Un cubil de Pleistoceno Superior Ibérico: la Cova del Racó del Duc (Vilallonga, Valencia)
Víctor Sauqué
Alfred Sanchis Serra
2017
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UN CUBIL DE LEOPARDOS EN EL PLEISTOCENO
SUPERIOR IBÉRICO: LA COVA DEL RACÓ DEL DUC
(VILALLONGA, VALENCIA)
Víctor Sauqué y Alfred Sanchis
ABSTRACT
Bone accumulations created by carnivores during the Pleistocene have been largely associated with the action of cave hyenas (Crocuta spelaea). However, in the
last years it has been shown that leopards (Panthera pardus) played an important
role in the origin of sites in the Iberian Peninsula. In this study we present the taphonomic study of the bone accumulation of the Pre-Solutrean level at the Racó
del Duc Cave (Vilallonga, Valencia), the faunal composition is formed only by
Iberian wild goat (Capra pyrenaica) and leopards. The features of this assemblage suggest that these preys have been accumulated in the cave by the leopards.
INTRODUCCIÓN
La mayor parte de los yacimientos pleistocenos están asociados a la presencia
de cavidades. Las acumulaciones de huesos en el interior de estas se debe a dos
tipos de factores: geológicos y biológicos. Los factores geológicos son principalmente el transporte hídrico y el gravitacional. En cuanto a los biológicos su
actividad está relacionada con la acción de carnívoros y humanos, los cuales
transportan sus presas a las cavidades para alejarlas de otros competidores y
consumirlas (Brain, 1981; Blumenschine, 1986, 1988). En relación a los carnívoros, la hiena de las cavernas (Crocuta spelaea) ha sido el principal generador de
acumulaciones óseas durante el Pleistoceno (Fosse, 1997; Turner et al., 2008;
Sauqué et al., 2017). Sin embargo, en los últimos años se ha puesto de manifiesto la capacidad de otros carnívoros como posibles formadores de yacimientos,
como es el caso del leopardo (Yravedra, 2006; Sauqué et al., 2014).
Interaccions entre felins i humans. III Jornades d’arqueozoologia.
Museu de Prehistòria de València (2017): 93-112.
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VÍCTOR SAUQUÉ Y ALFRED SANCHIS
El leopardo (Panthera pardus) es el gran felino con mayor distribución
actual, que ocupa diversas zonas de África y Asia. Este aspecto está relacionado con su elevado potencial de adaptación, el cual se observa en un amplio
rango de comportamientos en función del hábitat que ocupa (Kingdon, 1977;
Myers, 1986; Nowell y Jackson, 1996; Turner y Antón, 1997).
El leopardo es un cazador solitario y oportunista, por ello se ve forzado a
proteger sus capturas de otros depredadores sociales como las hienas o los
cánidos. En África, este comportamiento ha sido tradicionalmente vinculado
a la utilización de los árboles que son usados como refugios para sus capturas
(Pienaar, 1969; Sutcliffe, 1973). Pero en los últimos años estudios actualistas en África han puesto de manifiesto que los leopardos también pueden
transportar sus presas al interior de cavidades en vez de encaramarlas a lo
alto de los árboles (De Ruiter y Berger, 2000). La península ibérica, por sus
características geológicas, presenta zonas con amplio desarrollo del fenómeno kárstico. Estas cavidades pudieron ser utilizadas por los leopardos que
habitaron el Pleistoceno ibérico para proteger y consumir sus presas. En este
sentido el papel del leopardo como acumulador se ha estudiado en diversos
cubiles actuales (Simons, 1966; Sutcliffe, 1973; Brain, 1981; De Ruiter y Berger, 2000; Domínguez-Rodrigo et al., 2007; Domínguez-Rodrigo y Pickering,
2010), pero todavía hay muy poca información sobre su papel en la formación
de yacimientos pleistocenos (Sauqué et al., 2014).
A pesar de la supuesta capacidad de los leopardos para acumular y modificar conjuntos óseos, son pocos los yacimientos cuyo origen puede relacionarse con la acción de este felino (Diedrich, 2013; Sauqué et al., 2014, 2016a).
Existen algunos ejemplos en yacimientos africanos, como Swartkrans (Brain,
1970, 1981, 1993; Pickering et al., 2004) y se ha propuesto para algunos europeos, como Los Rincones (Sauqué et al., 2014, b), Amalda VI (Yravedra,
2006), Allekoaitze (Altuna y Mariezkurrena, 2013) y Baumann’s Cave (Diedrich, 2013). Además, durante el Pleistoceno en Europa se ha constatado la
presencia de restos infantiles de leopardo en algunas cavidades europeas,
como Vraona (Nagel, 1999), Jou Puerta (Álvarez-Laó, 2014), Equi Cave (Ghezzo y Rook, 2015) o Malladetes (Sanchis et al., 2015), que en algunos casos se
han interpretado como cubiles de cría de este felino (Ghezzo y Rook, 2015).
Durante el estudio de la fauna del yacimiento del Pleistoceno superior
de la Cova del Racó del Duc se propuso de manera preliminar que la acumulación de herbívoros en dicha cavidad podía estar relacionada con la acción
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Un cubil de leopardos: La Cova del Racó del Duc (Vilallonga, Valencia)
del leopardo (Sanchis et al., 2015). En este trabajo se presenta un detallado
estudio tafonómico, mediante el cual se interpreta el origen de la acumulación de restos de C. pyrenaica del nivel F-G. Hasta el momento este nivel
es el mejor ejemplo en el ámbito europeo de una acumulación realizada por
leopardos pleistocenos, ya que en él no se ha constatado la acción de ningún
otro carnívoro. Por tanto consideramos el nivel F-G como un nivel de referencia para el estudio de las acumulaciones realizadas por leopardos en la
península ibérica.
LA COVA DEL RACÓ DEL DUC
La Cova del Racó del Duc se encuentra próxima al término municipal de Vilallonga (Valencia). La boca de la cueva se abre a 200 msnm en un barranco
de paredes verticales a unos 50 m de altura sobre el río Serpis (figura 1). La
cavidad está formada por un pequeño vestíbulo que da lugar a una cámara
interior, al final de este se encuentra un pozo que pudo actuar como colector
(Juan-Cabanilles, 1991, 1997). La cavidad fue descubierta en los años setenta
por Inocencio Sarrión, dicho investigador dirigió dos campañas de excavación en los años 1971 y 1972. Durante dichas campañas la cueva se dividió en
dos sectores A y B. En primer lugar se comenzó la excavación del sector A
distinguiendo cinco niveles arqueológicos (A-E). A unos 87 cm de potencia
y como base del nivel E del sector A aparece una fuerte brecha, por lo que la
excavación se continúa en el sector B donde se distinguen dos niveles más (F
y G) de tierras rojizas con abundante fauna y alguna intrusión de material
arqueológico procedente de los niveles superiores. La base del depósito (nivel
H) también se encuentra brechificada.
