Correcciones de algunas interpretaciones de los textos ibéricos de Liria
Pío Beltrán Villagrasa
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P. BELTRAN VILLAGRASA
(Va lencia)
Correcciones de algunas interpretaciones
de los textos ibéricos de Liria
En el fascículo de la Revista Valenciana de Filología correspondien te
al año de 1953 ( 1) apareció mi artículo sobre algunas explicaciones e interpretaciones de los letreros pintados o incisos en los vasos del Cerro
de San Miguel (liria), escrito entre los años 1954-1955. Entre ellos hay
dos donde figuran individuos cuyos nombres no están completos, pero uno
de ellos puede asegurarse que se llamaba balkebel(es) y por analogía ha
de pensarse que el otro tenía por nombre bai (... ) . Sus lecturas seguras,
son:
Fletcher, núm . LXIX. De partamen to 99, año 1943 . Borde de cuello
... taeriar.ban.balkebel(es) . . .
Fletcher, núm. LXXIV. Departamen to 11 0, año 1947, Borde
. .. deta eriarban .bai( ... )
En ambos casos (y sobre todo en el primero) hay un individuo (ban)
habi tan te (eriar) en una localidad o en su comarca, el nombre de la cual
termina en deta, con un signo especialísimo de la ta, que obliga a suponerlos coetáneos y aún del mismo taller. En el g rabado del núm. LXX IV
no se ve nada más; pero en el t iesto hay un garfio o apéndice que supuse
pertenecía a una e, lo cual nos daba el nombre de (e)deta que es el dado
por Ptolomeo a una ciudad de la comarca, llamada también Leiria y por
(1) P. BELTRAN VILLAGRASA: "Los textos ibéricos de Liria". Revista Valenciana
d e filolog!a IU. Valencia, 19S3, pág. 37.
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todos los autores modernos asi como por las lápidas que nombran a los
edet a nos y edeta nas; pero tales noticias son tardías y no hay obligación
de suponer que fuera correcto el nombre copiado por los griegos y romanos. Sin embargo quizás nunca hubiera conocido mi equivocación si
no hubiera sido por otros hallazgos que de momento no se ligaron con
éste.
Inscp. LXIX
En el año 1949 y en el departamento 11 S, apareció un pequeño fragmento b (Fietcher, núm. LXXVII I) ccn cuatro signos y parte de otro que
no se ligaba con el primitivo a (Fletcher núm. LXXIV) y allí quedó en la
vi trina de los fragmentos, esperando a su continuación. Esta se presentó
en el año 1953 en un si ti o bastante desusado como fue un pasillo superior
lnscp. LXXIV
junto a l departamento 124, donde surgió el fragmento e (a l que se le dio
el núm. LXXXIV) que había de resolver la cuest ión. Pasó el nuevo testigo
a la compañía de los otros compañeros insignificantes y allí estuvo esperando el momento oportuno. No era fáci l irse directamente a las tres
piezas de rompecabezas procedentes de tres distintos lugares. Pero una
de las muchas veces que pasaba revista a estos trozos, al parecer inútiles,
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TeXTOS IBÉRICOS DE URJA
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e n compañía del Director del S. 1. P., este señor tuvo la feliz idea de adosar los dos fragmentos b, e, y seguidamen te el garfio o apéndice del fragmento a se acomodaba exactamente en el final de la segunda i del pedazo e, como antes e l palo vert ical en su primera i había quedado en el
borde del ot ro pedazo b.
Ya se pudo leer, incompleta por ambos cabos, la leyenda:
... ibaribai-deta-eriar.ban.bai( ... )
Desde aquel mismo instante, tuve fija en mi archivo mental la obligación de corregirme en la parte específica de mi razonamiento sobre la
ciudad de LE] DET A considerada como la morada de los dos desconocidos
cuyos nombres figuran en la pareja de bordes arriba citados, y de publi car
mi auto corrección con los resultados de estos hallazgos cuando fu era e l
momento oportuno. Y así:
En la página 162 donde escribí:
le) deta-eriar-ban.bai ...
