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ANTON I O TOV AR
(Salamanca)
Ob!>ftrvacione!> !.obre ft!.critura!> tarte!>ia!.
A medida que vamos conociendo mejor 106 orígenes del alfabeto
ll amado ibérico, cuyos materiales lanto acreció el! i1u&lre y benemérito Do n Isid ro Ballesler Tormo, en la masa antes conrus:! de
las inscripcio nes hispánicas, podemos ir disti nguiendo algunos grupos. Quisiéramos hoy separar resueltamente uno de 101 más definidos. Es verdad Que ello puede parecer prematuro, dado Que no
están bien publicadas la mayor parte de las inscripciones de esle
gru po y que aún hay alguna inédita (.) , pero nos interesa, al menos provisio nalmente. trazar un esquema de b escritura de cste
grupo y establ ecer su relación CO n el mundo epigráfico a nda~uz.
Para el .problema de los orígenes de las escrituras hispán'icflS lenemo¡ que acudir preferentemente, a pesar de la dificultad del material, y por ellO' mismO', al círculo cultural tartesiO'.
Sabemos Que las escrituras llamadas ibéricas son descendientC8
del s.istema silábico que se fijó en Creta durante e l II milenio (1),
perO' también sabemos Que buena parte de lO'S signos ibéricos, la
mayoría de e ll os, proceden de formas gráficas griegas y fe nicias tal
cO'mo 8e usaban en el siglo VII lO' más tarde . Esto exige Que una penetraci6n cO'lo nizadora trayendO' ta.les noveda.des, O' mejO'r, d~versas
(0 ) Afortunadamente el conjunto de estos materiales le ha sido I'malmente
accesible a Don Manuel Gómez Moreno, quien nos dará el estudio que esperamos. Valgan estas notas provisionalmente.
( l) J . O . FEVRIER: "Histolre de I'écriture~, ParLs, 1948. p. 138 ss., P . W.
PREIHER V. BISSINO en "H:.ndbuch der Arch5.eologle", de otto, 1, p. 155 ss.
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A. TQVAR
penetraciones de es te tipo, po rtadoras del alfabeto, lI egaran:l nucstra
península con esa fec ha como tcnn i tlil$ afIle quem (2) .
Uno de estos grupos, decisivo a nuestro juicio pa ra hl fo rmación
de ·Ia escritura tartesia que conocemos, lo fo rman las inscripciones
del Algarbe. Se las suele engloba r sin dis tinción dentrO' de fas inscripciones tartesias, pero si las com p:lramos co n las inscripciones mancla les, con el plomo de G ádor, la piedra de A·lcalá
del R ío (3) , los ,platos de Abengibrc, el plomo de .Mogcntc, l:l
piedra del Salobral (4), es evidtnte que nos ha ll a mOS ant e un mundo
epigráfico dis tinto.
Podría mos equiparar -la posición q ue es tas inscripc iones del Al·
ga rue ,'jc oen con la q ue, en otro ex tremo de la peníns ula sign ifica
o tro gr upo , algo más ta rdío. form:ldo po r las insc ripciones de Alcoy
y et Ciga rralejo y los grafi tos alica ntinos,
Ambos grupos, en defini tiva, podrían comp:lrarsc también. a la
penetración del alfabe to fenicio en la cos ta merid ion:'ll , precisa me nte
a lo largo de la que se halla entre ambos territorios: de Cádiz a
Ca rtagena.
Estos gr upos, colo nia les y situados a la orilla del mar, se contraponen a la masa de escritura tartesio-ibérica que fo rma como un
macizo H interland, desde el bajo Guadalquivi r hasta E nseru ne y
desde A:lmería hasta Sasamón y Clu nia.
Su ca racterística más saliente es que tales g~upos de epigrafía
(el proble ma de lengua es distino) colonia l, no usan signos silábicos,
sino que so n alfabéticos. Si admitimos una' remota trad ición indígena
p:lfa el silabario ta rtesio- ibérico (5), dibújanse bien c1a ras las características de importación, limitada en tiempo y espacio , de 'ias zonas
ma rgina les.