Los materiales prehistóricos hallados en los niveles C, D y E del sector A
permiten confirmar la presencia humana en la cavidad durante el final del
Solutrense. El conjunto formado por la asociación de restos de leopardo y
cabra montés del nivel F-G en el sector B se sitúa estratigráficamente por
debajo del nivel arqueológico. Para poder confirmar la cronología de dicho
nivel se han realizado dos dataciones radiométricas: una sobre un resto de
leopardo con una edad de 25.870 ± 100 BP y otra sobre un resto de cabra
montés con una mordedura de carnívoro cuyo resultado fue de 23.010 ± 100
BP. Estas fechas situarían este conjunto en una fase de ocupación anterior a
las de los niveles A-E.
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FIGURA. 1. Localización y topografía de la Cova de Racó del Duc: a) Situación
geográfica, b) Vista panorámica, c) Alzado y d) Planta.
MATERIAL Y MÉTODOS
Para la identificación taxonómica de los restos se han utilizado las colecciones de referencia del Museu de Prehistòria de València (MPV), de la Universidad de Zaragoza (UZ) y del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE). De
manera complementaria se han empleado diversos atlas anatómicos como el
de Pales y Lambert (1971), Walker (1985) y Fernandez (2001). Los huesos que
no se han podido asignar a un taxón se han incluido en categorías de peso
siguiendo a Bunn (1986) y Díez et al. (1999). Para la cuantificación del conjunto de Racó del Duc se ha utilizado el número de restos (NR), número de
especímenes identificados (NISP), el número mínimo de elementos (NME) y
de individuos (NMI). La representación anatómica de los diferentes elementos (%Surv) se ha establecido a partir de los trabajos de Brain (1981) y Lyman
(1994). El %Surv es la relación entre los elementos recuperados y los elemen-
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tos esperados para dichos elementos (% Surv = NME *100 / número de esos
elementos en el esqueleto * NMI). Para calcular el NMI se han utilizado las
escápulas y los metatarsos ya que son los elementos anatómicos más numerosos. La determinación de la edad de muerte en la cabra montés se establece
a partir de los criterios de Serrano et al., (2006) para los restos postcraneales y
de Payne (1987) y Pérez Ripoll (1988) para los dientes. En el caso del leopardo
se sigue a Stander (1997).
Se han diferenciado distintos tipos de marcas producidas por la acción
dental de los carnívoros (pit, puncture, surco, furrowing, borde crenulado
y punto de impacto), según las definiciones de Haynes (1980, 1983), Binford
(1981) y Sala (2012). A la hora de identificar si la fractura de los huesos se produjo en fresco o después de su enterramiento, así como las posibles causas
de esta fracturación, se ha seguido la metodología de Villa y Mahieu (1991).
RESULTADOS DEL ESTUDIO TAFONÓMICO
En el nivel F-G de Racó del Duc se han recuperado 550 restos fósiles, de los
cuales 505 han sido identificados taxonómicamente y 45 han sido clasificados como esquirlas indeterminadas incluidas en la categoría de peso-talla
pequeña. Todos los restos pertenecen a C. pyrenaica (465) y a P. pardus (40),
los dos únicos taxones recuperados en el nivel estudiado (figura 2). Los 465
restos de cabra montés pertenecen a nueve individuos los cuales presentan
diversas edades de muerte: uno de 6-12 meses, dos con una edad inferior a 2
años, cinco adultos (dos de 3-4 años y tres de 4-6 años) y otro senil de 8-10
años. Los restos de leopardo corresponden a dos individuos, un adulto y otro
senil (7-10 años), además en la misma cavidad en el pozo aislado (REC II) se
recuperó un tercer individuo adulto (Sanchis et al., 2015). Teniendo en cuenta
el NMI total del yacimiento las cabras representan un 67,4% y si tenemos en
cuenta el NISP constituyen el 92%.
En cuanto a la representación anatómica de la muestra, se han recuperad0
465 huesos del esqueleto apendicular, axial y craneal. El NME es de 325. El
cálculo del porcentaje de supervivencia esquelética se ha realizado exclusivamente sobre los restos de C. pyrenaica, ya que estos han podido ser transportados al interior de la cavidad por los carnívoros (figura 3). El % Surv de
C. pyrenaica de Racó del Duc muestra un perfil de supervivencia bastante
equilibrado, con traslado de esqueletos completos. Si bien los restos axiales,
pequeños huesos y el cráneo presentan valores menores que pueden estar
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relacionados con el método de excavación o la destrucción ejercida por las
ocupaciones humanas posteriores.
El grado de fracturación de la muestra es bajo ya que se han recuperado
158 huesos enteros lo que representa casi la mitad del conjunto (48,7%). Por
otro lado los huesos presentan tanto fracturas antiguas como modernas. Las
fracturas antiguas son más abundantes y representan un 69,7% del total. El
ángulo de fracturación en la muestra de Racó del Duc es predominantemente
recto (56,7%), la delineación transversal (40%) y el borde de la fractura irregular (7%), características que se relacionan con fracturas de origen posdeposicional. En cuanto a la longitud de la diáfisis y la circunferencia conservada,
la tipología más representada en la muestra es C3-L4 (33,3%), seguida de C3L3, C3-L2, C2-L2 y C1-L1, cada una de ellas con el 16,7 % de representación.
Las fracturas en fresco son minoritarias y parecen relacionarse con la acción
de carnívoros y en ningún caso con la percusión antrópica.
Las marcas de carnívoro están presentes sobre el 9,6% de los restos, estás
modificaciones se encuentran sobre los restos de cabra montés (figura 4).
Los elementos más modificados son las ulnas, también presentan modificaciones pero en menor medida los fémures, escápulas, húmeros y metatarsos.
El resto de elementos se encuentra menos alterado. Las marcas de dientes
más abundantes en la muestra son los pits seguidos por los punctures. El
furrowing es escaso y solo aparece sobre dos restos. Por otra parte, se ha constatado la fracturación realizada por carnívoros a través de la presencia de bordes crenulados (NR=14), scoping out (NR=2) y un único punto de impacto.
FIGURA 2. % NISP y % NMI de la asociación faunística del nivel F-G de la Cova
de Racó del Duc.
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En cuanto al número de marcas por resto, la mayoría de los restos que tienen
marcas solo presentan una o dos. Únicamente una tibia de un individuo juvenil (REC-258) presenta un alto grado de modificación con 22 marcas, de
las cuales 20 son pits. En la muestra no se ha encontrado ningún resto con
evidencias de digestión.
En los restos de leopardo no se observan modificaciones generadas por
ningún agente predador o carroñero y se muestran completos o en todo caso
afectados por fracturas diagenéticas.
FIGURA 3. Porcentajes de supervivencia esquelética de los restos de cabra montés
del nivel F-G de la Cova del Racó del Duc.
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FIGURA 4. Restos de cabra montés del nivel F-G de la Cova del Racó del Duc: a)
fragmento de vértebra en vista lateral con puncture (REC-148); b), c) fragmento
de tibia derecha con puncture en vista craneal y caudal (REC-35); d), e) escápulas
izquierdas en vista dorsal con puncture y borde crenulado (REC-39, REC-427); f )
húmero derecho en vista craneal con fractura diagenética (REC-442); g), h), i) húmeros en vista craneal con fractura en fresco (REC-244, REC-246, REC-243), j) y k)
húmeros izquierdos completos en vista craneal (REC-425, REC-240).
