculo de Edeta.
40
VI 4 fig. ): Cuerpo de un kalathos con perfil cilín
drico subtipo ). La ornamentaci n conser ada se estructura en un
registro, en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
40
VI 430 fig. ): Cuerpo de un kalathos con forma
cilíndrica subtipo ). La ornamentaci n se dispone aparentemente en un registro, en el que se representan motivos geométricos y vegetales.
40
VI 430b fig. ): Posible kalathos con las paredes
del cuerpo cilíndricas subtipo ). Su base mide
cm de diámetro. La decoración es variada, pues combina motivos vegetales y animales en el mismo registro.
aila 33 fig. ): Parte superior de un recipiente ue actualmente se encuentra en paradero desconocido, por lo que únicamente hemos tenido acceso a los dibujos publicados Cabr ,
6a, fig. 0, 44: , fig.
B4, Lám. . ). La decoraci n,
dispuesta en un registro, presenta motivos geométricos, vegetales y animales.
0
10 cm
aila 43 fig. ): ragmentos del cuerpo de un kalathos que
actualmente está desaparecido, pero del que conocemos su existencia gracias a Cabr
44: 6 , fig. 3). Su estado de conseraci n era muy deficiente. No se ofrecen ni las dimensiones ni el
perfil de la pie a. La ornamentaci n, situada en un nico registro,
está formada por moti os geom tricos, egetales y figurados.
43 6 4 33 fig. 3): Kalathos de grandes dimensiones
ue posee un borde de ala plana y un diámetro de boca de 3 cm
ariante ). El cuerpo describe una tendencia ligeramente troncoc nica subtipo ) y presenta una incisi n precocci n en las
paredes externas. La decoración, pintada en éste, se desarrolla
en un registro y se compone de motivos geométricos, vegetales,
animales y humanos.
fig. 4): Kalathos de gran formato, pues mide 39 cm
de altura. Cuenta con un borde de ala plana con resalte y un diámetro de boca de 34 cm ariante ). Su cuerpo adopta una forma cilíndrica subtipo ) y en su tercio superior aparecen dos
asas geminadas, dispuestas en hori ontal, de secci n circular.
Su base es c nca a y tiene 3 cm de diámetro. La ornamentación se desarrolla en el cuerpo, en un registro en el que se
combinan motivos geométricos y vegetales.
aila 3 fig. ): Recipiente de grandes dimensiones, pues
cuenta con 4 cm de altura, a falta de la base, ue no se ha con
servado. Actualmente se encuentra en paradero desconocido (Cabr , 44: 6 66, fig. 46, Lám. 3 ). Posee un borde de ala pla
na y ligeramente pendiente. El diámetro de su boca mide 40 cm
ariante ) y las paredes de su cuerpo describen una tendencia
cilíndrica subtipo ). Presenta decoraci n en el cuerpo y en el
ala. En el primer espacio se distribuye en dos registros, en los
que se pintan motivos geométricos y vegetales, si bien, en el
superior tambi n aparecen otros figurados. En el caso del ala,
solamente se representan los de tipo geométrico.
[page-n-99]
ig. 4. Kalathos . II. . . )
del Cabe o de lcalá
aila).
1943-69-497
aila 3 fig. 6): Kalathos que actualmente se encuentra
en paradero desconocido Cabr , 44: 3 4, fig. 63, Lám. 4
Beltrán Martíne ,
: 0 ). Tiene gran tama o, pues mide
40 cm de altura. Posee un borde de ala plana con resalte y el
diámetro de su boca es de 4 cm ariante ), por lo ue se trata
de un recipiente grande. Las paredes de su cuerpo describen una
tendencia ligeramente troncoc nica subtipo ), su base mide
cm de diámetro y probablemente fuera c nca a. La decoración se desarrolla en un registro, en el que se combinan motivos
geométricos y vegetales.
La Corona (Fuentes de Ebro)
La Corona
fig. ): Cuerpo de un posible kalathos del
ue no se ha publicado su perfil ni se han descrito sus carac6
0
10 cm
terísticas morfol gicas Beltrán Martíne ,
b, fig. 0). La
decoración que conserva se dispone en un registro, en el que se
representan motivos de tipo geométrico y vegetal.
La Corona
fig. ): Cuerpo de posible kalathos cuyas
características y limitaciones de estudio son compartidas con lo
e puesto en la pie a anterior Beltrán Martíne :
b, fig. 0).
La Corona 3 fig. ): Cuerpo de posible kalathos con las
mismas características ue en los dos casos anteriores Beltrán
Martíne ,
b, fig. ).
La Corona 4 fig. ): Cuerpo de posible kalathos con
paredes rectilíneas Beltrán Martíne ,
b, fig.
). Está
decorado con motivos geométricos y vegetales en el mismo registro.
[page-n-100]
ig. . Kalathos . II. . . )
del Cabe o de lcalá
aila).
1943-69-498
0
10 cm
ig. 6. Kalathos . II. . . )
del Cabe o de lcalá
aila).
1943-69-499
0
10 cm
[page-n-101]
Piquete de la Atalaya (Azuara)
Pi uete de la talaya fig. 64): Pie a ue cuenta con un
borde de ala plana con resalte. Su boca posee un diámetro de
cm ariante ) y las paredes de su cuerpo marcan una tendencia ligeramente troncoc nica subtipo ). La ornamentaci n
se desarrolla tanto en el cuerpo como en el ala. En el primer
espacio se estructura en un registro que acoge motivos de tipo
geométrico y vegetal, mientras que en el segundo aparecen únicamente los geométricos.
/6 /
fig. ): Recipiente de tama o medio, ue mide
4 cm de altura. Tiene un borde de ala plana y el diámetro de la
boca es de 4. cm ariante ). Las paredes de su cuerpo describen una forma cilíndrica subtipo ) y la base, c nca a, mide 3
cm de diámetro. La decoración aparece en el cuerpo y en el ala.
La del primer espacio se estructura en dos registros: el superior,
donde se combinan moti os geom tricos y egetales y el inferior, en el que aparecen los dos anteriores junto a otros animales.
Por su parte, en el ala solamente se pintan motivos geométricos.
Cabezo de las Minas (Botorrita)
6 3 fig. ): Recipiente de medianas dimensiones, pues
cuenta con una altura de . cm. Posee un borde de ala plana,
con un ligero engrosamiento interno, y un diámetro de boca
de
cm ariante ). Las paredes de su cuerpo caen de forma rectilínea, dando lugar a un perfil cilíndrico subtipo ).
Su base, c nca a, mide 0 cm de diámetro. La decoraci n se
desarrolla en el cuerpo y en el ala. En el primer espacio se estructura en dos registros, acogiendo el primero motivos de tipo
geométrico y vegetal, mientras que en el segundo únicamente
aparecen los del primer tipo aludido. En el ala hay e clusi amente motivos geométricos.
3.40.4 fig. 0): Kalathos de mediano tama o, con 33. cm
de altura. Presenta un borde de ala plana con resalte y el diámetro de su boca es tambi n grande, pues mide cm ariante ).
Las paredes del cuerpo describen una tendencia cilíndrica (subtipo ), su base es c nca a y mide
cm de diámetro. La ornamentación aparece en el exterior del cuerpo y en el ala. En el
primer caso se combinan motivos geométricos y vegetales en un
mismo registro, mientras que en el segundo sólo aparecen los
del primer tipo indicado.
Cales Coves (Alaior)
400 fig. ): Parte superior de un kalathos con borde
de ala plana. El diámetro de su boca es de medianas dimensiones, pues mide 4 cm ariante ). ebajo del borde aparece una fina moldura, similar a la ista en algunos ejemplares del Castelillo llo a) IG 4 , 4 ,
e IG 0, fig. 64).
La tendencia que describen las paredes de su cuerpo se asemeja a la de los recipientes cilíndricos subtipo ). La decora
ción se pinta en el cuerpo y en el ala. En el primer espacio se
conservan motivos geométricos y animales en el mismo registro, mientras que en el segundo únicamente se utilizan los
primeros señalados.
La presencia de esta pie a en Menorca resulta significativa, pues se trata de uno de los pocos ejemplares que por sus
características morfológicas, así como por su pasta, acabado
superficial y temática, podemos considerarla como producida
en los talleres del Bajo rag n, siendo, por tanto, objeto de
exportación. La singularidad radica en que, para estos momentos, la presencia exógena de recipientes iberos con decoración
compleja suele ser más propia de otros centros de producción
como los de ontscaldes Valls) o del área ilicitana Cuadrado,
6 Conde,
a Lafuente Re uelto,
e Nicolás y
Conde,
3).
III.4. GRUP III
Grupo caracteri ado por incluir recipientes ue se utili an fundamentalmente para el servicio de mesa. Entre sus funciones
estaría la de contener y verter líquidos, así como presentar y
consumir tanto líquidos como sólidos.
III.4.1. jarro (a. III.2) (FIg. 92)
Los vasos pertenecientes a este tipo presentan, por regla general,
un tama o medio ue los hace aptos para el ser icio de mesa. Se
empleaban para contener líquidos y verterlos, acción que se veía
facilitada por la presencia de un asa vertical. Se caracterizan
por ser recipientes profundos y cerrados, así como por contar
con una boca ancha ue puede adoptar diferentes formas, bien
sea trilobulada subtipo ) o circular subtipo ). En ese ltimo
caso, en funci n de si el labio es saliente o recto se han establecido dos variantes. De la boca arranca el asa, que reposa en la
zona donde el cuerpo registra su mayor diámetro. La boca y el
cuerpo están separados por un cuello que, en ocasiones, puede
aparecer muy destacado. Los cuerpos pueden adoptar formas
cilíndricas, troncocónicas y piriformes, lo que en el caso de los
oinochoai sir e para clasificarlos dentro de las ariantes , y
3 respectivamente. Por último, los recipientes descansan sobre
bases cóncavas, planas o con pie indicado, registrando diámetros ue oscilan entre los y los 0 cm.
Entre las piezas analizadas existen nueve ejemplares que
fueron recuperados en: La Guardia
lcorisa), San ntonio
Calaceite), Tiro de Ca n lca i ), El Castelillo llo a) y
el Cabe o de lcalá
aila) tabla 3). Su presencia, aun ue
dispersa, se concentra en una misma ona geográfica.
La Guardia (Alcorisa)
LGSN fig. ): Galbo de un jarro cuyas paredes describen una forma piriforme y están decoradas con dos registros.
En el superior se combinan motivos geométricos, vegetales y
animales, mientras que del inferior, dado su estado, nos resulta
imposible definir el tipo de moti os empleados.
LGSN4 fig. ): Oinochoe del que únicamente se conserva su parte superior. La decoración aparece tanto en el cuello
como en el cuerpo y se desarrolla en dos registros. En el superior aparecen moti os figurados, mientras ue en el inferior son
geométricos.
IG 4 fig. ): Oinochoe de tamaño considerable, pues
cuenta con 0 cm de altura. Posee la típica boca trilobulada, de
la que arranca un asa vertical de sección acintada que descansa
al inicio del cuerpo. Entre ésta y el cuello aparece un baquetón.
Su cuerpo adopta un perfil troncoc nico, registrando el má imo
diámetro en el tercio superior. Su base es cóncava y cuenta con
cm de diámetro. La ornamentaci n se desarrolla en el e terior
del cuello y cuerpo de la pieza, así como por el interior del borde. En cuanto a la decoración externa, decir que se estructura en
cuatro registros. En el primero se combinan motivos geométricos y figurados, en el segundo y en el cuarto nicamente aparecen los primeros señalados, mientras que en el tercero se pintan
[page-n-102]
ig. . Kalathos
. II. . . )
del Cabe o de lcalá
aila).
1943-69-500
geométricos y vegetales. La ornamentación interna del borde
aparece desarrollada en un registro, en el que se pintan exclusivamente motivos geométricos.
San Antonio (Calaceite)
San ntonio 0 fig. , dibujo de . Pallar s): Oinochoe
ue actualmente está en paradero desconocido Pallar s, 6 :
, fig. 4 ). Presenta la característica boca trilobulada, de la
que sale un asa vertical que reposa en su cuerpo. En el cuello
se desarrolla un sua e ba uet n y su perfil tiene forma cilín
drica ariante ). escansa sobre una base plana. La decoración aparece en el exterior del cuello, en el cuerpo y en el borde. En este último espacio se desarrolla en un único registro
en el que se pintan motivos geométricos. En el exterior de las
paredes la ornamentación se distribuye en dos registros. En el
superior se emplean motivos geométricos que pueden ser con-
0
10 cm
siderados una abstracci n de otros figurados ojos) Nordstr m,
6
6
3: 6 Santos, 0 0:
3, fig. ). En el
inferior, desarrollado en el cuerpo, los únicos que aparecen son
de tipo geométrico.
San ntonio
fig. , dibujo de . Pallar s): Oinochoe
del ue hoy en día desconocemos su paradero Pallar s, 6 :
3 4, fig. 44). Tiene la típica boca trilobulada, de la ue arranca un asa vertical que reposa sobre el cuerpo. El cuello aparece bastante desarrollado y el cuerpo adopta un perfil piriforme
ariante 3). Su base es c nca a. La decoraci n, en el e terior
de las paredes del cuello y en el cuerpo, está distribuida en tres
registros. En el superior se emplean motivos geométricos, que
como en el caso anterior pueden interpretarse como figurados,
mientras que en los otros dos, situados en el cuerpo del recipiente, aparecen otros de naturaleza exclusivamente geométrica.
[page-n-103]
ig. . Kalathos
. II. . . )
del Cabe o de lcalá
aila).
1943-69-501
0
10 cm
ig. . alathos . II. . . )
del Cabe o de lcalá
aila).
1943-69-587
0
0
10 cm
[page-n-104]
1943-69-3520
1943-69-2176
1943-69-693
1943-69-2169 y 2171
1943-69-2174
1943-69-2168
1943-69-2166
1943-69-2184
1943-69-2307
0
1943-69-2175
1943-69-2167
ig. 0. Kalathoi
. II. ) del Cabe o de lcalá
10 cm
aila).
91
[page-n-105]
1943-69-2298
1943-69-2187
1943-69-2302
1943-69-3143
1943-69-3174
1943-69-3649
1943-69-3418 y 3420
1943-69-3295 y 3302
1943-69-3655
1943-69-3792
1995-38-Az-25, 26
1943-69-4205
0
1995-38-Az-145
10 cm
37077
ig.
. Kalathoi
. II. ) del Cabe o de lcalá
Tiro de Cañón (Alcañiz)
TC bj 6 fig. ): Olpe de grandes dimensiones que presenta un diámetro de boca de 3 cm y su labio es saliente ariante ).
Desde él surge un asa vertical, de sección acintada, que descansa
sobre el cuerpo de tendencia globular. La ornamentación se pinta
en el borde, en el asa, en el exterior del cuello y en el cuerpo. En los
dos primeros espacios se representan motivos geométricos. En el
resto se realizan dos registros, el superior, ubicado en el cuello, se
decora con motivos geométricos, mientras que en el inferior, dispuesto en el cuerpo, también aparecen otros vegetales.
El Castelillo (Alloza)
IG 4 fig. ): Pie a de tama o considerable, pues si se
conser ara al completo superaría los 4 cm de altura. Su perfil
es troncocónico y justo en la parte inferior del cuello, separándolo del cuerpo, aparece una sua e hendidura. Conser a dos
registros decorativos en el cuerpo. En el superior se combinan
motivos geométricos y vegetales, mientras que en el inferior se
suman los de tipo figurado.
IG 3 fig. ): Olpe de gran tamaño que se caracteriza
por presentar una boca circular de . cm de diámetro. El labio es saliente ariante ) y de la boca surge un asa ertical,
de sección acintada, que descansa justo donde la pieza regis-
37078
aila).
tra su máximo diámetro. El cuerpo adquiere forma globular. La
decoración aparece en el borde, en el asa y en el exterior del
cuello y del cuerpo. En los dos primeros lugares los motivos
que se emplean son geométricos. En el cuerpo, la decoración se
estructura en dos registros, apareciendo en el primero motivos
geométricos, vegetales y animales, mientras que en el segundo
únicamente se pintan los del primer tipo indicado.
Cabezo de Alcalá (Azaila)
aila
fig. , dibujo de M. Beltrán Lloris): arro de
considerables dimensiones, pues a pesar de faltarle la parte superior mide más de
cm de altura. No posee un cuello muy
desarrollado y en su parte inferior aparece una sua e hendidura.
El perfil de su cuerpo describe una forma troncoc nica y en la
parte anterior a la zona en la que registra su máximo diámetro
se aprecia el arranque del asa. La base sobre la que reposa mide
0 cm de diámetro y a pesar de ue no se conser a al completo,
se intuye que podría tener forma cóncava. Actualmente el jarro se encuentra en paradero desconocido Beltrán Lloris,
6,
fig. 6 ). La ornamentaci n se desarrolla en el cuerpo y se distribuye en, al menos, tres registros. En el primero y en el último
se representan motivos geométricos, mientras que en el segundo
también aparecen otros de tipo vegetal.
[page-n-106]
40-27-VI-428
40-27-VI-430
0
10 cm
Azaila-33
Azaila-43
ig.
. Kalathoi
. II. ) del Cabe o de lcalá
40-27-VI-430b
aila). Los dibujos de las pie as
aila 33 y
aila 43 son de . Cabr
44).
1943-69-4233
0
ig. 3. Kalathos
. II. . . ) del Cabe o de lcalá
10 cm
aila).
93
[page-n-107]
ig. 4. Kalathos . II. . . )
del Cabe o de lcalá
aila)
Material gráfico: M. Beltrán
Lloris y . Cabr ).
19895
0
10 cm
ig. . Kalathos . II. . . )
del Cabe o de lcalá
aila)
ibujo: . Cabr ).
Azaila-35
4
0
10 cm
[page-n-108]
ig. 6. Kalathos . II. . . )
del Cabe o de lcalá
aila)
ibujo: . Cabr ).
0
Azaila-38
10 cm
La Corona-2
La Corona-1
0
10 cm
La Corona-4
ig.
. ragmentos informes de posibles kalathoi
La Corona-3
. II. ) de La Corona
uentes de Ebro)
ibujos: . Beltrán Martíne ).
[page-n-109]
ig. . Kalathos . II. . . )
de Piquete de la Atalaya
uara).
9/69/78
0
III.4.2. plato (a. III.8) (FIg. 93-96)
Recipiente abierto y no muy profundo, cuya altura oscila entre
6.3 y 4. cm. Posee bocas con mediano y gran diámetro, pues
miden entre . y 4 cm. Seg n la forma de su borde podemos
establecer varios subtipos: el 1 para los que lo tienen exvasado,
que a su vez se subdivide en dos variantes (la 1, que engloba a
los ue poseen un diámetro de boca superior a
cm y la ,
para los ue lo tienen entre y
cm) el corresponde a los
bordes entrantes, es decir, a las páteras, pudiéndose subdividir
en las mismas ariantes ue las se aladas anteriormente por
último, el 3, con borde sin diferenciar, también conocido como
escudillas, que podemos subdividir en variantes atendiendo al
perfil ue presenta su cuerpo: cas uete ariante ), carenado
ariante ) o troncoc nico ariante 3). Las paredes del cuerpo
pueden caer de una forma más inclinada o rectilínea, lo que condiciona la profundidad del recipiente. Las bases sobre las que
descansa pueden ser de ariado tipo indicada, anillada o plana)
y sus diámetros oscilan entre los 3. y los 4 cm.
6
10 cm
Se trata de uno de los tipos que cuenta con mayor número de
ejemplares, concretamente treinta y siete. Los yacimientos en
los ue se han recuperado son: La Guardia lcorisa), San ntonio Calaceite), Tiro de Ca n lca i ), El Castelillo llo a),
El Palomar liete) y El Cabe o de lcalá
aila) tabla 3),
donde predominan. Existía, por tanto, un gusto particular entre
los clientes de este último enclave por este tipo de productos. Su
presencia es significati a y nos hace plantearnos cuál es el motivo que llevó a consumir este tipo de soportes frente a las pautas
detectadas en otros enclaves. En primer lugar, cabría pensar en
un mayor n mero de habitantes con acceso a este tipo de pie as
de distribuci n restringida, unido al hecho de la e istencia de
cambios en cuanto a los recipientes empleados para el consumo
y presentaci n de alimentos. En este sentido, huelga decir, ue
muchas de las pie as estudiadas poseen grandes dimensiones,
lo que nos permite vincular su uso más a la presentación de
alimentos, a modo de fuente, que a una utilización individual en
el consumo de productos Bats,
: 4). unto a estos platos
de uso colectivo aparecen otros de menores dimensiones (Moret
[page-n-110]
ig. . Kalathos . II. . . )
del Cabezo de las Minas
Botorrita).
7683
et al., 006: 00), en los ue probablemente se ser iría la raci n
individual de comida, no implicando necesariamente su atribuci n específica a una determinada persona, es decir, ue a falta
de marcas o elementos identificati os ue permitan plantear lo
contrario, un mismo recipiente pudo ser empleado por personas
distintas en momentos diferentes.
En cual uier caso, como hemos isto en otro tipo de piezas, el plato debió ser utilizado de forma polivalente, bien como
contenedor de alimentos, para el servicio de mesa de productos
elaborados o como tapaderas, entre otras funciones. No obstante, consideramos más inusual esta última entre las piezas aquí
tratadas, pues de emplearse de esta manera quedaría oculta la
decoración que les singulariza.
La Guardia (Alcorisa)
LG II
4 fig. 3): Parte superior de una escudilla ue
cuenta con un diámetro de boca de
cm. Su labio presenta
un ligero engrosamiento interno y externo. Por la tendencia que
describen las paredes de su cuerpo la clasificamos dentro de la
variante 3. La decoración conservada aparece distribuida, en el
interior del cuerpo, en dos registros. En el primero se representan
motivos geométricos y en el segundo aparecen también otros de
tipo vegetal.
0
10 cm
San Antonio (Calaceite)
San ntonio fig. 3, dibujo de . Cabr ): ragmento de
posible plato que actualmente se encuentra en paradero desconocido Cabr ,
4, fig. 4). La decoraci n conser ada en el
interior del recipiente se distribuye en un registro, en el que se
combinan motivos geométricos y vegetales.
Tiro de Cañón (Alcañiz)
TC
fig. 3): Escudilla ue tiene 6. cm de altura. Posee un labio saliente diferenciado y su boca mide 6 cm de
diámetro. Las paredes de su cuerpo tienen forma de casquete
ariante ) y reposan sobre una base anillada de cm de diámetro. La decoración, en el interior del cuerpo, está distribuida
en dos registros, en los que se combinan motivos geométricos
y vegetales.
TC bj fig. 3): Escudilla de cm de altura. Posee un borde sin diferenciar y el diámetro de su boca es de . cm. Las paredes de su cuerpo describen una forma hemisf rica ariante ).
escansa sobre una base anillada, de 3. cm de diámetro. Presenta decoración exclusivamente en la parte interior de su cuerpo, estructurada en dos registros, en los que se combinan motivos geométricos y vegetales.
[page-n-111]
ig. 0. Kalathos . II. . . )
del Cabezo de las Minas
Botorrita).
83.40.4
El Castelillo (Alloza)
Castelillo
fig. 3, dibujo de P. trián): Parte superior
de un posible plato que se encuentra en paradero desconocido
trián,
:
, Lám. VIII. ). Cuenta con un labio abombado y una carena que marca el inicio del cuerpo. Por su morfología se le puede considerar como una imitación de la campaniense Lamb. 36. La ornamentaci n aparece en el interior del
cuerpo, estructurada en dos registros. En el superior se pintan
moti os geom tricos, mientras ue en el inferior los ue han
perdurado son figurados.
El Palomar (Oliete)
IG6
fig. 3): Escudilla ue mide 6. cm de altura. Posee
un borde saliente y . cm de diámetro de boca. Las paredes
del cuerpo describen un perfil hemiesf rico ariante ). escansa sobre una base anillada ue tiene un diámetro de 3. cm.
La decoración aparece en el interior del cuerpo, estructurada en
0
10 cm
cuatro registros. Los dos primeros presentan combinados motivos geométricos y vegetales, mientras que los otros únicamente
tienen los del primer tipo señalado.
Cabezo de Alcalá (Azaila)
43 6
fig. 3): ragmento ue presenta un borde
entrante subtipo ) y labio engrosado. El diámetro de su boca es
de considerables dimensiones, ya que mide 39 cm. Su profundidad, como en el caso anterior, es reducida y también se trata de
una imitaci n de la forma Lamb. de la cerámica campaniense
Beltrán Lloris,
6:
), por lo ue podría incluirse dentro
del tipo . VI.6 Mata y Bonet,
: 40). La decoraci n conservada se desarrolla en el interior del cuerpo, en dos registros.
En el superior únicamente se emplean motivos geométricos,
mientras ue en el segundo aparecen tambi n otros figurados.
43 6
fig. 3): Plato conser ado parcialmente ue
tiene el borde de ala plana con resalte subtipo ). El diámetro de su boca mide 40 cm ariante ), por lo ue tiene gran
[page-n-112]
SCRIS-S-27
TCSN7
0
10 cm
400
Fig. 91. Kalathoi . II. ) de San Crist bal Mata de los lmos)
SCRIS S ), Tiro de Ca n lca i ) TCSN ) y Cales Co es
laior) 400).
tamaño. La ornamentación aparece en el interior de la pieza y
en el ala. En el primero de los espacios únicamente se aprecia
un registro, con la pintura muy perdida, en el que se combinan
motivos geométricos y vegetales. En el segundo solamente se
utilizan motivos del primer tipo señalado.
43 6 3 46 fig. 3): ragmento perteneciente al cuerpo
de un plato. Presenta decoración en su parte interior y se distribuye en, al menos, un registro. En él se combinan motivos
geométricos y vegetales.
43 6 3340 y 33
fig. 3): Parte inferior del cuerpo
con base anillada ue mide . cm de diámetro. La ornamentación conservada en la parte interior se distribuye en, al menos,
dos registros. En ambos se emplean motivos geométricos, a los
que en el caso del superior se suman otros vegetales.
43 6 336 fig. 3): ragmento perteneciente al cuerpo
de un plato ue tiene decoraci n en su parte interior. sta, al
menos, estaría distribuida en un registro, en el que se combinan
motivos geométricos y vegetales.
43 6 3363 fig. 3): ragmento correspondiente a las
paredes del cuerpo de un plato. Conserva ornamentación por la
parte interna, distribuida como mínimo en un registro en el que
aparecen motivos geométricos y vegetales.
43 6 3364 fig. 3): Parte del cuerpo de un plato decorado por su parte interior. Al menos cuenta con un registro en el
que se pintan motivos geométricos y vegetales.
43 6 3 3 fig. 3): Plato ue mide 6.3 cm de altura.
Tiene el borde e asado subtipo ) y es de ala plana con resalte. Cuenta con un gran diámetro de boca, pues mide 36 cm ariante ). Sus paredes configuran un cuerpo más profundo ue
el de otros ejemplares, aunque sigue siendo plano. Reposa sobre
una base plana, con pie indicado, ue mide 6 cm de diámetro.
Presenta motivos ornamentales geométricos en el ala. También
se decora la parte interior del cuerpo, en este caso con dos registros. En el primero se emplean los motivos citados junto a otros
de naturaleza vegetal, mientras que el segundo está muy perdido
y en él sólo se aprecian los geométricos.
43 6 3
fig. 3): ragmento perteneciente al cuerpo
de un plato. La decoración aparece en la cara interior del cuerpo
y se estructura en, al menos, un registro, en el que se combinan
motivos geométricos y vegetales.
43 6 3640 fig. 3): ragmento del cuerpo de un plato
que conserva decoración en su interior estructurada, como mínimo, en un registro, en el que se combinan motivos geométricos
y vegetales.
43 6 3 4 fig. 3): Parte superior de un plato con el
borde e asado subtipo ) y forma de ala plana con resalte. Tie
ne un gran diámetro de boca, pues mide 3 cm ariante ).
La ornamentación aparece en el ala y en la parte interior del
cuerpo. En ambos espacios se pintan motivos geométricos,
aunque en el cuerpo se combinan con otros vegetales en el registro conservado.
3
30 fig. 3): Parte superior de un plato con
borde e asado subtipo ). Posee el característico borde con
ala plana y resalte y cuenta con un gran diámetro de boca, pues
mide 3 cm ariante ). La decoraci n se pinta en el ala y en las
paredes interiores del cuerpo. En el primer espacio se emplean
únicamente motivos geométricos, mientras que en el segundo
tambi n los hay de tipo egetal en el registro ue se conser a.
3
304 fig. 3): Parte superior de un plato con
borde e asado subtipo ). ste es en ala ligeramente pendiente y con resalte. Su boca cuenta con un diámetro de
cm, por
lo ue se considera ue es grande ariante ). Por la inclinaci n
de las paredes de su cuerpo no se trataría de un recipiente muy
profundo. La decoración aparece en el interior de éste estructurada en, al menos, un registro. Los motivos que se representan
son geométricos y vegetales.
43 6
fig. 4): Pie a con borde entrante subtipo ),
que en este caso tiene una suave carena y labio engrosado.
Cuenta con un gran diámetro de boca, ue mide 4 cm ariante ). pesar de las grandes dimensiones ue presenta, es
poco profundo. Se trata de una imitaci n de la forma Lamb.
99
[page-n-113]
San Antonio-10
IG538
San Antonio-11
IG142
LGSN
LGSN4
Azaila-2
IG1545
TCObj16
0
ig. . arros . III. ) procedentes de: La Guardia lcorisa) LGSN, LGSN4 y IG 4 ), San ntonio Calaceite)
San ntonio 0 y San ntonio ), Tiro de Ca n lca i ) TC bj 6), El Castelillo llo a) IG 4 e IG 3 )
y Cabe o de lcalá
aila)
aila ).
00
10 cm
[page-n-114]
LG-II-D-2514
1943-69-3246
Castelillo-5
1943-69-3340 y 3359
San Antonio-9
1943-69-3362
1943-69-3513
1493-69-599
1943-69-3363
1943-69-3364
1493-69-3517
1943-69-598
TC72
IG688
TCObj1
1995-38-Az-304
1943-69-3640
1943-69-3742
0
10 cm
1995-38-Az-302
ig. 3. Platos . III. ) recuperados en: La Guardia lcorisa) LG II
4), San ntonio Calaceite) San ntonio ,
ibujo: . Cabr ), Tiro de Ca n lca i ) TC y TC bj ), El Castelillo llo a) Castelillo , ibujo: P. trián), El Palomar liete)
IG6 ) y Cabe o de lcalá
aila)
43 6
, 43 6
, 43 6 3 46, 43 6 3340 y 33 , 43 6 336 , 43 6 3363,
43 6 3364, 43 6 3 3, 43 6 3
, 43 6 3640, 43 6 3 4 ,
3
30 y
3
304).
0
[page-n-115]
1943-69-597
1993-160
1995-38-Az-303
Azaila-29
ig. 4. Platos
0
0
10 cm
. III. ) hallados en El Cabe o de lcalá
1943-69-3744
aila).
[page-n-116]
1995-38-Az-305
1943-69-689
1995-38-Az-307
1943-69-3745
1943-69-3746
1943-69-4268
1995-38-Az-310
0
ig.
. Platos
10 cm
. III. ) del Cabe o de lcalá
1995-38-Az-309
aila).
03
[page-n-117]
1995-38-Az-362
1995-163
37072
37028
37009
0
ig. 6. Platos
. III. ) procedentes del Cabe o de lcalá
de la cerámica campaniense Beltrán Lloris,
6:
), por lo
ue tambi n podríamos incluirla dentro del tipo . VI.6 Mata y
Bonet,
: 40). La ornamentaci n ue ha perdurado se pinta
en el borde y en el cuerpo interior del recipiente. En el primer
caso solamente se emplean motivos geométricos, mientras que
en el segundo, en el único registro conservado, se combinan con
otros vegetales.
43 6 3 44 fig. 4): Parte del cuerpo de un plato ue
conserva la decoración en la parte interna. Se dispone en un
registro y los motivos que se pintan son de tipo vegetal.
3
303 fig. 4): Plato del ue se ha conser
ado su parte superior. El borde es e asado subtipo ), en
ala pendiente con resalte. El diámetro de su boca mide
cm,
por lo ue tiene gran tama o ariante ). La ornamenta
ción aparece en el ala y en el cuerpo, por su parte interna.
En el primer espacio se emplean únicamente motivos geométricos. En el segundo, las pinturas se desarrollan, como mínimo, en un registro en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
04
10 cm
aila).
3 60 fig. 4): Plato de grandes dimensiones ue mide
. cm de altura. Por sus características se puede incluir dentro
de los recipientes de este tipo que cuentan con borde exvasado subtipo ). Concretamente, el borde ue presenta es de ala
plana con resalte. El diámetro de apertura de su boca es de gran
tama o, pues mide 3 cm ariante ). La inclinaci n de las
paredes del cuerpo da lugar a un recipiente profundo. La base,
indicada, tiene .3 cm de diámetro. La decoraci n aparece distribuida en el ala y en el interior del cuerpo. En el primero de
los espacios únicamente se utilizan motivos geométricos. En el
segundo, la ornamentación se estructura en dos registros. En
el más externo se combinan motivos geométricos y vegetales,
mientras que en el más interno únicamente se utilizan los del
primer tipo.
aila
fig. 4, dibujo de . Cabr ): Pie a ue actualmente está en paradero desconocido Pijoán, 0 , fig. y 0
Cabr , 44: ). Presenta borde e asado subtipo ), con ala
plana y resalte. El diámetro de su boca es de grandes dimensiones, pues mide 4 cm ariante ). La inclinaci n de las paredes
[page-n-118]
Torre Gachero-2
IG145
ig.
. Cuencos
0
10 cm
IG591
. III. ) hallados en: Torre Gachero Valderrobres) Torre Gachero ) y El Castelillo
de su cuerpo da lugar a un recipiente profundo, de
cm de
altura. La ornamentación se desarrolla en el interior del cuerpo y
se estructura en dos registros. En el primero se emplean motivos
geométricos y vegetales, mientras que en el segundo únicamente se utilizan los primeros.
43 6 6
fig. ): Pie a ue mide 4. cm de altura y
se clasifica dentro del subtipo , es decir, pertenece a los ejemplares con borde e asado. ste tiene ala plana, ligeramente
pendiente, con resalte. Destaca el gran tamaño de apertura de su
boca, de 4 cm de diámetro ariante ). La inclinaci n de las
paredes del cuerpo da lugar a un recipiente bastante profundo si
se le compara con los otros ejemplares vistos, aunque es plano.
La base es anillada y mide 6. cm de diámetro. La decoraci n
se desarrolla en el ala y en el interior del cuerpo. En el primer
caso se utilizan motivos geométricos. En el segundo existen dos
registros, en el superior se emplean motivos del tipo señalado
combinados con otros vegetales, mientras que en el inferior únicamente aparecen los geométricos.
43 6 3 4 fig. ): Parte inferior de un plato decorado
en su cara interna. Se conserva un registro en el que se pintan
motivos geométricos y vegetales.
43 6 3 46 fig. ): Paredes de un plato en cuya cara
e terna aparecen cuatro líneas hori ontales incisas precocci n.
La decoración se dispone en el interior y únicamente se conserva un registro con motivos vegetales.
llo a) IG 4 e IG
).
43 6 4 6 fig. ): ragmento correspondiente a las
paredes de un plato. Posee ornamentación en la cara interna del
cuerpo, estructurada como mínimo en un registro y compuesta
por motivos geométricos y vegetales.
3
30 fig. ): Parte superior de un plato con el
borde e asado subtipo ). ste tiene un ala plana con resalte.
El diámetro de su boca es de gran tama o, pues mide 3 cm ariante ). Las paredes de su cuerpo insin an un cuerpo no muy
profundo y se decoran interiormente con motivos geométricos y
vegetales dispuestos, como mínimo, en un registro.
3
30 fig. ): ragmento perteneciente a la parte superior de un plato con borde e asado subtipo ). ste cuenta con un ala plana y pendiente con resalte. Su boca es de grandes
dimensiones, ya ue mide 3 cm de diámetro ariante ). Pre
senta decoración en el ala y en la parte interior y exterior de su
cuerpo. En el ala únicamente se utilizan motivos geométricos. En
la parte interior del cuerpo se ha conser ado un registro, en el ue
se representan motivos geométricos y vegetales, mientras que
en el exterior únicamente se pintan los del primer tipo señalado.
3
30 fig. ): Parte del cuerpo de un plato con
ornamentación en su cara interna. Únicamente se conserva un
registro, en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
3
3 0 fig. ): Cuerpo de un plato con decoración en su parte interna estructurada en, al menos, un registro.
Los motivos representados son de tipo geométrico y vegetal.
0
[page-n-119]
3
36 fig. 6): Parte superior de un plato con
borde e asado subtipo ). Presenta el borde de ala plana
con resalte y un diámetro de boca de 3 cm ariante ).
La ornamentaci n ue ha perdurado aparece en un registro
en el interior del cuerpo, donde se pintan motivos geométricos
y vegetales.
63 fig. 6): Recipiente conser ado casi al completo
ue mide 4 cm de altura y presenta un borde e asado sub
tipo ). ste es en ala con resalte. Cuenta con un gran diámetro
de boca, de 40 cm ariante ). La inclinaci n de las paredes de
su cuerpo da lugar a un recipiente profundo, que reposa sobre
una base indicada de 4 cm de diámetro. La ornamentaci n se
desarrolla en el interior del cuerpo y se estructura en tres registros. En los dos primeros se combinan motivos geométricos y
vegetales, mientras que en el tercero únicamente aparecen los
del primer tipo señalado.
3 00 fig. 6): ragmento perteneciente al cuerpo de
un plato. La decoración que se conserva en su parte interna
se distribuye en un registro, donde solamente han perdurado
motivos vegetales.
3 0
fig. 6): Parte del cuerpo de un plato con ornamentaci n en su parte interna. sta se estructura en, al menos, un
registro, en el que se aprecian motivos vegetales.
3 0
fig. 6): Parte inferior de un plato ue cuenta con una
base anillada de cm de diámetro. Por la rectitud de sus paredes podría tratarse de una pátera subtipo ). La decoraci n apa
rece en el interior del cuerpo, conservándose dos registros. En el
superior se combinan motivos geométricos y vegetales, mientras
que en el inferior únicamente aparecen los del primer tipo.
III.4.3. cuenco (a. III.9) (FIg. 97)
Recipiente de medianas dimensiones, pues mide aproximadamente cm de altura y cuenta con unos diámetros de boca ue
oscilan entre los y 6 cm, por lo ue, por regla general resulta más profundo que los platos, páteras o escudillas. Su borde
no suele estar diferenciado, pero sí registra distintos tipos de
labio: engrosado, biselado y saliente. Las paredes del cuerpo
describen una forma hemiesf rica y descansan sobre una base
anillada ue tiene, en el caso en el ue se ha conser ado, un
diámetro de cm. Su morfología los hace apropiados para ser
utilizados como recipientes donde consumir líquidos, semilíquidos u otro tipo de alimentos con caldo bad y Sala,
3: 3 3
Sala,
: ), aun ue tambi n se ha apuntado la posibilidad
de que sirvieran como medidas o para extraer el contenido de
recipientes de tama o considerable Gu rin, 003:
). No es
un tipo muy com n y, aun ue se ha atestiguado su presencia
desde cronologías antiguas, el grueso de ejemplares pertenece
al ib rico pleno y al final.
Entre el repertorio cerámico estudiado únicamente existe
un ejemplar en Torre Gachero Valderrobres) y otros dos en
El Castelillo llo a) tabla 3), por lo ue se trata de un tipo
poco frecuente.
Torre Gachero (Valderrobres)
Torre Gachero fig. ): ragmento de la parte superior
de un cuenco cuyo paradero actual se desconoce trián,
:
66, fig. 3.6). Presenta el labio biselado. La ornamentaci n
aparece tanto en el exterior como en el interior del cuerpo. En
el primer espacio está distribuida en, al menos, un registro y
06
es de tipo geométrica. En el segundo cuenta con dos registros
conservados, empleándose en el superior únicamente motivos
geométricos, mientras que en el inferior también se pintan otros
de tipo vegetal.
El Castelillo (Alloza)
IG 4 fig. ): Cuenco con el típico borde sin diferenciar.
El diámetro de su boca mide
cm. La morfología de sus paredes da lugar a un cuerpo hemiesf rico ue se decora tanto
exterior como interiormente. Por fuera presenta, en un registro, motivos geométricos junto a una inscripción pintada que se
ha transcrito de la siguiente manera: ta.u.ti.n.co.n Siles,
:
), identificándose con un nombre propio, por lo ue se traduciría como “para ta.u.ti.n.”. En el interior del cuerpo aparecen
tres registros conservados, empleándose en el primero y último
motivos geométricos, mientras que en el segundo se combinan
los de ese tipo con otros vegetales.
IG
fig. ): Recipiente ue cuenta con cm de altura, posee un borde sin diferenciar y el diámetro de su boca
mide . cm. Las paredes de su cuerpo describen una forma
hemiesf rica y descansan sobre una base anillada, de cm de
diámetro. La ornamentación aparece, en el interior del cuerpo,
estructurada en cuatro registros. En el primero y tercero se pintan únicamente motivos geométricos, mientras que en los otros
dos combinan los de este tipo con otros vegetales.
III. . GRUP V
En este grupo se incluyen variados recipientes de distintos tamaños que fueron utilizados como objetos auxiliares de otros
tipos o en actividades domésticas y artesanales, aunque en rara
ocasi n tambi n se han documentado en lugares con funcionalidad ritual y simbólica, lo que los desmarcaría de la funcionalidad previa para la que fueron concebidos.
III.5.1. tapadera (a. v.1) (FIg. 98-112)
Tipo ue engloba pie as con perfiles hemiesf ricos o troncoc ni
cos que, en su parte superior, presentan un elemento de prensión
que facilita su desplazamiento. En función de la morfología de
ste se han establecido cinco subtipos: el para los pomos discoi
dales, el para los anillados, el 3 para los maci os, el 4 para los
c nicos y el para los ue presentan asa. Este tipo de recipientes
suele estar vinculado a otros, pues sirven para cubrir su contenido. En nuestro caso, en función del tipo de borde que presentan
establecemos dos variantes: la 1, caracterizada por poseer borde
biselado, inculada a recipientes con cierre herm tico la , ue
englobaría el resto de bordes y podría emplearse para cubrir otro
tipo de recipientes como tinajas, tinajillas, kalathoi, platos, etc.
Respecto a sus dimensiones, decir que son variadas, pudiéndose diferenciar ejemplares de pequeño y mediano tamaño
frente a otros mayores. Su altura está comprendida entre 4 y
6. cm. El diámetro de la boca oscila entre 0 y 4 cm y el del
pomo entre 4.3 cm y 3. cm. Como es l gico pensar, a a uellas
piezas que poseen mayor altura les corresponde mayor diámetro
de boca y de pomo.
Para el conjunto que aquí presentamos, se trata de uno de
los tipos más abundantes, pues se han identificado no enta y
ocho ejemplares, más o menos enteros, procedentes de ariados
yacimientos tabla 3). En su mayoría se han recuperado en el
[page-n-120]
1943-69-547
151-7396
1943-69-550
1943-69-586
1943-69-622
167-2002
0
ig.
. Tapaderas
. V. ) del Cabe o de lcalá
10 cm
aila).
0
[page-n-121]
ig.
. Tapadera
Cabe o de lcalá
aila), concretamente no enta de las pieas, aun ue tambi n se ha detectado su presencia en La Guardia
lcorisa), San ntonio Calaceite) y Tiro de Ca n lca i ).
Cabezo de Alcalá (Azaila)
3 6 fig.
): Tapadera ue tiene cm de altura.
Su pomo es discoidal y mide 6 cm de diámetro. En la base del
pomo e iste un orificio precocci n, alargado, ue pudo ser ir
para uniformi ar la cocci n Beltrán Lloris,
6: 44). Las paredes del cuerpo describen una tendencia troncocónica y termina en un labio biselado ariante ). La boca tiene un diámetro
de . cm. En la pared e terior de la pie a, pr ima al borde,
existe una incisión precocción compuesta por dos líneas diagonales enfrentadas, mientras que en el interior se pintó otra marca
formada por tres líneas ue con ergen hacia un mismo punto,
tratándose tal vez de una u. Identificamos esta ltima marca
como símbolo de propiedad o identidad del artesano, mientras
que la incisa señalaría el punto exacto en el que soporte y tapadera encajarían uentes, 0 ). Podría ir con el recipiente
de cierre herm tico 43 / 0 fig. 43). La decoraci n pintada
aparece en el exterior del cuerpo y en el pomo de la pieza. En el
primero de los espacios se distribuye en un único registro, en el
que se emplean motivos geométricos. En el segundo únicamente aparece un motivo vegetal.
6 00 fig. ): Pie a ue cuenta con una altura de 4 cm.
Su pomo es discoidal subtipo ), mide . cm de diámetro y
presenta un orificio precocci n, de forma alargada, en la base
de éste. Las paredes del cuerpo tienen forma troncocónica, de
tendencia plana, y terminan en un labio biselado que permitiría
el cierre herm tico de la pie a a la ue iría asociada ariante ).
El diámetro de su boca es de . cm. Pr imo a sta, pero en el
exterior de la tapadera, aparece una incisión precocción formada
por una línea. Su funcionalidad debió ser la misma que en el caso
anterior. La ornamentación se representa en las paredes externas
del cuerpo y en el pomo. En el primer espacio aparece distribuida en dos registros. En el inferior únicamente se utilizan motivos
geométricos, mientras que en el superior se combinan con otros
vegetales. En el pomo únicamente se pinta un motivo vegetal.
0
3 6, e terior e interior.
43 6 4 fig. ): Tapadera de cm de altura ue presenta un pomo discoidal subtipo ). El diámetro de ste es de
. cm. Las paredes de su cuerpo describen una tendencia troncoc nica y posee un borde sin diferenciar ariante ) ue mide
3 cm de diámetro. Se ha publicado inculada al alathos 43
6 4
fig. ) Cabr , 44, Lám. )1. A pesar del mal estado
de conservación de su decoración, situada en las paredes externas del cuerpo, se aprecia que está subdividida en dos registros.
En el superior únicamente se utilizan los motivos geométricos,
mientras que en el inferior se combinan con otros vegetales.
43 6
0 fig. ): Tapadera ue tiene una altura de
6 cm. Presenta un pomo discoidal subtipo ), de 6. cm de
diámetro. Las paredes de su cuerpo describen una tendencia
hemiesf rica y terminan en un borde entrante ariante ).
El diámetro de su boca mide 3 . cm. La ornamentaci n se desarrolla en la cara exterior del cuerpo y se estructura en tres registros. En el primero y el último únicamente se pintan motivos
geométricos, mientras que en el del medio también aparecen
otros vegetales.
43 6
6 fig. ): Tapadera ue mide . cm de altura, por lo que no se trata de las de mayor tamaño. Su pomo es
discoidal subtipo ), aun ue el centro del mismo casi no está
rehundido, y mide cm de diámetro. Su cuerpo tiene una forma troncoc nica y termina en un labio biselado ariante ). El
diámetro de su boca es de 4. cm. Pr imo a esa ona presenta
una incisión precocción, que sigue en la parte superior del recipiente con cierre herm tico con el ue se publica
43 6
0,
fig. 3 ) Cabr , 44, Lám. . ). a hemos aludido en ejemplares anteriores a la posible funcionalidad que pudieron desempe ar dichas marcas uentes, 0 ). Presenta decoraci n en
pesar de ue estas asimilaciones pudieran ser ciertas, hay ue
tener en cuenta que una misma tapadera se publica, en ocasiones,
vinculada a recipientes distintos, por lo que pensamos que Cabré
quiso dejar patente la no exclusividad existente entre estas piezas,
es decir, que una misma tapadera pudo emplearse en momentos
distintos para cubrir recipientes diferentes, siempre y cuando tuvieran medidas similares.
[page-n-122]
1943-69-603
1943-69-588
1943-69-626
1943-69-639
1943-69-640
1943-69-634
1943-69-628
0
ig. 00. Tapaderas
1943-69-635
10 cm
. V. ) recuperadas del Cabe o de lcalá
aila).
0
[page-n-123]
la cara externa de su cuerpo y en el pomo. En el primero de los
espacios citados se estructura en dos registros. En el superior
se utilizan únicamente motivos geométricos, mientras que en
el inferior se combinan con otros vegetales. Por su parte, en el
pomo se pinta un motivo que podría ser vegetal.
43 6 6
fig. ): Tapadera cuyas paredes del cuerpo
describen una forma troncocónica y terminan en un labio biselado ariante ), de . cm de diámetro. En el cuerpo, concretamente en la zona próxima al borde, aparecen dos incisiones
precocción. Presenta decoración en la cara externa del cuerpo
estructurada en, al menos, dos registros. En el superior se combinan los motivos geométricos y vegetales, mientras que en el
inferior únicamente aparecen los del primer tipo señalado.
43 6
fig. 00): Pie a ue cuenta con cm de altura.
Presenta un pomo anillado subtipo ) y un diámetro de . cm.
Las paredes de su cuerpo describen una forma troncocónica y
terminan en un borde entrante ariante ) ue posee un diámetro de grandes dimensiones, pues mide 3 cm. Se publica
como tapadera de los kalathoi 43 6 4
fig. 6 ) y 43 6
4 6 fig. 3) Cabr , 44, Lám. 6 y 33. ). La ornamentaci n,
bastante deteriorada, aparece en la cara externa del cuerpo y
en el pomo. En el primero de esos espacios se estructura en
dos registros. En el superior únicamente se emplean motivos
geométricos, mientras que en el inferior también se pintan otros
vegetales. En el pomo se aprecia cómo en el reborde del anillo
aparecen motivos geométricos, mientras que en la base no podemos identificarlos con certe a.
43 6 603 fig. 00): Tapadera ue mide cm de altu
ra. Presenta un pomo anillado subtipo ), de cm de diámetro.
La inclinación de sus paredes da lugar a un cuerpo troncocónico. Su borde es entrante ariante ) y mide 0 cm de diámetro. Se publica como tapadera de un kalathos con decoración
geom trica Cabr , 44, Lám. 3.4 y 3. ) y del crateriskos
43 6
0 fig.
) Cabr , 44, Lám. .4). Presenta decoración en las paredes exteriores del cuerpo y en el pomo. En el
primero de esos espacios se estructura en tres registros, de los
cuales únicamente el del medio combina motivos geométricos
y vegetales, mientras que en los otros solamente se emplean los
primeros. En el caso del pomo, en el reborde del anillo aparecen moti os geom tricos, ue tambi n se identifican en la base
de la pieza.
43 6 6 6 fig. 00): Tapadera ue presenta el cuer
po con forma troncoc nica. ste se decora en su parte e ter
na con dos registros en los que se representan motivos geométricos y vegetales.
43 6 6
fig. 00): Parte inferior de una tapadera con
forma troncocónica. Se caracteriza porque presenta el labio
biselado ariante ) y cuenta con
cm de diámetro de boca.
Presenta decoración en su cara externa, estructurada en al menos un registro, en el que se combinan motivos geométricos
y vegetales.
43 6 634 fig. 00): Parte inferior de una tapadera ue
presenta un labio biselado ariante ) y su boca cuenta con un
diámetro de 0 cm. La decoraci n se pinta en el e terior del
cuerpo y se estructura en al menos dos registros, en los que se
pintan motivos geométricos y vegetales.
43 6 63 fig. 00): Parte inferior de una tapadera ue
posee el labio biselado ariante ) y un diámetro de boca de cm.
La ornamentación conservada se desarrolla en la cara externa
0
del cuerpo y está estructurada en dos registros. En el superior se
combinan motivos geométricos y vegetales, mientras que en el
inferior únicamente se emplean los primeros.
43 6 63 fig. 00): ragmento ue pertenece al cuerpo
de una tapadera. La inclinaci n de las paredes describe un perfil
troncoc nico y su labio, biselado ariante ), mide 0. cm de
diámetro. La decoración aparece en la parte exterior del cuerpo
y se estructura en dos registros. En el superior se combinan moti os geom tricos y figurados, mientras ue en el inferior nicamente aparecen los geométricos.
43 6 640 fig. 00): Tapadera ue presenta un pomo
discoidal subtipo ) de 4.4 cm de diámetro. Las paredes de
su cuerpo describen una tendencia troncocónica y en una zona
pr ima al borde hay dos líneas incisas precocci n uentes,
0 ). Posee un labio biselado ariante ) ue mide 4 cm de
diámetro. Presenta la decoración en la cara externa del cuerpo y
en el pomo. En el primero de los espacios señalados se estructura en tres registros, en los que aparecen motivos geométricos,
si bien, en el del centro también se pintan vegetales. En cuanto
al pomo, la decoración está fracturada, por lo que no podemos
afirmar con certe a su tipo.
43 6 6
fig. 0 ): Tapadera ue mide . cm de
altura. Posee un pomo discoidal subtipo ) de 6 cm de diámetro y un orificio precocci n en la base de ste. Las paredes de
su cuerpo describen una tendencia troncocónica y en ellas es
visible alguna vacuola. En la cara exterior del cuerpo, próximo al borde, presenta dos incisiones precocción (Fuentes,
0 ). El labio es biselado ariante ) y el diámetro de su
boca mide cm. Se incula con el recipiente de cierre herm
tico 43 6 0 fig. 30) Cabr , 44, Lám. 30 y 3 ), aunue anteriormente ya hemos planteado nuestras reticencias a
dicha asociaci n. La ornamentaci n pintada aparece en la
cara externa del cuerpo así como en el pomo. En el primero
de esos espacios se estructura en dos registros, en los que se
emplean motivos geométricos, si bien, en el superior también se pintan otros vegetales. En el caso del pomo se plasman
los últimos señalados.
43 6 6
fig. 0 ): Parte inferior de una tapadera cuyas paredes describen una tendencia troncocónica. Cuenta con
un borde sin diferenciar ariante ) y un diámetro de boca de
40 cm. La ornamentaci n aparece en la cara e terna del cuerpo.
nicamente se ha conser ado un registro, en el ue se combinan
motivos geométricos y vegetales.
43 6 64 fig. 0 ): Parte inferior de una tapadera de
medianas dimensiones. Las paredes de su cuerpo describen una
forma troncoc nica y presenta un labio biselado ariante ). Su
diámetro de boca es de cm. La ornamentaci n se pinta en las
paredes exteriores del cuerpo y se estructura en dos registros. En
el inferior se emplean motivos geométricos, mientras que en el
superior también se pintan otros de tipo vegetal.
43 6 64 fig. 0 ): ragmento del cuerpo de una tapadera con decoración en su parte externa. Los motivos representados son geométricos y vegetales.
43 6 6
fig. 0 ): Pe ue a tapadera ue cuenta
con 4 cm de altura. Su pomo es discoidal subtipo ) y mide
4.3 cm de diámetro. Las paredes del cuerpo describen una
forma troncocónica y en la zona próxima al borde existe una
línea incisa precocci n uentes, 0 ). Su labio es bise
lado ariante ) y mide 0 cm de diámetro. La ornamen
[page-n-124]
1943-69-619
1943-69-680
1943-69-660
1943-69-659
1943-69-629
1943-69-645
1943-69-658 y 666
1943-69-655
1943-69-647
1943-69-675
1943-69-664
1943-69-668
0
ig. 0 . Tapaderas
. V. ) halladas en El Cabe o de lcalá
10 cm
aila).
111
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1943-69-684
1943-69-2301 y 2582
1943-69-682
1943-69-3178
1943-69-3373
1943-69-3410
1943-69-2308
1943-69-2576
1943-69-2581
1943-69-3181 y 3666
1943-69-2593
1943-69-3426
1943-69-2601
0
ig. 0 . Tapaderas
. V. ) del Cabe o de lcalá
aila).
10 cm
[page-n-126]
tación aparece en el exterior del cuerpo, distribuida en un
registro en el que aparecen combinados motivos geométricos y vegetales.
43 6 6 y 666 fig. 0 ): Tapadera con cuerpo troncoc nico y borde sin diferenciar ariante ). El diámetro de su
boca mide 4 cm. Presenta decoraci n en las paredes e ternas
del cuerpo, estructurada en un registro. Los motivos representados son de tipo geométrico y vegetal.
43 6 6 fig. 0 ): Pomo de forma discoidal subtipo )
ue cuenta con 6.3 cm de diámetro. En l aparece un orificio pre
cocción, ligeramente desplazado del centro. La ornamentación, en
la base del pomo, se compone únicamente de un motivo vegetal.
43 6 660 fig. 0 ): Pomo maci o subtipo 3) de reducidas dimensiones, pues mide 4.4 cm de diámetro. Presenta decoración de tipo vegetal.
43 6 664 fig. 0 ): Parte del cuerpo de una tapadera
que tiene forma troncocónica y está decorada exteriormente.
Solamente se conserva un registro, en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
43 6 66 fig. 0 ): Parte inferior de una tapadera con
cuerpo troncocónico. Presenta ornamentación en la cara externa
del cuerpo, estructurada en dos registros. En el primero se pintan motivos geométricos, mientras que en el segundo también
aparecen otros vegetales.
43 6 6
fig. 0 ): Parte inferior de una tapadera cuyas paredes describen un perfil troncoc nico y terminan en un
labio biselado ariante ). El diámetro de su boca mide
cm.
La decoración conservada aparece en la cara externa del cuerpo
y se estructura en dos registros. En el superior se combinan motivos geométricos y vegetales, mientras que en el inferior únicamente aparecen los del primer tipo señalado.
43 6 6 0 fig. 0 ): Tapadera conser ada en estado
muy fragmentario. Mide 3. cm de altura y cuenta con un
pomo discoidal subtipo ) de cm de diámetro. Las paredes
de su cuerpo tienen forma troncocónica y terminan en un borde
ligeramente saliente ariante ), ue mide 3 cm de diámetro.
Presenta ornamentación pintada en la cara exterior de las paredes del cuerpo y en el pomo. En el primero de esos espacios la
decoración se estructura en cuatro registros que acogen motivos
geométricos, si bien, en el segundo también se representan otros
de tipo vegetal. En el caso del pomo, únicamente se emplean
motivos geométricos.
43 6 6
fig. 0 ): Parte del cuerpo de una tapa
dera con perfil troncoc nico cuya decoraci n, en el e terior,
se dispone en un registro que únicamente conserva motivos vegetales.
43 6 6 4 fig. 0 ): Parte inferior de una tapadera de
pequeñas dimensiones. Las paredes de su cuerpo marcan un
perfil troncoc nico ue termina en un labio biselado arian
te ), de 4 cm de diámetro. Presenta ornamentaci n pintada
en la cara exterior del cuerpo y se distribuye en dos registros.
En ambos se emplean motivos geométricos, si bien, en el superior también se representan otros vegetales.
43 6 30 y
fig. 0 ): Pie a ue superaría los
cm de altura. Tiene el cuerpo troncocónico y el borde entrante y
engrosado ariante ). Su boca registra un gran diámetro, pues
mide 43 cm. La decoraci n pintada en el e terior del cuerpo
se estructura en dos registros, en los que se combinan motivos
geométricos y vegetales.
43 6 30 fig. 0 ): Cuerpo de una tapadera con forma troncocónica que se decora exteriormente. Se conservan
tres registros. Los dos primeros presentan motivos geométricos,
mientras que en el tercero también aparecen otros vegetales.
43 6
6 fig. 0 ): Parte superior de una tapadera
ue presenta el pomo anillado subtipo ) y mide cm de diámetro. La decoración conservada aparece en la parte exterior
del cuerpo, donde ha perdurado un registro en el ue se pintan
motivos geométricos y vegetales.
43 6
fig. 0 ): Parte inferior de una tapadera.
Conser a el borde, ue aparece sin diferenciar ariante ),
y tiene un gran diámetro de boca, pues mide 43 cm. Las paredes de su cuerpo describen una tendencia troncocónica. En un
e tremo e isten restos de una tacha de reparaci n. La ornamentación se pinta en la cara exterior del cuerpo y solamente se
conserva un registro, donde se combinan motivos geométricos
y vegetales.
43 6
3 fig. 0 ): Parte inferior de una tapadera ue
presenta un borde ligeramente entrante ariante ) y cuenta con
4 cm de diámetro. Las paredes describen una forma hemiesf rica. En ellas se puede apreciar la presencia de una tacha de
reparación. La decoración aparece en la parte externa distribuida en dos registros. En el primero de ellos solamente se utilizan
motivos geométricos, mientras que en el segundo se combinan
con otros de tipo vegetal.
43 6 60 fig. 0 ): ragmento del cuerpo de una tapadera que presenta las paredes exteriores decoradas. Solamente se ha conser ado un registro en el ue se combinan moti os
geométricos y vegetales.
43 6 3
fig. 0 ): Parte del cuerpo de una tapadera
que está decorada en su cara externa con motivos geométricos y
vegetales en el mismo registro.
43 6 3
y 3666 fig. 0 ): ragmentos de una tapadera que presenta ornamentación en la cara exterior del
cuerpo, en un registro en el que se pintan motivos geométricos
y vegetales.
43 6 33 3 fig. 0 ): Cuerpo troncoc nico de una tapadera ue conser a decoraci n en su cara e terna. sta se distribuye en un registro, en el que se combinan motivos geométricos
y vegetales.
43 6 34 0 fig. 0 ): Parte del cuerpo de una tapadera
decorada exteriormente con motivos geométricos y vegetales
dispuestos en un mismo registro.
43 6 34 6 fig. 0 ): ragmento ue pertenece al cuerpo de una tapadera. En la parte superior presenta un ligero baquetón que no tiene forma regular. La decoración se pinta en el
exterior de las paredes del cuerpo y se estructura en un registro.
Los moti os ue se han conser ado son egetales.
43 6 3 0 fig. 03): Parte del cuerpo de una tapadera
decorada por su cara externa. La ornamentación conservada se
dispone en un registro, en el que se pintan motivos geométricos
y vegetales.
43 6 3643 fig. 03): ragmento del cuerpo de una
posible tapadera. La decoración se pinta en el exterior y se dispone en un registro en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
43 6 36
fig. 03): ragmento del cuerpo de una
tapadera que presenta su parte externa decorada con motivos
geométricos y vegetales dispuestos en un registro.
113
[page-n-127]
1943-69-3685
1943-69-4243
1943-69-3550
1943-69-4208
1943-69-3643
1943-69-4249
1995-38-Az-366
1995-38-Az-365
1995-38-Az-364
1995-38-Az-345
1995-38-Az-558
1995-38-Az-346
1995-38-Az-575 y 580
1995-38-Az-375
37016
37088
37085
0
ig. 03. Tapaderas
4
. V. ) procedentes del Cabe o de lcalá
aila).
10 cm
[page-n-128]
43 6 4 0 fig. 03): Parte inferior de una tapadera ue
posee un borde de 6 cm de diámetro y un labio biselado ariante ). La decoraci n aparece en la cara e terna del cuerpo y
se distribuye en dos registros. En el inferior únicamente se emplean motivos geométricos, mientras que en el superior también
se realizan otros de tipo vegetal.
43 6 4 43 fig. 03): Parte superior de una tapadera con
paredes de tendencia troncocónica. La cara externa del cuerpo
está decorada y conserva dos registros en los que se pintan motivos geométricos y vegetales.
43 6 4 4 fig. 03): ragmento del cuerpo de una tapadera ue presenta decoraci n en su e terior. sta se distribuye en, al menos, dos registros. El superior se encuentra muy
incompleto, pero en el inferior, mejor conservado, se aprecia la
combinación de motivos geométricos y vegetales.
3
34 fig. 03): Parte inferior de una tapadera
con las paredes de su cuerpo de forma troncocónica. Posee un
labio biselado ariante ) y un diámetro de boca de 3 cm. La
ornamentación que se conserva aparece en un registro, en el exterior del cuerpo, en el que se representan motivos geométricos
y vegetales.
3
346 fig. 03): Parte inferior de una tapadera
ue posee un borde entrante ariante ) y un diámetro de boca
de 4 cm, por lo ue es de grandes dimensiones. La decoraci n
conservada aparece en un registro en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
3
364 fig. 03): Tapadera con forma troncoc nica. Cuenta con un labio biselado ariante ) y un diámetro de
boca de 4 cm. La ornamentaci n aparece en la cara e terna de
la pieza estructurada en dos registros, pero está muy deteriorada. En ambos e isten moti os geom tricos, a los ue hay ue
añadir en el registro superior posibles representaciones zoomorfas y en el inferior motivos de naturaleza vegetal.
3
36 fig. 03): Parte inferior de una tapadera
con cuerpo troncoc nico. Su labio es biselado ariante ) y
cuenta con un diámetro de boca de 4 cm. Presenta decoraci n
en la cara externa de su cuerpo distribuida en, al menos, dos registros, en los que se combinan motivos geométricos y vegetales.
3
366 fig. 03): Tapadera de medianas dimensiones ue posee un perfil troncoc nico. En la ona pr ima al
borde presenta una línea incisa previa a la cocción de la pieza
uentes, 0 ). Su labio es biselado ariante ) y el diámetro
de su boca mide 4 cm. La ornamentaci n se desarrolla en la ca
ra exterior del cuerpo y se estructura en dos registros. En el superior se combinan motivos geométricos y vegetales, mientras que
en el inferior únicamente aparecen los del primer tipo señalado.
3
3
fig. 03): Parte inferior de una tapadera.
Conser a el labio biselado ariante ) y la apertura de su boca
mide
cm. Presenta una línea ertical incisa precocci n en la
ona pr ima al borde uentes, 0 ). Posee decoraci n pintada distribuida en dos registros. En el superior se combinan
motivos geométricos y vegetales, mientras que en el inferior
únicamente aparecen los primeros.
3
fig. 03): Parte inferior de una tapadera
de grandes dimensiones. Sus paredes describen un perfil troncoc nico. Presenta un borde ligeramente entrante ariante ), ue
mide 39 cm de diámetro. La ornamentación, en la cara externa
de las paredes, aparece en un registro en el que se combinan
motivos geométricos y vegetales.
3
y
0 fig. 03): ragmentos ue corresponden al cuerpo de una tapadera cuyas paredes externas
se decoran con motivos geométricos y vegetales dispuestos
en un registro.
3 0 6 fig. 03): ragmento del cuerpo de una tapadera
que presenta decoración en su parte externa estructurada en,
al menos, dos registros. En el superior se combinan motivos
geométricos y vegetales, mientras que en el inferior únicamente
aparecen los primeros.
3 0
fig. 03): Parte inferior de una tapadera de perfil
troncoc nico. Posee un borde entrante ariante ) ue mide
39 cm de diámetro. La decoración aparece en la cara externa del
cuerpo distribuida en dos registros. En el superior se combinan
motivos geométricos y vegetales, mientras que en el inferior
únicamente aparecen los primeros.
3 0
fig. 03): Parte inferior de una tapadera cuyas
paredes dibujan un perfil troncoc nico y presentan un desconchado ue se decor igualmente. Su borde es ligeramente
entrante ariante ) y mide
cm de diámetro. Conser a decoración en la cara externa de su cuerpo, estructurada en dos
registros en los que se utilizan motivos geométricos, si bien, en
el superior se intuye que se combinarían con otros de diferente
tipo, probablemente vegetales.
3 fig. 04, dibujo de . Cabr ): Tapadera ue mide 3. cm
de altura y posee un pomo discoidal subtipo ) ue tiene cm
de diámetro. La inclinación de las paredes de su cuerpo da lugar
a un perfil troncoc nico ue termina en un borde ligeramente
entrante ariante ). El diámetro de su boca es grande, pues
mide 40 cm. Presenta decoraci n en la cara e terna de las paredes del cuerpo y el pomo. En el primer caso cuenta con cinco
registros decorados, de los cuales solamente el inferior combina
motivos geométricos y vegetales, apareciendo en el resto únicamente los primeros señalados. La ornamentación del pomo es
exclusivamente geométrica.
00 fig. 04 y 0 ): Tapadera conser ada bastante entera, ue cuenta con una altura de 0. cm. Su pomo es discoidal
subtipo ) y mide . cm de diámetro. En l aparece un orificio
precocción, ligeramente desplazado del centro y de forma alargada. Las paredes de su cuerpo describen una tendencia troncocónica y en su parte interior presentan una marca pintada, tal
vez símbolo de propiedad o identidad del artesano. En este caso
o se trata de un numeral o de la repetición en tres ocasiones del
signo ba del ibérico nordoriental. Cuenta con un labio biselado
ariante ) y su boca mide
cm de diámetro. La ornamentación aparece en la cara externa del cuerpo y en el pomo. En
el primer espacio señalado se distribuye en un registro, donde
se combinan motivos geométricos y vegetales. En el pomo se
pintan los últimos señalados.
fig. 04 y 06): Tapadera conser ada en buen estado, ue mide . cm de alto. Posee un pomo discoidal subtipo )
ue tiene cm de diámetro. Presenta un orificio precocci n, de
forma alargada, ligeramente desplazado del centro. La tendencia de las paredes de su cuerpo describe una forma troncocónica. En la zona exterior, próxima al borde, aparece un aspa
incisa, mientras que en su interior presenta una marca pintada.
Esta última corresponde al valor tu, mientras que la incisa lo
hace a ta. El labio es biselado ariante ) y el diámetro de su
boca mide 3.6 cm. Presenta decoraci n pintada en las paredes
externas del cuerpo y en el pomo. En el primero de los espacios
[page-n-129]
19800
7399
19812
37086
37111
0
ig. 04. Tapaderas
6
10 cm
. V. ) recuperadas en El Cabe o de lcalá
aila).
[page-n-130]
ig. 0 . Tapadera
00, e terior e interior.
ig. 06. Tapadera
, e terior e interior.
señalados se estructura en un único registro, en el que se combinan motivos geométricos y vegetales. En el segundo únicamente aparecen los últimos señalados.
E iste un desconchado en la superficie e terior de la pie a,
un poco más arriba de donde aparecen las marcas incisas. Se
produjo en un momento anterior a la ornamentación de la pieza,
pero no fue considerado moti o suficiente para desecharla.
3 0 6 fig. 04): Tapadera con cuerpo troncoc nico. Su
borde es entrante y el labio biselado ariante ). El diámetro de
su boca mide 4 cm. Presenta ornamentaci n en la parte e terior
de sus paredes, distribuida en un registro, en el que se combinan
motivos geométricos y vegetales.
3
fig. 04): Parte inferior de una tapadera cuyas paredes describen un perfil troncoc nico. Conser a el borde, ue
es ligeramente entrante ariante ) y mide 4 cm de diáme-
tro. La ornamentación aparece en la parte exterior del cuerpo y
se conserva un único registro, en el que se combinan motivos
geométricos y vegetales.
3 fig. 0 y 0 ): Tapadera conser ada al completo
y en muy buen estado, ue mide 4. cm de altura. Presenta un
pomo anillado subtipo ) ue tiene 6.6 cm de diámetro. En l
existe una incisión precocción, un poco desplazada del centro,
de forma alargada. El perfil de sus paredes es troncoc nico y
en la parte externa, próximo al borde, existen tres líneas incisas
previas a la cocción de la pieza, que podría ser la repetición por
tres veces del signo ba del ibérico nordoriental. En el interior se
ha constatado la presencia de dos orificios inconclusos, de los
que se desconoce su intencionalidad. Posee un labio biselado
ariante ) ue permitiría el cierre herm tico de la pie a a la
ue cubriría y su diámetro de boca mide .3 cm. La ornamenta-
[page-n-131]
ción se representa en la cara externa del cuerpo y en el pomo. En
el primero de esos espacios aparece distribuida en dos registros,
en los que se emplean motivos geométricos, si bien, en el inferior se combinan con otros vegetales. Estos últimos aparecen
también en el pomo.
3 0 0 fig. 0 ): Tapadera ue posee un pomo anillado
subtipo ), de
cm de diámetro, y conser a parte de sus paredes. La ornamentación se pinta en la parte exterior de la base,
en el anillo y en la cara externa del cuerpo. En los dos primeros
espacios los motivos que se emplean son geométricos, mientras
que en el otro aparecen combinados, en el mismo registro, con
otros vegetales.
40
VI 4
fig. 0 ): Tapadera con cuerpo de forma
troncoc nica y un borde ligeramente entrante ariante ) ue
tiene 4 cm de diámetro. Presenta decoraci n en la cara e terna
de las paredes del cuerpo, estructurada en dos registros. En el
superior aparecen únicamente motivos geométricos, mientras
que en el inferior se añaden también otros vegetales.
aila fig. 0 ): Tapadera ue actualmente se encuentra
en paradero desconocido Cabr , 44:
3, Lám. 4. Pericot,
, fig. 3). Mide 6.3 cm de altura y cuenta con un pomo
discoidal subtipo ) de cm de diámetro. Presenta un orificio
precocción, de forma alargada, un poco desplazado del centro.
Las paredes de su cuerpo describen una tendencia troncocónica
y cuenta con un diámetro de boca ue mide . cm. La ornamentación aparece en la parte externa del cuerpo y en el pomo.
En el primer espacio se estructura en dos registros, en los que
se utilizan motivos geométricos, si bien, en el superior también
aparecen otros vegetales. Respecto al pomo, decir que únicamente se ha pintado un moti o egetal.
aila 3 fig. 0 ): Tapadera de la ue actualmente se desconoce su ubicaci n. No se ha publicado su perfil Cabr , 44:
0, fig.
y Lám. 0. ), pero en las fotografías se aprecia ue
posee un pomo discoidal subtipo ). ste cuenta con 4. cm
de diámetro y la boca con 3. cm. La decoraci n se pinta en
la cara externa de las paredes del cuerpo y en el pomo. En el
primer espacio se estructura en dos registros, en los que se emplean los motivos geométricos, si bien en el inferior aparecen
tambi n otros figurados. En el caso del pomo solamente se pinta
un motivo vegetal.
aila 4 fig. 0 ): Tapadera ue mide . cm de altura.
Actualmente se encuentra en paradero desconocido (Cabré,
6a, fig. .4
44: , fig. 4. y Lám. .4). Su pomo es
aparentemente discoidal subtipo ) y tiene 6 cm de diámetro.
Su boca cuenta con 3 cm de diámetro. Presenta ornamentación en las paredes exteriores de su cuerpo y en el pomo. En
el primer espacio indicado aparecen dos registros con motivos
geométricos, si bien, en el superior también se pintan otros vegetales, aunque estilizados. En el pomo son precisamente estos
últimos los únicos que se realizan.
aila fig. 0 ): Tapadera ue actualmente está en paradero desconocido Cabr ,
6a, fig. 6, 44: 60 6 , fig. 43
y
y Lám. 4. ). Cuenta con un pomo de cm de diámetro y
una boca de 6 cm. Se publica como tapadera del recipiente con
cierre herm tico 43 6
4 fig. 36) Cabr , 44, fig. 43).
La decoración aparece en la cara externa de las paredes de su
cuerpo, distribuida en dos registros. En el inferior se emplean
motivos geométricos, mientras que en el superior se combinan
con otros de tipo egetal y figurado.
aila 6 fig. 0 ): Tapadera de la ue se desconoce
su paradero actual Cabr ,
6a, fig. , 44: 3, fig. .
y Lám. 4. ). Cuenta con una altura de cm, presenta un
pomo discoidal de 9 cm de diámetro y una apertura de boca
de 3 cm. Se publica como tapadera del recipiente con cierre herm tico 43 6 0 fig. 3 ) Cabr , 44, Lám. 36).
La ornamentación se desarrolla en la parte externa del cuerpo,
en un único registro en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
aila fig. 0 ): Tapadera ue actualmente está desaparecida Cabr ,
6a, fig. , 44: 3, fig. . y Lám. 4. ).
Cuenta con una altura de 9 cm y el diámetro de su boca es de
3 cm, mientras ue su pomo registra un diámetro de . cm.
Presenta una línea incisa precocción en la zona próxima al borde ue se prolonga en el recipiente con cierre herm tico con el
ue se publica, 43 6 0 fig. 3 ) Cabr , 44, Lám. 4
uentes, 0 ). Presenta decoraci n en la cara e terna de las
paredes del cuerpo y en el pomo. En cuanto a la que aparece en
el cuerpo, decir que se estructura en dos registros, en los que se
emplean motivos geométricos, si bien, en el caso del superior
también aparecen otros vegetales. En el pomo se combinan los
dos tipos de motivos señalados.
aila 0 fig. 0 ): Tapadera de la ue hoy en día desconocemos su lugar de dep sito Cabr ,
6a, fig. . ). Tiene en
el pomo dos líneas incisas antes de la cocción que se cruzan y
equivalen al signo ta del ib rico nordoriental. El pomo mide cm
de diámetro. La ornamentación se pinta en la parte externa de su
cuerpo y se estructura en dos registros. En el inferior se combinan motivos geométricos y vegetales, mientras que en el superior únicamente aparecen los del primer tipo señalado.
aila
fig. 0 ): Parte inferior de una tapadera ue actualmente está en paradero desconocido Cabr ,
6a, fig. .
y Lám. 3.3, 44: 3, fig. y Lám. . Beltrán Lloris,
6:
0 ). Cuando se dio a conocer se asoci a un kalathos con decoraci n geom trica Cabr , 44, Lám. 3.3). Su diámetro de
boca es de 4. cm. En una ona pr ima al borde biselado de
la pieza aparece una línea recta incisa precocción y una marca
pintada, formada por dos líneas que se cruzan y equivalen al
signo ta del ibérico nordoriental. Su pomo es discoidal. La decoración, pintada en la cara exterior del cuerpo, se distribuye
en tres registros en los que se emplean motivos geométricos, si
bien, en el del centro también aparece un motivo vegetal.
aila
fig. 0 ): Parte inferior de una tapadera en paradero desconocido Cabr ,
6a, fig. .4, 44, fig. 6). La
ornamentación se desarrolla en el exterior del cuerpo. Se estructura en cuatro registros, en los que se pintan motivos geométricos, incluyéndose en el último uno vegetal.
aila 3 fig. 0 ): Parte inferior de una tapadera ue se
halla en paradero desconocido Cabr ,
6a, fig. . , 44:
0 , fig. 4.4 y Lám. .3). Su diámetro de boca es de .
cm. La decoración conservada se desarrolla en la cara externa
del cuerpo, en dos registros. En el primero de ellos se combinan
motivos geométricos y vegetales, mientras que en el segundo
únicamente se pintan los del primer tipo.
aila 4 fig. 0 ): Parte inferior de una tapadera de la
ue hoy en día desconocemos su lugar de dep sito Cabr ,
6a, fig. .6, 44, fig. 4. ). Presenta ornamentaci n en la
parte exterior del cuerpo, estructurada en un registro en el que
se combinan motivos geométricos y vegetales.
[page-n-132]
19813
49-27-VI-427
37070
Azaila-3
Azaila-4
Azaila-1
0
ig. 0 . Tapaderas
. V. ) procedentes del Cabe o de lcalá
10 cm
aila).
119
[page-n-133]
ig. 0 . Tapadera
aila
fig. 0 ): Parte inferior de una tapadera de la
ue desconocemos su ubicaci n actual Cabr ,
6a, fig. . ,
44, fig. 4. ). En las paredes de su cuerpo, concretamente en
la zona próxima al borde, aparecen dos líneas oblicuas y opuestas incisas antes de cocer el recipiente. El diámetro de su boca
mide 0. cm. La decoraci n pintada aparece en el e terior del
cuerpo y se dispone en un registro en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
aila
fig. 0 ): Tapadera cuyo paradero hoy en día
nos es desconocido Cabr ,
6a, fig. .3, Lám. 3 , 44: ,
Lám. 3. ). El pomo mide cm de diámetro y su boca cm. Se
publica como tapadera del recipiente con resalte 43 6 03
fig. 4 ) Cabr , 44, Lám. 3. ). Posee decoraci n en la parte
externa de su cuerpo, distribuida en dos registros, en los que se
emplean motivos geométricos, si bien, en el inferior también se
representan otros de tipo vegetal. El pomo está ornamentado, si
bien, en él únicamente se pintan motivos vegetales.
aila 0 fig. 0 ): Tapadera cuyo paradero actual nos
es desconocido. No se ha publicado su perfil Cabr ,
6a,
fig. . , 44: , fig. . y Lám. 3 ), pero sabemos ue contaría con un pomo de 6 cm de diámetro y una boca de 4 cm,
aunque nos resulta imposible determinar su morfología en función de la documentación disponible. En el pomo lleva una
marca pintada, una H que equivale en el ibérico nordoriental
a una o . lgunos autores han considerado dicha marca como
la firma del artista ue decor la pie a Cabr ,
6a: 43,
44: ). Se publica como tapadera del recipiente con resalte
43 6 04 fig. 46) Cabr , 44, Lám. 3 ). Presenta decoración en la cara externa de sus paredes y en el pomo. En el
primero de los casos se estructura en tres registros, en los que
aparecen motivos geométricos, si bien, en el del centro también
se pinta otro vegetal. En el pomo solamente se representa decoración geométrica.
aila 3 fig. 0 ): Tapadera actualmente en paradero
desconocido Cabr , 44: 3, fig. 0. , Lám. 4.3). Cuenta con
escasa altura, pues no sobrepasa los . cm. Su pomo es discoidal subtipo ) y mide 4 cm de diámetro. Las paredes de su
0
3, e terior e interior.
cuerpo describen un perfil troncoc nico ue termina en un labio
biselado ariante ), de 4 cm de diámetro. Se publica como
tapadera de un crateriskos con decoración geométrica (Cabré,
44, Lám. .3). Presenta decoraci n en el pomo y en las paredes externas del cuerpo. En ambos espacios se pintan motivos
geométricos, si bien, en el registro del cuerpo también aparecen
otros figurados.
aila
fig. 0): Tapadera de la ue se conser a y
publica el perfil completo Cabr , 44, fig. . ), lo ue facilita su estudio, pues actualmente se encuentra en paradero
desconocido. Posee un pomo discoidal subtipo ) de . cm
de diámetro. Las paredes de su cuerpo describen una tendencia troncoc nica y terminan en un labio biselado ariante ).
El diámetro de su boca mide 3 cm. En el pomo lle a pintada, como en el caso anterior, la marca H Cabr ,
6a: 43,
44: ). Se identifica como tapadera del recipiente con cierre herm tico 43 6
fig. 33) Cabr , 44, Lám. ).
Presenta ornamentación pintada en la cara externa del cuerpo,
en el borde del pomo y en el pomo. En el primero de los casos se estructura en un registro, en el que se emplean motivos
geométricos y vegetales. En el segundo se utiliza decoración
exclusivamente geométrica y en el último solamente aparece
un motivo vegetal.
aila 3 fig. 0): Tapadera ue actualmente está perdida
Cabr ,
6a, fig. 3
44: 4 , fig.
y
y Lám. 6. ).
Mide 3 cm de altura y posee un pomo discoidal subtipo )
de 6 cm de diámetro. En ese espacio tiene pintada la marca H,
como hemos isto en ejemplares anteriores. Las paredes de su
cuerpo describen una forma troncocónica y el borde es entrante
y ligeramente engrosado ariante ). Cuenta con un diámetro
de boca de 3 cm y se publica como tapadera del kalathos 43
6
fig. ) Cabr , 44, fig. ). Presenta ornamentaci n
en la parte exterior de las paredes del cuerpo y en el pomo. En
el primero de los espacios aludidos aparecen cinco registros,
empleándose en todos ellos motivos geométricos que, en el inferior, se combinan con otro de tipo vegetal. En el pomo únicamente aparece uno de este último tipo.
[page-n-134]
Azaila-5
Azaila-6
Azaila-7
Azaila-13
Azaila-11
Azaila-10
Azaila-12
Azaila-14
Azaila-15
Azaila-39
Azaila-18
Azaila-20
0
ig. 0 . Tapaderas
. V. ) del Cabe o de lcalá
10 cm
aila) Material gráfico: . Cabr y . Pijoán).
[page-n-135]
Azaila-21
Azaila-23
Azaila-36
TC15
0
ig.
0. Tapaderas
. V. ) del Cabe o de lcalá
aila)
y Tiro de Ca n
aila , aila 3 y
lca i ) TC ).
10 cm
aila 36) Material gráfico: . Cabr )
[page-n-136]
Azaila-42
Azaila-37
TC21
TCObj5
TCObj30
LGSN1
0
ig.
10 cm
. Tapaderas . V. ) de: El Cabe o de lcalá
aila)
aila 3 y aila 4 ) Material gráfico: . Cabr ),
Tiro de Ca n lca i ) TC , TC bj y TCCjto30) y La Guardia lcorisa) LGSN ).
3
[page-n-137]
Azaila-8
Azaila-9
Azaila-17
Azaila-19
Azaila-22
Azaila-44
San Antonio-5
San Antonio-7
0
10 cm
San Antonio-8
ig.
. Tapaderas
. V. ) de: El Cabe o de lcalá
aila)
aila , aila , aila , aila ,
y San ntonio Calaceite) San ntonio , San ntonio y San ntonio ).
aila 36 fig. 0): Tapadera ue actualmente está desaparecida Cabr , 44: 3 4, Lám. . , 0, , , 6,
y
.3). Cuenta con una altura de 6. cm y su pomo es discoidal
subtipo ). ste mide cm de diámetro. Su cuerpo tiene forma
troncoc nica y termina en un labio biselado ariante ). Posee
un diámetro de apertura de boca de 3 cm. Cabr la asocia a
arios recipientes con cierre herm tico 43 6
fig. 34) y
43 6
4 fig. 36). Presenta decoraci n en las paredes e ternas del cuerpo, donde se estructura en un registro en el que
se combinan motivos geométricos y vegetales. Aparentemente
el anillo del pomo también presenta ornamentación del primer
tipo señalado.
aila 3 fig.
): Tapadera de la ue hoy en día desconocemos el lugar en el ue se encuentra Cabr , 44: 4, Lám.
4 y . ). Su tama o es considerable, pues cuenta con una altura de
cm. Posee un pomo discoidal subtipo ) de cm
de diámetro. Las paredes de su cuerpo describen una tendencia
troncoc nica y terminan en un borde entrante ariante ), de
40 cm de diámetro. La ornamentaci n se desarrolla en el e te4
aila
y
aila 44)
rior del cuerpo y se estructura en dos registros. En el superior se
pintan exclusivamente motivos geométricos, mientras que en el
inferior también aparece otro de tipo vegetal.
aila 4 fig.
): Tapadera actualmente perdida Cabr ,
44: , Lám. . ). Posee una altura considerable, pues mide
cm. Su pomo aparentemente es maci o subtipo 3) y mide
. de diámetro. Su boca cuenta con un diámetro de
cm y
próximo a su borde aparecen dos líneas paralelas e inclinadas
incisas en un momento anterior a la cocción. La ornamentación
se pinta en el exterior del cuerpo y se estructura en dos registros.
En ambos se emplean motivos geométricos, si bien, en el superior se combinan con otros vegetales.
aila
fig.
): Parte inferior de una tapadera de la
ue hoy en día desconocemos su paradero Cabr ,
6a, fig.
.6). Presenta dos líneas entrecru adas incisas, anteriores a la
cocción de la pieza, en la zona próxima al borde, que se podrían
identificar con el signo ta del ibérico nordoriental. La ornamentación se desarrolla en la parte exterior del cuerpo. Se estructura
en dos registros. En el superior se pintan motivos geométricos y
[page-n-138]
vegetales, mientras que en el inferior únicamente aparecen los
del primer tipo señalado.
aila
fig.
): Tapadera ue actualmente se encuentra en paradero desconocido Cabr ,
6a, fig. , 44: 6,
fig. ). La ornamentaci n se pinta en las paredes e ternas del
cuerpo y en el pomo. En el primer espacio señalado se estructura en tres registros, en los que se emplean motivos geométricos,
a los ue hay ue sumar otro egetal en el registro interme
dio. Respecto al pomo, únicamente se pinta un motivo geométrico que, visto desde arriba y junto a la decoración del primer
registro del cuerpo, pueden conformar un motivo vegetal de
tipo floral.
aila fig.
): Tapadera de la ue desconocemos d nde se encuentra hoy en día Cabr ,
6a, fig. ). La decoración que conserva aparece en la cara externa del cuerpo y en el
pomo. En el primer caso se distribuye en dos registros, en los
que únicamente aparecen motivos geométricos. Por su parte, en
el pomo, el motivo que se representa es vegetal.
aila
fig.
): ragmento ue corresponde a una tapadera que actualmente se encuentra en paradero desconocido
Cabr ,
6a, fig. . ). La ornamentaci n aparece en la cara
exterior del cuerpo y en el pomo. En el primero de los espacios
indicados se desarrolla en un único registro, en el que se emplean motivos geométricos, mientras que en el pomo solamente
se utilizan los vegetales.
aila
fig.
): Tapadera ue actualmente se encuentra en paradero desconocido. En este caso sí se publicó
el dibujo de su perfil, pero no sus dimensiones Cabr ,
6a,
fig. . ). Posee un pomo maci o subtipo 3), las paredes de
su cuerpo tienen una forma troncocónica y su labio es biselado
ariante ). La decoraci n se desarrolla en la parte e terna del
cuerpo y se estructura en dos registros en los que se emplean
motivos geométricos, si bien, en el inferior se suma otro de
tipo vegetal.
aila 44 fig.
): Tapadera cuyo paradero actual es incierto Pijoán, 0 , fig. 3). Las paredes e teriores del cuerpo
presentan la decoración estructurada en un registro y los motivos representados son de tipo geométrico y vegetal.
La Guardia (Alcorisa)
LGSN fig.
): Parte inferior de una tapadera con
cuerpo troncoc nico. Posee el labio biselado ariante ) y su
boca mide 0 cm de diámetro. La ornamentaci n aparece en
la parte e terna del cuerpo. Solamente se ha conser ado un
registro, en el que se combinan motivos geométricos, vegetales
y figurados.
San Antonio (Calaceite)
San ntonio fig.
): Tapadera de la ue desconocemos
su paradero actual Pallar s, 6 : 0). Cuenta con un pomo
discoidal subtipo ) y las paredes del cuerpo describen una
forma troncocónica. Su borde es en ala con labio biselado (variante ). Presenta decoraci n en la parte e terior del cuerpo, estructurada en un registro en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
San ntonio fig.
): Tapadera ue actualmente se encuentra en paradero desconocido Cabr ,
4, fig. . ). La
ornamentación pintada aparece en la cara externa del cuerpo,
distribuida en un registro en el que se pintan motivos geométricos y vegetales.
San ntonio
fig.
): Tapadera de la ue hoy en día
desconocemos d nde está depositada Cabr ,
4, fig. . ).
Las paredes de su cuerpo describen una forma troncocónica y el
pomo parece discoidal subtipo ). La decoraci n se desarrolla
en el exterior del cuerpo y se dispone en un registro, en el que se
representan motivos geométricos y vegetales.
Tiro de Cañón (Alcañiz)
TC
fig. 0): ragmento ue pertenece a la parte superior de una tapadera. Conser a el pomo, de 0.3 cm de diámetro,
con forma anillada subtipo ). Presenta decoraci n en la parte
exterior del cuerpo y en el pomo. El primer espacio se estructura
en dos registros, en los que se pintan motivos geométricos, si
bien, en el inferior también se realiza otro de tipo vegetal. En el
pomo se combinan motivos de los dos tipos citados.
TC
fig.
): Tapadera de grandes dimensiones, ue
cuenta con una altura de 6. cm. Su pomo es anillado subtipo )
y mide 0 cm de diámetro. Las paredes de su cuerpo describen
una forma troncocónica, que termina en un borde entrante (variante ), con labio engrosado, de 44 cm de diámetro. La ornamentación aparece en la parte externa del cuerpo, en el anillo y
en el pomo. En el primero de los casos está dividida en tres registros, en los que se emplean motivos geométricos, si bien, en
el del centro también se pintan otros de tipo vegetal. En los otros
dos espacios únicamente se representan motivos geométricos.
TCCjto30 fig.
): Pomo ue mide . cm de diámetro y
tiene forma discoidal subtipo ). Presenta un orificio alargado
realizado antes de la cocción de la pieza y la decoración pintada
es de tipo vegetal.
TC bj fig.
): Tapadera ue mide 6 cm de altura.
Cuenta con un pomo de 6.3 cm de diámetro y forma anillada
subtipo ). En ese lugar presenta, ligeramente despla ado del
centro, un orificio precocci n de forma alargada. Las paredes
del cuerpo describen un perfil troncoc nico ue termina en un
labio biselado ariante ). La boca mide
cm de diámetro.
La ornamentación aparece en la cara externa del cuerpo, en un
registro en el que se combinan motivos geométricos y vegetales.
III.6. GRUP VI
Este grupo incluye imitaciones de piezas procedentes de contextos exógenos a la cultura ibérica y a la Península Ibérica,
generalmente relacionados con el servicio de mesa.
III.6.1. CraterisKos (a. vI.4) (FIg. 113-121)
Recipiente de pe ue o y mediano formato, pues mide entre 0.
y
cm de altura. Se caracteri a por presentar bordes salientes
con diámetros ue oscilan entre . y 36 cm), cuello y portar un
par de asas erticales simples o compuestas) ue surgen del labio
y reposan en el cuerpo del recipiente. En la ona estudiada hemos
identificado dos subtipos. El primero, más documentado, presenta el cuello estrangulado, el perfil de su cuerpo puede adoptar
una forma troncocónica o cilíndrica y la base sobre la que reposa
siempre es cóncava. El segundo, por su parte, posee un cuello
destacado y cilíndrico, su cuerpo generalmente es troncocónico y
la base puede ser anillada o poseer pie , bien sea indicado o alto.
Los diámetros de las bases pueden medir entre y 3 cm.
Los ue portan pie son similares a los kantharoi.
[page-n-139]
LGSN13
IG536
IG1343
IG146
Pal-6
1943-69-521
0
Fig. 113. Crateriskoi
6
. VI.4) procedentes de: La Guardia lcorisa) LGSN 3, IG 36 y IG 343), El Castelillo
El Palao lca i ) Pal 6) y El Cabe o de lcalá
aila)
43 6
).
10 cm
llo a) IG 46),
[page-n-140]
ig. 4. Crateriskos . VI.4)
procedente de La Guardia lcorisa).
IG1546
A pesar de constituir uno de los tipos menos imitados en el
mundo ib rico, en el ámbito geográfico ue en este estudio abarcamos es bastante com n Beltrán Martíne ,
0a:
3).
Hemos contabilizado treinta y cuatro ejemplares pertenecientes
a diferentes yacimientos: La Guardia lcorisa), El Palao lcai ), Tiro de Ca n lca i ), El Castelillo llo a), El Cabe o
de lcalá
aila), La Corona uentes de Ebro) y ur n de
Belmonte Belmonte de Gracián) tabla 3).
La Guardia (Alcorisa)
LGSN 3 fig. 3): Pie a de gran tama o, pues mide cm
de altura. Presenta un borde saliente y un diámetro de boca de
cm. e sta surgen un par de asas, erticales, de secci n
acintada, que descansan en el cuerpo. Tras el típico cuello estrangulado subtipo ) se desarrolla un cuerpo troncoc nico ue
descansa sobre una base c nca a, de 0 cm de diámetro. La decoración aparece en el cuello y cuerpo de la pieza, estructurada
en un registro en cada uno de esos espacios. En ambos se pintan
motivos geométricos, si bien, en el cuerpo éstos se combinan
con otro de tipo vegetal.
0
10 cm
IG 36 fig. 3): Recipiente de reducido tama o, pues
mide 3. cm de altura. Tiene un borde saliente, del ue surgen
un par de asas verticales, de sección acintada, que se insertan
en el cuerpo. El diámetro de su boca es de . cm. Presenta el
típico cuello estrangulado y las paredes de su cuerpo describen
una forma cilíndrica subtipo ). No se ha conser ado su base,
aunque actualmente está restituida. Presenta ornamentación en
la parte interior del borde, en el cuello, cuerpo y en las asas. En
todos estos espacios se emplean motivos de tipo geométrico, si
bien, en el caso del cuerpo se combinan con otro de tipo vegetal
en el mismo registro. En el cuello la decoración también se estructura en un único registro.
IG 343 fig. 3): Pie a de medianas dimensiones, pues
cuenta con una altura de 13 cm. Presenta un borde saliente, del
que arrancan un par de asas verticales, de sección acintada, que
reposan en el cuerpo. El diámetro de la boca es de . cm. Tras
el cuello estrangulado, las paredes del cuerpo adoptan un perfil
troncoc nico subtipo ). La base es c nca a y mide
cm de
diámetro. Posee ornamentación en la parte interior del borde, en
el cuello, cuerpo y asas. Los motivos representados son de tipo
[page-n-141]
TC67
TCSN6
0
ig.
. Crateriskoi
. VI.4) hallados de Tiro de Ca
n
lca i ).
10 cm
[page-n-142]
geométrico, si bien, en el registro que se desarrolla en el cuerpo
aparecen combinados con otro vegetal. En el cuello, la decoración también se estructura en un registro.
IG 46 fig. 4): Crateriskos de grandes dimensiones que
cuenta con 6 cm de altura. Su borde es saliente y de l nacen
dos asas verticales, de sección acintada con un par de resaltes
exteriores, que reposan en el cuerpo de la pieza. El diámetro
de su boca mide
cm y presenta el típico cuello estrangulado
subtipo ). El cuerpo tiene forma troncoc nica y descansa sobre una base c nca a, de 0. cm de diámetro. La decoraci n se
desarrolla en el interior del borde, cuello, cuerpo y asas. En todos estos espacios aparecen motivos geométricos, si bien, en el
primero de los dos registros del cuerpo también se pintan otros
de tipo vegetal. La ornamentación del cuello se estructura en un
único registro.
IG 40 fig. 6): Pie a de grandes dimensiones, pues conser a .6 cm de altura. Presenta un borde saliente y un diámetro de boca de 3 .3 cm. e su labio arrancan un par de asas
verticales, de sección acintada, que terminan insertándose en
el cuerpo. Tras el cuello estrangulado, las paredes del cuerpo
describen un perfil troncoc nico subtipo ). un ue su base no
se ha conser ado, sí se ha podido determinar su diámetro, ue
sería de 3 cm. La decoraci n aparece en el interior del borde,
cuello, asas y cuerpo. En todos estos espacios se emplean motivos geométricos, si bien, en el cuerpo se combinan con otros
de tipo egetal. La distribuci n de las pinturas se hace en un
registro en el cuello y tres en el cuerpo, apareciendo en el intermedio de éste último espacio una inscripción ibérica pintada que se transcribe como ]ortintumbarsar Untermann,
0:
3 3 , E.4. ).
El Palao (Alcañiz)
El Cabezo de Alcalá (Azaila)
Pal 6 fig. 3): Crateriskos con el cuello destacado y cilíndrico. Su cuerpo es troncoc nico subtipo ). La decoraci n
conservada se distribuye en dos registros. En el superior únicamente apreciamos motivos vegetales, mientras que en el inferior
aparecen combinados con otros de tipo geométrico.
43 6
fig. 3): Recipiente de
cm de altura.
Tiene un borde saliente y el diámetro de su boca mide 0 cm.
Presenta el cuello estrangulado y las paredes de su cuerpo describen una tendencia cilíndrica subtipo ). No conser a el par
de asas con el que debió contar. La base sobre la que reposa es c nca a y mide . cm de diámetro. La ornamentaci n
se desarrolla en el cuello, en dos registros, y en el cuerpo, en
uno. En los dos primeros casos solamente se utilizan motivos
geométricos, mientras que en el tercero, se combinan con otros
de tipo vegetal.
43 6
fig. 6): Crateriskos de pequeñas dimensiones, ue mide 0. cm de altura. Tiene el borde saliente y cuenta
con un diámetro de boca de . cm. Su cuello está estrangulado
y su cuerpo ad uiere una forma troncoc nica subtipo ). No se
han recuperado sus asas y la base no se ha conser ado completa,
pero su diámetro es de . cm. La ornamentaci n se pinta en el
cuello y en el cuerpo. En ambos espacios se estructura en un
registro y se emplean motivos geométricos, si bien, en el cuerpo
también se representan otros de tipo vegetal.
4
66 363 fig. 6): Parte superior de un crateriskos con borde saliente y un diámetro de boca de
cm. e su
labio arrancan un par de asas, verticales, de sección acintada
con trenza sobrepuesta, que reposan en el cuerpo, justamente en la ona en la ue ste registra una sua e in e i n.
e las dos ue portaría nicamente se ha conser ado una. Su
cuello es destacado y el cuerpo sería troncoc nico subtipo ).
La decoración se pinta en el asa, cuello y cuerpo. En estos dos
últimos casos se estructura en tres registros cada uno. En todos
ellos se emplean motivos geométricos, si bien, en los tres del
cuello y en el segundo del cuerpo también aparecen otros de
tipo vegetal.
43 6
4 fig.
): Pie a ue mide 0 cm de altura.
Tiene el borde saliente y cuenta con cm de diámetro de boca.
De su labio surgen dos asas verticales, de sección acintada, que
reposan en el cuerpo. Presenta el cuello estrangulado, un poco
más destacado ue en los otros ejemplares con este perfil, y las
paredes del cuerpo tienen forma troncoc nica subtipo ). Su
base no se ha recuperado al completo, pero sí lo suficiente para
determinar que mide 11 cm de diámetro. Presenta decoración en
el cuello, distribuida en un registro, y en el cuerpo, en el que se
conserva otro. En ambos espacios se emplean motivos geométricos, pero en el cuerpo también se pintan otros vegetales, si
bien, su estado de conservación es lamentable.
Tiro de Cañón (Alcañiz)
TC6 fig.
): Parte superior de un recipiente con borde
saliente y un diámetro de boca de . cm. e su labio salen
dos asas verticales, de sección acintada, que se insertan en el
cuerpo. Tras el característico cuello estrangulado se desarrollan
las paredes del cuerpo, que describen una tendencia cilíndrica
subtipo ). Presenta ornamentaci n en el interior del borde, en
el cuello, asas y cuerpo. En todos estos espacios se emplean
motivos geométricos, si bien, en el caso del cuerpo se combinan
con otro de tipo vegetal. La estructuración de la decoración en
el cuello y cuerpo es de un registro en cada uno.
TCSN6 fig.
): Crateriskos de medianas dimensiones,
pues mide . cm de altura. Su borde es saliente y cuenta con
un diámetro de
cm. e ste surgen un par de asas erticales,
compuestas por un elemento acintado al que se le sobrepone
una trenza, que descansan sobre el cuerpo de la pieza. Presenta un cuello destacado y cilíndrico subtipo ). Su cuerpo es
troncoc nico y termina en una base anillada ue mide . cm
de diámetro. La decoración se pinta en el interior del borde, en
las asas, en las paredes externas del cuello y en el cuerpo. Se
estructura en un registro en el cuello y en dos en el cuerpo. Los
motivos empleados en todos ellos son geométricos, a los que en
el caso del cuello hay ue sumar otro egetal.
El Castelillo (Alloza)
IG 46 fig. 3): ragmento ue corresponde a la parte superior del recipiente. Posee un borde saliente y un diámetro de
boca de grandes dimensiones, pues mide 36 cm. No conser a
ninguna de las asas con las que debió contar. Presenta el cuello
estrangulado subtipo ) y las paredes del cuerpo tienen forma
cilíndrica. Tiene decoración en la parte interna del borde, en el
cuello y en el cuerpo. En el caso del cuello se distribuye en dos
registros, mientras ue en el cuerpo nicamente se ha conser ado uno. En todos estos espacios se emplean motivos geométricos, si bien, en el registro superior del cuello se combinan con
otro de tipo vegetal. En el registro del cuerpo se representan,
además, otros figurados.
[page-n-143]
IG540
1943-69-525
1947-1966-363
0
ig.
30
6. Crateriskoi . VI.4) recuperados en El Castelillo
y El Cabe o de lcalá
aila)
43 6
y 4
llo a) IG 40)
66 363).
10 cm
[page-n-144]
1943-69-524
0
10 cm
1943-69-585
ig.
. Crateriskoi
. VI.4) del Cabe o de lcalá
aila).
131
[page-n-145]
1943-69-590
0
1943-69-690
ig.
3
. Crateriskoi
. VI.4) procedentes del Cabe o de lcalá
aila).
10 cm
[page-n-146]
Fig. 119. Crateriskos
del Cabe o de lcalá
1943-69-592
43 6
fig.
): Recipiente ue mide .4 cm de
altura. Posee un borde saliente y su boca cuenta con un diámetro
de cm. En la parte interior del borde aparece una inscripci n
incisa, traducida por da.a.ba. Siles,
:
). el labio surgen un par de asas verticales, de sección acintada con dos resaltes, que descansan en el cuerpo. Tras el cuello estrangulado, las
paredes del cuerpo describen una forma ligeramente troncocónica subtipo ). La base es c nca a y mide cm de diámetro.
Presenta decoración en el interior del borde, en el cuello y en
el cuerpo. Su estructura varía entre el cuello, donde aparecen
dos registros, y el cuerpo, donde nicamente hay uno. En todos
estos espacios se emplean motivos geométricos, si bien, en el
cuerpo también se pintan otros de tipo vegetal.
43 6
0 fig.
): Crateriskos que tiene una altura de
0. cm. Posee un borde saliente y un diámetro de boca de . cm.
Del labio surgen un par de asas verticales, de sección acintada,
que reposan sobre el cuerpo. El cuello es destacado y su cuerpo
presenta una forma bitroncoc nica subtipo ). La base tiene
pie y mide . cm de diámetro. La ornamentaci n aparece en
el interior del borde, en el cuello, cuerpo y asas. En todos estos
0
. VI.4)
aila).
10 cm
espacios se emplean motivos geométricos, pero en el cuello se
combinan con otros de tipo vegetal. La estructura decorativa en
el cuello y cuerpo es de un registro.
43 6 6 0 fig.
): Parte superior de un crateriskos
ue posee un borde saliente y un diámetro de boca de 3 . cm.
De su labio arrancarían un par de asas verticales, de sección
acintada con trenza sobrepuesta, que descansan en el cuerpo del
recipiente. Presenta un cuello destacado y su cuerpo es troncoc nico subtipo ). La decoraci n se desarrolla en el interior del
borde, en el cuello y en el cuerpo. En estos dos últimos espacios
se estructura en dos registros en cada uno. En todos ellos, los
motivos utilizados son geométricos, si bien, en el caso del segundo registro del cuello se combinan con otro de tipo vegetal.
43 6
fig.
): Recipiente ue mide 6. cm de alto.
Cuenta con un borde saliente y un diámetro de boca de 30 cm.
De su labio salen dos asas verticales, de sección acintada con
trenza sobrepuesta, que descansan sobre el cuerpo. Su cuello es
destacado y el cuerpo troncoc nico subtipo ). Termina en una
base con pie alto, ue mide . cm de diámetro. La decoraci n
se pinta en el interior del borde, en el cuello y en el cuerpo. Se
133
[page-n-147]
37093
1943-69-2478
1943-69-618
1995-38-Az-7 y 20
1943-69-3306 y 3308
1943-69-3382
1943-69-692
1943-69-3288 y 3299
1943-69-4206
0
10 cm
155-2596
1943-69-3615
1943-69-3724
ig. 0. Crateriskoi . VI.4) hallados en El Cabe o de lcalá
aila)
43 6 6 , 43 6 3306 y 330 , 43 6 6 ,
43 6 3
y3
, 3 0 3, 43 6 4 ,
3
y 0, 43 6 33 , 43 6 4 06, 43 6 36 y 43 6 3 4)
y ur n de Belmonte Belmonte de Gracián)
6).
34
[page-n-148]
1943-69-3663
1943-69-2580
37101
0
87.104.8
10 cm
1943-69-4204
ig.
. Crateriskoi
. VI.4) recuperados en El Cabe o de lcalá
aila)
43 6 3663, 43 6
La Corona uentes de Ebro)
. 04. ) oto: M. Beltrán Lloris).
estructura en dos registros en el cuello y en tres en el cuerpo. En
todos los espacios señalados se utilizan motivos geométricos, si
bien, en el caso del segundo del cuello y en los dos inferiores del
cuerpo se combinan con otros vegetales. Además en el segundo
registro del cuello tambi n aparecen moti os figurados.
