Yacimientos no urbanos de época visigoda (siglos VI-VII)
Empar Juan
Miquel Rosselló Mesquida
1991
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YACIMIENTOS NO URBANOS
DE ÉPOCA VISIGODA (SIGLOS VI-VII)
EMPAR JUAN
Colaboradora Servicio de Investigación Prehistórica. Diputación de Valencia
MIQUEL ROSSELLÓ
Servicio de Investigación Arqueológica Municipal. Valencia
El conocimiento que tenemos sobre el mundo rural de época visigoda en la zona valenciana es
todavía bastante irregular, sin embargo se viene constatando, al igual que ocurre en otras partes del
Mediterráneo, que a parte de los sitios urbanos que asumen funciones episcopales, económicas y estratégico-militares, caso de Valentia, aparecen una serie de asentamientos privilegiados y característicos de este período, al cual tenemos que definir ya como altomedieval, íntimamente relacionados
con el núcleo urbano: son los centros monásticos, castros fortificados y residencias rurales.
Paralelamente, la distribución de productos importados, principalmente las últimas producciones de vajilla de mesa africana (sigillata) y ánforas, se produce preferentemente en estos mismos sitios: ciudades, normalmente sedes episcopales; castros fortificados, ubicados en zonas de frontera;
monasterios, generalmente relacionados con las ciudades; y residencias rurales, vinculadas a las élites urbanas, civiles, militares o eclesiásticas.
Como ejemplos paradigmáticos de lo anteriormente expuesto contamos en el territorium de Valentia con tres yacimientos excepcionales: el monasterio de Punta de l’Illa (Cullera), el castro fortificado de València la Vella (Riba-roja de Túria) y la villa áulica de Pla de Nadal (Riba-roja de Túria).
EL MONASTERIO DE PUNTA DE L’ILLA (CULLERA)
El yacimiento se hallaba situado en una antigua isla, actualmente unida a tierra firme, próxima a la
costa cullerense y excavado por el Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación de Valencia
(años 1955, 1957 y 1966) antes de su destrucción para la construcción de bloques de apartamentos.
El yacimiento fue frecuentado desde la prehistoria, aunque parece que no hubo asentamiento
más o menos estable hasta época tardorromana.
Las diferentes campañas de excavación documentaron tres grupos de estructuras y un importante conjunto de materiales que fueron calificadas, en aquel momento, como «factoría de época
constantiniana». Investigaciones posteriores han identificado los restos de l’Illa con un conjunto monástico y, más concretamente, con el cenobio que el obispo Justiniano de Valencia mandara construir
en una isla en honor a San Vicente Mártir, tal como se colige de la lectura de su epitafio, así como fechar el momento de destrucción y abandono del conjunto en el último cuarto del siglo VI.
En el centro del islote y en lugar prominente se alzaban los restos de una estructura de planta rectangular, orientada E-W, con muros de mampostería asentados sobre banquetas de cimentación de
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ROMANOS Y VISIGODOS EN TIERRAS VALENCIANAS
Vista aérea de la antigua ínsula
de la costa de Cullera (València)
donde se localizaba el monasterio
de Punta de l’Illa. [Archivo SIP].
En la antigua ínsula, llamada
Punta de l’Illa del Portitxol o Illa
dels Pensaments el obispo Justiniano (siglo VI) mandó construir
un monasterio en conmemoración de la llegada del cuerpo de
san Vicente Mártir.
1,10 m de anchura, con unas dimensiones de 13,50 x 8,75 m y subdividido en varios departamentos.
Este edificio presentaba una serie de peculiaridades que lo diferenciaban claramente de los otros grupos de estructuras, tales como su ubicación privilegiada en el centro de la isla y en el lugar más elevado, su orientación este-oeste, la solidez de sus muros, mejores acabados (pavimento, probablemente
de signinum, de 10 cm de espesor, enlucidos), la presencia de elementos arquitectónicos de cierta riqueza (pilar in situ con basa moldurada, pequeña basa de mármol quizás perteneciente a una columnilla de ventana, el extremo de un brazo de cruz patada de piedra toba calcárea) así como la recuperación
de significativos materiales de carácter litúrgico: gran pátera de mármol, gran cruz de bronce para colgar, pequeña cruz de bronce enlazada con tres láminas rematadas con enganches que formaría parte de
una pieza más compleja (corona votiva, incensario, lampadario...). En la misma estancia se recuperaron
un tesorillo de monedas y varios ungüentarios cerámicos de origen oriental –Palestina o Panfilia– cuyo
contenido, probablemente óleo santificado, estaba relacionado con usos litúrgicos y curativos.
Estas peculiaridades apuntan a que el citado edificio pudo haber tenido una funcionalidad cultual, como iglesia o capilla conmemorativa.
En la parte oriental de la ínsula se concentraban unas construcciones rectangulares, cuatro en total, dispuestas en batería, sin divisiones internas y orientadas norte-sur. Realizadas también en
Vista desde poniente del conjunto de edificaciones excavadas en el año 1955 en el
yacimiento de Punta de l’Illa (Cullera,
València). [Archivo SIP].
La primera campaña de excavaciones se
centró en la parte más alta del peñón,
localizándose un edificio dividido en
tres departamentos donde se recuperaron, entre otros, un tesorillo de 40 monedas, dos cruces litúrgicas de bronce y
abundante cerámica.
