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RAINER WIEGELS
(Freiburg i B.)
Liv. Per. 55 y la Fundación de Valentia (*)
Desde que la investigación se ocupa de estudiar la colonización y el
desarrollo urbano romanos en la Península Ibérica, pertenece a los problemas específicos más discutidos la fundación y poblamiento de Valentía.
Ello lo motiva un breve apunte en las Periochae de Livio, caracterizado
por su sencilla objetividad y que, por lo tanto, no inspira desconfianza,
que causó reiteradas controversias y dificultades de interpretación, debido
a que, respecto al año 138 A. C., nos relata de forma relativamente sucinta el índice del perdido Libro 55 de la obra histórica de Livio, referente,
entre otros, al escenario de la guerra hispánica: Iunius Brutus cos. is, qui
sub Viriatho militaverant, agros et oppidum dedit, quod vocatum est Va
lentia (1) . Según ello, Bruto, cónsul en aquel año junto con P. Cornelio
Escipion Nassica Serapio (2), y seguramente a raíz de un arreglo amistoso, encargado del gobierno de la Hispania Ulterior (3), colonizó con
soldados que sirvieron sub Viriatho, una ciudad a la que se dio el
nombre de Valentía.
Tres interpretaciones, de fecha no lejana, del párrafo en cuestión,
revelan las diferencias de opinión existen tes, que siguen persistiendo
(*) Versión española de un artículo del mismo título, publicado en CHIRON,
tomo 4, Mi.inchen, 1974, págs. 153 a 176, dedicado a mi maestro, profesor doctor
H. NESSELHAUF, en su 65 cumpleaños.
(1) Liv. per. 55 (ed. Rossbach). Las variantes en los códices carecen de importancia.
(2) T. R. S . BROUGHTON: «The Magistrates of the Roman Republic.» Tomo 1,
19ól, pág. t1fl3
(3) H. SIMON: «Roms Kriege in Sparúen 154-133 v. Chr.» Frankfu.>1;t>r w:i¡¡s.
Beitriige, Kulturwiss, serie 11, 1962, pág. 144.
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R.
WIEGELS
y ponen de manifiesto los puntos de controversia que ocupan a la investigación (4). H. Simon admite la interpretación de que, si bien Bruto
realizó la colonización de Valentía con los lusitanos vencidos, no se
trataba, por motivos de probabilidad topográfica, de la generalmente
conocida Valentía (del Cid) en la costa levantina española, ni tampoco
del lugar de colonización algunas veces supuesto de Valen<;a, en la margen izquierda del bajo Miño (Portugal), sino de Valencia de Alcántara,
en Extremadura, por encontrarse dicha población en la zona de donde
procedían mayormente los lusitanos (5). H. Galsterer, contrariamente,
identifica la Valentía citada en la Pe1·iocha con Valencia (del Cid) en
la costa oriental de España (6). Finalmente, lo hace también García
y Bellido, si bien con la decisiva diferencia de que, según su opmwn,
en Valentía no se asentaron los antiguos soldados de Viriato, sino gente del ejército romano (7).
Con el1o se formulan sobre la cuestión dos puntos estrechamente
unidos:
Esos colonizadores ¿son soldados procedentes del ejército romano que durante la guerra de Viriato lucharon en Hispania, o se trata
de restos del ejército de Viriato que, tras el asesinato de su gran cau1. 0 )
(4) Huelga entrar en detalles sobre otro punto de discusión, o sea la pregunta
de hasta qué punto la Tyris citada en la «Ora Marítima», de Avieno, verw 482, sea
la antecesora inmediata de Valencia. Según se deduce de lo dicho más adelante, el
problema queda resuelto por sí solo. Algunas indicaciones sobre el particular en la
nota 64.
(5) SIMON, op. cit. nota 3, pág. 138, nota 71 en conexión con el historiador valenciano MASDEU.
(6) H. GALSTERER: «Untersuchungen zuro romischen Stadtewesen auf der
lberischen Halbinsel.» Madrider Forschungen, tomo 8, 1971, pág. 12.
(7) Véase A. GARClA Y BELLIDO: «Die Latinisierung Hispaniens.» Aufstieg und
Niedergang der romischen Welt, J. 1972, pág. 486: «En Valentía se estableció una de
las primeras colonias romanas en Hispania (138 a. C.)».
Esta autorizada versión difiere en un punto interesante del texto original en
español: «La latinización de Hispania». Archivo Español de Arqueología, núm. 40,
1967, pág. 3 y ss., en donde se dice (pág. 24): «En Valentía se estableció una de las
colonias primeras de Hispania (año 138)». Sobre el problema de si existió en Valentía
desde un principio una colonia de ciudadanos romanos nada se dice aquí ni se habrá
querido hacer constar, pues en su importante aportación sobre Valentía en: «Las
colonias romanas de Hispania», Anuario de Historia del Derecho Español, núm. 29,
1959, pág. 447 y ss. (la parte correspondiente a Valentía, literalmente también en:
«Las colonias romanas de Valentía, Carthago Nova, Libisosa e Ilici. Aportaciones al
estudio del proceso de romanización del S. E. de la Península». Homenaje al profesor
Cayetano de Mergelina, 1962, pág. 367 y ss.), pág. 454, se explica GARCIA Y BELLIDO,
en cuanto al temprano status jurídico, como sigue: «Si entonces [es decir, en su fundación el 138 a. C.] recibió también el título de colonia con todos sus derechos, es cosa
no segura». Igualmente sobre el origen de los colonizadores.
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LA FUNDACIÓN DE VALENTIA
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dillo y la rápida derrota de su sucesor Tautalos (8), tuvieron que entregarse a los romanos? (9).
2.
¿Qué ciudad moderna ha de identificarse con la citada Valentia: a) Valencia (del Cid); b) Valenc;a, en la orilla izquierda del Miño
(Portugal); e) Valencia de Alcántara, en la España occidental, cerca
de la frontera portuguesa?
Lógicamente, estas cuestiones han sido objeto, ante todo, de la investigación española desde el Renacimiento (10), pero también fuera
de España ha habido siempre renovado interés en aclarar la noticia
de la Periocha, que para nosotros representa una información extremadamente preciosa sobre el desarrollo general de la urbanización en
la Península Ibérica y la política colonizadora romano-republicana.
Sirvió de pauta durante mucho tiempo en la moderna investigación
la interpretación de Th. Mommsen, quien veía en la Valentía de la Periocha la conocida Valencia (del Cid). Según él, los primeros colonizadores son lusitanos y la ciudad fue probablemente fundada como colonia, pero tal vez en principio como cotonia de derecho latino (11). En
F. Münzer apareció luego, por lo que he podido apreciar, por primera
vez, la idea de que los soldados de Viriato hayan podido ser los coloni0
)
(S) Apiano, Iber. 320 (ed. Viereck-Roos); según Diodoro 33, 1, 4, se llama Tautamos.
(9) Apiano y Diodoro, o. c. n. 8.
(10) Véase sobre los antiguos cronistas el Informe, más accesible que !al:> crónicas
originales, de E. PLA BALLESTER: «Los cronistas de Valencia y la fundación de la
ciudad», en «La ciudad de Valencia. Estudios varios». Papeles del Laboratorio de
Arqueología, 1, 1962, pág. 61 y ss. Otras manifestaciones de otros investigadores españoles má s antiguos en P. BOSCH GIMPERA y P. AGUADO BLEYE: « L~ conquista
de España por Roma (218 a 19 a . J . C.)» en «Historia de España», dirigida por
R. MENENDEZ PIDAL, II, cap. 3.•, 1935, pág. 134 y ss.; no consultadas por mí.
(11) «Romische Geschichte», tomo 27, 1881, pág. 17, «Romisches Staatsrechb>,
tomo 3.3, 1887-8, pág. 736, nota 2. También HüBNER, CIL II, pág. 500 y ss. contaba
desde un principio con la fundación de una colonia en la hoy ciudad de Valencia
(del Cid), si bien no aclara qué círculo de personas fueron colonizadas, según su
opinión, a MOMMSEN se refiere expresamente E. KORNEMANN, RE 4 (1900), págs.
516 y 528 s. v. «Coloniae». Fundamentalmente fueron también de la misma opinión una
serie de investigadores como M. MARCHETTI, Diz. Epigr. 3 (1962), 797 y s., s. v.
«Hispania». A. VIVES ESCUDERO: «La moneda Hispánica», tomo 4, 1924, pág. 15,
pero sin precisar nada en cuanto al origen de los soldados. VIVES ESCUDERO
relaciona erróneamente el nombre del cónsul con D. FA VIUS BRUTUS; tampoco estaba
BRUTUS vinculado con el acuñador de monedas Q. F ABIUS MAXIMUS, sobre el que
volveremos a hablar. Además, J. J. VAN NOSTRAND en TENNEY FRANK: «An
economic Survey of Ancient Rome», tomo 3, 1937, pág. 137, aunque contrariamente
a MOMMSEN, es escéptico en creer que los lusitanos obtuvieran algún derecho
ciudadano. Con colonizadores indígenas, en primer lugar, pero con una población
peregrina cuenta, por lo visto F. HAMPL, RhM. N. F . 95, 1952, págs. 62 y 69,
pero su exacta interpretación no queda clara ya que habla (pág. 70) de ~ Burguesía
de la antigua comunidad provincial, acogida con todos los derechos en la colonia».
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R. WIEGELS
zadores de Valen~a do Minho (12). La, hasta el presente, más importante Historia general española sobre la Historia pre-romana y romana,
la Historia de España, dirigida por R. Menéndez Pidal, ya en su primera edición y de forma significativa, recoge a través de Bosch Giropera y Aguado Bleye, la cuestión del lugar de colonización, volviendo
con ello a plantear la discusión de las tres Valentiae, pero también aquí
son, sin embargo, los guerreros de Viriato los colonizadores (13). Si bien
Schulten había admitido primeramente la interpretación de Mommsen
y mas adelante la de Münzer, defendió con posterioridad la opinión de
que las personas asentadas por Bruto eran antiguos soldados de Roma
que encontraron en la Valentía (del Cid) su nueva residencia (14). Quedaron así expuestas las más importantes propuestas de solución del problema, a las que más adelante hicieron referencia numerosos criterios,
bien de forma expresa, bien de forma callada. El por qué del notable
1·esurgir de la discusión sobre Valentía es debido, por una parte, al creciente interés por parte de los investigadores por los problemas de la
colonización, con lo cual el status jurídico de las poblaciones, como sucede en el caso de la colonización de Hispania (15) adquiere una importancia cada vez más destacada, y por otra parte, la conmemoración en
Valentía (del Cid), el año 1962, de los 2.100 años de su fundación, he-
(12) RE 10 (1918), pág. 1.022, s. v. «D. lunius Brutus Callaicus». También a
MüNZER hace referencia H. GUNDEL, RE 9A (1961), pág. 224, s. v. «Viriatus»; véase
también del mismo en «Caesaragusta» 31/32, 1968, pág. 192, remitiéndose a veces de
manera indireCta a A. SCHULTEN, RE 7A (1948), pág. 2.148 y ss. s. v. <;Valentía»,
como se verá a continuación.
(13) BOSCH y AGUADO, o. c. n. 10, pág. 134 y s. También es considerado como
problema, en la exposición de R. THOUVENOT: «Essai sur la province romaine de
Betique.» Bibl. des Ecoles Fran~. d'Athenes et de Rome, 1940, pág. 130, nota 3, y en
el asiduamente consultado «Üxford Classical Dictionary» de J. J. NOSTRAND y
M. l. HENDERSON, s. v. «Valentía» (1948 sin modificar 2 1970), queda abierta la
cuestión sobre la localización.
(14) De manera semejante a MOMMSEN se expresó SCHULTEN en «Untersuchung zu Viriatus», Neue Jahrb. f. d. Klass. Altertum, 39, 1917, pág. 228, asi como en
cFontes Hispaniae Antiquae», tomo 3, 1935, pág. 28 y tomo 4, 1937, pág. 139, dando
por posible, juntamente con MüNZER, Valencia do Minho como Jugar de colonización,
al hallarse dicha población de la región de la guerra ofensiva de Brutus, miE'ntras que
la Valentía situada en la costa oriental española está demasiado alejada del territorio
residencial de los lusitanos.
La opinión definitiva de SCHULTEN se encuentra en su ~rticulo RE «Valentía»
citado en la nota 12. De igual forma pensaba ya C. H. V. SUTHERLAND: «The
Romans in Spain, 217 B. C.-A. D. 177», 1939, pág. 79 y s. y 116.
(15) Entre las primeras y las últimas investigaciones señalamos a P. VITTINGHOFF: «Romische Kolonisation und Bürgerrechtspolitick unter Caesar und Augustus.» Abh. de Akad. Meinz, Geistes- und Sozialwiss. Klasse, 1951, 14 (1952), pág. 73
con nota 2. VITTINGHOFF, al igual que SCHULTEN y SUTHERLAND, se opone a la
opinión de que fueran asentados en Valentía veteranos romanos y que la ciudad fuese
una colonia de ciudadanos romanos. Con ello ataca la opinión de M. GRANT que
últimamente vuelve a la de MOMMSEN y se opone a SUTHERLAND, en su estudio:
«From Imperium to Auctoritas. A Historical Study of Aes Coinage in the Roman
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LA FUNDACIÓ;'I DE VALENTIA
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cho que demostró claramente las contradictorias interpretaciones de los
investigadores hispanos.
Volvió al primer plano de la cuestión sobre el emplazamiento de la
Valen tia citada en la Periocha (16). Habían precedido a las consideraciones de García y Bellido (17), dos artículos españoles, no siempre tenidos en cuenta, que habían tratado, los primeros desde hacía mucho
tiempo, detalladamente el problema. Primero inició C. Torres una interpretación, hasta ahora única, de Liv. per. 55 (18). Según él, fueron
asentados en Valencia (del Cid) Jos ex-combatientes de Viriato, pero
no por Bruto, al no encontrarse Valentia bajo la jurisdicción del gobernador de la España Ulterior (donde Bruto ejercía sus funciones), sino
solamente en su año consular. Aproximadamente por el mismo tiempo
F. Mateu y Llopis, que estudió principalmente las acuñaciones valencianas, interpretó la noticia de la Periocha en el sentido de que en el
Empire 49 B. C. - A. D. 13», 1946, (reimpresión con correcciones en 1969), pág. 4'i~,
de que Valentía fue una ciudad latina. Piensa igualmente en veteranos romanos
E. T. SALMON: «Roman Colonization under the Republic», 1969, pág. 132 y nota
257, pero se defiende mayormente el punto de vista afirmado por GALSTERER:
Colonización de lusitanos en Valencia (del Cid). Citemos a T. R. S. BROUGHTON,
CHM 9, 1955-56, p.ág. 132 y s.; A. J. N. WILSON en una larga «note: the colonization
of Valentía», en: «Emigration from ltaly in the Republican Age of Rome», 1966,
página 40 y ss.; A. DEGRASSI, MAL serie 8, tomo 14, 1967-68, pág. 37, y mis recientemente P. A. BRUNT: «
(16) De la amplia literatura española generalmente de no fácil acceso, resaltamos
las siguientes publicaciones, además de las que en otros apartados mencionamos.
D. FLETCHER: «La Tyris ibérica y la Valentía romana.» Boletín de la Sociedad
Castellonense de Cultura, XXIX, 1953, pág. 291 y ss.
D. FLETCHER: «El problema de la Tyris ibérica y la Valentía romana.» Dos mil
cien años de Valencia, 1962, pág. 43 y ss. con abundante bibliografía.
D. FLETCHER: «Consideraciones sobre la fundación de Valencia.» Archivo de
Prehistoria Levantina, X, 1963, pág. 193 y ss.
N. P. GOMEZ SERRANO: «Epocas de la ciudad de Valencia. Tyris, Valentía,
Brutobria, Valen tila, Balensya, Valencia>>, 194 7.
N. P. GOMEZ SERRANO: «Tyris, Valentía, Brutobria.» Dos mil cien años de
Valencia, 1962, pág. 117 y ss.
P. BELTRAN VILLAGRASA: «Lo que dicen las lápidas y las monedas valencianas en reiaci6n con la ciudad y sus orígenes.» Dos mil cien años de Valei!cia, 1962,
página 59 y ss.
M. TARRADELL MATEU: «La fundación de Valencia.» Dos mil cien años de Valencia, 1962, pág. 131 y ss.
M. TARRADELL MATEU: «Valencia, ciudad romana. Estado actual de los problemas.» La ciudad romana de Valencia. Papeles del Laboratorio de Arqueología de
Valencia, 1, 1962, pág. 5 y ss.
Según TARRADELL, fueron guerreros de Viriato los colonizadores de Valentía;
según FLETCHER, fueron veteranos del ejército romano. Estas opiniones conducen,
finalmente, a reiteradas polémicas entre este último, de una parte y C. CALLEJO
SERRANO y E. DIEGUEZ, de otra, en la revista, generalmente poco conocida,
«El Miliario Extravagante», seguida por mi en varios números entre 1964 y 1966.
(17) GARCIA y BELLIDO, o. c. n. 7: «Las colonias romanas», pág. 454 y ss. Esta
interpretación es recogida también por J. M. BLAZQUEZ, en Emerita 30, 1962,
nota 3 y en Hispania 24, 1964, pág. 169.
(18) C. TORRES: «La fundación de Valencia.» Ampurias XIII, 1951, pág. 113 y ss.
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año 138 a. C., Bruto y su antecesor Servilio Cepion, asentaron soldados
lusitanos en una población ya existente, sin que la denominación de la
ciudad con el nombre de Valentia tuviera relación con Bruto, sino que
pudo nacer de una idea espontánea de la población allí residente; con
todo, en 138 a. C. se constituyó, es cierto, una colonia romana (19). Esta
breve reseña bibliográfica, muy incompleta, demuestra claramente el
escaso acuerdo alcanzado hasta ahora. Pero, desde luego, hay que reconocer que sólo en algunos casos se ha discutido a fondo el problema de
Valen tia (20). La mayoría de las consideraciones presentan, o bien tesis
apodícticas e infundadas, o se reducen a una aleatoria selección de citas,
de todo lo cual es indicativo la considerable lejanía que existe entre la
investigación hispánica y extranjera. Parece, pues, útil dedicar de nuevo la atención al tema de Valentía, teniendo en cuenta los resultados
obtenidos hasta ahora.
La primera noticia segura sobre el status jurídico de Valentía, que
concierne sin duda a la Valencia (del Cid) de hoy, data del año 60 a. C.
En esa fecha la ciudad ya tenía rango de colonia (21), si bien del texto
que acredita dicho rango, no se desprende si era ya entonces una colonia romana o latina (22). También Plinio el Viejo, en su N. H., nombra
(19) F. MATEU y LLOPIS: «Las monedas romanas de Valentia.» Numisma 3,
1953, pág. 9 y SS.
(20) Deben nombtarse sobre todo los investigadores españoles TORRES, FLETCHER, GARCIA BELLIDO y TARRADELL, así como los estudios sobre este tema,
ele WILSON, GALSTERER y BRUNT.
(21) CIL IX 5275 = ILS 878 = ILLRP 385 (de Asculum), que GALSTERER,
o. c. n. 6, nota 42, refiere con razón a la Valentia hispánica, puesto que ni la Vibo
Valentía italiana en Bruttium, ni la Valentía narbonense poseían por aquella época
el rango de colonia.
(22) Los conceptos sobre el derecho personal por aquel entonces de los ciudadanos
de Valencia, dependen, naturalmente también, de qué círculo de personas vea uno en
los primeros habitantes de Valentía. Si se quiere explicar con toda claridad se notará lo
siguiente: Si son los lusitanos para los que se fundó la ciudad, se calcula a partir de
138 a. C. bien con una colonia peregrina (TORRES, TARRADELL, WILSON,
GALSTERER, BRUNT), bien con una colonia latina (MOMMSEN, KORNEMANN,
este último con ciertas salvedades y DEGRASSI; GRANT carece de una segura afirma ción de la vinculación étnica de los primeros ha bitantes) y hasta con una coloni a
romana (MATEU y LLOPIS) y, caso de suponer una modificación del status en el
transcurso de la primera mitad del s. I a. C. con la transformación en una colonia de
ciudadanos romanos por la época de las guerras de Sertorio (de forma terminante sólo
GALSTERER; en BRUNT, TARRADELL y en el OCD sólo se determina el rango de
colonia por aquel tiempo, sin precisar los derechos personales. KORNF.MANN y
WILSON, sin embargo, no ven en la inscripción hallada en Asculum una prueba segura
que demuestre la existencia de una colonia de ciudadanos romanos). Si se supone una
colonización romana, se cuenta bien sea con una colonia desde el principio (SCHULTEN,
o. c. n. 12, sin más especificación), con una comunidad peregrina (SALMON) o se dej a
abierta la cuestión y se decide por la existencia de una colonia de ciudadanos romanos
lo más tarde el 60 a. C. (GARCIA y BELLIDO, VITTINGHOFF).
También, como se ve, la confusión sobre este punto es evidente.
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LA FUNDACIÓN DE VALENTIA
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Valen tia sin más detalle, entre las colonias de la Tarraconense (23), lo
que significa (que por lo menos en tiempo augusteo, del que proceden
los documentos seguramente oficiales que sirvieron a Plinio para determinar el régimen de las ciudades hispánicas), Valen tia era una colonia de ciudadanos romanos, pues Plinio, si bien en los municipios
distingue nítidamente entre los latinos y los romanos, no lo hace para
las colonias, donde tampoco necesitaba hacerlo, pues no se puede acreditar con seguridad que ni una sola de las poblaciones hispánicas haya
seguido siendo latina durante el principado (24). La falta de cognomina en los nombres de ciudades hace suponer, además, que el status
jurídico de la ciudad no fue ya modificado, por lo menos ni por César
en sus últimos años, ni por su hijo adoptivo (25). Quiere esto decir, a
su vez, que la ciudad que en época posterior recibió todavía el derecho
itálico (26), pertenecía con toda seguridad a las más tempranas colonias
de ciudadanos romanos en la Península Ibérica y hasta cabe que haya
sido la primera colonia de este género en Hispania (27).
No dejaría de ser curioso que, precisamente, esta ciudad fuera la
misma que se fundara primitivamente .para los soldados lusitanos de
Viriato, incluso si se acepta la existencia de una segunda deductio de
ciudadanos romanos, de mayor importancia, en el transcurso del primer
tercio del s. I a. C. (28). No resulta fácil de entender que tal asentamiento oficial haya tenido que llevarse a cabo precisamente en una colonia
(23) Plinio, N. H. 3, 20: «Valentía colonia !TI p. a. mari remota ...»
(24) Sobre la persistencia supuesta por GALSTERER, de Carteia colonia latina
de la época imperial, véase mi crítica a GALSTERER, en BJ 173, 1973 (en prensa)
y próximamente «Zum Rechtsstatus von Carteia wahrend des Prinzipats», probablemente en MDAI (M) 15, 1974.
(25) Respecto a los sobrenombres de las demás colonias de Hispania, véase
B. GALSTERER-KROLL: « Untersuchungen zu den Beinamen der Stadte des Imperium
Romanum.» Epigraphische Studien 9, 1972, especialmente pág. 107 y ss.
