Publicacions diverses
Museo de Prehistoria "Domingo Fletcher Valls"
Bernat Martí Oliver
1995
, ISBN 84-7795-983-8
978-84-7795-983-0 , 157 p.
[page-n-1]
[page-n-2]
[page-n-3]
MUSEO DE PREHISTORIA
"Domingo Fletcher Valls"
DIPUTACIÓN DE VALENCIA
1995
[page-n-4]
DIPUTAGÓN DE VALENCIA
Presidente
Mmwel Tnrnnc6n Fnndos
Diputado-Presidente del Área de Cultura
Antonio Lis Darder
Director del Centre Cultural La Beneficencia
Manuel Muñoz lbáiiez
Director del S.I.P. y Museo de Prehistoria
Bernnf MartrOliver
Diseño y dibujo
Frnncesc Cftiner Vives
Fotografía
fosé Manuel Gil-Caries
Archivo S.I.P.
Portada
Frnncesc Cltiner Vives
Imprime
Gráficas Papnllona, sdad.coop.v.
Tel.: 96 357 57 00 - Valencia
www.graficaspapaUona.com
El presente libro sobre el Museo de Prehistoria ha
sido realizado con motivo de la reapertura de sus
salas de exposición en el Centre Cultural La Beneficencia. En estos trabajos, por parte del S.I.P. y
Museo de Prehistoria, el equipo realizador ha estado formado por Bemat Martí Oliver, Helena Bonet Rosado, Joaquim Juan Cabanilles, M" Jesús de
Pedro Michó y Rafael Pérez Mínguez. La responsabilidad científica y los textos corresponden a los
autores de este libro. De la documentación gráfica
se ha ocupado Francesc Chiner Vives; de la restauración de los materiales, Inocencio Sarrión Montañana; del movimiento de los fondos, Rafael Pérez
Mínguez, Rafael Fambuena Lucía y José Martí Ferriol; del archivo gráfico, M" Teresa Clemente Hermosilla. Los restantes miembros del S.I.P., además
de Eva Ripollés Adelantado y Pere Gtúllem Calatayud, han sumado asimismo sus esfuerzos.
ISBN: 84-7795-983-8
Depósito Legal: V-5.143-1995
© Los Autores y S.J.P.-Museo de Prehistoria
El S.!. P. agradece la colaboración de Domingo Fletcher Va lis (t), Lorenzo Abad Casal, Ferran Arasa Gil, Rafael Azuar Ruiz, Ernestina Badal García, Joan Bernabeu Aubán, Joan Cardona Escriva, Pilar Carmona González, Emili Cortell Pérez, Enrique Dfes Cusf, Michelle Dupré OUivier, Rosa Enguix Alemany; Vicent Escriva Torres, Josep Femández Peris, Milagros Folgado López, Luz Fockedey, Javier Fortea Pérez, Pilar Furnanal
Garcfa, Antonio Garcfa Menárguez, José M. Gil-Carles, Josep A. Gisbert Santonja, Carlos Gómez Bellard, Francesc Gusi Jener, Laura Hemández
Alcaraz, Emilia Hernández Hervás, Isabel Izquierdo Pe.raile, Paula Jardón Giner, José L. Jiménez Salvador, Empar Juan Navarro, Vicent Lerma
Alegria, José A. López Mira, Enrique Uobregat Conesa, José M. Martfnez Garcfa, José V. Martínez Perona, Rafael Martínez Valle, Pilar Mas Hurtuna, Manuel Olcina Doménech, Teresa Orozco Kohler, Josep LJ. Pascual Benito, Ignacio Pastor Cubillo, Albert Ribera Lacomba, Miquel Rosse116 Mesquida, Angel Sánchez Molina, Gloria Sanchis Clement, José M. Segura Martf, José L. Simón Garcfa, Jorge Soler Díaz, Miguel Vicente Gabarda y Lluís ZaJbidea Gómez. Y de los Departamentos de Prehistoria y Arqueología de las Universidades de Valencia y Alicante, de los Museos Arqueológicos de Alicante, Dénia, Sagunt, Alcoi, Gandia, Vi llena, Elx, Santa Pola, Jaén, Nacional de Madrid, Servei d'Investigacions Arqueologiques i Prehistbriques de Castelló, Conjunt Monumental d'Empúries y Museo Nacional de Cerámica de Valencia.
[page-n-5]
MUSEO DE PREHISTORIA
"Domingo Fletcher Valls
11
por
BERNAT MARTÍ OLIVER
con la colaboración de
CARMEN ARANEGUI GASCÓ, HElENA BONET ROSADO,
PIERRE GuÉRIN FocKEDEY, M AURO
S.
HERNÁNDEZ PÉREZ,
0
JOAQUIM JUAN CABANILLES, M DEL MAR LLORENS FORCADA,
0
CONSUELO MATA PARREÑO, M JESÚS DE PEDRO MICHÓ,
PERE PAU RIPOLLÉS ALEGRE Y VALENTÍN YILLAVERDE BONILLA
[page-n-6]
[page-n-7]
PRESENTACIÓN
En la larga y fecunda historia del Servicio de Investigación Prehjstórica y
Museo de Prehistoria de la Diputación de Valencia asistimos ahora, con una
profunda satisfacción, al comienzo de una nueva etapa. Han transcurrido muchos años desde que en 1982las salas del Museo de Prehlstoria, abiertas entonces en lo que hoy es la sede de la Diputación, en el Palau de la Batlia, vieran cómo los materiales arqueológicos de sus vitrinas eran cllidadosamente retirados
y trasladados a la Casa de Beneficencia. La esperanza y la preocupación se concitaban en aquellos momentos con igual intensidad, ante la magnitud de los
cambios que se anunciaban. Y sólo ahora, al final del camino, es posible confi rmar que valía la pena emprenderlo.
Durante todo este tiempo, al igual que había hecho desde su creación en
1927, el Museo de Prehistoria ha mantenido con vigor su actividad investigadora o aquella otra encaminada a la protección de nuestros yacimientos. Pero, sobre todo, se ha esforzado con tenacidad para continuar siendo lugar de encuentro entre la sociedad valenciana y su importante patrimonio arqueológico. De
esa voluntad, y del apoyo de la Diputación de Valencia, han ido naciendo las sucesivas muestras dedicadas a distintos periodos de nuestra Prehlstoria, testigos
de esa activa espera que concluye felizmente. Y de esa misma voluntad y apoyo
es fruto el privilegiado marco actual del Museo de Prehistoria en el Centre Cultural La Beneficencia, en el que de nuevo recobran intensidad las huellas de
mujeres y hombres que hace varios cientos de miles de años vivieron también
sobre la realidad cambiante de nuestras tierras.
Las colecciones arqueológicas y la intensa labor del Servicio de Investigación
Prehistórica y Museo de Prehlstoria se asocian desde ahora al nombre de Domingo Fletcher Valls, bajo cuya dirección el Museo alcanzara sus más altas cotas. En su memoria queremos hacer confluir lo que han sido tantos esfuerzos en
pro de nuestro patrimoruo arqueológico, tantos esturuosos como los que a lo largo y ancho de la geografía valenciana se han ido identificando con esta intitución, desde su fundador Isidro Ballester Tormo a Enrique Pla Ballester, y tantos
otros. Estamos, pues, ante una valiosa herencia en la que se entrelazan profundamente actitudes y resultados, una herencia que todos sentimos como propia y
nos felicitamos por ello.
MANUELTARANCÓNFANDOS
Presidente de la Diputación de Valencia
[page-n-8]
[page-n-9]
PALABRAS PRELIMINARES
El Museo de Prehistoria de la Diputación de Valencia ocupa un lugar
destacado entre nuestras instituciones culturales. Caracterizado por un
trabajo riguroso y continuado en la triple faceta de conservar, estudiar y
difundir nuestro patrimonio arqueológico, su especial interés en ofrecernos a todos sus colecciones ha conducido a la magnífica realidad
que ahora se presenta. Las nuevas salas del Museo de Prehistoria, fruto
de esa labor real izada por un nutrido grupo de investigadores valencianos agrupados desde 1927 en torno al Servicio de Investigación Prehistórica, nos acercan a la vida y a las obras de aquellas sociedades humanas que nos precedieron sobre estas mismas tierras desde hace miles de
años. Entre el asombro y la admiración que siempre causan las colecciones a1·queológicas, los nombres de los grandes yacimientos van recorriendo la geografía valenciana, a la par que Jos hitos principales del
desarrollo de los grupos humanos se concretan en las formas y los contenidos cambiantes de su cultura material o de sus creaciones artísticas,
que se nos ofrecen como base sobre la que cimentar la reflexión o experimentar el goce estético que siempre nace de la contemplación de la
obra humana. Y también como llamada a la necesidad de proteger un
patrimonio tan frágil.
Esta actitud de permanente ofrecimiento al conjunto de la sociedad
valenciana, desde eJ pequeño escolar que aquí podrá descubrir la gran
dimensión tempora l del pasado humano, hasta el visitante experto que
buscará profundizar en su conocimiento del pasado, es la característica
que destaca en la vida de esta institución, que cruza ahora un nuevo
umbral, mientras mantiene una misma trayectoria. Y este debe ser el
principal motivo de satisfacción para el Área de Cultura de la Diputación de Valencia, sentirse partícipe en el esfuerzo que ha hecho posible
la realidad de las nuevas y excelentes instalaciones del Centre Cultural
La Beneficencia, marco adecuado en el que, de nuevo, habremos de reencontrarnos plenamente con ese importante legado cultural que desde
el final de la romanidad se adentra en las profundidades del tiempo.
ANTONIO LIS DARDER
Diputado-Presidente del Área de Cultma
[page-n-10]
[page-n-11]
ÍNDICE
EL S.I.P. Y SU MUSEO DE PREHISTORIA
13
LAS SALAS DE EXPOSICf0N
18
PRIMERA PLANTA
19
l. La Arqueología valenciana
21
U. El Paleolítico inierior y medio: los primeros habitantes
25
ill. El Paleolítico superior: los grandes cazadores
33
IV. El Arte paleolítico: animales y signos
45
V. El Epipaleolítico: los últimos cazadores
53
VI. El Neolítico: los primeros agticultores y ganaderos
57
VII. El Arte postpaleolítico: imágenes y creencias
69
VIII. El Eneolítico: la edad de los metales
73
IX. La Edad del Bronce: la diversidad de las culturas
83
SEGUNDA PLANTA
91
I. El mundo mediterráneo
93
U. Los Iberos: una cultura y un mosaico de pueblos
97
Ill. Los grandes poblados ibéricos y su entorno: aspectos económicos
103
IV. La casa ibérica
109
V. El mundo funerario y religioso de los iberos
113
VI. El Tossal de Sant Miguel: la ciudad de Edeta y su territorio
121
VII. La escritura ibérica
129
VIII. La numismática ibérica
133
IX. La época romana
137
X. Numismática: hallazgos valencianos de los siglos X-XIX
149
BIBLIOGRAFÍA
155
[page-n-12]
[page-n-13]
Salas del Museo de Prehistoria.
EL S.I.P. Y SU MUSEO DE PREHISTORIA
El Servicio de Investigación Prehistórica y su Museo de Prehistoria son dos partes inseparables de una
misma institución. Sus orígenes se remontan a 1927,
cuando el creciente interés de un reducido grupo de
personas por el patrimonio arqueológico valenciano
cristalizaba en su creación, en el seno de la Diputación
de Valencia. Su principal impulsor era Isidro Ballester
Tormo, quien señalaba con claridad las líneas de actuación que seguirían en adelante estas dos caras de
una misma realidad: primero serfa el S.I.P., con su trabajo, sus excavaciones, estudios y publicaciones, el
que procuraría el crecimiento del Museo de Prehistoria, y, más tarde, cuando el Museo Uegara a convertirse en una plena realidad, sería éste quien habría de
acoger en su interior al S.I.P.
Las décadas anteriores a 1927 habían visto el paulatino incremento de las excavaciones arqueológicas
en nuestras tierras, especialmente a partir de su regulación desde 1912 por la Junta Superior de Excavado-
nes y Antigüedades. Era necesario, pues, crear un centro que, de manera semejante a Los que por aquellos
años ya existían en Madrid y Barcelona, pudiera disponer de los medios necesarios para el estudio y recuperación del patrimonio arqueológico valenciano. De
este modo, tomando como ptmto de partida el ofrecimiento de Fernando Ponsell Cortés para ceder a La Diputación de Valencia la colección de materiales arqueológicos que había ido reuniendo en sus excavaciones
en el poblado ibérico del Xarpolar de Margarida y, sobre todo, en el poblado de la Edad del Bronce del Ma::;
de Menente en Alcoi, l. BaUester daba forma al Servicio de Investigación Prehistórica con sus secciones de
excavaciones, laboratorio y biblioteca especializada,
museo y publicaciones.
El S.I.P. y su Museo de Prehistoria se instalaron en
unos pequeños locales del Palau del Temple, entonces
sede de la Corporación, aunque a finales de 1927 comenzaban a trasladarse a las Salas Doradas del Palau
13
[page-n-14]
MUSEO DE PREl-USTORlA
Sala del Museo de Prehistoria en el Pala u de la Generalitat. Año 1946. Foto Sanchis.
de la Generalitat. Desde sus inicios quedaron .integrados en la institución Lluís Pericot García, recién incorporado como catedrático a la Universidad de Valencia
y nombrado subdirector, F. Ponsell, Mariano Jornet Perales y Gonzalo Viñes Masip, además de Salvador Espí Martí, durante más de tres décadas capataz-reconstructor. Y las excavaciones comenzaron de inmediato
en lugares tan significativos como la Cova Negra de
Xativa, base de nuestro conocimiento del Paleolítico
medio; el poblado de la Bastida de les Alcuses de Moixent, con el que se inicia la formación de lLna extraordinaria colección de materiales de la Cultura Ibérica; y,
en 1929, la Cova del Parpalló de Gandia, cuya trascendencia para los estudios dPI Pt~leolítico superior, y en
particular para su arte mueble, sería reconocida de inmediato. A ellos se sumarían hasta 1931 los yacimientos de la Cova de la Petxina de Bellús y la Cova de la
Sarsa de Bocairent, los trabajos de salvamento de la
Muntanyeta de Cabrera de Torrent, el encargo de copias a tamai'lo natural de las pinturas rupesh·es de las
Cuevas de la Araña de Bicorp, entre otros. Es ahora
cuando se producirá también la incorporación de nue-
14
vos colaboradores como Emilio Gómez Nada!, Domingo Fletcher Valls, Ernesto Jiménez Navarro, Julián San
Valero Aparisi y Manuel Vida! López. A los que seguirían, algunos años después, Francisco Jordá Cerdá, José Chocomeli Galán, José Alcácer Grau y Enrique Pla
Ballester.
Las compras de estos primeros años incrementarían también significativamente los fondos del museo:
la colección de Federico Motos, excavador de diversos
yacimientos de Almería, Granada y Murcia, en especial de la cultura del Argar; los materiales reunidos
por Manuel Cazurro Ruiz, que comprendían un extenso conjunto de vasos y muy diversos objetos griegos y
romanos procedentes de Empúries, y el conjunto de
bronces hallado en el depósito burgalés de Huerta de
Arriba, formado por navajas de afeitar, brazaletes y
otros objetos correspondientes al llamado Bronce
Atlántico; y, finalmente, la colección de Arturo Pérez
Cabrero, formada por piezas púnicas, además de algunas romanas y medievales, la mayoría procedentes del
Puig des Molins, siendo reconocible alguna terracota
de Es Cuieram.
[page-n-15]
El S. l. P. Y SU MUSEO DE PREHISTOR1A
Salas del Museo de Prehistoria en el Pala u de la Batlia. Anos 60.
Fruto de las exploraciones realizadas por colaboradores vemos aparecer en la bibliografía arqueológica a
partir de 1932 nombres que alcanzarán posterior resonancia como los poblados ibéricos de La Cova Foradada y de la Monravana de Llíria, y la Torre Seca de Casinos; o Los yacimientos prehistóricos de la Cova de
l'Or de Beniarrés, el Abrigo del Turche y Covalta de
Venta Mina en Buñol, enh·e otros. Y, sobre todo, el Tossal de Sant Miguel de LHria, cuyos trabajos de excavación se iniciarán en 1933. Las dependencias y salas del
Museo se estabilizarán en 1936, en el Palau de la Generalitat, perdurando hasta 1950, con pequeñas modificaciones debidas por lo general a la incorporación de
nuevos materiales a las salas de exposición.
En febrero de 1937 el Consell Provincial de Valencia, organismo que había sustituido a la Diputación,
creaba el Institut d'Estudis Valencians, incorporándose
el Servei d' lnvestigació Prehistorica i el Museu de
Prehistoria a la sección Hístorico-Arqueologica que
presidía l. Ballester y de la que D. Fletcher era secretario, aunque por ausencia del mismo sería Felip Mateu
i Llopis quien en realidad desempeñaría el cargo de
secretario accidental. En este marco se inicia la publicación de la Serie de Treballs Solts, apareciendo de inmediato los cuatro primeros números que veruan a sumarse a la revista Archivo de Prehistoria Levantina y a
las memorias anuales. En lo relativo al incremento de
los fondos del Museo, se adquirieron ahora dos colecciones de importancia: la de figuras de terracota procedentes de Ibiza, reunida por el erudito valenciano
Francisco Martfnez y Martínez, y la formada por Ernesto Botella Candela en las excavaciones del poblado
del Bronce Va lenciano de la Mola Alta de Serelles, en
Alcoi. Y la estancia en la ciudad de Valencia de una
delegación del Museo Nacional de Oencias Naturales
permitió limpiar y clasificar los materiales paleontológicos de la Cova Negra y la Cova del Parpalló.
A partir de 1941, el S.I.P. reanudaría paulatinamente los trabajos de prospección y excavación. El Tossal
de Sant Miquel de Llíria sigue siendo objeto de especial atención, junto a nuevas excavaciones en la Cueva
de la Cocina de Dos Aguas, el enterramiento múltiple
eneolítico de la Cova de la Pastora de Alcoi, el poblado y la cueva del Mal Paso en CasteiJnovo, la Ereta del
15
[page-n-16]
MUSEO DE PREHISTORIA
Salas del Museo de Prehistoria en el Pala u de la Batlia. Años 70.
Pedregal de Navanés, la Cova de les Mallaetes de
Barx, la Covacha de Llatas de Andilla, la Peña de la
Dueña de Teresa, la Atalayuela de Losa del Obispo,
enh·e otros. De este modo, al finalizar la década, el
Servicio y su Museo de Prehistoria eran una institución consolidada, con una importante base documental sobre el patrimonio arqueológico valenciano, una
biblioteca especializada y tma serie de publicaciones
propias. Se había integrado en el Consejo Superior de
Investigaciones Científicas en 1945 como su Sección de
Prehistoria en Valencia y posteriormente lo haría en la
Institución Alfonso el Magnánimo.
En 1950 se incorporaba D. Fletcher a la dirección
del S.I.P., mientras E. Pla lo hacía a la subdirección,
ambos colaboradores de muchos años en la labor realizada por L Ballester. Por entonces el acuerdo de la
Corporación provincial de instalar su sede en el Palau
de la Generalitat vino a significar la fragmentación de
las dependencias del Museo de Prehistoria, situación
de precariedad que se prolongaría hasta 1955, cuando
se destinaría al mismo una parte considerable del Palau de la Batlia. La consiguiente instalación se daría
por finalizada en 1958, y las salas de exposición que
16
pudieron contemplarse entonces se mantendrían en lineas generales durante los siguientes veinticinco años,
lo que representa el período más fructífero del Museo
de Prehistoria, bajo la dirección de D. Fletcher.
En esta etapa las actuaciones de salvamento y campañas de excavaciones ordinarias suman viejos y nuevos yacimientos. Entre los primeros, el Tossal de Sant
Miquel, la Cova Negra de Xativa o la Cova del Parpalló; y entre los nuevos, los poblados ibéricos de los Villares de Caudete de las Fuentes y la Momavana de
Llíria, el asentamiento tardo-romano de la Punta de
l'Illa de Cullera y la Cova de l'Or de Beniarrés, un yacimiento neolítico de singular riqueza. El Museo incorpora muchos de los materiales procedentes de estas
nuevas campañas a sus salas de exposición, además
de algtmas donaciones como la de M. Jornet y Juan
Pablo Pérez Caballero. En 1960 Rubén Antonio Vela
donaba una extensa colección de arqueología americana, especialmente de la cultura boliviana de Tiahuanaco. Y en 1963 ingresaba la estahta de bronce encontrada en la playa de Pinedo, posible representación de
Apolo.
Durante estos años participan en la labor del S.I.P.
[page-n-17]
El S.LP. Y SU MUSEO DE PREHISTORIA
Salas del Museo de Prehistoria en la Casa de Benefic~ncia. Año 1987.
un numeroso grupo de colaboradores repartidos por
toda la geografía valenciana: Gandia, Villar del Arzobispo, Cullera, Oliva, Requena, Borriana, Benicarló,
Castelló de Rugat, etc. Una incesante actividad encaminada a la defensa y recuperación del patrimonio
frente al peligro de las destmcciones y pérdidas ocasionadas por el auge de las transformaciones de tierras
y de las obras de consh·ucción. Actividad que se consolidará aún más con los m1os setenta, al recibir y canalizar la colaboración de nuevos y numerosos investigadores, por lo general vinculados a los departamentos universitarios, convirtiéndose el S.I.P. en una institución indisolublemente ligada al devenir de la arqueología valenciana.
Algunos años después, en 1982, comienza una nueva etapa en la ya larga historia del S.l.P. El cambio de
la sede de la Diputación de Valencia desde el Palau de
la Generalitat al Palau de la Batlia tendría la grave repercusión de un nuevo h·aslado del Museo, esta vez al
edificio de la antigua Casa de Beneficencia, ahora bajo
la dirección de E. Pla. La repercusión en la vida de la
institución fue profunda, pero la actividad no se dehtvo: inmediata apertura de la biblioteca, continuidad
de los trabajos de campo, del depósito de los materiales arqueológicos o de las labores de documentación y
estudio. Y un año después, en 1983, el Museo volvía a
abrirse al público en la Casa de Beneficencia, con una
exposición monográfica dedicada a la Culhtra Ibérica.
En 1984 se inauguraba la exposición dedicada a
las Sociedades Cazadoras de la Prehistoria Valenciana,
base de las salas del Paleolítico, Arte Paleolítico y Epipaleolítico, y en 1987 se hacía lo propio con la sala dedicada al Neolítico, asumiendo B. Martí la dirección
del S.I.P.
La decisión de la Diputación de Valencia, en 1993,
de rehabilitar la Casa de Beneficencia para así adecuarla convenientemente a sus usos museísticos nos
conduce ya directamente al presente. El S.I.P. y su Museo de Prehistoria cierran entonces sus puertas para
volver a abrirlas en 1995, en el marco actual del Centre
Cultural La Beneficencia, con el propósito de mantener lo que durante tantos años ha sido su espú·itu y
principal objetivo: servir de lugar de encuentro entre
la sociedad valenciana y su más antigua historia,
aquella que nos narra su patrimonio arqueológico.
17
[page-n-18]
MUSEO DE PREHISTORIA
LAS SALAS DE EXPOSICIÓN
Las salas de exposición del Museo de Prehistoria ocupan las plantas primera
y segLmda del ala derecha del Centre Cu ltural La Beneficencia. Se reunen en
ellas los testimonios más importantes de las sociedades humanas que vivieron
en nuestras tierras, desde las más antiguas evidencias de la presencia del hombre hasta el fin de la baja romanidad, además de una pequeña colección numismátka de época posterior. Estos restos materiales, en sí mismos de gran relevancia, se presentan de manera ordenada según su cronología y pertenencia a
cada uno de los periodos establecidos por el estado actual de la investigación, y
también de acuerdo con su procedencia de los distintos yacimientos arqueológicos, que se individua lizan atendiendo al especial interés de la información que
nos ofrecen.
18
[page-n-19]
LAS SALAS DE EXPOSICIÓN
PLANTA PRIMERA
S AL A
I: LA ARQUEOLOGÍA VALENOANA
SALA
U: EL PALEOLÍTICO lNFERlOR y
SAL A
ill: E L PALEOLlTICO SUPERIOR
SALA
IV: EL ARTE PALEOLÍTICO
SA L A
V: E L EPIPALEOLlTICO
SA L A
VI:
S A LA
Vil: E L ARTE POSTPALEOLfTICO
S ALA
VID: EL ENEOLfTICO
SAL A
IX: L A EDAD DEL BRONCE
MEDIO
EL NEOLfTICO
350 000 120 000
a:
o
a:
UJ
u.
o
o
UJ
~
:2
o
o
o
.E
...J
o
UJ
...J
~
o
.E
...J
o
UJ
...J
~
33 000
8 000
-a:w
o en
-Z
a:w
w -
w(/)
z
w
0...~
E;
(f)¡r
o=>
o<(
Ir
:J •Z
.E
...J
o
UJ
...J
~
~
5 000
2 500
1 800 A de
c.
UJ
o
(.)
lliz
.E
...J
w
w
(/)
:::>
_J
z
w o
_J
Ir
1-
o
(/)
z~
w
o
<( .E
...J
o o
~ UJ
...J
~
~
o
UJ
z
o
o
o
.E
...J
o
UJ
z
UJ
z
o
a:
co
...J
UJ
o
o
~
o
UJ
a::
UJ
19
[page-n-20]
[page-n-21]
<1
Excavaciones del S.I.P.
en la Cova del Parpalló (Gandia).
Hacia 1930.
La sala luos aproximan lnlristorin de ln nrr¡ueolog(a
vn/eucínnn tomando COIIIO priucípnles refereucíns las actas
de In Sociedad Arqueológica ValeiiCÍilllll, publicadas en 1871, !JIIIIO de los lllnlluscrifos
de ]111111 Vi/a nova y Piem (Vn/eucín 1821, Madrid 1893), introductor de los estudios de
Prehistoria en Espai1n en el siglo XlX. Los principales yacimieutos de cada periodo conocidos en la actualidad se reflejau sobre 1111 mapa iuteractivo de las tierras valencianas. La reproducción a escala de una excavación arqueológica permite destacar las especiales caractertslicas de la metodologta arqueológica, ast como el cuidarlo co11 el que hemos de procurar la couservación de tan frágil patrimonio cultural.
I. LA ARQUEOLOGÍA VALENCIANA
La investigación arqueológica valenciana posee
una larga tradición. Los estudios sobre el mundo clásico motivaron, a partir del Renacimiento, la creación de
los Gabinetes de Antigüedades y el nacimiento de la
Arqueología como método científico de recuperar la
cultura material de las sociedades que nos precedieron. Entre nosotros esta actitud de creciente interés
por las obras de arte y los monumentos va generalizándose con los ilustrados, de forma que al siglo XVIII
corresponden ya algunas excavaciones bien conocidas
como las de la Alcúdia de Elx, el Tossal de Manises de
Alicante, els Banyets de la Reina de Calp, el Puig oSagunt, trabajos que se relacionan con personalidades
destacadas de la época como F. Pérez Bayer, J. A. Mayans, A. de Valcárcel o A.J. Cavanilles. Y también tenemos noticias de que en el último tercio de este siglo se
retulió tma colección de antigüedades de cierta importancia en el palacio arzobispal de Valencia, o de que en
1792 E. Palos y Navarro dedicaba una habitación del
ayuntamiento de Sagunt para guardar las inscripciones ibéricas y romanas. Casi medio siglo después, como consecuencia del proceso desamortizador que se
inicia en 1835, con el fin de evitar la pérdida de numerosos objetos artísticos, comi.enza en Valencia la formación de tm museo de antigüedades en el Convento
del Carmen, bajo la dirección de la Academia de San
Carlos. Y, como ú ltimo punto de referencia a destacar,
en 1871 se creaba la Suciedad Arqueológica Valenciana, entre cuyos miembros encontramos investigadores
destacados como R. Chabás, después fundador y director de la revista El Archivo, S. Moreno, A. !barra o
A. Chabret.
Es por entonces, avanzada ya la segtmda mitad del
siglo XIX, cuando las actividades arqueológicas se amplian al campo de la Prehistoria, cuyo nacinliento como ciencia se corresponde con el desanollo de la Geo-
21
[page-n-22]
MUSEO DE PREHISTORIA
logía y con la aceptación de la teoría sobre la evolución de las especies, que propiciaron el reconocimiento del remoto origen del hombre. En la tarea de introducir los estudios de Prehistoria en España destaca J.
Vilanova y Piera, cuya influencia es notoria, entre
otras muchas actividades y publicaciones, en la excavación de la Cova de les Llometes de Alcoi por parte
de E. Vilaplana en 1884. Ya poco después, desde los
inicios del siglo XX, la actividad arqueológica se multiplica en nuestro territorio: J. Furgús explora los yacimientos de Orihuela, M. Rico sigue minuciosamente
los trabajos en el subsuelo de Alicante, I. Ballester comienza a excavar Covalta en Albaida hacia 1910, H.
Fornés excava el poblado de Rotxina en Sot de Ferrer
en 1913 i 1914, C. Visedo descubre la Serreta de Alcoi
en 1917, J. Belda inicia sus exploraciones en Torre de
les Ma~anes, etc.
Así pues, una larga tradición investigadora y la repetición de notables descubrimientos reclamaban en
las primeras décadas del siglo la creación de un museo
arqueológico valenciano que evitara la dispersión,
cuando no la desaparición, de los hallazgos relacionados con la antigüedad. Los precedentes inmediatos, en
la misma década de 1920, habían sido el Laboratorio
de Arqueología de la Universidad de Valencia y el
Centre de Cultura Valenciana, que si bien no significaron la aparición entre nosotros de instituciones con capacidad para realizar excavaciones arqueológicas, sí
tuvieron un papel importante en el afianzamiento de
los estudios arqueológicos y en la prospección sistemática de algunas comarcas. El paso siguiente sería ya
la creación del S.I.P. y, poco después, la del Museo Arqueológico de Alicante en 1931.
El patrimonio arqueológico es parte ftmdamental
del patrimonio cultural, es decir, del conjunto de manifestaciones propias de una sociedad que reflejan su
personalidad colectiva y su desarrollo histórico. De este patlimonio forman parte los yacimientos arqueológicos, un legado de gran importancia especialmente
para el conocimiento de aquellas sociedades que no
nos dejaron documentos escritos.
22
El patJ·imonio arqueológico valenciano es un bien
inalienable, que hay que preservar y proteger de toda
forma de expolio y de actuación indiscriminada. Las
grandes obras públicas, inherentes al crecimiento urbano, y las grandes transformaciones agrarias deben
ser compatibles con el respeto a los vestigios culturales del pasado. El patrimonio arqueológico no debe
considerarse en modo alguno como un obstáculo para
el desarrollo económico de la sociedad. Por ello las
instituciones competentes como la Generalitat, los
ayuntamientos, las universidades o los museos deben
fomentar su conocimiento, conservación, estudio y difusión, y velar para que pueda transmitirse a las generaciones futuras aquello que el tiempo ha preservado
de las sociedades pasadas y que todavía hoy tenemos
la oportunidad de disfrutar.
La excavación arqueológica es el método propio
de la Arqueología, la ciencia que intenta reconstruir la
historia de la sociedad a través de sus restos materiales. Las técnicas de excavación varían según la naturaleza de los yacimientos y el medio en que se encuentran, dado que no puede plantearse igual una excavación en una cueva, en un espacio abierto, en un recinto
urbano o en un medio subacuático. Existen, con todo,
algunos principios básicos de general observancia. Toda intervención arqueológica comienza por la determinación del área a investigar y la delimitación unívoca, convenientemente señalizada, de las zonas, sectores o cuadros a excavar. Se continua con la extracción
de los sedimentos o depósitos que cubren y 1o engloban los diferentes vestigios, por capas artificales o naturales. Y resulta del todo imprescindible adoptar un
sistema de medidas de referencia preciso que, aplicado al registro de los diversos hallazgos, permita establecer su exacta localización, así como reconstruir todo el proceso de trabajo. Cada yacimiento es un documento único e irrepetible que ha de ser destruido parcialmente para poder ser interpretado. Por ello sólo la
excavación arqueológica realizada por un amplio
equipo interdisciplinar permite recuperar la ilúormación y conservarla para el futw·o.
[page-n-23]
Excavaciones del S.I.P.
en la Bastida de les Alcuses (Moixent). Hacia 1929.
Excavaciones del S.I.P.
e n e l Tossa] de Sant Miquel (Lliria). Hacia 1936.
23
[page-n-24]
[page-n-25]
<1
Útiles de sílex de la Cova Negra (Xativa).
Punta musteriense, denticulado, raedera
y lasca. Paleolítico medio: entre 120.000
y 35.000 años antes del presente (a.p.).
Longitud de la pieza mayor 6'9 cm.
Ln snln fl corresponde n los primeros testimonios de In
presencia del lrombre. El proceso de lrominiznci6n se ilustra
con lns réplicas de los cráneos de algunos lromruidos fósiles encontrados en Africn y en
Europa, que puedeu compararse con el cráneo del Horno sapiens sapiens de In Covn
del Pnrpn/16 de Gmtdin, propio yn de los inicios del Pnleotrtico superior. Los testimonios
más antiguos de In ocupación de nuestras tierras por el hombre corresponden n ln industria lítica y n los restos de fnunn de los niveles iuferiores de ln Covn de Bolomor en
Tnvernes de In Vnlldignn, co11 llltn nntigiiednd superior n los 350.000 mios. Y entre los
120.000 y 35.000 mios antes del presente se sittínn Ins industrias y los restos de fmwn
del Paleolítico medio de In Covn Negra de Xñfivn, Covn de In Petxinn de Belltís y el Snlt
de Alcoi. De especial importnucia son los restos del hombre de Nen11dertnl encontrados
en In Covn Negra y en In Covn de Bolomor.
II. EL PALEOLÍTICO INFERIOR Y MEDIO:
LOS PRIMEROS HABITANTES
Las primeras fases del proceso de hominización
se remontan a más de 4 millones de años, estimándose
en la actualidad que las etapas correspondientes a los
distintos Australopitecinos y al denominado Homo habilis quedaron restringidas a tierras africanas. Hace
aproximadamente un millón de años el Homo erectus
protagonizó la primera expansión del género humano
hasta Asia y Europa, propiciando el desarrollo de distintos procesos evolutivos de carácter regional. Por
ello es difícil hoy hablar del !lomo erectus como un tipo
definido y de características universales; por el contrario, se impone la aceptación de un proceso evolutivo
complejo y heterogéneo, en el que determinadas formas africanas, calificadas como Romo sapiens arcaico,
desempeñaron un papel central en el proceso de aparición del Hombre anatómicamente moderno.
En Europa y el Próximo Oriente asiático las poblaciones de Homo erectus dieron lugar, por evolución re-
gional, a los neandertales, caracterizados por una elevada capacidad craneal y una fuerte complexión física. La valoración de su papel en el proceso de aparición del Hombre moderno en Europa es motivo de
fuerte controversia, con posiciones que van desde que
su influencia fue decisiva, hasta que su incapacidad de
reproducción con las nuevas formas humanas les llevó
a su extinción.
El Cuaternario es la era geológica que se asocia a la
presencia y expansión del género humano. A pesar de su
brevedad, los fenómenos climáticos que dieron lugar a la
expansión de las sucesivas etapas glaciares y a los procesos de regresión y transgresión del nivel del mar, o a los
cambios en la relación humedad/ aridez, tuvieron una
gran repercusión tanto en el proceso de hominización,
como en la colonización de los distintos continentes y en
la adaptación del hombre a los diferentes medios.
25
[page-n-26]
MUSEO DE PREHISTORIA
La Cova de Bolomor (Tavernes de la Valldigna, la
Safor) es un yacimiento clave para el estudio del
Paleolítico infe rior. Domina gran parte de la depresión tectónica de la Valldigna y su depósito sedimentario tiene una potencia superior a los 7 metros, revelándose como una fuente privilegiada de información
sobre el paleoarnbiente y las manifestaciones culturales del Pleistoceno medio, por la abundancia de restos
paleontológicos de micro y macromamíferos, y las colecciones líticas -lascas de piedra tallada- de facttll"a
premusteriense y musteriense antigua. Además, la secuencia estratigráfica y su contenido antrópico han sido objeto de dataciones absolutas por termolurniniscencia. Los testimonios más antiguos de su ocupación
por el hombre se remontan al Pleistoceno medio, hace
más de 350.000 años. La especie humana con la que se
relacionan es el Ho111o erectus, del que los yacimientos
valencianos no han proporcionado aún ninguna evidencia fósil y al que se atribuye la mayor parte de las
manifestaciones culturales del Paleolítico inferior.
Al llegar a las etapas en las que vivieron los neandertales, el Paleolítico medio, entre el 200.000 y el
35.000 antes del presente, los fósiles humanos se acrecientan considerablemente. La práctica de enterramientos explica este incremento de la documentación,
que supera los doscientos individuos para Europa y el
Próximo Oriente. En el ámbito valenciano son tres los
yacimientos que han proporcionado restos óseos que
corresponden a diversas partes anatómicas de individuos de distintas edades. En la Cova Negra de Xativa
contarnos con restos de al menos cinco individuos, algunos adu ltos y otros infantiles. De la Cova de
Bolomor poseemos un molar infantil. Y del yacimiento
del Tossal de la Font de Vilafamés proceden un coxal y
un h(unero. Todos ellos pueden encuadrarse entre los
neandertales, tanto por posición cronológica como por
características morfológicas, confirmándonos su presencia la entidad que estos gntpos humanos tuvieron
en el Mediterráneo peninsular.
La Cova Negra (Xativa, la Costera), imponente cavidad abierta sobre el rfo Albaida, fue uno de los primeros yacimientos valencianos descubierto para la
Arqueología y donde más tempranamente se iniciaron
los trabajos de investigación. Mencionado ya en 1872
por J. Vilanova y Piera, la atención continuada que ha
26
merecido se justifica por la potencia y riqueza de sus
depósitos sedimentarios, la amplia cronología que
abarcan, el buen estado de los restos óseos que contienen y la importancia excepcional de los restos humanos que hasta ahora se han encontrado.
Cova Negra nos permite precisar la fauna que existió en nuestras tierras durante las primeras fases glaciares del Würm, la última glaciación, tanto en lo que
respecta a las especies de tamaño grande -herbívoros y
carnívoros-, como a las de pequeño tamaño -aves, quirópteros y roedores-. Así, pueden distinguirse dos
asociaciones faunísticas significativas de otras tantas
condiciones climáticas, caracterizadas por cambios de
temperatura y principalmente de humedad, referidas
al Würm 1 y Würm U. Constituirían especies propias
de un medio ambiente relativamente arbolado y húmedo, un elefante antiguo -Palaeoloxorlon antiquus-, el
rinoceronte de Merck -Dicerorhi11us kichbergensis-, el
gamo -Dama sp.-, un équido -Equus caballus-, un macaco -Macaca sylvaua-, la hiena -Crocuta crocuta- y un felino próximo al tigre -Pautl1ern spelaea-. En cambio, serían especies propias de un medio más estepario, el rinoceronte de estepa -DicerorhiiiiiS hemitoeclws-, el ciervo -Cervus elapl111s-, la cabra montés -Caprn pyrenaiCfl-,
el thar -Hemitrngus sp.-, un leopardo -Panthern pardus-,
el lobo -Cnnis lupus- y el cuón -Cuan nlpinus.
Las lascas de sílex que se encuentran en las excavaciones arqueológicas son, para el Paleolítico inferior y
medio, prácticamente los únicos testimonios que han
llegado hasta nosotros de los útiles cotidianos. Con
toda verosimilitud, gran parte de estos sílexs se fijarían en mangos de madera por medio de resinas o atados con fibras vegetales, tendones de animales o tiras
de piel, como muestra todavía la tecnología de los actuales pueblos cazadores. Con los sOexs arqueológicos
se realizaron las diferentes tareas de la actividad doméstica y de la subsistencia, tareas que podemos precisar mediante el anáüsis microscópico de las señales
de uso y desgaste que presentan los útiles de piedra.
Durante el Paleolítico medio las industrias líticas
de toda Europa muestran una menor atención por la
producción de útiles nucleares y una clara voluntad
de emplear las lascas talladas. Los métodos de taBa de
lascas son variados y su empleo parece estar en relación con las características de la materia prima existente y su mayor o menor abundancia. Estas industrias del Paleolftico medio abarcan una franja cronoló-
[page-n-27]
Útiles de snex, cuarcita y caliza
de la Cova de Bolomor (Tavemes
de la Valldigna). Núcleo, raederas, muescas
y denticulados. Paleolftico inferior: más
de 250.000 ai\os. Long. de la pieza
mayor 6'3 cm.
Parietal de Homo snpieus uemulerllmlensis hallado en la Cova Negra. Cara externa e interna. Paleolítico medio:
entre 120.000 y 35.000 años a.p. long. 12'0 cm. Foto liébana.
27
[page-n-28]
gica cercana a los doscientos mil aí'ios de duración,
destacando la gran estabilidad que durante ese largo
periodo de tiempo muestran Jos modos de fabricación
y la forma de los instrumentos. La escasa evolución, la
uniformidad técnica y morfológica observable en los
materiales recuperados en amplísimas zonas geográficas y la poca variedad de tipos fabricados nos hablan
del limitado papel que el instrumental lítico debió desempeñar como elemento de adaptación al medio.
Con todo, la variedad de los procedimientos de talla
delata un buen dominio técnico y una capacidad de
adecuación a la disponibilidad de las materias primas
y, probablemente, a los condicionantes derivados del
carácter temporal del hábitat y al tipo de recursos alimenticios disponibles.
De estos y otros datos podemos deducir que las
poblaciones de neande.rtales europeos se caracterizaban por poseer unas econornfas muy adaptativas, capaces de integrar tanto recursos alimenticios procedentes de la caza, como del carroñeo, y dotadas de
tma elevadísima movilidad. Movilidad que suplía las
28
deficiencias tecnológicas propias de aquellas fechas y
la falta de planificación en la obtención de los recursos.
En la Cova Negra el estudio tafonómico de los huesos -las marcas, la variabilidad en las partes esqueléticas documentadas y su dispersión, etc.-, permite precisar que tanto los neandertales como los canúvoros trasladaron a la cavidad restos de herbívoros. Entre los carnívoros, la hiena es la que mayor importancia tuvo en
el Würm !, mientras que el cuón y el lobo la tuvieron
para el Würm ll y ID inicial, cánidos que se centraron
especialmente en la caza de mamíferos de tamaño medio, como el thar y la cabra montés. A su vez, los restos
de las pequeñas presas, como el conejo, fueron en su
mayor parte aportados por las rapaces, que utilizaron
l.as paredes de la cueva como posadero y lugar de regurgitación. Las huellas antrópicas presentes en cérvidos, caprinos y équidos nos indican qué animales fueron cazados y llevados a la cueva para su consumo por
los neandertales, que alternaron, por tanto, con los carnívoros, en distintas fases, la ocupación de la cavidad.
[page-n-29]
Restos de fauna pleistocena de la Cava Negra. De
izquierda a derecha: molares de rinoceron te de
Merck (DicerorllillliS kid1berge11sis), metacarpos y fa.
langes de rinoceronte de estepa (Diceror/1i1111S llemi/oeclllls), colmillo y molar de elefante antiguo
(Pnlneo/oxodo11 nllliqllliS). Paleolrtico medio: entre
120.000 y 35.000 anos a.p. Long. del colmillo 27'0
cm.
Bifaces de caliza silrcea y de sOex
de la Cava Negra. Paleolftico medio:
entre 120.000 y 35.000 anos a.p. Long.
de la pieza mayor 12'5 cm.
Útiles de sflex, cuarcita y caliza silfcea
de la Cova Negra. Denticulados
y raederas de industria Para-charentiense. Paleolítico medio: entre 120.000
y 35.000 anos a. p. Long.
de la pieza mayor 8'5 cm.
29
[page-n-30]
Puntas de snex de la Cova Negra.
Punta de Soyons y punta musteriense.
Paleolrtico medio: entre 120.000
y 35.000 ruios a.p. Longs. 4'8 y 5'3 cm.
30
[page-n-31]
Útiles de silex de la Cova Negra.
Raederas y pieza con muesca
clactoniense de industria tipo Quina.
Pa leolítico medio: enlre 120.000
y 35.000 años a.p.
Long. d e la pieza mayor 7'0 cm.
Restos de faLma
pleistocena de la Cova Negra.
Metapodios y fa langes
de diferentes felinos.
De izq. a der.: línce
(Felis l/i11x/ pnrdi1111),
leopardo (Pn11I/Jem pnrdrts)
y león de las cavernas
(Pn11lhem spelrren).
Paleolftico medio:
ent re 120.000 y 35.000 años a.p.
Long. del hueso mayor 13'5 cm.
[page-n-32]
[page-n-33]
<1
Azagaya losángica y azagaya plana de asta
de la Cova de les Mallaetes (Barx).
Lndustria ósea del Auriilaciense:
entre 35.000 y 25.000 años a.p.
Longs. 22'0 y 13'0cm.
La snln 111 esltf dedicndn n los grandes cnzndores
del Pnleolr1ico superior. Los mnlerinles proceden/es de In
Cova del Pnrpn/16 de Gn11din, Cova de les Mallaetes de Bnrx, Cova de les Cendres de Momira,
Ccva del Volctí11 del Faro de Cnllern, Cova de la Ratlln del Bubo de Creville11t y el Abric de In
Senda Vedada de Sumncirrcer corresponde11 n In aparici611 del hombre moderno y mrrestmn la
evolución de su cultura mnleriallnicn y ósea, los leslimouios de su nctividnd eco116micn, sislerllns de caza y ocrrpaci611 dellerrilorio, además de los cnmbios c/imtflicos y de lns variaciones e11
la U11ea de cosla acnecidns en el /rnnswrso del Pnleolaico superior, en/re 35.000 y 10.000 mios
mrles del preseule.
III. EL PALEOLÍTICO SUPERIOR:
LOS GRANDES CAZADORES
El Paleolítico superior es el momento en que entra
en escena el hombre moderno, nosotros mismos, constituyendo la etapa más compleja y mejor documentada de las sociedades cazadoras y recolectoras de nuestro pasado. Iniciado el proceso hace 35.000 años, a partir del Wi.irm III, los veinticinco mi l años en los que se
sucedieron las diferentes culturas que se extendieron
por todo el ámbito europeo contituyen un magnífico
ejemplo del grado de complejidad social y cultural
que pueden alcanzar unos grupos perfectamente
adaptados a los recursos que les ofrece el medio y que
sobrepasan ampliamente la mera esfera de la subsistencia.
Los avances del Paleolítico superior respecto al
Paleolftico medio son muy numerosos. Así, podemos
hablar de una mayor eficacia en la caza, con la depuración de las técnicas y la utilización de puntas arrojadizas; un mejor aproved1amiento de las materias pri-
mas, que implica una disminución progresiva de la
dependencia con respecto a las fuentes de aprovisionamiento; y La incorporación de un utillaje especializado y más diversificado. Las nuevas concepciones de la
talla de la piedra manifestadas por el desarrollo de las
industrias de hojas (lascas más largas que anchas) permitirán aumentar considerablemente la cantidad de filo obtenido con el mismo peso de sílex. Además, a la
segura utilización de la madera en las etapas anteriores, se suma ahora el hueso y el asta. Sin olvidamos de
la generalización y complicación del ritual funerario,
la mayor atención hacia las estructuras de hábitat y el
nacimiento del arte parietal y mueble.
En nuestras tierras las primeras industrias del
Paleolítico superior corresponden a momentos avanzados del Auriñaciense -el Auriñaciense típico con
sus azagayas de hueso de tipo losángico, como vemos
33
[page-n-34]
MUSEO DE PREHISTORLA
en la Cova de les MaUaetes de Barx-, que supone la
aparición del Homo snpiens snpiens, aw1que la ocupación del territorio es todavía escasa y limitada a pocos
yacimientos. Paulatinamente, y la frontera se sitúa hace w1os 25.000 años, en el Gravetiense, de cuya industria son cru:acterísticas las puntas de la Gravette, las
piezas de retoque abrupto y los raspadores, el número
de yacimientos aumenta y, además, comienzan a observarse una serie de rasgos específicamente mediterráneos, de gran originalidad y dinamismo.
Hace 21.000 años, en la ültima parte del Wünn lli y
durante el interestadial Würm III-1"' se desarrolló en
Europa occidental, y más concretamente en la penfusula Ibérica y en Francia, la cultura soluh·ense, verdadero pmüo de inflexión en la secuencia paleolítica. El
Solutrense supone un cambio notable en la composición y tipología del instrumental lftico, hecho que se
plasma en la utilización del retoque plru1o para la fabricación de una clase de puntas que carecen de antecedentes. Se trata de un procedimiento técnico de mejora del material lítico destinado a servir de armaduras de dardos o lanzas, ya que lo que propicia el retoque plano cubriente es la obtención de unas puntas de
buen tamaño y de sección longitudinal rectilínea.
Cada fase en las que se subdivide el Solutrense conlleva un tipo específico de puntas que, en los yacimientos valencianos, dan sentido a la denominada facies
ibérica. Tal vez las puntas que mejor representan la
singularidad de esta facies son las de pedúnculo y aletas del Solutrense superior, documentadas en gran número y variedad de formas en la Cova del ParpaJló de
Gandia. Junto a ellas aparecen también ahora las puntas escotadas, que conferirán su originalidad a los epígonos del Solutrense local.
Finalmente, más que en cualquier otra etapa del
Paleolítico, es en el Magdaleniense, iniciado hace
unos 16.000 años y desarrollado durante tu1os seis milenios, hasta el final de la última glaciación, cuando se
produce el verdadero apogeo de objetos y utensilios
fabricados en hueso y asta. Las formas que presentan
no ofrecen dudas sobre su funcionalidad, y así hablamos de puntas de azagaya, alfileres, agujas de coser,
espátulas, retocadores, machacadores, etc.; o de colgantes, silba tos, bramadores, arpones, propulsores,
ganchos, etc. Cuando la morfología no indica tan claramente su utilización, podemos pensar en simples accesorios, como los mangos o los bastones perforados,
34
o en objetos rituales y otros exclusivamente artísticos,
como varillas y placas.
La Cova de les MaUaetes (Barx, la Safor) se localiza en una de las cumbres septentrionales del macizo
del Mondúver. Su secuencia estratigráfica cubre buena
parte del Paleolítico superior y comprende también las
fases iniciales del Epi paleolítico, completando en algunos ptmtos la de la vecina Cova del Parpalló, significativamente por contener niveles del Atuiñaciense, primera manifestación material del hombre moderno.
Una parte del interés del yacimiento corresponde a la
reconstrucción paleoambiental del final de la glaciación Würm que se ha podido realizar a partir de los
estudios de sedimentología y de palinología. En este
sentido, entre Mallaetes, Cova Negra y Cova de
Bolomor se cubren cerca de 300.000 años de acontecimientos climáticos y culturales que proyectan proftmdamente en el pasado la historia de nuestras tierras.
La Cova del Parpalló (Ganrua, la Safor), situada
en un saliente rocoso de la ladera meridional del
Mondúver, debe su descubrimiento como estación
prehistórica a J. Vilanova y Piera, en 1866. Las principales excavaciones en el yacimiento se realizaron entre
los años 1929 y 1931, bajo la dirección de Ll. Pericot.
Los resultados fueron publicados en 1942, en una obra
ya clásica que permitía establecer por vez primera la
secuencia y características del Paleolítico superior valenciano, a la vez que se afirmaba su identidad con el
resto del Paleolítico emopeo. Ello era posible gracias a
su potente depósito esh·atigráfico de más de 8 metros
y a la riqueza de los materiales que contenía, con importantes sedes de útiles líticos y óseos, objetos de
adorno, restos humanos y de fauna, y otros testimonios de la ocupación de la cavidad por el hombre
prehistórico. Pero, sobre todo, la excepcionalidad de la
Cova del Parpalló se debe a las más de 5.000 plaquetas
de piedra caliza grabadas y pintadas que, al repartirse
por todos los niveles de la estratigrafía del yacimiento,
ofrecen una visión muy amplia de la secuencia artística del Paleolftico supel"ior.
Las sociedades cazadoras protagonizaron tu1a búsqueda continua de mejoras en su armamento, intentando conseguir no sólo una mayor precisión en el disparo y un efecto más mortífero de sus armas arrojadi-
[page-n-35]
Cráneo juvenil, probablemente
femenino, de Homo snpims snpiens
hallado en la Cova del Parpalló (Gandia).
Niveles del Solutrense inferior:
entre 21.000 y 19.000 años a.p.
Foto Liébana.
Útiles de sílex
de la Cova de les Mallaetes.
Puntas de la Gravette y hojas
y puntas de dorso del Gravetiense: entre
25.000 y 21.000 años a. p.
Long. de la pieza mayor 6'2 cm.
35
[page-n-36]
MUSEO DE PREHISTORIA
zas, sino también un proceso de fabricación y reparación más sencillo. A las novedades que se registraron
al comienzo del Paleolítico superior, con la aparición
de puntas de menor peso que las musterienses y posiblemente diseñadas para un empleo con propulsor,
pronto se sumaron otras que revelan la fabricación de
lll1 utillaje cada vez más ajustado a funciones más precisas y en el que progresivamente se observan mayores rasgos de eficacia. Así deben valorarse los primeros ganchos de propulsor documentados durante el
Solutrense, elaborados en asta para ser ensamblados
en un mango de madera; o las varillas y azagayas con
acanaladuras destinadas a la inserción de mkrolitos a
fin de crear pU11tas dentadas; o los arpones y anzuelos
que mejoraron las posibilidades de captura de las presas acuáticas.