debe ser enmendado el texto y distribución, en la fo rma:
... ibara-ibai-deta-eriar-ban.bai ( ... )
Inscp. LXXVIII
formando una cláusula incompleta por su comienzo y posiblemente acabada con e l nombre fina l que se lee fluidamente y que quizás pueda ser
interpretada correctamente. Con ella queda anulada la idea de que «Balkebeles», que figura en el núm. LXIX de Fl etcher, (2) fuera un vecino
del pueblo de Edeta, puesto que no es posible suplir en dicha leyenda el
nombre de (ede)ta que no está en la LXXIV ampliada . También es necesario rectificar el nombre ede(ta) en el fragmento núm. LXXI de Fletcher, donde el signo ta no es preciso que existiera, lo mismo que no era
cierta la existencia de la e, por un garfio que apuntaba y que era de una i.
La no exis tencia de la palabra EDETA en estas inscripciones, no im-
(2) D . FLETCHBR: " Inscripciones ibéricas del Museo de Pttbisroria de Valencia".
de Estudios Ibéricos y Emografia Valenciana, Valencia, 1953.
J n~tituto
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plica la desaparición de la ciudad de su nombre que está confirmada por
otros conductos y precisamente en Liria, como vieron los autores de todos
los tiempos y últimamente, en 1924, el simpático y estudioso don Domingo Uriel (3) . Además si alguna duda hubiera (que no hay) al constru ir
el grupo escolar de Liria vimos aparecer la ciudad baja romana, sucesora
de la arruinada en las alturas con su acrópolis en el Monasterio de San
Miguel, enlazándose con la citada frase de Ptolomeo. Yo tuve monedas
de Faustina madre, allí encontradas.
Queda mi espíritu descansado, después de haber presentado mi s
Lectura de las inscripciones LXXVIII, LXXXIV y LXXIV
excusas en reoonocimiento de mis equivocaciones y me doy por convencido, para no reincidir, de los preceptos siguientes :
1.0 No se debe restaurar los signos que faltan en una inscripción
ibérica si no son conocidos por otras completas.
2. 0 Siempre se debe escribir teniendo presente nuestra pequeñez y
(3) D. URIEL: "El Cerro de San Miguel de Liria, solar de la Gran Edeta?". Archivo
de Arte Valenciano X. Valencia, 1924, págs. 75 a 85.
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TEXTOS rBÉRlCOS DE LIRIA
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por muy seguro que se esté de haber dicho la verdad, s iempre hay que
pensar en el posible e rror y buscar su remedio si es posible. La verdad,
de una manera u otra, aparece por caminos insospechados y es necesario
atenderla para no continuar en el error. Cribando convenientemente los
conocimientos que se creen t ener, siempre queda algo útil; y si en las
rebuscas de la verdad, es necesario corregirse y enmendarse, no hay que
vacilar por un amor propio ma l entendido.
En esta ocasión veremos si quedan en su verdadero lugar algunas
piezas de este rompecabezas incompleto de las concordancias entre los
idiomas de los antiguos iberos y los modernos dialectos de los vascos;
si las hallara me daría por satisfecho. Pues añadir una o varias palabras
relacionadas de ambos idiomas, a la lista de las existentes es un éxito
a l que aspiran hasta los más incrédulos o despectivos sobre este asunto.
Volviendo a los textos analizados, se tienen los datos siguientes:
La primera palabra del fragmento b, en el núm. LXXIV de Fl etcher
es ibara, conocidísima en la toponimia y los apellidos vascuences y equivalentes en castellano a «vega» o «valle» de un río.
El P. Larramendi (4) da, entre acepciones más o menos vulnerables,
la de ibarrá, equivalente a los dos nombres castellanos antedichos; y como
sinónimos latinos, los de «campus» y «vallis»Análogamente, en el Diccionario vasco-español-francés, de don Resurrección María de Azkue (Bilbao 1905), estd la voz siguiente : T. l.
pág. 390, col. 2, IBAR (Bizcaíno-Guipuzcoano), «vega».
Análogamente, la pa labra del trozo b es en Larramendi (T. 11, pág.
359), Río, 1BA lA, y en latín «tluvius>:, «tlumen», «amins».