Vamos a lim itarnos sobre las inscripcio nes de l Alga rbe a las
mejor conocidas y ,pu blicadas: las nú meros LXII a LXX IV de ~os
(2) ,Est.o. fecha estA ya. bien sefialada en SCHULTEN: "Los 111r!cnos en
Espat\a", Amp. U pp. 36 'Y 51, (K ilo XXXIlI, 'PP. 77 s. y 98) basándose en la
eplgl1lJla griega.
(3) MLI L vnt Y LXI.
(4) OOMEZ MORENO: "MiscelAneu", p. 316 y 320 ; para el plomo de Mogente, que no ha sido su1lc:ientemente estudiado, v... A rohl\'o de Prehistoria
LevanUna", l . Valencia 1929, p. 190 s. y lámina IX.
(S) VhI;e QO:\fEZ MORENO: "MlsceIAneas ", p. 271 sa. (Bol. de la R.
Acad do la Historia, CXU, 1943. .p. 2'11 ss.); he desar rollado la dl:reoe.lón setialllda. por el maesLrO en "Minos" 1, p. 61 S&. Y "Zephyrus" , n , p. 9'7 SIl. En total
tenemos &eflalada para seis o Siete signos hlspin\eos antecedente¡¡ directos en
el m undo eplgrMco minol~lprlota..
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OBSERVACIONES SOBRE ESCRITU RAS TARTESIAS
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A. TQVAR
M onumenta lhlgl/oe l ber·j,cac de H übner, la que publka Schuhen
en Klio XXX II I, p. 87 ss. (= A mpurias 11 1940, p . 43 &S.) Yotras dos
que publicó Leile de Vasconcellos en la revista O arc/¡cd/ogo pOr*
lugr/es.v
1900, p. 40
y
XXVIII 1929, p . 206.
Del es tudio de estos documentos óbtcnemos el alfabeto que puede
verse en el cuadro adjunto. En él observamos las 'Ietras A Z H (6)
K (7) L N O l' M ("n) R S T.
ChOC3nlc es (y Sc hulten Amp. n, p. SI = Kfio, XXXII I, p. 99.
compara el etrusco) la fa.Jta de las tres oclusivas sonoras: b g d.
E l signo A que hallamos en M/.., / LXX IV y en una de las inscripciones del Algarbc (Lcitc, O Archcol. Port., XXV III, p. 208) es posible que fucra una d, si bien la fo rma es extraña y acaso mejor convendría con el signo ~ en la inscripción 1 de Schulten.
La forma de la e es extraña , y no conozco p:ua lelos, fue ra de
Cástulo y de la moneda de M Ll 51, Que ahora Gómez-Moreno lee
scisars (8).
La w,w fenicia, como ya señalé en Zl'ph)'rIIS JI, p. 100, se ma ntiene en lal forma, con valor vocálico de 11 (esto explicaría QUO no
haya predominado una forma griega, la cual tenía valor conson:íntico) (9).
En la línea de M (san) he puesto (ML l LX IV, LXX I, LXX IV)
signos Que a veces recuerdan la doble hacha (en LXXI sin el palo).
~os cuales pa recen confirmados en su valor con los letreros de las
monedas de Cástulo, aunque siempre permanecen graves dudas.
Todavía en el capillllo de las e~ aun hay Que notar la forma
en Schultcn J, la cual es estrictamente comparable a la de las monedas de Urci (M L l 116 y a las Que llevan la leyenda icaloscC11
(ibid. liS). La forma ¡ Que hallamos en Liria, en el bronce de
(6) En el cuadro he alineado Junl.a.s las variantes. La forma H es una slm·
pUlteaclón de otras anUguas, q ue conviven con ella en estas lnacripclonetl (con
paralcloo t.anto gl"legos, como fenicios). En la 1 de Schult.en hay que excluir
loo dOll ult1m06 slgnOll de esta tua, que rne parecen más que dudosoa en cuanto
a su valo r.
(7) Es por demás s1gnJ1lcaUva la coincidencia, ya setlalada por Sohulten.
" Ampurlas". U . p . 40 ( =: K ilo" xxxrn, p. 63) con la "k" lidia. y es uno de
los Indlel06 más favorables a la interpretación de 8chulten, que da. como Urré·
nlea resueltamente la colonización del Algarbe.
