Ildi: un grafito de la Alcúdia de Elche (Alicante)
I. Simón Cornago
C. Jordán Cólera
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Archivo de Prehistoria Levantina
Vol. XXX, Valencia, 2014, p. 263-273
I. SIMÓN CORNAGO a y C. JORDÁN CÓLERA b
Ildi: un grafito
de La Alcudia de Elche (Alicante)
RESUMEN: El objetivo de este artículo es proponer una nueva lectura para dos grafitos grabados sobre una
pátera de cerámica campaniense recuperada en la conocida como “tienda del alfarero” (La Alcudia, Elche).
La lectura propuesta para uno de estos esgrafiados es ildi: un nuevo testimonio sobre el discutido grupo
-ld- ibérico.
PALABRAS CLAVE: Epigrafía, inscripción, lengua ibérica, alfabeto latino, esgrafiado.
Ildi: a graffito of La Alcudia, Elche (Alicante, Spain)
ABSTRACT: The aim of this paper is to propose a new lecture of two graffiti scratched over a campanian
ware, that was discovered in the so-called “potter’s shop” (La Alcudia, Elche). The lecture proposed for one
of this grafitti is ildi: a new evidence of the controversial Iberian group -ld-.
KEY WORDS: Epigraphy, inscription, Iberian language, Latin alphabet, graffiti.
a Departamento de Estudios Clásicos, Universidad del País Vasco - Euskal Herriko Unibertsitatea.
i.simon@ehu.es
b Departamento de Ciencias de la Antigüedad, Universidad de Zaragoza.
cjordan@unizar.es
Recibido: 17/12/2013. Aceptado: 07/03/2014.
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I. Simón Cornago y C. Jordán Cólera
1. LAS INSCRIPCIONES PALEOHISPÁNICAS DE LA ALCUDIA DE ELCHE 1
La variedad de tipos epigráficos y escrituras es uno de los principales atractivos del corpus de inscripciones
paleohispánicas de La Alcudia de Elche (Alicante). Además, los cuatro epígrafes que recoge J. Untermann
en los Monumenta Linguarum Hispanicarum (G.12.1-4), que en principio pueden parecer un número
reducido, deben contextualizarse en una región, la meridional y del sureste (H y G en MLH), con una
escasísima densidad epigráfica.2 De hecho, corpora locales con más de cinco inscripciones como los de La
Serreta (Alcoy; G.1.1-8), El Campello (G.9.1-15) y Mogente (G.7.1-4; De Hoz, 2010), son excepcionales
y únicos, y lo más habitual son hallazgos aislados o yacimientos que han proporcionado exclusivamente
uno o dos epígrafes.
La variedad de tipos mencionada se comprueba al repasar las cuatro inscripciones de La Alcudia: un
grafito sobre un bloque de piedra (G.12.1), una estampilla sobre el asa de un ánfora (G.12.3), un esgrafiado
sobre una cerámica campaniense (G.12.2) y, para concluir, un rótulo musivo (G.12.4). Además, los cuatro
ejemplares documentan tres escrituras diferentes: en signario ibérico meridional están redactadas las dos
primeras (G.12.1 y 3), de hecho, el citado sello es el único ejemplo de estampilla que recoge un texto en
este sistema de escritura. Aunque Untermann también clasifica G.12.2 (fig. 1) –el grafito sobre cerámica–
como un epígrafe meridional es más probable que en realidad utilice la escritura ibérica levantina, pues
la lectura que propone (· kaiaka ·) no cuenta con buenos paralelos y, además, es poco habitual el uso de
interpunciones (un trazo vertical) a comienzo y final de texto. R. Ramos (1969: 171) consideraba que en
la inscripción se emplea el signario levantino, con un alógrafo particular de ti, similar a algunas variantes
meridionales de i, y propone la lectura balkatika, que arroja un posible primer formante onomástico balka
(MLH III-1: 214). Sin embargo, la lección no es completamente satisfactoria; a cambio, la nueva propuesta
de J. Rodríguez Ramos (2002-03: 372), también en clave levantina, sí ofrece un texto perfectamente
analizable como un antropónimo ibérico: balkatin, compuesto por los formantes onomásticos balka
y atin (MLH III-1: 212, 214).3 No obstante, conviene subrayar que en la última letra los trazos están
ejecutados de forma menos nítida que los del resto del epígrafe. Por su parte, y para concluir el repaso, el
rótulo musivo emplea el alfabeto latino (G.12.4), aunque lo más probable es que recoja un texto ibérico
o, al menos, antropónimos de dicha lengua, ya que pueden aislarse varios formantes onomásticos (Siles,
1978; MLH III-2: 614).4
La Alcudia se sitúa en una zona del SE donde se emplean dos tipos de escritura diferente (De Hoz,
1993: 659-662): el greco-ibérico, del que no hay ejemplos en este yacimiento, y el ibérico meridional.
Por su parte, el grafito sobre campaniense (G.12.2) es una de las inscripciones en escritura ibérica
levantina halladas más al sur,5 aunque en este caso hay que tener en cuenta que está grabada sobre un
objeto fácilmente transportable. La inscripción musiva, a cambio, se incluye en un pequeño grupo de textos
ibéricos redactados en alfabeto latino: H.3.4, H.6.1 y unas pocas leyendas monetales (MLH III-1: 133;
Untermann, 1995: 311-313). La cronología es, probablemente, un elemento fundamental para analizar de
forma correcta esta variedad gráfica, sin embargo, la datación de algunas de estas inscripciones no es lo
1
Este artículo se incluye en el proyecto «El nacimiento de las culturas epigráficas en el Occidente mediterráneo (II-I a. E.)»,
FFI2012-36069-C03-03, dirigido por F. Beltrán, al que agradecemos sus comentarios sobre este trabajo. La redacción de los
tres primeros apartados corresponde a I. Simón y la del cuarto a C. Jordán, no obstante, la estructura del texto y los principales
argumentos han sido consensuados entre ambos autores.
2 Catálogos de las inscripciones ibéricas de La Alcudia en Ramos (1969; 1975: 271-274) y Llobregat (1972: 11-131), en los que se
recogen algunas piezas que Untermann no incluye en su corpus por los problemas que plantean, ya que en todos los casos puede
dudarse de su ibericidad (MLH III-2: 610).
3 La misma opinión en De Hoz (2011: 373, n.º 28): “creo que se debe leer balkatin, es decir un NP balk(e)-atin”.
4 Véase también X. Ballester (2001a: 481).
5 Existe una serie de esgrafiados procedentes de yacimientos murcianos (Iniesta, García y Berrocal, 1984-85), una parte de los
cuales podría ser latina.
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Fig. 1. Fotografía de detalle de G.12.2 (Museo de la Alcudia, N.º Inv. LA-2272).
suficientemente precisa.6 El esgrafiado sobre campaniense remite a una fecha avanzada y también la del
rótulo musivo: la última revisión de las excavaciones y la estratigrafía del sector 5F, del que procede el
mosaico, ofrece una cronología en torno a la primera mitad del siglo -I (Lara, 2007: 164).
Determinar la datación de las dos inscripciones meridionales es más difícil: el sello, impreso sobre el asa
de un ánfora, procede de las excavaciones del año 1953 (Ramos, 1962: 91, Lám. LXVII, 8), concretamente
del denominado nivel E, que comprende desde mediados del siglo -III hasta el siglo -I, pero no es posible
precisar más su cronología (Ribera, 1982: 84). En el caso de la inscripción sobre piedra, la horquilla de
tiempo en la que se data es igualmente amplia: “cabe incluirla en el período ibérico anterior al s. III a. C. y
posterior al VI a. de C.” (Ramos, 1969: 169).7
2. LA PÁTERA INSCRITA 8
El objeto de este trabajo son dos esgrafiados incisos sobre una pátera de cerámica campaniense recuperada
en la llamada “tienda del alfarero”, situada en el sector conocido como las “casas ibéricas”. Se trata de una
pequeña habitación, de unos seis metros cuadrados, que fue bautizada del tal modo por la gran cantidad de
vasos cerámicos apilados en su interior. En un primer momento se consideró que formaba parte de una casa
pero parece que en realidad, aunque adosada a una vivienda, se trata de una estancia independiente a la que
se accede desde la calle (Sala y Ferrandis, 1997: 223-224). El conjunto cerámico, compuesto por 53 vasos de
barniz negro (Campaniense A media y beoides), otras diez piezas de importación –entre ellas cinco morteros– y
66 recipientes ibéricos, en su mayoría jarros y pithoi con la típica decoración pintada de La Alcudia, ha llevado
a considerar que estamos ante un punto de almacenaje y redistribución (Aranegui, 2004: 126; Sala, 1992: 201).