En el Diccionario de Azkue, Tomo 1, pág. 390, col. l. IBAI (Alto Nabarro, Bizcaíno, Bajo Nabarro, Guipuzcoano, Labortano, Suletano), HIBAI
(Bajo Nabarro, Labortano), «rio».
Cada una de estas equivalencias por sí sola podría ser una coincidencia
por azar; pero las dos combinadas en el mismo texto antiguo parecen dar
la seguridad de que no puede ser casual la concomita ncia de dos palabras
para indicar «la vega», «el valle» o «la tierra» próxima a un «rio». Es
lógico pensar que tratándose de un individuo «habi tante» (eriar) en dicho
terreno, venga a continuación su nombre (de l que solo conozco el comienzo bai ... ); y que antes se dé el nombre del valle, que ha de ser deta.
Me atrevo a pensar que, si los letreros estudiados no se refieren directamente a la ciudad de EDETA (Liria), en los dos bordes de tinajuelas
publicados por Fletcher en 1953 figuran dos individuos de la comarca o
(4) P. LARRAMENDI: "Diccionario uilingüe, castellano-vasco-latín". Edición de San
Sebasti6n, 1853, tomo II, págs. 476 y 480.
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vega de las aguas del famoso «nimpheo», que hoy se llama fuente de San
Vicente, uno cuyo nombre BALKEBEL(es) parece seguro y del otro solamente se sabe que su nombre comienza por BAI ... Lo que fueron estos
hombres no lo sé.
Apenas si puedo saber de los vasos, sino que son contemporáneos y
del mismo taller cerámicQ.
Atendiendo a los signos utilizados por los letreros, parecen de la segunda mitad del siglo 11 o principio del 1 a. de J. C ., con toda la vaguedad
que suponen estas indicaciones.
Para terminar (por ahora) con el estudio de letreros y vasos tan importantes, sólo me queda hacer constar la pena o el resquemor que produce el hecho de faltarnos grandes partes de sus leyendas y la totalidad
de sus decoraciones, por lo cual es inúti l aventurar hipótesis sobre el ca ~
rácter de sus letreros, sobre las causas que los motivaron y el uso a que
fueron dedicados.
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Correcciones de algunas interpretaciones
de los textos ibéricos de Liria
En el fascículo de la Revista Valenciana de Filología correspondien te
al año de 1953 ( 1) apareció mi artículo sobre algunas explicaciones e interpretaciones de los letreros pintados o incisos en los vasos del Cerro
de San Miguel (liria), escrito entre los años 1954-1955. Entre ellos hay
dos donde figuran individuos cuyos nombres no están completos, pero uno
de ellos puede asegurarse que se llamaba balkebel(es) y por analogía ha
de pensarse que el otro tenía por nombre bai (... ) . Sus lecturas seguras,
son:
Fletcher, núm . LXIX. De partamen to 99, año 1943 . Borde de cuello
... taeriar.ban.balkebel(es) . . .
Fletcher, núm. LXXIV. Departamen to 11 0, año 1947, Borde
En ambos casos (y sobre todo en el primero) hay un individuo (ban)
habi tan te (eriar) en una localidad o en su comarca, el nombre de la cual
termina en deta, con un signo especialísimo de la ta, que obliga a suponerlos coetáneos y aún del mismo taller. En el g rabado del núm. LXX IV
no se ve nada más; pero en el t iesto hay un garfio o apéndice que supuse
pertenecía a una e, lo cual nos daba el nombre de (e)deta que es el dado
por Ptolomeo a una ciudad de la comarca, llamada también Leiria y por
(1) P. BELTRAN VILLAGRASA: "Los textos ibéricos de Liria". Revista Valenciana
d e filolog!a IU. Valencia, 19S3, pág. 37.
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todos los autores modernos asi como por las lápidas que nombran a los
edet a nos y edeta nas; pero tales noticias son tardías y no hay obligación
de suponer que fuera correcto el nombre copiado por los griegos y romanos. Sin embargo quizás nunca hubiera conocido mi equivocación si
no hubiera sido por otros hallazgos que de momento no se ligaron con
éste.