Frente a la uniformidad que caracterizaba al instrumental musteriense, las industrias líticas y óseas del
Paleolítico superior proporcionan rasgos diferenciadores de carácter regional, evidenciando con ello que la
cultura material desempeña un importante papel en la
adaptación, puesto que cada tipo de reclll·so genera
una clase de implementos y cada grupo adopta unos
rasgos estilísticos propios, significativos de una deliberada búsqueda de identidad. Cambios que afectaron
también al hábitat y a la economía, desarrollándose
modos más variados y estructurados en la forma de
'
Puntas de sflex
de la Cova del Parpalló.
Hojas de laurel
del Solutrense medio:
entre 19.000
y 17.000 años a. p.
Long. de la pieza
mayor 7'3 cm.
36
1:..'
ocupar el territorio, y sistemas más sofisticados a la
hora de explotar los recursos.
Con respecto al hábitat, la idea de que las cuevas
constituyeron el único lugar de habitación del hombre
del Paleolítico no es del todo cierta, pues si bien es
verdad que en la época glaciar el hombre se aprovechó de eJJas para protegerse de las indemencias del
tiempo, también lo es que con frecuencia recturió a la
construcción de campamentos al aire libre cuando las
circtmstancias así lo aconsejaron. Las oquedades nunca se ocupal'on directamente, sino que en ellas se construyeron tiendas, paravientos y empalizadas que ayudaron a mantener las condiciones de habitabilidad. En
generat en los espacios habitados por los cazadores
del Paleolítico superior han quedado registradas las
diferentes orientaciones fw1cionales de cada emplazamiento, existiendo variaciones considerables enh·e los
campamentos base, ocupados durante etapas más o
menos largas y por Ul1 número importante de personas, y los campamentos especializados, orientados a la
obtención del alimento o a tareas extractivas, y, por lo
mismo, con un número reducido de ocupantes. Los
hogaieS, los desechos alimenticios y de talla y otros
restos de la actividad humana permiten deducir tanto
la estructuTación del espacio en los distintos campamentos, como su función y estaciones de ocupación.
[page-n-37]
Puntas de sílex de la Cova
del Parpalló. Puntas de pedúnculo
y aletas y pW1tas escotadas
del Sol utrense evolucionado:
entre 17.000 y 16.000 años a. p.
Long. de la pieza mayor 5'3 cm.
En la Cova del Parpalló y en la Cova de les
Mallaetes, es decir, durante la mayor parte del transcurso del Paleolítico Superim~ la cabra y el ciervo son
las especies que proveen la mayor parte de la carne
consumida, mientras el caballo, el mo y el conejo tienen una importancia más reducida.
Las economías del final del Paleolítico superior poseen un mayor grado de especialización. Los yacimientos de esta etapa, como la Cova de les Cendres
(Moraira-Teulada, la Marina Baixa), proporcionan
conjuntos faunísticos dominados por una sola especie
de tmgulado: el ciervo o la cabra. Complementan esta
especie los restos de conejo, muy abundantes en número pero que corresponden a un animal de menor
peso en carne y valor nutritivo que los ungulados.
Esas configuraciones se ajustan a un modelo de ocupación del territorio en el que las poblaciones magdalenienses buscaban en distintas zonas la explotación
estacional de diferentes animales. Los ciervos y las cabras son especies de cortos radios de migración, carácter territorial y ciclos de unificación de las manadas
previsibles. La caza de animales jóvenes, en los momentos en que proporcionaban mayor peso en carne, y
la explotación alternativa de los llanos litorales y las
primeras cadenas montañosas ofrecían la posibilidad
de actuar sobre dos especies distintas sin poner en peligro sus ciclos de reproducción. El conejo, animal gregario caracterizado por una alta tasa reproductiva y
también fuertemente territorial, constittúa el recurso
alimenticio complementario para las épocas de mayor
estrés nutricional.
Con la aparición del hombre moderno surgen los
primeros objetos destinados al adorno. Los enterramientos y las muestras recuperadas en los lugares de
hábitat atestiguan que, desde el Auriñaciense, los cazadores del Paleolitico superior europeo llevaron cosidas a sus ropas una gran variedad de cuentas, conchas
y dientes perforados, además de pequeñas esculturas,
todo lo cual, junto con la utilización de collares y otros
tipos de colgantes, contribuyó a su ornamentación
personal
La atención por estos elementos, su estandarización y disposición en zonas del cuerpo eminentemente
visibles, nos habla de una función ligada a la comunicación, capaz de facilitar la identificación de los papeles desempeñados por los distintos individuos o sexos
y su identidad grupal. La predilección por la conchas
o los dientes de deterntinadas especies animales y formas, como también la representación de animales y
signos en el arte, nos manifiesta, además, la existencia
de un simbolismo. Arte y adorno surgieron prácticamente a la vez y confirman la capacidad para desarrollar unos elementos de comunicación que, por su amplia extensión territorial, hubieron de tener un carácter
adaptativo, vinculándose al mantenimiento de las redes sociales necesarias para garantizar la supervivencia de las poblaciones paleolíticas en wt medio poco
poblado.
37
[page-n-38]
Puntas dobles
y azagayas monobiseladas
con base decorada, de hueso
y asta, de la Cova del Parpalló.
Industria ósea
del Solútreo-gravetiense:
entre 17.000 y 16.000 años a.p.
Long. de la pieza mayor 10'5 cm.
t>
Útiles de sílex
de la Cova del Parpalló.
Raspadores, piezas
con retoque abrupto
y sobreelevado,
y lascas denticuladas
del Magdaleniense antiguo:
entre 16.000 y 14.000 años a.p.
Long. de la pieza
mayor 3'7 cm.
t>
Agujas de hueso,
varillas decoradas
de asta y hueso decorado
de la Cova del Parpalló.
Industria ósea
del Magdaleniense superior:
entre 14.000 y 10.500 años
a.p. Long. de la pieza
mayor 7'9 cm.
38
[page-n-39]
[page-n-40]
Útiles de sílex de la Cova del Parpalló.
Raspadores, buriles y hojitas de dorso
del Magdaleniense superior:
entre 14.000 y 10.500 años a.p.
Long. de la pieza mayor 3'6 cm.
Arpones evolucionados de dientes poco
marcados, punta doble y azagayas biseladas, de asta y hueso, de la Cova del
Parpalló. Industria ósea del Magdaleniense
superior: entre 14.000 y 10.500 años a.p.
Long. de la pieza mayor 9'1 cm.
40
[page-n-41]
Hoja de laurel pedunculada y de bordes denticulados,
de snex, de la Cova del Volcán del Faro (Cullera).
Solutrense evolucionado: entre 17.000 y 16.000 años a.p.
Long. 5'5 cm.
Bastón perforado de hueso de la Cova del Volcán del Faro.
Industria ósea magdaleniense: entre 15.000 y 10.000 años a. p.
Long. 24'0 cm.
41
[page-n-42]
Útiles de sílex y hueso
del Abric de la Senda
Vedada (Sumac~rcer).
Raspadores, buriles,
hojitas de dorso
y fragmento de azagaya
del Magdaleniense:
entre 15.000
y 10.500 años a.p.
Long. de la azagaya 6'9 cm.
(
Conchas de Ptdtu jacobttiS perforadas
y ron restos de ocre de la Cova del Parpalló.
Posibles paletas de colorante.
Paleolftico superior: entre 25.000 y 10.500 años a.p.
Longs. 10'0, 10'5 y 10'7 cm.
42
[page-n-43]
Elementos de adorno de la Cova del Parpalló.
Distintos tipos de conchas y dientes
utilizados como cuentas de collar y colgantes.
Paleolítico superior: entre 25.000 y 10.500 años a.p.
Long. de la pieza mayor 7'3 cm.
43
[page-n-44]
\
...
•
\
.~
.
f
.
. .... ..
' ,~
·..~.:. ~
•.
,~, .~
..
~
lf.. •
,...<~ ~
"!r.. :
ji~! •
•
'!"JJ' .
·-
"'\t
[page-n-45]
Plaqueta caliza decorada
de la Cova del Parpalló.
Arbriforme pintado en rojo
y líneas sueltas rectas
grabadas superpuestas.
Magdaleniense superior:
entre 14.000 y 10.000 años a. p.
10'9 x 6'6 cm.
Ln snln IV 11os permite nsistir ni 11ncimie11f0 del nrte,
ojrecie11do 11110 mues/m represe11fntivn del ciclo artístico de In Covn del Pnrpn/16 de Gn11din, cuyo co11ju111o de plnquetns de piedm gmbndns y pi11tndns cubre11 lodo In secueucin del Pnleolt1ico
superior. Ln exposici611 si11tetiza In evo/ució11 de las téwicns y de los motivos represe/lindos,
a11imnles y sig11os, n lo largo de más de 15.000 mios, lo que /mee de In Covn del Pnrpalló refereucin impresci11dible pnrn el arte prehistórico europeo.
IV. EL ARTE PALEOLÍTICO:
ANIMALES Y SIGNOS
A lo largo de los 25.000 años que duraron las culturas del Paleolítico superior los cazadores europeos
produjeron diversos tipos de manifestaciones artísticas. Entre ellas destaca la calidad estética del arte
creado sobre las paredes de las cuevas y abrigos, o
sobre soportes planos muebles, en el que las representaciones de animales se asocian a las de signos con
una fuerte carga simbólica. Este primer arte de la
Humanidad coiJ1cide con la aparición del Hombre
moderno, lo que marca un hito más en el proceso
evolutivo de la especie.
Los diferentes continentes han proporcionado evidencias de un arte paleolítico, aunque es en Europa,
especialmente en su zona occidental, donde se concentra tma gran cantidad de yacimientos. Los rasgos
de tmidad técnica, estilística y temática permiten definir un ciclo evolutivo cuyo origen se remonta al
Auriñaciense y su final corresponde al inicio del
Holoceno.
La Cova del Parpalló de Gandia, como antes hemos visto, cubre la mayor parte del Paleolítico supe-
rior, del Gravetiense al Magdaleniense. Los quince
milenios en los que podemos fechar sus 5.612 plaquetas proporcionan tma evolución en las técnicas y los
temas que, al ir referida a una secuencia estratigráfica
e industrial, permite la seriación del arte paleolítico
euxopeo y su datación desde criterios distintos a los
meramente estilísticos.
Las plaquetas se decoraron utilizando el grabado y
la pintura, técnicas que pueden aparecer combinadas.
El grabado se realizó con instrLm1entos de sílex, aparentemente sin w1 boceto previo del dibujo. La pintura, verdaderamente excepcional en el arte mueble paleolítico, ofrece tanto ejemplos de tintas planas como
de trazo lineal, empleándose como, colorantes materias minerales naturales como las hematitas y Jos
ocres.
En síntesis, pueden distinguirse en Parpalló dos
grandes unidades temporales: una antigua, que agrupa las distintas fases del Solutrense, y otra reciente, integradora de los distintos momentos del Magdaleniense.
45
[page-n-46]
MUSEO DE PREHISTORIA
En las primeras etapas las técnicas de grabado dominantes son el trazo simple, el trazo doble y el trazo
múltiple, siendo ya importante la pintura; la figuración de los animales adolece de cierta desproporción y
las fórmulas de perspectiva son arcaicas, y los signos
muy sencillos. A partir del Solutrense medio aparecen
los primeros signos estructUl'ados, con el dominio de
los temas rectangulares y los reticulados; asinúsmo,
los zoomorfos atenúan la desproporción y muestran
por primera vez una atención por el detalle interno
-manchas de la piel, volumen-, ejecutándose algunas
escenas.
En el inicio del Magdaleniense la pintUl'a desaparece en los zoomorfos y cambian también las técnicas de
grabado, con el auge del trazo simple profundo y la
práctica desaparición de las demás; los animales se representan a menudo en perfil absoluto, con una sola
pata por par, y los signos se complican y combinan
frecuentemente en una sola plaqueta. Al final del
Magdaleniense las figuras alcanzan cierta perfección
tanto en las proporciones como en la perspectiva, notándose una mayor atención por los detalles anatómicos -bocas, ojos, belfos-; los signos muestran predilección por el geometrismo y la tendencia a cubrir la superficie de la plaqueta.
En general, el arte paleolítico ofrece una importante representación de animales, un número también estimable de signos y una escasa atención por la figura
humana. En la Cova del Parpalló, como hemos visto,
las especies que reúnen mayor número de efectivos
son los bóvidos, los équidos, los cérvidos y los cápridos, completándose la lista con el jabalí, el zorro, el
lince, algún cánido de difícil identificación, la perdiz y
una anátida. Hemos de tener en cuenta que la distribución de algunas especies está sujeta a imperativos
fundamentalmente climáticos, lo que limita la temática del arte de la región mediterránea peninsular, donde no están presentes los mamuts, los rinocerontes y
bisontes, o los grandes felinos. Los signos manifiestan
una evolución con dos grandes momentos: uno caracterizado por el predominio de los temas rectangulares,
propio del Solutrense, y otro, Magdaleniense, en que
su elaboración se complica a partir de la combinación
de los escaleriformes, las bandas de trazos cortos paralelos y las bandas formadas de haces de üneas paralelas. Por lo que se refiere a la figura humana, su presencia es marginal en el arte de ParpaJló y se halla sujeta a
46
una tal simplificación que la sitúa al limite de lo identificable.
Con independencia del significado que tuviera para sus creadores, el arte paleolítico puede ser valorado
de acuerdo con su temática y con el papel que hubo de
tener en el funcionamiento de las sociedades cazadoras. En nuestro caso, como hemos dicho, la temática se
reduce en esencia a los animales y los signos. Los primeros coinciden con las especies de herbívoros de mayor rentabilidad cárnica, y su representación, desvinculada de las escenas de caza, de su entorno y del
comportamiento de grupo, incide en el valor simbólico que hay que atribuir a estas figuraciones. Los signos, con la repetición de temas, asociaciones y posición en los conjuntos rupestres, indican igualmente la
existencia de reglas expresivas propias.
Por lo que se refiere al papel del arte, los cambios
en las sociedades del Paleolítico superior tuvieron su
reflejo en la función del mismo, pudiéndose separar el
arte anterior al 18.000 y el posterior, con el punto de
inflexión en el Solutrense superior. En las primeras
etapas existen pocos matices estilísticos y temáticos al
comparar las distintas regiones de Europa occidental.
EJ arte tiene tendencia a situarse en las partes poco
profundas de las cuevas, cumpliendo un papel de comunicación entre grupos de elevada movilidad territorial y en momentos de baja densidad demográfica.
Las representaciones, visibles con facilidad y con temas de carácter casi universal, favorecerían los contactos entre grupos con redes sociales abiertas.
Durante el Solutrense final y sobre todo en el
Magdaleniense antiguo, coincidiendo con los momentos de máximo rigor climático, el arte paleolítico europeo registra un proceso de regionalización que afecta
tanto a la temática, con signos espedficos en cada ámbito territorial, como al estilo, y que da idea de la marcada relación entre modos de representación y unidades territoriales. Es ahora cuando se observa la mayor
tendencia a situar el arte parietal en zonas de las cuevas alejadas de la luz y del hábitat. Todo parece indicar que el arte desempeña un papel más vinculado al
grupo que lo ejecuta, combinando la transmisión de
información con el establecimiento de vínculos de
identidad grupal, y coincidiendo con el desarrollo de
redes sociales cerradas por parte de grupos cazadores
con movimientos de radios más cortos.
[page-n-47]
Plaqueta caliza docorada de la Cova
del Parpalló. Cierva pintada en
negro y superposición de dos
figuras de équidos grabadas,
reulitizando parcialmente la primera
representación. Solutrense inferior:
entre 21.000 y 19.000 años a.p.
19'1 x 12'9 cm.
Plaqueta caliza decorada de la Cova
del Parpalló. Cierva grabada con trazo
simple. Solutrense medio: entre 19.000
y 17.000 años a.p.l0'5 x 6'5 cm.
47
[page-n-48]
MUSEO DE PREHISTORIA
Plaqueta caliza decorada de la Cova del Parpalló. Cierva grabada con trazo simple en su contorno y relleno de líneas paralelas;
en la parte externa se aprecian haces de líneas paralelas articuladas con las del relleno de la figura.
Solutrense superior: entre 17.000 y 16.000 ai'los a. p. 10'5 x 12'2 cm.
48
[page-n-49]
Plaqueta caliza decorada de la Cova dell'arpalló. Escena en la que aparecen representados una cierva y
sus dos cervatos, situados entre las patas, grabados mediante trazo múltiple; un équido, de trazo simple,
se superpone a la cierva. Solútreo-gravetiense 1 entre 17.000 y 16.000 anos a. p. 8'8 x 4'2 cm.
:
Plaqueta caliza decorada de la Cova
del Parpalló. Cáprido grabado con
trazo repetido y relleno no naturalista
formado reticulado; sobre el lomo del
animal hay un signo rectangular.
Solutrense evolucionado:
entre 17.000 y 16.000 años a.p.
8'3x5'9cm.
49
[page-n-50]
Plaqueta caliza decorada de la Cova del Parpalló. tquido pintado en rojo y grabado, con crinera raspada y banda de trazos cortos pintada.
Solútreo-gravetiense ill: entre 17.000 y 16.000 años a.p.
37'5 x 27'1 cm.
50
[page-n-51]
Plaqueta caliza decorada de la Cova del Parpalló. Superposiáón de bóvidos grabados mediante trazo compuesto y un équido de trazo simple.
Magdalcniense antiguo: entre 16.000 y 14.000 anos a. p.
7'9 x 5'6 cm.
51
[page-n-52]
[page-n-53]
<1
Plaqueta de piedra caliza decorada
con motivos geométricos grabados de
la Cueva de la Cocina {Dos aguas).
Epipaleolítico geométrico:
alrededor de 7.000 años a.p.
Long. 7'2 cm.
Ln snln V reiÍIIe las mn11ifestncio11es i11dusfrinles y nrfísficns
de lns IÍifimns sociedades cazadoras, yn e11 los tiempos actuales 11 Holoce11o, hace
e11tre 10.000 y 7.000 111ios. Los materiales proce
de11 de In Covn de les Mnllnefes de Bnrx,
Covacha de Untas de A11dil/n y, sobre todo, de In Cuevn de In Coci11n de Dos Aguas, co11 su
co11ju11fo de plaquetas de piedm grnbndns co11 motivos geométricos.
V. EL EPIPALEOLÍTICO:
LOS ÚLTIMOS CAZADORES
El final del Paleolítico, fijado en el paso a los tiempos actuales u Holoceno, no significó el fin de las sociedades cazadoras. DellO.OOO al 7.000 antes del presente, hasta la aparición de las primeras comunidades
campesinas en el ámbito del Mediterráneo occidental,
el modo de vida continuó anclado en las actividades
tradicionales de la caza y la recolección. Se produjo
entonces tm rápido aumento de la temperatura, que
alcanzo tm óptimo térmico mucho mas cálido que el
actual hacia el 7.000 antes del presente, lo que ocasionó un brusco retroceso de las masas glaciares y la expansión del bosque, así como tu1a pronunciada elevación del nivel marino o transgresión flandriense.
Este es el periodo que corresponde a los últimos
cazadores de la Prehistoria y se denomina
Epipaleolítico o Mesolítico. El concepto de
Epipaleolítico expresa la continuidad de las técnicas y
de la economía paleolíticas, como sucede en nuestras
tierras. Mesolítico, en cambio, tiene un sentido cronológico, al referirse a la etapa intermedia entre el
Paleolítico y el Neolítico, y también un sentido econó-
núco, al aplicarse a aquellos grupos de cazadores que
se sitúan en la transición hacia la producción de alimentos en zonas nucleares como el Próximo Oriente.
Los testimonios de nuestros últimos cazadores se
agrupan en dos complejos culturales, el Epi paleolítico
microlaminar y el Epipaleolítico geométrico, cuyos
restos materiales y fases de evolución aparecen representados en la Cova de les Mallaetes de Barx y en la
Cueva de la Cocina de Dos Aguas, respectivamente.
Su nombre proviene del tipo de armadmas utilizadas
en cada caso para la fabricación de flechas y azagayas.
Los grupos mlcrolaminares presentan un uso casi exclusivo de pequeñas puntas de sílex elaboradas a partir de hojas y hojitas que raramente sobrepasan los 3
centímetros de longitud. Los geométricos, por su parte, también presentan pequeñas hojas y hojitas, pero
sus armadw·as se caracterizan por ser de formas geométricas (tTapecios, triángulos y segmentos de cú·cuJo)
y obtenerse mediante una téctúca especial de fractura
de los soportes laminares.
53
[page-n-54]
En esta etapa es seguro el empleo del arco, que permitirá una precisión en el disparo mayor que la de los
antiguos propulsores. Por otro lado, el carácter microlítico de las industrias, rasgo técnico común de los cazadores holocenos, va ligado a la generalización de los
útiles compuestos, ya que ahora las flechas y azagayas
están formadas por varias armaduras de sílex insertadas en un mismo astil de madera.
La Cueva de la Cocina (Dos Aguas, la Hoya de
Buñol) es el yacimiento representativo del Epipaleolítico de facies geométrica en la fachada mediterránea peninsular, habiendo proporcionado w1a importante información sobre el clima, el paisaje y la actividad económica de las gentes que habitaron la cavidad
hace entre 8.000 y 5.000 años. Uno de sus aspectos más
destacados es el episodio artístico, de arte mueble y
Útiles de sO ex de la Cueva de la Cocina.
Raspadores, hojas con muescas y trapecios de la fase Cocina l.
Epipaleolftico geométrico: entre 8.000 y 7.500 años a.p.
Long. de la pieza mayor 4'8 cm.
54
parietal, que nos ofrece. Se trata, por un lado, de un
conjunto de plaquetas de piedra con series de líneas
grabadas que corresponden a un momento imnediatamente anterior a la aparición de las primeras cerámicas en el yacimiento. La abstracción, la linearidad, el
geometrismo, las simetrías bilaterales de los motives
en alguna ocasión, hacen hermética la significación de
estas plaquetas. Estas muesh·as de arte mueble se complementan con algunos vestigios de pinturas, a base
de motivos de líneas quebradas en rojo, sobre una de
Las paredes de la cueva, que fueron cubiertas por los
estratos cerámicos del depósito sedimentario, y en
conjunto reciben la denominación de Arte lineal-geométrico. Todo inclina a pensar, por tanto, que nos encontramos ante un original episodio aTtfstico cuyos
inicios coincidiTían con los primeros impactos de la corriente neolitizadora.
[page-n-55]
Útiles de sílex de la Cueva de la Cocina.
Hojas con señales de uso, hojas con muescas,
microburjles, trapecios, triángulos y triángulos
tipo "Cocina" de la fase Cocina n.
Epipaleolítico geométrico:
entre 7.500 y 7.000 años a.p.
L
ong. de la pieza mayor 4'9 cm.
1
Útiles de sílex de la Covacha de Llatas (Andilla).
Hojas con señales de uso, hojas con muescas, trapecios,
tdángulos y segmentos de doble bisel. Epipaleolftico geométrico:
entre 7.000 y 6.500 años a.p.
Long. de la pieza mayor 3'8 cm.
55
[page-n-56]
[page-n-57]
Vaso de cuerpo globular con cuello largo
y decoración impresa cardial
de la Cova de J'Or (Beniarrés).
Neolítico antiguo: entre 5.000 y 4.200 años
antes de Cristo. Altura 28'3 cm.
l..n snln VI se rledicn n los primeros agricultores y gnnnderos.
Elnncimienlo de In ngriwllurn es 1111 fenómeno de origen medilemíueo que npnrece bieu dowmentndo euuues/rns tierras desde hnce tmos 7.000 mios, /nulo por lo
que se refiere n In uuevn wllurn mnterinl, especinlmeu/e n lns cenfmicns, como n los leslimouios
de lns primeras plnutns cttltivndns y nuimnles domésticos. Los mnlerinles procedentes de In Covn
de J'Or de Beuinrrés y de In Covn de In Snrsn de Bocnireu/ re
jlejnu el cambio en In mnuera de vivit; cou eluuevo utillaje de piedrn lnllndn, de piedra pulida, de hueso y, muy especinlmeule, con
In petfeccióll de lns primeras cerámicas decorndns mediante In impresió11 del borde de llltn coucltn
m1/es de su cocció11.
VI. EL NEOLÍTICO:
LOS PRIMEROS AGRICULTORES Y GANADEROS
El trabajo de la tierra y la cría de animales domésticos, el modo natural de obtener hoy los alimentos,
fueron actividades desconocidas para los hombres del
Paleolítico y del Epipaleolítico. Con su adopción, las
sociedades humanas iniciaron una nueva etapa que
recibe el nombre de Neolítico. Esta denominación poseía originalmente un sentido cronológico y tecnológico, respondiendo a la separación dentro de la Edad de
la Piedra de una etapa antigua o Paleolítico de otra
más reciente: el Neolítico se caracterizaba por la aparición de unos nuevos útiles fabricados mediante el pulimento de la piedra, y su desarrollo correspondía ya a
los tiempos actuales desde el ptmto de vista geológico.
En la actualidad, sin embargo, el Neolítico encierra un
concepto fundamentalmente econónúco, ampliado a
las notables repercusiones que la agricultura y la ganadería tuvieron sobre el modo de vida: la sedentarización, el aumento del tamaño de los grupos huma-
nos, una más compleja estructura social y tmas nuevas
creencias religiosas.
Es en el Próximo Oriente, concretamente en el área
sirio-palestina y en los piedemontes del Zagros en Irak
e Irán, donde a lo largo del X y IX milenios antes de
Cristo se documentan los primeros pasos hacia la produción de alimentos. Las favorables condiciones biogeográficas de esta zona, en forma de recursos vegetales y animales fácilmente explotables y potencialmente domesticables, además de la intensificación de las
prácticas recolectoras y de almacenamiento, propiciaron la sedentruización en aldeas de los grupos cazadores epipaleolíticos y el desarrollo inicial de la economía agrícola y ganadera.
La incorporación de la península Ibérica al nuevo
modo de vida, basado en el cultivo del trigo y la cebada, y en la cría de ovejas y cabras, forma parte de un
proceso que se expande por las zonas costeras del
57
[page-n-58]
MUSEO DE PREHISTORIA
Mediterráneo, de este a oeste, a lo largo del VI milenio. Aquí, alrededor del5.000 antes de Cristo numerosos yacimientos arqueológicos, la mayor parte en cuevas, muestran una cultura material que comprende recipientes cerámicos, hoces de sílex, cucharas y anillos
de hueso, brazaletes y hachas de piedra pulida, entre
otros muchos elementos desconocidos hasta entonces,
además de restos de cereales cultivados y de animales
domésticos. Son el testimonio de las primeras comunidades campesinas que durante un tiempo convivirán
con los últimos grupos de cazadores-recolectores.
La cerámica es una de las novedades características
del Neolítico. En la zona mediterránea las más antiguas cerámicas presentan una especial decoración, realizada antes de su cocción mediante la impresión de
diversos instrumentos, singularmente del borde de
una concha de Cnrdium edule, por lo que reciben el
nombre de cerámicas cardiales. La distribución costera
de esta decoración, propia de las Cultuns de las
Cerámicas Impresas, unida al poblamiento de las islas
y a la gradación cronológica que muestran los influjos
neolíticos en su avance hacia el oeste, nos hablan del
importante camino que siempre ha sido el
Mediterráneo.
El estudio de los estilos decorativos cerámicos, junto a las secuencias estratigráficas que proporcionan algunos de n uestros yacimientos, ha sido la principal referencia para establecer la evolución del Neolítico valenciano. La primera etapa, o Neolítico antiguo, se caracteriza por el predominio de los vasos con decoración cardial y se desarrolla a lo largo del V milenio antes de Cristo. El momento siguiente, o Neolítico medio, se asocia a la desaparición de la ornamentación
cardial, mientras que las decoraciones incisas, acanaladas, impresas de instrumento, plásticas y peinadas,
que ya se conocían con anterioridad, alcanzan ahora
su mayor presencia. La íutima etapa, o Neolítico final,
iniciada en el último tercio del IV milenio antes de
Cristo, toma como elemento más distintivo a la decoración esgrafiada, si bien la producción cerámica
pronto estará dominada por los vasos no decorados,
produciéndose una renovación tipológica que preludia la siguiente etapa eneolítica.
Las nuevas actividades productivas, domésticas y
artesanales están en la base de la reorientación que ex-
58
perimenta ahora la tradicional indush·ia de piedra tallada, que ofrece tm carácter eminentemente lamina1~
habiéndose extraído, a partir de los nódulos seleccionados y convenientemente preparados, un gran número de hojas y hojitas (lascas mucho más largas que
anchas) que constituyen el soporte de los útiles y armas de uso cotidiano, especialmente cuchillos, perforadores, taladros y armaduras de hoces y azagayas. La
manufactura ósea, otra de las industrias tradicionales,
proporciona también toda clase de utensilios necesarios para las actividades cotidianas, tales como cucharas, tubos, punzones, agujas, espátulas, cinceles, alisadores; además de otros objetos como los anillos, colgantes, pasadores y cuentas de collar, empleados para
el adorno personal. Por último, la tecnología del pulimento representa un paso más en el desarrollo de las
formas prehistóricas del trabajo de la piedra, siendo
en el Neolítico cuando se producirá su generalización.
El pulimento se empleará sobre todo para la fabricación de hachas y azuelas, herramientas relacionadas
con la deforestación y el trabajo de la madera, además
de los objetos de adorno personal, representados por
colgantes, cuentas de collar y brazaletes.
La economía es parte esencial de la cultura y por
ello el Neolítico supondrá el nacimiento de w1as comtmidades cuaütativamente diferentes de las paleolíticas. El hombre neolítico será agricultor y ganadero,
se hará sedentario y comenzará a dejar su huella, cada
vez más intensa, en el territorio que ocupa y explota.
El principal testimonio de la práctica de la agricultura lo constituyen los restos carbonizados de semillas
que se encuentran en los yacimientos arqueológicos.
También los análisis polínicos pueden indicarnos la
existencia de cultivos y la rohtración de nuevas tierras
para la agricultura. En la Cova de l'Or de Beniarrés,
por ejemplo, las abundantes semillas carbonizadas revelan el cultivo de distintas especies de trigo, como la
escanda, la espelta pequeña y el trigo com(m; y también de cebada, con sus variedades vestida y desnuda.
Trigo y cebada eran cereales desconocidos con anteriolidad en nuestras tierras y, por lo tanto, hubieron de
ser introducidos.
Los restos de fauna, en su mayor parte desechos de
alimentación, revelan la importancia económica de los
animales domésticos, especialmente la cabra y la oveja, así como también la vaca, el cerdo y el perro. La ex-
[page-n-59]
Hachas de piedra pulida de la Cova de la Sarsa (Bocairent).
Neolítico: entre 5.000 y 3.000 años a.C. Long. de la pieza mayor 12'8 cm.
plotación de los ovicápridos, entre los que la oveja
suele ocupar el primer lugar, parece haberse dirigido
más a la obtención de carne que hacia otros productos
como leche y lana, e idéntico aprovechamiento se hacía de la vaca y el cerdo. Al igual que sucede con el trigo y la cebada, los agriotipos o especies silvestres de
las que descienden nuestras cabras y ovejas domésticas no existían aqtú ru en el resto de Europa, razón por
la que es necesario suponer que estos animales llegaron ya domesticados con la neolitización.
Los abw1dantes restos de ciervo y de conejo, y en
menor número de corzo, cabra montés, jabaü, caballo
y uro, a los que podemos añadir algunas aves y reptiles, traducen la importancia que la actividad cinegética tenía para el aprovisionamiento de pieles, cueros y
astas, y no sólo de carne. La recolección de frutos silvestres y de la miel aparece documentada en algunas
pinturas rupestres, aunque las pruebas directas se limitan al consumo de bellotas. La pesca tuvo gran importancia en los yacimientos cercanos a la costa, caso
de la Cova de les Cendres de Moraira, donde se han
encontrado restos de mero, pagro, pagel, dorada, lubina, entre otros, y donde también se constata un gran
aprovechamiento de los moluscos marinos, especialmente de lapas y peonzas.
Además de informarnos sobre las condiciones ambiental es, la sedimentología, y especialmente la palinología y antracología, coinciden en señalar la progresiva influencia ejercida por el hombre sobre su medio
circundante en el transcurso del Neolftico. La agricultura y la ganadería supondrán un cambio notable en
lo que habían sido las relaciones del hombre con su
entorno. Si para las poblaciones paleolíticas y epipaleolíticas el bosque era un medio básico de subsistencia,
cuyos recursos era necesario explotar de manera controlada, con el cultivo y el pastoreo esta actitud se
cambiará por otra más agresiva, ya que resultará necesario ahora abrir grandes espacios. En adelante, la
tala y el incendio no siempre controlado acompaña-
59
[page-n-60]
Útiles de snex
de la Cova de l'Or.
Trapecios y triángulos,
taladros y hojas
con lustre df! cereales
o elementos de hoz.
Neolítico antiguo:
entre 5.000 y 4.200 ruios a.C.
Long. de la pieza
mayor 6'9 cm.
60
[page-n-61]
EL NEOLfTICO
rán a la agricultura y a la ganadería. De esta forma el
hombre se convertirá desde el Neolítico en tm activo
agente de ]a degradación ecológica, iniciando un camino que ha continuado apenas sin interrupción hasta nuestros días.
diterráneo mixto con su matorral termófilo, con predominio de los pinos, las carrascas o el quejigo segím las
condiciones locales y los distintos momentos, con episodios de mayor o menor frío y aridez, o bonanza y
humedad.
La Cova de l' Or (Beniarrés, el Comtat) se encuentra en las estribaciones orientales de la Serra del
Benicadell, dominando el valle medio del Riu d' Alcoi
o Serpis. Los h·abajos realizados muestran una secuencia estratigráfica que cubre gran parte del desarrollo
del Neolítico. Muy importantes son las colecciones de
vasos cerámicos, así como de utensilios, armas y objetos de adorno fabricados en hueso, súex, piedra pulida, conchas y otras materias primas. E igualmente los
granos carbonizados de trigo y cebada que han sido
fechados por el método del caJbono 14 en 4.315 y 4.770
años antes de Cristo. Los estudios interdisciplinares
llevados a cabo en el yacimiento, con el concmso de
sedimentólogos, palinólogos y antracólogos, principalmente, han permitido reconstruir la evolución del clima y del paisaje durante el transcurso del Neolítico
valenciano. El paisaje habría sido el de un bosque me-
La Cova de la Sarsa (Bocairent, la Vall d' Albaida}
se encuentra en las estribaciones noroccidentales de la
Serra Mariola. Los materiales recuperados forman un
conjunto de gran riqueza y muestran que se utilizó
principalmente corno lugar de habitación, al igual que
muchas otras cuevas hasta el Neolítico final. Pero también sirvió como lugar de enterramiento y en ella fueron inhumados al menos siete individuos, de los que
dos lo fueron conjuntamente en una estrecha grieta de
su interior, apaltada de la zona de habitación. }tmto a
los restos óseos de estos dos inhumados se encontró
tm vaso con decoración cardial y tmas pocas piezas de
hueso y súex, interpretadas como ofrenda mortuoria.
Estos enterramientos muestran la existencia de un ritual funerario en el Neolítico antiguo y remontan hasta esta etapa la tradición sepulcral de las cuevas en el
ámbito valenciano.
Brazalete de piedra pulida de la Cova de la Sarsa.
Neolítico antiguo: entre 5.000 y 4.200 ru'íos a.C.
Diámetro 10'1 cm.
61
[page-n-62]
Vaso geminado con decoración
impresa cardial de la Cova de l'Or.
Neolítico antiguo: entre 5.000 y 4.200 años a.C.
Long. 14cm.
Tonelete con decoración impresa de peine
de la Cova de l'Or. Neolítico antiguo:
entre 5.000 y 4.200 años a.C.
Alt.8'8cm.
62
[page-n-63]
Vaso de cuerpo globular con cuello
y decoración impresa cardial
de la Cova de I'Or. Neolítico antiguo:
entre 5.000 y 4.200 años a.C
Alt.16'3cm.
Vaso con decoración impresa cardial
de la Cova de I'Or. Neolítico antiguo:
entre 5.000 y 4.200 años a.C
Alt.23'2cm.
63
[page-n-64]
[page-n-65]
Vaso de cuerpo globular
con cuello y decoración impresa
de peine de la Cova de I'Or.
Neolftico antiguo:
entre 5.000 y .UOO años a.C.
Alt.22'4cm.
<1
Gran vaso de cuerpo cil(ndrico
con decoración impresa cardial
de la Cova de I'Or. Neolrtico antiguo:
entre 5.000 y 4.200 años a.C.
Alt.48'5cm.
Anillo de hueso
de la Cova de J'Or.
Neolítico antiguo:
entre 5.000 y 4.200 años a.C.
Diám. 2'9 cm.
65
[page-n-66]
Agujas y punzones de hueso
de la Cova de I'Or. Neolftico:
entre 5.000 y 3.000 años a.C.
Long. de la pieza mayor 12'2 cm.
Cucharas de hueso
de la Cava de I'Or. Neolítico antiguo:
entre 5.000 y ~.200 años a.C.
Long. de la pieza mayor 20'8 cm.
[page-n-67]
Elementos de adorno
de la Cova de I'Or.
Cuentas de coUar y colgantes
elaborados en concha y hueso.
Neolítico: entre 5.000
y 3.000 años a.C.
Long. pieza mayor 5'0 cm.
Molino de mano de piedra
arenisca de la Cova de l'Or.
Neolltico: entre 5.000
y 3.000 anos a.C.
Long. SO cm.
67
[page-n-68]
[page-n-69]
Fragmento de vaso cerámico con
decoración impresa cardial de la
Cova de I'Or. Motivo central de dos
personajes diferenciados con los
brazos levantados en actitud orante.
Neoiitico antiguo: entre 5.000 y 4.200 años a.C.
Alt. 7'2cm.
La sala VII reúne rmn selección de imágenes del arte post pnleo/(fico.
Sorr todas aquellas mmrifestaciones nrtfsticas que corresporrderr nlos primeros agricultores y n aquellos grupos de cnzndores que irricimr nlrom su proceso de rreolitiznciórr.
Ln selecciórr corresporrde n los abrigos rupestres de Pln de Petmcos eu Cnstell de Cnstel/s, In Sarga
de Alcoi, el Bnrrnrrc de In Vn/lforfn err T{rig, Albocñsser y Caves de Vinromñ, el Bnrrnrrc de In
Gnsulln en Ares del Mnestmf, las Cuevas de In Arniin err Bicorp, entre otros. furrio n ellas se exponerr ejemplos de arte mueble de In Covn de /'Or de Beuinrrés y Covn de In Snrsn de Bocnirent,
corresporrdieutes err este caso n decomciorres cerámicas que se sifrínu en el séptimo milenio nutes
del presente, y que comparten los mismos motivos y segummeufe el mismo simbolismo que lns
mauifestnciones parietales, lo que nos permite aproximamos a In crouologín de este arte.
VII. EL ARTE POSTPALEOLÍTICO:
IMÁGENES Y CREENCIAS
La discontinuidad ar tística desde el final del
Paleolítico la rompe en nuestras tierras el llamado
Arte lineal-geométrico, propio de contextos epipaleolíticos recientes y expresado en grabados sobre pequeñas plaquetas de piedra y en pinturas en rojo sobre las
paredes de algunas cuevas. Casi simultáneamente, a
partir del V milenio antes de Cristo, con el inicio del
Neolftico, harán su aparición otros ciclos artísticos que
responden a los nombres de Arte macroesquemático,
Arte levantino y Arte esquemático. Sus manifestaciones son siempre pinturas realizadas sobre las paredes
de abrigos rupestres, aunque con la particularidad de
presentar estrechos paralelos con los motivos decorativos de algunas cerámicas, lo que permite precisar su
cronología. Además de estos ciclos artísticos, pero con
w1a adscripción temporal y cultural imprecisa, hay
constancia de otros conjuntos de grabados rupestres
que tienen su expresión en motivos fusiformes o geo-
métricos y en las cazoletas excavadas en la roca,
das en ocasiones por canalillos.
mu-
El Arte macroesquemático se localiza en los abrigos rupestres de las comarcas de la Marina Alta, el
Comtat y 1' Alcoia, precisamente el mismo territorio
donde más tempranamente constatamos la implantación de las comunidades de agricultores y ganaderos,
de cuyas preocupaciones religiosas este arte, exclusivo
de las tierras valencianas, es fiel reflejo. La figura humana es el tema dominante, con diversas formas y posiciones, como la de los brazos levantados con las manos abiertas o actitud de orante. Son también abundantes los serpentiformes rematados por trazos a modo de dedos, gue en ocasiones arrancan de circtmferencias concénb·icas, y otros motivos geométricos de
difícil identificación, siempre de gran tamaño y de color rojo oscuro. La presencia de estos mismos motivos
69
[page-n-70]
MUSEO DE PREHISTORIA
reaJizados sobre vasos cerámicos mediante la técnica
impresa cardial, permite situar este horizonte artístico
en el V milenio antes de Cristo.
Así, pues, estas pinturas mpestres y vasos cerámicos, que en determinados casos deben ser verdaderos
santuarios y objetos de culto, respectivamente,
guardan las claves gráficas de las nuevas ideas
mágico-religiosas que irrumpen en nuestras tierras con
los primeros grupos productores y con el posterior
proceso de neolitización del subsh·ato epi paleolítico.
El Arte levantino se caracteriza por el acusado naturalismo de sus representaciones, siempre pintadas
sobre las paredes de abrigos rupestres poco profundos. Hombres, mujeres, animales y objetos de uso cotidiano y de caza, constituyen los temas figurados que
pueden encontrarse aislados o formar parte de escenas. Entre ellas destacan las de caza y algunas de
guerra, los desfiles y las ejecuciones. Los hombres suelen llevar arcos y flechas, y los animales aparecen frecuentemente heridos por estas mismas flechas. Las
mujeres protagonizan escenas de la vida cotidiana y
otras de posible contenido religioso.
Por encontrarse s uperp uesto a las pinturas
macroesquemáticas de los abrigos de la Sarga de Alcoi
y Barranc de Beniali de la Vall de Gallinera, y par los
motivos similares presentes en las cerámicas de la
Cova de l'Or de Beniarrés, el Arte levantino se fecha
en los yacimientos valencianos a partir de momentos
avanzados del V milenio antes de Cristo. Es, par tanto,
de cronología neolítica y nos narra el proceso de cambio cuJtural que se inicia en nuestras tierras como consecuencia de la aparición de la agricultura y la
ganadería.
El Arte esquemático constituye una manifestación
artística conceptualmente muy elaborada que emplea
el color rojo y excepcionalmente el negro para pintar
en las paredes de abrigos poco profundos figuras humanas y de animales, y motives geométricos, siempre
sencillos. Los antropomorfos se reducen a simples trazos lineales par a indicar el tronco, que puede prolongarse en cabeza y sexo, en el caso de las figuras masculinas. Los zoomorfos se caracterizan por un trazo
para el cuerpo y varios para las patas, indicándose en
ocasiones la cornamenta, lo único que permite identificar la especie. Los motivos geométricos más abtmdantes son las barras, puntos y círculos. Son también
característicos los motivos astrales y las representaciones de ídolos, clara expresión del carácter simbólico
de este tipo de arte que se inicia en el V milenio antes
de Cristo y que alcanza su máximo desarrollo coincidiendo con los enterramientos múltiples eneolíticos.
Tonelete con decoración impresa cardial de
la Cova de I'Or. Entre las asas anulares
presenta un motivo antropomorfo en "X".
Neolítico antiguo: entre 5.000 y 4.200 at1os a.C.
Alt. 7'4cm.
70
[page-n-71]
Fragmento de vaso cerámico con
decoración impresa de peine de la
Cova de I'Or. Figur~ción de la cabeza
y pa rte del cuerpo de un cáprido.
Neolftico antiguo: entre 4.500 y 4.000 ai'ios a.C.
Alt.l0'3cm.
Fragmento de un vaso cerámico
con decoración incisa de
la Cova de I'Or.
Presenta el dibujo de un cérvido
esquemático y parte de otros
dos debajo del primero.
Neolítico final:
entre 3.500 y 3.000 años a.C.
Alt.5'6cm.
71
[page-n-72]
[page-n-73]
!dolo oculado de asta
de la Ereta del Pedregal {Navarrés).
Posible representación de la "diosa madre".
Eneolítico: hacia 2.500 años a.C.
Long. 18'0 cm.
úr snla VTI111os aproxima a In complejidad de los
poblados y de las cuevas sepulcrales del Eneo/ítico. úr geuernlización de In vida cnmpesi11n se traduce eu la prolifemcióll de los asentamie11tos junto a los campos
de w ltivo, como In Ereta del Pedregal de Nnvnrrés, cnyn secuencia comprende todo el V milenio
a11tes del presente, periodo en el que aparecen los primeros útiles metálicos llecllos de cobre. El ritual ftmemrio adquiere grn11 importa11cin, ulilizáudose las cuevas untura/es como uecrópolis colectivas, caso de In Covn de la P
nstorn de A/coi, de la que se 11111estrnu los ajuares, oft·wdas y objetos religiosos como los ídolos aculados que acompnlinbm1 a los inlwmndos. Gmn interés ofrecen
los cráneos co11 trepanaci611 procedentes de esta misma cueva. El final del periodo se individualiza
por/a prese11cin del Vaso Campr
miforme y de los elementos característicos de Sil njuar, destacando
el conj1mto de la Covn deis Gats de Alzirn. También se m11esh·an disti11tos materiales del poblado
del Puntal sobre In Rambla Castellnrda de L/ÍI·in, Cueva de In Ladera del Castillo de Chiva, Cova
del Cnmí Reial d'Aincntlf de Albaida, Covn del Bnrrm1c del Castellef de Cnrrícoln y Sima de In
Pedrera de B
enicu/1, entre otros.
VIII. EL ENEOLÍTICO:
LA EDAD DE LOS METALES
La agricultura y la ganadería conducen a la vida
sedentaria. Las comunidades campesinas se instalan
cerca de las tierras de cultivo, donde levantan sus poblados y se dotan de estructuras sociales cada vez más
complejas, a la par que va haciéndose más profunda la
huella del hombre sobre el territorio. Es un proceso
que se había iniciado durante el Neolítico y que ahora
se intensificará, sobre todo desde mediados del ill milenio antes de Cristo, cuando aparecen los primeros
útiles metálicos de cobre que dan nombre al nuevo periodo: Eneolítico o Edad del Cobre. Característica de
este periodo será también la utilización de las cuevas
naturales como grandes necrópolis, reflejo de un hábitat permanente y cercano, y de los cambios en las relaciones sociales y en las ideas Jeligiosas.
Los poblados buscan la proximidad a los cursos de
agua. En general, la documentación que se conserva
de ellos son las estructuras excavadas en el subsuelo:
los silos de planta circulaJ en los que se conservaban
los cereales, y los fosos de sección en forma de V que
interpretamos como estructmas defensivas o destinadas a facilitar el drenaje de las tierras. De las cabañas,
hechas de barro y ramaje, apenas se han conservado
indicios. La distribución de estos poblados cubre toda
la geografía valenciana, como el de Jovades en
Cocentaina, el Niuet en Alqueria d' Asnar, los de
Atareó y Beniprí de Be.Igida, el Arenal de la Costa de
Ontinyent, la Macolla de Villena y ViLla Filomena de
Vila-real.
La Ere ta d el Pedregal (Navarrés, l a Canal de
Navarrés) es nuestro poblado mejor conocido.
Descubierto el siglo pasado por J. Vilanova y Piera, se
sitúa en una zona endorreíca conocida como la Marjal,
en la que el nivel freático alcanza la base del poblado.
73
[page-n-74]
MUSEO DE PREHISTORIA
Durante la primera fase de su ocupación, de finales
del Neolítico y comienzos del Eneoütico, las construcciones son cabañas con paredes de barro y ramas y base de piedra. Después, coincidiendo con la aparición
del utillaje metálico durante el Eneolítico Pleno y el
Horizonte Campaniforme, las piedras se utilizan también para levantar los zócalos de los muros.
tos metálicos corresponde al pleno Eneolítico, en la segunda mitad del IIl milenio. Se trata de punzones,
puntas, hachas y algún fragmento de escoria, siempre
de cobre, con mínimas cantidades de otros elementos
como eJ arsénico que corresponden a impurezas propias del mineral utilizado para la fundición y no a ningún tipo de aleación.
Los materiales arqueológicos muestran que la vida
d oméstica de las comunidades campesinas gira alrededor de la preparación de la conúda; de la fabricación de la cerámica, el tejido y la cestería, el utillaje de
hueso y de süex, y de la confección de adornos y objetos religiosos que en buena medida fonnarán parte de
los ajuares funerarios. La rotw·ación de nuevas tierras
hace retroceder los bosques en favor de los campos de
cultivo, que ahora se extienden alrededor de los poblados, y de los pastos que lo hacen por las montañas.
Los principales animales domésticos son las ovejas y
las cabras, pero la caza conserva una relativa importancia ante la necesidad de proteger las cosechas frente a los grandes hervíboros, además de ser un medio
complementario para obtener carne y materias primas
como pieles y astas.
En el h·anscurso del Eneolítico los insh·umentos de
sílex ven la llegada de un competidor importante: el
cobre. La concurrencia de esta nueva materia prima
hará que la talla del sílex experimente un gran desarrollo y perfección, de forma que cuchillos y puntas de
flecha rivalizan en su acabado con las que ahora se fabrican en metal Por otra parte, esta abtmdancia de
puntas de flecha en los poblados y enh·e los ajuares funerarios traduce la importancia del arco como verdadero armamento y, por lo mismo, la probable frecuencia de los enfrentamientos y luchas entre grupos. Por
lo que se refiere a las formas de estas puntas de flecha
de sOex, los tipos losángicos y de pequeños muñones
laterales corresponden a los momentos iniciales, mientras que las de pedúnculo y aletas dominan al acabar
el periodo.
Las ideas sobre la vida y la muerte evolucionan
con las comunidades campesinas. Un nuevo ritual funerario muestra ahora este cambio de las creencias religiosas, y en gran parte del occidente europeo se reune a los muertos en las cámaras megalíticas. En las tierras valencianas las tumbas megalíticas son sustituidas por cuevas naturales, como en el caso de la Cova
de la Pastora (Alcoi, l' Alcoia), que con tenia más de
setenta y cinco individuos cuyos despojos habían sido
agrupados formando paquetes funerarios después de
su descarnado, depositando a su lado ofrendas e ídolos o imágenes de la divinidad, que nos hablan de ideas sobre la vida de ultratumba. Los ídolos aculados,
con el motivo central de los ojos acompañado por bandas de líneas curvas que forman eJ tatuaje facial y la
indicación del sexo, se encuentran por toda la
Península y se identifican con la diosa madre.
El elevado número de enterramientos que se hicieron en algunas cuevas indica que fueron utilizadas como necrópolis de un poblado próximo durante un largo periodo de tiempo. Como más importantes destacan la Cova de les Llometes de Alcoi, con más de cincuenta individuos adultos; la Cova de la Barcella de la
Torre de les Ma~anes, con treinta; la del Camí Reial
d' Alacant en Albaida, con diecinueve; y la Cueva de
las Lechuzas de Villena, con más de dieciocho. En distintos cráneos de la Cova de la Pastora se documenta
la práctica de la trepanación o perforación intencional,
sin que en ninguno de ellos se aprecien alteraciones
patológicas que justifiquen una intervención quirúrgica. Por lo que debe considerarse que nos encontramos
ante una práctica con carácter ritual o empírico, sin
eficacia terapéutica real. La supervivencia de algtmos
de estos individuos está demostrada en tres casos por
los signos de regeneración ósea, mientras que en otros
puede tratarse de una trepanación póstuma.
Los testimonios más antiguos de la metalurgia del
cobre en la península Ibérica corresponden a la primera mitad del III milenio antes de Cristo, siendo pioneros los focos de la Cultura de los Millares en el sudeste
y el del curso bajo del Tajo en la fachada atlántica. En
la Ereta del Pedregal la aparición de los primeros obje-
74
Al final del Eneolítico se produce en gran parte de
Europa la difusión de un mismo tipo cerámico, el
[page-n-75]
Diversos tipos de puntas de necha de snex de la Ereta del Pedregal.
Eneolltico: entre 2.700 y 2.200 años a.C. Long. de la pieza mayor 6'5 cm.
Vaso Campaniforme, presente en los poblados y, sobre todo, en los enterramientos. El nombre de campanifonne se debe al perfil en forma de campana o tulipa del vaso más representativo del conjunto. Son cerámicas de pastas depuradas y buena cocción, con las
superficies decoradas con la impresión de un peine o
mediante líneas incisas, formando bandas horizontales, triángulos y reticulados. Las cazuelas, los cuencos
y los vasos globulares completan el repertorio de sus
formas. Su gran difusión, y la asociación del Vaso
Campaniforme a la generalización del metal en los
ajuares funerarios, se interpretaba anteriomente como
prueba de la existencia de un pueblo prospector y metalúrgico, de excelentes ceramistas y fundidores, que
recorrería Europa en la segunda mitad del lll milenio
antes de Cristo. En la actu alidad, superada esta expli-
cación, la existencia de elementos campaniformes en
este territorio tan amplio se relaciona con su adscripción a funciones de prestigio social y ceremonial.