Este excepcional conjunto cerámico ha sido perfectamente estudiado por F. Sala (1992), monografía en
la que también se recoge el pequeño grupo de inscripciones, apenas cinco grafitos, documentado sobre estas
Sobre los problemas de estratigrafía y cronología del yacimiento, uid. Abad (2004: 71-73) y Moratalla (2004-05). Sobre la
sustitución, en un momento cronológicamente avanzado, de la escritura meridional por la ibérica levantina en esta zona, uid.
Llobregat (1972: 130-131), Rodríguez Ramos (2001: 33-36) y De Hoz (2011: 376, 396).
7 Recientemente, R. Ramos (2011) ha revisado los diarios de excavación y los materiales recuperados junto con el bloque inscrito
–principalmente sillares moldurados– y propone una reutilización de los mismos a partir de finales del siglo -III.
8 La autopsia se realizó el 27 de julio de 2009, gracias a la amable colaboración de los responsables del Museo de La Alcudia
(N.º Inv.: LA 1182).
6
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piezas (Sala, 1992: 187-188). Tres son muy breves y pudieran no tener valor grafemático sino ser sencillas
marcas (para alguna de ellas no puede excluirse la posibilidad de que sea una indicación de tipo numeral).9
Los dos textos más amplios aparecen sobre una misma pieza y son, especialmente uno de ellos, la razón de
este trabajo. Están incisos post cocturam sobre una pátera de cerámica campaniense B de la forma Lamb. 5
(fig. 2 y 3), cuya cronología no está completamente bien fijada y que podría fecharse en la segunda mitad del
siglo -II o en el siglo -I (Sala, 1992: n.º 118, 165-167, Fig. 47, E-53). El grafito que denominaremos 1 está
grabado sobre la pared externa, próximo al pie; y el número 2 se sitúa en el fondo externo de la solera. La
huella del instrumento empleado para grabar estas dos inscripciones es diferente y también el módulo de los
signos, por lo que es probable que fuesen ejecutados en momentos diversos o por manos diferentes. La editora
interpreta ambos esgrafiados como ibéricos, concretamente como textos redactados con el signario levantino,
sin embargo, como vamos a tratar de argumentar es muy probable que en realidad sean dos epígrafes escritos
en alfabeto latino.10
Fig. 2. Dibujo de la pátera inscrita
(Sala, 1992: fig. 47).
Fig. 3. Fotografía de la pátera inscrita
(Museo de la Alcudia, N.º Inv. LA-1182)
9 Sobre este tipo de marcas más breves así como su posible carácter comercial, que no parece discordante con la naturaleza de este
conjunto, uid. De Hoz (2002; 2007).
10 No aparecen en el corpus de epigrafía romana de Corell (1999).
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3. LOS ESGRAFIADOS
El grafito 1 se compone de cuatro signos de entre 0,5 y 0,8 cm de altura (fig. 4). F. Sala (1992: 187) entiende
que el texto está redactado con la base de la caja de escritura orientada hacia el borde la pátera y lee: balaba.
El término carece de paralelos en ibérico, aunque no es imposible ensayar algún tipo de segmentación; un
argumento de mayor peso para plantear otra lectura es la peculiar forma de l. Por otra parte, la presencia del
signo compuesto por un único trazo vertical excluye una posible clasificación del texto como meridional,
pues no hay ningún grafema en este sistema de escritura con dicha forma.
Cabe la opción de girar ciento ochenta grados el epígrafe, es decir, considerar que las bases de los signos
son los extremos más próximos al pie de la pátera. En este supuesto la peculiar forma de l se transforma en
ḿ, concretamente en ḿ3-4 según la clasificación paleográfica de Untermann (MLH III-1: 246-247). Una
lectura dextrógira ofrece como resultado barḿba y una hipotética lección de derecha a izquierda: baḿaba,
pero ni una ni otra encuentra paralelos en el corpus ibérico; además, la posición interconsonántica de ḿ en
la primera propuesta es atípica, pues en dichos contextos siempre aparece precedida de n (Quintanilla, 1999:
209; Correa, 1999: 387). Esta ausencia de paralelos no es, ni mucho menos, un argumento concluyente,
pero creemos que la opción de considerar que estamos ante un texto redactado en alfabeto latino resuelve
algunos problemas. Si aceptamos la disposición que propuso la editora es posible leer ildi, con un tipo de
l latina que, si bien no es el más habitual, pues no responde a la forma capital de esta letra, tampoco es
extraña, especialmente en epígrafes esgrafiados como éste.11 Por otro lado, el texto resultante sí cuenta con
paralelos, que se recogen en el último apartado de este trabajo.
El segundo esgrafiado presenta aún más problemas que el primero (fig. 5). Su interpretación como
un texto ibérico es muy insegura y parece más probable, también en este caso, su clasificación como un
epígrafe latino. El principal argumento es el signo con forma de R pues, aunque es un alógrafo de a bien
conocido en ibérico levantino (MLH III-1: a5-6; MLH II: a1-5), su uso se restringe casi exclusivamente a
las inscripciones del sur de Francia y norte de Cataluña (Rodríguez Ramos, 2000: 52).12 Su interpretación
como una r latina, a cambio y a pesar de su forma angulosa, no presenta problema alguno. Sin embargo,
Fig. 4. Fotografía de detalle del grafito 1.
11 Entre la epigrafía romana de Hispania de época republicana pueden señalarse como paralelo dos defixiones: una de las cordobesas
(Navascués, 1934: Lám. I) y la hallada en Carmona (Corell, 1993: 262), además de algunos de los epígrafes de Peñalba de
Villastar (K.3.4-6, 11, 14 y 21, incluido el verso virgiliano). Más inseguro es el posible paralelo que ofrece un grafito sobre
campaniense de Marchena (Ordoñez y García-Dils de la Vega, 2010).
12 Existe algún ejemplo más meridional, como una leyenda monetal de śaiti (A.35.1.1; Ripollés, 2001). Un ejemplo conflictivo lo
proporciona un grafito de Ca n’Oliver, donde aparece junto a formas habituales para a, por lo que su valor en este texto es incierto
(Francés, Velaza y Moncunill, 2008: 223-224, Fig. 12).
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Fig. 5. Fotografías del grafito 2.
y aceptada la clasificación latina del grafito, la lectura plantea serios problemas. El signo que se sitúa a la
derecha de la vibrante no ofrece dificultades: se trata de la vocal a, aunque sólo presenta un trazo interno,
algo que no resulta infrecuente en época republicana y tampoco en textos esgrafiados como éste.13
La mayor dificultad de lectura la representan los trazos que anteceden a R, ya que no es fácil
determinar si son parte de uno o varios grafemas: se observan tres trazos verticales y paralelos de
disímil altura; una línea diagonal que desciende de izquierda a derecha, cruza los dos primeros trazos
y se une al tercero en la base inferior de éste; y, finalmente, un pequeño trazo oblicuo nace del extremo
superior del tercero de los trazos verticales. Pero éstos dos últimos están grabados con una incisión
más suave que el resto y, por tanto, no puede determinarse con seguridad si forman o no parte del
epígrafe.14 Tampoco puede excluirse que en esta primera parte se recoja un numeral seguido de dos
signos de lectura segura: RA, quizá una abreviatura.15 Son varias las lecturas que pueden plantearse y
ninguna plenamente satisfactoria,16 además, no es imposible que los trazos oblicuos de la primera parte
carezcan de valor, lo que multiplica las opciones: IERA, EIRA, EPRA, EFRA, ETRA, HIRA o NIRA.
