El Paleolítico superior de la Cova de les Cendres (Teulada-Moraira, Alicante). Datos proporcionados por el sondeo efectuado en los cuadros A/B-17
Valentín Villaverde Bonilla
Rafael Martínez Valle
Ernestina Badal García
Pere Miquel Guillem Calatayud
R. García
[page-n-9]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVAN11NA
Vol. xxm (Valencia. 1999)
V. VILLAVERDE*, R. MARTfNEZ-VALLE**, E. BADAL*,
P.M. GUil.l..EM**, R. GARdA* Y J. MENARGUES***
EL PALEOLfTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
(TEULADA-MORAIRA, ALICANTE). DATOS PROPORCIONADOS
POR EL SONDEO EFECTUADO EN LOS CUADROS AIB-17
A la memoria de M.P. FufTUliUll
INTRODUCCIÓN
Conocida la secuencia de la Cova de les Cendres (fig. 1) hasta ahora por la importancia de
sus niveles neolíticos (Bemabeu, 1989; Bemabeu y Orozco, 1997; Badal et al., 1991) y una primera aproximación a su Magdaleniense superior (VUlaverde, 1981, Villa verde y Martínez. 1995,
Villaverde et al., 1997), nos proponemos en este trabajo (1) dar a conocer las principales características de la secuencia pleistocena de la cavidad obtenida hasta la campaña del año 1998 en el
sondeo realizado en los cuadros A/B-17. Una secuencia que enriquece notablemente la inicial
identificación del Magdaleniense superior, abarcando ahora momentos del Magdaleniense medio
y el Solutrense.
El sondeo al que corresponden los materiales que se analizan tiene una superficie aproximada de un metro cuadrado, distribuida entre los cuadros A-17 y B-17. Su excavación no ha
alcanzado todavía la base o niveles estériles y los trabajos tienen por objeto la obtención de una
primera aproximación a la estratigrafta y características de la secuencia pleistocena de la cavidad,
con la finalidad de que sus resultados vayan orientando la posterior excavación en extensión de
esos mismos paquetes en los dos sectores sobre los que se viene interviniendo desde el año 1995
en los paquetes paleolfticos: el sector A (cuadros A-FJ13-16), excavado en los niveles holocenos
• Depanament de Prehbtbria i Arqueologia. Universitat de Valmcia..
•• Museu de la Valltorta. Generalitat Valc:ociaoa.
••• Musco Atqueol6cko de ViJJeoa.
( 1) Esle trabajo se ba bmeficlado del proyecto Pleistoceno superior y Holoc:eno en el 4rQ valenciana. OOCYT PB 89-0524.
- 9-
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V VIU..AVERDE. R. MARTfNEz.VAllE. E. BADAL. P.M. GUD..LEM, R. GARCÍA YJ. MENARGUES
.
Moaqó (751)
•
Mar Medlterraal
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EL PALEOÚTICO SUPERlOR DE LA COVA DE LES CENDRES
ll
por J. Bemabeu desde el año 1981 y en el que desde el año 1997 se han comenzado a levantar
niveles de adscripción todavía incierta. aunque claramente precerámicos; y el sector B (cuadros
A-E/17-21), cuya excavación comenzó, limitada a los cuadros A-18 y 19 el mismo año 1986, y
que con posterioridad se ha ampliado hasta la extensión indicada, terminándose el levantamiento
de los niveles neolJticos en la campaña del año 1995, dando paso el año siguiente a la excavación de los niveles del Paleolítico superior.
La excavación del sondeo A/B-17 comenzó el año 1986, y constituye una ampliación de la
zona excavada por J. Bemabeu el año 1981 en los cuadros B/C-17, zona en la que se confirmó
por primera vez la entidad del Magdaleniense superior de Cendres. Siendo precisamente aquellos
trabajos los que permitieron valorar la importancia de este periodo en la secuencia del Paleolítico
superior de la vertiente mediterránea peninsular (Villaverde, 1981 ). La excavación, inicialmente
limitada a parte del cuadro A-17 el año 1986, se reanudó el año 1990, limitada a una parte del
cuadro B-17, en una corta campaña en la que apenas se excavaron unos 30 cms de potencia, y no
volvió a retomarse hasta el año 1995, continuándose hasta la actualidad.
Hasta la fecha los datos publicados del sondeo realizado en el cuadro A-17 se han limitado
a proporcionar una primera aproximación de la estratigrafía (Fumanal en Badal et alii, 1991 ), los
rasgos generales de la economía (Villaverde y Martínez Valle, 1995), la secuencia antracológica
(Badal, 1995), y un avanve de la secuencia Magdaleniense (ViUaverde et alii, 1997) y de algunas
piezas muebles singulares localizadas en distintas fases de la excavación (Villaverde y Martínez,
e.p.). En todos los casos van referidos a datos más limitados que los que ahora se presentan, que
en lo que respecta a la industria lítica y los restos faunísticos abarcan la totalidad de los niveles
excavados hasta la campaña de 1998, mientras que en el apartado antracológico no incluyen el
último nivel y en la microfauna se interrumpen en el nivel XTIB, que no se incluye completo.
La actividad desarrollada desde el año 1995 en la cueva, ampliando la potencia excavada en
los cuadros AIB-17, iniciando la excavación de los primeros paquetes pleistocenos conservados
en el sector B y de los niveles pleistocenos (sin que pueda descartarse la existencia de algún
momento del holoceno antiguo) del sector A, ha permitido peñtlar con más detalle la visión hasta
ahora ofrecida de la estratigrafía del yacimiento, obtener datos de interés sobre la evolución
industrial del Magdaleniense mediterráneo y confirmar la existencia de niveles de cronología
anterior a esta etapa.
Los datos que aquí se ofrecen constituyen, por sus caracteñsticas, un apartado bien diferenciado de lo que en el futuro será la publicación de los resultados de la excavación en extensión
de Jos paquetes paleolíticos de Jos sectores A y B (que abarcan una extensión de unos veinte
metros cuadrados) y deben ser tomados con las reservas que impone el hecho de que provengan
de un sondeo de poca extensión. Especialmente si tenemos en cuenta que una parte importante
de Jos paquetes superiores (IX y X) se ha visto limitada por la intrusión de una fosa excavada
desde los niveles neolíticos, quedando así bastante reducida la superficie disponible, y que el
último nivel pleistoceno (estrato VIll) ha sido documentado de manera testimonial, pues sólo se
conservaba en una reducida extensión del cuadro A-17, en unas tierras situadas bajo un gran
bloque que aparece en la parte distal de la zona sagital derecha del cuadro (ver corte en la figura
2), con una superficie no superior a unos centímetros cuadrados.
La comprensión del material que seguidamente se detalla exige una aproximación a las
caracteñsticas del proceso sedimentario observado en la cavidad y una valoración de la sucesión
que en ella se ha documentado, caracterizada por la superposición directa del Neolítico antiguo
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V Vlll.AVERDE. R. MARTfNEz.VALLE. E. BADAL. P.M. GUJLLEM. R. GARCfA YJ. MENARGUES
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al Magdaleniense. Esta circunstancia se ha constatado en los diferentes puntos en los que la totalidad de los paquetes neolíticos han sido excavados y se asocia a la existencia de fuertes procesos erosivos que precedieron y acompañaron a la formación de los primeros paquetes neolíticos. En el sector A estos procesos afectaron aparentemente la horquilla temporal que media
entre el nivel Vll relacionado con el Atlántico y el vm, del que por el momento desconocemos
la cronología y cuya pobreza industrial no permite hasta la fecha una adscripción segura al par
formado por el Magdaleniense superior-final y Epipaleolítico microlaminar, pero del que cabe
descartar su pertenencia al complejo epi paleolítico geométrico. Mientras que en el sector B esos
mismos procesos erosivos desmantelaron un mimero mayor de paquetes finipaleolíticos, Uegando en algunas zonas a descansar el nivel VI -Neolítico I- sobre alguna de las pulsaciones
registradas en los niveles XI y Xll, con cronolog(as comprendidas, grosso modo, entre los
13.500 y los 17.500 BP.
En el sondeo que centra las líneas de este trabajo la sucesión se produce entre el nivel VI
(neolftico) y el nivel VID, del que carecemos de materiales para definir su adscripción y del que
apenas se conservaban unos centímetros cuadrados de superficie. El nivel subyacente, el IX,
aunque excavado también en menor superficie que los restantes de la secuencia, por verse seriamente afectado por una fosa y un paleocanal, ha proporcionado algún material significativo de su
situación en los momentos finales del Magdaleniense superior.
A estos fenómenos de alteración sedimentaria se unen otros, de origen antrópico, responsables junto con los anteriores de una cierta contaminación de los niveles neolíticos antiguos con
materiales magdalenienses. Se trata de la realización frecuente de fosas que se excavaron sobre
los paquetes magdalenienses (afectando preferentemente del nivel VID al X o, incluso XI,
dependiendo de los sectores) y que en su movimiento de tierras aportaron los materiales en ellas
depositados a los niveles neolíticos cardiales: arpones, variJJas, agujas y todo tipo de puntas
óseas, así como abundante instrumental lítico y restos faunísticos y antracológjcos.
Estas circunstancias se han podido constatar de manera especialmente significativa en el
sector B, donde como hemos indicado los procesos erosivos asociados a los paquetes neolíticos
más antiguos han desmantelado incluso el nivel Vll, el más antiguo del neolítico documentado
hasta la fecha en la cavidad, y donde las intrusiones localizadas de las fosas de los niveles neolíticos llegan hasta el nivel XII.
El cuadro A-17 refleja en su corte sagital derecho con bastante precisión esta situación:
una fosa, incluida en el nivel VI irrumpe en los niveles VUJ, IX y X, el primero sólo se ha
conservado además en la parte correspondiente al corte, tal y como sei'ialábamos con anterioridad en su parte distal, protegido por un grao bloque que, aparentemente, impidió su erosión
en los momentos correspondientes al estrato VI. AJgo que parece que sí se produjo con el
nivel vn.
Además de los procesos erosivos detectados en el Neolítico antiguo, bien puede decirse que
la mayor parte de la sedimentación pleistoceoa excavada hasta ahora muestra la existencia de
procesos similares, responsables de la erosión de determinados paquetes y asociados a fenómenos de redeposición. Todo ello hace que la visión que ahora ofrecemos de un sondeo correspondiente a un metro cuadrado de excavación deba ser tomada con la prudencia y provisionalidad que este tipo de aproximaciones requieren. máxime cuando a estos fenómenos de alteración
postsedimentaria se unen aquellos que provienen de la excavación de madrigueras y otros agentes
de alteración postdeposicional.
-
12 -
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EL PALEOLÍTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
13
Por otra parte, los paquetes paleolíticos observados basta ahora en distintos sectores de la
cavidad ofrecen dos direcciones de buzamiento diferenciadas, del nivel XIV al XD la pendiente
toma una inclinación pronunciada hacia la parte sagital derecha y proximal de la cavidad, mientras que en los niveles XI al VID la inclinación adquiere un plano también hacia la parte sagital
derecha, pero en esta ocasión dirigiéndose hacia la parte distal de la cavidad. Un plano que se
mantendrá durante la secuencia neolítica y posterior. Este cambio de orientaciones, debidas seguramente a variaciones en los apones de los conductos kársticos y en las zonas de captación de los
materiales desplazados como consecuencia de los fenómenos de arrastre o arroyada, provoca una
considerable confusión en el nivel XI, especialmente en la zona correspondiente al cuadro A-17;
circunstancia que obliga a tomar con especial precaución los comentarios industriales referidos a
estos momentos de la secuencia y a esperar que las excavaciones realizadas en el sector A puedan
definir con mayor rigor los episodios que deben relacionarse, como más adelante se expondrá,
con esta parte de la secuencia.
SECUENCIA ESTRATIGRÁFICA Y CORRESPONDENCIA CON LAS CAPAS DE
EXCAVACIÓN
Limitando nuestro comentario a los niveles pleistocenos, la sucesión de estratos observados
en el cuadro A-17, contrastada con la sucesión sedimentaria registrada en otros puntos de los sectores A y B, es la que sigue (fig. 2):
NIVEL VID, de excasa potencia (entre 5 y 7 cms), de color marrón rojizo y abundante fracción gruesa de tamaño pequeño, con presencia de plaquetas. Reducido en el cuadro A-17 a una
superficie coincidente con la base de un bloque que aparece en posición subhorizontal en la parte
distal del corte. Corresponde a la capa 34.
NIVEL IX. de color marrón, bastante fracción y estructura interna laminada, entre 25 y 30
cms de potencia. Abarca desde la capa 35 basta la 39.
NIVEL X, potente paquete de color marrón pardo, de estructura masiva y con fracción que
incluye algunos bloques de tamaño medio y grande; su potencia está en torno a los 40-50 cms,
siendo erosivo en su contacto con el nivel subyacente. Comprende desde la capa 40 basta la 47.
Al igual que los niveles precedentes aparece afectado en su parte proximal derecha por una fosa
que se inicia en los niveles neolfticos y un paleocanal de cronologra igualmente holocena.
NIVEL XI, de color marrón más claro, incluyendo abundantes carbones y caracterizado por
la alternacia de dos subniveles, uno (XIB) con poca fracción, cuya potencia se sitúa entre los 8 y
10 cms (capas 48 y 49), y otro (XIC) con abundante fracción y bloques de tamafto medio y grande,
de 18 a 20 cms de potencia (capas 50 a la 53). En relación con otros sectores de la cavidad, el nivel
XI presenta en el cuadro A~ 17 una simplificación considerable, ya que faltan en él los subniveles
XlA y XID. Situación que en parte de debe al hecho de ser el punto de inflexión de la línea de
buzamiento anterior de la estratigraffa y que, en cualquier caso, obliga a tomar con provisionalidad
los análisis industriales que se derivan de la subdivión que aqur se ofrece, no siempre fácil de establecer durante el proceso de excavación y probablemente objeto en el futuro de un mayor detalle
de división interna, que puede incluso favorecer una redefinición de los niveles. Téngase en cuenta
además que son los momentos de mayor densidad de hallazgos de la secuencia paleolítica y que
en su base puede situarse el tránsito del Magdaleniense medio al superior.
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V. VIU.AVERDE. R. MARTfNEz.VALLE. E. BADAL, P.M. GUILl..EM, R. GARdA Y J. MENARGUES
A- 17
),20
NEOLÍTICO
uo
/
VIII
FOSA
X
/
,
XIC
Fl¡. 2.- Corte sqltal derecho del cuadro A-17.
-
14 -
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EL PALEOÚllCO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
IS
NIVEL XII. caracterizado por la alternancia de subniveles de potencias desiguales, unos de
color marrón grisáceo, arcillosos y con poca fracción gruesa. y otros de color marrón anaranjado,
con mayor cantidad de fracción y presencia de algún bloque, de espesor variable y a veces erosionados. Su potencia global alcanza los 30-35 cms y está en contacto erosivo con el nivel subyacente. Compuesto de continuas laminaciones y la presencia de algunas cubetas erosivas, hemos
optado por dividirlo en dos subniveles -XIIA (capas 54 a la 57) y XIIB (capas 58 a la 63)-, intentando evitar acumular una potencia excesiva con un reducido nivel de precisión estratigráfica y
atendiendo a un incremento de las tonalidades grises de las larninaciones y el componente arcilloso de las mismas.
NIVEL x:m. masivo, de color marrón grisáceo y poca fracción. En contacto erosivo con el
nivel subyacente. Su potencia es de 20-25 cms. Comprende las capas 64 a la 67.
NIVEL XIV, de estructura laminada, con alternancia de pulsaciones de tierras marrones anaranjadas, grisáceas y negruzcas, con poca fracción, y otras de color marrón oscuro y más fracción, pero de tamaño pequeiio. Aparece dislocado, por fenómenos de deslizamiento, en algunas
zonas, evidenciando una alteración postdeposicional cuyo alcance es imposible de precisar en
estos ~omentos. Su potencia global alcanza por el momento los 20-25 cms e incluye las capas
68 a la 71.
La correspondencia de los niveles descritos en el cuadro A-17 con Jos datos publicados basta
ahora (Badal et alii, 1991) es la siguiente: los niveles 1 y llA corresponderían con los actuales
niveles VID y IX; los niveles IIB y llC con el X; el nivel m con el XI. Siendo el ruvel Xll y los
subyacentes de excavación posterior a la publicación de dicho corte. Las descripciones sedimentarias realizadas por Fumanal ( 1991) se limitan por tanto a los niveles superiores. Para una descripción más pormenorizada remitimos a dicho trabajo.
LAS DATACIONES ABSOLUTAS
Se han obtenido hasta la fecha un total de 1Odataciones absolutas para la secuencia proporcionada por el sondeo de Jos cuadros A/8-17. Cuatro mediante el sistema de Cl4 convencional,
a partir de un conjunto de carbones seleccionados del total de los recogidos dispersos en el nivel,
obtenidas en el Laboratoire de Radiocarbone de Lyon, y seis mediante el sistema de AMS, a partir
de muestras correspondientes a un solo carbón, previa identificación de la especie, obtenidas en
el laboratorio de Beta Analytic loe. Su detalle queda explicitado en el cuadro 1.
Los comentarios se efectuarán en eJ apartado dedicado a la valoración de la secuencia industrial, seiialando únicamente ahora que la fecha de 12.650 del nivel XIC se consideró errónea por
el laboratorio de Lyon, al entrar en contradicción con la obtenida en el nivel X. Se optó entonces
por repetir una nueva datación del mismo nivel XIC, a partir de una nueva selección de carbones
dispersos, que proporcionó el resultado de 13.840. Mientras que el envío de la muestra de carbón
de Olea europaea del nivel XID a Beta Analytic obedeció a la rareza de este taxón en los niveles
pleistocenos, en contraposición a su abundancia en los holocenos del mismo yacimiento. Para
evitar especulaciones en el estudio antracoJógico se optó por datar previamente uno de los pocos
fragmentos de esta especie recuperados en el nivel XDI, confirmando la datación su carácter
intrusivo en ese paquete, probablemente como consecuencia de un desprendimiento del corte no
observado en el proceso de excavación.
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V VIllAVERDE. R. MAR'J'fNE:z.VAU.E. E. BADAL. P.M. GUIUEM, R. GARC(A YJ. MENARGUES
.
nivel
referencia
material
Ly-5585
Ly-5220
Ly-5834
Beta-118022
Beta-118023
Ly-5586
Beta-118024
Beta-118025
Beta-118026
Beta-11 8027
varios carbones
varios carbones
varios carbones
carbón Pinus nigra
carbón Pinus nigra
varios carbones
carbón Pinus nigra
carbón Olea europaea
carbón Pinus nigra
carbón Pinus nigra
resultado
X
13.320 ±
12.650%
13.840%
13.690 ±
14.850 ±
15.820 ±
17.230 ±
6.660%
18.920 ±
18.750 ±
XIC
XIC
XIC
X1IA
XIIB
XIIB
XIII
XIII
xm
sistema
170
80
85
120
100
150
130
50
180
130
BP
BP
BP
BP
BP
BP
BP
BP
BP
BP
convencional
convencional
convencional
AMS
AMS
convencional
AMS
AMS
AMS
AMS
Cuadro 1
ESTUDIO TIPOMÉTRICO Y TECNOLÓGICO DE LA INDUSTRIA LÍTICA
El número total de elementos líticos recuperados en posición estratigráfica en los niveles
pleistocenos del sondeo (cuadros A/B-17) asciende a 9530 piezas, de las que 6207 son esquirlas.
La distribución de soportes por niveles queda resumida en el cuadro 2, donde se da cuenta del
número de lascas (L), hojas (H), hojitas (h), núcleos (N), esquirlas (E), fragmentos informes (1),
crest.as y semicrestas (C), tabletas y semitabletas (T) y golpes de buril (GB). Se han considerado
como esquirlas las piezas inferiores a 1 cm. y la diferenciación entre hoja y hojita ha tenido en
cuenta como parámetro métrico la anchura de 0,8 cms.
L
H
b
N
E
1
e
IX
46
X
82
174
418
23 1
176
11 4
90
7
20
15
76
61
37
1
.37
722
259
61
21
15
3
3
J3
309
471
660
2557
895
802
357
156
7
4
8
74
24
21
24
11
3
2
6
14
4
4
1
2
xm
XIC
XllA
XIIB
xm
XIV
54
24
11
12
40
22
14
5
5
T
GB
T
3
8
6
1
3
6
6
35
59
12
6
442
628
1056
3966
1502
111 1
533
292
Cuadrol
Una valoración más detenida de las proporciones de lascas, hojas y hojitas, retocadas y sin
retocar, y por niveles la efectuamos en el cuadro 3, donde también se da cuenta del índice laminar
(ILam) del conjunto del material, del índice laminar del material retocado (ILam R) y del índice
microlaminar del material retocado (lmlam R).
El mdice laminar, que parte de un valor moderadamente alto en el nivel IX, desciende pri·
mero en el nivel X, ascendiendo nuevamente en los niveles xm y XIC, y vuelve a desarrollar
una tendencia a la baja a partir de este momento y de manera más marcada a partir del nivel XDB.
-
16 -
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EL PALEOÚTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
17
Esta evolución no debe ocultar, sin embargo, las importantes variaciones que en esos mismos
niveles es posible señalar en las proporciones de hojas y hojitas: una alto valor de las hojas en el
nivel X, coincidiendo con una baja proporcion rnicrolaminar, y un marcado descenso de las
hojitas en los niveles XIIB, xm y XIV.
Aún con las limitaciones que se derivan del bajo número de efectivos retocados recuperados
en los niveles IX, X, XD 8 , xm y XIV, un análisis del índice laminar y microlaminar del material retocado es útiJ a la hora de perfilar algo más estas tendencias.
Los niveles XIB y XIC se caracterizan por tener una clara tendencia microlaminar en el
material retocado, con muy baja proporción de hojas retocadas, mientras que los niveles IX, XUA
y XllB tienen unos valores rnicrolaminares algo menos importantes, con un porcentaje de hojas
retocadas algo mayor que los dos anteriores, pero limitado salvo el caso del nivel XIIA, donde el
porcentaje de útiles sobre hoja alcanza un valor de 16' 2. Por el contrario, el nivel X y especialmente los niveles xm y XIV se caracterizan por la poca importancia del utillaje microlaminar,
con cuantificaciones no despreciables en los dos últimos en material retocado realizado sobre
hojas. Ya veremos más adelante que también es posible aunar a estas diferencias otras de orden
tipológico al contemplar la evolución del material retocado en los distintos niveles de la
secuencia paleolftica.
L
IX
X
XlB
XIC
XDA
Xli8
xm
XIV
H
h
Dam
DamR
lmlamR
40'4
58'9
53'3
34'4
42'5
67'4
78' 1
76'9
6'1
14'4
4'6
6'2
9' 9
9' 2
7'5
10'3
53' 5
26'7
42' 1
59'4
47'6
23'4
14' 4
12'8
59'6
41'1
46' 6
65'6
57'5
32'6
21'9
23'1
68'2
54'5
72'6
79' 1
77'7
5 1' 1
23'8
50'0
59' 1
31'8
70'2
74'4
61 '5
45' 1
4'8
o·o
Cuadro3
El análisis tipométrico del utillaje microlaminar lo hemos realizado agrupando los soportes
en módulos que recogen las variaciones de la relación longitud/anchura. La distribución de los
soportes en los distintos niveles, considerando la totalidad del material, queda perfectamente
recogida en el gráfico l . En él se observa con claridad que los módulos de alargamiento dominantes en las hojitas son los correspondientes a los grupos B y C, aquellos en los que la longitud
se situa en una proporción de 3 ó 4 veces la anchura. En cualquier caso, el limite superior de la
longitud de las hojitas de situa en los 4 cms, siendo absolutamente mayoritarios los valores comprendidos entre 1' 5 y 2'5 cms.
Ese mismo análisis aplicado a las hojas indica que sus efectivos normalmente se sitúan en
los módulos A y 8 , de longitud igual a dos o tres veces la anchura, con muy escasa presencia de
piezas laminares que sobrepasen el índice de alargamiento de 4:1 (cuadro 4). Las piezas más
largas apenas alcanzan los 5 cms, y lo frecuente es que sean hojas cortas, de apenas 2 a 2'7 cms
de longitud. Estos valores tipométricos coinciden con los de las lascas y núcleos, que también
-
17 -
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18
V VlLLAVERDE. R. MAKI1Nez.VAU.E. E. BADAL. P.M. OUillEM. R. OARCIA YJ. MENAROUES
.
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Griftco 1.- Valores porcentuales de las hojitas coa.slderadu a partir de su ÚlcUce de alarpmleato.
A: longitud lpala dos veces la andlura; B: tres veces la andlura; C: cuatro veces la anchu:ra;
D: daco veces la andlu:ra; E: sás veces la andlura; F: siete veces la andlura.
concentran sus efectivos en los tamaiios reducidos (atendiendo al máximo de la longitud o la
anchura, las lascas mayoritariamente se inscriben en valores comprendidos entre 1 y 2' 5 cms,
mientras que los núcleos concentran sus efectivos entre los 2 y 3 cms).
Estamos ante una industria de tamaiio considerablemente reducido y de marcado componente microlaminar en algunos de sus niveles. La primera circunstancia condicionada por las
dimensiones y calidad de la materia prima disponible, en grao parte de procedencia local, calidad
de regular a mala y tamaño igualmente reducido.
El análisis de los núcleos encuentra su principal limitación en el bajo número de efectivos
recuperados en alguno de los niveles. Así, tan sólo en XIB, XIC, XllA y XllB pueden extraerse
algunas conclusiones apoyadas en un cierto número de ejemplares analizados. Atendiendo a los
tipos mejor representados destacan en estos niveles, sin lugar a dudas, los núcleos dedicados a la
obtención de soportes microlaminares con un sólo plano de percusión y extracciones en la cara
ancha, seguidos de los de un plano de percusión y talla en la cara estrecha y los de un plano de
percusión y superficie de talla extendida en dos caras contiguas. En definitiva un sólo plano de
percusión, predominantemente liso o con muy escasa preparación, con un frente de poca
convexidad y unas superficies de talla en las que las formas rectangulares -24- superan a las semicónicas - 13- en los de superficie en una sola cara, mientras que en los de superficie en dos caras
dominan las semicónicas -9- a las rectangulares -5-. Los soportes son lascas -39- o nódulos -23-,
localizándose en estos tres tipos dominantes de núcleos tan sólo un ejemplar que aprovecha un
fragmento de sOex diaclasado natural y talla bastante irregular (cuadro 5).
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EL PALEOLfTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
IX
L2
L3
LA
L5
L6
L7
X
XIB
XIC
6
14
6
2
1
13
19
25
33
22
5
1
65
113
47
18
11
5
5
2
3
1
L8
Al
A2
A3
A4
A5
A6
A7
AS
C2
12
8
6
2
1
3
4
4
3
1
3
1
13
6
4
2
1
3
1
7
3
14
23
11
2
2
2
1
22
2
C3
C4
1
3
3
1
28
16
4
1
156
N2
N3
N4
N5
N6
N7
20
7
4
5
2
23
9
1
1
8
6
11
6
1
44
52
24
9
8
5
1
S
5
2
1
3
3
4
2
3
2
2
12
6
9
4
2
9
5
JO
1
3
2
1
2
10
3
1
2
1
2
1
2
3
2
3
5
3
5
2
1
2
3
1
40
24
3
1
1
1
5
1
20
1
1
1
10
1
D4
El
E2
FJ
40
37
4
7
3
3
47
26
24
C5
C6
OJ
02
03
29
11
152
111
53
12
5
XIV
46
24
4
2
2
1
xm
36
35
28
23
13
10
XIIB
64
5
4
1
1
A9
Al O
81
82
83
84
85
86
87
88
89
Cl
10
XDA
2
2
2
2
6
3
4
1
2
12
15
6
8
4
1
1
3
- 19 -
2
1
2
1
2
l
Cuadro 4.- L: lascas; A-F: bojM y bojJtu; N: mideos.
2
2
S
[page-n-20]
20
V VIllAVERDE. R. MAR11NEz.VAU..E, E. BADAL. P GUILLEM. R. GARCÍA YJ. MENARGUES
.
.M.
IX
XIC
6
2
4
11
E
F
6
2
3
5
3
G
H
1
2
1
3
3
6
2
2
2
xm
2
XIV
6
B
e
o
XIIB
XllA
2
A
XIB
4
X
3
3
Cuadro 5.- Distri bución de los núcleos por niveles. A: un plano de percusión y superftde estrecha; 8 : dos
planos de percusión y superftcle estrecha; C: un plano de percusión y superficie ancha; D: dos planos de
percusión y superficie ancha; E: un plano de percusión y superftde en dos caras; F: dos planos de percusión
opuestos y superfkles en d.os caras; G: dos planos de percusión a.ltem os; H: globuloso; 1: lnfonne o lndeter-
mJnado.
El carácter poco elaborado de las plataformas de percusión se observa bien en los productos
de la talla, con un número no despreciable de talones corticales (superan a los facetados o los diedros) y un predominio neto en el conjunto de los niveles de los talones lisos y los puntifounes,
éstos últimos absolutamente hegemónicos en la producción de hojitas.
e
L
D
F
p
M
R
S
S/f
1
2
3
15
8
3
1
3
2
11
17
4
30
15
6
7
2
4
9
63
9
9
3
2
42
39
117
5
1
2
14
6
6
6
6
4
1
3
2
8
3
XIV
25
36
62
198
119
85
39
44
37
32
XID
3
10
3
35
8
6
3
IX
X
XIB
XIC
XDA
XIIB
99
535
17 1
54
37
14
1
2
JI
191
87
47
38
Cuadro 6.- Clasificación de los talones. C: cortJcal; L: liso; D: diedro; F: facetado; P: puntlfonne; M: machacado; R: roto; S: s uprimido; srr: sin talón por fractura.
Por lo que respecta a las características de la talla microlaminar, centrando el análisis en
aquellos niveles en los que el número de efectivos es suficiente (niveles XIB, XIC y XIIA), la
proporción de piezas de primer orden es prácticamente nula, mientras que las de segundo orden
desempeñan un papel bajo al considerar el total de efectivos, brutos o retocados, ya que al centrar la atención en los soportes retocados su valor pasa a ser muy bajo. El grado de utilización de
los soportes microlaminares en la confección de piezas retocadas es del 43' 1 %en el nivel XIB
(59 piezas), del 28'5% en el nivel XIC (206 piezas) y del 24'8 %en el nivel XIIA (262 piezas).
El detalle de los valores en la cadena operativa queda reflejado en el cuadro 7.
-20-
[page-n-21]
EL PALEOÚTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
Corticales
T
R
XIB
XIC
Semlcortic:ales
T
R
10
40
6
XUA
5
Pl~na
T
127
682
252
21
producdón
R
59
201
63
Cu.dro 7.- Talla mkrolamlnar: productos cortka.les, semicortk:ales y de pJena proclucdóo en d c:otYunto
dd material (T) y en d material retocado (R).
Finalmente, las lascas ofrecen unas proporciones con relación a las etapas de producción
notablemente más bajas que las hojitas. Así, el grado de utilización de lascas para la producción
de utillaje retocado es en los mismos niveles la siguiente: un 13'2 % en el nivel XIB, un 13'2 %
en el nivel XlC y un 9'2% en el nivel XTIA, aunque ahora el aprovechamiento de los productos
de las primeras fases de la producción es mayor, tal y como puede verse en el cuadro 8.
Cortkales
T
R
XIB
XIC
XIIA
Semlcortkales
T
R
Plena producd6n
T
R
4
47
147
71
123
261
153
10
7
3
19
8
20
35
14
Cuadro 8.- Lascas: procludos corticales, semicortkales y de plma proclucd6n en el c:otVunto del material
(T) y m el material retocado (R).
APROXIMACIÓN A LAS MATERIAS PRIMAS LÍTICAS EMPLEADAS
Presentamos en este apartado un detalle de las materias primas enpleadas en la realización
de la industria lítica recuperada en el sondeo, valoradas de manera diacrónica y en relación con
las fuentes de aprovisionamiento. Los resultados que se ofrecen son fruto de tres campañas de
prospección geológica centrada en la comaraca de La Marina Alta, en el triángulo comprendido
entre la Serra de Segtuia, la Serra de B~rnia y la cabezera del rfo Gorgos (fig. 3).
La zona se halla situada en los dominios de las cordilleras Béticas, y más concretamente adscrita al sector Prebético valenciano. Las grandes unidades estructurales están formadas por materiales predominantemente calcáreos pertenecientes al Cretáceo y al Paleógeno. Las despresiones
están ocupadas por depósitos miocenos y cuaternarios, compuestos de conglomerados, margas,
arenas y gravas, debiéndose destacar la presencia de algún afloramiento triásico con arcillas abigarradas, yesos y diabasas.
En el curso de las prospecciones se localizaron dos grandes áreas litológicas con depósitos
de rocas siLíceas. Una ubicada en los macizos cretáceos que envuelven la comarca, y la otra en la
parte oriental de la cubeta neógena de la Vall de Ceta. Fruto de anteriores trabajos se poseían
datos sobre otro grupo de afloramientos cuyas rocas se identifican en el material arqueológico.
Sus principales características son las que siguen:
-21-
[page-n-22]
22
V VIU.AVEROE. R. MARTfNEz.VAU..E.. E. BADAL, P GUILI..EM, R. GARCÍA YJ. MENARGUES
.
.M.
.......,
~
•
Dtp6lllOI ol~
•
[)qJ6111011 de le Vall de Ccta
Jf
AfbMiietltolloalles
to
.SIC&
fl&. 3~ SHud6a de 101 aftoramleDtcll de ID8Jertal prim8s ideadftadu ftl 101 Dlftles
~delaCovadelaCeDdra.
Sflu d~l Cntdcico. Las facies donde se manifiestan corresponden generalmente a sedimentos carbonatados del Throniense. Son materiales propios de los afloramientos locales.
