La Covalta y Casa del Monte, dos pájaros de un tiro
Consuelo Mata Parreño
Lucia Soria Combadiera
2006
[page-n-1]
La Covalta y Casa del Monte, dos pájaros de un tiro
Consuelo Mata Parreño
Universitat de València
Lucía Soria Combadiera
Universidad de Castilla-La Mancha
Abogado de profesión, Isidro Ballester Tormo compatibilizó esta
actividad profesional con tres de sus grandes pasiones: la política, la
arqueología y la caza. Su afición por la caza le permitía pasar largas
horas en el monte y cazar… no sabemos si cazaba, pero lo que sí sabemos es que identificó numerosos yacimientos en algunos lugares por
donde tuvo la fortuna de pasar.
Los lazos familiares y la profesión le llevaron a estar largas temporadas en la Vall d’Albaida, lo que le permitió iniciar, en 1907, su primera
excavación en la Covalta, convirtiéndose, así, en el primer «despoblado»
ibérico valenciano excavado en extensión. Las campañas se prolongaron
hasta 1919 y duraban, siempre, pocos días pues los trabajos corrían a sus
expensas, incluso a partir de 1917, año en que solicitó permiso a la Junta
Superior de Excavaciones y Antigüedades. Una vez acabadas las excavaciones, siguió visitando el lugar, al menos hasta el año 1925, cuando hace
la última anotación en su diario.
A pesar del interés del sitio, I. Ballester nunca publicó la totalidad
de los hallazgos, pero sí que permitió el acceso a los mismos a todo aquel
que se desplazara a su casa de Atzeneta d’Albaida, donde los tenía
expuestos en vitrinas. Publicó seis artículos sobre materiales de la
Covalta y resulta curioso leer en casi todos ellos una enumeración bastante detallada de los hallazgos más importantes, así como una disculpa
continuada por no haberlos publicado totalmente.
Así, en las actas del IV Congreso Arqueológico del Sureste, celebrado en Elx en 1948, se puede leer «una escueta comunicación relativa a
dos tiestos covaltinos… aun siendo de viejo conocidos por algunos de
vosotros, especialmente por los que visitaron nuestra colección…; y que
por diversas causas no ha podido publicarse totalmente, ha estado siempre lo hallado a disposición de los estudiosos» (Ballester, 1949b). No
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
obstante, otros autores también publicaron materiales de Covalta como
María Angeles Vall (1969 y 1971) y, más recientemente, la revisión completa de los mismos hecha por Manuela Raga (1994 y 1995).
Desgraciadamente, los diarios no se encuentran en el archivo del
Servicio de Investigación Prehistórica, por lo que se desconocen detalles
como la duración exacta de las campañas o las impresiones de su excavador. No sucede lo mismo con la siguiente excavación que lleva a cabo,
en esta ocasión en Valdeganga (Albacete).
El hallazgo de la necrópolis de Casa del Monte acontece en el transcurso de una cacería que se celebraba anualmente durante el mes de
marzo en la finca que da nombre al yacimiento. Según relata I. Ballester,
las primeras noticias se remontan al último cuarto del siglo XIX, momento en que se destruyeron gran número de urnas en el extremo noroeste
(Ballester, 1930b: 28). Este hecho no trasciende más allá de las personas
que allí trabajan y será en 1917 cuando el azar quiso que saliera a la luz.
Ese año, Ballester acudió invitado por el entonces propietario de la finca.
Así relata su hallazgo:
«En Marzo de 1917, con motivo de una excursión de caza a la Casa
del Monte, finca de D. Feliciano Colomer y Ramírez de Arellano, labor
situada en el linde mismo de los términos de Chinchilla y Valdeganga, y
no sé bien también si en Albacete, casi en las mismas paredes de la casa
de labor, extensa y amplia, […] encontramos unos pequeños tiestos ibéricos decorados con segmentos de círculos y fajas amplias de color siena...
Detalle de varias
tumbas de la necrópolis
de Casa del Monte
(Valdeganga, Albacete).