Ninguna lección resulta convincente, aunque varias cuentan con posibles paralelos en los repertorios
onomásticos: Ierax/Hierax es un antropónimo griego bien atestiguado (Solin, 2003: 1129); Efractor
13 También pudiera interpretarse como el silabograma ibérico ka y, por tanto, una lectura aka, sin embargo, los argumentos
paleográficos, especialmente la distribución geográfica del alógrafo de a idéntico al grafema para la vibrante romana, inclinan la
balanza por la interpretación latina del texto. Una disyuntiva similar se plantea con una de las inscripciones rupestres de Peñalba
(K.3.1c) y con dos breves esgrafiados sobre cerámica, uno hallado en Guissona (Pera 2003, n.º 22, Fig. 3) y otro en La Loba
(Córdoba; Moret, 2002: n.º 9).
14 Con posterioridad a la incisión del grafito se han practicado dos orificios circulares y de sección cónica que no llegan a atravesar
la cerámica; su funcionalidad es incierta.
15 Quizá de un antropónimo como Rabirius o de un término del léxico común como ratio, de hecho este último aparece en un grafito
sobre terra sigillata de Castledykes: “in a military context ratio is associated with pay, perhaps in the sense of of ‘account’” (RIB
II.7: n.º 2501.8). El numeral pudiera ser III o incluso tres X en nexo.
16 Un grafito similar aparece sobre una cerámica de Flavia Solba, para el que el editor tampoco encuentra una solución satisfactoria:
“ein Patronymikon oder Matronymikon Hirae, Terae oder Thrae(---) oder eine Zahlenangabe unbestimmter Funktion. Selbst eine
Weihinschrift Samuca IIIRAII (verschrieben für Herae, freundl. Hinweis Roger Tomlin) ist nicht ausgeschlossen” (Wedenig,
2008: 322).
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está documentado como variante del cognomen Effractor (CIL VIII, 10485,2);17 en CIL XII, 5403 se
atestigua la versión Hiracli[us] del nombre Heracles (Solin, 2003: 523); y Niraemius es un nomen
latino (Solin y Salomies, 1994: 127).18
No hay suficientes datos para determinar la funcionalidad de estos dos grafitos. El primero, ildi,
probablemente fue grabado en la propia Alcudia o, al menos, en territorio peninsular pues, aunque emplea
el alfabeto latino, recoge una secuencia propia de la lengua ibérica. Tampoco hay datos concluyentes para
saber si el redactor del texto fue un romano o un íbero, aunque si esta última opción es la correcta hay que
destacar cómo es precisamente en la parte meridional de Hispania donde se concentran los escasos textos
en lengua ibérica y alfabeto latino; de hecho, en la propia Alcudia fue recuperado uno de estos epígrafes:
la ya citada inscripción musiva (G.12.4). Más incierta aún es la interpretación del segundo texto, inciso
en el interior del pie de la pátera. No obstante, tanto su ubicación como la posibilidad de que recoja una
notación numeral podría ser un indicio para considerar que se trata de una anotación de tipo comercial, lo
que encajaría con la naturaleza del espacio en el que fue recuperada la cerámica.19
4. EL GRUPO LD Y LT
La lectura del primer grafito como ildi cuenta con varios paralelos y ofrece un nuevo testimonio para
el debate sobre un aspecto de la fonética ibérica que ha sido largamente discutido: el grupo ld/lt. Una
secuencia homófona aparece en el comienzo de la leyenda monetal [CNH 360.5] ILDITVRGENSE, ceca
de la que se conocen, además, los testimonios ILVTVRGI e ILVVTRGI.20 En las fuentes clásicas aparece
como Iliturgi (Livio XXVIII, 19; Plinio NH III, 10); Ἰλουργίς (Ptolomeo 2, 4, 9). En la nota 52 de DCPH
II, se indica la importancia de este testimonio para mostrar la pronunciación ibérica /ildi/ de la grafía
que se transcribe como. Siguiendo entonces una sugerencia de J. de Hoz, las autoras se inclinaban
a considerar Ilditurgense como la transcripción al latín de la secuencia por los propios ¿oretanos? (sic).
A juicio de De Hoz (2011: 235-239), el testimonio Ilditurgense podría ser un argumento a favor de la
teoría de Mariner sobre el valor de la grafía indígena -ld-, cuestión que como es bien sabido forma parte de
la discusión sobre el número de consonantes laterales que pudo presentar el ibérico. En efecto, la existencia
de una líquida en esta lengua es aceptada de manera general. El alfabeto greco-ibérico (AGI) presenta el
signo Λ, lambda, que corresponde sin duda a una líquida. El signario paleohispánico levantino (SPL) y el
meridional (SPM) utilizaron también un signo, correspondientemente L y ,, con los respectivos alógrafos.
Remite al lāmedh fenicio, como también lo hace la lambda. En donde ya no existe tanto acuerdo es en
aceptar la existencia de una segunda líquida. El hecho es que desde muy pronto se detectó que la secuencia
<-lt->, <-ld-> en el AGI, era transcrito en el alfabeto latino la mayoría de las veces como <-l-> y a veces
como <-ll->. Esto dio lugar a que Schmoll (1956), a partir de topónimos como salduie y los conocidos en
su época que comenzaban por il-, il-, propusiese la existencia de una líquida retrofleja en ibérico, idea que
seguía años después Quintanilla (1998).
Michelena (1961: 9-10), si bien no terminaba de ver clara la naturaleza retrofleja propuesta por Schmoll,
opinaba que éste acertaba en una cosa esencial y era que las grafías -lt-, -ld-, -l-, -ll-, eran la expresión gráfica
de un sonido monofonemático y no de un grupo de consonantes, al menos a partir de una época difícil
de determinar. Unos años más tarde (Michelena, 1979: 26), indicaba que fuese cual fuese su realización
17 Vid. Kajanto (1982: 267).
18 Una inscripción procedente de Casas de Millán (Cáceres) está dedicada a Deo Eniragillo (AE 1972, 235). Por su parte, epraes, se
documenta en CIL VI, 2384, probablemente como topónimo.
19 Es posible, como ya hemos indicado previamente, que alguno de los otros grafitos que aparecen sobre cerámicas halladas en
la “tienda del alfarero” puedan interpretarse como numerales, especialmente el número cuatro de la monografía de F. Sala
(1992: 188).
20 CIL II2/7 32, 36 y 39.
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fonética, esas grafías habían acabado señalando la contrapartida fuerte de -l- intervocálica. En nota señalaba
que el vasco prehistórico parecía haber distinguido una *l lenis y otra *L fortis, que en la actualidad son en
posición intervocálica una [r] y una [l], respectivamente.
A la opinión de la existencia de dos líquidas diferentes originarias en la lengua ibérica se fue
contraponiendo la de la existencia de una líquida originaria a la que se le pudo oponer una secundaria que
surgiría en el mismo ibérico, como consecuencia de la evolución del grupo consonántico -ld- > -ll-. Así
pensaba Tovar (1962: 179), que databa el fenómeno entre el siglo V-IV a.e. y la época de Pompeyo, esto es,
cuando se escribe el Bronce de Ascoli, el 89 a.e.
En el mismo año, Mariner (1962), revisando una serie de topónimos hispanos prerromanos, también
pensaba que la grafía hispánica -ld- correspondía realmente a un grupo de sonidos ibéricos. Sin embargo, la
asimilación en -ll- se habría dado en boca de latino-hablantes, según la evolución del itálico *-ld- al latino
-ll-, con la consiguiente simplificación del grupo en -l-, al menos en unos determinados contextos: cuando la
geminada era pretónica precedida de vocal breve o cuando iba seguida de consonante distinta de l o r.