Inscp. LXIX
En el año 1949 y en el departamento 11 S, apareció un pequeño fragmento b (Fietcher, núm. LXXVII I) ccn cuatro signos y parte de otro que
no se ligaba con el primitivo a (Fletcher núm. LXXIV) y allí quedó en la
vi trina de los fragmentos, esperando a su continuación. Esta se presentó
en el año 1953 en un si ti o bastante desusado como fue un pasillo superior
lnscp. LXXIV
junto a l departamento 124, donde surgió el fragmento e (a l que se le dio
el núm. LXXXIV) que había de resolver la cuest ión. Pasó el nuevo testigo
a la compañía de los otros compañeros insignificantes y allí estuvo esperando el momento oportuno. No era fáci l irse directamente a las tres
piezas de rompecabezas procedentes de tres distintos lugares. Pero una
de las muchas veces que pasaba revista a estos trozos, al parecer inútiles,
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TeXTOS IBÉRICOS DE URJA
3
e n compañía del Director del S. 1. P., este señor tuvo la feliz idea de adosar los dos fragmentos b, e, y seguidamen te el garfio o apéndice del fragmento a se acomodaba exactamente en el final de la segunda i del pedazo e, como antes e l palo vert ical en su primera i había quedado en el
borde del ot ro pedazo b.
Ya se pudo leer, incompleta por ambos cabos, la leyenda:
... ibaribai-deta-eriar.ban.bai( ... )
Desde aquel mismo instante, tuve fija en mi archivo mental la obligación de corregirme en la parte específica de mi razonamiento sobre la
ciudad de LE] DET A considerada como la morada de los dos desconocidos
cuyos nombres figuran en la pareja de bordes arriba citados, y de publi car
mi auto corrección con los resultados de estos hallazgos cuando fu era e l
momento oportuno. Y así:
En la página 162 donde escribí:
le) deta-eriar-ban.bai ...
debe ser enmendado el texto y distribución, en la fo rma:
... ibara-ibai-deta-eriar-ban.bai ( ... )
Inscp. LXXVIII
formando una cláusula incompleta por su comienzo y posiblemente acabada con e l nombre fina l que se lee fluidamente y que quizás pueda ser
interpretada correctamente. Con ella queda anulada la idea de que «Balkebeles», que figura en el núm. LXIX de Fl etcher, (2) fuera un vecino
del pueblo de Edeta, puesto que no es posible suplir en dicha leyenda el
nombre de (ede)ta que no está en la LXXIV ampliada . También es necesario rectificar el nombre ede(ta) en el fragmento núm. LXXI de Fletcher, donde el signo ta no es preciso que existiera, lo mismo que no era
cierta la existencia de la e, por un garfio que apuntaba y que era de una i.
La no exis tencia de la palabra EDETA en estas inscripciones, no im-
(2) D . FLETCHBR: " Inscripciones ibéricas del Museo de Pttbisroria de Valencia".
de Estudios Ibéricos y Emografia Valenciana, Valencia, 1953.
J n~tituto
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plica la desaparición de la ciudad de su nombre que está confirmada por
otros conductos y precisamente en Liria, como vieron los autores de todos
los tiempos y últimamente, en 1924, el simpático y estudioso don Domingo Uriel (3) . Además si alguna duda hubiera (que no hay) al constru ir
el grupo escolar de Liria vimos aparecer la ciudad baja romana, sucesora
de la arruinada en las alturas con su acrópolis en el Monasterio de San
Miguel, enlazándose con la citada frase de Ptolomeo. Yo tuve monedas
de Faustina madre, allí encontradas.
Queda mi espíritu descansado, después de haber presentado mi s
Lectura de las inscripciones LXXVIII, LXXXIV y LXXIV
excusas en reoonocimiento de mis equivocaciones y me doy por convencido, para no reincidir, de los preceptos siguientes :
1.0 No se debe restaurar los signos que faltan en una inscripción
ibérica si no son conocidos por otras completas.
2. 0 Siempre se debe escribir teniendo presente nuestra pequeñez y
(3) D. URIEL: "El Cerro de San Miguel de Liria, solar de la Gran Edeta?". Archivo
de Arte Valenciano X. Valencia, 1924, págs. 75 a 85.