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DISCUSIÓN
En el nivel F-G de Racó del Duc se han recuperado únicamente restos de dos
taxones, cabra montés y leopardo. La cabra montés es un taxón rupícola que
se asocia a zonas montañosas con relieves abruptos (Alados y Escós, 1996;
Granados et al., 2001; Sauqué et al., 2016b). Este caprino es la presa principal
de los leopardos que habitan zonas montañosas y también del leopardo de
las nieves (Oli et al., 1993; Diedrich, 2013; Sauqué et al., 2014, b; Ghezzo y
Rook, 2015; Sanchis et al., 2015). El perfil de supervivencia de los restos de cabra montés está bastante compensado y difiere de los generados por procesos
geológicos donde se dan fenómenos de conservación diferencial relacionados
con la densidad de los huesos (Voorhies, 1969; Lyman, 1984, 1994; Coard,
1999). La muestra presenta un grado de fragmentación del 52%, con 158 restos completos. En cuanto a los fragmentos de huesos largos predominan los
L-3-C3, la tipología que presenta un grado de modificación más bajo.
Diversos elementos nos indican que las cabras han sido aportadas a la cavidad por los carnívoros: la composición taxonómica formada por dos únicas
especies, el perfil de supervivencia, el grado de conservación de los restos, la
escasa presencia de modificaciones antrópicas (solamente una marca) y la presencia de marcas generadas por carnívoros. La aparición de un único carnívoro
en el nivel F-G, el leopardo, no descarta la acción de otros carnívoros como
acumuladores o modificadores de los restos óseos de caprinos (Yravedra, 2006;
Sauqué et al., 2014). Teniendo en cuenta las características de los grandes carnívoros que habitaron la península ibérica durante el Pleistoceno superior, el
oso pardo, el lobo, la hiena de las cavernas, el león, el cuón y el leopardo, se
discuten los posibles agentes responsables de la tafocenosis del nivel F-G. A
continuación se describen las principales características de los mismos y sus
capacidades para el transporte y modificación de restos óseos en cavidades.
En primer lugar descartaremos como agentes acumuladores aquellos carnívoros que no transportan sus presas a las cavidades, sino que las consumen
in situ. Dentro de estos carnívoros se encuentra el oso pardo (Ursus arctos)
(Sala y Arsuaga, 2013, 2016). También el león (Panthera leo), que suele consumir sus presas en el lugar donde las caza como carnívoro dominante en los
ecosistemas. Por ello no suele transportar sus cadáveres y es poco probable
que produzca acumulaciones de huesos (Schaller, 1972; Scheel y Packer, 1991;
Domínguez-Rodrigo, 1999; Mosser y Packer, 2009). Sin embargo, recientemente se ha puesto de manifiesto que este felino puede crear acumulaciones,
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al menos en África, como es el caso de Olduvai carnivore site (Arriaza et al.,
2016). El lobo (Canis lupus) consume sus presas en el lugar de matanza y
solo transporta huesos a los cubiles en la época de cría (Domínguez-Rodrigo,
1994b) y las acumulaciones generadas por lobos están caracterizadas por la
presencia de fragmentos de huesos digeridos (Esteban-Nadal et al., 2010). El
oso y el león se descartan ya que no generan acumulaciones, y también el lobo
que presenta un modelo de acumulación con características que nada tienen
que ver con las del nivel F-G. A continuación se discuten detalladamente las
características de las acumulaciones generadas por el cuón, la hiena de las
cavernas y el leopardo.
El cuón (Cuon alpinus) es un carnívoro social presente en Europa a lo largo del Pleistoceno (Pérez Ripoll et al., 2010; Brugal y Boudadi-Maligne, 2011).
Los estudios etológicos muestran que los cuones consumen a sus presas muy
rápidamente en el lugar de matanza (Domínguez-Rodrigo, 1993), aunque
ocasionalmente pueden transportar parte de las carcasas a sus cubiles, donde
también pueden defecar (Johnsingh, 1982; Fox, 1984). En la Cova del Parpalló (Valencia), se halló un esqueleto parcial de un cuón asociado a diversos
restos óseos de cabra montés que presentaban mordeduras de carnívoros,
y una baja fragmentación, escasas señales de mordedura y conservación de
partes articulares. Teniendo en cuenta estas características, y por las diferencias observadas respecto a los patrones de alteración de otros carnívoros, se
propuso que el cuón fue el acumulador de esos restos de cabra (Morales et al.,
2012). Las características de las acumulaciones creadas por el cuón durante el
transporte de restos a las cavidades, dado el carácter hipercarnívoro de este
cánido, podrían ser las más parecidas a las de los leopardos (Morales et al.,
2012). Aunque bien es cierto que el cuón puede ingerir huesos y por tanto la
presencia de huesos digeridos en sus acumulaciones es frecuente como en la
cueva de Noisetier en Francia (Mallye et al., 2012). Con las características de
nuestra acumulación no podemos descartar al cuón, si bien es cierto que el
papel de este carnívoro como formador de yacimientos todavía necesita ser
probado con la realización de estudios actualísticos y la revisión tafonómica
de conjuntos paleontológicos.
La hiena de las cavernas (C. spelaea) es un taxón presente en muchos
yacimientos de la península ibérica durante el Pleistoceno superior (Sauqué
et al., 2017). Las hienas manchadas pueden consumir sus capturas in situ,
aunque suelen realizar transportes periféricos a sus cubiles para alimentar a
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las crías, lugares donde se producen acumulaciones de huesos (DomínguezRodrigo, 1994a). Diversos autores han constando la presencia de restos óseos
en los cubiles, entre otros Sutcliffe (1970), Brain (1981) y Domínguez-Rodrigo
(1994a). Por su parte la hiena de las cavernas tuvo la capacidad de crear acumulaciones incluso mayores que las de la hiena manchada siendo por tanto
el principal agente no antrópico a la hora de generar yacimientos durante el
Pleistoceno (Fosse et al., 2010; Arsuaga et al., 2012; Sauqué et al., 2017). La
mayoría de los cubiles de hiena de las cavernas suelen presentar restos de este
taxón (Fosse, 1997). Otra característica de los cubiles de hiena es la presencia
de dientes deciduales, un buen indicador de que la cueva fue utilizada como
cubil de cría (Pickering, 2002; Kuhn et al., 2010; Villa et al., 2010; Arsuaga et
al., 2012). Otro factor que suele indicar la actividad de hienas es la presencia
de coprolitos dentro de la cavidad o en sus inmediaciones (Sutcliffe, 1970;
Kruuk, 1972; Pickering, 2002; Kuhn et al., 2010; Villa et al., 2010). Las acumulaciones generadas por hienas normalmente presentan huesos digeridos
(Pickering, 2002, Villa et al., 2010). En el nivel F-G de Racó del Duc no se han
determinado restos de hienas, ni huesos digeridos o coprolitos.
