Punto de encuentro: los bosques neolíticos en varias regiones de Europa.
Ernestina Badal García
Yolanda Carrión Marco
María Ntinou
Magdalena Moskal-del Hoyo
Paloma Vidal Matutano
2016
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Del neolític a l’edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
tv sIp 119, València, 2016, p. 269-285.
Punto de encuentro:
los bosques neolíticos en varias regiones de Europa
ErnEstina Badal, Yolanda Carrión, María ntinou,
MagdalEna Moskal-dEl HoYo Y PaloMa Vidal
resumen
Este trabajo trata de la importancia de los recursos vegetales locales para las sociedades neolíticas a partir de la identificación
botánica del carbón. Se presentan los paisajes vegetales neolíticos y sus diferentes respuestas ante la gestión de los primeros
grupos agropastorales. Seguiremos el camino de la neolitización, empezando por Grecia con los poblados de Knossos, Dispilio,
Makri y las cuevas de Alepotrypa, Sarakenos, los Cíclopes. Seguiremos las dos direcciones clásicas: hacia el norte hasta la
Gran Llanura Húngara con varios yacimientos del valle del Tisza y el poblado de Moravany (Eslovaquia). Hacia el oeste
seguiremos a las cerámicas impresas y cardiales, en Piana di Curinga (Italia) y en la península Ibérica, donde nos centraremos
en los sitios de Alicante (Cova de les Cendres, Cova de l’Or, La Falguera, etc.).
palabras clave:
Bosques, recursos vegetales, antracología, Europa, Neolítico.
abstract
Meeting point: Neolithic forests in various regions of Europe. This paper discusses the importance of local plant resources for
Neolithic societies on the basis of the botanical identification of wood charcoal. Neolithic plant landscapes and their variable
response to the management by the first farming groups are presented. In the presentation of the results we follow the path
of the Neolithic, starting with the villages of Knossos, Dispilio and Makri and the caves of Alepotrypa, Sarakenos, and the
Cyclops in Greece. The two main directions of neolithization are presented in continuation: towards the north several sites of
the Tisza valley in the Great Hungarian Plain and the village of Moravany (Slovakia). To the west we follow the presence of
the impressa and cardial ware, in Piana di Curinga (Italy) and the Iberian Peninsula, where our discussion focus on sites located
in the area of Alicante (Cova de les Cendres, Cova de l’Or, La Falguera, etc.).
keywords:
Forests, plants resources, Anthracology, Europe, Neolithic.
1. INTRODUCCIÓN
Este trabajo tiene el objetivo de homenajear a Bernat Martí,
profesor, compañero y amigo del que siempre aprendemos.
Sus conocimientos y su interés por nuestro trabajo se ha plasmado en profundos debates que, sin duda, nos han enriquecido
profesional y personalmente. En efecto, su interés por la antracología se manifiesta antes incluso de que se aplicara esta
disciplina en España; el método de muestreo de carbones y
semillas llevados a cabo en las intervenciones arqueológicas
en la Cova de l’Or, bajo su dirección, supusieron un hito en
la recuperación de los restos carbonizados en contextos arqueológicos, donde el material fue sistemáticamente recogido
anotando su distribución vertical –capas artificiales– y horizontal –cuadrículas– (Martí Oliver, 1977; Martí Oliver et al.,
1980). De esta manera, se plasma el interés y la voluntad de
querer indicar la profundidad y la buena contextualización de
las muestras recuperadas en la década de 1970. Esto permitió
obtener, a posteriori, un diagrama antracológico siguiendo la
estratigrafía del yacimiento de 5 en 5 cm, como los diagramas
de polen, y realizar dataciones radiométricas sobre los restos
carbonizados (semillas y carbones) con gran precisión estratigráfica (Badal et al., 1994, 2012; García Borja et al., 2011a).
De tal modo que la Cova de l’Or es un referente para el Neolítico del Mediterráneo occidental.
La Universitat de València ha sido el punto de encuentro y
estudio de todas nosotras y con el presente trabajo queremos
reflexionar sobre los paisajes vegetales neolíticos y sus respuestas ante la gestión de los primeros grupos agropastorales
en regiones muy diversas desde el punto de vista biogeográfico y arqueológico, donde las culturas neolíticas tienen puntos
en común pero, indudablemente, personalidades culturales y
ecológicas diversas. Aunque la comparación entre disciplinas
arqueobotánicas ha demostrado ser una herramienta de gran utilidad para aproximarnos a los paisajes del pasado de una manera
más precisa, nos centraremos, por razones de espacio, en los
resultados antracológicos obtenidos en los yacimientos neolíticos donde hemos trabajado en los últimos años (fig. 1 y tabla 1).
Por tanto, vamos a trabajar desde la perspectiva local que permite conocer las particularidades de los paisajes circundantes a
269
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E. Badal, Y. Carrión, M. Ntinou, M. Moskal-del Hoyo y P. Vidal
Fig. 1. Localización de los yacimientos.
Tabla 1. Datos geográficos de los yacimientos citados en el texto.
Nº
Yacimiento
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
Knossos
Alepotrypa cave
Cave of the Cyclops
Theopetra cave
Boila rockshelter
Sarakenos cave
Dispilio
Makri
Öcsöd-Kováshalom
Nagykörű
Polgár-Ferenci hát
Polgár-Piócási-dűlő
Polgár-Csőszhalom
Polgár-Bosnyákdomb
Moravany
Piana di Curinga
Cova de les Cendres
Abric de la Falguera
Cova de l'Or
Mas d'Is
Santa Maira
Tossal de la Roca
Jovades
Niuet
Cova d'en Pardo
Benàmer
Altitud (m)
96
20
150
280
400
180
640
40
85
55
90
88
92
90
162
115
45
860
650
610
650
691
400
350
650
350
Latitud
Longitud
País
Región
35°17'53"N
36°38'18''N
39°22'25''N
39°40'48''N
39°58'4''N
38°28'N
40°29'07''N
40°50'55''N
46°52'43,94"N
47°16'02,01"N
47°50'57,08"N
47°50'26,26"N
47°52'14,16"N
47°50'22,08"N
48°44'15"N
38°50'39.70"N
38º41'10"N
38º40'22"N
38°50'40"N
38º41'18"N
38º43'52"N
38º47'26"N
38º45'20"N
38°46'33"N
38º48'57"N
38º47'07"N
25°9'47"E
22°22'56''E
24°10'17''E
21°40'51''E
20°39'51''E
23°14' E
21°17'23''E
25°44'46''E
20°19'41,69"E
20°25'37,88"E
21°08'45,71"E
21°08'53,96"E
21°09'52,04"E
21°05'32,56"E
21°48'06"E
16°17'12.00"E
00º09'09"E
00º33'59"O
00°21'50"O
00º23'45"O
00º12'52"O
00º16'51"O
00º25'51"O
00°25'25"O
00º17'53"O
00°24'55"O
Grecia
Grecia
Grecia
Grecia
Grecia
Grecia
Grecia
Grecia
Hungría
Hungría
Hungría
Hungría
Hungría
Hungría
Eslovaquia
Italia
España
España
España
España
España
España
España
España
España
España
Creta
Peloponeso
Esporades
Tesalia
Epiro
Grecia central
Macedonia occidental
Tracia
Tiszamente
Tiszamente
Felső-Tisza-vidék
Felső-Tisza-vidék
Felső-Tisza-vidék
Felső-Tisza-vidék
Michalovce
Calabria
Alicante
Alicante
Alicante
Alicante
Alicante
Alicante
Alicante
Alicante
Alicante
Alicante
los sitios pero que, al mismo tiempo, tienen rasgos comunes en
cuanto a la dinámica y las respuestas de los bosques a la gestión
agro-silvo-pastoral de los primeros neolíticos en Europa.
El paisaje fue definido por G. Bertrand (1968) como una
porción de espacio caracterizado por un tipo de combinación dinámica, por consiguiente inestable, de elementos geográficos diferenciados –físicos, bióticos y antrópicos– que, actuando dialécticamente unos sobre otros, hacen del paisaje un conjunto único
e indisoluble en perpetua evolución, tanto bajo el efecto de las
270
interacciones entre los elementos que lo constituyen, como del
efecto de la dinámica propia de cada uno de estos elementos considerados separadamente. Así pues, el paisaje es un sistema que
manifestará, en cada época, una estructura interna o estado, reflejo
de la interacción y dinámica de sus componentes físicos, bióticos
y humanos. En el presente trabajo queremos destacar la dinámica
y la interacción entre esos tres componentes durante el Neolítico,
teniendo en cuenta esencialmente la gestión de los recursos locales, y entre ellos, la leña de los bosques cercanos a los yacimientos.
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Punto de encuentro: los bosques neolíticos en varias regiones de Europa
La transición del Pleistoceno al Holoceno está marcada por
los grandes cambios climáticos globales que siguieron unas pautas y ritmos visibles en el registro bioarqueológico. Los organismos vivos, y en especial las plantas, se fueron redistribuyendo
buscando las zonas óptimas de temperatura y de humedad, según
los requerimientos de cada especie, hasta formar los paisajes vegetales holocenos. Al final del Boreal la configuración biogeográfica de las regiones era plenamente holocena y aunque se dieron
eventos climáticos menores (8.2 Ka; 7.8 Ka; 7.1 Ka) la esencia
de los paisajes ya no fue alterada. Para esas primeras etapas del
Holoceno (Preboreal, Boreal) el factor humano tuvo poco protagonismo en la configuración de los paisajes, es decir, el elemento físico del paisaje (dinámica del clima y sustrato geológico) condicionó al biótico y al humano. Además, el poblamiento
de Europa era desigual: mientras en algunas zonas los últimos
grupos cazadores-recolectores estaban diseminados por amplios
territorios, otras zonas estaban despobladas. Durante el Mesolítico reciente, antes de la llegada del Neolítico, el panorama del
poblamiento en el ámbito mediterráneo ibérico está marcado
por amplios vacíos (Cataluña, Meseta ibérica, sur del País Valenciano, Murcia y parte de Andalucía) (Juan-Cabanilles y Martí,
2002; Martí y Juan-Cabanilles, 2014) y, por tanto, la colonización
agrícola se realizó sobre territorios prácticamente vírgenes. Esto
mismo ocurre en otras regiones de Europa donde hay muy pocos yacimientos del Mesolítico final e incluso algunos estudios
concluyen un descenso demográfico significativo para algunas
regiones europeas o una concentración de la población en sitios
más permanentes (Crombé et al., 2011). Los últimos cazadoresrecolectores tienen una tecnología que, sin negar su capacidad de
transformación del entorno, no produce el impacto en los paisajes
que asumirá la neolítica. Las innovaciones tecnológicas y sociales que conducen al Neolítico se producen en Próximo Oriente
y desde allí se propagan, acompañadas de población o no, hasta
occidente (Ammerman y Cavalli-Sforza, 1984; Guilaine, 2001;
Zilhão, 2001; Perrin y Binder, 2014). Algo genuino del neolítico
es el surgimiento del paisaje rural. Así pues, a partir de este periodo, a los factores climáticos y geológicos de cada zona se añade la
gestión humana de los territorios, conformando el paisaje agrario.
En base a los estudios arqueobotánicos, se observa que el bosque
se utiliza según unas pautas culturales (tecnología neolítica) y la
capacidad de respuesta depende de las condiciones ecológicas de
las regiones; en general, en las zonas más secas la respuesta es
más inmediata y la capacidad de regeneración forestal menor que
en las más húmedas. Para observar estas dinámicas presentaremos sitios de Grecia, de la Gran Llanura Húngara, de Eslovaquia,
de Calabria y de Alicante.
2. HOLOCENO ANTIGUO: DIFERENCIAS
CRONOLÓGICAS, REGIONALES Y/O CULTURALES
Los primeros paisajes holocenos los conocemos a través de los
restos de leña identificada en los yacimientos mesolíticos. Lamentablemente, se trata de una información fragmentaria, ya que
no existen datos para todas las regiones y éstos son especialmente
escasos para el Mesolítico reciente. En general, asistimos a un
tránsito entre formaciones abiertas, dominadas en casi todas las
regiones por coníferas durante el Preboreal, hasta consolidarse las
formaciones de especies mesotermófilas o claramente cálidas en
algunas regiones mediterráneas durante el Boreal.
En Grecia son pocos los yacimientos que disponen de estudios antracológicos para la transición Tardiglaciar/Holoceno y
el Holoceno antiguo. Durante el Tardiglaciar, los datos de los
yacimientos de Theopetra (Ntinou y Kyparissi-Apostolika, en
prensa) y Boila (Ntinou y Kotjabopoulou, 2002), ambos situados
en el paralelo 39º, indican la presencia de formaciones abiertas
con plantas arbóreas pioneras como Betula, Prunus y Juniperus
aunque también están presentes en pequeñas proporciones taxones mesófilos como Quercus caducifolio y Fraxinus. La vegetación durante el comienzo del Holoceno (Preboreal y Boreal)
en estos mismos yacimientos se caracteriza por la expansión de
los bosques caducifolios, aunque todavía en un estado abierto
indicado por la presencia de Pistacia en ambos (Ntinou y Kotjabopoulou, 2002; Ntinou y Kyparissi-Apostolika, en prensa).
Características similares se observan en la cueva de Sarakenos,
en el paralelo 38º, donde predominan formaciones abiertas de
robles con un cortejo de Pistacia, Juniperus y Prunus. Los taxones termófilos son escasos, representados débilmente por Phillyrea/Rhamnus alaternus (Moskal-del Hoyo y Ntinou, 2016).
No obstante, durante el inicio del Holoceno la vegetación de
las islas del Egeo estaría probablemente dominada por taxones
termófilos, tal como se observa en la secuencia antracológica de
la Cueva de los Cíclopes en la isla de Youra. Phillyrea/Rhamnus
alaternus, Juniperus, Quercus perennifolio y la débil presencia
de Pistacia y Arbutus indican la progresión de la vegetación
esclerófila holocena (Ntinou, 2011).
En la Cuenca de los Cárpatos, la dinámica del desarrollo de
la vegetación en la primera mitad del Holoceno la conocemos
gracias a los estudios del polen (Járai-Komlódi, 1968, 2003; Willis et al., 1995; Magyari et al., 2001, 2008, 2010, 2012; Gardner,
2002, 2005; Juhász, 2004; Willis, 2007); a pesar de que Hungría
fue pionera en el desarrollo de los estudios antracológicos (Hollendonner, 1926; Greguss, 1940), no existe información para el
periodo tratado, remontándose los datos disponibles a cronologías mucho más antiguas. Los registros polínicos indican que,
con la mejora climática holocena, los árboles caducifolios se
expandieron desde los refugios localizados en el sur de Europa
y que, de forma más o menos rápida, los bosques de Pinus-Betula fueron dejando paso al bosque caducifolio mixto (Quercus,
Tilia, Ulmus, Corylus). Esta dinámica se vio acelerada por la
frecuencia de los fuegos naturales y el desarrollo de los suelos
forestales pardos. No obstante, es importante mencionar que el
periodo Atlántico en la Gran Llanura de Hungría no supuso “el
óptimo climático”, como ocurrió en otras regiones, sino que se
dio el periodo más cálido y seco del Holoceno (Magyari et al.,
2010). En el sexto milenio cal BC existían principalmente bosques caducifolios en los cuales el roble desempeñaba un papel
fundamental. Sin embargo, los nuevos datos indican que la estepa arbolada cubría grandes superficies de esta región (Magyari
et al., 2010).