(26) D 50, 15, 8 pr.
(27) Sobre las demás colonias de ciudadanos romanos en la península ibérica,
véase VITTINGHOFF, o. c. n. 15, págs. 72 y 104; GARCIA Y BELLIDO, o. c. n. 15
(«Las colonias ...») passim, así como GALSTERER, o. c. n. 6 passim, con más literatura.
Según los estudios de éste, ninguna de esas colonias pueden remontarse con seguridad
hasta la época precesariana, si bien sus esfuerzos para localizar colonias Nmanas y
latinas desconocidas nasta ahora, no me han convencido siempre, véase crítica citada
en nota 24.
(28) Efectiva mente, es obligada esta suposición si se ve a los lusitanos como los
primeros colonizadores. según lógicamente propone también GALSTERER, o. c. n. 6,
página 12, nota 42. Bajo esas premisas no pueden mantenerse las opiniones de
MOMMSEN, KORNEMANN y DEGRASSI, que cuentan con una colonia latina desde
el principio (la idea errónea de MATEU y LLOPIS, colonia romana desde el 138 a . C.,
no precisa ser reba tida). Si GALSTERER, o. c. n. 6, pág, 12, nota 42, incluye también
en esa serie a SCHULTEN , o. c. n. 12, resulta desacertada su crítica, por no apreciar
las hipótesis muy distintas de SCHULTEN, quien supone que los primeros colonizadores fueron veteranos del ejército romano, pero, cosa rara, GALSTERER, hizo caso
omiso de esta interpretación, contraria a su propio criterio.
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R. WIEGELS
que, según este criterio, había sido fundada para los antiguos enemigos
de Roma y, por tanto, para un grupo de personas de origen y mentalidad muy distintos a los romanos, y la solución de esta dificultad supondría una interpretación muy forzada de las fuentes. Se creía haber
Emcontrado una prueba para esta tesis en varias inscripciones valencianas donde aparece valentini veterani et veteres o uterque ordo valentinorum (29). Pero en la medida que pueden ser datadas estas inscripciones, pertenecen lo más pronto al tercer siglo después de Cristo (30) .
Resulta, pues, más que dudoso que se pueda ver en esos documentos
algún reflejo sobre dos fases de colonización en los orígenes de la ciudad, tal vez una primera deducción de soldados de Viriato (veteres) y
otra segunda, durante o después de la guerra de Sertorio, de gentes pertenecientes al ejército romano ( veterani) (31). Lo cierto es que de ningún modo puede sacarse de veteres et veterani y uterque ordo la existencia de dos entidades cívicas independientes, como suele ocurrir a
menudo y que fue rechazada por Galsterer (32) .
En principio prevalece, naturalmente, la posibilidad de un segundo
asentamiento en tiempos de Sertorio, en favor del cual no falta algún
testimonio pues la ya citada inscripción republicana dedicada al legado
de Pompeyo, Afranio (33), puede haber sido hecha con motivo de una
(29) «Valentini veterani et veteres», CIL 11, 3733-3737, 3799, 3741; AE 1938,
página 24: «Uterque ardo Valentinorum»; CIL 11, 3745; véase también cmniwrsus ardo
Valentinorum»: AE 1933, pág. 5, y «decuriones Valentinorum veteranorum». AE 1933,
página 5, 1938, página 23 Véase sobre el tema: P. BELTRAN : «Hallazgo de lápidas
romanas.» Anales del Centro de Cultura Valenciana 1, 1928, pág. 90 y ss. y P. BELTRAN: «Nueva inscripción romana.>> Anales del Centro de Cultura Valenciana, I,
1928, pág. 169 Y S.
(30) Véase GALSTERER, o. c. n. 6, pág. 12, nota 44. La inscripción de fecha más
antigua es CIL Il 3741 (poco después de 206 d. C.) la última AE 1938, pág. 24
(270-275).
(31) Por ejemplo, TORRES, o. c. n. 18, pág. 120, cambiando la interpretación de
«veteres» y «Veterani». TARRADELL, o. c. n. 16 («Valencia, ciudad romana ... »), pág.
19; WILSON, o. c. n. 15, pág. 41 y s. También SCHULTEN, RE o. c. n. 12, pág. 2.149 y
GARCIA Y BELLIDO, o. c. n. 7 («Las colonias ... »), pág. 455, que ven en los colonizadores de Valentía soldados de Roma, acogen la inscripción como prueba de una segunda deducción en época republicana. SUTHERLAND, o. c. n. 14, pág. 116, escribe:
«Perhaps a sign of two irreconcilable elements in the colony». Otra variante en
MATEU Y LLOPIS, o. c. n. 19, pág. 21: «veteres» son los habitantes nativos de la
ciudad de la época anterior a 138 a. C., o sus descendientes; «veterani», legionarios
romanos que se asentaron en el curso de la continua latinización en Valentía. Según
FLETCHER, o. c. n. 16 («Consideraciones ... »), pág. 200, los «veteres» seríaa los primeros colonizadores romanos y sus descendientes y «veterani» soldados romanos asentados posteriormente.
(32) GALSTERER, o. c. n. 6, pág. 53 y ss., con más literatura y discusión detallada de los distintos casos.
(33) Véase nota 21, Afranius era legado de Pompeyo en el año 75 a. C., pOi"
error, 55 a. C. en FLETCHER, o. c. n. 16 («Consideraciones ... »), pág. 200. La inscripción data del año con<>ular de Afranius.
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LA I"U :\ DACIÓN DE VALENTIA
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colonización de mayor importancia. Pero la cita veteres y vete'rani no
prueba dicha colonización ni mucho menos puede sacarse de esta fórmula la vinculación étnica de los veteres, de modo que estas inscripciones
nada pueden aportar a nuestra cuestión (34).
Dicha incongruencia entre una colonización por lusitanos y el primitivo status de una colonia de ciudadanos romanos también indujo a interpretar que el sub Viriatho sólo fuera una indicación temporal (en tiempo de la guerra de ViTiato) pero que fueron soldados procedentes del ejército romano los que fueron asentados, o bien que debe pensarse en otra
ciudad Valentía respecto a la colonización de soldados de Viriato. Especialmente, a raíz de esta última suposición se creía haber resuelto simultáneamente el antipático problema de interpretación filológicamente
no muy fácil y hasta imposible (35) del sub Viriatho. Esta cómoda solución, y en ello radica uno de los principales méritos de la investigación
española, ha quedado eliminada: la Valen tia citada en la Periocha, teniendo en cuenta la tradición de los nombres, sólo puede ser la conocida
Valencia en la costa oriental española, ya que los nombres de las otras
poblaciones propuestas son medievales y no pueden en ningún caso remontar su origen, ni siquiera «grosso modo», hasta la época de la fundación, y quedan, por lo tanto, eliminadas para la identificación de la
antigua fundación al término de la guerra de Viriato (36). Sin embargo,
con ello reaparece en toda su dimensión el antiguo y mas importante
problema sobre los primitivos colonizadores de Valentía.
(34) GALSTERER, o. c. n. 6, pág. 54, cuenta con un asentamiento suplementario
en el segundo o tercer siglo d. C. (véase asimismo BRUNT, o. c. n. 15, pág. 591 y s.) tal
vez la mejor explicación, si bien podría tratarse de cualquier otro hecho de esta época;
piénsese, por eJemplo, en las designaciones como «Foederatus» en los nombres de
ciudades, etcétera. Véase A. VEYNE, Latomus 19, 1960, pág. 429 y ss. En cualquier
caso, la persistente eYpresión «veteres et veterani>) que podemos perseguir más de
sesenta años del siglo tercero, es notoria.
(Nota: Con una Jeducción posterior a época augustea, relacionada con la concesión
del «ius Italicum)), cuenta BLEICKEN en su trabajo contenido en Chiron 4, 1974,
página 397, nota 92. Agradezco la autorización del autor y de la redacción de Chiron
para conocer su artículo. No se puede ni es necesario aquí entrar en más dt talles).
(35) Véase más abajo, más detalles.
(36) Sobre el particular, TORRES, o. c. n. 18, pág. 113 y ss. fue el primero en
llamar la atención. También TARRADELL, o. c. n. 16 («Valentía ciudad romana ...))),
l>ágina 16 y ss. subraya esta circunstancia. Por último la polémica entre FLETCHER
y C. CALLEJO SERRANO y E. DIEGUEZ en «El Miliario Extravagante)) 1964-66,
muestra que todos los intentos de salvación para otras «Valentiae)) como lugar de
asentamiento de los lusitanos, especialmente la Valencia de Alcántara, defendido por
los últimos, se desvanecieron, sin perjuicio de las reflexiones, especialmente por parte
de CALLEJO SERRANO, al problema entero. Renunciamos a recalcar aquí los deta~les de esta «disputatio)), digna de leerse y aún divertida: Valencia de Alcántara,
primitivamente portuguesa, pertenece a toda una serie de poblaciones portuguesas con
el nombre «Valencia» que datan de la Edad Media. Es de notar, también, que Valen<;a
do Minho queda descartada, asimismo por rr.otivos cronológicos ya que el avance
de Brutus en esta región data de mucho más tarde que la colonización de que habla
la Periochae. Véase TORRES, o. c. n. 18, pág. 114.
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Para su posible solución debe examinarse, en primer lugar, la lite,
ratura tradicional.
Nuestra fuente principal sobre la guerra de Viriato, Apiano, informa que los lusitanos, después de los funerales de Viriato, volvieron a
enfrentarse bajo su nuevo caudillo, a los romanos, probablemente contra
Carthago Nova más que contra Sagunto (37) y penetraron en el territorio de la costa sudeste de España. Desde allí fueron rechazados por
Cepion, gobernador de la Hispania Ulterior en 139/138 a. C. (38) a través de Baetis, haciéndolo, según indica Simón (39), probablemente con
acierto, de sur a norte (40). Cepion, que los perseguía de muy cerca, obligó
a Tautalos a la total capitulación. En esta deditio, los lusitanos tuvieron
que entregar todas las armas, concediéndoles, sin embargo, suficiente
iierra para que la miseria no les obligara a nuevas guerras (41), causa
que se cita repetidas veces como motivo de los ataques lusitanos (42).
Esta versión de Apiano en cuanto a la colonización, se encuentra de forma muy parecida en el extracto de Photius, de Diodoro (43). También,
según éste, es Cepion quien efectúa la colonización, indicándose, además,
que los lusitanos recibieron una ciudad (polis) como centro del asentamiento (44).
(37) En Apiano los datos sobre Sagunto y Carthago Nova se confu nden a menurlo, cf. Iber. 47 referente a la caída de Sagunto en manos de los cartagin<'ses y 74
sobre la capital de los cartagineses, por lo demás, Sagunto es localizado por él mucho
más al norte, cf. lber. 25. Para nuestro problema no interesa contr:::. qué ciudad tuvo
lugar la desesperada ofensiva de los celtíberos, v. SIMON, o. c. n. 3, pág. 138, nota 70.
Tal dirección corresponde absolutamente a algunas acciones de Viriato. V. al respecto
el instructivo mapa de H. GUNDEL, o. c. n. 112, pág. 209 y del mismo en «Caesaragusta» 31/32, 1968, después de pág. 176 y en «Legio VII Geminall, León, 1970, pág. 130.
(38) El gobernador competente para esta región, el procónsul Popillius Laenas
estaba sujeto, en esta fecha, al campo de batalla nórdico; las medidas dictadas por los
romanos contra los lusitanos ante las acciones del enemigo, las tomaban, naturalmente, los gobernadores de la Ulterior si la guerra se extendía a la provincia vecina.
(39) V. SIMON, o. c. n. 3, pág. 138.
(40) Totalmente inútiles y sin ningún provecho son los intentos de identificar al
Baetis con otro río situado más cerca de la costa oriental (V. TORRES, o. c. n . 18,
página 118) y no con e! Guadalquivir actual.
(41) Apiano, Iber. 320.
(42) Véase Apiano, Iber. 249, en que da noticia de la pérfida hazaña d!;' Servius
Galba que en el año 150 a. C. obligó a los lusitanos, con la promesa de reparto de
tierras, a la rendición que convirtió en un cruel derramamiento de sangre de los
indefensos lusitanos. También Apiano, lber. 258, solamente pocos años rr:ás tarde.
Del final de los años 80 del segundo siglo, Apiano, lber. 172. Sobre la búsqueda de
tierra como causa de las guenas, véase H. GUNDEL, en «Legio VII Geminall,
página 122.
(43) Diodoro 33, 1, 4.
(44) Aparte de las Periochae, en Apiano y Diodoro no se ha mantenido ningún
indicio de esta acción en la tradición literaria. Tampoco el epitome de Livius recogido en
el Papyrus Oxyrhynchus, 668 (ed. O. ROSSBACH) (v. E. KORNEMANN: «Die neue
Livius-Epitome en Oxyrhyncus», Klio. Bhft. 2, 1904) que describe los sucesos de la
época, no relata nada sobre esta cuestión.
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LA FUi\DACIÓN DE YALENTlA
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Llaman la atención dos diferencias importantes con respecto a la
nota de la Periocha: 1) Según Apiano y Diodoro es Cepion el que efectúa el poblamiento. En la PeTiocha, sin embargo, lo hace su sucesor
en el cargo de gobernador, Iunio Bruto. 2) Unicamente en la Periocha
se cita el nombre de la ciudad, Valentía, mientras que en las otras dos
fuentes nada se dice. Por lo que respecta a las fuentes de estas tres noticias paralelas, por lo visto se trata de dos distintos orígenes; de una
parte Diodoro y Apiano y de otra la Periocha. Las coincidencias objetivas de Apiano y Diodoro, que no desaparecen en el extracto de Photius, se aprecian claramente. Ambas proceden, aparentemente, de la misma tradición, cuyo principal autor es, probablemente, Posidonio, que está
detrás, también, según demostró Simon (45) del gran elogium de Viriato (46), inmediatamente anterior. Livio, en contacto, sin duda, con la digP.ificación de Viriato (47), probablemente también influido por Posidonio, sigue una vez más, por el contrario, sus fuentes analíticas, sobre
todo Claudio Quadrigario y Valerio Antias, cuyas obras constituyen las
principales referencias del historiador augusteo para los hechos de aquella época (48). Encuéntrase, pues, en la Periocha material informativo
propio y suplementario, no abolido por la tradición paralela. El punto
crítico sigue siendo, pues, per. 55.
Los testimonios de Apiano y Diodoro muestran independientemente
y fehacientemente que, en efecto, se concedió por los romanos a los antiguos soldados de Viriato, tras su deditio, terreno y un centro de colonización, de forma que no es posible pensar que tras is, qui sub Viriatho
militaverant, a los que, según la Periocha, Bruto agros et oppidum dedit
se esconda un grupo de gente que no sean los lusitanos. La suposición
contraria (con idea de encontrar en el texto de la Periocha una base para
la interpretación de que fueron asentados en el 138 a. C. soldados romanos en Valentía) quiso entender por sub Viriato únicamente la indicación de la época. Esta tesis ha sido mantenida últimamente por Fletcher,
señalando que sub pudiera tener significado temporal, como por ejemplo
(45) SIMON, o. c. n. 3, pág. 135 y ss., nota 69. Polibio queda eliminado como
fuente literaria, ya que no sigue la guerra lusitana más allá de su obra principal
(v. SIMON, o. c. n. 3, pág. 102, nota 2).
(46) El que el orden en Diodoro 33, 1-4 (Elogio de Viriaco - Narrar.:ón de los
sucesos - Muerte - Derrota de su ejército) se basa en el compendio de Photius, lo
demuestran las Excerptas Const. 2 (1), pág. 301 = Diodoro 33 21a , según las cuales
el elogio de Viriato sigue también en Diodoro al relato del fun eral (v. también
SIMON, o. c. n. 3, pág. 135 y s., nota 69).
(47) Se encontraba al final del Libro 54 (v. per. 54).
(48) Véase A. KLOTZ, RE 13 (1926), pág. 841, s. v. <: Livius»; del mismo:
«Livius und seine Vorganger» Neue Wege zur Antike II 11, 1941, 3. Heft. bes,
página 287.
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sub Domitiano que significa en ciertos contextos en tiempos de Domiciano (49). Este criterio no tiene en cuenta, sin embargo, que si bien una
guerra entera puede ser llamada como el enemigo (bellum Viriathinum,
lugurthinum, Mithridaticum, etc. (50), es decir, guerra de los romanos
contra Viriato, contra lugurta o Mitridates) no es admisible determinar
el servicio de soldados romanos con la época del adversario. Si se tuviera
que achacar, de todos modos, el empleo de sub al autor de la Periocha y
no a Livio, ya que no es costumbre en él (51) pueden aportarse, por otra
parte, numerosas pruebas, también en Livio, de pugnare, militare, etc.
sub alicuo (con o sin agregación de imperatore, duce, etc.) refiriéndose
a generales bajo cuyo mando sirvieron los soldados (52). Tanto bajo el
punto de vista filológico como, según demuestra la conservación de las
coincidencias mencionadas, no puede dudarse fundadamente de un asentamiento colectivo de lusitanos, ni de que la noticia de la Periocha describe estos mismos hechos.
A pesar de ello, debido a las diferencias entre las fuentes, se plantea
la cuestión de quien promovió la colonización y dónde tuvo lugar la misma. La primera parte de la pregunta puede contestarse fácilmente en
el sentido de que Bruto, como sucesor de Cepion, llevó a cabo la colonización prometida por éste a los lusitanos a fines del 139 a. C. (53), como
uno de sus primeros actos oficiales en Hispania (54), quedando con
ello sin valor la forzada interpretación de Torres de la clara indicación
(49) FLETCHER, o. c. n. 16 («Consideraciones ... »), pág. 197 y ss. y nota 10.
La evidente coincidencia objetiva de las fuentes, que en su interpretación ocasiona
grandes dificultades, no puede ser aclarada por él de forma convincente, tampoco en
((El Miliario Extravagante», 10, 1965, pág. 240.
(50) Thesaurus Jinguae Latinae, s. v. «Bellum», 1581 y s.
(51) Unicamente en locuciones como «sub luce», «sub die», «Sub note>>, etcétera,
v., por ejemplo, R. KüHNER- C. STEGMANN: «Ausführliche Grammatik der
lateinischen Sprache», 4, 1962, tomo 2, pág. 570; D. W. PACKARD: «A cor.cordance
to Livy», 1968, S. V. «SUb».
(52) V., por ejemplo, Liv. 29, 2,2 : «qui sub duce Marcello militaverant.»
Vell. 2, 9, 4 : «celebre et Lucilii nomen fuit, qui sub P. Africano Numantino bello
eques militaverat» (caracterizado por encontrarse uno al lado del otro, la indicación
de la época, «bello Numantino» y del caudillo, «Sub P. Africano»); Plinio N. H.
proef 30: «Cato ... qui sub Africano immo vero et sub Hannibale dedicisset militare»
(la formulación «et sub Hannibale dedicisset militare» que resulta, por la añadidura
de «immo vero», un empleo metafórico de «militare sub», muestra perfectamente que
la expresión significa siempre la subordinación bajo el propio general) ; Plinio,
ep. 3, 20, 5, etcétera.
(53) La fecha se evidencia por el hecho de que las discusiones del Senado
respecto a las recompensas exigidas por los asesinos y presuntos amigos de Viriato,
según ep. Oxyrh. 55 Z, :J.Ol (véase también autc. de vir. ill. 71,3) sólo tuvieron lugar
el año 138 a. C.
(54) Interesante es per. 55. Aquí se relata, en cuanto al escenario de la guerra
hispánica, primero la medida tomada por Bruto, a continuación se ocupa de los
sucesos de Numancia, para luego proseguir con la estrategia de Bruto en Lusitania.
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LA FU!'DACIÓN DE VALENTIA
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en la Periocha (55); sigue siendo, sin embargo, problemático el lugar de
dicha colonización. Cepion y Bruto ostentaban el mando superior de la
provincia Hispania Ulterior, pero no de la Citerior, donde se encuentra
el supuesto lugar del asentamiento, Valentía. Aún siendo cierta la idea
de que en la elección del lugar los romanos hayan querido aislar a los
lusitanos lo más posible de su patria (56), esto no aclara con precisión
el emplazamiento de Valentía, sino al contrario. Teniendo en cuenta el
temor de un posible cambo en la lealtad de los indígenas, con lo que
era preciso contar en el momento del acuerdo puesto que la guerra contra Jos lusitanos no había terminado, ni mucho menos, parece absurdo
asentar a esos guerreros, no faltos de experiencia, en un lugar estratégicamente tan importante como Valentia, que controlaba, en la estrecha
y llana zona litoral entre Tarragona y Carthago Nova, aún importante
por entonces (57), las vías de comunicación y, además, en una región de
las más fértiles de la España Oriental. Tal cosa no puede esperarse del
sentido práctico y de la hábil visión militar de los romanos, sobre todo
porque no debe pasarse por alto otra circunstancia: durante la guerra de
Sertorio contra los generales romanos, la región de Valentía fue repetidamente campo de duras batallas. La ciudad, que para Sertorio era un
punto clave en el dominio de la costa oriental (58), si bien pudo ser reconquistada por Pompeyo el 76 a. C., se perdió más adelante a manos de los
sertorianos (59). Salustio nos cuenta, al narrar las guerras del 76 a. C.
entre otras cosas que ínter laeva moenium et dext· um flumen Turiam,
r
quod V alentiam parvo intervallo praeterfluit (60). Valen tia se presenta,
pues, en dicha época como una ciudad muy fortificada y amurallada, una
urbs según se dice en otro lugar (61). ¿Podría haberse concedido a los
antiguos soldados de Viriato, por parte de Roma, tan fuerte fortale-
(55) Inexacta es la suposiciOn de TORRES, o. c. n. 18, pág. 114, de que Bruto
sólo haya venido a España como Procónsul. Véanse las campañas del Gobernador en
SIMON, o. c. n. 3, pág. 166.
(56) Véase TORRES, o. c. n. 3, pág. 115.
(57) Durante el período que aquí interesa, en el año 139/8 a. C. o a! invierno
siguiente, cabe que M. Popillius Laenas, como gobernador de la citerior, haya montado
su campamento invernal en Cartago-Nova, haciendo referencia, posiblemente, a ello,
el nombre de «Porta Popillia», que aparece en CIL II 3426. Véase SIMON, o. c. n. 3,
página 143, nota l.
·
(58) La importancia de Sertorio para la ciudad, se comprueba con los nombres
de algunos de sus habitantes, v. CIL 11, 3744, 3752.
(59) SCHULTEN, o. c. n. 12, pág. 2.149.
(60) Hist. fr. 2, 54 (ed. Maurenbrecher).
(61) Sallustio, Hist. fr. 2, 98, 6 (en la carta de Cn. Pompeio al Senado):
«Castra hostium apud Sucronem (Júcar) capta et proelium apud flumen Turiam et
dux hostium C. Herennius cum urbe Valentía et exercitu deleti satis clara vobis sunt».