43 6 6
fig. 0): Parte superior de un crateriskos.
Presenta el borde saliente y el diámetro de su boca mide 0 cm.
Del labio arrancan un par de asas verticales, de sección acintada, que se engarzan en el cuerpo. Posee un cuello estrangulado
y el perfil de su cuerpo es ligeramente troncoc nico subtipo ).
La ornamentación se pinta en el interior del borde, en el cuello,
cuerpo y en las asas, aun ue en una de ellas se ha perdido. Se
estructura en un registro en el cuello y en dos en el cuerpo. En
todos estos espacios se utilizan motivos geométricos, si bien, en
el cuerpo se combinan con otros de tipo vegetal.
43 6 6 fig. 0): Crateriskos que tiene el borde saliente con labio ligeramente moldurado, del que surgen un par de asas
verticales, de sección trigeminada, que descansan en el cuerpo,
despu s de la in e i n ue ste e perimenta. Su diámetro de
boca es de
cm. El cuello es destacado y el cuerpo troncoc nico subtipo ). parece ornamentaci n en el labio, cuello y
cuerpo. En el caso del cuello se estructura en dos registros, mientras ue en el cuerpo lo hace en uno. En todos estos espacios se
utilizan motivos geométricos, si bien, en el segundo de los registros que decoran el cuello se emplea también un motivo vegetal.
43 6 4
fig. 0): ragmento ue corresponde al
cuello destacado de un crateriskos subtipo ). La decoraci n
0,
43 6 4 04 y 3
0 )y
conservada aparece distribuida en dos registros. En el superior
se emplean motivos geométricos, mientras que en el inferior son
egetales y figurados.
43 6 3
y3
fig. 0): Parte superior de un crateriskos que presenta el borde saliente y un diámetro de boca
de
cm. El cuello está estrangulado subtipo ). La ornamentación se desarrolla en el labio, cuello y cuerpo. En todos esos
espacios se utilizan motivos geométricos, si bien, en el cuerpo
se combinan con otros vegetales. En cuanto a la estructura decorativa, en el cuello aparecen dos registros, mientras que en el
cuerpo nicamente se ha conser ado uno.
43 6 3306 y 330 fig. 0): Vaso con borde saliente,
cuyo diámetro de apertura de boca mide
cm. Su cuello está
estrangulado subtipo ). La decoraci n aparece en el cuello y
en el cuerpo. En el primero de ellos se estructura en dos registros, en los que únicamente se emplean motivos geométricos.
En el segundo solamente se ha conser ado un registro, en el ue
junto a los motivos geométricos se pintan otros vegetales.
43 6 33
fig. 0): ragmento ue corresponde al
cuerpo de un crateriskos de cuello estrangulado subtipo ).
Conserva parte del cuerpo de tendencia troncocónica. Está
decorado con motivos geométricos y vegetales pintados en
un registro.
43 6 36
fig. 0): Parte superior de un crateriskos
de cuello estrangulado subtipo ). Tiene el borde saliente y el
diámetro de su boca mide . cm. Posee decoraci n pintada
en el cuello y en el cuerpo. En el primer espacio se estructura
3
[page-n-149]
Alto Chacón-4
ig.
. Imitaci n de copa campaniense recuperada en lto Chac n Teruel) trián,
6, fig. ).
se conserva aparece distribuida en tres registros. Uno de ellos
situado en el cuello y el resto en el cuerpo. En todos se emplean
motivos geométricos, si bien, en el primer registro del cuerpo
también se pintan otro de tipo vegetal.
43 6 4 04 fig.
): Parte superior de un crateriskos
de cuello destacado subtipo ). Tiene un borde saliente y el
diámetro de su boca mide 3 cm. Presenta decoraci n por la
parte interior del borde y en el cuello, donde se desarrolla en, al
menos, un registro. En ambos se emplean motivos geométricos,
aunque en el cuello se combinan con otros de tipo vegetal.
3 0 fig.
): Parte superior de un crateriskos que tiene
borde saliente y su diámetro de boca mide 6 cm. Posee el cuello estrangulado subtipo ). Presenta decoraci n en el cuello y
en el cuerpo, estructurada en un registro en el primer caso y en
el segundo es el único que se conserva. En ambos espacios se
pintan motivos geométricos, si bien, en el cuerpo se combinan
con otros vegetales.
La Corona (Fuentes de Ebro)
en un registro, como también ocurre en el segundo, si bien, en
este caso está incompleto. Los motivos empleados son de tipo
geométrico y, en el cuerpo, también vegetales.
43 6 3 4 fig. 0): Parte superior de un crateriskos
de cuello estrangulado subtipo ). Posee un borde saliente y
un diámetro de boca de 0 cm. La decoraci n se desarrolla en
el cuello y en el cuerpo. En el primer espacio se estructura en
un registro, mientras ue en el segundo solamente se ha conservado uno, lo que no quiere decir que fuera el único con el que
contaba. Los motivos utilizados son geométricos, aunque en el
cuerpo tambi n aparecen los figurados.
43 6 4 06 fig. 0): Parte superior de un crateriskos
de cuello destacado subtipo ). Posee el borde saliente y un
diámetro de boca de 3 cm. e su labio arranca un asa ertical,
de sección acintada con trenza sobrepuesta. De las dos con las
que debía contar solamente se conserva una. La ornamentación
se estructura en un registro que se dispone en el cuello. En él se
combinan motivos geométricos y vegetales.
3
y 0 fig. 0): Parte superior de un crateriskos de pequeñas dimensiones. Posee un borde saliente y un diámetro de boca de 6 cm. e su labio sale un asa ertical, acintada,
que reposa justo donde comienza el cuerpo. Su cuello es destacado subtipo ). Presenta decoraci n en el cuello, cuerpo y asas.
En el caso de la que aparece en el cuello, está distribuida en un
registro. De la del cuerpo únicamente se conserva un registro.
En todos los espacios definidos se utili an moti os geom tricos,
si bien en el cuello se combinan con otros figurados.
3 0 3 fig. 0): Crateriskos de cuello destacado y cuerpo tronco c nico subtipo ). La ornamentaci n aparece en el
cuello y en el cuerpo, estructurada en un registro en cada uno
de ellos, o al menos es lo que se conserva. Los motivos utilizados son geométricos, si bien, en el cuello también se pintan
otros vegetales.
43 6
0 fig.
): Parte superior de un crateriskos
con cuello destacado subtipo ). Posee un borde saliente y un
diámetro de boca de 30 cm. Presenta decoraci n en el cuello
estructurada en, al menos, un registro, en el que se combinan
motivos geométricos y vegetales.
43 6 3663 fig.
): ragmentos pertenecientes al
cuerpo de un crateriskos con cuerpo troncoc nico subtipo ) y
muy probablemente el cuello destacado. La ornamentación que
36
. 04. fig.
): Crateriskos que mide 9.9 cm de altura.
Cuenta con un borde saliente y un diámetro de boca de 11 cm.
De su labio arrancan un par de asas verticales, de sección acintada con acanaladura central, que descansan en el cuerpo. Posee
un cuello destacado y cilíndrico subtipo ). Su cuerpo es troncoc nico y termina en una base con pie indicado de cm de diámetro. La decoración está presente en el interior del borde, asas,
cuello y cuerpo. En todos ellos se utilizan motivos geométricos,
si bien, en el registro que aparece en el cuello se combinan con
otro de tipo vegetal. En el cuerpo las pinturas se estructuran
también en un registro.
Durón de Belmonte (Belmonte de Gracián)
6 fig. 0 y 0): Recipiente ue mide 0. cm de
altura. Cuenta con un borde saliente y su diámetro de boca mide
. cm. Posee un par de asas erticales, de secci n acintada,
que arrancan del labio y descansan sobre su cuerpo. El cuello
tiene forma cilíndrica y justo donde acaba aparece una ruptura de perfil ue da paso a un cuerpo troncoc nico subtipo ).
La pieza descansa sobre una base de pie alto que mide 11 cm
de diámetro. La ornamentación se pinta en la cara externa del
cuello y del cuerpo. En cada uno de esos espacios se estructura
en un registro, en el que se representan motivos geométricos, si
bien, en el cuello también aparece otro de tipo vegetal.
III.6.2. otras IMItacIones (a. vI.8) (FIg. 122)
Este tipo engloba diferentes piezas que, siendo también imitaciones, no se pueden incluir en ninguno de los grupos anteriores.
Únicamente contamos con un ejemplar adscribible a este tipo.
Alto Chacón (Teruel)
lto Chac n 4 fig.
): Parte superior de una copa ue se
asemeja a la 4 de Lamboglia, Morel 3
o Morel 33 ,
aunque en vez de llevar solamente una lengüeta en la parte superior del asa lleva dos, que se disponen de tal manera que enmarcan el asa conser ada. El perfil del cuerpo es más redondeado
ue el original, no estando marcada la ruptura de perfil por una
carena. En su día fue clasificada como una tacita trián,
6:
34, fig. c). El diámetro de su boca es de . cm. Conser a
decoración en el borde, en las asas y en el cuerpo, donde se
[page-n-150]
SCRIS-S-26
1943-69-2191
La Bovina-1
1943-69-2629
1943-69-2335
Azaila-25
Azaila-24
Azaila-31
ig. 3. Thymiateria
y El Cabe o de lcalá
Azaila-27
0
10 cm
Azaila-32
. VI. ) procedentes de San Crist bal Mata de los lmos) SCRIS S 6), La Bo ina Vinaceite) La Bo ina )
aila)
43 6
, 43 6 6 , 43 6 33 , aila 4, aila , aila 3 , aila
y aila 3 ).
3
[page-n-151]
179-1922
1943-69-584
1943-69-534
0
ig.
3
4. Thymiateria
10 cm
. VI. ) recuperados en El Cabe o de lcalá
aila)
y El Palomar liete)
).
43 6
4y
43 6
34)
[page-n-152]
distribuye en un registro. En todos estos espacios se emplean
motivos geométricos, si bien, en el caso del cuerpo se combinan
con otro vegetal.
III.6.3. thyMIaterIuM (a. vI.9) (FIg. 123-126)
En la tipología que seguimos no se menciona a los thymateria.
Realmente se trata de una imitaci n, por lo ue los hemos incluido en el Grupo VI pero como un nue o tipo.
Estas pie as poseen alturas comprendidas entre los 6 y los
6. cm, por lo ue tienen mediano y gran tama o. Se caracterizan por presentar dos partes diferenciadas: el cuerpo, que actúa
como soporte propiamente dicho, descansando sobre un pie y
la cazoleta, que es el receptáculo sobre el que se dispondrían
diferentes sustancias Blá ue ,
:
) o lucernas Cabr ,
44: 6, fig. ). Tanto uno como otro pueden tener perfiles
diferentes. tendiendo al primero de ellos, Beltrán Lloris estableci seis ariantes seg n la morfología del cuerpo Beltrán
Lloris,
6: 4 ). sí, la ariante se caracteri a por tener el
cuerpo troncoc nico y la base rebajada la B por tener el mismo
perfil ue el anterior pero con la base moldurada la C presenta
un anillo en la parte superior del cuerpo la posee el mismo
perfil ue la anterior, pero la base es moldurada y registra una
ruptura de perfil entre el final de la ca oleta y el arran ue del
soporte la E tiene dos cuerpos troncoc nicos dispuestos de manera invertida y, por último, la F, que se caracteriza por tener
mayor tamaño que el resto y portar en el cuerpo varios anillos.
En cuanto al platillo, se han documentado tanto bordes salientes como sin diferenciar, con diámetros que oscilan entre
los y los 0. cm, y su cuerpo puede adoptar formas ue an
desde las hemiesf ricas a las de perfil uebrado. Por ltimo, las
bases sobre las que reposan estas piezas poseen un diámetro de
entre . y . cm.
lgunas de las interpretaciones ue se han ofrecido sobre su
uso se encaminan a identificarlas como soportes para lucernas
trián y Martíne ,
6: 3 6 Galiay,
: 36). Es cierto
ue en algunos casos se han recuperado con lucernas ue así
parecen indicarlo Cabr , 44: 6, fig. ), pero su n mero es
escaso para el total de piezas y contextos analizados. De este
modo, consideramos que también es plausible la propuesta
que sostiene que el receptáculo acogería sustancias líquidas o
esencias para aromatizar el espacio en el que se encontraban
depositados Blá ue ,
:
), generalmente inculados
al ámbito religioso Marco,
3
4: ), al menos de una
forma más e tendida. icha idea se e refor ada por el hecho de
ue muchos de ellos se han recuperado en conte tos cultuales,
dep sitos rituales y necr polis Beltrán Lloris,
6: 66 Bonet
y Mata,
).
Se trata de un tipo que no está muy representado en el conjunto estudiado, si bien es cierto que resulta singular su presencia, pues constituye un recipiente propio de la zona, ya que es
poco frecuente o casi inexistente en otros repertorios con decoraci n compleja. e hecho, a día de hoy hay pocos ejemplares
conocidos fuera de la ona estudiada, como por ejemplo el hallado en el Tossal de Manises lacant) Pericot,
, fig. ),
L lc dia El ) Tortosa, 004a:
, fig. y 3) o La Carro a
mposta) García Rubert y Villalbí, 00 , fig. ).
En el Bajo rag n se han contabili ado diecisiete ejemplares procedentes de diferentes yacimientos tabla 3): San Crist bal Mata de los lmos), El Palomar liete), La Bo ina Vi-
naceite), El Cabe o de lcalá
aila), El Cabe o de las Minas
Botorrita) y La Caridad Caminreal). e nue o, el grueso de
los materiales procede de un único yacimiento, El Cabezo de
lcalá
aila). Sobre alguno de ellos se ha establecido un paralelismo morfol gico y temático con otros hallados en pulia y
Daunia, planteándose la posibilidad de que ese tipo fuera introducido a raí de la llegada al poblado de gentes itálicas García
y Bellido,
,
0: 0 ).
San Cristóbal (Mata de los Olmos)
SCRIS S 6 fig. 3): Parte del cuerpo de un thymiaterium, con perfil troncoc nico, ue conser a un registro decorati o en el ue aparecen moti os geom tricos y figurados.
El Palomar (Oliete)
fig. 4): Thymiaterium de medianas dimensiones, pues cuenta con . cm de altura. La ca oleta tiene un
borde sin diferenciar, su boca mide . cm de diámetro y el
cuerpo tiene forma hemiesf rica. El cuerpo del soporte es bitroncocónico, marcando el tránsito entre ambas zonas una moldura. Tras sta aparece un calado y bajo l una ruptura de perfil.
La base mide 6 cm de diámetro. En cuanto a la decoraci n, sta
aparece en el platillo y en la parte exterior del cuerpo. En el primero de los espacios se pintan motivos geométricos, pero están
muy deteriorados. En el segundo la ornamentación se estructura en diez registros que acogen motivos del mismo tipo que el
anteriormente indicado, si bien, en el sexto registro también se
pintan otros vegetales.
La Bovina (Vinaceite)
La Bo ina fig. 3): Cuerpo de un thymiaterium con perfil c nico ue ha sido incluido dentro de la ariante B de aila Beltrán Lloris,
6, fig. 6 , n 0 ,
y 3 60 e Sus y
P re ,
3
4: 6 ). La ornamentaci n conser ada aparece
estructurada en tres registros. En todos ellos se pintan motivos
geom tricos, si bien, en el del centro tambi n hay otro egetal.
Cabezo de Alcalá (Azaila)
43 6
fig. 3): ragmento ue corresponde a un
cuerpo troncocónico con decoración estructurada en, al menos,
un registro en el que se pintan motivos vegetales.
43 6 33 fig. 3): ragmento ue podría pertenecer
al cuerpo de un thymiaterium con ornamentación vegetal conservada en un registro.
43 6 6
fig. 3): Cuerpo con perfil bitroncoc nico
que se cuenta con, al menos, seis registros en los que se emplean
motivos geométricos, si bien, en el quinto también aparecen uno
de tipo vegetal.
aila 4 fig. 3): Thymiaterium de grandes dimensiones Cabr , 44, fig.
B ). Su cuerpo tiene forma troncoc nica y posee tres anillos. Se ha clasificado como perteneciente
a la ariante de aila Beltrán Lloris,
6, fig. 63, n
4).
Actualmente desconocemos su paradero. Posee ornamentación
en el exterior del cuerpo, distribuida en cinco registros. En todos
se utilizan motivos geométricos, si bien, en el inferior también
se pinta otro de tipo vegetal.
aila
fig. 3): Thymiaterium que actualmente está
desaparecido Cabr , 44, fig.
). Tiene medianas dimensiones, pues mide 6 cm de altura. Su receptáculo cuenta con un
borde sin diferenciar, un diámetro de boca de cm y un cuerpo
139
[page-n-153]
19814
Botorrita-1
ig. 6. Thymiaterium . VI. ) de Cabe o de las Minas Botorrita) ibujo: . Beltrán Martíne ).
19815
0
10 cm
ig.
40
. Thymiateria
. VI. ) del Cabe o de lcalá
aila).
con una carena marcada. El soporte propiamente dicho tiene un
cuerpo bitroncocónico y en su parte inferior, próxima a la base,
aparece una ruptura de perfil. El diámetro de su base mide 3 cm.
Se ha clasificado como perteneciente a la ariante E de aila
Beltrán Lloris,
6, fig. 63, n 04). La decoraci n aparece en
el exterior del cuerpo del soporte, estructurada en tres registros.
En todos ellos se emplean motivos geométricos, si bien, en los
dos superiores también se representan otros vegetales.
aila
fig. 3): Thymiaterium de medianas dimensiones,
pues mide 4 cm de altura Cabr , 44: , fig.
3). El recep
táculo, que aparece en su parte superior, tiene un borde sin diferenciar, un diámetro de boca de .4 cm y su cuerpo presenta un perfil
uebrado. El soporte propiamente dicho tiene forma troncoc nica y en su cuerpo nicamente se aprecia una ruptura de perfil en
la ona pr ima a la base. sta mide
cm de diámetro. Se ha
clasificado como perteneciente a la ariante B de aila Beltrán Lloris,
6, fig. 6 , n
). Su paradero actual es incierto.
Cuenta con ornamentación en el cuerpo del soporte, dispuesta en
ocho registros. En todos ellos se emplean moti os geom tricos,
si bien, en el segundo y cuarto se combinan con otros vegetales.
aila 3 fig.
3): Thymiaterium que actualmente se
encuentra en paradero desconocido Cabr , 44, fig.
B3).
Cuenta con medianas dimensiones, pues mide . cm de altura.
Su cazoleta tiene el borde sin diferenciar, un diámetro de boca de
0 cm y una marcada carena. En cuanto al soporte, decir ue su
cuerpo tiene forma troncocónica y que está interrumpido por varios anillos. En la zona próxima a la base aparece una ruptura de
perfil. La base mide
cm de diámetro. Se ha clasificado como
perteneciente a la ariante de aila Beltrán Lloris,
6,
fig. 63, n
6). Presenta decoraci n en el interior del platillo y
en el exterior del cuerpo. En el primer espacio se utilizan motivos geométricos, algunos de los cuales, unidos y según cómo se
miren, se pueden interpretar como egetales Santos, 0 0). En
cuanto al segundo espacio, la ornamentación está estructurada
en cuatro registros. En ellos se pintan motivos geométricos, a
los ue hay ue sumar otro de tipo egetal en el registro inferior.
43 6 34 fig. 4): Thymiaterium de mediano tamaño,
pues mide cm de altura. El receptáculo tiene un borde sin diferenciar, midiendo su diámetro de boca cm. El cuerpo de ste
[page-n-154]
19047
19848
San Antonio-3
19845
Pal-19
IG147
Castelillo-2
Castelillo-1
Castelillo-9
Castelillo-4
Castelillo-8
Castelillo-10
SCRIS-SN2
Belmonte-1
TCCjto25a
0
10 cm
SCRIS-S-28
ig.
Cabr ,
. ragmentos con decoraci n figurada de: San ntonio Calaceite) San ntonio 3, 04 ,
4 y
4 )
4) El Castelillo llo a) IG 4 , Castelillo , Castelillo , Castelillo 4, Castelillo , Castelillo y Castelillo 0)
trián,
,
, 66 rtego,
4
46) El Palao lca i ) Pal ) Moret et al., 0 , fig. 3)
Tiro de Ca n lca i ) TCCjto a) San Crist bal Mata de los lmos) SCRIS SN y SCRIS S ) y ur n de Belmonte
Belmonte de Gracián) Belmonte , sin escala) Bosch,
3b, fig. 0).
4
[page-n-155]
1943-69-2334
1943-69-2340
1943-69-4262
1943-69-2371
1943-69-2377
1943-69-4280
1943-69-4281
1943-69-4279
1943-69-2402
1943-69-4282
1943-69-4290
1943-69-4285
1943-69-4256
0
ig.
10 cm
. ragmentos con decoraci n figurada del Cabe o de lcalá
presenta un perfil uebrado y descansa sobre un pie. En cuanto
al soporte propiamente dicho, decir ue presenta un ba uet n en
la parte superior, tiene forma troncocónica y en la zona próxima
al borde aparece una ruptura de perfil. La base mide . cm de
diámetro. Se ha clasificado como perteneciente a la ariante
de aila Beltrán Lloris,
6, fig. 63, n
). La decoraci n
aparece en la parte superior del platillo, próxima al borde, y en
el soporte propiamente dicho. En este ltimo espacio se estructura en tres registros. En ambos espacios se emplean motivos
geométricos, si bien, en el registro del centro del cuerpo también aparece otro de tipo vegetal.
43 6
4 fig. 4): Thymiaterium de grandes dimensiones, pues mide 6. cm de altura. Su receptáculo tiene el borde ligeramente engrosado, una boca de . cm de diámetro y un
perfil hemiesf rico. El soporte propiamente dicho cuenta con
un cuerpo troncocónico, en cuya parte inferior experimenta dos
rupturas de perfil, y su base mide . cm de diámetro. Presenta
ornamentación tanto en el borde como en la cazoleta y en el exterior del cuerpo. En todos ellos se pintan motivos geométricos,
si bien, en el cuerpo también aparecen otros vegetales, concretamente en el primero, cuarto y sexto registro de los once en los
que se estructura la decoración.
4 fig.
): Thymiaterium con el cuerpo de forma
troncocónica que en su parte inferior presenta una ruptura de
perfil. La base cuenta con un diámetro de 3 cm. Presenta deco4
1943-69-4237
1943-69-4238
aila).
ración en el exterior del cuerpo, estructurada en seis registros.
En todos ellos se pintan motivos geométricos, si bien, en el segundo y tercero se combinan con otros de tipo vegetal.
fig.
): Thymiaterium con cuerpo troncocónico
en el ue hay dos anillos. La base mide . cm de diámetro. La
ornamentación se desarrolla en el cuerpo y se estructura en seis
registros. En ellos se utilizan motivos geométricos, si bien, en
el segundo y en el cuarto también se pintan otros de tipo vegetal
y figurado.
Cabezo de las Minas (Botorrita)
Botorrita
fig. 6): Thymiaterium conservado bastante
completo, pero del ue no se han publicado sus dimensiones
Beltrán Martíne ,
3b, fig. 0). El platillo tiene un borde con
resalte y un cuerpo de perfil en cas uete. Un anillo marca el tránsito entre la ca oleta y el soporte propiamente dicho. ste ltimo
tiene forma troncocónica. La ornamentación aparece en el cuerpo, estructurada en dos registros. Además de los motivos geométricos, en el primero de ellos también se emplea otro vegetal.
III.6.4. InForMes (FIg. 127-143)
A todos los tipos señalados debemos sumar un gran número de
fragmentos informes, difícilmente adscribibles a un tipo determinado, ue presentan decoraci n de tipo figurado fig.
)
o egetal fig.
43).
[page-n-156]
Alto Chacón-2
Alto Chacón-5
San Antonio-1
San Antonio-2
San Antonio-6
Pal-11
Pal-7
Pal-8
Pal-9
Pal-10
12J 1
El Palomar-1
El Palomar-2
El Palomar-3
96B 24
ig.
. ragmentos con decoraci n egetal hallados en: lto Chac n Teruel) trián,
) San ntonio Calaceite) Cabr ,
4)
El Palao lca i ) Marco,
) El Palomar liete) Beltrán Martíne ,
a) y Castillejo de la Romana La Puebla de íjar)
y 6B 4) ibujos: Beltrán Lloris).
A tenor de lo expuesto en las páginas anteriores, apreciamos una clara selección de los soportes destinados a acoger
decoraci n compleja fig. 44 y tabla 3). Entre ellos, destaca
la presencia de unos tipos que resultan poco frecuentes en
otros conjuntos cerámicos con decoración compleja, tal es el
caso de los recipientes con cierre herm tico, los crateriskoi y
los thymiateria.
pesar de ue a cada tipo cerámico se le ha atribuido una
función determinada, debemos tener presente que la multifuncionalidad, según las necesidades de cada momento, primaría sobre la exclusividad de uso de estos recipientes. En línea
con lo expuesto, resulta obvio decir que además de contar con
una “funcionalidad práctica”, el estar decorados con motivos
egetales y/o figurados, a los ue acompa an otros de tipo
geométrico, les dotaría de un sentido especial que permitiría
a su propietario hacer muestra del ele ado ni el socioecon mico al que pertenecía. Su ubicación, por tanto, correspondía
a una zona destacada del espacio en el que se depositaban, no
teniendo porqué resultar tan visibles en los lugares cultuales si
fueron entregados como ofrendas3 o actuaron como contenedo3
Caso del po o oti o de Tossal de Sant Mi uel Llíria) ranegui,
c Bonet,
: 3 33,
:
), o Valentia València)
Garibo, 00 ), donde se han recuperado pie as con e cepcional
ornamentaci n ue, en algunos casos, tienen representaciones figuradas de tipo narrativo.
res de stas bad, 00 : 6). En este sentido, la temática del
vaso resultaría de gran importancia, pues en el caso de que se
representaran escenas heroicas, míticas, religiosas, festi as u
otras alusivas a la comunidad, no tendrían la misma consideración que aquellas en las que la narración es inexistente. Sirvan
como ejemplo las pie as 43 6
fig. 34), 43 6
3
fig. 3 ), 43 6
fig. 3 ) y aila 40 fig. 4 ), recuperadas en el templo in antis del Cabe o de lcalá
aila) y
decoradas con motivos geométricos y vegetales, frente a la posible tinaja
. 4 y los lebetes
. 3 y 0, 0, 4 y 4
.
4 del Tossal de Sant Mi uel Llíria) Bonet,
: 30,
:
0 ), el kalathos 33 y la tinaja 4 de La Serreta lcoi,
Pen guila, Cocentaina) Grau,
6 uentes, 006), el lebes
3 de L lc dia El ) Tortosa, 004a: 4 4 , fig. 6 y
) o el fragmento de una posible tinaja de La Cue a de la
Nari La Umbría de Salchite) Tortosa, 006, Lám. 6), ue
presentan decoraciones singulares y fueron halladas en espacios sacros. La ubicación de este último grupo, por tanto, sería
en un lugar preferente del recinto, donde todos los asistentes
pudieran rememorar las historias allí narradas o identificar las
alusiones a la divinidad pertinente, tomando parte activa de la
memoria colectiva del grupo. Mientras tanto, otro conjunto de
materiales, como los platos de peces
. 4 y 0 . 4 o el
lebes con decoraci n fitomorfa 06 0 . 4, locali ados en el
templo de Tossal de Sant Mi uel Llíria), serían testimonio de
los ban uetes rituales practicados en ese espacio Bonet,
:
43
[page-n-157]
LG-SN10
LG-II-C-80, 27 y 29
LG-II-C-588
LG-II-D-900, 894 y LG-II-C-359
LG-SN3
LG-SN7
LG-SN11
LG-SN5
Catelillo-3
Catelillo-6
TC32
LG-SN6
0
10 cm
Catelillo-7
Valmesón-1
ig. 30. ragmentos con decoraci n egetal de La Guardia lcorisa) LG II C 0,
y
LG SN 0 LG II C
LG II 00,
y LG II C 3 , LG SN , LG SN3, LG SN , LG SN6 y LG SN ) Martíne Gon ále ,
0),
El Castelillo llo a) Castelillo 3, Castelillo 6 y Castelillo ) trián,
,
), Tiro de Ca n lca i ) TC3 )
y Valmes n aroca) Valmes n ) Burillo,
0).
30,
: 00 06). ueda patente, por tanto, la importancia
ue el conte to tiene para comprender el uso, significado y función al que estuvieron destinados este tipo de recipientes y sus
decoraciones. No obstante, el que la práctica totalidad de las
excavaciones arqueológicas de los yacimientos estudiados en
este trabajo sean antiguas, y el que en la mayoría de ocasiones
sea poca la informaci n ue ha trascendido sobre sus resultados, actúa como handicap para su correcta interpretación.
44
4
Por otra parte, sería interesante poder determinar el período de utilización de cada uno de los soportes con decoración
compleja estudiados, pero como en el caso anterior, nos encontramos de nuevo con el problema del estado de la documentación existente al respecto. En este sentido, en pocas ocasiones se
puede precisar más la hor uilla temporal de fabricaci n y uso,
comprendida, grosso modo, entre el s. III y el I a. C. fig. 44 y
4 , tabla 3 y 4).
[page-n-158]
Pal-4
Pal-16
IG8517
Pal-2
Pal-18
Pal-12
Pal-13
Pal-20
Pal-15
Pal-17
0
ig. 3 . ragmentos con decoraci n egetal recuperados en El Palao lca i ) Barda íu y Thou enot,
Marco,
0 Moret et al., 0 ).
1943-69-2361
ig. 3 . ragmentos con decoraci n egetal del Cabe o de lcalá
0
10 cm
30
10 cm
aila).
4
[page-n-159]
1943-69-2180
1943-69-2195
1943-69-2192
1943-69-2185
1943-69-2251
1943-69-2253
1943-69-2256
1943-69-2259
1943-69-2265
1943-69-2255
1943-69-2257
1943-69-2315
1943-69-2313
1943-69-2310
1943-69-2322
1943-69-2317
1943-69-2316
1943-69-2339
1943-69-2319
1943-69-2294, 4244 y 2571
0
10 cm
ig. 33. ragmentos con decoraci n egetal hallados en El Cabe o de lcalá
46
aila).
[page-n-160]
1943-69-2324
1943-69-2325
1943-69-2321
1943-69-2318
1943-69-2348
1943-69-2372
1943-69-2375
1943-69-2373
1943-69-2370
1943-69-2377
1943-69-2386
1943-69-2374
1943-69-2388
1943-69-2378
1943-69-2390
1943-69-2394
1943-69-2379
1943-69-2392
1943-69-2389
1943-69-2396
0
1943-69-2406
10 cm
ig. 34. ragmentos con decoraci n egetal documentados en El Cabe o de lcalá
aila).
4
[page-n-161]
1943-69-2398
1943-69-2399
1943-69-2400
1943-69-2410
1943-69-2401
1943-69-2403
1943-69-2407
1943-69-2409
1943-69-2414
1943-69-2415
1943-69-2420
1943-69-2421
1943-69-2404
1943-69-2411
1943-69-2416
1943-69-2422
1943-69-2413
1943-69-2417
1943-69-2419
1943-69-2423
1943-69-2424
1943-69-2425
1943-69-2427
1943-69-2433
1943-69-2431
1943-69-2432
1943-69-2430
0
1943-69-2428
10 cm
ig. 3 . ragmentos con decoraci n egetal recuperados en El Cabe o de lcalá
4
1943-69-2429
aila).
[page-n-162]
1943-69-2437
1943-69-2435
1943-69-2440
1943-69-2439
1943-69-2438
1943-69-2483
1943-69-2441
1943-69-2481
1943-69-2485
1943-69-2486
1943-69-2488
1943-69-2487
1943-69-2490
1943-69-2449
0
10 cm
ig. 36. ragmentos con decoraci n egetal del Cabe o de lcalá
aila).
4
[page-n-163]
1943-69-2496
1943-69-2497
1943-69-2489
1943-69-2491
1943-69-2492
1943-69-2500
1943-69-2498
1943-69-2508
1943-69-2499
1943-69-2503
1943-69-2514
1943-69-2516
1943-69-2527
1943-69-2525
1943-69-2529
1943-69-2530
1943-69-2531
1943-69-2534
1943-69-2528
1943-69-2535
1943-69-2536
1943-69-2537
1943-69-2538
1943-69-2539
1943-69-2540
1943-69-2541
1943-69-2543
1943-69-2548
1943-69-2549
0
1943-69-2544
1943-69-2545
1943-69-2546
1943-69-2550
1943-69-2553
1943-69-2554
10 cm
ig. 3 . ragmentos con decoraci n egetal hallados en El Cabe o de lcalá
0
aila).
[page-n-164]
1943-69-2558
1943-69-2552
1943-69-2559
1943-69-2557
1943-69-2566
1943-69-2570
1943-69-2607
1943-69-2561
1943-69-2585
1943-69-2608
1943-69-2609
1943-69-2610
1943-69-2611
1943-69-2612
1943-69-2614
1943-69-2615
1943-69-2618
1943-69-2616
1943-69-3122
1943-69-3106
1943-69-3107
1943-69-3108
1943-69-3124
1943-69-3112
1943-69-3118
1943-69-3117
1943-69-3119
0
1943-69-3123 y 3186
10 cm
ig. 3 . ragmentos con decoraci n egetal documentados en El Cabe o de lcalá
aila).
[page-n-165]
1943-69-3125
1943-69-3128
1943-69-3132
1943-69-3127
1943-69-3147
1943-69-3135
1943-69-3153
1943-69-3138
1943-69-3148
1943-69-3136
1943-69-3160
1943-69-3162
1943-69-3163
1943-69-3139
1943-69-3158
1943-69-3161
1943-69-3164
1943-69-3185
1943-69-3166
1943-69-3167
1943-69-3165
1943-69-3194
1943-69-3168
1943-69-3169
1943-69-3196
1943-69-3138
1943-69-3147
0
1943-69-3148
1943-69-3158
1943-69-3153
10 cm
ig. 3 . ragmentos con decoraci n egetal recuperados en El Cabe o de lcalá
aila).
[page-n-166]
1943-69-3162
1943-69-3164
1943-69-3160
1943-69-3161
1943-69-3163
1943-69-3222
1943-69-3223
1943-69-3224
1943-69-3368
1943-69-3369
1943-69-3239
1943-69-3403
1943-69-3551
1943-69-3376
1943-69-3404
1943-69-3523
1943-69-3627
1943-69-3558
1943-69-3626
1943-69-3641
1943-69-3650
1943-69-3654
1943-69-3647
1943-69-3653
1943-69-3666
1943-69-3656
1943-69-3671
1943-69-3674
1943-69-3673
0
1943-69-3669
1943-69-3679
1943-69-3680b
10 cm
ig. 40. ragmentos con decoraci n egetal del Cabe o de lcalá
aila).
3
[page-n-167]
1943-69-3676
1943-69-3678
1943-69-3683
1943-69-3677
1943-69-3680
1943-69-3686
1943-69-3689
1943-69-3684
1943-69-3687
1943-69-3748
1943-69-3691
1943-69-3791
1943-69-3810
1943-69-3818
1943-69-3795
1943-69-3814
1943-69-3807
1943-69-3819
1943-69-3820
1943-69-3815
1943-69-4248
1943-69-4258
1943-69-4245
1943-69-4242
1943-69-4275
1943-69-4247
0
1943-69-4250
10 cm
ig. 4 . ragmentos con decoraci n egetal hallados en El Cabe o de lcalá
4
1943-69-4253
aila).
[page-n-168]
1943-69-4254
1943-69-4259
1943-69-4255
1943-69-4283
1943-69-4263
1943-69-4269
1943-69-4261
1943-69-4284
1943-69-4271
1975-58-Az-19
1943-69-4285
1943-69-4287
1943-69-4288
1975-58-Az-20
1975-58-Az-46
1975-58-Az-32 y 57
1975-58-Az-32
1975-58-Az-50
1975-58-Az-59
1975-58-Az-54
1975-58-Az-355 y 360
37034
37032
37054
36997
1975-58-Az-592
37027
37022, 37024, 37025, 37026 y 37033
37030
0
10 cm
ig. 4 . ragmentos con decoraci n egetal documentados en El Cabe o de lcalá
aila).
[page-n-169]
37036
37039
37038
36990
37049
0
10 cm
86.1.3396
ig. 43. ragmentos con decoraci n egetal recuperados en El Cabe o de lcalá
aila) 36
Celsa Velilla de Ebro) 6. .33 6).
0, 3 036, 3 03 , 3 03 y 3 04 ) y
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
A.I.4
A.II.1
A.II.2 A.II.4.3 A.II.6
A.II.7 A.III.2 A.III.8 A.III.9 A.V.1 A.VI.4 A.VI.8 A.VI.9
ig. 44. Gráfico del c mputo total de recipientes con decoraci n compleja pintada, por tipos cerámicos.
ig. 4 . Gráfico en el ue se detalla, por tipos y en porcentajes, la estructura interna de las decoraciones.
6
[page-n-170]
Tabla 4. Relaci n de pie as conser adas más completas con el tipo cerámico al ue pertenecen, estructura decorati a, tipo de ornamenta
ción, estilo o grupo pictórico al que se adscriben, contexto en el que se recuperaron y cronología estimada. Las abreviaturas utilizadas son:
CIMIENT S
C.):
C
lto Chac n Teruel), B La Bo ina Vinaceite),
C El Castelillo
llo a), C Cabe o de lcalá
aila),
CM Cabe o de las Minas Botorrita), C La Corona uen
tes de Ebro), B ur n de Belmonte Belmonte de Gra
cián), LG La Guardia
lcorisa), P El Palao
lca i ),
P El Palomar
liete), S San ntonio Calaceite),
TC Tiro de Ca n lca i ), TG Torre Gachero Valderro
bres) y P Pi uete de la talaya
uara).
Bandas continuas, CN Conc ntrica, CNS Conc ntricas,
M-Metopada y MC-Motivo central.
Temas: L R e sobre or, R es afrontadas, RPV
es afrontadas picando un egetal, B Batalla, CE Certa
men, C Ca a,
epredaci n, ES esfiles,
esti o,
LT-Limitación territorial, PR-Propiciatoria, TA-Teoría de
aves y TAPV-Teoría de aves picando vegetales.
Motivos decorativos:
Ubicación: L. int.-Labio interior, L. ext.-Labio exterior, T.
sup.-Tercio superior, T. inf.-Tercio inferior, Int.-Interior,
Ext.-Exterior, A.-Asa, Cll.-Cuello y Pm.-Pomo.
Indi iduos IN .)
SOPORTE:
Decoración: G igurada, T itomorfa y G Geom trica.
DECORACIÓN:
Modo: M Mi to, P Perfilado y TP Tinta plana.
Grupo: B I Bajo rag n
Estructura Interna Estr. Int.): BC Banda continua, BCS
Decoración
Soporte
Motivos decorativos
Ubicación
Estructura externa
Pieza
Yac.
Tipo
Frisos
Decoración
TCSN1
TC
A. I.4.2
3
FT/FT/FT
TCSN5
TC
A. I.4.2
4
TC23
TC
A. I.4.2
2
TC124
TC
A. I.4.2
2
1943-69-507
CA
A. I.4.2
1943-69-508
CA
A. I.4.2
1943-69-509
CA
1943-69-510
CA
1943-69-511
Modo Estr. Int.
Temas L. int. L. ext. T. sup. T. inf. Int. Ext. A. 1 A. 2 Cll. Pm. Total Ind.
Estilo
Grupo
Contexto
Cronología
M
BCS
4
6
10
10
9
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
FT/G/FG
M
BCS (3)/M
6
44
50
50
21
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
G/FT
TP
BC/M
3
24
27
12
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
FT/FT
TP
BC/M
3
15
17
10
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
2
FT/FT
TP
BC/M
3
G/G/FG
TP BCS (2)/M
A. I.4.2
2
FT/FG
TP
BC/M
A. I.4.2
2
FT/FT
M
BCS
CA
A. I.4.2
3
FT/G/FT
M
BCS (2)/M
1943-69-512
CA
A. I.4.2
3
G/FT/FT
M
1943-69-513
CA
A. I.4.2
5
G/FT/G/G/FT
M
1943-69-514
CA
A. I.4.2
3
G/FG/FT
M
BCS (2)/M
1943-69-515
CA
A. I.4.2
2
FT/FT
TP
BC/M
1943-69-516
CA
A. I.4.2
3
G/FT/FT
1943-69-2448 CA
A. I.4.2
2
1943-69-2465 CA
A. I.4.2
2
1943-69-2569 CA
A. I.4.2
2
FT/FT
A. I.4.2
3
FT/G/FT
Azaila-40
CA
17
1
3
42
45
45
11
Azaila
40
50
90
90
26
Azaila
3
47
50
50
21
Azaila
3
8
11
11
10
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
5
14
19
19
13
Azaila
¿Dep. 1, calle H? s. II-1º 1/4 del I a. C.
BCS (2)/M
4
30
34
34
21
Azaila
Templo in antis
BCS (4)/M
7
42
49
49
26
Azaila
Templo in antis
s. II-1º 1/4 del I a. C.
39
61
100
100
41
Azaila
Templo in antis
s. II-1º 1/4 del I a. C.
CZ
AFR
TA
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Dep. 1, calle H
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
7
54
61
61
21
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
TP BCS (2)/M
4
55
59
59
13
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Indet.
M
BC/M
2
14
16
16
11
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
FT/FT
TP
BC/M
3
23
26
26
12
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
TP
BC/?
3
1
4
4
4
Azaila
4
60
64
64
17
Azaila
TP BCS (2)/M
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Templo in antis
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila-41
CA
A. I.4.2
2
FT/FT
M
BCS
3
8
11
11
10
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
439-2/150
CA
A. I.4.2
2
G/FT
M
BCS
3
28
31
30
12
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
87.104.1
CO
A. I.4.2
3
G/FT/FT
TP BCS (2)/M
4
81
85
85
21
Azaila
1943-69-503
CA
A. II.1.1
2
FT/G
TP
M/BC
21
1
22
22
7
Azaila
Dep. 1, calle H
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-504
CA
A. II.1.1
2
FT/FT
TP
M/BC
76
2
78
78
20
Azaila
Dep. 1, calle H
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-601
CA
A. II.1.1
¿1?
FT
M
BC
5
5
5
3
Azaila
1943-69-691
CA
A. II.1.1
¿1?
FT
M
BC
4
4
4
2
Azaila
1
FT
M
M
13
13
13
5
2
G/FT
TP
BCS
2
2
4
4
4
Azaila
Azaila
Alto Chacón-3 ACH A. II.2.1.1
TCObj13
TC
A. II.2.1.3
Azaila-30
CA
A. II.2.1.1
1
FT
TP
BC
17
17
17
3
A. II.4
2
FT/G
TP
M/M
28
33
61
61
12
San Antonio-4 SA
s. I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
BA II
Dep. 14
ss. II-I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
BA I
s. III-princip. del II a. C.
1943-69-505
CA
A. II.4.3.1
2
FT/FT
TP
BCS
3
2
5
5
4
Azaila
1943-69-506
CA
A. II.4.3.1
3
G/FT/FT
TP
BCS
3
3
6
6
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-522
CA
A. II.4.3.2
2
FT/FT
TP
BCS
3
2
5
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-523
CA
A. II.4.3.2
2
G/FT
TP
BCS
3
2
5
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-527
CA
A. II.4.3.1
2
G/FT
TP
BCS
4
1
5
5
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-2296 CA
A. II.4.3
4
G/FT/G/FT
TP BCS (3)/M
5
8
13
13
10
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-2466 CA
A. II.4.3.3
2
FT/G
TP
BCS
4
1
5
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-4201 CA
A. II.4.3.2
3
G/FT/FT
TP
BCS
4
1
5
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila
Azaila-34
CA
A. II.4.3
2
FG/FG
TP
¿?
5
4
9
9
6
IG889
ACH
A. II.7.2
2
G/FG
M
BC/M
9
25
34
34
15
IG1358
LG
A. II.7.1.1
1
FT
TP
M
8
8
5
IG1547
LG
A. II.7.1.1
1
FG - G (ala)
TP
M
CZ
1
35
35
IG1359
LG
A. II.7.1.1
1
FG
TP
BC
PR/LT/CZ
1
55
56
1
7
11
7
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
BA II
Calle 1 B
ss. II-I a. C.
Azaila
Estrato II-III
ss. III-II a. C.
21
Azaila
Dep. B, nivel III
ss. II-I a. C.
28
Azaila
Dep. B, nivel III
125-50 a. C.
Pal-1
P
A. II.7.1
2
FT/G
M
M/M
18
18
10 Fontscaldes
TC65
TC
A. II.7.2.2
1
FT - G (ala)
TP
BC
1
3
4
3
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1/2 s. II-I a. C.
TCSN2
TC
A. II.7.1.2
1
FT - G (ala)
TP
BC
2
3
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
[page-n-171]
Decoración
Soporte
Motivos decorativos
Ubicación
Estructura externa
Pieza
Yac.
Tipo
Frisos
Decoración
TCSN4
TC
A. II.7.1.1
2
FT/G - G (ala)
Modo Estr. Int.
M
M/BC
Temas L. int. L. ext. T. sup. T. inf. Int. Ext. A. 1 A. 2 Cll. Pm. Total Ind.
1
30
31
12 Fontscaldes
Estilo
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Grupo
Contexto
Cronología
TC110
TC
A. II.7.1.1
1
FT - G (ala)
TP
M
1
29
30
12
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
TCCjto17
TC
A. II.7.1.1
2
G/FT - G (ala)
M
M
4
18
22
10
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
TCCjto22
TC
A. II.7.1.1
2
FT/FT - G (ala)
TP
BC/M
1
13
14
9
Azaila
IG148, 149, 152 C
A. II.7.1.1
1 FG - G/Letrero (ala) TP
3
9
s. II-1º 1/4 del I a. C.
M
CZ/D
4
14
18
11
Azaila
Dep. lado N.
ss. III-II a. C.
IG151
C
A. II.7.1.1
2
G/FG - G (ala)
M
BC/M
AFLOR/
CZ/D
1
47
48
20
Azaila
C, calle D
Dep. lado N.
ss. III-II a. C.
IG153
C
A. II.7.1.1
2
FG/FT - G/
Letrero (ala)
M
¿?
BT/CE
1
18
19
17
Azaila
Dep. lado N.
ss. III-II a. C.
IG154
C
A. II.7.1.2
1
FG - G (ala)
M
M
DES/CZ
1
42
42
31
Azaila
IG543
C
A. II.7.1.1
1
FG - G (ala)
M
M
D
1
25
25
14
Azaila
Dep. 8
ss. III-II a. C.
AFR/TA
1
148-2004
CA
A. II.7.1.2
1
FT - G (ala)
M
M
1943-69-491
CA
A. II.7.1.1
2
FG/FT - G (ala)
M
BCS
1943-69-492
CA
A. II.7.1
1
FT
M
M
1943-69-493
CA
A. II.7.1.1
1
FT - G (ala)
M
BC
1943-69-494
CA
A. II.7.1.1
1
FT
M
M
1943-69-495
CA
A. II.7.1.1
1
FG
M
M
1943-69-496
CA
A. II.7.1.1
1
FG
TP
M
1943-69-497
CA
A. II.7.2.1
1
FT - G (ala)
M
M
1943-69-498
CA
A. II.7.1.1
1
FT
TP
M
1943-69-499
CA
A. II.7.1.1
1
FG
TP
M
1943-69-500
CA
A. II.7.2.1
1
FT - G (ala
TP
M
1943-69-501
CA
A. II.7.2.1
1
FT - G (ala)
TP
BC
1943-69-587
CA
A. II.7.1.1
1
FG - G (ala)
M
M
1943-69-693
CA
A. II.7.2.2
1
FT - G (ala)
TP
BC
1943-69-4233 CA
A. II.7.2.1
1
FG - G (ala)
TP
BC
1
14
3
1
CZ/CZ
1
CZ
1
1
42
41
16
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
16
18
12
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
7
7
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
7
8
8
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
33
33
16
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
28
28
14
Azaila
47
47
32
Azaila
48
49
17
Azaila
23
23
12
Azaila
46
46
29
Azaila
70
71
16
Azaila
3
4
4
Azaila
79
79
44
Azaila
CZ
1
1
2
3
3
Azaila
PR/¿?/CZ
1
39
40
30
Azaila
20
20
13
Azaila
39
39
20
Azaila
53
53
15
Azaila
28
26
19
Azaila
19895
CA
A. II.7.1.1
1
FT
M
M
Azaila-35
CA
A. II.7.1.1
2
FG/FT
TP
BCS
Azaila-38
CA
A. II.7.2.1
1
FT
TP
BC
Azaila-43
CA
A. II.7
1
FG
TP
BC
D/¿?
CZ
PR/LT/CZ
37
2
ss. III-II a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Dep. 3, calle B
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Casa 2, Dep.
C, calle D
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Casa 2, Dep.
C, calle D
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Casa 2, calle G
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Casa 2, calle G
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Dep. 3, calle B
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
9/69/78
PA
A. II.7.1.2
2
FT/FG - G (ala)
M
BC/M
20
30
50
23
Azaila
Casa del sector 19 s. II-1º 1/4 del I a. C.
7683
CM
A. II.7.1.1
2
FG/FT - G (ala)
M
BC/M
1
56
57
9
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
83.40.4
CM
A. II.7.1.1
1
FT - G (ala)
TP
BC
1
4
5
5
Azaila
IG1545
LG A. III.2.1.2
4
FG/G/FT/G
TP
BCS
1
15
16
8
Azaila
San Antonio-10 SA
A. III.2.1.1
3
FG/G/G
P
BCS
San Antonio-11 SA
A. III.2.1.3
1
FG
P
BCS
TP
BCS
3
TCObj16
TC
A. III.2.2.1
2
G/FT
IG142
C
A. III.2
3
FT/G/FG
IG538
C
A. III.2.2.1
2
FG/G
Azaila-2
CA
A. III.2
3
G/FT/G
TP BCS (2)/M
TCObj1
TC
A. III.8.3.1
2
FT/FT
TP
CN/MC
TC72
TC
A. III.8.3.1
2
FT/FT- G (ala)
TP
CN/MC
IG688
PO
A. III.8.3.1
4
FT/FT/G/G
TP CN (3)/MC
1943-69-597
CA
A. III.8.2.1
1
FT - G (ala)
TP
CN
1943-69-598
CA
A. III.8.2.1
2
G/FG
TP
CNS
1943-69-599
CA
A. III.8.1.1
1
FT - G (ala)
TP
CN
1
1943-69-689
CA
A. III.8.1.1
2
FT/G - G (ala)
TP
CN/MC
1943-69-3513 CA
A. III.8.1.1
2
FT/G - G (ala)
TP
TP
TP BCS (2)/¿?
TP
M/BC
Indet.
1
Indet.
AFRPV
1
Indet.
Indet. 5
BA I
Indet.
Indet. 5
BA I
4
2
4
6
18
3
22
4
Indet.
Indet.
1
1
6
6
Azaila
6
6
Azaila
23
16
Azaila
Indet. Indet.
Dep. 3
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. III-princip. del II a. C.
s. III-princip. del II a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
ss. III-II a. C.
ss. III-II a. C.
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
4
4
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
4
5
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
6
6
5
Azaila
2
3
3
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
6
6
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
2
3
3
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1
4
5
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
CN/MC
1
4
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
CN/MC
1
4
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
6
6
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
22
23
7
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
4
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1
1
CZ
1993-160
CA
A. III.8.1.1
2
FT/G - G (ala)
1995-163
CA
A. III.8.1.1
3
FT/FT/G
Azaila-29
CA
A. III.8.1.1
2
FT/G - G (ala)
TP
CN/MC
A. III.9
4
G/FT/G/FT
TP
CNS
2
CNS
5
5
5
Azaila
9
9
6
Azaila
Torre Gachero-2 TG
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Dep. B, nivel III
TP CNS (2)/MC
1
2
ss. III-II a. C.
IG145
C
A. III.9
4
G/FT/G/FT
TP
IG591
C
A. III.9
4
G/FT/G/FT
TP CNS (3)/MC
San Antonio-7 SA
A. V.1
1
FT
TP
CN
1
5
6
6
2
BA I
San Antonio-8 SA
A. V.1
1
FT
TP
CN
1
1
2
2
2
BA I
63
14
Azaila
2
2
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
2
ss. III-II a. C.
Dep. 8
ss. III-II a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Dep. 5
s. III-princip. del II a. C.
TC21
TC
A. V.1.2.2
3 G/FT/G - G (pomo) TP CNS (2)/MC
61
TCObj5
TC
A. V.1.2
1
FT
TP
CN
2
s. II-1º 1/4 del I a. C.
151-7396
CA
A. V.1.1.1
1
G - FT (pomo)
TP
CN
14
1
15
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1
167-2002
CA
A. V.1.1.1
2 G/FT - FT (pomo) TP
CNS
4
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-547
CA
A. V.1.1.2
2
FT/G
TP
CNS
5
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-550
CA
A. V.1.1.2
3
G/FT/G
TP
CNS
6
6
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-586
CA
A. V.1.1.1
2
FT/G - G (pomo) TP
CNS
3
1
4
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-588
CA
A. V.1.2.2
2
FT/G - G (pomo) TP
CNS
5
2
7
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
[page-n-172]
Decoración
Soporte
Motivos decorativos
Ubicación
Estructura externa
Pieza
Yac.
Tipo
1943-69-603
CA
A. V.1.2.2
3 G/FT/G - G (pomo) TP
CNS
5
3
7
6
Azaila
1943-69-619
CA
A. V.1.1.1
2 G/FT - FT (pomo) TP
CNS
4
1
5
5
Azaila
1943-69-622
CA
A. V.1
2
G/FT
TP
CNS
4
4
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-626
CA
A. V.1.1
3
G/FT/FT
M
CNS
6
6
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-634
CA
A. V.1
2
G/FT
TP
CNS
3
3
3
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-635
CA
A. V.1
2
G/FT
TP
CNS
4
4
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-639
CA
A. V.1.1
2
G/FG
TP
CNS
39
39
3
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-640
CA
A. V.1.1.1
3 G/FT/G - G (pomo) TP
CNS
6
7
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-645
CA
A. V.1
2
G/FT
M
CNS
4
4
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-647
CA
A. V.1
1
FT
TP
CN
2
2
2
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-655
CA
A. V.1.1.1
1
FT
TP
CN
3
3
3
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-658
y 666
CA
A. V.1
1
FT
TP
CN
3
3
2
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1995-38-Az-364 CA
1943-69-680
CA
1995-38-Az-366 CA
Frisos
Decoración
Modo Estr. Int.
Temas L. int. L. ext. T. sup. T. inf. Int. Ext. A. 1 A. 2 Cll. Pm. Total Ind.
A. V.1
2
FT/?
TP
CNS
3
A. V.1.1.2
4
G/G/FT/G
M
CNS
11
1
2
Estilo
Grupo
Contexto
Cronología
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Dep. 1, calle H
s. II-1º 1/4 del I a. C.
3
3
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
13
7
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
A. V.1
2
G/FT
TP
CNS
3
3
3
Azaila
37085
CA
A. V.1
2
G/FT
TP
CNS
4
4
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
7399
CA
A. V.1.1.2
5
FT/G/G/G(G
M
CNS
8
2
10
10
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
19800
CA
A. V.1.1.1
1
FT - FT (pomo)
TP
CNS
3
1
4
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
19812
CA
A. V.1.1.1
1
FT - FT (pomo)
TP
CN
3
1
4
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
19813
CA
A. V.1.2.1
2 FT/G - FT (pomo) TP
CNS
3
1
4
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
40-27-VI-427
CA
A. V.1
2
TP
CNS
5
5
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila-1
CA
A. V.1.1
2 G/FT - FT (pomo) TP
CNS
4
1
5
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila-3
CA
A. V.1.1
2 FG/G - FT (pomo) TP
CNS
22
1
23
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila-4
CA
A. V.1.1
2 G/FT - FT (pomo) TP
CNS
4
1
Azaila-5
CA
A. V.1
2
G/FG
TP
CNS
Azaila-6
CA
A. V.1
1
FT
TP
Azaila-7
CA
A. V.1
2 G/FT - FT (pomo) TP
Azaila-8
CA
A. V.1
3
G/FT/G - G
TP
CNS
5
1
6
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila-9
CA
A. V.1
2
G/G
TP
CNS
5
1
6
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila-10
CA
A. V.1
2
FT/G
TP
CNS
5
5
4
Azaila
Azaila-11
CA
A. V.1
3
G/FT/G
TP
CNS
7
7
7
Azaila
Azaila-12
CA
A. V.1
4
FT/G/G/G
TP
CNS
5
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila-13
CA
A. V.1
2
G/FT
TP
CNS
3
3
3
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila-14
CA
A. V.1
1
FT
TP
CN
10
10
2
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila-15
CA
A. V.1
1
FT
TP
CN
2
2
2
Azaila
Azaila-17
CA
A. V.1
2
G/FT
TP
CNS
4
4
4
Azaila
Azaila-18
CA
A. V.1.1
2 FG/G - FT (pomo) M
CNS
4
7
7
Azaila
Azaila-19
CA
A. V.1
1
TP
CN
3
3
3
Azaila
Azaila-20
CA
A. V.1
3 G/FT/G - G (pomo) TP
CNS
5
1
6
6
Azaila
Dep. 1, calle H
Azaila-21
CA
A. V.1
1
FT - FT
TP
CN
4
1
Dep. 1, calle H
Azaila-22
CA
A. V.1.3.1
2
FT/G
TP
CNS
5
Azaila-23
CA
A. V.1.1.2
4
FT/G/G/G
TP
CNS
9
Azaila-36
CA
A. V.1.1.1
1
FT
TP
CN
3
Azaila-37
CA
A. V.1.1.2
2
FT/G
TP
CNS
5
Azaila-39
CA
A. V.1.1.1
1
FG - G
TP
CN
34
Azaila-42
CA
A. V.1.3.1
2
G/FT
TP
CNS
4
San Antonio-5 SA
A. V.1.1.1
1
FT
TP
CN
FT/G
G - FT
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
9
9
7
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
CN
3
3
2
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
CNS
5
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
TAPV
1
1
3
3
LG
A. VI.4.1
2
G/FT
TP
BCS
IG536
LG
A. VI.4.1
2
G/FT
TP
BCS
IG1546
LG
A. VI.4.1
3
G/FT/G
TP
BCS
1
5
9
1
IG1343
LG
A. VI.4.1
2
G/FT
TP
BCS
1
2
7
1
1
5
1
1
3
8
1
1
5
9
1
1
1
3
5
2
6
1
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
¿Casa 2, Dep.
C, calle D?
s. III-II a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
5
5
Azaila
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
2
11
11
Azaila
Casa 2, Dep. C, calle D s. II-1º 1/4 del I a. C.
1
4
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1
35
4
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
4
3
Azaila
3
3
1
LGSN13
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Dep. 1, calle H
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
BA I
s. III-princip. del II a. C.
2
5
4
Azaila
2
7
6
Azaila
1
2
10
9
Azaila
Dep. B, nivel III
ss. II-I a. C.
1
3
8
5
Azaila
Dep. B, nivel III
ss. II-I a. C.
2
6
4
Azaila
9
6
Azaila
2
9
8
Azaila
Dep. 8
ss. III-II a. C.
5
29
24
Azaila
Dep. lado N.
ss. III-II a. C.
1
ss. II-I a. C.
Dep. 8
ss. III-II a. C.
TC67
TC
A. VI.4.1
2
G/FT
TP
BCS
1
TCSN6
TC
A. VI.4.2
3
FT/G/G
TP
BCS
1
IG540
C
A. VI.4.1
3
G/FT/FT
TP
BCS
1
IG146
C
A. VI.4.1
3
FT/G/FT
M
BCS
1943-69-521
CA
A. VI.4.1
3
G/G/FT
TP
BC (2)/M
62
3
62
16
Azaila
1943-69-524
CA
A. VI.4.1
2
G/FG
TP
BCS
5
2
5
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-525
CA
A. VI.4.1
2
G/FT
TP
BC/M
20
2
20
10
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
1943-69-585
CA
A. VI.4.1
3
G/G/FT
1943-69-590
CA
A. VI.4.2
2
FT/G
1943-69-592
CA
A. VI.4.2
4
FG/G/FT/FT
TP
BCS
1943-69-618
CA
A. VI.4.1
3
G/G/FT
TP
BCS
1943-69-690
CA
A. VI.4.2
4
G/FT/G/G
TP
BCS
F/CZ
3
2
27
TP BCS (2)/M
1
75
TP
1
16
1
32
1
6
M/BC
TA
1
7
3
1
1
1
2
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
76
16
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
17
7
Azaila
Casa 6, Dep. 4, calle A s. II-1º 1/4 del I a. C.
33
17
Azaila
Casa 3-H, calle C s. II-1º 1/4 del I a. C.
7
7
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
8
7
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
[page-n-173]
Decoración
Soporte
Motivos decorativos
Ubicación
Estructura externa
Pieza
Yac.
Tipo
Frisos
Decoración
1943-69-692
CA
A. VI.4.2
4
G/FT/G/G
Modo Estr. Int.
M
BCS
155-2596
DB
A. VI.4.2
2
FT/G
TP
BCS
87.104.8
C
A. VI.4.2
2
FT/G
TP
BCS
179-1922
PO
A. VI.9
10
G/G/G/G/G/
FT/G/G/G/G
G/FT (cazoleta)
TP
BCS (5)/
M/BCS (4)
La Bovina-1
B
A. VI.9
3
G/FT/G
TP
BCS
1943-69-534
CA
A. VI.9
3
G/FT/G
G (cazoleta)
TP
BCS
1943-69-584
CA
A. VI.9
11
G/G/G/G/FT/ TP
BCS
G/FT/G/G/G/
M/BCS (4)
G G/G (cazoleta)
1943-69-2629 CA
Temas L. int. L. ext. T. sup. T. inf. Int. Ext. A. 1 A. 2 Cll. Pm. Total Ind.
1
1
1
2
1
1
6
Estilo
6
7
6
Azaila
3
3
3
Azaila
6
7
6
Azaila
21
24
13
Azaila
Grupo
Contexto
Cronología
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. I a. C.
s. I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
6
6
6
Azaila
1º 1/2 del s. I a. C.
7
8
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
23
30
17
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
A. VI.9
6
G/G/G/G/FT/G
TP
BCS
10
10
7
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
19814
CA
A. VI.9
5
G/FT/FT/G/G
TP
BCS (4)/
M/BC
30
30
8
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
s. II-1º 1/4 del I a. C.
19815
CA
A. VI.9
5
G/FT/G/FG/G
TP
BCS
11
11
6
Azaila
Azaila-24
CA
A. VI.9
5
G/G/G/G/FT
TP
BCS
6
6
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila-25
CA
A. VI.9
3
FT/FT/G
TP
BCS
6
6
5
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila-27
CA
A. VI.9
8
G/F/G/G/
G/G/G/G
TP
BCS
16
16
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila-31
CA
A. VI.9
6
G/G/G/G/G/FT
G (cazoleta)
TP
BCS
2
7
9
6
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Azaila-32
CA
A. VI.9
10
G/G/G/FT/G/
FT/G/G/G/
G G (cazoleta)
TP
BCS
2 Indet.
Indet. 11
Azaila
s. II-1º 1/4 del I a. C.
Botorrita-1
CM
A. VI.9
2
FT/FT
TP
BCS
60
TA/TA
6
6
5
Azaila
s. I a. C.
[page-n-174]
IV
Construir imágenes: decoraciones y estilos ornamentales
IV.1. INTRODUCCIÓN
En esta ocasión, el objeto de análisis se centra en las decoraciones complejas pintadas sobre los recipientes descritos
en el capítulo anterior. Cabe incidir en que el estudio se limita a las protagoni adas por moti os fitomorfos, oomorfos
y/o antropomorfos.
Se trata de un tipo de ornamentación que, desde su hallazgo, ha sido objeto de admiración y estudio por parte de los investigadores dedicados al mundo ibérico. En el área del Bajo
Aragón, los trabajos al respecto están presentes casi desde su
descubrimiento, como hemos apuntado en el primer capítulo,
pero hubo ue esperar unos cuantos a os para ue fueran publicados los primeros compendios que, en breve periodo de tiempo, adquirieron renombrado prestigio (Cabré, 1944; Pellicer,
1969-1970; Beltrán Lloris, 1976). No obstante, en esos casos,
el objeto de análisis se centró en el yacimiento del Cabezo de
lcalá
aila), si bien, se establecieron paralelismos y diferencias con los materiales conocidos de otras onas geográficas. Gracias a ellos se determinó la evolución estilística de las
ornamentaciones y se les atribuyó una cronología aproximada
Cabr , 44). Posteriormente, sta fue re isada y rectificada,
teniendo en cuenta el ni el ar ueol gico en el ue fueron recuperadas las piezas (Pellicer, 1962, 1969-1970: 41; Beltrán Lloris, 1976, 1995). Dicha periodización ha seguido vigente hasta
hoy en día, pues el que el yacimiento se encuentre prácticamente excavado y que las intervenciones se realizaran a principios
del s.
, impide ue se puedan refrendar dichas dataciones.
En las líneas ue siguen ofrecemos un análisis detallado de
las decoraciones catalogadas. Atendiendo a los límites impuestos por la propia percepción visual del ser humano (Dondis,
1976), en primer lugar estudiamos la estructura externa, o lo
que es lo mismo, su disposición en el campo decorativo, para
posteriormente pasar a la estructura interna, ue hace referencia
a la continuidad o fraccionamiento del espacio decorado uentes, 2007: 51-56).
A continuación incidimos en las distintas técnicas decorativas utilizadas y empleamos el método aproximativo de la “desestructuración compositiva”1 para indi iduali ar los diferentes
temas y motivos que componen las decoraciones y, así, proceder
a su clasificaci n y estudio uentes, 00 : 0 ). En la medida de lo posible buscamos paralelos, tanto a nivel espacial como
temporal, con el fin de identificar las in uencias recibidas y determinar aquellos rasgos que singularizan a las decoraciones del
Bajo Aragón. Es obvio que, en un determinado momento de la
historia y dentro de la misma cultura, la ibérica, se compartieron gustos estéticos, mensajes y simbolismos, si bien, como se
ha demostrado en otros estudios, cada zona poseía una peculiar
forma de plasmarlos, lo ue permite identificar su cronología,
lugar de procedencia e, incluso, el taller que las produjo.
Por otra parte, en los casos en los ue es factible, comprobamos si el conte to ar ueol gico en el ue fueron descubiertas las cerámicas pudo condicionar la lectura de las imágenes.
Huelga decir que, en un acto comunicativo, como lo es la representaci n pict rica de escenas uentes, 00 : 4 0), resulta
fundamental el conte to en el ue uedan insertas, pues determina la interpretación que de ellas se realiza.
inalmente, teniendo presentes los resultados obtenidos en
cada uno de los niveles de análisis señalados, y tras su interrelación, determinaremos si existen uno o varios estilos pict ricos en el área de estudio. Este aspecto supone el fin ltimo
perseguido con este trabajo, fruto de las nue as corrientes de
investigación que han superado los postulados decimonónicos que agrupaban las decoraciones complejas en dos grandes
estilos decorativos: el narrativo de Oliva-Liria y el simbólico
de Elche-Archena. Revisiones relativamente recientes de esos
materiales han permitido establecer diferencias estilísticas más
1
En el sentido de que cuando se observa una decoración, en primer
lugar se aprecia el conjunto y luego se identifican y aislan las escenas, motivos y elementos que los componen, por ese orden de prelación (Dondis, 1976: 30). En este caso, se utiliza el orden inverso,
pues partimos de los motivos y terminamos con las escenas.
161
[page-n-175]
precisas que las meramente regionales o temporales e, incluso,
determinar áreas de difusi n e in uencia, así como acotar cronológicamente su periodo de producción (Bonet, 1995; Abad y
San Gamo,
Tortosa, 006 uentes, 00 P re Blasco,
2011b). En esta línea, y hasta el momento, las producciones del
Bajo Aragón carecen de un estudio unitario que interrelacione
los datos entre los distintos yacimientos que presentan cerámicas ibéricas con decoraciones complejas. De este modo, tal y
como se ha realizado en otros conjuntos, podremos determinar
si tambi n es con eniente rectificar la gen rica clasificaci n de
“decoraciones cerámicas del círculo de Azaila” o “Azaila-Alcorisa” (Conde, 1998: 325-326; Sanmartí, 2007: 259-260).
IV.2. UBICACIÓN ESPACIAL
Iv.2.1. estructura eXterna
A continuación analizamos la distribución externa2 de las decoraciones en funci n de los tipos cerámicos ue las acogen,
con el fin de establecer si e isten pautas comunes entre ellos o
si, por el contrario, su disposición es aleatoria. Para ello hemos
establecido dos categorías, dependiendo de si la decoración
aparece en el exterior o en el interior de la pieza. Por regla
general, la del primer tipo suele darse tanto en los recipientes
cerrados (con cierre hermético, con resalte, tinajillas, jarros y
thymiateria) como en los abiertos (lebetes, kalathoi, crateriskoi
y la imitación de la copa Lamboglia 49), mientras que la del
segundo nicamente se registra sobre soportes abiertos platos
y cuencos).
La distribución de las ornamentaciones se realiza en registros, ue son espacios físicamente diferenciados. En la mayoría
de casos, dicha delimitación se realiza con un motivo geométrico, de disposición continua, que suele tratarse de una banda
B N ) fig. 4 ). En menor n mero de pie as, es su propia
morfología la ue configura la presencia de frisos diferentes,
sin necesidad de que existan bandas que delimiten su separación, si bien es cierto que esa opción nunca aparece en exclusiva, es decir, que se combina en el mismo soporte con la
utilización de bandas delimitadoras. Al mismo tiempo, en gran
n mero de casos, las rupturas de perfil coinciden con el límite
de un registro, si bien, es tónica general el remarcarlo mediante
el empleo de bandas.
El n mero de registros y su disposici n puede ser ariable,
independientemente del tipo de soporte sobre el que aparecen,
si bien es cierto que aquellos registros que acogen la decoración
principal suelen tener mayores dimensiones y ocupan un lugar
preferente en el aso ue, además, corresponde al ue resulta más fácilmente isible por parte del espectador ranegui,
: 0 uentes, 00 :
).
Decoración exterior
En este apartado anali amos, por tipos cerámicos, la forma
en que se disponen las ornamentaciones en las paredes externas
de los asos, el n mero y tama o de los registros, así como la
2
Seguimos la lógica de la percepción visual, pues al contemplar una
decoraci n primero percibimos lo superficial y tras un análisis,
aun ue sea sencillo, lo estructural uentes, 00 : ).
162
naturale a de la decoraci n pintada, con el fin de determinar
si existen pautas regulares de comportamiento (tabla 4). Para
que las conclusiones resulten representativas, hemos tenido en
cuenta los recipientes que se encuentran más completos, si bien,
en algunos casos también hemos considerado otros conservados
en un estado más deficiente para e itar errores interpretati os.
Recipientes con cierre herm tico . I.4) fig.
44):
pesar de que constituyen un grupo bastante numeroso, las decoraciones no presentan una distribución unitaria.
Resulta bastante frecuente ue cuenten con dos registros,
arrancando el primero de la zona del borde y terminando en la
del hombro. El segundo registro, de mayor tama o, finali a un
poco antes de la base de la pieza y acoge la decoración principal.
La naturale a de las ornamentaciones puede ser: G/ T3, T/ T
y T/ G, aun ue predomina la segunda.
En el caso de que existan tres registros, el primero siempre
arranca del borde de la pieza y su ancho es variable. El segundo puede situarse a la altura del espacio ocupado por las asas,
resultando un tanto estrecho, o bien ser más ancho y extenderse
desde un poco más abajo del borde hasta el arranque del hombro. El tercer registro, de mayores dimensiones, termina antes
de la base del recipiente y acoge la decoración principal. Las
combinaciones posibles de las decoraciones son variadas, por
registros y empezando desde el borde de la pieza hasta la base
son: T/ T/ T, T/G/ G, G/G/ G, T/G/ T, G/ T/ T y G/ G/
T. La composici n ue predomina es la pen ltima, seguida de
la antepen ltima.
De manera excepcional, existe un ejemplar en el que el espacio se ha compartimentado en cinco registros decorados de la
siguiente manera: G/ T/G/G/ T fig. 3 ). El principal, de mayor tamaño, es el que se desarrolla bajo el hombro.
Recipientes con resalte . II. ) fig. 4 4 ): Son pocos
los ejemplares que hemos podido tener en consideración, pero
comparten ciertas pautas decorativas. Poseen dos registros ornamentales, el primero de los cuales arranca bajo el resalte y se
desarrolla hasta un poco más abajo de la zona donde terminan
las asas y la pieza registra su diámetro máximo. El segundo
aparece a continuación, sin llegar a la base. El tamaño del primero es claramente superior y acoge la decoraci n principal, fitomorfa T), mientras ue en el segundo puede ser geom trica
G) o fitomorfa T).
Tinajillas . II. ) fig. 4 ): Se han recuperado pocas relati amente completas. E iste un grupo reducido con un nico
registro. Éste se desarrolla entre el hombro y la zona en la que la
pieza alcanza su diámetro máximo, por lo que tiene un tamaño
considerable. La decoraci n ue presenta es fitomorfa T).
Por otra parte, otros ejemplares tienen, al menos, dos registros. El primero se desarrolla entre el marcado hombro de la pieza y el cuello, mientras que el segundo aparece a continuación,
posee mayores dimensiones y acoge la decoración principal. La
naturale a de sta es G/ T o G/ G.
Recipientes con cierre herm tico . II.4) fig. 4 3): También en este caso son pocos los vasos que podemos tener en consideración. En primer lugar existe un grupo que presentan dos
registros, si bien, apreciamos ciertas diferencias ornamentales
en relación a la variante tipológica a la que pertenecen las piezas.
3
Utilizamos como abreviaturas: G para la decoración de tipo geométrico, T para la fitomorfa y G para la figurada.
[page-n-176]
Las clasificadas dentro de la ariante pueden presentar
registros que tienen tamaños similares: el primero arranca del
borde y se extiende hasta la zona en la que el vaso alcanza su
diámetro máximo, mientras que el segundo aparece a continuación y termina hacia la mitad del cuerpo. En otros casos, las
dimensiones de los registros son diferentes. sí las cosas, el primero es estrecho y se sit a pr imo al borde, mientras ue el
segundo se desarrolla a continuación y llega hasta lo que sería el
tercio superior del recipiente. Las combinaciones ornamentales
documentadas son G/ T o T/ T.
Las pie as incluidas en la ariante presentan un friso superior que ocupa desde el borde del recipiente hasta la ruptura
de perfil y el inferior, de mayor tama o, desde ese ltimo punto
hasta un poco antes de la base. El tipo de ornamentación que
se pinta es igual a la del caso anterior, es decir, G/ T o T/ T.
Los ejemplares pertenecientes a la variante 3 están incompletos, por lo que se deben tomar con reservas las apreciaciones
ue ofrecemos. El primero de los registros a desde el borde del
recipiente hasta el hombro y el siguiente comienza donde termina el anterior. La naturaleza de las ornamentaciones es variada:
T/G, T/ T o G/ G.
Otro grupo de piezas presentan tres registros. El primero de
ellos es de reducidas dimensiones y se halla próximo al borde.
El segundo, de mayor tamaño, se extiende desde donde termina
el anterior hasta la altura del hombro. El tercero, que sería el
más grande, se desarrolla a partir de la in e i n, sin ue podamos determinar su límite inferior. La temática decorati a, por
orden de aparici n, es G/ T/G o G/ T/ T.
El ltimo grupo de asos presenta un mínimo de cuatro registros. El primero, de pequeño tamaño, arranca del borde de
la pieza y termina antes de empezar el hombro. El que le sigue
finali a un poco antes de terminar el hombro. El tercero se inicia
tras el anterior y a hasta el punto en el ue acaba la in e i n,
su tama o está entre el segundo y el tercero. inalmente, el
cuarto ocupa el cuerpo del recipiente y es el más grande. La ornamentaci n ue presenta cada uno de los frisos es G/ T/G/ T.
-Kalathoi . II. ) fig.
): Tipo cerámico ue cuenta
con un grupo bastante nutrido de ejemplares conservados en
buen estado. Muchos de ellos solamente tienen un registro decorado que recorre toda o casi toda la anchura del cuerpo. La
naturale a de lo representado puede ser fitomorfa T) o figurada G), si bien, la ue resulta más abundante es la primera.
Algunas de estas piezas, además, presentan ornamentación de
tipo geométrico o inscripciones en el ala, como ya hemos visto
en el apartado dedicado a la descripción de los soportes.
tras pie as presentan dos registros de similar o diferente
tamaño, aunque en ese caso el que acoge la decoración principal
siempre posee mayores dimensiones. El tipo de ornamentación
pintada puede ser: T/G, G/ T, G/ T o G/ G.
Cabe destacar la presencia de un ejemplar que combina
en sus paredes arias de las características descritas fig. ),
si bien, en el espacio en el que aparece un registro recorriendo toda la anchura del cuerpo, la decoración es estrictamente
geométrica.
arros
. III. ) fig. ): Son pocos los ejemplares de
ue disponemos y las pautas decorati as identificadas no
son uniformes en cuanto al n mero de registros ni al tipo
de ornamentación.
En el caso de los que solamente poseen un registro, éste ocupa todo el recipiente y el tipo de ornamentación pintada
es figurada G).
Si son dos los frisos en los ue se di ide el campo decorativo, el primero tiene mayores dimensiones. Éste se desarrolla
desde el cuello hasta un poco antes del punto en el que la pieza
registra el diámetro máximo, y a partir de ahí aparece el segundo, que se extiende hasta un poco antes de la base. El tipo de ornamentaci n pintada es G/G, pudiendo estar tambi n decorado
el borde con motivos exclusivamente geométricos (G).
Por otra parte, si son tres los registros, el primero se pinta en
el cuello, el segundo entre éste y el punto en el que el recipiente
alcanza su diámetro máximo, a partir de donde se desarrolla el
tercero. El de mayor tama o es el inferior, seguido del primero
y, en ltimo lugar, el segundo. La ariabilidad de las ornamentaciones registradas es: G/ T/G o G/G/G.
inalmente, en el caso de ue los jarros presenten cuatro
registros, tienen diferente tama o y se pintan en el e terior de
las paredes. El primero arranca del borde y termina bajo el pico
vertedor. El segundo se desarrolla en el cuello. El tercero en la
parte superior del cuerpo hasta un poco más debajo de donde
la pieza registra el mayor diámetro. A continuación se pinta el
ltimo, en la ona inferior del cuerpo, sin alcan ar la base. El
registro de mayor tamaño es el segundo, seguido del primero,
mientras que los dos restantes son similares. La naturaleza de
las ornamentaciones es G/G/ T/G. demás, en la ona interior
del borde aparece otro pequeño registro con decoración exclusivamente geométrica (G).
Tapaderas . V. ) fig.
): Son muy abundantes entre
el material anali ado y el n mero de registros ue decoran sus
cuerpos oscila entre uno y cinco, independientemente de que
también pueda aparecer ornamentado el pomo.
En el caso de que solamente exista un registro en el cuerpo y el elemento de prensión esté pintado, la decoración puede
ser: geom trica G) en el cuerpo y fitomorfa T) en el asidero,
fitomorfa T) en el cuerpo y en el pomo o figurada G) en el
cuerpo y geométrica (G) en el asidero.
Si son dos los registros que decoran el cuerpo, pueden
poseer igual o diferente tama o. Cuando el tama o es similar, el
tipo de decoraci n ue se pinta es T/G. En los casos en los ue
el inferior presenta menor tama o, la ornamentaci n es G/ T,
G/ G o T/G, mientras ue si el pomo está decorado, los motios pintados son fitomorfos T). Por el contrario, si el registro
de menor tamaño es el que aparece próximo al asidero, el tipo
de ornamentaci n documentado es T/G, T/ T y G/G. demás, si presentan decoraci n en el pomo puede ser fitomorfa
T) o geom trica G).
Cuando son tres los registros superpuestos, pueden: contar
con similares dimensiones; tener uno de ellos un tamaño claramente superior (el de en medio) y, además, presentar la ornamentaci n principal o tener tama os gradados, siendo el inferior el más pequeño. En cualquier caso, si el pomo se pinta, la
ornamentación es de tipo geométrico (G).
En el caso de que las tapaderas posean cuatro registros, son
de diferente tama o y solamente uno de ellos acoge la decoración principal, aunque no tiene porqué corresponder con el que
presenta mayores dimensiones. El tipo de ornamentación representado es G/G/ T/G o T/G/G/G. Tambi n puede decorarse el
pomo con motivos geométricos (G).
163
[page-n-177]
Solamente hemos documentado un ejemplar con cinco registros ornamentales 3 , fig. 04). El de mayores dimensiones es el inferior y el tipo de decoraci n representada es
T/G/G/G/G. Por otra parte, el pomo se decora con moti os
exclusivamente geométricos (G).
-Crateriskoi . VI.4) fig. 3
): Son bastante abundantes y se conservan en relativo buen estado. La mayoría tiene
la decoraci n distribuida en dos registros. Su diferente tama o
está relacionado con la morfología de la pie a, apareciendo la
decoración principal en el que tiene mayores dimensiones. El
tipo de ornamentación que presentan acoge las siguientes variables: G/ T, G/ G o T/G. En el caso de ue el interior del borde
y las asas también estén decoradas, solamente se pintan motivos
geométricos (G).
Es bastante numeroso el grupo de crateriskoi que tienen tres
registros ornamentales. Sus tama os difieren, si bien es cierto
ue la decoraci n principal se pinta en el friso más fácilmente
visible por el espectador, que corresponde al que posee mayores dimensiones. La variabilidad decorativa documentada es:
G/ T/G, G/ T/ T, G/G/ T, T/G/G o T/G/ G. El interior del
borde y las asas también pueden estar ornamentadas con motivos geométricos (G).
En algunos ejemplares son cuatro los registros presentes en
el campo ornamental, disponiéndose la decoración principal en
el cuello de la pieza. La naturaleza de lo representado puede ser,
por orden de aparici n: G/G/ T/ T o G/ T/G/G. El interior
del borde también puede contar con decoración geométrica (G).
-Thymiateria . VI. ) fig. 3 6): pesar de ue no son
muchos, la casuística es tan variada que casi se podría decir que
e isten tantos casos como ejemplares identificados, por lo ue
su estructuraci n ornamental no la consideramos significati a.
Decoración interior
Aparece en los recipientes abiertos (platos y cuencos) y la
disposición de los registros es concéntrica.
Platos . III. ) fig. 3 6): Están bastante presentes en
el conjunto anali ado y el n mero de registros ue pueden presentar aría entre uno y cuatro, siendo sus tama os diferentes.
El tipo de ornamentación pintada contempla las siguientes variables: T, G/ G, T/G, T/ T, T/ T/G o T/ T/G/G. El
registro de mayor tamaño es el que habitualmente acoge la decoración principal y en el caso de que presenten ornamentación
en el ala ésta siempre es geométrica (G). Cabe apuntar que, de
manera excepcional, existe un ejemplar que también tiene decoración geométrica (G) en la cara exterior del cuerpo (1995-3830 , fig. ).
Cuencos . III. ) fig. ): El n mero de pie as a uí incluido es escaso y guardan gran uniformidad compositi a. Presentan cuatro registros y la ornamentación se dispone del siguiente modo: G/ T/G/ T, teniendo tama o más reducido los
frisos ue acogen decoraci n geom trica. En alguna ocasi n, en
la cara externa del recipiente se pinta un letrero junto a un motivo geométrico (IG145) o simplemente motivos geométricos
(Torre Gachero-2).
Iv.2.2. estructura Interna
En este apartado hacemos referencia al tipo de subdi isi n ue
pueden presentar los espacios decorados. En este sentido, son
dos las opciones posibles. Por una parte estarían los registros
164
continuos, a los ue denominaremos frisos, ue se caracteri an
por presentar la ornamentación de manera ininterrumpida, independientemente de que se utilicen ciertos motivos para ordenar
el espacio, como por ejemplo, algunos vegetales dispuestos de
determinada manera para separar escenas, como se observó en
el caso de las decoraciones del Tossal de San Miquel (Llíria)
(Pérez Ballester y Mata, 1998) y La Serreta (Alcoi, Penàguila,
Cocentaina) uentes, 00 ). Por otra parte se encuentran los
registros fraccionados, donde la compartimentaci n interna se
realiza a base de elementos verticales que dividen el campo decorativo. Dichos espacios pueden ser de variado tipo: estrechos,
que permiten realizar la subdivisión del espacio propiamente
dicha; o de anchura variable, en los que se desarrolla la decoración principal.
Analizados los ejemplares abordados en este trabajo (tabla 4),
y teniendo en cuenta nicamente a uellos ue están más completos, se aprecia que predomina la disposición de las decoraciones en frisos continuos 63 ), seguidas de las ue combinan
ese tipo con los registros metopados
) distribuci n mi ta)
y, finalmente, los registros metopados
), aun ue la diferencia entre estas dos ltimas resulta mínima. En cual uier caso,
hemos considerado con eniente detallar los datos referentes a
cada tipo de soporte, pues proporcionan informaci n rele ante
acerca de las pautas distributi as fig. 4 ).
Recipientes con cierre herm tico . I.4) fig.
44): En
ellos predomina la distribución mixta, seguida de la continua.
Los frisos ininterrumpidos suelen aparecer en la parte superior
del vaso y las metopas en el cuerpo propiamente dicho, bajo el
hombro. No obstante, en algunos ejemplares en los que existe
más de un friso, uno de ellos puede disponerse justo en el hombro fig. 3, , 33 y 4 ).
Recipientes con resalte . II. ) fig. 4 4 ): Lo ue sucede con este tipo cerámico es lo contrario a lo anteriormente
señalado, es decir, que en el caso en el que sean varios los registros superpuestos, el primero siempre presentará una estructura
metopada y el segundo continua.
Tinajillas . II. ) fig. 4 ): En este caso hay dos formas
posibles de distribuci n: la metopada, ue es la más frecuente,
y la continua, en clara inferioridad num rica. En cual uier caso,
el escaso n mero de ejemplares ue integran el grupo y su deficiente estado de conser aci n hace tomar con reser as las cifras
proporcionadas.
Recipientes con cierre herm tico
. II.4) fig. 4 3):
Prefieren la distribuci n continua de los registros, seguida de la
mi ta y, en menor n mero, de la metopada. La pauta ue siguen,
por tanto, difiere de la de los recipientes con cierre herm tico de
mayor formato.
-Lebetes . II.6) fig. 4): Este caso no resulta significati o,
pues nicamente e iste un ejemplar en el ue se da una distribución metopada.
-Kalathoi . II. ) fig.
): Presenta una subdi isi n
interna del espacio muy variada, aunque por orden de importancia, en primer lugar están los registros metopados, seguidos
por poca diferencia de los continuos y, un poco por debajo, los
de tipo mixto, pues son pocos los ejemplares que cuentan con
varios registros decorados. El caso del kalathos /6 /
fig. )
es un poco peculiar, pues aparecen juntas cuatro metopas, de
similares anchuras, tras las cuales el espacio se compartimenta
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horizontalmente en dos registros. En el superior la estructura es
en friso corrido y en el inferior en metopas, de mayor formato
que las anteriores.
arros . III. ) fig. ): En ellos resulta ine istente la distribución metopada. De los otros dos tipos, la que predomina es
la continua.
Platos . III. ) fig. 3 6): Independientemente del tipo
de compartimentaci n ue posean, es frecuente ue en el fondo
aparezca un motivo central, en torno al cual se estructuran el
resto de registros. En éstos hay un claro predominio de la distribución continua, seguida a mucha distancia de la metopada y
resultando inexistente la mixta.
Cuencos . III. ) fig. ): La composici n escogida en
todos ellos es la de friso corrido, si bien, como ya hemos dicho
en el caso anterior, en el fondo del recipiente aparece un moti o
central en torno al cual se estructura el espacio.
Tapaderas . V. ) fig.
): La tendencia ue presentan es bastante uniforme, pues en casi todos los ejemplares la
estructura elegida es la de friso corrido, estando documentadas
de manera testimonial la mixta y la metopada.
-Crateriskoi . VI.4) fig. 3
): La dinámica pautada
en este caso es bastante similar al anterior. Predomina la disposición continua, resultando anecdótica la mixta y meramente
testimonial, y no exenta de dudas, la metopada, pues los dos
posibles ejemplares que podrían tenerla están muy incompletos
43 6 4 06 y 43 6 4 04, fig. 0 y
), por lo ue no
los hemos tenido en consideración en el cómputo general.
-Thymiateria . VI. ) fig. 3 6): En ellos predominan
los frisos continuos, seguidos muy por debajo de los mi tos y
resultando inexistentes los metopados propiamente dichos. No
obstante, el ue el ejemplar
fig. 4) presente calados decorados con moti os diferentes permite reconsiderar o
discutir su presencia. iferente es el caso de la pie a aila 3
fig. 3), pues aun ue en una ona de su cuerpo cuenta con
calados, los motivos pintados se repiten, transmitiendo una sensación de continuidad.
Por otra parte, teniendo presente el tipo de decoración que
acogen los registros, hemos obser ado una clara preferencia de
los frisos para el caso de las de tipo egetal 6 ), seguidos a
cierta distancia de los mi tos 6 ) y con un alor cercano a
ste, los metopados
). Por su parte, entre las decoraciones
figuradas tambi n está más presente la distribuci n continuada
), con poca diferencia respecto a la metopada 6 ) y, por
ltimo, la mi ta 3 ).
Los motivos que se utilizan para compartimentar verticalmente el campo decorativo, generando espacios de lectura hori ontal, tienen en com n su disposici n, pues ocupan todo el
ancho del registro, si bien, difieren en la forma ue adoptan.
Lo más com n es ue se trate de simples líneas rectas en solitario o pareadas LINE . , fig. 4 ), pero en algunas ocasiones
esa separación se hace más compleja, combinando las líneas
anteriores, que ahora aparecen ligeramente distanciadas, con
otros moti os: LINE . fig. 4 ), LINE , LINE . , LINE
0, LINE 3.3 fig. 4 ). Tambi n se utili an como separadores otros moti os en solitario: LINE 3.3 fig. 4 ), LINE 3. ,
LINE 3. , LIN
y RETI . fig. 4 ) o combinados: LINE
. LINE 0 LINE . LINE 0 LINE . fig. 66), aun ue
son menos frecuentes. Independientemente de la opci n utilizada, en un mismo recipiente podemos ver combinadas varias
de las alternativas posibles, sin que hayamos podido determinar
ninguna pauta distributiva que explique la razón a la que obedecen dichas elecciones.
La anchura de las metopas es variable, existiendo unas
realmente amplias ue acogen la decoraci n principal, frente a
otras muy estrechas que sirven como separadores de otras que
presentan una ornamentación más destacada. Además, rara vez
esas estrechas metopas aparecen agrupadas sin tener como objeto separar otras de mayores dimensiones, de hecho, solamente
hemos documentado una excepción de este tipo en un kalathos
de Pi uete de la talaya
uara) fig. ).
Atendiendo a la decoración que presentan los espacios
metopados, hay que destacar los que poseen un motivo central,
a modo de emblema. En esos casos, solamente aparece un motivo en él representado o hay uno principal, que ocupa casi todo el
espacio disponible, y otros secundarios, siendo pocos los que lo
complementan o guardan relación con él. Por otra parte, estarían
aquellas metopas en las que se pintan escenas variadas o una
misma escena pero en la que los protagonistas son varios, por
lo que la atención se divide, debiendo recorrerla en su totalidad
para entender el significado.
Debemos tener en cuenta que en algunas ocasiones existen
elementos verticales, que pueden estar unidos a otros motivos,
ue cumplen tambi n la funci n de compartimentar el espacio,
si bien, en esos casos se realiza con la intención de marcar el inicio y final de lo representado fig. 3 , 4 , 43, , 0 y 6
43
6 4 , fig. 6 ). Todos ellos proceden del mismo yacimiento,
El Cabezo de Alcalá (Azaila), menos un ejemplar recuperado en
La Guardia lcorisa) fig. ).
También es curioso el caso en el que aparentemente la distribuci n decorati a del aso es en friso continuo, pero la compartimentación real del campo decorativo es de metopas de gran
formato, generando una cara y otra B ue aparecen separadas
por elementos delimitadores fig. 4). No obstante, se trata de
un recurso tremendamente escaso entre las piezas estudiadas.
Iv.3. técnIcas decoratIvas
Son muchas las técnicas decorativas con las que los iberos ornamentaron sus cerámicas: pintura, engobe, incisión, aplicaci n, impresi n, estampillado, esgrafiado, peinado y bru ido,
pudiendo combinarse varias de ellas en un mismo recipiente.
Este estudio se centra en las que poseen pintura, si bien, en
el caso de que se hayan empleado otras técnicas decorativas
también las analizamos, aunque la variabilidad documentada
es reducida. Solamente existe una pieza, procedente de San
ntonio Calaceite) fig. 46), sobre la ue se ha practicado
una incisión parcial en uno de los motivos pintados. Aparece
en lo que debió ser el brazo, pero su presencia obedece, como
e plicaremos más adelante, a una rectificaci n del dise o y no
a un deseo expreso de emplear dicha técnica para indicar la
extremidad. En cualquier caso, se realizó en el momento en el
que la arcilla había alcanzado cierta dureza tras haberse secado
parcialmente (Coll, 2000: 196).
En el resto de ejemplares, como hemos apuntado más arriba, la técnica empleada es exclusivamente la pictórica. La pintura se aplicaba, por regla general, cuando la pieza se había
secado de manera natural, es decir, en un momento previo a
su introducci n en el horno para la cocci n anlo y P re
Lamban, 2012: 299), aunque posteriormente se realizaran
165
[page-n-179]
IV.4. MOTIVOS
En este apartado abordamos el análisis de los motivos presentes en las cerámicas ibéricas con decoración compleja del Bajo
rag n. e cada uno de ellos ofrecemos una bre e introducción, detallando sus principales características y los estudios
o proyectos dedicados a ellos. A continuación realizamos una
primera clasificaci n, a la ue denominamos moti o o tipo.
e sta ofrecemos una descripci n formal ue sir e, en función sus particularidades, para establecer nuevas subdivisiones
(variantes y subvariantes).4 En ellas incidimos en las características que las singularizan de la generalidad. A continuación
aludimos a los tipos cerámicos en los que se representan y los
yacimientos en los ue se han documentado, con el fin de dibujar cuál fue la distribuci n del moti o dentro del espacio
geográfico estudiado. sí mismo, tambi n se alamos su ubicación dentro de la decoración del vaso, si aparece asociado
a otros moti os de manera recurrente y la funcionalidad ue
desempe a. inalmente, establecemos paralelos con otras onas geográficas y, en la medida de lo posible, les atribuimos
una cronología de uso.
Iv.4.1. geoMétrIcos (FIg. 147-150)
ig. 46. ragmento recuperado en San ntonio Calaceite) con
incisi n precocci n en un bra o del personaje masculino oto: M.
M. uentes).
algunas rectificaciones Martíne Gon ále ,
0: 6 6 ).
La decoraci n se podía aplicar de diferentes maneras, empleando un pincel simple, de diferentes grosores, o m ltiple. sí mismo, dependiendo del tipo de motivo que se iba a representar y
también, en cierta medida, del resultado que se buscaba obtener, se escogía entre aplicar la pintura a mano alzada o a torno
Coll, 000:
). Los pigmentos utili ados para confeccionar
la pintura, sometidos a la acci n del fuego, y dependiendo del
titanio que se encuentre presente, dan como resultado unos tonos que oscilan entre el rojo vinoso, en ocasiones violáceo, y
el marrón achocolatado (Sánchez Real y Ramírez, 1954). Sus
densidades son variables, dependiendo de la cantidad de diluyente que se les aplicara. Entre las piezas analizadas predominan las pinturas densas y compactas, aunque también se atestiguan las del otro tipo.
En cuanto a las técnicas de ejecución empleadas para
realizar las decoraciones, hemos documentado: la tinta plana
o silueteado, el perfilado o contorneado y la mi ta, ue com
bina las dos anteriores. La de la tinta plana es la que se utili a en mayor n mero de ocasiones, seguida de la mi ta y,
por ltimo, la del perfilado. Para cuestiones más específicas,
referentes a las t cnicas de estructuraci n de las ornamentaciones, remitimos a un trabajo anterior uentes, 00 : 6 ),
donde las descripciones generales del ámbito de la iconografía
se aplican a las representaciones ibéricas. Las generalidades
allí expuestas son también aplicables a las decoraciones que
aquí tratamos.
166
Hasta el momento es poca la atención prestada a los motivos
geométricos en las publicaciones dedicadas a la ornamentación
pintada sobre cerámica ibérica. En la mayoría de casos su estudio resulta tangencial, otorgándoles un relativo protagonismo,
pues se analizan como meros acompañantes de otros motivos
principales de tipo oomorfo, fitomorfo y/o antropomorfo, pero
en rara ocasión constituyen el eje central del trabajo (Pastor,
1998; 2010). En este sentido, debemos destacar una publicación
de Santos (2010) en la que recoge postulados anteriores sobre
las posibilidades interpretativas de algunos de esos motivos (Ballester et al., 1954; Nordström, 1969-1973: 69; Olmos, 1992a:
P re Ballester,
). En ella se centra fundamentalmente
en el motivo “S”, sobre el que realiza un minucioso análisis a niel formal, espacial y funcional, al mismo tiempo ue establece
asociaciones con otros moti os de diferente naturale a. e nuevo, el estudio se restringe a recipientes que poseen decoración
compleja, si bien, en este caso el interés se centra en un motivo
geométrico en concreto. Pudiera parecer el mismo planteamiento ue el efectuado en a os anteriores por otros in estigadores,
pero realmente la óptica de estudio ha variado. De este modo,
consideramos ue Santos ha abierto una lan a a fa or del estudio pormenorizado de los motivos geométricos, atribuyéndoles
el protagonismo que se merecen.
También debemos indicar que existe una investigación en
curso, llevada a cabo en la Universidad de Jaén (Moreno, 2013,
2015a y b), que busca dilucidar el protagonismo que los motivos geométricos y abstractos desempeñan en las imágenes que
decoran los vasos cerámicos ibéricos, así como el simbolismo
de que se les dota dentro de la sociedad que los consume. El
análisis se circunscribe al Alto Guadalquivir y se realiza tanto
desde una perspectiva sincrónica (contextual) como diacrónica.
Una vez sentadas las bases metodológicas, la investigación se
hará extensible a otros territorios ibéricos. Así pues, esperamos
4
Para una descripción detalla de cada una de las subvariantes remitimos a nuestra tesis doctoral uentes, 0 ).
[page-n-180]
ACIR 1
ACIR 2
BAND 1.1
BAND 1.2
BAND 1.3
BAND 2.1
BAND 2.2
BAND 3.1
BAND 3.2
BAND 3.3
BAND 3.4
BAND 4.1
BAND 4.2
BAND 5
BAND 6.1
BAND 6.2
BAND 6.3
BAND 6.4
BAND 6.5
BAND 6.6
BAND 7.1
BAND 7.2
BAND 7.3
BAND 7.4
BAND 7.5
BAND 7.6
BAND 8
BAND 9
ig. 4 . Moti os geom tricos.
ue estas propuestas germinen, en un futuro no muy lejano, en
otros tantos trabajos sobre este amplio particular, logrando sistemati ar su presencia y pautar su uso y significado.
Los motivos geométricos están presentes en todos los vasos
con decoración compleja estudiados, si bien, su presencia y variabilidad cambia seg n la pie a de la ue se trate. emos identificado eintitr s moti os, con sus correspondientes ariantes y
subvariantes, sin que exista una relación de exclusividad entre
ellos y la naturaleza ornamental del registro en el que aparecen.
A continuación describimos cada uno de ellos:
CIR fig. 4 ): Cuarto de círculo compuesto por arias
líneas conc ntricas de igual o diferente grosor. Contabili amos
un mínimo de doce representaciones de este tipo pintadas sobre
tinajillas, kalathoi y oinochoai, si bien, en este ltimo es en el
ue se pintan con mayor frecuencia. Los yacimientos en los ue
se recuperaron son: Alto Chacón (Teruel), La Guardia (Alcorisa) y San Antonio (Calaceite), por lo que su dispersión geográfica es amplia y la dataci n cronol gica ue le atribuimos comprende los ss. III I a. C. emos podido definir dos ariantes:
+ACIR 1: Cuando las líneas concéntricas descansan sobre
un trazo transversal. El motivo se sería en horizontal, si bien,
su ubicaci n en el campo decorati o y funcionalidad pueden
ser diferentes. Si se pintan en el registro principal act an como
moti os secundarios, refor ando el límite superior del espacio
a decorar, mientras que si aparecen en un registro secundario
act an como moti os principales. Lo hemos identificado en
once ocasiones, si bien es cierto que debió contar con más ejemplares, pues no se han publicado enteros todos los desarrollos
decorativos. Los soportes seleccionados son los mismos que los
indicados para el tipo, así como la cronología, pero proceden exclusi amente de lto Chac n Teruel) fig. y lto Chac n 3,
fig. 4 ) y San ntonio Calaceite) San ntonio , fig. ).
+ACIR 2: Se caracteriza porque las líneas concéntricas que
lo integran no reposan sobre otra y alguna de ellas tiene mayor
grosor. Existe un ejemplar pintado sobre el cuello de un oinochoe de La Guardia lcorisa) LGSN4, fig. ), pero está muy
incompleto. Se le atribuye una amplia cronología, pues abarca
los ss. III-I a. C.
167
[page-n-181]
B N fig. 4 ) Beltrán Lloris,
6: 6 , fig. 0): Líneas hori ontales ue contornean el aso y sir en para fraccionar su espacio verticalmente, generando zonas de lectura
horizontal. Se pintan en primer lugar, es decir, en un momento
anterior a la plasmación de otros motivos, por lo que en muchas
ocasiones el tipo de pintura te tura y color) difiere del empleado en el resto de la ornamentación. Lo hemos documentado en
un total de seiscientas veintidós ocasiones, tratándose por tanto
de uno de los motivos más representados. Está presente en todos los recipientes, yacimientos y cronologías (ss. III-I a. C.).
No obstante, llama la atención que en un mismo soporte suelan
combinarse diferentes ariantes y sub ariantes. Seg n su morfología hemos diferenciado:
+BAND 1: Se caracteriza porque independientemente del
n mero de líneas ue integran el moti o de una a tres, correspondiendo cada uno de los casos a una sub ariante diferente), todas tienen similar grosor. Está muy representado, pues
lo hemos contabilizado en trescientas veinticuatro ocasiones
sobre casi todos los tipos de soportes, excepto el lebes, y en
gran n mero de yacimientos: lto Chac n Teruel), San Cristóbal (Mata de los Olmos), La Guardia (Alcorisa), San Antonio (Calaceite), El Palao (Alcañiz), Tiro de Cañón (Alcañiz),
El Castelillo (Alloza), El Palomar (Oliete), El Sabinar (Oliete),
El Cabe o de lcalá
aila), La Corona uentes de Ebro), Piquete de la Atalaya (Azuara), Cabezo de las Minas (Botorrita) y
Cales Coves (Alaior). El marco temporal que abarca es amplio,
ss. III-I a. C., aunque en el caso de la subvariante BAND 1.3
éste se ciñe al periodo comprendido entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
B N : ormada por dos líneas, una de ellas notablemente más ancha que la otra, lo que ha servido para establecer dos
subvariantes. Está menos representada que la variante anterior,
pues nicamente cuenta con ochenta y ocho ejemplares. El tipo
de soportes en los que se pinta es variado: recipientes con cierre hermético grandes y medianos, lebetes, kalathoi, oinochoai,
platos, tapaderas, crateriskoi y thymiateria. Los yacimientos en
los que se han recuperado son: La Guardia (Alcorisa), Masada de la Cerrada o Calanda), Torre Gachero Valderrobres),
San Antonio (Calaceite), Tiro de Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), La Bovina (Vinaceite), Cabezo de Alcalá (Azaila)
y Cabezo de las Minas (Botorrita). El marco cronológico que
abarca es amplio, pues se extiende entre los ss. III-I a. C.
+BAND 3: Cuando las líneas con las que cuenta el motivo
son tres y no todas tienen el mismo grosor. Seg n su ariabilidad formal hemos establecido cuatro sub ariantes. Se ha representado en ciento ochenta y nueve ocasiones sobre: recipientes
con cierre hermético de grandes y medianos, vasos con resalte,
tinajillas, lebetes, kalathoi, oinochoai, olpai, platos, tapaderas,
crateriskoi y thymiateria. Los yacimientos en los que se localizaron son: Alto Chacón (Teruel), La Guardia (Alcorisa), San
Cristóbal (Mata de los Olmos), Torre Gachero (Valderrobres),
Els Castellans (Cretas), San Antonio (Calaceite), El Palao (Alcañiz), Tiro de Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), La Boina Vinaceite), Cabe o de lcalá
aila), La Corona uentes de Ebro), Piquete de la Atalaya (Azuara) y Cabezo de las
Minas (Botorrita). Su cronología de uso es amplia, ss. III-I a. C.
No obstante, en el caso de la subvariante BAND 3.3 podemos
restringir su datación al s. II- principios del I a. C.
168
+BAND 4: Motivo integrado por cuatro líneas, una de las
cuales tiene mayor grosor. Seg n la ubicaci n de sta hemos
definido dos sub ariantes. Solamente e isten die representaciones pintadas sobre recipientes con cierre hermético de distinto tamaño, kalathoi, platos y tapaderas del Cabezo de Alcalá
(Azaila). Su datación abarca el periodo de tiempo comprendido
entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
B N : ormada por cinco líneas de diferente grosor. La
línea más ancha aparece en el centro, apareciendo antecedida y
seguida por otras dos de similares dimensiones. Contabilizamos
cuatro ejemplares sobre un recipiente con cierre hermético de
mediano tamaño, un jarro y un thymiaterium procedentes de La
Guardia (Alcorisa) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). Su cronología de uso abarca los ss. II-I a. C.
B N 6: Integrada por un n mero ariable de líneas ue,
además, adoptan formas diferentes. Como pauta com n presenta una línea recta de grosor considerable y entre ésta y otra más
estrecha aparecen, al menos en una de las ocasiones, elementos seriados. emos definido seis sub ariantes atendiendo a sus
características morfol gicas. Cada una de ellas está integrada
por un nico ejemplar y, e cepto la primera, ue aparece en un
kalathos del Castelillo (Alloza) y se data entre los ss. III-II a. C.,
el resto se pintan sobre tapaderas del Cabezo de Alcalá (Azaila)
y su cronología oscila entre el s. II y principios del I a. C.
+BAND 7: Banda que cuenta con dos líneas rectas y estrechas que delimitan su anchura, sucediéndose en su interior
elementos de ariado tipo ue nos han permitido definir seis
subvariantes. Está escasamente representada, pues solamente
existen catorce ejemplares. Los soportes sobre los que se pinta
se limitan a: tinajillas, kalathoi, olpai y tapaderas recuperados
en La Guardia (Alcorisa), Tiro de Cañón (Alcañiz) y El Cabezo
de Alcalá (Azaila). Su datación se ciñe al periodo de tiempo
comprendido entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
+BAND 8: Integrada por dos líneas rectas en horizontal,
de similar grosor, que se disponen en paralelo. Entre ambas se
dibuja una línea ondulada, realizada de manera continua. Solamente existe un ejemplar sobre una tapadera recuperada en El
Cabe o de lcalá
aila)
aila , fig.