Últimamente, Ballester (2001) prefiere la propuesta de Tovar que pensar en una nueva lateral. De Hoz
(2001: 338, n. 13) prefería no especular, por el momento, sobre la posibilidad de dos laterales, que dicho sea
de paso le daría un aire más verosímil al sistema fonológico ibérico, pues se igualaría el número de líquidas
y vibrantes (una lengua suele tener en todo caso más líquidas que vibrantes). En (De Hoz, 2011: 235-239)
sigue en la misma línea de prudencia, tras repasar las propuestas de Schmoll, Michelena y Mariner. De la
de éste último indica los indicios a su favor, entre los que, además de la utilización de la grafía latina -ldreseñada, señala:
- La coincidencia en el recurso entre SPL y SPM no esperable fonéticamente si se trataba de una variedad
de lateral. De Hoz le otorga cierta importancia a este hecho, entrando, a nuestro juicio, en contradicción
con su concepción genética de las escrituras paleohispánicas (SPL <<< SPM). Más sorprendente sería si se
piensa en un origen poligenético de estas escrituras, aunque no tanto si se piensa en términos de desarrollos
paralelos.
- La coincidencia en el recurso entre SPL y AGI, sistemas de escritura de estructura y origen muy
diferente, a una grafía compleja para representar un fonema. En el caso del AGI se recurre a un ápice
para distinguir las dos vibrantes, por ejemplo; y en el SPL no se detecta la combinación de grafemas para
expresar un único fonema. Aunque parece que sí lo hizo para indicar una nasal bilabial en posición inicial
en el caso de formas no ibéricas: ḿbaske = Mascus [B.1.269] y ḿbasi = Massius [B.1.124].
La forma ildi que estamos aquí presentando también podría tener otros dos paralelos exactos en escritura
ibérica en las piezas [B.7.20] y [B.7.24], si se admite que nos hallamos ante casos de escritura dual, debido a
la zona en la que se hallaron. Ambas proceden de Pech Maho (F). La primera es un fragmento de cerámica,
cuya lectura completa es, según MLH II, (a) ilti (b) sale (c) kel. Untermann se preguntaba si podrían tratarse
de la indicación del propietario, del destinatario o ser apelativos, y, para la interpretación de (a), enviaba
al segundo texto, que aparece en un ánfora y su lectura es ilti. En este caso se planteaba si estábamos
ante una abreviatura y daba como referentes iltiŕaŕker [A.6-15] y, como no podía ser de otra manera, la
forma toponímica iltir. El propio autor alemán detectó (MLH III: 223) como formante antroponímico las
variantes iltiŕ / iltiŕ / iltir. De hecho, analizaba Nesille, del Bronce de Ascoli (CIL I2 709), como formado
por nes + ilti(r), preguntándose en nota si se trataba de una variante ilti, como iltu lo era de iltuŕ. Indicaba,
además, “Bis jetzt findet sich kein Beleg in iber. Schrift, auch nicht in appellativischer Verwendung (§573)”.
Seguramente se olvidó de los testimonios franceses. El mismo formante lo detectaba en Lacerilis (CIL II
4625) < laker + ilti(r), aunque aquí planteaba la posibilidad de estar ante un genitivo singular de un nombre
breve (Kurzform) latinizado sin -r.
Si se acepta la relación entre el formante toponímico y el antroponímico, la lista puede incrementarse,
por un lado, con los pocos testimonios en AGI y, por otro, con la relectura del SPL en clave dual. Hemos
encontrado, de momento:
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[G.1.8] La Serreta, Alcoy (AL). Plomo. AGI. ¿Clase de palabra?: toildi++ (lectura según MLH).
[G.9.1] Illeta de Campello (Campello, AL). Cerámica. AGI. Antropónimo: [---]+ildiŕtige+ in o -en
(lectura según MLH).
[B.7.34, 19] Pech Mahó (F). Plomo. SPL. Antropónimo. Lectura según MLH: iltiŕśar. Lectura en clave
dual: ildiŕśar.
[B.7.35, 10] Pech Mahó (F). Plomo. SPL. Antropónimo. Lectura según MLH: iltiŕtikeŕ. Lectura en clave
dual: ildiŕtigeŕ.
[B.7.35, 13] Pech Mahó (F). Plomo. SPL. Antropónimo. Lectura según MLH: iltiŕśar. Lectura en clave
dual: ildiŕśar.
[B.7.35, 14] Pech Mahó (F). Plomo. SPL. ¿Antropónimo. (ildiŕgiś)?: Lectura según MLH:
[---]ḿinḿbailtiŕkiś. Lectura en clave dual: [---]ḿinḿbaildiŕgiś.
[B.7.36, A-5] Pech Mahó (F). Plomo. SPL. Antropónimo. Lectura según MLH: tuŕśiltiŕ. Lectura en clave
dual: tuŕśildiŕ (en [B.7.35, 15] se lee tuŕśiltiŕ).
[B.7.36, B-4] Pech Mahó (F). Plomo. SPL. Antropónimo (ildiŕś/ar). Lectura según MLH:
bilosbinbaśbiniltiŕś/ar. Lectura en clave dual: bilosbinbaśbinildiŕś/ar.
[B.7.36, B-9] Pech Mahó (F). Plomo. SPL. ¿Clase de palabra? Lectura según MLH: kiŕśiltiŕ. Lectura en
clave dual: giŕśildiŕ.
[B.7.37, 4/5] Pech Mahó (F). Plomo. SPL. ¿Clase de palabra? Lectura según MLH: iltiŕ/arebon. Lectura
en clave dual: ildiŕ/aretan.21
[C.2.3, A-5] Ullastret, (GE). Plomo. SPL. ¿Antropónimo (big(i)-ildiŕ-ste)? Lectura según MLH: bikiltiŕste.
Lectura en clave dual: bigildiŕste.
[Francès, Velaza y Moncunill 2008: n.º 3.2] Ca n’Oliver, Cerdanyola del Valls (B). Cerámica. Antropónimo:
ildiŕtan[e]ś.
[Ferrer y Velaza 2008] Pontós (GE). Plomo. ¿Clase de palabra?: [---]i.ildiŕ+[---].
Quizá se podrían añadir a esta lista (las lecturas son, en principio, de MLH):
[A.18] Lérida. Moneda. Topónimo: 1- B.iltiŕta/ma /; 2- B.ilti]ŕtaśalirnai; 3- B.iltiŕtaśaliŕ a; 4- B.iltiŕtaŕ;
5- B.iltiŕtaśalirban; 6- B.iltiŕta; 7- B.ilti/ŕta; [CNH] 4.37(.38) iltiŕtaśalir uśtin. En dual según Ferrer y
Giral 2007, que transcriben ildiŕda.
[B.1.336] Ensérune (F). Cerámica. Posible antropónimo ¿Indicación de propietario o de destinatario?:
[---]ịltiŕṣ+[---]. Posible dual por la zona de hallazgo.
[B.7.20a] Pech Mahó (F). Cerámica. ¿Clase de palabra?: ilti. Posible dual por la zona de hallazgo.
[B.7.24] Pech Mahó (F). Cerámica. ¿Clase de palabra?: ilti. Posible dual por la zona de hallazgo.
[C.2.11] Ullastret, GE. Cerámica. Antropónimo: iltiŕbaś. Posible dual por la zona de hallazgo = ildiŕbaś.
De momento vamos a aventurar de forma muy provisional que en ibérico había una forma /ildi/ que tendría
sentido por sí misma como parece apuntar el hecho de que pueda aparecer tal cual en tres recipientes diferentes,
en dos lugares diferentes y en dos escrituras distintas. Si la homofonía con Ilditurgense no es fortuita y el
análisis de Nesille y Lacerilis es cierto y remite al mismo elemento, entonces éste tenía la capacidad también
de aparecer en la formación tanto de topónimos como de antropónimos. Démonos cuenta que en los análisis
previos siempre se favorece como forma base la que aparece con la vibrante final, pero también cabría pensar
lo contrario, que lo que se añadiese fuese ese elemento precisamente.