Sobre la importancia de Valencia, véase para época posterior Mela 2, 92.
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za? (62). Unos 15 años antes, la construcción de muros emprendida por
los habitantes de Segeda en su ampliada ciudad, fue causa de la intervenc.ión de Roma en dicha zona, por ser tal fortificación, a criterio del Senado, contraria por lo menos al espíritu de los acuerdos concertados con
Tiberio Graco (63). Aunque Roma hubiese hecho una concesión en ese punto a los lusitanos, sf'guro que no hubiera sido en el lugar de Valentía (del
Cid). Añadiendo estas reflexiones a las ya apuntadas con anterioridad,
parece inequívoco el convencimiento de que Valentía no es la colonia fundada por Bruto con los soldados de Viriato, sino que debe buscarse en
otro lugar. Pero con ello amenaza la interpretación meterse en una encrucijada de la cual solo parece posible salir poniendo en duda la absoluta fiabilidad de la noticia de la Periocha, en la que, hasta ahora, nadie
ha dudado.
Dejemos, de momento, la tradición literaria y veamos otras referencias sobre la historia de la Valencia de la costa mediterránea. Una gran
aportación al problema de la fundación de la ciudad, nos la proporcionan
los hallazgos arqueológicos. En las excavaciones practicadas hasta ahora se ha comprobado que la colonia de la época romana está separada por
una capa éstéril de varios metros de la época del bronce, de muy exiguos
restos. Valentía era, pues, evidentemente, una nueva fundación del tiempo republicano (64), o sea que si nos basamos en la cerámica (fue hallada
cerámica ibérica y campaniense A y B) es una fundación que debió tener
(62) Aunque la expresión distinta de «Oppidum» en la Periocha y en Salustio, no indica, naturalmente, nada sobre la cualificación jurídica, puede deducirse de
todos modos que Valentía era por aquel entonces una «ciudad» de alguna importancia¡ mientras que en el sentido contrario «Oppidum», palabra que en principio sólo
quiere decir fortificación, sin que tenga que estar precisamente habitada (poco más
o menos castillo, refugio), ya empleada en tiempo de la república como concepto
superior, para ciudad-población (v. KORNEMANN, RE 18, 1939, pág. 708 y ss.), no
concreta nada sobre la extensión o fortificación del lugar de asentamiento en 138 a. C.
ni por otra parte la correspondiente griega «polis». No es muy segura, tampoco
la consecuencia sacada, por ejemplo, por MATEU y LLOPIS (o. c. n. 19, pág. 12) de
la expresión «oppidum» como prueba de que la colonización se haya efectuado en una
ciudad ya existente.
(63) Apiano, Iber. 180 y ss. ¡ Diodoro 31, 39 (v. SIMON, o. c. n. 3, pág. 15 y ss.).
Según los acuerdos existentes no les estaba permitido a los asociados de Roma la
fundación de nuevas ciudades. Se temían sobre todo los fuertes castillos, difíciles de
tomar, por lo que, acertadamente, este punto era de la mayor importaJ,cia en la
regulación de las relaciones con los indígenas. También Catón había aplicado ya la
política de supresión de murallas durante su gobernación, con gran éxito, "!n la región
del Ebro (v. Apiano, Iber. 167). Debe citarse para tiempos posteriores a la conocida
total destrucción de Numancia, el traslado de los habitantes de Termes en la meseta,
con la prohibición de construir murallas (V. Apiano, lber. 431).
(64) Con ello queda descartada la idea de una antecesora ibérica directa de la
ciudad. Sobre los hallazgos arqueológicos v. FLETCHER, o. c. n. 16 («Consideraciones ... »), pág. 202 y ss.¡ TARRADELL, o. c. n. 16 («Valentía ciudad romana»), pág. 10
y siguiente (especialmente sobre el problema de Tyris¡ afirmativamente se había
expresado MATEU y LLOPIS, o. c. n. 19, passim, quien partiendo de esta tesis postula
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LA FU~DACIÓN DE VALENTIA
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lugar en la segunda mitad del segundo siglo a. C. La concordancia de
comprobación arqueológica y literaria sobre la fundación de Valentía
está, pues, clara. Naturalmente, la presencia de vasijas ibéricas no debe
tomarse, en modo alguno, como prueba de que fueron asentados aquí los
antiguos adversarios de Roma procedentes de las guerras lusitanas, puesto que tales utensilios pueden haber sido usados indistintamente por los
romanos (65), aparte de que en el caso de los guerreros de Viriato se
trataba de lusitanos, es decir, que por su pertenencia étnica, son celtíberos, no iberos (66). Si bien puede, pues, conformarse por medios arqueológicos la fundación de Valentía después de la mitad del s. II a C.
la acuñación local de moneda ofrece, respecto del tema del origen de
los primeros colonizadores, importantes indicios (67).
Los tipos monetarios de Valentía no son muy numerosos. Vives (68)
cita en total 6 piezas (tres tipos de ases, dos de semi ses y un quadrante).
Hace mucho que se ha reconocido que las acuñaciones de Valentía «que
sólo acuña piezas latinas, de puro estilo romano » (69), corresponden a
)a
la existencia de un establecimiento ibérico hasta época romana; TORRES, o. c. n. 18,
página 118 y GARCIA Y BELLIDO, o. c. n. 7, «Las colonias romanas ... », pero véase
ya SCHULTEN, o. c. n. 12, pág. 2.149, y FLETCHER, o. t:. n. 16, .:Consideraciones ... », pág. 194, G. MARTIN AVILA: << Estudio de los materiales arqueológicos hallados en el subsuelo del palacio de la Generalidad de Valencia». La ciudad Romana de
Valencia. Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 1, 1962, pág. 89 y ss.,
M. TARRADELL: «Noticia de las recientes excavaciones de la Universidad de Valencia». Crónica del X Congreso Nacional de Arqueología (Mahón, 1967), Zaragoza,
1969, pág. 186, C. ARANEGUI: «Cerámica gris de los poblados ibéricos valencianos».
Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 6 (miscelánea Pericot), 1969,
página 118 y ss.
(65) Esta errónea conclusión había inducido a GALSTERER, op. cit. nota 6,
página 12, nota 41, a la afirmación, casi segura, de que Valentía fuese fundada por
Iunius Brutus para Jos soldados de Viriato. Argumenta en forma similar GARCIA
Y BELLIDO, o. en. 7 («Colonias ...»), pág. 455, pero queriendo demostrar un precedente asentamiento ibérico, Tyris.
(66) Para la presencia de un mayor grupo de celtíberos en la zona de Valentía,
no tenemos indicios epigráficos ni de otra índole. Los argumentos antropológicos sobre
el particular utilizados por A. A. MENDES CORREA en Homenagem a Martins
Sarmento, Guimaraes, 1933, pág. 242 y ss., aceptados por TORRES, o. c. n. 18, pág. 121,
son extremadamente dudosos.
(67) Una bonita referencia arqueológica para la existencia de una primitiva
ciudad romana sería, naturalmente, si el templo republicano, aproximadll.mente de
fines del segundo siglo a. C. descrito por A. GARCIA Y BELLIDO en AEA 20,
1947, pág. 149 y ss. bajo el singular título «Un templo romano arcaico en Valencia»,
hubiera existido efectivamente. En realidad se trata de los restos, entretanto desaparecidos, de un santuario de montaña cerca de Almenara (provincia de Castellón de la
Plana) unos 8 kilómetros al norte de Sagunto; v. N. MESADO: «Breves Potas sobre
las ruinas romanas de Els Estanys (Almenara)». Archivo de Prehistoria Levantina
XI, 1966, pág. 177 y ss. En BLAZQUEZ, o. c. n. 17, pág. 95, nota 3, este <:Templo de
Valentía» es parte fija de la argumentación sobre dicha ciudad.
(68) VIVES ESCUDERO, o. c. n. 11, t. IV, pág. 15 y s.
(69) A. M. GUADAN: «Numismática Ibérica e Ibero-Romanan. Biblioteca Archaeológíca 6, 1969, pág. 178. V. asimismo A. BELTRAN MARTINEZ: «Curso de
Numismática», vol. 1, 1950, pág. 355 y s.
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denarios romanos de Q. (Fabius) Maximus (70). Mientras que en el anverso muestra una cabeza romana con casco (71) y en los ases y un semis aparece como leyenda los nombres de los magistrados romanos, en
el reverso aparece la cornucopia con haces de rayos y en las mismas monedas que citan a los magistrados, la inscripción Valentia o su forma
abreviada Val (entia). Según los resultados obtenidos por la investigación numismática española, estas piezas deben datarse antes antes del
89 a. C., fecha de la introducción del tipo semiuncial en Roma (72). Naturalmente, el criterio metrológico empleado para la agrupación de las
monedas de Valentía no deja de ser problemático ya que, contrariamente
á las monedas celtibéricas de plata, los bronces del país no se ajustan
exactamente a los prototipos romanos (73). Sin embargo, las monedas de
más peso de Valentía deben datarse relativamente pronto y parece acertada su colocación antes o alrededor de 90 a. C. Yo al menos no veo ningún argumento en favor de que todas esas piezas fueran acuñadas por
primera vez en tiempos de Sertorio, como monedas de fundación de una
colonia ahora romana (74). Mas bien debe aceptarse que Valen tia, según todas las probabilidades, ya acuñaba con anterioridad a la guerra
de Sertorio, como caso excepcional en Hispania, piezas de puro estilo romano con indicación de la ciudad y nombres de magistrados completamente romanos (75).
(70) VIVES ESCUDERO, o. en. 11, vol. IV, pág. 15 y s.; H. A. GRUEBER :
«Coins of the Roman Republic in the Bristish Museum», 1910, t. 1, pág. 178 y s;
E. A. SYNDENHAN: «The Coinage of the Roman Republic», 1952, LX y pág. 57;
MATEU Y LLOPIS, o.c.n. 14, pág. 14 y ss:; TORRES, oc.n. 18, pág. 118 y ss.;
GARCIA Y BELLIDO, o. c. n. 7 («Colonias ... »), pág. 455.
(71) La interpretación de la cabeza en las monedas de Valentía corresponde a la
de los' denarios de Fabius. Inútil es el intento de MATEU y LLOPIS, o. c. n. 19,
página 14 y ss. en 3U deseo de encontrar una ciudad ibérica antecesora, de asociar este
tipo a las acuñaciones de la «ibérica» Arse=Sagunto. Según G. K. JENKINS: «Problems
of the Celtiberian Coinage». lnternationales Kongress. f. Numismatik, 6, Roma, vol. 2,
1965, pág. 220, nota 4, es al contrario, es decir, que la cabeza de Roma que aparece
en las monedas de Sagunto posiblemente es una copia directa de la de Valentía.
(72) GUADAN, o. c. n. 69, pág. 178, basándose en el reducido standard 1.mcial data
las monedas de Valentía después del 125 a. C., pág. 52, exactamente el año 123 a. C.
que, según él, fue el año de la fundación de Valentía. Para esta suposición, sin embargo, no existe el menor indicio. Con arreglo al más importante estudio de
MATEU Y LLOPIS, o. c. n. 19, pág. 17 (con la indicación del peso) estas monedas
han de fecharse, en parte, antes y, en parte, después del 89 a. C.; v. también
FLETCHER, o. c. n. 16 («Consideraciones ... »), pág. 203.
(73) JENKINS, o. c.n. 71, pág. 221 y s.
(74) V., por ejemplo, TARRADELL, o. c. n. 16 ( <~: Valencia ... »), pág. 25.
(75) Es notorio que entre los hallazgos de Azaila, tan importantes para la cronologia de las monedas locales, se encuentre una moneda de Valentía. Se supone que los
tesoros fueron enterrados durante la guerra de Sertorio, v. M. H. CRA WFO RD: «Roman Republican Coin Hoards». Royal Numismatic Society, Spec. Pub!. 4, 1969, pág. 91,
número 220. Otros criterios distintos en cuanto a esta fecha en G. K. JENKINS,
JNG 11, 1961, pág. 104, núm. 90 y 133, núm. 226. V., sin embargo, del mismo,
o. c. n. 71, pág. 219 y s. con ello obtenemos un criterio de fechas, independientemente
de la metrología para las acuñaciones de Valentia.
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LA FUNDACIÓN DE VALE:'-ITIA
17
Podemos aún añadir la particularidad, ya percibida por Grant, de
la rareza de los nombres de los magistrados (76). Nombres como C. Lucien(us) ; L. Corani(us) ; T. Ahi(us) T. f.; L. Trini(us) L. f. (77), pertenecen todos a nombres itálicos apenas documentados, lo que demuestra
que sus portadores eran itálicos y no indígenas, que de una forma u otra
habían recibido la civitas Romana. No se conoce ningún gobernador u otro
romano de rango que haya podido dar motivo para aplicar dichos nombres. El puro estilo romano de las, en parte, muy tempranas acuñaciones
y los nombres de los magistrados, confirman la existencia de un estrato
superior compuesto por romano-itálicos, y formas romanas en la organización de la ciudad (Quinquennales) (78) en Valentía, con anterioridad
a la guerra de Sertorio. Esto, desde luego, concuerda mal con la suposición de una fundación para los lusitanos.
Un último y seguramente decisivo argumento en contra de esta opinión, sostenida por una mayoría, es el nombre V al en tia en sí mismo.
Según lo demuestran todas las fuentes sobre las luchas en Valentía durante la guerra sertoriana (sobre, todo Salustio y Plutarco) (79) y, como
dijimos, la acuñación de monedas en aquel tiempo y con anterioridad, la
ciudad tenía dicho nombre. No existe ni el menor indicio de que alguna
vez haya tenido otro nombre. Por otra parte, ninguna colonia de peregri-
(76) GRANT, o. c. n. 15, pág. 472.
(77) Según VIVES ESCUDERO, o. c. n. 11, vol. IV, pág. 15; v. MATEU Y
LLOPIS, o. c. n. 19, pág. 17. Una lista de los nombres latinos que aparecen en monedas
locales de Hispania se encuentra en GUADAN, o. c. n. 69, pág. 56 y ss. sobre Lucien(us) (según GUADAN, pág. 63, núm. 198 Lucient(us) lo que no queda confirmado por la excelente reproducción, v. también MATEU Y LLOPIS, o. c. n. 19,
página 17), véase W. SCHULZE: «Zur Geschichte lateinischer Eigennamen».
Abhandlg. d. Kgl. Ges. d. Wiss. Gottingen, phil-hist. K!., N. F. 5 5, 1904, pág. 104 y s.
Un Q. Lucienus fue senador por el 67 a. C.; v. MüNZER RE 13 (1927), pág. 1.615 s. v.
página 163, sobre L. Trini(us), el mismo, pág. 550, ambos nombres, según él, muy
raros. Sobre L. Coran(ius), v. SCHULZE, págs. 355 y 532; en Hispania hay constancia
de este nombre: CIL II 1060 en Arva (Peña de la Sal) y CIL II 5000 en Olisipo (Lisboa).
Más frecuente es el nombre de otro quinquenal: C. Numi(us), según GUADAN,
o. c. n. 69, pág. 65, núms. 234 y 246 en las monedas en las formas C. MNV 1, convenciendo más MATEU Y LLOPIS, o. c. n. 19, pág. 17 y VIVES ESCUDERO, o. c.n. 11,
vol. IV, pág. 16: C. MVNI, v. GUADAN, pág. 208, lám. XXII, y C. NUVMI (sic, sí?)
y ciertamente en la forma Nummius, aunque en Hispania sólo en CIL II, 3741 y 4412
(dos senadores no oriundos de Hispania, del segundo y tercero s. d. C.) (totalmente
erróneas las observaciones de MATEU Y LLOPIS, o. c. n. 19, pág. 18, al CIL II, 3741
sobre Valentia); además CIL II 1431, así como Eph. Ep. VIII, núm. 207.
(78) Véase sobre la solución de Q. en Q(uinquennales), GRANT, o. c. n. 15, pág. 472;
GUADAN, o. c. n. 69, pág. 52; GALSTERER, o. c. n. 6, pág. 56, nota 6,i. MATEU y
LLOPIS, o. c. n. 19, pág. 17 y s., quería solucionarlo por Q(uaestor), pero sobre la
existencia de esta magistratura en las ciudades hispánicas, véase GALSTERER,
o. C. n. 6, pág. 56 y SS.
(79) Salustio, hist. 2, 54; 2, 98, 6. Plutarco, Pompeio 18; v. Floro 2, 10, 9.
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nos fundada con indígenas, llevó en aquel tiempo un nombre programado
ni remotamente comparable, sobre todo teniendo en cuenta que Valentia,
al igual que Potentia, son nombres correspondientes a deidades municipales itálicas de la fuerza, no reconocidas oficialmente (80). Contrariamente, tales nombres están reservados (según demuestra Galsterer-Kroll)
solo a poblaciones privilegiadas romanas o latinas y coinciden en su composición con nombres de la misma época en la que se sitúa la fundación
de Valen tia, según la Periocha (81).
Una ojeada a las tempranas fundaciones romanas en Hispania hasta
fines del s. II a. C., puede aclarar la cuestión. En el año 171 a. C. queda
fundada con Carteia (El Rocadillo, cerca de Algeciras) la primera colonía latina en Hispania. Se trata de más de 4.000 hijos de soldados romanos y mujeres indígenas. A esa agrupación podían acogerse también
aquellos vecinos de Carteia que lo desearan (82). Fueron asentados, pues,
aquí, en una comunidad ya existente, Carteia, tanto indígenas como personas de origen ilegítimo si bien descendientes de romanos. El nombre
de la ciudad, al ser elevado su rango, no fue modificado. Lo mismo sucedió en la, bajo nuestro punto de vista, comparable elevación de rango de Corduba. También aquí fueron asentados, desde un principio,
indígenas y romanos, es decir, itálicos, en una misma ciudad, pero el
nombre de C01·duba no fue modificado (83). Por otra parte, el lugar de
asentamiento escogido por Escipión en 206 a. C., solamente para sus
veteranos, recibe el expresivo nombre de Italica (84) y poco después de
la fundación de Valentía tuvo lugar, en 123/122 a. C., la fundación oficial de Palma y Pollentia, asimismo con romanos e itálicos exclusivamente, lo que permite ver con claridad la vinculación de Valentía, especialmente en la elección del nombre de Pollentia. Distintas fueron las
eolonizaciones de mayor envergadura, igualmente documentadas, llevadas a cabo sólo con indígenas. En estos casos, contrariamente a los ci(80) Véase el interesante estudio filológico de H. J. WOLF: «Zum Typus ValentiaPollentia-Potentia» Beitrage zur Namensforschungen, N. F. 3, 1968, pág. 190 y s.
(aquí 195); G. RADKE: «Die Gotter Altitaliens», 1965, págs. 257 y 306.
(81) GALSTERF.R-KRbLL, o. c. n. 25, passim, 61, 85 y 97. En el caso de Valentía
no se trata, seguramente, de un nombre cualitativo en el riguroso sentido de la palabra,
ya que fue el único nombre principal y tradicional de la ciudad y su forma corresponde
a calificativos parecidos de época republicana, entre otros Vibo Valentía, en el Bruttium.
Como quiera que nuestra Valentía es desde un principio una nueva fundación, se
sobreentiende que la ciudad no podría añadir un nombre a otra ya existente, sino
que era un signo característico de la existencia de una privilegiada comunidad, el
llevar tal nombre como principal.
(82) Livio 43, 3, 1-4.
(83) Strabon 3, 2, 1 (= 141 C); véase sobre la formación del nombre d"' Córdoba
J. UNTERMANN: «Sprachrüume und Sprachbewegungen im vorromischen Hispanien»,
1961, pág. 17.
(84) Apiano, lber. 153.
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LA FUNDACIÓN DE VALENTIA
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tados, no se impedía a los generales, según se ve, el dar su propio nombre a las nuevas colonizaciones, de lo cual hicieron uso repetidas veces (85). El caso más conocido es el de Graccuris (Alfaro del Ebro), fundada el 178 a. C. por Ti. Sempronio Gracco y denominada con su nombre añadiendo el sufijo -urris ( = asentamiento) (86). Durante la guerra
de Viriato acaece la fundación de la estación Caepiana, efectuada, según su nombre, por el antecesor de Bruto (87). Por último, se conoce
una población que en el sentido apuntado debe ser de mayor interés: Brutobriga, evidentemente una fundación peregrina de Bruto, ya que no
puede documentarse otro representan te oficial de Roma en Hispania con
este nombre. También Bruto utilizó su cognomen en parecida combinación, como en el caso de Graccurris, añadiendo el celtíbero -b1·iga
(=monte, colina) para dar nombre a la nueva ciudad.
Nos es conocida dicha fundación, en primer lugar por un tipo de moneda (88) que, por su tipología, se data de comienzos del segundo siglo
a C. (89). Es lamentable que no se pueda localizar con exactitud dicha
(85) Nombres como Castra Caecilia o Castra Servilia (Plinio, N. H. 4, 117) no
ofrecen argumento contrario, ya que se trataba en su origen de estaciones militares
y no de comunidades independientes; véase también GALSTERER, o. c. n. 6, pág. 24.
(86) Livio, per. 41: «Tib. Sempronius Gracchus procos. Celtiberos victos in deditionem accepit monimentumqut operum suorum Gracchurim oppidum in Hispania constituit» . V. Festo 86 L.
(87) Ptolomeo 2, 5, G; no es conocida la exacta situación de la estación en el sur
de Lusitania, v. HUBNER, Re 3 (1897), pág. 1.279.
(88) VIVES ESCUDERO, o. c. n. 11, vol. III, pág. 113.
(89) GUADAN, o. c. n. 69, pág. 128 y 216: descripción de la lám. 55, nútn. 493. En
el a) se encuentra el nombre T. Manlius T. f. Sergia, sin más adición, el último componente es seguramente la indicación de la tribu romana, v. GALSTERER, o. c. n. 6,
página 115, nota 67, contra la usual identificación con su cognomen Sergia(nus ). Véase
también H. B. MATTINGLY, RAN 5, 1972, pág. 13, nota 2. El significado del nombre
romano en la acuñación local, no es fácil. No se indica ningún cargo, ni existe motivo
para la suposición de GRANT, o. c. n. 1G, pág. 381, de que en esta moneda se trata
de una emisión de un municipio latino Brutobriga; según lo indica ya acertadamente
GALSTERER, pág. 15, nota 67, no veo ninguna causa para datar, con GRANT, la
moneda sólo aproximadamente del 42 a. C., al contrario, el tipo más bien indica una
época mucho más temprana aún siendo, según lo dicho con anterioridad, poco convincente el argumento metrológico y la fecha de GUADAN, no completamente segura. Con
ello, el citado T. Manlius T. f. Sergia viene a caer muy cerca dt• un acuñador romano
por el año 100 a. C., A. Manlius Q. f. Serg(ia tribu), legado de Marius en Numidia
el 107-105 a. C.; v. MATTINGLY, o. c. presente nota, pág. 12. Ambos i\1anli; por sus
tribus pueden haber pertenecido a una rama de la «gens Manlia». Es posible que nuestro Manlius haya sido un representante oficial de Roma en España desconocido hasta
la fecha, cuyo nombre aparece por motivos que ignoramos, en el anverso de la moneda.