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YACIMIENTOS NO URBANOS DE ÉPOCA VISIGODA • EMPAR JUAN Y MIQUEL ROSSELLÓ
Detalle del diario de excavaciones de Punta de l’Illa
(Cullera, València) del año 1955 manuscrito por
D. Enrique Pla. [Biblioteca SIP].
Se aprecian los dibujos a mano alzada de un candil islámico y el fondo estampillado de un ungüentario
cristiano oriental.
mampostería, se caracterizaban por su sencillez y
presentaban dimensiones de 10 x 4,20 m para la
más pequeña y 19 x 5,25 m para la mayor. En uno
de estos tinglados, el único que pudo excavarse, se
hallaron, especialmente junto a los muros, gran
cantidad de ánforas, mayoritariamente identificadas como grandes contenedores cilíndricos olearios del norte de África (Túnez) y, en menor medida, ánforas del Mediterráneo oriental (Gaza,
Siria-Palestina, Egeo), en las que se exportaría, entre otros, el reputado y apreciadísimo vino de
Gaza, así como pequeñas ánforas de fondo cóncavo-convexo con decoración incisa a peine procedentes de Ibiza y norte de África. Estos tinglados
se han interpretado como un cellarium y no es extraña su presencia en ámbitos basilicales y monacales próximos, como el caso de la basílica de «Es Cap des Port» en Menorca. Es muy probable que los
canales de distribución de algunos de estos productos, susceptibles de ser usados en la liturgia cristiana y popularizados por sus cualidades terapéuticas, caso del vino de Gaza (el obispo Gregorio de
Tours referencia su empleo en la Eucaristía) y de los óleos de los ungüentarios (quizá utilizados en la
ceremonia del bautismo o en el sacramento de la extremaunción), estuvieran directamente controlados
por la propia Iglesia.
En el extremo occidental del peñón se excavaron pequeños departamentos, también levantados
con mampostería.
Parece ser que todo el conjunto, o al menos la parte meridional más desguarnecida, estaba protegido por un muro o cerca, tal como quedó reflejado en los minuciosos diarios de excavación de Enric
Pla y Miquel Tarradell.
Minuciosos diarios de excavación que, junto al estudio de las fuentes históricas, han permitido reintegrar del olvido una importante parte de nuestro pasado y dotar de contenido histórico al voluminoso
y excepcional conjunto de materiales recuperados antes de que la especulación urbanística acabara con
uno de los yacimientos más singulares para el conocimiento de nuestra Antigüedad Tardía.
EL CASTRO HISPANOVISIGODO DE «VALÈNCIA LA VELLA» (RIBA-ROJA DE TÚRIA)
El yacimiento de València la Vella se encuentra situado sobre una terraza entre el margen derecho
del río Turia y el Barranco de la Cabrasa, depresiones topográficas que aprovecha como defensas naturales, distante a unos 3 km al SE de Riba-roja de Túria. Su ubicación en una terraza fluvial del Turia le permite el control del paso a lo largo del río, vía natural de comunicación entre la costa y el interior. Se trata de un punto estratégico con una marcada funcionalidad militar, estructurado para la
defensa y control del territorio.
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ROMANOS Y VISIGODOS EN TIERRAS VALENCIANAS
Vista general de la ubicación del yacimiento de València la Vella (Riba-roja de
Túria, Valencia).
Ubicado estratégicamente sobre una terraza fluvial delimitada por el río Turia
y el Barranc de la Cabrasa, que aprovecha como defensas naturales.
Alzado de un tramo de muralla del castro
fortificado de València la Vella (Riba-roja
de Túria, Valencia).
La muralla tiene una anchura de entre
1,80 y 2,00 m., formada por una doble pared de mampostería trabada con hormigón
de cal y relleno interior de piedras y hormigón, está reforzada con diversas torres cuadradas (3 x 3 m.) de similar aparejo, calculándose que encerraba una superficie
aproximada de 4 ha.
Las referencias sobre el yacimiento se rastrean desde el siglo XIV donde aparece el nombre de
«València la Vella» en un documento del Consell de València a propósito de un proyecto de transvase
de agua del Júcar al Turia. Posteriormente, casi todos los cronistas regnícolas y diferentes eruditos
han tratado, con mayor o menor acierto, sobre las ruinas de València la Vella, convirtiéndose en uno
de los yacimientos arqueológicos valencianos del que contamos con noticias más antiguas. Merece
destacar la monografía que hiciera Valls David en 1902, en donde aparece la planta del yacimiento.
El nombre de València la Vella tendría relación con la supuesta existencia de una primitiva Valencia que luego fue abandonada al trasladarse al emplazamiento actual, tradición que ha sido rechazada por todos los investigadores, antiguos y modernos, y totalmente rebatida por la arqueología.
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YACIMIENTOS NO URBANOS DE ÉPOCA VISIGODA • EMPAR JUAN Y MIQUEL ROSSELLÓ
A pesar de la monumentalidad del conjunto y las controversias sobre su origen, no será hasta finales
de la década de los años 70, a raíz de la destrucción de una buena parte del tramo occidental del recinto,
cuando el Servicio de Investigación Prehistórica realice tres cortas campañas de excavación que permitieron comprobar la existencia de estructuras constructivas en el interior del recinto y fijar su cronología
cuando menos bajoimperial, descartando otras cronologías más tempranas aventuradas por la historiografía que pretendía con ello dar reputada antigüedad y un nombre honorable a las ruinas.
Lo característico y definitorio del lugar, de una superficie aproximada de 4 Ha, es la existencia de
una potente muralla que se adapta a la topografía del terreno, dibujando una planta trapezoidal que
rodea al yacimiento. La muralla, de entre 1,80 y 2,00 m de anchura, está formada por un doble paramento de mampostería trabada con hormigón de cal y, entre ambos, un relleno interno de piedras y
hormigón. En algunos tramos se detectan mampuestos colocados oblicuamente a modo de spicatum
y la ocasional utilización, principalmente en las hiladas inferiores, de sillares reaprovechados bien
escuadrados. La argamasa sobrante de la trabazón de los mampuestos se utiliza a modo de tosco enfoscado para tapar las uniones, dándole un aspecto muy característico. El alzado máximo conservado llega, en algunos puntos, hasta cerca de los tres metros.
La cerca aparece reforzada por torres cuadradas de 3 x 3 m, de proyección exterior que traban con la
muralla y con similar aparejo. Son torres macizas, con relleno interior de piedras y hormigón de cal.
En el interior del recinto son visibles diversas estructuras, todavía por excavar, de las que destaca un
gran edificio situado al sur, próximo a la muralla, en el que se centraron las tres campañas de excavación.
Se trata de un edificio de planta rectangular de unos 25 x 7 m. El aparejo utilizado es el mismo que el de
la muralla, mampostería trabada con mortero de cal y gravas, mortero que sirve a su vez para tapar la
unión entre mampuestos a modo de enfoscado. Además, se reutilizan sillares y elementos arquitectónicos
altoimperiales de caliza dolomítica gris azulada (probablemente procedentes de la cercana Llíria) en las
zonas activas de la construcción –esquinas y jambas– y como basamento de los muros.