[Isidro Ballester. Placa de
vidrio. SIP 451]
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La Covalta y Casa del Monte, dos pájaros de un tiro
»La pequeña loma, mejor dicho cerrillo, inclinaba rápidamente sus
vertientes, unas para el SE, cortándose por el S, por donde llegaba el
Camino del Caserío de La Felipa... El hallazgo de cerámicas nos obligó a
un reconocimiento más detenido, encontrando en los terrenos y campos
inmediatos una cerámica antigua, algunas astillas de pedernal y sobre
todo, en el borde de la cortadura de la meseta por el Camino de
Valdeganga, vemos a espaldas de la casa en la inmediación del Camino de
La Felipa, todo ya en el cerrillo, cimientos de paredes de piedra en seco,
que nos recordaban a la técnica de los despoblados ibéricos valencianos y
así dejamos las cosas hasta la nueva temporada de caza».
Los trabajos de I. Ballester en la necrópolis consistieron en un sondeo
realizado en 1918 y tres cortas campañas entre 1919 y 1920. En el diario de
1918 no hay anotaciones referidas a los días de trabajo ni a la participación
de peones; sin embargo, considerando el ritmo de sepulturas exhumadas en
años posteriores, no creemos que la campaña durase más de uno o dos días.
Da la impresión de que se limita a tantear el yacimiento y se aprecia que es
la primera vez que excava una necrópolis. Practicó «unas catas» en un punto
donde eran visibles restos constructivos, que interpretó en un principio como
viviendas, al partir de la idea preconcebida de que se trataba de un «despoblado ibérico al estilo de los valencianos». Es evidente que la experiencia
adquirida en Covalta le va a ser de gran utilidad, sobre todo a la hora de
identificar determinadas cerámicas a las que se refiere como «tipo Covalta».
En marzo de 1919 contó con la ayuda de peones pues en el diario
anota tres jornales el primer día y cuatro los restantes. En 1920 acudió
a la finca en dos ocasiones, en marzo y en octubre. En marzo, le ayudaron entre cinco y ocho peones, así como un joven de Valdeganga llamado Pascual Martínez García que, según anota en la última página del
diario, estaba haciendo el servicio militar en Alcoi. En el mes de octubre, acudió con su esposa Matilde y, desconocemos el motivo, se llevó
«tres braceros valencianos» a los que se sumaron, en los días siguientes,
otros cuatro de Valdeganga. Se dedica a aclarar algunos aspectos de las
campañas anteriores y excava algunas tumbas más. Entre los días 14 y
16, inicia la apertura de zanjas con intención de delimitar la extensión
de la necrópolis, como consecuencia de la cual halló dos departamentos
del poblado que denomina «mansiones».
En la última página del diario hay un resumen de las cuentas relativas a las excavaciones de 1919 (marzo) y 1920 (marzo y octubre). En
1919, los jornales de la excavación, «aparte comidas», ascienden a
52,50 ptas (0,31 Euros); en marzo de 1920 pagó las peonadas a 4 ptas
(0,02 Euros), suponiendo un total de 110 ptas en jornales (0,66 Euros);
las cuentas referidas a octubre de ese año están incompletas, anotando
sólo los jornales correspondientes a los tres primeros días.
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Plano original con
anotación de mediciones
y copia a tinta en papel
entelado de la excavación
de Casa del Monte
(Valdeganga, Albacete).
El trabajo de I. Ballester en la Casa del Monte fue minucioso, ejemplar para la época. Los comentarios y descripciones del diario revelan que
el proceso de excavación fue meticuloso, así como la observación de la disposición espacial de los hallazgos, también detallada en los escritos, lo que
la convierte en la primera excavación realizada con criterios científicos en
la provincia de Albacete. Quizá descuidó la parte gráfica, pues aunque concedió gran importancia a la disposición original de las piezas del ajuar funerario, describiendo su localización en el nicho y el estado en que aparecían
los restos (doblados, rotos...), no hace croquis estratigráficos ni dibujos.
El sistema de trabajo contemplaba la apertura de zanjas a partir de
la localización en superficie de restos de estructuras tumulares o manchas
de cenizas, hasta ampliar los márgenes para su correcta visualización. En
total se excavaron 38 sepulturas y, a partir del croquis conservado, hemos
calculado que abre una zona en sentido O-E con un eje aproximado de 33
m y otro S-N de 16/17 m.
Un aspecto elogiable en la metodología de campo de I. Ballester, aunque difícilmente trasladable a la realidad por las imprecisiones y carencias
que contiene (no llega a triangular), es la casi obsesiva presencia de mediciones para intentar situar cada sepultura, en especial las tumulares con respecto a otras. Se advierte en cada una de ellas un número excesivo de medidas: desde las cuatro esquinas hacia otras sepulturas y la distancia más corta
en línea recta hasta el túmulo más próximo. Todo este intrincado sistema
de medidas y distancias lo reflejó en el croquis general de la excavación.