En el País Valenciano, tenemos una imagen bastante completa de la evolución de las formaciones vegetales desde inicios
del Holoceno, ya que existen diversas secuencias antracológicas
para la zona. En el Preboreal, los datos obtenidos en los sitios
de Alicante indican una gran importancia de los enebros/sabinas
en el paisaje, como se documenta en Santa Maira (Aura et al.,
2005), Falguera (Carrión, 2006) o el Tossal de la Roca (Uzquiano, 1988). Aún dentro de estos primeros momentos del Holoceno, se comienza a detectar la progresión de bosques mixtos de
271
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E. Badal, Y. Carrión, M. Ntinou, M. Moskal-del Hoyo y P. Vidal
Quercus en detrimento de estas formaciones de Juniperus. Una
diferencia interesante respecto a otras regiones peninsulares,
localizadas por encima del paralelo 40º, es la ausencia generalizada de pinos de ecología fría (Pinus tipo nigra-sylvestris):
por ejemplo, en Cataluña están presentes durante el Preboreal
mientras que en el este peninsular y en el sur, desde el Dryas
reciente, ya no se encuentran en yacimientos situados por debajo de los 700 m de altitud. Todos los pinos tipo nigra/sylvestris
presentes en contextos de inicios del Holoceno en yacimientos
de Alicante dan fechas del Pleistoceno una vez datados (Badal,
2006; Carrión et al., 2010), por lo que podemos argumentar que
los ejemplares aislados y situados en contextos del Preboreal,
como se dan en el Tossal de la Roca (Uzquiano, 1988) o Santa
Maira (Aura et al., 2005), pueden responder a cuestiones tafonómicas y no ecológicas.
En el Boreal documentamos el dominio de los bosques de
Quercus, tanto perennifolio como caducifolio. Otros taxones
significativos son Acer, Fraxinus, Prunus sp., etc. El pino carrasco (Pinus halepensis) también acompaña a estas formaciones mixtas aunque muy tímidamente en estas cronologías.
Los elementos más termófilos, que serán abundantes en los
paisajes neolíticos, caso de Olea europaea o el pino carrasco,
tienen una presencia muy discreta en los momentos previos, al
menos en las secuencias tratadas, que se encuentran en zonas
de interior y/o media montaña. No obstante, su rol pudo ser
importante en zonas costeras a partir de las cuales se expanden
a otros territorios con ayuda de la actividad humana, como
discutimos más adelante.
En síntesis, esta es la imagen que encuentran los neolíticos
al ocupar nuevos territorios, una diversidad de paisajes “prístinos” que, con la nueva tecnología agrícola, vivirán un punto de
inflexión hacia lo que conocemos como “paisajes rurales”. En
efecto, los nuevos colonos sí tienen un gran potencial tecnológico para alterar de forma profunda la cubierta vegetal y, por
tanto, el paisaje: deforestar para poner en cultivo, abrir sendas,
veredas, caminos, tierras para pastos, etc., constituyen algunas
de las actividades más básicas de un grupo agro-ganadero. En la
gestión territorial intervendrán la tecnología, la demografía, el
tiempo de ocupación de los territorios y las formas de organización social. Así pues, a partir del Neolítico, a los factores climáticos y geológicos de cada zona se añade la gestión humana de
los territorios para crear paisajes culturales.
3. LOS USOS DE LOS RECURSOS VEGETALES EN
GRUPOS NEOLÍTICOS
Los recursos vegetales son de capital importancia para todas las
sociedades y su uso va paralelo a la evolución humana. Desde la
simple recolección de hojas, frutos, leña, etc. hasta la domesticación hay un proceso de conocimiento en biología vegetal que los
humanos han ido adquiriendo gradualmente. La intensidad y la
variabilidad en el uso de los recursos vegetales se pueden correlacionar con la complejidad de las sociedades humanas. En Europa,
el Neolítico, entre otras cosas, significa la primera introducción de
animales y plantas exóticas, es decir, animales y hierbas domesticados en Próximo Oriente, además de las plantas adventicias que
acompañan los cultivos. Desde entonces hasta la actualidad no han
parado de llegar plantas de otras regiones del Planeta, tanto herbáceas como leñosas, con infinidad de usos: agrícolas, industriales,
272
ornamentales, medicinales, etc. Además de los cultivos que traen
consigo, los neolíticos también necesitan los recursos forestales
autóctonos de cada región para obtener pastos, materias primas,
medicinas, comida, sin olvidar el valor simbólico que pudieron tener las plantas como lo demuestran las representaciones de árboles
en las pinturas levantinas. En este sentido, la escena de vareo de
La Sarga (Alcoi), publicada por Fortea y Aura (1987), es interpretada como la representación de almendros (Prunus amygdalus),
mientras que Carmona (2013) considera que son pinos piñoneros
(Pinus pinea), cuya población actual más cercana está a 20 km
en la sierra de la Fontanella (Biar). Sin embargo, nosotras consideramos que se trata de arbustos y no de árboles ya que nacen
varios troncos desde la base. La plasmación pictórica de esta morfología arbustiva junto a la abundancia de carbones y semillas de
acebuche en los sitios mesolíticos y neolíticos nos hace pensar que
pueda tratarse del olivo silvestre o acebuche (Olea europea var.
sylvestris) cuyas bayas, la acebuchina, son comestibles si se procesan adecuadamente (Aura et al., 2005; Carrión et al., 2010). Por
otro lado, en los sitios de Alcoi no se ha identificado restos carbonizados ni de almendro ni de pino piñonero. La otra figura vegetal,
publicada por Hernández y Segura (2002), tiene una morfología
de árbol con un solo tronco y ramificaciones superiores cubiertas
por una frondosa copa, siendo interpretada por estos autores como
una carrasca (Quercus rotundifolia) mientras que Carmona (2013)
lo considera pino piñonero. Nosotras, en base a los datos arqueobotánicos de la zona, nos inclinamos por la carrasca o el quejigo
al ser los árboles más frecuentes en los restos carbonizados (tanto
madera como semillas) de los yacimientos neolíticos de la zona de
Alcoi, aunque podría tratarse de cualquier otro árbol que entrara
en el imaginario de los pintores neolíticos.
La importancia de los recursos forestales queda bien documentada en los yacimientos lacustres como La Draga (Girona,
España), La Marmotta (Anguillara Sabazia, Italia), Dispilio (Kastoria, Grecia) y los de la cuenca de Amindeon (Florina, Grecia)
(Bosch et al., 2000, 2006 y 2011; Chrysostomou et al., 2015;
Karkanas et al., 2011; Pessina y Tiné, 2008), por la conservación
excepcional de los materiales procedentes de diversas partes de las
plantas. Pero también en alguna cueva como la de los Murciélagos de Albuñol donde las condiciones excepcionales de aridez han
permitido la conservación de materia orgánica (madera, tejidos,
cuerdas, etc.), aportándonos una información valiosa sobre el uso
y la gestión de estos recursos por parte de los grupos humanos.
Respecto al último ejemplo citado, la Cueva de los Murciélagos, queremos destacar la publicación de Manuel de Góngora
en “La Ilustración de Madrid. Revista de Política, Ciencia, Artes
y Literatura” en su nº 3 del año 1870. Este documento ha sido
rescatado recientemente por Bernat Martí, en su incansable interés
por la búsqueda de las fuentes primarias y nos lo transmitió por el
interés arqueobotánico del mismo. En dicho documento, Góngora
se hace eco de la excepcionalidad que presenta esta cueva por la
gran cantidad de material orgánico conservado (fig. 2). Por su interés, reproducimos literalmente parte de su texto: Entre los objetos
recientemente encontrados en la Cueva hay varios calzados, telas
y gorros de esparto, unos semejante y otros distintos de los ya
publicados en mi libro;1 pedazos de cascos ó de escudillas de ma-
1
Unos dos años antes de este artículo de prensa, Góngora publicó su
libro Antigüedades Prehistóricas de Andalucía donde da a conocer
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Punto de encuentro: los bosques neolíticos en varias regiones de Europa
Fig. 2. Objetos orgánicos de la Cueva de los Murciélagos (Albuñol, Málaga) descritos y publicados por Góngora (1870: 16).
dera que aún ostentan los cordones de esparto con que se ataban
á la barba ó se llevaban pendientes y con agujeros que pudieron
sujetar alguna insignia; restos de vasos de barro, varios de ellos
con dibujos ó con formas nuevas; multitud de teas que debieron
usarse, pues que tienen quemado uno de sus extremos; pedazos
de madera labrados y sin labrar, uno de ellos (Fig. 1ª) con agujeros simétricos; el pedazo de una, al parecer, ajorca de piedra, un
hueso que pudo ser cuchillo, con dos agujeros y adornos (Fig. 2ª);
restos de plantas tuberculosas; huesos de mamíferos y de aves;
pedazos de huesos fósiles; armas de piedra; dardos con caña de
carrizo; fortificadas sus articulaciones con hojas de gramíneas
cortadas longitudinalmente (Fig. 3ª) ó con hilos de ovas ú otras
plantas filamentosas (Fig. 4ª), y todo barnizado con betún oscuro. Conservo la afilada punta de madera embetunada, de nueve
centímetros de larga, que se introducía en el extremo de carrizos
(Fig. 5ª); el pedazo de otra punta, rota como por la mitad (Fig.
3ª), que mide diez y seis centímetros de larga; el extremo de una
flecha, igualmente de carrizo, cortado longitudinalmente (Fig. 6ª)
y como para armarlo con una espiga de pescado ó con una astilla de hueso sujeta con un esparto, pero sin betún y atado con
apresuramiento, sin el cuidadoso arte que los otros de que ántes
hemos hecho mención, como que las unas eran fijas y la otra para
renovarse en una cacería ó en un combate… (Góngora, 1870).
Continúa más adelante el texto con la siguiente descripción: Cada
una de las doce momias que rodeaban á la mujer de que hablo en
parte de los materiales orgánicos de la Cueva de los Murciélagos de
Albuñol (Góngora, 1868).
las páginas 30 y 31 de mi libro, tenia, entre el traje de esparto y
en la parte derecha de su cuerpo, una navaja de madera, color de
algarroba brillante, según la frase de mi amigo, cuya mitad servia
de mango y la otra tenia sujetos en una hendidura, con betún negro, una fila de pedernales en la forma que puede verse en la Fig.
7ª (mitad del tamaño natural), hecha á la vista y con las noticias
del Sr. Manzuco.
Este breve texto demuestra la diversidad de usos que tienen
los vegetales para las sociedades prehistóricas: vestido, luz, útiles,
herramientas, etc. Además, Góngora realiza una reflexión muy
interesante, teniendo en cuenta la fecha (1870), sobre lo que ahora llamamos multidisciplinaridad: ¡Cuántas ciencias llamadas á
concurso en estos descubrimientos! La indumentaria, la cerámica, los usos domésticos, las prácticas funerarias, el arte militar,
la fauna y la flora primitivas, la geografía, la paleontología! En
efecto, para el estudio de la Prehistoria es necesario el concurso de
muchas disciplinas. Aunque algunas de ellas, como la arqueobotánica, en España tardarán casi un siglo a ponerse en práctica desde
la reflexión de Góngora.
La vida aldeana necesita grandes cantidades de biomasa forestal y por ello el bosque es tan importante como los campos y
los pastos. Los hallazgos arqueológicos demuestran que los neolíticos tienen un buen conocimiento de la flora de sus territorios y
de sus cualidades para la ebanistería, la carpintería, la cestería o
incluso como medicina (Guerra y López, 2006; Peña-Chocarro et
al., 2013). Efectivamente, del bosque se extrae la madera para la
construcción de las casas, utensilios de caza tal y como se observa
en los arcos y flechas representadas en algunas escenas de arte rupestre Levantino (López-Montalvo, 2011) o en los útiles hallados
en los sitios (fig. 2).
273
[page-n-6]
E. Badal, Y. Carrión, M. Ntinou, M. Moskal-del Hoyo y P. Vidal
primera ocupación agrícola en varias regiones europeas. Seguiremos el camino de la Neolitización, es decir, de este a oeste y
de sur a norte. Nos centraremos en yacimientos de Grecia (poblados de Knossos, Dispilio y Makri; y las cuevas de Alepotrypa, Sarakenos y de los Cíclopes). Desde aquí seguiremos las
dos direcciones clásicas: hacia el norte llegaremos a la llanura
central europea para ver la primera ocupación agrícola en Eslovaquia (Moravany) y Hungría con varios yacimientos del valle
del Tisza. Hacia el oeste seguiremos la expansión de las cerámicas impresas y nos detendremos en Piana di Curinga (Calabria,
Italia) para llegar a la península Ibérica donde nos centraremos
en los sitios de Alicante: Cova de les Cendres, Cova de l’Or,
La Falguera y los poblados de Mas d’Is, Jovades, Niuet, entre
otros (Badal et al., 2012; Badal y Ntinou, 2013; Carrión, 2005;
Karkanas et al., 2011; Lityńska-Zając et al., 2008; Machado,
2011; Moskal-del Hoyo, 2013; Moskal-del Hoyo et al., 2015;
Moskal-del Hoyo y Ntinou, 2016; Ntinou, 2002, 2011; Ntinou y
Tsartsidou, 2015; Peña-Chocarro y Ruíz Alonso, 2011).
4.1. grECia
Fig. 3. Microfotografías de restos orgánicos y de microorganismos
que los atacan.
Las formaciones boscosas aportarían, también, gran cantidad
de herbáceas útiles para confeccionar cestas y cuerdas a partir del
trenzado de sus hojas y tallos, sin olvidar el propio valor alimenticio que ostenta el bosque con la presencia de gran variedad de
frutos, verduras, tubérculos o recursos naturales como la miel, actividad documentada también en el arte rupestre. Esto, que es materialmente demostrable con el arte o en los yacimientos lacustres
o en sitios secos con buena preservación de los biomateriales, es
difícil de evidenciar en la mayoría de los sitios. Sin embargo, las
necesidades económicas y sociales son comunes a todos los grupos neolíticos independientemente de su localización geográfica,
de modo que lo observado en La Draga, Dispilio o Cueva de los
Murciélagos, por poner algunos ejemplos, se puede aplicar como
premisa a los yacimientos que sólo conservan restos de madera
carbonizados y que tienen una lista taxonómica similar o a veces
mayor a la de los yacimientos lacustres. Es decir, en la mayoría de
los sitios se evidencian únicamente los vegetales que se conservan
carbonizados, porque si no sufren este proceso, desaparecen por
la actividad biótica de insectos, hongos, bacterias, etc. (Moskal,
2010; Moskal-del Hoyo et al., 2010). No obstante, algunos objetos
realizados con vegetales pueden conservarse parcialmente como
una cesta de esparto (Stipa tenacissima) hallada en los niveles neolíticos de la Cova de les Cendres (Bernabeu y Molina, 2009) cuyas
fibras se desintegraban al tocarlas (fig. 3).
4. LOS BOSQUES NEOLÍTICOS
La primera ocupación agrícola de un sitio, independientemente
de la cronología, siempre se produce sobre territorios prácticamente vírgenes. Con los carbones, la imagen que obtenemos
del entorno son las formaciones vegetales “prístinas” de cada
región, condicionadas por los factores climáticos y geológicos
del paisaje. Vamos a presentar la diversidad de paisajes de la
274
Grecia, por su proximidad a la cuna del Neolítico, presenta
una ocupación temprana de las sociedades productoras. La expansión marítima desde Próximo Oriente posibilitó una ocupación de las islas griegas en su camino hacia el continente. Así,
la secuencia neolítica del sitio de Knossos (Creta), se remonta
a ca. 7050-6690 cal BC; siendo uno de los primeros yacimientos donde se evidencia la producción de alimentos en Europa.
En sus niveles del Neolítico antiguo I y II, la secuencia antracológica demuestra la existencia de un bosque esclerófilo
mediterráneo, donde Quercus sp. perennifolio2 es el taxón más
abundante, seguido de aladiernos (Rhamnus/Phillyrea), lentiscos (Pistacia sp.), madroños (Arbutus unedo) y otros arbustos
perennifolios (fig. 4). Los caducifolios tienen poca importancia (Quercus sp. caducifolios y Prunus sp.) del mismo modo
que las coníferas, representadas por el pino de Chipre (Pinus
brutia) y el ciprés (Cupressus sermpervirens) (Badal y Ntinou, 2013). Una ausencia significativa es el acebuche (Olea
europea var. sylvestris) que más adelante comentaremos. No
se detectan cambios significativos en el uso de los recursos
vegetales durante el Neolítico Antiguo, tal vez por una gestión
equilibrada de los recursos con unas zonas de cultivo, de pasto
y de bosque estables.