Hablamos de Horizonte Campaniforme para destacar las novedades de los últimos dos siglos del m y
del comienzo del ll milenio antes de Cristo.
Coincidiendo con las cerámicas campaniformes se
consolida un nuevo modelo de asentamiento: los poblados buscan las partes elevadas de las montañas,
aunque perdu ran todavía los poblados de cabañas y
silos en el llano.
El Puntal sobre la Rambla Castellarda (Llíria, el
Camp de Tú ria), es un ejemplo de los nuevos poblados eneolíticos, que ocupa la cumbre de una montaña,
así como parte de las laderas. Las estructuras docu-
75
[page-n-76]
Útiles de &1 ex de la Ereta del Pedregal. Raspadores, fragmento de puñal y grandes hojas de hoz.
1
Eneol.ítico: entre 2.700 y '2.200 años a.C. Long. de la pieza mayor 17'0 cm.
mentadas nos hablan de una muralla y tma torre de
planta circular en La parte superiot~ y también de sus
viviendas, de planta oval con zócalo de piedra y alzado de barro. En el interior de las cabañas, grandes piedras dispuestas horizontal y verticalmente marcan las
bases de los postes que sostenían la techumbre. Los
elementos de la cultura material atestiguan actividades como la fabricación de la cerámica o el tejido; la talla del sílex, con numerosas puntas de flecha, y la presencia de cerámicas campaniformes. Todo lo cual sitüa
el asentamiento entre el Eneo lítico Pleno y el
Horizonte Campaniforme.
En cuanto al ritual funerario, se mantiene la conti-
76
nuidad de las cuevas como lugar de enterramiento, caso de la Cova deis Gats de Alzira o de la Sima de la
Pedrera de Benicull-Polinya de Xúquet~ pero el número de inhumados es cada vez menor, y también encontramos enterramientos en el interior de algunos silos,
como en el poblado del Atareó de Belgida. Los ajuares
funerarios y domésticos tienen como elementos más
representativos los puñales con lengüeta para su enmangue, las puntas de flecha o jabalina y los punzones, los tres de cobre; también los botones de hueso
con perforación en "V " y los brazaletes de arquero de
piedra. La talla del sílex relampaguea ya por última
vez con la presencia todavía de notables hojas-cuchmo
y de las puntas de flecha.
[page-n-77]
Hachas planas de cobre
de la Ereta del Pedregal.
Eneolflico: hacia 2.200 anos a.C.
longs. 15'0, 8'6 y 13'2 cm.
Elementos de adomo de los ajuares
funerarios hallados
en la Cova de la Pastora (Aicoi).
Cuentas de collar y colgantes
de p1edra y hueso, y gran aguj.l
de hueso de tipo "Pastora".
Eneolllíco: entre 2.500 y 2.200 a.C.
long. de la pieza mayor 16'0 cm.
77
[page-n-78]
Agujas planas de hueso de los ajuares funerarios
de la Cova de la Pastora. Eneolltico: entre 2.500 y 2.200 a~os a.C.
Longs. 22'0, 17'2 y 15'7 cm.
fdolos aculados e Ido los planos antropomorfos
de hueso de la Cova de la Pastora.
Eneolftico: entre 2.700 y 2.200 años a.C.
Long. de la pieza mayor 17'6 cm.
78
[page-n-79]
Cráneo trepanado, con signos
de regeneración ósea, de la Cova de la Pastora.
Eneolítico: hacia 2.500 anos a.C.
Long. 19'0 cm.
Puñal de sílex con preparación basal
de enmangue y gran placa retocada
de sílex tabular de la Cueva de la Ladera
del Castillo (Chiva). Piezas de ajuar f1merario.
Eneolítico: entre 2.700 y 2.200 ai\os a.C.
Longs. 13'0 y 14'3 cm.
79
[page-n-80]
Cazuela con decoración impresa del Camf de 1'Alfogas (B~Igida). Horizonte campanifo[me: entre 2.200 y 2.000 años a.C.
Alt. 10'0 cm; diám. boca 26'0 cm.
Cuenco, cazuelas y vasos campaniformes, con distintos tipos de decoración,
de la Cova deis Gats. Conjunto cerámico de ajuar funerario.
Horizonte campaniforme: entre 2.200 y 1.800 años a.C.
Alt. del vaso mayor 12'0 cm; diám. boca 20'3 cm.
80
[page-n-81]
Elementos de ajuar funerario procedentes de la Sima de la Pedrera (Benicull-PolinyA de Xúquer) y de la Cova deis Gats (Aizira).
Punta de [)echa de tipo Palmela, puñal de lengüeta y punzones de cobre; azuela y brazalete de arquero de piedra pulida; puntas de necha de silex;
botones de hueso con perforación en "V"; cuentas de collar y aguja plana de hueso. Horizonte campaniforme: entre 2.200 y 1.800 años a.C.
Long. del puñal14'5 on.
81
[page-n-82]
[page-n-83]
Hachas planas de cobre
del Mas de Menente (Aicoi)
y de la Liorna de Betxí (Paterna).
Cultura del Bronce Valenciano:
entre 1.800 y 1.400 años a.C.
Long. de la pieza menor 8'8 cm.
La snln IX se dedican In Cultura del Brouce Vnleucimw,
cuyos poblados ocupan 11ntclms de lns cumbres de nuestras
moutmias. Se generalizn nhora el empleo de/metal y eu uu momento nvnnzndo de In cultura aparece In a/eacióu de cobre y estmio, el bronce. Los materiales expuestos corresponden n excnvacioues pioueras como In de Mas de Meneute de Alcoi, Mola Alta de Serel/es -de donde procede un
notable coujuuto de moldes de fundición- también en A/coi, y Muntnnyeta de Cabrera en el
Vednt de Torren t. También se 11111estran materiales procedentes de las recientes cnmpmins de excavación enln Llomn de Betxf de Pntemn y en/a Mrmfnnyn Asso/ndn de Alzira, además de diversos
conjrmfos de otros poblados entre los que destncmr Jos grandes vasos de nlmncennje de In Eretn del
Castellar de Vilnfrmrcn. Lns tierras meridionales vnlencinnns se inscriben aflora enln Cultura del
Argm; de In que el museo posee una colecci6n representativa procedeute de yncimieutos murcianos y almerienses; y In metalurgia del fiunl de In Edad del Bro11ce en o/ ros ámbitos peninsulares
se iluslrn con el depósilo de Huerta de Arriba en Burgos.
IX. LA EDAD DEL BRONCE:
LA DIVERSIDAD DE LAS CULTURAS
La intensa ocupación del territorio a partir del II
milenio antes de Cristo se manifiesta en la gran abundancia de poblados situados en lugares elevados. El
dominio de las técnicas constructivas en piedra y barro, así como la adecuación a la topografía de las montañas, hacen que estos poblados muestren ya cierto urbanismo, con abancalamientos, murallas y departamentos de planta rectangular, a menudo dispuestos a
ambos lados de una ca1le central. La cultura material
incorpora plenamente el uti1laje metálico, primero de
cobre y después de bronce -aleación de cobre y estaño-, quedando reducida la industria de piedra casi exclusivamente a los dientes de hoz de sOex. Y, en cuanto a los tipos de enterramiento, tenderán ahora a ser
individuales o con escaso número de individuos, expresión quizás de una incipiente jerarquización social.
Los yacimientos de Mas de Menente y Mola Alta
de Serelles (Alcoi, 1' Alcoia) fueron los primeros po-
blados excavados de la Cultura del Bronce Valenciano,
durante los años veinte del presente siglo. Aquellos
trabajos pioneros mostraron unos poblados en altura,
amurallados, con una cultura material dominada por
los grandes vasos de almacenaje, las cerámicas de cocina, las hoces de madera con dientes de sílex, los
punzones de hueso y, sobre todo, el utillaje metálico
de puñales, punzones y hachas. Sus actividades económicas básicas eran el cultivo del trigo y la cebada, y
los rebaños de ovejas y cabras.
En Mola Alta de Serelles debió ser especialmente
importante el trabajo metalúrgico, documentado por
la presencia de nueve moldes de fundición hallados
todos ellos en un mismo departamento. Se trata de
una actividad que en menor medida también comprobamos en oh·os poblados a través de las escorias, crisoles, moldes y una gran variedad de tipos metálicos,
aunque en la Cultura del Bronce Valenciano la irn-
83
[page-n-84]
MUSEO DE PREHlSTORJA
portancia de la metaluxgia se verá matizada por la escasez de minerales en nuestras tierras, correspondiendo al área meridional argárica y al foco de los poblados del Alcoia un papel destacado en su primera difusión. El reaprovechamiento de los objetos deteriorados
mediante una nueva fundición es una característica de
esta actividad metalúrgica. Y la escasez de estaño convierte al bronce en un metal preciado que se emplea
preferentemente en objetos de adorno y armamento,
produciéndose su generalización ya en momentos
avanzados del periodo.
La Muntanyeta d e Cabrera (Torrent, l' Horta) es
otro poblado relevante en la historia de la investigación de nuestra Edad del Bronce. Descubierto por N .
P. Gómez Serrano y excavado en 1931 por M. Jornet,
los trabajos afectaron únicamente a la parte alta del cerro donde se encuentra el yacimiento. Las estructuras
localizadas identifican una muralla y un departamento adosado, con importantes hallazgos materiales, como cerámica decorada, metal, sílex y objetos de hueso
de forma prismática triangular para la fabricación de
botones. En sus inmediaciones se encontró una pequeña cueva de enterramiento.
Uno de los conjtmtos de materiales más interesantes es el recuperado en el poblado de la Ereta del
Castellar (Vilafranca, 1 Alt Maestrat). Las excavacio'
nes de 1957 delimitaron tres habitaciones con muros
de arcilla y piedra, pavimentos de tierra apisonada y
postes de madera para sostener la techumbre, destacando en su interior los grandes vasos de almacenaje
decorados de manera profusa con cordones en relieve.
Otros elementos nos hablan de las distintas actividades económicas, como las queseras de forma troncocónka con las dos bases abiertas y el cuerpo perforado,
utilizadas para separar el suero de la leche; o las pesas
de telar de barro cocido y forma circular con cuatro
perforaciones, y la fusayola, indicios de la actividad
textil. Los restos de cereal carbonizado vuelven a atestiguar el cultivo de trigo y cebada, así como los dientes de hoz de sílex que aparecieron agrupados formando una hoz.
Durante las dos últimas décadas nuevas excavaciones en estos poblados han permitido conocer mejor las
estructuras constructivas en piedra, destacando su
84
gran envergadura en algunos casos. Abancalantientos,
murallas, sistemas de acceso y, en generat obras de
acondicionamiento del espacio habitado han de interpretarse como señal del grado de cohesión social existente. La imagen de los pequeños asentamientos se ve
así renovada con resul tados como los de la Mtmtanya
Assolada de Alzira y la Liorna de Betxí de Paterna, poblados de cronología ampUa.
La Lloma de Betxí (Paterna, l'Horta) está situada
junto al río Túria en un cerro de escasa elevación. La
excelente conservación de sus restos arqtútectónicos
ha proporcionado interesantes datos sobre las técnicas
constructivas y los ajuares domésticos. La edificación
superior consta de dos habitaciones y un pasillo lateral con más de 30 metros de longitud y 10 metros de
and1ura, que llegaría a los 4 metros de altura; los muros son de piedra trabada con barro y la techumbre de
tierra sobre troncos de madera y ramas pequeñas. El
ajuar formado por cerámka, metal, industria lítica y
ósea, y elementos de adorno, se encuentra distribuido
en una zona de almacén y un área de molienda de cereales con un horno y bancos de piedra y barro; un
conjunto de piezas de telar indica la actividad textil, y
los restos de esparto trenzado son testimonio de la
cestería. Martillos, percutores y mazas se concentran
al lado de un muro. Con toda verosimHitud debió tratarse de una gran construcción de carácter comunal,
posiblemente un almacén, completada con tma cisterna junto al camino de acceso y grandes muros de
abancalamiento en las laderas, además de otras estructuras de habitación en la parte alta del cerro.
La Muntanya Assolada (Alzira, la Ribera Alta) se
ajusta al modelo de poblados situados sobre elevaciones considerables, dominando gran parte de la llanura
del Xúquer. Su espacio superior lo ocupan departamentos de planta rectangular delimitados por escarpes naturales y por una muralla, con un complejo sistema de acceso y distintas líneas de abancalarnientos
en las laderas, formando terrazas. Su estudio nos acerca a los aspectos socio-económicos y vida cotidiana de
la Edad del Bronce. Los restos de fauna ofrecen la imagen de un poblado agrícola con predominio de ovejas
y cabras, donde el buey se utiliza como animal de tiro,
además de productor de carne y leche, y también se
cría el cerdo. La importancia de la caza del ciervo, más
[page-n-85]
Molde y tapadera
de piedra arenisca,
para la fundición de
hachas planas y cinceles,
de la Mola Alta de
Serelles (Aicoi). Cultura
del Bronce Valenciano:
entre 1.800
y 1.400 años a.C.
L
ong. 20'0 cm.
allá de la necesaria protección de los cultivos frente a
los herVlboros, es tm indicador de la existencia de una
coberhtra vegetal notable.
Una cueva de enterramiento en las proximidades
del poblado de la Muntanya Assolada nos habla de la
continuidad en la utilización de las cuevas naturales
como necrópolis, como sucedía en el Horizonte
Campaniforme. Pero también se ha encontrado un enterramiento individual en fosa en el interior del poblado, como en la Peña la Dueña de Teresa, en el Altico
de la Hoya de Navarrés y en la Atalayuela de Losa del
Obispo, mostrando la diversidad de la Edad del
Bronce en cuanto a ritual funerario, exponente tal vez
de diferencias socíales.
Las comarcas alicantinas al sw· del río Vinalopó
quedan englobadas durante este periodo en la Cultura
del Argar, brillante manifestación de la Edad del
Bronce peninsular que se extiende igualmente por tierras de Murcia, Almería y Granada. Son yacimientos
importantes los de San Antón de Orihuela, las Laderas
del Castillo de Callosa de Segura o el Tabaia de Aspe.
Los poblados m uestran un lll'banismo muy desarrollado, con construcciones de carácter público e instalaciones para almacenar toda clase de bienes necesarios para la comunidad, además de un emplazamiento estratégico y sistemas de fortificación en función de la explotación económica del territorio y del control de las
1utas del comercio. En la Cultura del Argar las necrópolis se encuentran en el interior de los lugares de habitación. Se trata de tumbas inviduales o dobles, por
lo general en cistas o en urnas o pithoi. Entre los ajuares de los inhumados es frecuen te la presencia de puñales, alabardas y adornos metálicos, así como vasos
cerámicos y objetos de hueso y de piedra, que señalan
el prestigio, riqueza y poder de determinados individuos, signo evidente de la jerarquización social existente.
Con el final del II milenio antes de Cristo se inicia
la etapa de tránsito entre la Edad del Bronce y la
Cultura Ibérica. Las cerámicas decoradas procedentes
de áreas limítrofes y algunas formas nuevas son los
elementos de culhtra material por los que se reconoce
85
[page-n-86]
Hoz con lascas dentadas de sílex y mango
de madera hallada en el Mas de Menente.
Cultura del Bronce Valenciano:
entre 1.800 y 1.400 años a.C.
long. 48'0 cm.
Vaso cerámico de cuerpo globular
y asa lateral de la Muntanya Assolada
(Aizira). Cultura del Bronce Valenciano:
entre 1.800 y 1.400 años a.C.
Alt. 14'5 cm; diám. boca 14'0 cm.
esta etapa. Sin embargo, uno de los cambios más sígnilicativos es la reestructuración del poblamiento con
el abandono ahora de los antiguos poblados en altura
para ocupar zonas llanas o laderas. En estos poblados
de nueva creación las viviendas son de planta oval y
construidas, en ocasiones, con materiales perecederos.
La economía seguirá siendo de base agrícola y ganadera, pero se complementará en algw1as comarcas con
una importante metalurgia del bronce. Y así, durante
el Bronce Final se documentan en tierras valencianas
86
dos yacimientos con notable actividad metalúrgica:
los poblados de la Penya Negra de Crevillent y de la
Mola d' Agres, ambos con moldes de fundición para
fabricar útiles del denominado Bronce Atlántico, hecho que nos habla de tma intensa actividad comercial
cuyas relaciones posiblemente tuvieran un carácter
marítimo.
A este Bronce Atlántico pertenecen las piezas del
depósito de Huerta de Arriba en Burgos que fo.rman
parte de los fondos del museo.
[page-n-87]
Cazuela cerámica
con borde dentado del Castillarejo
de los Moros (Andilla).
Cultura del Bronce Valenciano:
entre 1.800 y 1.400 años a.C.
Diám. boca 22'4 cm.
Pesas de telar de barro cocido
de los poblados de la Cultura
del Bronce Valenciano
del Mas de Menente
y la Ereta del Castellar (Vilafranca).
Entre 1.800 y 1.000 ruios a.C.
long. de la pieza mayor 24'0 cm.
87
[page-n-88]
Conjunto cerámko procedente
de la Liorna de Betxí.
Ollas, cuencos y vasos carenados
del ajuar doméstico.
Cultura del Bronce Valenciano:
entre 1.800 y 1.400 ai\os a.C.
Diám. boca del vaso mayor 14'5 cm;
alt. 12'0 cm.
Materiales ceránúcos
y metálicos de yacimientos
de la Andalucía oriental
procedentes de Puerto Lumbreras,
Vélez Blanco y Guadix.
Cuenco y vasos carenados,
pt~~iales de remaches y espirales
de bronce de ajuares funerarios.
Cultura del Argar: entre 1.800
y 1.400 años a.C.
Long. del puñal mayor 20'0 cm.
88
[page-n-89]
Armas y objetos metálicos
del depósito de Huerta
de Arriba (Burgos).
Punta de lanza, puñales,
punzón y brazaletes de bronce.
Bronce Atlántico:
entre 1.200 y 800 años a.C.
long. de la pieza mayor 19'5 cm.
Gran tinaja con decoración
de cordones en relieve de la Ereta del
Castellar. Cultura del Bronce Valenciano:
entre 1.400 y 1.000 mios a.C.
Alt.74'0cm.
89
[page-n-90]
[page-n-91]
LAS SALAS DE EXPOSICIÓN
PLANTA SEGUNDA
SALA 1: EL MUNDO MEDITERRÁNEO
SALA
ll: Los fBEROS
SALA
lll: Los GRANDES POBLADOS
SALA
IV: LA CASA
SALA
V: EL MUNDO FUNERARIO Y REUGIOSO
SALA
VI:
SALA
VII: LA ESCRITURA rBI!RJCA
SALA
Vlll:
SALA
IX: LA I:POCA
SALA
X: NUMISMÁTICA VALENCIANA, S. X-XIX
IB~RICA
EDETA y su TERRITORIO
LA NUMISMÁTICA IBI!RICA
ROMANA
o
700
200
400
600
~
~
<(
(/)
o
o
o
(!)
¡¡;
>
z
<(
~
o
a:
<(
(.)
o
a..
•W
o
w
z
o
~
o
(.)
-o
CD
::>
::;:
¡¡;
o
....o
¡::::
(/)
w
~
(.)
~
';l
w
(.)
o
z
<(
:E
o
a:
o
o
a:
w
Q2
o
>
~
a:
a:
~
z
o
...J
¡::::
(/)
w
~
(.)
~
a:
::>
1-
a:
(.)
(/)
w
o
z
w
a..
....J
o
(.)
a:
=>
~
::>
(.)
(/)
w
o '() o CJ)
z
w
z
a: i3 a: z
a:
o
o ~
=>
o
¡::
(/)
w
~
::>
u
(/)
(!)
(.)
::>
o
....J
o
(.)
a:
•W
(!)
Q2
a:
·~
o
~
a:
w
~
z
~
(.)
z :¡¡ i3 o z
<(
~ ~
~
m
ü
~
(.)
o
z
o
w
:E
...J
w
(!)
w
a:
•W
750 A de C.
a:
w
a:
...J
~
~
~
·~
a:
w
(.)
91
[page-n-92]
[page-n-93]
Terracota púnica procedente d el
santuario de la Cava des Cuieram
(Sant Joan, Ibiza). Representación
de la diosa Tanit. Siglo m a.C.
Alt.16'2cm.
Ln plnntn segunda dedicndn n sus snlns 1n VlJJ n In
Cu/fum fbéricn, In snln LX nlmw·rdo romano yln snln X n lns
coleccioues 1111111ismríticns. Ln snln 1 preseutn In época de lns colonizaciones, es decir; los
siglos VI11 n VI antes de Cristo. Enunn nmbientnci611 de 1111111do mediterráueo se ofrece
unn muestra representativa de ánforas de distintas épocns, 1/egndns n 1111estms tierras
como fmto de lns relaciones comercinles establecidas entre los pueblos ribereiios, ndemrís de 111rn selecció11 de los Jaudos de dos importnutes coleccioues: In de In colouin griega de Empriries yln de In colon in ptínicn de lbizn.
l. EL MUNDO MEDITERRÁNEO
Desde tiempos prehistóricos el mar Mediterráneo
es w1a vía de comtmicación y aculturación entre los
distintos pueblos que habitan sus orillas. A lo largo de
4.500 ki lómetros, desde Gibraltar hasta las costas
sirias, muestra paisajes y cultivos similares que reflejan formas de vida comw1es a la mayoría de sus habitantes. Las navegaciones, documentadas desde el Neolítico, se intensificaron a partir del 800 antes de
Cristo, cuando fenicios y griegos viajaron hacia occidente en busca de metales y nuevas tierras que cultivar. Escenario habitual de continuas rivalidades entre
fenicios, etruscos, griegos y cartagineses, serían los romanos quienes tras imponer su dominio lo denominaron Mnre Nosfmm.
Durante la etapa ibérica, la presencia en nuestro
litoral de ánforas fenicias, griegas, etruscas, púnicas y
romanas revela la importancia del comercio de productos envasados, como el vino y el aceite, con todos
los pueblos mediterráneos. Y es que, desde mucho
antes, la pe1únsula Ibérica había atraído a comerciantes y colonos del Mediterráneo oriental en busca
de metales y, en menor medida, productos agrícolas y
otras materias primas. La instalación, a partir del siglo
VITI antes de Cristo, de las factorías fenicias de Ibiza,
Cádiz, Málaga o Almuñécar y, a partir del 600 antes de
Cristo, de las colarías griegas de Empúries y Roses,
fue w1 factor determinante en el proceso de aculturación de la población indígena que, poco a poco,
ira asimilando influencias y aportes exturnos hasta
dar lugar a la Cultura Ibérica.
La isla de Ibiza, estratégicamente situada en la ruta que desde Oriente llevaba hasta la plata tartésica,
fue ocupada por los fenicios hacia mecliados del siglo
VII antes de Cristo. En ella florecería tma de las manifestaciones más originales de la Cultura Púnica en occidente. De los muchos asentamientos establecidos en
la isla, destacan el sanhtario rupestre de Es Cuieram
con cientos de terracotas de la diosa púnica Tanit y, sobre todo, el cementerio de la ciudad de Ebussus, el
Puig dels Malins, cuyas miles de tumbas han proporcionado riquísimos y variados ajuares.
93
[page-n-94]
Empúri es, situada en una ensenada de la costa
norte de Girona, es sin duda la colonia griega mejor
documentada de la península Ibérica. Fundada por los
focences en torno al 600 antes de Cristo, fue la puerta
de entrada de gentes, productos, costumbres e ideas
procedentes de la Hélade y su influencia en el mundo
94
indígena ibérico fue determinante. Si bien de la ciudad
de Empúries se conocen sobre todo sus ruinas romanas, de su etapa colonial griega se han locRiizado el
antiguo malecón del puerto y las necrópolis. De sus
tumbas, excavadas a principios del siglo XX, proceden
los materiales Rrqueológicos más ricos.
[page-n-95]
Terracota púnica de la necrópolis
del Puig deis Molins (Ibiza).
Busto femenino. Siglos IV-TU a.C.
Al t. 23'0 cm.
Oeuoclloe púnico d e pasta vítrea
del Puig deis Molins. Siglo V a.C.
AJt. 7'3cm.
Lekytllos ático de la necrópolis de
Empúries (Girona). Siglos V-IV a. C.
Alt.l0'6cm.
Terracota griega de la necrópolis de Empúries.
Figura femenin a de torso descubierto.
Siglos V-N a.C. Alt. 17'1 cm.
95
[page-n-96]
[page-n-97]
<1
Exvoto ibérico en bronce del santuario
de Peal de Becerro Qaén).
Dama con manto largo.
Siglos Vl-IV a.C.
Alt.12'0cm.
Ln snln 11 se i11icin co11 u11n i11trodrtcci6n general n In
Cultura Ibérica, cuyo desarrollo cubre desde el siglo VI ni I1
antes de Cristo, con el hologrnmn de In Dnmn de Elx, cerámicas, exvotos de bronce y 1111
molino rotatorio. Los orlgenes de estn crtltllrn se reflejnll en varios yacimientos propios
de In primera etnpn, como los Villnres de Cnrtdete de lns F11entes, Altea In Ve/In, In Solivelln de Alea/a de Xiverl, el Boverol de Almnssora o el P1111tnlef y In Covn del Cnvn/1 de
Llírin.
II. LOS ÍBEROS:
UNA CULTURA Y UN MOSAICO DE PUEBLOS
El descubrimiento, de la Dama d'Elx, en 1897, y las
posteriores excavaciones en los poblados de la Alcúdia
en el mismo Elx, la Covalta de Albaida, la Serreta
d' Alcoi, la Bastida de les Alcuses de Moixent o Sant
Miguel de Llíria convirtieron el área valenciana en una
zona pionera en el conocimiento de la Cultura Ibérica.
Los autores clásicos, griegos y latinos, nominaron
íber-íberes a los habitantes del área litoral mediterránea comprendida entre Andalucía y el río Hérault
(Francia). Los íberos, como, los griegos, nunca llegaron
a alcanzar una unidad política; sin embargo, tenían
unos rasgos comunes que Jos investigadores han denominado Cultura Ibérica y que se desarrolló entre los
siglos VI al li 6 1 antes de Cristo, siendo equiparable
por sus elementos distintivos al resto de civilizaciones
mediterráneas.
La existencia de ciudades, residencia de las clases
dominantes, es la caracterfstica más destacable de su
organización politica y social. La utilización generalizada de la metalurgia del hierro y del tomo de alfarero
es un claro exponente de su alto nivel tecnológico. A
su vez, el uso de la escritura, la existencia de un sistema de pesas y medidas y, finalmente, la acuñación de
moneda expresan la complejidad alcanzada por la sociedad ibérica.
Los pueblos que ocupaban nuestra geografía aparecen citados en los textos clásicos. Los ilercavones habitaban las tierras entre el río Ebro y el Millars, y sus
yacimientos más conocidos son la Moleta deis Frares
de Forcall, el Puig de la Na u de Benicarló, el Puig de la
Misericordia de Vinaros y Torre la Sal de Cabanes. Los
97
[page-n-98]
LA ARQUEOLOGÍA VALENCIANA
edetanos se extendían desde el río Millars hasta el Xúquet~ destacando el Solaig de Betxí, la Punta d'Orleyl
de la Va!J d'Uixó, las ciudades de Sagunt-Arse y Tossal
de Sant Miquel-Edetn de Llíria, la Carencia de Torís o
el Pico de los Ajos de Yátova. Los contestanos, con
asentamientos como Xativa-Sniti, la Serreta d' Alcoi, el
Tossal de Manises de Alicante, el Monastil de Elda, Ilici -la Alcúdia d'Elx, la Escuera y el Oral de San Fulgencio, ocupaban las tierras entre el río Xúquer y el Segura.
La Cultura Ibérica es el resultado de un proceso de
formación iniciado en el siglo VID antes de Cristo con
la ü1stalación de las primeras colonias fenicias en el
Sur peninsu lar. Desde los establecimientos costeros
partirán los estímulos que permitirán a los indígenas
conocer nuevos productos y nuevas técnicas. Así, por
ejemplo, el cultivo de la vid, atestiguado en el Alt de
Benimaquia de Dénia desde el siglo VI antes de Cristo,
se inició en beneficio de unas elites cada vez más poderosas para emular los modos de vida coloniales. Y
en los Villares de Caudete de las Fuentes, Vinarragell
de Borriana y el Torrelló de Almassora queda bien patente la progresiva sustitución de las cerámicas hechas
a mano por las realizadas a torno. Todo ello provocará
una mayor estabilidad de la población mediante la
concentración en núcleos mayores y la consolidación
de nuevas formas constructivas. En Jos Saladares de
Orihuela y, sobre todo, en la Penya Negra de Crevillent el urbanismo organizado cambió por completo la
fisonomía de las anteriores cabañas del Bronce Final.
A este periodo de formación de la Cultura Ibérica
pertenecen los hallazgos en el Puntalet y el Collado
de la Cova del Cavan (Llíria, el Camp de Túria), que
corresponden a sendos espolones del cerro ocupado
por el poblado del Tossal de Sant Miguel. En 1947 se
excavaron dos áreas de enterramientos fechadas entre
finales del siglo Vil y mediados del VI antes de Cristo. Los restos de cinco incineraciones se encontraron
en el mterior de urnas, hechas tanto a mano como a
torno, una de las cuales era una tinaja fenicia con decoración pintada. Los ajuares que las acompañaban
eran escasos.
De igual manera, en el Boverot (Almassora, la Plana Alta) se localizaron en 1932, en unos hoyos excava-
98
dos en la tierra, dos urnas hechas a mano que contenían restos de incineraciones. Por su tipología se fechan dentro del Bronce Final, en el siglo VID antes de
Cristo, inmediatamente antes de la llegada de las influencias coloniales. Estos enterramientos debían formar parte de tma necrópolis de cronología más amplia, asociada al cercano asentamiento del Torrelló (Almassora).
Otros yacimientos y materiales característicos del
periodo son el Cabezo de Monleón (Caspe, Zaragoza), poblado que presenta una secuencia estratigráfica
datada entre Jos siglos X al VIl antes de Cristo, sm llegar a conocer la cerámica a tomo, y cuyos materiales
más característicos son las cerámicas hechas a mano
con decoraciones acanaladas y excisas propias del
Bronce Final.
Los Villares (Caudete de las Fuentes, la Plana de
Utiel), gran asentamiento excavado desde 1956, cuya
secuencia estratigráfica permite estudiar la formación
de la Cultura Ibérica. Sobre un sustrato indígena del
Hierro Antiguo, caracterizado por las cerámicas hechas a mano, se superponen los mflujos coloniales fenicios y griegos durante los siglos VII-VI antes de
Cristo, cuyas aportaciones mejor documentadas son
las cerá.micas hechas a torno y los objetos de hierro.
La necrópolis de incil1eración de la Solivella (AlcaJa de Xivert, el Baix Maestrat), fechada entre el siglo
VI y la primera mitad del siglo V antes de Cristo, que
se excavó en 1961localizándose 28 sepulturas dispuestas en hoyos. Toda la cerámica recuperada era de producción local, hecha a torno, y los ajuares que acompañaban a las urnas que contenían los restos mcinerados
del muerto estaban compuestos por objetos metálicos
de adorno personal y armamento.
Y la necrópolis de Altea la Vella (Altea, la Marina
Baixa), descubierta en 1972, en la que se encontraron
mcineraciones con un escaso ajuar metálico compuesto básicamente por broches de cinturón y objetos de
adorno. Todas las vasijas cmerarias son urnas de orejetas, piezas características del Horizonte Ibérico Antiguo, es decü~ Jos siglos VI-V antes de Cristo. Una de
las tumbas estaba señalizada con una estela en la que
aparece grabado un guerrero vestido y armado.
[page-n-99]
Urnas cinerarias de orejetas d e la necrópolis
ibérica de Altea la Vella (Altea). Siglo VI a.C.
Altura de la urna mayor 33'5 cm.
Exvoto ibérico en bronce d el santuario
de Despeña perros (Jaén).
Siglo IV a.C.
Alt. 6'0cm.
99
[page-n-100]
Tinaja ibérica decorada con bandas y filetes del poblado de Los Villares (Caudete de las Fuentes).
Siglo VI a.C.
Alt. 367 cm.
100
[page-n-101]
Copa jonia del poblado de Los Vi llares.
Entre 530 y 500 años a.C.
Alt. 6'5cm.
Tinaja fenicia del Collado de la Cova del Cavall (Llíría ).
Siglos VII-VI a.C.
Alt.35'0cm.
101
[page-n-102]
[page-n-103]
Guerrero de Moixenl.
Exvoto ibérico en bronce hallado
en el poblado de la Bastida de les Alcuses
(Moixent). Siglo TV a.C.
Alt. 7'3cm.
Ln snlalii 11os aproxima a los grandes poblados, n In
complejidad de las gm11des ciudades ibéricas, n través del
ejemplo de In Bastida de les Alcuses de Moixe11t. Entre los materiales represe11tativos de la Bastida
de les Alcuses destaca su i11strumeutal de hierro, adomos, nrmmue11to, cenfmicns importadas de
bamiz negro y, muy especialme11te, el exvoto e11 bro11ce del Guerrer de Moixent. Completa In sala
rma muestra de joyería procede11le de diversos yncimielllos, como el collar y In cabeza de pasta vítrea de In Covnltn de Albaida o el peudie11te de oro de In Pe11yn Roja de Llírin.
III. LOS GRANDES POBLADOS IBÉRICOS
Y SU ENTORNO: ASPECTOS ECONÓMICOS
Con la Cultura Ibérica cambia la configuración del
hábitat de las etapas precedentes y la estructuración
del poblamiento. Por primera vez en nuestras tierras
se puede hablar de verdaderas ciudades que controlan
política y económicamente un territorio en donde se
asientan otros núcleos de población dependientes de
aquellas, de carácter preferentemente agrícola, como
las aldeas y caseríos. Este territorio aparece defendido
por fortines, dispuestos en puntos estratégicos, que
aseguran la vigilancia de las fronteras.
llado y con potentes torreones. Mayor complejidad
ofrecen los poblados en ladera, como el Tossal de Sant
Miquel de Llíria, el TossaJ de la CaJa de Benidorm o la
Serreta de Alcoi, donde la topografía condiciona la
cUsposición de las calles y manzanas que se escalonan
a lo largo de las pencUentes. También se conocen otros
tipos de hábitat, como los pequeños poblados de calle
central, los asentamientos sin fortificar o los torreones
aislados que responden a distintas funcionalidades. El
descubrimiento de edificios de val'ias plantas y la
Las excavaciones reflejan de forma inequívoca el
identificación de recintos religiosos son sólo algunos
carácter sedentario, organizado y defensivo de los poblados ibéricos. Los asentamientos como la Bastida de
les Alcuses de Moixent, la Covalta de Albaida, el Oral
de San Fulgencio, el Castellar de Meca de Ayora, el
Puig de Benicarló o la Illeta deis Banyets del
Campello, ubicados en cumbres amesetadas o en llano, presentan un trazado urbanístico cuadrangular
con grandes viviendas, rodeado por un recinto amura-
de los aspectos más novedosos del paisaje urbanístico
ibérico.
La Bastida de les Alcuses (Moixent, la Costera)
fue excavada parcialmente entre los años 1928 a 1931.
Es un poblado contestano cuya vida duró escasamente
100 años, siendo destruido violentamente en la segunda mitad del siglo IV antes de Cristo. Está situado es-
103
[page-n-104]
MUSEO DE PREHISTORIA
tratégicamente entre la vía natural que comunica la
costa con la Meseta, conocida en época romana como la
Vía Augusta, y el CtU'SO del río Vinalopó que conduce hacia las tierras alicantinas. El recinto amurallado, que delimita una extensión de 6 hectáreas, tiene cuatro puertas,
una de ellas tapiada, y conserva tres torres. En su interior, el trazado urbruústico se organiza en manzanas de
grandes viviendas dispuestas a ambos lados de una larga
calle axial. Los plomos con escritura ibérica, la figurilla
del"Guerrer de Moixent'', la colección de cerámicas griegas o el conjunto de instrumentos agrícolas y artesru1ales
son sólo algtmos de los hallazgos más destacados de enb·e sus ajuares.
La agricultura, junto con la ganadería, era la actividad
económica fundamental de los iberos. Su variado instrumental agrícola de hierro compuesto por rejas de arado,
arrejadas, layas, azuelas, hoces, podones y picos revelan
la puesta en valor del secano y w1a producción dominada por los cereales. Otros insbumentos metálicos como
sierras, escoplos, taladros, chiflas, paletas de albañil o
agujas son fiel reflejo de los trabajos artesanales relacionados con la cantería, carpintería o el curtido de las pieles.
Los rebaños de ovejas y cabras eran fundrunentales
para el aprovisionamiento de carne y Leche, pero también para la obtención de pieles y lana. Del cerdo se
aprovechaba la carne, mientras que el buey era, sobre
todo, un animal de tiro y el caballo un animal noble
para la monta. La caza de animales silvestres, en especial el ciervo, jabalí o cabra montés, era un complemento de la dieta, así como la pesca o la recolección de
frutos silvestres.
El vestido se conoce sobre todo a través de la estatuaria y de la cerámica. La mujer llevaba enaguas y túnicas largas superpuestas y ribeteadas con cenefas, un
manto largo de gruesa tela, generalmente de color
púrpura, y babuchas de cuero. En sus atuendos más
solenmes cubría la cabeza con complejos tocados formados por velos, cofias, altas mitras o diademas y se
adornaba con collares de colgantes, pendientes, pulseras y anillos.
El hombre vestía con calzón y túnica corta ceñida a
la cintura y un manto largo que se llevaba dejando el
brazo derecho libre y sujeto al hombro con una fíbula.
Podían llevar pendientes, sortijas y brazaletes. Para la
guerra, se protegía con casco, clípeo pectoral sujeto
con correas y grebas o espinilleras.
Útiles, objetos e instrumentos en bronce de la Bastida de les Alcuses.
Fíbulas anulares, campanita, pinzas, compás articulado, anzuelo, botón y colgante. Siglo IV a.C.
Long. de las pinzas 8'3 cm.
104
[page-n-105]
Vajilla cerámica ibérica de mesn, con decoración pintada geométrica,
de la Bastida de les Alcuses. Botellas, tinajilla, kylix, otuocl1oe y copita.
Siglo IV a.C. Alt. de la pieza mayor 17'1 cm.
Omochoe ático de barniz negro
de la Bastida de les Alcuses.
Siglo IV a.C. Alt. 13'7 cm.
105
[page-n-106]
Instrumental agrícola de hierro
de la Bastida de les Alcuses.
Podón, hacha, picoleta, pala y reja
de arado. Siglo IV a.C.
Long. de la pieza mayor 25'2 cm.
Aguja de oro para el cabello,
con cadena de ocho hilos
trenzados, de la Bastida
de les Alcuses.
Siglo fV a.C. Long. 29'3 cm.
106
[page-n-107]
Arracada de oro
del poblado de la Penya
Roja (Liíria).
Disco decorado
con roseta central
rodeada de un círculo
de 18 rostros; técnica
de repujado y punteado.
Siglo V a.C.
Diám. 4'5 cm.
Colgante de pasta vftrea
polícroma, de factu ra
p(uuca, procedente
del poblado de Covalta
(Albaida). Cabeza
masculina barbada.
Siglos lV-m a.C.
Alt. 3'7 cm.
107
[page-n-108]
[page-n-109]
Gul/us de ceránúca, en forma de pie,
del poblado de Los Villares.
Recipiente para aceites o perfumes.
Siglo ill a.C. Alt. 1O'Ocm.
Ln snln TV 1111reslm In rlidn doméstica.
Am/Jientndos en 111m vivieudn ideal se recoustrrryen
los distintos espacios de las actividades colidinrrns como In cocina, el tejido, In molienda de cereales o el nlrrrncenaje. Frrem de este rfm/Jilo se expoue In npiculfrrrn y In obleucióu del nceile. La vajilla de mesa, los vasos de lrrjo y Jos grnudes recipientes de almacen, proceden/es de los Villnres de
Caudele de las Frren les, completan In visión del ajuar doméstico ibérico.
IV. LA CASA IBÉRICA
Los materiales empleados en La construcción ibérica son La tierra, la piedra y la madera. Las casas tienen
un zócalo de piedra sobre el que se levantaban las paredes de adobes. Toda la pared se revestía con barro
pintándose con cal y, ocasionalmente, con tonos rojizos y azulados. Los techos eran planos a modo de terrazas y consistían en un denso entramado de vigas y
cubierta vegetal que sostenía una gruesa capa de arcilla. La vivienda era el espacio familiar donde se realizaban todas la actividades domésticas, axtesanales o
de carácter social. En Jos grandes poblados las casas
aparecen compartimentadas en habitaciones: la zona
de es tat~ o espado colectivo, ocupa un lugar preferente y concentra las actividades culinarias y textiles; las
despensas, en donde se almacenaban las anf01·as y tinajas, se situán en espacios apartados y oscuros.
Otras dependencias se destinan al reposo, molienda o
talleres.
El ajuar doméstico ibérico se compone básicamente de recipientes cerámicos, ya que los objetos de ces-
tería o madera suelen reducirse a escasos testirnonios
carbonizados. Gracias al torno los alfareros elaboraron
recipientes de formas y funciones muy variadas. Así,
tenían ánforas y tinajas de diferentes tamai'íos para almacenar y conservar alimentos; un servicio de mesa
compuesto por platos, copas, jarros y botellas; pequeños recipientes para especias, ungüentos y perfumes;
objetos auxiliares como tapaderas, coladores, soportes
o morteros; y vasos de carácter rih1al e imitaciones de
cerámicas importadas como cráteras o kilices. Para las
tareas culinarias fabricaron ollas, cazuelas y braseros,
de aspecto tosco pero que podían exponerse directamente al fuego sin estallar.
Los Villares (Caudete de las Fuentes, la Plana de
Utiel) es tm buen ejemplo de ciudad ibérica. Conocida
en época ibérica como Kelin, es el asentamiento más
grande de la comarca. Las excavaciones, que se están
Llevando a cabo desde 1956, muestran la evolución del
hábjtat desde el siglo VII antes de Cristo hasta su decadencia y abandono entre los años 83 y 77 antes de
109
[page-n-110]
MUSEO DE PREHISTORIA
Cristo. Situado en el cruce de caminos entre la costa y
la Meseta y entre ésta y Teruel, canalizaba y distribuía
los productos comerciales convirtiéndose en el lugar
central del que dependerán los demás poblados de la
zona. En el sector excavado se distingue un trazado
urbano de grandes casas compartimentadas y abiertas
a calles que permitían la circulación de carros. Su categoría de ciudad viene avalada por su extensión de 10
hectáreas, la variedad de productos agrícolas, los plomos escritos y la acuñación de moneda.
En la Seña (Villar del Arzobispo, la Serranía) y en
el Castellet de Bemabé (Llíria, el Camp de Túria) se
hallaron balsas de decantación encaladas que contenían huesos de aceituna carbonizados, prueba de la existencia de una producción de aceite antes de la llegada
de los romanos. El aceite se utilizaba en la preparación
y conservación de los alimentos, la Llumi.nación y la
elaboración de ungüentos. En el proceso de su elaboración, las aceitunas se colocan en cofines de esparto
apilados sobre aras de piedra que se prensan mediante una viga de madera maniobrada gradas a un contrapeso en su extremo. El líquido resultante circula
por los canalillos del ara y cae en una balsa de decantación donde flota el aceite depurado. Este aceite de-
pmado se recoge en un segundo recipiente mientras
que el agua y las impurezas permanecen en la primera
balsa.
La miel era un producto utilizado en la Antigüedad como sustitutivo del azúcar. Si bien su recoleccíón
queda reflejada desde la Prehistoria en algunas pinturas rupestres levantinas, no hay testimonios arqueológicos de su existencia hasta época ibérica. En los poblados ibéricos del Camp de Túria son muy frecuentes
las colmenas de cerámica de forma cilindrica y estriadas en su interior, como las que proceden del Puntal
deis Llops (Olo cau, el Camp de Túria) y de la
Monravana y el Tossal de Sant Miquel (Llíria, el
Camp de Túria). Este tipo de colmenas, que se siguen
empleando en Grecia, Chipre, Egipto y Jordania, y,
hasta hace poco tiempo, en Mallorca y Andalucía, era
considerado por los tratadistas romanos como de muy
mala calidad, pues "se encienden con los calores del
estío y se hielan con los fríos del invierno" (Columela,
Agricultura, IX, VI). Se dispmúan horizontalmente y
apiladas sobre el suelo, cerradas con tapones de corcho, cerámica o barro a los que se practicaba un orificio para que entraran las abejas. Las estrías internas
servían para facilitar la adherencia del panal.
Kylix-skypilos ático, de figuras rojas, del poblado de Los Villares.
Escena representando a Eros delante de un joven con himatión. Siglo IV a.C. Diám. boca 12'5 cm.
110
[page-n-111]
Llaves ibéricas de hierro de los poblados
de El Xarpolar (Margarída-Pianes)
y el Puntal deis Llops (Olocau). Siglo III a.
C. Long. de la pieza mayor 1J'S on.
Cerámica de cocina ibérica de Los Villa res.
Olla, tacitas, cazuela y braserillo.
Siglo lll a.C. Diám. cazuela 29'0 cm.
Colmenas de cerámica de los Poblados del Puntal
deis Llops, el Tossal de Sant Miquel (Liíría)
y La Monravana (LIJria). Siglos lll-11 a.C.
Long. de la pieza mayor 59'2 cm.
111
[page-n-112]
[page-n-113]
<]
Quema perfumes de terracota
del Puntal deis Llops.
Representación de
la diosa Démeter/Tanit.
Siglo 111 a.C.
Alt. 15'2 cm.
La sala V correspomle nl1111111dO fuuemrio.
De In uecrópolis del Corral de Snus de Moixeuf procedeu diversas esculfurns y elemeufos nrquifecfóuicos que fomrabmr pnrle de lns lumbns. Las uecrópolis de lns Perlas de Znrrn y de Casn del Moule eu Valdegmrgn (Aibnce/e) permileu cou/emplar las
umas y ajuares de los dijrmfos que ernu iuciuerados, así como el armnmeu/o de los guerreros.
Tnmbiéu se expoueu los eu/errnmieufos iufautiles del Castellet de Bemnbé de Llfrin, exvotos de
Despe1inperros, terracotas del Prmlnl deis Llops de Olocau y vnsos del depósilo votivo de In Cueva
del Prmtal del Homo Ciego eu Villargordo del Cabrie/, todo ello como reflejo de los lugares de culfo.
VELMUNDOFUNERAIDO
Y RELIGIOSO DE LOS IBEROS
Los iberos incineraban a sus muertos, proceso durante el cual se quemaban hierbas aromáticas. Las cenizas eran recogidas cuidadosamente y depositadas
en un loculus, con o sin urna. Junto a los restos del incinerado se enterraba su ajuar, compuesto por elementos indicativos de su status sociat como cerámica de
lujo, armas, herramientas, etc.; objetos personales como fíbulas o cuentas de collar, y, en algunos casos, figurillas, amuletos y ofrendas alimenticias. Diversas
ceremonias podían celebrarse durante las exequias,
como libaciones, juegos funerarios, desfiles, cortejos y
banquetes. En las necrópolis o cementerios ibéricos,
las tumbas más comunes eran simples hoyos cubiertos
por un montículo de tierra o piedras. Las más complejas eran títmulos de piedras o adobes, pilares-estela o
monumentos turriformes, expresión de una ostentación principesca. Las tumbas son siempre anónimas y
sólo después de la conquista romana se utilizarán lápidas funerarias escritas como la de Sinarcas.
El Corral de Saus (Moixent, la Costera), necrópolis excavada a lo largo de la década de los 70, proporcionó dos grandes monumentos de empedrado tumular, conocidos como 1a tumbn de lns Dnmitns y de lns
Sire11ns, y más de 15 cremaciones en hoyo. Entre los
ajuares depositados destaca la cerámica ibérica, cerámicas importadas con fechas que oscilan desde el siglo
V al 1 antes de Cristo, elementos metálicos, objetos de
pasta vítrea, terracotas y huesos calcinados, testimonio de las cremaciones. A la fase más antigua de esta
necrópolis, de los siglos VI-V antes de Cristo, corresponde un monumento funerario que se ha podido reconstruir como un pilar-estela gracias a los restos escuJtóricos y arquitectónicos reutilizados en las esh·ucturas tumulares de una fase más tardía, de los siglos
ill-ll antes de Cristo.
Los elementos que formarían el monumento tipo
pilar-estela del Corral de Saus son: base escaJonada,
pilar cuadrado, gola con nacela y baquetón y, a modo
113
[page-n-114]
MUSEO DE PREHISTORIA
de remate, una escultura zoomorfa sobre pedestal, con
una altura aproximada entre 2 y 3 metros. Tales monumentos, que se fechan entre los siglos VI al IV antes de
Cristo, se conocen en las necrópolis de Pozo Moro en
Chinchilla (Albacete) y Monforte del Cid (Alicante);
Coimbra del Barranco Ancho y el Prado en Jumilla,
Fuentecica del Tío Garrulo en Coy-Lorca, los Nietos en
Cartagena y el Cigarralejo en Mula, todas la últimas
en la región de Murcia.
En la necrópolis de las Peñas (Zarra, el Valle de
Cofrentes), se han excavado 20 incineraciones fechadas entre los siglos V y IV antes de Cristo. La mayor
parte de las tumbas son hoyos simples de planta circular o rectangular con una capa de piedras en la base o
en w1o de los laterales. Sólo cuatro sepulturas se encontraron delimitadas por muretes de piedra, a modo
de cista o encachado. Excepto en dos casos, los hoyos
contenían una urna cineraria en cuyo interior se habían depositado los huesos calcinados del difunto y algún objeto metálico de pequeño tamaño. Los demás
elementos del ajuar, tales como armas, recipientes y
cuentas de collar, se colocaron alrededor de la urna cubriéndose el conjunto con las cenizas y carbones procedentes de la incineración.
La presencia de armas es abundante entre los ajuares de las tumbas, como también podemos ver en la
necrópolis de Casa de Monte (Valdeganga, Albacete),
confirmando el papel destacado de la ideología guerrera entre las capas altas de la sociedad. Ello coincide
con las escenas de combate que vemos pintadas en los
vasos del Tossal de Sant Miquel de Ll íria o de la
Serreta de Alcoi, y que muestran una jerarquía militar:
los jinetes, provistos de espuelas y cascos con penachos, parecen tener el mando sobre una infantería
equipada con coraza, casco simple y escudo redondo
(cnetrn) o alargado (scutum). Las armas de los personajes montados son preferentemente el soliferreum, lanza
de hierro de una pieza, o el pilum, asta de madera provista con punta y contera de hierro. Los caballos llevaban frontaleras y campanitas propiciatorias. Los infantes combaten con falcatns, espad as de un solo filo y
empuñadura cubriente, o espadas rectas de doble filo
y empuñadura de frontón o antenas.
Una de las manifestaciones funerarias mejor documentada en los últimos años son los enterramientos
ilúantiles hallados en las casas ibéricas, como los del
Castellet de Bernabé (Llíria, el Camp de Túria). Los
recién nacidos y criaturas de pocos meses estaban
apartados de la tradición y del espacio funerario de
los adultos. No eran incinerados y enterrados en las
necrópolis, sino que sus cuerpos eran inhumados bajo
el suelo de las casas. Estos hechos dejan sospechar la
existencia de ritos de paso en función de la edad sin
los cuales los difuntos no se convierten en miembros
de pleno derecho en la sociedad. En algunas ocasiones
existen indicios para sospechar que estos hallazgos infantiles eran sacrificios fundacionales o de amortización.
Además de en las necrópolis, la vida religiosa de
los iberos se manifiesta también en lugares de culto específicos. Desde la más remota prehistoria perviven
creencias telúricas, es decir, asociadas a la naturaleza,
cuyo reflejo se constata en época ibérica por los depósitos efectuados en las cuevas. Estas cuevas-santuario
proporcionan conjuntos de materiales entre los que
destacan numerosos vasos caliciformes y platitos empleados como lucernas o como recipientes para libaciones, caso de los encontrados en la Cueva del Puntal
del Horno Ciego (Villargordo del Cabriel, la Plana
de Utiel).
Los santuarios, a menudo alejados de los poblados,
se asocian a cultos colectivos posiblemente destinados
a reforzar la identidad tribal, en los que se depositan
exvotos de terracota, como los de la Serreta de Alcoi, o
de piedra y bronce que representan oferentes o animales, como los del Cigarralejo de Mula (Murcia) o
Despeñaperros (Jaén). Los templos de la Illeta dels
Banyets del Campello, del Tossal de Sant Miquel de
Llíria o de L' Alcúdia d'Elx, asf como la existencia de
capillas domésticas dentro de los asentamientos,
muestran la complejidad del mundo religioso de los
iberos.
t>
Cabeza escultórica femenina, en piedra caliza, perteneciente a un
monumento funerario de la necrópolis ibérica del Corral de Saus (Moixent).
Siglos V-IV a.C. All 20'4 an.
114
[page-n-115]
[page-n-116]
Cuerpo de sirena, en piedra caliza. de un monumento funerario de la necrópolis del Corral de Saus.
Siglos V-IV a.C. Long. 52'0 cm.
116
[page-n-117]
Dama del Corral de Saus. Figura femenina esculpidas en un elemento arquitectónico, de piedra caliza, que formaba parte de un monumento
funerario de la necrópolis.
