Industria ósea sobre huesos y dientes de lince en la prehistoria de la Península Ibérica
Josep Lluís Pascual Benito
2017
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INDUSTRIA ÓSEA SOBRE HUESOS Y DIENTES DE LINCE EN
LA PREHISTORIA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
Josep Lluís Pascual Benito
ABSTRACT
The use of various parts of the lynx skeleton in the Iberian peninsula between
the beginning of the Upper Paleolithic and the Iron Age is analyzed, with the
use of some long bones (ulna, fibula, radius, femur and humerus) for the manufacture of pointed objects and, exceptionally, as a support of an idol, and a
tooth (canine) for the making of ornaments by piercing the root.
INTRODUCCIÓN
Los restos esqueléticos de carnívoros son escasos en la mayor parte de yacimientos prehistóricos y su presencia obedece a motivos muy diversos, eliminación de
un competidor, obtención de la piel o de los tendones, aprovechamiento cárnico
y, en menor grado, por la utilización de las diversas partes de su esqueleto como
soporte de industria ósea. Esta comunicación se centra en los restos óseos de
lince que fueron manipulados antrópicamente para fabricar utensilios y adornos. A partir de las manufacturas con este tipo de soportes recuperados en el
registro prehistórico valenciano, se repasan las conocidas en la península ibérica
desde los inicios del Paleolítico superior hasta la Edad del Hierro.
Actualmente coexisten dos especies de lince en Europa. El lince nórdico
o euroasiático o Lynx lynx que vive en su parte más septentrional, pesa entre
18 y 30 kg y tiene una dieta variada, desde pequeñas presas hasta jóvenes ungulados, y el lince ibérico o Lynx pardinus, de menor talla, entre 7,5 y 15,9 kg
para los machos y entre 6,1 y 12,4 kg para las hembras, cuyo hábitat se restringe al centro y sur de la península ibérica, siendo un depredador especializado
en la caza de conejos (Rodríguez, 2004). Para algunos investigadores durante
Interaccions entre felins i humans. III Jornades d’arqueozoologia.
Museu de Prehistòria de València (2017): 189-212.
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO
el Pleistoceno existió en Europa una forma denominada Lynx spelaea, a la
que han sido atribuidos la mayor parte de los restos del Paleolítico superior
francés (Álvarez-Fernández, 2006). Sin embargo, estudios recientes de ADN
antiguo han concluido que el L. spelaea y el L. pardinus pertenecen a una
misma especie (Villaluenga, 2016: 186).
En la península ibérica se constata la presencia generalizada de L. pardinus
en la costa mediterránea desde comienzos del Pleistoceno (Boscaini et al., 2016)
y durante el Pleistoceno superior en toda la península, mientras que la distribución del L. lynx se limitó a la cornisa cantábrica y el tercio norte de la costa
mediterránea (Villaluenga, 2016: 189). En territorio valenciano Lynx sp. está determinado durante el Pleistoceno inferior en la Muntanyeta de Sants, El Castell
y Sima del Pla de Llomes (Sarrión, 1984 y 2012), en el Pleistoceno medio antiguo
en la Bassa de Sant Llorenç (Sarrión, 1984) y en el Pleistoceno medio final e inicio
del Pleistoceno superior en la Cova de Bolomor (Blasco y Fernández, 2012).
Durante el Pleistoceno superior y parte del Holoceno la presencia de restos
de lince resulta habitual en los yacimientos prehistóricos de la península ibérica, aunque siempre en número escaso. En algunos de ellos existen restos de lince que muestran evidencias de actividad antrópica (fracturas, marcas de corte,
huesos quemados, ...) que se documentan desde inicios de Paleolítico superior
hasta la primera Edad del Hierro. A modo de ejemplo citaremos los documentados en niveles auriñacienses, gravetienses y protosolutrenses de Cova Beneito
(Muro, Alicante) (Tejero, 2013: 162), en el Auriñaciense de Cova Foradada (Oliva,
Valencia) (Pantoja et al., 2011), en el Gravetiense de la Cueva de Nerja (Nerja, Málaga) (Aura et al., 2012: 105), en el Gravetiense y Magdaleniense de la Cova de les
Cendres (Moraira-Teulada, Alicante) (Villaverde et al., 1999: 48; Villaverde et al.,
2007-2008: 460), en el Magdaleniense del Abrigo de Estebanvela (Ayllón, Segovia)
(Yravedra, 2005), en el Neolítico del Abric de la Falguera (Alcoi, Alicante) (Pérez
Ripoll, 2006: 122), en la Edad del Bronce del Avenc dels Dos Forats (Carcaixent,
València) (Morales, 2010: fig. 16) y en el poblado de la Edad del Hierro de Soto de
Medinilla (Valladolid) (Liesau, 1998). Esas marcas antrópicas evidencian la descarnación y desarticulación de los linces y, por tanto su aprovechamiento con fines
alimenticios o para la obtención de otros productos como la piel o los tendones, si
bien el escaso número de restos que por lo general muestran este tipo de señales
nos indican que se trata en todos los casos de un aprovechamiento puntual. En la
mayor parte de esos yacimientos y en otros que veremos a continuación también
se documenta la utilización de partes del esqueleto del lince.
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Industria ósea sobre huesos y dientes de lince en la prehistoria peninsular
MATERIAL Y MÉTODO
La adscripción taxonómica de los restos estudiados se ha realizado por el
método de la anatomía comparada siguiendo criterios biométricos y para ello
se han comparado las piezas trabajadas con la colección de referencia del
Gabinet de Fauna Quaternaria del Museu de Prehistòria de València (MPV)
formada por ejemplares arqueológicos, además de consultar el atlas osteológico de carnívoros ibéricos (Varela y Rodriguez, 2004).
El total de piezas estudiadas en este trabajo suman 61 ejemplares, de los
que 27 son huesos largos y 34 piezas dentarias.
Se han analizado directamente 13 piezas confeccionadas con huesos largos
y siete con caninos. De ellas la mayor parte corresponde a las depositadas en el
MPV, a las que se suman las procedentes de las excavaciones de Coves de Santa
Maira (Castell de Castells, Alicante), Cueva de Nerja y Abric de la Falguera. Los
datos del resto de piezas proceden de una exhaustiva búsqueda bibliográfica.
En todos los casos los soportes corresponden a la especie L. pardinus.
Para los ejemplares que no han sido estudiados directamente se conserva
la adscripción taxonómica publicada por cada investigador, si bien en algunos casos ésta no existe en la publicación original y la atribución se ha realizado a partir de las ilustraciones publicadas, siempre que las piezas presentaran
caracteres diagnósticos suficientes.
De este felino se constata la utilización de cinco huesos largos de las extremidades (ulna, fíbula, radio, fémur y húmero) como soporte de objetos
apuntados de ámbito doméstico y, en un caso, un ídolo, y una pieza dentaria
(caninos) para confeccionar adornos (figura 1).
Hemos incluido algunos apuntados fabricados sobre fíbulas en los que, por
carecer de epífisis o por su fragmentación, existe dificultad de identificación
entre los géneros Felis y Lynx, si bien su morfometría se acerca más al segundo.
El número de manufacturas sobre este tipo de soportes debió de ser algo
mayor del que aquí se expone, toda vez que en muchos casos resulta difícil
la identificación de la especie e incluso del soporte anatómico, dependiendo
del grado de tranformación o de fracturación. Tan solo se reconoce la especie
con cierta facilidad en manufacturas confeccionadas a partir de huesos largos, sobre todo si conservan una de las epífisis, y en las piezas dentarias poco
modificadas. En este sentido, en la bibliografia arqueológica existe un buen
número de menciones referidas a instrumentos sobre huesos largos de carnívoro en los que no se identifica la especie, descritos como «ulna de pequeño
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FIGURA 1. Esqueleto de lince. En oscuro se señalan los huesos utilizados.
carnívoro», «ulna probablemente de carnicero», «ulna de carnívoro» o «fíbula sobre algún tipo de carnicero», y también de dientes de carnívoros perforados descritos como «dientes de cánido», «caninos de cánido», «caninos de
carnicero», «caninos de animal», «incisivo indeterminado», algunas de las
cuales pueden corresponder a lince, si bien en muchos casos, la ausencia de
ilustraciones y de escala o la poca calidad de las mismas impide una aproximación mayor, motivo por el que no se han tenido en cuenta en este trabajo.
El material se presenta en dos bloques en función del tipo de soportes utilizados: huesos largos y piezas dentárias, y dentro de ellos por orden cronológico.
INDUSTRIA ÓSEA SOBRE HUESOS LARGOS
Durante el Paleolítico superior la utilización de los huesos largos de lince es escasa comparada con otros soportes en los que puede reconocerse la especie, como
es el caso del asta de ciervo. Se documenta el uso de este tipo de soportes a partir
de seis punzones procedentes de cuatro yacimientos y se limita a fíbulas y a ulnas.
Aunque no resulta segura su adscripción a nivel de especie, probablemente la pieza más antigua la encontramos entre la industria ósea del Gravetiense
de la Cueva de Nerja, un posible apuntado fragmentado por ambos extremos,
descrito como alfiler y «fabricado sobre una fíbula de Felis o Lynx» (Aura et
al., 2012: 109, fig. 3: 4) (figura 2: 1).
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Mejor conservados se encuentran dos punzones procedentes de la Cova
del Parpalló (Gandía, Valencia), ambos completos a excepción de una pequeña porción de la punta, cuyas fotos y dibujos fueron publicados sin atribución
taxonómica alguna y que tras su revisión corresponden a Lynx pardinus. El
primero procede de niveles del Magdaleniense III y fue descrito como «hueso
aguzado» (Pericot, 1942: fig. 54: 5 y lám. XI: 18), utiliza como soporte una
fíbula que conserva la epífisis proximal y presenta incisiones subparalelas de
raspado en la mitad distal de la diáfisis para apuntarla (figura 2: 3); el segundo, del Magdaleniense II (ibíd.: fig. 48: 1 y lám. XI: 13), está confeccionado con
una ulna de lince subadulto que conserva la epífisis proximal, con la punta
conseguida mediante fractura en bisel de toda la cara craneal de la diáfisis
que afecta parcialmente al proceso coronoide de la epífisis, y posterior alisado
de los bordes de las fracturas mediante raspado longitudinal, el cual es más
instenso en la punta donde deja una sección poligonal, con restos de ocre en
la parte proximal, en la incisura troclear y en la parte caudal de la tuberosidad
del olécranon (figura 2: 2).
Del Magdaleniense superior de Cova de les Cendres se han publicado dos
piezas sobre hueso largo que en opinión de M. Pérez Ripoll son de lince, una
descrita como un «estigma tecnológico no vinculado al consumo […] un desecho perteneciente a un lince (Lynx lynx)» que presenta marcas longitudinales de raspado e incisiones transversales producidas por el filo de un útil
lítico (Borao, 2012: 21, fig. 9: 1) (figura 2: 5), y la otra clasificada como una
punta de hueso (ibíd.: fig. 10: 8) (figura 2: 6).