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por muy seguro que se esté de haber dicho la verdad, s iempre hay que
pensar en el posible e rror y buscar su remedio si es posible. La verdad,
de una manera u otra, aparece por caminos insospechados y es necesario
atenderla para no continuar en el error. Cribando convenientemente los
conocimientos que se creen t ener, siempre queda algo útil; y si en las
rebuscas de la verdad, es necesario corregirse y enmendarse, no hay que
vacilar por un amor propio ma l entendido.
En esta ocasión veremos si quedan en su verdadero lugar algunas
piezas de este rompecabezas incompleto de las concordancias entre los
idiomas de los antiguos iberos y los modernos dialectos de los vascos;
si las hallara me daría por satisfecho. Pues añadir una o varias palabras
relacionadas de ambos idiomas, a la lista de las existentes es un éxito
a l que aspiran hasta los más incrédulos o despectivos sobre este asunto.
Volviendo a los textos analizados, se tienen los datos siguientes:
La primera palabra del fragmento b, en el núm. LXXIV de Fl etcher
es ibara, conocidísima en la toponimia y los apellidos vascuences y equivalentes en castellano a «vega» o «valle» de un río.
El P. Larramendi (4) da, entre acepciones más o menos vulnerables,
la de ibarrá, equivalente a los dos nombres castellanos antedichos; y como
sinónimos latinos, los de «campus» y «vallis»Análogamente, en el Diccionario vasco-español-francés, de don Resurrección María de Azkue (Bilbao 1905), estd la voz siguiente : T. l.
pág. 390, col. 2, IBAR (Bizcaíno-Guipuzcoano), «vega».
Análogamente, la pa labra del trozo b es en Larramendi (T. 11, pág.
359), Río, 1BA lA, y en latín «tluvius>:, «tlumen», «amins».
En el Diccionario de Azkue, Tomo 1, pág. 390, col. l. IBAI (Alto Nabarro, Bizcaíno, Bajo Nabarro, Guipuzcoano, Labortano, Suletano), HIBAI
(Bajo Nabarro, Labortano), «rio».
Cada una de estas equivalencias por sí sola podría ser una coincidencia
por azar; pero las dos combinadas en el mismo texto antiguo parecen dar
la seguridad de que no puede ser casual la concomita ncia de dos palabras
para indicar «la vega», «el valle» o «la tierra» próxima a un «rio». Es
lógico pensar que tratándose de un individuo «habi tante» (eriar) en dicho
terreno, venga a continuación su nombre (de l que solo conozco el comienzo bai ... ); y que antes se dé el nombre del valle, que ha de ser deta.
Me atrevo a pensar que, si los letreros estudiados no se refieren directamente a la ciudad de EDETA (Liria), en los dos bordes de tinajuelas
publicados por Fletcher en 1953 figuran dos individuos de la comarca o
(4) P. LARRAMENDI: "Diccionario uilingüe, castellano-vasco-latín". Edición de San
Sebasti6n, 1853, tomo II, págs. 476 y 480.
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p. BELTRÁN VILLAGRASA
vega de las aguas del famoso «nimpheo», que hoy se llama fuente de San
Vicente, uno cuyo nombre BALKEBEL(es) parece seguro y del otro solamente se sabe que su nombre comienza por BAI ... Lo que fueron estos
hombres no lo sé.
Apenas si puedo saber de los vasos, sino que son contemporáneos y
del mismo taller cerámicQ.
Atendiendo a los signos utilizados por los letreros, parecen de la segunda mitad del siglo 11 o principio del 1 a. de J. C ., con toda la vaguedad
que suponen estas indicaciones.
Para terminar (por ahora) con el estudio de letreros y vasos tan importantes, sólo me queda hacer constar la pena o el resquemor que produce el hecho de faltarnos grandes partes de sus leyendas y la totalidad
de sus decoraciones, por lo cual es inúti l aventurar hipótesis sobre el ca ~
rácter de sus letreros, sobre las causas que los motivaron y el uso a que
fueron dedicados.
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