VIII Reunión Nacional sobre Cuaternario: medios sedimentarios, cambios ambientales y hábitat humano
1991
, ISBN 84-7795-041-5
978-84-7795-041-7 , 154 p.
[page-n-1]
-
•
MEDIOS SEDIMENTARIOS, CAMBIOS AMBIENfALES YHABITAT HUMANO
SERVIU D'L'\ li."ilUaCIO l'IUIUSlORIC\
[page-n-2]
[page-n-3]
ASOCIACION ESPAÑOLA PARA EL ESTUDIO DEL CUATERNARIO
VIII REUNION NACIONAL
SOBRE CUATERNARIO
VALENCIA, 16-20 DE SEPTIEMBRE DE 1991
GUIA DE LAS EXCURSIONES
"MEDIOS SEDIMENTARIOS,
CAMBIOS AMBIENTALES Y HABITAT HUMANO"
DEPAIITAMENT DE GEOGRAFIA DE LA UNNERSITAT DE VALENCIA
SERVICIO DE lNVESTIGACION PREHISIDRICA DE LA DIPUTACION DE VALENCIA
[page-n-4]
EDlCION PREPARADA POR:
•DEPARI'AMENT DE GEOGRAFIA DE LA UNlVERSITAT DE VALENCIA
•DEPARTAMENTO DE PREHISTORIA Y ARQUEOLOGIA DE LA UNIVERSIDAD DE VALENCIA
•SERVICIO DE lNVESTIGACION PREHISTORICA DE LA DIPUTACION DE VALENCIA
Depósito Legal: V-2.451-1991
l. S. B. N.: 84-TI95-041-5
Imprime: Imprenta Provincial de la Diputación de Valencia
[page-n-5]
VIII REUNION NACIONAL SOBRE CUATERNARIO
[page-n-6]
[page-n-7]
INDICE
EXCURSION A.
Cuaternario litoral de la provincia de Castellón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
EXCURSION B.
Evolución del sector costero meridional valenciano durante el Pleistoceno
Medio, Superior y Holoceno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
EXCURSION C.
Cuaternario continental de la cuenca media del río Túria . . . . . . . . . . . . . . 79
EXCURSION D.
La llanura aluvial del Thria
y
la Albufera de Valencia . . . . . . . . . . . . . . . . . 101
EXCURSION E.
La llanura aluvial del río Xúquer ......... . ... .. .. ... . .. ... . ....... . 125
[page-n-8]
.
,
MAR
I
MEDITERRANEO
\
1
FIGURA 1
Mapa general de los itinerwios de las excursiones
[page-n-9]
EXCURSION
A
CUATERNARIO LI10RAL
DE LA PROVINCIA DE CASTELI.ON
TRAMO COMPRENDIDO ENTRE ALMENARA
Y 10RREBLANCA*
Coordinadores:
E. SANJAUME, F.
GUSI
Colaborador:
J. PARDO
• El contenido cienúfioo de este trabajo se ha beneficiado del proyecto «Pleistoceno superior y Roloceno en el área valencia·
na» DGCYT PB 89-0524.
[page-n-10]
N
~
PROVINCIA DE
CASTELLÓ
MAR
MEDITERRANEO
11
1
\km
FIGURA 2
Itinerario excursión A
[page-n-11]
JI
I. PARADA 1 Y 2. ELS ESTANYS D'ALMENARA
I.l. Evolución de la albufera de Els Estaoys d'Aimenara
Eulalia Sanjaume• y Josep Pardo*
L A albufera deis Estanys d'Aimenara ha seguido una evolución semejante a la experimentada
por el resto de las albuferas valencianas. La restinga actual - prescindiendo de la posible existencia de formaciones anteriores y de las modificaciones que pueden haberse producido como consecuencia de los cambios del nivel del mar durante el Cuaternario- se ha generado a partir de una
barra submarina, gracias al escaso gradiente de la zona antelitoral y a los materiales que han proporcionado los ríos Belcaire y MiUars. Minerales de este último río se han reconocido hasta la
desembocadura del Turia (SANJAUME, 1984).
La deriva litoral en este sector presenta, como en el resto del óvalo valenciano, una componente neta en dirección N-S. Los oleajes más efectivos son los del primer cuadrante, ya que los
fetchs máximos Uegan a la costa con una dirección entre NE y ENE. Así pues, con los temporales
de levante el mar consigue su máxima efectividad erosiva.
La actual restinga, de 1 km de longitud y una anchura que oscila entre 300 y 700 m, arranca
3'5
de la desembocadura del Belcaire -que ha experimentado varias difluencias hacia el sur, abarcando en conjunto un total de 2'8 km- y se prolonga hasta las inmediaciones del cono aluvial del
Palancia. Aunque el aguazal en la actualidad no presenta ninguna gola, es probable que la haya
tenido en el pasado y se ubicaría en el limite entre los términos municipales de la Llosa y Almenara, ya que en este punto se produce un notable estrechamiento. (fig. n.• 3)
El aspecto pedunculado de algunos tramos de esta formación podría indicar que la misma
ha funcionado como flecha de punta libre en algún momento, de este modo, los distintos pedúnculos se corresponderían con los sucesivos ganchos de la flecha. Las flechas litorales suelen ser are·
nosas. Sin embargo, las características texturales del material actual de estas playas, en las que
predominan los cantos, impiden que se pueda atribuir esta génesis a la restinga holocena. La fuerte presencia de cantos en la playa de Almenara sugiere un predominio, al menos en la actualidad,
del transporte transversal y, en consecuencia, de su génesis a partir de una barra submarina (SANJAUME, l985a). Con todo, no se puede descartar la hipótesis de una evolución tipo flecha para épocas anteriores. Los restos de calcoarenita encontrados en la parte interna de la restinga demuestran que el material arenoso fue tan abundante en el pasado que permitió, incluso, la edificación
de algunas alineaciones donares. Es evidente, pues, que en aqueUos momentos las condiciones
de suministro podían favorecer la creación de una flecha litoral que habrá evolucionado posteriormente a barra, al cambiar la textura de los materiales de los que se nutría.
La formación holocena, por tanto, se apoya ylo se adosa a una formación más antigua
- presumiblemente pleistocena- que parece haber experimentado alguna pulsación positiva, que
habría sido la responsable del desmantelamiento de casi la totalidad de las dunas. En la actualidad
estas formaciones permanecen ligeramente por debajo de los sedimentos de playa bolocenos y,
en determinados puntos, se encuentran recubiertos por sedimentos palustres. Informaciones orales de los agricultores de la zona indican la ex.istencia de restos de arena fuertemente cementada
-podría tratarse de un nivel de playa o de formaciones dunares- a unos 50 cm de profundidad,
en los campos de cultivo que se extienden entre la probable restinga fósil y la playa (SANJAUME,
I985b).
La albufera, que era bastante estrecha en Xilxes, se ensancha notablemente en los términos
de la Llosa y Almenara, donde la zona anfibia Uegaba hasta el pie del Punt del Sit (1 10 m}. Esta
elevación, junto con el Cabe(:ol, la Muntanyeta Negra, el Castellar y la Rabassa, constituyen el
limite occidental de la albufera que se encuentra enmarcada, además, por los aluviones del Belcaire al norte y el cono del Palancia al sur.
En otras épocas la persistencia de la zona pantanosa quedaba asegurada por los ullals o fuentes subacuáticas, de las cuales sólo se mantienen funcionales los que nutren las tres lagunas situa• Depanament de Geografía. Universi1at de VaJtncia.
[page-n-12]
~
1,,1 ~
L...:....:J
0 2 1'-\·:?·:· 1
1...,:::;.1 0 7
6
C·~~:J a
1• •./
[ISd
.
J
10
I""""J
I""""J
...
,I""""J
I""""J
I""""J
/~
19
3
hi:'f:}l 4
•'·
...
IE II TIUU I
FIGURA 3
Esquema geomorfológico deis Estanys d~lmenara.
1: afloramientoS triásicos.
2: pleistoceno continental.
3: calcoarenitas.
4: restinga actual.
5: estanys.
6: ullals.
7: marjal
8: abanico aluvial.
9: paleocauces.
10: carreteras
[page-n-13]
13
das al pie de la Penya de l'Estany. La más septentrional y la central, I'Estany Gran, proporcionan
caudales abundantes, mientras que la del sur parece alimentarse de las anteriores. La superficie
de I'Estany Gran se encuentra actualmente a unos 8·9 m s.n.m., y su profundidad oscila entre
4 y 10m (RossEU.ó, 1975). Al interior de la zona palustre se pueden localizar, mediante foto aérea,
otros ocho ul/als aunque de dimensiones reducidas y prácticamente sin funcionalidad.
1.2. El yacimiento epipaleoUtico de Els Estanys d'Aimenara
Francesc Gusi•
Las lagunas de Almenara se hallan formadas por tres pequeños estanques próximos entre sí,
de perimetros irregulares, situados aproximadamente a 1 km de la costa en linea recta. Las dimensiones máximas de la laguna central, que es la mayor de las tres, son 300 m de longitud y 200 m
de anchura; la laguna mediana alcanza los 275 por 225m en sus ejes máximos, y la menor es
de 125 por 50 m. El fondo de las paredes de dichas lagunas se halla constituido por una arcilla
de color gris blancuzco, de probable origen aluvial; por debajo de esta capa hay un nivel de arenas
finas y medianas.
La laguna central, tiene en su fondo abundante material de época romana y medieval, asl
como un yacimiento prehistórico, situado por debajo de la extensa capa de cerámica histórica exis·
tente.
El yacimiento corresponde a un momento del Epipaleolítico tipo Cocina, situado cronológicamente entre finales de Cocina II y Cocina m.
Bl yacimiento de I'Estany Gran supone un hábitat autóctono y estable. Hay que excluir toda
procedencia alóctona de sus materiales desde un yacimiento primario, como parecen indicar los
datos de morfología lítica referida al troceado de la materia prima: la enorme cantidad de productos de troceado para la escasa superficie prospectada, la estimable cantidad de núcleos no agota·
dos, el hecho de que algunas láminas se superpongan a su núcleo y otras procedan de un deterrni·
nado núcleo indican que nos encontramos, ante un taller in situ. Entre el material epipaleolltico
de I'Estany Gran de Almenara nos encontramos con raspadores, perforadores, lascas y láminas
con borde abatido, larninitas con borde abatido, muescas y denticulados, truncaduras, microlitos
geométricos, (trapecios asimétricos, trapecios con un lado cóncavo, trapecios con dos lados cónca·
vos, triángulos escalenos e isósceles) y microburiles.
L3. El yacimiento paleontológico de Casablanca, Almenara
Francesc Gusi•
El yacimiento se sitúa dentro de los límites de una antigua cantera de explotación de caliza,
en la última estribación de la Serra d'Espadá, en Jos llamados Montes de Almenara. En el extremo
oriental de éstos se ubica el yacimiento de Casablanca, a 1'5 km de la línea de costa.
Las colinas que rodean el conjunto de Casablanca están formadas por areniscas y cuarcitas
de edad triásica, si bien las que albergan el yacimiento están constituidas por materiales calcá·
reos de cronología más reciente. Estas elevaciones están rodeadas por materiales calcáreos de
cronología más reciente. Estas elevaciones están rodeadas por materiales cuaternarios de origen
diverso, coluviales de laderas, arrastres de limos y arcillas de los relieves cercanos y por limos
y arcillas de albufera. Como es característico en las zonas calcáreas, también la colina de Casa·
blanca presenta signos de carstificación, especialmente microformas exocársticas; los trabajos
de la cantera han permitido una visualización excepcional de las distintas cavidades de desarrollo dominante vertical y que están completamente colmatadas. El relleno está formado por
an:illas y brechas.
• Servicio Arqueológico. Diputación de Castelló de la Plana.
[page-n-14]
14
El yacimiento de Almenara constituiría una antigua caverna ampliamente desmantelada por
la erosión, l.a cual quedaría luego colmatada por diversos sedimentos. La presencia de una estalagmita, que aparece enterrada bajo los materiales fosíliferos del sector NE, podría apoyar decididamente esta interpretación.
Dentro de la secuencia estratigráfica de Casablanca, fundamentalmente constituida por sedi·
mento arcilloso de terra rossa, se ha detectado un abundantlsimo depósito de microfauna y macrofauna.
Dentro de la microfauna, se hao reconocido las siguientes especies: Mimomys (Kislangia) aff. rex;
Mimomys aff. medasensis Michaux; Mimomys tornensis Van der Meulen; Stephanomiys progressus Cordy; Castillomys crusafond n. ssp; Apodemus mysrocinus Danford and Alston; Eliomys quer·
cinus ssp.; Talpa sp. Desmana sp.; Prolagus aff. calpensis l.ópez, lo que nos daría una cronología
de 1'9 millones de años y sefialaria la fase antigua de su depósito. La fase final vendría dada por
la ausencia de Allophaiomys, cuya emigración se calcu.la en 1'6 millones de años, momento de
coincidencia con la fase fría Euboriense, así como con la presencia del Mimomys tornensis, que
alcanza el final del Villanyiense centroeuropeo.
Las especies de macrofauna son: Ursus etruscus Cuvier; Jtzchycrocuro cf. brevirostris Aymard,
Felis sp.; Perisoda.ctílos: Equus stenonis sp.; Rhinocerotidae indet.; Articdacdla: Cervus cf. philisi
Schaub; Gazellispira torticornis Aymard; Ovibovini indet. Este conjunto faunístico corresponde
al Plioceno fmal o Villafranquiense medio.
la clasificación cronológica de los restos faunísticos nos sitúan el yacimiento de Casablanca
entre los 2 millones y los 1'6 millones de años.
Il. PARADAS 3, 4 Y 5. SECTOR ORPESATORREBLANCA
ll.l. Aspectos geomorfológicos de la albufera de Torreblanca
Eukllia Sanjaume • y Josep Pardo*
la presente descripción se basa en un estudio previo realizado por SEGURA, SANJAUME v PAR·
oo (en prensa). El litoral septentrional del País Valenciano está formado por un conjunto de hom
y graben alternos y en una de estas fosas, la de Orpesa:Yorreblanca se halla ubicada la albufera
de Torreblanca. Este graben está conectado por el N con la fosa de l'Estopet y la Serra d'Irta,
mientras que al W limita con la Serra de la Valldangel oriental y por el S con la Serra del Desert
de les Palmes.
El basamento de la fosa está formado por materiales secundarios de tipo calca reo. Por encima
se detecta la presencia de un Mioceno con diferentes facies. En la base aparece un Mioceno superior marino sobre el que se asienta una facies litoral perteneciente al mismo período. Sobre ella
descansa otra lacustre de menor potencia que podria indicar la existencia de albuferas terdarias.
En conjunto estas facies tendrian una potencia superior a los 250 m en la costa.
El límite entre el Plioceno y el Cuaternario no ba podido establecerse con claridad. En conjunto se trata de depósitos formados por varias facies diferenciadas: una conglomerática, otra formada por arenas, arcillas y limos y otra de turba. la primera seguramente se puede interpretar
como depósitos fluviales. los sedimentos más finos, ubicados cerca de la costa, indican la presen·
cia de albuferas o playas. En estas albuferas en algún momento se habría desarrollado la turba,
alcanzando una potencia de 4 m en algunos puntos.
la albufera de Torreblanca se encuentra cerrada por la restinga que se extiende a lo largo
de 8 km entre el cono formado por el Riu de les Coves al N y el del Riu Xinxilla-Barranc de
la Font del C8mpello al S. Además de estos conos de mayor envergadura, a los que se adosa la
restinga, existen otros conos de menor entidad que la bordean por el W. Estos pequeños abanicos
están formados por los barrancos que descienden de la Serra de la Valldangel oriental. Su coales·
cencia forma una pequeña acera aluvial que no sólo delimita la parte interna de la albufera, sino
• Depanamem de Geografía. Universital de Valencia.
[page-n-15]
15
que en algunos puntos provoca eJ notable estrechamiento de la misma (Barranc del ToU y Rambla
de Manyes).
En la actualidad la albufera de Torreblanca se haUa en un estado muy avanzado de colmatación. Ahora bien, a diferencia de la mayor parte de las albuferas valencianas, no se encuentra
totalmente desecada. Su alimentación hídrica proviene de los numerosos ul/als (manantiales de
agua dulce que afloran en superficie dentro de la zona pantanosa) localizados en la misma. Son
más numerosos en la parte septentrional de la albufera, siendo los más importantes los denominados de la Boca d'lnfern. En estos puntos se produce un gran aporte hidrico que favorece el desarrollo de abundante vegetación palustre, parte de la cual se transformó en turba durante el Holoceno.
la restinga actual presenta algunas características especiales. Por una parte, el grueso calibre
de sus materiales, cuyo tamaño medio supera los 9 cm de diámetro en algunos puntos. Por otra,
su escasa anchura, que oscila entre 8'5 y 95 m Finalmente, su morfología de ridge y la existencia
de numerosos washover fans (SANJAUME, SEGURA, PARDO, 1990). Estas peculiaridades hacen que
esta restinga sea la más original de todo el País Valenciano.
De acuerdo con la textura y la anchura de la restinga se pueden distinguir tres tramos. El
septentrional, más estrecho, formado casi exclusivamente por cantos, se extiende hasta las inme·
diaciones del Quarter VeU. la parte central, los aledaños del Quarter VaU, es eminentemente arenosa y la playa presenta una anchura bastante superior a la del ridge de cantos. Por último en
el sector meridional, que finaliza en Torre la Sal, aparecen de nuevo los cantos, aunque la cantidad
de arena existente en este tramo adquiere cierta importancia.
Por otra parte también existen diferencias entre la parte interna y la parte externa de la restin·
ga. En la primera hay un predominio de cantos de mayor calibre recubiertos por una pátina grisá·
cea. Éstos forman los washover fans que penetran en la albufera por algunos puntos. En la parte
externa disminuye el tamaño de los cantos, que no presentan pátina debido a su lavado por el
oleaje y en eUos se generan tanto bermas como beach cusps.
Además hay que señalar que en la parte septentrional de la restinga - aproximadamente hasta la Gola Central- intercalados entre los cantos aparecen una serie de niveles continentales que
alternan con otros de limos negros y turba. la turba se prolonga mar adentro, lo que permite
suponer que la albufera tenía una mayor extensión en el pasado.
Todo este litoral es muy rico en eolianitas. Se han localizado diversos restos tanto emergidos
como sumergidos. En el sector meridional se encuentran varios afloramientos de dunas fósiles,
entre los que destacan los de las inmediaciones de la desembocadura del Riu XinxíUa, de Torre
la Sal y los que se encuentran delante del CIBIMA. Aunque no existen dataciones absolutas, MAmu (1982) los consideró como restos de una antigua restinga tirreniense. Estos afloramientos emergidos van perdiendo entidad a medida que avanzamos hacia el N desapareciendo por completo
al N del Quarter VeU.
Sin embargo, los afloramientos sumergidos presentan una mayor extensión ya que pueden
seguirse a lo largo de casi toda la restinga. Por otra parte hay que señalar que entre los cantos
de la restinga se han encontrado numerosos fragmentos de eolianita, más abundantes en el sector
septentrional que en el meridional. Además, también se han encontrado diseminados entre los
cantos algunos trozos de playa fósil. Desde el Quarter VeU hasta las inmediaciones la Gola del
'llene aparece in situ un nivel consolidado de arenas y cantos. Aunque no contiene fósiles, los
estudios granulométricos confjrman que se trata de un nivel de playa.
La evolución cuaternaria continental habría sido la siguiente:
-El Cuaternario continental está representado en la zona por los conos aluviales formados
por los barrancos adyacentes. la evolución de los conos es bastante compleja y responde al esquema diseñado por SEGURA (1987). En general se trata de conos progradantes, en los que se pueden
distinguir varios niveles pertenecientes a diferentes momentos del Cuaternario. El nivel más anti·
guo (CV, perteneciente al Pleistoceno inferior y medio, forma un auténtico conglomerado. Los
materiales del Pleistoceno superior, bastante sueltos, están formados también por cantos engloba·
dos en una matriz de materiales finos (C1). Por último, los depósitos holocenos son materiales
finos y su escasez de cantos es notable (C0).
-La situación de los diferentes niveles varía de unos conos a otros. En el caso del cono del
Riu de les Coves-Font del Campello los depósitos del Pleistoceno superior recubren a los del Pleistoceno más antiguo, por lo que éstos no afloran en superficie. En las proximidades de la costa
[page-n-16]
16
aparece el nivel holoceno. El resto de los conos - tanto el del Riu de les Caves, como los de los
pequeños barrancos que bordean la albufera- presentan una disposición ligeramente diferente.
En la parte más próxima al retablo montatioso se sitúa en superficie el nivel ~. que aguas abajo
es sustituido por los materiales del nivel C1 y ya en la costa se sitúan los sedimentos holocenos.
-Por otra parte, el cono del Riu de les Caves presenta dos peculiaridades importantes. Por
una parte la Rambla del Seguet durante parte del Pleistoceno no confluía con el Riu de les Caves,
sino que desaguaba más hacia el sur ayudando de una manera más directa a la colmatación de
la albufera. Por otra, la existencia de paleocauces indica que entre el Pleistoceno medio y el superior se produjo una gran inestabilidad en el cauce. Como consecuencia de estos cambios de trazado los depósitos de este período no forman un cono propiamente dicho, aunque también es posible
que se extendieran mar adentro y que en la actualidad hayan desaparecido a consecuencia de la
acción erosiva del oleaje.
Por lo que respecta al Cuaternario marino, a partir de las observaciones de campo y de los
resultados obtenidos de los análisis mineralógicos, se puede aventurar una hipótesis acerca de la
evolución de esta zona. La explicación es ciertamente compleja, dado que no poseemos dataciones
absolutas y que no han podido muestrearse los afloramientos submarinos situados a mayor profundidad. A pesar de todo, a falta de conflT!Daciones más precisas se ha establecido la siguiente
secuencia evolutiva. (Fig. n. 0 4)
- Aunque no hemos encontrado in situ ningún afloramiento de playa con fós.iles, los fragmentos de lumaquela con Glycimeris, localizados en la parte septentrional de la restinga parecen
sugerir que se trata de la playa más antigua de todo el conjunto. Por su similitud con otras playas
pleistocenas encontradas en el litoral valenciano (RossEU.ó, y CUERDA, 1978; CuERDA y SANJAUME, 1978; MATEu y CuERDA, 1978; SANJAUME y GozALVEZ, 1978; GozALVEZ y RossEU.ó, 1978) presumimos que podría tratarse de un nivel Ttrreniense Il Sin embargo, sólo las dataciones absolutas
en curso de realización podrán confirmar esta suposición. Por tanto este nivel se denominará como
Torreblanca l.
- Los afloramientos de duna fósil y los fragmentos sueltos de eolianitas encontrados sobre
el ridge de la parte septentrional de la restinga, por sus afmidades mineralógicas y por el tamaño
y morfologia de los minerales densos con los materiales de la playa mencionada anteriormente,
podrían atribuirse al período regresivo posterior. Llama la atención el hecho de que los afloramientos emergidos de dunas pleistocenas sólo aparecen en el sector meridional de la restinga, mientras
que no afloran, pero son muy abundantes los fragmentos de eolianita en el sector septentrional.
La explicación podría estar relacionada con la mayor progradación del cono del Riu de les Caves
(SEGuRA, 1987). Así las dunas que se formarían en las inmediaciones de este cono se encuentran
en la actualidad a mayor profundidad que las que se generan en las inmediaciones del cono del
Riu Xinxilla, ya que este cono ha progradado poco durante el Pleistoceno superior (SANJAUME
y SEGURA, 1986).
-Los afloramientos de playa cementada de cantos que sólo encontramos en el sector septentrional de la restinga corresponderlan a una nueva pulsación positiva que denominamos como
Torreblanca II.
-Durante la regresión posterior, la progradación de los conos periféricos debió ser importante, dado que sobre las dunas posteriores al nivel Torreblanca I (Riu Xinxilla y CIBIMA) se encuentra un nivel erosivo formado por limos que engloban cantos rodados angulosos y restos de costra
calcá.rea. También se ha observado en algunos puntos la existencia de una coraza de limos rosados, mientras que en otros afloramientos se observa una alternancia de capas de espesor milimétrico de limos rosados y arenas (hasta siete .niveles en algunos casos). Este último hecho parece indicar que se habría producido una importante alternancia entre el predominio de vientos del oeste
(aporte de limos continentales) y vientos de levante (responsables del transporte de las arenas}.
No se han encontrado afloramientos de dunas que correspondan a este episodio regresivo. Sin embargo, algunos fragmentos de eolianita encontrados sobre la parte más meridional del ridge parecen indicar que puede existir alguna alineación actualmente sumergida. La composición de estos
materiales es idéntica a la de la playa Torreblanca U de la que se alimeotan.
- la transgresión flandriense constituye un nuevo hito evolutivo. En este momento se formó
una restinga de cantos (la base mineralógica es la misma de la playa Torreblanca Il) que se extendia entre el cono del Riu de les Caves y del cono conjunto Riu Xinxilla-Font del Campello. En
[page-n-17]
. .....
l..l~wo~w
.i
·'"'~~::~
;····· .
o
•
•• <>
·
.. '
...
l>
••
'
'
••
3
N
1
•
5
5
:
1
: \,: ...
·:-· :'
1
8
11
10
FIGURA 4
Esquema geomorfológico de la Albufera de Torreblanca.
1: ramblas y barrancos.
2: cono aluvial pleistoceno medio.
3: cono aluvial pleixtoceno superior.
4: cono aluvial holoceno.
5: límite del reUeno cuaternario.
6: paleocauces y lineas preferenciales de agua.
7: Albufera.
8: playa de cantos.
9: restinga de arena.
10: restinga de cant.os.
11 : washover fans.
12: afloramientos submarinos cuaternarios.
13: poblaciones
11
12
.
13
[page-n-18]
18
este momento la albufera en el sector septentrional sobrepasaría la actual restinga; prueba de ello
es la turba que en la actualidad se encuentra por debajo del nivel del mar y el corte de Torrenostra, donde se observan alternancias entre facies lagunares y continentales. Por las observaciones
realizadas en el estrán sumergido podemos suponer que los cantos correspondientes a los afloramientos sumergidos más próximos a la línea de costa pertenecían a la restinga flandriense. Desde
las inmediaciones de la Gola Central hasta los aledaños del cmiMA, creemos que la restinga
flandriense está aflorando.
- Desde el punto de vista evolutivo en la restinga actual pueden diferenciarse dos tramos.
El sector septentrional (hasta las inmediaciones de la Gola Central) es claramente erosivo y ba
experimentado un importante retroceso -tanto más marcado cuanto más al N- durante el Holoceno. Por ello en este sector la restinga flandriense ha sido desmantelada casi por completo. En
el resto -excepto en la zona arenosa- la restinga actual es la flandriense. Esta afirmación se
basa en tres hechos: el calibre de los cantos de la parte interna de la misma, la pátina gris que
los recubre y la existencia de un ridge de cantos sin pátina de unos 3 m de altura en la parte externa. La presencia de la pátina indica que los cantos no han sido movilizados por el oleaje durante
largo tiempo. Por otra parte el ridge se está formando durante los temporales más importantes.
Dado la altura del ridge y la diferencia de calibre entre los cantos del ridge (entre 5 y 7 cm de
diámetro medio) y Jos cantos de la parte interna (con medias superiores a los 9 cm) (SANJAUME,
SEGURA y PARDO, 1990), no parece probable que dichos cantos hayan sido depositados con las
condiciones que presenta actualmente el oleaje. Por tanto la restinga actual está formada por materiales retrabajados de la flandriense.
-Por lo que respecta a la evolución de la zona palustre, cabe suponer que la extensión y
posición de la albufera ha experimentado numerosos cambios durante el Cuaternario siguiendo
las pulsaciones positivas y negativas del nivel del mar. Debido a la falta de sondeos sólo se conocen noticias acerca del Holoceno. En efecto, el trabajo pionero de MEN~NDEZ AMoR y FwRSCHOTZ
(1961, 91-93) sobre palinología de esta albufera permite aventurar una hipótesis acerca del desarrollo de la turba. Según estos autores en la parte septentrional la estratigrafía es la siguiente: 90 cm
de «arcilla humosa», 345 cm de turba y 21 cm de «arcilla humosa». Las dataciones absolutas
indican una antigüedad de 6280:~::85 años a 420 cm, 4210:~::60 a 245 cm y 1670:~::45 a 95 cm.
De ser ciertos estos datos, la turba se habría desarrollado durante la segunda mitad del Atlántico,
el Subboreal y el primer milenio del período Subatlántico. La ratio de colmatación de la Albufera
seria, según ello, de 7'5 cm/100 afias para la turba y de 5 cm/100 años para Jos depósitos arcillosos.
La interrupción en la formación de turba la atribuyen los autores a la intrusión marina producida
como consecuencia de la «transgresión subatlántica». Estas intrusiones de agua salada son corroboradas también por CouAoo y RoBLES (1983, 118-120), dado que encuentran especies de moluscos altamente resistentes a los cambios de salinidad.
En definitiva, la presencia de restos pleistocenos marinos en la albufera de Torreblanca hace
que esta sea una de las zonas más ricas en afloramientos cuaternarios del N del País Valenciano.
Hay que destacar la dualidad de las fuentes de alimentación de este sector: por una parte, los cantos que tienen una procedencia local, ya que han sido suministrados por los barrancos periféricos.
Por otra, la fracción densa de las arenas demuestra la importancia que el Río Ebro ha tenido en
el abastecimiento de las playas y las dunas pleistocenas. De Jos estudios realizados se puede deducir la existencia de dos niveles de playa y otros dos de dunas que por el momento no se pueden
datar. Finalmente hay que señalar que la restinga actual coincide en buena parte con la restinga
flapdriense, aunque en la parte septentrional la acción erosiva del oleaje ha desmantelado la restinga previa, Jo cual evidencia que en la actualidad la restinga de Torreblanca es de tipo regresivo.
[page-n-19]
19
0.2. El yacimiento de la Edad del Bronce de Orpesa la VeUa
Francesc Gusi•
Este yacimiento de la Edad del Bronce se sitúa en un pequeño promontorio que se adentra
en el mar y se eleva unos 15 m de altura, ubicándose entre la playa de la Conxa y la Caleta de
la Viuda, en el término municipal de Orpesa. Geológicamente este promontorio está formado por
calizas y margas del cretáceo inferior.
Actualmente el yacimiento de la Edad del Bronce está muy destruido debido a la remodelación topográfica que sufrió esta punta para la construcción de edificios, así como por la construcción de la fortificación medieval existente.
El yacimiento se inicia a mediados del segundo milenio, con un asentamiento de viviendas
de planta rectangular realizadas con un pequeño murete de mampuesto muy mal preparado y subido con material perecedem Cabe destacar la pavimentación de los suelos y seguramente de las
paredes.
Esta fase del yacimiento en cuanto al material cerámico que nos ofrece es el típico de este
momento cultural, las vasijas bruñidas con perfiles aqui.llados por una parte y las formas más redondeadas sin tratamiento de superficie. Cabe destacar las evidencias de utensilios para la fundición de metales, lo que nos indica cierta actividad metalúrgica en el poblado.
El asentamiento parece perdurar durante el Bronce tardío durante toda la primera mitad del
primer milenio.
Su situación junto al mar lo hacen idóneo para que reciba en el siglo vn a. C. los primeros
contactos coloniales, como así parecen indicarlo las ánforas fenicias Vuillemot R.l encontradas
en los niveles superiores del yacimiento.
Los niveles de época ibérica que nos ofrece el asentamiento están muy destruidos por la construcción medieval, aunque esta fase del poblado queda atestiguada por la presencia de la típica
cerámica ibérica decorada con bandas y filetes. Hoy por hoy no parece que este momento ibérico
llegue a los siglos finales de la cultura.
la última ocupación del asentamiento vendría indicada por las construcciones medievales
de época musulmana que parecen indicarnos la existencia de un punto fortificado.
ll.3. El yacimiento ibérico de Torre la Sal, Ribera de Cabanes
Francesc Gusi*
u costa donde se sitúa este yacimiento ibérico es un área deprimida con antiguas albuferas
cerradas por restingas, la cual forma un arco litoral entre la desembocadura del Riu de les Coves
y el Penyó de Orpesa, en cuya inflexión máxima se encontraría el asentamiento.
Este yacimiento se sitúa dentro de una de las mayores marismas valencianas, entre las dunas
fósiles de las inmediaciones de Torre la Sal, y los relieves mesozoicos próximos al Hotel Koral (Orpesa), en un lugar donde la restinga se ensancha formando una pequeña elevación rodeada de
tierra, dentro de las marismas. Al mismo tiempo, la presencia de eolianitas indica la importancia
de la erosión marina, el oleaje destruye los restos de edificaciones ibéricas situados en la misma
linea actual de playa, predominando la tendencia regresiva de la costa y acumulando a escasos
metros, un cordón de gravas.
Desde el año 1979 que comenzaron los primeros trabajos de prospección submarina, hasta
hoy, se han ido constatando restos arqueológicos, tanto en tierra como bajo mar. Frente a los restos constructivos de la playa, a 600 m del litoral se ha comprobado la presencia de abundantes
muestras de ánforas de época romana (siglos n-1 a. C.) con algún otro resto anfórico más antiguo
y que cronológicamente. pertenecería al asentamiento ibero-romano de la costa.
El retroceso de la linea de costa es bien visible en este tramo de playa, ya que muchos restos
arquitectónicos han desaparecido en menos de diez años. Adentrándose en la mar, se aprecian
• Servicio Arqueológico. Diputación de CasteUó de la Plana.
[page-n-20]
20
los restos desmantelados de muros en una longitud de 50 m, aunque tras los temporales, es posible
ver más extensión al retirarse las arenas. las excavaciones efectuadas cerca de la actual Torre han
puesto al descubierto la continuidad de estructuras de habitación y almacenaje de productos reJa.
cionados con el área de desembarco, un nivel fechado sobre el siglo vt-v a. C. y una serie de remodelaciones efectuadas entre los siglos u y 1 a.C.
Al estar situado en una área de marismas, el nivel freático delimita una profundidad de excavación de 1 m. en época estival, pero dichos restos continuan a mayor profundidad. Al mismo
'20
tiempo, se ha formado una costra de 0'40 m. del nivel de tierra actual, muy dura por una sucesión
de pequeñas capas de arcilla y arena endurecida por la mayor permanencia del nivel freático a
esta profundidad, durante años, aunque esta formación es muy posterior al asentamiento ibérico
ya que se han quedado adheridas a restos cerámicos y muros ya existentes.
El yacimiento de Torre la Sal, se asentaría en una restinga hacia fines del siglo VI a.C., como
lugar de llegada de productos itálicos, nos indica un surgimiento en el siglo n-1 a. de J.C., tras un
periodo de abandono del siglo rv-m a. de C.
BffiLIOGRAFIA
M.A. y RoBLES, F. 1983: Estudio de las asociaciones de moluscos de la turbera holocena de Torreblanca (Castellón). Mediterránea Ser. Geol. , 1, pp. 105-142.
CuERDA, J. y SANJAUME, E. 1978: Datos paleontológicos y sedimentológicos del litoral pleistoceno de Santa Pola. Cuadernos de Geografia, 23, Valencia, pp. 19-62.
FoRTEA, J. 1975: Tipología, hábitat y cronología relativa del Estany Gran de Almenara. Cuad.
de Prehistoria y Arqueología Castellonense, 2. Castellón de la Plana, pp. 22-37.
GozALVEZ, V. y RossELI..O, V.M. 1978: la Serra del Molar y sus yacimientos pleistocenos. Cuadernos de Geografia, 23, Valencia, pp.J07-122.
Gust, F. 1974: Excavación del recinto fortificado del Torrelló de Onda (Castellón). Cuad. de Prehistoria y Arqueologfa Castellonense, l. Castellón de la Plana, pp. 19·62.
MATEu BELI...ÉS, J.F. 1982: El Norte del Pa!s Valenciano. Geomorfología litorol y prelitorol. Universitat de Valencia, Valencia, 286 pp.
MATEu, J.F. y CuERDA, J. 1978: Morfología cuaternaria de la costa entre l~Jtet y el Cap de Santa Pola. Cuadernos de Geograjla, 23, Valencia, pp. 63-82.
MENt!NDEZ, J. y FLORSCHtlTZ, F. 1961: Contribución al conocimiento de la historia de la vegetación en España du.rante el Cuaternario. Estudios Geológicos, vol. XVII, pp. 83-99.
RossELL.O, V.M. 1975: El medio geográfico deis Estanys d~lmenara y su hábitat arqueológico. Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonenses, 2, Castellón, pp. 14-21.
ROSSELL.O, V.M. y MATEu, J.F. 1978: El litoral cuaternario de Santa Pola. Cuadernos de Geograjla, 23, Valencia, pp. 1-18.
SANJAUME, E. 1974: El cordón litoral de la Albufera de Valencia. Cuadernos de Geograjla, 14,
Valencia, pp. 61-96.
SANJAUME, E. 1985: la calcoarenita de la restinga deis Estanys d'Almenara. En Pleistoceno y Geomorfología li((}rol, Homenaje a Juan Cuerda, Universitat de Valencia, Valencia, pp. 175-188.
SANJAUME, E. 1985: Las costtJS valencianas. Sedimentologfa y morfología. Universitat de Valencia, Valencia, 505 pp.
SANJAUME, E. y GOZALVEZ, V 1978: CA!bufera d'Eix y su litoral. Cuadernos de Geogrojla, 23,
.
Valencia, pp. 83-106.
SANJAUME, E. y SEGuRA, F.S. 1986: Análisis morfológico y sedimentológico de la llanura aluvial
entre Orpesa y la Ribera de Cabanes. Saitabi, XXXVI, Valencia, pp. 365-397.
SANJAU E., SEGU F.S. y PARDO, J.E. 1990: Procesos y formas en una restinga en retroceso:
ME,
RA,
el caso de la Albufera de Torreblanca. J• Reunión Nacional de Geomorfologfa, Teruel,
pp. 375-384.
SEGURA, F.S. 1990: Las ramblas valencianas. Universitat de Valencia, Valencia, 229 pp.
CoLLADO,
[page-n-21]
EXCURSION
B
CUATERNARIO LITORAL
DE LA PROVINCIA DE ALICANTE
SECIDR PEGO-MORAIRA*
Coordinadores:
Ma
P. FUMANAL,
V. VILLAVERDE,
J. BERNABEU
Colaboradores:
R. Buxó, J. C ASABó,
M. D UPRÉ, C. FERRER, J. GISBERf, P. ÜUILLEM,
R. M ARTÍNEZ, G. MATEU, J. REY, M a J. RODRIGO,
L. SOMOZA, J. U SERA, M a J. VIÑAI..S
E. BADAL,
G . BELLUOMINI,
Patrocinadores:
AYUNTAMIENTO DE DÉNIA
AYUNTAMIENTO DE XÁBIA
• El contenido cientiftCO de este uab¡ijo se ha beneficiado de los proyectos «Pleistoceno superior y Holoceno en el w va·
lenciana» DGCYT PB89·0524; <
vetiense y la Edad del Bronce» DGCYT PB 87·0722.C02.00, IGCP PROJECT 274.
[page-n-22]
PROVINCIA
D'ALACANT
Cobo S.Mor11
Cobo Lo,...,
MAR
MEDITERRANEO
FIGURA 5
Puntos de parada de la Excursión B
[page-n-23]
23
l. PARADA l. EL HOMBRE Y SU ENTORNO
1.1• .úl Cova de les Cendres (Moraira. Teulada)
Emestina Badal* Joan Bemabeu*, Ramón Buxó•••, Michele Dupre••, M• Pilar Fumanal.., Pere
,
Guillem•, Rafael Martinez•, M• José Rodrigo• y Valentín Villaverde*
L A Cova de les Cendres está situada en la Punta de Moraira (feulada). Se abre en un cantil for·
mado en calizas cretácicas cenomanienses que se eleva casi directamente sobre la linea de costa,
a unos 50 m sobre el nivel del mar.
La cavidad, cuya génesis se vincula al plano vertical de una línea de fractura en el paquete
caliro, se estructura en una amplia sala de unos 30 por 20 m, a la que se accede por una holgada
abertura orientada al SE y acentuada, al igual que el espacio circundante del yacimiento, por el
desplome de grandes bloques a partir de la visera (FUMANAL y YffiALS, 1989).
Este yacimiento presenta un interés particular; por un lado su ubicación, inmediata al mar
lo relaciona con el problema de la difusión marítima del Neolltico y, de otro, representa un tipo
de hábitat distinto al de los yacimientos neolíticos valencianos mejor conocidos (Cova de I'Or y
Cova de la Sarsa). Por otra parte, la existencia de niveles magdalenienses permite evaluar, a partir
del estudio de la fauna, la evolución de la linea de costa y la economía de las últimas sociedades
cazadoras y recolectoras durante el Thrdiglaciar.
Thdo ello motivó la realización de excavaciones sistemáticas en el yacimiento, tarea que se
viene realizando desde 1981, en el denominado sector A, bajo la dirección de J. Bernabeu para
los niveles holocenos y V. Yillaverde para los pleistocenos, contando con la colaboración de un
amplio equipo interdisciplinar. Aquí se expondrá un primer avance de la evolución cultural, pa·
leoambiental y paleoeconómica de la secuencia del yacimiento.
Los resultados que aquí se ofrecen para los niveles paleoliticos tienen un ca.rácter preliminar,
ya que van referidos a un sondeo efectuado en el cuadro A·17 durante el año 1986. Su finalidad
fue establecer una primera aproximación a la secuencia pleistocena, dilucidando su potencia y
alcance de la evolución magdaleniense.
Finalmente conviene señalar que la secuencia pleistocena y la holocena ofrecen un hiatus
estratigráfico y cultural, con la inexistencia de los momentos correspondientes al inicio del holoce·
no y las industrias epipaleoliticas. La justa evaluación de las causas de este hiatus se ve dificultada
como consecuencia de la importante acción desarrollada por el hombre del Neolítico I en el nivel
de sedimentación que encontró a su llegada, al proceder a la excavación de numerosas fosas, al
menos en el sector hasta ahora excavado. En cualquier caso la inexistencia de materiales corres·
pondientes al Epipaleolitico geométrico en los primeros niveles neoliticos, que sin embargo proporcionan algunos materiales magdalenienses o epipaleoliticos antiguos claramente vinculados a
la excavación de las referidas fosas, indica que previa a la intervención antrópica neolitica hubo
un proceso erosivo que afectó a la totalidad de los paquetes del Bpipaleolitico geométrico o que
la cavidad permaneció desocupada durante esa etapa. Una mayor definición sobre este problema
debe aguardar al resultado de la excavación en extensión del sector A.
1.1.1. Niveles pleistocenos
1.1.1.1. Estratigrafia
El comentario estratigráfico que sigue se limita a los niveles vistos a partir del sondeo efectuado en el cuadro A-17, a.l no haberse alcanzado la base de la sedimentación. La potencia total
de los paquetes pleistocenos rebasa ligeramente el metro y su disposición interna permite dividir·
los en tres subunidades, cuya descripción, en sentido deposicional, seria la siguiente (fig. 6):
• {Departament de Prehistória. Arqueología. Uo.iversilat de Valéocia)
• • {Departament de Geografía. Universiuu de Valéncia)
' " (Museu de l'rl:história de Girona)
[page-n-24]
1
A.17
_)_
1
~
-----------------------------
FIGURA 6. Corte Sagital derecho en A.l7
Niveles pleistocenos de la Cova de les Cendres
[page-n-25]
25
NIVEL III. De base a techo alcanza una potencia entre 20 y 30 cm. Su geometría es subhorizontal y está formado por un 60% de fracción canto a la que se añaden escasas gravas (10%).
La matriz fina es arc.illoarenosa y el conjunto ofrece una disposición masiva. Los cantos, con predominio de tamaño pequeño (1 a 3 cm), ofrecen un elevado índice de alteración. En todos los casos son altamente deleznables a la presión de los dedos y su aspecto externo es blancuzco, con
apariencia de tiza. La morfología es poliédrica con un perfil subredondeado y presentan abundantes perforaciones de líquenes. Sólo en dos casos pueden clasificarse como plaquetas.
NIVEL U. Bn contacto normal respecto al anterior, este nivel muestra una potencia en 50
y 70 cm. Pese a su aparente escasa variación interna se subdividió en tres unidades atendiendo
a las variaciones teXturales:
Inferior (Uc), compuesto por algunos elementos cuya envergadura supera los 10 cm., a los
que se añaden escasos cantos y gravas (15%). La matriz es arc.illoarenosa. Sin disposición estructural defmida, las características de la fracción gruesa parecen señalar una clara continuidad con
las descritas en el nivel anterior, aunque su presencia es muy inferior. Siguen observándose perforaciones de líquenes.
Medio (llb), con un 45% de cantos y un 10% de gravas que aparecen en posición caótica
(frecuentemente subvertical u oblicua en la base), varia bruscamente su textura global. La morfología es claramente subangulosa, con aristas vivas; abundan las plaquetas (prácticamente una tercera parte de los elementos elásticos tienen forma aplanada). Los finos repiten la composición del
depósito previo.
Superior (Ila), experimenta un ligero aumento en la fracción gruesa, que pasa a representar
en total un 60% de la textura global. Los elementos angulosos y aristados perduran y se reconocen abundantes plaquetas en los tamaños pequeños (1 a 3 cm.). Los finos, masivos, son arci!Joare·
nosos.
NIVEL l. La base aparece en contacto normal sobre el lla y el techo muestra huellas erosivas
y discordantes con relación a los niveles superiores, ya con industria neolítica. De hecho el nivel
tan sólo se conserva en la mitad interior del corte sagital, habiéndose excavado en una superficie
no superior a los 0'25 m2• Algunos bloques y cantos aparecen en posición subhorizontal. Su aspecto es subanguloso y poco evolucionado, aunque podría determinarse cierta alteración superfi·
cial. La potencia varía entre 20 y 30 cm. Los clastos marcadamente aplanados pasan a ser los más
abundantes de todo el perfil y su tamaño es también mayor. Una matriz arcillosa (52% de arcilla)
engloba la fracción gruesa.
1.1.1.2. Interpretación de los rasgos sedimentológicos
La primera observación a destacar en el perfil considerado es su discreta potencia. Además,
el hecho de que el desarrollo en profundidad se desconozca aconseja una máxima prudencia a
la hora de ponderar las posibilidades de interpretación que se derivan de los rasgos sedimentológicos. (Fig. 7).
Una aproximación previa a las caracterfsticas de los materiales que integran los tres niveles
descritos podría abordarse a partir de las particularidades de la fracción gruesa. Como se ha visto,
la proporción es variable, aunque hay que destacar que la presencia de escasos bloques desvirtúa
la composición mostrada en el gráfico de textura global del sedimento. En realidad hay dos niveles
en los que su importancia es máxima: el III y el Ila, mínima en el llc y moderada en el l.
La morfología y grado de alteración de tales elementos a lo largo del perfil afladen una nota
diferenciadora. Con gran claridad, la zona basal (nivellll) ofrece un elevado grado de alteración
y porosidad, hecho que obedece a la actuación de procesos de disolución que han afectado tanto
la parte externa como interna de los cantos y gravas cuya evolución es paralela. Thles procesos
remiten al parecer gradualmente, reconociéndose aún en el nivel llc y desapareciendo de forma
total en los niveles llb y Ila. Un ligero aumento en dichos índices se detecta por último en el
nivel superior l. El aspecto superficial de la fracción gruesa tiene también diferencias notables,
adquiriendo angulosidad creciente a partir del subnivel lib.
Por su parte, la fracción fina del sedimento que aparece siempre en proporción importante
muestra una persistente homogeneidad en sus rasgos generales. La textura sistemáticamente es
[page-n-26]
TEXTURA GLOBAL
TE XTU RA
F I NOS
~ B LOQUES ~ GRAVAS
[Zj ARENAS 1$ ;]
1':-,o':;.l C ANTOS
O L IM OS
f;~~~
C A LCI METRIA a/ 10g
f i NO S
BERNARD
POROSIDAD
Cantos
ARCILLA S
A LTERACION
370
380
390
400
41
420
111
430
FIGURA 7
Rasgos sedimentológicos de los niveles pleistocenos de la Cova de les Cendres
[page-n-27]
27
arcillosa (entre 40 y 50%) y el contenido en carbonatos puede calificarse de masivo, con una cierta disminución en el rango menor de partículas en la base del depósito, lo que parece obedecer
a una leve migración hacia nieles inferiores a partir de suaves procesos de lavado. El transporte
de los materiales deducible de las curvas e histogramas granulométricos corresponde en todos los
casos a desplazamientos en masa, bien simplemente gravitatorios, bien mediante la actuación de
flujos hidricos de escasa competencia que, en todo caso, afectarían especialmente al nivel m.
1.1.1.3. Secuencia cultural
Descritas las características industriales de los niveles pleistocenos de Cendres a partir d.el
estudio del material recuperado en el sondeo realizado en el año 1981 (VILLAVERDE, 1981), donde
se señalaba la existencia de un Magdaleniense superior bien definido en lo lítico y lo óseo, lo primero que cabe señalar con respecto a la secuencia obtenida en el sondeo del cuadro A-17 es que
los estratos II y m vienen a perfilar con mayor detalle la evolución del Magdaleniense superior
de Cendres, el denominado nivel II de la campaña de 1981. Definen el momento el elevado porcentaje del utillaje microlaminar y el eqwlibrio entre raspadores y buriles, destacando en el estrato m(capas 48-53) una rica industria ósea, azagayas de doble bisel y varillas, a la que habría que
añadir el fragmento distal de arpón plano, con dos dientes, localizado en 1981.
los comentarios sobre la evolución del Magdaleniense superior-final se Jimjtan en la actualidad al estrato III, mientras que la industria del estrato II -muy reducido en el cuadro A- 17
como consecuencia de la existencia de fosas excavadas desde los niveles neoliticos y algún boquete
realizado por clandestinos- queda pendiente, a la espera de incorporar en su estudio el material
recuperado en la excavación efectuada durante el presente año en el cuadro A-18. Bástenos señalar
por el momento que la industria ósea sigue estando presente, aunque con menos evidencias, habiéndose documentado incluso un arpón de sección plana y aspecto notablemente evolucionado
en el tercio superior del estrato. Circunstancia, esta última, que no entraría en contradicción con
la idea de que estaríamos ante momentos bastantes avanzados desde el punto de vista cultural
y cronológico, relacionables con el tránsito del Magdaleniense al Epipaleolitico microlaminar o
incluso en este último -verdadero Epimagdaleniense en Cendres, a la vista de esta pieza-.
la adscripción de la industria del estrato III al Magdaleniense superior se confirma, además,
a partir de la datación de C 14 obtenida en este nivel, que con un resultado de 12.650±80 B.P.,
coincide con el cúmulo de dataciones que en el ámbito med.iterráneo peninsular fechan esos mismos momentos (Bora Gran, Matutano y Nerja) (ÜLARIA et a/ii, 1985, SoNNEVILLE BoRDES, 1973
y AuRA, 1986), a la vez que muestra también una coincidencia con lo conocido en el ámbito cantábrico (GONZÁLEZ SAJNZ, 1989).
L1.1.4. Antracologfa
los resutados antracológicos de los niveles pleistocenos van referidos al nivel m (en los gráficos y atendiendo a la correlación con la secuencia neolitica, provisionalmente estrato IX), ya que
los niveles II y I proporcionaron muestras de carbones muy reducidas, lo que impedía su cuantificación.
Del nivel mdisponemos de tres muestras antracológicas, que corresponden a tres capas artificiales de aproximadamente 10 cm. de profundidad, cada una de ellas. Se han analizado un total
de 879 carbones en los cuales se han identificado 8 taxones vegetales.
las tres muestras de carbón constituyen la fase antracológica CC.l. Se trata de una formación vegetal dominada por taxones heliófilos, en concreto Pinus nigra (pino negra!) y Juniperus
sp. (enebros). Se constata una progresión de Pinus nigra y Quercus i/ex-coccifora (carrasca, coscoja), mientras que Juniperus tiende a disminuir. los otros taxones representados son: l..eguminosae
(leguminosas), Erica multiflora (brezo), Sorbus-Cratllegus (espino, mostajo), Ephedra sp. (belcho)
y VIScum sp. (muérdago). En definitiva, este conjunto floral y en las proporciones en que están
representados los taxones (Fig. 15), responde a unos parámetros bioclimáticos relativamente fríos,
que podríamos clasificar de supramediterráneos y con un ombroclima, tal vez, seco o subhúmedo.
[page-n-28]
28
La fase antracológica CC.I muestra una vegetación pleniglacial, que en nuestras latitudes tomó
una forma más suave que en las regiones del norte del Mediterráneo o en zonas del interior, donde
se desarrolla una vegetación de tipo montano o incluso subalpina en los yacimientos de montaña.
El paisaje sería abierto.
La secuencia presenta un hlatus, por lo tanto desconocemos la vegetación que uniría el estra·
to III pleistoceno con el VI de la secuencia holocena. Por la tendencia de la curva de Quercus
ilex-coccifera en el nivel magdaleniense, que tiende a progresar, y como lo encontramos en el Neolítico 1, junto a otros datos obtenidos en la región (DuP!lb, 1988; UZQUIANO, 1990) se puede plantear la hipótesis de que el óptimo del carrascal se produce durante el Epipaleolítico e inicios del
Neolítico.
1.1.1.5. Microfauna
La Cova de les Cendres presenta en los niveles pleistocenos l al lll (capas 31 a la 53) un total
de 634 individuos mínimos pertenecientes a 8 especies (Erinaceus europaeus, Crocidura sp., Elyomys quercinus, Microtus duodecimcostatus, Microtus arvalis, Microtus cabrere, Arvicola sapi·
dus y Apodemus sylvaticus). Todas estas especies, salvo Microtus arvalis y Microtus cabrere, ocu·
pan en términos generales los pisos de vegetación mesomediterránea y termomediterránea. (Fig. 8).
Microtus cabrere presenta una distribución mucho más amplia y está ligado a formaciones
de junco y anea, sin necesidad de cursos de agua continuos como Arvicola sapidus. En el País
Valenciano, al igual que a lo largo de toda la fachada med.iterránea, desapareció a partir de los
momentos correspondientes al Bronce, seguramente debido a una mayor aridización y a un progresivo deterioro ecológico provocado por la presión agrícola (CABRERA et al. 1982).
Microtus arvalis vive en los pisos alpinos y subalpinos de los Pirineos, en la Cordillera Cantá·
brica, en el Sistema Ibérico y la Sierra de Gredos. Su biótopo primario está constituido por los
pastos abiertos no muy húmedos y sin vegetación alta (GosALvEz, 1987). En Penyagolosa presen·
ta una distribución ligada a los pinares albares y a las formaciones de matorral pradera adaptadas
a las duras condiciones de la alta montaña, de la misma manera que ocurre en Gúdar, Albarracin
y Javalambre.
En su conjunto el registro faunístico presenta una serie de rupturas a lo largo de la secuencia,
que creemos se deben a razones climáticas, pues en ninguno de los casos obedecen a un cambio
en la estrigiforme responsable del acúmulo de micromamíferos (1.Yto alba), si bien somos conscien·
tes de que la presencia de Erinaceus europaeus y gran parte de los ejemplares de Arvico/a sapidus
está motivada por los hábitos alimenticios de Bubo bubo, ave especializada sobre todo en la caza
de Oryctolagus cuniculus.
De la capa 53 a la 35 podríamos pensar que nuestros micromamiferos están registrando las
últimas pulsaciones frías de la última glaciación. las especies forestales (Eliomys y Apodemus)
en el mejor de los casos apenas si Llegan a representar el 40% del total del conjunto faunístico.
Estos dos taxones más bien registran un comportamiento a la baja, que se acentúa todavía más
a partir del momento en el que Microtus arvalis ocupa los pisos oromediterráneos en su distribu·
ción más meridional de la Peninsula Ibérica (Gúdar, Albarracin, Java.lambre y Penyagolosa).
Las capas 35 a 39 (Estrato 1 y lla) los micromamiferos podrían estar señalando una situación
climática más favorable anunciándonos ya los momentos holocenos; las especies forestales están
mejor representadas.
En el resto de la secuencia la gran importancia que toma el grupo de los microtinos, superando o igualando en número a los múridos, obedece a un comportamiento que queda registrado
en las dietas alimenticias de 'JYto alba en latitudes más septentrionales, con un clima mucho más
húmedo que el de la fachada central mediterránea. Podríamos por tanto pensar en un momento
frío y húmedo, sin estaciones secas muy marcadas como ocurre actualmente; salvo en los momentos fmales (capas 48 a 53) con unas condiciones climáticas más secas.
Las capas 31 a 34 pertenecen ya al Holoceno, las especies forestales poseen una mayor importancia numérica y no aparece ninguna especie «fría». La interpretación de la secuencia faunistica
no resulta nada fácil, Microtus duodecimcostatus representa a una parte importante del conjunto
faunistico, algo muy similar a lo que ocurría de la capa 35 a la 53, no obstante, creemos que la
[page-n-29]
19
31
32
33
34
35
36
37
38-39
40-41
42-43
44-45
46-47.
48-49
50-51
52-53
SS
68
89
49
S7
SS
SS
~odemus
1 A. omys
el
~
ii
•
sa~dus
M. ca rerae
M. arvalis
Pitymys
Eriilaceus
Crocidura sp.
94
16
S2
12
8
8
6
o
1o
20
30
40
5.0
60
70
80
100 1 1o 120 130 140 15
90
FIGURA 8
Distribución de los micromamíferos de la Cova de les Cendres por capas y N.M.I.
A - 17
Ceatlres
111
11
44
CAPAS 52153 51150 !49148 47146 451 43/42 41140 39/38
Cecvus elaphus
Capra pyrenaica
Rupicapra rupicapra
Bovidae
Equuscaballus
Equus hydruntinus
271
20
249
17
187
33
103
12
36
1S
1S
S
S
3
19
37
17
S
2
1
2
8
2
3
6
1
Canislupus
Vu1peswlpes
Lynxpardina
Felissilvesuis
Monachusmonachus
1S
Oricto1aguEunicutus
Lepus capensis
1270
10
1
2
13
6
1
5
1397 1010
17
11
4
196
9
2
203
3
1
2
259 142
1
3
82
146
1
3
FIGURA 9
Relación del número de restos identificados en la secuencia de la Cova de les Cendres,
distribuidos por especies
[page-n-30]
30
aparición de esta especie puede obedecer a dos comportamientos distintos. Durante el Pleistoceno
ocuparía los prados climáticos naturales, mientras que en el Holoceno las actividades antrópicas
pudieron favorecer su expansión, al mismo tiempo que se desarrollaban unas condiciones climáti·
cas más húmedas que en la actualidad.
IJ.l.6. Mamlferos, lagomoños y aves
l. Presentación de la muestra
El sondeo realizado en la cuadricula A-17 de la Cava de les Cendres ha proporcionado un
total de 20.660 restos óseos pertenecientes a macromamíferos, mesomamíferos, lagomorfos y aves
de los que han podido ser identificados especifica y anatómicamente 5.940, es decir, el 28'75%
de la muestra.
Entre los restos identificados observamos un predominio de los lagomorfos, que suponen en
el total de la secuencia del yacimiento el 80'18%, seguidos por los restos de herbívoros, 17'44%,
las aves con el 1'49% del total y por último los carnlvoros, que representan el 0'87%.
En lo que respecta a los restos no identificados, se constata un predominio de los fragmentos
de diáfisis de tamaño igual o inferior a los 30 mm.
Hemos estudiado los agentes que han podido intervenir en la tafocenosis definida en el yací·
miento, asl como su incidencia en la elevada fracturación de los restos óseos; nos referiremos en
primer lugar a los responsables de la deposición de los huesos. las abundantes marcas de carnice·
ría presentes sobre los restos óseos de todos los grupos taxonómicos, incluidos Jos carnívoros, fren·
te a la irrelevancia de los huesos con marcas producidas ·por predadores no humanos permite afir·
mar claramente la responsabilidad antrópica en la deposición.
los procesos diagenéticos no han afectado de forma significativa a los restos óseos recupera·
dos en el yacimiento, solamente llamaríamos la atención sobre la presencia en las capas superiores
(Capa 37) de tres fragmentos que muestran sobre la cortical sefiales de pulido por agua.
2. Distribución de especies
2.1. Mamíferos
Mostramos la distribución de especies identificadas en el yacimiento. (Fig. 9).
A lo largo de toda la secuencia el ciervo será el macromamifero mejor representado, con por·
centajes que oscilan entre el 78 y el 88% del total de restos identificados. Le sigue en importancia
numérica la cabra montés que mantiene una tendencia alcista, incrementada hacia los momentos
más recientes, tanto por un ligero descenso del número de restos de ciervo como por la desapari·
ción de los restos de caballo a partir de la capa 47.
la caza del ciervo se centra fundamentalmente sobre ejemplares de edad comprendida entre
8 y 36 meses, de ellos se transportan al yacimiento las extremidades y en menor medida los restos
craneales y el esqueleto axial. Por los modos de fracturación de los restos óseos tenemos pruebas
tanto de la extracción del tuétano en los huesos largos, como de la grasa de las epíflsis y huesos
compactos, realizada por cocción.
las marcas de carnicería observadas asimismo sobre los restos de Jagomorfos y aves indican
la importancia de ambos grupos taxonómicos como proveedores de carne.
Entre los carnívoros observamos un predominio de los restos de lince mediterráneo. La pre·
sencia puntual de la foca monje en las capas 48·49 indicaría contactos con el litoral o con estuarios, circunstancia avalada por la identificación de aves que frecuentan estos ecosistemas.
[page-n-31]
31
2. Restos de aves
En la Figura JO mostramos la lista de especies identificadas as! como los restos que sólo he·
mos podido identificar a nivel de familia o género, bien debido a la falta de material de comparación o como consecuencia de su estado fragmentario:
A pesar de que la muestra es escasa, sobre todo en el estrato más reciente (El), hemos distribuido las especies identificadas dentro de los grupos climato-ecológicos definidos por Vilette (1983)
con el fin de contribuir a la reconstrucción del paleoambiente inmediato al yacimiento. En los
casos en que no hemos podido Uegar a la identificación específica, caso de Jos ansares, hemos
optado por su inclusión en el grupo 7, es decir, el de las especies vinculadas con las orillas de las
zonas acuáticas, ya que todas las especies de ansares requieren tanto en sus á.reas de reproducción
como de invernada territorios encharcados.
En Jo que se refiere a las palomas el problema es mayor ya que dos especies de morfologia
ósea muy similar y difícilmente diferenciables; la paloma bravía (Columba livia) y la zurita (CoJumba oenas) muestran exigencias ecológicas diferentes, así la paloma bravía quedaría i. cluida
n
en la categoría 8 de especies de roquedo y montaña, mientras que la zurita lo estaría en la 5, es
decir, los bosques templados. En nuestro caso los restos identificados presentan caracteres morfo·
lógicos y biométricos más cercanos a Columba livia, por lo que hemos optado por incluir todos
los restos de palomas en la categoría 8, posibilidad en nada discordante con el entorno quebrado
de la Cueva.
A la vista del gráfico (Fig. 11) llamaríamos la atención sobre la similitud de los estratos ill
y JI, ambos con un predominio de las especies de roquedo, claramente determinado por el emplazamiento del yacimiento, seguidas por las especies de espacios abiertos templados y fríos, entre
las que destacaríamos la chova piquigualda (Pyrrhocorax graculus), especie que en nuestras latitudes puede adquirir el rango de especie indicadora de condiciones frias. Por otra parte encontramos
mejor representadas las especies del bosque templado en el Estrato m, dada la presencia del mirlo
(1Urdus merula), el zorzal común (1/Jrdus viscivorus) y el gavilán (¡f.ccipiter nisus), si bien la esca·
sez de restos no permite otorgar a ello una excesiva significación. Sí llamaríamos la atención sobre
la presencia en ambos estratos de aves relacionadas con las zonas húmedas (género Anser) que,
a falta de una identificación especifica que permita llegar a conclusiones de tipo paleoclimático,
nos autoriza al menos a concretar la existencia en las proximidades del yacimiento de zonas lagunares con abunda.nte vegetación, medio idóneo para estas aves.
En relación con la aparición de dos especies «marinas», el ostrero (Haematopus ostre/agus)
en el estrato II y el Correlimos zarapitin (Ca/idris forruginea) en el I, no podemos ser tajantes,
ya que aunque Vilette incluya a ambas en la categoría climato-ecológica de las orillas marinas,
no podemos descartar que su presencia en estos momentos en Cendres se encuentre mediatizada
por la existencia de áreas lagunares, utilizadas por estas especies como lugares de descanso en
sus desplazamientos migratorios, así, Calidris ferruginea es citado en yacimientos franceses del
interior como Font Juvenal y Abeurador (VILETrE, 1983) ya en momentos holocenos y en clara
relación con zonas húmedas interiores y el ostrero, fuera del período reproductor es observable
en grandes grupos en lagunas y marismas (BEZZEL, 1989). No obstante habrá que tener en cuenta su aparición en estos momentos en Cend.res, ya que tampoco podemos negar que su presencia
en el yacimiento en momentos posteriores al Dryas 11, aparentemente relacionado en la secuencia
de Cendres con el Estrato m, pueda encontrar justificación en las distintas fases transgresivas que
se desarrollaron durante el Thrdig]aciar.
1.1.1.7. Ictiofauna
La secuencia pleistocena de la Cova de les Cendres ha proporcionado un escaso número de
restos ícticos - un total de 6- lo que contrasta con la riqueza ofrecida por los niveles holocenos,
si bien es cierto que en los niveles paleolíticos sólo se ha llevado a cabo, basta el momento, un
sondeo mientras que los correspondientes al Neolítico y momentos posteriores han sido excavados
en extensión. De todas formas, si para estos momentos antiguos comparamos la proporción existente entre los restos pertenecientes a mamíferos y aves y Jos restos lcticos, siempre teniendo
[page-n-32]
m
Bolnto
Capá
Aluolidae
1
11
S3·52 SI-SO 49-43 47-<46 4S--+4 43-42 41-40 39-38
1/1
211
1/1
1/1
1/1
Acccipilridae
1/1
Aquila ca.,-os
l/1
1/1
AccciJ.1« aisus
Falc:o dn....,¡us
37
1/1
1/1
111
111
Falco coiUJDbll'ius
Aleaoris sp.
Cocurai>: ccwraix
211
Cbondridae
111
CalldrU
211
1/1
1/1
111
1/1
1/1
r...,ia.ea
1/1
Haematopus ootrmgus
Columbalivia/oeaas
111
Sf1.
1/1
8f1.
1/1
l/1
9f1.
Bubo bubo
Apvsapvs
l/1
3/1
111
Stri¡idae
1/l
1/1
5f1.
LuUvla ~~~torea
1/1
Turdus sp.
111
Turdus~~~
1/1
Turdvs mmlla
Fn.,.u¡du
Pica pica
1/1
1/1
111
l')mocoru pynlloc:oralt 211
111
l')'rrlloooru ¡ncvlus
311
111
111
1/1
1/1
L/1
111
211
l')mocoru sp.
1/1
111
1/1
1/1
Corvos mooedula
Corws coroae
'RdOS idealificados
111
18/12
1/1
18/1
8/8
615
13/6
313
40.
Resros 110 idealificados 10
13
10
S
12
3
4
1
:lS
31
28
13
18
4
17
6
8
11
TOTAL
15/9
4/4
FIGURA 10
Número de restos de aves identificados y número de individuos que representan
en los estratos III (Cl4: 12.650:80), II y I de la Cova de les Cendres, Thulada, Alicante
locus dl.raJII.Oo-t
• a......
•
1)ac-obiti\Otltiot
•
Roo¡.. ....,.....
EiJ
~crto ca.pl~
o B<:rdrdt-r•
[3Roq .....
• x.....c¡,_............,
11
el
~qublq
111
120
FIGURA 11
1.00
[page-n-33]
33
presente el sesgo introducido en la muestra que estudiamos por los problemas de su conservación
diferencial, parece razonable pensar que durante los tiempos paleolíticos de ocupación de la cueva
la explotación de los recursos marinos revistió un carácter muy marginal. Hecho este, relacionable
quizás con la regresión del nivel marino durante el Pleistoceno superior, lo que incrementaría la
distancia de la cueva al mar.
Los restos recuperados parecen tener un carácter antrópico, tanto por su contexto de aparición como por las señales de fuego que muestran. las dos especies representadas: Pagellus erythrinus (pagel) y Dicentrarchus /abrax (lubina), son marinas, si bien esta última puede penetrar en
lagunas litorales y estuarios.
1.1.2. Niveles holocenos
1.1.2.1. Estratigrafía
A continuación se describirían brevemente, de base a techo, las características de los niveles
sedimentológicos neolíticos aislados en el yacimiento. Su correlación con los estratos y niveles de
ocupación arqueológicos puede verse en la figura 12.
NIVEL X. Se inicia con unas laminaciones oscuras correspondientes a la base de un suelo
de ocupación. Sobre ellas se deposita un sedimento formado por varios bloques, así como cantos
y gravas masivos y sin alteración, en proporción importante (80%). Matriz arenolimosa. Potencia
media 60 cm. Incluye los estratos Vle, VId, Vlc, H. 18 y H. 17.
NNEL IX. Cantos y gravas, angulosas, en proporción de un 40%, con matriz arenolimosa.
Estructu.ra interna masiva. Potencia media de 40 cm. Incluye los estratos Vla., Vlb, H. 154
y H.l6.
NIVEL VIII. Contiene una menor proporción de fracción gruesa (30%), algo más evolucionada que en Jos casos anteriores. Los finos son arenolimosos en la base y pasan a francamente
arcillosos en el techo del estrato. Incluye los estratos VI, Vd, H. 15, H. 14 y H. 13.
NIVEL VII. Está formado por un 40% de fracción gruesa, heterométrica, de marcada procedencia antrópica, envuelta en una matriz arcillosa. Incluye los estratos Ve, H. 12 y H. 11.
NIVEL VI. Brusca disminución de los elementos gruesos, que aparecen alterados y con elevada porosidad. Matriz arenosa. Estructura interna masiva. Potencia media de 40 cm. Incluye los
estratos Vb, Va y H. 10.
NIVEL V. Escasa presencia de cantos y gravas (20%), con bordes alterados y desgastados.
Matriz limoarenosa y disposición interna masiva. Potencia media de 25 cm. Incluye los estratos V,
IV, H. 9b, H 9a y H. 9.
NIVEL IY. Bastante homogéneo; aumenta ligeramente su fracción gruesa (30%). Matriz limoarenosa. ·Potencia media de 40 cm. Incluye los estratos lile, Illb, lila, H.8, H. 7 y H. 6.
NIVEL UI. Delgadas laminaciones alternantes, blancuzcas y oscuras, que parecen obedecer
a la acumulación de sucesivas capas de «guano» y cal, conforman este nivel. Al mismo tiempo,
se intercalan abundantes cantos con disposición horizontal. Fracción fina limosa, masiva. Potencia media de 40 cm. Incluye los estratos m, lla, H. 5, H. 4 y H. 3.
NIVEL n. Estructura lenticular de unos 20 cm., a la que superpone localmente una alinea·
ción de cantos angulosos y poco alterados. Incluye los estratos II y H. 2.
NIVEL J. Abundante fracción gruesa (50%), de aspecto anguloso, acompañada de limos y
materia orgánica. Potencia media entre 10 y 20 cm. Incluye los estratos la, l, H. l. y H. O.
1.1.2.2. Secuencia cultural
Los resultados que ahora se presentan están basados en los estudios previamente realizados
sobre los materiales correspondientes a las campañas de 1981-1986 (BERNABEU, 1988 y 1989). Los
más de tres metros de sedimentación que separan el primer nivel neolítico del techo de la secuencia muestran, a través de los cambios en los estilos cerámicos, una completa y detallada evolución
desde el Neolítico Cardial hasta la Edad del Bronce.
[page-n-34]
PROF; CM.
POifl.. EST1WJJWl)O
~S ca.Oit SIM..NSELl.
r.~
MliQ:N
CERAiollCAS USAS
YR 612
H·l
lt-~
111
S YR
~/1
~S
1 EDoiD DEL BROOCf
NXJSTRIJ. OSEA
•GIIS ROSACEO
11
INtlJSTR!lS
U.
4110±UO
4280:H60
~ roso l HCftllCNTE CAO..~ORME
GRIS
11-l
H·~
- =...¿H·~
IV
~ YA 612
GRIS ROSAa:O
4700 ± 110 1 CfJWIICAS LISJIS Y1 KEOLITICO. 11 8
PEINADAS
5330±12.0
H·8
V
H·9o
D YR 4/Z
r.wmtl GIIISACEO
OSCUIO
7,~ YA 1/2
VI
CERAMICAS
5~ :1: 80 1 ESG:IWIADAS
N'.EOUTICO. 11/<
H·IO
~-·.;-~H-11
... ~~ · ·_ H·l2:
VIl
t-....._
o
DYR612
_
r.!ARROH CJUSACtO
10 YR 612
r.wmtl GRISI>CEO
15820 ±130 1 CEJUMICAS LISAS Y 1 HEOLIT~. 1 C
PEINAOJIS
Cl-ARO
VIII
b
10 Yfl 5/ 3
MARROH
CERAMIC4S lt.lf'RESASI l'i~OLITICO. 1 B
E INCISAS
10 YR e13
WAIIROH
o
1540:!: 140 1 CEIWIICA CAR:IIAL 1 NEOUTIOO. 1 A
IX
b
X
FIGURA 12
Niveles neolíticos de la Cova de les Cendres
[page-n-35]
35
Hacia el 7.000 BP, aparecen los primeros niveles neolíticos, caracterizados por la cerámica
con decoración cardial y encuadrables dentro del llamado «grupo cultural de la cerámica impresa
mediterránea>>.
Aún cuando los análisis se encuentran en fase de realización, puede afirmarse que desde el
principio mismo de la secuencia neolítica, se constata en el yacimiento la presencia de animales
(ovicápridos, buey y cerdo) y plantas (cereales) domésticos, confirmando en este punto los datos
que se deducían de otros yacimientos · Cova de I'Or (Beniarrés, Alicante), a saber: que la economía mixta agrícola-ganadera aparece en nuestras tierras plenamente formada, de la mano de la
cerámica cardial, sin que pueda rastrearse un proceso evolutivo en el sustrato geométrico anterior.
Es importante señalar, además, que desde el primer momento, y a lo largo de toda la secuencia, la ubicación geográfica de la cueva, inmediata al mar, proporcionará a sus moradores dos im·
portantes fuentes de recursos complementarias: la pesca y la recolección de moluscos.
las distintas fases de ocupación aisladas se estructuran del siguiente modo:
El tramo inferior de la secuencia corresponde al Neolítico!, cuya evolución se desenvuelve
dentro de la tradición de las cerámicas impresas. En su interior, el predominio alternante de las
técnicas decorativas ha permitido diferenciar tres horizontes culturales:
El Neolítico lA corresponde al momento de predominio de las decoraciones cardiales. Del
estrato Vle procede una datación G-14: Ly-4302 7540::140 BP (5.590:: 140 BC), que parece ligeramente elevada atendiendo al conjunto de las conocidas para el cardial franco-ibérico, que, en
general, sitúan los inicios de este horizonte en torno al 5.000 BC. (BERNABEU, 1989). Comprende
los estratos arqueológicos incluidos en el nivel sedimentológico X. Desde este nivel, así como desde los inmediatamente superiores, se excavan una serie de fosas que, en algún caso, penetran en
niveles precerámicos.
El Neolítico IB está definido por el predominio de l.as cerámicas incisas e impresas no cardiales. Incluye los estratos arqueológicos del nivel !X.
El Neolítico lC es, en realidad, un horizonte transicional, en el que las decoraciones tradicionales van perdiendo fuerza hasta prácticamente desaparecer. Del estrato Ve procede otra datación
C-14: Ly-4303 5.820± 130 BP (3.870:: 130 BC). A juzgar por niveles similares de otras regiones
{BERNABEU 1989), podría aceptarse una datación aproximada entre 3.700/3.600 BC; periodo que
,
caeria dentro del margen inferior de variación de la fecha considerando un nivel de confianza del
95%. Los estratos arqueológicos de los niveles VIII Y Vll pertenecen a este momento.
El tramo medio de la secuencia pertenece al Neolítico liA y liB. Del primero se ba obtenido
una datación C-14 en el estrato Va: UBAR-172 5.990::80 BP (4.040::80 BC). Del Neolítico IIB
poseemos dos datación C-14. En el hogar 8.12 del nivel H.7 se obtuvo la siguiente fecha: UBAR-173
5.330:: 120 BP (3:380 :: 120 BC). El estrato IliA proporcionó una fecha más reciente: Ly-4304
4.700:: I20BP {2.750:: 120 BC); datación que se considera aceptable, habida cuenta que va refe·
rida a un contexto de cerámicas lisas paralelizable con la fase Ereta I (BERNABEU et alii, 1989).
Comprende los estratos incluidos en los niveles V y IV, así como el IIl y el H.5 del nivel lll.
El tramo superior está formado por el Horizonte Campaniforme, incluido recientemente como
fase terminal del Neolítico II, ya en transición a la Edad del Bronce (BERNABEU et alíi, 1989), y
una fase correspondiente, probablemente, al Bronce Valenciano. En él se integran los estratos in·
cluidos en los niveles III, II y l, excepto los arriba citados.
Para el nivel campaniforme más reciente (estrato II) poseemos dos dataciones C-14: UBAR-174
4.280 ± 160 BP (2.330:: 160 BC) y Ly-4305 4.210 ± 120 BP (2.260 ± 120 BC).
1.1.2.3. Palcoecologia
En el yacimiento de la Cova de les Cendres trabaja un amplio equipo interdisciplinar con
objeto de conocer la evolución cultural de los grupos que habitaron la cueva y la dinámica
medioambiental de la zona. De los depósitos holocenos se empieza a tener una información
bastante precisa. En lo referente a la dinámica medioambiental se presenta un resumen de
los datos obtenidos, esenciaJmente, por la sedimentología, la palinologia, la antracología y la
rnicrofauna, ya que el estudio del resto de materiales, peces, aves, moluscos, etc. está en curso
de realización.
[page-n-36]
36
Los rasgos texturales y estructurales, así como el resultado del análisis sedimentológico
permiten señalar, de forma general, tres amplias fases deposicionales con manifestaciones distin·
tas, en relación a estas tres fases se situarán los resultados obtenidos por las otras disciplinas
(Fig. 13).
Entre todas las disciplinas que se ocupan del estudio del Cuaternario, Antracologia y Palino·
logia tienen los mismos objetivos, aunque trabajan con métodos y materiales diferentes. Esta par·
ticularidad confiere un interés destacable a la comparación de los resultados obtenidos a partir
de estos dos tipos de análisis. Mientras que la antracologla trabaja con el material traído directa·
mente por los hombres prehistóricos al yacimiento, el polen sigue distintos caminos antes de ser
depositado; así el agua, el viento, los animales, etc. son algunos de sus agentes de transporte. En
la Cova de les Cendres antracologia y palinología son convergentes en ciertos puntos y divergentes
en otros.
El diagrama polinico obtenido (fig. 14) se caracteriza por su pobreza en porcentajes y taxones
arbóreos, así como por su riqueza en herbáceas (46 distintos tipos de polen). El árbol representado
con mayor constancia es el pino, cuyos porcentajes coinciden prácticamente con la curva de polen
arbóreo. Quercus t. ilex-coccifera y Quercus t.faginea están presentes a lo largo del diagrama, llegando a veces a cobrar cierta importancia. Los demás representantes arbóreos pertenecen a la ve·
getación meditenánea (Pistacia, Oleo t. sylvestris, Phi/lyrea, Vitis, Jasminum, Dex aquifolium, Hedera
helix, Juniperus) o a la ripisilva (Corylus, Alnus. Fraxinus). El nogal, Juglans, aparece, y llama
la atención la presencia de taxones de ambientes más frescos y húmedos que los actuales como
el avellano o el quejigo.
Las curvas de herbáceas principales (compuestas tubulifloras, ligulifloras y gramíneas) se cru·
zan a lo largo de todo el diagrama sin que se les pueda dar un sentido especial. Las gramíneas
están repartidas con cierta regularidad a lo largo de la secuencia y, aunque de forma esporádica,
los pólenes de t. Cereolia acompailan la curva, principalmente en su parte superior. Hasta el ni·
vel m, a partir del cual son estériles polinicamente, se distinguen 4 fases polínicas.
El análisis antracológico de la Cava de les Cendres está basado en la identificación anatómi·
ca de 9.914 fragmentos de carbón, los cuales han proporcionado 39 taxones vegetales determina·
dos y varios sin identificar. Este material se encontraba disperso por los niveles arqueológicos del
yacimiento, recogiéndose rigurosamente, en todas sus campañas de excavación. El diagrama an·
tracológico está confeccionado con las frecuencias relativas de los taxones, obtenidas en cada muestra
de carbón analizada. En el diagrama antracológico se destacan cinco fases antracológicas, de las
cuales la fase CC.J corresponde a los niveles pleistocenos. (fig. 15).
Los niveles holocenos de la Cova de les Cendres han proporcionado numerosos restos de mi·
cromarníferos, los cuales han sido determinados a partir de aspectos morfológicos y biométricos.
Se han contabilizado quince especies repartidas en los órdenes Rodentia, Jnsectivoro y Chiroptera.
Estas especies muestran una serie de fluctuaciones debidas, probablemente a distintos comporta·
mientas antrópicos y climáticos.
Los restos ícticos recuperados en el yacimiento pertenecen en su mayoría a diferentes especies
de Serrá.nidos (mero, lubina, cherna) y de Espáridos (pargo, pagel, dorada y sargo), estando presen·
tes también otras de Anguilidos (A nguilla anguilla), Cóngridos (Conger conger), Murénidos (mo·
rena), Escorpaénidos (escórpora), Carángidos (jurel), Esciénidos (corvallo), Mugilidos (mujol, lisa)
y Escómbridos (estornino). Todas estas especies, en la actualidad, se encuentran en el Mediten'á·
neo, por tanto denotan unas condiciones ecológicas muy s.imílares a las actuales. No obstante,
los cálculos osteométricos, en curso de realización, permitirán precisar si en otros momentos del
Holoceno las condiciones ecológicas fueron más o menos favorables para el desarrollo de estos
animales.
La unidad basal integra los niveles sedimentológicos X a VHib (Neolítico lA, me inicio de
IQ. En ella la fracción canto y grava es abundante y poco evolucionada. Los materiales finos
-siempre dentro de la gama JO YR 5/3, marrón-, son arenosos en todos los casos, excepto en
la parte superior de la unidad, que incluye arcillas probablemente iluviadas de las zonas superio·
res. Estos niveles depositados mediante procesos de arroyada concentrada, que actúan bajo unas
condiciones climáticas contrastadas, con lapsos secos importantes y temperaturas algo más frescas
que las actuales. los procesos erosivos de ladera son evidentes. Esta unidad coincide con la Zona
polínica A (Fig. 14) y las Fases antracológicas CC. 2 y CC.3 (Fig. 15).
[page-n-37]
· TEX11..AA FRACCION < 2mm · CALCIMETRIA
/!O g-
10·20·30-40SC>60·70.80-110 " 10· 20·30·40·150·60·70·80·90
l~'~.f'~
l~f.-ilí~i'!fl
CANTOS
GRAVAS
ARENA
ARENA • LIMO,
ARCILLA
LIMO
ARCILLA
"
115
84
75
150
25
18
5
-4
'-
-3
-2
c. IV d.
....
o
2
4
3
------c.
Vlb.
..
5
11
•
7
------c. a.
IX
D
01
_j
FIGURA 13
Rasgos sedimentológicos de los niveles neoUticos de la Cova de les Cendres.
Arriba: teXturas y calcimetria. Abajo: curvas acumulativas de la fracción fina (muestras IV, VI y IX)
[page-n-38]
FIGURA 14
Diagrama polinico de la Cova de les Cendres (DuPRIO, en prensa)
[page-n-39]
39
-Zona polinica A (-350 a -260 cm), que se extiende durante los niveles X y IX (NeoUtico lA y lB). Los árboles son muy escasos y casi todos pinos. fudría tratarse de un período seco
o con estacionalidades marcadas -interpretación similar a la propuesta desde la sedimentologíasin descartar totalmente una pronta antropización del paisaje (Fig. 14).
la antracologia al inicio de la secuencia neolítica, hacia el 7.000 BP (Fase CC.2), muestra
una vegetación compleja (Fig. 15). El espectro floral está dominado por los taxones del carrascal
termomediterráneo. Debemos resaltar la presencia de Quercusfoginea (quejigo), también detectado por el polen y de Pinus nigra (pino negral). En la actualidad estas especies encuentran su clí·
max en el piso de vegetación supramediterráneo. Sin embargo, a principios del Atlántico, sin ocupar extensas áreas, podrían localizarse a menor altitud debido a condiciones más frescas y húmedas.
Probablemente, en el período prehistórico precedente sus bosques tendrían mayor extensión en
la región (DuPRE, 1988; UZQUIANO, 1990).
En la Fase antracológica CCJ, el carrascal tiende a reducir sus frecuencias en favor del Querrxr
lentiscerum, debido, tal ve~ a un aumento de la presión antiópica.
la microfauna registra las mayores frecuencias de Pitymys duodecimcostatus y Apodemus
sy/vaticus en el nivel X (Fig. 16). Apodemus sylvaticus es un buen indicador del bosque mediterráneo, mientras que los altos porcentajes de Pitymis duodecimcostatus podrían obedecer al desarrollo de un periodo húmedo, similar al sella lado por MARQUET (1987) en Font Juvenal, ALCALDE
v BRUNET (1985) relacionan el incremento de Pitymis con actividades antrópicas, tanto en la Cova
del Pasteral como en la Cova 120. Estas especies tenderán a disminuir en los niveles superiores
de la Cova de les Cendres.
La unidad media está representada por los niveles VIlla a comienzos del IV (Neolítico IC
y parte de IIA). En ellos los sedimentos cambian bruscamente sus características y, de forma persistente, se van acumulando materiales de pequei'lo calibre, en movimiento de masa por solifluxión o arroyadas difusas (si exceptuamos el nivel Vll, totalmente antrópico), con un máximo exponente en VIIIa. Contrastando con el conjunto basal, los escasos cantos muestran un desgaste,
en ocasiones elevado, y cierta alteración (máxima en VIlla y V), provocados probablemente por
la instalación de un entorno ambiental más regularmente húmedo. la disponibilidad hídríca provoca en el suelo cierta movilización de carbonatos y arcillas que presentan un leve aumento en
los niveles inferiores.
Sedimentológicamente, este cambio parece obedecer a la manifestación de un clima, si no
marcadamente húmedo, sí con mejor reparto de las precipitaciones a lo largo del año que favorece·
ría la regeneración vegetal y edáfica en el exterior del yacimiento. Con ello habría una paralización de los procesos denudativos que caracterizaron la etapa anterior.
las Zonas polínicas B y la mayor parte de C cubren esta unidad media.
- Zona B. (-255 a -185 cm), que cubriría los niveles Vlll y Vfl. Se aprecia un desarrollo
de Quercus con buena representación de los caducifolios. Es el momento más húmedo de la secuencia.
- Zona C. (- 185 a - 115 cm.), corresponde a los niveles VI, V y pa.rte del IV. las condiciones ambientales pueden haber sido similares a las de la fase anterior, aunque quizás algo más secas, pero el impacto humano pudo haber sido el principal causante de la sustitución de Quercus
por Pinus que alcanza sus mayores cotas. Parte de esta fase y de la anterior son también las de
mayor humedad desde el punto de vista sedimentológico; el aumento del pino, así como una mayor antropización, coincide con los resultados de la antracología.
La Fase antracológica CC. 4 cubre del Neolítico IC hasta el liB. Ella muestra el máximo en
la curva de Pinus halepensis (pino carrasco) y de Olea europeea var. sylvestris (acebuche). Las
especies de ecología más húmeda como Quercusfaginea, Pismcía terebinthus (Cornicabra),lAu·
rus nobilis (Laurel), Fraxinus oxycarpa (Fresno), etc. aparecen en esta fase de forma muy esporádica. Pinus nigra ha desaparecido completamente del espectro antracológico.
Transcurrido un cierto tiempo de actividades agrícolas y pastoriles comienza el desequilibrio
ecológico. Es en este momento cuando el pino carrasco comienza su expansión en detrimento de
las especies frondosas, expresado también por la palinología. Los datos sedimentológicos apoyan
la hipótesis antrópica, ya que si el clima era similar a la fase anterior e incluso las Uuvias estaban
mejor repartidas a Jo largo del año, el cambio de la vegetación debe responder a las presiones humanas sobre el paisaje.
[page-n-40]
FIGURA 15
Diagrama antracológico de la Cova de les Cendres
[page-n-41]
HS+E 111
1'
H7+EIIIb
H15a+EVIa
H17+EV1c
H18+EVId
~ 17
1
'
,':
¡¡¡¡¡¡¡ .
~" •
1
o
20
40
Apodemus
Mus sp.
• Eliomys
~ A. sapidus
O M . cabrerae
El Pitymys
~ Crocidura sp.
• Erinaceus
~
13
'
'1
•
1 16
"
~
H9+E IV
H 16+EV1b
~r''•'"
1
H6+EIIIa
',-.
,
' ..< 1
•
1
60
¡
;:·
~"'
1
80
115
..••,
~
Ji
· e;;;;a
..
;.f.loi..&:
.. ,.
1 12
·r~~:
36
129
i
1
100
FIGURA 16
Distribución de los micromamiferos de la Cova de les Cendres por capas y N.M.l.
1
120
1
1
140
[page-n-42]
42
la microfau.na, aunque escasa en los niveles VID, VII, V1 y V presenta la particularidad
,
de registrar la aparición de 10/pa, especie que en Catalui'la aparece en zonas con pluviosidad supe·
rior a los 600-700 mm; exigiendo como condicionante principal la existencia de terrenos blandos
lo suficientemente compactos como para impedir el derrumbe de las galerías y ricos en fauna subterránea (GONSÁLVEZ, 1987). A partir del nivel IV se produce un descenso de Pitymys duodecimcostatus y el incremento de Eliomys quercinus. la primera especie ocupa siempre espacios abiertos, preferentemente campos de cultivos estables. Su descenso puede relacionarse con la erosión
del suelo; al igual que la progresión de la segunda especie que prefiere, sobre todo, biotopos pedregosos ligados a zonas marginales del bosque. En este mismo sentido se puede interpretar la progresión de Mus spretus, frecuente en la maquia y garriga de la zona mediterránea.
la Unidad Superior, representada por los niveles IV a T(Neolítico UB, Campaniforme y Bronce).
Destaca aquí una mayor complejidad debida a la geometría lenticular de los propios estratos, que
se presentan acuñándose en contactos frecuentemente erosivos. la fracción gruesa se concentra
en zonas concretas del corte (especialmente junto a la pared N), y su morfología vuelve a ser su·
bangulosa o angulosa, con poca alteración interna. Lo que nos lleva, de nuevo, a relacionar esta
etapa acumulativa con un clima contrastado, que estimula la movilización de materiales de diver·
so calibre. la acción antrópica probablemente se combine aquí con las manifestaciones naturales
de talante erosivo, hecho constatado en otros yacimientos coetáneos.
-Zona D (-105 a -85 cm), correspondiendo con la parte superior del nivel IV y la base
del m(Neolitico IlB), siendo los niveles superiores polinicamente estériles. Se caracteriza por una
disminución del pino, posiblemente debida a la acción del hombre, quedando un paisaje totalmen·
te abierto. Hay cierta regeneración del Quercus, pero en porcentajes tan débiles que no se le puede
dar una interpretación climática al coincidir con un medio antropizado.
la fase antracológica CC.S coincide con los niveles de ocupación del Campaniforme y
la Edad del Bronce en la Cova de les Cendres. En ella, se destaca el desarrollo de las especies
de matorral: leguminosas, Rosmarinus officinalis, Cistus, Eríca multifloro, ÚJvandula sp., RhamnusPhillyreo, Thymelaea hirsuta, Osyris sp., etc. Dentro de las leguminosas hay varios géneros
y su conjunto supera el 20%. Los Cisrus alcanzan su máximo porcentaje en esta fase. Pinus
halepensis y Olea disminuyen sus frecuencias. Quercus i/ex-coccifero está presente en los tres
estratos, pero no supera el 2%. Quercus fagineo ha desaparecido, prácticamente, al igual que
los taxones de ripisilva. Se trataría de un Querco-Lentiscetum, acompañado de una fuerte pre·
sencia de las especies del matorral (Rosmarino-Ericion) . las dos comunidades pertenecen al
piso biocUmático termomediterráneo, pero la segunda progresa en suelos degradados por factores
antrópicos. lo cual está en total acuerdo con los datos de la sedimentología. Los micromamíferos
se expresan en este mismo sentido.