Siglos V-IV a.C. Alt. 60'2 cm.
117
[page-n-118]
Vaso caliciforme, decorado
con ave de alas explayadas,
de la necrópolis del Corral de Saus.
Siglo 11 a.C. Alt. 13'4 cm.
Materiales de la necrópolis ibérica
de Las Peñas (Zarra). Urnas cinerarias,
falcata y espada de hierro, y fibulas anulares
de bronce. Siglo VI a.C.
Alt. de la urna mayor 18'1 cm.
118
[page-n-119]
Falcata y espada de antenas, de hierro, de la necrópolis ibérica
de Casa del Monte (Valdeganga, Albacete).
Siglo IV a.C.
Longs. 56'3 y 50'2 cm.
119
[page-n-120]
[page-n-121]
<3
Tinajilla o nlbnrello, decorado con motivos
geométricos y florales, del Tossal
deSant Miquel.
Entre finales del siglo lll y
principos del siglo n a.C.
All. 25'0cm.
Ln snln VI se dedican In ciudad ibérica y su
territorio. El Tossnl de Snnl Miquel de Llfrin, In nutigun
Edeta, es el ejemplo de grnn ciudad, de In que procede una exlrnordiunrin colección de cerámicas
ibéricas piuladas con temas Jigurndos, como el Vas deis Guerrers. Edeta ejerce In cnpilnlidnd de u11
amplio territorio que esttf estruclurndo eu varias categorías de nsenlmuie11los: las aldeas, como In
Setin de Vil/m· del Arzobispo y In Monrnvnnn de Ufrin; los caseríos, como el Cnslellet de Bemnbé
de L/ fria, del que ndemtfs de los mnlerinles se expoue mm mnqueln; y los fortines, como el Puntal
deis Llops de Olocnrt. Todo lo cual se explica snbre rmn gran maqueta inlernclivn del Cnmp de
Trírin co11 el apoyo de un audiovisual.
VI. EL TOSSAL DE SANT MIQUEL:
LA CIUDAD DE EDETA Y SU TERRITORIO
El Tossal de San t Miqu el (Llíria, el Camp d e
Túria), excavado entre los años 1933 y 1953, es conocido sobre todo por su colección de vasos decorados y
por los textos escritos que acompañan estas decoraciones, constituyendo el mayor archivo epigráfico ibérico. La ciudad, identificada con Edetn por el geógrafo
Estrabón, ocupó en su momento de máximo esplendor, entre los siglos IV al II antes de Cristo, más de
diez hectáreas, extendiéndose prácticamente por todo
el cerro. Presenta un trazado rubanistico propio de los
poblados en ladera donde las edificaciones se disponen, adosadas a la pared rocosa, a lo largo de terrazas
artificiales. Su aspecto escalonado se acentúa al tener
las viviendas varias plantas y cubiertas planas. En el
siglo Il antes de Cristo, después de la conquista romana, fue destruida e incendiada, cayendo, a lo largo de
ese siglo y el siguiente, en un gradual abandono. A
partir del siglo I de nuestra era, la ciudad romana,
construida ahora en el Pla de 1'Are, volverá a vivir una
nueva etapa de esplendor.
Los vasos decorados ibéricos se agrupan en dos estilos pictóricos bien diferenciados geográfica y cronológicamente: el estilo narrativo de Llíria-Oliva, con escenas figuradas dispuestas en friso y acompaíladas en
muchas ocasiones de textos escritos, a pa1·tir de finales
del siglo m antes de Cristo; y el estilo simbólico de
Elx-Archena, caracterizado por imágene!i aisladas y de
seres mitológicos en disposición central, que se desarrolla en los siglos II-1 antes de Cristo. En estas producciones de prestigio, realizadas en su mayoría por
encargo, destaca el papel del pintor especializado
frente al alfarero. Esta división del trabajo entre pintores y ceramistas confirma que estarnos ante una sociedad jerarquizada donde artistas o talleres trabajan para las clases altas urbanas.
121
[page-n-122]
MUSEO DE PREHISTORIA
Las escenas pintadas en la cerámica de Edeta, dispuestas en friso y en las que participan siempre varios
personajes, plasman actividades muy concretas de un
sector de la sociedad: la aristocracia. Muestran un
mundo lúdico, como las cacerías, y militar, donde la
guerra, duelos y juegos competitivos reflejan la importancia del caballero. Las damas entronadas, las procesiones y danzas reflejan el carácter festivo y religioso
de estas ceremonias colectivas donde siempre participan mujeres que, por sus atuendos y atributos, representan a damas de alto rango. Así, las escenas de la cerámica muestran, en un contexto urbano, a la clase
privilegiada edetana de finales del siglo III y principios del U antes de Cristo inmortalizada por unos artesanos y artistas especializados que trabajaban a su
servicio. En la base de la sociedad se encontraba el
campesinado, que no aparece reflejado en la iconografía, dedicado a la explotación del entorno de la ciudad.
Las investigaciones más recientes realizadas en torno a Edeta-Liíria muestran que esta ciudad ejercía la
capitalidad de un territorio extenso y bien delimitado.
En el área comprendida entre la sierra Calderona al
norte y el río Túria al sw~ la llanura costera al este y
por el interior la zona montai1osa de la Serranía, se desarrolló, a partir del 400 antes de Cristo, un poblamiento estructmado en cuatro categorías de asentamientos: las aldeas y caseríos proporcionaban los productos básicos de la subsistencia, mientras que los fortines vigilaban el territorio; finalmente, la ciudad de
Edeta era el centro rector y beneficiario de este complejo sistema, reflejo de una sociedad fuertemente jerarquizada.
Las aldeas y caseríos eran poblados encargados de
la explotación agrícola del territorio edetano. Con casi
una hectárea, la Monravana de Llfria, la Torreseca de
Casinos o la Seña de Villar del Arzobispo eran aldeas
ocupadas por un campesinado encargado de abaslecer
a la ciudad; mientras que los caseríos, como el
Castellet de Bemabé de Llíria, eran fincas de 1.000 m2
en las que el terrateniente organizaba la explotación
del entorno inmediato. Su ubicación cerca de los suelos más rentables y la presencia de estructuras de
transformación de productos agrícolas, como lagares y
almazaras, reflejan su adaptación a las actividades
agropecuarias. Los muestreos carpológicos confirman
122
la práctica de un policultivo basado en la trilogía mediterránea: cereal, olivo y vid. La cabaña ganadera
asociada a estos cultivos de secano presenta un alto
porcentaje de ovicápridos, donde dominan las cabras.
La caza del ciervo, el jabalí y la cabra montés no sólo
sirvió para completar la d ieta alimenticia, sino que
fue, como muestran los vasos pintados, una actividad
lúdica desarrollada por las clases dirigentes.
La Seña (Villar del Arzobispo, la Serranía) es una
aldea amurallada de unos 8.000 m2 de superficie ubicada en pleno llano, en la que las excavaciones han
descubierto una almazara, un sector de viviendas adosadas a la muralla y una secuencia estratigráfica fechada desde el siglo VI hasta el siglo II antes de Cristo.
Por su parte, el poblado de la Monravana (Liíria, el
Camp de Túria), de 6.000 m2, conserva todo su recinto
amurallado y en el interior, además de los sectores de
viviendas, destacan en el extremo norte dos lagares e
instalaciones destinadas a la molienda. La almazara y
los lagares de estos dos poblados confirman, pues, la
importancia de la producción del vino y del aceite antes de la llegada de los romanos.
El Castellet de Bernabé (Llíria, el Camp de Túria)
es un caserío de unos 1.000 m 2 ubicado al pie del fortín deis Tres Pies, en las estribaciones de la sierra
Calderona. Construido a inicios del siglo IV antes de
Cristo se destruyó violentamente a principios del siglo
Il antes de Cristo. Presenta un trazado de calle central
que separa dos sectores bien diferenciados: una gran
vivienda con pasillo y cinco habitaciones donde residiría el propietario y su familia; y un sector con departamentos destinados al almacenaje, molienda de cereales, una herrería o forja y una almazara, todas con dos
alturas. La herrería, una habitación con un banco de
trabajo rodeado de deshechos de hierros y numerosas
escorias de fragua, indican una intensa actividad siderúrgica t:n d poblado, donde también hay testimonios
de un taller de fundición de plomo, con un horno, una
leñera, una piedra utilizada como yunque y una olla
tosca para fundirlo.
Hacia el 400 antes de Cristo se construyó en torno a
Edeta una red de fortines que delimitaba sus fronteras.
Estos fortines son asentamientos de pequeño tamaño,
entre 500 y 4.000 m2, amurallados y con torre, cons-
[page-n-123]
Fragmentos de lekytltos ático
de figuras negras del
Tossal de Sant Miquel
Hada 500 años a.C.
Long. del (rag. mayor 11'1 cm.
truidos en lugares de difícil acceso y con amplia visibilidad. Están situados en la entrada de los ca minos naturales que comunican el Camp de Túria con el valle
del Pallmcia y con la comarca de la Serranfa, así como
a lo largo del río Túria. Todos ellos están conectados
visualmente entre sí y con el lugar central, Edeta, Jo
que les permitía comunicarse ante cualquier peligro.
Esta red defensiva, símbolo del poder edetano, fue
desmantelada a principios del siglo JI antes de Cristo,
cuando la dominación romana empezó a ser efectiva.
El Puntal deis Llops (Oiocau, el Camp de Túria)
es uno de estos fortines o atalayas, de apenas 600 m 2,
situado en un punto estratégico dominando el Camp
de Túria y la entrada del paso natural del barranco del
Carraixet. Está delimitado por una muralla en cuyo
extremo norte se alza una torre de vigilancia, de planta cuadrangular. En su interiot~ 17 departamentos se
distribuyen a ambos lados de una estrecha calle. La
planta no sufrió modificaciones desde su fundación, a
finales del siglo V antes de Cristo, hasta su destrucción y abandono a principios del siglo Il antes de
Cristo. El estudio de los ajuares recuperados en los departamentos muesh·a que en ellos se realizaban actividades complementarias, no recurrentes, por lo que todo el asentamiento hay que considerarlo como una
unidad cuya función principal era la defensa y control
del territorio.
123
[page-n-124]
Vaso de los Guerreros. Lcl!t'S decorado con desfile de infantes y jinetes del Tossal de Sant Miquel.
Entre finales del siglo 111 y principios del siglo n a.C. Alt. 42'6 an.
124
[page-n-125]
Guttus de cerámica
campanien.se A del Tossal
de Sant Miquel. Recipiente
para aceites o perfumes.
Inicios del siglo 11 a.C.
Diám. máx. 11 'O cm.
Knlntlros o Hsombrero de copaH,
decorado con escena pintada
de danzarines precedidos de músicos,
del Tossal de Sant Miquel.
Entre finales del siglo 111
y principios del siglo[) a.C.
AH. 14'0cm.
125
[page-n-126]
Enterramiento infantil, en urna, hallado bajo el suelo
de una de las casas del poblado
del Castellet de Bemabé (Liíria). Siglo IV a.C.
Oiám. de la urna 31'2 on.
Gullus de cerámica de barniz negro, en forma de pie, procedente del poblado del
Puntal deis Uops. Recipiente para aceites o
perfumes. Siglo lll a.C. Long. 16'0 cm.
126
[page-n-127]
Vajilla cerámica ibérica, con decoración pintada, característica de los poblados del Camp de Túria
(Puntal deis Llops, Ca.stellet de Bernabé y Tossal de Sant Miquel). Siglos m-U a.C.
Alt. de la pieza mayor 33'2 cm.
127
[page-n-128]
[page-n-129]
<3
Estela funeraria de piedra,
con inscripción ibérica,
procedente de Sinarcas.
Siglo 1a.C. Alt. 78'3 cm.
LA snln VU coulieue In colección epigráfica
ibérica, formada por los plomos escritos de In Bastida
de les Alcuses de Moixeut, Tossn/ de Snut Miquel de U{rin, los Vi/lares de Cnudete de las Fuentes,
Pico de los Ajos de Yátova, eutre otros; y por el bronce escrito de Sant Antoni de Belxí, los textos
sobre las cerámicas del Tossal de San/ Miquel de Ufria, los grafitos sobre cerámica importada del
Tossal de la Cala de Benidorm, el hueso de la Petia de las Majadas en el Toro, o la estela fimerarin
de Sinarcas, entre otros.
VII. LA ESCRITURA IDÉRICA
El ibérico es una lengua preindoeuropea y se inscribe dentro de la unidad lingüística mediterránea/ lo
que justificaría ciertas semejanzas y un parentesco com(m con el berebet~ el sardo/ el etrusco o el vasco/ ésta
última/ la única lengua peninsular preindoeuropea. Es
a partir del siglo IV antes de Cristo cuando empiezan
a manjfestaJSe en nuestro territorio signos palpables
del desarrollo de la escritura. Los signos de la escritura ibérica proceden del Mediterráneo oriental, de los
alfabetos fenicio-griego, pero adaptados a los valores
fonéticos propios de la lengua ibérica, resultando, por
tanto, un alfabeto original semisilábico. El desconocimiento de la lengua que hablaban los íberos impide
que se puedan traducir sus textos, aunque ya se conocen relaciones de nombres propios, marcas de alfareros, signos de propiedad, etc.
Estos documentos aparecen escritos en tres alfabetos distintos: el alfabeto meridional, que ocupa la parte o riental de Andalucía, las tierras de Albacete/
Murcia y Alicante; el alfabeto oriental, que se extiende
por toda la costa este peninsular, y el alfabeto jónico
que se limita a la comarca de Alcoi y parte de la costa
alicantina.
La fuente de información más importante son los
plomos escritos, pues, aunque no se pueden traducir,
muchos de ellos son listados asociados a cantidades,
es decir, archivos y cuentas administrativas. En la actualidad se han documentado más de cuarenta plomos, entre los que destacan las series aparecidas en
yacimientos como la Serre ta de Alcoi, la Punta
d'Orleyl de la Vall d'Uixó, los Villares de Caudete de
las Fuentes, la Bastida de les Alcuses de Moixent o el
Pico de los Ajos de Yátova.
La vertiente narrativa de la escritura ibérica aparece hacia fines del siglo lli antes de Cristo/ cuando los
mismos artistas que pintan escenas figuradas en las
cerámicas, explican los acontecimientos/ escriben fórmulas dedicatorias o firman sus obras. De carácter
eminentemente urbano, esta artesruúa también permite asociar la escritura al desarrollo de las ciudades y
de las aristocracias urbanas.
129
[page-n-130]
Lámina de plomo escrita, con caracteres
del alfabeto ibérico oriental, hallada
en el poblado del Pico de los Ajos (Yátova).
Siglo I a.C. Long. 18'8 cm.
V
130
[page-n-131]
Plomo escrito por ambas caras,
con alfabeto ibérico meridional,
de la Bastida de les Alcuses.
Siglo IV a.C. Long. 12'2 cm.
Texto ibérico del GUDUR DEISDEA
pintado en una escena de guerra de
un vaso del TossaJ de Sant Miquel.
Entre finales del siglo W
y principios del siglo 11 a.C.
131
[page-n-132]
[page-n-133]
Teso tillo encontrado en el poblado ibérico
de Los Villares. Conjunto de monedas
de plata y bronce, anillos de oro y plata
y pendientes de plata dentro
de un vaso cerámico. Entre finales
del siglo m y principios del siglo 11 a.C.
Al t. del vaso 7'8 cm.
La sala Vll/ se dedica a la mtmismtftica ibérica,
exponiéndose ac¡ulacioues de las cuatro cecas valencianas:
Arse-Sagtmtum, Saiti-Xaliva, Kelin-los Vi/lares y Kili. Además, se exponen algunos objetos relacionados co11 la nctividnd comercial, el tesorillo de los Vil/m·es de Cnrtdete de las F11e11tes, tttw
drncmn nmpurilnna, monedas cartaginesas y tilla muestrn de mouedas i11éricas procede11tes de distintas cecns peninsulares.
VIII. LA NUMISMÁTICA IBÉRICA
Hacia el año 600 antes de Cristo se inventó la moneda en la costa turca del mar Egeo, posiblemente en
Lidia; pero tardó más de dos siglos y medio en ser
acuñada por algunas poblaciones de nuestro territorio. La moneda era una forma más de dinero que, sólo
con el tiempo, se convertirá en un medio de cambio
importante. Durante los siglos V-III antes de Cristo se
atestigua en nuestros poblados el uso de un número
reducido de monedas procedentes de Siracusa,
Messana, Massalia o Emporion. Durante este tiempo,
la moneda desempeñó una función muy modesta o
casi nula, ya que los intercambios se realizabaJ1 meruante el trueque o con metal bruto.
Las primeras monedas que se acuñaron en las tierras valencianas fueron las de Arse (Sagunt), durante
la segunda mitad del siglo III antes de Cristo, y poco
después en Saitabi (Xativa). A partir del siglo II antes
de Cristo y por un breve periodo de tiempo, se unirá a
estas ciudades la producción de los talleres de Kelin
(los Villares de Caudete de las Fuentes) y Kili (no
identificada con ningún yacimiento hasta ahora). La
Segunda Guerra Púnica, que enfrentó a romanos y
cartagineses, será una causa muy importante de la difusión del uso de la moneda, pues puso en circulación
una enorme cantidad de ellas para cubrir los gastos
originados por la guerra, como el sueldo (stipendium)
de los mercenarios. Arse y Snitnbi fueron los centros
emisores más importantes, con una voluminosa producción durante los siglos 11-l antes de Cristo. Ambas
acuñaron plata, si bien las cecas valencianas, exceptuando Arse, se orientaron hacia la acuñación de moneda de bronce (ases y divisores), es decü~ hacia la
moneda utilizada en las pequeñas tra!lsacciones .
Paralelamente a estas acuñaciones de las cecas ibéricas, se acuñaron también tres emjsiones de monedas
de bronce en la recién ftmdada ciudad romana de
Valen tia.
133
[page-n-134]
Fraccionaría ampuritana procedente del Collado de
la Cova del Cava U(LIIria). Anverso y reverso.
Siglo IV a.C. Peso 0'5 gr.; diám. 1'1 cm. Foto Garcfa Rosell.
En el mundo ibérico la validez de las monedas no
estuvo limitada al territorio de la población que las
emitió, siendo igualmente utilizadas y aceptadas en
otras ciudades. Durante los siglos II-1 antes de Cristo,
la población ibérica valenciana utilizó monedas con
una procedencia muy diversa. Las monedas de bronce emitidas en las ciudades valencianas ocuparon un
134
porcentaje en torno a la ntitad; el resto procedía de
Roma y de otras ciudades ibéricas como Cástulo,
lknleskell, Bolsknn y Kelse. Las necesidades de moneda
de plata se cubrieron, en parte, con la producción de
Arse, pero, sobre todo, con moneda de Roma y de
otras cecas peninsulares.
[page-n-135]
Dracma de Arsc (Sagunt).
Anverso y reverso. Finales del siglo 111 a.C.
Peso 3'4 gr.; diám. 1'7 cm.
As bilingüe de Saili-Saelabi (Xativa).
Am·erso y reverso. Mediados del siglo 1a.C.
Peso 16 gr.; diám. 2'8 cm.
Unidad de Kili (ceca no localizada,
pero situada con toda probabi1
idad
en el interior de la provincia de Valencia).
Anverso )' reverso. Mediados del siglo JI a.C.
Peso 11'7 gr.; diám. 2'5 cm.
Unidad de Ktlill (Los Villares).
Anverso y reverso. Mediados del siglo ll a.C.
Peso 9'4 gr.; diám. 27 cm.
135
[page-n-136]
[page-n-137]
Escu ltura femenina de mármol hallada
en Valencia la Vella (Riba-roja de Túria).
Siglos ll-lll d.C.
Alt. 30'0 cm.
La sala IX corresponde a la época romana y visigoda.
Se propone 111111 aproximación a In romn11iznci611 de las tierras
vnle11ciallas, con especial ntenci6n n algunos yncimie11tos excepcionales como Erleta-L/írin, In
Punta de 1'11/a de Cullern y el Pln rle Nndnl de Ribn-rojn, estos dos últimos pertenecientes ni ji11nl
del periodo. Entre los materiales rlestncn In 11111estm de cerámicas y bronces romanos rle varias procedellcins y, sobre todo, In eswltum en bro11ce riel Apolo de Piuerlo.
IX. LA ÉPOCA ROMANA
Romanizarse es comer, beber, vestirse, construir
las casas o las necrópolis a la manera de los romanos.
Una nueva manera de vivir que comprende desde la
producción de bienes con finalidad comercial, hasta
hablar latín, celebrar las fiestas y los cultos, y organizar el poder político-administrativo según el sistema
jurídico de los romanos. El área valenciana adopta
muy pronto rasgos de la civilización romana. Desde
principios del siglo
antes de Cristo tuvo contactos
comerciales con Italia y Sicilia. Entre el 219 y el 202
antes de Cristo, SaguHtu/11 tornó partido a favor de
Roma en la Segunda Guerra P(mica, y en la restauración de sus ruinas incorporará edificios de tipología
romana, de tal forma que para los romanos Saguntum
es un ejemplo de amistad y fidelidad ibéricas. En el
138 antes de Cristo la ftmdación de Vale11tia vendrá a
reforzar la influencia de Roma sobre la población ibérica. Después, la explotación agrícola de la llanura,
m
con la organización del regadío y la mejora de las vías
de comunicación terrestres y marítimas, contribuirán
a proporcionar mejores condiciones de vida a los habitantes.
Las ciudades constituyen el ptmto de referencia para la organización del territorio en la civilización romana (territorium w·bis). El área valenciana cuenta con
el antecedente de distribución económica y esh·atégica
del espacio desarrollado por los iberos. Plinio designó
ese fenómeno con el nombre de Regio.
Conocernos ocho ciudades romanas en nuestras
tierras. Lesera, ciudad de fundación altoirnperial,
identificada con el yacimiento de la Moleta dels
Frares, en Forcall. Saguntum, ciudad federada desde
la Segunda Guerra Púnica hasta que en época de
Augusto se convirtió en municipio de ciudadanos romanos. Edeta, municipio de derecho latino, que co-
137
[page-n-138]
MUSEO DE PREHISTORIA
rresponde a Llíria. Valentia, colonia latina fundada en
el año 138 a. de C. y nuevamente refundada en época
de Augusto con soldados licenciados del ejercito romano, lo que explica la mención en las inscripciones
de dos ordi11es: Va/entini veterani et veteres. Saetabi, municipio de derecho latino de época de Augusto, es
Xativa famosa en la antigüedad por su producción de
lino, como señala Plinio. Dianium, la ciudad romana
de Dé11ia, que también en Plinío aparece mencionada
como estipendiarla y que después alcanzaría el rango
de municipio. Lucentum, municipio romano identificado con el Tossal de Manises, de Alicante. E llici, la
colonia romana de Elx fundada por César o Augusto.
Para los romanos territori11111 es un complejo jurídico sujeto a una fiscalidad y a la autoridad de un magistrado, además de ser una noción geográfica. La referencia principal es la ciudad, hacia la que revierte la
explotación de las tierras, y el poblamiento del territorio se estructura en agrupaciones de distinto tamaño,
cada una de las cuales genera unidades de producción
de base agropecuaria o pesquera que llamamos genéricamente villae rusticae. Para la captación de aguas
fluviales con destino al suministro de las ciudades se
desan olló w1 complejo sistema de ingeniería lúdráulica. Acueductos como el de la Peña Cortada (CallesChel va, la Serranía), canalizaciones subterráneas y
otros ingenios permiten salvar los accidentes del terreno y facilitar la conducción del agua.
Valentía, fundada en el 138 antes de Cristo, es la
ciudad romana más antigua del territorio valenciano y
una de las primeras de Hispania. Desde sus inicios fue
un núcleo urbano importante, con termas, foro, murallas y otros edificios públkos, además de acuñar mon eda propia en alfabeto latino. Des truida por
Pompeyo en el 75 antes de Cristo, renació en el siglo 1
después de Cristo, siendo, con llici, las dos únicas colonias romanas valencianas. A lo largo del siglo 11 se
convirtió en una ciudad monumental, con numerosos
edificios públicos, como el foro, el circo o el acueducto. Las casas privadas, a veces, presentan un aspecto
lujoso. Un amplio cementerio se extendía por el suroeste (Mercado Central) y por la salida meridional de la
Vía Augusta {calle San Vicente Mártir). Un dato muy
parti cular, conocido sólo e n pocas ciudades del
Imperio, es que los ciudadanos estaban repartidos en
138
dos grupos, los veterani y los veteres, división que corresponde a dos momentos distintos de repoblación.
El Apolo de Pinedo fue encontrado en las aguas de
esta playa el8 de diciembre de 1963. Cuatro submarinistas descubrieron, enterrada por la arena, una escultura masculina de bronce que representa un joven desnudo y que se identifica con el dios Apolo, hijo de
Zeus y de Latona, y por tanto, una de las principales
divinidades del Olimpo. Se desconoce cuál pudo ser el
destino final de la escultura, al haber naufragado la
embarcación que lo transportaba. Quizá se hubiese situado en un recinto religioso o en un edificio civil, o
podría haber decorado una casa urbana o una viJJa
rústica. El Apolo de Pinedo es de época imperial de
acuerdo con su semejanza a otras escultw·as de este
periodo.
Civitas Edetanorum, la actual Llíria, fue una población de derecho latino situada en las inmediaciones
del Tossal de Sant Miquel. Su nombre conserva el de la
antigua capital ibérica. Se trata, por ello, de un ejemplo de desplazamiento poblacional desde la ladera de
la colina hasta una zona más próxima al llano. Un doble complejo termal público en las proximidades de
un templo abre la posibilidad de atribuir a la Edeta romana una función religiosa y salutífera, tal vez coincidente con un templo a las Ninfas. Un tramo de vía
bordeado de tumbas da a conocer que la ciudad adopta la disposición y las tipolog(as usuales en las necrópolis de las aglomeraciones urbanas romanas . Y el hallazgo de numerosos pozos colmatados con servicios
cerámicos de mesa y cocina, indica, asinúsmo, un ritual romano. Todo parece ind icar que es una ciudad
floreciente entre la época de los Flavios y el siglo V.
La epigrafía refleja el ascenso social de algunos
personajes nacidos en Edeta. Hacia finales del siglo 1 d.
de C., Marco Valerio Propinquo Grattio Cerealis fue
Flamen de la Provincia de Hispania Citerior, y Marco
Comelio Curatio Nigrino Materno consiguió una promoción a través de sus cargos de procurador que le situó en la escala más alta de la polftica de Roma.
1>
Apolo de Pinedo. Estatua en bronce romana hallada frente a la costa de
Pinedo (Valencia). Copia de un modelo helenístico datada entre el siglo I y
la primera mitad del siglo n d. C.
Alt. l45'0 cm.
[page-n-139]
[page-n-140]
Cuenco de /trm sigillnln hisp.inica, y olla y botellas
de cerilmica común romana del Pla de 1' Are (lUria).
Entre finales del siglo 1y mediados del siglo 11 d.C.
Alt. de la pie2.1 mayor 10'5 cm.
Pequeño bronce, representando posiblemente
a un Eros, procedente de los monumentos
funerarios romanos de Edtta (llfria).
Siglos 1-11 d.C.
Alt.16'2cm.
140
[page-n-141]
Copa de terra sigillntn
sudgálica, procedente
de Empúries (Girona).
Finales del siglo 1a.C.
Diám. boca 15'0 cm.
Las cerámicas constituían uno de los materiales
más utilizados por los romanos en su vida cotidiana.
Junto a las vajillas de mesa realizadas en metales nobles exist1an también unas vajillas cerámicas que conocemos como ferm sigillnfn, nombre que reciben por presentar el sello de fabricación o sigillum impreso en su
fondo interior. En ocasiones se decoraban con motivos
en relieve para los que utilizaban moldes. Estas vajillas se fabricaron en grandes centros alfareros y fueron
comercializadas por todo el Imperio. A lo largo de la
época imperial fueron variando los centros productores de estas vajillas y, como consecuencia, sus características técnicas y decorativas.
Además de la vajilla utilizada en la mesa, los romanos fabricaban otro tipo de cerámicas para contener
alimentos, preparar la comida y cocinar. Estos recipientes, por su función, carecían de decoraciones y de
acabados de calidad. Era habitual que estas producciones se realizasen en lugares próximos a los centros de
consumo, con el fin de abaratar el coste. En las tierras
valencianas se han localizado diversos hornos destinados a la fabricación de este tipo de cerámica.
El sistema monetario romano era trimetálico (oro,
plata y oricalco/ cobre), con tma correspondencia fija
entre todas las monedas, que perduró hasta el siglo ill
después de Cristo: 1 Aureo = 25 Denarios = 100
Sestercios = 200 Dupondios = 400 Ases= 800 Semis=
1600 Quadrantes. La característica fundamental de las
monedas del mundo romano imperial fue el uso del
retrato del emperador, el cual se convertirá en el símbolo más potente de autoridad y estará presente en todas las transacciones económicas a lo largo y ancho
del imperio. La calidad de las monedas (peso y aleación) y el volumen de emisión de cada una fue variando a medida que pasaba el tiempo, de acuerdo con la
necesidad del estado de producir un mayor número
de monedas a partir de una limitada cantidad de metal. El progresivo incremento de los precios motivó
que dejaran de anu1arse las monedass de menor valor
y que el sestercio y el dupondio fuesen las monedas
más corrientes durante el siglo JI y la primera mitad
dellll después de Cristo.
En toda Hispania se produjo un desabastecimiento
de moneda de bronce durante la segunda mitad del siglo 1 antes de Cristo, que provocó que las colonias y
municipios que se iban creando, acuñaran sus propias
monedas de bronce. En el área valenciana, sólo acuñaron monedas las ciudades de 1/ici (colonia) y Snguntum
(municipio); pero lo hicieron en escasa cantidad y no
llegaron a cubrir las necesidades propias de un momento de fuerte desarrollo urbanístico. Después del
reinado de Calígula, las ciudades de Hispania dejaron
141
[page-n-142]
[>
Slnlern o balanza romana
de bronce procedente
de Vélez Blanco (Almerfa).
Long. 34'3 cm.
Lucernas romanas de Empúries.
Siglos 1 d.C.
-LD
Diám. de la pieza mayor 8'9 cm.
de emitir moneda. A partir de este cierre, todas las
provincias del Mediterráneo occidental tendrán tm sistema monetario unificado, ya que toda la moneda en
circulación procederá de los centros productores imperiales. A mediados del siglo III se acelera el progresivo
deterioro del sistema monetario romano que ya no
volverá a conocer la estabilidad de los siglos anteriores.
La sociedad romana experimentó una constante y
paulatina transformación durante los últimos siglos
del Imperio. Tras la división de los territorios que conformaban el Imperio romano efectuada por Teodosio
en el año 395, la desintegración de la parte occidental
en el año 476 significó una nueva realidad política y
organizativa. La creación de los diferentes reinos germánicos en el Occidente europeo (las tierras valencianas formaron parte del reino visigodo) no significó, sin
embargo, una ruptura total con la tradición histórica y
los valores de la sociedad romana del Bajo Imperio.
Durante este periodo el cristianismo y la Iglesia
asumieron un papel predominante en la vida política e
ideológica de la sociedad, desplazando completamente a las divinidades paganas a lo largo del siglo IV y al
sistema político imperial en el siglo V. En las ciudades
principales, donde todavía la vida urbana se había
mantenido activa, se ubicaron las sedes episcopales
que ejercieron un verdadero control del territorio, íntimamente ligado al nuevo poder civil.
La Punta de l' Illa (Cu llera, la Ribera Baixa) fue
objeto de excavación en los años 1955, 1957 y 1966. Se
documentaron una serie de muros, un edifi cio de ca-
142
rácter religioso y tres departamentos destinados a almacén. La lectura de los textos antiguos, jwlto con la
cronología y el carácter religioso de los materiales hallados en el edificio permiten apuntar que fue en este
lugar donde el obispo Justiniano mandó construir un
monasterio en memoria de la llegada del cuerpo de
San Vicente Mártir. Entre los materiales de la Punta de
l'illa destacan las ánforas, recipientes que contenían
aceite del norte de África y Siria, y vino de los mercados orientales, como los de Palestina y zona del mar
Negro. El yacimiento se abandonó hacia mediados del
siglo VI o poco después.
El Pla de Nada! (Riba-roja de Túria, el Camp de
T úria) alberga un edificio de época visigoda que constituye uno de los hallazgos más singulares de la arqueología valenciana de los últimos años. Se trata de un
edificio de carácter civil, construido en el siglo VII, que
por su tipología podría tratarse de una villa nobiliaria.
Además, es el edificio más antiguo que utiliza el arco
de herradura en las tierras valencianas. La construcción está presidida por una nave central a la que se accede por una pequeña puerta, que tiene a ambos lados
cuatro contrafuertes. Esta crujía está flanqueada por
dos torres angulares. Del ed ificio se conserva fundamentalmente la fachada sw~ ya que el resto de la construcción fue destruido por la transformación del suelo
en terrenos de cultivo. En el yacimiento han aparecido
más de 800 elementos arquitectónicos. La mayoría de
eiJos están decorados con relieves de talla a bisel que
muestran una triple temática: roleos vegetales, trifolios
o flores de loto y veneras.
[page-n-143]
[page-n-144]
Gncho de cantimplora de bronce,
decorado con pasta vítrea,
procedente del término de B~lgida.
Siglos 11-IU d.C.
Anchum 6'0 cm.
As de /lid (1' Alcúdia, Elx), acuñado a nombre de Tiberio (14-37 d.C) por los magistrados
M.lulius Settal. y L. Sestius Celer.
Anverso y reve[so. Peso 12 gr.; diám. 2'8 cm.
144
[page-n-145]
Botellas cerámicas de época
visigoda procedentes
del término de Pego.
Siglos VI-VIl d.C.
Alt.25'5cm.
\
'
\
Jarro y botella cerámicos
de los cnterr~mientos
visigodos
de Els Xarcons (Montserrat)
y El Romanl (Sollana).
Siglos VI-VIl d.C.
Alt. de la botella 26'5 cm.
145
[page-n-146]
Cruz de bronce visigoda
de la Punta de I'JIIa (Cullera). Siglo
VI d.C. Al t. 15'8 an.
Anfora de procedencia palestina
hallada en la Punta de l'llla.
Siglo VI d.C. Alt. 42'0 cm.
146
[page-n-147]
Capitel visigodo, de tradición codntia, del Pla de Nada) (Riba-roja de Túria).
Siglo VIl d.C. Alt. 29'0 cm.
147
[page-n-148]
148
[page-n-149]
<1
Dinar de AI-Zahir, acuñado en
al-Mansuriya en el año 417 de la Hégira
(1026-27). Procede del tesoro de
Las Suertes (Sinarcas)
Peso 4'03 gr.; diámetro 2'4 cm.
Ln snln X mues/m In co/ecció11 memismtíticn
posterior n In época romnun. Compre11de aquellos tesorillos de
mo11edns de muy diversas procedwcin, como Oliva, Siunrcns, Mo11Jorte, Beuifnri6 de In Vnlldig11n,
Vnle11cin, Requeun o Xillivn, que correspo11deu n la época islámica, cristiana y modemn, y que /eme
sido depositados eu el Museo n lo largo de su vida.
X. NUMISMÁTICA
HALLAZGOS VALENCIANOS DE LOS SIGLOS X-XIX
Las personas han acumulado la riqueza y el dinero
de diversas formas, siendo el nivel social el que determina el acceso a las diferentes monedas, acuñadas en
oro, plata, vellón o cobre. Con anterioridad a la creación de los bancos, la forma mas fácil de guardar el dinero consistía en enterrarlo o esconderlo. Se denominan tesoros o depósitos, los conjuntos de monedas y de
otros objetos de valor, no recuperados por el propietario, que fueron reunidos de un modo particular y con
un propósito concreto, a menudo para disponer de un
fondo financiero para el futuro. Unas veces contenían
las monedas más valiosas a las cuales se tuvo acceso y
otras no representan más que las monedas más utilizadas por su propietario, como puede ser la caja de una
taberna.
El reine, visigodo había basado su sistema monetario, preferentemente, en las acuñaciones de moneda
de oro (triens), pero su alto valor (con tres monedas
podía alimentarse un hombre durante un año) susd-
tan dudas sobre el nivel de monetización de la sociedad. La instauración del dominio andalusí supuso un
gran cambio en el aspecto monetario: introdujo un sistema trimetálico y estable, sólo comparable con la época alto-imperial romana, cinco siglos antes.
La sociedad árabe valenciana estaba bastante monetizada y encontramos monedas de oro (dinar), de
plata (dirltem) y de cobre (Jeltís). La moneda la emitía el
estado para financiar los gastos del ejército, la administración, las obras edilicias, etc., y cuando llegaba a
manos de los campesinos, que la obtenían mediante la
venta de su producción, el estado la recaudaba mediante los impuestos, cerrando un circulo en el que la
moneda fue un instrumento de control fiscal. También
se utilizó para el comercio, como lo demuestra el hecho de que se fragmentara la moneda de plata en sus
divisionarias con el fin de facilitar el intercambio local
y de bajo nivel.
149
[page-n-150]
Diuer de lem de Jaime 1
,
acuñado en Valencia en 1247-49.
Procede del tesoro de la Reina Mora
(Benirairó de la Valldigna). Anverso y reverso.
Peso 0'71 gr.; diám. 1'8 cm.
Foto Alcántara.
Diuer de lem de Jaime 1, acuñado
en Barcelona en 1258. Tesoro de la Reina Mora.
Anverso y reverso. Peso 1'04 gr.; diám. 1'8 cm.
Foto Alcántara.
Diuer de la guerra de las Germanfas,
acuñado en Xativa en 1521-23.
Tesoro de Santa Anna (Xativa).
Anverso y reverso. Peso 0'5 gr.; diám. 1'3 cm.
Foto García Rosell.
Moneda de 8 escudos de Fernando VI,
acuñada en Popayán (Colombia) en 1758.
Tesoro de Requena.
Anverso y reverso. Peso 27'0 gr.; diám. 3'6 cm.
150
[page-n-151]
NUMISMÁTICA
El tesoro de Elca (Oliva, la Safor) está formado
por dirhams de época califal, de los años 933-951. Las
monedas del tesoro de las Suertes (Sinarcas, la Plana
de Utiel-Requena) se acuñaron entre los años 331-428
de la Hégira, es decir, 942-1037. Y el tesoro de
Monforte (Vinalopó medio) está compuesto mayoritariamente por dirhems almohades y se ocultó entre
los siglos XII-Xill.
En 1247, Jaume I creó la moneda propia del Reino
de Valencia, que se denominó rnl o diner de tern. Fue
una moneda de vellón, con un contenido de plata del
25% y un peso aproximado de un gramo. A pesar de
que la moneda acuñada en Valencia fue la única de
curso legal en el Reino, los hallazgos de esta época (siglos XID-XV) confirman que la moneda que se utilizaba procedía en buena parte de fuera del mismo. A partir de 1369 se comenzaron a acuñar en Valencia florines de oro, y con el rey Juan I (1387-1396) se inaugura
la acuñación de monedas de plata de buena ley, el rnl
d'argent, con un valor de un sueldo y medio (= 18 diners o rals menuts), equivalencia que se mantendrá hasta el siglo XVII. El sistema monetario del Reino de
Valencia era; 1 lliura = 20 sous = 240 diners = 480 malles/obols, pero sólo di11ers y obols existían como moneda real, mientras que el resto eran unidades de cuenta.
El tesoro de la Reina Mora (Benifairó de la Valldigna, la Safor) se encontró en el castillo del mismo
nombre, tratándose de un conjtmto de monedas de vellón acunadas por Jaime 1, en Barcelona y Valencia, que
se ocultaron al final del siglo XIIT. El tesoro de Santa
Anna (Xativa, la Costera) lo forman monedas de cobre
de pequeño módulo y sin leyenda, para las que se ha
propuesto que fuesen acw1adas en Xativa, en tiempos
de la Germanía, dw·ante el reinado de Carlos l. Y el tesoro de Riba-roja de Túria (el Camp de Túria) esta formado por dí11erets valencianos, muchos de los cuales
parecen ser falsificaciones, que se ocultaron dmante la
segunda mitad del siglo XVII, pues las monedas más
modernas se atribuyen al rey Carlos Il (1665-1700).
Durante el siglo XVII se produjo en el Reino de
Valencia una falsificación de diners/menuts bastante generalizada, que la líterahtra contemporánea atribuyó
fundamentalmente a los moriscos, poco antes de su
expulsión; pero también los cristianos los falsificaron y
lo continuaron haciendo a lo largo del siglo. El dinero
memlf era la moneda de menor valor dentro del conjunto de las que se acuñaron en Valencia. La falsificación se realizó en distintos lugares, pero son las cuevas
las que proporcionan testimonio de este hecho. De todas las que se conocen se han podido recoger materiales de la Cova dels Estudiants (Naquera, el Camp de
Túria), de la Cueva de la Soterraña (Chella, la Canal
de Navarrés) y de la Cova de l ' Águila (Picassent,
l' Horta).
El tesoro de Requena se encontró en la antigua casa de la familia Ferrer de Plegamans y esta compuesto
por monedas de 8, 4 y 2 escudos, actu1adas en cecas
peninsulares y de ultramar. Cronológicamente cubre
un amplio periodo, ya que la moneda más antigua es
una pieza de 8 escudos de Fernando VI y la más reciente de Isabel JI, de 80 reales. Constituye un tesoro
de ahorro familiar que proporciona información sobre
la procedencia de la moneda de oro en circulación en
las tierras valencianas, y permite valorar la importancia de la producción y del aprovisionamiento efectuado por las cecas americanas.
151
[page-n-152]
t>
Kero ceremonial con decoración policroma.
Cultura americana de Presto-Punto: entre los años 800 y 1200.
Alt. 17'0 cm. Foto Liébana.
El Museo de Prehistoria posee entre sus fondos, además de los
materiales reunidos en las salas aquí descri tas, otras colecciones
arqueológicas de gran importancia que serán objeto de
exposiciones en un próximo fl.tturo.
[page-n-153]
[page-n-154]
[page-n-155]
BIBLIOGRAFÍA
La Labor del Servido de Investigación Prehistórica y
su Museo. Memorias anuales de la Dirección elaboradas sucesivamente por l. BALLESTER (1927 a 1949), D. FLETCHER (1950 a 1981), E. PLA (1982 a 1986) y B. MARTf (desde 1987). Además de su inclusión en la Memoria anual de la
Diputación de Valencia, existen, tiradas aparte de las mismas desde 1927 hasta 1983, excepto las correspondientes a
los años1955,1956 y 1957.
Actividades del S.lP. Reseña de las excavaciones y exploraciones practicadas por el Servicio de Investigación
Prehistórica desde 1929 a 1970, recogidas por E. PLA en los
volúmenes del Archivo de Prehistoria Levantina, II, de
1946; VI, de 1957; IX, de 1961; XI, de 1966; y XIII, de 1972.
J. ALCÁCER: Catálogo de la Colección Federico de Motos en el
Museo de Prehistoria de Valencia. Trabajos Varios del S.I.P., 43.
Valencia, 1972.
H. BONET, M.M. LLORENS y M.J. DE PEDRO: Un Segle
d'Arqueologia Valencimza. Valencia, 1991.
B. MARTf: Museo rle Prehistoria de la Diputación rle Valencia.
Vol. l. Valencia, 1992.
L. PERICOT: "Isidro Ballester Tormo". Archivo rle Prehistoria
Levantina, In, 1952, pp. 9-19.
E. PLA: "Domingo Fletcher Valls". En Homenaje a Domingo
Flelcher Val/s, Valencia, 1984.
M. SÁNCHEZ: El Museo de Prehistoria. Valencia, 1980.
E. TORMO Y MONZÓ: Valencia: los Museos. Guías-Catálogo.
Valencia, 1932.
Por lo que se refiere a los estudios sobre Prehistoria y
Arqueología valencianas pueden consultarse los volúmenes
del Repertorio de Bibliografía Arqueológica Valenciana.
Vols. I a V y Vll a X por D. FLETCHER y E. PLA., con la colaboración de C. SENTANDREU (vol. III) y S. BRU (vol. IV);
vol. VI por R. ENGUIX. En Trabajos Varios del S.l.P. 13,14, 21,
31, 37, 48, 58 y 74. Valencia, 1951 a 1990.
Catálogo de la Colección Vela (Prehistoria Americana).
Valencia, 1964.
D. FLETCHER: Museo rle Prehistoria de la Diputación Provincial de Valencia. Valencia 1974.
D. FLETCHER y E. PLA: El Museo del Servicio de Investigación Prehistórica rle la Diputación Provincial rle Valencia.
Zaragoza, 1953.
D. FLETCHER y E. PLA: Cincuenta años de actividades del
Servicio de Investigación Prehistórica (1927-1977). Trabajos
Varios del 57. Valencia, 1977.
B. MARTf: "Enrie Pla Ballester". En Homenatge a Enrie Pla
Ballester. Valencia, 1987.
Y como obras generales, fruto de la colaboración de diversos especialistas:
Actes de les jornades d' Arqueología d' Alfas del Pi.
Conselleria de Cultura de la Generalitat Valenciana.
Valencia, 1995.
Arqueología del País Valenciano: Panorama y perspectivas. Universidad de Alicante. Alicante, 1985.
Historia del Pueblo Valenciano. Vol. l. Valencia, 1988.
Nuestra Historia. Vol, l . Valencia, 1980.
155
[page-n-156]
/
(
1
446
\ 6 4!1
'----../"'
,
...
\
:
Q
PALEOLÍTICO Y EPI PALEOlÍTICO
•
NEOLÍTICO, ENEOlÍTICO
A
6
0
ROMANO, VISIGODO
•
156
IBÉRICO
HALLAZGOS NUMISMÁTICOS
BRONCE
[page-n-157]
YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS VALENCIANOS
DE DONDE PROCEDEN LAS COLECCIONES EXPUESTAS EN EL MUSEO
•1. Vilafranca
Ereta del Castellar (Bronce)
• 2. Alcala de Xivert
La SoliveUa (ibérico)
•3.0rpesa
Orpesa la VeUa (Bronce)
HaUazgo submarino (Romano)
•4. Almassora
El Boverot (Ibérico)
• S. Vila-real
ViUa Filomena (Eneolítico)
•6. Betxí
Sant Antoni (Ibérico)
•7. El Toro
Peña de las Majadas (Ibérico)
•8. Teresa
Peña la Dueña (Bronce)
• 9. Castellnovo
Torre del Mal Paso (Eneolítico,
Romano)
•10. La Vall d'Uixó
Punta d'Orleyl (Ibérico)
•11. Andilla
Covacha de Llatas (Epipaleolítico)
Castillarejo de los Moros (Bronce)
•12. Villar del Arzobispo
Puntal de Cambra (Bronce)
La Seña (ibérico)
•13. Castielfabib
Los Santos {Romano)
•14. Sinarcas
Hallazgo epigráfico (Ibérico)
Las Suertes (HaUazgo numismático,
siglos X
-X[)
•15. Losa del Obispo
La Atalayuela (Bronce)
•16. Pedralba
HaUazgo epigráfico (Romano)
•17. Casinos
Ca~l de la Casa de Camp (Bronce)
•18. Llíria
Puntal Sobre la Rambla Castellarda
(Eneolítico)
Tossal de Sant M.iquel {Ibérico)
CasteUet de Bemabé (Ibérico)
La Monravana (Ibérico)
El Puntalet (Ibérico)
Penya Roja (Ibérico)
Cova del CavaU (Ibérico)
Collado de la Cova del Cavall
(Ibérico)
Edeta {Romano)
•19. Benagu.asil
Llometa del Tio Figuetes (Bronce)
•20.0locau
Puntal deis Llops (Bronce, Ibérico)
La Cargadora {Romano)
• 21. Naquera
Els trencalls (Bronce)
Cova deis Estudiants (HaUazgo num.ismático, siglo xvm
•22. Sagunt
Ceca de Arse (Ibérico)
• 23. Rafelbunyol
Els GennaneUs (Bronce)
•24. El Puig
HaUazgo submarino (Romano)
•25. Paterna
Liorna de Betxí (Bronce)
Despenyaperros (ibérico)
•26. Riba-roja de Túria
Valencia la VeUa (Romano)
Pla de Nadal (Visigodo)
Hallazgo numismáti.co (siglo XVII)
•27. Vilamarxa.nt
El Gazgao (Bronce)
•28. Caudete de las Fuentes
Los Villares (Ibérico, Romano)
Ceca de K (Ibérico)
elin
•29. Villargordo del Cabri.el
Cueva del Puntal del Horno Ciego
(Ibérico)
• 30. Requena
HaUazgo numismático (siglos XVlllXIX)
•31. Cheste
El Castillarejo (Bronce)
•32. Chiva
Cueva de la Ladera del Castillo
{E neolítico)
•33. Toris
La Carencia (Ibérico)
•34. Torren!
Muntanyeta de Cabrera (Bronce)
•35. Aldaia
Ereta deis Moros (Romano)
• 36. Rocafort
Cova de Rocafort (Eneol[tico)
•37. Val/má a
Valentía (Romano)
Ceca de Valen tia (Romano)
• 38. Pinedo (Valencia)
HaUazgo submarino {Romano)
•39. El Saler (Valencia)
HaUazgo submarino {Ibérico)
• 40. Picassent
Cova de 1'Aguila
{Hallazgo numismático, siglo XVll)
•41. Montserrat
El CasteUet
•42. Yátova
Pico de los Ajos (Ibérico)
•43. Dos Aguas
Cueva de la Cocina (Epipaleolítico)
•44.Zarra
Las Peñas (Ibérico)
•45. Ayora
Castellar de Meca (Ibérico)
•46. Navarrés
Ereta del Pedregal {EneoUtico)
•47. Sumacllrcer
Abric de la Senda Vedada
(Paleolítico superior)
• 48. Carcaixent
Cova de Xarta (Eneol!tico)
Cau Raboser (Eneolítico)
Benibaire Alt (Romano)
•49. Alzira
Cova deis Gats (Eneolitico)
Cova de les Aranyes (Eneolitico)
Muntanya Assolada (Bronce)
• SO. BenicuU-Polinya de Xúquer
Sima de la Pedrera
•51. Corbera
Cova de la MaUada Verda
(Eneolitico)
•52. CuUera
Cova del Volcán del Faro (Paleolítico
supe.rior)
Alt del Fort (Ibérico)
Punta de l'llla (Visigodo)
•53. Chella
Cueva de la Sotem1ña (Hallazgo numismático, siglo XVII)
•54. Anna
Covacha Barrina (Eneolítico)
• SS. Estubeny
Cova del Barranc de les MeraveUes
(Eneolítico)
•56. Manuel
Les Foies (Romano)
•57. Xativa
Cova Negra (Paleolítico medio)
Penya de Sant Diego {Bronce)
Ceca de Saiti (Hallazgo numismático)
Santa Anna (Hallazgo numismático,
siglo XV[)
•58. Benifairó de la VaUdigna
CasteU de la Reina Mora (HaUazgo
numismático, siglo XIID
•59. Tavernes de la Valldigna
Cova de Bolomor (Paleolítico inferior
y medio)
•60. Barx
Cova de les Mallaetes (Paleolítico superior, Epipaleolítico)
•61. Gandia
Cova de.l ParpaUó (Paleolítico superior)
Cova de les MeraveUes (Eneolítico,
Romano)
•62. El Real de Gandia
CovadelBarrancdelNano
(Eneolitico)
•63.BeUús
Cova de la Petxina (Paleolítico medio)
•64. Guadasséquies
El Cara-sol (Romano)
• 65. Vallada
Els Horts (Romano)
•66. Moixent
Cova del Barranc de Palop
(E neolítico)
Bastida de les Alcuses (Ibérico)
Corral de Saus (Ibérico)
• 67. La Font de la Figuera
Cova Santa (Bronce)
• 68. Ontinyent
Cova del Garrofer (Eneolítico)
• 69. Belgida
Beniprí
Camí de l' Alfogas (Eneolítico)
L: Atareó (E neolítico)
HaUazgo suelto (Romano)
•70. Otos
Hallazgo epigráfico (Romano)
•71. Carricola
Cova del Barranc del Castellet
(Eneolítico)
• 72. Beniarrés
Cova de I'Or (Neolítico)
•73. Oliva
Sant Antoni (Bronce)
Elca (Hallazgo numismático, siglo X)
•74. Albaida
La Covalta {Ibérico)
•75. Bocairent
Cova de la Sarsa (Neolítico)
Tossal de Sant Antoni (Romano)
•76.Alco.i
El Salt (Paleolítico medio)
Cova de la Pastora {Eneolitico)
Mas de Menen te (Bronce)
Mola Alta de Serelles (Bronce)
•77. Margarida-Planes
El Xarpolar (Ibérico)
•78. Quatretondeta
Penya Roja (Eneolítico)
•79. Rafol d'Almúnia
Hallazgo suelto (EneoUtico)
•80. Dénia
Alt de Benimaqu.ia {Ibérico)
•81. Moraira-Teulada
Cova de les Cendres (Paleolítico superior, Neolítico)
•82. Altea
Altea la VeUa (Ibérico)
•83. Ben.idorrn
Tossal de la Cala {Ibérico, Romano)
•84. La Vlla )oiosa
HaUazgo suelto (Ibérico)
•85. Monlorte del Cid
Hallazgo numismático (siglos XIIXlll)
•86. Crevillent
Abric de la RatUa del Bubo
(Paleolítico superior)
•87. San Fulgencio
La Escuera (HaUazgo numismático,
Ibérico)
157
[page-n-158]
[page-n-159]
[page-n-160]
[page-n-2]
[page-n-3]
MUSEO DE PREHISTORIA
"Domingo Fletcher Valls"
DIPUTACIÓN DE VALENCIA
1995
[page-n-4]
DIPUTAGÓN DE VALENCIA
Presidente
Mmwel Tnrnnc6n Fnndos
Diputado-Presidente del Área de Cultura
Antonio Lis Darder
Director del Centre Cultural La Beneficencia
Manuel Muñoz lbáiiez
Director del S.I.P. y Museo de Prehistoria
Bernnf MartrOliver
Diseño y dibujo
Frnncesc Cftiner Vives
Fotografía
fosé Manuel Gil-Caries
Archivo S.I.P.