Presentan una escasa variedad cromática derivada de las coloraciones grisáceas (entre lOYR
6.7/1 y lOYR 6.7n.). Sus características más significativas son su enorme grado de fracturación
y el grado de adherencia a la roca madre. El süex aparece con morfologías nodulares y en bancos
interestratigráficos. La dificil liberación de los nódulos propició un aprovechamiento centrado en
la recogida de fragmentos naturales disgregados por la erosión, esparcidos en cubetas y abanicos
de acumulación.
Sflu d~l Oligoc~no. Los afloramientos aparecen diseminados en un espacio reducido de los
macizos interiores de la comarca de Alcoi. Ocupan pequeños manchones frecuentemente adosados a las estructuras eocenas de las cuales se han alimentado tras su demolición erosiva.
Abundan en estas formaciones las facies continentales de margas rojizas con niveles de conglomerados. Los clastos silfceos son abundantes y aparecen bajo formas nodulares, fragmentos más
o menos rodados y cantos lenticulares. Muestran. por lo general, unos tintes marrones claros o
melados ( IOYR 5.6/4). La estructura granular suele ser muy fina. Se aíslan c<>n relativa facilidad
respecto a otros de apariencia similar, como determinados sflex del cretácico superior regional,
debido a las numerosas vetas de coloración vinosa (IOR 5.613) y puntuaciones de óxidos.
-22 -
[page-n-23]
EL PALEOLfnCO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
23
Sflex del Ne6geno de la Val/ de Cela. Sus depósitos se encuentran en la cabecera del río
Gorgos, a más de 20 kms del yacimiento de la Cova de les Cendres. Se trata. grosso modo, de
conjuntos detríticos de calizas, margas y conglomerados con abundantes restos de clastos sillceos
de variada procedencia. Por lo generaJ se presentan bajo morfologías erosionadas: cantos y fragmentos nodulares.
Si/ex del Ne6geno de la Cuenca de Lorca. La Cuenca de Lorca es una depresión intramontafiosa situada en el área de contacto de las zonas internas y externas de las Cordilleras Béticas.
Esta depresión aparece colmatada por sedimentos neógenos procedentes de los macizos circundantes. Abundan los sedimentos blandos y las intercalaciones conglomeráticas y yesfferas
(Guillén-Mondéjar, 1994). Las rocas silíceas son tan abundantes y variadas como las facies sedimentarias de la Cuenca, pero las más singulares son, sin duda, las de aspecto "jaspoide", denominación que hace alusión a sus llamativos colores (el más representativo MunselJ lOYR 5.6/8).
En Cendres aparece de forma testimonial, prueba inequfvoca del carácter exótico de estas rocas.
El examen de la totalidad de la induslria lítica del sondeo, incluyendo del nivel IX al XIV,
tras descartar las piezas afectadas por el fuego o aquellas de reducido tamaño, ha permitido identificar un total de 507 piezas (cuadro 9) con un peso total de 1.929'43 gramos. La modesta
entidad numérica de la mayor parte de los niveles desaconseja una valoración detallada de la
serie. Tan sólo Jos estratos XlC y XllA reúnen los efectivos adecuados para obtener una información significativa. La dislribución de los materiales con respecto a las distintas áreas de procedencia permite deducir una explotación centrada en dos grupos de rocas: la litología cretácica
del ámbito doméstico y los afloramientos periféricos de cronología oligocena situados a una distancia de 45 km de la cavidad. Sus valores resultan bastante parejos, así como los correspondientes a los materiales de carácter local. Los materiales silíceos del neógeno de la VaiJ de Ceta
se encuentran ya en un tercer puesto muy alejado de los otros dos, con valores que rondan el 10%,
y finalmente están los jaspes de la Cuenca de Lorca, cuya presencia es testimonial.
A estas tendencias tan sólo cabría añadir las variaciones que se observan en alguno de los
restantes niveles de la secuencia. Así. y con las reservas antes señaladas, parece que los niveles
asociados a la talla microlaminar presentan valores porcentuales más elevados en los sflex de
Alcoi, mientras que la tendencia de los niveles inferiores es a un marcado descenso de este tipo
de materia prima y la mayor importancia del material local o de la Vall de Ceta.
Peso (grs)
IX
X
XIB
XlC
XDA
XIIB
xm
XN
Local
V.Ceta
Akol
72'17
144' 85
185'65
689' 47
438' 79
173'74
150'37
133'39
12'55
16'59
20' 99
34'41
24' 71
27'99
39'02
63' 18
13'20
10' 40
20'92
10'85
9'38
14' 13
7'84
21'09
39'49
22'25
26'35
28' 50
25'82
23' 19
1' 72
1'43
CUIIdro 9
-23-
Loma
0' 63
0'63
0'02
0'61
0'37
lndet.
34' 76
50' 85
31 ' 11
25'61
40'07
35'59
50'81
13' 93
[page-n-24]
24
V VlLLAVERDE, R. MARTÍNEz..VAU.E. E. BADAL. P.M. GUlll.EM. R. GARCÍA Y J. MENARGUES
.
Con estos datos se hace aniesgado establecer patrones de comportamiento económico, si
bien la observación detallada de la cadena operativa Lftica permite establecer algunas consideraciones. Existen carencias en detenninadas fases de adquisición y elaboración de los útiles,
incluso para aquellos que recurren a las materias locales. A pesar de hallarse presentes elementos
corticales de la mayoría de las materias primas diferenciadas, éstos son proporcionalmente poco
significativos en relación al número de núcleos. La parcialidad de la cadena operativa debe explicarse a partir de la existencia de un acondicionamiento previo de la materia prima en el lugar de
recogida. Por su parte, los soportes microlarninares muestran una clara preferencia por los síJex
de la comarca de Alcoi, algo que queda también reflejado en el apartado de los núcleos dedicados
a la extracción de hojitas. Por su parte, las rocas exógenas, categoría en la que se engloban los
jaspes, quedan atestiguadas en los niveles XIB, XIC, XllA, XID y XIV. pero su introducción en
el yacimiento se hace en forma de soportes de plena producción, ya que los núcleos y las lascas
corticales son inexistentes, mientras que la presencia de esquirlas y productos de reavivado
parecen indicar una buena conservación y reutilización de los útiles fabricados en esta materia
prima de elevada calidad.
EL MATERIAL "RETOCADO
Para valorar el grado de transformación de los productos de la talla en la fase de consumo o
del material retocado, nos ha parecido interesante partir en este apartado de la consideración del
valor porcentual que supone el material retocado con respecto al no retocado sin considerar las
esquirlas, núcleos o restos del proceso de talla. En líneas generales los distintos niveles muestran
unos valores bastante parecidos, destacando tan sólo el máximo de transformación que alcanzan
los niveles XIB y XJC (con un 25'8 y un 22'8% de soportes transformados por el retoque) y los
valores bajos que se observan en los niveles X, XID y XIV (con valores del 15' 8, 15'1 y 11'9 %
respectivamente). Todo ello referido a niveles que experimentan a su vez import.antes oscilaciones en la densidad de hallazgos líticos, destacando por sus altos valores relativos los niveles
XIB y XIC y en menor medida el XllA (cuadro 10). Estas apreciaciones han de considerarse, sin
embargo, de manera indicativa, ya que al ir referidas a materiales provenientes de un sondeo de
poca extensión estarán sujetas, sin duda, en el futuro a importantes variaciones, como resultado
de la distribución diferencial de los restos arqueológicos en términos espaciales, sobre todo como
consecuencia de los factores de transporte de carácter postdeposicional que parecen haber afectado a una parte importante de los niveles de la secuencia pleistocena.
IX
% piezas retocadas
l. densidad
X
XIB
XIC
XII A
XIIB
xm
XIV
19'3
35' 4
15' 8
20'9
25'8
105' 6
22' 8
198'3
18' 9
75' 1
20'2
37'1
15' 1
26'7
11 ' 9
14'6
Cuadro 10.-1. densicbld: dmsidad de baiJazgos lfticos por metro c:ábko cUvklido por den.
Por lo que respecta al material retocado, los comentarios se van a centrar en los niveles cuyo
número de piezas permite establecer consideraciones fiables: niveles XIB, XIC y XIIA. Los res-24-
[page-n-25]
TESTIMONIOS DE TRATAMIENTO TÉRMlCO EN HOJAS DE LAUREL
25
tantes tan sólo serán objeto de una breve descripción, fijándonos más en aspectos cuaHtativos que
en los cuantitativos. En el cuadro 11 aparecen recogidas las piezas de cada nivel, clasificadas de
acuerdo con la lista-tipo de Sonneville-Bordes y Perrot.
Nivel IX. El número de piezas retocadas es de veintiuna, con otra con huellas de uso. En el
utillaje no microlaminar tan sólo un raspador atípico, uno sobre hoja retocada, un útil compuesto,
un raspador-truncadura, cuatro piezas con retoques continuos en un borde, una pieza con muescas
y una pieza clasificada en los diversos, con retoque escamoso (aJ lfmite con el burinante) y un
lateral con retoque bifaciaJ. En el apartado microlaminar una hojita truncada, siete hojitas de
dorso, tres con finos retoques directos y dos hojitas con retoques inversos (fig. 4, n° 1 a 9).
Nivel X. El último con un bajo número de efectivos, a pesar de su mayor potencia. Los raspadores están mal representados, pues tan sólo contamos con un raspador sobre hoja retocada y
un útil compuesto, del tipo raspador sobre boja truncada. Los buriles, por el contrario, experimentan un aumento digno de reseñar, con cuatro ejemplares: dos diedros de ángulo, un diedro
múltiple y uno sobre preparación lateral. Del material restante destaca una punta escotada de
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~ ~J ~~ .,
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24
Fig. 4.- lodustria lftial de los niveles IX y X.
-25-
[page-n-26]
26
V VD..J...AVERDE, R. MARTfNEz.VAILE. E. BADAL. P.M. GUIU.EM, R. GARdA Y J. MENARGUES
.
retoque abrupto, sobre hojita (2), contabilizándose además tres piezas con retoques continuos en
un borde, una de ellas sobre hoja y en dos casos con retoques inversos, una pieza con retoques
continuos en dos bordes, una pieza con muesca y dos piezas denticuladas. Por su parte el apartado microlaminar está compuesto por una hojita truncada, otra de borde abatido y tres con fmos
retoques directos (fig. 4, n° 11 a 24).
Nivel XIB. Con un conjunto más elevado de piezas, a pesar de su reducida potencia, sigue
mostrando un número de raspadores bajo y de escasa variedad tipológica, con tres ejemplares
sobre lasca retocada -uno de ellos clasificado con reservas-; en el apartado de los buriles, por el
contrario, el número es mucho más importante y se observa una cierta variedad tipológica, con
un diedro recto, cuatro diedros ladeados, un buril diedro de ángulo sobre rotura, un buril diedro
múltiple, un buril sobre truncadura recta, dos buriles sobre truocadura oblícua, dos múltiples
mixtos y uno plano. A destacar que los soportes son en todos los casos lascas. En los otros grupos
tipológicos se contabilizan una pieza con truncadura recta, cinco piezas con retoques continuos
en un borde, tres piezas con muescas, una raedera y un número elevado de hojitas retocadas:
veintiséis de dorso, diecinueve con finos retoques directos y trece con retoque inverso (fig. 5).
Nivel XIC. El más rico de la secuencia, tanto en términos absolutos como en relación a su
potencia. Contabiliza un total de doscientas setenta y tres piezas clasificadas según la lista-tipo y
otras cuatro con retoques de uso, de carácter muy marginal. Su densidad de piezas por metro
cúbico es de 19.830. En el grupo de los raspadores, que mantiene la proporción baja de las capas
anteriores, se cuentan diez ejemplares: seis simples, dos de ellos sobre hoja, uno con retoques
complementarios de supresión de la base y otro al límite con el carenado; tres sobre lasca retocada y uno carenado, realizado sobre una hoja en cresta. En los útiles compuestos dos raspadoresburiles y en los perforadores, uno típico, sobre lasca. Por su parte, los buriles ascienden a 17
ejemplares: uno diedro recto; tres diedros de ángulo; cinco de ángulo sobre rotura; uno diedro
mtíltiple; uno arqueado; uno sobre truocadura retocada oblícua, con el lateral denticulado, realizado sobre lasca de primer orden; dos transversales sobre muesca; y un buril múltiple mixto. En
el apartado de las piezas de borde rebajado, poco numeroso como en los retantes niveles, tan sólo
una pieza con escotadura, dos piezas con el borde rebajado total y una de borde rebajado parcial;
y en el de las piezas truncadas una de truocadura oblfcua. Por su parte, las piezas con retoques
configuran un apartado a tener en cuenta, sobre todo de considerar los valores de los niveles más
inmediatos, con veintitrés ejemplares de retoques continuos sobre un borde y tres con retoques en
los dos, siendo la mayoría de soporte no laminar, mientras que las piezas varias alcanzan un valor
reducido, con tres piezas con muescas, y cuatro esquirladas. El conjunto microlaminar, abundante
y variado, aparece dominado por las hojitas de finos retoques directos -83 ejemplares-,
{2) La pertenencia de esta pieza al nivel X puede ser puesta en cuestión. en la medída en que pane del cuadro es¡j afectado
por la prescnc:ia de una fosa ncolftica y un paleocanal. y aunque estas zonas se diferenciaron en el proceso de excavacióo no resultaría en modo alguno difTeil que pueda InterpretarSe como proclucto de un despalazamiento postdeposíclonal no detectado en el
leVIIItamiento del nivel. La existencia de niveles del Soluuense evolucionado en el yacimiento. con piezas similares. y la evidencia
proveniente de una dalxióo obtenida en el nivel VI del sector A. con un resultado de 20.430J:I70. cuyo valor sólo puede entenderse como consecuencia de una redc:posicióo en claro contexto ncolflico. favorecida por algún paleoc:anal o IITISln: que hubiera
discurrido por zonas I1Ws próximas de la cavidad en las que esos mismos n.iveles. como consecuencia del buzamiento pronunciado
de la estratigrafia. estuvieran I1Ws altos. constituyen elementos suficientes como para mantener una cierta prevención sobre esta
pieza. Una valoración nuis det.enida de la necesidad de un an41isis tafónomico de los materiales en contextos sedimentarios afec-
tados por procesos de alteración postdeposicional. y su discusión en Cendres, ha sido objeto de un trabajo especifico (Bemabc:u.
Vtllaverde. Badal y Manfnez. e.p.). lo que nos exime de una discusión mú detallada en este trabajo.
- 26 -
[page-n-27]
EL PALEOÚTJCO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
27
2
J '
\L---...:ltJ./
7
8
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.~¿Q 1m ~
JO
~J~2a
6
"'
"'
..
Flg. 5.- Industria Utica del nivel XIB.
las de dorso -69 piezas- y las hojitas de retoque inverso -49 ejemplares-, piezas a las que hay que
añadir tan sólo una hojita con muesca y cuatro hojitas de tipo Dufour. Entre las hojitas de dorso
y las de finos retoques directos tan sólo contamos con 16 ejemplares apuntados, lo que representa
apenas un 7'2 % de ambos tipos. Asf que el utillaje microlaminar, aunque abundante, es poco
variado (fig. 6 y 7).
Nivel XDA. Aunque con un número de piezas suficiente para su valoración, ofrece aproximadamente una tercera parte de efectivos que el anterior, siendo su potencia similar: ciento dos
piezas y tres con huellas de uso. Las diferencias con el conjunto anterior, como más adelante
comentaremos, son interesantes, y ello se nota en los grupos de raspador y buril y en el apartado
de las piezas retocadas. En los dos primeros grupos, por primera vez en la secuencia, si excep- 27-
[page-n-28]
V Vlll.AVERDE, R. MARTfNEz.VAU.E, E. BADAL. P.M. GlJllLEM, R. GARdA YJ. MENARGUES
.
28
~
1
S
fQ~
\~
W-D
f
7
9
17
Fig. 6.- Industria Utka del nivel XJC.
rx.
tuamos el nivel
el número de raspadores es superior al de buriles. Un total de cinco raspadores -dos simples, uno aúpico, con el frente tenninado en una espina lateral izquierda; uno
unguifonne y uno carenado- y tres buriles -dos diedros de ángulo y uno de ángulo sobre fractura.
Además. una boja de borde rebajado total, una pieza con truncadura obHcua, trece piezas con
- 28 -
[page-n-29]
EL PALEOLfTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
29
Flg. 7.- Industria trUca del nivel XJC.
retoques en un borde -de las que ocho son sobre sopone laminar- y cuatro con retoques en Jos
dos bordes -tres sobre soporte laminar-, cinco piezas esquirladas y una raedera, mientras que en
los diversos contamos con una pieza con retoque semiabrupto inverso en la parte distal y una
pieza de tendencia foliácea, con retoque plano marginal en los dos lados, fracturada en su
extremo distal, cuya posición en la base del nivel bien pudiera considerarse en relación con el
nivel subyacente, dada su posible tipología solutrense. Finalmente, en el utillaje microlarnínar, el
dominio corresponde ahora a las hojitas de dorso -veintisiete ejemplares, con sólo tres apuntadasy las hojitas de finos retoques directos -veintitrés ejemplares, uno apuntado-, seguidas ya de lejos
por las hojitas de retoque inverso -nueve piezas-, pero observándose una mayor diversificación
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tipológica en este apartado, con la presencia de un trapecio, tres hojitas de dorso truncadas y una
hojita de dorso denticulada. am~n de una hojita de tipo Dufour (fig. 8).
Nivel XJIB. Ha proporcionado poco material retocado y ello refleja un empobrecimiento que
afecta tambi~n al material no retocado: la densidad de piezas por metro cúbico es de 3.703 mientras que el nivel anterior ofrecía una densidad de 7.510. nene cuarenta y ocho piezas retocadas
clasificadas por la lista-tipo y tres con retoques de uso. Los raspadores mantienen el predominio
sobre los buriles -cuatro raspadores simples, uno reducido al frente, uno sobre lasca retocada, y
dos carenados, frente a un buril sobre truocadura retocada convexa y otro plano-, a la vez que
contamos un útil compuesto -un raspador-buril-, una pieza con muescas, una hoja con borde rebajado, dos piezas con retoques continuos en un borde, dos piezas con truncaduras rectas, una con
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EL PALEOLÍTICO SUPERlOR DE LA COVA DE LES CENDRES
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Cuadro U.- Resumen de a. Industria mocada, por niveles.
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truncadura oblicua y otra con truncadura cóncava, dos piezas con retoques continuos en un borde,
dos piezas denticuladas y dos esquirladas. Fmalmente, en el apartado microlarninar el utillaje se
compone de un triángulo, diez hojitas de dorso, seis con finos retoques directos, dos de dorso
truncadas, una hojita con muesca. una hojita de tipo DufoW' y otra con fmos retoques inversos
(fig. 9).
Nivel xm. Caracterizado también por la baja densidad de hallazgos, con veinte piezas retocadas clasificables en la lista-tipo y una con retoques de uso: tres raspadores -dos simples, uno
de ellos roto, y otro atípico-, dos raspadores-buriles, un perforador, un buril diedro de ángulo
sobre fractura, clasificado con dudas, una pieza con truncadura oblicua, siete piezas con retoques
continuos en un lado, de las que dos son hojas, tres piezas con muescas, un denticulado y una
hojita de dorso (fig. 1O, n° 1 a 12 y 14 a 17).
Nivel XIV. Parcialmente excavado hasta la fecha y de nuevo con pocas evidencias arqueológicas: sólo catorce piezas retocadas, contando dos con retoques de uso. Un raspador sobre lasca
retocada, una punta Pont-Yves, seis piezas con retoques continuos en un lado -de las que cuatro
utilizan soporte laminar-, una boja con retoques continuos sobre los dos lados, una pieza con
retoque escamoso y una raedera (fig. 10, n° 13 y 18 a 27).
DESCRIPCIÓN DE LA INDUSTRIA ÓSEA, EL ADORNO Y EL ARTE MUEBLE
El nl1rnero total de efectivos recuperados en estos niveles asciende a 58 piezas, incluyendo
las piezas acabadas, el material que evidencia fases del proceso de elaboración, los objetos de
adorno y las esquirlas óseas con líneas incisas no relacionadas con los procesos de carnicería. Por
niveles, el material se agrupa de la siguiente manera:
NivellX. Un fragmento, tal vez proximal, de punta plana doble, recta y lisa (fig. 11, n° 1),
un fragmento medial de punta de sección subcircular (fig. 11, n° 2), un fragmento distal de punta
doble, de sección circular, y tendencia a iocurvarse (fig. 11, n° 3), un arpón de sección aplanada,
con una hilera de dientes (dos dientes que aparecen incluidos en el fuste), en la base existe una
pérdida de materia, aparentemente por esquirlado de la superficie externa del asta (fig. 11, n° 4),
una esquirla ósea, perteneciente a hueso grande, con una línea incisa (fig. 11 , n° 5), y dos
esquirlas planas de asta, con un plano lateral pulido.
Nivel X. Una punta de base abultada (fig. 11, n° 7), un fragmento distal de punta, con pérdida de materia en una de las caras (fig. 11, n° 8), un fragmento de punta, de sección irreconocible, afectado de importante pérdida de materia (fig. 11, n° 6), un fragmento proximal de punta
de base monobiselada, de sección circular, con algunas Líneas incisas en el fuste (fig. 11, n° 11 ),
un fragmento proximal de azagaya de doble bisel, don decoración formada por líneas incisas en
ambas, más anchas paralelas y de recorrido longitudinal en una de e Uas (fig. 11, n° 12), un fragmento proximal de variUa, de sección plano-convexa, con líneas incisas paralelas oblicuas en
serie en la cara plana (fig. 11 , n° 9), un fragmento de asta, irreconocible, con la superficie pulida
y un fragmento de pieza también irreconocible, con una línea incisa ancha, de recorrido ligeramente curvo (fig. 11 , n° 10).
Nivel XIB. Tres fragmentos de punta inclasificables, uno de ellos de sección tendente a poligonal (fig. 11, n° 15-17), un fragmento clasificado con dudas como de punta doble de sección circular (fig. 11 , n° 20), un fragmento medial de punta de sección circular (fig. 11 , no 13), un frag-
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mento proximal de punta de doble bisel, de sección subcircular (fig. 11 , n° 21 ), un fragmento proximal de azagaya de doble bisel y sección circular, con numerosas fracturas y pérdida importante
de materia (fig. 11, no 14), dos fragmentos clasificados con dudas como cuña--cincel (fig. 11, no
23), un fragmento de varilla, mejor que bisel, con decoración en la cara dorsal de líneas incisas
oblicuas en serie, en los laterales trazos cortos incisos oblicuos en serie, y en la cara plana líneas
incisas oblicuas e n serie (fig. 11 , n° 18), una concha--colgante (fig. 11, n° 19), y un fragmento
distal de candil con una cara aplanada y una línea incisa profunda en la otra (fig. ll , no 22).
Nivel XIC. Un fragmento medial de punta de sección cuadrangular (fig. 12, no 3), un fragmento medial de punta de sección oval (fig. 12, 0° 12), un fragmento proximal de punta de sección oval, con importantes pérdidas de materia (fig. 12, n° 8), un fragmento medial de punta de
sección oval (fig. 12, no 13), un fragmento medial de punta de sección plana (fig. 12, n° 5), una
punta de base en doble bisel, de sección circular, ligeramente rota en la punta (fig. 12, n° 1), un
fragmento distal de varilla, de sección plano-convexa. con Jrneas incisas paralelas en la cara plana
(fig . 12, no 7), un fragmento medial de punta. o varilla, de sección aplanada y con una incisión
profunda en un la.teral, de recorrido paralelo al borde (fig. 12, n° 11 ), una varilla, ligeramente rota
en uno de sus extremos, de cuerpo fino y decoración de líneas incisas paralelas en la cara plana
(fig. 12, n° 4), un fragmento medial de variJla, mejor que bisel, de sección subrectangular, con
líneas incisas oblicuas normales, paralelas y anchas, en la cara plana (fig. 12, n° 10), una punta
fina, posiblemente fragmento de aguja perforada (fig. 12, n° 2), una esquirla ósea con líneas
incisas en un lateral (fig. 12, 0° 6), y una concha-colgante (fig. 12, no 9).
Nivel XllA. Un fragmento de punta plana, estrecha, con importantes pérdidas de materia
(fig. 12, n° 17), un fragmento proximal de azagaya monobiselada, con una Jrnea incisa acanalada
longitudinal en el bisel (fig. 12, n° 19), un fragmento proximal de punta monobiselada de sección
circular y bisel cóncavo (fig. 12, n° 18), un fragmento proximal de varilla, o punta monobiselada,
de sección rectangular, con decoración formada por líneas incisas oblicuas y anchas, en serie (fig.
12, n° 20), un retocador-compresor. realizado sobre esquirla ósea grande (fig. 12, n° 21), tres
caninos de ciervo atrofiados, perforados (fig. 12, no 14, 15 y 16) y un candil con huellas de trabajo en el extremo proximal.
Nivel Xll B. Dos fragmentos mediales de punta de sección aplanada (fig. 13, no 4 y 6), un
fragmento proximal de punta de sección aplanada subrectangular (fig. 13, n° l ), un fragmento
proximal de punta de sección oval (fig. 13, no 3), un fragmento proximal de punta monobiselada
de sección circular y bisel cóncavo (fig. 13, n° 5), un fragmento medial de varilla, o punta, de sección aplanada rectangular, con decoración en ambos bordes de Jrneas incisas cortas paralelas con
tendencia a dibujar motivos en V (fig. 13, n° 2), y dos esquirlas de asta, con señales de trabajo.
Nivel XIII. Una concha perforada y una esquirla ósea con Jrneas incisas, cuyo tema resulta
indescifrable a causa de las fracturas.
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Flg. 14.- Arpones de dlvenas campai\as.
Flg. 13.-IDdustria ósea del nivel XIIB.
VALORACIÓN DE LA SECUENCIA INDUSTRIAL
El interés principal de la secuencia que acabamos de presentar reside en su amplitud cronológica. En especial cuando ésta abarca una parte sustancial del espacio cronológico correspondiente al Magdaleniense y las etapas que en el ámbito regional se asocian al Solutrense evolucionado. Aunque los niveles inferiores (XIIB. XID y XIV) y superiores (IX y X) ofrezcan serias
limitaciones para una valoración industrial (cuadro 12), como consecuencia del escaso material
que han proporcionado, su posición en la secuencia, por debajo y por encima de otros momentos
mejor definidos industrialmente, penniten esbozar las posibiHdades que un yacimiento como el
de la Cova de les Cendres ofrece de cara al futuro: la seriación y caracterización cronoestratigráfica del Magdaleniense mediterráneo y la mejor caracterización del paso del final Solutrense
evolucionado al inicio del Magdaleniense.
Con todo, el análisis industrial tan sólo puede formularse con cierta consistencia en aquellos
niveles en los que el número de piezas retocadas alcanza una cierta entidad, esto es los niveles
XIB, XIC y XllA. En los restantes sólo cabe alguna apreciación cualitativa y su valoración con
respecto precisamente a estos otros momentos mejor definidos industrialmente.
Empezaremos, por tanto, por los niveles mejor definidos y con mayor densidad de hallazgos,
para ir valorando con respecto a ellos los restantes momentos de la secuencia y su incidencia en
la sistematización del Paleolítico superior regional.
Considerando los aspectos tipológicos más generales, los rasgos que penniten establecer una
cierta distinción en la secuencia de la Cova de les Cendres son, en el apartado lítico, la relación
de los índices de buril y raspador, los valores y composición del utillaje microlaminar, los valores
de las piezas con retoques continuos y la composición del denominado sustrato (cuadro 12).
Atendiendo a estos datos parece que los tres niveles que han proporcionado material retocado
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EL PALEOÚTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
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1'4
9'4
0'4
74'4
29'9
17'7
39
4'8
2'9
0' 6
0'9
16'2
0'9
62' 8
22' 8
8'6
5' 9
1' 2
69' 1
22' 6
15' 5
Cuadro 12.- Principales (ndkes UpolcSgkos.
suficiente ofrecen, dentro de una cierta composición común, algunas variaciones interesantes.
Así, los niveles XIB y X1C se caracterizan por un índice de raspador bajo, y poco variado tipológicamente (dominado por los raspadores simples y los sobre lasca u hoja retocada, con soportes
predominantemente no laminares) y un índice de buril muy superior al de raspador (el nivel XIB
ofrece L mayor desproporción, con un índice de buril que casi cuatriplica al de raspador), con
a
una mayor variedad tipológica, si bien son los diedros los que dominan, utilizándose también de
manera casi exclusiva los soportes no laminares. Son niveles, por tanto, con un índice de burilraspador superior a la unidad (nivel XIB= 3' 8 y nivel X1C=l '5). El ni vel XDA ofrece en este
apartado un situación distinta, ya que es el índice de raspador el que casi duplica al de buril, que
queda reducido además a la mínima variedad tipológica, los buriles diedros de ángulo y de ángulo
sobre fractura. Esa misma tendencia parece que también se observa en el resto de los niveles inferiores (del XllB al X1V), y en el nivel que corona la secuencia, el IX, mientras que el X parece
muy próximo al XIB.
Por su parte, el utillaje microlaminar, de valores altos en los tres niveles con material suficiente como para extraer índices, se caracteriza por la escasa variación tipológica : el par más
numeroso es el fonnado por Las hojitas de dorso y las hojitas de finos retoques directos, mientras
que las hojitas de finos retoques inversos aparecen ya en t.ercera posición. Los niveles X1B y XIC
resultan bastante parecidos, con tan sólo una variación en los valores respectivos de las hojitas de
dorso y las de finos retoques directos (nivel XIB= 30' 9 y 22'6 % y nivel XIC= 24'9 y 29'9 %,
respectivamente) -los recu.entos incorporan valores importantes de piezas fragmentadas, y las
apuntadas ya vimos que no representan un número elevado-; las hojitas de finos retoques inversos
contribuyen nuevamente a diferenciar al nivel XllA, que experimenta un descenso notable en
este tipo (8' 6 % frente a los 15'5 y 17'7 % de los otros dos niveles), mientras que las hojitas de
dorso truncado hacen su aparición precisamente en este momento. La comparación con los restante niveles no hace más que confirmar las apreciaciones reaJjzadas con anterioridad: los niveles
IX y X muestran un componente microlaminar importante, aunque difícil de valorar, el nivel
XIIB, sobre todo en su parte superior, ofrece boj itas de dorso truncadas, semejantes a las del nivel
XIIA, y los niveles XIII y XIV manifiestan un marcado enrarecimiento del utillaje microlaminar.
Finalmente, la volaración de los restantes grupos tipológicos viene detenninada por su
escaso valor: sumados apenas representan entre un 10 y un 30 % de la industria de los tres niveles
as
en los que estamos centrando el análisis, y L piezas con retoques continuos contribuyen de
manera decisiva a la mayor parte de este valor (XIB= 5 ' 9, XIC= 9' 4 y XDA= 16'2). AsJ que
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dorsos, truncaduras, perforadores, muescas, denticulados y útiles compuestos tienen valores
meramente testimoniales. Tan sólo merecen un comentario específico, además de las piezas con
retoques continuos del nivel XJIA, las piezas esquiciadas de este mismo nivel, tan numerosas
como los raspadores y más abundantes que los buriles en esos momentos, una circunstancia que
concuerda además con una mayor concentración de ese tipo de piezas en los niveles inmediatos,
el XIC y el XIIB; y las piezas truncadas del nivel XIIB, único momento en toda la secuencia en
que este grupo tipológico parece estar bien representado.
Al incorporar la valoración de la industria ósea, los primeros aspectos que merecen destacarse son la concentración de efectivos que ofrecen los niveles XJB y XIC, y su desaparición en
los niveles XDl y XIV. Circunstancia que contribuye a diferenciar estos dos últimos niveles de
los restantes de la secuencia.
Definen los niveles de mayor número de piezas (XIB y XIC) la buena representación de las
puntas, con la presencia de bases en doble bisel, y las varillas, siendo las decoraciones predominantes las Uneas incisas paralelas oblícuas. En cuanto a las secciones, dominan las circulares y
ovales, con escasa presencia de las aplanadas y las angulares. Sólo una pieza puede clasificarse
con dudas, al estar fracturada, dentro de las agujas, pero en la excavación del sector B se han
localizado un número abundante de estas piezas en contextos similares a los de los niveles XIB
yXIC.
Aunque en estos dos niveles tampoco se ha localizado ningún arpón que se clasifique con
seguridad y es difícil definirse con rotundidad sobre la correspondencia de los materiales recuperados el año 1981 (Villaverde, 1981) y la secuencia estratigráfica que ahora manejamos, lo
único que podemos señalar es que la posición del arpón recuperado en aquella campaña, localizado en la capa 13, se sin1a en ese sector por encima de las laminitas escalenas y las hojitas de
dorso truncadas (capas 15 y 16), en un contexto de equilibrio entre los raspadores y buriles y el
buen porcentaje de las hojitas de dorso y de finos retoques directos; esto es, por encima de lo que
correspondería desde el punto de vista industrial al nivel XflA, con lo que cabría pensar que los
arpones aparecen en Cendres en los paquetes superiores (fig. 14, n° 1-4), los que en la síntesis
que proponemos para el sondeo AB-17 corresponden a los niveles IX, X y XI.
Téngase en cuenta que por encima del nivel XIB, se documentan en el cuadro A-17 una azagaya de doble bisel en el nivel X y un arpón de dos dientes englobados en el fuste y de sección
aplanada, de aspecto notablemente evolucionado, en el nivel IX, amén de otras puntas y piezas
con decoración. Habiéndose localizado también una azagaya monobiselada en el nivel IX del
cuadro E-14, del sector A, circunstancia que citamos por pennitir reforzar la idea de que, al
menos hasta ese momento superior de la secuencia, parece que nos encontramos con una industria ósea de características propias de un genérico Magdaleniense superior-final.
Las dataciones absolutas de los niveles X y XIC resultan algo antiguas para un
Magdaleniense superior con arpones de dientes estandarizados, pero la desviación con relación a
otros marcos geográficos inmediatos no resulta excesiva. Por otra parte, la industria lítica de estos
dos niveles coincide con la que se considera significativa del Magdaleniense superior en los restantes yacimientos del ámbito mediterráneo peninsular (Aura, 1995; Aura y Pérez RipoU, 1995 y
1995; Aura y Vtllaverde, 1995; Villaverde y Martínez, 1995; ViUaverde et al., 1998).