Respeto a la capacidad de modificación de las hienas, en la actualidad
las acumulaciones en las que este carnívoro tiene un papel principal suelen
presentar un alto grado de modificación que afecta al 60-100% de la muestra
(Blumenschine, 1988; Blumenschine y Marean, 1993; Domínguez-Rodrigo,
1994a, Marean y Kim, 1998; Yravedra, 2006), con valores superiores al 40%
en los yacimientos fósiles (ver referencias en Sauqué et al., 2014). En el nivel
F-G de Racó del Duc la modificación por carnívoros no es tan intensa y afecta a tan solo el 13,5% de los restos. Además, hay que tener en cuenta que el
grado de modificación no se presenta solo en el número de restos con marcas
sino también en el número de marcas presentes en cada resto. Las hienas
suelen crear acumulaciones óseas donde los restos presentan muchas modificaciones individuales, de hasta 42 marcas en un solo hueso (Selvaggio, 1994;
Domínguez-Rodrigo y Pickering, 2010). En Racó del Duc solo se ha recuperado un hueso con más de 10 marcas lo cual no estaría en consonancia con
una acumulación generada por hienas. Por otro lado, el patrón de consumo
de las hienas es intenso y son frecuentes los cilindros de diáfisis (Cruz-Uribe,
1991; Diedrich, 2011). En la muestra estudiada no se han recuperado huesos
con un patrón de modificación tan intenso. En cuanto al consumo de los
húmeros, las hienas mordisquean tanto la epífisis proximal como la distal
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(Domínguez-Rodrigo y Pickering, 2010). En la muestra de Racó del Duc las
epífisis distales de los húmeros se encuentran intactas. Todas estas características nos indican que la hiena de las cavernas no estuvo relacionada con la
creación de la acumulación del nivel F-G de Racó del Duc.
El leopardo (P. pardus) fue un elemento común en las asociaciones
faunísticas de la península durante el Pleistoceno (Sauqué y Cuenca-Bescós,
2013; Sanchis et al., 2015; Sauqué et al., 2016a). La zona mediterránea no fue
una excepción siendo por tanto un taxón presente en numerosos yacimientos (Sanchis, 2015; Sanchis et al., 2015; en esta obra). Las acumulaciones generadas por leopardos en el Pleistoceno son escasas y en la península ibérica
tenemos el ejemplo de Los Rincones, en el cual se ha interpretado la acumulación de los herbívoros de talla pequeña como consecuencia de la acción
de los leopardos. En este yacimiento también forman acumulación principalmente C. pyrenaica y numerosos restos de leopardo (Sauqué et al., 2014).
La cabra montés es un herbívoro de talla pequeña cuyo peso oscila entre 30
y 120 Kg (Granados et al., 2001) que pudo actuar como la presa principal de
los leopardos europeos durante el Pleistoceno (Diedrich, 2013; Sauqué et al.,
2014). Además de en Los Rincones, la asociación cabra-leopardo también se
observa en Amalda VI (Yravedra, 2006), en Allekoaitze (Altuna y Mariezkurrena, 2013), en s’Espasa (Estévez, 1975-76) y ahora también en el nivel F-G
de Racó del Duc.
El leopardo tiene una técnica de caza basada en la emboscada (Kingdon,
1977; Myers, 1986), por tanto los perfiles de mortalidad que produce reflejan
una menor selección de las presas. En el caso del nivel F-G no muestra sesgo hacia individuos juveniles y seniles lo que sería más propio de carnívoros
cursoriales, sino que está dominado por adultos y podría indicarnos que el
depredador que acumuló los restos tenía una estrategia de caza basada en la
emboscada, como el leopardo (Domínguez-Rodrigo y Pickering, 2010).
El grado de modificación de los restos óseos por parte de los leopardos
es menor que el realizado por las hienas. Las acumulaciones asociadas a la
acción de leopardo presentan mordeduras en menos del 25% de los restos
(Brain, 1981; Domínguez-Rodrigo, 1994a). Además los leopardos suelen dejar
marcas individuales en los huesos, esto es debido a que no mordisquean los
huesos como hacen los cánidos o los hiénidos. En este sentido los huesos
modificados por leopardos no suelen presentar más de dos marcas por hueso mientras que los que han sido atacados por hienas muestran numerosas
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marcas (Domínguez-Rodrigo y Pickering, 2010). En el nivel F-G los restos
con marcas de mordiscos presentan una o dos marcas por hueso, y solo se ha
observado un hueso con un número elevado de marcas.
Uno de los criterios más fiables para diferenciar las acumulaciones de
hienas de las de leopardos es estudiar el patrón de consumo de los distintos
huesos (Domingo-Rodríguez y Pickering, 2010). En el caso de los húmeros las
hienas modifican ambas epífisis mientras que los leopardos únicamente la
proximal. Otra diferencia en el patrón de consumo entre hienas y leopardos
es la manera de modificar ulnas y radios. En el caso de las hienas estos carnívoros actuan tanto sobre la ulna como el radio, mientras que los leopardos
solo modifican la ulna. En el nivel F-G se ha observado un 80% de ulnas afectadas, mientras que no se ha observado ningún radio alterado. En la muestra
del Racó de Duc los radios están intactos y los húmeros presentan las epífisis
distales intactas. Por tanto este patrón de consumo reafirmaría la acción del
leopardo como acumulador del nivel F-G.
CONCLUSIONES
La asociación faunística del nivel F-G de Racó del Duc está formada por el
binomio leopardo-cabra montés. Los ungulados de dicho nivel son los únicos que presentan modificaciones realizadas por carnívoros. La escasísima
modificación antrópica indica que la acumulación de restos en la cavidad fue
producida por carnívoros y que la presencia humana en el nivel F-G fue muy
esporádica y en alternancia con la de los carnívoros. Las características de la
acumulación como: perfil de supervivencia y de mortalidad, grado de fracturación de la muestra, tipos de marcas producidas por carnívoros, patrones
de consumo de los huesos, indican que la acumulación y modificación de los
restos de cabra montés fue realizada por leopardos. El nivel F-G de Racó del
Duc es uno de los mejores ejemplos de niveles arqueopaleontológicos generados por leopardos en la península ibérica.
AGRADECIMIENTOS
Los autores quisieran agradecer al Museu de Prehistòria de València por el acceso a las
muestras, así como para la financiación de las dataciones radiométricas de las mismas.
Agradecer a los organizadores de las III Jornades d’Arqueozoologia del Museu de Prehistòria de València su invitación a participar. Agradecemos a Inocencio Sarrión, descubridor del yacimiento, Josep Fernández y Joaquim Juan Cabanilles la información aportada
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sobre el yacimiento. Damos las gracias a Valentín Villaverde por la integración de este
trabajo en los siguientes proyectos: «Más allá de la historia. Origen y consolidación del
poblamiento paleolítico valenciano» (PROMETEOII/2013/016); «Paleolítico medio y
superior en la vertiente mediterránea ibérica: Valencia y Murcia» (HAR2014-52671-P).