1 ) Véue "M1sceIAneas". Il. 321 5., donde se seflalan otros casos del rniSmo
(8
Signo en Aza.1~a. La nueva propuesta del maestro 06mez Moreno no convence.
por la " 5" Uqulda. y por el de9doblam1e nto, en lo demM de9oonoc!do, de Wl
signo para el «tUPO con sonora "'gi " y el con sorda "kl " .
(9) Oon ello rne opongo a la suposición de 8chult.en de hallar la y gTlep
en es tos alfa betos, " Amp. " , U , p. 39 ( = KIlo XXXlU, p . 82).
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OBSERVACIONES SOBRE ESCRITURAS TARTESIAS
5
Luzaga y en muchas otras inscripciones ibéricas (ninguna tartesi:l),
se remonta sin duda a tipos cursivos que no co nozco en griego ni
en fenicio, pero Que muy bien pudieron existir en escritura en material ligero no conservado. En una misma inscripción del AIgarbe
(M LI LXII) ¡parece. si ·Ia transcripción es fiel. Que coexiste con ~
(en ali~no) y ; (en s0,-oooo) en una ,palab ra Que no leo. En la
LXX IV aparece en una palabra,"' I" n.ciroporsa. no se sabe si con la
doble hacha con valor de s (san).
Si consti luímos un alfabeto para cada una de las cecas de Urd,
Icaloscen, Cástu la y Obu1co (M {JI 116. lI S. 118, 120, rcspoc l iva ~
mente) 8allan a ·Ia vis ta las diferencias (10): seña lemos la coincidencia forma·l de [a e de Cástul a , la prClOcncia en Icaloscen de la o
del tipo extrafio-, fu era de la tradición fartesio-ibéri ca (lo cua l /lOS
explic:tría el emp'leo de [a WQll con valor de o en Obu\co lo mismo
Que en las inscripciones del AJga rbe núms. LX IX, LXX I, LXXII,
Schulten 1 y dos de las publicadas po r Le'ite. O Archcol. Port.
XXVII I).
Pero las diferencias son mayores: examinando los signos de identidad problemática que quedan ,por debajo de nuestro cuadro no corresponden con los evidentemente silábicos que hallamos sobre todo
en Obulco. y es sumamente revelador Que en· las monedas de Urci.
Ica losoon y Obulco (señalemos al ;sceradtll de ML I 120 11) sea
indudable el valor siláb ico del mismo signo k que es simple - etra
l
en las inscripciones del A1garbe (k oni;, LXlI, LXIII, LXIV, LXV I.
..
LX IX, Leil c 2). Sirva esto de obsuvación a 1 comparación, en lo
demás acerf .. da, establecida por Schulten (A;IIPllriQS 11 , p. 36 =
Klio XXX III, p. 77 s.).
En la llegada de fo rmas del Algarbe a inscripciones tartesias
crc..'Cmos descubri r un caso de 1 penetración de elementos coloni..
zadores en las escrituras hispánicas ,primitiva s. En la incorpor:¡ción
de estas ~o rm as al sistema silábico, .por el contrario. la antigüedad
de tal sistema en nuestra península. y precisame nte como resto de
penetraciones anteriores de una escritura silábica, /a cual no pued e
¡proceder sino de la cultura egea del segundo mi lenio. La presenta-
(lO) Slgnlftca un nuevo planteamiento del problema la COMUtuclÓrl de un
nuevo cuadro de valores para 10;5 !iilgno.<¡ tartes.lOls .por ANTONIO BEL'IlRAN MARTtNEZ en su reciente "Curso de num1smitlca. Numl!iimé.tlca antigua". Cartagena. 1950. Maa el estudio y critica de tal cuadro no c
XXXIll, p. 81).
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A. rovAR
ción en espi ral de las inscripciones del Algarbc , lo cu31 no se vuelve
:l repeti r en nuest ra península si no en eIt plomo del Cigarralcjo. nos
remite a modelos muy arcaicos (11).
En la decena de signos Que no puedo clasificar en las inscripciones del Alg:lfbc, hemos de ver, provisiona lmente, has ta llega r
a una lectura más segura, o bien variantes de las letras encuadradas,
o bi en fOrmas extravagantC$ Que no son fáciles do lij ar en cuanto a
su o rigen, o bien e lementos tomados de -la escritura indígena fo rm ada ¡por anteriores colonizaciones (Quizá aun con su valor sil:íbico).