Portada
Frnncesc Cltiner Vives
Imprime
Gráficas Papnllona, sdad.coop.v.
Tel.: 96 357 57 00 - Valencia
www.graficaspapaUona.com
El presente libro sobre el Museo de Prehistoria ha
sido realizado con motivo de la reapertura de sus
salas de exposición en el Centre Cultural La Beneficencia. En estos trabajos, por parte del S.I.P. y
Museo de Prehistoria, el equipo realizador ha estado formado por Bemat Martí Oliver, Helena Bonet Rosado, Joaquim Juan Cabanilles, M" Jesús de
Pedro Michó y Rafael Pérez Mínguez. La responsabilidad científica y los textos corresponden a los
autores de este libro. De la documentación gráfica
se ha ocupado Francesc Chiner Vives; de la restauración de los materiales, Inocencio Sarrión Montañana; del movimiento de los fondos, Rafael Pérez
Mínguez, Rafael Fambuena Lucía y José Martí Ferriol; del archivo gráfico, M" Teresa Clemente Hermosilla. Los restantes miembros del S.I.P., además
de Eva Ripollés Adelantado y Pere Gtúllem Calatayud, han sumado asimismo sus esfuerzos.
ISBN: 84-7795-983-8
Depósito Legal: V-5.143-1995
© Los Autores y S.J.P.-Museo de Prehistoria
El S.!. P. agradece la colaboración de Domingo Fletcher Va lis (t), Lorenzo Abad Casal, Ferran Arasa Gil, Rafael Azuar Ruiz, Ernestina Badal García, Joan Bernabeu Aubán, Joan Cardona Escriva, Pilar Carmona González, Emili Cortell Pérez, Enrique Dfes Cusf, Michelle Dupré OUivier, Rosa Enguix Alemany; Vicent Escriva Torres, Josep Femández Peris, Milagros Folgado López, Luz Fockedey, Javier Fortea Pérez, Pilar Furnanal
Garcfa, Antonio Garcfa Menárguez, José M. Gil-Carles, Josep A. Gisbert Santonja, Carlos Gómez Bellard, Francesc Gusi Jener, Laura Hemández
Alcaraz, Emilia Hernández Hervás, Isabel Izquierdo Pe.raile, Paula Jardón Giner, José L. Jiménez Salvador, Empar Juan Navarro, Vicent Lerma
Alegria, José A. López Mira, Enrique Uobregat Conesa, José M. Martfnez Garcfa, José V. Martínez Perona, Rafael Martínez Valle, Pilar Mas Hurtuna, Manuel Olcina Doménech, Teresa Orozco Kohler, Josep LJ. Pascual Benito, Ignacio Pastor Cubillo, Albert Ribera Lacomba, Miquel Rosse116 Mesquida, Angel Sánchez Molina, Gloria Sanchis Clement, José M. Segura Martf, José L. Simón Garcfa, Jorge Soler Díaz, Miguel Vicente Gabarda y Lluís ZaJbidea Gómez. Y de los Departamentos de Prehistoria y Arqueología de las Universidades de Valencia y Alicante, de los Museos Arqueológicos de Alicante, Dénia, Sagunt, Alcoi, Gandia, Vi llena, Elx, Santa Pola, Jaén, Nacional de Madrid, Servei d'Investigacions Arqueologiques i Prehistbriques de Castelló, Conjunt Monumental d'Empúries y Museo Nacional de Cerámica de Valencia.
[page-n-5]
MUSEO DE PREHISTORIA
"Domingo Fletcher Valls
11
por
BERNAT MARTÍ OLIVER
con la colaboración de
CARMEN ARANEGUI GASCÓ, HElENA BONET ROSADO,
PIERRE GuÉRIN FocKEDEY, M AURO
S.
HERNÁNDEZ PÉREZ,
0
JOAQUIM JUAN CABANILLES, M DEL MAR LLORENS FORCADA,
0
CONSUELO MATA PARREÑO, M JESÚS DE PEDRO MICHÓ,
PERE PAU RIPOLLÉS ALEGRE Y VALENTÍN YILLAVERDE BONILLA
[page-n-6]
[page-n-7]
PRESENTACIÓN
En la larga y fecunda historia del Servicio de Investigación Prehjstórica y
Museo de Prehistoria de la Diputación de Valencia asistimos ahora, con una
profunda satisfacción, al comienzo de una nueva etapa. Han transcurrido muchos años desde que en 1982las salas del Museo de Prehlstoria, abiertas entonces en lo que hoy es la sede de la Diputación, en el Palau de la Batlia, vieran cómo los materiales arqueológicos de sus vitrinas eran cllidadosamente retirados
y trasladados a la Casa de Beneficencia. La esperanza y la preocupación se concitaban en aquellos momentos con igual intensidad, ante la magnitud de los
cambios que se anunciaban. Y sólo ahora, al final del camino, es posible confi rmar que valía la pena emprenderlo.
Durante todo este tiempo, al igual que había hecho desde su creación en
1927, el Museo de Prehistoria ha mantenido con vigor su actividad investigadora o aquella otra encaminada a la protección de nuestros yacimientos. Pero, sobre todo, se ha esforzado con tenacidad para continuar siendo lugar de encuentro entre la sociedad valenciana y su importante patrimonio arqueológico. De
esa voluntad, y del apoyo de la Diputación de Valencia, han ido naciendo las sucesivas muestras dedicadas a distintos periodos de nuestra Prehlstoria, testigos
de esa activa espera que concluye felizmente. Y de esa misma voluntad y apoyo
es fruto el privilegiado marco actual del Museo de Prehistoria en el Centre Cultural La Beneficencia, en el que de nuevo recobran intensidad las huellas de
mujeres y hombres que hace varios cientos de miles de años vivieron también
sobre la realidad cambiante de nuestras tierras.
Las colecciones arqueológicas y la intensa labor del Servicio de Investigación
Prehistórica y Museo de Prehlstoria se asocian desde ahora al nombre de Domingo Fletcher Valls, bajo cuya dirección el Museo alcanzara sus más altas cotas. En su memoria queremos hacer confluir lo que han sido tantos esfuerzos en
pro de nuestro patrimoruo arqueológico, tantos esturuosos como los que a lo largo y ancho de la geografía valenciana se han ido identificando con esta intitución, desde su fundador Isidro Ballester Tormo a Enrique Pla Ballester, y tantos
otros. Estamos, pues, ante una valiosa herencia en la que se entrelazan profundamente actitudes y resultados, una herencia que todos sentimos como propia y
nos felicitamos por ello.
MANUELTARANCÓNFANDOS
Presidente de la Diputación de Valencia
[page-n-8]
[page-n-9]
PALABRAS PRELIMINARES
El Museo de Prehistoria de la Diputación de Valencia ocupa un lugar
destacado entre nuestras instituciones culturales. Caracterizado por un
trabajo riguroso y continuado en la triple faceta de conservar, estudiar y
difundir nuestro patrimonio arqueológico, su especial interés en ofrecernos a todos sus colecciones ha conducido a la magnífica realidad
que ahora se presenta. Las nuevas salas del Museo de Prehistoria, fruto
de esa labor real izada por un nutrido grupo de investigadores valencianos agrupados desde 1927 en torno al Servicio de Investigación Prehistórica, nos acercan a la vida y a las obras de aquellas sociedades humanas que nos precedieron sobre estas mismas tierras desde hace miles de
años. Entre el asombro y la admiración que siempre causan las colecciones a1·queológicas, los nombres de los grandes yacimientos van recorriendo la geografía valenciana, a la par que Jos hitos principales del
desarrollo de los grupos humanos se concretan en las formas y los contenidos cambiantes de su cultura material o de sus creaciones artísticas,
que se nos ofrecen como base sobre la que cimentar la reflexión o experimentar el goce estético que siempre nace de la contemplación de la
obra humana. Y también como llamada a la necesidad de proteger un
patrimonio tan frágil.
Esta actitud de permanente ofrecimiento al conjunto de la sociedad
valenciana, desde eJ pequeño escolar que aquí podrá descubrir la gran
dimensión tempora l del pasado humano, hasta el visitante experto que
buscará profundizar en su conocimiento del pasado, es la característica
que destaca en la vida de esta institución, que cruza ahora un nuevo
umbral, mientras mantiene una misma trayectoria. Y este debe ser el
principal motivo de satisfacción para el Área de Cultura de la Diputación de Valencia, sentirse partícipe en el esfuerzo que ha hecho posible
la realidad de las nuevas y excelentes instalaciones del Centre Cultural
La Beneficencia, marco adecuado en el que, de nuevo, habremos de reencontrarnos plenamente con ese importante legado cultural que desde
el final de la romanidad se adentra en las profundidades del tiempo.
ANTONIO LIS DARDER
Diputado-Presidente del Área de Cultma
[page-n-10]
[page-n-11]
ÍNDICE
EL S.I.P. Y SU MUSEO DE PREHISTORIA
13
LAS SALAS DE EXPOSICf0N
18
PRIMERA PLANTA
19
l. La Arqueología valenciana
21
U. El Paleolítico inierior y medio: los primeros habitantes
25
ill. El Paleolítico superior: los grandes cazadores
33
IV. El Arte paleolítico: animales y signos
45
V. El Epipaleolítico: los últimos cazadores
53
VI. El Neolítico: los primeros agticultores y ganaderos
57
VII. El Arte postpaleolítico: imágenes y creencias
69
VIII. El Eneolítico: la edad de los metales
73
IX. La Edad del Bronce: la diversidad de las culturas
83
SEGUNDA PLANTA
91
I. El mundo mediterráneo
93
U. Los Iberos: una cultura y un mosaico de pueblos
97
Ill. Los grandes poblados ibéricos y su entorno: aspectos económicos
103
IV. La casa ibérica
109
V. El mundo funerario y religioso de los iberos
113
VI. El Tossal de Sant Miguel: la ciudad de Edeta y su territorio
121
VII. La escritura ibérica
129
VIII. La numismática ibérica
133
IX. La época romana
137
X. Numismática: hallazgos valencianos de los siglos X-XIX
149
BIBLIOGRAFÍA
155
[page-n-12]
[page-n-13]
Salas del Museo de Prehistoria.
EL S.I.P. Y SU MUSEO DE PREHISTORIA
El Servicio de Investigación Prehistórica y su Museo de Prehistoria son dos partes inseparables de una
misma institución. Sus orígenes se remontan a 1927,
cuando el creciente interés de un reducido grupo de
personas por el patrimonio arqueológico valenciano
cristalizaba en su creación, en el seno de la Diputación
de Valencia. Su principal impulsor era Isidro Ballester
Tormo, quien señalaba con claridad las líneas de actuación que seguirían en adelante estas dos caras de
una misma realidad: primero serfa el S.I.P., con su trabajo, sus excavaciones, estudios y publicaciones, el
que procuraría el crecimiento del Museo de Prehistoria, y, más tarde, cuando el Museo Uegara a convertirse en una plena realidad, sería éste quien habría de
acoger en su interior al S.I.P.
Las décadas anteriores a 1927 habían visto el paulatino incremento de las excavaciones arqueológicas
en nuestras tierras, especialmente a partir de su regulación desde 1912 por la Junta Superior de Excavado-
nes y Antigüedades. Era necesario, pues, crear un centro que, de manera semejante a Los que por aquellos
años ya existían en Madrid y Barcelona, pudiera disponer de los medios necesarios para el estudio y recuperación del patrimonio arqueológico valenciano. De
este modo, tomando como ptmto de partida el ofrecimiento de Fernando Ponsell Cortés para ceder a La Diputación de Valencia la colección de materiales arqueológicos que había ido reuniendo en sus excavaciones
en el poblado ibérico del Xarpolar de Margarida y, sobre todo, en el poblado de la Edad del Bronce del Ma::;
de Menente en Alcoi, l. BaUester daba forma al Servicio de Investigación Prehistórica con sus secciones de
excavaciones, laboratorio y biblioteca especializada,
museo y publicaciones.
El S.I.P. y su Museo de Prehistoria se instalaron en
unos pequeños locales del Palau del Temple, entonces
sede de la Corporación, aunque a finales de 1927 comenzaban a trasladarse a las Salas Doradas del Palau
13
[page-n-14]
MUSEO DE PREl-USTORlA
Sala del Museo de Prehistoria en el Pala u de la Generalitat. Año 1946. Foto Sanchis.
de la Generalitat. Desde sus inicios quedaron .integrados en la institución Lluís Pericot García, recién incorporado como catedrático a la Universidad de Valencia
y nombrado subdirector, F. Ponsell, Mariano Jornet Perales y Gonzalo Viñes Masip, además de Salvador Espí Martí, durante más de tres décadas capataz-reconstructor. Y las excavaciones comenzaron de inmediato
en lugares tan significativos como la Cova Negra de
Xativa, base de nuestro conocimiento del Paleolítico
medio; el poblado de la Bastida de les Alcuses de Moixent, con el que se inicia la formación de lLna extraordinaria colección de materiales de la Cultura Ibérica; y,
en 1929, la Cova del Parpalló de Gandia, cuya trascendencia para los estudios dPI Pt~leolítico superior, y en
particular para su arte mueble, sería reconocida de inmediato. A ellos se sumarían hasta 1931 los yacimientos de la Cova de la Petxina de Bellús y la Cova de la
Sarsa de Bocairent, los trabajos de salvamento de la
Muntanyeta de Cabrera de Torrent, el encargo de copias a tamai'lo natural de las pinturas rupesh·es de las
Cuevas de la Araña de Bicorp, entre otros. Es ahora
cuando se producirá también la incorporación de nue-
14
vos colaboradores como Emilio Gómez Nada!, Domingo Fletcher Valls, Ernesto Jiménez Navarro, Julián San
Valero Aparisi y Manuel Vida! López. A los que seguirían, algunos años después, Francisco Jordá Cerdá, José Chocomeli Galán, José Alcácer Grau y Enrique Pla
Ballester.
Las compras de estos primeros años incrementarían también significativamente los fondos del museo:
la colección de Federico Motos, excavador de diversos
yacimientos de Almería, Granada y Murcia, en especial de la cultura del Argar; los materiales reunidos
por Manuel Cazurro Ruiz, que comprendían un extenso conjunto de vasos y muy diversos objetos griegos y
romanos procedentes de Empúries, y el conjunto de
bronces hallado en el depósito burgalés de Huerta de
Arriba, formado por navajas de afeitar, brazaletes y
otros objetos correspondientes al llamado Bronce
Atlántico; y, finalmente, la colección de Arturo Pérez
Cabrero, formada por piezas púnicas, además de algunas romanas y medievales, la mayoría procedentes del
Puig des Molins, siendo reconocible alguna terracota
de Es Cuieram.
[page-n-15]
El S. l. P. Y SU MUSEO DE PREHISTOR1A
Salas del Museo de Prehistoria en el Pala u de la Batlia. Anos 60.
Fruto de las exploraciones realizadas por colaboradores vemos aparecer en la bibliografía arqueológica a
partir de 1932 nombres que alcanzarán posterior resonancia como los poblados ibéricos de La Cova Foradada y de la Monravana de Llíria, y la Torre Seca de Casinos; o Los yacimientos prehistóricos de la Cova de
l'Or de Beniarrés, el Abrigo del Turche y Covalta de
Venta Mina en Buñol, enh·e otros. Y, sobre todo, el Tossal de Sant Miguel de LHria, cuyos trabajos de excavación se iniciarán en 1933. Las dependencias y salas del
Museo se estabilizarán en 1936, en el Palau de la Generalitat, perdurando hasta 1950, con pequeñas modificaciones debidas por lo general a la incorporación de
nuevos materiales a las salas de exposición.
En febrero de 1937 el Consell Provincial de Valencia, organismo que había sustituido a la Diputación,
creaba el Institut d'Estudis Valencians, incorporándose
el Servei d' lnvestigació Prehistorica i el Museu de
Prehistoria a la sección Hístorico-Arqueologica que
presidía l. Ballester y de la que D. Fletcher era secretario, aunque por ausencia del mismo sería Felip Mateu
i Llopis quien en realidad desempeñaría el cargo de
secretario accidental. En este marco se inicia la publicación de la Serie de Treballs Solts, apareciendo de inmediato los cuatro primeros números que veruan a sumarse a la revista Archivo de Prehistoria Levantina y a
las memorias anuales. En lo relativo al incremento de
los fondos del Museo, se adquirieron ahora dos colecciones de importancia: la de figuras de terracota procedentes de Ibiza, reunida por el erudito valenciano
Francisco Martfnez y Martínez, y la formada por Ernesto Botella Candela en las excavaciones del poblado
del Bronce Va lenciano de la Mola Alta de Serelles, en
Alcoi. Y la estancia en la ciudad de Valencia de una
delegación del Museo Nacional de Oencias Naturales
permitió limpiar y clasificar los materiales paleontológicos de la Cova Negra y la Cova del Parpalló.
A partir de 1941, el S.I.P. reanudaría paulatinamente los trabajos de prospección y excavación. El Tossal
de Sant Miquel de Llíria sigue siendo objeto de especial atención, junto a nuevas excavaciones en la Cueva
de la Cocina de Dos Aguas, el enterramiento múltiple
eneolítico de la Cova de la Pastora de Alcoi, el poblado y la cueva del Mal Paso en CasteiJnovo, la Ereta del
15
[page-n-16]
MUSEO DE PREHISTORIA
Salas del Museo de Prehistoria en el Pala u de la Batlia. Años 70.
Pedregal de Navanés, la Cova de les Mallaetes de
Barx, la Covacha de Llatas de Andilla, la Peña de la
Dueña de Teresa, la Atalayuela de Losa del Obispo,
enh·e otros. De este modo, al finalizar la década, el
Servicio y su Museo de Prehistoria eran una institución consolidada, con una importante base documental sobre el patrimonio arqueológico valenciano, una
biblioteca especializada y tma serie de publicaciones
propias. Se había integrado en el Consejo Superior de
Investigaciones Científicas en 1945 como su Sección de
Prehistoria en Valencia y posteriormente lo haría en la
Institución Alfonso el Magnánimo.
En 1950 se incorporaba D. Fletcher a la dirección
del S.I.P., mientras E. Pla lo hacía a la subdirección,
ambos colaboradores de muchos años en la labor realizada por L Ballester. Por entonces el acuerdo de la
Corporación provincial de instalar su sede en el Palau
de la Generalitat vino a significar la fragmentación de
las dependencias del Museo de Prehistoria, situación
de precariedad que se prolongaría hasta 1955, cuando
se destinaría al mismo una parte considerable del Palau de la Batlia. La consiguiente instalación se daría
por finalizada en 1958, y las salas de exposición que
16
pudieron contemplarse entonces se mantendrían en lineas generales durante los siguientes veinticinco años,
lo que representa el período más fructífero del Museo
de Prehistoria, bajo la dirección de D. Fletcher.
En esta etapa las actuaciones de salvamento y campañas de excavaciones ordinarias suman viejos y nuevos yacimientos. Entre los primeros, el Tossal de Sant
Miquel, la Cova Negra de Xativa o la Cova del Parpalló; y entre los nuevos, los poblados ibéricos de los Villares de Caudete de las Fuentes y la Momavana de
Llíria, el asentamiento tardo-romano de la Punta de
l'Illa de Cullera y la Cova de l'Or de Beniarrés, un yacimiento neolítico de singular riqueza. El Museo incorpora muchos de los materiales procedentes de estas
nuevas campañas a sus salas de exposición, además
de algtmas donaciones como la de M. Jornet y Juan
Pablo Pérez Caballero. En 1960 Rubén Antonio Vela
donaba una extensa colección de arqueología americana, especialmente de la cultura boliviana de Tiahuanaco. Y en 1963 ingresaba la estahta de bronce encontrada en la playa de Pinedo, posible representación de
Apolo.
Durante estos años participan en la labor del S.I.P.
[page-n-17]
El S.LP. Y SU MUSEO DE PREHISTORIA
Salas del Museo de Prehistoria en la Casa de Benefic~ncia. Año 1987.
un numeroso grupo de colaboradores repartidos por
toda la geografía valenciana: Gandia, Villar del Arzobispo, Cullera, Oliva, Requena, Borriana, Benicarló,
Castelló de Rugat, etc. Una incesante actividad encaminada a la defensa y recuperación del patrimonio
frente al peligro de las destmcciones y pérdidas ocasionadas por el auge de las transformaciones de tierras
y de las obras de consh·ucción. Actividad que se consolidará aún más con los m1os setenta, al recibir y canalizar la colaboración de nuevos y numerosos investigadores, por lo general vinculados a los departamentos universitarios, convirtiéndose el S.I.P. en una institución indisolublemente ligada al devenir de la arqueología valenciana.
Algunos años después, en 1982, comienza una nueva etapa en la ya larga historia del S.l.P. El cambio de
la sede de la Diputación de Valencia desde el Palau de
la Generalitat al Palau de la Batlia tendría la grave repercusión de un nuevo h·aslado del Museo, esta vez al
edificio de la antigua Casa de Beneficencia, ahora bajo
la dirección de E. Pla. La repercusión en la vida de la
institución fue profunda, pero la actividad no se dehtvo: inmediata apertura de la biblioteca, continuidad
de los trabajos de campo, del depósito de los materiales arqueológicos o de las labores de documentación y
estudio. Y un año después, en 1983, el Museo volvía a
abrirse al público en la Casa de Beneficencia, con una
exposición monográfica dedicada a la Culhtra Ibérica.
En 1984 se inauguraba la exposición dedicada a
las Sociedades Cazadoras de la Prehistoria Valenciana,
base de las salas del Paleolítico, Arte Paleolítico y Epipaleolítico, y en 1987 se hacía lo propio con la sala dedicada al Neolítico, asumiendo B. Martí la dirección
del S.I.P.
La decisión de la Diputación de Valencia, en 1993,
de rehabilitar la Casa de Beneficencia para así adecuarla convenientemente a sus usos museísticos nos
conduce ya directamente al presente. El S.I.P. y su Museo de Prehistoria cierran entonces sus puertas para
volver a abrirlas en 1995, en el marco actual del Centre
Cultural La Beneficencia, con el propósito de mantener lo que durante tantos años ha sido su espú·itu y
principal objetivo: servir de lugar de encuentro entre
la sociedad valenciana y su más antigua historia,
aquella que nos narra su patrimonio arqueológico.
17
[page-n-18]
MUSEO DE PREHISTORIA
LAS SALAS DE EXPOSICIÓN
Las salas de exposición del Museo de Prehistoria ocupan las plantas primera
y segLmda del ala derecha del Centre Cu ltural La Beneficencia. Se reunen en
ellas los testimonios más importantes de las sociedades humanas que vivieron
en nuestras tierras, desde las más antiguas evidencias de la presencia del hombre hasta el fin de la baja romanidad, además de una pequeña colección numismátka de época posterior. Estos restos materiales, en sí mismos de gran relevancia, se presentan de manera ordenada según su cronología y pertenencia a
cada uno de los periodos establecidos por el estado actual de la investigación, y
también de acuerdo con su procedencia de los distintos yacimientos arqueológicos, que se individua lizan atendiendo al especial interés de la información que
nos ofrecen.
18
[page-n-19]
LAS SALAS DE EXPOSICIÓN
PLANTA PRIMERA
S AL A
I: LA ARQUEOLOGÍA VALENOANA
SALA
U: EL PALEOLÍTICO lNFERlOR y
SAL A
ill: E L PALEOLlTICO SUPERIOR
SALA
IV: EL ARTE PALEOLÍTICO
SA L A
V: E L EPIPALEOLlTICO
SA L A
VI:
S A LA
Vil: E L ARTE POSTPALEOLfTICO
S ALA
VID: EL ENEOLfTICO
SAL A
IX: L A EDAD DEL BRONCE
MEDIO
EL NEOLfTICO
350 000 120 000
a:
o
a:
UJ
u.
o
o
UJ
~
:2
o
o
o
.E
...J
o
UJ
...J
~
o
.E
...J
o
UJ
...J
~
33 000
8 000
-a:w
o en
-Z
a:w
w -
w(/)
z
w
0...~
E;
(f)¡r
o=>
o<(
Ir
:J •Z
.E
...J
o
UJ
...J
~
~
5 000
2 500
1 800 A de
c.
UJ
o
(.)
lliz
.E
...J
w
w
(/)
:::>
_J
z
w o
_J
Ir
1-
o
(/)
z~
w
o
<( .E
...J
o o
~ UJ
...J
~
~
o
UJ
z
o
o
o
.E
...J
o
UJ
z
UJ
z
o
a:
co
...J
UJ
o
o
~
o
UJ
a::
UJ
19
[page-n-20]
[page-n-21]
<1
Excavaciones del S.I.P.
en la Cova del Parpalló (Gandia).
Hacia 1930.
La sala luos aproximan lnlristorin de ln nrr¡ueolog(a
vn/eucínnn tomando COIIIO priucípnles refereucíns las actas
de In Sociedad Arqueológica ValeiiCÍilllll, publicadas en 1871, !JIIIIO de los lllnlluscrifos
de ]111111 Vi/a nova y Piem (Vn/eucín 1821, Madrid 1893), introductor de los estudios de
Prehistoria en Espai1n en el siglo XlX. Los principales yacimieutos de cada periodo conocidos en la actualidad se reflejau sobre 1111 mapa iuteractivo de las tierras valencianas. La reproducción a escala de una excavación arqueológica permite destacar las especiales caractertslicas de la metodologta arqueológica, ast como el cuidarlo co11 el que hemos de procurar la couservación de tan frágil patrimonio cultural.
I. LA ARQUEOLOGÍA VALENCIANA
La investigación arqueológica valenciana posee
una larga tradición. Los estudios sobre el mundo clásico motivaron, a partir del Renacimiento, la creación de
los Gabinetes de Antigüedades y el nacimiento de la
Arqueología como método científico de recuperar la
cultura material de las sociedades que nos precedieron. Entre nosotros esta actitud de creciente interés
por las obras de arte y los monumentos va generalizándose con los ilustrados, de forma que al siglo XVIII
corresponden ya algunas excavaciones bien conocidas
como las de la Alcúdia de Elx, el Tossal de Manises de
Alicante, els Banyets de la Reina de Calp, el Puig oSagunt, trabajos que se relacionan con personalidades
destacadas de la época como F. Pérez Bayer, J. A. Mayans, A. de Valcárcel o A.J. Cavanilles. Y también tenemos noticias de que en el último tercio de este siglo se
retulió tma colección de antigüedades de cierta importancia en el palacio arzobispal de Valencia, o de que en
1792 E. Palos y Navarro dedicaba una habitación del
ayuntamiento de Sagunt para guardar las inscripciones ibéricas y romanas. Casi medio siglo después, como consecuencia del proceso desamortizador que se
inicia en 1835, con el fin de evitar la pérdida de numerosos objetos artísticos, comi.enza en Valencia la formación de tm museo de antigüedades en el Convento
del Carmen, bajo la dirección de la Academia de San
Carlos. Y, como ú ltimo punto de referencia a destacar,
en 1871 se creaba la Suciedad Arqueológica Valenciana, entre cuyos miembros encontramos investigadores
destacados como R. Chabás, después fundador y director de la revista El Archivo, S. Moreno, A. !barra o
A. Chabret.
Es por entonces, avanzada ya la segtmda mitad del
siglo XIX, cuando las actividades arqueológicas se amplian al campo de la Prehistoria, cuyo nacinliento como ciencia se corresponde con el desanollo de la Geo-
21
[page-n-22]
MUSEO DE PREHISTORIA
logía y con la aceptación de la teoría sobre la evolución de las especies, que propiciaron el reconocimiento del remoto origen del hombre. En la tarea de introducir los estudios de Prehistoria en España destaca J.
Vilanova y Piera, cuya influencia es notoria, entre
otras muchas actividades y publicaciones, en la excavación de la Cova de les Llometes de Alcoi por parte
de E. Vilaplana en 1884. Ya poco después, desde los
inicios del siglo XX, la actividad arqueológica se multiplica en nuestro territorio: J. Furgús explora los yacimientos de Orihuela, M. Rico sigue minuciosamente
los trabajos en el subsuelo de Alicante, I. Ballester comienza a excavar Covalta en Albaida hacia 1910, H.
Fornés excava el poblado de Rotxina en Sot de Ferrer
en 1913 i 1914, C. Visedo descubre la Serreta de Alcoi
en 1917, J. Belda inicia sus exploraciones en Torre de
les Ma~anes, etc.
Así pues, una larga tradición investigadora y la repetición de notables descubrimientos reclamaban en
las primeras décadas del siglo la creación de un museo
arqueológico valenciano que evitara la dispersión,
cuando no la desaparición, de los hallazgos relacionados con la antigüedad. Los precedentes inmediatos, en
la misma década de 1920, habían sido el Laboratorio
de Arqueología de la Universidad de Valencia y el
Centre de Cultura Valenciana, que si bien no significaron la aparición entre nosotros de instituciones con capacidad para realizar excavaciones arqueológicas, sí
tuvieron un papel importante en el afianzamiento de
los estudios arqueológicos y en la prospección sistemática de algunas comarcas. El paso siguiente sería ya
la creación del S.I.P. y, poco después, la del Museo Arqueológico de Alicante en 1931.
El patrimonio arqueológico es parte ftmdamental
del patrimonio cultural, es decir, del conjunto de manifestaciones propias de una sociedad que reflejan su
personalidad colectiva y su desarrollo histórico. De este patlimonio forman parte los yacimientos arqueológicos, un legado de gran importancia especialmente
para el conocimiento de aquellas sociedades que no
nos dejaron documentos escritos.
22
El patJ·imonio arqueológico valenciano es un bien
inalienable, que hay que preservar y proteger de toda
forma de expolio y de actuación indiscriminada. Las
grandes obras públicas, inherentes al crecimiento urbano, y las grandes transformaciones agrarias deben
ser compatibles con el respeto a los vestigios culturales del pasado. El patrimonio arqueológico no debe
considerarse en modo alguno como un obstáculo para
el desarrollo económico de la sociedad. Por ello las
instituciones competentes como la Generalitat, los
ayuntamientos, las universidades o los museos deben
fomentar su conocimiento, conservación, estudio y difusión, y velar para que pueda transmitirse a las generaciones futuras aquello que el tiempo ha preservado
de las sociedades pasadas y que todavía hoy tenemos
la oportunidad de disfrutar.
La excavación arqueológica es el método propio
de la Arqueología, la ciencia que intenta reconstruir la
historia de la sociedad a través de sus restos materiales. Las técnicas de excavación varían según la naturaleza de los yacimientos y el medio en que se encuentran, dado que no puede plantearse igual una excavación en una cueva, en un espacio abierto, en un recinto
urbano o en un medio subacuático. Existen, con todo,
algunos principios básicos de general observancia. Toda intervención arqueológica comienza por la determinación del área a investigar y la delimitación unívoca, convenientemente señalizada, de las zonas, sectores o cuadros a excavar. Se continua con la extracción
de los sedimentos o depósitos que cubren y 1o engloban los diferentes vestigios, por capas artificales o naturales. Y resulta del todo imprescindible adoptar un
sistema de medidas de referencia preciso que, aplicado al registro de los diversos hallazgos, permita establecer su exacta localización, así como reconstruir todo el proceso de trabajo. Cada yacimiento es un documento único e irrepetible que ha de ser destruido parcialmente para poder ser interpretado. Por ello sólo la
excavación arqueológica realizada por un amplio
equipo interdisciplinar permite recuperar la ilúormación y conservarla para el futw·o.
[page-n-23]
Excavaciones del S.I.P.
en la Bastida de les Alcuses (Moixent). Hacia 1929.
Excavaciones del S.I.P.
e n e l Tossa] de Sant Miquel (Lliria). Hacia 1936.
23
[page-n-24]
[page-n-25]
<1
Útiles de sílex de la Cova Negra (Xativa).
Punta musteriense, denticulado, raedera
y lasca. Paleolítico medio: entre 120.000
y 35.000 años antes del presente (a.p.).
Longitud de la pieza mayor 6'9 cm.
Ln snln fl corresponde n los primeros testimonios de In
presencia del lrombre. El proceso de lrominiznci6n se ilustra
con lns réplicas de los cráneos de algunos lromruidos fósiles encontrados en Africn y en
Europa, que puedeu compararse con el cráneo del Horno sapiens sapiens de In Covn
del Pnrpn/16 de Gmtdin, propio yn de los inicios del Pnleotrtico superior. Los testimonios
más antiguos de In ocupación de nuestras tierras por el hombre corresponden n ln industria lítica y n los restos de fnunn de los niveles iuferiores de ln Covn de Bolomor en
Tnvernes de In Vnlldignn, co11 llltn nntigiiednd superior n los 350.000 mios. Y entre los
120.000 y 35.000 mios antes del presente se sittínn Ins industrias y los restos de fmwn
del Paleolítico medio de In Covn Negra de Xñfivn, Covn de In Petxinn de Belltís y el Snlt
de Alcoi. De especial importnucia son los restos del hombre de Nen11dertnl encontrados
en In Covn Negra y en In Covn de Bolomor.
II. EL PALEOLÍTICO INFERIOR Y MEDIO:
LOS PRIMEROS HABITANTES
Las primeras fases del proceso de hominización
se remontan a más de 4 millones de años, estimándose
en la actualidad que las etapas correspondientes a los
distintos Australopitecinos y al denominado Homo habilis quedaron restringidas a tierras africanas. Hace
aproximadamente un millón de años el Homo erectus
protagonizó la primera expansión del género humano
hasta Asia y Europa, propiciando el desarrollo de distintos procesos evolutivos de carácter regional. Por
ello es difícil hoy hablar del !lomo erectus como un tipo
definido y de características universales; por el contrario, se impone la aceptación de un proceso evolutivo
complejo y heterogéneo, en el que determinadas formas africanas, calificadas como Romo sapiens arcaico,
desempeñaron un papel central en el proceso de aparición del Hombre anatómicamente moderno.
En Europa y el Próximo Oriente asiático las poblaciones de Homo erectus dieron lugar, por evolución re-
gional, a los neandertales, caracterizados por una elevada capacidad craneal y una fuerte complexión física. La valoración de su papel en el proceso de aparición del Hombre moderno en Europa es motivo de
fuerte controversia, con posiciones que van desde que
su influencia fue decisiva, hasta que su incapacidad de
reproducción con las nuevas formas humanas les llevó
a su extinción.
El Cuaternario es la era geológica que se asocia a la
presencia y expansión del género humano. A pesar de su
brevedad, los fenómenos climáticos que dieron lugar a la
expansión de las sucesivas etapas glaciares y a los procesos de regresión y transgresión del nivel del mar, o a los
cambios en la relación humedad/ aridez, tuvieron una
gran repercusión tanto en el proceso de hominización,
como en la colonización de los distintos continentes y en
la adaptación del hombre a los diferentes medios.
25
[page-n-26]
MUSEO DE PREHISTORIA
La Cova de Bolomor (Tavernes de la Valldigna, la
Safor) es un yacimiento clave para el estudio del
Paleolítico infe rior. Domina gran parte de la depresión tectónica de la Valldigna y su depósito sedimentario tiene una potencia superior a los 7 metros, revelándose como una fuente privilegiada de información
sobre el paleoarnbiente y las manifestaciones culturales del Pleistoceno medio, por la abundancia de restos
paleontológicos de micro y macromamíferos, y las colecciones líticas -lascas de piedra tallada- de facttll"a
premusteriense y musteriense antigua. Además, la secuencia estratigráfica y su contenido antrópico han sido objeto de dataciones absolutas por termolurniniscencia. Los testimonios más antiguos de su ocupación
por el hombre se remontan al Pleistoceno medio, hace
más de 350.000 años. La especie humana con la que se
relacionan es el Ho111o erectus, del que los yacimientos
valencianos no han proporcionado aún ninguna evidencia fósil y al que se atribuye la mayor parte de las
manifestaciones culturales del Paleolítico inferior.
Al llegar a las etapas en las que vivieron los neandertales, el Paleolítico medio, entre el 200.000 y el
35.000 antes del presente, los fósiles humanos se acrecientan considerablemente. La práctica de enterramientos explica este incremento de la documentación,
que supera los doscientos individuos para Europa y el
Próximo Oriente. En el ámbito valenciano son tres los
yacimientos que han proporcionado restos óseos que
corresponden a diversas partes anatómicas de individuos de distintas edades. En la Cova Negra de Xativa
contarnos con restos de al menos cinco individuos, algunos adu ltos y otros infantiles. De la Cova de
Bolomor poseemos un molar infantil. Y del yacimiento
del Tossal de la Font de Vilafamés proceden un coxal y
un h(unero. Todos ellos pueden encuadrarse entre los
neandertales, tanto por posición cronológica como por
características morfológicas, confirmándonos su presencia la entidad que estos gntpos humanos tuvieron
en el Mediterráneo peninsular.
La Cova Negra (Xativa, la Costera), imponente cavidad abierta sobre el rfo Albaida, fue uno de los primeros yacimientos valencianos descubierto para la
Arqueología y donde más tempranamente se iniciaron
los trabajos de investigación. Mencionado ya en 1872
por J. Vilanova y Piera, la atención continuada que ha
26
merecido se justifica por la potencia y riqueza de sus
depósitos sedimentarios, la amplia cronología que
abarcan, el buen estado de los restos óseos que contienen y la importancia excepcional de los restos humanos que hasta ahora se han encontrado.
Cova Negra nos permite precisar la fauna que existió en nuestras tierras durante las primeras fases glaciares del Würm, la última glaciación, tanto en lo que
respecta a las especies de tamaño grande -herbívoros y
carnívoros-, como a las de pequeño tamaño -aves, quirópteros y roedores-. Así, pueden distinguirse dos
asociaciones faunísticas significativas de otras tantas
condiciones climáticas, caracterizadas por cambios de
temperatura y principalmente de humedad, referidas
al Würm 1 y Würm U. Constituirían especies propias
de un medio ambiente relativamente arbolado y húmedo, un elefante antiguo -Palaeoloxorlon antiquus-, el
rinoceronte de Merck -Dicerorhi11us kichbergensis-, el
gamo -Dama sp.-, un équido -Equus caballus-, un macaco -Macaca sylvaua-, la hiena -Crocuta crocuta- y un felino próximo al tigre -Pautl1ern spelaea-. En cambio, serían especies propias de un medio más estepario, el rinoceronte de estepa -DicerorhiiiiiS hemitoeclws-, el ciervo -Cervus elapl111s-, la cabra montés -Caprn pyrenaiCfl-,
el thar -Hemitrngus sp.-, un leopardo -Panthern pardus-,
el lobo -Cnnis lupus- y el cuón -Cuan nlpinus.
Las lascas de sílex que se encuentran en las excavaciones arqueológicas son, para el Paleolítico inferior y
medio, prácticamente los únicos testimonios que han
llegado hasta nosotros de los útiles cotidianos. Con
toda verosimilitud, gran parte de estos sílexs se fijarían en mangos de madera por medio de resinas o atados con fibras vegetales, tendones de animales o tiras
de piel, como muestra todavía la tecnología de los actuales pueblos cazadores. Con los sOexs arqueológicos
se realizaron las diferentes tareas de la actividad doméstica y de la subsistencia, tareas que podemos precisar mediante el anáüsis microscópico de las señales
de uso y desgaste que presentan los útiles de piedra.
Durante el Paleolítico medio las industrias líticas
de toda Europa muestran una menor atención por la
producción de útiles nucleares y una clara voluntad
de emplear las lascas talladas. Los métodos de taBa de
lascas son variados y su empleo parece estar en relación con las características de la materia prima existente y su mayor o menor abundancia. Estas industrias del Paleolftico medio abarcan una franja cronoló-
[page-n-27]
Útiles de snex, cuarcita y caliza
de la Cova de Bolomor (Tavemes
de la Valldigna). Núcleo, raederas, muescas
y denticulados. Paleolftico inferior: más
de 250.000 ai\os. Long. de la pieza
mayor 6'3 cm.
Parietal de Homo snpieus uemulerllmlensis hallado en la Cova Negra. Cara externa e interna. Paleolítico medio:
entre 120.000 y 35.000 años a.p. long. 12'0 cm. Foto liébana.
27
[page-n-28]
gica cercana a los doscientos mil aí'ios de duración,
destacando la gran estabilidad que durante ese largo
periodo de tiempo muestran Jos modos de fabricación
y la forma de los instrumentos. La escasa evolución, la
uniformidad técnica y morfológica observable en los
materiales recuperados en amplísimas zonas geográficas y la poca variedad de tipos fabricados nos hablan
del limitado papel que el instrumental lítico debió desempeñar como elemento de adaptación al medio.
Con todo, la variedad de los procedimientos de talla
delata un buen dominio técnico y una capacidad de
adecuación a la disponibilidad de las materias primas
y, probablemente, a los condicionantes derivados del
carácter temporal del hábitat y al tipo de recursos alimenticios disponibles.
De estos y otros datos podemos deducir que las
poblaciones de neande.rtales europeos se caracterizaban por poseer unas econornfas muy adaptativas, capaces de integrar tanto recursos alimenticios procedentes de la caza, como del carroñeo, y dotadas de
tma elevadísima movilidad. Movilidad que suplía las
28
deficiencias tecnológicas propias de aquellas fechas y
la falta de planificación en la obtención de los recursos.
En la Cova Negra el estudio tafonómico de los huesos -las marcas, la variabilidad en las partes esqueléticas documentadas y su dispersión, etc.-, permite precisar que tanto los neandertales como los canúvoros trasladaron a la cavidad restos de herbívoros. Entre los carnívoros, la hiena es la que mayor importancia tuvo en
el Würm !, mientras que el cuón y el lobo la tuvieron
para el Würm ll y ID inicial, cánidos que se centraron
especialmente en la caza de mamíferos de tamaño medio, como el thar y la cabra montés. A su vez, los restos
de las pequeñas presas, como el conejo, fueron en su
mayor parte aportados por las rapaces, que utilizaron
l.as paredes de la cueva como posadero y lugar de regurgitación. Las huellas antrópicas presentes en cérvidos, caprinos y équidos nos indican qué animales fueron cazados y llevados a la cueva para su consumo por
los neandertales, que alternaron, por tanto, con los carnívoros, en distintas fases, la ocupación de la cavidad.
[page-n-29]
Restos de fauna pleistocena de la Cava Negra. De
izquierda a derecha: molares de rinoceron te de
Merck (DicerorllillliS kid1berge11sis), metacarpos y fa.
langes de rinoceronte de estepa (Diceror/1i1111S llemi/oeclllls), colmillo y molar de elefante antiguo
(Pnlneo/oxodo11 nllliqllliS). Paleolrtico medio: entre
120.000 y 35.000 anos a.p. Long. del colmillo 27'0
cm.
Bifaces de caliza silrcea y de sOex
de la Cava Negra. Paleolftico medio:
entre 120.000 y 35.000 anos a.p. Long.
de la pieza mayor 12'5 cm.
Útiles de sflex, cuarcita y caliza silfcea
de la Cova Negra. Denticulados
y raederas de industria Para-charentiense. Paleolítico medio: entre 120.000
y 35.000 anos a. p. Long.
de la pieza mayor 8'5 cm.
29
[page-n-30]
Puntas de snex de la Cova Negra.
Punta de Soyons y punta musteriense.
Paleolrtico medio: entre 120.000
y 35.000 ruios a.p. Longs. 4'8 y 5'3 cm.
30
[page-n-31]
Útiles de silex de la Cova Negra.
Raederas y pieza con muesca
clactoniense de industria tipo Quina.
Pa leolítico medio: enlre 120.000
y 35.000 años a.p.
Long. d e la pieza mayor 7'0 cm.
Restos de faLma
pleistocena de la Cova Negra.
Metapodios y fa langes
de diferentes felinos.
De izq. a der.: línce
(Felis l/i11x/ pnrdi1111),
leopardo (Pn11I/Jem pnrdrts)
y león de las cavernas
(Pn11lhem spelrren).
Paleolftico medio:
ent re 120.000 y 35.000 años a.p.
Long. del hueso mayor 13'5 cm.
[page-n-32]
[page-n-33]
<1
Azagaya losángica y azagaya plana de asta
de la Cova de les Mallaetes (Barx).
Lndustria ósea del Auriilaciense:
entre 35.000 y 25.000 años a.p.
Longs. 22'0 y 13'0cm.
La snln 111 esltf dedicndn n los grandes cnzndores
del Pnleolr1ico superior. Los mnlerinles proceden/es de In
Cova del Pnrpn/16 de Gn11din, Cova de les Mallaetes de Bnrx, Cova de les Cendres de Momira,
Ccva del Volctí11 del Faro de Cnllern, Cova de la Ratlln del Bubo de Creville11t y el Abric de In
Senda Vedada de Sumncirrcer corresponde11 n In aparici611 del hombre moderno y mrrestmn la
evolución de su cultura mnleriallnicn y ósea, los leslimouios de su nctividnd eco116micn, sislerllns de caza y ocrrpaci611 dellerrilorio, además de los cnmbios c/imtflicos y de lns variaciones e11
la U11ea de cosla acnecidns en el /rnnswrso del Pnleolaico superior, en/re 35.000 y 10.000 mios
mrles del preseule.
III. EL PALEOLÍTICO SUPERIOR:
LOS GRANDES CAZADORES
El Paleolítico superior es el momento en que entra
en escena el hombre moderno, nosotros mismos, constituyendo la etapa más compleja y mejor documentada de las sociedades cazadoras y recolectoras de nuestro pasado. Iniciado el proceso hace 35.000 años, a partir del Wi.irm III, los veinticinco mi l años en los que se
sucedieron las diferentes culturas que se extendieron
por todo el ámbito europeo contituyen un magnífico
ejemplo del grado de complejidad social y cultural
que pueden alcanzar unos grupos perfectamente
adaptados a los recursos que les ofrece el medio y que
sobrepasan ampliamente la mera esfera de la subsistencia.
Los avances del Paleolítico superior respecto al
Paleolftico medio son muy numerosos. Así, podemos
hablar de una mayor eficacia en la caza, con la depuración de las técnicas y la utilización de puntas arrojadizas; un mejor aproved1amiento de las materias pri-
mas, que implica una disminución progresiva de la
dependencia con respecto a las fuentes de aprovisionamiento; y La incorporación de un utillaje especializado y más diversificado. Las nuevas concepciones de la
talla de la piedra manifestadas por el desarrollo de las
industrias de hojas (lascas más largas que anchas) permitirán aumentar considerablemente la cantidad de filo obtenido con el mismo peso de sílex. Además, a la
segura utilización de la madera en las etapas anteriores, se suma ahora el hueso y el asta. Sin olvidamos de
la generalización y complicación del ritual funerario,
la mayor atención hacia las estructuras de hábitat y el
nacimiento del arte parietal y mueble.
En nuestras tierras las primeras industrias del
Paleolítico superior corresponden a momentos avanzados del Auriñaciense -el Auriñaciense típico con
sus azagayas de hueso de tipo losángico, como vemos
33
[page-n-34]
MUSEO DE PREHISTORLA
en la Cova de les MaUaetes de Barx-, que supone la
aparición del Homo snpiens snpiens, aw1que la ocupación del territorio es todavía escasa y limitada a pocos
yacimientos. Paulatinamente, y la frontera se sitúa hace w1os 25.000 años, en el Gravetiense, de cuya industria son cru:acterísticas las puntas de la Gravette, las
piezas de retoque abrupto y los raspadores, el número
de yacimientos aumenta y, además, comienzan a observarse una serie de rasgos específicamente mediterráneos, de gran originalidad y dinamismo.
Hace 21.000 años, en la ültima parte del Wünn lli y
durante el interestadial Würm III-1"' se desarrolló en
Europa occidental, y más concretamente en la penfusula Ibérica y en Francia, la cultura soluh·ense, verdadero pmüo de inflexión en la secuencia paleolítica. El
Solutrense supone un cambio notable en la composición y tipología del instrumental lftico, hecho que se
plasma en la utilización del retoque plru1o para la fabricación de una clase de puntas que carecen de antecedentes. Se trata de un procedimiento técnico de mejora del material lítico destinado a servir de armaduras de dardos o lanzas, ya que lo que propicia el retoque plano cubriente es la obtención de unas puntas de
buen tamaño y de sección longitudinal rectilínea.
Cada fase en las que se subdivide el Solutrense conlleva un tipo específico de puntas que, en los yacimientos valencianos, dan sentido a la denominada facies
ibérica. Tal vez las puntas que mejor representan la
singularidad de esta facies son las de pedúnculo y aletas del Solutrense superior, documentadas en gran número y variedad de formas en la Cova del ParpaJló de
Gandia. Junto a ellas aparecen también ahora las puntas escotadas, que conferirán su originalidad a los epígonos del Solutrense local.
Finalmente, más que en cualquier otra etapa del
Paleolítico, es en el Magdaleniense, iniciado hace
unos 16.000 años y desarrollado durante tu1os seis milenios, hasta el final de la última glaciación, cuando se
produce el verdadero apogeo de objetos y utensilios
fabricados en hueso y asta. Las formas que presentan
no ofrecen dudas sobre su funcionalidad, y así hablamos de puntas de azagaya, alfileres, agujas de coser,
espátulas, retocadores, machacadores, etc.; o de colgantes, silba tos, bramadores, arpones, propulsores,
ganchos, etc. Cuando la morfología no indica tan claramente su utilización, podemos pensar en simples accesorios, como los mangos o los bastones perforados,
34
o en objetos rituales y otros exclusivamente artísticos,
como varillas y placas.
La Cova de les MaUaetes (Barx, la Safor) se localiza en una de las cumbres septentrionales del macizo
del Mondúver. Su secuencia estratigráfica cubre buena
parte del Paleolítico superior y comprende también las
fases iniciales del Epi paleolítico, completando en algunos ptmtos la de la vecina Cova del Parpalló, significativamente por contener niveles del Atuiñaciense, primera manifestación material del hombre moderno.
Una parte del interés del yacimiento corresponde a la
reconstrucción paleoambiental del final de la glaciación Würm que se ha podido realizar a partir de los
estudios de sedimentología y de palinología. En este
sentido, entre Mallaetes, Cova Negra y Cova de
Bolomor se cubren cerca de 300.000 años de acontecimientos climáticos y culturales que proyectan proftmdamente en el pasado la historia de nuestras tierras.
La Cova del Parpalló (Ganrua, la Safor), situada
en un saliente rocoso de la ladera meridional del
Mondúver, debe su descubrimiento como estación
prehistórica a J. Vilanova y Piera, en 1866. Las principales excavaciones en el yacimiento se realizaron entre
los años 1929 y 1931, bajo la dirección de Ll. Pericot.
Los resultados fueron publicados en 1942, en una obra
ya clásica que permitía establecer por vez primera la
secuencia y características del Paleolítico superior valenciano, a la vez que se afirmaba su identidad con el
resto del Paleolítico emopeo. Ello era posible gracias a
su potente depósito esh·atigráfico de más de 8 metros
y a la riqueza de los materiales que contenía, con importantes sedes de útiles líticos y óseos, objetos de
adorno, restos humanos y de fauna, y otros testimonios de la ocupación de la cavidad por el hombre
prehistórico. Pero, sobre todo, la excepcionalidad de la
Cova del Parpalló se debe a las más de 5.000 plaquetas
de piedra caliza grabadas y pintadas que, al repartirse
por todos los niveles de la estratigrafía del yacimiento,
ofrecen una visión muy amplia de la secuencia artística del Paleolftico supel"ior.
Las sociedades cazadoras protagonizaron tu1a búsqueda continua de mejoras en su armamento, intentando conseguir no sólo una mayor precisión en el disparo y un efecto más mortífero de sus armas arrojadi-
[page-n-35]
Cráneo juvenil, probablemente
femenino, de Homo snpims snpiens
hallado en la Cova del Parpalló (Gandia).
Niveles del Solutrense inferior:
entre 21.000 y 19.000 años a.p.
Foto Liébana.
Útiles de sílex
de la Cova de les Mallaetes.
Puntas de la Gravette y hojas
y puntas de dorso del Gravetiense: entre
25.000 y 21.000 años a. p.
Long. de la pieza mayor 6'2 cm.
35
[page-n-36]
MUSEO DE PREHISTORIA
zas, sino también un proceso de fabricación y reparación más sencillo. A las novedades que se registraron
al comienzo del Paleolítico superior, con la aparición
de puntas de menor peso que las musterienses y posiblemente diseñadas para un empleo con propulsor,
pronto se sumaron otras que revelan la fabricación de
lll1 utillaje cada vez más ajustado a funciones más precisas y en el que progresivamente se observan mayores rasgos de eficacia. Así deben valorarse los primeros ganchos de propulsor documentados durante el
Solutrense, elaborados en asta para ser ensamblados
en un mango de madera; o las varillas y azagayas con
acanaladuras destinadas a la inserción de mkrolitos a
fin de crear pU11tas dentadas; o los arpones y anzuelos
que mejoraron las posibilidades de captura de las presas acuáticas.