Los primeros cambios detectados en la composición vegetal del paisaje de Knossos se producen en el Neolítico medio
(4990-4731 cal BC), cuando aumentan los restos carbonizados de Prunus sp., almendro (Prunus amygdalus) y madroño.
Estas son plantas heliófilas propias de espacios abiertos del
bosque. Su aumento puede ser la respuesta a una reducción
del bosque esclerófilo de Quercus como consecuencia de las
actividades económicas aldeanas, con incremento de campos
y pastos en los alrededores del poblado. En el caso de Prunus
cabe sugerir la posible manipulación de estos árboles mediante la poda por su valor económico ya que las almendras son
muy nutritivas.
2
En el Mediterráneo hay muchas especies de Quercus perennifolios
y caducifolios; con la anatomía de la madera se distingue muy bien
esos dos grupos pero no se pueden determinar las especies.
[page-n-7]
Punto de encuentro: los bosques neolíticos en varias regiones de Europa
Fig. 4. Resultados antracológicos de yacimientos griegos.
Cuando nos adentramos en la Grecia continental, podemos
observar el cambio del paisaje desde el sur hacia el norte, especialmente al norte del paralelo 40ºN. En el extremo sur del Peloponeso, en la cueva de Alepotrypa, la vegetación circundante era un
mosaico compuesto de: a) zonas abiertas dominadas por árboles
heliófilos como los almendros y matas de Fabácea, jaras (Cistus)
y Labiadas; b) bosques esclerófilos de Phillyrea/Rhamnus alaternus, Quercus perennifolios, madroños, Pistacia y arces, donde los
robles jugarían un papel muy importante. Desde la primera ocupación hasta el final del Neolítico (5900-3300 cal BC) el cambio que
se produce en la explotación de la vegetación es el progresivo uso
más frecuente de las formaciones esclerófilas respecto a las más
abiertas. Este hecho podría deberse a la mayor demanda de leña y
tierras a medida que la ocupación se hiciera más intensa.
Más al norte, entre el paralelo 38o y 40oN, se pueden observar diferencias en los paisajes vegetales que encuentran los
primeros agricultores independientemente de la cronología en
que establecen sus asentamientos en una región. Así en la cueva
de Sarakenos, en Grecia central, el paisaje durante el Neolítico
antiguo (c. 6400 cal BC) se caracterizaría por bosques abiertos de robles con otros árboles y arbustos heliófilos (Phillyrea/
Rhamnus alaternus, Pistacia, Prunus). Sin embargo, en el Egeo
norte, la secuencia neolítica de la cueva de los Cíclopes, en la
isla de Youra, documenta el dominio de una vegetación esclerófila que hasta el Neolítico final permanece sin grandes cambios
probablemente como consecuencia del uso esporádico del yacimiento. Como en el caso de Knossos, es interesante anotar la
ausencia del olivo en todos estos yacimientos, tanto en los más
meridionales como en los que presentan una vegetación mayoritariamente esclerófila.
Al norte del paralelo 40ºN, la primera ocupación agrícola
se establece sobre bosques de robles (Quercus sp. caducifolios)
como se puede ver en Dispilio (Kastoria) desde el Neolítico medio (ca. 5500-5300 cal BC) hasta el Calcolítico (ca. 3600 cal
BC) (Karkanas et al., 2011; Ntinou, 2002) o en Makri (Alexandropolis) con dos fases de ocupación (Makri I: 5618-5532 cal
BC y Makri II: 5470-5370 cal BC) ambas del Neolítico tardío
(Eftratiou et al., 1998; Ntinou, 2002). En ambos casos (fig. 4)
son bosques densos y con gran diversidad de especies: fresnos,
arces, sauces, olmos, avellanos, alisos, prunos y rosáceas. La
diferencia entre ambos yacimientos viene marcada por la altitud, ya que Dispilio se encuentra en el interior a 627 m.s.n.m.
mientras que Makri está a orilla del mar y apenas a 40 m de altitud. Así, en Dispilio los pinos de montaña (Pinus nigra) están
presentes desde el principio de la ocupación y van aumentando
sus frecuencias al final de la secuencia, mientras que en Makri
no hay especies marcadamente continentales o frías. En este sitio los indicadores mediterráneos son la higuera (Ficus carica) y
la cornicabra (Pistacia terebinthus). En ambos yacimientos son
importantes los frutales como Maloideae y Prunus.
275
[page-n-8]
E. Badal, Y. Carrión, M. Ntinou, M. Moskal-del Hoyo y P. Vidal
4.2. EuroPa CEntral
En centro Europa, las comunidades campesinas se expandieron
siguiendo los cursos fluviales. El Danubio y el Tisza, con todas
sus redes de afluentes, fueron las grandes vías de comunicación
y penetración de la tecnología neolítica. Nos centraremos en los
resultados de 7 yacimientos distribuidos por el valle del Tisza y
de su tributario, el río Körös (Moskal-del Hoyo, 2013). Ambos
drenan la Gran Llanura Húngara. El valle del Tisza, en su trayecto al norte y mediante sus tributarios, desempeñaba un papel
importante en la propagación de las culturas neolíticas en Eslovaquia y las zonas localizadas al norte de los Cárpatos.
Los yacimientos arqueológicos que proporcionaron datos
antracológicos datan del Neolítico antiguo hasta el Neolítico
reciente. El yacimiento con el conjunto de carbones más antiguo proviene de Nagykörű, el poblado ubicado en Hungría y
relacionado con el desarrollo de la cultura Körös que se data
en 5850/5700 cal BC (Raczky et al., 2010; Moskal-del Hoyo,
2010). De este país también hemos estudiado los carbones
procedentes de las culturas del Neolítico medio (Polgár-Ferenci hát, Polgár-Piócási-dűlő) de la cultura de las Cerámicas
a Bandas de Alföld (ALBK) que se desarrollaban en la segunda mitad del sexto milenio (Whittle et al., 2013; Nagy et
al., 2014). El Neolítico tardío es representado por la cultura
Tisza, cuyo yacimiento más antiguo, Öcsöd-Kováshalom, se
remonta hacia ca. 5200 cal BC (Raczky, 2009). Al norte de
este yacimiento, se distingue un núcleo de ocupación neolítica
importante en la región de Polgár datado en la segunda mitad
del quinto milenio cal BC, del cual se analizaron carbones de
tres poblados (Polgár-Csőszhalom tell, Polgár-Csőszhalomdűlő, Polgár-Bosnyákdomb). Es probable que su centro fuera
el tell de Polgár-Csőszhalom y su poblado adyacente (PolgárCsőszhalom-dűlő) que juntos ocupaban un espacio de unas 28
ha. Debido a su riqueza y amplios contactos culturales el núcleo
de Polgár representa el complejo cultural de Tisza-HerpályCsőszhalom (Raczky et al., 2002; Raczky y Anders, 2008). En
Eslovaquia, los materiales arqueobotánicos están asociados al
poblado de Moravany de la cultura de las Cerámicas a Bandas
de Alföld (ALBK) (5500-5200/5150 cal BC), que en esta región
representa el Neolítico antiguo (Kozłowski et al., 2014).
Los resultados antracológicos de los ocho yacimientos son
muy coherentes entre ellos y ofrecen la imagen de los bosques
locales (Moskal, 2010; Moskal-del Hoyo, 2013; Moskal-del
Hoyo et al., 2015). En todos ellos se documentan bosques mixtos de caducifolios, dominados por el binomio: roble (Quercus
sp. caducifolio) y olmo (Ulmus sp.) (fig. 5). Otros taxones abun-
Fig. 5. Resultados antracológicos de yacimientos de Hungría (A) y Eslovaquia (B).
276
[page-n-9]
Punto de encuentro: los bosques neolíticos en varias regiones de Europa
dantes son el fresno (Fraxinus sp.), el cornejo (Cornus sp.), las
rosáceas (Maloideae, Prunus sp.) y el avellano (Corylus sp.).
Es probable que los paisajes circundantes a los poblados fueran
un mosaico de diversas comunidades de plantas en donde tres
grandes tipos podrían haber predominado: a) robledales en las
zonas cercanas a los asentamientos, b) bosque de roble-olmofresno en la zona sometida a inundaciones periódicas del río y c)
el bosque de ribera con sauce y álamo. La proximidad del río parece determinar las proporciones entre los taxones. Por ejemplo,
la dominancia del roble y fresno en Moravany parece reflejar su
ubicación junto al riachuelo Šarkan y el valle del río Ondava,
mientras que el predominio del roble en los asentamientos de
Polgár indicaría la gran importancia del robledal. Cabe mencionar que los poblados neolíticos en esta región están localizados
en las zonas más altas de la llanura, zonas de loess y posiblemente libres de inundaciones (Sümegi et al., 2005, 2013).
Los datos antracológicos concuerdan con la dinámica general de la vegetación observada en el registro de polen (Járai-Komlódi, 1968, 2003; Willis et al., 1995; Magyari et al.,
2001, 2008, 2010; Gardner, 2002, 2005; Juhász, 2004, 2005;
Willis, 2007). En ambas disciplinas, los taxones principales son
Quercus, Ulmus, Corylus y Fraxinus, aunque desconcierta la
ausencia o muy poca presencia de Corylus en los carbones prehistóricos. La presencia de árboles o arbustos como el cornejo,
las rosáceas y el avellano puede demostrar que el bosque tenía
zonas abiertas. Las relativamente altas frecuencias del cornejo
y de rosáceas en los registros antracológicos es muy importante
para la historia de la flora local, ya que estas plantas son entomófilas y solamente aparecen en los registros polínicos cuando
abundan en el área más cercana al mismo. Sobre todo, es interesante el cornejo porque probablemente desempeñaba un papel
muy relevante en la composición taxonómica de los robledales
de la Gran Llanura Húngara.
Los conjuntos antracológicos estudiados de la Cuenca Panónica tienen secuencias cortas que impiden ver el impacto de
la agricultura a largo plazo (fig. 5). No obstante, en el área de
Polgár, que hay más datos, se puede inferir dicho impacto en
los carbones procedentes de Polgár-Csőszhalom tell. En más
de 3.500 carbones se han documentado 22 taxones que representan, al menos, 18 árboles y arbustos diferentes. En todos los
contextos y todas las fases predominan tres taxones, Quercus
sp. caducifolio, Ulmus sp. y Cornus sp., reflejo de la vegetación local. La mayor diversidad taxonómica aparece en la fase
más reciente de la ocupación, en la cual se distingue el mayor
número de plantas heliófilas. Esto puede sugerir el cambio en
las comunidades vegetales más cercanas debido a espacios
abiertos o/y la ampliación de la zona de la recogida de la leña.
De todas maneras, ambas interpretaciones manifiestan el rol
significativo de los grupos humanos en la transformación del
paisaje vegetal local.
4.3. sur dE italia
En el sur de Italia la ocupación agrícola se realiza en cuevas y
poblados al aire libre. Nos centraremos en Calabria donde hemos analizado los carbones de dos sitios con niveles neolíticos
(Ammerman, 1987). El poblado de Piana di Curinga (Aconia,
Calabria) tiene la secuencia antracológica más larga que va desde el Neolítico antiguo (cultura de Stentinello) hasta el Calcolítico (Cultura de Piano Conte), éste datado en la mitad del III
milenio a.C. (Ammerman, 1987). Los niveles del Neolítico antiguo tienen cerámica impresa de tipo Stentinello y estructuras
de habitación rectangulares realizadas con material perecedero
de madera, cañas y barro. La estructura de habitación H está
datada en 5822±63 cal BC. A pocos kilómetros del anterior está
el poblado de Belvilacqua con niveles del neolítico antiguo (cultura de Stentinello) pero sin dataciones radiométricas. Ambos
yacimientos tienen una lista floral similar que corresponde a formaciones forestales esclerófilas y perennifolias dominadas por
Quercus perennifolios con un cortejo arbustivo diverso donde
se encuentran especies como el madroño (Arbutus unedo), el
brezo (Erica arbórea), las jaras (Cistus sp.), fabáceas leñosas,
etc. (fig. 6). Las especies más cálidas como el acebuche (Olea
europea) también están en la región aunque con baja frecuencia
(Badal, 1988; Carrión et al., 2010). Los caducifolios tienen menor proporción de restos carbonizados y pertenecen a la flora de
ribera (álamos, fresnos, sauces, etc.), robles y carpe negro. Este
último es propio de zonas más frías de la montaña calabresa
pero durante el neolítico baja hasta la costa.
A lo largo de la secuencia de Piana di Curinga no se detectan
cambios sustanciales, ni en la lista de flora, ni en la proporción
de restos carbonizados de los taxones identificados. En las tres
fases de ocupación (Stentinello, Diana y Piano Conte) se detecta
la misma composición vegetal (fig. 6). Esto puede ser debido
a varias causas: a) una gestión sostenible y permanente de los
territorios de producción: campos, pastos, bosque, poblados y
vías de comunicación; b) una capacidad de regeneración forestal importante debido a la situación geográfica y orográfica de
la zona. Aconia está en el golfo de Eufemia donde recibe los
vientos húmedos del oeste, de forma que las depresiones atmos-
Fig. 6. Resultados antracológicos de Piana di Curinga (Calabria, Italia).
277
[page-n-10]
E. Badal, Y. Carrión, M. Ntinou, M. Moskal-del Hoyo y P. Vidal
féricas procedentes del Mediterráneo, dejan abundantes precipitaciones tanto en la costa (600 mm de media anual) como en
las montañas de Calabria (2.500 mm de media anual para la
Catena Costiera) lo que facilita, sin duda, una regeneración forestal incluso cuando la actividad humana sea importante. En
otros yacimientos de la región también se constatan bosques de
quercíneas a lo largo del Neolítico (Castelleti, 1976).
4.4. PEnínsula iBériCa
En la Península Ibérica, la primera ocupación agraria tiene lugar
alrededor de 5650 cal BC en las zonas costeras y se expande
rápidamente hacia el interior de la meseta, valle del Ebro y las
tierras altas de Andalucía (5050 cal BC) (Bernabeu et al., 2014;
Martí y Juan-Cabanilles, 2014). ¿Cómo tuvo lugar esta introducción en Alicante? La respuesta a esta cuestión esencial puede ser difícil de alcanzar; sin embargo, las secuencias de carbón
de los primeros sitios neolíticos de Alicante siempre apuntan a
una ocupación ex novo, es decir, que los sitios fueron ocupados
por primera vez en este momento de la Prehistoria o hay hiatus
entre los niveles ocupados por los cazadores-pescadores-recolectores y los neolíticos. No disponemos de ninguna secuencia
antracológica continua.
En Alicante, los bosques esclerófilos mediterráneos (carrascales y quejigales) son los dominantes en todos los sitios y ocuparían grandes extensiones. Estos bosques son los primeros que
serán alterados por los grupos neolíticos. Las diferencias entre
los sitios vienen marcadas por la situación geográfica, ya que
en los yacimientos costeros (Cova de les Cendres, Cova Ampla
del Montgó, etc.) las especies más cálidas y xéricas (acebuche,
lentisco) tienen mayor proporción que en los sitios del interior
(Cova de l’Or, Abric de la Falguera, entre otros) o incluso no
aparecen en las zonas más frescas de fondo de valle (Mas d’Is,
Niuet, Jovades) (Badal et al., 1994; Carrión, 2005). La otra diferencia son los caducifolios (quejigos, fresnos, arces, etc.) porque son mucho más abundantes en las zonas más húmedas del
interior (fig. 7).
Los resultados antracológicos indican que, tanto en la costa
como en el interior de Alicante, en los primeros 300-500 años
de ocupación agrícola de un sitio, sea poblado o cueva, no se
detectan cambios significativos en la vegetación con respecto a la imagen de cronologías pre-agrícolas documentadas en
otros sitios (Carrión, 2006). Esto puede ser debido a una gestión
equilibrada en los primeros siglos de ocupación, manteniendo
estables los campos de cultivo, las zonas de pastos y las áreas
forestales, así como un contingente demográfico aún bajo y una
cabaña ganadera reducida que no causa estragos en las formaciones vegetales (Badal, 2002; Badal et al., 2012; García Borja
et al., 2011b). Sin embargo, en las secuencias polínicas de sitios
arqueológicos o incluso en las turberas, que ofrecen una imagen
regional, la introducción de los sistemas agrícolas se detecta
muy rápidamente y a veces de forma abrupta (Dupré, 1995; Carrión y Dupré, 1996; Carrión, 2012).