21 Lectura dual según la correcta identificación de los silagobramas para bo y ta/da (Ferrer, 2005).
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I. Simón Cornago y C. Jordán Cólera
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Vol. XXX, Valencia, 2014, p. 263-273
I. SIMÓN CORNAGO a y C. JORDÁN CÓLERA b
Ildi: un grafito
de La Alcudia de Elche (Alicante)
RESUMEN: El objetivo de este artículo es proponer una nueva lectura para dos grafitos grabados sobre una
pátera de cerámica campaniense recuperada en la conocida como “tienda del alfarero” (La Alcudia, Elche).
La lectura propuesta para uno de estos esgrafiados es ildi: un nuevo testimonio sobre el discutido grupo
-ld- ibérico.
PALABRAS CLAVE: Epigrafía, inscripción, lengua ibérica, alfabeto latino, esgrafiado.
Ildi: a graffito of La Alcudia, Elche (Alicante, Spain)
ABSTRACT: The aim of this paper is to propose a new lecture of two graffiti scratched over a campanian
ware, that was discovered in the so-called “potter’s shop” (La Alcudia, Elche). The lecture proposed for one
of this grafitti is ildi: a new evidence of the controversial Iberian group -ld-.
KEY WORDS: Epigraphy, inscription, Iberian language, Latin alphabet, graffiti.
a Departamento de Estudios Clásicos, Universidad del País Vasco - Euskal Herriko Unibertsitatea.
i.simon@ehu.es
b Departamento de Ciencias de la Antigüedad, Universidad de Zaragoza.
cjordan@unizar.es
Recibido: 17/12/2013. Aceptado: 07/03/2014.
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I. Simón Cornago y C. Jordán Cólera
1. LAS INSCRIPCIONES PALEOHISPÁNICAS DE LA ALCUDIA DE ELCHE 1
La variedad de tipos epigráficos y escrituras es uno de los principales atractivos del corpus de inscripciones
paleohispánicas de La Alcudia de Elche (Alicante). Además, los cuatro epígrafes que recoge J. Untermann
en los Monumenta Linguarum Hispanicarum (G.12.1-4), que en principio pueden parecer un número
reducido, deben contextualizarse en una región, la meridional y del sureste (H y G en MLH), con una
escasísima densidad epigráfica.2 De hecho, corpora locales con más de cinco inscripciones como los de La
Serreta (Alcoy; G.1.1-8), El Campello (G.9.1-15) y Mogente (G.7.1-4; De Hoz, 2010), son excepcionales
y únicos, y lo más habitual son hallazgos aislados o yacimientos que han proporcionado exclusivamente
uno o dos epígrafes.
La variedad de tipos mencionada se comprueba al repasar las cuatro inscripciones de La Alcudia: un
grafito sobre un bloque de piedra (G.12.1), una estampilla sobre el asa de un ánfora (G.12.3), un esgrafiado
sobre una cerámica campaniense (G.12.2) y, para concluir, un rótulo musivo (G.12.4). Además, los cuatro
ejemplares documentan tres escrituras diferentes: en signario ibérico meridional están redactadas las dos
primeras (G.12.1 y 3), de hecho, el citado sello es el único ejemplo de estampilla que recoge un texto en
este sistema de escritura. Aunque Untermann también clasifica G.12.2 (fig. 1) –el grafito sobre cerámica–
como un epígrafe meridional es más probable que en realidad utilice la escritura ibérica levantina, pues
la lectura que propone (· kaiaka ·) no cuenta con buenos paralelos y, además, es poco habitual el uso de
interpunciones (un trazo vertical) a comienzo y final de texto. R. Ramos (1969: 171) consideraba que en
la inscripción se emplea el signario levantino, con un alógrafo particular de ti, similar a algunas variantes
meridionales de i, y propone la lectura balkatika, que arroja un posible primer formante onomástico balka
(MLH III-1: 214). Sin embargo, la lección no es completamente satisfactoria; a cambio, la nueva propuesta
de J. Rodríguez Ramos (2002-03: 372), también en clave levantina, sí ofrece un texto perfectamente
analizable como un antropónimo ibérico: balkatin, compuesto por los formantes onomásticos balka
y atin (MLH III-1: 212, 214).3 No obstante, conviene subrayar que en la última letra los trazos están
ejecutados de forma menos nítida que los del resto del epígrafe. Por su parte, y para concluir el repaso, el
rótulo musivo emplea el alfabeto latino (G.12.4), aunque lo más probable es que recoja un texto ibérico
o, al menos, antropónimos de dicha lengua, ya que pueden aislarse varios formantes onomásticos (Siles,
1978; MLH III-2: 614).4
La Alcudia se sitúa en una zona del SE donde se emplean dos tipos de escritura diferente (De Hoz,
1993: 659-662): el greco-ibérico, del que no hay ejemplos en este yacimiento, y el ibérico meridional.
Por su parte, el grafito sobre campaniense (G.12.2) es una de las inscripciones en escritura ibérica
levantina halladas más al sur,5 aunque en este caso hay que tener en cuenta que está grabada sobre un
objeto fácilmente transportable. La inscripción musiva, a cambio, se incluye en un pequeño grupo de textos
ibéricos redactados en alfabeto latino: H.3.4, H.6.1 y unas pocas leyendas monetales (MLH III-1: 133;
Untermann, 1995: 311-313). La cronología es, probablemente, un elemento fundamental para analizar de
forma correcta esta variedad gráfica, sin embargo, la datación de algunas de estas inscripciones no es lo
1
Este artículo se incluye en el proyecto «El nacimiento de las culturas epigráficas en el Occidente mediterráneo (II-I a. E.)»,
FFI2012-36069-C03-03, dirigido por F. Beltrán, al que agradecemos sus comentarios sobre este trabajo. La redacción de los
tres primeros apartados corresponde a I. Simón y la del cuarto a C. Jordán, no obstante, la estructura del texto y los principales
argumentos han sido consensuados entre ambos autores.
2 Catálogos de las inscripciones ibéricas de La Alcudia en Ramos (1969; 1975: 271-274) y Llobregat (1972: 11-131), en los que se
recogen algunas piezas que Untermann no incluye en su corpus por los problemas que plantean, ya que en todos los casos puede
dudarse de su ibericidad (MLH III-2: 610).
3 La misma opinión en De Hoz (2011: 373, n.º 28): “creo que se debe leer balkatin, es decir un NP balk(e)-atin”.
4 Véase también X. Ballester (2001a: 481).
5 Existe una serie de esgrafiados procedentes de yacimientos murcianos (Iniesta, García y Berrocal, 1984-85), una parte de los
cuales podría ser latina.
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Ildi: un grafito de La Alcudia de Elche (Alicante)
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Fig. 1. Fotografía de detalle de G.12.2 (Museo de la Alcudia, N.º Inv. LA-2272).
suficientemente precisa.6 El esgrafiado sobre campaniense remite a una fecha avanzada y también la del
rótulo musivo: la última revisión de las excavaciones y la estratigrafía del sector 5F, del que procede el
mosaico, ofrece una cronología en torno a la primera mitad del siglo -I (Lara, 2007: 164).
Determinar la datación de las dos inscripciones meridionales es más difícil: el sello, impreso sobre el asa
de un ánfora, procede de las excavaciones del año 1953 (Ramos, 1962: 91, Lám. LXVII, 8), concretamente
del denominado nivel E, que comprende desde mediados del siglo -III hasta el siglo -I, pero no es posible
precisar más su cronología (Ribera, 1982: 84). En el caso de la inscripción sobre piedra, la horquilla de
tiempo en la que se data es igualmente amplia: “cabe incluirla en el período ibérico anterior al s. III a. C. y
posterior al VI a. de C.” (Ramos, 1969: 169).7
2. LA PÁTERA INSCRITA 8
El objeto de este trabajo son dos esgrafiados incisos sobre una pátera de cerámica campaniense recuperada
en la llamada “tienda del alfarero”, situada en el sector conocido como las “casas ibéricas”. Se trata de una
pequeña habitación, de unos seis metros cuadrados, que fue bautizada del tal modo por la gran cantidad de
vasos cerámicos apilados en su interior. En un primer momento se consideró que formaba parte de una casa
pero parece que en realidad, aunque adosada a una vivienda, se trata de una estancia independiente a la que
se accede desde la calle (Sala y Ferrandis, 1997: 223-224). El conjunto cerámico, compuesto por 53 vasos de
barniz negro (Campaniense A media y beoides), otras diez piezas de importación –entre ellas cinco morteros– y
66 recipientes ibéricos, en su mayoría jarros y pithoi con la típica decoración pintada de La Alcudia, ha llevado
a considerar que estamos ante un punto de almacenaje y redistribución (Aranegui, 2004: 126; Sala, 1992: 201).