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UN CUBIL DE LEOPARDOS EN EL PLEISTOCENO
SUPERIOR IBÉRICO: LA COVA DEL RACÓ DEL DUC
(VILALLONGA, VALENCIA)
Víctor Sauqué y Alfred Sanchis
ABSTRACT
Bone accumulations created by carnivores during the Pleistocene have been largely associated with the action of cave hyenas (Crocuta spelaea). However, in the
last years it has been shown that leopards (Panthera pardus) played an important
role in the origin of sites in the Iberian Peninsula. In this study we present the taphonomic study of the bone accumulation of the Pre-Solutrean level at the Racó
del Duc Cave (Vilallonga, Valencia), the faunal composition is formed only by
Iberian wild goat (Capra pyrenaica) and leopards. The features of this assemblage suggest that these preys have been accumulated in the cave by the leopards.
INTRODUCCIÓN
La mayor parte de los yacimientos pleistocenos están asociados a la presencia
de cavidades. Las acumulaciones de huesos en el interior de estas se debe a dos
tipos de factores: geológicos y biológicos. Los factores geológicos son principalmente el transporte hídrico y el gravitacional. En cuanto a los biológicos su
actividad está relacionada con la acción de carnívoros y humanos, los cuales
transportan sus presas a las cavidades para alejarlas de otros competidores y
consumirlas (Brain, 1981; Blumenschine, 1986, 1988). En relación a los carnívoros, la hiena de las cavernas (Crocuta spelaea) ha sido el principal generador de
acumulaciones óseas durante el Pleistoceno (Fosse, 1997; Turner et al., 2008;
Sauqué et al., 2017). Sin embargo, en los últimos años se ha puesto de manifiesto la capacidad de otros carnívoros como posibles formadores de yacimientos,
como es el caso del leopardo (Yravedra, 2006; Sauqué et al., 2014).
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VÍCTOR SAUQUÉ Y ALFRED SANCHIS
El leopardo (Panthera pardus) es el gran felino con mayor distribución
actual, que ocupa diversas zonas de África y Asia. Este aspecto está relacionado con su elevado potencial de adaptación, el cual se observa en un amplio
rango de comportamientos en función del hábitat que ocupa (Kingdon, 1977;
Myers, 1986; Nowell y Jackson, 1996; Turner y Antón, 1997).
El leopardo es un cazador solitario y oportunista, por ello se ve forzado a
proteger sus capturas de otros depredadores sociales como las hienas o los
cánidos. En África, este comportamiento ha sido tradicionalmente vinculado
a la utilización de los árboles que son usados como refugios para sus capturas
(Pienaar, 1969; Sutcliffe, 1973). Pero en los últimos años estudios actualistas en África han puesto de manifiesto que los leopardos también pueden
transportar sus presas al interior de cavidades en vez de encaramarlas a lo
alto de los árboles (De Ruiter y Berger, 2000). La península ibérica, por sus
características geológicas, presenta zonas con amplio desarrollo del fenómeno kárstico. Estas cavidades pudieron ser utilizadas por los leopardos que
habitaron el Pleistoceno ibérico para proteger y consumir sus presas. En este
sentido el papel del leopardo como acumulador se ha estudiado en diversos
cubiles actuales (Simons, 1966; Sutcliffe, 1973; Brain, 1981; De Ruiter y Berger, 2000; Domínguez-Rodrigo et al., 2007; Domínguez-Rodrigo y Pickering,
2010), pero todavía hay muy poca información sobre su papel en la formación
de yacimientos pleistocenos (Sauqué et al., 2014).
A pesar de la supuesta capacidad de los leopardos para acumular y modificar conjuntos óseos, son pocos los yacimientos cuyo origen puede relacionarse con la acción de este felino (Diedrich, 2013; Sauqué et al., 2014, 2016a).
Existen algunos ejemplos en yacimientos africanos, como Swartkrans (Brain,
1970, 1981, 1993; Pickering et al., 2004) y se ha propuesto para algunos europeos, como Los Rincones (Sauqué et al., 2014, b), Amalda VI (Yravedra,
2006), Allekoaitze (Altuna y Mariezkurrena, 2013) y Baumann’s Cave (Diedrich, 2013). Además, durante el Pleistoceno en Europa se ha constatado la
presencia de restos infantiles de leopardo en algunas cavidades europeas,
como Vraona (Nagel, 1999), Jou Puerta (Álvarez-Laó, 2014), Equi Cave (Ghezzo y Rook, 2015) o Malladetes (Sanchis et al., 2015), que en algunos casos se
han interpretado como cubiles de cría de este felino (Ghezzo y Rook, 2015).
Durante el estudio de la fauna del yacimiento del Pleistoceno superior
de la Cova del Racó del Duc se propuso de manera preliminar que la acumulación de herbívoros en dicha cavidad podía estar relacionada con la acción
94
[page-n-3]
Un cubil de leopardos: La Cova del Racó del Duc (Vilallonga, Valencia)
del leopardo (Sanchis et al., 2015). En este trabajo se presenta un detallado
estudio tafonómico, mediante el cual se interpreta el origen de la acumulación de restos de C. pyrenaica del nivel F-G. Hasta el momento este nivel
es el mejor ejemplo en el ámbito europeo de una acumulación realizada por
leopardos pleistocenos, ya que en él no se ha constatado la acción de ningún
otro carnívoro. Por tanto consideramos el nivel F-G como un nivel de referencia para el estudio de las acumulaciones realizadas por leopardos en la
península ibérica.
LA COVA DEL RACÓ DEL DUC
La Cova del Racó del Duc se encuentra próxima al término municipal de Vilallonga (Valencia). La boca de la cueva se abre a 200 msnm en un barranco
de paredes verticales a unos 50 m de altura sobre el río Serpis (figura 1). La
cavidad está formada por un pequeño vestíbulo que da lugar a una cámara
interior, al final de este se encuentra un pozo que pudo actuar como colector
(Juan-Cabanilles, 1991, 1997). La cavidad fue descubierta en los años setenta
por Inocencio Sarrión, dicho investigador dirigió dos campañas de excavación en los años 1971 y 1972. Durante dichas campañas la cueva se dividió en
dos sectores A y B. En primer lugar se comenzó la excavación del sector A
distinguiendo cinco niveles arqueológicos (A-E). A unos 87 cm de potencia
y como base del nivel E del sector A aparece una fuerte brecha, por lo que la
excavación se continúa en el sector B donde se distinguen dos niveles más (F
y G) de tierras rojizas con abundante fauna y alguna intrusión de material
arqueológico procedente de los niveles superiores. La base del depósito (nivel
H) también se encuentra brechificada.
Los materiales prehistóricos hallados en los niveles C, D y E del sector A
permiten confirmar la presencia humana en la cavidad durante el final del
Solutrense. El conjunto formado por la asociación de restos de leopardo y
cabra montés del nivel F-G en el sector B se sitúa estratigráficamente por
debajo del nivel arqueológico. Para poder confirmar la cronología de dicho
nivel se han realizado dos dataciones radiométricas: una sobre un resto de
leopardo con una edad de 25.870 ± 100 BP y otra sobre un resto de cabra
montés con una mordedura de carnívoro cuyo resultado fue de 23.010 ± 100
BP. Estas fechas situarían este conjunto en una fase de ocupación anterior a
las de los niveles A-E.