), datada entre el
s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
+BAND 9: También se compone de dos líneas rectas horizontales y paralelas, pero entre ambas se realiza una línea horiontal discontinua, formada por una sucesi n de puntos. E isten
dos ejemplares pintados sobre sendas tapaderas del Cabezo de
lcalá
aila)
43 6 66 y 43 6 6 , fig. 0 ), por lo
que su datación es la misma que en el caso anterior.
CIR fig. 4 ): Se trata de circunferencias aisladas. No está
muy representado, pues nicamente lo hemos documentado en
trece ocasiones sobre recipientes de gran tamaño con cierre hermético, kalathoi y platos. Además, los yacimientos en los que
fueron recuperados uedan restringidos al Castelillo llo a) y
el Cabezo de Alcalá (Azaila), por lo que su cronología es amplia, pudiéndose datar entre el s. III a. C. y el primer cuarto
del I a. C. emos identificado las siguientes ariantes con sus
correspondientes subvariantes:
CIR : Incluye a uellas circunferencias, simples sub ariante 1) o compuestas (subvariante 2), en las que el elemento
central aparece relleno de tinta.
[page-n-182]
*CIR 1.1: Se ha plasmado en cinco ocasiones sobre un
recipiente con cierre hermético del Cabezo de Alcalá (Azaila)
fig. 3 ). Todos se ubican en la misma metopa, protagoni ada
por moti os oomorfos, por lo ue ad uieren un alor secundario.5 parecen agrupados entre dos pares de a es afrontadas,
bajo la cola de una de ellas, por lo que se trata de representaciones intencionadas. En este sentido, cabe apuntar la posibilidad
de que se tratara de huevos, cuyo consumo está atestiguado en
El Cabezo de Alcalá (Azaila) (Beltrán Lloris, 1996: 103), donde
tambi n se emplearon en rituales de fundaci n Belarte y Sanmartí, 1997: 21). No obstante, es realmente inusual su presencia
entre las decoraciones ibéricas (Olmos, 2000: 64; Pérez Blasco, 0 : 3 Pericot,
, fig. 0 Tortosa, 006 ), aun ue sí
se han recuperado en algunos yacimientos huevos de avestruz
ornamentados. En cualquier caso, consideramos que su presencia en ese aso haría alusi n a la naturale a fecunda Blá ue ,
1977: 83). Cronológicamente la situamos entre el s. II a. C. y el
primer cuarto del I a. C.
CIR . : Lo hemos identificado en cuatro ocasiones sobre
el mismo kalathos recuperado en El Castelillo llo a) fig. 6 ).
La metopa en la que se representan vuelve a estar protagonizada
por moti os oomorfos, aun ue a uí son peces. e nue o, se
agrupan y disponen de manera alineada, ante la parte delantera
de un pez. Su papel es secundario y, en este caso, parece que
refuer an el límite espacial de la metopa ue ocupan. Su cronología se circunscribe a los ss. III-II a. C.
CIR : ormado por una línea en cuyo espacio interior
aparece una cru CRU
. , fig. 4 ). Solamente se ha documentado en una ocasión sobre un recipiente de grandes dimensiones y cierre hermético hallado en El Cabezo de Alcalá
aila) fig. 30). En este caso posee un tama o considerable
y se sit a en una metopa protagoni ada por diferentes tipos de
animales, justo bajo la cola de un ave, lo que lleva a plantear la
misma hipótesis propuesta en el caso de CIR 1.1. Su datación
cronológica está entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
+CIR 3: Compuesto por varios elementos, de exterior a interior: una línea de puntos envuelve a otra lisa, que a su vez engloba a un he ágono formado por otro conjunto de líneas. Este ltimo ha lle ado a identificar el moti o con una tela de ara a
(Cabré, 1944: 73). Se corresponde con el tema 110 de Beltrán
Lloris
6, fig. 3), y se ha pintado en dos ocasiones sobre
el mismo kalathos del Cabe o de lcalá
aila) fig. 4). Se
disponen alineados en vertical y separados por otros motivos,
ocupando una metopa que se desarrolla bajo una de las asas. Su
papel dentro de ésta es principal, pero secundario con respecto a
la ornamentación del vaso. Su datación comprende del s. II a. C.
al primer cuarto del I a. C.
+CIR 4: Creado con un trazo grueso que en su interior presenta tres líneas entrecruzadas en el centro. Dos de ellas son
lisas y la otra ondulada. Además, en los espacios que se generan
entre las dos líneas lisas aparece un triángulo relleno de pintura.
5
Se han localizado motivos de este tipo decorando por completo el
cuerpo de una tapadera hallada en El Cabezo de Alcalá (Azaila).
ct an como moti os principales, si bien, la naturale a de la ornamentaci n es estrictamente geom trica Beltrán Lloris,
6, fig.
64. 0), por lo ue su significado es diferente.
E iste un ejemplar sobre el fondo de un plato del Cabe o de
lcalá
aila), donde act a como moti o principal
aila ,
fig. 4). Su cronología coincide con la ariante anterior.
CU R fig. 4 ): Cuadrado formado por elementos de
variado tipo. Se trata de un motivo que casi no se encuentra
representado, contando con tres ejemplares sobre kalathoi procedentes de Tiro de Cañón (Alcañiz) y del Cabezo de Alcalá
(Azaila). Su cronología se centra entre el s. II a. C. y el primer
cuarto del I a. C.
CU R : Las líneas ue lo componen tienen forma arueada y en funci n de los elementos ue lo integran hemos establecido dos sub ariantes. mbas se han representado una nica vez sobre el mismo kalathos del Cabezo de Alcalá (Azaila)
fig. 4). Se disponen en una metopa con decoraci n fitomorfa y
act an como moti o de relleno.
CU R : ormado por líneas rectilíneas, siendo la e terior más fina ue la interior. El espacio ue genera esta ltima
se rellena con un círculo CIR . , fig. 4 ). Se ha documentado
una vez sobre el ala de un kalathos de Tiro de Cañón (Alcañiz)
fig. 63).
CRU fig. 4 ) Beltrán Lloris,
6:
, fig. 3): Motio formado por líneas rectas ue se cru an o elementos ue aduieren forma triangular y con ergen hacia el centro del moti o.
Existen treinta y dos representaciones pintadas sobre grandes
recipientes con cierre hermético, kalathoi, thymiateria, platos
y tapaderas, aun ue predominan estos dos ltimos. Los yacimientos en los que las hemos documentado son: Tiro de Cañón
(Alcañiz), El Palomar (Oliete) y El Cabezo de Alcalá (Azaila).
Su cronología abarca desde el s. III a. C. hasta la primera mitad
del I a. C. (Beltrán Martínez, 1980a: 133), si bien, el grueso de
materiales se data entre el s. II y la primera mitad del I a. C.
CRU : ormada por dos líneas rectas ue interseccionan
en un punto. En funci n de si presentan o no más elementos,
y de su morfología, hemos establecido tres sub ariantes. Está
bastante representado, pues lo hemos identificado en dieciocho
ocasiones sobre grandes recipientes con cierre hermético, kalathoi, platos y tapaderas recuperadas en Tiro de Cañón (Alcañiz) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). El papel que desempeña en
la decoración es de relleno, si bien, existe un ejemplar en el que
su disposici n en una ona preferente del aso, bajo el asa, y la
no continuidad con el resto de motivos representados, nos lleva
a pensar ue pudo tener mayor protagonismo TC 3, fig. ).
CRU : ormada por cuatro haces de líneas rectas ue
convergen hacia el mismo punto. Solamente existe un ejemplar
pintado sobre el fondo de un plato recuperado en el Cabe o de
lcalá
aila)
43 6 6 , fig. ). ct a como protagonista de ese espacio, pero su papel resulta secundario si consideramos el total de la ornamentación.
+CRUZ 3: Compuesta generalmente por cuatro triángulos,
y excepcionalmente por ocho, que convergen hacia un mismo
punto y que pueden estar acompañados de otros elementos.
Son precisamente estos ltimos, así como la morfología de
los triángulos, lo que nos ha permitido establecer ocho subvariantes. Hay doce representaciones pintadas sobre tapaderas, platos y thymiateria hallados en Tiro de Cañón (Alcañiz),
El Palomar (Oliete) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). Aparecen
dispuestas en un espacio central, bien sea en los pomos si se
trata de las tapaderas, en el fondo del aso si son platos o en
el interior del platillo si hablamos de los thymiateria. En cual169
[page-n-183]
CIR 1.1
CIR 1.2
CUADR 2
CRUZ 3.4
ESE 1.2
GEOM 1
MEDIAL 1.1
CIR 2
CRUZ 1.1
CIR 3
CRUZ 1.2
CRUZ 3.5
ESES 1
GEOM 2.1
MEDIAL 1.2
CRUZ 1.3
CRUZ 3.6
ESTR 1.1
ESTR 1.2
GEOM 2.2
LINE 3.1
LINE 1.2
LINE 3.2
CRUZ 2
CRUZ 3.1
CRUZ 3.7
ESTR 1.3
CUADR 1.2
CRUZ 3.2
CRUZ 3.8
ESTR 1.4
GREC 1.1
LINE 1.3
MEDIAL 3.1
LINE 2.1
CRUZ 3.3
ESE 1.1
ESCALS 1
GREC 1.2
LINE 3.3
MEDIAL 3.2
LINE 2.2
LINE 4
ig. 4 . Moti os geom tricos.
170
CUADR 1.1
MEDIAL 1.3
MEDIAL 2
LINE 1.1
CIR 4
MEDIAL 3.3
LINE 2.3
LINE 5
LINE 6.1
[page-n-184]
uier caso, act an como moti o principal de ese espacio, pero
si consideramos globalmente la decoración, su papel resulta
más bien secundario.
ESE fig. 4 ): Moti o formado por una ese aislada ue se
caracteriza por presentar sus extremos terminados en roleo. En
funci n del aspecto ue adopta el cuerpo hemos diferenciado
dos ariantes. pesar de ue tradicionalmente se ha identificando como un motivo de naturaleza geométrica, recientemente se
ha propuesto ue pudiera ser una simplificaci n o abstracci n
vegetal (Santos, 2010: 161), así como un recurso para transmitir el dinamismo de ciertas escenas plasmadas en vasos con
decoraci n figurada o el sonido ue generan sus protagonistas
(Pastor, 1998: 116-123, 2010). Conocemos once representaciones pintadas sobre: recipientes de mediano y gran tamaño con
cierre hermético, vasos con resalte, kalathoi, tapaderas y crateriskoi. Los yacimientos en los que se recuperaron son: Tiro de
Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), La Guardia (Alcorisa)
y El Cabezo de Alcalá (Azaila), por lo que no posee una dispersi n geográfica muy amplia y su cronología se ci e al periodo
comprendido entre los ss. III a. C.-I a. C.
Se dispone en el registro que acoge la decoración principal,
mayoritariamente de tipo figurado, pero su papel es secundario.
En los registros en los ue se pinta el n mero de moti os secundarios es reducido.
Cabe destacar el caso del aso 43 6 03 fig. 4 ), pues
la temática del registro principal es de tipo egetal y es el nico
motivo que aparece en la metopa en la que se le pinta. Ésta,
además, se sit a bajo una de las asas. Su papel, por tanto, es
principal dentro de la metopa y secundario con respecto al conjunto de la ornamentación.
ESES
fig. 4 ): Sucesi n de eses ue no necesaria
mente aparecen dispuestas en línea recta. Se corresponde con
los temas
y
de Beltrán Lloris
6, fig. 3). En alguna ocasión se han interpretado como “cisnes estilizados”
(Cabré, 1926a: 225) o “ideogramas musicales u onomatopéyicos Pastor,
: 0
, 0 0), pero lo com nmente aceptado entre los investigadores de la zona es que se trata de signos
geométricos (Pellicer, 1962; Beltrán Lloris, 1976). En línea con
lo que venimos exponiendo en este trabajo, parece más plausible
esta ltima interpretaci n, si bien, se reconoce lo sugerente de
la interpretación de Pastor. No obstante, una de las objeciones
que planteamos a su propuesta es que solamente aborda el motio en escenas figuradas, sin ofrecer interpretaci n para a uellos
casos en los ue la decoraci n es fitomorfa. No ueda claro, por
tanto, si en ese ltimo supuesto aceptaría su identificaci n como
motivo geométrico.
Se ha representado en treinta y dos ocasiones sobre recipientes herméticos de mediano tamaño, lebetes, kalathoi y crateriskoi. Dichos soportes se recuperaron en: La Guardia (Alcorisa),
Torre Gachero (Valderrobres), San Antonio (Calaceite), El Castelillo (Alloza) y el Cabezo de las Minas (Botorrita). Su distribuci n geográfica es amplia, así como su cronología ss. III I a. C.),
pero destaca el hecho de que no está presente en la zona de
Azaila ni de Alcañiz.
Suele aparecer en los registros principales, aun ue hay alg n
caso en el ue lo hace en el secundario San ntonio 4, fig. 4 ),
si bien, siempre act a como moti o de relleno. demás, cabe
presentar la excepcionalidad del lebes hallado en Torre Gachero
Valderrobres) fig. 4), pues aparece bajo el asa, espacio destacado dentro del vaso.
ESTR fig. 4 ) Beltrán Lloris,
6:
, fig. 3): Estrella compuesta por diferente n mero de líneas ue interseccionan
en un mismo punto. emos definido una ariante con cuatro
sub ariantes, en funci n del n mero de líneas ue integran el
moti o y su aspecto. Lo hemos identificado en ocho ocasiones
sobre recipientes de gran tamaño con cierre hermético, kalathoi,
tapaderas y thymateria procedentes de Tiro de Cañón (Alcañiz),
El Palao (Alcañiz) y el Cabezo de Alcalá (Azaila), por lo que el
área en el que aparece es muy concreta. La cronología que se le
atribuye oscila entre el s. II a. C. y la primera mitad del I a. C.
El papel que desempeña no siempre es el mismo. La variante ESTR 1.1 aparece en uno de los registros principales, con
decoraci n fitomorfa, y tiene un papel secundario. En cambio,
en el resto de ariantes siempre act a como moti o principal
del espacio en el que se pinta. En ESTR 1.2 éste es el pomo de
las tapaderas, en ESTR 1.3 es bajo las asas de los kalathoi y en
ESTR 1.4 es el interior del platillo de un thymiaterium.
ESC LS
fig. 4 ): Moti o escaleriforme formado por
la seriación de conjuntos integrados por dos líneas rectas, paralelas y dispuestas en vertical, de cuyos extremos externos y
opuestos inferior i uierdo y superior derecho) sale un roleo.
En el espacio que queda entre dichas líneas, además, se suceden
rayas rectas en horizontal.
Solamente tenemos noticia de una representación sobre un
kalathos hallado en El Castelillo llo a) fig. 66). Se sit a en
un friso secundario, donde act a como moti o principal, pues es
el nico ue se pinta. Su cronología apro imada de uso abarca
los ss. III-II a. C.
GE M fig. 4 ): Conjunto de moti os, de difícil atribución, que se han pintado en doce ocasiones sobre: recipientes
de gran tamaño y cierre hermético, tinajillas y kalathoi. Estos
soportes fueron recuperados en lto Chac n Teruel) y Tiro
de Cañón (Alcañiz), yacimientos que se encuentran a bastante
distancia el uno del otro. Su cronología comprende desde el
s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C. emos identificado
dos variantes y varias subvariantes. La variante GEOM 2 recuerda al moti o ESES fig. 4 ), pero con la parte inferior
más gruesa, y la sub ariante GE M . ha sido definida en publicaciones anteriores como “meandros encadenados” (Perales
et al., 1983-1984: 236).
El motivo puede ubicarse en un registro secundario y actuar
como motivo principal, siendo su papel secundario si consideramos todo el conjunto ornamental, o bien funcionar como moti o
de relleno en el friso ue acoge la decoraci n principal.
GREC fig. 4 ): ranja ornamental integrada por meandros rectilíneos que se suceden y entrelazan. Se corresponde
con el tema de Beltrán Lloris
6: 6 , fig. 0), con uien
coincidimos en atribuirle un valor secundario. Dentro de este
tipo hemos definido una nica ariante integrada por dos subvariantes. Puede aparecer dispuesto tanto en horizontal como
en ertical, aun ue es más com n el primero. Por otra parte,
si se dispone en frisos secundarios o metopas act a como protagonista de los mismos, pero al considerar toda la decoración
del vaso pasa a desempeñar un papel secundario. Consideración
esta ltima ue tambi n tiene si se le pinta en un friso principal.
171
[page-n-185]
El grueso de los ejemplares procede del Cabezo de Alcalá (Azaila), aunque de manera testimonial también hay uno en
La Guardia (Alcorisa). En total hay ocho representaciones de
este motivo pintadas sobre: recipientes de gran tamaño y cierre
hermético, tapaderas, crateriskoi y thymiateria. Su cronología
puede ceñirse al periodo comprendido entre el s. II a. C. y la
primera mitad del I a. C.
ME I L fig. 4 ) Beltrán Lloris,
6:
0
,
fig. 4): Moti o caracteri ado por contar con una o arias medialunas que pueden aparecer asociadas a otros elementos, lo
que ha permitido que establezcamos tres variantes con sus correspondientes subvariantes. No está muy representado, pues
existen dieciséis ejemplares sobre recipientes de gran tamaño
con cierre hermético, vasos con resalte, kalathoi, tapaderas y
thymiateria, recuperados todos ellos en El Cabezo de Alcalá
(Azaila). Su cronología abarca desde el s. II a. C. hasta el primer
cuarto del I a. C.
ME I L : Variante ue nicamente cuenta con una medialuna. tendiendo a su aspecto formal, hemos establecido tres
subvariantes. Los soportes sobre los que se representa son kalathoi, tapaderas y thymiateria. Puede aparecer en el registro
principal, actuando como relleno, o en un registro secundario
con un papel destacado que se diluye si consideramos el total
de la ornamentación, así como desempeñando directamente un
papel accesorio en él.
+MEDIAL 2: Compuesto por tres medialunas dispuestas de
tal forma ue dan lugar a un triángulo, de cuyo rtice surge una
línea ondulada. Lo hemos documentado, de manera testimonial,
sobre un recipiente con resalte
43 6 04, fig. 46). parece
como motivo principal de una estrecha metopa, en la que es el
nico moti o representado. No obstante, si se considera el global de la decoraci n, se aprecia c mo su funci n es secundaria,
actuando como separador entre una metopa principal y el asa
del vaso.
ME I L 3: Variante formada por dos medialunas orientadas en sentido opuesto, unidas en los extremos por unas líneas
ar ueadas y en el centro por otra de diferente tipo ue puede ir
acompañada de otro elemento. Siempre se dispone en vertical y
el soporte elegido para su representación son los recipientes de
gran tamaño con cierre hermético, así como las tapaderas que
se le encajan. En base a su morfología, hemos establecido tres
sub ariantes, una de las cuales, la ME I L 3.3, fue identificada
como una esquematización de un ara (Cabré, 1944: 62). Todas
ellas se pintan en el registro que acoge la decoración principal y
act a como delimitador de su comien o o fin.
LINE fig. 4 4 ): Línea recta ue puede aparecer dispuesta en horizontal o vertical y estar integrada por uno o varios
elementos. Se caracteri a por ue su funci n es la de delimitar o
fraccionar espacios. tendiendo a su morfología hemos establecido trece variantes con sus correspondientes subvariantes. La
hemos contabilizado en mil seiscientas setenta y nueve ocasiones, por lo que se trata del motivo más empleado entre las decoraciones analizadas. Además, está presente en todos los soportes
y yacimientos, aunque hay algunos en los que no se ha podido
erificar su utili aci n dado lo incompleto de las pie as conseradas. Su dispersi n geográfica, por tanto, es amplia, así como
su cronología, ue abarca los ss. III I a. C. Por ltimo, destacar
el hecho de que la variabilidad de líneas presentes sobre un mismo soporte es reducida.
172
LINE fig. 4 ): Línea recta ue, en funci n de su morfología, hemos clasificado en tres sub ariantes diferentes. Se pinta
sobre todos los soportes y yacimientos, por lo que suscribimos
las apreciaciones generales realizadas.
Cabe señalar que hemos documentado la subvariante LINE 1.2
sobre un conjunto limitado de soportes (kalathoi, olpai, platos, cuencos y crateriskoi) y yacimientos (La Guardia, Alcorisa; Tiro de Cañón, Alcañiz; El Castelillo, Alloza; El Cabezo
de Alcalá, Azaila; Piquete de la Atalaya, Azuara y el Cabezo
de las Minas, Botorrita), siendo su cronología más propia del
periodo de tiempo comprendido entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. Además, tras analizar detenidamente las
representaciones de esta sub ariante, hemos identificado ue
existen ciertas pautas de uso y ubicación. Así pues, en el caso
de que los recipientes porten asas verticales (olpai y crateriskoi), esta línea se suele pintar en vertical sobre ellas, bien en
el hundimiento que presentan las de sección acintada, en cada
uno de los ástagos ue conforman las de ese tipo o marcando los contornos de las tren adas. sí mismo, tambi n se sit a
en los bordes de los kalathoi, crateriskoi y platos, donde se
disponen tanto en hori ontal como en ertical. En este ltimo
caso, documentado sobre kalathoi, además sir e para fraccionar el espacio. Es precisamente esa funci n la ue predomina
entre los ejemplares analizados, si bien, suele actuar de manera unitaria junto a otros motivos, existiendo las siguientes
variables: LINE 1.1+LINE 1.2, LINE 1.1+LINE 1.2+LINE
1.1, LINE 1.1+ LINE 1.1+ LINE 1.2+LINE 1.1+ LINE 1.1,
LINE 1.1+LINE 10+ LINE 1.2+LINE 10+LINE 1.1 y LINE
1.2+ROMBO 1.3+LINE 1.2.
Respecto a la sub ariante LINE .3, decir ue nicamente
la hemos identificado en una ocasi n sobre un fragmento de San
ntonio Calaceite) San ntonio 6, fig.
), por lo ue debemos tomar con reservas las conclusiones extraídas al respecto.
ct a, junto con el moti o R LE . fig. 4 ), como separador vertical del espacio y se data entre los ss. III-II a. C.
LINE
fig. 4 ): Línea integrada por una sucesi n de
tra os, de pe ue o tama o, más o menos e uidistantes. Seg n
su aspecto hemos podido establecer tres subvariantes. Está bastante representada, pues la hemos contabilizado en, al menos,
cuarenta y dos ocasiones, sobre recipientes de gran tamaño con
cierre hermético, lebetes, kalathoi, olpai, tapaderas, copas, crateriskoi y thymiateria. Dichos recipientes se recuperaron en:
Alto Chacón (Teruel), La Guardia (Alcorisa), Torre Gachero
(Valderrobres), El Palao (Alcañiz), Tiro de Cañón (Alcañiz), El
Castelillo (Alloza), El Palomar (Oliete), El Cabezo de Alcalá
aila) y La Corona uentes de Ebro), por lo ue su dispersi n geográfica es amplia. En cuanto a su cronología, oscila entre el s. III a. C. y el I a. C.
*LINE 2.1: Se representa mayoritariamente sobre las asas
de los recipientes. Este recurso no es exclusivo de la zona estudiada, pues tambi n aparece en gran n mero de materiales
con decoración compleja hallados en: El Amarejo (Bonete),
Hoya de Santa Ana (Chinchilla), El Tolmo de Minateda (Hellín), Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla), El Cabecico del
Tesoro (Verdolay), Torre Ciega (Cartagena), El Cigarralejo
Mula), El Monastil Elda), Santa Pola lacant), ont Calent
lacant) Tortosa, 006), L lc dia El ) Tortosa, 004a), La
Serreta lcoi, Pen guila, Cocentaina) uentes, 00 ), Tossal de Manises lacant) Pericot,
, fig. ), Tossal de la
[page-n-186]
LINE 6.2
LINE 8.7
LINE 13.1
LINE 7
LINE 8.1
LINE 8.8
LINE 8.2
LINE 8.3
LINE 9.1
LINE 13.2 LINE 13.3
LINE 13.4
LINE 9.2
LINO 1
ROLE 1.3
ROLE 1.4
ROLE 1.5
LINE 8.4
LINE 10
ONDA 1
RETI 1
LINE 8.5
LINE 8.6
LINE 11
LINE 12
ROLE 1.1
ROLE 1.2
ROLE 2.1
ROLE 2.2 ROLE 2.3
ROLE 2.4
ROLE 2.5
ROLE 2.6 ROLE 2.7
ROLE 2.8
ROLE 1.7
ROLE 1.6
ROMBO 1.1
ROLE 3
ROLE 4
ROLE 5
ROLE 6
ROMBO 1.3
ROMBO 1.5 ROMBO 1.2
SCIR1.1
SCIR1.2
SCIR1.3
SCIR 2
SCIR 3
ROMBO 1.6
ROMBO 1.4
SCIR 4
ig. 4 . Moti os geom tricos.
Cala (Benidorm) (Belda, 1953), Poble Nou (Villajoiosa) (Pérez
Blasco, 0 a, 0 b), Los Villares Caudete de las uentes)
Pla,
0, fig.
), Tossal de Sant Mi uel Llíria) Bonet,
1995), Valentia (València) (Serrano y Martínez García, 2000),
Molí d Espígol Tornabous) Cura y Garc s,
0) y ontscaldes (Valls) (Vergès y López, 2008).
*LINE 2.2: También suele ubicarse en las asas de los recipientes, aun ue en una pie a se sit a en el cuello para remarcarlo
43 6
, fig.
).
*LINE 2.3: La hemos documentado tanto dispuesta en horizontal como en vertical, si bien, las del primer tipo siempre se
pintan sobre thymiateria, siendo el nico moti o ue aparece en
el espacio e istente entre dos anillos. En esos casos act a como
protagonista de esa zona, pero adquiere un valor secundario con
respecto al conjunto ornamental. En los recipientes de gran tamaño con cierre hermético y kalathoi siempre se dispone en
ertical y act a como separador de metopas, si bien, en uno de
los ejemplares hallado en El Castelillo llo a) IG 3, fig. 64)
puede ue su funci n est más inculada a la separaci n tem173
[page-n-187]
poral, independientemente de que, al mismo tiempo, también
funcionara como delimitador espacial. Lo incompleto del fragmento impide realizar apreciaciones más exactas al respecto.
LINE 3 fig. 4 ): Sucesi n de pe ue as líneas, cuyo n mero puede ariar entre tres y cuatro. En funci n de su morfología hemos definido tres sub ariantes. Este moti o no fue muy
utilizado, pues existen veintisiete representaciones sobre: recipientes de gran tamaño con cierre hermético, vasos con resalte,
kalathoi, tapaderas y thymiateria. Los yacimientos en los que se
recuperaron son: Tiro de Cañón (Alcañiz), El Palomar (Oliete)
y El Cabezo de Alcalá (Azaila). Su cronología, por tanto, abarca
desde el s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C.
Respecto a su funcionalidad, decir ue suele actuar como
motivo principal del espacio en el que se le pinta, si bien, al considerar el conjunto decorativo su importancia pasa a ser relativa.
También ha sido utilizado, en alguna ocasión, como separador
de metopas al disponerse en ertical fig. ).
LINE 4 fig. 4 ): Sucesi n de pe ue as líneas diagonales
dispuestas en paralelo. Únicamente se ha representado en una
ocasión sobre un thymiaterium del Cabezo de Alcalá (Azaila)
aila 3 , fig. 3). Se dispone en hori ontal, en una de las
rupturas de perfil del soporte. Su papel es secundario dentro de
la decoración y se puede datar entre el s. II a. C. y el primer
cuarto del I a. C.
LINE fig. 4 ): Integrada por una línea recta hori ontal
de la ue cuelgan otras, más cortas, formadas por un tra o inclinado hacia la izquierda seguido de otro a la derecha. Se ha pintado en una ocasi n sobre un fragmento locali ado en El Castelillo (Alloza). Su datación corresponde al periodo comprendido
entre los ss. III-II a. C. y el papel que ejerce es secundario.
LINE 6 fig. 4 y 4 ): Sucesi n de tra os cur os ue se
disponen en paralelo. Seg n su grosor hemos definido dos subvariantes. Solamente se ha representado en tres ocasiones sobre
un fragmento, un recipiente de grandes dimensiones con cierre
hermético y una tapadera recuperados en La Guardia (Alcorisa)
y El Cabezo de Alcalá (Azaila). Su cronología se ciñe al periodo comprendido entre los ss. II I a. C. En cuanto a su funcionalidad, decir que es variada, pues sirve para separar metopas,
rellenar espacios o protagoni arlos, si bien, en este ltimo caso,
al considerar el conjunto de la decoración se aprecia cómo su
importancia es secundaria.
LINE fig. 4 ): ormada por una sucesi n de puntos. Se
ha pintado en veintitrés ocasiones sobre: recipientes de mediano
y gran tamaño con cierre hermético, vasos con resalte, kalathoi,
oinochoai, platos, tapaderas y thymiateria. Los yacimientos en
los que se recuperaron son La Guardia (Alcorisa), El Palomar
(Oliete) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). Su utilización abarca el
periodo de tiempo comprendido entre los ss. III-I a. C.
Respecto a la funcionalidad ue puede desempe ar, hemos
documentado arias opciones: o bien act a como moti o principal del friso en el ue aparece, pero al considerar el global de
la ornamentación pasa tener un papel secundario en recipientes
con cierre hermético, platos, tapaderas y thymiateria; o se dispone en vertical en el cuerpo del vaso y junto al motivo LINE 1.1
fig. 4 ) sir e para separar metopas, funci n ue se da en los
recipientes herméticos y kalathoi por ltimo, en los oinochoai
y platos también puede actuar como motivo de relleno.
174
LINE
fig. 4 ): Línea ue tiene forma ondulada. En
funci n de su aspecto hemos definido ocho sub ariantes. Se
ha representado en ciento una ocasiones sobre variado tipo
de soportes: recipientes de mediano y gran tamaño con cierre
hermético, tinajillas, lebetes, kalathoi, olpai, cuencos, tapaderas, crateriskoi y thymiateria. Los yacimientos en los que se
recuperaron son abundantes y se extienden por una amplia zona
geográfica: lto Chac n Teruel), San Crist bal Mata de los
Olmos), La Guardia (Alcorisa), Torre Gachero (Valderrobres),
San Antonio (Calaceite), El Palao (Alcañiz), Tiro de Cañón
(Alcañiz), El Castelillo (Alloza), El Palomar (Oliete), El Cabeo de lcalá
aila) y La Corona uentes de Ebro). Su cronología, por consiguiente, también es amplia, abarcando desde el
s. III a. C. hasta el I a. C.
*LINE 8.1: Equivale, en parte, al motivo 29 de Perales et al.
(1983-1984). Lo hemos documentado dispuesto tanto en horiontal como en ertical, de manera aislada o formando grupos.
Las funciones ue desempe a son di ersas, pues puede pintarse como moti o protagonista de un friso secundario, ser ir de
relleno en un registro principal, utilizarse solo o junto a otros
motivos como delimitador espacial, aparecer en metopas ejerciendo un papel principal o secundario y, de manera testimonial,
tambi n se ha empleado como moti o principal en frisos en los
ue nicamente se representan moti os geom tricos. Su datación es más restringida que la apuntada para la variante, pues
se ciñe al periodo de tiempo comprendido entre los ss. II-I a. C.
LINE . : nicamente se ha identificado en una ocasi n
sobre un kalathos hallado en El Castelillo llo a) fig. 66). Se
le pinta en una de las metopas principales y act a como moti o
de relleno. Su cronología de uso comprende los ss. III-II a. C.
LINE .3: Lo hemos identificado una e sobre un kalathos del Cabe o de lcalá
aila) fig. ), donde sir e de
relleno de una de las metopas. Su cronología iría del s. II a. C. al
primer cuarto del I a. C.
*LINE 8.4: Los tres ejemplares pintados sobre dos kalathoi
y una tapadera proceden del Cabezo de Alcalá (Azaila). Se disponen en horizontal, en una zona próxima al borde de la pieza.
Puede aparecer en un friso principal, actuando como moti o
delimitador superior del mismo, o bien, en un friso secundario,
pero en el que desempeña un papel protagonista. Su cronología
coincide con la subvariante anterior.
*LINE 8.5: Coincide con el tema 112 de Beltrán Lloris
6, fig. 3) y guarda cierto parecido con el tema 33 definido por Perales et al. (1983-1984). Se pinta sobre recipientes
con cierre hermético de gran tamaño, kalathoi, tapaderas y crateriskoi recuperados en: Tiro de Cañón (Alcañiz), El Palomar
liete), El Cabe o de lcalá
aila) y La Corona uentes de
Ebro). Se ha representado mayoritariamente en vertical y suele
ser el nico moti o ue aparece en la metopa, por lo ue act a
como protagonista de la misma, aunque en el caso de que se pinten otros motivos en el mismo espacio comparte protagonismo.
Su cronología abarca los ss. II-I a. C.
*LINE 8.6: Corresponde al tema 19 de Beltrán Lloris (1976:
6 , fig. 0) y al tema 3 de Perales et al. (1983-1984). Se representa sobre el mismo recipiente con cierre hermético de Tiro
de Ca n lca i ) fig. ), donde se dispone en ertical y
funciona como separador de metopas. Se data entre el s. II a. C.
y el primer cuarto del I a. C.
[page-n-188]
*LINE 8.7: Guarda cierto parecido con el tema 13 de Beltrán Lloris
6: 6 , fig. 0) y el tema 3 de Perales et al.
(1983-1984). Se representa sobre recipientes de grandes dimensiones con cierre hermético, tapaderas, crateriskoi y thymiateria
hallados en Tiro de Cañón (Alcañiz), El Palomar (Oliete) y El
Cabezo de Alcalá (Azaila). En cuanto a su disposición, decir
que se ha plasmado tanto en horizontal como en vertical. En el
primero de los casos suele actuar como protagonista o coprotagonista del friso en el ue aparece, si bien, ste ad uiere un
valor secundario en el conjunto ornamental. Cuando se orienta
en ertical, siempre act a como protagonista de la metopa, si
bien, ocurre como en el caso anterior al considerar el global de
la decoración. Su cronología oscila entre el s. II a. C. y el primer
cuarto del I a. C.
*LINE 8.8: Pintada sobre una tapadera del Cabezo de Alcalá
aila)
aila , fig. 0 ), se dispone en hori ontal y sir e
para ordenar el espacio. Guarda gran parecido con el motivo
T LL
fig.
) y funcionalmente, como eremos más adelante, presentan coincidencias, aun ue su inculaci n formal
con el mundo vegetal resulta menos evidente que en otros casos.
Cronológicamente abarca el periodo de tiempo comprendido
entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
LINE
fig. 4 ): ormada por líneas diagonales ue
cambian de orientaci n. En funci n de su aspecto hemos podido identificar dos sub ariantes, una sobre un recipiente de
gran tama o con cierre herm tico fig. ) y otra en un kalathos
fig. 6 ). Los yacimientos en los ue aparecen son Tiro de Cañón (Alcañiz) y El Castelillo (Alloza), por lo que su cronología
de uso va desde el s. III a. C. hasta el primer cuarto del I a. C.
*LINE 9.1: Se dispone, en horizontal, en el ala de un kalathos hallado en El Castelillo llo a). Es el nico moti o ue
ahí se representa, por lo ue act a como protagonista de ese
espacio. Su cronología abarca los ss. III-II a. C.
*LINE 9.2: Se corresponde con el tema 8 de Beltrán Lloris
6, fig. 0). Se pinta en un recipiente con cierre herm tico
de Tiro de Ca n lca i ), en ertical, y act a como separador
de metopas. Su cronología de uso iría del s. II a. C. al primer
cuarto del I a. C.
LINE 0 fig. 4 ): Línea recta integrada por una sucesi n
de eses. Se ha representado en ciento quince ocasiones sobre
casi todos los tipos de soporte documentados: recipientes de
mediano y gran tamaño con cierre hermético, vasos con resalte,
tinajillas, kalathoi, oinochoai, olpai, platos, cuencos, tapaderas,
crateriskoi y thymiateria. La lista de yacimientos en los que
fueron recuperados tambi n es amplia: La Guardia lcorisa),
San Antonio (Calaceite), El Palao (Alcañiz), Tiro de Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), El Palomar (Oliete), La Corona
uentes de Ebro), Cabe o de lcalá
aila), Pi uete de la
Atalaya (Azuara), Durón de Belmonte (Belmonte de Gracián),
Valmesón (Daroca) y Cales Coves (Alaior). El periodo de tiempo que abarca comprende los ss. III-I a. C.
Para abordar los temas relativos a su ubicación, orientación
y funcionalidad, dada su ariada casuística, hemos preferido
presentar los resultados por tipos cerámicos.
En el caso de los recipientes de gran tamaño con cierre hermético se ha dispuesto tanto en horizontal como en vertical. En
la primera de las situaciones puede aparecer: junto al borde de
la pie a, actuando como moti o secundario del friso en la parte
superior del cuerpo, como protagonista de un friso secundario
o en el cuerpo del vaso, en alguna de las metopas principales,
pero desempeñando un papel de relleno. Si por el contrario se
dispone en vertical, normalmente aparece en el cuerpo del vaso
como moti o principal de una fina metopa ue sir e para separar otras de mayor importancia, aunque en algunas ocasiones
también pueda ejercer como coprotagonista de la misma.
En los recipientes con resalte siempre se dispone en vertical, en la ona del cuerpo. ct a como moti o principal de una
metopa secundaria utili ada para separar espacios, funci n ue
también está muy presente entre los kalathoi. En ellos, además,
puede aparecer en la metopa principal, actuando como motivo
de relleno o en una secundaria como coprotagonista. También se
ha documentado su disposición horizontal en el ala, donde comparte protagonismo con otros motivos de naturaleza geométrica.
La casuística documentada en los recipientes de mediano
tamaño con cierre hermético queda reducida a una disposición
hori ontal del moti o. ste se sit a cerca del borde de la pie a y
aparece como protagonista de un friso secundario.
Solamente contamos con un ejemplar sobre un plato y otro
sobre un cuenco, en los ue se dispone en hori ontal y act a
como moti o principal de un friso secundario.
En los jarros se pinta en horizontal en la zona del cuello y en
el cuerpo. En los olpai delimita parcialmente el espacio superior
del registro en el que aparece y, también, puede protagonizar o
coprotagoni ar un friso. Esta ltima funci n, además, la hemos
atestiguado para los oinochoai.
En las tapaderas siempre se dispone en hori ontal. undamentalmente se sit a en la ona del cuerpo más pr ima al
pomo y act a mayoritariamente como moti o principal de un
friso secundario, aun ue tambi n e iste alg n ejemplar en el
ue se le ubica en el friso principal, empleándose para remarcar
su límite superior.
Entre los crateriskoi predomina la disposición horizontal
en la zona del cuello, aunque también puede aparecer en el
cuerpo. En esas situaciones suele actuar como protagonista o
coprotagonista de un friso secundario. En los casos en los ue
se dispone en ertical puede funcionar como protagonista de
la metopa y cumplir, al mismo tiempo, la funci n de separar
metopas principales.
Por ltimo, en los thymiateria siempre se dispone en horizontal, en el cuerpo del soporte y puede actuar de dos maneras:
como moti o principal en un friso secundario o como moti o
secundario en un friso principal.
LINE
fig. 4 ): Línea recta formada por tra os independientes, similares a “M”, que se suceden. Corresponde al
tema 00 de Beltrán Lloris
6:
, fig. 3). No es muy frecuente, pues solamente lo hemos atestiguado en ocho ocasiones sobre tapaderas, thymiateria y otras piezas que no se han
conservado completas. Los yacimientos de los que proceden
quedan limitados al Palomar (Oliete) y El Cabezo de Alcalá
(Azaila). Su cronología se ciñe al periodo comprendido entre el
s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. En casi todos los casos
se dispone en horizontal y puede actuar como protagonista o
coprotagonista de un friso secundario, así como moti o secundario en uno principal.
LINE
fig. 4 ): Gruesa línea diagonal ue no recorre
todo el espacio disponible para ornamentar. Su presencia resulta anecd tica, pues nicamente la hemos identificado sobre un
175
[page-n-189]
lebes de Torre Gachero Valderrobres) fig. 4), donde act a
como motivo principal de la metopa en la que se le pinta. Se
data entre los ss. III-II a. C.
LINE 3 fig. 4 ): ormado por una línea recta, en ertical, de la ue surgen pe ue os roleos. Seg n su morfología y
disposición hemos establecido cuatro subvariantes. No se trata
de un moti o frecuente, pues nicamente se ha pintado en die
ocasiones sobre recipientes de gran tamaño con cierre hermético y kalathoi. Todos ellos fueron recuperados en El Cabe o
de Alcalá (Azaila), excepto uno hallado en Celsa (Velilla de
Ebro). Su cronología abarca desde el s. II a. C. hasta el I a. C.
parece siempre en el registro principal y su funci n es la de
delimitar metopas.
LIN
fig. 4 ): Sucesi n de líneas onduladas ue aparecen agrupadas y dispuestas en ertical. No es muy frecuente, pues nicamente cuenta con diecis is representaciones. Los
soportes sobre los que aparece son recipientes de gran tamaño
con cierre hermético, kalathoi y tapaderas. Los yacimientos en
los que lo hemos documentado son: Alto Chacón (Teruel), La
Guardia (Alcorisa), El Palao (Alcañiz) y El Cabezo de Alcalá
(Azaila). Su cronología abarca el periodo comprendido entre los
ss. III-I a. C.
Siempre se dispone en vertical y, dependiendo del registro
en el ue aparece, desempe a una funci n u otra. sí pues, si
el registro en el ue se le pinta es el principal, act a como separador de metopas, en cambio, si es secundario, comparte el
protagonismo con otros motivos.
N
fig. 4 ): Resultado de rellenar con tinta cada
uno de los espacios laterales que genera una línea ondulada, dejando su contorno en reserva, y uniéndolos con unas líneas, más
o menos erticales, ue delimitan la figura. Solamente e iste un
ejemplar sobre un recipiente con resalte del Cabezo de Alcalá
aila)
43 6 04, fig. 46), donde se dispone en ertical y
sirve para separar metopas que acogen la decoración principal.
Se utiliza entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
RETI fig. 4 ): Integrado por una serie de líneas erticales que en su parte superior aparecen cortadas por rayas hori ontales. Lo hemos identificado en tres ocasiones sobre una
tinajilla lto Chac n 3, fig. 4 ) y un kalathos de Alto Chacón
Teruel) fig. ). Siempre se dispone en ertical y sir e para
separar metopas. Su cronología abarca los ss. II-I a. C. y recientemente se ha tipificado su uso como característico de ciertas
producciones del “estilo simbólico levantino” (Pérez Blasco,
2011b: 104-110).
R LE fig. 4 ): ormado por olutas ue pueden aparecer aisladas o en sucesión. Se trata de uno de los motivos
que se encuentra más representado, pues lo hemos contabilizado en ciento cincuenta y cuatro ocasiones. Los soportes sobre
los que aparece son variados: recipientes de mediano y gran
tamaño con cierre hermético, vasos con resalte, tinajillas, kalathoi, jarros, platos, tapaderas, crateriskoi y thymiateria. Los
yacimientos en los que se recuperaron también son abundantes:
La Guardia (Alcorisa), San Antonio (Calaceite), Tiro de Cañón
(Alcañiz), El Castelillo (Alloza), El Palomar (Oliete), El Cabe o de lcalá
aila), La Corona uentes de Ebro), Pi uete
de la Atalaya (Azuara) y Cabezo de las Minas (Botorrita). Su
cronología, por tanto, es amplia ss. III I a. C.). En funci n de
su morfología hemos establecido seis ariantes con sus correspondientes subvariantes.
176
R LE : ormado por olutas de similares tama os ue se
suceden y aparecen unidas por la base. Se conocen ciento veinte
representaciones de esta variante sobre los soportes indicados
anteriormente y su dispersi n geográfica es amplia, pues lo hemos documentado en todos los yacimientos citados excepto El
Palomar (Oliete) y el Cabezo de las Minas (Botorrita).
*ROLE 1.1: Se corresponde con el tema 37 de Beltrán Lloris
6: 64, fig. 0). parece dispuesto tanto en hori ontal
como en vertical, mayoritariamente en el cuerpo del vaso. En
el primero de los casos puede actuar como protagonista o coprotagonista del friso en el ue aparece y, en el caso de colocarse junto a alguna de las bandas ue delimitan el friso o frisos principales, su presencia refuer a dicha demarcaci n. Por
otra parte, cuando se orienta en ertical puede funcionar como
motivo protagonista de una metopa (principal o secundaria) o
secundario de una metopa principal, caso en el ue refuer a el
límite espacial de ésta.
*ROLE 1.2: Coincide con el tema 38 de Beltrán Lloris
6: 64, fig. 0). Se pinta sobre recipientes herm ticos, con
resalte, tinajillas, kalathoi, jarros, tapaderas y crateriskoi procedentes de Tiro de Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza) y El
Cabezo de Alcalá (Azaila). Se dispone en horizontal o vertical y
se sit a en el cuerpo o cuello de las pie as. Las funcionalidades
que puede desempeñar coinciden con las señaladas en la subvariante anterior.
*ROLE 1.3: Se trata del tema 39 de Beltrán Lloris (1976:
64, fig. 0). Son pocos los ejemplares pintados sobre recipientes con cierre hermético procedentes de Tiro de Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), El Cabezo de Alcalá (Azaila) y La
Corona uentes de Ebro). Se orienta en ertical y hori ontal y
se ubica tanto en la parte superior del cuerpo como en la inferior. En el caso en el que se dispone en vertical, es protagonista
de la metopa en la que aparece, mientras que si aparece en horizontal puede actuar como protagonista o coprotagonista de un
friso secundario.
*ROLE 1.4: Solamente lo hemos documentado en El Cabezo de Alcalá (Azaila) sobre recipientes de gran tamaño con
cierre hermético, kalathoi y crateriskoi. Podemos ceñir su cronología al periodo de tiempo comprendido entre el s. II a. C. y
el primer cuarto del I a. C. Siempre se representa en vertical, en
el cuerpo del vaso, y puede actuar como motivo principal de la
metopa en la que aparece o como delimitador espacial de la que
acoge la decoración principal.
*ROLE 1.5: Mismas apreciaciones que las indicadas en la
subvariante anterior, salvo porque solamente se pinta sobre un
kalathos fig. 6) y la funcionalidad ue desempe a es la de
actuar como motivo principal de la metopa en la que aparece.
*ROLE 1.6: Se corresponde con el tema 4 de Beltrán Lloris
6: 6 , fig. 0). Solamente lo hemos locali ado en una
ocasión sobre una tapadera hallada en El Cabezo de Alcalá
aila)
aila , fig. 0 ). Se dispone en hori ontal, en un
friso pr imo al borde, donde act a como moti o principal,
si bien, si consideramos el global de la ornamentación pasa a
tener un valor secundario. Su cronología coincide con las subvariantes anteriores.
R LE fig. 4 ): Moti o integrado por olutas aisladas
con diferentes aspectos, lo ue nos ha permitido diferenciar ocho
subvariantes. Se ha documentado en veintiocho ocasiones sobre
kalathoi, crateriskoi y thymiateria recuperados en La Guardia
[page-n-190]
(Alcorisa), Tiro de Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), El
Cabezo de Alcalá (Azaila) y el Cabezo de las Minas (Botorrita),
por lo que está ampliamente distribuido en la zona estudiada y
su cronología abarca los ss. III-I a. C. La subvariante más antigua es ROLE 2.4 (ss. III-II a. C.), datándose el resto entre los
ss. II-I a. C. El papel que desempeña es en casi todas las ocasiones secundario, siendo bastante com n ue se le pinte colgando
de la banda que delimita superiormente el registro principal. De
manera testimonial también hemos atestiguado su utilización
como motivo principal o elemento de cierre de una metopa.
Por ltimo, se alar ue la sub ariante R LE .6 tal e pudiera tratarse de una estilización vegetal.
R LE 3 fig. 4 ): Compuesto por cuatro olutas conectadas mediante una línea cur a. Se disponen de tal forma ue
generan un espacio interior, en reserva, en el que se pinta un
elemento cuadrangular relleno de tinta. Se corresponde con el
tema 3 de Beltrán Lloris
6, fig. 4). Solamente lo hemos
documentado en una ocasión sobre un kalathos del Cabezo de
lcalá
aila) fig. 3). parece en el registro principal como
motivo de relleno. Su cronología va desde el s. II a. C. hasta el
primer cuarto del I a. C.
R LE 4 fig. 4 ): ormado por dos olutas, orientadas
en sentido opuesto, que se disponen a la misma distancia de un
elemento central, de forma sinuosa y relleno de pintura, ue en
alguna ocasi n está perfilado. E isten cinco ejemplares pintados sobre un kalathos de La Guardia lcorisa) fig. ) y otro
del Cabe o de lcalá
aila) fig. ). parece colgando de la
banda superior ue delimita el friso principal. Su papel resulta
secundario, de relleno, y lo datamos entre el s. II a. C. y la primera mitad del I a. C.
R LE
fig. 4 ): os olutas, orientadas en sentidos
opuestos, salen de la misma base y están perfiladas, en su parte
más e terna, por una fina línea. Solamente conocemos una representación sobre un olpe recuperado en El Castelillo (Alloza)
IG 3 , fig. ). Se dispone en hori ontal, en la parte inferior de
una metopa secundaria, donde act a como coprotagonista. Su
cronología va del s. III a. C. al II a. C.
R LE 6 fig. 4 ): Pares de olutas opuestas, ue se suceden y salen de un mismo punto central. Se conoce un nico
ejemplar pintado sobre un thymiaterium hallado en El Palomar
liete)
, fig. 4) y datado entre el s. II a. C. y el
primer cuarto del I a. C. Se dispone en vertical y aparentemente
desempeña un papel principal en la decoración. Tal vez se trate
de una estilización vegetal.
R MB fig. 4 ): Moti o con forma romboide ue no
está muy representado, pues solamente se ha pintado en nueve
ocasiones sobre kalathoi y thymiateria. Los yacimientos en los
que se recuperaron esos soportes son: La Guardia (Alcorisa),
San Antonio (Calaceite), El Palao (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), El Cabezo de Alcalá (Azaila) y Piquete de la Atalaya (Azuara). Su cronología es amplia, pues abarca desde el s. III a. C.
al primer cuarto del s. I a. C. Seg n su morfología hemos definido seis sub ariantes, correspondiendo R MB
. al tema
de Beltrán Lloris
6: 6 63, fig. 0). Las más antiguas
son ROMBO 1.3, ROMBO 1.5 y ROMBO 1.6 (ss. III-II a. C.),
comenzándose a representar el resto a partir del s. II a. C. En
cuanto a su funcionalidad, decir ue por regla general act a
como moti o principal de un friso o metopa secundarios, aunque esporádicamente también se ha utilizado como separador de
espacios decorativos (ROMBO 1.6).
SCIR fig. 4 ): Moti o con forma semicircular compuesto
por un n mero ariable de líneas ue pueden tener diferentes
grosores o aparecer completamente relleno de pintura. Se reali a en más de cuarenta y cuatro ocasiones sobre diferente tipo
de soportes: recipientes de mediano tamaño con cierre hermético, kalathoi, oinochoai, tapaderas y thymiateria procedentes
de: Alto Chacón (Teruel), La Guardia (Alcorisa), San Antonio
(Calaceite), El Palao (Alcañiz), Tiro de Cañón (Alcañiz) y El
Cabezo de Alcalá (Azaila). Su cronología de uso, por tanto, es
amplia ss. III I a. C.). tendiendo a la morfología ue presentan los ejemplares definidos, hemos establecido cuatro ariantes
con sus respectivas subvariantes.
SCIR : Compuesto por arias líneas de similar o diferente
grosor. Seg n su aspecto, hemos diferenciado tres sub ariantes. Se ha pintado en treinta y una ocasiones sobre recipientes
de mediano tamaño con cierre hermético, kalathoi y tapaderas
halladas en Alto Chacón (Teruel), San Antonio (Calaceite), El
Palao (Alcañiz), Tiro de Cañón (Alcañiz) y El Cabezo de Alcalá
aila), por lo ue posee una dispersi n geográfica amplia. Los
ejemplares más antiguos (SCIR 1.2 y SCIR 1.3) corresponden
a los ss. III-II a. C., mientras que el más moderno (SCIR 1.1) lo
datamos entre los ss. II-I a. C. Siempre se dispone en horizontal
y suele pender de una banda. Entre las funcionalidades ue puede desarrollar tenemos: la de actuar como coprotagonista en el
friso en el ue se le pinta SCIR . y SCIR .3) tener un papel
secundario dentro de la metopa en la que aparece, al tiempo
que sirve para delimitarla en su parte superior (SCIR 1.2); o ser
motivo principal de una metopa que tiene importancia relativa
en el conjunto ornamental (SCIR 1.2 y SCIR 1.3).
SCIR : ormado por semicírculos secantes, integrados
por cinco líneas concéntricas de similar grosor y un punto central. Solamente lo hemos documentado en una ocasión, pintado
sobre un oinochoe de San Antonio (Calaceite) (San Antonio-11,
fig. ). Se dispone en hori ontal y act a como moti o principal
en un friso secundario. Su cronología comprende desde el s. III
hasta comienzos del II a. C.
+SCIR 3: Semicírculo, relleno de pintura, del que se conservan diez ejemplares pintados sobre un thymiaterium del Cabeo de lcalá
aila)
4, fig.
). parece como moti o
principal de varias metopas secundarias y su cronología va del
s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C.
SCIR 4: Sucesi n de semicírculos formados por dos líneas,
la primera de mayor grosor que la segunda, de la que penden
cortos trazos verticales. Se ha representado en una ocasión sobre un fragmento hallado en La Guardia lcorisa) LG SN3,
fig. 30). Se dispone en hori ontal, pendiendo de una banda, y
act a como delimitador espacial del friso ue acoge la decoración principal.
TE
fig. 0): Sucesi n de líneas onduladas, reali adas
con pincel m ltiple, ue pueden aparecer en n mero ariable.
Seg n su morfología hemos establecido tres sub ariantes. No
está muy representado, pues solamente lo hemos identificado
en veintiuna ocasiones. Los soportes sobre los que se pinta quedan limitados a los recipientes con cierre hermético, grandes o
medianos, y a las tapaderas, recuperados en San Antonio (Calaceite), Tiro de Cañón (Alcañiz) y El Cabezo de Alcalá (Azaila).
177
[page-n-191]
TEJA 1.1
TEJA 1.2
TEJA 1.3
TRIA 1
TRIA 2
TRIO 1.1
TRIO 1.2
TRIO 1.3
TRIO 1.4
TRIO 2.4
TRIO 2.5
TRIO 3.1
TRIO 3.2
TRIA 3.1
TRIO 2.1
TRIO 3.3
TRIA 3.2
TRIO 2.2
TRIO 3.4
TRIO 2.3
TRIO 4.1
TRIS 1.1
TRIO 4.2
TRIO 5
TRIO 6.1
TRIO 6.2
TRIS 1.2
TRIS 2.2
TRIS 2.3
TRIS 2.4
ig.
TRIO 7
TRIS 2.5
TRIO 8
TRIS 2.1
TRIS 2.6
0. Moti os geom tricos.
Su cronología abarca desde el s. III a. C. hasta el primer cuarto
del I a. C., aunque las subvariantes TEJA 1.2 y TEJA 1.3 se
utilizan entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. Por otra
parte, hemos visto cómo la orientación del motivo condiciona
su funcionalidad, pues si se dispone en ertical generalmente
act a como separador de metopas, mientras ue si lo hace en
horizontal coprotagoniza aquella en la que aparece.
TRI fig. 0): Moti o con forma de triángulo ue se encuentra escasamente representado, pues nicamente cuenta con
trece individuos pintados sobre recipientes de mediano y gran
tamaño con cierre hermético, kalathoi y crateriskoi. El conjunto
de yacimientos en los ue fueron recuperados se limita a: Tiro
de Ca n lca i ), El Palomar liete), La Corona uentes
de Ebro) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). Su cronología de uso
es amplia, dado que abarca desde el s. III a. C. hasta el primer
cuarto del I a. C. En funci n de su morfología hemos definido
tres variantes con sus correspondientes subvariantes.
178
TRIO 6.3
TRI : Triángulo con una gran base y lados perfilados por
una línea. Únicamente se conoce un ejemplar sobre un recipiente de gran tamaño con cierre hermético hallado en La Corona
uentes de Ebro) fig. 44). Se dispone en ertical, en una metopa en la ue act a como moti o de relleno. Su cronología a del
s. II a. C. al primer cuarto del S. I a. C.
+TRIA 2: Triángulo de cuyos lados salen una serie de pequeños trazos. Se ha documentado en nueve ocasiones sobre
recipientes con cierre herm tico de mediano o gran formato y
kalathoi procedentes en Tiro de Cañón (Alcañiz), El Cabezo de
lcalá
aila) y La Corona uentes de Ebro). Su cronología
se ciñe al periodo de tiempo comprendido entre el s. II a. C. y el
primer cuarto del I a. C. En cuanto a su funcionalidad, decir ue
puede actuar como relleno en el friso o metopa ue acoge la decoración principal, así como de motivo principal de un espacio
secundario. Además, también se utiliza para encuadrar las asas,
pintando uno a cada lado de éstas.
[page-n-192]
TRI 3: Triángulo is sceles cuyos laterales están perfilados por dos líneas que no llegan a unirse en el vértice de la
figura. Lle a asociado a cada lado una oluta de la ue cuelgan elementos diferentes, lo ue nos ha permitido diferenciar
dos sub ariantes. Se ha identificado en tres ocasiones sobre el
mismo tipo de soporte, el crateriskos, y un fragmento informe
recuperados en El Palomar (Oliete) y en El Cabezo de Alcalá
(Azaila). Su utilización se data entre el s. III a. C. y el primer
cuarto del I a. C., si bien, la subvariante más antigua es TRIA 3.2
(ss. III-II a. C.) y la más moderna TRIA 3.1 (s. II-primer cuarto
del I a. C.). Siempre se dispone en hori ontal y act a como motivo principal de la metopa en la que se le representa. Es posible
ue se trate de una estili aci n egetal
ores fecundadas ), a
ju gar por la similar morfología ue presentan el resto de motivos que aparecen en el registro principal.
TRI fig. 0): Moti o formado por dos triángulos is sceles que se oponen, estando ambos en conexión por su vértice. Se
ha representado, al menos, en noventa y cinco ocasiones sobre
variado tipo de soportes: recipientes de gran tamaño con cierre
hermético, vasos con resalte, tinajillas, recipientes de pequeñas dimensiones con cierre hermético, lebetes, kalathoi, jarros,
tapaderas y crateriskoi. También son muchos los yacimientos
en los que se recuperaron: Torre Gachero (Valderrobres), San
Antonio (Calaceite), El Palao (Alcañiz), El Castelillo (Alloza),
El Cabe o de lcalá
aila), La Corona uentes de Ebro)
y Cabezo de las Minas (Botorrita). Su cronología es amplia,
ss. III I a. C., y en funci n de su morfología hemos definido
ocho variantes con sus correspondientes subvariantes.
TRI
: Los triángulos no están perfilados y entre ambos se puede representar un elemento con diferente morfología
seg n la sub ariante a la ue hagamos referencia. Lo hemos
identificado en cuarenta y cinco ocasiones sobre los soportes indicados más arriba, excepto los jarros. En este caso, los
yacimientos en los que se hallaron son pocos: Torre Gachero
(Valderrobres), San Antonio (Calaceite), El Palao (Alcañiz), El
Castelillo (Alloza) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). Cronológicamente, excepto la primera subvariante, se utiliza entre el
s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. Se dispone en vertical,
diagonal y hori ontal, si bien, la forma más habitual es esta
ltima. Es posible ue apare ca de manera aislada, como protagonista del espacio a decorar (TRIO 1.3), o bien seriado en vertical y actuando, en conjunto, como separador de metopas que
acogen la decoración principal (TRIO 1.1, TRIO 1.2 y TRIO
1.4) e, incluso, en ciertas ocasiones puede indicar el principio/
fin de la decoraci n TRI . ).
TRI : Los triángulos ue conforman el moti o están rellenos de pintura y se encuentran perfilados, al menos, por dos
de sus lados. Seg n su morfología hemos definido cinco sub ariantes. Se conservan diecisiete representaciones pintadas sobre: piezas de gran tamaño con cierre hermético, recipientes con
resalte, lebetes y kalathoi recuperados en Torre Gachero (Valderrobres), El Cabe o de lcalá
aila) y La Corona uentes de
Ebro). Su cronología es amplia, pues abarca los ss. III-I a. C., si
bien, podemos acotar un poco más la de las subvariantes TRIO
2.1, TRIO 2.2, TRIO 2.4 y TRIO 2.5 entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. Siempre se dispone en horizontal y puede
aparecer seriado o aislado. Las funcionalidades ue desempe a
son variadas. En unas ocasiones protagoniza una metopa secun-
daria (TRIO 2.1, 2.2, 2.3 y 2.5) o principal (TRIO 2.3), mientras que en otras separa dos motivos que se repiten en la misma
metopa y act a como coprotagonista de ese espacio TRI .4).
+TRIO 3: Motivo compuesto por dos triángulos opuestos
por el vértice que están enmarcados por dos o más líneas. Atendiendo a su aspecto hemos establecido cuatro subvariantes. Se
ha pintado en veintitrés ocasiones sobre: recipientes con cierre
hermético de gran tamaño, kalathoi, jarros y crateriskos. Casi
todos proceden del Cabezo de Alcalá (Azaila), excepto uno recuperado en el Cabezo de las Minas (Botorrita). Su cronología
se ciñe al periodo comprendido entre el s. II a. C. y el primer
cuarto del I a. C. Puede aparecer orientado en horizontal, diagonal o ertical, si bien, la forma más frecuente es esta ltima.
Además, como ocurría en casos anteriores, se representa tanto
aislado como seriado y entre las funcionalidades ue desempeña están la de actuar como motivo de relleno de la decoración
principal TRI 3. ) o protagoni ar una metopa de un friso secundario (TRIO 3.2, TRIO 3.3 y TRIO 3.4).
+TRIO 4: Compuesto por dos pares de triángulos rellenos
de pintura y opuestos por el vértice. Se orientan en vertical y se
serían en horizontal, resultando entre ambos un espacio romboidal ue está atra esado por una línea ondulada. En funci n
de su aspecto morfol gico hemos definido dos sub ariantes. Se
ha identificado en dos ocasiones sobre el mismo kalathos del
Cabe o de lcalá
aila) fig. 6 ), datado entre el s. II a. C. y
el primer cuarto del I a. C. Siempre se dispone en horizontal y
coprotagoniza, junto a otros motivos, una de las metopas con las
que se decora el vaso.
TRI
: os grupos formados por triángulos rellenos de
pintura, orientados en sentidos opuestos, que conectan por el
vértice. El primero de ellos, en horizontal, está enmarcado superior e inferiormente por una línea ligeramente cur ada.
ste le
sigue otro conjunto, no enmarcado, que se orienta en vertical. Se
conoce solamente una representación pintada sobre un kalathos
del Cabe o de lcalá
aila) fig. 6 ), fechado entre el s. II a. C.
y el primer cuarto del I a. C. Se dispone en la parte inferior de
una metopa, en la ue act a como coprotagonista.
+TRIO 6: Sucesión de varios triángulos, rellenos de tinta,
opuestos por el rtice. tendiendo a su morfología, hemos
definido tres sub ariantes. emos identificado esta ariante en
cinco ocasiones sobre un kalathos y algunos fragmentos recuperados en El Cabezo de Alcalá (Azaila). Su cronología se ciñe
al periodo de tiempo comprendido entre el s. II a. C. y el primer
cuarto del I a. C. Por ltimo, se alar ue act a como protagonista de una metopa secundaria.
TRI
: Conjunto formado por cuatro triángulos, cuyos
laterales están enmarcados por una línea curva. Se orientan de
tal forma ue con ergen hacia un punto central, donde se unen
sus rtices. El resultado final es una es uemati aci n o geometri aci n de una or cuatrip tala representada en ista cenital. Ejemplos similares han sido recientemente recogidos en un
estudio sobre la naturaleza y abstracción presente en las decoraciones pintadas sobre cerámica ibérica (Santos, 2010: 150),
en el que se recopilan también asimilaciones planteadas anteriormente (Ballester et al., 1954: 107; Olmos, 1992a: 27; Tortosa, 1996c: 153). Solamente hemos documentado un ejemplar,
dispuesto en la parte superior de una metopa pintada sobre un
179
[page-n-193]
kalathos del Cabe o de lcalá
aila) fig. 6 ). En ella act a
como motivo principal junto a otros de naturaleza geométrica.
Se data entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
+TRIO 8: Motivo integrado por cuatro triángulos. En la
parte inferior aparecen dos, situados uno al lado del otro y apoyados sobre el vértice. Entre ambos se pinta una línea recta en
vertical. De su base surge un conjunto de nueve líneas rectas
que conectan esos dos triángulos con los otros de más arriba. Su
base act a como límite del ha de líneas y están separados por
un trazo ondulado culminado por un elemento indeterminado,
pues está incompleto. Su presencia resulta meramente testimonial, pues nicamente tenemos noticia de una representaci n
pintada sobre un kalathos del Castelillo llo a) fig. 6 ). Se
dispone en ertical, en una metopa principal, en la ue act a
como moti o secundario, delimitando la parte final de la misma.
Su cronología abarca el periodo comprendido entre el s. III y la
primera mitad del II a. C.
TRIS fig. 0): Serie de triángulos, rellenos de pintura,
que pueden aparecer orientados en sentido vertical u horizontal,
aun ue es más com n este ltimo. tendiendo a su morfología,
hemos identificado dos ariantes con sus respecti as sub ariantes. Se trata de un motivo bastante representado, pues lo hemos
contabilizado en ciento setenta y seis ocasiones. Aparece sobre
casi todos los tipos de soportes identificados, e cepto sobre el
lebes y la copa, si bien, el que predomina es el kalathos. Su
dispersi n geográfica resulta amplia, documentándose en casi
todos los yacimientos estudiados: Alto Chacón (Teruel), San
Cristóbal (Mata de los Olmos), La Guardia (Alcorisa), Els Castellans (Cretas), San Antonio (Calaceite), Tiro de Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), El Palomar (Oliete), Cabezo de
La Bovina (Vinaceite), Cabezo de Alcalá (Azaila), La Corona
uentes de Ebro), Pi uete de la talaya
uara), Cabe o de
las Minas (Botorrita), Durón de Belmonte (Belmonte de Gracián) y Cales Coves (Alaior). Su cronología, por tanto, también
es amplia, ss. III-I a. C.
TRIS : Los triángulos ue forman el moti o son escalenos. Pueden aparecer con los vértices hacia arriba o hacia abajo.
Existen ciento diecisiete representaciones de este tipo pintadas
sobre recipientes con cierre hermético, tinajillas, kalathoi, olpai, platos, tapaderas, crateriskoi y thymiateria. Los yacimientos en los que se recuperaron coinciden con los citados más
arriba, excepto Alto Chacón (Teruel), compartiendo también la
cronología. entro de este tipo se identifican dos sub ariantes:
*TRIS 1.1: Se corresponde con el tema 33 de Beltrán Lloris
6: 63 64, fig. 0), uien apunta ue en los ejemplares
más antiguos los triángulos aparecen más juntos, mientras que
en los que se pintan a partir de la segunda decena del s. II a. C.
están más distanciados. Casi siempre se dispone en horizontal
y puede cumplir di ersas funciones: ser moti o principal en un
friso o metopa secundarios ser ir como relleno en una metopa
principal o utili arse para marcar rupturas de perfil, como apreciamos en algunos thymiateria.
TRIS . : Siempre se orienta en ertical y se sit a en espacios pr imos a las asas. ct a como moti o principal de la
metopa en la que aparece, si bien, ésta puede desempeñar un
papel principal o secundario. Su cronología está restringida al
lapso de tiempo comprendido entre los ss. II-I a. C.
180
TRIS : Cuando los triángulos son is sceles. En funci n
de sus características formales hemos establecido seis sub ariantes, algunas de las cuales coinciden con los temas definidos
por Beltrán Lloris
6: 63, fig. 0), tal es el caso de TRIS
2.1 con el 29, TRIS 2.3 con el 30 y TRIS 2.5 con el 31. Se ha
representado en cincuenta y seis ocasiones sobre casi todos los
tipos cerámicos identificados en la descripci n general del motivo, excepto en recipientes de gran tamaño con cierre hermético y olpai. Los yacimientos en los ue fueron recuperados se
limitan a: Alto Chacón (Teruel), La Guardia (Alcorisa), Tiro de
Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), La Bovina (Vinaceite),
El Cabe o de lcalá
aila) y La Corona uentes de Ebro). Su
cronología de uso coincide con la general del motivo, aunque en
algunos casos puede ceñirse al periodo de tiempo comprendido
entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. (TRIS 2.2, TRIS
2.3, TRIS 2.4 y TRIS 2.6).
Casi siempre se dispone en hori ontal, aun ue hay alg n
caso en ertical TRIS .3). Suele representarse en un friso secundario, donde act a como moti o principal todas las sub ariantes excepto TRIS 2.4), al tiempo que puede utilizarse como
delimitador espacial de un friso o metopa principal TRIS . ,
TRIS 2.3, TRIS 2.4 y TRIS 2.5), así como protagonizar una
metopa secundaria dentro del registro más destacado (TRIS 2.3).
Iv.4.2. vegetales (FIg. 151-163)
pesar de ue son frecuentes los soportes cuyas decoraciones
están protagonizadas por motivos vegetales y muy abundantes
aquellos en los que éstos acompañan a otro tipo de ornamentación, el mundo de la investigación les ha otorgado poco protagonismo, datándose los primeros estudios dedicados en exclusiva a su análisis en la década de los noventa del siglo pasado
(Tortosa, 1995, 1996b; Pérez Ballester y Mata, 1998). Ello se
debe a lo e cepcional y singular de las decoraciones figuradas,
donde fácilmente se podía identificar a sus protagonistas, cosa
que no sucede en el mundo vegetal, donde la reinterpretación
ue el artista hace de la realidad dificulta, en muchas ocasiones,
su identificaci n. Recientemente se ha lle ado a cabo, en la Universitat de València, un proyecto de investigación titulado De lo
real a lo ima inario Aproximación a la flora ibérica durante la
Edad del Hierro, dirigido por Mata, en el que ha trabajado un
e uipo interdisciplinar con el fin de catalogar cada uno de los
ítems, tanto orgánicos como inorgánicos, representados en distintos tipos de soportes escultura, pintura y metal), identificar
la especie botánica a la que pertenecen y desentrañar el posible
uso y significado ue tu ieron en la sociedad ib rica, considerando tambi n las referencias escritas ue e isten de los autores
clásicos alusivas a los vegetales (Mata et al., 2007, 2009; Badal
et al., 2008, 2010; Mata y Badal, 2009). El trabajo ha sido arduo, sobre todo por la reinterpretación que hacen los iberos de
la realidad a la hora de plasmarla artísticamente. Los resultados
finales de la in estigaci n se han recogido en un libro de reciente publicación (Badal et al., 2010).
En el conjunto de materiales estudiados hemos identificado
catorce tipos, de los cuales solamente hemos podido asimilar
unos pocos a una especie botánica determinada. Como veremos
un poco más adelante, hay alguna de las variantes y subvariantes
ue están integradas por un nico ejemplar ue, aun ue guarda
similitudes con otros, se puede identificar como diferente. Eso
se debe a la genialidad con la que los artistas iberos realizaban
[page-n-194]
ESEV 1.1
ESEV 1.2
ESEV 2
ESTIL 1.4
ESTIL 1.5
ESTIL 2.1
ESTIL 2.2
ESTIL 3.1
ESTIL 4.1
ESTIL 4.2
ESTIL 4.3
ESTIL 4.4
ESTIL 4.5 ESTIL 5.1
ESTIL 5.4
ESTIL 5.5
ESTIL 5.12
ESTIL 5.6
ESTIL 5.13
ESTIL 1.1
ESTIL 1.2
ESTIL 3.2
ESTIL 5.7
ESTIL 5.8
ESTIL 5.9
ESTIL 5.14
ESTIL 6
ESTIL 7.1
ig.
ESTIL 1.3
ESTIL 3.3
ESTIL 5.2
ESTIL 5.10
ESTIL 7.2
ESTIL 5.3
ESTIL 5.11
ESTIL 7.3
. Moti os egetales.
las decoraciones complejas, pues aunque comparten la misma
idea, el modo de representación está abierto a licencias individuales que buscan la singularidad ornamental.
A continuación describimos cada uno de los motivos, señalamos el tipo de soportes sobre los que aparecen, si existe
alguna asociación recurrente con otros motivos decorativos, la
funci n ue desempe an y tratamos de locali ar paralelos entre las cerámicas ibéricas pintadas con decoración compleja de
otros ámbitos territoriales.
ESEV fig.
): ado el grado de abstracci n con el ue
los iberos realizaron los motivos vegetales, en muchas ocasiones resulta tremendamente difícil discernir si realmente se trata
de un moti o de tipo fitomorfo o si, por el contrario, deberíamos clasificarlo dentro de los geom tricos Santos, 0 0). El
que aquí presentamos, de hecho, está integrado por ESE 1.1
fig. 4 ), más ciertos elementos egetales hojas oblongas o
or). E ui ale al tema 36a y b de Beltrán Lloris
6: 0,
fig. 4) y no está muy representado, pues solamente lo hemos
identificado en tres ocasiones sobre dos kalathoi del Cabezo
de lcalá
aila) fig. 3 y ) y un olpe recuperado en El
Castelillo llo a) IG 3 , fig. ). La ariante más antigua
(ESEV 2) corresponde a los ss. III-II a. C., mientras que la más
moderna (ESEV 1) va desde el s. II a. C. hasta el primer cuarto
del I a. C. Siempre act a como moti o secundario o de relleno
en la decoración principal.
ESTIL fig.
): Con esta denominaci n se recogen
tipos de difícil clasificaci n por su grado de abstracci n. ada
su amplia variabilidad y peculiaridades que acoge cada variante,
preferimos reali ar un análisis detallado para cada una de ellas y
no una valoración de conjunto.
181
[page-n-195]
ESTIL
fig.
): Todos los ejemplares a uí incluidos
tienen en com n el ue el centro del moti o lo constituye un
elemento similar a un triángulo pero con los laterales incurvados ligeramente hacia adentro. En el vértice se pinta una serie
de cortas líneas rectas en horizontal y de los extremos de su base
surgen dos olutas ue lo enmarcan. Seg n Cabr
34: 3 ) se
trata de palmetas muy estilizadas. Por nuestra parte, también lo
consideramos como un motivo vegetal, pues en alguna ocasión
aparece como elemento integrante de un motivo más complejo
L
. , fig.
), donde se aprecia la similitud e istente con
el ápice de la hoja y los zarcillos que la contornean.
Suelen aparecer varios en el mismo espacio, en seriación
vertical, pero generalmente orientados por parejas, es decir,
que se ubica uno hacia arriba y el otro hacia abajo, separándose del siguiente par con dos líneas rectas. Ocupan una estrecha metopa que sirve para separar otras de mayores dimensiones. Así las cosas, aunque en su metopa ejerzan un papel
principal, en el conjunto de la decoraci n funcionan como elementos separadores nos referimos al conjunto de ellos) y, por
tanto, son secundarios.
Existen doscientas cuarenta y tres representaciones de esta
variante pintadas sobre: recipientes de mediano y gran tamaño
con cierre hermético, vasos con resalte, kalathoi y crateriskoi
recuperados en Tiro de Cañón (Alcañiz), El Cabezo de Alcalá
aila) y La Corona uentes de Ebro). Su dataci n estriba
entre los ss. II-I a. C.
*ESTIL 1.1: Se asemeja al motivo 11 de las decoraciones
compuestas identificadas por Pellicer
6
0, fig. ). Tambi n e ui ale al tema 6 de Beltrán Lloris
6: 63, fig. 0)
y recuerda al 40 Beltrán Lloris,
6:
, fig. 4), siendo el
primero, a nuestro juicio, una estilización del segundo. El precedente de esta subvariante lo encontramos en El Castelillo (Alloa) ESTIL 3. , ESTIL 3. y ESTIL 3.3, fig.
), como acertadamente apunt Beltrán Lloris hace ya alg n tiempo
6:
263). Su cronología abarca desde el s. II a. C. hasta el primer
cuarto del I a. C.
*ESTIL 1.2: Corresponde al tema 56 de Perales et al. (19834: 4, fig. 6). Se puede disponer en hori ontal, seriándose
en vertical, o bien en vertical, repitiéndose de la misma manera,
pero en este caso forman parejas separadas por una línea horizontal. Excepcionalmente, en una ocasión se ha pintado sin
seriar, pero su papel sigue siendo secundario, en ese caso de
relleno. Su datación coincide con la subvariante anterior.
*ESTIL 1.3: Como ocurría en los casos anteriores, aparece
seriado en vertical y se agrupa por parejas, estando una de ellas
hacia arriba y la otra hacia abajo. Su cronología coincide con
las anteriores.
ESTIL .4: En este caso no forma parejas y aparece seriado
en vertical, separándose los unos de los otros por una línea horizontal sencilla. Su cronología se ciñe al s. I a. C.
*ESTIL 1.5: Se trata de la más compleja de las subvariantes.
ct a como moti o principal de la decoraci n y se data entre el
s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
ESTIL fig.
): Está formado por un triángulo relleno
de tinta y perfilado por una línea. En el rtice aparecen arias
líneas rectas, en vertical. Se orienta de tal manera que apoya sobre uno de los lados más largos del triángulo. Solamente hemos
identificado tres ejemplares sobre un recipiente de gran tama o
con cierre herm tico fig. ) y un crateriskos (1943-69-585,
182
fig.
) recuperados en Tiro de Ca n lca i ) y El Cabe o
de Alcalá (Azaila). Su cronología se centra entre el s. II a. C. y
el primer cuarto del I a. C.
*ESTIL 2.1: Corresponde al tema 57 de Perales et al. (19834: 4, fig. 6). Se dispone en una metopa, donde ejerce de
motivo de relleno.
*ESTIL 2.2: Se pinta, en vertical, en una metopa en la que
aparecen otros moti os egetales y act a como coprotagonista
de la misma.
ESTIL 3 fig.
): e cierta complejidad compositi a,
pues resulta de la combinación de varios elementos (triángulos, círculos y volutas). Varía con respecto a los anteriores en la
forma de culminar el rtice del triángulo, pues se hace con un
círculo. Se ha pintado en muy pocas ocasiones, concretamente
tres, sobre el mismo olpe del Castelillo llo a) IG 3 , fig. ),
datado entre los ss. III-II a. C. Se utiliza para marcar el inicio
ESTIL 3. ) y fin de la decoraci n ESTIL 3. ), así como motivo principal de una metopa en la que aparece junto a otros
motivos, si bien, éste separa y ordena lo representado, por lo que
sirve como eje vertebrador del espacio ornamentado.
ESTIL 4 fig.
): Integrado por arios elementos, entre
los ue identificamos la presencia de hojas. Podemos agrupar
dichos elementos en tres grupos: dos que son iguales o muy
similares y se disponen de manera opuesta, enfrentados, y otro
que sirve de unión entre los anteriores. Conocemos seis representaciones de esta variante pintadas sobre recipientes de gran
tamaño con cierre hermético y kalathoi hallados en La Guardia
(Alcorisa) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). Podemos centrar su
cronología de uso en el periodo comprendido entre el s. II a. C. y
el primer cuarto del I a. C. Siempre se pinta en el friso principal,
pero act a como moti o de relleno.
ESTIL fig. 3 3 ): Representaciones de ariado tipo
ue tienen en com n el contar con un par de olutas seguidas de
un par de hojas lanceoladas, separadas de su parejo y opuesto por
una serie de elementos ue ad uieren, en conjunto, una forma
globular. Su identificaci n resulta difícil, pero las distintas interpretaciones coinciden en subrayarlos como moti os fitomorfos
Lucas,
0:
), concretamente ores Maestro,
: )
o brotes (Olmos, 1996d: 15), aunque en cierta ocasión la subariante ESTIL . fue publicada, a nuestro juicio err neamente, como una representaci n ictiomorfa Pellicer, 6
0,
fig. ). La sub ariante ESTIL . coincide con el tema
de
Beltrán Lloris y la ESTIL 5.5 con el 127b (Beltrán Lloris, 1976:
0, fig. 3 4). Lo hemos identificado en treinta ocasiones
sobre kalathoi, tapaderas y crateriskoi de La Guardia (Alcorisa)
y El Cabezo de Alcalá (Azaila). Su cronología corresponde al
periodo comprendido entre el s. II y el primer cuarto del I a. C.
Si el registro en el ue aparece presenta decoraci n figurada, se
utiliza mayoritariamente para rellenar espacios, siendo su papel
secundario (ESTIL 5.1, ESTIL 5.2, ESTIL 5.3, ESTIL 5.4, ESTIL 5.5, ESTIL 5.8, ESTIL 5.10, ESTIL 5.11 y ESTIL 5.13),
aunque también hemos documentado su uso como separador de
grupos de motivos (ESTIL 5.11, ESTIL 5.12 y ESTIL 5.13).
En cambio, en los casos en los que la ornamentación es de tipo
fitomorfo act a como protagonista de la metopa en la ue se le
pinta (ESTIL 5.6, ESTIL 5.7 y ESTIL 5.9), alguna de las cuales,
además, ocupa un lugar destacado en el aso, pues se sit a bajo
el asa. Singular es el caso de la subvariante ESTIL 5.14, pues se
ubica entre dos parejas de hombres fig. ). Su importancia en
[page-n-196]
la escena resulta evidente, pero no lo es tanto su interpretación
y funcionalidad. En cual uier caso, pensamos ue no se trataría
de un simple separador.
ESTIL 6 fig.
): Guarda cierto parecido formal con la
ariante ESTIL fig.
) y en algunas ocasiones se ha interpretado como una posible ánfora trián y Martíne ,
6: 4
Marco,
3
4:
Maestro,
: 6 ). En su parte inferior,
tras una corta línea recta, aparece un círculo. A partir de ahí
surgen dos líneas ue se an engrosando conforme ascienden y
se recogen en un punto, dando lugar a una forma cordiforme. En
el espacio interno que ambas generan aparecen otras dos líneas
de similar aspecto y en el eje central se pinta una línea vertical
y ondulada. Tras este conjunto surgen una serie de líneas combadas y opuestas, a partir de una central de mayor grosor que el
resto. Todas ellas quedan unidas en la parte superior mediante
un trazo horizontal. Se ha contabilizado en tres ocasiones sobre
dos kalathoi, uno procedente de La Guardia lcorisa) fig. )
y el otro del Cabe o de lcalá
aila) fig. 3). Siempre aparece entre dos personajes masculinos y su cronología se centra
entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
ESTIL fig.
y
): Se trata de moti os tremendamente estilizados, lo que lleva a plantearnos si realmente deberíamos clasificarlos como egetales o geom tricos. En este
caso, isto el alto grado de abstracci n de otros moti os fitomorfos y dado ue aparecen en frisos en los ue no se pintan
otros motivos geométricos que no sean las bandas, hemos decidido incluirlos a uí, no sin ciertas reser as. En funci n de su
morfología hemos definido cuatro sub ariantes. Se ha pintado
en cuatro ocasiones sobre un recipiente de gran tamaño con cierre herm tico del Cabe o de lcalá
aila) fig. 36) y un jarro
del Castelillo llo a) IG 4 , fig. ). Su cronología es amplia
ss. III primer cuarto del I a. C.), aun ue diferenciamos dos
momentos: el primero, entre los ss. III-II a. C. (ESTIL 7.4), y el
segundo, entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. (ESTIL
7.1, ESTIL 7.2 y ESTIL 7.3). Las subvariantes pertenecientes a
ese momento final desempe an un papel de relleno en la ornamentaci n, mientras ue la del primero funciona como separador del campo decorativo.
Existen representaciones similares a ESTIL 7.4 en un cuenco hallado en La Carro a mposta), datado a finales del s. II a. C.
García Rubert y Villalbí, 00 , fig. 6. 0). El proyecto De lo
real a lo ima inario Aproximación a la flora durante la Edad
del Hierro al que se viene haciendo alusión en estas líneas lo
ha interpretado como posibles estili aciones orales, donde las
volutas serían los pétalos y el triángulo el cáliz. A pesar de su
parecido formal, la funcionalidad ue desempe a es diferente,
pues en el cuenco ampostano el motivo aparece varias veces
repetido, actuando como protagonista de la metopa en la que se
le pinta, así como del recipiente en general.
ESTIL fig.
): Moti o ue se orienta en hori ontal y
está formado por una línea ondulada, terminada en dos pares de
rayas diagonales, de la que surge una medialuna. A continuación aparecen seriados otros elementos del mismo tipo que el
ltimo se alado, pero ue an reduciendo su tama o. Le sigue
una línea recta y lisa ue, en su parte final, posee un conjunto
de tra os en V ue podrían ser hojas oblongas. inalmente,
cierra el motivo un triángulo invertido. Tal vez se trate de una
estili aci n oral. E iste una nica representaci n sobre un ka-
lathos del Cabe o de lcalá
aila) fig. ), donde desempe a
un papel de relleno. Su cronología abarca el periodo de tiempo
comprendido entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
L
fig.
3): continuaci n presentamos un motio compuesto por hojas y ores, de ahí su denominaci n combinada L R
L . Las hojas pueden ser cordiformes6
o lanceoladas, mientras ue las ores son tubulares o aparecen
en forma de capullo. La diferencia entre ambas, además de la
meramente formal, estriba en el lugar del ue surgen las ores.
demás, la t cnica empleada en su reali aci n tambi n difiere.
En el primero de los casos es mixta, pues se combina la tinta
plana de la hoja con el perfilado de las ores, mientras ue en
la segunda nicamente se utili a la tinta plana. En funci n de la
forma ue adoptan las hojas hemos establecido tres ariantes
con sus correspondientes subvariantes, si bien, la primera y la
ltima coinciden en el tipo de hoja empleada pero difieren en el
modo de representarla una aislada o dos cordiformes conectadas por el ápice).
emos identificado treinta y dos representaciones de este
motivo pintadas sobre recipientes de gran tamaño con cierre
hermético, vasos con resalte y kalathoi. Solamente se han recuperado en El Palao (Alcañiz), Tiro de Cañón (Alcañiz), El
Cabezo de Alcalá (Azaila) y El Castillejo de La Romana (La
Puebla de Híjar), por lo que cuentan con una cronología que
abarca los ss. II-I a. C.
L
fig.
): Integrado por una hoja cordiforme ista frontalmente y un par de ores. En este caso, a diferencia de
lo que observamos en El Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet,
) y en La Serreta lcoi, Pen guila, Cocentaina) uentes,
2006, 2007), poseen un peciolo más desarrollado que surge de
la axila de la hoja (Badal et al., 2010: 97-98). En algunas publicaciones se ha situado el origen del moti o en el foco de
Elche-Archena”, donde tendría gran aceptación y desde donde
se difundiría hacia otras onas como la alenciana, catalana y
el Bajo Aragón (Cabré, 1944: 10-19; Beltrán Lloris, 1976: 273275; Perales et al., 1983-1984: 252; Vilaseca et al., 1949). Si
atendemos exclusivamente al diseño, las que guardan mayor
parecido con las representaciones aragonesas son las de producción catalana. Así las cosas, aunque se comparte la misma
idea, ligada al simbolismo de lo representado, cambia el modo
de representación.
En el Bajo Aragón se ha pintado en veintitrés ocasiones sobre recipientes de gran tamaño con cierre hermético, vasos con
resalte y kalathoi recuperados en Tiro de Cañón (Alcañiz), El
Cabezo de Alcalá (Azaila) y El Castillejo de La Romana (La
Puebla de Híjar), a los que habría que sumar un posible ejemplar sobre un kalathos del Palao (Alcañiz) que está incompleto
fig. ). No obstante, tambi n deberíamos tomar en consideración el ejemplar de HOJA 2.5 de San Antonio (Calaceite), catalogado de forma diferente por su mayor parecido formal con
.3 y
.4 fig.
). e este modo, su cronología
iría del s. III a. C. al primer cuarto del s. I a. C. El que las excavaciones arqueológicas practicadas en estos yacimientos sean
antiguas dificulta la acotaci n cronol gica del moti o y la determinación de si su evolución estilística va pareja a la evolución
6
Recientemente se ha re e ionado sobre la tradicional identificación botánica de este tipo de hoja con la hiedra Hedera elix o
zarzaparrilla milax a pera (Badal et al., 2010: 105-108).
183
[page-n-197]
ESTIL 7.4
ESTIL 8
FLHO 1.1
FLHO 1.2
FLHO 1.3
FLHO 1.4
FLHO 1.5
FLHO 1.6
FLHO 1.7
FLHO 1.8
FLHO 1.9
FLHO 1.10
FLHO 1.11
FLHO 1.12
FLHO 1.13
FLHO 1.14
FLHO 1.15
FLHO 1.16
FLHO 1.17
FLHO 1.19
FLHO 2.1
ig.
184
. Moti os egetales.
FLHO 1.18
FLHO 2.2
[page-n-198]
temporal. En cualquier caso, el primer enclave del Bajo Aragón
en el ue se emple esta ariante fue San ntonio Calaceite)
(s. III a. C.-principios del II a. C.). Su vía de penetración estaría
asociada al río Ebro y a los Llanos de Urgell, por donde lograría
llegar a las tierras del interior aragonés desde la zona catalana.
En ese caso, el modelo que se pinta es muy similar al del Tossal
de les Tenalles (Sidamunt), en cambio, el del Cabezo de Alcalá
(Azaila) tiene rasgos estilísticos propios y es más tardío (s. II a. C.
hasta el primer cuarto del I a. C.).
En cuanto a su ubicación en el soporte, decir que suele aparecer dispuesto en horizontal en el cuerpo del vaso, ocupando
toda la altura del registro en el ue se le pinta, y act a como
protagonista o coprotagonista del mismo. Atendiendo a sus características formales hemos definido diecinue e sub ariantes,
si bien, nicamente nos detendremos en alguna de ellas.
L
. fig.
): E ui ale al tema
de Perales et
al.
3
4:
4, fig. 6), pero a uí consideramos ue
tambi n forman parte del moti o ciertos elementos ue están
conectados directamente. Existen ejemplares similares en: Mas
Castelar Pont s) Pons y Ro ira,
, fig.
) y Pla de les
Tenalles Granyanella) P re Conill,
0: 0
) finales
del s. III a. C. principios del II a. C.) Margalef Torregrosa)
segunda mitad del s. III a. C.) unyent,
, fig. ), con
representaciones un poco diferentes, pues las in orescencias
son dobles y no están directamente conectadas a la hoja, como
también ocurre en el Molí d’Espígol (Tornabous) (ss. III-I a. C.)
Conde,
a, fig. ) Tossal de les Tenalles Sidamunt) segunda mitad del s. III a C.) (Ribes, 2002), que comparte estilismo
con los dos casos anteriores, aun ue las in orescencias pueden
aparecer completamente rellenas de pintura y contornear el limbo, dibujándose zarcillos simples por la parte más externa del
conjunto o bien contando con in orescencias dobles ue no están
directamente conectadas a la hoja, como eíamos en Margalef
Torregrosa), aun ue tambi n hay alg n ejemplar ue sigue la
norma generali ada Missatges T rrega) finales del s. II a. C.
principios del I a. C.) (Badías et al., 00 , fig. ) Tarraco Tarragona) s. II a. C.) el mo,
, fig. 30) Gebut Soses)
s. II a. C.) Ribes, 00 , fig. 3) ontscaldes Valls) ss. III
I a. C.)
. VV., 003:
Lafuente Re uelto,
: 4 3,
fig. 3a) El Vilar Valls) finales del s. III a. C. comien os del
II a. C.) abra, 003: 6 ) La Vispesa Bin far) s. II I a. C.),
aunque el ejemplar está un poco incompleto (Domínguez y Maestro,
4, fig. 6 ) Torrell del Bo erot lmassora) s. II a. C.)
(Clausell et al., 000) y, por ltimo, Tossal de Manises lacant) (s. I a. C.) (Tortosa, 2006, CD 201-208), donde comparte
protagonismo con otro moti o fitomorfo en el friso.
Tambi n hemos rastreado su presencia en yacimientos foráneos al territorio ibérico, tal es el caso de: Puig d’En Canals
S ller) finales del s. III a. C. primera mitad del II a. C.) e
Nicolás y Conde,
3:
30) osso delle Canelle Toscana, Italia) (ss. III-I a. C.) (Bruni y Conde, 1991: 568); Castiglioncello (Castiglioncello, Italia) (ss. II-I a. C.) (Lamboglia,
1954: 117-118); Albintimilium (Ventimiglia, Italia) (s. II a. C.)
Conde,
6:
), Ruscino Ch teau Roussillon, rancia) (ss. II-I a. C.) (Guérin, 1986: 49) y Kuass (Asilah, Marruecos) ltimo tercio del s. II principios del I a. C.) biri, 00 :
0 0 , fig. 66).
Tradicionalmente se ha asignado como centro productor de
este tipo de decoraciones al taller de ontscaldes Valls), apareciendo fundamentalmente sobre el mismo soporte, el kalathos.
Además, el esquema compositivo en todas estas piezas es similar. El campo decorativo del cuerpo del vaso está dividido
en dos frisos. El inferior acoge decoraci n de tipo geom trico,
mientras que en el superior también se pintan motivos vegetales
hojas con ores, roleos orales o herbáceas). demás, suele
haber dos caras (A y B) en las que se repite el mismo diseño.
El caso del Pla de les Tenalles (Granyanella) es un poco diferente, pues el campo decorati o se di ide en tres regitros. Las
hojas con in orescencias aparecen en el superior, junto a otros
moti os geom tricos y, en alguna ocasi n, oomorfos.
A tenor de lo expuesto y argumentado en el tercer capítulo
de este trabajo, cabe barajar la posibilidad de que el modelo y
dise o decorati o de ontscaldes Valls) fuera imitado por otros
centros productores, como hemos visto en El Palao (Alcañiz) y
Tiro de Cañón (Alcañiz). A nuestro juicio, la imitación no consistiría en una simple cuestión estética o de moda, sino que estaría relacionada con el simbolismo de lo representado, así como
con el contenido de los asos y sus diferentes calidades.
L
.
fig.
): e esta sub ariante llama nuestra
atención el extremo de la hoja, pues está recorrido por un conjunto un tanto singular. La parte central tiene forma apuntada y
en medio aparece un ojo, con lo que se podría estar representando la cabeza de un ave. De este modo, las supuestas hojas
lanceoladas que salen a cada uno de sus lados serían realmente sus alas desplegadas y no elementos fitomorfos. Estamos
ante una simple abstracción vegetal o más bien se trata de una
metamorfosis del tipo isto, por ejemplo, en La Serreta lcoi,
Pen guila, Cocentaina) uentes, 006, fig.
L
S . )
L
fig.
3): Moti o complejo cuya base está
compuesta, casi siempre, por dos ores con corolas tubulares
unidas por el cáliz. A partir de ellas se desarrollan dos grandes
roleos orientados de forma opuesta. Entre ellos, y de ellos, surgen estilizaciones vegetales de variado tipo que corresponden a
hojas. Siempre se dispone en horizontal y se realiza con la técnica de la tinta plana. Solamente hemos identificado tres representaciones sobre recipientes de gran tamaño con cierre hermético
procedentes del Cabe o de lcalá
aila) fig.
y 34). Cada
una corresponde a una sub ariante diferente, datadas entre el
s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. Suelen ocupar la casi totalidad de la metopa en la que se les pinta y en ella desempeñan
un papel protagonista.
L
3 fig. 3): Todas las representaciones ue a uí
incluimos tienen en com n el estar formadas por un par de hojas
cordiformes, istas de frente y unidas por sus ápices, ue se disponen en ertical. Sus limbos están rodeados por in orescencias
estilizadas, simuladas con dos pares de líneas paralelas entre las
que se pintan grupos de trazos rectos, en diagonal, orientados
de maneras opuestas. demás, pueden formar parte del moti o
otras representaciones vegetales, más o menos estilizadas, que
surgen de su parte superior y/o lateral. La técnica empleada en
su realización es la mixta, apareciendo siempre las hojas cordiformes rellenas de pintura. Conocemos seis ejemplares de esta
variante sobre recipientes de gran tamaño con cierre hermético
y kalathoi hallados en El Cabezo de Alcalá (Azaila). Cada uno
corresponde a una sub ariante diferente y su cronología abarca
185
[page-n-199]
FLHO 2.3
FLHO 3.1
FLHO 3.4
FLHO 3.5
FLOR 3.1
FLOR 3.2
FLHO 3.6
FLOR 3.3
FLOR 3.4
FLOR 3.7
FLOR 3.8
FLOR 3.9
FLOR 4.1
FLOR 4.4
FLOR 5.1
FLOR 5.2
FLOR 5.3
FLOR 5.5
FLOR 5.6
FLOR 5.7
FLOR 5.8
ig.
186
FLHO 3.2
3. Moti os egetales.
FLHO 3.3
FLOR 1
FLOR 2
FLOR 3.5
FLOR 3.6
FLOR 4.2
FLOR 4.3
FLOR 5.4
FLOR 5.9
FLOR 5.10
[page-n-200]
desde el s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C. Siempre se
pintan en el registro que acoge la decoración principal, en una
metopa en la ue act an como protagonistas o coprotagonistas.
L R fig. 3 4): Representaciones de ores ue pueden aparecer de manera aislada, asociadas a otros elementos o,
incluso, formar una unidad a base de repeticiones. Las hay cruciformes, tubulares, pintadas con ista cenital o longitudinal,
perfiladas o rellenas completamente de pintura, etc. pero en lo
ue todas ellas coinciden es en ue resulta muy fácil reconocerlas y no tanto identificarlas con una especie en concreto.
En funci n de la morfología de la or hemos establecido catorce variantes, con sus respectivas subvariantes. En cualquier
caso, las hemos contabilizado en ciento setenta ocasiones, más o
menos completas, a las que debemos sumar otras tantas incompletas. Los soportes sobre los que se pintan son variados: recipientes de gran tamaño con cierre hermético, vasos con resalte,
tinajillas, kalathoi, jarros, olpai, tapaderas y crateriskoi procedentes de un amplio repertorio de yacimientos: Alto Chacón
(Teruel), San Cristóbal (Mata de los Olmos), San Antonio (Calaceite), Tiro de Cañón (Alcañiz), El Palao (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), El Palomar (Oliete), El Cabezo de Alcalá (Azaila) y Celsa (Velilla de Ebro). Su cronología es amplia, pues los
ejemplares más antiguos se datan en el s. III a. C., mientras que
los más modernos son del s. I a. C.
L R
fig. 3): os ores entrela adas ue se representan con vista longitudinal. La de mayor tamaño se realiza
con una línea cur a y lisa ped nculo) ue, llegado a un determinado punto, se bifurca en otras dos ue terminan en roleo.
Estas dos líneas simulan el cáliz. Del punto en el que termina el
ped nculo surgen dos líneas onduladas, ue identificamos como
posibles estambres. Además, el de la derecha se corona con un
elemento circular relleno de líneas diagonales que se cruzan,
dándole un aspecto reticular. Ese conjunto podría identificarse como una or fecundada con fruto representado. La or de
menores dimensiones arranca de la voluta de la derecha de la
anterior. Se realiza con una línea ligeramente curvada, opuesta a la voluta. Entre ambos elementos surge otra línea ondulada (estambre). La técnica empleada en su realización es la del
perfilado y solamente se ha representado en una ocasi n, sobre
un kalathos del lto Chac n Teruel) fig. ). Se dispone en
ertical y es el nico elemento figurado de la metopa en la ue
aparece, por lo que ejerce un papel protagonista. Se data entre
los ss. II-I a. C.
L R fig. 3): Varias ores entrela adas, de diferente tipo, representadas en sección longitudinal. La central es de
mayores dimensiones que el resto y no se ha conservado completa. Está formada por una línea recta ped nculo) ue aparece
recorrida por otras, más cortas, que se orientan en horizontal.
A continuación aparece un elemento circular relleno de líneas
reticuladas, como el isto en la or anterior. el e terior del
círculo, pero en línea con el ped nculo, surge un tra o ondulado
que se remata con otro elemento circular del mismo tipo que el
anterior, pero de menor tamaño. A cada uno de sus lados se pinta
una corta línea recta. Volviendo al círculo central, de grandes
dimensiones, se aprecia cómo de cada uno de sus lados arrancan
dos líneas curvas, terminadas en volutas, de las que surgen otras
ores. La de la i uierda repite el es uema de la ariante anterior (línea ligeramente curvada, opuesta a la voluta, y entre ellas
un tra o ondulado). La or de la derecha tiene un e tremo de la
corola formado por una oluta y el otro por un tra o recto. Entre
ellos, dos pares de líneas curvas (posibles estambres). Se ha utili ado la t cnica del perfilado en su ejecuci n. Solamente se ha
pintado una vez sobre un kalathos recuperado en Alto Chacón
Teruel) fig. ). Se dispone en ertical, bajo una de las asas, y
es el nico moti o figurado de la metopa, por lo ue desempe a
un papel principal en la decoración. Comparte cronología con la
variante anterior.
L R 3 fig. 3): Variante parecida al tema 4 de Beltrán Lloris
6:
, fig. 4). Se trata de un moti o compuesto
ue, como característica definitoria, presenta un ped nculo del
ue surgen de manera opuesta dos capullos orales, en secci n
longitudinal, con uno de los extremos de la corola acabados en
voluta. Puede aparecer solamente una pareja asociada a otros
elementos decorativos, pero lo habitual es que se representen
varias en horizontal y se sucedan en vertical, independientemente de que la composición la integren también otros elementos.
Precisamente, en base a ello, hemos definido nue e sub ariantes. La técnica pictórica empleada es la de la tinta plana. Hemos constatado su representación en dieciséis ocasiones sobre
recipientes de gran tamaño con cierre hermético, vasos con resalte, kalathoi, olpai y crateriskoi recuperados en El Castelillo
(Alloza) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). Su cronología abarca
desde el s. III a. C. hasta el primer cuarto del I a. C., si bien, podemos diferenciar dos momentos: el primero, entre los ss. III II
a. C. L R 3.6, L R 3. y L R 3. ), y el segundo, entre el
s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. L R 3. , L R 3. ,
L R 3.3, L R 3.4, L R 3. y L R 3. ). Entre las funcionalidades que puede desempeñar está la de ser protagonista
o coprotagonista de la metopa en la que se le pinta, así como la
de delimitar el espacio que acoge la ornamentación principal,
aun ue esta ltima es claramente minoritaria L R 3. ).
L R 4 fig. 3): lores solitarias, de cuatro p talos
crucíferas), representadas como si fueran istas cenitalmente.
Se reali an con la t cnica de la tinta plana y en funci n de sus
características morfol gicas hemos definido cuatro sub ariantes. Los ejemplares incluidos ascienden a un total de sesenta
y nueve, pintados sobre una reducida variabilidad de soportes:
recipientes de gran tamaño con cierre hermético, kalathoi, tapaderas y crateriskoi. Los yacimientos en los que se recuperaron
se limitan a: San Cristóbal (Mata de los Olmos), Tiro de Cañón
(Alcañiz), El Castelillo (Alloza) y El Cabezo de Alcalá (Azaila).
Su cronología abarca desde el s. III a. C. hasta el primer cuarto
del I a. C.
L R 4. : Se corresponde con el moti o 4 de los orales
definidos por Pellicer
6
0, fig. 0) y el tema 0 de Beltrán Lloris
6:
, fig. 3), uien lo considera como deri ado de representaciones estelares. Las metopas o frisos en los ue
aparecen suelen estar ricamente decorados y los protagonistas
pueden ser de tipo fitomorfo, oomorfo o antropomorfo. Suelen
tener pequeñas dimensiones, estar repetidas y aparecer como
motivo de relleno, aunque también debemos tener en cuenta
ue, en ocasiones, sobre todo en las tapaderas, es el nico motivo pintado en el pomo, donde cobra un protagonismo que no
tiene en el resto de situaciones.
L R 4. : Su cronología se ci e al periodo comprendido entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. Siempre se
representa en los pomos de las tapaderas, donde el papel que
desempeña es principal.
187
[page-n-201]
Hemos localizado motivos similares en Labitolosa (La Puebla de Castro). Se pintan arias ores sobre una tinajilla, tanto
en espacios en los ue nicamente aparecen moti os geom tricos y vegetales como en otros donde, además, hay un équido
(Maestro et al., 0 0). En el primer caso se sit a en las asas del
aso y act a como moti o principal de ese espacio, aun ue secundario con respecto a la ornamentación general. En el segundo caso aparece en una de las metopas que acoge la decoración
principal, pero su papel es secundario. La cronología de esta
pieza es del s. I a. C.
L R 4.3: parece en un friso en el ue se pintan arias
escenas protagoni adas por humanos IG 46, fig. 3), por lo
que el papel que desempeña en la ornamentación es secundario.
Se utiliza entre los ss. III-II a. C.
L R 4.4: atada entre el s. II a. C. y el primer cuarto
del I a. C.
L R
fig. 3): lores solitarias de las ue se ofrece
una sección longitudinal. Se caracterizan porque tienen la corola tubular y al menos uno de sus extremos termina en voluta.
En funci n de sus características formales hemos definido die
subvariantes. La técnica pictórica que se emplea en su realizaci n puede ser la tinta plana de L R . a L R .6), la del
perfilado L R .6, L R . , L R . y L R . 0) o
mi ta L R . ). emos contabili ado sesenta y tres representaciones de esta variante sobre: recipientes de gran tamaño
con cierre hermético, vasos con resalte, tinajillas, kalathoi, jarros y crateriskoi. Dichos soportes se hallaron en: Alto Chacón
(Teruel), San Antonio (Calaceite), El Palao (Alcañiz), Tiro de
Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), El Cabezo de Alcalá
(Azaila) y Celsa (Velilla de Ebro), por lo que su cronología
abarca un amplio periodo de tiempo (ss. III-I a. C.).
L R . : Corresponde a la decoraci n egetal .g de Pellicer
6
0, fig. 6) y al tema 0 de Beltrán Lloris
6:
, fig. ). ste comparte con Cabr la idea de ue el modelo
del moti o procede del SE. peninsular, habi ndose simplificado
su representación a base de la supresión de ciertos elementos
y/o estili aci n de otros Cabr , 44: 0, fig. 4B). e nue o,
si atendemos a criterios meramente estilísticos vemos cómo se
comparten las ideas, pero cambian los modos de representación.
sí las cosas, gracias a la re isi n de los moti os fitomorfos
realizada por el proyecto De lo real a lo imaginario. Aproximación a la flora durante la Edad del Hierro, hemos podido ver
cómo las representaciones más parecidas a las aquí tratadas se
encuentran dispersas tanto a ni el geográfico como cronol gico, situándose los ejemplares más antiguos, del s. III a. C., tanto
en la zona catalana como en la alicantina. Los yacimientos en
los que hemos documentado esta subvariante son: Mas Castelar Pont s) y El Vilar Valls) finales del s. III a. C. principios
del II a. C.) ontscaldes Valls) ss. III I a. C.) Castellet de
Banyoles (Tivissa) (segunda mitad del s. III a. C.-principios del
II a. C.) Margalef Torregrossa) segunda mitad del s. III a. C.)
Torrelló del Boverot (Almassora) (primera mitad del s. II a. C.);
Castellar de Pina (Pina) (ss. III-II a. C.); Tossal de Sant Miquel
(Llíria) (primer cuarto del s. II a. C.); Corral de Saus (Moixent)
(s. II a. C.); Cerro Lucena (Enguera) (ss. III-I a. C.); La Serreta
(Alcoi, Penàguila, Cocentaina) (s. III a. C.-primer tercio del s.