Los pioneros trabajos del SIP, un análisis de las características técnicas y constructivas de los restos conservados, su ubicación en el territorio, los paralelos con otros yacimientos de similares características, el estudio de los materiales cerámicos prospectados y el análisis de los datos históricos,
han posibilitado estructurar una serie de hipótesis de trabajo para abordar una aproximación histórica del conjunto.
València la Vella tiene paralelos con una serie de yacimientos peninsulares de similares características y cronología (Recópolis, Puig Rom, Begastri...).
El material cerámico recuperado proporciona una cronología centrada entre mediados-finales del siglo VI y mediados del siglo VII y cabe destacar la presencia de importaciones de vajilla de mesa de Sigillata Africana Clara (Hayes 91, 99, 101, 103, 104, 105), abundantes ungüentarios orientales (Late Roman
Unguentarium), cerámica africana de cocina y ánforas africanas y del Mediterráneo oriental. La recuperación de molinos de piedra para cereales y las abundantes escorias de mineral de hierro, son otros indicios de algunas de las actividades económicas y de transformación que se realizaban en el lugar.
El significado de un establecimiento defensivo de estas características, en un contexto de finales
del siglo VI, se ha relacionado con el complejo momento histórico de reorganización y control de este
territorio por parte del estado visigodo frente a la ocupación bizantina del sur y sudeste hispanos y
frente a la amplia autonomía adquirida por las aristocracias locales –civiles y episcopales– de algunas regiones peninsulares. Momento que coincide con un profundo proceso de ‘bizantinización’ político-ideológica que afecta al reino visigodo a partir de Leovigildo, muy patente en la organización
militar del reino visigodo, adoptando el modelo bizantino –presente en la misma provincia imperial
Spaniae– en la estructuración de los diferentes sistemas defensivos de frontera.
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ROMANOS Y VISIGODOS EN TIERRAS VALENCIANAS
▲
Alzado de un tramo de muralla del castro
fortificado de València la Vella (Riba-roja de
Túria, València).
▲
Planta del recinto de València la Vella (Riba-roja de Túria, Valencia) extraida de la
obra de Rafael Valls David, Pallantia (Valencia, la vieja), de 1902.
Se trata de un testimonio gráfico de gran valor puesto que representa el aspecto que tenía el recinto antes de las diversas destrucciones, algunas de ellas
muy recientes, que han mermado irremediablemente un yacimiento único, por
su cronología y características, en toda la Comunidad Valenciana.
La actividad militar de Leovigildo va a permitir consolidar su posición territorial y establecer un
limes defensivo frente a la provincia bizantina hispana. Este limes estaría formado por dos líneas defensivas sucesivas o doble limes. Una primera línea formada por fortificaciones tipo castrum y castellum estratégicamente situadas controlando el territorio circundante y articuladas en torno a calzadas
estratégicas y estructuradas en función de los centros urbanos. La segunda lo conformarían ciudades
amuralladas, generalmente con funciones episcopales y centros emisores de moneda.
Valencia quedaría integrada dentro de esta línea defensiva en época de Leovigildo, pues su sede
episcopal aparece representada en el III Concilio de Toledo del 589, y la existencia de un obispo
arriano en la silla episcopal (Ubiligisclo) es una prueba segura de la presencia de importantes contingentes militares visigodos.
Valencia, tierra de frontera, va a adquirir en estos momentos una fundamental importancia estratégica frente al dominio imperial en el sudeste peninsular, y el espectacular recinto fortificado de
València la Vella solo se comprende en función de la política de afirmación territorial emprendida
por el monarca que lo convertirá en un eslabón del sistema defensivo frente a los bizantinos.
Eslabón de la primera línea defensiva en función de la defensa de la ciudad de Valencia y su territorio y, sobre todo, del control de la vía natural –río Turia– que comunica Valencia y el litoral con
las tierras del interior, en un intento de controlar las rutas de acceso al levante bizantino y tener una
base firme y estable desde donde estructurar el sistema fronterizo de defensa frente a los imperiales.
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YACIMIENTOS NO URBANOS DE ÉPOCA VISIGODA • EMPAR JUAN Y MIQUEL ROSSELLÓ
LA VILLA ÁULICA VISIGÓTICA DE «PLA DE NADAL» (RIBA-ROJA DE TÚRIA).
En el término municipal de Riba-roja de Túria, a unos 20 kilómetros al noroeste de la ciudad de
Valencia se encuentra el yacimiento visigótico de Pla de Nadal, que toma el nombre de la partida en
que se asienta, al pie de la loma dels Carasols, sobre una ligera elevación de la llanura circundante.
La transformación del entorno en campos de naranjos que dio lugar a su descubrimiento ha modificado la topografía del lugar, afectando incluso a parte de las estructuras que ya habían sido destruidas cuando se produjo el hallazgo. Las primeras informaciones llegadas al Servicio de Investigación
Prehistórica de la Diputación de Valencia datan de 1971. Los trabajos de excavación arqueológica se
desarrollaron sistemáticamente a lo largo de ocho campañas, entre los años 1981 y 1989. En 1999 se
iniciaron las obras de restauración y puesta en valor del yacimiento recientemente finalizadas.
Los restos descubiertos configuran una trama espacial metrológicamente jerarquizada. Resulta notable la rígida simetría de los espacios respecto de un plano norte-sur, señalado por las puertas que se
abren, centradas, en ambos muros del mayor espacio conservado. La crujía meridional, única conservada, está formada por una nave rectangular, o aula, de 17 m de longitud por 5,30 m de anchura, provista de ventanas, tres a cada lado de las puertas mencionadas, en sus lados mayores. Por su parte, los
flancos menores se abrían a sendos atrios o vestíbulos cuadrangulares accesibles a través de tres arcos
adovelados de herradura sobre impostas bajas, de extraordinario interés para la historia de la arquitectura no solamente en las tierras valencianas. La transición hacia los ámbitos exteriores se realiza por
medio de al menos tres pórticos, con pilares cúbicos flanqueados por habitaciones avanzadas; el meridional aparece dispuesto en torno al estrecho vano de la puerta central como nartex principal. Este singular recinto nobiliario presenta un pavimento de tierra batida en su planta baja, funcionalmente destinada al almacenamiento de grano, vino o aceite, como prueba la presencia de fragmentos de doliae,
ruedas de molino y un mortero manuales. Al nordeste de la edificación se han conservado, muy deficitariamente, los restos de una posible exedra de aparato, hecho arquitectónico que nos remite al lujoso
modelo de residencia rústica organizada en torno a un peristilo central. Asimismo, recientes estudios
realizados por Charles Bonnet y Julia Beltrán en el palacio episcopal de época visigótica de Barcelona
han señalado las similitudes en la organización de los espacios con el edificio de Pla de Nadal.