Tan sólo faltarían en los niveles de Cendres que aquí estamos considerando los triángulos
escalenos presentes en el Magdaleniense superior de Parpalló y Nerja (Aura, 1995) y otros yacimientos del ámbito mediterráneo, Volcán del Faro (Aparicio y Fletcher, 1969), Pirulejo (Cortés
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EL PALEOLÍTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
41
et al., 1998), o Mejillones (Martínez Andreu, 1983). Sus cuantificaciones en cualquier caso son
bajas en Parpalló y los restante yacimientos citados, y debe recordarse que el sondeo efectuado
el año 198 1 por Bemabeu sí que proporcionó alguna pieza de este tipo, asociada a una industria
microlaminar semejante a la de los niveles XIB y XIC.
El nivel X, con un número de piezas Lfticas muy reducido, en términos comparativos ofrece
una industria ósea más abundante, y resulta, en un sentido general, bastante parecido al inmediatamente subyacente.
En definitiva, y sin fijamos excesivamente en las dataciones absolutas obtenidas, que
resultan globalmente algo antiguas, el conjunto formado por los niveles X, XlB y XIC se ajusta
bastante bien a la definición del Magdaleniense superior mediterráneo, caracterizado en Jo ütico
por un alto índice buril-raspador y un utillaje microlaminar aJto, mientras que en lo óseo viene
definido por la presencia de las azagayas de doble bisel y monobiseladas y las varillas. Por lo que
respecta a los arpones, su presencia en el yacimiento queda atestiguada no sólo por las piezas
mencionadas del nivel IX y de la capa 17 del sondeo de 198 1, sino por el ejemplar recuperado
en el sondeo efectuado por Llobregat los años 1974 y 1975 (Liobregat et al., 1981) y otras dos
piezas locaJizadas en la campaña de 1995, en el sector B (fig. 14: 1-4).
El enrarecimiento de los buriles en el nivel IX, la poca entidad de la industria ósea recuperada. pero con la presencia de un arpón, y el mantenimiento del utillaje microlaminar son elementos que no alejan excesivamente a este nivel de las características de un Magdaleniense superior final o de transición, tal y como éste ha sido definido en recientes trabajos (Aura, 1995; Aura
y RipoJI, 1995; Aura y ViUaverde, 1995; Vtllaverde y Martfnez, 1995; Villaverde et al., 1998).
La posibilidad de poder precisar en el futuro si las oscilaciones técnicas que parecen registrar los dos niveles IX y X con respecto a los niveles XIB y XIC permiten establecer un mayor
detalle en la evolución del Magdaleniense superior-fmal constituye, sin duda, uno de los atractivos más importantes de las excavaciones a realizar en los próximos años, y que en parte han
sido ya iniciadas en el sector A del yacimiento.
Hemos señaJado algunas semejanzas entre los conjuntos líticos retocados de los niveles
XllA y XIIB, especialmente en lo que respecta a la relación raspador-buril, el papel desempeñado
por el utillaje microlaminar y la presencia en ambos niveles de las hojitas truncadas. Sin
embargo, por la posición en la secuencia de estos dos niveles y las dataciones absolutas que de
ellos poseemos, resulta necesario valorar con mayor detalle esta fase de la secuencia de Cendres,
aun cuando las limitaciones del conjunto lítico retocado son obvias para el nivel XIIB y su discusión se vea condicionada por Las dificultades encontradas en el proceso de excavación para
aislar bien las distintas unidades arqueológicas y sedimentarias.
En este sentido, contribuyen a diferenciar los dos conjuntos la mayor presencia de piezas
truncadas, el incremento del número de raspadores, el descenso del utillaje rnicroLaminar en Las
piezas de finos retoques directos e inversos, y la reducción del utillaje óseo, tanto en efectivos
como en variedad tipológica, que se observan en el nivel XIIB.
Varias circunstancias nos inclinan a abordar con prevención esta parte de la secuencia. Por
una parte, las dataciones absolutas obtenidas en el sondeo parecen indicar que el ritmo de sedimentación varia a lo largo de la secuencia: prácticamente no hay diferencias cronológicas entre
las dataciones del tercio inferior del nivel X y el nivel XIC, a pesar de existir una potencia de 50
cms y mediar entre ellos una cicatriz erosiva que asociamos a una parte del nivel XI. el XIA, que
no se ha conservado en el sondeo, pero que sí aparece documentada en otras zonas inmediatas;
- 41 -
[page-n-42]
42
V VILLAVERDE. R. MARTfNE.z-VALLE. E. BADAL. P.M. GUJJ.J..EM, R. GARCJA YJ. M
.
ENARGUES
mientras que las tres dataciones existentes para los niveles XllA y XUB, caracterizados como se
indicó en el apartado dedicado a la descripción de las estratigrafía, por la existencia de laminadones internas sujetas a continuas variaciones laterales y de difícil identificación en el proceso
de excavación, ofrecen una mayor separación cronológica, abarcando un lapso temporal que
incluye desde el 14.850 :t lOO BP de la parte central del nivel XIlA basta el 17.230 :t 130 de la
base del XDB, pasando por la fecha de 15.820 :t 120 BP obtenida en la parte superior del nivel
XIIB. Por otra parte, el espacio cronológico que insinuan las dataciones de los niveles XIlA y
XUB y su posición relativa en la secuencia, por debajo del Magdaleniense superior, nos situan en
los momentos de la secuencia regional que comprenderían, en su sentido más amplio y sin considerar estrictamente las dataciones del nivel XIB, desde las últimas etapas del Solutrense evolucionado de facies ibérica hasta el inicio del Magdalenieose superior, en su fase sin arpones, tal
y como ésta última ha sido definida por Aura ( 1995). Un amplio periodo industrial que, sin duda,
a tenor de las dos dataciones obtenidas en el nivel XIIB, aparece comprimido en este nivel, desfigurando una mayor complejidad industrial de la que ha sido posible establecer en la excavación
del sondeo que ahora presentamos. Así pues, el análisis de la industria recuperada en el nivel
XDB no puede realizarse sin contemplar la posibilidad de que incluya una mezcla de etapas
arqueológicas distintas que será necesario precisar en el futuro.
La necesidad de abordar la valoración de esta fase de la secuencia con toda cautela es obvia
si consideramos que estamos, especialmente en lo que respecta a los momentos correpondientes
al Magdaleniense, ante una de las etapas de mayor indefinición de la secuencia regional. Sólo
otros tres yacimientos han proporcionado alguna información al respecto: Parpalló, con una rica
secuencia Magdaleniense que puede fecharse en esas etapas por cronología relativa y posición en
la propia secuencia del yacimiento, pero de la que carecemos de datos cronoestratigráficos y paleoambientales; Matutano, cuya base parece indicar por posición en la secuencia y dataciones un
momento próximo al del nivel XIlA de Cendres; y Tossal de la Roca, con unos niveles basales
que nuevamente por posición y cronología permitirían una misma correlación.
La adscripción del nivel XIlA al Magdaleniense resulta indudable, tanto por la tipología y
entidad del utillaje óseo, como a la composición de la industria Utica, indicando su posición en
la secuencia de Cendres que nos encontramos con etapas previas a la aparición del arpón. Se trata
de una industria que coincide con claridad con aquella que Aura ( 1995) define como la fase inicial del Magdaleniense superior mediterráneo, un Magdaleniense superior inicial o A, o
Magdaleniense superior sin arpones, que fecha entre el 14.000 y el 13.000 BP, y que tanto en
Parpalló como en otros yacimientos (Matutano y Tossal de la Roca) se caracterizaría por el buen
desarrollo del utmaje microlaminar frente al escaso papel desempeñado por este grupo en el
Magdaleniense antiguo A y 8 , tipo Parpalló. El nivel XDA de Cendres parece registrar, además,
algunos cambios e n la industria ósea que deberán corroborarse en las excavaciones en curso, pero
que parecen significativas: las varillas experimentan una mayor cantidad de secciones aplanadas
rectangulares, las :azagayas de doble bisel no aparecen documentadas y en las puntas se observa
un predominio de las secciones aplanadas.
En trabajos recientes (Villaverde et al., 1997; Villaverde y Martínez, e.p.) hemos planteado
la posibilidad, por la que ahora también nos decidimos, de considerar esta fase como un
Magdaleniense medio mediterráneo, conjugando en esta definición la posición cronológica de la
industria y su especificidad con respecto al Magdaleniense superior. Aunque en parte es una discusión terminológica, con una opción de este tipo pensamos que se clarifica la propia secuencia
- 42 -
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EL PALEOÚTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
43
magdaleniense regional y se gana en coherencia con respecto a la evolución seguida por el
Magdaleniense en otras regiones inmediatas.
Constituye un elemento a favor de esta opción, implícita en cierto modo en la propuesta
misma elaborada por Aura en su seriación del Magdaleniense mediterráneo, al hacer arrancar el
Magdaleniense superior en una fase sin arpones fechada en el 14.000 BP, el paralelismo que tanto
en Parpalló como en Cendres es posible observar entre algunas piezas de esta fase y otras del
ámbito pirenaico o cantábrico que se encuadran en el Magdaleniense medio. Citaremos al respecto la decoración pseudo-excisa de una varilla del tramo de 1-1'20 de Parpalló, sobre la que ya
llamó la atención Fortea en términos parecidos (Fortea et aL, 1983), y la decoración curvilínea
asociada a una varilla de base biselada, y un fragmento distal de otra del mismo calibre y decoración localizadas en el cuadro E-17 de Cendres, y cuya correlación estratigráfica coincide con
el nivel XIIA.
En el caso concreto de Parpalló, un seguimiento de las transformaciones de la industria lítica
y ósea de los tramos comprendidos entre uno y dos metros de potencia parecen estar indicándonos que la correlación con el nivel XD A de Cendres pudiera tener una amplitud secuencial que
tal vez vaya más allá de la capa 5 del Talud, o el tramo de 1- 1'50 metros. Algo que probablemente tiene su explicación en la existencia de alteraciones postsedimentarias vinculadas a Jos
momentos climáticos con los que cabe relacionar estas fases.
La necesaria indefmición a la que una secuencia como la de Parpalló obligaba en los
momentos en los que Aura formuló su propuesta de seriación del Magdaleniense mediterráneo, optando por proponer una evolución simplificadora, con sólo dos grandes etapas diferenciadas
desde un punto de vista tecno-tipológico, sensibles al distinto papel desempeñado por el utillaje
microlaminar, encuentra ahora en la secuencia de la Cova de les Cendres una aclaración que permite confirmar la entidad de una etapa microlarninar previa a la aparición del arpón formalizado,
con una dimensión cronológica más concorde con la posición del Magdaleniense medio cantábrico o pirenaico, pero con unos rasgos regionales que desaconsejan el recurso a establecer su
definición a través de una mera transposición industrial con respecto a estas áreas a la hora de
perfilar sus características.
La inexistencia en los yacimientos de la región mediterránea de algunas de las piezas más
significativas del Magdaleniense medio cantábrico, aquellas que precisamente han contribuido a
definirlo, como serian los protoarpones, las azagayas ahorquilladas o los objetos de arte mueble
más característicos, constituyen elementos suficientes como para obligar a precisar el carácter
mediterráneo de esta fase, buscando así su diferenciación regional. Una circunstancia que en
cualquier caso ni afecta a la clara ruptura de esta fase con respecto al Magdaleniense antiguo definido en Parpalló, ni matiza la idea de continuidad con respecto al Magdaleniense superior
regional, bien construida y argumentada a partir de los datos ofrecidos por la seriación de la
propia secuencia de Cendres en sus niveles XDA al X, o la misma secuencia de Parpalló en el
metro y medio superior de su relleno.
Las datación obtenida en el nivel XllA de Cendres vuelve a planteamos una problemática
similar a la observada al tratar del Magdaleniense superior de los niveles X y XIB. Se trata de
una fecha que resulta algo antigua para el Magdaleniense medio si la comparamos con las bandas
cronológicas en las que se sitúa esta etapa en la zona cantábrica o Francia. Obtenida mediante el
sistema AMS a partir de un sólo carbón de Pinus nigra, ha proporcionado un resultado de 14.850
± 100 BP y corresponde a la mitad inferior del nivel XDA.
-43-
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44
V VILLAVERDE, R. MARTfNEz-VALLE. E. BADAL. P.M. GUILLEM. R. GARCfA Y J. MENARGUES
.
Un comentario de las dataciones obtenidas para el nivel XUB puede faci litar la posterior discusión que genera la valoración de su industria. Su parte superior aparece fechada en 15.820 ±
150 8P, la datación está realizada a partir de un lote de carbones mediante el sistema tradicional,
y su resultado responde a un promedio de valores de los carbones que integraban la muestra,
abriendo la posibilidad tanto de un rejuvenecimiento por mezcla con materiales superiores, como
de un envejecimiento a partir de la mezcla con algún carbón de la parte basal del nivel, de donde
procede otra datación, obtenida de nuevo a partir de un sólo carbón y mediante el sistema de
AMS, que ha proporcionado un resultado de 17.280 ±150 8P.
Al valorar la industria, y aun relativizando la discusión como consecuencia del escaso material retocado, la primera impresión que obtenemos es la de un parecido relativo con el nivel XIIA:
el utillaje microlaminar sigue estando relativamente bien representado, aunque ahora fundamentalmente concentrado en las hojitas de dorso y las hojitas de fi nos retoques directos, aparecen
algunas hojitas de dorso truncadas, los buriles son escasos y el utillaje óseo sigue siendo importante; sin embargo, constituyen rasgos de una cierta diferenciación el alto porcentaje alcanzado
por los raspadores y la buena presencia de piezas truncadas, todo ello en compañía con un neto
descenso del índice laminar, sobre todo en relación con la menor entidad de las hojitas, y L apaa
rición de algunos tipos que no se documentan en los niveles superiores, como las azagayas monobiseladas de bisel cóncavo. Estas diferencias industriales y el amplio espacio temporal que se
deduce de las diferencias de las dataciones obtenidas a techo y base del nivel nos inclinan a proponer una doble interpretación de esta parte de la secuencia. O bien nos encontramos en el nivel
XllB con la mezcla de un Magdaleniense medio, similar al del nivel XIIA, y un Solutrense final,
interpretación que en el momento actual de excavación de Cendres tal vez sea la más económica
en términos argumentales y con menores implicaciones en la visión de la secuencia regional; o
admitimos que estamos ante la sucesión, de una etapa del Magdaleniense, contemporánea por
cronología del Magdaleniense antiguo 8 de Parpalló, pero de componente microlaminar, y de un
Solutrense evolucionado o Solútreo-grave.tiense en la parte basal.
La entidad de esta última etapa, por diluida que se encuentre en lo que hemos venido a denominar nivel xrm, parece confirmarse a partir de la aparición en otras zonas del yacimiento en
proceso de excavación de las piezas características de esta fase industrial del ámbito mediterráneo: hasta ahora contamos, además de con la pieza del nivel X, de cuya problemática ya dimos
cuenta, con otras tres puntas escotadas, dos localizadas en el cuadro A- 13, en momentos que
correlacionan claramente con L base del nivel XIIB, y otra en el sector 8 , para la que la correlaa
ción estratigráfica todavía no ha sido establecida con rotundidad, pero que en principio parece
coincidir con los momentos representados por los niveles XIIB o XllJ. La posibilidad de aislar la
industria de esta etapa con respecto al Magaleniense medio resulta, al enfrentarnos a conjuntos
tan reducidos de piezas retocadas, extremadamente difícil, pues es sabido que las hojitas de dorso
alcanzan una cierta entidad en el Solútreo-gravetiense, y que esta etapa industrial registra una
clara desproporción de raspadores frente a los buriles en los yacimientos de la zona valenciana,
no siendo extraña la presencia de piezas truncadas y un componente laminar en estas etapas
(Rodrigo. 1988).
La otra posibilidad, la de que nos encontremos ante una etapa del Magdaleniense distinta del
Magdaleniense antiguo A y 8 de Parpalló, resulta complicada de argumentar ante la heterogeneidad que se desprende para el nivel XIIB de Cendres. Una interpretación de este tipo obligaría
a pensar en una coexistencia de facies para los momentos comprendidos entre el 16.500 y el
-44-
[page-n-45]
EL PALEOÚTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
45
14.000- 14.200, aquellos en los que ParpaUó registra el desarrollo de su Magdaleniense antiguo
A y B. de estructura técnica no laminar y una industria dominada por las piezas de retoques continuos, los denticulados y los raspadores. Únicamente los paralelos provenientes de Portugal,
donde la facies Cerrano Novo, atribuida por Zilhao (1995) al Magdaleniense antiguo, ofrece un
componente rnicrolaminar asociado a una estructura que no se aleja en demasía de la de Parpalló,
podr{an considerarse a la hora de intentar explicar esta diferencia entre la industria del nivel XliB
de Cendres y la del Magdaleniense antiguo A y B de Parpalló, pensando para eUo en que la metodología de la excavación de Parpalló hubiera sido proclive a no documentar el componente
microlaminar de muy reducido tamaño que caracteriza a la industria de Cerrado Novo. En esa
línea, los raspadores nucleiformes de Parpalló, anaJizados funcionalmente por Jardón ( 1996) e
interpretados como verdaderos núcleos. constituirían la prueba de una cadena operativa encaminada a la obtención de soportes microlaminares, sobre todo en los niveles del Magdaleniense
antiguo B de Parpalló, una cadena operativa que sf se habría recuperado íntegramente en
Cendres. Pero para ello habría que admitir que la recuperación en el proceso de excavación del
utillaje microlaminar del Magdaleniense antiguo de Parpalló se habría perjudicado de una talla
muy reducida, propiciadora de su pérdida en la recojida frente al utillaje microlaminar de los restantes niveles del Magdaleniense superior. Algo que, en def
mitiva, no parece fácil de admitir y
que la tipometría misma de las piezas de Cendres no corrobora.
La explicación resulta, además, excesivamente compleja frente a la simplicidad de La primera
alternativa y encuentra algunas deficiencias en los datos obtenidos en el nivel XIIB de Cendres,
pues no se trata de prescindir del hecho de que en este nivel ni se documentan las rasquetas que
caracterizan al Magdaleniense antiguo B de Parpalló. ni encuentran correlación las piezas del sustralo que tan alto papel desempeñan en el Magdaleniense antiguo de este yacimiento.
En cualquier caso, una vez planteada la problemática y las diferentes alternativas que se nos
ocurren, no estará de más recordar que sólo una profundización en Jos datos a partir de las excavaciones en curso permitirá en el futuro perfilar con más deraJJe esta etapa de la secuencia de
Cendres, por Jo que la prudencia y una cierta indefinición resultan obligadas a la hora de establecer conclusiones.
Nos queda, por último, referirnos a los dos niveles inferiores del sondeo sobre los que
tenemos información. Los dos seriamente condicionados por el bajo número de efectivos que han
proporcionado. Con todo, las dataciones absolutas del nivel xm, las dos obtenidas mediante el
sistema de AMS y con resultados bastante próximos, y los cambios que se observan en la técnica
de taJla y la composición industrial, permiten corroborar que estamos ante una etapa distinta y
probablemente relacionable con un genérico Solutrense evolucionado regional, más próximo
quizás de su arranque que de sus fases más avanzadas.
En efecto, a la desaparición de la industria ósea se suman en estos niveles la caída del utillaje microlaminar, un cierto crecimiento de las piezas con retoques continuos y la presencia de
una pieza. fracturada, que quizás pueda clasificarse entre las puntas de cara plana. Lo cierto es
que la densidad de haJiazgos alcanza en los dos niveles uno de los puntos más bajos de la
secuencia, con valores que tan sólo recuerdan a los dos niveles superiores, y que la posibilidad
de perfilar la adscripción industrial de estos dos niveles se hace más por su posición relativa en
la secuencia y por exclusión que por la presencia de algún material decisivo.
Entre el J9.000 y el 16.500 BP, a tenor de Las dataciones absolutas existentes a nivel regional,
se desarrolla el Solutrense evolucionado de facies ibérica. con una evolución en tres fases carac-45 -
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46
V VlLLAVERDE. R. MARTfNEz.VALLE. E. BADAL. P.M. GUILLEM. R. GARCfA Y J. MENARGUES
.
terizada por la progresiva desolutreanización del armamento. A ese intervalo parece estar haciendo
referencia. tanto la datación obtenida en la base del nivel XDB como las dos del nivel x:m, siendo
imposible precisar si el nivel XIV todavía debe incluirse en esta etapa o pudiera relacionarse con
el final del Solutrense medio, una circunstancia que, en principio somos poco procüves a considerar habida cuenta de la importancia del utillaje plano solutrense en los conjuntos que han proporcionado materiales de esta etapa industóal, caracterizada tanto en Parpalló como en Ambrosio
por un índice solutrense que se sitúa en valores del 15 al 22 % (Vlllaverde y FuUola. 1990).
Las dudas de diferenciación estratigráfica suscitadas en el nivel XDB no se producen aquí,
ya que el aislamiento del nivel x:m resulta fácil con respecto al XIIB, y el nivel XIV también se
diferencia con claridad del que se le superpone. Ahora, sin embargo, son numerosas las indicaciones que sugieren que el nivel XIV ha sido objeto de un proceso de desplazamiento que ha alterado la integridad deposicional de su contenido, pero la interrupción de la campaña de excavación del año 1998 en este punto, sin alcanzar la base del nivel, impiden valorar el alcance de esta
alteración postdeposicional.
A modo de resumen, y considerando ahora la totalidad de la secuencia, el sondeo presentado
en estas líneas permite precisar algunos momentos de la secuencia del Paleolítico superior
regional e insinua la posibiüdad de profundizar en el futuro en otros momentos sobre los que tan
sólo cabe establecer algunas sugerencias.
Coinciden con la primera parte los niveles XIB, XIC y XllA, pudiéndose incluir tambien los
niveles IX y X. De su consideración se confirma la entidad de una fase microlaminar y con abundante industria ósea, previa al Magdaleniense superior con arpones. Una etapa que, con independencia de la ausencia de alguno de los tipos propios del Magdaleniense medio clásico, preferirnos diferenciar del Magdaleniense superior, bajo la denominación de Magdaleniense medio
mediterráneo. Así mismo, el resto de los niveles precisan la evolución del Magdaleniense superior mediterráneo, confirmando el proceso de transformación hacia el Epipaleolítico microlaminar, en tomo al tránsito al Holoceno.
Por su parte, Jos niveles inferiores del sondeo, y probablemente una parte al menos del nivel
X1IB parecen confmnar la presencia de momentos relacionables grosso modo con el Solutrense
evolucionado de facies ibérica.
La indefinición, en la que no hemos querido omitir las dificultades encontradas en el proceso
mismo de excavación a la hora de poder precisar la adscripción estratigráfica del material, caracteriza al nivel XllA, que a buen seguro será objeto de mayores divisiones en el futuro, cuando
pueda disponerse de la información proveniente de su excavación en el sector A. La ürnitación
del estudio industrial de los otros dos niveles, el XIII y el XIV, impide ir más allá de sugerir su
posible adscripción al Solutrense evolucionado, sin descartar que en el nivel XIV pudiéramos
encontramos incluso con momentos algo más antiguos del Solutrense de facies ibérica.
FAUNA DE MACROMAMÚi'EROS, LAGOMORFOS Y AVES
La excavación de los cuadros A 17 y B 17 de la Cova de les Cendres ha proporcionado abundantes restos óseos de macromamíferos, lagomorfos y aves.
La mayor parte de ellos pertenecen a macromamíferos de los que han podido identificarse
anatómicamente y especfficamente 13.902 restos óseos (cuadro 13); casi un 30 % de los restos
- 46 -
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IX
NR
Cervus elaphus
Capra pyrenalca
Rupicapra rupicapra
X
"
35 12,50
6 2,14
1 0,36
BovidH
Equus cabMius
Equus hydruntinus
EquldH
Canls lupus
Vulpu vulpes
Lynxsp.
Fells sllvestrfs
PhocldH
Orycrotagus cunlculus
Lepus granatensls
Erlnaceus europaeus
Tot.l
NR
163
25
1
2
"
17,8
2,73
0,11
0,22
XlA
NR
"
187 14,83
33 2.62
6 0,48
XlB
NR
"
520
18
37 1,28
2 0,07
11
0,38
XU
A
NR
"
8,90
24 2.22
96
11
1,02
XIIB
NR
"
XIII
NR
"
XJV
NR
"
74 5, 17
18 1,26
66 1,87
10 0,28
71 2,82
49 1,94
3 0,21
1 0,03
3 0,09
1 0,03
8 0,32
3 0,12
4 0,16
14 0,40
2 0,06
15 0,60
1 0,11
1 0,36
1 0,36
231 82,50
4 1,43
1 0,36
280
9 0. 98
2
6
1
5
0,16
0,48
0,08
0,40
28 0,97
5 0.35
3 0,21
§
3-
8
700 76,42
15 1,64
1010 80,10
11 0,87
2267 78,39
27 0,93
916
1261
2892
!j
9 0,83
1 0,09
!!l
931 86,28
7 0,65
3421 97,16
3 0,09
2365 93,81
6 0,24
1432
1079
1328 92,74
1 0,07
3521
252 1
(1)
~
~
o
:¡o
~
1
IX
NR
Cervus elaphus
Capra pyrenaka
Ruplcapn ruplcapn
BovidH
X
"
35 79,55
6 13,64
1 2,27
Equus caballus
Equus hydruntlnus
EquldH
C.nls lupus
Vulpu vulpes
Lynxsp.
Fells syfwstrfs
NR
"
163 81.1
25 12,4
1 0,5
2
1
"
187 77,92
33 13,75
6 2,50
1
XlB
NR
"
520
87
37 6, 19
2 0.33
11
1,84
XIIA
NR
"
96 68,09
24 17,02
11
7,80
XIIB
NR
"
XIII
NR
"
XIV
NR
!>
"
74 71,84
18 17,48
66 68,04
10 10,31
71 47,33
49 32,67
3 2,91
1 1,03
3 3,09
1 1,03
8 5,33
3 2,00
4 2,67
14 14,43
2 2.06
8
~
o
rn
15 10,00
0,5
~
~
~
1 2,27
1 2,27
9 4,48
P#JocldH
Total
XlA
NR
«
201
2
6
1
5
240
0,83
2,50
0,42
2,08
28
598
4,68
9 6,38
1 0,71
141
5
3
103
4,85
2,91
97
150
~
Cuadro 13
[page-n-48]
48
V VlU.AVEROE. R. MARTfNEz..VAll.E. E. BADAL. P.M. GUillEM. R. GARCfA YJ. MENARGUES
.
analizados. Respecto a las aves en anteriores trabajos hemos aportado el cuadro de especies identificadas en los estratos IX-Xll. Actualmente estamos revisando los restos de anátidas y realizando el estudio de los restos recuperados en los estratos XID y XIV, por lo que L consideraas
ciones sobre el grupo de las aves serán de carácter provisional.
El estado de conservación de los materiales analizados es óptimo. Lps restos óseos se
encuentran limpios de adherencias calcáreas y sin alteraciones importantes relacionadas con los
procesos diagenéticos. Eso nos ha permitido estudiar las marcas conservadas en las superficies
-marcas de carnicería de origen antrópico y marcas producidas por la intervención de otros depredadores- y reconstruir en buena medida los procesos de aportación y modificación de los restos
óseos del yacimiento.
La mayor parte de las marcas observadas en los restos de ungulados -ciervo, cabra montés,
caballo, bovino, rebeco y asno- se relacionan con una aportación y consumo humano. Sólo
algunos restos de cabra montés procedentes de los estratos X y XllB presentan evidentes señales
de haber sido parcialmente digeridos por un carnfvoro .
Entre los restos de carnívoros -lince, gato montés, lobo, zorro y foca- sólo hemos identificado marcas de origen antrópico. Éstas se concentran siempre sobre restos de lince y reproducen
un proceso carnicero similar al desarrollado en los ungulados.
En los restos de lagomorfos y aves se observa un modelo similar, en cuanto al predominio
de las aportaciones y consumos humanos, si bien en algunas unidades existen evidencias de La
intervención de rapaces nocturnas.
La suma de estos indicios tafonómicos nos permite hablar de una intensa ocupación humana
del yacimiento, intensa en cuanto a las actividades desplegadas, aspecto que trataremos más adelante, y también por lo que respecta a La periodicidad de las ocupaciones, circunstancias que Limitaron las posibilidades de que otros depredadores se instalaran en la cavidad.
IMPLICACIONES PALEOAMBIENTALES DEL CONJ UNTO FAUNfSTICO
Los macromamfferos no constituyen un grupo que pennita extraer conclusiones muy precisas de orden paleoambiental. Únicamente los ungulados han sido utilizados en ocasiones en
este sentido (Delpeche, 1983; Altuna, 1972, 1992).
En Cendres el ungulado más frecuente es el ciervo, de cuyo predominio dudamos que se
puedan deducir implicaciones paleoambientales y climáticas muy precisas a causa de su gran versatilidad.
Sí que queremos llamar la atención sobre la identificación de restos de dos especies: el
caballo y el rebeco y su distribución a lo largo de la secuencia.
El caballo se encuentra en los estratos inferiores y medios y su frecuencia más elevada se
observa en el estrato XllA, donde U
ega a representar casi un 8 % de los restos de ungulados. Su .
presencia en esta unidad, con unos porcentajes más altos de los habituales a las secuencias del
País Valenciano, nos lleva a suponer la existencia de paisajes vegetales abiertos en el entorno del
yacimiento. Su desaparición se produce en los estratos X y IX, coincidiendo con La identificación
de restos de rebeco.
Ya se ha insistido en otras ocasiones en las implicaciones paleoambientales que se derivan
de la presencia del rebeco y más concretamente en su valor como indicador de un aumento de La
- 48 -
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EL PALEOLfnCO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
49
humedad favorable al desarrollo de bosques (Davidson, en Fortea et al., 1983; Villaverde y
Marúnez Valle, 1995; Marúnez Valle, 1996). La identificación en los estratos XIC, X y IX de
restos de rebeco, en conjuntos dominados por los restos de ciervo, podría estar indicando un
aumento de la humedad respecto de los niveles basales de la secuencia.
Este esquema puede completarse con la información proporcionada por los restos de aves.
De las especies identificadas la que mejor caracteriza unas determinadas condiciones climáticas
es la chova piquigualda (Pyrrhocora:x graculus). Actualmente se distribuye por zonas de alta
montaña de los países perimediterráneos, entre los paralelos 300 y 500. Su hábitat Jo constituyen
los prados alpinos y los roquedos situados por encima del lfmite de los bosques. En la Península
Ibérica sólo se encuentra presente en las cotas más altas de Jos Pirineos y de la Cordillera
Cantábrica. No realiza movimientos migratorios, sólo desplazamientos altitudinales (Cramp,
1994).
La chova piquigualda se encuentra presente en todos Jos estratos de la Cova de les Cendres,
excepto en el estrato IX, ausencia que no consideramos de excesiva significación, dada la escasez
de restos proporcionados por esta unidad. Su presencia en Cendres es un claro indicador del desarrollo de condiciones climáticas de un cierto rigor, sobre todo por lo que se refiere a unas bajas
temperaturas. No obstante, si tenemos en cuenta la baja altitud en que se encuentra el yacimiento,
podemos considerar la posibilidad de que los restos de estas especies correspondan a individuos
capturados durante el invierno en sus desplazamientos a las zonas bajas desde las montañas de
más altura situadas al interior.
Ningún otro taxón de los identificados en Cendres apoya estas condiciones frías con la
excepción de la barnacla (cf. Branta bemicla) con presencia por confmnar en el estrato XI.
El resto de las especies son propias de una amplia gama de entornos y sólo la perdiz común
(Aiectoris roja), identificada en todos los estratos, permite hacer algunas precisiones.
La perdiz común se distribuye actualmente por las regiones de clima mediterráneo y húmedo
de Europa occidental y evita las zonas de clima oceánico, boreal y las regiones áridas (Cramp et
al, 1980). En la Península Ibérica ocupa áreas deforestadas de amplias regiones comprendidas
entre el nivel del mar y los 2.000 m (Bemis, 1966).
El carácter mediterráneo que para la secuencia de Cendres implica la presencia de esta
especie contrasta con las bajas temperaturas que indican las altas frecuencias de chova piquigualda en estos momentos. Actualmente ambas especies sólo comparten hábitat en la Península
Lbérica en una estrecha franja del Pirineo navarro.
Del resto de taxones, se tiene que destacar la identificación de especies ligadas a zonas
húmedas. La presencia de anseriformes, a falta de una identificación específica que permita Llegar
a conclusiones de tipo paleoclimático definitivas. autoriza al menos a concretar la existencia de
lagunas en el entorno del yacimiento.
De la misma manera la identificación de un resto de ostrero (Haematopus ostrelagus) y otro
de correlimos zarapitín (Calidrisferroginea) en los estratos X y LX respectivamente podría relacionarse con la existencia de zonas húmedas, pero no podemos dejar de considerar la posibilidad
de que su presencia esté relacionada con una elevación del nivel marino y su aproximación hacia
las inmediaciones del yacimiento.
Esta hipótesis podría explicar, al menos en parte, el cambio que se observa en los estratos X
y IX en el modelo de ocupación del yacimiento en relación con la explotación del ciervo.
- 49 -
[page-n-50]
SO
V Vlll.AVERDE, R. MARTfNEz.VAU.E. E. BADAL, P.M. GUILLEM, R. GARC(A Y J. MENARGUES
.
ASPECTOS ECONÓMICOS
El rasgo más característico de la fauna de manúferos de Cendres es la abundancia de restos
de ciervo (Cervus e/aphus) y de conejo (Oryctolagus cunicu/us), especie más abundante en todos
los estratos de la secuencia
La captura y consumo de conejos, constatada ya desde el Auriñaciense a nivel regional
(Martínez Valle, 1994), constituye un elemento de especificidad de los modelos económicos del
Mediterráneo peninsular, en el cual Cendres no es una excepción. Pero, esta circunstancia no nos
ha de llevar a sobrevalorar el papel de la especie en la economía regional, sobre todo, si considerarnos la desproporción corporal respecto de cualquier ungulado y una cosa tao importante
como la baja calidad nutricional de su carne (Harris, l989).