El conjunto del diagrama polínico recuerda bastante al de la Cova de I'Or (DUPRt;, 1988)
en el que, sin embargo, la acción antrópica parece haber sido todavía más importante. Teniendo
en cuenta los resultados de otros yacimientos, como el Túnel deis Sumidors o la Ereta del
Pedregal (DUPR~, 1988), se puede comprobar la existencia de una acción antrópica temprana,
rápida y más importante de lo que se suele generalmente suponer en las inmediaciones de
los bábitats humanos.
A los factores naturales, que influyen en la dinámica interna de la vegetación, a partir
del Neolítico tenemos que considerar la acción del hombre sobre el paisaje vegetal. las sociedades agro-pastorales se enfrentan a una primera necesidad: la búsqueda de espacios abiertos donde practicar la agricultura y el pastoreo. Para ello, hay dos posibilid!ades, la tala del bosque
o el incendio controlado. Parece lógico pensar, que las primeras zonas alteradas serían aquellas
de suelos profundos y no lejos del hábitat, como la formación del carrascal. la vegetación
pronto va a dar su respuesta a estos fenómenos. No se quiere dec.ir, ni muchísimo menos,
que la acción del hombre fuera devastadora, simplemente tuvo que deforestar las áreas necesarias, sin poder siempre controlar el fuego, dadas las características de la vegetación mediterránea.
El desarrollo de ciertas especies pirófitas, a lo la.rgo de los diagramas antracológico y polinico
de Cendres, induce a pensar que durante el Neolítico, Campaniforme y Bronce se practicó
la ignicultura o agricultura de rozas. la progresión del matorra.l no debe disociarse del desarrollo
agrícola y ganadero. la vegetación seguiría su curso normal en zonas no antropizadas o con
mayor capacidad de regeneración.
[page-n-43]
43
1.1.2.4. Paleoeconomla
Los análisis paleoeconómicos de los restos obtenidos en la secuencia holocena del yacimiento se encuentran en fase de realización en la mayoría de los casos. Por esta razón sólo ofrecemos
aquí los resultados preliminares de los restos ícticos y paleocarpológicos. Junto a estos, la fauna
de vertebrados (donde se ha documentado la presencia de animales domésticos desde el comienzo de la secuencia) y la fauna malacológica, muy importante en Jos niveles inferiores, conforman
el conjunto de los recursos explotados por los habitantes de Cendres.
la secuencia holocena ha ofrecido un numeroso conjunto de restos ícticos. Cabe suponer,
por su contexto de aparición y por las señales de fuego y manipulación que muestran algunos
elementos, que la mayoría de los restos tienen un origen antrópico, sin que podamos descartar
totalmente que una parte al menos pueda tener un origen distinto.
Esta nota se refiere únicamente a la descripción del catálogo de especies identificadas,
dejando para un futuro el comentario de los resultados del análisis osteométrico, la identificación de las marcas de descuartizado o su propia distribución espacial.
En la Fig. 17, se ofrece la lista de especies presentes en el yacimiento. Se trata de un
conjunto marino donde se configuran como especies dominantes el mero (Epinephe/us guaza)
representado por un 40% del total de restos determinados hasta el momento y el pagro (fbgrus
pagrus) con un 15%. Desde una perspectiva diacrónica no parece que haya grandes variaciones
en cuanto a presenciafausencia de taxones entre los diferentes momentos, ni tampoco respecto
a sus pautas de representación osteológica.
la mayoría de las especies, que aún hoy en día se encuentran fácilmente en nuestras costas,
son demersales, habitando la subcomunidad litoral de la franja costera sobre fondos rocosos
o bien de arena fangosa, aunque la dorada (Sparus auraUJ), la lubina (Dicentrarchus /abrax),
los Mugílidos y la anguila (Anguil/a angui/la) también penetran en los estuarios y lagunas litorales, remontando esta última los ríos.
la presencia de bonito (Sarda sarda) y estornino (Scomber japanicus), ambos epipelágicos,
que curiosamente sólo aparecen, al igual que Tryg/a sp., en los niveles H 14 y Hl 5, atribuibles
al Neolitico IC, constituyen la única excepción a este panorama.
Por el tipo de habitat de las especies determinadas y la no estandarización de las tallas
es posible pensar en una pesca costera, que pudo llevarse a cabo con anzuelo, aunque tampoco
hay que descartar el uso de redes u otras artes. Con respecto a la no estandarización de las
tallas y al ser la mayoría de las especies piscívoras, hay que contemplar la posibilidad de que
parte de los restos de Jos animales de más pequeño tamafio puedan proceder del contenido
intestinal de otros de talla mayor.
En cuanto a los datos referidos a la estacionalidad el conjunto no es concluyente, ya que
del hecho de que algunas especies se aproximen a la costa durante el verano poco se puede
argumentar. Por otra parte, la lectura de los anillos de crecimiento sobre determinados elementos
esqueléticos, presenta múltiples problemas que en nuestro caso se agravan, pues el bajo número
de vértebras, ototitos y otros elementos esqueléticos susceptibles de ser utilizados para tal fin,
no constituyen una base lo suficientemente amplia para otorgar validez a los resultados que
se pudieran obtener.
En cuanto a los patrones de representación esquelética, en todos los niveles y para el
caso de las especies mejor representadas como son el mero, el pagro, el pagel y la dorada,
destaca la circunstancia de la baja proporción que alcanzan las vértebras frente a la abundancia
de los elementos craneales y del esqueleto apendicular. Estas diferencias no pueden atribuirse
a una conservación diferencial ya que, por ejemplo, en el mero, el cleithrum es el elemento
que aparece mejor representado y, sin embargo, su estructura laminar lo hace más frágil y
difícil de conservar que las fuertemente osificadas y robustas vértebras. Thmpoco hay que buscar
la causa de esta desproporción en un sesgo en la recogida de material durante el proceso de
excavación, ya que la metodología empleada (cribado de la totalidad del sedimento con mallas
de 0'5 mm) lo hace prácticamente imposible. Una explicación razonable de este fenómeno podría
estar relacionada con la posible función de la zona del yacimiento excavada.
El estudio de semillas y frutos conservados en diferentes niveles arqueológicos de la Cova
de les Cendres esboza aspectos concretos sobre la vida cotidiana y las características de la explota·
[page-n-44]
CLASE
ORDEN
FAMILIA
CHONORICTHVES
ESPECIE
2
Anguilfídae
Anguilliformes
OSTEICKTHYES
Muraenidae
indeterminadas.
Anguilla anguilla (anguila)
Muraena helena (morena)
Congridae
Scorpaenidae
Scorpaeniformes
Conger conger (congrio)
Scorpaena scropna (cábrachóT
Triglidae
Trigla
Serranidae
sr·
Dicentrarchus labrax (lubina)
Epinephelus quaza (mero)
Perciformes
Carangidae
Trachurus trachurus (jurel)
Pagrus pagrus (pagro)
Sparidae
Pagellus erythrinus (pagel)
Sparus aurata (dorada)
lithognatus mormyrus (herrera)
Diplodus vulgaris (mojarra)
Spondvliosoma cautharus (chooal
Oblada melanura (oblada)
Sarpa salpa (salpa)
Sciaenidae
Argyrosomus regius (corvina)
Sciena umbra (carvallo)
Mugilidae
Mugil sp.
Scombridae
Sarda sarda (bonito)
Scomber japonicus (estornino)
CUADR01
FIGURA 17
[page-n-45]
45
ción de Jos recursos vegetales para su consumo o aprovechamiento por Jos grupos humanos prehistóricos vinculados a este hábitat.
El inicio de esta investigación empieza a partir de la misma recuperación de muestras realizadas en diversos contextos sobre el terreno. Para separar los restos de semillas de la matriz de tierra,
los sedimentos se lavaron con agua en tamices de malla fina, y una vez secos, se recogieron para
su identificación que se realizó con un microscopio estereoscópico. la determinación está fundamentada bajo un principio de anatomía morfométrica comparada, sometida a comparación con
las referencias morfológicas de los restos de semillas actuales y el auxilio de atlas especializados.
la totalidad de restos analizados se conservan en estado de carbonización, forma de fosilización común provocada bajo diversas formas accidentales por acción del fuego: torrefacción excesiva de las semillas en el momento de su preparación para su consumo, incendio de Jos restos en
almacenamiento, o quizás por causas naturales, al tratarse de semillas no utilizadas que no fueron
consumidas en su momento, y una vez desechadas sirvieron de combustible o fueron vertidas al
fuego. En el caso de la Cova de les Cendres, el estudio nos permite indicar que se trataba de semillas desechadas, residuos de semillas que no fueron consumidas y su carbonización forma parte
de operaciones accidentales no intencionadas. Junto con los restos vegetales se han conservado
numerosos restos de excrementos (en total 116) que pertenecen a cabra u oveja, lo que constituye
un argumento más de que esta mezcla proviene de desechos.
Las semillas analizadas proceden de diferentes muestras de las campañas de excavación pertenecientes a Jos años 1986, 1987 y 1989. Los resultados obtenidos ponen en evidencia que la pro·
ducción vegetal reposa básicamente en la explotación cerealística de los terrenos cultivados, aunque la presencia de algunas leguminosas cultivadas apunta ciertas posibilidades relacionadas con
la alternancia en los cultivos de los dos tipos vegetales. (Fig. 18).
la agricultura de la Cova de les Cendres se basa en la explotación principal de cereales (80%),
entre ellos destacan concretamente los trigos desnudos de tipo duro (Triticum durumilestivum),
con algunas semillas de tamaño más pequefio que vinculamos a las desnudas de tipo compacto
(Triticum compactum); las cebadas hexaploides (de seis carreras), simultáneamente las de tipo vestido (Hordeum vulgare) y las de tipo desnudo (Hordeum vulgare var. nudum). Finalmente documentamos una menor presencia de trigos vestidos, la escanda o trigo al.midonero (Triticum dicoccum), y de manera testimonial la espelta menor o esprilla (Tritícum monococcum), que estaría
como planta arvense con los otros cultivos de cereales. Estas semillas serian reducidas a harina
con el auxilio de molinos, y podrían ser consumidas en forma de hervidos o tortas.
la ausencia de espiguillas y de segmentos de raquis o de glumas junto con las semillas, constata que estos restos fueron transportados a la cueva después de diferentes operaciones agrícolas
en otro emplazamiento (p.e. la trilla), llegando listas para su manipulación y consumo.
Junto con los cereales se combina, en muy poca proporción, la presencia de leguminosas,
que les confie.re en este caso un papel de alimento secundario. No obstante, estos restos están cualitativamente representados por varias especies. Entre ellos podemos destacar la presencia de habas de pequeño tamaño (panosas), (Vicia faba minar), principalmente, lentejas (Lens culinaris),
de arvejas (Vicia ervilla) y guisantes (Pis um sativum).
Hasta la fecha siguen siendo pocos los ejemplares de leguminosas cultivadas determinadas
en yacimientos españoles. Se ha sugerido en alguna ocas.ión que la introducción o adopción de
las leguminosas en la península era más tardía y que sólo parecía generalizarse a partir del Neolítico final e incluso del Eneolitico o Bronce antiguo. la rigurosidad en la metodología de excavación
en yacimientos neolíticos permite poner en tela de juicio las propuestas cronológicas de la presencia de leguminosas cultivadas y proponer, así, que su adopción, o en su caso domesticación, es
más antigua de lo que se suponía, llegando incluso a horizontes del Neolítico antiguo.
Quedan por resolver los problemas de las técnicas de cultivo, así como la mezcla esporádica
de leguminosas y cereales que podría explicarse como una alternancia de cultivos.
La alimentación en la Cova de les Cendres no estaría únicamente asociada con los productos
agrícolas, sino que también se podría aprovechar la recolección de frutos silvestres del medio circundante, en el caso de que consideremos algunos restos de zarza (Rubusfruticosus) y de bellotas
(Quercus sp.) identificados como productos de esta actividad recogidos para su consumo. No obstante, no podemos calibrar cual es la importancia que ocupa esta actividad dentro del régimen
alimenticio de la Cova de les Cendres.
[page-n-46]
YK'/11/EitTOS i 1 1 2 i 3 1 4
¡ES PECI ES I DENTIFICADAS
¡
S ¡ 6
l
;
,
!
i
!
7 1 8 : 9 ! 1 O 1 11 ¡ 12 1 13 1 t ..t !
1
!
1 ,.
i
1
t
r;: j
t,;. 1 t
7l
¡ ·- ·- 1 . . ¡
1 ¡ ~ 1
,
t
t A
l
a ¡ ?n
1
1
'
J ;
:"'"~~!: -~=t~r~~;=~-=-=-~-~ :.:.·:·-~r::~-~--~;:··r=l:~:.-·;.·::::::.r:·=~-=i..-:*·: :¡·: :E=F*:~:=i=~~~.-:¡- .- .~·.-·.-=.·~~~=~-~=:=-:=::.-.-:t·: :!:.~.t::=t~.~ '"" $,.
~
''iii7u, :"----- ---- -- -¡--¡--¡---'----r+-t---r-r --r;---j---r-i-+-,=tt-·
1
!
l
!
~J!~~~:~~{:=~~lf~ij~~~;r=~~i~~~~~g·
~------·¡. . . ._,____
.
tj
l
. ::; ··.,·. .•..•.'/!!.!. ..........! .
, n Wtllt llllln«t~«llllt
..................... ,...... )t•
! "
i
......,............,......J. --.. --..f·L....
1
!
*
l
*
1
*
E____,.......... . . . . .,........ ·---.. _ __
J_, _ ~
_
J. 1
J.
!
1
_J
1
u
!
!~~f=~~=~:~~-F~~l~~kl§~~~f::=ft~1~=r~~·r;~J=·
,~~·.;~--~mli;i#rli¡,;·
-~---+. ..-.. .¡........l . ._--l--.. r--.. t . . ..
+
-~--·f. . . . J_ *
..
..·--·------- ·.............. t....
J
.........
T-
i .......... \.........r·
r· ............ ___
-~'::lv~7?:tí;:;¡,~~:=· =~·=·::::.:.::..: :.-. ·.:· . . : ·; -~:.:r..: :. .¡·.~:··:.:.r· ...: ~=t..::..·.r::.-::::}::: ::t=: ...:·.¡.:.f: f'·:.-.::.-~=~-.~.-.-.~. .t: :·.:~·.-.!·: .-~.-.= ,· : !:.:r_~_·.-t: :~:~:
·riiú";¡¡,¡-:¡,;1 .;. ,..,; ¡;;¡;·. ... -.........
·¡ · .....
·r·-·- r-- ¡.- .....¡:.~~.. . .¡.... ~-rf=:J . . . .
--¡- ........¡. . . . . ¡ -f--¡·-·-· ·1· ........
. ......
i:hr'Mp¡;¿¡ümli!u-:w ..................... --- ·- -· .. 1" ...............t--·-r···-· ...........¡....... r-·· . ...t. . . . . .¡...... ·H;---···j····......·.........i ___ · --¡..·--··-r-..... ·J ........
'ililn$ :·· ............ .. ............. · ·---, .......... - 1-----r-·....... j. . . . -.¡--..¡-·-··f- *. . . . . . .¡..-. ·¡
..
......... !............ --r--F. . . .j.. . . . . •. . . T-.
,..t.....,,..." ___. P......................... -- - ___ .................... - +· ·---·--1·. . . . . . .-.. . ···-!-··-•·-···-..•-· .....t. ··--+-- ....... . ........¡·......... ·-i-·· ........... ............! ___ ...
...
¡·. -·-·.
l.. . . ¡.. .
.¡...... · ,· ·
·t·
J...........
J!:¡¡~:0~Intl~~r•ml
1 ~~
.
Y ACIMIENTOS .
COV A DE LES CENDRES
COVA DE l 'OR
COVA DE LA RECAMBRA
COVA DE L A SARSA
<.OVA DEL LLOP
:
!
;
~
N
1 COVA DE OALT DE TAltERNA 6 8081L A MADURELL
1 COVA D'EN PAU
2 LA PASTOR A
S COVA 120
3 COV A OEL TOLL
9 OUIXERES DE Vlt.OBI
4 MINAS C'E CAN TINTORER
10 PLANSALLOSA
5 r:OVA DE C AN S ADURNÍ
1 ..
.
11
12
13
14
15
1
!
L A DRAGA
CUEV A DEL BA.JONCILLO
CUEVADEN!RJA
CUEVA DEL TORO
CUEVA DE LOS MURCIELAOOS
'"'l'
16
11
18
19
20
FIGURA 18. Yacimientos Neoliticos del mediterráneo peninsular con presencia de restos de semiUas y frutos
i
[page-n-47]
47
Los resultados del estudio paleocarpológico muestran la existencia en la Cova de les Cendres
de una economia de producción vegetal técnicamente implantada, diversificada en el aprovecha·
miento de las diferentes plantas utilizadas, pero manteniendo, probablemente, la recolección de
frutos silvestres. Aunque la presencia de restos vegetales durante el Neolítico antiguo y medio peninsular es escasa (fig. 18), los resultados aquí presentados indican que con una orientación metodológica bien dirigida en la excavación de nuevos yacimientos, se empiezan a modelar otras pers·
pectivas en el estudio de la adopción de la forma de economía de producción en la Península.
1.1.3. Conclusiones
Los resultados de los niveles pleistocenos son necesariamente limitados y provisionales. El
objetivo del sondeo efectuado en el cuadro A-17, y más tarde ampliado a los cuadros A-18 y B-17
(actualmente en curso de estudio), era establecer con mayor precisión la dinámica cronoestratigráfica del Magdaleniense superior-final. la delimitación de las tres unidades sedimentarias descritas
en el apartado dedicado a la estratigrafía han corroborado la existencia de una evolución sedimen·
taria que parece corresponder al Tardiglaciar. la datación de C 14 obtenida en el denominado estrato Ili y la industria a la que se asocia permiten, aquí sí, adscribir este momento al Magdaleniense superior. Desde el punto de vista paleoambiental el estrato 1II se correspondería con un
momento de probable rigor ambiental que se aisla con claridad en el estudio sedimentológico y
que se confrrma desde el análisis antracológico y la microfauna (vegetación supramediterránea con
un ombroclima tal vez seco o subhúmedo; presencia del Microtus arva/is). Entre las aves podría
destaca.rse la presencia de la chova piquigualda, tal vez i.ndicadora en nuestras latitudes de condi·
ciones climáticas frías, si bien algunas especies de bosque templado tienden a relativizar esta consideración.
El estrato Il muestra una evolución sedimentaria que puede reunirse de. siguiente modo, su
!
inicio (Ilc) se caracteriza por la humedad y parece responder a condiciones templadas (elevada
tasa de alteración que muestra el gráf. 7 y que afecta también al estrato Im; su parte media (IIb)
señala un cambio hacia un clima de nuevo posiblemente agresivo y progresivamente más seco,
sus materiales señalan nuevos aportes detríticos de factura fresca, poco evolucionada y sin trazas
de alteración postsedimentaria, que perdurarán con pocas variaciones hasta la parte superior (Ila)
y el estrato l. la microfauna, a falta del estudio antracológico y palinológico, no decide el proceso
descrito, marcando una situación más forestal en parte del estrato JI y el estrato 1, pero todavía
contrastada con la del Holoceno (capas 31-34 del gráfico).la evolución observada en las aves puede dar cuenta de las manifestaciones del Tardiglaciar en relación con la línea de costa.
Durante el Holoceno el resultado de los diferentes análisis paleoambientales permite extraer
una serie de conclusiones referidas tanto al desarrollo de las condiciones naturales, como a la interacción humana en el mismo. (fig. 19).
Se constatan tres grandes períodos paleoambientales:
l. Cubre los niveles X y IX (Unidad basal del análisis sedimentológico, Zona polínica A y
Fases antracológicas CC.2 y CCJ) que, corresponde al Neolítico lA y lB. Su inicio viene marcado
por una datación C 14 de los niveles basales que ha proporcionado la fecha Ly-4302 de
7540:1::140 BP; datación que nos parece ligeramente elevada en relación a la industria asociada.
Tanto el análisis de sedimentos, como el de polen se muestran de acuerdo en señalar este período
como de estacionalidad más marcada, ya con una probable repercusión de la acción antrópica;
por el contrario, la antracologia detecta ahora la mayor proporción de carbones mesófilos.
2. Cubre los niveles VIHa-principios del fV (Unidad Media del análisis sedimentólogico, Zonas polinicas B y C; Fase antracológica CC.4), que corresponde al Neolítico IC y parte del IlA,
la fase antracológica se prolonga hasta el Neolítico liB. Para este momento se dispone de una da·
tación C-14 referida al Neolítico IC, LY-4303 de 5820:1::130 BP. Entre este momento y la datación
LY-4304, de 4700:1:: 120 BP, que marca los inicios del Neolítico IIB, se encuadra cronológicamente
esta fase. Climáticamente, se trata del momento más húmedo. El análisis polínico lo divide en
un primer período más húmedo (fase polínica B), seguido por un posible aumento de la aridez
(fase polínica C) o, más probablemente, una mayor acción antrópica, habida cuenta de que sedi·
mentológicaroente no se constatan cambios en las condiciones climáticas. Idéntica evolución pare·
[page-n-48]
PERIODOS
CULTURALES
SEDIMENTOLIX>IA
PALI NOLOOIA
1
-1
lA
11
Bronce
MICROFAUNA
fase CC.S
Uli41M
S1 peritr
Estéril
Metorral
de
11
1---t---i C4mpeniforme
IIA
111 f--- -- - - 1
111
RosmerinoEricion
Cli me
contrastaoo
Z11111 D
Neolítico 11 B
lilA
-IIIB
ANTRACOLIX>IA
r..e CC.-4
Acción
antrópica
Paisaje
abierto
IV
-
Pinar
IIIC
.
·.·.··
.. .
.. ..
... .
secundario
IV
y-v
Neolítico IIA
ArroiJOda
difusa
VA
-
ZtMC
Pinus
Prec! pilaciones
regulares
VB
ve vu
Neolítico IC
z... 8
Neolítíco lB
ZtuA
ArroiJ8(la
VIC
Paisaje
VID
IX
abierto
contrsstaoo
Neolítico lA
MSIJdaleniense
superior
Húmedo
Fase CC.3
~ucción
concentrede.
Clima
X
...
.
...
....
....
... .
.....
......
.
Húmedo
Uli 41M
M,.l
Antropizeción
Quercus
Fase CC.2
Quercus
r- cc.1
AviftiN
Pyrrhocorax graculus
Pinus nigra
Juniperus sp.
¡~ ¡~~ ~ ~ ~
::::::::::
Microtus
ervalis
F IGURA 19
Cuadro-resumen de Jos resultados de diferentes análisis paleoambientales
: -·-
.·.·
.
Quercus
VI
-
:-·
.·.
Antropizeción
a lo largo
del año
VD
-VIII
IX
csrra3e0
Antropización
VI
VlA
VlB
de Pino
[page-n-49]
49
ce renejarse en la fase antracológica CC4, si bien aquí con mayores porcentajes del estrato arbóreo, dominado ahora por Pinus ha/epensis.
3. Cubre la parte superior del nivel IV y hasta el nivel 1 (Unidad Superior del análisis sedimentológico; Zona polinica D y antracológica CC.5), que corresponde al desarrollo entre el Neolítico IIB y la Edad del Bronce. Aparte de la fecha inicial antes citada, se posee una datación referida al Horizonte Campaniforme: 4'-4305 de 4210 ± 120BP. Climciticamente, se vuelve a encontrar
una estacionalidad marcada, con períodos de aridez notables; todo ello combinado con una fuerte
acción antrópica detectada en todos los ancilisis.
1.2. U. plataforma continental adyacente al tramo litoral la Nau-Moraira
Luis Somozo y Jorge Rey•
l.2.L. Descripción general de la plataforma
Ui plataforma continental propiamente dicha se extiende a continuación del litoral hasta la
zona de ruptura de pendiente a - 150±20 metros (Fig. 20). Se trata de una plataforma que se
encuentra desarrollada sobre la zona de transición entre un margen estable de tipo progresivo (Golfo
de Valencia) y un margen de tipo intermedio con una cobertera sedimentaria mucho mcis reducida
(Alicante-Murcia) (STANLEY, 1977; MAUFFRET, 1979; SERRA et al., 1979; ReY y DIAZ DEL Rlo,
1983). Ambos mcirgenes están vinculados a la historia geológica de la cuenca Mediterrcinca occidental, que inició su desarrollo en el Thrciario. La formación de esta cirea culminó con un proceso
distensivo cuyos efectos pueden ser observados en las cuencas neógenas y cuaternarias subsidentes del Este peninsular (VEGAS et al. , 1980). Ui plataforma continental de Valencia constituye una
de estas cireas.
En esta zona, la plataforma reduce su extensión hasta un 50% frente al Cap de la Nau (14 km)
como consecuencia del umbral que se establcx:e con la prolongacióu bajo ~1 mar de las unidades
béticas que enlazan con el bloque balear. Este hecho, junto con el régimen hidrológico que se establece como consecuencia de la posición geográfica del saliente que forman el Cap de La Nau y
Sant Antoni dentro del contexto hidrodincimico general de la circulación meditermnea, y el aumento
rcipido de la profundidad en este sector de la plataforma, determina la instalación en el lugar, de
ambientes deposicionales de características distales en su zona interna. De esta forma, la distribución de los sedimentos finos del tipo fango se pueden encontrar en zonas de profundidad restringida, aunque el régimen general de las corrientes litorales es suficientemente energético para mantener las zonas infralitorales con arenas relativamente limpias.
Tanto la plataforma continental como el litoral están diferenciados por un conjunto de factores y procesos que los caracterizan. Ui zona litoral, se comporta como un dominio en continua
evolución donde los procesos son de gran intensidad y corta duración a escala geológica, estableci~ndose un continuo equilibrio dincimico. Las unidades cuaternarias de las zonas litorales son
el resultado de la herencia de fenómenos que tuvieron lugar cuando el nivel del mar estaba situado a otras cotas. La diversidad de factores oceanográficos y estructurales que han actuado sobre
estas zonas costeras, trae como consecuencia la aparición de una gran variedad genética y textura!
de las unidades deposicionales cuaternarias (REY y MEDIALDEA, 1990).
En contraposición a lo anterior, la edificación de la plataforma continental ha estado regida
por una serie de factores que han condicionado las ca.racterísticas deposicionales, y el desarrollo
de los depósitos ha estado controlado por procesos de mayor duración a escala geológica. Entre
estos factores destacan: el contexto estructural y la morfología del margen, el clima y sus fluctuaciones, las oscilaciones del nivel del mar, los factores oceanográficos fJSicos y químicos y los biológicos.
El aspecto actual de la plataforma muestra que ha sufrido cambios durante el Cuaternario,
si bien durante el Holoceno ha estado afectada por una serie de procesos que han dado como
resultado su remodelación superficial en detalle desde el punto de vista morfológico y sedimen-
•
lnstilUlO Espallol de Oceano¡¡afll.
FucnaJrola, M•Jaaa-
[page-n-50]
DEPOSITOS SUPERFICIALES
~
DEPOSITO$ RELICTOS
~
OETRITICOS GRUESOS
~ ARENAS
~
~&J
FANGOS
FIGURA 20
Esquema simplificado de la batimetría y distribución de los materiales superficiales en la plataforma continental
frente al sector de costa comprendido entre Gandia y Moraira
[page-n-51]
51
tario. Todos esos fenómenos hay que ligarlos a los episodios de las oscilaciones climático-eustáticas,
observándose de forma clara dos tendencias: por un lado el sector al norte del Cap de la Nau,
influenciado por la transgresión en el último ascenso eustático del Holoceno y los movimientos
progresivos de flexura generalizada asociada al descenso continuado de bloques del basamento
profundo hacia el promontorio balear (DIAZ DEL Rto, REY Y VEGAS, 1986) y de otra parte, el sector meridional, en el que los episodios de máximos eustáticos se asocian a subsidencias diferenciales más superficiales provocadas por el rejuego de bloques someros, controlado principalmente por
la neotectónica distensiva (SoMOZA, 1990).
La información que se presenta en esta zona de la plataforma ha sido extraída básicamente
de los perfiles sísmicos marinos obtenidos en la campaña La Nao-90, correlacionándolos con
los sondeos mecánicos realizados en la Marjal de ~go y en la cuenca de XAbia (ver más
adelante, fig. 28).
1.2.2. Los acantilados de Moraira
La sedimentación cuaternaria litoral y de plataforma en el área está totalmente afec.tada
por la neotectónica del movimiento de la fractura Cádiz-Aiicante, que da lugar a fenómenos
de subsidencia por proceso de escalonamiento de bloques de forma similar a lo que ocurre
en la zona de XAbia.
Los perfiles sísmicos realizados en esta zona de la plataforma muestran una secuencia de su·
perposición de beach-rocks paralelos a la costa, cubiertos por una cobertera de sedimentos no con·
solidados de plataforma de una edad holocena.
El perfjJJ de la Figura 21, que se sitúa frente a la bahía de Moraira, muestra las siguientes
secuencias sismodeposicionales, que de muro a techo son:
A. Esta unidad constituye el basamento mesozoico que se sumerge rápidamente hacia la plataforma y en el que se desarrollan fallas normales.
B. Una unidad mio-pliocena transgresiva que se apoya sobre el basamento y presenta superfi·
cies de erosión importantes, que están caracterizadas por presentar una alta reflectividad.
C. Una secuencia de reflectores de gran amplitud con varias geometrías lobuladas, con bases
definidas por reflectores horizonta.les y techos irregulares. Esta secuencia sísmica se interpreta como
un conjunto de apilamiento de beach-rocks cuya posición está sujeta al hundimiento que genera
el escalonamiento del sistema de fracturas. A este conjunto de beach-rocks (fig. 21) se le asigna
una posible edad pleistocena, y marcarla la línea de costa anterior a los procesos de subsidehcia. .·
Este hundimiento traerá como consecuencia el retroceso de la linea de costa para los periodos
de máximos de nivel del mar que le sucedieron. Las superficies erosivas se formarían durante los
procesos de transgresión.
Sobre la secuencia anterior, se apoya hacia el norte (fig. 22) una unidad progradante ampliamente desarrollada y paralela a la línea de costa actual, en la que la geometría de los reflectores
internos es claramente progradante, mostrando un núcleo interno con forma lenticular y reflecto·
res concéntricos en su interior. La característica más notable de estas estructuras es que presentan
reflectores oblicuos hacia tierra. Ello podría estar relacionado con un sistema de cordones litorales
y dunas transversales asociadas a la parte más cercana a tierra.
D. Es la secuencia más superficial, constituida por unas facies sísmicas con reflectores paralelos y continuos, que van aumentando su transparencia hacia el muro. Está formada por sedimentos finos de edad holocena en la que se pueden encontrar áreas de sedimentos con alto contenido
en gases, generados posiblemente por la maduración de la materia orgánica contenida en alguno
de los niveles de materia.es fmos (REY, 1990). Estas áreas de sedimentos gasificados provocan apan·
l
tallamientos acústicos en los registros sísmicos (ACOSTA, 1984).
1.2.3. Interpretación de las secuencias sísmicas deposícionales
Las secuencias cuaternarias deposicionales observadas están controladas por la fractura Cádiz·
Alicante mediante subsidencia escalonada de la plataforma continental. Este control tectónico va
[page-n-52]
SE
L- 1
SE
NW
-
1
o
BAHIA DE MORAIRA
ci
t:
o
"'
o
z
:::>
...
"'
"'
..J
:¡¡
.,
o
...
...
:lE
0::
FIGURA 21
Perfil sísmico !JI (Geopulse 300 julios) y su interpretación, realizado en la plataforma continental adyacente a la bahía de Moraira.
Puede observarse el control tectónico de la costa y el apilamiento de «beacb·.rocks» pleistocenos (unidad e)
asociados a procesos de subsidencia.
[page-n-53]
...
••
L · ll
o--
,...
1
.1
o
~
;
'•ir> '!J.~-- ':.?';;
•
o
o
a
,
..
l .., ..........
•
•
;¡
•
1$
1
t
~.
•
"IJ,4
~
.....
ot4o_l&~ ~
••
• •:
'
~~._¡.
'
,,
.. 1
,
..
-.. . t·
~--··
i;
.. ,......
~
.. _..,. _.,..,.
J S;
t
P"U••
-,
~;~;
~~ . ~'! ::.
• ;
;.:, ,. :~·
... ,.~ ~
FIGURA 22
Perftl sismico lr3 (Geopulse 300 julios) y su interpretación, realizado frente a la bahía de Moraira.
Puede observarse una unidad C4 ampliamente desarroUada cuya interpretación parece estar relacionada con un conjuntO progradante litoral
asociado oon un ascenso continuo del nivel del mar (¿por subsidencia continua?).
Esta unidad, por correlación con los anteriores perfiles sismicos, podria asociarse al Pleistoceno superior.
Por encima se superpone una secuencia transparente (d) correspondiente a depósitos de plataforma
[page-n-54]
~ ~UPTURAS
OE PEIC)fENTE
~
aEAoH•ocKc
~
PLATAFORMA- HO DE:POStTO
~
StSTDiA LITORAl SUMERGIDO
[2]
FALLAS NORMALES
(Dt-
L INEAS SISWICAS GE:OPULSE
O
c1
A C4 ,
tOOOm
FIGURA 23
Relación entre los niveles de «beach·rock» pleistocenos y la fracturación en la plataforma conti·
nental adyacente a la Punta de Moraira. El nivel C4 que se superpone sobre los anteriores se in ter·
preta como un desarrollo de cordón litoral, con un sistema de dunas en la zona interna y prograda·
ción litoral en la externa. Posteriormente a este nivel se produce un retroceso (por subsidencia)
en la linea de costa que de lugar al tipo de costa acantilada de la actualidad
[page-n-55]
55
dando lugar al retroceso de la línea de costa en cada máximo del nivel del mar, desde el Pleistoceno hasta la actualidad.
Basándonos en la situación de las secuencias sismoestratigráficas que definen la línea de costa para cada uno de estos máximos, podemos inferir que, durante los máximos del nivel del mar
en el Pleistoceno superior, la línea de costa podría estar situada a una distancia aproximada de
4 km, con una orientación subparalcla (fig. 23). Por otra parte, cabe señalar que el alto grado de
hundimiento del área ha dado lugar a una modificación del ambiente litoral desde el Pleistoceno
medio-superior al Holoceno, evolucionando desde una costa dominada por cordones Litorales y
restingas, con un amplio desarrollo de los sistemas dunares asociados, hacia una costa acantilada
con un fuerte gradiente de la profundidad del mar en la zona infraliklraL
IL PARADA 2. EL CUATERNARIO RECIENTE DE LA RADA DE MORAIRA
1 El complejo relicto de restinga-albufera
1.1.
M• José Viflals y M" Pilar Fumanat•
La restinga-albufera de Moraira se interpone entre el tramo costero acantilado del cap de
la Nau-Punta de Moraira y el Penyal d'lfac al Sur.
Los materiales geológicos sobre los que se entalla esta formación se integran en el sinclinal
de Benissa y son margas, calizas arenosas y arcillas del Mioceno (facies «tap»).
Diversas unidades configuran el área {fig. 24); destacando en importancia las siguientes:
-La cuenca de drenaje. Tiene una longitud de unos 5 km y una pendiente general de un
3%. La morfología del valle en su tramo final es de fondo plano y geometría convexa; obedece
a las evoluciones de dos cursos principales: al E, el Barranc Roig, de clara orientación N·S y trazado rectilíneo que se estructura posiblemente a partir de una falla. Sus tributarios muestran una
fuerte pendiente, son de corto recorrido y perpendiculares al cauce principal; parten de las estriba·
ciones del Puig de la Uorenca, murallón calcáreo que flanquea el valle de Moraira alineándose
por el E en una serie de acantiJados marinos; y abastecen de cantos calizos y terra rossa al sistema
fluvial.
Confluyendo por su margen derecha se unen el Barranc deis Passos y el de les Fonts que
drenan margas miocenas. Esta red, que tiene forma dendrítica y valles en cabecera de fondo pla·
no, presenta un fuerte encaja miento en la zona distal, ya cerca de su enlace con el Barranc Roig,
dando lugar a un conjunto de terrazas.
Diversos perfiles ubicados a lo largo de la cuenca muestran repetidamente una secuencia sedimentaria que en la base presenta una potente acumulación de limos rojos en facies de llano
de inundación, sobre la que, en contacto erosivo, aparece una nueva fase de aluvionamiento con
materiales margosos en facies de fondo de canal o barra longitudinal, que pasa hacia arriba a llanura de inundación.
Parece evidente, por tanto, que la red se jerarquiza en principio a favor de los aportes detríti·
cos del Barranc Roig, que en una evolución posterior posiblemente comandada por una situación
de bajo nivel marino llega a capturar el área de drenaje situada en su margen derecha.
- Formaciones de restinga. Dos cuerpos sedimentarios de textura arenosa, dimensiones reducidas y edad diferente, cierran este espacio húmedo. El más antiguo, de edad eemiense (U/Th,
132.000± 7000), se apoya directamente sobre salientes rocosos y tiene una altura aproximada de
5 m. Su litología es oolítica y aparece con una fuerte consolidación debida a carbonataciones post·
sedimentarias. La naturaleza de los materiales y su orientación a resguardo de la deriva longitudinal, permiten pensar en el protagonismo de la corriente transversal en la construcción de aquella
barrera. Adosada a su parte distal, aparece una alineación dunar, que testifica la existencia en
aquellos momentos de un antiguo estrán emergido, fuente de alimentación de este depósito eólico.
La barra bolocena está constituida por arenas sueltas detrícticas. Tiene escasa potencia y forma un suave arco que penetra unos 15 m. a partir del área de rotura de la restinga anterior.
•
Depanament de GoografJa. Universitat de Val~ncia.
[page-n-56]
..
.
L
e
A
~1
0SJz
D
. ...
'
'
B
~
•
1
o,
J
'
..
ICJI,
,_
EJ '
0,
o.
[IJ ,
FIGURA 24
Reconstrucción en planta de las fases de evolución. 1: Relieves. 2: Conos aluviales.
3: Marjal. 4: Restinga oolítica. 5: Dunas y playa fósiles. 6: VaUe del fondo plano.
7: Restinga actual. 8: Curso nuvial. 9: Sentido de la oscilación marina
[page-n-57]
57
-El área de la marjal. Se ubica en una estrecha franja tras las formaciones de barrera, aprovechando la menor pendiente del tramo distal del valle. Los sedimentos que la rellenan son limos
y arcillas turbosos y su alimentación hídrica ha estado vinculada a los aportes de aguas dulces
fluviales.
11.2. Evolución paleogeográfica
las dataciones de Uffb llevadas a cabo en los materiales ooliticos de la restinga fósil y el
estudio morfoestratigráfico de la zona hao permitido la reconstrucción de las siguientes fases de
evolución durante el Pleistoceno superior:
N En el entorno del interglacial eemiense (estadio 5 de Emiliani), bajo un clima más cálido
que el actual y con un nivel marino en ascenso, se forman sobre la plataforma cordones de litolo·
gía oolitica a los que se asocian barras submarinas en progresión hacia la costa que irían cerrando
la bahía, creando espacios albufereños. la última posición transgresiva de estas barras queda ma·
terializada por la restinga fósil de Mora.ira.
B/Las manifestaciones frias estadiales provocan a continuación un descenso del nivel mari·
no. Un amplio estrán emergido frente a la antigua restinga permite el desarrollo de alineaciones
dunares que Llegan a superponerse a esta formación. la abundancia de carbonatos en la zona favorece la consolidación de ambos cuerpos sedimentarios situados en posición de interfase entre
las aguas dulces y las salobres. El incremento de pendiente por el descenso glacioeustático provoca
una erosión regresiva de la red que abre la restinga e inicia el drenaje del valle.
C/ El interglacial actual reinstala la dinámica marina eemiense. En el Holoceno inferior una
barrera que se apoya en los extremos de la restinga fósil da lugar a la formación de un reducido
ambiente palustre. El máximo flandriense destruye la morfología anterior e irrumpe sobre la marjal, introduciendo arenas que la cubren en parte. la situación actual contempla en esta área una
parcial retirada del mar, que se estima en unos SO m; en esta playa se observa una berma permanente de 1 m de altura aproximada.
11.3. Conclusiones
Al Condicionamientos tectónicos
- Pese a la morfología de este tramo costero, con fallas en rectángulo que enmarcan el área,
se podría hablar de una cierta estabilidad tectónica durante el Pleistoceno superior, que ba impedido la destrucción y/o desnivelación de la restinga eemiense. Este argumento coincide con las observaciones constatadas en el tramo acantilado septentrional de la Nau-Moraira y en la restinga fósil
de Xlibia. El hundimiento de dovelas en estos tramos costeros - Granadella, les Cendres...-, posible.mente se remonta al Pleistoceno medio o inferior.
B/lncidencia de la morfología fluvial en este medio albufereño.
-Existe una conexión d.irecta entre las oscilaciones glacioeustáticas y la respuesta fluvial de
esta cuenca, sobre todo en el tramo final.
-El gran aporte sedimentario fluvial con una relativa remoción activa en la base impide
el desarrollo de extensos espacios de marjal. la restinga fósil actúa de dique de contención
impidiendo la evacuación normal de los depósitos que adoptan una geometría longitudinal
convexa. En momentos de alto nivel marino favorece el encharcamiento en la llanura de
inundación.
C/ Elementos condicionadores de la formación de ambientes de restinga-albufera.
-El gradiente suave de la plataforma continental es adecuado para la instalación de este pequeilo ambiente albufereño. No obstante, el perfil longitudinal del valle acusa una fuerte pendiente que restringe las posibilidades de expansión hacia el interior del área de marjal.
- En momentos de bajo nivel marino, restingas antiguas pudieron apoyarse en los salientes
estructurales (Punta de Moraira, Penyal d'Ifac), situación en la que la deriva litoral pudo tener
cierto protagonismo. En cambio, en momentos transgresivos, las prominencias rocosas protegen
[page-n-58]
58
la linea de costa de los influjos de la deriva longitudinal, cediendo la responsabilidad de la cons·
trucción de las barras a la corriente transversal.
- La distinta envergadura y litología de las dos restingas, lleva a pensar en las condiciones
de la fuente de alimentación.
La barra eemiense se formó a expensas de abundantes materiales oolíticos que se desarrolla·
ron en las inmediaciones. La actual carece de tal material de aprovisionamiento porque las tempe·
raturas del Mediterráneo hoy no permiten el crecimiento de estas concreciones. La falta de dichos
materiales y la carencia de suministros fluviales importantes minimiza el desarrollo de las restin·
gas holocenas.
D/ Diferencias en la dinámica marina
-La zapa marina actual a las dunas y restinga fósil llevan a la consideración de unas condi·
cienes más enérgicas del mar holoceno o a un leve hundimiento de este tramo costero en época
reciente.
III. PARADA 3. EVOLUCION CUATERNARIA DE LA BAHÍA DE XÁBIA
ID.l. Registro sedimentario, rasgos biológicos
y
cronoestratigráficos
M" Pilar Fumanat•; M" José Viflats •; Giorgio Belluomini**; Juan Usem •••; Guillem Mateu••••
y Michele Dupré*
La bahía de XAbia se sitúa al N de la provincia de Alicante entre los cabos de Sant Antoni
y de La Na u, interrumpiendo la morfología acantilada de este tramo costero. Conserva un conjun·
to de formaciones fósiles que responden a antiguos complejos de restinga-albufera.
Su secuencia sedimentaria presenta un registro completo del Cuaternario que ha podido es tu·
diarse a partir, tanto de los perfiles subaéreos, como de los obtenidos mediante una serie de sondeos que han llegado a profundizar hasta el sutrato.
m.l.l. Aspectos geomorfológicos
Diferentes unidades geomorfológicas configuran el actual paisaje de esta zona: el área de marjal,
las dunas y restingas litorales, las cuencas de drenaje, y la plataforma continental (fig. 25).
Els Muntanyars es el topónimo con el que se conoce el complejo de restinga fósil a partir
del cual se articula el perfil costero actual. Se trata de una formación de calcoarenita de geometría
alargada que se extiende en la dirección NW-SE desde el puerto hasta Cala Blanca. Desde su pérdida de funcionalidad, este sistema ha estado sujeto a la erosión marina que ha desmantelado par·
te del frente de la restinga.
El Salobre y el Saladar constituyen depresiones escasamente drenadas situadas tras el cordón
relicto y en donde estacionalmente se embalsa agua.
CArena!, ubicado en la ensenada de la Fontana, de geometría arqueada, constituye la única
playa de arena no consolidada. Dicha formación se entalla en el Muntanyar, rotura por la que
penetra el mar holoceno, dando Jugar a una reducida barra que, actuando de dique, permite el
esporádico encharcamiento de la zona interior.
Este espacio está drenado por el Riu Gorgos que tiene una amplia cuenca labrada sobre materiales margosos y calizos. En la ensenada de XAbia forma un importante abanico aluvial en el
que el río se encaja actualmente.
• Depanament de Geografía, Oniversitat de Valencia.
• • Oipartamento de Geocbimica, Universitá de La Sapienza,. Roma.
"• Depanament de Geología, Uoiversitat de Valtocia .
... • Instituto Español de Oceanognúia. Palma de Mallorca.
[page-n-59]
e xABI A 3
o
lolo MI Poftii•OI
FIGURA 26
Situación y rasgos sedimentológicos de los sondeos de Xl\bia (X-1, X-2, X-3, X-4)
[page-n-60]
60
m .l.2. Secuencias sedimentarias litorales
la secuencia sedimentaria de la bahía de X3bia ba tenido que ser estudiada a partir de los
materiales obtenidos mediante sondeos mecánicos. Para tal cometido se eligieron cinco puntos significativos (fig. 26) cuya ubicación permitiría reconstruir la topografía de la cubeta precuaternaria
y la geometría de los depósitos plesitocenos y bolocenos.
las características de los materiales analizados se han establecido en base al análisis textura!,
contenido en carbonatos, materia orgánica y forma de la curva e histogramas granulométricos.
El sondeo XABIA J se ubica en el Muntanyar Alt, y alcanza una profundidad de -32m,
llegando al sustrato precuaternario.
El sondeo XABIA 2, situado tras el Muntanyar Alt, llega a - 29 m, tocando el sustrato terciario (fig. 27).
El sondeo XABIA 3 es el más interior, perfora el abanico aluvial del Gorgos y llega a -32 m.
El sondeo XABIA 4 se ubica en !'Arenal y llega a una profundidad de -22m.
ll.1.3. Evolución paleogeográfica
En base a los datos aportados por la sedimentología, palinología y micropaleontología matizados por las dataciones absolutas, se ha llegado las conclusiones que a continuación se refieren.
La adscripción temporal del registro general de la bahía de XAbia contempla la totalidad de la
sedimentación cuaternaria, ya que en varios puntos se ha alcanzado el sustrato, que parece extenderse hacia la profundidad de - 35 m.l.a escasa potencia del registro se relaciona con los factores
de control estructural que afectan al área. Este hecho unido a la existencia de cordones fósiles
que se construyeron a la cota a la que hoy se mantienen, permite hablar de una cierta estabilidad
tectónica a grandes rasgos.
Las fases de evolución de la cuenca quedan reflejadas en los siguientes episodios:
El Cuaternario inferior está rnaf representado y no se poseen dataciones seguras para definir·
lo con precisión. Más información se dispone de las fases iniciales del Cuaternario medio, asocia·
do a momentos de regresión marina, en los que abanicos aluviales y ríos progradan libremente
sobre la plataforma, depositando grandes cantidades de sedimentos captados en el registro (posible
adscripción al estadio isotópico 8).
El estadio 7 de Emiliani (interglacial Mindei-Riss de la cronología alpina) está representado
por una formación litoral y marina bien desarrollada, lo que supone unas condiciones costeras
que se superponen a los antedores aportes continentales.
Un posterior retroceso de la linea de costa y la degradación de las condiciones climáticas (mar·
cada aridez que facilita la removilización eólica) correspondientes al estadio 6 de Emiliani (Riss
alpino), da lugar a la instalación de potentes edificios donares que en los milenios posteriores sufrieron una rápida consolidación. Su topografía así fosilizada tendrá, a partir de este momento,
una gran transcendencia geomorfológica en la evolución sedimentaria de la zona, ya que actuará
como dique natural que se interpondrá en las interacciones continentales y marinas.
Thn sólo en su parte central (actual Arenal), se crea una apertura propiciada por la fractura
y hundimiento de un bloque, que el río Gorgos aprovecha para regularizar su perfil buscando el
nivel de base.
El estadio 5 de Emiliani (Riss-WUrm) tiene diversas manifestaciones en la zona, según nos
encontremos en la parte posterior o anterior de la barrera.
En el lado externo se produce una erosión parcial del frente de la paleoduna por parte de
los agentes marinos. Posteriormente, sobre esta rasa se sedimentaron materiales infralitorales con
abundante fauna.
En la parte interior de la barrera se formó una laguna somera, a tenor de la entrada de aguas
marinas por la bocana de !'Arenal y de los aportes hídricos continentales.
los estadios 4, 3, 2 de Emiliani (WUrm alpino) están representados en una unidad sedimenta·
ria global muy difícil de individualizar.
En la barrera (els Muntanyars), se produce una sedimentación dual; en la parte marina se
instala una duna detritica de gran envergadura, a cuyo techo se sobrepuso un nivel litoquímico
[page-n-61]
e xABI A 3
o
lolo MI Poftii•OI
FIGURA 26
Situación y rasgos sedimentológicos de los sondeos de Xl\bia (X-1, X-2, X-3, X-4)
[page-n-62]
XABIA 2
1 5
1i11~1~e~~IOI COLOR ==TE=X=UR=A=======I:~I==ALC=IM T=I==I:~I~~ f i~ª~~1í~~L~ r~m
T=
C== =E=R A t~¡
1 ;~ · ':
~
~~·
.~
:
ll=l
2
?.1 YO 111
U YO 111
•
•
1
AA
A
:::::::::::¡~ ~
"-.
a~' ;~: ~; : ¡ll¡ll!lll!llllm~ ~~,~~:·:.:.=..: :r. ,~;: ....:~~-=-:. :-,r=- (:
_
~
\.1~......,_..._-r-1'-vl
J·;;,¡,·~"1'~
YO 012
::::::::::::: :::: )
r.~~ ~ ~ ~ i~ i! il! l !l l, '~:; ~
~
/
.
~ ;').- ,
12
J..6 Y flt
- ..-a.- 1!
,,
u y
M
U
1
f/
-
~=.:.~~·-:.::.~"-.,... ·!-.
l l2
.•
Y 112
· ~~ni~
. 'JF , . ..
-
: - ,, .
J ~ .,
2J
21
l .I YR 518
~)..!.
20
7.1 V lll&.
..
:n
2.0 Y 112
-'
.
1
15 ~ r -:- . .., ••
~
y,,.
22
n
..
20
M
- --
•o v111 ar2
10 't'lll , ,.
U
Y U4
, .. y
1
112
•
VIII l /4
10 "" .,,
10 " " .;)
10 "" ,,..
10 " " . ,
10 VIIIIH
1
1
1
1
tO Yll at2
10 VIII I JI
t
FIGURA 27
Rasgos sedimentológicos del sondeo Xlibia-2
[page-n-63]
63
relacionado con sedimentos continentales hoy desaparecidos (coluvión detectado en cortes subaéreos: CaJa Blanca y la Granadella). Esta costra y los sedimentos coluviales posteriores se formaron
a medida que el mar se iba retirando en el Pleistoceno superior. En la Cala Granadella se ha obte·
nido una datación de este nivel que lo adscribe al Pleistoceno superior (22.000 BP).
En la parte interior se produce una potente acumulación de materiales de abanico y fluviales
provocada por el efecto de represa que suponía la barrera fósil. El único punto de evacuación hacia el mar sigue siendo 1:.\renal, que fue en este periodo un cauce y donde se han registrado grandes potencias de cantos y gravas de fondo de canal aportados por el río Gorgos.
El Holoceno (Estadio 1 de Emiliani) se caracteriza por un nuevo ascenso marino hasta conseguir las cotas actuales. Los inicios de este período han quedado registrados por la formación de
ciénagas en el área cercana a !'Arenal, que tuvieron lugar por el encharcamiento de la cuenca
baja del Gorgos, a tenor de la elevación del nivel de base.
El máximo flandriense dio lugar a la formación de un pequeño cordón arenoso que fue cerrando los espacios marjaleños situados tras !'Arenal.
El Holoceno superior ha sufrido relativamente pocas variaciones geomorfológicas. La playa
de IJ\renal ha progradado ligeramente hacia el mar y los espacios interiores se han colmatando
con aportes continentales (Limos, arcillas...).
Por lo que respecta al estudio palinológico del sondeo Xábia-4, cabe destacar que desde
el principio del Holoceno se instala una vegetación mediterránea con taxones que, en su
mayoría, se desarrollan actualmente en la zona, pero con cierta evolución. En el Holoceno
inferior (Preboreai·Atlántico) se aprecia un progresivo aumento de los porcentajes arbóreos
en Jos que el pino ejerce un papel secundario, destacando Quercus t.faginea que más tarde
es sustituido por Quercus t. rotundifo/ia·coccifora, dando lugar durante el Atlántico a un carrascal abierto.
En el Holoceno superior (Subatlántico), los pólenes arbóreos tienden a disminuir, aunque Quer·
cus t. rotundifolia-coccifora y Piscacia mantienen porcentajes relativamente altos, representando
probablemente una vegetación de matorral más que arbórea.
lli.2. Neotectónica y rasgos sed.imentarios de la plataforma interna
Jorge, Rey y Luis Somoza•
m .2.1. Interpretación de las secuencias sísmicas
los perfiles sísmicos en este tramo se han realizado entre el Cap de Sant Antoni y el Cap
Martí, cubriendo la zona de plataforma adyacente a la cuenca de Xábia (Fig. 28), donde la sedi·
mentación cuaternaria está fuertemente controlada por dos direcciones principales de fracturación: una de ellas corresponde a la dirección NE.SW paralela a las direcciones béticas, y la otra
a las direcciones del Ovalo de Valencia (DIAz DEL Rlo; REv Y VEGAS, 1986). La intersección de
estas direcciones da lugar aJ hundimiento progresivo en forma de bloques de la bahía. La fracturación reciente afecta a los niveles cuaternarios, incluso a los depósitos holocenos recientes (Fig. 4,
A y B). Este hecho hace que las unidades pierdan su continuidad lateral a la vez que aumentan
sus espesores en las depresiones generadas por los bloques hundidos. Por este motivo, en la Bahía
de Xábia, a partir de los 30 m de profundidad aparecen los máximos espesores de sedimentación
mientras que en las zonas más someras y próximas a la costa, existe un escaso desarrollo sedimentario de los depósitos cuaternarios.
Relacionado con las variaciones del nivel del mar holocenas, se b.a generado un potente prisma litoral en los 25 metros de profundidad, supuestamente alimentado por las canalizaciones de
tipo fluvial que aparecen labrando la plataforma actual desde La línea de costa hasta los citados
- 25 m (Fig. 29c).
• Instituto Espanol de Oceanografía. Fuengirola, Málaga.
[page-n-64]
FIGURA 28
Situación de los perfiles sísmicos marinos realizados en la plataforma continental
y los sondeos mecánicos litorales correlacionados
[page-n-65]
L- 6
sw
NE
o
0
CJ
PLEISTOCENO "'EOIO SUP HOLOCEHO
PLEISTOCENO IH'ERIOfl
-
PLIO PLEISTOCENO
~ ZOCALO
P-0
SE
NW
do
t:
10
§·~~¡¡¡;;;;t;~~~~""""""
i
· ~" ,,.,
J ~~~tt==t~~~~~~~~
!l
'
~~~
FIGURA 29
Perfiles sísmicos (Geopulse 300 julios) y su interpretación, realizados en la plataforma continental frente al sondeo XAbia l.
Ver figura 2 para su localización; C. Esquema simplificado de la localización de un prisma litoral y su entorno estructural de la Babia de XAbia
[page-n-66]
66
En los perfiles sísmicos, bajo las unidades holocenas se distingue una serie de unidades íntimamente relacionadas con las zonas de fracturación, cuya edad parece corresponder al Pleistoceno inferior y medio, y cuyos máximos transgresivos no alcanzan el litoral actual, como lo demuestra el sondeo X3bia L realizado en la restinga actuaL
La sedimentación en la cuenca de X3bia está fuertemente controlada por la tectónica, donde
los máximos sedimentarios se centran en las áreas de hundimiento debidos a la tectónica de bloques distensiva. De esta forma y de acuerdo con los datos de los sondeos, la sed.imentación marina
postpliocena es relativamente reciente, causada por el hundimiento generalizado de la cuenca durante el Pleistoceno medio, dando lugar a la migración de los máximos transgresivos hacia tierra
con la consiguiente invasión del mar en esas zonas. Durante la etapa de ascenso del nivel del mar
y posiblemente relacionado con un período de parada, da lugar a la construcción del anteriormente citado prisma fluviodeltaico, actualmente situado en los 25 metros de profundidad.
IV. PARADA 4. EL HOLOCENO UlORAL ENTRE DÉNlA Y PEGO
IV. l. La Marjal de Oliva-Pego
M. José Viñals •
La Marjal de Oliva-Pego se encuentra situada en el extremo meridional del Golfo de Valencia, participando de las características estructurales y tectónicas del mismo. Los fenómenos de subsidencia han sido un factor de control de la sedimentación cuaternaria, propiciando el desarrollo
de potentes espesores de depósitos lagunares, de restinga y marinos (Fig. 30) desde al menos el
Pleistoceno superior (DuPRE et al. , 1988; VINALS el al., 1989). La secuencia holoccna queda bien
individualizada en la serit; y se pueden reconocer tres episodios (VIÑAJ.S, 1991):
- El Holoceno inferior se inicia con sedimentos arcillosos orgánicos adscritos a facies cenagosas y de marjal, que han podido ser datados mediante C 14 en torno al 10.000 BP, cuando el
mar todavía estaba ligeramente retirado. Estos depósitos se interPretan como pertenecientes al anegamiento de las cuencas bajas de los ríos, en relación con el ascenso del nivel de base y la existencia de cordones litorales que se desplazan hacia tierra dificu.ltando su drenaje.
Thles sedimentos siguen apareciendo en el interior de la cuenca y con edades cada vez más
jóvenes, lo que nos informa de la continuidad del movimiento transgresivo.
- El Holoceno medio queda caracterizado por las manifestaciones del máximo nivel del mar
alcanzado durante el PostglaciaL Alrededor del 6000-5000 BP se constata la presencia de sedimentación de arenas y gravas marinas con fauna infralitoral hasta 3 km al interior de la actual
linea de costa, a una profundidad de -2m. Este dato nos advierte de la actividad holocena de
los fenómenos de subsidencia.
El tipo de costa que se desarrolló en el flandriense responde en esta zona a un sistema de
restinga-albufera. Sin embargo, el cierre de la marjal estaba constituido por un cordón Litoral estrecho y recesivo. El humedal era muy restringido espacialmentt; al quedarse constreñido contra los
relieves; el intercambio con las aguas marinas era escaso y daba lugar a un ambiente muy reductor.
Dos edades absolutas en los sedimentos orgánicos del área de marjal y sobre una Glycimeris
violacescens del depósito marino, confirman la cronología del máximo transgresivo.
- En el Holoceno superior tiene lugar el desarrollo de un sistema de restinga progradante
que dio lugar a la morfología que se observa hoy. Dicho sistema evoluciona a merced del leve
descenso del nivel marino y de la disponibilidad de una buena alimentación sedimentaria por parte de los ríos.
•
Departament de Geografia, Universital de
Val~ncia.
[page-n-67]
H
o
MA R
M EOITE RRAI'IE O
o
3-
FIGURA 30
Esquema geomorfológico
H
o
L
o
e
5
E
N
o
10
S
u
p
15
E
R
1
o
R
._______.~1 [B
D DDDD .__1
FIGURA 31
Rasgos sedimentológicos del sondeo PEGO 7
---J
[page-n-68]
'<
'"O
~
o
w
[page-n-69]
69
IV.2. El Holoceno reciente: secuencia geoarqueológica de I'Aimadrava
Carlos Ferrer y Josep Gisbert•
La Punta de l'Almadrava se sitúa en el extremo del abanico aluvial del Girona, situado al
SE de esta formación litoral (fig. 33) y está constituida por una serie de mantos aluviales que se
remontan, al menos, al Pleistoceno medio.
AJ igual que otros abanicos costeros cercanos (Gallinera, p.e.), durante el máximo flandriense
sufrió la zapa marina y el desmantelamiento de la parte distal. En el Holoceno superior y a tenor
de la progradación continental, constituye uno de los principales puntos de sustento de la restinga
de Oliva-Pego.
Dicha progradación se materializa en una serie de aluvionamientos (TOa) que dan lugar a
una ligera acreción del ed.ifico cónico y a una progradación hacia el mar y hacia la Marjal de
Oliva-Pego de sus materiales.
Sobre este nivel encontramos las estructuras de la villa romana de I'Aimadrava (siglo 1 a.C.).
Un segundo relleno (TOb) se produce ya en época histórica. Este aluvionamiento tiene una
reducida extensión superficial y sólo aparece en el interior del cauce, adosado al anterior (TOa)
y, sobremontándolo en la línea de costa. En la misma Almadrava, se observa este depósito con
una potencia aproximada de 40 cm, enterrando el yacimiento (FERRER, e.p.).
Relacionado con este yacimiento, existe un paleocauce pleistoceno que durante el Holoceno
reciente y en época histórica ha funcionado como una pequeña dársena que permitía .la entrada
de embarcaciones de poco calado. l:Aimadrava es uno de los mayores núcleos de poblamiento ru·
ral romano del Territorium de Dianium. Se localiza junto a la dársena de l~adrava para su
uso habitual como fondeadero o área portuaria, hecho que determina una extensión del asenta·
miento poco habitual en la tipología del poblamiento romano de la zona.
Desde 1984 se han desarrollado ininterrumpidamente los trabajos de campo, lo que ha supuesto la excavación en extensión de un área de más de cuatro mil metros cuadrados de superficie,
documentándose de modo excepcional el desarrollo de una villa rústica, en actividad desde las
primeras décadas del siglo I d.C. hasta el siglo VI d.C. Pese a que se ha documentado parcialmente
un edificio termal y diversas estructuras .relacionables con el sector residencial de la villae, las ac·
tuaciones arqueológicas se han centrado en la investigación de un amplio sector artesanal destina·
do a la producción cerámica, de cronología altoimperial y en actividad entre el segundo cuarto
del siglo l d.C. y el tercer cuarto del siglo m d.C.
La cxcepcionalidad del yacimiento en el panorama de los estudios de la Romanización la cons·
tituye, sin duda, la documentación de la tipología arquitectónica de los cuatro talleres que confor·
roan el alfar, situados en torno a un área de hornos. Los talleres constan de varias dependencias:
galerías o estancias cubiertas destinadas al torneado y secado de las piezas, habitaciones de planta
cuadrangular destinadas a la vivienda de los operarios, pórticos abiertos hacia patios, etc., en las
que un estudio de las estructuras y del registro arqueológico permite la restitución del proceso
de elaboración cerámica.
El registro arqueológico demuestra que la producción del alfar estaba orientada primordial·
mente a las ánforas; mayoritariamente vinarias y, en un primer momento y de modo más ocasional, olearias. No obstante, es también habitual la producción de materiales de construcción y cerá·
micas comunes.
El hecho de tratarse de una villa con una actividad agrícola y artesanal muy ligada a la ex·
plotación de los recursos naturales que el medio físico ofrece en sus inmediaciones: arcilla, agua,
bahía, suelos aptos, etc. ofrece un marco idóneo para plantear la interrelación del medio físico
y la implantación humana durante la Romanización.
• Museu ArQueológic de Dénia.
[page-n-70]
70
IV.3. El sector de plataforma en el tramo meridional del Golfo de Valenc.ia
ú.lis Somoza y Jorge Rey•
La Punta de l'Almadrava, se sitúa en el tramo de costa comprendido entre Oliva y Dénia.
Este sector correspond.e a la zona más meridional del Golfo de Valencia. Los per[iles sísmicos
realizados en la zona marina muestran la extensión de los depósitos litorales hacia la platafor·
ma en función del nivel del mar durante el Cuaternario (Fig. 28) la disposición de los mismos
se relaciona con el mayor grado de subsidencia que tiene lugar hacia la zona de Valencia.
De esta forma , los «beach·rocks» de edad pleistocena que afloran entre la Punta de l'Almadra·
va hacia Dénia, se sumergen progresivamente hacia el sector de Oliva-Gandia, donde aparece
una secuencia holocena más desarrollada que cubre los beach·rocks pleistocenos.
El perfil sísmico de reflexión continua 11. (Fig. 34), que se correlaciona con la Marjal de Itgo,
muestra las siguientes secuencias sísmicas deposicionales:
A. Es la unidad más profunda y aparece definida por reflectores discontinuos de baja ampli·
tud, que pasan hacia tierra variando su horizontalidad, hasta ponerse oblicuos y paralelos con
vergencia hacia tierra.
La geometría de esta unidad está deímida por el acuñamiento hacia tierra. El techo muestra
una superficie de erosión importante y canalizada. Correlacionándola con las unidades deposicionales definidas en el sondeo Pego 1, correspondería a las unidades calcoareniticas datadas en·
tre 112.000 y 72.000 años BP, que aparecen en el sondeo a profundidades situadas entre 20 y
35 metros.
B. Corresponde a una secuencia con facies de relleno de canal, principalmente desarrollada
en las zonas más distales de la plataforma y que pierde su continuidad hacia la costa.
C. Es una unidad que aparece definida con reflectores continuos d.e alta reflectividad que englobaría facies de carácter caótico con geometría lateral de tipo lenticu:tar que hacia la costa pasa
a facies de progradacíón de bajo ángulo inclinadas hacia tierra. La unidad se acuña ligeramente
hacia tierra, a la vez que aumenta notablemente su transparencia sísmica. Su techo está definido
por una clara superficie erosiva.
D. Esta secuencia está caracterizada por reflectores continuos de fuerte amplitud y ligeramente
oblicuos hacia tierra, pudiéndose relacionar con los niveles de gravas y arenas basales, de carácter
transgresivo que aparecen en el sondeo 1 de la Marjal de Pego.
E. Corresponde a la unidad superficial de facies transparentes separada en su muro, de la uní·
dad D por un reflector de fuerte impedancia, y que puede interpretarse como una secuencia de
facies finas asociada a la sedimentación paractual en la plataforma.
IV.3.1. Interpretación de las secuencias sísmicas deposicionales
La correlación de las secuencias sísmicas obtenidas en los perfiles y las unidades sedimenta·
rias definidas por criterios sedimentológicos, micropaleontológicos, y dataciones en los sondeos
de la Marjal de Pego {DUPRÉ et al., 1988), permiten establecer la evolución y geometría de los
cuerpos litorales pleistocenos y holocenos.
La secuencia A, compuesta a su vez por tres cuerpos lenticulares que se correlacionan con
facies internas de playa barrera, que se podrían corresponder con los tres niveles tirrenienses defi·
nidos en el Mediterráneo español (HJLLAIRE·MARCEL et al. , 1986; SoMOZA et al. , 1987).
la geometría que aparece en los diferentes cuerpos de playa barrera obedece principalmente
a los procesos de subsidencia de la zona, que dan lugar a una superposición y retrogradación de
los diferentes máximos del nivel del mar.
La superficie de erosión mayor, que determina el techo de esta unidad y el reUeno posterior
de los canales (secuencia B) se interpreta debido al máximo descenso del nivel del mar en los
18.000 anos B.P. (PIRAZZOU, 1987). la secuencia C se interpreta ligada al desarrollo de una playa
•
Instituto Español de Oceanog¡afía Fuengirola, Malaga.
[page-n-71]
- c •NI
p;,.;,
-.·JI'ftltJ ..
· ··-c iUtt
t4k1•
.
•·••on:~~~a·
! GURA 33
F
l.ocaliza.ción de l'Almadrava
.
,'
,,
..
.
.
.
,
F1GURA35
. . m i el Fortí
Localización de los yacJ·micntos de 0Jamu
[page-n-72]
L-11
SW
NW
q
!::
i
!l
i
..
..
..
o
e
w
@DEPOSITO$
ACTUALES
@
TRAH SGRESIVDS
DEPOSITO$
DE
PLATA FOIIIU
© UNIDAD
DE
8EACH - ROCK S:@DEPOSITDS O(
@ UNIDAD
DE
RELL ENO
® UNIDAD
$1$WICA DEPOS;CIOHAL
DE
IACK- 8ARRIER 1 ~DE POSITO$
DE.
IARRU A ASOCIADOS
CANAL
PLEISTOCE NO SUPERIOR
FIGURA 34
Perfil sísmico (Geopulse 300 julios) y su interpretación abajo, realizado en la plataforma continental frente al sondeo Pego l.
Ver figura 2 para su localización
[page-n-73]
73
barrera durante una parada del nivel del mar, intercalada en el ascenso continuo durante el Hotoceno (SoMOZA Y REY, 1990). Su profundidad, así como el cambio lateral de sus facies sísmicas,
lleva a correlacionarla con el nivel de turba datado por Cl4 en Jos 10.120 años BP en el sondeo
Pego l. (DUPRt et al., 1988).
En síntesis, se puede establecer una secuencia de cordones litorales pleistocenos y holocenos
paralelos a la línea de costa actual, cuya disposición está condicionada por los procesos de subsi·
dencia y las variaciones relativas de la linea de costa. Asimismo, la formación de un cordón litoral
holoceno, actualmente en plataforma (-34m), se asocia con los niveles de turba que aparecen
en la Marjal de Pego.
V. PARADA 5. ASENTAMIENJOS ROMANOS Y MUSULMANES EN LA CIUDAD DE
DÉNIA: LA TRANSFORMACION DEL PAISAJE
Josep Gisbert• y Carlos Ferrer•
A) El litoral de Dénia se articula a favor de un extenso glacis de poca pendiente que permite
la instalación de una costa baja caracterizada por el desarrollo de cordones litorales que albergan
formaciones dunares y discretos ambientes de marjal, alimentados por la escorrentía de diversos
barrancos («riatxols»).
Desde el abanico aluvial del Riu Girona hasta les Rotes, se pueden distinguir dos espacios
marjaleños separados por la Muntanya del Castell y aislados del mar por sendos cordones litorales. El primero de estos se apoya en el abanico aluvial citado y la Muntanya del Castell; el segundo
parte de este afloramiento rocoso y se alarga hasta les Rotes. Este último paraje costero lo configuran diversos conos de deyección que arrancan desde el Montgó y que han sido erosionados por
la zapa marina, constituyendo en la actualidad un microacantilado marino.
A partir de las campañas geoarqueológicas llevadas a cabo en el municipio (Avda. de les Indúsuies, Prolong. Sam Thlm, el FortJ) se ha podido reconstruir la secuencia estratigráfica del Holoceno reciente, tal y como queda representada en las secuencias de la Fig. 36 a y b. En ella se
observan, en lineas generales, tres episodios acaecidos después del máximo flandriense, cuya interpretación se ciñe estrictamente al ámbito local, pero que tiene importantes repercusiones por lo
que respecta a la instalación de los núcleos urbanos de Dianium y Danníya. Los cambios que
se dan en esta secuencia, hay que interpretarlos siempre teniendo en cuenta la cercanía al mar
(unos 100-200 m), por lo que la dinámica deposicional y erosiva es muy activa.
-La serie tiene unos 4 m de potencia, y se inicia con un nivel de facies de laguna salobre
de amplía influencia marina en el sector meridional, mientras que al N de fa Muntanya del Castell
hay instalado un ambiente marino. El techo de los materiales lagunares ha podido ser datado por
C14 en torno al 4000 BP.
-Por encima de este nivel aparece un paquete de arenas de aproximadamente 1 m de potencia, que pasan lateralmente hacia el interior a facies de laguna de aguas dulces. Esta intrusión
arenosa se interpreta como una fase de crecimiento dunar, que acaba aislando definitivamente
la laguna del mar. El techo de esta formación ha sido datado en torno al siglo ru-1 a.C.
(2500-2000 BP) gracias a los materiales hallados en los tres yacimientos anteriormente mencionados.
- Por encima del nivel anterior se deposita un nivel de unos 40 cm de potencia de arenas,
cantos y gravas de facies litoral (no incluye fauna marina). Esta formación se interpreta como una
ligera translación de la línea de costa hacia el interior ( ± 100 m) posiblemente de carácter puntual.
La edad de estos materiales se ha estimado entre los siglos Iv-v de nuestra era gracias a deducciones arqueológicas.
- Entre el período romano y musulmán se produce cierta progradación continental, que se
manifiesta en la construcción de una nueva formación dunar adosada a la anterior, y el relleno
sedimentario de las áreas deprimidas de marjal.
• Museu ArqueoJOgic de Oénia.
[page-n-74]
[page-n-75]
[page-n-76]
76
C) la ciudad de Dianium se desarrolla en las laderas y piedemontes septentrional y oriental
de la colina del Castell de Dénia. Durante la etapa republicana, presenta vestigios de fortificaciones ykJ aterrazamientos en la ladera oriental del Castell, con estructuras en el pie de la montaña
cimentadas sobre una playa de arena, que se interpretan como almacenes y con materiales databies en la primera mitad del siglo 1 d.C.: se detecta un programa de expansión urbanlstica de la
montaña del Castell. Durante los siglos 1 y o p.C. se evidencia la construcción de una trama urbana, Forum y la consolidación de un sector portuario.
El siglo 111 coincide con una fuerte reestructuración urbanlstica de la ciudad que acarrea la
desaparición de, al menos, un sector del foro. Durante los siglos 1v y v p.C. se inicia una franca
regresión urbana de la ciudad, con la conversión de un área ampliamente poblada desde el alto
imperio en una zona de necrópolis. No obstante, algunos vestigios arquitectónicos perecederos y
cerámicas del siglo VI p.C. amplían el registro arqueológico de este sector como lugar de habitación.
B) El funcionamiento del poblamiento durante las colonizaciones, hemos de circunscribirlo
al denso anfiteatro montañoso que cierra la llanura aluvial litoral de Dénia por el interior (Serra
del Montgó al este y Serra de Segaría al oeste) de la ladera y piedemonte oriental del CasteU de
Dénia, utilizando como zona de hábitat, al menos estacional, y fondeadero o área portuaria, al
menos desde el siglo v a.C., dejando al margen el problema historiográfico del emplazamiento de
Hemeroskopeion.
-El poblado del Alt de BenimAquia (Dénia), en la estribación occidental de la Serra del Montgó,
constituye el paradigma del inicio de la colonización en el área. Recientes excavaciones en curso
documentan en el interior de su recinto amurallado vestigios de hábitat y evidencias de la elaboración, quizás intensiva, de vino, al menos desde finales del siglo v1 a.C., hecho que ofrece un panorama realmente innovador en relación con el concepto tradicional del paisaje agrario en un momento tan temprano. Este núcleo, además, parece tener una función de carácter estratégico, vinculada
al control de la vía de comunicación que cruza la comarca de norte a sur.
-Los poblados del CoU de fuu, (Dénia) en la ladera oeste de la Serra del Montgó, de la Serra
de SegArla (Benimeli), y de el Castellar (Oliva), situados en cotas de entre 200 y 400 m s.n.m.,
son algunos de los ejemplos de una primera generación de poblados de altura que se desarrollan
durante el Ibérico pleno y que jalonan el territorio. En todos los casos su emplazamiento responde
a un interés de tipo defens.ivo, y al situarse en las inmediaciones de la antigua vía de comunicación
que cruza la comarca bordeando el área de marjal de la Vall de Pego y continua hacia el sur por
el oeste de la Serra del Montgó. Mientras que en el caso del Coll de Pou, el hábitat no parece
perdurar más allá del siglo m a.C., otros como la Serra de SegAría y el Castellar experimentan una
notable expansión urbanística que se hace patente en las remodelaciones de su fortifica.ción y el
aumento considerable de su superficie.
- El poblado del Pie de l~guila (Dénia) situado en la Serra del Montgó a 400 m de altitud,
posee una notable densidad de estructuras de hábitat y un registro arqueológico encuadrable en
la primera mitad del siglo 1 a.C., con un destacado porcentaje de importaciones itálicas, tan sólo
explicable por el auge del movim.iento comercial experimentado por el puerto que, posteriormente,
contribuirá a la génesis de Dianium. la carencia de excavaciones sistemáticas en el área de hábitat
y ciertos matices que ofrecen los materiales arqueológicos ofrecen ciertas dudas, por el momento,
en torno a las causas de este emplazamiento y a su vinculación con el fenómeno de los inicios
de la romanización en la zona.
Durante los siglos u y 1 a.C. el territorio experimenta la implantación de pequeños núcleos
de hábitat, cercanos o en los piedemontes de los espolones en donde se asientan los poblados de
altura, algunos de los cuales generan, posteriormente, establecimientos rústicos plenamente romanizados. Se trata de momentos en que el proceso de colonización agricola de la llanura, exige núcleos de hábitat complementarios a los de altura.
D) la ciudad de Daniyya se encuentra emplazada al este y sur de la montaña del Castell,
con una clara expansión urbana hacia el oeste. l.os restos del núcleo urbano de época islámica,
ciudad y distintos arrabales, se hallan casi totalmente cubiertos por la actual trama urbana.
El conjunto de la ciudad está conformado por las ciudades fundamentales:
- la Alcazaba, en la montaña, de una superficie de 4 ha y que consta de un recinto inferior
no urbanizado y de carácter defensivo, y otro superior con una arquitectura defensiva más elaborada y un índice mayor de transformación del medio.
[page-n-77]
77
- la Medina, recinto urbano fortificado de 24 ha, del que se conoce su perímetro, al reutili·
zarse parcialmente sus murallas para la defensa del posterior núcleo cristiano, pero no así su distri·
bución interna, dado su despoblamiento en el siglo xm.
-El Raval del Fortí es una amplia superficie rectangular amurallada de unas 13 ha, que
contiene una gran barriada musulmana construida ex novo (probablemente a partir de un proyecto urbanístico complejo), en torno al siglo XI·Xll, y que perdura hasta el siglo xm. Incluye
una gran variedad de restos arqueológicos, fundamentalmente viviendas, viales y resto de la
muralla.
BffiUOGRAFlA
ALCALDE GuRT, G. y BRUNET-SECOMTE, P. 1985: Contribució al coneixement del medi i el clima
durante el Pleistoce superior i Holoce a Catalunya, amb l'aplicació de l'analisi factoría. de les
!
correspondencies a les associacions deis rosegadors.R:Jieontologia i Evolució, t. 19, pp. 49-55.
AURA, J.E. 1986: la ocupación Magdaleniense. En La Prehistoria de la Cueva de Nerja,
pp. 196-267.
BERNABEU J. 1990: la tradición de las cerámicas impresas en la Zona Oriental de la Península
,
Ibérica. 'lrabajos Varios del Servicio de Investigación Prehistórica, 86, Valencia, 158 pp.
BERNABEU, J., ÜU
ITART, l. y PASCUAL, J.LI. 1988: El País Valenciano entre el fmal del Neolitico
y la Edad del Bronce. Archivo de Prehistoria Levantina, XVIU, Homenaje a D. Fletcher, t. ll,
Valencia, pp. 159-180.
BowFER, J. 1986: la necrópolis del Muntanyar. Xdbiga i , Xáibia, pp. 109-126.
CABRERA, M. LoPEZ, N. y MICHAUX, J. 1982: Un exemple de [igne iberoccitane, les campagno1s
«Microtus Brecciensis» et «Microtus cabrerae» (Mammalia, Rodentia): étude phylogenetique
et contexte écologique d'un phénoméne evolutif recen t. Symposium paleontologique Georges
Cuvier, Montbeliard, France, pp. 69-89.
CASAD6, J.A. 1990: El Rodat, Xibia, Marina Alta. En Excavacions Arqueologiques de Salvament
a la Comunitac Valenciana. 1984-1988. O. lntervencions Rurals, Valencia, pp. 100-101.
DuPRÉ, M. 1988: Palinologia y Paleoambiente. Nuevos datos españoles. Referencias. 'Dabajos Varios del Servicio de Investigación Prehistórica, 84, Valencia, 172 pp.
FUMANAL, M• P. y VIJilALS, M• J. 1988: Los acantilados marinos de Moraira: su evolución pleis·
tocena. Cuaternario y Geomorfología, Vol. 2 (1-4), Madrid, pp. 23-31.
FU
MANAL, M• P. y V~ALS, M• J. 1989: El litoral de Xilbia. Contrastes morfológicos y genéticos.
Xdbiga, 5, Xilbia, pp. 8-16.
FuMANAL, M• P., UsERA, J., V~ALS, M• J., MArEu, G. y BELUJOMINl, G. e.p.: Evolución cuater·
naria de la bahía de Xllbia (Alicante). Actas de la VI1J Reunión Nacional sobre Cuaternario,
Valencia 1991.
GONSÁI..BEZ, J. 1987: lnsectívors i rosegadors de Catalunya. Metodología d'estudi i catillegfaunís·
tic. Ed. Ketres, Barcelona, 241 pp.
GoNzAI..EZ SAINZ, C. 1989: El Magdaleniense superior-final de la región cantábrica. E.d. Thntin,
Santander.
MARQUET, J.C. 1987: les modifications de l'environnement post·glaciaires en France Mediterra·
néenne d'aprés les rongeurs de l~beurador et de Font-Juvenal. Actes du colloque Premieres
communautés paysannes en Méditerranée occidentale, Gu.ilaine et alii. eds. C.N.R.S., Paris,
pp. 155-163.
MA ÜLIVER, B. !980: Cova de I'Or (Beniarrés·Aiicante). 7rabajos Varios del Servicio de Jnves·
RTI
tigación Prehistórica, 65, Valencia, 300 pp.
MARTlN, G. y SERRf.S, M.O. 1970: u factoría pesquera de Pun ta de !'Arenal y otros restos romanos de Jávea (Alicante). En 'Dabqjos Varios del S.I.P., 38, Valencia.
ÜLARIA, C., Gus1, F., EsrtvEZ, J., CASABó, J. y RoviRA, M.L. 1985: El yacimiento magdaleniense
superior de Cova Matutano (Villafamés, Castellón). Estudio del sondeo estratigráfico 1979.
Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonenses, 8, Castellón, pp. 21-100.
PTRAZZOu, P. 1987: Sea-leve! cbanges in the Mediterranean. En Sea-Leve/ Changes, Tooley & Shen·
nan eds.
[page-n-78]
78
REY, J. 1990: Relación morfosedimentaria entre la plataforma continental de Galicia y las Rías
Bajas y su evolución durante el Cuaternario. Tesis doctoral. Universidad Complutense, Ma·
drid, 398 pp. Inédito.
REY, J. y D!Az del Rto, V. 1983: Aspectos geológicos sobre la estructura poco profunda de la pla·
taforma del levante español. En Estudio Oceanográfico de la Plataforma Continental. Semina·
rio Interdiciplinar, Ed. J. Casteilví, Barcelona, pp. 25-83.
REY, J. y MtmiAL.DEA, T. 1989: Los sedimentos cuaternarios superficiales del margen continental
español. Publicación Especial del Instituto Español de Oceanograjla, 3, 29 pp.
RossEL!..O, V.M. 1977: Restos de marisma en el litoral de Xlibia {País Valenciano). Transformacio·
nes antrópicas. Actas del V Coloquio de Geograjla, Granada, pp. 187-192.
ROSSEL!..O, V.M. 1979: Los promontorios de la Nau. 1' Curso de Geografía litoral aplicada. Uni·
vcrsidad Politécnica de Valencia, pp. 87-94.
Rossat.O, V.M. 1982: Albuferas med.iterráneas. Actas de la V Reunión del Grupo Español de 1iabajo Cuaternario, Sevilla, pp. 43-73.
SERRA, R.J., MALOONADO, A. y R!BA, O. 1979: Caracterización del margen continental de Cata·
!uña y Baleares. Acta. Geológica Hispánica, Homenaje al Prof. Luis Solé Sabaris, 14, pp. 494-509.
SrMON, J.L 1987: Xábia a I'Edat del Bronze. Xlibiga, 3, Xlibia, .PP· 7-36.
SoMOZA, L. 1990: Geodynamic model of Neogene and Quaternary basins in the Western Mediterranean. Examples and models of tbe Soutbeast of Spain. IX Congress RCMNS: Global Events
and Neogene Evolution of the Mediterranean, Barcelona.
SoMOZA, L. y REY, J. 1990: Holocene Gilbert-type fan delta systems and sea leve! rise in the Ría
de Muros (GaJicia, Spain): Abstracts If Fan Delta Workshop, Murcia.
SoMOZA, L., ZAZIJ, C., BARDAJ1, T., Gov, J.L. y DABR!O, C.J. 1987: Recent quaternary sea leve!
changes and tectonic movements in SE spanish coast. 'ltabajos sobre Neógeno-Cuaternario,
10, pp. 49-77.
SoNNEVILLE·BoRDfS, D. 1973: Cévolution du Paléolithique supérieur en Catalogue. Homenaje a
D. Luis R!ricot, pp. 61-66.
StANLEY, D.J. 1977: Rlst-Miocene depositional patterns and structural displacement in the Mediterranean. En The Ocean and Margins, A.E.M. Nairo, W.H. Kanes and F.G. Stebi eds., Pie·
num, New York, N.Y., pp. 77-150.
UZQUIANO, P. 1990: Analyse anthracologique du Tossal de la Roca (Paléolithique Supérieur FinalEpipaléolitbique, province d'Aiicante, Espagne). First European Conference on wood andarchaeology. PACT, 22, Louvain-la-Neuve, pp. 209-217.
VEGAS, R., FoNTBOTe, J.M. y BANDA, E. 1980: Widespread Neogenc rifting superimposed Alpine
regions of the Ibcrian Península. Proc. EGS Symp. Evolution ond 'Jectonics of Western Medi·
terranean and surrounding areas. Inst. Geogr. Nac. , 201, Madrid, pp. 109-128.
VtLLAVERDE, V. 1981: El Magdaleniense mediterráneo peninsular. Papeles del Loboratorio de
Arqueologfa.Saguntum, 16, Valencia, pp. 9-36.
Vt~AL.S, M.J. 1991: Evolución geomorfológica de la Marjal de 0/iva-.lt!go. Tesis doctoral, Univer·
sitat de Valencia. lnédito.
VtflALS, M.J., MATEu, G., FUMANAL, P., UsERA, J. y PAVERo, V. 1989: Aportación al conocimiento de las facies lagunares y litorales de la Marjal de Oliva-Pego (Valencia). Cuaternario y Geomorfología, Vol. 3, no 1-4, Madrid, pp. 93-104.
VtflALS, M• J. BELWOMINI, G., FuMANAL, P., DUPRe, M. y USERA. J. e.p.: Rasgos paleoambienta·
les bolocenos en la bahía de Xlibia (Alicante). Actas de la VJll Reunión Nacional sobre Cua·
ternario, Valencia 1991.
[page-n-79]
EXCURSION
C
CUATERNARIO CONTINENTAL
EN LA CUENCA MEDIA DEL TURIA*
Coordinadores:
P. C ARMON A, H. BONET
M
3
Colaboradores:
J. ESTRELA, P. Ü UÉRIN, I. M ARCH,
J. M ARTíNEZ, I. p AS10R
• El contenido cicnririoo de este trabajo se ha benerteiado en los proyectos <
[page-n-80]
VI LL AR DEL
AR ZOBISPO li1
N
~
PROVINCIA DE
VA Lt:N CIA
•
1
4
1
1 km
FIGU RA 37
Itinerario Excursión C
[page-n-81]
81
l. PARADA l. EL SISTEMA DE ABANICOS AWVIALES DEL PIEDEMONTE DE
BÉTERA. LA COSTRA CAlCÁREA DEL PLEISTOCENO MEDIO
Ma José Estrela•
EL área que nos ocupa se sitúa en la parte sudorienta! de la Serra Calderona, dentro de la cuenca
del Barranc de Carraixet, colector de características hidrológicas típicamente mediterráneas (Fig. 38).
Es en este sector donde adquiere amplio desarrollo un sistema de abanicos, que arrancando de
la cercana Serra Calderona, conforman el amplio piedemonte dispuesto al norte de la localidad
de Bétera. Concretamente se extienden en la margen derecha del río, desde la población de Marines hasta casi el mar, a lo largo de más de 26 km. Algunos de los barrancos más importantes que
los conforman son el de PedralviUa, Porta-Coeli, Naquera, Cal>ey Bord, etc. Se trata de un área
de relieve suave sin grandes contrastes altitudinales internos, y principalmente constituida por sedimentos cuaternarios.
Contexto geomorfológico
La cuenca del Barranc del Carraixet, unidad morfoestructural a la que pertenece el piedemonte de Bétera, forma parte del dominio estructural y sedimentario de la cadena Ibérica centrooriental. Geológicamente, los bordes de la región están constituidos, en su sector septentrional,
por materiales mesozoicos, pertenecientes a la estructura anticlinal de la Serra Calderona, y en
la meridional por depósitos terciarios (depresión morfológica de Burjassot-Liíria).
La génesis de este sector debe situarse en el marco de un último proceso distensivo en el Plioceno superior-Pleistoceno, que deforma a la penillanura fundamental y genera los rasgos principales del relieve actual (SIMóN, 1984). La reactivación de antiguas fracturas, tal como el profundo
desgarre que puede seguirse desde la población de Puco! a la de Higueruelas por donde discurre
el propio Barranc de Carraixet, provoca por una parte, el hundimiento de la zona Sur y por otra,
la elevación como un horst disimétrico de la zona Norte (Serra Calderona), creándose el marco
adecuado para la instalación de la primera gran generación de piedemontes pliocuaternarios (S¡.
MÓN, 1984; Pe.REZ C UEVA, 1988).
Características de los depósitos
El estudio geomorfológico nos ha permitido diferenciar cuatro superficies, tanto por el tipo
de depósitos como por su disposición y relaciones geométricas. Presentan morfología de glacis,
abanico aluvial y terraza, con dispositivo de encajamiento o superposición.
De todos ellos, es el nivel superior (G 3) el que muestra menor desarrollo espacial en este sec·
tor de la cuenca medio-baja del Barranc de Carraixet. Se observa fundamentalmente como glacis
o plataforma calcárea con carácter principalmente erosivo, ya que están labrados a expensas de
los materiales blandos del Terciario (hecho que, en cierto modo, ha dificultado su conservación
como superficie aplanada).
El resto de niveles están ampliamente representados, siendo numerosos los puntos donde pue·
den observarse algunos perfiles representativos. Es en la zona central del piedemonte de Bétera,
concretamente en los barrancos de Porta·Coeli y Naquera, donde los abanicos medio (A2) y bajo
(A1) se han podido observar con mayores evidencias estratigráficas. Principalmente hacia los tramos medios y finales de estos barrancos los depósitos de ambos niveles se han encontrado por
lo general superpuestos, razón por la que el nivel medio aparece en techo degradado por erosión.
Hacia la cuenca baja estos niveles (sobre todo el medio), van perdiendo protagonismo en favor
del nivel inferior, (terraza holocena), resultado de la incisión reciente del barranco.
• Dcpartameot de Geografia. Universital de Yaltncia.
[page-n-82]
....
C.Uc• 't b arra•
ac.,.,.•l••
"'• ,,
FIGURA 38
Esquema morfogcnético del piedemonte de Bétera
CaCO 3
Fa e i ~ s
so
m.
o
>
..
o
0,5
;¡:
!e
..
o
t- -
-;
.. .
,
>
0..
. ·~
:·- · · ' - . -
~
- - -
-··. -· . .:...·
~ _- ~- :~·~.~. . ::.~·.~·~?
·
FIGURA 39
Perfil del Barranc de Porta·Coeli
•t.
[page-n-83]
83
En cuanto a las facies que conforman estos niveles morfogenéticos, existe una gran variedad,
resultado de la propia dinámica deposicional que muestran estas formas de acumulación. Para
el nivel medio (A:z), la mayoría de los cortes observados muestran facies características de este tipo
de ambientes ya sean water-laid deposits, como mass jlow deposits, con sus dos variantes de debris
jlow y mud jlow. En las zonas proximales se han observado en diversos puntos, cortes con las
características facies de debris jlow, con cambios laterales bruscos e interdigitación de detríticos
finos. Hacia las partes medias y distales, junto a las facies de water-laid deposits (con sus características subfacies de barras de canal o channel bar), aparecen depósitos de sheet jlood. Este nivel
presenta un buen grado de conservación gracias al fuerte encostramiento que lo sella, superior
por lo general, al l'S m de potencia.