La mayoría de las estructuras conservadas fueron realizadas con mampostería revocada con toscos enlucidos, si bien también se recurrió puntualmente al empleo de sillería de toba y, significativamente, al reaprovechamiento de calizas dolomíticas de labra romana, provenientes probablemente
de monumentos clásicos arruinados de la antigua Edeta y emplazadas como impostas.
Los restos conservados forman parte de un complejo palacial que ofrece múltiples evidencias de
la existencia de una planta alta, de estructura lígnea, conformada por pavimentos de opus signinum
tal vez enmarcados por bandas de ladrillos bizcochados, en la que se ubicarían las estancias propiamente dominicales, profusamente decoradas en sus paramentos.
En este sentido, una de las singularidades más notorias del edificio de Pla de Nadal reside precisamente en su gran riqueza escultórico-arquitectónica, habiéndose recuperado unas 800 piezas de piedra
labrada, de las que 400 corresponden a las fábricas del mismo y otras tantas a elementos ornamentales.
Entre estos últimos, el grupo más representativo es el constituido por los frisos, tallados a bisel,
que muestran los motivos decorativos de trifolios o pentafolios enlazados, roleos clasicistas de vid,
con racimos, trifolios y palmetas, y veneras separadas por trifolios opuestos y unidos por el tallo.
Los capiteles de factura plenamente visigoda presentan una marcada influencia estética bizantina, siendo uno de éstos, de tamaño mediano y forma troncopiramidal, una original evolución del
corintio vitrubiano, con las hojas de acanto convertidas en pencas rehundidas, volutas indicadas con
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ROMANOS Y VISIGODOS EN TIERRAS VALENCIANAS
Villa nobiliaria de Pla de Nadal (Riba-roja de Túria, València). Panorámica desde el este. [Archivo SIP].
Conserva la nave central rectangular con ventanas y contrafuertes, dos vestíbulos y tres pórticos flanqueados
por habitaciones. Entre sus más de ochocientos elementos arquitectónicos destacan arcos de herradura, capiteles, celosías y piezas decoradas que presentan relieves de roleos vegetales, trifolios o flores de loto y veneras.
perforaciones de trépano y ábaco cuadrado con rosetas tetrafolias o cruces, sustitutivas de los florones canónicos, centradas sobre una banda de motivos incisos a bisel compuestos en zigzag.
Por otra parte, cabe catalogar como soportes accesorios una serie de objetos arquitectónicos de
menores dimensiones con una doble interpretación funcional: balaustres y elementos ornamentales
y compositivos pertenecientes, en su mayor parte, a un orden de vanos originalmente situado en
una altura muy superior a la de los muros conservados. Entre estos últimos se encontraría un salmer
de ventana geminada con arquillos de herradura.
Otro grupo numeroso lo constituyen las celosías circulares de piedra calada, destacando las cruces caladas, lisas o trabajadas a bisel por sus dos caras, que frecuentemente conservan restos de la
oscura pigmentación original y los pies de inserción. Las tracerías de las mismas albergarían con
toda probabilidad fragmentos de yeso especular, lo que redundaría a favor de la atribución funcional de algunas de estas piezas como óculos de iluminación translúcidos.
Especialmente significativas resultan una reducida serie de placas decorativas discoidales o trapezoidales, de prácticamente segura inserción parietal. En cuanto a la ubicación de las primeras parece adecuada la hipótesis de su instalación en las enjutas de los arcos, de acuerdo con modelos constructivos bizantinos y omeyas. Por lo que se refiere a las dos únicas placas trapezoidales, de
dimensiones medias, una de las cuales se ha conservado íntegramente, parece tratarse de claves adoveladas de los dinteles de las puertas de acceso de algunos de sus pórticos. Estas piezas encierran en sí
mismas los tres principales motivos ornamentales desarrollados en este monumento y constituyen auténticas claves de todo su elaborado programa iconográfico.
Entre las piezas singulares destaca un pequeño medallón con anagrama, orlado de roleos vegetales similares a los que se encuentran en frisos y placas decorativas de esta misma construcción. La
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YACIMIENTOS NO URBANOS DE ÉPOCA VISIGODA • EMPAR JUAN Y MIQUEL ROSSELLÓ
Capitel visigodo de tradición bizantina. Pla de Nadal (Riba-roja de
Túria, Valencia). Siglo VII. [Museo de Prehistoria de Valencia].
parte central está ocupada por un anagrama en forma
de cruz en el que pueden identificarse las letras T, E, B
en el brazo vertical; D, E, M en el horizontal y nuevamente en el vertical I y R, que según la lectura realizada por el latinista Josep Corell puede transcribirse
como Tebdemir. Nombre similar al epígrafe Tevdinir
grafiado en el reverso de una venera y que cabría entender como referidos a un mismo personaje.
En las villae tardorromanas es frecuente la presencia,
generalmente en los mosaicos, del nombre del propietario
trazado en un anagrama, como en el caso de Villa Fortunatus
de Fraga o en el de la villa de Cuevas de Soria. También en la
arquitectura bizantina encontramos frecuentemente anagramas con el nombre del dignatario bajo cuyo mandato se construye el edificio. Asimismo en la arquitectura de época visigoda se encuentran anagramas cruciformes en los frisos de las fachadas exteriores de Quintanilla de las Viñas. En este sentido, el anagrama orlado de Pla de Nadal podría
corresponder al nombre del fundador o propietario de esta magnífica quinta palaciega, algún significado personaje de origen germánico perteneciente a la sociedad hispanovisigoda del siglo VII.