95
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VÍCTOR SAUQUÉ Y ALFRED SANCHIS
FIGURA. 1. Localización y topografía de la Cova de Racó del Duc: a) Situación
geográfica, b) Vista panorámica, c) Alzado y d) Planta.
MATERIAL Y MÉTODOS
Para la identificación taxonómica de los restos se han utilizado las colecciones de referencia del Museu de Prehistòria de València (MPV), de la Universidad de Zaragoza (UZ) y del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE). De
manera complementaria se han empleado diversos atlas anatómicos como el
de Pales y Lambert (1971), Walker (1985) y Fernandez (2001). Los huesos que
no se han podido asignar a un taxón se han incluido en categorías de peso
siguiendo a Bunn (1986) y Díez et al. (1999). Para la cuantificación del conjunto de Racó del Duc se ha utilizado el número de restos (NR), número de
especímenes identificados (NISP), el número mínimo de elementos (NME) y
de individuos (NMI). La representación anatómica de los diferentes elementos (%Surv) se ha establecido a partir de los trabajos de Brain (1981) y Lyman
(1994). El %Surv es la relación entre los elementos recuperados y los elemen-
96
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Un cubil de leopardos: La Cova del Racó del Duc (Vilallonga, Valencia)
tos esperados para dichos elementos (% Surv = NME *100 / número de esos
elementos en el esqueleto * NMI). Para calcular el NMI se han utilizado las
escápulas y los metatarsos ya que son los elementos anatómicos más numerosos. La determinación de la edad de muerte en la cabra montés se establece
a partir de los criterios de Serrano et al., (2006) para los restos postcraneales y
de Payne (1987) y Pérez Ripoll (1988) para los dientes. En el caso del leopardo
se sigue a Stander (1997).
Se han diferenciado distintos tipos de marcas producidas por la acción
dental de los carnívoros (pit, puncture, surco, furrowing, borde crenulado
y punto de impacto), según las definiciones de Haynes (1980, 1983), Binford
(1981) y Sala (2012). A la hora de identificar si la fractura de los huesos se produjo en fresco o después de su enterramiento, así como las posibles causas
de esta fracturación, se ha seguido la metodología de Villa y Mahieu (1991).
RESULTADOS DEL ESTUDIO TAFONÓMICO
En el nivel F-G de Racó del Duc se han recuperado 550 restos fósiles, de los
cuales 505 han sido identificados taxonómicamente y 45 han sido clasificados como esquirlas indeterminadas incluidas en la categoría de peso-talla
pequeña. Todos los restos pertenecen a C. pyrenaica (465) y a P. pardus (40),
los dos únicos taxones recuperados en el nivel estudiado (figura 2). Los 465
restos de cabra montés pertenecen a nueve individuos los cuales presentan
diversas edades de muerte: uno de 6-12 meses, dos con una edad inferior a 2
años, cinco adultos (dos de 3-4 años y tres de 4-6 años) y otro senil de 8-10
años. Los restos de leopardo corresponden a dos individuos, un adulto y otro
senil (7-10 años), además en la misma cavidad en el pozo aislado (REC II) se
recuperó un tercer individuo adulto (Sanchis et al., 2015). Teniendo en cuenta
el NMI total del yacimiento las cabras representan un 67,4% y si tenemos en
cuenta el NISP constituyen el 92%.
En cuanto a la representación anatómica de la muestra, se han recuperad0
465 huesos del esqueleto apendicular, axial y craneal. El NME es de 325. El
cálculo del porcentaje de supervivencia esquelética se ha realizado exclusivamente sobre los restos de C. pyrenaica, ya que estos han podido ser transportados al interior de la cavidad por los carnívoros (figura 3). El % Surv de
C. pyrenaica de Racó del Duc muestra un perfil de supervivencia bastante
equilibrado, con traslado de esqueletos completos. Si bien los restos axiales,
pequeños huesos y el cráneo presentan valores menores que pueden estar
97
[page-n-6]
VÍCTOR SAUQUÉ Y ALFRED SANCHIS
relacionados con el método de excavación o la destrucción ejercida por las
ocupaciones humanas posteriores.
El grado de fracturación de la muestra es bajo ya que se han recuperado
158 huesos enteros lo que representa casi la mitad del conjunto (48,7%). Por
otro lado los huesos presentan tanto fracturas antiguas como modernas. Las
fracturas antiguas son más abundantes y representan un 69,7% del total. El
ángulo de fracturación en la muestra de Racó del Duc es predominantemente
recto (56,7%), la delineación transversal (40%) y el borde de la fractura irregular (7%), características que se relacionan con fracturas de origen posdeposicional. En cuanto a la longitud de la diáfisis y la circunferencia conservada,
la tipología más representada en la muestra es C3-L4 (33,3%), seguida de C3L3, C3-L2, C2-L2 y C1-L1, cada una de ellas con el 16,7 % de representación.
Las fracturas en fresco son minoritarias y parecen relacionarse con la acción
de carnívoros y en ningún caso con la percusión antrópica.
Las marcas de carnívoro están presentes sobre el 9,6% de los restos, estás
modificaciones se encuentran sobre los restos de cabra montés (figura 4).
Los elementos más modificados son las ulnas, también presentan modificaciones pero en menor medida los fémures, escápulas, húmeros y metatarsos.
El resto de elementos se encuentra menos alterado. Las marcas de dientes
más abundantes en la muestra son los pits seguidos por los punctures. El
furrowing es escaso y solo aparece sobre dos restos. Por otra parte, se ha constatado la fracturación realizada por carnívoros a través de la presencia de bordes crenulados (NR=14), scoping out (NR=2) y un único punto de impacto.
FIGURA 2. % NISP y % NMI de la asociación faunística del nivel F-G de la Cova
de Racó del Duc.
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Un cubil de leopardos: La Cova del Racó del Duc (Vilallonga, Valencia)
En cuanto al número de marcas por resto, la mayoría de los restos que tienen
marcas solo presentan una o dos. Únicamente una tibia de un individuo juvenil (REC-258) presenta un alto grado de modificación con 22 marcas, de
las cuales 20 son pits. En la muestra no se ha encontrado ningún resto con
evidencias de digestión.
En los restos de leopardo no se observan modificaciones generadas por
ningún agente predador o carroñero y se muestran completos o en todo caso
afectados por fracturas diagenéticas.
FIGURA 3. Porcentajes de supervivencia esquelética de los restos de cabra montés
del nivel F-G de la Cova del Racó del Duc.
99
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VÍCTOR SAUQUÉ Y ALFRED SANCHIS
FIGURA 4. Restos de cabra montés del nivel F-G de la Cova del Racó del Duc: a)
fragmento de vértebra en vista lateral con puncture (REC-148); b), c) fragmento
de tibia derecha con puncture en vista craneal y caudal (REC-35); d), e) escápulas
izquierdas en vista dorsal con puncture y borde crenulado (REC-39, REC-427); f )
húmero derecho en vista craneal con fractura diagenética (REC-442); g), h), i) húmeros en vista craneal con fractura en fresco (REC-244, REC-246, REC-243), j) y k)
húmeros izquierdos completos en vista craneal (REC-425, REC-240).