Este excepcional conjunto cerámico ha sido perfectamente estudiado por F. Sala (1992), monografía en
la que también se recoge el pequeño grupo de inscripciones, apenas cinco grafitos, documentado sobre estas
Sobre los problemas de estratigrafía y cronología del yacimiento, uid. Abad (2004: 71-73) y Moratalla (2004-05). Sobre la
sustitución, en un momento cronológicamente avanzado, de la escritura meridional por la ibérica levantina en esta zona, uid.
Llobregat (1972: 130-131), Rodríguez Ramos (2001: 33-36) y De Hoz (2011: 376, 396).
7 Recientemente, R. Ramos (2011) ha revisado los diarios de excavación y los materiales recuperados junto con el bloque inscrito
–principalmente sillares moldurados– y propone una reutilización de los mismos a partir de finales del siglo -III.
8 La autopsia se realizó el 27 de julio de 2009, gracias a la amable colaboración de los responsables del Museo de La Alcudia
(N.º Inv.: LA 1182).
6
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I. Simón Cornago y C. Jordán Cólera
piezas (Sala, 1992: 187-188). Tres son muy breves y pudieran no tener valor grafemático sino ser sencillas
marcas (para alguna de ellas no puede excluirse la posibilidad de que sea una indicación de tipo numeral).9
Los dos textos más amplios aparecen sobre una misma pieza y son, especialmente uno de ellos, la razón de
este trabajo. Están incisos post cocturam sobre una pátera de cerámica campaniense B de la forma Lamb. 5
(fig. 2 y 3), cuya cronología no está completamente bien fijada y que podría fecharse en la segunda mitad del
siglo -II o en el siglo -I (Sala, 1992: n.º 118, 165-167, Fig. 47, E-53). El grafito que denominaremos 1 está
grabado sobre la pared externa, próximo al pie; y el número 2 se sitúa en el fondo externo de la solera. La
huella del instrumento empleado para grabar estas dos inscripciones es diferente y también el módulo de los
signos, por lo que es probable que fuesen ejecutados en momentos diversos o por manos diferentes. La editora
interpreta ambos esgrafiados como ibéricos, concretamente como textos redactados con el signario levantino,
sin embargo, como vamos a tratar de argumentar es muy probable que en realidad sean dos epígrafes escritos
en alfabeto latino.10
Fig. 2. Dibujo de la pátera inscrita
(Sala, 1992: fig. 47).
Fig. 3. Fotografía de la pátera inscrita
(Museo de la Alcudia, N.º Inv. LA-1182)
9 Sobre este tipo de marcas más breves así como su posible carácter comercial, que no parece discordante con la naturaleza de este
conjunto, uid. De Hoz (2002; 2007).
10 No aparecen en el corpus de epigrafía romana de Corell (1999).
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Ildi: un grafito de La Alcudia de Elche (Alicante)
267
3. LOS ESGRAFIADOS
El grafito 1 se compone de cuatro signos de entre 0,5 y 0,8 cm de altura (fig. 4). F. Sala (1992: 187) entiende
que el texto está redactado con la base de la caja de escritura orientada hacia el borde la pátera y lee: balaba.
El término carece de paralelos en ibérico, aunque no es imposible ensayar algún tipo de segmentación; un
argumento de mayor peso para plantear otra lectura es la peculiar forma de l. Por otra parte, la presencia del
signo compuesto por un único trazo vertical excluye una posible clasificación del texto como meridional,
pues no hay ningún grafema en este sistema de escritura con dicha forma.
Cabe la opción de girar ciento ochenta grados el epígrafe, es decir, considerar que las bases de los signos
son los extremos más próximos al pie de la pátera. En este supuesto la peculiar forma de l se transforma en
ḿ, concretamente en ḿ3-4 según la clasificación paleográfica de Untermann (MLH III-1: 246-247). Una
lectura dextrógira ofrece como resultado barḿba y una hipotética lección de derecha a izquierda: baḿaba,
pero ni una ni otra encuentra paralelos en el corpus ibérico; además, la posición interconsonántica de ḿ en
la primera propuesta es atípica, pues en dichos contextos siempre aparece precedida de n (Quintanilla, 1999:
209; Correa, 1999: 387). Esta ausencia de paralelos no es, ni mucho menos, un argumento concluyente,
pero creemos que la opción de considerar que estamos ante un texto redactado en alfabeto latino resuelve
algunos problemas. Si aceptamos la disposición que propuso la editora es posible leer ildi, con un tipo de
l latina que, si bien no es el más habitual, pues no responde a la forma capital de esta letra, tampoco es
extraña, especialmente en epígrafes esgrafiados como éste.11 Por otro lado, el texto resultante sí cuenta con
paralelos, que se recogen en el último apartado de este trabajo.
El segundo esgrafiado presenta aún más problemas que el primero (fig. 5). Su interpretación como
un texto ibérico es muy insegura y parece más probable, también en este caso, su clasificación como un
epígrafe latino. El principal argumento es el signo con forma de R pues, aunque es un alógrafo de a bien
conocido en ibérico levantino (MLH III-1: a5-6; MLH II: a1-5), su uso se restringe casi exclusivamente a
las inscripciones del sur de Francia y norte de Cataluña (Rodríguez Ramos, 2000: 52).12 Su interpretación
como una r latina, a cambio y a pesar de su forma angulosa, no presenta problema alguno. Sin embargo,
Fig. 4. Fotografía de detalle del grafito 1.
11 Entre la epigrafía romana de Hispania de época republicana pueden señalarse como paralelo dos defixiones: una de las cordobesas
(Navascués, 1934: Lám. I) y la hallada en Carmona (Corell, 1993: 262), además de algunos de los epígrafes de Peñalba de
Villastar (K.3.4-6, 11, 14 y 21, incluido el verso virgiliano). Más inseguro es el posible paralelo que ofrece un grafito sobre
campaniense de Marchena (Ordoñez y García-Dils de la Vega, 2010).
12 Existe algún ejemplo más meridional, como una leyenda monetal de śaiti (A.35.1.1; Ripollés, 2001). Un ejemplo conflictivo lo
proporciona un grafito de Ca n’Oliver, donde aparece junto a formas habituales para a, por lo que su valor en este texto es incierto
(Francés, Velaza y Moncunill, 2008: 223-224, Fig. 12).
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Fig. 5. Fotografías del grafito 2.
y aceptada la clasificación latina del grafito, la lectura plantea serios problemas. El signo que se sitúa a la
derecha de la vibrante no ofrece dificultades: se trata de la vocal a, aunque sólo presenta un trazo interno,
algo que no resulta infrecuente en época republicana y tampoco en textos esgrafiados como éste.13
La mayor dificultad de lectura la representan los trazos que anteceden a R, ya que no es fácil
determinar si son parte de uno o varios grafemas: se observan tres trazos verticales y paralelos de
disímil altura; una línea diagonal que desciende de izquierda a derecha, cruza los dos primeros trazos
y se une al tercero en la base inferior de éste; y, finalmente, un pequeño trazo oblicuo nace del extremo
superior del tercero de los trazos verticales. Pero éstos dos últimos están grabados con una incisión
más suave que el resto y, por tanto, no puede determinarse con seguridad si forman o no parte del
epígrafe.14 Tampoco puede excluirse que en esta primera parte se recoja un numeral seguido de dos
signos de lectura segura: RA, quizá una abreviatura.15 Son varias las lecturas que pueden plantearse y
ninguna plenamente satisfactoria,16 además, no es imposible que los trazos oblicuos de la primera parte
carezcan de valor, lo que multiplica las opciones: IERA, EIRA, EPRA, EFRA, ETRA, HIRA o NIRA.