A partir del Neolítico IB, de la secuencia regional, se detectan cambios significativos en los yacimientos con secuencias
largas, que en nuestra zona de estudio coinciden con las cuevas,
mientras que en los poblados no se observan cambios sustanciales. Los bosques esclerófilos de carrascas y quejigos se reducen progresivamente a la par que progresan las formaciones
más xéricas de acebuche, madroños, pino carrasco y matorrales.
278
Esta dinámica se puede correlacionar con las actividades pastorales de las cuevas y con la gestión forrajera del bosque. En
los niveles de corral de las cuevas, los árboles que tienen más
cualidades forrajeras alcanzan altos porcentajes, así el fresno
en el Abric de la Falguera o el acebuche en Cova de l’Or, Cova
de les Cendres y Cova de Santa Maira; es muy probable que
estos restos se deban a una poda de ramas para aportar comida al
ganado (Badal, 2002; Badal et al., 2012; Carrión, 2005, 2006).
La ganadería también se llevaría a cabo en las aldeas de los
valles pero no tenemos datos que avalen una regresión del bosque en las secuencias de Mas d’Is, Benàmer, Jovades o Niuet.
Esto puede ser debido a que sus secuencias sean inferiores a esa
barrera de los 300-500 años de ocupación para ver la respuesta
de la vegetación ante la actividad agrícola o bien a una estabilidad del área productiva: campos, pastos, sendas y veredas.
4.5. afinidadEs Y difErEnCias rEgionalEs
Los datos antracológicos de los niveles que corresponden a la
primera ocupación agraria de un territorio, independientemente
de la región o de la cronología (Neolítico antiguo, medio o reciente) siempre muestran espectros dominados por las especies
forestales mayores y corresponden a los bosques del Holoceno
en cada región. Aunque con los carbones no se puede precisar
la fisionomía de las formaciones vegetales, el elenco de taxones que documentamos en estos bosques prístinos nos hace suponer que se encontrarían en etapas maduras de formación, es
decir, que podrían haber llegado a adquirir un porte arbóreo y
en ocasiones, denso. En efecto, en La Draga (Girona) el estudio dendrológico realizado en 233 postes indica la explotación
de árboles adultos que se corresponde con un bosque maduro
(Bosch et al., 2000), por lo que en los demás territorios la situación debe de ser similar, en base a los taxones identificados y a
sus proporciones.
En todas las regiones presentadas en este trabajo se desarrollan durante el Neolítico bosques de quercíneas (Quercus sp.
caducifolios y perennifolios), aunque las diferencias entre sitios
y regiones vienen marcadas por la altitud y la latitud, parámetros claves en la distribución de las especies vegetales (Ozenda,
1975; Rivas-Martínez, 1987). En base a esos criterios podemos
distinguir dos zonas cuyo límite se situaría en torno a los paralelos 39º-40ºN. En general, al norte de este límite los bosques
son caducifolios mientras que al sur son perennifolios, evidentemente, con matices regionales.
En general, al sur del paralelo 40ºN (38-39ºN para los yacimientos griegos), los datos antracológicos muestran que, en
los sitios situados entre el nivel del mar y aproximadamente los
500-600 m de altitud, siempre son dominantes las formaciones
forestales perennifolias, cuyo jefe de filas es Quercus sp. perennifolio pero con un importante cortejo de árboles y arbustos
como madroño, lentisco, aladierno, brezos, jaras, etc. No obstante, los caducifolios siempre están presentes aunque en pequeñas proporciones. Así los robles (Quercus sp. caducifolios)
se encuentran en todos los sitios, aunque las especies variarán
según las regiones, pero con la anatomía de la madera no podemos distinguir unas de otras.
Las diferencias regionales vienen marcadas por la flora autóctona, por ejemplo en Knossos está el ciprés (Cupressus sempervirens) y el plátano oriental (Platanus orientalis) completamente ausente en las otras regiones del Mediterráneo central
[page-n-11]
Punto de encuentro: los bosques neolíticos en varias regiones de Europa
Fig. 7. Diagramas sintéticos de tres yacimientos de Alicante.
y occidental. El olivo silvestre o acebuche (Olea europea) es
un árbol genuinamente mediterráneo y se encuentra en los yacimientos de las zonas más cálidas. Es mucho más frecuente
en los sitios del Mediterráneo occidental (Cova de les Cendres,
Cova de l’Or, etc.) que en el central (Pina di Curinga) y en el
oriental. Es significativa la ausencia del olivo silvestre en Knossos y en los yacimientos de Grecia central y meridional. Aparece débilmente tan sólo hacia el final del Neolítico en Alepotrypa
y la cueva de los Cíclopes aunque está bien representado en
las Cícladas desde las primeras etapas de la Edad del Bronce
(Ntinou, 2013), tal vez, ya cultivado. Aunque carecemos de datos antracológicos anteriores a este periodo es probable que esta
fuera una de las zonas originarias de este árbol en el Egeo sur,
de acuerdo con la expansión del acebuche a principios del Holoceno por las zonas más cálidas del Mediterráneo norte (Carrión
et al., 2010) como claro exponente del aumento de temperaturas
de principios del Preboreal-Boreal.
Al norte del paralelo 40ºN las cosas cambian y, para la misma altitud (0-600 m. s.n.m), las formaciones dominantes son
caducifolias; en este caso son los robles (Quercus sp. caducifolio) los más abundantes seguidos de otros árboles como el
olmo (Ulmus sp.), el arce (Acer sp.), el fresno (Fraxinus sp.), los
frutales (Prunus sp.), etc. El olmo tiene mayor importancia en
las formaciones forestales de la Gran Llanura Húngara que en
Grecia continental. Los pinos de montaña sólo se identifican en
los sitos continentales de mayor altitud como Dispilio en Grecia
279
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E. Badal, Y. Carrión, M. Ntinou, M. Moskal-del Hoyo y P. Vidal
y, de forma esporádica, en la Gran Llanura Húngara. En esta región, en la actualidad, los pinos no se consideran componentes
de la vegetación natural, por lo tanto, el hallazgo de estos en
los conjuntos del Neolítico medio (Polgár-Ferenci hát, PolgárPiócási-dűlő) y la datación de un fragmento de Polgár-Piócásidűlő (Poz-74377: 6020±40 BP) demuestran su existencia en los
bosques atlánticos en la parte norte del Alföld, probablemente
en las zonas con suelos arenosos. Otros marcadores regionales
son el cornejo (Cornus sp.) y el avellano (Corylus avellana) que
forman parte de los bosques caducifolios, principalmente robledales, y pueden ser indicadores de los espacios abiertos utilizados para las actividades pastorales y agrícolas. Otra diferencia
regional son los taxones genuinamente mediterráneos como la
higuera (Ficus carica) presente en Makri tanto en madera como
en frutos (Eftratiou et al., 1998).
5. ACTIVIDADES PRODUCTIVAS Y BOSQUES
Los bosques son importantes para la economía agrícola, como
vimos en los apartados del principio, y, además de su propia
dinámica natural, pueden ser modificados por factores humanos. La densidad demográfica, la tecnología del grupo humano
y la continuidad de ocupación de un territorio inciden directamente sobre las transformaciones que se producirán paulatinamente en el paisaje local. En todo caso, transcurridos unos
500 años de ocupación de un sitio, es cuando se empiezan a
detectar cambios significativos en los territorios de aprovisionamiento de leña que responden a la dinámica progresiva y/o
regresiva de las formaciones forestales bajo la acción humana
y a los parámetros naturales de cada región. No obstante, esta
dinámica no la observamos con igual nitidez en todos los yaci-
mientos, ni en todas las regiones. Hay regiones que tienen mayor capacidad de regeneración forestal que otras, como hemos
comentado en el caso de Calabria y el norte de Grecia. Ahora
bien, cuando los yacimientos tienen una sola fase de ocupación y esta es relativamente corta no se observan cambios en
la composición vegetal como en las aldeas de Hungría o de
Alicante (fig. 8).
En los yacimientos de Grecia se pueden apreciar cambios
relacionados con la gestión de la vegetación que, indirectamente, podrían indicar cambios en las formaciones forestales prístinas. De este modo, la larga vida del asentamiento de Knossos
causaría cambios en la composición de la vegetación favoreciendo la expansión de las plantas heliófilas y/o las que con
el tiempo adquirieron mayor valor económico, como Prunus
a partir del Neolítico antiguo. Así, las crecientes necesidades
de los grupos neolíticos que utilizaron la cueva de Alepotrypa
condujeron a una explotación cada vez más intensa de los bosques esclerófilos, mientras que el uso intermitente de la isla
de Youra durante el Neolítico no produjo grandes cambios en
la frágil vegetación esclerófila. Los yacimientos del norte de
Grecia con más o menos largas secuencias (entre 500 y >1000
años) indican la permanencia de los robledales debido a condicionantes climáticos más favorables, en concreto, precipitaciones más altas y periodos cortos de sequía estival. No obstante,
estos robledales experimentarían varios estados de degradación/regeneración a lo largo del tiempo que tal vez tengamos
reflejados en el uso de diversos tipos de vegetación, como los
bosques de coníferas de montaña.
En los yacimientos de los valles del Tisza y Körös no podemos ver la dinámica forestal porque los sitios sólo tienen
una fase de ocupación. Con frecuencia esta fase corresponde
a la primera aparición de grupos neolíticos en la zona y por
Fig. 8. Secuencia teórica de la ocupación agrícola de un territorio y su impacto en la vegetación.
280
[page-n-13]
Punto de encuentro: los bosques neolíticos en varias regiones de Europa
eso se documenta el bosque prístino holoceno. Destaca la presencia de taxones heliófilos (Maloideae, Prunus sp., Cornus
sp.) desde el inicio de la ocupación, lo que puede indicar la
presencia de espacios abiertos o bosques semi-abiertos como
las estepas arboladas, más aptos para la fundación de los poblados y las actividades agrícolas. Debido al impacto humano
en las zonas cercanas a los yacimientos, después de varios siglos de la ocupación, se observa el desarrollo de formaciones
todavía más abiertas.
En Piana di Curinga no se observan cambios significativos
entre el Neolítico antiguo y el Calcolítico. Es decir, los bosques
perennifolios y su cortejo son similares en las tres fases de ocupación. Esto puede ser debido a la situación geográfica, ya que
las fachadas occidentales de las penínsulas mediterráneas reciben mucho mayor flujo de humedad y, por tanto, tienen mayor
capacidad de regeneración forestal que las fachadas orientales,
tanto en Iberia como en Italia y Grecia. No obstante, entre los
niveles de ocupación de Piana di Curinga siempre hay hiatus
largos que, tal vez, posibilitaron la regeneración forestal entre
una ocupación y la siguiente, por eso vemos el mismo bosque
en el Neolítico inicial (Stentinello) que en el final (Diana) o
en el Calcolítico (Piano Conte). En definitiva, la secuencia no
es continua y pensamos que durante las fases de abandono la
vegetación se regeneró.
En Alicante, a partir del Neolítico medio, los poblados crecen en número ocupando valles fértiles y el territorio productivo estaría estructurado en los campos de cultivos, los pastos
y el bosque. En muchos de esos poblados no se observan cambios significativos de la composición vegetal si las ocupaciones han sido cortas (± 500 años). Al contrario, en las cuevas
se observan cambios si tienen ocupaciones largas. Es en ellas
donde mejor se observa la dinámica regresiva de los bosques
prístinos, probablemente debido a la funcionalidad pastoral
durante el Neolítico medio y reciente. En las cuevas de Alicante, los cambios que se observan son: a) la variación diacrónica
en las proporciones de los taxones principales (Q. caducifolio,
Q. perennifolio, Olea, Pinus), y/o b) la desaparición o aparición de los taxones más sensibles al impacto agrícola. En la
primera fase de ocupación, dominan los bosques de quercíneas
(Quercus, carrascas/quejigos) y estos serán paulatinamente
sustituidos por los pinares de pino carrasco (Pinus halepensis)
o matorrales varios donde el acebuche (Olea) suele ser muy
importante (Badal, 2009; Badal et al., 2012).
c) En cualquier lugar, los primeros cambios en el paisaje vegetal se aprecian unos 500 años después de practicar la
agricultura y la ganadería y siempre que los sitios continúen
habitados, ya que si se abandona antes no se verán cambios.
Es el caso de los sitios de la Gran Llanura Húngara, en Piana
di Curinga o en los poblados del valle de Alcoi (Bernabeu y
Badal, 1992).
d) Los cambios que se observan en las secuencias antracológicas largas pueden tener múltiples causas: reflejo de los
ciclos productivos, causas climáticas o la conjunción de ambas,
aunque generalmente, los primeros adquieren un peso más importante para estas cronologías.
e) El punto de unión de todos los bosques neolíticos de
Europa son las quercíneas (robles y carrascas en sentido amplio). En las regiones más húmedas son los robles caducifolios los protagonistas, mientras que en las más secas y cálidas
son los perennifolios (encinas, carrascas, coscojas, roble de
Palestina, etc.). Aunque la anatomía vegetal impide distinguir
las especies es de suponer gran diversidad regional de especies entre oriente y occidente entre el sur y el norte, como en
la actualidad.
f) La personalidad regional se produce por las especies
acompañantes. Mientras que en el Mediterráneo central y, sobre todo, occidental Olea tiene gran protagonismo, en Grecia
sólo se encuentra en las zonas más secas y cálidas y en cronologías bastante tardías del Holoceno. Además, el papel de los
robles parece ser bastante más importante en los yacimientos
griegos, incluso los más meridionales, en comparación con
yacimientos de la misma latitud en el mediterráneo central y
occidental.
g) No todas las regiones tienen la misma capacidad de regeneración forestal. Si comparamos la Cova de les Cendres y
Piana di Curinga situadas a prácticamente la misma latitud y
altitud, se puede constatar que la fachada occidental de la península italiana mantiene la misma formación forestal desde el
Neolítico antiguo hasta el Calcolítico, mientras que la oriental
de Iberia sufre una regresión del bosque al matorral pasando
por el pinar de carrasco.
h) Con la identificación de los carbones se aprecia la flora
autóctona y endémica de las regiones, sirvan de ejemplo el ciprés y el plátano oriental en Grecia.
6. CONCLUSIÓN
El estudio de los yacimientos de Grecia fue financiado por la beca
de la Fundación Estatal de Becas de Grecia y la Geoarchaeology Fellowship del M.H. Wiener Laboratory, ASCSA, otorgadas a
MN. Los estudios antracológicos de Hungría y Eslovaquia fueron
financiados en el marco del programa V Segles de la Universitat
de València de Becas Predoctorales otorgada a MM y el proyecto de investigación financiado por el Centro Nacional de Ciencia
de Polonia, número 2012/06/M/HS3/00288. Los análisis de Alicante fueron financiados por varios proyectos de investigación,
siendo el más reciente el concedido por la Generalitat Valenciana
(GV/2011/020) “Los bioindicadores del cambio climático: caracterización de los paisajes mediterráneos en el transito PleistocenoHoloceno a partir de la madera carbonizada”. El Departamento
de Prehistoria de la Universidad de Valencia facilitó en todo momento la realización del estudio de todos los yacimientos tratados
en el texto.
La breve exposición de los datos antracológicos de varios yacimientos distribuidos por la geografía europea muestran varios
puntos de encuentro y discusión que se pueden sintetizar en:
a) La mejoría climática del Holoceno antiguo influye directamente en la diversidad de los bosques europeos que alcanzan
una configuración plenamente holocena durante el Boreal. No
se detecta una influencia importante de los cazadores-recolectores en los territorios.
b) La primera ocupación agrícola de un territorio, independientemente del momento en que ésta ocurra, se produce en
territorios ocupados por un bosque prístino en sus variantes regionales, y ésta será la imagen que ofrecen los datos arqueobotánicos disponibles para los primeros momentos del Neolítico.