II a. C.) Tossal de les Basses lacant) finales del s. III a. C.
principios del II a. C.); Tossal de Manises (Alacant) (s. I a. C.);
188
Cabecico del Tesoro (Verdolay) (s. II a. C.); Gorham’s Cave
Gibraltar) ss. III II a. C.) y Puig d En Canals S ller) finales
del s. III a. C.-primera mitad del II a. C.).
El moti o siempre se dispone en hori ontal y resulta com n
que aparezca varias veces en el mismo soporte, sucediéndose en
ertical y ocupando toda la altura del friso. demás, suele ser el
nico moti o ue se representa en la metopa, aun ue hay alg n
vaso en el que aparece acompañado por otros. En el primero de
esos casos, ejerce la funci n de ser moti o principal de la decoración, mientras que en el segundo depende de la naturaleza
de los otros motivos. De ese modo, si los motivos son de tipo
geom trico o fitomorfo act a como protagonista, pero si son
oomorfos se con ierte en secundario.
L R . : Se dispone en hori ontal y desempe a un papel
principal. Su cronología se ciñe al periodo de tiempo comprendido entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
L R .3: parece dispuesto en hori ontal y se data entre
los ss. III-II a. C. Pudo actuar como protagonista de la metopa en
la ue se le pinta, pero solamente conser amos un pe ue o fragmento del aso al ue pertenecería San ntonio , fig.
).
L R .4: Se dispone en hori ontal y ocupa casi todo el
ancho de la metopa en la que aparece, donde se pintan otras
posibles figuraciones Pal 4, fig. 6). ebi ejercer un papel
principal y se data entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
L R . : Se dispone en hori ontal y en la misma metopa
se suceden arias de ellas en ertical 6. .33 6, fig. 43). En
sta aparece tambi n alg n moti o geom trico. La funci n ue
desempeña es la de ser motivo principal de la decoración y se
data entre finales del s. II a. C. y principios del I a. C.
L R .6: Puede aparecer dispuesto en hori ontal o ertical. Se corresponde con el tema 79 de Beltrán Lloris (1976:
3, fig. ), uien data el comien o de su representaci n, en El
Cabe o de lcalá
aila), entre finales del s. III a. C. y principios del II a. C. En base a los ejemplares que conocemos (Alto
Chac n 3, fig. 4 y aila , fig. ), consideramos más con eniente encuardar su cronología entre los ss. II-I a. C. En cuanto
a su funcionalidad, decir ue puede ser protagonista o coprotagonista del espacio en el que se le pinta.
L R . : Reali ada de una manera es uemática, act a
como coprotagonista de la metopa en la que aparece (Alto Chac n 3, fig. 4 ). Su dataci n se centra en los ss. II I a. C.
L R . : La t cnica empleada en su reali aci n es la
mi ta, pues se utili a la del perfilado para la or y la de la tinta
plana para los elementos que surgen de su corola (peciolo y
hoja lobulada, similar al palmito). Se dispone en vertical y se le
pinta surgiendo del motivo con el que se separan dos metopas
fig. 6 ). Su papel es secundario en la ornamentaci n y su cronología abarca los ss. III-II a. C.
L R . : Se dispone en ertical, con la corola hacia abajo, y surge de la línea ue delimita una metopa fig. ). En sta
desempeña un papel de relleno y su datación va desde el s. II a. C.
hasta el primer cuarto del I a. C.
L R . 0: Mismas características, funci n y cronología
que la subvariante anterior.
L R 6 fig. 4): Se trata de un moti o compuesto. Está
integrado por, al menos, un par de capullos orales representados en sección longitudinal, separados por un triángulo y dispuestos de forma opuesta. Las corolas tienen forma tubular y
uno de sus extremos termina en voluta, mientras que el otro lo
[page-n-202]
hace de forma puntiaguda. Recuerdan, en cierto modo, a la ariante L R 3 fig. 3), si bien, su principal diferencia estriba
en ue en este caso cada or tiene su propio ped nculo o las
corolas son independientes, pues no surgen de un elemento central. Seg n su morfología hemos establecido dos sub ariantes.
La técnica empleada en su realización es la tinta plana y hasta
el momento lo hemos identificado en cuatro ocasiones sobre un
kalathos fig. 6), un crateriskos
43 6
0, fig.
) y un
fragmento informe El Palomar , fig.
) recuperados en El
Palomar (Oliete) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). Su cronología
comprende desde el s. III a. C. hasta el primer cuarto del I a. C.,
si bien, la ariante L R 6. comien a a representarse a partir
del s. II a. C. Por ltimo, se alar ue la funci n ue desempe a
es la de ser protagonista de la decoración.
L R fig. 4): lor solitaria y crucífera, representada
con perspectiva cenital. En su interior tiene un aspa que podría
simular los estambres o nervios de los pétalos. Se realiza mediante la t cnica del perfilado. Solamente se ha documentado
en una ocasi n, sobre un fragmento hallado en el lto Chac n
Teruel) lto Chac n , fig.
). pesar de su anecd tica
presencia entre los materiales estudiados, se trata de uno de los
moti os fitomorfos ue aparece con mayor frecuencia sobre
cerámica ib rica. E isten ejemplares en gran n mero de yacimientos, como: Hoya de Santa Ana (Chinchilla de Montearagón) (Sánchez Jiménez, 1943; Sanz Gamo, 1997); El Tolmo
(Minateda) (Abad y Sanz Gamo, 1995); Pozo de la Nieve de
Torreuchea (Hellín) (Sanz Gamo, 1997); El Cabecico del Tesoro
Verdolay) Tortosa, 006) L lc dia El ) Ramos ol u s,
1990; Tortosa, 2004a); La Serreta (Alcoi, penàguila, Cocentaina) uentes, 006, 00 ) Corral de Saus Moi ent) I uierdo,
1996) y Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet, 1995). También
se ha constatado su uso en otros yacimientos, en los que al moti o base se le a aden otros elementos olutas y/o ped nculo),
como ocurre en el caso de Tossal de la Cala (Benidorm) (Belda,
3 Bayo, 0 0, fig. 4 . ) o el ya citado de L lc dia El ).
Su cronología, por tanto, comprende desde el s. III a. C. al primer cuarto del I a. C., si bien, el grueso de las representaciones
se centra entre los ss. II I a. C. Son pocas las ores de este tipo
ue aparecen en decoraciones e clusi amente fitomorfas, siendo más com n su presencia junto a ciertos moti os oomorfos,
fundamentalmente a es, y antropomorfos. Su papel, por tanto,
es secundario, pues act a como moti o de relleno.
L R
fig. 4): lor solitaria con nue e p talos indiiduali ados monocotiled nea), representada como si fuera
vista cenitalmente. En el centro de ésta se realiza un punto, que
simula el ovario (Badal et al., 2010: 109). La técnica pictórica
empleada en su reali aci n es la del perfilado. Solamente hemos documentado una representación de este tipo sobre el pomo
de una tapadera del Cabezo de Alcalá (Azaila) (Azaila-18,
fig. 0 ). Tiene pe ue as dimensiones y aparece junto a otros
moti os fitomorfos. Uno de ellos es una gran or ue ocupa el
centro del pomo, por lo que consideramos que la aquí descrita
desempeñaría un papel secundario. Su datación comprende desde el s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C.
L R
fig. 4): lor solitaria, con ocho p talos definidos (dicotiledóneas), representada con vista cenital y con los
nervios de la corola indicados. Se realiza con la técnica del perfilado y en funci n de la forma de simular sus p talos hemos
diferenciado dos sub ariantes. Solamente contamos con dos
ejemplares pintados sobre el pomo de una tapadera fig. ) y
un fragmento informe del Cabe o de lcalá
aila) 3 036,
fig. 43). Su cronología coincide con la de la ariante anterior
(s. II a. C.-primer cuarto del I a. C.). En el ejemplar que se conser a entero act a como moti o principal de la ornamentaci n.
L R . : Este tipo de or no es muy frecuente en las
cerámicas ibéricas decoradas, si bien, hemos documentado
ejemplares similares en: El Tolmo (Minateda) (Sanz Gamo,
, fig. 6. 4 ) y La Serreta lcoi, Pen guila, Cocentaina)
uentes, 006, 00 ). ellos habría ue sumar otro recuperado en Santa Catalina del Monte (Verdolay) (Pericot, 1979,
fig. 3 Tortosa, 006, Lám. ), ue guarda gran parecido formal con los anteriores pero que, además, tiene indicado en el
centro el órgano reproductor. La representación de este tipo de
ores comprende los ss. III I a. C.
L R . : Como hemos dicho en el caso de la L R
fig. 4), este modelo de or aparece muy representado en las
pinturas ib ricas sobre cerámica, si bien, aun ue formalmente
son muy parecidas, la diferencia entre ellas estriba en el n mero
de pétalos individualizados. Así pues, de los cuatro vistos en
el ejemplo al que hemos hecho alusión, existen otros que van
desde los seis a los diecisiete. De nuevo, suelen servir de relleno de espacios acíos y estar asociadas a moti os oomorfos,
mayoritariamente a es, y antropomorfos, aun ue tambi n hay
algunos casos ue aparecen entre decoraciones fitomorfas o,
incluso, son los nicos moti os representados en una metopa,
por lo que tienen un papel protagonista. De ellas se ha llegado a decir que podrían ser el símbolo de la Gran Diosa Madre
(Kukahn, 1962: 83). El conjunto de yacimientos en los que se ha
documentado es amplio: T tugi Galera) Pereira et al., 2004:
43 44, fig. .3 y ), La Piedra de Pe arrubia Elche de la
Sierra) Lillo,
, Lám. I y II), L lc dia El ) Ramos olqués, 1990; Tortosa, 2004a), Tossal de Manises (Alacant) (Pericot,
), Tossal de la Cala Benidorm) Belda,
3, fig.
), La Serreta lcoi, Pen guila, Cocentaina) uentes, 006,
2007), El Monastil (Elda) (Tortosa, 2006), Corral de Saus (Moixent) (Izquierdo, 2000), La Coroneta (Rotglà i Corberà) (Pérez
Ballester, 2006: 148), Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet,
) y La Morranda Ballestar) lors y Marcos,
: 300).
El elenco de yacimientos es variado, como también lo es el tipo
de soportes sobre los que aparece, si bien, predomina en Tossal
de Sant Miquel (Llíria). Su cronología de uso es amplia, datándose el ejemplar más antiguo, locali ado en T tugi Galera),
entre la segunda mitad del s. IV a.C. y la primera del III a. C.,
y los ejemplares más modernos en el s. I a. C. No obstante, el
grueso de las representaciones se centra entre el s. II a. C. y
comienzos del I a. C.
L R 0 fig. 4): lor solitaria, de seis p talos, pintada
con vista cenital. La técnica empleada en su ejecución es la tinta plana. Solamente conocemos una representación sobre una
tapadera del Cabe o de lcalá
aila)
43 6
6, fig. ),
concretamente sobre su pomo. En ese espacio es el nico motivo representado, por lo que su papel es protagonista. Su datación va desde el s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C.
L R
fig. 4): lor solitaria, con dos p talos detallados y dispuestos de forma opuesta. Entre ellos sale un corto
tra o, terminado de forma apuntada posible pistilo). cierta
distancia, dos pares de líneas en “V” tal vez simulan los estambres. Se ofrece una ista longitudinal de la or. La t cnica
189
[page-n-203]
FLOR 6.1
FLOR 11
FRUT 1.1
FRUT 2.7
FRUT 1.2
FRUT 2.8
FLOR 6.2
FRUT 2.1
FRUT 2.9
FLOR 7
FLOR 8
FLOR 9.1
FLOR 9.2
FLOR 10
FLOR 12
FLOR 13.1
FLOR 13.2
FLOR 14.1
FLOR 14.2
FRUT 2.3
FRUT 2.4
FRUT 2.5
FRUT 2.6
FRUT 3.1
FRUT 3.2
FRUT 3.3
FRUT 4
FRUT 5
FRUT 2.2
HERB 1.1
HERB 1.2
HERB 1.3
HERB 1.4
HERB 2.1
HERB 2.2
HERB 3.1
HERB 3.2
HERB 4
HERB 5.1
HERB 5.2
HERB 6
HERB 7
HERB 8
HERB 9.1
HERB 9.2
HERB 9.3
HERB 10.1
HERB 10.2
HERB 10.3
ig.
190
HERB 11.1
4. Moti os egetales.
HERB 11.2
HERB 12
[page-n-204]
empleada en su reali aci n es la tinta plana. E iste una nica
representación sobre un kalathos del Cabezo de Alcalá (Azaila)
fig. 4). Se sit a, en diagonal, junto a una de las asas del recipiente. Aparece en una metopa en la que se pintan otros motivos
de tipo geométrico y vegetal. Su reducido tamaño, así como su
ubicación desplazada, indican que se trata de un motivo de relleno. Su cronología se centra en el periodo comprendido entre
el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
L R
fig. 4): Capullo oral, en solitario, del ue se
ofrece una ista longitudinal. La corola es tubular, está perfilada
por una línea lisa y termina en uno de sus extremos en voluta.
De ésta surge una línea integrada por cortos trazos rectos en vertical. El motivo se dispone en horizontal y la técnica pictórica
empleada para su realización es la de la tinta plana. Es similar
a la decoraci n egetal .c de Pellicer
6
0, fig. 6). Lo
hemos identificado en seis ocasiones, una sobre un crateriskos
del Castelillo llo a) IG 46, fig. 3) y las otras seriadas en
vertical en la misma metopa de un kalathos del Cabezo de Alcalá
aila) fig. 4). Su funcionalidad aría, pues en el primero
de los casos aparece en una zona próxima al límite superior del
friso, rellenando el espacio acío entre los personajes humanos y animales que protagonizan las escenas. En cambio, en la
segunda situaci n es el nico moti o representado, aun ue en
varias ocasiones, y además ocupa todo el ancho de la metopa,
por lo que desempeña un papel principal en la ornamentación.
Se utiliza durante el periodo de tiempo comprendido entre el
s. III a. C. y el primer cuarto del I a. C.
L R 3 fig. 4): Caracteri ada por tener una corola
de tipo tubular, aunque no tan alargada como las vistas en la
ariante L R fig. 3). e la parte superior de sta salen
pequeñas y cortas líneas rectas (estambres). Se proporciona una
ista longitudinal de la or y se reali a mediante la t cnica de
la tinta plana. Su representación es escasa, pues solamente la
hemos atestiguado en dos ocasiones sobre un fragmento de San
ntonio Calaceite) fig. 46) y una tapadera del Cabe o de
lcalá
aila)
aila , fig.
). El periodo temporal ue
abarca es amplio, pues la primera representación se data entre
el s. III y comienzos del II a. C. y la segunda entre el s. II a. C.
y el primer cuarto del I a. C. La funcionalidad ue desempe an
ambas ariantes tambi n difiere, pues mientras L R 3. act a como moti o de relleno, la L R 3. es protagonista del
espacio en el que se le pinta.
Los paralelos que podemos establecer son pocos. Existe un
ejemplar de Los Villares Caudete de las uentes) donde aparecen arias ores formando parte de una liana y se datan en el
primer cuarto del s. II a. C. Mata,
: 0 y 4 , fig. 4. ).
Tambi n podemos aludir a cierto n mero de ores ue aparecen
repetidas sobre un friso en La Escuera San ulgencio), aunque en ese caso los extremos de las corolas terminan en volutas
Nordstr m, 6 , fig. 33). La dataci n de ste ltimo es anterior, concretamente del s. III a. C., por lo que podría tratarse del
modelo original que más tarde se expande. Recientemente se ha
publicado un fragmento de L lc dia El )7 en el que se aprecia
un ejemplar ue guarda gran parecido con el ltimo descrito y
conocemos otro procedente del mismo yacimiento muy similar
a L R 3. Ramos ol u s,
0, fig. 43), ambos datados
entre los ss. II-I a. C.
Consultar CMP0
en www. orayfaunaiberica.org/ ora.
L R 4 fig. 4): lor de aspecto campaniforme, orientada hacia abajo. Tiene alguna oluta en la parte inferior de
la corola y ésta es más estrecha que la boca. Se representa en
sección longitudinal y se realiza con la técnica de la tinta plana L R 4. ) o la del perfilado L R 4. ). E isten pocos
ejemplares en la zona estudiada, concretamente dos. Se pintan
sobre un fragmento recuperado en San ntonio Calaceite)
San ntonio 6, fig.
) y un kalathos del Castelillo (Alloza)
IG 3, fig. 64), por lo ue se datan entre los ss. III II a. C. La
funci n ue desempe a en la ornamentaci n, al menos en el
caso mejor conservado, es secundaria.
RUT fig.
4): Bajo esta denominaci n agrupamos
a uellas representaciones ue por su aspecto formal pueden
ser asimiladas a frutos. Por lo general tienen aspecto redondeado, aun ue tambi n los hay o oides y de una forma angulosa.
Aunque algunos de ellos aparecen asociados a hojas, éstas no
ayudan a su identificaci n botánica Badal et al., 2010, 126).
En cualquier caso, su variedad no es muy amplia, pues solamente hemos definido cinco ariantes con sus correspondientes subvariantes. Se ha pintado en, al menos, cincuenta y cinco
ocasiones sobre: recipientes de mediano y gran tamaño con
cierre hermético, kalathoi, jarros, platos, tapaderas, crateriskoi y thymiateria. Los yacimientos en los que se recuperaron
son: Alto Chacón (Teruel), San Cristóbal (Mata de los Olmos),
La Guardia (Alcorisa), El Palao (Alcañiz), Tiro de Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), El Palomar (Oliete), El Cabezo
de lcalá
aila) y La Corona uentes de Ebro). Su dataci n
cronológica es amplia, pues abarca el periodo comprendido
entre los ss. III-I a. C.
RUT : ruto de aspecto redondeado, del ue se ofrece
una sección longitudinal, cuyo interior se rellena con un reticulado. La sub ariante RUT . podría clasificarse tambi n
como L R si atendemos a los paralelismos e istentes en El
Torrell
nda) Gusi,
4, fig. 3. ). Si bien, dada su similitud
con RUT . , identificada en el mismo yacimiento, lto Chac n Teruel), hemos preferido incluirla a uí.
Esta variante está escasamente representada, pues solamente conocemos tres ejemplares pintados sobre un kalathos
fig. ) y un fragmento lto Chac n , fig.
). La t cnica
empleada en su reali aci n es la del perfilado RUT . ) o la
mi ta RUT . ) y en los ejemplares conser ados más enteros
se pinta ante un ave, verdadera protagonista de la metopa, por lo
que su papel es secundario.
RUT : rutos de aspecto redondeado ue aparecen en
solitario y se representan como si fueran istos de frente. tendiendo a su aspecto formal hemos establecido nue e sub ariantes que no están muy representadas, pues solamente las hemos
contabilizado en catorce ocasiones. Los soportes sobre los que
aparecen son variados: recipientes de gran tamaño con cierre
hermético, kalathoi, jarros y tapaderas, aunque predominan
claramente los segundos. Los yacimientos en los que se recuperaron quedan limitados a: La Guardia (Alcorisa), San Cristóbal (Mata de los Olmos), El Castelillo (Alloza) y El Cabezo de
Alcalá (Azaila). La técnica empleada en su realización puede
ser la de la tinta plana RUT . , RUT .3 y RUT . ) o la
mi ta RUT . , RUT .4, RUT . , RUT .6, RUT .
y RUT . ). Su dataci n se centra en el periodo comprendido
entre el s. III a. C. y el primer cuarto del I a. C., si bien, podemos diferenciar dos momentos. El primero comprendería los
191
[page-n-205]
ss. III II a. C. de RUT . , RUT . , RUT .3 y RUT . )
y el segundo desde el s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C.
de RUT .4 a RUT . ). Respecto a su funcionalidad, siempre act a como moti o de relleno en la decoraci n principal.
Además, algunas subvariantes aparecen vinculadas a determinados moti os oomorfos RUT . y RUT . a los lobos)
o fitomorfos RUT .4 a L
3. y L
3.6, fig. 3, o a
R LEVEG . y R LEVEG .6, fig.
).
Por ltimo, se alar ue Beltrán Lloris interpret la sub ariante RUT .4, correspondiente al tema 0 a Beltrán Lloris,
6:
, fig. 3), como un moti o estelar, mientras ue para
Maestro la RUT .6 sería la caetra del jinete que le precede (Maestro, 2010: 225-227). A nuestro juicio, la cercanía del
hombro y codo del personaje masculino desaconsejan dicha interpretación (taparía casi completamente la extremidad), pues
se considera que la disposición del brazo de éste estaría más
en sintonía con la sujeción de una posible lanza (representada
mediante una línea diagonal a la altura de la parte inferior del
cuello del caballo)
aila 43, fig. ).
RUT 3: rutos de aspecto redondeado u o oide, representados de frente, ue se suceden en ertical y tienen hojas
asociadas. En funci n de su morfología hemos establecido tres
subvariantes, realizándose todas ellas con la técnica de la tinta
plana. Se trata de la variante que está más presente en el conjunto analizado, pues se ha contabilizado en treinta ocasiones.
Los soportes en los que aparece son: recipientes de gran tamaño con cierre hermético, kalathoi, platos, tapaderas, crateriskoi
y thymiateria recuperados en: La Guardia (Alcorisa), El Palao
(Alcañiz), El Castelillo (Alloza), Tiro de Cañón (Alcañiz), El
Palomar (Oliete), El Cabezo de Alcalá (Azaila) y La Corona
uentes de Ebro). Su cronología, por tanto, es amplia, pues
abarca el periodo comprendido entre los ss. III-I a. C.
RUT 3. : ace algunos a os fue identificado por Beltrán
Martíne
a: 3 ) como un tronco con frutos. Se corresponde con la decoración “vegetal diversa” 3 de Pellicer (1969-1970,
fig. ), el tema de Perales et al.
3
4: 4 , fig. ) y el
6a de Beltrán Lloris
6:
, fig. 3). Los ejemplares sobre
los que se representa están datados entre el s. III a. C. y el primer
cuarto del I a. C., por lo que su cronología es más amplia de lo
que se venía apuntando hasta el momento.
Se dispone tanto en horizontal como en vertical. En el primero de los casos, si es el nico moti o fitomorfo en el friso
act a como protagonista del mismo, aun ue su papel al considerar el total de la decoración puede pasar a ser secundario. Por
otra parte, si son varios los motivos vegetales pintados comparte
protagonismo con ellos. En el caso de que se disponga en vertical, circunstancia más ocasional, ocupa el ancho de la metopa
en la que aparece y desempeña un papel principal.
RUT 3. : Se corresponde con la decoraci n egetal diersa de Pellicer
6
0, fig. ). Puede aparecer dispuesto en ertical u hori ontal. Si es el nico moti o representado
en el friso o metopa, act a como moti o principal, aun ue su
protagonismo también se aprecia en los casos en los que aparecen más motivos pintados en la metopa, siempre y cuando sean
de tipo geométrico. Su datación se encuentra en sintonía con la
general apuntada para la variante.
RUT 3.3: Coincide con la decoraci n egetal di ersa
de Pellicer
6
0, fig. ) y el tema 4 de Beltrán Lloris
6: 0, fig. 4), uien lo sit a en la fase final del yacimiento
192
del Cabezo de Alcalá (Azaila). Se dispone siempre en vertical y
ocupa todo el ancho de las estrechas metopas en las que aparece,
por lo que ejerce un papel principal en éstas.
RUT 4: Se corresponde con el tema
de Perales et al.
3
4: 4 , fig. ) y el 6b de Beltrán Lloris
6:
,
fig. 3), uienes acertadamente lo consideran una es uemati aci n del moti o ue a uí denominamos RUT 3. . Su parecido
a ni el formal resulta e idente, si bien, su principal diferencia
estriba en ue a uí los posibles frutos ad uieren un aspecto anguloso. Están unidos por el peciolo y entre ellos se pintan dos
o tres pares de líneas horizontales que podrían corresponder a
hojas oblongas y opuestas. La técnica pictórica empleada en
su reali aci n es la tinta plana. Solamente hemos identificado
su representación en seis ocasiones sobre recipientes con cierre hermético de mediano y gran tamaño, platos, crateriskoi
y thymiateria hallados en La Guardia (Alcorisa), El Palomar
liete), El Cabe o de lcalá
aila) y La Corona uentes
de Ebro). Puede aparecer dispuesto tanto en horizontal como
en ertical. Si se trata del nico moti o representado en el friso
o metopa, act a como principal, pero si son arios los moti os
fitomorfos pintados comparte protagonismo con ellos. Respecto a la cronología, cabe apuntar que los ejemplares más antiguos proceden de La Guardia (Alcorisa) y se datan entre los
ss. III-II a. C., mientras que el resto son más recientes, utilizándose durante el s. I a. C.
RUT : ruto de aspecto o oide, relleno completamente de pintura, en cuyo e tremo inferior aparecen perfiladas dos
hojas oblongas y opuestas. Se ofrece ista frontal del moti o
y la técnica empleada en su realización es la mixta. Solamente
tenemos constancia de la existencia de un ejemplar sobre un kalathos del Palao lca i ) Pal 4, fig. 6). parece en la parte
inferior de una metopa de la ue no se conser a casi nada, por lo
ue es difícil apuntar mayores precisiones al respecto.
Existe una representación que guarda cierto parecido con
la a uí descrita y ue procede de L lc dia El ) Ramos olu s,
0, Lám. . , fig. 6 .3 Tortosa, 004a: 6, n
,
fig. 4 y 4). Se interpreta como una representaci n oral en la
ue se detallan tres p talos, pues es el tipo más com n en ese
yacimiento. Su aspecto difiere le emente del a uí presentado,
pues los p talos contorneados, ue se sit an en los e tremos,
están más cerrados y próximos al central, que se rellena de pintura y adquiere un aspecto más redondeado. Se data entre los
ss. II-I a. C., cronología que coincide con la que planteamos
para la variante descrita.
ERB fig. 4
): Generalmente se trata de representaciones completas de diferentes herbáceas, aun ue tambi n
las hay parciales. Tienen en com n ue en cada una siempre
aparece el mismo tipo de hoja y que éstas salen de un tallo liso,
realizado mayoritariamente mediante una línea más o menos
recta. En funci n de su morfología hemos indi iduali ado uince variantes, con sus correspondientes subvariantes, y la técnica
pictórica empleada en su realización es la tinta plana.
Se trata de un moti o ue resulta bastante frecuente entre los
pintados en las decoraciones complejas del Bajo Aragón, pues
lo hemos contabilizado en ciento cuarenta ocasiones. El tipo de
soportes sobre los que aparece es variado: recipientes de mediano y gran tamaño con cierre hermético, kalathoi, jarros, platos,
tapaderas, copas, crateriskoi y thymiateria. Los yacimientos de
los que proceden son: Alto Chacón (Teruel), La Guardia (Al-
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corisa), San Antonio (Calaceite), El Palao (Alcañiz), Tiro de
Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), El Palomar (Oliete), El
Cabezo de Alcalá (Azaila), Celsa (Velilla de Ebro), La Corona
uentes de Ebro), Pi uete de la talaya
uara), Cabe o de
las Minas (Botorrita) y Durón de Belmonte (Belmonte de Gracián). Por tanto, está presente en un amplio marco territorial y
también cronológico, pues se da entre los ss. III-I a. C.
ERB fig. 4): Cuenta con un tallo formado por una
línea recta, de la que surgen hojas oblongas o aciculadas, realizadas mediante cortas rayas lisas que se curvan en su extremo. Éstas pueden aparecer a un lado o a los dos. La visión que
se ofrece del moti o es longitudinal. Resulta bastante com n
entre el conjunto anali ado, pues lo hemos identificado en setenta y siete ocasiones sobre todos los soportes indicados al
describir el tipo, salvo las copas, y yacimientos, excepto en
Alto Chacón (Teruel). Su cronología, por tanto, coincide con la
apuntada anteriormente.
*HERB 1.1: Se corresponde con la decoración “vegetal diersa 6 de Pellicer
6
0, fig. ), el tema
de Beltrán
Lloris
6, fig. 3) y el 40 de Perales et al. (1983-1984: 251,
fig. ). Puede aparecer orientado en ertical, hori ontal o diagonal, aun ue esta ltima opci n resulta poco frecuente. Generalmente aparece en solitario y act a como moti o principal
de la decoración. En el caso de que esté acompañado de otros
moti os, funciona como coprotagonista si son de tipo egetal,
pero si son figurados sir e para recrear el entorno natural en el
que sucede la acción. Su cronología de uso es amplia, iniciándose en el s. III a. C. y llegando hasta la primera mitad del s. I a. C.
(Beltrán Lloris, 1976: 275; Perales et al., 1983-1984: 251).
Ampliando el espectro de mira a toda la decoración pintada sobre cerámica ibérica, observamos cómo resulta muy
abundante su representaci n. El n mero de yacimientos en los
que lo hemos documentado es amplio, así como su dispersión
geográfica: El marejo Bonete) Broncano,
: 6, fig. 4 ,
Lám. LXXX); Cerro del río Turrilla (Lorca) (Lillo, 1997: 68,
fig. 3 ) El Cigarralejo Mula) Cuadrado,
3 Tortosa,
006) L lc dia El ) Ramos ol u s,
0) Tossal de Manises (Alacant) (Pericot, 1979); El Puntal (Salinas) (Hernández
y Sala,
6, fig. 4 ) La Serreta lcoi, Pen guila, Cocentaina)
uentes, 006, 00 ) El Rabat Rafelcofer) Bonet e I uierdo, 00 , fig. . ) Tossal de Sant Mi uel Llíria) Bonet,
)
y Tossal de les Tenalles (Sidamunt) (Pellicer, 1966). No obstante, si tomamos en consideraci n el n mero de eces ue se
ha pintado, vemos que no es muy elevado. Los ejemplares más
antiguos son del s. IV a. C. y corresponden al Puntal (Salinas) y
El Cigarralejo (Mula), mientras que el grueso de representaciones está datado entre los ss. III-II a. C. Solamente unos pocos
penetran en la siguiente centuria, tal es el caso de L lc dia
(Elx) y Tossal de Manises (Alacant).
Entre las funciones ue puede desempe ar e iste una ariada casuística: moti o principal uentes, 00 : 6 y ), moti o
secundario, elemento de relleno, separador espacial y evocador
del paisaje natural que rodea las escenas representadas (Pérez
Ballester,
: 3 P re Ballester y Mata,
). Por ltimo,
señalar que en ocasiones la herbácea cuelga del pico de un ave,
esquema usual y repetitivo en El Cabezo de Alcalá (Azaila),
Tossal de Manises lacant) y L lc dia El ), pudiendo tratarse de una gramínea o una rama de olivo (Badal et al., 2010,
129). Por otra parte, en Cerro del río Turrilla (Lorca) aparece
sobre el pecho de un individuo masculino que se encuentra entre dos caballos, interpretado como posible e pote Hippon.
De ser eso cierto, la presencia de este motivo, destacado en su
vestimenta, adquiriría un valor simbólico.
*HERB 1.2: Puede aparecer orientado en vertical o en horiontal y su principal funci n es la de delimitar: metopas o escenas, si aparece en ertical o frisos, si se dispone en hori ontal.
Su cronología coincide con la apuntada para la variante.
En el ámbito ibérico solamente se ha documentado un ejemplar que guarda cierto parecido con esta subvariante. Aparece
sobre un recipiente, carente de contexto, del Campillo (Calasparra) y su cronología se sit a entre los ss. V IV a. C. Lillo,
0). Presenta ligeras diferencias a ni el formal, pues
sus hojas no son tan regulares, tienen mayor tamaño y aparecen
ligeramente cur adas hacia bajo. En ese caso su funcionalidad
es la de recrear, junto a otras herbáceas, el entorno natural en el
que trascurre lo representado.
ERB .3: Se orienta en ertical y aparece en un friso ricamente decorado con motivos geométricos, vegetales y animales.
Se sit a entre dos a es, saliendo del límite inferior del friso, por
lo ue sir e para recrear el entorno natural fig. 36). Su dataci n
abarca desde el s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C.
*HERB 1.4: Se dispone en diagonal, en la zona próxima
al límite superior del friso, por lo ue parece ue su papel es
secundario, de relleno fig. 36). Posee la misma cronología ue
la subvariante anterior.
ERB fig. 4): Las herbáceas ue a uí incluimos tienen en com n el ue los tra os ue simulan sus hojas están más
desarrollados o, lo que es lo mismo, son más largos y tienen un
aspecto más próximo a las hojas aciculadas que a las oblongas. Se ofrece de ellas una isi n longitudinal y en funci n de
su morfología hemos diferenciado dos sub ariantes. asta el
momento conocemos seis representaciones pintadas sobre recipientes herméticos de gran tamaño y kalathoi. Los yacimientos en los que se recuperaron son: Tiro de Cañón (Alcañiz), El
Cabe o de lcalá
aila) y La Corona uentes de Ebro). Se
utilizan entre los ss. II-I a. C.
*HERB 2.1: Se corresponde con la decoración “vegetal
di ersa
de Pellicer
6
0, fig. ), el tema 4 de Beltrán Lloris
6, fig. 3) y el 4 de Perales et al. (1983-1984,
, fig. ). Siempre se dispone en ertical y ocupa toda la
metopa en la ue se le representa, por lo ue act a como motivo principal.
*HERB 2.2: Se dispone junto a la línea vertical que delimita
las metopas, por lo ue sir e para refor ar el límite del espacio
a decorar.
ERB 3 fig. 4): partir de un eje central, formado por
una línea recta, salen hojas alargadas y oblongas, dispuestas de
manera alterna. stas carecen de la uniformidad y regularidad
ue se eía en las ariantes anteriores. La ista ue se ofrece del
motivo es longitudinal y está escasamente representado, pues
solamente lo hemos identificado en tres ocasiones. Los soportes
en los ue se pinta son un plato San ntonio , fig. 3), una
copa fig.
) y un fragmento informe
43 6 3 3, fig. 40)
recuperados en Alto Chacón (Teruel), San Antonio (Calaceite) y
El Cabezo de Alcalá (Azaila). La variante más antigua es HERB
3.2 y se data en el s. III y comienzos del II a. C., mientras que
193
[page-n-207]
la HERB 3.1 abarca los ss. II-I a. C. El papel que ejerce en la
decoración es siempre principal y puede aparecer dispuesto en
horizontal (HERB 3.2) o en vertical (HERB 3.1).
ERB 4 fig. 4): Moti o egetal formado por una línea
recta y ancha de la que surgen, a cierta distancia y de manera
opuesta, trazos curvos. En la tercera de la izquierda, empezando
por abajo, el tra o presenta una bifurcaci n, por lo ue realmente da origen a dos. La ista ue de l se ofrece es longitudinal y
se dispone en vertical.
un ue a ni el formal se aprecia el parecido ue e iste con
el resto de las herbáceas, se ha interpretado como un árbol dentro del proyecto De lo real a lo imaginario. Aproximación a la
flora durante la Edad del Hierro, por lo que la línea recta central
sería el tronco y las curvas las ramas. En cualquier caso, dadas
sus características estilísticas y su escaso tamaño, consideramos
más conveniente incluirlo dentro de este grupo.
Se ha documentado en una ocasión, sobre un kalathos hallado en El Pi uete de la talaya
uara) fig. ). parece en
una metopa ricamente decorada con motivos vegetales y animales. Se sit a delante de un cier o, al ue no supera en tama o.
Su presencia se utiliza para recrear el ambiente natural, al aire
libre, en el que discurre la escena. Se data entre el s. II a. C. y
principios del I a. C.
ERB fig. 4): El moti o está constituido por un eje
central, formado por una línea recta y lisa, de la ue salen a
uno o a ambos lados otras diagonales (HERB 5.2 y HERB 5.1
respectivamente), en la misma dirección, que terminan en un
tra o ertical. Se ofrece una ista longitudinal del moti o y
se orienta en vertical. Únicamente conocemos dos representaciones de esta variante sobre el mismo kalathos del Castelillo llo a) fig. 6 ), datado entre los ss. III II a. C. Entre los
papeles que puede desempeñar dentro de la decoración está el de
ser motivo principal (HERB 5.1) o servir para separar metopas
(HERB 5.2).
ERB 6 fig. 4): Posible herbácea compuesta por un tallo vertical del que surgen líneas diagonales, de manera alterna,
que presentan pequeños trazos lisos y alternos con los que se
simulan las hojas. Se ofrece una ista longitudinal del moti o y
solamente existe un ejemplar pintado sobre un recipiente cilíndrico del Palao lca i ) Pal 0, fig. 3 ). Se orienta en ertical y ocupa toda la metopa en la ue aparece, por lo ue act a
como motivo principal. Está datado entre el 150 y el 50 a. C.
(Moret et al., 2012: 208-209).
ERB
fig. 4): ormada por una línea ertical, ue
act a de tallo, de la ue nacen otras rayas diagonales, de forma
alterna, que terminan en círculo, por lo que podría tratarse de
frutos. Se ofrece una ista longitudinal del moti o y hasta el momento se tiene noticia de una nica representaci n sobre un aso
cilíndrico locali ado en El Palao lca i ) Pal 0, fig. 3 ).
parece, en ertical, en una metopa y ocupa toda su superficie,
por lo ue act a como moti o principal de sta. Se le atribuye
una cronología que abarca el periodo de tiempo comprendido
entre el 150 y el 50 a. C. (Moret et al., 2012: 208-209).
ERB
fig. 4): En este caso, de una línea ertical y
recta salen, a ambos lados y de manera alterna, volutas que
simulan hojas cur adas hacia abajo. La ista ue se ofrece del
moti o es longitudinal y solamente lo hemos identificado en
una ocasi n sobre un fragmento del Cabe o de lcalá
aila)
43 6 4 6, fig. 3 ). Se dispone en ertical, ocupa todo el
194
ancho de la metopa en la ue se le pinta y funciona como motivo principal. Su cronología va del s. II a. C. al primer cuarto
del I a. C.
Existen paralelos de este motivo en distintos yacimientos
del ámbito ibérico: Tossal de Manises (Alacant) (Pericot, 1979,
fig. 0 y ) El Tossal de Sant Mi uel Llíria) Bonet,
, fig.
4y
) ontscaldes Valls) Lafuente Re uelto,
: 4 3,
fig. 3a) Tur de la Ro ira Barcelona) Colominas, 4
46,
fig. ) e incluso fuera de l, resultado de las e portaciones,
como ocurre en Puig d’En Canals (Sóller) (De Nicolás y Conde, 1993: 129-130). También se han documentado ejemplares
similares a este motivo, pero con las volutas más hacia abajo:
L lc dia El ) Ramos ol u s,
0:
, fig. 0) y El Tossal
de Sant Mi uel Llíria) Bonet,
, fig.
). En cual uier
caso, el n mero de representaciones no es muy abundante y el
grueso de ellas se centra entre los ss. III-II a. C., aunque también
hay algunas más recientes, del s. I a. C., como las de Tossal de
Manises lacant) y L lc dia El ). Las funciones ue puede desempe ar son ariadas. Por una parte, act a como moti o
principal del espacio en el que se le representa. Por otra, recrea
la naturaleza en la que se produce lo narrado. Su ubicación, saliendo del límite inferior de la banda, contribuye a dar realismo
a este motivo vegetal que surge del suelo.
ERB fig. 4): erbáceas con tallo rectilíneo del ue
surgen pares de hojas opuestas. Se ofrece una ista longitudinal del motivo, que se dispone casi siempre en vertical. Hasta
el momento, hemos documentado dieciocho representaciones
de esta variante pintadas sobre recipientes de gran tamaño con
cierre hermético, kalathoi, tapaderas y crateriskoi, aunque predominan los primeros señalados. Los yacimientos en los que se
recuperaron quedan restringidos a: Tiro de Cañón (Alcañiz), El
Cabe o de lcalá
aila), La Corona uentes de Ebro) y Piquete de la Atalaya (Azuara). Su cronología de uso abarca desde
el s. II a. C. hasta la primera mitad del I a. C.
En base a su morfología, hemos establecido tres sub ariantes diferentes.
*HERB 9.1: Se corresponde con el tema 94 de Beltrán Lloris
6:
, fig. 3) y el 3 de Perales et al. (1983-1984: 250,
fig. ). En ambas publicaciones se le considera como un motio de naturale a egetal pero de identificaci n indeterminada.
parece ocupando todo el ancho de la metopa o friso en el ue
se le pinta y funciona como moti o principal. Suele estar orientado en vertical, pero existen algunos ejemplares en horizontal
sobre unas pocas tapaderas.
ERB . : Se dispone en ertical y act a como moti o
principal de la metopa en la ue aparece fig. ).
*HERB 9.3: Se coloca, en vertical, al inicio de una metopa
junto a arios moti os animales. Parece surgir del suelo y act a
como motivo secundario, ayudando a recrear el espacio al aire
libre en el ue acaecen los hechos fig. ).
Resulta poco frecuente en el resto de ámbito ib rico, donde
nicamente se ha documentado un ejemplar paraleli able y tomado siempre con ciertas reservas. Se trata de la herbácea que
aparece junto a un personaje femenino personificaci n de una
divinidad) de La Cueva de la Nariz (La Umbría de Salchite)
(Lillo, 1982). El espacio en el que se pinta, próximo al límite
inferior de la banda decorati a, sugiere ue surge de la tierra,
[page-n-208]
por lo que contribuiría a indicar el espacio abierto y natural en
el que sucede lo narrado. Su datación coincide con la de la subvariante anterior.
ERB 0 fig. 4): El moti o guarda cierto parecido con
ERB
fig. 4). El tallo es rectilíneo y de l salen, a uno
o ambos lados, hojas oblongas o aciculadas. Aunque presentan cierto grado de abstracción, son más realistas que las de la
variante anterior. La herbácea se dispone siempre en vertical
y se ofrece de ella una ista longitudinal. Conocemos catorce
representaciones de esta variante, que corresponden a tres subariantes diferentes, definidas en funci n de sus diferentes características formales. Los soportes sobre los ue aparece son:
recipientes herméticos de mediano tamaño, kalathoi, tapaderas
y thymiateria. Solamente se han recuperado en dos yacimientos,
Tiro de Cañón (Alcañiz) y El Cabezo de Alcalá (Azaila), si bien,
el grueso de los materiales estudiados procede de este ltimo.
Su cronología va del s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C.
*HERB 10.1: Se dispone tanto en horizontal como en vertical, dependiendo del tipo de soportes en los que aparece. De este
modo, es frecuente encontrarlo con el primer tipo de orientaci n
entre las tapaderas y los thymiateria, aunque también lo hemos
documentado en alg n recipiente con cierre herm tico. En cualuier caso, siempre act a como moti o principal del espacio
ue ocupa, bien sea una metopa o un friso.
En el ámbito ibérico, solamente se hemos encontrado un
ejemplar asimilable a esta sub ariante. Procede de L lc dia
El ) y se data entre los ss. II I a. C. Su funcionalidad no disiente de la anteriormente apuntada.
ERB 0. : Se pinta siempre en ertical y act a como motivo principal de la metopa en la que aparece.
*HERB 10.3: Se realiza en una metopa junto a un motivo
egetal ue se repite L R . , fig. 6 y 3). Se sit a al lado
del delimitador vertical del espacio y debió servir como relleno
del espacio decorado.
ERB
fig. 4): erbácea ue cuenta con un tallo rectilíneo, formado por una línea ertical lisa. e l salen pares
de hojas oblongas que se disponen de manera opuesta. Intercalándose con stas aparece otro elemento, ue aría seg n la
sub ariante de la ue se trate arcillos en ERB . e in orescencias en ERB . ). Se dispone en hori ontal y se ofrece
de ella una vista longitudinal. Solamente tenemos noticia de su
representaci n en dos ocasiones, una sobre un fragmento de La
Guardia lcorisa) LG SN3, fig. 30) y la otra sobre una tapadera del Cabe o de lcalá
aila)
3
364, fig. 03).
Su cronología es amplia, pues abarca desde el s. III a. C. hasta
el primer cuarto del I a. C., pero la subvariante HERB 11.1 se da
entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. mientras que la
HERB 11.2 lo hace entre los ss. III-II a. C. En cualquier caso, el
papel que desempeña es principal en la ornamentación.
ERB
fig. 4): ormada por una línea lisa, más o
menos recta, de la que salen en uno de sus lados otras curvas que
simulan hojas. No queda claro si todos esos elementos surgirían
de una línea recta, a modo de tallo, donde se seriarían o si, por
el contrario, cada uno de ellos constituiría un motivo propio.
Se dispone en horizontal y se pinta sobre un kalathos de Tiro
de Ca n lca i ) fig. 6 ). La ista ue se ofrece del moti o
es longitudinal y no ueda muy clara su funcionalidad, pues la
metopa en la que aparece está incompleta. El ejemplar está datado entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
ERB 3 fig.
): Moti o formado por una línea cur a y
lisa de la ue salen hojas con los diferentes l bulos marcados y
peciolo liso. Solamente nacen al lado derecho del tallo. La sección representada es longitudinal y el motivo se dispone en vertical. Se ha representado una nica e en un kalathos del Castelillo llo a) fig. 6 ), datado en los ss. III II a. C. Se orienta
en diagonal y parece ue act a como moti o de relleno en una
metopa ricamente decorada con motivos vegetales y animales.
ERB 4 fig.
): erbácea ue cuenta con un tallo
recto del que surgen, a ambos lados, hojas lanceoladas más o
menos estili adas. La ista ue se ofrece de ellas es longitudinal
y puede aparecer orientada en vertical, horizontal o diagonal.
tendiendo a sus características formales hemos identificado
cinco subvariantes. Conocemos hasta el momento once representaciones de esta variante, pintadas sobre kalathoi, tapaderas
y crateriskoi recuperados en San Antonio (Calaceite) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). El periodo cronológico que abarca es amplio, desde el s. III a. C. hasta el primer cuarto del I a. C., aunque
podemos diferenciar dos momentos: el primero, datado entre el
s. III y principios del II a. C. (HERB 14.1), y el segundo entre el
s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. (de HERB 14.2 a HERB
4. ). En cuanto a la funci n ue desempe a en la decoraci n,
puede actuar como motivo principal de la misma (HERB 14.1)
o ser accesorio y servir de relleno (HERB 14.2 y HERB 14.3).
En algunos casos nos ha sido imposible determinar su funcionalidad porque es poco lo que se conserva de la ornamentación.
Solamente hemos documentado paralelos para la subvariante HERB 14.1 en Labitolosa (La Puebla de Castro), pintado
en dos ocasiones sobre la misma tinajilla del s. I a. C. (Maestro
et al., 2010). En ella aparece en las dos caras del vaso, concretamente en cada una de las metopas principales. Se sit a entre
las piernas de un cuadr pedo, por lo ue su papel es secundario y contribuye a recrear el ambiente natural de la escena. De
este modo, aun ue formalmente guarda mayor parecido con la
sub ariante más antigua, funcionalmente se relaciona con las
más modernas.
ERB
fig.
): erbácea compuesta por un triángulo con la base de forma con e a, de cuyos laterales salen,
de manera alterna, hojas que parecen oblongas. Algunas de las
del lado i uierdo, además, están perfiladas completa o parcialmente por una línea de puntos. Se ofrece una ista longitudinal
del motivo y solamente la hemos documentado en una ocasión,
sobre un crateriskos hallado en El Cabezo de Alcalá (Azaila)
fig.
) y datado entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
Se orienta en ertical y en el friso en el ue se pinta aparecen
abundantes moti os fitomorfos y oomorfos. El ue a uí se describe está delante de un ave, pero tiene menor tamaño que ésta.
Su presencia contribuye a recrear el entorno natural en el que
sucede la escena.
fig.
6): Se trata de uno de los moti os más
abundantes pintados sobre vasos que acogen decoración tanto
egetal como figurada. Lo hemos contabili ado en, al menos,
ochenta y siete ocasiones y hemos podido definir once ariantes, en funci n de la morfología ue presenta la hoja, con sus
correspondientes sub ariantes. El n mero de hojas pintadas ue
conforman cada moti o aría, pues las hay aisladas y ue aparecen en grupo, independientemente de que puedan pertenecer
a tipos diferentes. No obstante, todas ellas coinciden en ue la
técnica empleada para su representación es la tinta plana.
195
[page-n-209]
HERB 13
HERB 14.1
HOJA 1.1
HOJA 1.2
HERB 14.2
HOJA 2.2
HOJA 2.3
HOJA 3.1
HOJA 5.1
HOJA 5.2
HOJA 6.5
HOJA 6.6
HOJA 9.2
HERB 14.4
HOJA 2.1
HOJA 2.5
HOJA 8.5
HERB 14.3
HOJA 5.3
HOJA 7.1
HOJA 8.6
HOJA 3.2
HOJA 5.4
HOJA 6.1
HERB 15
HOJA 2.4
HOJA 3.3
HOJA 3.4
HOJA 4
HOJA 6.2
HOJA 6.3
HOJA 6.4
HOJA 7.2
HOJA 8.1
HOJA 8.2
HOJA 8.3
HOJA 8.4
HOJA 8.7
HOJA 8.8
HOJA 8.9
HOJA 8.10
HOJA 9.1
HOJA 9.3
HOJA 9.4
ig.
196
HERB 14.5
. Moti os egetales.
HOJA 9.5
HOJA 9.6
[page-n-210]
Los tipos de soporte sobre los que se representa son variados: piezas de mediano y gran tamaño con cierre hermético, vasos con resalte, tinajillas, kalathoi, tapaderas y crateriskoi recuperados en diversidad de yacimientos: Alto Chacón (Teruel), La
Guardia (Alcorisa), Els Castellans (Cretas), San Antonio (Calaceite), El Castelillo (Alloza) y El Cabezo de Alcalá (Azaila).
Su cronología de uso es amplia, pues abarca el tramo de tiempo
comprendido entre los ss. III-I a. C.
fig.
): Variante ue integra representaciones
de hojas solitarias, cordiformes, con dos l bulos se alados y
terminados de forma más o menos picuda. El ápice es apuntado,
pero no aparece muy destacado. De la base de la hoja salen una
o más líneas que simulan el peciolo, característica que junto a su
aspecto formal nos sir e para diferenciar dos sub ariantes. La
ista ue se ofrece de las hojas es frontal y en total hemos contabilizado siete representaciones sobre una tinajilla del Cabezo
de lcalá
aila) y un fragmento de La Guardia lcorisa). Su
cronología no difiere de la general apuntada en la descripci n
de moti o, si bien, su final puede delimitarse en el primer cuarto
del s. I a. C.
. : Se dispone en hori ontal y es el nico moti o
representado en cada una de las metopas en las que se divide el
espacio decorado, por lo ue act a como moti o principal. Se
data entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
*HOJA 1.2: Se corresponde con la decoración “vegetal diersa 3.c de Pellicer
6
0, fig. ) y el tema 3b de
Beltrán Lloris
6: 0, fig. 4), uien se ala ue forma parte
de las decoraciones de las tapaderas y que normalmente se pinta
entre triángulos TRISVEG . , fig. 6 ). Esa circunstancia se
da en época más tardía, pues la cronología de esta subvariante
se centra en los ss. III-II a. C. y la de las piezas que acogen el
motivo compuesto está entre el s. II a. C. y el primer cuarto del
I a. C. Por otra parte, los ejemplares que conocemos se disponen
en diagonal, penden de la banda superior ue delimita el friso y
ejercen un papel protagonista.
fig.
): ojas cordiformes de cuya base salen,
al menos, una o dos líneas lisas, simulando la primera el peciolo
y las segundas los arcillos. Se representan como si fueran istas de frente. Seg n su aspecto formal hemos establecido cinco
sub ariantes diferentes. Las hemos contabili ado en cinco ocasiones sobre recipientes con cierre hermético de mediano tamaño, tinajillas y crateriskoi recuperados en Alto Chacón (Teruel),
San Antonio (Calaceite) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). La datación que proponemos abarca los ss. III-I a. C.
. : parece en la parte central de friso, enmarcado
por otros motivos geométricos. Se dispone en vertical y ejerce
la funci n de ser el moti o principal de la decoraci n lto
Chac n , fig. 4 ).
Entre las cerámicas pintadas ibéricas resulta un motivo
bastante frecuente. Se ha documentado en Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet, 1995), donde aparece muy representado,
y en La Serreta lcoi, Pen guila, Cocentaina) uentes, 006,
2007), datados entre el s. III a. C. y el primer tercio del II a. C.
Su funcionalidad difiere con la ue se da en rag n, pues suele
representarse en escenas protagonizadas por humanos, ejerciendo un papel meramente secundario, de relleno. En otras ocasiones contribuye a ambientar las escenas en el entorno natural
en el ue suceden, pero marcando la diferencia temporal en la
que se producen respecto a otras escenas presentes en el mismo
aso Bonet,
: 3 , fig. 6 P re Ballester y Mata,
:
3 ). Tambi n conocemos ejemplares de hojas cordiformes con
un par de zarcillos abiertos que se suceden en vertical (Bonet,
, fig. .
y 43.04 0 uentes, 006, Lám. VIII N In .
6 ), y act an como coprotagonistas de la metopa en la ue se
les pinta junto a otros motivos geométricos, entre los que destacan los esteliformes.
En El Castellet de Bernabé (Llíria) aparece una hoja de este
tipo en una escena con oomorfos, lo incompleto de la misma impide determinar el papel que desempeña (Guérin, 2003,
fig. 3 ). Se data entre el ltimo cuarto del s. III a. C. y el primero del II a. C.
uncionalidad más parecida a la del caso aragon s es la
identificada en una tinaja de Coll del Moro Gandesa), donde
en una metopa existe una hoja representada, en solitario, en la
que ejerce de motivo principal y se data en la segunda mitad del
s. III a. C. Rafel,
3, fig. ). En esta línea se encuentran también dos ejemplares de Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet,
, fig. y 6) y otro del Puntal dels Llops locau) Bonet
y Mata, 00 , fig. 3. 0 ), pero en esos casos son arias las
hojas que se suceden, incluso entrelazan, y su cronología es un
poco más tardía, del primer cuarto del s. II a. C. También podríamos considerar como perteneciente a este grupo un ejemplar de
Masies de Sant Miquel (Banyeres del Penedès) (Adserias et al.,
00 00 , fig. ), datado entre finales del s. III a. C. y comienzos del II a. C., donde las hojas se disponen en horizontal y están
conectadas por una línea recta.
En La Torre del Mal Paso (Castellnovo), con una cronología
ue abarca desde el s. III a. C. hasta el I a. C. letcher,
4,
fig. ), e isten ejemplares con largo peciolo ue se suceden en
un friso hori ontal, del ue son protagonistas.
En Arse (Sagunto) las hemos documentado protagonizando
un friso en el ue se orientan de forma alterna y en el ue tambi n se pinta alg n ue otro esteliforme ranegui,
:
6, fig. 4). Su cronología es del primer cuarto del s. II a. C.
. : parece en un friso en el ue se combinan moti os geom tricos, fitomorfos y oomorfos. Se dispone en ertical y sir e recrear un espacio al aire libre fig.
). Se data
entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
Podemos encontrar paralelos de esta subvariante en Tossal
de Sant Miquel (Llíria), donde aparecen en horizontal, sobre un
mismo recipiente, varias hojas que se suceden en vertical. En
el caso de ue la temática del aso sea fitomorfa, estos motios desempe an un papel principal Bonet,
, fig. 30. 303,
0.30 y
.0 0), mientras ue si es figurada, act an como
separadores erticales de las escenas Bonet,
: , fig.
Pérez Ballester y Mata, 1998: 235). Todos estos ejemplares se
datan en el primer cuarto del s. II a. C. También cabe hacer alusión a un ejemplar pintado sobre un kalathos del Tossal de les
Tenalles Sidamunt), donde la hoja surge de la base del friso y
aparece junto a otros motivos de naturaleza geométrica.
*HOJA 2.3: Se dispone en horizontal y aparece en una
metopa en la ue es el nico moti o representado, por lo ue
act a como protagonista San ntonio 4, fig. 4 ). Su cronología
abarca los ss. III-II a. C.
*HOJA 2.4: Mismas características que la subvariante anterior en cuanto a disposici n, funcionalidad y cronología.
197
[page-n-211]
*HOJA 2.5: Mismas consideraciones que en el caso anterior. Salvadas las distancias, guarda cierto parecido con algunas
de las representaciones del Tossal de les Tenalles (Sidamunt).
3 fig.
): ojas cordiformes representadas como
si fueran istas de frente, de cuya base sale una línea recta ue
puede lle ar hojas oblongas o posibles in orescencias. tendiendo a su aspecto formal hemos indi iduali ado cuatro sub ariantes, pero son pocos los ejemplares pintados, concretamente
cinco. Los soportes sobre los que aparecen son: recipientes de
gran tamaño con cierre hermético, kalathoi y crateriskoi procedentes del Castelillo llo a) IG 46, fig. 3) y El Cabe o de
lcalá
aila) fig. 3
43 6
6 , fig. 0 y 43 6 4 3,
fig. 36). Su dataci n es amplia, pues abarca desde el s. III a. C.
hasta el primer cuarto del I a. C., aun ue podemos diferenciar
un momento inicial, que comprende los ss. III-II a. C. (HOJA
3. ), y otro final, entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
(de HOJA 3.2 a HOJA 3.4). En cualquier caso, siempre se utiliza
como motivo de relleno.
4 fig.
): Moti o integrado por dos hojas cordiformes, con sus l bulos un poco apuntados, ue surgen de un
elemento que no se ha conservado al completo, por lo que no
se puede identificar con certe a. Se representan frontalmente y
se suceden en vertical, insertándose en la base de la primera
hoja el ápice de la siguiente. Solamente conocemos un ejemplar
de esta subvariante sobre un recipiente de grandes dimensiones
con cierre hermético hallado en El Cabezo de Alcalá (Azaila)
fig. 3 ). parece en una metopa ricamente ornamentada con
moti os geom tricos y oomorfos conser ados. Se dispone en
ertical y sir e como elemento de separaci n a dos a es afrontadas, por lo que su papel es secundario. Su cronología va del s.
II a. C. al primer cuarto del I a. C.
fig.
): ojas de tipo lanceolado, representadas
con vista longitudinal y de manera opuesta. Tienen el peciolo
detallado, aun ue puede presentar distintas formas recta, triangular, “V” invertida, etc.). No están muy representadas, pues
solamente las hemos contabilizado en diez ocasiones. Se pintan
sobre recipientes con cierre hermético de gran tamaño, así como
kalathoi procedentes de La Guardia (Alcorisa) y El Cabezo de
Alcalá (Azaila). Su cronología comprende desde el s. II a. C.
hasta el primer cuarto del I a. C. Puede aparecer dispuesto tanto
en horizontal, como en vertical o diagonal, si bien, el papel que
desempeña en la decoración siempre es accesorio, de relleno.
La subvariante HOJA 5.1 corresponde al motivo 15 de las
a es identificadas por Pellicer
6
0, fig. 6), uien considera que se trata de una abstracción animal. El parecido resulta
sugerente, si bien, por paralelismo con otras representaciones
incluidas en esta variante, así como por su presencia en motivos
fitomorfos más complejos, hemos considerado más con eniente
interpretarlo como una representación vegetal.
Por ltimo, se alar el parecido e istente entre la sub ariante
. y el moti o ESTIL . fig.
).
6 fig.
): Representaciones compuestas por dos
hojas lanceoladas, colocadas de forma opuesta, ue no tienen el
peciolo destacado. Se ofrece una ista longitudinal de ellas y en
base a su aspecto formal, así como a si aparecen en solitario o
seriadas, hemos establecido seis subvariantes. Hasta el momento hemos identificado once representaciones sobre recipientes
de gran tamaño con cierre hermético y kalathoi hallados en El
Cabezo de Alcalá (Azaila). Su cronología se ciñe al periodo de
198
tiempo comprendido entre el s. II a. C. y el primer cuarto del
I a. C. Entre sus funcionalidades se encuentra la de ser moti o
principal de una metopa (de HOJA 6.2 a HOJA 6.6) o actuar
como relleno en la decoración (HOJA 6.1).
fig.
): Moti o formado por pares de hojas,
lanceoladas y alargadas, ue se disponen de forma opuesta. Se
les representa como si fueran istas longitudinalmente y están
escasamente representadas, pues solamente hemos identificado
seis ejemplares. Los soportes sobre los que se pintan son recipientes con resalte, kalathoi y crateriskoi procedentes del Cabezo de Alcalá (Azaila). El periodo cronológico que abarcan es
desde el s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C. Siempre se
disponen en ertical y act an de relleno. demás, la sub ariante
. suele estar asociada al moti o L R . fig. 3),
mientras ue la
. lo está a L
fig.
).
fig.
): Moti os más o menos complejos ue
tienen en com n el contar, al menos, con un par de hojas lanceoladas, representadas de una forma más o menos realista, y un
peciolo liso, reali ado mediante una línea recta. Se ofrece una
ista longitudinal de las hojas y en funci n de la morfología del
conjunto, así como de los elementos que se le asocian, hemos
definido die sub ariantes. Suelen aparecen en recipientes de
gran tamaño que poseen cierre hermético, aunque de manera
testimonial también existen kalathoi y crateriskoi. Todos ellos
se han recuperado en El Cabezo de Alcalá (Azaila) y se datan
entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. Con respecto
al papel que juegan estos motivos en la decoración, hemos documentado su uso como: protagonista (HOJA 8.7, HOJA 8.8 y
HOJA 8.9), coprotagonista (HOJA 8.5 y HOJA 8.6), motivo de
relleno (HOJA 8.1), delimitador espacial junto a otros motivos
ME I L 3. y ME I L 3. , fig. 4 ) ue se ubican al comienzo de lo representado (HOJA 8.2) o también como enmarcador del moti o principal
.3 y
.4). Por ltimo,
señalar que la subvariante HOJA 8.8 coincide con el tema 138
de Beltrán Lloris
6: 0, fig. 4) y
. con el tema
Beltrán Lloris,
6, fig. 4).
fig.
): Moti o cuya principal característica
es ue está formado por dos grupos de hojas lanceoladas, más
o menos estili adas, ue se orientan de forma opuesta, dando
lugar a un moti o compuesto y sim trico. Se ofrece una ista
longitudinal de lo representado y guarda parecido con ESTIL 4
fig.
). asta el momento hemos documentado seis ejemplares pertenecientes a sub ariantes diferentes. Podemos identificar
.4,
. y
.6 con el tema 3 de
Beltrán Lloris
6:
, fig. 4), uien lo interpreta como un
arboriforme, aun ue nosotros consideramos ue está más pr imo a las herbáceas. Los soportes sobre los que se le pinta son
los recipientes herméticos de gran tamaño y, en mayor medida,
los kalathoi. Todos ellos se recuperaron en El Cabezo de Alcalá
(Azaila) y tienen una cronología que abarca desde el s. II a. C.
hasta el primer cuarto del I a. C. Los ejemplares de esta variante
aparecen orientados en ertical u hori ontal y entre las funciones que pueden ejercer dentro de la decoración están: la de ser
motivo principal (HOJA 9.4, HOJA 9.5 y HOJA 9.6), cuando es
el nico representado en la metopa ser ir de relleno en frisos
ricamente ornamentados (HOJA 9.1 y HOJA 9.2) y, además,
contribuir a establecer una separación entre motivos principales
.3), por lo ue el sentido de su utili aci n difiere del
isto en el caso de ESTIL 4 fig.
).
[page-n-212]
0 fig. 6): El moti o se caracteri a por contar
con hojas que en su parte superior presentan cortos trazos rectos (posibles segmentos), por lo que podría tratarse de hojas de
palmáceas. Se ofrece una ista longitudinal de las mismas y en
funci n de sus características morfol gicas hemos establecido
seis sub ariantes, ue corresponden al n mero de ejemplares
identificados. Solamente se ha pintado sobre recipientes de gran
tamaño con cierre hermético y kalathoi recuperados en El Cabezo de Alcalá (Azaila) (s. II a. C.-primer cuarto del I a. C.), aunque hay un ejemplar de Els Castellans (Cretas) (ss. III-II a. C.).
Mayoritariamente act a como moti o de relleno en la decoración principal y contribuye a recrear el espacio natural en el que
sucede lo representado. No obstante, es muy probable que la
sub ariante
0.6 funcione como moti o principal, aunue la pie a está muy incompleta 3 44, fig. 6).
fig. 6): ojas con peciolos se alados ue
con ergen hacia un mismo punto y se disponen de tal forma
ue generan una cru . En funci n de la morfología de las hojas
hemos establecido tres sub ariantes, de las ue se ofrece una
ista frontal. Son pocos los ejemplares contabili ados, en concreto tres, y el tipo de soportes sobre los que se representa
se limita a kalathoi y tapaderas. Los yacimientos en los que
se recuperaron son El Castelillo (Alloza) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). Se utilizan durante un amplio periodo de tiempo
(s. III a. C.-primer cuarto del I a. C.) y ejerce un papel protagonista en la decoración.
*HOJA 11.1: Su cronología abarca desde el s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C. y guarda cierto parecido con un
ejemplar de Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet, 1995: 253,
fig. 4), dispuesto en el pomo de una tapadera y datado en el
primer cuarto del s. II a. C.
. : Corresponde al moti o
de los orales definidos por Pellicer
6
0, fig. 0) y al tema 0 de Bel
trán Lloris
6:
, fig. 3), uien lo considera una ariante de un motivo estrellado. Coincide en cronología con la subvariante anterior.
.3: un ue está clasificada como
, tambi n
podría tratarse de ores con tres p talos indicados. Su dataci n
es algo anterior a los casos vistos, pues abarca los ss. III-II a. C.
P LM fig. 6): Con esta denominaci n agrupamos representaciones ue tienen en com n el poseer como eje ertebrador
una línea vertical lisa (estípite), de la que salen hojas alargadas y
ligeramente curvadas hacia abajo, con los segmentos detallados
reali ados con cortos tra os rectos). Se ofrece una isi n longitudinal del motivo y siempre se orienta en vertical. La técnica
empleada en su reali aci n es la tinta plana y se ha identificado como posible palmera (Phoenix) (Mata et al., 2007). En
realidad se trata de una herbácea, pero dado que hemos podido
reconocer la especie a la que corresponde, consideramos más
conveniente individualizarla como un motivo propio. En base
a sus características morfol gicas hemos diferenciado nue e
subvariantes. Todas ellas comparten el tipo de soporte en el que
aparecen, el kalathos. El yacimiento en el que hemos identificado die de las once representaciones con ue contamos es
El Cabezo de Alcalá (Azaila), hallándose la otra en El Palao
(Alcañiz). Estos ejemplares están datados entre el s. II a. C. y el
primer cuarto del I a. C.
La alusi n a las palmeras en las fuentes clásicas es escasa. E iste alguna referencia proporcionada por Teofrasto en su
Hi toria de la lanta (I, 4, 3 y V, 3, 6), donde alude a la necesidad de agua que tiene este vegetal, adaptándose casi a cualquier medio, siempre y cuando, con sus raíces, logre alcanzar
un punto de agua. Así mismo, indica la escasa dureza de su madera, lo que la hace idónea para trabajar pero, al mismo tiempo,
poco resistente.
Su representaci n iconográfica resulta com n en el riente
mediterráneo, si bien, en el ámbito peninsular es poco frecuente. Pintada sobre cerámica ibérica aparece, al menos, en quince ocasiones, de las que diez proceden del Cabezo de Alcalá
aila). El resto se han locali ado en L lc dia El )8 y Zama
(Hellín), a las que habría que sumar otras tres posibles halladas
sobre una tinajilla del Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet,
: 3, fig. 4.
Mata et al., 00 :
, fig. . ). Como hemos visto en un reciente estudio, realizado dentro del proyecto
e lo real a lo ima inario Aproximación a la flora durante la
Edad del Hierro (Mata et al., 2007: 107-111), distinguimos claramente la existencia de dos tipos de representaciones. Por una
parte estarían a uellas más inculadas con lo real, pues ofrecen
una recreación natural de la palmera, detallando cada uno de sus
elementos tallo, hojas, brácteas y frutos), como se puede er en
el caso de ama ellín) bad y San Gamo,
, fig. . 3).
Por otra parte, se encuentran las imágenes más esquematizadas
de la misma, fruto de un proceso de abstracci n, asimilaci n y
reproducción libre del modelo aprehendido (Badal et al., 2010:
55-56). Los mejores ejemplos de este segundo grupo estarían en
L lc dia El ) Ramos ol u s,
0, fig. ) y El Cabe o de
lcalá
aila) Cabr , 44, fig. 63).
*PALM 1.1: Las hojas surgen desde la base del tallo, por lo
que se trata de una palmera joven que todavía no ha perdido las
primeras hojas que salen y que se caen al envejecer la herbácea,
dando lugar al falso tronco. Coronando el tallo aparece un elemento ovoide que está precedido por una línea curva a la derecha. Podríamos interpretar el conjunto como una bráctea que se
ha abierto al salir el meristemo apical. Si tenemos en cuenta la
decoración general del vaso, observamos que en ella adquiere
un papel principal fig. 6).
*PALM 1.2: Se corresponde con el tema 119 de Beltrán Lloris
6:
, fig. 4). La base del moti o está constituida por
un objeto ue semeja una peana. parece en una metopa anueada por un grupo de a es ue se suceden en ertical fig. ).
Esa asociación ha llevado a distintos autores a interpretarlo
como una representación del Árbol de la Vida (Cabré, 1944: 70;
García y Bellido, 1963: 660; Blázquez, 1998-1999: 114; Uroz
Rodríguez, 2006), si bien, gracias a la reciente revisión que hemos hecho del motivo dentro del proyecto De lo real a lo imainario Aproximación a la flora durante la Edad del Hierro,
hemos podido er c mo su identificaci n está más pr ima a las
palmáceas (Mata et al., 2007; Badal et al., 2010: 45-55). El papel que ejerce en la decoración, en esta ocasión, es secundario.
8
Aunque se ha apuntado como posible una representación que existe sobre un fragmento de L lcudia El ) Ramos ol u s,
0,
Lám. 48.3; Mata et al., 2007), consideramos que al no tener los
segmentos indicados no debe incluirse aquí y, además, guarda parecido con otro tipo de herbáceas ya vistas.
199
[page-n-213]
HOJA 10.1
HOJA 10.2
HOJA 11.2
HOJA 10.3
HOJA 10.4
HOJA 10.5
HOJA 10.6
HOJA 11.1
PALM 1.2
PALM 1.3
PALM 1.4
HOJA 11.3
PALM 1.1
PALM 1.5
PALM 1.7
PETAL 1
ROLEVEG 1
PALM 1.9
PALM 1.6
ROLEVEG 2
ROLEVEG 4.2
ROLEVEG 3
ROLEVEG 4.3
ROLEVEG 4.1
ROLEVEG 4.4
ig.
200
PALM 1.8
ROLEVEG 5.1
6. Moti os egetales.
ROLEVEG 5.2
ROLEVEG 6.1
[page-n-214]
*PALM 1.3: Coincide con la decoración “vegetal diversa” 8
de Pellicer
6
0, fig. ) y el tema 6 de Beltrán Lloris
6:
, fig. 4). ct a como moti o principal de la metopa
en la ue se le pinta fig. ).
*PALM 1.4: Representación parcial de una palmera que se
sit a al comien o de una metopa con decoraci n figurada y no
ocupa toda su altura fig. 6). El papel ue tiene es secundario,
pues contribuye a refor ar el límite espacial de la metopa así
como a recrear el lugar abierto en el que se desarrolla lo narrado.
*PALM 1.5: Se pinta en una metopa ricamente decorada con
moti os de todo tipo fig. 3). parece delante de un cier o,
siendo el tamaño de éste mayor que el de la herbácea, por lo que
podríamos estar ante un ejemplar joven, de poca altura, o ante
un intento de representar distintos planos, como ocurre en Zama
(Hellín) (Mata et al., 2007: 110). En cualquier caso, su disposici n pr ima al límite inferior del registro indica ue surgiría
del suelo y su papel es secundario, pues se utiliza para recrear
el entorno natural.
P LM .6: Tambi n se sit a ante un cier o al ue aparentemente no supera en tama o 40
VI 430b, fig. ). Su función parece secundaria, sirviendo para recrear el espacio abierto
en el que sucede lo representado, si bien, lo incompleto del vaso
impide realizar más apreciaciones al respecto.
P LM . : Está incompleta y se ha locali ado en un fragmen
to Pal , fig. 3 ), por lo ue no podemos decir más sobre ella.
*PALM 1.8: Ejemplar joven que corresponde al tema 126 de
Beltrán Lloris
6, fig. 4). Es el nico moti o ue se pinta en
la metopa en la ue aparece, por lo ue act a como protagonista
de la misma fig. 6).
*PALM 1.9: Incluimos esta subvariante como posible palmera, no sin ciertas reticencias. La herbácea cuenta con el característico tallo rectilíneo, a partir del cual salen, de manera
alterna, líneas incurvadas hacia abajo con pequeños trazos rectos a ambos lados. La duda recae en si lo representado son hojas con segmentos, como las vistas en el caso anterior, o si por
el contrario son ramas recorridas por hojas oblongas. Por otra
parte, parece que está asociada, aunque no queda claro, a una
hoja cordiforme con in orescencia saliendo de su base
43
6 4 3, fig. 36), lo ue recuerda, sal ando las diferencias, a
lo visto en PALM 1.2.
PET L
fig. 6): Representaci n parcial de una or,
concretamente del p talo. ste tiene forma o oidea, se reali a
con la técnica de la tinta plana y se orienta en vertical. Hemos
identificado seis ejemplares pintados sobre el mismo kalathos
de Tiro de Ca n lca i ) TCCjto , fig. 6). Es el nico motivo representado en cada una de las metopas en las que aparece,
por lo ue act a como protagonista. Se data entre el s. II a. C. y
el primer cuarto del I a. C.
R LEVEG fig. 6
): La base del moti o está formada por roleos iguales o muy similares a los descritos en el apartado dedicado a los moti os geom tricos R LE, fig. 4 ). La
diferencia estriba en ue junto a ellos aparecen representaciones fitomorfas, por lo ue de la combinaci n de ambos resulta
un moti o complejo. En funci n de la forma ue adoptan y del
tipo de elemento vegetal al que se asocian, hemos establecido
ocho variantes con sus correspondientes subvariantes. En total
hay cuarenta y tres ejemplares de este motivo pintados sobre
diferentes tipos de soporte: recipientes con cierre herm tico de
mediano y gran tamaño, vasos con resalte, tinajillas, kalathoi,
olpai, tapaderas y thymiateria. Los yacimientos en los que se
recuperaron son: El Castelillo (Alloza), Tiro de Cañón (Alcañiz)
y El Cabezo de Alcalá (Azaila). Su datación abarca desde el
s. III a. C. hasta el primer cuarto del I a. C.
+ROLEVEG 19 fig. 6): Conser ado parcialmente, está
formado por ores entrela adas mediante olutas. Los tres p talos representados se rellenan de líneas verticales, en paralelo,
y el extremo del de la derecha termina con una pequeña voluta.
En la corola se distingue un espacio recorrido por líneas horizontales, concretamente cinco, que generan cuatro bandas. Tres
de ellas están recorridas por líneas rectas verticales, mientras
que la otra lo está por una ondulada en horizontal. Bajo éstas,
aparecen dos líneas cur as en ertical. La isi n ue se ofrece
de lo representado es longitudinal y la técnica empleada es la del
perfilado. Solamente e iste una representaci n de este tipo pintada sobre un kalathos hallado en El Cabezo de Alcalá (Azaila)
3 0 , fig. ). Está muy incompleto, por lo ue lo nico ue
podemos añadir es que se dispone en horizontal. Se data entre el
s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
R LEVEG
fig. 6): La base del moti o e ui ale a
R LE . fig. 4 ). el punto en el ue las olutas comien an
a e perimentar una ligera incur aci n salen ores entrela adas
del tipo L R . fig. 3). Se ofrece una ista longitudinal de
lo representado y la técnica empleada en su realización es la de
la tinta plana. E iste un nico ejemplar pintado en una tapadera
del Cabe o de lcalá
aila)
aila 3 , fig.
). Se dispone
en hori ontal y el roleo, junto con las ores, se orientan hacia
abajo. unciona como moti o principal de la decoraci n y la
cronología que le asignamos coincide con la del caso anterior.
R LEVEG 3 fig. 6): El roleo sobre el ue se desarrolla
el moti o es semejante a R LE .3 fig. 4 ), pero se diferencia
en ue su parte inferior no está rellena de tinta. Es precisamente,
en la base, donde aparecen los elementos vegetales. Una línea
horizontal recta, de la que salen otras más cortas en vertical, lo
que podría simular una rama con hojas oblongas o una herbácea.
El otro elemento vegetal, ubicado en la parte curva de la base
del roleo, es un RUT . fig. 4). La ista ue se ofrece del
motivo es longitudinal y la técnica empleada en su realización
es la tinta plana. Solamente conocemos un ejemplar pintado sobre un thymiaterium del Cabezo de Alcalá (Azaila) (1943-69, fig. 3). Se dispone, en ertical, en un friso en el ue
aparecen otros moti os fitomorfos y el papel ue desempe a
es el de ser coprotagonista de la decoración. Posee la misma
cronología que los casos anteriores.
R LEVEG 4 fig. 6): La base del moti o es un R LE
.4 fig. 4 ). e l surgen elementos de ariado tipo: hojas
lanceoladas y opuestas, sucesiones de cortos trazos rectos dispuestos en paralelo, líneas onduladas y/o estili aciones orales
L R . , fig. 3). tendiendo a sus características formales
hemos establecido cuatro sub ariantes. La ista ue se ofrece
del motivo es longitudinal y la técnica pictórica empleada en
su realización es la tinta plana. Se dispone en vertical y es el
nico moti o ue aparece en la metopa, por lo ue act a como
protagonista de la misma. No está muy representado, pues con9
Recordar que en el capítulo dedicado a los soportes hemos planteado su procedencia exógena, si bien, lo hemos incluido en el análisis
de los motivos porque abarcamos todos aquellos pintados sobre
cerámicas ibéricas recuperadas en el Bajo Aragón.
201
[page-n-215]
tamos con cinco ejemplares sobre varios kalathoi del Cabezo de
lcalá
aila) fig. , y 6) y su cronología abarca desde el
s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C.
R LEVEG fig. 6): ormado por ores del tipo L R
. fig. 3) ue están unidas por la base. Se ofrece una ista longitudinal de las mismas y se emplea la tinta plana para
su realización. Atendiendo a si presentan otros elementos en el
extremo apuntado de la corola o no, hemos establecido dos subariantes. Las hemos identificado en diecisiete ocasiones sobre:
tinajillas, recipientes herméticos de mediano tamaño, kalathoi y
olpai procedentes del Castelillo (Alloza) y El Cabezo de Alcalá
(Azaila). Se datan entre el s. III a. C. y el primer cuarto del
I a. C., si bien, la segunda de las variantes tiene una cronología
más restringida (s. II a. C.- primer cuarto del I a. C.). Siempre
se dispone en ertical y si es el nico moti o representado en
la metopa en la ue aparece act a como protagonista de sta
R LEVEG . y R LEVEG . ). En alg n caso puntual se
utiliza para cerrar una de las metopas con las que cuenta la ornamentación (ROLEVEG 5.2), por lo que su papel es secundario,
de delimitador espacial, independientemente de que también
acompañe a la decoración principal.
R LEVEG 6 fig. 6 y
): Moti o muy complejo ue
presenta variados diseños, si bien, existen ciertas características
que dan unidad al grupo. Cuenta, al menos, con un triángulo
is sceles ue act a como eje central del moti o. partir de ste
se disponen el resto de elementos, entre los que resultan comunes los roleos y las estili aciones de hojas lanceoladas. Seg n
su morfología hemos establecido doce sub ariantes, ue corresponden a cada uno de los ejemplares identificados. El moti o
se dispone en vertical y la técnica empleada en su realización
es la tinta plana. Los soportes sobre los que se pinta son: recipientes herméticos de gran tamaño, vasos con resalte, tinajillas
y kalathoi recuperados en Tiro de Cañón (Alcañiz) y El Cabezo
de Alcalá (Azaila). Su cronología queda restringida al periodo
de tiempo comprendido entre el s. II a. C. y el primer cuarto del
I a. C. unciona como protagonista o coprotagonista en la decoraci n y es recurrente, en ese ltimo caso, su asociaci n al moti o L
fig.
). demás, de manera e cepcional, sir e
también para delimitar el campo decorativo (ROLEVEG 6.7).
La subvariante ROLEVEG 6.2 corresponde al tema 60 definido por Perales et al.
3
4: 4, fig. 6), uienes lo
datan entre el s. III y el primer cuarto del I a. C., teniendo en
cuenta que resulta de la evolución de un motivo más sencillo
originario del Cabezo de Alcalá (Azaila). Por nuestra parte, y
en base al parecido e istente entre las sub ariantes definidas,
consideramos ue la fecha inicial de su representaci n debe llevarse al s. II a. C.
R LEVEG fig.
): Se caracteri a por su disposición horizontal y por estar distribuido en dos pisos. En él abundan los roleos, de hecho constituyen la base del motivo, y las
estili aciones egetales. emos identificado cuatro sub ariantes diferentes en funci n de sus características morfol gicas. La
t cnica empleada en su reali aci n es la tinta plana y es frecuente erlo asociado a alg n moti o oomorfo a e o pe ). En total
conocemos cuatro representaciones pintadas sobre recipientes
de gran tamaño con cierre hermético y kalathoi, recuperados
en El Cabezo de Alcalá (Azaila), que están datados entre el
202
s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. El papel que desempeñan
en la decoración es casi siempre principal, aunque en el caso de
ROLEVEG 7.3 el protagonismo se comparte con otros motivos.
La subvariante ROLEVEG 7.4 coincide, salvo por ciertos detalles, con el tema 91 de Beltrán Lloris (1976: 273-275,
fig. ), pues consideramos ue solamente forma parte del motivo aquello que está conectado directamente. Beltrán Lloris sigue la hip tesis de Cabr
44, fig. . ), uien lo considera
una estilización de la hoja de hiedra. Por nuestra parte, consideramos que el motivo es más complejo, pues en él se combinan
diferentes tipos de hoja, no tratándose de una representaci n
realista de una especie vegetal en concreto.
R LEVEG
fig.
): Caracteri ado por presentar en
el centro del motivo roleos de cuerpo alargado (ROLE 2.7,
fig. 4 ) ue se cru an, dando como resultado un aspa. El resto de elementos que lo componen (estilizaciones vegetales de
variado tipo y roleos) salen del punto en el que interseccionan
dichos roleos o de sus olutas, lo ue nos ha permitido definir
seis subvariantes que cuentan con un ejemplar cada una. Siempre se dispone en vertical y la técnica pictórica empleada en su
reali aci n es la tinta plana. La ista ue se ofrece del moti o
es longitudinal, aunque algunos elementos pueden aparecer de
manera frontal hojas de base plana con ápice apuntado y laterales recorridos por trazos cortos). Los soportes sobre los que
se pinta son recipientes herméticos de gran tamaño y kalathoi
del Cabezo de Alcalá (Azaila), datados entre el s. II a. C. y el
primer cuarto del I a. C. Por ltimo, se alar ue en la decoraci n
siempre tiene un papel principal.
R SE
fig.
): Posible estili aci n oral de un disco
estigmático de papaverácea (Mata et al., 00 : , fig. .3). Está
formada por un círculo, perfilado e teriormente por una línea
de puntos, que en su interior presenta cuatro trazos rectos que
se cru an en el centro posibles estambres ). Se reali a con
la t cnica del perfilado y se ofrece una ista cenital del motivo. Equivale al tema 25 de Perales et al. (1983-1984: 248,
fig. ), uienes lo consideran una ariante de un moti o estelar.
No está muy representado, pues solamente lo hemos documentado en dos ocasiones sobre un recipiente hermético de gran
tama o hallado en Tiro de Ca n lca i ) fig. ). mbos
ejemplares se disponen en la misma metopa, cada uno tras la
cabe a y las alas de un VE 3 fig. 64), por lo ue su papel
es secundario. Su cronología abarca desde el s. II a. C. hasta el
primer cuarto del I a. C.
Existen motivos similares en El Castellar (Oliva) (Colominas, 1944: 157-158, Lám. V y VII.1), L’Alcudia (Elx) (Ramos
ol u s,
0, fig. 60) y Libisosa (Lezuza) (Uroz Rodríguez,
0 , fig. 6
), si bien, entre los posibles estambres y la
línea de puntos no hay un trazo continuo que dibuje el círculo.
En el primero de los yacimientos aparece entre representaciones
vegetales y la cronología que se le atribuye comprende desde
finales del s. III a. C. a principios del II a. C., mientras ue en
los otros dos se data entre el s. II a. C. y mediados del s. I a. C.,
situándose el ejemplar de Libisosa (Lezuza) entre las patas de
un carnassier Uro Rodrígue , 0 : 3 6 3 , fig. 3). También debemos establecer paralelismo con un ejemplar del Puig
de Sant ndreu Ullastret) li a, 6 , fig. 6), aun ue pintado
en blanco y sin línea de puntos ue contornee la or.
[page-n-216]
ROLEVEG 6.2
ROLEVEG 6.3
ROLEVEG 6.4
ROLEVEG 6.5
ROLEVEG 6.7
ROLEVEG 6.8
ROLEVEG 6.9
ROLEVEG 6.6
ROLEVEG 6.12
ROLEVEG 6.10
ROLEVEG 6.11
ROLEVEG 7.2
ROLEVEG 7.1
ROLEVEG 7.3
ig.
. Moti os egetales.
203
[page-n-217]
ROLEVEG 8.3
ROLEVEG 7.4
ROLEVEG 8.1
ROLEVEG 8.4
ROLEVEG 8.5
ROLEVEG 8.6
ROSE 1
ROLEVEG 8.2
TALLO 1.4
TALLO 1.1
TALLO 2.1
TALLO 1.2
TALLO 2.2
TALLO 1.3
TALLO 1.7
TALLO 2.3
ig.
204
TALLO 3.1
TALLO 1.5
TALLO 3.2
. Moti os egetales.
TALLO 1.6
TALLO 1.8
TALLO 3.3
TALLO 3.4
[page-n-218]
T LL fig.
6 ): Todas las representaciones ue a uí
incluimos tienen en com n el ue la base del moti o es una línea
ondulada tallo) de la ue surgen diferentes elementos arcillos
con forma de olutas, ores, frutos, hojas, herbáceas, etc.), siendo más correcto hablar, en términos botánicos, de lianas (Badal
et al., 0 0:
). En funci n del aspecto formal del tallo, así
como de los elementos que se le asocian, hemos establecido catorce variantes con sus correspondientes subvariantes. Hasta el
momento hay doscientas treinta y una representaciones de este
motivo, a las que debemos sumar las documentadas en San Cristóbal (Mata de los Olmos), cuyo desarrollo no se ha reproducido
(Martínez González, 1990: 689-690). Estamos, por tanto, ante
uno de los motivos más utilizados. Los soportes sobre los que
se pinta son variados, de hecho están presentes casi todos los
tipos, excepto las tinajillas, oinochoai y copas que, en cualquier
caso, no son muy comunes entre los vasos estudiados. Los yacimientos en los que se recuperaron también son abundantes: San
Cristóbal (Mata de los Olmos), La Guardia (Alcorisa), Masada
de la Cerrada o Calanda), El Palao lca i ), Tiro de Ca n
lca i ), El Castelillo llo a), La Corona uentes de Ebro),
La Bovina (Vinaceite), El Cabezo de Alcalá (Azaila), Piquete de
la Atalaya (Azuara), Cabezo de las Minas (Botorrita) y Durón
de Belmonte (Belmonte de Gracián). La cronología que abarca,
por tanto, es amplia (ss. III-I a. C.).
T LL
fig.
): Puede estar formado por una o arias
líneas, de igual o distinto grosor, de las que surgen volutas. Aparece tanto en horizontal como en vertical, se realiza mediante la
t cnica del perfilado o la tinta plana y la ista ue se ofrece del
motivo es longitudinal. El cómputo total de ejemplares pertenecientes a esta variante asciende a treinta y nueve. Se pintan sobre recipientes herméticos de mediano y gran tamaño, vasos con
resalte, kalathoi, platos, crateriskoi y thymiateria hallados en:
Tiro de Cañón (Alcañiz), Cabezo de Alcalá (Azaila), La Corona
uentes de Ebro) y Pi uete de la talaya
uara). Su cronología, por tanto, se circunscribe al periodo comprendido entre los
ss. II-I a. C. y puede actuar como protagonista o coprotagonista
de la ornamentación, así como servir de separador o delimitador
espacial. ormalmente coincide con el moti o 6 y de los tallos
serpenteantes ue define Pellicer
6
0, fig. 0), con los
temas 3, a y 6 de Beltrán Lloris
6:
, fig. ) y el 4
y 55 de Perales et al.
3
4:
, fig. 6).
Se alar ue las pie as TC
fig. 6) y La Corona fig. )
coinciden en la repetición de ciertos motivos en las metopas
contiguas a la representación de la liana, tales como HERB 1.1
o ERB . más ERB . fig. 4), separados por LINE .
fig. 4 ). El aso TC 0 fig. 6 ) comparte la asociaci n de
la liana con la ERB . fig. 4) y el empleo del mismo tipo
de separador.
A continuación nos detendremos en algunas de las subvariantes identificadas:
*TALLO 1.1: En clave botánica, interpretamos el motivo como una liana ramiforme simple de la ue salen posibles arcillos.
Existen representaciones similares en otros yacimientos
ibéricos: Libisosa Le u a) Uro Rodrígue , 0 , fig. 4
M a), El Cigarralejo Mula) Cuadrado,
:
,
fig. ), El Cabecico del Tesoro Verdolay) Pericot,
,
fig.
Tortosa, 006, Lám. 0), La Escuera San ulgencio)
(Nordström, 1969-1973), Hacienda Botella (Elx) (Martínez
Lledó, 2001), Tossal de la Cala (Benidorm) (Belda, 1953,
fig.
Tarradell,
, fig. 3), Tossal de Manises lacant)
Pericot,
, fig. 46), Corral de Saus Moi ent) I uierdo,
000, fig. y
. ), El Castellar de Meca yora) Broncano
y lfaro,
: 0 , fig. . ), El Puntal dels Llops locau)
Bonet y Mata, 00 , fig. 4 . 0 ) y Tossal de Sant Mi uel
(Llíria) (Bonet, 1995), donde más abunda. Su distribución geográfica es amplia, pero al mismo tiempo restringida, pues no
está generalizada a todo el mundo ibérico, quedando excluidas
zonas como las de Cataluña, Huesca, Castellón y Andalucía. Su
cronología de uso también es extensa, pues los ejemplares más
antiguos podrían datar del s. IV a. C. (El Cigarralejo, Mula),
aunque con toda seguridad están presentes desde el s. III a. C.,
y los más recientes llegan hasta el s. I a. C. (Tossal de la Cala,
Benidorm y Tossal de Manises, Alacant). No obstante, la mayoría pertenecen al s. II a. C., momento en el que el motivo
alcanzó su máxima expansión.
En cuanto a su disposición en los vasos ibéricos, decir que
no e iste una preferencia clara, pues se documenta igualmente
en ertical y hori ontal, en frisos o metopas. En este ltimo caso
suele ser el nico moti o representado y actuar como protagonista. En los frisos puede aparecer en solitario, ejerciendo de
motivo principal, o junto a otros motivos, estando condicionada
su funcionalidad por la naturale a de estos: si son geom tricos
se utiliza como separador/delimitador de espacios (Bonet, 1995:
6, fig. ) si acompa a a otros moti os egetales comparte
protagonismo con ellos mientras ue si son oomorfos o, incluso, antropomorfos, su papel es meramente ornamental.
*TALLO 1.2: Existe una representación similar en Libisosa
Le u a) Uro Rodrígue , 0 , fig. 4 M c).
T LL
fig.
): Las tres sub ariantes ue lo integran
tienen en com n ue la base del moti o está formada por una
gruesa línea ondulada que hace de tallo, a partir de la cual surgen estili aciones de hojas lanceoladas. demás, seg n la subvariante de la que hablemos, puede presentar volutas, líneas
onduladas y/o frutos surgiendo del elemento central. Coincide
con la decoraci n egetal 6 y de Pellicer
6
0, fig. 6)
y el tema 66, 6 y 6 de Beltrán Lloris
6: 0, fig. ). La
técnica pictórica empleada en su realización es la tinta plana y
está escasamente representado, pues solamente lo hemos identificado en tres ocasiones sobre un recipiente de gran tama o
con cierre hermético y un kalathos recuperados en El Cabezo
de lcalá
aila) fig. 3 y 6 ). Su cronología se estima entre
el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. El papel que desempeña en el espacio ornamental en el que se dispone es principal,
aunque en ocasiones su importancia pasa a ser relativa si se
utiliza para separar metopas más anchas que acogen decoración
más destacada.
T LL 3 fig.
): Está formado por una línea ondulada (tallo) de la que surgen varios trazos curvos (peciolos),
en paralelo, que terminan en una hoja, mayoritariamente de tipo
cordiforme, aun ue tambi n e iste alg n ejemplar lanceolado
o que omite este elemento pero mantiene el mismo esquema
compositivo (TALLO 3.3 y TALLO 3.12). Puede estar orientado tanto en ertical como en hori ontal y aun ue se ofrece
una vista longitudinal del motivo, las hojas aparecen como si
fueran istas de frente. En funci n de su morfología, así como
de los elementos que se le asocian (líneas onduladas, líneas
onduladas terminadas en posibles alas o garras, olutas, ores,
frutos, etc.), hemos establecido eintisiete sub ariantes. stas
205
[page-n-219]
se corresponden con los temas 4 , 4 , 4 y 3 definidos por
Perales et al.
3
4:
, fig. 6), el moti o egetal de
Pellicer
6
0, fig. 6) y los temas 6,
y 64 de Beltrán
Lloris
6: 6
0, fig. ). Esta ariante se representa, al
menos, en setenta y dos ocasiones, por lo que se trata de uno
de los moti os más frecuentes dentro del conjunto anali ado.
Los soportes sobre los ue se pinta son m ltiples: recipientes de
mediano y gran tamaño con cierre hermético, vasos con resalte,
tinajillas, kalathoi, oinochoai, olpai, platos, cuencos, tapaderas y crateriskoi. Estos se recuperaron en: La Guardia (Alcorisa), El Palao (Alcañiz), Tiro de Cañón (Alcañiz), El Castelillo
llo a), El Cabe o de lcalá
aila), La Corona uentes de
Ebro) y Durón de Belmonte (Belmonte de Gracián). Además,
también tenemos noticias de que se representaron en El Cabezo
del Moro (Alcañiz) y El Cabezo de Cantalobos (Albalate del Arzobispo) (Cabré, 1944: 19). El marco cronológico que abarca,
por tanto, es amplio (ss. III-I a. C. para TALLO 3.9 y TALLO
3. 3), aun ue podemos diferenciar dos momentos. El primero,
centrado en los ss. III-II a. C. (TALLO 3.1 y TALLO 3.17), y
el segundo, ue arrancaría en esa ltima centuria e iría hasta el
s. I a. C. (de TALLO 3.2 a TALLO 3.8, TALLO 3.11, TALLO
3.12, de TALLO 3.14 a TALLO 3.16 y de TALLO 3.18 a TALL 3. ), datándose alguna de las sub ariantes en ese ltimo
siglo (TALLO 3.10). La técnica pictórica utilizada en su representación es la tinta plana y en la decoración puede actuar como
protagonista del espacio en el que aparece (TALLO 3.2, de TALLO 3.7 a TALLO 3.11, TALLO 3.13, TALLO 3.14, TALLO
3.16, de TALLO 3.18 a TALLO 3.25 y TALLO 3.27), aunque en
ciertas ocasiones, al considerar el conjunto de la ornamentación
del vaso su importancia pasa a ser relativa, utilizándose para separar metopas de mayor tamaño que acogen la decoración principal (TALLO 3.1, de TALLO 3.3 a TALLO 3.8, TALLO 3.13
y T LL 3. ) o en frisos secundarios T LL 3. , T LL
3.9, TALLO 3.15 y TALLO 3.26). En alguna ocasión también
hemos visto que el protagonismo lo comparte con otros motivos
ue se pintan en el mismo friso T LL 3. ) o en otro diferente (TALLO 3.17), aunque son las menos.
A continuación debemos hacer una breve alusión a la subariante T LL 3. 4 fig.
), pues recientemente Moret y
Benavente (2014) han querido ver en él una posible antropomorfi aci n, proponiendo una lectura al re s del moti o. unque la idea resulta sugerente, la consideramos poco probable,
pues los ejemplos de metamorfosis ue conocemos pintados sobre cerámica ibérica son menos sutiles y más evidentes o claros.
Además, para apreciar la abstracción, el vaso debe colocarse en
sentido in erso al habitual de uso fig. 63). Es cierto ue e iste
un mal cálculo del espacio para confeccionar de igual forma
todos los elementos que componen el motivo, pero pese a ello,
se podría haber pintado la voluta completa, aunque un poco más
apretada. En cual uier caso, no era e tra o ue ante la falta de
espacio para encajar bien un moti o se modificara le emente
su diseño, tal y como hemos podido comprobar en algunas de
las decoraciones anali adas en nuestra tesis doctoral uentes,
2015). Por otra parte, en esa misma representación vemos cómo
el artesano no tiene demasiado cuidado en el acabado, pues la
ona ondulada del tallo debería estar siempre perfilada por una
línea lisa y no es así. En una de las ondulaciones de la derecha se
inicia el trazo adecuadamente, pero en vez de cerrarse en el tallo
206
se une a uno de los moti os ue fraccionan el registro decorativo. Por todo ello, consideramos más acertada la adscripción del
moti o como fitomorfo.
T LL 4 fig.
60): Se caracteri a por ue el eje central del motivo es una línea ondulada (tallo). De ella surgen
trazos lisos y curvos (peciolos) que terminan en una hoja cordiforme. En funci n del aspecto del tallo, las hojas presencia/
ausencia de estípulas o con el ápice más o menos apuntado)
y de si tienen o no otros elementos asociados arcillos, ores
o frutos), hemos establecido diecis is sub ariantes. El moti o
se puede disponer en ertical u hori ontal. Se ofrece una ista
frontal de lo representado y la t cnica utili ada en su reali aci n
es básicamente la de la tinta plana, aun ue tenemos alg n ejemplar con mi ta T LL 4. 4, fig. 60). asta el momento hemos contabilizado cincuenta y siete ejemplares pintados sobre
variado tipo de soportes: recipientes de mediano y gran tamaño
con cierre hermético, kalathoi, platos, tapaderas, crateriskoi y
thymiateria. Los yacimientos en los que los hemos documentado son: La Guardia lcorisa), Masada de la Cerrada o Calanda), Tiro de Cañón (Alcañiz), La Bovina (Vinaceite), Cabezo
de lcalá
aila), La Corona uentes de Ebro) y Cabe o de
las Minas (Botorrita). El periodo cronológico que abarca, por
tanto, es amplio ss. III I a. C.), aun ue podemos diferenciar
varios momentos: el primero, que comprende los ss. III-II a. C.
(TALLO 4.14); el segundo, datado entre el s. II a. C. y el primer
cuarto del I a. C. (de TALLO 4.1 a TALLO 4.13, TALLO 4.15
y T LL 4. 6) y el final, ue corresponde al s. I a. C. T LLO 4.10). En cuanto al papel que tiene dentro de la decoración
general del aso, decir ue puede funcionar como protagonista
(TALLO 4.1, de TALLO 4.5 a TALLO 4.12 y TALLO 4.14)
o coprotagonista (de TALLO 4.3 a TALLO 4.5, TALLO 4.10,
T LL 4. 3 y T LL 4. 6), indicador del principio/fin de la
ornamentación (TALLO 4.1) o como motivo secundario, aunque en el espacio en el que se dispone ejerza un papel principal
(TALLO 4.2, TALLO 4.5 y TALLO 4.6).
A continuación aludimos a alguna de las subvariantes:
T LL 4. fig.
): E isten arias representaciones ue
guardan cierto parecido con la que aquí presentamos y proceden
de: el Puig de Sant Andreu (Ullastret) (s. III a. C.), aunque con
pintura blanca li a, 6 , fig. 3) ontscaldes Valls)
.
VV., 003: ) y Torre del Mal Paso Castellno o) letcher,
4, fig. ) ss. III I a. C.) Castellet de Bernab Llíria) ltimo cuarto del s. III a. C.-primero del II a. C.) (Guérin, 2003: 32 y
4 , fig. 3. 6 y 6.6 6) Corral de Saus Moi ent) s. II a. C.),
aun ue con peciolos ondulados I uierdo, 000:
6, fig.
3. ) L lc dia El ) Ramos ol u s,
0, fig. .3 Sala,
, fig. 6. E 63 y . E 3) ss. II I a. C.) El Campillo Calasparra) (ss. V-IV a. C.), con tallo rectilíneo (Lillo, 1989-1990; Tortosa,
6c: 46, fig. 6 ) El Cigarralejo Mula) ss. IV II a. C.)
(Tortosa, 2006, Lám. 89) y Carthago Nova (Cartagena) (s. III a. C.primera mitad del I a. C.). En todos estos ejemplares, el motivo
se dispone en horizontal y desempeña un papel principal en el
friso en el ue se pinta, aun ue al considerar el total de la ornamentación puede pasar a ser secundario.
T LL 4.4 fig.
): l re isar las pinturas reali adas
sobre otros soportes cerámicos ibéricos encontramos un posible paralelo en L lc dia El ), representado en hori ontal
sobre un kalathos ss. II I a. C.) Sala,
, fig. 6 E 63). Es
el nico moti o fitomorfo ue aparece en el friso, donde ejerce
[page-n-220]
TALLO 3.5
TALLO 3.6
TALLO 3.7
TALLO 3.8
TALLO 3.9
TALLO 3.10
TALLO 3.11
TALLO 3.12
TALLO 3.16
TALLO 3.13
TALLO 3.17
TALLO 3.27
TALLO 3.15
TALLO 3.18
TALLO 3.19
TALLO 3.22
TALLO 3.14
TALLO 3.20
TALLO 3.23
TALLO 4.1
ig.
TALLO 3.21
TALLO 3.24
TALLO 3.25
TALLO 3.26
TALLO 4.2
TALLO 4.3
TALLO 4.4
. Moti os egetales.
207
[page-n-221]
un papel principal. Morfol gicamente presenta ciertas diferencias con nuestro ejemplar, pues las hojas cuentan con un par
de zarcillos abiertos. También hay una representación similar
en El Cabecico del Tesoro (Verdolay) (s. II a. C.), dispuesta en
hori ontal Pericot,
, fig. 3 y 3 ). Las hojas cuelgan en
vertical y, como en el caso anterior, tienen un par de zarcillos
abiertos. En ese caso, comparte protagonismo con una serie de
a es. Por ltimo, cabe tambi n hacer alusi n a un kalathos exportado a Ebusus (Eivissa) (ss. III-II a. C.) (De Nicolás y Conde, 1993: 143-144). En él el motivo se dispone en horizontal y
es el nico ue se pinta en el friso, por lo ue desempe a un
papel protagonista.
T LL 4. fig. 60): Coincide con el tema
de Beltrán Lloris
6: 6 , fig. ) y en alguna ocasi n las hojas
pueden estar contorneadas por una línea discontinua de puntos
fig.
).
T LL 4. fig. 60): Cabe se alar el gran parecido ue
guarda con el motivo pintado sobre una tinajilla de La Vispesa
Bin far) Marco y Baldellou,
6: 4, fig.
omíngue et
al.,
4, fig. 4 ). En ambos casos, el friso en el ue aparece
el tallo tiene gran formato y las hojas cordiformes destacan por
su considerable tama o. Por otra parte, e iste un fragmento de
kalathos recuperado en Lixus, en el que se conserva parcialmente un moti o similar ranegui y assini, 0 0: 40, fig. 4. ).
Ambos casos se datan entre el s. II a. C. y principios del I a. C.
T LL 4.
fig. 60): Se corresponde con la decoraci n
egetal de Pellicer
6
0, fig. 6) y el tema 3 de Beltrán
Lloris
6: 6 , fig. ).
T LL 4. 4 fig. 60): Recuerda a un moti o pintado sobre un kalathos recuperado en Margalef Torregrossa), donde
act a como protagonista del friso en el ue aparece, aun ue no
es el nico ue e iste sobre las paredes del aso unyent,
,
fig. ). Se data en la segunda mitad del s. III a. C. y la principal
diferencia ue obser amos es ue las hojas tienen los arcillos
pegados al limbo. Similar es el caso del Molí d’Espígol (Tornabous) (ss. III-I a. C.), donde aparecen en la misma disposición
y con la misma funcionalidad, aun ue los limbos de las hojas
presentan ojos.
T LL 4.
fig. 60): Coincide con el tema 6 de Beltrán
Lloris
6: 0, fig. ). Sal ando las distancias, y teniendo
en cuenta los particularismos zonales, podemos apuntar como
similar una representación de una guirnalda realizada mediante
los peciolos de unas hojas cordiformes ue aparecen unidas. El
motivo se ha documentado en Tossal de Sant Miquel (Llíria)
Bonet,
: 6 , fig. ) y la línea de puntos ue contornea
las hojas se ha interpretado como posibles espinas (Pérez Ballester, 1997: 137; Badal et al., 0 0: , fig. . y . ). El
ejemplar se data en el primer cuarto del s. II a. C. y aparece con
la misma disposici n, ubicaci n y funci n ue la sub ariante
aquí tratada.
Procedente del mismo yacimiento, Tossal de Sant Miquel
Llíria), e iste otro ejemplar Bonet,
: 4, fig. 44.6), con
idéntica cronología, que se dispone en vertical en el margen
izquierdo de una escena protagonizada por seres humanos que
recolectan granadas. Lo singular de lo representado ha llevado a
plantear que la asociación entre ambos motivos vegetales (Smilax y Punica granatum) reviste a la escena de un valor simbólico (Pérez Ballester y Mata, 1998: 235).
208
T LL
fig. 60): Tallo ondulado, de cierto grosor, del
ue salen hojas cordiformes. Presentan la peculiaridad de ue
en sus lóbulos se deja un espacio circular en reserva, en el que
se pinta un punto para simular ojos. La técnica empleada en su
realización es la tinta plana, se dispone tanto en horizontal como
en ertical y siempre se ofrece una ista frontal del moti o. La
morfología del tallo y las hojas, así como la presencia de ciertos
elementos, nos han servido para establecer siete subvariantes.
Hasta el momento conocemos diecisiete ejemplares sobre un
reducido tipo de soportes: recipientes de gran tamaño con cierre
hermético, kalathoi, tapaderas, crateriskoi y thymiateria. Casi
todos ellos fueron recuperados en el Cabe o de lcalá
aila),
excepto un ejemplar de La Guardia (Alcorisa). La cronología de
los primeros se circunscribe al periodo de tiempo comprendido
entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C., mientras que el
de La Guardia (Alcorisa) se data entre los ss. III-II a. C. El tipo
de papel que ejerce el motivo en la decoración general del vaso
es variado, pues hemos documentado su uso como: protagonista
(de TALLO 5.1 a TALLO 5.4 y TALLO 5.7) o coprotagonista
(TALLO 5.1, TALLO 5.2 y TALLO 5.6), marcador del inicio
de la decoración (TALLO 5.1), motivo secundario (aunque en
su metopa act e como principal) T LL
. ) y tambi n para
recrear el entorno natural en el que discurre lo representado
(TALLO 5.1).
Por ltimo, se alar ue en el estudio ue Martíne reali
sobre la cultura ibérica y la romanización en la Sedetania Sudoriental apunt como propia de los alfares de Mas de Moreno
o Calanda) la sub ariante T LL
. Martíne Gon ále ,
0: 6 0, fig. 0 . ).