No obstante, por su alta disponibilidad a lo largo de todo el año y su fácil captura tuvo que
constituir un recurso alimentario complementario, esencial durante periodos de escasez en yacimientos donde el modelo económico y territorial se basaba en la caza de ungulados.
En todas las unidades de la Cova de les Cendres el ciervo es el ungulado mejor representado.
No obstante podemos establecer dos agrupaciones diferenciadas: la fonnada por el conjunto de los
estratos superiores (XIB al IX) en los cuales el porcentaje de restos de ciervo oscila en tomo al 80
% y los estratos correspondientes a la mitad inferior de la secuencia en donde la importancia de la
especie se sittía pordebajodel 72% alcanzando las cotas más bajas en el estrato XIV (47%), a costa
de un incremento en los restos de cabra montés y équidos, entre los que predomina el caballo.
En el País Valenciano, el caballo no es abundante durante el Tardiglaciar. Las frecuencias conseguidas por los restos de la especie en Cendres sólo son comparables a las obtenidas en los niveles
Solutrenses y Solutreogravetieoses de Cova Benito (Martínez Valle, 1994) y en general, aunque con
oscilaciones muy marcadas, con las de todos los niveles de la Cova del Parpalló (Davidson. 1989).
Frente a este modelo de una mayor diversificación, la tendencia de los estratos superiores es
de una altísima especialización en la caza y consumo de ciervo, los cuales adquieren mayor transcendencia si además del incremento en el número de sus restos se analizan las edades de abatimiento de las presas y su proceso carnicero, modelo que se observa con mayor claridad en los
estratos XIA y XIB, donde se constata una caza especializada de ejemplares de tres años, con predominio del sexo masculino.
A la captura de los animales siguió un procesamiento intensivo de sus restos, con la desarticulación y fileteado de la carne hasta la fracturación de los huesos, práctica que afectó igualmente a los
huesos con escaso contenido medular como las falanges 1•, 2• y 3• o incluso los carpos y los tarsos.
La fracturación de estos restos tuvo que estar relacionada con la extracción de la grasa
mediante inmersión de los fragmentos en agua caliente, práctica para la cual existen paralelos
etnológicos entre los pueblos esquimales (Binford, 1978).
Frente a esta explotación intensiva de la especie, en los estratos IX y X se insinúa un cambio
de modelo. El primer factor de diferenciación afecta a la frecuencia de restos en relación al
volumen de sedimento excavado, mucho más escasos en estas unidades. De igual modo hemos
observado una variación en las edades de abatimiento. La presencia de una hembra adulta,
adultos de edades muy dispares y ejemplares cazados con edades inferiores a los 20 meses podría
estar indicándonos un cambio de estrategias de explotación de la especie respecto a los estratos
XIAy XIB.
-50 -
[page-n-51]
EL PALEOLfnCO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
51
En este sentido, tendremos que considerar cómo pudieron afectar al territorio de explotación
de Cendres la mayor expansión de los bosques, puesta de manifiesto en estas unidades tanto por
la aparición del rebeco como por el estudio antracológico y una posible subida del nivel del mar,
con la consecuente reducción del área de caza circundante.
ESTUDIO DE LOS MICROMAMÍFEROS (RODENTIA E INSECTIVORA )
A) ANÁLISIS TAFONÓMICO
A continuación se presenta una breve síntesis de los resultados tafonómicos de Cova de les
Cendres, referidos a los niveles IX al XIIB, quedando pendientes de estudio los restos de Jos niveles
XID y XN (GuiUem, J996). Se pretende identificar el agente responsable que ha provocado la acumulación de micromanúferos en el interior del yacimiento, las alteraciones que han podido sufrir
los huesos antes de ser depositados, y las interferencias que han registrado desde este momento
hasta la llegada a nuestras manos. Sólo asf comprenderemos la fonnación de la tanatocenosis de
rnicromanúferos en este yacimiento y podremos interpretar el registro fósil sin ambigüedades.
En Cova de les Cendres, el paso de la materia orgánica a su estado fósil está acompañado de
la pérdida de parte de la información del documento. La alteración postdeposicional de los huesos
de micromanúferos es una constante que ha quedado demostrada a lo largo de todo el análisis
tafonómico. En eiJa han intervenido multitud de variables: transporte diferencial, corrosión postdeposicional, presencia antrópica, pisadas, etc. (cuadro 14).
Las consecuencias no se han hecho esperar:
- Basándonos en L representatividad no hemos podido asegurar el cazador o cazadores resa
ponsables de la concentración de micromamfferos en ninguno de los niveles, ya que el patrón de
conservación de las distintas unidades anatómicas no era comparable con los de Jos predadores
actuales (gráfico 2). No obstante, ya se adivinaban diferencias y semejanzas entre los distintos
niveles que, a pesar de la alteración sufrida por el conjunto osffero originario, respondían a la
diversidad de los responsables de La acumulación de micromamíferos en Cendres y a la distinta
intensidad con la que han actuado los agentes de modificación postdeposicional.
El ritmo de concentración de huesos de micromamíferos tampoco ha sido continuo, la presencia antrópica y la actividad cárstica han incidido en la mayor o menor cantidad de restos óseos
(gráficos 3 y 4). Cuando la presencia humana es continua en el tiempo, la utilización de la cueva
por predadores (rapaces, carnívoros de talla pequeña, entre otros) resulta imposible. La formación de letrinas o la acumulación de egagrópilas queda interrumpida, y con ello la concentración
de restos óseos de micromamíferos. Con los restos óseos de quirópteros, ocurre prácticamente lo
mismo. Partiendo de este punto de vista, Cendres tuvo que estar más visitada por el hombre principalmente a lo largo de la formación de los niveles XIB. XIC y XIIB. De esta manera los valores
más bajos dellR han quedado registrados en estos niveles (gráficos 3 y 4). No obstante, hemos
de tener en cuenta que estas apreciaciones están basadas en datos extraídos de un pequeño sondeo
y pueden variar con el desarrollo de nuevas campañas de excavación.
-Las frecuencias de maxilares y mandibulas enteros son demasiado elevadas para considerar
a camfvoros o rapaces diurnas responsables de La concentración os(fera, y excesivamente bajas
para pensar en las rapaces nocturnas. Sólo el índice de mandfbulas enteras del nivel IX recordaba
al observado en huesos procedentes de egagrópilas de Strix aluco (cuadros 15 y 16).
- 51 -
[page-n-52]
S2
V VILLAVERDE. R. MARTfNF.z.VALLE, E. BADAL. P GUI.U..EM. R. GARClA Y J. MENARGUES
.
.M.
Los índices de molares e incisivos perdidos y molares aislados (cuadros 15 al 17), asf como
la fractura de molares e incisivos (cuadro 18), nos ha confirmado el desarrollo de interferencias
postdeposicionales sobre el agregado osífero originario: transporte diferencial, corrosión postdeposicional, pisadas, etc. Además, también ha quedado patente el papel que ha jugado la morfología de los huesos en su conservación.
La fractura de húmeros, ulnas, fémures y tibias del nivel rx (capa 37) recordaban al modelo
de fractura observado en los conjuntos de egagrópilas de rapaces nocturnas y/o diurnas. Los
valores de los niveles IX, X y XllA. por el contrario, no encajaban ni en el grupo de los carnívoros ni en el de las rapaces (cuadro 19). El modelo de fractura quedaba ensombrecido con la
activación de interferencias postdeposicionales. Las unidades que mejor han sobrevivido a este
proceso de modificación, después de quedar fracturado el hueso, han sido las epífisis proximales
de fémures, las epífisis distales de húmeros y las diáfisis de tibias. La corrosión postdeposicional
actuaba sobre las partes del hueso más débiles y cartilaginosas (Brain, 1981; Davis, 1989): epífisis distales de fémures, epífisis proximales de hl'ímeros o epífisis proximales de tibias. Las diáfisis de húmeros y fémures apenas han quedado registradas. La morfología circular y hueca de
las mismas facilitaba su destrucción ante cualquier agresión (masticación de camfvoros, pisadas,
etc.). Las diáfisis de tibias y ulnas, con estructura y morfología diferentes, escapaban de esta alteración. Las arroyadas debieron desplazar tanto los huesos enteros como sus fragmentos. Este
mecanismo debió ser prácticamente nulo en el nivel IX (capa 37), mientras que en los niveles X
y XllA incrementó el contingente de huesos enteros.
- La erosión de molares e incisivos, aunque no estaba exenta de alteraciones postdeposicionales, nos ha pennitido consta. ar la participación de Strix aluco en la formación del agregado osít
fero del nivel IX (capas 37 a 39) y la capa 38-39 del nivel O, y Martes foina en los niveles n y
rv (cuadro 20).
La erosión de las epífisis proximales o epífisis distales del resto de huesos estudiados y la
escasez de fracturas redondeadas y diáfisis con la cortical adelgazada, ha confirmado la activación
de procesos de modificación ya descritos. Los huesos que previamente habían sido alterados en profundidad a su paso por el tubo digestivo de la gardufia, una vez depositados en Cendres se disolvieron y/o fueron transportados. Los índices elaborados a tal respecto han quedado invalidados.
100 r-----------------------------------~
90
80
70
60
50 1
40 ~
30
20
10
-+-IX
.......
-a- x
V'~
~
o '----------'111~.-
.~
XIIA
XIIB
·.
Grifko 2.- RtprtSeDtad6o grinca de las medias del iDdke Dodson y Weslar de Cova de la Cendres.
- 52 -
[page-n-53]
53
EL PALEOÚTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
En sfntesis, diremos que Srrix aluco fue la rapaz que provocó el acúmuJo de roedores e insectívoros a partir de egagrópilas en el nivel IX (capas 37 a 39). Por su parte, Martes foina hizo lo
mismo en el nivel X (capas 40-47) y XDA (capas 54-57). al formar letrinas en el interior de Cendres.
20
1S
10
S
o
IX
X
XlB
XIC
XIIA
XIIB
Gritlco 3.- Repraentad6o del focUce de restos óseos de roedora e lnsectfvoros (IR) de Cova de les Caldres,
IR= N/m3. N• a nlimuo de restos, m3a metros c:úbkos de tierra.
0,8
0,6
-+-IR
0,4
0,2
o ~------------~.-------~--------------·
IX
X
XIB
XIC
XIIA
XII S
Gritlco 4.- RepreRntad6o del fndlc:e de restos óseos (IR) de quirópteros de Cova de les Cendra.
-53-
[page-n-54]
V VILLAVERDE. R. MARTfNE:z-VAU.E. E. BADAL. P.M. GUTU.EM. R. GARCÍA Y J. MENARGUES
.
S4
Procesos de modiflcackSn postdeposiclonal
Resultados
Predador
IX
Restos óseos abundantes,
alteración de la representaúvidad.
escasa fractura,
mejor conservación de la erosión.
Strix a/uco
Restos óseos abundantes,
alteración de la representatividad,
mayor fractura.
peor conservación de la erosión.
Manesfoina
Restos óseos escasos.
?
Restos óseos escasos.
?
Restos óseos abundantes.
alteración de la representatividad.
mayor fractura,
peor conservación de la erosión.
Restos óseos escasos.
Martes foina
Escasa presencia antrópica,
transporte diferencial,
fracción escasa,
flujos hídricos de escasa competencia,
corrosión postdeposicional.
X
Escasa presencia antrópic.a,
transporte diferencial.
fracción escasa,
flujos hídricos de escasa competencia,
corrosión postdeposicional.
XJB Transporte diferencial considerable.
fracción abundante,
flujos hfdricos considerables.
XIC Transporte diferencia. considerable,
!
fracción abundante,
flujos hfdricos considerables.
XTIA Mayor presencia antrópica, pisadas,
fracción abundante,
flujos bídricos considerables,
corrosión postdeposicional.
XTIB Mayor presencia antrópica.
?
Cuadro 14.- Exposldón de las distintas alteradones postdeposJdonales que Intervienen en Cova de les Cendres,
sus resultados y el predador que ha originado la concentración de núcromanúferos.
Molares
perdidos
Molares
esperados
2
33
234
183
1
IX
10
X
132
XIIA 96
Crineos
% molares
penHdos
completos
30
56
52
Maxilares con arco
clgorútko
o
o
o
78-47
80-20
112
15-6
40
60
29
Cuadro 15.- Molares perdidos en maxilares, mineos completos y maxilares con arco dgom,tico de Cova de les
Cendres.
Molares
perdidos
1
IX
X
X11A
Molares % molares lnclsJvos
esperados perdidos
perdidos
2
112
3
91
302
106
146
403
139
62
75
76
16
74
18
lnclsJvos % In.
Mandíbulas Mandíbulas
esperados perdidos completas con borde
inferior
4
314
partido
44
141
32
36
52
56
51-10 20
71-9 13
55-2 4
51-3 6
71-24 34
55-23 42
Cuadro 16.- Molares e lndslvos perdidos en mandíbulas. Mandíbulas completas y mandíbulas con el borde
Inferior partldo de Cova de les Cendres.
-54-
[page-n-55]
SS
EL PALEOLfTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
Molares
aislados
1
8
45
63
IX
X
XTIA
Molares desaparecidos en
maxilares y mandfbulas
2
437
Molares
aislados
(112)
l OO
8
10
31
202
Cuadro 17.- Molares aislados de Cova de les Cendres.
Molar partido
In situ
lX
X
XIIA
64-0
154-0
120-0
Incisivo partido
In situ
o
32-0
26-0
14-0
o
o
o
o
o
Molar partido
aislado
o
9-0
43-0
63-0
o
o
Incisivo partido
aislado
51 - 1
155-5
108-4
Cuadro 18.- Fractura de molares e lndslvos de Cova de les Cendres.
Nivel
HÚMERO
Entero
Ep. proximal
Diáfisis
Ep. distal
Ep. prox. diá.
Ep. dis. diá.
ULNA
Entero
Ep. proximal
Diáfisis
Ep. distal
Ep. prox. diá.
Ep. dis. diá.
IX
X
XDA
Total
3-100
29-50
3-5
5-9
5-9
9- 15
7- 12
28-36
12-16
5-6
12-16
20-26
60-43
15- 11
10-7
17- 12
9-7
27-20
83-24
44-1 3
50- 15
36-10
5 1- 15
80-23
3 1-50
3-5
2-3
24-39
2-3
80-51
17- 11
3-2
3-2
40-26
12-8
15- 16
9- 10
15- 16
8-9
42-2 1
16-8
35- 18
10-5
o
o
o
o
o
17-74
3-13
3 1-41
8- 11
1-2
o
o
o
o
2-9
1-4
22-29
13-17
35-14
33- 13
49-20
36- 15
27- 11
66-27
13-8 1
3- 19
36-47
14-18
o
o
o
FéMUR
Entero
Ep. proximal
Diáfisis
Ep. distal
Ep. prox. diá.
Ep. dis. diá.
TIBIA
Entero
Ep. proximal
Diáfisis
Ep. distal
o
o
o
15-75
2- 10
o
o
1- 1
16-2 1
10-13
12- 14
5-6
20-24
2-2
(Continda en pág. siguiente)
-55 -
2
3
4
[page-n-56]
S6
V VILLAVERDE. R. MARTfNEz.VALLE. E. BADAL. P.M. GUllLEM. R. GARC(A Y J. MENARGUES
.
22-26
24-28
295-108
37
39-20
55-28
834-265
32
73-26
209-74
244-53
2 18-47
59-100
o
14-15
31-34
477-109
23
159-97
5-3
Ep. prox. diá.
3-15
Ep. dis . diá.
Total huesos enteros 62-48
77
148-94
10-6
2 15-96
10-4
METAPODIO
12-75
4-25
Entero
Ro to
FALANGE
Entero
Roto
8- 100
o
o
Cuadro 19.- Fractura de b6meros, ulnas, fémures, tibias, metapodlos y falanges dt Cova
dt les Qodra. El númtro dt la lzquitrda ind1c:a la cantJdad de huesos, ti dt la dtrtdut
ti porun!JYe.
Molar
digerido
In siJu
IX
X
XllA
Molar
digerido
aislado
incisivo
digerido
In situ
Incisivo
digerido
aislado
Total
molar
digerido
incisivo
digerido
79-23 29
139-77 55
120-65 54
9- 1
43-17
63-22
32-8
26- 13
14-8
5 1-41
80
150-99 66
104-62 60
88-24 27
182-94 52
183-87 48
61
83-51
176-112 64
118-70 59
11
40
35
25
50
57
Total
Cuadro 20.- Molares t lndsfvos dlgtriclos dt Cova dt les Qodra.
Nivel Húmero Ulna
lX
X
XTIA
Total
13-4
31
41-25
61
56-37
64
110-66
60
22-8
36
3 1-22
71
14-12
86
67-42
63
Radio
15-0
o
110-35
32
88-39
44
213-74
35
FEmur Tibia
Cal.
As.
Meta.
FL
Total
4-0
87-13
15
553-157
28
657-197
30
1297-367
28
o
5
o
o
o
o
o
17-10
37-13
35
40-L7
43
96-31
32
21-3
14
18-6
33
39-9
23
61-2 1
34
53-26
49
11 5-47
41
175-20
11
223-25
11
401-45
11
60-8
13
159-30
19
223-38
10-0
59
6-5
83
33-15
45
19-1
1-0
3-0
17
Cuadro 21.- EroácSn de los butSOS postcrantala dt Apodemus de Cova dt les Cendres.
8 ) INTERPRETACIÓN PALEO ECOLóGICA Y PALEOCLIMÁTICA
Los resultados bioclimáticos que versan sobre micromanúferos de la Cova de les Cendres se
han ido publicando en varios artículos (Badal et al., 1991 y Guillem, 1995, Villaverde et al., 1997).
Los molares, una vez más, son las unidades óseas menos alteradas después de su deposición.
El NMI estará poco interferido por los agentes distorsionadores de la concentración osífera originaria. No obstante, las frecuencias de las distintas especies no han escapado de las tendencias
-56-
[page-n-57]
EL PALEOLtnCO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
57
alimenticias de los cazadores. Martes foina y Strix aluco, han introducido la mayor parte de
micromanúferos de Cova de les Cendres. La formación de letrinas de garduña queda patente en
Jos niveles X y XIIA. El cárabo depositó egagrópilas en el nivel IX. Sólo la rapaz nocturna (Strix
aluco) manifiesta una clara preferencia trófica sobre Apodemus sp. (ratón de bosque) y Crocidura
sp. (musaraña). En este sentido diremos que los porcentajes de Apodemus sp. en estos niveles son
los más elevados de la secuencia.
El nivel XllB es pobre en restos óseos de m.icromamfferos, por tanto, cualquier interpre.tación climática resulta arriesgada. En el nivel XllA (cuadro 22 y gráfico 5) el equilibrio entre
múridos y m.icrotinos refleja el desarroUo de condiciones climáticas húmedas. El bosque estarfa
intercalado por espacios abiertos, en los que abundarían los topillos comunes (Terrícola duodecimcostatus), y zonas arbustivas ocupadas principalmente por musarañas. La elevada frecuencia
de Crocidura sp. marca el gradiente seco de este nivel. Sin embargo, la presencia de Talpa europaea señala la proximidad de prados constantemente húmedos. Martes foina ha introducido la
mayoría de restos óseos de micromanúferos. Como ya sabemos, este cazador no muestra preferencias alimenticias sobre ninguna especie en concreto.
Los niveles X1B y XIC son pobres en efectivos. estadísticamente no son significativos. Pero
el registro de Microtus arvalis señala el desarrollo de unas condiciones climáticas precisas. En el
País Valenciano su presencia está conflffilada en el Maestrat y el macizo de Penyagolosa, en el
Supra y Oromediterráneo (Jiménez et al. , 1989).
En el nivel X, parte inferior (capas 44-45), Microtus arvalis sigue estando presente. Las condiciones frescas todavía no han remitido (gráfico 5). La humedad es considerable, los microtinos
superan ampliamente a los múridos mientras que las musaraiias están peor representadas. En las
capas superiores desaparece el topiUo campesino.
El nivel IX registra igualmente unas condiciones climáticas húmedas (gráfico 5).
37l
38-39
l
40-41
l
42-43
44-4 5
46-47
48-49
50-51
52-53
54- 55
_l
1
-
-
56-57
58-59
1
60-61
~¡
0%
GrMko 5.- Representadón grilka de los
50%
pon:en~
1
1
• Erlnaceus
e Talpa
• Crocidura
e Eliomys
• Apodemos
C Arvicola
C M cabrerae
.
• M. arvalis
•rerricola
1
100%
de las dJstlntas espedes en Cova de les Ceoclres. En el
Margen Izquierdo aparecen las capas.
-57 -
[page-n-58]
58
V. VlUAVERDE. R. MARTfNEZ-VALLE, E. BADAL, P.M. GUILLEM. R. OARCfA YJ. MENARGUES
Niveles
Capas
37
38-39
40-41
42-43
X
44-45
Erinac~us
o
o
o
o
3
0' 00
0'00
2
3'64
3
0 '00
5'71
2
3' 85
2
3' 85
13
25'00
1
1'92
1
1'92
IX
46-47
2
16'67
5
9'09
1
1' 81
18
32'73
5'45
20
36'36
0' 00
7
7'45
6
6' 38
28
29' 79
Arvico/a
o
o
o
M. cabrerae
0'00
2
3' 64
0'00
2
3' 64
0'00
1
1'06
o
M. arvalis
o
o
o
o
0'00
29
52' 73
0' 00
28
50' 91
0'00
Terricola
52
55' 32
0'00
10
62'50
55'71
0 '00
6
50' 00
55
55
94
16
52
u
Crocidura
Eliomys
Apod~mus
Total
Niveles
Capas
XIB
XIC
o
0'00
1
6' 25
4
25' 00
6'25
0'00
Eliomys
M. cabrerae
0 '00
o
0 '00
o
1'92
29
XIIB
XOA
54-55
56-57
58-59
60-61
Total
o
o·oo
o
o
7
1
16' 67
o
o
0 '00
o
o·oo
o
o
o
0'00
0 '00
0 '00
2
13'33
l
6' 67
3
20' 00
1
6'67
1
6' 67
0' 00
1
0 '75
28
21 '05
7
5'26
45
33'83
1
12'50
l
12'50
o
12'50
o
o·oo
3
37'50
0 '00
1
16' 67
12'50
2
25' 00
o
0'00
16' 67
1
16' 67
o
o
o
0'00
0'00
0 '00
0'00
2
25'00
12'50
3
0 '00
16'67
8
8
M. arva/is
o
Terricola
Total
o
52-53
0'00
Apodemus
Arvicola
o
0 '00
3
25'00
50-51
12'50
Crocidura
0 '00
o
48-49
Erinaceus
Talpa
o
o
0' 00
6
4'5 1
0 '00
1
10'00
2
20'00
4
40'00
o
o·oo
0'00
o
0'00
o
0'00
1
12' 50
4
50'00
o
62
39
279
10
0'00
25
2
20'00
12' 50
o
o
o
o
3
0'00
46
34' 59
0 '00
10'00
0 '00
2
25'00
382
16' 67
0'00
7
46'67
6
15
133
10
8
471
porun~
de los mismos
Cuadro 22.- Dlstrfbud6n del NMJ de mkromanúleros (lliÍmeros superiores) y
(ntímeros lnleriores) por nivela en Cova de les Cendres.
-58 -
[page-n-59]
EL PALEOLfnCO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
59
LA VEGETACIÓN MAGDALENIENSE A PARTIR DEL ANÁLISIS
ANTRACOLÓGICO
Los resultados antracológicos van referidos a todos los niveles paleoiJticos, salvo el nivel
XIV que está en curso de análisis. Como se indicó anteriormente, se detectó un hiatus estratigráfico entre el nivel X y el Xl. En el sondeo, se levantaron los niveles en capas artificiales de 10 ó
5 cm de profundidad. En el recuento de los taxa hemos agrupado los resultados de cada 1O cm;
en el diagrama antracológico se indican las profundidades (fig. 15). En su conjunto se han analizado 4.374 carbones, individualizando 20 taxa leñosos que fueron utilizados como combustible
por los habitantes paleolíticos de la eova de les Cendres.
La flora identificada es prácticamente la misma de base a techo de la secuencia, es decir, las
plantas que sirvieron de combustible son las mismas durante toda la secuencia, lo que cambia es
la distribución de la frecuencia relativa de los cabeza de serie; en base a esto se distinguen tres
fases antracológicas (fig. 15).
La fase antracológica eova de les Cendres 1e (ee.l e) corresponde a la base de la secuencia
analizada, es decir el nivel XID y las dos últimas capas del nivel XIIB. Culturalrnente coincide
con el Solutrense final. Los tres espectros antracológicos que componen esta fase muestran un
cierto equilibrio entre los tres L dominantes: Pinus nigra (pino salgareño), Leguminosae (leguaxa
minosas leñosas) y Juniperus sp. (enebros). Si bien las tendencias de los porcentajes son antagónicas, las dos primeras muestran una tendencia a disminuir mientras que los enebros muestran un
progresivo aumento en su curva. El resto de plantas leilosas identificadas no es muy amplio pero
es de resellar la presencia de Quercus de tipo ilex-coccifera (carrasca-coscoja), Pnmus sp.,
Ephedra sp. (belcho), Monocotiledoneae, Rosmarinus officinalis (romero) y Viscum sp. (muérdago).
La fase antracológica ee. l e se puede interpretar como un paisaje de pinar abierto con enebros y matorrales de leguminosas leñosas. El muérdago es una planta parásita que vive sobre
muchos árboles y bien pudiera estar en las ramas de los pinos salgareños que fueron llevados a
la cueva como leña para el hogar. El conjunto de la flora indica una pluviometrla para la zona de
tipo seco. Por las cronologías absolutas que poseemos para el nivel XID ( 18.750±130 B.P y
18.920±180 B.P.) nos encontramos ante uno de los momentos más fríos de la historia del Planeta
que en la zona de Teulada se plasma por formaciones de coníferas que en la actualidad viven por
encima de los 800 metros de altitud y bajo unas temperaturas medias anuales comprendidas entre
13 y goe; por tanto, durante el Solutrense reinaron unas condiciones ambientales muy diferentes
de las actuales en la costa de Alicante.
La fase aotracológica ee. t B incluye desde la capa 6 1 del nivel XIIB y todo el XDA, culturalmente queda bien definido el Magdaleniense medio en el nivel XIIA En esta fase, Juniperus
sp. es dominante, con porcentajes comprendidos entre el 30 y el 50%, seguido de Leguminosae
y Pinus nigra. La curva de Quercus tipo ilex-coccifera aparece con unas frecuencias relativas del
orden del 5%. Con frecuencias inferiores al 1% se encuentran Quercus de hoja caduca, Viscum
sp., Ephedra sp., Prunus sp., Erica multiflora, Cistaceae y Rhamnus sp. Este conjunto antracológico nos habla de una formación vegetal abierta, dominada por enebros y matorrales. Las formaciones arbóreas ocuparían áreas más reducidas, los pinares alternarían con los enebros dando
zonas de bosque-estepa; mientras que los Quercus, tanto caducifolios como perennifolios, estarían acantonados en las zonas ecológicamente más aptas.
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EL PALEOLfnCO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
61
La vegetación de la fase CC. IB debía desarroUarse bajo la influencia de unos parámetros termoclimáticos de tipo supra-mesomediterráneos con ombroclima seco o semiárido.
Esa formación vegetal abierta es sustituida por otra cuyo estrato arbóreo es más importante.
Efectivamente, en Ja fase antracológica CC.lA (niveles arqueológicos XIC, XIB y X) Pinus
nigra alcanza unos porcentajes elevados (en tomo al 50%), al tiempo que se reduce la curva de
Juniperus y Leguminosae. En esta fase, Quercus tipo ilex-coccifera tiene unas frecuencias discretas pero constantes. La presencia de Pinus halepensis y Quercus de hoja caduca puede ser significativa de unas condiciones bioclimáticas más benignas que en Jos momentos anteriores. No
obstante, es probable que siguieran reinando condiciones frías de tipo supra o mesomediterráneo;
quizás la importancia del estrato arbóreo nos indique una pluviosidad más elevada que en Ja fase
anterior.
Los resultados antracológicos obtenidos en Jos niveles paleolíticos de la Cova de les Cendres
muestran una vegetación pleistocena típica de momentos fríos del Pleniglaciar y Tardiglaciar, que
en nuestra latitud toma una forma más suave que en otras regiones del Mediterráneo occidental.
donde se desarrolló una vegetación de tipo montano o incluso subalpina en los yacimientos de
montaña (Bazile-Robert. 1981 ; Heinz, 1991 ; Vemet y Thiebault, 1987).
En Cendres, las especies heliófilas son las mejor representadas, dando una imagen de espacios abiertos en la base de la secuencia (fases CC.l C y fase CC.1 8 ) y más cerrados en los tres
niveles superiores. No obstante se trataría de pinares, ya que las especies frondosas no experimentan grandes cambios a lo largo de la secuencia.
En la actualidad, la Cova de les Cendres se encuentra en el piso bioclimático termomediterráneo (fig. 16), caracterizado por unas temperaturas medias anuales de 17 ,3°C y unas temperaturas medias mensuales del mes de enero de 10°C. En cuanto a la pluviometría media anual es
de tipo seco, es decir, 535 mm/año en el cabo de Sant Antoni (Pérez Cueva, 1995; RivasMartínez, 1987).
Las condiciones climáticas actuales de la zona contrastan con las especies vegetales y animales identificadas en el yacimiento durante el MagdaJeniense (Badal, 1995, 1997; ViUaverde el
al., 1997). En este sentido, las condiciones óptimas para el pino salgareño son las supramediterráneas, es decir, unas temperaturas medias anuales comprendidas entre I3°C y los 8°C, no obstante puede prosperar en el horizonte inferior del piso oromediterráneo o en el superior del mesomediterráneo (fig. 16). En cuanto a las precipitaciones puede tolerar desde las semiáridas hasta
las subh\ímedas (350-1000 mm/afio) encontrando su óptimo en seca-subbómeda En la actualidad
se le encuentra en cotas superiores a los 800 m sobre el nivel del mar en las montañas del sistema
Ibérico o Bético. Es impensable que en las condiciones actuales de Moraira prospere el pino salgareño.
Como se expuso al principio, Pinus nigra está presente en toda la secuencia magdaleniense
de Cendres, incluso con frecuencias muy altas en la fase CC. 1A; por tanto, si sus necesidades
ecológicas no han cambiado con el paso del tiempo, entonces se puede inferir que en el
Pleniglaciar y Tardig1aciar la composición biogeográfica de nuestro territorio fue distinta de la
actual.
En la acutalidad, como se observa en la fig. 16, los pisos bioclimáticos y las plantas y animales asociados tienen una distribución altitudinal bastante precisa y que contrasta con nuestros
resultados magda1enienses. En el Pleistoceno superior los pisos bioclimáticos, posiblemente, descendieron en altitud y así en cotas de baja altitud (0-100 m sobre el nivel del mar actual) pudieron
- 61 -
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62
V VIlLAVERDE. R. MARTfNEz-VAU..E. E. BADAL. P.M. GUIU.EM. R. GARdA Y J. MENARGUES
.
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magdaleniensa ft la Cova d~ les Cmdres. Doocle T es tempentW'11 media auual ~xpresada ~n o
El puuto oegro ftpruenta la situadón b~ de la Cova d~ les Cendres (Tadada, Allcant~).
darse condiciones medioambientales de tipo mesomediterráneo o incluso supramediterráneo
(Badal, 1995, 1997; VilJaverde et al., 1997).
En cuanto a los Quercus perennifolios en la actualidad, tanto la encina/carrasca como la coscoja crecen en los pisos tennomediterráneo y mesomediterráneo, haciendo algunas incursiones
en el supramediterráneo. Estas especies boy se les puede encontrar en los alrededores de la Cova
de les Cendres. La coscoja es frecuente mientras que la carrasca es relicta. Su débil frecuencia en
el Magdaleniense matiza las condiciones climáticas y probablemente denoten un paisaje en
mosaico con zonas más cálidas donde se refugiarían estas especies y otras más exigentes en calor.
Los resultados de la avifauna y de la microfauna también se expresan en este sentido.
Efectivamente, las especies de aves más frecuentes son las de espacios abiertos fríos y templados;
entre elJas cabe destacar la presencia de la chova piquigualda (Pyrrhocorax graculus), que en
nuestra región se puede tomar como bioindicador de condiciones relativamente frías, ya que en
la actualidad presenta una distribución geográfica limitada a las cordilleras mediterráneas con
vegetación abierta y fría de tipo oromediterráneo (Villaverde et al., 1997). La presencia de la
perdiz mediterránea matiza esa interpretación.
Dentro de los micromamíferos cabe destacar la frecuencia de la ratilla campestre (Microtus
arvalis) en el nivel Xl. Actualmente, la zona más próxima a nuestro yacimiento donde vive esta
especie es el piso bioclimático oromediterráneo de Penyagolosa, Javalambre, Albarracín y Gúdar
(Jiménez et al., 1989) asociados a pinares albares y praderas. Su presencia en los niveles tardiglaciares de Cendres le confieren un alto valor ecológico ya que está asociado a Pinus nigra y
Junipems.
En conclusión, la vegetación documentada en los niveles magdalenienses de Cendres responde a Jos últimos fríos del Würm reciente, en terminología alpina (estadio isotópico 2). Los
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EL PALEOLÍTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
63
bosques serían de coníferas, en particular de pino salgareño, mientras que Jos carrascales ocuparían probablemente las zonas más cálidas y con mayor humedad edáfica. Las estepas y matorrales
claros ocuparían extensas áreas. Sin lugar a dudas, las condiciones bioclimáticas serían de tipo
supramediterráneo o en el mejor de Jos casos mesomediterráneo, como también lo indican las
aves y Jos rnicromamíferos. Por tanto, las temperaturas medias serían del orden de 4-6 o infec
riores a las actuales
Si tenemos en cuenta que la Cova de les Cendres se encuentra en el piso bioclimático termomediterráneo se constata un desfase de al menos un piso bioclimático. Es decir, Jos fríos del
Tardiglaciar desplazaron las zonas bioclimáticas en latitud y en altitud. La asociación de fauna y
flora documentada en el Magdaleniense de Cendres en la actualidad prospera en zonas altas de
la Cordillera Ibérica y Pirineos.