En la capa 6 del nivel I del Abrigo de Estebanvela, atribuida al Magdaleniense final, se documentó un punzón sobre «ulna de carnívoro, hendida y
apuntado por raspado» con la epífisis proximal eliminada parcialmente y el
extremo distal fracturado (Maicas, 2007: 397, fig. 1. 3), descrito posteriormente como un punzón sobre «hueso naturalmente apuntado» sobre fíbula
de Lynx pardina (Tejero et al., 2013: 436, fig. 2: 4), si bien en la fotografía que
acompaña su publicación se advierte que se trata de una ulna que conserva
parte de la epífisis proximal, con la diáfisis hendida longitudinalmente en su
cara palmar, dejando visible el canal medular (figura 2: 4).
El empleo de las ulnas de este felino perdura durante el Holoceno antiguo. En el nivel 4 de Coves de Santa Maira, atribuido al Epipaleolítico de
tradición sauveterroide, se documentó un punzón que conserva la base de
la epífisis proximal de la ulna, de la que han sido eliminados mediante abra-
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FIGURA 2. Punzones del Paleolítico superior y del Epipaleolítico/Mesolítico. 1: Nerja.
(Aura et al., 2012, fig. 3: 4). 2-3: Parpalló. 4: Estebanvela (Tejero et al., 2013: fig. 2: 4). 5-6:
Cendres. (Borao, 2012, fig. 9: 1 y 10: 8). 7-8: Santa Maira (Aura, 2001: fig. 4). 9: Cocina.
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sión todos los salientes, dejando una morfologia de los bordes convergentes
hacia la punta (Aura, 2001: fig 4) (figura 2: 7) y en la Cueva de la Cocina
(Dos Aguas, Valencia), procedente de la campaña de 1942 («bajo la piedra
de separación 1941-42») y asociado a una industria lítica característica del
Mesolítico geométrico, se documentó otro punzón sobre una ulna izquierda de L. pardinus joven que conserva la epífisis proximal y posee el extremo
apuntado conseguido mediante un corto bisel que afecta a las caras dorsal y
lateral (figura 2: 9).
Durante el Mesolítico de muescas y denticulados probablemente se incorpara otro hueso, el radio, como se observa en un fragmento medial de
punzón sobre radio procedente de la unidad 3 oeste de las Coves de Santa
Maira, si bien su estado de fragmentación impide asegurar a que especie corresponde, habiendo sido atribuido a lince o zorro (Pascual Benito, 2006a:
foto 15: 5) (figura 2: 8).
En las comarcas centrales valencianas, las ulnas de L. pardinus siguen
empleándose durante el Neolítico antiguo para fabricar punzones, aunque
en este momento son trabajadas de forma diferente, tal como muestran tres
ejemplares de la Cova de la Sarsa (Bocairent, Valencia). Dos de ellos estan
confeccionados sobre ulnas izquierdas, y ambos se encuentran seccionados
longitudinalmente mediante abrasión en la cara lateral del hueso, dejando
visible el canal medular y una sección en U. El ejemplar más completo (figura
3: 1) conserva parte de la epífisis proximal abrasionada, la base alisada recta
y un apéndice lateral proximal que corresponde a parte del olécranon de la
ulna, y una sección circular para la punta; el otro punzón (figura 3: 2) es un
fragmento medial de características similares al anterior aunque el hendido
de la diáfisis no es completo, dejando un puente en la zona medial (Pascual
Benito, 1998: fig. III.24: 1-2). El tercer punzón se fabricó sobre una ulna derecha, y también resulta peculiar porque la epífisis conservada es, en este caso,
la distal, al contrario que el resto de punzones sobre ulna analizados en este
trabajo que siempre conservan la epífisis proximal, y la punta, muy aguzada,
se consiguió mediante bisel que afecta a la cara craneal del hueso (ibíd.: fig.
III.13: 2) (figura 3: 3).
Otro hueso de L. pardinus utilizado durante el Neolítico antiguo es el
radio, documentado a partir de un punzón procedente del nivel H17 de la
Cova de les Cendres, que presenta la diáfisis hendida y conserva parte de
la epífisis distal ligeramente alisada mediante abrasión; posee la punta de
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FIGURA 3. Punzones del Neolítico antiguo. 1-3: Sarsa. 4: Cendres, 5: Falguera.
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sección circular y la totalidad del fuste regularizado, con sección oval (ibíd.:
fig. III.24: 3) (figura 3: 4).
También se utiliza durante el Neolítico antiguo la fíbula en un punzón de la
fase VI del Abric de la Falguera, el cual presenta restos de abrasión longitudinal
y pulido en el fuste, y la parte proximal formada por la epífisis proximal del
hueso (Pascual Benito, 2006b: fig. 12.1: 8 y lám. 12.1) (figura 3: 5).
Durante el Neolítico final-Calcolítico se documentan en dos yacimientos
valencianos al aire libre sendos punzones sobre ulna derecha de L. pardinus
que conservan la epífisis proximal. Uno procede de Fuente Flores (Requena,
Valencia) y presenta un estado de conservación excelente salvo una pequeña
fractura en la punta, con numerosas facetas de abrasión de dirección mayoritariamente transversal, «muestra señales de abrasión en la epífisis proximal
(proceso coronoide y superficies lateral, medial y proximal del olécranon) […]
y en la diáfisis» (Juan-Cabanilles y Martínez Valle, 1988: 201, fig 11:5), y restos
de acanaladuras en el tercio distal del borde caudal producidas por el desgaste de profundas incisiones paralelas y transversales, posiblemente realizadas
para facilitar la confección de la punta (figura 4: 2). El otro punzón procede de
Ereta del Pedregal y posee la punta obtenida mediante bisel que afecta a las
caras medial y dorsal de la ulna (Pascual Benito, 1998: fig. III.13: 3) (figura 4: 1).
Aunque su atribución a lince no es del todo segura al no conservar ninguna de las epífisis, bien podrían pertenecer a este carnívoro tres punzones
realizados sobre la diáfisis de la fíbula hallados en contextos del Neolítico
final, uno procedente de los niveles superiores de Cova de l’Or (Beniarrés,
Alicante) (figura 4: 9) y dos de la fase I de Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia) (figura 4: 7-8), con la base regularizada mediante abrasión en los dos
que se conservan completos (ibíd.: fig. III.15: 4-5).
Punzones sobre ulna que conserva la epífisis proximal también se documentan en yacimientos de Andalucía oriental y de Portugal. Dos de ellos en
Terrera Ventura (Tabernas, Almería), procedentes de los niveles I y II respectivamente, atribuidos al Cobre antiguo, clasificados como ulna de lince hispánico (Lynx pardina) (Von den Driesch y Morales, 1977: 29), si bien en una
publicacion posterior fueron considerados erróneamente de cánido (Gusi y
Olaria, 1991: fig. 173: 3 y 174: 5). Ambos poseen la punta en posición lateral
obtenida mediante fractura en bisel, tal como puede observarse en sendas
fotos del Museo de Almería (CERES) (figura 4: 5-6). En la fase IIIa del poblado de Castillejos (Montefrío, Granada) atribuida al Calcolítico se menciona
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FIGURA 4. Punzones del Neolítico final, Calcolítico y Edad del Hierro. 1: Ereta del
Pedregal. 2: Fuente Flores. 3-4: Vila Nova de São Pedro (do Paço, 1960: figs. 1: 7 y 2: 9).
5-6: Terrera Ventura (Dibujo: Gusi y Olaria, 1991: figs. 173: 3 y 174: 5; Fotos: Museo de
Almería (CERES). 7-8: Ereta del Pedregal. 9: Or. 10: Soto de Medinilla (Liesau, 1998:
figs. 70: 2 y 77: 2).
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un punzón sobre fémur de lince (Salvatierra, 1982: 145) y la utilización para la
manufactura de útiles (no se indica cual) de un húmero de lince (Lynx pardina) (Altamirano, 2014: 25). Desconocemos si se trata de la misma pieza. En
Vila Nova de São Pedro (Azambuja, Portugal), al menos tres de los punzones
publicados de los que no se indica su origen anatómico, a juzgar por la morfometría que se observa en las ilustraciones (do Paço, 1960: fig. 1: 7 y fig. 2: 8-9),
deben haberse fabricado sobre ulna de L. pardinus (figura 4: 3-4).
Un caso excepcional de la utilización del endoesqueleto de lince lo encontramos en una pieza de Eras del Alcázar (Úbeda, Jaén), hallada en la estructura F48 en un contexto de inicios del tercer milenio a. C. Se trata de un ídolo
oculado cuyo soporte es un fémur de Lynx pardinus que conserva la epífisis
proximal y toda la diáfisis, cortada transversalmente al inicio de la epífisis
distal y decorada «mediante técnicas de pulimento, incisión, grabado, termoalteración, relieve y pintura» (Abril, 2012: 32, fig. III.2 (A) (figura 5).
El uso de ulnas parece perdurar en momentos posteriores, si bien en algún
caso resulta incierta la atribución a una especie concreta, como ocurre con un
punzón del Bronce tardío de Cabezo Redondo (Villena, Alicante), procedente del departamento XI, descrito como «posible punzón en cúbito de lince»
(Soler, 1987: 58, fig. 43: 4), si bien por la morfometría del dibujo publicado
debe corresponder a una ulna de Felis silvestris.
FIGURA 5. Ídolo oculado. Eras del Alcázar (Abril, 1012: fig. III.2(A).
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En otro ámbito geográfico y cultural encontramos un punzón sobre fíbula
de lince que conserva la epífisis distal en el poblado de la Edad del Hierro de
Soto de Medinilla (Valladolid), considerado como una pieza excepcional. «El
extremo distal del punzón presenta un orificio que es el canal medular de la
diáfisis. La punta es roma y presenta una superficie lisa sin estrías. La fragilidad de la pieza y el pulimento sin estrías pudieran indicar un posible uso para
perforar materias muy blandas, sin presencia de agentes abrasivos» (Liesau,
1998: 148 y 195, figs. 70: 2 y 77: 2) (figura 4: 10).
En definitiva, los huesos de lince más utilizados para la confección de
punzones son las ulnas y las fíbulas, cuya longitud oscila entre poco más de
117,2 y 71 mm en el caso de los punzones sobre ulna, y entre 93,4 y 56 mm en
los punzones sobre fíbula (cuadro 1).
INDUSTRIA ÓSEA SOBRE CANINOS
La utilización más antigua de esta pieza dentaria por los grupos de cazadoresrecolectores se constata durante el Auriñaciense, estando presente en cinco
yacimientos del Paleolítico superior inicial de ámbito mediterráneo.