T LL 6 fig. 60): Se caracteri a por ue el tallo no es
continuo, pues sale de uno de los lóbulos de la hoja y se recoge
en el otro. demás, está formado por dos líneas lisas ue guardan cierta distancia entre sí. El espacio existente entre ellas se
rellena con tra os de di erso tipo. Las hojas ue forman parte
del conjunto son cordiformes y tienen un par de arcillos abiertos que las contornean, se realizan de la misma manera que el
tallo y terminan en oluta. Se dispone en hori ontal y se ofrece
una ista frontal de lo representado. La t cnica pict rica empleada en su confecci n es la mi ta. tendiendo a la morfología del tallo y los zarcillos hemos establecido dos subvariantes,
la primera de las cuales coincide con el tema 81 de Beltrán
Lloris
6:
, fig. ), identificado ya en su momento por
Cabr
44, fig. . ). Solamente se ha representado en cuatro ocasiones, siempre sobre tapaderas del Cabezo de Alcalá
(Azaila). Su datación abarca el periodo de tiempo comprendido
entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. En los ejemplares
ue se conser an más completos se aprecia ue es el nico moti o ue aparece en el friso, por lo ue tienen un papel destacado. Si se considera el conjunto ornamental del vaso, se aprecia
c mo comparte protagonismo con otros frisos decorados con
moti os fitomorfos.
T LL
fig. 60): pesar de ue la base del moti o es
compartida con los anteriores gruesa línea ondulada ue act a
como tallo), la particularidad de esta variante es que se representa su arran ue, de forma triangular. el tallo surgen peciolos
lisos con hojas cordiformes, más o menos realistas, rodeadas
por una línea de puntos. El motivo siempre se dispone en vertical, aun ue por su morfología, mayormente discurre en horizontal. Se utiliza la técnica de la tinta plana en su realización
[page-n-222]
TALLO 4.6
TALLO 4.5
TALLO 4.7
TALLO 4.9
TALLO 4.8
TALLO 4.11
TALLO 4.12
TALLO 4.14
TALLO 4.10
TALLO 4.13
TALLO 4.15
TALLO 4.16 TALLO 5.1
TALLO 5.4
TALLO 5.5
TALLO 5.6
TALLO 5.2
TALLO 5.3
TALLO 5.7
TALLO 6.1
TALLO 8.2
TALLO 6.2
TALLO 8.3
TALLO 7
TALLO 8.1
TALLO 8.4
ig. 60. Moti os egetales.
209
[page-n-223]
y la ista ue se ofrece de l es frontal. Lo hemos identificado
en cinco ocasiones sobre el mismo crateriskos del Cabezo de
lcalá
aila) fig.
), datado entre el s. II a. C. y el primer
cuarto del I a. C. Concretamente aparecen en un friso junto a
otros moti os fitomorfos y oomorfos. Se disponen pr imos al
límite inferior del friso, intentando simular ue surgen del suelo.
Su funci n decorati a es la de intentar recrear el entorno natural
en el que todo sucede.
T LL
fig. 60): estaca el alto grado de es uemati aci n de las hojas ue salen del tallo, lo ue dificulta su identificaci n. Podría tratarse de hojas cordiformes, pero su indefinici n
ha hecho ue en la literatura se las denomine ancoriformes .
En cualquier caso, cuentan con peciolos lisos que arrancan del
tallo y éste siempre se dispone en horizontal. La técnica pictórica empleada en su realización es la de la tinta plana y la vista
ue se ofrece del moti o es frontal. tendiendo a su morfología,
así como a los elementos ue tenga asociados arcillos, in orescencias o frutos), hemos definido cuatro sub ariantes, cada
una de ellas representada en una ocasión sobre variado tipo de
recipientes: herméticos de mediano tamaño, kalathoi y thymiateria recuperados en El Cabezo de Alcalá (Azaila) y El Piquete
de la Atalaya (Azuara). La cronología de uso que proponemos
abarca desde el s. II a. C. hasta la primera mitad del I a. C. En
cuanto al papel que desempeña en la decoración, éste puede ser
ariado. Por una parte, tenemos casos en los ue act a como
moti o principal de un friso ue, al considerar toda la ornamentación del vaso puede seguir actuando como protagonista (TALLO 8.2) o pasar a tener una importancia relativa (TALLO 8.1,
TALLO 8.3 y TALLO 8.4).
A continuación presentamos alguna de las subvariantes definidas:
*TALLO 8.2: Se corresponde con el motivo 7 de los tallos
serpenteantes ue define Pellicer
6
0, fig. 0) y con el
tema
de Beltrán Lloris
6, fig. ).
*TALLO 8.3: Coincide con la decoración vegetal 3 de
Pellicer
6
0, fig. 6) y el tema 4 de Beltrán Lloris
6: 6 , fig. ).
*TALLO 8.4: Una reciente revisión del motivo, realizada
dentro del proyecto De lo real a lo imaginario. Aproximación
a la flora ibérica durante la Edad del Hierro, propone su identificaci n con una rama de id Vitis vinifera). En ella se detallan las hojas palmatilobuladas, los zarcillos con los que trepa
y los frutos, ue se disponen en racimos Badal et al., 2010:
3 , fig. ). Lo nico ue no se corresponde con la descripci n formal de la id es la or con la ue termina el tortuoso
tallo. De ser la propia del arbusto debería tener menor tamaño y
no aparecer en solitario, sino junto a un grupo del mismo tipo,
formando una in orescencia. No obstante, esto no es moti o
suficiente para refutar la hip tesis planteada, pues como se e pone en la publicación aludida, los iberos rara vez representan
de manera realista las especies vegetales pintadas, resultando
las imágenes libres interpretaciones de los modelos tomados de
la realidad o heredados del contacto con otras culturas (Badal
et al., 2010: 127).
Realmente son escasos los motivos pintados sobre cerámica ibérica con los que podemos establecer paralelos. Únicamente se han documentado con cierta seguridad en L lc dia
(Elx), concretamente en ejemplares que pertenecen al Estilo
III ilicitano, pero su cronología es bastante posterior, pues co210
rresponden al alto imperio romano (Tortosa, 2004a, 164-177,
n 3 y 3 , fig.
). En esos casos nicamente se pintan las hojas pecioladas, como si fueran istas de frente y en
solitario. Con ciertas reservas deberíamos considerar un ejemplar hallado en El Monastil Elda) Po eda,
, fig. ), ue
guarda cierto parecido con las representaciones de L lc dia
(Elx) y se data entre el s. III y mediados del I a. C. (Badal et al.,
0 0, fig. 3, 6 ).
T LL
fig. 6 ): Tallo ondulado del ue surgen pares
de hojas lanceoladas, dispuestas de forma opuesta y reali adas
mediante la t cnica de la tinta plana. Se ofrece una ista frontal del tallo y de las hojas. En funci n del aspecto ue stas
tengan (más o menos realistas, con o sin estípulas, etc.), de los
elementos ue las acompa an olutas, frutos, líneas ondula
das sencillas o terminadas en otro tipo de hoja, etc.) y del
aspecto del tallo liso o perfilado, con elementos asociados: hojas con diferente morfología, herbáceas o triángulos), hemos
definido einte sub ariantes. La primera de ellas, T LL
. ,
se corresponde con la decoración “vegetal diversa” 9 de Pellicer
6
0, fig. ) y con el tema 3 de Beltrán Lloris
6:
, fig. 3).
El motivo se ha pintado en veinticuatro ocasiones sobre variado tipo de soportes: recipientes de mediano y gran tamaño
con cierre hermético, kalathoi, platos, tapaderas y crateriskoi,
aunque predominan los dos primeros. Los yacimientos en los
que se recuperaron son: El Palao (Alcañiz), Tiro de Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza) y El Cabezo de Alcalá (Azaila),
por lo que su datación es amplia, ss. III-I a. C. La subvariante
más antigua corresponde a los ss. III-II a. C. (TALLO 9.3), desarrollándose el resto entre el s. II a C. y el primer cuarto del
I a. C. Se representa como moti o principal de un friso o metopa, pero al considerar el conjunto ornamental éste puede desempeñar un papel secundario (TALLO 9.1, TALLO 9.2, TALLO
9.10 y TALLO 9.11), ser protagonista (TALLO 9.15 y TALLO
9.18) o coprotagonista (TALLO 9.3, TALLO 9.5, TALLO 9.7,
TALLO 9.8, TALLO 9.12, TALLO 9.13, TALLO 9.18, TALLO
9.19 y TALLO 9.20).
T LL 0 fig. 6 ): Tallos gruesos y ondulados ue describen un movimiento serpenteante, por lo que generan espacios que son susceptibles de acoger decoración de variado tipo.
En este caso, en esos espacios se pintan elementos triangulares
combinados con hojas lanceoladas más o menos estilizadas. Seg n su morfología, hemos definido tres sub ariantes. Se disponen en hori ontal y se ofrece una ista frontal del moti o. La
técnica empleada en su realización es la tinta plana y hasta el
momento lo hemos identificado en cinco ocasiones sobre recipientes con cierre hermético procedentes del Cabezo de Alcalá
aila). Son los nicos moti os ue se representan en el friso
en el que aparecen, por lo que cumplen un papel protagonista en
él. No obstante, al considerar la decoración del resto del vaso
apreciamos que comparte el protagonismo con otros motivos
vegetales. Su cronología abarca desde el s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C.
T LL
fig. 6 ): Tallo grueso ue describe un moimiento serpentiforme, generando en su recorrido espacios
susceptibles de ser decorados. En este caso, los conjuntos que
los rellenan los identificamos como posibles herbáceas ERB
. y ERB . , fig. 4). Se orientan tanto en ertical como
en hori ontal y la t cnica empleada para su confecci n es la
[page-n-224]
TALLO 9.3
TALLO 9.1
TALLO 9.4
TALLO 9.2
TALLO 9.5
TALLO 9.6
TALLO 9.7
TALLO 9.12
TALLO 9.9
TALLO 9.8
TALLO 9.13
TALLO 9.11
TALLO 9.15
TALLO 9.10
TALLO 9.14
TALLO 9.16
TALLO 9.18
TALLO 10.2
TALLO 11.3
TALLO 12.1
TALLO 9.17
TALLO 9.19
TALLO 9.20
TALLO 10.1
TALLO 10.3
TALLO 11.1
TALLO 11.2
TALLO 12.2
TALLO 13.1
TALLO 13.2
TALLO 13.3
TALLO 14.1
TALLO 14.2
ig. 6 . Moti os egetales.
211
[page-n-225]
tinta plana. Se ofrece una ista frontal del moti o y hasta el
momento hay identificados tres ejemplares, ue corresponden
a tres sub ariantes diferentes, la primera de las cuales coincide con el tema
definido por Perales et al. (1983-1984: 251,
fig. 6). Se pintan sobre kalathoi y platos hallados en Tiro de
Ca n lca i ) fig. 6 y TC bj , fig. 3) y El Cabe o de las
Minas Botorrita) fig. 0). Su cronología abarca los ss. II I a. C.,
si bien, las subvariantes TALLO 11.1 y TALLO 11.2 se datan
entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. y la TALLO 11.3
en el s. I a. C. Es el nico moti o ue se pinta en el friso o metopa en la que aparece, por lo que desempeña un papel principal
en esos espacios, si bien, al considerar el resto de la decoración
del vaso puede compartir ese protagonismo con otros motivos
(TALLO 11.2).
T LL
fig. 6 ): El eje central del moti o es un tallo
grueso, de recorrido serpenteante. De él surgen trazos curvos
con series de abultamientos (estilizaciones vegetales), en hori ontal, junto a otros elementos arcillos). Se ofrece una ista frontal de lo representado. El tallo se dispone en hori ontal
o vertical y la técnica empleada en su realización es la tinta
plana. emos definido dos sub ariantes en funci n del aspecto
que tienen los elementos que acompañan al tallo, la segunda de
las cuales (TALLO 12.2) coincide con el tema 63 de Beltrán
Lloris
6:
, fig. ). No están inculadas, en e clusia, a una forma de soporte concreta, pero sí a un yacimiento,
El Cabezo de Alcalá (Azaila). En total se han representado en
tres ocasiones sobre un kalathos
43 6 3 0, fig. 0), una
tapadera
aila , fig. 0 ) y un crateriskos (1943-69-521,
fig. 3) datados entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
Es el nico moti o ue se pinta en el friso o metopa en la ue
aparece, por lo que en ese espacio ejerce un papel protagonista
que puede hacerse extensible al resto de la decoración del vaso
T LL
. ) o ue comparte con otros moti os fitomorfos
(TALLO 12.1).
T LL 3 fig. 6 ): Tallo ondulado del ue surgen ores
de ariado tipo. Se dispone en hori ontal o ertical y se ofrece
una ista longitudinal de las ores. La t cnica empleada en su
realización puede ser la tinta plana o la mixta. No está muy representado, pues nicamente e isten tres ejemplares de esta ariante y corresponden a tres sub ariantes diferentes. emos definido stas en funci n del aspecto de la corola de la or tubular
o con uno de los extremos terminados en voluta y el otro con
un p talo detallado) y tambi n de si el tallo es liso o está perfilado, pudiendo surgir de éste algunas volutas (TALLO 13.2) y
tener asociadas representaciones de alas o garras, frutos y hojas
esquematizadas (TALLO 13.3). El tipo de soporte sobre el que
se pinta es diferente aso de gran tama o con cierre herm tico
TC 4, fig.
tapadera 43 6 66 , fig. 0 y crateriskos
43 6 6 , fig. 0) y se ha locali ado de manera puntual
en Tiro de Cañón (Alcañiz) y en El Cabezo de Alcalá (Azaila).
Su cronología aborda el periodo temporal comprendido entre el
s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. Es el nico moti o ue
aparece en el friso o metopa en el ue se le pinta, donde act a
como protagonista. No obstante, al considerar el conjunto ornamental del vaso, apreciamos que en ocasiones ese protagonismo
lo comparte con otros moti os fitomorfos T LL 3. ).
212
T LL
4 fig. 6 6 ): Tallo ondulante del ue brotan capullos ores con corola tubular Badal et al., 2010: 109,
fig. 00 , , 4 y 6 ). Se ofrece una ista longitudinal de la or
y se dispone tanto en horizontal como en vertical. La técnica
empleada en su realización es la de la tinta plana.
En estudios anteriores se ha planteado la posibilidad de que
el modelo es uemati ado en el moti o a uí anali ado fuera tomado de representaciones más realistas, como las documentadas en la ona del SE peninsular Cabr , 44: 0, fig. 4a).
Tras haber revisado minuciosamente los conjuntos cerámicos
con decoraciones pintadas de tipo fitomorfo conocidos hasta
el momento, obser amos c mo la representaci n de estas ores unip talas o capullos orales además de en el Bajo rag n
también está presente en: La Piedra de Peñarrubia (Elche de la
Sierra) (Lillo, 1988, Lám. I y II); Hoya de Santa Ana (Chinchilla de Montearag n) Pericot,
, fig. 3 ) Libisosa (Lezuza) (Uroz Sáez et al., 00 , fig. a Uro Rodrígue , 0 ,
fig. 4 ) Carthago Nova (Cartagena) (Tortosa, 2006, Lám. 97);
Cabecico del Tesoro Verdolay) Pericot,
, fig. 3 y 4)
El Cigarralejo Mula) Tortosa, 006) L lc dia El ) Tortosa, 004a) La Serreta lcoi, Pen guila, Cocentaina) uentes, 006, fig. 6) Tossal de la Cala Benidorm) Belda,
3,
fig. 0 y ) Poble Nou Villajoiosa) P re Blasco, 0 a
0 b) El Monastil Elda) Po eda,
, fig.
Tortosa,
006) Corral de Saus Moi ent) I uierdo, 000, fig. 6. y
105.4); La Coroneta (Rotglà i Corberà) (Pérez Ballester, 2006:
148); Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet, 1995); La Morranda Ballestar) lors y Marcos,
: 300) La Carro a mposta) García Rubert y Villalbí, 00 , fig. 33 y 4. ) y Kese
Tarragona) el mo,
, fig. 4). El grueso de las representaciones se datan entre los ss. II-I a. C., si bien es cierto que
los ejemplares más antiguos podrían tener una cronología ante
quem del s. IV a. C., caso del Cigarralejo (Mula). Es por ello
que se considera el motivo como propio de un momento determinado, fruto de la moda o gusto imperante, más ue e clusi o
de una ona geográfica en concreto, aun ue las formas de representar la idea sí arían dependiendo del lugar en el ue se fuera
a consumir el producto (pueden aparecer en guirnaldas, saliendo
de los pedicelos de otra or, estar entrela ados, etc.). Por otra
parte, se considera que estos capullos deben estar íntimamente
relacionados con un tipo de representaciones orales en las ue
se detallan varios pétalos, uno de los cuales tiene aspecto muy
similar a los capullos a los que se alude en este motivo. Se han
documentado en: Carthago Nova (Cartagena) (Ros, 1989: 113, fig. 44) El Cigarralejo Mula) Tortosa, 006) L lc dia
(Elx) (Tortosa, 2004a); Tossal de Manises (Alacant) (Pericot,
, fig. 6) Tossal de la Cala Benidorm) Belda,
3) El
Monastil (Elda) (Tortosa, 2006); El Castellar (Oliva) (Colominas, 1944) y Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet, 1995). El
problema es que ambos modelos coexisten cronológica y espacialmente, por lo que realmente, a tenor de los datos disponibles, no podemos hablar de una evolución en cuanto al diseño,
sino que es más conveniente considerar que nos encontramos
ante representaciones de distintos estadios del desarrollo de una
or Badal et al., 2010: 108-109).
En el Bajo Aragón se ha representado en treinta y cinco ocasiones. Dependiendo de los elementos que acompañan al tallo
triángulos y líneas diferentes) y a las ores olutas, triángulos
y líneas de ariado tipo) las hemos clasificado en ocho sub a-
[page-n-226]
riantes, correspondiendo TALLO 14.2 a la decoración vegetal
.d de Pellicer
6
0, fig. 6) y T LL 4.3 al tema 0 de
Beltrán Lloris
6:
, fig. ). El moti o no está asociado
a un soporte específico, pues aparece en: recipientes herm ticos
de mediano y gran formato, kalathoi, platos, tapaderas, crateriskoi y thymiateria localizados en El Cabezo de Alcalá (Azaila). Su cronología estimada de uso se iniciaría en el s. II a. C.
y perduraría hasta el primer cuarto del s. I a. C. Se pinta en
frisos y metopas, siendo el nico moti o representado en ellos,
por lo ue desempe a una papel destacado. icha funcionalidad puede variar si consideramos el global de la ornamentación,
pues en ella además de actuar como protagonista (TALLO 14.1
y de TALLO 14.3 a TALLO 14.5), puede desempeñar un papel
coprotagonista (TALLO 14.3, TALLO 14.6 y TALLO 14.8) o
secundario (de TALLO 14.2 a TALLO 14.4).
TRIVEG fig. 6 ): Moti o cuya base es un triángulo is sceles asociado a distintos elementos (volutas, líneas onduladas o
curvas y hojas de variado tipo, alguna de las cuales podrían ser
ores). Solamente hemos identificado una ariante, con tres subvariantes, orientada en diagonal, horizontal y vertical. La vista
ue se ofrece del moti o es frontal y la t cnica pict rica empleada es la de la tinta plana. Conocemos tres ejemplares pintados
sobre kalathoi fig. 6 , 66 y 4), si bien, su procedencia aría
entre El Castelillo (Alloza) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). En
el primero de los casos se data entre los ss. III-II a. C. (TRIVEG
1.3) y en el segundo entre el s. II a. C. y el primer cuarto del
I a. C. (TRIVEG 1.1 y TRIVEG 1.2). En la decoración general
del vaso puede actuar como motivo principal (TRIVEG 1.3) o
secundario, de relleno (TRIVEG 1.1 y TRIVEG 1.2).
TRISVEG fig. 6 63): Compuesto por triángulos is sceles que aparecen seriados, entre los cuales puede haber diferentes elementos, algunos de ellos de naturale a egetal. En
funci n de su tipo y asociaciones hemos establecido cuatro
ariantes con sus correspondientes sub ariantes. Se ofrece una
ista frontal de lo representado y mayoritariamente se dispone
en horizontal. La técnica empleada en su realización es la de la
tinta plana. No se trata de un motivo muy abundante, pues solamente se ha representado en dieciséis ocasiones. El tipo de soportes sobre los que se pinta son los recipientes de gran tamaño
con cierre hermético, los kalathoi y las tapaderas procedentes
del Cabezo de Alcalá (Azaila) y El Piquete de la Atalaya (Azuara). Su cronología abarca desde el s. II a. C. hasta el primer
cuarto del I a. C.
TRISVEG fig. 6 ): El tipo de hoja ue lo caracteri a
es de ápice apuntado y base plana, pudiendo tener detalladas
las estípulas y contar con zarcillos. Tenemos cuatro ejemplares ue hemos clasificado como pertenecientes a sub ariantes
diferentes, de las ue TRISVEG . e ui ale a la decoraci n
“vegetal diversa” 13.a de Pellicer (1969-1970) y al tema 121 de
Beltrán Lloris
6: 0, fig. 4). Los soportes sobre los ue
se pinta quedan reducidos a los kalathoi y las tapaderas, siendo
recuperados en los dos yacimientos anteriormente aludidos. Es
siempre el motivo principal del espacio en el que se le pinta,
si bien, al considerar el resto de la decoración del vaso apreciamos que en alguna ocasión su papel pasa a ser secundario
(TRISVEG 1.3).
TRISVEG
fig. 6 ): En este caso las hojas ue lo definen son lanceoladas más o menos estili adas) y pueden ir
acompa adas de otras de diferente tipo, así como estar asociadas
a variados elementos (volutas, líneas onduladas, posibles alas o
garras, ores o frutos). Se ha representado en ocho ocasiones,
correspondiendo cada una de ellas a una subvariante. Señalar
que la TRISVEG 2.5 coincide con la decoración “vegetal diversa” 13.d de Pellicer (1969-1970) y el tema 120 de Beltrán Lloris
6: 0, fig. 4). Los soportes escogidos para su plasmaci n
son los recipientes herméticos de gran tamaño y las tapaderas,
recuperados en El Cabezo de Alcalá (Azaila). Siempre se dispone en horizontal y ejerce un papel principal en el espacio en el
que se le pinta, aunque en alguna ocasión, al considerar toda la
decoración del vaso comparte protagonismo con otros motivos
(TRISVEG 2.7 y TRISVEG 2.8).
TRISVEG 3 fig. 6 ): En esta ariante son arias las
hojas opuestas que discurren por una línea recta y lisa (tallo),
semejando herbáceas. Seg n su aspecto lanceolado u oblongo) y disposici n al final del tallo o recorri ndolo entero) hemos establecido tres subvariantes, con un ejemplar cada una.
La TRISVEG 3.2 coincide con la decoración “vegetal diversa”
13.b de Pellicer (1969-1970) y el tema 122 de Beltrán Lloris
6: 0, fig. 4). El moti o se pinta e clusi amente sobre
tapaderas halladas en El Cabe o de lcalá
aila) y es el nico
ue aparece en el friso en el ue se dispone, por lo ue tiene un
papel principal en éste que podemos hacer extensible al conjunto del soporte.
TRISVEG 4 fig. 63): Los elementos egetales ue se
pintan entre los triángulos seriados corresponden a ores solitarias dispuestas hacia abajo. stas surgen al final de una línea lisa
y recta (peciolo), donde se suceden cortas rayas rectas (posibles
hojas oblongas y opuestas o espinas). Próximo a su corola aparecen otras del mismo tipo pero en diagonal (sépalos). La corola
se realiza con un cuarto de luna, en cuya parte superior se pintan
una serie de cortas líneas rectas en ertical. e las ores se ofrece una sección longitudinal y la técnica empleada en su realización es la tinta plana. Hemos documentado esta variante en dos
ocasiones sobre tapaderas recuperadas en El Cabezo de Alcalá
aila)
43 6 634, fig. 00 y
3
36 , fig. 03).
esempe a un papel principal en el friso en el ue se pinta y se
utiliza entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
TRI VEG fig. 63): Moti o integrado por triángulos
opuestos que están unidos por el vértice. Todos son isósceles,
pero pueden presentar diferentes aspectos estar perfilados, tener decoración interna, etc.). En el eje central del motivo aparecen diferentes elementos herbáceas, olutas, hojas oblongas
y/o estípulas) que nos han permitido establecer, junto a otras variables, cinco sub ariantes. La disposici n más com n es en hori ontal, aun ue hay alg n caso en ertical TRI VEG . ). Se
ofrece una ista frontal de lo representado y la t cnica empleada en su realización es la tinta plana. No es muy abundante en
el conjunto estudiado, pues solamente se ha realizado en ocho
ocasiones. El tipo de soportes sobre los que aparece tampoco es
muy variado: recipientes con resalte, kalathoi, tapaderas y platos. Los yacimientos en los que se recuperaron son: San Antonio
(Calaceite), Tiro de Cañón (Alcañiz), El Palomar (Oliete) y El
Cabezo de Alcalá (Azaila). Su cronología de uso, por tanto, abarca desde el s. III a. C. hasta el primer cuarto del I a. C., si bien la
mayoría de subvariantes se circunscriben al periodo de tiempo
comprendido entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
de TRI VEG . a TRI VEG . ). En cuanto a su funcionalidad dentro de la decoración, decir que puede desempeñar un pa213
[page-n-227]
TALLO 14.3
TALLO 14.6
TRIVEG 1.2
TRIVEG 1.3
TALLO 14.7
TALLO 14.4
TALLO 14.5
TALLO 14.8
TRIVEG 1.1
TRIVEG 1.1
TRISVEG 1.4
TRISVEG 2.1
TRISVEG 2.4
TRISVEG 2.5
TRISVEG 1.2
TRISVEG 2.2
TRISVEG 2.6
TRISVEG 2.7
TRISVEG 2.3
TRISVEG 3.1
TRISVEG 3.2
TRISVEG 3.3
TRISVEG 2.8
ig. 6 . Moti os egetales.
214
TRISVEG 1.3
[page-n-228]
TRISVEG 4
TRIOVEG 1.1
TRIOVEG 1.2
TRIOVEG 1.3
TRIOVEG 1.4
TRIOVEG 1.5
ig. 63. Moti os egetales.
pel destacado en el espacio en el que se pinta, pero al considerar
el conjunto ornamental del vaso comparte ese protagonismo con
otros motivos (de TRIOVEG 1.1 a TRIOVEG 1.3). También
funciona como moti o secundario, de relleno TRI VEG .4 y
TRI VEG . ), pero en menor n mero de ocasiones.
Por ltimo, se alar ue la sub ariante TRI VEG . coincide con el tema definido por Perales et al. (1983-1984: 248,
fig. ), uienes lo denominan bipenne , la TRI VEG .3 con
el tema 20 (Perales et al.,
3
4: 4 , fig. ) y la TRI VEG .4 forma parte del tema
definido por Beltrán Lloris
6, fig. ).
Iv.4.3. anIMales (FIg. 164-166)
Las representaciones oomorfas son relati amente frecuentes
si las comparamos con las antropomorfas, si bien, su n mero
resulta bastante inferior a las fitomorfas e indudablemente a las
geom tricas. pesar de eso, es com n er combinados los cuatro tipos de motivos sobre el mismo soporte. Las especies pintadas suelen repetirse (ciervos, jabalíes, perros, lobos, buitres,
b hos, caballos, gallos, etc.), pero su identificaci n no siempre
resulta sencilla (Mata et al., 2014). Por una parte, existen representaciones faunísticas parciales huellas, hue os o alas sueltas), lo ue dificulta su atribuci n a una especie determinada.
Por otra, la reinterpretación que el artista realiza de la realidad,
así como el grado de subjetividad que impone en su plasmación
plástica limita la filiaci n, no pudiendo detallar, en muchos casos, su clasificaci n más allá del g nero al ue pertenecen. En
esas ocasiones se ha optado por utili ar un gen rico para referirse a ellas: a es, serpientes, lagomorfos, cánidos o peces.
Tras analizar el conjunto, apreciamos un claro predominio
de las especies salvajes sobre las domésticas. Las primeras
se representan en su entorno natural y silvestre, por contraposición a las domésticas (toro/buey, caballo y perro), que aparecen asociadas a personajes humanos, aunque con ello no
queremos decir que el medio en el que se les pinta esté necesariamente antropizado.
Entre los materiales estudiados hemos identificado once
moti os, clasificados en ariantes y sub ariantes diferentes seg n sus características morfol gicas. La ariabilidad de soportes seleccionados para su plasmación es alta, aunque predominan los kalathoi.
Como ocurría en el caso de la vegetación, hay que aludir al
proyecto de investigación De lo real a lo imaginario. II. Aproximación a la fauna ibérica de la Edad del Hierro, dirigido por
Mata en la Universitat de València. El equipo de investigación
es multidisciplinar y pretende, al igual que en el proyecto anterior, catalogar todos los ítems, orgánicos e inorgánicos, pertene-
cientes a especies reales e imaginarias que se han documentado en la cultura ib rica sobre diferente tipo de soporte metal,
moneda, cerámica, terracota y piedra). Así mismo, también se
utili an las fuentes clásicas para e traer informaci n sobre el
posible uso al que estuvieron destinados, así como su simbolismo. Actualmente se puede consultar la base de datos on-line
(www. orayfaunaiberica.org/fauna), actualizada regularmente,
y el libro en el que se recogen los resultados de las investigaciones (Mata et al., 2014).
A continuación describimos cada uno de los motivos, indicamos el tipo de soportes sobre los que se representan, si
existen asociaciones recurrentes con otros motivos ornamentales, la funci n ue ejercen en la decoraci n y si e isten paralelos realizados en pintura sobre cerámica ibérica procedente de
otros yacimientos.
L fig. 64): Representaci n parcial de un animal integrada por una línea curvilínea y gruesa de la que cuelgan entre
dos y seis tra os. Se ofrece una ista frontal del moti o y se
realiza mediante la técnica de la tinta plana. La hemos interpretado como una estilización de las extremidades superiores de
las a es Cabr , 44: 0 Ramos ol u s,
:
Marco,
1983-1984: 82), pues guarda cierta similitud con las de algunos
pájaros pintados en la zona, pero también cabe llamar la atenci n sobre la forma ue adopta el plumaje de la cola en alguno
de ellos así como las garras fig. 64 6 ) Lucas,
: 4),
resultando evidente su parecido.
Se ha representado en ciento treinta y cinco ocasiones sobre kalathoi, tapaderas, crateriskoi y thymiateria procedentes
de: San Cristóbal (Mata de los Olmos), La Guardia (Alcorisa),
El Palao (Alcañiz), El Castelillo (Alloza) y Cabezo de Alcalá
(Azaila), donde se recuperó la mayoría. La naturaleza de las
ornamentaciones de los vasos en los que aparece pintado varía
desde las fitomorfas en siete casos), oomorfas y antropomorfas en uno cada uno) a a uellos en los ue está repetido el moti o en el friso principal, solo en cinco casos) o acompa ado
de otros moti os secundarios en uno). La funci n ue suele
desempeñar es la de relleno de las ornamentaciones principales,
si bien, si aparece de manera e clusi a en el friso pasa a asumir
un papel primordial dentro del mismo. Su cronología de uso es
amplia, pues existen ejemplares con una datación post quem del
s. III a. C. y otros con una ante quem del s. I a. C.
Hemos localizado motivos similares: en un kalathos de San
Miguel (Vinebre), donde se vinculan a cursos de agua (Sanz
Martínez, 1979: 38); en un kalathos de Poble Nou (Vilajoiosa),
aunque algunos están más próximos a garras que a alas (Pérez
Blasco, 0 a: 3 , fig. ) y en un lágynos de Tossal de Manises (Alacant), donde se pinta entre varias aves (Lucas, 1981:
215
[page-n-229]
ALA 1
AVE 1.1
AVE 1.2
AVE 2
AVE 3
AVE 4.1
AVE 4.2
AVE 4.3
AVE 5.1
AVE 5.2
AVE 5.3
AVE 6.1
AVE 6.2
AVE 7
AVE 8
AVE 9
AVE 10
AVE 11.1
AVE 12
AVE 13
AVE 16.1
AVE 16.2
AVE 11.2
AVE 14.1
AVE 16.3
AVE 11.3
AVE 14.2
AVE 17.1
ig. 64. Moti os oomorfos.
216
AVE 14.3
AVE 17.2
AVE 11.4
AVE 15
AVE 18.1
[page-n-230]
4, fig. 3. Verd y lcina, 0 ). Por otra parte, aun ue estilísticamente no se parezcan a las nuestras, existen representaciones de alas aisladas: en una tinajilla hallada en Bolbax (Cieza) (Lillo, 1981: 284-285, Bol. XVII), en una tinaja del Cabezo
del Tío Pío rchena) García y Bellido, 4 , fig. 30 ) y en
otra del mismo tipo y sobre un kalathos del Tossal de la Cala
Benidorm) Tarradell,
, fig. Tortosa, 006, Lám. ). Todos ellos se datan entre los ss. II-I a. C.
La principal diferencia entre los ejemplares aludidos estriba
en que en el ámbito aragonés suelen tener reducidas dimensiones y aparecen arias sobre el mismo soporte, incluso forman
parte de moti os compuestos R LEVEG 6. , fig.
de T LLO 3.5 a TALLO 3.12, TALLO 3.17, TALLO 3.20, TALLO
3. , T LL 3. 6, fig.
TRISVEG .6 y TRISVEG . ,
fig. 6 ). En el resto de yacimientos citados poseen unas dimensiones considerables y, en la mayoría de ocasiones, se les pinta
como si se tratara de un motivo principal, caso, por ejemplo
del de Bolbax (Cieza) o el del kalathos de Tossal de la Cala
(Benidorm). En otras ocasiones, a pesar de su considerable tamaño aparece como mero relleno de la ornamentación (Cabezo
del Tío Pío, rchena). Sea como fuere, habría ue hablar de
un recurso sintético en el que se sustituye la parte por el todo.
A ojos de los iniciados en la lectura de este tipo de códigos resultaría fácilmente identificable el moti o con la totalidad de lo
no representado, pero ante miradas no instruidas, resulta difícil
entender su significado. En algunas ocasiones podríamos pensar
que alude a lo divino y ascensional, si bien, el contexto en el que
fueron locali ados los asos no apunta en ese sentido, pues en
la mayoría de casos es doméstico, a excepción del ejemplar de
la necrópolis de Poble Nou (Vilajoiosa), donde sí podría tener
cabida esa lectura.
-AVE: Existen numerosas representaciones de pájaros entre
las decoraciones estudiadas, concretamente, sesenta y seis, aunue la deficiente conser aci n de algunas pinturas deja entre er
que habría otras tantas que engrosarían el cómputo total.
Su morfología es ariada, si bien, las diferentes características que presentan no siempre se detallan con realismo,
lo ue dificulta su identificaci n con una especie en concreto.
En este sentido, es muy com n en la literatura atribuir esas
representaciones al genérico de palomas por la carga simbólica que tienen en el mundo ibérico y mediterráneo, si bien es
cierto ue los datos morfol gicos y formales disponibles son
insuficientes para reali ar objeti amente tal atribuci n Mata
et al., 0 4: 6 6 ). En cual uier caso, la ariabilidad formal
ue presentan esas a es nos ha permitido establecer diferentes
variantes y subvariantes.
Pueden aparecer solas o acompañadas por otras aves y/o
animales de diferente naturale a, si bien, lo más frecuente es
que se pinten varias de ellas dispuestas en hilera. Además, no
siempre están volando, sino que en el medio terrestre también
adquieren cierto protagonismo.
A pesar de su amplia representación, el tipo de soportes sobre
los que se pinta no es muy variado: recipientes grandes y medianos con cierre hermético, kalathoi, olpai, tapaderas, crateriskoi
y thymiateria, aunque predominan los kalathoi. Estos vasos se
recuperaron en Alto Chacón (Teruel), La Guardia (Alcorisa),
Tiro de Cañón (Alcañiz), El Castelillo (Alloza), El Cabezo de
Alcalá (Azaila), Piquete de la Atalaya (Azuara), Durón de Belmonte (Belmonte de Gracián) y Cales Coves (Alaior). Por otra
parte, el marco cronológico que abarca es amplio (ss. III-I a. C.),
si bien, e isten diferencias geográficas y temporales en el modo
de representación, como veremos más adelante.
VE
fig. 64): e representada de perfil, mirando a
la derecha, que posee gran tamaño. La cabeza es pequeña y el
pico corto y recto. Destaca su cuello alargado y el cuerpo baruiforme. En la cabe a y el cuello se disponen, de manera alterna, líneas pintadas con espacios en reserva, lo que podría ser
indicativo de las distintas tonalidades del plumaje. La técnica
pictórica empleada en su realización es la mixta y contamos con
dos ejemplares. En ellos se aprecia la diferente forma de reali ar
y disponer sus alas. En una de las aves aparecen tras la nuca,
mientras ue en la otra están a diferentes alturas, una más pr ima a la nuca y la otra al manto. Seg n sus características hemos
establecido dos subvariantes, representadas en un kalathos de
lto Chac n Teruel) ss. II I a. C.) fig. ). La decoraci n ue
presenta dicho recipiente es de tipo figurada y la funci n ue
desempeñan las aves es la de ser motivo principal de la metopa
en la que se les pinta. A pesar de que tienen las alas explayadas,
en el ejemplar conservado más entero se aprecia cómo la pata
derecha está ligeramente levantada, lo que indica que el ave se
encuentra iniciando el vuelo o en pleno desplazamiento terrestre, cuesti n esta ltima ue enla a mejor con la presencia de un
fruto frente al pico.
E isten algunas representaciones de a es picando frutos,
si bien, normalmente los egetales se identifican con Papaver
(Mata et al., 2007), con el consiguiente valor simbólico que ello
conlle a. tendiendo estrictamente a la morfología del fruto
que aquí aparece, resulta evidente que pertenece a una especie
diferente. En cual uier caso, no es una asociaci n ue resulte muy com n entre las decoraciones pintadas sobre cerámica
ibérica, pues solamente conocemos un ejemplo en un kalathos
de La Serreta lcoi, Pen guila, Cocentaina) uentes, 00 ,
fig. ), otro en una crátera del Tolmo de Minateda
ellín)
(Abad y Sanz Gamo, 1995; Tortosa, 2006) y uno más en una
tinaja de Libisosa Le u a) Uro Rodrígue , 0 , fig. 3 ).
El ejemplar más antiguo sería el alicantino, correspondiendo el
resto al ib rico final.
VE fig. 64): e de reducido tama o, representada de
perfil, ue mira a la i uierda. Su cabe a es pe ue a y gruesa, al
igual que su cuello. El pico es robusto, ancho y recto. El ojo se
encuentra destacado, pues se ha dejado un espacio circular en reserva en el que se ha pintado un punto. Toda la cabeza y el cuerpo
están rellenos de tinta, e cepto una pe ue a franja ue marca el
tránsito del cuello al cuerpo y que podría indicar un cambio en
el plumaje. Su cuerpo es fornido y su cola está formada por dos
gruesos tra os ue se disponen formando una V muy acusada,
por lo que es del tipo ahorquillada. No se representan las alas,
pero sí se detallan las cortas patas y las garras, estando una de las
extremidades ligeramente levantada, lo que muestra que el ave
se estaría desplazando por vía terrestre. La técnica pictórica empleada para su ejecución es la mixta y coincide con el tema 69
definido por Perales et al.
3
4, fig. 6).
Se ha representado en una ocasión sobre un recipiente de
gran tamaño y cierre hermético procedente de Tiro de Cañón
lca i ) fig. ). Se dispone en una metopa en la ue se pinta
un gran motivo vegetal a cuyo otro lado, y en sentido opuesto,
aparece otra ave, incompleta, que podría ser del mismo tipo que
la a uí tratada. La funci n ue desempe a es la de ser moti o
217
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principal, aunque su tamaño es notablemente más reducido que
el del vegetal al que acompaña. Cronológicamente encuadramos
la representación entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
VE 3 fig. 64): e representada de perfil, mirando a
la derecha. Su cabeza no es de gran tamaño y el pico es largo,
recto y robusto. El grueso cuello se diferencia del cuerpo por un
espacio dejado en reserva que se rellena con triángulos y líneas
onduladas y/o rectas. Con un trazo curvo se representan las alas
surgiendo de la nuca, una un poco antes que la otra, ligeramente
separadas del cuerpo. Las patas aparecen sua emente e ionadas y con las garras detalladas. La cola podría ser cuadrada, aunue presenta una línea ligeramente combada en forma de U ),
y tambi n hay alg n ejemplar en el ue está más pr ima a las
ahorquilladas, pues se realiza con dos trazos rectos y separados
en forma de V ). La t cnica empleada en su reali aci n es la
mixta y se corresponde con el tema 67 de Perales et al. (19834:
, fig. 6). Se ha pintado en seis ocasiones sobre el
mismo recipiente de gran tamaño y cierre hermético recuperado
en Tiro de Ca n lca i ) fig. ), fechado entre el s. II a. C.
y el primer cuarto del I a. C. Dependiendo de la posición de las
patas, así como de la mayor o menor elevación de las alas y la
inclinación del cuerpo, el ave estaría volando o en una actitud
más reposada. La funci n ue ejerce en la composici n es la de
ser motivo principal y, por tanto, protagonista de la escena.
VE 4 fig. 64): e de reducidas dimensiones ue se
representa de perfil, mirando mayoritariamente a la derecha. Posee una pe ue a cabe a ue en alg n ejemplar tiene, en su parte
superior, cuatro trazos que indican la existencia de una cresta
(AVE 4.2). El pico es corto y ligeramente curvo. Su cuello no es
largo y el cuerpo se caracteriza por ser menudo, lo que contrasta
con la pronunciada cola que posee. En el caso de que las alas
estén pintadas, surgen de la nuca, se separan del cuerpo y se
reali an con un tra o cur o. Las patas están e ionadas o no se
representan. Las garras parece que salen directamente de la parte inferior del ientre. La cola puede adoptar diferentes formas:
cuadrada pero acabada en “U”, realizarse con tres trazos curvos
ue simulan las plumas rectrices o estar enroscada. En funci n
de las características morfol gicas de las a es hemos establecido tres subvariantes y en su realización se ha empleado la técnica pictórica mixta. Los soportes sobre los que se han pintado
los cuatro ejemplares que conocemos quedan limitados a un recipiente de grandes dimensiones con cierre herm tico fig. 30)
y a un kalathos fig. 6), recuperados en El Cabe o de lcalá (Azaila) y datados entre el s. II a. C. y el primer cuarto del
I a. C. Estas aves aparecen en escenas de acoso de lobos a ciervos y suelen situarse próximas a los herbívoros, en ocasiones
sobre su grupa, como presagio de su muerte (Olmos y Tortosa,
2010: 245-246). Por tanto, desempeñan un papel destacado en la
decoración, aunque secundario y complementario en la escena.
Por ltimo, indicar las correspondencias e istentes entre las
sub ariantes a uí identificadas y los estudios sobre este particular realizados con anterioridad. Así las cosas, AVE 4.1 equivale
al moti o
de las a es identificadas por Pellicer y VE 4.3 al
Pellicer, 6
0, fig. 6), mientras ue VE 4. corresponde al tema 6 de Beltrán Lloris
6: 3, fig. ), uien
acertadamente lo identifica con una gallinácea.
VE
fig. 64): e representada de perfil, ue puede
estar mirando a la derecha o a la izquierda. El pico es corto,
estrecho y está ligeramente curvado hacia abajo, pudiendo tener
218
asociado alg n elemento egetal. El cuello no está muy desarrollado. La realización de sus alas se hace mediante dos trazos
curvilíneos que salen de la parte posterior de la cabeza y de la
nuca, estando separadas del cuerpo. Este ltimo puede presentar
alg n espacio en reser a decorado de diferentes formas con ores crucíferas en ista cenital, puntos, líneas onduladas o rayas
rectas). Las patas, muy cortas, casi no asoman bajo el vientre,
apreciándose en la mayoría de ocasiones directamente las garras. La cola pertenece a las de tipo cuadrado, aunque en algunas
ocasiones termina en forma de U , recurso estilístico al ue ya
hemos hecho mención anteriormente. La técnica empleada en
su confecci n puede ser la tinta plana o la mi ta. No está muy
representada, pues solamente hemos identificado siete ejemplares ue, en funci n de sus características específicas, agrupamos
en tres sub ariantes diferentes. El tipo de soportes escogidos
para su plasmación se limita a los kalathoi fig. ) y crateriskoi IG 46, fig. 3). Los yacimientos en los ue se recuperaron son La Guardia (Alcorisa) y El Castelillo (Alloza). Los
ejemplares más antiguos están datados entre los ss. III-II a. C.
(AVE 5.2 y AVE 5.3) y los más modernos entre los ss. II-I a. C.
VE . ). En cuanto a la funcionalidad ue pueden desempeñar en la decoración, decir que las aves incluidas en la subvariante AVE 5.1 se representan sobre la grupa de unos ciervos
que están siendo perseguidos por lobos, por lo que vuelan al
ritmo de su carrera. La funci n ue ejercen dentro de esa escena es la de anunciar el inminente fallecimiento de los c r idos
(Olmos y Tortosa, 2010: 245-246), por lo que tienen un papel
destacado en el sentido de la escena aunque secundario en la
decoración. En el caso de las subvariantes AVE 5.2 y AVE 5.3,
se representan pr imas a personajes masculinos y act an como
motivo de relleno.
VE 6 fig. 64): e de mediano o pe ue o tama o ue
se representa de perfil, mirando a la derecha o a la i uierda. La
cabeza es pequeña y tiene un espacio circular en reserva en el
ue se indica el ojo con un punto. El pico es fino, corto y recto,
pudiendo aparecer entreabierto. No tiene cuello diferenciado, si
bien, a la altura de éste hay en ocasiones un espacio en reserva
que se rellena con líneas rectas (en horizontal o vertical). Las
alas, que surgen de la nuca y del manto, están separadas del
cuerpo y se realizan con un trazo rectilíneo del que cuelgan una
serie de pequeñas rayas con las que se simula el plumaje. El
cuerpo es de reducidas dimensiones y termina en una cola graduada en la que se detallan las plumas rectrices. Las patas tienen
las garras indi iduali adas y aparecen e ionadas. Siempre está
en actitud de vuelo y en su realización predomina la técnica de
la tinta plana, aunque en algunos ejemplares se utiliza la mixta.
Hasta el momento conocemos cuatro representaciones de este
tipo ue clasificamos en dos sub ariantes diferentes. Se pintan
en dos kalathoi recuperados en El Castelillo (Alloza) (IG148,
4 ,
, fig. 64 y 66) y en un fragmento de Tiro de Ca n
lca i ) TCCjto a, fig.
). La cronología de los primeros
abarca los ss. III-II a. C. (AVE 6.1 y AVE 6.2), mientras que la
del ltimo a del s. II a. C. al primer cuarto del I a. C. VE 6. ).
Aparece en metopas con escenas de captura y muerte de cérvidos por parte de una manada de lobos. En ellas las aves presagian la inminente muerte de los primeros (Olmos y Tortosa,
2010: 245-246), por lo que en esos casos su papel es destacado
en el sentido de lo representado y secundario en cuanto a la
decoración general del vaso. Por otra parte, también puede pin-
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tarse en metopas ornamentadas con motivos vegetales de gran
tama o. En esos casos, se sit a pr imo a ellos, con la intenci n
de posarse o tocar con el pico alguno de sus elementos.
VE fig. 64): e representada de perfil, mirando a la
derecha, que tiene mediano tamaño. Posee una cabeza de reducidas dimensiones y está parcialmente rellena de tinta plana.
En ella se deja un espacio circular en reserva en el que se pinta
el ojo con un punto. El pico es corto, fino y cur o. El cuello se
indica con un par de líneas curvas y de la nuca surge un ala, con
el perfil contorneado, en cuyo interior se detallan tres cortos
trazos. Está separada del cuerpo, elevada, indicando que el ave
uela. El cuerpo tiene forma bar uiforme, se deja en reser a y
en su interior aparecen puntos. En la cola, realizada con la técnica de la tinta plana, se indican las plumas rectrices. Destaca el
hecho de que no se detallan ni las patas ni las garras y resultan
curiosos dos pe ue os tra os erticales, de difícil identificación, realizados bajo la cola. La técnica pictórica empleada es
la mixta y solamente la hemos documentado en una ocasión,
sobre un kalathos del Pi uete de la talaya
uara) fig. ).
En la metopa en la que se pinta, aparece el ave sobre el lomo
de un ciervo, volando a la misma velocidad que éste. Ejerce un
papel destacado, pues anuncia el inminente fallecimiento del
animal con el que se relaciona directamente (Olmos y Tortosa,
2010: 245-246). La pieza sobre la que se pinta está datada entre
el s. II a. C. y la primera mitad del I a. C.
VE fig. 64): e representada de perfil, mirando a la
derecha. Su cabe a es pe ue a, está perfilada y se ha pintado el
ojo haciendo un círculo y colocando un punto en su interior. El
pico, corto y recto, aparece relleno de tinta. Para separar la cabeza del cuerpo, en lo que sería un cuello a duras penas marcado,
se puede realizar una línea horizontal y lisa, seguida de otra del
mismo tipo, salvo porque de ella cuelgan pequeños triángulos
invertidos. Tras ésta, el cuerpo se rellena total o parcialmente
con pintura, tiene forma bar uiforme y termina en una cola en
la que se detallan dos o tres plumas rectrices. Las patas salen
de la parte inferior del ientre, están e ionadas y no tienen las
garras definidas. parentemente las alas no están representadas,
apareciendo la parte superior del a e perfilada con una línea
curva. La técnica empleada en su realización es de tipo mixto y
contamos con dos ejemplares sobre un fragmento de ur n de
Belmonte Belmonte de Gracián) Belmonte , fig.
). Las
aves se pintan en un entorno natural, donde parece que son las
protagonistas de la escena. Su cronología es del s. I a. C.
VE fig. 64): e representada de perfil, mirando a la
derecha. Su cabeza es pequeña y el pico, recto, aparece inclinado hacia abajo. Del cuello surge un ala, realizada con un trazo
curvo. Está separada del cuerpo, por lo que indica que el animal
está volando. El cuerpo no presenta gran tamaño y termina en
una cola de tipo ahorquillada, pues se realiza con dos líneas rectas ue forman una V . La t cnica pict rica empleada en su
realización es la de la tinta plana y lo hemos documentado en
cinco ocasiones sobre un thymiaterium del Cabezo de Alcalá
aila)
, fig.
), datado entre el s. II a. C. y el primer
cuarto del I a. C. Se dispone en un friso junto a otras a es, con
las que comparte protagonismo, o bien entre un tallo vegetal,
actuando como motivo principal de ese espacio.
VE 0 fig. 64): e representada de perfil, mirando a
la derecha. Se encuentra en muy mal estado de conservación, lo
que explicaría que hasta el momento haya pasado desapercibida
a los ojos de los investigadores que han estudiado la pieza sobre
la que aparece representada. Tiene gran tamaño, en comparación con el resto de motivos que la acompañan. En la cabeza
se deja un espacio en reserva, circular, en el que se pinta un
punto para simular el ojo. De la nuca salen dos alas, separadas
entre sí y del cuerpo, realizadas con un trazo rectilíneo. A duras
penas se aprecia la existencia de cuello. El cuerpo está casi todo
relleno de pintura, excepto su parte superior, donde se deja un
espacio en reserva en el que se disponen unos puntos. La cola,
le antada, se reali a con dos tra os rectos ue adoptan forma
de “V”, por lo que podría ser de tipo ahorquillada. De la parte
inferior del ientre surgen sus largas patas, terminadas en garras
y ligeramente e ionadas. Podría estar olando. La t cnica pictórica empleada en su realización es de tipo mixto y el ejemplar
que conocemos aparece sobre un thymiaterium procedente del
Cabe o de lcalá
aila)
, fig.
). Se dispone en un
friso en el ue tambi n se pintan otra serie de a es y no e isten
motivos secundarios que vayan más allá de marcar los límites
del campo decorativo, por lo que su papel es principal en la
ornamentación. Su cronología abarca el periodo comprendido
entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
VE
fig. 64): e de mediano tama o, representada
de perfil y mirando a la derecha. En la cabe a siempre aparece
un espacio circular en reserva en el que se dispone un punto para
indicar el ojo. El pico es corto, robusto y curvo, pero sin llegar a
presentar la forma de gancho propia de las a es de rapi a. Tiene
el cuello diferenciado, aun ue no es muy largo. Entre el pecho y
el abdomen se deja en reserva un espacio más o menos circular
ue se decora de diferentes maneras or cuatrip tala en ista
cenital, cuartos de luna, triángulos y/o líneas onduladas). En el
caso de ue se representen las alas, nicamente se pinta una de
ellas. Ésta aparece explayada y se realiza mediante una serie
de trazos paralelos, quebrados en la zona próxima a la nuca,
de donde surgen. La cola puede terminar de diferentes formas:
en “U” o línea recta, simulando una de tipo cuadrado; tener las
plumas rectrices indicadas o en forma de V , por lo ue correspondería a las ahor uilladas. Las patas aparecen e ionadas,
con las garras definidas. Se le representa olando y, en alguna
ocasi n, sostiene alg n elemento con su pico una herbácea, un
fruto o una posible hoja). La t cnica pict rica empleada en su
realización es mixta, aunque predominan los espacios completamente rellenos de pintura. Seg n su ariabilidad formal hemos definido cuatro sub ariantes, a las ue pertenecen un total
de setenta y cuatro individuos. La AVE 11.1 se corresponde con
el moti o 4, y de las a es identificadas por Pellicer
6
0, fig. 6) y con el tema
. de Beltrán Lloris
6: 3,
fig. ), para uien se trata de una paloma, mientras ue VE
11.3 coincide con el motivo 2 de las aves de Pellicer (19690, fig. 6) y el tema
. de Beltrán Lloris
6: 3,
fig. ), uien la uel e a identificar con una paloma, atribuci n
que, como hemos señalado, debe ser tomada con reservas (Mata
et al., 2014: 68-69). Los soportes sobre los que se pinta son: recipientes de gran tamaño con cierre hermético, kalathoi, tapaderas y crateriskoi, aunque predominan claramente los segundos.
Los yacimientos en los que se recuperaron quedan limitados a
La Guardia (Alcorisa) y El Cabezo de Alcalá (Azaila) y su cronología abarca desde el s. II a. C. hasta mediados del I a. C.
Suelen aparecer varias de estas aves en la misma escena, donde
desempeñan un papel destacado. Se las ha representado entre
219
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las ramas de una palmera, en escenas de acoso protagonizadas
por lobos y ciervos (AVE 11.1) o sucediéndose en horizontal
VE . a VE .3). Por otra parte, es t nica com n entre
ellas estar dispuestas en hilera y afrontadas, utili ándose como
delimitadores o separadores espaciales y/o temporales (AVE
11.1). También contribuyen a recrear el espacio abierto en el
que sucede lo representado (AVE 11.3).
VE
fig. 64): e de tama o medio ue se representa
de perfil, mirando a la derecha o a la i uierda, aun ue predomina esta ltima. Se caracteri a por tener una cabe a pe ue a,
en la que se realiza el ojo mediante un punto. El pico es corto y
un poco curvo. El cuello, destacado, aparece en reserva, relleno
con una serie de líneas perpendiculares y horizontales que, en
ocasiones, se prolongan por el cuerpo. De la nuca surgen dos
trazos curvos y paralelos entre los que se desarrollan toda una
serie de líneas diagonales. Se trata de las alas, que aparecen levantadas y separadas del cuerpo. Éste está más estilizado que en
las variantes anteriores y en la cola se individualizan algunas de
sus plumas. Las largas patas salen de la parte inferior del ientre, están e ionadas y tienen las garras detalladas. La t cnica
pictórica empleada para su realización es la mixta y coincide
con el moti o 6 y de las a es identificadas por Pellicer
6
0, fig. 6). E isten, al menos, siete representaciones de esta
variante sobre un kalathos del Cabezo de Alcalá (Azaila) (19436 4 , fig. 6 ) datado entre el s. II a. C. y el primer cuarto
del I a. C. Aparecen en sucesión, una tras otra. No obstante, esa
seriación se interrumpe en algunos casos porque dos de ellas
están afrontadas y separadas por un moti o ue surge de abajo.
Esta cuestión, junto a que se les pinta con las patas en el límite inferior del friso, nos lle a a plantear la posibilidad de ue
realmente se trate de un desplazamiento terrestre y no aéreo.
En cual uier caso, la funci n ue ejercen las a es es la de ser
motivos principales en la ornamentación.
VE 3 fig. 64): e representada de perfil, mirando a la
derecha, que posee un tamaño mediano. La cabeza es pequeña y
en ella se pinta el ojo con un punto. El pico es corto y recto. Solamente se representa una de sus alas mediante una línea curva
que surge de la nuca. El cuello, largo y grueso, está en reserva
y se rellena interiormente con una línea horizontal, ligeramente
combada, y otras verticales y onduladas. El cuerpo, repleto de
pintura, es corto y termina en una cola en la que se detallan las
plumas. Bajo el pecho salen dos patas cortas, terminadas en garras. Una de ellas, la izquierda, está ligeramente levantada. La
t cnica empleada en su reali aci n es la mi ta. emos identificado un nico ejemplar sobre un kalathos
43 6 4 , fig. 6 ),
recuperado en el Cabe o de lcalá
aila), fechado entre el
s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. parece en un friso en
el que se representan otras aves con las que comparte protagonismo. La ue a uí tratamos se dispone afrontada a otra de mayores dimensiones, quedando separadas por un motivo geométrico. Su funci n es la de ser moti o principal en la decoraci n.
VE 4 fig. 64): e representada de perfil, mirando a
la derecha. La cabeza es pequeña y en ella se suele dejar un espacio circular en reserva en el que se pinta el ojo con un punto.
El pico es corto, robusto y curvo. Aparece más pronunciado que
en otros ejemplares, pero sigue sin tener la forma de gancho ue
caracteri a a las a es de rapi a. estaca su largo y fino cuello,
en ocasiones decorado con trazos perpendiculares. De la parte
posterior de ste, hacia la nuca o en su tercio inferior, pueden
220
surgir una o dos alas. Se realizan con trazos curvos y paralelos,
emergiendo en ciertos ejemplares, de su parte superior, pequeñas
rayas rectas para simular las plumas. En el interior del cuerpo se
deja un espacio circular en reserva en el que se pintan distintos
elementos or cuatrip tala ista cenitalmente, líneas onduladas
o triángulos opuestos). La cola suele terminar en forma de U ,
aunque en algunos casos es más corta y tiene plumas detalladas.
Posee largas patas, bajo el ientre, ligeramente e ionadas y
con las garras señaladas. La técnica empleada en su realización
es la mi ta y en funci n de sus características formales hemos
diferenciado tres sub ariantes. La VE 4. e ui ale al moti o
3 de las a es identificadas por Pellicer
6
0, fig. 6) y
al tema
.3 de Beltrán Lloris
6: 3, fig. ), mientras
que la AVE 14.3 corresponde al motivo 10 de las aves de Pellicer
6
0, fig. 6). En total se ha representado en nue e
ocasiones, sobre kalathoi del Cabezo de Alcalá (Azaila) datados
entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. La funci n ue
puede ejercer en el espacio en el que se le pinta es la de ser protagonista, aunque normalmente ese protagonismo lo comparte
con otro tipo de motivos, bien sean de tipo vegetal y/o animal.
En ocasiones aparece en escenas de caza, contribuyendo a recrear el espacio natural en el que se practica (AVE 14.2 y AVE
4.3), si bien, si se sit a sobre el lomo de un c r ido ad uiere un
valor simbólico (AVE 14.1 y AVE 14.3), pues anuncia su muerte
(Olmos y Tortosa, 2010: 245-246).
VE
fig. 64): e de mediano tama o representada
de perfil, mirando a la i uierda. En su pe ue a cabe a aparece
un espacio circular dejado en reserva en el que se pinta un punto
para marcar el ojo. El pico es fino, corto y ligeramente cur ado.
Entre la cabeza y el cuello se deja un espacio rectangular sin rellenar de pintura. De la nuca surgen las alas, que están separadas
del cuerpo. Se realizan con dos trazos curvos que se quiebran en
su parte superior y se juntan hacia el final. El cuello es corto y el
cuerpo no es muy robusto. La cola tiene marcadas algunas de las
plumas que la integran. Bajo el vientre aparecen las patas, cortas y sin garras detalladas. La técnica pictórica empleada en su
reali aci n es la mi ta y se corresponde con el tema 6 definido
por Perales et al.
3
4:
, fig. 6). asta el momento
conocemos dos ejemplares procedentes de un fragmento recuperado en Tiro de Ca n lca i ) TCSN , fig. ), aun ue es
probable que hubiera otro más. Aparecen en una metopa, sucediéndose en vertical, sin que medien entre ellas otros motivos,
por lo ue act an como protagonistas. Su cronología se sit a
entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
VE 6 fig. 64): Conjunto integrado por a es ue se representan de perfil, pudiendo mirar a la derecha o a la i uierda.
En la cabeza se deja un espacio en reserva, circular, en el que se
pinta el ojo con un punto. En su parte superior se detalla la cresta, al menos en el ejemplar mejor conservado. El pico es corto
y ligeramente curvo. Tiene indicada la barbilla y el cuello es
largo, pudiendo dejarse parcialmente en reserva para decorarlo
con diferentes elementos líneas rectas en ertical o una línea
horizontal de la que penden pequeños triángulos). En el cuerpo
también se deja sin rellenar de pintura un espacio circular en el
ue se disponen líneas onduladas o una or crucífera ista cenitalmente. No se detallan las alas y la cola se reali a de diferente
manera. Las patas son largas, aparecen ligeramente e ionadas
y tienen el espolón marcado. Se les representa en una actitud
tran uila, en tierra firme. La t cnica pict rica empleada para su
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confecci n es la mi ta. Es muy probable ue se trate de gallináceas (Beltrán Lloris, 1976: 282-283; Cabré, 1944), como ha
podido comprobar el equipo interdisciplinar del proyecto De lo
eal a lo ma inario
Aproximación a la fauna bérica durante la Edad del Hierro en el caso que se conserva más completo VE 6.3), identificándolo concretamente con un gallo
(Gallus gallus) (Mata et al., 0 4: , fig. 04).
Seg n sus características formales hemos establecido tres
subvariantes, correspondiendo AVE 16.1 y AVE 16.2 al motivo
0 de las a es identificadas por Pellicer, mientras ue VE 6.3
lo hace con el moti o
de ste Pellicer, 6
0, fig. 6),
así como con el tema
de Beltrán Lloris
6: 3, fig. ).
Hasta el momento, conocemos seis representaciones pintadas
sobre recipientes de mediano y gran tamaño con cierre hermético, así como kalathoi recuperados en El Cabezo de Alcalá
(Azaila) y datados entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
Se les suele representar en parejas, afrontadas la una a la otra
y separadas por otro motivo decorativo (geométrico, vegetal o
de otro tipo, como son un posible thymiaterium o ara), en una
disposición que recuerda a las heráldicas (Mata et al., 2014: 58).
En cual uier caso, ejercen la funci n de ser moti os principales
en la ornamentación.
Existen imágenes de gallos realizadas en soporte cerámico,
como es el caso de un askos recuperado en el Cabecico del Tesoro (Verdolay) (García Cano y Page, 2004: 149-150) y otro en Libisosa (Lezuza) (Uroz y Uroz, 2016: 286-287). Pintados sobre
cerámica aparecen en un kalathos del Tossal de Manises (Alacant) Tortosa, 006, Lám. 3 ), en un fragmento de L lc dia
El ) Ramos ol u s,
0: 4 , Lám. 0.4), en una tinaja de
Valentia (València) lmos, 000: 60, fig. ) y en el fondo de
una copa o thymiaterium de La Paeria (Lleida) (Garcés, 2000:
55). Como se aprecia, su representación es realmente escasa, a
pesar de tener elementos característicos de fácil identificaci n
como la cresta, la barbilla, etc. El modo de plasmación y el tipo
de escenas en las ue aparecen tambi n difieren. continuaci n
presentamos las más completas:
*En el vaso de Valentia (València), el gallo se dispone entre
la cola y la pata posterior de una yegua que está siendo atacada
por un lobo (Mata et al., 2014: 58). La escena es cinegética,
encontrándose el carnívoro al ataque y los otros dos animales en
plena huida, habiéndose interpretado como una representación
del ciclo de la vida (Olmos y Serrano, 2000).
*En el Tossal de Manises (Alacant) el gallo aparece inmerso
en un uni erso fecundo, repleto de rebosante naturale a animal
y vegetal). De nuevo, aquí parece que se encuentra a la carrera.
El a e tiene las alas e playadas y las piernas e ionadas, estando la izquierda levantada. En medio de este paraje natural todo
uye, está en mo imiento, no se detiene ante nada.
Llama la atención el que, a pesar de tratarse de un ave doméstica, se le plasma en entornos que corresponden a la naturaleza salvaje, sin domesticar. En contraposición a lo dicho, habría
ue aludir a un ejemplar del Cabe o de lcalá
aila) fig. 3),
donde la pareja de gallos afrontados aparece en la parte inferior
de una escena de caza, protagonizada por un jinete que se ayuda de un grupo de perros amaestrados. Por lo tanto, aunque el
espacio sea silvestre sí hay una clara alusión a la domesticidad.
En cualquier caso, en lo que sí coinciden todos los ejemplares es en su datación tardía, entre los ss. II-I a. C., aunque
el grueso de ellos pertenece más bien a principios de esta l-
tima centuria (Mata, 2000: 25). ¿Simple coincidencia o es que
en esos momentos contaba con un nue o alor simb lico La
interpretaci n resulta arriesgada, pues tampoco las fuentes escritas clásicas ayudan a su esclarecimiento. Una primera opción
es ue act en como demarcadores temporales, encuadrando las
escenas en el amanecer (Marcuzzi, 1989). No obstante, también
se les considera como símbolo de la fecundidad y de la resurrecci n Blá ue ,
). En este ltimo sentido podría apuntar la
presencia de restos de gallos y gallinas como ofrendas en algunas necrópolis, como la de Castellones de Ceal (Hinojares) o la
del Turó de dos Pins (Cabrera de Mar). En cualquier caso, su
valor simbólico queda patente no solo por su presencia en conte tos funerarios, sino tambi n en sacrificios dom sticos, como
sucede en La Seña (Villar del Arzobispo) o El Puntal dels Llops
(Olocau) entre otros (Iborra, 2004: 364-365), si bien, sus cronologías son anteriores a las que se constatan en las decoraciones
complejas. Así pues, si es cierto que tuvieron un valor simbólico
y ritual en la sociedad ibera desde un momento relativamente
temprano (ss. V-IV a. C. en el caso de La Seña, Villar del Arzobispo) por u su representaci n resulta tan tardía
A tenor de lo expuesto, no debemos considerar que se tratara
de un animal nicamente asociado a rituales funerarios o dom sticos, sino ue tambi n se ha constatado ue fue consumido
de manera habitual en contextos domésticos (García y Pons,
2010: 226).
Ampliando las miras, se sabe que en el mundo heleno el
gallo se vinculaba indistintamente a los dioses Apolo, Hermes y
Esculapio, siendo también símbolo del dios del sol, Atis (García
y Pons, 2010: 225-226; Mata, 2000: 25). Así las cosas, en todos
esos casos, se ve que el gallo guarda relación con el tiempo y
el buen hacer.
VE
fig. 64): Se trata de un conjunto reducido de
aves de gran tamaño que se caracterizan por tener la cabeza representada de frente, mientras ue el cuerpo se hace de perfil.
Se les pinta hacia la derecha. En la parte superior de la cabeza
aparecen los penachos auriculares, puntiagudos, que están levantados. Los ojos se realizan mediante un punto en el centro
de un espacio circular dejado en reserva y, en ocasiones están
resaltados o enmarcados por otros elementos. El pico es corto
y recto. El cuello aparece diferenciado, es robusto y está decorado de diferente manera. En los ejemplares ue se encuentran
más completos, de su parte posterior surge un ala, separada del
cuerpo, realizada mediante un conjunto de líneas curvas y paralelas que se quiebran un poco antes del punto del que arrancan.
Podrían estar volando. Los cuerpos son robustos y en su interior
se deja un espacio en reserva que se rellena a base de líneas onduladas en ertical. La cola termina en forma de U y bajo el
ientre aparecen las patas e ionadas, en las ue se detallan las
garras. Se han identificado como posibles b hos To ío,
6:
591; Mata et al., 0 4: 64, fig. 4). La t cnica empleada en
su reali aci n es de tipo mi to y seg n sus características de
representación hemos establecido dos subvariantes. La AVE
. se corresponde con el moti o 3 de las a es definidas por
Pellicer
6
0, fig. 6) y con el tema 6 de Beltrán Lloris
6: 3, fig. ). Solamente lo hemos identificado en cuatro ocasiones sobre kalathoi de La Guardia lcorisa) fig. ),
El Castelillo llo a) fig. 6 ) y El Cabe o de lcalá
aila)
fig. 6 y ). El ejemplar más antiguo VE . ) procedente
del segundo de los yacimientos citados (ss. III-II a. C.), siendo
221
[page-n-235]
el resto más modernos (s. II a. C.-primer cuarto del I a. C.). En
los asos suele ubicarse en la parte inferior de la decoraci n y
act an, junto a otros moti os, como moti os principales.
Sobre cerámica ib rica nicamente se ha constatado la representación de esta especie en una ocasión, sobre una gran tinaja
recuperada en El Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet, 1995:
, fig. 44). un ue su reali aci n es más sint tica, llama la
atenci n, de nue o, el ue la cabe a se pinte de frente.
lgunos in estigadores han re e ionado, precisamente, sobre la intencionalidad de representar los rostros de estas aves
de frente lmos,
6d Tiemblo,
). Su penetrante y fija
mirada, especialmente potenciada en la nocturnidad, hace que
ésta esté revestida de cierto valor simbólico, tal vez sagrado,
relacionado con la abundante y fecunda naturale a en la ue
se inserta e, incluso, se ha llegado a vincular con el allende. Es
precisamente la ruptura con el resto de motivos representados
lo que lleva a atravesar la barrera que existe entre lo pintado y
el espectador, actuando como una invitación a que éste se involucre en la escena, participe de ella (Tiemblo, 1999: 183-188).
VE
fig. 64 6 ): e representada de perfil, de tamaño considerable, que puede aparecer hacia la derecha o izquierda. Se caracteriza por tener una cabeza pequeña, en la que
se deja un espacio circular en reserva para pintar un punto, a
modo de ojo. Cuenta con un pico robusto, de aspecto ganchudo, que aparece entreabierto. El cuello es largo, suele aparecer
incurvado y puede estar decorado con líneas lisas. El cuerpo
no es muy grande y si se deja un espacio en reserva en él se
pintan diferentes elementos or cuatrip tala en ista cenital,
líneas onduladas o perpendiculares que se entrecruzan). La cola
tiene aspecto diferente seg n el ejemplar del ue hablemos en
“U”, “V”, una línea recta o varias para indicar las plumas). En el
caso de que el ave esté realizando un desplazamiento terrestre,
no aparecen las alas, en cambio, si está volando éstas surgen
de la parte posterior e inferior del cuello y están desplegadas,
pudi ndose reali ar de diferentes maneras. Las patas suelen ser
largas, están e ionadas y tienen las garras detalladas. El tipo de
técnica pictórica empleada en su realización puede ser la tinta
plana o la del perfilado.
Seg n las características apuntadas, identificamos esta ariante con buitres leonados (Gyps fulvus) (Mata et al., 2014:
62-63), aves carroñeras que cuando detectan un animal muerto
descienden en picado, con las patas extendidas, alertando al resto de la colonia de que existe alimento. Dichas características
explican las actitudes en las que se les plasma.
En el conjunto estudiado está bastante representado, pues se
ha pintado en, al menos, quince ocasiones. No obstante, su variabilidad formal no es muy amplia, pues hemos establecido cuatro subvariantes, de las que AVE 18.3 coincide con el motivo 1
y 4 de las a es identificadas por Pellicer
6
0, fig. 6) y
con el tema 60. y 60. de Beltrán Lloris
6: 3, fig. ).
El tipo de soporte sobre el que aparece queda reducido al kalathos. Los yacimientos en los que está presente son: El Castelillo (Alloza), El Cabezo de Alcalá (Azaila), Piquete de la Atalaya
(Azuara) y Cales Coves (Alaior). Su cronología abarca desde el
s. III a. C. hasta el I a. C., siendo las subvariantes más antiguas
AVE 18.1 y AVE 18.2 (ss. III-II a. C.) y las más modernas AVE
18.4 (s. II a. C.-principios del I a. C.) y AVE 18.3 (ss. II-I a. C.).
El papel que desempeña en la ornamentación es el de ser motivo
222
principal, pintándose pr imo a alg n c r ido ue le ser irá de
sustento (Olmos y Tortosa, 2010: 245-246) y siendo habitual
que aparezcan varios de ellos participando en la escena.
En cerámica ib rica con decoraci n compleja nicamente
conocemos un posible ejemplar sobre una imitación de crátera
procedente de Libisosa (Lezuza) (Mata et al., 2014: 62-63). En
este caso se pinta en una escena bélica, en la que aparece un
hombre herido o muerto. El ave vuela en picado, dispuesta a darle alcance y de orarlo. Su dataci n se sit a entre los ss. II I a. C.
Temáticamente está próxima a la decoración que presenta una
estela del Palao (Alcañiz), en la que un jinete ha alcanzado con
una lanza a un personaje masculino derrotado que yacen en tierra. Rodean a éste tres buitres y un cánido, con la intención de
engullirlo (Marco, 2007; Mata et al., 2014: 63).
VE
fig. 6 ): Representada de perfil y caracteri ada por presentar un pico corto, robusto y curvo, propio de las
aves de rapiña, pues permite desgarrar la carne de sus presas.
diferencia de la ariante anterior, los cuellos son cortos, por
lo ue pertenecen a especies diferentes, aun ue en este caso no
somos capaces de identificarla. El ojo se indica con un punto.
De la nuca y la parte posterior del cuello surgen dos alas, levantadas y separadas del cuerpo. Se realizan con dos trazos rectos
y paralelos, de los que cuelgan otros más pequeños en vertical
que simulan el plumaje, al menos en el ejemplar que se conserva más completo. El cuerpo no es muy grande y en la cola se
individualizan algunas de las plumas que la integran. Las patas
están e ionadas y tiene las garras detalladas. La t cnica pictórica empleada en su realización puede ser la de la tinta plana
o la del perfilado. No está muy representada, pues solamente
e isten dos ejemplares pintados sobre diferentes kalathoi del
Castelillo llo a) fig. 6 y 66), datados entre los ss. III II a. C.
ct a como moti o principal en la decoraci n, situándose en
una ocasi n tras un jinete, en lo ue podría ser un desfile triunfal, mientras ue en el otro aparece despu s de un lobo al ue se
ha enfrentado un infante.
VE 0 fig. 6 ): e rapa ue tiene pintado el cuerpo desde una perspecti a cenital, es decir, como si fuera isto
desde arriba, mientras ue la cabe a aparece de perfil. La elección de ese tipo de representación también se ha documentado
para algunas rapaces en Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet,
, fig. 6 y 3) y Libisosa (Lezuza) (Uroz Rodríguez, 2012,
fig. 46), si bien, esta práctica es realmente escasa. En cual uier
caso, la cabeza del ave aquí descrita es pequeña y en ella se deja
un espacio circular en reserva en el que se pinta el ojo mediante
un punto. El pico es corto y cur o. El cuello está diferenciado
y es corto. Tiene las dos alas representadas, separadas del cuerpo, con algunos trazos cortos pendiendo de ellas, a modo de
plumas. La cola está formada por arias líneas lisas dispuestas
en forma de abanico y en el caso de ue se representen las patas, están e ionadas y tienen las garras detalladas. La t cnica
empleada en su realización es la de la tinta plana. La hemos
identificado en dos ocasiones sobre un kalathos del Castelillo
llo a) datado en los ss. III II a. C. fig. 6 ). parecen en la
misma metopa, olando en picado hacia un lagomorfo al ue
también intenta dar presa un carnívoro. Su papel, por tanto, es
principal en la ornamentación.
VE
fig. 6 ): e representada de perfil, con la cabeza y el cuello dejados en reserva. En la cabeza se pinta el ojo,
con un punto, mientras que en el corto cuello aparecen varias
[page-n-236]
AVE 18.2
AVE 18.3
AVE 21.1
AVE 21.2
CIERVO 1.4
FELINO 1
LAGOMORFO 2
LOBO 4
AVE 18.4
CIERVO 1.1
CIERVO 2
HUELLA 1
LOBO 1.1
AVE 19
CIERVO 1.2
CIERVO 3.1
JABALÍ 1
LOBO 1.2
PERRO 1
CIERVO 3.2
LAGOMORFO 1.1
AVE 20
CIERVO 1.3
CIERVO 4
LAGOMORFO 1.2
LOBO 2
LOBO 3
PERRO 2
CÁNIDO 1
ig. 6 . Moti os oomorfos.
223
[page-n-237]
líneas curvas que pueden indicar un cambio de tonalidad en el
plumaje. El pico es corto, robusto y curvo. El cuerpo se rellena
de pintura y puede tener una o las dos alas representadas, aspecto ue nos ha ser ido para definir dos sub ariantes. En el primero de los casos aparece explayada y se realiza con varias líneas
paralelas que se quiebran un poco antes de llegar al punto de
arranque, mientras que en el segundo surgen de la nuca y se realizan con una línea lisa de la que penden pequeñas rayas rectas
con las que se indica el plumaje. En la cola también se detallan
las plumas. Las patas son cortas, están e ionadas y tienen las
garras señaladas, pudiendo aparecer una de ellas un poco más
levantada que la otra. Está volando y la técnica pictórica empleada en su realización es de tipo mixto. Únicamente la hemos
identificado en dos ocasiones sobre un olpe del Castelillo (Alloa) datado entre los ss. III II a. C. IG 3 , fig. ).Se disponen
de forma heráldica, la una frente a la otra, pero separadas por un
moti o egetal alrededor del cual parecen re olotear. ct an,
por tanto, como protagonistas de la decoración.
CIERV fig. 6 ): Los cier os Cervus elaphus) son animales herbívoros y gregarios, es decir, que tanto machos como
hembras suelen permanecer en grupos. No obstante, durante la
época de celo, los machos, que presentan en esos meses una cornamenta ramificada de tama o ariable seg n su edad, luchan
entre ellos para conseguir mayor n mero de hembras a las ue
cubrir y protegerlas frente a sus competidores. No e iste entre
la iconografía ascular ib rica ninguna representaci n de esa
lucha entre indi iduos adultos, pero sí resulta bastante frecuente
la reali aci n de manadas, aun ue no es muy com n ue se entreme clen machos y hembras fig. 6, y ), por lo ue en la
mayoría de los casos la escena puede hacer alusión al invierno,
cuando se mueven en grupos separados. Además, son animales nocturnos, lo que no quita que en la época de celo también
aparezcan por los bosques, zonas arbustivas y praderas durante
el día Castells y Mayo,
3: 4 Reichholf,
0: 06). Esa
dicotomía entre el día y la noche se e refor ada por alguno de
los motivos que les acompañan, como podrían ser los jinetes
durante el día) IG 4 , 4 ,
, fig. 64 y 3) o los b hos por
la noche) fig. 6 , 6 y ).
Entre las decoraciones estudiadas existe un total de veinticinco representaciones de este moti o. Resulta fácilmente
identificable, pues se trata de una de las especies oomorfas
plasmadas con mayor realismo. La morfología de su cuerpo, la
presencia de cornamenta y el detalle de las pezuñas son elementos ue permiten dicha clasificaci n sin dudas. El tipo de
soporte sobre el que se pintan se limita a los recipientes de
gran tamaño con cierre hermético y los kalathoi, predominando claramente estos ltimos. Su procedencia es ariada, documentándose en: La Guardia (Alcorisa), El Castelillo (Alloza),
El Cabezo de Alcalá (Azaila), Piquete de la Atalaya (Azuara) y
Cales Coves (Alaior). Su cronología, por tanto, es amplia, pues
abarca el periodo de tiempo comprendido entre los ss. III-I a. C.
En funci n de sus características, así como de la actitud en la
ue se les representa, hemos definido cuatro ariantes con sus
correspondientes subvariantes.
CIERV : Cier os y cier as pintados de perfil, marchando hacia la derecha. Se realizan con la técnica de la tinta plana,
dejando en la cabeza un espacio circular en reserva en el que
se señala el ojo con un punto. Tienen el hocico detallado y la
boca cerrada. Las orejas se pintan levantadas, como vistas de
224
frente, perspecti a ue tambi n se utili a para representar la
cornamenta de los machos. El cuello aparece definido, aun ue
en algunos ejemplares es más largo y estilizado que en otros. El
cuerpo es robusto y la cola, corta, acaba en punta y puede estar
ligeramente caída. Sus patas son largas, estilizadas y terminan
en pe u as. Están un poco e ionadas y separadas, lo ue indica que marchan a la carrera, aunque en algunos ejemplares se
plasma el momento en el ue el c r ido frena en seco ante una
amena a, un grupo de lobos CIERV
. , fig. 30), por lo ue
el cuerpo del herbívoro se dispone ligeramente inclinado, con la
parte delantera más baja y las patas anteriores más e ionadas.
Esta ariante está bastante representada, pues la hemos identificado en quince ocasiones, si bien, sus características particulares nos han permitido definir cuatro sub ariantes. La CIERV
. coincide con el moti o .a de los cier os identificados por
Pellicer
6
0, fig. 3) y con el tema
de Beltrán Lloris
6: 3, fig. ), mientras ue la CIERV
. lo hace con
el motivo 2.b de los ciervos de Pellicer y la CIERVO 1.3 con el
.e Pellicer, 6
0, fig. 3). El tipo de soportes sobre los
que aparece quedan limitados a los recipientes de gran tamaño
con cierre hermético y a los kalathoi recuperados en La Guardia
(Alcorisa), El Castelillo (Alloza), El Cabezo de Alcalá (Azaila)
y Piquete de la Atalaya (Azuara) (ss. III-I a. C.). Siempre aparecen varios ciervos en el mismo espacio decorativo, mostrando
que se desplazan en manada. Se les representa en escenas cinegéticas, donde uno o varios jinetes, ayudados de perros, tratan
de abatirlos, o bien, acosados por un grupo de lobos. En ambos
casos, como hemos apuntado anteriormente, resulta frecuente
que los cérvidos presenten sobre su lomo un ave que vuela al
mismo ritmo ue ellos marchan, presagio del fatal desenlace de
las escenas en las que participa y desempeña un papel principal.
CIERV
: Macho representado de perfil, mirando hacia
la izquierda. En este caso solamente se pinta una de las orejas.
Se detalla el hocico y la nariz. La boca está cerrada. El cuerpo,
robusto, aparece descansando sobre las patas, que están recogidas. Se corresponde con el moti o .b de los cier os identificados por Pellicer
6
0, fig. 3). ay un ejemplar pintado
sobre un recipiente con cierre hermético de gran tamaño hallado en El Cabe o de lcalá
aila) fig. 30), datado entre el
S. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. La escena en la que se le
representa es de predación, protagonizada por lobos y ciervos.
Su actitud es totalmente plácida, pues se encuentra paciendo,
sin darse cuenta de ue sufre la amena a de la manada de lobos,
lo ue le con ierte en una presa fácil. uega un papel importante en la decoración, aunque resulta un individuo pasivo en la
escena representada.
CIERV 3: C r idos cuyo principal rasgo diferenciador es
que sus depredadores les han dado alcance. Uno de ellos lleva
cla ada una echa en la parte posterior del cuello y un lobo y un
buitre empiezan a devorarlo (CIERVO 3.1). En el otro ejemplar,
su disposición vertical, como caído tras haber sido abatido, y la
presencia de dos lobos mordiéndole el cuello y los cuartos traseros (CIERVO 3.2) apuntan en este sentido. Se les representa
de perfil, mirando a la derecha, y están uietos. Su boca puede
aparecer abierta (CIERVO 3.1), con la lengua entresacada como
muestra de su agonía o cerrada (CIERVO 3.2). La técnica empleada en su realización es la tinta plana o la mixta y están escasamente representados, pues nicamente e isten dos ejemplares
ue, además, corresponden a sub ariantes diferentes. Ello se
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debe a que en la mayoría de las decoraciones bajoaragonesas se
representa el momento previo a la captura, es decir, predomina
el gusto por plasmar la persecución y ataque de los predadores
a los cérvidos, resultando ciertamente singulares los motivos
aquí tratados. El soporte sobre el que aparecen estos herbívoros
es el kalathos, si bien, uno de ellos procede del Castelillo (Alloa) fig. 66) y el otro de Cales Co es laior) 400, fig. ),
por lo que la cronología que abarca es amplia (ss. III-I a. C.),
correspondiendo al primero los ss. III-II a. C. y al segundo los
ss. II I a. C. Los ejemplares ue conocemos act an como motivos principales de la ornamentación, aunque comparten protagonismo con otros oomorfos.
+CIERVO 4: Motivo compuesto por una cierva y su cría, a
la que amamanta. Se corresponde con el motivo 3.b de los cieros identificados por Pellicer
6
0, fig. 3) y con el tema
155.2 de Beltrán Lloris (1976: 283).
El indi iduo adulto aparece representado de perfil, mirando
a la derecha. En la cabeza se detalla el hocico y se aprecia que la
boca está cerrada. Ambas orejas aparecen pintadas y tienen un
tamaño mayor al visto en los machos. El ojo se simula con un
punto en el centro de un círculo dejado en reserva. Su cuerpo es
menos robusto que el de los ciervos, haciendo clara alusión al
dimorfismo se ual e istente entre los c r idos. Su cola es corta y aun ue sus patas traseras uedan ligeramente e ionadas,
estaría parada, pues así lo indica el que esté amamantando a su
cría. Llama la atenci n ue las mamas, elemento fundamental
en la acción, están pintadas en ambos casos. No obstante, no se
indica en ellas la leche, como sí aparece en una tinaja hallada en
Valentia (València) (principios del s. I a. C.) (Olmos y Serrano,
2000) o en un olpe y una microtinaja de la necrópolis de Poble
Nou (Vilajoiosa) (ss. II-I a. C.) (Pérez Blasco, 2011b: 100-101,
fig. y ), por lo ue son más parecidas a las mamas de una
cierva pintada sobre un kalathos de La Morranda (Ballestar)
finales del s. II a. C. principios del I a. C.) lors y Marcos,
1998: 300).
El cer atillo aparece tambi n de perfil, pero mirando a la i quierda. Su tamaño es bastante menor que el de la madre. Tiene
la cabeza inclinada, asegurándose que alcanza las mamas para
succionarlas. En el cuerpo se marca el característico moteado
del pelaje. Las colas son cortas y las patas están ligeramente
e ionadas, buscando llegar con ito a las mamas ue saciarán su apetito. No es muy com n contar con representaciones
de c r idos ue permitan identificar indi iduos infantiles. ctualmente, el mejor ejemplar conocido procede de Cerro Lucena (Enguera) (ss. III-I a. C.), donde a su pequeño tamaño se le
suma el elemento identificador por e celencia de los cer atillos,
el moteado al que aludíamos (Castellano et al., 2005: 203).
Entre las decoraciones estudiadas, nicamente se ha representado en dos ocasiones sobre kalathoi procedentes del Piuete de la talaya
uara) fig. ) y El Cabe o de lcalá
aila) fig. ). Su cronología abarca desde el s. II a. C. hasta
principios del I a. C. La técnica empleada en su realización es
la de la tinta plana o la mi ta y la funci n ue ejercen en la
decoración es la de ser motivos principales, pues madre y cría
an a ser sorprendidos por una serie de fieros lobos ue tratan
de darles captura.
El ciervo es uno de los animales más pintados sobre cerámica ibérica, con un total de cincuenta y seis ejemplares seguros,
más otros posibles. No obstante, el que habitualmente aparezca
en manada hace ue el n mero de asos sobre los ue se representa sea más limitado. Los yacimientos en los que se ha
documentado son:
Emp ries L Escala) ss. III II a. C.): En un kalathos aparecen, al menos, dos machos, pero es muy poco lo que se conserva
de ellos (Puig et al.,
: 40, fig. ).
*Burriac (Cabrera de Mar) (ss. III-I a. C.): De nuevo, sobre
un kalathos se conservan parcialmente dos individuos masculinos, en alusión a su marcha en manada (Zamora, 2006-2007:
275, Lám. 8).
La Morranda Ballestar) finales del s. II a. C. y principios
del I a. C.): Aparece sobre un kalathos una cierva, en solitario,
ue uel e su cabe a hacia atrás lors y Marcos,
: 300).
Destaca el hecho de que se indican sus mamas, por lo que se alude a la reproducción, continuidad de la especie y alimentación
entre iguales. La cierva es símbolo de vida.
Los Villares Caudete de las uentes) ss. III I a. C.):
Se conser a parcialmente una cier a sobre un fragmento de
tinaja Mata,
: 3 4, fig. 4), por lo ue poco podemos apuntar al respecto.
*Tossal de Sant Miquel (Llíria) (s. III-primera mitad del
II a. C.): Yacimiento en el que aparecen representados los cieros en mayor n mero de ocasiones y tambi n sobre más tipos
de soportes (tinajas, tinajillas y kalathoi, aunque predominan
las primeras). Además, se plasma en una amplia variedad de actitudes. En primer lugar, cabe se alar ue resulta frecuente pintar manadas mixtas, es decir, integradas por machos y hembras,
cosa ue, como hemos se alado más arriba, es poco com n en
el ámbito bajoaragonés. Se les representa en su entorno natural,
relajados, alimentándose de pastos o, incluso, de la leche materna Bonet,
, fig. 44.6 . ). En ocasiones da la sensación de que la manada avanza a paso tranquilo, en otras existe
alg n sobresalto ue les empuja a acelerar la marcha Bonet,
, fig. ). Por otra parte, son objeto de ca a, aun ue a tenor
de los estudios ar ueofaunísticos practicados en el yacimiento, se observa cómo debió constituir un recurso cinegético de
tipo l dico ue, a su e , aportaba distintos recursos carne,
pieles, astas, tendones, huesos, etc.), como el consumo directo
por parte de los habitantes o su empleo en la fabricaci n de
distintos utensilios (Iborra, 2004: 367). Por lo que muestran las
imágenes, son capturados tanto los machos como las hembras,
si bien es cierto ue e iste una cierta preferencia por utili ar la
t cnica del trampeo en el caso de las cier as Bonet,
, fig.
44.7-D.15 y 88), mientras que la caza protagonizada por jinetes
con lanza o jabalina se practica en ambos casos (Bonet, 1995,
fig. 44.6 . , 0 y 4).
*La Monravana (Llíria) (ss. III-II a. C.): Se ha localizado
un fragmento con dos indi iduos representados, aparentemente
de distinto sexo. Marchan a la carrera, huyendo de una amena a ue resulta refor ada por el a e rapa ue uela en picado hacia el primer cérvido (www. orayfaunaiberica.org/fauna,
DQS0125).
*Cerro Lucena (Enguera) (ss. III-I a. C.): Aparece sobre un
fragmento un indi iduo ue no está entero. etrás tiene un caballo enjaezado, por lo que podría ser una escena de caza. El
punteado que aparece en el cuerpo, dentro de una retícula, indica que se trata de un cervatillo (Castellano et al., 2005: 203).
225
[page-n-239]
Representa el modelo de cabeza vuelta hacia atrás que se veía
en La Morranda Ballestar) y tambi n en alg n caso de Tossal
de Sant Mi uel Llíria) Bonet,
, fig. 44 y ).
*La Serreta (Alcoi, Penàguila, Cocentaina) (s. III-primer
tercio del II a. C.): Sobre una tinaja se pinta un cérvido alcanzado por una lanza que ha sido arrojada por uno de los jinetes
que participan en la persecución y cacería. Sobre su lomo se han
preservado las garras de un ave indeterminada, presagio de su
inminente muerte uentes, 00 , Lám. II).
*Samperius (Alcoi) (ss. III-II a. C.): Solamente se conserva
un fragmento en el ue aparece una posible cier a con la cabe a
vuelta hacia atrás (Visedo, 1952: 157-158).
*Tossal de Manises (Alacant) (ss. II-I a. C.): En un lágynos
se pintan tres posibles representaciones de ciervas que marchan
a la carrera Tortosa, 006, Lám. 3 ), huyendo de su fero enemigo, que pretende darles alcance. Una de ellas vuelve la cabea para cerciorarse de la efecti idad de su huída.
*Hacienda Botella (Elx) (primera mitad del s. II a. C.): En
una tinaja aparecen, entre otros motivos, una hilera de ciervos
machos, a modo de manada, en una actitud reposada, tal vez
pastando Martíne Lled , 00 , n ).
L lc dia El ) ss. III I a. C.): Cuenta con escasos ejemplares y, además, la mayoría de ellos están conservados de manera parcial Ramos ol u s, 66: 3, Lám. VII,
0, .3
y 117.1). El ejemplar más entero corresponde a un macho que
aparece solo, pintado con gran esquematismo sobre una tinajilla
Ramos ol u s,
0: , fig. 46.3).
Tossal de les Basses lacant) finales del s. II a. C. principios del I a. C.): Son pocos los ejemplares documentados en
este yacimiento, uno sobre una tinajilla y el otro en una tinaja.
El primero de ellos aparece aislado, pero en su entorno natural,
rodeado de vegetación (Rosser, 2003: 65 y 112). El segundo,
tambi n macho, se pinta en uelto de un ambiente fecundo, repleto de egetaci n y otro tipo de animales Rosser y uentes,
2007: 110).
Libisosa Le u a) ss. II I a. C.): Sobre un crateriforme
se pintan dos c r idos afrontados, separados por un elemento
egetal indeterminado Uro Rodrígue , 0 , fig. 46 y
).
Sobre sus lomos aparecen sendas aves.
*Liétor (ss. III-I a. C.): Necrópolis de la que procede un
ejemplar bastante realista, astado, que se representa en medio
de un entorno natural no domesticado (Sanz Gamo, 1997: 141,
fig. .4 ).
*Tolmo de Minateda (Hellín) (ss. II-I a. C.): Se conserva
una representación sobre una crátera y otro en un lebes (Sanz
Gamo, 1997: 53; www. orayfaunaiberica.org/fauna, DQS0164
y DQS0172). Ambos animales comparten el modelo compositivo de ciervo en actitud de reposo, con el cuello y la cabeza
inclinados hacia abajo, como si estuvieran pastando.
todos ellos hay ue sumar un fragmento depositado en
el Museo Municipal de Borriana (Castelló) (ss. III-II a. C.), de
procedencia desconocida, en el que hay una cierva a la carrera,
perseguida por un lobo. Un lagomorfo y otros moti os de tipo
vegetal contribuyen a situar la escena al aire libre (Aranegui,
1987: 102).
226
En vista de todo el material analizado, se aprecia que el yacimiento ue ha proporcionado mayor n mero de representaciones de cérvidos ha sido El Tossal de Sant Miquel (Llíria), pero si
se amplía el espectro se observa cómo el grueso de las pinturas
procede de la zona aragonesa.
Los temas pintados son recurrentes: escenas de caza, manadas de ciervos que pacen plácidamente, escenas de amamantamiento o del ciclo de la vida y otras donde los cérvidos huyen
de sus depredadores, a las ue hay ue sumar el menos com n
de dos c r idos afrontados. Los soportes utili ados preferentemente para su representación han sido los kalathoi y las tinajas,
si bien, de nue o e isten diferencias regionales, pues el primero
de ellos predomina claramente en Aragón mientras que el segundo lo hace en otros lugares. colaci n con esas diferencias
regionales, también hay que aludir a ciertos aspectos, como es
el modo de colocación de los individuos en la banda decorativa
en el caso de que aparezcan en manada. Mientras que en la zona
aragonesa se suelen disponer en ertical, a modo de filas y repitiendo los modelos, en el resto de sitios habitualmente se representan en horizontal. Por otra parte, como hemos visto, muchos
de los cérvidos están relacionados con aves que les sobrevuelan,
cuesti n ue se re eja sobre todo en la ona aragonesa y en
yacimientos como La Serreta (Alcoi, Penàguila, Cocentaina) y
la Monravana (Llíria). La lectura simbólica que se ha hecho de
ello lleva a asociar a las aves como portadoras de un mensaje divino que, en este caso, presagia la inminente muerte del animal
al que acompaña (Olmos y Tortosa, 2010: 245-246).
Atendiendo a los contextos, decir que predominan claramente los dom sticos frente a los cultuales La Serreta, lcoi,
Pen guila, Cocentaina Tossal de les Basses, lacant) o funerarios (Hacienda Botella, Elx; Liétor; Tolmo de Minateda, Hellín).
Esta ariedad no es más ue re ejo de la cantidad de lugares en
los que se han recuperado restos orgánicos. Así pues, resultan
inusuales en conte tos funerarios, habi ndose documentado
solamente en La Serreta (Alcoi, Penàguila, Cocentaina) (Iborra, 2004: 367), El Molar (Guardamar de Segura) (Monraval
y López, 1984) y El Cigarralejo (Mula) (Morales et al., 1983:
142). Lo mismo ocurre en los de tipo cultual, existiendo restos
en La Cueva del Sapo (Chiva) (Sarrión, 1990: 180, cuadro 2), la
Cueva II del Puntal del Horno Ciego (Villargordo del Cabriel)
(Sarrión, 1990, 181, cuadro 1), El Puntal dels Llops (Olocau)
(Iborra, 2004: 367) y El Amarejo (Bonete) (Morales y Moreno,
1989: 65), mientras que donde realmente predominan es en los
conte tos dom sticos er yacimientos e informaci n más detallada en www. orayfaunaiberica.org/fauna) (Mata et al., 2014:
18). En ellos encontramos huesos con marcas de descarnado,
colgantes, mangos, manos de mortero y punzones elaborados en
asta o hueso. Todo ello nos muestra que se trataba de un animal
muy presente entre los iberos y que, en ciertos casos, pudo estar
re estido de un significado simb lico o sagrado Marco,
3
4: 4 lors y Marcos,
:
).
Por ltimo, cabe hacer alusi n a su cronología de representación. Entre las cerámicas ibéricas con decoración compleja
está presente desde el s. III a. C. hasta el I a. C., si bien, el grueso
de ellas se centra en los ss. III-II a. C.
ELIN
fig. 6 ): Posible representaci n de felino conser ada de manera fragmentaria Cabr , 0 b: 406). El animal aparece de perfil, mirando a la derecha. Para su dibujo se
emplea la t cnica del perfilado, reali ándose en primer lugar el
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contorno del cuerpo de la fiera, seguido de las e tremidades y
de un conjunto de puntos que recorren su cuerpo, cuello y piernas. Precisamente son estos ltimos los ue han lle ado a identificar la figura con un felino Pallar s, 6 : 6). Solamente
se ha documentado en una ocasi n sobre un fragmento procedente del poblado de San Antonio (Calaceite) (San Antonio-3,
fig.
), datado entre el s. III a. C. y comien os del II a. C. demás constituye un unicum entre las pinturas cerámicas ibéricas,
pues hasta el momento no conocemos ning n paralelo.
UELL
fig. 6 ): Posible representaci n en perspectiva cenital de una huella animal, si bien, también podría tratarse
de un ala aislada. Se realiza mediante la técnica de la tinta plana
y se individualizan cinco trazos a modo de dedos o plumas. La
hemos identificado en dos ocasiones sobre el mismo kalathos,
recuperado en Tiro de Ca n lca i ) TCSN , fig. ), situadas a ambos lados de la parte posterior de un ave. Se considera
más plausible la primera de las identificaciones, pues el tipo de
alas que aparecen representadas sobre las cerámicas de este yacimiento tienen un aspecto diferente. La funci n ue desempe a
es la de relleno.
Entre todos los materiales estudiados, procedentes de otras
áreas geográficas diferentes a la aragonesa, no hemos locali ado posibles paralelos, salvo unas impresiones realizadas sobre
cuatro pesas de telar halladas en Puig Castellar (Santa Coloma
de Gramenet), interpretadas como posibles huellas de aves (Machause, 0 : 6, fig. . .3).
B L
fig. 6 ): Cuadr pedo representado de perfil,
que puede mirar a derecha o izquierda. Se realiza mediante la
técnica de la tinta plana, aunque en ocasiones alguna parte del
cuerpo puede estar perfilada, como las orejas. stas son cortas,
apuntadas y se presentan levantadas. En la cabeza se deja un
espacio circular en reserva en el que se pinta un punto para indicar el ojo. Se detalla el hocico y la boca aparece entreabierta,
lo que permite ver sus dientes. El cuello es corto y ancho. El
cuerpo, robusto, tiene en la parte superior del lomo una serie de
cortos y rectos trazos pintados, simulando el pelaje hirsuto del
animal. Las patas son cortas y terminan en pezuñas unguladas.
Las delanteras están ligeramente levantadas, indicando que el
jabalí se encuentra en pleno desplazamiento. El que la cola termine de forma enroscada ha lle ado a cuestionar ue realmente
se trate de representaciones de jabalí, vinculándolas más bien
a cerdos (Iborra, 2004: 345), pero tras ser analizada la imagen
dentro del Proyecto de Investigación De lo real a lo imaginario.
Aproximación a la fauna ibérica durante la Edad del Hierro,
hemos considerado más con eniente identificarlos con jabalíes
(Mata et al., 0 4), pues además de su parecido morfol gico,
suelen aparecer en escenas de caza. Se corresponde con los moti os ue an del al de los jabalíes identificados por Pellicer
6
0, fig. ) y con el tema 6 de Beltrán Lloris
6:
3, fig. ).
Se ha pintado en trece ocasiones sobre siete kalathoi diferentes, seis procedentes del Cabezo de Alcalá (Azaila) y uno de
La Guardia (Alcorisa), datados entre el s. II a. C. y el primer
cuarto del I a. C. Suelen aparecer en grupo, al menos en los
casos en los que la decoración se ha conservado más completa,
dispuestos en hilera, uno bajo el otro. Siempre están en su entorno natural, rodeados de matorrales y otros animales. Avanzan
en un frente hacia jinetes armados con lan a y huyen de su enemigo natural, el lobo, que les persigue en manada.
La representación de esta especie también está presente en
otro tipo de soportes procedentes del ámbito aragonés. Tal es el
caso de una pesa de telar de alabastro con dos jabalíes incisos
Cabr , 44, fig.3), y un ponderal de bronce y plomo con forma
de jabalí recostado sobre sus patas (Beltrán Lloris, 1976: 166,
fig. 4 ). mbas pie as se recuperaron en El Cabe o de lcalá
(Azaila) y están datadas en el primer cuarto del s. I a. C. El contexto en el que aparecieron es doméstico para el primer caso y
cultual para el segundo. Además, en el s. II a. C., Sekaiza (Poyo
de Mara) acuñó monedas en bronce en las que aparece un jabalí
en el reverso (Mata et al., 2014: 23-24). En todos esos casos, el
modo de representación de los suidos guarda parecido con los
pintados sobre cerámica, aun ue difieren en el grado de detalle.
Los jabalíes (Sus scrofa) son animales fácilmente reconocibles gracias a su aspecto: son oluminosos y fuertes, su cabe a
posee considerables dimensiones y lo que resulta más característico es que presentan el cuerpo recubierto por cerdas. Por otra
parte, e iste dimorfismo se ual, por lo ue las hembras tienen
menores dimensiones y carecen de colmillos visibles a ambos
lados de la boca.
abitan en cual uier tipo de biotopo, aun ue prefieren las
zonas con espesa vegetación. Tienen costumbres crepusculares
y nocturnas, lo que no evita que también puedan ser vistos a plena luz del día en alguna ocasión. Viven y se mueven en grupo,
si bien, es com n ue los grandes machos aguen solitarios. Su
dieta es variada, alimentándose tanto de vegetales como de animales, por lo que son omnívoros (Castells y Mayo, 1993: 264).
No se trata de una de las especies faunísticas más pinta
das sobre cerámica ib rica, pues cuenta casi con el mismo n mero de representaciones que las del ámbito aragonés, doce
concretamente. Los yacimientos en los que se han localizado
son los siguientes:
Los Villares Caudete de las uentes) ss. II I a. C.): Pitorro
ertedor de una tinaja de gran tama o ue tiene forma de cabe a
de jabalí (Mata et al., 0 4: 4, fig. 4 ). En l se combinan las
aplicaciones plásticas (en ojos y orejas) con la pintura (hocico y
labios), contribuyendo así a darle mayor realismo. Aparece con
la boca abierta, los dientes individualizados y la lengua sacada.
*Tossal de Sant Miquel (Llíria) (s. III-primera mitad del
II a. C.): Yacimiento que tras El Cabezo de Alcalá (Azaila)
cuenta con mayor n mero de representaciones de jabalíes, concretamente con cuatro. En la más incompleta de ellas aparece un
suido con fiero aspecto, posiblemente atra esado por una lan a,
ante un caballo que estaría montado por un jinete (Bonet, 1995,
fig. 63). Por otra parte, sobre un lebes se pintan tres jabalíes
Bonet,
, fig. 6 ). El primero de ellos aparece en solitario
y está siendo atacado por un grupo de lobos que le acechan por
delante y por detrás, lo que hace que la captura sea inminente. A
continuación se pintan otros dos jabalíes que parecen acudir en
ayuda del primero, pues visto el peligro de los depredadores no
huyen despavoridos en otra dirección.
*Corral de Saus (Moixent) (ss. II-I a. C.): Solamente hemos
atestiguado su presencia en una ocasi n sobre un fragmento.
Poco podemos decir de él, dado su estado de conservación. La
técnica empleada en su realización es mixta y el cuerpo se ha
dejado en reserva para indicar, a través de unas líneas onduladas, su pelaje I uierdo, 000, fig.
. ).
227
[page-n-241]
Penyal d Ifach Calp) finales del s. III a. C. principios del
II a. C.): En el cuerpo de un oinochoe se pinta un jabalí, en
medio de la naturale a, frente a un jinete bastante incompleto
Verd , 00 , fig. y ).
*Tossal de la Cala (Benidorm) (ss. II-I a. C.): Solamente existe una representación de este motivo sobre una tinaja
Maestro,
:
, fig. 0). En la escena en la ue aparece existe abundante vegetación, lo que recrea el entorno natural
en el ue sucede. rente a l, un jinete armado con lan a pretende darle captura. Estamos, por tanto, ante una escena cinegética.
L lc dia El ) ss. II I a. C.): acimiento ue cuenta con
dos ejemplares. Uno de ellos, pintado sobre un jarro, marcha a
la carrera al tiempo que huye del jinete que le persigue (Ramos
ol u s,
0: 60, Lám. 63). El otro se pinta sobre un plato,
corriendo, pues un grupo de lobos trata de darle alcance (AA.
VV., 2004: 185 y 276). En ambos casos la naturaleza es desbordante y fecunda.
*Cabezo del Tío Pío (Archena) (s. III a. C.): Sobre un tarro
aparecen dos jabalíes en fila. mbos preceden a un jinete ue a
armado con una jabalina y parece perseguirlos, de hecho uno de
ellos ya lle a una cla ada Maestro,
: 304, fig. 0 ).
Tras revisar el conjunto de imágenes, apreciamos ciertas
pautas comunes a la hora de representar los jabalíes. En todos
los casos se pretende mostrar su fuer a y fiere a, por eso aparecen con las fauces entreabiertas, donde se puede er sus dientes
y, en algunos casos, hasta los colmillos ue les salen por fuera.
Las orejas están levantadas, en señal de alerta. Los cuerpos son
robustos y en su lomo se se alan las p as ue conforman su
duro pelaje. Las colas son largas y están enroscadas. Por otra
parte, suelen aparecer en grupo, pero también hay casos en los
que lo hacen en solitario. Todas las escenas recrean un espacio
abierto, en el ue es com n ue apare can otros seres i os. Las
hay de tres tipos: representaci n de la cadena tr fica, en la ue
uno o varios jabalíes son atacados por sus predadores, los lobos;
escena cinegética, donde los suidos son perseguidos y cazados
por hombres pertenecientes a las clases altas de la sociedad ibérica por ltimo, el enfrentamiento directo, tal e de tipo ritual,
entre un jinete y un jabalí.