Frente a la uniformidad que caracterizaba al instrumental musteriense, las industrias líticas y óseas del
Paleolítico superior proporcionan rasgos diferenciadores de carácter regional, evidenciando con ello que la
cultura material desempeña un importante papel en la
adaptación, puesto que cada tipo de reclll·so genera
una clase de implementos y cada grupo adopta unos
rasgos estilísticos propios, significativos de una deliberada búsqueda de identidad. Cambios que afectaron
también al hábitat y a la economía, desarrollándose
modos más variados y estructurados en la forma de
'
Puntas de sflex
de la Cova del Parpalló.
Hojas de laurel
del Solutrense medio:
entre 19.000
y 17.000 años a. p.
Long. de la pieza
mayor 7'3 cm.
36
1:..'
ocupar el territorio, y sistemas más sofisticados a la
hora de explotar los recursos.
Con respecto al hábitat, la idea de que las cuevas
constituyeron el único lugar de habitación del hombre
del Paleolítico no es del todo cierta, pues si bien es
verdad que en la época glaciar el hombre se aprovechó de eJJas para protegerse de las indemencias del
tiempo, también lo es que con frecuencia recturió a la
construcción de campamentos al aire libre cuando las
circtmstancias así lo aconsejaron. Las oquedades nunca se ocupal'on directamente, sino que en ellas se construyeron tiendas, paravientos y empalizadas que ayudaron a mantener las condiciones de habitabilidad. En
generat en los espacios habitados por los cazadores
del Paleolítico superior han quedado registradas las
diferentes orientaciones fw1cionales de cada emplazamiento, existiendo variaciones considerables enh·e los
campamentos base, ocupados durante etapas más o
menos largas y por Ul1 número importante de personas, y los campamentos especializados, orientados a la
obtención del alimento o a tareas extractivas, y, por lo
mismo, con un número reducido de ocupantes. Los
hogaieS, los desechos alimenticios y de talla y otros
restos de la actividad humana permiten deducir tanto
la estructuTación del espacio en los distintos campamentos, como su función y estaciones de ocupación.
[page-n-37]
Puntas de sílex de la Cova
del Parpalló. Puntas de pedúnculo
y aletas y pW1tas escotadas
del Sol utrense evolucionado:
entre 17.000 y 16.000 años a. p.
Long. de la pieza mayor 5'3 cm.
En la Cova del Parpalló y en la Cova de les
Mallaetes, es decir, durante la mayor parte del transcurso del Paleolítico Superim~ la cabra y el ciervo son
las especies que proveen la mayor parte de la carne
consumida, mientras el caballo, el mo y el conejo tienen una importancia más reducida.
Las economías del final del Paleolítico superior poseen un mayor grado de especialización. Los yacimientos de esta etapa, como la Cova de les Cendres
(Moraira-Teulada, la Marina Baixa), proporcionan
conjuntos faunísticos dominados por una sola especie
de tmgulado: el ciervo o la cabra. Complementan esta
especie los restos de conejo, muy abundantes en número pero que corresponden a un animal de menor
peso en carne y valor nutritivo que los ungulados.
Esas configuraciones se ajustan a un modelo de ocupación del territorio en el que las poblaciones magdalenienses buscaban en distintas zonas la explotación
estacional de diferentes animales. Los ciervos y las cabras son especies de cortos radios de migración, carácter territorial y ciclos de unificación de las manadas
previsibles. La caza de animales jóvenes, en los momentos en que proporcionaban mayor peso en carne, y
la explotación alternativa de los llanos litorales y las
primeras cadenas montañosas ofrecían la posibilidad
de actuar sobre dos especies distintas sin poner en peligro sus ciclos de reproducción. El conejo, animal gregario caracterizado por una alta tasa reproductiva y
también fuertemente territorial, constittúa el recurso
alimenticio complementario para las épocas de mayor
estrés nutricional.
Con la aparición del hombre moderno surgen los
primeros objetos destinados al adorno. Los enterramientos y las muestras recuperadas en los lugares de
hábitat atestiguan que, desde el Auriñaciense, los cazadores del Paleolitico superior europeo llevaron cosidas a sus ropas una gran variedad de cuentas, conchas
y dientes perforados, además de pequeñas esculturas,
todo lo cual, junto con la utilización de collares y otros
tipos de colgantes, contribuyó a su ornamentación
personal
La atención por estos elementos, su estandarización y disposición en zonas del cuerpo eminentemente
visibles, nos habla de una función ligada a la comunicación, capaz de facilitar la identificación de los papeles desempeñados por los distintos individuos o sexos
y su identidad grupal. La predilección por la conchas
o los dientes de deterntinadas especies animales y formas, como también la representación de animales y
signos en el arte, nos manifiesta, además, la existencia
de un simbolismo. Arte y adorno surgieron prácticamente a la vez y confirman la capacidad para desarrollar unos elementos de comunicación que, por su amplia extensión territorial, hubieron de tener un carácter
adaptativo, vinculándose al mantenimiento de las redes sociales necesarias para garantizar la supervivencia de las poblaciones paleolíticas en wt medio poco
poblado.
37
[page-n-38]
Puntas dobles
y azagayas monobiseladas
con base decorada, de hueso
y asta, de la Cova del Parpalló.
Industria ósea
del Solútreo-gravetiense:
entre 17.000 y 16.000 años a.p.
Long. de la pieza mayor 10'5 cm.
t>
Útiles de sílex
de la Cova del Parpalló.
Raspadores, piezas
con retoque abrupto
y sobreelevado,
y lascas denticuladas
del Magdaleniense antiguo:
entre 16.000 y 14.000 años a.p.
Long. de la pieza
mayor 3'7 cm.
t>
Agujas de hueso,
varillas decoradas
de asta y hueso decorado
de la Cova del Parpalló.
Industria ósea
del Magdaleniense superior:
entre 14.000 y 10.500 años
a.p. Long. de la pieza
mayor 7'9 cm.
38
[page-n-39]
[page-n-40]
Útiles de sílex de la Cova del Parpalló.
Raspadores, buriles y hojitas de dorso
del Magdaleniense superior:
entre 14.000 y 10.500 años a.p.
Long. de la pieza mayor 3'6 cm.
Arpones evolucionados de dientes poco
marcados, punta doble y azagayas biseladas, de asta y hueso, de la Cova del
Parpalló. Industria ósea del Magdaleniense
superior: entre 14.000 y 10.500 años a.p.
Long. de la pieza mayor 9'1 cm.
40
[page-n-41]
Hoja de laurel pedunculada y de bordes denticulados,
de snex, de la Cova del Volcán del Faro (Cullera).
Solutrense evolucionado: entre 17.000 y 16.000 años a.p.
Long. 5'5 cm.
Bastón perforado de hueso de la Cova del Volcán del Faro.
Industria ósea magdaleniense: entre 15.000 y 10.000 años a. p.
Long. 24'0 cm.
41
[page-n-42]
Útiles de sílex y hueso
del Abric de la Senda
Vedada (Sumac~rcer).
Raspadores, buriles,
hojitas de dorso
y fragmento de azagaya
del Magdaleniense:
entre 15.000
y 10.500 años a.p.
Long. de la azagaya 6'9 cm.
(
Conchas de Ptdtu jacobttiS perforadas
y ron restos de ocre de la Cova del Parpalló.
Posibles paletas de colorante.
Paleolftico superior: entre 25.000 y 10.500 años a.p.
Longs. 10'0, 10'5 y 10'7 cm.
42
[page-n-43]
Elementos de adorno de la Cova del Parpalló.
Distintos tipos de conchas y dientes
utilizados como cuentas de collar y colgantes.
Paleolítico superior: entre 25.000 y 10.500 años a.p.
Long. de la pieza mayor 7'3 cm.
43
[page-n-44]
\
...
•
\
.~
.
f
.
. .... ..
' ,~
·..~.:. ~
•.
,~, .~
..
~
lf.. •
,...<~ ~
"!r.. :
ji~! •
•
'!"JJ' .
·-
"'\t
[page-n-45]
Plaqueta caliza decorada
de la Cova del Parpalló.
Arbriforme pintado en rojo
y líneas sueltas rectas
grabadas superpuestas.
Magdaleniense superior:
entre 14.000 y 10.000 años a. p.
10'9 x 6'6 cm.
Ln snln IV 11os permite nsistir ni 11ncimie11f0 del nrte,
ojrecie11do 11110 mues/m represe11fntivn del ciclo artístico de In Covn del Pnrpn/16 de Gn11din, cuyo co11ju111o de plnquetns de piedm gmbndns y pi11tndns cubre11 lodo In secueucin del Pnleolt1ico
superior. Ln exposici611 si11tetiza In evo/ució11 de las téwicns y de los motivos represe/lindos,
a11imnles y sig11os, n lo largo de más de 15.000 mios, lo que /mee de In Covn del Pnrpalló refereucin impresci11dible pnrn el arte prehistórico europeo.
IV. EL ARTE PALEOLÍTICO:
ANIMALES Y SIGNOS
A lo largo de los 25.000 años que duraron las culturas del Paleolítico superior los cazadores europeos
produjeron diversos tipos de manifestaciones artísticas. Entre ellas destaca la calidad estética del arte
creado sobre las paredes de las cuevas y abrigos, o
sobre soportes planos muebles, en el que las representaciones de animales se asocian a las de signos con
una fuerte carga simbólica. Este primer arte de la
Humanidad coiJ1cide con la aparición del Hombre
moderno, lo que marca un hito más en el proceso
evolutivo de la especie.
Los diferentes continentes han proporcionado evidencias de un arte paleolítico, aunque es en Europa,
especialmente en su zona occidental, donde se concentra tma gran cantidad de yacimientos. Los rasgos
de tmidad técnica, estilística y temática permiten definir un ciclo evolutivo cuyo origen se remonta al
Auriñaciense y su final corresponde al inicio del
Holoceno.
La Cova del Parpalló de Gandia, como antes hemos visto, cubre la mayor parte del Paleolítico supe-
rior, del Gravetiense al Magdaleniense. Los quince
milenios en los que podemos fechar sus 5.612 plaquetas proporcionan tma evolución en las técnicas y los
temas que, al ir referida a una secuencia estratigráfica
e industrial, permite la seriación del arte paleolítico
euxopeo y su datación desde criterios distintos a los
meramente estilísticos.
Las plaquetas se decoraron utilizando el grabado y
la pintura, técnicas que pueden aparecer combinadas.
El grabado se realizó con instrLm1entos de sílex, aparentemente sin w1 boceto previo del dibujo. La pintura, verdaderamente excepcional en el arte mueble paleolítico, ofrece tanto ejemplos de tintas planas como
de trazo lineal, empleándose como, colorantes materias minerales naturales como las hematitas y Jos
ocres.
En síntesis, pueden distinguirse en Parpalló dos
grandes unidades temporales: una antigua, que agrupa las distintas fases del Solutrense, y otra reciente, integradora de los distintos momentos del Magdaleniense.
45
[page-n-46]
MUSEO DE PREHISTORIA
En las primeras etapas las técnicas de grabado dominantes son el trazo simple, el trazo doble y el trazo
múltiple, siendo ya importante la pintura; la figuración de los animales adolece de cierta desproporción y
las fórmulas de perspectiva son arcaicas, y los signos
muy sencillos. A partir del Solutrense medio aparecen
los primeros signos estructUl'ados, con el dominio de
los temas rectangulares y los reticulados; asinúsmo,
los zoomorfos atenúan la desproporción y muestran
por primera vez una atención por el detalle interno
-manchas de la piel, volumen-, ejecutándose algunas
escenas.
En el inicio del Magdaleniense la pintUl'a desaparece en los zoomorfos y cambian también las técnicas de
grabado, con el auge del trazo simple profundo y la
práctica desaparición de las demás; los animales se representan a menudo en perfil absoluto, con una sola
pata por par, y los signos se complican y combinan
frecuentemente en una sola plaqueta. Al final del
Magdaleniense las figuras alcanzan cierta perfección
tanto en las proporciones como en la perspectiva, notándose una mayor atención por los detalles anatómicos -bocas, ojos, belfos-; los signos muestran predilección por el geometrismo y la tendencia a cubrir la superficie de la plaqueta.
En general, el arte paleolítico ofrece una importante representación de animales, un número también estimable de signos y una escasa atención por la figura
humana. En la Cova del Parpalló, como hemos visto,
las especies que reúnen mayor número de efectivos
son los bóvidos, los équidos, los cérvidos y los cápridos, completándose la lista con el jabalí, el zorro, el
lince, algún cánido de difícil identificación, la perdiz y
una anátida. Hemos de tener en cuenta que la distribución de algunas especies está sujeta a imperativos
fundamentalmente climáticos, lo que limita la temática del arte de la región mediterránea peninsular, donde no están presentes los mamuts, los rinocerontes y
bisontes, o los grandes felinos. Los signos manifiestan
una evolución con dos grandes momentos: uno caracterizado por el predominio de los temas rectangulares,
propio del Solutrense, y otro, Magdaleniense, en que
su elaboración se complica a partir de la combinación
de los escaleriformes, las bandas de trazos cortos paralelos y las bandas formadas de haces de üneas paralelas. Por lo que se refiere a la figura humana, su presencia es marginal en el arte de ParpaJló y se halla sujeta a
46
una tal simplificación que la sitúa al limite de lo identificable.
Con independencia del significado que tuviera para sus creadores, el arte paleolítico puede ser valorado
de acuerdo con su temática y con el papel que hubo de
tener en el funcionamiento de las sociedades cazadoras. En nuestro caso, como hemos dicho, la temática se
reduce en esencia a los animales y los signos. Los primeros coinciden con las especies de herbívoros de mayor rentabilidad cárnica, y su representación, desvinculada de las escenas de caza, de su entorno y del
comportamiento de grupo, incide en el valor simbólico que hay que atribuir a estas figuraciones. Los signos, con la repetición de temas, asociaciones y posición en los conjuntos rupestres, indican igualmente la
existencia de reglas expresivas propias.
Por lo que se refiere al papel del arte, los cambios
en las sociedades del Paleolítico superior tuvieron su
reflejo en la función del mismo, pudiéndose separar el
arte anterior al 18.000 y el posterior, con el punto de
inflexión en el Solutrense superior. En las primeras
etapas existen pocos matices estilísticos y temáticos al
comparar las distintas regiones de Europa occidental.
EJ arte tiene tendencia a situarse en las partes poco
profundas de las cuevas, cumpliendo un papel de comunicación entre grupos de elevada movilidad territorial y en momentos de baja densidad demográfica.
Las representaciones, visibles con facilidad y con temas de carácter casi universal, favorecerían los contactos entre grupos con redes sociales abiertas.
Durante el Solutrense final y sobre todo en el
Magdaleniense antiguo, coincidiendo con los momentos de máximo rigor climático, el arte paleolítico europeo registra un proceso de regionalización que afecta
tanto a la temática, con signos espedficos en cada ámbito territorial, como al estilo, y que da idea de la marcada relación entre modos de representación y unidades territoriales. Es ahora cuando se observa la mayor
tendencia a situar el arte parietal en zonas de las cuevas alejadas de la luz y del hábitat. Todo parece indicar que el arte desempeña un papel más vinculado al
grupo que lo ejecuta, combinando la transmisión de
información con el establecimiento de vínculos de
identidad grupal, y coincidiendo con el desarrollo de
redes sociales cerradas por parte de grupos cazadores
con movimientos de radios más cortos.
[page-n-47]
Plaqueta caliza docorada de la Cova
del Parpalló. Cierva pintada en
negro y superposición de dos
figuras de équidos grabadas,
reulitizando parcialmente la primera
representación. Solutrense inferior:
entre 21.000 y 19.000 años a.p.
19'1 x 12'9 cm.
Plaqueta caliza decorada de la Cova
del Parpalló. Cierva grabada con trazo
simple. Solutrense medio: entre 19.000
y 17.000 años a.p.l0'5 x 6'5 cm.
47
[page-n-48]
MUSEO DE PREHISTORIA
Plaqueta caliza decorada de la Cova del Parpalló. Cierva grabada con trazo simple en su contorno y relleno de líneas paralelas;
en la parte externa se aprecian haces de líneas paralelas articuladas con las del relleno de la figura.
Solutrense superior: entre 17.000 y 16.000 ai'los a. p. 10'5 x 12'2 cm.
48
[page-n-49]
Plaqueta caliza decorada de la Cova dell'arpalló. Escena en la que aparecen representados una cierva y
sus dos cervatos, situados entre las patas, grabados mediante trazo múltiple; un équido, de trazo simple,
se superpone a la cierva. Solútreo-gravetiense 1 entre 17.000 y 16.000 anos a. p. 8'8 x 4'2 cm.
:
Plaqueta caliza decorada de la Cova
del Parpalló. Cáprido grabado con
trazo repetido y relleno no naturalista
formado reticulado; sobre el lomo del
animal hay un signo rectangular.
Solutrense evolucionado:
entre 17.000 y 16.000 años a.p.
8'3x5'9cm.
49
[page-n-50]
Plaqueta caliza decorada de la Cova del Parpalló. tquido pintado en rojo y grabado, con crinera raspada y banda de trazos cortos pintada.
Solútreo-gravetiense ill: entre 17.000 y 16.000 años a.p.
37'5 x 27'1 cm.
50
[page-n-51]
Plaqueta caliza decorada de la Cova del Parpalló. Superposiáón de bóvidos grabados mediante trazo compuesto y un équido de trazo simple.
Magdalcniense antiguo: entre 16.000 y 14.000 anos a. p.
7'9 x 5'6 cm.
51
[page-n-52]
[page-n-53]
<1
Plaqueta de piedra caliza decorada
con motivos geométricos grabados de
la Cueva de la Cocina {Dos aguas).
Epipaleolítico geométrico:
alrededor de 7.000 años a.p.
Long. 7'2 cm.
Ln snln V reiÍIIe las mn11ifestncio11es i11dusfrinles y nrfísficns
de lns IÍifimns sociedades cazadoras, yn e11 los tiempos actuales 11 Holoce11o, hace
e11tre 10.000 y 7.000 111ios. Los materiales proce
de11 de In Covn de les Mnllnefes de Bnrx,
Covacha de Untas de A11dil/n y, sobre todo, de In Cuevn de In Coci11n de Dos Aguas, co11 su
co11ju11fo de plaquetas de piedm grnbndns co11 motivos geométricos.
V. EL EPIPALEOLÍTICO:
LOS ÚLTIMOS CAZADORES
El final del Paleolítico, fijado en el paso a los tiempos actuales u Holoceno, no significó el fin de las sociedades cazadoras. DellO.OOO al 7.000 antes del presente, hasta la aparición de las primeras comunidades
campesinas en el ámbito del Mediterráneo occidental,
el modo de vida continuó anclado en las actividades
tradicionales de la caza y la recolección. Se produjo
entonces tm rápido aumento de la temperatura, que
alcanzo tm óptimo térmico mucho mas cálido que el
actual hacia el 7.000 antes del presente, lo que ocasionó un brusco retroceso de las masas glaciares y la expansión del bosque, así como tu1a pronunciada elevación del nivel marino o transgresión flandriense.
Este es el periodo que corresponde a los últimos
cazadores de la Prehistoria y se denomina
Epipaleolítico o Mesolítico. El concepto de
Epipaleolítico expresa la continuidad de las técnicas y
de la economía paleolíticas, como sucede en nuestras
tierras. Mesolítico, en cambio, tiene un sentido cronológico, al referirse a la etapa intermedia entre el
Paleolítico y el Neolítico, y también un sentido econó-
núco, al aplicarse a aquellos grupos de cazadores que
se sitúan en la transición hacia la producción de alimentos en zonas nucleares como el Próximo Oriente.
Los testimonios de nuestros últimos cazadores se
agrupan en dos complejos culturales, el Epi paleolítico
microlaminar y el Epipaleolítico geométrico, cuyos
restos materiales y fases de evolución aparecen representados en la Cova de les Mallaetes de Barx y en la
Cueva de la Cocina de Dos Aguas, respectivamente.
Su nombre proviene del tipo de armadmas utilizadas
en cada caso para la fabricación de flechas y azagayas.
Los grupos mlcrolaminares presentan un uso casi exclusivo de pequeñas puntas de sílex elaboradas a partir de hojas y hojitas que raramente sobrepasan los 3
centímetros de longitud. Los geométricos, por su parte, también presentan pequeñas hojas y hojitas, pero
sus armadw·as se caracterizan por ser de formas geométricas (tTapecios, triángulos y segmentos de cú·cuJo)
y obtenerse mediante una téctúca especial de fractura
de los soportes laminares.
53
[page-n-54]
En esta etapa es seguro el empleo del arco, que permitirá una precisión en el disparo mayor que la de los
antiguos propulsores. Por otro lado, el carácter microlítico de las industrias, rasgo técnico común de los cazadores holocenos, va ligado a la generalización de los
útiles compuestos, ya que ahora las flechas y azagayas
están formadas por varias armaduras de sílex insertadas en un mismo astil de madera.
La Cueva de la Cocina (Dos Aguas, la Hoya de
Buñol) es el yacimiento representativo del Epipaleolítico de facies geométrica en la fachada mediterránea peninsular, habiendo proporcionado w1a importante información sobre el clima, el paisaje y la actividad económica de las gentes que habitaron la cavidad
hace entre 8.000 y 5.000 años. Uno de sus aspectos más
destacados es el episodio artístico, de arte mueble y
Útiles de sO ex de la Cueva de la Cocina.
Raspadores, hojas con muescas y trapecios de la fase Cocina l.
Epipaleolftico geométrico: entre 8.000 y 7.500 años a.p.
Long. de la pieza mayor 4'8 cm.
54
parietal, que nos ofrece. Se trata, por un lado, de un
conjunto de plaquetas de piedra con series de líneas
grabadas que corresponden a un momento imnediatamente anterior a la aparición de las primeras cerámicas en el yacimiento. La abstracción, la linearidad, el
geometrismo, las simetrías bilaterales de los motives
en alguna ocasión, hacen hermética la significación de
estas plaquetas. Estas muesh·as de arte mueble se complementan con algunos vestigios de pinturas, a base
de motivos de líneas quebradas en rojo, sobre una de
Las paredes de la cueva, que fueron cubiertas por los
estratos cerámicos del depósito sedimentario, y en
conjunto reciben la denominación de Arte lineal-geométrico. Todo inclina a pensar, por tanto, que nos encontramos ante un original episodio aTtfstico cuyos
inicios coincidiTían con los primeros impactos de la corriente neolitizadora.
[page-n-55]
Útiles de sílex de la Cueva de la Cocina.
Hojas con señales de uso, hojas con muescas,
microburjles, trapecios, triángulos y triángulos
tipo "Cocina" de la fase Cocina n.
Epipaleolítico geométrico:
entre 7.500 y 7.000 años a.p.
L
ong. de la pieza mayor 4'9 cm.
1
Útiles de sílex de la Covacha de Llatas (Andilla).
Hojas con señales de uso, hojas con muescas, trapecios,
tdángulos y segmentos de doble bisel. Epipaleolftico geométrico:
entre 7.000 y 6.500 años a.p.
Long. de la pieza mayor 3'8 cm.
55
[page-n-56]
[page-n-57]
Vaso de cuerpo globular con cuello largo
y decoración impresa cardial
de la Cova de J'Or (Beniarrés).
Neolítico antiguo: entre 5.000 y 4.200 años
antes de Cristo. Altura 28'3 cm.
l..n snln VI se rledicn n los primeros agricultores y gnnnderos.
Elnncimienlo de In ngriwllurn es 1111 fenómeno de origen medilemíueo que npnrece bieu dowmentndo euuues/rns tierras desde hnce tmos 7.000 mios, /nulo por lo
que se refiere n In uuevn wllurn mnterinl, especinlmeu/e n lns cenfmicns, como n los leslimouios
de lns primeras plnutns cttltivndns y nuimnles domésticos. Los mnlerinles procedentes de In Covn
de J'Or de Beuinrrés y de In Covn de In Snrsn de Bocnireu/ re
jlejnu el cambio en In mnuera de vivit; cou eluuevo utillaje de piedrn lnllndn, de piedra pulida, de hueso y, muy especinlmeule, con
In petfeccióll de lns primeras cerámicas decorndns mediante In impresió11 del borde de llltn coucltn
m1/es de su cocció11.
VI. EL NEOLÍTICO:
LOS PRIMEROS AGRICULTORES Y GANADEROS
El trabajo de la tierra y la cría de animales domésticos, el modo natural de obtener hoy los alimentos,
fueron actividades desconocidas para los hombres del
Paleolítico y del Epipaleolítico. Con su adopción, las
sociedades humanas iniciaron una nueva etapa que
recibe el nombre de Neolítico. Esta denominación poseía originalmente un sentido cronológico y tecnológico, respondiendo a la separación dentro de la Edad de
la Piedra de una etapa antigua o Paleolítico de otra
más reciente: el Neolítico se caracterizaba por la aparición de unos nuevos útiles fabricados mediante el pulimento de la piedra, y su desarrollo correspondía ya a
los tiempos actuales desde el ptmto de vista geológico.
En la actualidad, sin embargo, el Neolítico encierra un
concepto fundamentalmente econónúco, ampliado a
las notables repercusiones que la agricultura y la ganadería tuvieron sobre el modo de vida: la sedentarización, el aumento del tamaño de los grupos huma-
nos, una más compleja estructura social y tmas nuevas
creencias religiosas.
Es en el Próximo Oriente, concretamente en el área
sirio-palestina y en los piedemontes del Zagros en Irak
e Irán, donde a lo largo del X y IX milenios antes de
Cristo se documentan los primeros pasos hacia la produción de alimentos. Las favorables condiciones biogeográficas de esta zona, en forma de recursos vegetales y animales fácilmente explotables y potencialmente domesticables, además de la intensificación de las
prácticas recolectoras y de almacenamiento, propiciaron la sedentruización en aldeas de los grupos cazadores epipaleolíticos y el desarrollo inicial de la economía agrícola y ganadera.
La incorporación de la península Ibérica al nuevo
modo de vida, basado en el cultivo del trigo y la cebada, y en la cría de ovejas y cabras, forma parte de un
proceso que se expande por las zonas costeras del
57
[page-n-58]
MUSEO DE PREHISTORIA
Mediterráneo, de este a oeste, a lo largo del VI milenio. Aquí, alrededor del5.000 antes de Cristo numerosos yacimientos arqueológicos, la mayor parte en cuevas, muestran una cultura material que comprende recipientes cerámicos, hoces de sílex, cucharas y anillos
de hueso, brazaletes y hachas de piedra pulida, entre
otros muchos elementos desconocidos hasta entonces,
además de restos de cereales cultivados y de animales
domésticos. Son el testimonio de las primeras comunidades campesinas que durante un tiempo convivirán
con los últimos grupos de cazadores-recolectores.
La cerámica es una de las novedades características
del Neolítico. En la zona mediterránea las más antiguas cerámicas presentan una especial decoración, realizada antes de su cocción mediante la impresión de
diversos instrumentos, singularmente del borde de
una concha de Cnrdium edule, por lo que reciben el
nombre de cerámicas cardiales. La distribución costera
de esta decoración, propia de las Cultuns de las
Cerámicas Impresas, unida al poblamiento de las islas
y a la gradación cronológica que muestran los influjos
neolíticos en su avance hacia el oeste, nos hablan del
importante camino que siempre ha sido el
Mediterráneo.
El estudio de los estilos decorativos cerámicos, junto a las secuencias estratigráficas que proporcionan algunos de n uestros yacimientos, ha sido la principal referencia para establecer la evolución del Neolítico valenciano. La primera etapa, o Neolítico antiguo, se caracteriza por el predominio de los vasos con decoración cardial y se desarrolla a lo largo del V milenio antes de Cristo. El momento siguiente, o Neolítico medio, se asocia a la desaparición de la ornamentación
cardial, mientras que las decoraciones incisas, acanaladas, impresas de instrumento, plásticas y peinadas,
que ya se conocían con anterioridad, alcanzan ahora
su mayor presencia. La íutima etapa, o Neolítico final,
iniciada en el último tercio del IV milenio antes de
Cristo, toma como elemento más distintivo a la decoración esgrafiada, si bien la producción cerámica
pronto estará dominada por los vasos no decorados,
produciéndose una renovación tipológica que preludia la siguiente etapa eneolítica.
Las nuevas actividades productivas, domésticas y
artesanales están en la base de la reorientación que ex-
58
perimenta ahora la tradicional indush·ia de piedra tallada, que ofrece tm carácter eminentemente lamina1~
habiéndose extraído, a partir de los nódulos seleccionados y convenientemente preparados, un gran número de hojas y hojitas (lascas mucho más largas que
anchas) que constituyen el soporte de los útiles y armas de uso cotidiano, especialmente cuchillos, perforadores, taladros y armaduras de hoces y azagayas. La
manufactura ósea, otra de las industrias tradicionales,
proporciona también toda clase de utensilios necesarios para las actividades cotidianas, tales como cucharas, tubos, punzones, agujas, espátulas, cinceles, alisadores; además de otros objetos como los anillos, colgantes, pasadores y cuentas de collar, empleados para
el adorno personal. Por último, la tecnología del pulimento representa un paso más en el desarrollo de las
formas prehistóricas del trabajo de la piedra, siendo
en el Neolítico cuando se producirá su generalización.
El pulimento se empleará sobre todo para la fabricación de hachas y azuelas, herramientas relacionadas
con la deforestación y el trabajo de la madera, además
de los objetos de adorno personal, representados por
colgantes, cuentas de collar y brazaletes.
La economía es parte esencial de la cultura y por
ello el Neolítico supondrá el nacimiento de w1as comtmidades cuaütativamente diferentes de las paleolíticas. El hombre neolítico será agricultor y ganadero,
se hará sedentario y comenzará a dejar su huella, cada
vez más intensa, en el territorio que ocupa y explota.
El principal testimonio de la práctica de la agricultura lo constituyen los restos carbonizados de semillas
que se encuentran en los yacimientos arqueológicos.
También los análisis polínicos pueden indicarnos la
existencia de cultivos y la rohtración de nuevas tierras
para la agricultura. En la Cova de l'Or de Beniarrés,
por ejemplo, las abundantes semillas carbonizadas revelan el cultivo de distintas especies de trigo, como la
escanda, la espelta pequeña y el trigo com(m; y también de cebada, con sus variedades vestida y desnuda.
Trigo y cebada eran cereales desconocidos con anteriolidad en nuestras tierras y, por lo tanto, hubieron de
ser introducidos.
Los restos de fauna, en su mayor parte desechos de
alimentación, revelan la importancia económica de los
animales domésticos, especialmente la cabra y la oveja, así como también la vaca, el cerdo y el perro. La ex-
[page-n-59]
Hachas de piedra pulida de la Cova de la Sarsa (Bocairent).
Neolítico: entre 5.000 y 3.000 años a.C. Long. de la pieza mayor 12'8 cm.
plotación de los ovicápridos, entre los que la oveja
suele ocupar el primer lugar, parece haberse dirigido
más a la obtención de carne que hacia otros productos
como leche y lana, e idéntico aprovechamiento se hacía de la vaca y el cerdo. Al igual que sucede con el trigo y la cebada, los agriotipos o especies silvestres de
las que descienden nuestras cabras y ovejas domésticas no existían aqtú ru en el resto de Europa, razón por
la que es necesario suponer que estos animales llegaron ya domesticados con la neolitización.
Los abw1dantes restos de ciervo y de conejo, y en
menor número de corzo, cabra montés, jabaü, caballo
y uro, a los que podemos añadir algunas aves y reptiles, traducen la importancia que la actividad cinegética tenía para el aprovisionamiento de pieles, cueros y
astas, y no sólo de carne. La recolección de frutos silvestres y de la miel aparece documentada en algunas
pinturas rupestres, aunque las pruebas directas se limitan al consumo de bellotas. La pesca tuvo gran importancia en los yacimientos cercanos a la costa, caso
de la Cova de les Cendres de Moraira, donde se han
encontrado restos de mero, pagro, pagel, dorada, lubina, entre otros, y donde también se constata un gran
aprovechamiento de los moluscos marinos, especialmente de lapas y peonzas.
Además de informarnos sobre las condiciones ambiental es, la sedimentología, y especialmente la palinología y antracología, coinciden en señalar la progresiva influencia ejercida por el hombre sobre su medio
circundante en el transcurso del Neolftico. La agricultura y la ganadería supondrán un cambio notable en
lo que habían sido las relaciones del hombre con su
entorno. Si para las poblaciones paleolíticas y epipaleolíticas el bosque era un medio básico de subsistencia,
cuyos recursos era necesario explotar de manera controlada, con el cultivo y el pastoreo esta actitud se
cambiará por otra más agresiva, ya que resultará necesario ahora abrir grandes espacios. En adelante, la
tala y el incendio no siempre controlado acompaña-
59
[page-n-60]
Útiles de snex
de la Cova de l'Or.
Trapecios y triángulos,
taladros y hojas
con lustre df! cereales
o elementos de hoz.
Neolítico antiguo:
entre 5.000 y 4.200 ruios a.C.
Long. de la pieza
mayor 6'9 cm.
60
[page-n-61]
EL NEOLfTICO
rán a la agricultura y a la ganadería. De esta forma el
hombre se convertirá desde el Neolítico en tm activo
agente de ]a degradación ecológica, iniciando un camino que ha continuado apenas sin interrupción hasta nuestros días.
diterráneo mixto con su matorral termófilo, con predominio de los pinos, las carrascas o el quejigo segím las
condiciones locales y los distintos momentos, con episodios de mayor o menor frío y aridez, o bonanza y
humedad.
La Cova de l' Or (Beniarrés, el Comtat) se encuentra en las estribaciones orientales de la Serra del
Benicadell, dominando el valle medio del Riu d' Alcoi
o Serpis. Los h·abajos realizados muestran una secuencia estratigráfica que cubre gran parte del desarrollo
del Neolítico. Muy importantes son las colecciones de
vasos cerámicos, así como de utensilios, armas y objetos de adorno fabricados en hueso, súex, piedra pulida, conchas y otras materias primas. E igualmente los
granos carbonizados de trigo y cebada que han sido
fechados por el método del caJbono 14 en 4.315 y 4.770
años antes de Cristo. Los estudios interdisciplinares
llevados a cabo en el yacimiento, con el concmso de
sedimentólogos, palinólogos y antracólogos, principalmente, han permitido reconstruir la evolución del clima y del paisaje durante el transcurso del Neolítico
valenciano. El paisaje habría sido el de un bosque me-
La Cova de la Sarsa (Bocairent, la Vall d' Albaida}
se encuentra en las estribaciones noroccidentales de la
Serra Mariola. Los materiales recuperados forman un
conjunto de gran riqueza y muestran que se utilizó
principalmente corno lugar de habitación, al igual que
muchas otras cuevas hasta el Neolítico final. Pero también sirvió como lugar de enterramiento y en ella fueron inhumados al menos siete individuos, de los que
dos lo fueron conjuntamente en una estrecha grieta de
su interior, apaltada de la zona de habitación. }tmto a
los restos óseos de estos dos inhumados se encontró
tm vaso con decoración cardial y tmas pocas piezas de
hueso y súex, interpretadas como ofrenda mortuoria.
Estos enterramientos muestran la existencia de un ritual funerario en el Neolítico antiguo y remontan hasta esta etapa la tradición sepulcral de las cuevas en el
ámbito valenciano.
Brazalete de piedra pulida de la Cova de la Sarsa.
Neolítico antiguo: entre 5.000 y 4.200 ru'íos a.C.
Diámetro 10'1 cm.
61
[page-n-62]
Vaso geminado con decoración
impresa cardial de la Cova de l'Or.
Neolítico antiguo: entre 5.000 y 4.200 años a.C.
Long. 14cm.
Tonelete con decoración impresa de peine
de la Cova de l'Or. Neolítico antiguo:
entre 5.000 y 4.200 años a.C.
Alt.8'8cm.
62
[page-n-63]
Vaso de cuerpo globular con cuello
y decoración impresa cardial
de la Cova de I'Or. Neolítico antiguo:
entre 5.000 y 4.200 años a.C
Alt.16'3cm.
Vaso con decoración impresa cardial
de la Cova de I'Or. Neolítico antiguo:
entre 5.000 y 4.200 años a.C
Alt.23'2cm.
63
[page-n-64]
[page-n-65]
Vaso de cuerpo globular
con cuello y decoración impresa
de peine de la Cova de I'Or.
Neolftico antiguo:
entre 5.000 y .UOO años a.C.
Alt.22'4cm.
<1
Gran vaso de cuerpo cil(ndrico
con decoración impresa cardial
de la Cova de I'Or. Neolrtico antiguo:
entre 5.000 y 4.200 años a.C.
Alt.48'5cm.
Anillo de hueso
de la Cova de J'Or.
Neolítico antiguo:
entre 5.000 y 4.200 años a.C.
Diám. 2'9 cm.
65
[page-n-66]
Agujas y punzones de hueso
de la Cova de I'Or. Neolftico:
entre 5.000 y 3.000 años a.C.
Long. de la pieza mayor 12'2 cm.
Cucharas de hueso
de la Cava de I'Or. Neolítico antiguo:
entre 5.000 y ~.200 años a.C.
Long. de la pieza mayor 20'8 cm.
[page-n-67]
Elementos de adorno
de la Cova de I'Or.
Cuentas de coUar y colgantes
elaborados en concha y hueso.
Neolítico: entre 5.000
y 3.000 años a.C.
Long. pieza mayor 5'0 cm.
Molino de mano de piedra
arenisca de la Cova de l'Or.
Neolltico: entre 5.000
y 3.000 anos a.C.
Long. SO cm.
67
[page-n-68]
[page-n-69]
Fragmento de vaso cerámico con
decoración impresa cardial de la
Cova de I'Or. Motivo central de dos
personajes diferenciados con los
brazos levantados en actitud orante.
Neoiitico antiguo: entre 5.000 y 4.200 años a.C.
Alt. 7'2cm.
La sala VII reúne rmn selección de imágenes del arte post pnleo/(fico.
Sorr todas aquellas mmrifestaciones nrtfsticas que corresporrderr nlos primeros agricultores y n aquellos grupos de cnzndores que irricimr nlrom su proceso de rreolitiznciórr.
Ln selecciórr corresporrde n los abrigos rupestres de Pln de Petmcos eu Cnstell de Cnstel/s, In Sarga
de Alcoi, el Bnrrnrrc de In Vn/lforfn err T{rig, Albocñsser y Caves de Vinromñ, el Bnrrnrrc de In
Gnsulln en Ares del Mnestmf, las Cuevas de In Arniin err Bicorp, entre otros. furrio n ellas se exponerr ejemplos de arte mueble de In Covn de /'Or de Beuinrrés y Covn de In Snrsn de Bocnirent,
corresporrdieutes err este caso n decomciorres cerámicas que se sifrínu en el séptimo milenio nutes
del presente, y que comparten los mismos motivos y segummeufe el mismo simbolismo que lns
mauifestnciones parietales, lo que nos permite aproximamos a In crouologín de este arte.
VII. EL ARTE POSTPALEOLÍTICO:
IMÁGENES Y CREENCIAS
La discontinuidad ar tística desde el final del
Paleolítico la rompe en nuestras tierras el llamado
Arte lineal-geométrico, propio de contextos epipaleolíticos recientes y expresado en grabados sobre pequeñas plaquetas de piedra y en pinturas en rojo sobre las
paredes de algunas cuevas. Casi simultáneamente, a
partir del V milenio antes de Cristo, con el inicio del
Neolftico, harán su aparición otros ciclos artísticos que
responden a los nombres de Arte macroesquemático,
Arte levantino y Arte esquemático. Sus manifestaciones son siempre pinturas realizadas sobre las paredes
de abrigos rupestres, aunque con la particularidad de
presentar estrechos paralelos con los motivos decorativos de algunas cerámicas, lo que permite precisar su
cronología. Además de estos ciclos artísticos, pero con
w1a adscripción temporal y cultural imprecisa, hay
constancia de otros conjuntos de grabados rupestres
que tienen su expresión en motivos fusiformes o geo-
métricos y en las cazoletas excavadas en la roca,
das en ocasiones por canalillos.
mu-
El Arte macroesquemático se localiza en los abrigos rupestres de las comarcas de la Marina Alta, el
Comtat y 1' Alcoia, precisamente el mismo territorio
donde más tempranamente constatamos la implantación de las comunidades de agricultores y ganaderos,
de cuyas preocupaciones religiosas este arte, exclusivo
de las tierras valencianas, es fiel reflejo. La figura humana es el tema dominante, con diversas formas y posiciones, como la de los brazos levantados con las manos abiertas o actitud de orante. Son también abundantes los serpentiformes rematados por trazos a modo de dedos, gue en ocasiones arrancan de circtmferencias concénb·icas, y otros motivos geométricos de
difícil identificación, siempre de gran tamaño y de color rojo oscuro. La presencia de estos mismos motivos
69
[page-n-70]
MUSEO DE PREHISTORIA
reaJizados sobre vasos cerámicos mediante la técnica
impresa cardial, permite situar este horizonte artístico
en el V milenio antes de Cristo.
Así, pues, estas pinturas mpestres y vasos cerámicos, que en determinados casos deben ser verdaderos
santuarios y objetos de culto, respectivamente,
guardan las claves gráficas de las nuevas ideas
mágico-religiosas que irrumpen en nuestras tierras con
los primeros grupos productores y con el posterior
proceso de neolitización del subsh·ato epi paleolítico.
El Arte levantino se caracteriza por el acusado naturalismo de sus representaciones, siempre pintadas
sobre las paredes de abrigos rupestres poco profundos. Hombres, mujeres, animales y objetos de uso cotidiano y de caza, constituyen los temas figurados que
pueden encontrarse aislados o formar parte de escenas. Entre ellas destacan las de caza y algunas de
guerra, los desfiles y las ejecuciones. Los hombres suelen llevar arcos y flechas, y los animales aparecen frecuentemente heridos por estas mismas flechas. Las
mujeres protagonizan escenas de la vida cotidiana y
otras de posible contenido religioso.
Por encontrarse s uperp uesto a las pinturas
macroesquemáticas de los abrigos de la Sarga de Alcoi
y Barranc de Beniali de la Vall de Gallinera, y par los
motivos similares presentes en las cerámicas de la
Cova de l'Or de Beniarrés, el Arte levantino se fecha
en los yacimientos valencianos a partir de momentos
avanzados del V milenio antes de Cristo. Es, par tanto,
de cronología neolítica y nos narra el proceso de cambio cuJtural que se inicia en nuestras tierras como consecuencia de la aparición de la agricultura y la
ganadería.
El Arte esquemático constituye una manifestación
artística conceptualmente muy elaborada que emplea
el color rojo y excepcionalmente el negro para pintar
en las paredes de abrigos poco profundos figuras humanas y de animales, y motives geométricos, siempre
sencillos. Los antropomorfos se reducen a simples trazos lineales par a indicar el tronco, que puede prolongarse en cabeza y sexo, en el caso de las figuras masculinas. Los zoomorfos se caracterizan por un trazo
para el cuerpo y varios para las patas, indicándose en
ocasiones la cornamenta, lo único que permite identificar la especie. Los motivos geométricos más abtmdantes son las barras, puntos y círculos. Son también
característicos los motivos astrales y las representaciones de ídolos, clara expresión del carácter simbólico
de este tipo de arte que se inicia en el V milenio antes
de Cristo y que alcanza su máximo desarrollo coincidiendo con los enterramientos múltiples eneolíticos.
Tonelete con decoración impresa cardial de
la Cova de I'Or. Entre las asas anulares
presenta un motivo antropomorfo en "X".
Neolítico antiguo: entre 5.000 y 4.200 at1os a.C.
Alt. 7'4cm.
70
[page-n-71]
Fragmento de vaso cerámico con
decoración impresa de peine de la
Cova de I'Or. Figur~ción de la cabeza
y pa rte del cuerpo de un cáprido.
Neolftico antiguo: entre 4.500 y 4.000 ai'ios a.C.
Alt.l0'3cm.
Fragmento de un vaso cerámico
con decoración incisa de
la Cova de I'Or.
Presenta el dibujo de un cérvido
esquemático y parte de otros
dos debajo del primero.
Neolítico final:
entre 3.500 y 3.000 años a.C.
Alt.5'6cm.
71
[page-n-72]
[page-n-73]
!dolo oculado de asta
de la Ereta del Pedregal {Navarrés).
Posible representación de la "diosa madre".
Eneolítico: hacia 2.500 años a.C.
Long. 18'0 cm.
úr snla VTI111os aproxima a In complejidad de los
poblados y de las cuevas sepulcrales del Eneo/ítico. úr geuernlización de In vida cnmpesi11n se traduce eu la prolifemcióll de los asentamie11tos junto a los campos
de w ltivo, como In Ereta del Pedregal de Nnvnrrés, cnyn secuencia comprende todo el V milenio
a11tes del presente, periodo en el que aparecen los primeros útiles metálicos llecllos de cobre. El ritual ftmemrio adquiere grn11 importa11cin, ulilizáudose las cuevas untura/es como uecrópolis colectivas, caso de In Covn de la P
nstorn de A/coi, de la que se 11111estrnu los ajuares, oft·wdas y objetos religiosos como los ídolos aculados que acompnlinbm1 a los inlwmndos. Gmn interés ofrecen
los cráneos co11 trepanaci611 procedentes de esta misma cueva. El final del periodo se individualiza
por/a prese11cin del Vaso Campr
miforme y de los elementos característicos de Sil njuar, destacando
el conj1mto de la Covn deis Gats de Alzirn. También se m11esh·an disti11tos materiales del poblado
del Puntal sobre In Rambla Castellnrda de L/ÍI·in, Cueva de In Ladera del Castillo de Chiva, Cova
del Cnmí Reial d'Aincntlf de Albaida, Covn del Bnrrm1c del Castellef de Cnrrícoln y Sima de In
Pedrera de B
enicu/1, entre otros.
VIII. EL ENEOLÍTICO:
LA EDAD DE LOS METALES
La agricultura y la ganadería conducen a la vida
sedentaria. Las comunidades campesinas se instalan
cerca de las tierras de cultivo, donde levantan sus poblados y se dotan de estructuras sociales cada vez más
complejas, a la par que va haciéndose más profunda la
huella del hombre sobre el territorio. Es un proceso
que se había iniciado durante el Neolítico y que ahora
se intensificará, sobre todo desde mediados del ill milenio antes de Cristo, cuando aparecen los primeros
útiles metálicos de cobre que dan nombre al nuevo periodo: Eneolítico o Edad del Cobre. Característica de
este periodo será también la utilización de las cuevas
naturales como grandes necrópolis, reflejo de un hábitat permanente y cercano, y de los cambios en las relaciones sociales y en las ideas Jeligiosas.
Los poblados buscan la proximidad a los cursos de
agua. En general, la documentación que se conserva
de ellos son las estructuras excavadas en el subsuelo:
los silos de planta circulaJ en los que se conservaban
los cereales, y los fosos de sección en forma de V que
interpretamos como estructmas defensivas o destinadas a facilitar el drenaje de las tierras. De las cabañas,
hechas de barro y ramaje, apenas se han conservado
indicios. La distribución de estos poblados cubre toda
la geografía valenciana, como el de Jovades en
Cocentaina, el Niuet en Alqueria d' Asnar, los de
Atareó y Beniprí de Be.Igida, el Arenal de la Costa de
Ontinyent, la Macolla de Villena y ViLla Filomena de
Vila-real.
La Ere ta d el Pedregal (Navarrés, l a Canal de
Navarrés) es nuestro poblado mejor conocido.
Descubierto el siglo pasado por J. Vilanova y Piera, se
sitúa en una zona endorreíca conocida como la Marjal,
en la que el nivel freático alcanza la base del poblado.
73
[page-n-74]
MUSEO DE PREHISTORIA
Durante la primera fase de su ocupación, de finales
del Neolítico y comienzos del Eneoütico, las construcciones son cabañas con paredes de barro y ramas y base de piedra. Después, coincidiendo con la aparición
del utillaje metálico durante el Eneolítico Pleno y el
Horizonte Campaniforme, las piedras se utilizan también para levantar los zócalos de los muros.
tos metálicos corresponde al pleno Eneolítico, en la segunda mitad del IIl milenio. Se trata de punzones,
puntas, hachas y algún fragmento de escoria, siempre
de cobre, con mínimas cantidades de otros elementos
como eJ arsénico que corresponden a impurezas propias del mineral utilizado para la fundición y no a ningún tipo de aleación.
Los materiales arqueológicos muestran que la vida
d oméstica de las comunidades campesinas gira alrededor de la preparación de la conúda; de la fabricación de la cerámica, el tejido y la cestería, el utillaje de
hueso y de süex, y de la confección de adornos y objetos religiosos que en buena medida fonnarán parte de
los ajuares funerarios. La rotw·ación de nuevas tierras
hace retroceder los bosques en favor de los campos de
cultivo, que ahora se extienden alrededor de los poblados, y de los pastos que lo hacen por las montañas.
Los principales animales domésticos son las ovejas y
las cabras, pero la caza conserva una relativa importancia ante la necesidad de proteger las cosechas frente a los grandes hervíboros, además de ser un medio
complementario para obtener carne y materias primas
como pieles y astas.
En el h·anscurso del Eneolítico los insh·umentos de
sílex ven la llegada de un competidor importante: el
cobre. La concurrencia de esta nueva materia prima
hará que la talla del sílex experimente un gran desarrollo y perfección, de forma que cuchillos y puntas de
flecha rivalizan en su acabado con las que ahora se fabrican en metal Por otra parte, esta abtmdancia de
puntas de flecha en los poblados y enh·e los ajuares funerarios traduce la importancia del arco como verdadero armamento y, por lo mismo, la probable frecuencia de los enfrentamientos y luchas entre grupos. Por
lo que se refiere a las formas de estas puntas de flecha
de sOex, los tipos losángicos y de pequeños muñones
laterales corresponden a los momentos iniciales, mientras que las de pedúnculo y aletas dominan al acabar
el periodo.
Las ideas sobre la vida y la muerte evolucionan
con las comunidades campesinas. Un nuevo ritual funerario muestra ahora este cambio de las creencias religiosas, y en gran parte del occidente europeo se reune a los muertos en las cámaras megalíticas. En las tierras valencianas las tumbas megalíticas son sustituidas por cuevas naturales, como en el caso de la Cova
de la Pastora (Alcoi, l' Alcoia), que con tenia más de
setenta y cinco individuos cuyos despojos habían sido
agrupados formando paquetes funerarios después de
su descarnado, depositando a su lado ofrendas e ídolos o imágenes de la divinidad, que nos hablan de ideas sobre la vida de ultratumba. Los ídolos aculados,
con el motivo central de los ojos acompañado por bandas de líneas curvas que forman eJ tatuaje facial y la
indicación del sexo, se encuentran por toda la
Península y se identifican con la diosa madre.
El elevado número de enterramientos que se hicieron en algunas cuevas indica que fueron utilizadas como necrópolis de un poblado próximo durante un largo periodo de tiempo. Como más importantes destacan la Cova de les Llometes de Alcoi, con más de cincuenta individuos adultos; la Cova de la Barcella de la
Torre de les Ma~anes, con treinta; la del Camí Reial
d' Alacant en Albaida, con diecinueve; y la Cueva de
las Lechuzas de Villena, con más de dieciocho. En distintos cráneos de la Cova de la Pastora se documenta
la práctica de la trepanación o perforación intencional,
sin que en ninguno de ellos se aprecien alteraciones
patológicas que justifiquen una intervención quirúrgica. Por lo que debe considerarse que nos encontramos
ante una práctica con carácter ritual o empírico, sin
eficacia terapéutica real. La supervivencia de algtmos
de estos individuos está demostrada en tres casos por
los signos de regeneración ósea, mientras que en otros
puede tratarse de una trepanación póstuma.
Los testimonios más antiguos de la metalurgia del
cobre en la península Ibérica corresponden a la primera mitad del III milenio antes de Cristo, siendo pioneros los focos de la Cultura de los Millares en el sudeste
y el del curso bajo del Tajo en la fachada atlántica. En
la Ereta del Pedregal la aparición de los primeros obje-
74
Al final del Eneolítico se produce en gran parte de
Europa la difusión de un mismo tipo cerámico, el
[page-n-75]
Diversos tipos de puntas de necha de snex de la Ereta del Pedregal.
Eneolltico: entre 2.700 y 2.200 años a.C. Long. de la pieza mayor 6'5 cm.
Vaso Campaniforme, presente en los poblados y, sobre todo, en los enterramientos. El nombre de campanifonne se debe al perfil en forma de campana o tulipa del vaso más representativo del conjunto. Son cerámicas de pastas depuradas y buena cocción, con las
superficies decoradas con la impresión de un peine o
mediante líneas incisas, formando bandas horizontales, triángulos y reticulados. Las cazuelas, los cuencos
y los vasos globulares completan el repertorio de sus
formas. Su gran difusión, y la asociación del Vaso
Campaniforme a la generalización del metal en los
ajuares funerarios, se interpretaba anteriomente como
prueba de la existencia de un pueblo prospector y metalúrgico, de excelentes ceramistas y fundidores, que
recorrería Europa en la segunda mitad del lll milenio
antes de Cristo. En la actu alidad, superada esta expli-
cación, la existencia de elementos campaniformes en
este territorio tan amplio se relaciona con su adscripción a funciones de prestigio social y ceremonial.