(1)
Algunas IndIcaciones y referencias a escritura arcaica
W. ,LJ\RFELD ·'Orlech.
~igraphilC'
-
3, pp. 136 Y 20'J.
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esplral en;
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Ob!>ftrvacione!> !.obre ft!.critura!> tarte!>ia!.
A medida que vamos conociendo mejor 106 orígenes del alfabeto
ll amado ibérico, cuyos materiales lanto acreció el! i1u&lre y benemérito Do n Isid ro Ballesler Tormo, en la masa antes conrus:! de
las inscripcio nes hispánicas, podemos ir disti nguiendo algunos grupos. Quisiéramos hoy separar resueltamente uno de 101 más definidos. Es verdad Que ello puede parecer prematuro, dado Que no
están bien publicadas la mayor parte de las inscripciones de esle
gru po y que aún hay alguna inédita (.) , pero nos interesa, al menos provisio nalmente. trazar un esquema de b escritura de cste
grupo y establ ecer su relación CO n el mundo epigráfico a nda~uz.
Para el .problema de los orígenes de las escrituras hispán'icflS lenemo¡ que acudir preferentemente, a pesar de la dificultad del material, y por ellO' mismO', al círculo cultural tartesiO'.
Sabemos Que las escrituras llamadas ibéricas son descendientC8
del s.istema silábico que se fijó en Creta durante e l II milenio (1),
perO' también sabemos Que buena parte de lO'S signos ibéricos, la
mayoría de e ll os, proceden de formas gráficas griegas y fe nicias tal
cO'mo 8e usaban en el siglo VII lO' más tarde . Esto exige Que una penetraci6n cO'lo nizadora trayendO' ta.les noveda.des, O' mejO'r, d~versas
(0 ) Afortunadamente el conjunto de estos materiales le ha sido I'malmente
accesible a Don Manuel Gómez Moreno, quien nos dará el estudio que esperamos. Valgan estas notas provisionalmente.
( l) J . O . FEVRIER: "Histolre de I'écriture~, ParLs, 1948. p. 138 ss., P . W.
PREIHER V. BISSINO en "H:.ndbuch der Arch5.eologle", de otto, 1, p. 155 ss.
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penetraciones de es te tipo, po rtadoras del alfabeto, lI egaran:l nucstra
península con esa fec ha como tcnn i tlil$ afIle quem (2) .
Uno de estos grupos, decisivo a nuestro juicio pa ra hl fo rmación
de ·Ia escritura tartesia que conocemos, lo fo rman las inscripciones
del Algarbe. Se las suele engloba r sin dis tinción dentrO' de fas inscripciones tartesias, pero si las com p:lramos co n las inscripciones mancla les, con el plomo de G ádor, la piedra de A·lcalá
del R ío (3) , los ,platos de Abengibrc, el plomo de .Mogcntc, l:l
piedra del Salobral (4), es evidtnte que nos ha ll a mOS ant e un mundo
epigráfico dis tinto.
Podría mos equiparar -la posición q ue es tas inscripc iones del Al·
ga rue ,'jc oen con la q ue, en otro ex tremo de la peníns ula sign ifica
o tro gr upo , algo más ta rdío. form:ldo po r las insc ripciones de Alcoy
y et Ciga rralejo y los grafi tos alica ntinos,
Ambos grupos, en defini tiva, podrían comp:lrarsc también. a la
penetración del alfabe to fenicio en la cos ta merid ion:'ll , precisa me nte
a lo largo de la que se halla entre ambos territorios: de Cádiz a
Ca rtagena.
Estos gr upos, colo nia les y situados a la orilla del mar, se contraponen a la masa de escritura tartesio-ibérica que fo rma como un
macizo H interland, desde el bajo Guadalquivi r hasta E nseru ne y
desde A:lmería hasta Sasamón y Clu nia.
Su ca racterística más saliente es que tales g~upos de epigrafía
(el proble ma de lengua es distino) colonia l, no usan signos silábicos,
sino que so n alfabéticos. Si admitimos una' remota trad ición indígena
p:lfa el silabario ta rtesio- ibérico (5), dibújanse bien c1a ras las características de importación, limitada en tiempo y espacio , de 'ias zonas
ma rgina les.