100
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Un cubil de leopardos: La Cova del Racó del Duc (Vilallonga, Valencia)
DISCUSIÓN
En el nivel F-G de Racó del Duc se han recuperado únicamente restos de dos
taxones, cabra montés y leopardo. La cabra montés es un taxón rupícola que
se asocia a zonas montañosas con relieves abruptos (Alados y Escós, 1996;
Granados et al., 2001; Sauqué et al., 2016b). Este caprino es la presa principal
de los leopardos que habitan zonas montañosas y también del leopardo de
las nieves (Oli et al., 1993; Diedrich, 2013; Sauqué et al., 2014, b; Ghezzo y
Rook, 2015; Sanchis et al., 2015). El perfil de supervivencia de los restos de cabra montés está bastante compensado y difiere de los generados por procesos
geológicos donde se dan fenómenos de conservación diferencial relacionados
con la densidad de los huesos (Voorhies, 1969; Lyman, 1984, 1994; Coard,
1999). La muestra presenta un grado de fragmentación del 52%, con 158 restos completos. En cuanto a los fragmentos de huesos largos predominan los
L-3-C3, la tipología que presenta un grado de modificación más bajo.
Diversos elementos nos indican que las cabras han sido aportadas a la cavidad por los carnívoros: la composición taxonómica formada por dos únicas
especies, el perfil de supervivencia, el grado de conservación de los restos, la
escasa presencia de modificaciones antrópicas (solamente una marca) y la presencia de marcas generadas por carnívoros. La aparición de un único carnívoro
en el nivel F-G, el leopardo, no descarta la acción de otros carnívoros como
acumuladores o modificadores de los restos óseos de caprinos (Yravedra, 2006;
Sauqué et al., 2014). Teniendo en cuenta las características de los grandes carnívoros que habitaron la península ibérica durante el Pleistoceno superior, el
oso pardo, el lobo, la hiena de las cavernas, el león, el cuón y el leopardo, se
discuten los posibles agentes responsables de la tafocenosis del nivel F-G. A
continuación se describen las principales características de los mismos y sus
capacidades para el transporte y modificación de restos óseos en cavidades.
En primer lugar descartaremos como agentes acumuladores aquellos carnívoros que no transportan sus presas a las cavidades, sino que las consumen
in situ. Dentro de estos carnívoros se encuentra el oso pardo (Ursus arctos)
(Sala y Arsuaga, 2013, 2016). También el león (Panthera leo), que suele consumir sus presas en el lugar donde las caza como carnívoro dominante en los
ecosistemas. Por ello no suele transportar sus cadáveres y es poco probable
que produzca acumulaciones de huesos (Schaller, 1972; Scheel y Packer, 1991;
Domínguez-Rodrigo, 1999; Mosser y Packer, 2009). Sin embargo, recientemente se ha puesto de manifiesto que este felino puede crear acumulaciones,
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VÍCTOR SAUQUÉ Y ALFRED SANCHIS
al menos en África, como es el caso de Olduvai carnivore site (Arriaza et al.,
2016). El lobo (Canis lupus) consume sus presas en el lugar de matanza y
solo transporta huesos a los cubiles en la época de cría (Domínguez-Rodrigo,
1994b) y las acumulaciones generadas por lobos están caracterizadas por la
presencia de fragmentos de huesos digeridos (Esteban-Nadal et al., 2010). El
oso y el león se descartan ya que no generan acumulaciones, y también el lobo
que presenta un modelo de acumulación con características que nada tienen
que ver con las del nivel F-G. A continuación se discuten detalladamente las
características de las acumulaciones generadas por el cuón, la hiena de las
cavernas y el leopardo.
El cuón (Cuon alpinus) es un carnívoro social presente en Europa a lo largo del Pleistoceno (Pérez Ripoll et al., 2010; Brugal y Boudadi-Maligne, 2011).
Los estudios etológicos muestran que los cuones consumen a sus presas muy
rápidamente en el lugar de matanza (Domínguez-Rodrigo, 1993), aunque
ocasionalmente pueden transportar parte de las carcasas a sus cubiles, donde
también pueden defecar (Johnsingh, 1982; Fox, 1984). En la Cova del Parpalló (Valencia), se halló un esqueleto parcial de un cuón asociado a diversos
restos óseos de cabra montés que presentaban mordeduras de carnívoros,
y una baja fragmentación, escasas señales de mordedura y conservación de
partes articulares. Teniendo en cuenta estas características, y por las diferencias observadas respecto a los patrones de alteración de otros carnívoros, se
propuso que el cuón fue el acumulador de esos restos de cabra (Morales et al.,
2012). Las características de las acumulaciones creadas por el cuón durante el
transporte de restos a las cavidades, dado el carácter hipercarnívoro de este
cánido, podrían ser las más parecidas a las de los leopardos (Morales et al.,
2012). Aunque bien es cierto que el cuón puede ingerir huesos y por tanto la
presencia de huesos digeridos en sus acumulaciones es frecuente como en la
cueva de Noisetier en Francia (Mallye et al., 2012). Con las características de
nuestra acumulación no podemos descartar al cuón, si bien es cierto que el
papel de este carnívoro como formador de yacimientos todavía necesita ser
probado con la realización de estudios actualísticos y la revisión tafonómica
de conjuntos paleontológicos.
La hiena de las cavernas (C. spelaea) es un taxón presente en muchos
yacimientos de la península ibérica durante el Pleistoceno superior (Sauqué
et al., 2017). Las hienas manchadas pueden consumir sus capturas in situ,
aunque suelen realizar transportes periféricos a sus cubiles para alimentar a
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Un cubil de leopardos: La Cova del Racó del Duc (Vilallonga, Valencia)
las crías, lugares donde se producen acumulaciones de huesos (DomínguezRodrigo, 1994a). Diversos autores han constando la presencia de restos óseos
en los cubiles, entre otros Sutcliffe (1970), Brain (1981) y Domínguez-Rodrigo
(1994a). Por su parte la hiena de las cavernas tuvo la capacidad de crear acumulaciones incluso mayores que las de la hiena manchada siendo por tanto
el principal agente no antrópico a la hora de generar yacimientos durante el
Pleistoceno (Fosse et al., 2010; Arsuaga et al., 2012; Sauqué et al., 2017). La
mayoría de los cubiles de hiena de las cavernas suelen presentar restos de este
taxón (Fosse, 1997). Otra característica de los cubiles de hiena es la presencia
de dientes deciduales, un buen indicador de que la cueva fue utilizada como
cubil de cría (Pickering, 2002; Kuhn et al., 2010; Villa et al., 2010; Arsuaga et
al., 2012). Otro factor que suele indicar la actividad de hienas es la presencia
de coprolitos dentro de la cavidad o en sus inmediaciones (Sutcliffe, 1970;
Kruuk, 1972; Pickering, 2002; Kuhn et al., 2010; Villa et al., 2010). Las acumulaciones generadas por hienas normalmente presentan huesos digeridos
(Pickering, 2002, Villa et al., 2010). En el nivel F-G de Racó del Duc no se han
determinado restos de hienas, ni huesos digeridos o coprolitos.