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La Covalta y Casa del Monte, dos pájaros de un tiro
Sus escritos manifiestan las diversas impresiones que tuvo en el transcurso de los trabajos y, desde luego, siempre plasma todo lo que acontece
en el proceso de exhumación de las tumbas, especialmente cuando advierte
algo que no sabe explicar a priori y procede a su descripción para después,
entre interrogantes, proponer una explicación. Sirva como ejemplo la interpretación que realiza de la tumba VI (excavada el 28 de marzo de 1919),
cuyo interior no albergaba resto alguno ni del difunto ni del ajuar. Es destacable la interpretación que hace de la tumba como posible cenotafio
(Ballester, 1930b: 32), aunque también se planteó la posibilidad de que se
tratase de una antigua «mansión» reutilizada como enterramiento. En efecto, estos monumentos cenotáficos se han identificado también en necrópolis excavadas y publicadas con posterioridad, como sucede en el Estacar de
Robarinas (Linares) (Blázquez y García-Gelabert, 1987: 187) y, tal vez, en
Cabezo Lucero (Guardamar del Segura) (Aranegui et al., 1993: 30).
En los años que duran las excavaciones en Casa del Monte, la arqueología albacetense estaba en manos de la Comisión Provincial de
Monumentos de Albacete, creada en 1844 y dependiente de la Comisión
Central, y no existía el Museo Provincial, lo que propició que los hallazgos
de este yacimiento y de otros lugares visitados por I. Ballester en la provincia pasaran a formar parte de su colección particular. En 1949, la donó al
Servicio de Investigación Prehistórica de Valencia, en la que se encontraban
también los materiales de Covalta (Fletcher y Pla, 1977: 103), junto a fotografías y diarios de campo, pues casi toda esta documentación se encuentra en el archivo de dicho Servicio. Actualmente, las piezas más significativas de ambos yacimientos pueden verse en las salas del Museo de
Prehistoria de la Diputación de Valencia.
Materiales procedentes
de la necrópolis ibérica
de Casa del Monte
(Valdeganga, Albacete).
[Casa Grollo. Placa de
vidrio. SIP 402]
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Página del inventario de
materiales de Casa de
Monte (Valdeganga,
Albacete).
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La Covalta y Casa del Monte, dos pájaros de un tiro
Consuelo Mata Parreño
Universitat de València
Lucía Soria Combadiera
Universidad de Castilla-La Mancha
Abogado de profesión, Isidro Ballester Tormo compatibilizó esta
actividad profesional con tres de sus grandes pasiones: la política, la
arqueología y la caza. Su afición por la caza le permitía pasar largas
horas en el monte y cazar… no sabemos si cazaba, pero lo que sí sabemos es que identificó numerosos yacimientos en algunos lugares por
donde tuvo la fortuna de pasar.
Los lazos familiares y la profesión le llevaron a estar largas temporadas en la Vall d’Albaida, lo que le permitió iniciar, en 1907, su primera
excavación en la Covalta, convirtiéndose, así, en el primer «despoblado»
ibérico valenciano excavado en extensión. Las campañas se prolongaron
hasta 1919 y duraban, siempre, pocos días pues los trabajos corrían a sus
expensas, incluso a partir de 1917, año en que solicitó permiso a la Junta
Superior de Excavaciones y Antigüedades. Una vez acabadas las excavaciones, siguió visitando el lugar, al menos hasta el año 1925, cuando hace
la última anotación en su diario.
A pesar del interés del sitio, I. Ballester nunca publicó la totalidad
de los hallazgos, pero sí que permitió el acceso a los mismos a todo aquel
que se desplazara a su casa de Atzeneta d’Albaida, donde los tenía
expuestos en vitrinas. Publicó seis artículos sobre materiales de la
Covalta y resulta curioso leer en casi todos ellos una enumeración bastante detallada de los hallazgos más importantes, así como una disculpa
continuada por no haberlos publicado totalmente.
Así, en las actas del IV Congreso Arqueológico del Sureste, celebrado en Elx en 1948, se puede leer «una escueta comunicación relativa a
dos tiestos covaltinos… aun siendo de viejo conocidos por algunos de
vosotros, especialmente por los que visitaron nuestra colección…; y que
por diversas causas no ha podido publicarse totalmente, ha estado siempre lo hallado a disposición de los estudiosos» (Ballester, 1949b). No
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
obstante, otros autores también publicaron materiales de Covalta como
María Angeles Vall (1969 y 1971) y, más recientemente, la revisión completa de los mismos hecha por Manuela Raga (1994 y 1995).