AGRADECIMIENTOS
281
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E. Badal, Y. Carrión, M. Ntinou, M. Moskal-del Hoyo y P. Vidal
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Del neolític a l’edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
tv sIp 119, València, 2016, p. 269-285.
Punto de encuentro:
los bosques neolíticos en varias regiones de Europa
ErnEstina Badal, Yolanda Carrión, María ntinou,
MagdalEna Moskal-dEl HoYo Y PaloMa Vidal
resumen
Este trabajo trata de la importancia de los recursos vegetales locales para las sociedades neolíticas a partir de la identificación
botánica del carbón. Se presentan los paisajes vegetales neolíticos y sus diferentes respuestas ante la gestión de los primeros
grupos agropastorales. Seguiremos el camino de la neolitización, empezando por Grecia con los poblados de Knossos, Dispilio,
Makri y las cuevas de Alepotrypa, Sarakenos, los Cíclopes. Seguiremos las dos direcciones clásicas: hacia el norte hasta la
Gran Llanura Húngara con varios yacimientos del valle del Tisza y el poblado de Moravany (Eslovaquia). Hacia el oeste
seguiremos a las cerámicas impresas y cardiales, en Piana di Curinga (Italia) y en la península Ibérica, donde nos centraremos
en los sitios de Alicante (Cova de les Cendres, Cova de l’Or, La Falguera, etc.).
palabras clave:
Bosques, recursos vegetales, antracología, Europa, Neolítico.
abstract
Meeting point: Neolithic forests in various regions of Europe. This paper discusses the importance of local plant resources for
Neolithic societies on the basis of the botanical identification of wood charcoal. Neolithic plant landscapes and their variable
response to the management by the first farming groups are presented. In the presentation of the results we follow the path
of the Neolithic, starting with the villages of Knossos, Dispilio and Makri and the caves of Alepotrypa, Sarakenos, and the
Cyclops in Greece. The two main directions of neolithization are presented in continuation: towards the north several sites of
the Tisza valley in the Great Hungarian Plain and the village of Moravany (Slovakia). To the west we follow the presence of
the impressa and cardial ware, in Piana di Curinga (Italy) and the Iberian Peninsula, where our discussion focus on sites located
in the area of Alicante (Cova de les Cendres, Cova de l’Or, La Falguera, etc.).
keywords:
Forests, plants resources, Anthracology, Europe, Neolithic.
1. INTRODUCCIÓN
Este trabajo tiene el objetivo de homenajear a Bernat Martí,
profesor, compañero y amigo del que siempre aprendemos.
Sus conocimientos y su interés por nuestro trabajo se ha plasmado en profundos debates que, sin duda, nos han enriquecido
profesional y personalmente. En efecto, su interés por la antracología se manifiesta antes incluso de que se aplicara esta
disciplina en España; el método de muestreo de carbones y
semillas llevados a cabo en las intervenciones arqueológicas
en la Cova de l’Or, bajo su dirección, supusieron un hito en
la recuperación de los restos carbonizados en contextos arqueológicos, donde el material fue sistemáticamente recogido
anotando su distribución vertical –capas artificiales– y horizontal –cuadrículas– (Martí Oliver, 1977; Martí Oliver et al.,
1980). De esta manera, se plasma el interés y la voluntad de
querer indicar la profundidad y la buena contextualización de
las muestras recuperadas en la década de 1970. Esto permitió
obtener, a posteriori, un diagrama antracológico siguiendo la
estratigrafía del yacimiento de 5 en 5 cm, como los diagramas
de polen, y realizar dataciones radiométricas sobre los restos
carbonizados (semillas y carbones) con gran precisión estratigráfica (Badal et al., 1994, 2012; García Borja et al., 2011a).
De tal modo que la Cova de l’Or es un referente para el Neolítico del Mediterráneo occidental.
La Universitat de València ha sido el punto de encuentro y
estudio de todas nosotras y con el presente trabajo queremos
reflexionar sobre los paisajes vegetales neolíticos y sus respuestas ante la gestión de los primeros grupos agropastorales
en regiones muy diversas desde el punto de vista biogeográfico y arqueológico, donde las culturas neolíticas tienen puntos
en común pero, indudablemente, personalidades culturales y
ecológicas diversas. Aunque la comparación entre disciplinas
arqueobotánicas ha demostrado ser una herramienta de gran utilidad para aproximarnos a los paisajes del pasado de una manera
más precisa, nos centraremos, por razones de espacio, en los
resultados antracológicos obtenidos en los yacimientos neolíticos donde hemos trabajado en los últimos años (fig. 1 y tabla 1).
Por tanto, vamos a trabajar desde la perspectiva local que permite conocer las particularidades de los paisajes circundantes a
269
[page-n-2]
E. Badal, Y. Carrión, M. Ntinou, M. Moskal-del Hoyo y P. Vidal
Fig. 1. Localización de los yacimientos.
Tabla 1. Datos geográficos de los yacimientos citados en el texto.
Nº
Yacimiento
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
Knossos
Alepotrypa cave
Cave of the Cyclops
Theopetra cave
Boila rockshelter
Sarakenos cave
Dispilio
Makri
Öcsöd-Kováshalom
Nagykörű
Polgár-Ferenci hát
Polgár-Piócási-dűlő
Polgár-Csőszhalom
Polgár-Bosnyákdomb
Moravany
Piana di Curinga
Cova de les Cendres
Abric de la Falguera
Cova de l'Or
Mas d'Is
Santa Maira
Tossal de la Roca
Jovades
Niuet
Cova d'en Pardo
Benàmer
Altitud (m)
96
20
150
280
400
180
640
40
85
55
90
88
92
90
162
115
45
860
650
610
650
691
400
350
650
350
Latitud
Longitud
País
Región
35°17'53"N
36°38'18''N
39°22'25''N
39°40'48''N
39°58'4''N
38°28'N
40°29'07''N
40°50'55''N
46°52'43,94"N
47°16'02,01"N
47°50'57,08"N
47°50'26,26"N
47°52'14,16"N
47°50'22,08"N
48°44'15"N
38°50'39.70"N
38º41'10"N
38º40'22"N
38°50'40"N
38º41'18"N
38º43'52"N
38º47'26"N
38º45'20"N
38°46'33"N
38º48'57"N
38º47'07"N
25°9'47"E
22°22'56''E
24°10'17''E
21°40'51''E
20°39'51''E
23°14' E
21°17'23''E
25°44'46''E
20°19'41,69"E
20°25'37,88"E
21°08'45,71"E
21°08'53,96"E
21°09'52,04"E
21°05'32,56"E
21°48'06"E
16°17'12.00"E
00º09'09"E
00º33'59"O
00°21'50"O
00º23'45"O
00º12'52"O
00º16'51"O
00º25'51"O
00°25'25"O
00º17'53"O
00°24'55"O
Grecia
Grecia
Grecia
Grecia
Grecia
Grecia
Grecia
Grecia
Hungría
Hungría
Hungría
Hungría
Hungría
Hungría
Eslovaquia
Italia
España
España
España
España
España
España
España
España
España
España
Creta
Peloponeso
Esporades
Tesalia
Epiro
Grecia central
Macedonia occidental
Tracia
Tiszamente
Tiszamente
Felső-Tisza-vidék
Felső-Tisza-vidék
Felső-Tisza-vidék
Felső-Tisza-vidék
Michalovce
Calabria
Alicante
Alicante
Alicante
Alicante
Alicante
Alicante
Alicante
Alicante
Alicante
Alicante
los sitios pero que, al mismo tiempo, tienen rasgos comunes en
cuanto a la dinámica y las respuestas de los bosques a la gestión
agro-silvo-pastoral de los primeros neolíticos en Europa.
El paisaje fue definido por G. Bertrand (1968) como una
porción de espacio caracterizado por un tipo de combinación dinámica, por consiguiente inestable, de elementos geográficos diferenciados –físicos, bióticos y antrópicos– que, actuando dialécticamente unos sobre otros, hacen del paisaje un conjunto único
e indisoluble en perpetua evolución, tanto bajo el efecto de las
270
interacciones entre los elementos que lo constituyen, como del
efecto de la dinámica propia de cada uno de estos elementos considerados separadamente. Así pues, el paisaje es un sistema que
manifestará, en cada época, una estructura interna o estado, reflejo
de la interacción y dinámica de sus componentes físicos, bióticos
y humanos. En el presente trabajo queremos destacar la dinámica
y la interacción entre esos tres componentes durante el Neolítico,
teniendo en cuenta esencialmente la gestión de los recursos locales, y entre ellos, la leña de los bosques cercanos a los yacimientos.
[page-n-3]
Punto de encuentro: los bosques neolíticos en varias regiones de Europa
La transición del Pleistoceno al Holoceno está marcada por
los grandes cambios climáticos globales que siguieron unas pautas y ritmos visibles en el registro bioarqueológico. Los organismos vivos, y en especial las plantas, se fueron redistribuyendo
buscando las zonas óptimas de temperatura y de humedad, según
los requerimientos de cada especie, hasta formar los paisajes vegetales holocenos. Al final del Boreal la configuración biogeográfica de las regiones era plenamente holocena y aunque se dieron
eventos climáticos menores (8.2 Ka; 7.8 Ka; 7.1 Ka) la esencia
de los paisajes ya no fue alterada. Para esas primeras etapas del
Holoceno (Preboreal, Boreal) el factor humano tuvo poco protagonismo en la configuración de los paisajes, es decir, el elemento físico del paisaje (dinámica del clima y sustrato geológico) condicionó al biótico y al humano. Además, el poblamiento
de Europa era desigual: mientras en algunas zonas los últimos
grupos cazadores-recolectores estaban diseminados por amplios
territorios, otras zonas estaban despobladas. Durante el Mesolítico reciente, antes de la llegada del Neolítico, el panorama del
poblamiento en el ámbito mediterráneo ibérico está marcado
por amplios vacíos (Cataluña, Meseta ibérica, sur del País Valenciano, Murcia y parte de Andalucía) (Juan-Cabanilles y Martí,
2002; Martí y Juan-Cabanilles, 2014) y, por tanto, la colonización
agrícola se realizó sobre territorios prácticamente vírgenes. Esto
mismo ocurre en otras regiones de Europa donde hay muy pocos yacimientos del Mesolítico final e incluso algunos estudios
concluyen un descenso demográfico significativo para algunas
regiones europeas o una concentración de la población en sitios
más permanentes (Crombé et al., 2011). Los últimos cazadoresrecolectores tienen una tecnología que, sin negar su capacidad de
transformación del entorno, no produce el impacto en los paisajes
que asumirá la neolítica. Las innovaciones tecnológicas y sociales que conducen al Neolítico se producen en Próximo Oriente
y desde allí se propagan, acompañadas de población o no, hasta
occidente (Ammerman y Cavalli-Sforza, 1984; Guilaine, 2001;
Zilhão, 2001; Perrin y Binder, 2014). Algo genuino del neolítico
es el surgimiento del paisaje rural. Así pues, a partir de este periodo, a los factores climáticos y geológicos de cada zona se añade la
gestión humana de los territorios, conformando el paisaje agrario.
En base a los estudios arqueobotánicos, se observa que el bosque
se utiliza según unas pautas culturales (tecnología neolítica) y la
capacidad de respuesta depende de las condiciones ecológicas de
las regiones; en general, en las zonas más secas la respuesta es
más inmediata y la capacidad de regeneración forestal menor que
en las más húmedas. Para observar estas dinámicas presentaremos sitios de Grecia, de la Gran Llanura Húngara, de Eslovaquia,
de Calabria y de Alicante.
2. HOLOCENO ANTIGUO: DIFERENCIAS
CRONOLÓGICAS, REGIONALES Y/O CULTURALES
Los primeros paisajes holocenos los conocemos a través de los
restos de leña identificada en los yacimientos mesolíticos. Lamentablemente, se trata de una información fragmentaria, ya que
no existen datos para todas las regiones y éstos son especialmente
escasos para el Mesolítico reciente. En general, asistimos a un
tránsito entre formaciones abiertas, dominadas en casi todas las
regiones por coníferas durante el Preboreal, hasta consolidarse las
formaciones de especies mesotermófilas o claramente cálidas en
algunas regiones mediterráneas durante el Boreal.
En Grecia son pocos los yacimientos que disponen de estudios antracológicos para la transición Tardiglaciar/Holoceno y
el Holoceno antiguo. Durante el Tardiglaciar, los datos de los
yacimientos de Theopetra (Ntinou y Kyparissi-Apostolika, en
prensa) y Boila (Ntinou y Kotjabopoulou, 2002), ambos situados
en el paralelo 39º, indican la presencia de formaciones abiertas
con plantas arbóreas pioneras como Betula, Prunus y Juniperus
aunque también están presentes en pequeñas proporciones taxones mesófilos como Quercus caducifolio y Fraxinus. La vegetación durante el comienzo del Holoceno (Preboreal y Boreal)
en estos mismos yacimientos se caracteriza por la expansión de
los bosques caducifolios, aunque todavía en un estado abierto
indicado por la presencia de Pistacia en ambos (Ntinou y Kotjabopoulou, 2002; Ntinou y Kyparissi-Apostolika, en prensa).
Características similares se observan en la cueva de Sarakenos,
en el paralelo 38º, donde predominan formaciones abiertas de
robles con un cortejo de Pistacia, Juniperus y Prunus. Los taxones termófilos son escasos, representados débilmente por Phillyrea/Rhamnus alaternus (Moskal-del Hoyo y Ntinou, 2016).
No obstante, durante el inicio del Holoceno la vegetación de
las islas del Egeo estaría probablemente dominada por taxones
termófilos, tal como se observa en la secuencia antracológica de
la Cueva de los Cíclopes en la isla de Youra. Phillyrea/Rhamnus
alaternus, Juniperus, Quercus perennifolio y la débil presencia
de Pistacia y Arbutus indican la progresión de la vegetación
esclerófila holocena (Ntinou, 2011).
En la Cuenca de los Cárpatos, la dinámica del desarrollo de
la vegetación en la primera mitad del Holoceno la conocemos
gracias a los estudios del polen (Járai-Komlódi, 1968, 2003; Willis et al., 1995; Magyari et al., 2001, 2008, 2010, 2012; Gardner,
2002, 2005; Juhász, 2004; Willis, 2007); a pesar de que Hungría
fue pionera en el desarrollo de los estudios antracológicos (Hollendonner, 1926; Greguss, 1940), no existe información para el
periodo tratado, remontándose los datos disponibles a cronologías mucho más antiguas. Los registros polínicos indican que,
con la mejora climática holocena, los árboles caducifolios se
expandieron desde los refugios localizados en el sur de Europa
y que, de forma más o menos rápida, los bosques de Pinus-Betula fueron dejando paso al bosque caducifolio mixto (Quercus,
Tilia, Ulmus, Corylus). Esta dinámica se vio acelerada por la
frecuencia de los fuegos naturales y el desarrollo de los suelos
forestales pardos. No obstante, es importante mencionar que el
periodo Atlántico en la Gran Llanura de Hungría no supuso “el
óptimo climático”, como ocurrió en otras regiones, sino que se
dio el periodo más cálido y seco del Holoceno (Magyari et al.,
2010). En el sexto milenio cal BC existían principalmente bosques caducifolios en los cuales el roble desempeñaba un papel
fundamental. Sin embargo, los nuevos datos indican que la estepa arbolada cubría grandes superficies de esta región (Magyari
et al., 2010).
