El yacimiento de Ceñajo de la Peñeta (Millares, Valencia). Valoración de las ocupaciones prehistóricas entre el final del Paleolítico y los inicios del Neolítico
Margarita Vadillo Conesa
Lluís Molina Balaguer
2024
Museu de Prehistòria de València
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Archivo de Prehistoria Levantina
Vol. XXXV, 2024, e1
Permanent IRI: http://mupreva.org/pub/1620
Creative Commons BY-NC-SA 4.0 ES
ISSN: 0210-3230 / eISSN: 1989-0508
Margarita VADILLO CONESA a y Lluís MOLINA BALAGUER a
El yacimiento de Ceñajo de la Peñeta (Millares,
Valencia). Valoración de las ocupaciones
prehistóricas entre el final del Paleolítico
y los inicios del Neolítico
RESUMEN: Ceñajo de la Peñeta es un yacimiento localizado en el interior de la región central
del territorio valenciano. El estudio de los materiales recuperados aporta información sobre la
frecuentación del sitio en diferentes momentos de la Prehistoria. En diferentes niveles asociados a la
Fase I aparecen materiales mesolíticos y neolíticos mezclados. La Fase II, por el contrario, sí muestra
coherencia arqueoestratigráfica, y en los niveles que la forman aparecen materiales que remiten al
final del Paleolítico y/o al Epipaleolítico. La coherencia del conjunto asociado a la Fase II, así como la
cantidad de piezas líticas recuperadas, permite una valoración de la tecnología lítica desarrollada por
los grupos finipaleolíticos. Las informaciones disponibles a este respecto son en general escasas, con
lo cual Ceñajo de la Peñeta contribuye a la definición de las tendencias tecnológicas para el periodo
señalado en esta región.
PALABRAS CLAVE: Mediterráneo central ibérico, País Valenciano, ocupaciones prehistóricas,
Paleolítico superior-final, Epipaleolítico, Mesolítico, Neolítico.
The site of Ceñajo de La Peñeta (Millares, Valencia). An assessment of the
prehistoric phases between the late Palaeolithic and early Neolithic
ABSTRACT: Ceñajo de la Peñeta is a site located in the hindland of the central region of the Valencian
territory. The study of the materials recovered provides information on the frequentation of the site at
different prehistoric times. Mesolithic and Neolithic materials appear in different levels associated to
Phase I. Phase II, on the other hand, shows archaeo-stratographic coherence, and in the levels from
this phase there are materials that refer to the end of the Palaeolithic and Epipalaeolithic period. The
coherence of the assemblage associated with Phase II, as well as the quantity of lithic pieces recovered,
allows for an assessment of the lithic technology developed by these groups. The information available
from these periods is scarce, so Ceñajo de la Peñeta contributes to the definition of the technological
trends for this period in this region.
KEYWORDS: Iberian central Mediterranean, Valencian region, prehistoric occupations, Upper-Late
Palaeolithic, Epipalaeolithic, Mesolithic, Neolithic.
a
Departament de Prehistòria, Arqueologia i Història Antiga. Facultat de Geografia i Història, Universitat de València
margarita.vadillo@uv.es | lluis.molina@uv.es
Recibido: 08/11/2023. Aceptado: 26/01/2024. Publicado en línea: 18/04/2024.
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M. Vadillo Conesa y L. Molina Balaguer
1. INTRODUCCIÓN
Ceñajo de la Peñeta (Millares, València) es un abrigo que fue incorporado a la bibliografía arqueológica
a principios del presente siglo. Su descubrimiento se debe a la colaboración de un aficionado local, José
Martínez Sáez, con el equipo del Departament de Prehistòria i Arqueologia de la Universitat de València,
que en esos momentos llevaba a cabo en la zona un proyecto para contextualizar el abundante y variado
registro de estaciones con arte rupestre que se encuentran por esta comarca del interior sur de la provincia
de València (Villaverde et al., 2000; García Robles, 2003; Martínez Rubio, 2011; Martorell Briz, 2019). Se
realizó una excavación en el abrigo en el año 2001, cuyos resultados se recogieron en diversas publicaciones
(García Robles, 2003; García Robles et al., 2005) que, sin embargo, hasta ahora no se habían estudiado
de manera detallada en su totalidad ni se habían correlacionado con el contexto regional. El estudio indica
diferentes fases de ocupación, y la lectura íntegra del conjunto lítico contribuye a la definición de las
tecnologías utilizadas por los grupos finipaleolíticos en este territorio.
Para la región central de la fachada mediterránea peninsular se conocen diversos yacimientos que
pueden adscribirse al Paleolítico superior final y al Epipaleolítico (Casabó Bernad, 2004; Roman, 2011).
No obstante, pocos de ellos han sido excavados y estudiados en profundidad. La lectura tipológica no
muestra grandes cambios en los equipos industriales de los conjuntos líticos datados entre el Pleistoceno
final y el Holoceno inicial (15-10 ka cal BP). El peso del utillaje microlaminar se reconoce en todos ellos
y solo se detectan ciertos cambios en los elementos apuntados y la incorporación de geométricos en los
momentos finales del ciclo Epipaleolítico. La aplicación de los análisis tecnológicos en los últimos años
ha permitido la obtención de datos que apuntan hacia una variabilidad de los conjuntos no tan apreciada
a nivel tipológico (Vadillo Conesa y Aura Tortosa, 2020; Roman, 2011; Soto, 2014). Aunque el avance en
el conocimiento de los grupos que desarrollaron su actividad en los momentos del tránsito PleistocenoHoloceno en la fachada mediterránea peninsular ha sido notable en los últimos años, afianzar o matizar las
propuestas cronológicas y culturales realizadas para este episodio pasa por aumentar la muestra disponible
para estos episodios, y a ello que contribuyen los datos aportados por Ceñajo de la Peñeta.
2. EL YACIMIENTO
Se encuentra enclavado en el entorno de la Muela de Cortes (fig. 1), en la comarca de La Canal de Navarrés.
Se trata de una de las zonas más agrestes de la provincia de València, con alturas que llegan a superar los 1000
m s.n.m. pese a la proximidad de la llanura litoral. El paisaje actual viene condicionado por los devastadores
incendios forestales que han afectado a estas comarcas de manera recurrente. Así, los bosques originales de pinos
y carrascas han dado paso a un entorno de sotobosque y matorral dominado por especies como la coscoja (Quercus
coccifera), el palmito (Chamaerops humilis), las aliagas (Ulex parviflorus), el romero (Rosmarinus officinalis) o
el enebro (Juniperus oxycedrus). Las condiciones de un entorno tan degradado vienen, además, acentuadas por
un régimen pluviométrico caracterizado por las escasas precipitaciones. De tal manera, la totalidad de las ramblas
y barrancos de la zona permanecen secos durante buena parte del año, activándose únicamente en los escasos
períodos húmedos (en primavera y otoño), y favoreciendo la presencia dispersa de comunidades de adelfas
(Nerium oleander), que sólo alcanzan cierta entidad alrededor de los escasos puntos de surgencia de aguas.
El yacimiento se sitúa a los pies de una pared rocosa, aproximadamente 30 m por encima del lecho de
la rambla de Micola (fig. 1). En la base de la pared se ha formado una pequeña oquedad frente a la que se
abre una terraza más o menos llana de unos 20 m². No se puede, pues, hablar propiamente de un abrigo, ya
que el espacio de resguardo es mínimo.
Por otra parte, la existencia de la pequeña terraza a los pies de la pared se ve mediatizada por el
acondicionamiento de la zona para poder instalar en ella una carbonera que se mantuvo en activo hasta
mediados del pasado siglo. Esta actuación implicó el levantamiento de un pequeño murete para allanar
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Fig. 1. Mapa de localización y vista del yacimiento del Ceñajo de la Peñeta.
la superficie y que comportó la alteración de los depósitos superiores del yacimiento. Resultado de estos
movimientos, parte del depósito arqueológico quedó disperso en superficie y pudo ser recuperado durante
los trabajos de prospección llevados a término en la zona entre los años 2001 y 2002. Estos primeros
materiales ya advertían de una secuencia amplia con varios momentos de ocupación (García Robles et al.,
2005), lo que animó a la realización de una intervención en el sitio.
Como resultado de la intervención de 2001 se han distinguido diversos niveles. Los trabajos alcanzaron
la roca de base en todos los cuadros abiertos, poniendo de manifiesto la existencia de un depósito
arqueológicamente fértil en todo su espesor (fig. 2). La potencia media excavada es de unos 70 cm, si bien
el ligero buzamiento de la roca de base propicia que dicha potencia vaya incrementándose conforme nos
alejamos de la pared. Pese a la evidente existencia de ocupaciones de cronología muy diversa, la estratigrafía
de los niveles prehistóricos no muestra señales de cortes erosivos. Más allá de la influencia dejada por la
actividad de la propia carbonera (Nivel superficial), todo el paquete sedimentario puede ser visto como una
única unidad. La secuencia obtenida, una vez limpiado el terreno, queda de la siguiente manera:
Nivel Superficial: con una potencia aproximada de 10 cm, la secuencia se inaugura con un nivel de tierra
pulverulenta muy suelta y de color oscuro. Incorpora abundante fracción angulosa, así como carbones de
buen tamaño y cenizas. A medida que avanza su excavación se va volviendo más compacta, pese a que
mantiene el resto de características citadas. Su interpretación se relaciona con la presencia, anteriormente
mencionada, de los restos de la carbonera de época contemporánea. Pese a ello, los restos materiales son
exclusivamente prehistóricos: escasos fragmentos de cerámica a mano, siempre lisa, y algunos restos
líticos. La relación estratigráfica con el nivel inferior es erosiva.
Nivel I: cuenta con una potencia máxima cercana a los 30 cm en la parte más próxima al centro
del yacimiento, mientras que hacia la zona más exterior del abrigo (extremo sur del área excavada) va
reduciendo su espesor. Se trata de un sedimento de matriz arcillosa con abundante fracción media, angulosa,
y de tonalidad marrón/grisácea. La parte superior presenta claros signos de rubefacción debido a la acción
de la carbonera. Hacia su base, la tonalidad comienza a ser cada vez más rojiza, produciéndose una suave
transición hacia las características que definen el siguiente nivel. Los materiales que incorpora, no muy
abundantes, incluyen tanto cerámica a mano como restos líticos y fauna.
Nivel II: se trata del tramo de mayor potencia de los individualizados en la excavación, llegando a alcanzar
los 60 cm en alguno de los cuadros, aunque generalmente fluctúa entre los 25 y los 40 cm. Se caracteriza por
un compacto sedimento arcilloso, plástico, de un llamativo color rojo y abundante fracción media y gruesa.
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Fig. 2. 1) Planta del abrigo con indicación de los cuadros intervenidos. 2) Secciones del abrigo. 3) Imagen del final de
la intervención donde se puede apreciar el corte correspondiente a los cuadros F1-F2, coincidentes con la sección B-B’.
4) Dibujo del mismo corte con indicación de los niveles estratigráficos diferenciados.