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YACIMIENTOS NO URBANOS
DE ÉPOCA VISIGODA (SIGLOS VI-VII)
EMPAR JUAN
Colaboradora Servicio de Investigación Prehistórica. Diputación de Valencia
MIQUEL ROSSELLÓ
Servicio de Investigación Arqueológica Municipal. Valencia
El conocimiento que tenemos sobre el mundo rural de época visigoda en la zona valenciana es
todavía bastante irregular, sin embargo se viene constatando, al igual que ocurre en otras partes del
Mediterráneo, que a parte de los sitios urbanos que asumen funciones episcopales, económicas y estratégico-militares, caso de Valentia, aparecen una serie de asentamientos privilegiados y característicos de este período, al cual tenemos que definir ya como altomedieval, íntimamente relacionados
con el núcleo urbano: son los centros monásticos, castros fortificados y residencias rurales.
Paralelamente, la distribución de productos importados, principalmente las últimas producciones de vajilla de mesa africana (sigillata) y ánforas, se produce preferentemente en estos mismos sitios: ciudades, normalmente sedes episcopales; castros fortificados, ubicados en zonas de frontera;
monasterios, generalmente relacionados con las ciudades; y residencias rurales, vinculadas a las élites urbanas, civiles, militares o eclesiásticas.
Como ejemplos paradigmáticos de lo anteriormente expuesto contamos en el territorium de Valentia con tres yacimientos excepcionales: el monasterio de Punta de l’Illa (Cullera), el castro fortificado de València la Vella (Riba-roja de Túria) y la villa áulica de Pla de Nadal (Riba-roja de Túria).
EL MONASTERIO DE PUNTA DE L’ILLA (CULLERA)
El yacimiento se hallaba situado en una antigua isla, actualmente unida a tierra firme, próxima a la
costa cullerense y excavado por el Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación de Valencia
(años 1955, 1957 y 1966) antes de su destrucción para la construcción de bloques de apartamentos.
El yacimiento fue frecuentado desde la prehistoria, aunque parece que no hubo asentamiento
más o menos estable hasta época tardorromana.
Las diferentes campañas de excavación documentaron tres grupos de estructuras y un importante conjunto de materiales que fueron calificadas, en aquel momento, como «factoría de época
constantiniana». Investigaciones posteriores han identificado los restos de l’Illa con un conjunto monástico y, más concretamente, con el cenobio que el obispo Justiniano de Valencia mandara construir
en una isla en honor a San Vicente Mártir, tal como se colige de la lectura de su epitafio, así como fechar el momento de destrucción y abandono del conjunto en el último cuarto del siglo VI.
En el centro del islote y en lugar prominente se alzaban los restos de una estructura de planta rectangular, orientada E-W, con muros de mampostería asentados sobre banquetas de cimentación de
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ROMANOS Y VISIGODOS EN TIERRAS VALENCIANAS
Vista aérea de la antigua ínsula
de la costa de Cullera (València)
donde se localizaba el monasterio
de Punta de l’Illa. [Archivo SIP].
En la antigua ínsula, llamada
Punta de l’Illa del Portitxol o Illa
dels Pensaments el obispo Justiniano (siglo VI) mandó construir
un monasterio en conmemoración de la llegada del cuerpo de
san Vicente Mártir.
1,10 m de anchura, con unas dimensiones de 13,50 x 8,75 m y subdividido en varios departamentos.
Este edificio presentaba una serie de peculiaridades que lo diferenciaban claramente de los otros grupos de estructuras, tales como su ubicación privilegiada en el centro de la isla y en el lugar más elevado, su orientación este-oeste, la solidez de sus muros, mejores acabados (pavimento, probablemente
de signinum, de 10 cm de espesor, enlucidos), la presencia de elementos arquitectónicos de cierta riqueza (pilar in situ con basa moldurada, pequeña basa de mármol quizás perteneciente a una columnilla de ventana, el extremo de un brazo de cruz patada de piedra toba calcárea) así como la recuperación
de significativos materiales de carácter litúrgico: gran pátera de mármol, gran cruz de bronce para colgar, pequeña cruz de bronce enlazada con tres láminas rematadas con enganches que formaría parte de
una pieza más compleja (corona votiva, incensario, lampadario...). En la misma estancia se recuperaron
un tesorillo de monedas y varios ungüentarios cerámicos de origen oriental –Palestina o Panfilia– cuyo
contenido, probablemente óleo santificado, estaba relacionado con usos litúrgicos y curativos.
Estas peculiaridades apuntan a que el citado edificio pudo haber tenido una funcionalidad cultual, como iglesia o capilla conmemorativa.
En la parte oriental de la ínsula se concentraban unas construcciones rectangulares, cuatro en total, dispuestas en batería, sin divisiones internas y orientadas norte-sur. Realizadas también en
Vista desde poniente del conjunto de edificaciones excavadas en el año 1955 en el
yacimiento de Punta de l’Illa (Cullera,
València). [Archivo SIP].
La primera campaña de excavaciones se
centró en la parte más alta del peñón,
localizándose un edificio dividido en
tres departamentos donde se recuperaron, entre otros, un tesorillo de 40 monedas, dos cruces litúrgicas de bronce y
abundante cerámica.
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YACIMIENTOS NO URBANOS DE ÉPOCA VISIGODA • EMPAR JUAN Y MIQUEL ROSSELLÓ
Detalle del diario de excavaciones de Punta de l’Illa
(Cullera, València) del año 1955 manuscrito por
D. Enrique Pla. [Biblioteca SIP].
Se aprecian los dibujos a mano alzada de un candil islámico y el fondo estampillado de un ungüentario
cristiano oriental.
mampostería, se caracterizaban por su sencillez y
presentaban dimensiones de 10 x 4,20 m para la
más pequeña y 19 x 5,25 m para la mayor. En uno
de estos tinglados, el único que pudo excavarse, se
hallaron, especialmente junto a los muros, gran
cantidad de ánforas, mayoritariamente identificadas como grandes contenedores cilíndricos olearios del norte de África (Túnez) y, en menor medida, ánforas del Mediterráneo oriental (Gaza,
Siria-Palestina, Egeo), en las que se exportaría, entre otros, el reputado y apreciadísimo vino de
Gaza, así como pequeñas ánforas de fondo cóncavo-convexo con decoración incisa a peine procedentes de Ibiza y norte de África. Estos tinglados
se han interpretado como un cellarium y no es extraña su presencia en ámbitos basilicales y monacales próximos, como el caso de la basílica de «Es Cap des Port» en Menorca. Es muy probable que los
canales de distribución de algunos de estos productos, susceptibles de ser usados en la liturgia cristiana y popularizados por sus cualidades terapéuticas, caso del vino de Gaza (el obispo Gregorio de
Tours referencia su empleo en la Eucaristía) y de los óleos de los ungüentarios (quizá utilizados en la
ceremonia del bautismo o en el sacramento de la extremaunción), estuvieran directamente controlados
por la propia Iglesia.