Desgraciadamente, los diarios no se encuentran en el archivo del
Servicio de Investigación Prehistórica, por lo que se desconocen detalles
como la duración exacta de las campañas o las impresiones de su excavador. No sucede lo mismo con la siguiente excavación que lleva a cabo,
en esta ocasión en Valdeganga (Albacete).
El hallazgo de la necrópolis de Casa del Monte acontece en el transcurso de una cacería que se celebraba anualmente durante el mes de
marzo en la finca que da nombre al yacimiento. Según relata I. Ballester,
las primeras noticias se remontan al último cuarto del siglo XIX, momento en que se destruyeron gran número de urnas en el extremo noroeste
(Ballester, 1930b: 28). Este hecho no trasciende más allá de las personas
que allí trabajan y será en 1917 cuando el azar quiso que saliera a la luz.
Ese año, Ballester acudió invitado por el entonces propietario de la finca.
Así relata su hallazgo:
«En Marzo de 1917, con motivo de una excursión de caza a la Casa
del Monte, finca de D. Feliciano Colomer y Ramírez de Arellano, labor
situada en el linde mismo de los términos de Chinchilla y Valdeganga, y
no sé bien también si en Albacete, casi en las mismas paredes de la casa
de labor, extensa y amplia, […] encontramos unos pequeños tiestos ibéricos decorados con segmentos de círculos y fajas amplias de color siena...
Detalle de varias
tumbas de la necrópolis
de Casa del Monte
(Valdeganga, Albacete).
[Isidro Ballester. Placa de
vidrio. SIP 451]
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La Covalta y Casa del Monte, dos pájaros de un tiro
»La pequeña loma, mejor dicho cerrillo, inclinaba rápidamente sus
vertientes, unas para el SE, cortándose por el S, por donde llegaba el
Camino del Caserío de La Felipa... El hallazgo de cerámicas nos obligó a
un reconocimiento más detenido, encontrando en los terrenos y campos
inmediatos una cerámica antigua, algunas astillas de pedernal y sobre
todo, en el borde de la cortadura de la meseta por el Camino de
Valdeganga, vemos a espaldas de la casa en la inmediación del Camino de
La Felipa, todo ya en el cerrillo, cimientos de paredes de piedra en seco,
que nos recordaban a la técnica de los despoblados ibéricos valencianos y
así dejamos las cosas hasta la nueva temporada de caza».
Los trabajos de I. Ballester en la necrópolis consistieron en un sondeo
realizado en 1918 y tres cortas campañas entre 1919 y 1920. En el diario de
1918 no hay anotaciones referidas a los días de trabajo ni a la participación
de peones; sin embargo, considerando el ritmo de sepulturas exhumadas en
años posteriores, no creemos que la campaña durase más de uno o dos días.
Da la impresión de que se limita a tantear el yacimiento y se aprecia que es
la primera vez que excava una necrópolis. Practicó «unas catas» en un punto
donde eran visibles restos constructivos, que interpretó en un principio como
viviendas, al partir de la idea preconcebida de que se trataba de un «despoblado ibérico al estilo de los valencianos». Es evidente que la experiencia
adquirida en Covalta le va a ser de gran utilidad, sobre todo a la hora de
identificar determinadas cerámicas a las que se refiere como «tipo Covalta».
En marzo de 1919 contó con la ayuda de peones pues en el diario
anota tres jornales el primer día y cuatro los restantes. En 1920 acudió
a la finca en dos ocasiones, en marzo y en octubre. En marzo, le ayudaron entre cinco y ocho peones, así como un joven de Valdeganga llamado Pascual Martínez García que, según anota en la última página del
diario, estaba haciendo el servicio militar en Alcoi. En el mes de octubre, acudió con su esposa Matilde y, desconocemos el motivo, se llevó
«tres braceros valencianos» a los que se sumaron, en los días siguientes,
otros cuatro de Valdeganga. Se dedica a aclarar algunos aspectos de las
campañas anteriores y excava algunas tumbas más. Entre los días 14 y
16, inicia la apertura de zanjas con intención de delimitar la extensión
de la necrópolis, como consecuencia de la cual halló dos departamentos
del poblado que denomina «mansiones».