En los niveles del Auriñaciense evolucionado de Cova de Beneito se
documentaron tres caninos (dos superiores y uno inferior) atribuidos a
individuos adultos de Lynx sp., uno de ellos en curso de trabajo que, en su dia,
fue adscrito al nivel musteriense (Iturbe et al., 1993: fig. 25; Tejero, 2013: 161)
(figura 6: 1-3). La pieza en curso de fabricación muestra un rebaje por raspado
bifacial y las otras dos, con el puente de la perforación fragmentado, presentan
también el rebaje por raspado de la raíz y la perforación efectuada mediante
ranurado. El rebaje por raspado supone alrededor de un milímetro, por lo que
su finalidad última pudo ser no tanto el adelgazamiento de esa zona, sino la
regularización de la convexidad de la superficie para evitar el deslizamiento
de útil lítico durante el ranurado posterior (Tejero, 2013: 189). En las dos piezas
acabadas se constata el empleo de ocre en el interior de las perforaciones, el
cual pudo tener una función práctica como elemento abrasivo para facilitar
la perforación, tal como ha sido comprobado experimentalmente (Ibíd.: 191).
Otros dos caninos perforados de lince se han mencionado en Cova Foradada (Xàbia, Alicante) (figura 6: 6-7), uno procedente del nivel Vb y el otro de
la parte superior del VI, atribuidos ambos al Auriñaciense (Casabó, 1999: 116).
En ambas piezas la perforación se ha realizado por ranurado tras el previo
adelgazamiento de la raíz mediante raspado.
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Industria ósea sobre huesos y dientes de lince en la prehistoria peninsular
Yacimiento
Cronología
Soporte
L
A
E
Parpalló
Magdaleniense
II
Ulna
91
20
10,1
Estebanvela
Magdaleniense
superior Ulna
>63,5
10
5,5
Cocina
Mesolítico
geométrico
Ulna
79
20,2
12
Sarsa
Neolítico
antiguo
Ulna
>108
16
15
Sarsa
Neolítico
antiguo
Ulna
>83
7,5
6,5
Sarsa
Neolítico
antiguo
Ulna
71
12
6
Fuente
Flores
Neolítico
final
Ulna
>117,2
19
8,2
Ereta
del
Pedregal Neolítico
final
Ulna
85
20
11
Terrera
Ventura
Neolítico
final
Ulna
85
19
16
Terrera
Ventura
Neolítico
final
Ulna
78
21
15
Parpalló
Magdaleniense
III
Fíbula
93,4
15
7
Falguera
Neolítico
antiguo
Fíbula
56,7
8,2
10,9
Or
Neolítico
final
Fíbula
83
4
4
Ereta
del
Pedregal Neolítico
final
Fíbula
75
8
5
Soto
de
Medinilla
Edad
del
Hierro
Fíbula
56
3,5
2
Cendres
Neolítico
antiguo
Radio
91
13
12
CUADRO 1. Dimensiones de los punzones. L: longitud máxima; A: anchura máxima;
E: espesor máximo. Estebanvela según Maicas, 2007: 396; Terrera Ventura según Gusi
y Olaria, 1991: 232; Soto de Medinilla según Liesau, 1998: 195.
Del Gravetiense mediterráneo contamos con la presencia de caninos perforados de lince en dos yacimientos. En la Cueva de Nerja con un fragmento correpondiente a la raíz con la perforación rota, atribuido a Lynx pardinus
(Aura et al., 2012: 110, fig. 3: 2) (figura 6: 5), y en la Cova del Reclau Viver se
documentaron 19 «caninos de felino» (Rueda, 1985), dos de los cuales han sido
confirmados en esta reunión por J. Madurell como pertenecientes a lince.
Durante el Solutrense se documentan dos dientes perforados en la Cova
de Beneito (Iturbe et al., 1993: fig. 34; Aura, 2000: 177) (figura 6: 4), y otro en
el nivel VI de la Cueva de Ambrosio, un «colgante realizado sobre canino perforado de Lynx con la zona de la raíz muy alterada antrópicamente» (Ripoll,
1994: 72; Avezuela y Álvarez-Fernández, 2012: fig. 12) (figura 6: 8), y se cita
otro en Nerja (Aura et al., 2010: 164). A estos puede añadirse un canino sin
perforar de niveles Solutreo-gravetienses de la Cova del Parpalló que podría
ser considerado como materia prima para la fabricación de un colgante.
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FIGURA 6. 1-3: Beneito. Auriñaciense (Tejero, 2013: fig. 92). 4: Beneito. Solutrense
(Aura, 2000: 177). 5: Nerja. Gravetiense (Aura et al., 2013: fig. 3: 2). 6-7: Foradada.
Auriñaciense (Museu Arqueològic i Etnogràfic Soler Blasco, Xàbia). 8: Ambrosio. Solutrense (Avezuela y Álvarez-Fernández, 2013: fig. 12). 9: Altamira. Solutrense superior
(Alfredo Prada, MNCIA-CERES). 10: Altamira. Magdaleniense (Veronica Schulmeister, MNCIA-CERES). 11-12: Abauntz. Magdaleniense (Foto: Álvarez-Fernández, 2006:
fig. III: 128; Dibujo: Utrilla y Mazo, 1993/94: fig. 10: 4-5); 13-15. Sarsa. Neolítico antiguo.
16. Or. Neolítico antiguo. 17. Nerja. Neolítico antiguo. 18. Pou. Neolítico final.
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Industria ósea sobre huesos y dientes de lince en la prehistoria peninsular
Fuera del ámbito mediterráneo los caninos perforados de lince son más
escasos y tardíos. Se han documentado cinco piezas en tres yacimientos,
dos de ellos en el norte peninsular atribuidos a la especie nórdica (Lynx
lynx) (Álvarez-Fernández, 2006: 1225). Otros dos caninos proceden de Altamira (Santillana del Mar, Santander) de niveles del Solutrense superior
y del Magdaleniense respectivamente. El primero (figura 6: 9), un canino
superior derecho, con abrasión en las dos caras de la raíz y «fragmentado
a la altura de la perforación a causa de la realización de la misma», ya que
no se acabó (Álvarez-Fernández, 2001: 177, fig. 4c; 2006: 257, fig. II.54), y
el segundo (figura 6: 10), un canino inferior derecho con restos de ocre en
superficie y perforación «centrada y oval, de tipo bicónica» en la raíz, donde
previamente se practicaron «surcos profundos en gorja a partir de los cuales
se ha fijado el perforador» (ibíd.: 176, fig. 4b). Los otros dos caninos perforados (figura 6: 11-12) proceden del nivel e, Magdaleniense medio superior,
de Abauntz (Arraiz, Navarra), los cuales fueron considerados como «probablemente del mismo individuo» (Utrilla y Mazo, 1993-94: fig. 10: 4-5).
Se trata de dos caninos inferiores derecho e izquierdo. En ambos casos las
superficies de sus raíces «se prepararon mediante abrasión, acompañadas
posteriormente por incisiones cortas» para facilitar las perforaciones por
rotación, las cuales son de sección bicónica, forma oval y se encuentran
centradas, presentando «huellas de uso, que consisten en una deformación
en su parte superior (muesca semicircular)» (Álvarez-Fernández, 2006:
346-347, fig. II: 128). El hecho que aparecieran en el mismo cuadro y posean
huellas tecnológicas y de uso semejantes, así como restos de ocre en su superficie sugieren que «pudieron formar parte de un objeto de adorno más
complejo, por ejemplo un collar» (ibíd.: 393).
En el oeste peninsular dientes de lince perforados se conocen en el nivel 9
de Gruta de Lapa do Suão (Bombarral, Portugal), donde en una pequeña fosa se
documentaron numerosas conchas perforadas, varias bolas de ocre rojo, dos piezas dentarias humanas y tres caninos perforados de Felis pardina, conjunto que
fue interpretado como una inhumación intencional, atribuida al Magdaleniense
(Ferreira y Roche, 1980: fig. 2: 15; Roche, 1982). La posterior revisión de los materiales ha hecho que se atribuya al Solutrense superior (Zilhao, 1997: 601).
Al contrario de lo que ocurre con los punzones, los caninos perforados de
lince son más escasos durante el Holoceno, desconociéndose al inicio de éste
entre los adornos de las culturas de los últimos cazadores-recolectores.
203
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO
Sin embargo, la utilización de caninos de lince resurge durante el Neolítico antiguo. En las comarcas centrales valencianas destaca el conjunto de
Cova de la Sarsa, con tres caninos perforados que se conservan en el MPV,
uno inferior derecho (Pascual Benito, 1998: fig. III.133: 10) (figura 6: 13), otro
superior izquierdo con el extremo distal fragmentado (figura 6: 14), y el tercero, un fragmento medial quemado que presenta una acanaladura debajo de la
perforación (ibíd.: fig. III.133: 13) (figura 6: 15), a los que se suma un canino sin
perforar conservado en el Museo Arqueológico Municipal de Alcoi. Además,
de la capa 9 del sector H3 de Cova de l’Or procede un canino superior izquierdo perforado (ibíd.: fig. III.133: 9) (figura 6: 16).
Otros caninos perforados de niveles de Neolítico antiguo se documentan en
Nerja, un canino con doble perforación en la raíz, que presenta fragmentada la
más próxima al extremo de la raíz cuyos bordes de fractura se encuentran alisados mediante abrasión (figura 6: 17), y se cita otro canino de Felis linx en Galeria
da Cisterna (Torres Vedras, Portugal) (Carvalho, 2008: 76).
En un par de yacimientos, los caninos de lince perforados se documentan
en contexto funerario. En Coveta del Pou (Cocentaina, Alicante), enterramiento múltiple atribuido al Neolítico final-Calcolítico, el canino presenta
un notable adelgazamiento bilateral en la raíz producto de la abrasión de
las dos caras laterales, dejando sendas facetas planas que convergen hacia el
extremo de la raíz para facilitar la perforación (Pascual Benito, 1987-88: fig.
III.133: 12) (figura 6: 18). En la gruta artificial eneolítica de Cabeço da Arruda
(Arruda 1) (Torres Vedras, Portugal) con 41 inhumados, se documentaron 22
caninos de carnívoros perforados, de los que tres corresponden a Felis pardina y el resto a cánidos (Ferreira y Trindade, 1956: 512, lám. IV: 43).
También en ambiente funerario aparece un canino de lince sin perforar en
el sepulcro megalítico de Santa Elena (Biescas, Huesca), considerado como
un elemento de ajuar (Almagro, 1935: 275, lám. III: 5). Así mismo, en Grota II
da Senhora da Luz (Rio Maior, Portugal) se mencionan dos caninos de Lynx
pardina sin perforar, uno superior y otro inferior, de los que no se conserva
referencia estratigráfica, existiendo en la cueva diversas ocupaciones entre
el Neolítico antiguo evolucionado y el Calcolítico campaniforme, algunas de
ellas funerarias (Cardoso et al., 1996: fig. 32: 1 y 5).
Por último, se menciona la presencia de un «colmillo de lince trabajado»
en Soto de Medinilla en un contexto habitacional de la Edad del Hierro (Delibes et al., 1995: 579).
