La creación del Laboratorio de Arqueología de la Universidad de Valencia: entre la Escuela Superior de Diplomática y «por la ciencia hacia Dios» (1921 - 1940)
Joan Emili Aura Tortosa
2006
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La creación del Laboratorio de Arqueología de la
Universidad de Valencia: entre la Escuela Superior
de Diplomática y «por la ciencia hacia Dios»
(1921 - 1940)
Joan Emili Aura Tortosa
Universitat de València
A la historia de la Arqueología prehistórica en el País Valenciano
se han dedicado varios trabajos en los últimos veinte años, aunque su
contextualización dentro de la tradición científica valenciana y española, la malla de relaciones trazada entre algunas de sus figuras más destacadas o los matices que se entrevén en ámbitos locales, advierten que es
largo el camino que queda por recorrer1. Para explicar su desarrollo se
suelen buscar marcos interpretativos, o al menos informativos, en los
procesos políticos, sociales y científicos que acompañan la construcción/destrucción del Estado liberal a lo largo del período que media
entre la proclamación de la I y la II República Española, de la que en este
año se conmemora su 75 aniversario.
En este breve texto se analizan los antecedentes directos y los primeros años del Laboratorio de Arqueología de la Universidad de
Valencia. A partir del análisis de una parte del fondo documental conservado en el actual Departament de Prehistòria i Arqueologia se presta
atención a la figura de su primer director, el profesor Luis Gonzalvo
París, y a las relaciones entre las instituciones implicadas en la investigación arqueológica que, en muchos casos, sólo pueden ser trazadas a partir de las coincidencias personales. La procedencia de sus miembros indica que el Laboratorio traspasó sus iniciales objetivos docentes de ámbito
universitario (Fletcher, 1975), configurando un grupo diverso, en el que
se intuye otro interés común aparte de lo arqueológico: su participación
activa en diferentes publicaciones, sociedades, organizaciones e instituciones culturales y políticas de orientación regionalista y nacionalista.
Antecedentes
Entre el cese de la actividad pública de la Sociedad Arqueológica
Valenciana, fechado en torno a 1883-1886 (Goberna, 1981), y la
segunda década del siglo XX la publicación, escasa, sobre la Prehistoria
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
reciente y la Arqueología valenciana había quedado reducida a lo entregado por algunos sacerdotes —Roque Chabás, Julius Furgús o Remigio
Vicedo Sanfelipe—, aunque no falta alguna interesante síntesis como la
de Francisco Almarche (1918) sobre la «civilización» ibérica o la guía
de Elías Tormo (1923). Este período queda delimitado por los dos episodios en que se expresan las críticas más duras hacia quienes intentaron una cierta conciliación entre la religión y la evidencia científica. El
primero se sitúa entre 1880 y 1885, cuando se producen las críticas más
feroces contra los «transformistas», caricaturizados en el libro de
Manuel Polo y Peirolón o en los artículos de la prensa de Alcoi (Aura,
2000; Catalá, 2001). El segundo corresponde a la celebración en 1909
del centenario del nacimiento de Darwin en el paraninfo de la
Universidad de Valencia, con una mesa presidida por Peregrín
Casanova, Miguel de Unamuno, Juan Bartual y Eduardo Boscá, que
estuvo acompañada de una desproporcionada reacción de los mismos
sectores conservadores (Núñez, 1977; Sanchis Guarner, 1972: 540).
Esta situación no logra explicar, pero sí ayuda a comprender, lo que se
ha descrito como una paradoja: el hecho de que la influencia de Juan
Vilanova y Piera (Gozalo, 1993), la figura más destacada de la
Prehistoria española durante el último tercio del siglo XIX, no lograra
consolidar en Valencia una tradición de estudio, a pesar de la emergente investigación que sobre nuestro país se empezó a articular en torno
a la Sociedad Arqueológica Valenciana (ca. 1871–1886), tal y como ha
sido señalado por María Victoria Goberna (1981 y 1985).
Con estos antecedentes, los estudios arqueológicos y prehistóricos en
el País Valenciano alcanzan una cierta normalidad científica a partir de la
segunda década del siglo XX. La creación del Laboratorio de Arqueología
de la Universidad de Valencia puede ser observada desde diferentes perspectivas, entre las que cabe su consideración como un elemento más de
esta dinámica. La realización de algunas excavaciones (Martí, 1995),
sobre todo en sitios de época ibérica y acogiéndose al reglamento de la
Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades (1912), la creación del
Centro de Cultura Valenciana (1915) y, sobre todo, la del Servicio de
Investigación Prehistórica (SIP) en 1927 constituyen otros ejemplos de esta
situación. Esta «normalidad» será breve, si nos atenemos a lo que ocurrirá en los primeros años de la década de los años cuarenta del siglo XX.
Pero, hasta llegar a 1940, podemos apreciar un período dinámico y de
rápida madurez institucional, tal y como ha sido señalado por Bernat
Martí (1995), pues a la fundación de los centros citados más arriba se
añade la propuesta de creación de un Museo Municipal en Xàtiva (1919),
el Museo Militar de Sagunt (1925), el Museo Arqueológico de Alicante
(1931), la creación del Institut d’Estudis Valencians (1937), o la consolidación de importantes colecciones que servirán de núcleo de destacados
museos como los de Alcoi o Elx.
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La creación del Laboratorio de Arqueología de la Universidad de Valencia:
entre la Escuela Superior de Diplomática y «por la ciencia hacia Dios»
El profesor Luis Gonzalvo París
La emergencia de las nuevas instituciones dedicadas al estudio de
la Arqueología y la Prehistoria estuvo precedida de la reforma universitaria de 1900, que trasladó la enseñanza de la Arqueología desde la
Escuela Superior de Diplomática a la Universidad. Coincidiendo con
estos cambios docentes la Arqueología histórica, fundamentalmente la
«clásica», empieza a abandonar los museos de Bellas Artes para conformar museos arqueológicos, manteniendo cierta relación con la Historia
del Arte; y otro tanto ocurrirá con la Prehistoria, aunque en este caso se
encuentra más ligada a la Geología y a la Paleontología (Díaz-Andreu y
Mora, 1985). En este ambiente de transformación hay que situar la formación académica del profesor Gonzalvo.
La Universidad de Valencia contó a partir de 1902 con una sección
de ciencias históricas dentro de su Facultad de Filosofía y Letras (Baldó,
1997) a la que se incorporó L. Gonzalvo en 1905 como catedrático de
Arqueología, Epigrafía y Numismática, aunque en otros textos se sitúa en
1904 su llegada a Valencia (Díaz-Andreu, 2004). Pero los ligeros cambios
en los contenidos docentes no solventaban más que una parte del crítico
diagnóstico que los regeneracionistas venían planteando respecto de la
ciencia y los métodos pedagógicos de la enseñanza en España. En este sentido, la creación del Laboratorio debe ser relacionada con la mejora de la
formación-profesionalización de los estudiantes, dentro de la tímida y
recién estrenada autonomía universitaria del Decreto Silió de 1919 (cf.
Mateu y Llopis, 1952). Igualmente, puede considerarse como el resultado
lógico de una creciente preocupación de profesores, alumnos y diversos
profesionales extrauniversitarios por la investigación y conservación patrimonial (Fletcher, 1975; Martí y Villaverde, 1997).
Dos trabajos de Felipe Mateu y Llopis (1952 y 1975), testigo directo
de aquellos primeros años del Laboratorio, permiten recorrer la transformación académica que empezaba a manifestarse, con especial referencia a
la enseñanza de la Arqueología, y aportan las únicas notas biográficas del
que fue el primer Catedrático de Arqueología de la Universidad de
Valencia. L. Gonzalvo había nacido en Ávila en 1874 y estudió en la antigua Escuela Superior de Diplomática. En 1893 ingresó en el Cuerpo
Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, siendo destinado
al Archivo de Hacienda de Valencia y, tras una breve estancia en el de
Toledo, fue trasladado al Archivo Histórico Nacional donde permaneció
entre 1896 y 1905, año de su regreso a Valencia, ya como catedrático.
Hasta aquí los datos recopilados en el volumen dedicado a conmemorar el
«L Aniversario de la Fundación del Laboratorio de Arqueología» (1975),
ya que no hemos encontrado ninguna necrológica dedicada al profesor
Gonzalvo, a diferencia de lo ocurrido con otros catedráticos de la Facultad.