Vamos a lim itarnos sobre las inscripcio nes de l Alga rbe a las
mejor conocidas y ,pu blicadas: las nú meros LXII a LXX IV de ~os
(2) ,Est.o. fecha estA ya. bien sefialada en SCHULTEN: "Los 111r!cnos en
Espat\a", Amp. U pp. 36 'Y 51, (K ilo XXXIlI, 'PP. 77 s. y 98) basándose en la
eplgl1lJla griega.
(3) MLI L vnt Y LXI.
(4) OOMEZ MORENO: "MiscelAneu", p. 316 y 320 ; para el plomo de Mogente, que no ha sido su1lc:ientemente estudiado, v... A rohl\'o de Prehistoria
LevanUna", l . Valencia 1929, p. 190 s. y lámina IX.
(S) VhI;e QO:\fEZ MORENO: "MlsceIAneas ", p. 271 sa. (Bol. de la R.
Acad do la Historia, CXU, 1943. .p. 2'11 ss.); he desar rollado la dl:reoe.lón setialllda. por el maesLrO en "Minos" 1, p. 61 S&. Y "Zephyrus" , n , p. 9'7 SIl. En total
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M onumenta lhlgl/oe l ber·j,cac de H übner, la que publka Schuhen
en Klio XXX II I, p. 87 ss. (= A mpurias 11 1940, p . 43 &S.) Yotras dos
que publicó Leile de Vasconcellos en la revista O arc/¡cd/ogo pOr*
lugr/es.v
1900, p. 40
y
XXVIII 1929, p . 206.
Del es tudio de estos documentos óbtcnemos el alfabeto que puede
verse en el cuadro adjunto. En él observamos las 'Ietras A Z H (6)
K (7) L N O l' M ("n) R S T.
ChOC3nlc es (y Sc hulten Amp. n, p. SI = Kfio, XXXII I, p. 99.
compara el etrusco) la fa.Jta de las tres oclusivas sonoras: b g d.
E l signo A que hallamos en M/.., / LXX IV y en una de las inscripciones del Algarbc (Lcitc, O Archcol. Port., XXV III, p. 208) es posible que fucra una d, si bien la fo rma es extraña y acaso mejor convendría con el signo ~ en la inscripción 1 de Schulten.
La forma de la e es extraña , y no conozco p:ua lelos, fue ra de
Cástulo y de la moneda de M Ll 51, Que ahora Gómez-Moreno lee
scisars (8).
La w,w fenicia, como ya señalé en Zl'ph)'rIIS JI, p. 100, se ma ntiene en lal forma, con valor vocálico de 11 (esto explicaría QUO no
haya predominado una forma griega, la cual tenía valor conson:íntico) (9).
En la línea de M (san) he puesto (ML l LX IV, LXX I, LXX IV)
signos Que a veces recuerdan la doble hacha (en LXXI sin el palo).
~os cuales pa recen confirmados en su valor con los letreros de las
monedas de Cástulo, aunque siempre permanecen graves dudas.
Todavía en el capillllo de las e~ aun hay Que notar la forma
en Schultcn J, la cual es estrictamente comparable a la de las monedas de Urci (M L l 116 y a las Que llevan la leyenda icaloscC11
(ibid. liS). La forma ¡ Que hallamos en Liria, en el bronce de
(6) En el cuadro he alineado Junl.a.s las variantes. La forma H es una slm·
pUlteaclón de otras anUguas, q ue conviven con ella en estas lnacripclonetl (con
paralcloo t.anto gl"legos, como fenicios). En la 1 de Schult.en hay que excluir
loo dOll ult1m06 slgnOll de esta tua, que rne parecen más que dudosoa en cuanto
a su valo r.
(7) Es por demás s1gnJ1lcaUva la coincidencia, ya setlalada por Sohulten.
" Ampurlas". U . p . 40 ( =: K ilo" xxxrn, p. 63) con la "k" lidia. y es uno de
los Indlel06 más favorables a la interpretación de 8chulten, que da. como Urré·
nlea resueltamente la colonización del Algarbe.