Respeto a la capacidad de modificación de las hienas, en la actualidad
las acumulaciones en las que este carnívoro tiene un papel principal suelen
presentar un alto grado de modificación que afecta al 60-100% de la muestra
(Blumenschine, 1988; Blumenschine y Marean, 1993; Domínguez-Rodrigo,
1994a, Marean y Kim, 1998; Yravedra, 2006), con valores superiores al 40%
en los yacimientos fósiles (ver referencias en Sauqué et al., 2014). En el nivel
F-G de Racó del Duc la modificación por carnívoros no es tan intensa y afecta a tan solo el 13,5% de los restos. Además, hay que tener en cuenta que el
grado de modificación no se presenta solo en el número de restos con marcas
sino también en el número de marcas presentes en cada resto. Las hienas
suelen crear acumulaciones óseas donde los restos presentan muchas modificaciones individuales, de hasta 42 marcas en un solo hueso (Selvaggio, 1994;
Domínguez-Rodrigo y Pickering, 2010). En Racó del Duc solo se ha recuperado un hueso con más de 10 marcas lo cual no estaría en consonancia con
una acumulación generada por hienas. Por otro lado, el patrón de consumo
de las hienas es intenso y son frecuentes los cilindros de diáfisis (Cruz-Uribe,
1991; Diedrich, 2011). En la muestra estudiada no se han recuperado huesos
con un patrón de modificación tan intenso. En cuanto al consumo de los
húmeros, las hienas mordisquean tanto la epífisis proximal como la distal
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VÍCTOR SAUQUÉ Y ALFRED SANCHIS
(Domínguez-Rodrigo y Pickering, 2010). En la muestra de Racó del Duc las
epífisis distales de los húmeros se encuentran intactas. Todas estas características nos indican que la hiena de las cavernas no estuvo relacionada con la
creación de la acumulación del nivel F-G de Racó del Duc.
El leopardo (P. pardus) fue un elemento común en las asociaciones
faunísticas de la península durante el Pleistoceno (Sauqué y Cuenca-Bescós,
2013; Sanchis et al., 2015; Sauqué et al., 2016a). La zona mediterránea no fue
una excepción siendo por tanto un taxón presente en numerosos yacimientos (Sanchis, 2015; Sanchis et al., 2015; en esta obra). Las acumulaciones generadas por leopardos en el Pleistoceno son escasas y en la península ibérica
tenemos el ejemplo de Los Rincones, en el cual se ha interpretado la acumulación de los herbívoros de talla pequeña como consecuencia de la acción
de los leopardos. En este yacimiento también forman acumulación principalmente C. pyrenaica y numerosos restos de leopardo (Sauqué et al., 2014).
La cabra montés es un herbívoro de talla pequeña cuyo peso oscila entre 30
y 120 Kg (Granados et al., 2001) que pudo actuar como la presa principal de
los leopardos europeos durante el Pleistoceno (Diedrich, 2013; Sauqué et al.,
2014). Además de en Los Rincones, la asociación cabra-leopardo también se
observa en Amalda VI (Yravedra, 2006), en Allekoaitze (Altuna y Mariezkurrena, 2013), en s’Espasa (Estévez, 1975-76) y ahora también en el nivel F-G
de Racó del Duc.
El leopardo tiene una técnica de caza basada en la emboscada (Kingdon,
1977; Myers, 1986), por tanto los perfiles de mortalidad que produce reflejan
una menor selección de las presas. En el caso del nivel F-G no muestra sesgo hacia individuos juveniles y seniles lo que sería más propio de carnívoros
cursoriales, sino que está dominado por adultos y podría indicarnos que el
depredador que acumuló los restos tenía una estrategia de caza basada en la
emboscada, como el leopardo (Domínguez-Rodrigo y Pickering, 2010).
El grado de modificación de los restos óseos por parte de los leopardos
es menor que el realizado por las hienas. Las acumulaciones asociadas a la
acción de leopardo presentan mordeduras en menos del 25% de los restos
(Brain, 1981; Domínguez-Rodrigo, 1994a). Además los leopardos suelen dejar
marcas individuales en los huesos, esto es debido a que no mordisquean los
huesos como hacen los cánidos o los hiénidos. En este sentido los huesos
modificados por leopardos no suelen presentar más de dos marcas por hueso mientras que los que han sido atacados por hienas muestran numerosas
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Un cubil de leopardos: La Cova del Racó del Duc (Vilallonga, Valencia)
marcas (Domínguez-Rodrigo y Pickering, 2010). En el nivel F-G los restos
con marcas de mordiscos presentan una o dos marcas por hueso, y solo se ha
observado un hueso con un número elevado de marcas.
Uno de los criterios más fiables para diferenciar las acumulaciones de
hienas de las de leopardos es estudiar el patrón de consumo de los distintos
huesos (Domingo-Rodríguez y Pickering, 2010). En el caso de los húmeros las
hienas modifican ambas epífisis mientras que los leopardos únicamente la
proximal. Otra diferencia en el patrón de consumo entre hienas y leopardos
es la manera de modificar ulnas y radios. En el caso de las hienas estos carnívoros actuan tanto sobre la ulna como el radio, mientras que los leopardos
solo modifican la ulna. En el nivel F-G se ha observado un 80% de ulnas afectadas, mientras que no se ha observado ningún radio alterado. En la muestra
del Racó de Duc los radios están intactos y los húmeros presentan las epífisis
distales intactas. Por tanto este patrón de consumo reafirmaría la acción del
leopardo como acumulador del nivel F-G.
CONCLUSIONES
La asociación faunística del nivel F-G de Racó del Duc está formada por el
binomio leopardo-cabra montés. Los ungulados de dicho nivel son los únicos que presentan modificaciones realizadas por carnívoros. La escasísima
modificación antrópica indica que la acumulación de restos en la cavidad fue
producida por carnívoros y que la presencia humana en el nivel F-G fue muy
esporádica y en alternancia con la de los carnívoros. Las características de la
acumulación como: perfil de supervivencia y de mortalidad, grado de fracturación de la muestra, tipos de marcas producidas por carnívoros, patrones
de consumo de los huesos, indican que la acumulación y modificación de los
restos de cabra montés fue realizada por leopardos. El nivel F-G de Racó del
Duc es uno de los mejores ejemplos de niveles arqueopaleontológicos generados por leopardos en la península ibérica.
AGRADECIMIENTOS
Los autores quisieran agradecer al Museu de Prehistòria de València por el acceso a las
muestras, así como para la financiación de las dataciones radiométricas de las mismas.
Agradecer a los organizadores de las III Jornades d’Arqueozoologia del Museu de Prehistòria de València su invitación a participar. Agradecemos a Inocencio Sarrión, descubridor del yacimiento, Josep Fernández y Joaquim Juan Cabanilles la información aportada
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VÍCTOR SAUQUÉ Y ALFRED SANCHIS
sobre el yacimiento. Damos las gracias a Valentín Villaverde por la integración de este
trabajo en los siguientes proyectos: «Más allá de la historia. Origen y consolidación del
poblamiento paleolítico valenciano» (PROMETEOII/2013/016); «Paleolítico medio y
superior en la vertiente mediterránea ibérica: Valencia y Murcia» (HAR2014-52671-P).
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