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Lluís Pericot a la entrada
de la Cova del Parpalló
(Gandia). Junto a él se sitúa
un grupo de alumnos
universitarios, entre ellos
Julián San Valero,
a su derecha, y Domingo
Fletcher, el último a su
izquierda. 1932.
[Papel. SIP 16.362]
Se le consideraba alumno del arabista aragonés Francisco Codera,
sin que se pueda establecer una relación estrecha con José Ramón Mélida
(Díaz-Andreu, 2004), siendo descrita cierta «alergia frente a la publicación de los datos que él obtenía y de los comentarios que cualquier tema
en él sugería» (Pericot, 1975: 16); de hecho, el único trabajo suyo que
hemos logrado localizar es el discurso leído con motivo de la apertura del
curso 1914-1915 titulado «Carácter, elaboración y enseñanza de los
estudios históricos» (Gonzalvo, 1914) y algunas notas manuscritas que
deben fecharse en su mayoría entre 1921 y 1927 sobre la creación y los
primeros años del Laboratorio (cf. Apéndice documental).
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La creación del Laboratorio de Arqueología de la Universidad de Valencia:
entre la Escuela Superior de Diplomática y «por la ciencia hacia Dios»
Como catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras ocupó la dirección del Instituto de Idiomas de la Universidad de Valencia (Baldó, 1997),
desde donde se mostró contrario a mantener las clases de valenciano impartidas hasta entonces por el Centro de Cultura Valenciana. El objetivo era
otorgar a estos estudios rango universitario y con ese fin la Universidad creó
el Seminario de Filología Valenciana, designando a Manuel Sanchis Guarner
como su encargado, quien por sugerencia de L. Gonzalvo se traslada al
Centro de Estudios Históricos de Madrid, para estudiar con Tomás Navarro
(Mancebo, 1994; Pellicer i Borràs, 2003). Con la proclamación de la
República, L. Gonzalvo combina la dirección del Instituto de Idiomas con su
nombramiento como vicerrector, y desde febrero de 1937 con la dirección de
la Secció Filològica del Institut d’Estudis Valencians, integrada por Carles
Salvador, Manuel Sanchis Guarner, Francesc Almela i Vives y Bernat Artola
(Barona y Mancebo, 2003; Pellicer, 2003). L. Gonzalvo dimitió de su cargo
de vicerrector el 3 de agosto de 1938, tras ser movilizado por la República.
La victoria del golpe militar franquista le supuso la separación de su
cátedra y la jubilación forzosa el 17 de octubre de 1940 y, como en tantos otros casos, sólo logró que se desestimaran los cargos cuando ya había
sobrepasado la edad reglamentaria de jubilación (García y Salavert, 1986;
Baldó, 1987). La última referencia del profesor Gonzalvo es de Nicolau
Primitiu Gómez Serrano (1941), quien relata que le muestra y pide opinión sobre una figura, posiblemente romana, hallada en Valencia.
La herencia de la Escuela superior de Diplomática: «Esfera de
acción del Laboratorio: límites y carácter de su actividad»
Entre la documentación conservada se encuentra una copia del
acta de la Junta de la Facultad de Filosofía y Letras en la que se aprobó
la creación del Laboratorio de Arqueología, celebrada el día 3 de
diciembre de 1921 (cf. Apéndice documental, nº 1) y algunas cuartillas
manuscritas entre las que tienen un interés especial las encabezadas con
el título «Esfera de acción del Laboratorio: límites y carácter de su actividad» (cf. Apéndice documental, nº 2); otros originales de cierto interés son un esbozo de escudo del Laboratorio o la cabecera de un
Reglamento de la Sociedad Artístico-Arqueológica Valenciana a la que
también parece referirse Lluís Pericot (1975: 16).
Esta breve memoria contiene un posicionamiento sobre diversos temas:
la concepción que tenía L. Gonzalvo de la arqueología, los objetivos y funciones del Laboratorio —docentes, documentales, museológicos, profesionales e
investigadores—, o sobre los fines que debía cumplir la Universidad. Resulta
esclarecedor que en las primeras líneas se defina el campo de actuación del
Laboratorio y que no figure ninguna mención a la arqueología prehistórica.
Su formación en la Escuela Superior de Diplomática queda plasmada, sin
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Visita del Centro de
Cultura Valenciana a un
abrigo de arte rupestre en
el Barranc de la Carbonera
(Beniatjar). De izquierda a
derecha aparecen Juan José
Senent, Rafael Pardo y
Nicolau Primitiu Gómez;
sentados a la derecha se
encuentran Lluís Pericot
y Salvador Espí. 1933.
[Papel. SIP D/5.716]
duda, en esta declaración de objetivos y funciones y, posiblemente, propiciará
una definición del ámbito de actuación preferente del SIP. Cuando algunos
años después, en 1926, se llega a formalizar por parte de L. Gonzalvo, José
María Ibarra Folgado y N.P. Gómez Serrano una solicitud para excavar el
poblado prehistórico del Puntal dels Moros (Nàquera), surgen dificultades ajenas al propio Laboratorio que impiden esta incursión en la Prehistoria
(Fletcher, 1975: 24).
La observación de estos acontecimientos, desde una posición personal, permite valorarlos como una delimitación del campo de actuación
del Laboratorio y del SIP, en un contexto inmediato a su creación y a la
incorporación del profesor L. Pericot a la Universidad de Valencia y al
SIP. Ciertamente, no conocemos ninguna referencia sobre cómo se gestionó el solapamiento de actividades entre el Laboratorio de
Arqueología, la sección de Arqueología del Centro de Cultura
Valenciana y el SIP, aunque la coincidencia de diversos miembros en las
tres instituciones —Isidro Ballester, N. P. Gómez Serrano o José
Martínez Aloy, por citar los más destacados— no transmite la existencia de actitudes excluyentes.
En todo caso, la actividad del Laboratorio de Arqueología en esta primera etapa parece ser dinámica entre 1924 y 1927, hasta el extremo de que
es frecuente situar su creación en el curso 1924-25 (VV.AA., 1975). A partir de
1927 no se conocen reuniones ni informes, como los que fueron exhaustivamente referenciados por Domingo Fletcher (1975). Puede que la mejor explicación del cese de la actividad del Laboratorio esté en la dedicación de L.
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La creación del Laboratorio de Arqueología de la Universidad de Valencia:
entre la Escuela Superior de Diplomática y «por la ciencia hacia Dios»
Gonzalvo a la gestión universitaria, como director del Instituto de Idiomas
primero y como vicerrector después, aunque no es posible obviar que en el
año 1927 se producen dos hechos decisivos para la investigación sobre la
Prehistoria valenciana: la ya referida creación del SIP y la llegada del profesor
Pericot García a la Universidad de Valencia. Son significativos los recuerdos
de L. Pericot (1975) sobre su llegada a Valencia, el contacto con L. Gonzalvo
y con el Laboratorio y su rápida colaboración con I. Ballester: apenas dos
años después se habían iniciado las excavaciones en la Cova del Parpalló.
Carta de agradecimiento
de Juan José Senent al
Rector de la Universidad
de Valencia por su
nombramiento como
delegado o «individuo
correspondiente» en Alcoi
del Laboratorio de
Arqueología de la
Universidad de Valencia.
1925.
Esta delimitación de áreas de actuación ya estaba aceptada cuando en
1937 se crea el Institut d’Estudis Valencians bajo la presidencia de Josep
Puche, entonces rector de la Universidad de Valencia. A L. Gonzalvo, que era
vicerrector con J. Puche, se le encarga la Secció Filològica y no la HistòricoArqueològica, presidida por I. Ballester y en la que se integra el Museo de
Prehistoria y el SIP. Sobre la Secció Històrico-Arqueològica del Institut puede
consultarse el trabajo de Joaquim Juan Cabanilles incluido en este libro.
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Visita del Centro de
Cultura Valenciana al Puig
(Sagunt). De izquierda a
derecha: Manuel de
Navarrete, Pío Beltrán
Villagrasa, Isidro Ballester,
Rafael Martínez, Nicolau
Primitiu Gómez, Adolf
Schulten, Manuel González
Simancas y Salvador Espí.
1933.