Hacia la base del estrato las características de plasticidad y compacidad de la arcilla se acentúan. En parte del
sondeo (cuadros G1 y G2) este nivel alcanza la roca madre, mientras que en los otros dos cuadros reposa sobre
el nivel inferior. Tanto el contacto con este último como con el superior se muestran graduales, sin rupturas
aparentes. En cuanto a la cultura material, desaparece la cerámica (más allá de una intrusión aislada) y ya sólo
documentamos industria lítica junto a restos de fauna, carbones y algunas evidencias malacológicas.
Nivel III: localizado exclusivamente en dos de los cuadros (F1 y F2), corresponde a la base de la secuencia
en este punto, descansando directamente sobre la roca de base del abrigo. Se trata de un sedimento arcilloso
de color más oscuro, con generalización de fracción pequeña, junto a algunos bloques. Mantiene el carácter
de compacidad que ofrecía el nivel superior, pero ahora se generaliza la presencia de carbonataciones. A
nivel arqueológico mantiene la presencia de restos líticos, así como de fauna y carbones.
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Si exceptuamos la cicatriz erosiva provocada por la acción de la carbonera contemporánea, el conjunto
de la estratigrafía se muestra como un continuo sin rupturas aparentes, con una suave gradación entre las
características que definen cada uno de los niveles identificados.
La totalidad de la secuencia exhumada se ha mostrado fértil desde el punto de vista arqueológico. La
densidad de restos es especialmente importante en el Nivel II, pese a que el espacio útil que podemos
reconocer en el abrigo no es muy amplio.
3. MATERIALES Y MÉTODOS
Los resultados que ahora presentamos corresponden a los datos obtenidos del estudio de los materiales
recuperados en el sondeo realizado en la zona meridional del yacimiento. La intervención, sobre una
cuadrícula de 4 m2, pretendía obtener datos suficientes para valorar la potencialidad del yacimiento, así
como el estado de conservación de su depósito arqueológico.
La excavación se llevó a cabo mediante el levantamiento de capas artificiales de 5 cm de espesor,
ciñéndose, eso sí, a los posibles cambios sedimentarios. Cada una de las capas fue considerada como
una Unidad Estratigráfica independiente, a expensas de la posterior reordenación en fases o niveles. El
área excavada se dividió en cuadros de 1 m de lado y cada uno de ellos, a su vez, en cuatro subcuadros.
De tal manera, los materiales vienen referidos a la UE, Cuadro y Subcuadro correspondientes. Todo el
sedimento extraído fue tamizado en seco a través de una doble malla de 5 mm y 2 mm. Junto a ello, de
cada UE se recogió una muestra correspondiente a 10 litros de sedimento para ser tamizados en agua. Esta
muestra ha sido utilizada para corregir las posibles desviaciones producidas por el cribado en seco, dado
que las condiciones del yacimiento hacían del todo imposible el traslado al mismo de cubas o cualquier otro
sistema para el cribado con agua.
Los materiales recuperados se trasladaron a las dependencias del Laboratorio de Arqueología de la
Universitat de València para su estudio. El conjunto cerámico ha sido inventariado y clasificado siguiendo
los criterios desarrollados por el equipo del propio departamento y que pueden seguirse a través de una
larga bibliografía (p. ej.: Bernabeu, 1989; Bernabeu et al., 2009; Molina Balaguer et al., 2010; García
Borja, 2017). Para el estudio del componente lítico, se ha seguido tanto una aproximación tecnológica
(Perlès, 1991; Inizan et al., 1995; Pelegrin, 2000) como tipológica. Para el análisis de tipos asociados a las
cronologías más antiguas se han utilizado las listas tipo de Sonneville-Bordes y Perrot (1954, 1955, 1956a
y 1956b), mientras que para los tipos más recientes se ha considerado oportuno utilizar la propuesta de
Juan-Cabanilles (2008).
El conjunto cerámico asciende a 38 fragmentos. En general se trata de materiales muy fragmentados
(exceptuando un fragmento, el resto no supera los 4 cm de longitud máxima en ninguno de sus ejes). Pese
a ello, las características tecno-morfológicas y decorativas han permitido una buena caracterización de la
colección.
En conjunto, los restos líticos son el componente industrial del registro que se presenta en mayor
abundancia. El sílex es la materia prima mayoritaria y se ha caracterizado de forma macroscópica atendiendo
a diferentes variables como la transparencia, el color, la estructura, la presencia de inclusiones y el tipo de
córtex. En muchas ocasiones las piezas presentan alteraciones térmicas o evidencian un alto grado de
deshidratación y desilificación, todo lo cual ha contribuido a que en muchas de ellas no se haya podido
determinar la materia prima.
En relación a la colección faunística, debe destacarse igualmente su muy elevado índice de fragmentación.
Prácticamente todos los restos recuperados corresponden a fragmentos de pequeño tamaño, posiblemente
como resultado de un intenso proceso de pisoteo. Ello ha limitado tanto su caracterización como las
posibilidades de poder enviar una muestra para datar con ciertas garantías. Ante esta tesitura, se optó por
elegir un fragmento de carbón, correspondiente a una rama pequeña de Quercus perennifolia y procedente
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del tramo central del Nivel II (UE 117), para ser datado. Lamentablemente, el resultado de la datación
evidenció que se trataba de un material percolado procedente de la actividad de la carbonera, producida a
principios del pasado s. XX (Beta-603346: 80±30 BP).
4. RESULTADOS
Desde el punto de vista de la secuencia arqueológica, podemos diferenciar dos grandes fases en función
de los materiales recuperados. La más reciente de ellas (Fase I) reúne los materiales procedentes del Nivel
Superficial y del Nivel I, mientras que la Fase II condensa el Nivel II y Nivel III. A los elementos que
seguidamente se describen con detalle cabe destacar también la recuperación, a techo del Nivel I (UE 103),
de una pequeña plaqueta con restos de ocre (fig. 3).
4.1. El conjunto cerámico
La colección de cerámica a mano recuperada concentra su presencia en las UUEE superiores del depósito,
coincidiendo de manera aproximada con los niveles Superficial y I de la secuencia estratigráfica. Si bien
el conjunto recuperado no es muy abundante, sus características son lo bastante significativas como para
poder reconocer la existencia de diferentes momentos integrados en esta fase.
A nivel tecnológico encontramos un conjunto cerámico caracterizado por un dominio de las cocciones
en atmósferas reductoras y con presencia de desgrasante mineral abundante (generalmente calcita). Las
superficies de los fragmentos se encuentran muy erosionadas y en la mayoría de los casos es imposible
reconocer el tipo de tratamiento recibido. Únicamente un fragmento con decoración cardial se aleja de
esta tónica al mostrar una pasta reductora de un intenso color negro donde no se aprecia la inclusión de
desgrasantes minerales. El alto grado de fragmentación ha condicionado de manera evidente las posibilidades
de caracterización morfo-tipológica del conjunto. Únicamente ha sido posible reconocer dos formas
clasificables. La primera de ellas corresponde a un cuenco de perfil en S, abierto, con impresiones en el labio
y decoración inciso-impresa (fig. 4: 6); la segunda responde a una olla de perfil globular con labio engrosado
y que también muestra decoración y una composición de líneas acanaladas sobre el galbo (fig. 4: 3). De
hecho, pese a lo reducido de la colección, el componente decorativo es el aspecto más destacado de la misma
y el que permite ofrecer una propuesta de secuencia para las ocupaciones vinculadas a estos materiales.
Así, destaca la importancia cuantitativa de fragmentos con las superficies peinadas, que representan
el 23 % del total de restos recuperados, a los que acompañan algunos ejemplos de decoración incisa e
inciso-impresa y el ya mencionado fragmento con decoración cardial (fig. 4: 5). Las características
del conjunto sugieren la existencia de diversos momentos de ocupación del Ceñajo. De acuerdo con la
secuencia regional conocida (Bernabeu, 1989; Bernabeu y Molina Balaguer, 2009), tanto el fragmento
cardial como los materiales inciso-impresos tendrían acomodo en las fases antiguas del Neolítico regional
(Neolítico IA-IB) coincidiendo con momentos cardiales y/o epicardiales. Por el contrario, la abundancia
de cerámicas con las superficies peinadas se aviene mejor con una fase posterior, postcardial (Neolítico
IC de la secuencia regional), dentro ya del V milenio cal ANE. Sin embargo, no se ha podido apreciar una
distribución diferencial de los materiales peinados respecto al resto de elementos decorados dentro de la
secuencia de UUEE, por lo que parece razonable contemplar esta fase como un paquete revuelto en el
cual se han integrado diversas ocupaciones. Esta condición de palimpsesto se amplía con el análisis de la
industria lítica procedente de estos mismos niveles y que se verá en el apartado siguiente.
Dentro de esta secuencia, la única diferencia advertida viene marcada por la presencia casi exclusiva
de cerámicas lisas en las unidades situadas a techo del Nivel I y entre los materiales del Nivel Superficial.
Cabe la posibilidad de poder relacionar estos restos con un fragmento de hoja con lustre y una punta
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Fig. 3. Plaqueta con restos de ocre procedente de la
UE 103 (Fase 1).
Fig. 4. Materiales cerámicos decorados de la Fase 1 del Ceñajo de la Peñeta: 1 y 2) cerámicas peinadas; 3, 4 y 6)
cerámicas incisas e inciso-impresas; 5) cerámica cardial.
de flecha recuperados en superficie del yacimiento. Estos datos nos informarían de ocupaciones más
recientes (calcolíticas) afectadas por la actividad de la carbonera y con las que culminarían las ocupaciones
prehistóricas.
4.2. Análisis de la industria lítica
El total de elementos líticos recuperados en el yacimiento asciende a 5578, dos de los cuales se corresponden
con la categoría de macroútiles. El resto serían elementos pertenecientes a la industria lítica tallada. Las dos
piezas incluidas en la categoría de macroútiles son dos fragmentos de cantos de caliza que podrían tratarse
de fragmentos de percutores/retocadores asociados a la talla lítica. Las piezas presentan piqueteados en
sus caras y en los laterales, marcas posiblemente vinculadas a tareas de percusión. Se trata de elementos
poco espesos con morfologías de tendencia alargada y que se podrían asociar a la técnica de talla definida
como percusión mineral blanda. Este tipo de técnica sería adecuada para la explotación de núcleos de
dimensiones reducidas y para la obtención de productos igualmente pequeños. La observación de las partes
proximales y los talones de los productos derivados de la talla confirma la utilización de esta técnica en el
proceso de explotación.
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En la industria lítica tallada el sílex es la materia prima predominante. La observación macroscópica
realizada en un total de 1383 piezas (aquellas que no pertenecen al grupo de los fragmentos indeterminados
o débris), informa de la presencia de diferentes tipos (tabla 1). Uno de ellos se ha denominado P1.1 porque
presenta las mismas características que P1 a excepción de su coloración, razón por la cual se ha considerado
como un subtipo. Se trata de tipos reconocidos a nivel macroscópico, con lo que serán las analíticas
microscópicas o químicas las que podrán determinar mejor esta identificación. En la tabla 2 se notan los
restos totales y porcentuales asociados a cada uno de los tipos, diferenciándose ambas fases de ocupación.