En cuanto al nivel bajo (A1) las facies que lo forman son semejantes a las descritas para los
depósitos del Pleistoceno medio. Dominan en general las facies correspondientes a medios fluviales de tipo braided, con las secuencias características de depósitos de canal con desarrollo de canales secundarios. En las partes más distales se puede observar la correlación de estos depósitos con
los de la terraza T 1 del Barranc de Carraixet. Las mayores diferencias entre ambos niveles se apre·
cian, en primer lugar, en los cantos que son más heterométricos y subangulosos los del nivel A¡,
y en segundo lugar, en el encostramiento casi totalmente ausente en este último.
la edad que los diversos autores que estudian el área desde una óptica morfogenética asignan
a estos depósitos, es villafranquiense para el nivel G3, Pleistoceno medio para el A2 y Pleistoceno superior para el A1 (BRINKMANN, 1931; GoY et al. , 1974; MA!utNEZ et al. , 1987; P~REZ C uEVA,
1988; EsTRl!l.A, 1989).
Relación de los abanicos con otros elementos morfogenétieos
En el piedemonte de Bétera, de todos los niveles que se han establecido, únicamente los dos
más antiguos (el nivel superior G3 y el medio A:z), presentan desarrollo de costra calcárea. Aquí
únicamente nos centraremos en el análisis de la costra desarrollada sobre el nivel medio. El estu·
dio de diversos perfiles a lo largo del eje longitudinal de estas formas, revela las características
de estos cuerpos carbonatados en relación a su distribución espacial y potencia. En conclusión
puede afirmarse que la costra calcárea tiende a cubrir toda la superficie de la forma sobre la que
se desarrolla, desde las zonas superiores o proximales a las distales. Sin embargo, la potencia de
los perfiles varía de forma importante a lo largo del eje longitudinal de estas superficies. Así los
mayores espesores siempre se han localizado en las zonas distales de estos abanicos, con valores
en tomo al metro. En el ejemplo que aquí nos ocupa, perteneciente a la zona distal, el espesor
de la costra es menor por la erosión que provoca el depósito del nivel A1 (Fig. 39).
a) Facies.
En cuanto a facies, de los cinco tipos que se reconocen como característicos del área valenciana (EsTRELA, 1989), la secuencia aquí observada muestra una facies pulverulenta, con paso amasiva que cierra el perfil. Tanto las facies aquí observadas como la ordenación que muestran en
una secuencia vertical, es semejante a la definida por diversos autores pa.ra otras áreas (ARAKEL,
1982; EsTEBAN y KLAPPA, 1983; SANCHO, 1985). Pese a que en este perfil sólo se reconocen dos
facies, la mayor variedad siempre se localiza en las zonas distales, donde es posible encontrar la
secuencia más completa.
b) Microestructuras
En relación a las facies anteriormente comentadas y basándose exclusivamente en la utiliza·
ción de técnicas microscópicas, sobre todo la lámina delgada, se puede observar como en las cos·
tras tiene lugar el desarrollo de una gran variedad de microestructuras cuyo estudio, junto a los
datos del análisis geomorfológico y sedimentológico, pueden contribuir a su conocimiento genético. Algunas de las microestructuras más frecuentes observadas en la facies pulverulenta y masiva
del perftl seleccionado son: la estructura oolítica-pisolítica, jloating, la alveolar y las grietas.
[page-n-84]
84
Consideraciones finales
El estudio microscópico, junto a los datos de campo, permiten afirmar que en la génesis de
estos cuerpos carbonatados intervienen muy diversos procesos:
a) de carácter acumulativo en relación por una parte, a la precipitación de CaC0 3 en un sus·
trato por infiltración de aguas de superficie, y por otra, a fenómenos de tipo mecánico en relación
a pequeños canales superficiales propios de la dinámica de estas formas, que facilitan la incorpora·
ción de materiales detríticos.
b) procesos biológicos que tienden a alterar el depósito; principalmente destacan los conectados con la actividad radicular (nueva precipitación de CaC0 3), y
e) procesos diagenéticos en medio vadoso que litifican el sedimento.
ll. PARADA 2. DEPRESION DE CASINOS; EDETAJLLlRIA Y SU TERR110RIO DURAN·
TE EL PERIODO ffiERICO PLENO (SIGLOS IV-ll a.C.)
(1.1. La depresión de Casinos
Julio Mardnez•
la zona se sitúa geográficamente al N de la provincia de Valencia, al pie de los relieves de
la Cordillera Ibérica, en su vertiente meridional, en el sector comprendido entre las localidades
de Casinos y Olocau. Las ramblas de Artaj-Castellarda marcan el limite de esta depresión por el
W mientras que la rambla Escarihuela lo hace por el E. Limitando por el S con un tramo del
río Túria.
En cuanto al encuadre geológico, los relieves situados al N corresponden a formaciones calcá·
reas del Jurásico, de dominio preferente con relación a otras litologías y en segundo lugar aparecen
materiales de edad triásica, representados por areniscas y argilitas en el extremo oriental de esta
alineación montañosa. En el limite occidental de la depresión se sitúan relieves de materiales carbonatados de edad triásica y cretácica, y en el margen oriental materiales de la serie neógena de
naturaleza detrítico-carbonatada.
El cuadro geológico corresponde al dominio de la cadena Ibérica, por lo que la formación
y relleno de esta depresión se explica dentro de la historia evolutiva de la misma.
Antecedentes y origen de la depresión de Casinos
Los fenómenos que causaron la formación de esta depresión fueron debidos a los movimien·
tos distensivos que afectaron a la Cadena Ibérica, (SIMóN, J.L., 1984).
Durante el Terciario la zona habría funcionado como área hundida, sujeta a procesos de sedimentación. Primero como medio marino (sector de la Caiiada) y posteriormente como área de
influencia continental con facies detríticas y carbonatadas.
El proceso de sedimentación que vino a continuación fue de origen aluvial y, en parte, se
desarrolló en la denominada depresión de Casinos durante el Cuaternario.
Teniendo en cuenta los rasgos litológicos de algunos depósitos, la disposición geomorfológica
y el cuadro geodinámico de la región, pueden hacerse algunas consideraciones cronológicas.
Al Neógeno de la zona de LUria-Burjassot se le atribuye una edad miocena, sin emba111o,
considerando a la serie neógena como una etapa sedimentaria que se desarrolla entre dos fases
de deformación distensivas (J. L. SIMóN, o.c.), llevaría a tener en cuenta un periodo cronológico más
amplio para esta serie, que habría concluido con la aparición de la segunda fase distensiva que
modificaría la paleogeografía existente, al desarrollar un nuevo relieve, en el que intervendrían también
los sedimentos de edad neógena (Mio-plioceno). En esta fase, el desarrollo de una falla-flexura
'
Unidad Docente Edafologfa y Geologia. Universitat de
Yal~ncia.
[page-n-85]
85
con una dirección que aproximadamente coincide con carbonatados del Terciario, produciéndose
como consecuencia del relieve creado un cierre o barrera que constituye el límite oriental de la
depresión de Casinos.
u sedimentación continuó en las áreas hundidas durante la etapa final del Neógeno como
asf parecen indicar algunos depósitos en base a su disposición geomorfológica y caracterlsticas
geológicas.
Asf pues, durante el Neógeno se originó la colmatación de aquellas depresiones creadas por
la primera y principal etapa tectónica distcnsiva; la segunda etapa modificó el esquema paleogeográfico establecido en la zona, de forma que parte de las depresiones siguen manteniéndose mien·
tras que otras dejan de serlo para convertirse en áreas de denudación. la sedimentación continuó
durante el Plioceno superior en la depresión de Casinos y posteriormente, durante el Cuaternario,
inducida por la actividad neotectónica del Pleistoceno inferior.
la etapa de relleno más evidente corresponde al Pleistoceno y se ha desarrollado a partir de
la erosión de los relieves mesozoicos situados al norte de la cuenca por los barrancos que drenan
el relieve y que construyen a partir del mismo una formación de abanicos aluviales coalescentes.
Esta acumulación aluvial se caracteriza por una superposición de aportes en la zona de cabecera
de los abanicos, acumulación que fue inducida por la dinámica de la zona manifestada por una
elevación del relieve. En cuanto a la zona distal el desarrollo estaria controlado por la posición
altimétrica del río Túria.
En el limite oriental de la depresión y en la zona de cabecera de los abanicos (barranco de
Escorihuela) la disposición de los aportes pertenecientes a las distintas etapas se caracteriza por
encaja miento de tal modo que los más antiguos se situan a mayor altura que los más modernos.
11.2. Edeta/Lllria y su territorio durante el periodo Ibérico pleno (siglos IV·II a.C.)
Helena
Bonet~
Pierre Guérin ..
w intensas prospecciones llevadas a cabo en torno a Uiria y Casinos desde los afios 1930
por el Servicio de Investigación Prehistórica han configurado poco a poco una carta arqueológica
comarcal de la cultura ibérica, completada por numerosas excavaciones en extensión y puntuales
en el1bssal de Sant Miquel de Llíria, la Mont·ravana (Lliria), Cova Foradada (Llíria), Puntal deis
Llops (Oiocau), el Castellet de Bernabé (Llíria) y la Aceiía (Villar del Arzobispo); todos estos poblados ocupados durante el periodo ibérico pleno constituyen la documentación básica de un programa de investigación denominado «Liiria y su territorio en época ibérica», llevado a cabo por
el Servicio de Investigación Prehistórica en colaboración con el Departament de Prehistória i Ar·
queologia de la Uníversital de Valéncia.
las prospecciones sistemáticas programadas desde 1984 han desembocado en una clasifica·
ción de todos los poblados conocidos en varias categorías de acuerdo con su tamano, la naturaleza
del terreno, es decir, el grado de pendiente; la proximidad de suelos cultivables, y también de acuer·
do con las estructuras exteriores visibles como murallas, torres, etc.
Este método ha facilitado la constitución de cuatro grupos de asentamientos pertenecientes
al periodo ibérico pleno, desde finales del siglo V a.C. hasta principios del siglo O a.C. Paralela·
mente se han llevado a cabo excavaciones recientes en poblados de distintos grupos, lo que permí·
te una mejor definición de sus características. (Fig. 40).
El poblamiento en el Camp de 1\íria
La ciudad
En la clasificación de los asentamientos en función del tamaño destaca inmediatamente una
gran población de más de 10 ha, Sant Miquel de Lüria, de la cual no enconuamos equivalentes
• Servicio de lnYeStig¡lción Prebisl6ric:a. Valencia.
• • Ocpartament de I'Tdli$tória i ArqtJeOiosia. Uni>ersitat de Valtncia.
[page-n-86]
____
e c¡udad
• a aea ,
• caseno
• atalaya
._
.....
,,
F IGURA 40
El territorio de Llíria durante el periodo l~rico Pleno Edetano (siglo IV al II a.C.)
1
•
----
1
1
JtJJ l·~
FIGURA 41
El Castellet de Bemabé (Lliria, Valencia)
[page-n-87]
87
en un radio de 25 a 30 km. A nivel regional se podrían incluir dentro de la misma categoría Sa·
gunt, la Carencia (forís) y los Yillares (Caudete de las Fuentes). Cada uno de estos poblados debía
de ejercer la capitalidad sobre una micro-región circundante que constituía su territorio.
En el caso de Sant Miquel contamos ademí1s con la cita de Ptolomeo que identifica la
ciudad de Edeta con l.eiria, de lo cual se deduce que Edeta pudo ser la sede de Edecon, rey
de los edetanos.
Mí1s que las estructuras descubiertas en las excavaciones son los ajuares quienes permiten
detectar en el Tossal de Sant Miquel la presencia de artesanos especializados al servicio de una
clase dominante aristocrática, lo que le confiere un estatuto urbano único.
Las aldeas
Varios poblados, de superficies comprendidas entre 5.000 m2 y 2 ha, se encuentran disemi·
nados en el llano en torno a Lliria (lbrreseca, la Acena, la Mont·ravana); ocupan en su mayoría
suelos agrícolas cuya explota.ción queda patente en las estructuras de estos poblados donde se en·
cuentran testimonios del cultivo de cereales, vid y olivo, bien mediante las muestras arqueológicas,
bien ante el hallazgo de almazaras, elementos de prensa y restos de lagares. La ganadería constitu·
ye la otra vertiente de esta economía, con el dominio absoluto de los ovicápridos, suidos y, en
menor medida, el ganado vacuno. Los asentamientos de esta categoría son los proveedores de Llí·
ria en productos agrícolas.
El resto de los asentamientos no se diferencian en función del tamano, que oscila entre los
500 m2 y 2.500 m2, sino de sus estructuras defensivas y de su ubicación; tras estas dos variables
se configuran, a su vez, dos grupos: las atalayas y los caserlos.
Los caseríos
Ocupan las tierras bajas de la llanura y las pendientes de la Serra Calderona. De todos los
conocidos sólo se han realizado excavaciones en el Castellet de Bernabé, un poblado cuyas estructuras aportan numerosos datos en el campo socio-económico edetano. fur otra parte queda paten·
te la dedicación de un sector del hábitat a la explotación agricola y minera del entorno. El Caste·
llet de Bernabé y los otros asentamientos de esta misma categoría son fincas rurales, residencia
de terratenientes o grandes propietarios ocupados en la explotación de los recursos de sus tierras.
Las atalayas
Esta cuarta categoría se distingue por su ubicación sistemática en alto, lejos de los suelos
agrícolas y en lugares de difícil acceso. Sus estructuras exteriores siempre incluyen torre o bastiones.
Las atalayas del Camp de Túria forman una red de vigilancia articulada por conexiones ínter·
visuales que permitian un rápido paso de la información hasta cualquier punto del territorio de
Lliria. Se ubican en lugares estratégicos de la cornisa de la Serra Calderona, en los pasos hacia
el Alto Palancia así como a lo largo del Túria. Constituyen las pruebas defmitivas de la domina·
ción política de Edeta/Llíria sobre las tierras por ellas delimitada marcando una línea fronteriza
con otros territorios.
El Puntal dels Llops, totalmente excavado, es la atalaya mejor conocida. Construido a finales
del siglo v o inicios del IV a.C., sigue el modelo de poblado de calle central con torre de vigilan·
cía, planta que no varió durante los dos siglos de ocupación del yacimiento y que refleja, en cierta
medida, el rigor militar del acuartelamiento.
la definición de estas categorías abre camino a una serie de hipótesis sobre la organización
socio-política del territorio de Llíria. Como hemos visto, la red de atalayas deftne las fronteras
del territorio de la capital y constituye el medio de afirmación de una formación social de tipo
estatal.
[page-n-88]
88
ill. PARAPA 3. EL POBLADO DEL CASTELLET DE BERNABÉ (Liiria)
ID.l. El poblado de Castellet de Beroabé
Pierre Guérin•
El poblado ibérico del Castellet de Bemabé, excavado bajo la dirección del S.I.P. desde 1984,
se ubica en las estribaciones de la Serra Calderona, al NW del Camp de Túria; ocupa la cumbre
y parte de la ladera occidental de un cerro amesetado, poco destacado de las tierras circundantes;
un recinto de planta seudo-rectangular limita el área habitada a la cumbre del cerro, de 70 m de
largo por unos 16 m de ancho, totalizando unos 1.000 m2; en la ladera W una rampa de unos
40 m conduce a la puerta principal de dos batientes; en la ladera opuesta otra puerta de menor
tamaf\o constituye el acceso independiente de un sector aislado del hábitat. Es un poblado «de
nueva planta», lo que significa que fue construido de una vez al inicio de la ocupación y no sufrió
ampliaciones posteriormente. La vida del poblado transcurre durante el periodo Ibérico Pleno, momento de máximo esplendor de la cultura Edetana, desde inicios del siglo IV hasta fines del w o
principios del u a.C. (Fig. 41).
Arquitectura y urbanismo
la situación del Castellet de Bernabé en un cerro rocoso poco apto para el cultivo ha propi·
ciado la excelente conservación de sus estructuras hasta hoy dla. Los derrumbes de las edificaciones proporcionan todo tipo de elementos constructivos como adobes, enlucidos, vigas carbonizadas, trozos de techumbre, clavos de carpintería, cuyo estudio permite la elaboración de propuestas
reconstructivas. Algunos paramentos excepcionalmente conservados muestran la técnica ibérica
de puesta en obra de la piedra caliza y el adobe. las escaleras adosadas a las fachadas dejan sospechar el uso de terrazas y primeras plantas, lo que parece bastante común en asentamientos de
tan reducidas dimensiones. El desnivel existente entre el suelo de algunos departamentos y la calle
atestigua igualmente la existencia de semisótanos.
Toda la arquitectura del poblado refleja la gran importancia otorgada a los espacios abiertos,
sin duda para facilitar el tránsito de carros, también revelado por el equipamiento de la puerta
principal con mojones protectores y carriladas artificiales.
El modelo urbanístico resultante, muy común en los asentamientos de cumbre, es el denominado «de calle central», donde las estructuras se adosan a la muralla, a ambos lados de una vía
de circulación dispuesta en el eje longitudinal central del recinto.
Dos sectores diferenciados
El área excavada puede ser dividida en dos sectores independientes.
- Al W tras pasar un corredor de entrada, se llega a una plaza triangular que enlaza con
la calle central hacia el E. Casi todos los departamentos de este sector se organizan radialmente
en torno a este espacio. Cerca de la entrada, un primer departamento con balsas y un hogar era
una almazara; a continuación, otra dependencia donde la excavación proporcionó tres molinos,
numerosas semillas de cebada, así como la llave que lo cerraba, fue sin duda un almacén de granos; más lejos un departamento alargado con un banco vasar de mampostería tenía una función
de almacén de ánforas y tinajas; en el extremo E un gran departamento cuadrado con numerosos
hogares y cerámica común, es el único espacio de este sector donde se han detectado actividades
culinarias. Al S de la plaza dos departamentos albergaban tareas metalúrgicas: en el primero, un
gran podio ciliodrico sostenía un hogar de fragua, en el segundo un hogar y una lef\era han proporcionado numerosos restos de plomo fundido que testifican el trabajo del plomo y posiblemente
la obtención de plata por copelación de la galena argentifera.
• Oepartament de Prehistoria i Arqueología. Univcrsitat de Va~ncia.
[page-n-89]
89
- Al E un complejo de cinco departamentos configura indudablemente una gran vivienda;
un corredor en «L» comunica con la entrada oriental del poblado hacia el E, y con la calle central
hacia el S mediante una estrecha puerta. De N a S los espacios domésticos son: en primer lugar,
un gran «espacio colectivo» equipado con numerosos hogares, donde se cocinaba; una capiUa doméstica con un hogar ritual y una hornacina donde se realizaban los cultos familiares; un molino,
indispensable para obtener la harina consumida diariamente; y dos espacios posiblemente destina·
dos al reposo, con esteras y tapices en el suelo.
la división espacial del poblado en dos sectores diferenciados refleja, al parecer, una división
socia. de sus moradores. Al W los ocupantes de la vivienda son gentes privilegiadas, no activas
!
en la producción; inversamente, en el otro sector casi todos los espacios se encuentran ocupados
por estructuras relacionadas con los trabajos agrícolas o metalúrgicos y configuran un complejo
productivo; es este el lugar de gentes activas, posiblemente serviles.
En definitiva, el CasteUet de Bernabé es la residencia de una familia aristocrática que explota
los recursos agrícolas y mineros de una hacienda.
Circunstancias históricas
los numerosos materia.les recuperados en el transcurso de las excavaciones atestiguan un horizonte Ibérico Pleno Edetano semejante al de Sant Miquel de Lliria y fechado desde el siglo rv
a. C. hasta principios del n a.C., momento en que se inicia el período Ibérico Thrdio tras la conquista romana.
la est.ratigrafia muestra claramente que el poblado no pudo superar los desajustes del momento de transición de fines del siglo ut, inicios del u a.C.; fue destruido dos veces en este corto
lapso, y previamente al último incendio el tapiado de la puerta principal refleja con gran realismo
el estado de inseguridad que sufría la comarca hacia principios del siglo u a.C.
m .2. Consolidación de fábricas y estructuras de época ibérica
Ignacio A. lbstor
En el cerro de Sant Miquel de Lllria hemos podido observar un serio problema de
la excavación arqueológica: los materiales de fábricas constructivas, protegidos durante siglos
de la erosión y los meteoros, sufren una rápida degradación al quedar expuestos a la intemperie, Uegando en casos extremos a desmoronarse totalmente. Frente a esta perspectiva, tan
indeseable como previsible para la mullitud de yacimientos arqueológicos no monumenwles,
el interés de Helena Bonet y Pierre Guérin por la conservación de los materiales y fábricas
destinados a permanecer en el lugar, se tradujo en redactar y promover sendos proyectos
de consolidación para los yacimientos del Puntal deis Llops, en Olocau, y del CasteUet de
Bernabé.
Aunque hasta ahora no ha sido frecuente este tipo de actuaciones (situación que, afortunadamente, se va corrigiendo), podemos esbozar un marco general de Jos problemas que las condicionan, y que cabe resumir en:
- limitaciones de presupuesto: salvo los contadís.imos casos en que se conoce de antemano
el carácter monumental de los restos, los recursos asignados a una campaí'la arqueológica apenas
Uegan a cubrir los costes indispensables de excavación, impidiendo la actuación de equipos pluridisciplinares y el desarrollo de estudios complementarios; en el aspecto que ahora nos ocupa, podemos apreciar el deterioro de algunas fábricas, debido a la falta de recursos para aplicarles un
tratamiento adecuado, inmediatamente después de descubiertas.
- urgencia de proyecto: el procedimiento burocrático, tomado de actuaciones de muy distinto
carácter, obliga a una redacción apresurada y escasa en estudios previos, con importantes indeterminaciones que abarcan desde su propio objeto (puesto que no se sabe qué parte del yacimiento
se habrá excavado cuando comiencen las obras, y mucho menos cuántas estructuras aparecerán,
ni en qué estado) hasta los parámetros imprescindibles para la redacción de un presupuesto: deseo-
[page-n-90]
90
nociendo cuánto se demorará la prolija tramitación, es imposible prever el deterioro que se producirá desde que se redacta el proyecto hasta el inicio de obras.
-accesibilidad: la situación de los yacimientos, en lugares de difícil acceso y, por lo general,
alejados de núcleos urbanos, limita en gran medida los medios auxiliares de que se podrá disponer:
desde el suministro de agua o energía motriz hasta el acarreo de materiales y herramientas de
construcción o el acceso del personal, cada actividad deberá ser estudiada en función de las dificultades de acceso; el concurso de maquinaria (grúas, camiones, hormigoneras...) es, por lo general, imposible.
-oficios: la naturaleza de los trabajos a desarrollar exige el recurso frecuente a oficios especializados (canterla, carpinteria de armar, albañilería y hormigones de tierra, fabricación de adobes...) en franca recesión, y algunos de ellos prácticamente extinguidos, lo que obliga a una cuidadosa selección de personal y a la previsión de pruebas, ensayos y trabajos previos no habituales.
En el Castellet de Bernabé, naturalmente, hubo que afrontar todos estos problemas, y algunos más, compensando con trabajo e ingenio las limitaciones de recursos que, aunque en mucho
menor medida de lo habitual en este tipo de trabajos, también se dieron aquí; para ello, tuvimos
la suerte de contar con un equipo de trabajadores cuya experiencia en canterla y mampostería,
unida al ingenio con que suplieron la falta de medios auxiliares, produjo los resultados que hoy
podemos observar, con la adición de las consolidaciones sistemáticas que, al finalizar cada campa·
tla de excavación, viene realizando Pierre Guérin.
Aunque el proyecto se limitaba a la consolidación de los restos descubiertos, se consideró conveniente hacer compatible dicha intervención con una posible actuación posterior más ambiciosa,
que incluyese la reconstrucción, siguiera parcial, de alguno de los departamentos. Con este objetivo, se proyectó la reposición in situ de mampuestos caídos, así como la protección de las fábricas,
de modo que fuesen compatibles con un recrecido posterior, sin perjuicio de la necesaria distinción entre las partes conservadas y la consolidación; a este aspecto se atendió procurando dejar
señales que, siendo suficientemente claras para un especialista, no perturben la visión de conjunto
del visitante ocasional, más interesado en construir su propia imagen del poblado, a partir de los
restos que observa.
Desde el comienzo de los trabajos de excavación, se pudo constatar el buen estado de conservación que presentaban materiales y estructuras frente al paso del tiempo y los meteoros, en contraste con la depredación sistemática que venía sufriendo el yacimiento desde largo tiempo atrás;
expolio destructivo agravado en los últimos años por las acciones de incalificables individuos, que
llegaron a demoler magníficas muestras de fábrica de mampostería y adobe descubiertas por las
excavaciones.
El proyecto partía de la conveniencia de proceder a la consolidación de las estructuras inmediatamente después de su recuperación, para reducir en lo posible su vulnerabilidad ante los diver·
sos agentes erosivos, y de reparar los destrozos mencionados. Transcribimos de la memoria de proyecto la descripción de las obras.
«Como ya se ha indicado, las características topográficas del yacimiento y su entorno, así
como los usos (y abusos) de que ha sido objeto, condicionan fuertemente la intervención que se
proyecta, requiriendo importantes trabajos previos de acondicionamiento, que cabe resumir como
limpieza y desbroce, remoción de adherencias y derrumbes que ocultan parcialmente las estructu·
ras exteriores, y ligeras nivelaciones que permiten habilitar las zonas más adecuadas de las proxí·
midades para su utilización como parque provisional de materiaJes y utillaje, y el emplazamiento
de los elementos auxiliares indispensables (grúas, depósito de agua, generador, compresor, caseta
de dirección y vigilancia, etc.). Puesto que resulta inevitable destinar a estos conceptos una parte
considerable de la inversión prevista, se ha planteado como objetivo adicional de este proyecto
la optimización de su aprovechamiento, supliendo al tiempo alguna de las carencias del cercano
yacimiento de Puntal deis Llops, cuya consolidación se prevé simultánea con ésta; la necesaria
planta de fabricación y curado de adobes, cuya ocupación de superficie resultarla alll excesiva para
la relativamente exigua cantidad de piezas requerida, puede suplirse con un pequeño excedente
de producción en este tajo.
En cuanto se refiere a las obras de consol.idación propiamente dichas, se proyecta acometer
prioritariamente la limpieza, consolidación y refacciones rninimas necesarias en la muralla, conti·
nuando con el interior a medida que avancen los trabajos de excavación; estimamos que, en la
[page-n-91]
91
campaña a que afecta este proyecto, será posible actuar sobre la mitad (aproximadamente) de la
superficie total del yacimiento, lo que supone más o menos el triple de la zona excavada hasta
el momento».
Como ejemplo de lo ya expuesto sobre los problemas inherentes a este tipo de obras, los ma·
yores inconvenientes que hubo que vencer para llevar a cabo este trabajo podrían resumirse como
sigue:
a) Situación: en paraje despoblado, sometido a las inclemencias del tiempo y accesible sólo
a través de un camino de tierra, intransitable para la mayor parte de medios auxiliares necesarios
en este tipo de obra, Jo que dificultaba el suministro de las herramientas y materiales imprescindi·
bies: no se pudo disponer de energía eléctrica, y el agua era escasa.
b) Medios: la falta de grúas o elevadores sólo podía ser suplida por el ingenio y la voluntad
del equipo de trabajo; resulta por tanto más meritorio, si consideramos que fueron transportadas,
trabajadas y puestas en obra piedras que frecuentemente superaban los trescientos kilogramos de peso.
e) Técnicas: el aparejo y labra de la piedra en bloque y los morteros de tierra, casi perdidos
en la comarca, hicieron necesario cuidar especialmente la selección del personal, y realizar prue·
bas y ensayos en cada fase del trabajo. Conviene mencionar también la falta de estudios y documentación sobre este aspecto de la cultura ibérica, y la escasez de precedentes en este tipo de intervención. En cuanto a las fábricas de adobe, la imposibilidad de demorar las obras el tiempo necesario
para un correcto curado de las piezas nos obligó a sustituirlas por una imitación ejecutada con
la técnica de tapial encofrado que, como la propia fábrica de adobes, mereció en su tiempo la aten·
ción de Yitruvio y del propio Julio César.
IV. PARADA 4. LOS ABANICOS AWVIALES DE LA FOSA DE CASINOS. DINAMICA
RECIENTE
Pilar Carmona• e Inmaculada March*
Anteriormente se ha explicado el origen y las principales etapas cronológicas de la deforma·
ción de la fosa de Casinos, haciendo referencias a su colmatación durante sucesivas etapas de relleno neógenas y cuaternarias (MARTINEZ, 1986).
la etapa más evidente de relleno de la fosa corresponde al Pleistoceno. Las acumulaciones
adoptan la fisonomía de abanicos aluviales con ápices al borde de la cubeta: todos los conos (excepto el de la Rambla Castellarda en su contacto con el río 1üria) tienen la cuenca de drenaje
en los materiales de la Serra Calderona y el ápice, en el contacto con la fosa de Casinos (señalando
el eje tectónico Higueruelas - Pur,:ol, comentado por PÉREZ, 1988). la ruptura de pendiente crea
un cambio en la geometría hidráulica del canal, el cauce pierde profundidad, gana anchura y divaga lateralmente abandonando su carga y construyendo el edificio sedimentario.
De oeste a este, siguiendo este eje tectónico se distinguen los abanicos de la Rambla del Roig,
el de la Rambla d'Artaix, el del Barranc deis Frares, el del Cerro Pita!, el de la Rambla de les
Yint·i·quatre, el del Barranc del Forat y el de la Rambla Primera (la Rambla Castellarda forma
otro cono aguas abajo, fuera de esta alineación). Los abanicos de las ramblas de Artaix, Castellar·
da y Primera están incididos y por lo tanto son paleoconos; todos los demás son funcionales (Fig. 42).
En todos los abanicos pueden distinguirse varios niveles de acumulación correspondientes
a sucesivas etapas de reUeno pleistoceno (principalmente medio y superior). Los niveles, según la
actividad tectónica, se superponen o se encajan unos en otros, en algunos casos la intensa migra·
ción del canal dificulta la asignación cronológica de cada una de las series.
Un estudio detallado muestra niveles recientes de acumulación en los conos funcionales; un
ejemplo es el del Barranc deis Frares (fig. 42) en donde el nivel asignable al Holoceno tiene abun·
dante contenido cerámico de época romana (poblado del Te¡y).
En la parte distal, centro de la fosa, se produce la coalescencia de los cuerpos sedimentarios;
aquí una topografía de detalle señala los sectores de interdigitación de unos abanicos en otros.
la pérdida de pendiente se traduce en la configuración de una Uanura aluvial.
• Departament de Geog,afia. Universitat de Valencia
[page-n-92]
E5l roca madre calcárea
I·J~"-! lcoluviones
~canal fluv·lal
~abanico pleistoceno
1
\S8acumulación histórica
--------
o
FIGURA 42
Abanicos aluviales de la zona de Casinos
1Km.
[page-n-93]
93
Los procesos de acumulación observables en los sectores apical y medio, contrastan con la
dinámica erosiva de grandes cárcavas en los sectores distales del abanico. Se ha podido comprobar
(MAAcH, 1991) que estas cárcavas (llamadas «arroyos» en la geomorfología anglosajona) progresan con motivo de precipitaciones intensas, originándose procesos de concentración de escorrentia
superficial y subsuperficial (paleocauces). Los procesos se acompañan de colapsos de material en
las cabeceras en regresión, circulación en arroyada en el fondo de las cárcavas (morfología plana),
y acumulación de material detrítico aguas abajo, en la parte terminal del sistema. Las causas de
formación y desarrollo de estos canales se han puesto en relación en medios semiáridos con cambios climáticos y con la deforestación producida por las prácticas agrícolas (Fig. 43).
V. PARADA 5. GESTALGAR: TERRAZAS DEL TÚRIA
Julio Martlnez •
Al pie de la Sierra de la Lobera cuyo relieve montañoso Jo constituyen fundamentalmente
series calcáreas jurásico-cretácicas y en cuya base afloran margas yesüeras del keuper, se sitúan
los depósitos detríticos que son el objetivo de la parada.
El espesor de los mismos se ha estimado en unos 40 m situándose su base a 4 m sobre el
talweg del río.
La morfología de la superficie original se habría desarrollado como un piedemonte formado
por coalescencia de conos aluviales y depósitos coluvionales.
En el corte correspondiente a la parada pueden distinguirse varios niveles superpuestos de
aportes de génesis diferente, entre los que hay que señalar los pertenecientes a un origen fluvial
y los de carácter aluvial.
De muro a techo de la formación y apoyados sobre materiales triásicos (Keuper) se dispone
un depósito de terraza T 1 con un espesor de 10 a 15m, formado por cantos redondeados, sobre
el que se apoya un nivel de arenas cementadas de 1 m aproximadamente; le sigue un depósito
de arcillas que lateralmente pasa a una alternancia de capas de arcillas y gravas con algún nivel
más grueso de cantos subangulosos, que testifican la presencia de materiales aluviales A1 y que,
hacia el techo de la formación, se caracterizan por estar formados por niveles de limos con gravas
más o menos dispersas y depósitos de cantos y gravas.
Esta formación presenta además una intercalación de depósitos aluviales A2 y fluviales T 2
formados después de una primera etapa aluvial A 1• A partir de esta primera fase, tienen lugar
procesos de erosión, encajamiento y relleno de esta segunda fase aluvial A2 constituida por depósitos de cantos, sobre la que se dispone una segunda terraza T 2 formada por cantos redondeados y cementados. A continuación de este depósito fluvial se dispone fmalmente una sucesión
de aportes aluviales A3, representados por niveles de gravas y limos (Fig. 44).
La formación de estos depósitos se justifica dentro de la evolución geodinámica de la zona,
caracterizada por procesos neotectónicos de carácter distensivo que se manifiestan por movimientos de elevación y hundimiento de bloques a favor de planos de fractura preexistentes.
En cuanto a la edad de la formación detrítica, ésta correspondería al Pleistoceno inferior y
el proceso subsidente se situaría en el transcurso del mismo.
Vl. PARADA 6. EL POBLADO ffiERICO DE LA ACEÑA (VILLAR DEL ARZOBISPO)
Helena Bonet••
El yacimiento de la Aceña se ubica en pleno llano del ViUar del Arwbispo, junto a la Rambla
de la Aceña y se encuentra atravesado de norte a sur por la carretera local de Villar del Arwbispo
a Bugarra. Dado a conocer a principios de siglo por F. Almarche, se ha identificado en varias
• Unidad Docente Edafologia y Geologia. Universitat de Valencia.
•• Servicio de Investigación Prehistórica. Valencia.
[page-n-94]
o
• •.
•
•
.. •
••
1
r•
1Km
•
.
• 1
N
. ~-
,,
1 •
• 1
'• •
FIGURA 43
Cárcavas y arroyos en el á.rea de Casinos.
1: Rambla Primera o de LUria.
2: Cárcavas o arroyos.
3: Paleocauces enterrados.
4: Paleocauces en superficie.
5: Afloramientos calcáreos.
6: Conos pleistocenos.
7: Llanuras aluviales.
8: Carreteras
[page-n-95]
s~
--- ___
-.. ::-:-:~_. .- ..- .·,-::-. . . .. -·-- - -.:.:· ;~~~-----'~-~ _P,------ --------- ......·_ -- -- ------....:.....:.. __:_• - .·-•:__-- - ~-; -...:...
.
.::...-- . - · . . .
:
'b .
. - .-:._..!.- _ _:......!._ =._
----~--·- -.__
------ ~
.__,-
_
_____ _
-----
• •a •
T
•
..
• .---=-:;; - •
~- .,
.
.
.
-·-
.·
. . --"--.:...
~-
A
-·- --.:.~
"
-
--~
"'
.
..............
,.
"
lfiásico
T 1 (a ,b), T 2.
O Limosfarcillas
!'lJ Margas yesiferas
P ., P2, P3 (a,b).
Cantos/gravas/limos
..
,4.--=:
Cuaternario
0
~
~
• • • .:....-
.
--
, ~.:-~: ...:-......___~ ~
.
• T,
"'
...,_:.;...
•
__._ ...
a
..:_ --.:___:
/'
.,.
------
/'
.
-- -- ,.
Depósitos fluviales
Depósitos aluviales
Um.ite supuesto (Pleistoceno Inferior-medio)
FIGURA 44
Cauce de río Turía. Terrazas
l
.
..
. .-
~--A- ·
_._,;.._
·----
... __ ._
[page-n-96]
96
ocasiones con la Torre, yacimiento romano que se extiende a 1 km al sur de la Aceña llegándose
incluso a confundir citas y materiales de ambos yacimientos. Tras la publicación en 1947 de «Exploraciones en la comarca de Casinos» por D. Fletcher, el poblado de la Aceña quedará definitivamente identificado y adscrito a la cultura ibérica.
Desde el año 1985 se han realizado cinco campañas arqueológicas bajo la dirección del Servicio de Investigación Prehistórica y se han consolidado las estructuras excavadas, siendo hoy visitables.
El yacimiento, de aproximadamente 1 ha de superficie, conserva la mayor parte de su perímetro amurallado, de !50 m de largo, que había pasado siempre inadvertido debido a su aprovechamiento, desde antiguo, como margen de bancal.
Uno de los aspectos más interesantes de la Aceña es precisamente su ubicación en el llano
totalmente desprovisto de estructuras defensivas. En efecto, el recinto que le rodea es un simple
muro de 80 cm de espesor que delimita la parte posterior de las viviendas formando parte integrante del urbanismo doméstico. En toda su longitud conservada no hay ninguna torre ni bastión
y, aunque en el siglo pasado se destruyeron dos tramos del recinto para la construcción de la carretera, no parece, por l.as noticias verbales de la época, que dichos sectores contasen con importantes
fortificaciones. Esta total ausencia de posibilidades defensivas reafirma que la principal función
de este asentamiento fue económica y no militar (Fig. 45).
En cuanto a su evolución histórica y desarrollo urbanistico, la Aceña presenta dos niveles
de ocupación superpuestos, adosados ambos al mismo recinto.
L1 Aceña 1
Es el nivel inferior y primera fase de ocupación del asentamiento.
Sólo conserva estructuras en el sector norte del yacimiento, mientras que en el resto de la
zona excavada este nivel ha sido prácticamente arrasado por el posterior trazado urbanístico de
la Aceña II.
El material recuperado es muy escaso a lo que hay que anad.ir la falta de importaciones que
permitan fechar este nivel con precisión. A pesar de ello, la cerámica ibérica de tipo arcaico permite datar la primera ocupación en el Ibérico Antiguo, comprendido entre finales del siglo VI y v a.C.
L1 Aceiia II
Es el nivel superior y última fase de ocupación. Se asienta directamente sobre las estructuras
de la Aceña 1 sin seguir el anterior trazado, destruyendo incluso las estructuras existentes. Sólo
mantiene sin modificación alguna el perímetro de la. muralla.
Debido a su ubicación en medio de las tierras cultivables, este poblado ha sido recientemente arrasado por lo que apenas conserva una o dos hiladas de piedras de los muros, habiendo
llegado incluso a desaparecer muchos de ellos bajo la reja del tractor. Sin embargo, las excavaciones realizadas al pie de la muralla, en la zona oeste, muestran un urbanismo de trazado bastante
regular con un sector de viviendas, adosado a la muralla, formado por grandes casas compartimentadas.
Aquí el suave relieve ha propiciado la construcción de viviendas cuadrangulares; una de ellas,
totalmente excavada, se compone de un espacio central o vestíbulo al cual se llega desde la calle
y que comunica con las otras dependencias: dos habitaciones laterales, al fondo en el lugar más
resguardado, almacenes equipados con bancos vasares; a un lado, hacia el N, un suelo irregular
lleno de detritus marca el emplazamiento de un patio, donde podían estar los animales domésticos. las puertas de entrada se abren en las fachadas alineadas a lo largo de una amplia calle central de 4 m de ancho y empedrada, apta para el tránsito rodado.
Al otro lado de la calle se han excavado dos dependencias, una de ellas destinada a la producción de aceite, como lo prueba una gran balsa de decantación en cuyo interior se hallaron huesos
de aceituna.
Este nivel de ocupación, al que corresponden todas las estructuras hoy visibles, está fechado
entre los siglos rv-u a.C. a partir de los materiales arqueológicos recuperados: cerámicas áticas de
[page-n-97]
LA SEF:IA
Villar dPI Arzobis~ (Yal~nc,a).
1
..(.
\
\
·•
\
FIGURA 45
Poblado de la Aceña
[page-n-98]
98
barniz negro, del taller de las tres palmetas radiales, campaniense A y un scrnís romano del
año 156 a.C. Todo ello acompañado del característico ajuar doméstico de cerámica ibérica -ollas,
ánforas, tinajas, copas, jarras, platos, etc.- y escaso metal - fíbulas de la Tene, pinzas, broche
de cinturón de bronce e instrumental agrícola de hierro-.
la Aceña pertenece junto con Torreseca (Casinos), la Mont-ravana (Llíria) o el Tos Pelat (Monteada) a la segunda categoría de poblados ubicados dentro del territorio de Edeta/Llíria y definidos
como aldeas a partir de su extensión (3.000 m2 a 1 ha) y funcionalidad. Son comunidades básicamente agrícolas donde se llevan a cabo también otras actividades artesanales y la metalurgia.
Dispersos por el valle, ya sea en llano o en alturas medianas, se ubican siempre en los suelos agrícolas productivos y próximos a recursos acuíferos.
BIBLIOGRAFlA
ARAKEL, A.V. 1982: Genesis of calcrete in Quaternary soil profiles, Hurr and l..eeman Lagoons,
Western Australia. Journal of Sedimentory Petrology, Vol. 52-1, pp. 109·125.
BERNABEU, J., BoNET, H. y MATA, C. 1987: Hipótesis sobre la organización del territorio Edetano
en época Ibérica Plena: el ejemplo del territorio de Edcta!Llíria. Iberos. Actos de las Primeras
Jornadas sobre el Mundo Ibérico, Jaén 1985, pp. 137-156.
BoNET, H. 1988: la Seña, Vi.llar del Arzobispo (los Serranos). En Memories Arqueológiques o
la Comunitot Valenciano 1984-1985, Valencia, pp. 253-257.
BoNET, H. y Gui!RIN, P. 1989: Habitats et organisation du territoire édétanien jusqu'au début du
IIéme s. av. J.C. En Hobitots et structures domestiques en Méditerronée Occidentole duront
lo Procohistoire (pré-octes), Aries, pp. 80-84.
BoNET, H. y PASIDR, 1 (1984): Técnicas constructivas ibéricas. Papeles del i.JJborotorio de Arqueo·
logío. Saguntum, XVill, Valencia, pp. 163-187.
BoNET, H. y PASTOR, I. (1987): Memorias de los proyectos de consolidación del Puntal dels Llops
(Olocau, Valencia) y Castellet de Bcrnabé (Llíria, Valencia). Inédito.
BRtNKMANN, R. 1931: Bctikum und Keltiberikum in Sudt>stspanien. Beitr. Geol. der Westmediterrongebiet, 6, pp. 749-856. Th!ducción en Public. Extranjeras sobre Geol. de Espoflo, C.S.l.C.,
Madrid, 1948, pp. 305-434.
CooKE, R.U. y REEvES, R.W. 1976: Arroyos ond Environmentol Chonge in the American South·
West. Clarendon Press, Oxford, 213 pp.
EsTEBAN, M. y KLAPPA, C. 1983: Subacrial exposure environment. Carbonate Depositionol Environments, Ed. Scholle, Bcbout, Moore A.A. P.G. Memoire 33, pp. 1-54.
EsTRELA, M.J. e.p.: Contribución al conocimiento de las costras calcáreas del Piedemonte de Bé·
tera (Provincia de Valencia): Facies y Microestructura. Actos de lo JI Reunión del Cuaternario
Ibérico, Madrid 1989, pp. 25-29.
Gov, J.L. y ZAw, C. 1974: Estudio morfotectónico del Cuaternario en el Ovalo de Valencia. Actos de lo 1 Reunión Nocional del Grupo de 11-obajo del Neógeno y Cuaternario, C.S.I.C., Madrid, pp. 71-82.
GRAF, W.L. 1987: Fluvial Processes in Drylond Rivers. Bcrlin, Springer Verlag, 365 pp.
Gu~RIN, P. 1989: El asentamiento ibérico del Castcllet de Bcmabé (Llíria, Valencia). Informe Pre·
liminar. En Actos del XIX Congreso Nacional de Arqueologfo, Castellón 1987, Zaragoza,
pp. 553-564.
Gu~RlN, P. y BoNET, H. 1988: Castellet de Bcmabé, Llíria (Camp de Túria). En Memories Ar·
queologiques o lo Comunitac Valenciano 1984-1985, Valencia, pp. 178-181.
GU~RIN, P., BoNET, H. y MATA, c. 1989: la Deuxieme Guerre Punique dans I'Est ibérique a tra·
vers les données archéologiques. Studio Phoenicio, X, Punic Wars, pp. 193-204.
MARCH LEUBA, l. 1991: Los conos aluviales de los llanos de Cosinos-Llfria. Tesis de Licenciatura,
Universitat de Valencia. Inédita.
MARfiNEZ GALLEGO, J. 1986: Geomorfologfo de los depósitos cuaternarios de lo zona N-NE de
lo provincia de Valencia. Tesis Doctoral. Facultad de Geología. Madrid. Inédita.
MARI'INEZ GALLEGO, J. 1987: Los depósitos cuaternarios en los alrededores de Gestalgar (Valen·
cia). Actos de la Vil Reunión sobre Cuaternario, Santander.
[page-n-99]
99
J., Gov, J.L. y ZAZJ), C. 1987: Un modelo de mapa neotectónico en la Región Nororiental de la Provincia de Valencia (Espafta). Estudios Geológicos, 1-2, vol. 43.
PÉREZ Cut.vA, A. 1988: Geomorfología del Sector Ibérico Valenciano - entre los rfos Mijares y
Thria- Dpto. de Geografía, Universitat de Valencia, 217 pp.
SANCHO, C. 1985: El piedemonte pliocuaternario en la Región del Cinca (Provs. de Huesca y Lérida): Depósitos y evolución. Actas de la 1 Reunión del Cuaternario Ibérico, Vol. 2, Lisboa,
pp. 381-392.
SrMóN GóMEZ, J. L. 1984: Comprensión y distensión alpinas en la Cadena Ibérica Oriental. Instituto de Estudios Turolenses, Teruel, 269 pp.
MARTINEZ,
[page-n-100]
[page-n-101]
EXCURSION
D
LA LLANURA ALUVIAL DEL TURIA
Y LA ALBUFERA DE VALENCIA*
Coordinadores:
P. CARMONA, A. RIBERA
Ma J.
Colaboradores:
E. GRAU, E. SANJAUME
DE PEDRO,
• El contenido científico de este trabajo se ha beneficiado de los proyectos <
lenciana» DGCYT PB 89.0524 y «Crecidas mediterráneas: análisis hidrogeomofológico» DGCYT PB 89·0526.
[page-n-102]
PROVINCIA
MAR
DE
MEDITERRANEO
VAL~NCIA
SILLA
8
•-
--J--- L_ ji-_JI km
FIGURA 46
Itinerario excursión D
[page-n-103]
103
l. PARADA l. LAS TERRAZAS PLEIS10CENAS DEL TÚRIA Y EL POBLADO DE LA
LLOMA DE BETXÍ
1.1. ÚIS tenazas pleistocenas del Túria y la llanura de Valencia
Pilar Carmona•
LA llanura costera del rio Túria forma parte de las planas sedimentarias del Golfo de Valencia;
es un claro ejemplo de cuenca de acumulación detrítica pleistocena y holocena que ha experimen·
tado un proceso de hundimiento (desde fines del Terciario) y superposición de niveles cada vez
más recientes, ya sean continentales, marinos o de transición. Esta situación dificulta gravemente
el reconocimiento de su historia cuaternaria; fa subsidencia no favorece el encajamiento de los
cursos de agua y el registro de fas terrazas fluviales es fragmentario e incluso sólo representado,
en la costa, por el nivel o los niveles más recientes.
La superposición de niveles cuaternarios se produce a partir de ejes distensivos (neógenos y
cuaternarios) sensiblemente paralelos a la costa. A partir de aquí se escalonan todas las estructu·
ras en dirección al mar y pierden cota los niveles continentales pleistocenos (Fig. 47).
Para analizar fas terrazas del Turia en el área cercana al litoral es necesario distinguir dos
sectores: el primero comprendido entre la Presa de Aguas y Manises, y el segundo entre esta po·
blación y el mar.
En el sector deiThria próximo a la Presa, los niveles de glacis y terrazas más antiguos (Pleistoceno inferior y medio, T 4 y Tl) están encajados en los materiales calcáreos miocenos. Estas for·
maciones, sumamente encostradas y tectonizadas, aparecen como pequeños rellanos aluviales es·
calonados a cotas entre 80·90 m s. n. m. En la base es frecuente encontrar materiales arenosos
de la transgresión miocena (fig. 48).
Aguas abajo, en la orilla derecha, desaparecen los materiales del sustrato mioceno y ambos
niveles (T4 y T3) se convienen en una única y amplia superficie -con morfología de glacis-,
denominada el Pla de Quan; esta tnmsición se realiza sin que se observe ningún tipo de encaja·
miento. La pérdida progresiva de cota del nivel de esta superficie (de 80 m en el área de la Presa
a 45 m s.n.m. en el área de Manises; apenas 4 km) y la desaparición de uno de los dos niveles,
permite suponer un fenómeno de superposición del más moderno sobre el antiguo propiciado por
el hundimiento del sector durante el Pleistoceno.
En la orilla izquierda, sin embargo, el sustrato calcáreo mioceno se constituye en una plata·
forma emergente, sobreelevada durante el Pleistoceno; la serie de terrazas pleistocenas antiguas,
aparecen completas y escalonadas hacia el río y sus cotas se mantienen varios metros por encima
de la serie del Pla del Quart (Fig. 48).
l.os niveles del Pleistoceno superior (T1) aparecen - entre la Presa de Aguas y Manises-,
encajados siempre en los niveles más antiguos, cercanos al cauce y en ambas orillas.
En el segundo tramo contemplado, desde Manises hasta el mar, observamos nuevos fenóme·
nos de superposición similares al descrito aguas arriba. La única diferencia es que se producen
en ambas orillas, y esta vez es el Pleistoceno superior (abanico aluvial con ápice en Quart, y varios
niveles de terraza T., encajados y escalonados en dirección al cauce) el que se superpone a la
serie más antigua; aguas abajo, en Valencia se repite el mismo fenómeno, la serie del Holoceno
(nivel 0) sepulta la acumulación del Pleistoceno superior (Fig. 48).
La interpretación de cortes geológicos efectuados con datos de sondeo (CARMONA, 1990) nos
permite establecer la estratigrafía del substrato sedimentario y la secuencia relativa de formación
de la llanura (fig. 49 y SO). La datación absoluta de algunos de los niveles más significativos nos
permite entrever la evolución de la llanura durante el Pleistoceno superior y Holoceno dividida
en tres fases:
1•) l.os momentos de la última regresión marina pleistocena (correlacionable con el nivel T 1
continental).
2•) Las fases transgresivas flandrienses (correlacionadas con el Holoceno antiguo 0.).
• Oepartament de Geografía. Universitat de Valencia.
[page-n-104]
\, ..
- ·· .,..
--.
.·-· ·
.·
... ~·----
-·
___,.
-·<:.::...
_ - - a,·n e o ~ t ecldni co'
c=Jcuot er nori o
ITJt•tc
iad o
~S• cvndorio
.'!':'..;¡;_.._..o.._ _;,...__,.__ _,;.;~._;
o
,
,
1;,;o
...
~
2000111
FIGURA 47
Ejes tectónicos de la llanura de Valencia (datos de Pérez Cueva, 1989)
[page-n-105]
~~
¡;e)J
[Q]s
0 1
(39
EJtt
fmtJ
... .... .-:·.
..
......_
.
-- .
Mo r
Med lt~rra-
--1 nlo
FIGURA 48
Esquema geomorfol6gico. 1: glacis. 2: cono aluvial. 3: glacis de erosión. 4: encosuamiento. 5: depresión cárstica. 6: paleocanal. 7: barranco.
8: drenaje subsuperficial. 9: paleocauces. 10: marjal. 11: restinga. 12: glacis-terraza. 13: niveles 4-3, pleistoceno inferior-medio; 2, pleistoceno medio;
1, pleistoceno superior; O holoceno a, inferior, holoceno b, superior. 14: sustrato calcáreo. 15: cuencas de inundación holocenas.
,
16: acumulaciones del pleistoceno superior. 17: llano de inundación reciente (To). 18: arcillas rojas. 19: canal. 20: poblaciones. 21 captUraS. 22. contactOS
:
:
[page-n-106]
FIGURA 49
Bloque diagrama principales capas de la Uanura.
Cronología relativa: 1, Pleistoceno superior. 08 , Holoceno inferior. O Holoceno final.
b,
F, Máximo transgresivo flandriense
w
E
supttficie leuo'lO d •
J.tisloto
TOa
FIGURA 50
Perfiles longitudinales del canal del Turia
en la Uanura costera y variaciones del nivel del mar
(última regresión pleistocena, ascenso flandriense,
máximo transgresivo y progradación continental reciente)
[page-n-107]
107
3•) Finalmente los procesos de aluvionamiento recientes de los últimos milenios holocenos
(nivel Ob) netamente continental.
1) las capas más antiguas atravesadas por los sondeos son las facies basales detríticas y el
abanico aluvial que forman un manto de mayor pendiente conectado con la terraza T 1 de Misla·
ta (Pleistoceno superior); aguas abajo aparece cada vez a mayor profundidad, bajo materiales más
recientes. Este nivel se deposita con un nivel del mar más bajo -y alejado que el actual, y puede
correlacionarse grosso modo con la última regresión marina pleistocena.
2) Materiales de cuenca de inundación antiguos envuelven materiales detríticos en las facies
distales de este abanico, más antiguos a mayor profundidad y más recientes hacia techo, señalan·
do el ritmo del ascenso llandriense (correlacionable con el nivel continental T0a del Holoceno in·
feriar); estas cuencas debieron ocupar espacios continentales mucho más amplios que en la actualidad hoy en día cubiertos por el mar. El máximo de la transgresión flandriense no llega al casco
antiguo de la ciudad de Valencia, s.in embargo, por el norte y por el sur del río actual, dunas y
playas de arena progresarán varios kilómetros hacia el interior del continente, episodio transgresi·
vo que queda reflejado en una cuña arenosa evidente en los sondeos costeros a escasos metros
de profundidad.
3) la dinámica del Holoceno final en tierras mediterráneas, ampliamente relacionada con
la acción antrópica en las cuencas, será la responsable de la acumulación de una última capa de
sedimentos finos, bajo la dinámica progradante de un Uano de inundación de época histórica, que
sobremonta la terraza del Holoceno antiguo aguas abajo de Mislata, a la altura de la ciudad fun·
dacional de Valencia. Esta nueva capa enterrará los edificios holocenos antiguos, las marjales y
todos los edificios del máximo transgresivo anterior.
1.2. El poblado del bronce de la Liorna de Betxi
M• Jesús de Pedro•
Al oeste de la ciudad de Valencia, siguiendo el curso del río 1\íria hacia su nacimiento, se
encuentran los cerros de formación terciaria y de escasa altura de Monteada y Paterna formando
entre ellos una pequeña franja de huerta que llega, rio arriba, hasta Vilamarxant. En medio de
este paisaje destaca la presencia de un espacio denominado la VaUesa de Mandar que conserva
aún una típica vegetación mediterránea formada por la alianza 0/eo-Ceratonion con la presencia
de bosques de carrascas degradados junto a pinos carrascos, lentiscos, acebuches, leguminosas,
palmitos, esparto, etc. La pinada cubre la mayor parte de los pequeños cerros de esta propiedad
destacando uno, aislado y sin vegetación, donde se encuentra el yacimiento de la Liorna de Betxí,
en la margen izquierda del río frente a la denominada Presa de Manises.
Es una pequei\a loma de composición arcillo-margosa sobre un lecho de gravas y pequeñas
piedras adheridas al manto rocoso; su orientación general es noroeste·sureste de forma alargada
y con unas dimensiones en la parte superior de aproximadamente 50x20 metros.
la Liorna de Betxí es conocida como poblado de la Edad del Bronce desde el año 1928 en
que fue dada a conocer por N.P. Gómez Serrano, pero es a partir de 1984 cuando se inician las
excavaciones arqueológicas en el yacimiento.
El área excavada en la parte superior del cerro es de 168m2 correspondiendo en su mayor
parte a dos grandes habitaciones o departamentos cuya estratigrafía ha puesto de manifiesto la
existencia de dos niveles de ocupación. En base a esta estratigrafía y a los restos constructivos
localizados podemos admitir que nos encontramos ante una gran construcción de planta rectan·
gular de S-6 metros de anchura y 27 metros de longitud cuyos muros son de piedra trabada con
tierra, de l metro de anchura, revestidos por un enlucido o revoco de tierra, y que está dividida
en dos grandes habitaciones 1 y Il, comunicadas por una puerta abierta en el muro medianero.
Construcción techada por una cubierta de troncos, tierra y ramaje que se apoya directamente sobre los muros de piedra y sobre dos series paralelas de postes alineados longitudinalmente (Fig. 51).
• Servicio de Investigación Prehistórica. Valencia.
[page-n-108]
~ ~4
. .
._
=u
·\ a', ·11 ~ n
~ -·
)
qo
~-
~·
.. "
D
....
u
-
~ ··}
~~~
'·-·
1...-'JD -<5
·~
o
<9 ~ 0<7\J
Cf)
FIGURA 51
Liorna de Betxí, Paterna. Planta general de las habitaciones 1 y 11
ocf}
'J$
Q
~~e
Q
pO
~
[page-n-109]
109
En el interior de las habitaciones, sobre el suelo de ocupación, aparecen diversas estructuras
relacionadas con las actividades económicas desarrolladas en el poblado, tales como bancos adosa·
dos, soportes vasares, hornos domésticos, muretes de tierra formando a modo de resalte sobre el
suelo utilizados como contenedores para cereal, etc.
El ajuar exhumado permite, asimismo, observar distintas áreas de actividad como una zona
de almacenaje seflalada por la presencia de gran cantidad de vasos cerámicos conteniendo abun·
dante cereal carbonizado; un espacio más despejado en el que destaca la presencia de molinos
barquiformes y molederas asociados a recipientes cerámicos y cereal; otra zona junto a la puerta
de comunicación en la que se encontraron una veintena de piezas rectangulares de barro con cuatro perforaciones circulares que indicarían cierta actividad textiL
En lineas generales, el ajuar doméstico forma un conjunto de gran interés con un gran número de recipientes cerámicos: ollas, orzas, vasos carenados, cuencos, cazuelas, vasos geminados, coladores y queseras; piezas líticas como dientes de boz de silex; objetos metálicos como puntas de
flecha, punzones y un puflal triangular de remaches; botones de hueso o marfil con perforación
en «V»; brazaletes de arquero de piedra y objetos de adorno como cuentas de collar, conchas perforadas, colgantes de piedra y madera...
El conjunto de materiales permite adscribir el yacimiento a la Edad del Bronce en un momento pleno de esta cultura que podría situarse en tomo al 1600-1400 a. de C. El análisis radiocar·
bónico realizado sobre muestras procedentes de ambas habitaciones aporta fechas más antiguas,
1770 y 1981 a. de C. para el nivel inferior y 1705 y 1881 a. de C. para el nivel superior.
las últimas campaflas de excavación realizadas en las laderas oriental, occidental y meridio·
nal del cerro abren nuevas perspectivas en el estudio de la Edad del Bronce, en lo que a t~nicas
constructivas se refiere. Los resultados obtenidos muestran la existencia de una serie de platafor·
mas o terrazas conseguidas mediante el abancalamiento de las laderas con la construcción de talu·
des de piedra; la presencia de un muro en talud de aspecto robusto a modo de contrafuerte de
la grao construcción superior y la de una estructura de tierra de forma circular y de dificil ínter·
pretación por el momento que podría ser una cisterna.
Este tipo de construcciones han alterado de forma sensible la imagen que teníamos de los
pcqueflos poblados del Bronce Valenciano, situados en la parte alta de cerros y rodeados de sólidas
muranas de protección, por la de poblados que ocupan una mayor extensión adaptándose al terre·
no, creando espacios abiertos como terrazas que amplian su superficie y habitando posiblemente
las zonas bajas de los cerros que actualmente están muy transformadas.
Il. PARADA 2. LA TERRAZA HOWCENA Y LA CfUDAD DE VALENCIA. ARQUEOlO·
GIA, PALEOHlDROlOGIA Y ANTRACOlOGIA
0 .1. L'Almoina: memoria histórica de V
alencia
Albert Ribera•
Gracias al método arqueológico, el subsuelo de la ciudad se convierte en un verdadero arcbi·
vo que aporta datos inéditos sobre distintos aspectos de la vida pasada de la ciudad: economía,
sociedad, arquitectura, ecología, vida cotidiana, urbanismo. ..
Dentro de Valencia, el solar de I'Aimoina es un lugar excepcional por la cantidad y ca.lidad
de sus hallazgos. las excavaciones realizadas por el Ayuntamiento han sacado a la luz cantidad
de vestigios, muchos de ellos de carácter monumental, de todas las épocas, desde el momento de
fundación de la ciudad (138 a.C.) a la Baja Edad Media.
En I'Aimoina es donde mejor se ha podido documentar el episodio de la fundación (138 a.C.)
y de los primeros años de Valencia. Desde un principio, la ciudad se dotó de edificios monumentales del más puro estilo romano, caso de las termas de la zona central del solar, que son las más
antiguas conocidas de la Península lbérica y cuyo estado de conservación es extraordinario. En
• Servicio de lmestigación Arqucologla Municipal. Valencia.
[page-n-110]
llO
el área Norte se ha descubierto parte de un gran edificio de sillares de, como mínimo, 25 m de
ancho que se extiende fuera del solar. Tal vez se trate de un gran almacén (horrea).
En la época romana imperial, elforum o plaza en la que se concentraban las funciones públi·
cas, se encuentra localizado en la actual Plaza de la Virgen. En 1/\lmoina se documenta el pórtico
y una serie de edificios públicos que conformarían el ala oriental de esta plaza. De norte a Sur
y siguiendo el mismo eje, se dispone un alargado edificio de dos naves y otro rectangular, abierto
a la plaza. En la parte Sur quedan los vestigios de unas termas. En sus alrededores ha sido frecuente encontrar capiteles, fustes y basas de columnas.
Los restos de época visigoda (siglos VI-VD) presentan un carácter exclusivamente religioso. En
el ángulo suroeste se conserva un ábside en forma de herradura, junto con algunas cimentaciones
aisladas, probablemente de pilares, que formarían parte del cuerpo y prácticamente por todo el
resto del solar, se extendió una gran necrópolis tanto de tumbas individuales, como de tumbas
colectivas realizados con grandes losas reaprovechadas, con cubiertas de mortero en las que son
frecuentes los símbolos cristianos.
En el período islámico (siglos vm-Xlll), en la parte occidental destacan tres viviendas de carácter suntuoso en las que las habitaciones se organizan alrededor de un patio central donde se
combinan canalillos y albercas con zonas de vegetación. Un pozo circular proporcionaba el sumi·
nistro de agua a la casa y cuando deja de utilizarse para este fin se aprovecha como vertedero.
Las paredes de las habitaciones conservan restos de un zóca.lo de pintura mura] roja y se han recuperado fragmentos de yeserías procedentes de arcos.
Junto a estas se localiza la rauda o necrópolis nobiliaria, con un gran número de enterramientos que van desde el siglo x1 hasta la conquista cristiana (1238). Los esqueletos están orientados
de norte a sur con la cabeza vuelta hacia el este, sin acompañamiento de elementos de ajuar.
I..!Almoina era una institución cristiana para la manutención de los pobres. La de Valencia
data de 1288. Posteriormente el edificio se utilizó como prisión de los delincuentes acogidos a
la inmunidad eclesiástica y más tarde como almacén de efectos religiosos. El edificio se ubicaba
en la parte central del solar, con dos entradas, una recayente a la plaza de 1/\lmoina y la otra
a la calle de l'Almudí. La excavación ha puesto al descubierto los muros de tapial de mortero y
la cimentación de dos arcos, uno de Jos cua.les se conservaba hasta hace pocos años.
En otro edificio había un pavimento gótico de azulejos decorados en azul, asi como una fuente de alicatados en forma de estrella de ocho puntas.
11.2. La vegetación de Valencia en época romana
Elena Grau*
II.2.1. Datos paleoecológicos
la vegetación que existiría en los terrenos próximos a la ciudad se ha podido constatar, fundamentalmente, a partir del antracoanálisis de los sedimentos de las excavaciones realizadas en
Valencia (GRAU, 1987, 1988 y 1990).
La arqueología urbana conlleva la existencia de diferentes lugares de excavación para un mis·
mo yacimiento. Así para el caso de Valencia contamos con numerosas excavaciones, realizadas
por el S.l.A.M., de las cuales sólo hemos retenido, para el presente trabajo, los materiales antracológicos de alguna de ellas en particular, las situadas en la calle del Mar, Plaza de l'Almoina, los
Baños del Almirante, calle Herba y en la calle Sabaters. De ellas sólo trataremos las muestras antracológicas comprendidas en una cronología que va desde la fundación de la ciudad en el 138 a.C.
hasta la época visigoda (siglo vu p.C.).
Las muestras antracológicas han sido recogidas siguiendo una metodología rigurosa y se han
clasificado según su pertenencia a los distintos grupos establecidos según su distribución funcional y espacial (GRAu, 1990).
•
Departament de Arqueologja. Universitat de Valtncia.
[page-n-111]
lll
Desde el punto de vista paleoecológico, es conveniente conocer algunos datos del estado ac·
tual de las condiciones bioclimáticas para poder comprobar la evolución que estas han seguido
desde la época romana. Así, siguiendo el criterio de RJVAS MARI'lNEZ (1982), la ciudad de Valen·
cia (15 m s.n.m.) se encuentra bioclimáticamene dentro del piso termomediterráneo seco de la cos·
coja y el lentisco (Querco cocciferae · Pistacieto lentisci sigmetum). Desde la perspectiva corológi·
ca, está situada en la Región Mediterránea dentro del sector Setabense. ~rtenece a la zona
termoclimática litoral caracterizada por temperaturas anuales superiores a Jos l5°C y por la ausencia
de heladas tardías. En cuanto al ombroclima se incluye dentro del seco por tener una precipitación
media anual comprendida entre 350 y 600 mm.
Por lo que se refiere al periodo romano, el análisis anatómico de las muestras antracológicas
ba permitido la siguiente lista floristica: Ceratonia siliqua, Cytisus sp., Erica multiflora, Ficus cari·
ca, Fraxinus oxycarpa, Juniperus sp., Laurus nobi/is, Leguminosae, Ligustrum vulgare, Monocotiledónea sp., Olea europaea, Phillyrea media, Pinus halepensis, Pistacia lentiscus. Populus alba,
Pyrus communis, Quercus ilex-coccifera, Rhamnus sp., Rosaceae, Rosmarinus officinalis, Toma·
rix sp., Vitis sp.
Hay que sei'!alar que entre las monocotiledóneas podemos reconocer, en algunas ocasiones,
Arundo donax o Phragmices sp. y entre las Rosaceae alguna prunoidea como es el caso de Prunus
domestica.
En cuanto al taxón que hemos denominado Querr:us ilex-coccifera está compuesto como es
evidente por Quercus ilex y por Querr:us coccifera, pero dado que solamente hemos podido hacer
la diferencia en pocas ocasiones y sólo para el período republicano, hemos preferido presentarlos
agrupados para poder comparar los resultados de los diferentes sitios y periodos.
En Olea europaea se incluyen, a su vez, tanto las muestras que corresponden a la variedad
cultivada como a la variedad sylvestris por Jo difícil que resulta diferenciar anatómicamente una
variedad de la otra, aunque nos atreveríamos a considerarla, en gran parte, como cultivada dado
que, en general, los anillos de crecimiento son de una talla mayor que 1.000 ~tm y que los romanos
conocían bien el cultivo de esta especie.
En el caso de Vitis podría considerarse también cultivada, no tanto por motivos anatómicos,
sino por el hecho de ser podada y la relación de este taxón con la economía romana.
Haciendo una síntesis de los resultados antracológicos, del grupo de carbones dispersos, correspondientes a Valentía, en total 8.749 fragmentos, representados en el diagrama de la figura 52
podemos observar que las frecuencias relativas de Quercus ilex-coccifera disminuyen desde el pe·
riodo republicano hasta la época visigoda. Este taxón aparece acompañado por Pinus halepensis.
Pistacia lentiscus. Erica multiflora, etc. Todos ellos propios de formaciones de garriga, representa·
dos, sobretodo, en los períodos alto y bajo-imperiales.
las especies cultivadas como Olea europaea, Ceratonia siliqua, Vitis vinifera, Ficus carica,
alcanzan su máxima frecuencia relativa en el periodo alto-imperial sin duda en relación con el
apogeo económico del Imperio.
Los taxones de ribera como Fraxinus oxycarpa, lbpulus alba, 'lllmarix sp. y las monocotile·
dóneas tipo Arundo donax o Phragmites sp., están presentes a lo largo de toda la secuencia, dada
la proximidad del Túria, pero no sobrepasan un 5% del total. Laurus nobilís podría encontrarse,
bien en los márgenes del Túria, o bien en las zonas de cultivo.
Las montañas del Pais Valenciano presentaban, en el momento de la fundación de Valentía,
una vegetación ya con un alto grado de degradación debido a la explotación del bosque por las dis·
tintos pueblos que en ellas hablan habitado anteriormeme. Además dichas montai'las tienen más
dificultades que otras a la hora de regenerar sus bosques dado el escaso régimen de lluvias de la
región y la erosión de sus suelos que, a su vez, las hace muy vulnerables a Jos incendios forestales.
La disposición de llanuras y marjales, prácticamente a lo largo de todo el litoral del País Va·
lenciano, circunscribe la ubicación de las masas forestales a las montañas del interior del territorio
que, durante el periodo romano, estarían formadas como hemos visto, por carrascales termófilos
(Rubio longifoliae-Querr:eto rotundifoliae sigmetum) que se manifestaban sobre suelos pardo-calizos
y terra rossa bien desarrollados. Estos bosques se componen. además de la carrasca (Querr:us ilex),
de un estrato arbustivo que puede estar integrado por: Juniperus oxycedrus, Osyris quadripartita,
Rhamnus oleoides. Phillyrea angustifolia, Rubia peregrina, Querr:us coccifera, Pistacia lentiscus.
Olea europaea var. sylvestris, Chamaerops humilis, etc.
[page-n-112]
112
los llanos, situados entre las montañas interiores y la costa, presentarían una vegetación com·
puesta por etapas de degradación de los carrascales como son los coscojares con lentisco (QuercoLentiscetum) o los tomillares y romerales (Rosmarino-Ericion). la coscoja, que forma parte de la
orla arbustiva de los carrascales, ocupa junto con Pinus halepensis el lugar de estos en las etapas
de degradación. Otras plantas que la acompañan dentro del Querco-Lentiscetum son: Pistocia lentiscus, Olea europaea var. sylvestris, Rhamnus a/aternus, Rhamnus o/eoides, Daphne gnidium,
Asparragus acutifo/ius, Smilax aspera, Rubia peregrina, Lonicera implexa, Chamaerops humilis,
U/ex parvijlorus, Juniperus phoenicea, etc. Estos llanos serían el lugar idóneo para las tierras de
cultivo.
Dicha degradación de la vegetación podría ponerse en relación con las fases de erosión observadas gracias a los análisis micromorfológicos realizados en Valencia. {CARMONA et al., 1990).
las zonas de marjal, mucho más extensas que en la actualidad, contarían con una vegetación
como la de la clase Phragmitetea formada por comunidades tanto de agua dulce (Phragmitetolia)
como de agua salobre (Scirpeto/ia compactl). Además son características de l.as zonas marjalosas
o palustres las formaciones de espadañas y juncos ('fYpho-Scirpetum tobernaemonmm) y las de
carrizos como la asociación 'fYpho angustifoliae-Phragmitetum maximi. De este tipo de vegetación nos han quedado evidencias gracias a los restos carbonizados de Phragmites sp. o Arundo
donax hallados en los sedimentos romanos de Valencia.
En cambio no nos han quedado testimonio de la vegetación que crecería sobre la zona de
las playas tanto de arena como de grava, pero sí de taxones que podrían desarrollarse detrás del
cordón dunar. Así, en el caso de existir depresiones en el terreno, las conocidas «mallades», aparece una vegetación compuesta por carrizales, saladares y praderas juncales dada la capa freática
salada que aflora en el sustrato. Por el contrario, si la topografía del terreno es llana, la vegetación
se caracteriza por formaciones con pino carrasco y un estrato arbustivo con lentiscos, coscojas,
aladiernos, lianas, etc. Formaciones de monte bajo, muy cerradas e impenetrables cuando están
en su estado óptimo y que representan la vegetación potencial o clímax de las dunas estabilizadas
(CoSTA, 1986).
Referente a la vegetación que crecería en los márgenes de los ríos y ramblas, hay que señalar
la presencia, en todos los casos estudiados para el período romano, de especies características de
estos ecosistemas, como son los fresnos, los chopos, los sauces, los tarayares y las cañas. Otras
especies como los olmos y las adelfas tan característicos de estos medios no han aparecido entre
los carbones.
En cuanto a saber si alguna de las especies ha sido introducida en la región por los romanos, hay que señalar la presencia, por primera vez entre los resultados antracológicos, de Ceratonia siliqua {algarrobo). De esta especie, que habitualmente se integra como componente de
formaciones como el Querco·Lentiscetum, hay que señalar que es originaria de Oriente y se
extendió por la cuenca mediterránea por medio de los romanos; por tanto no es una especie
espontánea en la Peninsula Ibérica. Su intenso cultivo, a partir de entonces, quizá haya sido
una de las causas de la merma de los carrascales en el piso termomediterráneo val.enciano
(CosTA et al., 1982) que, como hemos visto, ya se encontraban bastante degradados durante
el período romano.
Dicha degradación de la vegetación viene indicada, también, en el análisis polínico efectuado
para los estratos prefundacionales y de época tardoromana o visigoda de Valencia; al igual que
en los resultados palinológicos de los niveles visigodos del cercano yacimiento del Pla de Nada!
que señalan un paisaje muy antropizado con extensas áreas de cultivos {DUPRE in CARMONA et
al., 1990).
ll.2.2. Datos paleoetnológicos
Durante todo el período romano la agricultura estaba muy bien desarrollada en la Peninsula
Ibérica, basándose, sobre todo, en la trilogía mediterránea: vid, olivo y cereales. Pero no toda la
vegetación se destruía para conseguir terrenos aptos para el cultivo. Habría ciertas zonas reservadas a bosques para surtir de un material básico para la construcción, la industria en un sentido
amplio y como combustible, la madera y, también, zonas reservadas a pastos para alimentar al
[page-n-113]
"'
.,
EI'OCAS
"'
e
.,
r-
§
z
o
Plnus halepcnsis
Oleo europ.'lta
Pistacia le1uiscus
.
1>
•
•
[page-n-114]
114
ganado que, además de representar una fuerza motriz básica e insustituible durante toda la antigüedad, era productor del único abono hasta entonces utilizado.
De la madera explotada como combustible, se aprovecha toda clase de especies y ramas de
todos los calibres. Los árboles con troncos más gruesos como son los de Quercus, Abies, Cupressus, U/mus, Populus, son recomendados para la construcción de viviendas (VITRUVIO, De Arch.
II, [)(). De hecho se empleaban, también, otros taxones como Juniperus (PuNIO, Nat. Hist. XVI,
216) en el caso del templo de Diana de Sagunto y los pinos carrascos y fresnos en las construcciones de Valentia.
La madera sirve, asimismo, para otro tipo de construcciones como es el caso de las naves (S¡.
OONIO APOL., Larm., 5, 4, 9, citado por ScHU!J'EN, 1963). Dada la importancia de este medio de
transporte tanto en el comercio como en las guerras en el período romano, se utilizaron grandes
cantidades de madera para su fabricación.
Además, se utilizaba para realizar todo tipo de instrumentos, como lo indican algunos restos,
hallados en l~lmoina, de elementos de madera que formaban parte de algunos instrumentos relacionados tanto con la agricultura (hoz) como con la guerra (armas). Todos ellos se encuentran
en el nivel de destrucción ocasionado por las guerras sertorianas. Para ensartar las puntas de hierro se utilizaron unas varas de fresno, madera flexible y muy ligera apropiada para tal uso. El olivo
fue empleado para enmangar una de las hoces halladas en este yacimiento. Esta madera es muy
resistente y dura y, como ya en períodos anteriores, se usaba para elaborar utensilios agrícolas.
El pino carrasco fue empleado para realizar el soporte de la punta metálica del soliforrum y el escudo.
La madera, material de construcción básico, se empleó tanto para la techumbre como para
otros elementos constructivos como dinteles, suelos, puertas, ventanas, etc. Se utilizaron d.iversos
tipos de madera: pino, carrasco, carrasca, coscoja, lentisco, fresno, chopos, olivo, etc.
Además la madera es empleada, también, en grandes cantidades como combustible, tanto en
hogares como en hornos especializados.
En los hogares, analizados de Valentía, se utilizó leña de carrasca, pino carrasco, olivo, lentisco, viña, chopo y fresno, además de moncotiledóneas del tipo de cañas y carrizos. Esta leña proviene, sin duda, de los bosques cercanos a la ciudad que en estas fechas, aunque hayan sufrido
la explotación de poblaciones cercanas como Sagunt o Edeta, no están tan degradados como en
las etapas posteriores de la romanización. Podemos comprobar, también, que no se sigue ningún
criterio preciso a la hora de elegir la leña destinada a los hogares y que esta puede proceder de
todos Jos medíos ecológicos cercanos al hábitat
La madera también se ha empleado como combustible en hornos. En el caso del horno de
vidrio encontrado en la excavación de la calle Sabaters de Valencia, la leña utilizada como combustible pertenecía a las siguientes especies: fresno, olivo, pino carrasco y lentisco. Entre estos carbones abundan los de pequeño calibre, hecho que podemos suponer que está en función del deseo
de obtener una Uama viva. No conocemos ningún antracoanálisis realizado para algún otro horno
destinado a la fabricación de vidrio para pod.er comparar si la leña empleada como combustible
está en relación con la especialización funcional de la estructura, pero por el análisis de otros tipos
de hornos observamos que no existe una regla regenera! a la hora del empleo de una especie como
combustible.
De la limpieza de los bosques efectuada tradicionalmente, se obtiene también toda clase de
pequeño ramaje para consumo doméstico de los hogares y hornos (de pan, yeso, cal, vidrio, etc.)
(GREGORI, 1985). Y, también, para el forraje del ganado como es el caso de algunas leguminosas
recomendadas por varios autores latinos, tales como los Cytisus (CowMELA, Res Rust. 4, 2; Pu.
NIO, Nat. Híst. XVI, 186), aunque este término sirve para designar diferentes plantas según los
distintos autores.
Hay que señalar la importancia de la explotación de la ripisilva. Varios son los taxones asociados a las condiciones de borde de agua identificados en el antracoanálisis de Valen tia: chopos,
sauces, fresnos, cañas, tarays. Las plantaciones de sauces, según Catón, figuran como las terceras
por su rentabilidad siguiendo a las de viñas y huertos de regadío y por delante de las de olivos
(CATúN, l, 7). Las plantaciones de sauces vienen condicionadas por la existencia de un mercado
próximo que las necesite. Siendo uno de sus principales destinos los viñedos, puesto que para
25 yugadas de viña se necesita una de mimbres (CAl()N, 6, 4; VARRON, 16, 3; 1, 8, 3; CowMELA,
Res Rust. 4, 30, l). Algunos instrumentos se realizaban empleando estas maderas; tal es el caso
[page-n-115]
115
del uso del fresno en el enmangue de algunas de las armas halladas en los niveles de destrucción
de Valentía en el 75 a.C., relacionados con las guerras sertorianas. Según Sruo ITAuco (I, 337)
anteriormente las ballestas de Los cartaginenses lanzaron flechas de ornus chapeadas de hierro
contra la ciudad sitiada de Sagunt.
Otras especies de la ripisilva eran empleadas en la construcción de las techumbres de las viviendas como es el caso de la utilización de Arundo donax en techos y paredes recomendada por
VrrRUVIO (De Arch. VII, UI, 2) y atestiguada por el antracoanálisis de Valentía y en otros con·
textos arqueológicos (BARBET, 1985). Arboles que se pueden encontrar entre las especies de ribe·
ra, idóneos para edificar según Vitruvio, son Ulmus y ftJpulus.
11.3. Reconstrucción paleohidrológica del Holoceno final en Valencia
Pilar Carmona •
Valencia es una fundación romana del año 138 a.C.; el estudio de su registro arqueológico,
hoy enterrado bajo una compleja capa de sedimentos mitad antrópicos, mitad naturales, ha arrojado gran cantidad de información en tomo a la dinámica fluvial del Holoceno final en la llanura
costera.
Un primer trabajo conjunto de geoarqueologia (CARMONA, RIBERA, LERMA, 1985) puso de
manifiesto la importancia de este tipo de enfoques en la investigación geomorfológica. El seguimiento de las excavaciones realizadas en los últimos años, permitió elaborar una interpretación
paleohidrológica de la llanura de inundación del Túria durante los últimos milenios del Holoceno
(CARMONA, 1990). La ciudad de Valencia se asienta en la terraza del Holoceno inferior (el subsuelo del núcleo fundacional ha sido datado por C 14 en el 11.000 BP) encajada en el abanico
aluvial costero del Pleistoceno superior. Esta terraza bolocena, a diferencia de la ubicada aguas
arriba en la población de Mislata, asignable a la misma época, ha sido un elemento morfológico
que en los últimos milenios se ha ido incorporando paulatinamente al espacio inundable del río
Túria. En la actualidad, desde el punto de vista geomorfológico y dinámico este espacio forma
parte del llano de inundación costero del río.
Los estudios realizados hasta la fecha, permiten elaborar una columna tipo, representativa
de los diferentes niveles sedimentológicos del Holoceno (Fig. 53).
1°) El solar fundacional: la terraza limoarcillosa del Holoceno inferior.
2°) Arenas y gravas de niveles romano republicanos (siglos t·u a.C.) e imperiales (siglos 1, u
y m p.C.).
3°) Arcillas grises de época tardoromana (siglos vt y vu).
4°) Arenas, gravas y cantos de época medieval (siglos x, XI y posteriores).
La interpretación de esta secuencia nos permite reconstruir las siguientes fases evolutivas del
Holoceno final:
!•) El subsuelo de la ciudad de Valencia es la terra.za del río Túria del Holoceno antiguo,
el bajo nivel del mar y la línea de costa retirada se relacionan con un canal fluvial que en esos
momentos tiene un perfil más escarpado y circula a mayor profundidad, individualizando una
plataforma aterrazada sobreelevada a la que no llega la carga gruesa de las posibles crecidas. La
estabil.idad morfogenética en este punto permite la leve evolución del perfil edáfico. La dilatada
cronología de la secuencia constata la lentitud del proceso acumulativo.
2•) El máximo transgresivo, de época romana se sitúa en tomo a la cota de 2-3 m s.n.m. y
desde el punto de vista espacial se introduce varios kilómetros hacia el interior del continente,
sobrepasando la línea de costa actual.
3• Las arenas y gravas republicanas o imperiales plantean un problema interpretativo, sin duda
el máximo transgresivo ha propiciado la colmatación del lecho y modificado sensiblemente el per·
fil distal del río. Pero sobre todo hay que matizar la interpretación en el ámbito paleoambiental
mediterráneo. Numerosos autores plantean el problema de la deforestación, los cambios climá·
• Deparlanlem de Geogra{ia. Universi!Jlt de Valencia.
[page-n-116]
''"''""'
o
P"A,,,,u culluroln
\:::::.Jre tl e nl n
~horlunl e
Qorc•l•o•
..
~"'dviOI COflliONIO
hÜINu
Qhmo•
~ welo t leico
v:loreno a
L,..8n lrotlli,oc•tif, c- vudo
r
17
r:1,
llw•••'••
~orowo•. conlol
rai!utro llll touón ''"'udo
"
c:r•to lecno oc.tuol dolrfo
~oc.vMvtoción Go Oflteft oNrópi to
G
-H
--
1
F
14
1)
·: •. f.;.:~l
•• • ' ,'úrPm.c:o
::· . .:,.- l bíriCO
r·~:..Ir
12
=~~ :;>.
....:.: ·. :' .'·
·-~:·.:
: .:;;~~~;:.
11
Hor rll•·21
_lO m s n '1L _ _
10
Z.roooze
f!l4 pu
pol en
• microes t rat igraf(a
o
a J>e ~4 ·
FIGURA 53
Columnas estratigráficas registro geoarqueológico de Valencia
... , .. 2H\
[page-n-117]
117
ticos, l:tidrológicos en las cuencas mediterráneas en los últimos milenios holocenos, desde el trabajo pionero de VITA FINZI (1969) hasta los más recientes de ROSSELLO, 1972; NEBOIT, 1977; DAVII).
soN, 1980; BouSQUET et al., 1983; BuTZER et al. 1983; MArEu, 1983: Hommage aBirot 1984; PAS·
KOFF, 1985 entre otros. Desde esta perspectiva, las arenas de esta época podrían ser las primeras
manifestaciones en el área de esta erosión.
4•) Un cambio de índole hidrológica y quizá ambiental, explica la ausencia de episodios de
inundación en época tardoromana, las arcillas de ciénaga que aparecen en muchos puntos de la
ciudad y su perduración en el tiempo (basta el siglo X-XI) parecen indicar momentos de estabilidad.
S•) No hay duda de que los desbordamientos iniciados en época islámica pueden ponerse en
relación con una fuerte eros.ión en la cuenca. El canal del Túria tiene una neta morfología braided
(adaptada a la importante carga sedimentaria), el escaso o nulo encajamiento del lecho, facilita
el desbordamiento, la rotura de las orillas e incluso el cambio de trayectoria del rio en los episodios
de crecida (reflejado en las crónicas). Los caudales debieron ser elevados y el proceso de aterramiento de marjales y otros espacios deprimidos bastante importante. La antropización del espacio
con la construcción de pretiles y el sangrado de agua para el regadío introducen el último factor
evidente en la pérdida de las funciones hidrológicas del canal.
m. PARADAS 3, 4, 5 Y 6. CAMBIOS RECIENTES EN LA LINEA DE COSTA. LA ALBUFERA DE VALENCIA Y LA DEVESA DEL SALER
m.l. La costa de época romana
Pilar Carmona•
El proceso de acumulación detritica fluvial observado en la ciudad de Valencia, reflejo de
La erosión en la cuenca del Túria con dos momentos álgidos, época romana y época musulmana,
tiene importantes repercusiones geomorfológícas en el trazado de la linea de costa. Efectivamente
se ha podido constatar la existencia de niveles de playa de época romana a cotas absolutas idénticas a las de la playa de la Malva-rosa (norte de Valencia: 2-3m s.n.rn.), pero dos kilómetros más
al interior de la línea de costa actual. A estas playas se superponen varios metros de sedimentación fluvial, producto de los desbordamientos del Túria en época histórica y responsables de la
formación de un pequeño cono aluvial costero. Esto nos indica que esta acumulación se superpone a un nivel marino que apenas ha oscilado desde época romana, únicamente se ha trasladado
horizontalmente dos kilómetros hacia el mar empujado por la dinámica progradante de un sistema fluvial con abundante carga sedimentaria (figs. 54 y 55).
El conjunto observado en la excavación de un parking en la ciudad a 2 km de la línea de
costa está dividido en cuatro unidades sedimentarias de diferente significado; cada una de ellas
a su vez está integrada por distintos subambientes.
Unidad A
Corresponde a la capa subyacente a las secciones consideradas. Está constituida por un nivel
de cantos y grava de aspecto fluvial, matriz areno-limo-arcillosa de tono marrón; la estructura es
masiva y los cantos están imbricados.
Unidad B
Este segundo conjunto sedimentario se ubica en el sector inferior de todas las secciones presentadas, en torno a las cotas de 2, 3 y hasta 4 m s.n.m. El nivel es de gran complejidad en Jo
•
Depanamem de Geografia. Universitat de Va!~ncia.
[page-n-118]
,....,....
1
E - - - -- ----- - - - - - - - _
_,
~
-
-
- -- - - - -
-
-
-
:--
wl
-
1
·.
1
c.••• r.e,.,.. "-'•.,.•• .. ,..,.. • t• <
•••
sección 1
,_ 1'\A.
_ w
IJ E
r-
--- - - - --
~-
E
~
\
--
S
LJ]
2
s~cclón
r-- ·----·Jb 1 [fl] ~~~-~¡¡
··- ..... _
.';:::7:o
:1§ e
.,~.. - ··=:"-i. d
....
3
EE 1:=.1 CE~
'1
;;"'"- ..:.. ~
..,_
:~;...
~~
- ·""':"""
h
1
~;
;t_:_ ·ll!.
1
-..,.--- -- - --
~
FIGURA 54. Esquemas de secciones estudiadas. a: arena. b: arcilla. e: restos vegetales, piñas, ramas, troncos.
d: gravas y cantos rodados. e: bandas de sedimento carbonoso con arcilla gris. f: láminas de arena. g: arena, limo y arcilla masiva. h: ripples
[page-n-119]
·N~. --:::-----~
.• .
1
S
. • .
N
'
1-.-~ .:... ·-·-· .:.. ·~:.·
S
, ...
,.
. .
- -f;;,~~
~~J~---- ~:.; .:;
:~. . ·-;;rr~ ....:""i¡~-;~
~cción
sección 4
5
........
S-- - -r.
1
. . . . . ...
1
··
1
.
'
.
.
.
- .
:.
~
-~ ~~¡ 7¡,¡¡s:
1: . .
. .
.
·
.
--
N
-~ .. - - . .· .
... ·-.
~
. ..
,...---;- ..-¿-- -
s~cción
sr.--- .-~
... ...
N
--
..:•-.::-~
.•.
.:;:;:;;:_.., ___
-=--
~~cción
-
-
&
FIGURA 55. Esquemas de secciones estudiadas. En ángulo inferior derecho, mapa topográfico; equidistancia curvas de nivel de un metro.
las alineaciones de rectángulos en negro sei'lalan posibles paleocanales
[page-n-120]
120
que respecta a ambientes sedimentarios; desde el punto de vista textura! dominan las fracciones
arenosas de tono beige amarillento y las de gravas y cantos de tono amarillo, beige y o con pátinas
de color negro; se intercalan subambientes parcialmente arcillosos con láminas de material orgánico carbonoso. En una primera aproximación y teniendo en cuenta texturas y estructuras sedimentarías, distinguimos siete tipos diferentes de sedimentos:
l. Arenas de tamaño medio a grueso, tono beige, amarillo o gris, masivas.
2. Arenas de tamaño fino a medio, de tono beige, estratificadas en láminas ligeramente inclinadas.
3. Arena media con estratificación cruzada planar (ángulo inferior a 30 °).
4. Arena media a gruesa con estratificación cruzada (ripples).
5. Intercalaciones de arena masiva con pasadas de sedimento carbonoso y arcilloso, de tono
oscuro, formando largas bandas horizontales o con ligeras ondulaciones. Se observa en prácticamente todos los estratos arenosos masivos.
6. Arena gruesa de tono amarillo y negro con estratificación cruzada planar intercalada entre
gravas y cantos.
7. Niveles de cantos (algunos aplanados) gravas y arena de tono amarillento, gris o negro,
masivos.
Además de estos siete conjuntos texturales con estructuras sedimentarias definidas, existen
bolsadas de material vegetal ligeramente carbonizado (raíces, ramas, piñas) en secciones 1, 2 y 5
(simbología e en plano) perfectamente conservadas y además varios troncos de considerable tamaño 30 a 15 cm de diámetro y hasta un metro de largo, apenas carbonizados, en el corte 7.
Unidad e
En este conjunto sedimentario, se reconoce la sección transversal de un pequeño canal en
los cortes 1 y 3 con cota inferior en torno a 2'25-2'75 m. y superiores en torno a los 3'5 m. En
el corte 1 el canal es netamente erosivo en su orilla occidental. El relleno -con estratos prácticamente horizontales- está formado por arenas grises y arcillas de tono gris oscuro a negro, con
bandas intercaladas de sedimentos carbonosos; en la parte superior el sedimento se enriquece progresivamente en limos y arenas de tono marrón oscuro transicionales a la unidad D. El techo del
canal cambia lateralmente a dos tipos de sedimento diferente, hacía el sector oriental entre 3 y
375m s.n.m. pasa gradualmente a bandas de arena de tono blanquecino y gris (enriquecida esta
última en arcilla turbosa), con estructuras de deformación postsedimentarias; en el sector occidental el sedimento es netamente arcilJoso de color marrón muy oscuro con abundantes tallos herbáceos carbonizados y caracoles; este último es el subambiente basal de la unidad superior.