204
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Industria ósea sobre huesos y dientes de lince en la prehistoria peninsular
Respecto a las dimensiones de los caninos perforados de lince, su longitud
oscila entre 38,8 y 28 mm, siendo notable la uniformidad de la anchura, situada entre 9 y 7,65 mm, pero que en la mayor parte de los casos se encuentra
en torno a 8 mm, al igual que ocurre con el espesor, situado entre 7,5 y 4,9
mm, pero con la mayoría en torno a 6 mm (cuadro 2), que corresponden en
todos los casos a ejemplares adultos.
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Como hemos visto, en la península ibérica la explotación de diversas partes
del esqueleto de lince se documenta desde inicios del Paleolítico superior,
manteniéndose su uso durante toda la prehistoria, aunque siempre en número escaso, tal vez por la poca disponibilidad de materia prima. Los linces son
Yacimiento
Foradada
Foradada
Beneito
Altamira
Altamira
Abauntz
Abauntz
Or
Sarsa
Sarsa
Sarsa
Nerja
Pou
Cronología
Auriñaciense
Auriñaciense
Solutrense
Solutrense
sup.
Magdaleniense
Magdaleniense
medio
sup.
Magdaleniense
medio
sup.
Neolítico
antiguo
Neolítico
antiguo
Neolítico
antiguo
Neolítico
antiguo
Neolítico
antiguo
Neolítico
final
Soporte
Canino
Canino
Canino
C.
sup.
der.
C.
inf.
der.
C.
inf.
der.
L
38,8
32,4
28
>31,3
38,9
32,4
A
9
8,2
8
8,2
8,6
7,65
Pe
DP
C.
inf.
izq.
31,45
7,75 4,9
C.
inf.
izq.
34
8
6
3
4,1
/
3
4,6
C.
sup.
izq.
>31,5
8
6,1
1,5
4,5x3
/
3,2x3
3
C.
inf.
der.
33,1
8,4
6
2,4
3
/
3,8
4,5
>18,2
7,8
5,6
C.
sup.
der.
>34
8
6
2,9
4
/
4,1
3
C.
inf.
izq.
31
8
6
3,1
4,1x4,3
/
4,9
4
C.
frag.
E
Pi
7,5
6,15
6
6
7,35 3,35
5,9 2,25
2,3
CUADRO 2. Dimensiones de los caninos perforados. L: longitud; A: anchura;
E: espesor; Pi: Diámetro interior de la perforación; Pe: Diámetro exterior de la
perforación; DP: Distancia de la perforación al extremo de la raíz. Foradada según
J. Bolufer (Museu Arqueològic i Etnogràfic Soler Blasco, Xàbia); Beneito según
Aura, 2000: 177; Altamira según Álvarez-Fernández, 2001: 177 y 178; Abauntz según
Álvarez-Fernández, 2006: 1294.
205
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animales poco cazados, posiblemente porque son solitarios y desarrollan su
actividad principalmente durante el crepúsculo y por la noche (Rodríguez,
2004) de los que, en contadas ocasiones, se constata su aprovechamiento
como recurso alimenticio puntual o para la obtención de su piel. De diversos
huesos del esqueleto postcraneal la mayor parte de utensilios que se fabrican
son punzones, para los que se aprovechan generalmente huesos largos apuntados, cuyo acabado requiere poco trabajo. En los huesos más utilizados, ulnas y fíbulas, la confección de la punta se encuentra facilitada en los primeros
por el adelgazamiento de la diáfisis junto a la epífisis distal del hueso, y en los
segundos por la delgadez de su diáfisis.
En cuanto a su distribución geográfica, los instrumentos sobre huesos
largos se concentran en la vertiente mediterránea peninsular, desconociéndose
hasta el momento entre las industrias óseas de ámbito cantábrico y con una
presencia testimonial en sendos yacimientos de la Meseta norte y en uno de
la Extremadura portuguesa. De las 27 piezas estudiadas, seis corresponden
a contextos del Paleolítico superior, una al Gravetiense en un yacimiento
andaluz y cinco al Magdaleniense en tres yacimientos, dos valencianos y
uno de la Meseta norte. Durante el inicio del Holoceno contamos con tres
piezas de dos yacimientos valencianos, un par procedentes de Santa Maira
en niveles del Epipaleolítico sauveterroide y del Mesolítico de muescas y
denticulados respectivamente, y una en Cocina en el Mesolítico geométrico.
En el Neolítico antiguo se documentan cinco punzones en tres yacimientos
de las comarcas centrales valencianas, destacando el conjunto sobre ulna de
Sarsa cuyos tres punzones presentan peculiaridades ausentes en otras zonas.
El Neolítico final-Calcolítico es el periodo que cuenta con mayor número
de estos soportes, 12, aunque en tres casos la atribución a lince no resulta
segura, contando con su presencia en tres yacimientos valencianos, otros
tres andaluces y uno portugués, mientras que para la Edad del Hierro solo se
conoce un ejemplar procedente de un yacimiento de la Meseta norte.
Respecto a los caninos perforados de lince, durante el Paleolítico superior los
encontramos sobre todo en el ámbito mediterráneo, donde se han documentado 12 ejemplares en seis yacimientos y, en menor número, en otras localizaciones más dispersas, uno en un yacimiento del Ebro medio, dos en un yacimiento
cántabro y tres en otro yacimiento de la Extremadura portuguesa. En contextos
auriñacienses están presentes en dos yacimientos valencianos, gravetienses en
un yacimiento de Andalucía oriental y en otro catalán, solutrenses en un ya-
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Industria ósea sobre huesos y dientes de lince en la prehistoria peninsular
cimiento valenciano, en dos de Andalucía oriental, en uno de Cantabria y en
otro de Extremadura portuguesa, mientras que durante el Magdaleniense solo
se constatan en dos yacimientos del norte peninsular. A partir del Holoceno la
utilización de caninos es más escasa, desconociéndose en el Epipaleolítico y el
Mesolítico, aunque durante el Neolítico antiguo se documentan en dos yacimientos valencianos, uno de Andalucía oriental y otro de Portugal, y durante el
Neolítico final-Calcolítico en dos yacimientos funerarios, uno valenciano y otro
portugués, y en la Edad del Hierro en un poblado de la Meseta norte.
En todos los casos analizados directamente y en la mayoria de los
publicados los caninos se atribuyen a la especie de lince ibérico Lynx pardinus.
Solo en los dos yacimientos de ámbito cantábrico han sido asignados a la
especie nórdica Lynx lynx. La perforación de los caninos se localiza siempre
en la raíz, próxima a su extremo proximal, del que dista entre 3 y 4,6 mm
(cuadro 2). Es una operación delicada, ya que se actúa sobre una superficie
reducida, generalmente inferior al centímetro de anchura. En buena parte de
los caninos la perforación se realizó por rotación de un taladro lítico desde las
dos caras laterales de la raíz, dejando una sección bicónica, a excepción del
canino de la Cova de l’Or cuya perforación se efectuó con taladro desde una
sola cara, produciendo una sección cónica. Las perforaciones se encuentran
centradas y, en su interior, son mayoritariamente circulares, aunque también
las hay ovales. Su diámetro interno oscila entre 1,5 y 2,9 mm y el diámetro
externo entre 3 y 4,9 mm (cuadro 2), siendo por lo general desiguales en cada
cara, consecuencia de la diferente intensidad en la aplicación del taladro. La
otra técnica de perforación es el ranurado, efectuado mediante la aplicación
de un filo lítico con movimiento en vaivén siguiendo el eje longitudinal de la
raíz, produciendo una perforación irregular y alargada.
En nueve caninos las superficies de las paredes laterales de la raíz se prepararon con la finalidad de facilitar la perforación, adelgazándolas mediante
diversas técnicas, raspado bilateral durante el Auriñaciense en los tres ejemplares de Beneito y en los dos de Foradada, efectuando la perforación posterior
por ranurado, surcos profundos en la pieza magdaleniense de Altamira o mediante abrasión bilateral en los caninos de Ambrosio, Abauntz y Pou, acción
que produjo amplias facetas planas convergentes hacia el extremo de la raíz.
En Abauntz tras la abrasión se efectuaron incisiones cortas. Además, en un
canino de Sarsa, existe una amplia acanaladura por debajo de la perforación
fragmentada que, al haberse encontrado quemado y fracturado, impide saber
207
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO
si la perforación se habia fracturado previamente y la acanaladura tenía como
objeto facilitar en ese punto otra perforación, como ocurre con el canino de
Nerja, el cual presenta restos de una perforación rota con los planos de fractura
regularizados y otra perforación efectuada a poca distancia de la primera.
Solo en cuatro caninos se han constatado huellas de uso en los contornos
de las perforaciones. En los dos caninos de Abauntz, consisten en una deformación de la parte del orificio más cercana al extremo de su raíz, una muesca
semicircular (Álvarez-Fernández, 2006: 390), mientras que en los dos caninos auriñacienses de Beneito, las fracturas del puente de la perforación, en la
zona de contacto con el cordel, se han considerado como una fractura de uso
al producirse con posterioridad a la perforación, excluyendo su rotura durante el proceso de confección de la misma (Tejero, 2013: 191).
Los caninos perforados serían utilizados como colgante individual en la
mayor parte de los casos, dado que salvo en contadas ocasiones aparecen representados por un único ejemplar por yacimiento. Así mismo, en algunos
casos, podrían ser un elemento más que formara parte de un collar junto con
otros caninos de la misma (Abauntz, Beneito) o de otra especie (Cabeço de
Arruda), o con conchas marinas (Lapa do Suão).
La selección de este diente en particular, el canino, sin duda obedece a
que es el de mayor tamaño, con forma alargada y puntiaguda, el más característico de estos felinos que, al igual que ocurre con el de otros carnívoros,
poseería un significado más allá del meramente estético. Los carnívoros, animales posiblemente admirados y respetados, tendrían un estatus especial en
el imaginario humano, cargado de un fuerte contenido simbólico.
Resulta muy probable que los caninos constituyeran elementos simbólicos de carácter profiláctico, tal como se observa en abundantes ejemplos
etnográficos. Constituirían talismanes o amuletos, podrían ser elementos de
prestigio o distinción social, indicadores distintivos por género o edad entre
otros. Dado el largo periodo cronológico y la amplia zona geográfica considerada en este trabajo, donde se desarrollaron diversas culturas con formas de
vida muy diferentes, su significado pudo variar notablemente.
AGRADECIMIENTOS
A Alfred Sanchis, responsable del Gabinet de Fauna Quaternaria del Museu de Prehistòria de València, por resolver numerosas dudas sobre la clasificación taxonómica
de las piezas estudiadas. A Josep Casabó, director de las excavaciones de la Cova Fora-
208
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Industria ósea sobre huesos y dientes de lince en la prehistoria peninsular
dada, por permitirnos publicar los caninos perforados inéditos, y a Joaquim Bolufer,
director del Museu Arqueològic i Etnogràfic Soler Blasco de Xàbia por facilitarnos las
dimensiones y fotografías de los caninos de la Cova Foradada.