Ninguna lección resulta convincente, aunque varias cuentan con posibles paralelos en los repertorios
onomásticos: Ierax/Hierax es un antropónimo griego bien atestiguado (Solin, 2003: 1129); Efractor
13 También pudiera interpretarse como el silabograma ibérico ka y, por tanto, una lectura aka, sin embargo, los argumentos
paleográficos, especialmente la distribución geográfica del alógrafo de a idéntico al grafema para la vibrante romana, inclinan la
balanza por la interpretación latina del texto. Una disyuntiva similar se plantea con una de las inscripciones rupestres de Peñalba
(K.3.1c) y con dos breves esgrafiados sobre cerámica, uno hallado en Guissona (Pera 2003, n.º 22, Fig. 3) y otro en La Loba
(Córdoba; Moret, 2002: n.º 9).
14 Con posterioridad a la incisión del grafito se han practicado dos orificios circulares y de sección cónica que no llegan a atravesar
la cerámica; su funcionalidad es incierta.
15 Quizá de un antropónimo como Rabirius o de un término del léxico común como ratio, de hecho este último aparece en un grafito
sobre terra sigillata de Castledykes: “in a military context ratio is associated with pay, perhaps in the sense of of ‘account’” (RIB
II.7: n.º 2501.8). El numeral pudiera ser III o incluso tres X en nexo.
16 Un grafito similar aparece sobre una cerámica de Flavia Solba, para el que el editor tampoco encuentra una solución satisfactoria:
“ein Patronymikon oder Matronymikon Hirae, Terae oder Thrae(---) oder eine Zahlenangabe unbestimmter Funktion. Selbst eine
Weihinschrift Samuca IIIRAII (verschrieben für Herae, freundl. Hinweis Roger Tomlin) ist nicht ausgeschlossen” (Wedenig,
2008: 322).
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está documentado como variante del cognomen Effractor (CIL VIII, 10485,2);17 en CIL XII, 5403 se
atestigua la versión Hiracli[us] del nombre Heracles (Solin, 2003: 523); y Niraemius es un nomen
latino (Solin y Salomies, 1994: 127).18
No hay suficientes datos para determinar la funcionalidad de estos dos grafitos. El primero, ildi,
probablemente fue grabado en la propia Alcudia o, al menos, en territorio peninsular pues, aunque emplea
el alfabeto latino, recoge una secuencia propia de la lengua ibérica. Tampoco hay datos concluyentes para
saber si el redactor del texto fue un romano o un íbero, aunque si esta última opción es la correcta hay que
destacar cómo es precisamente en la parte meridional de Hispania donde se concentran los escasos textos
en lengua ibérica y alfabeto latino; de hecho, en la propia Alcudia fue recuperado uno de estos epígrafes:
la ya citada inscripción musiva (G.12.4). Más incierta aún es la interpretación del segundo texto, inciso
en el interior del pie de la pátera. No obstante, tanto su ubicación como la posibilidad de que recoja una
notación numeral podría ser un indicio para considerar que se trata de una anotación de tipo comercial, lo
que encajaría con la naturaleza del espacio en el que fue recuperada la cerámica.19
4. EL GRUPO LD Y LT
La lectura del primer grafito como ildi cuenta con varios paralelos y ofrece un nuevo testimonio para
el debate sobre un aspecto de la fonética ibérica que ha sido largamente discutido: el grupo ld/lt. Una
secuencia homófona aparece en el comienzo de la leyenda monetal [CNH 360.5] ILDITVRGENSE, ceca
de la que se conocen, además, los testimonios ILVTVRGI e ILVVTRGI.20 En las fuentes clásicas aparece
como Iliturgi (Livio XXVIII, 19; Plinio NH III, 10); Ἰλουργίς (Ptolomeo 2, 4, 9). En la nota 52 de DCPH
II, se indica la importancia de este testimonio para mostrar la pronunciación ibérica /ildi/ de la grafía
que se transcribe como
a considerar Ilditurgense como la transcripción al latín de la secuencia por los propios ¿oretanos? (sic).
A juicio de De Hoz (2011: 235-239), el testimonio Ilditurgense podría ser un argumento a favor de la
teoría de Mariner sobre el valor de la grafía indígena -ld-, cuestión que como es bien sabido forma parte de
la discusión sobre el número de consonantes laterales que pudo presentar el ibérico. En efecto, la existencia
de una líquida en esta lengua es aceptada de manera general. El alfabeto greco-ibérico (AGI) presenta el
signo Λ, lambda, que corresponde sin duda a una líquida. El signario paleohispánico levantino (SPL) y el
meridional (SPM) utilizaron también un signo, correspondientemente L y ,, con los respectivos alógrafos.
Remite al lāmedh fenicio, como también lo hace la lambda. En donde ya no existe tanto acuerdo es en
aceptar la existencia de una segunda líquida. El hecho es que desde muy pronto se detectó que la secuencia
<-lt->, <-ld-> en el AGI, era transcrito en el alfabeto latino la mayoría de las veces como <-l-> y a veces
como <-ll->. Esto dio lugar a que Schmoll (1956), a partir de topónimos como salduie y los conocidos en
su época que comenzaban por il-, il-, propusiese la existencia de una líquida retrofleja en ibérico, idea que
seguía años después Quintanilla (1998).
Michelena (1961: 9-10), si bien no terminaba de ver clara la naturaleza retrofleja propuesta por Schmoll,
opinaba que éste acertaba en una cosa esencial y era que las grafías -lt-, -ld-, -l-, -ll-, eran la expresión gráfica
de un sonido monofonemático y no de un grupo de consonantes, al menos a partir de una época difícil
de determinar. Unos años más tarde (Michelena, 1979: 26), indicaba que fuese cual fuese su realización
17 Vid. Kajanto (1982: 267).
18 Una inscripción procedente de Casas de Millán (Cáceres) está dedicada a Deo Eniragillo (AE 1972, 235). Por su parte, epraes, se
documenta en CIL VI, 2384, probablemente como topónimo.
19 Es posible, como ya hemos indicado previamente, que alguno de los otros grafitos que aparecen sobre cerámicas halladas en
la “tienda del alfarero” puedan interpretarse como numerales, especialmente el número cuatro de la monografía de F. Sala
(1992: 188).
20 CIL II2/7 32, 36 y 39.
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fonética, esas grafías habían acabado señalando la contrapartida fuerte de -l- intervocálica. En nota señalaba
que el vasco prehistórico parecía haber distinguido una *l lenis y otra *L fortis, que en la actualidad son en
posición intervocálica una [r] y una [l], respectivamente.
A la opinión de la existencia de dos líquidas diferentes originarias en la lengua ibérica se fue
contraponiendo la de la existencia de una líquida originaria a la que se le pudo oponer una secundaria que
surgiría en el mismo ibérico, como consecuencia de la evolución del grupo consonántico -ld- > -ll-. Así
pensaba Tovar (1962: 179), que databa el fenómeno entre el siglo V-IV a.e. y la época de Pompeyo, esto es,
cuando se escribe el Bronce de Ascoli, el 89 a.e.
En el mismo año, Mariner (1962), revisando una serie de topónimos hispanos prerromanos, también
pensaba que la grafía hispánica -ld- correspondía realmente a un grupo de sonidos ibéricos. Sin embargo, la
asimilación en -ll- se habría dado en boca de latino-hablantes, según la evolución del itálico *-ld- al latino
-ll-, con la consiguiente simplificación del grupo en -l-, al menos en unos determinados contextos: cuando la
geminada era pretónica precedida de vocal breve o cuando iba seguida de consonante distinta de l o r.