En el País Valenciano, tenemos una imagen bastante completa de la evolución de las formaciones vegetales desde inicios
del Holoceno, ya que existen diversas secuencias antracológicas
para la zona. En el Preboreal, los datos obtenidos en los sitios
de Alicante indican una gran importancia de los enebros/sabinas
en el paisaje, como se documenta en Santa Maira (Aura et al.,
2005), Falguera (Carrión, 2006) o el Tossal de la Roca (Uzquiano, 1988). Aún dentro de estos primeros momentos del Holoceno, se comienza a detectar la progresión de bosques mixtos de
271
[page-n-4]
E. Badal, Y. Carrión, M. Ntinou, M. Moskal-del Hoyo y P. Vidal
Quercus en detrimento de estas formaciones de Juniperus. Una
diferencia interesante respecto a otras regiones peninsulares,
localizadas por encima del paralelo 40º, es la ausencia generalizada de pinos de ecología fría (Pinus tipo nigra-sylvestris):
por ejemplo, en Cataluña están presentes durante el Preboreal
mientras que en el este peninsular y en el sur, desde el Dryas
reciente, ya no se encuentran en yacimientos situados por debajo de los 700 m de altitud. Todos los pinos tipo nigra/sylvestris
presentes en contextos de inicios del Holoceno en yacimientos
de Alicante dan fechas del Pleistoceno una vez datados (Badal,
2006; Carrión et al., 2010), por lo que podemos argumentar que
los ejemplares aislados y situados en contextos del Preboreal,
como se dan en el Tossal de la Roca (Uzquiano, 1988) o Santa
Maira (Aura et al., 2005), pueden responder a cuestiones tafonómicas y no ecológicas.
En el Boreal documentamos el dominio de los bosques de
Quercus, tanto perennifolio como caducifolio. Otros taxones
significativos son Acer, Fraxinus, Prunus sp., etc. El pino carrasco (Pinus halepensis) también acompaña a estas formaciones mixtas aunque muy tímidamente en estas cronologías.
Los elementos más termófilos, que serán abundantes en los
paisajes neolíticos, caso de Olea europaea o el pino carrasco,
tienen una presencia muy discreta en los momentos previos, al
menos en las secuencias tratadas, que se encuentran en zonas
de interior y/o media montaña. No obstante, su rol pudo ser
importante en zonas costeras a partir de las cuales se expanden
a otros territorios con ayuda de la actividad humana, como
discutimos más adelante.
En síntesis, esta es la imagen que encuentran los neolíticos
al ocupar nuevos territorios, una diversidad de paisajes “prístinos” que, con la nueva tecnología agrícola, vivirán un punto de
inflexión hacia lo que conocemos como “paisajes rurales”. En
efecto, los nuevos colonos sí tienen un gran potencial tecnológico para alterar de forma profunda la cubierta vegetal y, por
tanto, el paisaje: deforestar para poner en cultivo, abrir sendas,
veredas, caminos, tierras para pastos, etc., constituyen algunas
de las actividades más básicas de un grupo agro-ganadero. En la
gestión territorial intervendrán la tecnología, la demografía, el
tiempo de ocupación de los territorios y las formas de organización social. Así pues, a partir del Neolítico, a los factores climáticos y geológicos de cada zona se añade la gestión humana de
los territorios para crear paisajes culturales.
3. LOS USOS DE LOS RECURSOS VEGETALES EN
GRUPOS NEOLÍTICOS
Los recursos vegetales son de capital importancia para todas las
sociedades y su uso va paralelo a la evolución humana. Desde la
simple recolección de hojas, frutos, leña, etc. hasta la domesticación hay un proceso de conocimiento en biología vegetal que los
humanos han ido adquiriendo gradualmente. La intensidad y la
variabilidad en el uso de los recursos vegetales se pueden correlacionar con la complejidad de las sociedades humanas. En Europa,
el Neolítico, entre otras cosas, significa la primera introducción de
animales y plantas exóticas, es decir, animales y hierbas domesticados en Próximo Oriente, además de las plantas adventicias que
acompañan los cultivos. Desde entonces hasta la actualidad no han
parado de llegar plantas de otras regiones del Planeta, tanto herbáceas como leñosas, con infinidad de usos: agrícolas, industriales,
272
ornamentales, medicinales, etc. Además de los cultivos que traen
consigo, los neolíticos también necesitan los recursos forestales
autóctonos de cada región para obtener pastos, materias primas,
medicinas, comida, sin olvidar el valor simbólico que pudieron tener las plantas como lo demuestran las representaciones de árboles
en las pinturas levantinas. En este sentido, la escena de vareo de
La Sarga (Alcoi), publicada por Fortea y Aura (1987), es interpretada como la representación de almendros (Prunus amygdalus),
mientras que Carmona (2013) considera que son pinos piñoneros
(Pinus pinea), cuya población actual más cercana está a 20 km
en la sierra de la Fontanella (Biar). Sin embargo, nosotras consideramos que se trata de arbustos y no de árboles ya que nacen
varios troncos desde la base. La plasmación pictórica de esta morfología arbustiva junto a la abundancia de carbones y semillas de
acebuche en los sitios mesolíticos y neolíticos nos hace pensar que
pueda tratarse del olivo silvestre o acebuche (Olea europea var.
sylvestris) cuyas bayas, la acebuchina, son comestibles si se procesan adecuadamente (Aura et al., 2005; Carrión et al., 2010). Por
otro lado, en los sitios de Alcoi no se ha identificado restos carbonizados ni de almendro ni de pino piñonero. La otra figura vegetal,
publicada por Hernández y Segura (2002), tiene una morfología
de árbol con un solo tronco y ramificaciones superiores cubiertas
por una frondosa copa, siendo interpretada por estos autores como
una carrasca (Quercus rotundifolia) mientras que Carmona (2013)
lo considera pino piñonero. Nosotras, en base a los datos arqueobotánicos de la zona, nos inclinamos por la carrasca o el quejigo
al ser los árboles más frecuentes en los restos carbonizados (tanto
madera como semillas) de los yacimientos neolíticos de la zona de
Alcoi, aunque podría tratarse de cualquier otro árbol que entrara
en el imaginario de los pintores neolíticos.
La importancia de los recursos forestales queda bien documentada en los yacimientos lacustres como La Draga (Girona,
España), La Marmotta (Anguillara Sabazia, Italia), Dispilio (Kastoria, Grecia) y los de la cuenca de Amindeon (Florina, Grecia)
(Bosch et al., 2000, 2006 y 2011; Chrysostomou et al., 2015;
Karkanas et al., 2011; Pessina y Tiné, 2008), por la conservación
excepcional de los materiales procedentes de diversas partes de las
plantas. Pero también en alguna cueva como la de los Murciélagos de Albuñol donde las condiciones excepcionales de aridez han
permitido la conservación de materia orgánica (madera, tejidos,
cuerdas, etc.), aportándonos una información valiosa sobre el uso
y la gestión de estos recursos por parte de los grupos humanos.
Respecto al último ejemplo citado, la Cueva de los Murciélagos, queremos destacar la publicación de Manuel de Góngora
en “La Ilustración de Madrid. Revista de Política, Ciencia, Artes
y Literatura” en su nº 3 del año 1870. Este documento ha sido
rescatado recientemente por Bernat Martí, en su incansable interés
por la búsqueda de las fuentes primarias y nos lo transmitió por el
interés arqueobotánico del mismo. En dicho documento, Góngora
se hace eco de la excepcionalidad que presenta esta cueva por la
gran cantidad de material orgánico conservado (fig. 2). Por su interés, reproducimos literalmente parte de su texto: Entre los objetos
recientemente encontrados en la Cueva hay varios calzados, telas
y gorros de esparto, unos semejante y otros distintos de los ya
publicados en mi libro;1 pedazos de cascos ó de escudillas de ma-
1
Unos dos años antes de este artículo de prensa, Góngora publicó su
libro Antigüedades Prehistóricas de Andalucía donde da a conocer
[page-n-5]
Punto de encuentro: los bosques neolíticos en varias regiones de Europa
Fig. 2. Objetos orgánicos de la Cueva de los Murciélagos (Albuñol, Málaga) descritos y publicados por Góngora (1870: 16).
dera que aún ostentan los cordones de esparto con que se ataban
á la barba ó se llevaban pendientes y con agujeros que pudieron
sujetar alguna insignia; restos de vasos de barro, varios de ellos
con dibujos ó con formas nuevas; multitud de teas que debieron
usarse, pues que tienen quemado uno de sus extremos; pedazos
de madera labrados y sin labrar, uno de ellos (Fig. 1ª) con agujeros simétricos; el pedazo de una, al parecer, ajorca de piedra, un
hueso que pudo ser cuchillo, con dos agujeros y adornos (Fig. 2ª);
restos de plantas tuberculosas; huesos de mamíferos y de aves;
pedazos de huesos fósiles; armas de piedra; dardos con caña de
carrizo; fortificadas sus articulaciones con hojas de gramíneas
cortadas longitudinalmente (Fig. 3ª) ó con hilos de ovas ú otras
plantas filamentosas (Fig. 4ª), y todo barnizado con betún oscuro. Conservo la afilada punta de madera embetunada, de nueve
centímetros de larga, que se introducía en el extremo de carrizos
(Fig. 5ª); el pedazo de otra punta, rota como por la mitad (Fig.
3ª), que mide diez y seis centímetros de larga; el extremo de una
flecha, igualmente de carrizo, cortado longitudinalmente (Fig. 6ª)
y como para armarlo con una espiga de pescado ó con una astilla de hueso sujeta con un esparto, pero sin betún y atado con
apresuramiento, sin el cuidadoso arte que los otros de que ántes
hemos hecho mención, como que las unas eran fijas y la otra para
renovarse en una cacería ó en un combate… (Góngora, 1870).
Continúa más adelante el texto con la siguiente descripción: Cada
una de las doce momias que rodeaban á la mujer de que hablo en
parte de los materiales orgánicos de la Cueva de los Murciélagos de
Albuñol (Góngora, 1868).
las páginas 30 y 31 de mi libro, tenia, entre el traje de esparto y
en la parte derecha de su cuerpo, una navaja de madera, color de
algarroba brillante, según la frase de mi amigo, cuya mitad servia
de mango y la otra tenia sujetos en una hendidura, con betún negro, una fila de pedernales en la forma que puede verse en la Fig.
7ª (mitad del tamaño natural), hecha á la vista y con las noticias
del Sr. Manzuco.
Este breve texto demuestra la diversidad de usos que tienen
los vegetales para las sociedades prehistóricas: vestido, luz, útiles,
herramientas, etc. Además, Góngora realiza una reflexión muy
interesante, teniendo en cuenta la fecha (1870), sobre lo que ahora llamamos multidisciplinaridad: ¡Cuántas ciencias llamadas á
concurso en estos descubrimientos! La indumentaria, la cerámica, los usos domésticos, las prácticas funerarias, el arte militar,
la fauna y la flora primitivas, la geografía, la paleontología! En
efecto, para el estudio de la Prehistoria es necesario el concurso de
muchas disciplinas. Aunque algunas de ellas, como la arqueobotánica, en España tardarán casi un siglo a ponerse en práctica desde
la reflexión de Góngora.
La vida aldeana necesita grandes cantidades de biomasa forestal y por ello el bosque es tan importante como los campos y
los pastos. Los hallazgos arqueológicos demuestran que los neolíticos tienen un buen conocimiento de la flora de sus territorios y
de sus cualidades para la ebanistería, la carpintería, la cestería o
incluso como medicina (Guerra y López, 2006; Peña-Chocarro et
al., 2013). Efectivamente, del bosque se extrae la madera para la
construcción de las casas, utensilios de caza tal y como se observa
en los arcos y flechas representadas en algunas escenas de arte rupestre Levantino (López-Montalvo, 2011) o en los útiles hallados
en los sitios (fig. 2).
273
[page-n-6]
E. Badal, Y. Carrión, M. Ntinou, M. Moskal-del Hoyo y P. Vidal
primera ocupación agrícola en varias regiones europeas. Seguiremos el camino de la Neolitización, es decir, de este a oeste y
de sur a norte. Nos centraremos en yacimientos de Grecia (poblados de Knossos, Dispilio y Makri; y las cuevas de Alepotrypa, Sarakenos y de los Cíclopes). Desde aquí seguiremos las
dos direcciones clásicas: hacia el norte llegaremos a la llanura
central europea para ver la primera ocupación agrícola en Eslovaquia (Moravany) y Hungría con varios yacimientos del valle
del Tisza. Hacia el oeste seguiremos la expansión de las cerámicas impresas y nos detendremos en Piana di Curinga (Calabria,
Italia) para llegar a la península Ibérica donde nos centraremos
en los sitios de Alicante: Cova de les Cendres, Cova de l’Or,
La Falguera y los poblados de Mas d’Is, Jovades, Niuet, entre
otros (Badal et al., 2012; Badal y Ntinou, 2013; Carrión, 2005;
Karkanas et al., 2011; Lityńska-Zając et al., 2008; Machado,
2011; Moskal-del Hoyo, 2013; Moskal-del Hoyo et al., 2015;
Moskal-del Hoyo y Ntinou, 2016; Ntinou, 2002, 2011; Ntinou y
Tsartsidou, 2015; Peña-Chocarro y Ruíz Alonso, 2011).
4.1. grECia
Fig. 3. Microfotografías de restos orgánicos y de microorganismos
que los atacan.
Las formaciones boscosas aportarían, también, gran cantidad
de herbáceas útiles para confeccionar cestas y cuerdas a partir del
trenzado de sus hojas y tallos, sin olvidar el propio valor alimenticio que ostenta el bosque con la presencia de gran variedad de
frutos, verduras, tubérculos o recursos naturales como la miel, actividad documentada también en el arte rupestre. Esto, que es materialmente demostrable con el arte o en los yacimientos lacustres
o en sitios secos con buena preservación de los biomateriales, es
difícil de evidenciar en la mayoría de los sitios. Sin embargo, las
necesidades económicas y sociales son comunes a todos los grupos neolíticos independientemente de su localización geográfica,
de modo que lo observado en La Draga, Dispilio o Cueva de los
Murciélagos, por poner algunos ejemplos, se puede aplicar como
premisa a los yacimientos que sólo conservan restos de madera
carbonizados y que tienen una lista taxonómica similar o a veces
mayor a la de los yacimientos lacustres. Es decir, en la mayoría de
los sitios se evidencian únicamente los vegetales que se conservan
carbonizados, porque si no sufren este proceso, desaparecen por
la actividad biótica de insectos, hongos, bacterias, etc. (Moskal,
2010; Moskal-del Hoyo et al., 2010). No obstante, algunos objetos
realizados con vegetales pueden conservarse parcialmente como
una cesta de esparto (Stipa tenacissima) hallada en los niveles neolíticos de la Cova de les Cendres (Bernabeu y Molina, 2009) cuyas
fibras se desintegraban al tocarlas (fig. 3).
4. LOS BOSQUES NEOLÍTICOS
La primera ocupación agrícola de un sitio, independientemente
de la cronología, siempre se produce sobre territorios prácticamente vírgenes. Con los carbones, la imagen que obtenemos
del entorno son las formaciones vegetales “prístinas” de cada
región, condicionadas por los factores climáticos y geológicos
del paisaje. Vamos a presentar la diversidad de paisajes de la
274
Grecia, por su proximidad a la cuna del Neolítico, presenta
una ocupación temprana de las sociedades productoras. La expansión marítima desde Próximo Oriente posibilitó una ocupación de las islas griegas en su camino hacia el continente. Así,
la secuencia neolítica del sitio de Knossos (Creta), se remonta
a ca. 7050-6690 cal BC; siendo uno de los primeros yacimientos donde se evidencia la producción de alimentos en Europa.
En sus niveles del Neolítico antiguo I y II, la secuencia antracológica demuestra la existencia de un bosque esclerófilo
mediterráneo, donde Quercus sp. perennifolio2 es el taxón más
abundante, seguido de aladiernos (Rhamnus/Phillyrea), lentiscos (Pistacia sp.), madroños (Arbutus unedo) y otros arbustos
perennifolios (fig. 4). Los caducifolios tienen poca importancia (Quercus sp. caducifolios y Prunus sp.) del mismo modo
que las coníferas, representadas por el pino de Chipre (Pinus
brutia) y el ciprés (Cupressus sermpervirens) (Badal y Ntinou, 2013). Una ausencia significativa es el acebuche (Olea
europea var. sylvestris) que más adelante comentaremos. No
se detectan cambios significativos en el uso de los recursos
vegetales durante el Neolítico Antiguo, tal vez por una gestión
equilibrada de los recursos con unas zonas de cultivo, de pasto
y de bosque estables.
Los primeros cambios detectados en la composición vegetal del paisaje de Knossos se producen en el Neolítico medio
(4990-4731 cal BC), cuando aumentan los restos carbonizados de Prunus sp., almendro (Prunus amygdalus) y madroño.