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVAN11NA
Vol. xxm (Valencia. 1999)
V. VILLAVERDE*, R. MARTfNEZ-VALLE**, E. BADAL*,
P.M. GUil.l..EM**, R. GARdA* Y J. MENARGUES***
EL PALEOLfTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
(TEULADA-MORAIRA, ALICANTE). DATOS PROPORCIONADOS
POR EL SONDEO EFECTUADO EN LOS CUADROS AIB-17
A la memoria de M.P. FufTUliUll
INTRODUCCIÓN
Conocida la secuencia de la Cova de les Cendres (fig. 1) hasta ahora por la importancia de
sus niveles neolíticos (Bemabeu, 1989; Bemabeu y Orozco, 1997; Badal et al., 1991) y una primera aproximación a su Magdaleniense superior (VUlaverde, 1981, Villa verde y Martínez. 1995,
Villaverde et al., 1997), nos proponemos en este trabajo (1) dar a conocer las principales características de la secuencia pleistocena de la cavidad obtenida hasta la campaña del año 1998 en el
sondeo realizado en los cuadros A/B-17. Una secuencia que enriquece notablemente la inicial
identificación del Magdaleniense superior, abarcando ahora momentos del Magdaleniense medio
y el Solutrense.
El sondeo al que corresponden los materiales que se analizan tiene una superficie aproximada de un metro cuadrado, distribuida entre los cuadros A-17 y B-17. Su excavación no ha
alcanzado todavía la base o niveles estériles y los trabajos tienen por objeto la obtención de una
primera aproximación a la estratigrafta y características de la secuencia pleistocena de la cavidad,
con la finalidad de que sus resultados vayan orientando la posterior excavación en extensión de
esos mismos paquetes en los dos sectores sobre los que se viene interviniendo desde el año 1995
en los paquetes paleolfticos: el sector A (cuadros A-FJ13-16), excavado en los niveles holocenos
• Depanament de Prehbtbria i Arqueologia. Universitat de Valmcia..
•• Museu de la Valltorta. Generalitat Valc:ociaoa.
••• Musco Atqueol6cko de ViJJeoa.
( 1) Esle trabajo se ba bmeficlado del proyecto Pleistoceno superior y Holoc:eno en el 4rQ valenciana. OOCYT PB 89-0524.
- 9-
[page-n-10]
10
V VIU..AVERDE. R. MARTfNEz.VAllE. E. BADAL. P.M. GUD..LEM, R. GARCÍA YJ. MENARGUES
.
Moaqó (751)
•
Mar Medlterraal
-10-
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EL PALEOÚTICO SUPERlOR DE LA COVA DE LES CENDRES
ll
por J. Bemabeu desde el año 1981 y en el que desde el año 1997 se han comenzado a levantar
niveles de adscripción todavía incierta. aunque claramente precerámicos; y el sector B (cuadros
A-E/17-21), cuya excavación comenzó, limitada a los cuadros A-18 y 19 el mismo año 1986, y
que con posterioridad se ha ampliado hasta la extensión indicada, terminándose el levantamiento
de los niveles neolJticos en la campaña del año 1995, dando paso el año siguiente a la excavación de los niveles del Paleolítico superior.
La excavación del sondeo A/B-17 comenzó el año 1986, y constituye una ampliación de la
zona excavada por J. Bemabeu el año 1981 en los cuadros B/C-17, zona en la que se confirmó
por primera vez la entidad del Magdaleniense superior de Cendres. Siendo precisamente aquellos
trabajos los que permitieron valorar la importancia de este periodo en la secuencia del Paleolítico
superior de la vertiente mediterránea peninsular (Villaverde, 1981 ). La excavación, inicialmente
limitada a parte del cuadro A-17 el año 1986, se reanudó el año 1990, limitada a una parte del
cuadro B-17, en una corta campaña en la que apenas se excavaron unos 30 cms de potencia, y no
volvió a retomarse hasta el año 1995, continuándose hasta la actualidad.
Hasta la fecha los datos publicados del sondeo realizado en el cuadro A-17 se han limitado
a proporcionar una primera aproximación de la estratigrafía (Fumanal en Badal et alii, 1991 ), los
rasgos generales de la economía (Villaverde y Martínez Valle, 1995), la secuencia antracológica
(Badal, 1995), y un avanve de la secuencia Magdaleniense (ViUaverde et alii, 1997) y de algunas
piezas muebles singulares localizadas en distintas fases de la excavación (Villaverde y Martínez,
e.p.). En todos los casos van referidos a datos más limitados que los que ahora se presentan, que
en lo que respecta a la industria lítica y los restos faunísticos abarcan la totalidad de los niveles
excavados hasta la campaña de 1998, mientras que en el apartado antracológico no incluyen el
último nivel y en la microfauna se interrumpen en el nivel XTIB, que no se incluye completo.
La actividad desarrollada desde el año 1995 en la cueva, ampliando la potencia excavada en
los cuadros AIB-17, iniciando la excavación de los primeros paquetes pleistocenos conservados
en el sector B y de los niveles pleistocenos (sin que pueda descartarse la existencia de algún
momento del holoceno antiguo) del sector A, ha permitido peñtlar con más detalle la visión hasta
ahora ofrecida de la estratigrafía del yacimiento, obtener datos de interés sobre la evolución
industrial del Magdaleniense mediterráneo y confirmar la existencia de niveles de cronología
anterior a esta etapa.
Los datos que aquí se ofrecen constituyen, por sus caracteñsticas, un apartado bien diferenciado de lo que en el futuro será la publicación de los resultados de la excavación en extensión
de Jos paquetes paleolíticos de Jos sectores A y B (que abarcan una extensión de unos veinte
metros cuadrados) y deben ser tomados con las reservas que impone el hecho de que provengan
de un sondeo de poca extensión. Especialmente si tenemos en cuenta que una parte importante
de Jos paquetes superiores (IX y X) se ha visto limitada por la intrusión de una fosa excavada
desde los niveles neolíticos, quedando así bastante reducida la superficie disponible, y que el
último nivel pleistoceno (estrato VIll) ha sido documentado de manera testimonial, pues sólo se
conservaba en una reducida extensión del cuadro A-17, en unas tierras situadas bajo un gran
bloque que aparece en la parte distal de la zona sagital derecha del cuadro (ver corte en la figura
2), con una superficie no superior a unos centímetros cuadrados.
La comprensión del material que seguidamente se detalla exige una aproximación a las
caracteñsticas del proceso sedimentario observado en la cavidad y una valoración de la sucesión
que en ella se ha documentado, caracterizada por la superposición directa del Neolítico antiguo
-11-
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12
V Vlll.AVERDE. R. MARTfNEz.VALLE. E. BADAL. P.M. GUJLLEM. R. GARCfA YJ. MENARGUES
.
al Magdaleniense. Esta circunstancia se ha constatado en los diferentes puntos en los que la totalidad de los paquetes neolíticos han sido excavados y se asocia a la existencia de fuertes procesos erosivos que precedieron y acompañaron a la formación de los primeros paquetes neolíticos. En el sector A estos procesos afectaron aparentemente la horquilla temporal que media
entre el nivel Vll relacionado con el Atlántico y el vm, del que por el momento desconocemos
la cronología y cuya pobreza industrial no permite hasta la fecha una adscripción segura al par
formado por el Magdaleniense superior-final y Epipaleolítico microlaminar, pero del que cabe
descartar su pertenencia al complejo epi paleolítico geométrico. Mientras que en el sector B esos
mismos procesos erosivos desmantelaron un mimero mayor de paquetes finipaleolíticos, Uegando en algunas zonas a descansar el nivel VI -Neolítico I- sobre alguna de las pulsaciones
registradas en los niveles XI y Xll, con cronolog(as comprendidas, grosso modo, entre los
13.500 y los 17.500 BP.
En el sondeo que centra las líneas de este trabajo la sucesión se produce entre el nivel VI
(neolftico) y el nivel VID, del que carecemos de materiales para definir su adscripción y del que
apenas se conservaban unos centímetros cuadrados de superficie. El nivel subyacente, el IX,
aunque excavado también en menor superficie que los restantes de la secuencia, por verse seriamente afectado por una fosa y un paleocanal, ha proporcionado algún material significativo de su
situación en los momentos finales del Magdaleniense superior.
A estos fenómenos de alteración sedimentaria se unen otros, de origen antrópico, responsables junto con los anteriores de una cierta contaminación de los niveles neolíticos antiguos con
materiales magdalenienses. Se trata de la realización frecuente de fosas que se excavaron sobre
los paquetes magdalenienses (afectando preferentemente del nivel VID al X o, incluso XI,
dependiendo de los sectores) y que en su movimiento de tierras aportaron los materiales en ellas
depositados a los niveles neolíticos cardiales: arpones, variJJas, agujas y todo tipo de puntas
óseas, así como abundante instrumental lítico y restos faunísticos y antracológjcos.
Estas circunstancias se han podido constatar de manera especialmente significativa en el
sector B, donde como hemos indicado los procesos erosivos asociados a los paquetes neolíticos
más antiguos han desmantelado incluso el nivel Vll, el más antiguo del neolítico documentado
hasta la fecha en la cavidad, y donde las intrusiones localizadas de las fosas de los niveles neolíticos llegan hasta el nivel XII.
El cuadro A-17 refleja en su corte sagital derecho con bastante precisión esta situación:
una fosa, incluida en el nivel VI irrumpe en los niveles VUJ, IX y X, el primero sólo se ha
conservado además en la parte correspondiente al corte, tal y como sei'ialábamos con anterioridad en su parte distal, protegido por un grao bloque que, aparentemente, impidió su erosión
en los momentos correspondientes al estrato VI. AJgo que parece que sí se produjo con el
nivel vn.
Además de los procesos erosivos detectados en el Neolítico antiguo, bien puede decirse que
la mayor parte de la sedimentación pleistoceoa excavada hasta ahora muestra la existencia de
procesos similares, responsables de la erosión de determinados paquetes y asociados a fenómenos de redeposición. Todo ello hace que la visión que ahora ofrecemos de un sondeo correspondiente a un metro cuadrado de excavación deba ser tomada con la prudencia y provisionalidad que este tipo de aproximaciones requieren. máxime cuando a estos fenómenos de alteración
postsedimentaria se unen aquellos que provienen de la excavación de madrigueras y otros agentes
de alteración postdeposicional.
-
12 -
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EL PALEOLÍTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
13
Por otra parte, los paquetes paleolíticos observados basta ahora en distintos sectores de la
cavidad ofrecen dos direcciones de buzamiento diferenciadas, del nivel XIV al XD la pendiente
toma una inclinación pronunciada hacia la parte sagital derecha y proximal de la cavidad, mientras que en los niveles XI al VID la inclinación adquiere un plano también hacia la parte sagital
derecha, pero en esta ocasión dirigiéndose hacia la parte distal de la cavidad. Un plano que se
mantendrá durante la secuencia neolítica y posterior. Este cambio de orientaciones, debidas seguramente a variaciones en los apones de los conductos kársticos y en las zonas de captación de los
materiales desplazados como consecuencia de los fenómenos de arrastre o arroyada, provoca una
considerable confusión en el nivel XI, especialmente en la zona correspondiente al cuadro A-17;
circunstancia que obliga a tomar con especial precaución los comentarios industriales referidos a
estos momentos de la secuencia y a esperar que las excavaciones realizadas en el sector A puedan
definir con mayor rigor los episodios que deben relacionarse, como más adelante se expondrá,
con esta parte de la secuencia.
SECUENCIA ESTRATIGRÁFICA Y CORRESPONDENCIA CON LAS CAPAS DE
EXCAVACIÓN
Limitando nuestro comentario a los niveles pleistocenos, la sucesión de estratos observados
en el cuadro A-17, contrastada con la sucesión sedimentaria registrada en otros puntos de los sectores A y B, es la que sigue (fig. 2):
NIVEL VID, de excasa potencia (entre 5 y 7 cms), de color marrón rojizo y abundante fracción gruesa de tamaño pequeño, con presencia de plaquetas. Reducido en el cuadro A-17 a una
superficie coincidente con la base de un bloque que aparece en posición subhorizontal en la parte
distal del corte. Corresponde a la capa 34.
NIVEL IX. de color marrón, bastante fracción y estructura interna laminada, entre 25 y 30
cms de potencia. Abarca desde la capa 35 basta la 39.
NIVEL X, potente paquete de color marrón pardo, de estructura masiva y con fracción que
incluye algunos bloques de tamaño medio y grande; su potencia está en torno a los 40-50 cms,
siendo erosivo en su contacto con el nivel subyacente. Comprende desde la capa 40 basta la 47.
Al igual que los niveles precedentes aparece afectado en su parte proximal derecha por una fosa
que se inicia en los niveles neolfticos y un paleocanal de cronologra igualmente holocena.
NIVEL XI, de color marrón más claro, incluyendo abundantes carbones y caracterizado por
la alternacia de dos subniveles, uno (XIB) con poca fracción, cuya potencia se sitúa entre los 8 y
10 cms (capas 48 y 49), y otro (XIC) con abundante fracción y bloques de tamafto medio y grande,
de 18 a 20 cms de potencia (capas 50 a la 53). En relación con otros sectores de la cavidad, el nivel
XI presenta en el cuadro A~ 17 una simplificación considerable, ya que faltan en él los subniveles
XlA y XID. Situación que en parte de debe al hecho de ser el punto de inflexión de la línea de
buzamiento anterior de la estratigraffa y que, en cualquier caso, obliga a tomar con provisionalidad
los análisis industriales que se derivan de la subdivión que aqur se ofrece, no siempre fácil de establecer durante el proceso de excavación y probablemente objeto en el futuro de un mayor detalle
de división interna, que puede incluso favorecer una redefinición de los niveles. Téngase en cuenta
además que son los momentos de mayor densidad de hallazgos de la secuencia paleolítica y que
en su base puede situarse el tránsito del Magdaleniense medio al superior.
- 13 -
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14
V. VIU.AVERDE. R. MARTfNEz.VALLE. E. BADAL, P.M. GUILl..EM, R. GARdA Y J. MENARGUES
A- 17
),20
NEOLÍTICO
uo
/
VIII
FOSA
X
/
,
XIC
Fl¡. 2.- Corte sqltal derecho del cuadro A-17.
-
14 -
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EL PALEOÚllCO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
IS
NIVEL XII. caracterizado por la alternancia de subniveles de potencias desiguales, unos de
color marrón grisáceo, arcillosos y con poca fracción gruesa. y otros de color marrón anaranjado,
con mayor cantidad de fracción y presencia de algún bloque, de espesor variable y a veces erosionados. Su potencia global alcanza los 30-35 cms y está en contacto erosivo con el nivel subyacente. Compuesto de continuas laminaciones y la presencia de algunas cubetas erosivas, hemos
optado por dividirlo en dos subniveles -XIIA (capas 54 a la 57) y XIIB (capas 58 a la 63)-, intentando evitar acumular una potencia excesiva con un reducido nivel de precisión estratigráfica y
atendiendo a un incremento de las tonalidades grises de las larninaciones y el componente arcilloso de las mismas.
NIVEL x:m. masivo, de color marrón grisáceo y poca fracción. En contacto erosivo con el
nivel subyacente. Su potencia es de 20-25 cms. Comprende las capas 64 a la 67.
NIVEL XIV, de estructura laminada, con alternancia de pulsaciones de tierras marrones anaranjadas, grisáceas y negruzcas, con poca fracción, y otras de color marrón oscuro y más fracción, pero de tamaño pequeiio. Aparece dislocado, por fenómenos de deslizamiento, en algunas
zonas, evidenciando una alteración postdeposicional cuyo alcance es imposible de precisar en
estos ~omentos. Su potencia global alcanza por el momento los 20-25 cms e incluye las capas
68 a la 71.
La correspondencia de los niveles descritos en el cuadro A-17 con Jos datos publicados basta
ahora (Badal et alii, 1991) es la siguiente: los niveles 1 y llA corresponderían con los actuales
niveles VID y IX; los niveles IIB y llC con el X; el nivel m con el XI. Siendo el ruvel Xll y los
subyacentes de excavación posterior a la publicación de dicho corte. Las descripciones sedimentarias realizadas por Fumanal ( 1991) se limitan por tanto a los niveles superiores. Para una descripción más pormenorizada remitimos a dicho trabajo.
LAS DATACIONES ABSOLUTAS
Se han obtenido hasta la fecha un total de 1Odataciones absolutas para la secuencia proporcionada por el sondeo de Jos cuadros A/8-17. Cuatro mediante el sistema de Cl4 convencional,
a partir de un conjunto de carbones seleccionados del total de los recogidos dispersos en el nivel,
obtenidas en el Laboratoire de Radiocarbone de Lyon, y seis mediante el sistema de AMS, a partir
de muestras correspondientes a un solo carbón, previa identificación de la especie, obtenidas en
el laboratorio de Beta Analytic loe. Su detalle queda explicitado en el cuadro 1.
Los comentarios se efectuarán en eJ apartado dedicado a la valoración de la secuencia industrial, seiialando únicamente ahora que la fecha de 12.650 del nivel XIC se consideró errónea por
el laboratorio de Lyon, al entrar en contradicción con la obtenida en el nivel X. Se optó entonces
por repetir una nueva datación del mismo nivel XIC, a partir de una nueva selección de carbones
dispersos, que proporcionó el resultado de 13.840. Mientras que el envío de la muestra de carbón
de Olea europaea del nivel XID a Beta Analytic obedeció a la rareza de este taxón en los niveles
pleistocenos, en contraposición a su abundancia en los holocenos del mismo yacimiento. Para
evitar especulaciones en el estudio antracoJógico se optó por datar previamente uno de los pocos
fragmentos de esta especie recuperados en el nivel XDI, confirmando la datación su carácter
intrusivo en ese paquete, probablemente como consecuencia de un desprendimiento del corte no
observado en el proceso de excavación.
-15-
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16
V VIllAVERDE. R. MAR'J'fNE:z.VAU.E. E. BADAL. P.M. GUIUEM, R. GARC(A YJ. MENARGUES
.
nivel
referencia
material
Ly-5585
Ly-5220
Ly-5834
Beta-118022
Beta-118023
Ly-5586
Beta-118024
Beta-118025
Beta-118026
Beta-11 8027
varios carbones
varios carbones
varios carbones
carbón Pinus nigra
carbón Pinus nigra
varios carbones
carbón Pinus nigra
carbón Olea europaea
carbón Pinus nigra
carbón Pinus nigra
resultado
X
13.320 ±
12.650%
13.840%
13.690 ±
14.850 ±
15.820 ±
17.230 ±
6.660%
18.920 ±
18.750 ±
XIC
XIC
XIC
X1IA
XIIB
XIIB
XIII
XIII
xm
sistema
170
80
85
120
100
150
130
50
180
130
BP
BP
BP
BP
BP
BP
BP
BP
BP
BP
convencional
convencional
convencional
AMS
AMS
convencional
AMS
AMS
AMS
AMS
Cuadro 1
ESTUDIO TIPOMÉTRICO Y TECNOLÓGICO DE LA INDUSTRIA LÍTICA
El número total de elementos líticos recuperados en posición estratigráfica en los niveles
pleistocenos del sondeo (cuadros A/B-17) asciende a 9530 piezas, de las que 6207 son esquirlas.
La distribución de soportes por niveles queda resumida en el cuadro 2, donde se da cuenta del
número de lascas (L), hojas (H), hojitas (h), núcleos (N), esquirlas (E), fragmentos informes (1),
crest.as y semicrestas (C), tabletas y semitabletas (T) y golpes de buril (GB). Se han considerado
como esquirlas las piezas inferiores a 1 cm. y la diferenciación entre hoja y hojita ha tenido en
cuenta como parámetro métrico la anchura de 0,8 cms.
L
H
b
N
E
1
e
IX
46
X
82
174
418
23 1
176
11 4
90
7
20
15
76
61
37
1
.37
722
259
61
21
15
3
3
J3
309
471
660
2557
895
802
357
156
7
4
8
74
24
21
24
11
3
2
6
14
4
4
1
2
xm
XIC
XllA
XIIB
xm
XIV
54
24
11
12
40
22
14
5
5
T
GB
T
3
8
6
1
3
6
6
35
59
12
6
442
628
1056
3966
1502
111 1
533
292
Cuadrol
Una valoración más detenida de las proporciones de lascas, hojas y hojitas, retocadas y sin
retocar, y por niveles la efectuamos en el cuadro 3, donde también se da cuenta del índice laminar
(ILam) del conjunto del material, del índice laminar del material retocado (ILam R) y del índice
microlaminar del material retocado (lmlam R).
El mdice laminar, que parte de un valor moderadamente alto en el nivel IX, desciende pri·
mero en el nivel X, ascendiendo nuevamente en los niveles xm y XIC, y vuelve a desarrollar
una tendencia a la baja a partir de este momento y de manera más marcada a partir del nivel XDB.
-
16 -
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EL PALEOÚTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
17
Esta evolución no debe ocultar, sin embargo, las importantes variaciones que en esos mismos
niveles es posible señalar en las proporciones de hojas y hojitas: una alto valor de las hojas en el
nivel X, coincidiendo con una baja proporcion rnicrolaminar, y un marcado descenso de las
hojitas en los niveles XIIB, xm y XIV.
Aún con las limitaciones que se derivan del bajo número de efectivos retocados recuperados
en los niveles IX, X, XD 8 , xm y XIV, un análisis del índice laminar y microlaminar del material retocado es útiJ a la hora de perfilar algo más estas tendencias.
Los niveles XIB y XIC se caracterizan por tener una clara tendencia microlaminar en el
material retocado, con muy baja proporción de hojas retocadas, mientras que los niveles IX, XUA
y XllB tienen unos valores rnicrolaminares algo menos importantes, con un porcentaje de hojas
retocadas algo mayor que los dos anteriores, pero limitado salvo el caso del nivel XIIA, donde el
porcentaje de útiles sobre hoja alcanza un valor de 16' 2. Por el contrario, el nivel X y especialmente los niveles xm y XIV se caracterizan por la poca importancia del utillaje microlaminar,
con cuantificaciones no despreciables en los dos últimos en material retocado realizado sobre
hojas. Ya veremos más adelante que también es posible aunar a estas diferencias otras de orden
tipológico al contemplar la evolución del material retocado en los distintos niveles de la
secuencia paleolftica.
L
IX
X
XlB
XIC
XDA
Xli8
xm
XIV
H
h
Dam
DamR
lmlamR
40'4
58'9
53'3
34'4
42'5
67'4
78' 1
76'9
6'1
14'4
4'6
6'2
9' 9
9' 2
7'5
10'3
53' 5
26'7
42' 1
59'4
47'6
23'4
14' 4
12'8
59'6
41'1
46' 6
65'6
57'5
32'6
21'9
23'1
68'2
54'5
72'6
79' 1
77'7
5 1' 1
23'8
50'0
59' 1
31'8
70'2
74'4
61 '5
45' 1
4'8
o·o
Cuadro3
El análisis tipométrico del utillaje microlaminar lo hemos realizado agrupando los soportes
en módulos que recogen las variaciones de la relación longitud/anchura. La distribución de los
soportes en los distintos niveles, considerando la totalidad del material, queda perfectamente
recogida en el gráfico l . En él se observa con claridad que los módulos de alargamiento dominantes en las hojitas son los correspondientes a los grupos B y C, aquellos en los que la longitud
se situa en una proporción de 3 ó 4 veces la anchura. En cualquier caso, el limite superior de la
longitud de las hojitas de situa en los 4 cms, siendo absolutamente mayoritarios los valores comprendidos entre 1' 5 y 2'5 cms.
Ese mismo análisis aplicado a las hojas indica que sus efectivos normalmente se sitúan en
los módulos A y 8 , de longitud igual a dos o tres veces la anchura, con muy escasa presencia de
piezas laminares que sobrepasen el índice de alargamiento de 4:1 (cuadro 4). Las piezas más
largas apenas alcanzan los 5 cms, y lo frecuente es que sean hojas cortas, de apenas 2 a 2'7 cms
de longitud. Estos valores tipométricos coinciden con los de las lascas y núcleos, que también
-
17 -
[page-n-18]
18
V VlLLAVERDE. R. MAKI1Nez.VAU.E. E. BADAL. P.M. OUillEM. R. OARCIA YJ. MENAROUES
.
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XIB
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Griftco 1.- Valores porcentuales de las hojitas coa.slderadu a partir de su ÚlcUce de alarpmleato.
A: longitud lpala dos veces la andlura; B: tres veces la andlura; C: cuatro veces la anchu:ra;
D: daco veces la andlu:ra; E: sás veces la andlura; F: siete veces la andlura.
concentran sus efectivos en los tamaiios reducidos (atendiendo al máximo de la longitud o la
anchura, las lascas mayoritariamente se inscriben en valores comprendidos entre 1 y 2' 5 cms,
mientras que los núcleos concentran sus efectivos entre los 2 y 3 cms).
Estamos ante una industria de tamaiio considerablemente reducido y de marcado componente microlaminar en algunos de sus niveles. La primera circunstancia condicionada por las
dimensiones y calidad de la materia prima disponible, en grao parte de procedencia local, calidad
de regular a mala y tamaño igualmente reducido.
El análisis de los núcleos encuentra su principal limitación en el bajo número de efectivos
recuperados en alguno de los niveles. Así, tan sólo en XIB, XIC, XllA y XllB pueden extraerse
algunas conclusiones apoyadas en un cierto número de ejemplares analizados. Atendiendo a los
tipos mejor representados destacan en estos niveles, sin lugar a dudas, los núcleos dedicados a la
obtención de soportes microlaminares con un sólo plano de percusión y extracciones en la cara
ancha, seguidos de los de un plano de percusión y talla en la cara estrecha y los de un plano de
percusión y superficie de talla extendida en dos caras contiguas. En definitiva un sólo plano de
percusión, predominantemente liso o con muy escasa preparación, con un frente de poca
convexidad y unas superficies de talla en las que las formas rectangulares -24- superan a las semicónicas - 13- en los de superficie en una sola cara, mientras que en los de superficie en dos caras
dominan las semicónicas -9- a las rectangulares -5-. Los soportes son lascas -39- o nódulos -23-,
localizándose en estos tres tipos dominantes de núcleos tan sólo un ejemplar que aprovecha un
fragmento de sOex diaclasado natural y talla bastante irregular (cuadro 5).
- 18 -
[page-n-19]
19
EL PALEOLfTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
IX
L2
L3
LA
L5
L6
L7
X
XIB
XIC
6
14
6
2
1
13
19
25
33
22
5
1
65
113
47
18
11
5
5
2
3
1
L8
Al
A2
A3
A4
A5
A6
A7
AS
C2
12
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6
2
1
3
4
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1
3
1
13
6
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1
3
1
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14
23
11
2
2
2
1
22
2
C3
C4
1
3
3
1
28
16
4
1
156
N2
N3
N4
N5
N6
N7
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7
4
5
2
23
9
1
1
8
6
11
6
1
44
52
24
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5
1
S
5
2
1
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3
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2
12
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3
2
1
2
10
3
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1
2
1
2
3
2
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1
2
3
1
40
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3
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1
1
5
1
20
1
1
1
10
1
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40
37
4
7
3
3
47
26
24
C5
C6
OJ
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03
29
11
152
111
53
12
5
XIV
46
24
4
2
2
1
xm
36
35
28
23
13
10
XIIB
64
5
4
1
1
A9
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81
82
83
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85
86
87
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10
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2
2
2
2
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3
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12
15
6
8
4
1
1
3
- 19 -
2
1
2
1
2
l
Cuadro 4.- L: lascas; A-F: bojM y bojJtu; N: mideos.
2
2
S
[page-n-20]
20
V VIllAVERDE. R. MAR11NEz.VAU..E, E. BADAL. P GUILLEM. R. GARCÍA YJ. MENARGUES
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IX
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4
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6
2
3
5
3
G
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1
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3
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2
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2
xm
2
XIV
6
B
e
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XIIB
XllA
2
A
XIB
4
X
3
3
Cuadro 5.- Distri bución de los núcleos por niveles. A: un plano de percusión y superftde estrecha; 8 : dos
planos de percusión y superftcle estrecha; C: un plano de percusión y superficie ancha; D: dos planos de
percusión y superficie ancha; E: un plano de percusión y superftde en dos caras; F: dos planos de percusión
opuestos y superfkles en d.os caras; G: dos planos de percusión a.ltem os; H: globuloso; 1: lnfonne o lndeter-
mJnado.
El carácter poco elaborado de las plataformas de percusión se observa bien en los productos
de la talla, con un número no despreciable de talones corticales (superan a los facetados o los diedros) y un predominio neto en el conjunto de los niveles de los talones lisos y los puntifounes,
éstos últimos absolutamente hegemónicos en la producción de hojitas.
e
L
D
F
p
M
R
S
S/f
1
2
3
15
8
3
1
3
2
11
17
4
30
15
6
7
2
4
9
63
9
9
3
2
42
39
117
5
1
2
14
6
6
6
6
4
1
3
2
8
3
XIV
25
36
62
198
119
85
39
44
37
32
XID
3
10
3
35
8
6
3
IX
X
XIB
XIC
XDA
XIIB
99
535
17 1
54
37
14
1
2
JI
191
87
47
38
Cuadro 6.- Clasificación de los talones. C: cortJcal; L: liso; D: diedro; F: facetado; P: puntlfonne; M: machacado; R: roto; S: s uprimido; srr: sin talón por fractura.
Por lo que respecta a las características de la talla microlaminar, centrando el análisis en
aquellos niveles en los que el número de efectivos es suficiente (niveles XIB, XIC y XIIA), la
proporción de piezas de primer orden es prácticamente nula, mientras que las de segundo orden
desempeñan un papel bajo al considerar el total de efectivos, brutos o retocados, ya que al centrar la atención en los soportes retocados su valor pasa a ser muy bajo. El grado de utilización de
los soportes microlaminares en la confección de piezas retocadas es del 43' 1 %en el nivel XIB
(59 piezas), del 28'5% en el nivel XIC (206 piezas) y del 24'8 %en el nivel XIIA (262 piezas).
El detalle de los valores en la cadena operativa queda reflejado en el cuadro 7.
-20-
[page-n-21]
EL PALEOÚTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
Corticales
T
R
XIB
XIC
Semlcortic:ales
T
R
10
40
6
XUA
5
Pl~na
T
127
682
252
21
producdón
R
59
201
63
Cu.dro 7.- Talla mkrolamlnar: productos cortka.les, semicortk:ales y de pJena proclucdóo en d c:otYunto
dd material (T) y en d material retocado (R).
Finalmente, las lascas ofrecen unas proporciones con relación a las etapas de producción
notablemente más bajas que las hojitas. Así, el grado de utilización de lascas para la producción
de utillaje retocado es en los mismos niveles la siguiente: un 13'2 % en el nivel XIB, un 13'2 %
en el nivel XlC y un 9'2% en el nivel XTIA, aunque ahora el aprovechamiento de los productos
de las primeras fases de la producción es mayor, tal y como puede verse en el cuadro 8.
Cortkales
T
R
XIB
XIC
XIIA
Semlcortkales
T
R
Plena producd6n
T
R
4
47
147
71
123
261
153
10
7
3
19
8
20
35
14
Cuadro 8.- Lascas: procludos corticales, semicortkales y de plma proclucd6n en el c:otVunto del material
(T) y m el material retocado (R).
APROXIMACIÓN A LAS MATERIAS PRIMAS LÍTICAS EMPLEADAS
Presentamos en este apartado un detalle de las materias primas enpleadas en la realización
de la industria lítica recuperada en el sondeo, valoradas de manera diacrónica y en relación con
las fuentes de aprovisionamiento. Los resultados que se ofrecen son fruto de tres campañas de
prospección geológica centrada en la comaraca de La Marina Alta, en el triángulo comprendido
entre la Serra de Segtuia, la Serra de B~rnia y la cabezera del rfo Gorgos (fig. 3).
La zona se halla situada en los dominios de las cordilleras Béticas, y más concretamente adscrita al sector Prebético valenciano. Las grandes unidades estructurales están formadas por materiales predominantemente calcáreos pertenecientes al Cretáceo y al Paleógeno. Las despresiones
están ocupadas por depósitos miocenos y cuaternarios, compuestos de conglomerados, margas,
arenas y gravas, debiéndose destacar la presencia de algún afloramiento triásico con arcillas abigarradas, yesos y diabasas.
En el curso de las prospecciones se localizaron dos grandes áreas litológicas con depósitos
de rocas siLíceas. Una ubicada en los macizos cretáceos que envuelven la comarca, y la otra en la
parte oriental de la cubeta neógena de la Vall de Ceta. Fruto de anteriores trabajos se poseían
datos sobre otro grupo de afloramientos cuyas rocas se identifican en el material arqueológico.
Sus principales características son las que siguen:
-21-
[page-n-22]
22
V VIU.AVEROE. R. MARTfNEz.VAU..E.. E. BADAL, P GUILI..EM, R. GARCÍA YJ. MENARGUES
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~delaCovadelaCeDdra.
Sflu d~l Cntdcico. Las facies donde se manifiestan corresponden generalmente a sedimentos carbonatados del Throniense. Son materiales propios de los afloramientos locales.
Presentan una escasa variedad cromática derivada de las coloraciones grisáceas (entre lOYR
6.7/1 y lOYR 6.7n.). Sus características más significativas son su enorme grado de fracturación
y el grado de adherencia a la roca madre. El süex aparece con morfologías nodulares y en bancos
interestratigráficos. La dificil liberación de los nódulos propició un aprovechamiento centrado en
la recogida de fragmentos naturales disgregados por la erosión, esparcidos en cubetas y abanicos
de acumulación.
Sflu d~l Oligoc~no. Los afloramientos aparecen diseminados en un espacio reducido de los
macizos interiores de la comarca de Alcoi. Ocupan pequeños manchones frecuentemente adosados a las estructuras eocenas de las cuales se han alimentado tras su demolición erosiva.