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212
[page-n-25]
8
INDUSTRIA ÓSEA SOBRE HUESOS Y DIENTES DE LINCE EN
LA PREHISTORIA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
Josep Lluís Pascual Benito
ABSTRACT
The use of various parts of the lynx skeleton in the Iberian peninsula between
the beginning of the Upper Paleolithic and the Iron Age is analyzed, with the
use of some long bones (ulna, fibula, radius, femur and humerus) for the manufacture of pointed objects and, exceptionally, as a support of an idol, and a
tooth (canine) for the making of ornaments by piercing the root.
INTRODUCCIÓN
Los restos esqueléticos de carnívoros son escasos en la mayor parte de yacimientos prehistóricos y su presencia obedece a motivos muy diversos, eliminación de
un competidor, obtención de la piel o de los tendones, aprovechamiento cárnico
y, en menor grado, por la utilización de las diversas partes de su esqueleto como
soporte de industria ósea. Esta comunicación se centra en los restos óseos de
lince que fueron manipulados antrópicamente para fabricar utensilios y adornos. A partir de las manufacturas con este tipo de soportes recuperados en el
registro prehistórico valenciano, se repasan las conocidas en la península ibérica
desde los inicios del Paleolítico superior hasta la Edad del Hierro.
Actualmente coexisten dos especies de lince en Europa. El lince nórdico
o euroasiático o Lynx lynx que vive en su parte más septentrional, pesa entre
18 y 30 kg y tiene una dieta variada, desde pequeñas presas hasta jóvenes ungulados, y el lince ibérico o Lynx pardinus, de menor talla, entre 7,5 y 15,9 kg
para los machos y entre 6,1 y 12,4 kg para las hembras, cuyo hábitat se restringe al centro y sur de la península ibérica, siendo un depredador especializado
en la caza de conejos (Rodríguez, 2004). Para algunos investigadores durante
Interaccions entre felins i humans. III Jornades d’arqueozoologia.
Museu de Prehistòria de València (2017): 189-212.
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO
el Pleistoceno existió en Europa una forma denominada Lynx spelaea, a la
que han sido atribuidos la mayor parte de los restos del Paleolítico superior
francés (Álvarez-Fernández, 2006). Sin embargo, estudios recientes de ADN
antiguo han concluido que el L. spelaea y el L. pardinus pertenecen a una
misma especie (Villaluenga, 2016: 186).
En la península ibérica se constata la presencia generalizada de L. pardinus
en la costa mediterránea desde comienzos del Pleistoceno (Boscaini et al., 2016)
y durante el Pleistoceno superior en toda la península, mientras que la distribución del L. lynx se limitó a la cornisa cantábrica y el tercio norte de la costa
mediterránea (Villaluenga, 2016: 189). En territorio valenciano Lynx sp. está determinado durante el Pleistoceno inferior en la Muntanyeta de Sants, El Castell
y Sima del Pla de Llomes (Sarrión, 1984 y 2012), en el Pleistoceno medio antiguo
en la Bassa de Sant Llorenç (Sarrión, 1984) y en el Pleistoceno medio final e inicio
del Pleistoceno superior en la Cova de Bolomor (Blasco y Fernández, 2012).
Durante el Pleistoceno superior y parte del Holoceno la presencia de restos
de lince resulta habitual en los yacimientos prehistóricos de la península ibérica, aunque siempre en número escaso. En algunos de ellos existen restos de lince que muestran evidencias de actividad antrópica (fracturas, marcas de corte,
huesos quemados, ...) que se documentan desde inicios de Paleolítico superior
hasta la primera Edad del Hierro. A modo de ejemplo citaremos los documentados en niveles auriñacienses, gravetienses y protosolutrenses de Cova Beneito
(Muro, Alicante) (Tejero, 2013: 162), en el Auriñaciense de Cova Foradada (Oliva,
Valencia) (Pantoja et al., 2011), en el Gravetiense de la Cueva de Nerja (Nerja, Málaga) (Aura et al., 2012: 105), en el Gravetiense y Magdaleniense de la Cova de les
Cendres (Moraira-Teulada, Alicante) (Villaverde et al., 1999: 48; Villaverde et al.,
2007-2008: 460), en el Magdaleniense del Abrigo de Estebanvela (Ayllón, Segovia)
(Yravedra, 2005), en el Neolítico del Abric de la Falguera (Alcoi, Alicante) (Pérez
Ripoll, 2006: 122), en la Edad del Bronce del Avenc dels Dos Forats (Carcaixent,
València) (Morales, 2010: fig. 16) y en el poblado de la Edad del Hierro de Soto de
Medinilla (Valladolid) (Liesau, 1998). Esas marcas antrópicas evidencian la descarnación y desarticulación de los linces y, por tanto su aprovechamiento con fines
alimenticios o para la obtención de otros productos como la piel o los tendones, si
bien el escaso número de restos que por lo general muestran este tipo de señales
nos indican que se trata en todos los casos de un aprovechamiento puntual. En la
mayor parte de esos yacimientos y en otros que veremos a continuación también
se documenta la utilización de partes del esqueleto del lince.
190
[page-n-3]
Industria ósea sobre huesos y dientes de lince en la prehistoria peninsular
MATERIAL Y MÉTODO
La adscripción taxonómica de los restos estudiados se ha realizado por el
método de la anatomía comparada siguiendo criterios biométricos y para ello
se han comparado las piezas trabajadas con la colección de referencia del
Gabinet de Fauna Quaternaria del Museu de Prehistòria de València (MPV)
formada por ejemplares arqueológicos, además de consultar el atlas osteológico de carnívoros ibéricos (Varela y Rodriguez, 2004).
El total de piezas estudiadas en este trabajo suman 61 ejemplares, de los
que 27 son huesos largos y 34 piezas dentarias.
Se han analizado directamente 13 piezas confeccionadas con huesos largos
y siete con caninos. De ellas la mayor parte corresponde a las depositadas en el
MPV, a las que se suman las procedentes de las excavaciones de Coves de Santa
Maira (Castell de Castells, Alicante), Cueva de Nerja y Abric de la Falguera. Los
datos del resto de piezas proceden de una exhaustiva búsqueda bibliográfica.
En todos los casos los soportes corresponden a la especie L. pardinus.
Para los ejemplares que no han sido estudiados directamente se conserva
la adscripción taxonómica publicada por cada investigador, si bien en algunos casos ésta no existe en la publicación original y la atribución se ha realizado a partir de las ilustraciones publicadas, siempre que las piezas presentaran
caracteres diagnósticos suficientes.
De este felino se constata la utilización de cinco huesos largos de las extremidades (ulna, fíbula, radio, fémur y húmero) como soporte de objetos
apuntados de ámbito doméstico y, en un caso, un ídolo, y una pieza dentaria
(caninos) para confeccionar adornos (figura 1).
Hemos incluido algunos apuntados fabricados sobre fíbulas en los que, por
carecer de epífisis o por su fragmentación, existe dificultad de identificación
entre los géneros Felis y Lynx, si bien su morfometría se acerca más al segundo.
El número de manufacturas sobre este tipo de soportes debió de ser algo
mayor del que aquí se expone, toda vez que en muchos casos resulta difícil
la identificación de la especie e incluso del soporte anatómico, dependiendo
del grado de tranformación o de fracturación. Tan solo se reconoce la especie
con cierta facilidad en manufacturas confeccionadas a partir de huesos largos, sobre todo si conservan una de las epífisis, y en las piezas dentarias poco
modificadas. En este sentido, en la bibliografia arqueológica existe un buen
número de menciones referidas a instrumentos sobre huesos largos de carnívoro en los que no se identifica la especie, descritos como «ulna de pequeño
191
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO
FIGURA 1. Esqueleto de lince. En oscuro se señalan los huesos utilizados.
carnívoro», «ulna probablemente de carnicero», «ulna de carnívoro» o «fíbula sobre algún tipo de carnicero», y también de dientes de carnívoros perforados descritos como «dientes de cánido», «caninos de cánido», «caninos de
carnicero», «caninos de animal», «incisivo indeterminado», algunas de las
cuales pueden corresponder a lince, si bien en muchos casos, la ausencia de
ilustraciones y de escala o la poca calidad de las mismas impide una aproximación mayor, motivo por el que no se han tenido en cuenta en este trabajo.
El material se presenta en dos bloques en función del tipo de soportes utilizados: huesos largos y piezas dentárias, y dentro de ellos por orden cronológico.
INDUSTRIA ÓSEA SOBRE HUESOS LARGOS
Durante el Paleolítico superior la utilización de los huesos largos de lince es escasa comparada con otros soportes en los que puede reconocerse la especie, como
es el caso del asta de ciervo. Se documenta el uso de este tipo de soportes a partir
de seis punzones procedentes de cuatro yacimientos y se limita a fíbulas y a ulnas.
Aunque no resulta segura su adscripción a nivel de especie, probablemente la pieza más antigua la encontramos entre la industria ósea del Gravetiense
de la Cueva de Nerja, un posible apuntado fragmentado por ambos extremos,
descrito como alfiler y «fabricado sobre una fíbula de Felis o Lynx» (Aura et
al., 2012: 109, fig. 3: 4) (figura 2: 1).
192
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Industria ósea sobre huesos y dientes de lince en la prehistoria peninsular
Mejor conservados se encuentran dos punzones procedentes de la Cova
del Parpalló (Gandía, Valencia), ambos completos a excepción de una pequeña porción de la punta, cuyas fotos y dibujos fueron publicados sin atribución
taxonómica alguna y que tras su revisión corresponden a Lynx pardinus. El
primero procede de niveles del Magdaleniense III y fue descrito como «hueso
aguzado» (Pericot, 1942: fig. 54: 5 y lám. XI: 18), utiliza como soporte una
fíbula que conserva la epífisis proximal y presenta incisiones subparalelas de
raspado en la mitad distal de la diáfisis para apuntarla (figura 2: 3); el segundo, del Magdaleniense II (ibíd.: fig. 48: 1 y lám. XI: 13), está confeccionado con
una ulna de lince subadulto que conserva la epífisis proximal, con la punta
conseguida mediante fractura en bisel de toda la cara craneal de la diáfisis
que afecta parcialmente al proceso coronoide de la epífisis, y posterior alisado
de los bordes de las fracturas mediante raspado longitudinal, el cual es más
instenso en la punta donde deja una sección poligonal, con restos de ocre en
la parte proximal, en la incisura troclear y en la parte caudal de la tuberosidad
del olécranon (figura 2: 2).
Del Magdaleniense superior de Cova de les Cendres se han publicado dos
piezas sobre hueso largo que en opinión de M. Pérez Ripoll son de lince, una
descrita como un «estigma tecnológico no vinculado al consumo […] un desecho perteneciente a un lince (Lynx lynx)» que presenta marcas longitudinales de raspado e incisiones transversales producidas por el filo de un útil
lítico (Borao, 2012: 21, fig. 9: 1) (figura 2: 5), y la otra clasificada como una
punta de hueso (ibíd.: fig. 10: 8) (figura 2: 6).