En el extremo occidental del peñón se excavaron pequeños departamentos, también levantados
con mampostería.
Parece ser que todo el conjunto, o al menos la parte meridional más desguarnecida, estaba protegido por un muro o cerca, tal como quedó reflejado en los minuciosos diarios de excavación de Enric
Pla y Miquel Tarradell.
Minuciosos diarios de excavación que, junto al estudio de las fuentes históricas, han permitido reintegrar del olvido una importante parte de nuestro pasado y dotar de contenido histórico al voluminoso
y excepcional conjunto de materiales recuperados antes de que la especulación urbanística acabara con
uno de los yacimientos más singulares para el conocimiento de nuestra Antigüedad Tardía.
EL CASTRO HISPANOVISIGODO DE «VALÈNCIA LA VELLA» (RIBA-ROJA DE TÚRIA)
El yacimiento de València la Vella se encuentra situado sobre una terraza entre el margen derecho
del río Turia y el Barranco de la Cabrasa, depresiones topográficas que aprovecha como defensas naturales, distante a unos 3 km al SE de Riba-roja de Túria. Su ubicación en una terraza fluvial del Turia le permite el control del paso a lo largo del río, vía natural de comunicación entre la costa y el interior. Se trata de un punto estratégico con una marcada funcionalidad militar, estructurado para la
defensa y control del territorio.
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ROMANOS Y VISIGODOS EN TIERRAS VALENCIANAS
Vista general de la ubicación del yacimiento de València la Vella (Riba-roja de
Túria, Valencia).
Ubicado estratégicamente sobre una terraza fluvial delimitada por el río Turia
y el Barranc de la Cabrasa, que aprovecha como defensas naturales.
Alzado de un tramo de muralla del castro
fortificado de València la Vella (Riba-roja
de Túria, Valencia).
La muralla tiene una anchura de entre
1,80 y 2,00 m., formada por una doble pared de mampostería trabada con hormigón
de cal y relleno interior de piedras y hormigón, está reforzada con diversas torres cuadradas (3 x 3 m.) de similar aparejo, calculándose que encerraba una superficie
aproximada de 4 ha.
Las referencias sobre el yacimiento se rastrean desde el siglo XIV donde aparece el nombre de
«València la Vella» en un documento del Consell de València a propósito de un proyecto de transvase
de agua del Júcar al Turia. Posteriormente, casi todos los cronistas regnícolas y diferentes eruditos
han tratado, con mayor o menor acierto, sobre las ruinas de València la Vella, convirtiéndose en uno
de los yacimientos arqueológicos valencianos del que contamos con noticias más antiguas. Merece
destacar la monografía que hiciera Valls David en 1902, en donde aparece la planta del yacimiento.
El nombre de València la Vella tendría relación con la supuesta existencia de una primitiva Valencia que luego fue abandonada al trasladarse al emplazamiento actual, tradición que ha sido rechazada por todos los investigadores, antiguos y modernos, y totalmente rebatida por la arqueología.
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YACIMIENTOS NO URBANOS DE ÉPOCA VISIGODA • EMPAR JUAN Y MIQUEL ROSSELLÓ
A pesar de la monumentalidad del conjunto y las controversias sobre su origen, no será hasta finales
de la década de los años 70, a raíz de la destrucción de una buena parte del tramo occidental del recinto,
cuando el Servicio de Investigación Prehistórica realice tres cortas campañas de excavación que permitieron comprobar la existencia de estructuras constructivas en el interior del recinto y fijar su cronología
cuando menos bajoimperial, descartando otras cronologías más tempranas aventuradas por la historiografía que pretendía con ello dar reputada antigüedad y un nombre honorable a las ruinas.
Lo característico y definitorio del lugar, de una superficie aproximada de 4 Ha, es la existencia de
una potente muralla que se adapta a la topografía del terreno, dibujando una planta trapezoidal que
rodea al yacimiento. La muralla, de entre 1,80 y 2,00 m de anchura, está formada por un doble paramento de mampostería trabada con hormigón de cal y, entre ambos, un relleno interno de piedras y
hormigón. En algunos tramos se detectan mampuestos colocados oblicuamente a modo de spicatum
y la ocasional utilización, principalmente en las hiladas inferiores, de sillares reaprovechados bien
escuadrados. La argamasa sobrante de la trabazón de los mampuestos se utiliza a modo de tosco enfoscado para tapar las uniones, dándole un aspecto muy característico. El alzado máximo conservado llega, en algunos puntos, hasta cerca de los tres metros.
La cerca aparece reforzada por torres cuadradas de 3 x 3 m, de proyección exterior que traban con la
muralla y con similar aparejo. Son torres macizas, con relleno interior de piedras y hormigón de cal.
En el interior del recinto son visibles diversas estructuras, todavía por excavar, de las que destaca un
gran edificio situado al sur, próximo a la muralla, en el que se centraron las tres campañas de excavación.
Se trata de un edificio de planta rectangular de unos 25 x 7 m. El aparejo utilizado es el mismo que el de
la muralla, mampostería trabada con mortero de cal y gravas, mortero que sirve a su vez para tapar la
unión entre mampuestos a modo de enfoscado. Además, se reutilizan sillares y elementos arquitectónicos
altoimperiales de caliza dolomítica gris azulada (probablemente procedentes de la cercana Llíria) en las
zonas activas de la construcción –esquinas y jambas– y como basamento de los muros.