[Papel. D/5.726]
Colaboradores y miembros del Laboratorio: una malla de relaciones
Además de la definición del ámbito de actuación y objetivos del
Laboratorio, L. Gonzalvo redactó unas notas sobre octavas de posibles colaboradores y organizó una Junta Técnica que llegó a proponer al Rector de la
Universidad de Valencia el nombramiento de corresponsales del Laboratorio
en diversas ciudades: Eliseo Gómez Serrano, profesor de Geografía en la
Normal de Alicante, Juan José Senent Ibáñez, Inspector de Primera Enseñanza
de la Provincia de Alicante, Antonio Barberá Sentamans, PresbíteroConservador del Museo Diocesano de Valencia, Manuel Peris Fuentes de
Valencia, José Lizón, Maestro de Primera Enseñanza de Olocau, José Luis
Almunia Reboul de Valencia y Pedro Ibarra Ruíz, Cronista de Elche. Además
de esta lista de corresponsales, se conserva una carta dirigida por J. J. Senent
al Rector de la Universidad de Valencia, en la que agradece el nombramiento.
Las notas individualizadas sobre posibles colaboradores y mecenas,
que el propio Gonzalvo organiza en catedráticos, alumnos y exalumnos, funcionarios del cuerpo de Archiveros y personas ajenas a la Universidad, incorporan unas breves líneas dedicadas a cada uno: Albiol, F. Almarche, el anticuario Almenar, I. Ballester, Antimo Boscá Seytre —hijo de Eduardo Boscá,
Catedrático de Historia Natural y uno de los primeros evolucionistas valencianos (Catalá, 2001)—, José Caruana, Pedro Galiana, N. P. Gómez
Serrano, J. M. Ibarra y Folgado, Emilio Lluch Arnal, J. Martínez Aloy,
Francisco Martínez y Martínez, F. Morote —director del Instituto General y
Técnico—, el fotógrafo Novella, Manuel Peris, Jaime Poch Garí y J. J.
Senent.
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La creación del Laboratorio de Arqueología de la Universidad de Valencia:
entre la Escuela Superior de Diplomática y «por la ciencia hacia Dios»
Visita al Arc Romà
(Cabanes, Castelló).
De izquierda a derecha:
Pedro Ibarra, Luis
Gonzalvo, persona sin
identificar, Emilio Lluch,
Adolf Schulten, persona
sin identificar, Emili Gómez
Nadal, Martín Almagro,
persona sin identificar,
Lluís Pericot y Manuel
de Navarrete. Hacia 1933.
[Papel. D/5.724]
El Laboratorio se organizó en cuatro secciones: Numismática, con L.
Gonzalvo y Pío Beltrán Villagrasa como especialistas; Prehistoria, en la que
figuran I. Ballester, N. P. Gómez Serrano y E. Lluch; Arqueología y Bellas
Artes, a cargo de L. Gonzalvo y Juan de Contreras; y Etnología y Etnografía
de la que eran responsables Manuel Cabrera Waleta y José Llorca.
Desconocemos la composición completa de la Junta Técnica —L. Gonzalvo
era su presidente y Emili Gómez Nadal su secretario— y sobre su Junta de
Patronato, citada en la carta de Senent. En todo caso, lo descrito hasta ahora
transmite la idea de una estructura meditada y una organización minuciosa.
Los miembros del Laboratorio de Arqueología solían reunirse los
miércoles, de 7 a 9 de la tarde, y en los listados de asistentes que hemos
podido consultar figuran L. Gonzalvo, J. de Contreras (Marqués de
Lozoya), M. Cabrera y Waleta, Francisco Beltrán Bigorra, P. Beltrán, J. M.
Ibarra y Folgado, I. Ballester, E. Lluch, F. Martínez y Martínez, Enrique
Peris Fuente, J. J. Senent, Francisco Seytre, José M. Corbin y los alumnos:
Juan Beneyto Pérez, Jesús García Tolsá, J. Llorca, Vicente Genovés
Amorós, Claudio Miralles de Imperial, F. Mateu y Llopis, Olimpia
Arocena Torres y E. Gómez Nadal, que actuaba como secretario.
Hemos mencionado que, aparte del interés histórico, arqueológico
o patrimonial que compartían los miembros del Laboratorio, existía
otro nexo que los relacionaba: su valencianismo cultural y en muchos
casos político. Es anecdótico, pero significativo, el hecho de que de los
cincuenta y dos firmantes de Les Normes de Castelló en el año 1932,
cinco están relacionados con el Laboratorio: J. Beneyto Pérez, E. Gómez
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Nadal, N. P. Gómez Serrano, F. Martínez y Martínez y F. Mateu y
Llopis. Esta referencia puede ser ampliada citando la participación de J.
J. Senent Ibáñez en la fundación de Joventut Valencianista (1908); la
presencia destacada de N. P. Gómez Serrano, J. Martínez Aloy y F.
Martínez y Martínez en el Centre de Cultura Valenciana (1915); las
colaboraciones firmadas entre 1926 y 1931 por J. Beneyto, I. Ballester,
E. Gómez Nadal o F. Mateu y Llopis en Cultura Valenciana, una revista trimestral vinculada a los jesuitas y editada por la Acadèmia
Valencianista del Centre Escolar i Mercantil; o la fundación en 1930 por
un grupo de jóvenes profesores de la Universidad de Valencia de Acció
Cultural Valenciana, en la que participan J. Beneyto, J. Garcia Tolsá
(vicesecretario), E. Gómez Nadal (vicepresidente) y F. Mateu y Llopis
(Pellicer, 2003).
El Laboratorio en 1940: por la ciencia hacia Dios
Desde su creación en 1927, el SIP concentrará y liderará buena
parte de la investigación arqueológica valenciana, sobre todo en lo referente a la Prehistoria. Los trabajos de gestión del profesor Gonzalvo y
las reformas de los planes de estudio que se suceden desde 1928 (Baldó,
1997), posiblemente propiciaron una clara ralentización de las actividades del Laboratorio durante el período republicano, agravadas sin duda
a partir de la insurrección militar.
Ciertamente, en 1939 se inaugura una nueva etapa: el 6 de febrero
E. Gómez Nadal cruzaba la frontera por Le Perthus y el 29 de marzo se
realizaba el traspaso de poderes en la ciudad de Valencia. Se ponen en
marcha los expedientes de depuración que en la Facultad de Filosofía y
Letras afectan a tres de los dieciocho profesores: el ya mencionado E.
Gómez Nadal, profesor auxiliar y miembro de la Secció HistòricoArqueològica del Institut d’Estudis Valencians y los catedráticos José
Deleito Piñuela y L. Gonzalvo (Baldó, 1997). El Laboratorio cambiará
de denominación en los próximos años —al rótulo inicial de
Laboratorio de Arqueología se le añade y de Ciencias Auxiliares— y
sólo la presencia de O. Arocena, la primera mujer que ejerció como profesora en la Facultad (Baldó, 1997), establece cierta continuidad con respecto a la época de L. Gonzalvo.
Se produce una refundación del Laboratorio que el nuevo director
intenta describir como continuista décadas más tarde, incluyendo alguna
referencia irónica sobre los principios «patrióticos» que existían en la
Universidad de Valencia a principios de la década de 1940 (Ballesteros,
1975). También permanece alguno de los miembros de la primera época,
como N. P. Gómez Serrano, y a medida que avance la década se irán
incorporando antiguos alumnos de la universidad republicana: D.
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La creación del Laboratorio de Arqueología de la Universidad de Valencia:
entre la Escuela Superior de Diplomática y «por la ciencia hacia Dios»
Portada del número 1 de
la revista «Saitabi». 1940
Retrato de José Chocomeli,
fundador en 1940 de la
revista «Saitabi»
publicada por la Facultad
de Filosofía y Letras de la
Universidad de Valencia.
Fletcher, Enrique Pla Ballester, Julián San Valero Aparisi o Francisco
Jordá Cerdá, en la medida que los cargos y condenas a los que estuvieron sometidos algunos quedan desestimados o conmutados. En todo
caso, sobre el Laboratorio de Arqueología en la década de 1940 existe un
trabajo reciente de B. Martí y Valentín Villaverde (1997) que analiza los
cambios ocurridos con respecto a los primeros años.