En la capa 6 del nivel I del Abrigo de Estebanvela, atribuida al Magdaleniense final, se documentó un punzón sobre «ulna de carnívoro, hendida y
apuntado por raspado» con la epífisis proximal eliminada parcialmente y el
extremo distal fracturado (Maicas, 2007: 397, fig. 1. 3), descrito posteriormente como un punzón sobre «hueso naturalmente apuntado» sobre fíbula
de Lynx pardina (Tejero et al., 2013: 436, fig. 2: 4), si bien en la fotografía que
acompaña su publicación se advierte que se trata de una ulna que conserva
parte de la epífisis proximal, con la diáfisis hendida longitudinalmente en su
cara palmar, dejando visible el canal medular (figura 2: 4).
El empleo de las ulnas de este felino perdura durante el Holoceno antiguo. En el nivel 4 de Coves de Santa Maira, atribuido al Epipaleolítico de
tradición sauveterroide, se documentó un punzón que conserva la base de
la epífisis proximal de la ulna, de la que han sido eliminados mediante abra-
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO
FIGURA 2. Punzones del Paleolítico superior y del Epipaleolítico/Mesolítico. 1: Nerja.
(Aura et al., 2012, fig. 3: 4). 2-3: Parpalló. 4: Estebanvela (Tejero et al., 2013: fig. 2: 4). 5-6:
Cendres. (Borao, 2012, fig. 9: 1 y 10: 8). 7-8: Santa Maira (Aura, 2001: fig. 4). 9: Cocina.
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Industria ósea sobre huesos y dientes de lince en la prehistoria peninsular
sión todos los salientes, dejando una morfologia de los bordes convergentes
hacia la punta (Aura, 2001: fig 4) (figura 2: 7) y en la Cueva de la Cocina
(Dos Aguas, Valencia), procedente de la campaña de 1942 («bajo la piedra
de separación 1941-42») y asociado a una industria lítica característica del
Mesolítico geométrico, se documentó otro punzón sobre una ulna izquierda de L. pardinus joven que conserva la epífisis proximal y posee el extremo
apuntado conseguido mediante un corto bisel que afecta a las caras dorsal y
lateral (figura 2: 9).
Durante el Mesolítico de muescas y denticulados probablemente se incorpara otro hueso, el radio, como se observa en un fragmento medial de
punzón sobre radio procedente de la unidad 3 oeste de las Coves de Santa
Maira, si bien su estado de fragmentación impide asegurar a que especie corresponde, habiendo sido atribuido a lince o zorro (Pascual Benito, 2006a:
foto 15: 5) (figura 2: 8).
En las comarcas centrales valencianas, las ulnas de L. pardinus siguen
empleándose durante el Neolítico antiguo para fabricar punzones, aunque
en este momento son trabajadas de forma diferente, tal como muestran tres
ejemplares de la Cova de la Sarsa (Bocairent, Valencia). Dos de ellos estan
confeccionados sobre ulnas izquierdas, y ambos se encuentran seccionados
longitudinalmente mediante abrasión en la cara lateral del hueso, dejando
visible el canal medular y una sección en U. El ejemplar más completo (figura
3: 1) conserva parte de la epífisis proximal abrasionada, la base alisada recta
y un apéndice lateral proximal que corresponde a parte del olécranon de la
ulna, y una sección circular para la punta; el otro punzón (figura 3: 2) es un
fragmento medial de características similares al anterior aunque el hendido
de la diáfisis no es completo, dejando un puente en la zona medial (Pascual
Benito, 1998: fig. III.24: 1-2). El tercer punzón se fabricó sobre una ulna derecha, y también resulta peculiar porque la epífisis conservada es, en este caso,
la distal, al contrario que el resto de punzones sobre ulna analizados en este
trabajo que siempre conservan la epífisis proximal, y la punta, muy aguzada,
se consiguió mediante bisel que afecta a la cara craneal del hueso (ibíd.: fig.
III.13: 2) (figura 3: 3).
Otro hueso de L. pardinus utilizado durante el Neolítico antiguo es el
radio, documentado a partir de un punzón procedente del nivel H17 de la
Cova de les Cendres, que presenta la diáfisis hendida y conserva parte de
la epífisis distal ligeramente alisada mediante abrasión; posee la punta de
195
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO
FIGURA 3. Punzones del Neolítico antiguo. 1-3: Sarsa. 4: Cendres, 5: Falguera.
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Industria ósea sobre huesos y dientes de lince en la prehistoria peninsular
sección circular y la totalidad del fuste regularizado, con sección oval (ibíd.:
fig. III.24: 3) (figura 3: 4).
También se utiliza durante el Neolítico antiguo la fíbula en un punzón de la
fase VI del Abric de la Falguera, el cual presenta restos de abrasión longitudinal
y pulido en el fuste, y la parte proximal formada por la epífisis proximal del
hueso (Pascual Benito, 2006b: fig. 12.1: 8 y lám. 12.1) (figura 3: 5).
Durante el Neolítico final-Calcolítico se documentan en dos yacimientos
valencianos al aire libre sendos punzones sobre ulna derecha de L. pardinus
que conservan la epífisis proximal. Uno procede de Fuente Flores (Requena,
Valencia) y presenta un estado de conservación excelente salvo una pequeña
fractura en la punta, con numerosas facetas de abrasión de dirección mayoritariamente transversal, «muestra señales de abrasión en la epífisis proximal
(proceso coronoide y superficies lateral, medial y proximal del olécranon) […]
y en la diáfisis» (Juan-Cabanilles y Martínez Valle, 1988: 201, fig 11:5), y restos
de acanaladuras en el tercio distal del borde caudal producidas por el desgaste de profundas incisiones paralelas y transversales, posiblemente realizadas
para facilitar la confección de la punta (figura 4: 2). El otro punzón procede de
Ereta del Pedregal y posee la punta obtenida mediante bisel que afecta a las
caras medial y dorsal de la ulna (Pascual Benito, 1998: fig. III.13: 3) (figura 4: 1).
Aunque su atribución a lince no es del todo segura al no conservar ninguna de las epífisis, bien podrían pertenecer a este carnívoro tres punzones
realizados sobre la diáfisis de la fíbula hallados en contextos del Neolítico
final, uno procedente de los niveles superiores de Cova de l’Or (Beniarrés,
Alicante) (figura 4: 9) y dos de la fase I de Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia) (figura 4: 7-8), con la base regularizada mediante abrasión en los dos
que se conservan completos (ibíd.: fig. III.15: 4-5).
Punzones sobre ulna que conserva la epífisis proximal también se documentan en yacimientos de Andalucía oriental y de Portugal. Dos de ellos en
Terrera Ventura (Tabernas, Almería), procedentes de los niveles I y II respectivamente, atribuidos al Cobre antiguo, clasificados como ulna de lince hispánico (Lynx pardina) (Von den Driesch y Morales, 1977: 29), si bien en una
publicacion posterior fueron considerados erróneamente de cánido (Gusi y
Olaria, 1991: fig. 173: 3 y 174: 5). Ambos poseen la punta en posición lateral
obtenida mediante fractura en bisel, tal como puede observarse en sendas
fotos del Museo de Almería (CERES) (figura 4: 5-6). En la fase IIIa del poblado de Castillejos (Montefrío, Granada) atribuida al Calcolítico se menciona
197
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO
FIGURA 4. Punzones del Neolítico final, Calcolítico y Edad del Hierro. 1: Ereta del
Pedregal. 2: Fuente Flores. 3-4: Vila Nova de São Pedro (do Paço, 1960: figs. 1: 7 y 2: 9).
5-6: Terrera Ventura (Dibujo: Gusi y Olaria, 1991: figs. 173: 3 y 174: 5; Fotos: Museo de
Almería (CERES). 7-8: Ereta del Pedregal. 9: Or. 10: Soto de Medinilla (Liesau, 1998:
figs. 70: 2 y 77: 2).
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Industria ósea sobre huesos y dientes de lince en la prehistoria peninsular
un punzón sobre fémur de lince (Salvatierra, 1982: 145) y la utilización para la
manufactura de útiles (no se indica cual) de un húmero de lince (Lynx pardina) (Altamirano, 2014: 25). Desconocemos si se trata de la misma pieza. En
Vila Nova de São Pedro (Azambuja, Portugal), al menos tres de los punzones
publicados de los que no se indica su origen anatómico, a juzgar por la morfometría que se observa en las ilustraciones (do Paço, 1960: fig. 1: 7 y fig. 2: 8-9),
deben haberse fabricado sobre ulna de L. pardinus (figura 4: 3-4).
Un caso excepcional de la utilización del endoesqueleto de lince lo encontramos en una pieza de Eras del Alcázar (Úbeda, Jaén), hallada en la estructura F48 en un contexto de inicios del tercer milenio a. C. Se trata de un ídolo
oculado cuyo soporte es un fémur de Lynx pardinus que conserva la epífisis
proximal y toda la diáfisis, cortada transversalmente al inicio de la epífisis
distal y decorada «mediante técnicas de pulimento, incisión, grabado, termoalteración, relieve y pintura» (Abril, 2012: 32, fig. III.2 (A) (figura 5).
El uso de ulnas parece perdurar en momentos posteriores, si bien en algún
caso resulta incierta la atribución a una especie concreta, como ocurre con un
punzón del Bronce tardío de Cabezo Redondo (Villena, Alicante), procedente del departamento XI, descrito como «posible punzón en cúbito de lince»
(Soler, 1987: 58, fig. 43: 4), si bien por la morfometría del dibujo publicado
debe corresponder a una ulna de Felis silvestris.
FIGURA 5. Ídolo oculado. Eras del Alcázar (Abril, 1012: fig. III.2(A).
199
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO
En otro ámbito geográfico y cultural encontramos un punzón sobre fíbula
de lince que conserva la epífisis distal en el poblado de la Edad del Hierro de
Soto de Medinilla (Valladolid), considerado como una pieza excepcional. «El
extremo distal del punzón presenta un orificio que es el canal medular de la
diáfisis. La punta es roma y presenta una superficie lisa sin estrías. La fragilidad de la pieza y el pulimento sin estrías pudieran indicar un posible uso para
perforar materias muy blandas, sin presencia de agentes abrasivos» (Liesau,
1998: 148 y 195, figs. 70: 2 y 77: 2) (figura 4: 10).
En definitiva, los huesos de lince más utilizados para la confección de
punzones son las ulnas y las fíbulas, cuya longitud oscila entre poco más de
117,2 y 71 mm en el caso de los punzones sobre ulna, y entre 93,4 y 56 mm en
los punzones sobre fíbula (cuadro 1).
INDUSTRIA ÓSEA SOBRE CANINOS
La utilización más antigua de esta pieza dentaria por los grupos de cazadoresrecolectores se constata durante el Auriñaciense, estando presente en cinco
yacimientos del Paleolítico superior inicial de ámbito mediterráneo.