Abundan en estas formaciones las facies continentales de margas rojizas con niveles de conglomerados. Los clastos silfceos son abundantes y aparecen bajo formas nodulares, fragmentos más
o menos rodados y cantos lenticulares. Muestran. por lo general, unos tintes marrones claros o
melados ( IOYR 5.6/4). La estructura granular suele ser muy fina. Se aíslan c<>n relativa facilidad
respecto a otros de apariencia similar, como determinados sflex del cretácico superior regional,
debido a las numerosas vetas de coloración vinosa (IOR 5.613) y puntuaciones de óxidos.
-22 -
[page-n-23]
EL PALEOLfnCO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
23
Sflex del Ne6geno de la Val/ de Cela. Sus depósitos se encuentran en la cabecera del río
Gorgos, a más de 20 kms del yacimiento de la Cova de les Cendres. Se trata. grosso modo, de
conjuntos detríticos de calizas, margas y conglomerados con abundantes restos de clastos sillceos
de variada procedencia. Por lo generaJ se presentan bajo morfologías erosionadas: cantos y fragmentos nodulares.
Si/ex del Ne6geno de la Cuenca de Lorca. La Cuenca de Lorca es una depresión intramontafiosa situada en el área de contacto de las zonas internas y externas de las Cordilleras Béticas.
Esta depresión aparece colmatada por sedimentos neógenos procedentes de los macizos circundantes. Abundan los sedimentos blandos y las intercalaciones conglomeráticas y yesfferas
(Guillén-Mondéjar, 1994). Las rocas silíceas son tan abundantes y variadas como las facies sedimentarias de la Cuenca, pero las más singulares son, sin duda, las de aspecto "jaspoide", denominación que hace alusión a sus llamativos colores (el más representativo MunselJ lOYR 5.6/8).
En Cendres aparece de forma testimonial, prueba inequfvoca del carácter exótico de estas rocas.
El examen de la totalidad de la induslria lítica del sondeo, incluyendo del nivel IX al XIV,
tras descartar las piezas afectadas por el fuego o aquellas de reducido tamaño, ha permitido identificar un total de 507 piezas (cuadro 9) con un peso total de 1.929'43 gramos. La modesta
entidad numérica de la mayor parte de los niveles desaconseja una valoración detallada de la
serie. Tan sólo Jos estratos XlC y XllA reúnen los efectivos adecuados para obtener una información significativa. La dislribución de los materiales con respecto a las distintas áreas de procedencia permite deducir una explotación centrada en dos grupos de rocas: la litología cretácica
del ámbito doméstico y los afloramientos periféricos de cronología oligocena situados a una distancia de 45 km de la cavidad. Sus valores resultan bastante parejos, así como los correspondientes a los materiales de carácter local. Los materiales silíceos del neógeno de la VaiJ de Ceta
se encuentran ya en un tercer puesto muy alejado de los otros dos, con valores que rondan el 10%,
y finalmente están los jaspes de la Cuenca de Lorca, cuya presencia es testimonial.
A estas tendencias tan sólo cabría añadir las variaciones que se observan en alguno de los
restantes niveles de la secuencia. Así. y con las reservas antes señaladas, parece que los niveles
asociados a la talla microlaminar presentan valores porcentuales más elevados en los sflex de
Alcoi, mientras que la tendencia de los niveles inferiores es a un marcado descenso de este tipo
de materia prima y la mayor importancia del material local o de la Vall de Ceta.
Peso (grs)
IX
X
XIB
XlC
XDA
XIIB
xm
XN
Local
V.Ceta
Akol
72'17
144' 85
185'65
689' 47
438' 79
173'74
150'37
133'39
12'55
16'59
20' 99
34'41
24' 71
27'99
39'02
63' 18
13'20
10' 40
20'92
10'85
9'38
14' 13
7'84
21'09
39'49
22'25
26'35
28' 50
25'82
23' 19
1' 72
1'43
CUIIdro 9
-23-
Loma
0' 63
0'63
0'02
0'61
0'37
lndet.
34' 76
50' 85
31 ' 11
25'61
40'07
35'59
50'81
13' 93
[page-n-24]
24
V VlLLAVERDE, R. MARTÍNEz..VAU.E. E. BADAL. P.M. GUlll.EM. R. GARCÍA Y J. MENARGUES
.
Con estos datos se hace aniesgado establecer patrones de comportamiento económico, si
bien la observación detallada de la cadena operativa Lftica permite establecer algunas consideraciones. Existen carencias en detenninadas fases de adquisición y elaboración de los útiles,
incluso para aquellos que recurren a las materias locales. A pesar de hallarse presentes elementos
corticales de la mayoría de las materias primas diferenciadas, éstos son proporcionalmente poco
significativos en relación al número de núcleos. La parcialidad de la cadena operativa debe explicarse a partir de la existencia de un acondicionamiento previo de la materia prima en el lugar de
recogida. Por su parte, los soportes microlarninares muestran una clara preferencia por los síJex
de la comarca de Alcoi, algo que queda también reflejado en el apartado de los núcleos dedicados
a la extracción de hojitas. Por su parte, las rocas exógenas, categoría en la que se engloban los
jaspes, quedan atestiguadas en los niveles XIB, XIC, XllA, XID y XIV. pero su introducción en
el yacimiento se hace en forma de soportes de plena producción, ya que los núcleos y las lascas
corticales son inexistentes, mientras que la presencia de esquirlas y productos de reavivado
parecen indicar una buena conservación y reutilización de los útiles fabricados en esta materia
prima de elevada calidad.
EL MATERIAL "RETOCADO
Para valorar el grado de transformación de los productos de la talla en la fase de consumo o
del material retocado, nos ha parecido interesante partir en este apartado de la consideración del
valor porcentual que supone el material retocado con respecto al no retocado sin considerar las
esquirlas, núcleos o restos del proceso de talla. En líneas generales los distintos niveles muestran
unos valores bastante parecidos, destacando tan sólo el máximo de transformación que alcanzan
los niveles XIB y XJC (con un 25'8 y un 22'8% de soportes transformados por el retoque) y los
valores bajos que se observan en los niveles X, XID y XIV (con valores del 15' 8, 15'1 y 11'9 %
respectivamente). Todo ello referido a niveles que experimentan a su vez import.antes oscilaciones en la densidad de hallazgos líticos, destacando por sus altos valores relativos los niveles
XIB y XIC y en menor medida el XllA (cuadro 10). Estas apreciaciones han de considerarse, sin
embargo, de manera indicativa, ya que al ir referidas a materiales provenientes de un sondeo de
poca extensión estarán sujetas, sin duda, en el futuro a importantes variaciones, como resultado
de la distribución diferencial de los restos arqueológicos en términos espaciales, sobre todo como
consecuencia de los factores de transporte de carácter postdeposicional que parecen haber afectado a una parte importante de los niveles de la secuencia pleistocena.
IX
% piezas retocadas
l. densidad
X
XIB
XIC
XII A
XIIB
xm
XIV
19'3
35' 4
15' 8
20'9
25'8
105' 6
22' 8
198'3
18' 9
75' 1
20'2
37'1
15' 1
26'7
11 ' 9
14'6
Cuadro 10.-1. densicbld: dmsidad de baiJazgos lfticos por metro c:ábko cUvklido por den.
Por lo que respecta al material retocado, los comentarios se van a centrar en los niveles cuyo
número de piezas permite establecer consideraciones fiables: niveles XIB, XIC y XIIA. Los res-24-
[page-n-25]
TESTIMONIOS DE TRATAMIENTO TÉRMlCO EN HOJAS DE LAUREL
25
tantes tan sólo serán objeto de una breve descripción, fijándonos más en aspectos cuaHtativos que
en los cuantitativos. En el cuadro 11 aparecen recogidas las piezas de cada nivel, clasificadas de
acuerdo con la lista-tipo de Sonneville-Bordes y Perrot.
Nivel IX. El número de piezas retocadas es de veintiuna, con otra con huellas de uso. En el
utillaje no microlaminar tan sólo un raspador atípico, uno sobre hoja retocada, un útil compuesto,
un raspador-truncadura, cuatro piezas con retoques continuos en un borde, una pieza con muescas
y una pieza clasificada en los diversos, con retoque escamoso (aJ lfmite con el burinante) y un
lateral con retoque bifaciaJ. En el apartado microlaminar una hojita truncada, siete hojitas de
dorso, tres con finos retoques directos y dos hojitas con retoques inversos (fig. 4, n° 1 a 9).
Nivel X. El último con un bajo número de efectivos, a pesar de su mayor potencia. Los raspadores están mal representados, pues tan sólo contamos con un raspador sobre hoja retocada y
un útil compuesto, del tipo raspador sobre boja truncada. Los buriles, por el contrario, experimentan un aumento digno de reseñar, con cuatro ejemplares: dos diedros de ángulo, un diedro
múltiple y uno sobre preparación lateral. Del material restante destaca una punta escotada de
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24
Fig. 4.- lodustria lftial de los niveles IX y X.
-25-
[page-n-26]
26
V VD..J...AVERDE, R. MARTfNEz.VAILE. E. BADAL. P.M. GUIU.EM, R. GARdA Y J. MENARGUES
.
retoque abrupto, sobre hojita (2), contabilizándose además tres piezas con retoques continuos en
un borde, una de ellas sobre hoja y en dos casos con retoques inversos, una pieza con retoques
continuos en dos bordes, una pieza con muesca y dos piezas denticuladas. Por su parte el apartado microlaminar está compuesto por una hojita truncada, otra de borde abatido y tres con fmos
retoques directos (fig. 4, n° 11 a 24).
Nivel XIB. Con un conjunto más elevado de piezas, a pesar de su reducida potencia, sigue
mostrando un número de raspadores bajo y de escasa variedad tipológica, con tres ejemplares
sobre lasca retocada -uno de ellos clasificado con reservas-; en el apartado de los buriles, por el
contrario, el número es mucho más importante y se observa una cierta variedad tipológica, con
un diedro recto, cuatro diedros ladeados, un buril diedro de ángulo sobre rotura, un buril diedro
múltiple, un buril sobre truncadura recta, dos buriles sobre truocadura oblícua, dos múltiples
mixtos y uno plano. A destacar que los soportes son en todos los casos lascas. En los otros grupos
tipológicos se contabilizan una pieza con truncadura recta, cinco piezas con retoques continuos
en un borde, tres piezas con muescas, una raedera y un número elevado de hojitas retocadas:
veintiséis de dorso, diecinueve con finos retoques directos y trece con retoque inverso (fig. 5).
Nivel XIC. El más rico de la secuencia, tanto en términos absolutos como en relación a su
potencia. Contabiliza un total de doscientas setenta y tres piezas clasificadas según la lista-tipo y
otras cuatro con retoques de uso, de carácter muy marginal. Su densidad de piezas por metro
cúbico es de 19.830. En el grupo de los raspadores, que mantiene la proporción baja de las capas
anteriores, se cuentan diez ejemplares: seis simples, dos de ellos sobre hoja, uno con retoques
complementarios de supresión de la base y otro al límite con el carenado; tres sobre lasca retocada y uno carenado, realizado sobre una hoja en cresta. En los útiles compuestos dos raspadoresburiles y en los perforadores, uno típico, sobre lasca. Por su parte, los buriles ascienden a 17
ejemplares: uno diedro recto; tres diedros de ángulo; cinco de ángulo sobre rotura; uno diedro
mtíltiple; uno arqueado; uno sobre truocadura retocada oblícua, con el lateral denticulado, realizado sobre lasca de primer orden; dos transversales sobre muesca; y un buril múltiple mixto. En
el apartado de las piezas de borde rebajado, poco numeroso como en los retantes niveles, tan sólo
una pieza con escotadura, dos piezas con el borde rebajado total y una de borde rebajado parcial;
y en el de las piezas truncadas una de truocadura oblfcua. Por su parte, las piezas con retoques
configuran un apartado a tener en cuenta, sobre todo de considerar los valores de los niveles más
inmediatos, con veintitrés ejemplares de retoques continuos sobre un borde y tres con retoques en
los dos, siendo la mayoría de soporte no laminar, mientras que las piezas varias alcanzan un valor
reducido, con tres piezas con muescas, y cuatro esquirladas. El conjunto microlaminar, abundante
y variado, aparece dominado por las hojitas de finos retoques directos -83 ejemplares-,
{2) La pertenencia de esta pieza al nivel X puede ser puesta en cuestión. en la medída en que pane del cuadro es¡j afectado
por la prescnc:ia de una fosa ncolftica y un paleocanal. y aunque estas zonas se diferenciaron en el proceso de excavacióo no resultaría en modo alguno difTeil que pueda InterpretarSe como proclucto de un despalazamiento postdeposíclonal no detectado en el
leVIIItamiento del nivel. La existencia de niveles del Soluuense evolucionado en el yacimiento. con piezas similares. y la evidencia
proveniente de una dalxióo obtenida en el nivel VI del sector A. con un resultado de 20.430J:I70. cuyo valor sólo puede entenderse como consecuencia de una redc:posicióo en claro contexto ncolflico. favorecida por algún paleoc:anal o IITISln: que hubiera
discurrido por zonas I1Ws próximas de la cavidad en las que esos mismos n.iveles. como consecuencia del buzamiento pronunciado
de la estratigrafia. estuvieran I1Ws altos. constituyen elementos suficientes como para mantener una cierta prevención sobre esta
pieza. Una valoración nuis det.enida de la necesidad de un an41isis tafónomico de los materiales en contextos sedimentarios afec-
tados por procesos de alteración postdeposicional. y su discusión en Cendres, ha sido objeto de un trabajo especifico (Bemabc:u.
Vtllaverde. Badal y Manfnez. e.p.). lo que nos exime de una discusión mú detallada en este trabajo.
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EL PALEOÚTJCO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
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Flg. 5.- Industria Utica del nivel XIB.
las de dorso -69 piezas- y las hojitas de retoque inverso -49 ejemplares-, piezas a las que hay que
añadir tan sólo una hojita con muesca y cuatro hojitas de tipo Dufour. Entre las hojitas de dorso
y las de finos retoques directos tan sólo contamos con 16 ejemplares apuntados, lo que representa
apenas un 7'2 % de ambos tipos. Asf que el utillaje microlaminar, aunque abundante, es poco
variado (fig. 6 y 7).
Nivel XDA. Aunque con un número de piezas suficiente para su valoración, ofrece aproximadamente una tercera parte de efectivos que el anterior, siendo su potencia similar: ciento dos
piezas y tres con huellas de uso. Las diferencias con el conjunto anterior, como más adelante
comentaremos, son interesantes, y ello se nota en los grupos de raspador y buril y en el apartado
de las piezas retocadas. En los dos primeros grupos, por primera vez en la secuencia, si excep- 27-
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V Vlll.AVERDE, R. MARTfNEz.VAU.E, E. BADAL. P.M. GlJllLEM, R. GARdA YJ. MENARGUES
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Fig. 6.- Industria Utka del nivel XJC.
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tuamos el nivel
el número de raspadores es superior al de buriles. Un total de cinco raspadores -dos simples, uno aúpico, con el frente tenninado en una espina lateral izquierda; uno
unguifonne y uno carenado- y tres buriles -dos diedros de ángulo y uno de ángulo sobre fractura.
Además. una boja de borde rebajado total, una pieza con truncadura obHcua, trece piezas con
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EL PALEOLfTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
29
Flg. 7.- Industria trUca del nivel XJC.
retoques en un borde -de las que ocho son sobre sopone laminar- y cuatro con retoques en Jos
dos bordes -tres sobre soporte laminar-, cinco piezas esquirladas y una raedera, mientras que en
los diversos contamos con una pieza con retoque semiabrupto inverso en la parte distal y una
pieza de tendencia foliácea, con retoque plano marginal en los dos lados, fracturada en su
extremo distal, cuya posición en la base del nivel bien pudiera considerarse en relación con el
nivel subyacente, dada su posible tipología solutrense. Finalmente, en el utillaje microlarnínar, el
dominio corresponde ahora a las hojitas de dorso -veintisiete ejemplares, con sólo tres apuntadasy las hojitas de finos retoques directos -veintitrés ejemplares, uno apuntado-, seguidas ya de lejos
por las hojitas de retoque inverso -nueve piezas-, pero observándose una mayor diversificación
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V VULAVERDE. R. MARTÍNEZ-VAU.E. E. BADAL. P OUIU.EM. R. OARcfA Y J. MENARGUES
.
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tipológica en este apartado, con la presencia de un trapecio, tres hojitas de dorso truncadas y una
hojita de dorso denticulada. am~n de una hojita de tipo Dufour (fig. 8).
Nivel XJIB. Ha proporcionado poco material retocado y ello refleja un empobrecimiento que
afecta tambi~n al material no retocado: la densidad de piezas por metro cúbico es de 3.703 mientras que el nivel anterior ofrecía una densidad de 7.510. nene cuarenta y ocho piezas retocadas
clasificadas por la lista-tipo y tres con retoques de uso. Los raspadores mantienen el predominio
sobre los buriles -cuatro raspadores simples, uno reducido al frente, uno sobre lasca retocada, y
dos carenados, frente a un buril sobre truocadura retocada convexa y otro plano-, a la vez que
contamos un útil compuesto -un raspador-buril-, una pieza con muescas, una hoja con borde rebajado, dos piezas con retoques continuos en un borde, dos piezas con truncaduras rectas, una con
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EL PALEOLÍTICO SUPERlOR DE LA COVA DE LES CENDRES
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Cuadro U.- Resumen de a. Industria mocada, por niveles.
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truncadura oblicua y otra con truncadura cóncava, dos piezas con retoques continuos en un borde,
dos piezas denticuladas y dos esquirladas. Fmalmente, en el apartado microlarninar el utillaje se
compone de un triángulo, diez hojitas de dorso, seis con finos retoques directos, dos de dorso
truncadas, una hojita con muesca. una hojita de tipo DufoW' y otra con fmos retoques inversos
(fig. 9).
Nivel xm. Caracterizado también por la baja densidad de hallazgos, con veinte piezas retocadas clasificables en la lista-tipo y una con retoques de uso: tres raspadores -dos simples, uno
de ellos roto, y otro atípico-, dos raspadores-buriles, un perforador, un buril diedro de ángulo
sobre fractura, clasificado con dudas, una pieza con truncadura oblicua, siete piezas con retoques
continuos en un lado, de las que dos son hojas, tres piezas con muescas, un denticulado y una
hojita de dorso (fig. 1O, n° 1 a 12 y 14 a 17).
Nivel XIV. Parcialmente excavado hasta la fecha y de nuevo con pocas evidencias arqueológicas: sólo catorce piezas retocadas, contando dos con retoques de uso. Un raspador sobre lasca
retocada, una punta Pont-Yves, seis piezas con retoques continuos en un lado -de las que cuatro
utilizan soporte laminar-, una boja con retoques continuos sobre los dos lados, una pieza con
retoque escamoso y una raedera (fig. 10, n° 13 y 18 a 27).
DESCRIPCIÓN DE LA INDUSTRIA ÓSEA, EL ADORNO Y EL ARTE MUEBLE
El nl1rnero total de efectivos recuperados en estos niveles asciende a 58 piezas, incluyendo
las piezas acabadas, el material que evidencia fases del proceso de elaboración, los objetos de
adorno y las esquirlas óseas con líneas incisas no relacionadas con los procesos de carnicería. Por
niveles, el material se agrupa de la siguiente manera:
NivellX. Un fragmento, tal vez proximal, de punta plana doble, recta y lisa (fig. 11, n° 1),
un fragmento medial de punta de sección subcircular (fig. 11, n° 2), un fragmento distal de punta
doble, de sección circular, y tendencia a iocurvarse (fig. 11, n° 3), un arpón de sección aplanada,
con una hilera de dientes (dos dientes que aparecen incluidos en el fuste), en la base existe una
pérdida de materia, aparentemente por esquirlado de la superficie externa del asta (fig. 11, n° 4),
una esquirla ósea, perteneciente a hueso grande, con una línea incisa (fig. 11 , n° 5), y dos
esquirlas planas de asta, con un plano lateral pulido.
Nivel X. Una punta de base abultada (fig. 11, n° 7), un fragmento distal de punta, con pérdida de materia en una de las caras (fig. 11, n° 8), un fragmento de punta, de sección irreconocible, afectado de importante pérdida de materia (fig. 11, n° 6), un fragmento proximal de punta
de base monobiselada, de sección circular, con algunas Líneas incisas en el fuste (fig. 11, n° 11 ),
un fragmento proximal de azagaya de doble bisel, don decoración formada por líneas incisas en
ambas, más anchas paralelas y de recorrido longitudinal en una de e Uas (fig. 11, n° 12), un fragmento proximal de variUa, de sección plano-convexa, con líneas incisas paralelas oblicuas en
serie en la cara plana (fig. 11 , n° 9), un fragmento de asta, irreconocible, con la superficie pulida
y un fragmento de pieza también irreconocible, con una línea incisa ancha, de recorrido ligeramente curvo (fig. 11 , n° 10).
Nivel XIB. Tres fragmentos de punta inclasificables, uno de ellos de sección tendente a poligonal (fig. 11, n° 15-17), un fragmento clasificado con dudas como de punta doble de sección circular (fig. 11 , n° 20), un fragmento medial de punta de sección circular (fig. 11 , no 13), un frag-
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mento proximal de punta de doble bisel, de sección subcircular (fig. 11 , n° 21 ), un fragmento proximal de azagaya de doble bisel y sección circular, con numerosas fracturas y pérdida importante
de materia (fig. 11, no 14), dos fragmentos clasificados con dudas como cuña--cincel (fig. 11, no
23), un fragmento de varilla, mejor que bisel, con decoración en la cara dorsal de líneas incisas
oblicuas en serie, en los laterales trazos cortos incisos oblicuos en serie, y en la cara plana líneas
incisas oblicuas e n serie (fig. 11 , n° 18), una concha--colgante (fig. 11, n° 19), y un fragmento
distal de candil con una cara aplanada y una línea incisa profunda en la otra (fig. ll , no 22).
Nivel XIC. Un fragmento medial de punta de sección cuadrangular (fig. 12, no 3), un fragmento medial de punta de sección oval (fig. 12, 0° 12), un fragmento proximal de punta de sección oval, con importantes pérdidas de materia (fig. 12, n° 8), un fragmento medial de punta de
sección oval (fig. 12, no 13), un fragmento medial de punta de sección plana (fig. 12, n° 5), una
punta de base en doble bisel, de sección circular, ligeramente rota en la punta (fig. 12, n° 1), un
fragmento distal de varilla, de sección plano-convexa. con Jrneas incisas paralelas en la cara plana
(fig . 12, no 7), un fragmento medial de punta. o varilla, de sección aplanada y con una incisión
profunda en un la.teral, de recorrido paralelo al borde (fig. 12, n° 11 ), una varilla, ligeramente rota
en uno de sus extremos, de cuerpo fino y decoración de líneas incisas paralelas en la cara plana
(fig. 12, n° 4), un fragmento medial de variJla, mejor que bisel, de sección subrectangular, con
líneas incisas oblicuas normales, paralelas y anchas, en la cara plana (fig. 12, n° 10), una punta
fina, posiblemente fragmento de aguja perforada (fig. 12, n° 2), una esquirla ósea con líneas
incisas en un lateral (fig. 12, 0° 6), y una concha-colgante (fig. 12, no 9).
Nivel XllA. Un fragmento de punta plana, estrecha, con importantes pérdidas de materia
(fig. 12, n° 17), un fragmento proximal de azagaya monobiselada, con una Jrnea incisa acanalada
longitudinal en el bisel (fig. 12, n° 19), un fragmento proximal de punta monobiselada de sección
circular y bisel cóncavo (fig. 12, n° 18), un fragmento proximal de varilla, o punta monobiselada,
de sección rectangular, con decoración formada por líneas incisas oblicuas y anchas, en serie (fig.
12, n° 20), un retocador-compresor. realizado sobre esquirla ósea grande (fig. 12, n° 21), tres
caninos de ciervo atrofiados, perforados (fig. 12, no 14, 15 y 16) y un candil con huellas de trabajo en el extremo proximal.
Nivel Xll B. Dos fragmentos mediales de punta de sección aplanada (fig. 13, no 4 y 6), un
fragmento proximal de punta de sección aplanada subrectangular (fig. 13, n° l ), un fragmento
proximal de punta de sección oval (fig. 13, no 3), un fragmento proximal de punta monobiselada
de sección circular y bisel cóncavo (fig. 13, n° 5), un fragmento medial de varilla, o punta, de sección aplanada rectangular, con decoración en ambos bordes de Jrneas incisas cortas paralelas con
tendencia a dibujar motivos en V (fig. 13, n° 2), y dos esquirlas de asta, con señales de trabajo.
Nivel XIII. Una concha perforada y una esquirla ósea con Jrneas incisas, cuyo tema resulta
indescifrable a causa de las fracturas.
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El PALEOLlTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
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Flg. 14.- Arpones de dlvenas campai\as.
Flg. 13.-IDdustria ósea del nivel XIIB.
VALORACIÓN DE LA SECUENCIA INDUSTRIAL
El interés principal de la secuencia que acabamos de presentar reside en su amplitud cronológica. En especial cuando ésta abarca una parte sustancial del espacio cronológico correspondiente al Magdaleniense y las etapas que en el ámbito regional se asocian al Solutrense evolucionado. Aunque los niveles inferiores (XIIB. XID y XIV) y superiores (IX y X) ofrezcan serias
limitaciones para una valoración industrial (cuadro 12), como consecuencia del escaso material
que han proporcionado, su posición en la secuencia, por debajo y por encima de otros momentos
mejor definidos industrialmente, penniten esbozar las posibiHdades que un yacimiento como el
de la Cova de les Cendres ofrece de cara al futuro: la seriación y caracterización cronoestratigráfica del Magdaleniense mediterráneo y la mejor caracterización del paso del final Solutrense
evolucionado al inicio del Magdaleniense.
Con todo, el análisis industrial tan sólo puede formularse con cierta consistencia en aquellos
niveles en los que el número de piezas retocadas alcanza una cierta entidad, esto es los niveles
XIB, XIC y XllA. En los restantes sólo cabe alguna apreciación cualitativa y su valoración con
respecto precisamente a estos otros momentos mejor definidos industrialmente.
Empezaremos, por tanto, por los niveles mejor definidos y con mayor densidad de hallazgos,
para ir valorando con respecto a ellos los restantes momentos de la secuencia y su incidencia en
la sistematización del Paleolítico superior regional.
Considerando los aspectos tipológicos más generales, los rasgos que penniten establecer una
cierta distinción en la secuencia de la Cova de les Cendres son, en el apartado lítico, la relación
de los índices de buril y raspador, los valores y composición del utillaje microlaminar, los valores
de las piezas con retoques continuos y la composición del denominado sustrato (cuadro 12).
Atendiendo a estos datos parece que los tres niveles que han proporcionado material retocado
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EL PALEOÚTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
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1' 5
1'4
9'4
0'4
74'4
29'9
17'7
39
4'8
2'9
0' 6
0'9
16'2
0'9
62' 8
22' 8
8'6
5' 9
1' 2
69' 1
22' 6
15' 5
Cuadro 12.- Principales (ndkes UpolcSgkos.
suficiente ofrecen, dentro de una cierta composición común, algunas variaciones interesantes.
Así, los niveles XIB y X1C se caracterizan por un índice de raspador bajo, y poco variado tipológicamente (dominado por los raspadores simples y los sobre lasca u hoja retocada, con soportes
predominantemente no laminares) y un índice de buril muy superior al de raspador (el nivel XIB
ofrece L mayor desproporción, con un índice de buril que casi cuatriplica al de raspador), con
a
una mayor variedad tipológica, si bien son los diedros los que dominan, utilizándose también de
manera casi exclusiva los soportes no laminares. Son niveles, por tanto, con un índice de burilraspador superior a la unidad (nivel XIB= 3' 8 y nivel X1C=l '5). El ni vel XDA ofrece en este
apartado un situación distinta, ya que es el índice de raspador el que casi duplica al de buril, que
queda reducido además a la mínima variedad tipológica, los buriles diedros de ángulo y de ángulo
sobre fractura. Esa misma tendencia parece que también se observa en el resto de los niveles inferiores (del XllB al X1V), y en el nivel que corona la secuencia, el IX, mientras que el X parece
muy próximo al XIB.
Por su parte, el utillaje microlaminar, de valores altos en los tres niveles con material suficiente como para extraer índices, se caracteriza por la escasa variación tipológica : el par más
numeroso es el fonnado por Las hojitas de dorso y las hojitas de finos retoques directos, mientras
que las hojitas de finos retoques inversos aparecen ya en t.ercera posición. Los niveles X1B y XIC
resultan bastante parecidos, con tan sólo una variación en los valores respectivos de las hojitas de
dorso y las de finos retoques directos (nivel XIB= 30' 9 y 22'6 % y nivel XIC= 24'9 y 29'9 %,
respectivamente) -los recu.entos incorporan valores importantes de piezas fragmentadas, y las
apuntadas ya vimos que no representan un número elevado-; las hojitas de finos retoques inversos
contribuyen nuevamente a diferenciar al nivel XllA, que experimenta un descenso notable en
este tipo (8' 6 % frente a los 15'5 y 17'7 % de los otros dos niveles), mientras que las hojitas de
dorso truncado hacen su aparición precisamente en este momento. La comparación con los restante niveles no hace más que confirmar las apreciaciones reaJjzadas con anterioridad: los niveles
IX y X muestran un componente microlaminar importante, aunque difícil de valorar, el nivel
XIIB, sobre todo en su parte superior, ofrece boj itas de dorso truncadas, semejantes a las del nivel
XIIA, y los niveles XIII y XIV manifiestan un marcado enrarecimiento del utillaje microlaminar.
Finalmente, la volaración de los restantes grupos tipológicos viene detenninada por su
escaso valor: sumados apenas representan entre un 10 y un 30 % de la industria de los tres niveles
as
en los que estamos centrando el análisis, y L piezas con retoques continuos contribuyen de
manera decisiva a la mayor parte de este valor (XIB= 5 ' 9, XIC= 9' 4 y XDA= 16'2). AsJ que
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V VILLAVERDE, R. MAR1'ÍNEZ-VALLE. E. BADAL. P GUTUEM. R. GARCfA Y J. MENARGUES
.
.M.
dorsos, truncaduras, perforadores, muescas, denticulados y útiles compuestos tienen valores
meramente testimoniales. Tan sólo merecen un comentario específico, además de las piezas con
retoques continuos del nivel XJIA, las piezas esquiciadas de este mismo nivel, tan numerosas
como los raspadores y más abundantes que los buriles en esos momentos, una circunstancia que
concuerda además con una mayor concentración de ese tipo de piezas en los niveles inmediatos,
el XIC y el XIIB; y las piezas truncadas del nivel XIIB, único momento en toda la secuencia en
que este grupo tipológico parece estar bien representado.
Al incorporar la valoración de la industria ósea, los primeros aspectos que merecen destacarse son la concentración de efectivos que ofrecen los niveles XJB y XIC, y su desaparición en
los niveles XDl y XIV. Circunstancia que contribuye a diferenciar estos dos últimos niveles de
los restantes de la secuencia.
Definen los niveles de mayor número de piezas (XIB y XIC) la buena representación de las
puntas, con la presencia de bases en doble bisel, y las varillas, siendo las decoraciones predominantes las Uneas incisas paralelas oblícuas. En cuanto a las secciones, dominan las circulares y
ovales, con escasa presencia de las aplanadas y las angulares. Sólo una pieza puede clasificarse
con dudas, al estar fracturada, dentro de las agujas, pero en la excavación del sector B se han
localizado un número abundante de estas piezas en contextos similares a los de los niveles XIB
yXIC.
Aunque en estos dos niveles tampoco se ha localizado ningún arpón que se clasifique con
seguridad y es difícil definirse con rotundidad sobre la correspondencia de los materiales recuperados el año 1981 (Villaverde, 1981) y la secuencia estratigráfica que ahora manejamos, lo
único que podemos señalar es que la posición del arpón recuperado en aquella campaña, localizado en la capa 13, se sin1a en ese sector por encima de las laminitas escalenas y las hojitas de
dorso truncadas (capas 15 y 16), en un contexto de equilibrio entre los raspadores y buriles y el
buen porcentaje de las hojitas de dorso y de finos retoques directos; esto es, por encima de lo que
correspondería desde el punto de vista industrial al nivel XflA, con lo que cabría pensar que los
arpones aparecen en Cendres en los paquetes superiores (fig. 14, n° 1-4), los que en la síntesis
que proponemos para el sondeo AB-17 corresponden a los niveles IX, X y XI.
Téngase en cuenta que por encima del nivel XIB, se documentan en el cuadro A-17 una azagaya de doble bisel en el nivel X y un arpón de dos dientes englobados en el fuste y de sección
aplanada, de aspecto notablemente evolucionado, en el nivel IX, amén de otras puntas y piezas
con decoración. Habiéndose localizado también una azagaya monobiselada en el nivel IX del
cuadro E-14, del sector A, circunstancia que citamos por pennitir reforzar la idea de que, al
menos hasta ese momento superior de la secuencia, parece que nos encontramos con una industria ósea de características propias de un genérico Magdaleniense superior-final.
Las dataciones absolutas de los niveles X y XIC resultan algo antiguas para un
Magdaleniense superior con arpones de dientes estandarizados, pero la desviación con relación a
otros marcos geográficos inmediatos no resulta excesiva. Por otra parte, la industria lítica de estos
dos niveles coincide con la que se considera significativa del Magdaleniense superior en los restantes yacimientos del ámbito mediterráneo peninsular (Aura, 1995; Aura y Pérez RipoU, 1995 y
1995; Aura y Vtllaverde, 1995; Villaverde y Martínez, 1995; ViUaverde et al., 1998).