Hablamos de Horizonte Campaniforme para destacar las novedades de los últimos dos siglos del m y
del comienzo del ll milenio antes de Cristo.
Coincidiendo con las cerámicas campaniformes se
consolida un nuevo modelo de asentamiento: los poblados buscan las partes elevadas de las montañas,
aunque perdu ran todavía los poblados de cabañas y
silos en el llano.
El Puntal sobre la Rambla Castellarda (Llíria, el
Camp de Tú ria), es un ejemplo de los nuevos poblados eneolíticos, que ocupa la cumbre de una montaña,
así como parte de las laderas. Las estructuras docu-
75
[page-n-76]
Útiles de &1 ex de la Ereta del Pedregal. Raspadores, fragmento de puñal y grandes hojas de hoz.
1
Eneol.ítico: entre 2.700 y '2.200 años a.C. Long. de la pieza mayor 17'0 cm.
mentadas nos hablan de una muralla y tma torre de
planta circular en La parte superiot~ y también de sus
viviendas, de planta oval con zócalo de piedra y alzado de barro. En el interior de las cabañas, grandes piedras dispuestas horizontal y verticalmente marcan las
bases de los postes que sostenían la techumbre. Los
elementos de la cultura material atestiguan actividades como la fabricación de la cerámica o el tejido; la talla del sílex, con numerosas puntas de flecha, y la presencia de cerámicas campaniformes. Todo lo cual sitüa
el asentamiento entre el Eneo lítico Pleno y el
Horizonte Campaniforme.
En cuanto al ritual funerario, se mantiene la conti-
76
nuidad de las cuevas como lugar de enterramiento, caso de la Cova deis Gats de Alzira o de la Sima de la
Pedrera de Benicull-Polinya de Xúquet~ pero el número de inhumados es cada vez menor, y también encontramos enterramientos en el interior de algunos silos,
como en el poblado del Atareó de Belgida. Los ajuares
funerarios y domésticos tienen como elementos más
representativos los puñales con lengüeta para su enmangue, las puntas de flecha o jabalina y los punzones, los tres de cobre; también los botones de hueso
con perforación en "V " y los brazaletes de arquero de
piedra. La talla del sílex relampaguea ya por última
vez con la presencia todavía de notables hojas-cuchmo
y de las puntas de flecha.
[page-n-77]
Hachas planas de cobre
de la Ereta del Pedregal.
Eneolflico: hacia 2.200 anos a.C.
longs. 15'0, 8'6 y 13'2 cm.
Elementos de adomo de los ajuares
funerarios hallados
en la Cova de la Pastora (Aicoi).
Cuentas de collar y colgantes
de p1edra y hueso, y gran aguj.l
de hueso de tipo "Pastora".
Eneolllíco: entre 2.500 y 2.200 a.C.
long. de la pieza mayor 16'0 cm.
77
[page-n-78]
Agujas planas de hueso de los ajuares funerarios
de la Cova de la Pastora. Eneolltico: entre 2.500 y 2.200 a~os a.C.
Longs. 22'0, 17'2 y 15'7 cm.
fdolos aculados e Ido los planos antropomorfos
de hueso de la Cova de la Pastora.
Eneolftico: entre 2.700 y 2.200 años a.C.
Long. de la pieza mayor 17'6 cm.
78
[page-n-79]
Cráneo trepanado, con signos
de regeneración ósea, de la Cova de la Pastora.
Eneolítico: hacia 2.500 anos a.C.
Long. 19'0 cm.
Puñal de sílex con preparación basal
de enmangue y gran placa retocada
de sílex tabular de la Cueva de la Ladera
del Castillo (Chiva). Piezas de ajuar f1merario.
Eneolítico: entre 2.700 y 2.200 ai\os a.C.
Longs. 13'0 y 14'3 cm.
79
[page-n-80]
Cazuela con decoración impresa del Camf de 1'Alfogas (B~Igida). Horizonte campanifo[me: entre 2.200 y 2.000 años a.C.
Alt. 10'0 cm; diám. boca 26'0 cm.
Cuenco, cazuelas y vasos campaniformes, con distintos tipos de decoración,
de la Cova deis Gats. Conjunto cerámico de ajuar funerario.
Horizonte campaniforme: entre 2.200 y 1.800 años a.C.
Alt. del vaso mayor 12'0 cm; diám. boca 20'3 cm.
80
[page-n-81]
Elementos de ajuar funerario procedentes de la Sima de la Pedrera (Benicull-PolinyA de Xúquer) y de la Cova deis Gats (Aizira).
Punta de [)echa de tipo Palmela, puñal de lengüeta y punzones de cobre; azuela y brazalete de arquero de piedra pulida; puntas de necha de silex;
botones de hueso con perforación en "V"; cuentas de collar y aguja plana de hueso. Horizonte campaniforme: entre 2.200 y 1.800 años a.C.
Long. del puñal14'5 on.
81
[page-n-82]
[page-n-83]
Hachas planas de cobre
del Mas de Menente (Aicoi)
y de la Liorna de Betxí (Paterna).
Cultura del Bronce Valenciano:
entre 1.800 y 1.400 años a.C.
Long. de la pieza menor 8'8 cm.
La snln IX se dedican In Cultura del Brouce Vnleucimw,
cuyos poblados ocupan 11ntclms de lns cumbres de nuestras
moutmias. Se generalizn nhora el empleo de/metal y eu uu momento nvnnzndo de In cultura aparece In a/eacióu de cobre y estmio, el bronce. Los materiales expuestos corresponden n excnvacioues pioueras como In de Mas de Meneute de Alcoi, Mola Alta de Serel/es -de donde procede un
notable coujuuto de moldes de fundición- también en A/coi, y Muntnnyeta de Cabrera en el
Vednt de Torren t. También se 11111estran materiales procedentes de las recientes cnmpmins de excavación enln Llomn de Betxf de Pntemn y en/a Mrmfnnyn Asso/ndn de Alzira, además de diversos
conjrmfos de otros poblados entre los que destncmr Jos grandes vasos de nlmncennje de In Eretn del
Castellar de Vilnfrmrcn. Lns tierras meridionales vnlencinnns se inscriben aflora enln Cultura del
Argm; de In que el museo posee una colecci6n representativa procedeute de yncimieutos murcianos y almerienses; y In metalurgia del fiunl de In Edad del Bro11ce en o/ ros ámbitos peninsulares
se iluslrn con el depósilo de Huerta de Arriba en Burgos.
IX. LA EDAD DEL BRONCE:
LA DIVERSIDAD DE LAS CULTURAS
La intensa ocupación del territorio a partir del II
milenio antes de Cristo se manifiesta en la gran abundancia de poblados situados en lugares elevados. El
dominio de las técnicas constructivas en piedra y barro, así como la adecuación a la topografía de las montañas, hacen que estos poblados muestren ya cierto urbanismo, con abancalamientos, murallas y departamentos de planta rectangular, a menudo dispuestos a
ambos lados de una ca1le central. La cultura material
incorpora plenamente el uti1laje metálico, primero de
cobre y después de bronce -aleación de cobre y estaño-, quedando reducida la industria de piedra casi exclusivamente a los dientes de hoz de sOex. Y, en cuanto a los tipos de enterramiento, tenderán ahora a ser
individuales o con escaso número de individuos, expresión quizás de una incipiente jerarquización social.
Los yacimientos de Mas de Menente y Mola Alta
de Serelles (Alcoi, 1' Alcoia) fueron los primeros po-
blados excavados de la Cultura del Bronce Valenciano,
durante los años veinte del presente siglo. Aquellos
trabajos pioneros mostraron unos poblados en altura,
amurallados, con una cultura material dominada por
los grandes vasos de almacenaje, las cerámicas de cocina, las hoces de madera con dientes de sílex, los
punzones de hueso y, sobre todo, el utillaje metálico
de puñales, punzones y hachas. Sus actividades económicas básicas eran el cultivo del trigo y la cebada, y
los rebaños de ovejas y cabras.
En Mola Alta de Serelles debió ser especialmente
importante el trabajo metalúrgico, documentado por
la presencia de nueve moldes de fundición hallados
todos ellos en un mismo departamento. Se trata de
una actividad que en menor medida también comprobamos en oh·os poblados a través de las escorias, crisoles, moldes y una gran variedad de tipos metálicos,
aunque en la Cultura del Bronce Valenciano la irn-
83
[page-n-84]
MUSEO DE PREHlSTORJA
portancia de la metaluxgia se verá matizada por la escasez de minerales en nuestras tierras, correspondiendo al área meridional argárica y al foco de los poblados del Alcoia un papel destacado en su primera difusión. El reaprovechamiento de los objetos deteriorados
mediante una nueva fundición es una característica de
esta actividad metalúrgica. Y la escasez de estaño convierte al bronce en un metal preciado que se emplea
preferentemente en objetos de adorno y armamento,
produciéndose su generalización ya en momentos
avanzados del periodo.
La Muntanyeta d e Cabrera (Torrent, l' Horta) es
otro poblado relevante en la historia de la investigación de nuestra Edad del Bronce. Descubierto por N .
P. Gómez Serrano y excavado en 1931 por M. Jornet,
los trabajos afectaron únicamente a la parte alta del cerro donde se encuentra el yacimiento. Las estructuras
localizadas identifican una muralla y un departamento adosado, con importantes hallazgos materiales, como cerámica decorada, metal, sílex y objetos de hueso
de forma prismática triangular para la fabricación de
botones. En sus inmediaciones se encontró una pequeña cueva de enterramiento.
Uno de los conjtmtos de materiales más interesantes es el recuperado en el poblado de la Ereta del
Castellar (Vilafranca, 1 Alt Maestrat). Las excavacio'
nes de 1957 delimitaron tres habitaciones con muros
de arcilla y piedra, pavimentos de tierra apisonada y
postes de madera para sostener la techumbre, destacando en su interior los grandes vasos de almacenaje
decorados de manera profusa con cordones en relieve.
Otros elementos nos hablan de las distintas actividades económicas, como las queseras de forma troncocónka con las dos bases abiertas y el cuerpo perforado,
utilizadas para separar el suero de la leche; o las pesas
de telar de barro cocido y forma circular con cuatro
perforaciones, y la fusayola, indicios de la actividad
textil. Los restos de cereal carbonizado vuelven a atestiguar el cultivo de trigo y cebada, así como los dientes de hoz de sílex que aparecieron agrupados formando una hoz.
Durante las dos últimas décadas nuevas excavaciones en estos poblados han permitido conocer mejor las
estructuras constructivas en piedra, destacando su
84
gran envergadura en algunos casos. Abancalantientos,
murallas, sistemas de acceso y, en generat obras de
acondicionamiento del espacio habitado han de interpretarse como señal del grado de cohesión social existente. La imagen de los pequeños asentamientos se ve
así renovada con resul tados como los de la Mtmtanya
Assolada de Alzira y la Liorna de Betxí de Paterna, poblados de cronología ampUa.
La Lloma de Betxí (Paterna, l'Horta) está situada
junto al río Túria en un cerro de escasa elevación. La
excelente conservación de sus restos arqtútectónicos
ha proporcionado interesantes datos sobre las técnicas
constructivas y los ajuares domésticos. La edificación
superior consta de dos habitaciones y un pasillo lateral con más de 30 metros de longitud y 10 metros de
and1ura, que llegaría a los 4 metros de altura; los muros son de piedra trabada con barro y la techumbre de
tierra sobre troncos de madera y ramas pequeñas. El
ajuar formado por cerámka, metal, industria lítica y
ósea, y elementos de adorno, se encuentra distribuido
en una zona de almacén y un área de molienda de cereales con un horno y bancos de piedra y barro; un
conjunto de piezas de telar indica la actividad textil, y
los restos de esparto trenzado son testimonio de la
cestería. Martillos, percutores y mazas se concentran
al lado de un muro. Con toda verosimHitud debió tratarse de una gran construcción de carácter comunal,
posiblemente un almacén, completada con tma cisterna junto al camino de acceso y grandes muros de
abancalamiento en las laderas, además de otras estructuras de habitación en la parte alta del cerro.
La Muntanya Assolada (Alzira, la Ribera Alta) se
ajusta al modelo de poblados situados sobre elevaciones considerables, dominando gran parte de la llanura
del Xúquer. Su espacio superior lo ocupan departamentos de planta rectangular delimitados por escarpes naturales y por una muralla, con un complejo sistema de acceso y distintas líneas de abancalarnientos
en las laderas, formando terrazas. Su estudio nos acerca a los aspectos socio-económicos y vida cotidiana de
la Edad del Bronce. Los restos de fauna ofrecen la imagen de un poblado agrícola con predominio de ovejas
y cabras, donde el buey se utiliza como animal de tiro,
además de productor de carne y leche, y también se
cría el cerdo. La importancia de la caza del ciervo, más
[page-n-85]
Molde y tapadera
de piedra arenisca,
para la fundición de
hachas planas y cinceles,
de la Mola Alta de
Serelles (Aicoi). Cultura
del Bronce Valenciano:
entre 1.800
y 1.400 años a.C.
L
ong. 20'0 cm.
allá de la necesaria protección de los cultivos frente a
los herVlboros, es tm indicador de la existencia de una
coberhtra vegetal notable.
Una cueva de enterramiento en las proximidades
del poblado de la Muntanya Assolada nos habla de la
continuidad en la utilización de las cuevas naturales
como necrópolis, como sucedía en el Horizonte
Campaniforme. Pero también se ha encontrado un enterramiento individual en fosa en el interior del poblado, como en la Peña la Dueña de Teresa, en el Altico
de la Hoya de Navarrés y en la Atalayuela de Losa del
Obispo, mostrando la diversidad de la Edad del
Bronce en cuanto a ritual funerario, exponente tal vez
de diferencias socíales.
Las comarcas alicantinas al sw· del río Vinalopó
quedan englobadas durante este periodo en la Cultura
del Argar, brillante manifestación de la Edad del
Bronce peninsular que se extiende igualmente por tierras de Murcia, Almería y Granada. Son yacimientos
importantes los de San Antón de Orihuela, las Laderas
del Castillo de Callosa de Segura o el Tabaia de Aspe.
Los poblados m uestran un lll'banismo muy desarrollado, con construcciones de carácter público e instalaciones para almacenar toda clase de bienes necesarios para la comunidad, además de un emplazamiento estratégico y sistemas de fortificación en función de la explotación económica del territorio y del control de las
1utas del comercio. En la Cultura del Argar las necrópolis se encuentran en el interior de los lugares de habitación. Se trata de tumbas inviduales o dobles, por
lo general en cistas o en urnas o pithoi. Entre los ajuares de los inhumados es frecuen te la presencia de puñales, alabardas y adornos metálicos, así como vasos
cerámicos y objetos de hueso y de piedra, que señalan
el prestigio, riqueza y poder de determinados individuos, signo evidente de la jerarquización social existente.
Con el final del II milenio antes de Cristo se inicia
la etapa de tránsito entre la Edad del Bronce y la
Cultura Ibérica. Las cerámicas decoradas procedentes
de áreas limítrofes y algunas formas nuevas son los
elementos de culhtra material por los que se reconoce
85
[page-n-86]
Hoz con lascas dentadas de sílex y mango
de madera hallada en el Mas de Menente.
Cultura del Bronce Valenciano:
entre 1.800 y 1.400 años a.C.
long. 48'0 cm.
Vaso cerámico de cuerpo globular
y asa lateral de la Muntanya Assolada
(Aizira). Cultura del Bronce Valenciano:
entre 1.800 y 1.400 años a.C.
Alt. 14'5 cm; diám. boca 14'0 cm.
esta etapa. Sin embargo, uno de los cambios más sígnilicativos es la reestructuración del poblamiento con
el abandono ahora de los antiguos poblados en altura
para ocupar zonas llanas o laderas. En estos poblados
de nueva creación las viviendas son de planta oval y
construidas, en ocasiones, con materiales perecederos.
La economía seguirá siendo de base agrícola y ganadera, pero se complementará en algw1as comarcas con
una importante metalurgia del bronce. Y así, durante
el Bronce Final se documentan en tierras valencianas
86
dos yacimientos con notable actividad metalúrgica:
los poblados de la Penya Negra de Crevillent y de la
Mola d' Agres, ambos con moldes de fundición para
fabricar útiles del denominado Bronce Atlántico, hecho que nos habla de tma intensa actividad comercial
cuyas relaciones posiblemente tuvieran un carácter
marítimo.
A este Bronce Atlántico pertenecen las piezas del
depósito de Huerta de Arriba en Burgos que fo.rman
parte de los fondos del museo.
[page-n-87]
Cazuela cerámica
con borde dentado del Castillarejo
de los Moros (Andilla).
Cultura del Bronce Valenciano:
entre 1.800 y 1.400 años a.C.
Diám. boca 22'4 cm.
Pesas de telar de barro cocido
de los poblados de la Cultura
del Bronce Valenciano
del Mas de Menente
y la Ereta del Castellar (Vilafranca).
Entre 1.800 y 1.000 ruios a.C.
long. de la pieza mayor 24'0 cm.
87
[page-n-88]
Conjunto cerámko procedente
de la Liorna de Betxí.
Ollas, cuencos y vasos carenados
del ajuar doméstico.
Cultura del Bronce Valenciano:
entre 1.800 y 1.400 ai\os a.C.
Diám. boca del vaso mayor 14'5 cm;
alt. 12'0 cm.
Materiales ceránúcos
y metálicos de yacimientos
de la Andalucía oriental
procedentes de Puerto Lumbreras,
Vélez Blanco y Guadix.
Cuenco y vasos carenados,
pt~~iales de remaches y espirales
de bronce de ajuares funerarios.
Cultura del Argar: entre 1.800
y 1.400 años a.C.
Long. del puñal mayor 20'0 cm.
88
[page-n-89]
Armas y objetos metálicos
del depósito de Huerta
de Arriba (Burgos).
Punta de lanza, puñales,
punzón y brazaletes de bronce.
Bronce Atlántico:
entre 1.200 y 800 años a.C.
long. de la pieza mayor 19'5 cm.
Gran tinaja con decoración
de cordones en relieve de la Ereta del
Castellar. Cultura del Bronce Valenciano:
entre 1.400 y 1.000 mios a.C.
Alt.74'0cm.
89
[page-n-90]
[page-n-91]
LAS SALAS DE EXPOSICIÓN
PLANTA SEGUNDA
SALA 1: EL MUNDO MEDITERRÁNEO
SALA
ll: Los fBEROS
SALA
lll: Los GRANDES POBLADOS
SALA
IV: LA CASA
SALA
V: EL MUNDO FUNERARIO Y REUGIOSO
SALA
VI:
SALA
VII: LA ESCRITURA rBI!RJCA
SALA
Vlll:
SALA
IX: LA I:POCA
SALA
X: NUMISMÁTICA VALENCIANA, S. X-XIX
IB~RICA
EDETA y su TERRITORIO
LA NUMISMÁTICA IBI!RICA
ROMANA
o
700
200
400
600
~
~
<(
(/)
o
o
o
(!)
¡¡;
>
z
<(
~
o
a:
<(
(.)
o
a..
•W
o
w
z
o
~
o
(.)
-o
CD
::>
::;:
¡¡;
o
....o
¡::::
(/)
w
~
(.)
~
';l
w
(.)
o
z
<(
:E
o
a:
o
o
a:
w
Q2
o
>
~
a:
a:
~
z
o
...J
¡::::
(/)
w
~
(.)
~
a:
::>
1-
a:
(.)
(/)
w
o
z
w
a..
....J
o
(.)
a:
=>
~
::>
(.)
(/)
w
o '() o CJ)
z
w
z
a: i3 a: z
a:
o
o ~
=>
o
¡::
(/)
w
~
::>
u
(/)
(!)
(.)
::>
o
....J
o
(.)
a:
•W
(!)
Q2
a:
·~
o
~
a:
w
~
z
~
(.)
z :¡¡ i3 o z
<(
~ ~
~
m
ü
~
(.)
o
z
o
w
:E
...J
w
(!)
w
a:
•W
750 A de C.
a:
w
a:
...J
~
~
~
·~
a:
w
(.)
91
[page-n-92]
[page-n-93]
Terracota púnica procedente d el
santuario de la Cava des Cuieram
(Sant Joan, Ibiza). Representación
de la diosa Tanit. Siglo m a.C.
Alt.16'2cm.
Ln plnntn segunda dedicndn n sus snlns 1n VlJJ n In
Cu/fum fbéricn, In snln LX nlmw·rdo romano yln snln X n lns
coleccioues 1111111ismríticns. Ln snln 1 preseutn In época de lns colonizaciones, es decir; los
siglos VI11 n VI antes de Cristo. Enunn nmbientnci611 de 1111111do mediterráueo se ofrece
unn muestra representativa de ánforas de distintas épocns, 1/egndns n 1111estms tierras
como fmto de lns relaciones comercinles establecidas entre los pueblos ribereiios, ndemrís de 111rn selecció11 de los Jaudos de dos importnutes coleccioues: In de In colouin griega de Empriries yln de In colon in ptínicn de lbizn.
l. EL MUNDO MEDITERRÁNEO
Desde tiempos prehistóricos el mar Mediterráneo
es w1a vía de comtmicación y aculturación entre los
distintos pueblos que habitan sus orillas. A lo largo de
4.500 ki lómetros, desde Gibraltar hasta las costas
sirias, muestra paisajes y cultivos similares que reflejan formas de vida comw1es a la mayoría de sus habitantes. Las navegaciones, documentadas desde el Neolítico, se intensificaron a partir del 800 antes de
Cristo, cuando fenicios y griegos viajaron hacia occidente en busca de metales y nuevas tierras que cultivar. Escenario habitual de continuas rivalidades entre
fenicios, etruscos, griegos y cartagineses, serían los romanos quienes tras imponer su dominio lo denominaron Mnre Nosfmm.
Durante la etapa ibérica, la presencia en nuestro
litoral de ánforas fenicias, griegas, etruscas, púnicas y
romanas revela la importancia del comercio de productos envasados, como el vino y el aceite, con todos
los pueblos mediterráneos. Y es que, desde mucho
antes, la pe1únsula Ibérica había atraído a comerciantes y colonos del Mediterráneo oriental en busca
de metales y, en menor medida, productos agrícolas y
otras materias primas. La instalación, a partir del siglo
VITI antes de Cristo, de las factorías fenicias de Ibiza,
Cádiz, Málaga o Almuñécar y, a partir del 600 antes de
Cristo, de las colarías griegas de Empúries y Roses,
fue w1 factor determinante en el proceso de aculturación de la población indígena que, poco a poco,
ira asimilando influencias y aportes exturnos hasta
dar lugar a la Cultura Ibérica.
La isla de Ibiza, estratégicamente situada en la ruta que desde Oriente llevaba hasta la plata tartésica,
fue ocupada por los fenicios hacia mecliados del siglo
VII antes de Cristo. En ella florecería tma de las manifestaciones más originales de la Cultura Púnica en occidente. De los muchos asentamientos establecidos en
la isla, destacan el sanhtario rupestre de Es Cuieram
con cientos de terracotas de la diosa púnica Tanit y, sobre todo, el cementerio de la ciudad de Ebussus, el
Puig dels Malins, cuyas miles de tumbas han proporcionado riquísimos y variados ajuares.
93
[page-n-94]
Empúri es, situada en una ensenada de la costa
norte de Girona, es sin duda la colonia griega mejor
documentada de la península Ibérica. Fundada por los
focences en torno al 600 antes de Cristo, fue la puerta
de entrada de gentes, productos, costumbres e ideas
procedentes de la Hélade y su influencia en el mundo
94
indígena ibérico fue determinante. Si bien de la ciudad
de Empúries se conocen sobre todo sus ruinas romanas, de su etapa colonial griega se han locRiizado el
antiguo malecón del puerto y las necrópolis. De sus
tumbas, excavadas a principios del siglo XX, proceden
los materiales Rrqueológicos más ricos.
[page-n-95]
Terracota púnica de la necrópolis
del Puig deis Molins (Ibiza).
Busto femenino. Siglos IV-TU a.C.
Al t. 23'0 cm.
Oeuoclloe púnico d e pasta vítrea
del Puig deis Molins. Siglo V a.C.
AJt. 7'3cm.
Lekytllos ático de la necrópolis de
Empúries (Girona). Siglos V-IV a. C.
Alt.l0'6cm.
Terracota griega de la necrópolis de Empúries.
Figura femenin a de torso descubierto.
Siglos V-N a.C. Alt. 17'1 cm.
95
[page-n-96]
[page-n-97]
<1
Exvoto ibérico en bronce del santuario
de Peal de Becerro Qaén).
Dama con manto largo.
Siglos Vl-IV a.C.
Alt.12'0cm.
Ln snln 11 se i11icin co11 u11n i11trodrtcci6n general n In
Cultura Ibérica, cuyo desarrollo cubre desde el siglo VI ni I1
antes de Cristo, con el hologrnmn de In Dnmn de Elx, cerámicas, exvotos de bronce y 1111
molino rotatorio. Los orlgenes de estn crtltllrn se reflejnll en varios yacimientos propios
de In primera etnpn, como los Villnres de Cnrtdete de lns F11entes, Altea In Ve/In, In Solivelln de Alea/a de Xiverl, el Boverol de Almnssora o el P1111tnlef y In Covn del Cnvn/1 de
Llírin.
II. LOS ÍBEROS:
UNA CULTURA Y UN MOSAICO DE PUEBLOS
El descubrimiento, de la Dama d'Elx, en 1897, y las
posteriores excavaciones en los poblados de la Alcúdia
en el mismo Elx, la Covalta de Albaida, la Serreta
d' Alcoi, la Bastida de les Alcuses de Moixent o Sant
Miguel de Llíria convirtieron el área valenciana en una
zona pionera en el conocimiento de la Cultura Ibérica.
Los autores clásicos, griegos y latinos, nominaron
íber-íberes a los habitantes del área litoral mediterránea comprendida entre Andalucía y el río Hérault
(Francia). Los íberos, como, los griegos, nunca llegaron
a alcanzar una unidad política; sin embargo, tenían
unos rasgos comunes que Jos investigadores han denominado Cultura Ibérica y que se desarrolló entre los
siglos VI al li 6 1 antes de Cristo, siendo equiparable
por sus elementos distintivos al resto de civilizaciones
mediterráneas.
La existencia de ciudades, residencia de las clases
dominantes, es la caracterfstica más destacable de su
organización politica y social. La utilización generalizada de la metalurgia del hierro y del tomo de alfarero
es un claro exponente de su alto nivel tecnológico. A
su vez, el uso de la escritura, la existencia de un sistema de pesas y medidas y, finalmente, la acuñación de
moneda expresan la complejidad alcanzada por la sociedad ibérica.
Los pueblos que ocupaban nuestra geografía aparecen citados en los textos clásicos. Los ilercavones habitaban las tierras entre el río Ebro y el Millars, y sus
yacimientos más conocidos son la Moleta deis Frares
de Forcall, el Puig de la Na u de Benicarló, el Puig de la
Misericordia de Vinaros y Torre la Sal de Cabanes. Los
97
[page-n-98]
LA ARQUEOLOGÍA VALENCIANA
edetanos se extendían desde el río Millars hasta el Xúquet~ destacando el Solaig de Betxí, la Punta d'Orleyl
de la Va!J d'Uixó, las ciudades de Sagunt-Arse y Tossal
de Sant Miquel-Edetn de Llíria, la Carencia de Torís o
el Pico de los Ajos de Yátova. Los contestanos, con
asentamientos como Xativa-Sniti, la Serreta d' Alcoi, el
Tossal de Manises de Alicante, el Monastil de Elda, Ilici -la Alcúdia d'Elx, la Escuera y el Oral de San Fulgencio, ocupaban las tierras entre el río Xúquer y el Segura.
La Cultura Ibérica es el resultado de un proceso de
formación iniciado en el siglo VID antes de Cristo con
la ü1stalación de las primeras colonias fenicias en el
Sur peninsu lar. Desde los establecimientos costeros
partirán los estímulos que permitirán a los indígenas
conocer nuevos productos y nuevas técnicas. Así, por
ejemplo, el cultivo de la vid, atestiguado en el Alt de
Benimaquia de Dénia desde el siglo VI antes de Cristo,
se inició en beneficio de unas elites cada vez más poderosas para emular los modos de vida coloniales. Y
en los Villares de Caudete de las Fuentes, Vinarragell
de Borriana y el Torrelló de Almassora queda bien patente la progresiva sustitución de las cerámicas hechas
a mano por las realizadas a torno. Todo ello provocará
una mayor estabilidad de la población mediante la
concentración en núcleos mayores y la consolidación
de nuevas formas constructivas. En Jos Saladares de
Orihuela y, sobre todo, en la Penya Negra de Crevillent el urbanismo organizado cambió por completo la
fisonomía de las anteriores cabañas del Bronce Final.
A este periodo de formación de la Cultura Ibérica
pertenecen los hallazgos en el Puntalet y el Collado
de la Cova del Cavan (Llíria, el Camp de Túria), que
corresponden a sendos espolones del cerro ocupado
por el poblado del Tossal de Sant Miguel. En 1947 se
excavaron dos áreas de enterramientos fechadas entre
finales del siglo Vil y mediados del VI antes de Cristo. Los restos de cinco incineraciones se encontraron
en el mterior de urnas, hechas tanto a mano como a
torno, una de las cuales era una tinaja fenicia con decoración pintada. Los ajuares que las acompañaban
eran escasos.
De igual manera, en el Boverot (Almassora, la Plana Alta) se localizaron en 1932, en unos hoyos excava-
98
dos en la tierra, dos urnas hechas a mano que contenían restos de incineraciones. Por su tipología se fechan dentro del Bronce Final, en el siglo VID antes de
Cristo, inmediatamente antes de la llegada de las influencias coloniales. Estos enterramientos debían formar parte de tma necrópolis de cronología más amplia, asociada al cercano asentamiento del Torrelló (Almassora).
Otros yacimientos y materiales característicos del
periodo son el Cabezo de Monleón (Caspe, Zaragoza), poblado que presenta una secuencia estratigráfica
datada entre Jos siglos X al VIl antes de Cristo, sm llegar a conocer la cerámica a tomo, y cuyos materiales
más característicos son las cerámicas hechas a mano
con decoraciones acanaladas y excisas propias del
Bronce Final.
Los Villares (Caudete de las Fuentes, la Plana de
Utiel), gran asentamiento excavado desde 1956, cuya
secuencia estratigráfica permite estudiar la formación
de la Cultura Ibérica. Sobre un sustrato indígena del
Hierro Antiguo, caracterizado por las cerámicas hechas a mano, se superponen los mflujos coloniales fenicios y griegos durante los siglos VII-VI antes de
Cristo, cuyas aportaciones mejor documentadas son
las cerá.micas hechas a torno y los objetos de hierro.
La necrópolis de incil1eración de la Solivella (AlcaJa de Xivert, el Baix Maestrat), fechada entre el siglo
VI y la primera mitad del siglo V antes de Cristo, que
se excavó en 1961localizándose 28 sepulturas dispuestas en hoyos. Toda la cerámica recuperada era de producción local, hecha a torno, y los ajuares que acompañaban a las urnas que contenían los restos mcinerados
del muerto estaban compuestos por objetos metálicos
de adorno personal y armamento.
Y la necrópolis de Altea la Vella (Altea, la Marina
Baixa), descubierta en 1972, en la que se encontraron
mcineraciones con un escaso ajuar metálico compuesto básicamente por broches de cinturón y objetos de
adorno. Todas las vasijas cmerarias son urnas de orejetas, piezas características del Horizonte Ibérico Antiguo, es decü~ Jos siglos VI-V antes de Cristo. Una de
las tumbas estaba señalizada con una estela en la que
aparece grabado un guerrero vestido y armado.
[page-n-99]
Urnas cinerarias de orejetas d e la necrópolis
ibérica de Altea la Vella (Altea). Siglo VI a.C.
Altura de la urna mayor 33'5 cm.
Exvoto ibérico en bronce d el santuario
de Despeña perros (Jaén).
Siglo IV a.C.
Alt. 6'0cm.
99
[page-n-100]
Tinaja ibérica decorada con bandas y filetes del poblado de Los Villares (Caudete de las Fuentes).
Siglo VI a.C.
Alt. 367 cm.
100
[page-n-101]
Copa jonia del poblado de Los Vi llares.
Entre 530 y 500 años a.C.
Alt. 6'5cm.
Tinaja fenicia del Collado de la Cova del Cavall (Llíría ).
Siglos VII-VI a.C.
Alt.35'0cm.
101
[page-n-102]
[page-n-103]
Guerrero de Moixenl.
Exvoto ibérico en bronce hallado
en el poblado de la Bastida de les Alcuses
(Moixent). Siglo TV a.C.
Alt. 7'3cm.
Ln snlalii 11os aproxima a los grandes poblados, n In
complejidad de las gm11des ciudades ibéricas, n través del
ejemplo de In Bastida de les Alcuses de Moixe11t. Entre los materiales represe11tativos de la Bastida
de les Alcuses destaca su i11strumeutal de hierro, adomos, nrmmue11to, cenfmicns importadas de
bamiz negro y, muy especialme11te, el exvoto e11 bro11ce del Guerrer de Moixent. Completa In sala
rma muestra de joyería procede11le de diversos yncimielllos, como el collar y In cabeza de pasta vítrea de In Covnltn de Albaida o el peudie11te de oro de In Pe11yn Roja de Llírin.
III. LOS GRANDES POBLADOS IBÉRICOS
Y SU ENTORNO: ASPECTOS ECONÓMICOS
Con la Cultura Ibérica cambia la configuración del
hábitat de las etapas precedentes y la estructuración
del poblamiento. Por primera vez en nuestras tierras
se puede hablar de verdaderas ciudades que controlan
política y económicamente un territorio en donde se
asientan otros núcleos de población dependientes de
aquellas, de carácter preferentemente agrícola, como
las aldeas y caseríos. Este territorio aparece defendido
por fortines, dispuestos en puntos estratégicos, que
aseguran la vigilancia de las fronteras.
llado y con potentes torreones. Mayor complejidad
ofrecen los poblados en ladera, como el Tossal de Sant
Miquel de Llíria, el TossaJ de la CaJa de Benidorm o la
Serreta de Alcoi, donde la topografía condiciona la
cUsposición de las calles y manzanas que se escalonan
a lo largo de las pencUentes. También se conocen otros
tipos de hábitat, como los pequeños poblados de calle
central, los asentamientos sin fortificar o los torreones
aislados que responden a distintas funcionalidades. El
descubrimiento de edificios de val'ias plantas y la
Las excavaciones reflejan de forma inequívoca el
identificación de recintos religiosos son sólo algunos
carácter sedentario, organizado y defensivo de los poblados ibéricos. Los asentamientos como la Bastida de
les Alcuses de Moixent, la Covalta de Albaida, el Oral
de San Fulgencio, el Castellar de Meca de Ayora, el
Puig de Benicarló o la Illeta deis Banyets del
Campello, ubicados en cumbres amesetadas o en llano, presentan un trazado urbanístico cuadrangular
con grandes viviendas, rodeado por un recinto amura-
de los aspectos más novedosos del paisaje urbanístico
ibérico.
La Bastida de les Alcuses (Moixent, la Costera)
fue excavada parcialmente entre los años 1928 a 1931.
Es un poblado contestano cuya vida duró escasamente
100 años, siendo destruido violentamente en la segunda mitad del siglo IV antes de Cristo. Está situado es-
103
[page-n-104]
MUSEO DE PREHISTORIA
tratégicamente entre la vía natural que comunica la
costa con la Meseta, conocida en época romana como la
Vía Augusta, y el CtU'SO del río Vinalopó que conduce hacia las tierras alicantinas. El recinto amurallado, que delimita una extensión de 6 hectáreas, tiene cuatro puertas,
una de ellas tapiada, y conserva tres torres. En su interior, el trazado urbruústico se organiza en manzanas de
grandes viviendas dispuestas a ambos lados de una larga
calle axial. Los plomos con escritura ibérica, la figurilla
del"Guerrer de Moixent'', la colección de cerámicas griegas o el conjunto de instrumentos agrícolas y artesru1ales
son sólo algtmos de los hallazgos más destacados de enb·e sus ajuares.
La agricultura, junto con la ganadería, era la actividad
económica fundamental de los iberos. Su variado instrumental agrícola de hierro compuesto por rejas de arado,
arrejadas, layas, azuelas, hoces, podones y picos revelan
la puesta en valor del secano y w1a producción dominada por los cereales. Otros insbumentos metálicos como
sierras, escoplos, taladros, chiflas, paletas de albañil o
agujas son fiel reflejo de los trabajos artesanales relacionados con la cantería, carpintería o el curtido de las pieles.
Los rebaños de ovejas y cabras eran fundrunentales
para el aprovisionamiento de carne y Leche, pero también para la obtención de pieles y lana. Del cerdo se
aprovechaba la carne, mientras que el buey era, sobre
todo, un animal de tiro y el caballo un animal noble
para la monta. La caza de animales silvestres, en especial el ciervo, jabalí o cabra montés, era un complemento de la dieta, así como la pesca o la recolección de
frutos silvestres.
El vestido se conoce sobre todo a través de la estatuaria y de la cerámica. La mujer llevaba enaguas y túnicas largas superpuestas y ribeteadas con cenefas, un
manto largo de gruesa tela, generalmente de color
púrpura, y babuchas de cuero. En sus atuendos más
solenmes cubría la cabeza con complejos tocados formados por velos, cofias, altas mitras o diademas y se
adornaba con collares de colgantes, pendientes, pulseras y anillos.
El hombre vestía con calzón y túnica corta ceñida a
la cintura y un manto largo que se llevaba dejando el
brazo derecho libre y sujeto al hombro con una fíbula.
Podían llevar pendientes, sortijas y brazaletes. Para la
guerra, se protegía con casco, clípeo pectoral sujeto
con correas y grebas o espinilleras.
Útiles, objetos e instrumentos en bronce de la Bastida de les Alcuses.
Fíbulas anulares, campanita, pinzas, compás articulado, anzuelo, botón y colgante. Siglo IV a.C.
Long. de las pinzas 8'3 cm.
104
[page-n-105]
Vajilla cerámica ibérica de mesn, con decoración pintada geométrica,
de la Bastida de les Alcuses. Botellas, tinajilla, kylix, otuocl1oe y copita.
Siglo IV a.C. Alt. de la pieza mayor 17'1 cm.
Omochoe ático de barniz negro
de la Bastida de les Alcuses.
Siglo IV a.C. Alt. 13'7 cm.
105
[page-n-106]
Instrumental agrícola de hierro
de la Bastida de les Alcuses.
Podón, hacha, picoleta, pala y reja
de arado. Siglo IV a.C.
Long. de la pieza mayor 25'2 cm.
Aguja de oro para el cabello,
con cadena de ocho hilos
trenzados, de la Bastida
de les Alcuses.
Siglo fV a.C. Long. 29'3 cm.
106
[page-n-107]
Arracada de oro
del poblado de la Penya
Roja (Liíria).
Disco decorado
con roseta central
rodeada de un círculo
de 18 rostros; técnica
de repujado y punteado.
Siglo V a.C.
Diám. 4'5 cm.
Colgante de pasta vftrea
polícroma, de factu ra
p(uuca, procedente
del poblado de Covalta
(Albaida). Cabeza
masculina barbada.
Siglos lV-m a.C.
Alt. 3'7 cm.
107
[page-n-108]
[page-n-109]
Gul/us de ceránúca, en forma de pie,
del poblado de Los Villares.
Recipiente para aceites o perfumes.
Siglo ill a.C. Alt. 1O'Ocm.
Ln snln TV 1111reslm In rlidn doméstica.
Am/Jientndos en 111m vivieudn ideal se recoustrrryen
los distintos espacios de las actividades colidinrrns como In cocina, el tejido, In molienda de cereales o el nlrrrncenaje. Frrem de este rfm/Jilo se expoue In npiculfrrrn y In obleucióu del nceile. La vajilla de mesa, los vasos de lrrjo y Jos grnudes recipientes de almacen, proceden/es de los Villnres de
Caudele de las Frren les, completan In visión del ajuar doméstico ibérico.
IV. LA CASA IBÉRICA
Los materiales empleados en La construcción ibérica son La tierra, la piedra y la madera. Las casas tienen
un zócalo de piedra sobre el que se levantaban las paredes de adobes. Toda la pared se revestía con barro
pintándose con cal y, ocasionalmente, con tonos rojizos y azulados. Los techos eran planos a modo de terrazas y consistían en un denso entramado de vigas y
cubierta vegetal que sostenía una gruesa capa de arcilla. La vivienda era el espacio familiar donde se realizaban todas la actividades domésticas, axtesanales o
de carácter social. En Jos grandes poblados las casas
aparecen compartimentadas en habitaciones: la zona
de es tat~ o espado colectivo, ocupa un lugar preferente y concentra las actividades culinarias y textiles; las
despensas, en donde se almacenaban las anf01·as y tinajas, se situán en espacios apartados y oscuros.
Otras dependencias se destinan al reposo, molienda o
talleres.
El ajuar doméstico ibérico se compone básicamente de recipientes cerámicos, ya que los objetos de ces-
tería o madera suelen reducirse a escasos testirnonios
carbonizados. Gracias al torno los alfareros elaboraron
recipientes de formas y funciones muy variadas. Así,
tenían ánforas y tinajas de diferentes tamai'íos para almacenar y conservar alimentos; un servicio de mesa
compuesto por platos, copas, jarros y botellas; pequeños recipientes para especias, ungüentos y perfumes;
objetos auxiliares como tapaderas, coladores, soportes
o morteros; y vasos de carácter rih1al e imitaciones de
cerámicas importadas como cráteras o kilices. Para las
tareas culinarias fabricaron ollas, cazuelas y braseros,
de aspecto tosco pero que podían exponerse directamente al fuego sin estallar.
Los Villares (Caudete de las Fuentes, la Plana de
Utiel) es tm buen ejemplo de ciudad ibérica. Conocida
en época ibérica como Kelin, es el asentamiento más
grande de la comarca. Las excavaciones, que se están
Llevando a cabo desde 1956, muestran la evolución del
hábjtat desde el siglo VII antes de Cristo hasta su decadencia y abandono entre los años 83 y 77 antes de
109
[page-n-110]
MUSEO DE PREHISTORIA
Cristo. Situado en el cruce de caminos entre la costa y
la Meseta y entre ésta y Teruel, canalizaba y distribuía
los productos comerciales convirtiéndose en el lugar
central del que dependerán los demás poblados de la
zona. En el sector excavado se distingue un trazado
urbano de grandes casas compartimentadas y abiertas
a calles que permitían la circulación de carros. Su categoría de ciudad viene avalada por su extensión de 10
hectáreas, la variedad de productos agrícolas, los plomos escritos y la acuñación de moneda.
En la Seña (Villar del Arzobispo, la Serranía) y en
el Castellet de Bemabé (Llíria, el Camp de Túria) se
hallaron balsas de decantación encaladas que contenían huesos de aceituna carbonizados, prueba de la existencia de una producción de aceite antes de la llegada
de los romanos. El aceite se utilizaba en la preparación
y conservación de los alimentos, la Llumi.nación y la
elaboración de ungüentos. En el proceso de su elaboración, las aceitunas se colocan en cofines de esparto
apilados sobre aras de piedra que se prensan mediante una viga de madera maniobrada gradas a un contrapeso en su extremo. El líquido resultante circula
por los canalillos del ara y cae en una balsa de decantación donde flota el aceite depurado. Este aceite de-
pmado se recoge en un segundo recipiente mientras
que el agua y las impurezas permanecen en la primera
balsa.
La miel era un producto utilizado en la Antigüedad como sustitutivo del azúcar. Si bien su recoleccíón
queda reflejada desde la Prehistoria en algunas pinturas rupestres levantinas, no hay testimonios arqueológicos de su existencia hasta época ibérica. En los poblados ibéricos del Camp de Túria son muy frecuentes
las colmenas de cerámica de forma cilindrica y estriadas en su interior, como las que proceden del Puntal
deis Llops (Olo cau, el Camp de Túria) y de la
Monravana y el Tossal de Sant Miquel (Llíria, el
Camp de Túria). Este tipo de colmenas, que se siguen
empleando en Grecia, Chipre, Egipto y Jordania, y,
hasta hace poco tiempo, en Mallorca y Andalucía, era
considerado por los tratadistas romanos como de muy
mala calidad, pues "se encienden con los calores del
estío y se hielan con los fríos del invierno" (Columela,
Agricultura, IX, VI). Se dispmúan horizontalmente y
apiladas sobre el suelo, cerradas con tapones de corcho, cerámica o barro a los que se practicaba un orificio para que entraran las abejas. Las estrías internas
servían para facilitar la adherencia del panal.
Kylix-skypilos ático, de figuras rojas, del poblado de Los Villares.
Escena representando a Eros delante de un joven con himatión. Siglo IV a.C. Diám. boca 12'5 cm.
110
[page-n-111]
Llaves ibéricas de hierro de los poblados
de El Xarpolar (Margarída-Pianes)
y el Puntal deis Llops (Olocau). Siglo III a.
C. Long. de la pieza mayor 1J'S on.
Cerámica de cocina ibérica de Los Villa res.
Olla, tacitas, cazuela y braserillo.
Siglo lll a.C. Diám. cazuela 29'0 cm.
Colmenas de cerámica de los Poblados del Puntal
deis Llops, el Tossal de Sant Miquel (Liíría)
y La Monravana (LIJria). Siglos lll-11 a.C.
Long. de la pieza mayor 59'2 cm.
111
[page-n-112]
[page-n-113]
<]
Quema perfumes de terracota
del Puntal deis Llops.
Representación de
la diosa Démeter/Tanit.
Siglo 111 a.C.
Alt. 15'2 cm.
La sala V correspomle nl1111111dO fuuemrio.
De In uecrópolis del Corral de Snus de Moixeuf procedeu diversas esculfurns y elemeufos nrquifecfóuicos que fomrabmr pnrle de lns lumbns. Las uecrópolis de lns Perlas de Znrrn y de Casn del Moule eu Valdegmrgn (Aibnce/e) permileu cou/emplar las
umas y ajuares de los dijrmfos que ernu iuciuerados, así como el armnmeu/o de los guerreros.
Tnmbiéu se expoueu los eu/errnmieufos iufautiles del Castellet de Bemnbé de Llfrin, exvotos de
Despe1inperros, terracotas del Prmlnl deis Llops de Olocau y vnsos del depósilo votivo de In Cueva
del Prmtal del Homo Ciego eu Villargordo del Cabrie/, todo ello como reflejo de los lugares de culfo.
VELMUNDOFUNERAIDO
Y RELIGIOSO DE LOS IBEROS
Los iberos incineraban a sus muertos, proceso durante el cual se quemaban hierbas aromáticas. Las cenizas eran recogidas cuidadosamente y depositadas
en un loculus, con o sin urna. Junto a los restos del incinerado se enterraba su ajuar, compuesto por elementos indicativos de su status sociat como cerámica de
lujo, armas, herramientas, etc.; objetos personales como fíbulas o cuentas de collar, y, en algunos casos, figurillas, amuletos y ofrendas alimenticias. Diversas
ceremonias podían celebrarse durante las exequias,
como libaciones, juegos funerarios, desfiles, cortejos y
banquetes. En las necrópolis o cementerios ibéricos,
las tumbas más comunes eran simples hoyos cubiertos
por un montículo de tierra o piedras. Las más complejas eran títmulos de piedras o adobes, pilares-estela o
monumentos turriformes, expresión de una ostentación principesca. Las tumbas son siempre anónimas y
sólo después de la conquista romana se utilizarán lápidas funerarias escritas como la de Sinarcas.
El Corral de Saus (Moixent, la Costera), necrópolis excavada a lo largo de la década de los 70, proporcionó dos grandes monumentos de empedrado tumular, conocidos como 1a tumbn de lns Dnmitns y de lns
Sire11ns, y más de 15 cremaciones en hoyo. Entre los
ajuares depositados destaca la cerámica ibérica, cerámicas importadas con fechas que oscilan desde el siglo
V al 1 antes de Cristo, elementos metálicos, objetos de
pasta vítrea, terracotas y huesos calcinados, testimonio de las cremaciones. A la fase más antigua de esta
necrópolis, de los siglos VI-V antes de Cristo, corresponde un monumento funerario que se ha podido reconstruir como un pilar-estela gracias a los restos escuJtóricos y arquitectónicos reutilizados en las esh·ucturas tumulares de una fase más tardía, de los siglos
ill-ll antes de Cristo.
Los elementos que formarían el monumento tipo
pilar-estela del Corral de Saus son: base escaJonada,
pilar cuadrado, gola con nacela y baquetón y, a modo
113
[page-n-114]
MUSEO DE PREHISTORIA
de remate, una escultura zoomorfa sobre pedestal, con
una altura aproximada entre 2 y 3 metros. Tales monumentos, que se fechan entre los siglos VI al IV antes de
Cristo, se conocen en las necrópolis de Pozo Moro en
Chinchilla (Albacete) y Monforte del Cid (Alicante);
Coimbra del Barranco Ancho y el Prado en Jumilla,
Fuentecica del Tío Garrulo en Coy-Lorca, los Nietos en
Cartagena y el Cigarralejo en Mula, todas la últimas
en la región de Murcia.
En la necrópolis de las Peñas (Zarra, el Valle de
Cofrentes), se han excavado 20 incineraciones fechadas entre los siglos V y IV antes de Cristo. La mayor
parte de las tumbas son hoyos simples de planta circular o rectangular con una capa de piedras en la base o
en w1o de los laterales. Sólo cuatro sepulturas se encontraron delimitadas por muretes de piedra, a modo
de cista o encachado. Excepto en dos casos, los hoyos
contenían una urna cineraria en cuyo interior se habían depositado los huesos calcinados del difunto y algún objeto metálico de pequeño tamaño. Los demás
elementos del ajuar, tales como armas, recipientes y
cuentas de collar, se colocaron alrededor de la urna cubriéndose el conjunto con las cenizas y carbones procedentes de la incineración.
La presencia de armas es abundante entre los ajuares de las tumbas, como también podemos ver en la
necrópolis de Casa de Monte (Valdeganga, Albacete),
confirmando el papel destacado de la ideología guerrera entre las capas altas de la sociedad. Ello coincide
con las escenas de combate que vemos pintadas en los
vasos del Tossal de Sant Miquel de Ll íria o de la
Serreta de Alcoi, y que muestran una jerarquía militar:
los jinetes, provistos de espuelas y cascos con penachos, parecen tener el mando sobre una infantería
equipada con coraza, casco simple y escudo redondo
(cnetrn) o alargado (scutum). Las armas de los personajes montados son preferentemente el soliferreum, lanza
de hierro de una pieza, o el pilum, asta de madera provista con punta y contera de hierro. Los caballos llevaban frontaleras y campanitas propiciatorias. Los infantes combaten con falcatns, espad as de un solo filo y
empuñadura cubriente, o espadas rectas de doble filo
y empuñadura de frontón o antenas.
Una de las manifestaciones funerarias mejor documentada en los últimos años son los enterramientos
ilúantiles hallados en las casas ibéricas, como los del
Castellet de Bernabé (Llíria, el Camp de Túria). Los
recién nacidos y criaturas de pocos meses estaban
apartados de la tradición y del espacio funerario de
los adultos. No eran incinerados y enterrados en las
necrópolis, sino que sus cuerpos eran inhumados bajo
el suelo de las casas. Estos hechos dejan sospechar la
existencia de ritos de paso en función de la edad sin
los cuales los difuntos no se convierten en miembros
de pleno derecho en la sociedad. En algunas ocasiones
existen indicios para sospechar que estos hallazgos infantiles eran sacrificios fundacionales o de amortización.
Además de en las necrópolis, la vida religiosa de
los iberos se manifiesta también en lugares de culto específicos. Desde la más remota prehistoria perviven
creencias telúricas, es decir, asociadas a la naturaleza,
cuyo reflejo se constata en época ibérica por los depósitos efectuados en las cuevas. Estas cuevas-santuario
proporcionan conjuntos de materiales entre los que
destacan numerosos vasos caliciformes y platitos empleados como lucernas o como recipientes para libaciones, caso de los encontrados en la Cueva del Puntal
del Horno Ciego (Villargordo del Cabriel, la Plana
de Utiel).
Los santuarios, a menudo alejados de los poblados,
se asocian a cultos colectivos posiblemente destinados
a reforzar la identidad tribal, en los que se depositan
exvotos de terracota, como los de la Serreta de Alcoi, o
de piedra y bronce que representan oferentes o animales, como los del Cigarralejo de Mula (Murcia) o
Despeñaperros (Jaén). Los templos de la Illeta dels
Banyets del Campello, del Tossal de Sant Miquel de
Llíria o de L' Alcúdia d'Elx, asf como la existencia de
capillas domésticas dentro de los asentamientos,
muestran la complejidad del mundo religioso de los
iberos.
t>
Cabeza escultórica femenina, en piedra caliza, perteneciente a un
monumento funerario de la necrópolis ibérica del Corral de Saus (Moixent).
Siglos V-IV a.C. All 20'4 an.
114
[page-n-115]
[page-n-116]
Cuerpo de sirena, en piedra caliza. de un monumento funerario de la necrópolis del Corral de Saus.
Siglos V-IV a.C. Long. 52'0 cm.
116
[page-n-117]
Dama del Corral de Saus. Figura femenina esculpidas en un elemento arquitectónico, de piedra caliza, que formaba parte de un monumento
funerario de la necrópolis.
Siglos V-IV a.C. Alt. 60'2 cm.