Unidad D
Está constituida por un estrato de 1 a 2 metros de potencia de textura fma (limo, arcilla
'5
y arena), masiva y de tono beige a marrón claro: se superpone en contacto erosivo (corte no 8)
o nítido (resto de cortes) a las unidades B y e según los casos. En la base de esta unidad en sección 4 y 1 encontramos el estrato arcilloso de tono marrón oscuro comentado con anterioridad.
A la potencia descrita hay que añadir dos metros de sedimento similar hasta llegar a la cota
de 7 m s.n.m. (el metro superior hasta el nivel de la calle), esta capa no aparece en corte porque
fue excavada previamente sin dejar testigo alguno.
la unidad O de aspecto masivo, muestra algunas peculiaridades, como por ejemplo la diferenciación a cierta altura de nódulos de carbonato y la aparición de restos cerá.micos (posiblemente ibéricos) a la cota de 4'5 m s.n.m. en el corte l.
[page-n-121]
121
ill.2. L'Albufera de Valencia
Euliilia Sanjaume•
lAs distintas fases de evolución por las que ha pasado l~lbufera de Valencia -desde el primitivo golfo marino hasta su situación actual- no se conocen con exactitud debido a la falta de
sondeos que permitan estudiar los cambios texturales y mineralógicos de sus sedimentos. Con todo,
por comparación con otras albuferas valencianas, es evidente, que a lo largo del Cuaternario se
deben haber producido distintas fases, con la yuxtaposición de niveles de albufera y niveles de
playa o de aguas salobres someras siguiendo el ritmo de las transgresiones y regresiones que se
han sucedido a lo largo del Cuaternario.
La restinga holocena de !'Albufera de Valencia, de unos 30 km de longitud, arranca de la desembocadura del Túria y su extremo dista. se apoya en los acantilados del Cap de CuUera. Se ha
!
formado gracias a un destacado aporte de sedimentos fluviales (procedentes del Túria), sobre una
plataforma marina de escasa pendiente, redistribuidos por la corriente de deriva (de componente
N-S), como consecuencia del régimen que las olas tienen en este sector. los sondeos realizados
en la plataforma continental, así como el afloramiento de la calcoarenita de la Penyeta del Moro
(el PereUonet) y los fósiles que se han obtenido de !'Albufera, parecen indicar que la restinga hotocena probablemente se apoya o se adosa a un basamento más antiguo.
I.A génesis de la restinga actual ha debido ser bastante compleja. Es muy posible que inicialmente se tratara de una flecha arenosa de punta libre en la que se dibujan dos ganchos sucesivos
(RossELLó, 1969, 1972, 1
982). El pedúnculo más interno -sobre el que se asienta la población
del Palmar- se encuentra hoy en día dentro de la marjal, aunque su forma puede reconocerse
perfectamente en la fotografía aérea. El gancho más reciente se ubica entre las golas del PereUó
y el PereUonet. Es obvio, por tanto, que el transporte longitudinal es predominante en todo este
tramo. Ahora bien, esta génesis no puede mantenerse para el sector meridional de la restinga. Si
así fuera, continuarían dibujándose sucesivos ganchos, lo que no sucede. Podría aducirse que la~
transformaciones experimentadas como consecuencia de los cultivos pueden haber alterado su aspecto, lo que es evidente, pero con todo, la forma pedunculada se conservaría aunque fuera parcialmente.
Por otra parte, la presencia de la avanzada de la Serra de les Raboses de CuUera supone una
importante trampa de sedimentos que incrementa de modo muy notable la acumulación en los
sectores ubicados a «barlovento» del obstáculo. De este modo, lo más probable es que en dicho
sector se baya producido un fuerte incremento de una primitiva barra submarina que ha termina·
do por emerger. El hecho de que la anchura mínima de la restinga se obtenga en los sectores me·
dios de la misma parece indicar que el crecimiento se ha producido por sus extremos a pesar de
que el flujo es unidireccional. Pero hay que tener en cuenta que la cantidad de material transportado por la deriva litoral a partir de la desembocadura del Túria ha debido ser extraordinariamente
importante. I.A misma presencia del amplio campo de dunas existente en la Devesa del Saler de·
muestra que la disponibilidad de sedimentos, por lo menos en otras épocas, ha sido muy notable.
Parte del material procedente de los aportes del1üria se utilizaría en el desarrollo de la fle·
cha, pero aún así quedaria un excedente de carga sólida que la deriva litoral transportaría hasta
que encontrara la trampa de sedimentos del Cap de Cultera. De ahí que el máximo crecimiento
se haya producido en ambos extremos en donde la anchura de la restinga es de algo más de un
kilómetro, en tanto que en sector central -aproximadamente entre la gola del Pe.reUó y el Mareny
de Barraquetes- la anchura no supera los 500 m (SANJAUME, 1985, p. 402).
Desde un criterio dinámico-genético, la restinga de (Albufera de Valencia es una forma estable, simétrica y mixta, puesto que en su desarrollo ha intervenido tanto el desplazamiento transversal como el longitudinal. Es una formación autóctona ya que todo el material procede de los
aportes del Túria y, además, puede afirmarse que ha alcanzado un completo grado de desarrollo
como manifiesta el importante campo dunar que en eUa existía.
Hace algunos años - en base a los argumentos aportados por diversos autores sobre la posi·
ble desembocadura del Xúquer al norte del Cap de Cul.l era- se mantenía la hipótesis de que
• Oepartament de Geografía. Universital de Valencia.
[page-n-122]
122
dicho río había podido intervenir en la génesis de la restinga de la Albufera de Valencia (Ross&
LLO, 1972; SANJAUME, 1974). Después del análisis sedimentológico y mineralógico de los materiales que forman esta restinga y los meridionales, se puede afll1llar que la restinga holocena es obra
exclusiva de los aportes del Túria. Aquí la asociación mineralógica predominante es la de turmalinapiroxenos, en tanto que los aportes del Xúquer presentan una composición sensiblemente distinta
con una total primacía de los carbonatos, en concreto dolomita, que no aparecen en absoluto en
la restinga que nos ocupa.
lli.3. El campo de dunas de la Devesa del Saler
Eulalia Sanjaume•
Uno de los aspectos moñológicos más espectaculares de todo este sector era, sin lugar a dudas, el campo de dunas de la Devesa de !'Albufera o del Saler, el cual, junto con el de Guarda mar
del Segura, constituían las formaciones dunares holocenas más importantes de todo el Mediterráneo español. Las dunas del Saler se han generado gracias a la gran cantidad de suministros aporta·
dos por el1\íria. No hay que olvidar que la Devesa se inicia unos 6 km al sur del citado río. En
este sector se distinguían - antes de su arrasamiento- dos grandes conjuntos dunares de características ligeramente contrastadas, separados por una amplia depresión longitudinal. Se ha podido
constatar la existencia de arenas holocenas hasta unos 4 m de profundidad en el conjunto interno.
Las dunas de la Devesa del Saler son de edad holocena. Ahora bie.n, la distinta orientación
de las alineaciones, las diferencias en cuanto a altura, extensión, moñología y composición mine·
ralógica (ya que las dunas del conjunto interno presentan menor proporción de piroxenas) parecen
indicar la existencia de dos conjuntos dunares de edad diferente: uno interior más antiguo (atribuible quizá a principios del Holoceno), y otro exterior, generado en el pasado más reciente. Por otra
parte, el cambio de orientación entre ambos conjuntos parece sugerir una ligera variación en el
régimen de los vientos (SANJAUME, 1985, pp. 435-436).
Si las componentes de vientos más recientes E-W no fueron capaces de alterar la moñologia
de las alineaciones más antiguas, todo parece indicar que en ese momento las antiguas acumulaciones ya estarían fijadas por la colonización vegetaL Por criterio regional, las primeras etapas
de ocupación extensiva de nuestras montañas por parte del hombre significaron una ruptura de
los precarios equilibrios biogeográficos que se traducen en la dinámica fluvial (mayores aportes)
y, en consecuencia, también en la deriva litoral. Este momento representa, sin duda, el óptimo
para la construcción del conjunto dunar externo, que queda separado del anterior por la depresión
central.
A finales de la Edad del Bronce, la topografía básica de la Devesa del Saler estaría totalmente
configurada y el conjunto entra en una fase de remodelado en función de la mayor o menor protección vegetal. El sector más dinámico desde el punto de vista de las formas sería, sin duda, el
más próximo al mar. De todo ello se deduce que el edificio dunar del Saler es una paleoacumulación holocena e incluso prehistórica nacida de condiciones ambientales idóneas. Puesto que se
trata de un depósito eólico, el modelado - y sobre todo el micromodelado- sigue activo, mas
no ocurre así con la fase de acumulación, al haberse a.lterado las condiciones originarias (SANJAU·
ME; MATEU, 1982). En términos generales podría decirse que las dunas de la Devesa del Saler
-pese a encontrarse en dos fases de evolución distinta- habían alcanzado un óptimo grado de
estabilización y con ello su equilibrio dinámico.
• Departament de Geogmffa. Un.ivcrsitat de Valéocia.
[page-n-123]
123
UI.4. Duna fósil de la Penyeta del Moro
Eulalia Sar¡jaume•
Desde las dunas pleistocenas de la Thrre de la Sal (forreblanca) hasta las de les Arenetes (Dénia) el único afloramiento pleistoceno que puede localizarse de modo permanente en el óvalo valenciano es el de la Penyeta del Moro, puesto que el pequeño afloramiento de Benicassim sólo
queda al descubierto después de grandes temporales marinos y que el afloramiento de calcoarenitas de Almenara ha sido destruido, dado que encima del mismo se ha edificado un restaurante
y un camping.
la duna fósil de la Penyeta del Moro (el Perellonet) se encuentra unos 860 m al SSE de la
Gola del PereUonet, a ISO m al E de la carretera local Valencia-Cunera. Aunque las dimensiones
del afloramiento son muy variables según haya sido el régimen de vientos de ese año, ya que queda más o menos cubierta por arenas sueltas actuales, las dimensiones máximas que se han conseguido medir (RossaLO, 1979), han sido de 9'Sx4'S m, alargada en sentido NNE-SSW. Culmina
a + 2'7 m. y tiene una forma groseramente rectangular a la que, según parece se le ha arrancado
(quizá para ulilizarse como cantera) el ángulo más meridional.
Del buzamiento de los sets de su estructura interna (26° en dirección SE que correspondería
a sotavento), parece deducirse que el viento predominante en la génesis de esta duna sería NW-SE.
De cualquier manera no pued~n sacarse demasiadas conclusiones de este único afloramiento. En
ocasiones, las láminas se ven separadas por una costra centimétrica que puede suponer un episodio de estabilización del proceso sedimentario-erosivo (RossELtó; 1979, p. 144). En los alrededores del afloramiento aparecían otros pequeños apuntamientos de calcoarenita, algunos de los cuales en la actuaHdad han quedado enterrados bajo un campo de tenis. Aunque esta duna no se
ha podido datar, por comparación con otras eolianitas pleistocenas de la costa alicantina, pensamos que puede atribuirse al Tirreniense.
BffiLIOGRAFIA
ASINS, S., CARMONA, P., EsCRIVÁ, V., ÜRAU, E., MAR!I, X., PASCU P., RiBERA, A. y VE.NTO, E.
AL,
1987: Dtlmoina. Viatge a la memoria histórica de la ciurot. Ed. Ajuntament de Valencia.
CARMONA, P. 1990: Fluctuaciones recientes de la línea de costa en el área de Valencia. Nuevos
datos. Reunión Nacional de Geomorfología, Teruel, pp. 319-328.
CARMONA P. 1990: Laformació de la plana alluvial de Valencia. Geomorfologia, hidrología i geoar,
queologitl de l'espai litoral del1líria. Edicions Alfons el Magml.nim, Institució Valenciana d'Estudis i Investigació, 17S pp.
CARMONA, P. 1990: Evolución holocena de la llanura costera del río Thria. Actos de la n Reunión del Cuaternario Ibérico, Ed. Instituto Tecnológico Geominero de Espafta, Madrid 1989.
CARMONA, P., DuP~, M. y SoLÉ, A. 1990: Reconstrucción paleoambiental del Holoceno en el
registro sedimentario de la ciudad de Valencia. Actos de la ll Reunión del Cuaternario Ibérico,
Ed. Instituto Tecnológico Geominero de España, Madrid 1989.
CARMONA P., RIBERA, A. y L ERMA, V. 198S: Geoarqueología en la ciudad de Valencia. XVII Con,
greso Nacional de Arqueología, Zaragoza 1983, Zaragoza, pp. 859-873.
CosTA, M. 1986: La vegeroción en el ltiís Valenciano. Cultura universitaria popular, S, Universitat de Valencia.
Gov, J.L. 1978: Estudio geomorfológico del Cuaternario litoral valenciano. Tesis Doctoral. Facultad de Geología, Universitat Complutense, Madrid. Inédito.
Gov, J. L. y ZAW, C. 1974: Estudio rnorfotectónico del Cuaternario en el Ovalo de Valencia. Actos de la 1 Reunión Nacional del Grupo de 'Itabajo del Neógeno y Cuaternario, C.S.l.C., Madrid, PP. 71-82.
• Depanament de Geogr.¡fia. Universital de Valencia.
[page-n-124]
124
GRAUALMERO, E. 1987: Estudio de la vegefilción de la Valencia romana y de «hinterland» a tra·
vés del análisis antracológico. Memoria de la Beca para investigación y divulgación de los fon·
dos del Archivo, Biblioteca, Hemeroteca y Museos Municipales, Ayuntamiento de Valencia.
Inédito.
GRAu ALMERO, E. 1988: Étude de la végétation et des relations Homme·Milieu a Valencia (Es·
pagne) a l'epoque romaine, d'apres l'analyse anthracologique. First European Conference on
Wood and Archaeology, PACT, 22, IV-6, Louvain-la-Neuve, pp. 271-280.
GRAUAl.MERO, E. 1990: El uso de la madera en yacimientos valencianos de la Edad del Bronce
a la época visigoda. Datos etnobot.ánicos y reconstrucción ecológica según la antracología. Tesis Doctoral, Universital de Valencia. Inédito.
GREGORJ, J.J. 1985: Explotació económica tradicional del bosc i la muntanya. Temes d'etnografia
valenciana. CoL Politecnica, 20, Vol. ID, Ed. Institució Alfons el Magnanim & Institució Vcllenciana d'Estudis i Investigació, pp. 11-67.
MATEU, J.F., MARTl, B., ROBLES, F. y Acur:l"A J. 1985: Paleogeografía litoral del golfo de Valencia
,
durante el Holoceno inferior a partir de yacimientos prehistóricos. En Pleistoceno y Geomor·
fologia litoral. Homenaje a Juan Cuerda, Universidades de Valencia, Zürich y Palma de Ma·
Horca, pp. 77-102.
PASKOFF, R. 1987: Bilan au coUoque. En Déplacements des lignes de rivage en Méditerranée
dapres les données de larchéologie, Aix-en·Provence 1985, Colloques intemationaux du CNRS,
Ed. du CNRS, París.
RrvAS MARTINEZ, S. 1982: Étages bioclimatiques, secteurs chronologiques et séries de végétation
de I'Espagne méditerranéene. Ecología Mediterranea, L Vill, fase. 1/2, Marseille, pp. 275-288.
RossEu.ó, V.M. 1969: El litoral valencia. L'Estel, 2 Vals., Valencia.
RossEu.ó, V.M. 1972: los ríos Júcar y Thria en la génesis de la Albufera de Valencia. Cuadernos
de Geografia, 11, Valencia, pp. 7-25.
ROSSEu.ó, V.M. 1979: Una duna fósil pleistocena en la restinga de la Albufera de Valencia. Gua·
demos de Geografia, 25, Valencia, pp. 111·126.
RossELLO, V.M. 1982: Albuferas Mediterráneas. Acfils de la V Reunión del Grupo Español del
1/'abajo del Cuaternario, Sevilla, pp. 43-78.
SANJAUME, E. 1974: El cordón litora.l de la Albufera de Valencia. Cuadernos de Geografia, 14,
Valencia, pp. 61
-96.
SANJAUME, E. 1985: Las costas valencianas. Sedimentología y morfologfa. Universitat de Valen·
cía, Valencia, 505 pp.
SANJAUME, E. 1988: Dunes of Saler, Valencia, Spain. En Dundbeach Interaction, Journal of Coasfill Research, Special Issue, 3, Ed. N. Psuty, pp. 63-69.
[page-n-125]
EXCURSION E
LA LLANURA ALUVIAL DEL RIO XÚQUER
Coordinadores:
J. MATEu, B. MARTr
Y.
Colaboradores:
J. DE PEDRO, A.
R. ENGUIX, N. LA RocA
MAIU'INEZ, M.8
F ERRER,
El itinerario discurrirá desde Valencia a Alberic (parada 1) por la carretera
nacional 340. Después se seguirá hacia la ermita de Thrnils (parada 2), tras
haber cruzado el río. Postedormente se visitará la vila de Alzira (parada 3),
para continuar hacia el poblado de la Edad del Bronce de la Muntanya As·
solada (parada 4) y finalizar en la montaña del Castell de Cullera (parada 5)
El contenido cientilico de este trabajo se ha beneficiado de los proyectos: <
[page-n-126]
N
t
FIGURA 56
la Uaoura aluvial del rio Xúquer. Itinerario de la excursión
[page-n-127]
127
l. LA RIBERA DEL XÚQUER: UN LLANO HOLOCENO DE INUNDACION
Joan F. Mateu Bellés•
LA Ribera del Xúquer es un llano de inundación en el cual son funcionales importantes procesos
hidrogeomorfológicos fluviales durante las crecidas. Por sus dimensiones (unos 300 km 2 inundados en 1982) constituye la mayor de las llanuras costeras del golfo de Valencia, bastante diferentes
entre sí desde la perspectiva geomorfológica.
La Ribera se instala a la salida de un largo y profundo congosto y a este recinto desaguan,
además, varios tributarios (Sallent, Albaida, Magre). Las crecidas fluviales otoñales alcanzan puntas espectaculares cuando coinciden en la Ribera los picos de todos ellos.
1.1. El soporte estructural
la llanura litoral y la plataforma continental del golfo de Valencia ha experimentado un proceso de fracturación y hundimiento como resultado de la tectónica distensiva alpina. Al menos
desde fines del Terciario, ha funcionado como una cuenca de acumulación detrítica de niveles
cada vez más recientes.
Concretamente entre el Túria y el Xúquer, los sondeos cifran la potencia de la sedimentación
detrítica cuaternaria en más de una centena de metros. No obstante, no es un dominio de subsidencia homógenea como la atestigua 1) el eje NW-SE de afloramientos miocenos entre
Picassent-Almussafes-Sollana-Sueca en plena llanura holocena, 2) el afloramiento dunar pleistoceno del Perelló, 3) los afloramientos cretácicos de Sueca y Cultera y en las inmediaciones del Túria,
4) el Mioceno subyacente a escasos metros en el subsuelo de Sedaví-Alfafar o 5) los más de 30 m
de potencia de sedimentos cuaternarios en todo el trazado del nuevo cauce del río Túria (CARMO.
NA, 1
990).
Thmbién el sustrato de la Ribera está formado por bloques mesozoicos fallados, desigualmen·
te hundidos y fosilizados por la deposición miocuaternaria en facies marinas y continentales. Tal
vez, el sustrato mesozoico de la Ribera -fallado y con afloramientos diapíricos del Keuper (como
sucede en las inmediaciones de Alberic, etc.)- explique el cambio de rumbo del cauce en el limite
entre las Riberas Alta y Baixa.
Todos estos datos sugieren un modelo de fracturación múltiple, esto es, un gran número de
bloques basculados diferencialmente con diversidad de orientaciones y trazados con predominio
de los desniveles hacia la plataforma continentaL Algunas de estas fracturas han sido reactivadas
durante el Pleistoceno.
1.2. La metamorfosis bolocena del valle
Durante el Pleistoceno superior -coincidiendo con la últ.ima regresión marina- la actual
Ribera del Xúquer mostraría unos ambientes diferentes: un río encajado en sus propios aluviones
(terrazas) que conectaba con los relieves periféricos mediante una acera coluvial. Eran unos glacisconos pleistocenos parcialmente desmantelados. El nivel correspondiente a los conos «würmien·
ses» se hunde sistemáticamente por debajo de la Uanura aluvial del Xúquer (DuMAS, 1977, p. 216).
la transgresión f!andriense ha introducido una profunda metamorfosis ambiental y sedimentaria en el valle: una potente acumulación holocena ha enmascarado muchos de los caracteres
topográficos preexistentes. A falta de sondeos sistemáticos, tal vez lo más coherente sea sef!alar
una bahía abierta entre las monta.ñas de CuUera y Corbera (MATEu et al., 1985) a medida que
avanzaba la transgresión flandriense.
Hacia el 6.000 BP, el valle comienza a evolucionar como un llano de inundación. En pocas
palabras, los depósitos holocenos que en otros ríos mediterráneos (como el Ebro) han servido para
• Departament de Geografía. Uoivel1itat de Valencia.
[page-n-128]
128
edificar espectaculares deltas, aquí han contribuido a la formación de una imponente llanura holocena (al igual que en el Segura). Cabe recordar que en ambos casos, la pendiente de la plataforma continental es superior a ambos llanos de inundación.
El Xúquer pasa directamente del llano de inundación al mar sin edificar un delta por cuanto
los acarreos sólidos se han depositado mayoritariamente en el propio llano de inundación. Es mas,
la superficie de decantación progresivamente se ha ido desplazando hacia la Ribera Alta (al menos, eso sugieren los aterramientos de edificios y yacimientos arqueológicos).
1.3. Crecidas e inundaciones
las avenidas fluviales constituyen el principal mecanismo morfogenético de los llanos de inundación. En efecto, existen llanos de inundación porque hay avenidas fluviales. Las crecidas son
episodios durante los cuales se incrementa el flujo de materia y energía en el sistema fluvial.
la descarga o volumen de agua vebiculada por unidad de tiempo define el bidrograma de
crecida cuyos componentes son determinados por los factores de intensificación o atenuación (características de las cuencas de drenaje, de las redes y de los propios canales de escorrentía).
El repertorio histórico de las avenidas del Júcar en Alzira y en la cercana población de Carcaixent es muy numeroso. Desde 1300 hasta 1923 se han contabilizado más de ochenta años en
los que se han registrado una o más inundaciones notables; de éstas diec.iocho fueron lo suficientemente caudalosas como para inundar el centro de Alzira y Carcaixent y causar dai'ios considerables y, en ocasiones, muy importantes.
Concretamente, entre 1300 y 1600, existe documentación arcbivística de cinco riadas altamente destructivas: la ocurrida en octubre de 1328; la de 22 de octubre de 1406 que destruyó la
zona extramuros de Alzira; la de 30 de noviembre de 1473 que asoló novecientas casas en Alzira;
la de 1517 dañó seriamente varias poblaciones de la Ribera y zonas extramuros de Alzira mientras
la de 17 de noviembre de 1571 socavó la ermita situada junto al puente de San Gregorio de Alzira.
La crecida de 1632 causó daños comparables a la de 1571 mientras en 1672 desbordó hasta
once veces en tres meses. Otras riadas posteriores ocasionaron también daños en la ciudad de Alzira (4-5 de octubre de 1779, 14 de noviembre de 1805, 21 de octubre de 1843). Tal vez, la mayor
catástrofe de la Ribera -en pérdidas de vidas humanas- ocurrió el día 4 de noviembre de 1864
(GóMEZ ÜIU'EGA et al., 1866; BoscH, 1966).
Las excavaciones arqueológicas -realizadas los últimos ai'ios en Alzira- han abierto una
vía complementaria para la comprensión del régimen hidrológico del río. En efecto, a partir del
siglo Xl, se aprecia un cambio de régimen de las crec.idas ya que los picos de crecida aumentaron
sistemáticamente y también su carácter destructivo en la ciudad. la documentación geoarqueológica sugiere que las inundaciones de fines del siglo XI, de los siglos xvu no fueron menos destructivas que la de 1864 (BUTZER et al., 1983). El último desastre del 20 de octubre de 1982 puede evaluarse contrastándolo con estos acontecimientos históricos extremos.
las crecidas en la Ribera se intensifican por la coincidencia temporal de los picos de crecida
de los afluentes que desaguan en dicho recinto (el Xúquer, el Sallent, el Albaida y el Magre). Estas
confluencias -cercanas a la desembocadura- ofrecen condiciones para la magnificación de las
avenidas.
En l982, la superficie inundada alcanzó los 290 km2. Se saldó con doce -o treinta- muertos, unos 100.000 damnificados y unos daños globales valorados entre 50 y 200 mil millones de
pesetas. la gente del país la conoce como la pantonada, atendiendo al desmoronamiento de la
presa de Tous (situado en la cabecera de la Ribera). A lo largo del recorrido se harán referencias
al suceso que todavía sigue pendiente de resolución judicial definitiva.
Ahora mismo existe un ambicioso programa de intervenciones para la aminoración del riesgo
de crecidas en la Ribera.
1.4. La geometría del llano de inundación
Un llano de inundación es una superficie o faja de tierra relativamente lisa, adyacente al ca u-
[page-n-129]
~]
•
r.
:.\
.\·:·
>·
)\;?~:
..
; : ...
z
....·\
;.
·:.
[page-n-130]
130
dal de un río y que se cubre de agua cuando éste se desborda. Esta expresión tiene una connota·
ción topográfica, hidrológica y geomorfológica. Se insiste en su primer valor.
Desde el punto de vista topográfico, el relieve de las llanuras de inundación puede ser liso,
cóncavo o convexo. Dentro de una misma llanura puede haber sucesivas geometrías transversales,
lo cual provoca alternancias en la trayectoria de los flujos desbordados. En tramos convexos el
río discurre por la cota más elevada del edificio aluvial y los flujos desbordados son divergentes.
Por contra, en los tramos cóncavos los flujos son convergentes ya que el canal habitual ocupa
la posición más deprimida de la llanura de inundación.
La Ribera del Xúquer -desde Antella hasta el mar- es una llanura de inundación de
alrededor de 300 km y de pendiente muy tendida (0'6%). El río, al atravesarla, ha edificado
geometrías transversales convexas, hecha excepción de las confluencias de los tributarios princi·
paJes (río de Albaida y río Magre). Estas alternancias geométricas, desde la Ribera Alta a a
Ribera Baja son decisivas en el comportamiento hidráulico de las riadas y en las pautas de
sedimentación aluvial.
A la luz de los levantamientos topográficos se observa cómo la popular y arraigada división
comarcal -Ribera Alta y Baja- responde a un condicionante geomórfico fluvial: mientras la
Ribera Baja constituye una única llanura de inundación convexa, la Ribera Alta está muy condi·
cionada por la confluencia del .Riu Magre y en ella alternan tramos lisos y convexos.
Los perfiles A, B y C permiten una lectura conjunta (fig. 57). El Xúquer ha edificado una
gran acumulación convexa, de modo que discurre varios metros por encima de las tierras de in un·
dación. En concreto en el perfil A se constata que las aguas del lecho circulan casi JO m por enci·
ma de la Albufera.
Por su parte el perfil D, correspondiente a la topografía existente a mitad de camino entre
Algemesí y Alzira, significa un tramo en que la anterior geometría convexa se convierte en plana,
e incluso cóncava. A ello contribuye el amplio cono del Magre (por la izquierda) y el cono glacis
adosado a la Murta (por la derecha).
Siguiendo aguas arriba, y a medida que nos alejamos de la confluencia Xúquer-Magre, reapa·
rece la topografía convexa en cada una de las arterias fluviales, en tanto que el Riu Verd circula,
deprimido, por el punto de contacto de ambos interfluvios. Así lo evidencia el pertü E.
El último de los perfiles F encierra un elemento novedoso: el Magre, poco a poco, reduce
la llanura de inundación convexa a sus dominios inmediatos, de modo que resulta patente que
la acumulación fluvial no ha acabado de recubrir el sustrato preexistente.
1.5. Los flujos de desbordamiento
A la vista de los diversos levantamientos topográficos de la Ribera Alta se impone otra con·
clusión referente al papel que desempeñan las cuencas yaz()() del Riu Verd y del Barxeta. Los espa·
cios comprendidos entre el Xúquer y el río Magre y entre el Xúquer y los relieves de Carcaixent
actúan como auténticos embalses que laminan o aplanan el pico de las crecidas. A mayor volu·
men de las avenidas y a mayor coincidencia horaria, más abundante será el agua «embalsada»
en la cuenca del .Riu Verd y el Barxeta.
Por otro lado, la confluencia del .Riu Magre con el Xúquer viene a constituir el elemento
central de toda la geomorfología fluvial de las Riberas. Una valoración dinámica de su progresivo
papel «estrangulador» en la Ribera Alta es clave para la intepretación evolutiva y dinámica geomorfológica de la Ribera Alta. En la medida que el Magre acrecienta sus aportes (proceso belige·
rante incluso en época histórica) se incrementa su papel de «cuello de botella» que dificulta el
drenaje del agua desbordada aguas arriba. El trazado de la autopista se sitúa en este «cuello de
botella» del Magre (MATEu, 1980).
·
Con estas precisiones topográficas se comprende la superficie inundada en 1971, 1982
y 1987, (MATEU, 1982; LA RocA, CARMONA, 1983; CARMONA, SEGURA, 1987). En estos epi·
sodios se constató la dinámica de los flujos desbordados en función de.la topografía subyacen·
te. Desde la presa de Tous hasta la confluencia del Riu d:.\lbaida, se apreció un único
lecho con morfología braided entre las acumulaciones pleistocenas y estrangulando el previo
canal meandrizante.
·
[page-n-131]
h
l
':J
- -·- ·.....·- ·
- -..........
. ......
Y"'
<::_)
/
.,............
JAt (
~h
~-4
t;:)
.
FIGURA 58
Geomorfologia de la Ribera del Xúquer. Area inundada y direcciones del flujo en la riada de Octubre de 1982. Según N.l.a Roca y P. Carmona
[page-n-132]
132
Desde la citada confluencia hasta la autopista A-7, el flujo se abrió en tres direcciones (fig. 58)
el propio cauce y los dos yazoos: el Riu Yerd (margen izquierda) y el Barranc de Barxeta (en la
margen derecha).
Por su parte, el cono del Magro, Jos glacis-cono de la sierra de Corbera y la autopista provocan una nueva confluencia de los flujos y el efecto de represa del agua en las inmediaciones de
Alzira. Finalmente, en la Ribera Baja (tramo convexo), volvió a producirse la divergencia de los
flujos en tres direcciones, una por el propio canal, y las otras dos en dirección norte y sur hacia
la Albufera de Valencia y las marjales de Thvemes de Valldigna.
1.6. Aluvionamiento histórico
Independientemente de su amplitud, los Llanos de inundación son superficies de activa acumulación aluvial durante las avenidas periódicas y recurrentes. Por esta razón, l.as avenidas
-episodios cortos durante los cuales el río dispone de energía para remover y redistribuir
sedimentos- son el principal mecanismo de acreción vertical y lateral en el llano de inundación.
El crecimiento vertical es consecuencia de la deposición de materiales finos, en capas horizontales
al incrementarse la fricción de los flujos desbordados. El acrecentamiento lateral -además de ser
una consecuencia del crecimiento vertical- es una resultante de la migración e inestabilidad del
propio cauce.
Que el aluvionamiento es activo en la Ribera ya fue percibido por el jesuita Racsas y el ingeniero Yincensi en 1635 al afirmar que en la medida que la «madre del río así como las riberas
se van levantando, van enterrándose árboles y casas como se ve en Carcagente, Alcira y Albalat>>.
Tras una exploración sistemática del territorio -con las consiguientes visitas a los edificios religiosos, palacios, excavaciones arqueológicas, más la búsqueda de noticias bibliográficas- se extraen
las siguientes conclusiones:
-El aluvionamiento es un proceso muy activo en la Ribera pues la villa romana de Benibaire (término de Carcaixent) queda enmascarada por más de 2'50 m de aportes fluviales, una cruz
gótica del siglo xv, próxima a Alzira, tiene enterrada su base por unos 0'70 m de aluviones y la
alquería musulmana de l'Aiborgí por unos 2 m.
-El enterramiento -y consiguiente elevación de cotas- no es uniforme en todo el llano
de inundación. En época medieval y moderna ha sido más activo en la Ribera Alta porque edificios construidos simultáneamente en ambas riberas no están enterrados en igual proporción. Dentro de la Ribera Alta existen también sus diferencias incluso en construcciones coetáneas.
-El progresivo aluvionarniento de las geometrías convexas puede explicar qué lugares de habitación relativamente seguros o menos expuestos a inundaciones en el siglo xv dejan de serlo
en la medida que van alterándose las condiciones topográficas del llano de inundación. Que las
sucesivas generaciones pobladoras de la Ribera no adviertan estos decisivos cambios geomorfológicos es explicable porque son aterramientos lentos pero cumulativos.
-La mayor potencia de los acarreos fluviales en la Ribera Alta en época medieval y moderna
no es independiente del paulatino estrangulamiento del abanico del Magre antes comentado. A
crecientes dificultades de evacuación del agua hacia la Ribera Baixa, mayor deposición en esta
cubeta de decantación que es la Ribera Alta (BIJTZER et al., 1983).
La consideración dinámica del aluvionamiento de las Riberas del Xúquer es básica porque
estos cambios geométricos condicionan a su vez el comportamiento hidrológico de las aguas desbordadas.
En esta linea de argumentación cabe setlalar que el progresivo aluvionarniento puede hacer
paulatinamente vulnerables hábitats menos castigados en siglos anteriores. Concretamente, los moradores de Ternils abandonaron este lugar tras la inundación de 1571, y se trasladaron a un lugar
más protegido. Se trataba de un rellano -en realidad, un residuo de la acera coluvial pleistocena
desmantelada- donde se asienta el núcleo más antiguo de Carcaixent. No obstante, este mismo
rellano ya fue afectado por algunas inundaciones del siglo XIX y también lo ha sido en 1982.
Parece que Cabanes y Mulata se deshabitan avanzando el siglo xv mientras Ternils lo es inmediatamente después de !57J. Ressalany y Alasquer fueron abandonados entrado ya el siglo xvm.
Alcosser fue destruido por la inundación conjunta del Xúquer-AJbaida en 1779. El Xúquer des-
[page-n-133]
133
truyó también la PaixareUa mientras el Albaida hacía lo propio con Benimexí. Toro y Pujo! se
despoblaron entrado ya el siglo XlX.
¿Qué conclusiones se extraen de estos despoblados de la Ribera Alta? En primer lugar, el ¡xr
blamiento -además de las obvias componentes culturales- no es ajeno a condicionantes bidrogeomorfológicos altamente dinámicos. En la medida que se elevan las topografías del Uano de inundación por el aluvionamiento, se alteran también las pautas hidrológicas del Xúquer, Albaida, Barxeta
y Verd durante los desbordamientos. Estos nuevos y cambiantes comportamientos de las inundaciones pueden hacer peligrar bábitats menos expuestos en épocas antiguas.
En segundo lugar, la cronología del abandono humano de los centros aludidos sugiere que
el paulatino aluvionamiento de la llanura convexa torna más inseguros los asentamientos de las
cuencas yazoo paralelas y deprimidas. Esto afecta especialmente a Cabanes, Mulata, Ressalany,
Alásquer y Ternils muy expuestos además a tercianas por causa del cultivo del arroz.
En tercer lugar, la tardía destrucción (1779) de Alcosser debe interpretarse, además del activo
aluvionamiento en este entorno, por el desplazamiento a la izquierda que ha ido sufriendo el Xúquer por la progradación del Magre. Los reajustes ocurridos desde el siglo XVI y xvu se han dejado sentir especialmente en la ciudad de Alzira situada inmediatamente aguas arriba de dicha confluencia.
2. LOS MEANDROS DEL XÚQUER EN LA RIBERA
Yolanda Martfnez Perreros•
La mcandrízación constituye uno de los rasgos geomorfológicos más representativos del llano
aluvial del Xúquer. El cauce - divagante y serpenteante- discurre sobre una superficie libre de
obstáculos e incrementa la distancia total recorrida antes de su desembocadura en el mar. Así lo
indican los siguientes parámetros, referidos al tramo comprendido entre AnteUa y el mar:
-distancia aproximada en linea recta: 37'5 km.
-distancia siguiendo el cauce: 65'7 km.
- pendiente media del Uano de inundación: 0'8%o.
-pendiente media del cauce: 0'45%o.
Los principales requisitos para la meandrización en valles a.Iuviales de bajo gradiente son el
flujo oblicuo o helicoidal del agua y el excedente de energía inicial. Además cabe senalar la interacción de la pendiente, la velocidad, la turbulencia del flujo, etc. Los meandros libres o aluviales
son formas cuya inestabilidad se manifiesta:
i) en el comportamiento desigual entre la margen cóncava (erosiva) y la margen convexa (deposicional).
ii) en la sucesión de pools y rifjles en la solera del cauce.
iii) en la alteración en planta de las variables de geometría hidráulica.
iv) en la migración del propio meandro, llegando incluso al estrangulamiento.
Entre el mar y el arranque del llano aluvial se contabilizan 59 meandros, de los cuales 20
corresponden a la Ribera Baixa (son más expandidos y abiertos) y los restantes 39 (más cerrados
y sinuosos) a la Ribera Alta. Como propiedad morfológica de todos ellos cabe señalar la asimetría.
2.1. La morfometrfa
El análisis morfométrico de los meandros seftala en cada parámetro dos grupos que corresponden a la Ribera Alta y Ribera Baixa. En otras palabras, los parámetros morfométricos que
definen los meandros son altamente condicionados por la pendiente y también por la anchura
y profundidad del canal.
a) Anchura del canal: La anchura es una variable fundamental para la obtención de la mayor
parte de índices morfométricos de los meandros (radio de curvatum, longitud de onda, sínuo• Oepanament de Geografia. Universital de
Val~ncia.
[page-n-134]
..r~ .... .
}
(~:.·';./.
~,
.-'
./...
~~-·:
''
' '·:
GUADASS\JAA
é)
''
LEYENDA
A.t
DUC Y HiAt i Ci lil
a
P08LA
LLARGA
(lll ( fdiOitl
P I Cf S
- - ,tfilffQS
Qf
I ..
....
FIGURA 59
Meandros del ríos XúqueJ
IH ( ' !1.1
Hii: I D IIJ
_
..HJJJS
[page-n-135]
135
sidad). El Xúquer a su paso por la Ribera presenta un valor medio de 20 m que casi se duplica
en la Ribera Babea (39 m).
Obviamente, la disminución de pendiente en la Ribera BaiJca contribuye a la ralentización
y expansión del flujo sobre un cauce más amplio incrementándose el rozamiento sobre el fondo
y las márgenes del canal. la pérdida de energía se traduce en un menor índice de sinuosidad y
en meand.ros más abiertos que en la Ribera Alta.
Puntualmente la anchura del cauce se ve alterada por la construcción de azudes o paradas
para la derivación de aguas de riego.
b) Radio de curvatura: Equivale al radio de la circunferencia que se puede inscribir en el meandro
y resulta directamente proporcional a la anchura. En efecto, puede med.irse directamente sobre
el mapa o siguiendo la fórmula de LEOPOLo-WOLMAN (1960):
R=2-3* Anchura
Por tanto, el radio de curvatura presenta las mismas pautas que las comentadas a propósito
de la anchura del canal. la Ribera Alta registra 50 m de radio medio de curvatura mientras en
la Ribera Baixa resu.lta de unos 99 m. El valor medio para el conjunto de la Ribera Baixa resulta
de unos 99 m. El valor medio para el conjunto de la Ribera es de unos 75 m.
e) Longitud de onda: Une en linea recta dos puntos de máxima curvatura, es decir, dos ápices
alternos. Para determinar su valor, LEOPOLo-WOLMAN (1960) proponen
L=4'59*R0·98
Es un parámetro que define la forma del meandro y también señala la oposición entre la
Ribera Alta y la Ribera Baixa.
d) Longitud de arco: Representa la distancia medida a través del talweg entre dos puntos de
inflexión. Es un parámetro de escala, indicador del tamaño del meandro.
El valor medio de la longitud de arco para toda la Ribera es de 1.128 m. También este índice
refleja la dualidad de riberas con 1.286 m de media la Ribera Baixa y 969 m la Ribera Alta. En
ambas se encuentran meandros con valores extremos que o superan los 2.000 m como los mean·
dros del Racona de Sueca (B4) y de Polinya (Bl4) en la Ribera Baixa, o no alcanzan los 500 m
como los meandros próximos a la confluencia con el río Albaida (A21 a A24) y el del Pla (A34).
Los meandros donde se ubican los assuts de Cullera, Sueca y AnteUa presentan una longitud de
arco similar {entre 1.900 y 1950 m).
e) Sinuosidad: Este parámetro sintetiza las características morfométricas precedentes. Se defi·
ne como la ratio entre la longitud de arcollougitud de onda y refleja también la existencia de dos
riberas diferenciadas: la Ribera Alta con una sinuosidad media de 4'81 y la Ribera Baixa de 3;
la sinuosidad media de los meandros de toda la Ribera es de 3'91.
La mayor sinuosidad de los meandros de la Ribera Alta está condicionada por la menor
anchura del canal, sus menores longitudes de arco y la mayor carga sedimentaria, lo cual queda
reflejado en una mayor complejidad y diversidad de formas cuyas sinuosidades oscilan de 1'51
a 9'31.
2.2. Cambios en el trazado del cauce
El trazado del canal meandrizante en el Uano de inundación es inestable. He aquí unos testi·
moniOS (MATEU, 1983):
a) El estrangulamiento y abandono posterior de meandros ha sido frecuente en las Riberas.
la cartografía histórica, la fotografía aérea, la toponimia o la misma red de acequias y caminos
constituyen vías para evaluar Jos cambios ocurridos al menos desde los tiempos medievales. A
la luz de todas esas fuentes se constata que en los pasados siglos las mayores variaciones se han
producido en las inmediaciones de la desembocadura del Albaida.
Otro tramo de gran dinamismo ha sido el comprendido entre Alberic y Carcaixent. Puesto
que el cauce del río sirve de limite municipal, estos cambios se han registrado puntualmente. Así
en 1778, durante la crecida de San Francisco, el río se abrió un nuevo cauce en el término de
Carcaixent. Otro tanto ocurrió en 1843 cuando parte de la Raconada del Toro fue separada de
Alzira y parte de la de 1855 con motivo del estrangulamiento del Racó de Mesquita con lo que
tierras del término de Alberic fueron incorporadas al de Carcaixent.
[page-n-136]
antigua margen de\ ri
:i
4
1
:i
Escala do 1 pa< 10000
o
100 200
xo
400 500
1000
mflrc&
FIGURA 60
Desembocadura del río Xúquer inmediatamente después de la inundación de 1864. Gráfico redibujado sobre el plano de Gómez Ortega
[page-n-137]
137
Comentario especifico merece el meandro que rodeaba la vila de Alzíra (Algezira). El estran·
gulamiento no se produjo en el punto más estrecho del pedúnculo lo cual sugiere cierta mediatiza·
ción humana ¡J'al vez una corta en tiempos islámicos?
b) También la desembocadura del Xúquer ha migrado en tiempos históricos. Con ocasión de
la crecida del 4 de noviembre de 1864 el Xúquer abrió una nueva desembocadura unos 1.400 m
al norte de la anterior. la antigua desembocadura se había mantenido estable desde por lo menos
finales del siglo xv1 cuando la bocana era vigilada desde una inmediata torre vig!a.
e) Las confluencias de los tributarios que desaguan al Xúquer en la Ribera (Albaida, SaUent,
Magre) actuaban como «cierre hidráulico» si coincidían los respectivos picos de crecida. En tal
caso, se registraba una descarga de aportes sólidos en las inmediaciones de·las confluencias y va·
riaciones en el trazado de los cauces.
3. LA ERMITA DE TERNIIS
M• Jesús de Pedro Michó •
La Iglesia de Ternils o Ermita de Sant Roe es un beUo ejemplo de la arquitectura religiosa
valenciana del siglo xm, construida en tiempos de la Conquista de Valencia por Jaume l. Está
situada en el término municipal de Carcaixent, en el km 4'5 de la carretera que va desde Alberic
a CoguUada, junto al poblado morisco del mismo nombre. Ternils fue abandonado a finales del
siglo XV1 debido, en gran parte, a las continuas crecidas y desbordamientos del Xúquer que provocaron el traslado de la parroquia a Carcaixent en 1573. A lo que hemos de añadir la posterior
expulsión de los moriscos en 1609.
El edificio consta de una única nave rectangular, de 20'5 m de longitud por 9'2 m de anchu·
ra, de planta basilical sin crucero, con una cabecera añadida posteriormente en el exterior; de 1 m
'5
de espesor por 5 m de anchura. Las paredes son de mampostería y ladriUo en algunos tramos aun·
que la obra original era de mortero encofrado. Los contrafuertes, así como las esquinas del edífi·
cio, son de silleria para refonar su estructura. Cuatro contrafuertes a cada lado, que sobresalen
1'5 m de la pared con un grueso de 07 m, sirven de soporte a las arcadas, cuatro arcos interiores,
también de sillería, apuntados o diafragmáticos que descansan sobre ménsulas sencillas.
La cubierta del templo es a dos aguas sobre vigas y listones de madera. Es de teja árabe sobre
tablero de ladrillo, asomando al exterior en una cornisa de tipo mudéjar de ladriUos planos con
otros colocados de canto y otros en punta de sierra, pintados en rojo y blanco.
La portada es románica, de piedra de sillería, con amplias dovelas lisas y desiguales y grandes
salmenares; tiene 2'2 m de anchura por 3 m de altura respecto al piso actual y sobre su clave se
encuentra un tragaluz de sillería de perfil gótico que mide 1'1 m de altura por 0'5 m de ancho,
ligeramente desplazado del eje de simetría de la portada.
Con motivo de las obras de restauración y consolidación de la Iglesia, iniciadas en 1984,. se
realizaron excavaciones arqueológicas en el interior y exterior de la misma.
En el interior de la ermita se han identificado tres pisos diferentes. El fundacional, de argamasa con cal, arena y pequeñas gravas, que conserva restos de enlucido en su superficie y se en·
cuentra a 1'10 m por debajo del nivel actual. Sobre éste aparecieron restos de construcciones como
son dos bancos corridos a lo largo de la pared E y S. La preparación del suelo es de argamasa
o mortero muy consistente realizado sobre las arciUas rojas del glacis.
El segundo piso es de ladriUos rectangulares y aparece a 0'50 m de profundidad junto a los
restos del primitivo altar o presbiterio que presenta una estructura de mampostería con piedras
de mediano tamaño cubiertas por un mortero de gran dureza; forma una tarima con un escalón
de piedra y ladrillo protegido por una balaustrada de piedra. Entre los dos pisos aparece un potente estrato de arenas y limos de inundación y un reUeno formado por enterramientos de un osario
colectivo, con un total de 25 individuos, datable entre los siglos xv y xv1.
El pavimento superior es de baldosas cuadrangulares por debajo del cual aparece un relleno
de arcillas, tejas y gravas, incluyendo material. s de cronología moderna de los siglos xvu y xvm.
e
• Servicio de Investigación Prehistórica. Diputación de Valencia.
[page-n-138]
1
A
•
:
L-- --
.
.
•
: ¡n_¡¡·---;/;,:- l ':'1:'..~ ~1'!~ -- - ---- --- --- - ----~
.. . ........ .
•
•
: :
•
:
_.J_ J _ _ _ _ -
.&
!1
1 •
.)
~ •
~
'
•
.. •
•
•
~
~
~ •
•
"
.., •
~
•
•
& •
1
~ 4
..
"'
'\
~
'*
t;
•
•
'
•
~
~ '
~
1
•
• • ' • +
~ •
•
TERNILS
-·
""
ctll'lllo,
B
FIGURA 61
A. Sección de la Ermita de Sant Roe, Thmils, según Soleriestruch, 1954.
B. Corte estratigráfico realizado en 1985 junto a la ermita
[page-n-139]
.
<®
~
..
~~ --~
( ... :3··
~- Slt. (~\
fY
. .
TERNIL S
FIGURA 62
Ermita de Sant Roe, Ternils. Planta del interior
tras
la excavación de 1985
[page-n-140]
140
Destaca igua.lrnente la presencia de inhumaciones en fosa y otras colocadas sin orden aparente
entre el relleno, en número total de siete individuos.
Al exterior de la ermita, una cata situada entre dos contrafuertes de la pared E dio como
resultado la aparición de unas grandes losas de piedra arenisca de forma rectangular, decoradas
con líneas incisas dibujando cuadrados en los que se inscriben otros cuadrados de menor tamaño
y lineas diagonales que los cruzan, así como una estela de piedra con la cabecera decorada con
una cruz de Malta.
En la pared Ose localizaron los restos de la primitiva entrada de la iglesia, parte de un pavi·
mento y escalones de ladrillo entre dos contrafuertes que presentan las huellas de una cancela
limitando esta entrada, cubierta originalmente y situada frente a la zona donde se encontraba el
despoblado de Temils.
La realización de estas catas permite comprobar que la puerta de acceso actual es posterior
a la construcción de la iglesia, abierta al tiempo que se elevó el pavimento interior, aprovechando
la arcada primitiva y tapiando el primer acceso.
La cata abierta en un solar contiguo frente al primitivo acceso de la Puerta O mostró un ¡»
tente estrato superficial de limos y arcillas con diferentes episodios de inundación, un relleno an·
trópico correspondiente al derrumbe de un muro con materiales cerámicos datables en los siglos xv
a xvn, y una potente capa de arcilla roja con nódulos de carbonato cálcico y alguna grava, base
del terreno o glacis sobre el que se construyó el muro mencionado. Una fosa o silo de forma circular ha sido excavado en el glacis y su relleno de tierra oscura y compacta aporta algunos fragmentos de cerámica romana, ánforas, dolia y tégulas.
El hecho de que, tanto el piso fundacional de la ermita como el muro localizado en la
cata exterior, fueran construidos sobre las arcillas rojas del glacis, estériles arqueológicamente,
indica que Ternils estuvo libre de inundaciones por lo menos basta la primera mitad del si·
glo xm.
La documentación arqueológica en cuanto a la época is.lárnica es inexistente, aunque la tradición siempre ha situado una mezquita en el lugar donde hoy se encuentra la ermita, muestra de
la cual sería un arco tapiado abierto hacia el E. los trabajos de restauración han mostrado que
dicha puerta fue abierta con posterioridad a la construcción de la iglesia y que su datación en
época anterior es improbable.
La valoración de los hallazgos plantea la posible existencia de una ocupación romana en la
zona de Ternils pero no conviene hacer afirmaciones al respecto teniendo en cuenta lo reducido
del área excavada. Por otra parte la presencia islámica es un hecho probable atendiendo a la toponimia y a diferentes noticias históricas; quizá la ausencia de restos arqueológicos se deba a que
estos se encuentran en otros puntos del yacimiento o a que fueran arrasados por las nuevas cons·
trucciones.
Ternils presenta, en opinión de J. Mateu y B. Martl, la cara y la cruz de un registro geoar·
queológico complementario: en el interior de la erm.ita predominan los rellenos antrópicos y en
el exterior se depositan los aportes de inundaciones de época moderna. El nivel de los campos
circundantes va creciendo por las sucesivas riadas mientras que el barro de la iglesia se limpia
después de cada desbordamiento del Xúquer. Con el fm de nivelar el interior y el exterior se construyen dos pisos sucesivos, a íináles del siglo xv y en el siglo xvm.
En la Ribera del Xúquer encontramos otros ejemplos similares al de Ternils. Alzira, Benimuslem, la Creu Coberta, l'Alborgi o Benivaire muestran igualmente un activo y potente aluviona·
miento del río en época medieval y moderna. la formación de un relleno fluvial de dos metros
de potencia, a partir del siglo xm, podría ser la causa que explicara los escasos hallazgos arqueológicos de época romana o anterior.
[page-n-141]
[page-n-142]
142
4. PROBLEMATICA Y EXPECfATJVAS DE LA GEOARQUEOLOGIA ALZIREÑA
Agustín Ferrer C/arf
la Comarca de la Ribera del Xúquer, se compone administrativamente de dos zonas: la Alta
y la Baja, s.ituadas en el curso bajo de este río.
El Xúquer, que desde las altas tierras ibéricas de Cuenca y Albacete abarca una amplia exten·
sión de superficie hidráulica, recoge en los períodos pluviales gran abundancia de agua que favorecida por la continua y progresiva deforestación ha dado lugar, unida a inestabilidades climáticas,
a múltiples crecidas e inundaciones en las tierras bajas, en las cuales, tanto el factor físico como
el humano han condicionado que cada vez las inundaciones fueran más destructivas.
la Geoarqueología tiene, pues, en la Ribera del Xúquer un campo de estudio inagotable. Por
una parte el reajuste paisajístico natural y por otra las actuaciones humanas, provocando en unas
ocasiones y previniendo en otras, quedando como resultado el actual panorama geográfico e histórico, donde se solapan inseparablemente ambos aspectos.
Las fluctuaciones marinas como consecuencia de cambios medioambientales han modificado
el perímetro costero. Con la nivelación actual, zonas bajas y llanas, inundadas por lenguas marinas durante los momentos finales del Pleistoceno y la primera mitad del Holoceno, son ahora dominios fluviales o albuferas/marjales. la Ribera del Xúquer es, pues, un llano de inundación (MATEU, 1980) donde el río, con sus aportes sólidos contribuye, ante la escasa pendiente y su escasa
potencia de arrastre, a depositar y rellenar una extensa zona.
Este factor condicionante no es el único. En este proceso neógeno, donde se ha hablado de
la influencia que tienen variaciones climáticas (temperaturas, precipitaciones, etc.) y las modificaciones costeras, conviene destacar también el papel que juegan las estructuras geológicas de base.
En la Ribera se produce el encuentro de las estructuras ibéricas con las prebéticas, cuyas di·
rectrices marcan en distintos tramos el curso fluvial. Entre las actuales poblaciones de I'AJcúdia
y Alzira, se produce un estrangulamiento entre cotas de nivel que, coincidiendo con el Riu Magre
y sus aportes, definidos por Mateu (1980) como el cono aluvial del Riu Magre, produce un efecto
de barrera ante el cual el Xúquer, en momentos de intensidad fluvial, incrementa la deposición
de materiales. En este mismo punto, superado este obstáculo, se iniciaría la Ribera Baixa coincidiendo con las secciones fluviales detalladas por el citado autor.
En este complicado cuadro morfológico cuaternario, donde participan los procesos naturales
de una forma precisa, apreciamos un destacado protagonismo humano con las deforestaciones,
la implantación de áreas de cultivo, asentamientos urbanos, construcción de diques, acequias y
otras obras que en suma han supuesto una invasión de zonas de dominio fluvial y un obstáculo
al paso de las aguas.
El ejemplo que exponemos y que estamos estudiando es la propia ciudad de Alzira (AJ.Yazirat
Suquar: la Isla del Xúquer), levantada sobre un meandro en un momento aún sin determinar arqueológicamente, y posteriormente aislada por el rlo y por l.as formidables murallas que ejercían
una doble función de defensa, ante las amenazas exteriores, humanas y naturales. Construidas
casi con toda seguridad entre los siglos x y xr, tenemos noticias de ellas a través de lsN J AFAYA,
poeta árabe de AI-Yazirat {1058-1138). El perímetro original se adaptaría al pedúnculo terrestre,
ampliándose posteriormente para aba.rcar las tierras depositadas por el río en los flancos cóncavos.
Su longitud total está cercana a los 2.000 m. la técnica de construcción es la tradicional, median·
te cajones de enconfrado de mortero y grava, de 2'30 de longitud por 2'30 de anchura y 0'85 m
de altura, alcanzando aproximadamente los 7'35 m desde su cimentación hasta la coronación. Los
cubos jalonan irregularmente los lienzos de la muralla, insertándose en ella a modo de contrafuertes. Con sus caras semicirculares evitaban retener el agua y ofrecer superficies planas de impacto
a los residuos de arrastre y su desmoronamiento. la dificultad de estudiar los niveles históricos
inferiores estriba en la aparición de la capa freática entre los 3 y 5 m de profundidad según la
estación anual. Así como por la peligrosidad de las catas-pozos practicadas en un suelo sedimentológico de irregular configuración, donde se alternan gravas, arenas y arcillas con restos de cons·
trucciones y ocultaciones.
'
Museu Municipal d'Aizira.
[page-n-143]
PLANTA
"
Cl!:rllERf.\L
..r
\'!tr.:'
·:p!~;ej~~=:-.~~:
t •H,.U :tnu~;:_
\"~ U
::"'-:·'
··...
.. LSl.Jl.fiJl.
I'!UUJ
l~lr~-:1-~-~
-=- ----·
-~- :_·,_
.:;n ;mUI
'""''""
FIGURA 64
Excavació del Mercal Vell d'Alzira. Perfil de la muralla
-·-"·---·- ···
[page-n-144]
144
Este dique en medio del río, conectado al otro lado a través de pétreos puentes situados trans·
versalmeme al curso fluvial, provocaba retenciones aluviales que continuamente iban elevando
el suelo de extramuros. w catástrofes producidas intramuros ante la entrada de las aguas para
atravesar la barrera y continuar su curso, producían considerables danos en las construcciones,
edificadas sobre suelo plástico-arcilloso. Entre las noticias que se han conservado en el Archivo
Municipal sobre las inundaciones entresacamos por su elocuencia las del ano 1590 donde se con·
tabilizaron 22, y la de 1473, que derribó 200 casas y produjo abundantes víctimas. Tras el derribo
o la ruina de las viviendas se rellenaba el espacio con los escombros y se levantaban nuevos edifi·
cios, formado nuevos horizontes históricos que en consonancia con el relleno extramuros hizo que
la muralla quedara insuficiente como parapeto defensivo, con lo cual en torno a los siglos XVI·
xvu, precisó nueva obra, aprovechando la antigua como cimentación (FERRER, 1987).
Esta elevación se ha llevado consigo el que se agravara la situación y las cotas de inundación
fueran cada vez más elevadas y con dailos más acentuados por la ocupación a su vez de zonas
bajas indiscriminadamente (MATEu, 1980; F ERRER, 1988).
Dentro del fenómeno pendular de los núcleos urbanos, alrededor de medio de centenar de
alquerías que cubrían las tierras vecinas como el Pujo!, Toro, Cabanycs, Mulata, desaparecieron
sin duda atraídos por el poder de atracción de los núcleos de población más grandes: seguridad
y servicios ante las guerras, pestes, carestías y, cómo no, ante las penurias que se sucedían tras
una inundación (MATEu y MARTI, 1987).
El registro geoarqueológico que se puede apreciar en el subsuelo al.zireflo es como se ha visto
de forma escueta. Almacena los aconteceres en una potente estratigrafia, donde como referencia
del poder de sedimentación aluvial vemos en las excavaciones arqueológicas del «Mercal Vell»
la superposición de dos estructuras, la islámica y la cristiana, de las cuales el almenado de la pri·
mera se halla al mismo nivel e incluso por debajo de las edificaciones actuales, cuando en el mo·
mento de su construcción debió destacar de su entorno para cumplir su función. Vemos, pues,
que en diez siglos aproximadamente ha sido enterrado en su totalidad. Continuamente ofrece y
revela datos de interés, salvando las dificultades sei\aladas. Los resultados obtenidos hasta el momento no son defmitivos. Tanto la ocupación de estas tierras, como el origen de la ciudad y todos
sus procesos formativos son cuestiones que se investigan interdisciplinariamente.
5. EL POBLADO DE LA EDAD DEL BRONCE DE LA MUNTANYA ASSOLADA D1\LZIRA
Bernardo Martf 0/iver y Rosa Enguix Alemany•
El poblado de la Muntanya Assolada corona uno de los espolones de la Serra de Corbera
que avanzan sobre la llanura del Xóquer por su parte meridional, entre la Vall de la Murta y el
Barranc de lf\ixavegó, dentro del término municipal de Alzira. w primeras campanas de excava·
ción, iniciadas en 1978, parecieron mostrar un pequeño poblado de planta aproximadamente rec·
tangular y de unos cuarenta por veinte metros de extensión que, sobre la cumbre arnesetada de
la montaila, venia limitado en su parte oriental por una abrupta pendiente, mientras en su parte
occidental, así como en sus extremos norte y sur, se construyó una sólida muralla formada por
sucesivas hiladas de piedras sin carear. En el interior de este recinto pronto se identificaron depar·
tamentos de planta rectangular, que en la parte septentrional flanquean lo que podría considerarse
una estrecha calle o pasadizo. Mientras que en el exterior, y en la parte central del gran lienzo
de muralla, el arranque perpendicular de dos muros permitía plantear la hipótesis de que nos en·
contrábamos ante el sistema de acceso, la entrada del poblado.
Thles resultados permitieron que desde las primeras campanas de excavación se pudiera esta·
blecer un estrecho paralelismo entre el nuevo poblado y las informaciones obtenidas en los demás
yacimientos de la cultura del Bronce Valenciano, en especial con aquellos mejor documentados
desde el punto de vista de sus estructuras de habitación y de cierre o defensa, como los poblados
del Mas de Menente y de la Mola Alta de Serelles, ambos en AJcoi, proponiéndose una cronología
desde el 1800 hasta el 1300 a de C. Comparaciones que se extendieron sin dificultad a los diferen·
• Servicio de lnvestipción Prehis1órica. Diputación de Valencia.
[page-n-145]
'
\,
l
r - -----
r~1
L----
1
____..
1\
~\
~\.
\
'
'
'
''
'
'
''
',
\
''.
'1
''
''
\
1
\'
'
'\
1
1
1
1
1
1
''
1
1
'
1
1
1
1
'1
'
1
:
1
'
\.
\
1
\:
1
\
'
[page-n-146]
146
tes apartados de la cultura material: a las formas cerámicas mejor representadas, a la industria
del sílex, caracterizada por la abundancia de los dientes de hoz; o a los brazaletes de arquero, los
punzones biselados de hueso, los botones prismáticos triangulares con perforación en V, etc. Com·
ponentes de la cultura material que vemos ampliamente representados en yacimientos que cubren
toda la geografía de la Cultura del Bronce Valenciano.
Idéntica similitud y consiguiente atribución cultural manifestaron los hallazgos metálicos, for·
mados por un puñal de remaches, puntas de flecha y punzones, con el interés de haberse documentado la presencia de piezas de auténtico bronce. Y similar concordancia se desprende de la
imagen obtenida con relación a su actividad económica, según el análisis de los restos de fauna
y del resto de la información interpretada, basada en la cerealicultura de secano y en una pequeña
cabaña de animales domésticos formada por ovejas, cabras, vacas, cerdos y algunos restos de pe·
rro, de la que obtienen alimentos y fuerza de trabajo; además del modesto aporte proteínico proporcionado por la caza, apartado en el que destaca la abundancia de Jos restos de ciervo.
En la misma linea de interpretación parecían incidir las campañas de excavación posteriores,
destacando en esta valoración global el estudio de los restos conservados en una pequefta cueva se·
pulcral inmediata al poblado, en el escarpe de su lado suroriental, realizado durante la campatla de 1983.
Expoliada en un alto grado, su excavación proporcionó restos de un mínimo de cuatro individuos,
algunos huesos de animales y parte del ajuar que acompaftaba a los inhumados, compuesto por una
punta de flecha de sílex, un fragmento de botón prismático triangular con perforación en V, nume·
rosas cuentas de collar discoidales, y pequeños y escasos fragmentos de cerámica sin decoración.
La prosecución de los trabajos de excavación y su extensión más allá de lo que inicialmente
se consideraba la estricta área del poblado han hecho variar estos planteamientos, en total sinton.ia
con lo que muestran asimismo el resto de las excavaciones que actualmente se llevan a cabo sobre
yacimientos valencianos de la Edad del Bronce. En efecto, las últimas anuncian un giro importan·
te en la imagen que teníamos del urbanismo de la Muntanya Assolada, con las repercusiones que
ello tiene sobre los demás aspectos del problema, cual es el caso del modelo de Jos pequeños caseríos, de las cortas ocupaciones, de la no estructuración o jerarquización de los asentamientos, etc.
Sin pretender ser eXhaustivos, los recientes trabajos de excavación muestran que el pequeño espa·
cio de la cumbre, delim.itado por una muralla de casi dos metros de anchura en la parte más accesi·
ble fue; además, previamente acondicionado por grandes construcciones de hiladas de piedras sin
carear trabadas con barro que servirían para aterrazar la montaña. El reducido recinto de la parte
más elevada da paso a una configuración totalmente artificial de la cumbre, con muros de gran
anchura y caras inclinadas o ataludadas, modificando las expectativas sobre el yacimiento hasta
alejarlo de los calificativos usuales ya descritos para los poblados del Bronce Valenciano.
Ello viene a coincidir, por otra parte y como resulta lógico esperar, con las grandes novedades
ofrecidas por la reciente investigación en otras áreas del Bronce peninsular, como ejemplifican des·
tacadamente l.as Motillas de la Mancha o las nuevas excavaciones de poblados argáricos, mostrando así el Bronce Valenciano, una sintonía profunda con esta renovación en los planteamientos
que se produce en áreas próximas y sin duda íntimamente relacionados con él.
Ciertamente la Muntanya Assolada no es un caso aislado y la complejidad subyacente a estos
poblados ya se desprendía de los resultados avanzados por otros yacimientos entre los que podemos citar la Mola de Agres, o las recientes campañas en la Liorna de Betxí de Paterna que han
revelado la existencia de una gran construcción dominando la parte más elevada del poblado, ade·
más de importantes aportaciones sobre detalle de técnica constructiva y distribu.ción interna de
este singular espacio.
Así pues, la Muntanya Assolada viene a sumarse al conjunto de yacimientos actualmente
en estud.io cuya complejidad no puede reducirse al anterior modelo de un poblamiento exclusiva·
mente representado por pequeños asentamientos. Y tampoco debemos reducir el poblamiento a
los lugares elevados, con el encastillamiento como caracteristica inseparable de los poblados de
la Edad del Bronce ya que, siguiendo con los ejemplos cercanos a nuestro yacimiento, son muchos
los asentamientos en pequeftas lomas como la Coroneta del Rei en Alberic, junto al Xúquer, o
el yacimiento de les Cases de Monteada en Alzira, en las inmediaciones del mismo rio. Bien en ten·
dido que ello no invalida la imagen tradicional de las decenas de poblados en la cumbre de elevados cerros, imagen que sigue estando presente en la documentación y que ha sido confirmada
también recientemente en el propio entorno de poblado.
[page-n-147]
147
6. INTERPRETACION GEOMORFOLOGJCA DE UN MOVIMIEN10 DE MASA:
LA MUNTANYA ASSOLADA (ALZIRA)
Neus la Roca Cervigón•
Hasta la ocurrencia del corrimiento de tierras a finales del siglo xvm, este lugar recibía el
topónimo de Muntanya de la Font del Baladre: «Desde esta fecha al dicho monte se le denomina
la «Montafia Asola» (PEUJFO, 1935).
El movimiento de masa ocurrido en la ladera donde se ubica un importante poblado de la
Edad del Bronce está perfectamente datado y, sobre todo, documentado. Se produjo en la noche
del 24 al 25 de noviembre de 1783 según consta en las Actas de sesiones del Ayuntamiento de
Alzira, y en el informe del escolapio P. Benito de San Pedro (1784): Descripción del hundimiento
i cortaduras del Monte del Baladre, territorio de Alcira, acaecido en el Noviembre de 1783, con
motivo de las excessivas lluvias del Otoño.
No es el único gran movimiento de masa en el área (SAN P EDRO, 1784; CAVANILLES, 1795-97;
SuRJO y CANo, 1981), y los más importantes de ellos se dirigen, como éste, hacia el NNW sobre
laderas de esa misma exposición.
6.1. localización
El movimiento se sitúa en el espolón más occidental de la Serra de Corbera, de dirección
ibérica, entre los Barrancs de la Murta y de I'Aixavegó. Desgarra la ladera NNW, desde la cima
de moderada altitud, ... 228m., hasta el pie, donde se extienden los abanicos aluviales coalescen·
tes, de enlace con la llanura de inundación del Xúquer, construidos por los colectores que drenan
la sierra.
El aspecto actual de la ladera ofrece pobre información, pues ha sufrido una intensa transfor·
mación. Sólo se advierte la concavidad de la cima de la ladera, una convexidad general en el peñll
transversal y un pie alargado y convexo. Lateralmente la lengua se halla confinada entre dos vaguadas, hoy ya transformadas en cárcavas.
Medida sobre el MTN a 1:25.000, la ladera N afectada tiene 120m de altura, por 200m
de anchura media, por 750 m en planta, que da una pendiente media de 9, 1° y una longitud
real de 759'5 m: ello supone una superficie de unas 15'2 ha.
6.2. Condicionantes geológicos del movimiento
Los movimientos de masa ocurren en el flanco nororiental del anticlinal de dirección ibérica,
intensamente fracturado. Los estratos buzan, en principio, aproximadamente hacia el NE - así
se comprueba en el Thllat Roig- , pero las fracturas han distorsionado localmente el esquema general. En la foto aérea a 1:10.000 se comprueba con bastante claridad, un buzamiento de las capas
en dirección NINNE en el caso de la Muntanya Assolada, coincidiendo con la dirección del moví·
miento (Fig. 66).
Desde el punto de vista estructural destaca la falla que corta la cima de la Muntanya Assola·
da en dirección NW-SE, con escarpe visible al S del poblado del Bronce (MARrl, 1983.) que domina el cerro; se combina con otra ortogonal, SW-NE.
Epicentros cercanos de sismos históricos y recientes, localizados entre Carcaixent y Alzira,
subrayan la presencia de una actividad tectónica, probablemente relacionada con la brusca termi·
nación noroccidental de las sierras. La fractura permanece oculta, cubierta por los depósitos cua·
ternarios de los conos aluviales y/o del llano de inundación del Xúquer.
El movimiento afecta casi exclusivamente materiales de la formación Weald (sedimentación
lagunar), esto es, un paquete de calizas con pasadas de margas grises, arenas blancas y rojas,
• Depanament de Geografía. Universitat de Valencia.
[page-n-148]
1
'.
'.
'
\
\
'.
\
' .
\
"
'
\..
'·
-1-
·,
•
•
\
',,
'.
1
\
\
\ 1
\•
'. ,.,
.
1
.
1
'
1
''
O· 3
',
i
1
' ·, ·,
'.
·,
.- .
.. ',' '
2
rr;'~32 ¡\
\1 '',
\ ...
C·22
1
',
\
\
e w1 2·14
:'
i/_ .
a
. . ...... _
\
--,_ ---,
' ,,
'\
... . .,
-'
~:~-.
' \ '·t ~ ' \
'
1
1
'·
1
. . . .~ . ! ' '.~.·
·LV
'. ' '
\
'
C· 22
,''=:----._ '·\·-.,
,'
11
'·
....... , .
1
1
.
1
~~,
1
'. \ \ '
')....
\
, .-
/
/
,
/
\}¡
·
,
.
r
,
~
, .,_
'
'
,
,
\
1
V
''
C·22
/
/
•
1
'
.
">'
a
FIGURA 66
Movimiento de la Muntanya Assolada. Croquis geológico sobre calco de la foto aérea a E 1:10.000, de la riada de 1982. OCOfESA.
C22 Dolomía cristalina masiva. Turoniense (Cretácico superi>r). J 322·3 Caliza organógena o dolomía kimmeridgiense.
Jml' Alternancia de calizas y margas oxfordienses kimmeridgiense. ~C
Cw12•14o. 3 Calizas lagunares, margas y areniscas. Facies Weald
[page-n-149]
LLUVIAS
JNUNOACJONES
HELADAS
OTROS
Año
prolongadas
1672
16f>4
1690
1709
1714
1731
1733
1744
1745
1748
1752
1753
1754
1763
1766
1775
1776
1779
1783
1765
1791
1794
intensas
3 meses
pertinaces
menores
¡randes
mayorea
1
11
grandes
vari as
últs. dias mz.
graves daños
temporal
varias
tempestad
inund.
si
grandea
1 mes
continuas inv.
pedrisco
pedrisco
deabord.
pedrisco y terremoto
pertinaces
tempestad
27 abril
9 nov .
29 oct.
repetidas
repetidas
28 sept.
helada
12 mayo
furiosa
pertinacee
repetidos terremotos
enero
24 nov .
6 oct .
paseo agua
últs . abril
fuerte
--····-
FIGURA 67
Sucesos extremos en la Ribera del Xúquer, S. XVD y XVIU, según Pelufo (1935)
[page-n-150]
150
arcillas versicolores y calizas arenosas. La serie está coronada por un fajo de caliza marrón oscura
con pisolitos (IGME, 1982).
En el flanco oriental del movimiento de masa aflora, en contacto discordante con la facies
Weald, una dolomía cristalina dispuesta en bancos gruesos y, en conjunto, masiva, del Cenomaniense.
El límite suroccidental del proceso está formado por materiales jurásicos del kimmeridgiense,
en contacto normal con la facies Weald: una formación carbonatada con intercalaciones de mar·
gas arenosas y calizas o dolomías arenosas, que mantiene un fuerte relieve.
6.3. 1nterpretación del movimiento de ladera a partir del informe del P. Benito de San Pedro (1784)
Unos días después del movimiento en masa, el escolapio P. Benito de San Pedro (1784) reconoció el lugar. Elaboró un documento que permite evaluar:
6.3.1.) las causas, incluidos Jos condicionantes geológico-geomorfológicos y el agente deseo·
cadenante,
6.3.2.) las características del movimiento: tama.ño, velocidad, mecanismos.
6.3.3.) l.a edad.
Esta información del escolapio se completa e intepreta con la procedente de otras fuentes
coetáneas y de nuestras propias observaciones sobre el terreno y la foto aérea.
6.3.1.) Dos argumentos esgripe el P. Benito como causas «mui determinadas, i evidentes» del
movimiento:
a) en primer lugar las lluvias.
Ese año (1783) había sido especialmente lluvioso: al hundimiento «avían precedido lluvias
mui copiosas, i frecuentes casi por dos meses i medio, i grandes avenidas e inundaciones del Xucar
por todas las esplanadas, que circuyen a los expresados Montes». Por su parte Pelufo (1935} habla
de una avenida del Xúquer el día 6 de octubre de 1
783 «tan imponente y furiosa..., que el río
formó cauce nuevo, frente a la partida del Toro, dejando en seco el antiguo;...» y de otra del 24 de
noviembre de 1783 que fue tanto o más importante que la anterior (Tabla 1).
Como colofón en la noche del 24 al 25 «desde las 9 a las 12 de la noche corrió una tempestad
deshecha de truenos, relampagos, i rayos, i un aguacero tan terrible, i copioso que no ay memoria
de otro mayor» (SAN PEDRO, 1784, p. 5).
b) en segundo lugar, el escolapio cita también un condicionante de tipo geológico·
geomotfológico.
«... el Monte está Ueno de humor petrífico por donde van creciendo y consolidándose
sus piedras con las aguas, los soles, los aires y los años. Por la parte interna de la Montaña
se advierten varios bancos de greda, i marga de varios colores, blanquecina, amarilla, i roja,
la cual puesta en el agua, o mui humedecida, se desle i forma como una marga suelta a manera
de la cal viva mui remojada. En la superficie de dicho Monte entre las piedras que presenta,
está cubierto de una tierra porosa que se embeve facilroente las aguas, i se halla dispuesta
a petrificarse».
El naturalista describe la litología arcillosa y arenosa de la facies Weald, en el interior de la
montaña, y en la parte alta, la formación carbonatada del Kimmeridgiense. Pero sobre todo, expli·
ca de manera muy sugestiva el proceso de carstificación en sus dos vertientes, disolución y recris·
talización, y la propiedad de la arcilla en combinación con la arena fma allí presente de cambiar
de consistencia, de «licuarse»: «se desle y forma como una marga suelta». Así lo señala Cavanilles
{1795·97): «En nuestros días se ha visto hundirse a bastante profundidad una porción considerable
del monte de Corvera, después de grandes lluvias, saliendo marga líquida de sus cimientos». Cava·
nilles sintetiza el articulo de San Pedro (1784) sin citarlo y sin aportar nuevos datos, por lo que
creemos que la frase <
San Ped.ro arriba transcrito.
Además destaca la facilidad de infiltración en el terreno carstificado. Debieron existir surgen·
cias en la propia vertiente, al menos la del Baladre.
El proceso se desencadena, por tanto, de manera ya conocida: los niveles freáticos se elevan
mucho tras los dos meses y medio de Uuvias en los estratos calcáreos.tlolomíticos arenosos y por
ende carstificados del Kimmeridgiense, que buzan hacia el NlNNE, esto es, contra cauce y subya·
[page-n-151]
151
cen a las capas impermeables de la facies Weald. El agua en la base del Weald provocará el cambio
de consistencia de las arcillas lagunares en contacto.
e) Aparte de los argumentos aportados en el texto se desea traer aquí a colación otra causa
indirecta: los sismos.
En 1748 aconteció el terremoto de Montesa (fuerza IX, con epicentro a unos 30 km de Alzira
en linea recta). Pelufo (1935), buen conocedor de la documentación municipal de Alzira, escribe
que: «En 23 de marzo (1748) se experimentó un horroroso terremoto, al que siguieron otros más...».
Bien pudo ser el terremoto de Montesa un elemento preparatorio del terreno. Más adelante, hace
alusión a «los repetidos terremotos y pertinaces lluvias» de 1779. Mezcua y Martínez Solares (1983)
catalogan uno acaecido precisamente el 25.11.1783 con epicentro en Valencia, concretamente en
Catarroja, a unos 28 km en línea recta de la Muntanya Assolada, sin más información. ¿Fue éste
el elemento desencadenante?
6.3.2) Respecto a las características del movimiento de masa, se está aludiendo desde el prin·
cipio incorrectamente a un único movimiento, ya que de la descripción de San Meo, corroborada
por la imagen aérea, se desprende que fueron al menos dos ... «dicho Monte se avia hundido considerablemente por sus vandas del Norte, i del Mediodía, aviendose como desprendido la tierra, i
peilas de casi todo el desde cerca de la cumbre hasta Jo inferior de su falda; solo la punta de la
misma cumbre presenta su situación antigua, i natural; en todo Jo demás se advierten sus partes
hundidas, muchas grietas, aberturas, i cavernas (-véase aquí el papel del carst-) unas masanchas, i profundas, otras más someras i angostas; i no hundido por igual, sino que por partes se
ve más rebajado, i sumido, por partes menos, i en algunos de sus puntos no parece ha hecho el
menor movimiento».
No hay que olvidar, entre las causas, la presencia de la falla que corta la cima del cerro y
que constituye una parte de la superficie de rotura en cabecera.
a) tamaño:
«... se hundió el flanco septentrional del monte de la Font del Baladre en una superficie de
190 anegadas (SAN PEDRO, 1784) cada una de 450 varas».
Según esto el movimiento afectó aproximadamente a 15'8 ha.
b) velocidad.
Quizá lo más sorprendente del movimiento sea su lentitud: «el hundimiento no ha sido súbito, i repentino, sino que lenta, i sucessivamente se va sumergiendo; pues continuavan en formarse
nuevas grietas, i en desprenderse peilascos el dia 3 de Deciembre en que passó a reconocerlo el
que hace esta descripcion, como el mismo lo vió estando cerca de su cumbre>
>.
A pesar de la parcial licuefacción de la margaJarcillafcuena fina, a pesar de los elevados niveles
freáticos y a pesar del posible desencadenamiento a cargo de un terremoto la masa de tierra se
desplazó poco a poco ladera abajo.
e) mecanismo.
San Pedro describe i) la conversión de la greda en un flujo más o menos viscoso: «las lluvias
copiosas, i repetidas de tantos días han calado, y humedecido con excesso Jos bancos de greda,
i marga de que abunda lo interior de la Monta.ila en términos que se ha desleído, i como derretido
dicha greda y
ii) el desplazamiento de los pe.ilascos sobre este material, hacia las zonas más bajas, el centro
del movimiento y la base: < peilascos de la cumbre, i piedras de la superficie que con Jos anos
han crecido, i se han consolidado, gravitan mas a proporcion contra el centro, i base, la que encontrándose llena de materia floja, i desleída ha rebentado por los costados, sacando por ellos porcion
de esta massa gredosa desleída en cantidad, i gruesso de mas de 6 palmos, como se observa en
toda la circunferencia de la base; i en la misma razon ha hecho su movimiento, i se ha rebajado,
o sumergido el resto de la Montana en unas partes mas, en otras menos, según la cantidad de
marga, i greda desleída que en cada una se contenía». El movimiento de Jos peílascos conlleva,
por tanto, la migración de la greda en estado plástico o licuada, que parece formar a modo de
levées laterales, la base del movimiento y un pie de arcilla/marga y arena fma en una mezcla viscosa.
6.3.3.) la edad: Un movimiento no aislado
San Pedro (1784) dice: «Este Phenomeno que no es el primero de esta especie que ha sucedido en aquellas inmediaciones...> y así lo recoge Cavanilles y Jo confirma la pequeña cartografía
>
de Surió y Cano (1981). En el siglo xvm se conocían, por tanto, más de ellos. Surió y Cano (1981)
[page-n-152]
152
así lo constataron también mediante la consulta de varios ejemplares del Diario de Valencia de 1790
y 1791 y cartografiaron dos movimientos semejantes más al pie del Tallat Roig, muy inmediatos
al de la Muntanya Assolada.
6.4. En conclusión:
las altas presiones en los poros que se generan en el contacto roca calcoaarenosalarcillas Weald,
y en el interior de las a.renas Weald limitadas por las coetáneas arcillas, provoca la licuefacción
local de las arcillas o margas.
El movimiento se produce sobre una superficie de cizalla preexistente, de tipo tectónico, for·
mada por el plano de la falla de la cima y la superficie estratigráfica entre arcillas y resto. Comen·
z6 como un deslizamiento o transporte sobre una banda casi liquida- , junto a esta ladera, al pie
del Tallat Roig, Surió y Cano (1981) encontraron a media ladera una superficie de deslizamiento
coincidente con los planos estratigráficos. Una vez iniciado desencadena en los bordes desprendí·
mientos de bloques de tierra, que a su vez desestabilizan el tramo de ladera inmediatamente supe·
rior, y no todos esos bloques evolucionan de la misma manera. El proceso se complica, por ejem·
plo, y evoluciona hacia una colada de barro o flujo al pie, con formación de levées laterales. Pelufo
(1935) recogió el testimonio de dos hombres «que vieron como rodaban hacia abajo los grandes
peñascos de este monte unas zonas hund.idas entre otras elevadas, donde los bloques de tierra y
los de caliza preexistentes sobre la ladera, quedan más o menos transformados y desplazados.
Indica San Pedro este mecanismo por la observación de dos cuestiones:
«- La primera por la copia de greda desleída, mui fina, i suavissima al tacto que se halla
en la circunferencia, i pie de la base. La segunda porque el hundimiento del Monte es desigual
en la superficie, en unas partes mas, en otras menos, en otras nada, a proporcion de la mayor
o menor cantidad de greda sobre que gravita».
BffiUOGRAFIA
AcrAS de sesiones del Ayuntamiento de Alzira. Acta del 26 de noviembre de 1783, folio 103-104.
ARENILLAS, M. et al. (1985) «La avenida extraordinaria del Júcar de 20 de Octubre de 1982», en
Catástrofes Naturales, Valencia, Publicaciones de la Cátedra de Geologia Aplicada a las Obras
Públicas de la Universidad Politéctina de Valencia, pp. 17·49.
BAZZANA, A.; FERRER, A.; GUIFFRAY, A.; MIRALLES, l.; SANZ, J. (1980) «Informe sobre el primer
sondeo medieval en la ciudad de Alzira», Original mecanografiado.
B01x, V. (1865) Memoria histórica de la inundación de la Ribera de Valencia en los días 4 y 5 de
noviembre de 1864, Valencia, La Opinión, 260 pp.
BoscH, M. (1866) Memoria sobre la inundación del Júcar. presentada al ministerio de Fomento,
Madrid, IMPRENTA Nacional, 424 pp.
BUTZER, K.W. et al. (1983) «Las crecidas medievales del río Júcar según el registro geoarqueológi·
co de Alzira», Cuadernos de GeograjTa, no 32-33, pp. 311-332.
CALVO, A. y FuMANAL, M• P. (1983) «Repercusiones geomorfológicas de las lluvias torrenciales
de octubre de 1982 en la cuenca media del río JúcaO>, Cuadernos de Geografta no 32·33,
pp. 101·120.
CARMONA P. (1990) La formació de la plana affuvial de Valencia, Geomorfología, hidrología i
,
geoarqueologia de l'espai litoral del 1üria, Valencia, IVEI.
CARMONA, P. y FuMANAL, M• P. (1984) «Notas sedimentológicas sobre el poblado de Benivaire»
Cuadernos de GeograjTa, n° 35 pp. 153·162.
CARMONA, P. y FuMANAL, M• P. (1985) «Estudio sedimentológico de los depósitos de inundación
en la Ribera del Xúquer (Valencia), en octubre de 1982», Cuadernos de Investigación Geográ·
fica Tomo XI, pp. 65-74.
CAVANlLL.ES, A.J. (1795-97) «Observaciones sobre la Historia Natural, Geografta, Agricultura, Población y Frutos del Reyno de Valencia», 2 vols., Ed. CSIC, Opto. de Geografia, Zaragoza,
1958, 2• edic., 236 y 338 pp.
[page-n-153]
153
DuMAS, B. (1977) ú levant Espagnol lA Genese du re/ief Thése de Doctorat d'Etat, Université
Paris-Val de Mame, 520 pp.
ENGUIX, R.: M.-.Rrl, B. (1983) «La Cultura del Bronce Valenciano y la Muntanya Assolada de Alzira: Aproximación al estado actual de su investigación>>, Archivo de Prehistoria levantina,
vol. xvm, pps. 241-250.
FERRER, A. (1987) «Memorias de las Excavaciones de Urgencia en el Mercal VeU, Murallas Medievales. Alzira-Valencia», Original mecanografiado.
FERRER, A. (1988) «las inundaciones del Xúquer. Aproximación al estudio de sus orlgenes», Ruta
Santa M" del Lluch, Alzira, pp. 12·14.
FERRER, A.; ALTUR, A. y PE.Wro, M.A. (1990) «Informe preliminar de las excavaciones de urgencia de la plaza del Sufragio (Aizira) 1989·90», Original mecanografiado.
FERRER, A.; MARriNEZ, F.; RtvAS, L. (1983) «Informe preliminar sobre las excavaciones arqueológicas del «Mercat VeU» Alzira-Valencia», Original mecanografiado.
FERRER, V. (1985) <
caixent», Cuadernos de Geograjla, 36, p. 1
-20.
GARIN OimZ DE TARANco, F. (1971) «El templo protogótico de Temils», Archivo de Arte Valenciano, ano XLll, pp. 8·10.
GOMEZ ORTEGA, J. et al (1866) estudio de las inundaciones del Júcar por. .. , Valencia, facsímil editado por la Confederación Hidrográfica del Júcar, 282 ff+mapas.
Gov, J.L.; REY, J.; DIAZ DEL Rlo, V.; ZAzo, C. (1987) «Relación entre las unidades geomorfológi·
cas cuaternarios del litoral y de la Plataforma interna-media de Valencia (Espaf'la): implicaciones paleogeográficas» Geol. ambien. y orden. del territo. Comunicaciones Vol. U, pp. 1369-1381.
lOME (1982) <
> Hoja no 770,
Min. lnd., Madrid, pp.
ION (1980) MTN E. 1:25.000, Alcira, 770-1, Madrid.
LA ROCA, N. y CARMONA, P. (1983) «Fotointerpretación de la Ribera del Xúquer después de la
inundación de octubre de 1982», Cuadernos de Geografia no 32-33, pp. 121-134.
MAwl, B. (1983) «la Muntanya Assolada (Alzira, Valencia)», Luc:J:ntum, O, pp. 443-67.
MARTI, B. y ENGUI.X, R. (1988) «Mu ntanya Assolada», Memories Arqueologiques a la Comuni·
tat Valenciana 1984-1985, Conselleria de Cultura, E. i C., Valencia, pp. 206-209.
MATEu, J.F. (1980) <
MATEU, J.F. (1983) «La ciencia i la tecnica davant les revingudes del Xúquer (1635·1905): Notes
preliminars», Cuadernos de Geograjla, no 32-33, pp. 243-264.
MATEU, J. F. (1983) «Aluvionamiento medieval y moderno en el llano de inundación del Júcam,
Cuadernos de Geograjla, n° 32·33, pp. 291·310.
MATEU, J.F. (1983) «La inundación de la Ribera del Júcar (20·21 de octubre de 1982)», Estudios
Geográficos, n° 170.171, pp. 187-221.
MATEU, J.F. (1988) <
la Comunidad Valenciana, Valencia, Generalitat Valenciana, pp. 595-654.
MATEU, J.F. (1989): «Ríos y ramblas mediterráneos», en GIL ÜLciNA, A. y MoR.AUS Gn.., A. (Edil).:
Avenidasfluviales e inundaciones en la cuenca del Mediterráneo, Alicante, Instituto Universitario de Geografía de la Universidad de Alicante, pp. 133·150.
MATEU, J.F. (1990) «Avenidas y riesgos de inundación en los sistemas fluviales mediterráneos de
la Península Ibérica, «Boletín de la Asociación de Geógrafos espaJ)oles» n° 10, pp. 45·86.
MATEU, J.F.; MARTI, B.; RoBLES, F.; Acul'lA, J. (1985) «Paleogeografía litoral del golfo de Valencia
durante el Holoceno inferior a partir de yacimientos prehistóricos», en: Pleistoceno y Geomorfologfa litoral. Homenaje a Juan Cuerda, Univcrsitat de Valencia, ZOrich, Palma de Mallorca,
1985. pág. 77-102.
MATEU, J.F. y MAKrl, M. (1987) «El registre geoarqueológic de !'ermita de Thrnils (Ribera del Xúqucr)», Debats, n° 21, pp. 20-21.
MEZCUA, J. y MAKriNEZ SoLARES, J.M. (1983) <
Gobierno, Pub!. n° 203, Madrid, 299 pp.
OROVAL ToMAs, V. (1974) «El poblamcnt de Carcaixent.>>, Primer OJngrés d'Historia del Ptlis Valencia, tomo II, Valencia, pp. 49·62.
[page-n-154]
154
PEoRo MICHO, M.J. de (1990) «Sant Roe de Temils. Carcaixent, la Ribera Alta>>, Excavacions ar·
queologiques de salvament a la Comunicar Valenciana 1984-1988, 11,/ntervencions rurals, Ge·
neralitat Valenciana, Valencia, pp. 138-140.
PEWFO, V. (1935) «Inundaciones, terremotos, pestes y otras calamidades que ha sufrido Alcira»,
Revista Xúcar, n° 2, Alcira, octubre 1935.
PaRez CUEVA, A. (1988) «los ríos valencianos y su régimen» Gula de la Naturaleza de la Comunidad Valenciana, Valencia, Edicions Alfons el Magnanim, pp. 103-134.
ROSSELLO, V.M. (1969) El litoral valencia, Valencia. I:Estel, serie taronja, 2 vols.
RossELl.O, V (1971) «Notas sobre la geomorfología litoral del sur de Valencia (España)», Qua.M.
ternaria, 14, pp. 102-123.
RossELl.O, V.M. (1972) «Los ríos Júcar y 1\íria en la génesis de la Albufera de Valencia», Cuadernos de Geograjr.a n° 11, pp. 7-25.
RossEU.ó, V.M. (1983 a) «la formación de la riada del Júcar (20-21 octubre 1982) aguas arriba
de Tous», Estudios Geográficos, n° 170-171, pp. 171-186.
RossEU.O, V.M. (1983 b) «la revinguda del Xúquer i el desastre de la Ribera (20-21 octubre 1982).
Una perspectiva geográfica», Cuadernos de Geografia, no 32-33, pp. 3-38.
RossEU.O, V et aL (1983) «la riada del Júcar (octubre 1982)» Cuadernos de Geograjla no 32-33,
.M.
331 pp.
ROSSELLO, V.M. y MAl:Eu, J.F. (1987) «El espacio deltaico Túria-Xúquer», dans BETHEMONT, J. et
VJLLAIN-GANDOSSI, CH. {Edit.): Les deltas mediterranéens.
ROSSELLO, V.M. (1985) «El Pleistoce marí valencia. História de la seva coneixenca». En: Pleisto·
ceno y Geomorfologia litoral, Homenaje a Juan Cuerda. Univ. Valencia, Eidg. Tech. Hochs.
ZOrich, Univ. Palma de Mallorca, 1985, pág. 135-174.
RossELLO, V.M. (1989 a) <
Avenidas fluviales e inundaciones en la cuenca del Mediterráneo, Alicante, instituto Universi·
tario de Geografía, pp. 243-283.
SANJAUME, E. (1985) Las costas valencianas. Sedimentología y geomorfologfa Universidad de Valencia. 505 pp.