En las dos, los tipos de sílex más representados son el P1 y el P2, teniendo el resto de tipos una presencia
mucho menor. El tipo P1 es un sílex de buena calidad, que se asemeja al tipo Mariola identificado en el
Prebético (Molina Hernández, 2016). El segundo tipo que concentra mayor número de elementos es el que
hemos denominado P2, que se puede identificar con el tipo Serreta por sus características macroscópicas
(Molina Hernández, 2016). En el caso de la Fase 1 se observa un elevado número de piezas en las que no
se ha podido determinar la materia prima debido a la alteración térmica que presentan. Esta circunstancia
se repite en la Fase 2, aunque en una frecuencia algo menor. En esta Fase 2 también tenemos un porcentaje
elevado de indeterminados debido a la deshidratación o desilificación que presentan los elementos.
Tabla 1. Principales características a nivel macroscópico en los diferentes tipos de sílex identificados.
Denominación
Grano
Transparencia
Color
Estructura
Córtex
P1
P1.1
P2
P3
P4
Fino
Fino
Fino
Fino
Medio
Opaco
Opaco
De opaco a translúcido
Translúcido
Opaco
Blanco/beige
Beige/gris
Beige
Blanco
Beige
Homogénea
Homogénea
Homogénea
Homogénea
Homogénea
?
?
?
?
Rodado
Tabla 2. Número total y representación porcentual de las materias primas identificadas en la industria
lítica tallada. De P1 a P4 corresponden a sílex.
Tipo
P1
P1.1
P2
P3
P4
Caliza
Cuarcita
Jaspe
Indeterminado deshidratación
Indeterminado alteración térmica
TOTAL
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Fase 1 (n)
Fase 1 (%)
Fase 2 (n)
Fase 2 (%)
45
55
11
4
5
1
26
107
254
17,7
21,7
4,3
1,6
2
0,4
10,2
42,1
100,0
227
9
139
40
10
5
1
360
338
1129
20,1
0,8
12,3
3,5
0,9
0,4
0,1
31,9
29,9
100,0
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Por lo que se refiere al análisis tecnológico de la industria lítica tallada, se han establecido diversas
categorías siguiendo los principios de la cadena operativa (tabla 3). Algunos de los elementos que remiten
a estas categorías (n=136) han sido eliminados de la tabla porque su recuperación procede de limpiezas
o regularizaciones de los cortes. La fractura que presentan algunos elementos (n=871), y las alteraciones
térmicas que evidencian otros (n=731), han impedido su asociación a alguno de los grupos establecidos.
Los restos asociados a la Fase I se corresponden con diferentes categorías tecnológicas, no obstante, al
tratarse de un contexto revuelto, no puede realizarse una lectura de las tecnologías de producción, solo la
observación de los restos retocados merece atención.
Tabla 3. Restos líticos agrupados por categorías tecnológicas.
Categorías tecnológicas
Núcleos
Fase 1
Fase 2
9
31
190
813
14
60
Débris o restos de talla
134
2422
Cassons o fragmentos de talla
Indeterminados térmicos
Fragmentos indeterminados
Retocados
TOTAL
1
127
32
41
548
7
579
826
154
4892
Productos de talla
Elementos de mantenimiento
En la Fase 2 la mayoría de los elementos retocados se han realizado sobre productos laminares, con lo
cual determinamos que este tipo de soportes sería el principal objetivo de la talla. Al observar las dimensiones
de los elementos laminares notamos que se trata de productos de tamaño reducido. Si tomamos las medias
de largo (de los elementos completos) y ancho de los productos laminares vemos que sus dimensiones
medias están en 16 mm de largo x 9,4 mm de ancho. Estas medidas dibujan un conjunto dominado por
laminitas cortas y anchas. En los elementos que conservan gran parte de la longitud total de la pieza se
puede observar su regularidad. Para realizar esta valoración se observa si los bordes son paralelos y si las
aristas son también paralelas a ellos: la mayoría muestra una regularidad alta o media (n=200 + n=117),
mientras que son pocos los elementos que tienen una regularidad baja (n=11). Gran parte de las piezas no
permite la observación de esta característica debido a su fractura (n=259). Otra característica destacable en
relación con los productos laminares es que estos son mayormente planos.
En la observación de los núcleos explotados relacionados con la Fase 2, se ha identificado un
predominio de las tallas microlaminares. Existen otros núcleos en los que, debido a la intensidad de las
explotaciones, o debido a la escasez de extracciones observables, no se han podido determinar los objetivos.
El análisis del tipo de explotaciones establecido sobre un total de 28 núcleos, debido a que los 3 restantes
son fragmentos indeterminados, revela una amplia variedad de explotaciones (fig. 5: 23-25): flanco (fig.
5: 23), sobre cara ancha y semienvolvente (fig. 5: 24), cara estrecha (fig. 5: 24), o bien las explotaciones
se desarrollan combinando estructuras: cara ancha y estrecha, cara ancha y flanco, dos caras estrechas, o
explotando diversas caras de manera diferente. La mayoría de los núcleos han sido explotados hasta agotar
las convexidades, es decir hasta que el volumen deja de ser productivo. Se trata por tanto de explotaciones
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FASE 1
0
3 cm
FASE 2
Fig. 5. Industria lítica tallada. 1-2) láminas; 3) fragmento de elemento de dorso; 4) triángulo de retoque abrupto (tipo
Cocina); 7) triángulo de retoque abrupto; 5, 8) trapecios simétricos; 6) trapecio con lado cóncavo; 9-10) raspadores;
11-12) puntas de dorso; 14-20) laminitas de dorso; 21) segmento de círculo; 22) triángulo; 23-25) núcleos destinados a
la obtención de productos microlaminares.
intensas en las que se intentaría aprovechar al máximo la materia prima. Los accidentes por reflexión
que presentan las caras explotadas, en ocasiones en cascada, serían muestra de este agotamiento de las
convexidades y de la intensidad de las explotaciones.
Entrando en el análisis de los elementos retocados (tabla 4), en ambas fases el grupo más abundante es el
del utillaje microlaminar (n=122). El análisis detallado de los tipos refuerza la observación de la condición
de depósito revuelto de la Fase 1. En la Fase 1 se distinguen, junto a trapecios de lados rectos (fig. 5: 5)
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que por la anchura de sus soportes apuntan claramente a una industria neolítica, otros geométricos sobre
soportes más estrechos entre los que destaca un triángulo de espina central, tipo Cocina (Fortea, 1973) (fig.
5: 4). Así, junto a materiales neolíticos, la Fase I incorpora otros de clara filiación mesolítica. En la UE
106, donde estaría el contacto entre las dos fases establecidas, aparece un elemento geométrico “pigmeo”
o hipermicrolítico, un segmento, que pertenecería a la fase más antigua. A partir de la UE 109, ya en la
Fase II, desaparecen los geométricos atribuibles al Neolítico y al Mesolítico geométrico, y los elementos
recuperados de esta morfología podrían relacionarse exclusivamente con el Epipaleolítico. Sus dimensiones
“pigmeas” y su tipología orientan su adscripción a este episodio (fig. 5: 21-22). A parte de estos tipos
concretos no podemos establecer tendencias relacionadas con otros elementos que forman parte del grupo
de las armaduras, como las puntas (fig. 5: 11-12), ya que estas son muy escasas: dos de dorso rectilíneo,
tres si sumamos la presencia de una microgravette, dos puntas de dorso curvo y dos de dorso oblicuo; el
resto son laminitas de dorso abatido o fragmentos (fig. 5: 11-20). En la parte más profunda de este nivel
encontramos elementos de dorso con delineación sinuosa (fig. 5: 19) y algunos con denticulaciones (fig. 5:
18), elementos que podrían estar vinculados con los momentos finales del Magdaleniense.
Al grupo del utillaje microlaminar le sigue el de los raspadores (n=21) (fig. 5: 9-10), y las lascas o
láminas con retoque continuo (n=18). Los buriles también están presentes (n=15), así como las truncaduras
(n=11), las muescas y denticulados (n=9), los perforadores (n=3), las raederas (n=2) y los útiles compuestos
(n=2). No son indicativos de ningún episodio cronocultural concreto en el yacimiento. El grupo de los
raspadores está compuesto en su mayoría por piezas sobre lasca (n=16), identificándose solamente dos
raspadores sobre lámina; de los tres restantes no se ha podido determinar el tipo de soporte original debido
a la fractura que presentan. La mayoría de los buriles aparecen sobre lasca y se trata de buriles diedros y
sobre truncadura, sin que sobresalga ninguno de los tipos. La comparación entre fases resulta interesante
únicamente en el grupo de las muescas y de los denticulados, que contiene un total de 18 elementos.
Si exceptuamos las dos piezas que se han recuperado en las tareas de regularización/limpieza de los
cortes, nos quedan 16 elementos, de los cuales ocho corresponden a la Fase 1, y los restantes a la Fase 2.
Porcentualmente, su representación es mucho mayor en la Fase 1, llegando a suponer un 20 % del total del
utillaje retocado, frente al 4 % en la Fase 2.
5. DISCUSIÓN
Exceptuando el Nivel superficial vinculado a la carbonera, que muestra un contacto erosivo con el nivel
infrayacente, el resto de la sedimentación se nos muestra como un continuo sin rupturas hasta alcanzar
la base del depósito. No obstante, desde el punto de vista de la secuencia arqueológica, como ya se ha
expuesto, se pueden diferenciar dos grandes fases en función de los materiales recuperados.
La Fase 1 reúne los materiales procedentes del Nivel Superficial y del Nivel I. De acuerdo con el registro
recuperado debe interpretarse como un palimpsesto que aglutina materiales de cronologías diversas. Entre
la industria lítica destaca la presencia de unos pocos geométricos. Las características de alguno de ellos
apuntan a una ocupación esporádica de grupos mesolíticos (fig. 5: 3-4; 7-8). La morfometría de alguno de
los trapecios, por el contrario, permite vincularlos a producciones más propias de grupos neolíticos (fig. 5:
5-6). Así mismo se observa que la representación porcentual de las muescas y denticulados es mayor aquí
que en la Fase 2, llegando a alcanzar un 20 % del total del utillaje retocado. Además, se detecta una talla de
caliza y una talla de lascas; se trata de un tipo de explotaciones que tienen una presencia ascendente desde
los momentos finales del Paleolítico y sobre todo en el Mesolítico de muescas y denticulados (=MMD)
(Aura Tortosa et al., 2006). Por tanto, existen indicios para pensar que podría haber una ocupación del
MMD en el yacimiento. La presencia de esta fase no sería extraña, ya que se han observado estas industrias
sobre niveles asociados al final del Epipaleolítico en otros yacimientos de la región centro-meridional
mediterránea (Aura Tortosa et al., 2020).
APL XXXV, 2024
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12
M. Vadillo Conesa y L. Molina Balaguer
Tabla 4. Piezas retocadas clasificadas por grupos tipológicos en base a las listas tipo de Sonneville-Bordes y Perrot
(S-ByP) y Juan-Cabanilles (J-C).