El profesor G. K. JENKINS, que prepara la edición de un catálogo de las monedas
indígenas hispánicas de la colección del Museo Británico y de la American Numismatic
Society, me comunica amablemente que según el peso de las monedas que estudia, posiblemente todas las emisiones datan de antes del 89 a. C., con lo cual tiene más importancia mi nota de la llamada 115. También GALSTERER-KRbLL en su: «Zum ius latií in
dem Keltischen Provinzen des Imperium Romanum», Chiron 3, 1973, pág. 277, especialmente 294, al indicar que también en este período los quinquenales sólo pueden señalarse
en los municipios romanos, se aumenta la posibilidad de que Valentía, en el paso del
segundo al primer siglo a. C., fuera ya colonia de ciudadanos romanos.
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colonia, pero existen ciertos indicios que, por lo menos, señalan la zona
en que debió encontrarse Brutobriga. Una aclaración nos da la noticia
de Esteban de Bizancio (90). No cabe duda que la Brutobriga citada en
las monedas ha de identificarse con la Broutobria del gramático. Si bien,
la indicación que éste hace, resulta imprecisa, se encontraba bastante
al sur, o sea, según él nos dice, entre el Betis y los Turdetanos, que habitaban, de acuerdo con los restos de su habla, en comarcas del sur y
FUl'Oeste de la Península Ibérica (91).
Es cierto que el emplazamiento de la ciudad se sale claramente del
área de los nombres en -b1·iga, característicos del sector de los celtiberos
y, por tanto, también del de los lusitanos (92); en otras palabras: en
algún lugar, en el sur, fuera del tradicional territorio de los celtíberos,
fue fundada por D. Junio Bruto, una gran ciudad con grupos de gentes
de regiones nórdicas. Para una localización más precisa únicamente disponemos de indicios solo en parte fiables. Con arreglo al tipo de las monedas, cuyos reversos son parecidos a las que llevan las leyenda Tamusiens(es) o Samusiens(es) (93), otra ciudad tampoco localizada (94), se
busca Brutobriga, en líneas generales, en el sudeste de Hispania, o sea
en la aún entonces, Provincia Hispania Ulterior, territorio de la jurisdicción de Bruto y Cepion (95), situada probablemente, de acuerdo con
el tema de las acuñaciones (embarcación con remos y pez, ¿delfín?) (96),
(90) Esteban de Bizancio, s. v. «BROUTOBRIA». Sigue una explicación lingüística
no muy correcta, pero también él reconoce la composición procedente de nombre propio
romano y sufijo indígena.
(91) Véase Strabon 3, 16 (= 139 C); 3, 2, 15 (= 151 C). Sobre la extensión de la
escritura turdetana, v. UNTERMANN, o. c. n. 83, mapa l.
(92) UNTERMANN, o. c. n. 83, mapa 3, donde hay que tachar la Segobriga indicada en la costa. También a BRUNT, o. c. n. 15, pág. 215, nota 8, le llama la atención
Brutobriga, pero no ve ninguna referencia en cuanto a la situación de la comunidad
y pertenencia étnica de sus habitantes. Yo no veo motivo para la suposición de
GALSTERER-KRoLL, o. c. n. 25, pág. 111, localizando Brutobriga en Lusltania. Lo
mismo hizo BELTRAN MARTINEZ, o. c. n. 69, pág. 374, quien busca el municipio
en el bajo Tajo, en las cercanías de Santarem, pero ignora la noticia de Esteban
de Bizancio.
(93) VIVES ESCUDERO, o. c. n. 11, vol. III, pág. 112.
(94) Según VIVES ESCUDERO, o. c. n. 11, vol. III, pág. 112, situado en la
Bética; el parecido del nombre con la mauritánica Thamusida y Tamuda hace suponer,
efectivamente, la situación del municipio en el sur de Hispania. Difiere BELTRAN
MARTINEZ, o. c. n. 69, pág. 370, que supone el municipio en la Tarraconense.
(95) A. SCHULTEN: «Numantia», vol. I, 1914, pág. 23, nota 5; MüNZER, RE 14
(1928), pág. 1.191 s. v. «A . Manlius Sergia(nus?)»; VIVES ESCUDERO, o. c. n. 11,
vol. III, pág. 113; THOUVENOT, o. c. n. 13, pág. 131, nota 2; GRANT, o. c. n. 15,
página 381; GUADAN, o. c. n. 69, pág. 128.
(96) Símbolos parecidos aparecen alguna vez en Hispania, por ejemplo, en las
acuñaciones de Sagunto (VIVES ESCUDERO, lám. XVII y CXXIV) y Carthago Nova
(el mismo, lám. XVIII y CXXX). Símbolos de navegación: Una moneda de los
Tamusiens(es), bien conservada, muestra en cuanto a la galera diseñada en ella, gran
parecido con representaciones «a la inversa» de algunas acuñaciones de C. Fonteius,
acuñador anterior al 90 a. C. (v. VIVES ESCUDERO, vol. III, pág. 113). Sobre los
denarios de Fonteius, v. GRUEBER, o. c. n. 70, vol. 1, pág. 292 y s., t. 3, lám. XCIV,
números 12 y 13. SYDENHAM, o. c. n. 70, pág. 74.
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LA FU:\DACIÓN DE VALEl'iTIA
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en la costa o no lejos de las misma. ¿Será esta Brutobriga las tantas veces documentada colonia de los lusitanos? A pesar de que el nombre Brutobriga no se utiliza en relación con el asentamiento de los restos del
ejército de Viriato, sin embargo, en la Periocha se dice expresamente que
dicho asentamiento fue obra de Bruto, no conociendose ninguna coloniZáción parecida en los siguientes años de su ejercicio en el cargo (97).
Esta solución, ciertamente mas que hipotética, derriba de golpe toda
una serie de dificultades ya enumeradas, encajando muy bien con lo que
sabemos de la colonización de gentes subyugadas por los romanos (98).
Según este interpretación, los soldados lusitanos fueron asentados en una
comarca suficientemente alejada de su patria, de forma que no existiera
un contacto directo con sus compatriotas, y que no tuviera para Roma
mayor importancia estratégica, puesto que las principales vías de comunicación al valle del Baetis ( = Guadalquivir) desde Sagunto y Carthago Nova no corrían por la costa sur, sino por el interior, por Castulo
(cerca de la Masía Caldona, al sur de Linares, en la margen derecha del
Guadalimar) o por Acci (Guadix). Por otra parte, los lusitanos tampoco
{lOdrían considerar el asentamiento, precisamente como deportación. No
sólo porque sus reiteradas incursiones se dirigían hacia el sur con el fin
de lograr una parte de aquellas fértiles regiones, sino también porque
Viriato tenía partidiarios en algunas comarcas del territorio montañoso
al sur del Guadalquivir, que se habían sublevado, no obstante pertenecer,
y no en último lugar, a las clases superiores de aquellas poblaciones; se
cuenta, por ejemplo, que sus asesinos y antiguos amigos eran oriundos
de Urso (Osuna).
Con la ubicación de los lusitanos en Brutóbriga queda libre Valentía
para suponer una colonización por romanos e itálicos, si bien debe acla-
(97) A veces se quiere relacionar una noticia de Strabon 3, 1, 6 (= 139 C) con
la colonización de los lusitanos por Brutus; v., por ejemplo, C. CALLEJO SERRANO
en «El Miliario Extravagante» 9, 1965, pág. 199; y él mismo y ELlAS DIEGUEZ, en
«El Miliario Extravagante>> 11, 1966, pág. 272. En la descripción de la regi5n entre el
Tajo y el Anas (Guadiana), el geógrafo dice: «... formando así entre ambos una
«mesopotamia», cuya población está integrada en su mayor parte por célticos y por
aquellas tribus de lusitanos que fueron trasladados aquí por los romanos, desde la región
situada al otro lado del Tajo». Como quiera que no se indica ni el nombre de Brutus
ni la fundación de un determinado lugar de colonización, ni nada tampoco respecto
a la especial característica de los lusitanos citados en Livio (per.), Diodoro y Apiano, es
decir que se tratara de los restos de combatientes activos de Viriato, sino que al contrario se refiere a un traslado de lusitanos de un lugar de residencia a otro, no puede
relacionarse en ningún caso con la colonización en cuestión. Cuándo y por quién fue
llevada a cabo la colonización relatada en Strabon permanece sin aclarar. Véase también FLETCHER en «El Miliario Extravagante», 9, 1965, pág. 199 y del mismo en
número 10, 1965, pág. 240.
(98) Sobre las semejantes colonizaciones de piratas por Pompeio, llamó la atención
GALSTERER, o. c. n. 6, nota 41, con referencia a J. REYNOLDS, JRS 52, 1962,
página 102 y nota 8.
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rarse la tradición de la Periocha. Tampoco es preciso que Bruto, cuya
actuación queda unida a la fundación de Brutóbriga, tenga algo que ver
con la ftmdación de Valentía, la que tuvo lugar, probablemente, cuando
éste era gobernador de la provincia vecina.
Con ello puede aclararse mejor la acuñación local de las monedas de
Valentía, cosa que hasta ahora no encajaba bien en las interpretaciones
que se habían dado, o sea, el chocante parecido de las monedas de ValenLía con las acuñaciones romanas de Q(uintius) (Fabius) Max(imus). La
fecha de estos denarios es discutida, oscilando entre el 125/120 a. C. (99)
y el 94 a. C., aproximadamente (100) pareciendo más posible su aparición
alrededor del 125 a. C. (101). Según todas las posibilidades, las monedas
de Valentía copian los denarios romanos. Con ello se plantea la cuestión
de la posible relacion entre Valentía y Q. (Fabius) Max(imus), pues no
cabe pensar en una casualidad para este paralelismo. Efectivamente, puede apreciarse una interesante relación: según indica el nombre del acuñador, pertenece éste a una familia muy importante en el s. II a. C., los
Fabios, que por el camino de la adopción están vinculados también con
!os Servilios y Cornelios (Escipiones). Q. Fabius Maximus Servilianus,
cos. el 142 a. C. era hermano carnal de ambos Cn. y Q. Servilios Cepiones, cos. el 141 a. C. y 140 a. C. respectivamente, y hermano adoptivo de
Q. Fabio Máximo Emiliano, cos. el 145 a. C., así como del adoptado por
la gens Cornelia, P. Cornelio Escipión Africano Emiliano, cos. el 147 a. C.
y el 134 a. C. Todos los consulares citados ejercían funciones en los campos de batalla hispánicos durante la guerra lusitana o celtíbera como
cónsules y/o procónsules, con excepción de Cn. Servilio Cepion que facilitó a su hermano Fabio Serviliano la prórroga de su mando: Escipion
Emiliano en Hispania Citerior en 134/133 a. C.; Fabio Emiliano en los
años 145/143 a. C.; Fabio Serviliano el 141/ 140 a. C. y Q. Servilio Cepion el 140/138 a. C., todos en Hispania Ulterior (102).
Parece, pues, que tanto la acuñación de monedas de Roma como
las de Valentía, hacían referencia a la eficaz actuación de los Fabios
(99) SYDENHAM, o. c. n. 70, LX y pág. 57.
(100) GRUEBER, o. c. n. 70, tom. 1, pág. 178, nota 1; 175, nota 3; v. también sobre
las acuñaciones simultáneas de Servilio, MUNZER, RE 2 A (1923), pág. 1.764,
números 13 y 14; otras propuestas de fechas en BROUGHTON, o. c. n. 2, tom. 2,
página 439.
(101) Véase especialmente CRA WFORD, o. c. n. 75, Tab. 10 v además 83, núm. 163.
(102) Véanse las listas compendiadas de gobernadores de aquella época , en SIMON.
o. c. n. 3, pág. 193 y ss. y GUNDEL, en «Legio VII Gemina», pág. 117, con alguna
pequeña modificación.
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LA FUNDACIÓN DE VALENTIA
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(103). De ellos, Fabio Emiliano, con tropas recién alistadas (104) y
como primer procónsul en el campo de batalla hispánico, logró asestar
a Viriato una fuerte derrota (105) ; también Fabio Serviliano luchó,
con dos nuevas legiones y tropas auxiliares (106), al principio con éxito
(107) si bien tras una batalla perdida, tuvo que conformarse con llegar
a un acuerdo con Viriato, que fue confirmado por el Senado. Por presión de su sucesor Servilio Cepion, que de nuevo llevaba consigo tropas
de refresco (108) se llegó a reemprender, aun el 140 a. C., la guerra
contra Viriato, decidida al fin, pues con Bruto las batallas contra los
lusitanos tuvieron un carácter muy distinto (109). También Bruto se
apoyaba en reclutas produciéndose durante su enérgico alistamiento, que
efectuó aún después de conocerse la muerte de Viriato, grandes agitaciones en Roma (110). Repetidas veces, pues, se renovaron las tropas,
nivelándose las pérdidas. Por lo que antecede, se comprende muy bien
que los veteranos romanos licenciados, que habían servido precisamente
bajo dichos gobernadores o sus descendientes, adoptaran las acuñaciones
de un acuñador de la familia de los Fabios (111) ; a los lusitanos seguro
que no se les hubiera ocurrido tal idea. Por lo demás, tanto las acuñaciones romanas como las de Valentia, bien pueden haber sido influidas
por emisiones de la colonia latina, existente desde 192 a. C., Vibo Valentia, en el Bruttium, en las que aparecen, asimismo como símbolo, aunque
(103) Más o menos como lo supuso GRUEBER, o. c. n. 70, tom. I, pág. 175, nota 2, y
SYDENHAM, o. c. n. 70, pág. 57, nota 478. Véase también MATEU Y LLOPIS,
o. c. n. 19, pág. 14. Según GARCIA Y BELLIDO, o. c. n. 7 («Las colonias ... »), pág. 455,
no puede deducirse nada de esta evidente relación.
(104) Apiano, Iber. 274; v. SIMON, o. c. n. 3, pág. 98.
(105) Apiano, Iber. 278.
(106) Apiano, Iber. 283.
(107) Véase, por ejemplo, Liv. per. 53; «Magna pars Lusitaniae expugnatis aliquot
urbibus recepta»; además, per. 54; e p. Oxyrh. 53 Z, pág. 171; Orosio fí, 4, 12 y
asimismo SIMON, o. c. n. 3, pág. 118.
(108) Dion, pág. 78.
(109) Así, con razón, SIMON, o. c. n. 3, pág. 160.
(110) Liv. per. 35; t>p. Oxyrh 55 Z, págs. 202-205; Cicerón, Leg. 3, 20. Característico para el campo de batalla hispánico es también la acción, relatada por Tito Livio,
de los Magistrados en Roma contra los desertores; Liv. per. 55; e p. Oxyrh. 55 Z,
páginas 207-209; Frontino 4, 1, 20.
(111) Según TORRES, o. c. n. 3, pág. 119, las monedas estaban destinadas a recordar
al fundador del municipio lusitano, Servilio Caepio. Esta única referencia a Caepio no
puede, sin embargo, postularse en las monedas.
-215-
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24
R. WIEGELS
nunca juntos, el haz de rayos y la cornucopia (112), si bien tales figuras
no son raras, por separado, en las monedas de Italia (113).
Es evidente, pues, que Valentía fue fundada principalmente para
::.oldados que habían servido en la guerra de Viriato, es de suponer primero como colonia latina, al igual que con anterioridad Carteia y Corduba y algo más tarde Palma y Pollentia. En una ciudad romana no
puede pensarse mientras no se aporte una segura prueba en contrario,
tal como la concreta declaración de Velleio Paterculo, según la cual Karthago, en Africa, refundada por C. Gracco, fue la primera colonia romana
fuera de Italia (114). Aunque ignoramos hasta qué punto fueron acogidos aun otros colonizadores, es bien posible que también personas
civiles llegadas de Italia, encontraran en Valentía una nueva patria.
Algún otro asentamiento podría haber sido causa de la temprana transformación . de la ciudad en una colonia de ciudadanos romanos, pero
queda la laguna de cuando se produjo, en época republicana, la elevación
del status jurídico de la ciudad (115).
El motivo de la colonización está claro. Las crecientes dificultades
económicas de los pequeños agricultores en Italia, a partir de mediados
del segundo siglo a. C., motivadas por la creciente explotación de esclavos
de la cada vez mayores latifundios y al mismo tiempo al endeudamiento
de los que soportan las cargas de las guerras y la creciente depreciación
de la moneda, fueron causa de las inquietudes reformadoras de Tiberio
Gracco a los pocos años de la fundación de Valentía. Teniendo en cuenta
un tiempo de servicio ininterrumpido, de seis años, para aquel entonces
no extremadamente largo, tal como lo relata Apiano en el relevo de las
tropas ante Numancia en el año 140 a. C. (116) no eran sorprendentes
(112) Véase VIVES ESCUDERO, o.c. n. 11, vol. IV, pág. 15 y MATEU Y LLOPIS,
o. c. n. 19, pág. lO, a los que se une GARCIA Y BELLIDO, o. c. n. 7 («Las colonias... »),
página 455.
(113) También esta posible relación entre las citadas acuñaciones habla en pro de
la fundación de Valentía por los romanos e itálicos y en contra de la colonización
por lusitanos. Errónea la interpretación de MATEU Y LLOPIS, o. c. n. 19, pág. 16,
de que entre la supuesta colonización antecesora de la Valentía hispánica, es decir Tyris,
y la Vibo Valentía sud-itálica, hubieran existido en el siglo segundo a. C. tan estrechos
contactos, que la población hispánica había adoptado voluntariamente no sólo la
acuñación de las monedas, sino también el nombre de la colonia latina.
(114) Velleyo Paterculo 1, 15, 4 y 2, 7, 8.
(115) No quiero sacar ninguna conclusión sobre la fecha de la transformación;
a pesar de la siguiente reflexión: según el arte de las monedas, éstas datan, como
dijimos, en parte, de fechas relativamente tempranas; según GALSTERER, o. c. n. 6,
página 56, parece que hubo quinquenales sólo en colonias de ciudadanos romanos.
Como quiera que algunas de las monedas de Valentía se han de fechar apenas poco
después del 99 a. C., la transformación tenía que haber ocurrido ya por este tiempo
y después de la fundación de Cartago. Aunque esta conclusión está correctamente
planteada falla, sin c;,mbargo, por la credibilidad de sus presupuestos, que no me parecen
estar garantizada en todos sus puntos.
(116) Apiano, Iber. 334.
-216-
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LA FUNDACIÓN DE VALENTIA
25
las consecuencias desastrosas para las familias afectadas. Como quiera
que, además, la colonización en Italia había cesado por completo, no
dejaba de ser muy atrayente para muchos veteranos el crearse una nueva
patria en la provincia y en lugar seguro y terreno fértil.
Quince años más tarde se produjo idéntica situación en la colonización de Palma y Pollentia; según Estrabon, Metelo Balearico llevó a las
Baleares tres mil colonizadores, seguramente romanos y otras ascendencias italianas (117). Es evidente que también aquí el gran número de
gen tes que buscaba una nueva existencia, presionara para la fundación
de mayores poblaciones (118). También esta acción está estrechamente
relacionada con las actuaciones reformistas sociales encabezadas esta vez
por Gaio Gracco. El que tales colonias reforzaran, al mismo tiempo, la
dominación romana, es otro aspecto de una misma cuestión.
¿Qué consecuencias resultan de las anteriores consideraciones para
las noticias que nos han sido transmitidas, tal como se encuentran en la
Periocha de Livio? Valentía y Brutobriga fueron fundadas, ambas, si
bien no con toda seguridad el mismo año, por lo menos en la misma
época, por el año 138 a. C., año que resulta, en todo caso, seguro en
cuanto al asentamiento de los lusitanos. Solo este último hecho ha entrado
en las obras paralelas de Diodoro y Apiano, por lo visto en relación con
el elogio final a Viriato y la rápida liquidación de la guerra contra sus
tropas. También Livio ha relatado esta circunstancia como lo evidencia
la Periocha, pero el testimonio de que dicha ciudad fuera llamada Valentía, no puede ser exacto, sino que se debe a relacionar erróneamente
este nombre con la colonia de los lusitanos, por existir confusión con la
fundación de la Valentía romana, confusión fácil de explicar por la coincidencia de ambas medidas y posiblemente también por alguna otra cosa
que tenían en común (situación en la costa mediterránea). Que se tenga
que achacar esta confusión bien al autor de la Periocha o a Livio, bien
(117) Strabon 3, 5, 1 (= 168 C).
(118) Tanto el número tradicional de romanos trasladados a las Baleares, así como
los reiterados refuerzos de los ejércitos (seguramente no sólo repuestos de pérdidas),
debilitan los argumentos de TORRES, o. c. n. 3, pág. 117, referente a que el número
de los romanos en cuestión, y debe añadirse, de itálicos, era demasiado reducido para
una colonización. La comparación con la guerra cántabra y la fundación de Emerita
no tiene en cuenta el distinto carácter de la colonización y la incomparable organización
del ejército (reclutamiento, tiempo de servicio, etcétera), en aquel tiempo. Por último,
en este punto TORRES parece no percibir claramente la importante diferencia entre
cr:>lonias latinas y romanas.
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26
R.
WIEGELS
a su fuente de información no es fácil de saber (119) pero no debe
pasarse por alto otro caso «problemático» transmitido en los libros conservados de este historiado!' y que se refiere a un hecho similar; también
al informar sobre el senado-consulto para la fundación de Carteia se
añade al final en forma parecida al dar el nombre de la ciudad: Latinam
(Oloniam esse liber-tino1·umque appellari (120). Con razón Galsterer observa que dicho nombre no concuadra en su formación con los nombres
calificativos de las ciudades de dicha época y no puede interpretarse
plausiblemente, por lo que supone que Livio, o su fuente de información,
han incurrido en un error al no entender alguna indicación sobre el
libertini de los hijos de los soldados que podían ser igualmente asentados
con aquéllos (121). Algo parecido pudiera pasar con Valentía, pero sea
quien sea o a quién haya que achacar el error, no se puede confiar ciega~
mente, ni siquiera en una declaración de aspecto tan objetivamente neutra
como la que aparece en la Periocha (122).
(119) Considerando las fundaciones de ciudades hispánicas, no se puede apreciar
ni en Livio ni en las Periochae, un principio, según el cual estas fundaciones se
relataran o se omitieran. Es de notar, por ej., que la fundación de Carteia no haya
sido recogida en las Periochae, mientras que la de Graccurris se ha citado, no propiamente en Livio, sino solamente en las Periochae (per. 41), siendo, pues, un suplemento.
(120) V. nota 82.
(121) GALSTERER, o. c. n. 6, pág. 7.
(122) Redactado definitivamente el presente trabajo, apareció el artículo de.
A. GARCIA Y BELLIDO: «Valencia, colonia romana» B. R. Academia de !a Historia
169, 1972, pág. 247, en el que el desgraciadamente fallecido autor sustenta de nuevo su
antigua interpretación (v. nota 7) y sobre todo profundiza en sus observaciones sobre
«Valentini, veterani et veteres» (v. nota 34). La existencia de dos «ordines» puede
remontarse, pues, probablemente ya hasta fines del s. 1 d. C.