SAN PEDRO, B. de (1784) <>, Valencia.
SEGURA, F. (1990) l.as ramblas valencianas. Algunos aspectos de hidrologfa, geomorfologfa y se·
dimentologfa, Valencia, Sección de Geografía de la Universidad de Valencia, 229 pp.
SU R.M. y CANo, EJ. (1981) «la Muntanya de l'Aixavegó: un caso histórico de deslizamienRJó,
to de grandes proporciones en la Ribera», Cuad. de Geogr. , 29, Valencia, pp. 151-160.
[page-n-155]
[page-n-156]
[page-n-157]
-
•
MEDIOS SEDIMENTARIOS, CAMBIOS AMBIENfALES YHABITAT HUMANO
SERVIU D'L'\ li."ilUaCIO l'IUIUSlORIC\
[page-n-2]
[page-n-3]
ASOCIACION ESPAÑOLA PARA EL ESTUDIO DEL CUATERNARIO
VIII REUNION NACIONAL
SOBRE CUATERNARIO
VALENCIA, 16-20 DE SEPTIEMBRE DE 1991
GUIA DE LAS EXCURSIONES
"MEDIOS SEDIMENTARIOS,
CAMBIOS AMBIENTALES Y HABITAT HUMANO"
DEPAIITAMENT DE GEOGRAFIA DE LA UNNERSITAT DE VALENCIA
SERVICIO DE lNVESTIGACION PREHISIDRICA DE LA DIPUTACION DE VALENCIA
[page-n-4]
EDlCION PREPARADA POR:
•DEPARI'AMENT DE GEOGRAFIA DE LA UNlVERSITAT DE VALENCIA
•DEPARTAMENTO DE PREHISTORIA Y ARQUEOLOGIA DE LA UNIVERSIDAD DE VALENCIA
•SERVICIO DE lNVESTIGACION PREHISTORICA DE LA DIPUTACION DE VALENCIA
Depósito Legal: V-2.451-1991
l. S. B. N.: 84-TI95-041-5
Imprime: Imprenta Provincial de la Diputación de Valencia
[page-n-5]
VIII REUNION NACIONAL SOBRE CUATERNARIO
[page-n-6]
[page-n-7]
INDICE
EXCURSION A.
Cuaternario litoral de la provincia de Castellón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
EXCURSION B.
Evolución del sector costero meridional valenciano durante el Pleistoceno
Medio, Superior y Holoceno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
EXCURSION C.
Cuaternario continental de la cuenca media del río Túria . . . . . . . . . . . . . . 79
EXCURSION D.
La llanura aluvial del Thria
y
la Albufera de Valencia . . . . . . . . . . . . . . . . . 101
EXCURSION E.
La llanura aluvial del río Xúquer ......... . ... .. .. ... . .. ... . ....... . 125
[page-n-8]
.
,
MAR
I
MEDITERRANEO
\
1
FIGURA 1
Mapa general de los itinerwios de las excursiones
[page-n-9]
EXCURSION
A
CUATERNARIO LI10RAL
DE LA PROVINCIA DE CASTELI.ON
TRAMO COMPRENDIDO ENTRE ALMENARA
Y 10RREBLANCA*
Coordinadores:
E. SANJAUME, F.
GUSI
Colaborador:
J. PARDO
• El contenido cienúfioo de este trabajo se ha beneficiado del proyecto «Pleistoceno superior y Roloceno en el área valencia·
na» DGCYT PB 89-0524.
[page-n-10]
N
~
PROVINCIA DE
CASTELLÓ
MAR
MEDITERRANEO
11
1
\km
FIGURA 2
Itinerario excursión A
[page-n-11]
JI
I. PARADA 1 Y 2. ELS ESTANYS D'ALMENARA
I.l. Evolución de la albufera de Els Estaoys d'Aimenara
Eulalia Sanjaume• y Josep Pardo*
L A albufera deis Estanys d'Aimenara ha seguido una evolución semejante a la experimentada
por el resto de las albuferas valencianas. La restinga actual - prescindiendo de la posible existencia de formaciones anteriores y de las modificaciones que pueden haberse producido como consecuencia de los cambios del nivel del mar durante el Cuaternario- se ha generado a partir de una
barra submarina, gracias al escaso gradiente de la zona antelitoral y a los materiales que han proporcionado los ríos Belcaire y MiUars. Minerales de este último río se han reconocido hasta la
desembocadura del Turia (SANJAUME, 1984).
La deriva litoral en este sector presenta, como en el resto del óvalo valenciano, una componente neta en dirección N-S. Los oleajes más efectivos son los del primer cuadrante, ya que los
fetchs máximos Uegan a la costa con una dirección entre NE y ENE. Así pues, con los temporales
de levante el mar consigue su máxima efectividad erosiva.
La actual restinga, de 1 km de longitud y una anchura que oscila entre 300 y 700 m, arranca
3'5
de la desembocadura del Belcaire -que ha experimentado varias difluencias hacia el sur, abarcando en conjunto un total de 2'8 km- y se prolonga hasta las inmediaciones del cono aluvial del
Palancia. Aunque el aguazal en la actualidad no presenta ninguna gola, es probable que la haya
tenido en el pasado y se ubicaría en el limite entre los términos municipales de la Llosa y Almenara, ya que en este punto se produce un notable estrechamiento. (fig. n.• 3)
El aspecto pedunculado de algunos tramos de esta formación podría indicar que la misma
ha funcionado como flecha de punta libre en algún momento, de este modo, los distintos pedúnculos se corresponderían con los sucesivos ganchos de la flecha. Las flechas litorales suelen ser are·
nosas. Sin embargo, las características texturales del material actual de estas playas, en las que
predominan los cantos, impiden que se pueda atribuir esta génesis a la restinga holocena. La fuerte presencia de cantos en la playa de Almenara sugiere un predominio, al menos en la actualidad,
del transporte transversal y, en consecuencia, de su génesis a partir de una barra submarina (SANJAUME, l985a). Con todo, no se puede descartar la hipótesis de una evolución tipo flecha para épocas anteriores. Los restos de calcoarenita encontrados en la parte interna de la restinga demuestran que el material arenoso fue tan abundante en el pasado que permitió, incluso, la edificación
de algunas alineaciones donares. Es evidente, pues, que en aqueUos momentos las condiciones
de suministro podían favorecer la creación de una flecha litoral que habrá evolucionado posteriormente a barra, al cambiar la textura de los materiales de los que se nutría.
La formación holocena, por tanto, se apoya ylo se adosa a una formación más antigua
- presumiblemente pleistocena- que parece haber experimentado alguna pulsación positiva, que
habría sido la responsable del desmantelamiento de casi la totalidad de las dunas. En la actualidad
estas formaciones permanecen ligeramente por debajo de los sedimentos de playa bolocenos y,
en determinados puntos, se encuentran recubiertos por sedimentos palustres. Informaciones orales de los agricultores de la zona indican la ex.istencia de restos de arena fuertemente cementada
-podría tratarse de un nivel de playa o de formaciones dunares- a unos 50 cm de profundidad,
en los campos de cultivo que se extienden entre la probable restinga fósil y la playa (SANJAUME,
I985b).
La albufera, que era bastante estrecha en Xilxes, se ensancha notablemente en los términos
de la Llosa y Almenara, donde la zona anfibia Uegaba hasta el pie del Punt del Sit (1 10 m}. Esta
elevación, junto con el Cabe(:ol, la Muntanyeta Negra, el Castellar y la Rabassa, constituyen el
limite occidental de la albufera que se encuentra enmarcada, además, por los aluviones del Belcaire al norte y el cono del Palancia al sur.
En otras épocas la persistencia de la zona pantanosa quedaba asegurada por los ullals o fuentes subacuáticas, de las cuales sólo se mantienen funcionales los que nutren las tres lagunas situa• Depanament de Geografía. Universi1at de VaJtncia.
[page-n-12]
~
1,,1 ~
L...:....:J
0 2 1'-\·:?·:· 1
1...,:::;.1 0 7
6
C·~~:J a
1• •./
[ISd
.
J
10
I""""J
I""""J
...
,I""""J
I""""J
I""""J
/~
19
3
hi:'f:}l 4
•'·
...
IE II TIUU I
FIGURA 3
Esquema geomorfológico deis Estanys d~lmenara.
1: afloramientoS triásicos.
2: pleistoceno continental.
3: calcoarenitas.
4: restinga actual.
5: estanys.
6: ullals.
7: marjal
8: abanico aluvial.
9: paleocauces.
10: carreteras
[page-n-13]
13
das al pie de la Penya de l'Estany. La más septentrional y la central, I'Estany Gran, proporcionan
caudales abundantes, mientras que la del sur parece alimentarse de las anteriores. La superficie
de I'Estany Gran se encuentra actualmente a unos 8·9 m s.n.m., y su profundidad oscila entre
4 y 10m (RossEU.ó, 1975). Al interior de la zona palustre se pueden localizar, mediante foto aérea,
otros ocho ul/als aunque de dimensiones reducidas y prácticamente sin funcionalidad.
1.2. El yacimiento epipaleoUtico de Els Estanys d'Aimenara
Francesc Gusi•
Las lagunas de Almenara se hallan formadas por tres pequeños estanques próximos entre sí,
de perimetros irregulares, situados aproximadamente a 1 km de la costa en linea recta. Las dimensiones máximas de la laguna central, que es la mayor de las tres, son 300 m de longitud y 200 m
de anchura; la laguna mediana alcanza los 275 por 225m en sus ejes máximos, y la menor es
de 125 por 50 m. El fondo de las paredes de dichas lagunas se halla constituido por una arcilla
de color gris blancuzco, de probable origen aluvial; por debajo de esta capa hay un nivel de arenas
finas y medianas.
La laguna central, tiene en su fondo abundante material de época romana y medieval, asl
como un yacimiento prehistórico, situado por debajo de la extensa capa de cerámica histórica exis·
tente.
El yacimiento corresponde a un momento del Epipaleolítico tipo Cocina, situado cronológicamente entre finales de Cocina II y Cocina m.
Bl yacimiento de I'Estany Gran supone un hábitat autóctono y estable. Hay que excluir toda
procedencia alóctona de sus materiales desde un yacimiento primario, como parecen indicar los
datos de morfología lítica referida al troceado de la materia prima: la enorme cantidad de productos de troceado para la escasa superficie prospectada, la estimable cantidad de núcleos no agota·
dos, el hecho de que algunas láminas se superpongan a su núcleo y otras procedan de un deterrni·
nado núcleo indican que nos encontramos, ante un taller in situ. Entre el material epipaleolltico
de I'Estany Gran de Almenara nos encontramos con raspadores, perforadores, lascas y láminas
con borde abatido, larninitas con borde abatido, muescas y denticulados, truncaduras, microlitos
geométricos, (trapecios asimétricos, trapecios con un lado cóncavo, trapecios con dos lados cónca·
vos, triángulos escalenos e isósceles) y microburiles.
L3. El yacimiento paleontológico de Casablanca, Almenara
Francesc Gusi•
El yacimiento se sitúa dentro de los límites de una antigua cantera de explotación de caliza,
en la última estribación de la Serra d'Espadá, en Jos llamados Montes de Almenara. En el extremo
oriental de éstos se ubica el yacimiento de Casablanca, a 1'5 km de la línea de costa.
Las colinas que rodean el conjunto de Casablanca están formadas por areniscas y cuarcitas
de edad triásica, si bien las que albergan el yacimiento están constituidas por materiales calcá·
reos de cronología más reciente. Estas elevaciones están rodeadas por materiales calcáreos de
cronología más reciente. Estas elevaciones están rodeadas por materiales cuaternarios de origen
diverso, coluviales de laderas, arrastres de limos y arcillas de los relieves cercanos y por limos
y arcillas de albufera. Como es característico en las zonas calcáreas, también la colina de Casa·
blanca presenta signos de carstificación, especialmente microformas exocársticas; los trabajos
de la cantera han permitido una visualización excepcional de las distintas cavidades de desarrollo dominante vertical y que están completamente colmatadas. El relleno está formado por
an:illas y brechas.
• Servicio Arqueológico. Diputación de Castelló de la Plana.
[page-n-14]
14
El yacimiento de Almenara constituiría una antigua caverna ampliamente desmantelada por
la erosión, l.a cual quedaría luego colmatada por diversos sedimentos. La presencia de una estalagmita, que aparece enterrada bajo los materiales fosíliferos del sector NE, podría apoyar decididamente esta interpretación.
Dentro de la secuencia estratigráfica de Casablanca, fundamentalmente constituida por sedi·
mento arcilloso de terra rossa, se ha detectado un abundantlsimo depósito de microfauna y macrofauna.
Dentro de la microfauna, se hao reconocido las siguientes especies: Mimomys (Kislangia) aff. rex;
Mimomys aff. medasensis Michaux; Mimomys tornensis Van der Meulen; Stephanomiys progressus Cordy; Castillomys crusafond n. ssp; Apodemus mysrocinus Danford and Alston; Eliomys quer·
cinus ssp.; Talpa sp. Desmana sp.; Prolagus aff. calpensis l.ópez, lo que nos daría una cronología
de 1'9 millones de años y sefialaria la fase antigua de su depósito. La fase final vendría dada por
la ausencia de Allophaiomys, cuya emigración se calcu.la en 1'6 millones de años, momento de
coincidencia con la fase fría Euboriense, así como con la presencia del Mimomys tornensis, que
alcanza el final del Villanyiense centroeuropeo.
Las especies de macrofauna son: Ursus etruscus Cuvier; Jtzchycrocuro cf. brevirostris Aymard,
Felis sp.; Perisoda.ctílos: Equus stenonis sp.; Rhinocerotidae indet.; Articdacdla: Cervus cf. philisi
Schaub; Gazellispira torticornis Aymard; Ovibovini indet. Este conjunto faunístico corresponde
al Plioceno fmal o Villafranquiense medio.
la clasificación cronológica de los restos faunísticos nos sitúan el yacimiento de Casablanca
entre los 2 millones y los 1'6 millones de años.
Il. PARADAS 3, 4 Y 5. SECTOR ORPESATORREBLANCA
ll.l. Aspectos geomorfológicos de la albufera de Torreblanca
Eukllia Sanjaume • y Josep Pardo*
la presente descripción se basa en un estudio previo realizado por SEGURA, SANJAUME v PAR·
oo (en prensa). El litoral septentrional del País Valenciano está formado por un conjunto de hom
y graben alternos y en una de estas fosas, la de Orpesa:Yorreblanca se halla ubicada la albufera
de Torreblanca. Este graben está conectado por el N con la fosa de l'Estopet y la Serra d'Irta,
mientras que al W limita con la Serra de la Valldangel oriental y por el S con la Serra del Desert
de les Palmes.
El basamento de la fosa está formado por materiales secundarios de tipo calca reo. Por encima
se detecta la presencia de un Mioceno con diferentes facies. En la base aparece un Mioceno superior marino sobre el que se asienta una facies litoral perteneciente al mismo período. Sobre ella
descansa otra lacustre de menor potencia que podria indicar la existencia de albuferas terdarias.
En conjunto estas facies tendrian una potencia superior a los 250 m en la costa.
El límite entre el Plioceno y el Cuaternario no ba podido establecerse con claridad. En conjunto se trata de depósitos formados por varias facies diferenciadas: una conglomerática, otra formada por arenas, arcillas y limos y otra de turba. la primera seguramente se puede interpretar
como depósitos fluviales. los sedimentos más finos, ubicados cerca de la costa, indican la presen·
cia de albuferas o playas. En estas albuferas en algún momento se habría desarrollado la turba,
alcanzando una potencia de 4 m en algunos puntos.
la albufera de Torreblanca se encuentra cerrada por la restinga que se extiende a lo largo
de 8 km entre el cono formado por el Riu de les Coves al N y el del Riu Xinxilla-Barranc de
la Font del C8mpello al S. Además de estos conos de mayor envergadura, a los que se adosa la
restinga, existen otros conos de menor entidad que la bordean por el W. Estos pequeños abanicos
están formados por los barrancos que descienden de la Serra de la Valldangel oriental. Su coales·
cencia forma una pequeña acera aluvial que no sólo delimita la parte interna de la albufera, sino
• Depanamem de Geografía. Universital de Valencia.
[page-n-15]
15
que en algunos puntos provoca eJ notable estrechamiento de la misma (Barranc del ToU y Rambla
de Manyes).
En la actualidad la albufera de Torreblanca se haUa en un estado muy avanzado de colmatación. Ahora bien, a diferencia de la mayor parte de las albuferas valencianas, no se encuentra
totalmente desecada. Su alimentación hídrica proviene de los numerosos ul/als (manantiales de
agua dulce que afloran en superficie dentro de la zona pantanosa) localizados en la misma. Son
más numerosos en la parte septentrional de la albufera, siendo los más importantes los denominados de la Boca d'lnfern. En estos puntos se produce un gran aporte hidrico que favorece el desarrollo de abundante vegetación palustre, parte de la cual se transformó en turba durante el Holoceno.
la restinga actual presenta algunas características especiales. Por una parte, el grueso calibre
de sus materiales, cuyo tamaño medio supera los 9 cm de diámetro en algunos puntos. Por otra,
su escasa anchura, que oscila entre 8'5 y 95 m Finalmente, su morfología de ridge y la existencia
de numerosos washover fans (SANJAUME, SEGURA, PARDO, 1990). Estas peculiaridades hacen que
esta restinga sea la más original de todo el País Valenciano.
De acuerdo con la textura y la anchura de la restinga se pueden distinguir tres tramos. El
septentrional, más estrecho, formado casi exclusivamente por cantos, se extiende hasta las inme·
diaciones del Quarter VeU. la parte central, los aledaños del Quarter VaU, es eminentemente arenosa y la playa presenta una anchura bastante superior a la del ridge de cantos. Por último en
el sector meridional, que finaliza en Torre la Sal, aparecen de nuevo los cantos, aunque la cantidad
de arena existente en este tramo adquiere cierta importancia.
Por otra parte también existen diferencias entre la parte interna y la parte externa de la restin·
ga. En la primera hay un predominio de cantos de mayor calibre recubiertos por una pátina grisá·
cea. Éstos forman los washover fans que penetran en la albufera por algunos puntos. En la parte
externa disminuye el tamaño de los cantos, que no presentan pátina debido a su lavado por el
oleaje y en eUos se generan tanto bermas como beach cusps.
Además hay que señalar que en la parte septentrional de la restinga - aproximadamente hasta la Gola Central- intercalados entre los cantos aparecen una serie de niveles continentales que
alternan con otros de limos negros y turba. la turba se prolonga mar adentro, lo que permite
suponer que la albufera tenía una mayor extensión en el pasado.
Todo este litoral es muy rico en eolianitas. Se han localizado diversos restos tanto emergidos
como sumergidos. En el sector meridional se encuentran varios afloramientos de dunas fósiles,
entre los que destacan los de las inmediaciones de la desembocadura del Riu XinxíUa, de Torre
la Sal y los que se encuentran delante del CIBIMA. Aunque no existen dataciones absolutas, MAmu (1982) los consideró como restos de una antigua restinga tirreniense. Estos afloramientos emergidos van perdiendo entidad a medida que avanzamos hacia el N desapareciendo por completo
al N del Quarter VeU.
Sin embargo, los afloramientos sumergidos presentan una mayor extensión ya que pueden
seguirse a lo largo de casi toda la restinga. Por otra parte hay que señalar que entre los cantos
de la restinga se han encontrado numerosos fragmentos de eolianita, más abundantes en el sector
septentrional que en el meridional. Además, también se han encontrado diseminados entre los
cantos algunos trozos de playa fósil. Desde el Quarter VeU hasta las inmediaciones la Gola del
'llene aparece in situ un nivel consolidado de arenas y cantos. Aunque no contiene fósiles, los
estudios granulométricos confjrman que se trata de un nivel de playa.
La evolución cuaternaria continental habría sido la siguiente:
-El Cuaternario continental está representado en la zona por los conos aluviales formados
por los barrancos adyacentes. la evolución de los conos es bastante compleja y responde al esquema diseñado por SEGURA (1987). En general se trata de conos progradantes, en los que se pueden
distinguir varios niveles pertenecientes a diferentes momentos del Cuaternario. El nivel más anti·
guo (CV, perteneciente al Pleistoceno inferior y medio, forma un auténtico conglomerado. Los
materiales del Pleistoceno superior, bastante sueltos, están formados también por cantos engloba·
dos en una matriz de materiales finos (C1). Por último, los depósitos holocenos son materiales
finos y su escasez de cantos es notable (C0).
-La situación de los diferentes niveles varía de unos conos a otros. En el caso del cono del
Riu de les Coves-Font del Campello los depósitos del Pleistoceno superior recubren a los del Pleistoceno más antiguo, por lo que éstos no afloran en superficie. En las proximidades de la costa
[page-n-16]
16
aparece el nivel holoceno. El resto de los conos - tanto el del Riu de les Caves, como los de los
pequeños barrancos que bordean la albufera- presentan una disposición ligeramente diferente.
En la parte más próxima al retablo montatioso se sitúa en superficie el nivel ~. que aguas abajo
es sustituido por los materiales del nivel C1 y ya en la costa se sitúan los sedimentos holocenos.
-Por otra parte, el cono del Riu de les Caves presenta dos peculiaridades importantes. Por
una parte la Rambla del Seguet durante parte del Pleistoceno no confluía con el Riu de les Caves,
sino que desaguaba más hacia el sur ayudando de una manera más directa a la colmatación de
la albufera. Por otra, la existencia de paleocauces indica que entre el Pleistoceno medio y el superior se produjo una gran inestabilidad en el cauce. Como consecuencia de estos cambios de trazado los depósitos de este período no forman un cono propiamente dicho, aunque también es posible
que se extendieran mar adentro y que en la actualidad hayan desaparecido a consecuencia de la
acción erosiva del oleaje.
Por lo que respecta al Cuaternario marino, a partir de las observaciones de campo y de los
resultados obtenidos de los análisis mineralógicos, se puede aventurar una hipótesis acerca de la
evolución de esta zona. La explicación es ciertamente compleja, dado que no poseemos dataciones
absolutas y que no han podido muestrearse los afloramientos submarinos situados a mayor profundidad. A pesar de todo, a falta de conflT!Daciones más precisas se ha establecido la siguiente
secuencia evolutiva. (Fig. n. 0 4)
- Aunque no hemos encontrado in situ ningún afloramiento de playa con fós.iles, los fragmentos de lumaquela con Glycimeris, localizados en la parte septentrional de la restinga parecen
sugerir que se trata de la playa más antigua de todo el conjunto. Por su similitud con otras playas
pleistocenas encontradas en el litoral valenciano (RossEU.ó, y CUERDA, 1978; CuERDA y SANJAUME, 1978; MATEu y CuERDA, 1978; SANJAUME y GozALVEZ, 1978; GozALVEZ y RossEU.ó, 1978) presumimos que podría tratarse de un nivel Ttrreniense Il Sin embargo, sólo las dataciones absolutas
en curso de realización podrán confirmar esta suposición. Por tanto este nivel se denominará como
Torreblanca l.
- Los afloramientos de duna fósil y los fragmentos sueltos de eolianitas encontrados sobre
el ridge de la parte septentrional de la restinga, por sus afmidades mineralógicas y por el tamaño
y morfologia de los minerales densos con los materiales de la playa mencionada anteriormente,
podrían atribuirse al período regresivo posterior. Llama la atención el hecho de que los afloramientos emergidos de dunas pleistocenas sólo aparecen en el sector meridional de la restinga, mientras
que no afloran, pero son muy abundantes los fragmentos de eolianita en el sector septentrional.
La explicación podría estar relacionada con la mayor progradación del cono del Riu de les Caves
(SEGuRA, 1987). Así las dunas que se formarían en las inmediaciones de este cono se encuentran
en la actualidad a mayor profundidad que las que se generan en las inmediaciones del cono del
Riu Xinxilla, ya que este cono ha progradado poco durante el Pleistoceno superior (SANJAUME
y SEGURA, 1986).
-Los afloramientos de playa cementada de cantos que sólo encontramos en el sector septentrional de la restinga corresponderlan a una nueva pulsación positiva que denominamos como
Torreblanca II.
-Durante la regresión posterior, la progradación de los conos periféricos debió ser importante, dado que sobre las dunas posteriores al nivel Torreblanca I (Riu Xinxilla y CIBIMA) se encuentra un nivel erosivo formado por limos que engloban cantos rodados angulosos y restos de costra
calcá.rea. También se ha observado en algunos puntos la existencia de una coraza de limos rosados, mientras que en otros afloramientos se observa una alternancia de capas de espesor milimétrico de limos rosados y arenas (hasta siete .niveles en algunos casos). Este último hecho parece indicar que se habría producido una importante alternancia entre el predominio de vientos del oeste
(aporte de limos continentales) y vientos de levante (responsables del transporte de las arenas}.
No se han encontrado afloramientos de dunas que correspondan a este episodio regresivo. Sin embargo, algunos fragmentos de eolianita encontrados sobre la parte más meridional del ridge parecen indicar que puede existir alguna alineación actualmente sumergida. La composición de estos
materiales es idéntica a la de la playa Torreblanca U de la que se alimeotan.
- la transgresión flandriense constituye un nuevo hito evolutivo. En este momento se formó
una restinga de cantos (la base mineralógica es la misma de la playa Torreblanca Il) que se extendia entre el cono del Riu de les Caves y del cono conjunto Riu Xinxilla-Font del Campello. En
[page-n-17]
. .....
l..l~wo~w
.i
·'"'~~::~
;····· .
o
•
•• <>
·
.. '
...
l>
••
'
'
••
3
N
1
•
5
5
:
1
: \,: ...
·:-· :'
1
8
11
10
FIGURA 4
Esquema geomorfológico de la Albufera de Torreblanca.
1: ramblas y barrancos.
2: cono aluvial pleistoceno medio.
3: cono aluvial pleixtoceno superior.
4: cono aluvial holoceno.
5: límite del reUeno cuaternario.
6: paleocauces y lineas preferenciales de agua.
7: Albufera.
8: playa de cantos.
9: restinga de arena.
10: restinga de cant.os.
11 : washover fans.
12: afloramientos submarinos cuaternarios.
13: poblaciones
11
12
.
13
[page-n-18]
18
este momento la albufera en el sector septentrional sobrepasaría la actual restinga; prueba de ello
es la turba que en la actualidad se encuentra por debajo del nivel del mar y el corte de Torrenostra, donde se observan alternancias entre facies lagunares y continentales. Por las observaciones
realizadas en el estrán sumergido podemos suponer que los cantos correspondientes a los afloramientos sumergidos más próximos a la línea de costa pertenecían a la restinga flandriense. Desde
las inmediaciones de la Gola Central hasta los aledaños del cmiMA, creemos que la restinga
flandriense está aflorando.
- Desde el punto de vista evolutivo en la restinga actual pueden diferenciarse dos tramos.
El sector septentrional (hasta las inmediaciones de la Gola Central) es claramente erosivo y ba
experimentado un importante retroceso -tanto más marcado cuanto más al N- durante el Holoceno. Por ello en este sector la restinga flandriense ha sido desmantelada casi por completo. En
el resto -excepto en la zona arenosa- la restinga actual es la flandriense. Esta afirmación se
basa en tres hechos: el calibre de los cantos de la parte interna de la misma, la pátina gris que
los recubre y la existencia de un ridge de cantos sin pátina de unos 3 m de altura en la parte externa. La presencia de la pátina indica que los cantos no han sido movilizados por el oleaje durante
largo tiempo. Por otra parte el ridge se está formando durante los temporales más importantes.
Dado la altura del ridge y la diferencia de calibre entre los cantos del ridge (entre 5 y 7 cm de
diámetro medio) y Jos cantos de la parte interna (con medias superiores a los 9 cm) (SANJAUME,
SEGURA y PARDO, 1990), no parece probable que dichos cantos hayan sido depositados con las
condiciones que presenta actualmente el oleaje. Por tanto la restinga actual está formada por materiales retrabajados de la flandriense.
-Por lo que respecta a la evolución de la zona palustre, cabe suponer que la extensión y
posición de la albufera ha experimentado numerosos cambios durante el Cuaternario siguiendo
las pulsaciones positivas y negativas del nivel del mar. Debido a la falta de sondeos sólo se conocen noticias acerca del Holoceno. En efecto, el trabajo pionero de MEN~NDEZ AMoR y FwRSCHOTZ
(1961, 91-93) sobre palinología de esta albufera permite aventurar una hipótesis acerca del desarrollo de la turba. Según estos autores en la parte septentrional la estratigrafía es la siguiente: 90 cm
de «arcilla humosa», 345 cm de turba y 21 cm de «arcilla humosa». Las dataciones absolutas
indican una antigüedad de 6280:~::85 años a 420 cm, 4210:~::60 a 245 cm y 1670:~::45 a 95 cm.
De ser ciertos estos datos, la turba se habría desarrollado durante la segunda mitad del Atlántico,
el Subboreal y el primer milenio del período Subatlántico. La ratio de colmatación de la Albufera
seria, según ello, de 7'5 cm/100 afias para la turba y de 5 cm/100 años para Jos depósitos arcillosos.
La interrupción en la formación de turba la atribuyen los autores a la intrusión marina producida
como consecuencia de la «transgresión subatlántica». Estas intrusiones de agua salada son corroboradas también por CouAoo y RoBLES (1983, 118-120), dado que encuentran especies de moluscos altamente resistentes a los cambios de salinidad.
En definitiva, la presencia de restos pleistocenos marinos en la albufera de Torreblanca hace
que esta sea una de las zonas más ricas en afloramientos cuaternarios del N del País Valenciano.
Hay que destacar la dualidad de las fuentes de alimentación de este sector: por una parte, los cantos que tienen una procedencia local, ya que han sido suministrados por los barrancos periféricos.
Por otra, la fracción densa de las arenas demuestra la importancia que el Río Ebro ha tenido en
el abastecimiento de las playas y las dunas pleistocenas. De Jos estudios realizados se puede deducir la existencia de dos niveles de playa y otros dos de dunas que por el momento no se pueden
datar. Finalmente hay que señalar que la restinga actual coincide en buena parte con la restinga
flapdriense, aunque en la parte septentrional la acción erosiva del oleaje ha desmantelado la restinga previa, Jo cual evidencia que en la actualidad la restinga de Torreblanca es de tipo regresivo.
[page-n-19]
19
0.2. El yacimiento de la Edad del Bronce de Orpesa la VeUa
Francesc Gusi•
Este yacimiento de la Edad del Bronce se sitúa en un pequeño promontorio que se adentra
en el mar y se eleva unos 15 m de altura, ubicándose entre la playa de la Conxa y la Caleta de
la Viuda, en el término municipal de Orpesa. Geológicamente este promontorio está formado por
calizas y margas del cretáceo inferior.
Actualmente el yacimiento de la Edad del Bronce está muy destruido debido a la remodelación topográfica que sufrió esta punta para la construcción de edificios, así como por la construcción de la fortificación medieval existente.
El yacimiento se inicia a mediados del segundo milenio, con un asentamiento de viviendas
de planta rectangular realizadas con un pequeño murete de mampuesto muy mal preparado y subido con material perecedem Cabe destacar la pavimentación de los suelos y seguramente de las
paredes.
Esta fase del yacimiento en cuanto al material cerámico que nos ofrece es el típico de este
momento cultural, las vasijas bruñidas con perfiles aqui.llados por una parte y las formas más redondeadas sin tratamiento de superficie. Cabe destacar las evidencias de utensilios para la fundición de metales, lo que nos indica cierta actividad metalúrgica en el poblado.
El asentamiento parece perdurar durante el Bronce tardío durante toda la primera mitad del
primer milenio.
Su situación junto al mar lo hacen idóneo para que reciba en el siglo vn a. C. los primeros
contactos coloniales, como así parecen indicarlo las ánforas fenicias Vuillemot R.l encontradas
en los niveles superiores del yacimiento.
Los niveles de época ibérica que nos ofrece el asentamiento están muy destruidos por la construcción medieval, aunque esta fase del poblado queda atestiguada por la presencia de la típica
cerámica ibérica decorada con bandas y filetes. Hoy por hoy no parece que este momento ibérico
llegue a los siglos finales de la cultura.
la última ocupación del asentamiento vendría indicada por las construcciones medievales
de época musulmana que parecen indicarnos la existencia de un punto fortificado.
ll.3. El yacimiento ibérico de Torre la Sal, Ribera de Cabanes
Francesc Gusi*
u costa donde se sitúa este yacimiento ibérico es un área deprimida con antiguas albuferas
cerradas por restingas, la cual forma un arco litoral entre la desembocadura del Riu de les Coves
y el Penyó de Orpesa, en cuya inflexión máxima se encontraría el asentamiento.
Este yacimiento se sitúa dentro de una de las mayores marismas valencianas, entre las dunas
fósiles de las inmediaciones de Torre la Sal, y los relieves mesozoicos próximos al Hotel Koral (Orpesa), en un lugar donde la restinga se ensancha formando una pequeña elevación rodeada de
tierra, dentro de las marismas. Al mismo tiempo, la presencia de eolianitas indica la importancia
de la erosión marina, el oleaje destruye los restos de edificaciones ibéricas situados en la misma
linea actual de playa, predominando la tendencia regresiva de la costa y acumulando a escasos
metros, un cordón de gravas.
Desde el año 1979 que comenzaron los primeros trabajos de prospección submarina, hasta
hoy, se han ido constatando restos arqueológicos, tanto en tierra como bajo mar. Frente a los restos constructivos de la playa, a 600 m del litoral se ha comprobado la presencia de abundantes
muestras de ánforas de época romana (siglos n-1 a. C.) con algún otro resto anfórico más antiguo
y que cronológicamente. pertenecería al asentamiento ibero-romano de la costa.
El retroceso de la linea de costa es bien visible en este tramo de playa, ya que muchos restos
arquitectónicos han desaparecido en menos de diez años. Adentrándose en la mar, se aprecian
• Servicio Arqueológico. Diputación de CasteUó de la Plana.
[page-n-20]
20
los restos desmantelados de muros en una longitud de 50 m, aunque tras los temporales, es posible
ver más extensión al retirarse las arenas. las excavaciones efectuadas cerca de la actual Torre han
puesto al descubierto la continuidad de estructuras de habitación y almacenaje de productos reJa.
cionados con el área de desembarco, un nivel fechado sobre el siglo vt-v a. C. y una serie de remodelaciones efectuadas entre los siglos u y 1 a.C.
Al estar situado en una área de marismas, el nivel freático delimita una profundidad de excavación de 1 m. en época estival, pero dichos restos continuan a mayor profundidad. Al mismo
'20
tiempo, se ha formado una costra de 0'40 m. del nivel de tierra actual, muy dura por una sucesión
de pequeñas capas de arcilla y arena endurecida por la mayor permanencia del nivel freático a
esta profundidad, durante años, aunque esta formación es muy posterior al asentamiento ibérico
ya que se han quedado adheridas a restos cerámicos y muros ya existentes.
El yacimiento de Torre la Sal, se asentaría en una restinga hacia fines del siglo VI a.C., como
lugar de llegada de productos itálicos, nos indica un surgimiento en el siglo n-1 a. de J.C., tras un
periodo de abandono del siglo rv-m a. de C.
BffiLIOGRAFIA
M.A. y RoBLES, F. 1983: Estudio de las asociaciones de moluscos de la turbera holocena de Torreblanca (Castellón). Mediterránea Ser. Geol. , 1, pp. 105-142.
CuERDA, J. y SANJAUME, E. 1978: Datos paleontológicos y sedimentológicos del litoral pleistoceno de Santa Pola. Cuadernos de Geografia, 23, Valencia, pp. 19-62.
FoRTEA, J. 1975: Tipología, hábitat y cronología relativa del Estany Gran de Almenara. Cuad.
de Prehistoria y Arqueología Castellonense, 2. Castellón de la Plana, pp. 22-37.
GozALVEZ, V. y RossELI..O, V.M. 1978: la Serra del Molar y sus yacimientos pleistocenos. Cuadernos de Geografia, 23, Valencia, pp.J07-122.
Gust, F. 1974: Excavación del recinto fortificado del Torrelló de Onda (Castellón). Cuad. de Prehistoria y Arqueologfa Castellonense, l. Castellón de la Plana, pp. 19·62.
MATEu BELI...ÉS, J.F. 1982: El Norte del Pa!s Valenciano. Geomorfología litorol y prelitorol. Universitat de Valencia, Valencia, 286 pp.
MATEu, J.F. y CuERDA, J. 1978: Morfología cuaternaria de la costa entre l~Jtet y el Cap de Santa Pola. Cuadernos de Geograjla, 23, Valencia, pp. 63-82.
MENt!NDEZ, J. y FLORSCHtlTZ, F. 1961: Contribución al conocimiento de la historia de la vegetación en España du.rante el Cuaternario. Estudios Geológicos, vol. XVII, pp. 83-99.
RossELL.O, V.M. 1975: El medio geográfico deis Estanys d~lmenara y su hábitat arqueológico. Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonenses, 2, Castellón, pp. 14-21.
ROSSELL.O, V.M. y MATEu, J.F. 1978: El litoral cuaternario de Santa Pola. Cuadernos de Geograjla, 23, Valencia, pp. 1-18.
SANJAUME, E. 1974: El cordón litoral de la Albufera de Valencia. Cuadernos de Geograjla, 14,
Valencia, pp. 61-96.
SANJAUME, E. 1985: la calcoarenita de la restinga deis Estanys d'Almenara. En Pleistoceno y Geomorfología li((}rol, Homenaje a Juan Cuerda, Universitat de Valencia, Valencia, pp. 175-188.
SANJAUME, E. 1985: Las costtJS valencianas. Sedimentologfa y morfología. Universitat de Valencia, Valencia, 505 pp.
SANJAUME, E. y GOZALVEZ, V 1978: CA!bufera d'Eix y su litoral. Cuadernos de Geogrojla, 23,
.
Valencia, pp. 83-106.
SANJAUME, E. y SEGuRA, F.S. 1986: Análisis morfológico y sedimentológico de la llanura aluvial
entre Orpesa y la Ribera de Cabanes. Saitabi, XXXVI, Valencia, pp. 365-397.
SANJAU E., SEGU F.S. y PARDO, J.E. 1990: Procesos y formas en una restinga en retroceso:
ME,
RA,
el caso de la Albufera de Torreblanca. J• Reunión Nacional de Geomorfologfa, Teruel,
pp. 375-384.
SEGURA, F.S. 1990: Las ramblas valencianas. Universitat de Valencia, Valencia, 229 pp.
CoLLADO,
[page-n-21]
EXCURSION
B
CUATERNARIO LITORAL
DE LA PROVINCIA DE ALICANTE
SECIDR PEGO-MORAIRA*
Coordinadores:
Ma
P. FUMANAL,
V. VILLAVERDE,
J. BERNABEU
Colaboradores:
R. Buxó, J. C ASABó,
M. D UPRÉ, C. FERRER, J. GISBERf, P. ÜUILLEM,
R. M ARTÍNEZ, G. MATEU, J. REY, M a J. RODRIGO,
L. SOMOZA, J. U SERA, M a J. VIÑAI..S
E. BADAL,
G . BELLUOMINI,
Patrocinadores:
AYUNTAMIENTO DE DÉNIA
AYUNTAMIENTO DE XÁBIA
• El contenido cientiftCO de este uab¡ijo se ha beneficiado de los proyectos «Pleistoceno superior y Holoceno en el w va·
lenciana» DGCYT PB89·0524; <
[page-n-22]
PROVINCIA
D'ALACANT
Cobo S.Mor11
Cobo Lo,...,
MAR
MEDITERRANEO
FIGURA 5
Puntos de parada de la Excursión B
[page-n-23]
23
l. PARADA l. EL HOMBRE Y SU ENTORNO
1.1• .úl Cova de les Cendres (Moraira. Teulada)
Emestina Badal* Joan Bemabeu*, Ramón Buxó•••, Michele Dupre••, M• Pilar Fumanal.., Pere
,
Guillem•, Rafael Martinez•, M• José Rodrigo• y Valentín Villaverde*
L A Cova de les Cendres está situada en la Punta de Moraira (feulada). Se abre en un cantil for·
mado en calizas cretácicas cenomanienses que se eleva casi directamente sobre la linea de costa,
a unos 50 m sobre el nivel del mar.
La cavidad, cuya génesis se vincula al plano vertical de una línea de fractura en el paquete
caliro, se estructura en una amplia sala de unos 30 por 20 m, a la que se accede por una holgada
abertura orientada al SE y acentuada, al igual que el espacio circundante del yacimiento, por el
desplome de grandes bloques a partir de la visera (FUMANAL y YffiALS, 1989).
Este yacimiento presenta un interés particular; por un lado su ubicación, inmediata al mar
lo relaciona con el problema de la difusión marítima del Neolltico y, de otro, representa un tipo
de hábitat distinto al de los yacimientos neolíticos valencianos mejor conocidos (Cova de I'Or y
Cova de la Sarsa). Por otra parte, la existencia de niveles magdalenienses permite evaluar, a partir
del estudio de la fauna, la evolución de la linea de costa y la economía de las últimas sociedades
cazadoras y recolectoras durante el Thrdiglaciar.
Thdo ello motivó la realización de excavaciones sistemáticas en el yacimiento, tarea que se
viene realizando desde 1981, en el denominado sector A, bajo la dirección de J. Bernabeu para
los niveles holocenos y V. Yillaverde para los pleistocenos, contando con la colaboración de un
amplio equipo interdisciplinar. Aquí se expondrá un primer avance de la evolución cultural, pa·
leoambiental y paleoeconómica de la secuencia del yacimiento.
Los resultados que aquí se ofrecen para los niveles paleoliticos tienen un ca.rácter preliminar,
ya que van referidos a un sondeo efectuado en el cuadro A·17 durante el año 1986. Su finalidad
fue establecer una primera aproximación a la secuencia pleistocena, dilucidando su potencia y
alcance de la evolución magdaleniense.
Finalmente conviene señalar que la secuencia pleistocena y la holocena ofrecen un hiatus
estratigráfico y cultural, con la inexistencia de los momentos correspondientes al inicio del holoce·
no y las industrias epipaleoliticas. La justa evaluación de las causas de este hiatus se ve dificultada
como consecuencia de la importante acción desarrollada por el hombre del Neolítico I en el nivel
de sedimentación que encontró a su llegada, al proceder a la excavación de numerosas fosas, al
menos en el sector hasta ahora excavado. En cualquier caso la inexistencia de materiales corres·
pondientes al Epipaleolitico geométrico en los primeros niveles neoliticos, que sin embargo proporcionan algunos materiales magdalenienses o epipaleoliticos antiguos claramente vinculados a
la excavación de las referidas fosas, indica que previa a la intervención antrópica neolitica hubo
un proceso erosivo que afectó a la totalidad de los paquetes del Bpipaleolitico geométrico o que
la cavidad permaneció desocupada durante esa etapa. Una mayor definición sobre este problema
debe aguardar al resultado de la excavación en extensión del sector A.
1.1.1. Niveles pleistocenos
1.1.1.1. Estratigrafia
El comentario estratigráfico que sigue se limita a los niveles vistos a partir del sondeo efectuado en el cuadro A-17, a.l no haberse alcanzado la base de la sedimentación. La potencia total
de los paquetes pleistocenos rebasa ligeramente el metro y su disposición interna permite dividir·
los en tres subunidades, cuya descripción, en sentido deposicional, seria la siguiente (fig. 6):
• {Departament de Prehistória. Arqueología. Uo.iversilat de Valéocia)
• • {Departament de Geografía. Universiuu de Valéncia)
' " (Museu de l'rl:história de Girona)
[page-n-24]
1
A.17
_)_
1
~
-----------------------------
FIGURA 6. Corte Sagital derecho en A.l7
Niveles pleistocenos de la Cova de les Cendres
[page-n-25]
25
NIVEL III. De base a techo alcanza una potencia entre 20 y 30 cm. Su geometría es subhorizontal y está formado por un 60% de fracción canto a la que se añaden escasas gravas (10%).
La matriz fina es arc.illoarenosa y el conjunto ofrece una disposición masiva. Los cantos, con predominio de tamaño pequeño (1 a 3 cm), ofrecen un elevado índice de alteración. En todos los casos son altamente deleznables a la presión de los dedos y su aspecto externo es blancuzco, con
apariencia de tiza. La morfología es poliédrica con un perfil subredondeado y presentan abundantes perforaciones de líquenes. Sólo en dos casos pueden clasificarse como plaquetas.
NIVEL U. Bn contacto normal respecto al anterior, este nivel muestra una potencia en 50
y 70 cm. Pese a su aparente escasa variación interna se subdividió en tres unidades atendiendo
a las variaciones teXturales:
Inferior (Uc), compuesto por algunos elementos cuya envergadura supera los 10 cm., a los
que se añaden escasos cantos y gravas (15%). La matriz es arc.illoarenosa. Sin disposición estructural defmida, las características de la fracción gruesa parecen señalar una clara continuidad con
las descritas en el nivel anterior, aunque su presencia es muy inferior. Siguen observándose perforaciones de líquenes.
Medio (llb), con un 45% de cantos y un 10% de gravas que aparecen en posición caótica
(frecuentemente subvertical u oblicua en la base), varia bruscamente su textura global. La morfología es claramente subangulosa, con aristas vivas; abundan las plaquetas (prácticamente una tercera parte de los elementos elásticos tienen forma aplanada). Los finos repiten la composición del
depósito previo.
Superior (Ila), experimenta un ligero aumento en la fracción gruesa, que pasa a representar
en total un 60% de la textura global. Los elementos angulosos y aristados perduran y se reconocen abundantes plaquetas en los tamaños pequeños (1 a 3 cm.). Los finos, masivos, son arci!Joare·
nosos.
NIVEL l. La base aparece en contacto normal sobre el lla y el techo muestra huellas erosivas
y discordantes con relación a los niveles superiores, ya con industria neolítica. De hecho el nivel
tan sólo se conserva en la mitad interior del corte sagital, habiéndose excavado en una superficie
no superior a los 0'25 m2• Algunos bloques y cantos aparecen en posición subhorizontal. Su aspecto es subanguloso y poco evolucionado, aunque podría determinarse cierta alteración superfi·
cial. La potencia varía entre 20 y 30 cm. Los clastos marcadamente aplanados pasan a ser los más
abundantes de todo el perfil y su tamaño es también mayor. Una matriz arcillosa (52% de arcilla)
engloba la fracción gruesa.
1.1.1.2. Interpretación de los rasgos sedimentológicos
La primera observación a destacar en el perfil considerado es su discreta potencia. Además,
el hecho de que el desarrollo en profundidad se desconozca aconseja una máxima prudencia a
la hora de ponderar las posibilidades de interpretación que se derivan de los rasgos sedimentológicos. (Fig. 7).
Una aproximación previa a las caracterfsticas de los materiales que integran los tres niveles
descritos podría abordarse a partir de las particularidades de la fracción gruesa. Como se ha visto,
la proporción es variable, aunque hay que destacar que la presencia de escasos bloques desvirtúa
la composición mostrada en el gráfico de textura global del sedimento. En realidad hay dos niveles
en los que su importancia es máxima: el III y el Ila, mínima en el llc y moderada en el l.
La morfología y grado de alteración de tales elementos a lo largo del perfil afladen una nota
diferenciadora. Con gran claridad, la zona basal (nivellll) ofrece un elevado grado de alteración
y porosidad, hecho que obedece a la actuación de procesos de disolución que han afectado tanto
la parte externa como interna de los cantos y gravas cuya evolución es paralela. Thles procesos
remiten al parecer gradualmente, reconociéndose aún en el nivel llc y desapareciendo de forma
total en los niveles llb y Ila. Un ligero aumento en dichos índices se detecta por último en el
nivel superior l. El aspecto superficial de la fracción gruesa tiene también diferencias notables,
adquiriendo angulosidad creciente a partir del subnivel lib.
Por su parte, la fracción fina del sedimento que aparece siempre en proporción importante
muestra una persistente homogeneidad en sus rasgos generales. La textura sistemáticamente es
[page-n-26]
TEXTURA GLOBAL
TE XTU RA
F I NOS
~ B LOQUES ~ GRAVAS
[Zj ARENAS 1$ ;]
1':-,o':;.l C ANTOS
O L IM OS
f;~~~
C A LCI METRIA a/ 10g
f i NO S
BERNARD
POROSIDAD
Cantos
ARCILLA S
A LTERACION
370
380
390
400
41
420
111
430
FIGURA 7
Rasgos sedimentológicos de los niveles pleistocenos de la Cova de les Cendres
[page-n-27]
27
arcillosa (entre 40 y 50%) y el contenido en carbonatos puede calificarse de masivo, con una cierta disminución en el rango menor de partículas en la base del depósito, lo que parece obedecer
a una leve migración hacia nieles inferiores a partir de suaves procesos de lavado. El transporte
de los materiales deducible de las curvas e histogramas granulométricos corresponde en todos los
casos a desplazamientos en masa, bien simplemente gravitatorios, bien mediante la actuación de
flujos hidricos de escasa competencia que, en todo caso, afectarían especialmente al nivel m.
1.1.1.3. Secuencia cultural
Descritas las características industriales de los niveles pleistocenos de Cendres a partir d.el
estudio del material recuperado en el sondeo realizado en el año 1981 (VILLAVERDE, 1981), donde
se señalaba la existencia de un Magdaleniense superior bien definido en lo lítico y lo óseo, lo primero que cabe señalar con respecto a la secuencia obtenida en el sondeo del cuadro A-17 es que
los estratos II y m vienen a perfilar con mayor detalle la evolución del Magdaleniense superior
de Cendres, el denominado nivel II de la campaña de 1981. Definen el momento el elevado porcentaje del utillaje microlaminar y el eqwlibrio entre raspadores y buriles, destacando en el estrato m(capas 48-53) una rica industria ósea, azagayas de doble bisel y varillas, a la que habría que
añadir el fragmento distal de arpón plano, con dos dientes, localizado en 1981.
los comentarios sobre la evolución del Magdaleniense superior-final se Jimjtan en la actualidad al estrato III, mientras que la industria del estrato II -muy reducido en el cuadro A- 17
como consecuencia de la existencia de fosas excavadas desde los niveles neoliticos y algún boquete
realizado por clandestinos- queda pendiente, a la espera de incorporar en su estudio el material
recuperado en la excavación efectuada durante el presente año en el cuadro A-18. Bástenos señalar
por el momento que la industria ósea sigue estando presente, aunque con menos evidencias, habiéndose documentado incluso un arpón de sección plana y aspecto notablemente evolucionado
en el tercio superior del estrato. Circunstancia, esta última, que no entraría en contradicción con
la idea de que estaríamos ante momentos bastantes avanzados desde el punto de vista cultural
y cronológico, relacionables con el tránsito del Magdaleniense al Epipaleolitico microlaminar o
incluso en este último -verdadero Epimagdaleniense en Cendres, a la vista de esta pieza-.
la adscripción de la industria del estrato III al Magdaleniense superior se confirma, además,
a partir de la datación de C 14 obtenida en este nivel, que con un resultado de 12.650±80 B.P.,
coincide con el cúmulo de dataciones que en el ámbito med.iterráneo peninsular fechan esos mismos momentos (Bora Gran, Matutano y Nerja) (ÜLARIA et a/ii, 1985, SoNNEVILLE BoRDES, 1973
y AuRA, 1986), a la vez que muestra también una coincidencia con lo conocido en el ámbito cantábrico (GONZÁLEZ SAJNZ, 1989).
L1.1.4. Antracologfa
los resutados antracológicos de los niveles pleistocenos van referidos al nivel m (en los gráficos y atendiendo a la correlación con la secuencia neolitica, provisionalmente estrato IX), ya que
los niveles II y I proporcionaron muestras de carbones muy reducidas, lo que impedía su cuantificación.
Del nivel mdisponemos de tres muestras antracológicas, que corresponden a tres capas artificiales de aproximadamente 10 cm. de profundidad, cada una de ellas. Se han analizado un total
de 879 carbones en los cuales se han identificado 8 taxones vegetales.
las tres muestras de carbón constituyen la fase antracológica CC.l. Se trata de una formación vegetal dominada por taxones heliófilos, en concreto Pinus nigra (pino negra!) y Juniperus
sp. (enebros). Se constata una progresión de Pinus nigra y Quercus i/ex-coccifora (carrasca, coscoja), mientras que Juniperus tiende a disminuir. los otros taxones representados son: l..eguminosae
(leguminosas), Erica multiflora (brezo), Sorbus-Cratllegus (espino, mostajo), Ephedra sp. (belcho)
y VIScum sp. (muérdago). En definitiva, este conjunto floral y en las proporciones en que están
representados los taxones (Fig. 15), responde a unos parámetros bioclimáticos relativamente fríos,
que podríamos clasificar de supramediterráneos y con un ombroclima, tal vez, seco o subhúmedo.
[page-n-28]
28
La fase antracológica CC.I muestra una vegetación pleniglacial, que en nuestras latitudes tomó
una forma más suave que en las regiones del norte del Mediterráneo o en zonas del interior, donde
se desarrolla una vegetación de tipo montano o incluso subalpina en los yacimientos de montaña.
El paisaje sería abierto.
La secuencia presenta un hlatus, por lo tanto desconocemos la vegetación que uniría el estra·
to III pleistoceno con el VI de la secuencia holocena. Por la tendencia de la curva de Quercus
ilex-coccifera en el nivel magdaleniense, que tiende a progresar, y como lo encontramos en el Neolítico 1, junto a otros datos obtenidos en la región (DuP!lb, 1988; UZQUIANO, 1990) se puede plantear la hipótesis de que el óptimo del carrascal se produce durante el Epipaleolítico e inicios del
Neolítico.
1.1.1.5. Microfauna
La Cova de les Cendres presenta en los niveles pleistocenos l al lll (capas 31 a la 53) un total
de 634 individuos mínimos pertenecientes a 8 especies (Erinaceus europaeus, Crocidura sp., Elyomys quercinus, Microtus duodecimcostatus, Microtus arvalis, Microtus cabrere, Arvicola sapi·
dus y Apodemus sylvaticus). Todas estas especies, salvo Microtus arvalis y Microtus cabrere, ocu·
pan en términos generales los pisos de vegetación mesomediterránea y termomediterránea. (Fig. 8).
Microtus cabrere presenta una distribución mucho más amplia y está ligado a formaciones
de junco y anea, sin necesidad de cursos de agua continuos como Arvicola sapidus. En el País
Valenciano, al igual que a lo largo de toda la fachada med.iterránea, desapareció a partir de los
momentos correspondientes al Bronce, seguramente debido a una mayor aridización y a un progresivo deterioro ecológico provocado por la presión agrícola (CABRERA et al. 1982).
Microtus arvalis vive en los pisos alpinos y subalpinos de los Pirineos, en la Cordillera Cantá·
brica, en el Sistema Ibérico y la Sierra de Gredos. Su biótopo primario está constituido por los
pastos abiertos no muy húmedos y sin vegetación alta (GosALvEz, 1987). En Penyagolosa presen·
ta una distribución ligada a los pinares albares y a las formaciones de matorral pradera adaptadas
a las duras condiciones de la alta montaña, de la misma manera que ocurre en Gúdar, Albarracin
y Javalambre.
En su conjunto el registro faunístico presenta una serie de rupturas a lo largo de la secuencia,
que creemos se deben a razones climáticas, pues en ninguno de los casos obedecen a un cambio
en la estrigiforme responsable del acúmulo de micromamíferos (1.Yto alba), si bien somos conscien·
tes de que la presencia de Erinaceus europaeus y gran parte de los ejemplares de Arvico/a sapidus
está motivada por los hábitos alimenticios de Bubo bubo, ave especializada sobre todo en la caza
de Oryctolagus cuniculus.
De la capa 53 a la 35 podríamos pensar que nuestros micromamiferos están registrando las
últimas pulsaciones frías de la última glaciación. las especies forestales (Eliomys y Apodemus)
en el mejor de los casos apenas si Llegan a representar el 40% del total del conjunto faunístico.
Estos dos taxones más bien registran un comportamiento a la baja, que se acentúa todavía más
a partir del momento en el que Microtus arvalis ocupa los pisos oromediterráneos en su distribu·
ción más meridional de la Peninsula Ibérica (Gúdar, Albarracin, Java.lambre y Penyagolosa).
Las capas 35 a 39 (Estrato 1 y lla) los micromamiferos podrían estar señalando una situación
climática más favorable anunciándonos ya los momentos holocenos; las especies forestales están
mejor representadas.
En el resto de la secuencia la gran importancia que toma el grupo de los microtinos, superando o igualando en número a los múridos, obedece a un comportamiento que queda registrado
en las dietas alimenticias de 'JYto alba en latitudes más septentrionales, con un clima mucho más
húmedo que el de la fachada central mediterránea. Podríamos por tanto pensar en un momento
frío y húmedo, sin estaciones secas muy marcadas como ocurre actualmente; salvo en los momentos fmales (capas 48 a 53) con unas condiciones climáticas más secas.
Las capas 31 a 34 pertenecen ya al Holoceno, las especies forestales poseen una mayor importancia numérica y no aparece ninguna especie «fría». La interpretación de la secuencia faunistica
no resulta nada fácil, Microtus duodecimcostatus representa a una parte importante del conjunto
faunistico, algo muy similar a lo que ocurría de la capa 35 a la 53, no obstante, creemos que la
[page-n-29]
19
31
32
33
34
35
36
37
38-39
40-41
42-43
44-45
46-47.
48-49
50-51
52-53
SS
68
89
49
S7
SS
SS
~odemus
1 A. omys
el
~
ii
•
sa~dus
M. ca rerae
M. arvalis
Pitymys
Eriilaceus
Crocidura sp.
94
16
S2
12
8
8
6
o
1o
20
30
40
5.0
60
70
80
100 1 1o 120 130 140 15
90
FIGURA 8
Distribución de los micromamíferos de la Cova de les Cendres por capas y N.M.I.
A - 17
Ceatlres
111
11
44
CAPAS 52153 51150 !49148 47146 451 43/42 41140 39/38
Cecvus elaphus
Capra pyrenaica
Rupicapra rupicapra
Bovidae
Equuscaballus
Equus hydruntinus
271
20
249
17
187
33
103
12
36
1S
1S
S
S
3
19
37
17
S
2
1
2
8
2
3
6
1
Canislupus
Vu1peswlpes
Lynxpardina
Felissilvesuis
Monachusmonachus
1S
Oricto1aguEunicutus
Lepus capensis
1270
10
1
2
13
6
1
5
1397 1010
17
11
4
196
9
2
203
3
1
2
259 142
1
3
82
146
1
3
FIGURA 9
Relación del número de restos identificados en la secuencia de la Cova de les Cendres,
distribuidos por especies
[page-n-30]
30
aparición de esta especie puede obedecer a dos comportamientos distintos. Durante el Pleistoceno
ocuparía los prados climáticos naturales, mientras que en el Holoceno las actividades antrópicas
pudieron favorecer su expansión, al mismo tiempo que se desarrollaban unas condiciones climáti·
cas más húmedas que en la actualidad.
IJ.l.6. Mamlferos, lagomoños y aves
l. Presentación de la muestra
El sondeo realizado en la cuadricula A-17 de la Cava de les Cendres ha proporcionado un
total de 20.660 restos óseos pertenecientes a macromamíferos, mesomamíferos, lagomorfos y aves
de los que han podido ser identificados especifica y anatómicamente 5.940, es decir, el 28'75%
de la muestra.
Entre los restos identificados observamos un predominio de los lagomorfos, que suponen en
el total de la secuencia del yacimiento el 80'18%, seguidos por los restos de herbívoros, 17'44%,
las aves con el 1'49% del total y por último los carnlvoros, que representan el 0'87%.
En lo que respecta a los restos no identificados, se constata un predominio de los fragmentos
de diáfisis de tamaño igual o inferior a los 30 mm.
Hemos estudiado los agentes que han podido intervenir en la tafocenosis definida en el yací·
miento, asl como su incidencia en la elevada fracturación de los restos óseos; nos referiremos en
primer lugar a los responsables de la deposición de los huesos. las abundantes marcas de carnice·
ría presentes sobre los restos óseos de todos los grupos taxonómicos, incluidos Jos carnívoros, fren·
te a la irrelevancia de los huesos con marcas producidas ·por predadores no humanos permite afir·
mar claramente la responsabilidad antrópica en la deposición.
los procesos diagenéticos no han afectado de forma significativa a los restos óseos recupera·
dos en el yacimiento, solamente llamaríamos la atención sobre la presencia en las capas superiores
(Capa 37) de tres fragmentos que muestran sobre la cortical sefiales de pulido por agua.
2. Distribución de especies
2.1. Mamíferos
Mostramos la distribución de especies identificadas en el yacimiento. (Fig. 9).
A lo largo de toda la secuencia el ciervo será el macromamifero mejor representado, con por·
centajes que oscilan entre el 78 y el 88% del total de restos identificados. Le sigue en importancia
numérica la cabra montés que mantiene una tendencia alcista, incrementada hacia los momentos
más recientes, tanto por un ligero descenso del número de restos de ciervo como por la desapari·
ción de los restos de caballo a partir de la capa 47.
la caza del ciervo se centra fundamentalmente sobre ejemplares de edad comprendida entre
8 y 36 meses, de ellos se transportan al yacimiento las extremidades y en menor medida los restos
craneales y el esqueleto axial. Por los modos de fracturación de los restos óseos tenemos pruebas
tanto de la extracción del tuétano en los huesos largos, como de la grasa de las epíflsis y huesos
compactos, realizada por cocción.
las marcas de carnicería observadas asimismo sobre los restos de Jagomorfos y aves indican
la importancia de ambos grupos taxonómicos como proveedores de carne.
Entre los carnívoros observamos un predominio de los restos de lince mediterráneo. La pre·
sencia puntual de la foca monje en las capas 48·49 indicaría contactos con el litoral o con estuarios, circunstancia avalada por la identificación de aves que frecuentan estos ecosistemas.
[page-n-31]
31
2. Restos de aves
En la Figura JO mostramos la lista de especies identificadas as! como los restos que sólo he·
mos podido identificar a nivel de familia o género, bien debido a la falta de material de comparación o como consecuencia de su estado fragmentario:
A pesar de que la muestra es escasa, sobre todo en el estrato más reciente (El), hemos distribuido las especies identificadas dentro de los grupos climato-ecológicos definidos por Vilette (1983)
con el fin de contribuir a la reconstrucción del paleoambiente inmediato al yacimiento. En los
casos en que no hemos podido Uegar a la identificación específica, caso de Jos ansares, hemos
optado por su inclusión en el grupo 7, es decir, el de las especies vinculadas con las orillas de las
zonas acuáticas, ya que todas las especies de ansares requieren tanto en sus á.reas de reproducción
como de invernada territorios encharcados.
En Jo que se refiere a las palomas el problema es mayor ya que dos especies de morfologia
ósea muy similar y difícilmente diferenciables; la paloma bravía (Columba livia) y la zurita (CoJumba oenas) muestran exigencias ecológicas diferentes, así la paloma bravía quedaría i. cluida
n
en la categoría 8 de especies de roquedo y montaña, mientras que la zurita lo estaría en la 5, es
decir, los bosques templados. En nuestro caso los restos identificados presentan caracteres morfo·
lógicos y biométricos más cercanos a Columba livia, por lo que hemos optado por incluir todos
los restos de palomas en la categoría 8, posibilidad en nada discordante con el entorno quebrado
de la Cueva.
A la vista del gráfico (Fig. 11) llamaríamos la atención sobre la similitud de los estratos ill
y JI, ambos con un predominio de las especies de roquedo, claramente determinado por el emplazamiento del yacimiento, seguidas por las especies de espacios abiertos templados y fríos, entre
las que destacaríamos la chova piquigualda (Pyrrhocorax graculus), especie que en nuestras latitudes puede adquirir el rango de especie indicadora de condiciones frias. Por otra parte encontramos
mejor representadas las especies del bosque templado en el Estrato m, dada la presencia del mirlo
(1Urdus merula), el zorzal común (1/Jrdus viscivorus) y el gavilán (¡f.ccipiter nisus), si bien la esca·
sez de restos no permite otorgar a ello una excesiva significación. Sí llamaríamos la atención sobre
la presencia en ambos estratos de aves relacionadas con las zonas húmedas (género Anser) que,
a falta de una identificación especifica que permita llegar a conclusiones de tipo paleoclimático,
nos autoriza al menos a concretar la existencia en las proximidades del yacimiento de zonas lagunares con abunda.nte vegetación, medio idóneo para estas aves.
En relación con la aparición de dos especies «marinas», el ostrero (Haematopus ostre/agus)
en el estrato II y el Correlimos zarapitin (Ca/idris forruginea) en el I, no podemos ser tajantes,
ya que aunque Vilette incluya a ambas en la categoría climato-ecológica de las orillas marinas,
no podemos descartar que su presencia en estos momentos en Cendres se encuentre mediatizada
por la existencia de áreas lagunares, utilizadas por estas especies como lugares de descanso en
sus desplazamientos migratorios, así, Calidris ferruginea es citado en yacimientos franceses del
interior como Font Juvenal y Abeurador (VILETrE, 1983) ya en momentos holocenos y en clara
relación con zonas húmedas interiores y el ostrero, fuera del período reproductor es observable
en grandes grupos en lagunas y marismas (BEZZEL, 1989). No obstante habrá que tener en cuenta su aparición en estos momentos en Cend.res, ya que tampoco podemos negar que su presencia
en el yacimiento en momentos posteriores al Dryas 11, aparentemente relacionado en la secuencia
de Cendres con el Estrato m, pueda encontrar justificación en las distintas fases transgresivas que
se desarrollaron durante el Thrdig]aciar.
1.1.1.7. Ictiofauna
La secuencia pleistocena de la Cova de les Cendres ha proporcionado un escaso número de
restos ícticos - un total de 6- lo que contrasta con la riqueza ofrecida por los niveles holocenos,
si bien es cierto que en los niveles paleolíticos sólo se ha llevado a cabo, basta el momento, un
sondeo mientras que los correspondientes al Neolítico y momentos posteriores han sido excavados
en extensión. De todas formas, si para estos momentos antiguos comparamos la proporción existente entre los restos pertenecientes a mamíferos y aves y Jos restos lcticos, siempre teniendo
[page-n-32]
m
Bolnto
Capá
Aluolidae
1
11
S3·52 SI-SO 49-43 47-<46 4S--+4 43-42 41-40 39-38
1/1
211
1/1
1/1
1/1
Acccipilridae
1/1
Aquila ca.,-os
l/1
1/1
AccciJ.1« aisus
Falc:o dn....,¡us
37
1/1
1/1
111
111
Falco coiUJDbll'ius
Aleaoris sp.
Cocurai>: ccwraix
211
Cbondridae
111
CalldrU
211
1/1
1/1
111
1/1
1/1
r...,ia.ea
1/1
Haematopus ootrmgus
Columbalivia/oeaas
111
Sf1.
1/1
8f1.
1/1
l/1
9f1.
Bubo bubo
Apvsapvs
l/1
3/1
111
Stri¡idae
1/l
1/1
5f1.
LuUvla ~~~torea
1/1
Turdus sp.
111
Turdus~~~
1/1
Turdvs mmlla
Fn.,.u¡du
Pica pica
1/1
1/1
111
l')mocoru pynlloc:oralt 211
111
l')'rrlloooru ¡ncvlus
311
111
111
1/1
1/1
L/1
111
211
l')mocoru sp.
1/1
111
1/1
1/1
Corvos mooedula
Corws coroae
'RdOS idealificados
111
18/12
1/1
18/1
8/8
615
13/6
313
40.
Resros 110 idealificados 10
13
10
S
12
3
4
1
:lS
31
28
13
18
4
17
6
8
11
TOTAL
15/9
4/4
FIGURA 10
Número de restos de aves identificados y número de individuos que representan
en los estratos III (Cl4: 12.650:80), II y I de la Cova de les Cendres, Thulada, Alicante
locus dl.raJII.Oo-t
• a......
•
1)ac-obiti\Otltiot
•
Roo¡.. ....,.....
EiJ
~crto ca.pl~
o B<:rdrdt-r•
[3Roq .....
• x.....c¡,_............,
11
el
~qublq
111
120
FIGURA 11
1.00
[page-n-33]
33
presente el sesgo introducido en la muestra que estudiamos por los problemas de su conservación
diferencial, parece razonable pensar que durante los tiempos paleolíticos de ocupación de la cueva
la explotación de los recursos marinos revistió un carácter muy marginal. Hecho este, relacionable
quizás con la regresión del nivel marino durante el Pleistoceno superior, lo que incrementaría la
distancia de la cueva al mar.
Los restos recuperados parecen tener un carácter antrópico, tanto por su contexto de aparición como por las señales de fuego que muestran. las dos especies representadas: Pagellus erythrinus (pagel) y Dicentrarchus /abrax (lubina), son marinas, si bien esta última puede penetrar en
lagunas litorales y estuarios.
1.1.2. Niveles holocenos
1.1.2.1. Estratigrafía
A continuación se describirían brevemente, de base a techo, las características de los niveles
sedimentológicos neolíticos aislados en el yacimiento. Su correlación con los estratos y niveles de
ocupación arqueológicos puede verse en la figura 12.
NIVEL X. Se inicia con unas laminaciones oscuras correspondientes a la base de un suelo
de ocupación. Sobre ellas se deposita un sedimento formado por varios bloques, así como cantos
y gravas masivos y sin alteración, en proporción importante (80%). Matriz arenolimosa. Potencia
media 60 cm. Incluye los estratos Vle, VId, Vlc, H. 18 y H. 17.
NNEL IX. Cantos y gravas, angulosas, en proporción de un 40%, con matriz arenolimosa.
Estructu.ra interna masiva. Potencia media de 40 cm. Incluye los estratos Vla., Vlb, H. 154
y H.l6.
NIVEL VIII. Contiene una menor proporción de fracción gruesa (30%), algo más evolucionada que en Jos casos anteriores. Los finos son arenolimosos en la base y pasan a francamente
arcillosos en el techo del estrato. Incluye los estratos VI, Vd, H. 15, H. 14 y H. 13.
NIVEL VII. Está formado por un 40% de fracción gruesa, heterométrica, de marcada procedencia antrópica, envuelta en una matriz arcillosa. Incluye los estratos Ve, H. 12 y H. 11.
NIVEL VI. Brusca disminución de los elementos gruesos, que aparecen alterados y con elevada porosidad. Matriz arenosa. Estructura interna masiva. Potencia media de 40 cm. Incluye los
estratos Vb, Va y H. 10.
NIVEL V. Escasa presencia de cantos y gravas (20%), con bordes alterados y desgastados.
Matriz limoarenosa y disposición interna masiva. Potencia media de 25 cm. Incluye los estratos V,
IV, H. 9b, H 9a y H. 9.
NIVEL IY. Bastante homogéneo; aumenta ligeramente su fracción gruesa (30%). Matriz limoarenosa. ·Potencia media de 40 cm. Incluye los estratos lile, Illb, lila, H.8, H. 7 y H. 6.
NIVEL UI. Delgadas laminaciones alternantes, blancuzcas y oscuras, que parecen obedecer
a la acumulación de sucesivas capas de «guano» y cal, conforman este nivel. Al mismo tiempo,
se intercalan abundantes cantos con disposición horizontal. Fracción fina limosa, masiva. Potencia media de 40 cm. Incluye los estratos m, lla, H. 5, H. 4 y H. 3.
NIVEL n. Estructura lenticular de unos 20 cm., a la que superpone localmente una alinea·
ción de cantos angulosos y poco alterados. Incluye los estratos II y H. 2.
NIVEL J. Abundante fracción gruesa (50%), de aspecto anguloso, acompañada de limos y
materia orgánica. Potencia media entre 10 y 20 cm. Incluye los estratos la, l, H. l. y H. O.
1.1.2.2. Secuencia cultural
Los resultados que ahora se presentan están basados en los estudios previamente realizados
sobre los materiales correspondientes a las campañas de 1981-1986 (BERNABEU, 1988 y 1989). Los
más de tres metros de sedimentación que separan el primer nivel neolítico del techo de la secuencia muestran, a través de los cambios en los estilos cerámicos, una completa y detallada evolución
desde el Neolítico Cardial hasta la Edad del Bronce.
[page-n-34]
PROF; CM.
POifl.. EST1WJJWl)O
~S ca.Oit SIM..NSELl.
r.~
MliQ:N
CERAiollCAS USAS
YR 612
H·l
lt-~
111
S YR
~/1
~S
1 EDoiD DEL BROOCf
NXJSTRIJ. OSEA
•GIIS ROSACEO
11
INtlJSTR!lS
U.
4110±UO
4280:H60
~ roso l HCftllCNTE CAO..~ORME
GRIS
11-l
H·~
- =...¿H·~
IV
~ YA 612
GRIS ROSAa:O
4700 ± 110 1 CfJWIICAS LISJIS Y1 KEOLITICO. 11 8
PEINADAS
5330±12.0
H·8
V
H·9o
D YR 4/Z
r.wmtl GIIISACEO
OSCUIO
7,~ YA 1/2
VI
CERAMICAS
5~ :1: 80 1 ESG:IWIADAS
N'.EOUTICO. 11/<
H·IO
~-·.;-~H-11
... ~~ · ·_ H·l2:
VIl
t-....._
o
DYR612
_
r.!ARROH CJUSACtO
10 YR 612
r.wmtl GRISI>CEO
15820 ±130 1 CEJUMICAS LISAS Y 1 HEOLIT~. 1 C
PEINAOJIS
Cl-ARO
VIII
b
10 Yfl 5/ 3
MARROH
CERAMIC4S lt.lf'RESASI l'i~OLITICO. 1 B
E INCISAS
10 YR e13
WAIIROH
o
1540:!: 140 1 CEIWIICA CAR:IIAL 1 NEOUTIOO. 1 A
IX
b
X
FIGURA 12
Niveles neolíticos de la Cova de les Cendres
[page-n-35]
35
Hacia el 7.000 BP, aparecen los primeros niveles neolíticos, caracterizados por la cerámica
con decoración cardial y encuadrables dentro del llamado «grupo cultural de la cerámica impresa
mediterránea>>.
Aún cuando los análisis se encuentran en fase de realización, puede afirmarse que desde el
principio mismo de la secuencia neolítica, se constata en el yacimiento la presencia de animales
(ovicápridos, buey y cerdo) y plantas (cereales) domésticos, confirmando en este punto los datos
que se deducían de otros yacimientos · Cova de I'Or (Beniarrés, Alicante), a saber: que la economía mixta agrícola-ganadera aparece en nuestras tierras plenamente formada, de la mano de la
cerámica cardial, sin que pueda rastrearse un proceso evolutivo en el sustrato geométrico anterior.
Es importante señalar, además, que desde el primer momento, y a lo largo de toda la secuencia, la ubicación geográfica de la cueva, inmediata al mar, proporcionará a sus moradores dos im·
portantes fuentes de recursos complementarias: la pesca y la recolección de moluscos.
las distintas fases de ocupación aisladas se estructuran del siguiente modo:
El tramo inferior de la secuencia corresponde al Neolítico!, cuya evolución se desenvuelve
dentro de la tradición de las cerámicas impresas. En su interior, el predominio alternante de las
técnicas decorativas ha permitido diferenciar tres horizontes culturales:
El Neolítico lA corresponde al momento de predominio de las decoraciones cardiales. Del
estrato Vle procede una datación G-14: Ly-4302 7540::140 BP (5.590:: 140 BC), que parece ligeramente elevada atendiendo al conjunto de las conocidas para el cardial franco-ibérico, que, en
general, sitúan los inicios de este horizonte en torno al 5.000 BC. (BERNABEU, 1989). Comprende
los estratos arqueológicos incluidos en el nivel sedimentológico X. Desde este nivel, así como desde los inmediatamente superiores, se excavan una serie de fosas que, en algún caso, penetran en
niveles precerámicos.
El Neolítico IB está definido por el predominio de l.as cerámicas incisas e impresas no cardiales. Incluye los estratos arqueológicos del nivel !X.
El Neolítico lC es, en realidad, un horizonte transicional, en el que las decoraciones tradicionales van perdiendo fuerza hasta prácticamente desaparecer. Del estrato Ve procede otra datación
C-14: Ly-4303 5.820± 130 BP (3.870:: 130 BC). A juzgar por niveles similares de otras regiones
{BERNABEU 1989), podría aceptarse una datación aproximada entre 3.700/3.600 BC; periodo que
,
caeria dentro del margen inferior de variación de la fecha considerando un nivel de confianza del
95%. Los estratos arqueológicos de los niveles VIII Y Vll pertenecen a este momento.
El tramo medio de la secuencia pertenece al Neolítico liA y liB. Del primero se ba obtenido
una datación C-14 en el estrato Va: UBAR-172 5.990::80 BP (4.040::80 BC). Del Neolítico IIB
poseemos dos datación C-14. En el hogar 8.12 del nivel H.7 se obtuvo la siguiente fecha: UBAR-173
5.330:: 120 BP (3:380 :: 120 BC). El estrato IliA proporcionó una fecha más reciente: Ly-4304
4.700:: I20BP {2.750:: 120 BC); datación que se considera aceptable, habida cuenta que va refe·
rida a un contexto de cerámicas lisas paralelizable con la fase Ereta I (BERNABEU et alii, 1989).
Comprende los estratos incluidos en los niveles V y IV, así como el IIl y el H.5 del nivel lll.
El tramo superior está formado por el Horizonte Campaniforme, incluido recientemente como
fase terminal del Neolítico II, ya en transición a la Edad del Bronce (BERNABEU et alíi, 1989), y
una fase correspondiente, probablemente, al Bronce Valenciano. En él se integran los estratos in·
cluidos en los niveles III, II y l, excepto los arriba citados.
Para el nivel campaniforme más reciente (estrato II) poseemos dos dataciones C-14: UBAR-174
4.280 ± 160 BP (2.330:: 160 BC) y Ly-4305 4.210 ± 120 BP (2.260 ± 120 BC).
1.1.2.3. Palcoecologia
En el yacimiento de la Cova de les Cendres trabaja un amplio equipo interdisciplinar con
objeto de conocer la evolución cultural de los grupos que habitaron la cueva y la dinámica
medioambiental de la zona. De los depósitos holocenos se empieza a tener una información
bastante precisa. En lo referente a la dinámica medioambiental se presenta un resumen de
los datos obtenidos, esenciaJmente, por la sedimentología, la palinologia, la antracología y la
rnicrofauna, ya que el estudio del resto de materiales, peces, aves, moluscos, etc. está en curso
de realización.
[page-n-36]
36
Los rasgos texturales y estructurales, así como el resultado del análisis sedimentológico
permiten señalar, de forma general, tres amplias fases deposicionales con manifestaciones distin·
tas, en relación a estas tres fases se situarán los resultados obtenidos por las otras disciplinas
(Fig. 13).
Entre todas las disciplinas que se ocupan del estudio del Cuaternario, Antracologia y Palino·
logia tienen los mismos objetivos, aunque trabajan con métodos y materiales diferentes. Esta par·
ticularidad confiere un interés destacable a la comparación de los resultados obtenidos a partir
de estos dos tipos de análisis. Mientras que la antracologla trabaja con el material traído directa·
mente por los hombres prehistóricos al yacimiento, el polen sigue distintos caminos antes de ser
depositado; así el agua, el viento, los animales, etc. son algunos de sus agentes de transporte. En
la Cova de les Cendres antracologia y palinología son convergentes en ciertos puntos y divergentes
en otros.
El diagrama polinico obtenido (fig. 14) se caracteriza por su pobreza en porcentajes y taxones
arbóreos, así como por su riqueza en herbáceas (46 distintos tipos de polen). El árbol representado
con mayor constancia es el pino, cuyos porcentajes coinciden prácticamente con la curva de polen
arbóreo. Quercus t. ilex-coccifera y Quercus t.faginea están presentes a lo largo del diagrama, llegando a veces a cobrar cierta importancia. Los demás representantes arbóreos pertenecen a la ve·
getación meditenánea (Pistacia, Oleo t. sylvestris, Phi/lyrea, Vitis, Jasminum, Dex aquifolium, Hedera
helix, Juniperus) o a la ripisilva (Corylus, Alnus. Fraxinus). El nogal, Juglans, aparece, y llama
la atención la presencia de taxones de ambientes más frescos y húmedos que los actuales como
el avellano o el quejigo.
Las curvas de herbáceas principales (compuestas tubulifloras, ligulifloras y gramíneas) se cru·
zan a lo largo de todo el diagrama sin que se les pueda dar un sentido especial. Las gramíneas
están repartidas con cierta regularidad a lo largo de la secuencia y, aunque de forma esporádica,
los pólenes de t. Cereolia acompailan la curva, principalmente en su parte superior. Hasta el ni·
vel m, a partir del cual son estériles polinicamente, se distinguen 4 fases polínicas.
El análisis antracológico de la Cava de les Cendres está basado en la identificación anatómi·
ca de 9.914 fragmentos de carbón, los cuales han proporcionado 39 taxones vegetales determina·
dos y varios sin identificar. Este material se encontraba disperso por los niveles arqueológicos del
yacimiento, recogiéndose rigurosamente, en todas sus campañas de excavación. El diagrama an·
tracológico está confeccionado con las frecuencias relativas de los taxones, obtenidas en cada muestra
de carbón analizada. En el diagrama antracológico se destacan cinco fases antracológicas, de las
cuales la fase CC.J corresponde a los niveles pleistocenos. (fig. 15).
Los niveles holocenos de la Cova de les Cendres han proporcionado numerosos restos de mi·
cromarníferos, los cuales han sido determinados a partir de aspectos morfológicos y biométricos.
Se han contabilizado quince especies repartidas en los órdenes Rodentia, Jnsectivoro y Chiroptera.
Estas especies muestran una serie de fluctuaciones debidas, probablemente a distintos comporta·
mientas antrópicos y climáticos.
Los restos ícticos recuperados en el yacimiento pertenecen en su mayoría a diferentes especies
de Serrá.nidos (mero, lubina, cherna) y de Espáridos (pargo, pagel, dorada y sargo), estando presen·
tes también otras de Anguilidos (A nguilla anguilla), Cóngridos (Conger conger), Murénidos (mo·
rena), Escorpaénidos (escórpora), Carángidos (jurel), Esciénidos (corvallo), Mugilidos (mujol, lisa)
y Escómbridos (estornino). Todas estas especies, en la actualidad, se encuentran en el Mediten'á·
neo, por tanto denotan unas condiciones ecológicas muy s.imílares a las actuales. No obstante,
los cálculos osteométricos, en curso de realización, permitirán precisar si en otros momentos del
Holoceno las condiciones ecológicas fueron más o menos favorables para el desarrollo de estos
animales.
La unidad basal integra los niveles sedimentológicos X a VHib (Neolítico lA, me inicio de
IQ. En ella la fracción canto y grava es abundante y poco evolucionada. Los materiales finos
-siempre dentro de la gama JO YR 5/3, marrón-, son arenosos en todos los casos, excepto en
la parte superior de la unidad, que incluye arcillas probablemente iluviadas de las zonas superio·
res. Estos niveles depositados mediante procesos de arroyada concentrada, que actúan bajo unas
condiciones climáticas contrastadas, con lapsos secos importantes y temperaturas algo más frescas
que las actuales. los procesos erosivos de ladera son evidentes. Esta unidad coincide con la Zona
polínica A (Fig. 14) y las Fases antracológicas CC. 2 y CC.3 (Fig. 15).
[page-n-37]
· TEX11..AA FRACCION < 2mm · CALCIMETRIA
/!O g-
10·20·30-40SC>60·70.80-110 " 10· 20·30·40·150·60·70·80·90
l~'~.f'~
l~f.-ilí~i'!fl
CANTOS
GRAVAS
ARENA
ARENA • LIMO,
ARCILLA
LIMO
ARCILLA
"
115
84
75
150
25
18
5
-4
'-
-3
-2
c. IV d.
....
o
2
4
3
------c.
Vlb.
..
5
11
•
7
------c. a.
IX
D
01
_j
FIGURA 13
Rasgos sedimentológicos de los niveles neoUticos de la Cova de les Cendres.
Arriba: teXturas y calcimetria. Abajo: curvas acumulativas de la fracción fina (muestras IV, VI y IX)
[page-n-38]
FIGURA 14
Diagrama polinico de la Cova de les Cendres (DuPRIO, en prensa)
[page-n-39]
39
-Zona polinica A (-350 a -260 cm), que se extiende durante los niveles X y IX (NeoUtico lA y lB). Los árboles son muy escasos y casi todos pinos. fudría tratarse de un período seco
o con estacionalidades marcadas -interpretación similar a la propuesta desde la sedimentologíasin descartar totalmente una pronta antropización del paisaje (Fig. 14).
la antracologia al inicio de la secuencia neolítica, hacia el 7.000 BP (Fase CC.2), muestra
una vegetación compleja (Fig. 15). El espectro floral está dominado por los taxones del carrascal
termomediterráneo. Debemos resaltar la presencia de Quercusfoginea (quejigo), también detectado por el polen y de Pinus nigra (pino negral). En la actualidad estas especies encuentran su clí·
max en el piso de vegetación supramediterráneo. Sin embargo, a principios del Atlántico, sin ocupar extensas áreas, podrían localizarse a menor altitud debido a condiciones más frescas y húmedas.
Probablemente, en el período prehistórico precedente sus bosques tendrían mayor extensión en
la región (DuPRE, 1988; UZQUIANO, 1990).
En la Fase antracológica CCJ, el carrascal tiende a reducir sus frecuencias en favor del Querrxr
lentiscerum, debido, tal ve~ a un aumento de la presión antiópica.
la microfauna registra las mayores frecuencias de Pitymys duodecimcostatus y Apodemus
sy/vaticus en el nivel X (Fig. 16). Apodemus sylvaticus es un buen indicador del bosque mediterráneo, mientras que los altos porcentajes de Pitymis duodecimcostatus podrían obedecer al desarrollo de un periodo húmedo, similar al sella lado por MARQUET (1987) en Font Juvenal, ALCALDE
v BRUNET (1985) relacionan el incremento de Pitymis con actividades antrópicas, tanto en la Cova
del Pasteral como en la Cova 120. Estas especies tenderán a disminuir en los niveles superiores
de la Cova de les Cendres.
La unidad media está representada por los niveles VIlla a comienzos del IV (Neolítico IC
y parte de IIA). En ellos los sedimentos cambian bruscamente sus características y, de forma persistente, se van acumulando materiales de pequei'lo calibre, en movimiento de masa por solifluxión o arroyadas difusas (si exceptuamos el nivel Vll, totalmente antrópico), con un máximo exponente en VIIIa. Contrastando con el conjunto basal, los escasos cantos muestran un desgaste,
en ocasiones elevado, y cierta alteración (máxima en VIlla y V), provocados probablemente por
la instalación de un entorno ambiental más regularmente húmedo. la disponibilidad hídríca provoca en el suelo cierta movilización de carbonatos y arcillas que presentan un leve aumento en
los niveles inferiores.
Sedimentológicamente, este cambio parece obedecer a la manifestación de un clima, si no
marcadamente húmedo, sí con mejor reparto de las precipitaciones a lo largo del año que favorece·
ría la regeneración vegetal y edáfica en el exterior del yacimiento. Con ello habría una paralización de los procesos denudativos que caracterizaron la etapa anterior.
las Zonas polínicas B y la mayor parte de C cubren esta unidad media.
- Zona B. (-255 a -185 cm), que cubriría los niveles Vlll y Vfl. Se aprecia un desarrollo
de Quercus con buena representación de los caducifolios. Es el momento más húmedo de la secuencia.
- Zona C. (- 185 a - 115 cm.), corresponde a los niveles VI, V y pa.rte del IV. las condiciones ambientales pueden haber sido similares a las de la fase anterior, aunque quizás algo más secas, pero el impacto humano pudo haber sido el principal causante de la sustitución de Quercus
por Pinus que alcanza sus mayores cotas. Parte de esta fase y de la anterior son también las de
mayor humedad desde el punto de vista sedimentológico; el aumento del pino, así como una mayor antropización, coincide con los resultados de la antracología.
La Fase antracológica CC. 4 cubre del Neolítico IC hasta el liB. Ella muestra el máximo en
la curva de Pinus halepensis (pino carrasco) y de Olea europeea var. sylvestris (acebuche). Las
especies de ecología más húmeda como Quercusfaginea, Pismcía terebinthus (Cornicabra),lAu·
rus nobilis (Laurel), Fraxinus oxycarpa (Fresno), etc. aparecen en esta fase de forma muy esporádica. Pinus nigra ha desaparecido completamente del espectro antracológico.
Transcurrido un cierto tiempo de actividades agrícolas y pastoriles comienza el desequilibrio
ecológico. Es en este momento cuando el pino carrasco comienza su expansión en detrimento de
las especies frondosas, expresado también por la palinología. Los datos sedimentológicos apoyan
la hipótesis antrópica, ya que si el clima era similar a la fase anterior e incluso las Uuvias estaban
mejor repartidas a Jo largo del año, el cambio de la vegetación debe responder a las presiones humanas sobre el paisaje.
[page-n-40]
FIGURA 15
Diagrama antracológico de la Cova de les Cendres
[page-n-41]
HS+E 111
1'
H7+EIIIb
H15a+EVIa
H17+EV1c
H18+EVId
~ 17
1
'
,':
¡¡¡¡¡¡¡ .
~" •
1
o
20
40
Apodemus
Mus sp.
• Eliomys
~ A. sapidus
O M . cabrerae
El Pitymys
~ Crocidura sp.
• Erinaceus
~
13
'
'1
•
1 16
"
~
H9+E IV
H 16+EV1b
~r''•'"
1
H6+EIIIa
',-.
,
' ..< 1
•
1
60
¡
;:·
~"'
1
80
115
..••,
~
Ji
· e;;;;a
..
;.f.loi..&:
.. ,.
1 12
·r~~:
36
129
i
1
100
FIGURA 16
Distribución de los micromamiferos de la Cova de les Cendres por capas y N.M.l.
1
120
1
1
140
[page-n-42]
42
la microfau.na, aunque escasa en los niveles VID, VII, V1 y V presenta la particularidad
,
de registrar la aparición de 10/pa, especie que en Catalui'la aparece en zonas con pluviosidad supe·
rior a los 600-700 mm; exigiendo como condicionante principal la existencia de terrenos blandos
lo suficientemente compactos como para impedir el derrumbe de las galerías y ricos en fauna subterránea (GONSÁLVEZ, 1987). A partir del nivel IV se produce un descenso de Pitymys duodecimcostatus y el incremento de Eliomys quercinus. la primera especie ocupa siempre espacios abiertos, preferentemente campos de cultivos estables. Su descenso puede relacionarse con la erosión
del suelo; al igual que la progresión de la segunda especie que prefiere, sobre todo, biotopos pedregosos ligados a zonas marginales del bosque. En este mismo sentido se puede interpretar la progresión de Mus spretus, frecuente en la maquia y garriga de la zona mediterránea.
la Unidad Superior, representada por los niveles IV a T(Neolítico UB, Campaniforme y Bronce).
Destaca aquí una mayor complejidad debida a la geometría lenticular de los propios estratos, que
se presentan acuñándose en contactos frecuentemente erosivos. la fracción gruesa se concentra
en zonas concretas del corte (especialmente junto a la pared N), y su morfología vuelve a ser su·
bangulosa o angulosa, con poca alteración interna. Lo que nos lleva, de nuevo, a relacionar esta
etapa acumulativa con un clima contrastado, que estimula la movilización de materiales de diver·
so calibre. la acción antrópica probablemente se combine aquí con las manifestaciones naturales
de talante erosivo, hecho constatado en otros yacimientos coetáneos.
-Zona D (-105 a -85 cm), correspondiendo con la parte superior del nivel IV y la base
del m(Neolitico IlB), siendo los niveles superiores polinicamente estériles. Se caracteriza por una
disminución del pino, posiblemente debida a la acción del hombre, quedando un paisaje totalmen·
te abierto. Hay cierta regeneración del Quercus, pero en porcentajes tan débiles que no se le puede
dar una interpretación climática al coincidir con un medio antropizado.
la fase antracológica CC.S coincide con los niveles de ocupación del Campaniforme y
la Edad del Bronce en la Cova de les Cendres. En ella, se destaca el desarrollo de las especies
de matorral: leguminosas, Rosmarinus officinalis, Cistus, Eríca multifloro, ÚJvandula sp., RhamnusPhillyreo, Thymelaea hirsuta, Osyris sp., etc. Dentro de las leguminosas hay varios géneros
y su conjunto supera el 20%. Los Cisrus alcanzan su máximo porcentaje en esta fase. Pinus
halepensis y Olea disminuyen sus frecuencias. Quercus i/ex-coccifero está presente en los tres
estratos, pero no supera el 2%. Quercus fagineo ha desaparecido, prácticamente, al igual que
los taxones de ripisilva. Se trataría de un Querco-Lentiscetum, acompañado de una fuerte pre·
sencia de las especies del matorral (Rosmarino-Ericion) . las dos comunidades pertenecen al
piso biocUmático termomediterráneo, pero la segunda progresa en suelos degradados por factores
antrópicos. lo cual está en total acuerdo con los datos de la sedimentología. Los micromamíferos
se expresan en este mismo sentido.