Fase 1
Fase 2
Grupo
Tipología
n
%
% grupo
n
%
Raspadores
S-ByP-1- Raspador simple
5
12,2
12,2
14
9,1
9,0
Útiles compuestos
S-ByP-17- Raspador-buril
1
2,4
2,4
1
0,6
0,7
Perforadores
S-ByP-23- Perforador
1
2,4
2,4
2
1,3
1,3
Buriles
S-ByP-27- Buril diedro recto
1
2,4
2,4
2
1,3
9,1
S-ByP-28- Buril diedro déjeté
-
-
2
1,3
S-ByP-29- Buril diedro de ángulo
-
-
1
0,6
S-ByP-34- Buril sobre truncadura retocada recta
-
-
1
0,6
S-ByP-35- Buril sobre truncadura retocada oblicua
-
-
1
0,6
S-ByP-36- Buril sobre truncadura retocada cóncava
-
-
3
1,9
S-ByP-41- Buril múltiple mixto
-
-
1
0,6
Microburiles
-
-
3
1,9
Ut. de borde abatido S-ByP-51- Microgravette
-
-
-
1
0,6
0,7
Truncaduras
S-ByP-60- Pieza con truncadura recta
-
-
2,4
7
4,5
6,5
S-ByP-62- Pieza con truncadura cóncava
1
2,4
3
1,9
Láminas retocadas
S-ByP-65- Piezas con retoque continuo
4
9,8
9,8
7
4,5
4,6
Piezas variadas
S-ByP-74- Pieza con muesca
6
14,6
19,5
4
2,6
5,2
S-ByP-75- Pieza denticulada
2
4,9
2
1,3
S-ByP-77- Raedera
-
-
2
1,3
S-ByP-79- Triángulo
-
-
3
1,9
S-ByP-83- Segmento de círculo
1
2,4
-
-
S-ByP-85- Laminita de dorso
1
2,4
15
9,7
S-ByP-86- Laminita de dorso truncada
-
-
2
1,3
S-ByP-87- Laminita de dorso denticulada
-
-
1
0,6
Puntas de dorso
2
4,9
4
2,6
11
26,8
72
46,8
J-C-G3- Triángulo de retoque abrupto
2
4,9
-
-
J-C-G5- Trapecio simétrico
2
4,9
-
-
J-C-G8- Trapecio con lado cóncavo
1
2,4
-
-
154
100,0
Ut. microlaminar
Fragmentos de elementos de dorso
Geométricos
Total
APL XXXV, 2024
41 100,0
36,9
12,2
100,0
% grupo
63,0
-
100,0
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El yacimiento de Ceñajo de la Peñeta (Millares, Valencia)
13
Si bien el conjunto cerámico recuperado no es muy abundante, sus características son lo bastante
significativas como para poder reconocer la existencia de diferentes episodios integrados en la Fase I.
Estos se inician en algún momento de la segunda mitad del VI milenio cal ANE, alargándose hasta los
primeros siglos del siguiente milenio. Este ciclo de ocupaciones, aunque a una escala mucho más limitada,
repite aquel que se ha podido documentar para la cercana Cueva de la Cocina (Molina Balaguer et al.,
2023), donde los registros cerámicos señalan un inicio de las ocupaciones neolíticas hacia el último tercio
del VI milenio cal ANE (Pardo-Gordó et al., 2018). Estos datos, junto al lote de materiales recuperados en
el también cercano yacimiento de Cova Dones (García Robles et al., 2005), nos hablan de un espacio que
se incorpora a los territorios explotados por las poblaciones neolíticas desde un momento relativamente
antiguo de la secuencia. La parquedad de las evidencias sugiere que esta explotación no debió ser
especialmente intensa, aunque la recurrencia de las ocupaciones nos habla de un espacio integrado en las
redes territoriales de estos grupos. Su vinculación con las abundantes estaciones de arte rupestre que se
localizan en toda la comarca (Martínez Rubio y Martorell, 2012) es un tema que trasciende los objetivos
de este trabajo. No obstante, debemos destacar la recuperación de una plaqueta de piedra caliza con restos
de manchas de ocre situada en la parte alta del Nivel I. Esta serie de ocupaciones tendría su epílogo en
algunas evidencias a techo del depósito que sugieren nuevas visitas correspondientes a momentos ya del
Neolítico Final/Calcolítico.
Por debajo de estas ocupaciones se desarrolla un segundo ciclo de frecuentación del yacimiento (Fase
II) cuya definición ya sólo puede hacerse a través de la caracterización de su industria lítica. De acuerdo
con la revisión realizada, se correspondería tanto al Nivel estratigráfico II como al III y la cronología
de estas ocupaciones puede situarse a finales del Pleistoceno-inicios del Holoceno. El análisis del total
de las piezas líticas recuperadas nos permite determinar que la actividad de la talla lítica se realizó in
situ: aparecen núcleos explotados, así como restos que evidencian el desarrollo del proceso, caso de
los elementos de gestión o mantenimiento de la morfología apta de los núcleos. Por otra parte, dicho
análisis ha permitido argumentar la asociación de las ocupaciones a los episodios finales del Paleolítico
y al Epipaleolítico. Estas evidencias se podrían dividir en dos tipos: las tipológicas y las tecnológicas. El
peso del utillaje microlaminar y la presencia de tipos concretos como las laminitas de dorso denticuladas
y los geométricos constituyen los argumentos tipológicos. Por otra parte, la lectura del conjunto lítico nos
informa de tendencias tecnológicas que permiten la vinculación del conjunto a los momentos mencionados.
Se evidencia la relevancia de la producción microlaminar, a través de la determinación del número de
núcleos asociados a estas producciones, y de los productos derivados de ellas (laminitas), así como rasgos
tecnológicos que también aparecen en otros yacimientos del final del Paleolítico y del Epipaleolítico de
las Comarcas Centrales Valencianas, como Cova de les Cendres (Roman, 2004), Tossal de la Roca (Cacho
y Martos, 2004) y Coves de Santa Maira (Vadillo Conesa, 2018; Vadillo Conesa y Aura Tortosa, 2020),
región en la que también se incluye el yacimiento que aquí analizamos. Estos rasgos serían: la variabilidad
de las explotaciones, el predominio de las explotaciones unidireccionales y la intensidad de las mismas, así
como las características de los productos de la talla: laminitas regulares, cortas y anchas. Estos elementos
se asocian a las fases del Magdaleniense superior final, Epipaleolítico microlaminar/Epimagdaleniense y al
Epipaleolítico sauveterroide/Sauveterroide microlaminar.
La Fase II acumula la mayor densidad de restos, lo que define una dinámica de ocupación del abrigo
distinta a la advertida por los materiales que conforman la fase superior. Pese a esta mayor densidad, el
limitado espacio hábil y la poca protección que ofrece el abrigo deben ser vistos como condicionantes a la
hora de evaluar la intensidad de las ocupaciones. Frente a estas limitaciones, desde el Ceñajo de la Peñeta se
dispone de una amplia visibilidad sobre la rambla de Micola, que discurre a sus pies, lo que podría apuntar a
su papel como lugar de observación/cazadero. La densidad de restos apuntaría a una recurrencia importante
en las ocupaciones dentro de la estrategia de gestión del territorio de las comunidades cazadoras-recolectoras
del final del Paleolítico y del Epipaleolítico. La recuperación de algunos restos de malacofauna marina en
diversas UUEE correspondientes a esta fase sugieren la posible existencia de movimientos pendulares
APL XXXV, 2024
[page-n-14]
14
M. Vadillo Conesa y L. Molina Balaguer
costa-interior y la explotación de recursos marinos (Roman et al., 2020), siguiendo una estrategia parecida a
la que se ha propuesto para los posteriores grupos mesolíticos que hacen un uso intenso de la cercana Cueva
de la Cocina (Pascual Benito y García Puchol, 2016).
6. CONCLUSIONES
Pese a lo limitado de los trabajos llevados a cabo, los datos aportados por Ceñajo de la Peñeta permiten
presentar un yacimiento con una secuencia que ayuda a ahondar en la caracterización del poblamiento
en una comarca con una riqueza patrimonial excepcional. A pesar de no disponer de dataciones
radiocarbónicas la información arqueológica informa de una recurrencia de ocupaciones que se alargan
desde el final del Paleolítico hasta fases recientes del Neolítico que debe ser interpretada dentro de las
diferentes estrategias de gestión del territorio que desarrollaron los diversos grupos humanos a lo largo
de estos milenios.
En relación con las ocupaciones más recientes, debemos destacar la similitud que ofrece el registro
aquí obtenido con el correspondiente a las ocupaciones neolíticas de la Cueva de la Cocina (García Puchol
et al., 2018). Un paralelismo que puede interpretarse como la evidencia de que ambos yacimientos se
integran dentro de la misma dinámica de explotación del territorio y, posiblemente, por parte de los mismos
grupos. No obstante, las características del depósito excavado -donde se mezclan los diversos episodios de
presencia neolítica e, incluso, evidencias previas mesolíticas- no permiten una caracterización adecuada del
tipo de ocupación que se desarrolló en estos momentos.
En los niveles que quedan por debajo existe coherencia arqueoestratigráfica. La recuperación de tres
fragmentos de cerámica a mano es consecuencia de una intrusión. Tanto las observaciones sedimentológicas,
como las de los tipos de explotación lítica, los productos obtenidos de los mismos, o los elementos retocados,
nos están indicando que la secuencia se corresponde con ocupaciones del Paleolítico superior final y del
Epipaleolítico. La escasez de yacimientos de estas cronologías concede a las ocupaciones iniciales de
Ceñajo de la Peñeta un especial interés al que sería interesante atender en los próximos años, ya que se
trata de un yacimiento que nos puede ayudar a comprender las dinámicas de los grupos de cazadoresrecolectores-pescadores en el final de la tradición paleolítica. Es un yacimiento que conserva potencia
sedimentaria y que, por tanto, puede continuar aportando datos al debate sobre estos grupos humanos, y
ayudar así a definir un cuadro regional más sólido, con la finalidad última de crear un modelo general de
estos momentos para el ámbito mediterráneo y también peninsular.
AGRADECIMIENTOS
Queremos agradecer a los revisores y/o revisoras sus observaciones, comentarios y sugerencias, porque consideramos
sinceramente que han contribuido a la mejora sustancial del trabajo. Nuestro sincero agradecimiento a José Martínez,
Pepe el barbas, y a su hija Trinidad Martínez Rubio por su ayuda y colaboración en todos los trabajos de campo que
se llevaron a cabo. La datación ha podido realizarse en el marco del proyecto AICO/2018/125 de la Conselleria d’Educació, Cultura i Esport de la Generalitat Valenciana, por lo que agradecemos a su IP Emili Aura Tortosa considerar el
interés de Ceñajo de la Peñeta. Agradecemos asimismo a Yolanda Carrión Marco su labor de identificación del carbón
enviado a datar.