Los pioneros trabajos del SIP, un análisis de las características técnicas y constructivas de los restos conservados, su ubicación en el territorio, los paralelos con otros yacimientos de similares características, el estudio de los materiales cerámicos prospectados y el análisis de los datos históricos,
han posibilitado estructurar una serie de hipótesis de trabajo para abordar una aproximación histórica del conjunto.
València la Vella tiene paralelos con una serie de yacimientos peninsulares de similares características y cronología (Recópolis, Puig Rom, Begastri...).
El material cerámico recuperado proporciona una cronología centrada entre mediados-finales del siglo VI y mediados del siglo VII y cabe destacar la presencia de importaciones de vajilla de mesa de Sigillata Africana Clara (Hayes 91, 99, 101, 103, 104, 105), abundantes ungüentarios orientales (Late Roman
Unguentarium), cerámica africana de cocina y ánforas africanas y del Mediterráneo oriental. La recuperación de molinos de piedra para cereales y las abundantes escorias de mineral de hierro, son otros indicios de algunas de las actividades económicas y de transformación que se realizaban en el lugar.
El significado de un establecimiento defensivo de estas características, en un contexto de finales
del siglo VI, se ha relacionado con el complejo momento histórico de reorganización y control de este
territorio por parte del estado visigodo frente a la ocupación bizantina del sur y sudeste hispanos y
frente a la amplia autonomía adquirida por las aristocracias locales –civiles y episcopales– de algunas regiones peninsulares. Momento que coincide con un profundo proceso de ‘bizantinización’ político-ideológica que afecta al reino visigodo a partir de Leovigildo, muy patente en la organización
militar del reino visigodo, adoptando el modelo bizantino –presente en la misma provincia imperial
Spaniae– en la estructuración de los diferentes sistemas defensivos de frontera.
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ROMANOS Y VISIGODOS EN TIERRAS VALENCIANAS
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Alzado de un tramo de muralla del castro
fortificado de València la Vella (Riba-roja de
Túria, València).
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Planta del recinto de València la Vella (Riba-roja de Túria, Valencia) extraida de la
obra de Rafael Valls David, Pallantia (Valencia, la vieja), de 1902.
Se trata de un testimonio gráfico de gran valor puesto que representa el aspecto que tenía el recinto antes de las diversas destrucciones, algunas de ellas
muy recientes, que han mermado irremediablemente un yacimiento único, por
su cronología y características, en toda la Comunidad Valenciana.
La actividad militar de Leovigildo va a permitir consolidar su posición territorial y establecer un
limes defensivo frente a la provincia bizantina hispana. Este limes estaría formado por dos líneas defensivas sucesivas o doble limes. Una primera línea formada por fortificaciones tipo castrum y castellum estratégicamente situadas controlando el territorio circundante y articuladas en torno a calzadas
estratégicas y estructuradas en función de los centros urbanos. La segunda lo conformarían ciudades
amuralladas, generalmente con funciones episcopales y centros emisores de moneda.
Valencia quedaría integrada dentro de esta línea defensiva en época de Leovigildo, pues su sede
episcopal aparece representada en el III Concilio de Toledo del 589, y la existencia de un obispo
arriano en la silla episcopal (Ubiligisclo) es una prueba segura de la presencia de importantes contingentes militares visigodos.
Valencia, tierra de frontera, va a adquirir en estos momentos una fundamental importancia estratégica frente al dominio imperial en el sudeste peninsular, y el espectacular recinto fortificado de
València la Vella solo se comprende en función de la política de afirmación territorial emprendida
por el monarca que lo convertirá en un eslabón del sistema defensivo frente a los bizantinos.
Eslabón de la primera línea defensiva en función de la defensa de la ciudad de Valencia y su territorio y, sobre todo, del control de la vía natural –río Turia– que comunica Valencia y el litoral con
las tierras del interior, en un intento de controlar las rutas de acceso al levante bizantino y tener una
base firme y estable desde donde estructurar el sistema fronterizo de defensa frente a los imperiales.
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YACIMIENTOS NO URBANOS DE ÉPOCA VISIGODA • EMPAR JUAN Y MIQUEL ROSSELLÓ
LA VILLA ÁULICA VISIGÓTICA DE «PLA DE NADAL» (RIBA-ROJA DE TÚRIA).
En el término municipal de Riba-roja de Túria, a unos 20 kilómetros al noroeste de la ciudad de
Valencia se encuentra el yacimiento visigótico de Pla de Nadal, que toma el nombre de la partida en
que se asienta, al pie de la loma dels Carasols, sobre una ligera elevación de la llanura circundante.
La transformación del entorno en campos de naranjos que dio lugar a su descubrimiento ha modificado la topografía del lugar, afectando incluso a parte de las estructuras que ya habían sido destruidas cuando se produjo el hallazgo. Las primeras informaciones llegadas al Servicio de Investigación
Prehistórica de la Diputación de Valencia datan de 1971. Los trabajos de excavación arqueológica se
desarrollaron sistemáticamente a lo largo de ocho campañas, entre los años 1981 y 1989. En 1999 se
iniciaron las obras de restauración y puesta en valor del yacimiento recientemente finalizadas.
Los restos descubiertos configuran una trama espacial metrológicamente jerarquizada. Resulta notable la rígida simetría de los espacios respecto de un plano norte-sur, señalado por las puertas que se
abren, centradas, en ambos muros del mayor espacio conservado. La crujía meridional, única conservada, está formada por una nave rectangular, o aula, de 17 m de longitud por 5,30 m de anchura, provista de ventanas, tres a cada lado de las puertas mencionadas, en sus lados mayores. Por su parte, los
flancos menores se abrían a sendos atrios o vestíbulos cuadrangulares accesibles a través de tres arcos
adovelados de herradura sobre impostas bajas, de extraordinario interés para la historia de la arquitectura no solamente en las tierras valencianas. La transición hacia los ámbitos exteriores se realiza por
medio de al menos tres pórticos, con pilares cúbicos flanqueados por habitaciones avanzadas; el meridional aparece dispuesto en torno al estrecho vano de la puerta central como nartex principal. Este singular recinto nobiliario presenta un pavimento de tierra batida en su planta baja, funcionalmente destinada al almacenamiento de grano, vino o aceite, como prueba la presencia de fragmentos de doliae,
ruedas de molino y un mortero manuales. Al nordeste de la edificación se han conservado, muy deficitariamente, los restos de una posible exedra de aparato, hecho arquitectónico que nos remite al lujoso
modelo de residencia rústica organizada en torno a un peristilo central. Asimismo, recientes estudios
realizados por Charles Bonnet y Julia Beltrán en el palacio episcopal de época visigótica de Barcelona
han señalado las similitudes en la organización de los espacios con el edificio de Pla de Nadal.