El conjunto del diagrama polínico recuerda bastante al de la Cova de I'Or (DUPRt;, 1988)
en el que, sin embargo, la acción antrópica parece haber sido todavía más importante. Teniendo
en cuenta los resultados de otros yacimientos, como el Túnel deis Sumidors o la Ereta del
Pedregal (DUPR~, 1988), se puede comprobar la existencia de una acción antrópica temprana,
rápida y más importante de lo que se suele generalmente suponer en las inmediaciones de
los bábitats humanos.
A los factores naturales, que influyen en la dinámica interna de la vegetación, a partir
del Neolítico tenemos que considerar la acción del hombre sobre el paisaje vegetal. las sociedades agro-pastorales se enfrentan a una primera necesidad: la búsqueda de espacios abiertos donde practicar la agricultura y el pastoreo. Para ello, hay dos posibilid!ades, la tala del bosque
o el incendio controlado. Parece lógico pensar, que las primeras zonas alteradas serían aquellas
de suelos profundos y no lejos del hábitat, como la formación del carrascal. la vegetación
pronto va a dar su respuesta a estos fenómenos. No se quiere dec.ir, ni muchísimo menos,
que la acción del hombre fuera devastadora, simplemente tuvo que deforestar las áreas necesarias, sin poder siempre controlar el fuego, dadas las características de la vegetación mediterránea.
El desarrollo de ciertas especies pirófitas, a lo la.rgo de los diagramas antracológico y polinico
de Cendres, induce a pensar que durante el Neolítico, Campaniforme y Bronce se practicó
la ignicultura o agricultura de rozas. la progresión del matorra.l no debe disociarse del desarrollo
agrícola y ganadero. la vegetación seguiría su curso normal en zonas no antropizadas o con
mayor capacidad de regeneración.
[page-n-43]
43
1.1.2.4. Paleoeconomla
Los análisis paleoeconómicos de los restos obtenidos en la secuencia holocena del yacimiento se encuentran en fase de realización en la mayoría de los casos. Por esta razón sólo ofrecemos
aquí los resultados preliminares de los restos ícticos y paleocarpológicos. Junto a estos, la fauna
de vertebrados (donde se ha documentado la presencia de animales domésticos desde el comienzo de la secuencia) y la fauna malacológica, muy importante en Jos niveles inferiores, conforman
el conjunto de los recursos explotados por los habitantes de Cendres.
la secuencia holocena ha ofrecido un numeroso conjunto de restos ícticos. Cabe suponer,
por su contexto de aparición y por las señales de fuego y manipulación que muestran algunos
elementos, que la mayoría de los restos tienen un origen antrópico, sin que podamos descartar
totalmente que una parte al menos pueda tener un origen distinto.
Esta nota se refiere únicamente a la descripción del catálogo de especies identificadas,
dejando para un futuro el comentario de los resultados del análisis osteométrico, la identificación de las marcas de descuartizado o su propia distribución espacial.
En la Fig. 17, se ofrece la lista de especies presentes en el yacimiento. Se trata de un
conjunto marino donde se configuran como especies dominantes el mero (Epinephe/us guaza)
representado por un 40% del total de restos determinados hasta el momento y el pagro (fbgrus
pagrus) con un 15%. Desde una perspectiva diacrónica no parece que haya grandes variaciones
en cuanto a presenciafausencia de taxones entre los diferentes momentos, ni tampoco respecto
a sus pautas de representación osteológica.
la mayoría de las especies, que aún hoy en día se encuentran fácilmente en nuestras costas,
son demersales, habitando la subcomunidad litoral de la franja costera sobre fondos rocosos
o bien de arena fangosa, aunque la dorada (Sparus auraUJ), la lubina (Dicentrarchus /abrax),
los Mugílidos y la anguila (Anguil/a angui/la) también penetran en los estuarios y lagunas litorales, remontando esta última los ríos.
la presencia de bonito (Sarda sarda) y estornino (Scomber japanicus), ambos epipelágicos,
que curiosamente sólo aparecen, al igual que Tryg/a sp., en los niveles H 14 y Hl 5, atribuibles
al Neolitico IC, constituyen la única excepción a este panorama.
Por el tipo de habitat de las especies determinadas y la no estandarización de las tallas
es posible pensar en una pesca costera, que pudo llevarse a cabo con anzuelo, aunque tampoco
hay que descartar el uso de redes u otras artes. Con respecto a la no estandarización de las
tallas y al ser la mayoría de las especies piscívoras, hay que contemplar la posibilidad de que
parte de los restos de Jos animales de más pequeño tamafio puedan proceder del contenido
intestinal de otros de talla mayor.
En cuanto a los datos referidos a la estacionalidad el conjunto no es concluyente, ya que
del hecho de que algunas especies se aproximen a la costa durante el verano poco se puede
argumentar. Por otra parte, la lectura de los anillos de crecimiento sobre determinados elementos
esqueléticos, presenta múltiples problemas que en nuestro caso se agravan, pues el bajo número
de vértebras, ototitos y otros elementos esqueléticos susceptibles de ser utilizados para tal fin,
no constituyen una base lo suficientemente amplia para otorgar validez a los resultados que
se pudieran obtener.
En cuanto a los patrones de representación esquelética, en todos los niveles y para el
caso de las especies mejor representadas como son el mero, el pagro, el pagel y la dorada,
destaca la circunstancia de la baja proporción que alcanzan las vértebras frente a la abundancia
de los elementos craneales y del esqueleto apendicular. Estas diferencias no pueden atribuirse
a una conservación diferencial ya que, por ejemplo, en el mero, el cleithrum es el elemento
que aparece mejor representado y, sin embargo, su estructura laminar lo hace más frágil y
difícil de conservar que las fuertemente osificadas y robustas vértebras. Thmpoco hay que buscar
la causa de esta desproporción en un sesgo en la recogida de material durante el proceso de
excavación, ya que la metodología empleada (cribado de la totalidad del sedimento con mallas
de 0'5 mm) lo hace prácticamente imposible. Una explicación razonable de este fenómeno podría
estar relacionada con la posible función de la zona del yacimiento excavada.
El estudio de semillas y frutos conservados en diferentes niveles arqueológicos de la Cova
de les Cendres esboza aspectos concretos sobre la vida cotidiana y las características de la explota·
[page-n-44]
CLASE
ORDEN
FAMILIA
CHONORICTHVES
ESPECIE
2
Anguilfídae
Anguilliformes
OSTEICKTHYES
Muraenidae
indeterminadas.
Anguilla anguilla (anguila)
Muraena helena (morena)
Congridae
Scorpaenidae
Scorpaeniformes
Conger conger (congrio)
Scorpaena scropna (cábrachóT
Triglidae
Trigla
Serranidae
sr·
Dicentrarchus labrax (lubina)
Epinephelus quaza (mero)
Perciformes
Carangidae
Trachurus trachurus (jurel)
Pagrus pagrus (pagro)
Sparidae
Pagellus erythrinus (pagel)
Sparus aurata (dorada)
lithognatus mormyrus (herrera)
Diplodus vulgaris (mojarra)
Spondvliosoma cautharus (chooal
Oblada melanura (oblada)
Sarpa salpa (salpa)
Sciaenidae
Argyrosomus regius (corvina)
Sciena umbra (carvallo)
Mugilidae
Mugil sp.
Scombridae
Sarda sarda (bonito)
Scomber japonicus (estornino)
CUADR01
FIGURA 17
[page-n-45]
45
ción de Jos recursos vegetales para su consumo o aprovechamiento por Jos grupos humanos prehistóricos vinculados a este hábitat.
El inicio de esta investigación empieza a partir de la misma recuperación de muestras realizadas en diversos contextos sobre el terreno. Para separar los restos de semillas de la matriz de tierra,
los sedimentos se lavaron con agua en tamices de malla fina, y una vez secos, se recogieron para
su identificación que se realizó con un microscopio estereoscópico. la determinación está fundamentada bajo un principio de anatomía morfométrica comparada, sometida a comparación con
las referencias morfológicas de los restos de semillas actuales y el auxilio de atlas especializados.
la totalidad de restos analizados se conservan en estado de carbonización, forma de fosilización común provocada bajo diversas formas accidentales por acción del fuego: torrefacción excesiva de las semillas en el momento de su preparación para su consumo, incendio de Jos restos en
almacenamiento, o quizás por causas naturales, al tratarse de semillas no utilizadas que no fueron
consumidas en su momento, y una vez desechadas sirvieron de combustible o fueron vertidas al
fuego. En el caso de la Cova de les Cendres, el estudio nos permite indicar que se trataba de semillas desechadas, residuos de semillas que no fueron consumidas y su carbonización forma parte
de operaciones accidentales no intencionadas. Junto con los restos vegetales se han conservado
numerosos restos de excrementos (en total 116) que pertenecen a cabra u oveja, lo que constituye
un argumento más de que esta mezcla proviene de desechos.
Las semillas analizadas proceden de diferentes muestras de las campañas de excavación pertenecientes a Jos años 1986, 1987 y 1989. Los resultados obtenidos ponen en evidencia que la pro·
ducción vegetal reposa básicamente en la explotación cerealística de los terrenos cultivados, aunque la presencia de algunas leguminosas cultivadas apunta ciertas posibilidades relacionadas con
la alternancia en los cultivos de los dos tipos vegetales. (Fig. 18).
la agricultura de la Cova de les Cendres se basa en la explotación principal de cereales (80%),
entre ellos destacan concretamente los trigos desnudos de tipo duro (Triticum durumilestivum),
con algunas semillas de tamaño más pequefio que vinculamos a las desnudas de tipo compacto
(Triticum compactum); las cebadas hexaploides (de seis carreras), simultáneamente las de tipo vestido (Hordeum vulgare) y las de tipo desnudo (Hordeum vulgare var. nudum). Finalmente documentamos una menor presencia de trigos vestidos, la escanda o trigo al.midonero (Triticum dicoccum), y de manera testimonial la espelta menor o esprilla (Tritícum monococcum), que estaría
como planta arvense con los otros cultivos de cereales. Estas semillas serian reducidas a harina
con el auxilio de molinos, y podrían ser consumidas en forma de hervidos o tortas.
la ausencia de espiguillas y de segmentos de raquis o de glumas junto con las semillas, constata que estos restos fueron transportados a la cueva después de diferentes operaciones agrícolas
en otro emplazamiento (p.e. la trilla), llegando listas para su manipulación y consumo.
Junto con los cereales se combina, en muy poca proporción, la presencia de leguminosas,
que les confie.re en este caso un papel de alimento secundario. No obstante, estos restos están cualitativamente representados por varias especies. Entre ellos podemos destacar la presencia de habas de pequeño tamaño (panosas), (Vicia faba minar), principalmente, lentejas (Lens culinaris),
de arvejas (Vicia ervilla) y guisantes (Pis um sativum).
Hasta la fecha siguen siendo pocos los ejemplares de leguminosas cultivadas determinadas
en yacimientos españoles. Se ha sugerido en alguna ocas.ión que la introducción o adopción de
las leguminosas en la península era más tardía y que sólo parecía generalizarse a partir del Neolítico final e incluso del Eneolitico o Bronce antiguo. la rigurosidad en la metodología de excavación
en yacimientos neolíticos permite poner en tela de juicio las propuestas cronológicas de la presencia de leguminosas cultivadas y proponer, así, que su adopción, o en su caso domesticación, es
más antigua de lo que se suponía, llegando incluso a horizontes del Neolítico antiguo.
Quedan por resolver los problemas de las técnicas de cultivo, así como la mezcla esporádica
de leguminosas y cereales que podría explicarse como una alternancia de cultivos.
La alimentación en la Cova de les Cendres no estaría únicamente asociada con los productos
agrícolas, sino que también se podría aprovechar la recolección de frutos silvestres del medio circundante, en el caso de que consideremos algunos restos de zarza (Rubusfruticosus) y de bellotas
(Quercus sp.) identificados como productos de esta actividad recogidos para su consumo. No obstante, no podemos calibrar cual es la importancia que ocupa esta actividad dentro del régimen
alimenticio de la Cova de les Cendres.
[page-n-46]
YK'/11/EitTOS i 1 1 2 i 3 1 4
¡ES PECI ES I DENTIFICADAS
¡
S ¡ 6
l
;
,
!
i
!
7 1 8 : 9 ! 1 O 1 11 ¡ 12 1 13 1 t ..t !
1
!
1 ,.
i
1
t
r;: j
t,;. 1 t
7l
¡ ·- ·- 1 . . ¡
1 ¡ ~ 1
,
t
t A
l
a ¡ ?n
1
1
'
J ;
:"'"~~!: -~=t~r~~;=~-=-=-~-~ :.:.·:·-~r::~-~--~;:··r=l:~:.-·;.·::::::.r:·=~-=i..-:*·: :¡·: :E=F*:~:=i=~~~.-:¡- .- .~·.-·.-=.·~~~=~-~=:=-:=::.-.-:t·: :!:.~.t::=t~.~ '"" $,.
~
''iii7u, :"----- ---- -- -¡--¡--¡---'----r+-t---r-r --r;---j---r-i-+-,=tt-·
1
!
l
!
~J!~~~:~~{:=~~lf~ij~~~;r=~~i~~~~~g·
~------·¡. . . ._,____
.
tj
l
. ::; ··.,·. .•..•.'/!!.!. ..........! .
, n Wtllt llllln«t~«llllt
..................... ,...... )t•
! "
i
......,............,......J. --.. --..f·L....
1
!
*
l
*
1
*
E____,.......... . . . . .,........ ·---.. _ __
J_, _ ~
_
J. 1
J.
!
1
_J
1
u
!
!~~f=~~=~:~~-F~~l~~kl§~~~f::=ft~1~=r~~·r;~J=·
,~~·.;~--~mli;i#rli¡,;·
-~---+. ..-.. .¡........l . ._--l--.. r--.. t . . ..
+
-~--·f. . . . J_ *
..
..·--·------- ·.............. t....
J
.........
T-
i .......... \.........r·
r· ............ ___
-~'::lv~7?:tí;:;¡,~~:=· =~·=·::::.:.::..: :.-. ·.:· . . : ·; -~:.:r..: :. .¡·.~:··:.:.r· ...: ~=t..::..·.r::.-::::}::: ::t=: ...:·.¡.:.f: f'·:.-.::.-~=~-.~.-.-.~. .t: :·.:~·.-.!·: .-~.-.= ,· : !:.:r_~_·.-t: :~:~:
·riiú";¡¡,¡-:¡,;1 .;. ,..,; ¡;;¡;·. ... -.........
·¡ · .....
·r·-·- r-- ¡.- .....¡:.~~.. . .¡.... ~-rf=:J . . . .
--¡- ........¡. . . . . ¡ -f--¡·-·-· ·1· ........
. ......
i:hr'Mp¡;¿¡ümli!u-:w ..................... --- ·- -· .. 1" ...............t--·-r···-· ...........¡....... r-·· . ...t. . . . . .¡...... ·H;---···j····......·.........i ___ · --¡..·--··-r-..... ·J ........
'ililn$ :·· ............ .. ............. · ·---, .......... - 1-----r-·....... j. . . . -.¡--..¡-·-··f- *. . . . . . .¡..-. ·¡
..
......... !............ --r--F. . . .j.. . . . . •. . . T-.
,..t.....,,..." ___. P......................... -- - ___ .................... - +· ·---·--1·. . . . . . .-.. . ···-!-··-•·-···-..•-· .....t. ··--+-- ....... . ........¡·......... ·-i-·· ........... ............! ___ ...
...
¡·. -·-·.
l.. . . ¡.. .
.¡...... · ,· ·
·t·
J...........
J!:¡¡~:0~Intl~~r•ml
1 ~~
.
Y ACIMIENTOS .
COV A DE LES CENDRES
COVA DE l 'OR
COVA DE LA RECAMBRA
COVA DE L A SARSA
<.OVA DEL LLOP
:
!
;
~
N
1 COVA DE OALT DE TAltERNA 6 8081L A MADURELL
1 COVA D'EN PAU
2 LA PASTOR A
S COVA 120
3 COV A OEL TOLL
9 OUIXERES DE Vlt.OBI
4 MINAS C'E CAN TINTORER
10 PLANSALLOSA
5 r:OVA DE C AN S ADURNÍ
1 ..
.
11
12
13
14
15
1
!
L A DRAGA
CUEV A DEL BA.JONCILLO
CUEVADEN!RJA
CUEVA DEL TORO
CUEVA DE LOS MURCIELAOOS
'"'l'
16
11
18
19
20
FIGURA 18. Yacimientos Neoliticos del mediterráneo peninsular con presencia de restos de semiUas y frutos
i
[page-n-47]
47
Los resultados del estudio paleocarpológico muestran la existencia en la Cova de les Cendres
de una economia de producción vegetal técnicamente implantada, diversificada en el aprovecha·
miento de las diferentes plantas utilizadas, pero manteniendo, probablemente, la recolección de
frutos silvestres. Aunque la presencia de restos vegetales durante el Neolítico antiguo y medio peninsular es escasa (fig. 18), los resultados aquí presentados indican que con una orientación metodológica bien dirigida en la excavación de nuevos yacimientos, se empiezan a modelar otras pers·
pectivas en el estudio de la adopción de la forma de economía de producción en la Península.
1.1.3. Conclusiones
Los resultados de los niveles pleistocenos son necesariamente limitados y provisionales. El
objetivo del sondeo efectuado en el cuadro A-17, y más tarde ampliado a los cuadros A-18 y B-17
(actualmente en curso de estudio), era establecer con mayor precisión la dinámica cronoestratigráfica del Magdaleniense superior-final. la delimitación de las tres unidades sedimentarias descritas
en el apartado dedicado a la estratigrafía han corroborado la existencia de una evolución sedimen·
taria que parece corresponder al Tardiglaciar. la datación de C 14 obtenida en el denominado estrato Ili y la industria a la que se asocia permiten, aquí sí, adscribir este momento al Magdaleniense superior. Desde el punto de vista paleoambiental el estrato 1II se correspondería con un
momento de probable rigor ambiental que se aisla con claridad en el estudio sedimentológico y
que se confrrma desde el análisis antracológico y la microfauna (vegetación supramediterránea con
un ombroclima tal vez seco o subhúmedo; presencia del Microtus arva/is). Entre las aves podría
destaca.rse la presencia de la chova piquigualda, tal vez i.ndicadora en nuestras latitudes de condi·
ciones climáticas frías, si bien algunas especies de bosque templado tienden a relativizar esta consideración.
El estrato Il muestra una evolución sedimentaria que puede reunirse de. siguiente modo, su
!
inicio (Ilc) se caracteriza por la humedad y parece responder a condiciones templadas (elevada
tasa de alteración que muestra el gráf. 7 y que afecta también al estrato Im; su parte media (IIb)
señala un cambio hacia un clima de nuevo posiblemente agresivo y progresivamente más seco,
sus materiales señalan nuevos aportes detríticos de factura fresca, poco evolucionada y sin trazas
de alteración postsedimentaria, que perdurarán con pocas variaciones hasta la parte superior (Ila)
y el estrato l. la microfauna, a falta del estudio antracológico y palinológico, no decide el proceso
descrito, marcando una situación más forestal en parte del estrato JI y el estrato 1, pero todavía
contrastada con la del Holoceno (capas 31-34 del gráfico).la evolución observada en las aves puede dar cuenta de las manifestaciones del Tardiglaciar en relación con la línea de costa.
Durante el Holoceno el resultado de los diferentes análisis paleoambientales permite extraer
una serie de conclusiones referidas tanto al desarrollo de las condiciones naturales, como a la interacción humana en el mismo. (fig. 19).
Se constatan tres grandes períodos paleoambientales:
l. Cubre los niveles X y IX (Unidad basal del análisis sedimentológico, Zona polínica A y
Fases antracológicas CC.2 y CCJ) que, corresponde al Neolítico lA y lB. Su inicio viene marcado
por una datación C 14 de los niveles basales que ha proporcionado la fecha Ly-4302 de
7540:1::140 BP; datación que nos parece ligeramente elevada en relación a la industria asociada.
Tanto el análisis de sedimentos, como el de polen se muestran de acuerdo en señalar este período
como de estacionalidad más marcada, ya con una probable repercusión de la acción antrópica;
por el contrario, la antracologia detecta ahora la mayor proporción de carbones mesófilos.
2. Cubre los niveles VIHa-principios del fV (Unidad Media del análisis sedimentólogico, Zonas polinicas B y C; Fase antracológica CC.4), que corresponde al Neolítico IC y parte del IlA,
la fase antracológica se prolonga hasta el Neolítico liB. Para este momento se dispone de una da·
tación C-14 referida al Neolítico IC, LY-4303 de 5820:1::130 BP. Entre este momento y la datación
LY-4304, de 4700:1:: 120 BP, que marca los inicios del Neolítico IIB, se encuadra cronológicamente
esta fase. Climáticamente, se trata del momento más húmedo. El análisis polínico lo divide en
un primer período más húmedo (fase polínica B), seguido por un posible aumento de la aridez
(fase polínica C) o, más probablemente, una mayor acción antrópica, habida cuenta de que sedi·
mentológicaroente no se constatan cambios en las condiciones climáticas. Idéntica evolución pare·
[page-n-48]
PERIODOS
CULTURALES
SEDIMENTOLIX>IA
PALI NOLOOIA
1
-1
lA
11
Bronce
MICROFAUNA
fase CC.S
Uli41M
S1 peritr
Estéril
Metorral
de
11
1---t---i C4mpeniforme
IIA
111 f--- -- - - 1
111
RosmerinoEricion
Cli me
contrastaoo
Z11111 D
Neolítico 11 B
lilA
-IIIB
ANTRACOLIX>IA
r..e CC.-4
Acción
antrópica
Paisaje
abierto
IV
-
Pinar
IIIC
.
·.·.··
.. .
.. ..
... .
secundario
IV
y-v
Neolítico IIA
ArroiJOda
difusa
VA
-
ZtMC
Pinus
Prec! pilaciones
regulares
VB
ve vu
Neolítico IC
z... 8
Neolítíco lB
ZtuA
ArroiJ8(la
VIC
Paisaje
VID
IX
abierto
contrsstaoo
Neolítico lA
MSIJdaleniense
superior
Húmedo
Fase CC.3
~ucción
concentrede.
Clima
X
...
.
...
....
....
... .
.....
......
.
Húmedo
Uli 41M
M,.l
Antropizeción
Quercus
Fase CC.2
Quercus
r- cc.1
AviftiN
Pyrrhocorax graculus
Pinus nigra
Juniperus sp.
¡~ ¡~~ ~ ~ ~
::::::::::
Microtus
ervalis
F IGURA 19
Cuadro-resumen de Jos resultados de diferentes análisis paleoambientales
: -·-
.·.·
.
Quercus
VI
-
:-·
.·.
Antropizeción
a lo largo
del año
VD
-VIII
IX
csrra3e0
Antropización
VI
VlA
VlB
de Pino
[page-n-49]
49
ce renejarse en la fase antracológica CC4, si bien aquí con mayores porcentajes del estrato arbóreo, dominado ahora por Pinus ha/epensis.
3. Cubre la parte superior del nivel IV y hasta el nivel 1 (Unidad Superior del análisis sedimentológico; Zona polinica D y antracológica CC.5), que corresponde al desarrollo entre el Neolítico IIB y la Edad del Bronce. Aparte de la fecha inicial antes citada, se posee una datación referida al Horizonte Campaniforme: 4'-4305 de 4210 ± 120BP. Climciticamente, se vuelve a encontrar
una estacionalidad marcada, con períodos de aridez notables; todo ello combinado con una fuerte
acción antrópica detectada en todos los ancilisis.
1.2. U. plataforma continental adyacente al tramo litoral la Nau-Moraira
Luis Somozo y Jorge Rey•
l.2.L. Descripción general de la plataforma
Ui plataforma continental propiamente dicha se extiende a continuación del litoral hasta la
zona de ruptura de pendiente a - 150±20 metros (Fig. 20). Se trata de una plataforma que se
encuentra desarrollada sobre la zona de transición entre un margen estable de tipo progresivo (Golfo
de Valencia) y un margen de tipo intermedio con una cobertera sedimentaria mucho mcis reducida
(Alicante-Murcia) (STANLEY, 1977; MAUFFRET, 1979; SERRA et al., 1979; ReY y DIAZ DEL Rlo,
1983). Ambos mcirgenes están vinculados a la historia geológica de la cuenca Mediterrcinca occidental, que inició su desarrollo en el Thrciario. La formación de esta cirea culminó con un proceso
distensivo cuyos efectos pueden ser observados en las cuencas neógenas y cuaternarias subsidentes del Este peninsular (VEGAS et al. , 1980). Ui plataforma continental de Valencia constituye una
de estas cireas.
En esta zona, la plataforma reduce su extensión hasta un 50% frente al Cap de la Nau (14 km)
como consecuencia del umbral que se establcx:e con la prolongacióu bajo ~1 mar de las unidades
béticas que enlazan con el bloque balear. Este hecho, junto con el régimen hidrológico que se establece como consecuencia de la posición geográfica del saliente que forman el Cap de La Nau y
Sant Antoni dentro del contexto hidrodincimico general de la circulación meditermnea, y el aumento
rcipido de la profundidad en este sector de la plataforma, determina la instalación en el lugar, de
ambientes deposicionales de características distales en su zona interna. De esta forma, la distribución de los sedimentos finos del tipo fango se pueden encontrar en zonas de profundidad restringida, aunque el régimen general de las corrientes litorales es suficientemente energético para mantener las zonas infralitorales con arenas relativamente limpias.
Tanto la plataforma continental como el litoral están diferenciados por un conjunto de factores y procesos que los caracterizan. Ui zona litoral, se comporta como un dominio en continua
evolución donde los procesos son de gran intensidad y corta duración a escala geológica, estableci~ndose un continuo equilibrio dincimico. Las unidades cuaternarias de las zonas litorales son
el resultado de la herencia de fenómenos que tuvieron lugar cuando el nivel del mar estaba situado a otras cotas. La diversidad de factores oceanográficos y estructurales que han actuado sobre
estas zonas costeras, trae como consecuencia la aparición de una gran variedad genética y textura!
de las unidades deposicionales cuaternarias (REY y MEDIALDEA, 1990).
En contraposición a lo anterior, la edificación de la plataforma continental ha estado regida
por una serie de factores que han condicionado las ca.racterísticas deposicionales, y el desarrollo
de los depósitos ha estado controlado por procesos de mayor duración a escala geológica. Entre
estos factores destacan: el contexto estructural y la morfología del margen, el clima y sus fluctuaciones, las oscilaciones del nivel del mar, los factores oceanográficos fJSicos y químicos y los biológicos.
El aspecto actual de la plataforma muestra que ha sufrido cambios durante el Cuaternario,
si bien durante el Holoceno ha estado afectada por una serie de procesos que han dado como
resultado su remodelación superficial en detalle desde el punto de vista morfológico y sedimen-
•
lnstilUlO Espallol de Oceano¡¡afll.
FucnaJrola, M•Jaaa-
[page-n-50]
DEPOSITOS SUPERFICIALES
~
DEPOSITO$ RELICTOS
~
OETRITICOS GRUESOS
~ ARENAS
~
~&J
FANGOS
FIGURA 20
Esquema simplificado de la batimetría y distribución de los materiales superficiales en la plataforma continental
frente al sector de costa comprendido entre Gandia y Moraira
[page-n-51]
51
tario. Todos esos fenómenos hay que ligarlos a los episodios de las oscilaciones climático-eustáticas,
observándose de forma clara dos tendencias: por un lado el sector al norte del Cap de la Nau,
influenciado por la transgresión en el último ascenso eustático del Holoceno y los movimientos
progresivos de flexura generalizada asociada al descenso continuado de bloques del basamento
profundo hacia el promontorio balear (DIAZ DEL Rto, REY Y VEGAS, 1986) y de otra parte, el sector meridional, en el que los episodios de máximos eustáticos se asocian a subsidencias diferenciales más superficiales provocadas por el rejuego de bloques someros, controlado principalmente por
la neotectónica distensiva (SoMOZA, 1990).
La información que se presenta en esta zona de la plataforma ha sido extraída básicamente
de los perfiles sísmicos marinos obtenidos en la campaña La Nao-90, correlacionándolos con
los sondeos mecánicos realizados en la Marjal de ~go y en la cuenca de XAbia (ver más
adelante, fig. 28).
1.2.2. Los acantilados de Moraira
La sedimentación cuaternaria litoral y de plataforma en el área está totalmente afec.tada
por la neotectónica del movimiento de la fractura Cádiz-Aiicante, que da lugar a fenómenos
de subsidencia por proceso de escalonamiento de bloques de forma similar a lo que ocurre
en la zona de XAbia.
Los perfiles sísmicos realizados en esta zona de la plataforma muestran una secuencia de su·
perposición de beach-rocks paralelos a la costa, cubiertos por una cobertera de sedimentos no con·
solidados de plataforma de una edad holocena.
El perfjJJ de la Figura 21, que se sitúa frente a la bahía de Moraira, muestra las siguientes
secuencias sismodeposicionales, que de muro a techo son:
A. Esta unidad constituye el basamento mesozoico que se sumerge rápidamente hacia la plataforma y en el que se desarrollan fallas normales.
B. Una unidad mio-pliocena transgresiva que se apoya sobre el basamento y presenta superfi·
cies de erosión importantes, que están caracterizadas por presentar una alta reflectividad.
C. Una secuencia de reflectores de gran amplitud con varias geometrías lobuladas, con bases
definidas por reflectores horizonta.les y techos irregulares. Esta secuencia sísmica se interpreta como
un conjunto de apilamiento de beach-rocks cuya posición está sujeta al hundimiento que genera
el escalonamiento del sistema de fracturas. A este conjunto de beach-rocks (fig. 21) se le asigna
una posible edad pleistocena, y marcarla la línea de costa anterior a los procesos de subsidehcia. .·
Este hundimiento traerá como consecuencia el retroceso de la linea de costa para los periodos
de máximos de nivel del mar que le sucedieron. Las superficies erosivas se formarían durante los
procesos de transgresión.
Sobre la secuencia anterior, se apoya hacia el norte (fig. 22) una unidad progradante ampliamente desarrollada y paralela a la línea de costa actual, en la que la geometría de los reflectores
internos es claramente progradante, mostrando un núcleo interno con forma lenticular y reflecto·
res concéntricos en su interior. La característica más notable de estas estructuras es que presentan
reflectores oblicuos hacia tierra. Ello podría estar relacionado con un sistema de cordones litorales
y dunas transversales asociadas a la parte más cercana a tierra.
D. Es la secuencia más superficial, constituida por unas facies sísmicas con reflectores paralelos y continuos, que van aumentando su transparencia hacia el muro. Está formada por sedimentos finos de edad holocena en la que se pueden encontrar áreas de sedimentos con alto contenido
en gases, generados posiblemente por la maduración de la materia orgánica contenida en alguno
de los niveles de materia.es fmos (REY, 1990). Estas áreas de sedimentos gasificados provocan apan·
l
tallamientos acústicos en los registros sísmicos (ACOSTA, 1984).
1.2.3. Interpretación de las secuencias sísmicas deposícionales
Las secuencias cuaternarias deposicionales observadas están controladas por la fractura Cádiz·
Alicante mediante subsidencia escalonada de la plataforma continental. Este control tectónico va
[page-n-52]
SE
L- 1
SE
NW
-
1
o
BAHIA DE MORAIRA
ci
t:
o
"'
o
z
:::>
...
"'
"'
..J
:¡¡
.,
o
...
...
:lE
0::
FIGURA 21
Perfil sísmico !JI (Geopulse 300 julios) y su interpretación, realizado en la plataforma continental adyacente a la bahía de Moraira.
Puede observarse el control tectónico de la costa y el apilamiento de «beacb·.rocks» pleistocenos (unidad e)
asociados a procesos de subsidencia.
[page-n-53]
...
••
L · ll
o--
,...
1
.1
o
~
;
'•ir> '!J.~-- ':.?';;
•
o
o
a
,
..
l .., ..........
•
•
;¡
•
1$
1
t
~.
•
"IJ,4
~
.....
ot4o_l&~ ~
••
• •:
'
~~._¡.
'
,,
.. 1
,
..
-.. . t·
~--··
i;
.. ,......
~
.. _..,. _.,..,.
J S;
t
P"U••
-,
~;~;
~~ . ~'! ::.
• ;
;.:, ,. :~·
... ,.~ ~
FIGURA 22
Perftl sismico lr3 (Geopulse 300 julios) y su interpretación, realizado frente a la bahía de Moraira.
Puede observarse una unidad C4 ampliamente desarroUada cuya interpretación parece estar relacionada con un conjuntO progradante litoral
asociado oon un ascenso continuo del nivel del mar (¿por subsidencia continua?).
Esta unidad, por correlación con los anteriores perfiles sismicos, podria asociarse al Pleistoceno superior.
Por encima se superpone una secuencia transparente (d) correspondiente a depósitos de plataforma
[page-n-54]
~ ~UPTURAS
OE PEIC)fENTE
~
aEAoH•ocKc
~
PLATAFORMA- HO DE:POStTO
~
StSTDiA LITORAl SUMERGIDO
[2]
FALLAS NORMALES
(Dt-
L INEAS SISWICAS GE:OPULSE
O
c1
A C4 ,
tOOOm
FIGURA 23
Relación entre los niveles de «beach·rock» pleistocenos y la fracturación en la plataforma conti·
nental adyacente a la Punta de Moraira. El nivel C4 que se superpone sobre los anteriores se in ter·
preta como un desarrollo de cordón litoral, con un sistema de dunas en la zona interna y prograda·
ción litoral en la externa. Posteriormente a este nivel se produce un retroceso (por subsidencia)
en la linea de costa que de lugar al tipo de costa acantilada de la actualidad
[page-n-55]
55
dando lugar al retroceso de la línea de costa en cada máximo del nivel del mar, desde el Pleistoceno hasta la actualidad.
Basándonos en la situación de las secuencias sismoestratigráficas que definen la línea de costa para cada uno de estos máximos, podemos inferir que, durante los máximos del nivel del mar
en el Pleistoceno superior, la línea de costa podría estar situada a una distancia aproximada de
4 km, con una orientación subparalcla (fig. 23). Por otra parte, cabe señalar que el alto grado de
hundimiento del área ha dado lugar a una modificación del ambiente litoral desde el Pleistoceno
medio-superior al Holoceno, evolucionando desde una costa dominada por cordones Litorales y
restingas, con un amplio desarrollo de los sistemas dunares asociados, hacia una costa acantilada
con un fuerte gradiente de la profundidad del mar en la zona infraliklraL
IL PARADA 2. EL CUATERNARIO RECIENTE DE LA RADA DE MORAIRA
1 El complejo relicto de restinga-albufera
1.1.
M• José Viflals y M" Pilar Fumanat•
La restinga-albufera de Moraira se interpone entre el tramo costero acantilado del cap de
la Nau-Punta de Moraira y el Penyal d'lfac al Sur.
Los materiales geológicos sobre los que se entalla esta formación se integran en el sinclinal
de Benissa y son margas, calizas arenosas y arcillas del Mioceno (facies «tap»).
Diversas unidades configuran el área {fig. 24); destacando en importancia las siguientes:
-La cuenca de drenaje. Tiene una longitud de unos 5 km y una pendiente general de un
3%. La morfología del valle en su tramo final es de fondo plano y geometría convexa; obedece
a las evoluciones de dos cursos principales: al E, el Barranc Roig, de clara orientación N·S y trazado rectilíneo que se estructura posiblemente a partir de una falla. Sus tributarios muestran una
fuerte pendiente, son de corto recorrido y perpendiculares al cauce principal; parten de las estriba·
ciones del Puig de la Uorenca, murallón calcáreo que flanquea el valle de Moraira alineándose
por el E en una serie de acantiJados marinos; y abastecen de cantos calizos y terra rossa al sistema
fluvial.
Confluyendo por su margen derecha se unen el Barranc deis Passos y el de les Fonts que
drenan margas miocenas. Esta red, que tiene forma dendrítica y valles en cabecera de fondo pla·
no, presenta un fuerte encaja miento en la zona distal, ya cerca de su enlace con el Barranc Roig,
dando lugar a un conjunto de terrazas.
Diversos perfiles ubicados a lo largo de la cuenca muestran repetidamente una secuencia sedimentaria que en la base presenta una potente acumulación de limos rojos en facies de llano
de inundación, sobre la que, en contacto erosivo, aparece una nueva fase de aluvionamiento con
materiales margosos en facies de fondo de canal o barra longitudinal, que pasa hacia arriba a llanura de inundación.
Parece evidente, por tanto, que la red se jerarquiza en principio a favor de los aportes detríti·
cos del Barranc Roig, que en una evolución posterior posiblemente comandada por una situación
de bajo nivel marino llega a capturar el área de drenaje situada en su margen derecha.
- Formaciones de restinga. Dos cuerpos sedimentarios de textura arenosa, dimensiones reducidas y edad diferente, cierran este espacio húmedo. El más antiguo, de edad eemiense (U/Th,
132.000± 7000), se apoya directamente sobre salientes rocosos y tiene una altura aproximada de
5 m. Su litología es oolítica y aparece con una fuerte consolidación debida a carbonataciones post·
sedimentarias. La naturaleza de los materiales y su orientación a resguardo de la deriva longitudinal, permiten pensar en el protagonismo de la corriente transversal en la construcción de aquella
barrera. Adosada a su parte distal, aparece una alineación dunar, que testifica la existencia en
aquellos momentos de un antiguo estrán emergido, fuente de alimentación de este depósito eólico.
La barra bolocena está constituida por arenas sueltas detrícticas. Tiene escasa potencia y forma un suave arco que penetra unos 15 m. a partir del área de rotura de la restinga anterior.
•
Depanament de GoografJa. Universitat de Val~ncia.
[page-n-56]
..
.
L
e
A
~1
0SJz
D
. ...
'
'
B
~
•
1
o,
J
'
..
ICJI,
,_
EJ '
0,
o.
[IJ ,
FIGURA 24
Reconstrucción en planta de las fases de evolución. 1: Relieves. 2: Conos aluviales.
3: Marjal. 4: Restinga oolítica. 5: Dunas y playa fósiles. 6: VaUe del fondo plano.
7: Restinga actual. 8: Curso nuvial. 9: Sentido de la oscilación marina
[page-n-57]
57
-El área de la marjal. Se ubica en una estrecha franja tras las formaciones de barrera, aprovechando la menor pendiente del tramo distal del valle. Los sedimentos que la rellenan son limos
y arcillas turbosos y su alimentación hídrica ha estado vinculada a los aportes de aguas dulces
fluviales.
11.2. Evolución paleogeográfica
las dataciones de Uffb llevadas a cabo en los materiales ooliticos de la restinga fósil y el
estudio morfoestratigráfico de la zona hao permitido la reconstrucción de las siguientes fases de
evolución durante el Pleistoceno superior:
N En el entorno del interglacial eemiense (estadio 5 de Emiliani), bajo un clima más cálido
que el actual y con un nivel marino en ascenso, se forman sobre la plataforma cordones de litolo·
gía oolitica a los que se asocian barras submarinas en progresión hacia la costa que irían cerrando
la bahía, creando espacios albufereños. la última posición transgresiva de estas barras queda ma·
terializada por la restinga fósil de Mora.ira.
B/Las manifestaciones frias estadiales provocan a continuación un descenso del nivel mari·
no. Un amplio estrán emergido frente a la antigua restinga permite el desarrollo de alineaciones
dunares que Llegan a superponerse a esta formación. la abundancia de carbonatos en la zona favorece la consolidación de ambos cuerpos sedimentarios situados en posición de interfase entre
las aguas dulces y las salobres. El incremento de pendiente por el descenso glacioeustático provoca
una erosión regresiva de la red que abre la restinga e inicia el drenaje del valle.
C/ El interglacial actual reinstala la dinámica marina eemiense. En el Holoceno inferior una
barrera que se apoya en los extremos de la restinga fósil da lugar a la formación de un reducido
ambiente palustre. El máximo flandriense destruye la morfología anterior e irrumpe sobre la marjal, introduciendo arenas que la cubren en parte. la situación actual contempla en esta área una
parcial retirada del mar, que se estima en unos SO m; en esta playa se observa una berma permanente de 1 m de altura aproximada.
11.3. Conclusiones
Al Condicionamientos tectónicos
- Pese a la morfología de este tramo costero, con fallas en rectángulo que enmarcan el área,
se podría hablar de una cierta estabilidad tectónica durante el Pleistoceno superior, que ba impedido la destrucción y/o desnivelación de la restinga eemiense. Este argumento coincide con las observaciones constatadas en el tramo acantilado septentrional de la Nau-Moraira y en la restinga fósil
de Xlibia. El hundimiento de dovelas en estos tramos costeros - Granadella, les Cendres...-, posible.mente se remonta al Pleistoceno medio o inferior.
B/lncidencia de la morfología fluvial en este medio albufereño.
-Existe una conexión d.irecta entre las oscilaciones glacioeustáticas y la respuesta fluvial de
esta cuenca, sobre todo en el tramo final.
-El gran aporte sedimentario fluvial con una relativa remoción activa en la base impide
el desarrollo de extensos espacios de marjal. la restinga fósil actúa de dique de contención
impidiendo la evacuación normal de los depósitos que adoptan una geometría longitudinal
convexa. En momentos de alto nivel marino favorece el encharcamiento en la llanura de
inundación.
C/ Elementos condicionadores de la formación de ambientes de restinga-albufera.
-El gradiente suave de la plataforma continental es adecuado para la instalación de este pequeilo ambiente albufereño. No obstante, el perfil longitudinal del valle acusa una fuerte pendiente que restringe las posibilidades de expansión hacia el interior del área de marjal.
- En momentos de bajo nivel marino, restingas antiguas pudieron apoyarse en los salientes
estructurales (Punta de Moraira, Penyal d'Ifac), situación en la que la deriva litoral pudo tener
cierto protagonismo. En cambio, en momentos transgresivos, las prominencias rocosas protegen
[page-n-58]
58
la linea de costa de los influjos de la deriva longitudinal, cediendo la responsabilidad de la cons·
trucción de las barras a la corriente transversal.
- La distinta envergadura y litología de las dos restingas, lleva a pensar en las condiciones
de la fuente de alimentación.
La barra eemiense se formó a expensas de abundantes materiales oolíticos que se desarrolla·
ron en las inmediaciones. La actual carece de tal material de aprovisionamiento porque las tempe·
raturas del Mediterráneo hoy no permiten el crecimiento de estas concreciones. La falta de dichos
materiales y la carencia de suministros fluviales importantes minimiza el desarrollo de las restin·
gas holocenas.
D/ Diferencias en la dinámica marina
-La zapa marina actual a las dunas y restinga fósil llevan a la consideración de unas condi·
cienes más enérgicas del mar holoceno o a un leve hundimiento de este tramo costero en época
reciente.
III. PARADA 3. EVOLUCION CUATERNARIA DE LA BAHÍA DE XÁBIA
ID.l. Registro sedimentario, rasgos biológicos
y
cronoestratigráficos
M" Pilar Fumanat•; M" José Viflats •; Giorgio Belluomini**; Juan Usem •••; Guillem Mateu••••
y Michele Dupré*
La bahía de XAbia se sitúa al N de la provincia de Alicante entre los cabos de Sant Antoni
y de La Na u, interrumpiendo la morfología acantilada de este tramo costero. Conserva un conjun·
to de formaciones fósiles que responden a antiguos complejos de restinga-albufera.
Su secuencia sedimentaria presenta un registro completo del Cuaternario que ha podido es tu·
diarse a partir, tanto de los perfiles subaéreos, como de los obtenidos mediante una serie de sondeos que han llegado a profundizar hasta el sutrato.
m.l.l. Aspectos geomorfológicos
Diferentes unidades geomorfológicas configuran el actual paisaje de esta zona: el área de marjal,
las dunas y restingas litorales, las cuencas de drenaje, y la plataforma continental (fig. 25).
Els Muntanyars es el topónimo con el que se conoce el complejo de restinga fósil a partir
del cual se articula el perfil costero actual. Se trata de una formación de calcoarenita de geometría
alargada que se extiende en la dirección NW-SE desde el puerto hasta Cala Blanca. Desde su pérdida de funcionalidad, este sistema ha estado sujeto a la erosión marina que ha desmantelado par·
te del frente de la restinga.
El Salobre y el Saladar constituyen depresiones escasamente drenadas situadas tras el cordón
relicto y en donde estacionalmente se embalsa agua.
CArena!, ubicado en la ensenada de la Fontana, de geometría arqueada, constituye la única
playa de arena no consolidada. Dicha formación se entalla en el Muntanyar, rotura por la que
penetra el mar holoceno, dando Jugar a una reducida barra que, actuando de dique, permite el
esporádico encharcamiento de la zona interior.
Este espacio está drenado por el Riu Gorgos que tiene una amplia cuenca labrada sobre materiales margosos y calizos. En la ensenada de XAbia forma un importante abanico aluvial en el
que el río se encaja actualmente.
• Depanament de Geografía, Oniversitat de Valencia.
• • Oipartamento de Geocbimica, Universitá de La Sapienza,. Roma.
"• Depanament de Geología, Uoiversitat de Valtocia .
... • Instituto Español de Oceanognúia. Palma de Mallorca.
[page-n-59]
e xABI A 3
o
lolo MI Poftii•OI
FIGURA 26
Situación y rasgos sedimentológicos de los sondeos de Xl\bia (X-1, X-2, X-3, X-4)
[page-n-60]
60
m .l.2. Secuencias sedimentarias litorales
la secuencia sedimentaria de la bahía de X3bia ba tenido que ser estudiada a partir de los
materiales obtenidos mediante sondeos mecánicos. Para tal cometido se eligieron cinco puntos significativos (fig. 26) cuya ubicación permitiría reconstruir la topografía de la cubeta precuaternaria
y la geometría de los depósitos plesitocenos y bolocenos.
las características de los materiales analizados se han establecido en base al análisis textura!,
contenido en carbonatos, materia orgánica y forma de la curva e histogramas granulométricos.
El sondeo XABIA J se ubica en el Muntanyar Alt, y alcanza una profundidad de -32m,
llegando al sustrato precuaternario.
El sondeo XABIA 2, situado tras el Muntanyar Alt, llega a - 29 m, tocando el sustrato terciario (fig. 27).
El sondeo XABIA 3 es el más interior, perfora el abanico aluvial del Gorgos y llega a -32 m.
El sondeo XABIA 4 se ubica en !'Arenal y llega a una profundidad de -22m.
ll.1.3. Evolución paleogeográfica
En base a los datos aportados por la sedimentología, palinología y micropaleontología matizados por las dataciones absolutas, se ha llegado las conclusiones que a continuación se refieren.
La adscripción temporal del registro general de la bahía de XAbia contempla la totalidad de la
sedimentación cuaternaria, ya que en varios puntos se ha alcanzado el sustrato, que parece extenderse hacia la profundidad de - 35 m.l.a escasa potencia del registro se relaciona con los factores
de control estructural que afectan al área. Este hecho unido a la existencia de cordones fósiles
que se construyeron a la cota a la que hoy se mantienen, permite hablar de una cierta estabilidad
tectónica a grandes rasgos.
Las fases de evolución de la cuenca quedan reflejadas en los siguientes episodios:
El Cuaternario inferior está rnaf representado y no se poseen dataciones seguras para definir·
lo con precisión. Más información se dispone de las fases iniciales del Cuaternario medio, asocia·
do a momentos de regresión marina, en los que abanicos aluviales y ríos progradan libremente
sobre la plataforma, depositando grandes cantidades de sedimentos captados en el registro (posible
adscripción al estadio isotópico 8).
El estadio 7 de Emiliani (interglacial Mindei-Riss de la cronología alpina) está representado
por una formación litoral y marina bien desarrollada, lo que supone unas condiciones costeras
que se superponen a los antedores aportes continentales.
Un posterior retroceso de la linea de costa y la degradación de las condiciones climáticas (mar·
cada aridez que facilita la removilización eólica) correspondientes al estadio 6 de Emiliani (Riss
alpino), da lugar a la instalación de potentes edificios donares que en los milenios posteriores sufrieron una rápida consolidación. Su topografía así fosilizada tendrá, a partir de este momento,
una gran transcendencia geomorfológica en la evolución sedimentaria de la zona, ya que actuará
como dique natural que se interpondrá en las interacciones continentales y marinas.
Thn sólo en su parte central (actual Arenal), se crea una apertura propiciada por la fractura
y hundimiento de un bloque, que el río Gorgos aprovecha para regularizar su perfil buscando el
nivel de base.
El estadio 5 de Emiliani (Riss-WUrm) tiene diversas manifestaciones en la zona, según nos
encontremos en la parte posterior o anterior de la barrera.
En el lado externo se produce una erosión parcial del frente de la paleoduna por parte de
los agentes marinos. Posteriormente, sobre esta rasa se sedimentaron materiales infralitorales con
abundante fauna.
En la parte interior de la barrera se formó una laguna somera, a tenor de la entrada de aguas
marinas por la bocana de !'Arenal y de los aportes hídricos continentales.
los estadios 4, 3, 2 de Emiliani (WUrm alpino) están representados en una unidad sedimenta·
ria global muy difícil de individualizar.
En la barrera (els Muntanyars), se produce una sedimentación dual; en la parte marina se
instala una duna detritica de gran envergadura, a cuyo techo se sobrepuso un nivel litoquímico
[page-n-61]
e xABI A 3
o
lolo MI Poftii•OI
FIGURA 26
Situación y rasgos sedimentológicos de los sondeos de Xl\bia (X-1, X-2, X-3, X-4)
[page-n-62]
XABIA 2
1 5
1i11~1~e~~IOI COLOR ==TE=X=UR=A=======I:~I==ALC=IM T=I==I:~I~~ f i~ª~~1í~~L~ r~m
T=
C== =E=R A t~¡
1 ;~ · ':
~
~~·
.~
:
ll=l
2
?.1 YO 111
U YO 111
•
•
1
AA
A
:::::::::::¡~ ~
"-.
a~' ;~: ~; : ¡ll¡ll!lll!llllm~ ~~,~~:·:.:.=..: :r. ,~;: ....:~~-=-:. :-,r=- (:
_
~
\.1~......,_..._-r-1'-vl
J·;;,¡,·~"1'~
YO 012
::::::::::::: :::: )
r.~~ ~ ~ ~ i~ i! il! l !l l, '~:; ~
~
/
.
~ ;').- ,
12
J..6 Y flt
- ..-a.- 1!
,,
u y
M
U
1
f/
-
~=.:.~~·-:.::.~"-.,... ·!-.
l l2
.•
Y 112
· ~~ni~
. 'JF , . ..
-
: - ,, .
J ~ .,
2J
21
l .I YR 518
~)..!.
20
7.1 V lll&.
..
:n
2.0 Y 112
-'
.
1
15 ~ r -:- . .., ••
~
y,,.
22
n
..
20
M
- --
•o v111 ar2
10 't'lll , ,.
U
Y U4
, .. y
1
112
•
VIII l /4
10 "" .,,
10 " " .;)
10 "" ,,..
10 " " . ,
10 VIIIIH
1
1
1
1
tO Yll at2
10 VIII I JI
t
FIGURA 27
Rasgos sedimentológicos del sondeo Xlibia-2
[page-n-63]
63
relacionado con sedimentos continentales hoy desaparecidos (coluvión detectado en cortes subaéreos: CaJa Blanca y la Granadella). Esta costra y los sedimentos coluviales posteriores se formaron
a medida que el mar se iba retirando en el Pleistoceno superior. En la Cala Granadella se ha obte·
nido una datación de este nivel que lo adscribe al Pleistoceno superior (22.000 BP).
En la parte interior se produce una potente acumulación de materiales de abanico y fluviales
provocada por el efecto de represa que suponía la barrera fósil. El único punto de evacuación hacia el mar sigue siendo 1:.\renal, que fue en este periodo un cauce y donde se han registrado grandes potencias de cantos y gravas de fondo de canal aportados por el río Gorgos.
El Holoceno (Estadio 1 de Emiliani) se caracteriza por un nuevo ascenso marino hasta conseguir las cotas actuales. Los inicios de este período han quedado registrados por la formación de
ciénagas en el área cercana a !'Arenal, que tuvieron lugar por el encharcamiento de la cuenca
baja del Gorgos, a tenor de la elevación del nivel de base.
El máximo flandriense dio lugar a la formación de un pequeño cordón arenoso que fue cerrando los espacios marjaleños situados tras !'Arenal.
El Holoceno superior ha sufrido relativamente pocas variaciones geomorfológicas. La playa
de IJ\renal ha progradado ligeramente hacia el mar y los espacios interiores se han colmatando
con aportes continentales (Limos, arcillas...).
Por lo que respecta al estudio palinológico del sondeo Xábia-4, cabe destacar que desde
el principio del Holoceno se instala una vegetación mediterránea con taxones que, en su
mayoría, se desarrollan actualmente en la zona, pero con cierta evolución. En el Holoceno
inferior (Preboreai·Atlántico) se aprecia un progresivo aumento de los porcentajes arbóreos
en Jos que el pino ejerce un papel secundario, destacando Quercus t.faginea que más tarde
es sustituido por Quercus t. rotundifo/ia·coccifora, dando lugar durante el Atlántico a un carrascal abierto.
En el Holoceno superior (Subatlántico), los pólenes arbóreos tienden a disminuir, aunque Quer·
cus t. rotundifolia-coccifora y Piscacia mantienen porcentajes relativamente altos, representando
probablemente una vegetación de matorral más que arbórea.
lli.2. Neotectónica y rasgos sed.imentarios de la plataforma interna
Jorge, Rey y Luis Somoza•
m .2.1. Interpretación de las secuencias sísmicas
los perfiles sísmicos en este tramo se han realizado entre el Cap de Sant Antoni y el Cap
Martí, cubriendo la zona de plataforma adyacente a la cuenca de Xábia (Fig. 28), donde la sedi·
mentación cuaternaria está fuertemente controlada por dos direcciones principales de fracturación: una de ellas corresponde a la dirección NE.SW paralela a las direcciones béticas, y la otra
a las direcciones del Ovalo de Valencia (DIAz DEL Rlo; REv Y VEGAS, 1986). La intersección de
estas direcciones da lugar aJ hundimiento progresivo en forma de bloques de la bahía. La fracturación reciente afecta a los niveles cuaternarios, incluso a los depósitos holocenos recientes (Fig. 4,
A y B). Este hecho hace que las unidades pierdan su continuidad lateral a la vez que aumentan
sus espesores en las depresiones generadas por los bloques hundidos. Por este motivo, en la Bahía
de Xábia, a partir de los 30 m de profundidad aparecen los máximos espesores de sedimentación
mientras que en las zonas más someras y próximas a la costa, existe un escaso desarrollo sedimentario de los depósitos cuaternarios.
Relacionado con las variaciones del nivel del mar holocenas, se b.a generado un potente prisma litoral en los 25 metros de profundidad, supuestamente alimentado por las canalizaciones de
tipo fluvial que aparecen labrando la plataforma actual desde La línea de costa hasta los citados
- 25 m (Fig. 29c).
• Instituto Espanol de Oceanografía. Fuengirola, Málaga.
[page-n-64]
FIGURA 28
Situación de los perfiles sísmicos marinos realizados en la plataforma continental
y los sondeos mecánicos litorales correlacionados
[page-n-65]
L- 6
sw
NE
o
0
CJ
PLEISTOCENO "'EOIO SUP HOLOCEHO
PLEISTOCENO IH'ERIOfl
-
PLIO PLEISTOCENO
~ ZOCALO
P-0
SE
NW
do
t:
10
§·~~¡¡¡;;;;t;~~~~""""""
i
· ~" ,,.,
J ~~~tt==t~~~~~~~~
!l
'
~~~
FIGURA 29
Perfiles sísmicos (Geopulse 300 julios) y su interpretación, realizados en la plataforma continental frente al sondeo XAbia l.
Ver figura 2 para su localización; C. Esquema simplificado de la localización de un prisma litoral y su entorno estructural de la Babia de XAbia
[page-n-66]
66
En los perfiles sísmicos, bajo las unidades holocenas se distingue una serie de unidades íntimamente relacionadas con las zonas de fracturación, cuya edad parece corresponder al Pleistoceno inferior y medio, y cuyos máximos transgresivos no alcanzan el litoral actual, como lo demuestra el sondeo X3bia L realizado en la restinga actuaL
La sedimentación en la cuenca de X3bia está fuertemente controlada por la tectónica, donde
los máximos sedimentarios se centran en las áreas de hundimiento debidos a la tectónica de bloques distensiva. De esta forma y de acuerdo con los datos de los sondeos, la sed.imentación marina
postpliocena es relativamente reciente, causada por el hundimiento generalizado de la cuenca durante el Pleistoceno medio, dando lugar a la migración de los máximos transgresivos hacia tierra
con la consiguiente invasión del mar en esas zonas. Durante la etapa de ascenso del nivel del mar
y posiblemente relacionado con un período de parada, da lugar a la construcción del anteriormente citado prisma fluviodeltaico, actualmente situado en los 25 metros de profundidad.
IV. PARADA 4. EL HOLOCENO UlORAL ENTRE DÉNlA Y PEGO
IV. l. La Marjal de Oliva-Pego
M. José Viñals •
La Marjal de Oliva-Pego se encuentra situada en el extremo meridional del Golfo de Valencia, participando de las características estructurales y tectónicas del mismo. Los fenómenos de subsidencia han sido un factor de control de la sedimentación cuaternaria, propiciando el desarrollo
de potentes espesores de depósitos lagunares, de restinga y marinos (Fig. 30) desde al menos el
Pleistoceno superior (DuPRE et al. , 1988; VINALS el al., 1989). La secuencia holoccna queda bien
individualizada en la serit; y se pueden reconocer tres episodios (VIÑAJ.S, 1991):
- El Holoceno inferior se inicia con sedimentos arcillosos orgánicos adscritos a facies cenagosas y de marjal, que han podido ser datados mediante C 14 en torno al 10.000 BP, cuando el
mar todavía estaba ligeramente retirado. Estos depósitos se interPretan como pertenecientes al anegamiento de las cuencas bajas de los ríos, en relación con el ascenso del nivel de base y la existencia de cordones litorales que se desplazan hacia tierra dificu.ltando su drenaje.
Thles sedimentos siguen apareciendo en el interior de la cuenca y con edades cada vez más
jóvenes, lo que nos informa de la continuidad del movimiento transgresivo.
- El Holoceno medio queda caracterizado por las manifestaciones del máximo nivel del mar
alcanzado durante el PostglaciaL Alrededor del 6000-5000 BP se constata la presencia de sedimentación de arenas y gravas marinas con fauna infralitoral hasta 3 km al interior de la actual
linea de costa, a una profundidad de -2m. Este dato nos advierte de la actividad holocena de
los fenómenos de subsidencia.
El tipo de costa que se desarrolló en el flandriense responde en esta zona a un sistema de
restinga-albufera. Sin embargo, el cierre de la marjal estaba constituido por un cordón Litoral estrecho y recesivo. El humedal era muy restringido espacialmentt; al quedarse constreñido contra los
relieves; el intercambio con las aguas marinas era escaso y daba lugar a un ambiente muy reductor.
Dos edades absolutas en los sedimentos orgánicos del área de marjal y sobre una Glycimeris
violacescens del depósito marino, confirman la cronología del máximo transgresivo.
- En el Holoceno superior tiene lugar el desarrollo de un sistema de restinga progradante
que dio lugar a la morfología que se observa hoy. Dicho sistema evoluciona a merced del leve
descenso del nivel marino y de la disponibilidad de una buena alimentación sedimentaria por parte de los ríos.
•
Departament de Geografia, Universital de
Val~ncia.
[page-n-67]
H
o
MA R
M EOITE RRAI'IE O
o
3-
FIGURA 30
Esquema geomorfológico
H
o
L
o
e
5
E
N
o
10
S
u
p
15
E
R
1
o
R
._______.~1 [B
D DDDD .__1
FIGURA 31
Rasgos sedimentológicos del sondeo PEGO 7
---J
[page-n-68]
'<
'"O
~
o
w
[page-n-69]
69
IV.2. El Holoceno reciente: secuencia geoarqueológica de I'Aimadrava
Carlos Ferrer y Josep Gisbert•
La Punta de l'Almadrava se sitúa en el extremo del abanico aluvial del Girona, situado al
SE de esta formación litoral (fig. 33) y está constituida por una serie de mantos aluviales que se
remontan, al menos, al Pleistoceno medio.
AJ igual que otros abanicos costeros cercanos (Gallinera, p.e.), durante el máximo flandriense
sufrió la zapa marina y el desmantelamiento de la parte distal. En el Holoceno superior y a tenor
de la progradación continental, constituye uno de los principales puntos de sustento de la restinga
de Oliva-Pego.
Dicha progradación se materializa en una serie de aluvionamientos (TOa) que dan lugar a
una ligera acreción del ed.ifico cónico y a una progradación hacia el mar y hacia la Marjal de
Oliva-Pego de sus materiales.
Sobre este nivel encontramos las estructuras de la villa romana de I'Aimadrava (siglo 1 a.C.).
Un segundo relleno (TOb) se produce ya en época histórica. Este aluvionamiento tiene una
reducida extensión superficial y sólo aparece en el interior del cauce, adosado al anterior (TOa)
y, sobremontándolo en la línea de costa. En la misma Almadrava, se observa este depósito con
una potencia aproximada de 40 cm, enterrando el yacimiento (FERRER, e.p.).
Relacionado con este yacimiento, existe un paleocauce pleistoceno que durante el Holoceno
reciente y en época histórica ha funcionado como una pequeña dársena que permitía .la entrada
de embarcaciones de poco calado. l:Aimadrava es uno de los mayores núcleos de poblamiento ru·
ral romano del Territorium de Dianium. Se localiza junto a la dársena de l~adrava para su
uso habitual como fondeadero o área portuaria, hecho que determina una extensión del asenta·
miento poco habitual en la tipología del poblamiento romano de la zona.
Desde 1984 se han desarrollado ininterrumpidamente los trabajos de campo, lo que ha supuesto la excavación en extensión de un área de más de cuatro mil metros cuadrados de superficie,
documentándose de modo excepcional el desarrollo de una villa rústica, en actividad desde las
primeras décadas del siglo I d.C. hasta el siglo VI d.C. Pese a que se ha documentado parcialmente
un edificio termal y diversas estructuras .relacionables con el sector residencial de la villae, las ac·
tuaciones arqueológicas se han centrado en la investigación de un amplio sector artesanal destina·
do a la producción cerámica, de cronología altoimperial y en actividad entre el segundo cuarto
del siglo l d.C. y el tercer cuarto del siglo m d.C.
La cxcepcionalidad del yacimiento en el panorama de los estudios de la Romanización la cons·
tituye, sin duda, la documentación de la tipología arquitectónica de los cuatro talleres que confor·
roan el alfar, situados en torno a un área de hornos. Los talleres constan de varias dependencias:
galerías o estancias cubiertas destinadas al torneado y secado de las piezas, habitaciones de planta
cuadrangular destinadas a la vivienda de los operarios, pórticos abiertos hacia patios, etc., en las
que un estudio de las estructuras y del registro arqueológico permite la restitución del proceso
de elaboración cerámica.
El registro arqueológico demuestra que la producción del alfar estaba orientada primordial·
mente a las ánforas; mayoritariamente vinarias y, en un primer momento y de modo más ocasional, olearias. No obstante, es también habitual la producción de materiales de construcción y cerá·
micas comunes.
El hecho de tratarse de una villa con una actividad agrícola y artesanal muy ligada a la ex·
plotación de los recursos naturales que el medio físico ofrece en sus inmediaciones: arcilla, agua,
bahía, suelos aptos, etc. ofrece un marco idóneo para plantear la interrelación del medio físico
y la implantación humana durante la Romanización.
• Museu ArQueológic de Dénia.
[page-n-70]
70
IV.3. El sector de plataforma en el tramo meridional del Golfo de Valenc.ia
ú.lis Somoza y Jorge Rey•
La Punta de l'Almadrava, se sitúa en el tramo de costa comprendido entre Oliva y Dénia.
Este sector correspond.e a la zona más meridional del Golfo de Valencia. Los per[iles sísmicos
realizados en la zona marina muestran la extensión de los depósitos litorales hacia la platafor·
ma en función del nivel del mar durante el Cuaternario (Fig. 28) la disposición de los mismos
se relaciona con el mayor grado de subsidencia que tiene lugar hacia la zona de Valencia.
De esta forma , los «beach·rocks» de edad pleistocena que afloran entre la Punta de l'Almadra·
va hacia Dénia, se sumergen progresivamente hacia el sector de Oliva-Gandia, donde aparece
una secuencia holocena más desarrollada que cubre los beach·rocks pleistocenos.
El perfil sísmico de reflexión continua 11. (Fig. 34), que se correlaciona con la Marjal de Itgo,
muestra las siguientes secuencias sísmicas deposicionales:
A. Es la unidad más profunda y aparece definida por reflectores discontinuos de baja ampli·
tud, que pasan hacia tierra variando su horizontalidad, hasta ponerse oblicuos y paralelos con
vergencia hacia tierra.
La geometría de esta unidad está deímida por el acuñamiento hacia tierra. El techo muestra
una superficie de erosión importante y canalizada. Correlacionándola con las unidades deposicionales definidas en el sondeo Pego 1, correspondería a las unidades calcoareniticas datadas en·
tre 112.000 y 72.000 años BP, que aparecen en el sondeo a profundidades situadas entre 20 y
35 metros.
B. Corresponde a una secuencia con facies de relleno de canal, principalmente desarrollada
en las zonas más distales de la plataforma y que pierde su continuidad hacia la costa.
C. Es una unidad que aparece definida con reflectores continuos d.e alta reflectividad que englobaría facies de carácter caótico con geometría lateral de tipo lenticu:tar que hacia la costa pasa
a facies de progradacíón de bajo ángulo inclinadas hacia tierra. La unidad se acuña ligeramente
hacia tierra, a la vez que aumenta notablemente su transparencia sísmica. Su techo está definido
por una clara superficie erosiva.
D. Esta secuencia está caracterizada por reflectores continuos de fuerte amplitud y ligeramente
oblicuos hacia tierra, pudiéndose relacionar con los niveles de gravas y arenas basales, de carácter
transgresivo que aparecen en el sondeo 1 de la Marjal de Pego.
E. Corresponde a la unidad superficial de facies transparentes separada en su muro, de la uní·
dad D por un reflector de fuerte impedancia, y que puede interpretarse como una secuencia de
facies finas asociada a la sedimentación paractual en la plataforma.
IV.3.1. Interpretación de las secuencias sísmicas deposicionales
La correlación de las secuencias sísmicas obtenidas en los perfiles y las unidades sedimenta·
rias definidas por criterios sedimentológicos, micropaleontológicos, y dataciones en los sondeos
de la Marjal de Pego {DUPRÉ et al., 1988), permiten establecer la evolución y geometría de los
cuerpos litorales pleistocenos y holocenos.
La secuencia A, compuesta a su vez por tres cuerpos lenticulares que se correlacionan con
facies internas de playa barrera, que se podrían corresponder con los tres niveles tirrenienses defi·
nidos en el Mediterráneo español (HJLLAIRE·MARCEL et al. , 1986; SoMOZA et al. , 1987).
la geometría que aparece en los diferentes cuerpos de playa barrera obedece principalmente
a los procesos de subsidencia de la zona, que dan lugar a una superposición y retrogradación de
los diferentes máximos del nivel del mar.
La superficie de erosión mayor, que determina el techo de esta unidad y el reUeno posterior
de los canales (secuencia B) se interpreta debido al máximo descenso del nivel del mar en los
18.000 anos B.P. (PIRAZZOU, 1987). la secuencia C se interpreta ligada al desarrollo de una playa
•
Instituto Español de Oceanog¡afía Fuengirola, Malaga.
[page-n-71]
- c •NI
p;,.;,
-.·JI'ftltJ ..
· ··-c iUtt
t4k1•
.
•·••on:~~~a·
! GURA 33
F
l.ocaliza.ción de l'Almadrava
.
,'
,,
..
.
.
.
,
F1GURA35
. . m i el Fortí
Localización de los yacJ·micntos de 0Jamu
[page-n-72]
L-11
SW
NW
q
!::
i
!l
i
..
..
..
o
e
w
@DEPOSITO$
ACTUALES
@
TRAH SGRESIVDS
DEPOSITO$
DE
PLATA FOIIIU
© UNIDAD
DE
8EACH - ROCK S:@DEPOSITDS O(
@ UNIDAD
DE
RELL ENO
® UNIDAD
$1$WICA DEPOS;CIOHAL
DE
IACK- 8ARRIER 1 ~DE POSITO$
DE.
IARRU A ASOCIADOS
CANAL
PLEISTOCE NO SUPERIOR
FIGURA 34
Perfil sísmico (Geopulse 300 julios) y su interpretación abajo, realizado en la plataforma continental frente al sondeo Pego l.
Ver figura 2 para su localización
[page-n-73]
73
barrera durante una parada del nivel del mar, intercalada en el ascenso continuo durante el Hotoceno (SoMOZA Y REY, 1990). Su profundidad, así como el cambio lateral de sus facies sísmicas,
lleva a correlacionarla con el nivel de turba datado por Cl4 en Jos 10.120 años BP en el sondeo
Pego l. (DUPRt et al., 1988).
En síntesis, se puede establecer una secuencia de cordones litorales pleistocenos y holocenos
paralelos a la línea de costa actual, cuya disposición está condicionada por los procesos de subsi·
dencia y las variaciones relativas de la linea de costa. Asimismo, la formación de un cordón litoral
holoceno, actualmente en plataforma (-34m), se asocia con los niveles de turba que aparecen
en la Marjal de Pego.
V. PARADA 5. ASENTAMIENJOS ROMANOS Y MUSULMANES EN LA CIUDAD DE
DÉNIA: LA TRANSFORMACION DEL PAISAJE
Josep Gisbert• y Carlos Ferrer•
A) El litoral de Dénia se articula a favor de un extenso glacis de poca pendiente que permite
la instalación de una costa baja caracterizada por el desarrollo de cordones litorales que albergan
formaciones dunares y discretos ambientes de marjal, alimentados por la escorrentía de diversos
barrancos («riatxols»).
Desde el abanico aluvial del Riu Girona hasta les Rotes, se pueden distinguir dos espacios
marjaleños separados por la Muntanya del Castell y aislados del mar por sendos cordones litorales. El primero de estos se apoya en el abanico aluvial citado y la Muntanya del Castell; el segundo
parte de este afloramiento rocoso y se alarga hasta les Rotes. Este último paraje costero lo configuran diversos conos de deyección que arrancan desde el Montgó y que han sido erosionados por
la zapa marina, constituyendo en la actualidad un microacantilado marino.
A partir de las campañas geoarqueológicas llevadas a cabo en el municipio (Avda. de les Indúsuies, Prolong. Sam Thlm, el FortJ) se ha podido reconstruir la secuencia estratigráfica del Holoceno reciente, tal y como queda representada en las secuencias de la Fig. 36 a y b. En ella se
observan, en lineas generales, tres episodios acaecidos después del máximo flandriense, cuya interpretación se ciñe estrictamente al ámbito local, pero que tiene importantes repercusiones por lo
que respecta a la instalación de los núcleos urbanos de Dianium y Danníya. Los cambios que
se dan en esta secuencia, hay que interpretarlos siempre teniendo en cuenta la cercanía al mar
(unos 100-200 m), por lo que la dinámica deposicional y erosiva es muy activa.
-La serie tiene unos 4 m de potencia, y se inicia con un nivel de facies de laguna salobre
de amplía influencia marina en el sector meridional, mientras que al N de fa Muntanya del Castell
hay instalado un ambiente marino. El techo de los materiales lagunares ha podido ser datado por
C14 en torno al 4000 BP.
-Por encima de este nivel aparece un paquete de arenas de aproximadamente 1 m de potencia, que pasan lateralmente hacia el interior a facies de laguna de aguas dulces. Esta intrusión
arenosa se interpreta como una fase de crecimiento dunar, que acaba aislando definitivamente
la laguna del mar. El techo de esta formación ha sido datado en torno al siglo ru-1 a.C.
(2500-2000 BP) gracias a los materiales hallados en los tres yacimientos anteriormente mencionados.
- Por encima del nivel anterior se deposita un nivel de unos 40 cm de potencia de arenas,
cantos y gravas de facies litoral (no incluye fauna marina). Esta formación se interpreta como una
ligera translación de la línea de costa hacia el interior ( ± 100 m) posiblemente de carácter puntual.
La edad de estos materiales se ha estimado entre los siglos Iv-v de nuestra era gracias a deducciones arqueológicas.
- Entre el período romano y musulmán se produce cierta progradación continental, que se
manifiesta en la construcción de una nueva formación dunar adosada a la anterior, y el relleno
sedimentario de las áreas deprimidas de marjal.
• Museu ArqueoJOgic de Oénia.
[page-n-74]
[page-n-75]
[page-n-76]
76
C) la ciudad de Dianium se desarrolla en las laderas y piedemontes septentrional y oriental
de la colina del Castell de Dénia. Durante la etapa republicana, presenta vestigios de fortificaciones ykJ aterrazamientos en la ladera oriental del Castell, con estructuras en el pie de la montaña
cimentadas sobre una playa de arena, que se interpretan como almacenes y con materiales databies en la primera mitad del siglo 1 d.C.: se detecta un programa de expansión urbanlstica de la
montaña del Castell. Durante los siglos 1 y o p.C. se evidencia la construcción de una trama urbana, Forum y la consolidación de un sector portuario.
El siglo 111 coincide con una fuerte reestructuración urbanlstica de la ciudad que acarrea la
desaparición de, al menos, un sector del foro. Durante los siglos 1v y v p.C. se inicia una franca
regresión urbana de la ciudad, con la conversión de un área ampliamente poblada desde el alto
imperio en una zona de necrópolis. No obstante, algunos vestigios arquitectónicos perecederos y
cerámicas del siglo VI p.C. amplían el registro arqueológico de este sector como lugar de habitación.
B) El funcionamiento del poblamiento durante las colonizaciones, hemos de circunscribirlo
al denso anfiteatro montañoso que cierra la llanura aluvial litoral de Dénia por el interior (Serra
del Montgó al este y Serra de Segaría al oeste) de la ladera y piedemonte oriental del CasteU de
Dénia, utilizando como zona de hábitat, al menos estacional, y fondeadero o área portuaria, al
menos desde el siglo v a.C., dejando al margen el problema historiográfico del emplazamiento de
Hemeroskopeion.
-El poblado del Alt de BenimAquia (Dénia), en la estribación occidental de la Serra del Montgó,
constituye el paradigma del inicio de la colonización en el área. Recientes excavaciones en curso
documentan en el interior de su recinto amurallado vestigios de hábitat y evidencias de la elaboración, quizás intensiva, de vino, al menos desde finales del siglo v1 a.C., hecho que ofrece un panorama realmente innovador en relación con el concepto tradicional del paisaje agrario en un momento tan temprano. Este núcleo, además, parece tener una función de carácter estratégico, vinculada
al control de la vía de comunicación que cruza la comarca de norte a sur.
-Los poblados del CoU de fuu, (Dénia) en la ladera oeste de la Serra del Montgó, de la Serra
de SegArla (Benimeli), y de el Castellar (Oliva), situados en cotas de entre 200 y 400 m s.n.m.,
son algunos de los ejemplos de una primera generación de poblados de altura que se desarrollan
durante el Ibérico pleno y que jalonan el territorio. En todos los casos su emplazamiento responde
a un interés de tipo defens.ivo, y al situarse en las inmediaciones de la antigua vía de comunicación
que cruza la comarca bordeando el área de marjal de la Vall de Pego y continua hacia el sur por
el oeste de la Serra del Montgó. Mientras que en el caso del Coll de Pou, el hábitat no parece
perdurar más allá del siglo m a.C., otros como la Serra de SegAría y el Castellar experimentan una
notable expansión urbanística que se hace patente en las remodelaciones de su fortifica.ción y el
aumento considerable de su superficie.
- El poblado del Pie de l~guila (Dénia) situado en la Serra del Montgó a 400 m de altitud,
posee una notable densidad de estructuras de hábitat y un registro arqueológico encuadrable en
la primera mitad del siglo 1 a.C., con un destacado porcentaje de importaciones itálicas, tan sólo
explicable por el auge del movim.iento comercial experimentado por el puerto que, posteriormente,
contribuirá a la génesis de Dianium. la carencia de excavaciones sistemáticas en el área de hábitat
y ciertos matices que ofrecen los materiales arqueológicos ofrecen ciertas dudas, por el momento,
en torno a las causas de este emplazamiento y a su vinculación con el fenómeno de los inicios
de la romanización en la zona.
Durante los siglos u y 1 a.C. el territorio experimenta la implantación de pequeños núcleos
de hábitat, cercanos o en los piedemontes de los espolones en donde se asientan los poblados de
altura, algunos de los cuales generan, posteriormente, establecimientos rústicos plenamente romanizados. Se trata de momentos en que el proceso de colonización agricola de la llanura, exige núcleos de hábitat complementarios a los de altura.
D) la ciudad de Daniyya se encuentra emplazada al este y sur de la montaña del Castell,
con una clara expansión urbana hacia el oeste. l.os restos del núcleo urbano de época islámica,
ciudad y distintos arrabales, se hallan casi totalmente cubiertos por la actual trama urbana.
El conjunto de la ciudad está conformado por las ciudades fundamentales:
- la Alcazaba, en la montaña, de una superficie de 4 ha y que consta de un recinto inferior
no urbanizado y de carácter defensivo, y otro superior con una arquitectura defensiva más elaborada y un índice mayor de transformación del medio.
[page-n-77]
77
- la Medina, recinto urbano fortificado de 24 ha, del que se conoce su perímetro, al reutili·
zarse parcialmente sus murallas para la defensa del posterior núcleo cristiano, pero no así su distri·
bución interna, dado su despoblamiento en el siglo xm.
-El Raval del Fortí es una amplia superficie rectangular amurallada de unas 13 ha, que
contiene una gran barriada musulmana construida ex novo (probablemente a partir de un proyecto urbanístico complejo), en torno al siglo XI·Xll, y que perdura hasta el siglo xm. Incluye
una gran variedad de restos arqueológicos, fundamentalmente viviendas, viales y resto de la
muralla.
BffiUOGRAFlA
ALCALDE GuRT, G. y BRUNET-SECOMTE, P. 1985: Contribució al coneixement del medi i el clima
durante el Pleistoce superior i Holoce a Catalunya, amb l'aplicació de l'analisi factoría. de les
!
correspondencies a les associacions deis rosegadors.R:Jieontologia i Evolució, t. 19, pp. 49-55.
AURA, J.E. 1986: la ocupación Magdaleniense. En La Prehistoria de la Cueva de Nerja,
pp. 196-267.
BERNABEU J. 1990: la tradición de las cerámicas impresas en la Zona Oriental de la Península
,
Ibérica. 'lrabajos Varios del Servicio de Investigación Prehistórica, 86, Valencia, 158 pp.
BERNABEU, J., ÜU
ITART, l. y PASCUAL, J.LI. 1988: El País Valenciano entre el fmal del Neolitico
y la Edad del Bronce. Archivo de Prehistoria Levantina, XVIU, Homenaje a D. Fletcher, t. ll,
Valencia, pp. 159-180.
BowFER, J. 1986: la necrópolis del Muntanyar. Xdbiga i , Xáibia, pp. 109-126.
CABRERA, M. LoPEZ, N. y MICHAUX, J. 1982: Un exemple de [igne iberoccitane, les campagno1s
«Microtus Brecciensis» et «Microtus cabrerae» (Mammalia, Rodentia): étude phylogenetique
et contexte écologique d'un phénoméne evolutif recen t. Symposium paleontologique Georges
Cuvier, Montbeliard, France, pp. 69-89.
CASAD6, J.A. 1990: El Rodat, Xibia, Marina Alta. En Excavacions Arqueologiques de Salvament
a la Comunitac Valenciana. 1984-1988. O. lntervencions Rurals, Valencia, pp. 100-101.
DuPRÉ, M. 1988: Palinologia y Paleoambiente. Nuevos datos españoles. Referencias. 'Dabajos Varios del Servicio de Investigación Prehistórica, 84, Valencia, 172 pp.
FUMANAL, M• P. y VIJilALS, M• J. 1988: Los acantilados marinos de Moraira: su evolución pleis·
tocena. Cuaternario y Geomorfología, Vol. 2 (1-4), Madrid, pp. 23-31.
FU
MANAL, M• P. y V~ALS, M• J. 1989: El litoral de Xilbia. Contrastes morfológicos y genéticos.
Xdbiga, 5, Xilbia, pp. 8-16.
FuMANAL, M• P., UsERA, J., V~ALS, M• J., MArEu, G. y BELUJOMINl, G. e.p.: Evolución cuater·
naria de la bahía de Xllbia (Alicante). Actas de la VI1J Reunión Nacional sobre Cuaternario,
Valencia 1991.
GONSÁI..BEZ, J. 1987: lnsectívors i rosegadors de Catalunya. Metodología d'estudi i catillegfaunís·
tic. Ed. Ketres, Barcelona, 241 pp.
GoNzAI..EZ SAINZ, C. 1989: El Magdaleniense superior-final de la región cantábrica. E.d. Thntin,
Santander.
MARQUET, J.C. 1987: les modifications de l'environnement post·glaciaires en France Mediterra·
néenne d'aprés les rongeurs de l~beurador et de Font-Juvenal. Actes du colloque Premieres
communautés paysannes en Méditerranée occidentale, Gu.ilaine et alii. eds. C.N.R.S., Paris,
pp. 155-163.
MA ÜLIVER, B. !980: Cova de I'Or (Beniarrés·Aiicante). 7rabajos Varios del Servicio de Jnves·
RTI
tigación Prehistórica, 65, Valencia, 300 pp.
MARTlN, G. y SERRf.S, M.O. 1970: u factoría pesquera de Pun ta de !'Arenal y otros restos romanos de Jávea (Alicante). En 'Dabqjos Varios del S.I.P., 38, Valencia.
ÜLARIA, C., Gus1, F., EsrtvEZ, J., CASABó, J. y RoviRA, M.L. 1985: El yacimiento magdaleniense
superior de Cova Matutano (Villafamés, Castellón). Estudio del sondeo estratigráfico 1979.
Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonenses, 8, Castellón, pp. 21-100.
PTRAZZOu, P. 1987: Sea-leve! cbanges in the Mediterranean. En Sea-Leve/ Changes, Tooley & Shen·
nan eds.
[page-n-78]
78
REY, J. 1990: Relación morfosedimentaria entre la plataforma continental de Galicia y las Rías
Bajas y su evolución durante el Cuaternario. Tesis doctoral. Universidad Complutense, Ma·
drid, 398 pp. Inédito.
REY, J. y D!Az del Rto, V. 1983: Aspectos geológicos sobre la estructura poco profunda de la pla·
taforma del levante español. En Estudio Oceanográfico de la Plataforma Continental. Semina·
rio Interdiciplinar, Ed. J. Casteilví, Barcelona, pp. 25-83.
REY, J. y MtmiAL.DEA, T. 1989: Los sedimentos cuaternarios superficiales del margen continental
español. Publicación Especial del Instituto Español de Oceanograjla, 3, 29 pp.
RossEL!..O, V.M. 1977: Restos de marisma en el litoral de Xlibia {País Valenciano). Transformacio·
nes antrópicas. Actas del V Coloquio de Geograjla, Granada, pp. 187-192.
ROSSEL!..O, V.M. 1979: Los promontorios de la Nau. 1' Curso de Geografía litoral aplicada. Uni·
vcrsidad Politécnica de Valencia, pp. 87-94.
Rossat.O, V.M. 1982: Albuferas med.iterráneas. Actas de la V Reunión del Grupo Español de 1iabajo Cuaternario, Sevilla, pp. 43-73.
SERRA, R.J., MALOONADO, A. y R!BA, O. 1979: Caracterización del margen continental de Cata·
!uña y Baleares. Acta. Geológica Hispánica, Homenaje al Prof. Luis Solé Sabaris, 14, pp. 494-509.
SrMON, J.L 1987: Xábia a I'Edat del Bronze. Xlibiga, 3, Xlibia, .PP· 7-36.
SoMOZA, L. 1990: Geodynamic model of Neogene and Quaternary basins in the Western Mediterranean. Examples and models of tbe Soutbeast of Spain. IX Congress RCMNS: Global Events
and Neogene Evolution of the Mediterranean, Barcelona.
SoMOZA, L. y REY, J. 1990: Holocene Gilbert-type fan delta systems and sea leve! rise in the Ría
de Muros (GaJicia, Spain): Abstracts If Fan Delta Workshop, Murcia.
SoMOZA, L., ZAZIJ, C., BARDAJ1, T., Gov, J.L. y DABR!O, C.J. 1987: Recent quaternary sea leve!
changes and tectonic movements in SE spanish coast. 'ltabajos sobre Neógeno-Cuaternario,
10, pp. 49-77.
SoNNEVILLE·BoRDfS, D. 1973: Cévolution du Paléolithique supérieur en Catalogue. Homenaje a
D. Luis R!ricot, pp. 61-66.
StANLEY, D.J. 1977: Rlst-Miocene depositional patterns and structural displacement in the Mediterranean. En The Ocean and Margins, A.E.M. Nairo, W.H. Kanes and F.G. Stebi eds., Pie·
num, New York, N.Y., pp. 77-150.
UZQUIANO, P. 1990: Analyse anthracologique du Tossal de la Roca (Paléolithique Supérieur FinalEpipaléolitbique, province d'Aiicante, Espagne). First European Conference on wood andarchaeology. PACT, 22, Louvain-la-Neuve, pp. 209-217.
VEGAS, R., FoNTBOTe, J.M. y BANDA, E. 1980: Widespread Neogenc rifting superimposed Alpine
regions of the Ibcrian Península. Proc. EGS Symp. Evolution ond 'Jectonics of Western Medi·
terranean and surrounding areas. Inst. Geogr. Nac. , 201, Madrid, pp. 109-128.
VtLLAVERDE, V. 1981: El Magdaleniense mediterráneo peninsular. Papeles del Loboratorio de
Arqueologfa.Saguntum, 16, Valencia, pp. 9-36.
Vt~AL.S, M.J. 1991: Evolución geomorfológica de la Marjal de 0/iva-.lt!go. Tesis doctoral, Univer·
sitat de Valencia. lnédito.
VtflALS, M.J., MATEu, G., FUMANAL, P., UsERA, J. y PAVERo, V. 1989: Aportación al conocimiento de las facies lagunares y litorales de la Marjal de Oliva-Pego (Valencia). Cuaternario y Geomorfología, Vol. 3, no 1-4, Madrid, pp. 93-104.
VtflALS, M• J. BELWOMINI, G., FuMANAL, P., DUPRe, M. y USERA. J. e.p.: Rasgos paleoambienta·
les bolocenos en la bahía de Xlibia (Alicante). Actas de la VJll Reunión Nacional sobre Cua·
ternario, Valencia 1991.
[page-n-79]
EXCURSION
C
CUATERNARIO CONTINENTAL
EN LA CUENCA MEDIA DEL TURIA*
Coordinadores:
P. C ARMON A, H. BONET
M
3
Colaboradores:
J. ESTRELA, P. Ü UÉRIN, I. M ARCH,
J. M ARTíNEZ, I. p AS10R
• El contenido cicnririoo de este trabajo se ha benerteiado en los proyectos <
[page-n-80]
VI LL AR DEL
AR ZOBISPO li1
N
~
PROVINCIA DE
VA Lt:N CIA
•
1
4
1
1 km
FIGU RA 37
Itinerario Excursión C
[page-n-81]
81
l. PARADA l. EL SISTEMA DE ABANICOS AWVIALES DEL PIEDEMONTE DE
BÉTERA. LA COSTRA CAlCÁREA DEL PLEISTOCENO MEDIO
Ma José Estrela•
EL área que nos ocupa se sitúa en la parte sudorienta! de la Serra Calderona, dentro de la cuenca
del Barranc de Carraixet, colector de características hidrológicas típicamente mediterráneas (Fig. 38).
Es en este sector donde adquiere amplio desarrollo un sistema de abanicos, que arrancando de
la cercana Serra Calderona, conforman el amplio piedemonte dispuesto al norte de la localidad
de Bétera. Concretamente se extienden en la margen derecha del río, desde la población de Marines hasta casi el mar, a lo largo de más de 26 km. Algunos de los barrancos más importantes que
los conforman son el de PedralviUa, Porta-Coeli, Naquera, Cal>ey Bord, etc. Se trata de un área
de relieve suave sin grandes contrastes altitudinales internos, y principalmente constituida por sedimentos cuaternarios.
Contexto geomorfológico
La cuenca del Barranc del Carraixet, unidad morfoestructural a la que pertenece el piedemonte de Bétera, forma parte del dominio estructural y sedimentario de la cadena Ibérica centrooriental. Geológicamente, los bordes de la región están constituidos, en su sector septentrional,
por materiales mesozoicos, pertenecientes a la estructura anticlinal de la Serra Calderona, y en
la meridional por depósitos terciarios (depresión morfológica de Burjassot-Liíria).
La génesis de este sector debe situarse en el marco de un último proceso distensivo en el Plioceno superior-Pleistoceno, que deforma a la penillanura fundamental y genera los rasgos principales del relieve actual (SIMóN, 1984). La reactivación de antiguas fracturas, tal como el profundo
desgarre que puede seguirse desde la población de Puco! a la de Higueruelas por donde discurre
el propio Barranc de Carraixet, provoca por una parte, el hundimiento de la zona Sur y por otra,
la elevación como un horst disimétrico de la zona Norte (Serra Calderona), creándose el marco
adecuado para la instalación de la primera gran generación de piedemontes pliocuaternarios (S¡.
MÓN, 1984; Pe.REZ C UEVA, 1988).
Características de los depósitos
El estudio geomorfológico nos ha permitido diferenciar cuatro superficies, tanto por el tipo
de depósitos como por su disposición y relaciones geométricas. Presentan morfología de glacis,
abanico aluvial y terraza, con dispositivo de encajamiento o superposición.
De todos ellos, es el nivel superior (G 3) el que muestra menor desarrollo espacial en este sec·
tor de la cuenca medio-baja del Barranc de Carraixet. Se observa fundamentalmente como glacis
o plataforma calcárea con carácter principalmente erosivo, ya que están labrados a expensas de
los materiales blandos del Terciario (hecho que, en cierto modo, ha dificultado su conservación
como superficie aplanada).
El resto de niveles están ampliamente representados, siendo numerosos los puntos donde pue·
den observarse algunos perfiles representativos. Es en la zona central del piedemonte de Bétera,
concretamente en los barrancos de Porta·Coeli y Naquera, donde los abanicos medio (A2) y bajo
(A1) se han podido observar con mayores evidencias estratigráficas. Principalmente hacia los tramos medios y finales de estos barrancos los depósitos de ambos niveles se han encontrado por
lo general superpuestos, razón por la que el nivel medio aparece en techo degradado por erosión.
Hacia la cuenca baja estos niveles (sobre todo el medio), van perdiendo protagonismo en favor
del nivel inferior, (terraza holocena), resultado de la incisión reciente del barranco.
• Dcpartameot de Geografia. Universital de Yaltncia.
[page-n-82]
....
C.Uc• 't b arra•
ac.,.,.•l••
"'• ,,
FIGURA 38
Esquema morfogcnético del piedemonte de Bétera
CaCO 3
Fa e i ~ s
so
m.
o
>
..
o
0,5
;¡:
!e
..
o
t- -
-;
.. .
,
>
0..
. ·~
:·- · · ' - . -
~
- - -
-··. -· . .:...·
~ _- ~- :~·~.~. . ::.~·.~·~?
·
FIGURA 39
Perfil del Barranc de Porta·Coeli
•t.
[page-n-83]
83
En cuanto a las facies que conforman estos niveles morfogenéticos, existe una gran variedad,
resultado de la propia dinámica deposicional que muestran estas formas de acumulación. Para
el nivel medio (A:z), la mayoría de los cortes observados muestran facies características de este tipo
de ambientes ya sean water-laid deposits, como mass jlow deposits, con sus dos variantes de debris
jlow y mud jlow. En las zonas proximales se han observado en diversos puntos, cortes con las
características facies de debris jlow, con cambios laterales bruscos e interdigitación de detríticos
finos. Hacia las partes medias y distales, junto a las facies de water-laid deposits (con sus características subfacies de barras de canal o channel bar), aparecen depósitos de sheet jlood. Este nivel
presenta un buen grado de conservación gracias al fuerte encostramiento que lo sella, superior
por lo general, al l'S m de potencia.