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RAINER WIEGELS
(Freiburg i B.)
Liv. Per. 55 y la Fundación de Valentia (*)
Desde que la investigación se ocupa de estudiar la colonización y el
desarrollo urbano romanos en la Península Ibérica, pertenece a los problemas específicos más discutidos la fundación y poblamiento de Valentía.
Ello lo motiva un breve apunte en las Periochae de Livio, caracterizado
por su sencilla objetividad y que, por lo tanto, no inspira desconfianza,
que causó reiteradas controversias y dificultades de interpretación, debido
a que, respecto al año 138 A. C., nos relata de forma relativamente sucinta el índice del perdido Libro 55 de la obra histórica de Livio, referente,
entre otros, al escenario de la guerra hispánica: Iunius Brutus cos. is, qui
sub Viriatho militaverant, agros et oppidum dedit, quod vocatum est Va
lentia (1) . Según ello, Bruto, cónsul en aquel año junto con P. Cornelio
Escipion Nassica Serapio (2), y seguramente a raíz de un arreglo amistoso, encargado del gobierno de la Hispania Ulterior (3), colonizó con
soldados que sirvieron sub Viriatho, una ciudad a la que se dio el
nombre de Valentía.
Tres interpretaciones, de fecha no lejana, del párrafo en cuestión,
revelan las diferencias de opinión existen tes, que siguen persistiendo
(*) Versión española de un artículo del mismo título, publicado en CHIRON,
tomo 4, Mi.inchen, 1974, págs. 153 a 176, dedicado a mi maestro, profesor doctor
H. NESSELHAUF, en su 65 cumpleaños.
(1) Liv. per. 55 (ed. Rossbach). Las variantes en los códices carecen de importancia.
(2) T. R. S . BROUGHTON: «The Magistrates of the Roman Republic.» Tomo 1,
19ól, pág. t1fl3
(3) H. SIMON: «Roms Kriege in Sparúen 154-133 v. Chr.» Frankfu.>1;t>r w:i¡¡s.
Beitriige, Kulturwiss, serie 11, 1962, pág. 144.
-19325
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2
R.
WIEGELS
y ponen de manifiesto los puntos de controversia que ocupan a la investigación (4). H. Simon admite la interpretación de que, si bien Bruto
realizó la colonización de Valentía con los lusitanos vencidos, no se
trataba, por motivos de probabilidad topográfica, de la generalmente
conocida Valentía (del Cid) en la costa levantina española, ni tampoco
del lugar de colonización algunas veces supuesto de Valen<;a, en la margen izquierda del bajo Miño (Portugal), sino de Valencia de Alcántara,
en Extremadura, por encontrarse dicha población en la zona de donde
procedían mayormente los lusitanos (5). H. Galsterer, contrariamente,
identifica la Valentía citada en la Pe1·iocha con Valencia (del Cid) en
la costa oriental de España (6). Finalmente, lo hace también García
y Bellido, si bien con la decisiva diferencia de que, según su opmwn,
en Valentía no se asentaron los antiguos soldados de Viriato, sino gente del ejército romano (7).
Con el1o se formulan sobre la cuestión dos puntos estrechamente
unidos:
Esos colonizadores ¿son soldados procedentes del ejército romano que durante la guerra de Viriato lucharon en Hispania, o se trata
de restos del ejército de Viriato que, tras el asesinato de su gran cau1. 0 )
(4) Huelga entrar en detalles sobre otro punto de discusión, o sea la pregunta
de hasta qué punto la Tyris citada en la «Ora Marítima», de Avieno, verw 482, sea
la antecesora inmediata de Valencia. Según se deduce de lo dicho más adelante, el
problema queda resuelto por sí solo. Algunas indicaciones sobre el particular en la
nota 64.
(5) SIMON, op. cit. nota 3, pág. 138, nota 71 en conexión con el historiador valenciano MASDEU.
(6) H. GALSTERER: «Untersuchungen zuro romischen Stadtewesen auf der
lberischen Halbinsel.» Madrider Forschungen, tomo 8, 1971, pág. 12.
(7) Véase A. GARClA Y BELLIDO: «Die Latinisierung Hispaniens.» Aufstieg und
Niedergang der romischen Welt, J. 1972, pág. 486: «En Valentía se estableció una de
las primeras colonias romanas en Hispania (138 a. C.)».
Esta autorizada versión difiere en un punto interesante del texto original en
español: «La latinización de Hispania». Archivo Español de Arqueología, núm. 40,
1967, pág. 3 y ss., en donde se dice (pág. 24): «En Valentía se estableció una de las
colonias primeras de Hispania (año 138)». Sobre el problema de si existió en Valentía
desde un principio una colonia de ciudadanos romanos nada se dice aquí ni se habrá
querido hacer constar, pues en su importante aportación sobre Valentía en: «Las
colonias romanas de Hispania», Anuario de Historia del Derecho Español, núm. 29,
1959, pág. 447 y ss. (la parte correspondiente a Valentía, literalmente también en:
«Las colonias romanas de Valentía, Carthago Nova, Libisosa e Ilici. Aportaciones al
estudio del proceso de romanización del S. E. de la Península». Homenaje al profesor
Cayetano de Mergelina, 1962, pág. 367 y ss.), pág. 454, se explica GARCIA Y BELLIDO,
en cuanto al temprano status jurídico, como sigue: «Si entonces [es decir, en su fundación el 138 a. C.] recibió también el título de colonia con todos sus derechos, es cosa
no segura». Igualmente sobre el origen de los colonizadores.
-194-
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LA FUNDACIÓN DE VALENTIA
3
dillo y la rápida derrota de su sucesor Tautalos (8), tuvieron que entregarse a los romanos? (9).
2.
¿Qué ciudad moderna ha de identificarse con la citada Valentia: a) Valencia (del Cid); b) Valenc;a, en la orilla izquierda del Miño
(Portugal); e) Valencia de Alcántara, en la España occidental, cerca
de la frontera portuguesa?
Lógicamente, estas cuestiones han sido objeto, ante todo, de la investigación española desde el Renacimiento (10), pero también fuera
de España ha habido siempre renovado interés en aclarar la noticia
de la Periocha, que para nosotros representa una información extremadamente preciosa sobre el desarrollo general de la urbanización en
la Península Ibérica y la política colonizadora romano-republicana.
Sirvió de pauta durante mucho tiempo en la moderna investigación
la interpretación de Th. Mommsen, quien veía en la Valentía de la Periocha la conocida Valencia (del Cid). Según él, los primeros colonizadores son lusitanos y la ciudad fue probablemente fundada como colonia, pero tal vez en principio como cotonia de derecho latino (11). En
F. Münzer apareció luego, por lo que he podido apreciar, por primera
vez, la idea de que los soldados de Viriato hayan podido ser los coloni0
)
(S) Apiano, Iber. 320 (ed. Viereck-Roos); según Diodoro 33, 1, 4, se llama Tautamos.
(9) Apiano y Diodoro, o. c. n. 8.
(10) Véase sobre los antiguos cronistas el Informe, más accesible que !al:> crónicas
originales, de E. PLA BALLESTER: «Los cronistas de Valencia y la fundación de la
ciudad», en «La ciudad de Valencia. Estudios varios». Papeles del Laboratorio de
Arqueología, 1, 1962, pág. 61 y ss. Otras manifestaciones de otros investigadores españoles má s antiguos en P. BOSCH GIMPERA y P. AGUADO BLEYE: « L~ conquista
de España por Roma (218 a 19 a . J . C.)» en «Historia de España», dirigida por
R. MENENDEZ PIDAL, II, cap. 3.•, 1935, pág. 134 y ss.; no consultadas por mí.
(11) «Romische Geschichte», tomo 27, 1881, pág. 17, «Romisches Staatsrechb>,
tomo 3.3, 1887-8, pág. 736, nota 2. También HüBNER, CIL II, pág. 500 y ss. contaba
desde un principio con la fundación de una colonia en la hoy ciudad de Valencia
(del Cid), si bien no aclara qué círculo de personas fueron colonizadas, según su
opinión, a MOMMSEN se refiere expresamente E. KORNEMANN, RE 4 (1900), págs.
516 y 528 s. v. «Coloniae». Fundamentalmente fueron también de la misma opinión una
serie de investigadores como M. MARCHETTI, Diz. Epigr. 3 (1962), 797 y s., s. v.
«Hispania». A. VIVES ESCUDERO: «La moneda Hispánica», tomo 4, 1924, pág. 15,
pero sin precisar nada en cuanto al origen de los soldados. VIVES ESCUDERO
relaciona erróneamente el nombre del cónsul con D. FA VIUS BRUTUS; tampoco estaba
BRUTUS vinculado con el acuñador de monedas Q. F ABIUS MAXIMUS, sobre el que
volveremos a hablar. Además, J. J. VAN NOSTRAND en TENNEY FRANK: «An
economic Survey of Ancient Rome», tomo 3, 1937, pág. 137, aunque contrariamente
a MOMMSEN, es escéptico en creer que los lusitanos obtuvieran algún derecho
ciudadano. Con colonizadores indígenas, en primer lugar, pero con una población
peregrina cuenta, por lo visto F. HAMPL, RhM. N. F . 95, 1952, págs. 62 y 69,
pero su exacta interpretación no queda clara ya que habla (pág. 70) de ~ Burguesía
de la antigua comunidad provincial, acogida con todos los derechos en la colonia».
-195-
[page-n-196]
4
R. WIEGELS
zadores de Valen~a do Minho (12). La, hasta el presente, más importante Historia general española sobre la Historia pre-romana y romana,
la Historia de España, dirigida por R. Menéndez Pidal, ya en su primera edición y de forma significativa, recoge a través de Bosch Giropera y Aguado Bleye, la cuestión del lugar de colonización, volviendo
con ello a plantear la discusión de las tres Valentiae, pero también aquí
son, sin embargo, los guerreros de Viriato los colonizadores (13). Si bien
Schulten había admitido primeramente la interpretación de Mommsen
y mas adelante la de Münzer, defendió con posterioridad la opinión de
que las personas asentadas por Bruto eran antiguos soldados de Roma
que encontraron en la Valentía (del Cid) su nueva residencia (14). Quedaron así expuestas las más importantes propuestas de solución del problema, a las que más adelante hicieron referencia numerosos criterios,
bien de forma expresa, bien de forma callada. El por qué del notable
1·esurgir de la discusión sobre Valentía es debido, por una parte, al creciente interés por parte de los investigadores por los problemas de la
colonización, con lo cual el status jurídico de las poblaciones, como sucede en el caso de la colonización de Hispania (15) adquiere una importancia cada vez más destacada, y por otra parte, la conmemoración en
Valentía (del Cid), el año 1962, de los 2.100 años de su fundación, he-
(12) RE 10 (1918), pág. 1.022, s. v. «D. lunius Brutus Callaicus». También a
MüNZER hace referencia H. GUNDEL, RE 9A (1961), pág. 224, s. v. «Viriatus»; véase
también del mismo en «Caesaragusta» 31/32, 1968, pág. 192, remitiéndose a veces de
manera indireCta a A. SCHULTEN, RE 7A (1948), pág. 2.148 y ss. s. v. <;Valentía»,
como se verá a continuación.
(13) BOSCH y AGUADO, o. c. n. 10, pág. 134 y s. También es considerado como
problema, en la exposición de R. THOUVENOT: «Essai sur la province romaine de
Betique.» Bibl. des Ecoles Fran~. d'Athenes et de Rome, 1940, pág. 130, nota 3, y en
el asiduamente consultado «Üxford Classical Dictionary» de J. J. NOSTRAND y
M. l. HENDERSON, s. v. «Valentía» (1948 sin modificar 2 1970), queda abierta la
cuestión sobre la localización.
(14) De manera semejante a MOMMSEN se expresó SCHULTEN en «Untersuchung zu Viriatus», Neue Jahrb. f. d. Klass. Altertum, 39, 1917, pág. 228, asi como en
cFontes Hispaniae Antiquae», tomo 3, 1935, pág. 28 y tomo 4, 1937, pág. 139, dando
por posible, juntamente con MüNZER, Valencia do Minho como Jugar de colonización,
al hallarse dicha población de la región de la guerra ofensiva de Brutus, miE'ntras que
la Valentía situada en la costa oriental española está demasiado alejada del territorio
residencial de los lusitanos.
La opinión definitiva de SCHULTEN se encuentra en su ~rticulo RE «Valentía»
citado en la nota 12. De igual forma pensaba ya C. H. V. SUTHERLAND: «The
Romans in Spain, 217 B. C.-A. D. 177», 1939, pág. 79 y s. y 116.
(15) Entre las primeras y las últimas investigaciones señalamos a P. VITTINGHOFF: «Romische Kolonisation und Bürgerrechtspolitick unter Caesar und Augustus.» Abh. de Akad. Meinz, Geistes- und Sozialwiss. Klasse, 1951, 14 (1952), pág. 73
con nota 2. VITTINGHOFF, al igual que SCHULTEN y SUTHERLAND, se opone a la
opinión de que fueran asentados en Valentía veteranos romanos y que la ciudad fuese
una colonia de ciudadanos romanos. Con ello ataca la opinión de M. GRANT que
últimamente vuelve a la de MOMMSEN y se opone a SUTHERLAND, en su estudio:
«From Imperium to Auctoritas. A Historical Study of Aes Coinage in the Roman
-196-
[page-n-197]
LA FUNDACIÓ;'I DE VALENTIA
5
cho que demostró claramente las contradictorias interpretaciones de los
investigadores hispanos.
Volvió al primer plano de la cuestión sobre el emplazamiento de la
Valen tia citada en la Periocha (16). Habían precedido a las consideraciones de García y Bellido (17), dos artículos españoles, no siempre tenidos en cuenta, que habían tratado, los primeros desde hacía mucho
tiempo, detalladamente el problema. Primero inició C. Torres una interpretación, hasta ahora única, de Liv. per. 55 (18). Según él, fueron
asentados en Valencia (del Cid) Jos ex-combatientes de Viriato, pero
no por Bruto, al no encontrarse Valentia bajo la jurisdicción del gobernador de la España Ulterior (donde Bruto ejercía sus funciones), sino
solamente en su año consular. Aproximadamente por el mismo tiempo
F. Mateu y Llopis, que estudió principalmente las acuñaciones valencianas, interpretó la noticia de la Periocha en el sentido de que en el
Empire 49 B. C. - A. D. 13», 1946, (reimpresión con correcciones en 1969), pág. 4'i~,
de que Valentía fue una ciudad latina. Piensa igualmente en veteranos romanos
E. T. SALMON: «Roman Colonization under the Republic», 1969, pág. 132 y nota
257, pero se defiende mayormente el punto de vista afirmado por GALSTERER:
Colonización de lusitanos en Valencia (del Cid). Citemos a T. R. S. BROUGHTON,
CHM 9, 1955-56, p.ág. 132 y s.; A. J. N. WILSON en una larga «note: the colonization
of Valentía», en: «Emigration from ltaly in the Republican Age of Rome», 1966,
página 40 y ss.; A. DEGRASSI, MAL serie 8, tomo 14, 1967-68, pág. 37, y mis recientemente P. A. BRUNT: «
las siguientes publicaciones, además de las que en otros apartados mencionamos.
D. FLETCHER: «La Tyris ibérica y la Valentía romana.» Boletín de la Sociedad
Castellonense de Cultura, XXIX, 1953, pág. 291 y ss.
D. FLETCHER: «El problema de la Tyris ibérica y la Valentía romana.» Dos mil
cien años de Valencia, 1962, pág. 43 y ss. con abundante bibliografía.
D. FLETCHER: «Consideraciones sobre la fundación de Valencia.» Archivo de
Prehistoria Levantina, X, 1963, pág. 193 y ss.
N. P. GOMEZ SERRANO: «Epocas de la ciudad de Valencia. Tyris, Valentía,
Brutobria, Valen tila, Balensya, Valencia>>, 194 7.
N. P. GOMEZ SERRANO: «Tyris, Valentía, Brutobria.» Dos mil cien años de
Valencia, 1962, pág. 117 y ss.
P. BELTRAN VILLAGRASA: «Lo que dicen las lápidas y las monedas valencianas en reiaci6n con la ciudad y sus orígenes.» Dos mil cien años de Valei!cia, 1962,
página 59 y ss.
M. TARRADELL MATEU: «La fundación de Valencia.» Dos mil cien años de Valencia, 1962, pág. 131 y ss.
M. TARRADELL MATEU: «Valencia, ciudad romana. Estado actual de los problemas.» La ciudad romana de Valencia. Papeles del Laboratorio de Arqueología de
Valencia, 1, 1962, pág. 5 y ss.
Según TARRADELL, fueron guerreros de Viriato los colonizadores de Valentía;
según FLETCHER, fueron veteranos del ejército romano. Estas opiniones conducen,
finalmente, a reiteradas polémicas entre este último, de una parte y C. CALLEJO
SERRANO y E. DIEGUEZ, de otra, en la revista, generalmente poco conocida,
«El Miliario Extravagante», seguida por mi en varios números entre 1964 y 1966.
(17) GARCIA y BELLIDO, o. c. n. 7: «Las colonias romanas», pág. 454 y ss. Esta
interpretación es recogida también por J. M. BLAZQUEZ, en Emerita 30, 1962,
nota 3 y en Hispania 24, 1964, pág. 169.
(18) C. TORRES: «La fundación de Valencia.» Ampurias XIII, 1951, pág. 113 y ss.
-197-
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6
R. WIEGELS
año 138 a. C., Bruto y su antecesor Servilio Cepion, asentaron soldados
lusitanos en una población ya existente, sin que la denominación de la
ciudad con el nombre de Valentia tuviera relación con Bruto, sino que
pudo nacer de una idea espontánea de la población allí residente; con
todo, en 138 a. C. se constituyó, es cierto, una colonia romana (19). Esta
breve reseña bibliográfica, muy incompleta, demuestra claramente el
escaso acuerdo alcanzado hasta ahora. Pero, desde luego, hay que reconocer que sólo en algunos casos se ha discutido a fondo el problema de
Valen tia (20). La mayoría de las consideraciones presentan, o bien tesis
apodícticas e infundadas, o se reducen a una aleatoria selección de citas,
de todo lo cual es indicativo la considerable lejanía que existe entre la
investigación hispánica y extranjera. Parece, pues, útil dedicar de nuevo la atención al tema de Valentía, teniendo en cuenta los resultados
obtenidos hasta ahora.
La primera noticia segura sobre el status jurídico de Valentía, que
concierne sin duda a la Valencia (del Cid) de hoy, data del año 60 a. C.
En esa fecha la ciudad ya tenía rango de colonia (21), si bien del texto
que acredita dicho rango, no se desprende si era ya entonces una colonia romana o latina (22). También Plinio el Viejo, en su N. H., nombra
(19) F. MATEU y LLOPIS: «Las monedas romanas de Valentia.» Numisma 3,
1953, pág. 9 y SS.
(20) Deben nombtarse sobre todo los investigadores españoles TORRES, FLETCHER, GARCIA BELLIDO y TARRADELL, así como los estudios sobre este tema,
ele WILSON, GALSTERER y BRUNT.
(21) CIL IX 5275 = ILS 878 = ILLRP 385 (de Asculum), que GALSTERER,
o. c. n. 6, nota 42, refiere con razón a la Valentia hispánica, puesto que ni la Vibo
Valentía italiana en Bruttium, ni la Valentía narbonense poseían por aquella época
el rango de colonia.
(22) Los conceptos sobre el derecho personal por aquel entonces de los ciudadanos
de Valencia, dependen, naturalmente también, de qué círculo de personas vea uno en
los primeros habitantes de Valentía. Si se quiere explicar con toda claridad se notará lo
siguiente: Si son los lusitanos para los que se fundó la ciudad, se calcula a partir de
138 a. C. bien con una colonia peregrina (TORRES, TARRADELL, WILSON,
GALSTERER, BRUNT), bien con una colonia latina (MOMMSEN, KORNEMANN,
este último con ciertas salvedades y DEGRASSI; GRANT carece de una segura afirma ción de la vinculación étnica de los primeros ha bitantes) y hasta con una coloni a
romana (MATEU y LLOPIS) y, caso de suponer una modificación del status en el
transcurso de la primera mitad del s. I a. C. con la transformación en una colonia de
ciudadanos romanos por la época de las guerras de Sertorio (de forma terminante sólo
GALSTERER; en BRUNT, TARRADELL y en el OCD sólo se determina el rango de
colonia por aquel tiempo, sin precisar los derechos personales. KORNF.MANN y
WILSON, sin embargo, no ven en la inscripción hallada en Asculum una prueba segura
que demuestre la existencia de una colonia de ciudadanos romanos). Si se supone una
colonización romana, se cuenta bien sea con una colonia desde el principio (SCHULTEN,
o. c. n. 12, sin más especificación), con una comunidad peregrina (SALMON) o se dej a
abierta la cuestión y se decide por la existencia de una colonia de ciudadanos romanos
lo más tarde el 60 a. C. (GARCIA y BELLIDO, VITTINGHOFF).
También, como se ve, la confusión sobre este punto es evidente.
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LA FUNDACIÓN DE VALENTIA
7
Valen tia sin más detalle, entre las colonias de la Tarraconense (23), lo
que significa (que por lo menos en tiempo augusteo, del que proceden
los documentos seguramente oficiales que sirvieron a Plinio para determinar el régimen de las ciudades hispánicas), Valen tia era una colonia de ciudadanos romanos, pues Plinio, si bien en los municipios
distingue nítidamente entre los latinos y los romanos, no lo hace para
las colonias, donde tampoco necesitaba hacerlo, pues no se puede acreditar con seguridad que ni una sola de las poblaciones hispánicas haya
seguido siendo latina durante el principado (24). La falta de cognomina en los nombres de ciudades hace suponer, además, que el status
jurídico de la ciudad no fue ya modificado, por lo menos ni por César
en sus últimos años, ni por su hijo adoptivo (25). Quiere esto decir, a
su vez, que la ciudad que en época posterior recibió todavía el derecho
itálico (26), pertenecía con toda seguridad a las más tempranas colonias
de ciudadanos romanos en la Península Ibérica y hasta cabe que haya
sido la primera colonia de este género en Hispania (27).
No dejaría de ser curioso que, precisamente, esta ciudad fuera la
misma que se fundara primitivamente .para los soldados lusitanos de
Viriato, incluso si se acepta la existencia de una segunda deductio de
ciudadanos romanos, de mayor importancia, en el transcurso del primer
tercio del s. I a. C. (28). No resulta fácil de entender que tal asentamiento oficial haya tenido que llevarse a cabo precisamente en una colonia
(23) Plinio, N. H. 3, 20: «Valentía colonia !TI p. a. mari remota ...»
(24) Sobre la persistencia supuesta por GALSTERER, de Carteia colonia latina
de la época imperial, véase mi crítica a GALSTERER, en BJ 173, 1973 (en prensa)
y próximamente «Zum Rechtsstatus von Carteia wahrend des Prinzipats», probablemente en MDAI (M) 15, 1974.