1 ) Véue "M1sceIAneas". Il. 321 5., donde se seflalan otros casos del rniSmo
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Signo en Aza.1~a. La nueva propuesta del maestro 06mez Moreno no convence.
por la " 5" Uqulda. y por el de9doblam1e nto, en lo demM de9oonoc!do, de Wl
signo para el «tUPO con sonora "'gi " y el con sorda "kl " .
(9) Oon ello rne opongo a la suposición de 8chult.en de hallar la y gTlep
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Luzaga y en muchas otras inscripciones ibéricas (ninguna tartesi:l),
se remonta sin duda a tipos cursivos que no co nozco en griego ni
en fenicio, pero Que muy bien pudieron existir en escritura en material ligero no conservado. En una misma inscripción del AIgarbe
(M LI LXII) ¡parece. si ·Ia transcripción es fiel. Que coexiste con ~
(en ali~no) y ; (en s0,-oooo) en una ,palab ra Que no leo. En la
LXX IV aparece en una palabra,"' I" n.ciroporsa. no se sabe si con la
doble hacha con valor de s (san).
Si consti luímos un alfabeto para cada una de las cecas de Urd,
Icaloscen, Cástu la y Obu1co (M {JI 116. lI S. 118, 120, rcspoc l iva ~
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del tipo extrafio-, fu era de la tradición fartesio-ibéri ca (lo cua l /lOS
explic:tría el emp'leo de [a WQll con valor de o en Obu\co lo mismo
Que en las inscripciones del AJga rbe núms. LX IX, LXX I, LXXII,
Schulten 1 y dos de las publicadas po r Le'ite. O Archcol. Port.
XXVII I).
Pero las diferencias son mayores: examinando los signos de identidad problemática que quedan ,por debajo de nuestro cuadro no corresponden con los evidentemente silábicos que hallamos sobre todo
en Obulco. y es sumamente revelador Que en· las monedas de Urci.
Ica losoon y Obulco (señalemos al ;sceradtll de ML I 120 11) sea
indudable el valor siláb ico del mismo signo k que es simple - etra
l
en las inscripciones del A1garbe (k oni;, LXlI, LXIII, LXIV, LXV I.
..
LX IX, Leil c 2). Sirva esto de obsuvación a 1 comparación, en lo
demás acerf .. da, establecida por Schulten (A;IIPllriQS 11 , p. 36 =
Klio XXX III, p. 77 s.).
En la llegada de fo rmas del Algarbe a inscripciones tartesias
crc..'Cmos descubri r un caso de 1 penetración de elementos coloni..
zadores en las escrituras hispánicas ,primitiva s. En la incorpor:¡ción
de estas ~o rm as al sistema silábico, .por el contrario. la antigüedad
de tal sistema en nuestra península. y precisame nte como resto de
penetraciones anteriores de una escritura silábica, /a cual no pued e
¡proceder sino de la cultura egea del segundo mi lenio. La presenta-
(lO) Slgnlftca un nuevo planteamiento del problema la COMUtuclÓrl de un
nuevo cuadro de valores para 10;5 !iilgno.<¡ tartes.lOls .por ANTONIO BEL'IlRAN MARTtNEZ en su reciente "Curso de num1smitlca. Numl!iimé.tlca antigua". Cartagena. 1950. Maa el estudio y critica de tal cuadro no c
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A. rovAR
ción en espi ral de las inscripciones del Algarbc , lo cu31 no se vuelve
:l repeti r en nuest ra península si no en eIt plomo del Cigarralcjo. nos
remite a modelos muy arcaicos (11).
En la decena de signos Que no puedo clasificar en las inscripciones del Alg:lfbc, hemos de ver, provisiona lmente, has ta llega r
a una lectura más segura, o bien variantes de las letras encuadradas,
o bi en fOrmas extravagantC$ Que no son fáciles do lij ar en cuanto a
su o rigen, o bien e lementos tomados de -la escritura indígena fo rm ada ¡por anteriores colonizaciones (Quizá aun con su valor sil:íbico).
(1)
Algunas IndIcaciones y referencias a escritura arcaica
W. ,LJ\RFELD ·'Orlech.
~igraphilC'
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3, pp. 136 Y 20'J.
262_
ell
esplral en;
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