La mayoría de las estructuras conservadas fueron realizadas con mampostería revocada con toscos enlucidos, si bien también se recurrió puntualmente al empleo de sillería de toba y, significativamente, al reaprovechamiento de calizas dolomíticas de labra romana, provenientes probablemente
de monumentos clásicos arruinados de la antigua Edeta y emplazadas como impostas.
Los restos conservados forman parte de un complejo palacial que ofrece múltiples evidencias de
la existencia de una planta alta, de estructura lígnea, conformada por pavimentos de opus signinum
tal vez enmarcados por bandas de ladrillos bizcochados, en la que se ubicarían las estancias propiamente dominicales, profusamente decoradas en sus paramentos.
En este sentido, una de las singularidades más notorias del edificio de Pla de Nadal reside precisamente en su gran riqueza escultórico-arquitectónica, habiéndose recuperado unas 800 piezas de piedra
labrada, de las que 400 corresponden a las fábricas del mismo y otras tantas a elementos ornamentales.
Entre estos últimos, el grupo más representativo es el constituido por los frisos, tallados a bisel,
que muestran los motivos decorativos de trifolios o pentafolios enlazados, roleos clasicistas de vid,
con racimos, trifolios y palmetas, y veneras separadas por trifolios opuestos y unidos por el tallo.
Los capiteles de factura plenamente visigoda presentan una marcada influencia estética bizantina, siendo uno de éstos, de tamaño mediano y forma troncopiramidal, una original evolución del
corintio vitrubiano, con las hojas de acanto convertidas en pencas rehundidas, volutas indicadas con
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ROMANOS Y VISIGODOS EN TIERRAS VALENCIANAS
Villa nobiliaria de Pla de Nadal (Riba-roja de Túria, València). Panorámica desde el este. [Archivo SIP].
Conserva la nave central rectangular con ventanas y contrafuertes, dos vestíbulos y tres pórticos flanqueados
por habitaciones. Entre sus más de ochocientos elementos arquitectónicos destacan arcos de herradura, capiteles, celosías y piezas decoradas que presentan relieves de roleos vegetales, trifolios o flores de loto y veneras.
perforaciones de trépano y ábaco cuadrado con rosetas tetrafolias o cruces, sustitutivas de los florones canónicos, centradas sobre una banda de motivos incisos a bisel compuestos en zigzag.
Por otra parte, cabe catalogar como soportes accesorios una serie de objetos arquitectónicos de
menores dimensiones con una doble interpretación funcional: balaustres y elementos ornamentales
y compositivos pertenecientes, en su mayor parte, a un orden de vanos originalmente situado en
una altura muy superior a la de los muros conservados. Entre estos últimos se encontraría un salmer
de ventana geminada con arquillos de herradura.
Otro grupo numeroso lo constituyen las celosías circulares de piedra calada, destacando las cruces caladas, lisas o trabajadas a bisel por sus dos caras, que frecuentemente conservan restos de la
oscura pigmentación original y los pies de inserción. Las tracerías de las mismas albergarían con
toda probabilidad fragmentos de yeso especular, lo que redundaría a favor de la atribución funcional de algunas de estas piezas como óculos de iluminación translúcidos.
Especialmente significativas resultan una reducida serie de placas decorativas discoidales o trapezoidales, de prácticamente segura inserción parietal. En cuanto a la ubicación de las primeras parece adecuada la hipótesis de su instalación en las enjutas de los arcos, de acuerdo con modelos constructivos bizantinos y omeyas. Por lo que se refiere a las dos únicas placas trapezoidales, de
dimensiones medias, una de las cuales se ha conservado íntegramente, parece tratarse de claves adoveladas de los dinteles de las puertas de acceso de algunos de sus pórticos. Estas piezas encierran en sí
mismas los tres principales motivos ornamentales desarrollados en este monumento y constituyen auténticas claves de todo su elaborado programa iconográfico.
Entre las piezas singulares destaca un pequeño medallón con anagrama, orlado de roleos vegetales similares a los que se encuentran en frisos y placas decorativas de esta misma construcción. La
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YACIMIENTOS NO URBANOS DE ÉPOCA VISIGODA • EMPAR JUAN Y MIQUEL ROSSELLÓ
Capitel visigodo de tradición bizantina. Pla de Nadal (Riba-roja de
Túria, Valencia). Siglo VII. [Museo de Prehistoria de Valencia].
parte central está ocupada por un anagrama en forma
de cruz en el que pueden identificarse las letras T, E, B
en el brazo vertical; D, E, M en el horizontal y nuevamente en el vertical I y R, que según la lectura realizada por el latinista Josep Corell puede transcribirse
como Tebdemir. Nombre similar al epígrafe Tevdinir
grafiado en el reverso de una venera y que cabría entender como referidos a un mismo personaje.
En las villae tardorromanas es frecuente la presencia,
generalmente en los mosaicos, del nombre del propietario
trazado en un anagrama, como en el caso de Villa Fortunatus
de Fraga o en el de la villa de Cuevas de Soria. También en la
arquitectura bizantina encontramos frecuentemente anagramas con el nombre del dignatario bajo cuyo mandato se construye el edificio. Asimismo en la arquitectura de época visigoda se encuentran anagramas cruciformes en los frisos de las fachadas exteriores de Quintanilla de las Viñas. En este sentido, el anagrama orlado de Pla de Nadal podría
corresponder al nombre del fundador o propietario de esta magnífica quinta palaciega, algún significado personaje de origen germánico perteneciente a la sociedad hispanovisigoda del siglo VII.
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