(25) Respecto a los sobrenombres de las demás colonias de Hispania, véase
B. GALSTERER-KROLL: « Untersuchungen zu den Beinamen der Stadte des Imperium
Romanum.» Epigraphische Studien 9, 1972, especialmente pág. 107 y ss.
(26) D 50, 15, 8 pr.
(27) Sobre las demás colonias de ciudadanos romanos en la península ibérica,
véase VITTINGHOFF, o. c. n. 15, págs. 72 y 104; GARCIA Y BELLIDO, o. c. n. 15
(«Las colonias ...») passim, así como GALSTERER, o. c. n. 6 passim, con más literatura.
Según los estudios de éste, ninguna de esas colonias pueden remontarse con seguridad
hasta la época precesariana, si bien sus esfuerzos para localizar colonias Nmanas y
latinas desconocidas nasta ahora, no me han convencido siempre, véase crítica citada
en nota 24.
(28) Efectiva mente, es obligada esta suposición si se ve a los lusitanos como los
primeros colonizadores. según lógicamente propone también GALSTERER, o. c. n. 6,
página 12, nota 42. Bajo esas premisas no pueden mantenerse las opiniones de
MOMMSEN, KORNEMANN y DEGRASSI, que cuentan con una colonia latina desde
el principio (la idea errónea de MATEU y LLOPIS, colonia romana desde el 138 a . C.,
no precisa ser reba tida). Si GALSTERER, o. c. n. 6, pág, 12, nota 42, incluye también
en esa serie a SCHULTEN , o. c. n. 12, resulta desacertada su crítica, por no apreciar
las hipótesis muy distintas de SCHULTEN, quien supone que los primeros colonizadores fueron veteranos del ejército romano, pero, cosa rara, GALSTERER, hizo caso
omiso de esta interpretación, contraria a su propio criterio.
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8
R. WIEGELS
que, según este criterio, había sido fundada para los antiguos enemigos
de Roma y, por tanto, para un grupo de personas de origen y mentalidad muy distintos a los romanos, y la solución de esta dificultad supondría una interpretación muy forzada de las fuentes. Se creía haber
Emcontrado una prueba para esta tesis en varias inscripciones valencianas donde aparece valentini veterani et veteres o uterque ordo valentinorum (29). Pero en la medida que pueden ser datadas estas inscripciones, pertenecen lo más pronto al tercer siglo después de Cristo (30) .
Resulta, pues, más que dudoso que se pueda ver en esos documentos
algún reflejo sobre dos fases de colonización en los orígenes de la ciudad, tal vez una primera deducción de soldados de Viriato (veteres) y
otra segunda, durante o después de la guerra de Sertorio, de gentes pertenecientes al ejército romano ( veterani) (31). Lo cierto es que de ningún modo puede sacarse de veteres et veterani y uterque ordo la existencia de dos entidades cívicas independientes, como suele ocurrir a
menudo y que fue rechazada por Galsterer (32) .
En principio prevalece, naturalmente, la posibilidad de un segundo
asentamiento en tiempos de Sertorio, en favor del cual no falta algún
testimonio pues la ya citada inscripción republicana dedicada al legado
de Pompeyo, Afranio (33), puede haber sido hecha con motivo de una
(29) «Valentini veterani et veteres», CIL 11, 3733-3737, 3799, 3741; AE 1938,
página 24: «Uterque ardo Valentinorum»; CIL 11, 3745; véase también cmniwrsus ardo
Valentinorum»: AE 1933, pág. 5, y «decuriones Valentinorum veteranorum». AE 1933,
página 5, 1938, página 23 Véase sobre el tema: P. BELTRAN : «Hallazgo de lápidas
romanas.» Anales del Centro de Cultura Valenciana 1, 1928, pág. 90 y ss. y P. BELTRAN: «Nueva inscripción romana.>> Anales del Centro de Cultura Valenciana, I,
1928, pág. 169 Y S.
(30) Véase GALSTERER, o. c. n. 6, pág. 12, nota 44. La inscripción de fecha más
antigua es CIL Il 3741 (poco después de 206 d. C.) la última AE 1938, pág. 24
(270-275).
(31) Por ejemplo, TORRES, o. c. n. 18, pág. 120, cambiando la interpretación de
«veteres» y «Veterani». TARRADELL, o. c. n. 16 («Valencia, ciudad romana ... »), pág.
19; WILSON, o. c. n. 15, pág. 41 y s. También SCHULTEN, RE o. c. n. 12, pág. 2.149 y
GARCIA Y BELLIDO, o. c. n. 7 («Las colonias ... »), pág. 455, que ven en los colonizadores de Valentía soldados de Roma, acogen la inscripción como prueba de una segunda deducción en época republicana. SUTHERLAND, o. c. n. 14, pág. 116, escribe:
«Perhaps a sign of two irreconcilable elements in the colony». Otra variante en
MATEU Y LLOPIS, o. c. n. 19, pág. 21: «veteres» son los habitantes nativos de la
ciudad de la época anterior a 138 a. C., o sus descendientes; «veterani», legionarios
romanos que se asentaron en el curso de la continua latinización en Valentía. Según
FLETCHER, o. c. n. 16 («Consideraciones ... »), pág. 200, los «veteres» seríaa los primeros colonizadores romanos y sus descendientes y «veterani» soldados romanos asentados posteriormente.
(32) GALSTERER, o. c. n. 6, pág. 53 y ss., con más literatura y discusión detallada de los distintos casos.
(33) Véase nota 21, Afranius era legado de Pompeyo en el año 75 a. C., pOi"
error, 55 a. C. en FLETCHER, o. c. n. 16 («Consideraciones ... »), pág. 200. La inscripción data del año con<>ular de Afranius.
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LA I"U :\ DACIÓN DE VALENTIA
9
colonización de mayor importancia. Pero la cita veteres y vete'rani no
prueba dicha colonización ni mucho menos puede sacarse de esta fórmula la vinculación étnica de los veteres, de modo que estas inscripciones
nada pueden aportar a nuestra cuestión (34).
Dicha incongruencia entre una colonización por lusitanos y el primitivo status de una colonia de ciudadanos romanos también indujo a interpretar que el sub Viriatho sólo fuera una indicación temporal (en tiempo de la guerra de ViTiato) pero que fueron soldados procedentes del ejército romano los que fueron asentados, o bien que debe pensarse en otra
ciudad Valentía respecto a la colonización de soldados de Viriato. Especialmente, a raíz de esta última suposición se creía haber resuelto simultáneamente el antipático problema de interpretación filológicamente
no muy fácil y hasta imposible (35) del sub Viriatho. Esta cómoda solución, y en ello radica uno de los principales méritos de la investigación
española, ha quedado eliminada: la Valen tia citada en la Periocha, teniendo en cuenta la tradición de los nombres, sólo puede ser la conocida
Valencia en la costa oriental española, ya que los nombres de las otras
poblaciones propuestas son medievales y no pueden en ningún caso remontar su origen, ni siquiera «grosso modo», hasta la época de la fundación, y quedan, por lo tanto, eliminadas para la identificación de la
antigua fundación al término de la guerra de Viriato (36). Sin embargo,
con ello reaparece en toda su dimensión el antiguo y mas importante
problema sobre los primitivos colonizadores de Valentía.
(34) GALSTERER, o. c. n. 6, pág. 54, cuenta con un asentamiento suplementario
en el segundo o tercer siglo d. C. (véase asimismo BRUNT, o. c. n. 15, pág. 591 y s.) tal
vez la mejor explicación, si bien podría tratarse de cualquier otro hecho de esta época;
piénsese, por eJemplo, en las designaciones como «Foederatus» en los nombres de
ciudades, etcétera. Véase A. VEYNE, Latomus 19, 1960, pág. 429 y ss. En cualquier
caso, la persistente eYpresión «veteres et veterani>) que podemos perseguir más de
sesenta años del siglo tercero, es notoria.
(Nota: Con una Jeducción posterior a época augustea, relacionada con la concesión
del «ius Italicum)), cuenta BLEICKEN en su trabajo contenido en Chiron 4, 1974,
página 397, nota 92. Agradezco la autorización del autor y de la redacción de Chiron
para conocer su artículo. No se puede ni es necesario aquí entrar en más dt talles).
(35) Véase más abajo, más detalles.
(36) Sobre el particular, TORRES, o. c. n. 18, pág. 113 y ss. fue el primero en
llamar la atención. También TARRADELL, o. c. n. 16 («Valentía ciudad romana ...))),
l>ágina 16 y ss. subraya esta circunstancia. Por último la polémica entre FLETCHER
y C. CALLEJO SERRANO y E. DIEGUEZ en «El Miliario Extravagante)) 1964-66,
muestra que todos los intentos de salvación para otras «Valentiae)) como lugar de
asentamiento de los lusitanos, especialmente la Valencia de Alcántara, defendido por
los últimos, se desvanecieron, sin perjuicio de las reflexiones, especialmente por parte
de CALLEJO SERRANO, al problema entero. Renunciamos a recalcar aquí los deta~les de esta «disputatio)), digna de leerse y aún divertida: Valencia de Alcántara,
primitivamente portuguesa, pertenece a toda una serie de poblaciones portuguesas con
el nombre «Valencia» que datan de la Edad Media. Es de notar, también, que Valen<;a
do Minho queda descartada, asimismo por rr.otivos cronológicos ya que el avance
de Brutus en esta región data de mucho más tarde que la colonización de que habla
la Periochae. Véase TORRES, o. c. n. 18, pág. 114.
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R. WIEGELS
Para su posible solución debe examinarse, en primer lugar, la lite,
ratura tradicional.
Nuestra fuente principal sobre la guerra de Viriato, Apiano, informa que los lusitanos, después de los funerales de Viriato, volvieron a
enfrentarse bajo su nuevo caudillo, a los romanos, probablemente contra
Carthago Nova más que contra Sagunto (37) y penetraron en el territorio de la costa sudeste de España. Desde allí fueron rechazados por
Cepion, gobernador de la Hispania Ulterior en 139/138 a. C. (38) a través de Baetis, haciéndolo, según indica Simón (39), probablemente con
acierto, de sur a norte (40). Cepion, que los perseguía de muy cerca, obligó
a Tautalos a la total capitulación. En esta deditio, los lusitanos tuvieron
que entregar todas las armas, concediéndoles, sin embargo, suficiente
iierra para que la miseria no les obligara a nuevas guerras (41), causa
que se cita repetidas veces como motivo de los ataques lusitanos (42).
Esta versión de Apiano en cuanto a la colonización, se encuentra de forma muy parecida en el extracto de Photius, de Diodoro (43). También,
según éste, es Cepion quien efectúa la colonización, indicándose, además,
que los lusitanos recibieron una ciudad (polis) como centro del asentamiento (44).
(37) En Apiano los datos sobre Sagunto y Carthago Nova se confu nden a menurlo, cf. Iber. 47 referente a la caída de Sagunto en manos de los cartagin<'ses y 74
sobre la capital de los cartagineses, por lo demás, Sagunto es localizado por él mucho
más al norte, cf. lber. 25. Para nuestro problema no interesa contr:::. qué ciudad tuvo
lugar la desesperada ofensiva de los celtíberos, v. SIMON, o. c. n. 3, pág. 138, nota 70.
Tal dirección corresponde absolutamente a algunas acciones de Viriato. V. al respecto
el instructivo mapa de H. GUNDEL, o. c. n. 112, pág. 209 y del mismo en «Caesaragusta» 31/32, 1968, después de pág. 176 y en «Legio VII Geminall, León, 1970, pág. 130.
(38) El gobernador competente para esta región, el procónsul Popillius Laenas
estaba sujeto, en esta fecha, al campo de batalla nórdico; las medidas dictadas por los
romanos contra los lusitanos ante las acciones del enemigo, las tomaban, naturalmente, los gobernadores de la Ulterior si la guerra se extendía a la provincia vecina.
(39) V. SIMON, o. c. n. 3, pág. 138.
(40) Totalmente inútiles y sin ningún provecho son los intentos de identificar al
Baetis con otro río situado más cerca de la costa oriental (V. TORRES, o. c. n . 18,
página 118) y no con e! Guadalquivir actual.
(41) Apiano, Iber. 320.
(42) Véase Apiano, Iber. 249, en que da noticia de la pérfida hazaña d!;' Servius
Galba que en el año 150 a. C. obligó a los lusitanos, con la promesa de reparto de
tierras, a la rendición que convirtió en un cruel derramamiento de sangre de los
indefensos lusitanos. También Apiano, lber. 258, solamente pocos años rr:ás tarde.
Del final de los años 80 del segundo siglo, Apiano, lber. 172. Sobre la búsqueda de
tierra como causa de las guenas, véase H. GUNDEL, en «Legio VII Geminall,
página 122.
(43) Diodoro 33, 1, 4.
(44) Aparte de las Periochae, en Apiano y Diodoro no se ha mantenido ningún
indicio de esta acción en la tradición literaria. Tampoco el epitome de Livius recogido en
el Papyrus Oxyrhynchus, 668 (ed. O. ROSSBACH) (v. E. KORNEMANN: «Die neue
Livius-Epitome en Oxyrhyncus», Klio. Bhft. 2, 1904) que describe los sucesos de la
época, no relata nada sobre esta cuestión.
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LA FUi\DACIÓN DE YALENTlA
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Llaman la atención dos diferencias importantes con respecto a la
nota de la Periocha: 1) Según Apiano y Diodoro es Cepion el que efectúa el poblamiento. En la PeTiocha, sin embargo, lo hace su sucesor
en el cargo de gobernador, Iunio Bruto. 2) Unicamente en la Periocha
se cita el nombre de la ciudad, Valentía, mientras que en las otras dos
fuentes nada se dice. Por lo que respecta a las fuentes de estas tres noticias paralelas, por lo visto se trata de dos distintos orígenes; de una
parte Diodoro y Apiano y de otra la Periocha. Las coincidencias objetivas de Apiano y Diodoro, que no desaparecen en el extracto de Photius, se aprecian claramente. Ambas proceden, aparentemente, de la misma tradición, cuyo principal autor es, probablemente, Posidonio, que está
detrás, también, según demostró Simon (45) del gran elogium de Viriato (46), inmediatamente anterior. Livio, en contacto, sin duda, con la digP.ificación de Viriato (47), probablemente también influido por Posidonio, sigue una vez más, por el contrario, sus fuentes analíticas, sobre
todo Claudio Quadrigario y Valerio Antias, cuyas obras constituyen las
principales referencias del historiador augusteo para los hechos de aquella época (48). Encuéntrase, pues, en la Periocha material informativo
propio y suplementario, no abolido por la tradición paralela. El punto
crítico sigue siendo, pues, per. 55.
Los testimonios de Apiano y Diodoro muestran independientemente
y fehacientemente que, en efecto, se concedió por los romanos a los antiguos soldados de Viriato, tras su deditio, terreno y un centro de colonización, de forma que no es posible pensar que tras is, qui sub Viriatho
militaverant, a los que, según la Periocha, Bruto agros et oppidum dedit
se esconda un grupo de gente que no sean los lusitanos. La suposición
contraria (con idea de encontrar en el texto de la Periocha una base para
la interpretación de que fueron asentados en el 138 a. C. soldados romanos en Valentía) quiso entender por sub Viriato únicamente la indicación de la época. Esta tesis ha sido mantenida últimamente por Fletcher,
señalando que sub pudiera tener significado temporal, como por ejemplo
(45) SIMON, o. c. n. 3, pág. 135 y ss., nota 69. Polibio queda eliminado como
fuente literaria, ya que no sigue la guerra lusitana más allá de su obra principal
(v. SIMON, o. c. n. 3, pág. 102, nota 2).
(46) El que el orden en Diodoro 33, 1-4 (Elogio de Viriaco - Narrar.:ón de los
sucesos - Muerte - Derrota de su ejército) se basa en el compendio de Photius, lo
demuestran las Excerptas Const. 2 (1), pág. 301 = Diodoro 33 21a , según las cuales
el elogio de Viriato sigue también en Diodoro al relato del fun eral (v. también
SIMON, o. c. n. 3, pág. 135 y s., nota 69).
(47) Se encontraba al final del Libro 54 (v. per. 54).
(48) Véase A. KLOTZ, RE 13 (1926), pág. 841, s. v. <: Livius»; del mismo:
«Livius und seine Vorganger» Neue Wege zur Antike II 11, 1941, 3. Heft. bes,
página 287.
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sub Domitiano que significa en ciertos contextos en tiempos de Domiciano (49). Este criterio no tiene en cuenta, sin embargo, que si bien una
guerra entera puede ser llamada como el enemigo (bellum Viriathinum,
lugurthinum, Mithridaticum, etc. (50), es decir, guerra de los romanos
contra Viriato, contra lugurta o Mitridates) no es admisible determinar
el servicio de soldados romanos con la época del adversario. Si se tuviera
que achacar, de todos modos, el empleo de sub al autor de la Periocha y
no a Livio, ya que no es costumbre en él (51) pueden aportarse, por otra
parte, numerosas pruebas, también en Livio, de pugnare, militare, etc.
sub alicuo (con o sin agregación de imperatore, duce, etc.) refiriéndose
a generales bajo cuyo mando sirvieron los soldados (52). Tanto bajo el
punto de vista filológico como, según demuestra la conservación de las
coincidencias mencionadas, no puede dudarse fundadamente de un asentamiento colectivo de lusitanos, ni de que la noticia de la Periocha describe estos mismos hechos.
A pesar de ello, debido a las diferencias entre las fuentes, se plantea
la cuestión de quien promovió la colonización y dónde tuvo lugar la misma. La primera parte de la pregunta puede contestarse fácilmente en
el sentido de que Bruto, como sucesor de Cepion, llevó a cabo la colonización prometida por éste a los lusitanos a fines del 139 a. C. (53), como
uno de sus primeros actos oficiales en Hispania (54), quedando con
ello sin valor la forzada interpretación de Torres de la clara indicación
(49) FLETCHER, o. c. n. 16 («Consideraciones ... »), pág. 197 y ss. y nota 10.
La evidente coincidencia objetiva de las fuentes, que en su interpretación ocasiona
grandes dificultades, no puede ser aclarada por él de forma convincente, tampoco en
((El Miliario Extravagante», 10, 1965, pág. 240.
(50) Thesaurus Jinguae Latinae, s. v. «Bellum», 1581 y s.
(51) Unicamente en locuciones como «sub luce», «sub die», «Sub note>>, etcétera,
v., por ejemplo, R. KüHNER- C. STEGMANN: «Ausführliche Grammatik der
lateinischen Sprache», 4, 1962, tomo 2, pág. 570; D. W. PACKARD: «A cor.cordance
to Livy», 1968, S. V. «SUb».
(52) V., por ejemplo, Liv. 29, 2,2 : «qui sub duce Marcello militaverant.»
Vell. 2, 9, 4 : «celebre et Lucilii nomen fuit, qui sub P. Africano Numantino bello
eques militaverat» (caracterizado por encontrarse uno al lado del otro, la indicación
de la época, «bello Numantino» y del caudillo, «Sub P. Africano»); Plinio N. H.
proef 30: «Cato ... qui sub Africano immo vero et sub Hannibale dedicisset militare»
(la formulación «et sub Hannibale dedicisset militare» que resulta, por la añadidura
de «immo vero», un empleo metafórico de «militare sub», muestra perfectamente que
la expresión significa siempre la subordinación bajo el propio general) ; Plinio,
ep. 3, 20, 5, etcétera.
(53) La fecha se evidencia por el hecho de que las discusiones del Senado
respecto a las recompensas exigidas por los asesinos y presuntos amigos de Viriato,
según ep. Oxyrh. 55 Z, :J.Ol (véase también autc. de vir. ill. 71,3) sólo tuvieron lugar
el año 138 a. C.
(54) Interesante es per. 55. Aquí se relata, en cuanto al escenario de la guerra
hispánica, primero la medida tomada por Bruto, a continuación se ocupa de los
sucesos de Numancia, para luego proseguir con la estrategia de Bruto en Lusitania.
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LA FU!'DACIÓN DE VALENTIA
13
en la Periocha (55); sigue siendo, sin embargo, problemático el lugar de
dicha colonización. Cepion y Bruto ostentaban el mando superior de la
provincia Hispania Ulterior, pero no de la Citerior, donde se encuentra
el supuesto lugar del asentamiento, Valentía. Aún siendo cierta la idea
de que en la elección del lugar los romanos hayan querido aislar a los
lusitanos lo más posible de su patria (56), esto no aclara con precisión
el emplazamiento de Valentía, sino al contrario. Teniendo en cuenta el
temor de un posible cambo en la lealtad de los indígenas, con lo que
era preciso contar en el momento del acuerdo puesto que la guerra contra Jos lusitanos no había terminado, ni mucho menos, parece absurdo
asentar a esos guerreros, no faltos de experiencia, en un lugar estratégicamente tan importante como Valentia, que controlaba, en la estrecha
y llana zona litoral entre Tarragona y Carthago Nova, aún importante
por entonces (57), las vías de comunicación y, además, en una región de
las más fértiles de la España Oriental. Tal cosa no puede esperarse del
sentido práctico y de la hábil visión militar de los romanos, sobre todo
porque no debe pasarse por alto otra circunstancia: durante la guerra de
Sertorio contra los generales romanos, la región de Valentía fue repetidamente campo de duras batallas. La ciudad, que para Sertorio era un
punto clave en el dominio de la costa oriental (58), si bien pudo ser reconquistada por Pompeyo el 76 a. C., se perdió más adelante a manos de los
sertorianos (59). Salustio nos cuenta, al narrar las guerras del 76 a. C.
entre otras cosas que ínter laeva moenium et dext· um flumen Turiam,
r
quod V alentiam parvo intervallo praeterfluit (60). Valen tia se presenta,
pues, en dicha época como una ciudad muy fortificada y amurallada, una
urbs según se dice en otro lugar (61). ¿Podría haberse concedido a los
antiguos soldados de Viriato, por parte de Roma, tan fuerte fortale-
(55) Inexacta es la suposiciOn de TORRES, o. c. n. 18, pág. 114, de que Bruto
sólo haya venido a España como Procónsul. Véanse las campañas del Gobernador en
SIMON, o. c. n. 3, pág. 166.
(56) Véase TORRES, o. c. n. 3, pág. 115.
(57) Durante el período que aquí interesa, en el año 139/8 a. C. o a! invierno
siguiente, cabe que M. Popillius Laenas, como gobernador de la citerior, haya montado
su campamento invernal en Cartago-Nova, haciendo referencia, posiblemente, a ello,
el nombre de «Porta Popillia», que aparece en CIL II 3426. Véase SIMON, o. c. n. 3,
página 143, nota l.
·
(58) La importancia de Sertorio para la ciudad, se comprueba con los nombres
de algunos de sus habitantes, v. CIL 11, 3744, 3752.
(59) SCHULTEN, o. c. n. 12, pág. 2.149.
(60) Hist. fr. 2, 54 (ed. Maurenbrecher).