Son años oscuros, un largo túnel que sólo en las últimas décadas
empieza a ser iluminado. Se da la circunstancia de que el juez depurador
nombrado por el nuevo régimen para la Universidad de Valencia era el
catedrático de Mineralogía y Botánica F. Beltrán Bigorra (Mancebo, 1994;
Claret, 2004), sustituto de Eduardo Boscá Casanoves y asistente a las reuniones del Laboratorio en la década de los años veinte. Otros miembros
del Laboratorio también tienen otras dedicaciones: J. Beneyto será
Catedrático de Historia del Derecho en Madrid y dedicará varios trabajos
a justificar el nuevo régimen; Vicente Genovés Amorós es Delegado
Provincial de Enseñanza de Falange y, tras la depuración de María
Moliner, se encarga a J. M. Ibarra y Folgado la dirección de la Biblioteca
de la Universidad (Mancebo, 1994), por citar algunos ejemplos.
En estas circunstancias se inicia la publicación de la revista Saitabi,
Noticiario de Historia, Arte y Arqueología de Levante, en cuyo primer
número se puede leer un editorial que proclama los siguientes principios:
«Realización científica eficiente, fidelidad a la cultura hispana,
prudencia crítica, independencia de escuelas y ajustamiento a las
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Lluís Pericot en la
entrada de la Cova de les
Meravelles (Gandia)
junto a un grupo de
alumnos universitarios.
A la izquierda de la
imagen, Josefa Chaume
se encuentra utilizando el
teodolito junto a Pericot.
De derecha a izquierda,
Julián San Valero es el
primero y Salvador Espí,
el tercero. 1932.
[Papel. SIP D/5.746]
orientaciones nacionales son los caminos que se traza esta revista,
cuyo único norte es procurar y registrar la captación pura de la verdad
histórica para ponerla al servicio de Dios y del renacimiento de la
España Imperial, bajo el signo ejemplar del Caudillo».
Un ideario que está en consonancia con el del Ministro José Ibáñez
Martín (1944: 17) quien, a la hora de establecer la doctrina sobre el
papel de la Ciencia en el nuevo régimen durante la apertura del curso
1944-45 en la Universidad de Valencia, no dudaba en parafrasear la
máxima del nacional-catolicismo que hemos incluido en el título de este
trabajo (tomada de Claret, 2004).
1
Debo expresar a Bernat Martí Oliver mi gratitud por la paciencia con la que ha atendido —y en la mayoría de los casos solventado— las diversas dudas que sobre la historia
de la Arqueología valenciana le he planteado en los últimos años.
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La creación del Laboratorio de Arqueología de la Universidad de Valencia:
entre la Escuela Superior de Diplomática y «por la ciencia hacia Dios»
Apéndice documental
Documento nº 1:
Acta de Junta de Facultad sobre la creación del Laboratorio de Arqueología
En la Universidad Literaria de Valencia en 3 de Diciembre de 1921, reunida la Junta
de Facultad a las 15 horas, bajo la Presidencia de D. Pedro María López, Decano de esta
Facultad, con asistencia de los señores que al margen se expresan [Decano, Ventura, Riba,
Gonzalvo, Deleito, Casado y Velasco, Secretario], se leyó el acta de la anterior sesión, siendo aprobada.
El señor Gonzalvo propuso a la Facultad la creación de un Laboratorio
Arqueológico, donde, de acuerdo con los fines de la Universidad, se puedan organizar
materiales de trabajo, encauzar procedimientos y estimular aficiones, en las distintas
ramas de ese orden de estudios, reuniendo y ordenando series de reproducciones plásticas
y gráficas de todo género de antigüedades, redactando papeletas bibliográficas de
Arqueología, organizando excavaciones y contribuyendo a la formación del inventario
arqueológico de la región y vigorizando por cuantos medios se pueda la especialidad de
Arqueología valenciana.
El Sr. Gonzalvo rogó a la Facultad que si juzgase esta idea digna de ella, la aprobase e hiciese suya, designando una comisión de su seno para que proceda a realizar las gestiones necesarias para la creación y existencia oficial de dicho Laboratorio.
Asimismo manifestó que, con el fin de ganar tiempo y con el carácter de condicionados a juicio del Claustro de la Facultad y del Ordinario de la Universidad, ha realizado
el proponente algunas gestiones particulares, en virtud de las cuales y para el caso de que
la proposición mereciera ser aprobada por esta Junta de Facultad, el que propone hace
presente a la misma de los siguientes ofrecimientos:
1º. Por parte del Ministro de Instrucción Pública y Subsecretario la oferta de apoyo
decidido para la institución, si llega el caso de crearse en esta Facultad.
2º. Por parte del Sr. Rector de esta Universidad, la concesión de un local compuesto por dos salas en el piso principal de la misma Universidad.
3º. Por parte de los alumnos de los dos últimos cursos de esta Facultad, la oferta de
su colaboración personal en cuanto lo permitan sus tareas escolares, y la donación para el
Laboratorio de algunos libros y una cantidad en metálico.
4º. De varias personas pertenecientes y ajenas a la Universidad el ofrecimiento de su
cooperación desinteresada en los trabajos del Laboratorio y de donación de libros y alguna publicación periódica.
5º. Personalmente ofrece el Sr. Gonzalvo, con su voluntad y actividad aunque a la
Universidad pertenezcan ambas, su colección particular de monedas antiguas, otra de
improntas, las papeletas bibliográficas de Arqueología que en número de cinco a seis mil
tiene redactadas, algunos libros de su propiedad y el importe líquido del curso de árabe
clásico que viene explicando.
La propuesta del Sr. Gonzalvo París fue acogida con verdadero entusiasmo por la
Facultad. Todos los señores claustrales hicieron uso de la palabra felicitando al digno compañero por su altruismo, generosidad y elevada idea en pro de la Enseñanza y que tanto
enaltece el nombre de la Facultad que se honra teniendo en su seno a tan cultísimo y laborioso profesor.
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
El Claustro por unanimidad le concedió un voto de gracias e hizo suya la proposición acordando que los señores D. Pedro María López y Don Carlos Riba ayuden al Sr.
Gonzalvo a realizar las gestiones pertinentes para la creación del citado Laboratorio de
Arqueología.
Documento nº 2:
Esfera de acción del Laboratorio: límites y carácter de su actividad
La materia de trabajo ha de ser la Arqueología en el sentido más amplio dentro de
los límites naturales; es decir lo que convencionalmente se divide en Arqueología, Historia
de las Bellas Artes, Numismática, Epigrafía, Diplomática y Bibliología.
El carácter de los trabajos ha de ser de acopio y organización de materiales de estudio en originales o reproducciones, de fomento de estos estudios, de intensificación del
aspecto regional de los mismos y de utilización de aquellos materiales por catedráticos,
alumnos y personas ajenas a la Universidad.
Su interés debe responder al triple fin de la Universidad, pedagógico-profesional,
científico-abstracto, y de difusión de la cultura.
Posibles funciones del Laboratorio.
1º. Obtención de reproducciones:
En escayola, galvanoplastia, etc. de inscripciones, relieves y otros objetos arqueológicos, ya por confección propia, ya por donación, compra o intercambio.
Negativos en ebonita de monedas de museos y colecciones particulares, para reproducir los positivos que fuesen convenientes.
Fotografías de objetos antiguos y de monumentos, tanto para formar un albúmfichero de arqueología, base de una posible publicación que recogiese y completase los diccionarios, mal ordenados los actuales, como para obtener diapositivas utilizables en clases
y conferencias (las que hoy posee la Facultad son muy útiles para Hª del Arte, poco en conjunto, para Arqueología).
Fotografías de documentos no por series de procedencias o por asuntos históricos,
que podría ser el procedimiento en un laboratorio de estudios históricos, sino por selección de modelos diplomáticos y paleográficos como facsimiliario y formulario.
2º. Redacción de cédulas de bibliografía de las materias propias del laboratorio (en
mis papeletas he comprobado la publicación hasta de tres trabajos sobre un asunto, ignorando cada autor la existencia de los trabajos anteriores).
3º. Práctica de excavaciones y lista de sitios excavables.
4º. Preparación del futuro Museo Arqueológico de la Universidad que debe nacer
de este Laboratorio. Para esto se puede contar con las excavaciones y con las donaciones,
que es necesario fomentar.
5º. Inventario arqueológico de la ciudad y luego de la provincia y región, con indagación del paradero de los objetos arqueológicos cuya existencia anterior se atestigua por
los autores o por cualquier fuente fidedigna.
6º. Preparación del consultorio técnico y bibliográfico de arqueología como función
del mismo Laboratorio con carácter público (¿retribuido? y en qué condiciones?).