Tan sólo faltarían en los niveles de Cendres que aquí estamos considerando los triángulos
escalenos presentes en el Magdaleniense superior de Parpalló y Nerja (Aura, 1995) y otros yacimientos del ámbito mediterráneo, Volcán del Faro (Aparicio y Fletcher, 1969), Pirulejo (Cortés
- 40 -
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EL PALEOLÍTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
41
et al., 1998), o Mejillones (Martínez Andreu, 1983). Sus cuantificaciones en cualquier caso son
bajas en Parpalló y los restante yacimientos citados, y debe recordarse que el sondeo efectuado
el año 198 1 por Bemabeu sí que proporcionó alguna pieza de este tipo, asociada a una industria
microlaminar semejante a la de los niveles XIB y XIC.
El nivel X, con un número de piezas Lfticas muy reducido, en términos comparativos ofrece
una industria ósea más abundante, y resulta, en un sentido general, bastante parecido al inmediatamente subyacente.
En definitiva, y sin fijamos excesivamente en las dataciones absolutas obtenidas, que
resultan globalmente algo antiguas, el conjunto formado por los niveles X, XlB y XIC se ajusta
bastante bien a la definición del Magdaleniense superior mediterráneo, caracterizado en Jo ütico
por un alto índice buril-raspador y un utillaje microlaminar aJto, mientras que en lo óseo viene
definido por la presencia de las azagayas de doble bisel y monobiseladas y las varillas. Por lo que
respecta a los arpones, su presencia en el yacimiento queda atestiguada no sólo por las piezas
mencionadas del nivel IX y de la capa 17 del sondeo de 198 1, sino por el ejemplar recuperado
en el sondeo efectuado por Llobregat los años 1974 y 1975 (Liobregat et al., 1981) y otras dos
piezas locaJizadas en la campaña de 1995, en el sector B (fig. 14: 1-4).
El enrarecimiento de los buriles en el nivel IX, la poca entidad de la industria ósea recuperada. pero con la presencia de un arpón, y el mantenimiento del utillaje microlaminar son elementos que no alejan excesivamente a este nivel de las características de un Magdaleniense superior final o de transición, tal y como éste ha sido definido en recientes trabajos (Aura, 1995; Aura
y RipoJI, 1995; Aura y ViUaverde, 1995; Vtllaverde y Martfnez, 1995; Villaverde et al., 1998).
La posibilidad de poder precisar en el futuro si las oscilaciones técnicas que parecen registrar los dos niveles IX y X con respecto a los niveles XIB y XIC permiten establecer un mayor
detalle en la evolución del Magdaleniense superior-fmal constituye, sin duda, uno de los atractivos más importantes de las excavaciones a realizar en los próximos años, y que en parte han
sido ya iniciadas en el sector A del yacimiento.
Hemos señaJado algunas semejanzas entre los conjuntos líticos retocados de los niveles
XllA y XIIB, especialmente en lo que respecta a la relación raspador-buril, el papel desempeñado
por el utillaje microlaminar y la presencia en ambos niveles de las hojitas truncadas. Sin
embargo, por la posición en la secuencia de estos dos niveles y las dataciones absolutas que de
ellos poseemos, resulta necesario valorar con mayor detalle esta fase de la secuencia de Cendres,
aun cuando las limitaciones del conjunto lítico retocado son obvias para el nivel XIIB y su discusión se vea condicionada por Las dificultades encontradas en el proceso de excavación para
aislar bien las distintas unidades arqueológicas y sedimentarias.
En este sentido, contribuyen a diferenciar los dos conjuntos la mayor presencia de piezas
truncadas, el incremento del número de raspadores, el descenso del utillaje rnicroLaminar en Las
piezas de finos retoques directos e inversos, y la reducción del utillaje óseo, tanto en efectivos
como en variedad tipológica, que se observan en el nivel XIIB.
Varias circunstancias nos inclinan a abordar con prevención esta parte de la secuencia. Por
una parte, las dataciones absolutas obtenidas en el sondeo parecen indicar que el ritmo de sedimentación varia a lo largo de la secuencia: prácticamente no hay diferencias cronológicas entre
las dataciones del tercio inferior del nivel X y el nivel XIC, a pesar de existir una potencia de 50
cms y mediar entre ellos una cicatriz erosiva que asociamos a una parte del nivel XI. el XIA, que
no se ha conservado en el sondeo, pero que sí aparece documentada en otras zonas inmediatas;
- 41 -
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42
V VILLAVERDE. R. MARTfNE.z-VALLE. E. BADAL. P.M. GUJJ.J..EM, R. GARCJA YJ. M
.
ENARGUES
mientras que las tres dataciones existentes para los niveles XllA y XUB, caracterizados como se
indicó en el apartado dedicado a la descripción de las estratigrafía, por la existencia de laminadones internas sujetas a continuas variaciones laterales y de difícil identificación en el proceso
de excavación, ofrecen una mayor separación cronológica, abarcando un lapso temporal que
incluye desde el 14.850 :t lOO BP de la parte central del nivel XIlA basta el 17.230 :t 130 de la
base del XDB, pasando por la fecha de 15.820 :t 120 BP obtenida en la parte superior del nivel
XIIB. Por otra parte, el espacio cronológico que insinuan las dataciones de los niveles XIlA y
XUB y su posición relativa en la secuencia, por debajo del Magdaleniense superior, nos situan en
los momentos de la secuencia regional que comprenderían, en su sentido más amplio y sin considerar estrictamente las dataciones del nivel XIB, desde las últimas etapas del Solutrense evolucionado de facies ibérica hasta el inicio del Magdalenieose superior, en su fase sin arpones, tal
y como ésta última ha sido definida por Aura ( 1995). Un amplio periodo industrial que, sin duda,
a tenor de las dos dataciones obtenidas en el nivel XIIB, aparece comprimido en este nivel, desfigurando una mayor complejidad industrial de la que ha sido posible establecer en la excavación
del sondeo que ahora presentamos. Así pues, el análisis de la industria recuperada en el nivel
XDB no puede realizarse sin contemplar la posibilidad de que incluya una mezcla de etapas
arqueológicas distintas que será necesario precisar en el futuro.
La necesidad de abordar la valoración de esta fase de la secuencia con toda cautela es obvia
si consideramos que estamos, especialmente en lo que respecta a los momentos correpondientes
al Magdaleniense, ante una de las etapas de mayor indefinición de la secuencia regional. Sólo
otros tres yacimientos han proporcionado alguna información al respecto: Parpalló, con una rica
secuencia Magdaleniense que puede fecharse en esas etapas por cronología relativa y posición en
la propia secuencia del yacimiento, pero de la que carecemos de datos cronoestratigráficos y paleoambientales; Matutano, cuya base parece indicar por posición en la secuencia y dataciones un
momento próximo al del nivel XIlA de Cendres; y Tossal de la Roca, con unos niveles basales
que nuevamente por posición y cronología permitirían una misma correlación.
La adscripción del nivel XIlA al Magdaleniense resulta indudable, tanto por la tipología y
entidad del utillaje óseo, como a la composición de la industria Utica, indicando su posición en
la secuencia de Cendres que nos encontramos con etapas previas a la aparición del arpón. Se trata
de una industria que coincide con claridad con aquella que Aura ( 1995) define como la fase inicial del Magdaleniense superior mediterráneo, un Magdaleniense superior inicial o A, o
Magdaleniense superior sin arpones, que fecha entre el 14.000 y el 13.000 BP, y que tanto en
Parpalló como en otros yacimientos (Matutano y Tossal de la Roca) se caracterizaría por el buen
desarrollo del utmaje microlaminar frente al escaso papel desempeñado por este grupo en el
Magdaleniense antiguo A y 8 , tipo Parpalló. El nivel XDA de Cendres parece registrar, además,
algunos cambios e n la industria ósea que deberán corroborarse en las excavaciones en curso, pero
que parecen significativas: las varillas experimentan una mayor cantidad de secciones aplanadas
rectangulares, las :azagayas de doble bisel no aparecen documentadas y en las puntas se observa
un predominio de las secciones aplanadas.
En trabajos recientes (Villaverde et al., 1997; Villaverde y Martínez, e.p.) hemos planteado
la posibilidad, por la que ahora también nos decidimos, de considerar esta fase como un
Magdaleniense medio mediterráneo, conjugando en esta definición la posición cronológica de la
industria y su especificidad con respecto al Magdaleniense superior. Aunque en parte es una discusión terminológica, con una opción de este tipo pensamos que se clarifica la propia secuencia
- 42 -
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EL PALEOÚTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
43
magdaleniense regional y se gana en coherencia con respecto a la evolución seguida por el
Magdaleniense en otras regiones inmediatas.
Constituye un elemento a favor de esta opción, implícita en cierto modo en la propuesta
misma elaborada por Aura en su seriación del Magdaleniense mediterráneo, al hacer arrancar el
Magdaleniense superior en una fase sin arpones fechada en el 14.000 BP, el paralelismo que tanto
en Parpalló como en Cendres es posible observar entre algunas piezas de esta fase y otras del
ámbito pirenaico o cantábrico que se encuadran en el Magdaleniense medio. Citaremos al respecto la decoración pseudo-excisa de una varilla del tramo de 1-1'20 de Parpalló, sobre la que ya
llamó la atención Fortea en términos parecidos (Fortea et aL, 1983), y la decoración curvilínea
asociada a una varilla de base biselada, y un fragmento distal de otra del mismo calibre y decoración localizadas en el cuadro E-17 de Cendres, y cuya correlación estratigráfica coincide con
el nivel XIIA.
En el caso concreto de Parpalló, un seguimiento de las transformaciones de la industria lítica
y ósea de los tramos comprendidos entre uno y dos metros de potencia parecen estar indicándonos que la correlación con el nivel XD A de Cendres pudiera tener una amplitud secuencial que
tal vez vaya más allá de la capa 5 del Talud, o el tramo de 1- 1'50 metros. Algo que probablemente tiene su explicación en la existencia de alteraciones postsedimentarias vinculadas a Jos
momentos climáticos con los que cabe relacionar estas fases.
La necesaria indefmición a la que una secuencia como la de Parpalló obligaba en los
momentos en los que Aura formuló su propuesta de seriación del Magdaleniense mediterráneo, optando por proponer una evolución simplificadora, con sólo dos grandes etapas diferenciadas
desde un punto de vista tecno-tipológico, sensibles al distinto papel desempeñado por el utillaje
microlaminar, encuentra ahora en la secuencia de la Cova de les Cendres una aclaración que permite confirmar la entidad de una etapa microlarninar previa a la aparición del arpón formalizado,
con una dimensión cronológica más concorde con la posición del Magdaleniense medio cantábrico o pirenaico, pero con unos rasgos regionales que desaconsejan el recurso a establecer su
definición a través de una mera transposición industrial con respecto a estas áreas a la hora de
perfilar sus características.
La inexistencia en los yacimientos de la región mediterránea de algunas de las piezas más
significativas del Magdaleniense medio cantábrico, aquellas que precisamente han contribuido a
definirlo, como serian los protoarpones, las azagayas ahorquilladas o los objetos de arte mueble
más característicos, constituyen elementos suficientes como para obligar a precisar el carácter
mediterráneo de esta fase, buscando así su diferenciación regional. Una circunstancia que en
cualquier caso ni afecta a la clara ruptura de esta fase con respecto al Magdaleniense antiguo definido en Parpalló, ni matiza la idea de continuidad con respecto al Magdaleniense superior
regional, bien construida y argumentada a partir de los datos ofrecidos por la seriación de la
propia secuencia de Cendres en sus niveles XDA al X, o la misma secuencia de Parpalló en el
metro y medio superior de su relleno.
Las datación obtenida en el nivel XllA de Cendres vuelve a planteamos una problemática
similar a la observada al tratar del Magdaleniense superior de los niveles X y XIB. Se trata de
una fecha que resulta algo antigua para el Magdaleniense medio si la comparamos con las bandas
cronológicas en las que se sitúa esta etapa en la zona cantábrica o Francia. Obtenida mediante el
sistema AMS a partir de un sólo carbón de Pinus nigra, ha proporcionado un resultado de 14.850
± 100 BP y corresponde a la mitad inferior del nivel XDA.
-43-
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44
V VILLAVERDE, R. MARTfNEz-VALLE. E. BADAL. P.M. GUILLEM. R. GARCfA Y J. MENARGUES
.
Un comentario de las dataciones obtenidas para el nivel XUB puede faci litar la posterior discusión que genera la valoración de su industria. Su parte superior aparece fechada en 15.820 ±
150 8P, la datación está realizada a partir de un lote de carbones mediante el sistema tradicional,
y su resultado responde a un promedio de valores de los carbones que integraban la muestra,
abriendo la posibilidad tanto de un rejuvenecimiento por mezcla con materiales superiores, como
de un envejecimiento a partir de la mezcla con algún carbón de la parte basal del nivel, de donde
procede otra datación, obtenida de nuevo a partir de un sólo carbón y mediante el sistema de
AMS, que ha proporcionado un resultado de 17.280 ±150 8P.
Al valorar la industria, y aun relativizando la discusión como consecuencia del escaso material retocado, la primera impresión que obtenemos es la de un parecido relativo con el nivel XIIA:
el utillaje microlaminar sigue estando relativamente bien representado, aunque ahora fundamentalmente concentrado en las hojitas de dorso y las hojitas de fi nos retoques directos, aparecen
algunas hojitas de dorso truncadas, los buriles son escasos y el utillaje óseo sigue siendo importante; sin embargo, constituyen rasgos de una cierta diferenciación el alto porcentaje alcanzado
por los raspadores y la buena presencia de piezas truncadas, todo ello en compañía con un neto
descenso del índice laminar, sobre todo en relación con la menor entidad de las hojitas, y L apaa
rición de algunos tipos que no se documentan en los niveles superiores, como las azagayas monobiseladas de bisel cóncavo. Estas diferencias industriales y el amplio espacio temporal que se
deduce de las diferencias de las dataciones obtenidas a techo y base del nivel nos inclinan a proponer una doble interpretación de esta parte de la secuencia. O bien nos encontramos en el nivel
XllB con la mezcla de un Magdaleniense medio, similar al del nivel XIIA, y un Solutrense final,
interpretación que en el momento actual de excavación de Cendres tal vez sea la más económica
en términos argumentales y con menores implicaciones en la visión de la secuencia regional; o
admitimos que estamos ante la sucesión, de una etapa del Magdaleniense, contemporánea por
cronología del Magdaleniense antiguo 8 de Parpalló, pero de componente microlaminar, y de un
Solutrense evolucionado o Solútreo-grave.tiense en la parte basal.
La entidad de esta última etapa, por diluida que se encuentre en lo que hemos venido a denominar nivel xrm, parece confirmarse a partir de la aparición en otras zonas del yacimiento en
proceso de excavación de las piezas características de esta fase industrial del ámbito mediterráneo: hasta ahora contamos, además de con la pieza del nivel X, de cuya problemática ya dimos
cuenta, con otras tres puntas escotadas, dos localizadas en el cuadro A- 13, en momentos que
correlacionan claramente con L base del nivel XIIB, y otra en el sector 8 , para la que la correlaa
ción estratigráfica todavía no ha sido establecida con rotundidad, pero que en principio parece
coincidir con los momentos representados por los niveles XIIB o XllJ. La posibilidad de aislar la
industria de esta etapa con respecto al Magaleniense medio resulta, al enfrentarnos a conjuntos
tan reducidos de piezas retocadas, extremadamente difícil, pues es sabido que las hojitas de dorso
alcanzan una cierta entidad en el Solútreo-gravetiense, y que esta etapa industrial registra una
clara desproporción de raspadores frente a los buriles en los yacimientos de la zona valenciana,
no siendo extraña la presencia de piezas truncadas y un componente laminar en estas etapas
(Rodrigo. 1988).
La otra posibilidad, la de que nos encontremos ante una etapa del Magdaleniense distinta del
Magdaleniense antiguo A y 8 de Parpalló, resulta complicada de argumentar ante la heterogeneidad que se desprende para el nivel XIIB de Cendres. Una interpretación de este tipo obligaría
a pensar en una coexistencia de facies para los momentos comprendidos entre el 16.500 y el
-44-
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EL PALEOÚTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
45
14.000- 14.200, aquellos en los que ParpaUó registra el desarrollo de su Magdaleniense antiguo
A y B. de estructura técnica no laminar y una industria dominada por las piezas de retoques continuos, los denticulados y los raspadores. Únicamente los paralelos provenientes de Portugal,
donde la facies Cerrano Novo, atribuida por Zilhao (1995) al Magdaleniense antiguo, ofrece un
componente rnicrolaminar asociado a una estructura que no se aleja en demasía de la de Parpalló,
podr{an considerarse a la hora de intentar explicar esta diferencia entre la industria del nivel XliB
de Cendres y la del Magdaleniense antiguo A y B de Parpalló, pensando para eUo en que la metodología de la excavación de Parpalló hubiera sido proclive a no documentar el componente
microlaminar de muy reducido tamaño que caracteriza a la industria de Cerrado Novo. En esa
línea, los raspadores nucleiformes de Parpalló, anaJizados funcionalmente por Jardón ( 1996) e
interpretados como verdaderos núcleos. constituirían la prueba de una cadena operativa encaminada a la obtención de soportes microlaminares, sobre todo en los niveles del Magdaleniense
antiguo B de Parpalló, una cadena operativa que sf se habría recuperado íntegramente en
Cendres. Pero para ello habría que admitir que la recuperación en el proceso de excavación del
utillaje microlaminar del Magdaleniense antiguo de Parpalló se habría perjudicado de una talla
muy reducida, propiciadora de su pérdida en la recojida frente al utillaje microlaminar de los restantes niveles del Magdaleniense superior. Algo que, en def
mitiva, no parece fácil de admitir y
que la tipometría misma de las piezas de Cendres no corrobora.
La explicación resulta, además, excesivamente compleja frente a la simplicidad de La primera
alternativa y encuentra algunas deficiencias en los datos obtenidos en el nivel XIIB de Cendres,
pues no se trata de prescindir del hecho de que en este nivel ni se documentan las rasquetas que
caracterizan al Magdaleniense antiguo B de Parpalló. ni encuentran correlación las piezas del sustralo que tan alto papel desempeñan en el Magdaleniense antiguo de este yacimiento.
En cualquier caso, una vez planteada la problemática y las diferentes alternativas que se nos
ocurren, no estará de más recordar que sólo una profundización en Jos datos a partir de las excavaciones en curso permitirá en el futuro perfilar con más deraJJe esta etapa de la secuencia de
Cendres, por Jo que la prudencia y una cierta indefinición resultan obligadas a la hora de establecer conclusiones.
Nos queda, por último, referirnos a los dos niveles inferiores del sondeo sobre los que
tenemos información. Los dos seriamente condicionados por el bajo número de efectivos que han
proporcionado. Con todo, las dataciones absolutas del nivel xm, las dos obtenidas mediante el
sistema de AMS y con resultados bastante próximos, y los cambios que se observan en la técnica
de taJla y la composición industrial, permiten corroborar que estamos ante una etapa distinta y
probablemente relacionable con un genérico Solutrense evolucionado regional, más próximo
quizás de su arranque que de sus fases más avanzadas.
En efecto, a la desaparición de la industria ósea se suman en estos niveles la caída del utillaje microlaminar, un cierto crecimiento de las piezas con retoques continuos y la presencia de
una pieza. fracturada, que quizás pueda clasificarse entre las puntas de cara plana. Lo cierto es
que la densidad de haJiazgos alcanza en los dos niveles uno de los puntos más bajos de la
secuencia, con valores que tan sólo recuerdan a los dos niveles superiores, y que la posibilidad
de perfilar la adscripción industrial de estos dos niveles se hace más por su posición relativa en
la secuencia y por exclusión que por la presencia de algún material decisivo.
Entre el J9.000 y el 16.500 BP, a tenor de Las dataciones absolutas existentes a nivel regional,
se desarrolla el Solutrense evolucionado de facies ibérica. con una evolución en tres fases carac-45 -
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46
V VlLLAVERDE. R. MARTfNEz.VALLE. E. BADAL. P.M. GUILLEM. R. GARCfA Y J. MENARGUES
.
terizada por la progresiva desolutreanización del armamento. A ese intervalo parece estar haciendo
referencia. tanto la datación obtenida en la base del nivel XDB como las dos del nivel x:m, siendo
imposible precisar si el nivel XIV todavía debe incluirse en esta etapa o pudiera relacionarse con
el final del Solutrense medio, una circunstancia que, en principio somos poco procüves a considerar habida cuenta de la importancia del utillaje plano solutrense en los conjuntos que han proporcionado materiales de esta etapa industóal, caracterizada tanto en Parpalló como en Ambrosio
por un índice solutrense que se sitúa en valores del 15 al 22 % (Vlllaverde y FuUola. 1990).
Las dudas de diferenciación estratigráfica suscitadas en el nivel XDB no se producen aquí,
ya que el aislamiento del nivel x:m resulta fácil con respecto al XIIB, y el nivel XIV también se
diferencia con claridad del que se le superpone. Ahora, sin embargo, son numerosas las indicaciones que sugieren que el nivel XIV ha sido objeto de un proceso de desplazamiento que ha alterado la integridad deposicional de su contenido, pero la interrupción de la campaña de excavación del año 1998 en este punto, sin alcanzar la base del nivel, impiden valorar el alcance de esta
alteración postdeposicional.
A modo de resumen, y considerando ahora la totalidad de la secuencia, el sondeo presentado
en estas líneas permite precisar algunos momentos de la secuencia del Paleolítico superior
regional e insinua la posibiüdad de profundizar en el futuro en otros momentos sobre los que tan
sólo cabe establecer algunas sugerencias.
Coinciden con la primera parte los niveles XIB, XIC y XllA, pudiéndose incluir tambien los
niveles IX y X. De su consideración se confirma la entidad de una fase microlaminar y con abundante industria ósea, previa al Magdaleniense superior con arpones. Una etapa que, con independencia de la ausencia de alguno de los tipos propios del Magdaleniense medio clásico, preferirnos diferenciar del Magdaleniense superior, bajo la denominación de Magdaleniense medio
mediterráneo. Así mismo, el resto de los niveles precisan la evolución del Magdaleniense superior mediterráneo, confirmando el proceso de transformación hacia el Epipaleolítico microlaminar, en tomo al tránsito al Holoceno.
Por su parte, Jos niveles inferiores del sondeo, y probablemente una parte al menos del nivel
X1IB parecen confmnar la presencia de momentos relacionables grosso modo con el Solutrense
evolucionado de facies ibérica.
La indefinición, en la que no hemos querido omitir las dificultades encontradas en el proceso
mismo de excavación a la hora de poder precisar la adscripción estratigráfica del material, caracteriza al nivel XllA, que a buen seguro será objeto de mayores divisiones en el futuro, cuando
pueda disponerse de la información proveniente de su excavación en el sector A. La ürnitación
del estudio industrial de los otros dos niveles, el XIII y el XIV, impide ir más allá de sugerir su
posible adscripción al Solutrense evolucionado, sin descartar que en el nivel XIV pudiéramos
encontramos incluso con momentos algo más antiguos del Solutrense de facies ibérica.
FAUNA DE MACROMAMÚi'EROS, LAGOMORFOS Y AVES
La excavación de los cuadros A 17 y B 17 de la Cova de les Cendres ha proporcionado abundantes restos óseos de macromamíferos, lagomorfos y aves.
La mayor parte de ellos pertenecen a macromamíferos de los que han podido identificarse
anatómicamente y especfficamente 13.902 restos óseos (cuadro 13); casi un 30 % de los restos
- 46 -
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IX
NR
Cervus elaphus
Capra pyrenalca
Rupicapra rupicapra
X
"
35 12,50
6 2,14
1 0,36
BovidH
Equus cabMius
Equus hydruntinus
EquldH
Canls lupus
Vulpu vulpes
Lynxsp.
Fells sllvestrfs
PhocldH
Orycrotagus cunlculus
Lepus granatensls
Erlnaceus europaeus
Tot.l
NR
163
25
1
2
"
17,8
2,73
0,11
0,22
XlA
NR
"
187 14,83
33 2.62
6 0,48
XlB
NR
"
520
18
37 1,28
2 0,07
11
0,38
XU
A
NR
"
8,90
24 2.22
96
11
1,02
XIIB
NR
"
XIII
NR
"
XJV
NR
"
74 5, 17
18 1,26
66 1,87
10 0,28
71 2,82
49 1,94
3 0,21
1 0,03
3 0,09
1 0,03
8 0,32
3 0,12
4 0,16
14 0,40
2 0,06
15 0,60
1 0,11
1 0,36
1 0,36
231 82,50
4 1,43
1 0,36
280
9 0. 98
2
6
1
5
0,16
0,48
0,08
0,40
28 0,97
5 0.35
3 0,21
§
3-
8
700 76,42
15 1,64
1010 80,10
11 0,87
2267 78,39
27 0,93
916
1261
2892
!j
9 0,83
1 0,09
!!l
931 86,28
7 0,65
3421 97,16
3 0,09
2365 93,81
6 0,24
1432
1079
1328 92,74
1 0,07
3521
252 1
(1)
~
~
o
:¡o
~
1
IX
NR
Cervus elaphus
Capra pyrenaka
Ruplcapn ruplcapn
BovidH
X
"
35 79,55
6 13,64
1 2,27
Equus caballus
Equus hydruntlnus
EquldH
C.nls lupus
Vulpu vulpes
Lynxsp.
Fells syfwstrfs
NR
"
163 81.1
25 12,4
1 0,5
2
1
"
187 77,92
33 13,75
6 2,50
1
XlB
NR
"
520
87
37 6, 19
2 0.33
11
1,84
XIIA
NR
"
96 68,09
24 17,02
11
7,80
XIIB
NR
"
XIII
NR
"
XIV
NR
!>
"
74 71,84
18 17,48
66 68,04
10 10,31
71 47,33
49 32,67
3 2,91
1 1,03
3 3,09
1 1,03
8 5,33
3 2,00
4 2,67
14 14,43
2 2.06
8
~
o
rn
15 10,00
0,5
~
~
~
1 2,27
1 2,27
9 4,48
P#JocldH
Total
XlA
NR
«
201
2
6
1
5
240
0,83
2,50
0,42
2,08
28
598
4,68
9 6,38
1 0,71
141
5
3
103
4,85
2,91
97
150
~
Cuadro 13
[page-n-48]
48
V VlU.AVEROE. R. MARTfNEz..VAll.E. E. BADAL. P.M. GUillEM. R. GARCfA YJ. MENARGUES
.
analizados. Respecto a las aves en anteriores trabajos hemos aportado el cuadro de especies identificadas en los estratos IX-Xll. Actualmente estamos revisando los restos de anátidas y realizando el estudio de los restos recuperados en los estratos XID y XIV, por lo que L consideraas
ciones sobre el grupo de las aves serán de carácter provisional.
El estado de conservación de los materiales analizados es óptimo. Lps restos óseos se
encuentran limpios de adherencias calcáreas y sin alteraciones importantes relacionadas con los
procesos diagenéticos. Eso nos ha permitido estudiar las marcas conservadas en las superficies
-marcas de carnicería de origen antrópico y marcas producidas por la intervención de otros depredadores- y reconstruir en buena medida los procesos de aportación y modificación de los restos
óseos del yacimiento.
La mayor parte de las marcas observadas en los restos de ungulados -ciervo, cabra montés,
caballo, bovino, rebeco y asno- se relacionan con una aportación y consumo humano. Sólo
algunos restos de cabra montés procedentes de los estratos X y XllB presentan evidentes señales
de haber sido parcialmente digeridos por un carnfvoro .
Entre los restos de carnívoros -lince, gato montés, lobo, zorro y foca- sólo hemos identificado marcas de origen antrópico. Éstas se concentran siempre sobre restos de lince y reproducen
un proceso carnicero similar al desarrollado en los ungulados.
En los restos de lagomorfos y aves se observa un modelo similar, en cuanto al predominio
de las aportaciones y consumos humanos, si bien en algunas unidades existen evidencias de La
intervención de rapaces nocturnas.
La suma de estos indicios tafonómicos nos permite hablar de una intensa ocupación humana
del yacimiento, intensa en cuanto a las actividades desplegadas, aspecto que trataremos más adelante, y también por lo que respecta a La periodicidad de las ocupaciones, circunstancias que Limitaron las posibilidades de que otros depredadores se instalaran en la cavidad.
IMPLICACIONES PALEOAMBIENTALES DEL CONJ UNTO FAUNfSTICO
Los macromamfferos no constituyen un grupo que pennita extraer conclusiones muy precisas de orden paleoambiental. Únicamente los ungulados han sido utilizados en ocasiones en
este sentido (Delpeche, 1983; Altuna, 1972, 1992).
En Cendres el ungulado más frecuente es el ciervo, de cuyo predominio dudamos que se
puedan deducir implicaciones paleoambientales y climáticas muy precisas a causa de su gran versatilidad.
Sí que queremos llamar la atención sobre la identificación de restos de dos especies: el
caballo y el rebeco y su distribución a lo largo de la secuencia.
El caballo se encuentra en los estratos inferiores y medios y su frecuencia más elevada se
observa en el estrato XllA, donde U
ega a representar casi un 8 % de los restos de ungulados. Su .
presencia en esta unidad, con unos porcentajes más altos de los habituales a las secuencias del
País Valenciano, nos lleva a suponer la existencia de paisajes vegetales abiertos en el entorno del
yacimiento. Su desaparición se produce en los estratos X y IX, coincidiendo con La identificación
de restos de rebeco.
Ya se ha insistido en otras ocasiones en las implicaciones paleoambientales que se derivan
de la presencia del rebeco y más concretamente en su valor como indicador de un aumento de La
- 48 -
[page-n-49]
EL PALEOLfnCO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
49
humedad favorable al desarrollo de bosques (Davidson, en Fortea et al., 1983; Villaverde y
Marúnez Valle, 1995; Marúnez Valle, 1996). La identificación en los estratos XIC, X y IX de
restos de rebeco, en conjuntos dominados por los restos de ciervo, podría estar indicando un
aumento de la humedad respecto de los niveles basales de la secuencia.
Este esquema puede completarse con la información proporcionada por los restos de aves.
De las especies identificadas la que mejor caracteriza unas determinadas condiciones climáticas
es la chova piquigualda (Pyrrhocora:x graculus). Actualmente se distribuye por zonas de alta
montaña de los países perimediterráneos, entre los paralelos 300 y 500. Su hábitat Jo constituyen
los prados alpinos y los roquedos situados por encima del lfmite de los bosques. En la Península
Ibérica sólo se encuentra presente en las cotas más altas de Jos Pirineos y de la Cordillera
Cantábrica. No realiza movimientos migratorios, sólo desplazamientos altitudinales (Cramp,
1994).
La chova piquigualda se encuentra presente en todos Jos estratos de la Cova de les Cendres,
excepto en el estrato IX, ausencia que no consideramos de excesiva significación, dada la escasez
de restos proporcionados por esta unidad. Su presencia en Cendres es un claro indicador del desarrollo de condiciones climáticas de un cierto rigor, sobre todo por lo que se refiere a unas bajas
temperaturas. No obstante, si tenemos en cuenta la baja altitud en que se encuentra el yacimiento,
podemos considerar la posibilidad de que los restos de estas especies correspondan a individuos
capturados durante el invierno en sus desplazamientos a las zonas bajas desde las montañas de
más altura situadas al interior.
Ningún otro taxón de los identificados en Cendres apoya estas condiciones frías con la
excepción de la barnacla (cf. Branta bemicla) con presencia por confmnar en el estrato XI.
El resto de las especies son propias de una amplia gama de entornos y sólo la perdiz común
(Aiectoris roja), identificada en todos los estratos, permite hacer algunas precisiones.
La perdiz común se distribuye actualmente por las regiones de clima mediterráneo y húmedo
de Europa occidental y evita las zonas de clima oceánico, boreal y las regiones áridas (Cramp et
al, 1980). En la Península Ibérica ocupa áreas deforestadas de amplias regiones comprendidas
entre el nivel del mar y los 2.000 m (Bemis, 1966).
El carácter mediterráneo que para la secuencia de Cendres implica la presencia de esta
especie contrasta con las bajas temperaturas que indican las altas frecuencias de chova piquigualda en estos momentos. Actualmente ambas especies sólo comparten hábitat en la Península
Lbérica en una estrecha franja del Pirineo navarro.
Del resto de taxones, se tiene que destacar la identificación de especies ligadas a zonas
húmedas. La presencia de anseriformes, a falta de una identificación específica que permita Llegar
a conclusiones de tipo paleoclimático definitivas. autoriza al menos a concretar la existencia de
lagunas en el entorno del yacimiento.
De la misma manera la identificación de un resto de ostrero (Haematopus ostrelagus) y otro
de correlimos zarapitín (Calidrisferroginea) en los estratos X y LX respectivamente podría relacionarse con la existencia de zonas húmedas, pero no podemos dejar de considerar la posibilidad
de que su presencia esté relacionada con una elevación del nivel marino y su aproximación hacia
las inmediaciones del yacimiento.
Esta hipótesis podría explicar, al menos en parte, el cambio que se observa en los estratos X
y IX en el modelo de ocupación del yacimiento en relación con la explotación del ciervo.
- 49 -
[page-n-50]
SO
V Vlll.AVERDE, R. MARTfNEz.VAU.E. E. BADAL, P.M. GUILLEM, R. GARC(A Y J. MENARGUES
.
ASPECTOS ECONÓMICOS
El rasgo más característico de la fauna de manúferos de Cendres es la abundancia de restos
de ciervo (Cervus e/aphus) y de conejo (Oryctolagus cunicu/us), especie más abundante en todos
los estratos de la secuencia
La captura y consumo de conejos, constatada ya desde el Auriñaciense a nivel regional
(Martínez Valle, 1994), constituye un elemento de especificidad de los modelos económicos del
Mediterráneo peninsular, en el cual Cendres no es una excepción. Pero, esta circunstancia no nos
ha de llevar a sobrevalorar el papel de la especie en la economía regional, sobre todo, si considerarnos la desproporción corporal respecto de cualquier ungulado y una cosa tao importante
como la baja calidad nutricional de su carne (Harris, l989).
No obstante, por su alta disponibilidad a lo largo de todo el año y su fácil captura tuvo que
constituir un recurso alimentario complementario, esencial durante periodos de escasez en yacimientos donde el modelo económico y territorial se basaba en la caza de ungulados.