En la última página del diario hay un resumen de las cuentas relativas a las excavaciones de 1919 (marzo) y 1920 (marzo y octubre). En
1919, los jornales de la excavación, «aparte comidas», ascienden a
52,50 ptas (0,31 Euros); en marzo de 1920 pagó las peonadas a 4 ptas
(0,02 Euros), suponiendo un total de 110 ptas en jornales (0,66 Euros);
las cuentas referidas a octubre de ese año están incompletas, anotando
sólo los jornales correspondientes a los tres primeros días.
121
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Plano original con
anotación de mediciones
y copia a tinta en papel
entelado de la excavación
de Casa del Monte
(Valdeganga, Albacete).
El trabajo de I. Ballester en la Casa del Monte fue minucioso, ejemplar para la época. Los comentarios y descripciones del diario revelan que
el proceso de excavación fue meticuloso, así como la observación de la disposición espacial de los hallazgos, también detallada en los escritos, lo que
la convierte en la primera excavación realizada con criterios científicos en
la provincia de Albacete. Quizá descuidó la parte gráfica, pues aunque concedió gran importancia a la disposición original de las piezas del ajuar funerario, describiendo su localización en el nicho y el estado en que aparecían
los restos (doblados, rotos...), no hace croquis estratigráficos ni dibujos.
El sistema de trabajo contemplaba la apertura de zanjas a partir de
la localización en superficie de restos de estructuras tumulares o manchas
de cenizas, hasta ampliar los márgenes para su correcta visualización. En
total se excavaron 38 sepulturas y, a partir del croquis conservado, hemos
calculado que abre una zona en sentido O-E con un eje aproximado de 33
m y otro S-N de 16/17 m.
Un aspecto elogiable en la metodología de campo de I. Ballester, aunque difícilmente trasladable a la realidad por las imprecisiones y carencias
que contiene (no llega a triangular), es la casi obsesiva presencia de mediciones para intentar situar cada sepultura, en especial las tumulares con respecto a otras. Se advierte en cada una de ellas un número excesivo de medidas: desde las cuatro esquinas hacia otras sepulturas y la distancia más corta
en línea recta hasta el túmulo más próximo. Todo este intrincado sistema
de medidas y distancias lo reflejó en el croquis general de la excavación.
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La Covalta y Casa del Monte, dos pájaros de un tiro
Sus escritos manifiestan las diversas impresiones que tuvo en el transcurso de los trabajos y, desde luego, siempre plasma todo lo que acontece
en el proceso de exhumación de las tumbas, especialmente cuando advierte
algo que no sabe explicar a priori y procede a su descripción para después,
entre interrogantes, proponer una explicación. Sirva como ejemplo la interpretación que realiza de la tumba VI (excavada el 28 de marzo de 1919),
cuyo interior no albergaba resto alguno ni del difunto ni del ajuar. Es destacable la interpretación que hace de la tumba como posible cenotafio
(Ballester, 1930b: 32), aunque también se planteó la posibilidad de que se
tratase de una antigua «mansión» reutilizada como enterramiento. En efecto, estos monumentos cenotáficos se han identificado también en necrópolis excavadas y publicadas con posterioridad, como sucede en el Estacar de
Robarinas (Linares) (Blázquez y García-Gelabert, 1987: 187) y, tal vez, en
Cabezo Lucero (Guardamar del Segura) (Aranegui et al., 1993: 30).
En los años que duran las excavaciones en Casa del Monte, la arqueología albacetense estaba en manos de la Comisión Provincial de
Monumentos de Albacete, creada en 1844 y dependiente de la Comisión
Central, y no existía el Museo Provincial, lo que propició que los hallazgos
de este yacimiento y de otros lugares visitados por I. Ballester en la provincia pasaran a formar parte de su colección particular. En 1949, la donó al
Servicio de Investigación Prehistórica de Valencia, en la que se encontraban
también los materiales de Covalta (Fletcher y Pla, 1977: 103), junto a fotografías y diarios de campo, pues casi toda esta documentación se encuentra en el archivo de dicho Servicio. Actualmente, las piezas más significativas de ambos yacimientos pueden verse en las salas del Museo de
Prehistoria de la Diputación de Valencia.
Materiales procedentes
de la necrópolis ibérica
de Casa del Monte
(Valdeganga, Albacete).
[Casa Grollo. Placa de
vidrio. SIP 402]
123
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Página del inventario de
materiales de Casa de
Monte (Valdeganga,
Albacete).
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