Estas son plantas heliófilas propias de espacios abiertos del
bosque. Su aumento puede ser la respuesta a una reducción
del bosque esclerófilo de Quercus como consecuencia de las
actividades económicas aldeanas, con incremento de campos
y pastos en los alrededores del poblado. En el caso de Prunus
cabe sugerir la posible manipulación de estos árboles mediante la poda por su valor económico ya que las almendras son
muy nutritivas.
2
En el Mediterráneo hay muchas especies de Quercus perennifolios
y caducifolios; con la anatomía de la madera se distingue muy bien
esos dos grupos pero no se pueden determinar las especies.
[page-n-7]
Punto de encuentro: los bosques neolíticos en varias regiones de Europa
Fig. 4. Resultados antracológicos de yacimientos griegos.
Cuando nos adentramos en la Grecia continental, podemos
observar el cambio del paisaje desde el sur hacia el norte, especialmente al norte del paralelo 40ºN. En el extremo sur del Peloponeso, en la cueva de Alepotrypa, la vegetación circundante era un
mosaico compuesto de: a) zonas abiertas dominadas por árboles
heliófilos como los almendros y matas de Fabácea, jaras (Cistus)
y Labiadas; b) bosques esclerófilos de Phillyrea/Rhamnus alaternus, Quercus perennifolios, madroños, Pistacia y arces, donde los
robles jugarían un papel muy importante. Desde la primera ocupación hasta el final del Neolítico (5900-3300 cal BC) el cambio que
se produce en la explotación de la vegetación es el progresivo uso
más frecuente de las formaciones esclerófilas respecto a las más
abiertas. Este hecho podría deberse a la mayor demanda de leña y
tierras a medida que la ocupación se hiciera más intensa.
Más al norte, entre el paralelo 38o y 40oN, se pueden observar diferencias en los paisajes vegetales que encuentran los
primeros agricultores independientemente de la cronología en
que establecen sus asentamientos en una región. Así en la cueva
de Sarakenos, en Grecia central, el paisaje durante el Neolítico
antiguo (c. 6400 cal BC) se caracterizaría por bosques abiertos de robles con otros árboles y arbustos heliófilos (Phillyrea/
Rhamnus alaternus, Pistacia, Prunus). Sin embargo, en el Egeo
norte, la secuencia neolítica de la cueva de los Cíclopes, en la
isla de Youra, documenta el dominio de una vegetación esclerófila que hasta el Neolítico final permanece sin grandes cambios
probablemente como consecuencia del uso esporádico del yacimiento. Como en el caso de Knossos, es interesante anotar la
ausencia del olivo en todos estos yacimientos, tanto en los más
meridionales como en los que presentan una vegetación mayoritariamente esclerófila.
Al norte del paralelo 40ºN, la primera ocupación agrícola
se establece sobre bosques de robles (Quercus sp. caducifolios)
como se puede ver en Dispilio (Kastoria) desde el Neolítico medio (ca. 5500-5300 cal BC) hasta el Calcolítico (ca. 3600 cal
BC) (Karkanas et al., 2011; Ntinou, 2002) o en Makri (Alexandropolis) con dos fases de ocupación (Makri I: 5618-5532 cal
BC y Makri II: 5470-5370 cal BC) ambas del Neolítico tardío
(Eftratiou et al., 1998; Ntinou, 2002). En ambos casos (fig. 4)
son bosques densos y con gran diversidad de especies: fresnos,
arces, sauces, olmos, avellanos, alisos, prunos y rosáceas. La
diferencia entre ambos yacimientos viene marcada por la altitud, ya que Dispilio se encuentra en el interior a 627 m.s.n.m.
mientras que Makri está a orilla del mar y apenas a 40 m de altitud. Así, en Dispilio los pinos de montaña (Pinus nigra) están
presentes desde el principio de la ocupación y van aumentando
sus frecuencias al final de la secuencia, mientras que en Makri
no hay especies marcadamente continentales o frías. En este sitio los indicadores mediterráneos son la higuera (Ficus carica) y
la cornicabra (Pistacia terebinthus). En ambos yacimientos son
importantes los frutales como Maloideae y Prunus.
275
[page-n-8]
E. Badal, Y. Carrión, M. Ntinou, M. Moskal-del Hoyo y P. Vidal
4.2. EuroPa CEntral
En centro Europa, las comunidades campesinas se expandieron
siguiendo los cursos fluviales. El Danubio y el Tisza, con todas
sus redes de afluentes, fueron las grandes vías de comunicación
y penetración de la tecnología neolítica. Nos centraremos en los
resultados de 7 yacimientos distribuidos por el valle del Tisza y
de su tributario, el río Körös (Moskal-del Hoyo, 2013). Ambos
drenan la Gran Llanura Húngara. El valle del Tisza, en su trayecto al norte y mediante sus tributarios, desempeñaba un papel
importante en la propagación de las culturas neolíticas en Eslovaquia y las zonas localizadas al norte de los Cárpatos.
Los yacimientos arqueológicos que proporcionaron datos
antracológicos datan del Neolítico antiguo hasta el Neolítico
reciente. El yacimiento con el conjunto de carbones más antiguo proviene de Nagykörű, el poblado ubicado en Hungría y
relacionado con el desarrollo de la cultura Körös que se data
en 5850/5700 cal BC (Raczky et al., 2010; Moskal-del Hoyo,
2010). De este país también hemos estudiado los carbones
procedentes de las culturas del Neolítico medio (Polgár-Ferenci hát, Polgár-Piócási-dűlő) de la cultura de las Cerámicas
a Bandas de Alföld (ALBK) que se desarrollaban en la segunda mitad del sexto milenio (Whittle et al., 2013; Nagy et
al., 2014). El Neolítico tardío es representado por la cultura
Tisza, cuyo yacimiento más antiguo, Öcsöd-Kováshalom, se
remonta hacia ca. 5200 cal BC (Raczky, 2009). Al norte de
este yacimiento, se distingue un núcleo de ocupación neolítica
importante en la región de Polgár datado en la segunda mitad
del quinto milenio cal BC, del cual se analizaron carbones de
tres poblados (Polgár-Csőszhalom tell, Polgár-Csőszhalomdűlő, Polgár-Bosnyákdomb). Es probable que su centro fuera
el tell de Polgár-Csőszhalom y su poblado adyacente (PolgárCsőszhalom-dűlő) que juntos ocupaban un espacio de unas 28
ha. Debido a su riqueza y amplios contactos culturales el núcleo
de Polgár representa el complejo cultural de Tisza-HerpályCsőszhalom (Raczky et al., 2002; Raczky y Anders, 2008). En
Eslovaquia, los materiales arqueobotánicos están asociados al
poblado de Moravany de la cultura de las Cerámicas a Bandas
de Alföld (ALBK) (5500-5200/5150 cal BC), que en esta región
representa el Neolítico antiguo (Kozłowski et al., 2014).
Los resultados antracológicos de los ocho yacimientos son
muy coherentes entre ellos y ofrecen la imagen de los bosques
locales (Moskal, 2010; Moskal-del Hoyo, 2013; Moskal-del
Hoyo et al., 2015). En todos ellos se documentan bosques mixtos de caducifolios, dominados por el binomio: roble (Quercus
sp. caducifolio) y olmo (Ulmus sp.) (fig. 5). Otros taxones abun-
Fig. 5. Resultados antracológicos de yacimientos de Hungría (A) y Eslovaquia (B).
276
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Punto de encuentro: los bosques neolíticos en varias regiones de Europa
dantes son el fresno (Fraxinus sp.), el cornejo (Cornus sp.), las
rosáceas (Maloideae, Prunus sp.) y el avellano (Corylus sp.).
Es probable que los paisajes circundantes a los poblados fueran
un mosaico de diversas comunidades de plantas en donde tres
grandes tipos podrían haber predominado: a) robledales en las
zonas cercanas a los asentamientos, b) bosque de roble-olmofresno en la zona sometida a inundaciones periódicas del río y c)
el bosque de ribera con sauce y álamo. La proximidad del río parece determinar las proporciones entre los taxones. Por ejemplo,
la dominancia del roble y fresno en Moravany parece reflejar su
ubicación junto al riachuelo Šarkan y el valle del río Ondava,
mientras que el predominio del roble en los asentamientos de
Polgár indicaría la gran importancia del robledal. Cabe mencionar que los poblados neolíticos en esta región están localizados
en las zonas más altas de la llanura, zonas de loess y posiblemente libres de inundaciones (Sümegi et al., 2005, 2013).
Los datos antracológicos concuerdan con la dinámica general de la vegetación observada en el registro de polen (Járai-Komlódi, 1968, 2003; Willis et al., 1995; Magyari et al.,
2001, 2008, 2010; Gardner, 2002, 2005; Juhász, 2004, 2005;
Willis, 2007). En ambas disciplinas, los taxones principales son
Quercus, Ulmus, Corylus y Fraxinus, aunque desconcierta la
ausencia o muy poca presencia de Corylus en los carbones prehistóricos. La presencia de árboles o arbustos como el cornejo,
las rosáceas y el avellano puede demostrar que el bosque tenía
zonas abiertas. Las relativamente altas frecuencias del cornejo
y de rosáceas en los registros antracológicos es muy importante
para la historia de la flora local, ya que estas plantas son entomófilas y solamente aparecen en los registros polínicos cuando
abundan en el área más cercana al mismo. Sobre todo, es interesante el cornejo porque probablemente desempeñaba un papel
muy relevante en la composición taxonómica de los robledales
de la Gran Llanura Húngara.
Los conjuntos antracológicos estudiados de la Cuenca Panónica tienen secuencias cortas que impiden ver el impacto de
la agricultura a largo plazo (fig. 5). No obstante, en el área de
Polgár, que hay más datos, se puede inferir dicho impacto en
los carbones procedentes de Polgár-Csőszhalom tell. En más
de 3.500 carbones se han documentado 22 taxones que representan, al menos, 18 árboles y arbustos diferentes. En todos los
contextos y todas las fases predominan tres taxones, Quercus
sp. caducifolio, Ulmus sp. y Cornus sp., reflejo de la vegetación local. La mayor diversidad taxonómica aparece en la fase
más reciente de la ocupación, en la cual se distingue el mayor
número de plantas heliófilas. Esto puede sugerir el cambio en
las comunidades vegetales más cercanas debido a espacios
abiertos o/y la ampliación de la zona de la recogida de la leña.
De todas maneras, ambas interpretaciones manifiestan el rol
significativo de los grupos humanos en la transformación del
paisaje vegetal local.
4.3. sur dE italia
En el sur de Italia la ocupación agrícola se realiza en cuevas y
poblados al aire libre. Nos centraremos en Calabria donde hemos analizado los carbones de dos sitios con niveles neolíticos
(Ammerman, 1987). El poblado de Piana di Curinga (Aconia,
Calabria) tiene la secuencia antracológica más larga que va desde el Neolítico antiguo (cultura de Stentinello) hasta el Calcolítico (Cultura de Piano Conte), éste datado en la mitad del III
milenio a.C. (Ammerman, 1987). Los niveles del Neolítico antiguo tienen cerámica impresa de tipo Stentinello y estructuras
de habitación rectangulares realizadas con material perecedero
de madera, cañas y barro. La estructura de habitación H está
datada en 5822±63 cal BC. A pocos kilómetros del anterior está
el poblado de Belvilacqua con niveles del neolítico antiguo (cultura de Stentinello) pero sin dataciones radiométricas. Ambos
yacimientos tienen una lista floral similar que corresponde a formaciones forestales esclerófilas y perennifolias dominadas por
Quercus perennifolios con un cortejo arbustivo diverso donde
se encuentran especies como el madroño (Arbutus unedo), el
brezo (Erica arbórea), las jaras (Cistus sp.), fabáceas leñosas,
etc. (fig. 6). Las especies más cálidas como el acebuche (Olea
europea) también están en la región aunque con baja frecuencia
(Badal, 1988; Carrión et al., 2010). Los caducifolios tienen menor proporción de restos carbonizados y pertenecen a la flora de
ribera (álamos, fresnos, sauces, etc.), robles y carpe negro. Este
último es propio de zonas más frías de la montaña calabresa
pero durante el neolítico baja hasta la costa.
A lo largo de la secuencia de Piana di Curinga no se detectan
cambios sustanciales, ni en la lista de flora, ni en la proporción
de restos carbonizados de los taxones identificados. En las tres
fases de ocupación (Stentinello, Diana y Piano Conte) se detecta
la misma composición vegetal (fig. 6). Esto puede ser debido
a varias causas: a) una gestión sostenible y permanente de los
territorios de producción: campos, pastos, bosque, poblados y
vías de comunicación; b) una capacidad de regeneración forestal importante debido a la situación geográfica y orográfica de
la zona. Aconia está en el golfo de Eufemia donde recibe los
vientos húmedos del oeste, de forma que las depresiones atmos-
Fig. 6. Resultados antracológicos de Piana di Curinga (Calabria, Italia).
277
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E. Badal, Y. Carrión, M. Ntinou, M. Moskal-del Hoyo y P. Vidal
féricas procedentes del Mediterráneo, dejan abundantes precipitaciones tanto en la costa (600 mm de media anual) como en
las montañas de Calabria (2.500 mm de media anual para la
Catena Costiera) lo que facilita, sin duda, una regeneración forestal incluso cuando la actividad humana sea importante. En
otros yacimientos de la región también se constatan bosques de
quercíneas a lo largo del Neolítico (Castelleti, 1976).
4.4. PEnínsula iBériCa
En la Península Ibérica, la primera ocupación agraria tiene lugar
alrededor de 5650 cal BC en las zonas costeras y se expande
rápidamente hacia el interior de la meseta, valle del Ebro y las
tierras altas de Andalucía (5050 cal BC) (Bernabeu et al., 2014;
Martí y Juan-Cabanilles, 2014). ¿Cómo tuvo lugar esta introducción en Alicante? La respuesta a esta cuestión esencial puede ser difícil de alcanzar; sin embargo, las secuencias de carbón
de los primeros sitios neolíticos de Alicante siempre apuntan a
una ocupación ex novo, es decir, que los sitios fueron ocupados
por primera vez en este momento de la Prehistoria o hay hiatus
entre los niveles ocupados por los cazadores-pescadores-recolectores y los neolíticos. No disponemos de ninguna secuencia
antracológica continua.
En Alicante, los bosques esclerófilos mediterráneos (carrascales y quejigales) son los dominantes en todos los sitios y ocuparían grandes extensiones. Estos bosques son los primeros que
serán alterados por los grupos neolíticos. Las diferencias entre
los sitios vienen marcadas por la situación geográfica, ya que
en los yacimientos costeros (Cova de les Cendres, Cova Ampla
del Montgó, etc.) las especies más cálidas y xéricas (acebuche,
lentisco) tienen mayor proporción que en los sitios del interior
(Cova de l’Or, Abric de la Falguera, entre otros) o incluso no
aparecen en las zonas más frescas de fondo de valle (Mas d’Is,
Niuet, Jovades) (Badal et al., 1994; Carrión, 2005). La otra diferencia son los caducifolios (quejigos, fresnos, arces, etc.) porque son mucho más abundantes en las zonas más húmedas del
interior (fig. 7).
Los resultados antracológicos indican que, tanto en la costa
como en el interior de Alicante, en los primeros 300-500 años
de ocupación agrícola de un sitio, sea poblado o cueva, no se
detectan cambios significativos en la vegetación con respecto a la imagen de cronologías pre-agrícolas documentadas en
otros sitios (Carrión, 2006). Esto puede ser debido a una gestión
equilibrada en los primeros siglos de ocupación, manteniendo
estables los campos de cultivo, las zonas de pastos y las áreas
forestales, así como un contingente demográfico aún bajo y una
cabaña ganadera reducida que no causa estragos en las formaciones vegetales (Badal, 2002; Badal et al., 2012; García Borja
et al., 2011b). Sin embargo, en las secuencias polínicas de sitios
arqueológicos o incluso en las turberas, que ofrecen una imagen
regional, la introducción de los sistemas agrícolas se detecta
muy rápidamente y a veces de forma abrupta (Dupré, 1995; Carrión y Dupré, 1996; Carrión, 2012).