Últimamente, Ballester (2001) prefiere la propuesta de Tovar que pensar en una nueva lateral. De Hoz
(2001: 338, n. 13) prefería no especular, por el momento, sobre la posibilidad de dos laterales, que dicho sea
de paso le daría un aire más verosímil al sistema fonológico ibérico, pues se igualaría el número de líquidas
y vibrantes (una lengua suele tener en todo caso más líquidas que vibrantes). En (De Hoz, 2011: 235-239)
sigue en la misma línea de prudencia, tras repasar las propuestas de Schmoll, Michelena y Mariner. De la
de éste último indica los indicios a su favor, entre los que, además de la utilización de la grafía latina -ldreseñada, señala:
- La coincidencia en el recurso entre SPL y SPM no esperable fonéticamente si se trataba de una variedad
de lateral. De Hoz le otorga cierta importancia a este hecho, entrando, a nuestro juicio, en contradicción
con su concepción genética de las escrituras paleohispánicas (SPL <<< SPM). Más sorprendente sería si se
piensa en un origen poligenético de estas escrituras, aunque no tanto si se piensa en términos de desarrollos
paralelos.
- La coincidencia en el recurso entre SPL y AGI, sistemas de escritura de estructura y origen muy
diferente, a una grafía compleja para representar un fonema. En el caso del AGI se recurre a un ápice
para distinguir las dos vibrantes, por ejemplo; y en el SPL no se detecta la combinación de grafemas para
expresar un único fonema. Aunque parece que sí lo hizo para indicar una nasal bilabial en posición inicial
en el caso de formas no ibéricas: ḿbaske = Mascus [B.1.269] y ḿbasi = Massius [B.1.124].
La forma ildi que estamos aquí presentando también podría tener otros dos paralelos exactos en escritura
ibérica en las piezas [B.7.20] y [B.7.24], si se admite que nos hallamos ante casos de escritura dual, debido a
la zona en la que se hallaron. Ambas proceden de Pech Maho (F). La primera es un fragmento de cerámica,
cuya lectura completa es, según MLH II, (a) ilti (b) sale (c) kel. Untermann se preguntaba si podrían tratarse
de la indicación del propietario, del destinatario o ser apelativos, y, para la interpretación de (a), enviaba
al segundo texto, que aparece en un ánfora y su lectura es ilti. En este caso se planteaba si estábamos
ante una abreviatura y daba como referentes iltiŕaŕker [A.6-15] y, como no podía ser de otra manera, la
forma toponímica iltir. El propio autor alemán detectó (MLH III: 223) como formante antroponímico las
variantes iltiŕ / iltiŕ / iltir. De hecho, analizaba Nesille, del Bronce de Ascoli (CIL I2 709), como formado
por nes + ilti(r), preguntándose en nota si se trataba de una variante ilti, como iltu lo era de iltuŕ. Indicaba,
además, “Bis jetzt findet sich kein Beleg in iber. Schrift, auch nicht in appellativischer Verwendung (§573)”.
Seguramente se olvidó de los testimonios franceses. El mismo formante lo detectaba en Lacerilis (CIL II
4625) < laker + ilti(r), aunque aquí planteaba la posibilidad de estar ante un genitivo singular de un nombre
breve (Kurzform) latinizado sin -r.
Si se acepta la relación entre el formante toponímico y el antroponímico, la lista puede incrementarse,
por un lado, con los pocos testimonios en AGI y, por otro, con la relectura del SPL en clave dual. Hemos
encontrado, de momento:
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Ildi: un grafito de La Alcudia de Elche (Alicante)
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[G.1.8] La Serreta, Alcoy (AL). Plomo. AGI. ¿Clase de palabra?: toildi++ (lectura según MLH).
[G.9.1] Illeta de Campello (Campello, AL). Cerámica. AGI. Antropónimo: [---]+ildiŕtige+ in o -en
(lectura según MLH).
[B.7.34, 19] Pech Mahó (F). Plomo. SPL. Antropónimo. Lectura según MLH: iltiŕśar. Lectura en clave
dual: ildiŕśar.
[B.7.35, 10] Pech Mahó (F). Plomo. SPL. Antropónimo. Lectura según MLH: iltiŕtikeŕ. Lectura en clave
dual: ildiŕtigeŕ.
[B.7.35, 13] Pech Mahó (F). Plomo. SPL. Antropónimo. Lectura según MLH: iltiŕśar. Lectura en clave
dual: ildiŕśar.
[B.7.35, 14] Pech Mahó (F). Plomo. SPL. ¿Antropónimo. (ildiŕgiś)?: Lectura según MLH:
[---]ḿinḿbailtiŕkiś. Lectura en clave dual: [---]ḿinḿbaildiŕgiś.
[B.7.36, A-5] Pech Mahó (F). Plomo. SPL. Antropónimo. Lectura según MLH: tuŕśiltiŕ. Lectura en clave
dual: tuŕśildiŕ (en [B.7.35, 15] se lee tuŕśiltiŕ).
[B.7.36, B-4] Pech Mahó (F). Plomo. SPL. Antropónimo (ildiŕś/ar). Lectura según MLH:
bilosbinbaśbiniltiŕś/ar. Lectura en clave dual: bilosbinbaśbinildiŕś/ar.
[B.7.36, B-9] Pech Mahó (F). Plomo. SPL. ¿Clase de palabra? Lectura según MLH: kiŕśiltiŕ. Lectura en
clave dual: giŕśildiŕ.
[B.7.37, 4/5] Pech Mahó (F). Plomo. SPL. ¿Clase de palabra? Lectura según MLH: iltiŕ/arebon. Lectura
en clave dual: ildiŕ/aretan.21
[C.2.3, A-5] Ullastret, (GE). Plomo. SPL. ¿Antropónimo (big(i)-ildiŕ-ste)? Lectura según MLH: bikiltiŕste.
Lectura en clave dual: bigildiŕste.
[Francès, Velaza y Moncunill 2008: n.º 3.2] Ca n’Oliver, Cerdanyola del Valls (B). Cerámica. Antropónimo:
ildiŕtan[e]ś.
[Ferrer y Velaza 2008] Pontós (GE). Plomo. ¿Clase de palabra?: [---]i.ildiŕ+[---].
Quizá se podrían añadir a esta lista (las lecturas son, en principio, de MLH):
[A.18] Lérida. Moneda. Topónimo: 1- B.iltiŕta/ma /; 2- B.ilti]ŕtaśalirnai; 3- B.iltiŕtaśaliŕ a; 4- B.iltiŕtaŕ;
5- B.iltiŕtaśalirban; 6- B.iltiŕta; 7- B.ilti/ŕta; [CNH] 4.37(.38) iltiŕtaśalir uśtin. En dual según Ferrer y
Giral 2007, que transcriben ildiŕda.
[B.1.336] Ensérune (F). Cerámica. Posible antropónimo ¿Indicación de propietario o de destinatario?:
[---]ịltiŕṣ+[---]. Posible dual por la zona de hallazgo.
[B.7.20a] Pech Mahó (F). Cerámica. ¿Clase de palabra?: ilti. Posible dual por la zona de hallazgo.
[B.7.24] Pech Mahó (F). Cerámica. ¿Clase de palabra?: ilti. Posible dual por la zona de hallazgo.
[C.2.11] Ullastret, GE. Cerámica. Antropónimo: iltiŕbaś. Posible dual por la zona de hallazgo = ildiŕbaś.
De momento vamos a aventurar de forma muy provisional que en ibérico había una forma /ildi/ que tendría
sentido por sí misma como parece apuntar el hecho de que pueda aparecer tal cual en tres recipientes diferentes,
en dos lugares diferentes y en dos escrituras distintas. Si la homofonía con Ilditurgense no es fortuita y el
análisis de Nesille y Lacerilis es cierto y remite al mismo elemento, entonces éste tenía la capacidad también
de aparecer en la formación tanto de topónimos como de antropónimos. Démonos cuenta que en los análisis
previos siempre se favorece como forma base la que aparece con la vibrante final, pero también cabría pensar
lo contrario, que lo que se añadiese fuese ese elemento precisamente.
21 Lectura dual según la correcta identificación de los silagobramas para bo y ta/da (Ferrer, 2005).
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