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Vol. XXXV, 2024, e1
Permanent IRI: http://mupreva.org/pub/1620
Creative Commons BY-NC-SA 4.0 ES
ISSN: 0210-3230 / eISSN: 1989-0508
Margarita VADILLO CONESA a y Lluís MOLINA BALAGUER a
El yacimiento de Ceñajo de la Peñeta (Millares,
Valencia). Valoración de las ocupaciones
prehistóricas entre el final del Paleolítico
y los inicios del Neolítico
RESUMEN: Ceñajo de la Peñeta es un yacimiento localizado en el interior de la región central
del territorio valenciano. El estudio de los materiales recuperados aporta información sobre la
frecuentación del sitio en diferentes momentos de la Prehistoria. En diferentes niveles asociados a la
Fase I aparecen materiales mesolíticos y neolíticos mezclados. La Fase II, por el contrario, sí muestra
coherencia arqueoestratigráfica, y en los niveles que la forman aparecen materiales que remiten al
final del Paleolítico y/o al Epipaleolítico. La coherencia del conjunto asociado a la Fase II, así como la
cantidad de piezas líticas recuperadas, permite una valoración de la tecnología lítica desarrollada por
los grupos finipaleolíticos. Las informaciones disponibles a este respecto son en general escasas, con
lo cual Ceñajo de la Peñeta contribuye a la definición de las tendencias tecnológicas para el periodo
señalado en esta región.
PALABRAS CLAVE: Mediterráneo central ibérico, País Valenciano, ocupaciones prehistóricas,
Paleolítico superior-final, Epipaleolítico, Mesolítico, Neolítico.
The site of Ceñajo de La Peñeta (Millares, Valencia). An assessment of the
prehistoric phases between the late Palaeolithic and early Neolithic
ABSTRACT: Ceñajo de la Peñeta is a site located in the hindland of the central region of the Valencian
territory. The study of the materials recovered provides information on the frequentation of the site at
different prehistoric times. Mesolithic and Neolithic materials appear in different levels associated to
Phase I. Phase II, on the other hand, shows archaeo-stratographic coherence, and in the levels from
this phase there are materials that refer to the end of the Palaeolithic and Epipalaeolithic period. The
coherence of the assemblage associated with Phase II, as well as the quantity of lithic pieces recovered,
allows for an assessment of the lithic technology developed by these groups. The information available
from these periods is scarce, so Ceñajo de la Peñeta contributes to the definition of the technological
trends for this period in this region.
KEYWORDS: Iberian central Mediterranean, Valencian region, prehistoric occupations, Upper-Late
Palaeolithic, Epipalaeolithic, Mesolithic, Neolithic.
a
Departament de Prehistòria, Arqueologia i Història Antiga. Facultat de Geografia i Història, Universitat de València
margarita.vadillo@uv.es | lluis.molina@uv.es
Recibido: 08/11/2023. Aceptado: 26/01/2024. Publicado en línea: 18/04/2024.
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M. Vadillo Conesa y L. Molina Balaguer
1. INTRODUCCIÓN
Ceñajo de la Peñeta (Millares, València) es un abrigo que fue incorporado a la bibliografía arqueológica
a principios del presente siglo. Su descubrimiento se debe a la colaboración de un aficionado local, José
Martínez Sáez, con el equipo del Departament de Prehistòria i Arqueologia de la Universitat de València,
que en esos momentos llevaba a cabo en la zona un proyecto para contextualizar el abundante y variado
registro de estaciones con arte rupestre que se encuentran por esta comarca del interior sur de la provincia
de València (Villaverde et al., 2000; García Robles, 2003; Martínez Rubio, 2011; Martorell Briz, 2019). Se
realizó una excavación en el abrigo en el año 2001, cuyos resultados se recogieron en diversas publicaciones
(García Robles, 2003; García Robles et al., 2005) que, sin embargo, hasta ahora no se habían estudiado
de manera detallada en su totalidad ni se habían correlacionado con el contexto regional. El estudio indica
diferentes fases de ocupación, y la lectura íntegra del conjunto lítico contribuye a la definición de las
tecnologías utilizadas por los grupos finipaleolíticos en este territorio.
Para la región central de la fachada mediterránea peninsular se conocen diversos yacimientos que
pueden adscribirse al Paleolítico superior final y al Epipaleolítico (Casabó Bernad, 2004; Roman, 2011).
No obstante, pocos de ellos han sido excavados y estudiados en profundidad. La lectura tipológica no
muestra grandes cambios en los equipos industriales de los conjuntos líticos datados entre el Pleistoceno
final y el Holoceno inicial (15-10 ka cal BP). El peso del utillaje microlaminar se reconoce en todos ellos
y solo se detectan ciertos cambios en los elementos apuntados y la incorporación de geométricos en los
momentos finales del ciclo Epipaleolítico. La aplicación de los análisis tecnológicos en los últimos años
ha permitido la obtención de datos que apuntan hacia una variabilidad de los conjuntos no tan apreciada
a nivel tipológico (Vadillo Conesa y Aura Tortosa, 2020; Roman, 2011; Soto, 2014). Aunque el avance en
el conocimiento de los grupos que desarrollaron su actividad en los momentos del tránsito PleistocenoHoloceno en la fachada mediterránea peninsular ha sido notable en los últimos años, afianzar o matizar las
propuestas cronológicas y culturales realizadas para este episodio pasa por aumentar la muestra disponible
para estos episodios, y a ello que contribuyen los datos aportados por Ceñajo de la Peñeta.
2. EL YACIMIENTO
Se encuentra enclavado en el entorno de la Muela de Cortes (fig. 1), en la comarca de La Canal de Navarrés.
Se trata de una de las zonas más agrestes de la provincia de València, con alturas que llegan a superar los 1000
m s.n.m. pese a la proximidad de la llanura litoral. El paisaje actual viene condicionado por los devastadores
incendios forestales que han afectado a estas comarcas de manera recurrente. Así, los bosques originales de pinos
y carrascas han dado paso a un entorno de sotobosque y matorral dominado por especies como la coscoja (Quercus
coccifera), el palmito (Chamaerops humilis), las aliagas (Ulex parviflorus), el romero (Rosmarinus officinalis) o
el enebro (Juniperus oxycedrus). Las condiciones de un entorno tan degradado vienen, además, acentuadas por
un régimen pluviométrico caracterizado por las escasas precipitaciones. De tal manera, la totalidad de las ramblas
y barrancos de la zona permanecen secos durante buena parte del año, activándose únicamente en los escasos
períodos húmedos (en primavera y otoño), y favoreciendo la presencia dispersa de comunidades de adelfas
(Nerium oleander), que sólo alcanzan cierta entidad alrededor de los escasos puntos de surgencia de aguas.
El yacimiento se sitúa a los pies de una pared rocosa, aproximadamente 30 m por encima del lecho de
la rambla de Micola (fig. 1). En la base de la pared se ha formado una pequeña oquedad frente a la que se
abre una terraza más o menos llana de unos 20 m². No se puede, pues, hablar propiamente de un abrigo, ya
que el espacio de resguardo es mínimo.
Por otra parte, la existencia de la pequeña terraza a los pies de la pared se ve mediatizada por el
acondicionamiento de la zona para poder instalar en ella una carbonera que se mantuvo en activo hasta
mediados del pasado siglo. Esta actuación implicó el levantamiento de un pequeño murete para allanar
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El yacimiento de Ceñajo de la Peñeta (Millares, Valencia)
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Fig. 1. Mapa de localización y vista del yacimiento del Ceñajo de la Peñeta.
la superficie y que comportó la alteración de los depósitos superiores del yacimiento. Resultado de estos
movimientos, parte del depósito arqueológico quedó disperso en superficie y pudo ser recuperado durante
los trabajos de prospección llevados a término en la zona entre los años 2001 y 2002. Estos primeros
materiales ya advertían de una secuencia amplia con varios momentos de ocupación (García Robles et al.,
2005), lo que animó a la realización de una intervención en el sitio.
Como resultado de la intervención de 2001 se han distinguido diversos niveles. Los trabajos alcanzaron
la roca de base en todos los cuadros abiertos, poniendo de manifiesto la existencia de un depósito
arqueológicamente fértil en todo su espesor (fig. 2). La potencia media excavada es de unos 70 cm, si bien
el ligero buzamiento de la roca de base propicia que dicha potencia vaya incrementándose conforme nos
alejamos de la pared. Pese a la evidente existencia de ocupaciones de cronología muy diversa, la estratigrafía
de los niveles prehistóricos no muestra señales de cortes erosivos. Más allá de la influencia dejada por la
actividad de la propia carbonera (Nivel superficial), todo el paquete sedimentario puede ser visto como una
única unidad. La secuencia obtenida, una vez limpiado el terreno, queda de la siguiente manera:
Nivel Superficial: con una potencia aproximada de 10 cm, la secuencia se inaugura con un nivel de tierra
pulverulenta muy suelta y de color oscuro. Incorpora abundante fracción angulosa, así como carbones de
buen tamaño y cenizas. A medida que avanza su excavación se va volviendo más compacta, pese a que
mantiene el resto de características citadas. Su interpretación se relaciona con la presencia, anteriormente
mencionada, de los restos de la carbonera de época contemporánea. Pese a ello, los restos materiales son
exclusivamente prehistóricos: escasos fragmentos de cerámica a mano, siempre lisa, y algunos restos
líticos. La relación estratigráfica con el nivel inferior es erosiva.
Nivel I: cuenta con una potencia máxima cercana a los 30 cm en la parte más próxima al centro
del yacimiento, mientras que hacia la zona más exterior del abrigo (extremo sur del área excavada) va
reduciendo su espesor. Se trata de un sedimento de matriz arcillosa con abundante fracción media, angulosa,
y de tonalidad marrón/grisácea. La parte superior presenta claros signos de rubefacción debido a la acción
de la carbonera. Hacia su base, la tonalidad comienza a ser cada vez más rojiza, produciéndose una suave
transición hacia las características que definen el siguiente nivel. Los materiales que incorpora, no muy
abundantes, incluyen tanto cerámica a mano como restos líticos y fauna.
Nivel II: se trata del tramo de mayor potencia de los individualizados en la excavación, llegando a alcanzar
los 60 cm en alguno de los cuadros, aunque generalmente fluctúa entre los 25 y los 40 cm. Se caracteriza por
un compacto sedimento arcilloso, plástico, de un llamativo color rojo y abundante fracción media y gruesa.
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Fig. 2. 1) Planta del abrigo con indicación de los cuadros intervenidos. 2) Secciones del abrigo. 3) Imagen del final de
la intervención donde se puede apreciar el corte correspondiente a los cuadros F1-F2, coincidentes con la sección B-B’.
4) Dibujo del mismo corte con indicación de los niveles estratigráficos diferenciados.
Hacia la base del estrato las características de plasticidad y compacidad de la arcilla se acentúan. En parte del
sondeo (cuadros G1 y G2) este nivel alcanza la roca madre, mientras que en los otros dos cuadros reposa sobre
el nivel inferior. Tanto el contacto con este último como con el superior se muestran graduales, sin rupturas
aparentes. En cuanto a la cultura material, desaparece la cerámica (más allá de una intrusión aislada) y ya sólo
documentamos industria lítica junto a restos de fauna, carbones y algunas evidencias malacológicas.