(61) Sallustio, Hist. fr. 2, 98, 6 (en la carta de Cn. Pompeio al Senado):
«Castra hostium apud Sucronem (Júcar) capta et proelium apud flumen Turiam et
dux hostium C. Herennius cum urbe Valentía et exercitu deleti satis clara vobis sunt».
Sobre la importancia de Valencia, véase para época posterior Mela 2, 92.
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za? (62). Unos 15 años antes, la construcción de muros emprendida por
los habitantes de Segeda en su ampliada ciudad, fue causa de la intervenc.ión de Roma en dicha zona, por ser tal fortificación, a criterio del Senado, contraria por lo menos al espíritu de los acuerdos concertados con
Tiberio Graco (63). Aunque Roma hubiese hecho una concesión en ese punto a los lusitanos, sf'guro que no hubiera sido en el lugar de Valentía (del
Cid). Añadiendo estas reflexiones a las ya apuntadas con anterioridad,
parece inequívoco el convencimiento de que Valentía no es la colonia fundada por Bruto con los soldados de Viriato, sino que debe buscarse en
otro lugar. Pero con ello amenaza la interpretación meterse en una encrucijada de la cual solo parece posible salir poniendo en duda la absoluta fiabilidad de la noticia de la Periocha, en la que, hasta ahora, nadie
ha dudado.
Dejemos, de momento, la tradición literaria y veamos otras referencias sobre la historia de la Valencia de la costa mediterránea. Una gran
aportación al problema de la fundación de la ciudad, nos la proporcionan
los hallazgos arqueológicos. En las excavaciones practicadas hasta ahora se ha comprobado que la colonia de la época romana está separada por
una capa éstéril de varios metros de la época del bronce, de muy exiguos
restos. Valentía era, pues, evidentemente, una nueva fundación del tiempo republicano (64), o sea que si nos basamos en la cerámica (fue hallada
cerámica ibérica y campaniense A y B) es una fundación que debió tener
(62) Aunque la expresión distinta de «Oppidum» en la Periocha y
todos modos que Valentía era por aquel entonces una «ciudad» de alguna importancia¡ mientras que en el sentido contrario «Oppidum», palabra que en principio sólo
quiere decir fortificación, sin que tenga que estar precisamente habitada (poco más
o menos castillo, refugio), ya empleada en tiempo de la república como concepto
superior, para ciudad-población (v. KORNEMANN, RE 18, 1939, pág. 708 y ss.), no
concreta nada sobre la extensión o fortificación del lugar de asentamiento en 138 a. C.
ni por otra parte la correspondiente griega «polis». No es muy segura, tampoco
la consecuencia sacada, por ejemplo, por MATEU y LLOPIS (o. c. n. 19, pág. 12) de
la expresión «oppidum» como prueba de que la colonización se haya efectuado en una
ciudad ya existente.
(63) Apiano, Iber. 180 y ss. ¡ Diodoro 31, 39 (v. SIMON, o. c. n. 3, pág. 15 y ss.).
Según los acuerdos existentes no les estaba permitido a los asociados de Roma la
fundación de nuevas ciudades. Se temían sobre todo los fuertes castillos, difíciles de
tomar, por lo que, acertadamente, este punto era de la mayor importaJ,cia en la
regulación de las relaciones con los indígenas. También Catón había aplicado ya la
política de supresión de murallas durante su gobernación, con gran éxito, "!n la región
del Ebro (v. Apiano, Iber. 167). Debe citarse para tiempos posteriores a la conocida
total destrucción de Numancia, el traslado de los habitantes de Termes en la meseta,
con la prohibición de construir murallas (V. Apiano, lber. 431).
(64) Con ello queda descartada la idea de una antecesora ibérica directa de la
ciudad. Sobre los hallazgos arqueológicos v. FLETCHER, o. c. n. 16 («Consideraciones ... »), pág. 202 y ss.¡ TARRADELL, o. c. n. 16 («Valentía ciudad romana»), pág. 10
y siguiente (especialmente sobre el problema de Tyris¡ afirmativamente se había
expresado MATEU y LLOPIS, o. c. n. 19, passim, quien partiendo de esta tesis postula
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LA FU~DACIÓN DE VALENTIA
15
lugar en la segunda mitad del segundo siglo a. C. La concordancia de
comprobación arqueológica y literaria sobre la fundación de Valentía
está, pues, clara. Naturalmente, la presencia de vasijas ibéricas no debe
tomarse, en modo alguno, como prueba de que fueron asentados aquí los
antiguos adversarios de Roma procedentes de las guerras lusitanas, puesto que tales utensilios pueden haber sido usados indistintamente por los
romanos (65), aparte de que en el caso de los guerreros de Viriato se
trataba de lusitanos, es decir, que por su pertenencia étnica, son celtíberos, no iberos (66). Si bien puede, pues, conformarse por medios arqueológicos la fundación de Valentía después de la mitad del s. II a C.
la acuñación local de moneda ofrece, respecto del tema del origen de
los primeros colonizadores, importantes indicios (67).
Los tipos monetarios de Valentía no son muy numerosos. Vives (68)
cita en total 6 piezas (tres tipos de ases, dos de semi ses y un quadrante).
Hace mucho que se ha reconocido que las acuñaciones de Valentía «que
sólo acuña piezas latinas, de puro estilo romano » (69), corresponden a
)a
la existencia de un establecimiento ibérico hasta época romana; TORRES, o. c. n. 18,
página 118 y GARCIA Y BELLIDO, o. c. n. 7, «Las colonias romanas ... », pero véase
ya SCHULTEN, o. c. n. 12, pág. 2.149, y FLETCHER, o. t:. n. 16, .:Consideraciones ... », pág. 194, G. MARTIN AVILA: << Estudio de los materiales arqueológicos hallados en el subsuelo del palacio de la Generalidad de Valencia». La ciudad Romana de
Valencia. Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 1, 1962, pág. 89 y ss.,
M. TARRADELL: «Noticia de las recientes excavaciones de la Universidad de Valencia». Crónica del X Congreso Nacional de Arqueología (Mahón, 1967), Zaragoza,
1969, pág. 186, C. ARANEGUI: «Cerámica gris de los poblados ibéricos valencianos».
Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 6 (miscelánea Pericot), 1969,
página 118 y ss.
(65) Esta errónea conclusión había inducido a GALSTERER, op. cit. nota 6,
página 12, nota 41, a la afirmación, casi segura, de que Valentía fuese fundada por
Iunius Brutus para Jos soldados de Viriato. Argumenta en forma similar GARCIA
Y BELLIDO, o. en. 7 («Colonias ...»), pág. 455, pero queriendo demostrar un precedente asentamiento ibérico, Tyris.
(66) Para la presencia de un mayor grupo de celtíberos en la zona de Valentía,
no tenemos indicios epigráficos ni de otra índole. Los argumentos antropológicos sobre
el particular utilizados por A. A. MENDES CORREA en Homenagem a Martins
Sarmento, Guimaraes, 1933, pág. 242 y ss., aceptados por TORRES, o. c. n. 18, pág. 121,
son extremadamente dudosos.
(67) Una bonita referencia arqueológica para la existencia de una primitiva
ciudad romana sería, naturalmente, si el templo republicano, aproximadll.mente de
fines del segundo siglo a. C. descrito por A. GARCIA Y BELLIDO en AEA 20,
1947, pág. 149 y ss. bajo el singular título «Un templo romano arcaico en Valencia»,
hubiera existido efectivamente. En realidad se trata de los restos, entretanto desaparecidos, de un santuario de montaña cerca de Almenara (provincia de Castellón de la
Plana) unos 8 kilómetros al norte de Sagunto; v. N. MESADO: «Breves Potas sobre
las ruinas romanas de Els Estanys (Almenara)». Archivo de Prehistoria Levantina
XI, 1966, pág. 177 y ss. En BLAZQUEZ, o. c. n. 17, pág. 95, nota 3, este <:Templo de
Valentía» es parte fija de la argumentación sobre dicha ciudad.
(68) VIVES ESCUDERO, o. c. n. 11, t. IV, pág. 15 y s.
(69) A. M. GUADAN: «Numismática Ibérica e Ibero-Romanan. Biblioteca Archaeológíca 6, 1969, pág. 178. V. asimismo A. BELTRAN MARTINEZ: «Curso de
Numismática», vol. 1, 1950, pág. 355 y s.
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R. WIEGELS
denarios romanos de Q. (Fabius) Maximus (70). Mientras que en el anverso muestra una cabeza romana con casco (71) y en los ases y un semis aparece como leyenda los nombres de los magistrados romanos, en
el reverso aparece la cornucopia con haces de rayos y en las mismas monedas que citan a los magistrados, la inscripción Valentia o su forma
abreviada Val (entia). Según los resultados obtenidos por la investigación numismática española, estas piezas deben datarse antes antes del
89 a. C., fecha de la introducción del tipo semiuncial en Roma (72). Naturalmente, el criterio metrológico empleado para la agrupación de las
monedas de Valentía no deja de ser problemático ya que, contrariamente
á las monedas celtibéricas de plata, los bronces del país no se ajustan
exactamente a los prototipos romanos (73). Sin embargo, las monedas de
más peso de Valentía deben datarse relativamente pronto y parece acertada su colocación antes o alrededor de 90 a. C. Yo al menos no veo ningún argumento en favor de que todas esas piezas fueran acuñadas por
primera vez en tiempos de Sertorio, como monedas de fundación de una
colonia ahora romana (74). Mas bien debe aceptarse que Valen tia, según todas las probabilidades, ya acuñaba con anterioridad a la guerra
de Sertorio, como caso excepcional en Hispania, piezas de puro estilo romano con indicación de la ciudad y nombres de magistrados completamente romanos (75).
(70) VIVES ESCUDERO, o. en. 11, vol. IV, pág. 15 y s.; H. A. GRUEBER :
«Coins of the Roman Republic in the Bristish Museum», 1910, t. 1, pág. 178 y s;
E. A. SYNDENHAN: «The Coinage of the Roman Republic», 1952, LX y pág. 57;
MATEU Y LLOPIS, o.c.n. 14, pág. 14 y ss:; TORRES, oc.n. 18, pág. 118 y ss.;
GARCIA Y BELLIDO, o. c. n. 7 («Colonias ... »), pág. 455.
(71) La interpretación de la cabeza en las monedas de Valentía corresponde a la
de los' denarios de Fabius. Inútil es el intento de MATEU y LLOPIS, o. c. n. 19,
página 14 y ss. en 3U deseo de encontrar una ciudad ibérica antecesora, de asociar este
tipo a las acuñaciones de la «ibérica» Arse=Sagunto. Según G. K. JENKINS: «Problems
of the Celtiberian Coinage». lnternationales Kongress. f. Numismatik, 6, Roma, vol. 2,
1965, pág. 220, nota 4, es al contrario, es decir, que la cabeza de Roma que aparece
en las monedas de Sagunto posiblemente es una copia directa de la de Valentía.
(72) GUADAN, o. c. n. 69, pág. 178, basándose en el reducido standard 1.mcial data
las monedas de Valentía después del 125 a. C., pág. 52, exactamente el año 123 a. C.
que, según él, fue el año de la fundación de Valentía. Para esta suposición, sin embargo, no existe el menor indicio. Con arreglo al más importante estudio de
MATEU Y LLOPIS, o. c. n. 19, pág. 17 (con la indicación del peso) estas monedas
han de fecharse, en parte, antes y, en parte, después del 89 a. C.; v. también
FLETCHER, o. c. n. 16 («Consideraciones ... »), pág. 203.
(73) JENKINS, o. c.n. 71, pág. 221 y s.
(74) V., por ejemplo, TARRADELL, o. c. n. 16 ( <~: Valencia ... »), pág. 25.
(75) Es notorio que entre los hallazgos de Azaila, tan importantes para la cronologia de las monedas locales, se encuentre una moneda de Valentía. Se supone que los
tesoros fueron enterrados durante la guerra de Sertorio, v. M. H. CRA WFO RD: «Roman Republican Coin Hoards». Royal Numismatic Society, Spec. Pub!. 4, 1969, pág. 91,
número 220. Otros criterios distintos en cuanto a esta fecha en G. K. JENKINS,
JNG 11, 1961, pág. 104, núm. 90 y 133, núm. 226. V., sin embargo, del mismo,
o. c. n. 71, pág. 219 y s. con ello obtenemos un criterio de fechas, independientemente
de la metrología para las acuñaciones de Valentia.
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LA FUNDACIÓN DE VALE:'-ITIA
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Podemos aún añadir la particularidad, ya percibida por Grant, de
la rareza de los nombres de los magistrados (76). Nombres como C. Lucien(us) ; L. Corani(us) ; T. Ahi(us) T. f.; L. Trini(us) L. f. (77), pertenecen todos a nombres itálicos apenas documentados, lo que demuestra
que sus portadores eran itálicos y no indígenas, que de una forma u otra
habían recibido la civitas Romana. No se conoce ningún gobernador u otro
romano de rango que haya podido dar motivo para aplicar dichos nombres. El puro estilo romano de las, en parte, muy tempranas acuñaciones
y los nombres de los magistrados, confirman la existencia de un estrato
superior compuesto por romano-itálicos, y formas romanas en la organización de la ciudad (Quinquennales) (78) en Valentía, con anterioridad
a la guerra de Sertorio. Esto, desde luego, concuerda mal con la suposición de una fundación para los lusitanos.
Un último y seguramente decisivo argumento en contra de esta opinión, sostenida por una mayoría, es el nombre V al en tia en sí mismo.
Según lo demuestran todas las fuentes sobre las luchas en Valentía durante la guerra sertoriana (sobre, todo Salustio y Plutarco) (79) y, como
dijimos, la acuñación de monedas en aquel tiempo y con anterioridad, la
ciudad tenía dicho nombre. No existe ni el menor indicio de que alguna
vez haya tenido otro nombre. Por otra parte, ninguna colonia de peregri-
(76) GRANT, o. c. n. 15, pág. 472.
(77) Según VIVES ESCUDERO, o. c. n. 11, vol. IV, pág. 15; v. MATEU Y
LLOPIS, o. c. n. 19, pág. 17. Una lista de los nombres latinos que aparecen en monedas
locales de Hispania se encuentra en GUADAN, o. c. n. 69, pág. 56 y ss. sobre Lucien(us) (según GUADAN, pág. 63, núm. 198 Lucient(us) lo que no queda confirmado por la excelente reproducción, v. también MATEU Y LLOPIS, o. c. n. 19,
página 17), véase W. SCHULZE: «Zur Geschichte lateinischer Eigennamen».
Abhandlg. d. Kgl. Ges. d. Wiss. Gottingen, phil-hist. K!., N. F. 5 5, 1904, pág. 104 y s.
Un Q. Lucienus fue senador por el 67 a. C.; v. MüNZER RE 13 (1927), pág. 1.615 s. v.
raros. Sobre L. Coran(ius), v. SCHULZE, págs. 355 y 532; en Hispania hay constancia
de este nombre: CIL II 1060 en Arva (Peña de la Sal) y CIL II 5000 en Olisipo (Lisboa).
Más frecuente es el nombre de otro quinquenal: C. Numi(us), según GUADAN,
o. c. n. 69, pág. 65, núms. 234 y 246 en las monedas en las formas C. MNV 1, convenciendo más MATEU Y LLOPIS, o. c. n. 19, pág. 17 y VIVES ESCUDERO, o. c.n. 11,
vol. IV, pág. 16: C. MVNI, v. GUADAN, pág. 208, lám. XXII, y C. NUVMI (sic, sí?)
y ciertamente en la forma Nummius, aunque en Hispania sólo en CIL II, 3741 y 4412
(dos senadores no oriundos de Hispania, del segundo y tercero s. d. C.) (totalmente
erróneas las observaciones de MATEU Y LLOPIS, o. c. n. 19, pág. 18, al CIL II, 3741
sobre Valentia); además CIL II 1431, así como Eph. Ep. VIII, núm. 207.
(78) Véase sobre la solución de Q. en Q(uinquennales), GRANT, o. c. n. 15, pág. 472;
GUADAN, o. c. n. 69, pág. 52; GALSTERER, o. c. n. 6, pág. 56, nota 6,i. MATEU y
LLOPIS, o. c. n. 19, pág. 17 y s., quería solucionarlo por Q(uaestor), pero sobre la
existencia de esta magistratura en las ciudades hispánicas, véase GALSTERER,
o. C. n. 6, pág. 56 y SS.
(79) Salustio, hist. 2, 54; 2, 98, 6. Plutarco, Pompeio 18; v. Floro 2, 10, 9.
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R.
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nos fundada con indígenas, llevó en aquel tiempo un nombre programado
ni remotamente comparable, sobre todo teniendo en cuenta que Valentia,
al igual que Potentia, son nombres correspondientes a deidades municipales itálicas de la fuerza, no reconocidas oficialmente (80). Contrariamente, tales nombres están reservados (según demuestra Galsterer-Kroll)
solo a poblaciones privilegiadas romanas o latinas y coinciden en su composición con nombres de la misma época en la que se sitúa la fundación
de Valen tia, según la Periocha (81).
Una ojeada a las tempranas fundaciones romanas en Hispania hasta
fines del s. II a. C., puede aclarar la cuestión. En el año 171 a. C. queda
fundada con Carteia (El Rocadillo, cerca de Algeciras) la primera colonía latina en Hispania. Se trata de más de 4.000 hijos de soldados romanos y mujeres indígenas. A esa agrupación podían acogerse también
aquellos vecinos de Carteia que lo desearan (82). Fueron asentados, pues,
aquí, en una comunidad ya existente, Carteia, tanto indígenas como personas de origen ilegítimo si bien descendientes de romanos. El nombre
de la ciudad, al ser elevado su rango, no fue modificado. Lo mismo sucedió en la, bajo nuestro punto de vista, comparable elevación de rango de Corduba. También aquí fueron asentados, desde un principio,
indígenas y romanos, es decir, itálicos, en una misma ciudad, pero el
nombre de C01·duba no fue modificado (83). Por otra parte, el lugar de
asentamiento escogido por Escipión en 206 a. C., solamente para sus
veteranos, recibe el expresivo nombre de Italica (84) y poco después de
la fundación de Valentía tuvo lugar, en 123/122 a. C., la fundación oficial de Palma y Pollentia, asimismo con romanos e itálicos exclusivamente, lo que permite ver con claridad la vinculación de Valentía, especialmente en la elección del nombre de Pollentia. Distintas fueron las
eolonizaciones de mayor envergadura, igualmente documentadas, llevadas a cabo sólo con indígenas. En estos casos, contrariamente a los ci(80) Véase el interesante estudio filológico de H. J. WOLF: «Zum Typus ValentiaPollentia-Potentia» Beitrage zur Namensforschungen, N. F. 3, 1968, pág. 190 y s.
(aquí 195); G. RADKE: «Die Gotter Altitaliens», 1965, págs. 257 y 306.
(81) GALSTERF.R-KRbLL, o. c. n. 25, passim, 61, 85 y 97. En el caso de Valentía
no se trata, seguramente, de un nombre cualitativo en el riguroso sentido de la palabra,
ya que fue el único nombre principal y tradicional de la ciudad y su forma corresponde
a calificativos parecidos de época republicana, entre otros Vibo Valentía, en el Bruttium.
Como quiera que nuestra Valentía es desde un principio una nueva fundación, se
sobreentiende que la ciudad no podría añadir un nombre a otra ya existente, sino
que era un signo característico de la existencia de una privilegiada comunidad, el
llevar tal nombre como principal.
(82) Livio 43, 3, 1-4.
(83) Strabon 3, 2, 1 (= 141 C); véase sobre la formación del nombre d"' Córdoba
J. UNTERMANN: «Sprachrüume und Sprachbewegungen im vorromischen Hispanien»,
1961, pág. 17.
(84) Apiano, lber. 153.
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LA FUNDACIÓN DE VALENTIA
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tados, no se impedía a los generales, según se ve, el dar su propio nombre a las nuevas colonizaciones, de lo cual hicieron uso repetidas veces (85). El caso más conocido es el de Graccuris (Alfaro del Ebro), fundada el 178 a. C. por Ti. Sempronio Gracco y denominada con su nombre añadiendo el sufijo -urris ( = asentamiento) (86). Durante la guerra
de Viriato acaece la fundación de la estación Caepiana, efectuada, según su nombre, por el antecesor de Bruto (87). Por último, se conoce
una población que en el sentido apuntado debe ser de mayor interés: Brutobriga, evidentemente una fundación peregrina de Bruto, ya que no
puede documentarse otro representan te oficial de Roma en Hispania con
este nombre. También Bruto utilizó su cognomen en parecida combinación, como en el caso de Graccurris, añadiendo el celtíbero -b1·iga
(=monte, colina) para dar nombre a la nueva ciudad.
Nos es conocida dicha fundación, en primer lugar por un tipo de moneda (88) que, por su tipología, se data de comienzos del segundo siglo
a C. (89). Es lamentable que no se pueda localizar con exactitud dicha
(85) Nombres como Castra Caecilia o Castra Servilia (Plinio, N. H. 4, 117) no
ofrecen argumento contrario, ya que se trataba en su origen de estaciones militares
y no de comunidades independientes; véase también GALSTERER, o. c. n. 6, pág. 24.
(86) Livio, per. 41: «Tib. Sempronius Gracchus procos. Celtiberos victos in deditionem accepit monimentumqut operum suorum Gracchurim oppidum in Hispania constituit» . V. Festo 86 L.
(87) Ptolomeo 2, 5, G; no es conocida la exacta situación de la estación en el sur
de Lusitania, v. HUBNER, Re 3 (1897), pág. 1.279.
(88) VIVES ESCUDERO, o. c. n. 11, vol. III, pág. 113.
(89) GUADAN, o. c. n. 69, pág. 128 y 216: descripción de la lám. 55, nútn. 493. En
el a) se encuentra el nombre T. Manlius T. f. Sergia, sin más adición, el último componente es seguramente la indicación de la tribu romana, v. GALSTERER, o. c. n. 6,
página 115, nota 67, contra la usual identificación con su cognomen Sergia(nus ). Véase
también H. B. MATTINGLY, RAN 5, 1972, pág. 13, nota 2. El significado del nombre
romano en la acuñación local, no es fácil. No se indica ningún cargo, ni existe motivo
para la suposición de GRANT, o. c. n. 1G, pág. 381, de que en esta moneda se trata
de una emisión de un municipio latino Brutobriga; según lo indica ya acertadamente
GALSTERER, pág. 15, nota 67, no veo ninguna causa para datar, con GRANT, la
moneda sólo aproximadamente del 42 a. C., al contrario, el tipo más bien indica una
época mucho más temprana aún siendo, según lo dicho con anterioridad, poco convincente el argumento metrológico y la fecha de GUADAN, no completamente segura. Con
ello, el citado T. Manlius T. f. Sergia viene a caer muy cerca dt• un acuñador romano
por el año 100 a. C., A. Manlius Q. f. Serg(ia tribu), legado de Marius en Numidia
el 107-105 a. C.; v. MATTINGLY, o. c. presente nota, pág. 12. Ambos i\1anli; por sus
tribus pueden haber pertenecido a una rama de la «gens Manlia». Es posible que nuestro Manlius haya sido un representante oficial de Roma en España desconocido hasta
la fecha, cuyo nombre aparece por motivos que ignoramos, en el anverso de la moneda.