En los niveles del Auriñaciense evolucionado de Cova de Beneito se
documentaron tres caninos (dos superiores y uno inferior) atribuidos a
individuos adultos de Lynx sp., uno de ellos en curso de trabajo que, en su dia,
fue adscrito al nivel musteriense (Iturbe et al., 1993: fig. 25; Tejero, 2013: 161)
(figura 6: 1-3). La pieza en curso de fabricación muestra un rebaje por raspado
bifacial y las otras dos, con el puente de la perforación fragmentado, presentan
también el rebaje por raspado de la raíz y la perforación efectuada mediante
ranurado. El rebaje por raspado supone alrededor de un milímetro, por lo que
su finalidad última pudo ser no tanto el adelgazamiento de esa zona, sino la
regularización de la convexidad de la superficie para evitar el deslizamiento
de útil lítico durante el ranurado posterior (Tejero, 2013: 189). En las dos piezas
acabadas se constata el empleo de ocre en el interior de las perforaciones, el
cual pudo tener una función práctica como elemento abrasivo para facilitar
la perforación, tal como ha sido comprobado experimentalmente (Ibíd.: 191).
Otros dos caninos perforados de lince se han mencionado en Cova Foradada (Xàbia, Alicante) (figura 6: 6-7), uno procedente del nivel Vb y el otro de
la parte superior del VI, atribuidos ambos al Auriñaciense (Casabó, 1999: 116).
En ambas piezas la perforación se ha realizado por ranurado tras el previo
adelgazamiento de la raíz mediante raspado.
200
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Industria ósea sobre huesos y dientes de lince en la prehistoria peninsular
Yacimiento
Cronología
Soporte
L
A
E
Parpalló
Magdaleniense
II
Ulna
91
20
10,1
Estebanvela
Magdaleniense
superior Ulna
>63,5
10
5,5
Cocina
Mesolítico
geométrico
Ulna
79
20,2
12
Sarsa
Neolítico
antiguo
Ulna
>108
16
15
Sarsa
Neolítico
antiguo
Ulna
>83
7,5
6,5
Sarsa
Neolítico
antiguo
Ulna
71
12
6
Fuente
Flores
Neolítico
final
Ulna
>117,2
19
8,2
Ereta
del
Pedregal Neolítico
final
Ulna
85
20
11
Terrera
Ventura
Neolítico
final
Ulna
85
19
16
Terrera
Ventura
Neolítico
final
Ulna
78
21
15
Parpalló
Magdaleniense
III
Fíbula
93,4
15
7
Falguera
Neolítico
antiguo
Fíbula
56,7
8,2
10,9
Or
Neolítico
final
Fíbula
83
4
4
Ereta
del
Pedregal Neolítico
final
Fíbula
75
8
5
Soto
de
Medinilla
Edad
del
Hierro
Fíbula
56
3,5
2
Cendres
Neolítico
antiguo
Radio
91
13
12
CUADRO 1. Dimensiones de los punzones. L: longitud máxima; A: anchura máxima;
E: espesor máximo. Estebanvela según Maicas, 2007: 396; Terrera Ventura según Gusi
y Olaria, 1991: 232; Soto de Medinilla según Liesau, 1998: 195.
Del Gravetiense mediterráneo contamos con la presencia de caninos perforados de lince en dos yacimientos. En la Cueva de Nerja con un fragmento correpondiente a la raíz con la perforación rota, atribuido a Lynx pardinus
(Aura et al., 2012: 110, fig. 3: 2) (figura 6: 5), y en la Cova del Reclau Viver se
documentaron 19 «caninos de felino» (Rueda, 1985), dos de los cuales han sido
confirmados en esta reunión por J. Madurell como pertenecientes a lince.
Durante el Solutrense se documentan dos dientes perforados en la Cova
de Beneito (Iturbe et al., 1993: fig. 34; Aura, 2000: 177) (figura 6: 4), y otro en
el nivel VI de la Cueva de Ambrosio, un «colgante realizado sobre canino perforado de Lynx con la zona de la raíz muy alterada antrópicamente» (Ripoll,
1994: 72; Avezuela y Álvarez-Fernández, 2012: fig. 12) (figura 6: 8), y se cita
otro en Nerja (Aura et al., 2010: 164). A estos puede añadirse un canino sin
perforar de niveles Solutreo-gravetienses de la Cova del Parpalló que podría
ser considerado como materia prima para la fabricación de un colgante.
201
[page-n-14]
JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO
FIGURA 6. 1-3: Beneito. Auriñaciense (Tejero, 2013: fig. 92). 4: Beneito. Solutrense
(Aura, 2000: 177). 5: Nerja. Gravetiense (Aura et al., 2013: fig. 3: 2). 6-7: Foradada.
Auriñaciense (Museu Arqueològic i Etnogràfic Soler Blasco, Xàbia). 8: Ambrosio. Solutrense (Avezuela y Álvarez-Fernández, 2013: fig. 12). 9: Altamira. Solutrense superior
(Alfredo Prada, MNCIA-CERES). 10: Altamira. Magdaleniense (Veronica Schulmeister, MNCIA-CERES). 11-12: Abauntz. Magdaleniense (Foto: Álvarez-Fernández, 2006:
fig. III: 128; Dibujo: Utrilla y Mazo, 1993/94: fig. 10: 4-5); 13-15. Sarsa. Neolítico antiguo.
16. Or. Neolítico antiguo. 17. Nerja. Neolítico antiguo. 18. Pou. Neolítico final.
202
[page-n-15]
Industria ósea sobre huesos y dientes de lince en la prehistoria peninsular
Fuera del ámbito mediterráneo los caninos perforados de lince son más
escasos y tardíos. Se han documentado cinco piezas en tres yacimientos,
dos de ellos en el norte peninsular atribuidos a la especie nórdica (Lynx
lynx) (Álvarez-Fernández, 2006: 1225). Otros dos caninos proceden de Altamira (Santillana del Mar, Santander) de niveles del Solutrense superior
y del Magdaleniense respectivamente. El primero (figura 6: 9), un canino
superior derecho, con abrasión en las dos caras de la raíz y «fragmentado
a la altura de la perforación a causa de la realización de la misma», ya que
no se acabó (Álvarez-Fernández, 2001: 177, fig. 4c; 2006: 257, fig. II.54), y
el segundo (figura 6: 10), un canino inferior derecho con restos de ocre en
superficie y perforación «centrada y oval, de tipo bicónica» en la raíz, donde
previamente se practicaron «surcos profundos en gorja a partir de los cuales
se ha fijado el perforador» (ibíd.: 176, fig. 4b). Los otros dos caninos perforados (figura 6: 11-12) proceden del nivel e, Magdaleniense medio superior,
de Abauntz (Arraiz, Navarra), los cuales fueron considerados como «probablemente del mismo individuo» (Utrilla y Mazo, 1993-94: fig. 10: 4-5).
Se trata de dos caninos inferiores derecho e izquierdo. En ambos casos las
superficies de sus raíces «se prepararon mediante abrasión, acompañadas
posteriormente por incisiones cortas» para facilitar las perforaciones por
rotación, las cuales son de sección bicónica, forma oval y se encuentran
centradas, presentando «huellas de uso, que consisten en una deformación
en su parte superior (muesca semicircular)» (Álvarez-Fernández, 2006:
346-347, fig. II: 128). El hecho que aparecieran en el mismo cuadro y posean
huellas tecnológicas y de uso semejantes, así como restos de ocre en su superficie sugieren que «pudieron formar parte de un objeto de adorno más
complejo, por ejemplo un collar» (ibíd.: 393).
En el oeste peninsular dientes de lince perforados se conocen en el nivel 9
de Gruta de Lapa do Suão (Bombarral, Portugal), donde en una pequeña fosa se
documentaron numerosas conchas perforadas, varias bolas de ocre rojo, dos piezas dentarias humanas y tres caninos perforados de Felis pardina, conjunto que
fue interpretado como una inhumación intencional, atribuida al Magdaleniense
(Ferreira y Roche, 1980: fig. 2: 15; Roche, 1982). La posterior revisión de los materiales ha hecho que se atribuya al Solutrense superior (Zilhao, 1997: 601).
Al contrario de lo que ocurre con los punzones, los caninos perforados de
lince son más escasos durante el Holoceno, desconociéndose al inicio de éste
entre los adornos de las culturas de los últimos cazadores-recolectores.
203
[page-n-16]
JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO
Sin embargo, la utilización de caninos de lince resurge durante el Neolítico antiguo. En las comarcas centrales valencianas destaca el conjunto de
Cova de la Sarsa, con tres caninos perforados que se conservan en el MPV,
uno inferior derecho (Pascual Benito, 1998: fig. III.133: 10) (figura 6: 13), otro
superior izquierdo con el extremo distal fragmentado (figura 6: 14), y el tercero, un fragmento medial quemado que presenta una acanaladura debajo de la
perforación (ibíd.: fig. III.133: 13) (figura 6: 15), a los que se suma un canino sin
perforar conservado en el Museo Arqueológico Municipal de Alcoi. Además,
de la capa 9 del sector H3 de Cova de l’Or procede un canino superior izquierdo perforado (ibíd.: fig. III.133: 9) (figura 6: 16).
Otros caninos perforados de niveles de Neolítico antiguo se documentan en
Nerja, un canino con doble perforación en la raíz, que presenta fragmentada la
más próxima al extremo de la raíz cuyos bordes de fractura se encuentran alisados mediante abrasión (figura 6: 17), y se cita otro canino de Felis linx en Galeria
da Cisterna (Torres Vedras, Portugal) (Carvalho, 2008: 76).
En un par de yacimientos, los caninos de lince perforados se documentan
en contexto funerario. En Coveta del Pou (Cocentaina, Alicante), enterramiento múltiple atribuido al Neolítico final-Calcolítico, el canino presenta
un notable adelgazamiento bilateral en la raíz producto de la abrasión de
las dos caras laterales, dejando sendas facetas planas que convergen hacia el
extremo de la raíz para facilitar la perforación (Pascual Benito, 1987-88: fig.
III.133: 12) (figura 6: 18). En la gruta artificial eneolítica de Cabeço da Arruda
(Arruda 1) (Torres Vedras, Portugal) con 41 inhumados, se documentaron 22
caninos de carnívoros perforados, de los que tres corresponden a Felis pardina y el resto a cánidos (Ferreira y Trindade, 1956: 512, lám. IV: 43).
También en ambiente funerario aparece un canino de lince sin perforar en
el sepulcro megalítico de Santa Elena (Biescas, Huesca), considerado como
un elemento de ajuar (Almagro, 1935: 275, lám. III: 5). Así mismo, en Grota II
da Senhora da Luz (Rio Maior, Portugal) se mencionan dos caninos de Lynx
pardina sin perforar, uno superior y otro inferior, de los que no se conserva
referencia estratigráfica, existiendo en la cueva diversas ocupaciones entre
el Neolítico antiguo evolucionado y el Calcolítico campaniforme, algunas de
ellas funerarias (Cardoso et al., 1996: fig. 32: 1 y 5).
Por último, se menciona la presencia de un «colmillo de lince trabajado»
en Soto de Medinilla en un contexto habitacional de la Edad del Hierro (Delibes et al., 1995: 579).