Nivel III: localizado exclusivamente en dos de los cuadros (F1 y F2), corresponde a la base de la secuencia
en este punto, descansando directamente sobre la roca de base del abrigo. Se trata de un sedimento arcilloso
de color más oscuro, con generalización de fracción pequeña, junto a algunos bloques. Mantiene el carácter
de compacidad que ofrecía el nivel superior, pero ahora se generaliza la presencia de carbonataciones. A
nivel arqueológico mantiene la presencia de restos líticos, así como de fauna y carbones.
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El yacimiento de Ceñajo de la Peñeta (Millares, Valencia)
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Si exceptuamos la cicatriz erosiva provocada por la acción de la carbonera contemporánea, el conjunto
de la estratigrafía se muestra como un continuo sin rupturas aparentes, con una suave gradación entre las
características que definen cada uno de los niveles identificados.
La totalidad de la secuencia exhumada se ha mostrado fértil desde el punto de vista arqueológico. La
densidad de restos es especialmente importante en el Nivel II, pese a que el espacio útil que podemos
reconocer en el abrigo no es muy amplio.
3. MATERIALES Y MÉTODOS
Los resultados que ahora presentamos corresponden a los datos obtenidos del estudio de los materiales
recuperados en el sondeo realizado en la zona meridional del yacimiento. La intervención, sobre una
cuadrícula de 4 m2, pretendía obtener datos suficientes para valorar la potencialidad del yacimiento, así
como el estado de conservación de su depósito arqueológico.
La excavación se llevó a cabo mediante el levantamiento de capas artificiales de 5 cm de espesor,
ciñéndose, eso sí, a los posibles cambios sedimentarios. Cada una de las capas fue considerada como
una Unidad Estratigráfica independiente, a expensas de la posterior reordenación en fases o niveles. El
área excavada se dividió en cuadros de 1 m de lado y cada uno de ellos, a su vez, en cuatro subcuadros.
De tal manera, los materiales vienen referidos a la UE, Cuadro y Subcuadro correspondientes. Todo el
sedimento extraído fue tamizado en seco a través de una doble malla de 5 mm y 2 mm. Junto a ello, de
cada UE se recogió una muestra correspondiente a 10 litros de sedimento para ser tamizados en agua. Esta
muestra ha sido utilizada para corregir las posibles desviaciones producidas por el cribado en seco, dado
que las condiciones del yacimiento hacían del todo imposible el traslado al mismo de cubas o cualquier otro
sistema para el cribado con agua.
Los materiales recuperados se trasladaron a las dependencias del Laboratorio de Arqueología de la
Universitat de València para su estudio. El conjunto cerámico ha sido inventariado y clasificado siguiendo
los criterios desarrollados por el equipo del propio departamento y que pueden seguirse a través de una
larga bibliografía (p. ej.: Bernabeu, 1989; Bernabeu et al., 2009; Molina Balaguer et al., 2010; García
Borja, 2017). Para el estudio del componente lítico, se ha seguido tanto una aproximación tecnológica
(Perlès, 1991; Inizan et al., 1995; Pelegrin, 2000) como tipológica. Para el análisis de tipos asociados a las
cronologías más antiguas se han utilizado las listas tipo de Sonneville-Bordes y Perrot (1954, 1955, 1956a
y 1956b), mientras que para los tipos más recientes se ha considerado oportuno utilizar la propuesta de
Juan-Cabanilles (2008).
El conjunto cerámico asciende a 38 fragmentos. En general se trata de materiales muy fragmentados
(exceptuando un fragmento, el resto no supera los 4 cm de longitud máxima en ninguno de sus ejes). Pese
a ello, las características tecno-morfológicas y decorativas han permitido una buena caracterización de la
colección.
En conjunto, los restos líticos son el componente industrial del registro que se presenta en mayor
abundancia. El sílex es la materia prima mayoritaria y se ha caracterizado de forma macroscópica atendiendo
a diferentes variables como la transparencia, el color, la estructura, la presencia de inclusiones y el tipo de
córtex. En muchas ocasiones las piezas presentan alteraciones térmicas o evidencian un alto grado de
deshidratación y desilificación, todo lo cual ha contribuido a que en muchas de ellas no se haya podido
determinar la materia prima.
En relación a la colección faunística, debe destacarse igualmente su muy elevado índice de fragmentación.
Prácticamente todos los restos recuperados corresponden a fragmentos de pequeño tamaño, posiblemente
como resultado de un intenso proceso de pisoteo. Ello ha limitado tanto su caracterización como las
posibilidades de poder enviar una muestra para datar con ciertas garantías. Ante esta tesitura, se optó por
elegir un fragmento de carbón, correspondiente a una rama pequeña de Quercus perennifolia y procedente
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del tramo central del Nivel II (UE 117), para ser datado. Lamentablemente, el resultado de la datación
evidenció que se trataba de un material percolado procedente de la actividad de la carbonera, producida a
principios del pasado s. XX (Beta-603346: 80±30 BP).
4. RESULTADOS
Desde el punto de vista de la secuencia arqueológica, podemos diferenciar dos grandes fases en función
de los materiales recuperados. La más reciente de ellas (Fase I) reúne los materiales procedentes del Nivel
Superficial y del Nivel I, mientras que la Fase II condensa el Nivel II y Nivel III. A los elementos que
seguidamente se describen con detalle cabe destacar también la recuperación, a techo del Nivel I (UE 103),
de una pequeña plaqueta con restos de ocre (fig. 3).
4.1. El conjunto cerámico
La colección de cerámica a mano recuperada concentra su presencia en las UUEE superiores del depósito,
coincidiendo de manera aproximada con los niveles Superficial y I de la secuencia estratigráfica. Si bien
el conjunto recuperado no es muy abundante, sus características son lo bastante significativas como para
poder reconocer la existencia de diferentes momentos integrados en esta fase.
A nivel tecnológico encontramos un conjunto cerámico caracterizado por un dominio de las cocciones
en atmósferas reductoras y con presencia de desgrasante mineral abundante (generalmente calcita). Las
superficies de los fragmentos se encuentran muy erosionadas y en la mayoría de los casos es imposible
reconocer el tipo de tratamiento recibido. Únicamente un fragmento con decoración cardial se aleja de
esta tónica al mostrar una pasta reductora de un intenso color negro donde no se aprecia la inclusión de
desgrasantes minerales. El alto grado de fragmentación ha condicionado de manera evidente las posibilidades
de caracterización morfo-tipológica del conjunto. Únicamente ha sido posible reconocer dos formas
clasificables. La primera de ellas corresponde a un cuenco de perfil en S, abierto, con impresiones en el labio
y decoración inciso-impresa (fig. 4: 6); la segunda responde a una olla de perfil globular con labio engrosado
y que también muestra decoración y una composición de líneas acanaladas sobre el galbo (fig. 4: 3). De
hecho, pese a lo reducido de la colección, el componente decorativo es el aspecto más destacado de la misma
y el que permite ofrecer una propuesta de secuencia para las ocupaciones vinculadas a estos materiales.
Así, destaca la importancia cuantitativa de fragmentos con las superficies peinadas, que representan
el 23 % del total de restos recuperados, a los que acompañan algunos ejemplos de decoración incisa e
inciso-impresa y el ya mencionado fragmento con decoración cardial (fig. 4: 5). Las características
del conjunto sugieren la existencia de diversos momentos de ocupación del Ceñajo. De acuerdo con la
secuencia regional conocida (Bernabeu, 1989; Bernabeu y Molina Balaguer, 2009), tanto el fragmento
cardial como los materiales inciso-impresos tendrían acomodo en las fases antiguas del Neolítico regional
(Neolítico IA-IB) coincidiendo con momentos cardiales y/o epicardiales. Por el contrario, la abundancia
de cerámicas con las superficies peinadas se aviene mejor con una fase posterior, postcardial (Neolítico
IC de la secuencia regional), dentro ya del V milenio cal ANE. Sin embargo, no se ha podido apreciar una
distribución diferencial de los materiales peinados respecto al resto de elementos decorados dentro de la
secuencia de UUEE, por lo que parece razonable contemplar esta fase como un paquete revuelto en el
cual se han integrado diversas ocupaciones. Esta condición de palimpsesto se amplía con el análisis de la
industria lítica procedente de estos mismos niveles y que se verá en el apartado siguiente.
Dentro de esta secuencia, la única diferencia advertida viene marcada por la presencia casi exclusiva
de cerámicas lisas en las unidades situadas a techo del Nivel I y entre los materiales del Nivel Superficial.
Cabe la posibilidad de poder relacionar estos restos con un fragmento de hoja con lustre y una punta
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El yacimiento de Ceñajo de la Peñeta (Millares, Valencia)
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Fig. 3. Plaqueta con restos de ocre procedente de la
UE 103 (Fase 1).
Fig. 4. Materiales cerámicos decorados de la Fase 1 del Ceñajo de la Peñeta: 1 y 2) cerámicas peinadas; 3, 4 y 6)
cerámicas incisas e inciso-impresas; 5) cerámica cardial.
de flecha recuperados en superficie del yacimiento. Estos datos nos informarían de ocupaciones más
recientes (calcolíticas) afectadas por la actividad de la carbonera y con las que culminarían las ocupaciones
prehistóricas.
4.2. Análisis de la industria lítica
El total de elementos líticos recuperados en el yacimiento asciende a 5578, dos de los cuales se corresponden
con la categoría de macroútiles. El resto serían elementos pertenecientes a la industria lítica tallada. Las dos
piezas incluidas en la categoría de macroútiles son dos fragmentos de cantos de caliza que podrían tratarse
de fragmentos de percutores/retocadores asociados a la talla lítica. Las piezas presentan piqueteados en
sus caras y en los laterales, marcas posiblemente vinculadas a tareas de percusión. Se trata de elementos
poco espesos con morfologías de tendencia alargada y que se podrían asociar a la técnica de talla definida
como percusión mineral blanda. Este tipo de técnica sería adecuada para la explotación de núcleos de
dimensiones reducidas y para la obtención de productos igualmente pequeños. La observación de las partes
proximales y los talones de los productos derivados de la talla confirma la utilización de esta técnica en el
proceso de explotación.
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En la industria lítica tallada el sílex es la materia prima predominante. La observación macroscópica
realizada en un total de 1383 piezas (aquellas que no pertenecen al grupo de los fragmentos indeterminados
o débris), informa de la presencia de diferentes tipos (tabla 1). Uno de ellos se ha denominado P1.1 porque
presenta las mismas características que P1 a excepción de su coloración, razón por la cual se ha considerado
como un subtipo. Se trata de tipos reconocidos a nivel macroscópico, con lo que serán las analíticas
microscópicas o químicas las que podrán determinar mejor esta identificación. En la tabla 2 se notan los
restos totales y porcentuales asociados a cada uno de los tipos, diferenciándose ambas fases de ocupación.