Los contextos en los que se recuperaron estos vasos son casi
todos domésticos, a excepción del Cabezo del Tío Pío (Archena) y el Corral de Saus (Moixent), donde las escenas pueden
adquirir un valor simbólico y ritual. De hecho, en algunos casos se ha vinculado el jabalí con el mundo de ultratumba, teniendo por tanto un alor psicopompo o funerario ue tambi n
está presente en el mundo mediterráneo (Blázquez, 1977: 227;
Olmos, 1987a: 38; Quesada, 1990: 47; Izquierdo, 1996: 251;
Tortosa, 1996a: 132). De este modo, para comprender el papel
que los jabalíes desempeñan en cada caso debemos considerar
tanto el contexto en el que se recuperaron los vasos como lo
narrado en ellos.
Por ltimo, se alar ue su cronología de representaci n es
amplia, pues abarca desde el s. III a. C. hasta el I a. C., siendo
más comunes en las dos ltimas centurias.
L G M R
fig. 6 ): emos optado por esta denominación genérica dado que en la mayoría de casos no existen
elementos suficientes para diferenciar si se trata de un conejo
(Oryctolagus cuniculus) o una liebre (Lepus sp.). De reducido
tama o, siempre se les representa de perfil, mirando a la derecha. Independientemente de sus características particulares,
228
tienen las orejas largas, el hocico estrecho, el rabo levantado
y el ojo se realiza con un punto. La técnica pictórica empleada
en su realización es la de la tinta plana. Están poco presentes
en el conjunto estudiado, pues nicamente los hemos identificado en tres ocasiones y pertenecen a dos ariantes diferen
tes. El tipo de soportes escogidos para pintarlos son kalathoi
fig. 6 y ) y crateriskoi IG 46, fig. 3), procedentes del
Castelillo (Alloza) y Piquete de la Atalaya (Azuara). Cronológicamente su representación se encuadra entre el s. III a. C. y
principios del I a. C.
L G M R
: En este caso las orejas son apuntadas y
rectas, pudiendo estar ligeramente echadas hacia atrás y aparecer perfiladas. Se diferencia el hocico y en una de las dos ocasiones se detallan los bigotes, realizados mediante tres líneas
rectas en paralelo. El cuerpo puede ser delgado y terminar en
una cola sobredimensionada o tener un aspecto más rechoncho
y próximo a los conejos (Oryctolagus cuniculus). Las patas aparecen e ionadas, indicando ue el animal está recogido o ue
se encuentra en pleno desplazamiento si tiene una de ellas ligeramente más le antada ue el resto. Seg n sus características
específicas, hemos diferenciado dos sub ariantes, ue se pintan
sobre sendos kalathoi hallados en los yacimientos apuntados en
la descripción general del tipo. Ambas subvariantes aparecen
en metopas ue recrean un espacio al aire libre, pero la funci n ue desempe an dentro de la decoraci n es diferente. El
L G M R
. se pinta junto a otros moti os egetales y
animales, entre ellos algunos depredadores (aves de rapiña y un
perro), y tiene un papel protagonista en la escena. En cambio,
L G M R
. se sit a al comien o de la escena, bajo un
lobo que ataca, junto a otro de su misma especie y un buitre
leonado, a una cierva que amamanta a su cervatillo. Está como
agazapado, escondiéndose, siendo su papel secundario.
L G M R
: Tiene indi iduali ado el hocico, pero
en él no se detallan los elementos que lo integran. Las orejas
están levantadas y se representan con cierta incurvación hacia
atrás. El cuello es corto y el cuerpo prolongado y delgado. La
cola es corta y está levantada. Las patas son alargadas y delgadas. Las traseras aparecen ligeramente e ionadas, mientras
que se estiran las delanteras. Se aprecian las garras.
El ejemplar identificado está datado en los ss. III II a. C. y
se pinta en un friso en el ue aparecen moti os de ariado tipo.
El conejo se dispone delante de un humano, que trata de clavarle
una jabalina tras haberlo conducido hacia una trampa. Aunque
e isten noticias en las fuentes clásicas, concretamente en Plinio
( H, VIII, 226), de que se solían cazar con la ayuda de la viverra, consideramos más acertada la identificaci n del animal ue
sujeta el hombre con un perro, que se emplearía para perseguir
al conejo (Mata et al., 0 4: 3, fig. 6).
Entre las pinturas ibéricas realizadas sobre cerámica, existen
abundantes ejemplos de lagomorfos, pero como apuntábamos
más arriba, es difícil diferenciar con e actitud si se trata de conejos o liebres, pues se les representa sin gran detalle. De hecho, entre todo el conjunto de ítems catalogados en el proyecto
e lo real a lo ima inario
Aproximación a la fauna ibérica
durante la Edad del Hierro, solamente hemos podido clasificar
con seguridad como conejo una de las representaciones pintadas
sobre cerámica, ue corresponde a nuestro L G M R
.
(www. orayfaunaiberica.org/fauna).
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Se sabe ue las liebres, a diferencia de los conejos, no son
gregarias, ni excavan madrigueras, pues suelen construir sus nidos entre la vegetación. Tienen un tamaño ligeramente superior
al de los conejos, sus patas traseras son más largas y las orejas, más grandes, aparecen manchadas de negro en la punta. Su
constituci n es atl tica, con e tremidades largas y finas, pero
dotadas de m sculos poderosos. mbos son una pie a básica
de la alimentaci n de gran n mero de animales ue pueden ser
considerados como sus enemigos naturales, se trata de un amplio grupo que abarca desde cualquier tipo de carnívoro a aves
(especialmente las rapaces) y reptiles (culebras, lagartos, etc.)
ernánde ,
).
Así las cosas, y en vista de los ejemplares pintados conservados, pensamos que uno de los elementos que podría ayudar
a diferenciarlos sería er si aparecen en grupo o en solitario,
aun ue ob iamente no se trata de algo definitorio per se.
El n mero de yacimientos en los ue se ha documentado la
representaci n de lagomorfos es más bien escaso. Predominan
en L lc dia El ) Ramos ol u s,
0), donde se hallan en
mayor n mero, seguidos del Tossal de Manises lacant) Tortosa, 2006), El Monastil (Elda) (Poveda y Uroz, 2007; Tortosa, 2006) y el Tossal de la Cala (Benidorm) (Tarradell, 1985,
fig. ). continuaci n comentamos los rasgos más significativos de cada uno de ellos:
En L lc dia El ) ss. II I a. C.), la mayoría de los lagomorfos comparten el recurso estilístico de indicar el pelaje del
cuerpo mediante un reticulado interior. Se les suele representar
en pleno mo imiento, a la carrera o, incluso, saltando. orman
parte de ariadas escenas con diferentes significados: por una
parte, están presentes en escenas de caza protagonizadas por
jinetes que persiguen a distinto tipo de presas, por lo que en
ese caso los lagomorfos indican ue la acci n se produce en un
entorno al aire libre; por otra parte, aparecen entre depredadores
de diferente tipo carní oros, a es de rapi a o carro eras e, incluso, alguna que otra serpiente), actuando como coprotagonistas; también, rellenando espacios entre otros animales o, incluso, entre humanos, indicando que lo narrado se produce en un
entorno natural (Sala, 1992: 116); en el caso de que los lagomorfos est n afrontados, ad uirieren el protagonismo de la escena
también existe una posible representación del ciclo de la vida,
pues aparece una madre, con las ubres marcadas, que acoge y
protege a su cría entre sus piernas. Las escenas en las que se les
representa, por tanto, son muy verosímiles, propias del ámbito
real en el que estos animales viven y se mueven. Mención especial merece el caso de un par de conejos que comparten la cabea Ramos ol u s,
0, Lám. 63), ue incluimos dentro del
tipo conejos afrontados . E istieron realmente, capricho de
la naturale a, o se trata de una síntesis decorati a y e presi a
*En Tossal de Manises (Alacant) (ss. II-I a. C.) es más reducido el volumen de representaciones, pero se aprecian ciertas
pautas que enlazan con las anteriormente descritas. Por ejemplo, se sigue empleando el convencionalismo de realizar el pelaje mediante un reticulado interno en el cuerpo. No obstante, el
repertorio de escenas en las que se pintan es más limitado. Se le
suele representar en su entorno natural y fecundo, apareciendo
arios en el mismo friso. Tambi n pueden pintarse junto a sus
depredadores, pero en ning n caso sufren un ata ue directo por
parte de stos, sino ue más bien act an como moti o de relleno
de la escena.
En El Monastil Elda) finales del s. III a. C. I a. C.) el
es uema iconográfico no difiere de los anteriores, si bien, lo
fragmentado e incompleto de las pie as impide ue realicemos
mayores apreciaciones.
*En el Tossal de la Cala (Benidorm) (ss. III-I a. C.) se han
documentado cinco ejemplares en el mismo friso. parecen en
su entorno natural y fecundo, rodeando a toda una serie de animales depredadores (carnívoros y aves), en casi todos los casos
en conexión anatómica con éstos, si bien, sólo uno de ellos aparece atacado directamente.
*A todos ellos hay que sumar otra representación esquemática pintada sobre un fragmento ss. III II a. C.), de procedencia
desconocida, que se exhibe hoy día en el Museo Municipal de
Borriana (Castelló). En esa ocasión contribuye a recrear el entorno al aire libre en el que sucede una persecución de un lobo a
un ciervo (Aranegui, 1987: 102).
El alor ue se les atribuye a los lagomorfos está más inculado al mundo real, por lo que debieron carecer de los valores
simbólicos que sí apreciamos en otros animales. No obstante, si
tu i ramos ue atribuirle alguno sería el de la fecundidad, dada
su prolífera reproducci n y el ue siempre se les represente en
un paisaje fecundo, repleto de moti os animales y egetales.
En este sentido apuntan también los contextos domésticos en
los ue fueron recuperados los asos, así como el halla go de
restos seos ue les corresponden e indican ue fueron procesados y consumidos por humanos (Iborra, 2004: 372-373; Mata
et al., 2014: 27).
L B fig. 6 ): La identificaci n de las representaciones
de carnívoros como lobos (Canis lupus) es complicada, pues
resulta difícil diferenciarlos de los perros en base nicamente
de los rasgos anatómicos detallados en las pinturas cerámicas.
La revisión exhaustiva de las imágenes disponibles sobre dicho
soporte y otros ha permitido, al equipo interdisciplinar que integra el proyecto De lo real a lo imaginario. II. Aproximación
a la fauna ibérica durante la Edad del Hierro, definir las características propias de unos y otros (Mata y Soria, 2012). Dada la
dificultad e istente para asimilar una imagen a una determinada
especie, ha sido de gran utilidad considerar el conjunto de la
escena en la que los cánidos eran representados para detectar
pautas de comportamiento que arrojaran más luz al respecto. De
este modo se ha visto que, en los casos en los que anatómicamente presentaban características asimilables al tipo lobo (orejas cortas, puntiagudas y triangulares, cráneo alargado, gruesa
cola, etc.) y, además, aparecían varios de ellos representados, a
modo de manada, podía efecti amente tratarse de representaciones de esa especie. Los perros, por su parte, tienen un tamaño
más reducido y no suelen actuar agrupados. Además, pueden ir
acompañados de humanos, participando en actividades cinegéticas. En los casos de difícil definici n se ha optado por utili ar
el genérico cánido.
Este motivo se encuentra muy representado entre las piezas
estudiadas, pues existen hasta el momento treinta y ocho ejemplares. El tipo de soportes sobre los que se pinta son mayoritariamente los kalathoi, aunque también hay algunos ejemplares
sobre recipientes de pequeño y gran tamaño con cierre hermético, jarros, platos y thymiateria. Los yacimientos de los que
proceden son: San Cristóbal (Mata de los Olmos), La Guardia
(Alcorisa), El Castelillo (Alloza), El Cabezo de Alcalá (Azaila), Piquete de la Atalaya (Azuara) y Cales Coves (Alaior). Su
229
[page-n-243]
cronología es amplia, pues abarca los ss. III-I a. C., si bien, la
mayoría de casos corresponde al periodo comprendido entre el
s. II a. C. y principios del I a. C. La técnica pictórica empleada
en su realización es la tinta plana y, en base a las características
formales ue presentan, hemos establecido cuatro ariantes.
L B : parece de perfil, hacia la derecha o la i uierda.
En la cabeza se deja un espacio circular en reserva en el que se
pinta un punto, para simular el ojo. Las orejas, cortas, aparecen
tiesas. El hocico está marcado y la boca entreabierta, dejando visible su afilada dentadura y ense ando la lengua. El cuello, largo
y robusto, en ocasiones está recorrido por una serie de cortos y
rectos trazos que simulan el pelaje. El cuerpo está proporcionado y finali a en una larga cola enroscada. Las patas terminan en
garras. Las delanteras están levantadas, mientras que el peso del
cuerpo se sostiene en las traseras, ue aparecen e ionadas. e
manera excepcional, en uno de los ejemplares aparece el sexo
marcado, que corresponde a un macho. Dependiendo de si tiene
la cabeza vuelta hacia atrás o no hemos establecido dos subvariantes. La LOBO 1.1 coincide con el motivo 4 de los carnívoros identificados por Pellicer
6
0, fig. 4) y con el tema
3. de Beltrán Lloris
6: 3, fig. ), mientras ue la
LOBO 1.2 corresponde al motivo 2.d y 2.e de los carnívoros de
Pellicer
6
0, fig. 4) y al tema 3. de Beltrán Lloris
6: 3, fig. ). emos identificado seis representaciones
de lobos pintados sobre recipientes de gran tamaño con cierre
hermético y kalathoi. Los yacimientos de procedencia son La
Guardia (Alcorisa) y El Cabezo de Alcalá (Azaila), por lo que su
cronología abarca los ss. II I a. C. La funci n ue cumplen en la
decoración es la de motivo principal. Aparecen en espacios naturales, no domesticados, junto a otros animales. Protagonizan
escenas de ataque directo a cérvidos que pacen tranquilamente
(LOBO 1.1), así como otras en las que marchan a la carrera y
vuelven la cabeza para controlar lo que dejan atrás, momento en
el ue descubren a sus posibles presas y se supone ue rectificarían su marcha para darles alcance (LOBO 1.2).
L B
: Se representa de perfil, hacia la derecha o la i quierda, y se caracteriza por ir a la carrera, por lo que tiene las
patas delanteras ligeramente más levantadas. En la cabeza hay
un espacio circular en reserva, donde se pinta un punto para
indicar el ojo, y en algunos ejemplares las orejas se perfilan.
Éstas son cortas y pueden aparecer rectas, echadas hacia atrás o
ligeramente inclinadas hacia delante. Tiene el hocico detallado
y la boca está abierta, apreciándose su afilada dentadura y ue
le cuelga la lengua, aun ue esta ltima característica no está
presente en todos los ejemplares. La cola, lisa, se pinta separada
del cuerpo y, en algunas ocasiones, en vez de recta aparece con
una pequeña incurvación. Se corresponde con el motivo 1.c,
.b, .c y 3 de los carní oros identificados por Pellicer
6
0, fig. 4) y con el tema 3. , 3.3 y 3.4 de Beltrán
Lloris
6: 3, fig. ).
Existen veintiuna representaciones de esta variante, por lo
ue es la ue se pinta en mayor n mero de ocasiones. La mayoría de ellas proceden del Cabezo de Alcalá (Azaila), aunque
también hay ejemplares en La Guardia (Alcorisa). Se realizan
sobre recipientes de pequeño tamaño con cierre hermético
y kalathoi datados entre el s. II y comienzos del I a. C. En la
ornamentación tienen un papel principal, pues protagonizan
escenas de acoso a cérvidos o jabalíes en un entorno natural,
siendo com n ue apare can arios lobos dispuestos en hilera
230
vertical, como si de una manada se tratara. En ocasiones, entre
ellos se aprecia una gradaci n de tama os fig.
y ), lo ue
ha llevado a plantear que el ejemplar que aparece más arriba,
con mayores dimensiones y características un poco diferentes al
resto, podría ser un macho, mientras que el resto serían hembras
(Mata y Soria, 2012: 62), tal vez, de distintas edades por la variabilidad de dimensiones.
+LOBO 3: Bastante similar a la variante anterior en cuanto a cuestiones formales, sal o por ue en este caso las orejas
siempre van rellenas de pintura y tienen aspecto triangular. La
principal diferencia estriba en la actitud en la ue se les representa, más fiera y iolenta, pues tras la persecuci n de la presa,
consiguen alcanzarla y comienzan a devorarla. En total hay siete representaciones pintadas sobre kalathoi, jarros y thymiateria
recuperados en: San Cristóbal (Mata de los Olmos), La Guardia
(Alcorisa), El Castelillo (Alloza), Piquete de la Atalaya (Azuara) y Cales Coves (Alaior). Su cronología es bastante amplia,
pues abarca los ss. III-I a. C., y en la decoración cumplen la
funci n de ser moti os principales de la escena, dado ue son
los ejecutores de la misma.
L B 4: El nico ejemplar ue a uí incluimos está incompleto, pero a pesar de ello hemos considerado conveniente
definirlo como otra ariante, pues el tipo de acci n ue protagoni a es diferente y presenta ciertas características estilísticas
que lo individualizan del resto. En primer lugar cabe señalar
que posee grandes proporciones, estando sobredimensionado.
Se le representa de perfil, mirando a la i uierda. Posee unas
orejas puntiagudas que aparecen ligeramente inclinadas hacia
atrás. La boca está muy abierta, i ndose la afilada dentadura
y saliendo de ella una larga lengua. Para representar el ojo se
ha dejado un espacio circular en reserva en el que se pinta un
círculo y en el centro del mismo se pone un punto. El cuello es
muy robusto. Únicamente existe un ejemplar sobre un kalathos
del Castelillo llo a) IG 0, fig. 64). parece junto a un a e y
un infante, ue le toca la lengua. En este caso, el enfrentamiento
se ha producido entre el lobo y el humano, saliendo victoriosa
la fiera. e nue o, el papel ue ejerce en la decoraci n es el de
ser motivo principal.
Existen representaciones de lobo pintadas sobre cerámica ibérica en los siguientes yacimientos: La Serreta (Alcoi, Cocentaina, Penàguila), con una cronología que abarca desde el s. III a. C.
hasta el primer tercio del s. II a. C.; Tossal de Sant Miquel (Llíria), datado entre el s. III a. C. y la primera mitad del II a. C.;
Cabecico del Tesoro Verdolay), del ltimo tercio del s. III a. C.
al II a. C.; El Monastil (Elda), El Castellar de Meca (Ayora) y
Los Villares Caudete de las uentes), entre los ss. III I a. C.
Cueva de la Nariz (Moratalla), El Tolmo de Minateda y Zama
(Hellín), Libisosa (Lezuza), La Piedra de Peñarrubia (Elche de
la Sierra), L lc dia El ), Tossal de Manises y Tossal de las
Basses (Alacant), Tossal de la Cala (Benidorm), La Coroneta
(Rotglà i Corberà) y Torre la Sal (Cabanes), datados entre los
ss. II-I a. C.; Valentia (València), de principios del s. I a. C. y
otro ejemplar representado sobre una pieza de procedencia desconocida que actualmente se expone en el Museo de Burriana y
se data entre ss. III-II a. C. (www. orayfaunaiberica.org/fauna).
No obstante, donde están más presentes es en L lc dia El ),
Tossal de Sant Miquel (Llíria), El Cabezo de Alcalá (Azaila) y
La Guardia lcorisa), ue corresponden a tres destacados focos de producción de cerámicas con decoración compleja (Mata
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et al., 2014: 126-127), si bien, el grado de realismo o abstracci n de las representaciones difiere. En este sentido, apuntar ue
los lobos confeccionados con mayor objeti idad corresponden
al foco edetano y al bajoaragon s, mientras ue los más fantásticos se vinculan al ilicitano, acogiendo entre sus producciones
lo que en la literatura al uso ha venido llamándose carnassier.
El repertorio de escenas en que se les representa es limitado
y, en muchos casos, repetitivo:
Enfrentamientos rituales e indi iduales entre personaje
masculino y lobo. Podrían formar parte de las distintas pruebas
que debe superar un joven para alcanzar la categoría de adulto, con las que se adquiere el valor y ánimo de lucha que le
será crucial en su nueva condición de ciudadano y, por tanto, de
defensor de la poblaci n en la ue reside Gon ále lcalde y
Chapa, 1993: 171; Mainoldi, 1984: 27).
entro de este grupo debemos diferenciar entre las acti idades relacionadas con la ca a y los enfrentamientos directos,
cara a cara, entre el ar n y la fiera. En el primero de los casos
es el personaje masculino el que sale victorioso, tal y como se
narra en el “Vas dels Guerrers” de La Serreta (Alcoi, Penàguila,
Cocentaina) uentes, 00 , Lám. II), mientras ue en el segundo la casuística es más variada: el varón resulta vencedor en el
enfrentamiento o se intuye su inminente triunfo urt ,
3
Mata y Soria, 2012); el desenlace no queda resuelto en la escena
narrada, como en Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet, 1995,
fig. 6 , 66 y
) o en L lc dia El ) Pericot,
, fig. 6
Ramos ol u s,
0: 6 , fig.
. ) o bien, el personaje masculino aparentemente ha sido derrotado por el lobo, caso de un
kalathos del Castelillo llo a) IG 0, fig. 64).
-Escenas en las que se le representa en su medio natural,
como en: El Cabecico del Tesoro (Verdolay) (Tortosa, 1996c,
fig. 6 ) Libisosa Le u a) Uro Rodrígue , 0 , fig. 3 y
36) L lc dia El ) Ramos ol u s,
0, fig. 6 Pericot,
, fig. 6, 0 0 ,
y 6 6 , entre otros) Tossal de
la Cala Benidorm) Bayo, 0 0, fig. 3 ) Tossal de Manises
lacant) Pericot,
, fig. 46 y 6) Tossal de les Basses
lacant) Rosser y uentes, 00 : 0) La Coroneta Rotgl i
Corberà) (Pérez Ballester, 2006: 148, 1 y 2); Torre la Sal (Cabanes) lors, 0 0, Lám. VIII.3) Piedra de Pe arrubia Elche
de la Sierra) (Lillo, 1988), donde además se hace alusión a la
fecundidad y, c mo no, tambi n está entre los materiales procedentes del Bajo Aragón que acabamos de describir.
-Escenas de ataque, donde persiguen a posibles presas hasta darles alcance. Generalmente se trata de grandes herbívoros,
como hemos dado buena cuenta en los ejemplares de Bajo Aragón, estando también presentes en otros conjuntos, como en Valentia València) Serrano y Martíne , 000), L lc dia El ),
El Monastil Elda) Po eda,
, fig. ) y Tossal de Manises
lacant) Pericot,
, fig. ). No obstante, de manera más
e cepcional, tambi n hay alg n ue otro jabalí Bonet,
,
fig. 6 ) o conejo Pericot,
, fig. 6 ) ue padece su acoso
e, incluso, alg n humano, como ocurre en una pie a del Tossal
de Manises lacant) Verd y lcina, 0 ), hecho realmente
inusual, pues el lobo no suele atacar a las personas.
-Tal vez la más insólita y, por tanto, excepcional, es la que
se representa sobre un fragmento procedente de la Cue a de la
Nariz (Moratalla). En él aparece un personaje probablemente
femenino, de frente, identificado con una diosa Lillo,
Griñó, 1992: 205; Tiemblo 1995: 30-31). Se caracteriza por te-
ner alas y estar sus brazos cubiertos con pieles que terminan en
forma de lobo,10 indicándose su cabeza y patas delanteras (Mata
et al., 0 4: 0 ). La inculaci n con el inframundo parece e idente, si bien, no está tan clara su lectura en clave divina (González Alcalde y Chapa, 1993; Tortosa, 2007: 240-241). En cualquier caso, la temática representada y el contexto en el que se
halló el vaso permiten hipotetizar sobre la celebración de ciertos
ritos iniciáticos en la cueva-santuario, donde habría un doble
protagonista, el joven y el lobo (Mata y Soria, 2012: 60). El
individuo masculino, tras superar las distintas pruebas a las que
era sometido, y vencer a su rival, se apropiaba de sus ventajosas
cualidades astucia, poder, fiere a, organi aci n corporati a y
fidelidad). La posible asociaci n ue establecen algunos autores
entre el lobo y las ceremonias de iniciación se basa en paralelos
mediterráneos e indoeuropeos (Almagro-Gorbea, 1997; González Alcalde y Chapa, 1993).
Su representación se dilata en el tiempo, pues comienza a
pintarse sobre cerámica en el s. III a. C. y perdura hasta el I a. C.
Los contextos en los que se han recuperado son variados, desde dom sticos a funerarios Cabecico del Tesoro, Verdolay El
Tolmo de Minateda, Hellín; Tossal de les Basses, Alacant; Torre
la Sal, Cabanes y Cales Coves, Alaior) y cultuales (Cueva de la
Nariz, Moratalla; La Serreta, Alcoi, Penàguila, Cocentaina y el
Tossal de Sant Miquel, Llíria). Es precisamente su presencia en
estos dos ltimos tipos de conte to lo ue permite incular su
imagen al mundo de ultratumba y conferirle un alor simb lico
Blanco reijeiro,
3 Blá ue ,
3). El lobo, como hemos
visto, aparece asociado a rituales de iniciación que protagonizan los jóvenes, probablemente como una prueba para poder
acceder al grupo de los guerreros, capitaneados por el varón que
tu iera más alor y fortale a, cualidades ue recuerdan al lobo y
que llevaba, en ocasiones, a sentirse como uno de ellos, siempre
bajo la protección divina (Almagro-Gorbea, 1997: 111-115).
PERR fig. 6 ): a hemos e puesto anteriormente la dificultad ue e iste para identificar correctamente a estos animales (Canis familiaris), dado el gran parecido formal ue guardan
con otros cánidos, como los lobos (Canis lupus). En este sentido, resulta de gran importancia contextualizar el motivo dentro
de la decoración que aparece en el vaso, pues ayuda a su interpretación. Así las cosas, en el caso de que su aspecto no resulte
muy fiero, se represente solo, es decir, sin otros indi iduos del
mismo tipo, y/o acompañando a un personaje humano, los hemos identificado como perros.
Son pocos los ejemplares pintados, concretamente cinco, y
el tipo de soporte sobre el que aparecen siempre es el kalathos.
Tenemos constancia de su hallazgo en El Castelillo (Alloza)
(ss. III-II a. C.) y El Cabezo de Alcalá (Azaila) (s. II a. C.-primer
cuarto del I a. C.). La técnica pictórica empleada en su representaci n es la tinta plana y en base a sus características formales,
así como a su disposición y actividad en la escena, hemos establecido dos variantes.
10 Recientemente ha sido cuestionada tal atribución, asumida desde
ue fuera publicada la pie a. charán propone interpretar las terminaciones de los brazos con gallináceas (Ocharán, 2013: 299),
planteamiento que nos parece menos plausible, habida cuenta de
las similitudes formales e istentes entre las representaciones de
lobos y las que aparecen en este vaso, entre ellas las que porta la
f mina en sus bra os.
231
[page-n-245]
PERR : Cánido representado de perfil, mirando a la derecha. Se realiza mediante la técnica de la tinta plana, dejando
en la cabeza un círculo sin rellenar de pintura, en cuyo centro
aparece un punto para simular el ojo. Tiene el hocico alargado y
la boca entreabierta, dejando entre er su afilada dentadura. Las
orejas, pequeñas, son puntiagudas y están echadas hacia atrás.
El cuerpo está inclinado, en diagonal. La cola puede ser larga o
corta, pero siempre está separada del cuerpo. Las patas aparecen
e ionadas y acaban en garras. Coincide con el moti o .f de los
carní oros identificados por Pellicer
6
0, fig. 4) y con
el tema 4 de Beltrán Lloris
6: 3, fig. ). esta ariante
pertenecen cuatro de los cinco ejemplares identificados en los
dos yacimientos citados. El papel que desempeña en la decoración es el de motivo principal. Puede participar en una escena
de acoso, en la ue tras perseguir a un lagomorfo le da alcance,
o cinegética, acompañando a un grupo de jinetes en la cacería.
+PERRO 2: Representación en perspectiva cenital de un
cánido. La cabe a tiene forma romboidal y el cuello sería corto,
pero no se ha conservado. El cuerpo es delgado, estrechándose
en su parte posterior. Las patas terminan en garras, están separadas del cuerpo y e ionadas. Por ltimo, se alar ue no
tiene la cola detallada. Se ha pintado en una ocasión sobre un
kalathos recuperado en el Cabe o de lcalá
aila) fig. 6).
parece en un friso ue plasma una naturale a fecunda, en la
que el perro está siendo devorado por una serpiente que le ataca
por su parte posterior.
En cuanto a los paralelos que le podemos atribuir, hasta el
momento no se ha documentado una representación similar
pintada sobre cerámica en el mundo ibérico, pero sí en el celtibérico (Romero Carnicero, 2010; Romero Carnicero y Sanz,
). Sir a como ejemplo una figuraci n de una fiera, de difícil identificaci n, hallada en un fragmento de Numancia Garray) lfay , 003:
, fig. y ). En algunas ocasiones ha
sido interpretada como una representación del dios Cernunnos
(Blázquez, 1957: 294-298, 1975: 55, 1977: 361-364, 1983: 262;
Jimeno, 2005: 273; Wattemberg, 1963: 218), aunque hoy en día
esa atribución no está exenta de polémica, originada en parte
por la err nea orientaci n de la pie a ernánde de
il s,
1944: 173; Romero Carnicero, 1977: 37-50, 2010). Procedente
del mismo yacimiento, y pintados en el mismo oinochoe, aparecen tres perros en perspectiva cenital. En este caso, su interpretación es aceptada unánimamente (Wattemberg, 1963: 209,
Tabla XLII-1109). La atención se centra en los cánidos, pues no
van acompañados de otro tipo de motivos (salvo a ambos lados
del pico vertedor). El otro ejemplar que guarda mayor parecido
con el aquí descrito procede de Segovia (Romero Carnicero y
San ,
: 4 6, fig. , n 6). En la bibliografía cal su lectura
en clave humana (Ortega y González, 1975: 22-25), si bien, hoy
día parece superada lfay , 003:
).
Es escasa la representación de perros en otras áreas del mundo ib rico, contando nicamente con siete ejemplares identificados de manera segura, todos ellos procedentes del yacimiento
de Tossal de Sant Mi uel Llíria) Bonet,
, fig. 6 y
),
más uno posible de L lc dia El )
. VV., 004:
y 6).
Las posiciones en las que se les pinta varían desde las relajadas
(sentados o incluso recostados) a las que aparecen en plena carrera. No suelen ser motivos principales, a excepción del posible
ejemplar de L lc dia El ), sino ue más bien ayudan a ambientar el entorno natural, al aire libre, en el que sucede la es232
cena, que además es de variado tipo: jinetes con perros (Bonet,
: 36, fig. 6 ) o enfrentamiento entre un indi iduo masculino y un posible lobo de gran tama o Bonet,
, fig.
).
Su presencia en estos ambientes indica que podía actuar como
ayudante para la caza, animal de compañía y/o guardianes de
los rebaños, cultivos y casas (Iborra, 2004: 361-363). También
se sabe ue pudieron tener un significado ritual Plinio, H, VII,
), como parecen confirmar algunas ofrendas de perros a los
dioses, caso del depósito votivo del Amarejo (Bonete) (Broncano,
) o su sacrificio ritual, como así parece estar indicado
en el caso de la estancia 3 de Mas Castellar (Pontòs) (Casellas
y Saña, 1997).
C NI
fig. 6 ): Con esta denominaci n general agrupamos una representaci n de cánido, con aspecto poco fiero, ue
no ha sido posible determinar si se trata de un lobo o un perro.
Se pinta de perfil, mirando a la derecha, y se reali a mediante la
técnica de la tinta plana. En la cabeza se deja un espacio circular
en reserva en el que se pinta un punto, a modo de ojo. Las orejas
son largas y aparecer echadas hacia atrás. Tiene el hocico y la
nariz detallados y la boca se pinta cerrada. El cuello es corto, el
cuerpo delgado y la cola no se representa. Las patas aparecen
ligeramente e ionadas, estando las delanteras le antadas, indicando que el animal marcha a la carrera. Se corresponde con
el moti o .f de los carní oros identificados por Pellicer
6
0, fig. 4) y solamente hemos documentado uno sobre un
kalathos del Cabe o de lcalá
aila) fig. ). Su cronología
abarca desde el s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C. En
la metopa en la que aparece hay una pareja de lobos que gira la
cabeza al darse cuenta de la presencia de unos jabalíes. El cánido parece ajeno a lo ue sucede y contin a con su marcha hacia
delante. ct a como moti o principal de la decoraci n.
Son pocos los ejemplares ue bajo la denominaci n e indefinición de CÁNIDO se han documentado entre las pinturas vasculares ibéricas. Un total de diez, algunas de las cuales se han
agrupado aquí por lo incompleto de la imagen conservada. Ello
es muestra del detallismo alcanzado por los artistas a la hora de
representar de una manera más bien fidedigna los tipos de perro
y lobo o, al menos, de c mo se les dota de los elementos suficientes y característicos para su reconocimiento. Los ejemplares
conservados bastante completos proceden de: El Cabezo del Tío
Pío (Archena), datado en el s. III a. C. (Maestro, 1989: 304,
fig. 0 Mata y Soria, 0 : 64, fig. . .3) Tossal de Sant Miuel Llíria) s. III primera mitad del s. II a. C.) Bonet,
, fig.
4 ) L lc dia El ) Ramos,
0, fig. . Tortosa, 004a,
fig. 03.3 ), El Monastil Elda) Po eda,
, fig. 3 a), Los
Villares Caudete de las uentes) Mata,
, fig.
Mata y
Soria, 0 : 64 6 , fig. . .4) y El Castellet de Banyoles Ti issa), datados en los ss. II-I a. C. (Asensio et al.,
6, fig. .6).
Resulta complejo realizar apreciaciones comunes a todos
ellos, más teniendo en cuenta ue el criterio de clasificaci n del
grupo es, precisamente, la imposibilidad de ubicarlos dentro de
otro más preciso. Así pues, hemos considerado más conveniente
abordar los ejemplares más completos para explicar su problemática intrínseca.
*Cabezo del Tío Pío (Archena): En este tarro aparece el animal en medio de las dos escenas ue conforman la batalla representada uentes y Mata, 00 ): primero, el enfrentamiento
entre un peón y un jinete, con otro individuo caído; segundo, la
lucha cuerpo a cuerpo entre dos infantes. El cánido se sit a en
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la parte superior del friso, como espectador y testigo de lo ue
en l se narra. ormalmente podría parecer un lobo, si bien, al
hallarse entre humanos y no estar acompañado de otros de su
mismo tipo nos lle a a plantear ciertas reser as. Su identificación como lobo se ha vinculado más al contexto de lo representado (combates entre individuos que pueden terminar con
la muerte) y al lugar del hallazgo (una necrópolis), pues se cree
que los lobos son animales psicopompos, símbolo del tránsito
hacia el allende (Olmos, 1987a; Almagro-Gorbea, 1997: 122).
No obstante, hay otro grupo de autores que, en la misma línea
interpretan ue ese anuncio funesto y ínculo entre el mundo
terrenal y el ultraterrenal lo protagonizan los perros (Marco,
1976: 88-89). Poco más podemos apuntar al respecto para aclarar la naturaleza de lo representado, pues además no contamos
con más ejemplares del tipo perro o lobo en el yacimiento que
pudieran servir de comparación.
Los Villares Caudete de las uentes): Sobre una tinajilla
se representan dos animales ue pueden ser clasificados como
cánidos. La escena en la ue aparecen es de difícil catalogaci n,
más bien fantástica ue real. En ella se pintan una serie de personajes masculinos, nadando y enfrentándose algunos de ellos,
entremezclados con animales de diverso tipo y elementos vegetales. En ambos casos, el cánido aparece entre las extremidades
de los gigantes que son atacados. Aunque aparezcan pintados en
la misma escena, y guarden cierto parecido estilístico, no existen
elementos suficientes para mostrar la inculaci n e istente entre
ambos. De nuevo, aunque se señala la mayor similitud de uno de
ellos con los lobos (Mata y Soria, 2012: 65), el tipo de composición en el que aparece nos lleva a mostrar ciertas reticencias.
L lc dia El ) Ramos ol u s,
0, fig. . ): Sobre
una tinaja se representa un cánido junto a motivos vegetales y
oomorfos. Entre ellos destaca el ue protagoni a la cara del
vaso en la que se pinta el cánido, un prótomo de lobo de grandes
dimensiones. unto a ste, un lagomorfo ue es perseguido por
el cánido. Se trata de una escena en la ue no inter iene la figura
humana. Como va acompañado de un lobo, se podría plantear
la posibilidad de que el carnívoro que aquí se trata también lo
fuera, si bien, su aspecto poco fiero y su actuaci n solitaria en la
persecución lo desaconsejan.
Por otra parte, se conser a pintada sobre un tarro una figura
aislada de un cánido Tortosa, 004a, fig. 03.3 ). Su aspecto resulta poco fiero y marcha a la carrera, si bien, el ue se
encuentre inconexo con otros motivos que no han perdurado,
impide ue lo identifi uemos correctamente.
PE fig. 66): Se trata de un moti o de fácil clasificaci n,
pues anat micamente los peces son muy diferentes al resto de
animales plasmados, si bien, no ocurre lo mismo a la hora de
definir de u especie se trata Mata et al., 2014). Pueden estar
de perfil o de frente, pero casi siempre con uno de los ojos
detallado (se deja un espacio circular en reserva en el que se
dispone un punto). La mayoría de los ejemplares se pintan enteros, pero hay otros de los que solamente aparecen las raspas
¿nos encontramos ante otro ejemplo de representación de la
parte por el todo En cual uier caso, las colas están bien definidas, por lo que no es objeto de dudas su atribución. La técnica
pictórica empleada en su realización puede ser la tinta plana
o la mi ta y atendiendo a sus características formales hemos
definido cinco ariantes.
Este motivo está bastante presente, pues contamos con diecinueve ejemplares pintados sobre recipientes de gran tamaño
con cierre hermético y kalathoi. Se hallaron en Alto Chacón
(Teruel), La Guardia (Alcorisa), El Castelillo (Alloza) y El Cabezo de Alcalá (Azaila), siendo su cronología de representación
amplia, pues abarca los ss. III-I a. C.
PE
: Se representa como si fuera isto de frente. La
cabe a termina de forma apuntada y se decora con una serie
de líneas ue, además de ser ir para diferenciarla del cuerpo,
podrían indicar las branquias. El cuerpo, alargado, presenta dos
gruesas franjas erticales, separadas por un espacio ue se rellena con finas líneas entrecru adas, o una amplia franja central
y líneas diagonales a uno de sus lados. El vientre y el dorso
están resaltados con un trazo de mayor grosor que el resto. Se
indican las aletas dorsales, la pélvica, la anal y la caudal. La
t cnica empleada en su reali aci n es la mi ta. emos identificado tres ejemplares pintados sobre el mismo kalathos de Alto
Chac n Teruel) ss. II I a. C.) fig. ). parecen en solitario
en la metopa correspondiente, actuando como motivo principal
de la misma.
PE : Se caracteri a por estar representado de perfil, mirando a la derecha. Tiene marcadas y diferenciadas la cabe a, la
cola y las aletas (dorsales, caudales, pélvica y anal). En la zona
de la cabeza se deja un espacio en reserva en el que se pinta el
ojo, mediante un punto. Tras el ojo aparece alguna línea curva
sin pintura para indicar las branquias. La técnica empleada en
su realización es la tinta plana y existen once representaciones
que pertenecen a esta variante. Se corresponde con el motivo 4,
y 6 de los peces identificados por Pellicer
6
0, fig. )
y con el tema 164.1, 164.2 y 164.3 de Beltrán Lloris (1976,
fig. ). Los soportes sobre los ue se pintan son los mismos
que los indicados en la descripción general del tipo y casi todos
ellos proceden del Cabezo de Alcalá (Azaila), excepto uno de
La Guardia (Alcorisa). Están datados entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
En cuanto al papel que juegan en la decoración, decir que
es variado. Por una parte, existen ejemplares que aparecen descontextualizados, en metopas ricamente ornamentadas con moti os fitomorfos, en las ue desempe an un papel secundario
fig. 33, 34, 4 y ). En otros casos se pintan en metopas donde aparece representado el medio acuático (peces), el terrestre
(lobos o serpientes) y el aéreo (aves), todo ello envuelto de alg n ue otro moti o egetal fig. 36,
y aila 43, fig. ),
y ejerciendo un papel protagonista. También hay piezas en las
ue se alude nicamente a dos medios, el acuático junto al terrestre fig. ) o a reo fig. ), en los ue tambi n se le dota
de un papel principal.
PE 3: Se pinta de perfil, mirando a la derecha, y en su realización se emplea la técnica de la tinta plana. Se caracteriza porue tiene la boca muy pronunciada y por ue el ojo se sit a hacia
la mitad del cuerpo. Éste se elabora dejando un espacio circular
en reserva y pintando dentro un punto. El cuerpo es alargado y se
estrecha hacia la zona de la cola. Tiene representadas las aletas
dorsales, la pélvica, la anal y las caudales. Se corresponde con
el moti o de los peces identificados por Pellicer
6
0,
fig. ) y con el tema 64.4 de Beltrán Lloris
6, fig. ).
E iste un nico ejemplar sobre un kalathos recuperado en El
Cabezo de Alcalá (Azaila). En este caso aparece en la parte superior de un friso en el ue se pintan otra serie de animales ue
233
[page-n-247]
no tienen nada que ver con el medio acuático, mezclados con
moti os egetales
aila 43, fig. ). Su papel es de tipo secundario y su cronología corresponde al periodo de tiempo comprendido entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C.
+PEZ 4: Se representan las raspas del pez (con líneas hori ontales o en forma de V ), detallándose el cráneo, la espina central y la cola. No es muy com n, pues nicamente se ha
pintado en tres ocasiones sobre recipientes de gran tamaño con
cierre hermético y kalathoi procedentes del Cabezo de Alcalá
(Azaila). Su cronología coincide con la del caso anterior. Estos
peces pueden aparecer pr imos a a es fig. 36), ue tal e los
han consumido, o estar desconte tuali ados, fuera de su hábitat
natural fig. ). Su alor es secundario.
PE : Representado de perfil, mirando a la derecha, ue
se encuentra bastante incompleto. La técnica empleada en su
realización es mixta. La cabeza aparece rellena de tinta plana,
sin que se aprecie si se representa el ojo o no. El cuerpo tiene
forma alargada, estrechándose en los e tremos. parece perfilado, con unas líneas irregulares en su interior que podrían simular las escamas, y se detallan las aletas caudales. Solamente se
ha documentado en una ocasión, sobre un kalathos del Castelillo llo a) fig. 6 ). Se le pinta en un friso muy incompleto, en
el que se ve, al menos, un ave que se posa sobre su dorso. También aparecen otra serie de motivos geométricos. Sus grandes
dimensiones y su posici n en la parte central del friso, indican
ue debi tratarse de un moti o principal. Por ltimo, se alar
que se da entre los ss. III-II a. C.
La representación de peces pintados sobre recipientes cerámicos es muy com n, de hecho se ha contabili ado sobre
noventa y un vasos procedentes, además del área de Aragón,
de los siguientes yacimientos: Covalta (Albaida) (Raga, 1995:
118-119) y Masies de Sant Miquel (Banyeres del Penedès)
(Adserias et al., 00 00 , fig. ), del s. III a. C. L lc dia
El ) Ramos ol u s,
0 Sala,
, fig. 3 y
. VV.,
2004: 185 y 276), Corral de Saus (Moixent) (Izquierdo, 2000,
fig. 4.3 y
. ), Cerro Lucena Enguera) Castellano et
al., 00 ), Los Villares Caudete de las uentes) Mata,
,
fig. , . y 4. ), Pe a de las Majadas El Toro) Sarri n,
1978, Lám. III) y La Moleta del Remei (Alcanar) (Conde, 1998,
fig. . ), datados entre los ss. III I a. C. La Serreta lcoi,
Penàguila, Cocentaina), con una cronología comprendida entre
el s. III y el primer tercio del I a. C. (Tortosa, 2006); Cabecico
del Tesoro (Verdolay) (Nieto, 1939-1940, Lám. II, 1943, Lám.
I ), Castillo del Río sp) Verd y lcina, 0 : 6 , fig. 6),
La Solana (Xàtiva) (Pérez Ballester y Rodríguez Traver, 2008:
330) y La Torre del Mal Paso Castellno o) letcher,
4:
, fig. 0), con una cronología ue abarca los ss. III II a. C.
oya de Santa na Chinchilla de Montearag n), fechado entre el s. III y el primer cuarto del II a. C. (Sanz Gamo, 1997,
fig. 0) Tossal de Sant Mi uel Llíria), datado entre el s. III y
la primera mitad del II a. C. (Bonet, 1995); El Monastil (Elda),
de finales del s. III a. C. al I d. C. Tortosa, 004a, C
400
Po eda y Uro , 00 , fig. 6,
y 3 Po eda, 00 , fig. )
Mas Gusó (Bellcaire d’Empordà), que corresponde a la segunda mitad del s. II a. C. (Nolla et al., 0 0, fig. . ) Bolba
(Cieza) (Lillo, 1981: 284-285), Cabezo del Tïo Pío (Archena)
García y Bellido, 4 , fig. 30 ), Cerro de los Santos Montealegre del Castillo) bad y San Gamo,
, fig. . ), Tossal
de Manises (Alacant), Tossal de la Cala (Benidorm) (Tortosa,
234
006), Poble Nou La Vila oiosa)
. VV., 0 , fig. ),
San Crist bal Villena) Tortosa, 006, Lám. ), ont Calent
ont Calent) Tortosa, 006) y Puig de la Misericordia Vinaròs) li er,
4, fig. 0), con una cronología ue abarca
los ss. II-I a. C.; Torre d’Onda (Borriana) (Arasa, 1987: 47), del
s. I a. C., y Torrelló del Boverot (Almassora) (Clausell et al.,
000, fig. ), de la primera mitad de esa misma centuria.
A pesar de su amplia representación y variado diseño (los
hay alargados, globulares, más o menos realistas, con o sin escamas, con aletas detalladas o que carecen de ellas, etc.), se ha
podido determinar en contados casos la especie a la que pertenecen (Mata et al., 0 4: 6 , fig. 6 ). Son poco comunes
los que se realizan mediante la técnica de la tinta plana, habiéndose localizado solamente en: Hoya de Santa Ana (Chinchilla de Montearag n) San Gamo,
, fig. 0), L lc dia
El ) Ramos ol u s, 64,
0: 4 , Lám. 4 .4), Tossal de
Manises (Alacant) (Tortosa, 2006, Lám. 39), La Covalta (Albaida) (Raga, 1995: 118-119), Tossal de Sant Miquel (Llíria)
Bonet,
, fig. 3 y 0), Los Villares Caudete de las uentes) Mata,
, fig. ) y el Puig de la Misericordia Vinaròs)
li er,
4, fig. 0), mientras ue en el área de rag n son
bastante frecuentes.
Pueden aparecer en solitario o en grupo. En ese ltimo caso
o se les representa sin cone i n directa entre ellos o formando
un banco de peces. Cuando se les pinta aislados, siempre están
desconte tuali ados
. VV., 0 , fig. ) o en un entorno natural que no les es propio, pero en clara alusión al medio acuático (Aranegui, 1996: 402), lo que nos lleva a plantear un posible
significado simb lico. ste endría refor ado por el hecho de
que algunas veces se representan bajo un asa (Lillo, 1981: 284Ramos ol u s,
0, Lám. 6
dserias et al., 2001-2002,
fig. ), espacio ue en ocasiones se ha interpretado como reservado a la divinidad; y también por aparecer próximo a los humanos en escenas de variado tipo: danza (Poveda y Uroz, 2007,
fig. 6), ca a Ramos ol u s,
0, Lám. 63), cruentas Bonet,
, fig. 0 ), desfile de guerreros Bonet,
, fig. 3)
y fantásticas o mitol gicas Mata,
, fig. ), acompa ando
tambi n a jinetes Ramos ol u s,
0, fig.
. y Lám. 63).
En otras ocasiones, aunque las menos, se pintan en medio de
una rica ornamentaci n de tipo egetal, siendo el nico moti o
oomorfo ue se representa Nieto, 43, Lám. I Sánche iménez, 1943, Lám. VI), como se ha visto en algunos vasos del
Bajo Aragón. Su presencia resulta inaudita, por lo que también
nos lle a a cuestionar cuál fue la erdadera intencionalidad del
artista al pintarlo. No creemos que sea una simple cuestión de
relleno de espacios acíos, pues para ese fin se podría haber
escogido otro tipo de motivos vegetales acorde con el resto de
la decoración. Su ubicación también destaca, aunque en el caso
aragon s no ocupa un lugar preferente, sino más bien marginal.
Su funci n real, de momento, se nos escapa, pero nos lle a a
plantear las siguientes hipótesis: ¿podría tratarse de una marca
del pintor del aso una alusi n a la familia o indi iduo ue
lo encarga En este sentido, resulta de especial importancia la
presencia del mismo tipo de pe , a ni el de representaci n formal y estilística, en dos kalathoi fig.
y 3) recuperados en
yacimientos diferentes La Guardia, lcorisa y El Cabe o de
Alcalá, Azaila) que, además, presentan decoraciones parecidas.
Tambi n se ha isto ue en algunos casos, en el ltimo yaci-
[page-n-248]
miento señalado, aparece el mismo tipo de pez sobre distintos
recipientes de cierre herm tico fig. 34 y 36) recuperados en el
mismo contexto, el templo in antis.
En la segunda situación planteada se alude a la presencia
de varios peces. En ese caso, como hemos visto anteriormente,
tambi n pueden aparecer sin un conte to definido Lillo,
:
4
Ramos ol u s,
0, Lám. 3 ), pero lo más com n
es ue e ista una con uencia de medios representados, es decir,
que en el mismo espacio aparezcan animales propios del medio acuático, terrestre y/o a reo, sin ue se definan los espacios
como propios y exclusivos de uno u otro (Llobregat, 1972: 187).
Aunque existen algunos ejemplos de esa asociación recurrente
entre las pie as en las ue hay arios peces Ramos ol u s,
0, fig. 60, 6 , 4. , .4 y 33.
. VV., 004:
Tortosa, 004a, C
400 006, Lám. 3 ), es más com n en los
casos en los que los peces están en solitario (García y Bellido,
4 , fig. 30 Ramos ol u s,
0, fig. 63.3, 64.3, . , ,
. , . , 33. , 34. y Lám.
Sala,
, fig.
Po eda
y Uro , 00 , fig. ).
En el caso de que lo representado sea un conjunto de peces en fila, a modo de banco, suele e istir parecido entre los
diferentes indi iduos, aun ue no se les pinta de manera id ntica, lo que contribuye a transmitir una sensación de unidad. No
obstante, hemos podido ver cómo algunos ejemplares coinciden
en el aspecto formal, pero presentan mayores licencias en su
decoraci n interna Bonet,
, fig. 44 Nieto, 3
40,
Lám. II I uierdo, 000, fig. 4.3 Mata,
, fig. 4.
Ramos ol u s,
0, Lám. 6 ). En estos casos parece ue el
entorno que les acompaña es más realista (Nieto, 1939-1940,
Lám. II Ramos ol u s,
0, Lám.
Bonet,
, fig.
I uierdo, 000, fig.
. ), aun ue hay e cepciones Tortosa,
2006, Lám. 39). También se pueden pintar casi sin detalles de
referencia conte tual Nieto, 3
40, Lám. III Bonet,
,
fig.
y 0 Raga,
:
).
Por otra parte, existe un grupo reducido de ejemplares, exclusivamente representados en platos o phialai, en los que los
peces aparecen dispuestos en ertical, de forma radial hacia el
centro de la pieza, o en horizontal, dibujando círculos concéntricos en relación al centro interno del soporte (Aranegui, 1996).
Se trata de motivos principales que suelen ir acompañados de
otros moti os ue podrían re ejar su entorno natural, acuático,
como en La Hoya de Santa Ana (Chinchilla de Montearagón)
San Gamo,
, fig. 0), o ideal, como en El Tossal de Sant
Mi uel Llíria) Bonet,
, fig. 3 ), pues la egetaci n ue
les acompaña es bastante similar a la que recrea ambientes terrestres. Sobre el posible vínculo existente entre los peces en el
mundo ibérico y el Más Allá, en relación a la imitación de los
platos de peces áticos y phialai decorados con la misma temática, hay que aludir al estudio que realizó hace ya algunos años
Aranegui (1996).
También llama la atención la esporádica representación de
las raspas de los peces. Además, los escasos ejemplos de que
disponemos proceden del mismo yacimiento, El Cabezo de Alcalá
aila) PE 4). un ue se sit an pr imos a las a es, no
se re eja e plícitamente su consumo, ni tan si uiera la intención de ingerirlos. En cualquier caso, tenemos constancia de que
el consumo de peces fue habitual en los asentamientos ib ricos
próximos a la costa, ríos, lagos y estanques (Buxó, 2006; Mata
et al., 0 4:
3, fig. 66), aun ue en muchos casos no se
han conservado sus restos biológicos (Genera et al., 2010: 2606 ), y tambi n fueron ingeridos en ban uetes rituales ranegui, 1996; Buxó et al., 2010: 95; García y Pons, 2010: 228). Por
todo ello, consideramos que los ejemplos de raspas de peces
aquí presentados deben ser tomados como una representación
de la parte por el todo.
Para el particular que en estas líneas nos ocupa, los contextos en los que se han recuperado piezas con decoraciones
ictiomorfas son ariados, documentándose tanto en ámbitos
dom sticos 3 ) como cultuales
) y funerarios 0 ), si
bien predomina claramente el primero de ellos. Los soportes
más elegidos para su representación son las tinajas, recuperadas en exclusiva en contextos de hábitat, y el plato, presente
en todos ellos, seguido por el kalathos, hallado en ámbitos dom sticos y funerarios. el resto de soportes locali ados tinaja,
tinajilla, lebes, jarro, phiale, kernos y thymiaterium) contamos
con pocos individuos.
En cuanto a su cronología de representación, la datación
más antigua remite al s. III a. C. y la más moderna al I d. C.,
si bien, el grueso de los materiales se circunscribe al periodo
comprendido entre los ss. II-I a. C.
SERP fig. 66): Son muy pocas las representaciones ue
tenemos de serpientes, pues solamente las hemos identificado
en ocho ocasiones. Se les pinta con el cuerpo isto de frente
y la cabe a de perfil. sta termina de forma apuntada y tiene
el ojo indicado con un punto. Además, en algunos ejemplares
se aprecia c mo sobresale de la boca la lengua bífida. El cuerpo, alargado y cilíndrico, adopta forma sinuosa y puede estar
decorado interior (con líneas rectas en paralelo, indicando los
distintos tramos de la piel escamada, puntos o rellenándolo de
pintura) y e teriormente con el perfil contorneado con puntos).
La técnica empleada para su realización es variada, desde la tinta plana hasta el perfilado, e istiendo tambi n alg n ejemplo
mi to. tendiendo a sus características, hemos diferenciado tres
subvariantes, pero a pesar del realismo con el que se realizan no
hemos podido determinar a qué especie pertenecen. La SERP
. se corresponde con los moti os , y 3 de los ofidios identificados por Pellicer
6
0, fig. ) y con el tema 6 .
y 6 . de Beltrán Lloris
6, fig. ). Los soportes sobre los
que se representan son: recipientes de pequeño y gran tamaño
con cierre hermético, tinajillas y kalathoi, aunque predominan
estos ltimos. Todos los ejemplares proceden del mismo yacimiento, El Cabezo de Alcalá (Azaila), excepto uno de La Guardia (Alcorisa). Están datados entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C. Siempre se pintan en un entorno silvestre, junto a
otros animales, aunque en alguna ocasión no parece que repten
por el suelo (licencia decorativa). Habitualmente comparten
protagonismo con otros motivos decorativos, pero destacan las
escasas escenas en las que se disponen a acechar o ingerir otro
animal, bien sea un perro sin ida fig. 6) o un poyuelo ue ha
caído del nido fig. ) lmos y Tortosa, 0 0: 44).
Son pocos los ejemplares pintados sobre cerámica ibérica
que se conocen. De hecho, solamente los tenemos documentados en L lc dia El ) ss. II I a. C.) y El Tossal de Manises
(Alacant), aunque la inmensa mayoría de ellos provienen del
primer yacimiento citado. El modo de representaci n difiere
del que hemos visto en el área del Bajo Aragón. Por una parte,
se reali an mediante la t cnica de la tinta plana, con un fino y
largo tra o ondulado Ramos ol u s,
0, fig. .6 y
.
235
[page-n-249]
PEZ 1
SERP 1.1
PEZ 2
PEZ 4
PEZ 3
PEZ 5
SERP 1.2
TORO 1
SERP 1.3
ig. 66. Moti os oomorfos.
Tortosa, 2006, Lám. 39). Por otra, los cuerpos aparecen menos
contorneados, se dejan en reserva y en ellos se detallan las escamas Pericot,
, fig. 64 Tortosa, 004a, fig.
y
). Las
serpientes suelen estar representadas en su medio natural, reptando, próximas a posibles presas, como conejos (Pericot, 1979,
fig. 64 Ramos ol u s,
0, fig.
. ), pero desempe ando
un papel secundario. En otros vasos aparecen en medios entremezclados, es decir, con animales terrestres, acuáticos y aves
(Tortosa, 2006, Lám. 39), dando muestra de la existencia de una
naturale a fecunda. Tambi n es frecuente su asociaci n a a es
de gran tama o Ramos ol u s,
0, fig.
. ). Singular es
el caso en el que aparecen entrelazadas, entre dos rostros masculinos, ocupando todo el ancho de la banda y con ciertas licencias
en su modo de representación, como puede ser la presencia de
protuberancias, las antenas o el acabado de la boca en forma de
pico (Olmos, 2010).
T R
fig. 66): Bo ino Bos taurus) pintado de perfil,
mirando a la derecha. Para su realización se ha utilizado la técnica de la tinta plana, dejando en reserva un círculo en la cabeza,
en el que se dispone un punto para simular el ojo. A pesar de
estar de perfil, los cuernos aparecen como si se ieran de frente.
De su testuz sale un elemento (tal vez una cuerda) que lo mantiene sujeto a otro vertical (un palo de sujeción). Por la altura a
la que se dibuja el sostén, podemos deducir que el animal llevaría la cuerda alrededor de los cuernos, pudiendo así mantenerlo
controlado. Carece de cuello definido y posee una pechera muy
desarrollada. Las cuatro patas aparecen ligeramente e ionadas
y terminan en pezuñas bien representadas. La cola se realiza con
un trazo diagonal, que se separa de los cuartos traseros del animal y termina en cortas líneas orientadas en sentidos opuestos
(para simular las cerdas).
Solamente hemos identificado como tal un ejemplar pintado sobre un kalathos del Castelillo llo a) IG 3, fig. 64), si
bien, también deberíamos tener en cuenta la pareja de bueyes
que tiran de un arado en un kalathos de La Guardia (Alcorisa)
fig. ) y otro del Cabe o de lcalá
aila) fig. ). Todos
ellos aparecen domesticados y las escenas en las que se les representa tienen un sentido más bien ritual o simbólico. En cual236
quier caso, siempre se encuentran vinculados directa o indirectamente a los humanos, quienes los utilizan como herramienta
de trabajo o fuer a de tiro y tracci n, así mismo se alora su potencial a nivel económico y de consumo alimenticio, resultando
su posesión un bien de prestigio (Iborra, 2004: 337-343; Mata
et al., 2014: 49). En cualquier caso, el papel que desempeñan en
estas decoraciones figuradas es secundario.
Por otra parte, tenemos constatada la representación de esta
especie sobre otro tipo de soportes en el ámbito aragonés. Nos
referimos a una figurita de bronce e enta, en la ue aparece un
toro en actitud de embestir (Beltrán Lloris, 1976: 166, Lám. 6), y
a un remate de timón de carro, hecho en el mismo material pero
con forma de pr tomo Beltrán Lloris,
6: 6 , fig. 4 ). mbas piezas proceden del Cabezo de Alcalá (Azaila) y corresponden al primer cuarto del s. I a. C. El contexto en el que se recuperaron es cultual para el primero y doméstico para el segundo.
Las representaciones de bovinos, pintados sobre cerámicas
ib ricas fuera del área aragonesa, son realmente escasas. E iste
un ejemplar en El Tossal de San Miquel (Llíria) (ss. III-II a. C.)
(Mata et al., 2014: 211), aunque dado su gran tamaño y su desarrollada cornamenta, en alguna ocasión se ha planteado la
posibilidad de que se trate más bien de un uro (Bonet, 1995:
36, fig. 6 Iborra, 004: 34 ). El otro se pinta sobre un lebes
recuperado en El Campillo (Calasparra) (ss. IV-III a. C.) (Lillo,
1989-1990: 141). En este caso posee también gran tamaño, pero
es el nico moti o figurado ue aparece en el friso, acompa ado
de ciertos vegetales. Su actitud es de parada.
Se han documentado nicamente en conte tos dom sticos,
no ocurriendo lo mismo con otros ejemplares realizados en cerámica, como el pitorro ertedor finales del s. III a. C.) y el
aso plástico con forma de toro finales del s. IV a. C.) hallados en la necrópolis del Cabecico del Tesoro (Verdolay) (Nieto,
1944, Lám. XIV; García Cano y Page, 2004: 153).
En t rminos generales se puede afirmar ue se prefiere representar a los bóvidos en actitudes dóciles, incluso relajadas,
al aire libre, en su entorno natural, si bien, en la mayoría de los
casos la figura humana se encuentra presente, pues se trata de
un animal domesticado. Al mismo tiempo guarda cierta rela-
[page-n-250]
ci n con la fecundidad y es símbolo de la inmortalidad, alores
que también se encuentran presentes en el mundo mediterráneo
Blá ue ,
). Un poco diferente sería la representaci n del
Tossal de San Miquel (Llíria), pues con apariencia silvestre y
gran tama o se encuentra frente a dos personajes masculinos
ue interact an con l ranegui,
b: 0
P re Ballester
y Mata, 1998: 238), mostrando así su valentía. En este sentido encontramos también la escena del kalathos del Castelillo
llo a) al ue hemos hecho referencia IG 3, fig. 64), donde
el toro aguarda a ser inmolado o entregado como trofeo al personaje ue resulte encedor del enfrentamiento representado un
poco más arriba (Mata et al., 2014: 211).
Iv.4.4. antropoMorFos (FIg. 167)
En este grupo incluimos moti os ue pueden ser asimilados a figuras humanas, particular sobre el ue ha trabajado la profesora
Maestro (1984; 1989). Llama la atención el hecho de que solamente existen imágenes masculinas en el periodo cronológico
acotado en nuestra investigación, lo que no quiere decir que el
uni erso femenino est ausente, pero sí ue su representaci n
no es explícita.
El c mputo total de indi iduos identificados asciende a
treinta y cuatro, mientras que la variedad de actitudes plasmadas se reduce a nue e. En funci n de las características formales
que presentan y el tipo de acción que protagonizan, hemos definido diferentes ariantes y sub ariantes. Se pintan mayoritariamente sobre kalathoi, aun ue tambi n hay alg n ejemplar en
crateriskos y jarro. Los yacimientos en los que se recuperaron
son: San Antonio (Calaceite), El Palao (Alcañiz), La Guardia
(Alcorisa), El Castelillo (Alloza) y El Cabezo de Alcalá (Azaila), si bien, donde se han documentado con mayor frecuencia es
en estos tres ltimos lugares. El encla e en el ue más abundan
y, además, aparecen en diferentes tipos de asos y actitudes es
en El Castelillo (Alloza). Cronológicamente abarcan un amplio
periodo de tiempo, pues se datan entre el s. III a. C. y el primer
cuarto del I a. C.
Huelga decir que su presencia en la decoración centra
el protagonismo, actuando como figuras principales de lo representado, independientemente de si se plasma una o más
escenas en el mismo vaso. No obstante, en ocasiones el protagonismo se comparte con otros moti os oomorfos con los
ue, incluso, interact an.
La técnica pictórica que predomina en estos motivos es la
del silueteado, si bien, existen algunos ejemplares en los que se
utili a la mi ta IN NTE y INETE 3).
A continuación presentamos cada una de las variantes
diferenciadas:
MBRE : igura masculina ue mira a la derecha o a la
i uierda y se representa de perfil, e cepto el torso, ue aparece
de frente. Se reali a con la t cnica de la tinta plana, dejando
en reserva un espacio circular en la cara, en el que se pinta,
mediante un punto, el ojo. Estos personajes presentan la singular característica de poseer uno de los brazos levantados, con la
mano sobredimensionada, mientras que el otro queda recogido
a la altura de la cintura. Esa hipertrofia de la mano tambi n se
aprecia en algunas estelas del Bajo Aragón (Burillo, 2000: 8284), tal es el caso de las del Palao (Alcañiz) (Marco, 1976) o
Bin far uesca) Marco y Baldellou,
6: 0). No se detalla
ni su vestimenta ni el órgano sexual.
Se pintan varios de ellos en el mismo soporte, por parejas,
afrontados y separados por un elemento egetal ue, en ocasiones, semeja un ánfora ESTIL 6, fig.
N R , fig. 6 ).
l estar un indi iduo frente al otro, el bra o ue ele an es el ue
se halla más próximo al elemento separador.
Hasta el momento hemos contabilizado diez ejemplares pintados sobre kalathoi fig. y ) y crateriskoi IG 46, fig. 3)
recuperados en El Castelillo (Alloza), La Guardia (Alcorisa) y
El Cabezo de Alcalá (Azaila). Están datados entre el s. III a. C.
y el primer cuarto del s. I a. C., si bien, los ejemplares más antiguos corresponden a los ss. III-II a. C. (HOMBRE 1.3) y los más
modernos al periodo de tiempo comprendido entre el s. II a. C.
y el primer cuarto del I a. C. (HOMBRE 1.1 y HOMBRE 1.2).
MBRE . : En este caso la figura masculina presenta en la frente lo ue podría ser un tocado o remate del casco
Maestro,
: 60), bajo el ue se insin an la nari , los labios
y la barbilla. El ojo se pinta ligeramente desplazado, centrado en
el rostro. El cuello es corto, sus hombros anchos y el torso parece fornido y corto, ligeramente desproporcionado con respecto
a las dimensiones del resto del cuerpo. Uno de los brazos está
e ionado, recogido a la altura de la cintura, en un mo imiento
centrípeto. Se le marca el bíceps y la mano aparece cerrada, sin
que en ella se detallen los dedos. Por contraposición, el otro
brazo está levantado. Se realiza con una técnica mixta, pues el
bra o propiamente dicho está perfilado, mientras ue la mano
se realiza con la técnica de la tinta plana. En ésta se detallan los
dedos y está hipertrofiada. Son precisamente esas dimensiones
desproporcionadas de la mano lo que lleva a proponer a algunos
investigadores que se trata de una escena de salutación (Aranegui, 1998: 187 y 249; Beltrán Lloris, 1976: 281; García Quintela, 1999-2000: 202; Lucas, 1990: 295; Maestro, 1989: 62), de
propiciaci n de la fecundidad de la egetaci n lmos,
b:
43; 1996d: 15; 2000: 71) o que se representan orantes (Beltrán
Lloris, 1996: 167; Marco, 1983-1984: 79).
Las piernas, bien definidas, con gl teos, rodillas y gemelos
marcados, aparecen ligeramente separadas, con los pies bien
apoyados sobre la planta, por lo que da la impresión de que la
actitud es estática, serena, produciéndose la acción ante la quietud de los protagonistas.
+HOMBRE 1.2: De este motivo no se conserva un ejemplar
completo, por lo que realizamos su descripción a través de las
representaciones parciales ue han perdurado. La figura tiene la
cabeza bien proporcionada, con la nariz, boca y barbilla detallados. Se representa el pelo, puntiagudo, que termina en la parte
posterior en un roleo. El cuello es de corto recorrido, por lo que
la cabeza aparece casi pegada a los hombros. Uno de los brazos, realizado completamente con la técnica de la tinta plana, en
contraposición a la subvariante anterior, se levanta, apareciendo
la típica mano hipertrofiada con los dedos se alados. El otro
bra o, e ionado, se recoge en el ientre fig. ). e nue o, el
torso es fornido y la cintura estrecha. Se le detallan los gl teos
y los gemelos. Las piernas están separadas y los pies reposan
sobre la línea imaginaria del suelo, en un estado de quietud.
Coincide con el moti o de las figuras humanas identificadas
por Pellicer
6
0, fig. ) y el tema
. definido por
Beltrán Lloris
6:
3, fig.
).
Aunque solamente se han conservado tres ejemplares sobre
el mismo recipiente fig. ), presuponemos, por el es uema
seguido en otras piezas, que debían ser cuatro los individuos
237
[page-n-251]
HOMBRE 1.1
HOMBRE 1.2
HOMBRE 1.3
HOMBRE 3
HOMBRE 4
INFANTE 1.1
HOMBRE 5
INFANTE 1.2
INFANTE 1.3
HOMBRE 2
INFANTE 1.4
JINETE 1.1
INFANTE 1.5
INFANTE 2
JINETE 1.2
OJO 1.1
OJO 1.3
JINETE 2
JINETE 3
MÚSICO 1
SEDENTE 1
OJO 1.2
ig. 6 . Moti os antropomorfos.
representados. En alguna publicación se ha interpretado uno
de ellos como de naturale a femenina, basándose en el peinado que presenta (Pijoán, 1908: 251). No obstante, y dado que
la figura se halla incompleta, consideramos más adecuado
identificarlo con un ar n por paralelismo con las otras representaciones conocidas.
+HOMBRE 1.3: En su cabeza apreciamos una serie de traos, cortos y erticales, ue identificamos como posibles representaciones del cabello o de un casco con cresta uentes y Mata,
2009: 21-22; Maestro, 1989: 64; Quesada, 1997: 468), también
presente en ciertos personajes pintados del Tossal de Sant Miquel (Llíria) (s. III a. C. y primera mitad del II a. C.) (Bonet,
, fig. 3, 44, , 6 , .33 .3 , .3
.30, 3, .
D.40 y 82) y El Tossal de la Cala (Benidorm) (ss. II-I a. C.)
Belda,
3:
6, fig. . ). Entre los yacimientos ue en
este trabajo estudiamos se ha documentado en La Guardia (Alcorisa), El Castelillo (Alloza) y El Cabezo de Alcalá (Azaila).
238
El que sea portado por personajes que participan en escenas bélicas o de carácter militar, al tiempo que aparece en otras de
distinto cariz, como pueda ser la de los personajes masculinos
afrontados de los ue a uí hablamos, o en el caso de Tossal
de Sant Miquel (Llíria) en la recolección de granadas (Bonet,
, fig. 44), lle a a plantear la disyunti a de si realmente es
un modo de representar el cabello o es un casco. Como siempre,
el contexto de la temática pintada es lo que nos puede ayudar a
dilucidar su interpretación.
El cuello está señalado y es más alargado que en los casos
anteriores. El torso tiene forma de triángulo in ertido y su aspecto es fornido. El bra o más pr imo a su compa ero aparece
ele ado, sin ue se haya conser ado la mano. El otro, e ionado y a la altura de la cintura, tiene el bíceps representado. La
mano presenta el dedo pulgar separado del resto, que permanecen juntos y e ionados, de tal modo ue la palma de la mano
queda vuelta hacia atrás.
[page-n-252]
Uno de los gl teos aparece definido, las rodillas tienen aspecto puntiagudo y los gemelos se marcan. Ambas piernas están
ligeramente e ionadas, lo ue unido al hecho de ue una de
ellas esté levantada, contribuye a dar sensación de movimiento,
por lo que el personaje parece que iría a la carrera.
En comparación con los ejemplares de las otras dos subvariantes, más próximos entre sí a nivel estilístico, decir que aquí
el canon empleado es más estilizado y los personajes transmiten
sensación de movimiento. Además, el motivo que se interpone
entre ambos indi iduos se asemeja más a un ánfora ue a un
moti o fitomorfo Lucas,
:
). Por otra parte, tambi n
destaca el hecho de ue nicamente aparece representada una
pareja de hombres afrontados, mientras ue en los otros ejemplares son dos.
MBRE : igura masculina, representada de perfil, mirando a la derecha. Se realiza mediante la técnica de la tinta
plana. En apariencia está desnudo, pues no hay detalle de la
vestimenta, pero tampoco se marca su órgano sexual.
La cabeza, bien proporcionada, presenta en la parte superior
una serie de trazos cortos y rectos que, como se ha visto anteriormente, podría tratarse del cabello o del remate de un casco.
En la frente se detalla un elemento en forma de U , tambi n
presente en los personajes del motivo HOMBRE 1.1. El ojo se
realiza con un gran punto inserto en un espacio circular, dejado
en reserva, en el centro del rostro. La boca y la barbilla aparecen
se alados, pero con peor definici n ue en los casos anteriores.
Esa imperfecci n lle a a ue entre la barbilla y el torso a duras
penas quede espacio para el cuello, que está más destacado en
la parte posterior.
Los hombros son anchos y el torso robusto. El brazo derecho está e ionado y tiene el bíceps se alado. Con la mano, en
la que no se detallan los dedos, sostiene una vara curva que el
personaje emplearía para azotar al buey o bueyes que arrastran
el arado. El otro brazo no está bien ejecutado, siendo más escuálido y corto que el derecho, además, la posición de la mano
sosteniendo la mancera del arado tampoco está conseguida.
El torso, voluminoso y musculado, aparece representado de
frente. La cintura es estrecha y las e tremidades inferiores, de
perfil, están separadas. En stas se se alan los gemelos y ambos
pies apoyan sobre una superficie imaginaria.
El moti o tambi n está formado por el arado y el buey o
bueyes que tiran de él. El arado consta de las siguientes partes:
reja, dental, esteva, mancera, cama y timón, todas ellas bien indi iduali adas ernánde Montes,
: 6 6 ). Por su parte, los dos bueyes aparecen de perfil, mirando hacia la derecha.
La cabeza se realiza de una manera mixta, pues la cornamenta
y las orejas aparecen de frente, mientras ue el resto lo hace de
perfil. En el centro de la cabe a se deja un espacio circular en
reserva, donde se pinta un círculo para simular el ojo. Se detalla
el hocico. El cuerpo está proporcionado y la cola, larga, cuelga
de sus cuartos traseros. Las patas terminan en pezuñas bien detalladas. No se les señala el sexo. El yugo, que sirve para unir la
yunta de bueyes y arrastrar el timón del arado, es de tipo cornil
ernánde Montes,
: 0).
En conjunto, parece ue las figuras están en actitud de parada, aunque son protagonistas de una acción, arar el terreno.
Se corresponde con el motivo 6 de las decoraciones de anima-
les identificados por Pellicer
6
0, fig. ) y con el tema
de Beltrán Lloris
6: 3, fig. ), uienes lo interpretan
como un toro.
Entre todos los ejemplares a uí estudiados, nicamente hemos documentado este motivo en dos ocasiones sobre dos kalathoi, uno procedente de La Guardia lcorisa) fig. ) y el otro
del Cabe o de lcalá
aila) fig. ). No obstante, este ltimo
se conser a de manera parcial y se diferencia del anterior en ue
sobre la cabe a, si lle a casco, aparece perfectamente ajustado
al cuero cabelludo, sin ning n tipo de remate. Su cronología
abarca desde el s. II a. C. hasta el primer cuarto del I a. C.
-HOMBRE 3: Personaje masculino que mira a la derecha y
se representa de perfil, e cepto el torso. El canon utili ado en
su realización es estilizado y se emplea la técnica de la pintura
plana. La cabeza, redondeada, lleva un posible casco ajustado,
rematado con una serie de trazos cortos y rectos. En el centro
del rostro aparece un espacio circular en reserva, en el que se
pinta un punto para simular el ojo. Se detalla, en el perfil, la
nariz puntiaguda, los labios y el mentón. El cuello es alargado.
Los bra os están desproporcionados y denotan una deficiencia
técnica, por parte del pintor, a la hora de plasmarlos. El derecho
es demasiado corto, se marcan sus m sculos y termina en una
mano abierta con los cinco dedos detallados, en dos de los cuales lleva enganchada una cadena con la que retiene a un perro.
El cánido se representa de perfil, mirando a la derecha y
dispuesto en ertical. Sus orejas son puntiagudas, las fauces están abiertas, dejando er su afilada dentadura y la lengua. En el
centro de la cabeza se pinta el ojo, realizado con un punto de
tinta sobre un espacio circular en reserva. La cola es bastante
larga y aparece caída. Las cuatro patas, ligeramente e ionadas,
tienen detalladas las garras. Recientemente se ha propuesto la
identificaci n de este moti o con un hur n Garc s, 0 ), pero
el equipo interdisciplinar que participa en el proyecto De lo real
a lo ima inario
Aproximación a la fauna ibérica de la Edad
del Hierro sigue considerando más apropiado identificarlo con
un perro, tanto por su aspecto como por su participación en la
ca a de lagomorfos al aire libre Mata et al., 2014: 29-30).
El brazo izquierdo del humano aparece levantado y con un
ligero engrosamiento en el antebrazo. Presenta la mano abierta,
individualizándose cuatro dedos, que con la punta tocan una jabalina ue porta con la intenci n de cla ársela a un lagomorfo.
El torso es ancho y la cintura está definida. Se detalla la nalga
de la pierna derecha y los gemelos de ambas extremidades inferiores. Las dos están separadas, apareciendo la i uierda adelantada y la derecha ligeramente e ionada, lo ue contribuye a
dar la idea de que el personaje va a la carrera. Está en apariencia
desnudo y no se determina, de manera explícita, su sexo.
Solamente se ha representado en una ocasión, sobre un crateriskos del Castelillo llo a) IG 46, fig. 3) ue tiene una
cronología situada entre los ss. III-II a. C.
MBRE 4: Personaje masculino, representado de perfil,
mirando a la derecha, aun ue el torso aparece de frente. No se
conserva entero, por lo que la descripción que de él podemos
realizar resulta parcial. En su ejecución se emplea la técnica de
la tinta plana y se le representa aparentemente desnudo. Tiene
la parte superior de la cabeza terminada en unos ligeros abultamientos, de aspecto más circular que en los casos anteriores,
por lo que podría tratarse de la cabellera. El rostro está relleno
de tinta, sin que se haya conservado el ojo ni los detalles de la
239
[page-n-253]
nariz, la boca o el mentón. El cuello es casi inexistente, dando la
sensación de que la cabeza engarza directamente con los hombros. El torso no está muy desarrollado y tiene forma redondeada. Solamente se conserva el brazo izquierdo, que aparece ligeramente e ionado y recogido a la altura del ientre. La cadera
tiene aspecto sinuoso, la pierna derecha está ligeramente e ionada y parece ue en la parte inferior trasera lle a un adorno.
E iste un nico ejemplar sobre un jarro del Castelillo llo a)
IG 4 , fig. ), datado entre los ss. III II a. C.
MBRE : Personaje masculino, representado de perfil,
mirando a la derecha. La técnica empleada para su realización
es mi ta, pues combina la tinta plana con la del perfilado.
El rostro cuenta con una frente muy desarrollada, la nari
destacada y el mentón prominente. La cabeza se cubre con un
casco ajustado, recorrido exteriormente por una serie de puntos.
En medio de la cara se pinta el ojo, con un punto circunscrito en
un círculo que, a su vez, está parcialmente contorneado por una
serie de líneas oblicuas, similares a las que llevan los protagonistas del “vaso de los guerreros” de la necrópolis del Cigarralejo Mula) s. II a. C.), interpretadas como pinturas faciales o
máscaras (Cuadrado, 1982). En la zona del ojo más próxima a la
nariz aparece una línea, tal vez vinculada a la sujeción del casco.
El cuello no está muy desarrollado y el torso se representa
de frente, destacando por su amplitud. Se cubre con lo ue podría ser una coraza de pectoral ornamentada con líneas y roleos
(Maestro, 2010: 218).
La representación del brazo que se conserva, el izquierdo,
plantea cierta contro ersia. En principio, y seg n han planteado algunos autores (Maestro, 1989: 76), parece que el artista lo
pintó levantado y con la mano abierta, individualizándose los
dedos. En funci n del tronco del personaje, la postura uedaba
antiestética y poco natural, lo que podría explicar que el pintor
tratara de eliminar tal torpeza practicando una ligera incisión y
pintando de nuevo el brazo, acorde con la caída natural del hombro, sobrepuesto al cuerpo y recogido a la altura de su vientre
(ese segundo tempo se aprecia al observar el ritmo compositio de la decoraci n). rrepentimientos o rectificaciones se han
documentado testimonialmente en un tarro del Cabezo del Tío
Pío rchena) y en un fragmento de rchena Murcia) lmos,
1987a: 28-40). Aunque la hipótesis resulta plausible, cabe preguntarse, entonces, porqué no se eliminó también la mano, lo
ue lle a a una re e i n sobre el particular y abre un debate
sobre la verdadera intencionalidad del artista. La clave para una
correcta interpretación pasa por el análisis directo de la pieza.
De este modo, observamos que la incisión debió realizarse en un
momento anterior a la cocción del recipiente, pero posterior a la
aplicación de la pintura, pues se aprecian restos de pigmento en
la parte inferior y superior de la derecha. No obstante, lo ue no
aclara el momento de su realización es si realmente se trata de
un detalle intencionado o de un arrepentimiento del artista cuando la pieza todavía estaba en crudo. Así las cosas, se plantea un
nuevo interrogante ¿por qué se pinta en dos ocasiones el mismo
bra o en distintas actitudes
tenor de los ejemplos conocidos
de representaciones humanas pintadas sobre cerámica ibérica,
queda descartada la intención de querer representar simultaneidad de acciones, pero es cierto que se podrían plasmar dos momentos consecuti os uentes, 006: 6 ).
240
Sea como fuere, ambas interpretaciones plantean problemas
no fáciles de resol er. e hecho, incluso, por la pro imidad
del indi iduo y su mano a un cuadr pedo situado delante, se
ha propuesto que participara en una escena de doma (Marco,
1983-1984: 85), también documentada en Tossal del Sant Miuel Llíria) Bonet,
: 3 , fig. 6
ranegui,
a: 0
Olmos, 2003: 89-91) y El Monastil (Elda) (Poveda, 1996: 321;
Po eda y Uro , 00 : 6, fig. ). Por otra parte, habitualmente
se ha identificado al fragmentado cuadr pedo con un uido,
si bien, destaca el escaso espacio que existe entre su lomo y el
cuello, similar a un ejemplar del El Castellet de Bernabé (Llíria)
Gu rin, 003: 33 , fig. 3 ), y su escaso realismo.
Las e tremidades inferiores, representadas de perfil, se isten con un jub n. parecen separadas y ligeramente e ionadas, marcando levemente la rodilla y los gemelos. Entre la parte
trasera de la rodilla y el pubis del personaje existe una línea ondulada de difícil interpretaci n. Cabe traer a colaci n una imagen escatológica recuperada en la ciudad celtibérico-romana de
Tiermes (Montejo de Tiermes) (s. I d. C.). En ella aparece un
hombre con las piernas separadas y e ionadas, mientras ue
las manos se apoyan en los muslos. De la zona próxima a sus
nalgas surge una línea discontinua de puntos que se ha interpretado como una hemorragia o defecaci n, en lo ue pudo ser
una representaci n caricaturesca del momento lfay , 0 4:
175-177). Tomando en consideración el paralelismo, creemos
más plausible que en nuestro caso estemos ante un personaje
herido, pues el individuo porta coraza y se lleva la mano al costado opuesto del tronco. En ese caso, la línea ondulada a la que
hacíamos referencia simularía la sangre ue brota de la herida.
No obstante, como recogimos en un trabajo anterior dedicado
a la representación de la violencia sobre soporte vascular, los
iberos son poco dados a recrearse en lo cruento de este tipo de
escenas uentes y Mata, 00 ).
Solamente e iste un ejemplar de esta ariante sobre un fragmento recuperado en San ntonio Calaceite) fig. 46), datado
entre el s. III y el principio del II a. C.
IN NTE: E isten ocho indi iduos masculinos ue podemos incluir en este epígrafe, aun ue alguno de ellos con ciertas
reser as dado su deficiente estado de conser aci n. Tienen en
com n el portar armamento, bien sea ofensi o lan a, espada
o falcata) o defensi o casco y scutum). No obstante, en base a
sus características particulares hemos establecido dos variantes,
con sus correspondientes sub ariantes. La diferencia fundamental entre ambas estriba en ue en el primer caso los infantes se
encuentran a la espera de entrar en combate o están luchando
en ese momento, mientras que en el segundo han librado ya el
enfrentamiento y han resultado encidos. El tipo de soportes
sobre los que se representan se limita a kalathoi procedentes del
Castelillo llo a) ss. III II a. C.) IG 0 y IG 3, fig. 64) y El
Cabezo de Alcalá (Azaila) (s. II a. C.-primer cuarto del I a. C.)
43 6 4 0 , fig. ), aun ue predominan claramente en el
primero. La técnica empleada en su realización puede ser la tinta plana IN NTE ) o la mi ta IN NTE ).
IN NTE : Indi iduos masculinos ue marchan a pie, a
derecha o i uierda, y se representan de perfil, e cepto el torso, ue aparece de frente. El ojo se reali a dejando un espacio circular en reserva, en el que se pinta un punto, aunque en
un ejemplar ste se contornea con un círculo IN NTE . ).
Llama la atención, como en casos anteriores, la posición des-
[page-n-254]
plazada del ojo, pues se representa en el centro del rostro, y su
tamaño es mayor del que debiera tener. Sin duda estamos ante
un convencionalismo de estilo, dado que, además, poseen gran
uniformidad. Representaciones despla adas del ojo tambi n se
dan en Tossal de la Cala Benidorm) Maestro,
, fig. ) y
en Tossal de Sant Mi uel Llíria) Bonet,
, fig. 30.40
D.116), aunque constituyen casos excepcionales. Sobre la cabeza porta lo que podría ser un casco ajustado, con abultamientos
en la parte superior. En la zona de la cara aparece un posible
tocado IN NTE . e IN NTE . ), similar al del moti o
HOMBRE 1.1, o un pequeño saliente que correspondería a la
isera del casco IN NTE .3). En algunos casos no se detalla
la nari , ni la boca, ni el ment n IN NTE . e IN NTE
1.2), en otro el rostro resulta un tanto peculiar, pues recuerda al
de un a e IN NTE . ). El cuello es corto, igual ue el tronco, lo que contrasta con las largas extremidades, principalmente
las piernas. El bra o derecho está e ionado, pudiendo sostener
una o dos lanzas, así como empuñar una espada. El izquierdo
aparece ligeramente doblado y sujeta un escudo oblongo tipo
La Tène (Kurtz, 1992: 210), anteponiéndolo a su cuerpo y, por
tanto, protegiéndolo. En la parte central se ha dejado un espacio ovalado en reserva, que podría ser el umbo (Maestro, 1989:
6 ). En el cuerpo no se aprecia ning n detalle de su estimenta, tampoco en las piernas. Éstas están separadas y ligeramente
e ionadas, pudiendo pintarse una de ellas más ele ada para
indicar movimiento, como ocurría en el caso de HOMBRE 1.3
y HOMBRE 3. Los pies se calzan con una bota que posee un
pequeño tacón.
La actitud en la que se les representa puede ser de parada
IN NTE . e IN NTE . ), a la espera de ser llamado para
participar en el combate uentes y Mata, 00 : 0), o de enfrentamiento directo con otro indi iduo IN NTE .3).
IN NTE : Se representa de frente, e cepto la cabe a,
ue está girada hacia un lado, y los bra os, pintados de perfil.
La técnica con la que se ha realizado es la mixta. En el centro
de la cabeza se deja un espacio circular en reserva en el que se
pinta un punto para simular el ojo. También está sin rellenar
de pintura un espacio triangular en el tronco, lo que permite
detallar algunos adornos del pectoral que le protegía el cuerpo
(líneas rectas que penden de la parte superior). La cabeza tiene
una forma poco frecuente IG 0 y Castelillo SN, fig. 64), pues
se asemeja más a un a e ue a una figura humana Lucas,
:
257; Beltrán Lloris, 1996: 134; Olmos, 1996a). El uso de máscaras y disfraces en determinadas festi idades o con carácter
ritual está documentado en el mundo celtibérico, como queda
representado en algunas cerámicas numantinas (Arlegui, 1992:
12). Es posible que dicha práctica estuviera también aceptada en
el mundo ibérico, como nos lo sugiere la imagen del personaje
masculino con rasgos animalísticos plasmado en un vaso del
Torrelló del Boverot (Almassora) (Clausell et al., 2000).
En la parte superior de la cabeza aparecen unos cuantos trazos ligeramente curvados, de distinto aspecto a los que se apreciaban en lo ue hasta el momento se identificaba como posible
casco o representaci n del cabello. Semeja una cresta y forma
parte del penacho con el ue se remataría el casco del infante
Maestro,
: ). No tiene frente, naciendo la prominente
nariz del punto en el que debería situarse ésta. Tampoco se detallan la boca ni el mentón. El cuello es robusto y proporcionado.
El bra o derecho se encuentra ligeramente e ionado y girado hacia el interior del cuerpo. Llama la atención el hecho de
que termina con aspecto de garra más que de mano y, además,
tiene un tamaño desproporcionado, mayor de lo habitual. El brao i uierdo aparece le antado y e ionado, contando el antebrazo con una longitud superior a la que debería tener. Como en
el caso anterior, termina en garras, individualizándose cuatro.
Con ellas coge la lengua de un lobo ue tiene abiertas sus fauces, mostrando su afilada dentadura.
El tronco tiene forma de triángulo in ertido, resultando los
hombros más anchos que la cintura. De su costado derecho pende un arma, representada parcialmente, que bien podría tratarse
de una falcata, espada o cuchillo. El ue a ambos lados de ella
aparezcan dos círculos rellenos de tinta ha llevado a considerar
a algunos autores que se trata de una representación de tipo itifálico Lucas,
:
Maestro,
: ), si bien, se debe
tener en cuenta que, como veremos más adelante, los personajes
pintados procedentes de otras áreas geográficas pero con la misma temática, aparecen dotados de armas ofensi as con las ue
enfrentarse a la fiera. Es por ello ue consideramos más apropiada la interpretación de esos elementos como una representación
del armamento. Además, los puntos están muy distanciados entre sí y separados del cuerpo.
A pesar de que los artistas iberos que pintaban los vasos eran
poco dados a reali ar representaciones figuradas con ista cenital, en este caso se representa el cuerpo del infante en posici n
supino y la pierna que se conserva aparece arqueada. La actitud
en la que se le plasma es, por tanto, yacente, si bien también
cabe tener en cuenta la vinculación directa que tiene con el lobo,
pues indicaría ue el enfrentamiento se había librado con l,
actuando como testigo del desenlace un ave (Olmos y Tortosa,
2010: 245).
-JINETE: En este caso agrupamos representaciones de indi iduos masculinos montados a caballo. Se pintan de perfil,
mirando a la derecha o a la i uierda aun ue estos ltimos son
menos frecuentes), y la t cnica utili ada para su reali aci n es
fundamentalmente la tinta plana.
Cabe tener en cuenta la distinción social de los personajes
así representados (Grau, 2007: 117-118). El simple hecho de
aparecer en estas decoraciones es una muestra clara de su pertenencia a una lite social restringida, hecho ue se refuer a al
pintarlos montados sobre caballo. Este animal distingue a su
propietario, pues su posesi n implica una fuerte in ersi n económica en comparación con el rendimiento que de él se puede
obtener (Quesada, 1992: 237; Gabaldón y Quesada, 1998). La
aristocracia ibérica de nuestra área de estudio también gusta
representarse a caballo sobre otro tipo de soportes característicos de la zona, como son las conocidas como “estelas del Bajo
Aragón” (Quesada, 1997; Beltrán Lloris, 1996). Con esta temática se han localizado en Camino de Santa Ana 1 (Calaceite),
El Acampador (Caspe), Palermo (Caspe) y El Palao (Alcañiz).
Están datadas entre los ss. II-I a. C. y son muestra del proceso de
reafirmaci n de identidad ue i e la lite aristocrática ib rica
de la zona ante la mayor presencia de Roma en el territorio.
continuaci n dedicamos unas líneas a anali ar la figura
del caballo, pues no lo hemos abordado en el apartado destinado
a moti os oomorfos por formar un mismo moti o junto al jinete. No hace mucho tiempo, se realizó un pormenorizado estudio
centrado en el análisis de las representaciones de caballos en el
241
[page-n-255]
mundo ibérico sobre distintos tipos de soporte. Su investigador
principal fue uesada y parte de los resultados se publicaron
on-line (http://www.ffil.uam.es/e uus). Son muchas las ocasiones en las que dicho animal se ha pintado sobre cerámica, estando presentes en casi todos los yacimientos en los que se han
documentado decoraciones complejas pintadas sobre cerámica
(por evitar una extensa sucesión de nombres, remitimos a la web
www. orayfaunaiberica.org/fauna, donde bajo el ítem CABALLO se recogen todos ellos). En cualquier caso, el yacimiento
en el que predominan es en Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet,
), seguido con bastante diferencia de L lc dia El )
Ramos ol u s,
0 Tortosa, 004a). Seg n la naturale a
de las escenas representadas ca a, desfiles, enfrentamientos,
comercio, cabalgata nupcial, etc.), los caballos aparecen más o
menos ataviados. El tipo de escenas mayoritario es el de la caza.
En ellas el jinete suele portar lanza o jabalina, disponiéndose a
arrojarla para dar captura al animal al que persigue. Le siguen
a uellas en las ue se producen enfrentamientos de diferente
tipo, en esos casos el caballo es un poderoso arma, no sólo para
llegar con prontitud al lugar del combate y huir ante una amenaa insal able, sino tambi n por la superioridad y confian a ue
otorga al ue lo monta. El ltimo tipo de escenas ue cabe destacar por su mayor plasmación entre las cerámicas ibéricas es la
del desfile de jinetes, ue se producen en un ambiente festi o, en
muchas ocasiones acompañando a otras escenas.
Los caballos suelen estar montados por jinetes, pero en alguna ocasi n ste ha descabalgado para participar en un enfrentamiento Maestro,
, fig. a Bonet,
, fig. 44 y 66
uentes y Mata, 00 : 6 0 y 4 , fig. y ). Tambi n hay
ejemplos en los que lo conduce a pie otro personaje que no es
el jinete, tal e por ue ste hubiera fallecido Pericot,
,
fig. 0
Bonet e I uierdo, 00 :
, fig. .
lmos
y Tortosa, 2010: 245-246). Otra opción es que el caballo se
encuentre en su entorno natural Martín rtega,
, fig.
Lillo,
0: 40 Ramos ol u s,
0, fig. . Bonet
e I uierdo, 004, fig. 3.I Garibo, 00 :
Po eda y Uro ,
00 , fig. ).
El tipo de soporte que más se ha utilizado para plasmar escenas con caballos es la tinaja, seguida del kalathos, lebes, jarro
y tinajilla, junto a otros muchos escasamente representados. Los
conte tos son ariados: dom sticos, funerarios, cultuales y de
otro tipo (artesanales y silos), aunque predominan claramente
los primeros, además con unas cronologías comprendidas entre
los ss. IV a. C.-I d. C., aunque la mayoría de las decoraciones
con équidos se desarrollan entre los ss. III-II a. C.
Volviendo al ítem JINETE representado entre el conjunto
cerámico que aquí analizamos, decir que está bastante presente,
pues lo hemos documentado en diez ocasiones bien conservadas y otras tres incompletas. Atendiendo a sus características
morfol gicas, hemos establecido tres ariantes con sus correspondientes subvariantes. El tipo de soportes sobre los que se
pintan queda limitado al kalathos. Los yacimientos en los que
se recuperaron son: La Guardia (Alcorisa), El Palao (Alcañiz),
El Castelillo (Alloza) y El Cabezo de Alcalá (Azaila), con una
cronología que comprende desde el s. III a. C. hasta principios
del I a. C.
+JINETE 1: El individuo masculino y el caballo se representan de perfil, hacia la derecha. La t cnica utili ada en su realización es la tinta plana, si bien, existen dos espacios circulares
242
en reserva, uno en el rostro del jinete y otro en la cabeza del
équido, en los que se pinta un círculo y se rellena de tinta para
simular el ojo.
La figura humana está bien proporcionada. La cabe a podría
estar cubierta por un casco con tocado o con elementos cortos y
rectos en su parte externa y visera. La boca se halla representada
mediante una línea sinuosa que termina en un mentón indicado.
El cuello tiene corto recorrido. El torso, musculado, se representa de frente. El bra o derecho está e ionado y sostiene una
lanza que se dispone a arrojar, pues participa en una cacería.
En uno de los casos se ve que hay un error de ejecución (jinete
superior, fig. ), pues la direcci n de la lan a ue sostiene el
jinete es diferente a la ue se representa delante del uido. Con
el otro bra o, tambi n e ionado, agarra las riendas del caballo.
No se detallan las e tremidades inferiores del personaje ni tampoco hay rasgo alguno de su vestimenta.
El caballo puede ir enjaezado, pues en ocasiones porta un
adorno en la testera, tal e una or, y en la parte superior de la
cabe a, enganchado a la frontalera, una pluma o rama INETE
1.2). Las crines del caballo se realizan mediante semicírculos
secantes perfilados INETE . ) o con unas líneas rectas ue
se dejan ver en un espacio sin rellenar de pintura en el cuello
del animal (JINETE 1.2). La cola, en los casos en los que se ha
conservado, se realiza con un trazo ondulado. En las extremidades del animal se detallan: el codillo, el menudillo, la corona, el
espolón y el pie (Lillo et al., 004, fig. 4). Seg n la disposici n
de las patas, se indica ue marcha a la carrera e ionadas y
levantadas las delanteras) o está parado (a la misma altura).
Se corresponde con el moti o y 3 de las figuras huma
nas identificadas por Pellicer
6
0, fig. ) y con el
tema
.3 y
.4 definido por Beltrán Lloris
6:
3,
fig.
).
Existen ocho representaciones de esta variante procedentes de todos los yacimientos anteriormente citados, excepto del
Palao (Alcañiz). La datación ante quem de las pinturas puede
definirse en el primer cuarto del s. I a. C., siendo la post quem la
misma que la indicada en el caso del motivo. Aparecen protagonizando escenas de caza, bien sea de ciervos o jabalíes, siendo
habitual que participen varios jinetes.
INETE : igura masculina cuya cabe a presenta, en su
parte exterior, una serie de pequeños trazos que, como ya hemos
dicho, podría representar un casco o el cabello del personaje.
En la parte delantera del rostro, a la altura de la frente, se aprecia una visera. Tiene una nariz muy prominente. La cabeza se
inserta directamente en el tronco, sin que se pinte el cuello. El
bra o derecho está e ionado, tiene los bíceps marcados y con
la mano sostiene una lanza, que aparece elevada. El brazo izuierdo, tambi n e ionado, está le antado y en su mano porta
un elemento vegetal, tal vez una palma (Maestro, 1989: 66). Su
cintura es estrecha, en comparación con el torso, y se marca uno
de los gl teos, sin ue se detallen las piernas. l lle ar las dos
manos ocupadas, el jinete no sostiene las riendas del caballo.
Es frecuente la representaci n de jinetes con palma en el
monetario ibérico, tal y como se puede ver en las monedas procedentes de Kese (Tarragona) (ss. II-I a. C.), en la que porta
la palma en la mano derecha y con la izquierda sostiene las
riendas. Las palmas, en esos casos, son más largas que la de
la imagen que aquí tratamos. También en Iltirta (Lleida), del
s. II- I a. C., con las mismas características. Alaun (Alagón),
[page-n-256]
Kelse (Velilla de Ebro), Lakine uentes de Ebro), Ieso (Guissona) y Saltuie (Zaragoza), con la misma cronología, así como
Ausesken (Vic), Baitolo (Badalona), Sakaisa (Poyo de Mara) y
Arekorata (Ágreda), datados en el s. II a. C. A todos ellos hay
que sumar el caso de: Saitabi/Saiti (Xàtiva), con una cronología
que abarca desde la segunda mitad del s. II a. C. hasta mediados
s. I a. C.; Kili (Torís), de la segunda mitad s. I a. C. y Nertobis La lmunia), de finales s. II a. C., entre otros. Pero las
que guardan mayor similitud con la palma aquí descrita son las
procedentes de Laelia (Olivares), del s. II a. C., si bien, en ese
caso no son portadas por ning n jinete y los foliolos están más
abiertos que en los casos anteriores.
También hay un jinete con palma pintado sobre cerámica ibérica, pero más cercano a lo que aparece en las monedas, en Tossal de Manises lacant) Lafuente Vidal, 34: 44,
Lám. XVII.I).
El equino se conserva parcialmente. En la testera lleva el
mismo adorno que se veía en JINETE 1.2 y se indica la crin
de la misma manera. A pesar de que se le dibujan las riendas,
como hemos explicado, no son utilizadas por el jinete. La cola
se realiza con tres líneas más o menos rectilíneas. Solamente
han perdurado las extremidades traseras y son muy robustas.
Solamente se ha pintado una vez sobre un kalathos del Castelillo llo a) fig. 6 ), datado entre los ss. III II a. C. Por el
elemento que lleva el jinete en su mano izquierda, se piensa que
podría formar parte de un desfile, tal e de ictoria. En este
sentido, Maestro apunta como determinante la presencia de un
ave tras el jinete (Maestro, 2010: 221).
+JINETE 3: Personaje masculino montado sobre un caballo del que solamente se conserva la parte trasera de su cuello
(Marco y Royo, 2012: 316). Se le representa con la cabeza de
perfil, mirando a la i uierda. Está cubierta por un casco de tipo
Montefortino, destacándose la isera, el guardanucas y el bot n
superior. ado el deficiente estado de conser aci n en el ue se
encuentra la pintura, no es posible afirmar si dicho casco contaría con carrilleras, como se ha documentado en un fragmento informe del Tossal de Sant Mi uel Llíria) Pericot,
, fig.
)
y en una tinaja de la Libisosa (Lezuza) (Uroz Rodríguez, 2012,
fig. 43), o con una barba, ue se prolongaría por la te del
varón hasta terminar en una perilla (Moret et al., 2012: 208). El
nico ojo representado se conser a en muy mal estado, pero se
aprecia c mo se ha perfilado el espacio ocular y en su interior
se ha pintado un punto. Su nariz es recta, solamente se detalla
uno de los labios a través de un trazo sinuoso y a continuación
aparece una prominente barbilla. El cuello del individuo es robusto y está ligeramente inclinado hacia delante. Más abajo, un
trazo semicircular que puede ser interpretado de diversas maneras: por una parte, podría tratarse de una caetra por su aspecto,
disposición y similitud con otros ejemplares; por otra, podría
ser el cuerpo del jinete, ue aparecería de frente. Por nuestra
parte, consideramos más plausible esta ltima opci n, pues de
tratarse de un escudo portado por el jinete éste se pintaría por
delante del caballo, por lo que le taparía en parte. Son buenos
ejemplos de lo expuesto el jinete atacado por un lobo de Tossal de Manises lacant) Pericot,
, fig. ) y el grupo de
jinetes pintados en la conocida como “tinaja de los caballeros”
de Libisosa Le u a) Uro Rodrígue , 0 , fig. 43). Todos
ellos poseen cronologías que abarcan desde el s. II a. C. hasta
mediados del I a. C.
La técnica pictórica empleada en la realización del motivo
es mixta, pues el caballo se ejecuta con la de la tinta plana mientras ue el jinete se reali a con esa y con la del perfilado.
Se ha representado en una ocasión y aparece sobre un
fragmento del Palao lca i ) Pal , fig.
) datado entre
el s. II a. C. y principios del I a. C.
M SIC
: Personaje masculino representado de perfil,
mirando a la derecha, e cepto el cuerpo, ue se aparece de frente. La técnica con la que se realiza es la tinta plana, aunque en el
centro del rostro se deja un espacio en reserva en el que se pinta
un punto para simular el ojo. En la parte externa de la cabeza
aparecen los típicos abultamientos a los ue en m ltiples ocasiones hemos hecho referencia. En la parte superior del rostro
parece llevar la típica visera de casco. Pegado a lo que sería la
boca se pinta un instrumento musical de viento, incompleto, que
se ha identificado con un cuerno o trompa trián,
: 3
Pastor,
:
0 0), por lo ue podría tratarse de un m sico
o guerrero que avisa a sus compañeros para que se preparen para
la lucha uentes y Mata, 00 : 0). Presenta la barbilla definida. El cuello es corto. mbos bra os se encuentran e ionados, sosteniendo el instrumento. El tronco también es corto, lo
que contrasta con sus largas piernas, que aparecen ligeramente
e ionadas, con las rodillas y gemelos marcados. inalmente,
los pies se calzan con unas ajustadas botas con tacón.
E iste un nico ejemplar representado sobre un kalathos del
Castelillo llo a) IG 3, fig. 64), ue posee una cronología
centrada en los ss. III-II a. C.
SE ENTE : Personaje masculino, pintado de perfil y mi
rando a la derecha, realizado sobre un kalathos del Castelillo
llo a) IG 3, fig. 64) ue se data entre los ss. III II a. C.
Aparece sentado sobre una silla con cuatro patas altas y un
respaldo elevado (Ruano, 1992: 80). En el mundo ibérico no
es muy com n este tipo de representaciones pintadas, y menos entre personajes masculinos, existiendo otro posible caso
en El Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Maestro, 1989: 164; Bonet,
, fig. 3 ). La t cnica con la ue se reali a el moti o
es la tinta plana.
La parte superior de la figura no se conser a en muy buen
estado, pero se aprecia que en la parte central del rostro se deja
un espacio en reserva para pintar el ojo con un punto. En el perfil de la cara se detalla la nari y el ment n. El cuello es corto y
el tronco robusto. mbos bra os están e ionados y sostienen
un bastón de gran tamaño (Atrián, 1957: 223), lo que ha llevado
a proponer que podría tratarse de un juez que proclamaría al
vencedor del certamen individual que se celebra y plasma en el
mismo vaso (Olmos, 1992a: 137; Ruano, 1992: 111). Las piernas están e ionadas, marcándose los gemelos, y parece ue
calza botas ajustadas con el talón indicado.
-OJO 1: Representación parcial y aislada de un elemento,
el ojo, que podría pertenecer tanto a un ser humano como a un
animal. Se caracteri a por aparecer de frente y por la geometri aci n de su forma, es decir, no se busca una representaci n
realista del ojo, sino ue sufre un proceso de abstracci n y simplificaci n Nordstr m, 6 , 6
3). Por ello, es difícil
en algunos casos diferir entre si se trata de un simple moti o
geom trico o si, por el contrario, tiene otro tipo de significado
(Santos, 2010: 152-153). En este sentido, resulta de suma im243
[page-n-257]
ARA 1
ÁNFORA 1
RED 1
ig. 6 . Moti os ariados.
portancia la ubicación del motivo, pues aquellos que se pintan
a ambos lados de un pico vertedor, generalmente en los oinochoai, se interpretan como ojos apotropaicos.
No están muy representados en el conjunto analizado, pues
solamente los hemos identificado sobre cuatro oinochoai, dos de
ellos procedentes de San Antonio (Calaceite) (San Antonio-10
y San ntonio , fig. ) y los otros de La Guardia lcorisa)
LGSN4 e IG 4 , fig. ). En funci n de sus características
formales hemos establecido tres sub ariantes. Su cronología de
utilización es amplia, pues abarca los ss. III-I a. C.