7º. Organización de una sección especial de estudios arqueológicos valencianos (en
relación con el aspecto particular de algunas de las funcionas expresadas y aparte de las
secciones generales que otras implican).
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La creación del Laboratorio de Arqueología de la
Universidad de Valencia: entre la Escuela Superior
de Diplomática y «por la ciencia hacia Dios»
(1921 - 1940)
Joan Emili Aura Tortosa
Universitat de València
A la historia de la Arqueología prehistórica en el País Valenciano
se han dedicado varios trabajos en los últimos veinte años, aunque su
contextualización dentro de la tradición científica valenciana y española, la malla de relaciones trazada entre algunas de sus figuras más destacadas o los matices que se entrevén en ámbitos locales, advierten que es
largo el camino que queda por recorrer1. Para explicar su desarrollo se
suelen buscar marcos interpretativos, o al menos informativos, en los
procesos políticos, sociales y científicos que acompañan la construcción/destrucción del Estado liberal a lo largo del período que media
entre la proclamación de la I y la II República Española, de la que en este
año se conmemora su 75 aniversario.
En este breve texto se analizan los antecedentes directos y los primeros años del Laboratorio de Arqueología de la Universidad de
Valencia. A partir del análisis de una parte del fondo documental conservado en el actual Departament de Prehistòria i Arqueologia se presta
atención a la figura de su primer director, el profesor Luis Gonzalvo
París, y a las relaciones entre las instituciones implicadas en la investigación arqueológica que, en muchos casos, sólo pueden ser trazadas a partir de las coincidencias personales. La procedencia de sus miembros indica que el Laboratorio traspasó sus iniciales objetivos docentes de ámbito
universitario (Fletcher, 1975), configurando un grupo diverso, en el que
se intuye otro interés común aparte de lo arqueológico: su participación
activa en diferentes publicaciones, sociedades, organizaciones e instituciones culturales y políticas de orientación regionalista y nacionalista.
Antecedentes
Entre el cese de la actividad pública de la Sociedad Arqueológica
Valenciana, fechado en torno a 1883-1886 (Goberna, 1981), y la
segunda década del siglo XX la publicación, escasa, sobre la Prehistoria
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
reciente y la Arqueología valenciana había quedado reducida a lo entregado por algunos sacerdotes —Roque Chabás, Julius Furgús o Remigio
Vicedo Sanfelipe—, aunque no falta alguna interesante síntesis como la
de Francisco Almarche (1918) sobre la «civilización» ibérica o la guía
de Elías Tormo (1923). Este período queda delimitado por los dos episodios en que se expresan las críticas más duras hacia quienes intentaron una cierta conciliación entre la religión y la evidencia científica. El
primero se sitúa entre 1880 y 1885, cuando se producen las críticas más
feroces contra los «transformistas», caricaturizados en el libro de
Manuel Polo y Peirolón o en los artículos de la prensa de Alcoi (Aura,
2000; Catalá, 2001). El segundo corresponde a la celebración en 1909
del centenario del nacimiento de Darwin en el paraninfo de la
Universidad de Valencia, con una mesa presidida por Peregrín
Casanova, Miguel de Unamuno, Juan Bartual y Eduardo Boscá, que
estuvo acompañada de una desproporcionada reacción de los mismos
sectores conservadores (Núñez, 1977; Sanchis Guarner, 1972: 540).
Esta situación no logra explicar, pero sí ayuda a comprender, lo que se
ha descrito como una paradoja: el hecho de que la influencia de Juan
Vilanova y Piera (Gozalo, 1993), la figura más destacada de la
Prehistoria española durante el último tercio del siglo XIX, no lograra
consolidar en Valencia una tradición de estudio, a pesar de la emergente investigación que sobre nuestro país se empezó a articular en torno
a la Sociedad Arqueológica Valenciana (ca. 1871–1886), tal y como ha
sido señalado por María Victoria Goberna (1981 y 1985).
Con estos antecedentes, los estudios arqueológicos y prehistóricos en
el País Valenciano alcanzan una cierta normalidad científica a partir de la
segunda década del siglo XX. La creación del Laboratorio de Arqueología
de la Universidad de Valencia puede ser observada desde diferentes perspectivas, entre las que cabe su consideración como un elemento más de
esta dinámica. La realización de algunas excavaciones (Martí, 1995),
sobre todo en sitios de época ibérica y acogiéndose al reglamento de la
Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades (1912), la creación del
Centro de Cultura Valenciana (1915) y, sobre todo, la del Servicio de
Investigación Prehistórica (SIP) en 1927 constituyen otros ejemplos de esta
situación. Esta «normalidad» será breve, si nos atenemos a lo que ocurrirá en los primeros años de la década de los años cuarenta del siglo XX.
Pero, hasta llegar a 1940, podemos apreciar un período dinámico y de
rápida madurez institucional, tal y como ha sido señalado por Bernat
Martí (1995), pues a la fundación de los centros citados más arriba se
añade la propuesta de creación de un Museo Municipal en Xàtiva (1919),
el Museo Militar de Sagunt (1925), el Museo Arqueológico de Alicante
(1931), la creación del Institut d’Estudis Valencians (1937), o la consolidación de importantes colecciones que servirán de núcleo de destacados
museos como los de Alcoi o Elx.
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La creación del Laboratorio de Arqueología de la Universidad de Valencia:
entre la Escuela Superior de Diplomática y «por la ciencia hacia Dios»
El profesor Luis Gonzalvo París
La emergencia de las nuevas instituciones dedicadas al estudio de
la Arqueología y la Prehistoria estuvo precedida de la reforma universitaria de 1900, que trasladó la enseñanza de la Arqueología desde la
Escuela Superior de Diplomática a la Universidad. Coincidiendo con
estos cambios docentes la Arqueología histórica, fundamentalmente la
«clásica», empieza a abandonar los museos de Bellas Artes para conformar museos arqueológicos, manteniendo cierta relación con la Historia
del Arte; y otro tanto ocurrirá con la Prehistoria, aunque en este caso se
encuentra más ligada a la Geología y a la Paleontología (Díaz-Andreu y
Mora, 1985). En este ambiente de transformación hay que situar la formación académica del profesor Gonzalvo.
La Universidad de Valencia contó a partir de 1902 con una sección
de ciencias históricas dentro de su Facultad de Filosofía y Letras (Baldó,
1997) a la que se incorporó L. Gonzalvo en 1905 como catedrático de
Arqueología, Epigrafía y Numismática, aunque en otros textos se sitúa en
1904 su llegada a Valencia (Díaz-Andreu, 2004). Pero los ligeros cambios
en los contenidos docentes no solventaban más que una parte del crítico
diagnóstico que los regeneracionistas venían planteando respecto de la
ciencia y los métodos pedagógicos de la enseñanza en España. En este sentido, la creación del Laboratorio debe ser relacionada con la mejora de la
formación-profesionalización de los estudiantes, dentro de la tímida y
recién estrenada autonomía universitaria del Decreto Silió de 1919 (cf.
Mateu y Llopis, 1952). Igualmente, puede considerarse como el resultado
lógico de una creciente preocupación de profesores, alumnos y diversos
profesionales extrauniversitarios por la investigación y conservación patrimonial (Fletcher, 1975; Martí y Villaverde, 1997).
Dos trabajos de Felipe Mateu y Llopis (1952 y 1975), testigo directo
de aquellos primeros años del Laboratorio, permiten recorrer la transformación académica que empezaba a manifestarse, con especial referencia a
la enseñanza de la Arqueología, y aportan las únicas notas biográficas del
que fue el primer Catedrático de Arqueología de la Universidad de
Valencia. L. Gonzalvo había nacido en Ávila en 1874 y estudió en la antigua Escuela Superior de Diplomática. En 1893 ingresó en el Cuerpo
Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, siendo destinado
al Archivo de Hacienda de Valencia y, tras una breve estancia en el de
Toledo, fue trasladado al Archivo Histórico Nacional donde permaneció
entre 1896 y 1905, año de su regreso a Valencia, ya como catedrático.
Hasta aquí los datos recopilados en el volumen dedicado a conmemorar el
«L Aniversario de la Fundación del Laboratorio de Arqueología» (1975),
ya que no hemos encontrado ninguna necrológica dedicada al profesor
Gonzalvo, a diferencia de lo ocurrido con otros catedráticos de la Facultad.