En todas las unidades de la Cova de les Cendres el ciervo es el ungulado mejor representado.
No obstante podemos establecer dos agrupaciones diferenciadas: la fonnada por el conjunto de los
estratos superiores (XIB al IX) en los cuales el porcentaje de restos de ciervo oscila en tomo al 80
% y los estratos correspondientes a la mitad inferior de la secuencia en donde la importancia de la
especie se sittía pordebajodel 72% alcanzando las cotas más bajas en el estrato XIV (47%), a costa
de un incremento en los restos de cabra montés y équidos, entre los que predomina el caballo.
En el País Valenciano, el caballo no es abundante durante el Tardiglaciar. Las frecuencias conseguidas por los restos de la especie en Cendres sólo son comparables a las obtenidas en los niveles
Solutrenses y Solutreogravetieoses de Cova Benito (Martínez Valle, 1994) y en general, aunque con
oscilaciones muy marcadas, con las de todos los niveles de la Cova del Parpalló (Davidson. 1989).
Frente a este modelo de una mayor diversificación, la tendencia de los estratos superiores es
de una altísima especialización en la caza y consumo de ciervo, los cuales adquieren mayor transcendencia si además del incremento en el número de sus restos se analizan las edades de abatimiento de las presas y su proceso carnicero, modelo que se observa con mayor claridad en los
estratos XIA y XIB, donde se constata una caza especializada de ejemplares de tres años, con predominio del sexo masculino.
A la captura de los animales siguió un procesamiento intensivo de sus restos, con la desarticulación y fileteado de la carne hasta la fracturación de los huesos, práctica que afectó igualmente a los
huesos con escaso contenido medular como las falanges 1•, 2• y 3• o incluso los carpos y los tarsos.
La fracturación de estos restos tuvo que estar relacionada con la extracción de la grasa
mediante inmersión de los fragmentos en agua caliente, práctica para la cual existen paralelos
etnológicos entre los pueblos esquimales (Binford, 1978).
Frente a esta explotación intensiva de la especie, en los estratos IX y X se insinúa un cambio
de modelo. El primer factor de diferenciación afecta a la frecuencia de restos en relación al
volumen de sedimento excavado, mucho más escasos en estas unidades. De igual modo hemos
observado una variación en las edades de abatimiento. La presencia de una hembra adulta,
adultos de edades muy dispares y ejemplares cazados con edades inferiores a los 20 meses podría
estar indicándonos un cambio de estrategias de explotación de la especie respecto a los estratos
XIAy XIB.
-50 -
[page-n-51]
EL PALEOLfnCO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
51
En este sentido, tendremos que considerar cómo pudieron afectar al territorio de explotación
de Cendres la mayor expansión de los bosques, puesta de manifiesto en estas unidades tanto por
la aparición del rebeco como por el estudio antracológico y una posible subida del nivel del mar,
con la consecuente reducción del área de caza circundante.
ESTUDIO DE LOS MICROMAMÍFEROS (RODENTIA E INSECTIVORA )
A) ANÁLISIS TAFONÓMICO
A continuación se presenta una breve síntesis de los resultados tafonómicos de Cova de les
Cendres, referidos a los niveles IX al XIIB, quedando pendientes de estudio los restos de Jos niveles
XID y XN (GuiUem, J996). Se pretende identificar el agente responsable que ha provocado la acumulación de micromanúferos en el interior del yacimiento, las alteraciones que han podido sufrir
los huesos antes de ser depositados, y las interferencias que han registrado desde este momento
hasta la llegada a nuestras manos. Sólo asf comprenderemos la fonnación de la tanatocenosis de
rnicromanúferos en este yacimiento y podremos interpretar el registro fósil sin ambigüedades.
En Cova de les Cendres, el paso de la materia orgánica a su estado fósil está acompañado de
la pérdida de parte de la información del documento. La alteración postdeposicional de los huesos
de micromanúferos es una constante que ha quedado demostrada a lo largo de todo el análisis
tafonómico. En eiJa han intervenido multitud de variables: transporte diferencial, corrosión postdeposicional, presencia antrópica, pisadas, etc. (cuadro 14).
Las consecuencias no se han hecho esperar:
- Basándonos en L representatividad no hemos podido asegurar el cazador o cazadores resa
ponsables de la concentración de micromamfferos en ninguno de los niveles, ya que el patrón de
conservación de las distintas unidades anatómicas no era comparable con los de Jos predadores
actuales (gráfico 2). No obstante, ya se adivinaban diferencias y semejanzas entre los distintos
niveles que, a pesar de la alteración sufrida por el conjunto osffero originario, respondían a la
diversidad de los responsables de La acumulación de micromamíferos en Cendres y a la distinta
intensidad con la que han actuado los agentes de modificación postdeposicional.
El ritmo de concentración de huesos de micromamíferos tampoco ha sido continuo, la presencia antrópica y la actividad cárstica han incidido en la mayor o menor cantidad de restos óseos
(gráficos 3 y 4). Cuando la presencia humana es continua en el tiempo, la utilización de la cueva
por predadores (rapaces, carnívoros de talla pequeña, entre otros) resulta imposible. La formación de letrinas o la acumulación de egagrópilas queda interrumpida, y con ello la concentración
de restos óseos de micromamíferos. Con los restos óseos de quirópteros, ocurre prácticamente lo
mismo. Partiendo de este punto de vista, Cendres tuvo que estar más visitada por el hombre principalmente a lo largo de la formación de los niveles XIB. XIC y XIIB. De esta manera los valores
más bajos dellR han quedado registrados en estos niveles (gráficos 3 y 4). No obstante, hemos
de tener en cuenta que estas apreciaciones están basadas en datos extraídos de un pequeño sondeo
y pueden variar con el desarrollo de nuevas campañas de excavación.
-Las frecuencias de maxilares y mandibulas enteros son demasiado elevadas para considerar
a camfvoros o rapaces diurnas responsables de La concentración os(fera, y excesivamente bajas
para pensar en las rapaces nocturnas. Sólo el índice de mandfbulas enteras del nivel IX recordaba
al observado en huesos procedentes de egagrópilas de Strix aluco (cuadros 15 y 16).
- 51 -
[page-n-52]
S2
V VILLAVERDE. R. MARTfNF.z.VALLE, E. BADAL. P GUI.U..EM. R. GARClA Y J. MENARGUES
.
.M.
Los índices de molares e incisivos perdidos y molares aislados (cuadros 15 al 17), asf como
la fractura de molares e incisivos (cuadro 18), nos ha confirmado el desarrollo de interferencias
postdeposicionales sobre el agregado osífero originario: transporte diferencial, corrosión postdeposicional, pisadas, etc. Además, también ha quedado patente el papel que ha jugado la morfología de los huesos en su conservación.
La fractura de húmeros, ulnas, fémures y tibias del nivel rx (capa 37) recordaban al modelo
de fractura observado en los conjuntos de egagrópilas de rapaces nocturnas y/o diurnas. Los
valores de los niveles IX, X y XllA. por el contrario, no encajaban ni en el grupo de los carnívoros ni en el de las rapaces (cuadro 19). El modelo de fractura quedaba ensombrecido con la
activación de interferencias postdeposicionales. Las unidades que mejor han sobrevivido a este
proceso de modificación, después de quedar fracturado el hueso, han sido las epífisis proximales
de fémures, las epífisis distales de húmeros y las diáfisis de tibias. La corrosión postdeposicional
actuaba sobre las partes del hueso más débiles y cartilaginosas (Brain, 1981; Davis, 1989): epífisis distales de fémures, epífisis proximales de hl'ímeros o epífisis proximales de tibias. Las diáfisis de húmeros y fémures apenas han quedado registradas. La morfología circular y hueca de
las mismas facilitaba su destrucción ante cualquier agresión (masticación de camfvoros, pisadas,
etc.). Las diáfisis de tibias y ulnas, con estructura y morfología diferentes, escapaban de esta alteración. Las arroyadas debieron desplazar tanto los huesos enteros como sus fragmentos. Este
mecanismo debió ser prácticamente nulo en el nivel IX (capa 37), mientras que en los niveles X
y XllA incrementó el contingente de huesos enteros.
- La erosión de molares e incisivos, aunque no estaba exenta de alteraciones postdeposicionales, nos ha pennitido consta. ar la participación de Strix aluco en la formación del agregado osít
fero del nivel IX (capas 37 a 39) y la capa 38-39 del nivel O, y Martes foina en los niveles n y
rv (cuadro 20).
La erosión de las epífisis proximales o epífisis distales del resto de huesos estudiados y la
escasez de fracturas redondeadas y diáfisis con la cortical adelgazada, ha confirmado la activación
de procesos de modificación ya descritos. Los huesos que previamente habían sido alterados en profundidad a su paso por el tubo digestivo de la gardufia, una vez depositados en Cendres se disolvieron y/o fueron transportados. Los índices elaborados a tal respecto han quedado invalidados.
100 r-----------------------------------~
90
80
70
60
50 1
40 ~
30
20
10
-+-IX
.......
-a- x
V'~
~
o '----------'111~.-
.~
XIIA
XIIB
·.
Grifko 2.- RtprtSeDtad6o grinca de las medias del iDdke Dodson y Weslar de Cova de la Cendres.
- 52 -
[page-n-53]
53
EL PALEOÚTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
En sfntesis, diremos que Srrix aluco fue la rapaz que provocó el acúmuJo de roedores e insectívoros a partir de egagrópilas en el nivel IX (capas 37 a 39). Por su parte, Martes foina hizo lo
mismo en el nivel X (capas 40-47) y XDA (capas 54-57). al formar letrinas en el interior de Cendres.
20
1S
10
S
o
IX
X
XlB
XIC
XIIA
XIIB
Gritlco 3.- Repraentad6o del focUce de restos óseos de roedora e lnsectfvoros (IR) de Cova de les Caldres,
IR= N/m3. N• a nlimuo de restos, m3a metros c:úbkos de tierra.
0,8
0,6
-+-IR
0,4
0,2
o ~------------~.-------~--------------·
IX
X
XIB
XIC
XIIA
XII S
Gritlco 4.- RepreRntad6o del fndlc:e de restos óseos (IR) de quirópteros de Cova de les Cendra.
-53-
[page-n-54]
V VILLAVERDE. R. MARTfNE:z-VAU.E. E. BADAL. P.M. GUTU.EM. R. GARCÍA Y J. MENARGUES
.
S4
Procesos de modiflcackSn postdeposiclonal
Resultados
Predador
IX
Restos óseos abundantes,
alteración de la representaúvidad.
escasa fractura,
mejor conservación de la erosión.
Strix a/uco
Restos óseos abundantes,
alteración de la representatividad,
mayor fractura.
peor conservación de la erosión.
Manesfoina
Restos óseos escasos.
?
Restos óseos escasos.
?
Restos óseos abundantes.
alteración de la representatividad.
mayor fractura,
peor conservación de la erosión.
Restos óseos escasos.
Martes foina
Escasa presencia antrópica,
transporte diferencial,
fracción escasa,
flujos hídricos de escasa competencia,
corrosión postdeposicional.
X
Escasa presencia antrópic.a,
transporte diferencial.
fracción escasa,
flujos hídricos de escasa competencia,
corrosión postdeposicional.
XJB Transporte diferencial considerable.
fracción abundante,
flujos hfdricos considerables.
XIC Transporte diferencia. considerable,
!
fracción abundante,
flujos hfdricos considerables.
XTIA Mayor presencia antrópica, pisadas,
fracción abundante,
flujos bídricos considerables,
corrosión postdeposicional.
XTIB Mayor presencia antrópica.
?
Cuadro 14.- Exposldón de las distintas alteradones postdeposJdonales que Intervienen en Cova de les Cendres,
sus resultados y el predador que ha originado la concentración de núcromanúferos.
Molares
perdidos
Molares
esperados
2
33
234
183
1
IX
10
X
132
XIIA 96
Crineos
% molares
penHdos
completos
30
56
52
Maxilares con arco
clgorútko
o
o
o
78-47
80-20
112
15-6
40
60
29
Cuadro 15.- Molares perdidos en maxilares, mineos completos y maxilares con arco dgom,tico de Cova de les
Cendres.
Molares
perdidos
1
IX
X
X11A
Molares % molares lnclsJvos
esperados perdidos
perdidos
2
112
3
91
302
106
146
403
139
62
75
76
16
74
18
lnclsJvos % In.
Mandíbulas Mandíbulas
esperados perdidos completas con borde
inferior
4
314
partido
44
141
32
36
52
56
51-10 20
71-9 13
55-2 4
51-3 6
71-24 34
55-23 42
Cuadro 16.- Molares e lndslvos perdidos en mandíbulas. Mandíbulas completas y mandíbulas con el borde
Inferior partldo de Cova de les Cendres.
-54-
[page-n-55]
SS
EL PALEOLfTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
Molares
aislados
1
8
45
63
IX
X
XTIA
Molares desaparecidos en
maxilares y mandfbulas
2
437
Molares
aislados
(112)
l OO
8
10
31
202
Cuadro 17.- Molares aislados de Cova de les Cendres.
Molar partido
In situ
lX
X
XIIA
64-0
154-0
120-0
Incisivo partido
In situ
o
32-0
26-0
14-0
o
o
o
o
o
Molar partido
aislado
o
9-0
43-0
63-0
o
o
Incisivo partido
aislado
51 - 1
155-5
108-4
Cuadro 18.- Fractura de molares e lndslvos de Cova de les Cendres.
Nivel
HÚMERO
Entero
Ep. proximal
Diáfisis
Ep. distal
Ep. prox. diá.
Ep. dis. diá.
ULNA
Entero
Ep. proximal
Diáfisis
Ep. distal
Ep. prox. diá.
Ep. dis. diá.
IX
X
XDA
Total
3-100
29-50
3-5
5-9
5-9
9- 15
7- 12
28-36
12-16
5-6
12-16
20-26
60-43
15- 11
10-7
17- 12
9-7
27-20
83-24
44-1 3
50- 15
36-10
5 1- 15
80-23
3 1-50
3-5
2-3
24-39
2-3
80-51
17- 11
3-2
3-2
40-26
12-8
15- 16
9- 10
15- 16
8-9
42-2 1
16-8
35- 18
10-5
o
o
o
o
o
17-74
3-13
3 1-41
8- 11
1-2
o
o
o
o
2-9
1-4
22-29
13-17
35-14
33- 13
49-20
36- 15
27- 11
66-27
13-8 1
3- 19
36-47
14-18
o
o
o
FéMUR
Entero
Ep. proximal
Diáfisis
Ep. distal
Ep. prox. diá.
Ep. dis. diá.
TIBIA
Entero
Ep. proximal
Diáfisis
Ep. distal
o
o
o
15-75
2- 10
o
o
1- 1
16-2 1
10-13
12- 14
5-6
20-24
2-2
(Continda en pág. siguiente)
-55 -
2
3
4
[page-n-56]
S6
V VILLAVERDE. R. MARTfNEz.VALLE. E. BADAL. P.M. GUllLEM. R. GARC(A Y J. MENARGUES
.
22-26
24-28
295-108
37
39-20
55-28
834-265
32
73-26
209-74
244-53
2 18-47
59-100
o
14-15
31-34
477-109
23
159-97
5-3
Ep. prox. diá.
3-15
Ep. dis . diá.
Total huesos enteros 62-48
77
148-94
10-6
2 15-96
10-4
METAPODIO
12-75
4-25
Entero
Ro to
FALANGE
Entero
Roto
8- 100
o
o
Cuadro 19.- Fractura de b6meros, ulnas, fémures, tibias, metapodlos y falanges dt Cova
dt les Qodra. El númtro dt la lzquitrda ind1c:a la cantJdad de huesos, ti dt la dtrtdut
ti porun!JYe.
Molar
digerido
In siJu
IX
X
XllA
Molar
digerido
aislado
incisivo
digerido
In situ
Incisivo
digerido
aislado
Total
molar
digerido
incisivo
digerido
79-23 29
139-77 55
120-65 54
9- 1
43-17
63-22
32-8
26- 13
14-8
5 1-41
80
150-99 66
104-62 60
88-24 27
182-94 52
183-87 48
61
83-51
176-112 64
118-70 59
11
40
35
25
50
57
Total
Cuadro 20.- Molares t lndsfvos dlgtriclos dt Cova dt les Qodra.
Nivel Húmero Ulna
lX
X
XTIA
Total
13-4
31
41-25
61
56-37
64
110-66
60
22-8
36
3 1-22
71
14-12
86
67-42
63
Radio
15-0
o
110-35
32
88-39
44
213-74
35
FEmur Tibia
Cal.
As.
Meta.
FL
Total
4-0
87-13
15
553-157
28
657-197
30
1297-367
28
o
5
o
o
o
o
o
17-10
37-13
35
40-L7
43
96-31
32
21-3
14
18-6
33
39-9
23
61-2 1
34
53-26
49
11 5-47
41
175-20
11
223-25
11
401-45
11
60-8
13
159-30
19
223-38
10-0
59
6-5
83
33-15
45
19-1
1-0
3-0
17
Cuadro 21.- EroácSn de los butSOS postcrantala dt Apodemus de Cova dt les Cendres.
8 ) INTERPRETACIÓN PALEO ECOLóGICA Y PALEOCLIMÁTICA
Los resultados bioclimáticos que versan sobre micromanúferos de la Cova de les Cendres se
han ido publicando en varios artículos (Badal et al., 1991 y Guillem, 1995, Villaverde et al., 1997).
Los molares, una vez más, son las unidades óseas menos alteradas después de su deposición.
El NMI estará poco interferido por los agentes distorsionadores de la concentración osífera originaria. No obstante, las frecuencias de las distintas especies no han escapado de las tendencias
-56-
[page-n-57]
EL PALEOLtnCO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
57
alimenticias de los cazadores. Martes foina y Strix aluco, han introducido la mayor parte de
micromanúferos de Cova de les Cendres. La formación de letrinas de garduña queda patente en
Jos niveles X y XIIA. El cárabo depositó egagrópilas en el nivel IX. Sólo la rapaz nocturna (Strix
aluco) manifiesta una clara preferencia trófica sobre Apodemus sp. (ratón de bosque) y Crocidura
sp. (musaraña). En este sentido diremos que los porcentajes de Apodemus sp. en estos niveles son
los más elevados de la secuencia.
El nivel XllB es pobre en restos óseos de m.icromamfferos, por tanto, cualquier interpre.tación climática resulta arriesgada. En el nivel XllA (cuadro 22 y gráfico 5) el equilibrio entre
múridos y m.icrotinos refleja el desarroUo de condiciones climáticas húmedas. El bosque estarfa
intercalado por espacios abiertos, en los que abundarían los topillos comunes (Terrícola duodecimcostatus), y zonas arbustivas ocupadas principalmente por musarañas. La elevada frecuencia
de Crocidura sp. marca el gradiente seco de este nivel. Sin embargo, la presencia de Talpa europaea señala la proximidad de prados constantemente húmedos. Martes foina ha introducido la
mayoría de restos óseos de micromanúferos. Como ya sabemos, este cazador no muestra preferencias alimenticias sobre ninguna especie en concreto.
Los niveles X1B y XIC son pobres en efectivos. estadísticamente no son significativos. Pero
el registro de Microtus arvalis señala el desarrollo de unas condiciones climáticas precisas. En el
País Valenciano su presencia está conflffilada en el Maestrat y el macizo de Penyagolosa, en el
Supra y Oromediterráneo (Jiménez et al. , 1989).
En el nivel X, parte inferior (capas 44-45), Microtus arvalis sigue estando presente. Las condiciones frescas todavía no han remitido (gráfico 5). La humedad es considerable, los microtinos
superan ampliamente a los múridos mientras que las musaraiias están peor representadas. En las
capas superiores desaparece el topiUo campesino.
El nivel IX registra igualmente unas condiciones climáticas húmedas (gráfico 5).
37l
38-39
l
40-41
l
42-43
44-4 5
46-47
48-49
50-51
52-53
54- 55
_l
1
-
-
56-57
58-59
1
60-61
~¡
0%
GrMko 5.- Representadón grilka de los
50%
pon:en~
1
1
• Erlnaceus
e Talpa
• Crocidura
e Eliomys
• Apodemos
C Arvicola
C M cabrerae
.
• M. arvalis
•rerricola
1
100%
de las dJstlntas espedes en Cova de les Ceoclres. En el
Margen Izquierdo aparecen las capas.
-57 -
[page-n-58]
58
V. VlUAVERDE. R. MARTfNEZ-VALLE, E. BADAL, P.M. GUILLEM. R. OARCfA YJ. MENARGUES
Niveles
Capas
37
38-39
40-41
42-43
X
44-45
Erinac~us
o
o
o
o
3
0' 00
0'00
2
3'64
3
0 '00
5'71
2
3' 85
2
3' 85
13
25'00
1
1'92
1
1'92
IX
46-47
2
16'67
5
9'09
1
1' 81
18
32'73
5'45
20
36'36
0' 00
7
7'45
6
6' 38
28
29' 79
Arvico/a
o
o
o
M. cabrerae
0'00
2
3' 64
0'00
2
3' 64
0'00
1
1'06
o
M. arvalis
o
o
o
o
0'00
29
52' 73
0' 00
28
50' 91
0'00
Terricola
52
55' 32
0'00
10
62'50
55'71
0 '00
6
50' 00
55
55
94
16
52
u
Crocidura
Eliomys
Apod~mus
Total
Niveles
Capas
XIB
XIC
o
0'00
1
6' 25
4
25' 00
6'25
0'00
Eliomys
M. cabrerae
0 '00
o
0 '00
o
1'92
29
XIIB
XOA
54-55
56-57
58-59
60-61
Total
o
o·oo
o
o
7
1
16' 67
o
o
0 '00
o
o·oo
o
o
o
0'00
0 '00
0 '00
2
13'33
l
6' 67
3
20' 00
1
6'67
1
6' 67
0' 00
1
0 '75
28
21 '05
7
5'26
45
33'83
1
12'50
l
12'50
o
12'50
o
o·oo
3
37'50
0 '00
1
16' 67
12'50
2
25' 00
o
0'00
16' 67
1
16' 67
o
o
o
0'00
0'00
0 '00
0'00
2
25'00
12'50
3
0 '00
16'67
8
8
M. arva/is
o
Terricola
Total
o
52-53
0'00
Apodemus
Arvicola
o
0 '00
3
25'00
50-51
12'50
Crocidura
0 '00
o
48-49
Erinaceus
Talpa
o
o
0' 00
6
4'5 1
0 '00
1
10'00
2
20'00
4
40'00
o
o·oo
0'00
o
0'00
o
0'00
1
12' 50
4
50'00
o
62
39
279
10
0'00
25
2
20'00
12' 50
o
o
o
o
3
0'00
46
34' 59
0 '00
10'00
0 '00
2
25'00
382
16' 67
0'00
7
46'67
6
15
133
10
8
471
porun~
de los mismos
Cuadro 22.- Dlstrfbud6n del NMJ de mkromanúleros (lliÍmeros superiores) y
(ntímeros lnleriores) por nivela en Cova de les Cendres.
-58 -
[page-n-59]
EL PALEOLfnCO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
59
LA VEGETACIÓN MAGDALENIENSE A PARTIR DEL ANÁLISIS
ANTRACOLÓGICO
Los resultados antracológicos van referidos a todos los niveles paleoiJticos, salvo el nivel
XIV que está en curso de análisis. Como se indicó anteriormente, se detectó un hiatus estratigráfico entre el nivel X y el Xl. En el sondeo, se levantaron los niveles en capas artificiales de 10 ó
5 cm de profundidad. En el recuento de los taxa hemos agrupado los resultados de cada 1O cm;
en el diagrama antracológico se indican las profundidades (fig. 15). En su conjunto se han analizado 4.374 carbones, individualizando 20 taxa leñosos que fueron utilizados como combustible
por los habitantes paleolíticos de la eova de les Cendres.
La flora identificada es prácticamente la misma de base a techo de la secuencia, es decir, las
plantas que sirvieron de combustible son las mismas durante toda la secuencia, lo que cambia es
la distribución de la frecuencia relativa de los cabeza de serie; en base a esto se distinguen tres
fases antracológicas (fig. 15).
La fase antracológica eova de les Cendres 1e (ee.l e) corresponde a la base de la secuencia
analizada, es decir el nivel XID y las dos últimas capas del nivel XIIB. Culturalrnente coincide
con el Solutrense final. Los tres espectros antracológicos que componen esta fase muestran un
cierto equilibrio entre los tres L dominantes: Pinus nigra (pino salgareño), Leguminosae (leguaxa
minosas leñosas) y Juniperus sp. (enebros). Si bien las tendencias de los porcentajes son antagónicas, las dos primeras muestran una tendencia a disminuir mientras que los enebros muestran un
progresivo aumento en su curva. El resto de plantas leilosas identificadas no es muy amplio pero
es de resellar la presencia de Quercus de tipo ilex-coccifera (carrasca-coscoja), Pnmus sp.,
Ephedra sp. (belcho), Monocotiledoneae, Rosmarinus officinalis (romero) y Viscum sp. (muérdago).
La fase antracológica ee. l e se puede interpretar como un paisaje de pinar abierto con enebros y matorrales de leguminosas leñosas. El muérdago es una planta parásita que vive sobre
muchos árboles y bien pudiera estar en las ramas de los pinos salgareños que fueron llevados a
la cueva como leña para el hogar. El conjunto de la flora indica una pluviometrla para la zona de
tipo seco. Por las cronologías absolutas que poseemos para el nivel XID ( 18.750±130 B.P y
18.920±180 B.P.) nos encontramos ante uno de los momentos más fríos de la historia del Planeta
que en la zona de Teulada se plasma por formaciones de coníferas que en la actualidad viven por
encima de los 800 metros de altitud y bajo unas temperaturas medias anuales comprendidas entre
13 y goe; por tanto, durante el Solutrense reinaron unas condiciones ambientales muy diferentes
de las actuales en la costa de Alicante.
La fase aotracológica ee. t B incluye desde la capa 6 1 del nivel XIIB y todo el XDA, culturalmente queda bien definido el Magdaleniense medio en el nivel XIIA En esta fase, Juniperus
sp. es dominante, con porcentajes comprendidos entre el 30 y el 50%, seguido de Leguminosae
y Pinus nigra. La curva de Quercus tipo ilex-coccifera aparece con unas frecuencias relativas del
orden del 5%. Con frecuencias inferiores al 1% se encuentran Quercus de hoja caduca, Viscum
sp., Ephedra sp., Prunus sp., Erica multiflora, Cistaceae y Rhamnus sp. Este conjunto antracológico nos habla de una formación vegetal abierta, dominada por enebros y matorrales. Las formaciones arbóreas ocuparían áreas más reducidas, los pinares alternarían con los enebros dando
zonas de bosque-estepa; mientras que los Quercus, tanto caducifolios como perennifolios, estarían acantonados en las zonas ecológicamente más aptas.
-59-
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[page-n-61]
EL PALEOLfnCO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
61
La vegetación de la fase CC. IB debía desarroUarse bajo la influencia de unos parámetros termoclimáticos de tipo supra-mesomediterráneos con ombroclima seco o semiárido.
Esa formación vegetal abierta es sustituida por otra cuyo estrato arbóreo es más importante.
Efectivamente, en Ja fase antracológica CC.lA (niveles arqueológicos XIC, XIB y X) Pinus
nigra alcanza unos porcentajes elevados (en tomo al 50%), al tiempo que se reduce la curva de
Juniperus y Leguminosae. En esta fase, Quercus tipo ilex-coccifera tiene unas frecuencias discretas pero constantes. La presencia de Pinus halepensis y Quercus de hoja caduca puede ser significativa de unas condiciones bioclimáticas más benignas que en Jos momentos anteriores. No
obstante, es probable que siguieran reinando condiciones frías de tipo supra o mesomediterráneo;
quizás la importancia del estrato arbóreo nos indique una pluviosidad más elevada que en Ja fase
anterior.
Los resultados antracológicos obtenidos en Jos niveles paleolíticos de la Cova de les Cendres
muestran una vegetación pleistocena típica de momentos fríos del Pleniglaciar y Tardiglaciar, que
en nuestra latitud toma una forma más suave que en otras regiones del Mediterráneo occidental.
donde se desarrolló una vegetación de tipo montano o incluso subalpina en los yacimientos de
montaña (Bazile-Robert. 1981 ; Heinz, 1991 ; Vemet y Thiebault, 1987).
En Cendres, las especies heliófilas son las mejor representadas, dando una imagen de espacios abiertos en la base de la secuencia (fases CC.l C y fase CC.1 8 ) y más cerrados en los tres
niveles superiores. No obstante se trataría de pinares, ya que las especies frondosas no experimentan grandes cambios a lo largo de la secuencia.
En la actualidad, la Cova de les Cendres se encuentra en el piso bioclimático termomediterráneo (fig. 16), caracterizado por unas temperaturas medias anuales de 17 ,3°C y unas temperaturas medias mensuales del mes de enero de 10°C. En cuanto a la pluviometría media anual es
de tipo seco, es decir, 535 mm/año en el cabo de Sant Antoni (Pérez Cueva, 1995; RivasMartínez, 1987).
Las condiciones climáticas actuales de la zona contrastan con las especies vegetales y animales identificadas en el yacimiento durante el MagdaJeniense (Badal, 1995, 1997; ViUaverde el
al., 1997). En este sentido, las condiciones óptimas para el pino salgareño son las supramediterráneas, es decir, unas temperaturas medias anuales comprendidas entre I3°C y los 8°C, no obstante puede prosperar en el horizonte inferior del piso oromediterráneo o en el superior del mesomediterráneo (fig. 16). En cuanto a las precipitaciones puede tolerar desde las semiáridas hasta
las subh\ímedas (350-1000 mm/afio) encontrando su óptimo en seca-subbómeda En la actualidad
se le encuentra en cotas superiores a los 800 m sobre el nivel del mar en las montañas del sistema
Ibérico o Bético. Es impensable que en las condiciones actuales de Moraira prospere el pino salgareño.
Como se expuso al principio, Pinus nigra está presente en toda la secuencia magdaleniense
de Cendres, incluso con frecuencias muy altas en la fase CC. 1A; por tanto, si sus necesidades
ecológicas no han cambiado con el paso del tiempo, entonces se puede inferir que en el
Pleniglaciar y Tardig1aciar la composición biogeográfica de nuestro territorio fue distinta de la
actual.
En la acutalidad, como se observa en la fig. 16, los pisos bioclimáticos y las plantas y animales asociados tienen una distribución altitudinal bastante precisa y que contrasta con nuestros
resultados magda1enienses. En el Pleistoceno superior los pisos bioclimáticos, posiblemente, descendieron en altitud y así en cotas de baja altitud (0-100 m sobre el nivel del mar actual) pudieron
- 61 -
[page-n-62]
62
V VIlLAVERDE. R. MARTfNEz-VAU..E. E. BADAL. P.M. GUIU.EM. R. GARdA Y J. MENARGUES
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magdaleniensa ft la Cova d~ les Cmdres. Doocle T es tempentW'11 media auual ~xpresada ~n o
El puuto oegro ftpruenta la situadón b~ de la Cova d~ les Cendres (Tadada, Allcant~).
darse condiciones medioambientales de tipo mesomediterráneo o incluso supramediterráneo
(Badal, 1995, 1997; VilJaverde et al., 1997).
En cuanto a los Quercus perennifolios en la actualidad, tanto la encina/carrasca como la coscoja crecen en los pisos tennomediterráneo y mesomediterráneo, haciendo algunas incursiones
en el supramediterráneo. Estas especies boy se les puede encontrar en los alrededores de la Cova
de les Cendres. La coscoja es frecuente mientras que la carrasca es relicta. Su débil frecuencia en
el Magdaleniense matiza las condiciones climáticas y probablemente denoten un paisaje en
mosaico con zonas más cálidas donde se refugiarían estas especies y otras más exigentes en calor.
Los resultados de la avifauna y de la microfauna también se expresan en este sentido.
Efectivamente, las especies de aves más frecuentes son las de espacios abiertos fríos y templados;
entre elJas cabe destacar la presencia de la chova piquigualda (Pyrrhocorax graculus), que en
nuestra región se puede tomar como bioindicador de condiciones relativamente frías, ya que en
la actualidad presenta una distribución geográfica limitada a las cordilleras mediterráneas con
vegetación abierta y fría de tipo oromediterráneo (Villaverde et al., 1997). La presencia de la
perdiz mediterránea matiza esa interpretación.
Dentro de los micromamíferos cabe destacar la frecuencia de la ratilla campestre (Microtus
arvalis) en el nivel Xl. Actualmente, la zona más próxima a nuestro yacimiento donde vive esta
especie es el piso bioclimático oromediterráneo de Penyagolosa, Javalambre, Albarracín y Gúdar
(Jiménez et al., 1989) asociados a pinares albares y praderas. Su presencia en los niveles tardiglaciares de Cendres le confieren un alto valor ecológico ya que está asociado a Pinus nigra y
Junipems.
En conclusión, la vegetación documentada en los niveles magdalenienses de Cendres responde a Jos últimos fríos del Würm reciente, en terminología alpina (estadio isotópico 2). Los
- 62 -
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EL PALEOLÍTICO SUPERIOR DE LA COVA DE LES CENDRES
63
bosques serían de coníferas, en particular de pino salgareño, mientras que Jos carrascales ocuparían probablemente las zonas más cálidas y con mayor humedad edáfica. Las estepas y matorrales
claros ocuparían extensas áreas. Sin lugar a dudas, las condiciones bioclimáticas serían de tipo
supramediterráneo o en el mejor de Jos casos mesomediterráneo, como también lo indican las
aves y Jos rnicromamíferos. Por tanto, las temperaturas medias serían del orden de 4-6 o infec
riores a las actuales
Si tenemos en cuenta que la Cova de les Cendres se encuentra en el piso bioclimático termomediterráneo se constata un desfase de al menos un piso bioclimático. Es decir, Jos fríos del
Tardiglaciar desplazaron las zonas bioclimáticas en latitud y en altitud. La asociación de fauna y
flora documentada en el Magdaleniense de Cendres en la actualidad prospera en zonas altas de
la Cordillera Ibérica y Pirineos.
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