En las dos, los tipos de sílex más representados son el P1 y el P2, teniendo el resto de tipos una presencia
mucho menor. El tipo P1 es un sílex de buena calidad, que se asemeja al tipo Mariola identificado en el
Prebético (Molina Hernández, 2016). El segundo tipo que concentra mayor número de elementos es el que
hemos denominado P2, que se puede identificar con el tipo Serreta por sus características macroscópicas
(Molina Hernández, 2016). En el caso de la Fase 1 se observa un elevado número de piezas en las que no
se ha podido determinar la materia prima debido a la alteración térmica que presentan. Esta circunstancia
se repite en la Fase 2, aunque en una frecuencia algo menor. En esta Fase 2 también tenemos un porcentaje
elevado de indeterminados debido a la deshidratación o desilificación que presentan los elementos.
Tabla 1. Principales características a nivel macroscópico en los diferentes tipos de sílex identificados.
Denominación
Grano
Transparencia
Color
Estructura
Córtex
P1
P1.1
P2
P3
P4
Fino
Fino
Fino
Fino
Medio
Opaco
Opaco
De opaco a translúcido
Translúcido
Opaco
Blanco/beige
Beige/gris
Beige
Blanco
Beige
Homogénea
Homogénea
Homogénea
Homogénea
Homogénea
?
?
?
?
Rodado
Tabla 2. Número total y representación porcentual de las materias primas identificadas en la industria
lítica tallada. De P1 a P4 corresponden a sílex.
Tipo
P1
P1.1
P2
P3
P4
Caliza
Cuarcita
Jaspe
Indeterminado deshidratación
Indeterminado alteración térmica
TOTAL
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Fase 1 (n)
Fase 1 (%)
Fase 2 (n)
Fase 2 (%)
45
55
11
4
5
1
26
107
254
17,7
21,7
4,3
1,6
2
0,4
10,2
42,1
100,0
227
9
139
40
10
5
1
360
338
1129
20,1
0,8
12,3
3,5
0,9
0,4
0,1
31,9
29,9
100,0
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El yacimiento de Ceñajo de la Peñeta (Millares, Valencia)
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Por lo que se refiere al análisis tecnológico de la industria lítica tallada, se han establecido diversas
categorías siguiendo los principios de la cadena operativa (tabla 3). Algunos de los elementos que remiten
a estas categorías (n=136) han sido eliminados de la tabla porque su recuperación procede de limpiezas
o regularizaciones de los cortes. La fractura que presentan algunos elementos (n=871), y las alteraciones
térmicas que evidencian otros (n=731), han impedido su asociación a alguno de los grupos establecidos.
Los restos asociados a la Fase I se corresponden con diferentes categorías tecnológicas, no obstante, al
tratarse de un contexto revuelto, no puede realizarse una lectura de las tecnologías de producción, solo la
observación de los restos retocados merece atención.
Tabla 3. Restos líticos agrupados por categorías tecnológicas.
Categorías tecnológicas
Núcleos
Fase 1
Fase 2
9
31
190
813
14
60
Débris o restos de talla
134
2422
Cassons o fragmentos de talla
Indeterminados térmicos
Fragmentos indeterminados
Retocados
TOTAL
1
127
32
41
548
7
579
826
154
4892
Productos de talla
Elementos de mantenimiento
En la Fase 2 la mayoría de los elementos retocados se han realizado sobre productos laminares, con lo
cual determinamos que este tipo de soportes sería el principal objetivo de la talla. Al observar las dimensiones
de los elementos laminares notamos que se trata de productos de tamaño reducido. Si tomamos las medias
de largo (de los elementos completos) y ancho de los productos laminares vemos que sus dimensiones
medias están en 16 mm de largo x 9,4 mm de ancho. Estas medidas dibujan un conjunto dominado por
laminitas cortas y anchas. En los elementos que conservan gran parte de la longitud total de la pieza se
puede observar su regularidad. Para realizar esta valoración se observa si los bordes son paralelos y si las
aristas son también paralelas a ellos: la mayoría muestra una regularidad alta o media (n=200 + n=117),
mientras que son pocos los elementos que tienen una regularidad baja (n=11). Gran parte de las piezas no
permite la observación de esta característica debido a su fractura (n=259). Otra característica destacable en
relación con los productos laminares es que estos son mayormente planos.
En la observación de los núcleos explotados relacionados con la Fase 2, se ha identificado un
predominio de las tallas microlaminares. Existen otros núcleos en los que, debido a la intensidad de las
explotaciones, o debido a la escasez de extracciones observables, no se han podido determinar los objetivos.
El análisis del tipo de explotaciones establecido sobre un total de 28 núcleos, debido a que los 3 restantes
son fragmentos indeterminados, revela una amplia variedad de explotaciones (fig. 5: 23-25): flanco (fig.
5: 23), sobre cara ancha y semienvolvente (fig. 5: 24), cara estrecha (fig. 5: 24), o bien las explotaciones
se desarrollan combinando estructuras: cara ancha y estrecha, cara ancha y flanco, dos caras estrechas, o
explotando diversas caras de manera diferente. La mayoría de los núcleos han sido explotados hasta agotar
las convexidades, es decir hasta que el volumen deja de ser productivo. Se trata por tanto de explotaciones
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FASE 1
0
3 cm
FASE 2
Fig. 5. Industria lítica tallada. 1-2) láminas; 3) fragmento de elemento de dorso; 4) triángulo de retoque abrupto (tipo
Cocina); 7) triángulo de retoque abrupto; 5, 8) trapecios simétricos; 6) trapecio con lado cóncavo; 9-10) raspadores;
11-12) puntas de dorso; 14-20) laminitas de dorso; 21) segmento de círculo; 22) triángulo; 23-25) núcleos destinados a
la obtención de productos microlaminares.
intensas en las que se intentaría aprovechar al máximo la materia prima. Los accidentes por reflexión
que presentan las caras explotadas, en ocasiones en cascada, serían muestra de este agotamiento de las
convexidades y de la intensidad de las explotaciones.
Entrando en el análisis de los elementos retocados (tabla 4), en ambas fases el grupo más abundante es el
del utillaje microlaminar (n=122). El análisis detallado de los tipos refuerza la observación de la condición
de depósito revuelto de la Fase 1. En la Fase 1 se distinguen, junto a trapecios de lados rectos (fig. 5: 5)
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El yacimiento de Ceñajo de la Peñeta (Millares, Valencia)
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que por la anchura de sus soportes apuntan claramente a una industria neolítica, otros geométricos sobre
soportes más estrechos entre los que destaca un triángulo de espina central, tipo Cocina (Fortea, 1973) (fig.
5: 4). Así, junto a materiales neolíticos, la Fase I incorpora otros de clara filiación mesolítica. En la UE
106, donde estaría el contacto entre las dos fases establecidas, aparece un elemento geométrico “pigmeo”
o hipermicrolítico, un segmento, que pertenecería a la fase más antigua. A partir de la UE 109, ya en la
Fase II, desaparecen los geométricos atribuibles al Neolítico y al Mesolítico geométrico, y los elementos
recuperados de esta morfología podrían relacionarse exclusivamente con el Epipaleolítico. Sus dimensiones
“pigmeas” y su tipología orientan su adscripción a este episodio (fig. 5: 21-22). A parte de estos tipos
concretos no podemos establecer tendencias relacionadas con otros elementos que forman parte del grupo
de las armaduras, como las puntas (fig. 5: 11-12), ya que estas son muy escasas: dos de dorso rectilíneo,
tres si sumamos la presencia de una microgravette, dos puntas de dorso curvo y dos de dorso oblicuo; el
resto son laminitas de dorso abatido o fragmentos (fig. 5: 11-20). En la parte más profunda de este nivel
encontramos elementos de dorso con delineación sinuosa (fig. 5: 19) y algunos con denticulaciones (fig. 5:
18), elementos que podrían estar vinculados con los momentos finales del Magdaleniense.
Al grupo del utillaje microlaminar le sigue el de los raspadores (n=21) (fig. 5: 9-10), y las lascas o
láminas con retoque continuo (n=18). Los buriles también están presentes (n=15), así como las truncaduras
(n=11), las muescas y denticulados (n=9), los perforadores (n=3), las raederas (n=2) y los útiles compuestos
(n=2). No son indicativos de ningún episodio cronocultural concreto en el yacimiento. El grupo de los
raspadores está compuesto en su mayoría por piezas sobre lasca (n=16), identificándose solamente dos
raspadores sobre lámina; de los tres restantes no se ha podido determinar el tipo de soporte original debido
a la fractura que presentan. La mayoría de los buriles aparecen sobre lasca y se trata de buriles diedros y
sobre truncadura, sin que sobresalga ninguno de los tipos. La comparación entre fases resulta interesante
únicamente en el grupo de las muescas y de los denticulados, que contiene un total de 18 elementos.
Si exceptuamos las dos piezas que se han recuperado en las tareas de regularización/limpieza de los
cortes, nos quedan 16 elementos, de los cuales ocho corresponden a la Fase 1, y los restantes a la Fase 2.
Porcentualmente, su representación es mucho mayor en la Fase 1, llegando a suponer un 20 % del total del
utillaje retocado, frente al 4 % en la Fase 2.
5. DISCUSIÓN
Exceptuando el Nivel superficial vinculado a la carbonera, que muestra un contacto erosivo con el nivel
infrayacente, el resto de la sedimentación se nos muestra como un continuo sin rupturas hasta alcanzar
la base del depósito. No obstante, desde el punto de vista de la secuencia arqueológica, como ya se ha
expuesto, se pueden diferenciar dos grandes fases en función de los materiales recuperados.
La Fase 1 reúne los materiales procedentes del Nivel Superficial y del Nivel I. De acuerdo con el registro
recuperado debe interpretarse como un palimpsesto que aglutina materiales de cronologías diversas. Entre
la industria lítica destaca la presencia de unos pocos geométricos. Las características de alguno de ellos
apuntan a una ocupación esporádica de grupos mesolíticos (fig. 5: 3-4; 7-8). La morfometría de alguno de
los trapecios, por el contrario, permite vincularlos a producciones más propias de grupos neolíticos (fig. 5:
5-6). Así mismo se observa que la representación porcentual de las muescas y denticulados es mayor aquí
que en la Fase 2, llegando a alcanzar un 20 % del total del utillaje retocado. Además, se detecta una talla de
caliza y una talla de lascas; se trata de un tipo de explotaciones que tienen una presencia ascendente desde
los momentos finales del Paleolítico y sobre todo en el Mesolítico de muescas y denticulados (=MMD)
(Aura Tortosa et al., 2006). Por tanto, existen indicios para pensar que podría haber una ocupación del
MMD en el yacimiento. La presencia de esta fase no sería extraña, ya que se han observado estas industrias
sobre niveles asociados al final del Epipaleolítico en otros yacimientos de la región centro-meridional
mediterránea (Aura Tortosa et al., 2020).