En cuanto al nivel bajo (A1) las facies que lo forman son semejantes a las descritas para los
depósitos del Pleistoceno medio. Dominan en general las facies correspondientes a medios fluviales de tipo braided, con las secuencias características de depósitos de canal con desarrollo de canales secundarios. En las partes más distales se puede observar la correlación de estos depósitos con
los de la terraza T 1 del Barranc de Carraixet. Las mayores diferencias entre ambos niveles se apre·
cian, en primer lugar, en los cantos que son más heterométricos y subangulosos los del nivel A¡,
y en segundo lugar, en el encostramiento casi totalmente ausente en este último.
la edad que los diversos autores que estudian el área desde una óptica morfogenética asignan
a estos depósitos, es villafranquiense para el nivel G3, Pleistoceno medio para el A2 y Pleistoceno superior para el A1 (BRINKMANN, 1931; GoY et al. , 1974; MA!utNEZ et al. , 1987; P~REZ C uEVA,
1988; EsTRl!l.A, 1989).
Relación de los abanicos con otros elementos morfogenétieos
En el piedemonte de Bétera, de todos los niveles que se han establecido, únicamente los dos
más antiguos (el nivel superior G3 y el medio A:z), presentan desarrollo de costra calcárea. Aquí
únicamente nos centraremos en el análisis de la costra desarrollada sobre el nivel medio. El estu·
dio de diversos perfiles a lo largo del eje longitudinal de estas formas, revela las características
de estos cuerpos carbonatados en relación a su distribución espacial y potencia. En conclusión
puede afirmarse que la costra calcárea tiende a cubrir toda la superficie de la forma sobre la que
se desarrolla, desde las zonas superiores o proximales a las distales. Sin embargo, la potencia de
los perfiles varía de forma importante a lo largo del eje longitudinal de estas superficies. Así los
mayores espesores siempre se han localizado en las zonas distales de estos abanicos, con valores
en tomo al metro. En el ejemplo que aquí nos ocupa, perteneciente a la zona distal, el espesor
de la costra es menor por la erosión que provoca el depósito del nivel A1 (Fig. 39).
a) Facies.
En cuanto a facies, de los cinco tipos que se reconocen como característicos del área valenciana (EsTRELA, 1989), la secuencia aquí observada muestra una facies pulverulenta, con paso amasiva que cierra el perfil. Tanto las facies aquí observadas como la ordenación que muestran en
una secuencia vertical, es semejante a la definida por diversos autores pa.ra otras áreas (ARAKEL,
1982; EsTEBAN y KLAPPA, 1983; SANCHO, 1985). Pese a que en este perfil sólo se reconocen dos
facies, la mayor variedad siempre se localiza en las zonas distales, donde es posible encontrar la
secuencia más completa.
b) Microestructuras
En relación a las facies anteriormente comentadas y basándose exclusivamente en la utiliza·
ción de técnicas microscópicas, sobre todo la lámina delgada, se puede observar como en las cos·
tras tiene lugar el desarrollo de una gran variedad de microestructuras cuyo estudio, junto a los
datos del análisis geomorfológico y sedimentológico, pueden contribuir a su conocimiento genético. Algunas de las microestructuras más frecuentes observadas en la facies pulverulenta y masiva
del perftl seleccionado son: la estructura oolítica-pisolítica, jloating, la alveolar y las grietas.
[page-n-84]
84
Consideraciones finales
El estudio microscópico, junto a los datos de campo, permiten afirmar que en la génesis de
estos cuerpos carbonatados intervienen muy diversos procesos:
a) de carácter acumulativo en relación por una parte, a la precipitación de CaC0 3 en un sus·
trato por infiltración de aguas de superficie, y por otra, a fenómenos de tipo mecánico en relación
a pequeños canales superficiales propios de la dinámica de estas formas, que facilitan la incorpora·
ción de materiales detríticos.
b) procesos biológicos que tienden a alterar el depósito; principalmente destacan los conectados con la actividad radicular (nueva precipitación de CaC0 3), y
e) procesos diagenéticos en medio vadoso que litifican el sedimento.
ll. PARADA 2. DEPRESION DE CASINOS; EDETAJLLlRIA Y SU TERR110RIO DURAN·
TE EL PERIODO ffiERICO PLENO (SIGLOS IV-ll a.C.)
(1.1. La depresión de Casinos
Julio Mardnez•
la zona se sitúa geográficamente al N de la provincia de Valencia, al pie de los relieves de
la Cordillera Ibérica, en su vertiente meridional, en el sector comprendido entre las localidades
de Casinos y Olocau. Las ramblas de Artaj-Castellarda marcan el limite de esta depresión por el
W mientras que la rambla Escarihuela lo hace por el E. Limitando por el S con un tramo del
río Túria.
En cuanto al encuadre geológico, los relieves situados al N corresponden a formaciones calcá·
reas del Jurásico, de dominio preferente con relación a otras litologías y en segundo lugar aparecen
materiales de edad triásica, representados por areniscas y argilitas en el extremo oriental de esta
alineación montañosa. En el limite occidental de la depresión se sitúan relieves de materiales carbonatados de edad triásica y cretácica, y en el margen oriental materiales de la serie neógena de
naturaleza detrítico-carbonatada.
El cuadro geológico corresponde al dominio de la cadena Ibérica, por lo que la formación
y relleno de esta depresión se explica dentro de la historia evolutiva de la misma.
Antecedentes y origen de la depresión de Casinos
Los fenómenos que causaron la formación de esta depresión fueron debidos a los movimien·
tos distensivos que afectaron a la Cadena Ibérica, (SIMóN, J.L., 1984).
Durante el Terciario la zona habría funcionado como área hundida, sujeta a procesos de sedimentación. Primero como medio marino (sector de la Caiiada) y posteriormente como área de
influencia continental con facies detríticas y carbonatadas.
El proceso de sedimentación que vino a continuación fue de origen aluvial y, en parte, se
desarrolló en la denominada depresión de Casinos durante el Cuaternario.
Teniendo en cuenta los rasgos litológicos de algunos depósitos, la disposición geomorfológica
y el cuadro geodinámico de la región, pueden hacerse algunas consideraciones cronológicas.
Al Neógeno de la zona de LUria-Burjassot se le atribuye una edad miocena, sin emba111o,
considerando a la serie neógena como una etapa sedimentaria que se desarrolla entre dos fases
de deformación distensivas (J. L. SIMóN, o.c.), llevaría a tener en cuenta un periodo cronológico más
amplio para esta serie, que habría concluido con la aparición de la segunda fase distensiva que
modificaría la paleogeografía existente, al desarrollar un nuevo relieve, en el que intervendrían también
los sedimentos de edad neógena (Mio-plioceno). En esta fase, el desarrollo de una falla-flexura
'
Unidad Docente Edafologfa y Geologia. Universitat de
Yal~ncia.
[page-n-85]
85
con una dirección que aproximadamente coincide con carbonatados del Terciario, produciéndose
como consecuencia del relieve creado un cierre o barrera que constituye el límite oriental de la
depresión de Casinos.
u sedimentación continuó en las áreas hundidas durante la etapa final del Neógeno como
asf parecen indicar algunos depósitos en base a su disposición geomorfológica y caracterlsticas
geológicas.
Asf pues, durante el Neógeno se originó la colmatación de aquellas depresiones creadas por
la primera y principal etapa tectónica distcnsiva; la segunda etapa modificó el esquema paleogeográfico establecido en la zona, de forma que parte de las depresiones siguen manteniéndose mien·
tras que otras dejan de serlo para convertirse en áreas de denudación. la sedimentación continuó
durante el Plioceno superior en la depresión de Casinos y posteriormente, durante el Cuaternario,
inducida por la actividad neotectónica del Pleistoceno inferior.
la etapa de relleno más evidente corresponde al Pleistoceno y se ha desarrollado a partir de
la erosión de los relieves mesozoicos situados al norte de la cuenca por los barrancos que drenan
el relieve y que construyen a partir del mismo una formación de abanicos aluviales coalescentes.
Esta acumulación aluvial se caracteriza por una superposición de aportes en la zona de cabecera
de los abanicos, acumulación que fue inducida por la dinámica de la zona manifestada por una
elevación del relieve. En cuanto a la zona distal el desarrollo estaria controlado por la posición
altimétrica del río Túria.
En el limite oriental de la depresión y en la zona de cabecera de los abanicos (barranco de
Escorihuela) la disposición de los aportes pertenecientes a las distintas etapas se caracteriza por
encaja miento de tal modo que los más antiguos se situan a mayor altura que los más modernos.
11.2. Edeta/Lllria y su territorio durante el periodo Ibérico pleno (siglos IV·II a.C.)
Helena
Bonet~
Pierre Guérin ..
w intensas prospecciones llevadas a cabo en torno a Uiria y Casinos desde los afios 1930
por el Servicio de Investigación Prehistórica han configurado poco a poco una carta arqueológica
comarcal de la cultura ibérica, completada por numerosas excavaciones en extensión y puntuales
en el1bssal de Sant Miquel de Llíria, la Mont·ravana (Lliria), Cova Foradada (Llíria), Puntal deis
Llops (Oiocau), el Castellet de Bernabé (Llíria) y la Aceiía (Villar del Arzobispo); todos estos poblados ocupados durante el periodo ibérico pleno constituyen la documentación básica de un programa de investigación denominado «Liiria y su territorio en época ibérica», llevado a cabo por
el Servicio de Investigación Prehistórica en colaboración con el Departament de Prehistória i Ar·
queologia de la Uníversital de Valéncia.
las prospecciones sistemáticas programadas desde 1984 han desembocado en una clasifica·
ción de todos los poblados conocidos en varias categorías de acuerdo con su tamano, la naturaleza
del terreno, es decir, el grado de pendiente; la proximidad de suelos cultivables, y también de acuer·
do con las estructuras exteriores visibles como murallas, torres, etc.
Este método ha facilitado la constitución de cuatro grupos de asentamientos pertenecientes
al periodo ibérico pleno, desde finales del siglo V a.C. hasta principios del siglo O a.C. Paralela·
mente se han llevado a cabo excavaciones recientes en poblados de distintos grupos, lo que permí·
te una mejor definición de sus características. (Fig. 40).
El poblamiento en el Camp de 1\íria
La ciudad
En la clasificación de los asentamientos en función del tamaño destaca inmediatamente una
gran población de más de 10 ha, Sant Miquel de Lüria, de la cual no enconuamos equivalentes
• Servicio de lnYeStig¡lción Prebisl6ric:a. Valencia.
• • Ocpartament de I'Tdli$tória i ArqtJeOiosia. Uni>ersitat de Valtncia.
[page-n-86]
____
e c¡udad
• a aea ,
• caseno
• atalaya
._
.....
,,
F IGURA 40
El territorio de Llíria durante el periodo l~rico Pleno Edetano (siglo IV al II a.C.)
1
•
----
1
JtJJ l·~
FIGURA 41
El Castellet de Bemabé (Lliria, Valencia)
[page-n-87]
87
en un radio de 25 a 30 km. A nivel regional se podrían incluir dentro de la misma categoría Sa·
gunt, la Carencia (forís) y los Yillares (Caudete de las Fuentes). Cada uno de estos poblados debía
de ejercer la capitalidad sobre una micro-región circundante que constituía su territorio.
En el caso de Sant Miquel contamos ademí1s con la cita de Ptolomeo que identifica la
ciudad de Edeta con l.eiria, de lo cual se deduce que Edeta pudo ser la sede de Edecon, rey
de los edetanos.
Mí1s que las estructuras descubiertas en las excavaciones son los ajuares quienes permiten
detectar en el Tossal de Sant Miquel la presencia de artesanos especializados al servicio de una
clase dominante aristocrática, lo que le confiere un estatuto urbano único.
Las aldeas
Varios poblados, de superficies comprendidas entre 5.000 m2 y 2 ha, se encuentran disemi·
nados en el llano en torno a Lliria (lbrreseca, la Acena, la Mont·ravana); ocupan en su mayoría
suelos agrícolas cuya explota.ción queda patente en las estructuras de estos poblados donde se en·
cuentran testimonios del cultivo de cereales, vid y olivo, bien mediante las muestras arqueológicas,
bien ante el hallazgo de almazaras, elementos de prensa y restos de lagares. La ganadería constitu·
ye la otra vertiente de esta economía, con el dominio absoluto de los ovicápridos, suidos y, en
menor medida, el ganado vacuno. Los asentamientos de esta categoría son los proveedores de Llí·
ria en productos agrícolas.
El resto de los asentamientos no se diferencian en función del tamano, que oscila entre los
500 m2 y 2.500 m2, sino de sus estructuras defensivas y de su ubicación; tras estas dos variables
se configuran, a su vez, dos grupos: las atalayas y los caserlos.
Los caseríos
Ocupan las tierras bajas de la llanura y las pendientes de la Serra Calderona. De todos los
conocidos sólo se han realizado excavaciones en el Castellet de Bernabé, un poblado cuyas estructuras aportan numerosos datos en el campo socio-económico edetano. fur otra parte queda paten·
te la dedicación de un sector del hábitat a la explotación agricola y minera del entorno. El Caste·
llet de Bernabé y los otros asentamientos de esta misma categoría son fincas rurales, residencia
de terratenientes o grandes propietarios ocupados en la explotación de los recursos de sus tierras.
Las atalayas
Esta cuarta categoría se distingue por su ubicación sistemática en alto, lejos de los suelos
agrícolas y en lugares de difícil acceso. Sus estructuras exteriores siempre incluyen torre o bastiones.
Las atalayas del Camp de Túria forman una red de vigilancia articulada por conexiones ínter·
visuales que permitian un rápido paso de la información hasta cualquier punto del territorio de
Lliria. Se ubican en lugares estratégicos de la cornisa de la Serra Calderona, en los pasos hacia
el Alto Palancia así como a lo largo del Túria. Constituyen las pruebas defmitivas de la domina·
ción política de Edeta/Llíria sobre las tierras por ellas delimitada marcando una línea fronteriza
con otros territorios.
El Puntal dels Llops, totalmente excavado, es la atalaya mejor conocida. Construido a finales
del siglo v o inicios del IV a.C., sigue el modelo de poblado de calle central con torre de vigilan·
cía, planta que no varió durante los dos siglos de ocupación del yacimiento y que refleja, en cierta
medida, el rigor militar del acuartelamiento.
la definición de estas categorías abre camino a una serie de hipótesis sobre la organización
socio-política del territorio de Llíria. Como hemos visto, la red de atalayas deftne las fronteras
del territorio de la capital y constituye el medio de afirmación de una formación social de tipo
estatal.
[page-n-88]
88
ill. PARAPA 3. EL POBLADO DEL CASTELLET DE BERNABÉ (Liiria)
ID.l. El poblado de Castellet de Beroabé
Pierre Guérin•
El poblado ibérico del Castellet de Bemabé, excavado bajo la dirección del S.I.P. desde 1984,
se ubica en las estribaciones de la Serra Calderona, al NW del Camp de Túria; ocupa la cumbre
y parte de la ladera occidental de un cerro amesetado, poco destacado de las tierras circundantes;
un recinto de planta seudo-rectangular limita el área habitada a la cumbre del cerro, de 70 m de
largo por unos 16 m de ancho, totalizando unos 1.000 m2; en la ladera W una rampa de unos
40 m conduce a la puerta principal de dos batientes; en la ladera opuesta otra puerta de menor
tamaf\o constituye el acceso independiente de un sector aislado del hábitat. Es un poblado «de
nueva planta», lo que significa que fue construido de una vez al inicio de la ocupación y no sufrió
ampliaciones posteriormente. La vida del poblado transcurre durante el periodo Ibérico Pleno, momento de máximo esplendor de la cultura Edetana, desde inicios del siglo IV hasta fines del w o
principios del u a.C. (Fig. 41).
Arquitectura y urbanismo
la situación del Castellet de Bernabé en un cerro rocoso poco apto para el cultivo ha propi·
ciado la excelente conservación de sus estructuras hasta hoy dla. Los derrumbes de las edificaciones proporcionan todo tipo de elementos constructivos como adobes, enlucidos, vigas carbonizadas, trozos de techumbre, clavos de carpintería, cuyo estudio permite la elaboración de propuestas
reconstructivas. Algunos paramentos excepcionalmente conservados muestran la técnica ibérica
de puesta en obra de la piedra caliza y el adobe. las escaleras adosadas a las fachadas dejan sospechar el uso de terrazas y primeras plantas, lo que parece bastante común en asentamientos de
tan reducidas dimensiones. El desnivel existente entre el suelo de algunos departamentos y la calle
atestigua igualmente la existencia de semisótanos.
Toda la arquitectura del poblado refleja la gran importancia otorgada a los espacios abiertos,
sin duda para facilitar el tránsito de carros, también revelado por el equipamiento de la puerta
principal con mojones protectores y carriladas artificiales.
El modelo urbanístico resultante, muy común en los asentamientos de cumbre, es el denominado «de calle central», donde las estructuras se adosan a la muralla, a ambos lados de una vía
de circulación dispuesta en el eje longitudinal central del recinto.
Dos sectores diferenciados
El área excavada puede ser dividida en dos sectores independientes.
- Al W tras pasar un corredor de entrada, se llega a una plaza triangular que enlaza con
la calle central hacia el E. Casi todos los departamentos de este sector se organizan radialmente
en torno a este espacio. Cerca de la entrada, un primer departamento con balsas y un hogar era
una almazara; a continuación, otra dependencia donde la excavación proporcionó tres molinos,
numerosas semillas de cebada, así como la llave que lo cerraba, fue sin duda un almacén de granos; más lejos un departamento alargado con un banco vasar de mampostería tenía una función
de almacén de ánforas y tinajas; en el extremo E un gran departamento cuadrado con numerosos
hogares y cerámica común, es el único espacio de este sector donde se han detectado actividades
culinarias. Al S de la plaza dos departamentos albergaban tareas metalúrgicas: en el primero, un
gran podio ciliodrico sostenía un hogar de fragua, en el segundo un hogar y una lef\era han proporcionado numerosos restos de plomo fundido que testifican el trabajo del plomo y posiblemente
la obtención de plata por copelación de la galena argentifera.
• Oepartament de Prehistoria i Arqueología. Univcrsitat de Va~ncia.
[page-n-89]
89
- Al E un complejo de cinco departamentos configura indudablemente una gran vivienda;
un corredor en «L» comunica con la entrada oriental del poblado hacia el E, y con la calle central
hacia el S mediante una estrecha puerta. De N a S los espacios domésticos son: en primer lugar,
un gran «espacio colectivo» equipado con numerosos hogares, donde se cocinaba; una capiUa doméstica con un hogar ritual y una hornacina donde se realizaban los cultos familiares; un molino,
indispensable para obtener la harina consumida diariamente; y dos espacios posiblemente destina·
dos al reposo, con esteras y tapices en el suelo.
la división espacial del poblado en dos sectores diferenciados refleja, al parecer, una división
socia. de sus moradores. Al W los ocupantes de la vivienda son gentes privilegiadas, no activas
!
en la producción; inversamente, en el otro sector casi todos los espacios se encuentran ocupados
por estructuras relacionadas con los trabajos agrícolas o metalúrgicos y configuran un complejo
productivo; es este el lugar de gentes activas, posiblemente serviles.
En definitiva, el CasteUet de Bernabé es la residencia de una familia aristocrática que explota
los recursos agrícolas y mineros de una hacienda.
Circunstancias históricas
los numerosos materia.les recuperados en el transcurso de las excavaciones atestiguan un horizonte Ibérico Pleno Edetano semejante al de Sant Miquel de Lliria y fechado desde el siglo rv
a. C. hasta principios del n a.C., momento en que se inicia el período Ibérico Thrdio tras la conquista romana.
la est.ratigrafia muestra claramente que el poblado no pudo superar los desajustes del momento de transición de fines del siglo ut, inicios del u a.C.; fue destruido dos veces en este corto
lapso, y previamente al último incendio el tapiado de la puerta principal refleja con gran realismo
el estado de inseguridad que sufría la comarca hacia principios del siglo u a.C.
m .2. Consolidación de fábricas y estructuras de época ibérica
Ignacio A. lbstor
En el cerro de Sant Miquel de Lllria hemos podido observar un serio problema de
la excavación arqueológica: los materiales de fábricas constructivas, protegidos durante siglos
de la erosión y los meteoros, sufren una rápida degradación al quedar expuestos a la intemperie, Uegando en casos extremos a desmoronarse totalmente. Frente a esta perspectiva, tan
indeseable como previsible para la mullitud de yacimientos arqueológicos no monumenwles,
el interés de Helena Bonet y Pierre Guérin por la conservación de los materiales y fábricas
destinados a permanecer en el lugar, se tradujo en redactar y promover sendos proyectos
de consolidación para los yacimientos del Puntal deis Llops, en Olocau, y del CasteUet de
Bernabé.
Aunque hasta ahora no ha sido frecuente este tipo de actuaciones (situación que, afortunadamente, se va corrigiendo), podemos esbozar un marco general de Jos problemas que las condicionan, y que cabe resumir en:
- limitaciones de presupuesto: salvo los contadís.imos casos en que se conoce de antemano
el carácter monumental de los restos, los recursos asignados a una campaí'la arqueológica apenas
Uegan a cubrir los costes indispensables de excavación, impidiendo la actuación de equipos pluridisciplinares y el desarrollo de estudios complementarios; en el aspecto que ahora nos ocupa, podemos apreciar el deterioro de algunas fábricas, debido a la falta de recursos para aplicarles un
tratamiento adecuado, inmediatamente después de descubiertas.
- urgencia de proyecto: el procedimiento burocrático, tomado de actuaciones de muy distinto
carácter, obliga a una redacción apresurada y escasa en estudios previos, con importantes indeterminaciones que abarcan desde su propio objeto (puesto que no se sabe qué parte del yacimiento
se habrá excavado cuando comiencen las obras, y mucho menos cuántas estructuras aparecerán,
ni en qué estado) hasta los parámetros imprescindibles para la redacción de un presupuesto: deseo-
[page-n-90]
90
nociendo cuánto se demorará la prolija tramitación, es imposible prever el deterioro que se producirá desde que se redacta el proyecto hasta el inicio de obras.
-accesibilidad: la situación de los yacimientos, en lugares de difícil acceso y, por lo general,
alejados de núcleos urbanos, limita en gran medida los medios auxiliares de que se podrá disponer:
desde el suministro de agua o energía motriz hasta el acarreo de materiales y herramientas de
construcción o el acceso del personal, cada actividad deberá ser estudiada en función de las dificultades de acceso; el concurso de maquinaria (grúas, camiones, hormigoneras...) es, por lo general, imposible.
-oficios: la naturaleza de los trabajos a desarrollar exige el recurso frecuente a oficios especializados (canterla, carpinteria de armar, albañilería y hormigones de tierra, fabricación de adobes...) en franca recesión, y algunos de ellos prácticamente extinguidos, lo que obliga a una cuidadosa selección de personal y a la previsión de pruebas, ensayos y trabajos previos no habituales.
En el Castellet de Bernabé, naturalmente, hubo que afrontar todos estos problemas, y algunos más, compensando con trabajo e ingenio las limitaciones de recursos que, aunque en mucho
menor medida de lo habitual en este tipo de trabajos, también se dieron aquí; para ello, tuvimos
la suerte de contar con un equipo de trabajadores cuya experiencia en canterla y mampostería,
unida al ingenio con que suplieron la falta de medios auxiliares, produjo los resultados que hoy
podemos observar, con la adición de las consolidaciones sistemáticas que, al finalizar cada campa·
tla de excavación, viene realizando Pierre Guérin.
Aunque el proyecto se limitaba a la consolidación de los restos descubiertos, se consideró conveniente hacer compatible dicha intervención con una posible actuación posterior más ambiciosa,
que incluyese la reconstrucción, siguiera parcial, de alguno de los departamentos. Con este objetivo, se proyectó la reposición in situ de mampuestos caídos, así como la protección de las fábricas,
de modo que fuesen compatibles con un recrecido posterior, sin perjuicio de la necesaria distinción entre las partes conservadas y la consolidación; a este aspecto se atendió procurando dejar
señales que, siendo suficientemente claras para un especialista, no perturben la visión de conjunto
del visitante ocasional, más interesado en construir su propia imagen del poblado, a partir de los
restos que observa.
Desde el comienzo de los trabajos de excavación, se pudo constatar el buen estado de conservación que presentaban materiales y estructuras frente al paso del tiempo y los meteoros, en contraste con la depredación sistemática que venía sufriendo el yacimiento desde largo tiempo atrás;
expolio destructivo agravado en los últimos años por las acciones de incalificables individuos, que
llegaron a demoler magníficas muestras de fábrica de mampostería y adobe descubiertas por las
excavaciones.
El proyecto partía de la conveniencia de proceder a la consolidación de las estructuras inmediatamente después de su recuperación, para reducir en lo posible su vulnerabilidad ante los diver·
sos agentes erosivos, y de reparar los destrozos mencionados. Transcribimos de la memoria de proyecto la descripción de las obras.
«Como ya se ha indicado, las características topográficas del yacimiento y su entorno, así
como los usos (y abusos) de que ha sido objeto, condicionan fuertemente la intervención que se
proyecta, requiriendo importantes trabajos previos de acondicionamiento, que cabe resumir como
limpieza y desbroce, remoción de adherencias y derrumbes que ocultan parcialmente las estructu·
ras exteriores, y ligeras nivelaciones que permiten habilitar las zonas más adecuadas de las proxí·
midades para su utilización como parque provisional de materiaJes y utillaje, y el emplazamiento
de los elementos auxiliares indispensables (grúas, depósito de agua, generador, compresor, caseta
de dirección y vigilancia, etc.). Puesto que resulta inevitable destinar a estos conceptos una parte
considerable de la inversión prevista, se ha planteado como objetivo adicional de este proyecto
la optimización de su aprovechamiento, supliendo al tiempo alguna de las carencias del cercano
yacimiento de Puntal deis Llops, cuya consolidación se prevé simultánea con ésta; la necesaria
planta de fabricación y curado de adobes, cuya ocupación de superficie resultarla alll excesiva para
la relativamente exigua cantidad de piezas requerida, puede suplirse con un pequeño excedente
de producción en este tajo.
En cuanto se refiere a las obras de consol.idación propiamente dichas, se proyecta acometer
prioritariamente la limpieza, consolidación y refacciones rninimas necesarias en la muralla, conti·
nuando con el interior a medida que avancen los trabajos de excavación; estimamos que, en la
[page-n-91]
91
campaña a que afecta este proyecto, será posible actuar sobre la mitad (aproximadamente) de la
superficie total del yacimiento, lo que supone más o menos el triple de la zona excavada hasta
el momento».
Como ejemplo de lo ya expuesto sobre los problemas inherentes a este tipo de obras, los ma·
yores inconvenientes que hubo que vencer para llevar a cabo este trabajo podrían resumirse como
sigue:
a) Situación: en paraje despoblado, sometido a las inclemencias del tiempo y accesible sólo
a través de un camino de tierra, intransitable para la mayor parte de medios auxiliares necesarios
en este tipo de obra, Jo que dificultaba el suministro de las herramientas y materiales imprescindi·
bies: no se pudo disponer de energía eléctrica, y el agua era escasa.
b) Medios: la falta de grúas o elevadores sólo podía ser suplida por el ingenio y la voluntad
del equipo de trabajo; resulta por tanto más meritorio, si consideramos que fueron transportadas,
trabajadas y puestas en obra piedras que frecuentemente superaban los trescientos kilogramos de peso.
e) Técnicas: el aparejo y labra de la piedra en bloque y los morteros de tierra, casi perdidos
en la comarca, hicieron necesario cuidar especialmente la selección del personal, y realizar prue·
bas y ensayos en cada fase del trabajo. Conviene mencionar también la falta de estudios y documentación sobre este aspecto de la cultura ibérica, y la escasez de precedentes en este tipo de intervención. En cuanto a las fábricas de adobe, la imposibilidad de demorar las obras el tiempo necesario
para un correcto curado de las piezas nos obligó a sustituirlas por una imitación ejecutada con
la técnica de tapial encofrado que, como la propia fábrica de adobes, mereció en su tiempo la aten·
ción de Yitruvio y del propio Julio César.
IV. PARADA 4. LOS ABANICOS AWVIALES DE LA FOSA DE CASINOS. DINAMICA
RECIENTE
Pilar Carmona• e Inmaculada March*
Anteriormente se ha explicado el origen y las principales etapas cronológicas de la deforma·
ción de la fosa de Casinos, haciendo referencias a su colmatación durante sucesivas etapas de relleno neógenas y cuaternarias (MARTINEZ, 1986).
la etapa más evidente de relleno de la fosa corresponde al Pleistoceno. Las acumulaciones
adoptan la fisonomía de abanicos aluviales con ápices al borde de la cubeta: todos los conos (excepto el de la Rambla Castellarda en su contacto con el río 1üria) tienen la cuenca de drenaje
en los materiales de la Serra Calderona y el ápice, en el contacto con la fosa de Casinos (señalando
el eje tectónico Higueruelas - Pur,:ol, comentado por PÉREZ, 1988). la ruptura de pendiente crea
un cambio en la geometría hidráulica del canal, el cauce pierde profundidad, gana anchura y divaga lateralmente abandonando su carga y construyendo el edificio sedimentario.
De oeste a este, siguiendo este eje tectónico se distinguen los abanicos de la Rambla del Roig,
el de la Rambla d'Artaix, el del Barranc deis Frares, el del Cerro Pita!, el de la Rambla de les
Yint·i·quatre, el del Barranc del Forat y el de la Rambla Primera (la Rambla Castellarda forma
otro cono aguas abajo, fuera de esta alineación). Los abanicos de las ramblas de Artaix, Castellar·
da y Primera están incididos y por lo tanto son paleoconos; todos los demás son funcionales (Fig. 42).
En todos los abanicos pueden distinguirse varios niveles de acumulación correspondientes
a sucesivas etapas de reUeno pleistoceno (principalmente medio y superior). Los niveles, según la
actividad tectónica, se superponen o se encajan unos en otros, en algunos casos la intensa migra·
ción del canal dificulta la asignación cronológica de cada una de las series.
Un estudio detallado muestra niveles recientes de acumulación en los conos funcionales; un
ejemplo es el del Barranc deis Frares (fig. 42) en donde el nivel asignable al Holoceno tiene abun·
dante contenido cerámico de época romana (poblado del Te¡y).
En la parte distal, centro de la fosa, se produce la coalescencia de los cuerpos sedimentarios;
aquí una topografía de detalle señala los sectores de interdigitación de unos abanicos en otros.
la pérdida de pendiente se traduce en la configuración de una Uanura aluvial.
• Departament de Geog,afia. Universitat de Valencia
[page-n-92]
E5l roca madre calcárea
I·J~"-! lcoluviones
~canal fluv·lal
~abanico pleistoceno
1
\S8acumulación histórica
--------
o
FIGURA 42
Abanicos aluviales de la zona de Casinos
1Km.
[page-n-93]
93
Los procesos de acumulación observables en los sectores apical y medio, contrastan con la
dinámica erosiva de grandes cárcavas en los sectores distales del abanico. Se ha podido comprobar
(MAAcH, 1991) que estas cárcavas (llamadas «arroyos» en la geomorfología anglosajona) progresan con motivo de precipitaciones intensas, originándose procesos de concentración de escorrentia
superficial y subsuperficial (paleocauces). Los procesos se acompañan de colapsos de material en
las cabeceras en regresión, circulación en arroyada en el fondo de las cárcavas (morfología plana),
y acumulación de material detrítico aguas abajo, en la parte terminal del sistema. Las causas de
formación y desarrollo de estos canales se han puesto en relación en medios semiáridos con cambios climáticos y con la deforestación producida por las prácticas agrícolas (Fig. 43).
V. PARADA 5. GESTALGAR: TERRAZAS DEL TÚRIA
Julio Martlnez •
Al pie de la Sierra de la Lobera cuyo relieve montañoso Jo constituyen fundamentalmente
series calcáreas jurásico-cretácicas y en cuya base afloran margas yesüeras del keuper, se sitúan
los depósitos detríticos que son el objetivo de la parada.
El espesor de los mismos se ha estimado en unos 40 m situándose su base a 4 m sobre el
talweg del río.
La morfología de la superficie original se habría desarrollado como un piedemonte formado
por coalescencia de conos aluviales y depósitos coluvionales.
En el corte correspondiente a la parada pueden distinguirse varios niveles superpuestos de
aportes de génesis diferente, entre los que hay que señalar los pertenecientes a un origen fluvial
y los de carácter aluvial.
De muro a techo de la formación y apoyados sobre materiales triásicos (Keuper) se dispone
un depósito de terraza T 1 con un espesor de 10 a 15m, formado por cantos redondeados, sobre
el que se apoya un nivel de arenas cementadas de 1 m aproximadamente; le sigue un depósito
de arcillas que lateralmente pasa a una alternancia de capas de arcillas y gravas con algún nivel
más grueso de cantos subangulosos, que testifican la presencia de materiales aluviales A1 y que,
hacia el techo de la formación, se caracterizan por estar formados por niveles de limos con gravas
más o menos dispersas y depósitos de cantos y gravas.
Esta formación presenta además una intercalación de depósitos aluviales A2 y fluviales T 2
formados después de una primera etapa aluvial A 1• A partir de esta primera fase, tienen lugar
procesos de erosión, encajamiento y relleno de esta segunda fase aluvial A2 constituida por depósitos de cantos, sobre la que se dispone una segunda terraza T 2 formada por cantos redondeados y cementados. A continuación de este depósito fluvial se dispone fmalmente una sucesión
de aportes aluviales A3, representados por niveles de gravas y limos (Fig. 44).
La formación de estos depósitos se justifica dentro de la evolución geodinámica de la zona,
caracterizada por procesos neotectónicos de carácter distensivo que se manifiestan por movimientos de elevación y hundimiento de bloques a favor de planos de fractura preexistentes.
En cuanto a la edad de la formación detrítica, ésta correspondería al Pleistoceno inferior y
el proceso subsidente se situaría en el transcurso del mismo.
Vl. PARADA 6. EL POBLADO ffiERICO DE LA ACEÑA (VILLAR DEL ARZOBISPO)
Helena Bonet••
El yacimiento de la Aceña se ubica en pleno llano del ViUar del Arwbispo, junto a la Rambla
de la Aceña y se encuentra atravesado de norte a sur por la carretera local de Villar del Arwbispo
a Bugarra. Dado a conocer a principios de siglo por F. Almarche, se ha identificado en varias
• Unidad Docente Edafologia y Geologia. Universitat de Valencia.
•• Servicio de Investigación Prehistórica. Valencia.
[page-n-94]
o
• •.
•
•
.. •
••
1
r•
1Km
•
.
• 1
N
. ~-
,,
1 •
• 1
'• •
FIGURA 43
Cárcavas y arroyos en el á.rea de Casinos.
1: Rambla Primera o de LUria.
2: Cárcavas o arroyos.
3: Paleocauces enterrados.
4: Paleocauces en superficie.
5: Afloramientos calcáreos.
6: Conos pleistocenos.
7: Llanuras aluviales.
8: Carreteras
[page-n-95]
s~
--- ___
-.. ::-:-:~_. .- ..- .·,-::-. . . .. -·-- - -.:.:· ;~~~-----'~-~ _P,------ --------- ......·_ -- -- ------....:.....:.. __:_• - .·-•:__-- - ~-; -...:...
.
.::...-- . - · . . .
:
'b .
. - .-:._..!.- _ _:......!._ =._
----~--·- -.__
------ ~
.__,-
_
_____ _
-----
• •a •
T
•
..
• .---=-:;; - •
~- .,
.
.
.
-·-
.·
. . --"--.:...
~-
A
-·- --.:.~
"
-
--~
"'
.
..............
,.
"
lfiásico
T 1 (a ,b), T 2.
O Limosfarcillas
!'lJ Margas yesiferas
P ., P2, P3 (a,b).
Cantos/gravas/limos
..
,4.--=:
Cuaternario
0
~
~
• • • .:....-
.
--
, ~.:-~: ...:-......___~ ~
.
• T,
"'
...,_:.;...
•
__._ ...
a
..:_ --.:___:
/'
.,.
------
/'
.
-- -- ,.
Depósitos fluviales
Depósitos aluviales
Um.ite supuesto (Pleistoceno Inferior-medio)
FIGURA 44
Cauce de río Turía. Terrazas
l
.
..
. .-
~--A- ·
_._,;.._
·----
... __ ._
[page-n-96]
96
ocasiones con la Torre, yacimiento romano que se extiende a 1 km al sur de la Aceña llegándose
incluso a confundir citas y materiales de ambos yacimientos. Tras la publicación en 1947 de «Exploraciones en la comarca de Casinos» por D. Fletcher, el poblado de la Aceña quedará definitivamente identificado y adscrito a la cultura ibérica.
Desde el año 1985 se han realizado cinco campañas arqueológicas bajo la dirección del Servicio de Investigación Prehistórica y se han consolidado las estructuras excavadas, siendo hoy visitables.
El yacimiento, de aproximadamente 1 ha de superficie, conserva la mayor parte de su perímetro amurallado, de !50 m de largo, que había pasado siempre inadvertido debido a su aprovechamiento, desde antiguo, como margen de bancal.
Uno de los aspectos más interesantes de la Aceña es precisamente su ubicación en el llano
totalmente desprovisto de estructuras defensivas. En efecto, el recinto que le rodea es un simple
muro de 80 cm de espesor que delimita la parte posterior de las viviendas formando parte integrante del urbanismo doméstico. En toda su longitud conservada no hay ninguna torre ni bastión
y, aunque en el siglo pasado se destruyeron dos tramos del recinto para la construcción de la carretera, no parece, por l.as noticias verbales de la época, que dichos sectores contasen con importantes
fortificaciones. Esta total ausencia de posibilidades defensivas reafirma que la principal función
de este asentamiento fue económica y no militar (Fig. 45).
En cuanto a su evolución histórica y desarrollo urbanistico, la Aceña presenta dos niveles
de ocupación superpuestos, adosados ambos al mismo recinto.
L1 Aceña 1
Es el nivel inferior y primera fase de ocupación del asentamiento.
Sólo conserva estructuras en el sector norte del yacimiento, mientras que en el resto de la
zona excavada este nivel ha sido prácticamente arrasado por el posterior trazado urbanístico de
la Aceña II.
El material recuperado es muy escaso a lo que hay que anad.ir la falta de importaciones que
permitan fechar este nivel con precisión. A pesar de ello, la cerámica ibérica de tipo arcaico permite datar la primera ocupación en el Ibérico Antiguo, comprendido entre finales del siglo VI y v a.C.
L1 Aceiia II
Es el nivel superior y última fase de ocupación. Se asienta directamente sobre las estructuras
de la Aceña 1 sin seguir el anterior trazado, destruyendo incluso las estructuras existentes. Sólo
mantiene sin modificación alguna el perímetro de la. muralla.
Debido a su ubicación en medio de las tierras cultivables, este poblado ha sido recientemente arrasado por lo que apenas conserva una o dos hiladas de piedras de los muros, habiendo
llegado incluso a desaparecer muchos de ellos bajo la reja del tractor. Sin embargo, las excavaciones realizadas al pie de la muralla, en la zona oeste, muestran un urbanismo de trazado bastante
regular con un sector de viviendas, adosado a la muralla, formado por grandes casas compartimentadas.
Aquí el suave relieve ha propiciado la construcción de viviendas cuadrangulares; una de ellas,
totalmente excavada, se compone de un espacio central o vestíbulo al cual se llega desde la calle
y que comunica con las otras dependencias: dos habitaciones laterales, al fondo en el lugar más
resguardado, almacenes equipados con bancos vasares; a un lado, hacia el N, un suelo irregular
lleno de detritus marca el emplazamiento de un patio, donde podían estar los animales domésticos. las puertas de entrada se abren en las fachadas alineadas a lo largo de una amplia calle central de 4 m de ancho y empedrada, apta para el tránsito rodado.
Al otro lado de la calle se han excavado dos dependencias, una de ellas destinada a la producción de aceite, como lo prueba una gran balsa de decantación en cuyo interior se hallaron huesos
de aceituna.
Este nivel de ocupación, al que corresponden todas las estructuras hoy visibles, está fechado
entre los siglos rv-u a.C. a partir de los materiales arqueológicos recuperados: cerámicas áticas de
[page-n-97]
LA SEF:IA
Villar dPI Arzobis~ (Yal~nc,a).
1
..(.
\
\
·•
\
FIGURA 45
Poblado de la Aceña
[page-n-98]
98
barniz negro, del taller de las tres palmetas radiales, campaniense A y un scrnís romano del
año 156 a.C. Todo ello acompañado del característico ajuar doméstico de cerámica ibérica -ollas,
ánforas, tinajas, copas, jarras, platos, etc.- y escaso metal - fíbulas de la Tene, pinzas, broche
de cinturón de bronce e instrumental agrícola de hierro-.
la Aceña pertenece junto con Torreseca (Casinos), la Mont-ravana (Llíria) o el Tos Pelat (Monteada) a la segunda categoría de poblados ubicados dentro del territorio de Edeta/Llíria y definidos
como aldeas a partir de su extensión (3.000 m2 a 1 ha) y funcionalidad. Son comunidades básicamente agrícolas donde se llevan a cabo también otras actividades artesanales y la metalurgia.
Dispersos por el valle, ya sea en llano o en alturas medianas, se ubican siempre en los suelos agrícolas productivos y próximos a recursos acuíferos.
BIBLIOGRAFlA
ARAKEL, A.V. 1982: Genesis of calcrete in Quaternary soil profiles, Hurr and l..eeman Lagoons,
Western Australia. Journal of Sedimentory Petrology, Vol. 52-1, pp. 109·125.
BERNABEU, J., BoNET, H. y MATA, C. 1987: Hipótesis sobre la organización del territorio Edetano
en época Ibérica Plena: el ejemplo del territorio de Edcta!Llíria. Iberos. Actos de las Primeras
Jornadas sobre el Mundo Ibérico, Jaén 1985, pp. 137-156.
BoNET, H. 1988: la Seña, Vi.llar del Arzobispo (los Serranos). En Memories Arqueológiques o
la Comunitot Valenciano 1984-1985, Valencia, pp. 253-257.
BoNET, H. y Gui!RIN, P. 1989: Habitats et organisation du territoire édétanien jusqu'au début du
IIéme s. av. J.C. En Hobitots et structures domestiques en Méditerronée Occidentole duront
lo Procohistoire (pré-octes), Aries, pp. 80-84.
BoNET, H. y PASIDR, 1 (1984): Técnicas constructivas ibéricas. Papeles del i.JJborotorio de Arqueo·
logío. Saguntum, XVill, Valencia, pp. 163-187.
BoNET, H. y PASTOR, I. (1987): Memorias de los proyectos de consolidación del Puntal dels Llops
(Olocau, Valencia) y Castellet de Bcrnabé (Llíria, Valencia). Inédito.
BRtNKMANN, R. 1931: Bctikum und Keltiberikum in Sudt>stspanien. Beitr. Geol. der Westmediterrongebiet, 6, pp. 749-856. Th!ducción en Public. Extranjeras sobre Geol. de Espoflo, C.S.l.C.,
Madrid, 1948, pp. 305-434.
CooKE, R.U. y REEvES, R.W. 1976: Arroyos ond Environmentol Chonge in the American South·
West. Clarendon Press, Oxford, 213 pp.
EsTEBAN, M. y KLAPPA, C. 1983: Subacrial exposure environment. Carbonate Depositionol Environments, Ed. Scholle, Bcbout, Moore A.A. P.G. Memoire 33, pp. 1-54.
EsTRELA, M.J. e.p.: Contribución al conocimiento de las costras calcáreas del Piedemonte de Bé·
tera (Provincia de Valencia): Facies y Microestructura. Actos de lo JI Reunión del Cuaternario
Ibérico, Madrid 1989, pp. 25-29.
Gov, J.L. y ZAw, C. 1974: Estudio morfotectónico del Cuaternario en el Ovalo de Valencia. Actos de lo 1 Reunión Nocional del Grupo de 11-obajo del Neógeno y Cuaternario, C.S.I.C., Madrid, pp. 71-82.
GRAF, W.L. 1987: Fluvial Processes in Drylond Rivers. Bcrlin, Springer Verlag, 365 pp.
Gu~RIN, P. 1989: El asentamiento ibérico del Castcllet de Bcmabé (Llíria, Valencia). Informe Pre·
liminar. En Actos del XIX Congreso Nacional de Arqueologfo, Castellón 1987, Zaragoza,
pp. 553-564.
Gu~RlN, P. y BoNET, H. 1988: Castellet de Bcmabé, Llíria (Camp de Túria). En Memories Ar·
queologiques o lo Comunitac Valenciano 1984-1985, Valencia, pp. 178-181.
GU~RIN, P., BoNET, H. y MATA, c. 1989: la Deuxieme Guerre Punique dans I'Est ibérique a tra·
vers les données archéologiques. Studio Phoenicio, X, Punic Wars, pp. 193-204.
MARCH LEUBA, l. 1991: Los conos aluviales de los llanos de Cosinos-Llfria. Tesis de Licenciatura,
Universitat de Valencia. Inédita.
MARfiNEZ GALLEGO, J. 1986: Geomorfologfo de los depósitos cuaternarios de lo zona N-NE de
lo provincia de Valencia. Tesis Doctoral. Facultad de Geología. Madrid. Inédita.
MARI'INEZ GALLEGO, J. 1987: Los depósitos cuaternarios en los alrededores de Gestalgar (Valen·
cia). Actos de la Vil Reunión sobre Cuaternario, Santander.
[page-n-99]
99
J., Gov, J.L. y ZAZJ), C. 1987: Un modelo de mapa neotectónico en la Región Nororiental de la Provincia de Valencia (Espafta). Estudios Geológicos, 1-2, vol. 43.
PÉREZ Cut.vA, A. 1988: Geomorfología del Sector Ibérico Valenciano - entre los rfos Mijares y
Thria- Dpto. de Geografía, Universitat de Valencia, 217 pp.
SANCHO, C. 1985: El piedemonte pliocuaternario en la Región del Cinca (Provs. de Huesca y Lérida): Depósitos y evolución. Actas de la 1 Reunión del Cuaternario Ibérico, Vol. 2, Lisboa,
pp. 381-392.
SrMóN GóMEZ, J. L. 1984: Comprensión y distensión alpinas en la Cadena Ibérica Oriental. Instituto de Estudios Turolenses, Teruel, 269 pp.
MARTINEZ,
[page-n-100]
[page-n-101]
EXCURSION
D
LA LLANURA ALUVIAL DEL TURIA
Y LA ALBUFERA DE VALENCIA*
Coordinadores:
P. CARMONA, A. RIBERA
Ma J.
Colaboradores:
E. GRAU, E. SANJAUME
DE PEDRO,
• El contenido científico de este trabajo se ha beneficiado de los proyectos <
[page-n-102]
PROVINCIA
MAR
DE
MEDITERRANEO
VAL~NCIA
SILLA
8
•-
--J--- L_ ji-_JI km
FIGURA 46
Itinerario excursión D
[page-n-103]
103
l. PARADA l. LAS TERRAZAS PLEIS10CENAS DEL TÚRIA Y EL POBLADO DE LA
LLOMA DE BETXÍ
1.1. ÚIS tenazas pleistocenas del Túria y la llanura de Valencia
Pilar Carmona•
LA llanura costera del rio Túria forma parte de las planas sedimentarias del Golfo de Valencia;
es un claro ejemplo de cuenca de acumulación detrítica pleistocena y holocena que ha experimen·
tado un proceso de hundimiento (desde fines del Terciario) y superposición de niveles cada vez
más recientes, ya sean continentales, marinos o de transición. Esta situación dificulta gravemente
el reconocimiento de su historia cuaternaria; fa subsidencia no favorece el encajamiento de los
cursos de agua y el registro de fas terrazas fluviales es fragmentario e incluso sólo representado,
en la costa, por el nivel o los niveles más recientes.
La superposición de niveles cuaternarios se produce a partir de ejes distensivos (neógenos y
cuaternarios) sensiblemente paralelos a la costa. A partir de aquí se escalonan todas las estructu·
ras en dirección al mar y pierden cota los niveles continentales pleistocenos (Fig. 47).
Para analizar fas terrazas del Turia en el área cercana al litoral es necesario distinguir dos
sectores: el primero comprendido entre la Presa de Aguas y Manises, y el segundo entre esta po·
blación y el mar.
En el sector deiThria próximo a la Presa, los niveles de glacis y terrazas más antiguos (Pleistoceno inferior y medio, T 4 y Tl) están encajados en los materiales calcáreos miocenos. Estas for·
maciones, sumamente encostradas y tectonizadas, aparecen como pequeños rellanos aluviales es·
calonados a cotas entre 80·90 m s. n. m. En la base es frecuente encontrar materiales arenosos
de la transgresión miocena (fig. 48).
Aguas abajo, en la orilla derecha, desaparecen los materiales del sustrato mioceno y ambos
niveles (T4 y T3) se convienen en una única y amplia superficie -con morfología de glacis-,
denominada el Pla de Quan; esta tnmsición se realiza sin que se observe ningún tipo de encaja·
miento. La pérdida progresiva de cota del nivel de esta superficie (de 80 m en el área de la Presa
a 45 m s.n.m. en el área de Manises; apenas 4 km) y la desaparición de uno de los dos niveles,
permite suponer un fenómeno de superposición del más moderno sobre el antiguo propiciado por
el hundimiento del sector durante el Pleistoceno.
En la orilla izquierda, sin embargo, el sustrato calcáreo mioceno se constituye en una plata·
forma emergente, sobreelevada durante el Pleistoceno; la serie de terrazas pleistocenas antiguas,
aparecen completas y escalonadas hacia el río y sus cotas se mantienen varios metros por encima
de la serie del Pla del Quart (Fig. 48).
l.os niveles del Pleistoceno superior (T1) aparecen - entre la Presa de Aguas y Manises-,
encajados siempre en los niveles más antiguos, cercanos al cauce y en ambas orillas.
En el segundo tramo contemplado, desde Manises hasta el mar, observamos nuevos fenóme·
nos de superposición similares al descrito aguas arriba. La única diferencia es que se producen
en ambas orillas, y esta vez es el Pleistoceno superior (abanico aluvial con ápice en Quart, y varios
niveles de terraza T., encajados y escalonados en dirección al cauce) el que se superpone a la
serie más antigua; aguas abajo, en Valencia se repite el mismo fenómeno, la serie del Holoceno
(nivel 0) sepulta la acumulación del Pleistoceno superior (Fig. 48).
La interpretación de cortes geológicos efectuados con datos de sondeo (CARMONA, 1990) nos
permite establecer la estratigrafía del substrato sedimentario y la secuencia relativa de formación
de la llanura (fig. 49 y SO). La datación absoluta de algunos de los niveles más significativos nos
permite entrever la evolución de la llanura durante el Pleistoceno superior y Holoceno dividida
en tres fases:
1•) l.os momentos de la última regresión marina pleistocena (correlacionable con el nivel T 1
continental).
2•) Las fases transgresivas flandrienses (correlacionadas con el Holoceno antiguo 0.).
• Oepartament de Geografía. Universitat de Valencia.
[page-n-104]
\, ..
- ·· .,..
--.
.·-· ·
.·
... ~·----
-·
___,.
-·<:.::...
_ - - a,·n e o ~ t ecldni co'
c=Jcuot er nori o
ITJt•tc
iad o
~S• cvndorio
.'!':'..;¡;_.._..o.._ _;,...__,.__ _,;.;~._;
o
,
,
1;,;o
...
~
2000111
FIGURA 47
Ejes tectónicos de la llanura de Valencia (datos de Pérez Cueva, 1989)
[page-n-105]
~~
¡;e)J
[Q]s
0 1
(39
EJtt
fmtJ
... .... .-:·.
..
......_
.
-- .
Mo r
Med lt~rra-
--1 nlo
FIGURA 48
Esquema geomorfol6gico. 1: glacis. 2: cono aluvial. 3: glacis de erosión. 4: encosuamiento. 5: depresión cárstica. 6: paleocanal. 7: barranco.
8: drenaje subsuperficial. 9: paleocauces. 10: marjal. 11: restinga. 12: glacis-terraza. 13: niveles 4-3, pleistoceno inferior-medio; 2, pleistoceno medio;
1, pleistoceno superior; O holoceno a, inferior, holoceno b, superior. 14: sustrato calcáreo. 15: cuencas de inundación holocenas.
,
16: acumulaciones del pleistoceno superior. 17: llano de inundación reciente (To). 18: arcillas rojas. 19: canal. 20: poblaciones. 21 captUraS. 22. contactOS
:
:
[page-n-106]
FIGURA 49
Bloque diagrama principales capas de la Uanura.
Cronología relativa: 1, Pleistoceno superior. 08 , Holoceno inferior. O Holoceno final.
b,
F, Máximo transgresivo flandriense
w
E
supttficie leuo'lO d •
J.tisloto
TOa
FIGURA 50
Perfiles longitudinales del canal del Turia
en la Uanura costera y variaciones del nivel del mar
(última regresión pleistocena, ascenso flandriense,
máximo transgresivo y progradación continental reciente)
[page-n-107]
107
3•) Finalmente los procesos de aluvionamiento recientes de los últimos milenios holocenos
(nivel Ob) netamente continental.
1) las capas más antiguas atravesadas por los sondeos son las facies basales detríticas y el
abanico aluvial que forman un manto de mayor pendiente conectado con la terraza T 1 de Misla·
ta (Pleistoceno superior); aguas abajo aparece cada vez a mayor profundidad, bajo materiales más
recientes. Este nivel se deposita con un nivel del mar más bajo -y alejado que el actual, y puede
correlacionarse grosso modo con la última regresión marina pleistocena.
2) Materiales de cuenca de inundación antiguos envuelven materiales detríticos en las facies
distales de este abanico, más antiguos a mayor profundidad y más recientes hacia techo, señalan·
do el ritmo del ascenso llandriense (correlacionable con el nivel continental T0a del Holoceno in·
feriar); estas cuencas debieron ocupar espacios continentales mucho más amplios que en la actualidad hoy en día cubiertos por el mar. El máximo de la transgresión flandriense no llega al casco
antiguo de la ciudad de Valencia, s.in embargo, por el norte y por el sur del río actual, dunas y
playas de arena progresarán varios kilómetros hacia el interior del continente, episodio transgresi·
vo que queda reflejado en una cuña arenosa evidente en los sondeos costeros a escasos metros
de profundidad.
3) la dinámica del Holoceno final en tierras mediterráneas, ampliamente relacionada con
la acción antrópica en las cuencas, será la responsable de la acumulación de una última capa de
sedimentos finos, bajo la dinámica progradante de un Uano de inundación de época histórica, que
sobremonta la terraza del Holoceno antiguo aguas abajo de Mislata, a la altura de la ciudad fun·
dacional de Valencia. Esta nueva capa enterrará los edificios holocenos antiguos, las marjales y
todos los edificios del máximo transgresivo anterior.
1.2. El poblado del bronce de la Liorna de Betxi
M• Jesús de Pedro•
Al oeste de la ciudad de Valencia, siguiendo el curso del río 1\íria hacia su nacimiento, se
encuentran los cerros de formación terciaria y de escasa altura de Monteada y Paterna formando
entre ellos una pequeña franja de huerta que llega, rio arriba, hasta Vilamarxant. En medio de
este paisaje destaca la presencia de un espacio denominado la VaUesa de Mandar que conserva
aún una típica vegetación mediterránea formada por la alianza 0/eo-Ceratonion con la presencia
de bosques de carrascas degradados junto a pinos carrascos, lentiscos, acebuches, leguminosas,
palmitos, esparto, etc. La pinada cubre la mayor parte de los pequeños cerros de esta propiedad
destacando uno, aislado y sin vegetación, donde se encuentra el yacimiento de la Liorna de Betxí,
en la margen izquierda del río frente a la denominada Presa de Manises.
Es una pequei\a loma de composición arcillo-margosa sobre un lecho de gravas y pequeñas
piedras adheridas al manto rocoso; su orientación general es noroeste·sureste de forma alargada
y con unas dimensiones en la parte superior de aproximadamente 50x20 metros.
la Liorna de Betxí es conocida como poblado de la Edad del Bronce desde el año 1928 en
que fue dada a conocer por N.P. Gómez Serrano, pero es a partir de 1984 cuando se inician las
excavaciones arqueológicas en el yacimiento.
El área excavada en la parte superior del cerro es de 168m2 correspondiendo en su mayor
parte a dos grandes habitaciones o departamentos cuya estratigrafía ha puesto de manifiesto la
existencia de dos niveles de ocupación. En base a esta estratigrafía y a los restos constructivos
localizados podemos admitir que nos encontramos ante una gran construcción de planta rectan·
gular de S-6 metros de anchura y 27 metros de longitud cuyos muros son de piedra trabada con
tierra, de l metro de anchura, revestidos por un enlucido o revoco de tierra, y que está dividida
en dos grandes habitaciones 1 y Il, comunicadas por una puerta abierta en el muro medianero.
Construcción techada por una cubierta de troncos, tierra y ramaje que se apoya directamente sobre los muros de piedra y sobre dos series paralelas de postes alineados longitudinalmente (Fig. 51).
• Servicio de Investigación Prehistórica. Valencia.
[page-n-108]
~ ~4
. .
._
=u
·\ a', ·11 ~ n
~ -·
)
qo
~-
~·
.. "
D
....
u
-
~ ··}
~~~
'·-·
1...-'JD -<5
·~
o
<9 ~ 0<7\J
Cf)
FIGURA 51
Liorna de Betxí, Paterna. Planta general de las habitaciones 1 y 11
ocf}
'J$
Q
~~e
Q
pO
~
[page-n-109]
109
En el interior de las habitaciones, sobre el suelo de ocupación, aparecen diversas estructuras
relacionadas con las actividades económicas desarrolladas en el poblado, tales como bancos adosa·
dos, soportes vasares, hornos domésticos, muretes de tierra formando a modo de resalte sobre el
suelo utilizados como contenedores para cereal, etc.
El ajuar exhumado permite, asimismo, observar distintas áreas de actividad como una zona
de almacenaje seflalada por la presencia de gran cantidad de vasos cerámicos conteniendo abun·
dante cereal carbonizado; un espacio más despejado en el que destaca la presencia de molinos
barquiformes y molederas asociados a recipientes cerámicos y cereal; otra zona junto a la puerta
de comunicación en la que se encontraron una veintena de piezas rectangulares de barro con cuatro perforaciones circulares que indicarían cierta actividad textiL
En lineas generales, el ajuar doméstico forma un conjunto de gran interés con un gran número de recipientes cerámicos: ollas, orzas, vasos carenados, cuencos, cazuelas, vasos geminados, coladores y queseras; piezas líticas como dientes de boz de silex; objetos metálicos como puntas de
flecha, punzones y un puflal triangular de remaches; botones de hueso o marfil con perforación
en «V»; brazaletes de arquero de piedra y objetos de adorno como cuentas de collar, conchas perforadas, colgantes de piedra y madera...
El conjunto de materiales permite adscribir el yacimiento a la Edad del Bronce en un momento pleno de esta cultura que podría situarse en tomo al 1600-1400 a. de C. El análisis radiocar·
bónico realizado sobre muestras procedentes de ambas habitaciones aporta fechas más antiguas,
1770 y 1981 a. de C. para el nivel inferior y 1705 y 1881 a. de C. para el nivel superior.
las últimas campaflas de excavación realizadas en las laderas oriental, occidental y meridio·
nal del cerro abren nuevas perspectivas en el estudio de la Edad del Bronce, en lo que a t~nicas
constructivas se refiere. Los resultados obtenidos muestran la existencia de una serie de platafor·
mas o terrazas conseguidas mediante el abancalamiento de las laderas con la construcción de talu·
des de piedra; la presencia de un muro en talud de aspecto robusto a modo de contrafuerte de
la grao construcción superior y la de una estructura de tierra de forma circular y de dificil ínter·
pretación por el momento que podría ser una cisterna.
Este tipo de construcciones han alterado de forma sensible la imagen que teníamos de los
pcqueflos poblados del Bronce Valenciano, situados en la parte alta de cerros y rodeados de sólidas
muranas de protección, por la de poblados que ocupan una mayor extensión adaptándose al terre·
no, creando espacios abiertos como terrazas que amplian su superficie y habitando posiblemente
las zonas bajas de los cerros que actualmente están muy transformadas.
Il. PARADA 2. LA TERRAZA HOWCENA Y LA CfUDAD DE VALENCIA. ARQUEOlO·
GIA, PALEOHlDROlOGIA Y ANTRACOlOGIA
0 .1. L'Almoina: memoria histórica de V
alencia
Albert Ribera•
Gracias al método arqueológico, el subsuelo de la ciudad se convierte en un verdadero arcbi·
vo que aporta datos inéditos sobre distintos aspectos de la vida pasada de la ciudad: economía,
sociedad, arquitectura, ecología, vida cotidiana, urbanismo. ..
Dentro de Valencia, el solar de I'Aimoina es un lugar excepcional por la cantidad y ca.lidad
de sus hallazgos. las excavaciones realizadas por el Ayuntamiento han sacado a la luz cantidad
de vestigios, muchos de ellos de carácter monumental, de todas las épocas, desde el momento de
fundación de la ciudad (138 a.C.) a la Baja Edad Media.
En I'Aimoina es donde mejor se ha podido documentar el episodio de la fundación (138 a.C.)
y de los primeros años de Valencia. Desde un principio, la ciudad se dotó de edificios monumentales del más puro estilo romano, caso de las termas de la zona central del solar, que son las más
antiguas conocidas de la Península lbérica y cuyo estado de conservación es extraordinario. En
• Servicio de lmestigación Arqucologla Municipal. Valencia.
[page-n-110]
llO
el área Norte se ha descubierto parte de un gran edificio de sillares de, como mínimo, 25 m de
ancho que se extiende fuera del solar. Tal vez se trate de un gran almacén (horrea).
En la época romana imperial, elforum o plaza en la que se concentraban las funciones públi·
cas, se encuentra localizado en la actual Plaza de la Virgen. En 1/\lmoina se documenta el pórtico
y una serie de edificios públicos que conformarían el ala oriental de esta plaza. De norte a Sur
y siguiendo el mismo eje, se dispone un alargado edificio de dos naves y otro rectangular, abierto
a la plaza. En la parte Sur quedan los vestigios de unas termas. En sus alrededores ha sido frecuente encontrar capiteles, fustes y basas de columnas.
Los restos de época visigoda (siglos VI-VD) presentan un carácter exclusivamente religioso. En
el ángulo suroeste se conserva un ábside en forma de herradura, junto con algunas cimentaciones
aisladas, probablemente de pilares, que formarían parte del cuerpo y prácticamente por todo el
resto del solar, se extendió una gran necrópolis tanto de tumbas individuales, como de tumbas
colectivas realizados con grandes losas reaprovechadas, con cubiertas de mortero en las que son
frecuentes los símbolos cristianos.
En el período islámico (siglos vm-Xlll), en la parte occidental destacan tres viviendas de carácter suntuoso en las que las habitaciones se organizan alrededor de un patio central donde se
combinan canalillos y albercas con zonas de vegetación. Un pozo circular proporcionaba el sumi·
nistro de agua a la casa y cuando deja de utilizarse para este fin se aprovecha como vertedero.
Las paredes de las habitaciones conservan restos de un zóca.lo de pintura mura] roja y se han recuperado fragmentos de yeserías procedentes de arcos.
Junto a estas se localiza la rauda o necrópolis nobiliaria, con un gran número de enterramientos que van desde el siglo x1 hasta la conquista cristiana (1238). Los esqueletos están orientados
de norte a sur con la cabeza vuelta hacia el este, sin acompañamiento de elementos de ajuar.
I..!Almoina era una institución cristiana para la manutención de los pobres. La de Valencia
data de 1288. Posteriormente el edificio se utilizó como prisión de los delincuentes acogidos a
la inmunidad eclesiástica y más tarde como almacén de efectos religiosos. El edificio se ubicaba
en la parte central del solar, con dos entradas, una recayente a la plaza de 1/\lmoina y la otra
a la calle de l'Almudí. La excavación ha puesto al descubierto los muros de tapial de mortero y
la cimentación de dos arcos, uno de Jos cua.les se conservaba hasta hace pocos años.
En otro edificio había un pavimento gótico de azulejos decorados en azul, asi como una fuente de alicatados en forma de estrella de ocho puntas.
11.2. La vegetación de Valencia en época romana
Elena Grau*
II.2.1. Datos paleoecológicos
la vegetación que existiría en los terrenos próximos a la ciudad se ha podido constatar, fundamentalmente, a partir del antracoanálisis de los sedimentos de las excavaciones realizadas en
Valencia (GRAU, 1987, 1988 y 1990).
La arqueología urbana conlleva la existencia de diferentes lugares de excavación para un mis·
mo yacimiento. Así para el caso de Valencia contamos con numerosas excavaciones, realizadas
por el S.l.A.M., de las cuales sólo hemos retenido, para el presente trabajo, los materiales antracológicos de alguna de ellas en particular, las situadas en la calle del Mar, Plaza de l'Almoina, los
Baños del Almirante, calle Herba y en la calle Sabaters. De ellas sólo trataremos las muestras antracológicas comprendidas en una cronología que va desde la fundación de la ciudad en el 138 a.C.
hasta la época visigoda (siglo vu p.C.).
Las muestras antracológicas han sido recogidas siguiendo una metodología rigurosa y se han
clasificado según su pertenencia a los distintos grupos establecidos según su distribución funcional y espacial (GRAu, 1990).
•
Departament de Arqueologja. Universitat de Valtncia.
[page-n-111]
lll
Desde el punto de vista paleoecológico, es conveniente conocer algunos datos del estado ac·
tual de las condiciones bioclimáticas para poder comprobar la evolución que estas han seguido
desde la época romana. Así, siguiendo el criterio de RJVAS MARI'lNEZ (1982), la ciudad de Valen·
cia (15 m s.n.m.) se encuentra bioclimáticamene dentro del piso termomediterráneo seco de la cos·
coja y el lentisco (Querco cocciferae · Pistacieto lentisci sigmetum). Desde la perspectiva corológi·
ca, está situada en la Región Mediterránea dentro del sector Setabense. ~rtenece a la zona
termoclimática litoral caracterizada por temperaturas anuales superiores a Jos l5°C y por la ausencia
de heladas tardías. En cuanto al ombroclima se incluye dentro del seco por tener una precipitación
media anual comprendida entre 350 y 600 mm.
Por lo que se refiere al periodo romano, el análisis anatómico de las muestras antracológicas
ba permitido la siguiente lista floristica: Ceratonia siliqua, Cytisus sp., Erica multiflora, Ficus cari·
ca, Fraxinus oxycarpa, Juniperus sp., Laurus nobi/is, Leguminosae, Ligustrum vulgare, Monocotiledónea sp., Olea europaea, Phillyrea media, Pinus halepensis, Pistacia lentiscus. Populus alba,
Pyrus communis, Quercus ilex-coccifera, Rhamnus sp., Rosaceae, Rosmarinus officinalis, Toma·
rix sp., Vitis sp.
Hay que sei'!alar que entre las monocotiledóneas podemos reconocer, en algunas ocasiones,
Arundo donax o Phragmices sp. y entre las Rosaceae alguna prunoidea como es el caso de Prunus
domestica.
En cuanto al taxón que hemos denominado Querr:us ilex-coccifera está compuesto como es
evidente por Quercus ilex y por Querr:us coccifera, pero dado que solamente hemos podido hacer
la diferencia en pocas ocasiones y sólo para el período republicano, hemos preferido presentarlos
agrupados para poder comparar los resultados de los diferentes sitios y periodos.
En Olea europaea se incluyen, a su vez, tanto las muestras que corresponden a la variedad
cultivada como a la variedad sylvestris por Jo difícil que resulta diferenciar anatómicamente una
variedad de la otra, aunque nos atreveríamos a considerarla, en gran parte, como cultivada dado
que, en general, los anillos de crecimiento son de una talla mayor que 1.000 ~tm y que los romanos
conocían bien el cultivo de esta especie.
En el caso de Vitis podría considerarse también cultivada, no tanto por motivos anatómicos,
sino por el hecho de ser podada y la relación de este taxón con la economía romana.
Haciendo una síntesis de los resultados antracológicos, del grupo de carbones dispersos, correspondientes a Valentía, en total 8.749 fragmentos, representados en el diagrama de la figura 52
podemos observar que las frecuencias relativas de Quercus ilex-coccifera disminuyen desde el pe·
riodo republicano hasta la época visigoda. Este taxón aparece acompañado por Pinus halepensis.
Pistacia lentiscus. Erica multiflora, etc. Todos ellos propios de formaciones de garriga, representa·
dos, sobretodo, en los períodos alto y bajo-imperiales.
las especies cultivadas como Olea europaea, Ceratonia siliqua, Vitis vinifera, Ficus carica,
alcanzan su máxima frecuencia relativa en el periodo alto-imperial sin duda en relación con el
apogeo económico del Imperio.
Los taxones de ribera como Fraxinus oxycarpa, lbpulus alba, 'lllmarix sp. y las monocotile·
dóneas tipo Arundo donax o Phragmites sp., están presentes a lo largo de toda la secuencia, dada
la proximidad del Túria, pero no sobrepasan un 5% del total. Laurus nobilís podría encontrarse,
bien en los márgenes del Túria, o bien en las zonas de cultivo.
Las montañas del Pais Valenciano presentaban, en el momento de la fundación de Valentía,
una vegetación ya con un alto grado de degradación debido a la explotación del bosque por las dis·
tintos pueblos que en ellas hablan habitado anteriormeme. Además dichas montai'las tienen más
dificultades que otras a la hora de regenerar sus bosques dado el escaso régimen de lluvias de la
región y la erosión de sus suelos que, a su vez, las hace muy vulnerables a Jos incendios forestales.
La disposición de llanuras y marjales, prácticamente a lo largo de todo el litoral del País Va·
lenciano, circunscribe la ubicación de las masas forestales a las montañas del interior del territorio
que, durante el periodo romano, estarían formadas como hemos visto, por carrascales termófilos
(Rubio longifoliae-Querr:eto rotundifoliae sigmetum) que se manifestaban sobre suelos pardo-calizos
y terra rossa bien desarrollados. Estos bosques se componen. además de la carrasca (Querr:us ilex),
de un estrato arbustivo que puede estar integrado por: Juniperus oxycedrus, Osyris quadripartita,
Rhamnus oleoides. Phillyrea angustifolia, Rubia peregrina, Querr:us coccifera, Pistacia lentiscus.
Olea europaea var. sylvestris, Chamaerops humilis, etc.
[page-n-112]
112
los llanos, situados entre las montañas interiores y la costa, presentarían una vegetación com·
puesta por etapas de degradación de los carrascales como son los coscojares con lentisco (QuercoLentiscetum) o los tomillares y romerales (Rosmarino-Ericion). la coscoja, que forma parte de la
orla arbustiva de los carrascales, ocupa junto con Pinus halepensis el lugar de estos en las etapas
de degradación. Otras plantas que la acompañan dentro del Querco-Lentiscetum son: Pistocia lentiscus, Olea europaea var. sylvestris, Rhamnus a/aternus, Rhamnus o/eoides, Daphne gnidium,
Asparragus acutifo/ius, Smilax aspera, Rubia peregrina, Lonicera implexa, Chamaerops humilis,
U/ex parvijlorus, Juniperus phoenicea, etc. Estos llanos serían el lugar idóneo para las tierras de
cultivo.
Dicha degradación de la vegetación podría ponerse en relación con las fases de erosión observadas gracias a los análisis micromorfológicos realizados en Valencia. {CARMONA et al., 1990).
las zonas de marjal, mucho más extensas que en la actualidad, contarían con una vegetación
como la de la clase Phragmitetea formada por comunidades tanto de agua dulce (Phragmitetolia)
como de agua salobre (Scirpeto/ia compactl). Además son características de l.as zonas marjalosas
o palustres las formaciones de espadañas y juncos ('fYpho-Scirpetum tobernaemonmm) y las de
carrizos como la asociación 'fYpho angustifoliae-Phragmitetum maximi. De este tipo de vegetación nos han quedado evidencias gracias a los restos carbonizados de Phragmites sp. o Arundo
donax hallados en los sedimentos romanos de Valencia.
En cambio no nos han quedado testimonio de la vegetación que crecería sobre la zona de
las playas tanto de arena como de grava, pero sí de taxones que podrían desarrollarse detrás del
cordón dunar. Así, en el caso de existir depresiones en el terreno, las conocidas «mallades», aparece una vegetación compuesta por carrizales, saladares y praderas juncales dada la capa freática
salada que aflora en el sustrato. Por el contrario, si la topografía del terreno es llana, la vegetación
se caracteriza por formaciones con pino carrasco y un estrato arbustivo con lentiscos, coscojas,
aladiernos, lianas, etc. Formaciones de monte bajo, muy cerradas e impenetrables cuando están
en su estado óptimo y que representan la vegetación potencial o clímax de las dunas estabilizadas
(CoSTA, 1986).
Referente a la vegetación que crecería en los márgenes de los ríos y ramblas, hay que señalar
la presencia, en todos los casos estudiados para el período romano, de especies características de
estos ecosistemas, como son los fresnos, los chopos, los sauces, los tarayares y las cañas. Otras
especies como los olmos y las adelfas tan característicos de estos medios no han aparecido entre
los carbones.
En cuanto a saber si alguna de las especies ha sido introducida en la región por los romanos, hay que señalar la presencia, por primera vez entre los resultados antracológicos, de Ceratonia siliqua {algarrobo). De esta especie, que habitualmente se integra como componente de
formaciones como el Querco·Lentiscetum, hay que señalar que es originaria de Oriente y se
extendió por la cuenca mediterránea por medio de los romanos; por tanto no es una especie
espontánea en la Peninsula Ibérica. Su intenso cultivo, a partir de entonces, quizá haya sido
una de las causas de la merma de los carrascales en el piso termomediterráneo val.enciano
(CosTA et al., 1982) que, como hemos visto, ya se encontraban bastante degradados durante
el período romano.
Dicha degradación de la vegetación viene indicada, también, en el análisis polínico efectuado
para los estratos prefundacionales y de época tardoromana o visigoda de Valencia; al igual que
en los resultados palinológicos de los niveles visigodos del cercano yacimiento del Pla de Nada!
que señalan un paisaje muy antropizado con extensas áreas de cultivos {DUPRE in CARMONA et
al., 1990).
ll.2.2. Datos paleoetnológicos
Durante todo el período romano la agricultura estaba muy bien desarrollada en la Peninsula
Ibérica, basándose, sobre todo, en la trilogía mediterránea: vid, olivo y cereales. Pero no toda la
vegetación se destruía para conseguir terrenos aptos para el cultivo. Habría ciertas zonas reservadas a bosques para surtir de un material básico para la construcción, la industria en un sentido
amplio y como combustible, la madera y, también, zonas reservadas a pastos para alimentar al
[page-n-113]
"'
.,
EI'OCAS
"'
e
.,
r-
§
z
o
Plnus halepcnsis
Oleo europ.'lta
Pistacia le1uiscus
.
1>
•
•
[page-n-114]
114
ganado que, además de representar una fuerza motriz básica e insustituible durante toda la antigüedad, era productor del único abono hasta entonces utilizado.
De la madera explotada como combustible, se aprovecha toda clase de especies y ramas de
todos los calibres. Los árboles con troncos más gruesos como son los de Quercus, Abies, Cupressus, U/mus, Populus, son recomendados para la construcción de viviendas (VITRUVIO, De Arch.
II, [)(). De hecho se empleaban, también, otros taxones como Juniperus (PuNIO, Nat. Hist. XVI,
216) en el caso del templo de Diana de Sagunto y los pinos carrascos y fresnos en las construcciones de Valentia.
La madera sirve, asimismo, para otro tipo de construcciones como es el caso de las naves (S¡.
OONIO APOL., Larm., 5, 4, 9, citado por ScHU!J'EN, 1963). Dada la importancia de este medio de
transporte tanto en el comercio como en las guerras en el período romano, se utilizaron grandes
cantidades de madera para su fabricación.
Además, se utilizaba para realizar todo tipo de instrumentos, como lo indican algunos restos,
hallados en l~lmoina, de elementos de madera que formaban parte de algunos instrumentos relacionados tanto con la agricultura (hoz) como con la guerra (armas). Todos ellos se encuentran
en el nivel de destrucción ocasionado por las guerras sertorianas. Para ensartar las puntas de hierro se utilizaron unas varas de fresno, madera flexible y muy ligera apropiada para tal uso. El olivo
fue empleado para enmangar una de las hoces halladas en este yacimiento. Esta madera es muy
resistente y dura y, como ya en períodos anteriores, se usaba para elaborar utensilios agrícolas.
El pino carrasco fue empleado para realizar el soporte de la punta metálica del soliforrum y el escudo.
La madera, material de construcción básico, se empleó tanto para la techumbre como para
otros elementos constructivos como dinteles, suelos, puertas, ventanas, etc. Se utilizaron d.iversos
tipos de madera: pino, carrasco, carrasca, coscoja, lentisco, fresno, chopos, olivo, etc.
Además la madera es empleada, también, en grandes cantidades como combustible, tanto en
hogares como en hornos especializados.
En los hogares, analizados de Valentía, se utilizó leña de carrasca, pino carrasco, olivo, lentisco, viña, chopo y fresno, además de moncotiledóneas del tipo de cañas y carrizos. Esta leña proviene, sin duda, de los bosques cercanos a la ciudad que en estas fechas, aunque hayan sufrido
la explotación de poblaciones cercanas como Sagunt o Edeta, no están tan degradados como en
las etapas posteriores de la romanización. Podemos comprobar, también, que no se sigue ningún
criterio preciso a la hora de elegir la leña destinada a los hogares y que esta puede proceder de
todos Jos medíos ecológicos cercanos al hábitat
La madera también se ha empleado como combustible en hornos. En el caso del horno de
vidrio encontrado en la excavación de la calle Sabaters de Valencia, la leña utilizada como combustible pertenecía a las siguientes especies: fresno, olivo, pino carrasco y lentisco. Entre estos carbones abundan los de pequeño calibre, hecho que podemos suponer que está en función del deseo
de obtener una Uama viva. No conocemos ningún antracoanálisis realizado para algún otro horno
destinado a la fabricación de vidrio para pod.er comparar si la leña empleada como combustible
está en relación con la especialización funcional de la estructura, pero por el análisis de otros tipos
de hornos observamos que no existe una regla regenera! a la hora del empleo de una especie como
combustible.
De la limpieza de los bosques efectuada tradicionalmente, se obtiene también toda clase de
pequeño ramaje para consumo doméstico de los hogares y hornos (de pan, yeso, cal, vidrio, etc.)
(GREGORI, 1985). Y, también, para el forraje del ganado como es el caso de algunas leguminosas
recomendadas por varios autores latinos, tales como los Cytisus (CowMELA, Res Rust. 4, 2; Pu.
NIO, Nat. Híst. XVI, 186), aunque este término sirve para designar diferentes plantas según los
distintos autores.
Hay que señalar la importancia de la explotación de la ripisilva. Varios son los taxones asociados a las condiciones de borde de agua identificados en el antracoanálisis de Valen tia: chopos,
sauces, fresnos, cañas, tarays. Las plantaciones de sauces, según Catón, figuran como las terceras
por su rentabilidad siguiendo a las de viñas y huertos de regadío y por delante de las de olivos
(CATúN, l, 7). Las plantaciones de sauces vienen condicionadas por la existencia de un mercado
próximo que las necesite. Siendo uno de sus principales destinos los viñedos, puesto que para
25 yugadas de viña se necesita una de mimbres (CAl()N, 6, 4; VARRON, 16, 3; 1, 8, 3; CowMELA,
Res Rust. 4, 30, l). Algunos instrumentos se realizaban empleando estas maderas; tal es el caso
[page-n-115]
115
del uso del fresno en el enmangue de algunas de las armas halladas en los niveles de destrucción
de Valentía en el 75 a.C., relacionados con las guerras sertorianas. Según Sruo ITAuco (I, 337)
anteriormente las ballestas de Los cartaginenses lanzaron flechas de ornus chapeadas de hierro
contra la ciudad sitiada de Sagunt.
Otras especies de la ripisilva eran empleadas en la construcción de las techumbres de las viviendas como es el caso de la utilización de Arundo donax en techos y paredes recomendada por
VrrRUVIO (De Arch. VII, UI, 2) y atestiguada por el antracoanálisis de Valentía y en otros con·
textos arqueológicos (BARBET, 1985). Arboles que se pueden encontrar entre las especies de ribe·
ra, idóneos para edificar según Vitruvio, son Ulmus y ftJpulus.
11.3. Reconstrucción paleohidrológica del Holoceno final en Valencia
Pilar Carmona •
Valencia es una fundación romana del año 138 a.C.; el estudio de su registro arqueológico,
hoy enterrado bajo una compleja capa de sedimentos mitad antrópicos, mitad naturales, ha arrojado gran cantidad de información en tomo a la dinámica fluvial del Holoceno final en la llanura
costera.
Un primer trabajo conjunto de geoarqueologia (CARMONA, RIBERA, LERMA, 1985) puso de
manifiesto la importancia de este tipo de enfoques en la investigación geomorfológica. El seguimiento de las excavaciones realizadas en los últimos años, permitió elaborar una interpretación
paleohidrológica de la llanura de inundación del Túria durante los últimos milenios del Holoceno
(CARMONA, 1990). La ciudad de Valencia se asienta en la terraza del Holoceno inferior (el subsuelo del núcleo fundacional ha sido datado por C 14 en el 11.000 BP) encajada en el abanico
aluvial costero del Pleistoceno superior. Esta terraza bolocena, a diferencia de la ubicada aguas
arriba en la población de Mislata, asignable a la misma época, ha sido un elemento morfológico
que en los últimos milenios se ha ido incorporando paulatinamente al espacio inundable del río
Túria. En la actualidad, desde el punto de vista geomorfológico y dinámico este espacio forma
parte del llano de inundación costero del río.
Los estudios realizados hasta la fecha, permiten elaborar una columna tipo, representativa
de los diferentes niveles sedimentológicos del Holoceno (Fig. 53).
1°) El solar fundacional: la terraza limoarcillosa del Holoceno inferior.
2°) Arenas y gravas de niveles romano republicanos (siglos t·u a.C.) e imperiales (siglos 1, u
y m p.C.).
3°) Arcillas grises de época tardoromana (siglos vt y vu).
4°) Arenas, gravas y cantos de época medieval (siglos x, XI y posteriores).
La interpretación de esta secuencia nos permite reconstruir las siguientes fases evolutivas del
Holoceno final:
!•) El subsuelo de la ciudad de Valencia es la terra.za del río Túria del Holoceno antiguo,
el bajo nivel del mar y la línea de costa retirada se relacionan con un canal fluvial que en esos
momentos tiene un perfil más escarpado y circula a mayor profundidad, individualizando una
plataforma aterrazada sobreelevada a la que no llega la carga gruesa de las posibles crecidas. La
estabil.idad morfogenética en este punto permite la leve evolución del perfil edáfico. La dilatada
cronología de la secuencia constata la lentitud del proceso acumulativo.
2•) El máximo transgresivo, de época romana se sitúa en tomo a la cota de 2-3 m s.n.m. y
desde el punto de vista espacial se introduce varios kilómetros hacia el interior del continente,
sobrepasando la línea de costa actual.
3• Las arenas y gravas republicanas o imperiales plantean un problema interpretativo, sin duda
el máximo transgresivo ha propiciado la colmatación del lecho y modificado sensiblemente el per·
fil distal del río. Pero sobre todo hay que matizar la interpretación en el ámbito paleoambiental
mediterráneo. Numerosos autores plantean el problema de la deforestación, los cambios climá·
• Deparlanlem de Geogra{ia. Universi!Jlt de Valencia.
[page-n-116]
''"''""'
o
P"A,,,,u culluroln
\:::::.Jre tl e nl n
~horlunl e
Qorc•l•o•
..
~"'dviOI COflliONIO
hÜINu
Qhmo•
~ welo t leico
v:loreno a
L,..8n lrotlli,oc•tif, c- vudo
r
17
r:1,
llw•••'••
~orowo•. conlol
rai!utro llll touón ''"'udo
"
c:r•to lecno oc.tuol dolrfo
~oc.vMvtoción Go Oflteft oNrópi to
G
-H
--
1
F
14
1)
·: •. f.;.:~l
•• • ' ,'úrPm.c:o
::· . .:,.- l bíriCO
r·~:..Ir
12
=~~ :;>.
....:.: ·. :' .'·
·-~:·.:
: .:;;~~~;:.
11
Hor rll•·21
_lO m s n '1L _ _
10
Z.roooze
f!l4 pu
pol en
• microes t rat igraf(a
o
a J>e ~4 ·
FIGURA 53
Columnas estratigráficas registro geoarqueológico de Valencia
... , .. 2H\
[page-n-117]
117
ticos, l:tidrológicos en las cuencas mediterráneas en los últimos milenios holocenos, desde el trabajo pionero de VITA FINZI (1969) hasta los más recientes de ROSSELLO, 1972; NEBOIT, 1977; DAVII).
soN, 1980; BouSQUET et al., 1983; BuTZER et al. 1983; MArEu, 1983: Hommage aBirot 1984; PAS·
KOFF, 1985 entre otros. Desde esta perspectiva, las arenas de esta época podrían ser las primeras
manifestaciones en el área de esta erosión.
4•) Un cambio de índole hidrológica y quizá ambiental, explica la ausencia de episodios de
inundación en época tardoromana, las arcillas de ciénaga que aparecen en muchos puntos de la
ciudad y su perduración en el tiempo (basta el siglo X-XI) parecen indicar momentos de estabilidad.
S•) No hay duda de que los desbordamientos iniciados en época islámica pueden ponerse en
relación con una fuerte eros.ión en la cuenca. El canal del Túria tiene una neta morfología braided
(adaptada a la importante carga sedimentaria), el escaso o nulo encajamiento del lecho, facilita
el desbordamiento, la rotura de las orillas e incluso el cambio de trayectoria del rio en los episodios
de crecida (reflejado en las crónicas). Los caudales debieron ser elevados y el proceso de aterramiento de marjales y otros espacios deprimidos bastante importante. La antropización del espacio
con la construcción de pretiles y el sangrado de agua para el regadío introducen el último factor
evidente en la pérdida de las funciones hidrológicas del canal.
m. PARADAS 3, 4, 5 Y 6. CAMBIOS RECIENTES EN LA LINEA DE COSTA. LA ALBUFERA DE VALENCIA Y LA DEVESA DEL SALER
m.l. La costa de época romana
Pilar Carmona•
El proceso de acumulación detritica fluvial observado en la ciudad de Valencia, reflejo de
La erosión en la cuenca del Túria con dos momentos álgidos, época romana y época musulmana,
tiene importantes repercusiones geomorfológícas en el trazado de la linea de costa. Efectivamente
se ha podido constatar la existencia de niveles de playa de época romana a cotas absolutas idénticas a las de la playa de la Malva-rosa (norte de Valencia: 2-3m s.n.rn.), pero dos kilómetros más
al interior de la línea de costa actual. A estas playas se superponen varios metros de sedimentación fluvial, producto de los desbordamientos del Túria en época histórica y responsables de la
formación de un pequeño cono aluvial costero. Esto nos indica que esta acumulación se superpone a un nivel marino que apenas ha oscilado desde época romana, únicamente se ha trasladado
horizontalmente dos kilómetros hacia el mar empujado por la dinámica progradante de un sistema fluvial con abundante carga sedimentaria (figs. 54 y 55).
El conjunto observado en la excavación de un parking en la ciudad a 2 km de la línea de
costa está dividido en cuatro unidades sedimentarias de diferente significado; cada una de ellas
a su vez está integrada por distintos subambientes.
Unidad A
Corresponde a la capa subyacente a las secciones consideradas. Está constituida por un nivel
de cantos y grava de aspecto fluvial, matriz areno-limo-arcillosa de tono marrón; la estructura es
masiva y los cantos están imbricados.
Unidad B
Este segundo conjunto sedimentario se ubica en el sector inferior de todas las secciones presentadas, en torno a las cotas de 2, 3 y hasta 4 m s.n.m. El nivel es de gran complejidad en Jo
•
Depanamem de Geografia. Universitat de Va!~ncia.
[page-n-118]
,....,....
1
E - - - -- ----- - - - - - - - _
_,
~
-
-
- -- - - - -
-
-
-
:--
wl
-
1
·.
1
c.••• r.e,.,.. "-'•.,.•• .. ,..,.. • t• <
•••
sección 1
,_ 1'\A.
_ w
IJ E
r-
--- - - - --
~-
E
~
\
--
S
LJ]
2
s~cclón
r-- ·----·Jb 1 [fl] ~~~-~¡¡
··- ..... _
.';:::7:o
:1§ e
.,~.. - ··=:"-i. d
....
3
EE 1:=.1 CE~
'1
;;"'"- ..:.. ~
..,_
:~;...
~~
- ·""':"""
h
1
~;
;t_:_ ·ll!.
1
-..,.--- -- - --
~
FIGURA 54. Esquemas de secciones estudiadas. a: arena. b: arcilla. e: restos vegetales, piñas, ramas, troncos.
d: gravas y cantos rodados. e: bandas de sedimento carbonoso con arcilla gris. f: láminas de arena. g: arena, limo y arcilla masiva. h: ripples
[page-n-119]
·N~. --:::-----~
.• .
1
S
. • .
N
'
1-.-~ .:... ·-·-· .:.. ·~:.·
S
, ...
,.
. .
- -f;;,~~
~~J~---- ~:.; .:;
:~. . ·-;;rr~ ....:""i¡~-;~
~cción
sección 4
5
........
S-- - -r.
1
. . . . . ...
1
··
1
.
'
.
.
.
- .
:.
~
-~ ~~¡ 7¡,¡¡s:
1: . .
. .
.
·
.
--
N
-~ .. - - . .· .
... ·-.
~
. ..
,...---;- ..-¿-- -
s~cción
sr.--- .-~
... ...
N
--
..:•-.::-~
.•.
.:;:;:;;:_.., ___
-=--
~~cción
-
-
&
FIGURA 55. Esquemas de secciones estudiadas. En ángulo inferior derecho, mapa topográfico; equidistancia curvas de nivel de un metro.
las alineaciones de rectángulos en negro sei'lalan posibles paleocanales
[page-n-120]
120
que respecta a ambientes sedimentarios; desde el punto de vista textura! dominan las fracciones
arenosas de tono beige amarillento y las de gravas y cantos de tono amarillo, beige y o con pátinas
de color negro; se intercalan subambientes parcialmente arcillosos con láminas de material orgánico carbonoso. En una primera aproximación y teniendo en cuenta texturas y estructuras sedimentarías, distinguimos siete tipos diferentes de sedimentos:
l. Arenas de tamaño medio a grueso, tono beige, amarillo o gris, masivas.
2. Arenas de tamaño fino a medio, de tono beige, estratificadas en láminas ligeramente inclinadas.
3. Arena media con estratificación cruzada planar (ángulo inferior a 30 °).
4. Arena media a gruesa con estratificación cruzada (ripples).
5. Intercalaciones de arena masiva con pasadas de sedimento carbonoso y arcilloso, de tono
oscuro, formando largas bandas horizontales o con ligeras ondulaciones. Se observa en prácticamente todos los estratos arenosos masivos.
6. Arena gruesa de tono amarillo y negro con estratificación cruzada planar intercalada entre
gravas y cantos.
7. Niveles de cantos (algunos aplanados) gravas y arena de tono amarillento, gris o negro,
masivos.
Además de estos siete conjuntos texturales con estructuras sedimentarias definidas, existen
bolsadas de material vegetal ligeramente carbonizado (raíces, ramas, piñas) en secciones 1, 2 y 5
(simbología e en plano) perfectamente conservadas y además varios troncos de considerable tamaño 30 a 15 cm de diámetro y hasta un metro de largo, apenas carbonizados, en el corte 7.
Unidad e
En este conjunto sedimentario, se reconoce la sección transversal de un pequeño canal en
los cortes 1 y 3 con cota inferior en torno a 2'25-2'75 m. y superiores en torno a los 3'5 m. En
el corte 1 el canal es netamente erosivo en su orilla occidental. El relleno -con estratos prácticamente horizontales- está formado por arenas grises y arcillas de tono gris oscuro a negro, con
bandas intercaladas de sedimentos carbonosos; en la parte superior el sedimento se enriquece progresivamente en limos y arenas de tono marrón oscuro transicionales a la unidad D. El techo del
canal cambia lateralmente a dos tipos de sedimento diferente, hacía el sector oriental entre 3 y
375m s.n.m. pasa gradualmente a bandas de arena de tono blanquecino y gris (enriquecida esta
última en arcilla turbosa), con estructuras de deformación postsedimentarias; en el sector occidental el sedimento es netamente arcilJoso de color marrón muy oscuro con abundantes tallos herbáceos carbonizados y caracoles; este último es el subambiente basal de la unidad superior.