204
[page-n-17]
Industria ósea sobre huesos y dientes de lince en la prehistoria peninsular
Respecto a las dimensiones de los caninos perforados de lince, su longitud
oscila entre 38,8 y 28 mm, siendo notable la uniformidad de la anchura, situada entre 9 y 7,65 mm, pero que en la mayor parte de los casos se encuentra
en torno a 8 mm, al igual que ocurre con el espesor, situado entre 7,5 y 4,9
mm, pero con la mayoría en torno a 6 mm (cuadro 2), que corresponden en
todos los casos a ejemplares adultos.
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Como hemos visto, en la península ibérica la explotación de diversas partes
del esqueleto de lince se documenta desde inicios del Paleolítico superior,
manteniéndose su uso durante toda la prehistoria, aunque siempre en número escaso, tal vez por la poca disponibilidad de materia prima. Los linces son
Yacimiento
Foradada
Foradada
Beneito
Altamira
Altamira
Abauntz
Abauntz
Or
Sarsa
Sarsa
Sarsa
Nerja
Pou
Cronología
Auriñaciense
Auriñaciense
Solutrense
Solutrense
sup.
Magdaleniense
Magdaleniense
medio
sup.
Magdaleniense
medio
sup.
Neolítico
antiguo
Neolítico
antiguo
Neolítico
antiguo
Neolítico
antiguo
Neolítico
antiguo
Neolítico
final
Soporte
Canino
Canino
Canino
C.
sup.
der.
C.
inf.
der.
C.
inf.
der.
L
38,8
32,4
28
>31,3
38,9
32,4
A
9
8,2
8
8,2
8,6
7,65
Pe
DP
C.
inf.
izq.
31,45
7,75 4,9
C.
inf.
izq.
34
8
6
3
4,1
/
3
4,6
C.
sup.
izq.
>31,5
8
6,1
1,5
4,5x3
/
3,2x3
3
C.
inf.
der.
33,1
8,4
6
2,4
3
/
3,8
4,5
>18,2
7,8
5,6
C.
sup.
der.
>34
8
6
2,9
4
/
4,1
3
C.
inf.
izq.
31
8
6
3,1
4,1x4,3
/
4,9
4
C.
frag.
E
Pi
7,5
6,15
6
6
7,35 3,35
5,9 2,25
2,3
CUADRO 2. Dimensiones de los caninos perforados. L: longitud; A: anchura;
E: espesor; Pi: Diámetro interior de la perforación; Pe: Diámetro exterior de la
perforación; DP: Distancia de la perforación al extremo de la raíz. Foradada según
J. Bolufer (Museu Arqueològic i Etnogràfic Soler Blasco, Xàbia); Beneito según
Aura, 2000: 177; Altamira según Álvarez-Fernández, 2001: 177 y 178; Abauntz según
Álvarez-Fernández, 2006: 1294.
205
[page-n-18]
JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO
animales poco cazados, posiblemente porque son solitarios y desarrollan su
actividad principalmente durante el crepúsculo y por la noche (Rodríguez,
2004) de los que, en contadas ocasiones, se constata su aprovechamiento
como recurso alimenticio puntual o para la obtención de su piel. De diversos
huesos del esqueleto postcraneal la mayor parte de utensilios que se fabrican
son punzones, para los que se aprovechan generalmente huesos largos apuntados, cuyo acabado requiere poco trabajo. En los huesos más utilizados, ulnas y fíbulas, la confección de la punta se encuentra facilitada en los primeros
por el adelgazamiento de la diáfisis junto a la epífisis distal del hueso, y en los
segundos por la delgadez de su diáfisis.
En cuanto a su distribución geográfica, los instrumentos sobre huesos
largos se concentran en la vertiente mediterránea peninsular, desconociéndose
hasta el momento entre las industrias óseas de ámbito cantábrico y con una
presencia testimonial en sendos yacimientos de la Meseta norte y en uno de
la Extremadura portuguesa. De las 27 piezas estudiadas, seis corresponden
a contextos del Paleolítico superior, una al Gravetiense en un yacimiento
andaluz y cinco al Magdaleniense en tres yacimientos, dos valencianos y
uno de la Meseta norte. Durante el inicio del Holoceno contamos con tres
piezas de dos yacimientos valencianos, un par procedentes de Santa Maira
en niveles del Epipaleolítico sauveterroide y del Mesolítico de muescas y
denticulados respectivamente, y una en Cocina en el Mesolítico geométrico.
En el Neolítico antiguo se documentan cinco punzones en tres yacimientos
de las comarcas centrales valencianas, destacando el conjunto sobre ulna de
Sarsa cuyos tres punzones presentan peculiaridades ausentes en otras zonas.
El Neolítico final-Calcolítico es el periodo que cuenta con mayor número
de estos soportes, 12, aunque en tres casos la atribución a lince no resulta
segura, contando con su presencia en tres yacimientos valencianos, otros
tres andaluces y uno portugués, mientras que para la Edad del Hierro solo se
conoce un ejemplar procedente de un yacimiento de la Meseta norte.
Respecto a los caninos perforados de lince, durante el Paleolítico superior los
encontramos sobre todo en el ámbito mediterráneo, donde se han documentado 12 ejemplares en seis yacimientos y, en menor número, en otras localizaciones más dispersas, uno en un yacimiento del Ebro medio, dos en un yacimiento
cántabro y tres en otro yacimiento de la Extremadura portuguesa. En contextos
auriñacienses están presentes en dos yacimientos valencianos, gravetienses en
un yacimiento de Andalucía oriental y en otro catalán, solutrenses en un ya-
206
[page-n-19]
Industria ósea sobre huesos y dientes de lince en la prehistoria peninsular
cimiento valenciano, en dos de Andalucía oriental, en uno de Cantabria y en
otro de Extremadura portuguesa, mientras que durante el Magdaleniense solo
se constatan en dos yacimientos del norte peninsular. A partir del Holoceno la
utilización de caninos es más escasa, desconociéndose en el Epipaleolítico y el
Mesolítico, aunque durante el Neolítico antiguo se documentan en dos yacimientos valencianos, uno de Andalucía oriental y otro de Portugal, y durante el
Neolítico final-Calcolítico en dos yacimientos funerarios, uno valenciano y otro
portugués, y en la Edad del Hierro en un poblado de la Meseta norte.
En todos los casos analizados directamente y en la mayoria de los
publicados los caninos se atribuyen a la especie de lince ibérico Lynx pardinus.
Solo en los dos yacimientos de ámbito cantábrico han sido asignados a la
especie nórdica Lynx lynx. La perforación de los caninos se localiza siempre
en la raíz, próxima a su extremo proximal, del que dista entre 3 y 4,6 mm
(cuadro 2). Es una operación delicada, ya que se actúa sobre una superficie
reducida, generalmente inferior al centímetro de anchura. En buena parte de
los caninos la perforación se realizó por rotación de un taladro lítico desde las
dos caras laterales de la raíz, dejando una sección bicónica, a excepción del
canino de la Cova de l’Or cuya perforación se efectuó con taladro desde una
sola cara, produciendo una sección cónica. Las perforaciones se encuentran
centradas y, en su interior, son mayoritariamente circulares, aunque también
las hay ovales. Su diámetro interno oscila entre 1,5 y 2,9 mm y el diámetro
externo entre 3 y 4,9 mm (cuadro 2), siendo por lo general desiguales en cada
cara, consecuencia de la diferente intensidad en la aplicación del taladro. La
otra técnica de perforación es el ranurado, efectuado mediante la aplicación
de un filo lítico con movimiento en vaivén siguiendo el eje longitudinal de la
raíz, produciendo una perforación irregular y alargada.
En nueve caninos las superficies de las paredes laterales de la raíz se prepararon con la finalidad de facilitar la perforación, adelgazándolas mediante
diversas técnicas, raspado bilateral durante el Auriñaciense en los tres ejemplares de Beneito y en los dos de Foradada, efectuando la perforación posterior
por ranurado, surcos profundos en la pieza magdaleniense de Altamira o mediante abrasión bilateral en los caninos de Ambrosio, Abauntz y Pou, acción
que produjo amplias facetas planas convergentes hacia el extremo de la raíz.
En Abauntz tras la abrasión se efectuaron incisiones cortas. Además, en un
canino de Sarsa, existe una amplia acanaladura por debajo de la perforación
fragmentada que, al haberse encontrado quemado y fracturado, impide saber
207
[page-n-20]
JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO
si la perforación se habia fracturado previamente y la acanaladura tenía como
objeto facilitar en ese punto otra perforación, como ocurre con el canino de
Nerja, el cual presenta restos de una perforación rota con los planos de fractura
regularizados y otra perforación efectuada a poca distancia de la primera.
Solo en cuatro caninos se han constatado huellas de uso en los contornos
de las perforaciones. En los dos caninos de Abauntz, consisten en una deformación de la parte del orificio más cercana al extremo de su raíz, una muesca
semicircular (Álvarez-Fernández, 2006: 390), mientras que en los dos caninos auriñacienses de Beneito, las fracturas del puente de la perforación, en la
zona de contacto con el cordel, se han considerado como una fractura de uso
al producirse con posterioridad a la perforación, excluyendo su rotura durante el proceso de confección de la misma (Tejero, 2013: 191).
Los caninos perforados serían utilizados como colgante individual en la
mayor parte de los casos, dado que salvo en contadas ocasiones aparecen representados por un único ejemplar por yacimiento. Así mismo, en algunos
casos, podrían ser un elemento más que formara parte de un collar junto con
otros caninos de la misma (Abauntz, Beneito) o de otra especie (Cabeço de
Arruda), o con conchas marinas (Lapa do Suão).
La selección de este diente en particular, el canino, sin duda obedece a
que es el de mayor tamaño, con forma alargada y puntiaguda, el más característico de estos felinos que, al igual que ocurre con el de otros carnívoros,
poseería un significado más allá del meramente estético. Los carnívoros, animales posiblemente admirados y respetados, tendrían un estatus especial en
el imaginario humano, cargado de un fuerte contenido simbólico.
Resulta muy probable que los caninos constituyeran elementos simbólicos de carácter profiláctico, tal como se observa en abundantes ejemplos
etnográficos. Constituirían talismanes o amuletos, podrían ser elementos de
prestigio o distinción social, indicadores distintivos por género o edad entre
otros. Dado el largo periodo cronológico y la amplia zona geográfica considerada en este trabajo, donde se desarrollaron diversas culturas con formas de
vida muy diferentes, su significado pudo variar notablemente.
AGRADECIMIENTOS
A Alfred Sanchis, responsable del Gabinet de Fauna Quaternaria del Museu de Prehistòria de València, por resolver numerosas dudas sobre la clasificación taxonómica
de las piezas estudiadas. A Josep Casabó, director de las excavaciones de la Cova Fora-
208
[page-n-21]
Industria ósea sobre huesos y dientes de lince en la prehistoria peninsular
dada, por permitirnos publicar los caninos perforados inéditos, y a Joaquim Bolufer,
director del Museu Arqueològic i Etnogràfic Soler Blasco de Xàbia por facilitarnos las
dimensiones y fotografías de los caninos de la Cova Foradada.
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