APL XXXV, 2024
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12
M. Vadillo Conesa y L. Molina Balaguer
Tabla 4. Piezas retocadas clasificadas por grupos tipológicos en base a las listas tipo de Sonneville-Bordes y Perrot
(S-ByP) y Juan-Cabanilles (J-C).
Fase 1
Fase 2
Grupo
Tipología
n
%
% grupo
n
%
Raspadores
S-ByP-1- Raspador simple
5
12,2
12,2
14
9,1
9,0
Útiles compuestos
S-ByP-17- Raspador-buril
1
2,4
2,4
1
0,6
0,7
Perforadores
S-ByP-23- Perforador
1
2,4
2,4
2
1,3
1,3
Buriles
S-ByP-27- Buril diedro recto
1
2,4
2,4
2
1,3
9,1
S-ByP-28- Buril diedro déjeté
-
-
2
1,3
S-ByP-29- Buril diedro de ángulo
-
-
1
0,6
S-ByP-34- Buril sobre truncadura retocada recta
-
-
1
0,6
S-ByP-35- Buril sobre truncadura retocada oblicua
-
-
1
0,6
S-ByP-36- Buril sobre truncadura retocada cóncava
-
-
3
1,9
S-ByP-41- Buril múltiple mixto
-
-
1
0,6
Microburiles
-
-
3
1,9
Ut. de borde abatido S-ByP-51- Microgravette
-
-
-
1
0,6
0,7
Truncaduras
S-ByP-60- Pieza con truncadura recta
-
-
2,4
7
4,5
6,5
S-ByP-62- Pieza con truncadura cóncava
1
2,4
3
1,9
Láminas retocadas
S-ByP-65- Piezas con retoque continuo
4
9,8
9,8
7
4,5
4,6
Piezas variadas
S-ByP-74- Pieza con muesca
6
14,6
19,5
4
2,6
5,2
S-ByP-75- Pieza denticulada
2
4,9
2
1,3
S-ByP-77- Raedera
-
-
2
1,3
S-ByP-79- Triángulo
-
-
3
1,9
S-ByP-83- Segmento de círculo
1
2,4
-
-
S-ByP-85- Laminita de dorso
1
2,4
15
9,7
S-ByP-86- Laminita de dorso truncada
-
-
2
1,3
S-ByP-87- Laminita de dorso denticulada
-
-
1
0,6
Puntas de dorso
2
4,9
4
2,6
11
26,8
72
46,8
J-C-G3- Triángulo de retoque abrupto
2
4,9
-
-
J-C-G5- Trapecio simétrico
2
4,9
-
-
J-C-G8- Trapecio con lado cóncavo
1
2,4
-
-
154
100,0
Ut. microlaminar
Fragmentos de elementos de dorso
Geométricos
Total
APL XXXV, 2024
41 100,0
36,9
12,2
100,0
% grupo
63,0
-
100,0
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El yacimiento de Ceñajo de la Peñeta (Millares, Valencia)
13
Si bien el conjunto cerámico recuperado no es muy abundante, sus características son lo bastante
significativas como para poder reconocer la existencia de diferentes episodios integrados en la Fase I.
Estos se inician en algún momento de la segunda mitad del VI milenio cal ANE, alargándose hasta los
primeros siglos del siguiente milenio. Este ciclo de ocupaciones, aunque a una escala mucho más limitada,
repite aquel que se ha podido documentar para la cercana Cueva de la Cocina (Molina Balaguer et al.,
2023), donde los registros cerámicos señalan un inicio de las ocupaciones neolíticas hacia el último tercio
del VI milenio cal ANE (Pardo-Gordó et al., 2018). Estos datos, junto al lote de materiales recuperados en
el también cercano yacimiento de Cova Dones (García Robles et al., 2005), nos hablan de un espacio que
se incorpora a los territorios explotados por las poblaciones neolíticas desde un momento relativamente
antiguo de la secuencia. La parquedad de las evidencias sugiere que esta explotación no debió ser
especialmente intensa, aunque la recurrencia de las ocupaciones nos habla de un espacio integrado en las
redes territoriales de estos grupos. Su vinculación con las abundantes estaciones de arte rupestre que se
localizan en toda la comarca (Martínez Rubio y Martorell, 2012) es un tema que trasciende los objetivos
de este trabajo. No obstante, debemos destacar la recuperación de una plaqueta de piedra caliza con restos
de manchas de ocre situada en la parte alta del Nivel I. Esta serie de ocupaciones tendría su epílogo en
algunas evidencias a techo del depósito que sugieren nuevas visitas correspondientes a momentos ya del
Neolítico Final/Calcolítico.
Por debajo de estas ocupaciones se desarrolla un segundo ciclo de frecuentación del yacimiento (Fase
II) cuya definición ya sólo puede hacerse a través de la caracterización de su industria lítica. De acuerdo
con la revisión realizada, se correspondería tanto al Nivel estratigráfico II como al III y la cronología
de estas ocupaciones puede situarse a finales del Pleistoceno-inicios del Holoceno. El análisis del total
de las piezas líticas recuperadas nos permite determinar que la actividad de la talla lítica se realizó in
situ: aparecen núcleos explotados, así como restos que evidencian el desarrollo del proceso, caso de
los elementos de gestión o mantenimiento de la morfología apta de los núcleos. Por otra parte, dicho
análisis ha permitido argumentar la asociación de las ocupaciones a los episodios finales del Paleolítico
y al Epipaleolítico. Estas evidencias se podrían dividir en dos tipos: las tipológicas y las tecnológicas. El
peso del utillaje microlaminar y la presencia de tipos concretos como las laminitas de dorso denticuladas
y los geométricos constituyen los argumentos tipológicos. Por otra parte, la lectura del conjunto lítico nos
informa de tendencias tecnológicas que permiten la vinculación del conjunto a los momentos mencionados.
Se evidencia la relevancia de la producción microlaminar, a través de la determinación del número de
núcleos asociados a estas producciones, y de los productos derivados de ellas (laminitas), así como rasgos
tecnológicos que también aparecen en otros yacimientos del final del Paleolítico y del Epipaleolítico de
las Comarcas Centrales Valencianas, como Cova de les Cendres (Roman, 2004), Tossal de la Roca (Cacho
y Martos, 2004) y Coves de Santa Maira (Vadillo Conesa, 2018; Vadillo Conesa y Aura Tortosa, 2020),
región en la que también se incluye el yacimiento que aquí analizamos. Estos rasgos serían: la variabilidad
de las explotaciones, el predominio de las explotaciones unidireccionales y la intensidad de las mismas, así
como las características de los productos de la talla: laminitas regulares, cortas y anchas. Estos elementos
se asocian a las fases del Magdaleniense superior final, Epipaleolítico microlaminar/Epimagdaleniense y al
Epipaleolítico sauveterroide/Sauveterroide microlaminar.
La Fase II acumula la mayor densidad de restos, lo que define una dinámica de ocupación del abrigo
distinta a la advertida por los materiales que conforman la fase superior. Pese a esta mayor densidad, el
limitado espacio hábil y la poca protección que ofrece el abrigo deben ser vistos como condicionantes a la
hora de evaluar la intensidad de las ocupaciones. Frente a estas limitaciones, desde el Ceñajo de la Peñeta se
dispone de una amplia visibilidad sobre la rambla de Micola, que discurre a sus pies, lo que podría apuntar a
su papel como lugar de observación/cazadero. La densidad de restos apuntaría a una recurrencia importante
en las ocupaciones dentro de la estrategia de gestión del territorio de las comunidades cazadoras-recolectoras
del final del Paleolítico y del Epipaleolítico. La recuperación de algunos restos de malacofauna marina en
diversas UUEE correspondientes a esta fase sugieren la posible existencia de movimientos pendulares
APL XXXV, 2024
[page-n-14]
14
M. Vadillo Conesa y L. Molina Balaguer
costa-interior y la explotación de recursos marinos (Roman et al., 2020), siguiendo una estrategia parecida a
la que se ha propuesto para los posteriores grupos mesolíticos que hacen un uso intenso de la cercana Cueva
de la Cocina (Pascual Benito y García Puchol, 2016).
6. CONCLUSIONES
Pese a lo limitado de los trabajos llevados a cabo, los datos aportados por Ceñajo de la Peñeta permiten
presentar un yacimiento con una secuencia que ayuda a ahondar en la caracterización del poblamiento
en una comarca con una riqueza patrimonial excepcional. A pesar de no disponer de dataciones
radiocarbónicas la información arqueológica informa de una recurrencia de ocupaciones que se alargan
desde el final del Paleolítico hasta fases recientes del Neolítico que debe ser interpretada dentro de las
diferentes estrategias de gestión del territorio que desarrollaron los diversos grupos humanos a lo largo
de estos milenios.
En relación con las ocupaciones más recientes, debemos destacar la similitud que ofrece el registro
aquí obtenido con el correspondiente a las ocupaciones neolíticas de la Cueva de la Cocina (García Puchol
et al., 2018). Un paralelismo que puede interpretarse como la evidencia de que ambos yacimientos se
integran dentro de la misma dinámica de explotación del territorio y, posiblemente, por parte de los mismos
grupos. No obstante, las características del depósito excavado -donde se mezclan los diversos episodios de
presencia neolítica e, incluso, evidencias previas mesolíticas- no permiten una caracterización adecuada del
tipo de ocupación que se desarrolló en estos momentos.
En los niveles que quedan por debajo existe coherencia arqueoestratigráfica. La recuperación de tres
fragmentos de cerámica a mano es consecuencia de una intrusión. Tanto las observaciones sedimentológicas,
como las de los tipos de explotación lítica, los productos obtenidos de los mismos, o los elementos retocados,
nos están indicando que la secuencia se corresponde con ocupaciones del Paleolítico superior final y del
Epipaleolítico. La escasez de yacimientos de estas cronologías concede a las ocupaciones iniciales de
Ceñajo de la Peñeta un especial interés al que sería interesante atender en los próximos años, ya que se
trata de un yacimiento que nos puede ayudar a comprender las dinámicas de los grupos de cazadoresrecolectores-pescadores en el final de la tradición paleolítica. Es un yacimiento que conserva potencia
sedimentaria y que, por tanto, puede continuar aportando datos al debate sobre estos grupos humanos, y
ayudar así a definir un cuadro regional más sólido, con la finalidad última de crear un modelo general de
estos momentos para el ámbito mediterráneo y también peninsular.
AGRADECIMIENTOS
Queremos agradecer a los revisores y/o revisoras sus observaciones, comentarios y sugerencias, porque consideramos
sinceramente que han contribuido a la mejora sustancial del trabajo. Nuestro sincero agradecimiento a José Martínez,
Pepe el barbas, y a su hija Trinidad Martínez Rubio por su ayuda y colaboración en todos los trabajos de campo que
se llevaron a cabo. La datación ha podido realizarse en el marco del proyecto AICO/2018/125 de la Conselleria d’Educació, Cultura i Esport de la Generalitat Valenciana, por lo que agradecemos a su IP Emili Aura Tortosa considerar el
interés de Ceñajo de la Peñeta. Agradecemos asimismo a Yolanda Carrión Marco su labor de identificación del carbón
enviado a datar.
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