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Lluís Pericot a la entrada
de la Cova del Parpalló
(Gandia). Junto a él se sitúa
un grupo de alumnos
universitarios, entre ellos
Julián San Valero,
a su derecha, y Domingo
Fletcher, el último a su
izquierda. 1932.
[Papel. SIP 16.362]
Se le consideraba alumno del arabista aragonés Francisco Codera,
sin que se pueda establecer una relación estrecha con José Ramón Mélida
(Díaz-Andreu, 2004), siendo descrita cierta «alergia frente a la publicación de los datos que él obtenía y de los comentarios que cualquier tema
en él sugería» (Pericot, 1975: 16); de hecho, el único trabajo suyo que
hemos logrado localizar es el discurso leído con motivo de la apertura del
curso 1914-1915 titulado «Carácter, elaboración y enseñanza de los
estudios históricos» (Gonzalvo, 1914) y algunas notas manuscritas que
deben fecharse en su mayoría entre 1921 y 1927 sobre la creación y los
primeros años del Laboratorio (cf. Apéndice documental).
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La creación del Laboratorio de Arqueología de la Universidad de Valencia:
entre la Escuela Superior de Diplomática y «por la ciencia hacia Dios»
Como catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras ocupó la dirección del Instituto de Idiomas de la Universidad de Valencia (Baldó, 1997),
desde donde se mostró contrario a mantener las clases de valenciano impartidas hasta entonces por el Centro de Cultura Valenciana. El objetivo era
otorgar a estos estudios rango universitario y con ese fin la Universidad creó
el Seminario de Filología Valenciana, designando a Manuel Sanchis Guarner
como su encargado, quien por sugerencia de L. Gonzalvo se traslada al
Centro de Estudios Históricos de Madrid, para estudiar con Tomás Navarro
(Mancebo, 1994; Pellicer i Borràs, 2003). Con la proclamación de la
República, L. Gonzalvo combina la dirección del Instituto de Idiomas con su
nombramiento como vicerrector, y desde febrero de 1937 con la dirección de
la Secció Filològica del Institut d’Estudis Valencians, integrada por Carles
Salvador, Manuel Sanchis Guarner, Francesc Almela i Vives y Bernat Artola
(Barona y Mancebo, 2003; Pellicer, 2003). L. Gonzalvo dimitió de su cargo
de vicerrector el 3 de agosto de 1938, tras ser movilizado por la República.
La victoria del golpe militar franquista le supuso la separación de su
cátedra y la jubilación forzosa el 17 de octubre de 1940 y, como en tantos otros casos, sólo logró que se desestimaran los cargos cuando ya había
sobrepasado la edad reglamentaria de jubilación (García y Salavert, 1986;
Baldó, 1987). La última referencia del profesor Gonzalvo es de Nicolau
Primitiu Gómez Serrano (1941), quien relata que le muestra y pide opinión sobre una figura, posiblemente romana, hallada en Valencia.
La herencia de la Escuela superior de Diplomática: «Esfera de
acción del Laboratorio: límites y carácter de su actividad»
Entre la documentación conservada se encuentra una copia del
acta de la Junta de la Facultad de Filosofía y Letras en la que se aprobó
la creación del Laboratorio de Arqueología, celebrada el día 3 de
diciembre de 1921 (cf. Apéndice documental, nº 1) y algunas cuartillas
manuscritas entre las que tienen un interés especial las encabezadas con
el título «Esfera de acción del Laboratorio: límites y carácter de su actividad» (cf. Apéndice documental, nº 2); otros originales de cierto interés son un esbozo de escudo del Laboratorio o la cabecera de un
Reglamento de la Sociedad Artístico-Arqueológica Valenciana a la que
también parece referirse Lluís Pericot (1975: 16).
Esta breve memoria contiene un posicionamiento sobre diversos temas:
la concepción que tenía L. Gonzalvo de la arqueología, los objetivos y funciones del Laboratorio —docentes, documentales, museológicos, profesionales e
investigadores—, o sobre los fines que debía cumplir la Universidad. Resulta
esclarecedor que en las primeras líneas se defina el campo de actuación del
Laboratorio y que no figure ninguna mención a la arqueología prehistórica.
Su formación en la Escuela Superior de Diplomática queda plasmada, sin
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Visita del Centro de
Cultura Valenciana a un
abrigo de arte rupestre en
el Barranc de la Carbonera
(Beniatjar). De izquierda a
derecha aparecen Juan José
Senent, Rafael Pardo y
Nicolau Primitiu Gómez;
sentados a la derecha se
encuentran Lluís Pericot
y Salvador Espí. 1933.
[Papel. SIP D/5.716]
duda, en esta declaración de objetivos y funciones y, posiblemente, propiciará
una definición del ámbito de actuación preferente del SIP. Cuando algunos
años después, en 1926, se llega a formalizar por parte de L. Gonzalvo, José
María Ibarra Folgado y N.P. Gómez Serrano una solicitud para excavar el
poblado prehistórico del Puntal dels Moros (Nàquera), surgen dificultades ajenas al propio Laboratorio que impiden esta incursión en la Prehistoria
(Fletcher, 1975: 24).
La observación de estos acontecimientos, desde una posición personal, permite valorarlos como una delimitación del campo de actuación
del Laboratorio y del SIP, en un contexto inmediato a su creación y a la
incorporación del profesor L. Pericot a la Universidad de Valencia y al
SIP. Ciertamente, no conocemos ninguna referencia sobre cómo se gestionó el solapamiento de actividades entre el Laboratorio de
Arqueología, la sección de Arqueología del Centro de Cultura
Valenciana y el SIP, aunque la coincidencia de diversos miembros en las
tres instituciones —Isidro Ballester, N. P. Gómez Serrano o José
Martínez Aloy, por citar los más destacados— no transmite la existencia de actitudes excluyentes.
En todo caso, la actividad del Laboratorio de Arqueología en esta primera etapa parece ser dinámica entre 1924 y 1927, hasta el extremo de que
es frecuente situar su creación en el curso 1924-25 (VV.AA., 1975). A partir de
1927 no se conocen reuniones ni informes, como los que fueron exhaustivamente referenciados por Domingo Fletcher (1975). Puede que la mejor explicación del cese de la actividad del Laboratorio esté en la dedicación de L.
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La creación del Laboratorio de Arqueología de la Universidad de Valencia:
entre la Escuela Superior de Diplomática y «por la ciencia hacia Dios»
Gonzalvo a la gestión universitaria, como director del Instituto de Idiomas
primero y como vicerrector después, aunque no es posible obviar que en el
año 1927 se producen dos hechos decisivos para la investigación sobre la
Prehistoria valenciana: la ya referida creación del SIP y la llegada del profesor
Pericot García a la Universidad de Valencia. Son significativos los recuerdos
de L. Pericot (1975) sobre su llegada a Valencia, el contacto con L. Gonzalvo
y con el Laboratorio y su rápida colaboración con I. Ballester: apenas dos
años después se habían iniciado las excavaciones en la Cova del Parpalló.
Carta de agradecimiento
de Juan José Senent al
Rector de la Universidad
de Valencia por su
nombramiento como
delegado o «individuo
correspondiente» en Alcoi
del Laboratorio de
Arqueología de la
Universidad de Valencia.
1925.
Esta delimitación de áreas de actuación ya estaba aceptada cuando en
1937 se crea el Institut d’Estudis Valencians bajo la presidencia de Josep
Puche, entonces rector de la Universidad de Valencia. A L. Gonzalvo, que era
vicerrector con J. Puche, se le encarga la Secció Filològica y no la HistòricoArqueològica, presidida por I. Ballester y en la que se integra el Museo de
Prehistoria y el SIP. Sobre la Secció Històrico-Arqueològica del Institut puede
consultarse el trabajo de Joaquim Juan Cabanilles incluido en este libro.
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Visita del Centro de
Cultura Valenciana al Puig
(Sagunt). De izquierda a
derecha: Manuel de
Navarrete, Pío Beltrán
Villagrasa, Isidro Ballester,
Rafael Martínez, Nicolau
Primitiu Gómez, Adolf
Schulten, Manuel González
Simancas y Salvador Espí.
1933.