+OJO 1.1: Se realiza mediante un grueso trazo que describe
un círculo, en cuyo interior se inserta otro de menores dimensiones y que aparece relleno de pintura. Como paralelo, citar
el ojo del IN NTE . fig. 6 ), si bien, el tra o ue sir e
de contorno a la esfera ocular es más fino. Se fecha entre los
ss. III-I a. C.
. : Se confecciona con un punto, rodeado de un
círculo de grueso trazado que, a su vez, está contorneado por
una línea de puntos de tamaño considerable. Se data entre los
ss. II-I a. C.
+OJO 1.3: Consta de dos círculos concéntricos, próximos
entre sí, en cuyo centro aparece otro, de menores dimensiones,
que puede estar relleno de pintura. Su cronología corresponde al
s. III-comienzos del II a. C.
Iv.4.5 otros (FIg. 168)
En este epígrafe incluimos moti os ue pueden ser identificados
con objetos de diversa índole:
R : Representaci n tradicionalmente identificada con
un thymiaterium realizado en cerámica (Cabré, 1944: 20; Beltrán Lloris, 1976: 280; Tovío, 1986: 592; Olmos, 2007b: 369).
Se distingue el soporte propiamente dicho formado por dos
cuerpos troncocónicos dispuestos de manera invertida, con un
par de anillos cada uno) y la ca oleta. No obstante, morfol gicamente también podría corresponder a un ara votiva similar a las recuperadas en El Cabezo de Alcalá (Azaila) (Beltrán
Lloris,
, fig. 40.
0 3: 30 3 0 Sim n, 00 ). Se ubica
entre dos gallos afrontados, lo ue ensal a su alor simb lico
fig. 3) lmos, 00 b: 36 ), aun ue tiene un papel secundario en la decoración. Corresponde al tema 142 de Beltrán Lloris
6: 0, fig. 4).
244
La técnica con la que se realiza es la de la tinta plana. Se ha
pintado sobre un kalathos del Cabezo de Alcalá (Azaila), datado entre el s. II a. C. y el primer cuarto del I a. C., y existe otro
posible ejemplar sobre un recipiente de gran tamaño con cierre
hermético procedente del mismo yacimiento y con la misma
cronología fig. 36).
N R : Representaci n frontal de un objeto con cuello y cuerpo fusiforme. La t cnica con la ue se reali a es la tinta
plana. Se pinta entre dos individuos masculinos que parece que
lo están transportando, por lo ue, en funci n de su forma y del
conte to en el ue aparece se ha interpretado como un ánfora,
aunque no se ha conservado al completo (Maestro, 1989: 65;
Marco, 1983-1984: 93; Beltrán Lloris, 1996: 153).
No es com n la representaci n de objetos cerámicos entre las decoraciones pintadas ibéricas, si bien es cierto que sí
existen algunos casos: por ejemplo, el posible thymiaterium anteriormente citado del Cabezo de Alcalá (Azaila), la sítula de
Tossal de Sant Miquel/Edeta Llíria) Bonet,
, fig. 3 ), la
pátera de L lcudia El ) Tortosa, 006, fig. ), las ánforas
transportadas en carreta de Elche de la Sierra (Albacete) (Eiroa,
6 lmos,
6b:
) y un ánfora en Los Villares (Caudete
de las uentes) Pla,
0, p ndice II lmos,
b: 4 0,
2000: 68). De entre todos ellos, el que más parecido guarda a
ni el formal/estructural con el caso ue a uí planteamos es el
ltimo aludido, pues el ánfora aparece entre otros dos moti os
afrontados, en este caso hipocampos, si bien, su sentido es heráldico y mitológico.
Se ha documentado en una ocasión, sobre un crateriskos del
Castelillo llo a) IG 46, fig. 3) y su imagen guarda cierto
parecido con el moti o ESTIL 6 fig.
). Se data entre los
ss. III-II a. C. y su papel en la ornamentación es secundario.
RE : Retícula cuadrangular formada mediante una serie
de líneas horizontales y verticales que se cruzan. La técnica de
reali aci n es el perfilado. El moti o se ha identificado con una
red o trampa, pues pr imo a l se encuentra un lagomorfo al
que un hombre trata de dar captura (Valiente, 1975: 5; Maestro,
4: 4 Lucas,
: 0), por lo ue probablemente formaría parte de su estrategia de caza.
E iste un nico ejemplar pintado sobre un crateriskos del
Castelillo llo a) IG 46, fig. 3), datado en los ss. III II a. C.
[page-n-258]
Las representaciones de este tipo de motivos son más bien
escasas en el mundo ib rico, contando nicamente con paralelos
en el yacimiento de Tossal de Sant Miquel (Llíria) (Bonet, 1995,
fig. 44 y ). Las escenas en las ue aparecen son tambi n de
caza, si bien, disiente en el tipo de presa a conseguir, pues son
cérvidos en el vaso valenciano (Valiente, 1975: 5).
IV.5. TEMAS
Con esta denominación aludimos a un conjunto de motivos que
están interrelacionados y forman parte de una misma unidad
temática. Su naturale a puede ser ariada geom trica, fitomorfa, oomorfa o antropomorfa) y, dependiendo de las caracte
rísticas e intencionalidad de lo representado, podemos diferenciar dos tipos de temas: demostrativos y narrativos (Tortosa,
2006: 185-188).
Iv.5.1. deMostratIvos
A él pertenecen las imágenes en las que aparecen distintos moti os representados, de igual o diferente naturale a, entre los
cuales no existe una interacción directa o explícita. Así las cosas, parece que lo que predomina en ellas es una intencionalidad
demostrativa y descriptiva, pues aluden a un momento concreto
pero sin referencias claras al espacio y tiempo en el ue se produce, por lo que tienen un valor atemporal.
Dentro de este grupo incluimos casi todas las representaciones fitomorfas, pues no hemos documentado la intencionalidad
de recrear en un mismo vaso los distintos estadios de desarrollo de la vegetación, como sí ocurre en otros conjuntos (Badal
et al., 2010: 91). Bien al contrario, plasman un momento concreto, representándose moti os fitomorfos aislados hojas, ores, frutos o herbáceas) o interconectados, pudiendo coincidir
en un mismo motivo varios elementos vegetales (sirvan como
ejemplo los tallos, donde se pintan en un mismo espacio hojas y
ores o frutos entrela ados). En cual uier caso, lo ue se representa no alude a ese ciclo vital y regenerativo, encarnado en el
surgir y brotar vegetal, que está tan presente entre las cerámicas
del SE. peninsular y del Tossal de Sant Miquel (Llíria), donde
dichos estadios vegetales se pueden contemplar en un mismo
vaso (Olmos et al., 1994: 84; Badal et al., 0 0, fig.
4).
Por otra parte estarían aquellas representaciones en las que
los protagonistas son moti os oomorfos ue aparecen descontextualizados, sin otros motivos secundarios que aludan al medio en el ue se encuentran o ue re ejen la acti idad ue están
reali ando, por lo ue se considera ue su finalidad carece de
intencionalidad ejecutora, es decir, que no protagonizan ninguna escena, sino que son agentes más bien pasivos. Tal es el caso
de un kalathos recuperado en el lto Chac n Teruel) fig.
y
191), donde se pintan aves y peces en espacios bien delimitados
(con líneas onduladas, semicírculos o cuartos de círculo) pero
en los que, como hemos dicho, no aparecen motivos secundarios
asociados. También debemos incluir aquí dos tapaderas halladas
en El Cabe o de lcalá
aila)
43 6 63 , fig. 00 y aila 3 , fig. 0 ), en las ue se pintan gran cantidad de alas o garras. Del mismo yacimiento existen cinco piezas con decoración
fitomorfa entre la ue aparece alg n moti o oomorfo peces y
pájaros), de un tama o bastante inferior al de los egetales a los
que acompaña, por lo que resultan claramente desproporciona-
dos, lo ue lle a a plantear ue tal e fueran alusi os al artista
que decora la pieza o al aristócrata que encarga el vaso, por lo
ue tendrían ciertas connotaciones heráldicas fig. 33, 34, 4 ,
71 y 72) (Clausell et al., 2000: 89). Por otra parte, aunque con
ciertas reser as por el estado fragmentario de la pie a, tambi n
podríamos incluir un vaso de Tiro de Cañón (Alcañiz) (TCSN7,
fig. ). En l aparece un conjunto de a es ue se suceden en
vertical y protagonizan una de las metopas que componen la
pieza. Ninguna de las aves tiene asociado elemento alguno ni
tampoco existen motivos secundarios que ambienten el espacio
en el que aparecen. No obstante, se debe tener en cuenta el handicap con el que nos encontramos los investigadores al analizar
este tipo de representaciones, pues en muchos casos, el desconocimiento del simbolismo de lo representado puede llevarnos
a una clasificaci n err nea de las imágenes.
Por ltimo, considerar las representaciones de ojos sobre oinochoai fig. ). Su presencia se ha definido como profiláctica
y, en arias ocasiones, es el nico moti o figurado ue aparece
en la pieza (San Antonio-10 y San Antonio-11). Queda patente
el valor simbólico y mostrativo de su presencia, sin alusión alguna a una actividad concreta.
Iv.5.2. narratIvos
Con esta designación aludimos a escenas en las que participan
un conjunto de figuras, oomorfas y/o antropomorfas, interrelacionadas entre sí. Se pueden plasmar una o varias acciones
desarrolladas de manera individual o conjunta, compartiendo
espacio en un mismo vaso, si bien, dicha agrupación no implica
necesariamente una sucesión o correlación espacial o temporal.
Generalmente, en las decoraciones vasculares ibéricas las
escenas suelen estar protagoni adas por seres antropomorfos, si
bien, en este espacio geográfico resulta más com n ue los protagonistas sean los animales. Su variedad temática no es muy
amplia, predominando claramente las escenas cinegéticas, bien
sean de caza aristocrática o de depredación entre animales.
Respecto al tiempo plasmado en este tipo de temas, y siguiendo los postulados de Snodgrass para el mundo antiguo (1987),
hemos identificado el monoesc nico, cuando se re eja un momento concreto de lo narrado, y el sinóptico, pues en ocasiones
advertimos entre las escenas una temporalidad concatenada.
Si se tienen en cuenta las preferencias temáticas, se aprecia cómo existe un claro predominio de las descriptivas, con
un 3 del total considerando en el c mputo a uellos recipientes en los ue lo conser ado es suficiente para incluirlos en
un determinado grupo), frente a las narrati as, con un .4 .
El resto corresponde a un grupo mi to .6 ), en el ue en el
mismo vaso aparecen varios registros decorativos y en cada uno
de ellos se representa un tema, si bien, como apreciamos por
los valores porcentuales, su elección es meramente testimonial.
En cualquier caso, independientemente de la naturaleza de
la temática pintada, se observa que no existe una preselección
tipológica de los vasos a decorar que sea exclusiva de un determinado grupo. icha preferencia a más ligada al apro echamiento de las buenas características ue ofrecen las paredes de
algunas piezas para la plasmación de imágenes.
A continuación abordamos el estudio de las escenas narrativas recreadas atendiendo al tipo de soportes en los que aparecen, por seguir un orden clasificatorio y inculante en cuanto a
la lectura del aso se refiere, es decir, por no desconte tuali ar
245
[page-n-259]
imágenes ue aparecen en el mismo soporte y ue forman parte
de un mismo mensaje. Por ltimo, se alar ue solamente aludimos a los ejemplares más completos.
ecipiente con cierre ermético A
TCSN fig. ): Solamente aparece decoraci n figurada
en tres de sus metopas. En ellas se representan varias aves con
peculiaridades propias en cuanto al tamaño, tipo de cola, relleno
del cuerpo y cuello, etc. que permiten individualizarlas y podrían indicar diferencia de se o o edad.
En la primera metopa aparecen dos aves que debieron
contar con similar morfología, a pesar de ue una de ellas se
conserva de manera parcial. Se les pinta en la parte superior
de un gran moti o egetal L
. , fig.
), en sentidos
opuestos. Destaca, precisamente, el que se den la espalda, pues
como se verá más adelante en las representaciones del Cabezo
de lcalá
aila), el tema de a es afrontadas, documentado en
varias ocasiones y con ligeras variantes, se caracteriza porque
stas siempre aparecen de frente. En este caso las a es tienen
pequeño tamaño y, en la medida en que no se detallan sus alas,
parece que están en una actitud de reposo, posadas sobre la
egetaci n fecunda.
En la segunda metopa se pintan dos aves de gran tamaño,
una encima de otra, asociadas a sendas R SE fig.
), situadas justo detrás de ellas. Al detallarles las alas, separadas y
ligeramente elevadas, así como por la disposición de sus patas,
parece que tras un desplazamiento indeterminado en tiempo y
espacio, van a tomar tierra.
En la tercera metopa el n mero de a es se multiplica, pues
ahora se pintan cuatro. De nuevo, el modelo descrito en la metopa anterior se repite. Aparecen dos de ellas con un tamaño considerable, morfol gicamente muy parecidas a las anteriores. Sus
alas también están ligeramente levantadas, indicando el vuelo,
y sus patas aparecen un poco e ionadas. Les siguen dos a es
de menores dimensiones tal e sus crías En ese caso sí ueda
más clara la intencionalidad de representarlas en movimiento,
en pleno desplazamiento volátil, pues las alas están separadas
del cuerpo, que se inclina, y sus patas aparecen recogidas. Así
pues, las aves vuelan en un medio abierto en el que las adultas
guían y protegen a las pequeñas, enseñándoles los dones y peligros ue ofrece la naturale a.
l leer estas imágenes figurati as en conjunto, podemos interpretar que con lo representado se alude al ciclo natural de
todo ser vivo. Así pues, en un primer momento aparecen las
a es j enes, ine pertas e indefensas, protegidas por la naturaleza, en la que claramente intervendrían las adultas, aunque en
esa metopa no se haga alusión directa a ellas. A continuación se
les representa como adultas, vinculadas a un elemento vegetal
que, en ciertas ocasiones se ha considerado como un símbolo
de la fecundidad, lo ue enla aría con la siguiente metopa, en
la que aves adultas y crías comparten espacio y se alude a la
perpetuación de la especie.
43 6 0 fig. 30 y
): En este caso, la escena aparece en una metopa de gran tamaño. En ella se pintan un grupo de
ciervos paciendo tranquilamente en su hábitat natural, recreado
por unos pocos motivos vegetales y algunas aves que sobrevuelan el espacio. Uno de ellos se recuesta en ese espacio abierto,
ajeno completamente al peligro inminente que les acecha, pues
está de espaldas a éste. Los otros dos ciervos muestran una reacci n de sorpresa, frenando en seco su marcha al erse sorpren246
didos por una manada de lobos. Al menos se pintan tres carnívoros, que avanzan a la carrera para dar alcance a sus presas. En
este caso, se recrea directamente el ataque a los herbívoros, sin
ue medie entre el encuentro y el fatal desenlace la persecuci n
propia y característica de este tipo de escenas tr ficas presente
entre las cerámicas ibéricas del Bajo Aragón.
En cualquier caso, se aprecia cómo en el mismo espacio los
tres cier os encarnan actitudes diferentes ue podrían re ejar la
secuencia lógica de los acontecimientos: reposo, sorpresa ante
la llegada de los depredadores e intento de huida y, finalmente,
la rendición ante la imposibilidad de escapar victoriosos del ataque. Así las cosas, queda claro que el primero de los herbívoros
al que se le dará captura es el que se pinta más arriba que, además, posee mayor tamaño que el resto ¿en un intento de aproximar al espectador la escena principal Cabr , 44: 63 6 ).
43 6 0 fig. 3 ): En una metopa un poco más ancha
ue el resto aparecen dos pares de a es afrontadas y superpuestas, aun ue la conser aci n de la pintura es tan deficiente ue
en algunos casos ha desaparecido parte del motivo. Las hemos
identificado como gallináceas y entre cada pareja e iste un elemento que las separa.
La pareja ue se conser a más completa es la inferior, donde
se pinta a un indi iduo masculino, un gallo, con una or en el
círculo dejado en reser a en la ona de su ientre. Enfrente, la
otra ave lleva el mismo tipo de decoración. Entre ambas, una
posible peana de la ue salen hojas
4, fig.
).
Resultaría sugerente considerar que uno de los individuos
afrontados corresponde al se o masculino y el otro al femenino, pues si se relaciona con la posible representación de huevos
CIR . , fig. 4 ) en la pareja superior y el elemento ue separa
a las gallináceas, podríamos estar ante una escena alusiva a la
fecundidad y, por ende, a la prosperidad. En cambio, si fueran
dos pares de machos, el sentido variaría ligeramente, pues en
ese caso se haría referencia a una disputa por el lidera go. En
t rminos reproducti os, de ese enfrentamiento librado entre
cada pareja saldría el macho que cubriría a un conjunto de gallinas y garantizaría la continuidad de la especie. En ambos casos,
la alusión al marco temporal en el que suceden los hechos queda patente, pues estas aves elevan su canto al amanecer (Mata,
2000: 25; Olmos, 2000: 62-63).
43 6
4 fig. 36): En esta ocasi n la decoraci n singular aparece sobre un friso ue se dispone en la parte superior del
vaso. En él las protagonistas son las aves, un total de once. Se
suceden una tras otra en un espacio abierto, al aire libre, recreado con ciertos motivos vegetales. Todas tienen un ala levantada
y las patas ligeramente e ionadas, indicando ue están olando, aun ue en alg n caso, por su pro imidad al límite inferior
de la banda, del ue surgen algunas plantas, parece re ejar el
momento inicial en el que el ave toma impulso para ascender
y comenzar el vuelo. De algunos de sus picos cuelgan tallos
de herbáceas, del mismo tipo que las que se pintan para recrear
el espacio natural en el que todo sucede. Puede que las aves
las sostengan por diversas razones: son parte de su alimento,
fundamentalmente si corresponden a gramíneas las emplearán
para forjar su nido, donde criarán a su descendencia o tienen
valor simbólico.
orman parte de la escena dos serpientes pintadas en la ona
superior del friso entre dos a es. Se trata de animales ue reptan, por lo ue se han superpuesto planos diferentes.
[page-n-260]
ig. 6 . Kalathos IG148, 149, 152 recuperado en El Castelillo
llo a) oto: Museo de Teruel).
También se pintan dos peces, uno de ellos en la parte inferior del friso, en alusi n al medio acuático. El otro, del ue
se representan las raspas, sobre un posible pebetero o altar, indicando que su consumo estuvo vinculado a un banquete ritual
o sacrificio.
Valorando el conjunto ornamental del friso, con los dife
rentes motivos que lo integran, se aprecia una alusión al consumo, a lo terreno y perecedero, representado por las herbáceas que cuelgan del pico de las aves y el pez, que aparece entero y consumido.
La presencia del ara resulta significati a, pues alude al sacrificio, entrega a la di inidad y consumo ritual de ciertos alimentos (vegetales o animales). Esta lectura en clave simbólica
cobra sentido si se considera el contexto en el que se recuperó el
vaso, el templo in antis (Cabré, 1944: 60). Así las cosas, resultaría sugerente identificar las a es representadas con palomas,
mensajeras divinas y atributo de la diosa ibérica asimilada a la
Tanit p nica lmos y Tortosa, 0 0: 4 ). En esa línea, las
serpientes actuarían como conectoras entre el mundo terrenal
y el Más llá.
stas se les atribuye, entre sus m ltiples cualidades, una funci n fecundadora y tambi n salutífera Marco,
1983-1984: 87; Prada, 1992: 247; Blanco García, 1997: 196).
El primero de los atributos encajaría bien con las palomas y la
egetaci n representada, pues aludirían a la fuer a benefactora
de la Diosa Madre como propiciadora de los bienes alimenticios
de consumo.
Como ya apuntamos en el capítulo dedicado a los soportes, el gran tamaño de la pieza y su recuperación en un espacio
sacro, nos lle a a plantear ue su funci n estu o inculada al
almacenaje de í eres ofrendados por los fieles de otos, de ahí
su relación con las hipótesis planteadas.
alat o A
IG 4 , 4 ,
fig. 64 y 6 ): Escena de ca a protagonizada por, al menos, un par de personajes masculinos que montan sendos caballos enjaezados. En el ejemplar que se conserva
más completo se aprecia cómo el individuo va armado con una
lanza. El caballo marcha a gran velocidad, pues persigue a una
manada de ciervos, de los que solamente se representan dos ma-
chos. Tras la persecución, en la que se ayudan de perros, y una
vez alcanzada la distancia óptima para darles presa, los jinetes
arrojarían la lanza. Sobre uno de los cérvidos vuela un ave (AVE
. , fig. 6 ), identificada con un posible buitre trián,
:
222; Tovío, 1986: 591), lo que presagia su inminente muerte
(Olmos, 1992a: 143; Olmos y Tortosa, 2010: 246), aunque también se ha querido ver en ella una representación de un águila
Marín Ceballos,
:
), defendiendo la i acidad del c rido. ni el formal, no e isten diferencias entre esa imagen y
las otras aves que aparecen en el vaso, por lo que consideramos
más apropiada la primera de las interpretaciones (Mata et al.,
2014: 62-63).
Estamos ante un acto cinegético grupal, pues son varios
los jinetes que participan en la persecución y cacería de los
c r idos. Esta práctica formaría parte de una acti idad l dica
que ayudaba a la cohesión del grupo y constituía un escenario
adecuado para demostrar las virtudes de los aristócratas, tales
como: dominar al caballo al que montan, calcular con destreza
la distancia a la que deben atacar al animal deseado para abatirlo
sin correr riesgos innecesarios y, tambi n, controlar la fuer a
y dirección con la que debían arrojar las armas para conseguir
herir a las presas y acabar con sus vidas. Al mismo tiempo, era
una excelente manera de tener entrenados y preparados a los indi iduos masculinos para el momento en el ue fuera necesario
hacer frente a alg n con icto b lico lmagro Gorbea,
:
214). No obstante, no quiere decir que tras la cacería las presas no fueran trasladadas a los poblados para ser consumidas y
aprovechar las distintas partes sus cuerpos (astas, carne y huesos), así como sus pieles (Iborra, 2004: 367).
Espacialmente separada de la escena anterior, pero a continuación, aparece un ciervo, del que solamente se conservan
los cuartos traseros, y un conjunto de aves que, en distintas direcciones, sobrevuelan la escena. Algunas de ellas son buitres,
claro indicativo de que el cérvido pintado o bien está muerto
o herido, por lo que en breve les servirá de alimento. En base
a la presencia de otras a es de diferente tipo, a la ausencia de
carnívoros y a la disposición del ciervo, nos inclinamos por considerar que éste está malherido, tratándose lo representado de
una narración episódica.
Cabe destacar la actitud con la que aparece un buitre pintado a la izquierda del cérvido. Su ubicación resulta inconexa
con el tema principal de la escena, debiendo relacionarlo con la
imagen incompleta de otro buitre, del que se conserva el pico,
las garras y la cola. mbos se en ar an en un enfrentamiento
directo y frontal, pre io al ata ue del herbí oro.
IG 0 fig. 64): La escena representada se encuentra muy
incompleta, pero a pesar de ello e isten elementos suficientes
para intuir su temática: el enfrentamiento de un indi iduo jo en,
de la clase aristocrática, a un lobo.
El personaje masculino aparece a la izquierda, en posición
supino. Posee rasgos que vinculan su apariencia con un ave,
tal es el caso del penacho en forma de cresta, la nari picuda
y los bra os terminados en garras. Va armado con una falcata
o cuchillo Maestro, 0 0: 3), pero lo mantiene enfundado.
Probablemente el lobo lo cogió desprevenido, produciéndose el
enfrentamiento a cuerpo. El resultado es funesto para el humano, quien agarra con su “mano” izquierda la lengua del lobo,
quedando conectados ambos íntimamente. El lobo, por su parte,
muestra su afilada dentadura, tiene resaltados sus ojos y posee
247
[page-n-261]
ig. 0 Kalathos IG
Museo de Teruel).
hallado en El Castelillo
llo a)
oto:
mayores dimensiones, en un intento de destacar su importancia
en el desenlace de los acontecimientos. Cierra la escena, o mejor dicho, lo que se conserva de ella, un ave rapaz que presagia
la inminente muerte del humano. Ésta, tras devorar sus restos,
conseguiría trasladar su alma al Allende (Marco, 1983-1984: 92;
Olmos y Tortosa, 2010: 245).
Conviene relacionar la escena con los distintos ritos iniciáticos que protagonizaban los jóvenes iberos al alcanzar la edad
adulta, para formar parte de la ida urbana y de las acti idades
que como ciudadanos de la élite aristocrática les eran propias.
Las decoraciones pintadas sobre cerámica han recogido varias
de las pruebas que debieron superar, tales como: la caza de cieros, el enfrentamiento a un animal sal aje, bien sea un lobo
urt ,
3) o un jabalí Verd , 00 ), culminando finalmente
en el combate heroico, frente a frente, entre dos indi iduos masculinos. Cabe aludir a la famosa tinaja recuperada en el poblado de La Serreta (Alcoi, Penàguila, Cocentaina), popularmente
conocida como “Vas dels Guerrers”, por presentar en el mismo
friso los distintos ritos de paso por los ue atra esaba un joven ibero, con los que, tras ser superados, alcanzaba la madurez
uentes, 00 :
0). No obstante, dicho aso presenta la
singularidad de ue el enfrentamiento entre el hombre y la fiera
no se produce de manera directa, sino que lo que se plasma corresponde a una escena de caza en la que el lobo ha sido herido
por una lanza (Badal et al., 2010: 77). La victoria del personaje
masculino, en ese caso, se representa de una manera diferente
a la de L’Alcudia (Elx), donde ésta se inmortaliza con el héroe
tirando de la lengua del lobo (Kurtz, 1993: 240). Por lo tanto, el
ejemplar ilicitano comparte esquema compositivo con la escena
del El Castelillo (Alloza), si bien, por lo anteriormente expuesto, los significados son diferentes. En el primero, el encedor
sería el ar n, ue con audacia ha logrado rendir a la fiera, representada con un gesto de sometimiento, mientras que en el
segundo no ha sido capaz de doblegarlo, en virtud a la posición
yacente del indi iduo y al arma enfundada.
La recurrencia de este tema en concreto, el enfrentamiento
directo entre un individuo masculino y un lobo (Mata y Soria, 2012), ha llevado a plantear la posibilidad de que entre los
248
iberos e istiera alg n relato mítico ue aludiera a tal circunstancia (Kurtz, 1993: 242). Por nuestra parte, aunque sin descartar dicha hipótesis (por el aspecto sobrenatural que adquieren
algunos de los lobos), consideramos más plausible que lo representado aluda a una de las fases de aprendi aje a las ue se
enfrentaban los j enes iberos para alcan ar la condici n de
ciudadano, bien repertoriada en otros soportes y áreas geográficas (Mata y Soria, 2012).
Por otra parte, existen otras escenas con temática similar en
las que el animal protagonista alude a un mundo irreal y simbólico. El enfrentamiento se produce tambi n de manera directa,
uno contra uno, pero resulta vencedor el individuo masculino.
En esos casos, parece más clara la representación de una hazaa, identificándose al ar n con un h roe y inculando el relato
al ámbito mitológico. En este sentido, cabe hacer alusión a la tinajilla recuperada en la necrópolis de Corral de Saus (Moixent)
I uierdo,
). En ella aparece un enfrentamiento protagonizado por un joven, armado con lanza y puñal, que se opone
a una esfinge. Se plasman dos secuencias de la lucha mítica,
en la que resulta victorioso el varón, de ahí su representación e
inmortalización en el imaginario ibérico.
IG
fig. 66 y 0): Vaso singular ue presenta decoraci n figurada en tres de las cinco metopas conser adas. Esas
tienen un tamaño considerable, pero alguna no se conserva al
completo, lo ue dificulta su lectura e interpretaci n.
En la primera metopa que analizaremos predomina la ornamentaci n de tipo fitomorfo, si bien, destaca en la parte superior
izquierda un ave de pequeñas dimensiones, similar a otra que
aparece en otra metopa VE 6. , fig. 64). Tiene las alas desplegadas y las patas e ionadas, pues acaba de posarse en uno
de los elementos vegetales que inundan la metopa, concretamente sobre un conjunto oral.
De la segunda metopa se conserva poco. Aparentemente en
la escena intervendrían un ave de dimensiones considerables y
un par de cánidos, por lo que se puede intuir que se trataría de
una escena de caza protagonizada por animales.
En la ltima metopa se pinta una escena de ca a protagonizada por dos lobos y un ciervo. El momento concreto que se
plasma es aquel en el que los carnívoros comienzan a devorar al
herbívoro, tal y como se deduce del contacto directo que existe
entre las bocas de los lobos y el cuerpo del ciervo. Para resaltar
la fiere a de los carní oros se les detallan los afilados dientes. El
ciervo, por su parte, carece de cornamenta y está tumbado en el
suelo, donde yace muerto (Atrián, 1957: 221). No hay voluntad,
por parte del artista, de plasmar rasgos cruentos (sangre, mutilaciones anat micas propias del de orar, etc.), sino ue se prefiere
dejar implícito, recreando el instante anterior al comienzo del
despiece de la presa. Cierra la escena la presencia de un ave de
pe ue o tama o VE 6. , fig. 64), probablemente una rapa
(Marín Ceballos, 1995: 272), con las alas y una de sus patas
levantadas, por lo que estaría a punto de iniciar el vuelo. Su
presencia se relaciona con la anunciación o, mejor dicho, certificaci n de la muerte del c r ido.
IG 3 fig. 64 y
): En el friso superior de este kalathos
aparece una compleja escena. A la izquierda se representan dos
caballos, uno de ellos montado por un jinete. A marcha rápida,
llegan al espacio en el que se está librando una posible batalla
uentes y Mata, 00 : 0). elante de ellos aparecen cuatro
individuos masculinos. El de más arriba, situado próximo a uno
[page-n-262]
ig.
. Kalathos IG
de Teruel).
3 del Castelillo
llo a)
oto: Museo
de los jinetes, toca un instrumento musical, identificado con
una trompa o cuerno, con el que llamaría a sus compañeros,
indicando el momento en el que deben estar preparados para
entrar en combate. A su lado, situado un poco más hacia delante,
otro individuo marcha a pie, armado con dos lanzas y un escudo
oblongo, con el que protege su cuerpo. Bajo los anteriores se
sit a otro infante, ue a armado con un escudo del mismo tipo
que el anterior y en la mano izquierda parece portar una espada.
Por ltimo, se pinta otro infante más abajo y un poco más atrasado que el personaje anteriormente descrito. Va armado con
una espada y un scutum. No es extraño que los tres personajes
que aparecen en la primera línea de choque con el adversario
cuenten con un escudo, pues serviría para proteger su cuerpo del
ataque del enemigo, si bien, se les representa en una actitud de
espera, sin belicismo aparente. Como hemos apuntado anteriormente, lo representado corresponde a esos momentos previos a
ue el enfrentamiento se produ ca.
Bajo el grupo anteriormente descrito aparece un individuo
masculino, sentado sobre una silla, que sostiene entre sus manos un bastón o cetro. Su presencia se suele relacionar con la
escena que aparece a la derecha, separada de la anterior por un
moti o oral, de cuya corola surge una línea escaleriforme ue
termina en el límite inferior del friso. Resulta sugerente incular ambos espacios, pero el personaje sedente queda inserto en
el de la parte izquierda. De este modo, debemos plantearnos si
realmente existe una voluntad divisoria del campo decorativo
y de las escenas al representar el moti o escaleriforme. En este
sentido, cabe tener en cuenta que en lo descrito hasta ahora no
hemos hecho alusi n a la presencia de ning n enemigo con el
ue protagoni ar un enfrentamiento, por lo ue consideramos
apropiadas las interpretaciones que toman lo representado como
parte integrante del mismo conjunto.
la derecha del moti o escaleriforme aparecen dos indi iduos masculinos, armados con scutum y, en el caso conservado al completo, espada. El enfrentamiento es directo, cuerpo a
cuerpo, del que solamente resultará victorioso uno, por lo que
constituye una demostración de la agudeza, ingenio, agilidad,
destre a, alor y fortale a del indi iduo, irtudes dignas de un
ciudadano que se precie y valore dentro de la sociedad a la que
pertenece. El tamaño de ambos es muy superior al de los otros
personajes masculinos, por lo que se plantean dos posibilidades: o bien ue se deba a un intento de re ejar su pro imidad
espacial y la lejanía de los personajes de la izquierda; o que se
haya aplicando la ley de rango-tamaño, gracias a la cuál es posible identificar a los protagonistas de lo narrado en irtud de sus
mayores dimensiones. Así pues, se destaca la escena que se está
ejecutando en ese preciso instante, poseyendo menor tamaño lo
que está por llegar.
Como apuntamos en una publicación anterior, lo representado en esta zona de la derecha podría corresponder a una
sucesión de certámenes individuales que tendrían lugar en un
espacio abierto, sugerido por la presencia de un toro y el moti o fitomorfo conser ado uentes y Mata, 00 : 0), cuya
relación con la escena anterior no queda clara, tal vez por lo
incompleto de la pieza. La imagen del individuo sentado se ha
identificado con un jue , encargado de otorgar la ictoria a uno
de los dos personajes ue se enfrentan, pudiendo ser el toro el
trofeo ue obtu ieran, pues es bien sabido ue se trata de un
bien de prestigio entre los iberos (Ruiz Bremón, 1991; Pastor,
1998: 112), o bien estar aguardando a ser inmolado tras la celebración de los certámenes rituales (Mata et al., 2014). La presencia del bóvido también ha sido objeto de otra interpretación,
considerándolo alusivo al territorio por el que combaten ambos
indi iduos, representantes de dos comunidades diferentes I quierdo et al., 2004: 95).
IG 4 fig. 6 y
): En este caso son tres las escenas
representadas, cada una en una metopa diferente. La primera
de ellas está protagonizada por un jinete que monta un caballo
adornado con frontalera, por lo ue transmite un aire festi o o
conmemorativo a la escena. El individuo masculino lleva en su
mano derecha una lanza, pero ésta no se dispone en horizontal,
sino en diagonal, lo que indica que no la transporta con intenci n de arrojarla de manera inmediata, lo ue refuer a ue no
nos encontramos ante una escena de caza ni lucha. Con la mano
izquierda alza una palma (Atrián, 1957: 224), lo que se ha interpretado como un signo de victoria (Lucas, 1995: 888). Cabe
recordar, en este sentido, algunos cuños de monedas ibéricas
en los que aparecen imágenes similares (Maestro, 2010: 221).
Por ello, consideramos que lo representado corresponde a un
desfile ictorioso.
Tras la figura humana aparece un a e de tama o considerable. Su presencia, o mejor dicho, la representación de aves
solitarias en uno de los extremos de la metopa decorada viene
siendo com n en algunas de las pie as recuperadas en El Castelillo llo a) IG
, fig. 66 y 0). Su presencia se ha relacionado con la práctica de la cetrería (Marín Ceballos, 1995),
propuesta realmente sugerente, aunque no exenta de críticas
ranegui, 000:
), así como con el anuncio del triunfo del
jinete (Lucas, 1995: 888), cuestión que compartimos. No obstante, también deberíamos considerar su presencia como un recurso estilístico del artista que pintó estos vasos.
249
[page-n-263]
ig.
. Kalathos IG
de Teruel).
4 del Castelillo
llo a)
oto: Museo
Completan la escena una serie de motivos vegetales que se
han conser ado de manera parcial y cuya clasificaci n e identificaci n, especialmente del ue aparece delante del caballo,
resulta complicada. Por ltimo, se alar la presencia de una posible ala aislada u hoja similar a la de las palmas, que recuerda
a las ue aparecen formando el moti o ERB 3 fig.
), tras
los cuartos traseros del équido.
La segunda metopa está ambientada con una serie de motivos vegetales y protagonizada por una escena de caza. En ella
aparecen dos aves rapaces volando a gran velocidad. Caen en
picado con el objetivo de dar alcance a su presa, un lagomorfo ue, al mismo tiempo, es perseguido por un perro fam lico.
Bajo el lagomorfo aparece otro cuadr pedo incompleto, tal e
otro perro. En la parte inferior i uierda de la escena hay un
b ho mirando al espectador de frente, como si buscara su complicidad a través de la narración de los hechos. Su presencia es
un marcador temporal, pues indica que la escena cinegética se
produciría al anochecer, momento en el que los conejos y liebres salen de sus madrigueras o nidos en busca de alimento. A
continuaci n aparece una línea ondulada ue fracciona el campo decorati o. No ueda claro si la separaci n tambi n afecta al
sentido de lo representado o si, en cambio, la lectura debe ser
continua. En cualquier caso, se mantiene la proporcionalidad
entre los motivos que aparecen en ambos. De nuevo, en un espacio abierto, donde no es muy abundante la cubierta vegetal, se
muestra a un ciervo que marcha a la carrera, como huyendo de
un peligro, de ahí que se pueda relacionar con lo anteriormente
representado. Sobre ste aparece la parte inferior de un a e de
grandes dimensiones.
IG 43 fig. 6 ): un ue son arias las escenas ue debió acoger esta pieza, solamente se ha conservado una relatiamente completa. Está protagoni ada por animales de diferentes especies, entre ellos aves y cérvidos. De izquierda a de250
ig. 3. Kalathos IG
de Teruel).
4 del Castelillo
llo a)
oto: Museo
recha, lo primero ue aparecen son dos cier os en fila, uno
sobre otro. En el lomo del que está más arriba se pinta un ave
rapaz. Marchan a la carrera, como si se apresuraran por huir de
alg n predador ue trata de de orarlos. continuaci n, seis
buitres se aproximan, rodean y acechan a un cérvido del que
solamente se conservan las astas. La presencia de esas aves carroñeras indica que el herbívoro debía estar muerto. La escena,
por tanto, es de depredación.
IG 4 fig.
y 3): En este aso los pigmentos se encuentran bastante deteriorados, lo ue dificulta su correcta lectura e interpretación. Solamente existe un registro, en el que la
temática plasmada corresponde a una escena de caza. Son muchos los ciervos machos pintados en sucesiones verticales que
se repiten en horizontal. La escena discurre en un espacio abierto, sin domesticar, propio del entorno natural en el que habitan
los cérvidos. Los integrantes de la manada corren a la derecha,
huyendo de una jauría de lobos que les persiguen a toda velocidad y están próximos a darles captura. Tras éstos aparecería otro
conjunto de ciervos, de los que solamente se intuye la presencia
de uno. Les acechan un grupo de lobos que todavía se encuentra
relativamente lejos. Es por ello que, al darse cuenta los carnívoros de que un poco más atrás aparece otro grupo de posibles
presas, ciervos machos y hembras, giran su cabeza hacia ellos,
percibiendo que esos se encuentran más cercanos que los que
les anteceden. Llama la atención el hecho de que los ciervos que
preceden a los lobos están asociados a pequeñas aves que sobrevuelan su lomo. Como en otros casos hemos explicado, son
el anuncio de su inminente captura y muerte, sentido que viene
ratificado por la presencia de una serpiente ue repta sigilosa.
IG 3
fig. y 4): Se trata de una de las pie as ue se
encuentra en mejor estado de conservación y que ha despertado
mayor interés entre los investigadores, pues se han hallado otros
dos kalathoi con ornamentaciones muy similares en El Cabezo
[page-n-264]
ig. 4. Kalathos IG1359
de La Guardia (Alcorisa)
oto: M. M. uentes).
de lcalá
aila). El programa iconográfico en ellos representado ha sido objeto de arios estudios monográficos ranegui,
1999b; Lucas, 1990; Olmos, 1996d), sin que exista unanimidad
en torno a la interpretación del mismo.
La decoraci n discurre en un friso en el ue son arias las
escenas narradas. No se puede determinar con exactitud con
cuál de ellas se inicia el relato, pues no existen delimitadores
espaciales con encionales ue fraccionen el espacio ornamentado, utili ando para tal fin la disposici n ertical de moti os
ue se repiten. icha indefinici n es intencionada e ser así,
indicaría la ambivalencia de su lectura, no teniendo el relato una
temporalización continua, sino que las escenas representadas
harían referencia a tiempos indeterminados García uintela,
1999-2000: 203).
Seg n nuestra propuesta, planteamos comen ar la lectura
por la ona en la ue se pintan tres pares de a es afrontadas, de
similares características, que se suceden en vertical. Están volando, a diferentes alturas, en un entorno abierto, sin ue medie
entre ellas ning n elemento egetal. Bajo la ltima de la fila
i uierda se pinta una ESE . fig. 4 ) con la intenci n de
separar el espacio aéreo, representado sobre ella, del acuático,
justo debajo. La correspondencia de medios no se mantiene en
la hilera de la derecha, donde el a e ue aparece en ltimo t rmino toca con sus garras el límite inferior del friso. Es por ello
ue debemos cuestionarnos cuál es la erdadera finalidad de la
presencia ictiomorfa tal e identificar al artesano
ludir al
comitente ue encarg el aso
es un símbolo inculado a la
naturale a fecunda
El gran tamaño de las aves, desproporcionado si se las compara con los varones que aparecen a continuación, indica que
pertenecen a composiciones diferentes. Por tanto, consideramos
ue su funci n, además de recrear el entorno natural en el ue
todo sucede, sir e para delimitar el inicio/fin de lo narrado.
Le siguen dos parejas de varones, erguidos y quietos, que
tienen uno de sus brazos doblado y el otro levantado, mostrando
la mano abierta. estaca la hipertrofia de sta, lo ue resalta su
importancia dentro de la escena (Maestro, 1989: 62). Entre los
indi iduos, afrontados y separados, aparece el moti o ESTIL
6 fig.
) estili aci n egetal o abstracci n de un ánfora
(Atrián y Martínez, 1976: 84; Marco, 1983-1984: 79; Maestro,
: 6 ). Esa ltima propuesta casaría bien con un ambiente festi o, en el ue los personajes masculinos irían tocados.
El elemento central, además de separar a los individuos, tiene
una importancia significati a en lo representado, pues el conjunto ornamental podría estar aludiendo a la realización de un
tratado o pacto comercial, propio de las sociedades que generan excedentes. Se debe tener presente que el consumo de vino
resultaba frecuente entre las clases ele adas de ese momento,
fundamentalmente en las celebraciones. Pero no todos los individuos podían ingerir este tipo de bebidas, sino que en el mundo
251
[page-n-265]
mediterráneo estaba reservado para los adultos, constituyendo
el acceso a esa costumbre un rito iniciático reglado (Zamora,
2000: 577).
La fecundidad de la tierra no es casual, sino resultado del
esfuer o y trabajo humano. En la siguiente escena aparece, entre un grupo de aves que sobrevuelan el espacio, un hombre
dirigiendo un arado tirado por una pareja de bueyes. Con éste se
prepara la tierra que acogerá la simiente, cuyos cuidados posteriores garantizarán la producción de alimento para su consumo
y, en el caso de que se trate de una buena cosecha, comercio.
Como hasta el momento no se han documentado representaciones de escenas cotidianas entre las decoraciones pintadas
ibéricas, se han planteado diversas hipótesis interpretativas:
+Las que vinculan la escena al ámbito mítico y divino, correspondiendo lo relatado a un rito fundacional Lucas,
:
255; 1990; Marco, 1983-1984; Olmos, 1996d; 1998: 154; Tiemblo, 1999; García Quintela, 1999-2000: 202-205; Izquierdo et
al., 2004: 134; Moneo, 2003: 419).
+Otras consideran que lo narrado es real, por tanto se trata
de un varón que trabaja el campo (Maestro, 1984, 1989), interpretaci n ue re ne pocos adeptos.
Por otra parte, hay uien relaciona la e altaci n de la figura del labrador con la nue a situaci n de ispania frente a la
conquista y ocupación romana, como suministradora de trigo
(Olmos, 2000: 72).
Por ltimo, tambi n se incula con acti idades propias de
la aristocracia, tales como marcar el límite territorial de la ciudad y reglar la utilización del suelo (Aranegui, 1999b).
De entre todas ellas, y en base al tipo de escenas que gustan
ver representadas a las élites sociales que encargan este tipo de
vasos en el ámbito territorial abordado, consideramos más plausible esta ltima propuesta. demás, se debe tener presente ue
la idea que subyace en lo pintado alude al orden, que equilibra
las relaciones humanas con el medio, a través del establecimiento de límites entre lo natural (silvestre) y lo cultivado, así como
entre comunidades diferentes, estipulando los espacios ue pueden ser trabajados para e itar con ictos.
Más abajo de la escena anterior aparecen dos aves de gran
tama o, una de ellas identificada con un b ho ue mira directamente al espectador, invitándolo a sumergirse en lo narrado
acaso la otra es una paloma
e nue o, el gran tama o de
ambas, en comparaci n con el resto de moti os ue forman
el conjunto, llama la atención. Eso permite plantear que existe una voluntad intencionada, por parte del artista, de marcar
dicha desproporci n. sta no se incula a una diferencia de
planos, en un intento de conseguir profundidad en la escena,
sino que se quiere remarcar la atemporalidad de su presencia,
es decir, que no se relacionan en exclusiva con la escena inmediatamente anterior. En este sentido, resulta curiosa la presencia del moti o ESE . fig. 4 ), como más arriba hemos
señalado en el caso del pez, interpretada por Pastor como una
representación del movimiento del arado (Pastor, 2010: 477).
Cierra el conjunto una hilera vertical de pequeñas aves que se
dirigen a la izquierda.
continuaci n, dos jinetes armados con lan a se enfrentan
a un par de jabalíes ue han encontrado de frente. Los caballos no parece que marchen a la carrera, sino que más bien se
encuentran parados, a la espera, tras unos arbustos. La captura
sucederá en breve, pues los suidos están siendo acosados por
252
una jauría de lobos. Éstos les persiguen a gran velocidad entre
la naturaleza salvaje. La distinta gradación de tamaño de los
cinco lobos nos ha llevado a considerar que se trata de una loba
con su camada y, por tanto, una iniciación de las crías en la captura de presas. Los jabalíes, por su parte, se ven arrinconados,
pues por detrás les persiguen sus depredadores naturales, pero
delante se encuentran los jinetes, quienes también les quieren
dar muerte. La escena no se resuelve, quedando sin aclarar si
son los lobos o los jinetes quienes consiguen alcanzar en primer
término a las presas.
En conjunto, en el vaso se aprecia una contraposición entre
el mundo salvaje, sin domesticar, y el civilizado, donde el orden
y la razón humanas están presentes y se imponen. Coincidimos
con la propuesta interpretativa de Aranegui (1999b), quien ve
en las escenas representadas una plasmación de las actividades
propias de la élite aristocrática, como ocurre en otros ámbitos.
Resulta singular la presencia de otros dos kalathoi con similar decoraci n en El Cabe o de lcalá
aila) fig. 3 y ), si
bien es cierto que, en uno de ellos, no se conserva la escena del
arado. En relación a la coincidencia temática y decorativa entre
los conservados más enteros, Aranegui propuso como hipótesis
que dicha similitud aludía a un pacto entre iguales (Aranegui,
1999b: 113), en el que se garantizaba la explotación sostenible
del medio, respetando tanto las zonas de bosque como las agrícolas (Aranegui, 2012: 196). La idea resulta sugerente y para
nada desdeñable, máxime si se tiene en cuenta la presencia de
téseras de hospitalidad en la zona. No obstante, el sentido que le
otorga dicha autora a los vasos es similar al de esos documentos (Aranegui, 1999b), de modo que cada parte implicada en el
pacto agrícola conservaría el testigo documental del acuerdo, en
este caso el kalathos. Los problemas que suscita dicha interpretación son tres:
En primer lugar, el n mero de ejemplares ue se decoran
con temáticas similares, pues presumiblemente no son dos, sino
tres, aunque poseen un ligero margen de interpretación en la
ornamentación.
En segundo lugar, el ue dos de ellos fueran recuperados
en el mismo yacimiento y, es más, en la misma casa, como veremos en el quinto capítulo, dedicado a la contextualización de
las piezas.
En tercer lugar, la fragilidad del soporte como garante de
un pacto.
Otra hipótesis que se podría plantear es la de que los propietarios pertenecieran a la misma familia aristocrática, siendo el vaso un distintivo de su linaje. De esta manera, no sería
de e tra ar ue formara parte de la dote de las mujeres ue, al
contraer matrimonio con un varón perteneciente a otro enclave
lo llevaran consigo, recordando así su procedencia. De nuevo,
refuta dicha hip tesis la presencia de dos asos similares en la
misma vivienda.
Por tanto, consideramos que la explicación más plausible
es, como hemos apuntado anteriormente, la representación de
escenas alusivas a actividades que le son propias a la élite aristocrática. Como hemos podido ver en muchos de los casos descritos, la variedad temática no es muy amplia y algunos de los
temas se repiten de manera recurrente, llegando a convertirse
en estereotipos.
[page-n-266]
En cualquier caso, en el ejemplar que aquí analizamos queda patente la alusión a la prosperidad a través de la presencia
de una naturale a fecunda, de la ue se apro echan los recursos
ue ofrece y los ue puede generar si se le cuida y e plota. sí
las cosas, se alude a lo agrícola (la delimitación del territorio tiene como finalidad, entre otras, apro echar el suelo para trabajarlo), a los excedentes y a la caza como complemento alimenticio.
/6 /
fig.
y ): En la metopa en la ue aparecen los
moti os figurados se representa una escena de ca a. Los hechos
narrados suceden en un entorno natural, recreado mediante la
representación de vegetación que, al mismo tiempo, contribuye
a delimitar la escena espacialmente.
Los protagonistas son animales de diferente tipo, entre los
ue destacan dos fieros lobos ue acometen a una pareja de ciervos. El derribo parece inminente, a juzgar por la boca abierta
de uno de los depredadores que alcanza la parte trasera de la
hembra y por las garras del lobo que aparece más arriba, pues
ya han entrado en contacto con el cuerpo y cuello de la misma,
lo que provocará el desgarro y posterior muerte de la cierva.
Acompaña a esos depredadores un buitre leonado, quien aprovechará sin duda los despojos que los lobos dejen de la víctima.
Se le representa volando, participando del acecho a los herbívoros. La rapidez o el movimiento que se intenta transmitir en
lo descrito hasta el momento contrasta con la quietud y sosiego
de los otros protagonistas de la escena, los ciervos. En primer
lugar aparece una hembra, con las mamas marcadas, que está
dando de mamar a su cer atillo. Por su situaci n, ambos fueron
sorprendidos por los depredadores, sin posibilidad de reaccionar al ataque. Les precede un ciervo macho que aparentemente
escapa de los lobos, si bien, la presencia de un ave sobrevolando
su lomo indica que será el próximo alcanzado y devorado. Entre
sus patas aparece otro ave, pero su conservación parcial impide
interpretar el papel que juega dentro de la escena, como también
ocurre con otra situada detrás del buitre.
Como complemento a la escena aparece un lagomorfo en la
parte inferior i uierda de la metopa, junto a un moti o egetal.
Aparece agazapado, recogido, intentando pasar desapercibido
a los depredadores y recreando el entorno abierto en el que suceden los hechos. Resulta obvio que ante unas posibles presas
de gran tama o y fácil captura cier os en una actitud relajada
y confiada, caso de la madre y la cría), los lobos prefirieran acosar a stas frente a los lagomorfos, ue constituirían un recurso
más abundante pero de menor aporte alimenticio. En cualquier
caso, consideramos que la intención de la escena es mostrar la
contraposición existente entre la vida (encarnada por el conejo
que se libra del ataque de los lobos y por la escena de amamantamiento entre la madre y la cría) y la muerte (representada por
el inminente fallecimiento de los c r idos tras el ata ue de los
depredadores) (Olmos, 2000-2001: 375, 2001-2002: 213, 2004:
66), integrantes del ciclo de la vida, en el que la supervivencia de unas especies pasa por el sacrificio y consumo de otras,
manteniendo así un equilibrio ecológico donde la procreación
asume un papel tan importante como la depredación.
Otra oposición que resulta visible son los tiempos plasmados: uno, rápido (propio del ataque), y el otro, lento (como el que
reina entre un grupo de animales que no esperan ser atacados).
43 6 4
fig. 6 ): La decoraci n figurada aparece en el
friso superior. El protagonismo lo tienen en este caso un conjunto de, al menos, nueve aves. Todas presentan las alas desplega-
das, pero sus patas se encuentran pr imas al límite inferior del
friso, por lo ue aparentemente caminan o tienen la intenci n de
posarse. Podemos clasificarlas en dos grupos:
+Aquellas que reproducen un esquema compositivo bastante recurrente entre las decoraciones estudiadas, sobre todo en El
Cabe o de lcalá
aila). Nos referimos a las parejas de a es
afrontadas y separadas por un moti o ertical, concretamente
una línea ondulada. Llama la atención el hecho de que alguna
de ellas presenta características ligeramente diferentes al resto.
+Por otra parte están las que se pintan en sucesión, concretamente tres ejemplares. Se desplazan hacia la izquierda, hasta
ue se encuentran con una de las parejas afrontadas.
De momento se nos escapa el verdadero sentido de lo representado. El conte to en el ue fue recuperado el aso nos es
desconocido, por lo que tampoco puede arrojar luz al respecto.
43 6 4 6 fig. 3): l menos son dos las metopas en las
que se distribuye el registro decorativo y en las que aparece ornamentaci n figurada. La primera de ellas, de menores dimensiones, presenta una escena de caza protagonizada por varios
lobos que corren tras unos jabalíes para darles captura. Ambientan la escena una serie de motivos vegetales que reproducen el
entorno abierto en el que todo sucede.
En la segunda metopa, de mayor tamaño, aparece un jinete
armado con lanza, cuyo caballo galopa para dar alcance a un grupo de ciervos que también marchan a la carrera, pues se encuentran en plena persecución. Llama la atención que en esta escena
cineg tica nicamente participe un indi iduo masculino, por lo
que se ayuda de dos perros de caza para llevar a cabo el acoso
y derribo de las futuras íctimas. e hecho, uno de ellos está a
punto de alcanzar los cuartos traseros de uno de los ciervos.
Los dos primeros herbívoros están asociados, cada uno de
ellos, a un a e de dimensiones considerables ue se sit a sobre
su lomo (la desproporción existente entre jinete, ciervos y aves
es e idente). El tercero ue forma parte de la manada sufre el
acecho de un buitre, que aparece un poco más retrasado que el
resto y anuncia su captura e inminente muerte.
El ambiente en el que sucede lo narrado corresponde a un
entorno abierto, recreado por distintos moti os fitomorfos, entre
ellos una palmera (Mata et al., 00 :
, fig. y . ), y alg n
ue otro oomorfo, especialmente a es de diferentes especies.
En la parte inferior i uierda de esta segunda metopa se
pinta una pareja de gallos afrontados, separados por un ara o
thymiaterium. Su presencia ha sido interpretada con sentido
simbólico (Olmos, 2007b: 369-371), y además constituyen un
indicativo temporal del momento en el que se desarrolla la escena, al salir el sol (Mata, 2000: 25).
Más hacia delante aparecen arios lobos ue frenan su marcha, al tiempo que giran su cuello al advertir la llegada de la
manada de ciervos. No queda claro si en el espacio no conservado se pintarían otros o si se deben relacionar con los que huyen
del jinete.
Al comparar las escenas representadas se aprecia que ambas
suceden en un paisaje sin domesticar, natural, en el que habitan
las especies salvajes que las protagonizan. No obstante, se contrapone la caza racional, llevada a cabo por el personaje humano
ayudado de perros, y el acoso natural, propio de la cadena trófica, caso de los carní oros ue acometen a sus posibles presas
(ciervos y jabalíes).
253
[page-n-267]
ig.
. Kalathos 1943-69-499 del Cabezo de Alcalá (Azaila)
oto: Museo r ueol gico Nacional. . Martíne Le as).
El desarrollo que en su día publicó Cabré es ligeramente
diferente al ue a uí presentamos Cabr , 44, fig. 4 y Lám.
33 ), pues en la ltima restauraci n de la pie a se comprob
ue ciertos fragmentos no le pertenecían y fueron e cluidos.
Por ltimo, se alar la presencia de la posible firma del artista en la primera de las metopas descritas (Cabré, 1934: 361).
43 6 4
fig. 6 y
): La decoraci n principal se desarrolla en una metopa de gran tamaño, en la que la temática
representada es de caza y está protagonizada por animales de
diferentes especies. El espacio en el ue sucede lo narrado es
natural y salvaje, no domesticado, pues la presencia humana no
está representada de manera explícita ni implícita. Contribuyen
a recrear ese entorno sil estre los diferentes moti os animales y
vegetales que se pintan.
En primer lugar aparece, de manera parcial, un motivo vegetal que corresponde a una palmera (Mata et al., 2007: 107111). Sobre ésta un buitre acompaña a tres lobos que se suceden
en vertical y a otra ave de su misma especie que está un poco
más adelantada. Todos ellos protagonizan una persecución a
una manada de ciervos, integrada por, al menos, tres individuos
machos, con cornamenta desarrollada, y dos hembras (Cabré,
44: fig. ). La cier a ue aparece más arriba gira su cabeza, al intuir la presencia de los depredadores. Ninguna de las
hembras están asociadas a aves. La presencia de éstas, así como
la de los buitres, indica que los cérvidos acabarán siendo capturados y devorados por los lobos, aprovechando los buitres la
carroña restante. Por otra parte, bajo uno de los ciervos machos
se representa un pez, aunque está muy incompleto (Cabré, 1934:
36 ). Se ubica fuera de su medio natural, en clara alusi n a la fecunda naturale a ue, de forma constante, se re eja en el aso.
254
Entre los lobos y los ciervos aparece una escena singular,
pues se representa a un perro visto cenitalmente, al que se le
apro ima, sigilosa, una serpiente. Por la forma en la ue aparece el cuadr pedo, se intuye ue estaría muerto y ue, en bre e,
podría ser devorado por la serpiente (Cabré, 1944: 68).
Delante de los ciervos se disponen en vertical tres aves,
dos de ellas muy similares mientras que la tercera, situada en
la parte inferior del friso, es un b ho actualmente perdido casi
al completo). Como viene siendo habitual entre las aves de dicha especie, aparecen mirando al frente, haciendo partícipe al
espectador de lo que se narra en el vaso. Su presencia también
sirve como marcador temporal en el que sucede la cacería, al
anochecer, momento en el que la mayoría de los animales representados salen en busca de alimento.
continuaci n aparecen dos cuadr pedos ue aparentemente tienen la cabeza vuelta, por lo que siguiendo los modelos
utilizados en las representaciones del Cabezo de Alcalá (Azaila), nos lleva a pensar que se trataría de lobos. Como se ha visto
en otros vasos, los carnívoros van a la carrera, pero al advertir
la presencia de una manada de cier os detrás de ellos frenan su
marcha para redireccionarla. Delante de ellos, otros tres lobos
se suceden en vertical. Persiguen a varios jabalíes, que también
se serían en vertical, por lo que cada carnívoro centra su persecución y posterior ataque en uno de ellos, el que tiene inmediatamente delante.
un ue no se ha conser ado la posible firma del artista decorador del vaso, Cabré se lo atribuye al pintor de las H (Cabré,
1934: 361-362).
43 6
fig. ): Este aso cuenta con tres metopas
en las que se plasman escenas de tipo narrativo, teniendo cada
una de ellas un tamaño variable, si bien, existen ciertas coincidencias temáticas entre algunas de ellas.
La primera metopa se delimita con un tallo ondulante con
hojas cordiformes, dispuesto en ertical. pesar de ue se le
incluye en la metopa, su funcionalidad es delimitadora y, por
tanto, no participa de la escena representada. A continuación
aparece, como viene siendo habitual, una hilera de aves, sucediéndose cuatro de ellas con un aspecto muy similar, salvo por
la decoración que aparece en su vientre, pues en dos casos se representa una or crucífera y en los otros dos arias líneas onduladas. Todas están volando, pues tienen un ala desplegada y las
patas aparecen e ionadas. Su presencia se debe relacionar con
la palmera que aparece a continuación (Mata et al., 2007: 107117), a cuyo otro extremo aparecen, también en hilera vertical,
otras cuatro aves de características similares a las descritas. Por
su disposición, ese conjunto de aves podría estar reposando en
las diferentes ramas de la palmera, pero algo les interrumpe el
descanso ¿acaso el cántico desesperado de la cría que intenta
huir de la serpiente ue le acecha
De manera recurrente se ha interpretado el motivo central de
la escena, la palmera (Mata et al., 2007: 111), como una representación del árbol de la vida (Cabré, 1944: 70; Olmos, 1992a:
44; Tiemblo, 1995: 81-84; Izquierdo et al., 2004: 75; Olmos y
Tortosa, 2010: 251-252). Queda clara la alusión a la naturaleza
fecunda conjunto numeroso de a es entre las ue se representa
una cría) (Olmos, 1992a: 44) y a la contraposición entre la vida
y la muerte, esta ltima representada por el ata ue del ofidio
a una de las aves. Dicha contraposición se aprecia en la escena que aparece a continuación, donde tres lobos marchan a la
[page-n-268]
carrera, acompañados por tres aves carroñeras, alguna de ellas
muy incompleta, persiguiendo a una pareja de ciervos. Éstos
aparecen en una actitud tranquila, pues la hembra, incluso, está
dando de mamar a su cervatillo. Nada les hace pensar que, en
breve, serán alcanzados por una jauría. Los restos de los herbívoros que dejen los lobos serán aprovechados por los buitres
que completan la escena.
Por ltimo, cerrando la metopa aparecen tres a es en ertical. Las dos primeras están volando, pues tienen una de las
alas le antada y las patas están e ionadas. irigen su uelo
a la derecha, donde de la línea divisoria del registro salen unas
herbáceas del mismo tipo de las que, en otros vasos, portan las
a es colgando de su pico ERB . , fig. 4). ebajo de esas
dos a es aparece un b ho con un ala desplegada, las patas tocando el límite inferior del friso y cabe a de frente, mirando al
espectador. De nuevo, su presencia puede ser tomada como una
referencia temporal de lo narrado, el anochecer. Todas ellas contribuyen a delimitar la escena y ambientarla, fin este ltimo ue
tambi n persiguen los diferentes moti os fitomorfos pintados.
La segunda metopa, la más estrecha de todas, tiene representados los tres medios: aéreo, terrestre y acuático. El primero
de ellos está integrado por tres aves, sin alas detalladas, pero que
se encuentran en pleno movimiento, a juzgar por la disposición
de sus patas y la inclinación con la que se les pinta. Se disponen
en vertical y delante de ellas aparece una manada de lobos, integrada por tres individuos que marchan a la carrera. Entre las
patas de los dos ltimos aparece un pe , en clara alusi n al medio acuático, conexión totalmente descontextualizada que debe
interpretarse como una alusión a la exuberante y rica naturaleza,
aunque algunos autores proponen una interpretación mítica (Cabr ,
6a: 3 Beltrán Lloris,
6: 3). inalmente, diferentes moti os fitomorfos ayudan a recrear el espacio abierto en
el que se encuadra la escena.
La ltima metopa tiene como protagonistas a un conjunto
de jabalíes, concretamente tres, que se encuentran en un espacio sal aje recreado por diferentes moti os fitomorfos. parecen superpuestos en vertical, a modo de hilera, y quietos,
tratando de pasar desapercibidos, entre la naturaleza vegetal
(recreada por una sucesión de tres pares de hojas), a los ojos
de una pareja de lobos. Éstos, al detectar la presencia de los
suidos, bien por el ruido que provocan con su desplazamiento
o bien por su inconfundible olor, detienen su paso aparecen en
una actitud rampante) y vuelven su cabeza hacia las posibles
presas. Están acompañados por un cánido de pequeñas dimensiones y difícil clasificaci n, mientras ue sobre los jabalíes
aparece un pe fuera de conte to. e nue o, nos encontramos
ante una representaci n de la cadena tr fica, donde ciertos animales serán sacrificados a fa or de la super i encia de otros,
sus depredadores naturales.
Se ha identificado como posible autor del aso al pintor de
las H (Cabré, 1934). Los rasgos que permiten establecer dicha
asociación, en base a similitudes estilísticas, son: la palmácea
y otras herbáceas, el mismo modo de representar a los buitres,
b hos y resto de a es, así como a los cier os y cier as, jabalíes
y lobos, entre los que destaca el modelo con la cabeza vuelta.
También los temas representados en un mismo vaso: acoso de
lobos a una manada de ciervos, ataque del mismo tipo de depredadores a un grupo de jabalíes y, por ltimo, la serpiente ue
trata de devorar a otro animal.
43 6 4 33 fig. 3): pesar de ue la pie a está muy
fragmentada, se aprecia una gran similitud con otra recuperada
en El Cabe o de lcalá
aila) fig. ) y en La Guardia lcorisa) fig.
y 4), con la ue el parecido es a n mayor.
La restituci n del desarrollo decorati o ue ofrecemos en
este trabajo es apro imati a, pues son pocos los fragmentos
conservados.
En primer lugar aparece un ave con un ala desplegada que se
dirige hacia la izquierda. Junto a ella se representa un personaje
masculino, del que solamente se conservan sus extremidades
inferiores. Está afrontado a otro indi iduo similar, separados
ambos por un posible fruto o ánfora, a ju gar por el parecido
existente con el ejemplo de La Guardia (Alcorisa). A continuaci n una gran a e frente a un moti o egetal ESTIL . ,
fig.
). Bajo sta, un pe , tal e alusi o a la familia ue encargó el vaso o al artesano, pues uno con las mismas características aparece también sobre la pieza anteriormente aludida. Al
analizar los motivos empleados y su disposición en el campo
decorati o, ueda patente ue ambas pie as fueron obra de la
misma mano (Morris, 1993). También, como hemos señalado
en otras ocasiones, su presencia responde a una voluntad expresa de representar los tres medios de la naturaleza (acuático,
terrestre y a reo), destacando su abundancia y fecundidad.
A continuación aparece una teoría de aves, compuesta por
dos hileras superpuestas erticalmente y afrontadas a la ue tienen delante. Siguen en el friso más a es y moti os fitomorfos
que se utilizan para recrear el espacio abierto en el que discurre
lo que se cuenta.
La ltima escena representada está protagoni ada por dos
jinetes, armados con lanza, que pretenden cazar a un grupo de
jabalíes que a su vez huyen de un lobo que iría en manada.
aila 3 fig. ): La decoraci n se encuentra más deteriorada que la del kalathos de La Guardia lcorisa) fig.
y 174), con el que guarda gran parecido.
En el friso continuo aparecen en primer lugar, seg n la restituci n de Cabr
44, fig. 46), dos parejas de arones afrontados, con una de las manos sobredimensionadas, y un motivo
egetal entre ellos ESTIL . 4, fig.
). En este caso parece
más clara su vinculación con la naturaleza, de ahí que algunos
autores hayan considerado que con la disposición de sus manos
tratan de fa orecer el crecimiento egetal y propiciar la obtención de excedentes (Olmos, 1996d: 15).
Les sigue la figura del labrador guiando el arado ue, en
este caso, tira un nico buey. El moti o está rodeado por un
conjunto de aves. A la derecha se disponen en hilera, se dirigen
hacia la izquierda y sirven, además de para ambientar la escena,
para acotarla.
A continuación dos jinetes, armados con una lanza, se disponen a cazar a una pareja de jabalíes en un espacio silvestre.
Éstos a su vez son perseguidos por un grupo de lobos.
De nuevo, como separador de escenas se emplea el recurso
de disponer una sucesión de aves en vertical, algunas de las cuales aparecen volando.
inalmente, se conser a parcialmente un a e de gran tamaño que vuela hacia la derecha, pero está muy incompleta.
Los recursos estilísticos y el simbolismo de lo representado son semejantes a los del ejemplar aparecido en La Guardia
lcorisa). Si bien, en este caso, bajo el friso principal aparece otro secundario decorado con un tallo vegetal (TALLO 3.9,
255
[page-n-269]
ig. 6. Olpe IG538 del Castelillo (Alloza)
oto: Museo de Teruel).
fig.
). l comparar ambos asos con el otro recuperado en
El Cabe o de lcalá
aila) fig. 3), se aprecia ue todos
fueron producidos en un mismo taller, dadas las similitudes
e, incluso, e actitudes en el c digo iconográfico empleado, si
bien, las manos ue inter inieron es su reali aci n fueron diferentes, coincidiendo en dos de los casos fig.
y 3), como
anteriormente hemos expuesto.
La interpretación simbólica de la decoración es la misma
que la proporcionada en los casos anteriores.
Cabe destacar la singularidad de que los dos ejemplares recuperados en El Cabe o de lcalá
aila) formaran parte del
ajuar de una misma casa, situada en la parte alta de la ciudad
(Cabré, 1944: 65-66).
arro A
IG 3 fig. y 6): En este olpe se representan dos aves
similares alzando el vuelo, con las alas levantadas y las patas
recogidas. mbas están afrontadas y separadas por una estili aci n egetal ue parecen tocar con el pico ESTIL 3.3, fig.
),
envueltas en una vegetación desbordante.
El tema de las a es afrontadas picando un egetal es bastante recurrente en el imaginario ibérico, representándose sobre distinto tipo de soportes, siendo más amplio el repertorio de
aves en solitario que aparecen en esta actitud (Uroz Rodríguez,
2006: 115-122, 2012: 360-365).
apadera A
aila fig. 0 ): Teoría de pájaros ue se suceden ocupando los espacios generados por una línea serpenteante que podríamos asimilar a una liana LINE . , fig. 4 ). Todas guardan
entre sí gran parecido formal. Se les representa con una de las
alas e playadas y las patas e ionadas, pero pr imas a la base
sobre la que estaban posadas, indicando que están iniciando el
vuelo. Eso se produce una vez han conseguido hacerse con un
elemento egetal frutos y hojas) ue agarran con su pico y lo
transportan. De nuevo, nos encontramos ante una alusión a la
naturale a fecunda.
rateri o A
IG 46 fig. 3 y
): un ue la pie a está incompleta, se
conser an dos escenas ue no están físicamente diferenciadas
con motivos delimitadores. A la izquierda aparecen dos indivi256
duos masculinos, afrontados y separados por una posible ánfora
N R , fig. 6 ). mbos tienen el bra o más pr imo al
contenedor levantado e inclinado, como si lo sostuvieran. La disposición de sus piernas indica que estarían en movimiento. Ambientan la escena un conjunto de ores crucíferas y una pe ue a
a e ue se sit a entre las piernas del personaje de la i uierda.
El modelo decorativo plasmado en esta escena guarda gran
similitud con las parejas de arones afrontados descritos en el
caso de La Guardia lcorisa) fig.
y 4) y El Cabe o de
lcalá
aila) fig. 3 y ), así como con una placa de bronce
recuperada en el santuario de La Cueva de los Jardines (Santa
Elena) Cabr , 44, fig. 4 . ). No obstante, frente a la solemnidad y estatismo de aquellas, la del Castelillo (Alloza) muestra a
sus personajes en pleno desplazamiento y, por tanto, en contacto
con el recipiente que transportan. La temática abordada en ellos
es similar, aun ue difiere ligeramente el modo de representación. El tipo de escenas que se pintan en los vasos y acompañan
a la aquí descrita también varía. En cualquier caso, en todos
ellos se hace referencia al mundo aristocrático, protagonista de
este tipo de decoraciones, y el ambiente recreado es de tipo festivo, ceremonial.
En este ejemplar, y a diferencia de los descritos anteriormente, la escena que le sigue es de caza, por lo que lo representado apunta a una celebraci n en la ue los j enes festejarían
su acceso a la condición de ciudadanos tras haber superado distintas pruebas iniciáticas (Lucas, 1995: 884). En dicha celebración el consumo de vino tendría especial importancia, producto
controlado y consumido por la clase aristocrática (Beltrán Lloris, 1996: 153), así como las danzas.
En la siguiente escena se representa un individuo masculino
practicando la caza menor. Marcha a pie, en solitario, y se ayuda
de un perro que lleva atado a una cadena. De nuevo, su actitud
es dinámica, llena de movimiento y vitalidad (Arcediano et al.,
: 4 ), pues corre para dar alcance al lagomorfo ue tiene
delante. Su rapidez le ha permitido capturarlo antes de que el
animal llegue a la trampa ue aparece enfrente. La escena se
completa con otros motivos que recrean el entorno abierto en el
ue sucede lo representado hojas, ores, a es...).
43 6
fig.
): En un friso continuo aparece un
conjunto de ocho a es ue se suceden. orman una hilera horizontal en la que se intercalan motivos vegetales (TALLO 7,
[page-n-270]
ig.
. Crateriskos IG146
del Castelillo (Alloza)
oto: Museo de Teruel).
fig. 60). Ninguna de ellas tiene detalladas las alas, lo ue unido
a ue algunas de sus patas tocan el límite inferior del campo decorativo, o están muy próximas a éste, de donde surgen los motivos vegetales, indica que se encuentran en el espacio terrestre.
En el friso ue se pinta debajo se desarrolla otro tallo T LL ,
4. , fig. 60), del mismo tipo ue el ue se asocia a algunas de
las a es, aun ue se representa de distinta forma. inalmente, en
el ltimo friso aparece el fruto ue se incula a ese tipo de planta. El conjunto ornamental, por tanto, alude a una naturaleza
abundante y fecunda.
miaterium A
fig.
y
): En este caso son dos los frisos ue
acogen la decoración principal. En el superior se suceden, en
hori ontal, una serie de a es de diferente tama o. Las tres grandes, dos de las cuales no se conservan en buen estado, marchan
rápido, con las alas desplegadas, pero sin iniciar el vuelo. Cada
una de ellas está seguida por un ave de menor tamaño, realizadas de una manera esquemática, que aparecen con las alas
separadas del cuerpo, volando, intentando seguir el ritmo de
la adulta. Lo representado alude a la fecundidad, utili ando el
tema de la continuidad de la vida, representado por los progenitores con sus crías.
El segundo friso está recorrido por un tallo egetal ue
describe una forma ondulada, entre el ue aparecen un par
de aves de pequeño tamaño, con las mismas características
ue las anteriormente referidas es uemáticas, sobre olando el
espacio terrestre).
IV.6. ¿ESTILO O ESTILOS PICTÓRICOS
EL B
R G N
La utilización del término “estilo” no está exenta de problemas
(Schapiro, 1999), pues durante un largo periodo de tiempo ha
e istido un importante debate, entre diferentes in estigadores,
sobre su amplitud11 y significado. Las posturas difieren seg n la
óptica adoptada, por lo que el sentido varía si se trata de historiadores del arte, fil sofos de la est tica, antrop logos, ar ue logos u otras disciplinas al uso. No es nuestro objetivo realizar
en estas líneas una recopilación de cada una de las tendencias,
pues recientemente Tortosa (2003, 2004a, 2006) y Santos (2010:
4
0) han ofrecido una buena síntesis de la problemática
e istente. El con icto, a día de hoy, no está resuelto de manera
satisfactoria ni holística, si bien es cierto ue e iste una cierta
unanimidad de posturas dentro de cada una de las disciplinas.
De este modo, hemos considerado conveniente adherirnos a la
redefinici n ue del concepto efectu Tortosa 004a) para el
mundo ibérico, actualmente en boga entre los arqueólogos que
estudian las decoraciones complejas pintadas sobre recipientes
cerámicos uentes, 006, 00 P re Blasco, 0 b Uro Rodrígue , 0 ). sí las cosas, como criterios fiables para definir
11 Resulta primordial acotar la dimensión que aborda el concepto,
pues en sentido amplio todas las decoraciones pintadas de la cultura ibérica pertenecerían a un mismo estilo artístico, en el que
se podrían definir escuelas y talleres. En este sentido, dentro de
las ornamentaciones ib ricas sería posible establecer diferencias
regionales escuelas) e, incluso, en una misma regi n identificar
diferentes talleres Schapiro,
).
257
[page-n-271]
criterio cuantitativo, así pues, se indica el yacimiento con los
ejemplares más antiguos y el ue los presenta en mayor n mero
(primera propuesta).
Por nuestra parte, el efectuar un estudio pormenori ado de
las ornamentaciones, procedentes de diferentes encla es y momentos cronol gicos, nos ha permitido identificar la e istencia
de varios estilos pictóricos en la zona de estudio, a los cuales se
pueden adscribir uno o varios talleres en los que trabajarían un
grupo de artesanos que, a pesar de asumir el pertinente código
iconográfico, desarrollaron ciertas licencias. Ello ha ofrecido la
posibilidad, en algunos casos, de identificar diferentes manos,
sirva como ejemplo el conocido “pintor de las H” del Cabezo de
Alcalá (Azaila) (Cabré, 1934).
continuaci n presentamos los diferentes estilos ornamentales identificados en el conjunto estudiado, independientemente de si son propios del área geográfica anali ada o si por
el contrario su presencia obedece a la existencia de relaciones
culturales entre diferentes onas. La tarea clasificatoria ha sido
ardua, pues en muchas ocasiones de lo nico de ue disponemos
es de fragmentos informes, lo ue dificult a n más el trabajo. Es por ello que, en la medida de lo posible, hemos tenido
en cuenta los recipientes más enteros o, en su defecto, a uellos
fragmentos ue presentan indicios suficientes para considerar
que pertenecen a un estilo determinado (tabla 4).
Iv.6.1. grupo bajo aragón I
ig.
. Thymaterium
M. M. uentes).
del Cabe o de lcalá
aila)
oto:
y diferenciar los estilos pict ricos se utili an las siguientes ariables: la morfología de las pie as, la temática representada, el
tipo de composición (“analítica, abigarrada o esquemática”) y la
técnica empleada para ejecutar las pinturas (“trazo”).
Entre los diferentes estudios dedicados a las decoraciones
cerámicas de la zona del Bajo Aragón, ha existido una cierta
unanimidad en cuanto a la idea de ue nicamente e isti un
estilo pictórico en las ornamentaciones complejas del Cabezo
de Alcalá (Azaila) (Cabré, 1926a, 1934, 1944; Beltrán Lloris,
6). La conformidad se rompe al proponer una periodi aci n
para la producción (Cabré, 1944), pues no es compartida por
todos los investigadores (Bosch, 1958; Pellicer, 1969-1970;
Beltrán Lloris, 1976). Por lo que respecta a la denominación
del estilo, como los estudios más destacados se centraron en
ese encla e, no fue preciso acu ar un t rmino específico hasta unos años más tarde, cuando empieza a ampliarse la red de
yacimientos en los que se constata su presencia. Bencivenga se
refiere a l como estilo aila llo a
:
), mientras
que Conde propone llamarlo “Estilo Azaila” (1998: 325-326) y
Sanmartí “taller de Azaila-Alcorisa” (2007: 259-260). Aunque
las denominaciones sean dispares, stas responden al diferente
criterio aplicado para su designación, bien sea la mayor popularidad de los vasos recuperados (tercera propuesta), el superior volumen de piezas encontradas en los yacimientos (caso
de la segunda) o la amplitud cronológica de los vasos junto al
258
Constituye el primero de los grupos pict ricos definidos en el Bajo
Aragón. Hasta el momento las piezas que a él adscribimos se han
recuperado exclusivamente en San Antonio (Calaceite) y cuentan con una cronología comprendida entre el s. III a. C. y principios del s. II a. C. Aunque el volumen de vasos es escaso, existen
elementos suficientes para considerarlos como pertenecientes a
un estilo propio, si bien es cierto ue, alguno de los fragmentos,
por estar muy incompleto, se ha dejado sin clasificar.
El tipo de soportes sobre los que se ha plasmado es reducido: un posible recipiente mediano con cierre hermético (San
ntonio 4, fig. 4 ), dos oinochoai (San Antonio-10 y San Antonio-11, fig. ), un plato San ntonio , fig. 3), tres tapaderas San ntonio , San ntonio y San ntonio , fig.
), y
alg n ue otro fragmento informe o del ue no se ha publicado
su perfil y ue actualmente se encuentra en paradero desconocido
4 , fig.
y 46).
La técnica empleada en las decoraciones es la tinta plana
o la mixta, aunque predominan los motivos realizados con la
primera de ellas, y el estilo es sintético.
A continuación se exponen las características que singularizan a este grupo pictórico, aludiendo a las piezas más destacadas. La primera de ellas, San ntonio 4 fig. 4 ), podría corresponder a un recipiente de mediano tamaño con cierre hermético,
aun ue como anteriormente hemos e puesto, no podemos afirmarlo categóricamente. En cualquier caso, actuaría como contenedor de diferente tipo de productos. La decoraci n se estructura en dos registros subdivididos en metopas. En el superior los
tama os de stas son diferentes, resultando protagonistas unos
motivos vegetales que recuerdan a los del estilo de Nueva Catalu a
.3
. , fig.
) Conde,
), si bien,
presentan diferencias e identes Cabr , 44, fig. ). En el friso
inferior solamente se pintan moti os geom tricos. La compartimentaci n en metopas de este ltimo espacio es realmente ge-
[page-n-272]
nuina, pues no se conoce en otro ejemplar de ese tipo cerámico
o de su homónimo de mayor tamaño en la zona estudiada. Por
otra parte, aunque siempre se ha vinculado esta pieza con las
cerámicas del Tossal de les Tenalles (Sidamunt) (Cabré, 1944:
), resultando e idente su in uencia, el tipo de composici n
escogida en el ejemplar turolense y los motivos representados
tienen rasgos propios.
Respecto a los oinochoai fig. ), cabe decir ue es un
tipo escaso entre los soportes escogidos para pintar decoraciones complejas en el Bajo rag n. Tipol gicamente son diferentes, como hemos expuesto en el capítulo dedicado a los soportes, pero ambos coinciden en poseer un cuerpo decorado
con motivos exclusivamente geométricos y a ambos lados del
pico vertedor tener pintados círculos concéntricos para simular
ojos profilácticos.
El posible plato fig. 3) lo tomamos con interrogante porue solamente se conser a un pe ue o fragmento y actualmente
está desaparecido. En él se representa una herbácea (HERB 3.2,
fig. 4), moti o ue a a estar muy presente, aun ue con formas
diferentes más o menos realistas), sobre las tapaderas fig.
ERB . , fig. 4 y ERB 4. , fig.
), donde act a como
protagonista. Se trata de un motivo característico del enclave y,
como veremos más adelante, aparece también entre las decoraciones del Cabezo de Alcalá (Azaila).
tra pie a destacable es la
4 fig.
y 46). Corresponde a un fragmento informe ue debi formar parte de un
vaso de considerable tamaño, a juzgar por el grosor de sus paredes. En él se combinan dos técnicas decorativas: la pintura y
la incisión. En el caso de la primera se utiliza una técnica mixta
aun ue predomina el perfilado) en la reali aci n del indi iduo
masculino, mientras que en el resto del vaso se emplea más la
tinta plana. Respecto a la incisión, señalar que solamente la hemos documentado en este ejemplar. Por otra parte, los motivos
pintados son completamente nuevos para la zona estudiada y,
hasta el momento, exclusivos de San Antonio (Calaceite).
La temática representada parece corresponder al adiestramiento de un caballo, o al menos así se ha expuesto mayoritariamente en la literatura existente al respecto, como hemos
apuntado anteriormente. Dicha temática se ha considerado de
tradición edetana, estando también presente en el estilo del Monastil (Tortosa, 2006: 101).
Iv.6.2. estIlo Fontscaldes
Aunque entre las piezas estudiadas solamente hemos propuesto dos casos como de posible origen exógeno (1943-69-3418 y
34 0, fig.
y 43 6 3
, fig. ), al anali ar la decoraci n
de un kalathos recuperado en El Palao lca i ) fig. ) y otro
en Tiro de Ca n lca i ) fig. 60) hemos isto la relaci n
e istente entre el c digo iconográfico plasmado en ellos y el
empleado en el centro productor de ontscaldes Valls), de ahí
ue los clasifi uemos como pertenecientes al estilo decorati o
que en él se desarrolla (Conde, 1998: 319-320). No obstante, debemos tener presente que el conjunto material procedente del citado alfar está siendo actualmente re isado por abra, por lo ue
es probable ue la caracteri aci n del estilo se ea modificada.
La morfología de las pie as estudiadas, ligeramente diferente a la de las producciones de ontscaldes Valls) Lafuente
Revuelto, 1992), así como las cuestiones relativas a su acabado,
han sido apuntadas en el capítulo dedicado a los tipos cerámi-
cos, por lo que para evitar repeticiones innecesarias remitimos
al lector a las páginas correspondientes. Además, la observación
directa de los vasos, tanto de los procedentes de Alcañiz como
de una muestra representati a de ontscaldes Valls), nos permite plantear con mayor seguridad la hip tesis de ue fueron
producidos en un alfar pr imo a los yacimientos aragoneses, si
bien es cierto ue para ratificarla sería necesario practicar análisis químicos a las pastas.
En cuanto a la decoración, hemos visto cómo se repiten
los mismos esquemas de distribución que los documentados
en ontscaldes Valls). sí pues, la estructura compositi a de
la ornamentación del cuerpo de los kalathoi se divide en dos
registros (Conde, 1992a; Burguete, 2004). En el superior aparece la decoración compleja, en la que se combinan motivos
geom tricos y fitomorfos estructurados en metopas de diferente
tama o. En la parte inferior se presenta otro friso decorado con
motivos exclusivamente geométricos. La gran protagonista de
los registros superiores es una hoja cordiforme, de considerable
tama o, con capullos orales L
. , fig.
) Badal et al.,
0 0: ). rente a sta suele pintarse, al menos en una de las
caras del vaso, otro motivo vegetal (Conde, 1992a: 122-129).
Esta ltima característica no parece estar presente en el ejemplar
de Tiro de Cañón (Alcañiz), pues a pesar de estar incompleto,
no e iste espacio suficiente para la típica hoja, el roleo egetal
y la herbácea. Además, las líneas diagonales que componen la
herbácea ERB . , fig. 4) se orientan en sentido in erso al
que aparece en los ejemplares catalanes conocidos.
La técnica pictórica empleada es de tipo mixto, aunque predomina el uso de la tinta plana en la mayor parte de los motivos.
Seg n lo e puesto, se trataría de recipientes ue morfol gicamente no corresponden a los producidos en el alfar de
ontscaldes Valls), pero su decoraci n sí reproduce el c digo
iconográfico allí utili ado, por lo ue hay ue plantear la e istencia de un taller local con una producción tremendamente inuida por el programa ornamental característico del citado alfar.
Lo planteado no resulta extraño, pues se ha documentado también en Ampurias (L’Escala), donde sobre recipientes que son
propios de esa ona se plasma la decoraci n fitomorfa característica de ontscaldes Valls) entre el s. II a. C. y principios del
I a. C. Conde justifica esa unidad decorati a como consecuencia
de la “intervención romana en las artesanías indígenas” (Conde,
1991: 164-165).
La producci n de ontscaldes Valls) se inicia a finales del
s. III a. C., si bien es cierto que el tipo de envases y ornamentaciones que se relacionan con los del Bajo Aragón corresponden a un segundo momento de acti idad en el alfar, datado en el
s. II a. C. Conde,
a:
,
Lafuente Re uelto,
:
0). La difusi n de sus productos fue amplia, pues se han recuperado ejemplares allí elaborados tanto en yacimientos ibéricos
como en otros foráneos, e trapeninsulares, recogidos casi todos
ellos en el trabajo que realizó Conde sobre los kalathoi ibéricos Conde,
a, fig. ), a los ue hay ue sumar nue os
hallazgos, como el de Tossal de les Basses (Alacant) (Rosser y
uentes, 00 ) o el de uass biri, 00 , fig. 66).
Iv.6.3. grupo bajo aragón II
Es escaso el volumen de piezas que podemos incluir dentro de
este grupo pictórico, pues son pocos los recipientes ibéricos con
decoración compleja recuperados en Alto Chacón (Teruel) e
259
[page-n-273]
Jarro mediano
Hermético
Kalathos
Plato
Jarro
Cuenco
Plato
Crateriskos
Cuenco
Thymiaterium
Crateriskos
Tapadera
Thymiaterium
Tapadera
4%
8% 12%
36% 12%
12% 8%
12% 12%
8%
4%
12%
4% 8%
8%
4%
8%
8%
8%
Hermé.co mediano
8%
Hermé.co mediano
12% 12%
36%
8% 8%
12%
Kalathos
Jarro
Jarro
Plato
Plato
Cuenco
Cuenco
Crateriskos
Crateriskos
Thymiaterium
12%
12%
36%
Kalathos
12%
Tapadera
inexistentes, hasta el momento, los que con similares características pudieran proceder de otros yacimientos, resultado de las
relaciones comerciales establecidas entre ellos. Así las cosas,
resulta a enturado definir sus características como propias de
un estilo, si bien es cierto, como veremos más adelante, que las
características de los recipientes que en él se incluyen son muy
diferentes a las de los otros estilos o grupos pict ricos identificados en la zona de estudio.
El tipo de recipientes en los que se ha documentado queda reducido a dos: las tinajillas y los kalathoi, identificándose hasta el momento una pieza de cada tipo (Alto Chacón-3,
fig. 4 y ). En cuanto a su morfología, cabe destacar ue en el
primer caso se trata de un recipiente de medianas dimensiones,
que se caracteriza por presentar hombro, un par de asas que
arrancan del borde y un cuerpo con tendencia bitroncocónica.
En el segundo caso, el kalathos posee gran tamaño y es uno de
los pocos ejemplares cuyas paredes del cuerpo presentan forma
bitroncocónica y, además, tienen una inclinación más pronunciada. La disposición de las asas, hacia la mitad del cuerpo,
también resulta singular.
La técnica pictórica utilizada es de tipo mixto, pues se combinan moti os perfilados con otros rellenos de pintura.
La decoración se dispone en uno o dos registros, localizándose el principal en la parte más visible del vaso. Además, éste
se estructura en metopas, más o menos amplias, definidas por
motivos geométricos: unos en vertical, que sirven para acotar
su amplitud RETI y LIN
, fig. 4 ) y otros ue cuelgan
de la banda superior del friso, remarcando el espacio disponible
CIR , fig. 4 y SCIR . , fig. 4 ). Como moti os fitomorfos nicamente se pintan ores en diferentes estadios, con aspecto más o menos realista, y los moti os oomorfos se limitan
a peces y aves. El estilo es sintético, pues son pocos los motivos
que se representan en cada uno de los registros y aparentemente
no existe hilo narrativo que los relacione. Recuerda, en parte, al
recientemente definido estilo simb lico le antino y al estilo
simbólico del área valenciana” (Pérez Blasco, 2011b: 106), con
los que comparte rasgos de un código pictórico propio del periodo cronológico en el que se encuadran dichas producciones
ss. II-I a. C. No obstante, las particularidades señaladas en las
líneas anteriores permiten individualizar los ejemplares de Alto
Chacón (Teruel).
260
Thymiaterium
ig.
. Gráfico en el ue se muestra, en tanto por
el tipo de soportes con decoración compleja
pertenecientes al primer momento del Estilo Azaila.
Tapadera ciento,
Iv.6.4. estIlo azaIla
Se trata del estilo al que pertenece el mayor conjunto de piezas
estudiadas, lo que ha permitido alcanzar un buen conocimiento
del mismo. Se ha optado por denominarlo “Estilo Azaila” por
ser éste el enclave que ha proporcionado la mayor parte de las
cerámicas, representar el periodo de esplendor del estilo (en sentido artístico y de volumen de producción) y por estar presente
en todas las propuestas existentes para la denominación de éste.
Cabe situar sus comienzos en el s. III a. C., localizándose
en los siguientes yacimientos: San Cristóbal (Mata de los Olmos), La Guardia (Alcorisa), El Castelillo (Alloza), El Palomar
(Oliete) y El Cabezo de Alcalá (Azaila). 12 Todos ellos se hallan
bastante próximos entre sí y se concentran en la parte central de
la ona estudiada fig. 4).
emos identificado, al menos, cuatro talleres: uno en El
Castelillo (Alloza); otro en San Cristóbal (Mata de los Olmos), al cual tambi n pertenece un fragmento recuperado en
La Guardia lcorisa) LGSN, fig. ) un tercero en El Cabe o
de Alcalá (Azaila) y del cuarto hemos localizado ejemplares en
La Guardia (Alcorisa) y El Palomar (Oliete). La pericia de los
artesanos ue en ellos trabajaron es muy diferente, sir a como
ejemplo el caso de la pie a IG 46 fig. 3), de gran refinamiento artístico, frente la burda pintura de SCRIS S 6 fig. 3) o
IG 43 fig. 6 ), lo ue denota el trabajo de manos diferentes,
correspondiendo las del segundo grupo, tal vez, a aprendices.
Los soportes escogidos para representar decoraciones complejas son: recipientes con cierre hermético de mediano tamaño,
kalathoi, jarros, platos, cuencos, tapaderas, crateriskoi y thymiateria fig.
), ue constituyen un conjunto reducido de
pie as einte ejemplares con tipo definido, más uince fragmentos informes) si las comparamos con las ue forman parte
del segundo momento del estilo.
En ese primer tiempo, la técnica que predomina es, indiscutiblemente, la de la tinta plana, si bien, en algunos motivos se
combina con la del perfilado.
12 La publicación del Diario de Excavación de Cabré, correspondiente al año 1942, permite encuadrar cronológicamente algunas piezas
en un momento de ocupaci n anterior al de la fase final del encla e
(Beltrán Lloris, 2013: 244-245).
[page-n-274]
En cuanto a la estructuración de los registros decorativos, se
constata la utilización indistinta del continuo y del metopado, si
bien es cierto que, dependiendo del tipo de soporte escogido se
atestigua uno u otro. De este modo, en el caso de los kalathoi y
el olpe se emplea el metopado, mientras que en los crateriskoi,
platos y cuencos se documenta el continuo.
Los protagonistas de la ornamentación pueden ser tanto los
moti os fitomorfos como los oomorfos o antropomorfos representados de forma más o menos realista), e istiendo combinaciones posibles entre ellos en el caso de que el espacio decorativo esté metopado. Las composiciones, por su parte, aunque
cuentan con motivos secundarios, no resultan abigarradas.
La temática representada es recurrente en el caso de los vasos con decoración de tipo vegetal, pues está muy presente el
tallo ondulado del ue surgen diferentes elementos egetales.
Tambi n destacan: las ores con corola tubular, ue pueden
pintarse de diferentes maneras en solitario, formando parte de
un roleo, etc.) los frutos, ue aparecen en solitario, seriados y
entrela ados por una línea recta o formando parte del moti o
T LL fig.
6 ) y las herbáceas, moti o ue estará muy
presente en el siguiente periodo.
En el caso de las escenas protagonizadas por animales, el
tema ue se ha identificado en mayor n mero es el del ata ue de
lobos a cérvidos, pudiendo intervenir en la escena algunas aves,
fundamentalmente carro eras. Tambi n se ha documentado una
escena con dos a es afrontadas, separadas por una estili aci n
vegetal, de marcado valor simbólico, y otra incompleta en la que
los protagonistas serían un grupo de peces. Cabe tener presente
que en una de las piezas del Castelillo (Alloza) se documenta
la primera representaci n de un b ho mirando directamente al
espectador fig. 6 ), por la repercusi n ue en la historiografía
ha tenido dicho motivo.
Respecto a las escenas en las ue aparece la figura humana,
señalar que los protagonistas siempre son individuos masculinos y van encaminadas a exaltar las virtudes y destrezas de
stos, bien sea mediante la ca a o el enfrentamiento indi idual
o colectivo. En cualquier caso, la valía queda recompensada
presa capturada, trofeo, heroi aci n, etc.). Tampoco faltan las
representaciones alusi as a posibles celebraciones p blicas,
aun ue resultan poco frecuentes.
Tras analizar las piezas, hemos podido individualizar la actuación del mismo pintor en algunos vasos. Por una parte IG150
y Castelillo SN fig. 64) corresponde al mismo artista, como se
aprecia por la forma de reali ar la cabe a del indi iduo masculino, así como por los motivos con los que decora las alas de los
recipientes, su disposición y acabado. Por otra estarían las pieas IG 4 , 4 ,
y IG 3 fig. 64), IG
fig. 66) e IG 4
fig. 6 ). e nue o, apreciamos el mismo modo de reali ar las
cabezas de los personajes masculinos en todos los ejemplares,
la casi inexistente presencia de cuello y los cuerpos robustos, en
ocasiones desproporcionados. Los caballos presentan la misma
frontalera, el acabado de las pe u as es similar y, en el caso de
que se les represente a la marcha aparecen con las patas dispuestas de manera muy parecida IG 4 , 4 ,
y IG 3, fig. 64).
Por otra parte, también existe similitud entre los carnívoros (perros y lobos), las aves (buitres y otras indeterminadas de pequeño tamaño) y unos motivos vegetales compuestos por el mismo
tipo de or L R 3.6 y 3. , fig. 3).
Por ltimo, cabe hablar de la presencia de letreros pintados en algunas de las piezas aquí incluidas. En el caso de los
kalathoi aparecen sobre el ala, mientras que en los crateriskoi
y cuencos se disponen en las paredes externas del cuerpo. Los
primeros están decorados con escenas figuradas, mientras ue
en el resto la temática es fitomorfa. La longitud de los te tos es
considerable, más si los comparamos con otros ejemplares del
Cabezo de Alcalá (Azaila) a los que hemos hecho alusión en el
capítulo dedicado a los soportes, y todos se han documentado en
El Castelillo (Alloza).
El resto de las decoraciones se encuadran entre los ss. II-I a. C.,
momento de má imo orecimiento artístico, producci n de
gran volumen de piezas (trescientos sesenta y dos vasos y trescientos once fragmentos recuperados) y mayor e pansi n del
estilo, pues se localiza en casi todos los yacimientos indicados
en el mapa del Capítulo II fig. 4), a e cepci n de: lto Chac n
(Teruel) y San Antonio (Calaceite), que pertenecen a un grupo pictórico cada uno; San Cristóbal (Mata de los Olmos) y El
Castelillo llo a), por pertenecer a la primera fase del estilo
Azaila; Valmesón (Daroca), del que desconocemos su adscripci n estilística por ue solamente se ha publicado un fragmento
con decoración compleja; y Els Castellans (Cretas), por considerar ue dada su ubicaci n, y teniendo en cuenta los fragmentos conocidos con el tipo de decoración que analizamos en este
trabajo, es más posible que su decoración estuviera relacionada
con la de San Antonio (Calaceite) y con la de la zona catalana.
Como se puede obser ar, la dispersi n geográfica del estilo no
es muy amplia, pues se encuentra muy focali ada, presentando
como límite superior el cauce u ial del Ebro solamente superado por Celsa, Velilla de Ebro) y desarrollándose en zonas irrigadas por sus a uentes, como hemos especificado en el capítulo
dedicado a la descripción de los yacimientos.
Los soportes sobre los que se plasma son variados y amplían
el repertorio escogido por los primeros talleres fig. 0), con un
claro predominio de las tapaderas, los kalathoi y los recipientes
de mediano tamaño con cierre hermético. No obstante, los tipos
que resultan más característicos de este estilo, por estar poco
presentes en otros conocidos, son: los recipientes de gran tamaño con cierre hermético, los vasos con resalte, los crateriskoi y
los thymiateria.
La técnica pictórica que predomina en la realización de las
decoraciones es la mixta, pues aunque la mayor parte de los
moti os se confeccionan con la de la tinta plana, es com n ue
alguno de los elementos ue los conforman apare ca perfilado.
La estructuración de los registros es variada, documentándose tanto los frisos continuos como los metopados y apareciendo, incluso, combinados en el mismo aso. Las preferencias por
seleccionar una determinada manera u otra están relacionadas
con el tipo cerámico en el ue se desarrollan fig. 4 ). sí pues,
retomando los datos expuestos anteriormente, en el caso de los
recipientes de gran formato con cierre herm tico presentan mayoritariamente la distribución mixta, seguida de la continua y
es inexistente la metopada. En los recipientes con resalte solamente se ha documentado la mixta. En las tinajillas abunda
la metopada, seguida a cierta distancia de la continua. Los tres
tipos de estructuración de registros se documenta en los recipientes de mediano tamaño con cierre hermético, aunque predomina la continua. En los kalathoi se utili an en mayor n mero
los metopados, aunque también hay estructuras continuas. Los
261
[page-n-275]
Hermético grande
Hermético
Hermético
grandemediano
Hermético mediano
R. con resalte
Tinajilla
Kalathos
R. con resalte
Kalathos
Jarro Tinajilla
Jarro
Hermé/co grande
4,2 8,4
2,8
8,68
8,68
4,2 8,4
2,8
1,96
1,96
Hermé/co grande
R. con resalte
R. con resalte
Tinajilla
Tinajilla
Hermé/co mediano
Hermé/co mediano
16,24
26,89
16,24
26,89
Kalathos
Jarro
Plato
9,8 9,8
19,88 19,88
0,28 0,28
0,84 0,84
Jarro
Plato
Cuenco Cuenco
Tapadera Tapadera
ig. 0. Gráfico en el ue se muestra, en tanto por
ciento, el tipo de soportes con decoración compleja
pertenecientes al segundo momento del Estilo Azaila.
Thymaterium
Thymaterium
Crateriskos
Crateriskos
jarros presentan distribuciones de tipo mixta y continua, si bien,
predomina la primera de ellas. En el caso de los platos, lo que
más abunda es la estructuración continua, seguida de la metopada. Aunque en las tapaderas está atestiguada la utilización de
los tres tipos de registro, el metopado y el mixto están presentes
de manera meramente testimonial. Los crateriskoi escogen mayoritariamente el friso para distribuir su decoraci n, si bien es
cierto que existe un ejemplar en el que se utiliza el tipo mixto.
Por ltimo, en el caso de los thymiateria se aprecia el uso principal del friso, si bien, tambi n e iste alg n ejemplar con una
distribuci n mi ta. Seg n lo e puesto, a pesar de no e istir una
distribución exclusiva en el estilo, sí apreciamos ciertas pautas
de regularidad por tipos.
El protagonismo de las ornamentaciones recae tanto en los
moti os fitomorfos como en los oomorfos y antropomorfos,
pudiendo aparecer combinados en un mismo vaso. No obstante,
el grueso de las piezas aquí estudiadas presenta decoración de
tipo vegetal, que es la gran protagonista del estilo, si bien, lo
espectacular de las otras dos ha ensombrecido y distorsionado
la visión que se tiene de él.
En las composiciones se ad ierte una clara diferencia entre
las de tipo egetal y las figuradas. En algunos ejemplares de
las primeras, la composición pude resultar abigarrada a primera
vista, si bien, esa sensación se consigue no por presentar una
amplia cantidad de motivos, sino por la complejidad que aduieren los plasmados. Por su parte, en el caso de las figuradas,
aun ue e iste alg n ejemplar sencillo, lo normal es ue el es
pacio disponible para ser decorado esté repleto de motivos de
diferente naturale a.
Como ocurría en el momento anterior del estilo, la temática egetal es bastante uniforme. estacan los tallos ondulados
integrados por diferentes elementos, las hojas cordiformes con
capullos orales y los roleos egetales, aun ue tambi n están
presentes las ores, los frutos y las herbáceas. La presencia de
“ojos” en ciertos motivos ha llevado a relacionarlos con Tossal
de les Tenalles (Sidamunt) y a proponer una cronología ligeramente más antigua para esos ejemplares (Cabré, 1944), del
mismo modo ue la característica hoja cordiforme se relaciona
con las producciones de Nueva Cataluña (Conde, 1998: 326).
No obstante, la presencia de esos “ojos” en ejemplares tardíos
262
Kalathos
indica que se trata de una reminiscencia de la decoración propiamente catalana, pero no debe tomarse con criterio cronológico de antigüedad.
La rigurosidad de los esquemas compositivos aplicados lleva a plantear que se trata de un código bien aprendido, donde
queda poco margen para una improvisación que vaya más allá
de la ligera modificaci n de ciertos elementos. Coincidimos con
Tortosa (2004a; 2006) en que, para este momento, las decoraciones de este tipo se reali aron semi en serie y ue no fueron
fruto de un encargo personali ado.
Entre los es uemas compositi os se dan asociaciones dife
rentes en n mero y ariables) entre los siguientes moti os e
getales: T LL
L
y R LEVEG L
y T LL R LE
y T LL T LL y T LL
L , R LE y
R LE
VEG,
y T LL
L , R LEVEG,
y T LL
L ,
, L R y R LE fig. 4 6 ).
Los vasos en los que las escenas están protagonizadas por
animales son mayoritariamente kalathoi, si bien, también existen ejemplares pintados sobre recipientes herméticos de gran
tama o y alg n ue otro ejemplar sobre pie as de mediano
tamaño con cierre hermético, platos, tapaderas, crateriskoi y
thymiateria, aunque son los menos. El horror vacui de los kalathoi se aprecia también en los crateriskoi, mientras que en
el resto de soportes los motivos secundarios están menos presentes, quedando reducidos a lo mínimo imprescindible para
ambientar la escena.
Los temas plasmados son bastante recurrentes. El que está
más presente es el de la persecución de los predadores (lobos)
a sus víctimas (ciervos y jabalíes), a las cuales acosan hasta
conseguir darles alcance y muerte. Tras la ingesta de alimento, los despojos de los capturados quedan a merced de las aves
carroñeras (buitres) que merodean el escenario con bajo vuelo.
Dichas escenas, en ciertas ocasiones, están contrapuestas directamente con las de preservación de la vida (amamantamiento),
en una muestra clara del ciclo de la vida (nacimiento-crecimiento fallecimiento)
lmos y Blá ue , 006: 3 3 ). tros
de los temas habituales están protagonizados por aves. Resulta
frecuente ue sean del mismo tipo o similar y ue apare can
en actitudes parejas, bien afrontadas a alg n elemento egetal
o ritual (posible altar o thymiaterium), bien formando parte de
una sucesión de aves o sobrevolando el espacio. También están
presentes las serpientes y los peces, aun ue en menor n mero y
[page-n-276]
en disposiciones ue no siempre son l gicas. Por ltimo, se alar
el protagonismo ue ejercen determinados moti os con forma
de ala sobre algunos de los recipientes. En ese caso se trataría
de la sustitución de la parte por el todo, entendiendo que su
presencia hace referencia a un a e en concreto con un alor o
sentido simbólico.
El n mero de asos en los ue está presente la figura humana es realmente escaso en este momento, insistiendo en que las
verdaderamente protagonistas del estilo Azaila son las decoraciones fitomorfas. Solamente se ha documentado sobre kalathoi
en La Guardia (Alcorisa), El Cabezo de Alcalá (Azaila) y en
un fragmento informe del Palao lca i ), si bien, dadas las
singulares características de ese ltimo ejemplar, y a la espera
de que aparezcan otros que permitan determinar si realmente
se debe incluir en este estilo o pertenece a otro grupo pictórico,
no se tiene en consideración para las apreciaciones de conjunto
que planteamos.
Las pie as a las ue a uí hacemos referencia sí responden
al prototipo de vaso de encargo planteado por Olmos (1987a),
pues su producci n se reali de forma indi iduali ada. Los
temas tienen una variabilidad reducida, estando presentes: la
caza, el trabajo ritual de la tierra y la ceremonia. Estos temas,
aunque el primero también aparece junto a otros protagonizados
por animales, se pintan en el mismo recipiente, formando parte
del mismo mensaje: la abundancia ue ofrece la naturale a, cuyos frutos gestiona la clase aristocrática. La presencia e clusi a
de varones en este tipo de escenas indica que el protagonismo
de las mujeres era visible en otras actividades que no se testimonian en la decoración pintada.
Tras analizar las piezas hemos podido individualizar varios
talleres en funci n de las características morfol gicas de los
soportes, acabados de las piezas, composición decorativa, estructuración interna de la ornamentación, temas y motivos representados. Son los siguientes: La Guardia (Alcorisa), Masada
de la Cerrada o Calanda), Tiro de Ca n lca i ), El Palao (Alcañiz), Cabezo de Alcalá (Azaila), Piquete de la Atalaya
uara), La Corona uentes de Ebro), Cabe o de las Minas
(Botorrita) y Durón de Belmonte (Belmonte de Gracián). Cada
uno de ellos alude a las piezas que en el yacimiento epónimo se
han recuperado, salvo las del Cabezo de Alcalá (Azaila), cuya
difusi n fue más amplia, abarcando al resto de yacimientos
pertenecientes a este segundo momento del estilo Azaila.