Unidad D
Está constituida por un estrato de 1 a 2 metros de potencia de textura fma (limo, arcilla
'5
y arena), masiva y de tono beige a marrón claro: se superpone en contacto erosivo (corte no 8)
o nítido (resto de cortes) a las unidades B y e según los casos. En la base de esta unidad en sección 4 y 1 encontramos el estrato arcilloso de tono marrón oscuro comentado con anterioridad.
A la potencia descrita hay que añadir dos metros de sedimento similar hasta llegar a la cota
de 7 m s.n.m. (el metro superior hasta el nivel de la calle), esta capa no aparece en corte porque
fue excavada previamente sin dejar testigo alguno.
la unidad O de aspecto masivo, muestra algunas peculiaridades, como por ejemplo la diferenciación a cierta altura de nódulos de carbonato y la aparición de restos cerá.micos (posiblemente ibéricos) a la cota de 4'5 m s.n.m. en el corte l.
[page-n-121]
121
ill.2. L'Albufera de Valencia
Euliilia Sanjaume•
lAs distintas fases de evolución por las que ha pasado l~lbufera de Valencia -desde el primitivo golfo marino hasta su situación actual- no se conocen con exactitud debido a la falta de
sondeos que permitan estudiar los cambios texturales y mineralógicos de sus sedimentos. Con todo,
por comparación con otras albuferas valencianas, es evidente, que a lo largo del Cuaternario se
deben haber producido distintas fases, con la yuxtaposición de niveles de albufera y niveles de
playa o de aguas salobres someras siguiendo el ritmo de las transgresiones y regresiones que se
han sucedido a lo largo del Cuaternario.
La restinga holocena de !'Albufera de Valencia, de unos 30 km de longitud, arranca de la desembocadura del Túria y su extremo dista. se apoya en los acantilados del Cap de CuUera. Se ha
!
formado gracias a un destacado aporte de sedimentos fluviales (procedentes del Túria), sobre una
plataforma marina de escasa pendiente, redistribuidos por la corriente de deriva (de componente
N-S), como consecuencia del régimen que las olas tienen en este sector. los sondeos realizados
en la plataforma continental, así como el afloramiento de la calcoarenita de la Penyeta del Moro
(el PereUonet) y los fósiles que se han obtenido de !'Albufera, parecen indicar que la restinga hotocena probablemente se apoya o se adosa a un basamento más antiguo.
I.A génesis de la restinga actual ha debido ser bastante compleja. Es muy posible que inicialmente se tratara de una flecha arenosa de punta libre en la que se dibujan dos ganchos sucesivos
(RossELLó, 1969, 1972, 1
982). El pedúnculo más interno -sobre el que se asienta la población
del Palmar- se encuentra hoy en día dentro de la marjal, aunque su forma puede reconocerse
perfectamente en la fotografía aérea. El gancho más reciente se ubica entre las golas del PereUó
y el PereUonet. Es obvio, por tanto, que el transporte longitudinal es predominante en todo este
tramo. Ahora bien, esta génesis no puede mantenerse para el sector meridional de la restinga. Si
así fuera, continuarían dibujándose sucesivos ganchos, lo que no sucede. Podría aducirse que la~
transformaciones experimentadas como consecuencia de los cultivos pueden haber alterado su aspecto, lo que es evidente, pero con todo, la forma pedunculada se conservaría aunque fuera parcialmente.
Por otra parte, la presencia de la avanzada de la Serra de les Raboses de CuUera supone una
importante trampa de sedimentos que incrementa de modo muy notable la acumulación en los
sectores ubicados a «barlovento» del obstáculo. De este modo, lo más probable es que en dicho
sector se baya producido un fuerte incremento de una primitiva barra submarina que ha termina·
do por emerger. El hecho de que la anchura mínima de la restinga se obtenga en los sectores me·
dios de la misma parece indicar que el crecimiento se ha producido por sus extremos a pesar de
que el flujo es unidireccional. Pero hay que tener en cuenta que la cantidad de material transportado por la deriva litoral a partir de la desembocadura del Túria ha debido ser extraordinariamente
importante. I.A misma presencia del amplio campo de dunas existente en la Devesa del Saler de·
muestra que la disponibilidad de sedimentos, por lo menos en otras épocas, ha sido muy notable.
Parte del material procedente de los aportes del1üria se utilizaría en el desarrollo de la fle·
cha, pero aún así quedaria un excedente de carga sólida que la deriva litoral transportaría hasta
que encontrara la trampa de sedimentos del Cap de Cultera. De ahí que el máximo crecimiento
se haya producido en ambos extremos en donde la anchura de la restinga es de algo más de un
kilómetro, en tanto que en sector central -aproximadamente entre la gola del Pe.reUó y el Mareny
de Barraquetes- la anchura no supera los 500 m (SANJAUME, 1985, p. 402).
Desde un criterio dinámico-genético, la restinga de (Albufera de Valencia es una forma estable, simétrica y mixta, puesto que en su desarrollo ha intervenido tanto el desplazamiento transversal como el longitudinal. Es una formación autóctona ya que todo el material procede de los
aportes del Túria y, además, puede afirmarse que ha alcanzado un completo grado de desarrollo
como manifiesta el importante campo dunar que en eUa existía.
Hace algunos años - en base a los argumentos aportados por diversos autores sobre la posi·
ble desembocadura del Xúquer al norte del Cap de Cul.l era- se mantenía la hipótesis de que
• Oepartament de Geografía. Universital de Valencia.
[page-n-122]
122
dicho río había podido intervenir en la génesis de la restinga de la Albufera de Valencia (Ross&
LLO, 1972; SANJAUME, 1974). Después del análisis sedimentológico y mineralógico de los materiales que forman esta restinga y los meridionales, se puede afll1llar que la restinga holocena es obra
exclusiva de los aportes del Túria. Aquí la asociación mineralógica predominante es la de turmalinapiroxenos, en tanto que los aportes del Xúquer presentan una composición sensiblemente distinta
con una total primacía de los carbonatos, en concreto dolomita, que no aparecen en absoluto en
la restinga que nos ocupa.
lli.3. El campo de dunas de la Devesa del Saler
Eulalia Sanjaume•
Uno de los aspectos moñológicos más espectaculares de todo este sector era, sin lugar a dudas, el campo de dunas de la Devesa de !'Albufera o del Saler, el cual, junto con el de Guarda mar
del Segura, constituían las formaciones dunares holocenas más importantes de todo el Mediterráneo español. Las dunas del Saler se han generado gracias a la gran cantidad de suministros aporta·
dos por el1\íria. No hay que olvidar que la Devesa se inicia unos 6 km al sur del citado río. En
este sector se distinguían - antes de su arrasamiento- dos grandes conjuntos dunares de características ligeramente contrastadas, separados por una amplia depresión longitudinal. Se ha podido
constatar la existencia de arenas holocenas hasta unos 4 m de profundidad en el conjunto interno.
Las dunas de la Devesa del Saler son de edad holocena. Ahora bie.n, la distinta orientación
de las alineaciones, las diferencias en cuanto a altura, extensión, moñología y composición mine·
ralógica (ya que las dunas del conjunto interno presentan menor proporción de piroxenas) parecen
indicar la existencia de dos conjuntos dunares de edad diferente: uno interior más antiguo (atribuible quizá a principios del Holoceno), y otro exterior, generado en el pasado más reciente. Por otra
parte, el cambio de orientación entre ambos conjuntos parece sugerir una ligera variación en el
régimen de los vientos (SANJAUME, 1985, pp. 435-436).
Si las componentes de vientos más recientes E-W no fueron capaces de alterar la moñologia
de las alineaciones más antiguas, todo parece indicar que en ese momento las antiguas acumulaciones ya estarían fijadas por la colonización vegetaL Por criterio regional, las primeras etapas
de ocupación extensiva de nuestras montañas por parte del hombre significaron una ruptura de
los precarios equilibrios biogeográficos que se traducen en la dinámica fluvial (mayores aportes)
y, en consecuencia, también en la deriva litoral. Este momento representa, sin duda, el óptimo
para la construcción del conjunto dunar externo, que queda separado del anterior por la depresión
central.
A finales de la Edad del Bronce, la topografía básica de la Devesa del Saler estaría totalmente
configurada y el conjunto entra en una fase de remodelado en función de la mayor o menor protección vegetal. El sector más dinámico desde el punto de vista de las formas sería, sin duda, el
más próximo al mar. De todo ello se deduce que el edificio dunar del Saler es una paleoacumulación holocena e incluso prehistórica nacida de condiciones ambientales idóneas. Puesto que se
trata de un depósito eólico, el modelado - y sobre todo el micromodelado- sigue activo, mas
no ocurre así con la fase de acumulación, al haberse a.lterado las condiciones originarias (SANJAU·
ME; MATEU, 1982). En términos generales podría decirse que las dunas de la Devesa del Saler
-pese a encontrarse en dos fases de evolución distinta- habían alcanzado un óptimo grado de
estabilización y con ello su equilibrio dinámico.
• Departament de Geogmffa. Un.ivcrsitat de Valéocia.
[page-n-123]
123
UI.4. Duna fósil de la Penyeta del Moro
Eulalia Sar¡jaume•
Desde las dunas pleistocenas de la Thrre de la Sal (forreblanca) hasta las de les Arenetes (Dénia) el único afloramiento pleistoceno que puede localizarse de modo permanente en el óvalo valenciano es el de la Penyeta del Moro, puesto que el pequeño afloramiento de Benicassim sólo
queda al descubierto después de grandes temporales marinos y que el afloramiento de calcoarenitas de Almenara ha sido destruido, dado que encima del mismo se ha edificado un restaurante
y un camping.
la duna fósil de la Penyeta del Moro (el Perellonet) se encuentra unos 860 m al SSE de la
Gola del PereUonet, a ISO m al E de la carretera local Valencia-Cunera. Aunque las dimensiones
del afloramiento son muy variables según haya sido el régimen de vientos de ese año, ya que queda más o menos cubierta por arenas sueltas actuales, las dimensiones máximas que se han conseguido medir (RossaLO, 1979), han sido de 9'Sx4'S m, alargada en sentido NNE-SSW. Culmina
a + 2'7 m. y tiene una forma groseramente rectangular a la que, según parece se le ha arrancado
(quizá para ulilizarse como cantera) el ángulo más meridional.
Del buzamiento de los sets de su estructura interna (26° en dirección SE que correspondería
a sotavento), parece deducirse que el viento predominante en la génesis de esta duna sería NW-SE.
De cualquier manera no pued~n sacarse demasiadas conclusiones de este único afloramiento. En
ocasiones, las láminas se ven separadas por una costra centimétrica que puede suponer un episodio de estabilización del proceso sedimentario-erosivo (RossELtó; 1979, p. 144). En los alrededores del afloramiento aparecían otros pequeños apuntamientos de calcoarenita, algunos de los cuales en la actuaHdad han quedado enterrados bajo un campo de tenis. Aunque esta duna no se
ha podido datar, por comparación con otras eolianitas pleistocenas de la costa alicantina, pensamos que puede atribuirse al Tirreniense.
BffiLIOGRAFIA
ASINS, S., CARMONA, P., EsCRIVÁ, V., ÜRAU, E., MAR!I, X., PASCU P., RiBERA, A. y VE.NTO, E.
AL,
1987: Dtlmoina. Viatge a la memoria histórica de la ciurot. Ed. Ajuntament de Valencia.
CARMONA, P. 1990: Fluctuaciones recientes de la línea de costa en el área de Valencia. Nuevos
datos. Reunión Nacional de Geomorfología, Teruel, pp. 319-328.
CARMONA P. 1990: Laformació de la plana alluvial de Valencia. Geomorfologia, hidrología i geoar,
queologitl de l'espai litoral del1líria. Edicions Alfons el Magml.nim, Institució Valenciana d'Estudis i Investigació, 17S pp.
CARMONA, P. 1990: Evolución holocena de la llanura costera del río Thria. Actos de la n Reunión del Cuaternario Ibérico, Ed. Instituto Tecnológico Geominero de Espafta, Madrid 1989.
CARMONA, P., DuP~, M. y SoLÉ, A. 1990: Reconstrucción paleoambiental del Holoceno en el
registro sedimentario de la ciudad de Valencia. Actos de la ll Reunión del Cuaternario Ibérico,
Ed. Instituto Tecnológico Geominero de España, Madrid 1989.
CARMONA P., RIBERA, A. y L ERMA, V. 198S: Geoarqueología en la ciudad de Valencia. XVII Con,
greso Nacional de Arqueología, Zaragoza 1983, Zaragoza, pp. 859-873.
CosTA, M. 1986: La vegeroción en el ltiís Valenciano. Cultura universitaria popular, S, Universitat de Valencia.
Gov, J.L. 1978: Estudio geomorfológico del Cuaternario litoral valenciano. Tesis Doctoral. Facultad de Geología, Universitat Complutense, Madrid. Inédito.
Gov, J. L. y ZAW, C. 1974: Estudio rnorfotectónico del Cuaternario en el Ovalo de Valencia. Actos de la 1 Reunión Nacional del Grupo de 'Itabajo del Neógeno y Cuaternario, C.S.l.C., Madrid, PP. 71-82.
• Depanament de Geogr.¡fia. Universital de Valencia.
[page-n-124]
124
GRAUALMERO, E. 1987: Estudio de la vegefilción de la Valencia romana y de «hinterland» a tra·
vés del análisis antracológico. Memoria de la Beca para investigación y divulgación de los fon·
dos del Archivo, Biblioteca, Hemeroteca y Museos Municipales, Ayuntamiento de Valencia.
Inédito.
GRAu ALMERO, E. 1988: Étude de la végétation et des relations Homme·Milieu a Valencia (Es·
pagne) a l'epoque romaine, d'apres l'analyse anthracologique. First European Conference on
Wood and Archaeology, PACT, 22, IV-6, Louvain-la-Neuve, pp. 271-280.
GRAUAl.MERO, E. 1990: El uso de la madera en yacimientos valencianos de la Edad del Bronce
a la época visigoda. Datos etnobot.ánicos y reconstrucción ecológica según la antracología. Tesis Doctoral, Universital de Valencia. Inédito.
GREGORJ, J.J. 1985: Explotació económica tradicional del bosc i la muntanya. Temes d'etnografia
valenciana. CoL Politecnica, 20, Vol. ID, Ed. Institució Alfons el Magnanim & Institució Vcllenciana d'Estudis i Investigació, pp. 11-67.
MATEU, J.F., MARTl, B., ROBLES, F. y Acur:l"A J. 1985: Paleogeografía litoral del golfo de Valencia
,
durante el Holoceno inferior a partir de yacimientos prehistóricos. En Pleistoceno y Geomor·
fologia litoral. Homenaje a Juan Cuerda, Universidades de Valencia, Zürich y Palma de Ma·
Horca, pp. 77-102.
PASKOFF, R. 1987: Bilan au coUoque. En Déplacements des lignes de rivage en Méditerranée
dapres les données de larchéologie, Aix-en·Provence 1985, Colloques intemationaux du CNRS,
Ed. du CNRS, París.
RrvAS MARTINEZ, S. 1982: Étages bioclimatiques, secteurs chronologiques et séries de végétation
de I'Espagne méditerranéene. Ecología Mediterranea, L Vill, fase. 1/2, Marseille, pp. 275-288.
RossEu.ó, V.M. 1969: El litoral valencia. L'Estel, 2 Vals., Valencia.
RossEu.ó, V.M. 1972: los ríos Júcar y Thria en la génesis de la Albufera de Valencia. Cuadernos
de Geografia, 11, Valencia, pp. 7-25.
ROSSEu.ó, V.M. 1979: Una duna fósil pleistocena en la restinga de la Albufera de Valencia. Gua·
demos de Geografia, 25, Valencia, pp. 111·126.
RossELLO, V.M. 1982: Albuferas Mediterráneas. Acfils de la V Reunión del Grupo Español del
1/'abajo del Cuaternario, Sevilla, pp. 43-78.
SANJAUME, E. 1974: El cordón litora.l de la Albufera de Valencia. Cuadernos de Geografia, 14,
Valencia, pp. 61
-96.
SANJAUME, E. 1985: Las costas valencianas. Sedimentología y morfologfa. Universitat de Valen·
cía, Valencia, 505 pp.
SANJAUME, E. 1988: Dunes of Saler, Valencia, Spain. En Dundbeach Interaction, Journal of Coasfill Research, Special Issue, 3, Ed. N. Psuty, pp. 63-69.
[page-n-125]
EXCURSION E
LA LLANURA ALUVIAL DEL RIO XÚQUER
Coordinadores:
J. MATEu, B. MARTr
Y.
Colaboradores:
J. DE PEDRO, A.
R. ENGUIX, N. LA RocA
MAIU'INEZ, M.8
F ERRER,
El itinerario discurrirá desde Valencia a Alberic (parada 1) por la carretera
nacional 340. Después se seguirá hacia la ermita de Thrnils (parada 2), tras
haber cruzado el río. Postedormente se visitará la vila de Alzira (parada 3),
para continuar hacia el poblado de la Edad del Bronce de la Muntanya As·
solada (parada 4) y finalizar en la montaña del Castell de Cullera (parada 5)
El contenido cientilico de este trabajo se ha beneficiado de los proyectos: <
[page-n-126]
N
t
FIGURA 56
la Uaoura aluvial del rio Xúquer. Itinerario de la excursión
[page-n-127]
127
l. LA RIBERA DEL XÚQUER: UN LLANO HOLOCENO DE INUNDACION
Joan F. Mateu Bellés•
LA Ribera del Xúquer es un llano de inundación en el cual son funcionales importantes procesos
hidrogeomorfológicos fluviales durante las crecidas. Por sus dimensiones (unos 300 km 2 inundados en 1982) constituye la mayor de las llanuras costeras del golfo de Valencia, bastante diferentes
entre sí desde la perspectiva geomorfológica.
La Ribera se instala a la salida de un largo y profundo congosto y a este recinto desaguan,
además, varios tributarios (Sallent, Albaida, Magre). Las crecidas fluviales otoñales alcanzan puntas espectaculares cuando coinciden en la Ribera los picos de todos ellos.
1.1. El soporte estructural
la llanura litoral y la plataforma continental del golfo de Valencia ha experimentado un proceso de fracturación y hundimiento como resultado de la tectónica distensiva alpina. Al menos
desde fines del Terciario, ha funcionado como una cuenca de acumulación detrítica de niveles
cada vez más recientes.
Concretamente entre el Túria y el Xúquer, los sondeos cifran la potencia de la sedimentación
detrítica cuaternaria en más de una centena de metros. No obstante, no es un dominio de subsidencia homógenea como la atestigua 1) el eje NW-SE de afloramientos miocenos entre
Picassent-Almussafes-Sollana-Sueca en plena llanura holocena, 2) el afloramiento dunar pleistoceno del Perelló, 3) los afloramientos cretácicos de Sueca y Cultera y en las inmediaciones del Túria,
4) el Mioceno subyacente a escasos metros en el subsuelo de Sedaví-Alfafar o 5) los más de 30 m
de potencia de sedimentos cuaternarios en todo el trazado del nuevo cauce del río Túria (CARMO.
NA, 1
990).
Thmbién el sustrato de la Ribera está formado por bloques mesozoicos fallados, desigualmen·
te hundidos y fosilizados por la deposición miocuaternaria en facies marinas y continentales. Tal
vez, el sustrato mesozoico de la Ribera -fallado y con afloramientos diapíricos del Keuper (como
sucede en las inmediaciones de Alberic, etc.)- explique el cambio de rumbo del cauce en el limite
entre las Riberas Alta y Baixa.
Todos estos datos sugieren un modelo de fracturación múltiple, esto es, un gran número de
bloques basculados diferencialmente con diversidad de orientaciones y trazados con predominio
de los desniveles hacia la plataforma continentaL Algunas de estas fracturas han sido reactivadas
durante el Pleistoceno.
1.2. La metamorfosis bolocena del valle
Durante el Pleistoceno superior -coincidiendo con la últ.ima regresión marina- la actual
Ribera del Xúquer mostraría unos ambientes diferentes: un río encajado en sus propios aluviones
(terrazas) que conectaba con los relieves periféricos mediante una acera coluvial. Eran unos glacisconos pleistocenos parcialmente desmantelados. El nivel correspondiente a los conos «würmien·
ses» se hunde sistemáticamente por debajo de la Uanura aluvial del Xúquer (DuMAS, 1977, p. 216).
la transgresión f!andriense ha introducido una profunda metamorfosis ambiental y sedimentaria en el valle: una potente acumulación holocena ha enmascarado muchos de los caracteres
topográficos preexistentes. A falta de sondeos sistemáticos, tal vez lo más coherente sea sef!alar
una bahía abierta entre las monta.ñas de CuUera y Corbera (MATEu et al., 1985) a medida que
avanzaba la transgresión flandriense.
Hacia el 6.000 BP, el valle comienza a evolucionar como un llano de inundación. En pocas
palabras, los depósitos holocenos que en otros ríos mediterráneos (como el Ebro) han servido para
• Departament de Geografía. Uoivel1itat de Valencia.
[page-n-128]
128
edificar espectaculares deltas, aquí han contribuido a la formación de una imponente llanura holocena (al igual que en el Segura). Cabe recordar que en ambos casos, la pendiente de la plataforma continental es superior a ambos llanos de inundación.
El Xúquer pasa directamente del llano de inundación al mar sin edificar un delta por cuanto
los acarreos sólidos se han depositado mayoritariamente en el propio llano de inundación. Es mas,
la superficie de decantación progresivamente se ha ido desplazando hacia la Ribera Alta (al menos, eso sugieren los aterramientos de edificios y yacimientos arqueológicos).
1.3. Crecidas e inundaciones
las avenidas fluviales constituyen el principal mecanismo morfogenético de los llanos de inundación. En efecto, existen llanos de inundación porque hay avenidas fluviales. Las crecidas son
episodios durante los cuales se incrementa el flujo de materia y energía en el sistema fluvial.
la descarga o volumen de agua vebiculada por unidad de tiempo define el bidrograma de
crecida cuyos componentes son determinados por los factores de intensificación o atenuación (características de las cuencas de drenaje, de las redes y de los propios canales de escorrentía).
El repertorio histórico de las avenidas del Júcar en Alzira y en la cercana población de Carcaixent es muy numeroso. Desde 1300 hasta 1923 se han contabilizado más de ochenta años en
los que se han registrado una o más inundaciones notables; de éstas diec.iocho fueron lo suficientemente caudalosas como para inundar el centro de Alzira y Carcaixent y causar dai'ios considerables y, en ocasiones, muy importantes.
Concretamente, entre 1300 y 1600, existe documentación arcbivística de cinco riadas altamente destructivas: la ocurrida en octubre de 1328; la de 22 de octubre de 1406 que destruyó la
zona extramuros de Alzira; la de 30 de noviembre de 1473 que asoló novecientas casas en Alzira;
la de 1517 dañó seriamente varias poblaciones de la Ribera y zonas extramuros de Alzira mientras
la de 17 de noviembre de 1571 socavó la ermita situada junto al puente de San Gregorio de Alzira.
La crecida de 1632 causó daños comparables a la de 1571 mientras en 1672 desbordó hasta
once veces en tres meses. Otras riadas posteriores ocasionaron también daños en la ciudad de Alzira (4-5 de octubre de 1779, 14 de noviembre de 1805, 21 de octubre de 1843). Tal vez, la mayor
catástrofe de la Ribera -en pérdidas de vidas humanas- ocurrió el día 4 de noviembre de 1864
(GóMEZ ÜIU'EGA et al., 1866; BoscH, 1966).
Las excavaciones arqueológicas -realizadas los últimos ai'ios en Alzira- han abierto una
vía complementaria para la comprensión del régimen hidrológico del río. En efecto, a partir del
siglo Xl, se aprecia un cambio de régimen de las crec.idas ya que los picos de crecida aumentaron
sistemáticamente y también su carácter destructivo en la ciudad. la documentación geoarqueológica sugiere que las inundaciones de fines del siglo XI, de los siglos xvu no fueron menos destructivas que la de 1864 (BUTZER et al., 1983). El último desastre del 20 de octubre de 1982 puede evaluarse contrastándolo con estos acontecimientos históricos extremos.
las crecidas en la Ribera se intensifican por la coincidencia temporal de los picos de crecida
de los afluentes que desaguan en dicho recinto (el Xúquer, el Sallent, el Albaida y el Magre). Estas
confluencias -cercanas a la desembocadura- ofrecen condiciones para la magnificación de las
avenidas.
En l982, la superficie inundada alcanzó los 290 km2. Se saldó con doce -o treinta- muertos, unos 100.000 damnificados y unos daños globales valorados entre 50 y 200 mil millones de
pesetas. la gente del país la conoce como la pantonada, atendiendo al desmoronamiento de la
presa de Tous (situado en la cabecera de la Ribera). A lo largo del recorrido se harán referencias
al suceso que todavía sigue pendiente de resolución judicial definitiva.
Ahora mismo existe un ambicioso programa de intervenciones para la aminoración del riesgo
de crecidas en la Ribera.
1.4. La geometría del llano de inundación
Un llano de inundación es una superficie o faja de tierra relativamente lisa, adyacente al ca u-
[page-n-129]
~]
•
r.
:.\
.\·:·
>·
)\;?~:
..
; : ...
z
....·\
;.
·:.
[page-n-130]
130
dal de un río y que se cubre de agua cuando éste se desborda. Esta expresión tiene una connota·
ción topográfica, hidrológica y geomorfológica. Se insiste en su primer valor.
Desde el punto de vista topográfico, el relieve de las llanuras de inundación puede ser liso,
cóncavo o convexo. Dentro de una misma llanura puede haber sucesivas geometrías transversales,
lo cual provoca alternancias en la trayectoria de los flujos desbordados. En tramos convexos el
río discurre por la cota más elevada del edificio aluvial y los flujos desbordados son divergentes.
Por contra, en los tramos cóncavos los flujos son convergentes ya que el canal habitual ocupa
la posición más deprimida de la llanura de inundación.
La Ribera del Xúquer -desde Antella hasta el mar- es una llanura de inundación de
alrededor de 300 km y de pendiente muy tendida (0'6%). El río, al atravesarla, ha edificado
geometrías transversales convexas, hecha excepción de las confluencias de los tributarios princi·
paJes (río de Albaida y río Magre). Estas alternancias geométricas, desde la Ribera Alta a a
Ribera Baja son decisivas en el comportamiento hidráulico de las riadas y en las pautas de
sedimentación aluvial.
A la luz de los levantamientos topográficos se observa cómo la popular y arraigada división
comarcal -Ribera Alta y Baja- responde a un condicionante geomórfico fluvial: mientras la
Ribera Baja constituye una única llanura de inundación convexa, la Ribera Alta está muy condi·
cionada por la confluencia del .Riu Magre y en ella alternan tramos lisos y convexos.
Los perfiles A, B y C permiten una lectura conjunta (fig. 57). El Xúquer ha edificado una
gran acumulación convexa, de modo que discurre varios metros por encima de las tierras de in un·
dación. En concreto en el perfil A se constata que las aguas del lecho circulan casi JO m por enci·
ma de la Albufera.
Por su parte el perfil D, correspondiente a la topografía existente a mitad de camino entre
Algemesí y Alzira, significa un tramo en que la anterior geometría convexa se convierte en plana,
e incluso cóncava. A ello contribuye el amplio cono del Magre (por la izquierda) y el cono glacis
adosado a la Murta (por la derecha).
Siguiendo aguas arriba, y a medida que nos alejamos de la confluencia Xúquer-Magre, reapa·
rece la topografía convexa en cada una de las arterias fluviales, en tanto que el Riu Verd circula,
deprimido, por el punto de contacto de ambos interfluvios. Así lo evidencia el pertü E.
El último de los perfiles F encierra un elemento novedoso: el Magre, poco a poco, reduce
la llanura de inundación convexa a sus dominios inmediatos, de modo que resulta patente que
la acumulación fluvial no ha acabado de recubrir el sustrato preexistente.
1.5. Los flujos de desbordamiento
A la vista de los diversos levantamientos topográficos de la Ribera Alta se impone otra con·
clusión referente al papel que desempeñan las cuencas yaz()() del Riu Verd y del Barxeta. Los espa·
cios comprendidos entre el Xúquer y el río Magre y entre el Xúquer y los relieves de Carcaixent
actúan como auténticos embalses que laminan o aplanan el pico de las crecidas. A mayor volu·
men de las avenidas y a mayor coincidencia horaria, más abundante será el agua «embalsada»
en la cuenca del .Riu Verd y el Barxeta.
Por otro lado, la confluencia del .Riu Magre con el Xúquer viene a constituir el elemento
central de toda la geomorfología fluvial de las Riberas. Una valoración dinámica de su progresivo
papel «estrangulador» en la Ribera Alta es clave para la intepretación evolutiva y dinámica geomorfológica de la Ribera Alta. En la medida que el Magre acrecienta sus aportes (proceso belige·
rante incluso en época histórica) se incrementa su papel de «cuello de botella» que dificulta el
drenaje del agua desbordada aguas arriba. El trazado de la autopista se sitúa en este «cuello de
botella» del Magre (MATEu, 1980).
·
Con estas precisiones topográficas se comprende la superficie inundada en 1971, 1982
y 1987, (MATEU, 1982; LA RocA, CARMONA, 1983; CARMONA, SEGURA, 1987). En estos epi·
sodios se constató la dinámica de los flujos desbordados en función de.la topografía subyacen·
te. Desde la presa de Tous hasta la confluencia del Riu d:.\lbaida, se apreció un único
lecho con morfología braided entre las acumulaciones pleistocenas y estrangulando el previo
canal meandrizante.
·
[page-n-131]
h
l
':J
- -·- ·.....·- ·
- -..........
. ......
Y"'
<::_)
/
.,............
JAt (
~h
~-4
t;:)
.
FIGURA 58
Geomorfologia de la Ribera del Xúquer. Area inundada y direcciones del flujo en la riada de Octubre de 1982. Según N.l.a Roca y P. Carmona
[page-n-132]
132
Desde la citada confluencia hasta la autopista A-7, el flujo se abrió en tres direcciones (fig. 58)
el propio cauce y los dos yazoos: el Riu Yerd (margen izquierda) y el Barranc de Barxeta (en la
margen derecha).
Por su parte, el cono del Magro, Jos glacis-cono de la sierra de Corbera y la autopista provocan una nueva confluencia de los flujos y el efecto de represa del agua en las inmediaciones de
Alzira. Finalmente, en la Ribera Baja (tramo convexo), volvió a producirse la divergencia de los
flujos en tres direcciones, una por el propio canal, y las otras dos en dirección norte y sur hacia
la Albufera de Valencia y las marjales de Thvemes de Valldigna.
1.6. Aluvionamiento histórico
Independientemente de su amplitud, los Llanos de inundación son superficies de activa acumulación aluvial durante las avenidas periódicas y recurrentes. Por esta razón, l.as avenidas
-episodios cortos durante los cuales el río dispone de energía para remover y redistribuir
sedimentos- son el principal mecanismo de acreción vertical y lateral en el llano de inundación.
El crecimiento vertical es consecuencia de la deposición de materiales finos, en capas horizontales
al incrementarse la fricción de los flujos desbordados. El acrecentamiento lateral -además de ser
una consecuencia del crecimiento vertical- es una resultante de la migración e inestabilidad del
propio cauce.
Que el aluvionamiento es activo en la Ribera ya fue percibido por el jesuita Racsas y el ingeniero Yincensi en 1635 al afirmar que en la medida que la «madre del río así como las riberas
se van levantando, van enterrándose árboles y casas como se ve en Carcagente, Alcira y Albalat>>.
Tras una exploración sistemática del territorio -con las consiguientes visitas a los edificios religiosos, palacios, excavaciones arqueológicas, más la búsqueda de noticias bibliográficas- se extraen
las siguientes conclusiones:
-El aluvionamiento es un proceso muy activo en la Ribera pues la villa romana de Benibaire (término de Carcaixent) queda enmascarada por más de 2'50 m de aportes fluviales, una cruz
gótica del siglo xv, próxima a Alzira, tiene enterrada su base por unos 0'70 m de aluviones y la
alquería musulmana de l'Aiborgí por unos 2 m.
-El enterramiento -y consiguiente elevación de cotas- no es uniforme en todo el llano
de inundación. En época medieval y moderna ha sido más activo en la Ribera Alta porque edificios construidos simultáneamente en ambas riberas no están enterrados en igual proporción. Dentro de la Ribera Alta existen también sus diferencias incluso en construcciones coetáneas.
-El progresivo aluvionarniento de las geometrías convexas puede explicar qué lugares de habitación relativamente seguros o menos expuestos a inundaciones en el siglo xv dejan de serlo
en la medida que van alterándose las condiciones topográficas del llano de inundación. Que las
sucesivas generaciones pobladoras de la Ribera no adviertan estos decisivos cambios geomorfológicos es explicable porque son aterramientos lentos pero cumulativos.
-La mayor potencia de los acarreos fluviales en la Ribera Alta en época medieval y moderna
no es independiente del paulatino estrangulamiento del abanico del Magre antes comentado. A
crecientes dificultades de evacuación del agua hacia la Ribera Baixa, mayor deposición en esta
cubeta de decantación que es la Ribera Alta (BIJTZER et al., 1983).
La consideración dinámica del aluvionamiento de las Riberas del Xúquer es básica porque
estos cambios geométricos condicionan a su vez el comportamiento hidrológico de las aguas desbordadas.
En esta linea de argumentación cabe setlalar que el progresivo aluvionarniento puede hacer
paulatinamente vulnerables hábitats menos castigados en siglos anteriores. Concretamente, los moradores de Ternils abandonaron este lugar tras la inundación de 1571, y se trasladaron a un lugar
más protegido. Se trataba de un rellano -en realidad, un residuo de la acera coluvial pleistocena
desmantelada- donde se asienta el núcleo más antiguo de Carcaixent. No obstante, este mismo
rellano ya fue afectado por algunas inundaciones del siglo XIX y también lo ha sido en 1982.
Parece que Cabanes y Mulata se deshabitan avanzando el siglo xv mientras Ternils lo es inmediatamente después de !57J. Ressalany y Alasquer fueron abandonados entrado ya el siglo xvm.
Alcosser fue destruido por la inundación conjunta del Xúquer-AJbaida en 1779. El Xúquer des-
[page-n-133]
133
truyó también la PaixareUa mientras el Albaida hacía lo propio con Benimexí. Toro y Pujo! se
despoblaron entrado ya el siglo XlX.
¿Qué conclusiones se extraen de estos despoblados de la Ribera Alta? En primer lugar, el ¡xr
blamiento -además de las obvias componentes culturales- no es ajeno a condicionantes bidrogeomorfológicos altamente dinámicos. En la medida que se elevan las topografías del Uano de inundación por el aluvionamiento, se alteran también las pautas hidrológicas del Xúquer, Albaida, Barxeta
y Verd durante los desbordamientos. Estos nuevos y cambiantes comportamientos de las inundaciones pueden hacer peligrar bábitats menos expuestos en épocas antiguas.
En segundo lugar, la cronología del abandono humano de los centros aludidos sugiere que
el paulatino aluvionamiento de la llanura convexa torna más inseguros los asentamientos de las
cuencas yazoo paralelas y deprimidas. Esto afecta especialmente a Cabanes, Mulata, Ressalany,
Alásquer y Ternils muy expuestos además a tercianas por causa del cultivo del arroz.
En tercer lugar, la tardía destrucción (1779) de Alcosser debe interpretarse, además del activo
aluvionamiento en este entorno, por el desplazamiento a la izquierda que ha ido sufriendo el Xúquer por la progradación del Magre. Los reajustes ocurridos desde el siglo XVI y xvu se han dejado sentir especialmente en la ciudad de Alzira situada inmediatamente aguas arriba de dicha confluencia.
2. LOS MEANDROS DEL XÚQUER EN LA RIBERA
Yolanda Martfnez Perreros•
La mcandrízación constituye uno de los rasgos geomorfológicos más representativos del llano
aluvial del Xúquer. El cauce - divagante y serpenteante- discurre sobre una superficie libre de
obstáculos e incrementa la distancia total recorrida antes de su desembocadura en el mar. Así lo
indican los siguientes parámetros, referidos al tramo comprendido entre AnteUa y el mar:
-distancia aproximada en linea recta: 37'5 km.
-distancia siguiendo el cauce: 65'7 km.
- pendiente media del Uano de inundación: 0'8%o.
-pendiente media del cauce: 0'45%o.
Los principales requisitos para la meandrización en valles a.Iuviales de bajo gradiente son el
flujo oblicuo o helicoidal del agua y el excedente de energía inicial. Además cabe senalar la interacción de la pendiente, la velocidad, la turbulencia del flujo, etc. Los meandros libres o aluviales
son formas cuya inestabilidad se manifiesta:
i) en el comportamiento desigual entre la margen cóncava (erosiva) y la margen convexa (deposicional).
ii) en la sucesión de pools y rifjles en la solera del cauce.
iii) en la alteración en planta de las variables de geometría hidráulica.
iv) en la migración del propio meandro, llegando incluso al estrangulamiento.
Entre el mar y el arranque del llano aluvial se contabilizan 59 meandros, de los cuales 20
corresponden a la Ribera Baixa (son más expandidos y abiertos) y los restantes 39 (más cerrados
y sinuosos) a la Ribera Alta. Como propiedad morfológica de todos ellos cabe señalar la asimetría.
2.1. La morfometrfa
El análisis morfométrico de los meandros seftala en cada parámetro dos grupos que corresponden a la Ribera Alta y Ribera Baixa. En otras palabras, los parámetros morfométricos que
definen los meandros son altamente condicionados por la pendiente y también por la anchura
y profundidad del canal.
a) Anchura del canal: La anchura es una variable fundamental para la obtención de la mayor
parte de índices morfométricos de los meandros (radio de curvatum, longitud de onda, sínuo• Oepanament de Geografia. Universital de
Val~ncia.
[page-n-134]
..r~ .... .
}
(~:.·';./.
~,
.-'
./...
~~-·:
''
' '·:
GUADASS\JAA
é)
''
LEYENDA
A.t
DUC Y HiAt i Ci lil
a
P08LA
LLARGA
(lll ( fdiOitl
P I Cf S
- - ,tfilffQS
Qf
I ..
....
FIGURA 59
Meandros del ríos XúqueJ
IH ( ' !1.1
Hii: I D IIJ
_
..HJJJS
[page-n-135]
135
sidad). El Xúquer a su paso por la Ribera presenta un valor medio de 20 m que casi se duplica
en la Ribera Babea (39 m).
Obviamente, la disminución de pendiente en la Ribera BaiJca contribuye a la ralentización
y expansión del flujo sobre un cauce más amplio incrementándose el rozamiento sobre el fondo
y las márgenes del canal. la pérdida de energía se traduce en un menor índice de sinuosidad y
en meand.ros más abiertos que en la Ribera Alta.
Puntualmente la anchura del cauce se ve alterada por la construcción de azudes o paradas
para la derivación de aguas de riego.
b) Radio de curvatura: Equivale al radio de la circunferencia que se puede inscribir en el meandro
y resulta directamente proporcional a la anchura. En efecto, puede med.irse directamente sobre
el mapa o siguiendo la fórmula de LEOPOLo-WOLMAN (1960):
R=2-3* Anchura
Por tanto, el radio de curvatura presenta las mismas pautas que las comentadas a propósito
de la anchura del canal. la Ribera Alta registra 50 m de radio medio de curvatura mientras en
la Ribera Baixa resu.lta de unos 99 m. El valor medio para el conjunto de la Ribera Baixa resulta
de unos 99 m. El valor medio para el conjunto de la Ribera es de unos 75 m.
e) Longitud de onda: Une en linea recta dos puntos de máxima curvatura, es decir, dos ápices
alternos. Para determinar su valor, LEOPOLo-WOLMAN (1960) proponen
L=4'59*R0·98
Es un parámetro que define la forma del meandro y también señala la oposición entre la
Ribera Alta y la Ribera Baixa.
d) Longitud de arco: Representa la distancia medida a través del talweg entre dos puntos de
inflexión. Es un parámetro de escala, indicador del tamaño del meandro.
El valor medio de la longitud de arco para toda la Ribera es de 1.128 m. También este índice
refleja la dualidad de riberas con 1.286 m de media la Ribera Baixa y 969 m la Ribera Alta. En
ambas se encuentran meandros con valores extremos que o superan los 2.000 m como los mean·
dros del Racona de Sueca (B4) y de Polinya (Bl4) en la Ribera Baixa, o no alcanzan los 500 m
como los meandros próximos a la confluencia con el río Albaida (A21 a A24) y el del Pla (A34).
Los meandros donde se ubican los assuts de Cullera, Sueca y AnteUa presentan una longitud de
arco similar {entre 1.900 y 1950 m).
e) Sinuosidad: Este parámetro sintetiza las características morfométricas precedentes. Se defi·
ne como la ratio entre la longitud de arcollougitud de onda y refleja también la existencia de dos
riberas diferenciadas: la Ribera Alta con una sinuosidad media de 4'81 y la Ribera Baixa de 3;
la sinuosidad media de los meandros de toda la Ribera es de 3'91.
La mayor sinuosidad de los meandros de la Ribera Alta está condicionada por la menor
anchura del canal, sus menores longitudes de arco y la mayor carga sedimentaria, lo cual queda
reflejado en una mayor complejidad y diversidad de formas cuyas sinuosidades oscilan de 1'51
a 9'31.
2.2. Cambios en el trazado del cauce
El trazado del canal meandrizante en el Uano de inundación es inestable. He aquí unos testi·
moniOS (MATEU, 1983):
a) El estrangulamiento y abandono posterior de meandros ha sido frecuente en las Riberas.
la cartografía histórica, la fotografía aérea, la toponimia o la misma red de acequias y caminos
constituyen vías para evaluar Jos cambios ocurridos al menos desde los tiempos medievales. A
la luz de todas esas fuentes se constata que en los pasados siglos las mayores variaciones se han
producido en las inmediaciones de la desembocadura del Albaida.
Otro tramo de gran dinamismo ha sido el comprendido entre Alberic y Carcaixent. Puesto
que el cauce del río sirve de limite municipal, estos cambios se han registrado puntualmente. Así
en 1778, durante la crecida de San Francisco, el río se abrió un nuevo cauce en el término de
Carcaixent. Otro tanto ocurrió en 1843 cuando parte de la Raconada del Toro fue separada de
Alzira y parte de la de 1855 con motivo del estrangulamiento del Racó de Mesquita con lo que
tierras del término de Alberic fueron incorporadas al de Carcaixent.
[page-n-136]
antigua margen de\ ri
:i
4
1
:i
Escala do 1 pa< 10000
o
100 200
xo
400 500
1000
mflrc&
FIGURA 60
Desembocadura del río Xúquer inmediatamente después de la inundación de 1864. Gráfico redibujado sobre el plano de Gómez Ortega
[page-n-137]
137
Comentario especifico merece el meandro que rodeaba la vila de Alzíra (Algezira). El estran·
gulamiento no se produjo en el punto más estrecho del pedúnculo lo cual sugiere cierta mediatiza·
ción humana ¡J'al vez una corta en tiempos islámicos?
b) También la desembocadura del Xúquer ha migrado en tiempos históricos. Con ocasión de
la crecida del 4 de noviembre de 1864 el Xúquer abrió una nueva desembocadura unos 1.400 m
al norte de la anterior. la antigua desembocadura se había mantenido estable desde por lo menos
finales del siglo xv1 cuando la bocana era vigilada desde una inmediata torre vig!a.
e) Las confluencias de los tributarios que desaguan al Xúquer en la Ribera (Albaida, SaUent,
Magre) actuaban como «cierre hidráulico» si coincidían los respectivos picos de crecida. En tal
caso, se registraba una descarga de aportes sólidos en las inmediaciones de·las confluencias y va·
riaciones en el trazado de los cauces.
3. LA ERMITA DE TERNIIS
M• Jesús de Pedro Michó •
La Iglesia de Ternils o Ermita de Sant Roe es un beUo ejemplo de la arquitectura religiosa
valenciana del siglo xm, construida en tiempos de la Conquista de Valencia por Jaume l. Está
situada en el término municipal de Carcaixent, en el km 4'5 de la carretera que va desde Alberic
a CoguUada, junto al poblado morisco del mismo nombre. Ternils fue abandonado a finales del
siglo XV1 debido, en gran parte, a las continuas crecidas y desbordamientos del Xúquer que provocaron el traslado de la parroquia a Carcaixent en 1573. A lo que hemos de añadir la posterior
expulsión de los moriscos en 1609.
El edificio consta de una única nave rectangular, de 20'5 m de longitud por 9'2 m de anchu·
ra, de planta basilical sin crucero, con una cabecera añadida posteriormente en el exterior; de 1 m
'5
de espesor por 5 m de anchura. Las paredes son de mampostería y ladriUo en algunos tramos aun·
que la obra original era de mortero encofrado. Los contrafuertes, así como las esquinas del edífi·
cio, son de silleria para refonar su estructura. Cuatro contrafuertes a cada lado, que sobresalen
1'5 m de la pared con un grueso de 07 m, sirven de soporte a las arcadas, cuatro arcos interiores,
también de sillería, apuntados o diafragmáticos que descansan sobre ménsulas sencillas.
La cubierta del templo es a dos aguas sobre vigas y listones de madera. Es de teja árabe sobre
tablero de ladrillo, asomando al exterior en una cornisa de tipo mudéjar de ladriUos planos con
otros colocados de canto y otros en punta de sierra, pintados en rojo y blanco.
La portada es románica, de piedra de sillería, con amplias dovelas lisas y desiguales y grandes
salmenares; tiene 2'2 m de anchura por 3 m de altura respecto al piso actual y sobre su clave se
encuentra un tragaluz de sillería de perfil gótico que mide 1'1 m de altura por 0'5 m de ancho,
ligeramente desplazado del eje de simetría de la portada.
Con motivo de las obras de restauración y consolidación de la Iglesia, iniciadas en 1984,. se
realizaron excavaciones arqueológicas en el interior y exterior de la misma.
En el interior de la ermita se han identificado tres pisos diferentes. El fundacional, de argamasa con cal, arena y pequeñas gravas, que conserva restos de enlucido en su superficie y se en·
cuentra a 1'10 m por debajo del nivel actual. Sobre éste aparecieron restos de construcciones como
son dos bancos corridos a lo largo de la pared E y S. La preparación del suelo es de argamasa
o mortero muy consistente realizado sobre las arciUas rojas del glacis.
El segundo piso es de ladriUos rectangulares y aparece a 0'50 m de profundidad junto a los
restos del primitivo altar o presbiterio que presenta una estructura de mampostería con piedras
de mediano tamaño cubiertas por un mortero de gran dureza; forma una tarima con un escalón
de piedra y ladrillo protegido por una balaustrada de piedra. Entre los dos pisos aparece un potente estrato de arenas y limos de inundación y un reUeno formado por enterramientos de un osario
colectivo, con un total de 25 individuos, datable entre los siglos xv y xv1.
El pavimento superior es de baldosas cuadrangulares por debajo del cual aparece un relleno
de arcillas, tejas y gravas, incluyendo material. s de cronología moderna de los siglos xvu y xvm.
e
• Servicio de Investigación Prehistórica. Diputación de Valencia.
[page-n-138]
1
A
•
:
L-- --
.
.
•
: ¡n_¡¡·---;/;,:- l ':'1:'..~ ~1'!~ -- - ---- --- --- - ----~
.. . ........ .
•
•
: :
•
:
_.J_ J _ _ _ _ -
.&
!1
1 •
.)
~ •
~
'
•
.. •
•
•
~
~
~ •
•
"
.., •
~
•
•
& •
1
~ 4
..
"'
'\
~
'*
t;
•
•
'
•
~
~ '
~
1
•
• • ' • +
~ •
•
TERNILS
-·
""
ctll'lllo,
B
FIGURA 61
A. Sección de la Ermita de Sant Roe, Thmils, según Soleriestruch, 1954.
B. Corte estratigráfico realizado en 1985 junto a la ermita
[page-n-139]
.
<®
~
..
~~ --~
( ... :3··
~- Slt. (~\
fY
. .
TERNIL S
FIGURA 62
Ermita de Sant Roe, Ternils. Planta del interior
tras
la excavación de 1985
[page-n-140]
140
Destaca igua.lrnente la presencia de inhumaciones en fosa y otras colocadas sin orden aparente
entre el relleno, en número total de siete individuos.
Al exterior de la ermita, una cata situada entre dos contrafuertes de la pared E dio como
resultado la aparición de unas grandes losas de piedra arenisca de forma rectangular, decoradas
con líneas incisas dibujando cuadrados en los que se inscriben otros cuadrados de menor tamaño
y lineas diagonales que los cruzan, así como una estela de piedra con la cabecera decorada con
una cruz de Malta.
En la pared Ose localizaron los restos de la primitiva entrada de la iglesia, parte de un pavi·
mento y escalones de ladrillo entre dos contrafuertes que presentan las huellas de una cancela
limitando esta entrada, cubierta originalmente y situada frente a la zona donde se encontraba el
despoblado de Temils.
La realización de estas catas permite comprobar que la puerta de acceso actual es posterior
a la construcción de la iglesia, abierta al tiempo que se elevó el pavimento interior, aprovechando
la arcada primitiva y tapiando el primer acceso.
La cata abierta en un solar contiguo frente al primitivo acceso de la Puerta O mostró un ¡»
tente estrato superficial de limos y arcillas con diferentes episodios de inundación, un relleno an·
trópico correspondiente al derrumbe de un muro con materiales cerámicos datables en los siglos xv
a xvn, y una potente capa de arcilla roja con nódulos de carbonato cálcico y alguna grava, base
del terreno o glacis sobre el que se construyó el muro mencionado. Una fosa o silo de forma circular ha sido excavado en el glacis y su relleno de tierra oscura y compacta aporta algunos fragmentos de cerámica romana, ánforas, dolia y tégulas.
El hecho de que, tanto el piso fundacional de la ermita como el muro localizado en la
cata exterior, fueran construidos sobre las arcillas rojas del glacis, estériles arqueológicamente,
indica que Ternils estuvo libre de inundaciones por lo menos basta la primera mitad del si·
glo xm.
La documentación arqueológica en cuanto a la época is.lárnica es inexistente, aunque la tradición siempre ha situado una mezquita en el lugar donde hoy se encuentra la ermita, muestra de
la cual sería un arco tapiado abierto hacia el E. los trabajos de restauración han mostrado que
dicha puerta fue abierta con posterioridad a la construcción de la iglesia y que su datación en
época anterior es improbable.
La valoración de los hallazgos plantea la posible existencia de una ocupación romana en la
zona de Ternils pero no conviene hacer afirmaciones al respecto teniendo en cuenta lo reducido
del área excavada. Por otra parte la presencia islámica es un hecho probable atendiendo a la toponimia y a diferentes noticias históricas; quizá la ausencia de restos arqueológicos se deba a que
estos se encuentran en otros puntos del yacimiento o a que fueran arrasados por las nuevas cons·
trucciones.
Ternils presenta, en opinión de J. Mateu y B. Martl, la cara y la cruz de un registro geoar·
queológico complementario: en el interior de la erm.ita predominan los rellenos antrópicos y en
el exterior se depositan los aportes de inundaciones de época moderna. El nivel de los campos
circundantes va creciendo por las sucesivas riadas mientras que el barro de la iglesia se limpia
después de cada desbordamiento del Xúquer. Con el fm de nivelar el interior y el exterior se construyen dos pisos sucesivos, a íináles del siglo xv y en el siglo xvm.
En la Ribera del Xúquer encontramos otros ejemplos similares al de Ternils. Alzira, Benimuslem, la Creu Coberta, l'Alborgi o Benivaire muestran igualmente un activo y potente aluviona·
miento del río en época medieval y moderna. la formación de un relleno fluvial de dos metros
de potencia, a partir del siglo xm, podría ser la causa que explicara los escasos hallazgos arqueológicos de época romana o anterior.
[page-n-141]
[page-n-142]
142
4. PROBLEMATICA Y EXPECfATJVAS DE LA GEOARQUEOLOGIA ALZIREÑA
Agustín Ferrer C/arf
la Comarca de la Ribera del Xúquer, se compone administrativamente de dos zonas: la Alta
y la Baja, s.ituadas en el curso bajo de este río.
El Xúquer, que desde las altas tierras ibéricas de Cuenca y Albacete abarca una amplia exten·
sión de superficie hidráulica, recoge en los períodos pluviales gran abundancia de agua que favorecida por la continua y progresiva deforestación ha dado lugar, unida a inestabilidades climáticas,
a múltiples crecidas e inundaciones en las tierras bajas, en las cuales, tanto el factor físico como
el humano han condicionado que cada vez las inundaciones fueran más destructivas.
la Geoarqueología tiene, pues, en la Ribera del Xúquer un campo de estudio inagotable. Por
una parte el reajuste paisajístico natural y por otra las actuaciones humanas, provocando en unas
ocasiones y previniendo en otras, quedando como resultado el actual panorama geográfico e histórico, donde se solapan inseparablemente ambos aspectos.
Las fluctuaciones marinas como consecuencia de cambios medioambientales han modificado
el perímetro costero. Con la nivelación actual, zonas bajas y llanas, inundadas por lenguas marinas durante los momentos finales del Pleistoceno y la primera mitad del Holoceno, son ahora dominios fluviales o albuferas/marjales. la Ribera del Xúquer es, pues, un llano de inundación (MATEU, 1980) donde el río, con sus aportes sólidos contribuye, ante la escasa pendiente y su escasa
potencia de arrastre, a depositar y rellenar una extensa zona.
Este factor condicionante no es el único. En este proceso neógeno, donde se ha hablado de
la influencia que tienen variaciones climáticas (temperaturas, precipitaciones, etc.) y las modificaciones costeras, conviene destacar también el papel que juegan las estructuras geológicas de base.
En la Ribera se produce el encuentro de las estructuras ibéricas con las prebéticas, cuyas di·
rectrices marcan en distintos tramos el curso fluvial. Entre las actuales poblaciones de I'AJcúdia
y Alzira, se produce un estrangulamiento entre cotas de nivel que, coincidiendo con el Riu Magre
y sus aportes, definidos por Mateu (1980) como el cono aluvial del Riu Magre, produce un efecto
de barrera ante el cual el Xúquer, en momentos de intensidad fluvial, incrementa la deposición
de materiales. En este mismo punto, superado este obstáculo, se iniciaría la Ribera Baixa coincidiendo con las secciones fluviales detalladas por el citado autor.
En este complicado cuadro morfológico cuaternario, donde participan los procesos naturales
de una forma precisa, apreciamos un destacado protagonismo humano con las deforestaciones,
la implantación de áreas de cultivo, asentamientos urbanos, construcción de diques, acequias y
otras obras que en suma han supuesto una invasión de zonas de dominio fluvial y un obstáculo
al paso de las aguas.
El ejemplo que exponemos y que estamos estudiando es la propia ciudad de Alzira (AJ.Yazirat
Suquar: la Isla del Xúquer), levantada sobre un meandro en un momento aún sin determinar arqueológicamente, y posteriormente aislada por el rlo y por l.as formidables murallas que ejercían
una doble función de defensa, ante las amenazas exteriores, humanas y naturales. Construidas
casi con toda seguridad entre los siglos x y xr, tenemos noticias de ellas a través de lsN J AFAYA,
poeta árabe de AI-Yazirat {1058-1138). El perímetro original se adaptaría al pedúnculo terrestre,
ampliándose posteriormente para aba.rcar las tierras depositadas por el río en los flancos cóncavos.
Su longitud total está cercana a los 2.000 m. la técnica de construcción es la tradicional, median·
te cajones de enconfrado de mortero y grava, de 2'30 de longitud por 2'30 de anchura y 0'85 m
de altura, alcanzando aproximadamente los 7'35 m desde su cimentación hasta la coronación. Los
cubos jalonan irregularmente los lienzos de la muralla, insertándose en ella a modo de contrafuertes. Con sus caras semicirculares evitaban retener el agua y ofrecer superficies planas de impacto
a los residuos de arrastre y su desmoronamiento. la dificultad de estudiar los niveles históricos
inferiores estriba en la aparición de la capa freática entre los 3 y 5 m de profundidad según la
estación anual. Así como por la peligrosidad de las catas-pozos practicadas en un suelo sedimentológico de irregular configuración, donde se alternan gravas, arenas y arcillas con restos de cons·
trucciones y ocultaciones.
'
Museu Municipal d'Aizira.
[page-n-143]
PLANTA
"
Cl!:rllERf.\L
..r
\'!tr.:'
·:p!~;ej~~=:-.~~:
t •H,.U :tnu~;:_
\"~ U
::"'-:·'
··...
.. LSl.Jl.fiJl.
I'!UUJ
l~lr~-:1-~-~
-=- ----·
-~- :_·,_
.:;n ;mUI
'""''""
FIGURA 64
Excavació del Mercal Vell d'Alzira. Perfil de la muralla
-·-"·---·- ···
[page-n-144]
144
Este dique en medio del río, conectado al otro lado a través de pétreos puentes situados trans·
versalmeme al curso fluvial, provocaba retenciones aluviales que continuamente iban elevando
el suelo de extramuros. w catástrofes producidas intramuros ante la entrada de las aguas para
atravesar la barrera y continuar su curso, producían considerables danos en las construcciones,
edificadas sobre suelo plástico-arcilloso. Entre las noticias que se han conservado en el Archivo
Municipal sobre las inundaciones entresacamos por su elocuencia las del ano 1590 donde se con·
tabilizaron 22, y la de 1473, que derribó 200 casas y produjo abundantes víctimas. Tras el derribo
o la ruina de las viviendas se rellenaba el espacio con los escombros y se levantaban nuevos edifi·
cios, formado nuevos horizontes históricos que en consonancia con el relleno extramuros hizo que
la muralla quedara insuficiente como parapeto defensivo, con lo cual en torno a los siglos XVI·
xvu, precisó nueva obra, aprovechando la antigua como cimentación (FERRER, 1987).
Esta elevación se ha llevado consigo el que se agravara la situación y las cotas de inundación
fueran cada vez más elevadas y con dailos más acentuados por la ocupación a su vez de zonas
bajas indiscriminadamente (MATEu, 1980; F ERRER, 1988).
Dentro del fenómeno pendular de los núcleos urbanos, alrededor de medio de centenar de
alquerías que cubrían las tierras vecinas como el Pujo!, Toro, Cabanycs, Mulata, desaparecieron
sin duda atraídos por el poder de atracción de los núcleos de población más grandes: seguridad
y servicios ante las guerras, pestes, carestías y, cómo no, ante las penurias que se sucedían tras
una inundación (MATEu y MARTI, 1987).
El registro geoarqueológico que se puede apreciar en el subsuelo al.zireflo es como se ha visto
de forma escueta. Almacena los aconteceres en una potente estratigrafia, donde como referencia
del poder de sedimentación aluvial vemos en las excavaciones arqueológicas del «Mercal Vell»
la superposición de dos estructuras, la islámica y la cristiana, de las cuales el almenado de la pri·
mera se halla al mismo nivel e incluso por debajo de las edificaciones actuales, cuando en el mo·
mento de su construcción debió destacar de su entorno para cumplir su función. Vemos, pues,
que en diez siglos aproximadamente ha sido enterrado en su totalidad. Continuamente ofrece y
revela datos de interés, salvando las dificultades sei\aladas. Los resultados obtenidos hasta el momento no son defmitivos. Tanto la ocupación de estas tierras, como el origen de la ciudad y todos
sus procesos formativos son cuestiones que se investigan interdisciplinariamente.
5. EL POBLADO DE LA EDAD DEL BRONCE DE LA MUNTANYA ASSOLADA D1\LZIRA
Bernardo Martf 0/iver y Rosa Enguix Alemany•
El poblado de la Muntanya Assolada corona uno de los espolones de la Serra de Corbera
que avanzan sobre la llanura del Xóquer por su parte meridional, entre la Vall de la Murta y el
Barranc de lf\ixavegó, dentro del término municipal de Alzira. w primeras campanas de excava·
ción, iniciadas en 1978, parecieron mostrar un pequeño poblado de planta aproximadamente rec·
tangular y de unos cuarenta por veinte metros de extensión que, sobre la cumbre arnesetada de
la montaila, venia limitado en su parte oriental por una abrupta pendiente, mientras en su parte
occidental, así como en sus extremos norte y sur, se construyó una sólida muralla formada por
sucesivas hiladas de piedras sin carear. En el interior de este recinto pronto se identificaron depar·
tamentos de planta rectangular, que en la parte septentrional flanquean lo que podría considerarse
una estrecha calle o pasadizo. Mientras que en el exterior, y en la parte central del gran lienzo
de muralla, el arranque perpendicular de dos muros permitía plantear la hipótesis de que nos en·
contrábamos ante el sistema de acceso, la entrada del poblado.
Thles resultados permitieron que desde las primeras campanas de excavación se pudiera esta·
blecer un estrecho paralelismo entre el nuevo poblado y las informaciones obtenidas en los demás
yacimientos de la cultura del Bronce Valenciano, en especial con aquellos mejor documentados
desde el punto de vista de sus estructuras de habitación y de cierre o defensa, como los poblados
del Mas de Menente y de la Mola Alta de Serelles, ambos en AJcoi, proponiéndose una cronología
desde el 1800 hasta el 1300 a de C. Comparaciones que se extendieron sin dificultad a los diferen·
• Servicio de lnvestipción Prehis1órica. Diputación de Valencia.
[page-n-145]
'
\,
l
r - -----
r~1
L----
1
____..
1\
~\
~\.
\
'
'
'
''
'
'
''
',
\
''.
'1
''
''
\
1
\'
'
'\
1
1
1
1
1
1
''
1
1
'
1
1
1
1
'1
'
1
:
1
'
\.
\
1
\:
1
\
'
[page-n-146]
146
tes apartados de la cultura material: a las formas cerámicas mejor representadas, a la industria
del sílex, caracterizada por la abundancia de los dientes de hoz; o a los brazaletes de arquero, los
punzones biselados de hueso, los botones prismáticos triangulares con perforación en V, etc. Com·
ponentes de la cultura material que vemos ampliamente representados en yacimientos que cubren
toda la geografía de la Cultura del Bronce Valenciano.
Idéntica similitud y consiguiente atribución cultural manifestaron los hallazgos metálicos, for·
mados por un puñal de remaches, puntas de flecha y punzones, con el interés de haberse documentado la presencia de piezas de auténtico bronce. Y similar concordancia se desprende de la
imagen obtenida con relación a su actividad económica, según el análisis de los restos de fauna
y del resto de la información interpretada, basada en la cerealicultura de secano y en una pequeña
cabaña de animales domésticos formada por ovejas, cabras, vacas, cerdos y algunos restos de pe·
rro, de la que obtienen alimentos y fuerza de trabajo; además del modesto aporte proteínico proporcionado por la caza, apartado en el que destaca la abundancia de Jos restos de ciervo.
En la misma linea de interpretación parecían incidir las campañas de excavación posteriores,
destacando en esta valoración global el estudio de los restos conservados en una pequefta cueva se·
pulcral inmediata al poblado, en el escarpe de su lado suroriental, realizado durante la campatla de 1983.
Expoliada en un alto grado, su excavación proporcionó restos de un mínimo de cuatro individuos,
algunos huesos de animales y parte del ajuar que acompaftaba a los inhumados, compuesto por una
punta de flecha de sílex, un fragmento de botón prismático triangular con perforación en V, nume·
rosas cuentas de collar discoidales, y pequeños y escasos fragmentos de cerámica sin decoración.
La prosecución de los trabajos de excavación y su extensión más allá de lo que inicialmente
se consideraba la estricta área del poblado han hecho variar estos planteamientos, en total sinton.ia
con lo que muestran asimismo el resto de las excavaciones que actualmente se llevan a cabo sobre
yacimientos valencianos de la Edad del Bronce. En efecto, las últimas anuncian un giro importan·
te en la imagen que teníamos del urbanismo de la Muntanya Assolada, con las repercusiones que
ello tiene sobre los demás aspectos del problema, cual es el caso del modelo de Jos pequeños caseríos, de las cortas ocupaciones, de la no estructuración o jerarquización de los asentamientos, etc.
Sin pretender ser eXhaustivos, los recientes trabajos de excavación muestran que el pequeño espa·
cio de la cumbre, delim.itado por una muralla de casi dos metros de anchura en la parte más accesi·
ble fue; además, previamente acondicionado por grandes construcciones de hiladas de piedras sin
carear trabadas con barro que servirían para aterrazar la montaña. El reducido recinto de la parte
más elevada da paso a una configuración totalmente artificial de la cumbre, con muros de gran
anchura y caras inclinadas o ataludadas, modificando las expectativas sobre el yacimiento hasta
alejarlo de los calificativos usuales ya descritos para los poblados del Bronce Valenciano.
Ello viene a coincidir, por otra parte y como resulta lógico esperar, con las grandes novedades
ofrecidas por la reciente investigación en otras áreas del Bronce peninsular, como ejemplifican des·
tacadamente l.as Motillas de la Mancha o las nuevas excavaciones de poblados argáricos, mostrando así el Bronce Valenciano, una sintonía profunda con esta renovación en los planteamientos
que se produce en áreas próximas y sin duda íntimamente relacionados con él.
Ciertamente la Muntanya Assolada no es un caso aislado y la complejidad subyacente a estos
poblados ya se desprendía de los resultados avanzados por otros yacimientos entre los que podemos citar la Mola de Agres, o las recientes campañas en la Liorna de Betxí de Paterna que han
revelado la existencia de una gran construcción dominando la parte más elevada del poblado, ade·
más de importantes aportaciones sobre detalle de técnica constructiva y distribu.ción interna de
este singular espacio.
Así pues, la Muntanya Assolada viene a sumarse al conjunto de yacimientos actualmente
en estud.io cuya complejidad no puede reducirse al anterior modelo de un poblamiento exclusiva·
mente representado por pequeños asentamientos. Y tampoco debemos reducir el poblamiento a
los lugares elevados, con el encastillamiento como caracteristica inseparable de los poblados de
la Edad del Bronce ya que, siguiendo con los ejemplos cercanos a nuestro yacimiento, son muchos
los asentamientos en pequeftas lomas como la Coroneta del Rei en Alberic, junto al Xúquer, o
el yacimiento de les Cases de Monteada en Alzira, en las inmediaciones del mismo rio. Bien en ten·
dido que ello no invalida la imagen tradicional de las decenas de poblados en la cumbre de elevados cerros, imagen que sigue estando presente en la documentación y que ha sido confirmada
también recientemente en el propio entorno de poblado.
[page-n-147]
147
6. INTERPRETACION GEOMORFOLOGJCA DE UN MOVIMIEN10 DE MASA:
LA MUNTANYA ASSOLADA (ALZIRA)
Neus la Roca Cervigón•
Hasta la ocurrencia del corrimiento de tierras a finales del siglo xvm, este lugar recibía el
topónimo de Muntanya de la Font del Baladre: «Desde esta fecha al dicho monte se le denomina
la «Montafia Asola» (PEUJFO, 1935).
El movimiento de masa ocurrido en la ladera donde se ubica un importante poblado de la
Edad del Bronce está perfectamente datado y, sobre todo, documentado. Se produjo en la noche
del 24 al 25 de noviembre de 1783 según consta en las Actas de sesiones del Ayuntamiento de
Alzira, y en el informe del escolapio P. Benito de San Pedro (1784): Descripción del hundimiento
i cortaduras del Monte del Baladre, territorio de Alcira, acaecido en el Noviembre de 1783, con
motivo de las excessivas lluvias del Otoño.
No es el único gran movimiento de masa en el área (SAN P EDRO, 1784; CAVANILLES, 1795-97;
SuRJO y CANo, 1981), y los más importantes de ellos se dirigen, como éste, hacia el NNW sobre
laderas de esa misma exposición.
6.1. localización
El movimiento se sitúa en el espolón más occidental de la Serra de Corbera, de dirección
ibérica, entre los Barrancs de la Murta y de I'Aixavegó. Desgarra la ladera NNW, desde la cima
de moderada altitud, ... 228m., hasta el pie, donde se extienden los abanicos aluviales coalescen·
tes, de enlace con la llanura de inundación del Xúquer, construidos por los colectores que drenan
la sierra.
El aspecto actual de la ladera ofrece pobre información, pues ha sufrido una intensa transfor·
mación. Sólo se advierte la concavidad de la cima de la ladera, una convexidad general en el peñll
transversal y un pie alargado y convexo. Lateralmente la lengua se halla confinada entre dos vaguadas, hoy ya transformadas en cárcavas.
Medida sobre el MTN a 1:25.000, la ladera N afectada tiene 120m de altura, por 200m
de anchura media, por 750 m en planta, que da una pendiente media de 9, 1° y una longitud
real de 759'5 m: ello supone una superficie de unas 15'2 ha.
6.2. Condicionantes geológicos del movimiento
Los movimientos de masa ocurren en el flanco nororiental del anticlinal de dirección ibérica,
intensamente fracturado. Los estratos buzan, en principio, aproximadamente hacia el NE - así
se comprueba en el Thllat Roig- , pero las fracturas han distorsionado localmente el esquema general. En la foto aérea a 1:10.000 se comprueba con bastante claridad, un buzamiento de las capas
en dirección NINNE en el caso de la Muntanya Assolada, coincidiendo con la dirección del moví·
miento (Fig. 66).
Desde el punto de vista estructural destaca la falla que corta la cima de la Muntanya Assola·
da en dirección NW-SE, con escarpe visible al S del poblado del Bronce (MARrl, 1983.) que domina el cerro; se combina con otra ortogonal, SW-NE.
Epicentros cercanos de sismos históricos y recientes, localizados entre Carcaixent y Alzira,
subrayan la presencia de una actividad tectónica, probablemente relacionada con la brusca termi·
nación noroccidental de las sierras. La fractura permanece oculta, cubierta por los depósitos cua·
ternarios de los conos aluviales y/o del llano de inundación del Xúquer.
El movimiento afecta casi exclusivamente materiales de la formación Weald (sedimentación
lagunar), esto es, un paquete de calizas con pasadas de margas grises, arenas blancas y rojas,
• Depanament de Geografía. Universitat de Valencia.
[page-n-148]
1
'.
'.
'
\
\
'.
\
' .
\
"
'
\..
'·
-1-
·,
•
•
\
',,
'.
1
\
\
\ 1
\•
'. ,.,
.
1
.
1
'
1
''
O· 3
',
i
1
' ·, ·,
'.
·,
.- .
.. ',' '
2
rr;'~32 ¡\
\1 '',
\ ...
C·22
1
',
\
\
e w1 2·14
:'
i/_ .
a
. . ...... _
\
--,_ ---,
' ,,
'\
... . .,
-'
~:~-.
' \ '·t ~ ' \
'
1
1
'·
1
. . . .~ . ! ' '.~.·
·LV
'. ' '
\
'
C· 22
,''=:----._ '·\·-.,
,'
11
'·
....... , .
1
1
.
1
~~,
1
'. \ \ '
')....
\
, .-
/
/
,
/
\}¡
·
,
.
r
,
~
, .,_
'
'
,
,
\
1
V
''
C·22
/
/
•
1
'
.
">'
a
FIGURA 66
Movimiento de la Muntanya Assolada. Croquis geológico sobre calco de la foto aérea a E 1:10.000, de la riada de 1982. OCOfESA.
C22 Dolomía cristalina masiva. Turoniense (Cretácico superi>r). J 322·3 Caliza organógena o dolomía kimmeridgiense.
Jml' Alternancia de calizas y margas oxfordienses kimmeridgiense. ~C
[page-n-149]
LLUVIAS
JNUNOACJONES
HELADAS
OTROS
Año
prolongadas
1672
16f>4
1690
1709
1714
1731
1733
1744
1745
1748
1752
1753
1754
1763
1766
1775
1776
1779
1783
1765
1791
1794
intensas
3 meses
pertinaces
menores
¡randes
mayorea
1
11
grandes
vari as
últs. dias mz.
graves daños
temporal
varias
tempestad
inund.
si
grandea
1 mes
continuas inv.
pedrisco
pedrisco
deabord.
pedrisco y terremoto
pertinaces
tempestad
27 abril
9 nov .
29 oct.
repetidas
repetidas
28 sept.
helada
12 mayo
furiosa
pertinacee
repetidos terremotos
enero
24 nov .
6 oct .
paseo agua
últs . abril
fuerte
--····-
FIGURA 67
Sucesos extremos en la Ribera del Xúquer, S. XVD y XVIU, según Pelufo (1935)
[page-n-150]
150
arcillas versicolores y calizas arenosas. La serie está coronada por un fajo de caliza marrón oscura
con pisolitos (IGME, 1982).
En el flanco oriental del movimiento de masa aflora, en contacto discordante con la facies
Weald, una dolomía cristalina dispuesta en bancos gruesos y, en conjunto, masiva, del Cenomaniense.
El límite suroccidental del proceso está formado por materiales jurásicos del kimmeridgiense,
en contacto normal con la facies Weald: una formación carbonatada con intercalaciones de mar·
gas arenosas y calizas o dolomías arenosas, que mantiene un fuerte relieve.
6.3. 1nterpretación del movimiento de ladera a partir del informe del P. Benito de San Pedro (1784)
Unos días después del movimiento en masa, el escolapio P. Benito de San Pedro (1784) reconoció el lugar. Elaboró un documento que permite evaluar:
6.3.1.) las causas, incluidos Jos condicionantes geológico-geomorfológicos y el agente deseo·
cadenante,
6.3.2.) las características del movimiento: tama.ño, velocidad, mecanismos.
6.3.3.) l.a edad.
Esta información del escolapio se completa e intepreta con la procedente de otras fuentes
coetáneas y de nuestras propias observaciones sobre el terreno y la foto aérea.
6.3.1.) Dos argumentos esgripe el P. Benito como causas «mui determinadas, i evidentes» del
movimiento:
a) en primer lugar las lluvias.
Ese año (1783) había sido especialmente lluvioso: al hundimiento «avían precedido lluvias
mui copiosas, i frecuentes casi por dos meses i medio, i grandes avenidas e inundaciones del Xucar
por todas las esplanadas, que circuyen a los expresados Montes». Por su parte Pelufo (1935} habla
de una avenida del Xúquer el día 6 de octubre de 1
783 «tan imponente y furiosa..., que el río
formó cauce nuevo, frente a la partida del Toro, dejando en seco el antiguo;...» y de otra del 24 de
noviembre de 1783 que fue tanto o más importante que la anterior (Tabla 1).
Como colofón en la noche del 24 al 25 «desde las 9 a las 12 de la noche corrió una tempestad
deshecha de truenos, relampagos, i rayos, i un aguacero tan terrible, i copioso que no ay memoria
de otro mayor» (SAN PEDRO, 1784, p. 5).
b) en segundo lugar, el escolapio cita también un condicionante de tipo geológico·
geomotfológico.
«... el Monte está Ueno de humor petrífico por donde van creciendo y consolidándose
sus piedras con las aguas, los soles, los aires y los años. Por la parte interna de la Montaña
se advierten varios bancos de greda, i marga de varios colores, blanquecina, amarilla, i roja,
la cual puesta en el agua, o mui humedecida, se desle i forma como una marga suelta a manera
de la cal viva mui remojada. En la superficie de dicho Monte entre las piedras que presenta,
está cubierto de una tierra porosa que se embeve facilroente las aguas, i se halla dispuesta
a petrificarse».
El naturalista describe la litología arcillosa y arenosa de la facies Weald, en el interior de la
montaña, y en la parte alta, la formación carbonatada del Kimmeridgiense. Pero sobre todo, expli·
ca de manera muy sugestiva el proceso de carstificación en sus dos vertientes, disolución y recris·
talización, y la propiedad de la arcilla en combinación con la arena fma allí presente de cambiar
de consistencia, de «licuarse»: «se desle y forma como una marga suelta». Así lo señala Cavanilles
{1795·97): «En nuestros días se ha visto hundirse a bastante profundidad una porción considerable
del monte de Corvera, después de grandes lluvias, saliendo marga líquida de sus cimientos». Cava·
nilles sintetiza el articulo de San Pedro (1784) sin citarlo y sin aportar nuevos datos, por lo que
creemos que la frase <
Además destaca la facilidad de infiltración en el terreno carstificado. Debieron existir surgen·
cias en la propia vertiente, al menos la del Baladre.
El proceso se desencadena, por tanto, de manera ya conocida: los niveles freáticos se elevan
mucho tras los dos meses y medio de Uuvias en los estratos calcáreos.tlolomíticos arenosos y por
ende carstificados del Kimmeridgiense, que buzan hacia el NlNNE, esto es, contra cauce y subya·
[page-n-151]
151
cen a las capas impermeables de la facies Weald. El agua en la base del Weald provocará el cambio
de consistencia de las arcillas lagunares en contacto.
e) Aparte de los argumentos aportados en el texto se desea traer aquí a colación otra causa
indirecta: los sismos.
En 1748 aconteció el terremoto de Montesa (fuerza IX, con epicentro a unos 30 km de Alzira
en linea recta). Pelufo (1935), buen conocedor de la documentación municipal de Alzira, escribe
que: «En 23 de marzo (1748) se experimentó un horroroso terremoto, al que siguieron otros más...».
Bien pudo ser el terremoto de Montesa un elemento preparatorio del terreno. Más adelante, hace
alusión a «los repetidos terremotos y pertinaces lluvias» de 1779. Mezcua y Martínez Solares (1983)
catalogan uno acaecido precisamente el 25.11.1783 con epicentro en Valencia, concretamente en
Catarroja, a unos 28 km en línea recta de la Muntanya Assolada, sin más información. ¿Fue éste
el elemento desencadenante?
6.3.2) Respecto a las características del movimiento de masa, se está aludiendo desde el prin·
cipio incorrectamente a un único movimiento, ya que de la descripción de San Meo, corroborada
por la imagen aérea, se desprende que fueron al menos dos ... «dicho Monte se avia hundido considerablemente por sus vandas del Norte, i del Mediodía, aviendose como desprendido la tierra, i
peilas de casi todo el desde cerca de la cumbre hasta Jo inferior de su falda; solo la punta de la
misma cumbre presenta su situación antigua, i natural; en todo Jo demás se advierten sus partes
hundidas, muchas grietas, aberturas, i cavernas (-véase aquí el papel del carst-) unas masanchas, i profundas, otras más someras i angostas; i no hundido por igual, sino que por partes se
ve más rebajado, i sumido, por partes menos, i en algunos de sus puntos no parece ha hecho el
menor movimiento».
No hay que olvidar, entre las causas, la presencia de la falla que corta la cima del cerro y
que constituye una parte de la superficie de rotura en cabecera.
a) tamaño:
«... se hundió el flanco septentrional del monte de la Font del Baladre en una superficie de
190 anegadas (SAN PEDRO, 1784) cada una de 450 varas».
Según esto el movimiento afectó aproximadamente a 15'8 ha.
b) velocidad.
Quizá lo más sorprendente del movimiento sea su lentitud: «el hundimiento no ha sido súbito, i repentino, sino que lenta, i sucessivamente se va sumergiendo; pues continuavan en formarse
nuevas grietas, i en desprenderse peilascos el dia 3 de Deciembre en que passó a reconocerlo el
que hace esta descripcion, como el mismo lo vió estando cerca de su cumbre>
>.
A pesar de la parcial licuefacción de la margaJarcillafcuena fina, a pesar de los elevados niveles
freáticos y a pesar del posible desencadenamiento a cargo de un terremoto la masa de tierra se
desplazó poco a poco ladera abajo.
e) mecanismo.
San Pedro describe i) la conversión de la greda en un flujo más o menos viscoso: «las lluvias
copiosas, i repetidas de tantos días han calado, y humedecido con excesso Jos bancos de greda,
i marga de que abunda lo interior de la Monta.ila en términos que se ha desleído, i como derretido
dicha greda y
ii) el desplazamiento de los pe.ilascos sobre este material, hacia las zonas más bajas, el centro
del movimiento y la base: < peilascos de la cumbre, i piedras de la superficie que con Jos anos
de esta massa gredosa desleída en cantidad, i gruesso de mas de 6 palmos, como se observa en
toda la circunferencia de la base; i en la misma razon ha hecho su movimiento, i se ha rebajado,
o sumergido el resto de la Montana en unas partes mas, en otras menos, según la cantidad de
marga, i greda desleída que en cada una se contenía». El movimiento de Jos peílascos conlleva,
por tanto, la migración de la greda en estado plástico o licuada, que parece formar a modo de
levées laterales, la base del movimiento y un pie de arcilla/marga y arena fma en una mezcla viscosa.
6.3.3.) la edad: Un movimiento no aislado
San Pedro (1784) dice: «Este Phenomeno que no es el primero de esta especie que ha sucedido en aquellas inmediaciones...> y así lo recoge Cavanilles y Jo confirma la pequeña cartografía
>
de Surió y Cano (1981). En el siglo xvm se conocían, por tanto, más de ellos. Surió y Cano (1981)
[page-n-152]
152
así lo constataron también mediante la consulta de varios ejemplares del Diario de Valencia de 1790
y 1791 y cartografiaron dos movimientos semejantes más al pie del Tallat Roig, muy inmediatos
al de la Muntanya Assolada.
6.4. En conclusión:
las altas presiones en los poros que se generan en el contacto roca calcoaarenosalarcillas Weald,
y en el interior de las a.renas Weald limitadas por las coetáneas arcillas, provoca la licuefacción
local de las arcillas o margas.
El movimiento se produce sobre una superficie de cizalla preexistente, de tipo tectónico, for·
mada por el plano de la falla de la cima y la superficie estratigráfica entre arcillas y resto. Comen·
z6 como un deslizamiento o transporte sobre una banda casi liquida- , junto a esta ladera, al pie
del Tallat Roig, Surió y Cano (1981) encontraron a media ladera una superficie de deslizamiento
coincidente con los planos estratigráficos. Una vez iniciado desencadena en los bordes desprendí·
mientos de bloques de tierra, que a su vez desestabilizan el tramo de ladera inmediatamente supe·
rior, y no todos esos bloques evolucionan de la misma manera. El proceso se complica, por ejem·
plo, y evoluciona hacia una colada de barro o flujo al pie, con formación de levées laterales. Pelufo
(1935) recogió el testimonio de dos hombres «que vieron como rodaban hacia abajo los grandes
peñascos de este monte unas zonas hund.idas entre otras elevadas, donde los bloques de tierra y
los de caliza preexistentes sobre la ladera, quedan más o menos transformados y desplazados.
Indica San Pedro este mecanismo por la observación de dos cuestiones:
«- La primera por la copia de greda desleída, mui fina, i suavissima al tacto que se halla
en la circunferencia, i pie de la base. La segunda porque el hundimiento del Monte es desigual
en la superficie, en unas partes mas, en otras menos, en otras nada, a proporcion de la mayor
o menor cantidad de greda sobre que gravita».
BffiUOGRAFIA
AcrAS de sesiones del Ayuntamiento de Alzira. Acta del 26 de noviembre de 1783, folio 103-104.
ARENILLAS, M. et al. (1985) «La avenida extraordinaria del Júcar de 20 de Octubre de 1982», en
Catástrofes Naturales, Valencia, Publicaciones de la Cátedra de Geologia Aplicada a las Obras
Públicas de la Universidad Politéctina de Valencia, pp. 17·49.
BAZZANA, A.; FERRER, A.; GUIFFRAY, A.; MIRALLES, l.; SANZ, J. (1980) «Informe sobre el primer
sondeo medieval en la ciudad de Alzira», Original mecanografiado.
B01x, V. (1865) Memoria histórica de la inundación de la Ribera de Valencia en los días 4 y 5 de
noviembre de 1864, Valencia, La Opinión, 260 pp.
BoscH, M. (1866) Memoria sobre la inundación del Júcar. presentada al ministerio de Fomento,
Madrid, IMPRENTA Nacional, 424 pp.
BUTZER, K.W. et al. (1983) «Las crecidas medievales del río Júcar según el registro geoarqueológi·
co de Alzira», Cuadernos de GeograjTa, no 32-33, pp. 311-332.
CALVO, A. y FuMANAL, M• P. (1983) «Repercusiones geomorfológicas de las lluvias torrenciales
de octubre de 1982 en la cuenca media del río JúcaO>, Cuadernos de Geografta no 32·33,
pp. 101·120.
CARMONA P. (1990) La formació de la plana affuvial de Valencia, Geomorfología, hidrología i
,
geoarqueologia de l'espai litoral del 1üria, Valencia, IVEI.
CARMONA, P. y FuMANAL, M• P. (1984) «Notas sedimentológicas sobre el poblado de Benivaire»
Cuadernos de GeograjTa, n° 35 pp. 153·162.
CARMONA, P. y FuMANAL, M• P. (1985) «Estudio sedimentológico de los depósitos de inundación
en la Ribera del Xúquer (Valencia), en octubre de 1982», Cuadernos de Investigación Geográ·
fica Tomo XI, pp. 65-74.
CAVANlLL.ES, A.J. (1795-97) «Observaciones sobre la Historia Natural, Geografta, Agricultura, Población y Frutos del Reyno de Valencia», 2 vols., Ed. CSIC, Opto. de Geografia, Zaragoza,
1958, 2• edic., 236 y 338 pp.
[page-n-153]
153
DuMAS, B. (1977) ú levant Espagnol lA Genese du re/ief Thése de Doctorat d'Etat, Université
Paris-Val de Mame, 520 pp.
ENGUIX, R.: M.-.Rrl, B. (1983) «La Cultura del Bronce Valenciano y la Muntanya Assolada de Alzira: Aproximación al estado actual de su investigación>>, Archivo de Prehistoria levantina,
vol. xvm, pps. 241-250.
FERRER, A. (1987) «Memorias de las Excavaciones de Urgencia en el Mercal VeU, Murallas Medievales. Alzira-Valencia», Original mecanografiado.
FERRER, A. (1988) «las inundaciones del Xúquer. Aproximación al estudio de sus orlgenes», Ruta
Santa M" del Lluch, Alzira, pp. 12·14.
FERRER, A.; ALTUR, A. y PE.Wro, M.A. (1990) «Informe preliminar de las excavaciones de urgencia de la plaza del Sufragio (Aizira) 1989·90», Original mecanografiado.
FERRER, A.; MARriNEZ, F.; RtvAS, L. (1983) «Informe preliminar sobre las excavaciones arqueológicas del «Mercat VeU» Alzira-Valencia», Original mecanografiado.
FERRER, V. (1985) <
-20.
GARIN OimZ DE TARANco, F. (1971) «El templo protogótico de Temils», Archivo de Arte Valenciano, ano XLll, pp. 8·10.
GOMEZ ORTEGA, J. et al (1866) estudio de las inundaciones del Júcar por. .. , Valencia, facsímil editado por la Confederación Hidrográfica del Júcar, 282 ff+mapas.
Gov, J.L.; REY, J.; DIAZ DEL Rlo, V.; ZAzo, C. (1987) «Relación entre las unidades geomorfológi·
cas cuaternarios del litoral y de la Plataforma interna-media de Valencia (Espaf'la): implicaciones paleogeográficas» Geol. ambien. y orden. del territo. Comunicaciones Vol. U, pp. 1369-1381.
lOME (1982) <
Min. lnd., Madrid, pp.
ION (1980) MTN E. 1:25.000, Alcira, 770-1, Madrid.
LA ROCA, N. y CARMONA, P. (1983) «Fotointerpretación de la Ribera del Xúquer después de la
inundación de octubre de 1982», Cuadernos de Geografia no 32-33, pp. 121-134.
MAwl, B. (1983) «la Muntanya Assolada (Alzira, Valencia)», Luc:J:ntum, O, pp. 443-67.
MARTI, B. y ENGUI.X, R. (1988) «Mu ntanya Assolada», Memories Arqueologiques a la Comuni·
tat Valenciana 1984-1985, Conselleria de Cultura, E. i C., Valencia, pp. 206-209.
MATEu, J.F. (1980) <
preliminars», Cuadernos de Geograjla, no 32-33, pp. 243-264.
MATEU, J. F. (1983) «Aluvionamiento medieval y moderno en el llano de inundación del Júcam,
Cuadernos de Geograjla, n° 32·33, pp. 291·310.
MATEU, J.F. (1983) «La inundación de la Ribera del Júcar (20·21 de octubre de 1982)», Estudios
Geográficos, n° 170.171, pp. 187-221.
MATEU, J.F. (1988) <
MATEU, J.F. (1989): «Ríos y ramblas mediterráneos», en GIL ÜLciNA, A. y MoR.AUS Gn.., A. (Edil).:
Avenidasfluviales e inundaciones en la cuenca del Mediterráneo, Alicante, Instituto Universitario de Geografía de la Universidad de Alicante, pp. 133·150.
MATEU, J.F. (1990) «Avenidas y riesgos de inundación en los sistemas fluviales mediterráneos de
la Península Ibérica, «Boletín de la Asociación de Geógrafos espaJ)oles» n° 10, pp. 45·86.
MATEU, J.F.; MARTI, B.; RoBLES, F.; Acul'lA, J. (1985) «Paleogeografía litoral del golfo de Valencia
durante el Holoceno inferior a partir de yacimientos prehistóricos», en: Pleistoceno y Geomorfologfa litoral. Homenaje a Juan Cuerda, Univcrsitat de Valencia, ZOrich, Palma de Mallorca,
1985. pág. 77-102.
MATEU, J.F. y MAKrl, M. (1987) «El registre geoarqueológic de !'ermita de Thrnils (Ribera del Xúqucr)», Debats, n° 21, pp. 20-21.
MEZCUA, J. y MAKriNEZ SoLARES, J.M. (1983) <
OROVAL ToMAs, V. (1974) «El poblamcnt de Carcaixent.>>, Primer OJngrés d'Historia del Ptlis Valencia, tomo II, Valencia, pp. 49·62.
[page-n-154]
154
PEoRo MICHO, M.J. de (1990) «Sant Roe de Temils. Carcaixent, la Ribera Alta>>, Excavacions ar·
queologiques de salvament a la Comunicar Valenciana 1984-1988, 11,/ntervencions rurals, Ge·
neralitat Valenciana, Valencia, pp. 138-140.
PEWFO, V. (1935) «Inundaciones, terremotos, pestes y otras calamidades que ha sufrido Alcira»,
Revista Xúcar, n° 2, Alcira, octubre 1935.
PaRez CUEVA, A. (1988) «los ríos valencianos y su régimen» Gula de la Naturaleza de la Comunidad Valenciana, Valencia, Edicions Alfons el Magnanim, pp. 103-134.
ROSSELLO, V.M. (1969) El litoral valencia, Valencia. I:Estel, serie taronja, 2 vols.
RossELl.O, V (1971) «Notas sobre la geomorfología litoral del sur de Valencia (España)», Qua.M.
ternaria, 14, pp. 102-123.
RossELl.O, V.M. (1972) «Los ríos Júcar y 1\íria en la génesis de la Albufera de Valencia», Cuadernos de Geograjr.a n° 11, pp. 7-25.
RossEU.ó, V.M. (1983 a) «la formación de la riada del Júcar (20-21 octubre 1982) aguas arriba
de Tous», Estudios Geográficos, n° 170-171, pp. 171-186.
RossEU.O, V.M. (1983 b) «la revinguda del Xúquer i el desastre de la Ribera (20-21 octubre 1982).
Una perspectiva geográfica», Cuadernos de Geografia, no 32-33, pp. 3-38.
RossEU.O, V et aL (1983) «la riada del Júcar (octubre 1982)» Cuadernos de Geograjla no 32-33,
.M.
331 pp.
ROSSELLO, V.M. y MAl:Eu, J.F. (1987) «El espacio deltaico Túria-Xúquer», dans BETHEMONT, J. et
VJLLAIN-GANDOSSI, CH. {Edit.): Les deltas mediterranéens.
ROSSELLO, V.M. (1985) «El Pleistoce marí valencia. História de la seva coneixenca». En: Pleisto·
ceno y Geomorfologia litoral, Homenaje a Juan Cuerda. Univ. Valencia, Eidg. Tech. Hochs.
ZOrich, Univ. Palma de Mallorca, 1985, pág. 135-174.
RossELLO, V.M. (1989 a) <
tario de Geografía, pp. 243-283.
SANJAUME, E. (1985) Las costas valencianas. Sedimentología y geomorfologfa Universidad de Valencia. 505 pp.
SAN PEDRO, B. de (1784) <
SEGURA, F. (1990) l.as ramblas valencianas. Algunos aspectos de hidrologfa, geomorfologfa y se·
dimentologfa, Valencia, Sección de Geografía de la Universidad de Valencia, 229 pp.
SU R.M. y CANo, EJ. (1981) «la Muntanya de l'Aixavegó: un caso histórico de deslizamienRJó,
to de grandes proporciones en la Ribera», Cuad. de Geogr. , 29, Valencia, pp. 151-160.
[page-n-155]
[page-n-156]
[page-n-157]