[Papel. D/5.726]
Colaboradores y miembros del Laboratorio: una malla de relaciones
Además de la definición del ámbito de actuación y objetivos del
Laboratorio, L. Gonzalvo redactó unas notas sobre octavas de posibles colaboradores y organizó una Junta Técnica que llegó a proponer al Rector de la
Universidad de Valencia el nombramiento de corresponsales del Laboratorio
en diversas ciudades: Eliseo Gómez Serrano, profesor de Geografía en la
Normal de Alicante, Juan José Senent Ibáñez, Inspector de Primera Enseñanza
de la Provincia de Alicante, Antonio Barberá Sentamans, PresbíteroConservador del Museo Diocesano de Valencia, Manuel Peris Fuentes de
Valencia, José Lizón, Maestro de Primera Enseñanza de Olocau, José Luis
Almunia Reboul de Valencia y Pedro Ibarra Ruíz, Cronista de Elche. Además
de esta lista de corresponsales, se conserva una carta dirigida por J. J. Senent
al Rector de la Universidad de Valencia, en la que agradece el nombramiento.
Las notas individualizadas sobre posibles colaboradores y mecenas,
que el propio Gonzalvo organiza en catedráticos, alumnos y exalumnos, funcionarios del cuerpo de Archiveros y personas ajenas a la Universidad, incorporan unas breves líneas dedicadas a cada uno: Albiol, F. Almarche, el anticuario Almenar, I. Ballester, Antimo Boscá Seytre —hijo de Eduardo Boscá,
Catedrático de Historia Natural y uno de los primeros evolucionistas valencianos (Catalá, 2001)—, José Caruana, Pedro Galiana, N. P. Gómez
Serrano, J. M. Ibarra y Folgado, Emilio Lluch Arnal, J. Martínez Aloy,
Francisco Martínez y Martínez, F. Morote —director del Instituto General y
Técnico—, el fotógrafo Novella, Manuel Peris, Jaime Poch Garí y J. J.
Senent.
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La creación del Laboratorio de Arqueología de la Universidad de Valencia:
entre la Escuela Superior de Diplomática y «por la ciencia hacia Dios»
Visita al Arc Romà
(Cabanes, Castelló).
De izquierda a derecha:
Pedro Ibarra, Luis
Gonzalvo, persona sin
identificar, Emilio Lluch,
Adolf Schulten, persona
sin identificar, Emili Gómez
Nadal, Martín Almagro,
persona sin identificar,
Lluís Pericot y Manuel
de Navarrete. Hacia 1933.
[Papel. D/5.724]
El Laboratorio se organizó en cuatro secciones: Numismática, con L.
Gonzalvo y Pío Beltrán Villagrasa como especialistas; Prehistoria, en la que
figuran I. Ballester, N. P. Gómez Serrano y E. Lluch; Arqueología y Bellas
Artes, a cargo de L. Gonzalvo y Juan de Contreras; y Etnología y Etnografía
de la que eran responsables Manuel Cabrera Waleta y José Llorca.
Desconocemos la composición completa de la Junta Técnica —L. Gonzalvo
era su presidente y Emili Gómez Nadal su secretario— y sobre su Junta de
Patronato, citada en la carta de Senent. En todo caso, lo descrito hasta ahora
transmite la idea de una estructura meditada y una organización minuciosa.
Los miembros del Laboratorio de Arqueología solían reunirse los
miércoles, de 7 a 9 de la tarde, y en los listados de asistentes que hemos
podido consultar figuran L. Gonzalvo, J. de Contreras (Marqués de
Lozoya), M. Cabrera y Waleta, Francisco Beltrán Bigorra, P. Beltrán, J. M.
Ibarra y Folgado, I. Ballester, E. Lluch, F. Martínez y Martínez, Enrique
Peris Fuente, J. J. Senent, Francisco Seytre, José M. Corbin y los alumnos:
Juan Beneyto Pérez, Jesús García Tolsá, J. Llorca, Vicente Genovés
Amorós, Claudio Miralles de Imperial, F. Mateu y Llopis, Olimpia
Arocena Torres y E. Gómez Nadal, que actuaba como secretario.
Hemos mencionado que, aparte del interés histórico, arqueológico
o patrimonial que compartían los miembros del Laboratorio, existía
otro nexo que los relacionaba: su valencianismo cultural y en muchos
casos político. Es anecdótico, pero significativo, el hecho de que de los
cincuenta y dos firmantes de Les Normes de Castelló en el año 1932,
cinco están relacionados con el Laboratorio: J. Beneyto Pérez, E. Gómez
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Nadal, N. P. Gómez Serrano, F. Martínez y Martínez y F. Mateu y
Llopis. Esta referencia puede ser ampliada citando la participación de J.
J. Senent Ibáñez en la fundación de Joventut Valencianista (1908); la
presencia destacada de N. P. Gómez Serrano, J. Martínez Aloy y F.
Martínez y Martínez en el Centre de Cultura Valenciana (1915); las
colaboraciones firmadas entre 1926 y 1931 por J. Beneyto, I. Ballester,
E. Gómez Nadal o F. Mateu y Llopis en Cultura Valenciana, una revista trimestral vinculada a los jesuitas y editada por la Acadèmia
Valencianista del Centre Escolar i Mercantil; o la fundación en 1930 por
un grupo de jóvenes profesores de la Universidad de Valencia de Acció
Cultural Valenciana, en la que participan J. Beneyto, J. Garcia Tolsá
(vicesecretario), E. Gómez Nadal (vicepresidente) y F. Mateu y Llopis
(Pellicer, 2003).
El Laboratorio en 1940: por la ciencia hacia Dios
Desde su creación en 1927, el SIP concentrará y liderará buena
parte de la investigación arqueológica valenciana, sobre todo en lo referente a la Prehistoria. Los trabajos de gestión del profesor Gonzalvo y
las reformas de los planes de estudio que se suceden desde 1928 (Baldó,
1997), posiblemente propiciaron una clara ralentización de las actividades del Laboratorio durante el período republicano, agravadas sin duda
a partir de la insurrección militar.
Ciertamente, en 1939 se inaugura una nueva etapa: el 6 de febrero
E. Gómez Nadal cruzaba la frontera por Le Perthus y el 29 de marzo se
realizaba el traspaso de poderes en la ciudad de Valencia. Se ponen en
marcha los expedientes de depuración que en la Facultad de Filosofía y
Letras afectan a tres de los dieciocho profesores: el ya mencionado E.
Gómez Nadal, profesor auxiliar y miembro de la Secció HistòricoArqueològica del Institut d’Estudis Valencians y los catedráticos José
Deleito Piñuela y L. Gonzalvo (Baldó, 1997). El Laboratorio cambiará
de denominación en los próximos años —al rótulo inicial de
Laboratorio de Arqueología se le añade y de Ciencias Auxiliares— y
sólo la presencia de O. Arocena, la primera mujer que ejerció como profesora en la Facultad (Baldó, 1997), establece cierta continuidad con respecto a la época de L. Gonzalvo.
Se produce una refundación del Laboratorio que el nuevo director
intenta describir como continuista décadas más tarde, incluyendo alguna
referencia irónica sobre los principios «patrióticos» que existían en la
Universidad de Valencia a principios de la década de 1940 (Ballesteros,
1975). También permanece alguno de los miembros de la primera época,
como N. P. Gómez Serrano, y a medida que avance la década se irán
incorporando antiguos alumnos de la universidad republicana: D.
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La creación del Laboratorio de Arqueología de la Universidad de Valencia:
entre la Escuela Superior de Diplomática y «por la ciencia hacia Dios»
Portada del número 1 de
la revista «Saitabi». 1940
Retrato de José Chocomeli,
fundador en 1940 de la
revista «Saitabi»
publicada por la Facultad
de Filosofía y Letras de la
Universidad de Valencia.
Fletcher, Enrique Pla Ballester, Julián San Valero Aparisi o Francisco
Jordá Cerdá, en la medida que los cargos y condenas a los que estuvieron sometidos algunos quedan desestimados o conmutados. En todo
caso, sobre el Laboratorio de Arqueología en la década de 1940 existe un
trabajo reciente de B. Martí y Valentín Villaverde (1997) que analiza los
cambios ocurridos con respecto a los primeros años.
Son años oscuros, un largo túnel que sólo en las últimas décadas
empieza a ser iluminado. Se da la circunstancia de que el juez depurador
nombrado por el nuevo régimen para la Universidad de Valencia era el
catedrático de Mineralogía y Botánica F. Beltrán Bigorra (Mancebo, 1994;
Claret, 2004), sustituto de Eduardo Boscá Casanoves y asistente a las reuniones del Laboratorio en la década de los años veinte. Otros miembros
del Laboratorio también tienen otras dedicaciones: J. Beneyto será
Catedrático de Historia del Derecho en Madrid y dedicará varios trabajos
a justificar el nuevo régimen; Vicente Genovés Amorós es Delegado
Provincial de Enseñanza de Falange y, tras la depuración de María
Moliner, se encarga a J. M. Ibarra y Folgado la dirección de la Biblioteca
de la Universidad (Mancebo, 1994), por citar algunos ejemplos.