117
[page-n-118]
Vaso caliciforme, decorado
con ave de alas explayadas,
de la necrópolis del Corral de Saus.
Siglo 11 a.C. Alt. 13'4 cm.
Materiales de la necrópolis ibérica
de Las Peñas (Zarra). Urnas cinerarias,
falcata y espada de hierro, y fibulas anulares
de bronce. Siglo VI a.C.
Alt. de la urna mayor 18'1 cm.
118
[page-n-119]
Falcata y espada de antenas, de hierro, de la necrópolis ibérica
de Casa del Monte (Valdeganga, Albacete).
Siglo IV a.C.
Longs. 56'3 y 50'2 cm.
119
[page-n-120]
[page-n-121]
<3
Tinajilla o nlbnrello, decorado con motivos
geométricos y florales, del Tossal
deSant Miquel.
Entre finales del siglo lll y
principos del siglo n a.C.
All. 25'0cm.
Ln snln VI se dedican In ciudad ibérica y su
territorio. El Tossnl de Snnl Miquel de Llfrin, In nutigun
Edeta, es el ejemplo de grnn ciudad, de In que procede una exlrnordiunrin colección de cerámicas
ibéricas piuladas con temas Jigurndos, como el Vas deis Guerrers. Edeta ejerce In cnpilnlidnd de u11
amplio territorio que esttf estruclurndo eu varias categorías de nsenlmuie11los: las aldeas, como In
Setin de Vil/m· del Arzobispo y In Monrnvnnn de Ufrin; los caseríos, como el Cnslellet de Bemnbé
de L/ fria, del que ndemtfs de los mnlerinles se expoue mm mnqueln; y los fortines, como el Puntal
deis Llops de Olocnrt. Todo lo cual se explica snbre rmn gran maqueta inlernclivn del Cnmp de
Trírin co11 el apoyo de un audiovisual.
VI. EL TOSSAL DE SANT MIQUEL:
LA CIUDAD DE EDETA Y SU TERRITORIO
El Tossal de San t Miqu el (Llíria, el Camp d e
Túria), excavado entre los años 1933 y 1953, es conocido sobre todo por su colección de vasos decorados y
por los textos escritos que acompañan estas decoraciones, constituyendo el mayor archivo epigráfico ibérico. La ciudad, identificada con Edetn por el geógrafo
Estrabón, ocupó en su momento de máximo esplendor, entre los siglos IV al II antes de Cristo, más de
diez hectáreas, extendiéndose prácticamente por todo
el cerro. Presenta un trazado rubanistico propio de los
poblados en ladera donde las edificaciones se disponen, adosadas a la pared rocosa, a lo largo de terrazas
artificiales. Su aspecto escalonado se acentúa al tener
las viviendas varias plantas y cubiertas planas. En el
siglo Il antes de Cristo, después de la conquista romana, fue destruida e incendiada, cayendo, a lo largo de
ese siglo y el siguiente, en un gradual abandono. A
partir del siglo I de nuestra era, la ciudad romana,
construida ahora en el Pla de 1'Are, volverá a vivir una
nueva etapa de esplendor.
Los vasos decorados ibéricos se agrupan en dos estilos pictóricos bien diferenciados geográfica y cronológicamente: el estilo narrativo de Llíria-Oliva, con escenas figuradas dispuestas en friso y acompaíladas en
muchas ocasiones de textos escritos, a pa1·tir de finales
del siglo m antes de Cristo; y el estilo simbólico de
Elx-Archena, caracterizado por imágene!i aisladas y de
seres mitológicos en disposición central, que se desarrolla en los siglos II-1 antes de Cristo. En estas producciones de prestigio, realizadas en su mayoría por
encargo, destaca el papel del pintor especializado
frente al alfarero. Esta división del trabajo entre pintores y ceramistas confirma que estarnos ante una sociedad jerarquizada donde artistas o talleres trabajan para las clases altas urbanas.
121
[page-n-122]
MUSEO DE PREHISTORIA
Las escenas pintadas en la cerámica de Edeta, dispuestas en friso y en las que participan siempre varios
personajes, plasman actividades muy concretas de un
sector de la sociedad: la aristocracia. Muestran un
mundo lúdico, como las cacerías, y militar, donde la
guerra, duelos y juegos competitivos reflejan la importancia del caballero. Las damas entronadas, las procesiones y danzas reflejan el carácter festivo y religioso
de estas ceremonias colectivas donde siempre participan mujeres que, por sus atuendos y atributos, representan a damas de alto rango. Así, las escenas de la cerámica muestran, en un contexto urbano, a la clase
privilegiada edetana de finales del siglo III y principios del U antes de Cristo inmortalizada por unos artesanos y artistas especializados que trabajaban a su
servicio. En la base de la sociedad se encontraba el
campesinado, que no aparece reflejado en la iconografía, dedicado a la explotación del entorno de la ciudad.
Las investigaciones más recientes realizadas en torno a Edeta-Liíria muestran que esta ciudad ejercía la
capitalidad de un territorio extenso y bien delimitado.
En el área comprendida entre la sierra Calderona al
norte y el río Túria al sw~ la llanura costera al este y
por el interior la zona montai1osa de la Serranía, se desarrolló, a partir del 400 antes de Cristo, un poblamiento estructmado en cuatro categorías de asentamientos: las aldeas y caseríos proporcionaban los productos básicos de la subsistencia, mientras que los fortines vigilaban el territorio; finalmente, la ciudad de
Edeta era el centro rector y beneficiario de este complejo sistema, reflejo de una sociedad fuertemente jerarquizada.
Las aldeas y caseríos eran poblados encargados de
la explotación agrícola del territorio edetano. Con casi
una hectárea, la Monravana de Llfria, la Torreseca de
Casinos o la Seña de Villar del Arzobispo eran aldeas
ocupadas por un campesinado encargado de abaslecer
a la ciudad; mientras que los caseríos, como el
Castellet de Bemabé de Llíria, eran fincas de 1.000 m2
en las que el terrateniente organizaba la explotación
del entorno inmediato. Su ubicación cerca de los suelos más rentables y la presencia de estructuras de
transformación de productos agrícolas, como lagares y
almazaras, reflejan su adaptación a las actividades
agropecuarias. Los muestreos carpológicos confirman
122
la práctica de un policultivo basado en la trilogía mediterránea: cereal, olivo y vid. La cabaña ganadera
asociada a estos cultivos de secano presenta un alto
porcentaje de ovicápridos, donde dominan las cabras.
La caza del ciervo, el jabalí y la cabra montés no sólo
sirvió para completar la d ieta alimenticia, sino que
fue, como muestran los vasos pintados, una actividad
lúdica desarrollada por las clases dirigentes.
La Seña (Villar del Arzobispo, la Serranía) es una
aldea amurallada de unos 8.000 m2 de superficie ubicada en pleno llano, en la que las excavaciones han
descubierto una almazara, un sector de viviendas adosadas a la muralla y una secuencia estratigráfica fechada desde el siglo VI hasta el siglo II antes de Cristo.
Por su parte, el poblado de la Monravana (Liíria, el
Camp de Túria), de 6.000 m2, conserva todo su recinto
amurallado y en el interior, además de los sectores de
viviendas, destacan en el extremo norte dos lagares e
instalaciones destinadas a la molienda. La almazara y
los lagares de estos dos poblados confirman, pues, la
importancia de la producción del vino y del aceite antes de la llegada de los romanos.
El Castellet de Bernabé (Llíria, el Camp de Túria)
es un caserío de unos 1.000 m 2 ubicado al pie del fortín deis Tres Pies, en las estribaciones de la sierra
Calderona. Construido a inicios del siglo IV antes de
Cristo se destruyó violentamente a principios del siglo
Il antes de Cristo. Presenta un trazado de calle central
que separa dos sectores bien diferenciados: una gran
vivienda con pasillo y cinco habitaciones donde residiría el propietario y su familia; y un sector con departamentos destinados al almacenaje, molienda de cereales, una herrería o forja y una almazara, todas con dos
alturas. La herrería, una habitación con un banco de
trabajo rodeado de deshechos de hierros y numerosas
escorias de fragua, indican una intensa actividad siderúrgica t:n d poblado, donde también hay testimonios
de un taller de fundición de plomo, con un horno, una
leñera, una piedra utilizada como yunque y una olla
tosca para fundirlo.
Hacia el 400 antes de Cristo se construyó en torno a
Edeta una red de fortines que delimitaba sus fronteras.
Estos fortines son asentamientos de pequeño tamaño,
entre 500 y 4.000 m2, amurallados y con torre, cons-
[page-n-123]
Fragmentos de lekytltos ático
de figuras negras del
Tossal de Sant Miquel
Hada 500 años a.C.
Long. del (rag. mayor 11'1 cm.
truidos en lugares de difícil acceso y con amplia visibilidad. Están situados en la entrada de los ca minos naturales que comunican el Camp de Túria con el valle
del Pallmcia y con la comarca de la Serranfa, así como
a lo largo del río Túria. Todos ellos están conectados
visualmente entre sí y con el lugar central, Edeta, Jo
que les permitía comunicarse ante cualquier peligro.
Esta red defensiva, símbolo del poder edetano, fue
desmantelada a principios del siglo JI antes de Cristo,
cuando la dominación romana empezó a ser efectiva.
El Puntal deis Llops (Oiocau, el Camp de Túria)
es uno de estos fortines o atalayas, de apenas 600 m 2,
situado en un punto estratégico dominando el Camp
de Túria y la entrada del paso natural del barranco del
Carraixet. Está delimitado por una muralla en cuyo
extremo norte se alza una torre de vigilancia, de planta cuadrangular. En su interiot~ 17 departamentos se
distribuyen a ambos lados de una estrecha calle. La
planta no sufrió modificaciones desde su fundación, a
finales del siglo V antes de Cristo, hasta su destrucción y abandono a principios del siglo Il antes de
Cristo. El estudio de los ajuares recuperados en los departamentos muesh·a que en ellos se realizaban actividades complementarias, no recurrentes, por lo que todo el asentamiento hay que considerarlo como una
unidad cuya función principal era la defensa y control
del territorio.
123
[page-n-124]
Vaso de los Guerreros. Lcl!t'S decorado con desfile de infantes y jinetes del Tossal de Sant Miquel.
Entre finales del siglo 111 y principios del siglo n a.C. Alt. 42'6 an.
124
[page-n-125]
Guttus de cerámica
campanien.se A del Tossal
de Sant Miquel. Recipiente
para aceites o perfumes.
Inicios del siglo 11 a.C.
Diám. máx. 11 'O cm.
Knlntlros o Hsombrero de copaH,
decorado con escena pintada
de danzarines precedidos de músicos,
del Tossal de Sant Miquel.
Entre finales del siglo 111
y principios del siglo[) a.C.
AH. 14'0cm.
125
[page-n-126]
Enterramiento infantil, en urna, hallado bajo el suelo
de una de las casas del poblado
del Castellet de Bemabé (Liíria). Siglo IV a.C.
Oiám. de la urna 31'2 on.
Gullus de cerámica de barniz negro, en forma de pie, procedente del poblado del
Puntal deis Uops. Recipiente para aceites o
perfumes. Siglo lll a.C. Long. 16'0 cm.
126
[page-n-127]
Vajilla cerámica ibérica, con decoración pintada, característica de los poblados del Camp de Túria
(Puntal deis Llops, Ca.stellet de Bernabé y Tossal de Sant Miquel). Siglos m-U a.C.
Alt. de la pieza mayor 33'2 cm.
127
[page-n-128]
[page-n-129]
<3
Estela funeraria de piedra,
con inscripción ibérica,
procedente de Sinarcas.
Siglo 1a.C. Alt. 78'3 cm.
LA snln VU coulieue In colección epigráfica
ibérica, formada por los plomos escritos de In Bastida
de les Alcuses de Moixeut, Tossn/ de Snut Miquel de U{rin, los Vi/lares de Cnudete de las Fuentes,
Pico de los Ajos de Yátova, eutre otros; y por el bronce escrito de Sant Antoni de Belxí, los textos
sobre las cerámicas del Tossal de San/ Miquel de Ufria, los grafitos sobre cerámica importada del
Tossal de la Cala de Benidorm, el hueso de la Petia de las Majadas en el Toro, o la estela fimerarin
de Sinarcas, entre otros.
VII. LA ESCRITURA IDÉRICA
El ibérico es una lengua preindoeuropea y se inscribe dentro de la unidad lingüística mediterránea/ lo
que justificaría ciertas semejanzas y un parentesco com(m con el berebet~ el sardo/ el etrusco o el vasco/ ésta
última/ la única lengua peninsular preindoeuropea. Es
a partir del siglo IV antes de Cristo cuando empiezan
a manjfestaJSe en nuestro territorio signos palpables
del desarrollo de la escritura. Los signos de la escritura ibérica proceden del Mediterráneo oriental, de los
alfabetos fenicio-griego, pero adaptados a los valores
fonéticos propios de la lengua ibérica, resultando, por
tanto, un alfabeto original semisilábico. El desconocimiento de la lengua que hablaban los íberos impide
que se puedan traducir sus textos, aunque ya se conocen relaciones de nombres propios, marcas de alfareros, signos de propiedad, etc.
Estos documentos aparecen escritos en tres alfabetos distintos: el alfabeto meridional, que ocupa la parte o riental de Andalucía, las tierras de Albacete/
Murcia y Alicante; el alfabeto oriental, que se extiende
por toda la costa este peninsular, y el alfabeto jónico
que se limita a la comarca de Alcoi y parte de la costa
alicantina.
La fuente de información más importante son los
plomos escritos, pues, aunque no se pueden traducir,
muchos de ellos son listados asociados a cantidades,
es decir, archivos y cuentas administrativas. En la actualidad se han documentado más de cuarenta plomos, entre los que destacan las series aparecidas en
yacimientos como la Serre ta de Alcoi, la Punta
d'Orleyl de la Vall d'Uixó, los Villares de Caudete de
las Fuentes, la Bastida de les Alcuses de Moixent o el
Pico de los Ajos de Yátova.
La vertiente narrativa de la escritura ibérica aparece hacia fines del siglo lli antes de Cristo/ cuando los
mismos artistas que pintan escenas figuradas en las
cerámicas, explican los acontecimientos/ escriben fórmulas dedicatorias o firman sus obras. De carácter
eminentemente urbano, esta artesruúa también permite asociar la escritura al desarrollo de las ciudades y
de las aristocracias urbanas.
129
[page-n-130]
Lámina de plomo escrita, con caracteres
del alfabeto ibérico oriental, hallada
en el poblado del Pico de los Ajos (Yátova).
Siglo I a.C. Long. 18'8 cm.
V
130
[page-n-131]
Plomo escrito por ambas caras,
con alfabeto ibérico meridional,
de la Bastida de les Alcuses.
Siglo IV a.C. Long. 12'2 cm.
Texto ibérico del GUDUR DEISDEA
pintado en una escena de guerra de
un vaso del TossaJ de Sant Miquel.
Entre finales del siglo W
y principios del siglo 11 a.C.
131
[page-n-132]
[page-n-133]
Teso tillo encontrado en el poblado ibérico
de Los Villares. Conjunto de monedas
de plata y bronce, anillos de oro y plata
y pendientes de plata dentro
de un vaso cerámico. Entre finales
del siglo m y principios del siglo 11 a.C.
Al t. del vaso 7'8 cm.
La sala Vll/ se dedica a la mtmismtftica ibérica,
exponiéndose ac¡ulacioues de las cuatro cecas valencianas:
Arse-Sagtmtum, Saiti-Xaliva, Kelin-los Vi/lares y Kili. Además, se exponen algunos objetos relacionados co11 la nctividnd comercial, el tesorillo de los Vil/m·es de Cnrtdete de las F11e11tes, tttw
drncmn nmpurilnna, monedas cartaginesas y tilla muestrn de mouedas i11éricas procede11tes de distintas cecns peninsulares.
VIII. LA NUMISMÁTICA IBÉRICA
Hacia el año 600 antes de Cristo se inventó la moneda en la costa turca del mar Egeo, posiblemente en
Lidia; pero tardó más de dos siglos y medio en ser
acuñada por algunas poblaciones de nuestro territorio. La moneda era una forma más de dinero que, sólo
con el tiempo, se convertirá en un medio de cambio
importante. Durante los siglos V-III antes de Cristo se
atestigua en nuestros poblados el uso de un número
reducido de monedas procedentes de Siracusa,
Messana, Massalia o Emporion. Durante este tiempo,
la moneda desempeñó una función muy modesta o
casi nula, ya que los intercambios se realizabaJ1 meruante el trueque o con metal bruto.
Las primeras monedas que se acuñaron en las tierras valencianas fueron las de Arse (Sagunt), durante
la segunda mitad del siglo III antes de Cristo, y poco
después en Saitabi (Xativa). A partir del siglo II antes
de Cristo y por un breve periodo de tiempo, se unirá a
estas ciudades la producción de los talleres de Kelin
(los Villares de Caudete de las Fuentes) y Kili (no
identificada con ningún yacimiento hasta ahora). La
Segunda Guerra Púnica, que enfrentó a romanos y
cartagineses, será una causa muy importante de la difusión del uso de la moneda, pues puso en circulación
una enorme cantidad de ellas para cubrir los gastos
originados por la guerra, como el sueldo (stipendium)
de los mercenarios. Arse y Snitnbi fueron los centros
emisores más importantes, con una voluminosa producción durante los siglos 11-l antes de Cristo. Ambas
acuñaron plata, si bien las cecas valencianas, exceptuando Arse, se orientaron hacia la acuñación de moneda de bronce (ases y divisores), es decü~ hacia la
moneda utilizada en las pequeñas tra!lsacciones .
Paralelamente a estas acuñaciones de las cecas ibéricas, se acuñaron también tres emjsiones de monedas
de bronce en la recién ftmdada ciudad romana de
Valen tia.
133
[page-n-134]
Fraccionaría ampuritana procedente del Collado de
la Cova del Cava U(LIIria). Anverso y reverso.
Siglo IV a.C. Peso 0'5 gr.; diám. 1'1 cm. Foto Garcfa Rosell.
En el mundo ibérico la validez de las monedas no
estuvo limitada al territorio de la población que las
emitió, siendo igualmente utilizadas y aceptadas en
otras ciudades. Durante los siglos II-1 antes de Cristo,
la población ibérica valenciana utilizó monedas con
una procedencia muy diversa. Las monedas de bronce emitidas en las ciudades valencianas ocuparon un
134
porcentaje en torno a la ntitad; el resto procedía de
Roma y de otras ciudades ibéricas como Cástulo,
lknleskell, Bolsknn y Kelse. Las necesidades de moneda
de plata se cubrieron, en parte, con la producción de
Arse, pero, sobre todo, con moneda de Roma y de
otras cecas peninsulares.
[page-n-135]
Dracma de Arsc (Sagunt).
Anverso y reverso. Finales del siglo 111 a.C.
Peso 3'4 gr.; diám. 1'7 cm.
As bilingüe de Saili-Saelabi (Xativa).
Am·erso y reverso. Mediados del siglo 1a.C.
Peso 16 gr.; diám. 2'8 cm.
Unidad de Kili (ceca no localizada,
pero situada con toda probabi1
idad
en el interior de la provincia de Valencia).
Anverso )' reverso. Mediados del siglo JI a.C.
Peso 11'7 gr.; diám. 2'5 cm.
Unidad de Ktlill (Los Villares).
Anverso y reverso. Mediados del siglo ll a.C.
Peso 9'4 gr.; diám. 27 cm.
135
[page-n-136]
[page-n-137]
Escu ltura femenina de mármol hallada
en Valencia la Vella (Riba-roja de Túria).
Siglos ll-lll d.C.
Alt. 30'0 cm.
La sala IX corresponde a la época romana y visigoda.
Se propone 111111 aproximación a In romn11iznci611 de las tierras
vnle11ciallas, con especial ntenci6n n algunos yncimie11tos excepcionales como Erleta-L/írin, In
Punta de 1'11/a de Cullern y el Pln rle Nndnl de Ribn-rojn, estos dos últimos pertenecientes ni ji11nl
del periodo. Entre los materiales rlestncn In 11111estm de cerámicas y bronces romanos rle varias procedellcins y, sobre todo, In eswltum en bro11ce riel Apolo de Piuerlo.
IX. LA ÉPOCA ROMANA
Romanizarse es comer, beber, vestirse, construir
las casas o las necrópolis a la manera de los romanos.
Una nueva manera de vivir que comprende desde la
producción de bienes con finalidad comercial, hasta
hablar latín, celebrar las fiestas y los cultos, y organizar el poder político-administrativo según el sistema
jurídico de los romanos. El área valenciana adopta
muy pronto rasgos de la civilización romana. Desde
principios del siglo
antes de Cristo tuvo contactos
comerciales con Italia y Sicilia. Entre el 219 y el 202
antes de Cristo, SaguHtu/11 tornó partido a favor de
Roma en la Segunda Guerra P(mica, y en la restauración de sus ruinas incorporará edificios de tipología
romana, de tal forma que para los romanos Saguntum
es un ejemplo de amistad y fidelidad ibéricas. En el
138 antes de Cristo la ftmdación de Vale11tia vendrá a
reforzar la influencia de Roma sobre la población ibérica. Después, la explotación agrícola de la llanura,
m
con la organización del regadío y la mejora de las vías
de comunicación terrestres y marítimas, contribuirán
a proporcionar mejores condiciones de vida a los habitantes.
Las ciudades constituyen el ptmto de referencia para la organización del territorio en la civilización romana (territorium w·bis). El área valenciana cuenta con
el antecedente de distribución económica y esh·atégica
del espacio desarrollado por los iberos. Plinio designó
ese fenómeno con el nombre de Regio.
Conocernos ocho ciudades romanas en nuestras
tierras. Lesera, ciudad de fundación altoirnperial,
identificada con el yacimiento de la Moleta dels
Frares, en Forcall. Saguntum, ciudad federada desde
la Segunda Guerra Púnica hasta que en época de
Augusto se convirtió en municipio de ciudadanos romanos. Edeta, municipio de derecho latino, que co-
137
[page-n-138]
MUSEO DE PREHISTORIA
rresponde a Llíria. Valentia, colonia latina fundada en
el año 138 a. de C. y nuevamente refundada en época
de Augusto con soldados licenciados del ejercito romano, lo que explica la mención en las inscripciones
de dos ordi11es: Va/entini veterani et veteres. Saetabi, municipio de derecho latino de época de Augusto, es
Xativa famosa en la antigüedad por su producción de
lino, como señala Plinio. Dianium, la ciudad romana
de Dé11ia, que también en Plinío aparece mencionada
como estipendiarla y que después alcanzaría el rango
de municipio. Lucentum, municipio romano identificado con el Tossal de Manises, de Alicante. E llici, la
colonia romana de Elx fundada por César o Augusto.
Para los romanos territori11111 es un complejo jurídico sujeto a una fiscalidad y a la autoridad de un magistrado, además de ser una noción geográfica. La referencia principal es la ciudad, hacia la que revierte la
explotación de las tierras, y el poblamiento del territorio se estructura en agrupaciones de distinto tamaño,
cada una de las cuales genera unidades de producción
de base agropecuaria o pesquera que llamamos genéricamente villae rusticae. Para la captación de aguas
fluviales con destino al suministro de las ciudades se
desan olló w1 complejo sistema de ingeniería lúdráulica. Acueductos como el de la Peña Cortada (CallesChel va, la Serranía), canalizaciones subterráneas y
otros ingenios permiten salvar los accidentes del terreno y facilitar la conducción del agua.
Valentía, fundada en el 138 antes de Cristo, es la
ciudad romana más antigua del territorio valenciano y
una de las primeras de Hispania. Desde sus inicios fue
un núcleo urbano importante, con termas, foro, murallas y otros edificios públkos, además de acuñar mon eda propia en alfabeto latino. Des truida por
Pompeyo en el 75 antes de Cristo, renació en el siglo 1
después de Cristo, siendo, con llici, las dos únicas colonias romanas valencianas. A lo largo del siglo 11 se
convirtió en una ciudad monumental, con numerosos
edificios públicos, como el foro, el circo o el acueducto. Las casas privadas, a veces, presentan un aspecto
lujoso. Un amplio cementerio se extendía por el suroeste (Mercado Central) y por la salida meridional de la
Vía Augusta {calle San Vicente Mártir). Un dato muy
parti cular, conocido sólo e n pocas ciudades del
Imperio, es que los ciudadanos estaban repartidos en
138
dos grupos, los veterani y los veteres, división que corresponde a dos momentos distintos de repoblación.
El Apolo de Pinedo fue encontrado en las aguas de
esta playa el8 de diciembre de 1963. Cuatro submarinistas descubrieron, enterrada por la arena, una escultura masculina de bronce que representa un joven desnudo y que se identifica con el dios Apolo, hijo de
Zeus y de Latona, y por tanto, una de las principales
divinidades del Olimpo. Se desconoce cuál pudo ser el
destino final de la escultura, al haber naufragado la
embarcación que lo transportaba. Quizá se hubiese situado en un recinto religioso o en un edificio civil, o
podría haber decorado una casa urbana o una viJJa
rústica. El Apolo de Pinedo es de época imperial de
acuerdo con su semejanza a otras escultw·as de este
periodo.
Civitas Edetanorum, la actual Llíria, fue una población de derecho latino situada en las inmediaciones
del Tossal de Sant Miquel. Su nombre conserva el de la
antigua capital ibérica. Se trata, por ello, de un ejemplo de desplazamiento poblacional desde la ladera de
la colina hasta una zona más próxima al llano. Un doble complejo termal público en las proximidades de
un templo abre la posibilidad de atribuir a la Edeta romana una función religiosa y salutífera, tal vez coincidente con un templo a las Ninfas. Un tramo de vía
bordeado de tumbas da a conocer que la ciudad adopta la disposición y las tipolog(as usuales en las necrópolis de las aglomeraciones urbanas romanas . Y el hallazgo de numerosos pozos colmatados con servicios
cerámicos de mesa y cocina, indica, asinúsmo, un ritual romano. Todo parece ind icar que es una ciudad
floreciente entre la época de los Flavios y el siglo V.
La epigrafía refleja el ascenso social de algunos
personajes nacidos en Edeta. Hacia finales del siglo 1 d.
de C., Marco Valerio Propinquo Grattio Cerealis fue
Flamen de la Provincia de Hispania Citerior, y Marco
Comelio Curatio Nigrino Materno consiguió una promoción a través de sus cargos de procurador que le situó en la escala más alta de la polftica de Roma.
1>
Apolo de Pinedo. Estatua en bronce romana hallada frente a la costa de
Pinedo (Valencia). Copia de un modelo helenístico datada entre el siglo I y
la primera mitad del siglo n d. C.
Alt. l45'0 cm.
[page-n-139]
[page-n-140]
Cuenco de /trm sigillnln hisp.inica, y olla y botellas
de cerilmica común romana del Pla de 1' Are (lUria).
Entre finales del siglo 1y mediados del siglo 11 d.C.
Alt. de la pie2.1 mayor 10'5 cm.
Pequeño bronce, representando posiblemente
a un Eros, procedente de los monumentos
funerarios romanos de Edtta (llfria).
Siglos 1-11 d.C.
Alt.16'2cm.
140
[page-n-141]
Copa de terra sigillntn
sudgálica, procedente
de Empúries (Girona).
Finales del siglo 1a.C.
Diám. boca 15'0 cm.
Las cerámicas constituían uno de los materiales
más utilizados por los romanos en su vida cotidiana.
Junto a las vajillas de mesa realizadas en metales nobles exist1an también unas vajillas cerámicas que conocemos como ferm sigillnfn, nombre que reciben por presentar el sello de fabricación o sigillum impreso en su
fondo interior. En ocasiones se decoraban con motivos
en relieve para los que utilizaban moldes. Estas vajillas se fabricaron en grandes centros alfareros y fueron
comercializadas por todo el Imperio. A lo largo de la
época imperial fueron variando los centros productores de estas vajillas y, como consecuencia, sus características técnicas y decorativas.
Además de la vajilla utilizada en la mesa, los romanos fabricaban otro tipo de cerámicas para contener
alimentos, preparar la comida y cocinar. Estos recipientes, por su función, carecían de decoraciones y de
acabados de calidad. Era habitual que estas producciones se realizasen en lugares próximos a los centros de
consumo, con el fin de abaratar el coste. En las tierras
valencianas se han localizado diversos hornos destinados a la fabricación de este tipo de cerámica.
El sistema monetario romano era trimetálico (oro,
plata y oricalco/ cobre), con tma correspondencia fija
entre todas las monedas, que perduró hasta el siglo ill
después de Cristo: 1 Aureo = 25 Denarios = 100
Sestercios = 200 Dupondios = 400 Ases= 800 Semis=
1600 Quadrantes. La característica fundamental de las
monedas del mundo romano imperial fue el uso del
retrato del emperador, el cual se convertirá en el símbolo más potente de autoridad y estará presente en todas las transacciones económicas a lo largo y ancho
del imperio. La calidad de las monedas (peso y aleación) y el volumen de emisión de cada una fue variando a medida que pasaba el tiempo, de acuerdo con la
necesidad del estado de producir un mayor número
de monedas a partir de una limitada cantidad de metal. El progresivo incremento de los precios motivó
que dejaran de anu1arse las monedass de menor valor
y que el sestercio y el dupondio fuesen las monedas
más corrientes durante el siglo JI y la primera mitad
dellll después de Cristo.
En toda Hispania se produjo un desabastecimiento
de moneda de bronce durante la segunda mitad del siglo 1 antes de Cristo, que provocó que las colonias y
municipios que se iban creando, acuñaran sus propias
monedas de bronce. En el área valenciana, sólo acuñaron monedas las ciudades de 1/ici (colonia) y Snguntum
(municipio); pero lo hicieron en escasa cantidad y no
llegaron a cubrir las necesidades propias de un momento de fuerte desarrollo urbanístico. Después del
reinado de Calígula, las ciudades de Hispania dejaron
141
[page-n-142]
[>
Slnlern o balanza romana
de bronce procedente
de Vélez Blanco (Almerfa).
Long. 34'3 cm.
Lucernas romanas de Empúries.
Siglos 1 d.C.
-LD
Diám. de la pieza mayor 8'9 cm.
de emitir moneda. A partir de este cierre, todas las
provincias del Mediterráneo occidental tendrán tm sistema monetario unificado, ya que toda la moneda en
circulación procederá de los centros productores imperiales. A mediados del siglo III se acelera el progresivo
deterioro del sistema monetario romano que ya no
volverá a conocer la estabilidad de los siglos anteriores.
La sociedad romana experimentó una constante y
paulatina transformación durante los últimos siglos
del Imperio. Tras la división de los territorios que conformaban el Imperio romano efectuada por Teodosio
en el año 395, la desintegración de la parte occidental
en el año 476 significó una nueva realidad política y
organizativa. La creación de los diferentes reinos germánicos en el Occidente europeo (las tierras valencianas formaron parte del reino visigodo) no significó, sin
embargo, una ruptura total con la tradición histórica y
los valores de la sociedad romana del Bajo Imperio.
Durante este periodo el cristianismo y la Iglesia
asumieron un papel predominante en la vida política e
ideológica de la sociedad, desplazando completamente a las divinidades paganas a lo largo del siglo IV y al
sistema político imperial en el siglo V. En las ciudades
principales, donde todavía la vida urbana se había
mantenido activa, se ubicaron las sedes episcopales
que ejercieron un verdadero control del territorio, íntimamente ligado al nuevo poder civil.
La Punta de l' Illa (Cu llera, la Ribera Baixa) fue
objeto de excavación en los años 1955, 1957 y 1966. Se
documentaron una serie de muros, un edifi cio de ca-
142
rácter religioso y tres departamentos destinados a almacén. La lectura de los textos antiguos, jwlto con la
cronología y el carácter religioso de los materiales hallados en el edificio permiten apuntar que fue en este
lugar donde el obispo Justiniano mandó construir un
monasterio en memoria de la llegada del cuerpo de
San Vicente Mártir. Entre los materiales de la Punta de
l'illa destacan las ánforas, recipientes que contenían
aceite del norte de África y Siria, y vino de los mercados orientales, como los de Palestina y zona del mar
Negro. El yacimiento se abandonó hacia mediados del
siglo VI o poco después.
El Pla de Nada! (Riba-roja de Túria, el Camp de
T úria) alberga un edificio de época visigoda que constituye uno de los hallazgos más singulares de la arqueología valenciana de los últimos años. Se trata de un
edificio de carácter civil, construido en el siglo VII, que
por su tipología podría tratarse de una villa nobiliaria.
Además, es el edificio más antiguo que utiliza el arco
de herradura en las tierras valencianas. La construcción está presidida por una nave central a la que se accede por una pequeña puerta, que tiene a ambos lados
cuatro contrafuertes. Esta crujía está flanqueada por
dos torres angulares. Del ed ificio se conserva fundamentalmente la fachada sw~ ya que el resto de la construcción fue destruido por la transformación del suelo
en terrenos de cultivo. En el yacimiento han aparecido
más de 800 elementos arquitectónicos. La mayoría de
eiJos están decorados con relieves de talla a bisel que
muestran una triple temática: roleos vegetales, trifolios
o flores de loto y veneras.
[page-n-143]
[page-n-144]
Gncho de cantimplora de bronce,
decorado con pasta vítrea,
procedente del término de B~lgida.
Siglos 11-IU d.C.
Anchum 6'0 cm.
As de /lid (1' Alcúdia, Elx), acuñado a nombre de Tiberio (14-37 d.C) por los magistrados
M.lulius Settal. y L. Sestius Celer.
Anverso y reve[so. Peso 12 gr.; diám. 2'8 cm.
144
[page-n-145]
Botellas cerámicas de época
visigoda procedentes
del término de Pego.
Siglos VI-VIl d.C.
Alt.25'5cm.
\
'
\
Jarro y botella cerámicos
de los cnterr~mientos
visigodos
de Els Xarcons (Montserrat)
y El Romanl (Sollana).
Siglos VI-VIl d.C.
Alt. de la botella 26'5 cm.
145
[page-n-146]
Cruz de bronce visigoda
de la Punta de I'JIIa (Cullera). Siglo
VI d.C. Al t. 15'8 an.
Anfora de procedencia palestina
hallada en la Punta de l'llla.
Siglo VI d.C. Alt. 42'0 cm.
146
[page-n-147]
Capitel visigodo, de tradición codntia, del Pla de Nada) (Riba-roja de Túria).
Siglo VIl d.C. Alt. 29'0 cm.
147
[page-n-148]
148
[page-n-149]
<1
Dinar de AI-Zahir, acuñado en
al-Mansuriya en el año 417 de la Hégira
(1026-27). Procede del tesoro de
Las Suertes (Sinarcas)
Peso 4'03 gr.; diámetro 2'4 cm.
Ln snln X mues/m In co/ecció11 memismtíticn
posterior n In época romnun. Compre11de aquellos tesorillos de
mo11edns de muy diversas procedwcin, como Oliva, Siunrcns, Mo11Jorte, Beuifnri6 de In Vnlldig11n,
Vnle11cin, Requeun o Xillivn, que correspo11deu n la época islámica, cristiana y modemn, y que /eme
sido depositados eu el Museo n lo largo de su vida.
X. NUMISMÁTICA
HALLAZGOS VALENCIANOS DE LOS SIGLOS X-XIX
Las personas han acumulado la riqueza y el dinero
de diversas formas, siendo el nivel social el que determina el acceso a las diferentes monedas, acuñadas en
oro, plata, vellón o cobre. Con anterioridad a la creación de los bancos, la forma mas fácil de guardar el dinero consistía en enterrarlo o esconderlo. Se denominan tesoros o depósitos, los conjuntos de monedas y de
otros objetos de valor, no recuperados por el propietario, que fueron reunidos de un modo particular y con
un propósito concreto, a menudo para disponer de un
fondo financiero para el futuro. Unas veces contenían
las monedas más valiosas a las cuales se tuvo acceso y
otras no representan más que las monedas más utilizadas por su propietario, como puede ser la caja de una
taberna.
El reine, visigodo había basado su sistema monetario, preferentemente, en las acuñaciones de moneda
de oro (triens), pero su alto valor (con tres monedas
podía alimentarse un hombre durante un año) susd-
tan dudas sobre el nivel de monetización de la sociedad. La instauración del dominio andalusí supuso un
gran cambio en el aspecto monetario: introdujo un sistema trimetálico y estable, sólo comparable con la época alto-imperial romana, cinco siglos antes.
La sociedad árabe valenciana estaba bastante monetizada y encontramos monedas de oro (dinar), de
plata (dirltem) y de cobre (Jeltís). La moneda la emitía el
estado para financiar los gastos del ejército, la administración, las obras edilicias, etc., y cuando llegaba a
manos de los campesinos, que la obtenían mediante la
venta de su producción, el estado la recaudaba mediante los impuestos, cerrando un circulo en el que la
moneda fue un instrumento de control fiscal. También
se utilizó para el comercio, como lo demuestra el hecho de que se fragmentara la moneda de plata en sus
divisionarias con el fin de facilitar el intercambio local
y de bajo nivel.
149
[page-n-150]
Diuer de lem de Jaime 1
,
acuñado en Valencia en 1247-49.
Procede del tesoro de la Reina Mora
(Benirairó de la Valldigna). Anverso y reverso.
Peso 0'71 gr.; diám. 1'8 cm.
Foto Alcántara.
Diuer de lem de Jaime 1, acuñado
en Barcelona en 1258. Tesoro de la Reina Mora.
Anverso y reverso. Peso 1'04 gr.; diám. 1'8 cm.
Foto Alcántara.
Diuer de la guerra de las Germanfas,
acuñado en Xativa en 1521-23.
Tesoro de Santa Anna (Xativa).
Anverso y reverso. Peso 0'5 gr.; diám. 1'3 cm.
Foto García Rosell.
Moneda de 8 escudos de Fernando VI,
acuñada en Popayán (Colombia) en 1758.
Tesoro de Requena.
Anverso y reverso. Peso 27'0 gr.; diám. 3'6 cm.
150
[page-n-151]
NUMISMÁTICA
El tesoro de Elca (Oliva, la Safor) está formado
por dirhams de época califal, de los años 933-951. Las
monedas del tesoro de las Suertes (Sinarcas, la Plana
de Utiel-Requena) se acuñaron entre los años 331-428
de la Hégira, es decir, 942-1037. Y el tesoro de
Monforte (Vinalopó medio) está compuesto mayoritariamente por dirhems almohades y se ocultó entre
los siglos XII-Xill.
En 1247, Jaume I creó la moneda propia del Reino
de Valencia, que se denominó rnl o diner de tern. Fue
una moneda de vellón, con un contenido de plata del
25% y un peso aproximado de un gramo. A pesar de
que la moneda acuñada en Valencia fue la única de
curso legal en el Reino, los hallazgos de esta época (siglos XID-XV) confirman que la moneda que se utilizaba procedía en buena parte de fuera del mismo. A partir de 1369 se comenzaron a acuñar en Valencia florines de oro, y con el rey Juan I (1387-1396) se inaugura
la acuñación de monedas de plata de buena ley, el rnl
d'argent, con un valor de un sueldo y medio (= 18 diners o rals menuts), equivalencia que se mantendrá hasta el siglo XVII. El sistema monetario del Reino de
Valencia era; 1 lliura = 20 sous = 240 diners = 480 malles/obols, pero sólo di11ers y obols existían como moneda real, mientras que el resto eran unidades de cuenta.
El tesoro de la Reina Mora (Benifairó de la Valldigna, la Safor) se encontró en el castillo del mismo
nombre, tratándose de un conjtmto de monedas de vellón acunadas por Jaime 1, en Barcelona y Valencia, que
se ocultaron al final del siglo XIIT. El tesoro de Santa
Anna (Xativa, la Costera) lo forman monedas de cobre
de pequeño módulo y sin leyenda, para las que se ha
propuesto que fuesen acw1adas en Xativa, en tiempos
de la Germanía, dw·ante el reinado de Carlos l. Y el tesoro de Riba-roja de Túria (el Camp de Túria) esta formado por dí11erets valencianos, muchos de los cuales
parecen ser falsificaciones, que se ocultaron dmante la
segunda mitad del siglo XVII, pues las monedas más
modernas se atribuyen al rey Carlos Il (1665-1700).
Durante el siglo XVII se produjo en el Reino de
Valencia una falsificación de diners/menuts bastante generalizada, que la líterahtra contemporánea atribuyó
fundamentalmente a los moriscos, poco antes de su
expulsión; pero también los cristianos los falsificaron y
lo continuaron haciendo a lo largo del siglo. El dinero
memlf era la moneda de menor valor dentro del conjunto de las que se acuñaron en Valencia. La falsificación se realizó en distintos lugares, pero son las cuevas
las que proporcionan testimonio de este hecho. De todas las que se conocen se han podido recoger materiales de la Cova dels Estudiants (Naquera, el Camp de
Túria), de la Cueva de la Soterraña (Chella, la Canal
de Navarrés) y de la Cova de l ' Águila (Picassent,
l' Horta).
El tesoro de Requena se encontró en la antigua casa de la familia Ferrer de Plegamans y esta compuesto
por monedas de 8, 4 y 2 escudos, actu1adas en cecas
peninsulares y de ultramar. Cronológicamente cubre
un amplio periodo, ya que la moneda más antigua es
una pieza de 8 escudos de Fernando VI y la más reciente de Isabel JI, de 80 reales. Constituye un tesoro
de ahorro familiar que proporciona información sobre
la procedencia de la moneda de oro en circulación en
las tierras valencianas, y permite valorar la importancia de la producción y del aprovisionamiento efectuado por las cecas americanas.
151
[page-n-152]
t>
Kero ceremonial con decoración policroma.
Cultura americana de Presto-Punto: entre los años 800 y 1200.
Alt. 17'0 cm. Foto Liébana.
El Museo de Prehistoria posee entre sus fondos, además de los
materiales reunidos en las salas aquí descri tas, otras colecciones
arqueológicas de gran importancia que serán objeto de
exposiciones en un próximo fl.tturo.
[page-n-153]
[page-n-154]
[page-n-155]
BIBLIOGRAFÍA
La Labor del Servido de Investigación Prehistórica y
su Museo. Memorias anuales de la Dirección elaboradas sucesivamente por l. BALLESTER (1927 a 1949), D. FLETCHER (1950 a 1981), E. PLA (1982 a 1986) y B. MARTf (desde 1987). Además de su inclusión en la Memoria anual de la
Diputación de Valencia, existen, tiradas aparte de las mismas desde 1927 hasta 1983, excepto las correspondientes a
los años1955,1956 y 1957.
Actividades del S.lP. Reseña de las excavaciones y exploraciones practicadas por el Servicio de Investigación
Prehistórica desde 1929 a 1970, recogidas por E. PLA en los
volúmenes del Archivo de Prehistoria Levantina, II, de
1946; VI, de 1957; IX, de 1961; XI, de 1966; y XIII, de 1972.
J. ALCÁCER: Catálogo de la Colección Federico de Motos en el
Museo de Prehistoria de Valencia. Trabajos Varios del S.I.P., 43.
Valencia, 1972.
H. BONET, M.M. LLORENS y M.J. DE PEDRO: Un Segle
d'Arqueologia Valencimza. Valencia, 1991.
B. MARTf: Museo rle Prehistoria de la Diputación rle Valencia.
Vol. l. Valencia, 1992.
L. PERICOT: "Isidro Ballester Tormo". Archivo rle Prehistoria
Levantina, In, 1952, pp. 9-19.
E. PLA: "Domingo Fletcher Valls". En Homenaje a Domingo
Flelcher Val/s, Valencia, 1984.
M. SÁNCHEZ: El Museo de Prehistoria. Valencia, 1980.
E. TORMO Y MONZÓ: Valencia: los Museos. Guías-Catálogo.
Valencia, 1932.
Por lo que se refiere a los estudios sobre Prehistoria y
Arqueología valencianas pueden consultarse los volúmenes
del Repertorio de Bibliografía Arqueológica Valenciana.
Vols. I a V y Vll a X por D. FLETCHER y E. PLA., con la colaboración de C. SENTANDREU (vol. III) y S. BRU (vol. IV);
vol. VI por R. ENGUIX. En Trabajos Varios del S.l.P. 13,14, 21,
31, 37, 48, 58 y 74. Valencia, 1951 a 1990.
Catálogo de la Colección Vela (Prehistoria Americana).
Valencia, 1964.
D. FLETCHER: Museo rle Prehistoria de la Diputación Provincial de Valencia. Valencia 1974.
D. FLETCHER y E. PLA: El Museo del Servicio de Investigación Prehistórica rle la Diputación Provincial rle Valencia.
Zaragoza, 1953.
D. FLETCHER y E. PLA: Cincuenta años de actividades del
Servicio de Investigación Prehistórica (1927-1977). Trabajos
Varios del 57. Valencia, 1977.
B. MARTf: "Enrie Pla Ballester". En Homenatge a Enrie Pla
Ballester. Valencia, 1987.
Y como obras generales, fruto de la colaboración de diversos especialistas:
Actes de les jornades d' Arqueología d' Alfas del Pi.
Conselleria de Cultura de la Generalitat Valenciana.
Valencia, 1995.
Arqueología del País Valenciano: Panorama y perspectivas. Universidad de Alicante. Alicante, 1985.
Historia del Pueblo Valenciano. Vol. l. Valencia, 1988.
Nuestra Historia. Vol, l . Valencia, 1980.
155
[page-n-156]
/
(
1
446
\ 6 4!1
'----../"'
,
...
\
:
Q
PALEOLÍTICO Y EPI PALEOlÍTICO
•
NEOLÍTICO, ENEOlÍTICO
A
6
0
ROMANO, VISIGODO
•
156
IBÉRICO
HALLAZGOS NUMISMÁTICOS
BRONCE
[page-n-157]
YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS VALENCIANOS
DE DONDE PROCEDEN LAS COLECCIONES EXPUESTAS EN EL MUSEO
•1. Vilafranca
Ereta del Castellar (Bronce)
• 2. Alcala de Xivert
La SoliveUa (ibérico)
•3.0rpesa
Orpesa la VeUa (Bronce)
HaUazgo submarino (Romano)
•4. Almassora
El Boverot (Ibérico)
• S. Vila-real
ViUa Filomena (Eneolítico)
•6. Betxí
Sant Antoni (Ibérico)
•7. El Toro
Peña de las Majadas (Ibérico)
•8. Teresa
Peña la Dueña (Bronce)
• 9. Castellnovo
Torre del Mal Paso (Eneolítico,
Romano)
•10. La Vall d'Uixó
Punta d'Orleyl (Ibérico)
•11. Andilla
Covacha de Llatas (Epipaleolítico)
Castillarejo de los Moros (Bronce)
•12. Villar del Arzobispo
Puntal de Cambra (Bronce)
La Seña (ibérico)
•13. Castielfabib
Los Santos {Romano)
•14. Sinarcas
Hallazgo epigráfico (Ibérico)
Las Suertes (HaUazgo numismático,
siglos X
-X[)
•15. Losa del Obispo
La Atalayuela (Bronce)
•16. Pedralba
HaUazgo epigráfico (Romano)
•17. Casinos
Ca~l de la Casa de Camp (Bronce)
•18. Llíria
Puntal Sobre la Rambla Castellarda
(Eneolítico)
Tossal de Sant M.iquel {Ibérico)
CasteUet de Bemabé (Ibérico)
La Monravana (Ibérico)
El Puntalet (Ibérico)
Penya Roja (Ibérico)
Cova del CavaU (Ibérico)
Collado de la Cova del Cavall
(Ibérico)
Edeta {Romano)
•19. Benagu.asil
Llometa del Tio Figuetes (Bronce)
•20.0locau
Puntal deis Llops (Bronce, Ibérico)
La Cargadora {Romano)
• 21. Naquera
Els trencalls (Bronce)
Cova deis Estudiants (HaUazgo num.ismático, siglo xvm
•22. Sagunt
Ceca de Arse (Ibérico)
• 23. Rafelbunyol
Els GennaneUs (Bronce)
•24. El Puig
HaUazgo submarino (Romano)
•25. Paterna
Liorna de Betxí (Bronce)
Despenyaperros (ibérico)
•26. Riba-roja de Túria
Valencia la VeUa (Romano)
Pla de Nadal (Visigodo)
Hallazgo numismáti.co (siglo XVII)
•27. Vilamarxa.nt
El Gazgao (Bronce)
•28. Caudete de las Fuentes
Los Villares (Ibérico, Romano)
Ceca de K (Ibérico)
elin
•29. Villargordo del Cabri.el
Cueva del Puntal del Horno Ciego
(Ibérico)
• 30. Requena
HaUazgo numismático (siglos XVlllXIX)
•31. Cheste
El Castillarejo (Bronce)
•32. Chiva
Cueva de la Ladera del Castillo
{E neolítico)
•33. Toris
La Carencia (Ibérico)
•34. Torren!
Muntanyeta de Cabrera (Bronce)
•35. Aldaia
Ereta deis Moros (Romano)
• 36. Rocafort
Cova de Rocafort (Eneol[tico)
•37. Val/má a
Valentía (Romano)
Ceca de Valen tia (Romano)
• 38. Pinedo (Valencia)
HaUazgo submarino {Romano)
•39. El Saler (Valencia)
HaUazgo submarino {Ibérico)
• 40. Picassent
Cova de 1'Aguila
{Hallazgo numismático, siglo XVll)
•41. Montserrat
El CasteUet
Pico de los Ajos (Ibérico)
•43. Dos Aguas
Cueva de la Cocina (Epipaleolítico)
•44.Zarra
Las Peñas (Ibérico)
•45. Ayora
Castellar de Meca (Ibérico)
•46. Navarrés
Ereta del Pedregal {EneoUtico)
•47. Sumacllrcer
Abric de la Senda Vedada
(Paleolítico superior)
• 48. Carcaixent
Cova de Xarta (Eneol!tico)
Cau Raboser (Eneolítico)
Benibaire Alt (Romano)
•49. Alzira
Cova deis Gats (Eneolitico)
Cova de les Aranyes (Eneolitico)
Muntanya Assolada (Bronce)
• SO. BenicuU-Polinya de Xúquer
Sima de la Pedrera
Cova de la MaUada Verda
(Eneolitico)
•52. CuUera
Cova del Volcán del Faro (Paleolítico
supe.rior)
Alt del Fort (Ibérico)
Punta de l'llla (Visigodo)
•53. Chella
Cueva de la Sotem1ña (Hallazgo numismático, siglo XVII)
•54. Anna
Covacha Barrina (Eneolítico)
• SS. Estubeny
Cova del Barranc de les MeraveUes
(Eneolítico)
•56. Manuel
Les Foies (Romano)
•57. Xativa
Cova Negra (Paleolítico medio)
Penya de Sant Diego {Bronce)
Ceca de Saiti (Hallazgo numismático)
Santa Anna (Hallazgo numismático,
siglo XV[)
•58. Benifairó de la VaUdigna
CasteU de la Reina Mora (HaUazgo
numismático, siglo XIID
•59. Tavernes de la Valldigna
Cova de Bolomor (Paleolítico inferior
y medio)
•60. Barx
Cova de les Mallaetes (Paleolítico superior, Epipaleolítico)
•61. Gandia
Cova de.l ParpaUó (Paleolítico superior)
Cova de les MeraveUes (Eneolítico,
Romano)
•62. El Real de Gandia
CovadelBarrancdelNano
(Eneolitico)
•63.BeUús
Cova de la Petxina (Paleolítico medio)
•64. Guadasséquies
El Cara-sol (Romano)
• 65. Vallada
Els Horts (Romano)
•66. Moixent
Cova del Barranc de Palop
(E neolítico)
Bastida de les Alcuses (Ibérico)
Corral de Saus (Ibérico)
• 67. La Font de la Figuera
Cova Santa (Bronce)
• 68. Ontinyent
Cova del Garrofer (Eneolítico)
• 69. Belgida
Beniprí
L: Atareó (E neolítico)
HaUazgo suelto (Romano)
•70. Otos
Hallazgo epigráfico (Romano)
•71. Carricola
Cova del Barranc del Castellet
(Eneolítico)
• 72. Beniarrés
Cova de I'Or (Neolítico)
•73. Oliva
Sant Antoni (Bronce)
Elca (Hallazgo numismático, siglo X)
•74. Albaida
La Covalta {Ibérico)
•75. Bocairent
Cova de la Sarsa (Neolítico)
Tossal de Sant Antoni (Romano)
•76.Alco.i
El Salt (Paleolítico medio)
Cova de la Pastora {Eneolitico)
Mas de Menen te (Bronce)
Mola Alta de Serelles (Bronce)
•77. Margarida-Planes
El Xarpolar (Ibérico)
•78. Quatretondeta
Penya Roja (Eneolítico)
•79. Rafol d'Almúnia
Hallazgo suelto (EneoUtico)
•80. Dénia
Alt de Benimaqu.ia {Ibérico)
•81. Moraira-Teulada
Cova de les Cendres (Paleolítico superior, Neolítico)
•82. Altea
Altea la VeUa (Ibérico)
•83. Ben.idorrn
Tossal de la Cala {Ibérico, Romano)
•84. La Vlla )oiosa
HaUazgo suelto (Ibérico)
•85. Monlorte del Cid
Hallazgo numismático (siglos XIIXlll)
•86. Crevillent
Abric de la RatUa del Bubo
(Paleolítico superior)
•87. San Fulgencio
La Escuera (HaUazgo numismático,
Ibérico)
157
[page-n-158]
[page-n-159]
[page-n-160]