El profesor G. K. JENKINS, que prepara la edición de un catálogo de las monedas
indígenas hispánicas de la colección del Museo Británico y de la American Numismatic
Society, me comunica amablemente que según el peso de las monedas que estudia, posiblemente todas las emisiones datan de antes del 89 a. C., con lo cual tiene más importancia mi nota de la llamada 115. También GALSTERER-KRbLL en su: «Zum ius latií in
dem Keltischen Provinzen des Imperium Romanum», Chiron 3, 1973, pág. 277, especialmente 294, al indicar que también en este período los quinquenales sólo pueden señalarse
en los municipios romanos, se aumenta la posibilidad de que Valentía, en el paso del
segundo al primer siglo a. C., fuera ya colonia de ciudadanos romanos.
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colonia, pero existen ciertos indicios que, por lo menos, señalan la zona
en que debió encontrarse Brutobriga. Una aclaración nos da la noticia
de Esteban de Bizancio (90). No cabe duda que la Brutobriga citada en
las monedas ha de identificarse con la Broutobria del gramático. Si bien,
la indicación que éste hace, resulta imprecisa, se encontraba bastante
al sur, o sea, según él nos dice, entre el Betis y los Turdetanos, que habitaban, de acuerdo con los restos de su habla, en comarcas del sur y
FUl'Oeste de la Península Ibérica (91).
Es cierto que el emplazamiento de la ciudad se sale claramente del
área de los nombres en -b1·iga, característicos del sector de los celtiberos
y, por tanto, también del de los lusitanos (92); en otras palabras: en
algún lugar, en el sur, fuera del tradicional territorio de los celtíberos,
fue fundada por D. Junio Bruto, una gran ciudad con grupos de gentes
de regiones nórdicas. Para una localización más precisa únicamente disponemos de indicios solo en parte fiables. Con arreglo al tipo de las monedas, cuyos reversos son parecidos a las que llevan las leyenda Tamusiens(es) o Samusiens(es) (93), otra ciudad tampoco localizada (94), se
busca Brutobriga, en líneas generales, en el sudeste de Hispania, o sea
en la aún entonces, Provincia Hispania Ulterior, territorio de la jurisdicción de Bruto y Cepion (95), situada probablemente, de acuerdo con
el tema de las acuñaciones (embarcación con remos y pez, ¿delfín?) (96),
(90) Esteban de Bizancio, s. v. «BROUTOBRIA». Sigue una explicación lingüística
no muy correcta, pero también él reconoce la composición procedente de nombre propio
romano y sufijo indígena.
(91) Véase Strabon 3, 16 (= 139 C); 3, 2, 15 (= 151 C). Sobre la extensión de la
escritura turdetana, v. UNTERMANN, o. c. n. 83, mapa l.
(92) UNTERMANN, o. c. n. 83, mapa 3, donde hay que tachar la Segobriga indicada en la costa. También a BRUNT, o. c. n. 15, pág. 215, nota 8, le llama la atención
Brutobriga, pero no ve ninguna referencia en cuanto a la situación de la comunidad
y pertenencia étnica de sus habitantes. Yo no veo motivo para la suposición de
GALSTERER-KRoLL, o. c. n. 25, pág. 111, localizando Brutobriga en Lusltania. Lo
mismo hizo BELTRAN MARTINEZ, o. c. n. 69, pág. 374, quien busca el municipio
en el bajo Tajo, en las cercanías de Santarem, pero ignora la noticia de Esteban
de Bizancio.
(93) VIVES ESCUDERO, o. c. n. 11, vol. III, pág. 112.
(94) Según VIVES ESCUDERO, o. c. n. 11, vol. III, pág. 112, situado en la
Bética; el parecido del nombre con la mauritánica Thamusida y Tamuda hace suponer,
efectivamente, la situación del municipio en el sur de Hispania. Difiere BELTRAN
MARTINEZ, o. c. n. 69, pág. 370, que supone el municipio en la Tarraconense.
(95) A. SCHULTEN: «Numantia», vol. I, 1914, pág. 23, nota 5; MüNZER, RE 14
(1928), pág. 1.191 s. v. «A . Manlius Sergia(nus?)»; VIVES ESCUDERO, o. c. n. 11,
vol. III, pág. 113; THOUVENOT, o. c. n. 13, pág. 131, nota 2; GRANT, o. c. n. 15,
página 381; GUADAN, o. c. n. 69, pág. 128.
(96) Símbolos parecidos aparecen alguna vez en Hispania, por ejemplo, en las
acuñaciones de Sagunto (VIVES ESCUDERO, lám. XVII y CXXIV) y Carthago Nova
(el mismo, lám. XVIII y CXXX). Símbolos de navegación: Una moneda de los
Tamusiens(es), bien conservada, muestra en cuanto a la galera diseñada en ella, gran
parecido con representaciones «a la inversa» de algunas acuñaciones de C. Fonteius,
acuñador anterior al 90 a. C. (v. VIVES ESCUDERO, vol. III, pág. 113). Sobre los
denarios de Fonteius, v. GRUEBER, o. c. n. 70, vol. 1, pág. 292 y s., t. 3, lám. XCIV,
números 12 y 13. SYDENHAM, o. c. n. 70, pág. 74.
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LA FU:\DACIÓN DE VALEl'iTIA
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en la costa o no lejos de las misma. ¿Será esta Brutobriga las tantas veces documentada colonia de los lusitanos? A pesar de que el nombre Brutobriga no se utiliza en relación con el asentamiento de los restos del
ejército de Viriato, sin embargo, en la Periocha se dice expresamente que
dicho asentamiento fue obra de Bruto, no conociendose ninguna coloniZáción parecida en los siguientes años de su ejercicio en el cargo (97).
Esta solución, ciertamente mas que hipotética, derriba de golpe toda
una serie de dificultades ya enumeradas, encajando muy bien con lo que
sabemos de la colonización de gentes subyugadas por los romanos (98).
Según este interpretación, los soldados lusitanos fueron asentados en una
comarca suficientemente alejada de su patria, de forma que no existiera
un contacto directo con sus compatriotas, y que no tuviera para Roma
mayor importancia estratégica, puesto que las principales vías de comunicación al valle del Baetis ( = Guadalquivir) desde Sagunto y Carthago Nova no corrían por la costa sur, sino por el interior, por Castulo
(cerca de la Masía Caldona, al sur de Linares, en la margen derecha del
Guadalimar) o por Acci (Guadix). Por otra parte, los lusitanos tampoco
{lOdrían considerar el asentamiento, precisamente como deportación. No
sólo porque sus reiteradas incursiones se dirigían hacia el sur con el fin
de lograr una parte de aquellas fértiles regiones, sino también porque
Viriato tenía partidiarios en algunas comarcas del territorio montañoso
al sur del Guadalquivir, que se habían sublevado, no obstante pertenecer,
y no en último lugar, a las clases superiores de aquellas poblaciones; se
cuenta, por ejemplo, que sus asesinos y antiguos amigos eran oriundos
de Urso (Osuna).
Con la ubicación de los lusitanos en Brutóbriga queda libre Valentía
para suponer una colonización por romanos e itálicos, si bien debe acla-
(97) A veces se quiere relacionar una noticia de Strabon 3, 1, 6 (= 139 C) con
la colonización de los lusitanos por Brutus; v., por ejemplo, C. CALLEJO SERRANO
en «El Miliario Extravagante» 9, 1965, pág. 199; y él mismo y ELlAS DIEGUEZ, en
«El Miliario Extravagante>> 11, 1966, pág. 272. En la descripción de la regi5n entre el
Tajo y el Anas (Guadiana), el geógrafo dice: «... formando así entre ambos una
«mesopotamia», cuya población está integrada en su mayor parte por célticos y por
aquellas tribus de lusitanos que fueron trasladados aquí por los romanos, desde la región
situada al otro lado del Tajo». Como quiera que no se indica ni el nombre de Brutus
ni la fundación de un determinado lugar de colonización, ni nada tampoco respecto
a la especial característica de los lusitanos citados en Livio (per.), Diodoro y Apiano, es
decir que se tratara de los restos de combatientes activos de Viriato, sino que al contrario se refiere a un traslado de lusitanos de un lugar de residencia a otro, no puede
relacionarse en ningún caso con la colonización en cuestión. Cuándo y por quién fue
llevada a cabo la colonización relatada en Strabon permanece sin aclarar. Véase también FLETCHER en «El Miliario Extravagante», 9, 1965, pág. 199 y del mismo en
número 10, 1965, pág. 240.
(98) Sobre las semejantes colonizaciones de piratas por Pompeio, llamó la atención
GALSTERER, o. c. n. 6, nota 41, con referencia a J. REYNOLDS, JRS 52, 1962,
página 102 y nota 8.
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rarse la tradición de la Periocha. Tampoco es preciso que Bruto, cuya
actuación queda unida a la fundación de Brutóbriga, tenga algo que ver
con la ftmdación de Valentía, la que tuvo lugar, probablemente, cuando
éste era gobernador de la provincia vecina.
Con ello puede aclararse mejor la acuñación local de las monedas de
Valentía, cosa que hasta ahora no encajaba bien en las interpretaciones
que se habían dado, o sea, el chocante parecido de las monedas de ValenLía con las acuñaciones romanas de Q(uintius) (Fabius) Max(imus). La
fecha de estos denarios es discutida, oscilando entre el 125/120 a. C. (99)
y el 94 a. C., aproximadamente (100) pareciendo más posible su aparición
alrededor del 125 a. C. (101). Según todas las posibilidades, las monedas
de Valentía copian los denarios romanos. Con ello se plantea la cuestión
de la posible relacion entre Valentía y Q. (Fabius) Max(imus), pues no
cabe pensar en una casualidad para este paralelismo. Efectivamente, puede apreciarse una interesante relación: según indica el nombre del acuñador, pertenece éste a una familia muy importante en el s. II a. C., los
Fabios, que por el camino de la adopción están vinculados también con
!os Servilios y Cornelios (Escipiones). Q. Fabius Maximus Servilianus,
cos. el 142 a. C. era hermano carnal de ambos Cn. y Q. Servilios Cepiones, cos. el 141 a. C. y 140 a. C. respectivamente, y hermano adoptivo de
Q. Fabio Máximo Emiliano, cos. el 145 a. C., así como del adoptado por
la gens Cornelia, P. Cornelio Escipión Africano Emiliano, cos. el 147 a. C.
y el 134 a. C. Todos los consulares citados ejercían funciones en los campos de batalla hispánicos durante la guerra lusitana o celtíbera como
cónsules y/o procónsules, con excepción de Cn. Servilio Cepion que facilitó a su hermano Fabio Serviliano la prórroga de su mando: Escipion
Emiliano en Hispania Citerior en 134/133 a. C.; Fabio Emiliano en los
años 145/143 a. C.; Fabio Serviliano el 141/ 140 a. C. y Q. Servilio Cepion el 140/138 a. C., todos en Hispania Ulterior (102).
Parece, pues, que tanto la acuñación de monedas de Roma como
las de Valentía, hacían referencia a la eficaz actuación de los Fabios
(99) SYDENHAM, o. c. n. 70, LX y pág. 57.
(100) GRUEBER, o. c. n. 70, tom. 1, pág. 178, nota 1; 175, nota 3; v. también sobre
las acuñaciones simultáneas de Servilio, MUNZER, RE 2 A (1923), pág. 1.764,
números 13 y 14; otras propuestas de fechas en BROUGHTON, o. c. n. 2, tom. 2,
página 439.
(101) Véase especialmente CRA WFORD, o. c. n. 75, Tab. 10 v además 83, núm. 163.
(102) Véanse las listas compendiadas de gobernadores de aquella época , en SIMON.
o. c. n. 3, pág. 193 y ss. y GUNDEL, en «Legio VII Gemina», pág. 117, con alguna
pequeña modificación.
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LA FUNDACIÓN DE VALENTIA
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(103). De ellos, Fabio Emiliano, con tropas recién alistadas (104) y
como primer procónsul en el campo de batalla hispánico, logró asestar
a Viriato una fuerte derrota (105) ; también Fabio Serviliano luchó,
con dos nuevas legiones y tropas auxiliares (106), al principio con éxito
(107) si bien tras una batalla perdida, tuvo que conformarse con llegar
a un acuerdo con Viriato, que fue confirmado por el Senado. Por presión de su sucesor Servilio Cepion, que de nuevo llevaba consigo tropas
de refresco (108) se llegó a reemprender, aun el 140 a. C., la guerra
contra Viriato, decidida al fin, pues con Bruto las batallas contra los
lusitanos tuvieron un carácter muy distinto (109). También Bruto se
apoyaba en reclutas produciéndose durante su enérgico alistamiento, que
efectuó aún después de conocerse la muerte de Viriato, grandes agitaciones en Roma (110). Repetidas veces, pues, se renovaron las tropas,
nivelándose las pérdidas. Por lo que antecede, se comprende muy bien
que los veteranos romanos licenciados, que habían servido precisamente
bajo dichos gobernadores o sus descendientes, adoptaran las acuñaciones
de un acuñador de la familia de los Fabios (111) ; a los lusitanos seguro
que no se les hubiera ocurrido tal idea. Por lo demás, tanto las acuñaciones romanas como las de Valentia, bien pueden haber sido influidas
por emisiones de la colonia latina, existente desde 192 a. C., Vibo Valentia, en el Bruttium, en las que aparecen, asimismo como símbolo, aunque
(103) Más o menos como lo supuso GRUEBER, o. c. n. 70, tom. I, pág. 175, nota 2, y
SYDENHAM, o. c. n. 70, pág. 57, nota 478. Véase también MATEU Y LLOPIS,
o. c. n. 19, pág. 14. Según GARCIA Y BELLIDO, o. c. n. 7 («Las colonias ... »), pág. 455,
no puede deducirse nada de esta evidente relación.
(104) Apiano, Iber. 274; v. SIMON, o. c. n. 3, pág. 98.
(105) Apiano, Iber. 278.
(106) Apiano, Iber. 283.
(107) Véase, por ejemplo, Liv. per. 53; «Magna pars Lusitaniae expugnatis aliquot
urbibus recepta»; además, per. 54; e p. Oxyrh. 53 Z, pág. 171; Orosio fí, 4, 12 y
asimismo SIMON, o. c. n. 3, pág. 118.
(108) Dion, pág. 78.
(109) Así, con razón, SIMON, o. c. n. 3, pág. 160.
(110) Liv. per. 35; t>p. Oxyrh 55 Z, págs. 202-205; Cicerón, Leg. 3, 20. Característico para el campo de batalla hispánico es también la acción, relatada por Tito Livio,
de los Magistrados en Roma contra los desertores; Liv. per. 55; e p. Oxyrh. 55 Z,
páginas 207-209; Frontino 4, 1, 20.
(111) Según TORRES, o. c. n. 3, pág. 119, las monedas estaban destinadas a recordar
al fundador del municipio lusitano, Servilio Caepio. Esta única referencia a Caepio no
puede, sin embargo, postularse en las monedas.
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nunca juntos, el haz de rayos y la cornucopia (112), si bien tales figuras
no son raras, por separado, en las monedas de Italia (113).
Es evidente, pues, que Valentía fue fundada principalmente para
::.oldados que habían servido en la guerra de Viriato, es de suponer primero como colonia latina, al igual que con anterioridad Carteia y Corduba y algo más tarde Palma y Pollentia. En una ciudad romana no
puede pensarse mientras no se aporte una segura prueba en contrario,
tal como la concreta declaración de Velleio Paterculo, según la cual Karthago, en Africa, refundada por C. Gracco, fue la primera colonia romana
fuera de Italia (114). Aunque ignoramos hasta qué punto fueron acogidos aun otros colonizadores, es bien posible que también personas
civiles llegadas de Italia, encontraran en Valentía una nueva patria.
Algún otro asentamiento podría haber sido causa de la temprana transformación . de la ciudad en una colonia de ciudadanos romanos, pero
queda la laguna de cuando se produjo, en época republicana, la elevación
del status jurídico de la ciudad (115).
El motivo de la colonización está claro. Las crecientes dificultades
económicas de los pequeños agricultores en Italia, a partir de mediados
del segundo siglo a. C., motivadas por la creciente explotación de esclavos
de la cada vez mayores latifundios y al mismo tiempo al endeudamiento
de los que soportan las cargas de las guerras y la creciente depreciación
de la moneda, fueron causa de las inquietudes reformadoras de Tiberio
Gracco a los pocos años de la fundación de Valentía. Teniendo en cuenta
un tiempo de servicio ininterrumpido, de seis años, para aquel entonces
no extremadamente largo, tal como lo relata Apiano en el relevo de las
tropas ante Numancia en el año 140 a. C. (116) no eran sorprendentes
(112) Véase VIVES ESCUDERO, o.c. n. 11, vol. IV, pág. 15 y MATEU Y LLOPIS,
o. c. n. 19, pág. lO, a los que se une GARCIA Y BELLIDO, o. c. n. 7 («Las colonias... »),
página 455.
(113) También esta posible relación entre las citadas acuñaciones habla en pro de
la fundación de Valentía por los romanos e itálicos y en contra de la colonización
por lusitanos. Errónea la interpretación de MATEU Y LLOPIS, o. c. n. 19, pág. 16,
de que entre la supuesta colonización antecesora de la Valentía hispánica, es decir Tyris,
y la Vibo Valentía sud-itálica, hubieran existido en el siglo segundo a. C. tan estrechos
contactos, que la población hispánica había adoptado voluntariamente no sólo la
acuñación de las monedas, sino también el nombre de la colonia latina.
(114) Velleyo Paterculo 1, 15, 4 y 2, 7, 8.
(115) No quiero sacar ninguna conclusión sobre la fecha de la transformación;
a pesar de la siguiente reflexión: según el arte de las monedas, éstas datan, como
dijimos, en parte, de fechas relativamente tempranas; según GALSTERER, o. c. n. 6,
página 56, parece que hubo quinquenales sólo en colonias de ciudadanos romanos.
Como quiera que algunas de las monedas de Valentía se han de fechar apenas poco
después del 99 a. C., la transformación tenía que haber ocurrido ya por este tiempo
y después de la fundación de Cartago. Aunque esta conclusión está correctamente
planteada falla, sin c;,mbargo, por la credibilidad de sus presupuestos, que no me parecen
estar garantizada en todos sus puntos.
(116) Apiano, Iber. 334.
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las consecuencias desastrosas para las familias afectadas. Como quiera
que, además, la colonización en Italia había cesado por completo, no
dejaba de ser muy atrayente para muchos veteranos el crearse una nueva
patria en la provincia y en lugar seguro y terreno fértil.
Quince años más tarde se produjo idéntica situación en la colonización de Palma y Pollentia; según Estrabon, Metelo Balearico llevó a las
Baleares tres mil colonizadores, seguramente romanos y otras ascendencias italianas (117). Es evidente que también aquí el gran número de
gen tes que buscaba una nueva existencia, presionara para la fundación
de mayores poblaciones (118). También esta acción está estrechamente
relacionada con las actuaciones reformistas sociales encabezadas esta vez
por Gaio Gracco. El que tales colonias reforzaran, al mismo tiempo, la
dominación romana, es otro aspecto de una misma cuestión.
¿Qué consecuencias resultan de las anteriores consideraciones para
las noticias que nos han sido transmitidas, tal como se encuentran en la
Periocha de Livio? Valentía y Brutobriga fueron fundadas, ambas, si
bien no con toda seguridad el mismo año, por lo menos en la misma
época, por el año 138 a. C., año que resulta, en todo caso, seguro en
cuanto al asentamiento de los lusitanos. Solo este último hecho ha entrado
en las obras paralelas de Diodoro y Apiano, por lo visto en relación con
el elogio final a Viriato y la rápida liquidación de la guerra contra sus
tropas. También Livio ha relatado esta circunstancia como lo evidencia
la Periocha, pero el testimonio de que dicha ciudad fuera llamada Valentía, no puede ser exacto, sino que se debe a relacionar erróneamente
este nombre con la colonia de los lusitanos, por existir confusión con la
fundación de la Valentía romana, confusión fácil de explicar por la coincidencia de ambas medidas y posiblemente también por alguna otra cosa
que tenían en común (situación en la costa mediterránea). Que se tenga
que achacar esta confusión bien al autor de la Periocha o a Livio, bien
(117) Strabon 3, 5, 1 (= 168 C).
(118) Tanto el número tradicional de romanos trasladados a las Baleares, así como
los reiterados refuerzos de los ejércitos (seguramente no sólo repuestos de pérdidas),
debilitan los argumentos de TORRES, o. c. n. 3, pág. 117, referente a que el número
de los romanos en cuestión, y debe añadirse, de itálicos, era demasiado reducido para
una colonización. La comparación con la guerra cántabra y la fundación de Emerita
no tiene en cuenta el distinto carácter de la colonización y la incomparable organización
del ejército (reclutamiento, tiempo de servicio, etcétera), en aquel tiempo. Por último,
en este punto TORRES parece no percibir claramente la importante diferencia entre
cr:>lonias latinas y romanas.
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a su fuente de información no es fácil de saber (119) pero no debe
pasarse por alto otro caso «problemático» transmitido en los libros conservados de este historiado!' y que se refiere a un hecho similar; también
al informar sobre el senado-consulto para la fundación de Carteia se
añade al final en forma parecida al dar el nombre de la ciudad: Latinam
(Oloniam esse liber-tino1·umque appellari (120). Con razón Galsterer observa que dicho nombre no concuadra en su formación con los nombres
calificativos de las ciudades de dicha época y no puede interpretarse
plausiblemente, por lo que supone que Livio, o su fuente de información,
han incurrido en un error al no entender alguna indicación sobre el
libertini de los hijos de los soldados que podían ser igualmente asentados
con aquéllos (121). Algo parecido pudiera pasar con Valentía, pero sea
quien sea o a quién haya que achacar el error, no se puede confiar ciega~
mente, ni siquiera en una declaración de aspecto tan objetivamente neutra
como la que aparece en la Periocha (122).
(119) Considerando las fundaciones de ciudades hispánicas, no se puede apreciar
ni en Livio ni en las Periochae, un principio, según el cual estas fundaciones se
relataran o se omitieran. Es de notar, por ej., que la fundación de Carteia no haya
sido recogida en las Periochae, mientras que la de Graccurris se ha citado, no propiamente en Livio, sino solamente en las Periochae (per. 41), siendo, pues, un suplemento.
(120) V. nota 82.
(121) GALSTERER, o. c. n. 6, pág. 7.
(122) Redactado definitivamente el presente trabajo, apareció el artículo de.
A. GARCIA Y BELLIDO: «Valencia, colonia romana» B. R. Academia de !a Historia
169, 1972, pág. 247, en el que el desgraciadamente fallecido autor sustenta de nuevo su
antigua interpretación (v. nota 7) y sobre todo profundiza en sus observaciones sobre
«Valentini, veterani et veteres» (v. nota 34). La existencia de dos «ordines» puede
remontarse, pues, probablemente ya hasta fines del s. 1 d. C.
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