En estas circunstancias se inicia la publicación de la revista Saitabi,
Noticiario de Historia, Arte y Arqueología de Levante, en cuyo primer
número se puede leer un editorial que proclama los siguientes principios:
«Realización científica eficiente, fidelidad a la cultura hispana,
prudencia crítica, independencia de escuelas y ajustamiento a las
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Lluís Pericot en la
entrada de la Cova de les
Meravelles (Gandia)
junto a un grupo de
alumnos universitarios.
A la izquierda de la
imagen, Josefa Chaume
se encuentra utilizando el
teodolito junto a Pericot.
De derecha a izquierda,
Julián San Valero es el
primero y Salvador Espí,
el tercero. 1932.
[Papel. SIP D/5.746]
orientaciones nacionales son los caminos que se traza esta revista,
cuyo único norte es procurar y registrar la captación pura de la verdad
histórica para ponerla al servicio de Dios y del renacimiento de la
España Imperial, bajo el signo ejemplar del Caudillo».
Un ideario que está en consonancia con el del Ministro José Ibáñez
Martín (1944: 17) quien, a la hora de establecer la doctrina sobre el
papel de la Ciencia en el nuevo régimen durante la apertura del curso
1944-45 en la Universidad de Valencia, no dudaba en parafrasear la
máxima del nacional-catolicismo que hemos incluido en el título de este
trabajo (tomada de Claret, 2004).
1
Debo expresar a Bernat Martí Oliver mi gratitud por la paciencia con la que ha atendido —y en la mayoría de los casos solventado— las diversas dudas que sobre la historia
de la Arqueología valenciana le he planteado en los últimos años.
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La creación del Laboratorio de Arqueología de la Universidad de Valencia:
entre la Escuela Superior de Diplomática y «por la ciencia hacia Dios»
Apéndice documental
Documento nº 1:
Acta de Junta de Facultad sobre la creación del Laboratorio de Arqueología
En la Universidad Literaria de Valencia en 3 de Diciembre de 1921, reunida la Junta
de Facultad a las 15 horas, bajo la Presidencia de D. Pedro María López, Decano de esta
Facultad, con asistencia de los señores que al margen se expresan [Decano, Ventura, Riba,
Gonzalvo, Deleito, Casado y Velasco, Secretario], se leyó el acta de la anterior sesión, siendo aprobada.
El señor Gonzalvo propuso a la Facultad la creación de un Laboratorio
Arqueológico, donde, de acuerdo con los fines de la Universidad, se puedan organizar
materiales de trabajo, encauzar procedimientos y estimular aficiones, en las distintas
ramas de ese orden de estudios, reuniendo y ordenando series de reproducciones plásticas
y gráficas de todo género de antigüedades, redactando papeletas bibliográficas de
Arqueología, organizando excavaciones y contribuyendo a la formación del inventario
arqueológico de la región y vigorizando por cuantos medios se pueda la especialidad de
Arqueología valenciana.
El Sr. Gonzalvo rogó a la Facultad que si juzgase esta idea digna de ella, la aprobase e hiciese suya, designando una comisión de su seno para que proceda a realizar las gestiones necesarias para la creación y existencia oficial de dicho Laboratorio.
Asimismo manifestó que, con el fin de ganar tiempo y con el carácter de condicionados a juicio del Claustro de la Facultad y del Ordinario de la Universidad, ha realizado
el proponente algunas gestiones particulares, en virtud de las cuales y para el caso de que
la proposición mereciera ser aprobada por esta Junta de Facultad, el que propone hace
presente a la misma de los siguientes ofrecimientos:
1º. Por parte del Ministro de Instrucción Pública y Subsecretario la oferta de apoyo
decidido para la institución, si llega el caso de crearse en esta Facultad.
2º. Por parte del Sr. Rector de esta Universidad, la concesión de un local compuesto por dos salas en el piso principal de la misma Universidad.
3º. Por parte de los alumnos de los dos últimos cursos de esta Facultad, la oferta de
su colaboración personal en cuanto lo permitan sus tareas escolares, y la donación para el
Laboratorio de algunos libros y una cantidad en metálico.
4º. De varias personas pertenecientes y ajenas a la Universidad el ofrecimiento de su
cooperación desinteresada en los trabajos del Laboratorio y de donación de libros y alguna publicación periódica.
5º. Personalmente ofrece el Sr. Gonzalvo, con su voluntad y actividad aunque a la
Universidad pertenezcan ambas, su colección particular de monedas antiguas, otra de
improntas, las papeletas bibliográficas de Arqueología que en número de cinco a seis mil
tiene redactadas, algunos libros de su propiedad y el importe líquido del curso de árabe
clásico que viene explicando.
La propuesta del Sr. Gonzalvo París fue acogida con verdadero entusiasmo por la
Facultad. Todos los señores claustrales hicieron uso de la palabra felicitando al digno compañero por su altruismo, generosidad y elevada idea en pro de la Enseñanza y que tanto
enaltece el nombre de la Facultad que se honra teniendo en su seno a tan cultísimo y laborioso profesor.
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
El Claustro por unanimidad le concedió un voto de gracias e hizo suya la proposición acordando que los señores D. Pedro María López y Don Carlos Riba ayuden al Sr.
Gonzalvo a realizar las gestiones pertinentes para la creación del citado Laboratorio de
Arqueología.
Documento nº 2:
Esfera de acción del Laboratorio: límites y carácter de su actividad
La materia de trabajo ha de ser la Arqueología en el sentido más amplio dentro de
los límites naturales; es decir lo que convencionalmente se divide en Arqueología, Historia
de las Bellas Artes, Numismática, Epigrafía, Diplomática y Bibliología.
El carácter de los trabajos ha de ser de acopio y organización de materiales de estudio en originales o reproducciones, de fomento de estos estudios, de intensificación del
aspecto regional de los mismos y de utilización de aquellos materiales por catedráticos,
alumnos y personas ajenas a la Universidad.
Su interés debe responder al triple fin de la Universidad, pedagógico-profesional,
científico-abstracto, y de difusión de la cultura.
Posibles funciones del Laboratorio.
1º. Obtención de reproducciones:
En escayola, galvanoplastia, etc. de inscripciones, relieves y otros objetos arqueológicos, ya por confección propia, ya por donación, compra o intercambio.
Negativos en ebonita de monedas de museos y colecciones particulares, para reproducir los positivos que fuesen convenientes.
Fotografías de objetos antiguos y de monumentos, tanto para formar un albúmfichero de arqueología, base de una posible publicación que recogiese y completase los diccionarios, mal ordenados los actuales, como para obtener diapositivas utilizables en clases
y conferencias (las que hoy posee la Facultad son muy útiles para Hª del Arte, poco en conjunto, para Arqueología).
Fotografías de documentos no por series de procedencias o por asuntos históricos,
que podría ser el procedimiento en un laboratorio de estudios históricos, sino por selección de modelos diplomáticos y paleográficos como facsimiliario y formulario.
2º. Redacción de cédulas de bibliografía de las materias propias del laboratorio (en
mis papeletas he comprobado la publicación hasta de tres trabajos sobre un asunto, ignorando cada autor la existencia de los trabajos anteriores).
3º. Práctica de excavaciones y lista de sitios excavables.
4º. Preparación del futuro Museo Arqueológico de la Universidad que debe nacer
de este Laboratorio. Para esto se puede contar con las excavaciones y con las donaciones,
que es necesario fomentar.
5º. Inventario arqueológico de la ciudad y luego de la provincia y región, con indagación del paradero de los objetos arqueológicos cuya existencia anterior se atestigua por
los autores o por cualquier fuente fidedigna.
6º. Preparación del consultorio técnico y bibliográfico de arqueología como función
del mismo Laboratorio con carácter público (¿retribuido? y en qué condiciones?).
7º. Organización de una sección especial de estudios arqueológicos valencianos (en
relación con el aspecto particular de algunas de las funcionas expresadas y aparte de las
secciones generales que otras implican).
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