A partir del Neolítico IB, de la secuencia regional, se detectan cambios significativos en los yacimientos con secuencias
largas, que en nuestra zona de estudio coinciden con las cuevas,
mientras que en los poblados no se observan cambios sustanciales. Los bosques esclerófilos de carrascas y quejigos se reducen progresivamente a la par que progresan las formaciones
más xéricas de acebuche, madroños, pino carrasco y matorrales.
278
Esta dinámica se puede correlacionar con las actividades pastorales de las cuevas y con la gestión forrajera del bosque. En
los niveles de corral de las cuevas, los árboles que tienen más
cualidades forrajeras alcanzan altos porcentajes, así el fresno
en el Abric de la Falguera o el acebuche en Cova de l’Or, Cova
de les Cendres y Cova de Santa Maira; es muy probable que
estos restos se deban a una poda de ramas para aportar comida al
ganado (Badal, 2002; Badal et al., 2012; Carrión, 2005, 2006).
La ganadería también se llevaría a cabo en las aldeas de los
valles pero no tenemos datos que avalen una regresión del bosque en las secuencias de Mas d’Is, Benàmer, Jovades o Niuet.
Esto puede ser debido a que sus secuencias sean inferiores a esa
barrera de los 300-500 años de ocupación para ver la respuesta
de la vegetación ante la actividad agrícola o bien a una estabilidad del área productiva: campos, pastos, sendas y veredas.
4.5. afinidadEs Y difErEnCias rEgionalEs
Los datos antracológicos de los niveles que corresponden a la
primera ocupación agraria de un territorio, independientemente
de la región o de la cronología (Neolítico antiguo, medio o reciente) siempre muestran espectros dominados por las especies
forestales mayores y corresponden a los bosques del Holoceno
en cada región. Aunque con los carbones no se puede precisar
la fisionomía de las formaciones vegetales, el elenco de taxones que documentamos en estos bosques prístinos nos hace suponer que se encontrarían en etapas maduras de formación, es
decir, que podrían haber llegado a adquirir un porte arbóreo y
en ocasiones, denso. En efecto, en La Draga (Girona) el estudio dendrológico realizado en 233 postes indica la explotación
de árboles adultos que se corresponde con un bosque maduro
(Bosch et al., 2000), por lo que en los demás territorios la situación debe de ser similar, en base a los taxones identificados y a
sus proporciones.
En todas las regiones presentadas en este trabajo se desarrollan durante el Neolítico bosques de quercíneas (Quercus sp.
caducifolios y perennifolios), aunque las diferencias entre sitios
y regiones vienen marcadas por la altitud y la latitud, parámetros claves en la distribución de las especies vegetales (Ozenda,
1975; Rivas-Martínez, 1987). En base a esos criterios podemos
distinguir dos zonas cuyo límite se situaría en torno a los paralelos 39º-40ºN. En general, al norte de este límite los bosques
son caducifolios mientras que al sur son perennifolios, evidentemente, con matices regionales.
En general, al sur del paralelo 40ºN (38-39ºN para los yacimientos griegos), los datos antracológicos muestran que, en
los sitios situados entre el nivel del mar y aproximadamente los
500-600 m de altitud, siempre son dominantes las formaciones
forestales perennifolias, cuyo jefe de filas es Quercus sp. perennifolio pero con un importante cortejo de árboles y arbustos
como madroño, lentisco, aladierno, brezos, jaras, etc. No obstante, los caducifolios siempre están presentes aunque en pequeñas proporciones. Así los robles (Quercus sp. caducifolios)
se encuentran en todos los sitios, aunque las especies variarán
según las regiones, pero con la anatomía de la madera no podemos distinguir unas de otras.
Las diferencias regionales vienen marcadas por la flora autóctona, por ejemplo en Knossos está el ciprés (Cupressus sempervirens) y el plátano oriental (Platanus orientalis) completamente ausente en las otras regiones del Mediterráneo central
[page-n-11]
Punto de encuentro: los bosques neolíticos en varias regiones de Europa
Fig. 7. Diagramas sintéticos de tres yacimientos de Alicante.
y occidental. El olivo silvestre o acebuche (Olea europea) es
un árbol genuinamente mediterráneo y se encuentra en los yacimientos de las zonas más cálidas. Es mucho más frecuente
en los sitios del Mediterráneo occidental (Cova de les Cendres,
Cova de l’Or, etc.) que en el central (Pina di Curinga) y en el
oriental. Es significativa la ausencia del olivo silvestre en Knossos y en los yacimientos de Grecia central y meridional. Aparece débilmente tan sólo hacia el final del Neolítico en Alepotrypa
y la cueva de los Cíclopes aunque está bien representado en
las Cícladas desde las primeras etapas de la Edad del Bronce
(Ntinou, 2013), tal vez, ya cultivado. Aunque carecemos de datos antracológicos anteriores a este periodo es probable que esta
fuera una de las zonas originarias de este árbol en el Egeo sur,
de acuerdo con la expansión del acebuche a principios del Holoceno por las zonas más cálidas del Mediterráneo norte (Carrión
et al., 2010) como claro exponente del aumento de temperaturas
de principios del Preboreal-Boreal.
Al norte del paralelo 40ºN las cosas cambian y, para la misma altitud (0-600 m. s.n.m), las formaciones dominantes son
caducifolias; en este caso son los robles (Quercus sp. caducifolio) los más abundantes seguidos de otros árboles como el
olmo (Ulmus sp.), el arce (Acer sp.), el fresno (Fraxinus sp.), los
frutales (Prunus sp.), etc. El olmo tiene mayor importancia en
las formaciones forestales de la Gran Llanura Húngara que en
Grecia continental. Los pinos de montaña sólo se identifican en
los sitos continentales de mayor altitud como Dispilio en Grecia
279
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E. Badal, Y. Carrión, M. Ntinou, M. Moskal-del Hoyo y P. Vidal
y, de forma esporádica, en la Gran Llanura Húngara. En esta región, en la actualidad, los pinos no se consideran componentes
de la vegetación natural, por lo tanto, el hallazgo de estos en
los conjuntos del Neolítico medio (Polgár-Ferenci hát, PolgárPiócási-dűlő) y la datación de un fragmento de Polgár-Piócásidűlő (Poz-74377: 6020±40 BP) demuestran su existencia en los
bosques atlánticos en la parte norte del Alföld, probablemente
en las zonas con suelos arenosos. Otros marcadores regionales
son el cornejo (Cornus sp.) y el avellano (Corylus avellana) que
forman parte de los bosques caducifolios, principalmente robledales, y pueden ser indicadores de los espacios abiertos utilizados para las actividades pastorales y agrícolas. Otra diferencia
regional son los taxones genuinamente mediterráneos como la
higuera (Ficus carica) presente en Makri tanto en madera como
en frutos (Eftratiou et al., 1998).
5. ACTIVIDADES PRODUCTIVAS Y BOSQUES
Los bosques son importantes para la economía agrícola, como
vimos en los apartados del principio, y, además de su propia
dinámica natural, pueden ser modificados por factores humanos. La densidad demográfica, la tecnología del grupo humano
y la continuidad de ocupación de un territorio inciden directamente sobre las transformaciones que se producirán paulatinamente en el paisaje local. En todo caso, transcurridos unos
500 años de ocupación de un sitio, es cuando se empiezan a
detectar cambios significativos en los territorios de aprovisionamiento de leña que responden a la dinámica progresiva y/o
regresiva de las formaciones forestales bajo la acción humana
y a los parámetros naturales de cada región. No obstante, esta
dinámica no la observamos con igual nitidez en todos los yaci-
mientos, ni en todas las regiones. Hay regiones que tienen mayor capacidad de regeneración forestal que otras, como hemos
comentado en el caso de Calabria y el norte de Grecia. Ahora
bien, cuando los yacimientos tienen una sola fase de ocupación y esta es relativamente corta no se observan cambios en
la composición vegetal como en las aldeas de Hungría o de
Alicante (fig. 8).
En los yacimientos de Grecia se pueden apreciar cambios
relacionados con la gestión de la vegetación que, indirectamente, podrían indicar cambios en las formaciones forestales prístinas. De este modo, la larga vida del asentamiento de Knossos
causaría cambios en la composición de la vegetación favoreciendo la expansión de las plantas heliófilas y/o las que con
el tiempo adquirieron mayor valor económico, como Prunus
a partir del Neolítico antiguo. Así, las crecientes necesidades
de los grupos neolíticos que utilizaron la cueva de Alepotrypa
condujeron a una explotación cada vez más intensa de los bosques esclerófilos, mientras que el uso intermitente de la isla
de Youra durante el Neolítico no produjo grandes cambios en
la frágil vegetación esclerófila. Los yacimientos del norte de
Grecia con más o menos largas secuencias (entre 500 y >1000
años) indican la permanencia de los robledales debido a condicionantes climáticos más favorables, en concreto, precipitaciones más altas y periodos cortos de sequía estival. No obstante,
estos robledales experimentarían varios estados de degradación/regeneración a lo largo del tiempo que tal vez tengamos
reflejados en el uso de diversos tipos de vegetación, como los
bosques de coníferas de montaña.
En los yacimientos de los valles del Tisza y Körös no podemos ver la dinámica forestal porque los sitios sólo tienen
una fase de ocupación. Con frecuencia esta fase corresponde
a la primera aparición de grupos neolíticos en la zona y por
Fig. 8. Secuencia teórica de la ocupación agrícola de un territorio y su impacto en la vegetación.
280
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Punto de encuentro: los bosques neolíticos en varias regiones de Europa
eso se documenta el bosque prístino holoceno. Destaca la presencia de taxones heliófilos (Maloideae, Prunus sp., Cornus
sp.) desde el inicio de la ocupación, lo que puede indicar la
presencia de espacios abiertos o bosques semi-abiertos como
las estepas arboladas, más aptos para la fundación de los poblados y las actividades agrícolas. Debido al impacto humano
en las zonas cercanas a los yacimientos, después de varios siglos de la ocupación, se observa el desarrollo de formaciones
todavía más abiertas.
En Piana di Curinga no se observan cambios significativos
entre el Neolítico antiguo y el Calcolítico. Es decir, los bosques
perennifolios y su cortejo son similares en las tres fases de ocupación. Esto puede ser debido a la situación geográfica, ya que
las fachadas occidentales de las penínsulas mediterráneas reciben mucho mayor flujo de humedad y, por tanto, tienen mayor
capacidad de regeneración forestal que las fachadas orientales,
tanto en Iberia como en Italia y Grecia. No obstante, entre los
niveles de ocupación de Piana di Curinga siempre hay hiatus
largos que, tal vez, posibilitaron la regeneración forestal entre
una ocupación y la siguiente, por eso vemos el mismo bosque
en el Neolítico inicial (Stentinello) que en el final (Diana) o
en el Calcolítico (Piano Conte). En definitiva, la secuencia no
es continua y pensamos que durante las fases de abandono la
vegetación se regeneró.
En Alicante, a partir del Neolítico medio, los poblados crecen en número ocupando valles fértiles y el territorio productivo estaría estructurado en los campos de cultivos, los pastos
y el bosque. En muchos de esos poblados no se observan cambios significativos de la composición vegetal si las ocupaciones han sido cortas (± 500 años). Al contrario, en las cuevas
se observan cambios si tienen ocupaciones largas. Es en ellas
donde mejor se observa la dinámica regresiva de los bosques
prístinos, probablemente debido a la funcionalidad pastoral
durante el Neolítico medio y reciente. En las cuevas de Alicante, los cambios que se observan son: a) la variación diacrónica
en las proporciones de los taxones principales (Q. caducifolio,
Q. perennifolio, Olea, Pinus), y/o b) la desaparición o aparición de los taxones más sensibles al impacto agrícola. En la
primera fase de ocupación, dominan los bosques de quercíneas
(Quercus, carrascas/quejigos) y estos serán paulatinamente
sustituidos por los pinares de pino carrasco (Pinus halepensis)
o matorrales varios donde el acebuche (Olea) suele ser muy
importante (Badal, 2009; Badal et al., 2012).
c) En cualquier lugar, los primeros cambios en el paisaje vegetal se aprecian unos 500 años después de practicar la
agricultura y la ganadería y siempre que los sitios continúen
habitados, ya que si se abandona antes no se verán cambios.
Es el caso de los sitios de la Gran Llanura Húngara, en Piana
di Curinga o en los poblados del valle de Alcoi (Bernabeu y
Badal, 1992).
d) Los cambios que se observan en las secuencias antracológicas largas pueden tener múltiples causas: reflejo de los
ciclos productivos, causas climáticas o la conjunción de ambas,
aunque generalmente, los primeros adquieren un peso más importante para estas cronologías.
e) El punto de unión de todos los bosques neolíticos de
Europa son las quercíneas (robles y carrascas en sentido amplio). En las regiones más húmedas son los robles caducifolios los protagonistas, mientras que en las más secas y cálidas
son los perennifolios (encinas, carrascas, coscojas, roble de
Palestina, etc.). Aunque la anatomía vegetal impide distinguir
las especies es de suponer gran diversidad regional de especies entre oriente y occidente entre el sur y el norte, como en
la actualidad.
f) La personalidad regional se produce por las especies
acompañantes. Mientras que en el Mediterráneo central y, sobre todo, occidental Olea tiene gran protagonismo, en Grecia
sólo se encuentra en las zonas más secas y cálidas y en cronologías bastante tardías del Holoceno. Además, el papel de los
robles parece ser bastante más importante en los yacimientos
griegos, incluso los más meridionales, en comparación con
yacimientos de la misma latitud en el mediterráneo central y
occidental.
g) No todas las regiones tienen la misma capacidad de regeneración forestal. Si comparamos la Cova de les Cendres y
Piana di Curinga situadas a prácticamente la misma latitud y
altitud, se puede constatar que la fachada occidental de la península italiana mantiene la misma formación forestal desde el
Neolítico antiguo hasta el Calcolítico, mientras que la oriental
de Iberia sufre una regresión del bosque al matorral pasando
por el pinar de carrasco.
h) Con la identificación de los carbones se aprecia la flora
autóctona y endémica de las regiones, sirvan de ejemplo el ciprés y el plátano oriental en Grecia.
6. CONCLUSIÓN
El estudio de los yacimientos de Grecia fue financiado por la beca
de la Fundación Estatal de Becas de Grecia y la Geoarchaeology Fellowship del M.H. Wiener Laboratory, ASCSA, otorgadas a
MN. Los estudios antracológicos de Hungría y Eslovaquia fueron
financiados en el marco del programa V Segles de la Universitat
de València de Becas Predoctorales otorgada a MM y el proyecto de investigación financiado por el Centro Nacional de Ciencia
de Polonia, número 2012/06/M/HS3/00288. Los análisis de Alicante fueron financiados por varios proyectos de investigación,
siendo el más reciente el concedido por la Generalitat Valenciana
(GV/2011/020) “Los bioindicadores del cambio climático: caracterización de los paisajes mediterráneos en el transito PleistocenoHoloceno a partir de la madera carbonizada”. El Departamento
de Prehistoria de la Universidad de Valencia facilitó en todo momento la realización del estudio de todos los yacimientos tratados
en el texto.
La breve exposición de los datos antracológicos de varios yacimientos distribuidos por la geografía europea muestran varios
puntos de encuentro y discusión que se pueden sintetizar en:
a) La mejoría climática del Holoceno antiguo influye directamente en la diversidad de los bosques europeos que alcanzan
una configuración plenamente holocena durante el Boreal. No
se detecta una influencia importante de los cazadores-recolectores en los territorios.
b) La primera ocupación agrícola de un territorio, independientemente del momento en que ésta ocurra, se produce en
territorios ocupados por un bosque prístino en sus variantes regionales, y ésta será la imagen que ofrecen los datos arqueobotánicos disponibles para los primeros momentos del Neolítico.
AGRADECIMIENTOS
281
[page-n-14]
E. Badal, Y. Carrión, M. Ntinou, M. Moskal-del Hoyo y P. Vidal
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