263
[page-n-277]
[page-n-278]
V
Contextualización arqueológica
V.1. INTRODUCCIÓN
Las cerámicas ibéricas con decoración compleja constituyen
un bien escaso, pues su distribución fue restringida. En el Bajo
Aragón, el número de yacimientos en los que se han documentado es reducido, ya que casi no superan la treintena. Además, en
el caso de que se localicen varias piezas en uno de ellos, tienden
a concentrarse en unos pocos espacios, siendo frecuente el hallazgo de diversos vasos de ese tipo en el mismo departamento.
Todo ello dibuja un panorama en el que un reducido número de
personas, pertenecientes al grupo de los privilegiados, tuvo acceso a ese tipo de productos, considerados un bien de prestigio.
La naturaleza de los yacimientos en los que se han documentado, en la zona estudiada, se limita a poblados, necrópolis
y centros artesanales, si bien, en el primero de los casos podemos diferenciar entre espacios domésticos y cultuales. Conocer el tipo de contexto en el que se recuperaron las piezas es
esencial para poder interpretar correctamente su funcionalidad
y relacionarlo con las decoraciones que presentan, pues resulta
primordial para comprender su significado Bonet e I uierdo,
2001: 306; Marín Jorda et al., 2004: 131; Olmos, 1996c: 82). La
importancia de llevar a cabo dicha praxis ueda re ejada en los
ltimos estudios reali ados al respecto ranegui,
a Bonet, 1992, 1995; Fuentes, 2006; Grau, 1996; Grau et al., 2008;
lmos,
a P re Blasco, 0 a, 0 b Tortosa, 00 Uro
Rodríguez, 2012, 2013). No obstante, los contextos conocidos
son escasos, ya que la mayoría de cerámicas proceden de excavaciones antiguas en las que no se detallaba, de manera precisa,
el espacio en el que se recogieron ni se referenciaban estratigráficamente. sí mismo, el paso del tiempo y el trasiego de las
piezas de unos museos, cajas o estantes a otros, ha contribuido
a la pérdida de información relevante. Sirva como ejemplo el
problema suscitado con un grupo de materiales recuperados por
Gil. Éste nunca publicó los resultados de sus intervenciones y,
tras su fallecimiento, la iuda los identific como pertenecientes
a La aida Teruel), hasta ue a os más tarde Cabr , basándose
en la trayectoria profesional de aquél y en las características ornamentales de las piezas, dedujo que debía tratarse de una confusión de términos, correspondiendo los materiales, realmente,
al Cabe o de lcalá
aila) Cabr ,
6a:
6).
En las líneas que siguen abordamos exclusivamente aquellos contextos bien conocidos, ofreciendo una recopilación de
lo publicado hasta el momento.
V. . ESP CI S CULTU LES
Los contextos religiosos no son muy comunes entre las piezas
estudiadas, pues solamente se conoce un edificio al ue se le
atribuyen funciones religiosas en El Cabe o de lcalá
aila).
Éste queda inserto en el núcleo habitado, tratándose, por tanto,
de un templo urbano Moneo,
: 4 4 ).
v.2.1. cabezo de alcalá (azaIla) (FIg. 181 y 182)
pesar de ue e isten tres posibles edificios sacros en el poblado, solamente se han identificado con certe a pie as con decoración compleja en el templo in antis. Éste se sitúa en la parte S.
del cabezo, concretamente en el extremo NW. de una manzana
de casas con las que limita a ambos lados, no quedando exento.
Su ubicación es singular, pues se encuentra en un cruce de calles
frente al acceso principal del poblado, por lo que resultaba fácilmente visible. El ingreso al mismo se realizaba directamente
desde la vía.
Contaba con una planta rectangular y una superficie apro imada de 29 m2, por lo ue dado su modesto tama o, a pesar de
estar dedicado al culto público no albergaría en su interior gran
número de devotos.
Los materiales constructivos empleados fueron variados. Se
utilizó la piedra para realizar la cimentación y el zócalo. Las paredes se levantaron con tapial, revestido en su parte interior con
265
[page-n-279]
0
50 m
ig.
. Plano del Cabe o de lcalá
aila), elaborado a partir del publicado por Cabr
): . Casa 6 de la calle
. Templo in
antis 3. epartamento 3 de la calle B 4. Casa 3 de la calle C . Casa de la calle 6. Casa de la calle G . Cámara de la calle
8.-Casa 6 de la calle G; 9.-Casa 1 de la calle E.
una capa de estuco decorada con pinturas del primer estilo pompeyano Beltrán Lloris,
0: 4 Mostalac y Guiral,
).
Ese material también se empleó en la decoración del entablamento y las molduras de la cornisa y el frontón. La cubierta,
no conservada, sería a dos aguas y los pavimentos, realizados
con opus signinum, fueron decorados con sencillos mosaicos
geom tricos ue contribuían a diferenciar espacios Cabr ,
1925: 309-310).
El edificio contaba con arias partes: la pronaos del templo,
de pe ue as dimensiones y con dos columnas in antis; y la naos,
que a su vez se subdividía en un espacio al mismo nivel que
el de la antesala y otro, al fondo, sobreelevado por un podium
realizado con piedra caliza. Sobre éste se situaba un grupo escultórico, en bronce, formado por un caballo, un personaje masculino de pie y una figura femenina, de la ue no e iste acuerdo
sobre cuál sería su ubicación concreta ni tampoco sobre la identificaci n del conjunto Cabr ,
Beltrán Lloris,
6:
lmagro Gorbea y Berrocal,
:
). En cual uier caso, el
personaje principal del grupo escultórico era el varón, pues es el
que está centrado en el espacio y frente a él, pero bajo el podium,
se situaba un ara de piedra Cabr ,
, fig. 3).
Entre los diferentes objetos que se recuperaron en su interior
se encuentran:
En cerámica: Cuatro recipientes de gran tama o y cierre
herm tico fig. 34 36 y 4 ) ue irían acompa ados por sus respectivas tapaderas, aunque no todas se han conservado. Estas
266
piezas poseen grandes dimensiones, lo que las convierte en
idóneas para almacenar productos. En el momento de su hallazgo estaban muy fracturadas y no se pudo detallar el lugar
exacto de procedencia. Consideramos que se dispondrían directamente sobre el pavimento de la naos y se utilizarían para
almacenar los productos ofrendados, pudiendo constituir ellos
mismos, per se, una ofrenda uentes, 0 : 343). Por otra parte, nos llama la atención que en ese espacio sagrado no se haya
documentado ninguna cerámica importada.
La ornamentación que predomina en estos recipientes es la
fitomorfa, plasmándose en ellos la e istencia de una abundante
y fecunda vegetación. Solamente en una pieza aparece otro friso
decorado con una serie de aves, entre las que se intercala alguna
ue otra serpiente y pe entero o consumido), en ueltos por una
rica naturale a fig. 36). Es curiosa la asociaci n escogida por
el artista para ornamentar dicho friso, pues cada tipo de representaci n faunística pertenece a un medio natural diferente a reo, terrestre y acuático). La oposición entre estos seres resulta
e idente, tanto en la forma de despla amiento uelan, reptan y
nadan), como los medios en los que se mueven y las asociaciones de las ue son objeto las a es se relacionan con lo di ino y
celestial, mientras que las serpientes lo hacen con el inframundo.
Al mismo tiempo, uno de los peces, el consumido, aparece sobre
una posible ara oti a, por lo ue pudo haber sido sacrificado).
Resulta sugerente aludir aquí a la vinculación existente entre las aves, los humanos y las divinidades, pues actúan como
[page-n-280]
Fig. 182. Templo in antis del Cabe o de lcalá
aila) y alguna de las pie as con decoraci n compleja en l recuperadas:
43 6
3 y 43 6
4 otos: Museo r ueol gico Nacional. . Martíne Le as) y aila 40 oto: . Cabr ).
intermediarias entre esos dos mundos, el real y el sobrenatural
lmos y Tortosa, 0 0: 43).
Cabe tambi n hacer menci n a otro recipiente de los se alados fig. 34), pues en l aparece un a e y un pe aislados en
un entorno vegetal fecundo. El primero de ellos está enmarcado por una estilización vegetal que podría ser una abstracción de palmera, representando de manera más clara la parte
ue corresponde a la corona Mata et al., 00 Mata et al.,
2010), en cuya zona superior aparece un fruto. En este caso,
la disposición recogida de sus dos brazos inferiores podría hacer alusión al cobijo que la palmácea proporciona al ave, pues
anida en ella. En este sentido, cabe recordar que hemos visto la
asociación entre aves y palmera en otro ejemplar del Cabezo
de lcalá
aila) fig. ). Los autores clásicos identifican esa
herbácea con el árbol de la vida, con las consiguientes connotaciones que conlleva, resultando evidente su relación con la
fertilidad y abundancia Mata et al., 00 : 6). Por otra parte,
el pez aparece en una metopa repleta con un motivo vegetal
complejo y es uemati ado R LEVEG . , fig.
). Se sit a
en la parte inferior de éste, entre dos roleos de los que surge el
resto de la composición.
El programa iconográfico re ejado en los asos alude a una
naturaleza fecunda, por lo que las ofrendas entregadas y depo-
43 6
,
sitadas en ellos irían acompa adas de s plicas propiciatorias de
la abundancia.
En bronce Cabr ,
): Un pe ue o jabalí. Restos de
otra escultura zoomorfa, concretamente de un cuadrúpedo ungulado, sin que se pueda detallar la especie a la que pertenece. Una placa de la que Cabré dice que por una de sus caras
recuerda a la palma de una mano humana, por lo que podría
tratarse de una t sera. Por ltimo, dos posibles mangos de un
instrumento indeterminado.
-Materiales varios, como: hierro, bronce y madera están
presentes en una catapulta que se halló en la naos del templo, a
la derecha del ara votiva. Su presencia obedece a la defensa de
este espacio sacro frente al ataque sufrido en el último momento de la ciudad. Tras la resistencia fallida, los habitantes iniciarían la huída, abandonando allí el arma, que acabó carbonizada
Beltrán Lloris,
6: 44 y ). tros autores han interpretado
su presencia como un trofeo de guerra ofrendado lmagro
Gorbea y Berrocal,
:
ourcade, 00 : 0 ).
El periodo de uso del templo abarcaría la horquilla temporal comprendida entre el s. II a. C. y el primer cuarto
del I a. C., momento en el ue se produciría el iolento final
del poblado.
6
[page-n-281]
0
50 m
ig. 3. Plano de San ntonio Calaceite), elaborado a partir del publicado por Moret et al. 006), en el ue se detallan las estancias en
las que se recuperaron cerámicas con decoración compleja: 1.- Departamento 1; 2.-Departamento 2; 3.-Departamento 3; 4.-Estancia F de
la vivienda 5; 5.-Departamento 9.
V.3. CONTEXTOS DOMÉSTICOS
Se trata del contexto que resulta más frecuente entre las cerámicas estudiadas, si bien, el tipo de dependencias en las que
aparecen puede tener funcionalidades diferentes almac n,
cocina, pasillo, departamento principal, etc.). Al analizar su
distribución espacial en los yacimientos, apreciamos que el
número de viviendas en las que se recuperaron piezas con decoración compleja es escaso. Además, si tenemos en cuenta el
volumen de vasos hallados en cada una de ellas, apreciamos
cómo existe una clara concentración en un reducido grupo de
unidades habitacionales.
v.3.1. san antonIo (calaceIte) (FIg. 183)
Son varias las piezas que se han localizado en diferentes viviendas de la zona del poblado correspondiente a la segunda
fase constructiva, datada en el s. III a. C. Dichas residencias
tenían un tama o superior a las de la primera fase, su planta era
rectangular y contaban con dos alturas, pues aprovechaban el
desnivel de terreno. La superior se dedicaba a vivienda propiamente dicha, mientras que la inferior se destinaba al almacenaje
de productos de variado tipo.
En su construcción se empleó mampostería de piedra para el
zócalo, mientras que las paredes se levantaban con adobe o tapial y se les aplicaba una capa de cal. El piso existente entre una
y otra planta se forjaba con vigas de madera, entramado vegetal
y barro apisonado. Finalmente, el techo se realizaba de manera
similar, con madera, materia egetal y barro Cabr ,
4: ).
268
El final del poblado se produjo en un momento indeterminado del s. II a. C. de forma violenta, a juzgar por el importante
nivel de incendio documentado y el nutrido número de armas
que se recuperaron en sus calles y casas, claro indicativo de que
esos espacios fueron escenario de un acto bélico que acabó con
la ida del encla e Moret et al., 2006).
A continuación se describe cada una de las estancias en las
que se recuperaron piezas con decoración compleja, siguiendo
las anotaciones de Cabr
4), y se conte tuali an dentro de
la vivienda a la que pertenecieron:
-Departamento 1: Solamente se conserva el nivel inferior de
la casa almac n).
l se accedía mediante una escalera compuesta por nueve escalones. Recorriendo sus paredes existía un
banco de adobe en el que aparecían incrustadas unas veintinueve
tinajas, cubiertas con tapaderas para proteger su contenido. En
el centro de la estancia había una banqueta rectangular de mampostería con otras diez tinajas y, en medio de ésta, sobreelevada,
una pilastra con tres pie as importadas apoyadas una copa de
barniz negro, un skyphos del tipo Morel 4342a y otra copa de
Camp. , forma Ba)1 Moret et al., 2006: 161-162). Contaba,
Por su e cepcionalidad, algunos autores lo han interpretado como
una posible mesa de ofrendas Pallar s, 6 : 3 36 Bonet y
Mata,
:
), por lo ue en dicho espacio se practicarían cultos
de carácter doméstico y familiar dedicados a sus antepasados. La
carencia de hogar, así como de otro tipo de materiales vinculados
directamente al culto, lle a a cuestionar tal atribuci n. Cabe se alar que en el departamento contiguo, el 2, aparece otra estructura
de similares características.
[page-n-282]
por tanto, con una gran capacidad de almacenaje2 y con unas
piezas de circulación restringida atesoradas por la familia, dado
el amplio periodo temporal ue abarcan la más antigua datada
en el 400 a. C. y la más moderna entre el 225-115 a. C.), aspectos
que denotan el elevado status económico de los residentes de
la vivienda. Recientemente Burillo ha cuestionado que el poder
económico de esa familia agrícola, dedicados al comercio del
vino, como los residentes en la vivienda contigua, tuviera otro
tipo de connotaciones sociales o políticas Burillo, 0 : 0 ).
Los materiales recuperados son abundantes, si bien, no se
ofrece de ellos una relación detallada. Según Cabré, en el espacio existente entre los bancos corridos y el poyo se hallaron
gran cantidad de vasos cerámicos propios del servicio de mesa,
objetos auxiliares, pondera, fusayolas, afiladores de piedra, restos de fauna y diversos instrumentos de hierro.
Respecto a la cerámica con decoración compleja, únicamente se tiene noticia de un fragmento informe, en el que los
moti os pintados son de tipo geom trico y egetal San ntonio 6, fig.
). Lo incompleto de la pie a impide hacer mayores precisiones.
epartamento : Este semi s tano almac n) forma parte
de una vivienda que contaba con otra estancia, comunicadas
mediante una escalera. Era de planta rectangular y compartía
medianera con la vivienda anteriormente descrita.
En este almacén aparecían bancos adosados a las paredes,
en algunos casos discontinuos, en los que se habían practicado
unas oquedades para insertar veintiséis recipientes cerámicos.
Además, en la parte central de la estancia, pero más próximo
al lado N., aparecía una banqueta rectangular de argamasa, con
tres filas de asijas catorce en total), una de las cuales se decor con un moti o figurado San ntonio 3, fig.
) Cabr ,
1908: 220-221).
Junto al banco corrido del lado S. había un ara con un
skyphos de barniz negro y un pondus ornamentado con estampillas impresas. En el suelo, junto a la grada en la que reposaba el
ara, apareci una lan a Cabr ,
4: ).
Se tiene noticia de que en esa zona de almacenaje, pero en
un lugar impreciso, se recogieron otras piezas cerámicas con
decoraci n compleja San ntonio y San ntonio , fig.
),
si bien, lo incompleto de las mismas impide realizar apreciaciones de conjunto.
En la estancia superior de la residencia se hallaron dos lanzas, dos posibles falcatas y una tinaja, de cuyo interior se extrajo
un aso de menores dimensiones Cabr , 0 : 0 Moret et
al., 006, fig.
).
De nuevo, la gran capacidad de almacenaje de la estancia
subterránea3 denota la importancia económica que debía tener
la familia que residía en la vivienda. A ello hay que sumar la
existencia de cerámica importada, un artículo de lujo entre la
sociedad ibérica del momento, aunque en este caso no es muy
abundante. Por ltimo, aludir a la presencia de diferentes armas
dentro de la casa, que se deben vincular al momento convulso
de destrucción del poblado al que pertenece el contexto descrito.
-Departamento 3: En este caso, la vivienda tiene una planta rectangular y estrecha, subdividida en dos estancias que
se encuentran a diferentes niveles, pues la más interna está
pro imadamente unos . 3 litros Burillo, 0
3
Estimada en .600 litros Burillo, 0
: 0 ).
: 0 ).
casi prácticamente excavada en la roca. La comunicación entre ambas se producía a través de una escalera compuesta por
cinco pelda os.
En la estancia superior únicamente se hallaron dos mandíbulas de ovicáprido y una pieza de cerámica probablemente destinada a la cocina, pues de ella se dice que es tosca.
La escasez de materiales de dicha estancia contrasta con los
recogidos en la inferior, dedicada al almacenaje de productos
Cabr , 0 : 3 4, 0
0). En cerámica se recuper : la
parte inferior de un recipiente indeterminado; una copa; cuatro
tapaderas; una taza; una botella; una imitación de guttus Morel
0), interpretada como lucerna Burillo,
3
4) y un oinochoe con ojos apotropaicos pintados fig. ). Por tanto, gran
parte ellos se utilizaban para el servicio de mesa, mientras que el
resto se incula al almacenaje de productos como contenedores
u objetos auxiliares que protegían el contenido de esos recipientes). En cuanto a las producciones importadas, resultan escasas,
pues únicamente se da noticia de una copa de barniz negro.
Por otra parte, apareci gran cantidad de pondera en barro,
entre los que destacan tres por estar ornamentados. Del mismo
material se recuper una pe ue a bolita completamente decorada con puntos y líneas incisos.
En hierro se documentó una lanza y dos rejas de arado,
mientras que en cobre se hallaron unas pinzas.
En hueso se identific un disco con un orificio central de
difícil atribución.
Por ltimo, en piedra, un pulidor y tres cantos trabajados.
El ajuar, por tanto, no es de los más destacados del poblado, correspondiendo a una familia modesta, como también se
deduce de las dimensiones y características de la vivienda en la
que residían.
-Departamento 5: Corresponde a la vivienda de mayor tamao del poblado. La planta de sta, rectangular, está subdi idida
en ocho estancias de desiguales dimensiones. Contaba con dos
accesos diferentes, situados a ambos extremos de la fachada
principal, y la comunicación entre las diferentes alturas de la
vivienda se realizaba a través de escaleras.
Son pocas las descripciones disponibles sobre la estancia
a uí tratada, lo ue dificulta su interpretaci n. Seg n Cabr , es
el departamento más rico en cuanto a materiales arqueológicos
y restos ar uitect nicos se refiere, pero en cambio no se detallan de manera e hausti a los objetos ue albergaba Cabr ,
4:
3). Para reali ar una restituci n del contenido de la
i ienda lo más fiel posible, se han completado sus descripciones con las que aparecen en el diario de excavación de Bosch
Pallar s, 6 ), cuya numeraci n de estancias se utili a en las
líneas que siguen.
En la estancia 9I apareció escasa cerámica, una espada
tipo La Tène y restos de otra posible. En la contigua, la 12, se
extrajo una espada del mismo tipo que la primera apuntada y
restos cerámicos, que también se localizaron, aunque en reducido número, en el pasillo que daba acceso a los diferentes nieles de la i ienda. Por el contrario, en la estancia
se dice
que había gran cantidad de cerámica y en ella también se recuperó un botón de bronce. La habitación contigua, la 9II, proporcionó restos de hierro que podrían corresponder a dos espadas,
algunos fragmentos de cerámica y un broche de cinturón realizado en bronce. En un nivel inferior se encuentra la estancia
J, objeto de intervenciones anteriores, no detallándose nada de
269
[page-n-283]
lo allí recuperado. Por ltimo, el semi s tano estaba di idido
en dos estancias, la E y la F, parcialmente excavadas por Cabré. En la F salieron cerámicas ricamente ornamentadas, alguna de ellas con decoraci n compleja de tipo fitomorfo San
ntonio y San ntonio , fig.
), una punta de echa y
un anillo de bronce, pondera y fusayolas en número indeterminado, tro os de hierro y un molino de granito de pe ue as
dimensiones,4 por lo que esta estancia sería utilizada como una
zona de producción o de reserva de los instrumentales dedicados a tales fines. inalmente, en la E aparecieron restos de un
ánfora, que pudo estar incrustada en una oquedad practicada en
la roca, y muchas cerámicas, tratándose, tal vez, de una zona
de almacenaje.
En base a las características de la vivienda y a los materiales
en ella recuperados, se sabe que perteneció a uno de los personajes destacados del poblado. La gran presencia de armas se
relaciona con el momento final del encla e, cuando fue atacado
de forma violenta y sufrió un incendio parcial, aunque recientemente se ha planteado la hipótesis de que realmente el poblado
no sufriera asalto alguno, sino que la presencia de armas en los
vestíbulos de las casas, próximos a la puerta de acceso, deba
relacionarse con una práctica ritual documentada en algunos
yacimientos ibéricos del NE. peninsular, consistente en su exhibici n Moret et al., 2006: 164).
-Departamento 9: Corresponde a una de las estancias de una
i ienda estrecha, de planta rectangular y arias alturas Cabr ,
1984: 23-24). La habitación que aquí se describe limitaba al W.
con la muralla y no era la de mayor tama o de la casa. Casi
todo su perímetro estaba recorrido por un banco de barro con
oquedades, si bien, y a diferencia de lo que ocurría en otros casos, no albergaban vasijas contenedoras. Además, en esa habitación aparecían varias cubetas, utilizadas en la transformación
de productos que contenían líquido. En la estancia, además, se
recuperaron: un plato con decoraci n fitomorfa San ntonio ,
fig. 3), un aso de barni negro, pondera, una fíbula de cobre, un mortero de granito, restos óseos y otros objetos que no
se detallan. La estancia, por tanto, parece que se utilizó como
zona de transformación y producción, al mismo tiempo que de
almacenaje, aunque éste también pudo realizarse en materiales
perecederos madera o fibras egetales). La i ienda presenta
características más modestas que la anteriormente descrita y result incendiada en el momento final del poblado.
Con lo expuesto en este y anteriores capítulos, se aprecia cómo la élite aristocrática del enclave residía en el barrio bajo del poblado, construido en el s. III a. C. Moret et al., 2006: 160). Las
i iendas de esa ona eran de mayor tama o, tenían gran capacidad de almacenaje, cerámicas con decoración compleja e importaciones, lo que denotaba su poderío económico con respecto al
resto de habitantes. Por otro lado, el ue la mayor concentraci n
de armas se encuentre en esa zona no es baladí, sino que es otra
muestra del elevado nivel económico de esas familias. Además,
dado que contaban con abundantes víveres y allí residían los
personajes más destacados, se defendió la zona con especial insistencia, lo que no les libró de las llamas que acabaron con el
poblado entre finales del s. III a. C. e inicios del II a. C.
4
Su tama o permitiría trasladarlo de una estancia a otra, sin precisar
una ubicaci n fija.
0
Llama la atención el hecho de que las cerámicas con ornamentación compleja no se localicen en las zonas más visibles de
las viviendas, sino en las estancias más interiores y menos frecuentadas por los residentes de las mismas, así como por las personas ajenas a la familia que accedieran al interior de las casas.
En este sentido, debemos tener en cuenta que su excepcionalidad ornamental no siempre va vinculada a su exhibición inmediata, es decir, que su uso no era frecuente, sino que considerada
como ajilla de lujo, solamente se utili aría en ocasiones se aladas. Lo anteriormente indicado ata e a las pie as destinadas al
servicio de mesa, no ocurriendo lo mismo con las de almacenaje
u objetos auxiliares asociados a ellas que, además, no suelen
ornamentarse con moti os figurados. stas ltimas, debido a su
gran peso y tama o, uedarían en el mismo sitio de almacenaje.
v.3.2. alto chacón (teruel)
Son varios los espacios en los que se han recuperado cerámicas
con decoración compleja, principalmente viviendas y calles del
poblado. El urbanismo de éste es sencillo, articulado alrededor
de dos calles principales, a cuyos lados se desarrollan las diferentes casas. Los materiales empleados en su construcción son
similares a los descritos en el caso anterior: piedra para el zócalo; adobe o tapial para el alzado, que se revestía de una capa
de enlucido; y, por último, madera, materia vegetal y barro para
la techumbre. Sus dimensiones no eran muy grandes y solían
contar con una, dos o tres estancias trián,
6: 6 Escriche,
00 : 4). ctualmente, en base a los datos disponibles, resulta difícil definir las ue conforman una i ienda. En el caso de
que ésta contara con un único departamento, sería multifuncional, pues serviría como estancia principal en la que se desarrollaban todas las actividades propias de una vivienda. De contar
con más de una estancia, era común que la del fondo actuara
como despensa, mientras que en la principal se ubicaba el hogar.
A continuación detallamos los materiales que componen los
ajuares recuperados en cada uno de los departamentos en los
que se documentaron cerámicas ibéricas con decoración compleja. Para ello, seguimos la publicaci n monográfica ue hasta
el momento e iste sobre el yacimiento trián,
6).
epartamento 6: Posee planta rectangular, un hogar en la
zona central y parece que forma una unidad habitacional junto
al epartamento , al ue se entraba por la calle I. Pr imo al
hogar apareció un grupo de pondera, lo que indicaría que en ese
espacio existía un telar, muy próximo a la pared.
A continuación detallamos otros materiales recuperados.
En cerámica a torno se recogieron: dos tinajas, una tinajilla, un
lebes, una cantimplora, una jarra, un plato, un soporte, un colador, un crateriskos, un cántaro, ocho fragmentos informes, un
jarrito de cerámica gris ampuritana y una imitación de copa de
barni negro con decoraci n fitomorfa fig.
). En barro se
documentaron varios pondera, aun ue en un deficiente estado
de conser aci n. En hierro: un pu al, cla os y dos placas decoradas que probablemente corresponden a un broche de cinturón.
En bronce, dos fragmentos de fíbulas. En plomo se hallaron dos
placas de pe ue as dimensiones, sujetas por pasadores, y una
lámina. En cobre: varias anillas y dos agujas, una para coser y la
otra para recoger el cabello. Finalmente, en hueso: un punzón,
cuatro astrágalos y un hueso seccionado en sus extremos.
El material recogido alude a un contexto doméstico multifuncional, en el que se realizarían actividades de mantenimien-
[page-n-284]
to, producción y almacenaje. Su datación corresponde a la etapa
de mayor esplendor del poblado, que abarca el periodo comprendido entre los ss. II-I a. C.
-Departamento 14: Corresponde a una habitación de planta
rectangular en la que se han documentado varios hogares, uno
pr imo al muro final de la estancia y otro frente a la puerta de
entrada al menos en dos de los casos), testimonio del desplazamiento del área de cocción y de la fuente de calor/luz en ese
espacio Gu rin, 003: 6). El acceso a la i ienda se reali aba
por la calle II.
A continuación ofrecemos una relación de los materiales en
él recuperados. Aparecieron fragmentos de cerámica a mano y
pie as reali adas a torno dos tinajas, un plato y una tinajilla con
decoraci n compleja, lto Chac n 3, fig. 4 ), así como algunas
cerámicas importadas Camp. y B). Por otra parte, se recogieron tres clavos de hierro, dos anillas y una fíbula de cobre, un
punzón de hueso, dos astrágalos y dos fusayolas. El material,
aunque escaso, es el habitual de una estancia doméstica.
-Departamento 20: Corresponde a un espacio abierto situado junto al acceso al poblado, contiguo al puesto de vigilancia
epartamento ). En l se recuperaron fragmentos de cerámica a mano, a torno una tinaja, tres tinajillas, un ta n, tres
platos, una crátera y unos cuantos fragmentos informes, algunos
correspondientes a tejuelos y otros con decoraci n fitomorfa,
lto Chac n y lto Chac n , fig.
) e importadas una pátera precampaniense, un cubilete de paredes finas y un fragmento de terra sigillata hispánica, de la forma Ritterling 8), además
de una fusayola. En metal aparecieron: un pu al de hierro, ocho
anillas de cobre, una campanita y un as de bronce. En hueso:
dos agujas fragmentadas, un machacador, una horquilla y un
fragmento indeterminado ue estaba ornamentado. Por ltimo,
en piedra se halló un machacador y dos molinos.
Los materiales remiten al puesto de vigilancia, en el que
existirían instrumentos para el servicio de mesa, el almacenaje
y la transformación de ciertos alimentos, así como algunos relacionados con la defensa personal. El hallazgo de otros objetos
alude a la presencia femenina fusayola, agujas y hor uillas).
Por tanto, es un espacio en el ue al tiempo ue se cuidaba la
entrada al poblado se practicaban otro tipo de actividades. El
periodo de uso de este departamento fue amplio, pues abarca el
margen temporal comprendido entre el s. III a. C. y el II d. C.,
si bien, según lo visto en otros contextos, resulta plausible proponer como término ante quem para la cerámica ibérica con decoraci n compleja los primeros a os del s. I a. C.
-Departamento 23: De planta rectangular, se sitúa frente al
Departamento 19 y junto al 22. Cuando se publicó se diferenciaron dos niveles, cada uno de ellos con un hogar, por lo que
ese espacio se hace corresponder con una unidad habitacional.
Los materiales recuperados se adscriben al nivel en que fueron
recuperados trián,
6: 3 6).
La única pieza de cerámica con decoración compleja, una
tinajilla lto Chac n , fig. 4 ), apareci en el segundo ni el,
por lo tanto, el más antiguo de la estancia. Junto a ella se recuperó gran cantidad de fragmentos de ollas realizadas a mano, así
como otras piezas a torno: una tinaja de grandes dimensiones,
dos tinajillas, dos kalathoi, dos copas, un plato,5 un soporte, un
Seg n la clasificaci n de
copa con asas.
trián, aun ue podría tratarse de una
crateriskos, un cubilete, alguna pieza indeterminada y numerosos fragmentos informes trián,
6: 3). ichas pie as corresponden a actividades de almacenamiento y servicio de mesa.
De procedencia indeterminada, se recuperaron: parte de un
escudo de hierro, un cuchillo y ocho clavos del mismo material,
tres horquillas y un punzón de hueso, así como un tejuelo de
cerámica a torno.
Llama la atención el hecho de que en este departamento
no se halló ninguna cerámica importada. Su cronología de uso
debió corresponder al periodo comprendido entre el s. III a. C.
y comienzos del I a. C.
v.3.3. el castelIllo (alloza)
En este poblado se ha recuperado un número considerable
de cerámicas ibéricas con decoración compleja, si bien, en
muchos de los casos únicamente se ha detallado que se extrajeron de la ladera N. trián,
), lugar en el ue se situaban las viviendas de la aristocracia local. A continuación presentamos cada uno de esos departamentos, dando cuenta de los
materiales que componían los diferentes ajuares domésticos
trián,
, 66).
-Departamento 4: Este espacio cuenta con una planta cuadrangular de medianas dimensiones. Los materiales empleados
en su construcción son la piedra para el zócalo y el adobe para
las paredes. Como elemento distintivo presenta, al comienzo de
la pared de la derecha, un elemento de refuer o trián,
:
239), permitiéndole soportar mejor el peso de la cubierta.
Entre los materiales recuperados existen fragmentos de cerámicas a mano y a torno, algunas de ellas con decoración compleja: un kalathos Castelillo SN, fig. 64) y arios fragmentos
informes Castelillo y Castelillo , fig.
Castelillo 3,
fig. 30). e las pocas formas identificadas, cabe hacer alusi n
a un recipiente con resalte y tapadera. Además se recogió parte
de una figurita animal en barro, una piedra de afilar y arios
fragmentos de cerámica campaniense A, algunos de los cuales pertenecían a la misma pie a, una copa Lamb.
trián,
1959: 240-242).
El ajuar doméstico con el que contaba la estancia, por tanto,
no era abundante, pero sí distinguido cerámicas con decoraci n
compleja e importadas), lo que denota la posición social destacada de sus propietarios.
epartamento fig. 4): Posee planta rectangular y gran
tama o, el mayor de entre las diferentes estancias e ca adas
hasta el momento. El zócalo se realizó con mampostería de piedra, sobre el que se elevaban las paredes de tapial revestidas de
estuco. l final de la pared de la derecha apareci un pe ue o
banco de adobe recubierto también de estuco. En el centro de la
habitación hay una zona rectangular remarcada por una hendidura practicada en el barro ue, a juicio de trián
66: 63),
no corresponde a un hogar, aunque hay evidencias de fuego
como en el resto del departamento, pues fue un incendio el que
provocó el abandono del poblado. La techumbre se realizaría
con troncos, materia vegetal y barro.
De las piezas recuperadas solamente se da noticia de las
más significati as, por lo ue desconocemos el conte to material real que formó parte del último momento de la estancia
trián, 66: 6
6 Loscos et al., 00 :
). En cual uier
caso, es una de las más ricas del poblado en cuanto a materiales
ar ueol gicos se refiere.
[page-n-285]
ig. 4. Bodeg n de pie as cerámicas con ornamentaci n compleja recuperadas en el departamento
Museo de Teruel).
En cerámica hay testimonios de piezas realizadas a mano,
aunque no eran muy abundantes, y a torno: una tinaja, una tinajilla, un recipiente de mediano tama o y cierre herm tico,
un kalathos con decoración compleja, una sítula, un tonel, dos
olpai uno de ellos con ornamentaci n figurada), un oinochoe,
un jarro, cuatro tazas, tres platos, cuatro páteras, dos cuencos
uno de ellos con decoraci n egetal), tres tapaderas, un guttus,
cinco crateriskoi dos de ellos con ornamentaci n fitomorfa),
dos kantharoi y un cubilete. Un grupo de estas piezas, por tanto, se emplearía para almacenar líquidos, mezclarlos, servirlos e
ingerirlos, correspondiendo cada uno de ellos a tipos diferentes.
El resto cumplirían funciones relacionadas con el almacenaje
de productos sólidos. A ellos hay que sumar la presencia de una
pieza excepcional relacionada con la música y que ha sido identificada con una trompeta.
Por otra parte, en terracota se recuperaron un n mero indeterminado de fusayolas, pondera, bolas decoradas y una figurita
de caballo. El hallazgo de varios fragmentos de morillo lleva a
replantear la utilización de la zona rectangular del centro de la
estancia, con restos de fuego, como un hogar.
En hierro se localizaron varios fragmentos indeterminados y
un anillo, mientras que en hueso se extrajo un punzón.
A tenor de los datos disponibles, observamos cómo existen
ciertos elementos que denotan el carácter singular de la estancia Bonet y Mata,
:
): sus dimensiones destacadas la
presencia de vajilla con decoración compleja en número considerable, alguna de ellas, además, con una inscripción pintada;
del Castelillo
llo a)
oto:
recipientes relacionados con fines lit rgicos sítula y guttus) y
el consumo del ino crateriskoi); la presencia de un posible
hogar cuadrangular, remarcado por una línea incisa, en el centro de la estancia y la utili aci n de morillos lmagro Gorbea,
1993-1994: 126; Almagro-Gorbea y Moneo, 2000: 129), lo que
indica que en su interior probablemente se practicaran banquetes rituales, constituyendo un espacio de culto pri ado Gracia
et al., 1994: 92). No obstante, su catalogación como lugar sacro, no doméstico, debe ser tomada con reservas, habida cuenta
de la dificultad ue entra a la lectura del registro ar ueol gico
disponible, máxime si se considera que las excavaciones son
antiguas y que no se ha publicado todo su repertorio material. Es
por ello ue consideramos más con eniente identificarlo como
un espacio doméstico en el que, en determinadas ocasiones, se
celebraban ciertas actividades religiosas.
Tras analizar las decoraciones complejas del contexto, obser amos ue el 60 presenta temática de tipo egetal los dos
crateriskoi y el cuenco se ornamentan con tallos serpenteantes
que transmiten una sensación de continuidad), mientras que en
el 40 restante es figurada el olpe y el kalathos). Los protagonistas de stas ltimas son animales, no estando presente la figura humana. En el caso del olpe aparecen dos aves afrontadas a
una estili aci n egetal posible moti o heráldico ), mientras
que en el kalathoi se pinta una escena de depredaci n un par de
ciervos marchan a la carrera, como huyendo de un peligro inminente, mientras otro está siendo atacado por un grupo de buitres)
y otra ambientada en un medio acuático, que está incompleta.
[page-n-286]
Fig. 185. Bodegón con diferentes cerámicas con decoración compleja halladas en el nivel III de la estancia B del Cabezo de la Guardia
lcorisa) oto: Museo de Teruel).
La dataci n final de uso de la estancia, a la ue corresponden los materiales enumerados, es de finales del s. III a. C. o
comienzos del II a. C.
-Departamento 9: Se sitúa al lado derecho de la habitación
anteriormente descrita y posee una planta rectangular de dimensiones más reducidas.
En su interior se recuperaron diferentes recipientes de cerámica, tanto hechos a mano como a torno. Los primeros están documentados de manera testimonial, habi ndose identificado un
único microvaso. Los segundos son más abundantes y variados,
entre los ue hay: un recipiente de mediano tama o con cierre
hermético y tapadera, un crateriskos, un ungüentario, un tazón,
un plato, una tapadera, un thymiaterium y algunos fragmentos
informes, presentando uno de ellos decoraci n compleja Castelillo , fig.
). demás se hallaron ocho fusayolas y una
bola de barro. En piedra aparecieron dos morteros, de uno de los
cuales también se conservaba la mano empleada para machacar,
y un molino de mano trián, 66: 6
).
La cantidad de recipientes que conforman el ajuar doméstico es escasa. Debió tratarse de un espacio multifuncional, pues
hemos constatado la existencia de actividades dedicadas a la
transformación, almacenaje y consumo de productos, pero no
a su preparación.
v.3.4. cabezo de la guardIa (alcorIsa)
(atrIán y Martínez, 1976)
El grueso de las piezas cerámicas que presentan decoración
compleja fue recuperado en la estancia B, que formaba una unidad habitacional con la E1 y E2, destinadas al almacenamiento
de productos, y el torreón de vigilancia, en el que se documentó
un horno dom stico Martíne Gon ále ,
0: 4 466).6 La
vivienda tenía planta rectangular y contaba con una doble al6
Martíne
0: 4 ) plantea sus dudas sobre si la planta de la
vivienda era más compleja, debiéndole anexionar las estancias A
espacio principal), posible corral), C y
habitaciones), al no
haber documentado ningún hogar en la primera de ellas.
tura, a juzgar por la presencia en su interior de unas escaleras
de piedra. Los materiales utilizados para su construcción eran:
la piedra para el zócalo, el adobe para las paredes y la madera,
junto a otro tipo de materia vegetal y barro para la cubierta.
En la estancia B, la principal de la vivienda, se han diferenciado varios niveles, entre los que cabe destacar:
-El III, correspondiente al último momento de uso. En él
se recuperaron algunos vasos con decoración compleja: dos kalathoi con decoraci n figurada, así como tres crateriskoi y un
oinochoe con decoraci n fitomorfa fig.
).
La vivienda de esos momentos tenía un hogar en la parte central de esta estancia y un banco corrido, de arena apisonada, en la
pared del fondo. Es precisamente sobre éste donde se disponían
las pie as se aladas Martíne Gon ále ,
0: 46 ). unto a ellas
tambi n aparecieron cerámicas importadas arios fragmentos
de campaniense y B, entre los ue hay una Lamb. paredes
finas, morteros de dediles y olpai romanos) y otras ibéricas
finas: un recipiente de medianas dimensiones y cierre herm tico, un lebes de gran tama o, un kalathos, un oinochoai, un
olpe, un tazón, una escudilla, un cuenco, una tapadera, siete
crateriskoi; de cocina: una olla y un recipiente indeterminado, parcialmente conservado). A todo ello hay que sumar dos
fusayolas y tres bolas de barro decoradas trián y Martíne ,
6: 4 ).
La riqueza de los materiales recuperados en esta estancia
indica el elevado rango social que poseía la familia que residía
en la vivienda. Las piezas decoradas, como ya hemos dicho, se
exponían en un lugar destacado de la habitación, sobre el banco corrido. En él se entremezclaban las que tenían ornamentaci n fitomorfa y figurada, por lo ue a la hora de almacenarlas
primaba la funcionalidad a la que iban destinadas, así como el
tipo de productos que contenían. Además, en destacadas ocasiones adquirían mayor protagonismo, pues se utilizaban en
determinados festejos.
Al analizar las ornamentaciones se aprecia cómo se ha escogido la temática vegetal para los crateriskoi y el oinochoe, siendo recurrente el tema principal tallos continuados), sal ando
las licencias expresivas que se aprecian en cada uno de ellos. En
3
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cambio, en el caso de los kalathoi se pintan diferentes escenas,
en uno de los casos protagonizada exclusivamente por la fauna
y en el otro por ésta y el ser humano, conjugándose sus quehaceres en alguna de ellas.
El contexto de uso de la vivienda, en base a los materiales
localizados, se sitúa entre el s. II a. C. y comienzos del I a. C.
El inferior ni el IV) corresponde al primer ni el de uti
lización de la vivienda, sobre el que se dispuso el pavimento de tierra apisonada del siguiente. Los restos exhumados
son propios del derrumbe de la construcción y en él se recuperaron varias piezas destacadas, como un oinochoe LGSN4,
fig.
) y un fragmento informe con decoraci n fitomorfa
LGSN3, fig. 30) junto a las siguientes cerámicas ib ricas:
dos tapaderas y un embudo realizados a mano; un plato,
una tapadera, una taza, un cuenco y un soporte hechos a torno. En sílex se documentaron gran cantidad de lascas sin retocar, un cuchillo y una punta de echa. En hueso, un instru
mento de difícil clasificaci n y restos de fauna ariada. Por
último, en cobre, una bolita con una perforación, una fíbula y
un objeto indeterminado.
Este nivel corresponde al periodo comprendido entre los
ss. III-II a. C.
También se recuperaron fragmentos de piezas con decoración compleja en diferentes niveles de las habitaciones C y D
LGSN , fig.
LG II
4, fig. 3 LGSN , LG II C
,
LG II
00, 4 y LG II C 3 , fig. 30), empleados como
almacenes, ue junto a la y la posible corral) formarían una
nica i ienda Martíne Gon ále ,
0: 4 ).
v.3.5. pIquete de la atalaya (azuara)
Aunque no se detalla la vivienda exacta en la que apareció el
kalathos con decoraci n figurada fig.
y ), sí se sabe ue
sta correspondía al sector
y se publica su conte to Royo y
Minguell, 1990).
Las casas del poblado eran de planta rectangular, el zócalo
era de piedra y el alzado de adobe o tapial, mientras que para la
construcción de la cubierta se empleaban troncos, materia vegetal y barro.
La vivienda a la que aquí hacemos referencia contaba con
un banco corrido, pegado a la pared, en el que se disponían una
serie de objetos cerámicos: el citado kalathos y otro con decoración geométrica, una dolia, fusayolas y pondera en número
indeterminado, una imitaci n de un plato de barni negro Lamboglia ), cerámica importada campaniense B, Lamboglia ),
una jarra de tipo romanizado y otros fragmentos informes. Toda
ella remite a un ajuar propiamente doméstico.
El abandono de la vivienda se produjo como consecuencia del incendio que asoló el poblado en un momento indeterminado del s. I a. C., entre comienzos y mediados de éste, como
ya se ha explicado en el capítulo dedicado a la descripción
de los yacimientos.
v.3.6. celsa (velIlla de ebro)
(beltrán llorIs, 1991b, FIg. 54)
Yacimiento que cuenta con diferentes niveles de ocupación,
unos pertenecientes a la poca ib rica el primero entre finales
del s. III a. C. y comienzos del I a. C., mientras que el segundo
va desde mitad del S. I a. C. hasta el 44 a. C.), que terminaron
4
de forma iolenta, y otros a la romana entre el 44 a. C. y el
4 d. C.) Beltrán Lloris,
0b).
El único fragmento con decoración compleja que se ha publicado 6. .33 6, fig. 43) se data entre finales del s. II a. C.
y principios del I a. C. y se recogió en el Departamento
4 , ni el a , de la casa de la Tortuga Beltrán Lloris,
1998: 22). Esa vivienda posee una planta propiamente itálica, pues cuenta con un atrium central cubierto, en torno al
cual se disponían los diferentes cubicula. Además, tenía un
tablinum de tama o considerable y un gran vestibulum, a
través del cual se accedía al triclinum y al hortus Beltrán Lloris, 1991a: 218). La existencia de una escalera indica que la
vivienda dispondría de un piso superior. La fachada principal
se adaptaba a la irregularidad del terreno, por lo ue no definía
un rectángulo perfecto.
El fragmento ibérico con decoración geométrica y vegetal
apareció en una de las estancias del fondo de la casa, junto a
materiales cerámicos propios del servicio de mesa y a otros que
se utilizaban como auxiliares. Respecto a las cerámicas importadas, se recuperaron piezas de: terra sigillata hispánica, terra
sigillata gálica, paredes finas, lucernas romanas y ánforas tarraconenses que dibujan un nivel de abandono fechado a mediados
del s. I d. C. Beltrán Lloris,
a:
).
v.3.7. cabezo de alcalá (azaIla) (FIg. 181)
De este yacimiento proceden el grueso de materiales analizados, si bien, muchos de ellos aparecen descontextualizados y
del resto existen vagas noticias, por lo que la recomposición de
los ajuares constituye una ardua tarea, en ocasiones imposible,
dificultando la interpretaci n funcional de los espacios.
Llama la atención el hecho de que son pocas las viviendas en
las que se han recuperado cerámicas con decoración compleja.
Además, todas ellas se concentran en la parte alta de la ciudad,
entre las calles C y , donde las casas poseen grandes dimensiones e, incluso, tienen almacenes e ternos asociados Beltrán
Lloris,
6: 33). Cabe e ceptuar el caso de la cámara 3, pues
cuenta con reducido tama o y da a la calle B, encontrándose
próxima al templo in antis.
Independientemente de su ubicación espacial, dimensiones,
número de dependencias y si poseen almacenes externos asociados o no, todas estas viviendas tienen en común que presentan
una planta más o menos rectangular, adaptada a las irregularidades del terreno. El zócalo está elaborado en piedra, las paredes
se confeccionan con adobes o tapial y la techumbre se compone
de vigas de madera, entramado vegetal y barro.
A continuación describimos de manera más detallada cada
una de ellas:
epartamento 3 de la calle B Beltrán Lloris, 0 3: 6
Cabr , 34: 360): Es de modesto tama o, pues su superficie
aproximada es de 25 m2, y su muro final limita con el del templo
in antis. El acceso a la estancia se efectuaba por la calle B y sus
paredes estaban recorridas por un banco, en el que probablemente se dispondrían los diferentes recipientes cerámicos que
conformaban el ajuar. En el centro se conservaba un poyete cuadrangular, similar a los descritos en otros yacimientos. Además,
también aparece una cubeta cuadrada revestida de yeso, lo que
indica que en esa estancia se manipulaban líquidos.
Aunque aparentemente no está conectada directamente con
ninguna de las casas adyacentes, consideramos que se debió
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utilizar como zona de almacenaje de alguna vivienda próxima
o del propio templo, lo que podría explicar la inexistencia de
importaciones en dicho edificio cultual.
En esta estancia se tiene noticia del hallazgo de dos kalathoi
con decoraci n compleja fig. 3 y 6
aila 43, fig. ). unto
a ellos se recuperaron un número indeterminado de recipientes
cerámicos ornamentados, varias tinajas con tapaderas de yeso,
un conjunto de pondera de alabastro y terracota, una palmatoria
y un peso pe ue o de piedra. ello hay ue a adir el siguiente
material importado: vasos y platos de barniz negro campaniense
un total de seis, pero sin especificar la proporci n de ejemplares que corresponde a cada tipo), un ánfora Dressel 1C, otra de
Brindisi y una urna romana posiblemente de plomo. Todo ello
configura un ajuar destacado, ligado a un propietario distinguido.
Respecto a la decoración compleja de ambos recipientes, resulta difícil establecer paralelismos debido al deficiente
estado de conservación de uno de ellos. No obstante, se aprecia ue una de las escenas estaba protagoni ada por la figura
del jinete armado que persigue a una manada de ciervos para
cazarlos. Al mismo tiempo, aparece un grupo de lobos que también tratan de dar alcance a los herbívoros, pero pertenecen a
otra de las secuencias plasmadas. Por otra parte, las a es y motivos de tipo vegetal contribuyen en la recreación del espacio
abierto en el que todo sucede. Además, ciertos pájaros, fundamentalmente los carro eros, anuncian la muerte inminente de
alguno de los cérvidos.
Al revisar los ejemplos disponibles en iconografía vascular
ibérica sobre el tema de la caza de ciervos protagonizada por
jinetes, apreciamos cómo se trata de una actividad fundamentalmente grupal,8 que ayudaba a forjar, entre los participantes,
una conciencia de pertenencia a un mismo grupo social. Por
eso llama la atención la representación de un único jinete en el
kalathos aludido. ste aparece acompa ado de perros de ca a,
lo que no imposibilitaría la presencia de otros jinetes, como se
aprecia en un ejemplar del Castelillo llo a) IG 4 , 4 ,
,
fig. 64). sí las cosas, e iste una oluntad e presa de destacar a
dicho personaje y la acción que protagoniza. Además, a ello hay
que sumar la presencia de dos gallináceas afrontadas ante un
thymaterium, ue confieren a la escena ciertas connotaciones religiosas. Por todo ello consideramos ue lo representado alude a
una prueba iniciática, en la que el jinete dará muestra de una valía digna de pertenecer a la comunidad de la que formará parte.
Casa 3 de la calle C: Vi ienda de grandes dimensiones circa
m2) y planta irregular, situada en una de las calles principales del poblado Cabr ,
, Lám. II), aun ue seg n propone
Beltrán Lloris su forma sería más bien rectangular
6: 4 ,
fig. 3 ), pues no incluye las estancias e I en el plano. Está
formada por varias habitaciones de diferente dimensión y uso,
entre las ue destacan la y la por su gran tama o. Contaba
con dos accesos, uno en la calle principal, la C, y otro en la parte
trasera. El estíbulo de entrada se identifica con la letra , la cocina con la C, junto a una pe ue a estancia, la B, situada al lado
de la entrada Cabr ,
, Lám. II Beltrán Lloris,
6: 4 ).
Se han documentado escenas cineg ticas de este tipo en: Tossal de
Sant Mi uel Llíria), La Serreta lcoi, Pen guila, Cocentaina), El
Castelillo llo a) y El Cabe o de lcalá
aila).
8
Existe una representación similar en una tinaja del Tossal de Sant
Mi uel Llíria) Bonet,
, fig. 4).
Fig. 186. Kalathos 43 6 4 6, con decoraci n figurada, e humado en el departamento 3 de la calle B del Cabe o de lcalá
aila)
oto: Museo r ueol gico Nacional. . Martíne Le as).
El departamento es el nico en el ue se ha locali ado
una pieza con decoración compleja, un crateriskos atribuido
al pintor de las
fig.
) Cabr , 34: 36 Beltrán Lloris,
1995). Dicha estancia se encuentra al fondo de la casa y es de
mediano tama o. No se conocen los materiales con los ue fue
recuperado, pero la disposición de la habitación, alejada de la
entrada principal y próxima al acceso secundario de la vivienda,
nos lleva a plantear que posiblemente se trataba de un almacén.
La decoración que presenta el crateriskos se alado recuerda a la del friso superior de un recipiente con cierre hermético hallado en el templo in antis fig. 36). En ambos casos, las
protagonistas de lo representado son un conjunto de aves que
marchan hacia la derecha VE . y . , fig. 64), sumidas
en una frondosa vegetación, entre la que destaca una misma herbácea T LL
, fig. 60). En este caso, el carácter simb lico
que pudieran tener éstas no viene marcado por su contexto, sino
por el tipo de recipiente en el que se les pinta, vinculado al consumo ritual del vino.
Casa de la calle
Beltrán Lloris,
6: 4 44,
:
, 0 3: 4 4 ): Se trata de una i ienda de grandes di4: 6 ), situamensiones, de unos 290 m2 sensio Esteban,
da en el centro del poblado, concretamente en la esquina donde
interseccionan la calle D y la E, quedando su parte posterior
limitada por la F. De planta rectangular, cuenta con dos puertas
de entrada, la principal, situada en la calle D, y otra subsidiaria.
Seg n Cabr
, Lám. II), sta se encontraba en la estancia
C y daba acceso a la vía E, si bien, tras la revisión que Beltrán
Lloris practica al yacimiento
6, fig. 40), se sit a en el departamento LL. Esta última propuesta parece más lógica, pues daba
acceso directo a las dependencias propias del servicio, sin tener
que frecuentar otras zonas.
[page-n-289]
ig.
. Crateriskos 43 6
, con decoraci n figurada, recuperado en el departamento
lcalá
aila) oto: Museo r ueol gico Nacional. . Martíne Le as).
En su estructuraci n interna resulta e idente la in uencia
romana, pues se organiza entorno a un atrium central, de gran
tama o y forma rectangular, alrededor del cual aparecen una
serie de estancias de dimensiones y funcionalidades dispares
dormitorios principales o para el ser icio, cocina, almac n, triclinum, tablinum, etc.).
En la estancia C de la vivienda se recuperaron varias piezas de cerámica con decoración compleja: dos kalathoi, uno
de ellos con su tapadera fig. 6 y
fig.
y
y aila 3, fig. 0), todos obra del pintor de las
Cabr , 34:
358), pero no se detalla el resto de objetos que formarían parte del ajuar. El departamento, de tama o considerable, cuenta
con una planta irregular, de forma trapezoidal, y es uno de los
primeros espacios a los que se accede tras atravesar el umbral
de la vivienda, por lo que probablemente fuera utilizada como
zona de estar.
Volviendo a las piezas que presentan ornamentación destacada, cabe resaltar que coinciden en el tipo de soporte seleccionado, el kalathos, que como recipiente contenedor tendría
6
de la casa 3 de la calle C del Cabe o de
asociada una tapadera para proteger su contenido. Sus tama os
y dimensiones son casi idénticos, por lo que sus capacidades
serían muy similares. La decoraci n es de tipo figurado, estando
protagonizada por un conjunto variado de animales. La idea general ue se intenta trasmitir a tra s de dichas figuraciones es
una exaltación al ciclo de la vida, en la que todo ser vivo nace,
crece, se reproduce y muere. Momentos, todos ellos, en los que
la pertenencia a un grupo facilita la supervivencia.
Al realizar un análisis comparado de las decoraciones de
ambos kalathoi, apreciamos ciertas recurrencias temáticas y
asociativas que resultan sugerentes. En primer lugar aludiremos
a las temáticas pintadas:
+Acoso de un grupo de lobos a otro de jabalíes. Los modelos representados son dos: o bien los carnívoros persiguen a los
suidos, siguiendo su inconfundible rastro o, una vez advertida
su presencia, uel en su cabe a para confirmarla.
Persecuci n de una jauría de lobos a una manada de ciervos integrada por machos y hembras. Curiosamente, a una
de ellas se le representa amamantando a su cría, ajena al pe-
[page-n-290]
Fig. 188. Kalathos 43 6
, con decoraci n figurada, hallado
en el departamento C de la casa 3 de la calle C del Cabezo de Alcalá
aila) oto: Museo r ueol gico Nacional. . Martíne Le as).
ligro ue le acecha. Pre alece el cuidado de la descenden
cia a la salvaguarda individual, pues resulta obvio que en el
ataque resultará capturado el más frágil que, en este caso, es
la cría. Cuenta de ello se da en otra de las escenas que a continuación describimos.
+Ataque de una serpiente a una cría desvalida. Como apuntábamos anteriormente, resulta más fácil atacar al miembro más
indefenso del grupo, esto se aprecia con mayor claridad en uno
de los ejemplos fig.
y
), en el ue un pajarillo aparece
como caído del nido, sin que sus parejos se percaten del acecho que supone la sigilosa serpiente, que acabará por devorarlo.
No obstante, la idea también está presente en el otro kalathos,
apareciendo en ese caso la serpiente atacando a un cuadrúpedo
fig. 6 y
).
La adquisición por parte del consumidor de dos recipientes con representaciones temáticas muy similares soslaya
lo meramente casual, debiendo existir la voluntad de exaltar
una misma idea. Ésta iría más allá de lo evidente, que sería
plasmar la riqueza natural del entorno. Se da la circunstancia de que la mayoría de animales pintados van en manadas
e cepto la orfidia), lo ue les reporta ciertos beneficios
protecci n, b s ueda y ad uisici n de alimento, perpetuaci n
de la especie, etc.). Extrapolando esa idea, lo representado
podría vincularse con la importancia que para el ibero tiene
pertenecer a un grupo y sentirse miembro de él. De ese modo,
el individuo se siente protegido y puede hacer frente a todo
aquello que le depara el destino, teniendo mayores garantías de
éxito que si funcionara individualmente. No obstante, se debe
tener presente que la pertenencia al grupo llevaba asociado un
proceso evolutivo ligado a ciertos rituales de tránsito, no por
todos superado.
Por otra parte, cabe hacer alusi n a las recurrencias formales:
+La sucesión vertical de un conjunto de aves que se utilizan
como elemento de separación. Se da la circunstancia de que en
ambos recipientes las aves que aparecen en la parte superior del
friso son de igual tipo, mientras que la inferior corresponde a un
b ho ue mira de frente Cabr , 44, fig.
y 6).
Como moti os de relleno se pintan en ambos asos o
res cuatrip talas L R 4. , fig. 3) y egetales similares
ERB 4. y
. , fig.
).
Por ltimo, se indican asociaciones de moti os:
+Se ha visto que en ambos kalathoi aparecen pintadas palmáceas P LM . y .4, fig. 6) muy pr imas al
T LL . fig. 60).
Por ltimo, recordar ue en esta estancia, pero en un ni el
inferior, aparecieron arias pocetas. En la de mayor tama o, formando parte del relleno se recuperaron un plato, una tapadera
y arios fragmentos cerámicos con decoraci n compleja
43
6 6 , fig. 3
43 6 4 4 y 43 6 4 0, fig. 4 ). En
ese mismo nivel, pero en uno de los extremos de la estancia, se
depositó una catapulta, cuyo destacado valor ha llevado a plantear a Beltrán Lloris que pudiera tratarse de un trofeo o formar
parte de un botín Beltrán Lloris, 0 3: 44 4 ).
Casa de la calle G Cabr , 34: 363): Casa de grandes dimensiones apro imadamente de unos 00 m2), aunque
ligeramente menor que la anterior. Su planta tiene un aspecto
casi cuadrangular y da a la calle G, uedándole al frente la
y lindando al S. con las dos torres de vigilancia situadas en la
parte alta del poblado. En su interior existen varias estancias
definidas, de tama o ariable y funcionalidad presumiblemente
diferente, aun ue no se ha especificado en ninguna de las publicaciones existentes.
Se tiene noticia de la recuperaci n de una catapulta ourcade, 00 : 0 Romeo, 004, fig. 4), dos kalathoi con decoraci n compleja ue guardan gran parecido fig. 3 y ), pero de
los que no se detalla la estancia concreta en la que se localizaron,9 y un conjunto de pondera en la estancia E.
Por lo ue respecta a las decoraciones, hay ue se alar ue
uno de los recipientes se conserva parcialmente, por lo que no
es posible afirmar con rotundidad ue la coincidencia entre lo
representado sea exacta, si bien, al existir otro kalathoi en La
Guardia lcorisa), con decoraci n muy similar al ue está más
entero fig.
y 4), nos permite hipoteti ar sobre la posible
coincidencia en lo representado, si bien es cierto que en cada
uno de ellos existen licencias que permiten individualizarlos. A
pesar de todo, parecen estar realizados por la misma mano y se
recuperaron en un contexto doméstico.
Como apuntábamos en el caso anterior, lo importante es la
idea que se quiere transmitir a través de lo plasmado. Remitimos
al lector a la interpretación que hemos ofrecido de la ornamentación en el capítulo anterior.
epartamento de la calle
Cabr ,
6a: 0,
Beltrán Lloris,
, 0 3:
): Estancia de planta rectangular, estrecha y alargada, cuya superficie ronda los 40 m2. Sus
paredes están recorridas por un banco, al mismo tiempo que el
espacio central queda dividido por otro alargado.
Parte de la pie a aila 3 fue e traída durante las inter enciones
de Gil, en lo que Cabré interpreta como la zona de la calle donde se
produce la intersecci n con la ía
Cabr ,
6: 0).
[page-n-291]
ig.
. Recipiente 43 6 0 , de gran tama o y con cierre herm tico, recuperado en el departamento de la calle del Cabe o
de lcalá
aila) oto: Museo r ueol gico Nacional. . Martínez Levas).
En el momento en el que se puso al descubierto se encontraba intacto, lo que ha permitido detallar con precisión los materiales en él depositados. En cerámica ibérica se hallaron, sin
pintar: arias tinajas, alguna de ellas con su tapadera stas son
muy frecuentes y destaca una ue presenta una figura humana estampillada); dos platos; tres copas; un jarrito; un dolium y
cinco ánforas. Con decoración compleja había un recipiente de
gran tama o y cierre herm tico fig. 30 y
), dos asos con
resalte fig. 4 y 43 6 04, fig. 46 y 0) y tres tapaderas
aila
y aila 0, fig. 0 y aila , fig. 0). demás,
si tomamos como acertada la publicación conjunta de algunos
materiales ue reali a Cabr
44, Lám. , 30 y 3 ), debemos
incluir otro recipiente con cierre herm tico fig. 33) y una tapadera
43 6 6 , fig. 0 ).
Entre las cerámicas importadas destacan, en barniz negro
campaniense: cuatro platos Lamb. ) y tres copas dos Lamb.
y una Lamb. 4). Por otra parte, se recuperaron die ánforas
romanas siete ressel C, dos ressel 4 y una Lamb. ) y
cuatro proyectiles de honda romanos, realizados en plomo, que
remiten al momento final del poblado.
En yeso se hallaron tapaderas en un número indeterminado.
A ello hay que sumar la presencia de cinco pondera, dos mangos y varias cucharas, de los que no se detalla el material.
Por las características morfol gicas de la estancia, así como
por los materiales en ella recuperados, estuvo destinada al almacenamiento de productos, así como de cierto ajuar doméstico de
prestigio, como es el caso del barni negro Cabr ,
6:
Beltrán Lloris,
6: 3 ).
Respecto a la decoración compleja que presentan los recipientes se alados, debemos incidir en el hecho de ue, dado ue
se trata de una zona de almacenaje, las temáticas que predominan son de tipo egetal. Por su parte, todas las tapaderas tienen
en común la presencia, en el friso principal, de un tallo serpenteante del que pueden salir diferentes elementos. Las piezas con
resalte comparten similares es uemas compositi os, pero difieren en los motivos escogidos para ser pintados.
El nico ejemplar en el ue se documenta decoraci n figurada corresponde a un recipiente de gran tama o y cierre
herm tico fig. 30 y
). sta se sit a en una de las caras del
vaso, la frontal. En ella se pinta una escena natural, en la que
un grupo de ciervos se encuentran paciendo tranquilamente,
en el momento en el que varios lobos irrumpen en el espacio,
presos a protagonizar un ataque repentino sobre los herbívoros.
Sobre uelan la escena arias a es, confiriendo naturalidad al
espacio, junto a los motivos vegetales que surgen de la parte
inferior del friso.
Por ltimo, cabe hacer alusi n al otro recipiente de grandes
dimensiones y cierre hermético, en el que la temática representada es de tipo vegetal, si bien, en una de las metopas se pintan dos peces entre una gran estili aci n fitomorfa ue ocupa
prácticamente todo el espacio fig. 33). Su presencia tambi n se
ha atestiguado, con similares características, en otras piezas del
mismo tipo fig. 34, 36 y 4 ).
Casa 6 de la calle G Cabr ,
6 Beltrán Lloris,
6,
, 0 3: 6
): Vi ienda de planta rectangular, situada
en la es uina donde cru a la calle G con la . Sus dimensiones, en comparación con otras viviendas situadas en la parte
alta de la acrópolis, son modestas, pues mide aproximadamente
45 m2 sensio Esteban,
4: 6 ). La entrada a la misma se
sit a en la calle G y en su interior se identifican cinco estancias
diferentes, siendo la central la de mayor tama o. l fondo aparecen dos, de similares dimensiones, que fueron utilizadas como
almacenes. En la de la izquierda, la C, existía un banco que
recorría sus paredes. La estancia A, situada junto a la puerta de
entrada, se ha identificado como la cocina Cabr ,
6: 4).
Los materiales documentados corresponden al último momento de ocupaci n de la i ienda, datado entre finales del
s. II a. C. y comienzos del I a. C., cuando como consecuencia de
un incendio fue abandonada. No se detalla la estancia en la que se
recuperaron las pie as con decoraci n figurada dos tinajas con
resalte similares a 43 6 03, fig. 4 y 0 y 43 6 04,
fig. 46 y 0, y dos platos con decoraci n egetal)10 Beltrán
Lloris, 1995), pero sí se indica alguno de los restos que aparecieron en el departamento A: 49 pondera en barro y alabastro)
y restos de fauna seos y caracoles) Beltrán Lloris,
6: 3 ).
En la estancia B se recuperaron en cerámica ibérica: una
tapadera, un vaso cilíndrico, dos platos, una fuente, soportes en
número indeterminado y varios pondera. En cerámica de barni negro campaniense se recogieron un plato Lamb. / ), una
copa Lamb. 3) y un jarro. demás, tambi n había una lucerna
romana tipo delfín. Por ltimo, en yeso, apareci una tapadera
Beltrán Lloris,
).
0
e uno de ellos se dice ue es similar a la pie a aila
fig. 4),
pero no se publica ni su perfil ni el desarrollo de su decoraci n.
[page-n-292]
Fig. 190. Recipientes con doble reborde, 1943-69-503 y 19436 04, locali ados en el departamento de la calle del Cabe o
de lcalá
aila) oto: Museo r ueol gico Nacional. . Martínez Levas).
No se detalla al completo el contenido de la estancia C, pero
sí se da cuenta de que en ella se recogieron, en cerámica: tres
grandes tinajas, cuatro ánforas vinarias, cerámica de cocina y
quince soportes de yeso.
El resto de materiales recuperados se dan a conocer de manera general. En cerámica fina se documentan: ánforas, dolia,
un kalathos, seis platos, cinco tapaderas, cinco copas, un mortero y dos fusayolas, a los que hay que sumar dos ollas, tres orzas,
un mortero y un número indeterminado de tapaderas de cocina.
En barro se recogió una bola y algunos pondera, que también se
reali aron en alabastro ciento treinta y nue e más). En yeso, ta-
paderas en número indeterminado y quince soportes. En bronce,
una campanilla y un objeto circular indeterminado. Por ltimo,
en piedra, un molino y afiladores.
Entre el material importado, aparecen piezas en barniz negro Campaniense B: dos cuencos Lamb. y otro indeterminado), una copa Lamb. ), un aso con pie Lamb. 3), cuatro
platos Lamb. / ) y un jarro así como cerámica romana cuatro
ánforas Dr. 1 y un mortero).
El contexto material de la vivienda, así como las características
de sta, re ejan el ele ado poder ad uisiti o de sus residentes.
Casa de la calle E Cabr ,
6 Beltrán Lloris,
6,
1995): Vivienda de planta cuadrangular, ubicada en una zona
donde interseccionan las calles E y G, por lo que se sitúa en
una es uina y tiene acceso por esas dos ías. Su tama o es
considerable, pues cuenta con unos 110 m2 de superficie y en
su interior existen diferentes estancias de dimensiones y función variable.
Al hablar del contexto, se debe diferenciar entre el general de
la i ienda y el específico de la estancia B, en la ue se recuper un
recipiente de medianas dimensiones con cierre hermético y
decoraci n egetal
43 6
3, fig. ). Cabr indica ue
dicho departamento se sitúa a continuación del primero, al que
se accede desde la calle el ), y junto a la cocina el ). En
él se recuperó cerámica ibérica decorada y sin decorar, concretamente dos ánforas, un conjunto de tinajas de las que no
se detalla la cantidad, cuatro platos y dos fusayolas. Entre las
cerámicas importadas se computan tres platos, un tarrito y un
vaso gallonado de barniz negro campaniense, así como tres ánforas romanas. Por otra parte, se recogieron seis tapaderas de
yeso. La estancia, por tanto, parece corresponder a un área de
almacenaje Cabr ,
6:
).
En la estancia principal, la A, se halló cerámica ibérica,
concretamente: dos ánforas, un jarro, cinco platos, diecisiete
pondera, dos fusayolas y una olla. Debió constituir el espacio
principal de la vivienda, pues es de mayores dimensiones que el
resto, se sitúa frente a la puerta de entrada y los materiales en él
recuperados remiten a actividades de almacenaje, consumo de
alimentos y producción textil.
En la cocina, departamento D, se recuperó un ajuar variado
entre el que destacan: en cerámica, algunos objetos de barniz negro campaniense Beltrán Lloris,
6: 0 0 y 3 ,
)
en hierro, varios clavos, una reja de arado y un soliferrum. Cabe
resaltar los bronces recuperados en esta estancia: un anaclyterium Cabr ,
: 30 304, fig. ), un tesoro compuesto por
ciento once monedas no enta y nue e ib ricas, una griega, dos
púnicas y nueve romanas), una jarra decorada con una cabeza de
Sileno en el asa, un disco, un brazalete y un anillo.
La importancia del tesoro numismático radica en la delimitación cronológica que proporciona de las piezas recuperadas
en la vivienda, que deben datarse en un momento no anterior a
finales del s. II a. C. y posterior a principios del s. I a. C. Cabr ,
1926: 259), por lo que correspondería al último momento de
ocupación del poblado.
Por otra parte, se tiene noticia del halla go de ciertos mate
riales de la vivienda de los que no se detalla su procedencia exacta. En cerámica se documentaron: dos ánforas, tres kalathoi, tres
jarras, cuatro jarritos, ocho copas, dos platos, un embudo y dos
asos de tipo indeterminado, uno de gran tama o. demás, hay
ue a adir dos ollas reali adas en cerámica de cocina y arias
[page-n-293]
Fig. 191. Kalathos IG
hallado en una ona de paso en lto Chac n Teruel)
importaciones de cerámica de barni negro campaniense dieciocho piezas en toda la vivienda, estando representadas las siguientes formas: Lamb. 1, con tres ejemplares; Lamb. 4, con uno;
Lamb. , con tres Lamb. / , con seis Lamb. , con dos Lamb.
, con dos y Lamb. 0, con uno) Beltrán Lloris,
) y ánforas
romanas dos r. C, una r. , tres r. y una Brind.).
V.4.
N S EP S
Con esta denominación aludimos a contextos que hacen referencia a zonas de circulación, concretamente a calles, no incluyéndose aquí los pasillos interiores que existieron en algunas
viviendas. Únicamente se ha localizado un contexto de este tipo,
lo cuál es obvio, ya que las piezas de prestigio debían guardarse en el interior de las construcciones, bien fueran viviendas,
almacenes o templos. Su presencia, por tanto, en vías de paso
alude al momento de destrucción y/o abandono del enclave, por
lo que su análisis no revelará datos funcionales de las piezas,
pero sí cronológicos.
v.4.1 alto chacón (teruel)
-Departamentos 1A y 1B: Denominados así por su excavadora
trián,
6: ), debieron ser una ona de paso entre la muralla de la primera fase y la de la segunda. El espacio generado
entre ambas es realmente estrecho y no hay división física entre
las dos zonas individualizadas, ni otros elementos constructivos que permitan diferenciarlas, por lo que debieron funcionar
como uno.
Los materiales recuperados son los siguientes: cerámica
a mano una olla), a torno de almacenaje: dos tinajas, tres
tinajillas y dos kalathoi, uno de ellos con decoraci n figurada, fig.
y
de ser icio de mesa: un plato y una crátera
un objeto auxiliar de cocina, como es un colador; una olla de
cocina y un ungüentario, junto a fragmentos informes) e importada Camp. , Lamb.
y 3 Camp. B, Lamb. ), una aguja
de hierro, un punzón de hueso y, en ese mismo material, otro
objeto indeterminado.
Como se aprecia, la variedad de materiales recuperados es
amplia, así como su funcionalidad. La mayoría están incompletos y fragmentados, recuperándose parte de algunos de ellos en
otros departamentos, por lo que como hemos apuntado anteriormente corresponden al nivel de abandono del poblado.
280
otos: Museo de Teruel).
V. . CENTR S PR
UCT RES L
RER S
Aunque son varias las alfarerías cuya producción se vincula a las decoraciones complejas estudiadas: Mas de Moreno,
El lmo y Masada de la Cerrada o Calanda), hasta el momento solamente han sido estudiadas las cerámicas con ornamentación de este tipo halladas en la última. Las piezas corresponden a recipientes de gran tama o con cierre herm tico,
con decoración de tipo geométrico y vegetal, siendo el motivo
principal un tallo serpenteante T LL 4. , fig. 60). Su recuperación en el centro alfarero demuestra la vinculación que
existe entre éste y otros núcleos poblacionales en los que se
han documentado recipientes del mismo tipo y dise os parecidos. Además, la cronología de utilización de este centro productor abarca un periodo de tiempo relativamente corto, que
iría desde la segunda mitad del s. II a. C. hasta principios del
I a. C. Martíne Gon ále ,
0: 3 333), por lo ue las piezas a las que aquí hacemos referencia quedarían inscritas en
dicha horquilla temporal.
V.6. CONTEXTOS FUNERARIOS
Este tipo de contexto se encuentra escasamente representado
entre los yacimientos estudiados, pues únicamente pueden adscribirse a l dos ur n de Belmonte, Belmonte de Gracián y
Cales Coves, Alaior). Además, el número de recipientes con
decoración compleja documentados es reducido, resultando su
presencia meramente testimonial. A pesar de todo, su recuperación en contextos de este tipo denota el elevado valor que para
la sociedad ibérica tenían este tipo de piezas, distinguiéndose en
tumbas ue poseían un rico ajuar, re ejo de la importancia ue
tendría el personaje allí enterrado.
v.6.1. durón de belMonte (belMonte de gracIán)
Son pocas las noticias que se tienen de este yacimiento, resultando desconocido el contexto concreto en el que fueron
recuperadas las pie as
6, fig. 0 y 0 Belmonte ,
fig.
). Este encla e ha sido interpretado tradicionalmente
como una necrópolis, desde que se publicaran los resultados
de las primeras inter enciones practicadas en l Conde de
Samitier, 0 ), si bien, dicha atribuci n ha sido cuestionada por Burillo y stale
4: 30 30 ), pues consideran ue
ésta obedece más a un criterio basado en su ubicación que
a los resultados obtenidos en el transcurso de los trabajos.
[page-n-294]
Fig. 192. Kalathos 400 recuperado en Cales Co es
M. M. Fuentes).
laior)
oto:
Por nuestra parte, a falta de nue as in estigaciones ue permitan descartar la hipótesis inicial, seguimos catalogándolo
como necrópolis.
Los materiales recuperados son variados. En cerámica ibérica a torno se recogieron: kalathoi, botellas y cráteras, entre
otros. Entre las cerámicas importadas se indica la presencia
de diferentes piezas en barniz negro campaniense. En barro se
localizaron fusayolas en número indeterminado. En hierro se
recogieron puntas de echa y lan as, mientras ue en bronce
se hallaron campanillas y anillos. Por ltimo, hay ue hacer referencia a un grupo de collares realizados en pasta vítrea.
El poblado con el que se le vincula corresponde a la ciudad
de Segeda II Rodrígue Ramos, 00 00 ) y se le atribuye
un período de utili aci n entre el final de las Guerras Celtib ricas
3 a. C.) y las Guerras Sertorianas Burillo, 00 c: 04,
2006: 203).
En cuanto a las dos piezas con decoración compleja que
se han publicado, decir que de una de ellas solamente se conserva un fragmento con decoración vegetal y zoomorfa, lo que
dificulta la interpretaci n de lo representado Belmonte , fig.
). La otra, muy completa, corresponde a un crateriskos con
decoraci n geom trica y egetal
6, fig. 0 y 0). sta
pudo formar parte del ajuar funerario del difunto o, también, ser
utilizada para el consumo de vino durante el banquete funerario.
Su datación, grosso modo, iría de mitad del s. II a. C. al primer
cuarto del I a. C.
v.6.2. cales coves (alaIor)
Ensenada natural destinada a diferentes usos y actividades: necrópolis, pozo ritual, asentamiento defensivo, santuario y fondeadero rfila et al., 2010). La utilización que aquí nos interesa es la funeraria, presentando en sus acantilados una serie de
cavidades que estuvieron en uso desde el s. VII a. C. hasta el
I a. C. como cue as funerarias Cuadrado, 6 : 3
Bel n y
ernánde Miranda,
Veny,
).
Solamente se tiene noticia de la recuperación de un kalathos
ib rico 400, fig. y
), con decoraci n compleja, procedente de uno de los talleres del Bajo rag n Cuadrado, 6 ). Es
posible que en su interior acogiera las cenizas del difunto, práctica muy documentada en necrópolis no peninsulares en las que se
ha recuperado material ib rico e Nicolás y Conde,
3: ),
o que formara parte del ajuar funerario depositado junto a éstas.
Las informaciones al respecto no son claras y, además, hay que
tener en cuenta que solamente se conserva parte del vaso.
La cronología de la pie a se ci e a los ss. II I a. C. Bel n y ernánde Miranda,
) y la escena representada es de
caza y depredación. Esas temáticas resultan bastante comunes
entre las cerámicas del Bajo Aragón, habiéndose atestiguado en
La Guardia lcorisa), San Crist bal Mata de los lmos), El
Castelillo llo a), El Cabe o de lcalá
aila) y Pi uete de
la talaya
uara). La decoraci n, en este conte to, posee un
especial significado por su clara alusi n a la muerte del cier o,
doblemente atacado por humanos como se deduce de la punta
de lan a ue tiene cla ada en el cuello) y animales predadores,
caso del lobo, y carro eros, como el buitre leonado). La derrota
de éste, por tanto, resulta inminente, como ocurre con el difunto
ante la muerte. No obstante, no sabemos si la temática plasmada
condicionó la elección de este kalathos para un fin para el ue,
en origen, no había sido concebido o si, por el contrario, lo que
primó fue que se trataba de un bien de prestigio, independientemente de la decoración en él pintada.
modo de conclusi n, se alar ue el principal objeti o de
este capítulo era contextualizar espacio-temporalmente las piezas que presentan decoración compleja. Como anteriormente
hemos expuesto, la tarea ha resultado ardua, máxime si se tiene
en cuenta que la mayoría de materiales fueron recuperados en
excavaciones antiguas de las que se conserva documentación
e igua. El análisis, por tanto, se ha ce ido a a uellos conte tos
y pie as de los ue disponemos de datos más concretos y fiables.
Los hemos podido clasificar en dos grupos, dependiendo de si
hacen referencia a la producci n de los materiales descritos alfares) o a su consumo dom sticos, cultuales o funerarios). La
identificaci n y diferenciaci n de estos ltimos resulta importante, pues pueden in uir en la lectura de las imágenes pintadas
y en su significado caso, 006:
). Sir a como ejemplo la interpretación que se puede ofrecer de una representación
en la que aparece un personaje masculino montando a caballo
según el contexto en el que sea recuperado. En el caso de tratarse de uno doméstico, la lectura más plausible sería que se
ha pintado a un personaje de la aristocracia, mientras que si se
hubiera depositado en una tumba podría aludir a la heroización
del difunto, recurso habitual en el mundo mediterráneo coetáneo Blá ue ,
:4 6 y
6 Marco,
3
4: ).
Entre los materiales estudiados en este trabajo hemos constatado ue la mayoría de los conte tos definidos son dom sticos, predominando el hallazgo de este tipo de vasos en departamentos destinados al almacenaje de productos. Su ubicación
en espacios poco circulados de las viviendas, en muchos de los
casos junto a cerámicas de importación destacadas, lleva a pensar que se trataba de piezas muy apreciadas que se expondrían
al público en ocasiones especiales, muy probablemente en la
estancia principal del hogar, lo que las reviste de un valor significati o. mbos tipos de cerámica constituían, por tanto, la ajilla de lujo familiar y pudieron traspasarse entre generaciones.
281
[page-n-295]
Otro grupo de vasos decorados, recuperados en las habitaciones más utilizadas de las viviendas, fueron empleados con
mayor frecuencia. A pesar de formar parte de los instrumentos
cotidianos de la residencia, ocuparían un lugar preferente por su
decoración, disponiéndolos en lugares fácilmente visibles con
el fin de mostrar el ele ado poder ad uisiti o de sus propietarios
Bonet e I uierdo, 00 : 30 ).
En el caso de los contextos mejor conocidos, y en los que los
vasos se encuentran más enteros, apreciamos ciertas pautas de
regularidad en cuanto al tipo de decoración que presentan. Así
las cosas, en El Cabe o de lcalá
aila) hemos isto c mo en
las diferentes viviendas en las que se han recuperado recipientes con decoración compleja, el tipo de ornamentación que predominantemente se plasma en ellos es la figurada. Por contra,
en uno de los espacios definido como almac n independiente
departamento de la calle ), lo ue pre alecen son las decoraciones vegetales.
En el caso del Castelillo llo a), llama la atenci n el hecho de que los ajuares son de tipo mixto, es decir, que existen
asos con decoraci n figurada, fundamentalmente los kalathoi,
junto a otros con decoración vegetal, como es el caso de los
crateriskoi y cuencos, asociándose la ornamentación al tipo
de soporte en el que aparece y al uso que se le daba más que
al espacio para el que estaba destinado. En cualquier caso, la
selección soportual responde a recipientes utilizados en banquetes rituales, como también ocurre en el caso de La Guardia
lcorisa) fig. 4 y
).
En cuanto al conjunto de materiales recuperados en el único
espacio cultual definido con claridad, el templo in antis del Cabe o de lcalá
aila), obser amos c mo el tipo de decoraci n
que se pinta es casi exclusivamente vegetal. Este hecho es claramente puntual en el mundo ibérico, pues se ha visto cómo en
dichos espacios resultan frecuentes las decoraciones figuradas,
caso de Tossal de Sant Mi uel Llíria) Bonet,
) o Libisosa
Le u a) Uro Rodrígue , 0 ).
Por otra parte, en los espacios funerarios predomina la temática figurada, aun ue tambi n está presente, de manera puntual,
la fitomorfa. En el caso de las del primer tipo, es probable ue
la interpretación de lo pintado tuviera una lectura diferente a la
que se proporcionaba de esos temas en contextos domésticos,
como hemos apuntado anteriormente.
Por ltimo, se alar ue no resulta significati o el tipo de decoraci n identificado en los alfares de la ona, pues la temática
representada obedece al encargo recibido y corresponde a un
momento concreto, si bien es cierto que pudo existir una relación de exclusividad en la plasmación de algunas temáticas por
un determinado alfar. e este modo, las decoraciones figuradas
presentes en los asos singulares cobraban significado real en el
espacio al que iban destinadas.
282
Respecto a la cronología de las piezas, decir que su acotación no ha resultado sencilla, pues en la mayoría de los casos
lo único que hemos podido proporcionar es una horquilla temporal relativamente amplia, que en ocasiones abarca casi una
centuria. Ésta comprende momentos diferentes, como es el de
la producci n de las pie as, su periodo de uso y, finalmente, su
amortización. Actualmente, en el punto en el que se encuentran
las investigaciones arqueológicas no es posible precisar con mayor grado de detalle la datación de estos vasos, resultando cuestionable la cronología propuesta por Cabr
44) para cada uno
de los estilos pict ricos definidos en El Cabe o de lcalá
aila), pues en su periodización primaron los criterios estilísticos y
no los estratigráficos Pellicer, 6
0: 6 ).
Las representaciones más antiguas entre los materiales estudiados proceden de San ntonio Calaceite), el ni el IV de
La Guardia lcorisa) y El Castelillo llo a), ue tienen como
datación post quem el s. III a. C. y ante quem el final de dicha
centuria o comienzos de la siguiente,11 siendo contemporáneas
de las documentadas en el territorio de Edeta y La Serreta lcoi, Pen guila, Cocentaina), con las ue se han relacionado. El
grueso de las ornamentaciones complejas se encuadran entre
el s. II y principios del I a. C., tal es el caso de Alto Chacón
Teruel), el ni el III de La Guardia lcorisa), Masada de la Cerrada o Calanda), El Cabe o de lcalá
aila), Celsa Velilla de Ebro), ur n de Belmonte Belmonte de Gracián) y Cales
Co es laior). Los testimonios más recientes de este tipo de
decoraciones muestran un programa iconográfico propiamente
ibérico, en el que no se aprecian diferencias notables con respecto a la etapa anterior, uedando re ejada, por tanto, una continuidad en los gustos a pesar de tratarse, en algunos casos, de
una población muy romanizada. Ese comportamiento disiente
de lo ue sucede en otras áreas geográficas, donde los lenguajes
pictóricos se transforman a medida que avanza el tiempo y cambian las mentalidades, tal y como se ha documentado entre los
materiales de L lcudia El ) ranegui,
a: 3 Tortosa,
2004a, 2006) y otros procedentes de diferentes yacimientos de
la ona alenciana: Los Villares Caudete de las uentes), La
Carència Turís) lmos,
b P re Blasco, 0 3), Valentia
València) Bonet e I uierdo, 00 Bonet y Mata, 00 :
) y Poble Nou Vilajoiosa) P re Blasco, 0 a, 0 b).
11 Excede los límites de este trabajo abordar los acontecimientos históricos que marcan la etapa de uso de las cerámicas con decoración
compleja, por lo ue se remite a las obras pertinentes rasa,
6
Beltrán Lloris,
6,
3,
,
6, 003 Beltrán Lloris et al.,
000 Beltrán Martíne ,
Bena ente y atás, 00 Burillo,
0, 000, 00 , 0
atás Cabe a,
3 Martíne Gon ále ,
0 Pallar s, 6 ).
[page-n-296]
VI
Consideraciones finales
La cerámica ibérica con decoración compleja constituía un
bien de prestigio, de circulación restringida y escaso volumen,
al que solamente tenía acceso un número reducido de personas
pertenecientes a la aristocracia, elite rectora de la sociedad que
preferentemente residía en las ciudades. En un primer momento ss. III II a. C.), correspondiente al periodo de afirmaci n
del poder de las ciudades frente a otros núcleos poblacionales
(Grau, 2007: 120), estas manifestaciones fueron escasamente
consumidas, no porque fueran poco valoradas, sino porque eran
un producto suntuario que comenzaba a abrirse paso entre un
grupo de consumidores que hasta el momento tenía otro tipo de
objetos de prestigio. El máximo volumen de piezas corresponde
a los ss. II-I a. C., época de mayor esplendor de este tipo de ornamentaciones en el área geográfica estudiada, coincidente con
el incremento de la presencia romana. No es de extrañar que sea
precisamente ese momento el de su mayor auge, pues sirve para
fortalecer la identidad ibérica y marcar las diferencias frente a
la romana, si bien es cierto que las interferencias entre ambas
culturas se dieron, calando algunas de ellas y provocando transformaciones y adaptaciones de lo propio. Sirva como ejemplo
de esto último la presencia de los gustos decorativos indígenas
en talleres de producción cerámica plenamente romanizados
(Abascal, 1986), el cambio experimentado por los soportes escogidos para acoger decoraciones complejas o la importancia
continuada de ciertos motivos, como ocurre con las aves.
Entre el tipo de yacimientos en los que se han recuperado
estos materiales predominan los poblados frente a los centros
de producción y a las necrópolis, a los que hay que sumar los
contextos cultuales insertos en las zonas de hábitat, que también
constituyen una minoría. Su presencia en los espacios menos
privados de las viviendas, así como en las zonas de almacenaje,
indica que su uso no era continuado, sino que la mayoría de
veces se utilizarían en ocasiones especiales, festivas y/o conmemorativas. Por otra parte, en el momento de su exhibición
debieron situarse en un espacio bien visible de la estancia, indicando el poder económico del que gozaba su propietario. No
debemos pasar por alto su recurrente asociación a otros bienes
de prestigio, como puedan ser las cerámicas importadas, pues
realza el hecho de que su uso excedía lo meramente cotidiano.
Respecto a la funcionalidad desempeñada por los yacimientos estudiados dentro de su territorio, apreciamos que las cerámicas con decoración compleja no se han recuperado exclusivamente en las ciudades, sino que también aparecen en un buen
número de centros de segundo orden, como también se ha constatado en otros ámbitos territoriales ibéricos (Kelin, Arse, Edeta, Ilici, La Serreta, etc.). Atendiendo a las cifras, predominan
claramente el número de yacimientos que corresponden a poblados, si bien, el volumen de materiales documentados es muy
superior en las ciudades. Dicha circunstancia es lógica, pues
su posesión indicaba la pertenencia a la clase privilegiada y,
además, las ue presentan decoraci n figurada humana ser ían
como vehículo de cohesión grupal, pues reforzaban la memoria
colectiva a través de lo plasmado en ellas (Olmos, 2008: 255).
En buena medida seguimos siendo incapaces de acercarnos
certeramente al simbolismo de lo representado, pues el tiempo
de creación, de uso y el plasmado en las pinturas dista mucho
del nuestro, actuando como un handicap que limita su interpretación y entendimiento, si bien es cierto que se han realizado
importantes avances. Además, debemos tener en cuenta que en
las imágenes figuradas e iste una oluntad e presa, por parte
de la aristocracia, de mostrarse de una determinada manera, es
decir, que se seleccionaba cuidadosamente la forma en la que
quería ser vista por el espectador (Olmos e Izquierdo, 2000:
30 ). Se trata, por tanto, de una imagen construida ue no re eja la totalidad de la sociedad, integrada también por miembros
ue no tu ieron la categoría suficiente para consumir este tipo
de producciones. Dichas estrategias de visibilidad, sesgadas a
nivel social, estuvieron en manos de los grupos privilegiados,
como hemos señalado, pues eran los que detentaban el poder y
encargaban este tipo de vasos (Olmos, 1987a).
A pesar de que las decoraciones complejas están presentes
en distintas áreas geográficas en las ue se desarroll la cultura
ibérica, es extraño constatar su comercio supraterritorial, debido
283
[page-n-297]
a que lo que en ellas se representaba aludía a un mundo simbólico propio, aunque en ocasiones compartido, y se plasmaba
siguiendo unas pautas o normas específicas ue respondían al
gusto de una zona concreta (Tortosa, 2004b: 179), de ahí que
se hayan podido individualizar diferentes estilos, existiendo
también zonas de contacto (Pérez Blasco, 2013: 133-134). En
este sentido, es lógico pensar que los centros de producción que
confeccionaban este tipo de productos se hallaran próximos a
los enclaves que los demandaban y consumían (Bonet e Izquierdo, 2001: 305), caso de los ya citados alfares de Foz-Calanda,
aunque todavía quedan muchos por localizar.
Como hemos visto en el capítulo dedicado a los soportes, no
existe una relación de exclusividad entre las decoraciones complejas y un tipo cerámico concreto, sino que más bien lo que inuye en su elecci n es ue posean un campo decorati o c modo
para ornamentar. Entre los tipos repertoriados, el que está más
presente es el de las tapaderas, seguido de los kalathoi, recipientes con cierre hermético de mediano formato, platos, crateriskoi, recipientes de gran tamaño y cierre hermético, thymiateria,
asos con resalte, jarros, tinajillas, cuencos y, finalmente, los
lebetes y la imitación de la copa Lamboglia 49, representados de
manera testimonial. Con todo, lo que predomina en el conjunto
son los recipientes que desempeñan una función de reserva doméstica, incluyendo aquí los que están asociados a ella, como es
el caso de las tapaderas. En menor número aparecen los que se
utilizaban como vajilla para el servicio de mesa y, por último,
estarían aquellos que tendrían otro tipo de funciones, como es el
caso de los thymiateria.
Entre todos los soportes destacamos los recipientes con cierre hermético, los crateriskoi y los thymiateria, pues resultan
poco frecuentes en otros conjuntos bien estudiados. La funcionalidad que se les atribuye es diferente, pues como hemos
dicho, los primeros están vinculados al almacenaje de víveres,
mientras que los otros dos se relacionan con prácticas rituales.
Los crateriskoi se utilizaban para consumir vino en reuniones
colectivas similares a los symposia griegos (Page, 1984: 59;
Burillo, 2010: 137), con la consabida exclusividad social que
envolvía dicha práctica, mientras que los thymiateria se empleaban para ofrendar a la divinidad esencias o, simplemente, para
iluminar espacios singulares.
La considerable diferencia de tamaño entre los crateriskoi
recuperados permite hipotetizar sobre la existencia de distintos
usos en función de sus dimensiones. En este sentido, los grandes pudieron servir para mezclar el agua y el vino, añadiéndose
en algunas ocasiones también miel y hierbas, mientras que los
pequeños se utilizarían como recipientes para el consumo individual de los líquidos, debiendo introducirlos en los de grandes
bocas para obtenerlos, facilitando dicha acción la posesión de
asas (Le Meaux, 2004: 145).
Por otra parte, cabe destacar la presencia en algunas de las
pie as de fallos de cocci n, secados defectuosos, perfiles notablemente asimétricos o bocas irregulares, lo que nos lleva a
plantear no pocas cuestiones difíciles de resolver, en parte, por
la inexistencia de contextos asociados bien documentados. Nos
referimos, por ejemplo, a Tiro de Cañón (Alcañiz), donde Beltrán Martínez propone que pudo haber un centro de producción
cerámico (Beltrán Martínez, 1989-1990: 132). Las irregularidades presentes en algunas piezas con decoración compleja así
llevaría a pensarlo, pero la coherencia en cuanto a la elección de
284
los enclaves alfareros (próximos a los recursos hídricos, a la materia vegetal, a las canteras de arcilla y a las vías de comunicación, entre otros) y los gases que de su producción se derivaban,
dificultaba el ue stos se hallaran en onas pr imas a las ue
estaban habitadas (Coll, 2000: 192-193). Por otra parte, si no
se desecharon a pesar de las imperfecciones, visibles a simple
vista, ¿por qué motivo se consumieron?
Casos similares, concretamente de desconchados en la superficie de las pie as, reparados con pintura, los hemos documentado en el mismo yacimiento citado y en el poblado del Cabezo de
Alcalá (Azaila), pero también carentes de un contexto arqueológico preciso. En este sentido, debemos tener en cuenta que
nos encontramos ante bienes de acceso restringido que llevaban
implícita una cuidada elaboración, por lo que ¿acaso existían segundas calidades, producciones menos cuidadas, o es que dado
que la funcionalidad del soporte permanecía intacta se restaba
importancia a esos pe ue os detalles La primera afirmaci n
resulta arriesgada, pues realmente son pocos los ejemplares en
los que se aprecia la casuística tratada, aunque hemos visto que
sí existe cierta estandarización de las producciones, así como
de determinadas temáticas decorativas. Por ese motivo consideramos más probable la segunda propuesta, al menos en el caso
de los desconchados repintados, pues realmente podrían pasar
desapercibidos dado su tamaño y disposición en el recipiente o
el tipo de soporte sobre el que aparecen (tapaderas). Además, a
la distancia a la que se observarían a duras penas se apreciaría
y se podría disponer el vaso para que mostrara la cara buena,
resultando la tara poco visible. Queremos destacar que dichas
imperfecciones las documentamos, mayoritariamente, sobre
recipientes ue acogen decoraci n fitomorfa fig. 4,
y
43 6
6 , fig. 0
, fig. 04 y 06 3 0 , fig. 03),
más com n ue la figurada. Cabe traer a uí a colaci n el hecho
de que algunas piezas con decoración compleja fueron reparadas tras su rotura para continuar usándolas, muestra de la elevada estima que se sentía por ellas, así como su alto valor económico, si bien es cierto que estamos hablando de dos momentos
diferentes: el primero, en pleno proceso de producción, previo
a su consumo; y el segundo, tras su adquisición y uso, siendo el
propio valor de la pieza lo que lleva a su reparación.
tro cari ad uiriría el aso TCSN fig. 6), con decoraci n oomorfa, donde las deformaciones de la superficie
resultan evidentes. En este caso, al hilo con lo expuesto, nos
planteamos otra pregunta ¿si este tipo de vasos se encargaban
y no eran aptos para el consumo por su deterioro en el proceso productivo, por qué no se ha documentado una repetición
del diseño en piezas con buenas calidades? Somos conscientes de las condiciones particulares de conservación del registro
arqueológico, así como del estado de desarrollo en el que se
encuentran las investigaciones de los enclaves en los que se han
documentado este tipo de productos, pero no deja de llamarnos
la atención el hecho de que no se haya documentado hasta el
momento esa correspondencia entre desechos de producción y
productos finales más allá del horno de ontscaldes Valls) para
las decoraciones vegetales.
Respecto a las ornamentaciones y su relación con el tipo de
recipientes sobre los que se pintan, decir que todos presentan
decoraci n fitomorfa, si bien, la selecci n de soportes es más
restricti a en el caso de los ue poseen figuras humanas kalathoi, jarros, oinochoai y crateriskoi) y zoomorfas (recipientes
[page-n-298]
herméticos grandes y medianos, tinajillas, kalathoi, olpai, platos, tapaderas, crateriskoi y thymiateria) que, además, cuentan
con menor número de ejemplares.
a trascendido a la bibliografía específica ue las decoraciones de este área geográfica se caracteri aban por su horror
vacui, si bien es cierto, como hemos isto, ue tal afirmaci n no
es válida para todo el conjunto estudiado, sino que, dependiendo del estilo o grupo pictórico, el taller y el momento concreto
de la producción pictórica, ese barroquismo puede estar o no
presente. Por otra parte, aunque los paralelismos con las producciones de determinadas zonas resulten evidentes, caso de Tossal
de Sant Miquel (Llíria) y Tossal de les Tenalles (Sidamunt), nos
encontramos ante estilos diferentes, de marcada personalidad,
que responden a los gustos propios de cada momento y zona. De
hecho, en el Bajo Aragón no se detecta el fuerte cambio que sufren las representaciones figuradas a partir del s. II a. C. en otras
áreas geográficas, momento en el ue lo ue se plasma en las
pinturas alude a un mundo irreal y fantástico plagado de simbolismo (Pérez Blasco, 2013). Esa concepción no está presente en
nuestras cerámicas, donde podemos hablar de una continuidad
de las temáticas naturalistas que enlazan con el periodo anterior,
aunque no por ello carentes de simbolismo, y de una evolución
en los talleres productores.
En el transcurso de este trabajo hemos enfatizado que consideramos fundamental no abordar el análisis de las decoraciones
de forma aislada, por lo que hemos interrelacionado los resultados obtenidos con otros coetáneos, obteniendo así información
sobre el origen, difusión y evolución de los motivos pintados.
Así mismo, una vez individualizados los temas representados,
hemos buscado paralelismos en otros ámbitos ibéricos y, en la
medida de lo posible, interpretado su simbolismo atendiendo al
contexto en el que los vasos fueron recuperados. Insistimos en
la necesidad de conjugar la vía interpretativa de las representaciones con análisis más estructuralistas, incluyendo referencias
tipológicas, espaciales y contextuales, así como a la sociedad
que las produce y consume (Olmos e Izquierdo, 2000: 312).
Todo ello permitirá superar el desprestigio al que durante cierto
tiempo ha estado condenada la disciplina a la que nos dedicamos, acusada de escaso rigor científico.
Por evitar repeticiones innecesarias sobre las decoraciones
estudiadas, remitimos a las páginas anteriores, especialmente
las dedicadas a los grupos y estilos decorativos, pues ahí recogemos resumidamente las características más importantes
de cada uno de ellos. Tener presente que no hemos pretendido
desarrollar la vertiente interpretativa, pues los trabajos que nos
preceden la han tratado debidamente en numerosas ocasiones,
aunque la hemos abordado someramente para poder conjugar lo
tratado con el análisis estructural realizado.
Queda por tratar un aspecto de gran importancia para el
entendimiento del tipo de cerámicas a uí estudiadas, la figura
de quienes las producen (los artesanos) y su relación con quienes las encargan (el comitente) y consumen (Denoyelle, 2005:
108), pues tomando prestadas las palabras de Sankot (2003):
“El arte es una expresión de su sistema social y de su mundo
de las ideas”.
Los artesanos corresponden a un grupo social visible en la
sociedad ibérica, pero invisible en las decoraciones pintadas
estudiadas, pues no pertenecen a la clase aristocrática en ellas
representada. Por tanto, el modo de que disponemos para acercarnos a su conocimiento es a través de sus producciones.
asta el momento no contamos con datos suficientes para
poder determinar si la elaboración de los soportes y las decoraciones recaía sobre la misma persona o si, por el contrario,
dentro de un mismo taller existía una especialización artesanal
en determinados procesos de la producción (Bonet, 1995: 448;
Verd , 00 : ). Ese tema sigue siendo una inc gnita en el
mundo ibérico, habiéndose realizado algunas aproximaciones
sobre la antigua Grecia (Bianchi, 1980; Bron y Lissarrague,
1989). Tampoco existen datos disponibles sobre si existía una
continuidad familiar o no en el oficio, si bien es cierto ue resulta bastante probable que así fuera. El taller estaría compuesto
de varios operarios, entre los cuales existiría una jerarquización
en cuanto al conocimiento y dominio de los procesos productivos (Bonet e Izquierdo, 2001: 306). La fabricación, por tanto,
sería casi tan importante como el asegurar la continuidad del
taller cuando sus primeros artesanos ya no pudieran hacerse cargo, por lo ue la figura del aprendi cobra cierta importancia.
Ese proceso de enseñanza-aprendizaje sería complejo, pues el
aprendi debía aprehender el c digo iconográfico aplicado a las
representaciones. Como hemos visto en los ejemplares descritos
en este trabajo, las normas de plasmación eran rígidas, si bien
es cierto que siempre existía cierto margen de improvisación
o interpretación que nos permite establecer diferencias en las
ornamentaciones a pesar de que se represente la misma temática. Es precisamente la existencia de esos rígidos patrones lo
que hizo que la producción mantuviera gran unidad estilística
durante bastante tiempo, siendo de suma importancia su trasmisión entre los diferentes artistas.
Este oficio debi contar con escaso reconocimiento social
(Blech y Ruano, 1998: 302), pues como hemos indicado, además
de no auto representarse en las decoraciones figuradas, tampoco ha trascendido el nombre de los artistas que confeccionaron
las pinturas (Aranegui, 2007: 177). Las inscripciones presentes
en algunos de los vasos hacen referencia mayoritariamente al
comitente Vi caíno, 0 ), aun ue ciertas marcas se han interpretado como firmas del artesano Cabr , 34), lo ue a adiría
valor a la obra e implicaría un reconocimiento de la maestría del
autor (Aranegui, 2007: 177). La diferencia existente con respecto al mundo griego es evidente, pues se conserva alguna imagen
de los decoradores de piezas y ciertas inscripciones diferencian
entre los artistas que confeccionaron los recipientes y los que
los pintaron.
En la primera aproximación que hemos realizado para identificar algunas de las manos ue inter inieron en la decoraci n
de estos vasos, hemos visto cómo no existe una relación de exclusividad en cuanto al tipo de soporte sobre el que trabajaban.
Además, el haber localizado varios de ellos confeccionados
por la misma mano en diferentes departamentos indica que la
relación entre el comitente y el artesano, como es obvio para
la época, no resultaba exclusiva, es decir, un mismo artesano
producía vasos que después adquirían diferentes individuos de
la élite aristocrática. Así mismo, también hemos constatado la
presencia en una misma unidad habitacional de vasos decorados
285
[page-n-299]
por diferentes manos, de lo que se deduce que pudieron trabajar
varios operarios en el mismo taller artesano o que fueron adquiridos en distintos momentos.
Dado el volumen total de vasos con decoración compleja
documentados y el periodo de producción de los talleres, podríamos cuestionar si los trabajos de alfarero y pintor recaían
sobre la misma persona o si, por el contrario, estaban disociados.
En el primero de los casos, la acti idad sería lo suficientemente
intensa para permitir la subsistencia del artista, sin necesidad
de practicar otro tipo de actividades o compaginarlas en determinadas épocas del año en las que el trabajo de la alfarería era
menos intenso (Coll, 2000: 203). En cambio, si nos acogemos
a la segunda propuesta, esa especialización productiva necesariamente requeriría de una itinerancia, como se ha planteado en
otros ámbitos (Chapa e Izquierdo, 2012; Quesada, 1989: 118;
Quesada et al., 000), pero los c digos iconográficos empleados en las ornamentaciones son muy específicos de cada ona
y, aunque hay conexiones entre algunas de ellas, por ejemplo
entre La Serreta (Alcoi, Penàguila, Cocentaina) y Tossal de Sant
Miquel (Llíria) (Fuentes, 2007), hasta el momento no hemos
identificado elementos suficientemente inculantes para afirmar
que se trata de los mismos artesanos desplazados a otros lugares. Tampoco lo hemos visto entre el gran grupo de materiales
que aquí hemos estudiado, pues aunque hay vasos “gemelos”, la
distancia existente entre los yacimientos en los que se recuperaron es escasa, por lo que consideramos que se produjeron en el
mismo lugar, por el mismo artesano, y que su diferente paradero
es fruto del comercio o de la pertenencia a la dote femenina de
miembros de un mismo linaje.
286
Por último, señalar que la relación del artesano con el comitente debió ser compleja, pero resulta difícil de recomponer en
la actualidad con los datos de ue disponemos Vidale, 00 :
). ebemos diferenciar entre las decoraciones complejas fitomorfas y las figuradas, pues consideramos ue en las primeras
a duras penas se daba la intervención del consumidor de estos
productos. Recordar que en el taller de Azaila consideramos
que muchas de ellas se realizaban “semi en serie”, representándose los motivos de forma muy recurrente sobre los mismos
soportes. No sucedía lo mismo en el caso de las ornamentaciones figuradas, donde sería la aristocracia la ue determinaría
directamente el contenido del vaso singular, si bien, el artista
era el encargado de plasmarlo siguiendo el c digo iconográfico
pertinente, aprehendido por él y comprendido por el espectador
de las decoraciones, pues sólo así era posible entender el sentido último de lo representado (Tortosa, 1996a: 133-141). De
este modo cobra gran importancia el traspaso de la palabra a la
imagen y de la imagen a la palabra, en un proceso constructivo
en donde la coparticipación del cliente resultaba necesaria en la
creación de la decoración (Olmos, 1987a). Así las cosas, debemos ver la imagen como un constructo social e ideológico que
se utili a como mecanismo de discurso del poder, con el fin de
legitimar y perpetuar el orden social establecido (Abad, 2007:
15; Grau, 2007), careciendo por tanto de inocuidad.
De nosotros depende el seguir desentrañando las imágenes
para llegar a comprender su sentido último, así como los detalles de su proceso productivo, por lo que animamos a presentes
y futuros investigadores a adentrarse en el apasionante mundo
de las imágenes, pues las distintas vías de aproximación que se
abren prometen seguir sacándoles jugo.
[page-n-300]
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